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La Santa Biblia 2

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LA SANTA BIBLIA, ANTIGUO TESTAMENTO

Parte # 2 (INCLUYE LOS KETUVIM O LOS ESCRITOS), los 12 libros intermedios del AT: 1 R, 2 R, 1 Cr,
2 Cr, Esd, Neh, Est, Job, Sal, Pr, Ec y Cnt

Primer Libro de los

REYES

Abisag sirve a David

1 REYES 1

1 Cuando el rey David era viejo y avanzado en días, le cubrían de ropas, pero no se calentaba. 2 Le
dijeron, por tanto, sus siervos: Busquen para mi señor el rey una joven virgen, para que esté
delante del rey y lo abrigue, y duerma a su lado, y entrará en calor mi señor el rey. 3 Y buscaron
una joven hermosa por toda la tierra de Israel, y hallaron a Abisag sunamita, y la trajeron al rey. 4
Y la joven era hermosa; y ella abrigaba al rey, y le servía; pero el rey nunca la conoció.

Adonías usurpa el trono

5 Entonces Adonías hijo de Haguit se rebeló, diciendo: Yo reinaré. Y se hizo de carros y de gente de
a caballo, y de cincuenta hombres que corriesen delante de él. 6 Y su padre nunca le había
entristecido en todos sus días con decirle: ¿Por qué haces así? Además, éste era de muy hermoso
parecer; y había nacido después de Absalón. 7 Y se había puesto de acuerdo con Joab hijo de
Sarvia y con el sacerdote Abiatar, los cuales ayudaban a Adonías. 8 Pero el sacerdote Sadoc, y
Benaía hijo de Joiada, el profeta Natán, Simei, Rei y todos los grandes de David, no seguían a
Adonías.
9 Y matando Adonías ovejas y vacas y animales gordos junto a la peña de Zohelet, la cual está
cerca de la fuente de Rogel, convidó a todos sus hermanos los hijos del rey, y a todos los varones
de Judá, siervos del rey; 10 pero no convidó al profeta Natán, ni a Benaía, ni a los grandes, ni a
Salomón su hermano.

11 Entonces habló Natán a Betsabé madre de Salomón, diciendo: ¿No has oído que reina Adonías
hijo de Haguit, sin saberlo David nuestro señor? 12 Ven pues, ahora, y toma mi consejo, para que
conserves tu vida, y la de tu hijo Salomón. 13 Ve y entra al rey David, y dile: Rey señor mío, ¿no
juraste a tu sierva, diciendo: Salomón tu hijo reinará después de mí, y él se sentará en mi trono?
¿Por qué, pues, reina Adonías? 14 Y estando tú aún hablando con el rey, yo entraré tras ti y
reafirmaré tus razones.

15 Entonces Betsabé entró a la cámara del rey; y el rey era muy viejo, y Abisag sunamita le servía.
16 Y Betsabé se inclinó, e hizo reverencia al rey. Y el rey dijo: ¿Qué tienes? 17 Y ella le respondió:
Señor mío, tú juraste a tu sierva por Jehová tu Dios, diciendo: Salomón tu hijo reinará después de
mí, y él se sentará en mi trono. 18 Y he aquí ahora Adonías reina, y tú, mi señor rey, hasta ahora
no lo sabes. 19 Ha matado bueyes, y animales gordos, y muchas ovejas, y ha convidado a todos los
hijos del rey, al sacerdote Abiatar, y a Joab general del ejército; mas a Salomón tu siervo no ha
convidado. 20 Entre tanto, rey señor mío, los ojos de todo Israel están puestos en ti, para que les
declares quién se ha de sentar en el trono de mi señor el rey después de él. 21 De otra manera
sucederá que cuando mi señor el rey duerma con sus padres, yo y mi hijo Salomón seremos
tenidos por culpables.

22 Mientras aún hablaba ella con el rey, he aquí vino el profeta Natán. 23 Y dieron aviso al rey,
diciendo: He aquí el profeta Natán; el cual, cuando entró al rey, se postró delante del rey
inclinando su rostro a tierra. 24 Y dijo Natán: Rey señor mío, ¿has dicho tú: Adonías reinará
después de mí, y él se sentará en mi trono? 25 Porque hoy ha descendido, y ha matado bueyes y
animales gordos y muchas ovejas, y ha convidado a todos los hijos del rey, y a los capitanes del
ejército, y también al sacerdote Abiatar; y he aquí, están comiendo y bebiendo delante de él, y han
dicho: ¡Viva el rey Adonías! 26 Pero ni a mí tu siervo, ni al sacerdote Sadoc, ni a Benaía hijo de
Joiada, ni a Salomón tu siervo, ha convidado. 27 ¿Es este negocio ordenado por mi señor el rey, sin
haber declarado a tus siervos quién se había de sentar en el trono de mi señor el rey después de
él?

David proclama rey a Salomón


28 Entonces el rey David respondió y dijo: Llamadme a Betsabé. Y ella entró a la presencia del rey,
y se puso delante del rey. 29 Y el rey juró diciendo: Vive Jehová, que ha redimido mi alma de toda
angustia, 30 que como yo te he jurado por Jehová Dios de Israel, diciendo: Tu hijo Salomón reinará
después de mí, y él se sentará en mi trono en lugar mío; que así lo haré hoy. 31 Entonces Betsabé
se inclinó ante el rey, con su rostro a tierra, y haciendo reverencia al rey, dijo: Viva mi señor el rey
David para siempre.

32 Y el rey David dijo: Llamadme al sacerdote Sadoc, al profeta Natán, y a Benaía hijo de Joiada. Y
ellos entraron a la presencia del rey. 33 Y el rey les dijo: Tomad con vosotros los siervos de vuestro
señor, y montad a Salomón mi hijo en mi mula, y llevadlo a Gihón; 34 y allí lo ungirán el sacerdote
Sadoc y el profeta Natán como rey sobre Israel, y tocaréis trompeta, diciendo: ¡Viva el rey
Salomón! 35 Después iréis vosotros detrás de él, y vendrá y se sentará en mi trono, y él reinará por
mí; porque a él he escogido para que sea príncipe sobre Israel y sobre Judá. 36 Entonces Benaía
hijo de Joiada respondió al rey y dijo: Amén. Así lo diga Jehová, Dios de mi señor el rey. 37 De la
manera que Jehová ha estado con mi señor el rey, así esté con Salomón, y haga mayor su trono
que el trono de mi señor el rey David.

38 Y descendieron el sacerdote Sadoc, el profeta Natán, Benaía hijo de Joiada, y los cereteos y los
peleteos, y montaron a Salomón en la mula del rey David, y lo llevaron a Gihón. 39 Y tomando el
sacerdote Sadoc el cuerno del aceite del tabernáculo, ungió a Salomón; y tocaron trompeta, y dijo
todo el pueblo: ¡Viva el rey Salomón! 40 Después subió todo el pueblo en pos de él, y cantaba la
gente con flautas, y hacían grandes alegrías, que parecía que la tierra se hundía con el clamor de
ellos.

41 Y lo oyó Adonías, y todos los convidados que con él estaban, cuando ya habían acabado de
comer. Y oyendo Joab el sonido de la trompeta, dijo: ¿Por qué se alborota la ciudad con
estruendo? 42 Mientras él aún hablaba, he aquí vino Jonatán hijo del sacerdote Abiatar, al cual
dijo Adonías: Entra, porque tú eres hombre valiente, y traerás buenas nuevas. 43 Jonatán
respondió y dijo a Adonías: Ciertamente nuestro señor el rey David ha hecho rey a Salomón; 44 y
el rey ha enviado con él al sacerdote Sadoc y al profeta Natán, y a Benaía hijo de Joiada, y también
a los cereteos y a los peleteos, los cuales le montaron en la mula del rey; 45 y el sacerdote Sadoc y
el profeta Natán lo han ungido por rey en Gihón, y de allí han subido con alegrías, y la ciudad está
llena de estruendo. Este es el alboroto que habéis oído. 46 También Salomón se ha sentado en el
trono del reino, 47 y aun los siervos del rey han venido a bendecir a nuestro señor el rey David,
diciendo: Dios haga bueno el nombre de Salomón más que tu nombre, y haga mayor su trono que
el tuyo. Y el rey adoró en la cama. 48 Además el rey ha dicho así: Bendito sea Jehová Dios de Israel,
que ha dado hoy quien se siente en mi trono, viéndolo mis ojos.
49 Ellos entonces se estremecieron, y se levantaron todos los convidados que estaban con
Adonías, y se fue cada uno por su camino. 50 Mas Adonías, temiendo de la presencia de Salomón,
se levantó y se fue, y se asió de los cuernos del altar. 51 Y se lo hicieron saber a Salomón, diciendo:
He aquí que Adonías tiene miedo del rey Salomón, pues se ha asido de los cuernos del altar,
diciendo: Júreme hoy el rey Salomón que no matará a espada a su siervo. 52 Y Salomón dijo: Si él
fuere hombre de bien, ni uno de sus cabellos caerá en tierra; mas si se hallare mal en él, morirá. 53
Y envió el rey Salomón, y lo trajeron del altar; y él vino, y se inclinó ante el rey Salomón. Y Salomón
le dijo: Vete a tu casa.

Mandato de David a Salomón

1 REYES 2

1 Llegaron los días en que David había de morir, y ordenó a Salomón su hijo, diciendo: 2 Yo sigo el
camino de todos en la tierra; esfuérzate, y sé hombre. 3 Guarda los preceptos de Jehová tu Dios,
andando en sus caminos, y observando sus estatutos y mandamientos, sus decretos y sus
testimonios, de la manera que está escrito en la ley de Moisés, para que prosperes en todo lo que
hagas y en todo aquello que emprendas; 4 para que confirme Jehová la palabra que me habló,
diciendo: Si tus hijos guardaren mi camino, andando delante de mí con verdad, de todo su corazón
y de toda su alma, jamás, dice, faltará a ti varón en el trono de Israel.

5 Ya sabes tú lo que me ha hecho Joab hijo de Sarvia, lo que hizo a dos generales del ejército de
Israel, a Abner hijo de Ner y a Amasa hijo de Jeter, a los cuales él mató, derramando en tiempo de
paz la sangre de guerra, y poniendo sangre de guerra en el talabarte que tenía sobre sus lomos, y
en los zapatos que tenía en sus pies. 6 Tú, pues, harás conforme a tu sabiduría; no dejarás
descender sus canas al Seol en paz. 7 Mas a los hijos de Barzilai galaadita harás misericordia, que
sean de los convidados a tu mesa; porque ellos vinieron de esta manera a mí, cuando iba huyendo
de Absalón tu hermano. 8 También tienes contigo a Simei hijo de Gera, hijo de Benjamín, de
Bahurim, el cual me maldijo con una maldición fuerte el día que yo iba a Mahanaim. Mas él mismo
descendió a recibirme al Jordán, y yo le juré por Jehová diciendo: Yo no te mataré a espada. 9 Pero
ahora no lo absolverás; pues hombre sabio eres, y sabes cómo debes hacer con él; y harás
descender sus canas con sangre al Seol.

Muerte de David
(1 Cr. 29. 26-30)

10 Y durmió David con sus padres, y fue sepultado en su ciudad. 11 Los días que reinó David sobre
Israel fueron cuarenta años; siete años reinó en Hebrón, y treinta y tres años reinó en Jerusalén.
12 Y se sentó Salomón en el trono de David su padre, y su reino fue firme en gran manera.

Salomón afirma su reino

13 Entonces Adonías hijo de Haguit vino a Betsabé madre de Salomón; y ella le dijo: ¿Es tu venida
de paz? El respondió: Sí, de paz. 14 En seguida dijo: Una palabra tengo que decirte. Y ella dijo: Di.
15 El dijo: Tú sabes que el reino era mío, y que todo Israel había puesto en mí su rostro para que
yo reinara; mas el reino fue traspasado, y vino a ser de mi hermano, porque por Jehová era suyo.
16 Ahora yo te hago una petición; no me la niegues. Y ella le dijo: Habla. 17 El entonces dijo: Yo te
ruego que hables al rey Salomón (porque él no te lo negará), para que me dé Abisag sunamita por
mujer. 18 Y Betsabé dijo: Bien; yo hablaré por ti al rey.

19 Vino Betsabé al rey Salomón para hablarle por Adonías. Y el rey se levantó a recibirla, y se
inclinó ante ella, y volvió a sentarse en su trono, e hizo traer una silla para su madre, la cual se
sentó a su diestra. 20 Y ella dijo: Una pequeña petición pretendo de ti; no me la niegues. Y el rey le
dijo: Pide, madre mía, que yo no te la negaré. 21 Y ella dijo: Dese Abisag sunamita por mujer a tu
hermano Adonías. 22 El rey Salomón respondió y dijo a su madre: ¿Por qué pides a Abisag
sunamita para Adonías? Demanda también para él el reino; porque él es mi hermano mayor, y ya
tiene también al sacerdote Abiatar, y a Joab hijo de Sarvia. 23 Y el rey Salomón juró por Jehová,
diciendo: Así me haga Dios y aun me añada, que contra su vida ha hablado Adonías estas palabras.
24 Ahora, pues, vive Jehová, quien me ha confirmado y me ha puesto sobre el trono de David mi
padre, y quien me ha hecho casa, como me había dicho, que Adonías morirá hoy. 25 Entonces el
rey Salomón envió por mano de Benaía hijo de Joiada, el cual arremetió contra él, y murió.

26 Y el rey dijo al sacerdote Abiatar: Vete a Anatot, a tus heredades, pues eres digno de muerte;
pero no te mataré hoy, por cuanto has llevado el arca de Jehová el Señor delante de David mi
padre, y además has sido afligido en todas las cosas en que fue afligido mi padre. 27 Así echó
Salomón a Abiatar del sacerdocio de Jehová, para que se cumpliese la palabra de Jehová que había
dicho sobre la casa de Elí en Silo.
28 Y vino la noticia a Joab; porque también Joab se había adherido a Adonías, si bien no se había
adherido a Absalón. Y huyó Joab al tabernáculo de Jehová, y se asió de los cuernos del altar. 29 Y
se le hizo saber a Salomón que Joab había huido al tabernáculo de Jehová, y que estaba junto al
altar. Entonces envió Salomón a Benaía hijo de Joiada, diciendo: Ve, y arremete contra él. 30 Y
entró Benaía al tabernáculo de Jehová, y le dijo: El rey ha dicho que salgas. Y él dijo: No, sino que
aquí moriré. Y Benaía volvió con esta respuesta al rey, diciendo: Así dijo Joab, y así me respondió.
31 Y el rey le dijo: Haz como él ha dicho; mátale y entiérrale, y quita de mí y de la casa de mi padre
la sangre que Joab ha derramado injustamente. 32 Y Jehová hará volver su sangre sobre su cabeza;
porque él ha dado muerte a dos varones más justos y mejores que él, a los cuales mató a espada
sin que mi padre David supiese nada: a Abner hijo de Ner, general del ejército de Israel, y a Amasa
hijo de Jeter, general del ejército de Judá. 33 La sangre, pues, de ellos recaerá sobre la cabeza de
Joab, y sobre la cabeza de su descendencia para siempre; mas sobre David y sobre su
descendencia, y sobre su casa y sobre su trono, habrá perpetuamente paz de parte de Jehová. 34
Entonces Benaía hijo de Joiada subió y arremetió contra él, y lo mató; y fue sepultado en su casa
en el desierto. 35 Y el rey puso en su lugar a Benaía hijo de Joiada sobre el ejército, y a Sadoc puso
el rey por sacerdote en lugar de Abiatar.

36 Después envió el rey e hizo venir a Simei, y le dijo: Edifícate una casa en Jerusalén y mora ahí, y
no salgas de allí a una parte ni a otra; 37 porque sabe de cierto que el día que salieres y pasares el
torrente de Cedrón, sin duda morirás, y tu sangre será sobre tu cabeza. 38 Y Simei dijo al rey: La
palabra es buena; como el rey mi señor ha dicho, así lo hará tu siervo. Y habitó Simei en Jerusalén
muchos días.

39 Pero pasados tres años, aconteció que dos siervos de Simei huyeron a Aquis hijo de Maaca, rey
de Gat. Y dieron aviso a Simei, diciendo: He aquí que tus siervos están en Gat. 40 Entonces Simei
se levantó y ensilló su asno y fue a Aquis en Gat, para buscar a sus siervos. Fue, pues, Simei, y trajo
sus siervos de Gat. 41 Luego fue dicho a Salomón que Simei había ido de Jerusalén hasta Gat, y
que había vuelto. 42 Entonces el rey envió e hizo venir a Simei, y le dijo: ¿No te hice jurar yo por
Jehová, y te protesté diciendo: El día que salieres y fueres acá o allá, sabe de cierto que morirás? Y
tú me dijiste: La palabra es buena, yo la obedezco. 43 ¿Por qué, pues, no guardaste el juramento
de Jehová, y el mandamiento que yo te impuse? 44 Dijo además el rey a Simei: Tú sabes todo el
mal, el cual tu corazón bien sabe, que cometiste contra mi padre David; Jehová, pues, ha hecho
volver el mal sobre tu cabeza. 45 Y el rey Salomón será bendito, y el trono de David será firme
perpetuamente delante de Jehová. 46 Entonces el rey mandó a Benaía hijo de Joiada, el cual salió
y lo hirió, y murió.
Y el reino fue confirmado en la mano de Salomón.

Salomón se casa con la hija de Faraón

1 REYES 3

1 Salomón hizo parentesco con Faraón rey de Egipto, pues tomó la hija de Faraón, y la trajo a la
ciudad de David, entre tanto que acababa de edificar su casa, y la casa de Jehová, y los muros de
Jerusalén alrededor. 2 Hasta entonces el pueblo sacrificaba en los lugares altos; porque no había
casa edificada al nombre de Jehová hasta aquellos tiempos.

Salomón pide sabiduría

(2 Cr. 1.1-13)

3 Mas Salomón amó a Jehová, andando en los estatutos de su padre David; solamente sacrificaba
y quemaba incienso en los lugares altos. 4 E iba el rey a Gabaón, porque aquél era el lugar alto
principal, y sacrificaba allí; mil holocaustos sacrificaba Salomón sobre aquel altar. 5 Y se le apareció
Jehová a Salomón en Gabaón una noche en sueños, y le dijo Dios: Pide lo que quieras que yo te dé.
6 Y Salomón dijo: Tú hiciste gran misericordia a tu siervo David mi padre, porque él anduvo
delante de ti en verdad, en justicia, y con rectitud de corazón para contigo; y tú le has reservado
esta tu gran misericordia, en que le diste hijo que se sentase en su trono, como sucede en este día.
7 Ahora pues, Jehová Dios mío, tú me has puesto a mí tu siervo por rey en lugar de David mi
padre; y yo soy joven, y no sé cómo entrar ni salir. 8 Y tu siervo está en medio de tu pueblo al cual
tú escogiste; un pueblo grande, que no se puede contar ni numerar por su multitud. 9 Da, pues, a
tu siervo corazón entendido para juzgar a tu pueblo, y para discernir entre lo bueno y lo malo;
porque ¿quién podrá gobernar este tu pueblo tan grande?

10 Y agradó delante del Señor que Salomón pidiese esto. 11 Y le dijo Dios: Porque has demandado
esto, y no pediste para ti muchos días, ni pediste para ti riquezas, ni pediste la vida de tus
enemigos, sino que demandaste para ti inteligencia para oir juicio, 12 he aquí lo he hecho
conforme a tus palabras; he aquí que te he dado corazón sabio y entendido, tanto que no ha
habido antes de ti otro como tú, ni después de ti se levantará otro como tú. 13 Y aun también te
he dado las cosas que no pediste, riquezas y gloria, de tal manera que entre los reyes ninguno
haya como tú en todos tus días. 14 Y si anduvieres en mis caminos, guardando mis estatutos y mis
mandamientos, como anduvo David tu padre, yo alargaré tus días.

15 Cuando Salomón despertó, vio que era sueño; y vino a Jerusalén, y se presentó delante del arca
del pacto de Jehová, y sacrificó holocaustos y ofreció sacrificios de paz, e hizo también banquete a
todos sus siervos.

Sabiduría y prosperidad de Salomón

16 En aquel tiempo vinieron al rey dos mujeres rameras, y se presentaron delante de él. 17 Y dijo
una de ellas: ¡Ah, señor mío! Yo y esta mujer morábamos en una misma casa, y yo di a luz estando
con ella en la casa. 18 Aconteció al tercer día después de dar yo a luz, que ésta dio a luz también, y
morábamos nosotras juntas; ninguno de fuera estaba en casa, sino nosotras dos en la casa. 19 Y
una noche el hijo de esta mujer murió, porque ella se acostó sobre él. 20 Y se levantó a
medianoche y tomó a mi hijo de junto a mí, estando yo tu sierva durmiendo, y lo puso a su lado, y
puso al lado mío su hijo muerto. 21 Y cuando yo me levanté de madrugada para dar el pecho a mi
hijo, he aquí que estaba muerto; pero lo observé por la mañana, y vi que no era mi hijo, el que yo
había dado a luz. 22 Entonces la otra mujer dijo: No; mi hijo es el que vive, y tu hijo es el muerto. Y
la otra volvió a decir: No; tu hijo es el muerto, y mi hijo es el que vive. Así hablaban delante del
rey.

23 El rey entonces dijo: Esta dice: Mi hijo es el que vive, y tu hijo es el muerto; y la otra dice: No,
mas el tuyo es el muerto, y mi hijo es el que vive. 24 Y dijo el rey: Traedme una espada. Y trajeron
al rey una espada. 25 En seguida el rey dijo: Partid por medio al niño vivo, y dad la mitad a la una, y
la otra mitad a la otra. 26 Entonces la mujer de quien era el hijo vivo, habló al rey (porque sus
entrañas se le conmovieron por su hijo), y dijo: ¡Ah, señor mío! dad a ésta el niño vivo, y no lo
matéis. Mas la otra dijo: Ni a mí ni a ti; partidlo. 27 Entonces el rey respondió y dijo: Dad a aquélla
el hijo vivo, y no lo matéis; ella es su madre. 28 Y todo Israel oyó aquel juicio que había dado el
rey; y temieron al rey, porque vieron que había en él sabiduría de Dios para juzgar.

1 REYES 4
1 Reinó, pues, el rey Salomón sobre todo Israel. 2 Y estos fueron los jefes que tuvo: Azarías hijo del
sacerdote Sadoc; 3 Elihoref y Ahías, hijos de Sisa, secretarios; Josafat hijo de Ahilud, canciller; 4
Benaía hijo de Joiada sobre el ejército; Sadoc y Abiatar, los sacerdotes; 5 Azarías hijo de Natán,
sobre los gobernadores; Zabud hijo de Natán, ministro principal y amigo del rey; 6 Ahisar,
mayordomo; y Adoniram hijo de Abda, sobre el tributo.

7 Tenía Salomón doce gobernadores sobre todo Israel, los cuales mantenían al rey y a su casa.
Cada uno de ellos estaba obligado a abastecerlo por un mes en el año. 8 Y estos son los nombres
de ellos: el hijo de Hur en el monte de Efraín; 9 el hijo de Decar en Macaz, en Saalbim, en Bet-
semes, en Elón y en Bet-hanán; 10 el hijo de Hesed en Arubot; éste tenía también a Soco y toda la
tierra de Hefer; 11 el hijo de Abinadab en todos los territorios de Dor; éste tenía por mujer a Tafat
hija de Salomón; 12 Baana hijo de Ahilud en Taanac y Meguido, en toda Bet-seán, que está cerca
de Saretán, más abajo de Jezreel, desde Bet-seán hasta Abel-mehola, y hasta el otro lado de
Jocmeam; 13 el hijo de Geber en Ramot de Galaad; éste tenía también las ciudades de Jair hijo de
Manasés, las cuales estaban en Galaad; tenía también la provincia de Argob que estaba en Basán,
sesenta grandes ciudades con muro y cerraduras de bronce; 14 Ahinadab hijo de Iddo en
Mahanaim; 15 Ahimaas en Neftalí; éste tomó también por mujer a Basemat hija de Salomón. 16
Baana hijo de Husai, en Aser y en Alot; 17 Josafat hijo de Parúa, en Isacar; 18 Simei hijo de Ela, en
Benjamín; 19 Geber hijo de Uri, en la tierra de Galaad, la tierra de Sehón rey de los amorreos y de
Og rey de Basán; éste era el único gobernador en aquella tierra.

20 Judá e Israel eran muchos, como la arena que está junto al mar en multitud, comiendo,
bebiendo y alegrándose. 21 Y Salomón señoreaba sobre todos los reinos desde el Eufrates hasta la
tierra de los filisteos y el límite con Egipto; y traían presentes, y sirvieron a Salomón todos los días
que vivió.

22 Y la provisión de Salomón para cada día era de treinta coros de flor de harina, sesenta coros de
harina, 23 diez bueyes gordos, veinte bueyes de pasto y cien ovejas; sin los ciervos, gacelas, corzos
y aves gordas. 24 Porque él señoreaba en toda la región al oeste del Eufrates, desde Tifsa hasta
Gaza, sobre todos los reyes al oeste del Eufrates; y tuvo paz por todos lados alrededor. 25 Y Judá e
Israel vivían seguros, cada uno debajo de su parra y debajo de su higuera, desde Dan hasta
Beerseba, todos los días de Salomón. 26 Además de esto, Salomón tenía cuarenta mil caballos en
sus caballerizas para sus carros, y doce mil jinetes. 27 Y estos gobernadores mantenían al rey
Salomón, y a todos los que a la mesa del rey Salomón venían, cada uno un mes, y hacían que nada
faltase. 28 Hacían también traer cebada y paja para los caballos y para las bestias de carga, al lugar
donde él estaba, cada uno conforme al turno que tenía.
29 Y Dios dio a Salomón sabiduría y prudencia muy grandes, y anchura de corazón como la arena
que está a la orilla del mar. 30 Era mayor la sabiduría de Salomón que la de todos los orientales, y
que toda la sabiduría de los egipcios. 31 Aun fue más sabio que todos los hombres, más que Etán
ezraíta, y que Hemán, Calcol y Darda, hijos de Mahol; y fue conocido entre todas las naciones de
alrededor. 32 Y compuso tres mil proverbios, y sus cantares fueron mil cinco. 33 También disertó
sobre los árboles, desde el cedro del Líbano hasta el hisopo que nace en la pared. Asimismo
disertó sobre los animales, sobre las aves, sobre los reptiles y sobre los peces. 34 Y para oír la
sabiduría de Salomón venían de todos los pueblos y de todos los reyes de la tierra, adonde había
llegado la fama de su sabiduría.

Pacto de Salomón con Hiram

(2 Cr. 2.1-18)

1 REYES 5

1 Hiram rey de Tiro envió también sus siervos a Salomón, luego que oyó que lo habían ungido por
rey en lugar de su padre; porque Hiram siempre había amado a David. 2 Entonces Salomón envió a
decir a Hiram: 3 Tú sabes que mi padre David no pudo edificar casa al nombre de Jehová su Dios,
por las guerras que le rodearon, hasta que Jehová puso sus enemigos bajo las plantas de sus pies.
4 Ahora Jehová mi Dios me ha dado paz por todas partes; pues ni hay adversarios, ni mal que
temer. 5 Yo, por tanto, he determinado ahora edificar casa al nombre de Jehová mi Dios, según lo
que Jehová habló a David mi padre, diciendo: Tu hijo, a quien yo pondré en lugar tuyo en tu trono,
él edificará casa a mi nombre. 6 Manda, pues, ahora, que me corten cedros del Líbano; y mis
siervos estarán con los tuyos, y yo te daré por tus siervos el salario que tú dijeres; porque tú sabes
bien que ninguno hay entre nosotros que sepa labrar madera como los sidonios.

7 Cuando Hiram oyó las palabras de Salomón, se alegró en gran manera, y dijo: Bendito sea hoy
Jehová, que dio hijo sabio a David sobre este pueblo tan grande. 8 Y envió Hiram a decir a
Salomón: He oído lo que me mandaste a decir; yo haré todo lo que te plazca acerca de la madera
de cedro y la madera de ciprés. 9 Mis siervos la llevarán desde el Líbano al mar, y la enviaré en
balsas por mar hasta el lugar que tú me señales, y allí se desatará, y tú la tomarás; y tú cumplirás
mi deseo al dar de comer a mi familia. 10 Dio, pues, Hiram a Salomón madera de cedro y madera
de ciprés, toda la que quiso. 11 Y Salomón daba a Hiram veinte mil coros de trigo para el sustento
de su familia, y veinte coros de aceite puro; esto daba Salomón a Hiram cada año. 12 Jehová, pues,
dio a Salomón sabiduría como le había dicho; y hubo paz entre Hiram y Salomón, e hicieron pacto
entre ambos.

13 Y el rey Salomón decretó leva en todo Israel, y la leva fue de treinta mil hombres, 14 los cuales
enviaba al Líbano de diez mil en diez mil, cada mes por turno, viniendo así a estar un mes en el
Líbano, y dos meses en sus casas; y Adoniram estaba encargado de aquella leva. 15 Tenía también
Salomón setenta mil que llevaban las cargas, y ochenta mil cortadores en el monte; 16 sin los
principales oficiales de Salomón que estaban sobre la obra, tres mil trescientos, los cuales tenían a
cargo el pueblo que hacía la obra. 17 Y mandó el rey que trajesen piedras grandes, piedras
costosas, para los cimientos de la casa, y piedras labradas. 18 Y los albañiles de Salomón y los de
Hiram, y los hombres de Gebal, cortaron y prepararon la madera y la cantería para labrar la casa.

Salomón edifica el templo

(2 Cr. 3. 1-14)

1 REYES 6

1 En el año cuatrocientos ochenta después que los hijos de Israel salieron de Egipto, el cuarto año
del principio del reino de Salomón sobre Israel, en el mes de Zif, que es el mes segundo, comenzó
él a edificar la casa de Jehová. 2 La casa que el rey Salomón edificó a Jehová tenía sesenta codos
de largo y veinte de ancho, y treinta codos de alto. 3 Y el pórtico delante del templo de la casa
tenía veinte codos de largo a lo ancho de la casa, y el ancho delante de la casa era de diez codos. 4
E hizo a la casa ventanas anchas por dentro y estrechas por fuera. 5 Edificó también junto al muro
de la casa aposentos alrededor, contra las paredes de la casa alrededor del templo y del lugar
santísimo; e hizo cámaras laterales alrededor. 6 El aposento de abajo era de cinco codos de ancho,
el de en medio de seis codos de ancho, y el tercero de siete codos de ancho; porque por fuera
había hecho disminuciones a la casa alrededor, para no empotrar las vigas en las paredes de la
casa.

7 Y cuando se edificó la casa, la fabricaron de piedras que traían ya acabadas, de tal manera que
cuando la edificaban, ni martillos ni hachas se oyeron en la casa, ni ningún otro instrumento de
hierro.
8 La puerta del aposento de en medio estaba al lado derecho de la casa; y se subía por una
escalera de caracol al de en medio, y del aposento de en medio al tercero. 9 Labró, pues, la casa, y
la terminó; y la cubrió con artesonados de cedro. 10 Edificó asimismo el aposento alrededor de
toda la casa, de altura de cinco codos, el cual se apoyaba en la casa con maderas de cedro.

11 Y vino palabra de Jehová a Salomón, diciendo: 12 Con relación a esta casa que tú edificas, si
anduvieres en mis estatutos e hicieres mis decretos, y guardares todos mis mandamientos
andando en ellos, yo cumpliré contigo mi palabra que hablé a David tu padre; 13 y habitaré en ella
en medio de los hijos de Israel, y no dejaré a mi pueblo Israel.

14 Así, pues, Salomón labró la casa y la terminó. 15 Y cubrió las paredes de la casa con tablas de
cedro, revistiéndola de madera por dentro, desde el suelo de la casa hasta las vigas de la
techumbre; cubrió también el pavimento con madera de ciprés. 16 Asimismo hizo al final de la
casa un edificio de veinte codos, de tablas de cedro desde el suelo hasta lo más alto; así hizo en la
casa un aposento que es el lugar santísimo. 17 La casa, esto es, el templo de adelante, tenía
cuarenta codos. 18 Y la casa estaba cubierta de cedro por dentro, y tenía entalladuras de calabazas
silvestres y de botones de flores. Todo era cedro; ninguna piedra se veía. 19 Y adornó el lugar
santísimo por dentro en medio de la casa, para poner allí el arca del pacto de Jehová. 20 El lugar
santísimo estaba en la parte de adentro, el cual tenía veinte codos de largo, veinte de ancho, y
veinte de altura; y lo cubrió de oro purísimo; asimismo cubrió de oro el altar de cedro. 21 De
manera que Salomón cubrió de oro puro la casa por dentro, y cerró la entrada del santuario con
cadenas de oro, y lo cubrió de oro. 22 Cubrió, pues, de oro toda la casa de arriba abajo, y asimismo
cubrió de oro todo el altar que estaba frente al lugar santísimo.

23 Hizo también en el lugar santísimo dos querubines de madera de olivo, cada uno de diez codos
de altura. 24 Una ala del querubín tenía cinco codos, y la otra ala del querubín otros cinco codos;
así que había diez codos desde la punta de una ala hasta la punta de la otra. 25 Asimismo el otro
querubín tenía diez codos; porque ambos querubines eran de un mismo tamaño y de una misma
hechura. 26 La altura del uno era de diez codos, y asimismo la del otro. 27 Puso estos querubines
dentro de la casa en el lugar santísimo, los cuales extendían sus alas, de modo que el ala de uno
tocaba una pared, y el ala del otro tocaba la otra pared, y las otras dos alas se tocaban la una a la
otra en medio de la casa. 28 Y cubrió de oro los querubines.
29 Y esculpió todas las paredes de la casa alrededor de diversas figuras, de querubines, de
palmeras y de botones de flores, por dentro y por fuera. 30 Y cubrió de oro el piso de la casa, por
dentro y por fuera.

31 A la entrada del santuario hizo puertas de madera de olivo; y el umbral y los postes eran de
cinco esquinas. 32 Las dos puertas eran de madera de olivo; y talló en ellas figuras de querubines,
de palmeras y de botones de flores, y las cubrió de oro; cubrió también de oro los querubines y las
palmeras.

33 Igualmente hizo a la puerta del templo postes cuadrados de madera de olivo. 34 Pero las dos
puertas eran de madera de ciprés; y las dos hojas de una puerta giraban, y las otras dos hojas de la
otra puerta también giraban. 35 Y talló en ellas querubines y palmeras y botones de flores, y las
cubrió de oro ajustado a las talladuras. 36 Y edificó el atrio interior de tres hileras de piedras
labradas, y de una hilera de vigas de cedro.

37 En el cuarto año, en el mes de Zif, se echaron los cimientos de la casa de Jehová. 38 Y en el


undécimo año, en el mes de Bul, que es el mes octavo, fue acabada la casa con todas sus
dependencias, y con todo lo necesario. La edificó, pues, en siete años.

Otros edificios de Salomón

1 REYES 7

1 Después edificó Salomón su propia casa en trece años, y la terminó toda.

2 Asimismo edificó la casa del bosque del Líbano, la cual tenía cien codos de longitud, cincuenta
codos de anchura y treinta codos de altura, sobre cuatro hileras de columnas de cedro, con vigas
de cedro sobre las columnas. 3 Y estaba cubierta de tablas de cedro arriba sobre las vigas, que se
apoyaban en cuarenta y cinco columnas; cada hilera tenía quince columnas. 4 Y había tres hileras
de ventanas, una ventana contra la otra en tres hileras. 5 Todas las puertas y los postes eran
cuadrados; y unas ventanas estaban frente a las otras en tres hileras.
6 También hizo un pórtico de columnas, que tenía cincuenta codos de largo y treinta codos de
ancho; y este pórtico estaba delante de las primeras, con sus columnas y maderos
correspondientes.

7 Hizo asimismo el pórtico del trono en que había de juzgar, el pórtico del juicio, y lo cubrió de
cedro del suelo al techo.

8 Y la casa en que él moraba, en otro atrio dentro del pórtico, era de obra semejante a ésta.
Edificó también Salomón para la hija de Faraón, que había tomado por mujer, una casa de hechura
semejante a la del pórtico.

9 Todas aquellas obras fueron de piedras costosas, cortadas y ajustadas con sierras según las
medidas, así por dentro como por fuera, desde el cimiento hasta los remates, y asimismo por
fuera hasta el gran atrio. 10 El cimiento era de piedras costosas, piedras grandes, piedras de diez
codos y piedras de ocho codos. 11 De allí hacia arriba eran también piedras costosas, labradas
conforme a sus medidas, y madera de cedro. 12 Y en el gran atrio alrededor había tres hileras de
piedras labradas, y una hilera de vigas de cedro; y así también el atrio interior de la casa de Jehová,
y el atrio de la casa.

Salomón emplea a Hiram, de Tiro

(2 Cr. 2. 13-14; 3. 15-17)

13 Y envió el rey Salomón, e hizo venir de Tiro a Hiram, 14 hijo de una viuda de la tribu de Neftalí.
Su padre, que trabajaba en bronce, era de Tiro; e Hiram era lleno de sabiduría, inteligencia y
ciencia en toda obra de bronce. Este, pues, vino al rey Salomón, e hizo toda su obra.

15 Y vació dos columnas de bronce; la altura de cada una era de dieciocho codos, y rodeaba a una
y otra un hilo de doce codos. 16 Hizo también dos capiteles de fundición de bronce, para que
fuesen puestos sobre las cabezas de las columnas; la altura de un capitel era de cinco codos, y la
del otro capitel también de cinco codos. 17 Había trenzas a manera de red, y unos cordones a
manera de cadenas, para los capiteles que se habían de poner sobre las cabezas de las columnas;
siete para cada capitel. 18 Hizo también dos hileras de granadas alrededor de la red, para cubrir
los capiteles que estaban en las cabezas de las columnas con las granadas; y de la misma forma
hizo en el otro capitel. 19 Los capiteles que estaban sobre las columnas en el pórtico, tenían forma
de lirios, y eran de cuatro codos. 20 Tenían también los capiteles de las dos columnas, doscientas
granadas en dos hileras alrededor en cada capitel, encima de su globo, el cual estaba rodeado por
la red. 21 Estas columnas erigió en el pórtico del templo; y cuando hubo alzado la columna del
lado derecho, le puso por nombre Jaquín, y alzando la columna del lado izquierdo, llamó su
nombre Boaz. 22 Y puso en las cabezas de las columnas tallado en forma de lirios, y así se acabó la
obra de las columnas.

Mobiliario del templo

(2 Cr. 4. 1—5. 1)

23 Hizo fundir asimismo un mar de diez codos de un lado al otro, perfectamente redondo; su
altura era de cinco codos, y lo ceñía alrededor un cordón de treinta codos. 24 Y rodeaban aquel
mar por debajo de su borde alrededor unas bolas como calabazas, diez en cada codo, que ceñían
el mar alrededor en dos filas, las cuales habían sido fundidas cuando el mar fue fundido. 25 Y
descansaba sobre doce bueyes; tres miraban al norte, tres miraban al occidente, tres miraban al
sur, y tres miraban al oriente; sobre estos se apoyaba el mar, y las ancas de ellos estaban hacia la
parte de adentro. 26 El grueso del mar era de un palmo menor, y el borde era labrado como el
borde de un cáliz o de flor de lis; y cabían en él dos mil batos.

27 Hizo también diez basas de bronce, siendo la longitud de cada basa de cuatro codos, y la
anchura de cuatro codos, y de tres codos la altura. 28 La obra de las basas era esta: tenían unos
tableros, los cuales estaban entre molduras; 29 y sobre aquellos tableros que estaban entre las
molduras, había figuras de leones, de bueyes y de querubines; y sobre las molduras de la basa, así
encima como debajo de los leones y de los bueyes, había unas añadiduras de bajo relieve. 30 Cada
basa tenía cuatro ruedas de bronce, con ejes de bronce, y en sus cuatro esquinas había repisas de
fundición que sobresalían de los festones, para venir a quedar debajo de la fuente. 31 Y la boca de
la fuente entraba un codo en el remate que salía para arriba de la basa; y la boca era redonda, de
la misma hechura del remate, y éste de codo y medio. Había también sobre la boca entalladuras
con sus tableros, los cuales eran cuadrados, no redondos. 32 Las cuatro ruedas estaban debajo de
los tableros, y los ejes de las ruedas nacían en la misma basa. La altura de cada rueda era de un
codo y medio. 33 Y la forma de las ruedas era como la de las ruedas de un carro; sus ejes, sus
rayos, sus cubos y sus cinchos, todo era de fundición. 34 Asimismo las cuatro repisas de las cuatro
esquinas de cada basa; y las repisas eran parte de la misma basa. 35 Y en lo alto de la basa había
una pieza redonda de medio codo de altura, y encima de la basa sus molduras y tableros, los
cuales salían de ella misma. 36 E hizo en las tablas de las molduras, y en los tableros, entalladuras
de querubines, de leones y de palmeras, con proporción en el espacio de cada una, y alrededor
otros adornos. 37 De esta forma hizo diez basas, fundidas de una misma manera, de una misma
medida y de una misma entalladura.

38 Hizo también diez fuentes de bronce; cada fuente contenía cuarenta batos, y cada una era de
cuatro codos; y colocó una fuente sobre cada una de las diez basas. 39 Y puso cinco basas a la
mano derecha de la casa, y las otras cinco a la mano izquierda; y colocó el mar al lado derecho de
la casa, al oriente, hacia el sur.

40 Asimismo hizo Hiram fuentes, y tenazas, y cuencos. Así terminó toda la obra que hizo a
Salomón para la casa de Jehová: 41 dos columnas, y los capiteles redondos que estaban en lo alto
de las dos columnas; y dos redes que cubrían los dos capiteles redondos que estaban sobre la
cabeza de las columnas; 42 cuatrocientas granadas para las dos redes, dos hileras de granadas en
cada red, para cubrir los dos capiteles redondos que estaban sobre las cabezas de las columnas; 43
las diez basas, y las diez fuentes sobre las basas; 44 un mar, con doce bueyes debajo del mar; 45 y
calderos, paletas, cuencos, y todos los utensilios que Hiram hizo al rey Salomón, para la casa de
Jehová, de bronce bruñido. 46 Todo lo hizo fundir el rey en la llanura del Jordán, en tierra arcillosa,
entre Sucot y Saretán. 47 Y no inquirió Salomón el peso del bronce de todos los utensilios, por la
gran cantidad de ellos.

48 Entonces hizo Salomón todos los enseres que pertenecían a la casa de Jehová: un altar de oro, y
una mesa también de oro, sobre la cual estaban los panes de la proposición; 49 cinco candeleros
de oro purísimo a la mano derecha, y otros cinco a la izquierda, frente al lugar santísimo; con las
flores, las lámparas y tenazas de oro. 50 Asimismo los cántaros, despabiladeras, tazas, cucharillas e
incensarios, de oro purísimo; también de oro los quiciales de las puertas de la casa de adentro, del
lugar santísimo, y los de las puertas del templo.

51 Así se terminó toda la obra que dispuso hacer el rey Salomón para la casa de Jehová. Y metió
Salomón lo que David su padre había dedicado, plata, oro y utensilios; y depositó todo en las
tesorerías de la casa de Jehová.

Salomón traslada el arca al templo


(2 Cr. 5.2-14)

1 REYES 8

1 Entonces Salomón reunió ante sí en Jerusalén a los ancianos de Israel, a todos los jefes de las
tribus, y a los principales de las familias de los hijos de Israel, para traer el arca del pacto de Jehová
de la ciudad de David, la cual es Sion. 2 Y se reunieron con el rey Salomón todos los varones de
Israel en el mes de Etanim, que es el mes séptimo, en el día de la fiesta solemne. 3 Y vinieron
todos los ancianos de Israel, y los sacerdotes tomaron el arca. 4 Y llevaron el arca de Jehová, y el
tabernáculo de reunión, y todos los utensilios sagrados que estaban en el tabernáculo, los cuales
llevaban los sacerdotes y levitas. 5 Y el rey Salomón, y toda la congregación de Israel que se había
reunido con él, estaban con él delante del arca, sacrificando ovejas y bueyes, que por la multitud
no se podían contar ni numerar. 6 Y los sacerdotes metieron el arca del pacto de Jehová en su
lugar, en el santuario de la casa, en el lugar santísimo, debajo de las alas de los querubines. 7
Porque los querubines tenían extendidas las alas sobre el lugar del arca, y así cubrían los
querubines el arca y sus varas por encima. 8 Y sacaron las varas, de manera que sus extremos se
dejaban ver desde el lugar santo, que está delante del lugar santísimo, pero no se dejaban ver
desde más afuera; y así quedaron hasta hoy. 9 En el arca ninguna cosa había sino las dos tablas de
piedra que allí había puesto Moisés en Horeb, donde Jehová hizo pacto con los hijos de Israel,
cuando salieron de la tierra de Egipto. 10 Y cuando los sacerdotes salieron del santuario, la nube
llenó la casa de Jehová. 11 Y los sacerdotes no pudieron permanecer para ministrar por causa de la
nube; porque la gloria de Jehová había llenado la casa de Jehová.

Dedicación del templo

(2 Cr. 6.1—7.10)

12 Entonces dijo Salomón: Jehová ha dicho que él habitaría en la oscuridad. 13 Yo he edificado


casa por morada para ti, sitio en que tú habites para siempre. 14 Y volviendo el rey su rostro,
bendijo a toda la congregación de Israel; y toda la congregación de Israel estaba de pie. 15 Y dijo:
Bendito sea Jehová, Dios de Israel, que habló a David mi padre lo que con su mano ha cumplido,
diciendo: 16 Desde el día que saqué de Egipto a mi pueblo Israel, no he escogido ciudad de todas
las tribus de Israel para edificar casa en la cual estuviese mi nombre, aunque escogí a David para
que presidiese en mi pueblo Israel. 17 Y David mi padre tuvo en su corazón edificar casa al nombre
de Jehová Dios de Israel. 18 Pero Jehová dijo a David mi padre: Cuanto a haber tenido en tu
corazón edificar casa a mi nombre, bien has hecho en tener tal deseo. 19 Pero tú no edificarás la
casa, sino tu hijo que saldrá de tus lomos, él edificará casa a mi nombre. 20 Y Jehová ha cumplido
su palabra que había dicho; porque yo me he levantado en lugar de David mi padre, y me he
sentado en el trono de Israel, como Jehová había dicho, y he edificado la casa al nombre de Jehová
Dios de Israel. 21 Y he puesto en ella lugar para el arca, en la cual está el pacto de Jehová que él
hizo con nuestros padres cuando los sacó de la tierra de Egipto.

22 Luego se puso Salomón delante del altar de Jehová, en presencia de toda la congregación de
Israel, y extendiendo sus manos al cielo, 23 dijo: Jehová Dios de Israel, no hay Dios como tú, ni
arriba en los cielos ni abajo en la tierra, que guardas el pacto y la misericordia a tus siervos, los que
andan delante de ti con todo su corazón; 24 que has cumplido a tu siervo David mi padre lo que le
prometiste; lo dijiste con tu boca, y con tu mano lo has cumplido, como sucede en este día. 25
Ahora, pues, Jehová Dios de Israel, cumple a tu siervo David mi padre lo que le prometiste,
diciendo: No te faltará varón delante de mí, que se siente en el trono de Israel, con tal que tus
hijos guarden mi camino y anden delante de mí como tú has andado delante de mí. 26 Ahora,
pues, oh Jehová Dios de Israel, cúmplase la palabra que dijiste a tu siervo David mi padre.

27 Pero ¿es verdad que Dios morará sobre la tierra? He aquí que los cielos, los cielos de los cielos,
no te pueden contener; ¿cuánto menos esta casa que yo he edificado? 28 Con todo, tú atenderás
a la oración de tu siervo, y a su plegaria, oh Jehová Dios mío, oyendo el clamor y la oración que tu
siervo hace hoy delante de ti; 29 que estén tus ojos abiertos de noche y de día sobre esta casa,
sobre este lugar del cual has dicho: Mi nombre estará allí; y que oigas la oración que tu siervo haga
en este lugar. 30 Oye, pues, la oración de tu siervo, y de tu pueblo Israel; cuando oren en este
lugar, también tú lo oirás en el lugar de tu morada, en los cielos; escucha y perdona.

31 Si alguno pecare contra su prójimo, y le tomaren juramento haciéndole jurar, y viniere el


juramento delante de tu altar en esta casa; 32 tú oirás desde el cielo y actuarás, y juzgarás a tus
siervos, condenando al impío y haciendo recaer su proceder sobre su cabeza, y justificando al justo
para darle conforme a su justicia.

33 Si tu pueblo Israel fuere derrotado delante de sus enemigos por haber pecado contra ti, y se
volvieren a ti y confesaren tu nombre, y oraren y te rogaren y suplicaren en esta casa, 34 tú oirás
en los cielos, y perdonarás el pecado de tu pueblo Israel, y los volverás a la tierra que diste a sus
padres.
35 Si el cielo se cerrare y no lloviere, por haber ellos pecado contra ti, y te rogaren en este lugar y
confesaren tu nombre, y se volvieren del pecado, cuando los afligieres, 36 tú oirás en los cielos, y
perdonarás el pecado de tus siervos y de tu pueblo Israel, enseñándoles el buen camino en que
anden; y darás lluvias sobre tu tierra, la cual diste a tu pueblo por heredad.

37 Si en la tierra hubiere hambre, pestilencia, tizoncillo, añublo, langosta o pulgón; si sus enemigos
los sitiaren en la tierra en donde habiten; cualquier plaga o enfermedad que sea; 38 toda oración y
toda súplica que hiciere cualquier hombre, o todo tu pueblo Israel, cuando cualquiera sintiere la
plaga en su corazón, y extendiere sus manos a esta casa, 39 tú oirás en los cielos, en el lugar de tu
morada, y perdonarás, y actuarás, y darás a cada uno conforme a sus caminos, cuyo corazón tú
conoces (porque sólo tú conoces el corazón de todos los hijos de los hombres); 40 para que te
teman todos los días que vivan sobre la faz de la tierra que tú diste a nuestros padres.

41 Asimismo el extranjero, que no es de tu pueblo Israel, que viniere de lejanas tierras a causa de
tu nombre 42 (pues oirán de tu gran nombre, de tu mano fuerte y de tu brazo extendido), y viniere
a orar a esta casa, 43 tú oirás en los cielos, en el lugar de tu morada, y harás conforme a todo
aquello por lo cual el extranjero hubiere clamado a ti, para que todos los pueblos de la tierra
conozcan tu nombre y te teman, como tu pueblo Israel, y entiendan que tu nombre es invocado
sobre esta casa que yo edifiqué.

44 Si tu pueblo saliere en batalla contra sus enemigos por el camino que tú les mandes, y oraren a
Jehová con el rostro hacia la ciudad que tú elegiste, y hacia la casa que yo edifiqué a tu nombre, 45
tú oirás en los cielos su oración y su súplica, y les harás justicia.

46 Si pecaren contra ti (porque no hay hombre que no peque), y estuvieres airado contra ellos, y
los entregares delante del enemigo, para que los cautive y lleve a tierra enemiga, sea lejos o cerca,
47 y ellos volvieren en sí en la tierra donde fueren cautivos; si se convirtieren, y oraren a ti en la
tierra de los que los cautivaron, y dijeren: Pecamos, hemos hecho lo malo, hemos cometido
impiedad; 48 y si se convirtieren a ti de todo su corazón y de toda su alma, en la tierra de sus
enemigos que los hubieren llevado cautivos, y oraren a ti con el rostro hacia su tierra que tú diste
a sus padres, y hacia la ciudad que tú elegiste y la casa que yo he edificado a tu nombre, 49 tú
oirás en los cielos, en el lugar de tu morada, su oración y su súplica, y les harás justicia. 50 Y
perdonarás a tu pueblo que había pecado contra ti, y todas sus infracciones con que se hayan
rebelado contra ti, y harás que tengan de ellos misericordia los que los hubieren llevado cautivos;
51 porque ellos son tu pueblo y tu heredad, el cual tú sacaste de Egipto, de en medio del horno de
hierro. 52 Estén, pues, atentos tus ojos a la oración de tu siervo y a la plegaria de tu pueblo Israel,
para oírlos en todo aquello por lo cual te invocaren; 53 porque tú los apartaste para ti como
heredad tuya de entre todos los pueblos de la tierra, como lo dijiste por medio de Moisés tu
siervo, cuando sacaste a nuestros padres de Egipto, oh Señor Jehová.

54 Cuando acabó Salomón de hacer a Jehová toda esta oración y súplica, se levantó de estar de
rodillas delante del altar de Jehová con sus manos extendidas al cielo; 55 y puesto en pie, bendijo
a toda la congregación de Israel, diciendo en voz alta: 56 Bendito sea Jehová, que ha dado paz a su
pueblo Israel, conforme a todo lo que él había dicho; ninguna palabra de todas sus promesas que
expresó por Moisés su siervo, ha faltado. 57 Esté con nosotros Jehová nuestro Dios, como estuvo
con nuestros padres, y no nos desampare ni nos deje. 58 Incline nuestro corazón hacia él, para que
andemos en todos sus caminos, y guardemos sus mandamientos y sus estatutos y sus decretos, los
cuales mandó a nuestros padres. 59 Y estas mis palabras con que he orado delante de Jehová,
estén cerca de Jehová nuestro Dios de día y de noche, para que él proteja la causa de su siervo y
de su pueblo Israel, cada cosa en su tiempo; 60 a fin de que todos los pueblos de la tierra sepan
que Jehová es Dios, y que no hay otro. 61 Sea, pues, perfecto vuestro corazón para con Jehová
nuestro Dios, andando en sus estatutos y guardando sus mandamientos, como en el día de hoy.

62 Entonces el rey, y todo Israel con él, sacrificaron víctimas delante de Jehová. 63 Y ofreció
Salomón sacrificios de paz, los cuales ofreció a Jehová: veintidós mil bueyes y ciento veinte mil
ovejas. Así dedicaron el rey y todos los hijos de Israel la casa de Jehová. 64 Aquel mismo día
santificó el rey el medio del atrio, el cual estaba delante de la casa de Jehová; porque ofreció allí
los holocaustos, las ofrendas y la grosura de los sacrificios de paz, por cuanto el altar de bronce
que estaba delante de Jehová era pequeño, y no cabían en él los holocaustos, las ofrendas y la
grosura de los sacrificios de paz.

65 En aquel tiempo Salomón hizo fiesta, y con él todo Israel, una gran congregación, desde donde
entran en Hamat hasta el río de Egipto, delante de Jehová nuestro Dios, por siete días y aun por
otros siete días, esto es, por catorce días. 66 Y al octavo día despidió al pueblo; y ellos,
bendiciendo al rey, se fueron a sus moradas alegres y gozosos de corazón, por todos los beneficios
que Jehová había hecho a David su siervo y a su pueblo Israel.

Pacto de Dios con Salomón

(2 Cr. 7. 11-22)
1 REYES 9

1 Cuando Salomón hubo acabado la obra de la casa de Jehová, y la casa real, y todo lo que
Salomón quiso hacer, 2 Jehová apareció a Salomón la segunda vez, como le había aparecido en
Gabaón. 3 Y le dijo Jehová: Yo he oído tu oración y tu ruego que has hecho en mi presencia. Yo he
santificado esta casa que tú has edificado, para poner mi nombre en ella para siempre; y en ella
estarán mis ojos y mi corazón todos los días. 4 Y si tú anduvieres delante de mí como anduvo
David tu padre, en integridad de corazón y en equidad, haciendo todas las cosas que yo te he
mandado, y guardando mis estatutos y mis decretos, 5 yo afirmaré el trono de tu reino sobre
Israel para siempre, como hablé a David tu padre, diciendo: No faltará varón de tu descendencia
en el trono de Israel. 6 Mas si obstinadamente os apartareis de mí vosotros y vuestros hijos, y no
guardareis mis mandamientos y mis estatutos que yo he puesto delante de vosotros, sino que
fuereis y sirviereis a dioses ajenos, y los adorareis; 7 yo cortaré a Israel de sobre la faz de la tierra
que les he entregado; y esta casa que he santificado a mi nombre, yo la echaré de delante de mí, e
Israel será por proverbio y refrán a todos los pueblos; 8 y esta casa, que estaba en estima,
cualquiera que pase por ella se asombrará, y se burlará, y dirá: ¿Por qué ha hecho así Jehová a esta
tierra y a esta casa? 9 Y dirán: Por cuanto dejaron a Jehová su Dios, que había sacado a sus padres
de tierra de Egipto, y echaron mano a dioses ajenos, y los adoraron y los sirvieron; por eso ha
traído Jehová sobre ellos todo este mal.

Otras actividades de Salomón

(2 Cr. 8. 1-18)

10 Aconteció al cabo de veinte años, cuando Salomón ya había edificado las dos casas, la casa de
Jehová y la casa real, 11 para las cuales Hiram rey de Tiro había traído a Salomón madera de cedro
y de ciprés, y cuanto oro quiso, que el rey Salomón dio a Hiram veinte ciudades en tierra de
Galilea. 12 Y salió Hiram de Tiro para ver las ciudades que Salomón le había dado, y no le gustaron.
13 Y dijo: ¿Qué ciudades son estas que me has dado, hermano? Y les puso por nombre, la tierra de
Cabul, nombre que tiene hasta hoy. 14 E Hiram había enviado al rey ciento veinte talentos de oro.

15 Esta es la razón de la leva que el rey Salomón impuso para edificar la casa de Jehová, y su
propia casa, y Milo, y el muro de Jerusalén, y Hazor, Meguido y Gezer: 16 Faraón el rey de Egipto
había subido y tomado a Gezer, y la quemó, y dio muerte a los cananeos que habitaban la ciudad,
y la dio en dote a su hija la mujer de Salomón. 17 Restauró, pues, Salomón a Gezer y a la baja Bet-
horón, 18 a Baalat, y a Tadmor en tierra del desierto; 19 asimismo todas las ciudades donde
Salomón tenía provisiones, y las ciudades de los carros, y las ciudades de la gente de a caballo, y
todo lo que Salomón quiso edificar en Jerusalén, en el Líbano, y en toda la tierra de su señorío. 20
A todos los pueblos que quedaron de los amorreos, heteos, ferezeos, heveos y jebuseos, que no
eran de los hijos de Israel; 21 a sus hijos que quedaron en la tierra después de ellos, que los hijos
de Israel no pudieron acabar, hizo Salomón que sirviesen con tributo hasta hoy. 22 Mas a ninguno
de los hijos de Israel impuso Salomón servicio, sino que eran hombres de guerra, o sus criados, sus
príncipes, sus capitanes, comandantes de sus carros, o su gente de a caballo.

23 Y los que Salomón había hecho jefes y vigilantes sobre las obras eran quinientos cincuenta, los
cuales estaban sobre el pueblo que trabajaba en aquella obra.

24 Y subió la hija de Faraón de la ciudad de David a su casa que Salomón le había edificado;
entonces edificó él a Milo.

25 Y ofrecía Salomón tres veces cada año holocaustos y sacrificios de paz sobre el altar que él
edificó a Jehová, y quemaba incienso sobre el que estaba delante de Jehová, después que la casa
fue terminada.

26 Hizo también el rey Salomón naves en Ezión-geber, que está junto a Elot en la ribera del Mar
Rojo, en la tierra de Edom. 27 Y envió Hiram en ellas a sus siervos, marineros y diestros en el mar,
con los siervos de Salomón, 28 los cuales fueron a Ofir y tomaron de allí oro, cuatrocientos veinte
talentos, y lo trajeron al rey Salomón.

La reina de Sabá visita a Salomón

(2 Cr. 9. 1-12)

1 REYES 10
1 Oyendo la reina de Sabá la fama que Salomón había alcanzado por el nombre de Jehová, vino a
probarle con preguntas difíciles. 2 Y vino a Jerusalén con un séquito muy grande, con camellos
cargados de especias, y oro en gran abundancia, y piedras preciosas; y cuando vino a Salomón, le
expuso todo lo que en su corazón tenía. 3 Y Salomón le contestó todas sus preguntas, y nada hubo
que el rey no le contestase. 4 Y cuando la reina de Sabá vio toda la sabiduría de Salomón, y la casa
que había edificado, 5 asimismo la comida de su mesa, las habitaciones de sus oficiales, el estado y
los vestidos de los que le servían, sus maestresalas, y sus holocaustos que ofrecía en la casa de
Jehová, se quedó asombrada.

6 Y dijo al rey: Verdad es lo que oí en mi tierra de tus cosas y de tu sabiduría; 7 pero yo no lo creía,
hasta que he venido, y mis ojos han visto que ni aun se me dijo la mitad; es mayor tu sabiduría y
bien, que la fama que yo había oído. 8 Bienaventurados tus hombres, dichosos estos tus siervos,
que están continuamente delante de ti, y oyen tu sabiduría. 9 Jehová tu Dios sea bendito, que se
agradó de ti para ponerte en el trono de Israel; porque Jehová ha amado siempre a Israel, te ha
puesto por rey, para que hagas derecho y justicia. 10 Y dio ella al rey ciento veinte talentos de oro,
y mucha especiería, y piedras preciosas; nunca vino tan gran cantidad de especias, como la reina
de Sabá dio al rey Salomón.

11 La flota de Hiram que había traído el oro de Ofir, traía también de Ofir mucha madera de
sándalo, y piedras preciosas. 12 Y de la madera de sándalo hizo el rey balaustres para la casa de
Jehová y para las casas reales, arpas también y salterios para los cantores; nunca vino semejante
madera de sándalo, ni se ha visto hasta hoy.

13 Y el rey Salomón dio a la reina de Sabá todo lo que ella quiso, y todo lo que pidió, además de lo
que Salomón le dio. Y ella se volvió, y se fue a su tierra con sus criados.

Riquezas y fama de Salomón

(2 Cr. 9. 13-24)

14 El peso del oro que Salomón tenía de renta cada año, era seiscientos sesenta y seis talentos de
oro; 15 sin lo de los mercaderes, y lo de la contratación de especias, y lo de todos los reyes de
Arabia, y de los principales de la tierra. 16 Hizo también el rey Salomón doscientos escudos
grandes de oro batido; seiscientos siclos de oro gastó en cada escudo. 17 Asimismo hizo
trescientos escudos de oro batido, en cada uno de los cuales gastó tres libras de oro; y el rey los
puso en la casa del bosque del Líbano. 18 Hizo también el rey un gran trono de marfil, el cual
cubrió de oro purísimo. 19 Seis gradas tenía el trono, y la parte alta era redonda por el respaldo; y
a uno y otro lado tenía brazos cerca del asiento, junto a los cuales estaban colocados dos leones.
20 Estaban también doce leones puestos allí sobre las seis gradas, de un lado y de otro; en ningún
otro reino se había hecho trono semejante. 21 Y todos los vasos de beber del rey Salomón eran de
oro, y asimismo toda la vajilla de la casa del bosque del Líbano era de oro fino; nada de plata,
porque en tiempo de Salomón no era apreciada. 22 Porque el rey tenía en el mar una flota de
naves de Tarsis, con la flota de Hiram. Una vez cada tres años venía la flota de Tarsis, y traía oro,
plata, marfil, monos y pavos reales.

23 Así excedía el rey Salomón a todos los reyes de la tierra en riquezas y en sabiduría. 24 Toda la
tierra procuraba ver la cara de Salomón, para oír la sabiduría que Dios había puesto en su corazón.
25 Y todos le llevaban cada año sus presentes: alhajas de oro y de plata, vestidos, armas, especias
aromáticas, caballos y mulos.

Salomón comercia en caballos y en carros

(2 Cr. 1. 14-17; 9. 25-28)

26 Y juntó Salomón carros y gente de a caballo; y tenía mil cuatrocientos carros, y doce mil jinetes,
los cuales puso en las ciudades de los carros, y con el rey en Jerusalén. 27 E hizo el rey que en
Jerusalén la plata llegara a ser como piedras, y los cedros como cabrahigos de la Sefela en
abundancia. 28 Y traían de Egipto caballos y lienzos a Salomón; porque la compañía de los
mercaderes del rey compraba caballos y lienzos. 29 Y venía y salía de Egipto, el carro por
seiscientas piezas de plata, y el caballo por ciento cincuenta; y así los adquirían por mano de ellos
todos los reyes de los heteos, y de Siria.

Apostasía y dificultades de Salomón

1 REYES 11
1 Pero el rey Salomón amó, además de la hija de Faraón, a muchas mujeres extranjeras; a las de
Moab, a las de Amón, a las de Edom, a las de Sidón, y a las heteas; 2 gentes de las cuales Jehová
había dicho a los hijos de Israel: No os llegaréis a ellas, ni ellas se llegarán a vosotros; porque
ciertamente harán inclinar vuestros corazones tras sus dioses. A éstas, pues, se juntó Salomón con
amor. 3 Y tuvo setecientas mujeres reinas y trescientas concubinas; y sus mujeres desviaron su
corazón. 4 Y cuando Salomón era ya viejo, sus mujeres inclinaron su corazón tras dioses ajenos, y
su corazón no era perfecto con Jehová su Dios, como el corazón de su padre David. 5 Porque
Salomón siguió a Astoret, diosa de los sidonios, y a Milcom, ídolo abominable de los amonitas. 6 E
hizo Salomón lo malo ante los ojos de Jehová, y no siguió cumplidamente a Jehová como David su
padre. 7 Entonces edificó Salomón un lugar alto a Quemos, ídolo abominable de Moab, en el
monte que está enfrente de Jerusalén, y a Moloc, ídolo abominable de los hijos de Amón. 8 Así
hizo para todas sus mujeres extranjeras, las cuales quemaban incienso y ofrecían sacrificios a sus
dioses.

9 Y se enojó Jehová contra Salomón, por cuanto su corazón se había apartado de Jehová Dios de
Israel, que se le había aparecido dos veces, 10 y le había mandado acerca de esto, que no siguiese
a dioses ajenos; mas él no guardó lo que le mandó Jehová. 11 Y dijo Jehová a Salomón: Por cuanto
ha habido esto en ti, y no has guardado mi pacto y mis estatutos que yo te mandé, romperé de ti
el reino, y lo entregaré a tu siervo. 12 Sin embargo, no lo haré en tus días, por amor a David tu
padre; lo romperé de la mano de tu hijo. 13 Pero no romperé todo el reino, sino que daré una
tribu a tu hijo, por amor a David mi siervo, y por amor a Jerusalén, la cual yo he elegido.

14 Y Jehová suscitó un adversario a Salomón: Hadad edomita, de sangre real, el cual estaba en
Edom. 15 Porque cuando David estaba en Edom, y subió Joab el general del ejército a enterrar los
muertos, y mató a todos los varones de Edom 16 (porque seis meses habitó allí Joab, y todo Israel,
hasta que hubo acabado con todo el sexo masculino en Edom), 17 Hadad huyó, y con él algunos
varones edomitas de los siervos de su padre, y se fue a Egipto; era entonces Hadad muchacho
pequeño. 18 Y se levantaron de Madián, y vinieron a Parán; y tomando consigo hombres de Parán,
vinieron a Egipto, a Faraón rey de Egipto, el cual les dio casa y les señaló alimentos, y aun les dio
tierra. 19 Y halló Hadad gran favor delante de Faraón, el cual le dio por mujer la hermana de su
esposa, la hermana de la reina Tahpenes. 20 Y la hermana de Tahpenes le dio a luz su hijo
Genubat, al cual destetó Tahpenes en casa de Faraón; y estaba Genubat en casa de Faraón entre
los hijos de Faraón. 21 Y oyendo Hadad en Egipto que David había dormido con sus padres, y que
era muerto Joab general del ejército, Hadad dijo a Faraón: Déjame ir a mi tierra. 22 Faraón le
respondió: ¿Por qué? ¿Qué te falta conmigo, que procuras irte a tu tierra? El respondió: Nada; con
todo, te ruego que me dejes ir.
23 Dios también levantó por adversario contra Salomón a Rezón hijo de Eliada, el cual había huido
de su amo Hadad-ezer, rey de Soba. 24 Y había juntado gente contra él, y se había hecho capitán
de una compañía, cuando David deshizo a los de Soba. Después fueron a Damasco y habitaron allí,
y le hicieron rey en Damasco. 25 Y fue adversario de Israel todos los días de Salomón; y fue otro
mal con el de Hadad, porque aborreció a Israel, y reinó sobre Siria.

26 También Jeroboam hijo de Nabat, efrateo de Sereda, siervo de Salomón, cuya madre se
llamaba Zerúa, la cual era viuda, alzó su mano contra el rey. 27 La causa por la cual éste alzó su
mano contra el rey fue esta: Salomón, edificando a Milo, cerró el portillo de la ciudad de David su
padre. 28 Y este varón Jeroboam era valiente y esforzado; y viendo Salomón al joven que era
hombre activo, le encomendó todo el cargo de la casa de José. 29 Aconteció, pues, en aquel
tiempo, que saliendo Jeroboam de Jerusalén, le encontró en el camino el profeta Ahías silonita, y
éste estaba cubierto con una capa nueva; y estaban ellos dos solos en el campo. 30 Y tomando
Ahías la capa nueva que tenía sobre sí, la rompió en doce pedazos, 31 y dijo a Jeroboam: Toma
para ti los diez pedazos; porque así dijo Jehová Dios de Israel: He aquí que yo rompo el reino de la
mano de Salomón, y a ti te daré diez tribus; 32 y él tendrá una tribu por amor a David mi siervo, y
por amor a Jerusalén, ciudad que yo he elegido de todas las tribus de Israel; 33 por cuanto me han
dejado, y han adorado a Astoret diosa de los sidonios, a Quemos dios de Moab, y a Moloc dios de
los hijos de Amón; y no han andado en mis caminos para hacer lo recto delante de mis ojos, y mis
estatutos y mis decretos, como hizo David su padre. 34 Pero no quitaré nada del reino de sus
manos, sino que lo retendré por rey todos los días de su vida, por amor a David mi siervo, al cual
yo elegí, y quien guardó mis mandamientos y mis estatutos. 35 Pero quitaré el reino de la mano de
su hijo, y lo daré a ti, las diez tribus. 36 Y a su hijo daré una tribu, para que mi siervo David tenga
lámpara todos los días delante de mí en Jerusalén, ciudad que yo me elegí para poner en ella mi
nombre. 37 Yo, pues, te tomaré a ti, y tú reinarás en todas las cosas que deseare tu alma, y serás
rey sobre Israel. 38 Y si prestares oído a todas las cosas que te mandare, y anduvieres en mis
caminos, e hicieres lo recto delante de mis ojos, guardando mis estatutos y mis mandamientos,
como hizo David mi siervo, yo estaré contigo y te edificaré casa firme, como la edifiqué a David, y
yo te entregaré a Israel. 39 Y yo afligiré a la descendencia de David a causa de esto, mas no para
siempre. 40 Por esto Salomón procuró matar a Jeroboam, pero Jeroboam se levantó y huyó a
Egipto, a Sisac rey de Egipto, y estuvo en Egipto hasta la muerte de Salomón.

Muerte de Salomón

(2 Cr. 9.29-31)
41 Los demás hechos de Salomón, y todo lo que hizo, y su sabiduría, ¿no está escrito en el libro de
los hechos de Salomón? 42 Los días que Salomón reinó en Jerusalén sobre todo Israel fueron
cuarenta años. 43 Y durmió Salomón con sus padres, y fue sepultado en la ciudad de su padre
David; y reinó en su lugar Roboam su hijo.

Rebelión de Israel

(2 Cr. 10.1—11.4)

1 REYES 12

1 Roboam fue a Siquem, porque todo Israel había venido a Siquem para hacerle rey. 2 Y aconteció
que cuando lo oyó Jeroboam hijo de Nabat, que aún estaba en Egipto, adonde había huido de
delante del rey Salomón, y habitaba en Egipto, 3 enviaron a llamarle. Vino, pues, Jeroboam, y toda
la congregación de Israel, y hablaron a Roboam, diciendo: 4 Tu padre agravó nuestro yugo, mas
ahora disminuye tú algo de la dura servidumbre de tu padre, y del yugo pesado que puso sobre
nosotros, y te serviremos. 5 Y él les dijo: Idos, y de aquí a tres días volved a mí. Y el pueblo se fue.

6 Entonces el rey Roboam pidió consejo de los ancianos que habían estado delante de Salomón su
padre cuando vivía, y dijo: ¿Cómo aconsejáis vosotros que responda a este pueblo? 7 Y ellos le
hablaron diciendo: Si tú fueres hoy siervo de este pueblo y lo sirvieres, y respondiéndoles buenas
palabras les hablares, ellos te servirán para siempre. 8 Pero él dejó el consejo que los ancianos le
habían dado, y pidió consejo de los jóvenes que se habían criado con él, y estaban delante de él. 9
Y les dijo: ¿Cómo aconsejáis vosotros que respondamos a este pueblo, que me ha hablado
diciendo: Disminuye algo del yugo que tu padre puso sobre nosotros? 10 Entonces los jóvenes que
se habían criado con él le respondieron diciendo: Así hablarás a este pueblo que te ha dicho estas
palabras: Tu padre agravó nuestro yugo, mas tú disminúyenos algo; así les hablarás: El menor
dedo de los míos es más grueso que los lomos de mi padre. 11 Ahora, pues, mi padre os cargó de
pesado yugo, mas yo añadiré a vuestro yugo; mi padre os castigó con azotes, mas yo os castigaré
con escorpiones.

12 Al tercer día vino Jeroboam con todo el pueblo a Roboam, según el rey lo había mandado,
diciendo: Volved a mí al tercer día. 13 Y el rey respondió al pueblo duramente, dejando el consejo
que los ancianos le habían dado; 14 y les habló conforme al consejo de los jóvenes, diciendo: Mi
padre agravó vuestro yugo, pero yo añadiré a vuestro yugo; mi padre os castigó con azotes, mas
yo os castigaré con escorpiones. 15 Y no oyó el rey al pueblo; porque era designio de Jehová para
confirmar la palabra que Jehová había hablado por medio de Ahías silonita a Jeroboam hijo de
Nabat.

16 Cuando todo el pueblo vio que el rey no les había oído, le respondió estas palabras, diciendo:
¿Qué parte tenemos nosotros con David? No tenemos heredad en el hijo de Isaí. ¡Israel, a tus
tiendas! ¡Provee ahora en tu casa, David! Entonces Israel se fue a sus tiendas. 17 Pero reinó
Roboam sobre los hijos de Israel que moraban en las ciudades de Judá. 18 Y el rey Roboam envió a
Adoram, que estaba sobre los tributos; pero lo apedreó todo Israel, y murió. Entonces el rey
Roboam se apresuró a subirse en un carro y huir a Jerusalén. 19 Así se apartó Israel de la casa de
David hasta hoy. 20 Y aconteció que oyendo todo Israel que Jeroboam había vuelto, enviaron a
llamarle a la congregación, y le hicieron rey sobre todo Israel, sin quedar tribu alguna que siguiese
la casa de David, sino sólo la tribu de Judá.

21 Y cuando Roboam vino a Jerusalén, reunió a toda la casa de Judá y a la tribu de Benjamín,
ciento ochenta mil hombres, guerreros escogidos, con el fin de hacer guerra a la casa de Israel, y
hacer volver el reino a Roboam hijo de Salomón. 22 Pero vino palabra de Jehová a Semaías varón
de Dios, diciendo: 23 Habla a Roboam hijo de Salomón, rey de Judá, y a toda la casa de Judá y de
Benjamín, y a los demás del pueblo, diciendo: 24 Así ha dicho Jehová: No vayáis, ni peleéis contra
vuestros hermanos los hijos de Israel; volveos cada uno a su casa, porque esto lo he hecho yo. Y
ellos oyeron la palabra de Dios, y volvieron y se fueron, conforme a la palabra de Jehová.

El pecado de Jeroboam

25 Entonces reedificó Jeroboam a Siquem en el monte de Efraín, y habitó en ella; y saliendo de allí,
reedificó a Penuel. 26 Y dijo Jeroboam en su corazón: Ahora se volverá el reino a la casa de David,
27 si este pueblo subiere a ofrecer sacrificios en la casa de Jehová en Jerusalén; porque el corazón
de este pueblo se volverá a su señor Roboam rey de Judá, y me matarán a mí, y se volverán a
Roboam rey de Judá. 28 Y habiendo tenido consejo, hizo el rey dos becerros de oro, y dijo al
pueblo: Bastante habéis subido a Jerusalén; he aquí tus dioses, oh Israel, los cuales te hicieron
subir de la tierra de Egipto. 29 Y puso uno en Bet-el, y el otro en Dan. 30 Y esto fue causa de
pecado; porque el pueblo iba a adorar delante de uno hasta Dan. 31 Hizo también casas sobre los
lugares altos, e hizo sacerdotes de entre el pueblo, que no eran de los hijos de Leví. 32 Entonces
instituyó Jeroboam fiesta solemne en el mes octavo, a los quince días del mes, conforme a la fiesta
solemne que se celebraba en Judá; y sacrificó sobre un altar. Así hizo en Bet-el, ofreciendo
sacrificios a los becerros que había hecho. Ordenó también en Bet-el sacerdotes para los lugares
altos que él había fabricado. 33 Sacrificó, pues, sobre el altar que él había hecho en Bet-el, a los
quince días del mes octavo, el mes que él había inventado de su propio corazón; e hizo fiesta a los
hijos de Israel, y subió al altar para quemar incienso.

Un profeta de Judá amonesta a Jeroboam

1 REYES 13

1 He aquí que un varón de Dios por palabra de Jehová vino de Judá a Bet-el; y estando Jeroboam
junto al altar para quemar incienso, 2 aquél clamó contra el altar por palabra de Jehová y dijo:
Altar, altar, así ha dicho Jehová: He aquí que a la casa de David nacerá un hijo llamado Josías, el
cual sacrificará sobre ti a los sacerdotes de los lugares altos que queman sobre ti incienso, y sobre
ti quemarán huesos de hombres. 3 Y aquel mismo día dio una señal, diciendo: Esta es la señal de
que Jehová ha hablado: he aquí que el altar se quebrará, y la ceniza que sobre él está se
derramará. 4 Cuando el rey Jeroboam oyó la palabra del varón de Dios, que había clamado contra
el altar de Bet-el, extendiendo su mano desde el altar, dijo: ¡Prendedle! Mas la mano que había
extendido contra él, se le secó, y no la pudo enderezar. 5 Y el altar se rompió, y se derramó la
ceniza del altar, conforme a la señal que el varón de Dios había dado por palabra de Jehová. 6
Entonces respondiendo el rey, dijo al varón de Dios: Te pido que ruegues ante la presencia de
Jehová tu Dios, y ores por mí, para que mi mano me sea restaurada. Y el varón de Dios oró a
Jehová, y la mano del rey se le restauró, y quedó como era antes. 7 Y el rey dijo al varón de Dios:
Ven conmigo a casa, y comerás, y yo te daré un presente. 8 Pero el varón de Dios dijo al rey:
Aunque me dieras la mitad de tu casa, no iría contigo, ni comería pan ni bebería agua en este
lugar. 9 Porque así me está ordenado por palabra de Jehová, diciendo: No comas pan, ni bebas
agua, ni regreses por el camino que fueres. 10 Regresó, pues, por otro camino, y no volvió por el
camino por donde había venido a Bet-el.

11 Moraba entonces en Bet-el un viejo profeta, al cual vino su hijo y le contó todo lo que el varón
de Dios había hecho aquel día en Bet-el; le contaron también a su padre las palabras que había
hablado al rey. 12 Y su padre les dijo: ¿Por qué camino se fue? Y sus hijos le mostraron el camino
por donde había regresado el varón de Dios que había venido de Judá. 13 Y él dijo a sus hijos:
Ensilladme el asno. Y ellos le ensillaron el asno, y él lo montó. 14 Y yendo tras el varón de Dios, le
halló sentado debajo de una encina, y le dijo: ¿Eres tú el varón de Dios que vino de Judá? El dijo:
Yo soy. 15 Entonces le dijo: Ven conmigo a casa, y come pan. 16 Mas él respondió: No podré
volver contigo, ni iré contigo, ni tampoco comeré pan ni beberé agua contigo en este lugar. 17
Porque por palabra de Dios me ha sido dicho: No comas pan ni bebas agua allí, ni regreses por el
camino por donde fueres. 18 Y el otro le dijo, mintiéndole: Yo también soy profeta como tú, y un
ángel me ha hablado por palabra de Jehová, diciendo: Tráele contigo a tu casa, para que coma pan
y beba agua. 19 Entonces volvió con él, y comió pan en su casa, y bebió agua.

20 Y aconteció que estando ellos en la mesa, vino palabra de Jehová al profeta que le había hecho
volver. 21 Y clamó al varón de Dios que había venido de Judá, diciendo: Así dijo Jehová: Por cuanto
has sido rebelde al mandato de Jehová, y no guardaste el mandamiento que Jehová tu Dios te
había prescrito, 22 sino que volviste, y comiste pan y bebiste agua en el lugar donde Jehová te
había dicho que no comieses pan ni bebieses agua, no entrará tu cuerpo en el sepulcro de tus
padres. 23 Cuando había comido pan y bebido, el que le había hecho volver le ensilló el asno. 24 Y
yéndose, le topó un león en el camino, y le mató; y su cuerpo estaba echado en el camino, y el
asno junto a él, y el león también junto al cuerpo. 25 Y he aquí unos que pasaban, y vieron el
cuerpo que estaba echado en el camino, y el león que estaba junto al cuerpo; y vinieron y lo
dijeron en la ciudad donde el viejo profeta habitaba.

26 Oyéndolo el profeta que le había hecho volver del camino, dijo: El varón de Dios es, que fue
rebelde al mandato de Jehová; por tanto, Jehová le ha entregado al león, que le ha quebrantado y
matado, conforme a la palabra de Jehová que él le dijo. 27 Y habló a sus hijos, y les dijo:
Ensilladme un asno. Y ellos se lo ensillaron. 28 Y él fue, y halló el cuerpo tendido en el camino, y el
asno y el león que estaban junto al cuerpo; el león no había comido el cuerpo, ni dañado al asno.
29 Entonces tomó el profeta el cuerpo del varón de Dios, y lo puso sobre el asno y se lo llevó. Y el
profeta viejo vino a la ciudad, para endecharle y enterrarle. 30 Y puso el cuerpo en su sepulcro; y
le endecharon, diciendo: ¡Ay, hermano mío! 31 Y después que le hubieron enterrado, habló a sus
hijos, diciendo: Cuando yo muera, enterradme en el sepulcro en que está sepultado el varón de
Dios; poned mis huesos junto a los suyos. 32 Porque sin duda vendrá lo que él dijo a voces por
palabra de Jehová contra el altar que está en Bet-el, y contra todas las cosas de los lugares altos
que están en las ciudades de Samaria.

33 Con todo esto, no se apartó Jeroboam de su mal camino, sino que volvió a hacer sacerdotes de
los lugares altos de entre el pueblo, y a quien quería lo consagraba para que fuese de los
sacerdotes de los lugares altos. 34 Y esto fue causa de pecado a la casa de Jeroboam, por lo cual
fue cortada y raída de sobre la faz de la tierra.

Profecía de Ahías contra Jeroboam

1 REYES 14
1 En aquel tiempo Abías hijo de Jeroboam cayó enfermo. 2 Y dijo Jeroboam a su mujer: Levántate
ahora y disfrázate, para que no te conozcan que eres la mujer de Jeroboam, y ve a Silo; porque allá
está el profeta Ahías, el que me dijo que yo había de ser rey sobre este pueblo. 3 Y toma en tu
mano diez panes, y tortas, y una vasija de miel, y ve a él, para que te declare lo que ha de ser de
este niño.

4 Y la mujer de Jeroboam lo hizo así; y se levantó y fue a Silo, y vino a casa de Ahías. Y ya no podía
ver Ahías, porque sus ojos se habían oscurecido a causa de su vejez. 5 Mas Jehová había dicho a
Ahías: He aquí que la mujer de Jeroboam vendrá a consultarte por su hijo, que está enfermo; así y
así le responderás, pues cuando ella viniere, vendrá disfrazada.

6 Cuando Ahías oyó el sonido de sus pies, al entrar ella por la puerta, dijo: Entra, mujer de
Jeroboam. ¿Por qué te finges otra? He aquí yo soy enviado a ti con revelación dura. 7 Ve y di a
Jeroboam: Así dijo Jehová Dios de Israel: Por cuanto yo te levanté de en medio del pueblo, y te
hice príncipe sobre mi pueblo Israel, 8 y rompí el reino de la casa de David y te lo entregué a ti; y
tú no has sido como David mi siervo, que guardó mis mandamientos y anduvo en pos de mí con
todo su corazón, haciendo solamente lo recto delante de mis ojos, 9 sino que hiciste lo malo sobre
todos los que han sido antes de ti, pues fuiste y te hiciste dioses ajenos e imágenes de fundición
para enojarme, y a mí me echaste tras tus espaldas; 10 por tanto, he aquí que yo traigo mal sobre
la casa de Jeroboam, y destruiré de Jeroboam todo varón, así el siervo como el libre en Israel; y
barreré la posteridad de la casa de Jeroboam como se barre el estiércol, hasta que sea acabada. 11
El que muera de los de Jeroboam en la ciudad, lo comerán los perros, y el que muera en el campo,
lo comerán las aves del cielo; porque Jehová lo ha dicho. 12 Y tú levántate y vete a tu casa; y al
poner tu pie en la ciudad, morirá el niño. 13 Y todo Israel lo endechará, y le enterrarán; porque de
los de Jeroboam, sólo él será sepultado, por cuanto se ha hallado en él alguna cosa buena delante
de Jehová Dios de Israel, en la casa de Jeroboam. 14 Y Jehová levantará para sí un rey sobre Israel,
el cual destruirá la casa de Jeroboam en este día; y lo hará ahora mismo. 15 Jehová sacudirá a
Israel al modo que la caña se agita en las aguas; y él arrancará a Israel de esta buena tierra que
había dado a sus padres, y los esparcirá más allá del Eufrates, por cuanto han hecho sus imágenes
de Asera, enojando a Jehová. 16 Y él entregará a Israel por los pecados de Jeroboam, el cual pecó,
y ha hecho pecar a Israel.

17 Entonces la mujer de Jeroboam se levantó y se marchó, y vino a Tirsa; y entrando ella por el
umbral de la casa, el niño murió. 18 Y lo enterraron, y lo endechó todo Israel, conforme a la
palabra de Jehová, la cual él había hablado por su siervo el profeta Ahías. 19 Los demás hechos de
Jeroboam, las guerras que hizo, y cómo reinó, todo está escrito en el libro de las historias de los
reyes de Israel. 20 El tiempo que reinó Jeroboam fue de veintidós años; y habiendo dormido con
sus padres, reinó en su lugar Nadab su hijo.

Reinado de Roboam

(2 Cr. 12.1-16)

21 Roboam hijo de Salomón reinó en Judá. De cuarenta y un años era Roboam cuando comenzó a
reinar, y diecisiete años reinó en Jerusalén, ciudad que Jehová eligió de todas las tribus de Israel,
para poner allí su nombre. El nombre de su madre fue Naama, amonita. 22 Y Judá hizo lo malo
ante los ojos de Jehová, y le enojaron más que todo lo que sus padres habían hecho en sus
pecados que cometieron. 23 Porque ellos también se edificaron lugares altos, estatuas, e
imágenes de Asera, en todo collado alto y debajo de todo árbol frondoso. 24 Hubo también
sodomitas en la tierra, e hicieron conforme a todas las abominaciones de las naciones que Jehová
había echado delante de los hijos de Israel.

25 Al quinto año del rey Roboam subió Sisac rey de Egipto contra Jerusalén, 26 y tomó los tesoros
de la casa de Jehová, y los tesoros de la casa real, y lo saqueó todo; también se llevó todos los
escudos de oro que Salomón había hecho. 27 Y en lugar de ellos hizo el rey Roboam escudos de
bronce, y los dio a los capitanes de los de la guardia, quienes custodiaban la puerta de la casa real.
28 Cuando el rey entraba en la casa de Jehová, los de la guardia los llevaban; y los ponían en la
cámara de los de la guardia.

29 Los demás hechos de Roboam, y todo lo que hizo, ¿no está escrito en las crónicas de los reyes
de Judá? 30 Y hubo guerra entre Roboam y Jeroboam todos los días. 31 Y durmió Roboam con sus
padres, y fue sepultado con sus padres en la ciudad de David. El nombre de su madre fue Naama,
amonita. Y reinó en su lugar Abiam su hijo.

Reinado de Abiam

(2 Cr. 13.1-22)
1 REYES 15

1 En el año dieciocho del rey Jeroboam hijo de Nabat, Abiam comenzó a reinar sobre Judá, 2 y
reinó tres años en Jerusalén. El nombre de su madre fue Maaca, hija de Abisalom. 3 Y anduvo en
todos los pecados que su padre había cometido antes de él; y no fue su corazón perfecto con
Jehová su Dios, como el corazón de David su padre. 4 Mas por amor a David, Jehová su Dios le dio
lámpara en Jerusalén, levantando a su hijo después de él, y sosteniendo a Jerusalén; 5 por cuanto
David había hecho lo recto ante los ojos de Jehová, y de ninguna cosa que le mandase se había
apartado en todos los días de su vida, salvo en lo tocante a Urías heteo. 6 Y hubo guerra entre
Roboam, y Jeroboam todos los días de su vida. 7 Los demás hechos de Abiam, y todo lo que hizo,
¿no está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Judá? Y hubo guerra entre Abiam y
Jeroboam. 8 Y durmió Abiam con sus padres, y lo sepultaron en la ciudad de David; y reinó Asa su
hijo en su lugar.

Reinado de Asa

(2 Cr. 14.1-5; 15.16-19)

9 En el año veinte de Jeroboam rey de Israel, Asa comenzó a reinar sobre Judá. 10 Y reinó cuarenta
y un años en Jerusalén; el nombre de su madre fue Maaca, hija de Abisalom. 11 Asa hizo lo recto
ante los ojos de Jehová, como David su padre. 12 Porque quitó del país a los sodomitas, y quitó
todos los ídolos que sus padres habían hecho. 13 También privó a su madre Maaca de ser reina
madre, porque había hecho un ídolo de Asera. Además deshizo Asa el ídolo de su madre, y lo
quemó junto al torrente de Cedrón. 14 Sin embargo, los lugares altos no se quitaron. Con todo, el
corazón de Asa fue perfecto para con Jehová toda su vida. 15 También metió en la casa de Jehová
lo que su padre había dedicado, y lo que él dedicó: oro, plata y alhajas.

Alianza de Asa con Ben-adad

(2 Cr. 16.1-10)

16 Hubo guerra entre Asa y Baasa rey de Israel, todo el tiempo de ambos. 17 Y subió Baasa rey de
Israel contra Judá, y edificó a Ramá, para no dejar a ninguno salir ni entrar a Asa rey de Judá. 18
Entonces tomando Asa toda la plata y el oro que había quedado en los tesoros de la casa de
Jehová, y los tesoros de la casa real, los entregó a sus siervos, y los envió el rey Asa a Ben-adad hijo
de Tabrimón, hijo de Hezión, rey de Siria, el cual residía en Damasco, diciendo: 19 Haya alianza
entre nosotros, como entre mi padre y el tuyo. He aquí yo te envío un presente de plata y de oro;
ve, y rompe tu pacto con Baasa rey de Israel, para que se aparte de mí. 20 Y Ben-adad consintió
con el rey Asa, y envió los príncipes de los ejércitos que tenía contra las ciudades de Israel, y
conquistó Ijón, Dan, Abel-bet-maaca, y toda Cineret, con toda la tierra de Neftalí. 21 Oyendo esto
Baasa, dejó de edificar a Ramá, y se quedó en Tirsa. 22 Entonces el rey Asa convocó a todo Judá,
sin exceptuar a ninguno; y quitaron de Ramá la piedra y la madera con que Baasa edificaba, y
edificó el rey Asa con ello a Geba de Benjamín, y a Mizpa.

Muerte de Asa

(2 Cr. 16.11-14)

23 Los demás hechos de Asa, y todo su poderío, y todo lo que hizo, y las ciudades que edificó, ¿no
está todo escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Judá? Mas en los días de su vejez
enfermó de los pies. 24 Y durmió Asa con sus padres, y fue sepultado con ellos en la ciudad de
David su padre; y reinó en su lugar Josafat su hijo.

Reinado de Nadab

25 Nadab hijo de Jeroboam comenzó a reinar sobre Israel en el segundo año de Asa rey de Judá; y
reinó sobre Israel dos años. 26 E hizo lo malo ante los ojos de Jehová, andando en el camino de su
padre, y en los pecados con que hizo pecar a Israel.

27 Y Baasa hijo de Ahías, el cual era de la casa de Isacar, conspiró contra él, y lo hirió Baasa en
Gibetón, que era de los filisteos; porque Nadab y todo Israel tenían sitiado a Gibetón. 28 Lo mató,
pues, Baasa en el tercer año de Asa rey de Judá, y reinó en lugar suyo. 29 Y cuando él vino al reino,
mató a toda la casa de Jeroboam, sin dejar alma viviente de los de Jeroboam, hasta raerla,
conforme a la palabra que Jehová habló por su siervo Ahías silonita; 30 por los pecados que
Jeroboam había cometido, y con los cuales hizo pecar a Israel; y por su provocación con que
provocó a enojo a Jehová Dios de Israel.
31 Los demás hechos de Nadab, y todo lo que hizo, ¿no está todo escrito en el libro de las crónicas
de los reyes de Israel? 32 Y hubo guerra entre Asa y Baasa rey de Israel, todo el tiempo de ambos.

Reinado de Baasa

33 En el tercer año de Asa rey de Judá, comenzó a reinar Baasa hijo de Ahías sobre todo Israel en
Tirsa; y reinó veinticuatro años. 34 E hizo lo malo ante los ojos de Jehová, y anduvo en el camino
de Jeroboam, y en su pecado con que hizo pecar a Israel.

1 REYES 16

1 Y vino palabra de Jehová a Jehú hijo de Hanani contra Baasa, diciendo: 2 Por cuanto yo te
levanté del polvo y te puse por príncipe sobre mi pueblo Israel, y has andado en el camino de
Jeroboam, y has hecho pecar a mi pueblo Israel, provocándome a ira con tus pecados; 3 he aquí yo
barreré la posteridad de Baasa, y la posteridad de su casa; y pondré su casa como la casa de
Jeroboam hijo de Nabat. 4 El que de Baasa fuere muerto en la ciudad, lo comerán los perros; y el
que de él fuere muerto en el campo, lo comerán las aves del cielo.

5 Los demás hechos de Baasa, y las cosas que hizo, y su poderío, ¿no está todo escrito en el libro
de las crónicas de los reyes de Israel? 6 Y durmió Baasa con sus padres, y fue sepultado en Tirsa, y
reinó en su lugar Ela su hijo. 7 Pero la palabra de Jehová por el profeta Jehú hijo de Hanani había
sido contra Baasa y también contra su casa, con motivo de todo lo malo que hizo ante los ojos de
Jehová, provocándole a ira con las obras de sus manos, para que fuese hecha como la casa de
Jeroboam; y porque la había destruido.

Reinados de Ela y de Zimri

8 En el año veintiséis de Asa rey de Judá comenzó a reinar Ela hijo de Baasa sobre Israel en Tirsa; y
reinó dos años. 9 Y conspiró contra él su siervo Zimri, comandante de la mitad de los carros. Y
estando él en Tirsa, bebiendo y embriagado en casa de Arsa su mayordomo en Tirsa, 10 vino Zimri
y lo hirió y lo mató, en el año veintisiete de Asa rey de Judá; y reinó en lugar suyo.
11 Y luego que llegó a reinar y estuvo sentado en su trono, mató a toda la casa de Baasa, sin dejar
en ella varón, ni parientes ni amigos. 12 Así exterminó Zimri a toda la casa de Baasa, conforme a la
palabra que Jehová había proferido contra Baasa por medio del profeta Jehú, 13 por todos los
pecados de Baasa y los pecados de Ela su hijo, con los cuales ellos pecaron e hicieron pecar a
Israel, provocando a enojo con sus vanidades a Jehová Dios de Israel. 14 Los demás hechos de Ela,
y todo lo que hizo, ¿no está todo escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Israel?

15 En el año veintisiete de Asa rey de Judá, comenzó a reinar Zimri, y reinó siete días en Tirsa; y el
pueblo había acampado contra Gibetón, ciudad de los filisteos. 16 Y el pueblo que estaba en el
campamento oyó decir: Zimri ha conspirado, y ha dado muerte al rey. Entonces todo Israel puso
aquel mismo día por rey sobre Israel a Omri, general del ejército, en el campo de batalla. 17 Y
subió Omri de Gibetón, y con él todo Israel, y sitiaron a Tirsa. 18 Mas viendo Zimri tomada la
ciudad, se metió en el palacio de la casa real, y prendió fuego a la casa consigo; y así murió, 19 por
los pecados que había cometido, haciendo lo malo ante los ojos de Jehová, y andando en los
caminos de Jeroboam, y en su pecado que cometió, haciendo pecar a Israel. 20 El resto de los
hechos de Zimri, y la conspiración que hizo, ¿no está todo escrito en el libro de las crónicas de los
reyes de Israel?

Reinado de Omri

21 Entonces el pueblo de Israel fue dividido en dos partes: la mitad del pueblo seguía a Tibni hijo
de Ginat para hacerlo rey, y la otra mitad seguía a Omri. 22 Mas el pueblo que seguía a Omri pudo
más que el que seguía a Tibni hijo de Ginat; y Tibni murió, y Omri fue rey. 23 En el año treinta y
uno de Asa rey de Judá, comenzó a reinar Omri sobre Israel, y reinó doce años; en Tirsa reinó seis
años. 24 Y Omri compró a Semer el monte de Samaria por dos talentos de plata, y edificó en el
monte; y llamó el nombre de la ciudad que edificó, Samaria, del nombre de Semer, que fue dueño
de aquel monte.

25 Y Omri hizo lo malo ante los ojos de Jehová, e hizo peor que todos los que habían reinado antes
de él; 26 pues anduvo en todos los caminos de Jeroboam hijo de Nabat, y en el pecado con el cual
hizo pecar a Israel, provocando a ira a Jehová Dios de Israel con sus ídolos. 27 Los demás hechos
de Omri, y todo lo que hizo, y las valentías que ejecutó, ¿no está todo escrito en el libro de las
crónicas de los reyes de Israel? 28 Y Omri durmió con sus padres, y fue sepultado en Samaria, y
reinó en lugar suyo Acab su hijo.
Reinado de Acab

29 Comenzó a reinar Acab hijo de Omri sobre Israel el año treinta y ocho de Asa rey de Judá. 30 Y
reinó Acab hijo de Omri sobre Israel en Samaria veintidós años. Y Acab hijo de Omri hizo lo malo
ante los ojos de Jehová, más que todos los que reinaron antes de él. 31 Porque le fue ligera cosa
andar en los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, y tomó por mujer a Jezabel, hija de Et-baal rey
de los sidonios, y fue y sirvió a Baal, y lo adoró. 32 E hizo altar a Baal, en el templo de Baal que él
edificó en Samaria. 33 Hizo también Acab una imagen de Asera, haciendo así Acab más que todos
los reyes de Israel que reinaron antes que él, para provocar la ira de Jehová Dios de Israel. 34 En su
tiempo Hiel de Bet-el reedificó a Jericó. A precio de la vida de Abiram su primogénito echó el
cimiento, y a precio de la vida de Segub su hijo menor puso sus puertas, conforme a la palabra que
Jehová había hablado por Josué hijo de Nun.

Elías predice la sequía

1 REYES 17

1 Entonces Elías tisbita, que era de los moradores de Galaad, dijo a Acab: Vive Jehová Dios de
Israel, en cuya presencia estoy, que no habrá lluvia ni rocío en estos años, sino por mi palabra. 2 Y
vino a él palabra de Jehová, diciendo: 3 Apártate de aquí, y vuélvete al oriente, y escóndete en el
arroyo de Querit, que está frente al Jordán. 4 Beberás del arroyo; y yo he mandado a los cuervos
que te den allí de comer. 5 Y él fue e hizo conforme a la palabra de Jehová; pues se fue y vivió
junto al arroyo de Querit, que está frente al Jordán. 6 Y los cuervos le traían pan y carne por la
mañana, y pan y carne por la tarde; y bebía del arroyo. 7 Pasados algunos días, se secó el arroyo,
porque no había llovido sobre la tierra.

Elías y la viuda de Sarepta

8 Vino luego a él palabra de Jehová, diciendo: 9 Levántate, vete a Sarepta de Sidón, y mora allí; he
aquí yo he dado orden allí a una mujer viuda que te sustente. 10 Entonces él se levantó y se fue a
Sarepta. Y cuando llegó a la puerta de la ciudad, he aquí una mujer viuda que estaba allí
recogiendo leña; y él la llamó, y le dijo: Te ruego que me traigas un poco de agua en un vaso, para
que beba. 11 Y yendo ella para traérsela, él la volvió a llamar, y le dijo: Te ruego que me traigas
también un bocado de pan en tu mano. 12 Y ella respondió: Vive Jehová tu Dios, que no tengo pan
cocido; solamente un puñado de harina tengo en la tinaja, y un poco de aceite en una vasija; y
ahora recogía dos leños, para entrar y prepararlo para mí y para mi hijo, para que lo comamos, y
nos dejemos morir. 13 Elías le dijo: No tengas temor; ve, haz como has dicho; pero hazme a mí
primero de ello una pequeña torta cocida debajo de la ceniza, y tráemela; y después harás para ti
y para tu hijo. 14 Porque Jehová Dios de Israel ha dicho así: La harina de la tinaja no escaseará, ni
el aceite de la vasija disminuirá, hasta el día en que Jehová haga llover sobre la faz de la tierra. 15
Entonces ella fue e hizo como le dijo Elías; y comió él, y ella, y su casa, muchos días. 16 Y la harina
de la tinaja no escaseó, ni el aceite de la vasija menguó, conforme a la palabra que Jehová había
dicho por Elías.

17 Después de estas cosas aconteció que cayó enfermo el hijo del ama de la casa; y la enfermedad
fue tan grave que no quedó en él aliento. 18 Y ella dijo a Elías: ¿Qué tengo yo contigo, varón de
Dios? ¿Has venido a mí para traer a memoria mis iniquidades, y para hacer morir a mi hijo? 19 El le
dijo: Dame acá tu hijo. Entonces él lo tomó de su regazo, y lo llevó al aposento donde él estaba, y
lo puso sobre su cama. 20 Y clamando a Jehová, dijo: Jehová Dios mío, ¿aun a la viuda en cuya casa
estoy hospedado has afligido, haciéndole morir su hijo? 21 Y se tendió sobre el niño tres veces, y
clamó a Jehová y dijo: Jehová Dios mío, te ruego que hagas volver el alma de este niño a él. 22 Y
Jehová oyó la voz de Elías, y el alma del niño volvió a él, y revivió. 23 Tomando luego Elías al niño,
lo trajo del aposento a la casa, y lo dio a su madre, y le dijo Elías: Mira, tu hijo vive. 24 Entonces la
mujer dijo a Elías: Ahora conozco que tú eres varón de Dios, y que la palabra de Jehová es verdad
en tu boca.

Elías regresa a ver a Acab

1 REYES 18

1 Pasados muchos días, vino palabra de Jehová a Elías en el tercer año, diciendo: Ve, muéstrate a
Acab, y yo haré llover sobre la faz de la tierra. 2 Fue, pues, Elías a mostrarse a Acab. Y el hambre
era grave en Samaria. 3 Y Acab llamó a Abdías su mayordomo. Abdías era en gran manera
temeroso de Jehová. 4 Porque cuando Jezabel destruía a los profetas de Jehová, Abdías tomó a
cien profetas y los escondió de cincuenta en cincuenta en cuevas, y los sustentó con pan y agua. 5
Dijo, pues, Acab a Abdías: Ve por el país a todas las fuentes de aguas, y a todos los arroyos, a ver si
acaso hallaremos hierba con que conservemos la vida a los caballos y a las mulas, para que no nos
quedemos sin bestias. 6 Y dividieron entre sí el país para recorrerlo; Acab fue por un camino, y
Abdías fue separadamente por otro.
7 Y yendo Abdías por el camino, se encontró con Elías; y cuando lo reconoció, se postró sobre su
rostro y dijo: ¿No eres tú mi señor Elías? 8 Y él respondió: Yo soy; ve, di a tu amo: Aquí está Elías. 9
Pero él dijo: ¿En qué he pecado, para que entregues a tu siervo en mano de Acab para que me
mate? 10 Vive Jehová tu Dios, que no ha habido nación ni reino adonde mi señor no haya enviado
a buscarte, y todos han respondido: No está aquí; y a reinos y a naciones él ha hecho jurar que no
te han hallado. 11 ¿Y ahora tú dices: Ve, di a tu amo: Aquí está Elías? 12 Acontecerá que luego que
yo me haya ido, el Espíritu de Jehová te llevará adonde yo no sepa, y al venir yo y dar las nuevas a
Acab, al no hallarte él, me matará; y tu siervo teme a Jehová desde su juventud. 13 ¿No ha sido
dicho a mi señor lo que hice, cuando Jezabel mataba a los profetas de Jehová; que escondí a cien
varones de los profetas de Jehová de cincuenta en cincuenta en cuevas, y los mantuve con pan y
agua? 14 ¿Y ahora dices tú: Ve, di a tu amo: Aquí está Elías; para que él me mate? 15 Y le dijo Elías:
Vive Jehová de los ejércitos, en cuya presencia estoy, que hoy me mostraré a él. 16 Entonces
Abdías fue a encontrarse con Acab, y le dio el aviso; y Acab vino a encontrarse con Elías.

17 Cuando Acab vio a Elías, le dijo: ¿Eres tú el que turbas a Israel? 18 Y él respondió: Yo no he
turbado a Israel, sino tú y la casa de tu padre, dejando los mandamientos de Jehová, y siguiendo a
los baales. 19 Envía, pues, ahora y congrégame a todo Israel en el monte Carmelo, y los
cuatrocientos cincuenta profetas de Baal, y los cuatrocientos profetas de Asera, que comen de la
mesa de Jezabel.

Elías y los profetas de Baal

20 Entonces Acab convocó a todos los hijos de Israel, y reunió a los profetas en el monte Carmelo.
21 Y acercándose Elías a todo el pueblo, dijo: ¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos
pensamientos? Si Jehová es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él. Y el pueblo no respondió
palabra. 22 Y Elías volvió a decir al pueblo: Sólo yo he quedado profeta de Jehová; mas de los
profetas de Baal hay cuatrocientos cincuenta hombres. 23 Dénsenos, pues, dos bueyes, y escojan
ellos uno, y córtenlo en pedazos, y pónganlo sobre leña, pero no pongan fuego debajo; y yo
prepararé el otro buey, y lo pondré sobre leña, y ningún fuego pondré debajo. 24 Invocad luego
vosotros el nombre de vuestros dioses, y yo invocaré el nombre de Jehová; y el Dios que
respondiere por medio de fuego, ése sea Dios. Y todo el pueblo respondió, diciendo: Bien dicho.
25 Entonces Elías dijo a los profetas de Baal: Escogeos un buey, y preparadlo vosotros primero,
pues que sois los más; e invocad el nombre de vuestros dioses, mas no pongáis fuego debajo. 26 Y
ellos tomaron el buey que les fue dado y lo prepararon, e invocaron el nombre de Baal desde la
mañana hasta el mediodía, diciendo: ¡Baal, respóndenos! Pero no había voz, ni quien respondiese;
entre tanto, ellos andaban saltando cerca del altar que habían hecho. 27 Y aconteció al mediodía,
que Elías se burlaba de ellos, diciendo: Gritad en alta voz, porque dios es; quizá está meditando, o
tiene algún trabajo, o va de camino; tal vez duerme, y hay que despertarle. 28 Y ellos clamaban a
grandes voces, y se sajaban con cuchillos y con lancetas conforme a su costumbre, hasta chorrear
la sangre sobre ellos. 29 Pasó el mediodía, y ellos siguieron gritando frenéticamente hasta la hora
de ofrecerse el sacrificio, pero no hubo ninguna voz, ni quien respondiese ni escuchase.

30 Entonces dijo Elías a todo el pueblo: Acercaos a mí. Y todo el pueblo se le acercó; y él arregló el
altar de Jehová que estaba arruinado. 31 Y tomando Elías doce piedras, conforme al número de las
tribus de los hijos de Jacob, al cual había sido dada palabra de Jehová diciendo, Israel será tu
nombre, 32 edificó con las piedras un altar en el nombre de Jehová; después hizo una zanja
alrededor del altar, en que cupieran dos medidas de grano. 33 Preparó luego la leña, y cortó el
buey en pedazos, y lo puso sobre la leña. 34 Y dijo: Llenad cuatro cántaros de agua, y derramadla
sobre el holocausto y sobre la leña. Y dijo: Hacedlo otra vez; y otra vez lo hicieron. Dijo aún:
Hacedlo la tercera vez; y lo hicieron la tercera vez, 35 de manera que el agua corría alrededor del
altar, y también se había llenado de agua la zanja.

36 Cuando llegó la hora de ofrecerse el holocausto, se acercó el profeta Elías y dijo: Jehová Dios de
Abraham, de Isaac y de Israel, sea hoy manifiesto que tú eres Dios en Israel, y que yo soy tu siervo,
y que por mandato tuyo he hecho todas estas cosas. 37 Respóndeme, Jehová, respóndeme, para
que conozca este pueblo que tú, oh Jehová, eres el Dios, y que tú vuelves a ti el corazón de ellos.
38 Entonces cayó fuego de Jehová, y consumió el holocausto, la leña, las piedras y el polvo, y aun
lamió el agua que estaba en la zanja. 39 Viéndolo todo el pueblo, se postraron y dijeron: ¡Jehová
es el Dios, Jehová es el Dios! 40 Entonces Elías les dijo: Prended a los profetas de Baal, para que no
escape ninguno. Y ellos los prendieron; y los llevó Elías al arroyo de Cisón, y allí los degolló.

Elías ora por lluvia

41 Entonces Elías dijo a Acab: Sube, come y bebe; porque una lluvia grande se oye. 42 Acab subió a
comer y a beber. Y Elías subió a la cumbre del Carmelo, y postrándose en tierra, puso su rostro
entre las rodillas. 43 Y dijo a su criado: Sube ahora, y mira hacia el mar. Y él subió, y miró, y dijo:
No hay nada. Y él le volvió a decir: Vuelve siete veces. 44 A la séptima vez dijo: Yo veo una
pequeña nube como la palma de la mano de un hombre, que sube del mar. Y él dijo: Ve, y di a
Acab: Unce tu carro y desciende, para que la lluvia no te ataje. 45 Y aconteció, estando en esto,
que los cielos se oscurecieron con nubes y viento, y hubo una gran lluvia. Y subiendo Acab, vino a
Jezreel. 46 Y la mano de Jehová estuvo sobre Elías, el cual ciñó sus lomos, y corrió delante de Acab
hasta llegar a Jezreel.
Elías huye a Horeb

1 REYES 19

1 Acab dio a Jezabel la nueva de todo lo que Elías había hecho, y de cómo había matado a espada
a todos los profetas. 2 Entonces envió Jezabel a Elías un mensajero, diciendo: Así me hagan los
dioses, y aun me añadan, si mañana a estas horas yo no he puesto tu persona como la de uno de
ellos. 3 Viendo, pues, el peligro, se levantó y se fue para salvar su vida, y vino a Beerseba, que está
en Judá, y dejó allí a su criado.

4 Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando
morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres. 5 Y
echándose debajo del enebro, se quedó dormido; y he aquí luego un ángel le tocó, y le dijo:
Levántate, come. 6 Entonces él miró, y he aquí a su cabecera una torta cocida sobre las ascuas, y
una vasija de agua; y comió y bebió, y volvió a dormirse. 7 Y volviendo el ángel de Jehová la
segunda vez, lo tocó, diciendo: Levántate y come, porque largo camino te resta. 8 Se levantó,
pues, y comió y bebió; y fortalecido con aquella comida caminó cuarenta días y cuarenta noches
hasta Horeb, el monte de Dios.

9 Y allí se metió en una cueva, donde pasó la noche. Y vino a él palabra de Jehová, el cual le dijo:
¿Qué haces aquí, Elías? 10 El respondió: He sentido un vivo celo por Jehová Dios de los ejércitos;
porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus altares, y han matado a espada a
tus profetas; y sólo yo he quedado, y me buscan para quitarme la vida. 11 El le dijo: Sal fuera, y
ponte en el monte delante de Jehová. Y he aquí Jehová que pasaba, y un grande y poderoso viento
que rompía los montes, y quebraba las peñas delante de Jehová; pero Jehová no estaba en el
viento. Y tras el viento un terremoto; pero Jehová no estaba en el terremoto. 12 Y tras el
terremoto un fuego; pero Jehová no estaba en el fuego. Y tras el fuego un silbo apacible y
delicado. 13 Y cuando lo oyó Elías, cubrió su rostro con su manto, y salió, y se puso a la puerta de
la cueva. Y he aquí vino a él una voz, diciendo: ¿Qué haces aquí, Elías? 14 El respondió: He sentido
un vivo celo por Jehová Dios de los ejércitos; porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han
derribado tus altares, y han matado a espada a tus profetas; y sólo yo he quedado, y me buscan
para quitarme la vida. 15 Y le dio Jehová: Ve, vuélvete por tu camino, por el desierto de Damasco;
y llegarás, y ungirás a Hazael por rey de Siria. 16 A Jehú hijo de Nimsi ungirás por rey sobre Israel; y
a Eliseo hijo de Safat, de Abel-mehola, ungirás para que sea profeta en tu lugar. 17 Y el que
escapare de la espada de Hazael, Jehú lo matará; y el que escapare de la espada de Jehú, Eliseo lo
matará. 18 Y yo haré que queden en Israel siete mil, cuyas rodillas no se doblaron ante Baal, y
cuyas bocas no lo besaron.

Llamamiento de Eliseo

19 Partiendo él de allí, halló a Eliseo hijo de Safat, que araba con doce yuntas delante de sí, y él
tenía la última. Y pasando Elías por delante de él, echó sobre él su manto. 20 Entonces dejando él
los bueyes, vino corriendo en pos de Elías, y dijo: Te ruego que me dejes besar a mi padre y a mi
madre, y luego te seguiré. Y él le dijo: Ve, vuelve; ¿qué te he hecho yo? 21 Y se volvió, y tomó un
par de bueyes y los mató, y con el arado de los bueyes coció la carne, y la dio al pueblo para que
comiesen. Después se levantó y fue tras Elías, y le servía.

Acab derrota a los sirios

1 REYES 20

1 Entonces Ben-adad rey de Siria juntó a todo su ejército, y con él a treinta y dos reyes, con
caballos y carros; y subió y sitió a Samaria, y la combatió. 2 Y envió mensajeros a la ciudad a Acab
rey de Israel, diciendo: 3 Así ha dicho Ben-adad: Tu plata y tu oro son míos, y tus mujeres y tus
hijos hermosos son míos. 4 Y el rey de Israel respondió y dijo: Como tú dices, rey señor mío, yo soy
tuyo, y todo lo que tengo. 5 Volviendo los mensajeros otra vez, dijeron: Así dijo Ben-adad: Yo te
envié a decir: Tu plata y tu oro, y tus mujeres y tus hijos me darás. 6 Además, mañana a estas
horas enviaré yo a ti mis siervos, los cuales registrarán tu casa, y las casas de tus siervos; y
tomarán y llevarán todo lo precioso que tengas.

7 Entonces el rey de Israel llamó a todos los ancianos del país, y les dijo: Entended, y ved ahora
cómo éste no busca sino mal; pues ha enviado a mí por mis mujeres y mis hijos, y por mi plata y
por mi oro, y yo no se lo he negado. 8 Y todos los ancianos y todo el pueblo le respondieron: No le
obedezcas, ni hagas lo que te pide. 9 Entonces él respondió a los embajadores de Ben-adad: Decid
al rey mi señor: Haré todo lo que mandaste a tu siervo al principio; mas esto no lo puedo hacer. Y
los embajadores fueron, y le dieron la respuesta. 10 Y Ben-adad nuevamente le envió a decir: Así
me hagan los dioses, y aun me añadan, que el polvo de Samaria no bastará a los puños de todo el
pueblo que me sigue. 11 Y el rey de Israel respondió y dijo: Decidle que no se alabe tanto el que se
ciñe las armas, como el que las desciñe.
12 Y cuando él oyó esta palabra, estando bebiendo con los reyes en las tiendas, dijo a sus siervos:
Disponeos. Y ellos se dispusieron contra la ciudad. 13 Y he aquí un profeta vino a Acab rey de
Israel, y le dijo: Así ha dicho Jehová: ¿Has visto esta gran multitud? He aquí yo te la entregaré hoy
en tu mano, para que conozcas que yo soy Jehová. 14 Y respondió Acab: ¿Por mano de quién? El
dijo: Así ha dicho Jehová: Por mano de los siervos de los príncipes de las provincias. Y dijo Acab:
¿Quién comenzará la batalla? Y él respondió: Tú. 15 Entonces él pasó revista a los siervos de los
príncipes de las provincias, los cuales fueron doscientos treinta y dos. Luego pasó revista a todo el
pueblo, a todos los hijos de Israel, que fueron siete mil.

16 Y salieron a mediodía. Y estaba Ben-adad bebiendo y embriagándose en las tiendas, él y los


reyes, los treinta y dos reyes que habían venido en su ayuda. 17 Y los siervos de los príncipes de las
provincias salieron los primeros. Y Ben-adad había enviado quien le dio aviso, diciendo: Han salido
hombres de Samaria. 18 El entonces dijo: Si han salido por paz, tomadlos vivos; y si han salido para
pelear, tomadlos vivos.

19 Salieron, pues, de la ciudad los siervos de los príncipes de las provincias, y en pos de ellos el
ejército. 20 Y mató cada uno al que venía contra él; y huyeron los sirios, siguiéndoles los de Israel.
Y el rey de Siria, Ben-adad, se escapó en un caballo con alguna gente de caballería. 21 Y salió el rey
de Israel, e hirió la gente de a caballo, y los carros, y deshizo a los sirios causándoles gran estrago.

22 Vino luego el profeta al rey de Israel y le dijo: Ve, fortalécete, y considera y mira lo que hagas;
porque pasado un año, el rey de Siria vendrá contra ti.

23 Y los siervos del rey de Siria le dijeron: Sus dioses son dioses de los montes, por eso nos han
vencido; mas si peleáremos con ellos en la llanura, se verá si no los vencemos. 24 Haz, pues, así:
Saca a los reyes cada uno de su puesto, y pon capitanes en lugar de ellos. 25 Y tú fórmate otro
ejército como el ejército que perdiste, caballo por caballo, y carro por carro; luego pelearemos con
ellos en campo raso, y veremos si no los vencemos. Y él les dio oído, y lo hizo así.

26 Pasado un año, Ben-adad pasó revista al ejército de los sirios, y vino a Afec para pelear contra
Israel. 27 Los hijos de Israel fueron también inspeccionados, y tomando provisiones fueron al
encuentro de ellos; y acamparon los hijos de Israel delante de ellos como dos rebañuelos de
cabras, y los sirios llenaban la tierra. 28 Vino entonces el varón de Dios al rey de Israel, y le habló
diciendo: Así dijo Jehová: Por cuanto los sirios han dicho: Jehová es Dios de los montes, y no Dios
de los valles, yo entregaré toda esta gran multitud en tu mano, para que conozcáis que yo soy
Jehová. 29 Siete días estuvieron acampados los unos frente a los otros, y al séptimo día se dio la
batalla; y los hijos de Israel mataron de los sirios en un solo día cien mil hombres de a pie. 30 Los
demás huyeron a Afec, a la ciudad; y el muro cayó sobre veintisiete mil hombres que habían
quedado. También Ben- adad vino huyendo a la ciudad, y se escondía de aposento en aposento.

31 Entonces sus siervos le dijeron: He aquí, hemos oído de los reyes de la casa de Israel, que son
reyes clementes; pongamos, pues, ahora cilicio en nuestros lomos, y sogas en nuestros cuellos, y
salgamos al rey de Israel, a ver si por ventura te salva la vida. 32 Ciñeron, pues, sus lomos con
cilicio, y sogas a sus cuellos, y vinieron al rey de Israel y le dijeron: Tu siervo Ben-adad dice: Te
ruego que viva mi alma. Y él respondió: Si él vive aún, mi hermano es. 33 Esto tomaron aquellos
hombres por buen augurio, y se apresuraron a tomar la palabra de su boca, y dijeron: Tu hermano
Ben-adad vive. Y él dijo: Id y traedle. Ben-adad entonces se presentó a Acab, y él le hizo subir en
un carro. 34 Y le dijo Ben-adad: Las ciudades que mi padre tomó al tuyo, yo las restituiré; y haz
plazas en Damasco para ti, como mi padre las hizo en Samaria. Y yo, dijo Acab, te dejaré partir con
este pacto. Hizo, pues, pacto con él, y le dejó ir.

35 Entonces un varón de los hijos de los profetas dijo a su compañero por palabra de Dios:
Hiéreme ahora. Mas el otro no quiso herirle. 36 El le dijo: Por cuanto no has obedecido a la
palabra de Jehová, he aquí que cuando te apartes de mí, te herirá un león. Y cuando se apartó de
él, le encontró un león, y le mató. 37 Luego se encontró con otro hombre, y le dijo: Hiéreme
ahora. Y el hombre le dio un golpe, y le hizo una herida. 38 Y el profeta se fue, y se puso delante
del rey en el camino, y se disfrazó, poniéndose una venda sobre los ojos. 39 Y cuando el rey
pasaba, él dio voces al rey, y dijo: Tu siervo salió en medio de la batalla; y he aquí que se me
acercó un soldado y me trajo un hombre, diciéndome: Guarda a este hombre, y si llegare a huir, tu
vida será por la suya, o pagarás un talento de plata. 40 Y mientras tu siervo estaba ocupado en una
y en otra cosa, el hombre desapareció. Entonces el rey de Israel le dijo: Esa será tu sentencia; tú la
has pronunciado. 41 Pero él se quitó de pronto la venda de sobre sus ojos, y el rey de Israel
conoció que era de los profetas. 42 Y él le dijo: Así ha dicho Jehová: Por cuanto soltaste de la mano
el hombre de mi anatema, tu vida será por la suya, y tu pueblo por el suyo. 43 Y el rey de Israel se
fue a su casa triste y enojado, y llegó a Samaria.

Acab y la viña de Nabot

1 REYES 21
1 Pasadas estas cosas, aconteció que Nabot de Jezreel tenía allí una viña junto al palacio de Acab
rey de Samaria. 2 Y Acab habló a Nabot, diciendo: Dame tu viña para un huerto de legumbres,
porque está cercana a mi casa, y yo te daré por ella otra viña mejor que esta; o si mejor te
pareciere, te pagaré su valor en dinero. 3 Y Nabot respondió a Acab: Guárdeme Jehová de que yo
te dé a ti la heredad de mis padres. 4 Y vino Acab a su casa triste y enojado, por la palabra que
Nabot de Jezreel le había respondido, diciendo: No te daré la heredad de mis padres. Y se acostó
en su cama, y volvió su rostro, y no comió.

5 Vino a él su mujer Jezabel, y le dijo: ¿Por qué está tan decaído tu espíritu, y no comes? 6 El
respondió: Porque hablé con Nabot de Jezreel, y le dije que me diera su viña por dinero, o que si
más quería, le daría otra viña por ella; y él respondió: Yo no te daré mi viña. 7 Y su mujer Jezabel le
dijo: ¿Eres tú ahora rey sobre Israel? Levántate, y come y alégrate; yo te daré la viña de Nabot de
Jezreel.

8 Entonces ella escribió cartas en nombre de Acab, y las selló con su anillo, y las envió a los
ancianos y a los principales que moraban en la ciudad con Nabot. 9 Y las cartas que escribió decían
así: Proclamad ayuno, y poned a Nabot delante del pueblo; 10 y poned a dos hombres perversos
delante de él, que atestigüen contra él y digan: Tú has blasfemado a Dios y al rey. Y entonces
sacadlo, y apedreadlo para que muera. 11 Y los de su ciudad, los ancianos y los principales que
moraban en su ciudad, hicieron como Jezabel les mandó, conforme a lo escrito en las cartas que
ella les había enviado. 12 Y promulgaron ayuno, y pusieron a Nabot delante del pueblo. 13
Vinieron entonces dos hombres perversos, y se sentaron delante de él; y aquellos hombres
perversos atestiguaron contra Nabot delante del pueblo, diciendo: Nabot ha blasfemado a Dios y
al rey. Y lo llevaron fuera de la ciudad y lo apedrearon, y murió. 14 Después enviaron a decir a
Jezabel: Nabot ha sido apedreado y ha muerto.

15 Cuando Jezabel oyó que Nabot había sido apedreado y muerto, dijo a Acab: Levántate y toma la
viña de Nabot de Jezreel, que no te la quiso dar por dinero; porque Nabot no vive, sino que ha
muerto. 16 Y oyendo Acab que Nabot era muerto, se levantó para descender a la viña de Nabot de
Jezreel, para tomar posesión de ella.

17 Entonces vino palabra de Jehová a Elías tisbita, diciendo: 18 Levántate, desciende a encontrarte
con Acab rey de Israel, que está en Samaria; he aquí él está en la viña de Nabot, a la cual ha
descendido para tomar posesión de ella. 19 Y le hablarás diciendo: Así ha dicho Jehová: ¿No
mataste, y también has despojado? Y volverás a hablarle, diciendo: Así ha dicho Jehová: En el
mismo lugar donde lamieron los perros la sangre de Nabot, los perros lamerán también tu sangre,
tu misma sangre.
20 Y Acab dijo a Elías: ¿Me has hallado, enemigo mío? El respondió: Te he encontrado, porque te
has vendido a hacer lo malo delante de Jehová. 21 He aquí yo traigo mal sobre ti, y barreré tu
posteridad y destruiré hasta el último varón de la casa de Acab, tanto el siervo como el libre en
Israel. 22 Y pondré tu casa como la casa de Jeroboam hijo de Nabat, y como la casa de Baasa hijo
de Ahías, por la rebelión con que me provocaste a ira, y con que has hecho pecar a Israel. 23 De
Jezabel también ha hablado Jehová, diciendo: Los perros comerán a Jezabel en el muro de Jezreel.
24 El que de Acab fuere muerto en la ciudad, los perros lo comerán, y el que fuere muerto en el
campo, lo comerán las aves del cielo.

25 (A la verdad ninguno fue como Acab, que se vendió para hacer lo malo ante los ojos de Jehová;
porque Jezabel su mujer lo incitaba. 26 El fue en gran manera abominable, caminando en pos de
los ídolos, conforme a todo lo que hicieron los amorreos, a los cuales lanzó Jehová de delante de
los hijos de Israel.)

27 Y sucedió que cuando Acab oyó estas palabras, rasgó sus vestidos y puso cilicio sobre su carne,
ayunó, y durmió en cilicio, y anduvo humillado. 28 Entonces vino palabra de Jehová a Elías tisbita,
diciendo: 29 ¿No has visto cómo Acab se ha humillado delante de mí? Pues por cuanto se ha
humillado delante de mí, no traeré el mal en sus días; en los días de su hijo traeré el mal sobre su
casa.

Micaías profetiza la derrota de Acab

(2 Cr. 18.1-34)

1 REYES 22

1 Tres años pasaron sin guerra entre los sirios e Israel. 2 Y aconteció al tercer año, que Josafat rey
de Judá descendió al rey de Israel. 3 Y el rey de Israel dijo a sus siervos: ¿No sabéis que Ramot de
Galaad es nuestra, y nosotros no hemos hecho nada para tomarla de mano del rey de Siria? 4 Y
dijo a Josafat: ¿Quieres venir conmigo a pelear contra Ramot de Galaad? Y Josafat respondió al rey
de Israel: Yo soy como tú, y mi pueblo como tu pueblo, y mis caballos como tus caballos.
5 Dijo luego Josafat al rey de Israel: Yo te ruego que consultes hoy la palabra de Jehová. 6
Entonces el rey de Israel reunió a los profetas, como cuatrocientos hombres, a los cuales dijo: ¿Iré
a la guerra contra Ramot de Galaad, o la dejaré? Y ellos dijeron: Sube, porque Jehová la entregará
en mano del rey. 7 Y dijo Josafat: ¿Hay aún aquí algún profeta de Jehová, por el cual consultemos?
8 El rey de Israel respondió a Josafat: Aún hay un varón por el cual podríamos consultar a Jehová,
Micaías hijo de Imla; mas yo le aborrezco, porque nunca me profetiza bien, sino solamente mal. Y
Josafat dijo: No hable el rey así. 9 Entonces el rey de Israel llamó a un oficial, y le dijo: Trae pronto
a Micaías hijo de Imla. 10 Y el rey de Israel y Josafat rey de Judá estaban sentados cada uno en su
silla, vestidos de sus ropas reales, en la plaza junto a la entrada de la puerta de Samaria; y todos
los profetas profetizaban delante de ellos. 11 Y Sedequías hijo de Quenaana se había hecho unos
cuernos de hierro, y dijo: Así ha dicho Jehová: Con éstos acornearás a los sirios hasta acabarlos. 12
Y todos los profetas profetizaban de la misma manera, diciendo: Sube a Ramot de Galaad, y serás
prosperado; porque Jehová la entregará en mano del rey.

13 Y el mensajero que había ido a llamar a Micaías, le habló diciendo: He aquí que las palabras de
los profetas a una voz anuncian al rey cosas buenas; sea ahora tu palabra conforme a la palabra de
alguno de ellos, y anuncia también buen éxito. 14 Y Micaías respondió: Vive Jehová, que lo que
Jehová me hablare, eso diré. 15 Vino, pues, al rey, y el rey le dijo: Micaías, ¿iremos a pelear contra
Ramot de Galaad, o la dejaremos? El le respondió: Sube, y serás prosperado, y Jehová la entregará
en mano del rey. 16 Y el rey le dijo: ¿Hasta cuántas veces he de exigirte que no me digas sino la
verdad en el nombre de Jehová? 17 Entonces él dijo: Yo vi a todo Israel esparcido por los montes,
como ovejas que no tienen pastor; y Jehová dijo: Estos no tienen señor; vuélvase cada uno a su
casa en paz. 18 Y el rey de Israel dijo a Josafat: ¿No te lo había yo dicho? Ninguna cosa buena
profetizará él acerca de mí, sino solamente el mal. 19 Entonces él dijo: Oye, pues, palabra de
Jehová: Yo vi a Jehová sentado en su trono, y todo el ejército de los cielos estaba junto a él, a su
derecha y a su izquierda. 20 Y Jehová dijo: ¿Quién inducirá a Acab, para que suba y caiga en Ramot
de Galaad? Y uno decía de una manera, y otro decía de otra. 21 Y salió un espíritu y se puso
delante de Jehová, y dijo: Yo le induciré. Y Jehová le dijo: ¿De qué manera? 22 El dijo: Yo saldré, y
seré espíritu de mentira en boca de todos sus profetas. Y él dijo: Le inducirás, y aun lo conseguirás;
vé, pues, y hazlo así. 23 Y ahora, he aquí Jehová ha puesto espíritu de mentira en la boca de todos
tus profetas, y Jehová ha decretado el mal acerca de ti.

24 Entonces se acercó Sedequías hijo de Quenaana y golpeó a Micaías en la mejilla, diciendo: ¿Por
dónde se fue de mí el Espíritu de Jehová para hablarte a ti? 25 Y Micaías respondió: He aquí tú lo
verás en aquel día, cuando te irás metiendo de aposento en aposento para esconderte. 26
Entonces el rey de Israel dijo: Toma a Micaías, y llévalo a Amón gobernador de la ciudad, y a Joás
hijo del rey; 27 y dirás: Así ha dicho el rey: Echad a éste en la cárcel, y mantenedle con pan de
angustia y con agua de aflicción, hasta que yo vuelva en paz. 28 Y dijo Micaías: Si llegas a volver en
paz, Jehová no ha hablado por mí. En seguida dijo: Oíd, pueblos todos.
29 Subió, pues, el rey de Israel con Josafat rey de Judá a Ramot de Galaad. 30 Y el rey de Israel dijo
a Josafat: Yo me disfrazaré, y entraré en la batalla; y tú ponte tus vestidos. Y el rey de Israel se
disfrazó, y entró en la batalla. 31 Mas el rey de Siria había mandado a sus treinta y dos capitanes
de los carros, diciendo: No peleéis ni con grande ni con chico, sino sólo contra el rey de Israel. 32
Cuando los capitanes de los carros vieron a Josafat, dijeron: Ciertamente éste es el rey de Israel; y
vinieron contra él para pelear con él; mas el rey Josafat gritó. 33 Viendo entonces los capitanes de
los carros que no era el rey de Israel, se apartaron de él. 34 Y un hombre disparó su arco a la
ventura e hirió al rey de Israel por entre las junturas de la armadura, por lo que dijo él a su
cochero: Da la vuelta, y sácame del campo, pues estoy herido. 35 Pero la batalla había arreciado
aquel día, y el rey estuvo en su carro delante de los sirios, y a la tarde murió; y la sangre de la
herida corría por el fondo del carro. 36 Y a la puesta del sol salió un pregón por el campamento,
diciendo: ¡Cada uno a su ciudad, y cada cual a su tierra!

37 Murió, pues, el rey, y fue traído a Samaria; y sepultaron al rey en Samaria. 38 Y lavaron el carro
en el estanque de Samaria; y los perros lamieron su sangre (y también las rameras se lavaban allí),
conforme a la palabra que Jehová había hablado. 39 El resto de los hechos de Acab, y todo lo que
hizo, y la casa de marfil que construyó, y todas las ciudades que edificó, ¿no está escrito en el libro
de las crónicas de los reyes de Israel? 40 Y durmió Acab con sus padres, y reinó en su lugar Ocozías
su hijo.

Reinado de Josafat

(2 Cr. 20.31-37)

41 Josafat hijo de Asa comenzó a reinar sobre Judá en el cuarto año de Acab rey de Israel. 42 Era
Josafat de treinta y cinco años cuando comenzó a reinar, y reinó veinticinco años en Jerusalén. El
nombre de su madre fue Azuba hija de Silhi. 43 Y anduvo en todo el camino de Asa su padre, sin
desviarse de él, haciendo lo recto ante los ojos de Jehová. Con todo eso, los lugares altos no
fueron quitados; porque el pueblo sacrificaba aún, y quemaba incienso en ellos. 44 Y Josafat hizo
paz con el rey de Israel.
45 Los demás hechos de Josafat, y sus hazañas, y las guerras que hizo, ¿no están escritos en el
libro de las crónicas de los reyes de Judá? 46 Barrió también de la tierra el resto de los sodomitas
que había quedado en el tiempo de su padre Asa.

47 No había entonces rey en Edom; había gobernador en lugar de rey. 48 Josafat había hecho
naves de Tarsis, las cuales habían de ir a Ofir por oro; mas no fueron, porque se rompieron en
Ezión-geber. 49 Entonces Ocozías hijo de Acab dijo a Josafat: Vayan mis siervos con los tuyos en las
naves. Mas Josafat no quiso. 50 Y durmió Josafat con sus padres, y fue sepultado con ellos en la
ciudad de David su padre; y en su lugar reinó Joram su hijo.

Reinado de Ocozías de Israel

51 Ocozías hijo de Acab comenzó a reinar sobre Israel en Samaria, el año diecisiete de Josafat rey
de Judá; y reinó dos años sobre Israel. 52 E hizo lo malo ante los ojos de Jehová, y anduvo en el
camino de su padre, y en el camino de su madre, y en el camino de Jeroboam hijo de Nabat, que
hizo pecar a Israel; 53 porque sirvió a Baal, y lo adoró, y provocó a ira a Jehová Dios de Israel,
conforme a todas las cosas que había hecho su padre.

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Segundo Libro de los

REYES

Muerte de Ocozías

2 REYES 1

1 Después de la muerte de Acab, se rebeló Moab contra Israel.


2 Y Ocozías cayó por la ventana de una sala de la casa que tenía en Samaria; y estando enfermo,
envió mensajeros, y les dijo: Id y consultad a Baal-zebub dios de Ecrón, si he de sanar de esta mi
enfermedad. 3 Entonces el ángel de Jehová habló a Elías tisbita, diciendo: Levántate, y sube a
encontrarte con los mensajeros del rey de Samaria, y diles: ¿No hay Dios en Israel, que vais a
consultar a Baal-zebub dios de Ecrón? 4 Por tanto, así ha dicho Jehová: Del lecho en que estás no
te levantarás, sino que ciertamente morirás. Y Elías se fue.

5 Cuando los mensajeros se volvieron al rey, él les dijo: ¿Por qué os habéis vuelto? 6 Ellos le
respondieron: Encontramos a un varón que nos dijo: Id, y volveos al rey que os envió, y decidle:
Así ha dicho Jehová: ¿No hay Dios en Israel, que tú envías a consultar a Baal-zebub dios de Ecrón?
Por tanto, del lecho en que estás no te levantarás; de cierto morirás. 7 Entonces él les dijo: ¿Cómo
era aquel varón que encontrasteis, y os dijo tales palabras? 8 Y ellos le respondieron: Un varón
que tenía vestido de pelo, y ceñía sus lomos con un cinturón de cuero. Entonces él dijo: Es Elías
tisbita.

9 Luego envió a él un capitán de cincuenta con sus cincuenta, el cual subió a donde él estaba; y he
aquí que él estaba sentado en la cumbre del monte. Y el capitán le dijo: Varón de Dios, el rey ha
dicho que desciendas. 10 Y Elías respondió y dijo al capitán de cincuenta: Si yo soy varón de Dios,
descienda fuego del cielo, y consúmate con tus cincuenta. Y descendió fuego del cielo, que lo
consumió a él y a sus cincuenta.

11 Volvió el rey a enviar a él otro capitán de cincuenta con sus cincuenta; y le habló y dijo: Varón
de Dios, el rey ha dicho así: Desciende pronto. 12 Y le respondió Elías y dijo: Si yo soy varón de
Dios, descienda fuego del cielo, y consúmate con tus cincuenta. Y descendió fuego del cielo, y lo
consumió a él y a sus cincuenta.

13 Volvió a enviar al tercer capitán de cincuenta con sus cincuenta; y subiendo aquel tercer
capitán de cincuenta, se puso de rodillas delante de Elías y le rogó, diciendo: Varón de Dios, te
ruego que sea de valor delante de tus ojos mi vida, y la vida de estos tus cincuenta siervos. 14 He
aquí ha descendido fuego del cielo, y ha consumido a los dos primeros capitanes de cincuenta con
sus cincuenta; sea estimada ahora mi vida delante de tus ojos. 15 Entonces el ángel de Jehová dijo
a Elías: Desciende con él; no tengas miedo de él. Y él se levantó, y descendió con él al rey. 16 Y le
dijo: Así ha dicho Jehová: Por cuanto enviaste mensajeros a consultar a Baal-zebub dios de Ecrón,
¿no hay Dios en Israel para consultar en su palabra? No te levantarás, por tanto, del lecho en que
estás, sino que de cierto morirás.
17 Y murió conforme a la palabra de Jehová, que había hablado Elías. Reinó en su lugar Joram, en
el segundo año de Joram hijo de Josafat, rey de Judá; porque Ocozías no tenía hijo. 18 Los demás
hechos de Ocozías, ¿no están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Israel?

Eliseo sucede a Elías

2 REYES 2

1 Aconteció que cuando quiso Jehová alzar a Elías en un torbellino al cielo, Elías venía con Eliseo
de Gilgal. 2 Y dijo Elías a Eliseo: Quédate ahora aquí, porque Jehová me ha enviado a Bet-el. Y
Eliseo dijo: Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré. Descendieron, pues, a Bet-el. 3 Y saliendo
a Eliseo los hijos de los profetas que estaban en Bet-el, le dijeron: ¿Sabes que Jehová te quitará
hoy a tu señor de sobre ti? Y él dijo: Sí, yo lo sé; callad.

4 Y Elías le volvió a decir: Eliseo, quédate aquí ahora, porque Jehová me ha enviado a Jericó. Y él
dijo: Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré. Vinieron, pues, a Jericó. 5 Y se acercaron a
Eliseo los hijos de los profetas que estaban en Jericó, y le dijeron: ¿Sabes que Jehová te quitará
hoy a tu señor de sobre ti? El respondió: Sí, yo lo sé; callad.

6 Y Elías le dijo: Te ruego que te quedes aquí, porque Jehová me ha enviado al Jordán. Y él dijo:
Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré. Fueron, pues, ambos. 7 Y vinieron cincuenta varones
de los hijos de los profetas, y se pararon delante a lo lejos; y ellos dos se pararon junto al Jordán. 8
Tomando entonces Elías su manto, lo dobló, y golpeó las aguas, las cuales se apartaron a uno y a
otro lado, y pasaron ambos por lo seco.

9 Cuando habían pasado, Elías dijo a Eliseo: Pide lo que quieras que haga por ti, antes que yo sea
quitado de ti. Y dijo Eliseo: Te ruego que una doble porción de tu espíritu sea sobre mí. 10 El le
dijo: Cosa difícil has pedido. Si me vieres cuando fuere quitado de ti, te será hecho así; mas si no,
no.
11 Y aconteció que yendo ellos y hablando, he aquí un carro de fuego con caballos de fuego apartó
a los dos; y Elías subió al cielo en un torbellino. 12 Viéndolo Eliseo, clamaba: ¡Padre mío, padre
mío, carro de Israel y su gente de a caballo! Y nunca más le vio; y tomando sus vestidos, los rompió
en dos partes. 13 Alzó luego el manto de Elías que se le había caído, y volvió, y se paró a la orilla
del Jordán. 14 Y tomando el manto de Elías que se le había caído, golpeó las aguas, y dijo: ¿Dónde
está Jehová, el Dios de Elías? Y así que hubo golpeado del mismo modo las aguas, se apartaron a
uno y a otro lado, y pasó Eliseo.

15 Viéndole los hijos de los profetas que estaban en Jericó al otro lado, dijeron: El espíritu de Elías
reposó sobre Eliseo. Y vinieron a recibirle, y se postraron delante de él. 16 Y dijeron: He aquí hay
con tus siervos cincuenta varones fuertes; vayan ahora y busquen a tu señor; quizá lo ha levantado
el Espíritu de Jehová, y lo ha echado en algún monte o en algún valle. Y él les dijo: No enviéis. 17
Mas ellos le importunaron, hasta que avergonzándose dijo: Enviad. Entonces ellos enviaron
cincuenta hombres, los cuales lo buscaron tres días, mas no lo hallaron. 18 Y cuando volvieron a
Eliseo, que se había quedado en Jericó, él les dijo: ¿No os dije yo que no fueseis?

19 Y los hombres de la ciudad dijeron a Eliseo: He aquí, el lugar en donde está colocada esta
ciudad es bueno, como mi señor ve; mas las aguas son malas, y la tierra es estéril. 20 Entonces él
dijo: Traedme una vasija nueva, y poned en ella sal. Y se la trajeron. 21 Y saliendo él a los
manantiales de las aguas, echó dentro la sal, y dijo: Así ha dicho Jehová: Yo sané estas aguas, y no
habrá más en ellas muerte ni enfermedad. 22 Y fueron sanas las aguas hasta hoy, conforme a la
palabra que habló Eliseo.

23 Después subió de allí a Bet-el; y subiendo por el camino, salieron unos muchachos de la ciudad,
y se burlaban de él, diciendo: ¡Calvo, sube! ¡calvo, sube! 24 Y mirando él atrás, los vio, y los
maldijo en el nombre de Jehová. Y salieron dos osos del monte, y despedazaron de ellos a
cuarenta y dos muchachos. 25 De allí fue al monte Carmelo, y de allí volvió a Samaria.

Reinado de Joram de Israel

2 REYES 3

1 Joram hijo de Acab comenzó a reinar en Samaria sobre Israel el año dieciocho de Josafat rey de
Judá; y reinó doce años. 2 E hizo lo malo ante los ojos de Jehová, aunque no como su padre y su
madre; porque quitó las estatuas de Baal que su padre había hecho. 3 Pero se entregó a los
pecados de Jeroboam hijo de Nabat, que hizo pecar a Israel, y no se apartó de ellos.

Eliseo predice la victoria sobre Moab

4 Entonces Mesa rey de Moab era propietario de ganados, y pagaba al rey de Israel cien mil
corderos y cien mil carneros con sus vellones. 5 Pero muerto Acab, el rey de Moab se rebeló
contra el rey de Israel. 6 Salió entonces de Samaria el rey Joram, y pasó revista a todo Israel. 7 Y
fue y envió a decir a Josafat rey de Judá: El rey de Moab se ha rebelado contra mí: ¿irás tú
conmigo a la guerra contra Moab? Y él respondió: Iré, porque yo soy como tú; mi pueblo como tu
pueblo, y mis caballos como los tuyos. 8 Y dijo: ¿Por qué camino iremos? Y él respondió: Por el
camino del desierto de Edom.

9 Salieron, pues, el rey de Israel, el rey de Judá, y el rey de Edom; y como anduvieron rodeando
por el desierto siete días de camino, les faltó agua para el ejército, y para las bestias que los
seguían. 10 Entonces el rey de Israel dijo: ¡Ah! que ha llamado Jehová a estos tres reyes para
entregarlos en manos de los moabitas. 11 Mas Josafat dijo: ¿No hay aquí profeta de Jehová, para
que consultemos a Jehová por medio de él? Y uno de los siervos del rey de Israel respondió y dijo:
Aquí está Eliseo hijo de Safat, que servía a Elías. 12 Y Josafat dijo: Este tendrá palabra de Jehová. Y
descendieron a él el rey de Israel, y Josafat, y el rey de Edom.

13 Entonces Eliseo dijo al rey de Israel: ¿Qué tengo yo contigo? Ve a los profetas de tu padre, y a
los profetas de tu madre. Y el rey de Israel le respondió: No; porque Jehová ha reunido a estos tres
reyes para entregarlos en manos de los moabitas. 14 Y Eliseo dijo: Vive Jehová de los ejércitos, en
cuya presencia estoy, que si no tuviese respeto al rostro de Josafat rey de Judá, no te mirara a ti, ni
te viera. 15 Mas ahora traedme un tañedor. Y mientras el tañedor tocaba, la mano de Jehová vino
sobre Eliseo, 16 quien dijo: Así ha dicho Jehová: Haced en este valle muchos estanques. 17 Porque
Jehová ha dicho así: No veréis viento, ni veréis lluvia; pero este valle será lleno de agua, y beberéis
vosotros, y vuestras bestias y vuestros ganados. 18 Y esto es cosa ligera en los ojos de Jehová;
entregará también a los moabitas en vuestras manos. 19 Y destruiréis toda ciudad fortificada y
toda villa hermosa, y talaréis todo buen árbol, cegaréis todas las fuentes de aguas, y destruiréis
con piedras toda tierra fértil. 20 Aconteció, pues, que por la mañana, cuando se ofrece el sacrificio,
he aquí vinieron aguas por el camino de Edom, y la tierra se llenó de aguas.
21 Cuanto todos los de Moab oyeron que los reyes subían a pelear contra ellos, se juntaron desde
los que apenas podían ceñir armadura en adelante, y se pusieron en la frontera. 22 Cuando se
levantaron por la mañana, y brilló el sol sobre las aguas, vieron los de Moab desde lejos las aguas
rojas como sangre; 23 y dijeron: ¡Esto es sangre de espada! Los reyes se han vuelto uno contra
otro, y cada uno ha dado muerte a su compañero. Ahora, pues, ¡Moab, al botín! 24 Pero cuando
llegaron al campamento de Israel, se levantaron los israelitas y atacaron a los de Moab, los cuales
huyeron de delante de ellos; pero los persiguieron matando a los de Moab. 25 Y asolaron las
ciudades, y en todas las tierras fértiles echó cada uno su piedra, y las llenaron; cegaron también
todas las fuentes de las aguas, y derribaron todos los buenos árboles; hasta que en Kir-hareset
solamente dejaron piedras, porque los honderos la rodearon y la destruyeron. 26 Y cuando el rey
de Moab vio que era vencido en la batalla, tomó consigo setecientos hombres que manejaban
espada, para atacar al rey de Edom; mas no pudieron. 27 Entonces arrebató a su primogénito que
había de reinar en su lugar, y lo sacrificó en holocausto sobre el muro. Y hubo grande enojo contra
Israel; y se apartaron de él, y se volvieron a su tierra.

El aceite de la viuda

2 REYES 4

1 Una mujer, de las mujeres de los hijos de los profetas, clamó a Eliseo, diciendo: Tu siervo mi
marido ha muerto; y tú sabes que tu siervo era temeroso de Jehová; y ha venido el acreedor para
tomarse dos hijos míos por siervos. 2 Y Eliseo le dijo: ¿Qué te haré yo? Declárame qué tienes en
casa. Y ella dijo: Tu sierva ninguna cosa tiene en casa, sino una vasija de aceite. 3 El le dijo: Ve y
pide para ti vasijas prestadas de todos tus vecinos, vasijas vacías, no pocas. 4 Entra luego, y
enciérrate tú y tus hijos; y echa en todas las vasijas, y cuando una esté llena, ponla aparte. 5 Y se
fue la mujer, y cerró la puerta encerrándose ella y sus hijos; y ellos le traían las vasijas, y ella
echaba del aceite. 6 Cuando las vasijas estuvieron llenas, dijo a un hijo suyo: Tráeme aún otras
vasijas. Y él dijo: No hay más vasijas. Entonces cesó el aceite. 7 Vino ella luego, y lo contó al varón
de Dios, el cual dijo: Ve y vende el aceite, y paga a tus acreedores; y tú y tus hijos vivid de lo que
quede.

Eliseo y la sunamita

8 Aconteció también que un día pasaba Eliseo por Sunem; y había allí una mujer importante, que
le invitaba insistentemente a que comiese; y cuando él pasaba por allí, venía a la casa de ella a
comer. 9 Y ella dijo a su marido: He aquí ahora, yo entiendo que éste que siempre pasa por
nuestra casa, es varón santo de Dios. 10 Yo te ruego que hagamos un pequeño aposento de
paredes, y pongamos allí cama, mesa, silla y candelero, para que cuando él viniere a nosotros, se
quede en él.

11 Y aconteció que un día vino él por allí, y se quedó en aquel aposento, y allí durmió. 12 Entonces
dijo a Giezi su criado: Llama a esta sunamita. Y cuando la llamó, vino ella delante de él. 13 Dijo él
entonces a Giezi: Dile: He aquí tú has estado solícita por nosotros con todo este esmero; ¿qué
quieres que haga por ti? ¿Necesitas que hable por ti al rey, o al general del ejército? Y ella
respondió: Yo habito en medio de mi pueblo. 14 Y él dijo: ¿Qué, pues, haremos por ella? Y Giezi
respondió: He aquí que ella no tiene hijo, y su marido es viejo. 15 Dijo entonces: Llámala. Y él la
llamó, y ella se paró a la puerta. 16 Y él le dijo: El año que viene, por este tiempo, abrazarás un
hijo. Y ella dijo: No, señor mío, varón de Dios, no hagas burla de tu sierva. 17 Mas la mujer
concibió, y dio a luz un hijo el año siguiente, en el tiempo que Eliseo le había dicho.

18 Y el niño creció. Pero aconteció un día, que vino a su padre, que estaba con los segadores; 19 y
dijo a su padre: ¡Ay, mi cabeza, mi cabeza! Y el padre dijo a un criado: Llévalo a su madre. 20 Y
habiéndole él tomado y traído a su madre, estuvo sentado en sus rodillas hasta el mediodía, y
murió. 21 Ella entonces subió, y lo puso sobre la cama del varón de Dios, y cerrando la puerta, se
salió. 22 Llamando luego a su marido, le dijo: Te ruego que envíes conmigo a alguno de los criados
y una de las asnas, para que yo vaya corriendo al varón de Dios, y regrese. 23 El dijo: ¿Para qué vas
a verle hoy? No es nueva luna, ni día de reposo. Y ella respondió: Paz. 24 Después hizo enalbardar
el asna, y dijo al criado: Guía y anda; y no me hagas detener en el camino, sino cuando yo te lo
dijere. 25 Partió, pues, y vino al varón de Dios, al monte Carmelo.

Y cuando el varón de Dios la vio de lejos, dijo a su criado Giezi: He aquí la sunamita. 26 Te ruego
que vayas ahora corriendo a recibirla, y le digas: ¿Te va bien a ti? ¿Le va bien a tu marido, y a tu
hijo? Y ella dijo: Bien. 27 Luego que llegó a donde estaba el varón de Dios en el monte, se asió de
sus pies. Y se acercó Giezi para quitarla; pero el varón de Dios le dijo: Déjala, porque su alma está
en amargura, y Jehová me ha encubierto el motivo, y no me lo ha revelado. 28 Y ella dijo: ¿Pedí yo
hijo a mi señor? ¿No dije yo que no te burlases de mí? 29 Entonces dijo él a Giezi: Ciñe tus lomos, y
toma mi báculo en tu mano, y ve; si alguno te encontrare, no lo saludes, y si alguno te saludare, no
le respondas; y pondrás mi báculo sobre el rostro del niño. 30 Y dijo la madre del niño: Vive
Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré. 31 El entonces se levantó y la siguió. Y Giezi había ido
delante de ellos, y había puesto el báculo sobre el rostro del niño; pero no tenía voz ni sentido, y
así se había vuelto para encontrar a Eliseo, y se lo declaró, diciendo: El niño no despierta.
32 Y venido Eliseo a la casa, he aquí que el niño estaba muerto tendido sobre su cama. 33
Entrando él entonces, cerró la puerta tras ambos, y oró a Jehová. 34 Después subió y se tendió
sobre el niño, poniendo su boca sobre la boca de él, y sus ojos sobre sus ojos, y sus manos sobre
las manos suyas; así se tendió sobre él, y el cuerpo del niño entró en calor. 35 Volviéndose luego,
se paseó por la casa a una y otra parte, y después subió, y se tendió sobre él nuevamente, y el niño
estornudó siete veces, y abrió sus ojos. 36 Entonces llamó él a Giezi, y le dijo: Llama a esta
sunamita. Y él la llamó. Y entrando ella, él le dijo: Toma tu hijo. 37 Y así que ella entró, se echó a
sus pies, y se inclinó a tierra; y después tomó a su hijo, y salió.

Milagros en beneficio de los profetas

38 Eliseo volvió a Gilgal cuando había una grande hambre en la tierra. Y los hijos de los profetas
estaban con él, por lo que dijo a su criado: Pon una olla grande, y haz potaje para los hijos de los
profetas. 39 Y salió uno al campo a recoger hierbas, y halló una como parra montés, y de ella llenó
su falda de calabazas silvestres; y volvió, y las cortó en la olla del potaje, pues no sabía lo que era.
40 Después sirvió para que comieran los hombres; pero sucedió que comiendo ellos de aquel
guisado, gritaron diciendo: ¡Varón de Dios, hay muerte en esa olla! Y no lo pudieron comer. 41 El
entonces dijo: Traed harina. Y la esparció en la olla, y dijo: Da de comer a la gente. Y no hubo más
mal en la olla.

42 Vino entonces un hombre de Baal-salisa, el cual trajo al varón de Dios panes de primicias,
veinte panes de cebada, y trigo nuevo en su espiga. Y él dijo: Da a la gente para que coma. 43 Y
respondió su sirviente: ¿Cómo pondré esto delante de cien hombres? Pero él volvió a decir: Da a la
gente para que coma, porque así ha dicho Jehová: Comerán, y sobrará. 44 Entonces lo puso
delante de ellos, y comieron, y les sobró, conforme a la palabra de Jehová.

Eliseo y Naamán

2 REYES 5

1 Naamán, general del ejército del rey de Siria, era varón grande delante de su señor, y lo tenía en
alta estima, porque por medio de él había dado Jehová salvación a Siria. Era este hombre valeroso
en extremo, pero leproso. 2 Y de Siria habían salido bandas armadas, y habían llevado cautiva de la
tierra de Israel a una muchacha, la cual servía a la mujer de Naamán. 3 Esta dijo a su señora: Si
rogase mi señor al profeta que está en Samaria, él lo sanaría de su lepra. 4 Entrando Naamán a su
señor, le relató diciendo: Así y así ha dicho una muchacha que es de la tierra de Israel. 5 Y le dijo el
rey de Siria: Anda, ve, y yo enviaré cartas al rey de Israel.

Salió, pues, él, llevando consigo diez talentos de plata, y seis mil piezas de oro, y diez mudas de
vestidos. 6 Tomó también cartas para el rey de Israel, que decían así: Cuando lleguen a ti estas
cartas, sabe por ellas que yo envío a ti mi siervo Naamán, para que lo sanes de su lepra. 7 Luego
que el rey de Israel leyó las cartas, rasgó sus vestidos, y dijo: ¿Soy yo Dios, que mate y dé vida,
para que éste envíe a mí a que sane un hombre de su lepra? Considerad ahora, y ved cómo busca
ocasión contra mí.

8 Cuando Eliseo el varón de Dios oyó que el rey de Israel había rasgado sus vestidos, envió a decir
al rey: ¿Por qué has rasgado tus vestidos? Venga ahora a mí, y sabrá que hay profeta en Israel. 9 Y
vino Naamán con sus caballos y con su carro, y se paró a las puertas de la casa de Eliseo. 10
Entonces Eliseo le envió un mensajero, diciendo: Vé y lávate siete veces en el Jordán, y tu carne se
te restaurará, y serás limpio. 11 Y Naamán se fue enojado, diciendo: He aquí yo decía para mí:
Saldrá él luego, y estando en pie invocará el nombre de Jehová su Dios, y alzará su mano y tocará
el lugar, y sanará la lepra. 12 Abana y Farfar, ríos de Damasco, ¿no son mejores que todas las
aguas de Israel? Si me lavare en ellos, ¿no seré también limpio? Y se volvió, y se fue enojado. 13
Mas sus criados se le acercaron y le hablaron diciendo: Padre mío, si el profeta te mandara alguna
gran cosa, ¿no la harías? ¿Cuánto más, diciéndote: Lávate, y serás limpio? 14 El entonces
descendió, y se zambulló siete veces en el Jordán, conforme a la palabra del varón de Dios; y su
carne se volvió como la carne de un niño, y quedó limpio.

15 Y volvió al varón de Dios, él y toda su compañía, y se puso delante de él, y dijo: He aquí ahora
conozco que no hay Dios en toda la tierra, sino en Israel. Te ruego que recibas algún presente de
tu siervo. 16 Mas él dijo: Vive Jehová, en cuya presencia estoy, que no lo aceptaré. Y le instaba que
aceptara alguna cosa, pero él no quiso. 17 Entonces Naamán dijo: Te ruego, pues, ¿de esta tierra
no se dará a tu siervo la carga de un par de mulas? Porque de aquí en adelante tu siervo no
sacrificará holocausto ni ofrecerá sacrificio a otros dioses, sino a Jehová. 18 En esto perdone
Jehová a tu siervo: que cuando mi señor el rey entrare en el templo de Rimón para adorar en él, y
se apoyare sobre mi brazo, si yo también me inclinare en el templo de Rimón; cuando haga tal,
Jehová perdone en esto a tu siervo. 19 Y él le dijo: Ve en paz. Se fue, pues, y caminó como media
legua de tierra.

20 Entonces Giezi, criado de Eliseo el varón de Dios, dijo entre sí: He aquí mi señor estorbó a este
sirio Naamán, no tomando de su mano las cosas que había traído. Vive Jehová, que correré yo tras
él y tomaré de él alguna cosa. 21 Y siguió Giezi a Naamán; y cuando vio Naamán que venía
corriendo tras él, se bajó del carro para recibirle, y dijo: ¿Va todo bien? 22 Y él dijo: Bien. Mi señor
me envía a decirte: He aquí vinieron a mí en esta hora del monte de Efraín dos jóvenes de los hijos
de los profetas; te ruego que les des un talento de plata, y dos vestidos nuevos. 23 Dijo Naamán:
Te ruego que tomes dos talentos. Y le insistió, y ató dos talentos de plata en dos bolsas, y dos
vestidos nuevos, y lo puso todo a cuestas a dos de sus criados para que lo llevasen delante de él.
24 Y así que llegó a un lugar secreto, él lo tomó de mano de ellos, y lo guardó en la casa; luego
mandó a los hombres que se fuesen. 25 Y él entró, y se puso delante de su señor. Y Eliseo le dijo:
¿De dónde vienes, Giezi? Y él dijo: Tu siervo no ha ido a ninguna parte. 26 El entonces le dijo: ¿No
estaba también allí mi corazón, cuando el hombre volvió de su carro a recibirte? ¿Es tiempo de
tomar plata, y de tomar vestidos, olivares, viñas, ovejas, bueyes, siervos y siervas? 27 Por tanto, la
lepra de Naamán se te pegará a ti y a tu descendencia para siempre. Y salió de delante de él
leproso, blanco como la nieve.

Eliseo hace flotar el hacha

2 REYES 6

1 Los hijos de los profetas dijeron a Eliseo: He aquí, el lugar en que moramos contigo nos es
estrecho. 2 Vamos ahora al Jordán, y tomemos de allí cada uno una viga, y hagamos allí lugar en
que habitemos. Y él dijo: Andad. 3 Y dijo uno: Te rogamos que vengas con tus siervos. Y él
respondió: Yo iré. 4 Se fue, pues, con ellos; y cuando llegaron al Jordán, cortaron la madera. 5 Y
aconteció que mientras uno derribaba un árbol, se le cayó el hacha en el agua; y gritó diciendo:
¡Ah, señor mío, era prestada! 6 El varón de Dios preguntó: ¿Dónde cayó? Y él le mostró el lugar.
Entonces cortó él un palo, y lo echó allí; e hizo flotar el hierro. 7 Y dijo: Tómalo. Y él extendió la
mano, y lo tomó.

Eliseo y los sirios

8 Tenía el rey de Siria guerra contra Israel, y consultando con sus siervos, dijo: En tal y tal lugar
estará mi campamento. 9 Y el varón de Dios envió a decir al rey de Israel: Mira que no pases por
tal lugar, porque los sirios van allí. 10 Entonces el rey de Israel envió a aquel lugar que el varón de
Dios había dicho; y así lo hizo una y otra vez con el fin de cuidarse.
11 Y el corazón del rey de Siria se turbó por esto; y llamando a sus siervos, les dijo: ¿No me
declararéis vosotros quién de los nuestros es del rey de Israel? 12 Entonces uno de los siervos dijo:
No, rey señor mío, sino que el profeta Eliseo está en Israel, el cual declara al rey de Israel las
palabras que tú hablas en tu cámara más secreta. 13 Y él dijo: Id, y mirad dónde está, para que yo
envíe a prenderlo. Y le fue dicho: He aquí que él está en Dotán. 14 Entonces envió el rey allá gente
de a caballo, y carros, y un gran ejército, los cuales vinieron de noche, y sitiaron la ciudad.

15 Y se levantó de mañana y salió el que servía al varón de Dios, y he aquí el ejército que tenía
sitiada la ciudad, con gente de a caballo y carros. Entonces su criado le dijo: ¡Ah, señor mío! ¿qué
haremos? 16 El le dijo: No tengas miedo, porque más son los que están con nosotros que los que
están con ellos. 17 Y oró Eliseo, y dijo: Te ruego, oh Jehová, que abras sus ojos para que vea.
Entonces Jehová abrió los ojos del criado, y miró; y he aquí que el monte estaba lleno de gente de
a caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo. 18 Y luego que los sirios descendieron a él, oró
Eliseo a Jehová, y dijo: Te ruego que hieras con ceguera a esta gente. Y los hirió con ceguera,
conforme a la petición de Eliseo. 19 Después les dijo Eliseo: No es este el camino, ni es esta la
ciudad; seguidme, y yo os guiaré al hombre que buscáis. Y los guió a Samaria.

20 Y cuando llegaron a Samaria, dijo Eliseo: Jehová, abre los ojos de éstos, para que vean. Y Jehová
abrió sus ojos, y miraron, y se hallaban en medio de Samaria. 21 Cuando el rey de Israel los hubo
visto, dijo a Eliseo: ¿Los mataré, padre mío? 22 El le respondió: No los mates. ¿Matarías tú a los
que tomaste cautivos con tu espada y con tu arco? Pon delante de ellos pan y agua, para que
coman y beban, y vuelvan a sus señores. 23 Entonces se les preparó una gran comida; y cuando
habían comido y bebido, los envió, y ellos se volvieron a su señor. Y nunca más vinieron bandas
armadas de Siria a la tierra de Israel.

Eliseo y el sitio de Samaria

24 Después de esto aconteció que Ben-adad rey de Siria reunió todo su ejército, y subió y sitió a
Samaria. 25 Y hubo gran hambre en Samaria, a consecuencia de aquel sitio; tanto que la cabeza de
un asno se vendía por ochenta piezas de plata, y la cuarta parte de un cab de estiércol de palomas
por cinco piezas de plata. 26 Y pasando el rey de Israel por el muro, una mujer le gritó, y dijo:
Salva, rey señor mío. 27 Y él dijo: Si no te salva Jehová, ¿de dónde te puedo salvar yo? ¿Del
granero, o del lagar? 28 Y le dijo el rey: ¿Qué tienes? Ella respondió: Esta mujer me dijo: Da acá tu
hijo, y comámoslo hoy, y mañana comeremos el mío. 29 Cocimos, pues, a mi hijo, y lo comimos. El
día siguiente yo le dije: Da acá tu hijo, y comámoslo. Mas ella ha escondido a su hijo. 30 Cuando el
rey oyó las palabras de aquella mujer, rasgó sus vestidos, y pasó así por el muro; y el pueblo vio el
cilicio que traía interiormente sobre su cuerpo. 31 Y él dijo: Así me haga Dios, y aun me añada, si la
cabeza de Eliseo hijo de Safat queda sobre él hoy.

32 Y Eliseo estaba sentado en su casa, y con él estaban sentados los ancianos; y el rey envió a él un
hombre. Mas antes que el mensajero viniese a él, dijo él a los ancianos: ¿No habéis visto cómo
este hijo de homicida envía a cortarme la cabeza? Mirad, pues, y cuando viniere el mensajero,
cerrad la puerta, e impedidle la entrada. ¿No se oye tras él el ruido de los pasos de su amo? 33
Aún estaba él hablando con ellos, y he aquí el mensajero que descendía a él; y dijo: Ciertamente
este mal de Jehová viene. ¿Para qué he de esperar más a Jehová?

2 REYES 7

1 Dijo entonces Eliseo: Oíd palabra de Jehová: Así dijo Jehová: Mañana a estas horas valdrá el seah
de flor de harina un siclo, y dos seahs de cebada un siclo, a la puerta de Samaria. 2 Y un príncipe
sobre cuyo brazo el rey se apoyaba, respondió al varón de Dios, y dijo: Si Jehová hiciese ahora
ventanas en el cielo, ¿sería esto así? Y él dijo: He aquí tú lo verás con tus ojos, mas no comerás de
ello.

3 Había a la entrada de la puerta cuatro hombres leprosos, los cuales dijeron el uno al otro: ¿Para
qué nos estamos aquí hasta que muramos? 4 Si tratáremos de entrar en la ciudad, por el hambre
que hay en la ciudad moriremos en ella; y si nos quedamos aquí, también moriremos. Vamos,
pues, ahora, y pasemos al campamento de los sirios; si ellos nos dieren la vida, viviremos; y si nos
dieren la muerte, moriremos. 5 Se levantaron, pues, al anochecer, para ir al campamento de los
sirios; y llegando a la entrada del campamento de los sirios, no había allí nadie. 6 Porque Jehová
había hecho que en el campamento de los sirios se oyese estruendo de carros, ruido de caballos, y
estrépito de gran ejército; y se dijeron unos a otros: He aquí, el rey de Israel ha tomado a sueldo
contra nosotros a los reyes de los heteos y a los reyes de los egipcios, para que vengan contra
nosotros. 7 Y así se levantaron y huyeron al anochecer, abandonando sus tiendas, sus caballos, sus
asnos, y el campamento como estaba; y habían huido para salvar sus vidas. 8 Cuando los leprosos
llegaron a la entrada del campamento, entraron en una tienda y comieron y bebieron, y tomaron
de allí plata y oro y vestidos, y fueron y lo escondieron; y vueltos, entraron en otra tienda, y de allí
también tomaron, y fueron y lo escondieron.

9 Luego se dijeron el uno al otro: No estamos haciendo bien. Hoy es día de buena nueva, y
nosotros callamos; y si esperamos hasta el amanecer, nos alcanzará nuestra maldad. Vamos pues,
ahora, entremos y demos la nueva en casa del rey. 10 Vinieron, pues, y gritaron a los guardas de la
puerta de la ciudad, y les declararon, diciendo: Nosotros fuimos al campamento de los sirios, y he
aquí que no había allí nadie, ni voz de hombre, sino caballos atados, asnos también atados, y el
campamento intacto. 11 Los porteros gritaron, y lo anunciaron dentro, en el palacio del rey. 12 Y
se levantó el rey de noche, y dijo a sus siervos: Yo os declararé lo que nos han hecho los sirios.
Ellos saben que tenemos hambre, y han salido de las tiendas y se han escondido en el campo,
diciendo: Cuando hayan salido de la ciudad, los tomaremos vivos, y entraremos en la ciudad. 13
Entonces respondió uno de sus siervos y dijo: Tomen ahora cinco de los caballos que han quedado
en la ciudad (porque los que quedan acá también perecerán como toda la multitud de Israel que
ya ha perecido), y enviemos y veamos qué hay. 14 Tomaron, pues, dos caballos de un carro, y
envió el rey al campamento de los sirios, diciendo: Id y ved. 15 Y ellos fueron, y los siguieron hasta
el Jordán; y he aquí que todo el camino estaba lleno de vestidos y enseres que los sirios habían
arrojado por la premura. Y volvieron los mensajeros y lo hicieron saber al rey.

16 Entonces el pueblo salió, y saqueó el campamento de los sirios. Y fue vendido un seah de flor
de harina por un siclo, y dos seahs de cebada por un siclo, conforme a la palabra de Jehová. 17 Y el
rey puso a la puerta a aquel príncipe sobre cuyo brazo él se apoyaba; y lo atropelló el pueblo a la
entrada, y murió, conforme a lo que había dicho el varón de Dios, cuando el rey descendió a él. 18
Aconteció, pues, de la manera que el varón de Dios había hablado al rey, diciendo: Dos seahs de
cebada por un siclo, y el seah de flor de harina será vendido por un siclo mañana a estas horas, a la
puerta de Samaria. 19 A lo cual aquel príncipe había respondido al varón de Dios, diciendo: Si
Jehová hiciese ventanas en el cielo, ¿pudiera suceder esto? Y él dijo: He aquí tú lo verás con tus
ojos, mas no comerás de ello. 20 Y le sucedió así; porque el pueblo le atropelló a la entrada, y
murió.

Los bienes de la sunamita devueltos

2 REYES 8

1 Habló Eliseo a aquella mujer a cuyo hijo él había hecho vivir, diciendo: Levántate, vete tú y toda
tu casa a vivir donde puedas; porque Jehová ha llamado el hambre, la cual vendrá sobre la tierra
por siete años. 2 Entonces la mujer se levantó, e hizo como el varón de Dios le dijo; y se fue ella
con su familia, y vivió en tierra de los filisteos siete años. 3 Y cuando habían pasado los siete años,
la mujer volvió de la tierra de los filisteos; después salió para implorar al rey por su casa y por sus
tierras. 4 Y había el rey hablado con Giezi, criado del varón de Dios, diciéndole: Te ruego que me
cuentes todas las maravillas que ha hecho Eliseo. 5 Y mientras él estaba contando al rey cómo
había hecho vivir a un muerto, he aquí que la mujer, a cuyo hijo él había hecho vivir, vino para
implorar al rey por su casa y por sus tierras. Entonces dijo Giezi: Rey señor mío, esta es la mujer, y
este es su hijo, al cual Eliseo hizo vivir. 6 Y preguntando el rey a la mujer, ella se lo contó. Entonces
el rey ordenó a un oficial, al cual dijo: Hazle devolver todas las cosas que eran suyas, y todos los
frutos de sus tierras desde el día que dejó el país hasta ahora.

Hazael reina en Siria

7 Eliseo se fue luego a Damasco; y Ben-adad rey de Siria estaba enfermo, al cual dieron aviso,
diciendo: El varón de Dios ha venido aquí. 8 Y el rey dijo a Hazael: Toma en tu mano un presente, y
ve a recibir al varón de Dios, y consulta por él a Jehová, diciendo: ¿Sanaré de esta enfermedad? 9
Tomó, pues, Hazael en su mano un presente de entre los bienes de Damasco, cuarenta camellos
cargados, y fue a su encuentro, y llegando se puso delante de él, y dijo: Tu hijo Ben-adad rey de
Siria me ha enviado a ti, diciendo: ¿Sanaré de esta enfermedad? 10 Y Eliseo le dijo: Ve, dile:
Seguramente sanarás. Sin embargo, Jehová me ha mostrado que él morirá ciertamente. 11 Y el
varón de Dios le miró fijamente, y estuvo así hasta hacerlo ruborizarse; luego lloró el varón de
Dios. 12 Entonces le dijo Hazael: ¿Por qué llora mi señor? Y él respondió: Porque sé el mal que
harás a los hijos de Israel; a sus fortalezas pegarás fuego, a sus jóvenes matarás a espada, y
estrellarás a sus niños, y abrirás el vientre a sus mujeres que estén encintas. 13 Y Hazael dijo: Pues,
¿qué es tu siervo, este perro, para que haga tan grandes cosas? Y respondió Eliseo: Jehová me ha
mostrado que tú serás rey de Siria. 14 Y Hazael se fue, y vino a su señor, el cual le dijo: ¿Qué te ha
dicho Eliseo? Y él respondió: Me dijo que seguramente sanarás. 15 El día siguiente, tomó un paño
y lo metió en agua, y lo puso sobre el rostro de Ben-adad, y murió; y reinó Hazael en su lugar.

Reinado de Joram de Judá

(2 Cr. 21.1-20)

16 En el quinto año de Joram hijo de Acab, rey de Israel, y siendo Josafat rey de Judá, comenzó a
reinar Joram hijo de Josafat, rey de Judá. 17 De treinta y dos años era cuando comenzó a reinar, y
ocho años reinó en Jerusalén. 18 Y anduvo en el camino de los reyes de Israel, como hizo la casa
de Acab, porque una hija de Acab fue su mujer; e hizo lo malo ante los ojos de Jehová. 19 Con todo
eso, Jehová no quiso destruir a Judá, por amor a David su siervo, porque había prometido darle
lámpara a él y a sus hijos perpetuamente.
20 En el tiempo de él se rebeló Edom contra el dominio de Judá, y pusieron rey sobre ellos. 21
Joram, por tanto, pasó a Zair, y todos sus carros con él; y levantándose de noche atacó a los de
Edom, los cuales le habían sitiado, y a los capitanes de los carros; y el pueblo huyó a sus tiendas.
22 No obstante, Edom se libertó del dominio de Judá, hasta hoy. También se rebeló Libna en el
mismo tiempo. 23 Los demás hechos de Joram, y todo lo que hizo, ¿no están escritos en el libro de
las crónicas de los reyes de Judá? 24 Y durmió Joram con sus padres, y fue sepultado con ellos en
la ciudad de David; y reinó en lugar suyo Ocozías, su hijo.

Reinado de Ocozías de Judá

(2 Cr. 22.1-6)

25 En el año doce de Joram hijo de Acab, rey de Israel, comenzó a reinar Ocozías hijo de Joram, rey
de Judá. 26 De veintidós años era Ocozías cuando comenzó a reinar, y reinó un año en Jerusalén.
El nombre de su madre fue Atalía, hija de Omri rey de Israel. 27 Anduvo en el camino de la casa de
Acab, e hizo lo malo ante los ojos de Jehová, como la casa de Acab; porque era yerno de la casa de
Acab.

28 Y fue a la guerra con Joram hijo de Acab a Ramot de Galaad, contra Hazael rey de Siria; y los
sirios hirieron a Joram. 29 Y el rey Joram se volvió a Jezreel para curarse de las heridas que los
sirios le hicieron frente a Ramot, cuando peleó contra Hazael rey de Siria. Y descendió Ocozías hijo
de Joram rey de Judá, a visitar a Joram hijo de Acab en Jezreel, porque estaba enfermo.

Jehú es ungido rey de Israel

2 REYES 9

1 Entonces el profeta Eliseo llamó a uno de los hijos de los profetas, y le dijo: Ciñe tus lomos, y
toma esta redoma de aceite en tu mano, y ve a Ramot de Galaad. 2 Cuando llegues allá, verás allí a
Jehú hijo de Josafat hijo de Nimsi; y entrando, haz que se levante de entre sus hermanos, y llévalo
a la cámara. 3 Toma luego la redoma de aceite, y derrámala sobre su cabeza y di: Así dijo Jehová:
Yo te he ungido por rey sobre Israel. Y abriendo la puerta, echa a huir, y no esperes.
4 Fue, pues, el joven, el profeta, a Ramot de Galaad. 5 Cuando él entró, he aquí los príncipes del
ejército que estaban sentados. Y él dijo: Príncipe, una palabra tengo que decirte. Jehú dijo: ¿A cuál
de todos nosotros? Y él dijo: A ti, príncipe. 6 Y él se levantó, y entró en casa; y el otro derramó el
aceite sobre su cabeza, y le dijo: Así dijo Jehová Dios de Israel: Yo te he ungido por rey sobre Israel,
pueblo de Jehová. 7 Herirás la casa de Acab tu señor, para que yo vengue la sangre de mis siervos
los profetas, y la sangre de todos los siervos de Jehová, de la mano de Jezabel. 8 Y perecerá toda la
casa de Acab, y destruiré de Acab todo varón, así al siervo como al libre en Israel. 9 Y yo pondré la
casa de Acab como la casa de Jeroboam hijo de Nabat, y como la casa de Baasa hijo de Ahías. 10 Y
a Jezabel la comerán los perros en el campo de Jezreel, y no habrá quien la sepulte. En seguida
abrió la puerta, y echó a huir.

11 Después salió Jehú a los siervos de su señor, y le dijeron: ¿Hay paz? ¿Para qué vino a ti aquel
loco? Y él les dijo: Vosotros conocéis al hombre y sus palabras. 12 Ellos dijeron: Mentira;
decláranoslo ahora. Y él dijo: Así y así me habló, diciendo: Así ha dicho Jehová: Yo te he ungido por
rey sobre Israel. 13 Entonces cada uno tomó apresuradamente su manto, y lo puso debajo de Jehú
en un trono alto, y tocaron corneta, y dijeron: Jehú es rey.

Jehú mata a Joram

14 Así conspiró Jehú hijo de Josafat, hijo de Nimsi, contra Joram. (Estaba entonces Joram
guardando a Ramot de Galaad con todo Israel, por causa de Hazael rey de Siria; 15 pero se había
vuelto el rey Joram a Jezreel, para curarse de las heridas que los sirios le habían hecho, peleando
contra Hazael rey de Siria.) Y Jehú dijo: Si es vuestra voluntad, ninguno escape de la ciudad, para ir
a dar las nuevas en Jezreel. 16 Entonces Jehú cabalgó y fue a Jezreel, porque Joram estaba allí
enfermo. También estaba Ocozías rey de Judá, que había descendido a visitar a Joram.

17 Y el atalaya que estaba en la torre de Jezreel vio la tropa de Jehú que venía, y dijo: Veo una
tropa. Y Joram dijo: Ordena a un jinete que vaya a reconocerlos, y les diga: ¿Hay paz? 18 Fue, pues,
el jinete a reconocerlos, y dijo: El rey dice así: ¿Hay paz? Y Jehú le dijo: ¿Qué tienes tú que ver con
la paz? Vuélvete conmigo. El atalaya dio luego aviso, diciendo: El mensajero llegó hasta ellos, y no
vuelve. 19 Entonces envió otro jinete, el cual llegando a ellos, dijo: El rey dice así: ¿Hay paz? Y Jehú
respondió: ¿Qué tienes tú que ver con la paz? Vuélvete conmigo. 20 El atalaya volvió a decir:
También éste llegó a ellos y no vuelve; y el marchar del que viene es como el marchar de Jehú hijo
de Nimsi, porque viene impetuosamente.
21 Entonces Joram dijo: Unce el carro. Y cuando estaba uncido su carro, salieron Joram rey de
Israel y Ocozías rey de Judá, cada uno en su carro, y salieron a encontrar a Jehú, al cual hallaron en
la heredad de Nabot de Jezreel. 22 Cuando vio Joram a Jehú, dijo: ¿Hay paz, Jehú? Y él respondió:
¿Qué paz, con las fornicaciones de Jezabel tu madre, y sus muchas hechicerías? 23 Entonces Joram
volvió las riendas y huyó, y dijo a Ocozías: ¡Traición, Ocozías! 24 Pero Jehú entesó su arco, e hirió a
Joram entre las espaldas; y la saeta salió por su corazón, y él cayó en su carro. 25 Dijo luego Jehú a
Bidcar su capitán: Tómalo, y échalo a un extremo de la heredad de Nabot de Jezreel. Acuérdate
que cuando tú y yo íbamos juntos con la gente de Acab su padre, Jehová pronunció esta sentencia
sobre él, diciendo: 26 Que yo he visto ayer la sangre de Nabot, y la sangre de sus hijos, dijo Jehová;
y te daré la paga en esta heredad, dijo Jehová. Tómalo pues, ahora, y échalo en la heredad de
Nabot, conforme a la palabra de Jehová.

Jehú mata a Ocozías

(2 Cr. 22.7-9)

27 Viendo esto Ocozías rey de Judá, huyó por el camino de la casa del huerto. Y lo siguió Jehú,
diciendo: Herid también a éste en el carro. Y le hirieron a la subida de Gur, junto a Ibleam. Y
Ocozías huyó a Meguido, pero murió allí. 28 Y sus siervos le llevaron en un carro a Jerusalén, y allá
le sepultaron con sus padres, en su sepulcro en la ciudad de David.

29 En el undécimo año de Joram hijo de Acab, comenzó a reinar Ocozías sobre Judá.

Muerte de Jezabel

30 Vino después Jehú a Jezreel; y cuando Jezabel lo oyó, se pintó los ojos con antimonio, y atavió
su cabeza, y se asomó a una ventana. 31 Y cuando entraba Jehú por la puerta, ella dijo: ¿Sucedió
bien a Zimri, que mató a su señor? 32 Alzando él entonces su rostro hacia la ventana, dijo: ¿Quién
está conmigo? ¿quién? Y se inclinaron hacia él dos o tres eunucos. 33 Y él les dijo: Echadla abajo. Y
ellos la echaron; y parte de su sangre salpicó en la pared, y en los caballos; y él la atropelló. 34
Entró luego, y después que comió y bebió, dijo: Id ahora a ver a aquella maldita, y sepultadla, pues
es hija de rey. 35 Pero cuando fueron para sepultarla, no hallaron de ella más que la calavera, y los
pies, y las palmas de las manos. 36 Y volvieron, y se lo dijeron. Y él dijo: Esta es la palabra de Dios,
la cual él habló por medio de su siervo Elías tisbita, diciendo: En la heredad de Jezreel comerán los
perros las carnes de Jezabel, 37 y el cuerpo de Jezabel será como estiércol sobre la faz de la tierra
en la heredad de Jezreel, de manera que nadie pueda decir: Esta es Jezabel.

Jehú extermina la casa de Acab

2 REYES 10

1 Tenía Acab en Samaria setenta hijos; y Jehú escribió cartas y las envió a Samaria a los principales
de Jezreel, a los ancianos y a los ayos de Acab, diciendo: 2 Inmediatamente que lleguen estas
cartas a vosotros los que tenéis a los hijos de vuestro señor, y los que tienen carros y gente de a
caballo, la ciudad fortificada, y las armas, 3 escoged al mejor y al más recto de los hijos de vuestro
señor, y ponedlo en el trono de su padre, y pelead por la casa de vuestro señor. 4 Pero ellos
tuvieron gran temor, y dijeron: He aquí, dos reyes no pudieron resistirle; ¿cómo le resistiremos
nosotros? 5 Y el mayordomo, el gobernador de la ciudad, los ancianos y los ayos enviaron a decir a
Jehú: Siervos tuyos somos, y haremos todo lo que nos mandes; no elegiremos por rey a ninguno,
haz lo que bien te parezca. 6 El entonces les escribió la segunda vez, diciendo: Si sois míos, y
queréis obedecerme, tomad las cabezas de los hijos varones de vuestro señor, y venid a mí
mañana a esta hora, a Jezreel. Y los hijos del rey, setenta varones, estaban con los principales de la
ciudad, que los criaban. 7 Cuando las cartas llegaron a ellos, tomaron a los hijos del rey, y
degollaron a los setenta varones, y pusieron sus cabezas en canastas, y se las enviaron a Jezreel. 8
Y vino un mensajero que le dio las nuevas, diciendo: Han traído las cabezas de los hijos del rey. Y él
le dijo: Ponedlas en dos montones a la entrada de la puerta hasta la mañana. 9 Venida la mañana,
salió él, y estando en pie dijo a todo el pueblo: Vosotros sois justos; he aquí yo he conspirado
contra mi señor, y le he dado muerte; pero ¿quién ha dado muerte a todos éstos? 10 Sabed ahora
que de la palabra que Jehová habló sobre la casa de Acab, nada caerá en tierra; y que Jehová ha
hecho lo que dijo por su siervo Elías. 11 Mató entonces Jehú a todos los que habían quedado de la
casa de Acab en Jezreel, a todos sus príncipes, a todos sus familiares, y a sus sacerdotes, hasta que
no quedó ninguno.

12 Luego se levantó de allí para ir a Samaria; y en el camino llegó a una casa de esquileo de
pastores. 13 Y halló allí a los hermanos de Ocozías rey de Judá, y les dijo: ¿Quiénes sois vosotros? Y
ellos dijeron: Somos hermanos de Ocozías, y hemos venido a saludar a los hijos del rey, y a los
hijos de la reina. 14 Entonces él dijo: Prendedlos vivos. Y después que los tomaron vivos, los
degollaron junto al pozo de la casa de esquileo, cuarenta y dos varones, sin dejar ninguno de ellos.
15 Yéndose luego de allí, se encontró con Jonadab hijo de Recab; y después que lo hubo saludado,
le dijo: ¿Es recto tu corazón, como el mío es recto con el tuyo? Y Jonadab dijo: Lo es. Pues que lo
es, dame la mano. Y él le dio la mano. Luego lo hizo subir consigo en el carro, 16 y le dijo: Ven
conmigo, y verás mi celo por Jehová. Lo pusieron, pues, en su carro. 17 Y luego que Jehú hubo
llegado a Samaria, mató a todos los que habían quedado de Acab en Samaria, hasta exterminarlos,
conforme a la palabra de Jehová, que había hablado por Elías.

Jehú extermina el culto de Baal

18 Después reunió Jehú a todo el pueblo, y les dijo: Acab sirvió poco a Baal, mas Jehú lo servirá
mucho. 19 Llamadme, pues, luego a todos los profetas de Baal, a todos sus siervos y a todos sus
sacerdotes; que no falte uno, porque tengo un gran sacrificio para Baal; cualquiera que faltare no
vivirá. Esto hacía Jehú con astucia, para exterminar a los que honraban a Baal. 20 Y dijo Jehú:
Santificad un día solemne a Baal. Y ellos convocaron. 21 Y envió Jehú por todo Israel, y vinieron
todos los siervos de Baal, de tal manera que no hubo ninguno que no viniese. Y entraron en el
templo de Baal, y el templo de Baal se llenó de extremo a extremo. 22 Entonces dijo al que tenía el
cargo de las vestiduras: Saca vestiduras para todos los siervos de Baal. Y él les sacó vestiduras. 23 Y
entró Jehú con Jonadab hijo de Recab en el templo de Baal, y dijo a los siervos de Baal: Mirad y
ved que no haya aquí entre vosotros alguno de los siervos de Jehová, sino sólo los siervos de Baal.

24 Y cuando ellos entraron para hacer sacrificios y holocaustos, Jehú puso fuera a ochenta
hombres, y les dijo: Cualquiera que dejare vivo a alguno de aquellos hombres que yo he puesto en
vuestras manos, su vida será por la del otro. 25 Y después que acabaron ellos de hacer el
holocausto, Jehú dijo a los de su guardia y a los capitanes: Entrad, y matadlos; que no escape
ninguno. Y los mataron a espada, y los dejaron tendidos los de la guardia y los capitanes. Y fueron
hasta el lugar santo del templo de Baal, 26 y sacaron las estatuas del templo de Baal, y las
quemaron. 27 Y quebraron la estatua de Baal, y derribaron el templo de Baal, y lo convirtieron en
letrinas hasta hoy.

28 Así exterminó Jehú a Baal de Israel. 29 Con todo eso, Jehú no se apartó de los pecados de
Jeroboam hijo de Nabat, que hizo pecar a Israel; y dejó en pie los becerros de oro que estaban en
Bet-el y en Dan. 30 Y Jehová dijo a Jehú: Por cuanto has hecho bien ejecutando lo recto delante de
mis ojos, e hiciste a la casa de Acab conforme a todo lo que estaba en mi corazón, tus hijos se
sentarán sobre el trono de Israel hasta la cuarta generación. 31 Mas Jehú no cuidó de andar en la
ley de Jehová Dios de Israel con todo su corazón, ni se apartó de los pecados de Jeroboam, el que
había hecho pecar a Israel.

32 En aquellos días comenzó Jehová a cercenar el territorio de Israel; y los derrotó Hazael por
todas las fronteras, 33 desde el Jordán al nacimiento del sol, toda la tierra de Galaad, de Gad, de
Rubén y de Manasés, desde Aroer que está junto al arroyo de Arnón, hasta Galaad y Basán. 34 Los
demás hechos de Jehú, y todo lo que hizo, y toda su valentía, ¿no está escrito en el libro de las
crónicas de los reyes de Israel? 35 Y durmió Jehú con sus padres, y lo sepultaron en Samaria; y
reinó en su lugar Joacaz su hijo. 36 El tiempo que reinó Jehú sobre Israel en Samaria fue de
veintiocho años.

Atalía usurpa el trono

(2 Cr. 22.10—23.21)

2 REYES 11

1 Cuando Atalía madre de Ocozías vio que su hijo era muerto, se levantó y destruyó toda la
descendencia real. 2 Pero Josaba hija del rey Joram, hermana de Ocozías, tomó a Joás hijo de
Ocozías y lo sacó furtivamente de entre los hijos del rey a quienes estaban matando, y lo ocultó de
Atalía, a él y a su ama, en la cámara de dormir, y en esta forma no lo mataron. 3 Y estuvo con ella
escondido en la casa de Jehová seis años; y Atalía fue reina sobre el país.

4 Mas al séptimo año envió Joiada y tomó jefes de centenas, capitanes, y gente de la guardia, y los
metió consigo en la casa de Jehová, e hizo con ellos alianza, juramentándolos en la casa de Jehová;
y les mostró el hijo del rey. 5 Y les mandó diciendo: Esto es lo que habéis de hacer: la tercera parte
de vosotros tendrá la guardia de la casa del rey el día de reposo. 6 Otra tercera parte estará a la
puerta de Shur, y la otra tercera parte a la puerta del postigo de la guardia; así guardaréis la casa,
para que no sea allanada. 7 Mas las dos partes de vosotros que salen el día de reposo tendréis la
guardia de la casa de Jehová junto al rey. 8 Y estaréis alrededor del rey por todos lados, teniendo
cada uno sus armas en las manos; y cualquiera que entrare en las filas, sea muerto. Y estaréis con
el rey cuando salga, y cuando entre.
9 Los jefes de centenas, pues, hicieron todo como el sacerdote Joiada les mandó; y tomando cada
uno a los suyos, esto es, los que entraban el día de reposo y los que salían el día de reposo,
vinieron al sacerdote Joiada. 10 Y el sacerdote dio a los jefes de centenas las lanzas y los escudos
que habían sido del rey David, que estaban en la casa de Jehová. 11 Y los de la guardia se pusieron
en fila, teniendo cada uno sus armas en sus manos, desde el lado derecho de la casa hasta el lado
izquierdo, junto al altar y el templo, en derredor del rey. 12 Sacando luego Joiada al hijo del rey, le
puso la corona y el testimonio, y le hicieron rey ungiéndole; y batiendo las manos dijeron: ¡Viva el
rey!

13 Oyendo Atalía el estruendo del pueblo que corría, entró al pueblo en el templo de Jehová. 14 Y
cuando miró, he aquí que el rey estaba junto a la columna, conforme a la costumbre, y los
príncipes y los trompeteros junto al rey; y todo el pueblo del país se regocijaba, y tocaban las
trompetas. Entonces Atalía, rasgando sus vestidos, clamó a voz en cuello: ¡Traición, traición! 15
Mas el sacerdote Joiada mandó a los jefes de centenas que gobernaban el ejército, y les dijo:
Sacadla fuera del recinto del templo, y al que la siguiere, matadlo a espada. (Porque el sacerdote
dijo que no la matasen en el templo de Jehová.) 16 Le abrieron, pues, paso; y en el camino por
donde entran los de a caballo a la casa del rey, allí la mataron.

17 Entonces Joiada hizo pacto entre Jehová y el rey y el pueblo, que serían pueblo de Jehová; y
asimismo entre el rey y el pueblo. 18 Y todo el pueblo de la tierra entró en el templo de Baal, y lo
derribaron; asimismo despedazaron enteramente sus altares y sus imágenes, y mataron a Matán
sacerdote de Baal delante de los altares. Y el sacerdote puso guarnición sobre la casa de Jehová.
19 Después tomó a los jefes de centenas, los capitanes, la guardia y todo el pueblo de la tierra, y
llevaron al rey desde la casa de Jehová, y vinieron por el camino de la puerta de la guardia a la casa
del rey; y se sentó el rey en el trono de los reyes. 20 Y todo el pueblo de la tierra se regocijó, y la
ciudad estuvo en reposo, habiendo sido Atalía muerta a espada junto a la casa del rey.

21 Era Joás de siete años cuando comenzó a reinar.

Reinado de Joás de Judá

(2 Cr. 24.1-27)

2 REYES 12
1 En el séptimo año de Jehú comenzó a reinar Joás, y reinó cuarenta años en Jerusalén. El nombre
de su madre fue Sibia, de Beerseba. 2 Y Joás hizo lo recto ante los ojos de Jehová todo el tiempo
que le dirigió el sacerdote Joiada. 3 Con todo eso, los lugares altos no se quitaron, porque el
pueblo aún sacrificaba y quemaba incienso en los lugares altos.

4 Y Joás dijo a los sacerdotes: Todo el dinero consagrado que se suele traer a la casa de Jehová, el
dinero del rescate de cada persona según está estipulado, y todo el dinero que cada uno de su
propia voluntad trae a la casa de Jehová, 5 recíbanlo los sacerdotes, cada uno de mano de sus
familiares, y reparen los portillos del templo dondequiera que se hallen grietas. 6 Pero en el año
veintitrés del rey Joás aún no habían reparado los sacerdotes las grietas del templo. 7 Llamó
entonces el rey Joás al sumo sacerdote Joiada y a los sacerdotes, y les dijo: ¿Por qué no reparáis
las grietas del templo? Ahora, pues, no toméis más el dinero de vuestros familiares, sino dadlo
para reparar las grietas del templo. 8 Y los sacerdotes consintieron en no tomar más dinero del
pueblo, ni tener el cargo de reparar las grietas del templo.

9 Mas el sumo sacerdote Joiada tomó un arca e hizo en la tapa un agujero, y la puso junto al altar,
a la mano derecha así que se entra en el templo de Jehová; y los sacerdotes que guardaban la
puerta ponían allí todo el dinero que se traía a la casa de Jehová. 10 Y cuando veían que había
mucho dinero en el arca, venía el secretario del rey y el sumo sacerdote, y contaban el dinero que
hallaban en el templo de Jehová, y lo guardaban. 11 Y daban el dinero suficiente a los que hacían
la obra, y a los que tenían a su cargo la casa de Jehová; y ellos lo gastaban en pagar a los
carpinteros y maestros que reparaban la casa de Jehová, 12 y a los albañiles y canteros; y en
comprar la madera y piedra de cantería para reparar las grietas de la casa de Jehová, y en todo lo
que se gastaba en la casa para repararla. 13 Mas de aquel dinero que se traía a la casa de Jehová,
no se hacían tazas de plata, ni despabiladeras, ni jofainas, ni trompetas; ni ningún otro utensilio de
oro ni de plata se hacía para el templo de Jehová; 14 porque lo daban a los que hacían la obra, y
con él reparaban la casa de Jehová. 15 Y no se tomaba cuenta a los hombres en cuyas manos el
dinero era entregado, para que ellos lo diesen a los que hacían la obra; porque lo hacían ellos
fielmente. 16 El dinero por el pecado, y el dinero por la culpa, no se llevaba a la casa de Jehová;
porque era de los sacerdotes.

17 Entonces subió Hazael rey de Siria, y peleó contra Gat, y la tomó. Y se propuso Hazael subir
contra Jerusalén; 18 por lo cual tomó Joás rey de Judá todas las ofrendas que habían dedicado
Josafat y Joram y Ocozías sus padres, reyes de Judá, y las que él había dedicado, y todo el oro que
se halló en los tesoros de la casa de Jehová y en la casa del rey, y lo envió a Hazael rey de Siria; y él
se retiró de Jerusalén.
19 Los demás hechos de Joás, y todo lo que hizo, ¿no está escrito en el libro de las crónicas de los
reyes de Judá? 20 Y se levantaron sus siervos, y conspiraron en conjuración, y mataron a Joás en la
casa de Milo, cuando descendía él a Sila; 21 pues Josacar hijo de Simeat y Jozabad hijo de Somer,
sus siervos, le hirieron, y murió. Y lo sepultaron con sus padres en la ciudad de David, y reinó en su
lugar Amasías su hijo.

Reinado de Joacaz

2 REYES 13

1 En el año veintitrés de Joás hijo de Ocozías, rey de Judá, comenzó a reinar Joacaz hijo de Jehú
sobre Israel en Samaria; y reinó diecisiete años. 2 E hizo lo malo ante los ojos de Jehová, y siguió
en los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, el que hizo pecar a Israel; y no se apartó de ellos. 3 Y se
encendió el furor de Jehová contra Israel, y los entregó en mano de Hazael rey de Siria, y en mano
de Ben-adad hijo de Hazael, por largo tiempo. 4 Mas Joacaz oró en presencia de Jehová, y Jehová
lo oyó; porque miró la aflicción de Israel, pues el rey de Siria los afligía. 5 (Y dio Jehová salvador a
Israel, y salieron del poder de los sirios; y habitaron los hijos de Israel en sus tiendas, como antes.
6 Con todo eso, no se apartaron de los pecados de la casa de Jeroboam, el que hizo pecar a Israel;
en ellos anduvieron; y también la imagen de Asera permaneció en Samaria.) 7 Porque no le había
quedado gente a Joacaz, sino cincuenta hombres de a caballo, diez carros, y diez mil hombres de a
pie; pues el rey de Siria los había destruido, y los había puesto como el polvo para hollar. 8 El resto
de los hechos de Joacaz, y todo lo que hizo, y sus valentías, ¿no está escrito en el libro de las
crónicas de los reyes de Israel? 9 Y durmió Joacaz con sus padres, y lo sepultaron en Samaria, y
reinó en su lugar Joás su hijo.

Reinado de Joás de Israel

10 El año treinta y siete de Joás rey de Judá, comenzó a reinar Joás hijo de Joacaz sobre Israel en
Samaria; y reinó dieciséis años. 11 E hizo lo malo ante los ojos de Jehová; no se apartó de todos los
pecados de Jeroboam hijo de Nabat, el que hizo pecar a Israel; en ellos anduvo. 12 Los demás
hechos de Joás, y todo lo que hizo, y el esfuerzo con que guerreó contra Amasías rey de Judá, ¿no
está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Israel? 13 Y durmió Joás con sus padres, y se
sentó Jeroboam sobre su trono; y Joás fue sepultado en Samaria con los reyes de Israel.
Profecía final y muerte de Eliseo

14 Estaba Eliseo enfermo de la enfermedad de que murió. Y descendió a él Joás rey de Israel, y
llorando delante de él, dijo: ¡Padre mío, padre mío, carro de Israel y su gente de a caballo! 15 Y le
dijo Eliseo: Toma un arco y unas saetas. Tomó él entonces un arco y unas saetas. 16 Luego dijo
Eliseo al rey de Israel: Pon tu mano sobre el arco. Y puso él su mano sobre el arco. Entonces puso
Eliseo sus manos sobre las manos del rey, 17 y dijo: Abre la ventana que da al oriente. Y cuando él
la abrió, dijo Eliseo: Tira. Y tirando él, dijo Eliseo: Saeta de salvación de Jehová, y saeta de salvación
contra Siria; porque herirás a los sirios en Afec hasta consumirlos. 18 Y le volvió a decir: Toma las
saetas. Y luego que el rey de Israel las hubo tomado, le dijo: Golpea la tierra. Y él la golpeó tres
veces, y se detuvo. 19 Entonces el varón de Dios, enojado contra él, le dijo: Al dar cinco o seis
golpes, hubieras derrotado a Siria hasta no quedar ninguno; pero ahora sólo tres veces derrotarás
a Siria.

20 Y murió Eliseo, y lo sepultaron. Entrado el año, vinieron bandas armadas de moabitas a la


tierra. 21 Y aconteció que al sepultar unos a un hombre, súbitamente vieron una banda armada, y
arrojaron el cadáver en el sepulcro de Eliseo; y cuando llegó a tocar el muerto los huesos de Eliseo,
revivió, y se levantó sobre sus pies.

22 Hazael, pues, rey de Siria, afligió a Israel todo el tiempo de Joacaz. 23 Mas Jehová tuvo
misericordia de ellos, y se compadeció de ellos y los miró, a causa de su pacto con Abraham, Isaac
y Jacob; y no quiso destruirlos ni echarlos de delante de su presencia hasta hoy.

24 Y murió Hazael rey de Siria, y reinó en su lugar Ben-adad su hijo. 25 Y volvió Joás hijo de Joacaz
y tomó de mano de Ben-adad hijo de Hazael las ciudades que éste había tomado en guerra de
mano de Joacaz su padre. Tres veces lo derrotó Joás, y restituyó las ciudades a Israel.

Reinado de Amasías

(2 Cr. 25.1-28)
2 REYES 14

1 En el año segundo de Joás hijo de Joacaz rey de Israel, comenzó a reinar Amasías hijo de Joás rey
de Judá. 2 Cuando comenzó a reinar era de veinticinco años, y veintinueve años reinó en
Jerusalén; el nombre de su madre fue Joadán, de Jerusalén. 3 Y él hizo lo recto ante los ojos de
Jehová, aunque no como David su padre; hizo conforme a todas las cosas que había hecho Joás su
padre. 4 Con todo eso, los lugares altos no fueron quitados, porque el pueblo aún sacrificaba y
quemaba incienso en esos lugares altos. 5 Y cuando hubo afirmado en sus manos el reino, mató a
los siervos que habían dado muerte al rey su padre. 6 Pero no mató a los hijos de los que le dieron
muerte, conforme a lo que está escrito en el libro de la ley de Moisés, donde Jehová mandó
diciendo: No matarán a los padres por los hijos, ni a los hijos por los padres, sino que cada uno
morirá por su propio pecado.

7 Este mató asimismo a diez mil edomitas en el Valle de la Sal, y tomó a Sela en batalla, y la llamó
Jocteel, hasta hoy.

8 Entonces Amasías envió mensajeros a Joás hijo de Joacaz, hijo de Jehú, rey de Israel, diciendo:
Ven, para que nos veamos las caras. 9 Y Joás rey de Israel envió a Amasías rey de Judá esta
respuesta: El cardo que está en el Líbano envió a decir al cedro que está en el Líbano: Da tu hija
por mujer a mi hijo. Y pasaron las fieras que están en el Líbano, y hollaron el cardo. 10
Ciertamente has derrotado a Edom, y tu corazón se ha envanecido; gloríate pues, mas quédate en
tu casa. ¿Para qué te metes en un mal, para que caigas tú y Judá contigo?

11 Pero Amasías no escuchó; por lo cual subió Joás rey de Israel, y se vieron las caras él y Amasías
rey de Judá, en Bet-semes, que es de Judá. 12 Y Judá cayó delante de Israel, y huyeron, cada uno a
su tienda. 13 Además Joás rey de Israel tomó a Amasías rey de Judá, hijo de Joás hijo de Ocozías,
en Bet-semes; y vino a Jerusalén, y rompió el muro de Jerusalén desde la puerta de Efraín hasta la
puerta de la esquina, cuatrocientos codos. 14 Y tomó todo el oro, y la plata, y todos los utensilios
que fueron hallados en la casa de Jehová, y en los tesoros de la casa del rey, y a los hijos tomó en
rehenes, y volvió a Samaria.

15 Los demás hechos que ejecutó Joás, y sus hazañas, y cómo peleó contra Amasías rey de Judá,
¿no está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Israel? 16 Y durmió Joás con sus padres,
y fue sepultado en Samaria con los reyes de Israel; y reinó en su lugar Jeroboam su hijo.
17 Y Amasías hijo de Joás, rey de Judá, vivió después de la muerte de Joás hijo de Joacaz, rey de
Israel, quince años. 18 Los demás hechos de Amasías, ¿no están escritos en el libro de las crónicas
de los reyes de Judá? 19 Conspiraron contra él en Jerusalén, y él huyó a Laquis; pero le
persiguieron hasta Laquis, y allá lo mataron. 20 Lo trajeron luego sobre caballos, y lo sepultaron en
Jerusalén con sus padres, en la ciudad de David. 21 Entonces todo el pueblo de Judá tomó a
Azarías, que era de dieciséis años, y lo hicieron rey en lugar de Amasías su padre. 22 Reedificó él a
Elat, y la restituyó a Judá, después que el rey durmió con sus padres.

Reinado de Jeroboam II

23 El año quince de Amasías hijo de Joás rey de Judá, comenzó a reinar Jeroboam hijo de Joás
sobre Israel en Samaria; y reinó cuarenta y un años. 24 E hizo lo malo ante los ojos de Jehová, y no
se apartó de todos los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, el que hizo pecar a Israel. 25 El
restauró los límites de Israel desde la entrada de Hamat hasta el mar del Arabá, conforme a la
palabra de Jehová Dios de Israel, la cual él había hablado por su siervo Jonás hijo de Amitai,
profeta que fue de Gat-hefer. 26 Porque Jehová miró la muy amarga aflicción de Israel; que no
había siervo ni libre, ni quien diese ayuda a Israel; 27 y Jehová no había determinado raer el
nombre de Israel de debajo del cielo; por tanto, los salvó por mano de Jeroboam hijo de Joás.

28 Los demás hechos de Jeroboam, y todo lo que hizo, y su valentía, y todas las guerras que hizo, y
cómo restituyó al dominio de Israel a Damasco y Hamat, que habían pertenecido a Judá, ¿no está
escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Israel? 29 Y durmió Jeroboam con sus padres, los
reyes de Israel, y reinó en su lugar Zacarías su hijo.

Reinado de Azarías

(2 Cr. 26. 3-5, 16-23)

2 REYES 15

1 En el año veintisiete de Jeroboam rey de Israel, comenzó a reinar Azarías hijo de Amasías, rey de
Judá. 2 Cuando comenzó a reinar era de dieciséis años, y cincuenta y dos años reinó en Jerusalén;
el nombre de su madre fue Jecolías, de Jerusalén. 3 E hizo lo recto ante los ojos de Jehová,
conforme a todas las cosas que su padre Amasías había hecho. 4 Con todo eso, los lugares altos no
se quitaron, porque el pueblo sacrificaba aún y quemaba incienso en los lugares altos. 5 Mas
Jehová hirió al rey con lepra, y estuvo leproso hasta el día de su muerte, y habitó en casa
separada, y Jotam hijo del rey tenía el cargo del palacio, gobernando al pueblo. 6 Los demás
hechos de Azarías, y todo lo que hizo, ¿no está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de
Judá? 7 Y durmió Azarías con sus padres, y lo sepultaron con ellos en la ciudad de David, y reinó en
su lugar Jotam su hijo.

Reinado de Zacarías

8 En el año treinta y ocho de Azarías rey de Judá, reinó Zacarías hijo de Jeroboam sobre Israel seis
meses. 9 E hizo lo malo ante los ojos de Jehová, como habían hecho sus padres; no se apartó de
los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, el que hizo pecar a Israel. 10 Contra él conspiró Salum hijo
de Jabes, y lo hirió en presencia de su pueblo, y lo mató, y reinó en su lugar. 11 Los demás hechos
de Zacarías, he aquí que están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Israel. 12 Y esta
fue la palabra de Jehová que había hablado a Jehú, diciendo: Tus hijos hasta la cuarta generación
se sentarán en el trono de Israel. Y fue así.

Reinado de Salum

13 Salum hijo de Jabes comenzó a reinar en el año treinta y nueve de Uzías rey de Judá, y reinó un
mes en Samaria; 14 porque Manahem hijo de Gadi subió de Tirsa y vino a Samaria, e hirió a Salum
hijo de Jabes en Samaria y lo mató, y reinó en su lugar. 15 Los demás hechos de Salum, y la
conspiración que tramó, he aquí que están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Israel.
16 Entonces Manahem saqueó a Tifsa, y a todos los que estaban en ella, y también sus
alrededores desde Tirsa; la saqueó porque no le habían abierto las puertas, y abrió el vientre a
todas sus mujeres que estaban encintas.

Reinado de Manahem

17 En el año treinta y nueve de Azarías rey de Judá, reinó Manahem hijo de Gadi sobre Israel diez
años, en Samaria. 18 E hizo lo malo ante los ojos de Jehová; en todo su tiempo no se apartó de los
pecados de Jeroboam hijo de Nabat, el que hizo pecar a Israel. 19 Y vino Pul rey de Asiria a atacar
la tierra; y Manahem dio a Pul mil talentos de plata para que le ayudara a confirmarse en el reino.
20 E impuso Manahem este dinero sobre Israel, sobre todos los poderosos y opulentos; de cada
uno cincuenta siclos de plata, para dar al rey de Asiria; y el rey de Asiria se volvió, y no se detuvo
allí en el país. 21 Los demás hechos de Manahem, y todo lo que hizo, ¿no está escrito en el libro de
las crónicas de los reyes de Israel? 22 Y durmió Manahem con sus padres, y reinó en su lugar
Pekaía su hijo.

Reinado de Pekaía

23 En el año cincuenta de Azarías rey de Judá, reinó Pekaía hijo de Manahem sobre Israel en
Samaria, dos años. 24 E hizo lo malo ante los ojos de Jehová; no se apartó de los pecados de
Jeroboam hijo de Nabat, el que hizo pecar a Israel. 25 Y conspiró contra él Peka hijo de Remalías,
capitán suyo, y lo hirió en Samaria, en el palacio de la casa real, en compañía de Argob y de Arie, y
de cincuenta hombres de los hijos de los galaaditas; y lo mató, y reinó en su lugar. 26 Los demás
hechos de Pekaía, y todo lo que hizo, he aquí que está escrito en el libro de las crónicas de los
reyes de Israel.

Reinado de Peka

27 En el año cincuenta y dos de Azarías rey de Judá, reinó Peka hijo de Remalías sobre Israel en
Samaria; y reinó veinte años. 28 E hizo lo malo ante los ojos de Jehová; no se apartó de los
pecados de Jeroboam hijo de Nabat, el que hizo pecar a Israel.

29 En los días de Peka rey de Israel, vino Tiglat-pileser rey de los asirios, y tomó a Ijón, Abel-bet-
maaca, Janoa, Cedes, Hazor, Galaad, Galilea, y toda la tierra de Neftalí; y los llevó cautivos a Asiria.
30 Y Oseas hijo de Ela conspiró contra Peka hijo de Remalías, y lo hirió y lo mató, y reinó en su
lugar, a los veinte años de Jotam hijo de Uzías. 31 Los demás hechos de Peka, y todo lo que hizo,
he aquí que está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Israel.

Reinado de Jotam

(2 Cr. 27.1-9)
32 En el segundo año de Peka hijo de Remalías rey de Israel, comenzó a reinar Jotam hijo de Uzías
rey de Judá. 33 Cuando comenzó a reinar era de veinticinco años, y reinó dieciséis años en
Jerusalén. El nombre de su madre fue Jerusa hija de Sadoc. 34 Y él hizo lo recto ante los ojos de
Jehová; hizo conforme a todas las cosas que había hecho su padre Uzías. 35 Con todo eso, los
lugares altos no fueron quitados, porque el pueblo sacrificaba aún, y quemaba incienso en los
lugares altos. Edificó él la puerta más alta de la casa de Jehová. 36 Los demás hechos de Jotam, y
todo lo que hizo, ¿no está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Judá? 37 En aquel
tiempo comenzó Jehová a enviar contra Judá a Rezín rey de Siria, y a Peka hijo de Remalías. 38 Y
durmió Jotam con sus padres, y fue sepultado con ellos en la ciudad de David su padre, y reinó en
su lugar Acaz su hijo.

Reinado de Acaz

(2 Cr. 28.1-27)

2 REYES 16

1 En el año diecisiete de Peka hijo de Remalías, comenzó a reinar Acaz hijo de Jotam rey de Judá. 2
Cuando comenzó a reinar Acaz era de veinte años, y reinó en Jerusalén dieciséis años; y no hizo lo
recto ante los ojos de Jehová su Dios, como David su padre. 3 Antes anduvo en el camino de los
reyes de Israel, y aun hizo pasar por fuego a su hijo, según las prácticas abominables de las
naciones que Jehová echó de delante de los hijos de Israel. 4 Asimismo sacrificó y quemó incienso
en los lugares altos, y sobre los collados, y debajo de todo árbol frondoso.

5 Entonces Rezín rey de Siria y Peka hijo de Remalías, rey de Israel, subieron a Jerusalén para hacer
guerra y sitiar a Acaz; mas no pudieron tomarla. 6 En aquel tiempo el rey de Edom recobró Elat
para Edom, y echó de Elat a los hombres de Judá; y los de Edom vinieron a Elat y habitaron allí
hasta hoy. 7 Entonces Acaz envió embajadores a Tiglat-pileser rey de Asiria, diciendo: Yo soy tu
siervo y tu hijo; sube, y defiéndeme de mano del rey de Siria, y de mano del rey de Israel, que se
han levantado contra mí. 8 Y tomando Acaz la plata y el oro que se halló en la casa de Jehová, y en
los tesoros de la casa real, envió al rey de Asiria un presente. 9 Y le atendió el rey de Asiria; pues
subió el rey de Asiria contra Damasco, y la tomó, y llevó cautivos a los moradores a Kir, y mató a
Rezín.
10 Después fue el rey Acaz a encontrar a Tiglat-pileser rey de Asiria en Damasco; y cuando vio el
rey Acaz el altar que estaba en Damasco, envió al sacerdote Urías el diseño y la descripción del
altar, conforme a toda su hechura. 11 Y el sacerdote Urías edificó el altar; conforme a todo lo que
el rey Acaz había enviado de Damasco, así lo hizo el sacerdote Urías, entre tanto que el rey Acaz
venía de Damasco. 12 Y luego que el rey vino de Damasco, y vio el altar, se acercó el rey a él, y
ofreció sacrificios en él; 13 y encendió su holocausto y su ofrenda, y derramó sus libaciones, y
esparció la sangre de sus sacrificios de paz junto al altar. 14 E hizo acercar el altar de bronce que
estaba delante de Jehová, en la parte delantera de la casa, entre el altar y el templo de Jehová, y lo
puso al lado del altar hacia el norte. 15 Y mandó el rey Acaz al sacerdote Urías, diciendo: En el gran
altar encenderás el holocausto de la mañana y la ofrenda de la tarde, y el holocausto del rey y su
ofrenda, y asimismo el holocausto de todo el pueblo de la tierra y su ofrenda y sus libaciones; y
esparcirás sobre él toda la sangre del holocausto, y toda la sangre del sacrificio. El altar de bronce
será mío para consultar en él. 16 E hizo el sacerdote Urías conforme a todas las cosas que el rey
Acaz le mandó.

17 Y cortó el rey Acaz los tableros de las basas, y les quitó las fuentes; y quitó también el mar de
sobre los bueyes de bronce que estaban debajo de él, y lo puso sobre el suelo de piedra. 18
Asimismo el pórtico para los días de reposo, que habían edificado en la casa, y el pasadizo de
afuera, el del rey, los quitó del templo de Jehová, por causa del rey de Asiria. 19 Los demás hechos
que puso por obra Acaz, ¿no están todos escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Judá?
20 Y durmió el rey Acaz con sus padres, y fue sepultado con ellos en la ciudad de David, y reinó en
su lugar su hijo Ezequías.

Caída de Samaria y cautiverio de Israel

2 REYES 17

1 En el año duodécimo de Acaz rey de Judá, comenzó a reinar Oseas hijo de Ela en Samaria sobre
Israel; y reinó nueve años. 2 E hizo lo malo ante los ojos de Jehová, aunque no como los reyes de
Israel que habían sido antes de él. 3 Contra éste subió Salmanasar rey de los asirios; y Oseas fue
hecho su siervo, y le pagaba tributo. 4 Mas el rey de Asiria descubrió que Oseas conspiraba;
porque había enviado embajadores a So, rey de Egipto, y no pagaba tributo al rey de Asiria, como
lo hacía cada año; por lo que el rey de Asiria le detuvo, y le aprisionó en la casa de la cárcel. 5 Y el
rey de Asiria invadió todo el país, y sitió a Samaria, y estuvo sobre ella tres años. 6 En el año nueve
de Oseas, el rey de Asiria tomó Samaria, y llevó a Israel cautivo a Asiria, y los puso en Halah, en
Habor junto al río Gozán, y en las ciudades de los medos.
7 Porque los hijos de Israel pecaron contra Jehová su Dios, que los sacó de tierra de Egipto, de bajo
la mano de Faraón rey de Egipto, y temieron a dioses ajenos, 8 y anduvieron en los estatutos de
las naciones que Jehová había lanzado de delante de los hijos de Israel, y en los estatutos que
hicieron los reyes de Israel. 9 Y los hijos de Israel hicieron secretamente cosas no rectas contra
Jehová su Dios, edificándose lugares altos en todas sus ciudades, desde las torres de las atalayas
hasta las ciudades fortificadas, 10 y levantaron estatuas e imágenes de Asera en todo collado alto,
y debajo de todo árbol frondoso, 11 y quemaron allí incienso en todos los lugares altos, a la
manera de la naciones que Jehová había traspuesto de delante de ellos, e hicieron cosas muy
malas para provocar a ira a Jehová. 12 Y servían a los ídolos, de los cuales Jehová les había dicho:
Vosotros no habéis de hacer esto. 13 Jehová amonestó entonces a Israel y a Judá por medio de
todos los profetas y de todos los videntes, diciendo: Volveos de vuestros malos caminos, y
guardad mis mandamientos y mis ordenanzas, conforme a todas las leyes que yo prescribí a
vuestros padres, y que os he enviado por medio de mis siervos los profetas. 14 Mas ellos no
obedecieron, antes endurecieron su cerviz, como la cerviz de sus padres, los cuales no creyeron en
Jehová su Dios. 15 Y desecharon sus estatutos, y el pacto que él había hecho con sus padres, y los
testimonios que él había prescrito a ellos; y siguieron la vanidad, y se hicieron vanos, y fueron en
pos de las naciones que estaban alrededor de ellos, de las cuales Jehová les había mandado que
no hiciesen a la manera de ellas. 16 Dejaron todos los mandamientos de Jehová su Dios, y se
hicieron imágenes fundidas de dos becerros, y también imágenes de Asera, y adoraron a todo el
ejército de los cielos, y sirvieron a Baal; 17 e hicieron pasar a sus hijos y a sus hijas por fuego; y se
dieron a adivinaciones y agüeros, y se entregaron a hacer lo malo ante los ojos de Jehová,
provocándole a ira. 18 Jehová, por tanto, se airó en gran manera contra Israel, y los quitó de
delante de su rostro; y no quedó sino sólo la tribu de Judá.

19 Mas ni aun Judá guardó los mandamientos de Jehová su Dios, sino que anduvieron en los
estatutos de Israel, los cuales habían ellos hecho. 20 Y desechó Jehová a toda la descendencia de
Israel, y los afligió, y los entregó en manos de saqueadores, hasta echarlos de su presencia.

21 Porque separó a Israel de la casa de David, y ellos hicieron rey a Jeroboam hijo de Nabat; y
Jeroboam apartó a Israel de en pos de Jehová, y les hizo cometer gran pecado. 22 Y los hijos de
Israel anduvieron en todos los pecados de Jeroboam que él hizo, sin apartarse de ellos, 23 hasta
que Jehová quitó a Israel de delante de su rostro, como él lo había dicho por medio de todos los
profetas sus siervos; e Israel fue llevado cautivo de su tierra a Asiria, hasta hoy.

Asiria puebla de nuevo a Samaria


24 Y trajo el rey de Asiria gente de Babilonia, de Cuta, de Ava, de Hamat y de Sefarvaim, y los puso
en las ciudades de Samaria, en lugar de los hijos de Israel; y poseyeron a Samaria, y habitaron en
sus ciudades. 25 Y aconteció al principio, cuando comenzaron a habitar allí, que no temiendo ellos
a Jehová, envió Jehová contra ellos leones que los mataban. 26 Dijeron, pues, al rey de Asiria: Las
gentes que tú trasladaste y pusiste en las ciudades de Samaria, no conocen la ley del Dios de
aquella tierra, y él ha echado leones en medio de ellos, y he aquí que los leones los matan, porque
no conocen la ley del Dios de la tierra. 27 Y el rey de Asiria mandó, diciendo: Llevad allí a alguno de
los sacerdotes que trajisteis de allá, y vaya y habite allí, y les enseñe la ley del Dios del país. 28 Y
vino uno de los sacerdotes que habían llevado cautivo de Samaria, y habitó en Bet-el, y les enseñó
cómo habían de temer a Jehová.

29 Pero cada nación se hizo sus dioses, y los pusieron en los templos de los lugares altos que
habían hecho los de Samaria; cada nación en su ciudad donde habitaba. 30 Los de Babilonia
hicieron a Sucot-benot, los de Cuta hicieron a Nergal, y los de Hamat hicieron a Asima. 31 Los
aveos hicieron a Nibhaz y a Tartac, y los de Sefarvaim quemaban sus hijos en el fuego para adorar
a Adramelec y a Anamelec, dioses de Sefarvaim. 32 Temían a Jehová, e hicieron del bajo pueblo
sacerdotes de los lugares altos, que sacrificaban para ellos en los templos de los lugares altos. 33
Temían a Jehová, y honraban a sus dioses, según la costumbre de las naciones de donde habían
sido trasladados. 34 Hasta hoy hacen como antes: ni temen a Jehová, ni guardan sus estatutos ni
sus ordenanzas, ni hacen según la ley y los mandamientos que prescribió Jehová a los hijos de
Jacob, al cual puso el nombre de Israel; 35 con los cuales Jehová había hecho pacto, y les mandó
diciendo: No temeréis a otros dioses, ni los adoraréis, ni les serviréis, ni les haréis sacrificios. 36
Mas a Jehová, que os sacó de tierra de Egipto con grande poder y brazo extendido, a éste
temeréis, y a éste adoraréis, y a éste haréis sacrificio. 37 Los estatutos y derechos y ley y
mandamientos que os dio por escrito, cuidaréis siempre de ponerlos por obra, y no temeréis a
dioses ajenos. 38 No olvidaréis el pacto que hice con vosotros, ni temeréis a dioses ajenos; 39 mas
temed a Jehová vuestro Dios, y él os librará de mano de todos vuestros enemigos. 40 Pero ellos no
escucharon; antes hicieron según su costumbre antigua. 41 Así temieron a Jehová aquellas gentes,
y al mismo tiempo sirvieron a sus ídolos; y también sus hijos y sus nietos, según como hicieron sus
padres, así hacen hasta hoy.

Reinado de Ezequías

(2 Cr. 29.1-2)

2 REYES 18
1 En el tercer año de Oseas hijo de Ela, rey de Israel, comenzó a reinar Ezequías hijo de Acaz rey de
Judá. 2 Cuando comenzó a reinar era de veinticinco años, y reinó en Jerusalén veintinueve años. El
nombre de su madre fue Abi hija de Zacarías. 3 Hizo lo recto ante los ojos de Jehová, conforme a
todas las cosas que había hecho David su padre. 4 El quitó los lugares altos, y quebró las imágenes,
y cortó los símbolos de Asera, e hizo pedazos la serpiente de bronce que había hecho Moisés,
porque hasta entonces le quemaban incienso los hijos de Israel; y la llamó Nehustán. 5 En Jehová
Dios de Israel puso su esperanza; ni después ni antes de él hubo otro como él entre todos los reyes
de Judá. 6 Porque siguió a Jehová, y no se apartó de él, sino que guardó los mandamientos que
Jehová prescribió a Moisés. 7 Y Jehová estaba con él; y adondequiera que salía, prosperaba. El se
rebeló contra el rey de Asiria, y no le sirvió. 8 Hirió también a los filisteos hasta Gaza y sus
fronteras, desde las torres de las atalayas hasta la ciudad fortificada.

Caída de Samaria

9 En el cuarto año del rey Ezequías, que era el año séptimo de Oseas hijo de Ela, rey de Israel,
subió Salmanasar rey de los asirios contra Samaria, y la sitió, 10 y la tomaron al cabo de tres años.
En el año sexto de Ezequías, el cual era el año noveno de Oseas rey de Israel, fue tomada Samaria.
11 Y el rey de Asiria llevó cautivo a Israel a Asiria, y los puso en Halah, en Habor junto al río Gozán,
y en las ciudades de los medos; 12 por cuanto no habían atendido a la voz de Jehová su Dios, sino
que habían quebrantado su pacto; y todas las cosas que Moisés siervo de Jehová había mandado,
no las habían escuchado, ni puesto por obra.

Senaquerib invade a Judá

(2 Cr. 32.1-19; Is. 36.1-22)

13 A los catorce años del rey Ezequías, subió Senaquerib rey de Asiria contra todas las ciudades
fortificadas de Judá, y las tomó. 14 Entonces Ezequías rey de Judá envió a decir al rey de Asiria que
estaba en Laquis: Yo he pecado; apártate de mí, y haré todo lo que me impongas. Y el rey de Asiria
impuso a Ezequías rey de Judá trescientos talentos de plata, y treinta talentos de oro. 15 Dio, por
tanto, Ezequías toda la plata que fue hallada en la casa de Jehová, y en los tesoros de la casa real.
16 Entonces Ezequías quitó el oro de las puertas del templo de Jehová y de los quiciales que el
mismo rey Ezequías había cubierto de oro, y lo dio al rey de Asiria. 17 Después el rey de Asiria
envió contra el rey Ezequías al Tartán, al Rabsaris y al Rabsaces, con un gran ejército, desde Laquis
contra Jerusalén, y subieron y vinieron a Jerusalén. Y habiendo subido, vinieron y acamparon junto
al acueducto del estanque de arriba, en el camino de la heredad del Lavador. 18 Llamaron luego al
rey, y salió a ellos Eliaquim hijo de Hilcías, mayordomo, y Sebna escriba, y Joa hijo de Asaf,
canciller.

19 Y les dijo el Rabsaces: Decid ahora a Ezequías: Así dice el gran rey de Asiria: ¿Qué confianza es
esta en que te apoyas? 20 Dices (pero son palabras vacías): Consejo tengo y fuerzas para la guerra.
Mas ¿en qué confías, que te has rebelado contra mí? 21 He aquí que confías en este báculo de
caña cascada, en Egipto, en el cual si alguno se apoyare, se le entrará por la mano y la traspasará.
Tal es Faraón rey de Egipto para todos los que en él confían. 22 Y si me decís: Nosotros confiamos
en Jehová nuestro Dios, ¿no es éste aquel cuyos lugares altos y altares ha quitado Ezequías, y ha
dicho a Judá y a Jerusalén: Delante de este altar adoraréis en Jerusalén? 23 Ahora, pues, yo te
ruego que des rehenes a mi señor, el rey de Asiria, y yo te daré dos mil caballos, si tú puedes dar
jinetes para ellos. 24 ¿Cómo, pues, podrás resistir a un capitán, al menor de los siervos de mi
señor, aunque estés confiado en Egipto con sus carros y su gente de a caballo? 25 ¿Acaso he
venido yo ahora sin Jehová a este lugar, para destruirlo? Jehová me ha dicho: Sube a esta tierra, y
destrúyela.

26 Entonces dijo Eliaquim hijo de Hilcías, y Sebna y Joa, al Rabsaces: Te rogamos que hables a tus
siervos en arameo, porque nosotros lo entendemos, y no hables con nosotros en lengua de Judá a
oídos del pueblo que está sobre el muro. 27 Y el Rabsaces les dijo: ¿Me ha enviado mi señor para
decir estas palabras a ti y a tu señor, y no a los hombres que están sobre el muro, expuestos a
comer su propio estiércol y beber su propia orina con vosotros?

28 Entonces el Rabsaces se puso en pie y clamó a gran voz en lengua de Judá, y habló diciendo:
Oíd la palabra del gran rey, el rey de Asiria. 29 Así ha dicho el rey: No os engañe Ezequías, porque
no os podrá librar de mi mano. 30 Y no os haga Ezequías confiar en Jehová, diciendo: Ciertamente
nos librará Jehová, y esta ciudad no será entregada en mano del rey de Asiria. 31 No escuchéis a
Ezequías, porque así dice el rey de Asiria: Haced conmigo paz, y salid a mí, y coma cada uno de su
vid y de su higuera, y beba cada uno las aguas de su pozo, 32 hasta que yo venga y os lleve a una
tierra como la vuestra, tierra de grano y de vino, tierra de pan y de viñas, tierra de olivas, de
aceite, y de miel; y viviréis, y no moriréis. No oigáis a Ezequías, porque os engaña cuando dice:
Jehová nos librará. 33 ¿Acaso alguno de los dioses de las naciones ha librado su tierra de la mano
del rey de Asiria? 34 ¿Dónde está el dios de Hamat y de Arfad? ¿Dónde está el dios de Sefarvaim,
de Hena, y de Iva? ¿Pudieron éstos librar a Samaria de mi mano? 35 ¿Qué dios de todos los dioses
de estas tierras ha librado su tierra de mi mano, para que Jehová libre de mi mano a Jerusalén?
36 Pero el pueblo calló, y no le respondió palabra; porque había mandamiento del rey, el cual
había dicho: No le respondáis. 37 Entonces Eliaquim hijo de Hilcías, mayordomo, y Sebna escriba, y
Joa hijo de Asaf, canciller, vinieron a Ezequías, rasgados sus vestidos, y le contaron las palabras del
Rabsaces.

Judá es librado de Senaquerib

(2 Cr. 32.20-23; Is. 37.1-38)

2 REYES 19

1 Cuando el rey Ezequías lo oyó, rasgó sus vestidos y se cubrió de cilicio, y entró en la casa de
Jehová. 2 Y envió a Eliaquim mayordomo, a Sebna escriba y a los ancianos de los sacerdotes,
cubiertos de cilicio, al profeta Isaías hijo de Amoz, 3 para que le dijesen: Así ha dicho Ezequías:
Este día es día de angustia, de reprensión y de blasfemia; porque los hijos están a punto de nacer,
y la que da a luz no tiene fuerzas. 4 Quizá oirá Jehová tu Dios todas las palabras del Rabsaces, a
quien el rey de los asirios su señor ha enviado para blasfemar al Dios viviente, y para vituperar con
palabras, las cuales Jehová tu Dios ha oído; por tanto, eleva oración por el remanente que aún
queda. 5 Vinieron, pues, los siervos del rey Ezequías a Isaías. 6 E Isaías les respondió: Así diréis a
vuestro señor: Así ha dicho Jehová: No temas por las palabras que has oído, con las cuales me han
blasfemado los siervos del rey de Asiria. 7 He aquí pondré yo en él un espíritu, y oirá rumor, y
volverá a su tierra; y haré que en su tierra caiga a espada.

8 Y regresando el Rabsaces, halló al rey de Asiria combatiendo contra Libna; porque oyó que se
había ido de Laquis. 9 Y oyó decir que Tirhaca rey de Etiopía había salido para hacerle guerra.
Entonces volvió él y envió embajadores a Ezequías, diciendo: 10 Así diréis a Ezequías rey de Judá:
No te engañe tu Dios en quien tú confías, para decir: Jerusalén no será entregada en mano del rey
de Asiria. 11 He aquí tú has oído lo que han hecho los reyes de Asiria a todas las tierras,
destruyéndolas; ¿y escaparás tú? 12 ¿Acaso libraron sus dioses a las naciones que mis padres
destruyeron, esto es, Gozán, Harán, Resef, y los hijos de Edén que estaban en Telasar? 13 ¿Dónde
está el rey de Hamat, el rey de Arfad, y el rey de la ciudad de Sefarvaim, de Hena y de Iva?

14 Y tomó Ezequías las cartas de mano de los embajadores; y después que las hubo leído, subió a
la casa de Jehová, y las extendió Ezequías delante de Jehová. 15 Y oró Ezequías delante de Jehová,
diciendo: Jehová Dios de Israel, que moras entre los querubines, sólo tú eres Dios de todos los
reinos de la tierra; tú hiciste el cielo y la tierra. 16 Inclina, oh Jehová, tu oído, y oye; abre, oh
Jehová, tus ojos, y mira; y oye las palabras de Senaquerib, que ha enviado a blasfemar al Dios
viviente. 17 Es verdad, oh Jehová, que los reyes de Asiria han destruido las naciones y sus tierras;
18 y que echaron al fuego a sus dioses, por cuanto ellos no eran dioses, sino obra de manos de
hombres, madera o piedra, y por eso los destruyeron. 19 Ahora, pues, oh Jehová Dios nuestro,
sálvanos, te ruego, de su mano, para que sepan todos los reinos de la tierra que sólo tú, Jehová,
eres Dios. 20 Entonces Isaías hijo de Amoz envió a decir a Ezequías: Así ha dicho Jehová, Dios de
Israel: Lo que me pediste acerca de Senaquerib rey de Asiria, he oído. 21 Esta es la palabra que
Jehová ha pronunciado acerca de él: La virgen hija de Sion te menosprecia, te escarnece; detrás de
ti mueve su cabeza la hija de Jerusalén. 22 ¿A quién has vituperado y blasfemado? ¿y contra quién
has alzado la voz, y levantado en alto tus ojos? Contra el Santo de Israel. 23 Por mano de tus
mensajeros has vituperado a Jehová, y has dicho: Con la multitud de mis carros he subido a las
alturas de los montes, a lo más inaccesible del Líbano; cortaré sus altos cedros, sus cipreses más
escogidos; me alojaré en sus más remotos lugares, en el bosque de sus feraces campos. 24 Yo he
cavado y bebido las aguas extrañas, he secado con las plantas de mis pies todos los ríos de Egipto.
25 ¿Nunca has oído que desde tiempos antiguos yo lo hice, y que desde los días de la antigüedad
lo tengo ideado? Y ahora lo he hecho venir, y tú serás para hacer desolaciones, para reducir las
ciudades fortificadas a montones de escombros. 26 Sus moradores fueron de corto poder; fueron
acobardados y confundidos; vinieron a ser como la hierba del campo, y como hortaliza verde,
como heno de los terrados, marchitado antes de su madurez. 27 He conocido tu situación, tu
salida y tu entrada, y tu furor contra mí. 28 Por cuanto te has airado contra mí, por cuanto tu
arrogancia ha subido a mis oídos, yo pondré mi garfio en tu nariz, y mi freno en tus labios, y te
haré volver por el camino por donde viniste.

29 Y esto te daré por señal, oh Ezequías: Este año comeréis lo que nacerá de suyo, y el segundo
año lo que nacerá de suyo; y el tercer año sembraréis, y segaréis, y plantaréis viñas, y comeréis el
fruto de ellas. 30 Y lo que hubiere escapado, lo que hubiere quedado de la casa de Judá, volverá a
echar raíces abajo, y llevará fruto arriba. 31 Porque saldrá de Jerusalén remanente, y del monte de
Sion los que se salven. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto.

32 Por tanto, así dice Jehová acerca del rey de Asiria: No entrará en esta ciudad, ni echará saeta en
ella; ni vendrá delante de ella con escudo, ni levantará contra ella baluarte. 33 Por el mismo
camino que vino, volverá, y no entrará en esta ciudad, dice Jehová. 34 Porque yo ampararé esta
ciudad para salvarla, por amor a mí mismo, y por amor a David mi siervo.

35 Y aconteció que aquella misma noche salió el ángel de Jehová, y mató en el campamento de los
asirios a ciento ochenta y cinco mil; y cuando se levantaron por la mañana, he aquí que todo era
cuerpos de muertos. 36 Entonces Senaquerib rey de Asiria se fue, y volvió a Nínive, donde se
quedó. 37 Y aconteció que mientras él adoraba en el templo de Nisroc su dios, Adramelec y
Sarezer sus hijos lo hirieron a espada, y huyeron a tierra de Ararat. Y reinó en su lugar Esarhadón
su hijo.

Enfermedad de Ezequías

(2 Cr. 32.24-26; Is. 38.1-22)

2 REYES 20

1 En aquellos días Ezequías cayó enfermo de muerte. Y vino a él el profeta Isaías hijo de Amoz, y le
dijo: Jehová dice así: Ordena tu casa, porque morirás, y no vivirás. 2 Entonces él volvió su rostro a
la pared, y oró a Jehová y dijo: 3 Te ruego, oh Jehová, te ruego que hagas memoria de que he
andado delante de ti en verdad y con íntegro corazón, y que he hecho las cosas que te agradan. Y
lloró Ezequías con gran lloro. 4 Y antes que Isaías saliese hasta la mitad del patio, vino palabra de
Jehová a Isaías, diciendo: 5 Vuelve, y di a Ezequías, príncipe de mi pueblo: Así dice Jehová, el Dios
de David tu padre: Yo he oído tu oración, y he visto tus lágrimas; he aquí que yo te sano; al tercer
día subirás a la casa de Jehová. 6 Y añadiré a tus días quince años, y te libraré a ti y a esta ciudad
de mano del rey de Asiria; y ampararé esta ciudad por amor a mí mismo, y por amor a David mi
siervo. 7 Y dijo Isaías: Tomad masa de higos. Y tomándola, la pusieron sobre la llaga, y sanó.

8 Y Ezequías había dicho a Isaías: ¿Qué señal tendré de que Jehová me sanará, y que subiré a la
casa de Jehová al tercer día? 9 Respondió Isaías: Esta señal tendrás de Jehová, de que hará Jehová
esto que ha dicho: ¿Avanzará la sombra diez grados, o retrocederá diez grados? 10 Y Ezequías
respondió: Fácil cosa es que la sombra decline diez grados; pero no que la sombra vuelva atrás
diez grados. 11 Entonces el profeta Isaías clamó a Jehová; e hizo volver la sombra por los grados
que había descendido en el reloj de Acaz, diez grados atrás.

Ezequías recibe a los enviados de Babilonia

(2 Cr. 32.27-31; Is. 39.1-8)


12 En aquel tiempo Merodac-baladán hijo de Baladán, rey de Babilonia, envió mensajeros con
cartas y presentes a Ezequías, porque había oído que Ezequías había caído enfermo. 13 Y Ezequías
los oyó, y les mostró toda la casa de sus tesoros, plata, oro, y especias, y ungüentos preciosos, y la
casa de sus armas, y todo lo que había en sus tesoros; ninguna cosa quedó que Ezequías no les
mostrase, así en su casa como en todos sus dominios. 14 Entonces el profeta Isaías vino al rey
Ezequías, y le dijo: ¿Qué dijeron aquellos varones, y de dónde vinieron a ti? Y Ezequías le
respondió: De lejanas tierras han venido, de Babilonia. 15 Y él le volvió a decir: ¿Qué vieron en tu
casa? Y Ezequías respondió: Vieron todo lo que había en mi casa; nada quedó en mis tesoros que
no les mostrase.

16 Entonces Isaías dijo a Ezequías: Oye palabra de Jehová: 17 He aquí vienen días en que todo lo
que está en tu casa, y todo lo que tus padres han atesorado hasta hoy, será llevado a Babilonia, sin
quedar nada, dijo Jehová. 18 Y de tus hijos que saldrán de ti, que habrás engendrado, tomarán, y
serán eunucos en el palacio del rey de Babilonia. 19 Entonces Ezequías dijo a Isaías: La palabra de
Jehová que has hablado, es buena. Después dijo: Habrá al menos paz y seguridad en mis días.

Muerte de Ezequías

(2 Cr. 32.32-33)

20 Los demás hechos de Ezequías, y todo su poderío, y cómo hizo el estanque y el conducto, y
metió las aguas en la ciudad, ¿no está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Judá? 21 Y
durmió Ezequías con sus padres, y reinó en su lugar Manasés su hijo.

Reinado de Manasés

(2 Cr. 33.1-20)

2 REYES 21
1 De doce años era Manasés cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén cincuenta y cinco
años; el nombre de su madre fue Hepsiba. 2 E hizo lo malo ante los ojos de Jehová, según las
abominaciones de las naciones que Jehová había echado de delante de los hijos de Israel. 3
Porque volvió a edificar los lugares altos que Ezequías su padre había derribado, y levantó altares a
Baal, e hizo una imagen de Asera, como había hecho Acab rey de Israel; y adoró a todo el ejército
de los cielos, y rindió culto a aquellas cosas. 4 Asimismo edificó altares en la casa de Jehová, de la
cual Jehová había dicho: Yo pondré mi nombre en Jerusalén. 5 Y edificó altares para todo el
ejército de los cielos en los dos atrios de la casa de Jehová. 6 Y pasó a su hijo por fuego, y se dio a
observar los tiempos, y fue agorero, e instituyó encantadores y adivinos, multiplicando así el hacer
lo malo ante los ojos de Jehová, para provocarlo a ira. 7 Y puso una imagen de Asera que él había
hecho, en la casa de la cual Jehová había dicho a David y a Salomón su hijo: Yo pondré mi nombre
para siempre en esta casa, y en Jerusalén, a la cual escogí de todas las tribus de Israel; 8 y no
volveré a hacer que el pie de Israel sea movido de la tierra que di a sus padres, con tal que
guarden y hagan conforme a todas las cosas que yo les he mandado, y conforme a toda la ley que
mi siervo Moisés les mandó. 9 Mas ellos no escucharon; y Manasés los indujo a que hiciesen más
mal que las naciones que Jehová destruyó delante de los hijos de Israel.

10 Habló, pues, Jehová por medio de sus siervos los profetas, diciendo: 11 Por cuanto Manasés rey
de Judá ha hecho estas abominaciones, y ha hecho más mal que todo lo que hicieron los amorreos
que fueron antes de él, y también ha hecho pecar a Judá con sus ídolos; 12 por tanto, así ha dicho
Jehová el Dios de Israel: He aquí yo traigo tal mal sobre Jerusalén y sobre Judá, que al que lo oyere
le retiñirán ambos oídos. 13 Y extenderé sobre Jerusalén el cordel de Samaria y la plomada de la
casa de Acab; y limpiaré a Jerusalén como se limpia un plato, que se friega y se vuelve boca abajo.
14 Y desampararé el resto de mi heredad, y lo entregaré en manos de sus enemigos; y serán para
presa y despojo de todos sus adversarios; 15 por cuanto han hecho lo malo ante mis ojos, y me
han provocado a ira, desde el día que sus padres salieron de Egipto hasta hoy.

16 Fuera de esto, derramó Manasés mucha sangre inocente en gran manera, hasta llenar a
Jerusalén de extremo a extremo; además de su pecado con que hizo pecar a Judá, para que hiciese
lo malo ante los ojos de Jehová.

17 Los demás hechos de Manasés, y todo lo que hizo, y el pecado que cometió, ¿no está todo
escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Judá? 18 Y durmió Manasés con sus padres, y fue
sepultado en el huerto de su casa, en el huerto de Uza, y reinó en su lugar Amón su hijo.

Reinado de Amón
(2 Cr. 33.21-25)

19 De veintidós años era Amón cuando comenzó a reinar, y reinó dos años en Jerusalén. El
nombre de su madre fue Mesulemet hija de Haruz, de Jotba. 20 E hizo lo malo ante los ojos de
Jehová, como había hecho Manasés su padre. 21 Y anduvo en todos los caminos en que su padre
anduvo, y sirvió a los ídolos a los cuales había servido su padre, y los adoró; 22 y dejó a Jehová el
Dios de sus padres, y no anduvo en el camino de Jehová. 23 Y los siervos de Amón conspiraron
contra él, y mataron al rey en su casa. 24 Entonces el pueblo de la tierra mató a todos los que
habían conspirado contra el rey Amón; y puso el pueblo de la tierra por rey en su lugar a Josías su
hijo. 25 Los demás hechos de Amón, ¿no están todos escritos en el libro de las crónicas de los
reyes de Judá? 26 Y fue sepultado en su sepulcro en el huerto de Uza, y reinó en su lugar Josías su
hijo.

Reinado de Josías

(2 Cr. 34.1-2)

2 REYES 22

1 Cuando Josías comenzó a reinar era de ocho años, y reinó en Jerusalén treinta y un años. El
nombre de su madre fue Jedida hija de Adaía, de Boscat. 2 E hizo lo recto ante los ojos de Jehová,
y anduvo en todo el camino de David su padre, sin apartarse a derecha ni a izquierda.

Hallazgo del libro de la ley

(2 Cr. 34.8-33)

3 A los dieciocho años del rey Josías, envió el rey a Safán hijo de Azalía, hijo de Mesulam, escriba, a
la casa de Jehová, diciendo: 4 Ve al sumo sacerdote Hilcías, y dile que recoja el dinero que han
traído a la casa de Jehová, que han recogido del pueblo los guardianes de la puerta, 5 y que lo
pongan en manos de los que hacen la obra, que tienen a su cargo el arreglo de la casa de Jehová, y
que lo entreguen a los que hacen la obra de la casa de Jehová, para reparar las grietas de la casa; 6
a los carpinteros, maestros y albañiles, para comprar madera y piedra de cantería para reparar la
casa; 7 y que no se les tome cuenta del dinero cuyo manejo se les confiare, porque ellos proceden
con honradez.

8 Entonces dijo el sumo sacerdote Hilcías al escriba Safán: He hallado el libro de la ley en la casa de
Jehová. E Hilcías dio el libro a Safán, y lo leyó. 9 Viniendo luego el escriba Safán al rey, dio cuenta
al rey y dijo: Tus siervos han recogido el dinero que se halló en el templo, y lo han entregado en
poder de los que hacen la obra, que tienen a su cargo el arreglo de la casa de Jehová. 10 Asimismo
el escriba Safán declaró al rey, diciendo: El sacerdote Hilcías me ha dado un libro. Y lo leyó Safán
delante del rey.

11 Y cuando el rey hubo oído las palabras del libro de la ley, rasgó sus vestidos. 12 Luego el rey dio
orden al sacerdote Hilcías, a Ahicam hijo de Safán, a Acbor hijo de Micaías, al escriba Safán y a
Asaías siervo del rey, diciendo: 13 Id y preguntad a Jehová por mí, y por el pueblo, y por todo Judá,
acerca de las palabras de este libro que se ha hallado; porque grande es la ira de Jehová que se ha
encendido contra nosotros, por cuanto nuestros padres no escucharon las palabras de este libro,
para hacer conforme a todo lo que nos fue escrito.

14 Entonces fueron el sacerdote Hilcías, y Ahicam, Acbor, Safán y Asaías, a la profetisa Hulda,
mujer de Salum hijo de Ticva, hijo de Harhas, guarda de las vestiduras, la cual moraba en Jerusalén
en la segunda parte de la ciudad, y hablaron con ella. 15 Y ella les dijo: Así ha dicho Jehová el Dios
de Israel: Decid al varón que os envió a mí: 16 Así dijo Jehová: He aquí yo traigo sobre este lugar, y
sobre los que en él moran, todo el mal de que habla este libro que ha leído el rey de Judá; 17 por
cuanto me dejaron a mí, y quemaron incienso a dioses ajenos, provocándome a ira con toda la
obra de sus manos; mi ira se ha encendido contra este lugar, y no se apagará. 18 Mas al rey de
Judá que os ha enviado para que preguntaseis a Jehová, diréis así: Así ha dicho Jehová el Dios de
Israel: Por cuanto oíste las palabras del libro, 19 y tu corazón se enterneció, y te humillaste delante
de Jehová, cuando oíste lo que yo he pronunciado contra este lugar y contra sus moradores, que
vendrán a ser asolados y malditos, y rasgaste tus vestidos, y lloraste en mi presencia, también yo
te he oído, dice Jehová. 20 Por tanto, he aquí yo te recogeré con tus padres, y serás llevado a tu
sepulcro en paz, y no verán tus ojos todo el mal que yo traigo sobre este lugar. Y ellos dieron al rey
la respuesta.

2 REYES 23
1 Entonces el rey mandó reunir con él a todos los ancianos de Judá y de Jerusalén. 2 Y subió el rey
a la casa de Jehová con todos los varones de Judá, y con todos los moradores de Jerusalén, con los
sacerdotes y profetas y con todo el pueblo, desde el más chico hasta el más grande; y leyó,
oyéndolo ellos, todas las palabras del libro del pacto que había sido hallado en la casa de Jehová. 3
Y poniéndose el rey en pie junto a la columna, hizo pacto delante de Jehová, de que irían en pos
de Jehová, y guardarían sus mandamientos, sus testimonios y sus estatutos, con todo el corazón y
con toda el alma, y que cumplirían las palabras del pacto que estaban escritas en aquel libro. Y
todo el pueblo confirmó el pacto.

Reformas de Josías

(2 Cr. 34.3-7)

4 Entonces mandó el rey al sumo sacerdote Hilcías, a los sacerdotes de segundo orden, y a los
guardianes de la puerta, que sacasen del templo de Jehová todos los utensilios que habían sido
hechos para Baal, para Asera y para todo el ejército de los cielos; y los quemó fuera de Jerusalén
en el campo del Cedrón, e hizo llevar las cenizas de ellos a Bet-el. 5 Y quitó a los sacerdotes
idólatras que habían puesto los reyes de Judá para que quemasen incienso en los lugares altos en
las ciudades de Judá, y en los alrededores de Jerusalén; y asimismo a los que quemaban incienso a
Baal, al sol y a la luna, y a los signos del zodíaco, y a todo el ejército de los cielos. 6 Hizo también
sacar la imagen de Asera fuera de la casa de Jehová, fuera de Jerusalén, al valle del Cedrón, y la
quemó en el valle del Cedrón, y la convirtió en polvo, y echó el polvo sobre los sepulcros de los
hijos del pueblo. 7 Además derribó los lugares de prostitución idolátrica que estaban en la casa de
Jehová, en los cuales tejían las mujeres tiendas para Asera. 8 E hizo venir todos los sacerdotes de
las ciudades de Judá, y profanó los lugares altos donde los sacerdotes quemaban incienso, desde
Geba hasta Beerseba; y derribó los altares de las puertas que estaban a la entrada de la puerta de
Josué, gobernador de la ciudad, que estaban a la mano izquierda, a la puerta de la ciudad. 9 Pero
los sacerdotes de los lugares altos no subían al altar de Jehová en Jerusalén, sino que comían
panes sin levadura entre sus hermanos. 10 Asimismo profanó a Tofet, que está en el valle del hijo
de Hinom, para que ninguno pasase su hijo o su hija por fuego a Moloc. 11 Quitó también los
caballos que los reyes de Judá habían dedicado al sol a la entrada del templo de Jehová, junto a la
cámara de Natán-melec eunuco, el cual tenía a su cargo los ejidos; y quemó al fuego los carros del
sol. 12 Derribó además el rey los altares que estaban sobre la azotea de la sala de Acaz, que los
reyes de Judá habían hecho, y los altares que había hecho Manasés en los dos atrios de la casa de
Jehová; y de allí corrió y arrojó el polvo al arroyo del Cedrón. 13 Asimismo profanó el rey los
lugares altos que estaban delante de Jerusalén, a la mano derecha del monte de la destrucción, los
cuales Salomón rey de Israel había edificado a Astoret ídolo abominable de los sidonios, a Quemos
ídolo abominable de Moab, y a Milcom ídolo abominable de los hijos de Amón. 14 Y quebró las
estatuas, y derribó las imágenes de Asera, y llenó el lugar de ellos de huesos de hombres.

15 Igualmente el altar que estaba en Bet-el, y el lugar alto que había hecho Jeroboam hijo de
Nabat, el que hizo pecar a Israel; aquel altar y el lugar alto destruyó, y lo quemó, y lo hizo polvo, y
puso fuego a la imagen de Asera. 16 Y se volvió Josías, y viendo los sepulcros que estaban allí en el
monte, envió y sacó los huesos de los sepulcros, y los quemó sobre el altar para contaminarlo,
conforme a la palabra de Jehová que había profetizado el varón de Dios, el cual había anunciado
esto. 17 Después dijo: ¿Qué monumento es este que veo? Y los de la ciudad le respondieron: Este
es el sepulcro del varón de Dios que vino de Judá, y profetizó estas cosas que tú has hecho sobre el
altar de Bet-el. 18 Y él dijo: Dejadlo; ninguno mueva sus huesos; y así fueron preservados sus
huesos, y los huesos del profeta que había venido de Samaria. 19 Y todas las casas de los lugares
altos que estaban en las ciudades de Samaria, las cuales habían hecho los reyes de Israel para
provocar a ira, las quitó también Josías, e hizo de ellas como había hecho en Bet-el. 20 Mató
además sobre los altares a todos los sacerdotes de los lugares altos que allí estaban, y quemó
sobre ellos huesos de hombres, y volvió a Jerusalén.

Josías celebra la pascua

(2 Cr. 35.1-19)

21 Entonces mandó el rey a todo el pueblo, diciendo: Haced la pascua a Jehová vuestro Dios,
conforme a lo que está escrito en el libro de este pacto. 22 No había sido hecha tal pascua desde
los tiempos en que los jueces gobernaban a Israel, ni en todos los tiempos de los reyes de Israel y
de los reyes de Judá. 23 A los dieciocho años del rey Josías fue hecha aquella pascua a Jehová en
Jerusalén.

Persiste la ira de Jehová contra Judá

24 Asimismo barrió Josías a los encantadores, adivinos y terafines, y todas las abominaciones que
se veían en la tierra de Judá y en Jerusalén, para cumplir las palabras de la ley que estaban escritas
en el libro que el sacerdote Hilcías había hallado en la casa de Jehová. 25 No hubo otro rey antes
de él, que se convirtiese a Jehová de todo su corazón, de toda su alma y de todas sus fuerzas,
conforme a toda la ley de Moisés; ni después de él nació otro igual. 26 Con todo eso, Jehová no
desistió del ardor con que su gran ira se había encendido contra Judá, por todas las provocaciones
con que Manasés le había irritado. 27 Y dijo Jehová: También quitaré de mi presencia a Judá, como
quité a Israel, y desecharé a esta ciudad que había escogido, a Jerusalén, y a la casa de la cual
había yo dicho: Mi nombre estará allí.

Muerte de Josías

(2 Cr. 35.20-27)

28 Los demás hechos de Josías, y todo lo que hizo, ¿no está todo escrito en el libro de las crónicas
de los reyes de Judá? 29 En aquellos días Faraón Necao rey de Egipto subió contra el rey de Asiria
al río Eufrates, y salió contra él el rey Josías; pero aquél, así que le vio, lo mató en Meguido. 30 Y
sus siervos lo pusieron en un carro, y lo trajeron muerto de Meguido a Jerusalén, y lo sepultaron
en su sepulcro. Entonces el pueblo de la tierra tomó a Joacaz hijo de Josías, y lo ungieron y lo
pusieron por rey en lugar de su padre.

Reinado y destronamiento de Joacaz

(2 Cr. 36.1-4)

31 De veintitrés años era Joacaz cuando comenzó a reinar, y reinó tres meses en Jerusalén. El
nombre de su madre fue Hamutal hija de Jeremías, de Libna. 32 Y él hizo lo malo ante los ojos de
Jehová, conforme a todas las cosas que sus padres habían hecho. 33 Y lo puso preso Faraón Necao
en Ribla en la provincia de Hamat, para que no reinase en Jerusalén; e impuso sobre la tierra una
multa de cien talentos de plata, y uno de oro. 34 Entonces Faraón Necao puso por rey a Eliaquim
hijo de Josías, en lugar de Josías su padre, y le cambió el nombre por el de Joacim; y tomó a Joacaz
y lo llevó a Egipto, y murió allí. 35 Y Joacim pagó a Faraón la plata y el oro; mas hizo avaluar la
tierra para dar el dinero conforme al mandamiento de Faraón, sacando la plata y el oro del pueblo
de la tierra, de cada uno según la estimación de su hacienda, para darlo a Faraón Necao.

Reinado de Joacim
(2 Cr. 36.5-8)

36 De veinticinco años era Joacim cuando comenzó a reinar, y once años reinó en Jerusalén. El
nombre de su madre fue Zebuda hija de Pedaías, de Ruma. 37 E hizo lo malo ante los ojos de
Jehová, conforme a todas las cosas que sus padres habían hecho.

2 REYES 24

1 En su tiempo subió en campaña Nabucodonosor rey de Babilonia. Joacim vino a ser su siervo por
tres años, pero luego volvió y se rebeló contra él. 2 Pero Jehová envió contra Joacim tropas de
caldeos, tropas de sirios, tropas de moabitas y tropas de amonitas, los cuales envió contra Judá
para que la destruyesen, conforme a la palabra de Jehová que había hablado por sus siervos los
profetas. 3 Ciertamente vino esto contra Judá por mandato de Jehová, para quitarla de su
presencia, por los pecados de Manasés, y por todo lo que él hizo; 4 asimismo por la sangre
inocente que derramó, pues llenó a Jerusalén de sangre inocente; Jehová, por tanto, no quiso
perdonar. 5 Los demás hechos de Joacim, y todo lo que hizo, ¿no está escrito en el libro de las
crónicas de los reyes de Judá? 6 Y durmió Joacim con sus padres, y reinó en su lugar Joaquín su
hijo. 7 Y nunca más el rey de Egipto salió de su tierra; porque el rey de Babilonia le tomó todo lo
que era suyo desde el río de Egipto hasta el río Eufrates.

Joaquín y los nobles son llevados cautivos a Babilonia

(2 Cr. 36.9-10)

8 De dieciocho años era Joaquín cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén tres meses. El
nombre de su madre fue Nehusta hija de Elnatán, de Jerusalén. 9 E hizo lo malo ante los ojos de
Jehová, conforme a todas las cosas que había hecho su padre.

10 En aquel tiempo subieron contra Jerusalén los siervos de Nabucodonosor rey de Babilonia, y la
ciudad fue sitiada. 11 Vino también Nabucodonosor rey de Babilonia contra la ciudad, cuando sus
siervos la tenían sitiada. 12 Entonces salió Joaquín rey de Judá al rey de Babilonia, él y su madre,
sus siervos, sus príncipes y sus oficiales; y lo prendió el rey de Babilonia en el octavo año de su
reinado. 13 Y sacó de allí todos los tesoros de la casa de Jehová, y los tesoros de la casa real, y
rompió en pedazos todos los utensilios de oro que había hecho Salomón rey de Israel en la casa de
Jehová, como Jehová había dicho. 14 Y llevó en cautiverio a toda Jerusalén, a todos los príncipes, y
a todos los hombres valientes, hasta diez mil cautivos, y a todos los artesanos y herreros; no
quedó nadie, excepto los pobres del pueblo de la tierra. 15 Asimismo llevó cautivos a Babilonia a
Joaquín, a la madre del rey, a las mujeres del rey, a sus oficiales y a los poderosos de la tierra;
cautivos los llevó de Jerusalén a Babilonia. 16 A todos los hombres de guerra, que fueron siete mil,
y a los artesanos y herreros, que fueron mil, y a todos los valientes para hacer la guerra, llevó
cautivos el rey de Babilonia. 17 Y el rey de Babilonia puso por rey en lugar de Joaquín a Matanías
su tío, y le cambió el nombre por el de Sedequías.

Reinado de Sedequías

(2 Cr. 36.11-16; Jer. 52.1-3)

18 De veintiún años era Sedequías cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén once años. El
nombre de su madre fue Hamutal hija de Jeremías, de Libna. 19 E hizo lo malo ante los ojos de
Jehová, conforme a todo lo que había hecho Joacim. 20 Vino, pues, la ira de Jehová contra
Jerusalén y Judá, hasta que los echó de su presencia. Y Sedequías se rebeló contra el rey de
Babilonia.

Caída de Jerusalén

(Jer. 39.1-7; 52.3-11)

2 REYES 25

1 Aconteció a los nueve años de su reinado, en el mes décimo, a los diez días del mes, que
Nabucodonosor rey de Babilonia vino con todo su ejército contra Jerusalén, y la sitió, y levantó
torres contra ella alrededor. 2 Y estuvo la ciudad sitiada hasta el año undécimo del rey Sedequías.
3 A los nueve días del cuarto mes prevaleció el hambre en la ciudad, hasta que no hubo pan para
el pueblo de la tierra. 4 Abierta ya una brecha en el muro de la ciudad, huyeron de noche todos los
hombres de guerra por el camino de la puerta que estaba entre los dos muros, junto a los huertos
del rey, estando los caldeos alrededor de la ciudad; y el rey se fue por el camino del Arabá. 5 Y el
ejército de los caldeos siguió al rey, y lo apresó en las llanuras de Jericó, habiendo sido dispersado
todo su ejército. 6 Preso, pues, el rey, le trajeron al rey de Babilonia en Ribla, y pronunciaron
contra él sentencia. 7 Degollaron a los hijos de Sedequías en presencia suya, y a Sedequías le
sacaron los ojos, y atado con cadenas lo llevaron a Babilonia.

Cautividad de Judá

(2 Cr. 36.17-21; Jer. 39.8-10; 52.12-30)

8 En el mes quinto, a los siete días del mes, siendo el año diecinueve de Nabucodonosor rey de
Babilonia, vino a Jerusalén Nabuzaradán, capitán de la guardia, siervo del rey de Babilonia. 9 Y
quemó la casa de Jehová, y la casa del rey, y todas las casas de Jerusalén; y todas las casas de los
príncipes quemó a fuego. 10 Y todo el ejército de los caldeos que estaba con el capitán de la
guardia, derribó los muros alrededor de Jerusalén. 11 Y a los del pueblo que habían quedado en la
ciudad, a los que se habían pasado al rey de Babilonia, y a los que habían quedado de la gente
común, los llevó cautivos Nabuzaradán, capitán de la guardia. 12 Mas de los pobres de la tierra
dejó Nabuzaradán, capitán de la guardia, para que labrasen las viñas y la tierra.

13 Y quebraron los caldeos las columnas de bronce que estaban en la casa de Jehová, y las basas, y
el mar de bronce que estaba en la casa de Jehová, y llevaron el bronce a Babilonia. 14 Llevaron
también los calderos, las paletas, las despabiladeras, los cucharones, y todos los utensilios de
bronce con que ministraban; 15 incensarios, cuencos, los que de oro, en oro, y los que de plata, en
plata; todo lo llevó el capitán de la guardia. 16 Las dos columnas, un mar, y las basas que Salomón
había hecho para la casa de Jehová; no fue posible pesar todo esto. 17 La altura de una columna
era de dieciocho codos, y tenía encima un capitel de bronce; la altura del capitel era de tres codos,
y sobre el capitel había una red y granadas alrededor, todo de bronce; e igual labor había en la
otra columna con su red.

18 Tomó entonces el capitán de la guardia al primer sacerdote Seraías, al segundo sacerdote


Sofonías, y tres guardas de la vajilla; 19 y de la ciudad tomó un oficial que tenía a su cargo los
hombres de guerra, y cinco varones de los consejeros del rey, que estaban en la ciudad, el
principal escriba del ejército, que llevaba el registro de la gente del país, y sesenta varones del
pueblo de la tierra, que estaban en la ciudad. 20 Estos tomó Nabuzaradán, capitán de la guardia, y
los llevó a Ribla al rey de Babilonia. 21 Y el rey de Babilonia los hirió y mató en Ribla, en tierra de
Hamat. Así fue llevado cautivo Judá de sobre su tierra.

El remanente huye a Egipto

22 Y al pueblo que Nabucodonosor rey de Babilonia dejó en tierra de Judá, puso por gobernador a
Gedalías hijo de Ahicam, hijo de Safán. 23 Y oyendo todos los príncipes del ejército, ellos y su
gente, que el rey de Babilonia había puesto por gobernador a Gedalías, vinieron a él en Mizpa;
Ismael hijo de Netanías, Johanán hijo de Carea, Seraías hijo de Tanhumet netofatita, y Jaazanías
hijo de un maacateo, ellos con los suyos. 24 Entonces Gedalías les hizo juramento a ellos y a los
suyos, y les dijo: No temáis de ser siervos de los caldeos; habitad en la tierra, y servid al rey de
Babilonia, y os irá bien. 25 Mas en el mes séptimo vino Ismael hijo de Netanías, hijo de Elisama, de
la estirpe real, y con él diez varones, e hirieron a Gedalías, y murió; y también a los de Judá y a los
caldeos que estaban con él en Mizpa. 26 Y levantándose todo el pueblo, desde el menor hasta el
mayor, con los capitanes del ejército, se fueron a Egipto, por temor de los caldeos.

Joaquín es libertado y recibe honores en Babilonia

(Jer. 52.31-34)

27 Aconteció a los treinta y siete años del cautiverio de Joaquín rey de Judá, en el mes duodécimo,
a los veintisiete días del mes, que Evil-merodac rey de Babilonia, en el primer año de su reinado,
libertó a Joaquín rey de Judá, sacándolo de la cárcel; 28 y le habló con benevolencia, y puso su
trono más alto que los tronos de los reyes que estaban con él en Babilonia. 29 Y le cambió los
vestidos de prisionero, y comió siempre delante de él todos los días de su vida. 30 Y diariamente le
fue dada su comida de parte del rey, de continuo, todos los días de su vida.

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Primer Libro de
CRÓNICAS

Descendientes de Adán

(Gn. 5.1-32)

1 CRÓNICAS 1

1 Adán, Set, Enós, 2 Cainán, Mahalaleel, Jared, 3 Enoc, Matusalén, Lamec, 4 Noé, Sem, Cam y Jafet.

Descendientes de los hijos de Noé

(Gn. 10.1-32)

5 Los hijos de Jafet: Gomer, Magog, Madai, Javán, Tubal, Mesec y Tiras. 6 Los hijos de Gomer:
Askenaz, Rifat y Togarma. 7 Los hijos de Javán: Elisa, Tarsis, Quitim y Dodanim.

8 Los hijos de Cam: Cus, Mizraim, Fut y Canaán. 9 Los hijos de Cus: Seba, Havila, Sabta, Raama y
Sabteca. Y los hijos de Raama: Seba y Dedán. 10 Cus engendró a Nimrod; éste llegó a ser poderoso
en la tierra.

11 Mizraim engendró a Ludim, Anamim, Lehabim, Naftuhim, 12 Patrusim y Casluhim; de éstos


salieron los filisteos y los caftoreos.

13 Canaán engendró a Sidón su primogénito, y a Het, 14 al jebuseo, al amorreo, al gergeseo, 15 al


heveo, al araceo, al sineo, 16 al arvadeo, al zemareo y al hamateo.
17 Los hijos de Sem: Elam, Asur, Arfaxad, Lud, Aram, Uz, Hul, Geter y Mesec. 18 Arfaxad engendró
a Sela, y Sela engendró a Heber. 19 Y a Heber nacieron dos hijos; el nombre del uno fue Peleg, por
cuanto en sus días fue dividida la tierra; y el nombre de su hermano fue Joctán. 20 Joctán
engendró a Almodad, Selef, Hazar-mavet y Jera. 21 A Adoram también, a Uzal, Dicla, 22 Ebal,
Abimael, Seba, 23 Ofir, Havila y Jobab; todos hijos de Joctán.

Descendientes de Sem

(Gn. 11.10-26)

24 Sem, Arfaxad, Sela, 25 Heber, Peleg, Reu, 26 Serug, Nacor, Taré, 27 y Abram, el cual es
Abraham.

Descendientes de Ismael y de Cetura

(Gn. 25.1-6, 12-18)

28 Los hijos de Abraham: Isaac e Ismael. 29 Y estas son sus descendencias: el primogénito de
Ismael, Nebaiot; después Cedar, Adbeel, Mibsam, 30 Misma, Duma, Massa, Hadad, Tema, 31
Jetur, Nafis y Cedema; éstos son los hijos de Ismael. 32 Y Cetura, concubina de Abraham, dio a luz
a Zimram, Jocsán, Medán, Madián, Isbac y Súa. Los hijos de Jocsán: Seba y Dedán. 33 Los hijos de
Madián: Efa, Efer, Hanoc, Abida y Elda; todos éstos fueron hijos de Cetura.

Descendientes de Esaú

(Gn. 36.1-43)

34 Abraham engendró a Isaac, y los hijos de Isaac fueron Esaú e Israel. 35 Los hijos de Esaú: Elifaz,
Reuel, Jeús, Jaalam y Coré. 36 Los hijos de Elifaz: Temán, Omar, Zefo, Gatam, Cenaz, Timna y
Amalec. 37 Los hijos de Reuel: Nahat, Zera, Sama y Miza.
38 Los hijos de Seir: Lotán, Sobal, Zibeón, Aná, Disón, Ezer y Disán. 39 Los hijos de Lotán: Hori y
Homam; y Timna fue hermana de Lotán. 40 Los hijos de Sobal: Alván, Manahat, Ebal, Sefo y Onam.
Los hijos de Zibeón: Aja y Aná. 41 Disón fue hijo de Aná; y los hijos de Disón: Amram, Esbán, Itrán y
Querán. 42 Los hijos de Ezer: Bilhán, Zaaván y Jaacán. Los hijos de Disán: Uz y Arán.

43 Y estos son los reyes que reinaron en la tierra de Edom, antes que reinase rey sobre los hijos de
Israel: Bela hijo de Beor; y el nombre de su ciudad fue Dinaba. 44 Muerto Bela, reinó en su lugar
Jobab hijo de Zera, de Bosra. 45 Y muerto Jobab, reinó en su lugar Husam, de la tierra de los
temanitas. 46 Muerto Husam, reinó en su lugar Hadad hijo de Bedad, el que derrotó a Madián en
el campo de Moab; y el nombre de su ciudad fue Avit. 47 Muerto Hadad, reinó en su lugar Samla
de Masreca. 48 Muerto también Samla, reinó en su lugar Saúl de Rehobot, que está junto al
Eufrates. 49 Y muerto Saúl, reinó en su lugar Baal-hanán hijo de Acbor. 50 Muerto Baal-hanán,
reinó en su lugar Hadad, el nombre de cuya ciudad fue Pai; y el nombre de su mujer, Mehetabel
hija de Matred, hija de Mezaab. 51 Muerto Hadad, sucedieron en Edom los jefes Timna, Alva,
Jetet, 52 Aholibama, Ela, Pinón, 53 Cenaz, Temán, Mibzar, 54 Magdiel e Iram. Estos fueron los
jefes de Edom.

Los hijos de Israel

(Gn. 35.22-26)

1 CRÓNICAS 2

1 Estos son los hijos de Israel: Rubén, Simeón, Leví, Judá, Isacar, Zabulón, 2 Dan, José, Benjamín,
Neftalí, Gad y Aser.

Descendientes de Judá

3 Los hijos de Judá: Er, Onán y Sela. Estos tres le nacieron de la hija de Súa, cananea. Y Er,
primogénito de Judá, fue malo delante de Jehová, quien lo mató. 4 Y Tamar su nuera dio a luz a
Fares y a Zera. Todos los hijos de Judá fueron cinco.
5 Los hijos de Fares: Hezrón y Hamul. 6 Y los hijos de Zera: Zimri, Etán, Hemán, Calcol y Dara; por
todos cinco. 7 Hijo de Carmi fue Acán, el que perturbó a Israel, porque prevaricó en el anatema. 8
Azarías fue hijo de Etán.

9 Los hijos que nacieron a Hezrón: Jerameel, Ram y Quelubai. 10 Ram engendró a Aminadab, y
Aminadab engendró a Naasón, príncipe de los hijos de Judá. 11 Naasón engendró a Salmón, y
Salmón engendró a Booz. 12 Booz engendró a Obed, y Obed engendró a Isaí, 13 e Isaí engendró a
Eliab su primogénito, el segundo Abinadab, Simea el tercero, 14 el cuarto Natanael, el quinto
Radai, 15 el sexto Ozem, el séptimo David, 16 de los cuales Sarvia y Abigail fueron hermanas. Los
hijos de Sarvia fueron tres: Abisai, Joab y Asael. 17 Abigail dio a luz a Amasa, cuyo padre fue Jeter
ismaelita, 18 Caleb hijo de Hezrón engendró a Jeriot de su mujer Azuba. Y los hijos de ella fueron
Jeser, Sobab y Ardón. 19 Muerta Azuba, tomó Caleb por mujer a Efrata, la cual dio a luz a Hur. 20 Y
Hur engendró a Uri, y Uri engendró a Bezaleel.

21 Después entró Hezrón a la hija de Maquir padre de Galaad, la cual tomó siendo él de sesenta
años, y ella dio a luz a Segub. 22 Y Segub engendró a Jair, el cual tuvo veintitrés ciudades en la
tierra de Galaad. 23 Pero Gesur y Aram tomaron de ellos las ciudades de Jair, con Kenat y sus
aldeas, sesenta lugares. Todos éstos fueron de los hijos de Maquir padre de Galaad. 24 Muerto
Hezrón en Caleb de Efrata, Abías mujer de Hezrón dio a luz a Asur padre de Tecoa.

25 Los hijos de Jerameel primogénito de Hezrón fueron Ram su primogénito, Buna, Orén, Ozem y
Ahías. 26 Y tuvo Jerameel otra mujer llamada Atara, que fue madre de Onam. 27 Los hijos de Ram
primogénito de Jerameel fueron Maaz, Jamín y Equer. 28 Y los hijos de Onam fueron Samai y Jada.
Los hijos de Samai: Nadab y Abisur. 29 Y el nombre de la mujer de Abisur fue Abihail, la cual dio a
luz a Ahbán y a Molid. 30 Los hijos de Nadab: Seled y Apaim. Y Seled murió sin hijos. 31 Isi fue hijo
de Apaim, y Sesán hijo de Isi, e hijo de Sesán, Ahlai. 32 Los hijos de Jada hermano de Samai: Jeter y
Jonatán. Y murió Jeter sin hijos. 33 Los hijos de Jonatán: Pelet y Zaza. Estos fueron los hijos de
Jerameel. 34 Y Sesán no tuvo hijos, sino hijas; pero tenía Sesán un siervo egipcio llamado Jarha. 35
A éste Sesán dio su hija por mujer, y ella dio a luz a Atai. 36 Atai engendró a Natán, y Natán
engendró a Zabad; 37 Zabad engendró a Eflal, Eflal engendró a Obed; 38 Obed engendró a Jehú,
Jehú engendró a Azarías; 39 Azarías engendró a Heles, Heles engendró a Elasa; 40 Elasa engendró
a Sismai, Sismai engendró a Salum; 41 Salum engendró a Jecamías, y Jecamías engendró a Elisama.

42 Los hijos de Caleb hermano de Jerameel fueron: Mesa su primogénito, que fue el padre de Zif; y
los hijos de Maresa padre de Hebrón. 43 Y los hijos de Hebrón: Coré, Tapúa, Requem y Sema. 44
Sema engendró a Raham padre de Jorcoam, y Requem engendró a Samai. 45 Maón fue hijo de
Samai, y Maón padre de Bet-sur. 46 Y Efa concubina de Caleb dio a luz a Harán, a Mosa y a Gazez.
Y Harán engendró a Gazez. 47 Los hijos de Jahdai: Regem, Jotam, Gesam, Pelet, Efa y Saaf. 48
Maaca concubina de Caleb dio a luz a Seber y a Tirhana. 49 También dio a luz a Saaf padre de
Madmana, y a Seva padre de Macbena y padre de Gibea. Y Acsa fue hija de Caleb. 50 Estos fueron
los hijos de Caleb. Los hijos de Hur primogénito de Efrata: Sobal padre de Quiriat-jearim, 51 Salma
padre de Belén, y Haref padre de Bet-gader. 52 Y los hijos de Sobal padre de Quiriat-jearim fueron
Haroe, la mitad de los manahetitas. 53 Y las familias de Quiriat-jearim fueron los itritas, los futitas,
los sumatitas y los misraítas, de los cuales salieron los zoratitas y los estaolitas. 54 Los hijos de
Salma: Belén, y los netofatitas, Atrot-bet-joab, y la mitad de los manahetitas, los zoraítas. 55 Y las
familias de los escribas que moraban en Jabes fueron los tirateos, los simeateos y los sucateos, los
cuales son los ceneos que vinieron de Hamat padre de la casa de Recab.

Los hijos de David

(2 S. 3.2-5; 5.13-16; 1 Cr. 14.3-7)

1 CRÓNICAS 3

1 Estos son los hijos de David que le nacieron en Hebrón: Amnón el primogénito, de Ahinoam
jezreelita; el segundo, Daniel, de Abigail la de Carmel; 2 el tercero, Absalón hijo de Maaca, hija de
Talmai rey de Gesur; el cuarto, Adonías hijo de Haguit; 3 el quinto, Sefatías, de Abital; el sexto,
Itream, de Egla su mujer. 4 Estos seis le nacieron en Hebrón, donde reinó siete años y seis meses; y
en Jerusalén reinó treinta y tres años. 5 Estos cuatro le nacieron en Jerusalén: Simea, Sobab,
Natán, y Salomón hijo de Bet-súa hija de Amiel. 6 Y otros nueve: Ibhar, Elisama, Elifelet, 7 Noga,
Nefeg, Jafía, 8 Elisama, Eliada y Elifelet. 9 Todos éstos fueron los hijos de David, sin los hijos de las
concubinas. Y Tamar fue hermana de ellos.

Descendientes de Salomón

10 Hijo de Salomón fue Roboam, cuyo hijo fue Abías, del cual fue hijo Asa, cuyo hijo fue Josafat, 11
de quien fue hijo Joram, cuyo hijo fue Ocozías, hijo del cual fue Joás, 12 del cual fue hijo Amasías,
cuyo hijo fue Azarías, e hijo de éste, Jotam. 13 Hijo de éste fue Acaz, del que fue hijo Ezequías,
cuyo hijo fue Manasés, 14 del cual fue hijo Amón, cuyo hijo fue Josías. 15 Y los hijos de Josías:
Johanán su primogénito, el segundo Joacim, el tercero Sedequías, el cuarto Salum. 16 Los hijos de
Joacim: Jeconías su hijo, hijo del cual fue Sedequías. 17 Y los hijos de Jeconías: Asir, Salatiel, 18
Malquiram, Pedaías, Senazar, Jecamías, Hosama y Nedabías. 19 Los hijos de Pedaías: Zorobabel y
Simei. Y los hijos de Zorobabel: Mesulam, Hananías, y Selomit su hermana; 20 y Hasuba, Ohel,
Berequías, Hasadías y Jusab-hesed; cinco por todos. 21 Los hijos de Hananías: Pelatías y Jesaías; su
hijo, Refaías; su hijo, Arnán; su hijo, Abdías; su hijo, Secanías. 22 Hijo de Secanías fue Semaías; y
los hijos de Semaías: Hatús, Igal, Barías, Nearías y Safat, seis. 23 Los hijos de Nearías fueron estos
tres: Elioenai, Ezequías y Azricam. 24 Los hijos de Elioenai fueron estos siete: Hodavías, Eliasib,
Pelaías, Acub, Johanán, Dalaías y Anani.

Descendientes de Judá

1 CRÓNICAS 4

1 Los hijos de Judá: Fares, Hezrón, Carmi, Hur y Sobal. 2 Reaía hijo de Sobal engendró a Jahat, y
Jahat engendró a Ahumai y a Lahad. Estas son las familias de los zoratitas. 3 Y estas son las del
padre de Etam: Jezreel, Isma e Ibdas. Y el nombre de su hermana fue Haze-lelponi. 4 Penuel fue
padre de Gedor, y Ezer padre de Husa. Estos fueron los hijos de Hur primogénito de Efrata, padre
de Belén. 5 Asur padre de Tecoa tuvo dos mujeres, Hela y Naara. 6 Y Naara dio a luz a Ahuzam,
Hefer, Temeni y Ahastari. Estos fueron los hijos de Naara. 7 Los hijos de Hela: Zeret, Jezoar y
Etnán. 8 Cos engendró a Anub, a Zobeba, y la familia de Aharhel hijo de Harum. 9 Y Jabes fue más
ilustre que sus hermanos, al cual su madre llamó Jabes, diciendo: Por cuanto lo di a luz en dolor.
10 E invocó Jabes al Dios de Israel, diciendo: ¡Oh, si me dieras bendición, y ensancharas mi
territorio, y si tu mano estuviera conmigo, y me libraras de mal, para que no me dañe! Y le otorgó
Dios lo que pidió. 11 Quelub hermano de Súa engendró a Mehir, el cual fue padre de Estón. 12 Y
Estón engendró a Bet-rafa, a Paseah, y a Tehina padre de la ciudad de Nahas; éstos son los varones
de Reca. 13 Los hijos de Cenaz: Otoniel y Seraías. Los hijos de Otoniel: Hatat, 14 y Meonotai, el
cual engendró a Ofra. Y Seraías engendró a Joab, padre de los habitantes del valle de Carisim,
porque fueron artífices. 15 Los hijos de Caleb hijo de Jefone: Iru, Ela y Naam; e hijo de Ela fue
Cenaz. 16 Los hijos de Jehalelel: Zif, Zifa, Tirías y Asareel. 17 Y los hijos de Esdras: Jeter, Mered,
Efer y Jalón; también engendró a María, a Samai y a Isba padre de Estemoa. 18 Y su mujer
Jehudaía dio a luz a Jered padre de Gedor, a Heber padre de Soco y a Jecutiel padre de Zanoa.
Estos fueron los hijos de Bitia hija de Faraón, con la cual casó Mered. 19 Y los hijos de la mujer de
Hodías, hermana de Naham, fueron el padre de Keila garmita, y Estemoa maacateo. 20 Los hijos
de Simón: Amnón, Rina, Ben-hanán y Tilón. Y los hijos de Isi: Zohet y Benzohet. 21 Los hijos de Sela
hijo de Judá: Er padre de Leca, y Laada padre de Maresa, y las familias de los que trabajan lino en
Bet- asbea; 22 y Joacim, y los varones de Cozeba, Joás, y Saraf, los cuales dominaron en Moab y
volvieron a Lehem, según registros antiguos. 23 Estos eran alfareros, y moraban en medio de
plantíos y cercados; moraban allá con el rey, ocupados en su servicio.

Descendientes de Simeón

24 Los hijos de Simeón: Nemuel, Jamín, Jarib, Zera, Saúl, 25 y Salum su hijo, Mibsam su hijo y
Misma su hijo. 26 Los hijos de Misma: Hamuel su hijo, Zacur su hijo, y Simei su hijo. 27 Los hijos de
Simei fueron dieciséis, y seis hijas; pero sus hermanos no tuvieron muchos hijos, ni multiplicaron
toda su familia como los hijos de Judá. 28 Y habitaron en Beerseba, Molada, Hazar-sual, 29 Bilha,
Ezem, Tolad, 30 Betuel, Horma, Siclag, 31 Bet-marcabot, Hazar-susim, Bet-birai y Saaraim. Estas
fueron sus ciudades hasta el reinado de David. 32 Y sus aldeas fueron Etam, Aín, Rimón, Toquén y
Asán; cinco pueblos, 33 y todas sus aldeas que estaban en contorno de estas ciudades hasta Baal.
Esta fue su habitación, y esta su descendencia.

34 Y Mesobab, Jamlec, Josías hijo de Amasías, 35 Joel, Jehú hijo de Josibías, hijo de Seraías, hijo de
Asiel, 36 Elioenai, Jaacoba, Jesohaía, Asaías, Adiel, Jesimiel, Benaía, 37 y Ziza hijo de Sifi, hijo de
Alón, hijo de Jedaías, hijo de Simri, hijo de Semaías. 38 Estos, por sus nombres, son los principales
entre sus familias; y las casas de sus padres fueron multiplicadas en gran manera. 39 Y llegaron
hasta la entrada de Gedor hasta el oriente del valle, buscando pastos para sus ganados. 40 Y
hallaron gruesos y buenos pastos, y tierra ancha y espaciosa, quieta y reposada, porque los de
Cam la habitaban antes. 41 Y estos que han sido escritos por sus nombres, vinieron en días de
Ezequías rey de Judá, y desbarataron sus tiendas y cabañas que allí hallaron, y los destruyeron
hasta hoy, y habitaron allí en lugar de ellos; por cuanto había allí pastos para sus ganados. 42
Asimismo quinientos hombres de ellos, de los hijos de Simeón, fueron al monte de Seir, llevando
por capitanes a Pelatías, Nearías, Refaías y Uziel, hijos de Isi, 43 y destruyeron a los que habían
quedado de Amalec, y habitaron allí hasta hoy.

Descendientes de Rubén

1 CRÓNICAS 5

1 Los hijos de Rubén primogénito de Israel (porque él era el primogénito, mas como violó el lecho
de su padre, sus derechos de primogenitura fueron dados a los hijos de José, hijo de Israel, y no
fue contado por primogénito; 2 bien que Judá llegó a ser el mayor sobre sus hermanos, y el
príncipe de ellos; mas el derecho de primogenitura fue de José); 3 fueron, pues, los hijos de Rubén
primogénito de Israel: Hanoc, Falú, Hezrón y Carmi. 4 Los hijos de Joel: Semaías su hijo, Gog su
hijo, Simei su hijo, 5 Micaía su hijo, Reaía su hijo, Baal su hijo, 6 Beera su hijo, el cual fue
transportado por Tiglat-pileser rey de los asirios. Este era principal de los rubenitas. 7 Y sus
hermanos por sus familias, cuando eran contados en sus descendencias, tenían por príncipes a
Jeiel y a Zacarías. 8 Y Bela hijo de Azaz, hijo de Sema, hijo de Joel, habitó en Aroer hasta Nebo y
Baal-meón. 9 Habitó también desde el oriente hasta la entrada del desierto, desde el río Eufrates;
porque tenía mucho ganado en la tierra de Galaad. 10 Y en los días de Saúl hicieron guerra contra
los agarenos, los cuales cayeron en su mano; y ellos habitaron en sus tiendas en toda la región
oriental de Galaad.

Descendientes de Gad

11 Y los hijos de Gad habitaron enfrente de ellos en la tierra de Basán hasta Salca. 12 Joel fue el
principal en Basán; el segundo Safán, luego Jaanai, después Safat. 13 Y sus hermanos, según las
familias de sus padres, fueron Micael, Mesulam, Seba, Jorai, Jacán, Zía y Heber; por todos siete. 14
Estos fueron los hijos de Abihail hijo de Huri, hijo de Jaroa, hijo de Galaad, hijo de Micael, hijo de
Jesisai, hijo de Jahdo, hijo de Buz. 15 También Ahí hijo de Abdiel, hijo de Guni, fue principal en la
casa de sus padres. 16 Y habitaron en Galaad, en Basán y en sus aldeas, y en todos los ejidos de
Sarón hasta salir de ellos. 17 Todos éstos fueron contados por sus generaciones en días de Jotam
rey de Judá y en días de Jeroboam rey de Israel.

Historia de las dos tribus y media

18 Los hijos de Rubén y de Gad, y la media tribu de Manasés, hombres valientes, hombres que
traían escudo y espada, que entesaban arco, y diestros en la guerra, eran cuarenta y cuatro mil
setecientos sesenta que salían a batalla. 19 Estos tuvieron guerra contra los agarenos, y Jetur,
Nafis y Nodab. 20 Y fueron ayudados contra ellos, y los agarenos y todos los que con ellos estaban
se rindieron en sus manos; porque clamaron a Dios en la guerra, y les fue favorable, porque
esperaron en él. 21 Y tomaron sus ganados, cincuenta mil camellos, doscientas cincuenta mil
ovejas y dos mil asnos; y cien mil personas. 22 Y cayeron muchos muertos, porque la guerra era de
Dios; y habitaron en sus lugares hasta el cautiverio.

23 Los hijos de la media tribu de Manasés, multiplicados en gran manera, habitaron en la tierra
desde Basán hasta Baal- hermón y Senir y el monte de Hermón. 24 Y estos fueron los jefes de las
casas de sus padres: Efer, Isi, Eliel, Azriel, Jeremías, Hodavías y Jahdiel, hombres valientes y
esforzados, varones de nombre y jefes de las casas de sus padres. 25 Pero se rebelaron contra el
Dios de sus padres, y se prostituyeron siguiendo a los dioses de los pueblos de la tierra, a los
cuales Jehová había quitado de delante de ellos; 26 por lo cual el Dios de Israel excitó el espíritu de
Pul rey de los asirios, y el espíritu de Tiglat-pileser rey de los asirios, el cual transportó a los
rubenitas y gaditas y a la media tribu de Manasés, y los llevó a Halah, a Habor, a Hara y al río
Gozán, hasta hoy.

Descendientes de Leví

1 CRÓNICAS 6

1 Los hijos de Leví: Gersón, Coat y Merari. 2 Los hijos de Coat: Amram, Izhar, Hebrón y Uziel. 3 Los
hijos de Amram: Aarón, Moisés y María. Los hijos de Aarón: Nadab, Abiú, Eleazar e Itamar. 4
Eleazar engendró a Finees, Finees engendró a Abisúa, 5 Abisúa engendró a Buqui, Buqui engendró
a Uzi, 6 Uzi engendró a Zeraías, Zeraías engendró a Meraiot, 7 Meraiot engendró a Amarías,
Amarías engendró a Ahitob, 8 Ahitob engendró a Sadoc, Sadoc engendró a Ahimaas, 9 Ahimaas
engendró a Azarías, Azarías engendró a Johanán, 10 y Johanán engendró a Azarías, el que tuvo el
sacerdocio en la casa que Salomón edificó en Jerusalén. 11 Azarías engendró a Amarías, Amarías
engendró a Ahitob, 12 Ahitob engendró a Sadoc, Sadoc engendró a Salum, 13 Salum engendró a
Hilcías, Hilcías engendró a Azarías, 14 Azarías engendró a Seraías, y Seraías engendró a Josadac, 15
y Josadac fue llevado cautivo cuando Jehová transportó a Judá y a Jerusalén por mano de
Nabucodonosor.

16 Los hijos de Leví: Gersón, Coat y Merari. 17 Y estos son los nombres de los hijos de Gersón:
Libni y Simei. 18 Los hijos de Coat: Amram, Izhar, Hebrón y Uziel. 19 Los hijos de Merari: Mahli y
Musi. Estas son las familias de Leví, según sus descendencias. 20 Gersón: Libni su hijo, Jahat su
hijo, Zima su hijo, 21 Joa su hijo, Iddo su hijo, Zera su hijo, Jeatrai su hijo. 22 Los hijos de Coat:
Aminadab su hijo, Coré su hijo, Asir su hijo, 23 Elcana su hijo, Ebiasaf su hijo, Asir su hijo, 24 Tahat
su hijo, Uriel su hijo, Uzías su hijo, y Saúl su hijo. 25 Los hijos de Elcana: Amasai y Ahimot; 26
Elcana su hijo, Zofai su hijo, Nahat su hijo. 27 Eliab su hijo, Jeroham su hijo, Elcana su hijo. 28 Los
hijos de Samuel: el primogénito Vasni, y Abías. 29 Los hijos de Merari: Mahli, Libni su hijo, Simei su
hijo, Uza su hijo, 30 Simea su hijo, Haguía su hijo, Asaías su hijo.

Cantores del templo nombrados por David


31 Estos son los que David puso sobre el servicio de canto en la casa de Jehová, después que el
arca tuvo reposo, 32 los cuales servían delante de la tienda del tabernáculo de reunión en el canto,
hasta que Salomón edificó la casa de Jehová en Jerusalén; después estuvieron en su ministerio
según su costumbre. 33 Estos, pues, con sus hijos, ayudaban: de los hijos de Coat, el cantor Hemán
hijo de Joel, hijo de Samuel, 34 hijo de Elcana, hijo de Jeroham, hijo de Eliel, hijo de Toa, 35 hijo de
Zuf, hijo de Elcana, hijo de Mahat, hijo de Amasai, 36 hijo de Elcana, hijo de Joel, hijo de Azarías,
hijo de Sofonías, 37 hijo de Tahat, hijo de Asir, hijo de Ebiasaf, hijo de Coré, 38 hijo de Izhar, hijo
de Coat, hijo de Leví, hijo de Israel; 39 y su hermano Asaf, el cual estaba a su mano derecha; Asaf,
hijo de Berequías, hijo de Simea, 40 hijo de Micael, hijo de Baasías, hijo de Malquías, 41 hijo de
Etni, hijo de Zera, hijo de Adaía, 42 hijo de Etán, hijo de Zima, hijo de Simei, 43 hijo de Jahat, hijo
de Gersón, hijo de Leví. 44 Pero a la mano izquierda estaban sus hermanos los hijos de Merari,
esto es, Etán hijo de Quisi, hijo de Abdi, hijo de Maluc, 45 hijo de Hasabías, hijo de Amasías, hijo de
Hilcías, 46 hijo de Amsi, hijo de Bani, hijo de Semer, 47 hijo de Mahli, hijo de Musi, hijo de Merari,
hijo de Leví. 48 Y sus hermanos los levitas fueron puestos sobre todo el ministerio del tabernáculo
de la casa de Dios.

Descendientes de Aarón.

49 Mas Aarón y sus hijos ofrecían sacrificios sobre el altar del holocausto, y sobre el altar del
perfume quemaban incienso, y ministraban en toda la obra del lugar santísimo, y hacían las
expiaciones por Israel conforme a todo lo que Moisés siervo de Dios había mandado. 50 Los hijos
de Aarón son estos: Eleazar su hijo, Finees su hijo, Abisúa su hijo, 51 Buqui su hijo, Uzi su hijo,
Zeraías su hijo, 52 Meraiot su hijo, Amarías su hijo, Ahitob su hijo, 53 Sadoc su hijo, Ahimaas su
hijo.

Las ciudades de los levitas

(Jos. 21.1-42)

54 Estas son sus habitaciones, conforme a sus domicilios y sus términos, las de los hijos de Aarón
por las familias de los coatitas, porque a ellos les tocó en suerte. 55 Les dieron, pues, Hebrón en
tierra de Judá, y sus ejidos alrededor de ella. 56 Pero el territorio de la ciudad y sus aldeas se
dieron a Caleb, hijo de Jefone. 57 De Judá dieron a los hijos de Aarón la ciudad de refugio, esto es,
Hebrón; además, Libna con sus ejidos, Jatir, Estemoa con sus ejidos, 58 Hilén con sus ejidos, Debir
con sus ejidos, 59 Asán con sus ejidos y Bet-semes con sus ejidos. 60 Y de la tribu de Benjamín,
Geba con sus ejidos, Alemet con sus ejidos y Anatot con sus ejidos. Todas sus ciudades fueron
trece ciudades, repartidas por sus linajes.

61 A los hijos de Coat que quedaron de su parentela, dieron por suerte diez ciudades de la media
tribu de Manasés. 62 A los hijos de Gersón, por sus linajes, dieron de la tribu de Isacar, de la tribu
de Aser, de la tribu de Neftalí y de la tribu de Manasés en Basán, trece ciudades. 63 Y a los hijos de
Merari, por sus linajes, de la tribu de Rubén, de la tribu de Gad y de la tribu de Zabulón, dieron por
suerte doce ciudades. 64 Y los hijos de Israel dieron a los levitas ciudades con sus ejidos. 65 Dieron
por suerte de la tribu de los hijos de Judá, de la tribu de los hijos de Simeón y de la tribu de los
hijos de Benjamín, las ciudades que nombraron por sus nombres.

66 A las familias de los hijos de Coat dieron ciudades con sus ejidos de la tribu de Efraín. 67 Les
dieron la ciudad de refugio, Siquem con sus ejidos en el monte de Efraín; además, Gezer con sus
ejidos, 68 Jocmeam con sus ejidos, Bet-horón con sus ejidos, 69 Ajalón con sus ejidos y Gat-rimón
con sus ejidos. 70 De la media tribu de Manasés, Aner con sus ejidos y Bileam con sus ejidos, para
los de las familias de los hijos de Coat que habían quedado.

71 A los hijos de Gersón dieron de la media tribu de Manasés, Golán en Basán con sus ejidos y
Astarot con sus ejidos. 72 De la tribu de Isacar, Cedes con sus ejidos, Daberat con sus ejidos, 73
Ramot con sus ejidos y Anem con sus ejidos. 74 De la tribu de Aser, Masal con sus ejidos, Abdón
con sus ejidos, 75 Hucoc con sus ejidos y Rehob con sus ejidos. 76 De la tribu de Neftalí, Cedes en
Galilea con sus ejidos, Hamón con sus ejidos y Quiriataim con sus ejidos. 77 A los hijos de Merari
que habían quedado, dieron de la tribu de Zabulón, Rimón con sus ejidos y Tabor con sus ejidos.
78 Del otro lado del Jordán frente a Jericó, al oriente del Jordán, dieron de la tribu de Rubén, Beser
en el desierto con sus ejidos, Jaza con sus ejidos, 79 Cademot con sus ejidos y Mefaat con sus
ejidos. 80 Y de la tribu de Gad, Ramot de Galaad con sus ejidos, Mahanaim con sus ejidos, 81
Hesbón con sus ejidos y Jazer con sus ejidos.

Descendientes de Isacar

1 CRÓNICAS 7
1 Los hijos de Isacar fueron cuatro: Tola, Fúa, Jasub y Simrón. 2 Los hijos de Tola: Uzi, Refaías,
Jeriel, Jahmai, Jibsam y Semuel, jefes de las familias de sus padres. De Tola fueron contados por
sus linajes en el tiempo de David, veintidós mil seiscientos hombres muy valerosos. 3 Hijo de Uzi
fue Israhías; y los hijos de Israhías: Micael, Obadías, Joel e Isías; por todos, cinco príncipes. 4 Y
había con ellos en sus linajes, por las familias de sus padres, treinta y seis mil hombres de guerra;
porque tuvieron muchas mujeres e hijos. 5 Y sus hermanos por todas las familias de Isacar,
contados todos por sus genealogías, eran ochenta y siete mil hombres valientes en extremo.

Descendientes de Benjamín

6 Los hijos de Benjamín fueron tres: Bela, Bequer y Jediael. 7 Los hijos de Bela: Ezbón, Uzi, Uziel,
Jerimot e Iri; cinco jefes de casas paternas, hombres de gran valor, y de cuya descendencia fueron
contados veintidós mil treinta y cuatro. 8 Los hijos de Bequer: Zemira, Joás, Eliezer, Elioenai, Omri,
Jerimot, Abías, Anatot y Alamet; todos éstos fueron hijos de Bequer. 9 Y contados por sus
descendencias, por sus linajes, los que eran jefes de familias resultaron veinte mil doscientos
hombres de grande esfuerzo. 10 Hijo de Jediael fue Bilhán; y los hijos de Bilhán: Jeús, Benjamín,
Aod, Quenaana, Zetán, Tarsis y Ahisahar. 11 Todos éstos fueron hijos de Jediael, jefes de familias,
hombres muy valerosos, diecisiete mil doscientos que salían a combatir en la guerra. 12 Supim y
Hupim fueron hijos de Hir; y Husim, hijo de Aher.

Descendientes de Neftalí

13 Los hijos de Neftalí: Jahzeel, Guni, Jezer y Salum, hijos de Bilha.

Descendientes de Manasés

14 Los hijos de Manasés: Asriel, al cual dio a luz su concubina la siria, la cual también dio a luz a
Maquir padre de Galaad. 15 Y Maquir tomó mujer de Hupim y Supim, cuya hermana tuvo por
nombre Maaca; y el nombre del segundo fue Zelofehad. Y Zelofehad tuvo hijas. 16 Y Maaca mujer
de Maquir dio a luz un hijo, y lo llamó Peres; y el nombre de su hermano fue Seres, cuyos hijos
fueron Ulam y Requem. 17 Hijo de Ulam fue Bedán. Estos fueron los hijos de Galaad, hijo de
Maquir, hijo de Manasés. 18 Y su hermana Hamolequet dio a luz a Isod, Abiezer y Mahala, 19 Y los
hijos de Semida fueron Ahián, Siquem, Likhi y Aniam.
Descendientes de Efraín

20 Los hijos de Efraín: Sutela, Bered su hijo, Tahat su hijo, Elada su hijo, Tahat su hijo, 21 Zabad su
hijo, Sutela su hijo, Ezer y Elad. Mas los hijos de Gat, naturales de aquella tierra, los mataron,
porque vinieron a tomarles sus ganados. 22 Y Efraín su padre hizo duelo por muchos días, y
vinieron sus hermanos a consolarlo. 23 Después él se llegó a su mujer, y ella concibió y dio a luz un
hijo, al cual puso por nombre Bería, por cuanto había estado en aflicción en su casa. 24 Y su hija
fue Seera, la cual edificó a Bet-horón la baja y la alta, y a Uzen-seera. 25 Hijo de este Bería fue
Refa, y Resef, y Telah su hijo, y Tahán su hijo, 26 Laadán su hijo, Amiud su hijo, Elisama su hijo, 27
Nun su hijo, Josué su hijo. 28 Y la heredad y habitación de ellos fue Bet-el con sus aldeas; y hacia el
oriente Naarán, y a la parte del occidente Gezer y sus aldeas; asimismo Siquem con sus aldeas,
hasta Gaza y sus aldeas; 29 y junto al territorio de los hijos de Manasés, Bet-seán con sus aldeas,
Taanac con sus aldeas, Meguido con sus aldeas, y Dor con sus aldeas. En estos lugares habitaron
los hijos de José hijo de Israel.

Descendientes de Aser

30 Los hijos de Aser: Imna, Isúa, Isúi, Bería, y su hermana Sera. 31 Los hijos de Bería: Heber, y
Malquiel, el cual fue padre de Birzavit. 32 Y Heber engendró a Jaflet, Somer, Hotam, y Súa
hermana de ellos. 33 Los hijos de Jaflet: Pasac, Bimhal y Asvat. Estos fueron los hijos de Jaflet. 34 Y
los hijos de Semer: Ahí, Rohga, Jehúba y Aram. 35 Los hijos de Helem su hermano: Zofa, Imna,
Seles y Amal. 36 Los hijos de Zofa: Súa, Harnefer, Súal, Beri, Imra, 37 Beser, Hod, Sama, Silsa, Itrán
y Beera. 38 Los hijos de Jeter: Jefone, Pispa y Ara. 39 Y los hijos de Ula: Ara, Haniel y Rezia. 40
Todos éstos fueron hijos de Aser, cabezas de familias paternas, escogidos, esforzados, jefes de
príncipes; y contados que fueron por sus linajes entre los que podían tomar las armas, el número
de ellos fue veintiséis mil hombres.

Descendientes de Benjamín

1 CRÓNICAS 8
1 Benjamín engendró a Bela su primogénito, Asbel el segundo, Ahara el tercero, 2 Noha el cuarto,
y Rafa el quinto. 3 Y los hijos de Bela fueron Adar, Gera, Abiud, 4 Abisúa, Naamán, Ahoa, 5 Gera,
Sefufán e Hiram. 6 Y estos son los hijos de Aod, estos los jefes de casas paternas que habitaron en
Geba y fueron transportados a Manahat: 7 Naamán, Ahías y Gera; éste los transportó, y engendró
a Uza y a Ahiud. 8 Y Saharaim engendró hijos en la provincia de Moab, después que dejó a Husim y
a Baara que eran sus mujeres. 9 Engendró, pues, de Hodes su mujer a Jobab, Sibia, Mesa, Malcam,
10 Jeúz, Saquías y Mirma. Estos son sus hijos, jefes de familias. 11 Mas de Husim engendró a
Abitob y a Elpaal. 12 Y los hijos de Elpaal: Heber, Misam y Semed (el cual edificó Ono, y Lod con
sus aldeas), 13 Bería también, y Sema, que fueron jefes de las familias de los moradores de Ajalón,
los cuales echaron a los moradores de Gat. 14 Y Ahío, Sasac, Jeremot, 15 Zebadías, Arad, Ader, 16
Micael, Ispa y Joha, hijos de Bería. 17 Y Zebadías, Mesulam, Hizqui, Heber, 18 Ismerai, Jezlías y
Jobab, hijos de Elpaal. 19 Y Jaquim, Zicri, Zabdi, 20 Elienai, Ziletai, Eliel, 21 Adaías, Beraías y Simrat,
hijos de Simei. 22 E Ispán, Heber, Eliel, 23 Abdón, Zicri, Hanán, 24 Hananías, Elam, Anatotías, 25
Ifdaías y Peniel, hijos de Sasac. 26 Y Samserai, Seharías, Atalías, 27 Jaresías, Elías y Zicri, hijos de
Jeroham. 28 Estos fueron jefes principales de familias por sus linajes, y habitaron en Jerusalén.

29 Y en Gabaón habitaron Abigabaón, la mujer del cual se llamó Maaca, 30 y su hijo primogénito
Abdón, y Zur, Cis, Baal, Nadab, 31 Gedor, Ahío y Zequer. 32 Y Miclot engendró a Simea. Estos
también habitaron con sus hermanos en Jerusalén, enfrente de ellos. 33 Ner engendró a Cis, Cis
engendró a Saúl, y Saúl engendró a Jonatán, Malquisúa, Abinadab y Es-baal. 34 Hijo de Jonatán fue
Merib-baal, y Merib-baal engendró a Micaía. 35 Los hijos de Micaía: Pitón, Melec, Tarea y Acaz. 36
Acaz engendró a Joada, Joada engendró a Alemet, Azmavet y Zimri, y Zimri engendró a Mosa. 37
Mosa engendró a Bina, hijo del cual fue Rafa, hijo del cual fue Elasa, cuyo hijo fue Azel. 38 Los hijos
de Azel fueron seis, cuyos nombres son Azricam, Bocru, Ismael, Searías, Obadías y Hanán; todos
éstos fueron hijos de Azel. 39 Y los hijos de Esec su hermano: Ulam su primogénito, Jehús el
segundo, Elifelet el tercero. 40 Y fueron los hijos de Ulam hombres valientes y vigorosos, flecheros
diestros, los cuales tuvieron muchos hijos y nietos, ciento cincuenta. Todos éstos fueron de los
hijos de Benjamín.

Los que regresaron de Babilonia

(Neh. 11.1-24)

1 CRÓNICAS 9
1 Contado todo Israel por sus genealogías, fueron escritos en el libro de los reyes de Israel. Y los de
Judá fueron transportados a Babilonia por su rebelión. 2 Los primeros moradores que entraron en
sus posesiones en las ciudades fueron israelitas, sacerdotes, levitas y sirvientes del templo. 3
Habitaron en Jerusalén, de los hijos de Judá, de los hijos de Benjamín, de los hijos de Efraín y
Manasés: 4 Utai hijo de Amiud, hijo de Omri, hijo de Imri, hijo de Bani, de los hijos de Fares hijo de
Judá. 5 Y de los silonitas, Asaías el primogénito, y sus hijos. 6 De los hijos de Zera, Jeuel y sus
hermanos, seiscientos noventa. 7 Y de los hijos de Benjamín: Salú hijo de Mesulam, hijo de
Hodavías, hijo de Asenúa, 8 Ibneías hijo de Jeroham, Ela hijo de Uzi, hijo de Micri, y Mesulam hijo
de Sefatías, hijo de Reuel, hijo de Ibnías. 9 Y sus hermanos por sus linajes fueron novecientos
cincuenta y seis. Todos estos hombres fueron jefes de familia en sus casas paternas.

10 De los sacerdotes: Jedaías, Joiarib, Jaquín, 11 Azarías hijo de Hilcías, hijo de Mesulam, hijo de
Sadoc, hijo de Meraiot, hijo de Ahitob, príncipe de la casa de Dios; 12 Adaía hijo de Jeroham, hijo
de Pasur, hijo de Malquías; Masai hijo de Adiel, hijo de Jazera, hijo de Mesulam, hijo de Mesilemit,
hijo de Imer, 13 y sus hermanos, jefes de sus casas paternas, en número de mil setecientos
sesenta, hombres muy eficaces en la obra del ministerio en la casa de Dios.

14 De los levitas: Semaías hijo de Hasub, hijo de Azricam, hijo de Hasabías, de los hijos de Merari,
15 Bacbacar, Heres, Galal, Matanías hijo de Micaía, hijo de Zicri, hijo de Asaf; 16 Obadías hijo de
Semaías, hijo de Galal, hijo de Jedutún; y Berequías hijo de Asa, hijo de Elcana, el cual habitó en las
aldeas de los netofatitas.

17 Y los porteros: Salum, Acub, Talmón, Ahimán y sus hermanos. Salum era el jefe. 18 Hasta ahora
entre las cuadrillas de los hijos de Leví han sido estos los porteros en la puerta del rey que está al
oriente. 19 Salum hijo de Coré, hijo de Ebiasaf, hijo de Coré, y sus hermanos los coreítas por la
casa de su padre, tuvieron a su cargo la obra del ministerio, guardando las puertas del
tabernáculo, como sus padres guardaron la entrada del campamento de Jehová. 20 Y Finees hijo
de Eleazar fue antes capitán sobre ellos; y Jehová estaba con él. 21 Zacarías hijo de Meselemías
era portero de la puerta del tabernáculo de reunión. 22 Todos éstos, escogidos para guardas en las
puertas, eran doscientos doce cuando fueron contados por el orden de sus linajes en sus villas, a
los cuales constituyó en su oficio David y Samuel el vidente. 23 Así ellos y sus hijos eran porteros
por sus turnos a las puertas de la casa de Jehová, y de la casa del tabernáculo. 24 Y estaban los
porteros a los cuatro lados; al oriente, al occidente, al norte y al sur. 25 Y sus hermanos que
estaban en sus aldeas, venían cada siete días según su turno para estar con ellos. 26 Porque cuatro
principales de los porteros levitas estaban en el oficio, y tenían a su cargo las cámaras y los tesoros
de la casa de Dios. 27 Estos moraban alrededor de la casa de Dios, porque tenían el cargo de
guardarla, y de abrirla todas las mañanas.
28 Algunos de éstos tenían a su cargo los utensilios para el ministerio, los cuales se metían por
cuenta, y por cuenta se sacaban. 29 Y otros de ellos tenían el cargo de la vajilla, y de todos los
utensilios del santuario, de la harina, del vino, del aceite, del incienso y de las especias. 30 Y
algunos de los hijos de los sacerdotes hacían los perfumes aromáticos. 31 Matatías, uno de los
levitas, primogénito de Salum coreíta, tenía a su cargo las cosas que se hacían en sartén. 32 Y
algunos de los hijos de Coat, y de sus hermanos, tenían a su cargo los panes de la proposición, los
cuales ponían por orden cada día de reposo.

33 También había cantores, jefes de familias de los levitas, los cuales moraban en las cámaras del
templo, exentos de otros servicios, porque de día y de noche estaban en aquella obra. 34 Estos
eran jefes de familias de los levitas por sus linajes, jefes que habitaban en Jerusalén.

Genealogía de Saúl

35 En Gabaón habitaba Jehiel padre de Gabaón, el nombre de cuya mujer era Maaca; 36 y su hijo
primogénito Abdón, luego Zur, Cis, Baal, Ner, Nadab, 37 Gedor, Ahío, Zacarías y Miclot; 38 y Miclot
engendró a Simeam. Estos habitaban también en Jerusalén con sus hermanos enfrente de ellos. 39
Ner engendró a Cis, Cis engendró a Saúl, y Saúl engendró a Jonatán, Malquisúa, Abinadab y Es-
baal. 40 Hijo de Jonatán fue Merib-baal, y Merib-baal engendró a Micaía. 41 Y los hijos de Micaía:
Pitón, Melec, Tarea y Acaz. 42 Acaz engendró a Jara, Jara engendró a Alemet, Azmavet y Zimri, y
Zimri engendró a Mosa, 43 y Mosa engendró a Bina, cuyo hijo fue Refaías, del que fue hijo Elasa,
cuyo hijo fue Azel. 44 Y Azel tuvo seis hijos, los nombres de los cuales son: Azricam, Bocru, Ismael,
Searías, Obadías y Hanán. Estos fueron los hijos de Azel.

Muerte de Saúl y de sus hijos

(1 S. 31.1-13)

1 CRÓNICAS 10
1 Los filisteos pelearon contra Israel; y huyeron delante de ellos los israelitas, y cayeron heridos en
el monte de Gilboa. 2 Y los filisteos siguieron a Saúl y a sus hijos, y mataron los filisteos a Jonatán,
a Abinadab y a Malquisúa, hijos de Saúl. 3 Y arreciando la batalla contra Saúl, le alcanzaron los
flecheros, y fue herido por los flecheros. 4 Entonces dijo Saúl a su escudero: Saca tu espada y
traspásame con ella, no sea que vengan estos incircuncisos y hagan escarnio de mí; pero su
escudero no quiso, porque tenía mucho miedo. Entonces Saúl tomó la espada, y se echó sobre
ella. 5 Cuando su escudero vio a Saúl muerto, él también se echó sobre su espada y se mató. 6 Así
murieron Saúl y sus tres hijos; y toda su casa murió juntamente con él. 7 Y viendo todos los de
Israel que habitaban en el valle, que habían huido, y que Saúl y sus hijos eran muertos, dejaron sus
ciudades y huyeron, y vinieron los filisteos y habitaron en ellas.

8 Sucedió al día siguiente, que al venir los filisteos a despojar a los muertos, hallaron a Saúl y a sus
hijos tendidos en el monte de Gilboa. 9 Y luego que le despojaron, tomaron su cabeza y sus armas,
y enviaron mensajeros por toda la tierra de los filisteos para dar las nuevas a sus ídolos y al pueblo.
10 Y pusieron sus armas en el templo de sus dioses, y colgaron la cabeza en el templo de Dagón.
11 Y oyendo todos los de Jabes de Galaad lo que los filisteos habían hecho de Saúl, 12 se
levantaron todos los hombres valientes, y tomaron el cuerpo de Saúl y los cuerpos de sus hijos, y
los trajeron a Jabes; y enterraron sus huesos debajo de una encina en Jabes, y ayunaron siete días.

13 Así murió Saúl por su rebelión con que prevaricó contra Jehová, contra la palabra de Jehová, la
cual no guardó, y porque consultó a una adivina, 14 y no consultó a Jehová; por esta causa lo
mató, y traspasó el reino a David hijo de Isaí.

David es proclamado rey de Israel

(2 S. 5.1-5)

1 CRÓNICAS 11

1 Entonces todo Israel se juntó a David en Hebrón, diciendo: He aquí nosotros somos tu hueso y tu
carne. 2 También antes de ahora, mientras Saúl reinaba, tú eras quien sacaba a la guerra a Israel, y
lo volvía a traer. También Jehová tu Dios te ha dicho: Tú apacentarás a mi pueblo Israel, y tú serás
príncipe sobre Israel mi pueblo. 3 Y vinieron todos los ancianos de Israel al rey en Hebrón, y David
hizo con ellos pacto delante de Jehová; y ungieron a David por rey sobre Israel, conforme a la
palabra de Jehová por medio de Samuel.

David toma la fortaleza de Sion

(2 S. 5.6-10)

4 Entonces se fue David con todo Israel a Jerusalén, la cual es Jebús; y los jebuseos habitaban en
aquella tierra. 5 Y los moradores de Jebús dijeron a David: No entrarás acá. Mas David tomó la
fortaleza de Sion, que es la ciudad de David. 6 Y David había dicho: El que primero derrote a los
jebuseos será cabeza y jefe. Entonces Joab hijo de Sarvia subió el primero, y fue hecho jefe. 7 Y
David habitó en la fortaleza, y por esto la llamaron la Ciudad de David. 8 Y edificó la ciudad
alrededor, desde Milo hasta el muro; y Joab reparó el resto de la ciudad. 9 Y David iba
adelantando y creciendo, y Jehová de los ejércitos estaba con él.

Los valientes de David

(2 S. 23.8-39)

10 Estos son los principales de los valientes que David tuvo, y los que le ayudaron en su reino, con
todo Israel, para hacerle rey sobre Israel, conforme a la palabra de Jehová. 11 Y este es el número
de los valientes que David tuvo: Jasobeam hijo de Hacmoni, caudillo de los treinta, el cual blandió
su lanza una vez contra trescientos, a los cuales mató.

12 Tras de éste estaba Eleazar hijo de Dodo, ahohíta, el cual era de los tres valientes. 13 Este
estuvo con David en Pasdamim, estando allí juntos en batalla los filisteos; y había allí una parcela
de tierra llena de cebada, y huyendo el pueblo delante de los filisteos, 14 se pusieron ellos en
medio de la parcela y la defendieron, y vencieron a los filisteos, porque Jehová los favoreció con
una gran victoria.
15 Y tres de los treinta principales descendieron a la peña a David, a la cueva de Adulam, estando
el campamento de los filisteos en el valle de Refaim. 16 David estaba entonces en la fortaleza, y
había entonces guarnición de los filisteos en Belén. 17 David deseó entonces, y dijo: ¡Quién me
diera de beber de las aguas del pozo de Belén, que está a la puerta! 18 Y aquellos tres rompieron
por el campamento de los filisteos, y sacaron agua del pozo de Belén, que está a la puerta, y la
tomaron y la trajeron a David; mas él no la quiso beber, sino que la derramó para Jehová, y dijo: 19
Guárdeme mi Dios de hacer esto. ¿Había yo de beber la sangre y la vida de estos varones, que con
peligro de sus vidas la han traído? Y no la quiso beber. Esto hicieron aquellos tres valientes.

20 Y Abisai, hermano de Joab, era jefe de los treinta, el cual blandió su lanza contra trescientos y
los mató, y ganó renombre con los tres. 21 Fue el más ilustre de los treinta, y fue el jefe de ellos,
pero no igualó a los tres primeros.

22 Benaía hijo de Joiada, hijo de un varón valiente de Cabseel, de grandes hechos; él venció a los
dos leones de Moab; también descendió y mató a un león en medio de un foso, en tiempo de
nieve. 23 El mismo venció a un egipcio, hombre de cinco codos de estatura; y el egipcio traía una
lanza como un rodillo de tejedor, mas él descendió con un báculo, y arrebató al egipcio la lanza de
la mano, y lo mató con su misma lanza. 24 Esto hizo Benaía hijo de Joiada, y fue nombrado con los
tres valientes. 25 Y fue el más distinguido de los treinta, pero no igualó a los tres primeros. A éste
puso David en su guardia personal.

26 Y los valientes de los ejércitos: Asael hermano de Joab, Elhanan hijo de Dodo de Belén, 27
Samot harodita, Heles pelonita; 28 Ira hijo de Iques tecoíta, Abiezer anatotita, 29 Sibecai husatita,
Ilai ahohíta, 30 Maharai netofatita, Heled hijo de Baana netofatita, 31 Itai hijo de Ribai, de Gabaa
de los hijos de Benjamín, Benaía piratonita, 32 Hurai del río Gaas, Abiel arbatita, 33 Azmavet
barhumita, Eliaba saalbonita, 34 los hijos de Hasem gizonita, Jonatán hijo de Sage ararita, 35
Ahíam hijo de Sacar ararita, Elifal hijo de Ur, 36 Hefer mequeratita, Ahías pelonita, 37 Hezro
carmelita, Naarai hijo de Ezbai, 38 Joel hermano de Natán, Mibhar hijo de Hagrai, 39 Selec
amonita, Naharai beerotita, escudero de Joab hijo de Sarvia, 40 Ira itrita, Gareb itrita, 41 Urías
heteo, Zabad hijo de Ahlai, 42 Adina hijo de Siza rubenita, príncipe de los rubenitas, y con él
treinta, 43 Hanán hijo de Maaca, Josafat mitnita, 44 Uzías astarotita, Sama y Jehiel hijos de Hotam
aroerita; 45 Jediael hijo de Simri, y Joha su hermano, tizita, 46 Eliel mahavita, Jerebai y Josavía
hijos de Elnaam, Itma moabita, 47 Eliel, Obed, y Jaasiel mesobaíta.

El ejército de David
1 CRÓNICAS 12

1 Estos son los que vinieron a David en Siclag, estando él aún encerrado por causa de Saúl hijo de
Cis, y eran de los valientes que le ayudaron en la guerra. 2 Estaban armados de arcos, y usaban de
ambas manos para tirar piedras con honda y saetas con arco. De los hermanos de Saúl de
Benjamín: 3 El principal Ahiezer, después Joás, hijos de Semaa gabaatita; Jeziel y Pelet hijos de
Azmavet, Beraca, Jehú anatotita, 4 Ismaías gabaonita, valiente entre los treinta, y más que los
treinta; Jeremías, Jahaziel, Johanán, Jozabad gederatita, 5 Eluzai, Jerimot, Bealías, Semarías,
Sefatías harufita, 6 Elcana, Isías, Azareel, Joezer y Jasobeam, coreítas, 7 y Joela y Zebadías hijos de
Jeroham de Gedor.

8 También de los de Gad huyeron y fueron a David, al lugar fuerte en el desierto, hombres de
guerra muy valientes para pelear, diestros con escudo y pavés; sus rostros eran como rostros de
leones, y eran ligeros como las gacelas sobre las montañas. 9 Ezer el primero, Obadías el segundo,
Eliab el tercero, 10 Mismana el cuarto, Jeremías el quinto, 11 Atai el sexto, Eliel el séptimo, 12
Johanán el octavo, Elzabad el noveno, 13 Jeremías el décimo y Macbanai el undécimo. 14 Estos
fueron capitanes del ejército de los hijos de Gad. El menor tenía cargo de cien hombres, y el mayor
de mil. 15 Estos pasaron el Jordán en el mes primero, cuando se había desbordado por todas sus
riberas; e hicieron huir a todos los de los valles al oriente y al poniente.

16 Asimismo algunos de los hijos de Benjamín y de Judá vinieron a David al lugar fuerte. 17 Y David
salió a ellos, y les habló diciendo: Si habéis venido a mí para paz y para ayudarme, mi corazón será
unido con vosotros; mas si es para entregarme a mis enemigos, sin haber iniquidad en mis manos,
véalo el Dios de nuestros padres, y lo demande. 18 Entonces el Espíritu vino sobre Amasai, jefe de
los treinta, y dijo: Por ti, oh David, y contigo, oh hijo de Isaí. Paz, paz contigo, y paz con tus
ayudadores, pues también tu Dios te ayuda. Y David los recibió, y los puso entre los capitanes de la
tropa.

19 También se pasaron a David algunos de Manasés, cuando vino con los filisteos a la batalla
contra Saúl (pero David no les ayudó, porque los jefes de los filisteos, habido consejo, lo
despidieron, diciendo: Con peligro de nuestras cabezas se pasará a su señor Saúl). 20 Así que
viniendo él a Siclag, se pasaron a él de los de Manasés, Adnas, Jozabad, Jediaiel, Micael, Jozabad,
Eliú y Ziletai, príncipes de millares de los de Manasés. 21 Estos ayudaron a David contra la banda
de merodeadores, pues todos ellos eran hombres valientes, y fueron capitanes en el ejército. 22
Porque entonces todos los días venía ayuda a David, hasta hacerse un gran ejército, como ejército
de Dios.
23 Y este es el número de los principales que estaban listos para la guerra, y vinieron a David en
Hebrón para traspasarle el reino de Saúl, conforme a la palabra de Jehová: 24 De los hijos de Judá
que traían escudo y lanza, seis mil ochocientos, listos para la guerra. 25 De los hijos de Simeón,
siete mil cien hombres, valientes y esforzados para la guerra. 26 De los hijos de Leví, cuatro mil
seiscientos; 27 asimismo Joiada, príncipe de los del linaje de Aarón, y con él tres mil setecientos,
28 y Sadoc, joven valiente y esforzado, con veintidós de los principales de la casa de su padre. 29
De los hijos de Benjamín hermanos de Saúl, tres mil; porque hasta entonces muchos de ellos se
mantenían fieles a la casa de Saúl. 30 De los hijos de Efraín, veinte mil ochocientos, muy valientes,
varones ilustres en las casas de sus padres. 31 De la media tribu de Manasés, dieciocho mil, los
cuales fueron tomados por lista para venir a poner a David por rey. 32 De los hijos de Isacar,
doscientos principales, entendidos en los tiempos, y que sabían lo que Israel debía hacer, cuyo
dicho seguían todos sus hermanos. 33 De Zabulón cincuenta mil, que salían a campaña prontos
para la guerra, con toda clase de armas de guerra, dispuestos a pelear sin doblez de corazón. 34
De Neftalí, mil capitanes, y con ellos treinta y siete mil con escudo y lanza. 35 De los de Dan,
dispuestos a pelear, veintiocho mil seiscientos. 36 De Aser, dispuestos para la guerra y preparados
para pelear, cuarenta mil. 37 Y del otro lado del Jordán, de los rubenitas y gaditas y de la media
tribu de Manasés, ciento veinte mil con toda clase de armas de guerra.

38 Todos estos hombres de guerra, dispuestos para guerrear, vinieron con corazón perfecto a
Hebrón, para poner a David por rey sobre todo Israel; asimismo todos los demás de Israel estaban
de un mismo ánimo para poner a David por rey. 39 Y estuvieron allí con David tres días comiendo y
bebiendo, porque sus hermanos habían preparado para ellos. 40 También los que les eran vecinos,
hasta Isacar y Zabulón y Neftalí, trajeron víveres en asnos, camellos, mulos y bueyes; provisión de
harina, tortas de higos, pasas, vino y aceite, y bueyes y ovejas en abundancia, porque en Israel
había alegría.

David propone trasladar el arca a Jerusalén

1 CRÓNICAS 13

1 Entonces David tomó consejo con los capitanes de millares y de centenas, y con todos los jefes. 2
Y dijo David a toda la asamblea de Israel: Si os parece bien y si es la voluntad de Jehová nuestro
Dios, enviaremos a todas partes por nuestros hermanos que han quedado en todas las tierras de
Israel, y por los sacerdotes y levitas que están con ellos en sus ciudades y ejidos, para que se
reúnan con nosotros; 3 y traigamos el arca de nuestro Dios a nosotros, porque desde el tiempo de
Saúl no hemos hecho caso de ella. 4 Y dijo toda la asamblea que se hiciese así, porque la cosa
parecía bien a todo el pueblo.

David intenta traer el arca

(2 S. 6.1-11)

5 Entonces David reunió a todo Israel, desde Sihor de Egipto hasta la entrada de Hamat, para que
trajesen el arca de Dios de Quiriat-jearim. 6 Y subió David con todo Israel a Baala de Quiriat-jearim,
que está en Judá, para pasar de allí el arca de Jehová Dios, que mora entre los querubines, sobre la
cual su nombre es invocado. 7 Y llevaron el arca de Dios de la casa de Abinadab en un carro nuevo;
y Uza y Ahío guiaban el carro. 8 Y David y todo Israel se regocijaban delante de Dios con todas sus
fuerzas, con cánticos, arpas, salterios, tamboriles, címbalos y trompetas.

9 Pero cuando llegaron a la era de Quidón, Uza extendió su mano al arca para sostenerla, porque
los bueyes tropezaban. 10 Y el furor de Jehová se encendió contra Uza, y lo hirió, porque había
extendido su mano al arca; y murió allí delante de Dios. 11 Y David tuvo pesar, porque Jehová
había quebrantado a Uza; por lo que llamó aquel lugar Pérez-uza, hasta hoy. 12 Y David temió a
Dios aquel día, y dijo: ¿Cómo he de traer a mi casa el arca de Dios? 13 Y no trajo David el arca a su
casa en la ciudad de David, sino que la llevó a casa de Obed-edom geteo. 14 Y el arca de Dios
estuvo con la familia de Obed-edom, en su casa, tres meses; y bendijo Jehová la casa de Obed-
edom, y todo lo que tenía.

Hiram envía embajadores a David

(2 S. 5.11-12)

1 CRÓNICAS 14
1 Hiram rey de Tiro envió a David embajadores, y madera de cedro, y albañiles y carpinteros, para
que le edificasen una casa. 2 Y entendió David que Jehová lo había confirmado como rey sobre
Israel, y que había exaltado su reino sobre su pueblo Israel.

Hijos de David nacidos en Jerusalén

(2 S. 5.13-16; 1 Cr. 3.5-9)

3 Entonces David tomó también mujeres en Jerusalén, y engendró David más hijos e hijas. 4 Y
estos son los nombres de los que le nacieron en Jerusalén: Samúa, Sobab, Natán, Salomón, 5
Ibhar, Elisúa, Elpelet, 6 Noga, Nefeg, Jafía, 7 Elisama, Beeliada y Elifelet.

David derrota a los filisteos

(2 S. 5.17-25)

8 Oyendo los filisteos que David había sido ungido rey sobre todo Israel, subieron todos los
filisteos en busca de David. Y cuando David lo oyó, salió contra ellos. 9 Y vinieron los filisteos, y se
extendieron por el valle de Refaim. 10 Entonces David consultó a Dios, diciendo: ¿Subiré contra los
filisteos? ¿Los entregarás en mi mano? Y Jehová le dijo: Sube, porque yo los entregaré en tus
manos. 11 Subieron, pues, a Baal-perazim, y allí los derrotó David. Dijo luego David: Dios rompió
mis enemigos por mi mano, como se rompen las aguas. Por esto llamaron el nombre de aquel
lugar Baal-perazim. 12 Y dejaron allí sus dioses, y David dijo que los quemasen. 13 Y volviendo los
filisteos a extenderse por el valle, 14 David volvió a consultar a Dios, y Dios le dijo: No subas tras
ellos, sino rodéalos, para venir a ellos por delante de las balsameras.

15 Y así que oigas venir un estruendo por las copas de las balsameras, sal luego a la batalla, porque
Dios saldrá delante de ti y herirá el ejército de los filisteos. 16 Hizo, pues, David como Dios le
mandó, y derrotaron al ejército de los filisteos desde Gabaón hasta Gezer. 17 Y la fama de David
fue divulgada por todas aquellas tierras; y Jehová puso el temor de David sobre todas las naciones.
David trae el arca a Jerusalén

(2 S. 6.12-23)

1 CRÓNICAS 15

1 Hizo David también casas para sí en la ciudad de David, y arregló un lugar para el arca de Dios, y
le levantó una tienda. 2 Entonces dijo David: El arca de Dios no debe ser llevada sino por los
levitas; porque a ellos ha elegido Jehová para que lleven el arca de Jehová, y le sirvan
perpetuamente. 3 Y congregó David a todo Israel en Jerusalén, para que pasasen el arca de Jehová
a su lugar, el cual le había él preparado. 4 Reunió también David a los hijos de Aarón y a los levitas;
5 de los hijos de Coat, Uriel el principal, y sus hermanos, ciento veinte. 6 De los hijos de Merari,
Asaías el principal, y sus hermanos, doscientos veinte. 7 De los hijos de Gersón, Joel el principal, y
sus hermanos, ciento treinta. 8 De los hijos de Elizafán, Semaías el principal, y sus hermanos,
doscientos. 9 De los hijos de Hebrón, Eliel el principal, y sus hermanos, ochenta. 10 De los hijos de
Uziel, Aminadab el principal, y sus hermanos, ciento doce. 11 Y llamó David a los sacerdotes Sadoc
y Abiatar, y a los levitas Uriel, Asaías, Joel, Semaías, Eliel y Aminadab, 12 y les dijo: Vosotros que
sois los principales padres de las familias de los levitas, santificaos, vosotros y vuestros hermanos,
y pasad el arca de Jehová Dios de Israel al lugar que le he preparado; 13 pues por no haberlo
hecho así vosotros la primera vez, Jehová nuestro Dios nos quebrantó, por cuanto no le buscamos
según su ordenanza. 14 Así los sacerdotes y los levitas se santificaron para traer el arca de Jehová
Dios de Israel. 15 Y los hijos de los levitas trajeron el arca de Dios puesta sobre sus hombros en las
barras, como lo había mandado Moisés, conforme a la palabra de Jehová.

16 Asimismo dijo David a los principales de los levitas, que designasen de sus hermanos a cantores
con instrumentos de música, con salterios y arpas y címbalos, que resonasen y alzasen la voz con
alegría. 17 Y los levitas designaron a Hemán hijo de Joel; y de sus hermanos, a Asaf hijo de
Berequías; y de los hijos de Merari y de sus hermanos, a Etán hijo de Cusaías. 18 Y con ellos a sus
hermanos del segundo orden, a Zacarías, Jaaziel, Semiramot, Jehiel, Uni, Eliab, Benaía, Maasías,
Matatías, Elifelehu, Micnías, Obed-edom y Jeiel, los porteros. 19 Así Hemán, Asaf y Etán, que eran
cantores, sonaban címbalos de bronce. 20 Y Zacarías, Aziel, Semiramot, Jehiel, Uni, Eliab, Maasías
y Benaía, con salterios sobre Alamot. 21 Matatías, Elifelehu, Micnías, Obed-edom, Jeiel y Azazías
tenían arpas afinadas en la octava para dirigir. 22 Y Quenanías, principal de los levitas en la música,
fue puesto para dirigir el canto, porque era entendido en ello. 23 Berequías y Elcana eran porteros
del arca. 24 Y Sebanías, Josafat, Natanael, Amasai, Zacarías, Benaía y Eliezer, sacerdotes, tocaban
las trompetas delante del arca de Dios; Obed-edom y Jehías eran también porteros del arca.
25 David, pues, y los ancianos de Israel y los capitanes de millares, fueron a traer el arca del pacto
de Jehová, de casa de Obed-edom, con alegría. 26 Y ayudando Dios a los levitas que llevaban el
arca del pacto de Jehová, sacrificaron siete novillos y siete carneros. 27 Y David iba vestido de lino
fino, y también todos los levitas que llevaban el arca, y asimismo los cantores; y Quenanías era
maestro de canto entre los cantores. Llevaba también David sobre sí un efod de lino. 28 De esta
manera llevaba todo Israel el arca del pacto de Jehová, con júbilo y sonido de bocinas y trompetas
y címbalos, y al son de salterios y arpas. 29 Pero cuando el arca del pacto de Jehová llegó a la
ciudad de David, Mical, hija de Saúl, mirando por una ventana, vio al rey David que saltaba y
danzaba; y lo menospreció en su corazón.

1 CRÓNICAS 16

1 Así trajeron el arca de Dios, y la pusieron en medio de la tienda que David había levantado para
ella; y ofrecieron holocaustos y sacrificios de paz delante de Dios. 2 Y cuando David acabó de
ofrecer el holocausto y los sacrificios de paz, bendijo al pueblo en el nombre de Jehová. 3 Y
repartió a todo Israel, así a hombres como a mujeres, a cada uno una torta de pan, una pieza de
carne, y una torta de pasas.

4 Y puso delante del arca de Jehová ministros de los levitas, para que recordasen y confesasen y
loasen a Jehová Dios de Israel: 5 Asaf el primero; el segundo después de él, Zacarías; Jeiel,
Semiramot, Jehiel, Matatías, Eliab, Benaía, Obed-edom y Jeiel, con sus instrumentos de salterios y
arpas; pero Asaf sonaba los címbalos. 6 También los sacerdotes Benaía y Jahaziel sonaban
continuamente las trompetas delante del arca del pacto de Dios.

Salmo de acción de gracias de David

(Sal. 105.1-15; 96.1-13; 106.47-48)

7 Entonces, en aquel día, David comenzó a aclamar a Jehová por mano de Asaf y de sus hermanos:
8 Alabad a Jehová, invocad su nombre,

Dad a conocer en los pueblos sus obras.

9 Cantad a él, cantadle salmos;

Hablad de todas sus maravillas.

10 Gloriaos en su santo nombre;

Alégrese el corazón de los que buscan a Jehová.

11 Buscad a Jehová y su poder;

Buscad su rostro continuamente.

12 Haced memoria de las maravillas que ha hecho,

De sus prodigios, y de los juicios de su boca,

13 Oh vosotros, hijos de Israel su siervo,

Hijos de Jacob, sus escogidos.

14 Jehová, él es nuestro Dios;

Sus juicios están en toda la tierra.

15 El hace memoria de su pacto perpetuamente,

Y de la palabra que él mandó para mil generaciones;

16 Del pacto que concertó con Abraham,

Y de su juramento a Isaac;

17 El cual confirmó a Jacob por estatuto,

Y a Israel por pacto sempiterno,

18 Diciendo: A ti daré la tierra de Canaán,

Porción de tu heredad.

19 Cuando ellos eran pocos en número,

Pocos y forasteros en ella,

20 Y andaban de nación en nación,

Y de un reino a otro pueblo,


21 No permitió que nadie los oprimiese;

Antes por amor de ellos castigó a los reyes.

22 No toquéis, dijo, a mis ungidos,

Ni hagáis mal a mis profetas.

23 Cantad a Jehová toda la tierra,

Proclamad de día en día su salvación.

24 Cantad entre las gentes su gloria,

Y en todos los pueblos sus maravillas.

25 Porque grande es Jehová, y digno de suprema alabanza,

Y de ser temido sobre todos los dioses.

26 Porque todos los dioses de los pueblos son ídolos;

Mas Jehová hizo los cielos.

27 Alabanza y magnificencia delante de él;

Poder y alegría en su morada.

28 Tributad a Jehová, oh familias de los pueblos,

Dad a Jehová gloria y poder.

29 Dad a Jehová la honra debida a su nombre;

Traed ofrenda, y venid delante de él;

Postraos delante de Jehová en la hermosura de la santidad.

30 Temed en su presencia, toda la tierra;

El mundo será aún establecido, para que no se conmueva.

31 Alégrense los cielos, y gócese la tierra,

Y digan en las naciones: Jehová reina.

32 Resuene el mar, y su plenitud;

Alégrese el campo, y todo lo que contiene.

33 Entonces cantarán los árboles de los bosques delante de Jehová,


Porque viene a juzgar la tierra.

34 Aclamad a Jehová, porque él es bueno;

Porque su misericordia es eterna.

35 Y decid: Sálvanos, oh Dios, salvación nuestra;

Recógenos, y líbranos de las naciones,

Para que confesemos tu santo nombre,

Y nos gloriemos en tus alabanzas.

36 Bendito sea Jehová Dios de Israel,

De eternidad a eternidad.

Y dijo todo el pueblo, Amén, y alabó a Jehová.

Los levitas encargados del arca

37 Y dejó allí, delante del arca del pacto de Jehová, a Asaf y a sus hermanos, para que ministrasen
de continuo delante del arca, cada cosa en su día; 38 y a Obed-edom y a sus sesenta y ocho
hermanos; y a Obed-edom hijo de Jedutún y a Hosa como porteros. 39 Asimismo al sacerdote
Sadoc, y a los sacerdotes sus hermanos, delante del tabernáculo de Jehová en el lugar alto que
estaba en Gabaón, 40 para que sacrificasen continuamente, a mañana y tarde, holocaustos a
Jehová en el altar del holocausto, conforme a todo lo que está escrito en la ley de Jehová, que él
prescribió a Israel; 41 y con ellos a Hemán, a Jedutún y a los otros escogidos declarados por sus
nombres, para glorificar a Jehová, porque es eterna su misericordia. 42 Con ellos a Hemán y a
Jedutún con trompetas y címbalos para los que tocaban, y con otros instrumentos de música de
Dios; y a los hijos de Jedutún para porteros.

43 Y todo el pueblo se fue cada uno a su casa; y David se volvió para bendecir su casa.

Pacto de Dios con David


(2 S. 7.1-29)

1 CRÓNICAS 17

1 Aconteció que morando David en su casa, dijo David al profeta Natán: He aquí yo habito en casa
de cedro, y el arca del pacto de Jehová debajo de cortinas. 2 Y Natán dijo a David: Haz todo lo que
está en tu corazón, porque Dios está contigo.

3 En aquella misma noche vino palabra de Dios a Natán, diciendo: 4 Ve y di a David mi siervo: Así
ha dicho Jehová: Tú no me edificarás casa en que habite. 5 Porque no he habitado en casa alguna
desde el día que saqué a los hijos de Israel hasta hoy; antes estuve de tienda en tienda, y de
tabernáculo en tabernáculo. 6 Por dondequiera que anduve con todo Israel, ¿hablé una palabra a
alguno de los jueces de Israel, a los cuales mandé que apacentasen a mi pueblo, para decirles:
¿Por qué no me edificáis una casa de cedro? 7 Por tanto, ahora dirás a mi siervo David: Así ha
dicho Jehová de los ejércitos: Yo te tomé del redil, de detrás de las ovejas, para que fueses
príncipe sobre mi pueblo Israel; 8 y he estado contigo en todo cuanto has andado, y he cortado a
todos tus enemigos de delante de ti, y te haré gran nombre, como el nombre de los grandes en la
tierra. 9 Asimismo he dispuesto lugar para mi pueblo Israel, y lo he plantado para que habite en él
y no sea más removido; ni los hijos de iniquidad lo consumirán más, como antes, 10 y desde el
tiempo que puse los jueces sobre mi pueblo Israel; mas humillaré a todos tus enemigos. Te hago
saber, además, que Jehová te edificará casa. 11 Y cuando tus días sean cumplidos para irte con tus
padres, levantaré descendencia después de ti, a uno de entre tus hijos, y afirmaré su reino. 12 El
me edificará casa, y yo confirmaré su trono eternamente. 13 Yo le seré por padre, y él me será por
hijo; y no quitaré de él mi misericordia, como la quité de aquel que fue antes de ti; 14 sino que lo
confirmaré en mi casa y en mi reino eternamente, y su trono será firme para siempre. 15
Conforme a todas estas palabras, y conforme a toda esta visión, así habló Natán a David.

16 Y entró el rey David y estuvo delante de Jehová, y dijo: Jehová Dios, ¿quién soy yo, y cuál es mi
casa, para que me hayas traído hasta este lugar? 17 Y aun esto, oh Dios, te ha parecido poco, pues
que has hablado de la casa de tu siervo para tiempo más lejano, y me has mirado como a un
hombre excelente, oh Jehová Dios. 18 ¿Qué más puede añadir David pidiendo de ti para glorificar
a tu siervo? Mas tú conoces a tu siervo. 19 Oh Jehová, por amor de tu siervo y según tu corazón,
has hecho toda esta grandeza, para hacer notorias todas tus grandezas. 20 Jehová, no hay
semejante a ti, ni hay Dios sino tú, según todas las cosas que hemos oído con nuestros oídos. 21 ¿Y
qué pueblo hay en la tierra como tu pueblo Israel, cuyo Dios fuese y se redimiese un pueblo, para
hacerte nombre con grandezas y maravillas, echando a las naciones de delante de tu pueblo, que
tú rescataste de Egipto? 22 Tú has constituido a tu pueblo Israel por pueblo tuyo para siempre; y
tú, Jehová, has venido a ser su Dios. 23 Ahora pues, Jehová, la palabra que has hablado acerca de
tu siervo y de su casa, sea firme para siempre, y haz como has dicho. 24 Permanezca, pues, y sea
engrandecido tu nombre para siempre, a fin de que se diga: Jehová de los ejércitos, Dios de Israel,
es Dios para Israel. Y sea la casa de tu siervo David firme delante de ti. 25 Porque tú, Dios mío,
revelaste al oído a tu siervo que le has de edificar casa; por eso ha hallado tu siervo motivo para
orar delante de ti. 26 Ahora pues, Jehová, tú eres el Dios que has hablado de tu siervo este bien;
27 y ahora has querido bendecir la casa de tu siervo, para que permanezca perpetuamente
delante de ti; porque tú, Jehová, la has bendecido, y será bendita para siempre.

David extiende sus dominios

(2 S. 8.1-14)

1 CRÓNICAS 18

1 Después de estas cosas aconteció que David derrotó a los filisteos, y los humilló, y tomó a Gat y
sus villas de mano de los filisteos.

2 También derrotó a Moab, y los moabitas fueron siervos de David, trayéndole presentes.

3 Asimismo derrotó David a Hadad-ezer rey de Soba, en Hamat, yendo éste a asegurar su dominio
junto al río Eufrates. 4 Y le tomó David mil carros, siete mil de a caballo, y veinte mil hombres de a
pie; y desjarretó David los caballos de todos los carros, excepto los de cien carros que dejó. 5 Y
viniendo los sirios de Damasco en ayuda de Hadad-ezer rey de Soba, David hirió de ellos veintidós
mil hombres. 6 Y puso David guarnición en Siria de Damasco, y los sirios fueron hechos siervos de
David, trayéndole presentes; porque Jehová daba la victoria a David dondequiera que iba. 7 Tomó
también David los escudos de oro que llevaban los siervos de Hadad-ezer, y los trajo a Jerusalén. 8
Asimismo de Tibhat y de Cun, ciudades de Hadad-ezer, tomó David muchísimo bronce, con el que
Salomón hizo el mar de bronce, las columnas, y utensilios de bronce.

9 Y oyendo Toi rey de Hamat que David había deshecho todo el ejército de Hadad-ezer rey de
Soba, 10 envió a Adoram su hijo al rey David, para saludarle y bendecirle por haber peleado con
Hadad-ezer y haberle vencido; porque Toi tenía guerra contra Hadad-ezer. Le envió también toda
clase de utensilios de oro, de plata y de bronce; 11 los cuales el rey David dedicó a Jehová, con la
plata y el oro que había tomado de todas las naciones de Edom, de Moab, de los hijos de Amón,
de los filisteos y de Amalec.

12 Además de esto, Abisai hijo de Sarvia destrozó en el valle de la Sal a dieciocho mil edomitas. 13
Y puso guarnición en Edom, y todos los edomitas fueron siervos de David; porque Jehová daba el
triunfo a David dondequiera que iba.

Oficiales de David

(2 S. 8.15-18; 20.23-26)

14 Reinó David sobre todo Israel, y juzgaba con justicia a todo su pueblo. 15 Y Joab hijo de Sarvia
era general del ejército, y Josafat hijo de Ahilud, canciller. 16 Sadoc hijo de Ahitob y Abimelec hijo
de Abiatar eran sacerdotes, y Savsa, secretario. 17 Y Benaía hijo de Joiada estaba sobre los
cereteos y peleteos; y los hijos de David eran los príncipes cerca del rey.

Derrotas de amonitas y sirios

(2 S. 10.1-19)

1 CRÓNICAS 19

1 Después de estas cosas aconteció que murió Nahas rey de los hijos de Amón, y reinó en su lugar
su hijo. 2 Y dijo David: Manifestaré misericordia con Hanún hijo de Nahas, porque también su
padre me mostró misericordia. Así David envió embajadores que lo consolasen de la muerte de su
padre. Pero cuando llegaron los siervos de David a la tierra de los hijos de Amón a Hanún, para
consolarle, 3 los príncipes de los hijos de Amón dijeron a Hanún: ¿A tu parecer honra David a tu
padre, que te ha enviado consoladores? ¿No vienen más bien sus siervos a ti para espiar, e
inquirir, y reconocer la tierra? 4 Entonces Hanún tomó los siervos de David y los rapó, y les cortó
los vestidos por la mitad, hasta las nalgas, y los despachó. 5 Se fueron luego, y cuando llegó a
David la noticia sobre aquellos varones, él envió a recibirlos, porque estaban muy afrentados. El
rey mandó que les dijeran: Estaos en Jericó hasta que os crezca la barba, y entonces volveréis.

6 Y viendo los hijos de Amón que se habían hecho odiosos a David, Hanún y los hijos de Amón
enviaron mil talentos de plata para tomar a sueldo carros y gente de a caballo de Mesopotamia,
de Siria, de Maaca y de Soba. 7 Y tomaron a sueldo treinta y dos mil carros, y al rey de Maaca y a
su ejército, los cuales vinieron y acamparon delante de Medeba. Y se juntaron también los hijos de
Amón de sus ciudades, y vinieron a la guerra. 8 Oyéndolo David, envió a Joab con todo el ejército
de los hombres valientes. 9 Y los hijos de Amón salieron, y ordenaron la batalla a la entrada de la
ciudad; y los reyes que habían venido estaban aparte en el campo.

10 Y viendo Joab que el ataque contra él había sido dispuesto por el frente y por la retaguardia,
escogió de los más aventajados que había en Israel, y con ellos ordenó su ejército contra los sirios.
11 Puso luego el resto de la gente en mano de Abisai su hermano, y los ordenó en batalla contra
los amonitas. 12 Y dijo: Si los sirios fueren más fuertes que yo, tú me ayudarás; y si los amonitas
fueren más fuertes que tú, yo te ayudaré. 13 Esfuérzate, y esforcémonos por nuestro pueblo, y por
las ciudades de nuestro Dios; y haga Jehová lo que bien le parezca. 14 Entonces se acercó Joab y el
pueblo que tenía consigo, para pelear contra los sirios; mas ellos huyeron delante de él. 15 Y los
hijos de Amón, viendo que los sirios habían huido, huyeron también ellos delante de Abisai su
hermano, y entraron en la ciudad. Entonces Joab volvió a Jerusalén.

16 Viendo los sirios que habían caído delante de Israel, enviaron embajadores, y trajeron a los
sirios que estaban al otro lado del Eufrates, cuyo capitán era Sofac, general del ejército de Hadad-
ezer. 17 Luego que fue dado aviso a David, reunió a todo Israel, y cruzando el Jordán vino a ellos, y
ordenó batalla contra ellos. Y cuando David hubo ordenado su tropa contra ellos, pelearon contra
él los sirios. 18 Mas el pueblo sirio huyó delante de Israel; y mató David de los sirios a siete mil
hombres de los carros, y cuarenta mil hombres de a pie; asimismo mató a Sofac general del
ejército. 19 Y viendo los siervos de Hadad-ezer que habían caído delante de Israel, concertaron paz
con David, y fueron sus siervos; y el pueblo sirio nunca más quiso ayudar a los hijos de Amón.

David captura a Rabá

(2 S. 12.26-31)
1 CRÓNICAS 20

1 Aconteció a la vuelta del año, en el tiempo que suelen los reyes salir a la guerra, que Joab sacó
las fuerzas del ejército, y destruyó la tierra de los hijos de Amón, y vino y sitió a Rabá. Mas David
estaba en Jerusalén; y Joab batió a Rabá, y la destruyó. 2 Y tomó David la corona de encima de la
cabeza del rey de Rabá, y la halló de peso de un talento de oro, y había en ella piedras preciosas; y
fue puesta sobre la cabeza de David. Además de esto sacó de la ciudad muy grande botín. 3 Sacó
también al pueblo que estaba en ella, y lo puso a trabajar con sierras, con trillos de hierro y con
hachas. Lo mismo hizo David a todas las ciudades de los hijos de Amón. Y volvió David con todo el
pueblo a Jerusalén.

Los hombres de David matan a los gigantes

(2 S. 21.18-22)

4 Después de esto aconteció que se levantó guerra en Gezer contra los filisteos; y Sibecai husatita
mató a Sipai, de los descendientes de los gigantes; y fueron humillados. 5 Volvió a levantarse
guerra contra los filisteos; y Elhanán hijo de Jair mató a Lahmi, hermano de Goliat geteo, el asta de
cuya lanza era como un rodillo de telar. 6 Y volvió a haber guerra en Gat, donde había un hombre
de grande estatura, el cual tenía seis dedos en pies y manos, veinticuatro por todos; y era
descendiente de los gigantes. 7 Este hombre injurió a Israel, pero lo mató Jonatán, hijo de Simea
hermano de David. 8 Estos eran descendientes de los gigantes en Gat, los cuales cayeron por
mano de David y de sus siervos.

David censa al pueblo

(2 S. 24.1-25)

1 CRÓNICAS 21
1 Pero Satanás se levantó contra Israel, e incitó a David a que hiciese censo de Israel. 2 Y dijo David
a Joab y a los príncipes del pueblo: Id, haced censo de Israel desde Beerseba hasta Dan, e
informadme sobre el número de ellos para que yo lo sepa. 3 Y dijo Joab: Añada Jehová a su pueblo
cien veces más, rey señor mío; ¿no son todos éstos siervos de mi señor? ¿Para qué procura mi
señor esto, que será para pecado a Israel? 4 Mas la orden del rey pudo más que Joab. Salió, por
tanto, Joab, y recorrió todo Israel, y volvió a Jerusalén y dio la cuenta del número del pueblo a
David. 5 Y había en todo Israel un millón cien mil que sacaban espada, y de Judá cuatrocientos
setenta mil hombres que sacaban espada. 6 Entre éstos no fueron contados los levitas, ni los hijos
de Benjamín, porque la orden del rey era abominable a Joab.

7 Asimismo esto desagradó a Dios, e hirió a Israel. 8 Entonces dijo David a Dios: He pecado
gravemente al hacer esto; te ruego que quites la iniquidad de tu siervo, porque he hecho muy
locamente. 9 Y habló Jehová a Gad, vidente de David, diciendo: 10 Ve y habla a David, y dile: Así ha
dicho Jehová: Tres cosas te propongo; escoge de ellas una que yo haga contigo. 11 Y viniendo Gad
a David, le dijo: Así ha dicho Jehová: 12 Escoge para ti: o tres años de hambre, o por tres meses ser
derrotado delante de tus enemigos con la espada de tus adversarios, o por tres días la espada de
Jehová, esto es, la peste en la tierra, y que el ángel de Jehová haga destrucción en todos los
términos de Israel. Mira, pues, qué responderé al que me ha enviado. 13 Entonces David dijo a
Gad: Estoy en grande angustia. Ruego que yo caiga en la mano de Jehová, porque sus
misericordias son muchas en extremo; pero que no caiga en manos de hombres.

14 Así Jehová envió una peste en Israel, y murieron de Israel setenta mil hombres. 15 Y envió
Jehová el ángel a Jerusalén para destruirla; pero cuando él estaba destruyendo, miró Jehová y se
arrepintió de aquel mal, y dijo al ángel que destruía: Basta ya; detén tu mano. El ángel de Jehová
estaba junto a la era de Ornán jebuseo. 16 Y alzando David sus ojos, vio al ángel de Jehová, que
estaba entre el cielo y la tierra, con una espada desnuda en su mano, extendida contra Jerusalén.
Entonces David y los ancianos se postraron sobre sus rostros, cubiertos de cilicio. 17 Y dijo David a
Dios: ¿No soy yo el que hizo contar el pueblo? Yo mismo soy el que pequé, y ciertamente he hecho
mal; pero estas ovejas, ¿qué han hecho? Jehová Dios mío, sea ahora tu mano contra mi, y contra
la casa de mi padre, y no venga la peste sobre tu pueblo.

18 Y el ángel de Jehová ordenó a Gad que dijese a David que subiese y construyese un altar a
Jehová en la era de Ornán jebuseo. 19 Entonces David subió, conforme a la palabra que Gad le
había dicho en nombre de Jehová. 20 Y volviéndose Ornán, vio al ángel, por lo que se escondieron
cuatro hijos suyos que con él estaban. Y Ornán trillaba el trigo. 21 Y viniendo David a Ornán, miró
Ornán, y vio a David; y saliendo de la era, se postró en tierra ante David. 22 Entonces dijo David a
Ornán: Dame este lugar de la era, para que edifique un altar a Jehová; dámelo por su cabal precio,
para que cese la mortandad en el pueblo. 23 Y Ornán respondió a David: Tómala para ti, y haga mi
señor el rey lo que bien le parezca; y aun los bueyes daré para el holocausto, y los trillos para leña,
y trigo para la ofrenda; yo lo doy todo. 24 Entonces el rey David dijo a Ornán: No, sino que
efectivamente la compraré por su justo precio; porque no tomaré para Jehová lo que es tuyo, ni
sacrificaré holocausto que nada me cueste. 25 Y dio David a Ornán por aquel lugar el peso de
seiscientos siclos de oro. 26 Y edificó allí David un altar a Jehová, en el que ofreció holocaustos y
ofrendas de paz, e invocó a Jehová, quien le respondió por fuego desde los cielos en el altar del
holocausto. 27 Entonces Jehová habló al ángel, y éste volvió su espada a la vaina.

El lugar para el templo

28 Viendo David que Jehová le había oído en la era de Ornán jebuseo, ofreció sacrificios allí. 29 Y el
tabernáculo de Jehová que Moisés había hecho en el desierto, y el altar del holocausto, estaban
entonces en el lugar alto de Gabaón; 30 pero David no pudo ir allá a consultar a Dios, porque
estaba atemorizado a causa de la espada del ángel de Jehová.

1 CRÓNICAS 22

1 Y dijo David: Aquí estará la casa de Jehová Dios, y aquí el altar del holocausto para Israel.

Preparativos para el templo

2 Después mandó David que se reuniese a los extranjeros que había en la tierra de Israel, y señaló
de entre ellos canteros que labrasen piedras para edificar la casa de Dios. 3 Asimismo preparó
David mucho hierro para la clavazón de las puertas, y para las junturas; y mucho bronce sin peso, y
madera de cedro sin cuenta. 4 Porque los sidonios y tirios habían traído a David abundancia de
madera de cedro. 5 Y dijo David: Salomón mi hijo es muchacho y de tierna edad, y la casa que se
ha de edificar a Jehová ha de ser magnífica por excelencia, para renombre y honra en todas las
tierras; ahora, pues, yo le prepararé lo necesario. Y David antes de su muerte hizo preparativos en
gran abundancia.

6 Llamó entonces David a Salomón su hijo, y le mandó que edificase casa a Jehová Dios de Israel. 7
Y dijo David a Salomón: Hijo mío, en mi corazón tuve el edificar templo al nombre de Jehová mi
Dios. 8 Mas vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Tú has derramado mucha sangre, y has hecho
grandes guerras; no edificarás casa a mi nombre, porque has derramado mucha sangre en la tierra
delante de mí. 9 He aquí te nacerá un hijo, el cual será varón de paz, porque yo le daré paz de
todos sus enemigos en derredor; por tanto, su nombre será Salomón, y yo daré paz y reposo sobre
Israel en sus días. 10 El edificará casa a mi nombre, y él me será a mí por hijo, y yo le seré por
padre; y afirmaré el trono de su reino sobre Israel para siempre. 11 Ahora pues, hijo mío, Jehová
esté contigo, y seas prosperado, y edifiques casa a Jehová tu Dios, como él ha dicho de ti. 12 Y
Jehová te dé entendimiento y prudencia, para que cuando gobiernes a Israel, guardes la ley de
Jehová tu Dios. 13 Entonces serás prosperado, si cuidares de poner por obra los estatutos y
decretos que Jehová mandó a Moisés para Israel. Esfuérzate, pues, y cobra ánimo; no temas, ni
desmayes. 14 He aquí, yo con grandes esfuerzos he preparado para la casa de Jehová cien mil
talentos de oro, y un millón de talentos de plata, y bronce y hierro sin medida, porque es mucho.
Asimismo he preparado madera y piedra, a lo cual tú añadirás. 15 Tú tienes contigo muchos
obreros, canteros, albañiles, carpinteros, y todo hombre experto en toda obra. 16 Del oro, de la
plata, del bronce y del hierro, no hay cuenta. Levántate, y manos a la obra; y Jehová esté contigo.

17 Asimismo mandó David a todos los principales de Israel que ayudasen a Salomón su hijo,
diciendo: 18 ¿No está con vosotros Jehová vuestro Dios, el cual os ha dado paz por todas partes?
Porque él ha entregado en mi mano a los moradores de la tierra, y la tierra ha sido sometida
delante de Jehová, y delante de su pueblo. 19 Poned, pues, ahora vuestros corazones y vuestros
ánimos en buscar a Jehová vuestro Dios; y levantaos, y edificad el santuario de Jehová Dios, para
traer el arca del pacto de Jehová, y los utensilios consagrados a Dios, a la casa edificada al nombre
de Jehová.

Distribución y deberes de los levitas

1 CRÓNICAS 23

1 Siendo, pues, David ya viejo y lleno de días, hizo a Salomón su hijo rey sobre Israel.

2 Y juntando a todos los principales de Israel, y a los sacerdotes y levitas, 3 fueron contados los
levitas de treinta años arriba; y fue el número de ellos por sus cabezas, contados uno por uno,
treinta y ocho mil. 4 De éstos, veinticuatro mil para dirigir la obra de la casa de Jehová, y seis mil
para gobernadores y jueces. 5 Además, cuatro mil porteros, y cuatro mil para alabar a Jehová, dijo
David, con los instrumentos que he hecho para tributar alabanzas. 6 Y los repartió David en grupos
conforme a los hijos de Leví: Gersón, Coat y Merari.
7 Los hijos de Gersón: Laadán y Simei. 8 Los hijos de Laadán, tres: Jehiel el primero, después Zetam
y Joel. 9 Los hijos de Simei, tres: Selomit, Haziel y Harán. Estos fueron los jefes de las familias de
Laadán. 10 Y los hijos de Simei: Jahat, Zina, Jeús y Bería. Estos cuatro fueron los hijos de Simei. 11
Jahat era el primero, y Zina el segundo; pero Jeús y Bería no tuvieron muchos hijos, por lo cual
fueron contados como una familia.

12 Los hijos de Coat: Amram, Izhar, Hebrón y Uziel, ellos cuatro. 13 Los hijos de Amram: Aarón y
Moisés. Y Aarón fue apartado para ser dedicado a las cosas más santas, él y sus hijos para siempre,
para que quemasen incienso delante de Jehová, y le ministrasen y bendijesen en su nombre, para
siempre. 14 Y los hijos de Moisés varón de Dios fueron contados en la tribu de Leví. 15 Los hijos de
Moisés fueron Gersón y Eliezer. 16 Hijo de Gersón fue Sebuel el jefe. 17 E hijo de Eliezer fue
Rehabías el jefe. Y Eliezer no tuvo otros hijos; mas los hijos de Rehabías fueron muchos. 18 Hijo de
Izhar fue Selomit el jefe. 19 Los hijos de Hebrón: Jerías el jefe, Amarías el segundo, Jahaziel el
tercero, y Jecamán el cuarto. 20 Los hijos de Uziel: Micaía el jefe, e Isías el segundo.

21 Los hijos de Merari: Mahli y Musi. Los hijos de Mahli: Eleazar y Cis. 22 Y murió Eleazar sin hijos;
pero tuvo hijas, y los hijos de Cis, sus parientes, las tomaron por mujeres. 23 Los hijos de Musi:
Mahli, Edar y Jeremot, ellos tres.

24 Estos son los hijos de Leví en las familias de sus padres, jefes de familias según el censo de ellos,
contados por sus nombres, por sus cabezas, de veinte años arriba, los cuales trabajaban en el
ministerio de la casa de Jehová. 25 Porque David dijo: Jehová Dios de Israel ha dado paz a su
pueblo Israel, y él habitará en Jerusalén para siempre. 26 Y también los levitas no tendrán que
llevar más el tabernáculo y todos los utensilios para su ministerio. 27 Así que, conforme a las
postreras palabras de David, se hizo la cuenta de los hijos de Leví de veinte años arriba. 28 Y
estaban bajo las órdenes de los hijos de Aarón para ministrar en la casa de Jehová, en los atrios, en
las cámaras, y en la purificación de toda cosa santificada, y en la demás obra del ministerio de la
casa de Dios. 29 Asimismo para los panes de la proposición, para la flor de harina para el sacrificio,
para las hojuelas sin levadura, para lo preparado en sartén, para lo tostado, y para toda medida y
cuenta; 30 y para asistir cada mañana todos los días a dar gracias y tributar alabanzas a Jehová, y
asimismo por la tarde; 31 y para ofrecer todos los holocaustos a Jehová los días de reposo, lunas
nuevas y fiestas solemnes, según su número y de acuerdo con su rito, continuamente delante de
Jehová; 32 y para que tuviesen la guarda del tabernáculo de reunión, y la guarda del santuario,
bajo las órdenes de los hijos de Aarón sus hermanos, en el ministerio de la casa de Jehová.
1 CRÓNICAS 24

1 También los hijos de Aarón fueron distribuidos en grupos. Los hijos de Aarón: Nadab, Abiú,
Eleazar e Itamar. 2 Mas como Nadab y Abiú murieron antes que su padre, y no tuvieron hijos,
Eleazar e Itamar ejercieron el sacerdocio. 3 Y David, con Sadoc de los hijos de Eleazar, y Ahimelec
de los hijos de Itamar, los repartió por sus turnos en el ministerio. 4 Y de los hijos de Eleazar había
más varones principales que de los hijos de Itamar; y los repartieron así: De los hijos de Eleazar,
dieciséis cabezas de casas paternas; y de los hijos de Itamar, por sus casas paternas, ocho. 5 Los
repartieron, pues, por suerte los unos con los otros; porque de los hijos de Eleazar y de los hijos de
Itamar hubo príncipes del santuario, y príncipes de la casa de Dios. 6 Y el escriba Semaías hijo de
Natanael, de los levitas, escribió sus nombres en presencia del rey y de los príncipes, y delante de
Sadoc el sacerdote, de Ahimelec hijo de Abiatar y de los jefes de las casas paternas de los
sacerdotes y levitas, designando por suerte una casa paterna para Eleazar, y otra para Itamar.

7 La primera suerte tocó a Joiarib, la segunda a Jedaías, 8 la tercera a Harim, la cuarta a Seorim, 9
la quinta a Malquías, la sexta a Mijamín, 10 la séptima a Cos, la octava a Abías, 11 la novena a
Jesúa, la décima a Secanías, 12 la undécima a Eliasib, la duodécima a Jaquim, 13 la decimatercera a
Hupa, la decimacuarta a Jesebeab, 14 la decimaquinta a Bilga, la decimasexta a Imer, 15 la
decimaséptima a Hezir, la decimaoctava a Afses, 16 la decimanovena a Petaías, la vigésima a
Hezequiel, 17 la vigesimaprimera a Jaquín, la vigesimasegunda a Gamul, 18 la vigesimatercera a
Delaía, la vigesimacuarta a Maazías. 19 Estos fueron distribuidos para su ministerio, para que
entrasen en la casa de Jehová, según les fue ordenado por Aarón su padre, de la manera que le
había mandado Jehová el Dios de Israel.

20 Y de los hijos de Leví que quedaron: Subael, de los hijos de Amram; y de los hijos de Subael,
Jehedías. 21 Y de los hijos de Rehabías, Isías el jefe. 22 De los izharitas, Selomot; e hijo de Selomot,
Jahat. 23 De los hijos de Hebrón: Jerías el jefe, el segundo Amarías, el tercero Jahaziel, el cuarto
Jecamán. 24 Hijo de Uziel, Micaía; e hijo de Micaía, Samir. 25 Hermano de Micaía, Isías; e hijo de
Isías, Zacarías. 26 Los hijos de Merari: Mahli y Musi; hijo de Jaazías, Beno. 27 Los hijos de Merari
por Jaazías: Beno, Soham, Zacur e Ibri. 28 Y de Mahli, Eleazar, quien no tuvo hijos. 29 Hijo de Cis,
Jerameel. 30 Los hijos de Musi: Mahli, Edar y Jerimot. Estos fueron los hijos de los levitas conforme
a sus casas paternas. 31 Estos también echaron suertes, como sus hermanos los hijos de Aarón,
delante del rey David, y de Sadoc y de Ahimelec, y de los jefes de las casas paternas de los
sacerdotes y levitas; el principal de los padres igualmente que el menor de sus hermanos.

Distribución de músicos y cantores


1 CRÓNICAS 25

1 Asimismo David y los jefes del ejército apartaron para el ministerio a los hijos de Asaf, de Hemán
y de Jedutún, para que profetizasen con arpas, salterios y címbalos; y el número de ellos, hombres
idóneos para la obra de su ministerio, fue: 2 De los hijos de Asaf: Zacur, José, Netanías y Asarela,
hijos de Asaf, bajo la dirección de Asaf, el cual profetizaba bajo las órdenes del rey. 3 De los hijos
de Jedutún: Gedalías, Zeri, Jesaías, Hasabías, Matatías y Simei; seis, bajo la dirección de su padre
Jedutún, el cual profetizaba con arpa, para aclamar y alabar a Jehová. 4 De los hijos de Hemán:
Buquías, Matanías, Uziel, Sebuel, Jeremot, Hananías, Hanani, Eliata, Gidalti, Romanti-ezer,
Josbecasa, Maloti, Hotir y Mahaziot. 5 Todos éstos fueron hijos de Hemán, vidente del rey en las
cosas de Dios, para exaltar su poder; y Dios dio a Hemán catorce hijos y tres hijas. 6 Y todos éstos
estaban bajo la dirección de su padre en la música, en la casa de Jehová, con címbalos, salterios y
arpas, para el ministerio del templo de Dios. Asaf, Jedutún y Hemán estaban por disposición del
rey. 7 Y el número de ellos, con sus hermanos, instruidos en el canto para Jehová, todos los aptos,
fue doscientos ochenta y ocho. 8 Y echaron suertes para servir por turnos, entrando el pequeño
con el grande, lo mismo el maestro que el discípulo.

9 La primera suerte salió por Asaf, para José; la segunda para Gedalías, quien con sus hermanos e
hijos fueron doce. 10 la tercera para Zacur, con sus hijos y sus hermanos, doce; 11 la cuarta para
Izri, con sus hijos y sus hermanos, doce; 12 la quinta para Netanías, con sus hijos y sus hermanos,
doce; 13 la sexta para Buquías, con sus hijos y sus hermanos, doce; 14 la séptima para Jesarela,
con sus hijos y sus hermanos, doce; 15 la octava para Jesahías, con sus hijos y sus hermanos, doce;
16 la novena para Matanías, con sus hijos y sus hermanos, doce; 17 la décima para Simei, con sus
hijos y sus hermanos, doce; 18 la undécima para Azareel, con sus hijos y sus hermanos, doce; 19 la
duodécima para Hasabías, con sus hijos y sus hermanos, doce; 20 la decimatercera para Subael,
con sus hijos y sus hermanos, doce; 21 la decimacuarta para Matatías, con sus hijos y sus
hermanos, doce; 22 la decimaquinta para Jeremot, con sus hijos y sus hermanos, doce; 23 la
decimasexta para Hananías, con sus hijos y sus hermanos, doce; 24 la decimaséptima para
Josbecasa, con sus hijos y sus hermanos, doce; 25 la decimaoctava para Hanani, con sus hijos y sus
hermanos, doce; 26 la decimanovena para Maloti, con sus hijos y sus hermanos, doce; 27 la
vigésima para Eliata, con sus hijos y sus hermanos, doce; 28 la vigesimaprimera para Hotir, con sus
hijos y sus hermanos, doce; 29 la vigesimasegunda para Gidalti, con sus hijos y sus hermanos,
doce; 30 la vigesimatercera para Mahaziot, con sus hijos y sus hermanos, doce; 31 la
vigesimacuarta para Romanti-ezer, con sus hijos y sus hermanos, doce.

Porteros y oficiales
1 CRÓNICAS 26

1 También fueron distribuidos los porteros: de los coreítas, Meselemías hijo de Coré, de los hijos
de Asaf. 2 Los hijos de Meselemías: Zacarías el primogénito, Jediael el segundo, Zebadías el
tercero, Jatniel el cuarto, 3 Elam el quinto, Johanán el sexto, Elioenai el séptimo. 4 Los hijos de
Obed-edom: Semaías el primogénito, Jozabad el segundo, Joa el tercero, el cuarto Sacar, el quinto
Natanael, 5 el sexto Amiel, el séptimo Isacar, el octavo Peultai; porque Dios había bendecido a
Obed-edom. 6 También de Semaías su hijo nacieron hijos que fueron señores sobre la casa de sus
padres; porque eran varones valerosos y esforzados. 7 Los hijos de Semaías: Otni, Rafael, Obed,
Elzabad, y sus hermanos, hombres esforzados; asimismo Eliú y Samaquías. 8 Todos éstos de los
hijos de Obed-edom; ellos con sus hijos y sus hermanos, hombres robustos y fuertes para el
servicio; sesenta y dos, de Obed-edom. 9 Y los hijos de Meselemías y sus hermanos, dieciocho
hombres valientes. 10 De Hosa, de los hijos de Merari: Simri el jefe (aunque no era el primogénito,
mas su padre lo puso por jefe), 11 el segundo Hilcías, el tercero Tebalías, el cuarto Zacarías; todos
los hijos de Hosa y sus hermanos fueron trece.

12 Entre éstos se hizo la distribución de los porteros, alternando los principales de los varones en
la guardia con sus hermanos, para servir en la casa de Jehová. 13 Echaron suertes, el pequeño con
el grande, según sus casas paternas, para cada puerta. 14 Y la suerte para la del oriente cayó a
Selemías. Y metieron en las suertes a Zacarías su hijo, consejero entendido; y salió la suerte suya
para la del norte. 15 Y para Obed-edom la puerta del sur, y a sus hijos la casa de provisiones del
templo. 16 Para Supim y Hosa, la del occidente, la puerta de Salequet, en el camino de la subida,
correspondiéndose guardia con guardia. 17 Al oriente seis levitas, al norte cuatro de día; al sur
cuatro de día; y a la casa de provisiones de dos en dos. 18 En la cámara de los utensilios al
occidente, cuatro al camino, y dos en la cámara. 19 Estas son las distribuciones de los porteros,
hijos de los coreítas y de los hijos de Merari.

20 Y de los levitas, Ahías tenía cargo de los tesoros de la casa de Dios, y de los tesoros de las cosas
santificadas. 21 Cuanto a los hijos de Laadán hijo de Gersón: de Laadán, los jefes de las casas
paternas de Laadán gersonita fueron los jehielitas.

22 Los hijos de Jehieli, Zetam y Joel su hermano, tuvieron cargo de los tesoros de la casa de
Jehová. 23 De entre los amramitas, de los izharitas, de los hebronitas y de los uzielitas, 24 Sebuel
hijo de Gersón, hijo de Moisés, era jefe sobre los tesoros. 25 En cuanto a su hermano Eliezer, hijo
de éste era Rehabías, hijo de éste Jesaías, hijo de éste Joram, hijo de éste Zicri, del que fue hijo
Selomit. 26 Este Selomit y sus hermanos tenían a su cargo todos los tesoros de todas las cosas
santificadas que había consagrado el rey David, y los jefes de las casas paternas, los capitanes de
millares y de centenas, y los jefes del ejército; 27 de lo que habían consagrado de las guerras y de
los botines, para reparar la casa de Jehová. 28 Asimismo todas las cosas que había consagrado el
vidente Samuel, y Saúl hijo de Cis, Abner hijo de Ner y Joab hijo de Sarvia, y todo lo que cualquiera
consagraba, estaba a cargo de Selomit y de sus hermanos.

29 De los izharitas, Quenanías y sus hijos eran gobernadores y jueces sobre Israel en asuntos
exteriores. 30 De los hebronitas, Hasabías y sus hermanos, hombres de vigor, mil setecientos,
gobernaban a Israel al otro lado del Jordán, al occidente, en toda la obra de Jehová, y en el servicio
del rey. 31 De los hebronitas, Jerías era el jefe de los hebronitas repartidos en sus linajes por sus
familias. En el año cuarenta del reinado de David se registraron, y fueron hallados entre ellos
hombres fuertes y vigorosos en Jazer de Galaad. 32 Y sus hermanos, hombres valientes, eran dos
mil setecientos, jefes de familias, los cuales el rey David constituyó sobre los rubenitas, los gaditas
y la media tribu de Manasés, para todas las cosas de Dios y los negocios del rey.

Otros oficiales de David

1 CRÓNICAS 27

1 Estos son los principales de los hijos de Israel, jefes de familias, jefes de millares y de centenas, y
oficiales que servían al rey en todos los negocios de las divisiones que entraban y salían cada mes
durante todo el año, siendo cada división de veinticuatro mil.

2 Sobre la primera división del primer mes estaba Jasobeam hijo de Zabdiel; y había en su división
veinticuatro mil. 3 De los hijos de Fares, él fue jefe de todos los capitanes de las compañías del
primer mes. 4 Sobre la división del segundo mes estaba Dodai ahohíta; y Miclot era jefe en su
división, en la que también había veinticuatro mil. 5 El jefe de la tercera división para el tercer mes
era Benaía, hijo del sumo sacerdote Joiada; y en su división había veinticuatro mil. 6 Este Benaía
era valiente entre los treinta y sobre los treinta; y en su división estaba Amisabad su hijo. 7 El
cuarto jefe para el cuarto mes era Asael hermano de Joab, y después de él Zebadías su hijo; y en su
división había veinticuatro mil. 8 El quinto jefe para el quinto mes era Samhut izraíta; y en su
división había veinticuatro mil. 9 El sexto para el sexto mes era Ira hijo de Iques, de Tecoa; y en su
división veinticuatro mil. 10 El séptimo para el séptimo mes era Heles pelonita, de los hijos de
Efraín; y en su división veinticuatro mil. 11 El octavo para el octavo mes era Sibecai husatita, de los
zeraítas; y en su división veinticuatro mil. 12 El noveno para el noveno mes era Abiezer anatotita,
de los benjamitas; y en su división veinticuatro mil. 13 El décimo para el décimo mes era Maharai
netofatita, de los zeraítas; y en su división veinticuatro mil. 14 El undécimo para el undécimo mes
era Benaía piratonita, de los hijos de Efraín; y en su división veinticuatro mil. 15 El duodécimo para
el duodécimo mes era Heldai netofatita, de Otoniel; y en su división veinticuatro mil.

16 Asimismo sobre las tribus de Israel: el jefe de los rubenitas era Eliezer hijo de Zicri; de los
simeonitas, Sefatías, hijo de Maaca. 17 De los levitas, Hasabías hijo de Kemuel; de los de Aarón,
Sadoc. 18 De Judá, Eliú, uno de los hermanos de David; de los de Isacar, Omri hijo de Micael. 19 De
los de Zabulón, Ismaías hijo de Abdías; de los de Neftalí, Jerimot hijo de Azriel. 20 De los hijos de
Efraín, Oseas hijo de Azazías; de la media tribu de Manasés, Joel hijo de Pedaías. 21 De la otra
media tribu de Manasés, en Galaad, Iddo hijo de Zacarías; de los de Benjamín, Jaasiel hijo de
Abner. 22 Y de Dan, Azareel hijo de Jeroham. Estos fueron los jefes de las tribus de Israel. 23 Y no
tomó David el número de los que eran de veinte años abajo, por cuanto Jehová había dicho que él
multiplicaría a Israel como las estrellas del cielo. 24 Joab hijo de Sarvia había comenzado a contar;
pero no acabó, pues por esto vino el castigo sobre Israel, y así el número no fue puesto en el
registro de las crónicas del rey David.

25 Azmavet hijo de Adiel tenía a su cargo los tesoros del rey; y Jonatán hijo de Uzías los tesoros de
los campos, de las ciudades, de las aldeas y de las torres. 26 Y de los que trabajaban en la labranza
de las tierras, Ezri hijo de Quelub. 27 De las viñas, Simei ramatita; y del fruto de las viñas para las
bodegas, Zabdi sifmita. 28 De los olivares e higuerales de la Sefela, Baal-hanán gederita; y de los
almacenes del aceite, Joás. 29 Del ganado que pastaba en Sarón, Sitrai saronita; y del ganado que
estaba en los valles, Safat hijo de Adlai. 30 De los camellos, Obil ismaelita; de las asnas, Jehedías
meronotita; 31 y de las ovejas, Jaziz agareno. Todos estos eran administradores de la hacienda del
rey David.

32 Y Jonatán tío de David era consejero, varón prudente y escriba; y Jehiel hijo de Hacmoni estaba
con los hijos del rey. 33 También Ahitofel era consejero del rey, y Husai arquita amigo del rey. 34
Después de Ahitofel estaba Joiada hijo de Benaía, y Abiatar. Y Joab era el general del ejército del
rey.

Salomón sucede a David

1 CRÓNICAS 28
1 Reunió David en Jerusalén a todos los principales de Israel, los jefes de las tribus, los jefes de las
divisiones que servían al rey, los jefes de millares y de centenas, los administradores de toda la
hacienda y posesión del rey y de sus hijos, y los oficiales y los más poderosos y valientes de sus
hombres. 2 Y levantándose el rey David, puesto en pie dijo: Oídme, hermanos míos, y pueblo mío.
Yo tenía el propósito de edificar una casa en la cual reposara el arca del pacto de Jehová, y para el
estrado de los pies de nuestro Dios; y había ya preparado todo para edificar. 3 Mas Dios me dijo:
Tú no edificarás casa a mi nombre, porque eres hombre de guerra, y has derramado mucha
sangre. 4 Pero Jehová el Dios de Israel me eligió de toda la casa de mi padre, para que
perpetuamente fuese rey sobre Israel; porque a Judá escogió por caudillo, y de la casa de Judá a la
familia de mi padre; y de entre los hijos de mi padre se agradó de mí para ponerme por rey sobre
todo Israel. 5 Y de entre todos mis hijos (porque Jehová me ha dado muchos hijos), eligió a mi hijo
Salomón para que se siente en el trono del reino de Jehová sobre Israel. 6 Y me ha dicho: Salomón
tu hijo, él edificará mi casa y mis atrios; porque a éste he escogido por hijo, y yo le seré a él por
padre. 7 Asimismo yo confirmaré su reino para siempre, si él se esforzare a poner por obra mis
mandamientos y mis decretos, como en este día. 8 Ahora, pues, ante los ojos de todo Israel,
congregación de Jehová, y en oídos de nuestro Dios, guardad e inquirid todos los preceptos de
Jehová vuestro Dios, para que poseáis la buena tierra, y la dejéis en herencia a vuestros hijos
después de vosotros perpetuamente.

9 Y tú, Salomón, hijo mío, reconoce al Dios de tu padre, y sírvele con corazón perfecto y con ánimo
voluntario; porque Jehová escudriña los corazones de todos, y entiende todo intento de los
pensamientos. Si tú le buscares, lo hallarás; mas si lo dejares, él te desechará para siempre. 10
Mira, pues, ahora, que Jehová te ha elegido para que edifiques casa para el santuario; esfuérzate,
y hazla.

11 Y David dio a Salomón su hijo el plano del pórtico del templo y sus casas, sus tesorerías, sus
aposentos, sus cámaras y la casa del propiciatorio. 12 Asimismo el plano de todas las cosas que
tenía en mente para los atrios de la casa de Jehová, para todas las cámaras alrededor, para las
tesorerías de la casa de Dios, y para las tesorerías de las cosas santificadas. 13 También para los
grupos de los sacerdotes y de los levitas, para toda la obra del ministerio de la casa de Jehová, y
para todos los utensilios del ministerio de la casa de Jehová. 14 Y dio oro en peso para las cosas de
oro, para todos los utensilios de cada servicio, y plata en peso para todas las cosas de plata, para
todos los utensilios de cada servicio. 15 Oro en peso para los candeleros de oro, y para sus
lámparas; en peso el oro para cada candelero y sus lámparas; y para los candeleros de plata, plata
en peso para cada candelero y sus lámparas, conforme al servicio de cada candelero. 16 Asimismo
dio oro en peso para las mesas de la proposición, para cada mesa; del mismo modo plata para las
mesas de plata. 17 También oro puro para los garfios, para los lebrillos, para las copas y para las
tazas de oro; para cada taza por peso; y para las tazas de plata, por peso para cada taza. 18
Además, oro puro en peso para el altar del incienso, y para el carro de los querubines de oro, que
con las alas extendidas cubrían el arca del pacto de Jehová. 19 Todas estas cosas, dijo David, me
fueron trazadas por la mano de Jehová, que me hizo entender todas las obras del diseño.

20 Dijo además David a Salomón su hijo: Anímate y esfuérzate, y manos a la obra; no temas, ni
desmayes, porque Jehová Dios, mi Dios, estará contigo; él no te dejará ni te desamparará, hasta
que acabes toda la obra para el servicio de la casa de Jehová. 21 He aquí los grupos de los
sacerdotes y de los levitas, para todo el ministerio de la casa de Dios, estarán contigo en toda la
obra; asimismo todos los voluntarios e inteligentes para toda forma de servicio, y los príncipes, y
todo el pueblo para ejecutar todas tus órdenes.

1 CRÓNICAS 29

1 Después dijo el rey David a toda la asamblea: Solamente a Salomón mi hijo ha elegido Dios; él es
joven y tierno de edad, y la obra grande; porque la casa no es para hombre, sino para Jehová Dios.
2 Yo con todas mis fuerzas he preparado para la casa de mi Dios, oro para las cosas de oro, plata
para las cosas de plata, bronce para las de bronce, hierro para las de hierro, y madera para las de
madera; y piedras de ónice, piedras preciosas, piedras negras, piedras de diversos colores, y toda
clase de piedras preciosas, y piedras de mármol en abundancia. 3 Además de esto, por cuanto
tengo mi afecto en la casa de mi Dios, yo guardo en mi tesoro particular oro y plata que, además
de todas las cosas que he preparado para la casa del santuario, he dado para la casa de mi Dios: 4
tres mil talentos de oro, de oro de Ofir, y siete mil talentos de plata refinada para cubrir las
paredes de las casas; 5 oro, pues, para las cosas de oro, y plata para las cosas de plata, y para toda
la obra de las manos de los artífices. ¿Y quién quiere hacer hoy ofrenda voluntaria a Jehová?

6 Entonces los jefes de familia, y los príncipes de las tribus de Israel, jefes de millares y de
centenas, con los administradores de la hacienda del rey, ofrecieron voluntariamente. 7 Y dieron
para el servicio de la casa de Dios cinco mil talentos y diez mil dracmas de oro, diez mil talentos de
plata, dieciocho mil talentos de bronce, y cinco mil talentos de hierro. 8 Y todo el que tenía piedras
preciosas las dio para el tesoro de la casa de Jehová, en mano de Jehiel gersonita. 9 Y se alegró el
pueblo por haber contribuido voluntariamente; porque de todo corazón ofrecieron a Jehová
voluntariamente.

10 Asimismo se alegró mucho el rey David, y bendijo a Jehová delante de toda la congregación; y
dijo David: Bendito seas tú, oh Jehová, Dios de Israel nuestro padre, desde el siglo y hasta el siglo.
11 Tuya es, oh Jehová, la magnificencia y el poder, la gloria, la victoria y el honor; porque todas las
cosas que están en los cielos y en la tierra son tuyas. Tuyo, oh Jehová, es el reino, y tú eres excelso
sobre todos. 12 Las riquezas y la gloria proceden de ti, y tú dominas sobre todo; en tu mano está la
fuerza y el poder, y en tu mano el hacer grande y el dar poder a todos. 13 Ahora pues, Dios
nuestro, nosotros alabamos y loamos tu glorioso nombre.

14 Porque ¿quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que pudiésemos ofrecer voluntariamente
cosas semejantes? Pues todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos. 15 Porque nosotros,
extranjeros y advenedizos somos delante de ti, como todos nuestros padres; y nuestros días sobre
la tierra, cual sombra que no dura. 16 Oh Jehová Dios nuestro, toda esta abundancia que hemos
preparado para edificar casa a tu santo nombre, de tu mano es, y todo es tuyo. 17 Yo sé, Dios mío,
que tú escudriñas los corazones, y que la rectitud te agrada; por eso yo con rectitud de mi corazón
voluntariamente te he ofrecido todo esto, y ahora he visto con alegría que tu pueblo, reunido aquí
ahora, ha dado para ti espontáneamente. 18 Jehová, Dios de Abraham, de Isaac y de Israel
nuestros padres, conserva perpetuamente esta voluntad del corazón de tu pueblo, y encamina su
corazón a ti. 19 Asimismo da a mi hijo Salomón corazón perfecto, para que guarde tus
mandamientos, tus testimonios y tus estatutos, y para que haga todas las cosas, y te edifique la
casa para la cual yo he hecho preparativos.

20 Después dijo David a toda la congregación: Bendecid ahora a Jehová vuestro Dios. Entonces
toda la congregación bendijo a Jehová Dios de sus padres, e inclinándose adoraron delante de
Jehová y del rey. 21 Y sacrificaron víctimas a Jehová, y ofrecieron a Jehová holocaustos al día
siguiente; mil becerros, mil carneros, mil corderos con sus libaciones, y muchos sacrificios de parte
de todo Israel. 22 Y comieron y bebieron delante de Jehová aquel día con gran gozo; y dieron por
segunda vez la investidura del reino a Salomón hijo de David, y ante Jehová le ungieron por
príncipe, y a Sadoc por sacerdote.

23 Y se sentó Salomón por rey en el trono de Jehová en lugar de David su padre, y fue prosperado;
y le obedeció todo Israel. 24 Y todos los príncipes y poderosos, y todos los hijos del rey David,
prestaron homenaje al rey Salomón. 25 Y Jehová engrandeció en extremo a Salomón a ojos de
todo Israel, y le dio tal gloria en su reino, cual ningún rey la tuvo antes de él en Israel.

Muerte de David

(1 R. 2.10-12)
26 Así reinó David hijo de Isaí sobre todo Israel. 27 El tiempo que reinó sobre Israel fue cuarenta
años. Siete años reinó en Hebrón, y treinta y tres reinó en Jerusalén. 28 Y murió en buena vejez,
lleno de días, de riquezas y de gloria; y reinó en su lugar Salomón su hijo. 29 Y los hechos del rey
David, primeros y postreros, están escritos en el libro de las crónicas de Samuel vidente, en las
crónicas del profeta Natán, y en las crónicas de Gad vidente, 30 con todo lo relativo a su reinado, y
su poder, y los tiempos que pasaron sobre él, y sobre Israel y sobre todos los reinos de aquellas
tierras.

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Segundo libro de Crónicas

Salomón pide sabiduría

2 Crónicas 1

(1 R. 3.3-15)

1 Salomón hijo de David fue afirmado en su reino, y Jehová su Dios estaba con él, y lo engrandeció
sobremanera.

2 Y convocó Salomón a todo Israel, a jefes de millares y de centenas, a jueces, y a todos los
príncipes de todo Israel, jefes de familias.

3 Y fue Salomón, y con él toda esta asamblea, al lugar alto que había en Gabaón; porque allí estaba
el tabernáculo de reunión de Dios, que Moisés siervo de Jehová había hecho en el desierto.
4 Pero David había traído el arca de Dios de Quiriat-jearim al lugar que él le había preparado;
porque él le había levantado una tienda en Jerusalén.

5 Asimismo el altar de bronce que había hecho Bezaleel hijo de Uri, hijo de Hur, estaba allí delante
del tabernáculo de Jehová, al cual fue a consultar Salomón con aquella asamblea.

6 Subió, pues, Salomón allá delante de Jehová, al altar de bronce que estaba en el tabernáculo de
reunión, y ofreció sobre él mil holocaustos.

7 Y aquella noche apareció Dios a Salomón y le dijo: Pídeme lo que quieras que yo te dé.

8 Y Salomón dijo a Dios: Tú has tenido con David mi padre gran misericordia, y a mí me has puesto
por rey en lugar suyo.

9 Confírmese pues, ahora, oh Jehová Dios, tu palabra dada a David mi padre; porque tú me has
puesto por rey sobre un pueblo numeroso como el polvo de la tierra.

10 Dame ahora sabiduría y ciencia, para presentarme delante de este pueblo; porque ¿quién
podrá gobernar a este tu pueblo tan grande?

11 Y dijo Dios a Salomón: Por cuanto hubo eso en tu corazón, y no pediste riquezas, bienes o
gloria, ni la vida de los que te quieren mal, ni pediste muchos días, sino que has pedido para ti
sabiduría y ciencia para gobernar a mi pueblo, sobre el cual te he puesto por rey,

12 sabiduría y ciencia te son dadas; y también te daré riquezas, bienes y gloria, como nunca
tuvieron los reyes que han sido antes de ti, ni tendrán los que vengan después de ti.

13 Y desde el lugar alto que estaba en Gabaón, delante del tabernáculo de reunión, volvió
Salomón a Jerusalén, y reinó sobre Israel.

Salomón comercia en caballos y en carros

(1 R. 10.26-29; 2 Cr. 9:25-28)

14 Y juntó Salomón carros y gente de a caballo; y tuvo mil cuatrocientos carros y doce mil jinetes,
los cuales puso en las ciudades de los carros y con el rey en Jerusalén.
15 Y acumuló el rey plata y oro en Jerusalén como piedras, y cedro como cabrahigos de la Sefela
en abundancia.

16 Y los mercaderes del rey compraban por contrato caballos y lienzos finos de Egipto para
Salomón.

17 Y subían y compraban en Egipto un carro por seiscientas piezas de plata, y un caballo por ciento
cincuenta; y así compraban por medio de ellos para todos los reyes de los heteos, y para los reyes
de Siria.

Pacto de Salomón con Hiram

2 Crónicas 2

(1 R. 5.1-18; 7.13-14)

1 Determinó, pues, Salomón edificar casa al nombre de Jehová, y casa para su reino.

2 Y designó Salomón setenta mil hombres que llevasen cargas, y ochenta mil hombres que
cortasen en los montes, y tres mil seiscientos que los vigilasen.

3 Y envió a decir Salomón a Hiram rey de Tiro: Haz conmigo como hiciste con David mi padre,
enviándole cedros para que edificara para sí casa en que morase.

4 He aquí, yo tengo que edificar casa al nombre de Jehová mi Dios, para consagrársela, para
quemar incienso aromático delante de él, y para la colocación continua de los panes de la
proposición, y para holocaustos a mañana y tarde, en los días de reposo, nuevas lunas, y
festividades de Jehová nuestro Dios; lo cual ha de ser perpetuo en Israel.

5 Y la casa que tengo que edificar, ha de ser grande; porque el Dios nuestro es grande sobre todos
los dioses.
6 Mas, ¿quién será capaz de edificarle casa, siendo que los cielos y los cielos de los cielos no
pueden contenerlo? ¿Quién, pues, soy yo para que le edifique casa, sino tan sólo para quemar
incienso delante de él?

7 Envíame, pues, ahora un hombre hábil que sepa trabajar en oro, en plata, en bronce, en hierro,
en púrpura, en grana y en azul, y que sepa esculpir con los maestros que están conmigo en Judá y
en Jerusalén, los cuales dispuso mi padre.

8 Envíame también madera del Líbano: cedro, ciprés y sándalo; porque yo sé que tus siervos saben
cortar madera en el Líbano; y he aquí, mis siervos irán con los tuyos,

9 para que me preparen mucha madera, porque la casa que tengo que edificar ha de ser grande y
portentosa.

10 Y he aquí, para los trabajadores tus siervos, cortadores de madera, he dado veinte mil coros de
trigo en grano, veinte mil coros de cebada, veinte mil batos de vino, y veinte mil batos de aceite.

11 Entonces Hiram rey de Tiro respondió por escrito que envió a Salomón: Porque Jehová amó a
su pueblo, te ha puesto por rey sobre ellos.

12 Además decía Hiram: Bendito sea Jehová el Dios de Israel, que hizo los cielos y la tierra, y que
dio al rey David un hijo sabio, entendido, cuerdo y prudente, que edifique casa a Jehová, y casa
para su reino.

13 Yo, pues, te he enviado un hombre hábil y entendido, Hiram-abi,

14 hijo de una mujer de las hijas de Dan, mas su padre fue de Tiro; el cual sabe trabajar en oro,
plata, bronce y hierro, en piedra y en madera, en Púrpura y en azul, en lino y en carmesí; asimismo
sabe esculpir toda clase de figuras, y sacar toda forma de diseño que se le pida, con tus hombres
peritos, y con los de mi señor David tu padre.

15 Ahora, pues, envíe mi señor a sus siervos el trigo y cebada, y aceite y vino, que ha dicho;

16 y nosotros cortaremos en el Líbano la madera que necesites, y te la traeremos en balsas por el


mar hasta Jope, y tú la harás llevar hasta Jerusalén.

17 Y contó Salomón todos los hombres extranjeros que había en la tierra de Israel, después de
haberlos ya contado David su padre, y fueron hallados ciento cincuenta y tres mil seiscientos.

18 Y señaló de ellos setenta mil para llevar cargas, y ochenta mil canteros en la montaña, y tres mil
seiscientos por capataces para hacer trabajar al pueblo.
Salomón edifica el templo

2 Crónicas 3

(1 R. 6.1-38)

1 Comenzó Salomón a edificar la casa de Jehová en Jerusalén, en el monte Moriah, que había sido
mostrado a David su padre, en el lugar que David había preparado en la era de Ornán jebuseo.

2 Y comenzó a edificar en el mes segundo, a los dos días del mes, en el cuarto año de su reinado.

3 Estas son las medidas que dio Salomón a los cimientos de la casa de Dios. La primera, la longitud,
de sesenta codos, y la anchura de veinte codos.

4 El pórtico que estaba al frente del edificio era de veinte codos de largo, igual al ancho de la casa,
y su altura de ciento veinte codos; y lo cubrió por dentro de oro puro.

5 Y techó el cuerpo mayor del edificio con madera de ciprés, la cual cubrió de oro fino, e hizo
realzar en ella palmeras y cadenas.

6 Cubrió también la casa de piedras preciosas para ornamento; y el oro era oro de Parvaim.

7 Así que cubrió la casa, sus vigas, sus umbrales, sus paredes y sus puertas, con oro; y esculpió
querubines en las paredes.

8 Hizo asimismo el lugar santísimo, cuya longitud era de veinte codos según el ancho del frente de
la casa, y su anchura de veinte codos; y lo cubrió de oro fino que ascendía a seiscientos talentos.

9 Y el peso de los clavos era de uno hasta cincuenta siclos de oro. Cubrió también de oro los
aposentos.

10 Y dentro del lugar santísimo hizo dos querubines de madera, los cuales fueron cubiertos de oro.

11 La longitud de las alas de los querubines era de veinte codos; porque una ala era de cinco
codos, la cual llegaba hasta la pared de la casa, y la otra de cinco codos, la cual tocaba el ala del
otro querubín.
12 De la misma manera una ala del otro querubín era de cinco codos, la cual llegaba hasta la pared
de la casa, y la otra era de cinco codos, que tocaba el ala del otro querubín.

13 Estos querubines tenían las alas extendidas por veinte codos, y estaban en pie con los rostros
hacia la casa.

14 Hizo también el velo de azul, púrpura, carmesí y lino, e hizo realzar querubines en él.

Las dos columnas

(1 R. 7.15-22)

15 Delante de la casa hizo dos columnas de treinta y cinco codos de altura cada una, con sus
capiteles encima, de cinco codos.

16 Hizo asimismo cadenas en el santuario, y las puso sobre los capiteles de las columnas; e hizo
cien granadas, las cuales puso en las cadenas.

17 Y colocó las columnas delante del templo, una a la mano derecha, y otra a la izquierda; y a la de
la mano derecha llamó Jaquín, y a la de la izquierda, Boaz.

Mobiliario del templo

2 Crónicas 4

(1 R. 7.23-51)

1 Hizo además un altar de bronce de veinte codos de longitud, veinte codos de anchura, y diez
codos de altura.
2 También hizo un mar de fundición, el cual tenía diez codos de un borde al otro, enteramente
redondo; su altura era de cinco codos, y un cordón de treinta codos de largo lo ceñía alrededor.

3 Y debajo del mar había figuras de calabazas que lo circundaban, diez en cada codo alrededor;
eran dos hileras de calabazas fundidas juntamente con el mar.

4 Estaba asentado sobre doce bueyes, tres de los cuales miraban al norte, tres al occidente, tres al
sur, y tres al oriente; y el mar descansaba sobre ellos, y las ancas de ellos estaban hacia adentro.

5 Y tenía de grueso un palmo menor, y el borde tenía la forma del borde de un cáliz, o de una flor
de lis. Y le cabían tres mil batos.

6 Hizo también diez fuentes, y puso cinco a la derecha y cinco a la izquierda, para lavar y limpiar en
ellas lo que se ofrecía en holocausto; pero el mar era para que los sacerdotes se lavaran en él.

7 Hizo asimismo diez candeleros de oro según su forma, los cuales puso en el templo, cinco a la
derecha y cinco a la izquierda.

8 Además hizo diez mesas y las puso en el templo, cinco a la derecha y cinco a la izquierda;
igualmente hizo cien tazones de oro.

9 También hizo el atrio de los sacerdotes, y el gran atrio, y las portadas del atrio, y cubrió de
bronce las puertas de ellas.

10 Y colocó el mar al lado derecho, hacia el sureste de la casa.

11 Hiram también hizo calderos, y palas, y tazones; y acabó Hiram la obra que hacía al rey Salomón
para la casa de Dios.

12 Dos columnas, y los cordones, los capiteles sobre las cabezas de las dos columnas, y dos redes
para cubrir las dos esferas de los capiteles que estaban encima de las columnas;

13 cuatrocientas granadas en las dos redes, dos hileras de granadas en cada red, para que
cubriesen las dos esferas de los capiteles que estaban encima de las columnas.

14 Hizo también las basas, sobre las cuales colocó las fuentes;

15 un mar, y los doce bueyes debajo de él;

16 y calderos, palas y garfios; de bronce muy fino hizo todos sus enseres Hiram-abi al rey Salomón
para la casa de Jehová.
17 Los fundió el rey en los llanos del Jordán, en tierra arcillosa, entre Sucot y Seredata.

18 Y Salomón hizo todos estos enseres en número tan grande, que no pudo saberse el peso del
bronce.

19 Así hizo Salomón todos los utensilios para la casa de Dios, y el altar de oro, y las mesas sobre las
cuales se ponían los panes de la proposición;

20 asimismo los candeleros y sus lámparas, de oro puro, para que las encendiesen delante del
lugar santísimo conforme a la ordenanza.

21 Las flores, lamparillas y tenazas se hicieron de oro, de oro finísimo;

22 también las despabiladeras, los lebrillos, las cucharas y los incensarios eran de oro puro. Y de
oro también la entrada de la casa, sus puertas interiores para el lugar santísimo, y las puertas de la
casa del templo.

2 Crónicas 5

1 Acabada toda la obra que hizo Salomón para la casa de Jehová, metió Salomón las cosas que
David su padre había dedicado; y puso la plata, y el oro, y todos los utensilios, en los tesoros de la
casa de Dios.

Salomón traslada el arca del templo

(1 R. 8.1-11)

2 Entonces Salomón reunió en Jerusalén a los ancianos de Israel y a todos los príncipes de las
tribus, los jefes de las familias de los hijos de Israel, para que trajesen el arca del pacto de Jehová
de la ciudad de David, que es Sion.
3 Y se congregaron con el rey todos los varones de Israel, para la fiesta solemne del mes séptimo.

4 Vinieron, pues, todos los ancianos de Israel, y los levitas tomaron el arca;

5 y llevaron el arca, y el tabernáculo de reunión, y todos los utensilios del santuario que estaban
en el tabernáculo; los sacerdotes y los levitas los llevaron.

6 Y el rey Salomón, y toda la congregación de Israel que se había reunido con él delante del arca,
sacrificaron ovejas y bueyes, que por ser tantos no se pudieron contar ni numerar.

7 Y los sacerdotes metieron el arca del pacto de Jehová en su lugar, en el santuario de la casa, en
el lugar santísimo, bajo las alas de los querubines;

8 pues los querubines extendían las alas sobre el lugar del arca, y los querubines cubrían por
encima así el arca como sus barras.

9 E hicieron salir las barras, de modo que se viesen las cabezas de las barras del arca delante el
lugar santísimo, mas no se veían desde fuera; y allí están hasta hoy.

10 En el arca no había más que las dos tablas que Moisés había puesto en Horeb, con las cuales
Jehová había hecho pacto con los hijos de Israel, cuando salieron de Egipto.

11 Y cuando los sacerdotes salieron del santuario (porque todos los sacerdotes que se hallaron
habían sido santificados, y no guardaban sus turnos;

12 y los levitas cantores, todos los de Asaf, los de Hemán y los de Jedutún, juntamente con sus
hijos y sus hermanos, vestidos de lino fino, estaban con címbalos y salterios y arpas al oriente del
altar; y con ellos ciento veinte sacerdotes que tocaban trompetas),

13 cuando sonaban, pues, las trompetas, y cantaban todos a una, para alabar y dar gracias a
Jehová, y a medida que alzaban la voz con trompetas y címbalos y otros instrumentos de música, y
alababan a Jehová, diciendo: Porque él es bueno, porque su misericordia es para siempre;
entonces la casa se llenó de una nube, la casa de Jehová.

14 Y no podían los sacerdotes estar allí para ministrar, por causa de la nube; porque la gloria de
Jehová había llenado la casa de Dios.
Dedicación del templo

2 Crónicas 6

(1 R. 8.12-66)

1 Entonces dijo Salomón: Jehová ha dicho que él habitaría en la oscuridad.

2 Yo, pues, he edificado una casa de morada para ti, y una habitación en que mores para siempre.

3 Y volviendo el rey su rostro, bendijo a toda la congregación de Israel; y toda la congregación de


Israel estaba en pie.

4 Y él dijo: Bendito sea Jehová Dios de Israel, quien con su mano ha cumplido lo que prometió con
su boca a David mi padre, diciendo:

5 Desde el día que saqué a mi pueblo de la tierra de Egipto, ninguna ciudad he elegido de todas las
tribus de Israel para edificar casa donde estuviese mi nombre, ni he escogido varón que fuese
príncipe sobre mi pueblo Israel.

6 Más a Jerusalén he elegido para que en ella esté mi nombre, y a David he elegido para que esté
sobre mi pueblo Israel.

7 Y David mi padre tuvo en su corazón edificar casa al nombre de Jehová Dios de Israel.

8 Mas Jehová dijo a David mi padre: Respecto a haber tenido en tu corazón deseo de edificar casa
a mi nombre, bien has hecho en haber tenido esto en tu corazón.

9 Pero tú no edificarás la casa, sino tu hijo que saldrá de tus lomos, él edificará casa a mi nombre.

10 Y Jehová ha cumplido su palabra que había dicho, pues me levanté yo en lugar de David mi
padre, y me he sentado en el trono de Israel, como Jehová había dicho, y he edificado casa al
nombre de Jehová Dios de Israel.

11 Y en ella he puesto el arca, en la cual está el pacto de Jehová que celebró con los hijos de Israel.

12 Se puso luego Salomón delante del altar de Jehová, en presencia de toda la congregación de
Israel, y extendió sus manos.
13 Porque Salomón había hecho un estrado de bronce de cinco codos de largo, de cinco codos de
ancho y de altura de tres codos, y lo había puesto en medio del atrio; y se puso sobre él, se
arrodilló delante de toda la congregación de Israel, y extendió sus manos al cielo, y dijo:

14 Jehová Dios de Israel, no hay Dios semejante a ti en el cielo ni en la tierra, que guardas el pacto
y la misericordia con tus siervos que caminan delante de ti de todo su corazón;

15 que has guardado a tu siervo David mi padre lo que le prometiste; tú lo dijiste con tu boca, y
con tu mano lo has cumplido, como se ve en este día.

16 Ahora, pues, Jehová Dios de Israel, cumple a tu siervo David mi padre lo que le has prometido,
diciendo: No faltará de ti varón delante de mí, que se siente en el trono de Israel, con tal que tus
hijos guarden su camino, andando en mi ley, como tú has andado delante de mí.

17 Ahora, pues, oh Jehová Dios de Israel, cúmplase tu palabra que dijiste a tu siervo David.

18 Mas ¿es verdad que Dios habitará con el hombre en la tierra? He aquí, los cielos y los cielos de
los cielos no te pueden contener; ¿cuánto menos esta casa que he edificado?

19 Mas tú mirarás a la oración de tu siervo, y a su ruego, oh Jehová Dios mío, para oír el clamor y
la oración con que tu siervo ora delante de ti.

20 Que tus ojos estén abiertos sobre esta casa de día y de noche, sobre el lugar del cual dijiste: Mi
nombre estará allí; que oigas la oración con que tu siervo ora en este lugar.

21 Asimismo que oigas el ruego de tu siervo, y de tu pueblo Israel, cuando en este lugar hicieren
oración, que tú oirás desde los cielos, desde el lugar de tu morada; que oigas y perdones.

22 Si alguno pecare contra su prójimo, y se le exigiere juramento, y viniere a jurar ante tu altar en
esta casa,

23 tu oirás desde los cielos, y actuarás, y juzgarás a tus siervos, dando la paga al impío, haciendo
recaer su proceder sobre su cabeza, y justificando al justo al darle conforme a su justicia.

24 Si tu pueblo Israel fuere derrotado delante del enemigo por haber prevaricado contra ti, y se
convirtiere, y confesare tu nombre, y rogare delante ti en esta casa,

25 tú oirás desde los cielos, y perdonarás el pecado de tu pueblo Israel, y les harás volver a la
tierra que diste a ellos y a sus padres.
26 Si los cielos se cerraren y no hubiere lluvias, por haber pecado contra ti, si oraren a ti hacia este
lugar, y confesaren tu nombre, y se convirtieren de sus pecados, cuando los afligieres,

27 tú los oirás en los cielos, y perdonarás el pecado de tus siervos y de tu pueblo Israel, y les
enseñarás el buen camino para que anden en él, y darás lluvia sobre tu tierra, que diste por
heredad a tu pueblo.

28 Si hubiere hambre en la tierra, o si hubiere pestilencia, si hubiere tizoncillo o añublo, langosta o


pulgón; o si los sitiaren sus enemigos en la tierra en donde moren; cualquiera plaga o enfermedad
que sea;

29 toda oración y todo ruego que hiciere cualquier hombre, o todo tu pueblo Israel, cualquiera
que conociere su llaga y su dolor en su corazón, si extendiere sus manos hacia esta casa,

30 tú oirás desde los cielos, desde el lugar de tu morada, y perdonarás, y darás a cada uno
conforme a sus caminos, habiendo conocido su corazón; porque sólo tú conoces el corazón de los
hijos de los hombres;

31 para que te teman y anden en tus caminos, todos los días que vivieren sobre la faz de la tierra
que tú diste a nuestros padres.

32 Y también al extranjero que no fuere de tu pueblo Israel, que hubiere venido de lejanas tierras
a causa de tu gran nombre y de tu mano poderosa, y de tu brazo extendido, si viniere y orare hacia
esta casa,

33 tú oirás desde los cielos, desde el lugar de tu morada, y harás conforme a todas las cosas por
las cuales hubiere clamado a ti el extranjero; para que todos los pueblos de la tierra conozcan tu
nombre, y te teman así como tu pueblo Israel, y sepan que tu nombre es invocado sobre esta casa
que yo he edificado.

34 Si tu pueblo saliere a la guerra contra sus enemigos por el camino que tú les enviares, y oraren
a ti hacia esta ciudad que tú elegiste, hacia la casa que he edificado a tu nombre,

35 tú oirás desde los cielos su oración y su ruego, y ampararás su causa.

36 Si pecaren contra ti (pues no hay hombre que no peque), y te enojares contra ellos, y los
entregares delante de sus enemigos, para que los que los tomaren los lleven cautivos a tierra de
enemigos, lejos o cerca,
37 y ellos volvieren en sí en la tierra donde fueren llevados cautivos; si se convirtieren, y oraren a
ti en la tierra de su cautividad, y dijeren: Pecamos, hemos hecho inicuamente, impíamente hemos
hecho;

38 si se convirtieren a ti de todo su corazón y de toda su alma en la tierra de su cautividad, donde


los hubieren llevado cautivos, y oraren hacia la tierra que tú diste a sus padres, hacia la ciudad que
tú elegiste, y hacia la casa que he edificado a tu nombre;

39 tú oirás desde los cielos, desde el lugar de tu morada, su oración y su ruego, y ampararás su
causa, y perdonarás a tu pueblo que pecó contra ti.

40 Ahora, pues, oh Dios mío, te ruego que estén abiertos tus ojos y atentos tus oídos a la oración
en este lugar.

41 Oh Jehová Dios, levántate ahora para habitar en tu reposo, tú y el arca de tu poder; oh Jehová
Dios, sean vestidos de salvación tus sacerdotes, y tus santos se regocijen en tu bondad.

42 Jehová Dios, no rechaces a tu ungido; acuérdate de tus misericordias para con David tu siervo.

2 Crónicas 7

1 Cuando Salomón acabó de orar, descendió fuego de los cielos, y consumió el holocausto y las
víctimas; y la gloria de Jehová llenó la casa.

2 Y no podían entrar los sacerdotes en la casa de Jehová, porque la gloria de Jehová había llenado
la casa de Jehová.

3 Cuando vieron todos los hijos de Israel descender el fuego y la gloria de Jehová sobre la casa, se
postraron sobre sus rostros en el pavimento y adoraron, y alabaron a Jehová, diciendo: Porque él
es bueno, y su misericordia es para siempre.

4 Entonces el rey y todo el pueblo sacrificaron víctimas delante de Jehová.


5 Y ofreció el rey Salomón en sacrificio veintidós mil bueyes, y ciento veinte mil ovejas; y así
dedicaron la casa de Dios el rey y todo el pueblo.

6 Y los sacerdotes desempeñaban su ministerio; también los levitas, con los instrumentos de
música de Jehová, los cuales había hecho el rey David para alabar a Jehová porque su misericordia
es para siempre, cuando David alababa por medio de ellos. Asimismo los sacerdotes tocaban
trompetas delante de ellos, y todo Israel estaba en pie.

7 También Salomón consagró la parte central del atrio que estaba delante de la casa de Jehová,
por cuanto había ofrecido allí los holocaustos, y la grosura de las ofrendas de paz; porque en el
altar de bronce que Salomón había hecho no podían caber los holocaustos, las ofrendas y las
grosuras.

8 Entonces hizo Salomón fiesta siete días, y con él todo Israel, una gran congregación, desde la
entrada de Hamat hasta el arroyo de Egipto.

9 Al octavo día hicieron solemne asamblea, porque habían hecho la dedicación del altar en siete
días, y habían celebrado la fiesta solemne por siete días.

10 Y a los veintitrés días del mes séptimo envió al pueblo a sus hogares, alegres y gozosos de
corazón por los beneficios que Jehová había hecho a David y a Salomón, y a su pueblo Israel.

Pacto de Dios con Salomón

(1 R. 9.1-9)

11 Terminó, pues, Salomón la casa de Jehová, y la casa del rey; y todo lo que Salomón se propuso
hacer en la casa de Jehová, y en su propia casa, fue prosperado.

12 Y apareció Jehová a Salomón de noche, y le dijo: Yo he oído tu oración, y he elegido para mí


este lugar por casa de sacrificio.

13 Si yo cerrare los cielos para que no haya lluvia, y si mandare a la langosta que consuma la tierra,
o si enviare pestilencia a mi pueblo;
14 si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro,
y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus
pecados, y sanaré su tierra.

15 Ahora estarán abiertos mis ojos y atentos mis oídos a la oración en este lugar;

16 porque ahora he elegido y santificado esta casa, para que esté en ella mi nombre para siempre;
y mis ojos y mi corazón estarán ahí para siempre.

17 Y si tú anduvieres delante de mí como anduvo David tu padre, e hicieres todas las cosas que yo
te he mandado, y guardares mis estatutos y mis decretos,

18 yo confirmaré el trono de tu reino, como pacté con David tu padre, diciendo: No te faltará
varón que gobierne en Israel.

19 Mas si vosotros os volviereis, y dejareis mis estatutos y mandamientos que he puesto delante
de vosotros, y fuereis y sirviereis a dioses ajenos, y los adorareis,

20 yo os arrancaré de mi tierra que os he dado; y esta casa que he santificado a mi nombre, yo la


arrojaré de mi presencia, y la pondré por burla y escarnio de todos los pueblos.

21 Y esta casa que es tan excelsa, será espanto a todo el que pasare, y dirá: ¿Por qué ha hecho así
Jehová a esta tierra y a esta casa?

22 Y se responderá: Por cuanto dejaron a Jehová Dios de sus padres, que los sacó de la tierra de
Egipto, y han abrazado a dioses ajenos, y los adoraron y sirvieron; por eso él ha traído todo este
mal sobre ellos.

Otras actividades de Salomón

2 Crónicas 8

(1 R. 9.10-28)
1 Después de veinte años, durante los cuales Salomón había edificado la casa de Jehová y su
propia casa,

2 reedificó Salomón las ciudades que Hiram le había dado, y estableció en ellas a los hijos de Israel.

3 Después vino Salomón a Hamat de Soba, y la tomó.

4 Y edificó a Tadmor en el desierto, y todas las ciudades de aprovisionamiento que edificó en


Hamat.

5 Asimismo reedificó a Bet-horón la de arriba y a Bet-horón la de abajo, ciudades fortificadas, con


muros, puertas y barras;

6 y a Baalat, y a todas las ciudades de provisiones que Salomón tenía; también todas las ciudades
de los carros y las de la gente de a caballo, y todo lo que Salomón quiso edificar en Jerusalén, en el
Líbano, y en toda la tierra de su dominio.

7 Y a todo el pueblo que había quedado de los heteos, amorreos, ferezeos, heveos y jebuseos, que
no eran de Israel,

8 los hijos de los que habían quedado en la tierra después de ellos, a los cuales los hijos de Israel
no destruyeron del todo, hizo Salomón tributarios hasta hoy.

9 Pero de los hijos de Israel no puso Salomón siervos en su obra; porque eran hombres de guerra,
y sus oficiales y sus capitanes, y comandantes de sus carros, y su gente de a caballo.

10 Y tenía Salomón doscientos cincuenta gobernadores principales, los cuales mandaban sobre
aquella gente.

11 Y pasó Salomón a la hija de Faraón, de la ciudad de David a la casa que él había edificado para
ella; porque dijo: Mi mujer no morará en la casa de David rey de Israel, porque aquellas
habitaciones donde ha entrado el arca de Jehová, son sagradas.

12 Entonces ofreció Salomón holocaustos a Jehová sobre el altar de Jehová que él había edificado
delante del pórtico,
13 para que ofreciesen cada cosa en su día, conforme al mandamiento de Moisés, en los días de
reposo, en las nuevas lunas, y en las fiestas solemnes tres veces en el año, esto es, en la fiesta de
los panes sin levadura, en la fiesta de las semanas y en la fiesta de los tabernáculos.

14 Y constituyó los turnos de los sacerdotes en sus oficios, conforme a lo ordenado por David su
padre, y los levitas en sus cargos, para que alabasen y ministrasen delante de los sacerdotes, cada
cosa en su día; asimismo los porteros por su orden a cada puerta; porque así lo había mandado
David, varón de Dios.

15 Y no se apartaron del mandamiento del rey, en cuanto a los sacerdotes y los levitas, y los
tesoros, y todo negocio;

16 porque toda la obra de Salomón estaba preparada desde el día en que se pusieron los
cimientos de la casa de Jehová hasta que fue terminada, hasta que la casa de Jehová fue acabada
totalmente.

17 Entonces Salomón fue a Ezión-geber y a Elot, a la costa del mar en la tierra de Edom.

18 Porque Hiram le había enviado naves por mano de sus siervos, y marineros diestros en el mar,
los cuales fueron con los siervos de Salomón a Ofir, y tomaron de allá cuatrocientos cincuenta
talentos de oro, y los trajeron al rey Salomón.

La reina de Sabá visita a Salomón

2 Crónicas 9

(1 R. 10.1-13)

1 Oyendo la reina de Sabá la fama de Salomón, vino a Jerusalén con un séquito muy grande, con
camellos cargados de especias aromáticas, oro en abundancia, y piedras preciosas, para probar a
Salomón con preguntas difíciles. Y luego que vino a Salomón, habló con él de todo lo que en su
corazón tenía.
2 Pero Salomón le respondió a todas sus preguntas, y nada hubo que Salomón no le contestase.

3 Y viendo la reina de Sabá la sabiduría de Salomón, y la casa que había edificado,

4 y las viandas de su mesa, las habitaciones de sus oficiales, el estado de sus criados y los vestidos
de ellos, sus maestresalas y sus vestidos, y la escalinata por donde subía a la casa de Jehová, se
quedó asombrada.

5 Y dijo al rey: Verdad es lo que había oído en mi tierra acerca de tus cosas y de tu sabiduría;

6 pero yo no creía las palabras de ellos, hasta que he venido, y mis ojos han visto; y he aquí que ni
aun la mitad de la grandeza de tu sabiduría me había sido dicha; porque tú superas la fama que yo
había oído.

7 Bienaventurados tus hombres, y dichosos estos siervos tuyos que están siempre delante de ti, y
oyen tu sabiduría.

8 Bendito sea Jehová tu Dios, el cual se ha agradado de ti para ponerte sobre su trono como rey
para Jehová tu Dios; por cuanto tu Dios amó a Israel para afirmarlo perpetuamente, por eso te ha
puesto por rey sobre ellos, para que hagas juicio y justicia.

9 Y dio al rey ciento veinte talentos de oro, y gran cantidad de especias aromáticas, y piedras
preciosas; nunca hubo tales especias aromáticas como las que dio la reina de Sabá al rey Salomón.

10 También los siervos de Hiram y los siervos de Salomón, que habían traído el oro de Ofir,
trajeron madera de sándalo, y piedras preciosas.

11 Y de la madera de sándalo el rey hizo gradas en la casa de Jehová y en las casas reales, y arpas y
salterios para los cantores; nunca en la tierra de Judá se había visto madera semejante.

12 Y el rey Salomón dio a la reina de Sabá todo lo que ella quiso y le pidió, más de lo que ella había
traído al rey. Después ella se volvió y se fue a su tierra con sus siervos.

Riquezas y fama de Salomón


(1 R. 10.14-29; 2 Cr. 1.14-17)

13 El peso del oro que venía a Salomón cada año, era seiscientos sesenta y seis talentos de oro,

14 sin lo que traían los mercaderes y negociantes; también todos los reyes de Arabia y los
gobernadores de la tierra traían oro y plata a Salomón.

15 Hizo también el rey Salomón doscientos paveses de oro batido, cada uno de los cuales tenía
seiscientos siclos de oro labrado;

16 asimismo trescientos escudos de oro batido, teniendo cada escudo trescientos siclos de oro; y
los puso el rey en la casa del bosque del Líbano.

17 Hizo además el rey un gran trono de marfil, y lo cubrió de oro puro.

18 El trono tenía seis gradas, y un estrado de oro fijado al trono, y brazos a uno y otro lado del
asiento, y dos leones que estaban junto a los brazos.

19 Había también allí doce leones sobre las seis gradas, a uno y otro lado. Jamás fue hecho trono
semejante en reino alguno.

20 Toda la vajilla del rey Salomón era de oro, y toda la vajilla de la casa del bosque del Líbano, de
oro puro. En los días de Salomón la plata no era apreciada.

21 Porque la flota del rey iba a Tarsis con los siervos de Hiram, y cada tres años solían venir las
naves de Tarsis, y traían oro, plata, marfil, monos y pavos reales.

22 Y excedió el rey Salomón a todos los reyes de la tierra en riqueza y en sabiduría.

23 Y todos los reyes de la tierra procuraban ver el rostro de Salomón, para oír la sabiduría que Dios
el había dado.

24 Cada uno de éstos traía su presente, alhajas de plata, alhajas de oro, vestidos, armas, perfumes,
caballos y mulos, todos los años.

25 Tuvo también Salomón cuatro mil caballerizas para sus caballos y carros, y doce mil jinetes, los
cuales puso en las ciudades de los carros, y con el rey en Jerusalén.
26 Y tuvo dominio sobre todos los reyes desde el Eufrates hasta la tierra de los filisteos, y hasta la
frontera de Egipto.

27 Y acumuló el rey plata en Jerusalén como piedras, y cedros como los cabrahigos de la Sefela en
abundancia.

28 Traían también caballos para Salomón, de Egipto y de todos los países.

Muerte de Salomón

(1 R. 11.41-43)

29 Los demás hechos de Salomón, primeros y postreros, ¿no están todos escritos en los libros del
profeta Natán, en la profecía de Ahías silonita, y en la profecía del vidente Iddo contra Jeroboam
hijo de Nabat?

30 Reinó Salomón en Jerusalén sobre todo Israel cuarenta años.

31 Y durmió Salomón con sus padres, y lo sepultaron en la ciudad de David su padre; y reinó en su
lugar Roboam su hijo.

Rebelión de Israel

2 Crónicas 10

(1 R. 12.1-24)

1 Roboam fue a Siquem, porque en Siquem se había reunido todo Israel para hacerlo rey.
2 Y cuando lo oyó Jeroboam hijo de Nabat, el cual estaba en Egipto, adonde había huido a causa
del rey Salomón, volvió de Egipto.

3 Y enviaron y le llamaron. Vino, pues, Jeroboam, y todo Israel, y hablaron a Roboam, diciendo:

4 Tu padre agravó nuestro yugo; ahora alivia algo de la dura servidumbre y del pesado yugo con
que tu padre nos apremió, y te serviremos.

5 Y él les dijo: Volved a mí de aquí a tres días. Y el pueblo se fue.

6 Entonces el rey Roboam tomó consejo con los ancianos que habían estado delante de Salomón
su padre cuando vivía, y les dijo: ¿Cómo aconsejáis vosotros que responda a este pueblo?

7 Y ellos le contestaron diciendo: Si te condujeres humanamente con este pueblo, y les agradares,
y les hablares buenas palabras, ellos te servirán siempre.

8 Más él, dejando el consejo que le dieron los ancianos, tomó consejo con los jóvenes que se
habían criado con él, y que estaban a su servicio.

9 Y les dijo: ¿Qué aconsejáis vosotros que respondamos a este pueblo, que me ha hablado,
diciendo: Alivia algo del yugo que tu padre puso sobre nosotros?

10 Entonces los jóvenes que se habían criado con él, le contestaron: Así dirás al pueblo que te ha
hablado diciendo: Tu padre agravó nuestro yugo, mas tú disminuye nuestra carga. Así les dirás: Mi
dedo más pequeño es más grueso que los lomos de mi padre.

11 Así que, si mi padre os cargó de yugo pesado, yo añadiré a vuestro yugo; mi padre os castigó
con azotes, y yo con escorpiones.

12 Vino, pues, Jeroboam con todo el pueblo a Roboam al tercer día, según el rey les había hablado
diciendo: Volved a mí de aquí a tres días.

13 Y el rey les respondió ásperamente; pues dejó el rey Roboam el consejo de los ancianos,

14 y les habló conforme al consejo de los jóvenes, diciendo: Mi padre hizo pesado vuestro yugo,
pero yo añadiré a vuestro yugo; mi padre os castigó con azotes, mas yo con escorpiones.

15 Y no escuchó el rey al pueblo; porque la causa era de Dios, para que Jehová cumpliera la
palabra que había hablado por Ahías silonita a Jeroboam hijo de Nabat.
16 Y viendo todo Israel que el rey no les había oído, respondió el pueblo al rey, diciendo: ¿Qué
parte tenemos nosotros con David? No tenemos herencia en el hijo de Isaí. ¡Israel, cada uno a sus
tiendas! ¡David, mira ahora por tu casa! Así se fue todo Israel a sus tiendas.

17 Mas reinó Roboam sobre los hijos de Israel que habitaban en las ciudades de Judá.

18 Envió luego el rey Roboam a Adoram, que tenía cargo de los tributos; pero le apedrearon los
hijos de Israel, y murió. Entonces se apresuró el rey Roboam, y subiendo en su carro huyó a
Jerusalén.

19 Así se apartó Israel de la casa de David hasta hoy.

2 Crónicas 11

1 Cuando vino Roboam a Jerusalén, reunió de la casa de Judá y de Benjamín a ciento ochenta mil
hombres escogidos de guerra, para pelear contra Israel y hacer volver el reino a Roboam.

2 Mas vino la palabra de Jehová a Semaías varón de Dios, diciendo:

3 Habla a Roboam hijo de Salomón, rey de Judá, y a todos los israelitas en Judá y Benjamín,
diciéndoles:

4 Así ha dicho Jehová: No subáis, ni peleéis contra vuestros hermanos; vuélvase cada uno a su
casa, porque yo he hecho esto. Y ellos oyeron la palabra de Jehová y se volvieron, y no fueron
contra Jeroboam.

Prosperidad de Roboam
5 Y habitó Roboam en Jerusalén, y edificó ciudades para fortificar a Judá.

6 Edificó Belén, Etam, Tecoa,

7 Bet-sur, Soco, Adulam,

8 Gat, Maresa, Zif,

9 Adoraim, Laquis, Azeca,

10 Zora, Ajalón y Hebrón, que eran ciudades fortificadas de Judá y Benjamín.

11 Reforzó también las fortalezas, y puso en ellas capitanes, y provisiones, vino y aceite;

12 y en todas las ciudades puso escudos y lanzas. Las fortificó, pues, en gran manera; y Judá y
Benjamín le estaban sujetos.

13 Y los sacerdotes y levitas que estaban en todo Israel, se juntaron a él desde todos los lugares
donde vivían.

14 Porque los levitas dejaban sus ejidos y sus posesiones, y venían a Judá y a Jerusalén; pues
Jeroboam y sus hijos los excluyeron del ministerio de Jehová.

15 Y él designó sus propios sacerdotes para los lugares altos, y para los demonios, y para los
becerros que él había hecho.

16 Tras aquellos acudieron también de todas las tribus de Israel los que habían puesto su corazón
en buscar a Jehová Dios de Israel; y vinieron a Jerusalén para ofrecer sacrificios a Jehová, el Dios
de sus padres.

17 Así fortalecieron el reino de Judá, y confirmaron a Roboam hijo de Salomón, por tres años;
porque tres años anduvieron en el camino de David y de Salomón.

18 Y tomó Roboam por mujer a Mahalat hija de Jerimot, hijo de David, y de Abihail hija de Eliab,
hijo de Isaí,

19 la cual le dio a luz estos hijos: Jeús, Semarías y Zaham.

20 Después de ella tomó a Maaca hija de Absalón, la cual le dio a luz Abías, Atai, Ziza y Selomit.

21 Pero Roboam amó a Maaca hija de Absalón sobre todas sus mujeres y concubinas; porque
tomó dieciocho mujeres y sesenta concubinas, y engendró veintiocho hijos y sesenta hijas.
22 Y puso Roboam a Abías hijo de Maaca por jefe y príncipe de sus hermanos, porque quería
hacerle rey.

23 Obró sagazmente, y esparció a todos sus hijos por todas las tierras de Judá y de Benjamín, y por
todas las ciudades fortificadas, y les dio provisiones en abundancia, y muchas mujeres.

Sisac invade Judá

2 Crónicas 12

(1 R. 14.21-31)

1 Cuando Roboam había consolidado el reino, dejó la ley de Jehová, y todo Israel con él.

2 Y por cuanto se habían rebelado contra Jehová, en el quinto año del rey Roboam subió Sisac rey
de Egipto contra Jerusalén,

3 con mil doscientos carros, y con sesenta mil hombres de a caballo; mas el pueblo que venía con
él de Egipto, esto es, de libios, suquienos y etíopes, no tenía número.

4 Y tomó las ciudades fortificadas de Judá, y llegó hasta Jerusalén.

5 Entonces vino el profeta Semaías a Roboam y a los príncipes de Judá, que estaban reunidos en
Jerusalén por causa de Sisac, y les dijo: Así ha dicho Jehová: Vosotros me habéis dejado, y yo
también os he dejado en manos de Sisac.

6 Y los príncipes de Israel y el rey se humillaron, y dijeron: Justo es Jehová.

7 Y cuando Jehová vio que se habían humillado, vino palabra de Jehová a Semaías, diciendo: Se
han humillado; no los destruiré; antes los salvaré en breve, y no se derramará mi ira contra
Jerusalén por mano de Sisac.

8 Pero serán sus siervos, para que sepan lo que es servirme a mí, y qué es servir a los reinos de las
naciones.
9 Subió, pues, Sisac rey de Egipto a Jerusalén, y tomó los tesoros de la casa de Jehová, y los tesoros
de la casa del rey; todo lo llevó, y tomó los escudos de oro que Salomón había hecho.

10 Y en lugar de ellos hizo el rey Roboam escudos de bronce, y los entregó a los jefes de la guardia,
los cuales custodiaban la entrada de la casa del rey.

11 Cuando el rey iba a la casa de Jehová, venían los de la guardia y los llevaban, y después los
volvían a la cámara de la guardia.

12 Y cuando él se humilló, la ira de Jehová se apartó de él, para no destruirlo del todo; y también
en Judá las cosas fueron bien.

13 Fortalecido, pues, Roboam, reinó en Jerusalén; y era Roboam de cuarenta y un años cuando
comenzó a reinar, y diecisiete años reinó en Jerusalén, ciudad que escogió Jehová de todas las
tribus de Israel para poner en ella su nombre. Y el nombre de la madre de Roboam fue Naama
amonita.

14 E hizo lo malo, porque no dispuso su corazón para buscar a Jehová.

15 Las cosas de Roboam, primeras y postreras, ¿no están escritas en los libros del profeta Semaías
y del vidente Iddo, en el registro de las familias? Y entre Roboam y Jeroboam hubo guerra
constante.

16 Y durmió Roboam con sus padres, y fue sepultado en la ciudad de David; y reinó en su lugar
Abías su hijo.

Reinado de Abías

2 Crónicas 13

(1 R. 15.1-8)
1 A los dieciocho años del rey Jeroboam, reinó Abías sobre Judá,

2 y reinó tres años en Jerusalén. El nombre de su madre fue Micaías hija de Uriel de Gabaa. Y hubo
guerra entre Abías y Jeroboam.

3 Entonces Abías ordenó batalla con un ejército de cuatrocientos mil hombres de guerra, valerosos
y escogidos; y Jeroboam ordenó batalla contra él con ochocientos mil hombres escogidos, fuertes
y valerosos.

4 Y se levantó Abías sobre el monte Zemaraim, que está en los montes de Efraín, y dijo: Oídme,
Jeroboam y todo Israel.

5 ¿No sabéis vosotros que Jehová Dios de Israel dio el reino a David sobre Israel para siempre, a él
y a sus hijos, bajo pacto de sal?

6 Pero Jeroboam hijo de Nabat, siervo de Salomón hijo de David, se levantó y rebeló contra su
señor.

7 Y se juntaron con él hombres vanos y perversos, y pudieron más que Roboam hijo de Salomón,
porque Roboam era joven y pusilánime, y no se defendió de ellos.

8 Y ahora vosotros tratáis de resistir al reino de Jehová en mano de los hijos de David, porque sois
muchos, y tenéis con vosotros los becerros de oro que Jeroboam os hizo por dioses.

9 ¿No habéis arrojado vosotros a los sacerdotes de Jehová, a los hijos de Aarón y a los levitas, y os
habéis designado sacerdotes a la manera de los pueblos de otras tierras, para que cualquiera
venga a consagrarse con un becerro y siete carneros, y así sea sacerdote de los que no son dioses?

10 Mas en cuanto a nosotros, Jehová es nuestro Dios, y no le hemos dejado; y los sacerdotes que
ministran delante de Jehová son los hijos de Aarón, y los que están en la obra son levitas.

11 los cuales queman para Jehová los holocaustos cada mañana y cada tarde, y el incienso
aromático; y ponen los panes sobre la mesa limpia, y el candelero de oro con sus lámparas para
que ardan cada tarde; porque nosotros guardamos la ordenanza de Jehová nuestro Dios, mas
vosotros le habéis dejado.

12 Y he aquí Dios está con nosotros por jefe, y sus sacerdotes con las trompetas del júbilo para
que suenen contra vosotros. Oh hijos de Israel, no peleéis contra Jehová el Dios de vuestros
padres, porque no prosperaréis.
13 Pero Jeroboam hizo tender una emboscada para venir a ellos por la espalda; y estando así
delante de ellos, la emboscada estaba a espaldas de Judá.

14 Y cuando miró Judá, he aquí que tenía batalla por delante y a las espaldas; por lo que clamaron
a Jehová, y los sacerdotes tocaron las trompetas.

15 Entonces los de Judá gritaron con fuerza; y así que ellos alzaron el grito, Dios desbarató a
Jeroboam y a todo Israel delante de Abías y de Judá;

16 y huyeron los hijos de Israel delante de Judá, y Dios los entregó en sus manos.

17 Y Abías y su gente hicieron en ellos una gran matanza, y cayeron heridos de Israel quinientos
mil hombres escogidos.

18 Así fueron humillados los hijos de Israel en aquel tiempo, y los hijos de Judá prevalecieron,
porque se apoyaban en Jehová el Dios de sus padres.

19 Y siguió Abías a Jeroboam, y le tomó algunas ciudades, a Bet-el con sus aldeas, a Jesana con sus
aldeas, y a Efraín con sus aldeas.

20 Y nunca más tuvo Jeroboam poder en los días de Abías; y Jehová lo hirió, y murió.

21 Pero Abías se hizo más poderoso. Tomó catorce mujeres, y engendró veintidós hijos y dieciséis
hijas.

22 Los demás hechos de Abías, sus caminos y sus dichos, están escritos en la historia de Iddo
profeta.

Reinado de Asa

2 Crónicas 14

(1 R. 15.9-12)
1 Durmió Abías con sus padres, y fue sepultado en la ciudad de David; y reinó en su lugar su hijo
Asa, en cuyos días tuvo sosiego el país por diez años.

2 E hizo Asa lo bueno y lo recto ante los ojos de Jehová su Dios.

3 Porque quitó los altares del culto extraño, y los lugares altos; quebró las imágenes, y destruyó
los símbolos de Asera;

4 y mandó a Judá que buscase a Jehová el Dios de sus padres, y pusiese por obra la ley y los
mandamientos.

5 Quitó asimismo de todas las ciudades de Judá los lugares altos y las imágenes; y estuvo el reino
en paz bajo su reinado.

6 Y edificó ciudades fortificadas en Judá, por cuanto había paz en la tierra, y no había guerra
contra él en aquellos tiempos; porque Jehová le había dado paz.

7 Dijo, por tanto, a Judá: Edifiquemos estas ciudades, y cerquémoslas de muros con torres, puertas
y barras, ya que la tierra es nuestra; porque hemos buscado a Jehová nuestro Dios; le hemos
buscado, y él nos ha dado paz por todas partes. Edificaron, pues, y fueron prosperados.

8 Tuvo también Asa ejército que traía escudos y lanzas; de Judá trescientos mil, y de Benjamín
doscientos ochenta mil que traían escudos y entesaban arcos, todos hombres diestros.

9 Y salió contra ellos Zera etíope con un ejército de un millón de hombres y trescientos carros; y
vino hasta Maresa.

10 Entonces salió Asa contra él, y ordenaron la batalla en el valle de Sefata junto a Maresa.

11 Y clamó Asa a Jehová su Dios, y dijo: ¡Oh Jehová, para ti no hay diferencia alguna en dar ayuda
al poderoso o al que no tiene fuerzas! Ayúdanos, oh Jehová Dios nuestro, porque en ti nos
apoyamos, y en tu nombre venimos contra este ejército. Oh Jehová, tú eres nuestro Dios; no
prevalezca contra ti el hombre.

12 Y Jehová deshizo a los etíopes delante de Asa y delante de Judá; y huyeron los etíopes.

13 Y Asa, y el pueblo que con él estaba, los persiguieron hasta Gerar; y cayeron los etíopes hasta
no quedar en ellos aliento, porque fueron deshechos delante de Jehová y de su ejército. Y les
tomaron muy grande botín.
14 Atacaron también todas las ciudades alrededor de Gerar, porque el terror de Jehová cayó sobre
ellas; y saquearon todas las ciudades, porque había en ellas gran botín.

15 Asimismo atacaron las cabañas de los que tenían ganado, y se llevaron muchas ovejas y
camellos, y volvieron a Jerusalén.

Reformas religiosas de Asa

2 Crónicas 15

(1 R. 15.13-15)

1 Vino el Espíritu de Dios sobre Azarías hijo de Oded,

2 y salió al encuentro de Asa, y le dijo: Oídme, Asa y todo Judá y Benjamín: Jehová estará con
vosotros, si vosotros estuviereis con él; y si le buscareis, será hallado de vosotros; mas si le
dejareis, él también os dejará.

3 Muchos días ha estado Israel sin verdadero Dios y sin sacerdote que enseñara, y sin ley;

4 pero cuando en su tribulación se convirtieron a Jehová Dios de Israel, y le buscaron, él fue


hallado de ellos.

5 En aquellos tiempos no hubo paz, ni para el que entraba ni para el que salía, sino muchas
aflicciones sobre todos los habitantes de las tierras.

6 Y una gente destruía a otra, y una ciudad a otra ciudad; porque Dios los turbó con toda clase de
calamidades.

7 Pero esforzaos vosotros, y no desfallezcan vuestras manos, pues hay recompensa para vuestra
obra.
8 Cuando oyó Asa las palabras y la profecía del profeta Azarías hijo de Oded, cobró ánimo, y quitó
los ídolos abominables de toda la tierra de Judá y de Benjamín, y de las ciudades que él había
tomado en la parte montañosa de Efraín; y reparó el altar de Jehová que estaba delante del
pórtico de Jehová.

9 Después reunió a todo Judá y Benjamín, y con ellos los forasteros de Efraín, de Manasés y de
Simeón; porque muchos de Israel se habían pasado a él, viendo que Jehová su Dios estaba con él.

10 Se reunieron, pues, en Jerusalén, en el mes tercero del año decimoquinto del reinado de Asa.

11 Y en aquel mismo día sacrificaron para Jehová, del botín que habían traído, setecientos bueyes
y siete mil ovejas.

12 Entonces prometieron solemnemente que buscarían a Jehová el Dios de sus padres, de todo su
corazón y de toda su alma;

13 y que cualquiera que no buscase a Jehová el Dios de Israel, muriese, grande o pequeño,
hombre o mujer.

14 Y juraron a Jehová con gran voz y júbilo, al son de trompetas y de bocinas.

15 Todos los de Judá se alegraron de este juramento; porque de todo su corazón lo juraban, y de
toda su voluntad lo buscaban, y fue hallado de ellos; y Jehová les dio paz por todas partes.

16 Y aun a Maaca madre del rey Asa, él mismo la depuso de su dignidad, porque había hecho una
imagen de Asera; y Asa destruyó la imagen, y la desmenuzó, y la quemó junto al torrente de
Cedrón.

17 Con todo esto, los lugares altos no eran quitados de Israel, aunque el corazón de Asa fue
perfecto en todos sus días.

18 Y trajo a la casa de Dios lo que su padre había dedicado, y lo que él había consagrado, plata, oro
y utensilios.

19 Y no hubo más guerra hasta los treinta y cinco años del reinado de Asa.
Alianza de Asa con Ben-adad

2 Crónicas 16

(1 R. 15.16-22)

1 En el año treinta y seis del reinado de Asa, subió Baasa rey de Israel contra Judá, y fortificó a
Ramá, para no dejar salir ni entrar a ninguno al rey Asa, rey de Judá.

2 Entonces sacó Asa la plata y el oro de los tesoros de la casa de Jehová y de la casa real y envió a
Ben-adad rey de Siria, que estaba en Damasco, diciendo:

3 Haya alianza entre tú y yo, como la hubo entre tu padre y mi padre; he aquí yo te he enviado
plata y oro, para que vengas y deshagas la alianza que tienes con Baasa rey de Israel, a fin de que
se retire de mí.

4 Y consintió Ben-adad con el rey Asa, y envió los capitanes de sus ejércitos contra las ciudades de
Israel; y conquistaron Ijón, Dan, Abel-maim y todas las ciudades de aprovisionamiento de Neftalí.

5 Oyendo esto Baasa, cesó de edificar a Ramá, y abandonó su obra.

6 Entonces el rey Asa tomó a todo Judá, y se llevaron de Ramá la piedra y la madera con que Baasa
edificaba, y con ellas edificó a Geba y Mizpa.

7 En aquel tiempo vino el vidente Hanani a Asa rey de Judá, y le dijo: Por cuanto te has apoyado en
el rey de Siria, y no te apoyaste en Jehová tu Dios, por eso el ejército del rey de Siria ha escapado
de tus manos.

8 Los etíopes y los libios, ¿no eran un ejército numerosísimo, con carros y mucha gente de a
caballo? Con todo, porque te apoyaste en Jehová, él los entregó en tus manos.

9 Porque los ojos de Jehová contemplan toda la tierra, para mostrar su poder a favor de los que
tienen corazón perfecto para con él. Locamente has hecho en esto; porque de aquí en adelante
habrá más guerra contra ti.
10 Entonces se enojó Asa contra el vidente y lo echó en la cárcel, porque se encolerizó
grandemente a causa de esto. Y oprimió Asa en aquel tiempo a algunos del pueblo.

Muerte de Asa

(1 R. 15.23-24)

11 Mas he aquí los hechos de Asa, primeros y postreros, están escritos en el libro de los reyes de
Judá y de Israel.

12 En el año treinta y nueve de su reinado, Asa enfermó gravemente de los pies, y en su


enfermedad no buscó a Jehová, sino a los médicos.

13 Y durmió Asa con sus padres, y murió en el año cuarenta y uno de su reinado.

14 Y lo sepultaron en los sepulcros que él había hecho para sí en la ciudad de David; y lo pusieron
en un ataúd, el cual llenaron de perfumes y diversas especias aromáticas, preparadas por expertos
perfumistas; e hicieron un gran fuego en su honor.

Reinado de Josafat

2 Crónicas 17

1 Reinó en su lugar Josafat su hijo, el cual se hizo fuerte contra Israel.

2 Puso ejércitos en todas las ciudades fortificadas de Judá, y colocó gente de guarnición en tierra
de Judá, y asimismo en las ciudades de Efraín que su padre Asa había tomado.

3 Y Jehová estuvo con Josafat, porque anduvo en los primeros caminos de David su padre, y no
buscó a los baales,
4 sino que buscó al Dios de su padre, y anduvo en sus mandamientos, y no según las obras de
Israel.

5 Jehová, por tanto, confirmó el reino en su mano, y todo Judá dio a Josafat presentes; y tuvo
riquezas y gloria en abundancia.

6 Y se animó su corazón en los caminos de Jehová, y quitó los lugares altos y las imágenes de Asera
de en medio de Judá.

7 Al tercer año de su reinado envió sus príncipes Ben-hail, Abdías, Zacarías, Natanael y Micaías,
para que enseñasen en las ciudades de Judá;

8 y con ellos a los levitas Semaías, Netanías, Zebadías, Asael, Semiramot, Jonatán, Adonías, Tobías
y Tobadonías; y con ellos a los sacerdotes Elisama y Joram.

9 Y enseñaron en Judá, teniendo consigo el libro de la Ley de Jehová, y recorrieron todas las
ciudades de Judá enseñando al pueblo.

10 Y cayó el pavor de Jehová sobre todos los reinos de las tierras que estaban alrededor de Judá, y
no osaron hacer guerra contra Josafat.

11 Y traían de los filisteos presentes a Josafat, y tributos de plata. Los árabes también le trajeron
ganados: siete mil setecientos carneros y siete mil setecientos machos cabríos.

12 Iba, pues, Josafat engrandeciéndose mucho; y edificó en Judá fortalezas y ciudades de


aprovisionamiento.

13 Tuvo muchas provisiones en las ciudades de Judá, y hombres de guerra muy valientes en
Jerusalén.

14 Y este es el número de ellos según sus casas paternas: de los jefes de los millares de Judá, el
general Adnas, y con él trescientos mil hombres muy esforzados.

15 Después de él, el jefe Johanán, y con él doscientos ochenta mil.

16 Tras éste, Amasías hijo de Zicri, el cual se había ofrecido voluntariamente a Jehová, y con él
doscientos mil hombres valientes.
17 De Benjamín, Eliada, hombre muy valeroso, y con él doscientos mil armados de arco y escudo.

18 Tras éste, Jozabad, y con él ciento ochenta mil dispuestos para la guerra.

19 Estos eran siervos del rey, sin los que el rey había puesto en las ciudades fortificadas en todo
Judá.

Micaías profetiza la derrota de Acab

2 Crónicas 18

(1 R. 22.1-40)

1 Tenía, pues, Josafat riquezas y gloria en abundancia; y contrajo parentesco con Acab.

2 Y después de algunos años descendió a Samaria para visitar a Acab; por lo que Acab mató
muchas ovejas y bueyes para él y para la gente que con él venía, y le persuadió que fuese con él
contra Ramot de Galaad.

3 Y dijo Acab rey de Israel a Josafat rey de Judá: ¿Quieres venir conmigo contra Ramot de Galaad?
Y él respondió: Yo soy como tú, y mi pueblo como tu pueblo; iremos contigo a la guerra.

4 Además dijo Josafat al rey de Israel: Te ruego que consultes hoy la palabra de Jehová.

5 Entonces el rey de Israel reunió a cuatrocientos profetas, y les preguntó: ¿Iremos a la guerra
contra Ramot de Galaad, o me estaré quieto? Y ellos dijeron: Sube, porque Dios los entregará en
mano del rey.

6 Pero Josafat dijo: ¿Hay aún aquí algún profeta de Jehová, para que por medio de él
preguntemos?

7 El rey de Israel respondió a Josafat: Aún hay aquí un hombre por el cual podemos preguntar a
Jehová; mas yo le aborrezco, porque nunca me profetiza cosa buena, sino siempre mal. Este es
Micaías hijo de Imla. Y respondió Josafat: No hable así el rey.
8 Entonces el rey de Israel llamó a un oficial, y le dijo: Haz venir luego a Micaías hijo de Imla.

9 Y el rey de Israel y Josafat rey de Judá estaban sentados cada uno en su trono, vestidos con sus
ropas reales, en la plaza junto a la entrada de la puerta de Samaria, y todos los profetas
profetizaban delante de ellos.

10 Y Sedequías hijo de Quenaana se había hecho cuernos de hierro, y decía: Así ha dicho Jehová:
Con estos acornearás a los sirios hasta destruirlos por completo.

11 De esta manera profetizaban también todos los profetas, diciendo: Sube contra Ramot de
Galaad, y serás prosperado; porque Jehová la entregará en mano del rey.

12 Y el mensajero que había ido a llamar a Micaías, le habló diciendo: He aquí las palabras de los
profetas a una voz anuncian al rey cosas buenas; yo, pues, te ruego que tu palabra sea como la de
uno de ellos, que hables bien.

13 Dijo Micaías: Vive Jehová, que lo que mi Dios me dijere, eso hablaré. Y vino al rey.

14 y el rey le dijo: Micaías, ¿iremos a pelear contra Ramot de Galaad, o me estaré quieto? El
Respondió: Subid, y seréis prosperados, pues serán entregados en vuestras manos.

15 El rey le dijo: ¿Hasta cuántas veces te conjuraré por el nombre de Jehová que no me hables sino
la verdad?

16 Entonces Micaías dijo: He visto a todo Israel derramado por los montes como ovejas sin pastor;
y dijo Jehová: Estos no tienen señor; vuélvase cada uno en paz a su casa.

17 Y el rey de Israel dijo a Josafat: ¿No te había yo dicho que no me profetizaría bien, sino mal?

18 Entonces él dijo: Oíd, pues, palabra de Jehová: Yo he visto a Jehová sentado en su trono, y todo
el ejército de los cielos estaba a su mano derecha y a su izquierda.

19 Y Jehová preguntó: ¿Quién inducirá a Acab rey de Israel, para que suba y caiga en Ramot de
Galaad? Y uno decía así, y otro decía de otra manera.

20 Entonces salió un espíritu que se puso delante de Jehová y dijo: Yo le induciré. Y Jehová le dijo:
¿De qué modo?

21 Y él dijo: Saldré y seré espíritu de mentira en la boca de todos sus profetas. Y Jehová dijo: Tú le
inducirás, y lo lograrás; anda y hazlo así.
22 Y ahora, he aquí Jehová ha puesto espíritu de mentira en la boca de estos tus profetas; pues
Jehová ha hablado el mal con contra ti.

23 Entonces Sedequías hijo de Quenaana se le acercó y golpeó a Micaías en la mejilla, y dijo: ¿Por
qué camino se fue de mí el Espíritu de Jehová para hablarte a ti?

24 Y Micaías respondió: He aquí tú lo verás aquel día, cuando entres de cámara en cámara para
esconderte.

25 Entonces el rey de Israel dijo: Tomad a Micaías, y llevadlo a Amón gobernador de la ciudad, y a
Joás hijo del rey,

26 y decidles: El rey ha dicho así: Poned a éste en la cárcel, y sustentadle con pan de aflicción y
agua de angustia, hasta que yo vuelva en paz.

27 Y Micaías dijo: Si tú volvieres en paz, Jehová no ha hablado por mí. Dijo además: Oíd, pueblos
todos.

28 Subieron, pues, el rey de Israel, y Josafat rey de Judá, a Ramot de Galaad.

29 Y dijo el rey de Israel a Josafat: Yo me disfrazaré para entrar en la batalla, pero tú vístete tus
ropas reales. Y se disfrazó el rey de Israel, y entró en la batalla.

30 Había el rey de Siria mandado a los capitanes de los carros que tenía consigo, diciendo: No
peleéis con chico ni con grande, sino sólo con el rey de Israel.

31 Cuando los capitanes de los carros vieron a Josafat, dijeron: Este es el rey de Israel. Y lo
rodearon para pelear; mas Josafat clamó, y Jehová lo ayudó, y los apartó Dios de él;

32 pues viendo los capitanes de los carros que no era el rey de Israel, desistieron de acosarle.

33 Mas disparando uno el arco a la ventura, hirió al rey de Israel entre las junturas y el coselete. El
entonces dijo al cochero: Vuelve las riendas, y sácame del campo, porque estoy mal herido.

34 Y arreció a batalla aquel día, por lo que estuvo el rey de Israel en pie en el carro enfrente de los
sirios hasta la tarde; y murió al ponerse el sol.
El profeta Jehú amonesta a Josafat

2 Crónicas 19

1 Josafat rey de Judá volvió en paz a su casa en Jerusalén.

2 Y le salió al encuentro el vidente Jehú hijo de Hanani, y dijo al rey Josafat: ¿Al impío das ayuda, y
amas a los que aborrecen a Jehová? Pues ha salido de la presencia de Jehová ira contra ti por esto.

3 Pero se han hallado en ti buenas cosas, por cuanto has quitado de la tierra las imágenes de
Asera, y has dispuesto tu corazón para buscar a Dios.

Josafat nombra jueces

4 Habitó, pues, Josafat en Jerusalén; pero daba vuelta y salía al pueblo, desde Beerseba hasta el
monte de Efraín, y los conducía a Jehová el Dios de sus padres.

5 Y puso jueces en todas las ciudades fortificadas de Judá, por todos los lugares.

6 Y dijo a los jueces: Mirad lo que hacéis; porque no juzgáis en lugar de hombre, sino en lugar de
Jehová, el cual está con vosotros cuando juzgáis.

7 Sea, pues, con vosotros el temor de Jehová; mirad lo que hacéis, porque con Jehová nuestro Dios
no hay injusticia, ni acepción de personas, ni admisión de cohecho.

8 Puso también Josafat en Jerusalén a algunos de los levitas y sacerdotes, y de los padres de
familias de Israel, para el juicio de Jehová y para las causas. Y volvieron a Jerusalén.

9 Y les mandó diciendo: Procederéis asimismo con temor de Jehová, con verdad, y con corazón
íntegro.
10 En cualquier causa que viniere a vosotros de vuestros hermanos que habitan en las ciudades,
en causas de sangre, entre ley y precepto, estatutos y decretos, les amonestaréis que no pequen
contra Jehová, para que no venga ira sobre vosotros y sobre vuestros hermanos. Haciendo así, no
pecaréis.

11 Y he aquí, el sacerdote Amarías será el que os presida en todo asunto de Jehová, y Zebadías hijo
de Ismael, príncipe de la casa de Judá, en todos los negocios del rey; también los levitas serán
oficiales en presencia de vosotros. Esforzaos, pues, para hacerlo, y Jehová estará con el bueno.

Victoria sobre Moab y Amón

2 Crónicas 20

1 Pasadas estas cosas, aconteció que los hijos de Moab y de Amón, y con ellos otros de los
amonitas, vinieron contra Josafat a la guerra.

2 Y acudieron algunos y dieron aviso a Josafat, diciendo: Contra ti viene una gran multitud del otro
lado del mar, y de Siria; y he aquí están en Hazezon-tamar, que es En-gadi.

3 Entonces él tuvo temor; y Josafat humilló su rostro para consultar a Jehová, e hizo pregonar
ayuno a todo Judá.

4 Y se reunieron los de Judá para pedir socorro a Jehová; y también de todas las ciudades de Judá
vinieron a pedir ayuda a Jehová.

5 Entonces Josafat se puso de pie en la asamblea de Judá y de Jerusalén, en la casa de Jehová,


delante del atrio nuevo;

6 y dijo: Jehová Dios de nuestros padres, ¿no eres tú Dios en los cielos, y tienes dominio sobre
todos los reinos de las naciones? ¿No está en tu mano tal fuerza y poder, que no hay quien te
resista?

7 Dios nuestro, ¿no echaste tú los moradores de esta tierra delante de tu pueblo Israel, y la diste a
la descendencia de Abraham tu amigo para siempre?

8 Y ellos han habitado en ella, y te han edificado en ella santuario a tu nombre, diciendo:
9 Si mal viniere sobre nosotros, o espada de castigo, o pestilencia, o hambre, nos presentaremos
delante de esta casa, y delante de ti (porque tu nombre está en esta casa), y a causa de nuestras
tribulaciones clamaremos a ti, y tú nos oirás y salvarás.

10 Ahora, pues, he aquí los hijos de Amón y de Moab, y los del monte de Seir, a cuya tierra no
quisiste que pasase Israel cuando venía de la tierra de Egipto, sino que se apartase de ellos, y no
los destruyese;

11 he aquí ellos nos dan el pago viniendo a arrojarnos de la heredad que tú nos diste en posesión.

12 ¡Oh Dios nuestro! ¿no los juzgarás tú? Porque en nosotros no hay fuerza contra tan grande
multitud que viene contra nosotros; no sabemos qué hacer, y a ti volvemos nuestros ojos.

13 Y todo Judá estaba en pie delante de Jehová, con sus niños y sus mujeres y sus hijos.

14 Y estaba allí Jahaziel hijo de Zacarías, hijo de Benaía, hijo de Jeiel, hijo de Matanías, levita de los
hijos de Asaf, sobre el cual vino el Espíritu de Jehová en medio de la reunión;

15 y dijo: Oíd, Judá todo, y vosotros moradores de Jerusalén, y tú, rey Josafat. Jehová os dice así:
No temáis ni os amedrentéis delante de esta multitud tan grande, porque no es vuestra la guerra,
sino de Dios.

16 Mañana descenderéis contra ellos; he aquí que ellos subirán por la cuesta de Sis, y los hallaréis
junto al arroyo, antes del desierto de Jeruel.

17 No habrá para que peleéis vosotros en este caso; paraos, estad quietos, y ved la salvación de
Jehová con vosotros. Oh Judá y Jerusalén, no temáis ni desmayéis; salid mañana contra ellos,
porque Jehová estará con vosotros.

18 Entonces Josafat se inclinó rostro a tierra, y asimismo todo Judá y los moradores de Jerusalén
se postraron delante de Jehová, y adoraron a Jehová.

19 Y se levantaron los levitas de los hijos de Coat y de los hijos de Coré, para alabar a Jehová el
Dios de Israel con fuerte y alta voz.
20 Y cuando se levantaron por la mañana, salieron al desierto de Tecoa. Y mientras ellos Salían,
Josafat, estando en pie, dijo: Oídme, Judá y moradores de Jerusalén. Creed en Jehová vuestro
Dios, y estaréis seguros; creed a sus profetas, y seréis prosperados.

21 Y habido consejo con el pueblo, puso a algunos que cantasen y alabasen a Jehová, vestidos de
ornamentos sagrados, mientras salía la gente armada, y que dijesen: Glorificad a Jehová, porque
su misericordia es para siempre.

22 Y cuando comenzaron a entonar cantos de alabanza, Jehová puso contra los hijos de Amón, de
Moab y del monte de Seir, las emboscadas de ellos mismos que venían contra Judá, y se mataron
los unos a los otros.

23 Porque los hijos de Amón y Moab se levantaron contra los del monte de Seir para matarlos y
destruirlos; y cuando hubieron acabado con los del monte de Seir, cada cual ayudó a la
destrucción de su compañero.

24 Y luego que vino Judá a la torre del desierto, miraron hacia la multitud, y he aquí yacían ellos en
tierra muertos, pues ninguno había escapado.

25 Viniendo entonces Josafat y su pueblo a despojarlos, hallaron entre los cadáveres muchas
riquezas, así vestidos como alhajas preciosas, que tomaron para sí, tantos, que no los podían
llevar; tres días estuvieron recogiendo el botín, porque era mucho.

26 Y al cuarto día se juntaron en el valle de Beraca; porque allí bendijeron a Jehová, y por esto
llamaron el nombre de aquel paraje el valle de Beraca, hasta hoy.

27 Y todo Judá y los de Jerusalén, y Josafat a la cabeza de ellos, volvieron para regresar a Jerusalén
gozosos, porque Jehová les había dado gozo librándolos de sus enemigos.

28 Y vinieron a Jerusalén con salterios, arpas y trompetas, a la casa de Jehová.

29 Y el pavor de Dios cayó sobre todos los reinos de aquella tierra, cuando oyeron que Jehová
había peleado contra los enemigos de Israel.

30 Y el reino de Josafat tuvo paz, porque su Dios le dio paz por todas partes.
Resumen del reinado de Josafat

(1 R. 22.41-50)

31 Así reinó Josafat sobre Judá; de treinta y cinco años era cuando comenzó a reinar, y reinó
veinticinco años en Jerusalén. El nombre de su madre fue Azuba, hija de Silhi.

32 Y anduvo en el camino de Asa su padre, sin apartarse de él, haciendo lo recto ante los ojos de
Jehová.

33 Con todo eso, los lugares altos no fueron quitados; pues el pueblo aún no había enderezado su
corazón al Dios de sus padres.

34 Los demás hechos de Josafat, primeros y postreros, he aquí están escritos en las palabras de
Jehú hijo de Hanani, del cual se hace mención en el libro de los reyes de Israel.

35 Pasadas estas cosas, Josafat rey de Judá trabó amistad con Ocozías rey de Israel, el cual era
dado a la impiedad,

36 e hizo con él compañía para construir naves que fuesen a Tarsis; y construyeron las naves en
Ezión-geber.

37 Entonces Eliezer hijo de Dodava, de Maresa, profetizó contra Josafat, diciendo: Por cuanto has
hecho compañía con Ocozías, Jehová destruirá tus obras. Y las naves se rompieron, y no pudieron
ir a Tarsis.

Reinado de Joram de Judá

2 Crónicas 21

(2 R. 8.16-24)

1 Durmió Josafat con sus padres, y lo sepultaron con sus padres en la ciudad de David. Y reinó en
su lugar Joram su hijo,
2 quien tuvo por hermanos, hijos de Josafat, a Azarías, Jehiel, Zacarías, Azarías, Micael, y Sefatías.
Todos estos fueron hijos de Josafat rey de Judá.

3 Y su padre les había dado muchos regalos de oro y de plata, y cosas preciosas, y ciudades
fortificadas en Judá; pero había dado el reino a Joram, porque él era el primogénito.

4 Fue elevado, pues, Joram al reino de su padre; y luego que se hizo fuerte, mató a espada a todos
sus hermanos, y también a algunos de los príncipes de Israel.

5 Cuando comenzó a reinar era de treinta y dos años, y reinó ocho años en Jerusalén.

6 Y anduvo en el camino de los reyes de Israel, como lo hizo la casa de Acab; porque tenía por
mujer a la hija de Acab, e hizo lo malo ante los ojos de Jehová.

7 Mas Jehová no quiso destruir la casa de David, a causa del pacto que había hecho con David, y
porque le había dicho que le daría lámpara a él y a sus hijos perpetuamente.

8 En los días de éste se rebeló Edom contra el dominio de Judá, y pusieron rey sobre sí.

9 Entonces pasó Joram con sus príncipes, y todos sus carros; y se levantó de noche, y derrotó a los
edomitas que le habían sitiado, y a todos los comandantes de los carros.

10 No obstante, Edom se libertó del dominio de Judá, hasta hoy. También en el mismo tiempo
Libna se libertó de su dominio, por cuanto él había dejado a Jehová el Dios de sus padres.

11 Además de esto, hizo lugares altos en los montes de Judá, e hizo que los moradores de
Jerusalén fornicasen tras ellos, y a ello impelió a Judá.

12 Le llegó una carta del profeta Elías, que decía: Jehová el Dios de David tu padre ha dicho así: Por
cuanto no has andado en los caminos de Josafat tu padre, ni en los caminos de Asa rey de Judá,

13 sino que has andado en el camino de los reyes de Israel, y has hecho que fornicase Judá y los
moradores de Jerusalén, como fornicó la casa de Acab; y además has dado muerte a tus
hermanos, a la familia de tu padre, los cuales eran mejores que tú;

14 he aquí Jehová herirá a tu pueblo de una gran plaga, y a tus hijos y a tus mujeres, y a todo
cuanto tienes;

15 y a ti con muchas enfermedades, con enfermedad de tus intestinos, hasta que se te salgan a
causa de tu persistente enfermedad.
16 Entonces Jehová despertó contra Joram la ira de los filisteos y de los árabes que estaban junto
a los etíopes;

17 y subieron contra Judá, e invadieron la tierra, y tomaron todos los bienes que hallaron en la
casa del rey, y a sus hijos y a sus mujeres; y no le quedó más hijo sino solamente Joacaz el menor
de sus hijos.

18 Después de todo esto, Jehová lo hirió con una enfermedad incurable en los intestinos.

19 Y aconteció que al pasar muchos días, al fin, al cabo de dos años, los intestinos se le salieron
por la enfermedad, muriendo así de enfermedad muy penosa. Y no encendieron fuego en su
honor, como lo habían hecho con sus padres.

20 Cuando comenzó a reinar era de treinta y dos años, y reinó en Jerusalén ocho años; y murió sin
que lo desearan más. Y lo sepultaron en la ciudad de David, pero no en los sepulcros de los reyes.

Reinado de Ocozías de Judá

2 Crónicas 22

(2 R. 8.25-29)

1 Los habitantes de Jerusalén hicieron rey en lugar de Joram a Ocozías su hijo menor; porque una
banda armada que había venido con los árabes al campamento, había matado a todos los
mayores, por lo cual reinó Ocozías, hijo de Joram rey de Judá.

2 Cuando Ocozías comenzó a reinar era de cuarenta y dos años, y reinó un año en Jerusalén. El
nombre de su madre fue Atalía, hija de Omri.

3 También él anduvo en los caminos de la casa de Acab, pues su madre le aconsejaba a que
actuase impíamente.
4 Hizo, pues, lo malo ante los ojos de Jehová, como la casa de Acab; porque después de la muerte
de su padre, ellos le aconsejaron para su perdición.

5 Y él anduvo en los consejos de ellos, y fue a la guerra con Joram hijo de Acab, rey de Israel,
contra Hazael rey de Siria, a Ramot de Galaad, donde los sirios hirieron a Joram.

6 Y volvió para curarse en Jezreel de las heridas que le habían hecho en Ramot, peleando contra
Hazael rey de Siria. Y descendió Ocozías hijo de Joram, rey de Judá, para visitar a Joram hijo de
Acab en Jezreel, porque allí estaba enfermo.

Jehú mata a Ocozías

(2 R. 9.27-29)

7 Pero esto venía de Dios, para que Ocozías fuese destruido viniendo a Joram; porque habiendo
venido, salió con Joram contra Jehú hijo de Nimsi, al cual Jehová había ungido para que
exterminara la familia de Acab.

8 Y haciendo juicio Jehú contra la casa de Acab, halló a los príncipes de Judá, y a los hijos de los
hermanos de Ocozías, que servían a Ocozías, y los mató.

9 Y buscando a Ocozías, el cual se había escondido en Samaria, lo hallaron y lo trajeron a Jehú, y le


mataron; y le dieron sepultura, porque dijeron: Es hijo de Josafat, quien de todo su corazón buscó
a Jehová. Y la casa de Ocozías no tenía fuerzas para poder retener el reino.

Atalía usurpa el trono

(2 R. 11.1-21)

10 Entonces Atalía madre de Ocozías, viendo que su hijo era muerto, se levantó y exterminó toda
la descendencia real de la casa de Judá.
11 Pero Josabet, hija del rey, tomó a Joás hijo de Ocozías, y escondiéndolo de entre los demás
hijos del rey, a los cuales mataban, le guardó a él y a su ama en uno de los aposentos. Así lo
escondió Josabet, hija del rey Joram, mujer del sacerdote Joiada (porque ella era hermana de
Ocozías), de delante de Atalía, y no lo mataron.

12 Y estuvo con ellos escondido en la casa de Dios seis años. Entre tanto, Atalía reinaba en el país.

2 Crónicas 23

1 En el séptimo año se ánimo Joiada, y tomó consigo en alianza a los jefes de centenas Azarías hijo
de Jeroham, Ismael hijo de Johanán, Azarías hijo de Obed, Maasías hijo de Adaía, y Elisafat hijo de
Zicri,

2 los cuales recorrieron el país de Judá, y reunieron a los levitas de todas las ciudades de Judá y a
los príncipes de las familias de Israel, y vinieron a Jerusalén.

3 Y toda la multitud hizo pacto con el rey en la casa de Dios. Y Joiada les dijo: He aquí el hijo del
rey, el cual reinará, como Jehová ha dicho respecto a los hijos de David.

4 Ahora haced esto: una tercera parte de vosotros, los que entran el día de reposo, estarán de
porteros con los sacerdotes y los levitas.

5 Otra tercera parte, a la casa del rey; y la otra tercera parte, a la puerta del Cimiento; y todo el
pueblo estará en los patios de la casa de Jehová.

6 Y ninguno entre en la casa de Jehová, sino los sacerdotes y levitas que ministran; éstos entrarán,
porque están consagrados; y todo el pueblo hará guardia delante de Jehová.

7 Y los levitas rodearán al rey por todas partes, y cada uno tendrá sus armas en la mano;
cualquiera que entre en la casa, que muera; y estaréis con el rey cuando entre y cuando salga.

8 Y los levitas y todo Judá lo hicieron todo como lo había mandado el sacerdote Joiada; y tomó
cada jefe a los suyos, los que entraban el día de reposo, y los que salían el día de reposo; porque el
sacerdote Joiada no dio licencia a las compañías.
9 Dio también el sacerdote Joiada a los jefes de centenas las lanzas, los paveses y los escudos que
habían sido del rey David, y que estaban en la casa de Dios;

10 y puso en orden a todo el pueblo, teniendo cada uno su espada en la mano, desde el rincón
derecho del templo hasta el izquierdo, hacia el altar y la casa, alrededor del rey por todas partes.

11 Entonces sacaron al hijo del rey, y le pusieron la corona y el testimonio, y lo proclamaron rey; y
Joiada y sus hijos lo ungieron, diciendo luego: ¡Viva el rey!

12 Cuando Atalía oyó el estruendo de la gente que corría, y de los que aclamaban al rey, vino al
pueblo a la casa de Jehová;

13 y mirando, vio al rey que estaba junto a su columna a la entrada, y los príncipes y los
trompeteros junto al rey, y que todo el pueblo de la tierra mostraba alegría, y sonaba bocinas, y
los cantores con instrumentos de música dirigían la alabanza. Entonces Atalía rasgó sus vestidos, y
dijo: ¡Traición! ¡Traición!

14 Pero el sacerdote Joiada mandó que salieran los jefes de centenas del ejército, y les dijo:
Sacadla fuera del recinto, y al que la siguiere, matadlo a filo de espada; porque el sacerdote había
mandado que no la matasen en la casa de Jehová.

15 Ellos, pues, le echaron mano, y luego que ella hubo pasado la entrada de la puerta de los
caballos de la casa del rey, allí la mataron.

16 Y Joiada hizo un pacto entre sí y todo el pueblo y el rey, que serían pueblo de Jehová.

17 Después de esto entró todo el pueblo en el templo de Baal, y lo derribaron, y también sus
altares; e hicieron pedazos sus imágenes, y mataron delante de los altares a Matán, sacerdote de
Baal.

18 Luego ordenó Joiada los oficios en la casa de Jehová, bajo la mano de los sacerdotes y levitas,
según David los había distribuido en la casa de Jehová, para ofrecer a Jehová los holocaustos,
como está escrito en la ley de Moisés, con gozo y con cánticos, conforme a la disposición de David.

19 Puso también porteros a las puertas de la casa de Jehová, para que por ninguna vía entrase
ningún inmundo.
20 Llamó después a los jefes de centenas, y a los principales, a los que gobernaban el pueblo y a
todo el pueblo de la tierra, para conducir al rey desde la casa de Jehová; y cuando llegaron a la
mitad de la puerta mayor de la casa del rey, sentaron al rey sobre el trono del reino.

21 Y se regocijó todo el pueblo del país; y la ciudad estuvo tranquila, después que mataron a Atalía
a filo de espada.

Reinado de Joás de Judá

2 Crónicas 24

(2 R. 12.1-21)

1 De siete años era Joás cuando comenzó a reinar, y cuarenta años reinó en Jerusalén. El nombre
de su madre fue Sibia, de Beerseba.

2 E hizo Joás lo recto ante los ojos de Jehová todos los días de Joiada el sacerdote.

3 Y Joiada tomó para él dos mujeres; y engendró hijos e hijas.

4 Después de esto, aconteció que Joás decidió restaurar la casa de Jehová.

5 Y reunió a los sacerdotes y los levitas, y les dijo: Salid por las ciudades de Judá, y recoged dinero
de todo Israel, para que cada año sea reparada la casa de vuestro Dios; y vosotros poned diligencia
en el asunto. Pero los levitas no pusieron diligencia.

6 Por lo cual el rey llamó al sumo sacerdote Joiada y le dijo: ¿Por qué no has procurado que los
levitas traigan de Judá y de Jerusalén la ofrenda que Moisés siervo de Jehová impuso a la
congregación de Israel para el tabernáculo del testimonio?

7 Porque la impía Atalía y sus hijos habían destruido la casa de Dios, y además habían gastado en
los ídolos todas las cosas consagradas de la casa de Jehová.

8 Mandó, pues, el rey que hiciesen un arca, la cual pusieron fuera, a la puerta de la casa de Jehová;
9 e hicieron pregonar en Judá y en Jerusalén, que trajesen a Jehová la ofrenda que Moisés siervo
de Dios había impuesto a Israel en el desierto.

10 Y todos los jefes y todo el pueblo se gozaron, y trajeron ofrendas, y las echaron en el arca hasta
llenarla.

11 Y cuando venía el tiempo para llevar el arca al secretario del rey por mano de los levitas,
cuando veían que había mucho dinero, venía el escriba del rey, y el que estaba puesto por el sumo
sacerdote, y llevaban el arca, y la vaciaban, y la volvían a su lugar. Así lo hacían de día en día, y
recogían mucho dinero,

12 y el rey y Joiada lo daban a los que hacían el trabajo del servicio de la casa de Jehová; y
tomaban canteros y carpinteros que reparasen la casa de Jehová, y artífices en hierro y bronce
para componer la casa.

13 Hacían, pues, los artesanos la obra, y por sus manos la obra fue restaurada, y restituyeron la
casa de Dios a su antigua condición, y la consolidaron.

14 Y cuando terminaron, trajeron al rey y a Joiada lo que quedaba del dinero, e hicieron de él
utensilios para la casa de Jehová, utensilios para el servicio, morteros, cucharas, vasos de oro y de
plata. Y sacrificaban holocaustos continuamente en la casa de Jehová todos los días de Joiada.

15 Mas Joiada envejeció, y murió lleno de días; de ciento treinta años era cuando murió.

16 Y lo sepultaron en la ciudad de David con los reyes, por cuanto había hecho bien con Israel, y
para con Dios, y con su casa.

17 Muerto Joiada, vinieron los príncipes de Judá y ofrecieron obediencia al rey; y el rey los oyó.

18 Y desampararon la casa de Jehová el Dios de sus padres, y sirvieron a los símbolos de Asera y a
las imágenes esculpidas. Entonces la ira de Dios vino sobre Judá y Jerusalén por este su pecado.

19 Y les envió profetas para que los volviesen a Jehová, los cuales les amonestaron; mas ellos no
los escucharon.

20 Entonces el Espíritu de Dios vino sobre Zacarías hijo del sacerdote Joiada; y puesto en pie,
donde estaba más alto que el pueblo, les dijo: Así ha dicho Dios: ¿Por qué quebrantáis los
mandamientos de Jehová? No os vendrá bien por ello; porque por haber dejado a Jehová, él
también os abandonará.

21 Pero ellos hicieron conspiración contra él, y por mandato del rey lo apedrearon hasta matarlo,
en el patio de la casa de Jehová.

22 Así el rey Joás no se acordó de la misericordia que Joiada padre de Zacarías había hecho con él,
antes mató a su hijo, quien dijo al morir: Jehová lo vea y lo demande.

23 A la vuelta del año subió contra él el ejército de Siria; y vinieron a Judá y a Jerusalén, y
destruyeron en el pueblo a todos los principales de él, y enviaron todo el botín al rey a Damasco.

24 Porque aunque el ejército de Siria había venido con poca gente, Jehová entregó en sus manos
un ejército muy numeroso, por cuanto habían dejado a Jehová el Dios de sus padres. Así
ejecutaron juicios contra Joás.

25 Y cuando se fueron los sirios, lo dejaron agobiado por sus dolencias; y conspiraron contra él sus
siervos a causa de la sangre de los hijos de Joiada el sacerdote, y lo hirieron en su cama, y murió. Y
lo sepultaron en la ciudad de David, pero no en los sepulcros de los reyes.

26 Los que conspiraron contra él fueron Zabad hijo de Simeat amonita, y Jozabad hijo de Simrit
moabita.

27 En cuanto a los hijos de Joás, y la multiplicación que hizo de las rentas, y la restauración de la
casa de Jehová, he aquí está escrito en la historia del libro de los reyes. Y reinó en su lugar Amasías
su hijo.

Reinado de Amasías

2 Crónicas 25

(2 R. 14.1-22)
1 De veinticinco años era Amasías cuando comenzó a reinar, y veintinueve años reinó en
Jerusalén; el nombre de su madre fue Joadán, de Jerusalén.

2 Hizo él lo recto ante los ojos de Jehová, aunque no de perfecto corazón.

3 Y luego que fue confirmado en el reino, mató a los siervos que habían matado al rey su padre.

4 Pero no mató a los hijos de ellos, según lo que está escrito en la ley, en el libro de Moisés, donde
Jehová mandó diciendo: No morirán los padres por los hijos, ni los hijos por los padres; mas cada
uno morirá por su pecado.

5 Reunió luego Amasías a Judá, y con arreglo a las familias les puso jefes de millares y de centenas
sobre todo Judá y Benjamín. Después puso en lista a todos los de veinte años arriba, y fueron
hallados trescientos mil escogidos para salir a la guerra, que tenían lanza y escudo.

6 Y de Israel tomó a sueldo por cien talentos de plata, a cien mil hombres valientes.

7 Mas un varón de Dios vino a él y le dijo: Rey, no vaya contigo el ejército de Israel; porque Jehová
no está con Israel, ni con todos los hijos de Efraín.

8 Pero si vas así, si lo haces, y te esfuerzas para pelear, Dios te hará caer delante de los enemigos;
porque en Dios está el poder, o para ayudar, o para derribar.

9 Y Amasías dijo al varón de Dios: ¿Qué, pues, se hará de los cien talentos que he dado al ejército
de Israel? Y el varón de Dios respondió: Jehová puede darte mucho más que esto.

10 Entonces Amasías apartó el ejército de la gente que había venido a él de Efraín, para que se
fuesen a sus casas; y ellos se enojaron grandemente contra Judá, y volvieron a sus casas
encolerizados.

11 Esforzándose entonces Amasías, sacó a su pueblo, y vino al Valle de la Sal, y mató de los hijos
de Seir diez mil.

12 Y los hijos de Judá tomaron vivos a otros diez mil, los cuales llevaron a la cumbre de un
peñasco, y de allí los despeñaron, y todos se hicieron pedazos.

13 Mas los del ejército que Amasías había despedido, para que no fuesen con él a la guerra,
invadieron las ciudades de Judá, desde Samaria hasta Bet-horón, y mataron a tres mil de ellos, y
tomaron gran despojo.
14 Volviendo luego Amasías de la matanza de los edomitas, trajo también consigo los dioses de los
hijos de Seir, y los puso ante sí por dioses, y los adoró, y les quemó incienso.

15 Por esto se encendió la ira de Jehová contra Amasías, y envió a él un profeta, que le dijo: ¿Por
qué has buscado los dioses de otra nación, que no libraron a su pueblo de tus manos?

16 Y hablándole el profeta estas cosas, él le respondió: ¿Te han puesto a ti por consejero del rey?
Déjate de eso. ¿Por qué quieres que te maten? Y cuando terminó de hablar, el profeta dijo luego:
Yo sé que Dios ha decretado destruirte, porque has hecho esto, y no obedeciste mi consejo.

17 Y Amasías rey de Judá, después de tomar consejo, envió a decir a Joás hijo de Joacaz, hijo de
Jehú, rey de Israel: Ven, y veámonos cara a cara.

18 Entonces Joás rey de Israel envió a decir a Amasías rey de Judá: El cardo que estaba en el
Líbano envió al cedro que estaba en el Líbano, diciendo: Da tu hija a mi hijo por mujer. Y he aquí
que las fieras que estaban en el Líbano pasaron, y hollaron el cardo.

19 Tú dices: He aquí he derrotado a Edom; y tu corazón se enaltece para gloriarte. Quédate ahora
en tu casa. ¿Para qué provocas un mal en que puedas caer tú y Judá contigo?

20 Mas Amasías no quiso oír; porque era la voluntad de Dios, que los quería entregar en manos de
sus enemigos, por cuanto habían buscado los dioses de Edom.

21 Subió, pues, Joás rey de Israel, y se vieron cara a cara él y Amasías rey de Judá en la batalla de
Bet-semes, la cual es de Judá.

22 Pero cayó Judá delante de Israel, y huyó cada uno a su casa.

23 Y Joás rey de Israel apresó en Bet-semes a Amasías rey de Judá, hijo de Joás, hijo de Joacaz, y lo
llevó a Jerusalén; y derribó el muro de Jerusalén desde la puerta de Efraín hasta la puerta del
ángulo, un tramo de cuatrocientos codos.

24 Asimismo tomó todo el oro y la plata, y todos los utensilios que se hallaron en la casa de Dios
en casa de Obed-edom, y los tesoros de la casa del rey, y los hijos de los nobles; después volvió a
Samaria.
25 Y vivió Amasías hijo de Joás, rey de Judá, quince años después de la muerte de Joás hijo de
Joacaz, rey de Israel.

26 Los demás hechos de Amasías, primeros y postreros, ¿no están escritos en el libro de los reyes
de Judá y de Israel?

27 Desde el tiempo en que Amasías se apartó de Jehová, empezaron a conspirar contra él en


Jerusalén; y habiendo él huido a Laquis, enviaron tras él a Laquis, y allá lo mataron;

28 y lo trajeron en caballos, y lo sepultaron con sus padres en la ciudad de Judá.

Reinado de Uzías

2 Crónicas 26

(2 R. 15.1-7)

1 Entonces todo el pueblo de Judá tomó a Uzías, el cual tenía dieciséis años de edad, y lo pusieron
por rey en lugar de Amasías su padre.

2 Uzías edificó a Elot, y la restituyó a Judá después que el rey Amasías durmió con sus padres.

3 De dieciséis años era Uzías cuando comenzó a reinar, y cincuenta y dos años reinó en Jerusalén.
El nombre de su madre fue Jecolías, de Jerusalén.

4 E hizo lo recto ante los ojos de Jehová, conforme a todas las cosas que había hecho Amasías su
padre.

5 Y persistió en buscar a Dios en los días de Zacarías, entendido en visiones de Dios; y en estos días
en que buscó a Jehová, él le prosperó.

6 Y salió y peleó contra los filisteos, y rompió el muro de Gat, y el muro de Jabnia, y el muro de
Asdod; y edificó ciudades en Asdod, y en la tierra de los filisteos.
7 Dios le dio ayuda contra los filisteos, y contra los árabes que habitaban en Gur-baal, y contra los
amonitas.

8 Y dieron los amonitas presentes a Uzías, y se divulgó su fama hasta la frontera de Egipto; porque
se había hecho altamente poderoso.

9 Edificó también Uzías torres en Jerusalén, junto a la puerta del ángulo, y junto a la puerta del
valle, y junto a las esquinas; y las fortificó.

10 Asimismo edificó torres en el desierto, y abrió muchas cisternas; porque tuvo muchos ganados,
así en la Sefela como en las vegas, y viñas y labranzas, así en los montes como en los llanos fértiles;
porque era amigo de la agricultura.

11 Tuvo también Uzías un ejército de guerreros, los cuales salían a la guerra en divisiones, de
acuerdo con la lista hecha por mano de Jeiel escriba, y de Maasías gobernador, y de Hananías, uno
de los jefes del rey.

12 Todo el número de los jefes de familia, valientes y esforzados, era dos mil seiscientos.

13 Y bajo la mano de éstos estaba el ejército de guerra, de trescientos siete mil quinientos
guerreros poderosos y fuertes, para ayudar al rey contra los enemigos.

14 Y Uzías preparó para todo el ejército escudos, lanzas, yelmos, coseletes, arcos, y hondas para
tirar piedras.

15 E hizo en Jerusalén máquinas inventadas por ingenieros, para que estuviesen en las torres y en
los baluartes, para arrojar saetas y grandes piedras. Y su fama se extendió lejos, porque fue
ayudado maravillosamente, hasta hacerse poderoso.

16 Mas cuando ya era fuerte su corazón se enalteció para su ruina; porque se rebeló contra Jehová
su Dios, entrando en el templo de Jehová para quemar incienso en el altar del incienso.

17 Y entró tras él el sacerdote Azarías, y con él ochenta sacerdotes de Jehová, varones valientes.

18 Y se pusieron contra el rey Uzías, y le dijeron: No te corresponde a ti, oh Uzías, el quemar


incienso a Jehová, sino a los sacerdotes hijos de Aarón, que son consagrados para quemarlo. Sal
del santuario, porque has prevaricado, y no te será para gloria delante de Jehová Dios.
19 Entonces Uzías, teniendo en la mano un incensario para ofrecer incienso, se llenó de ira; y en su
ira contra los sacerdotes, la lepra le brotó en la frente, delante de los sacerdotes en la casa de
Jehová, junto al altar del incienso.

20 Y le miró el sumo sacerdote Azarías, y todos los sacerdotes, y he aquí la lepra estaba en su
frente; y le hicieron salir apresuradamente de aquel lugar; y él también se dio prisa a salir, porque
Jehová lo había herido.

21 Así el rey Uzías fue leproso hasta el día de su muerte, y habitó leproso en una casa apartada,
por lo cual fue excluido de la casa de Jehová; y Jotam su hijo tuvo cargo de la casa real,
gobernando al pueblo de la tierra.

22 Los demás hechos de Uzías, primeros y postreros, fueron escritos por el profeta Isaías, hijo de
Amoz.

23 Y durmió Uzías con sus padres, y lo sepultaron con sus padres en el campo de los sepulcros
reales; porque dijeron: Leproso es. Y reinó Jotam su hijo en lugar suyo.

Reinado de Jotam

2 Crónicas 27

(2 R. 15.32-38)

1 De veinticinco años era Jotam cuando comenzó a reinar, y dieciséis años reinó en Jerusalén. El
nombre de su madre fue Jerusa, hija de Sadoc.

2 E hizo lo recto ante los ojos de Jehová, conforme a todas las cosas que había hecho Uzías su
padre, salvo que no entró en el santuario de Jehová. Pero el pueblo continuaba corrompiéndose.

3 Edificó él la puerta mayor de la casa de Jehová, y sobre el muro de la fortaleza edificó mucho.

4 Además edificó ciudades en las montañas de Judá, y construyó fortalezas y torres en los
bosques.
5 También tuvo él guerra con el rey de los hijos de Amón, a los cuales venció; y le dieron los hijos
de Amón en aquel año cien talentos de plata, diez mil coros de trigo, y diez mil coros de cebada.
Esto le dieron los hijos de Amón, y lo mismo en el segundo año y en el tercero.

6 Así que Jotam se hizo fuerte, porque preparó sus caminos delante de Jehová su Dios.

7 Los demás hechos de Jotam, y todas sus guerras, y sus caminos, he aquí están escritos en el libro
de los reyes de Israel y de Judá.

8 Cuando comenzó a reinar era de veinticinco años, y dieciséis reinó en Jerusalén.

9 Y durmió Jotam con sus padres, y lo sepultaron en la ciudad de David; y reinó en su lugar Acaz su
hijo.

Reinado de Acaz

2 Crónicas 28

(2 R. 16.1-20)

1 De veinte años era Acaz cuando comenzó a reinar, y dieciséis años reinó en Jerusalén: mas no
hizo lo recto ante los ojos de Jehová, como David su padre.

2 Antes anduvo en los caminos de los reyes de Israel, y además hizo imágenes fundidas a los
baales.

3 Quemó también incienso en el valle de los hijos de Hinom, e hizo pasar a sus hijos por fuego,
conforme a las abominaciones de las naciones que Jehová había arrojado de la presencia de los
hijos de Israel.

4 Asimismo sacrificó y quemó incienso en los lugares altos, en los collados, y debajo de todo árbol
frondoso.
5 Por lo cual Jehová su Dios lo entregó en manos del rey de los sirios, los cuales lo derrotaron, y le
tomaron gran número de prisioneros que llevaron a Damasco. Fue también entregado en manos
del rey de Israel, el cual lo batió con gran mortandad.

6 Porque Peka hijo de Remalías mató en Judá en un día ciento veinte mil hombres valientes, por
cuanto habían dejado a Jehová el Dios de sus padres.

7 Asimismo Zicri, hombre poderoso de Efraín, mató a Maasías hijo del rey, a Azricam su
mayordomo, y a Elcana, segundo después del rey.

8 También los hijos de Israel tomaron cautivos de sus hermanos a doscientos mil, mujeres,
muchachos y muchachas, además de haber tomado de ellos mucho botín que llevaron a Samaria.

9 Había entonces allí un profeta de Jehová que se llamaba Oded, el cual salió delante del ejército
cuando entraba en Samaria, y les dijo: He aquí, Jehová el Dios de vuestros padres, por el enojo
contra Judá, los ha entregado en vuestras manos; y vosotros los habéis matado con ira que ha
llegado hasta el cielo.

10 Y ahora habéis determinado sujetar a vosotros a Judá y a Jerusalén como siervos y siervas; mas
¿no habéis pecado vosotros contra Jehová vuestro Dios?

11 Oídme, pues, ahora, y devolved a los cautivos que habéis tomado de vuestros hermanos;
porque Jehová está airado contra vosotros.

12 Entonces se levantaron algunos varones de los principales de los hijos de Efraín, Azarías hijo de
Johanán, Berequías hijo de Mesilemot, Ezequías hijo de Salum, y Amasa hijo de Hadlai, contra los
que venían de la guerra.

13 Y les dijeron: No traigáis aquí a los cautivos, porque el pecado contra Jehová estará sobre
nosotros. Vosotros tratáis de añadir sobre nuestros pecados y sobre nuestras culpas, siendo muy
grande nuestro delito, y el ardor de la ira contra Israel.

14 Entonces el ejército dejó a los cautivos y el botín delante de los príncipes y de toda la multitud.

15 Y se levantaron los varones nombrados, y tomaron a los cautivos, y del despojo vistieron a los
que de ellos estaban desnudos; los vistieron, los calzaron, y les dieron de comer y de beber, los
ungieron, y condujeron en asnos a todos los débiles, y los llevaron hasta Jericó, ciudad de las
palmeras, cerca de sus hermanos; y ellos volvieron a Samaria.

16 En aquel tiempo envió a pedir el rey Acaz a los reyes de Asiria que le ayudasen.

17 Porque también los edomitas habían venido y atacado a los de Judá, y habían llevado cautivos.

18 Asimismo los filisteos se habían extendido por las ciudades de la Sefela y del Neguev de Judá, y
habían tomado Bet-semes, Ajalón, Gederot, Soco con sus aldeas, Timna también con sus aldeas, y
Gimzo con sus aldeas; y habitaban en ellas.

19 Porque Jehová había humillado a Judá por causa de Acaz rey de Israel, por cuanto él había
actuado desenfrenadamente en Judá, y había prevaricado gravemente contra Jehová.

20 También vino contra él Tiglat-pileser rey de los asirios, quien lo redujo a estrechez, y no lo
fortaleció.

21 No obstante que despojó Acaz la casa de Jehová, y la casa real, y las de los príncipes, para dar al
rey de los asirios, éste no le ayudó.

22 Además el rey Acaz en el tiempo que aquel le apuraba, añadió mayor pecado contra Jehová;

23 porque ofreció sacrificios a los dioses de Damasco que le habían derrotado, y dijo: Pues que los
dioses de los reyes de Siria les ayudan, yo también ofreceré sacrificios a ellos para que me ayuden;
bien que fueron éstos su ruina, y la de todo Israel.

24 Además de eso recogió Acaz los utensilios de la casa de Dios, y los quebró, y cerró las puertas
de la casa de Jehová, y se hizo altares en Jerusalén en todos los rincones.

25 Hizo también lugares altos en todas las ciudades de Judá, para quemar incienso a los dioses
ajenos, provocando así a ira a Jehová el Dios de sus padres.

26 Los demás de sus hechos, y todos su caminos, primeros y postreros, he aquí están escritos en el
libro de los reyes de Judá y de Israel.

27 Y durmió Acaz con sus padres, y lo sepultaron en la ciudad de Jerusalén, pero no lo metieron en
los sepulcros de los reyes de Israel; y reinó en su lugar Ezequías su hijo.
Reinado de Ezequías

2 Crónicas 29

(2 R. 18.1-3)

1 Comenzó a reinar Ezequías siendo de veinticinco años, y reinó veintinueve años en Jerusalén. El
nombre de su madre fue Abías, hija de Zacarías.

2 E hizo lo recto ante los ojos de Jehová, conforme a todas las cosas que había hecho David su
padre.

Ezequías restablece el culto del templo

3 En el primer año de su reinado, en el mes primero, abrió las puertas de la casa de Jehová, y las
reparó.

4 E hizo venir a los sacerdotes y levitas, y los reunió en la plaza oriental.

5 Y les dijo: ¡Oídme, levitas! Santificaos ahora, y santificad la casa de Jehová el Dios de vuestros
padres, y sacad del santuario la inmundicia.

6 Porque nuestros padres se han rebelado, y han hecho lo malo ante los ojos de Jehová nuestro
Dios; porque le dejaron, y apartaron sus rostros del tabernáculo de Jehová, y le volvieron las
espaldas.

7 Y aun cerraron las puertas del pórtico, y apagaron las lámparas; no quemaron incienso, ni
sacrificaron holocausto en el santuario al Dios de Israel.

8 Por tanto, la ira de Jehová ha venido sobre Judá y Jerusalén, y los ha entregado a turbación, a
execración y a escarnio, como veis vosotros con vuestros ojos.
9 Y he aquí nuestros padres han caído a espada, y nuestros hijos, nuestras hijas y nuestras mujeres
fueron llevados cautivos por esto.

10 Ahora, pues, yo he determinado hacer pacto con Jehová el Dios de Israel, para que aparte de
nosotros el ardor de su ira.

11 Hijos míos, no os engañéis ahora, porque Jehová os ha escogido a vosotros para que estéis
delante de él y le sirváis, y seáis sus ministros, y le queméis incienso.

12 Entonces se levantaron los levitas Mahat hijo de Amasai y Joel hijo de Azarías, de los hijos de
Coat; de los hijos de Merari, Cis hijo de Abdi y Azarías hijo de Jehalelel; de los hijos de Gersón, Joa
hijo de Zima y Edén hijo de Joa;

13 de los hijos de Elizafán, Simri y Jeiel; de los hijos de Asaf, Zacarías y Matanías;

14 de los hijos de Hemán, Jehiel y Simei; y de los hijos de Jedutún, Semaías y Uziel.

15 Estos reunieron a sus hermanos, y se santificaron, y entraron, conforme al mandamiento del


rey y las palabras de Jehová, para limpiar la casa de Jehová.

16 Y entrando los sacerdotes dentro de la casa de Jehová para limpiarla, sacaron toda la
inmundicia que hallaron en el templo de Jehová, al atrio de la casa de Jehová; y de allí los levitas la
llevaron fuera al torrente de Cedrón.

17 Comenzaron a santificarse el día primero del mes primero, y a los ocho

del mismo mes vinieron al pórtico de Jehová; y santificaron la casa de Jehová en ocho días, y en el
día dieciséis del mes primero terminaron.

18 Entonces vinieron al rey Ezequías y le dijeron: Ya hemos limpiado toda la casa de Jehová, el
altar del holocausto, y todos sus instrumentos, y la mesa de la proposición con todos sus
utensilios.

19 Asimismo hemos preparado y santificado todos los utensilios que en su infidelidad había
desechado el rey Acaz, cuando reinaba; y he aquí están delante del altar de Jehová.

20 Y levantándose de mañana, el rey Ezequías reunió los principales de la ciudad, y subió a la casa
de Jehová.
21 Y presentaron siete novillos, siete carneros, siete corderos y siete machos cabríos para
expiación por el reino, por el santuario y por Judá. Y dijo a los sacerdotes hijos de Aarón que los
ofreciesen sobre el altar de Jehová.

22 Mataron, pues, los novillos, y los sacerdotes recibieron la sangre, y la esparcieron sobre el altar;
mataron luego los carneros, y esparcieron la sangre sobre el altar; asimismo mataron los corderos,
y esparcieron la sangre sobre el altar.

23 Después hicieron acercar delante del rey y de la multitud los machos cabríos para la expiación,
y pusieron sobre ellos sus manos;

24 y los sacerdotes los mataron, e hicieron ofrenda de expiación con la sangre de ellos sobre el
altar, para reconciliar a todo Israel; porque por todo Israel mandó el rey hacer el holocausto y la
expiación.

25 Puso también levitas en la casa de Jehová con címbalos, salterios y arpas, conforme al
mandamiento de David, de Gad vidente del rey, y del profeta Natán, porque aquel mandamiento
procedía de Jehová por medio de sus profetas.

26 Y los levitas estaban con los instrumentos de David, y los sacerdotes con trompetas.

27 Entonces mandó Ezequías sacrificar el holocausto en el altar; y cuando comenzó el holocausto,


comenzó también el cántico de Jehová, con las trompetas y los instrumentos de David rey de
Israel.

28 Y toda la multitud adoraba, y los cantores cantaban, y los trompeteros sonaban las trompetas;
todo esto duró hasta consumirse el holocausto.

29 Y cuando acabaron de ofrecer, se inclinó el rey, y todos los que con él estaban, y adoraron.

30 Entonces el rey Ezequías y los príncipes dijeron a los levitas que alabasen a Jehová con las
palabras de David y de Asaf vidente; y ellos alabaron con gran alegría, y se inclinaron y adoraron.

31 Y respondiendo Ezequías, dijo: Vosotros os habéis consagrado ahora a Jehová; acercaos, pues, y
presentad sacrificios y alabanzas en la casa de Jehová. Y la multitud presentó sacrificios y
alabanzas; y todos los generosos de corazón trajeron holocaustos.

32 Y fue el número de los holocaustos que trajo la congregación, setenta bueyes, cien carneros y
doscientos corderos, todo para el holocausto de Jehová.
33 Y las ofrendas fueron seiscientos bueyes y tres mil ovejas.

34 Mas los sacerdotes eran pocos, y no bastaban para desollar los holocaustos; y así sus hermanos
los levitas les ayudaron hasta que acabaron la obra, y hasta que los demás sacerdotes se
santificaron; porque los levitas fueron más rectos de corazón para santificarse que los sacerdotes.

35 Así, pues, hubo abundancia de holocaustos, con grosura de las ofrendas de paz, y libaciones
para cada holocausto. Y quedó restablecido el servicio de la casa de Jehová.

36 Y se alegró Ezequías con todo el pueblo, de que Dios hubiese preparado el pueblo; porque la
cosa fue hecha rápidamente.

Ezequías celebra la pascua

2 Crónicas 30

1 Envió después Ezequías por todo Israel y Judá, y escribió cartas a Efraín y a Manasés, para que
viniesen a Jerusalén a la casa de Jehová para celebrar la pascua a Jehová Dios de Israel.

2 Y el rey había tomado consejo con sus príncipes, y con toda la congregación en Jerusalén, para
celebrar la pascua en el mes segundo;

3 porque entonces no la podían celebrar, por cuanto no había suficientes sacerdotes santificados,
ni el pueblo se había reunido en Jerusalén.

4 Esto agradó al rey y a toda la multitud.

5 Y determinaron hacer pasar pregón por todo Israel, desde Beerseba hasta Dan, para que
viniesen a celebrar la pascua a Jehová Dios de Israel, en Jerusalén; porque en mucho tiempo no la
habían celebrado al modo que está escrito.
6 Fueron, pues, correos con cartas de mano del rey y de sus príncipes por todo Israel y Judá, como
el rey lo había mandado, y decían: Hijos de Israel, volveos a Jehová el Dios de Abraham, de Isaac y
de Israel, y él se volverá al remanente que ha quedado de la mano de los reyes de Asiria.

7 No seáis como vuestros padres y como vuestros hermanos, que se rebelaron contra Jehová el
Dios de sus padres, y él los entregó a desolación, como vosotros veis.

8 No endurezcáis, pues, ahora vuestra cerviz como vuestros padres; someteos a Jehová, y venid a
su santuario, el cual él ha santificado para siempre; y servid a Jehová vuestro Dios, y el ardor de su
ira se apartará de vosotros.

9 Porque si os volviereis a Jehová, vuestros hermanos y vuestros hijos hallarán misericordia


delante de los que los tienen cautivos, y volverán a esta tierra; porque Jehová vuestro Dios es
clemente y misericordioso, y no apartará de vosotros su rostro, si vosotros os volviereis a él.

10 Pasaron, pues, los correos de ciudad en ciudad por la tierra de Efraín y Manasés, hasta Zabulón;
mas se reían y burlaban de ellos.

11 Con todo eso, algunos hombres de Aser, de Manasés y de Zabulón se humillaron y vinieron a
Jerusalén.

12 En Judá también estuvo la mano de Dios para darles un solo corazón para cumplir el mensaje
del rey y de los príncipes, conforme a la palabra de Jehová.

13 Y se reunió en Jerusalén mucha gente para celebrar la fiesta solemne de los panes sin levadura
en el mes segundo, una vasta reunión.

14 Y levantándose, quitaron los altares que había en Jerusalén; quitaron también todos los altares
de incienso, y los echaron al torrente de Cedrón.

15 Entonces sacrificaron la pascua, a los catorce días del mes segundo; y los sacerdotes y los
levitas llenos de vergüenza se santificaron, y trajeron los holocaustos a la casa de Jehová.

16 Y tomaron su lugar en los turnos de costumbre, conforme a la ley de Moisés varón de Dios; y
los sacerdotes esparcían la sangre que recibían de manos de los levitas.

17 Porque había muchos en la congregación que no estaban santificados, y por eso los levitas
sacrificaban la pascua por todos los que no se habían purificado, para santificarlos a Jehová.
18 Porque una gran multitud del pueblo de Efraín y Manasés, y de Isacar y Zabulón, no se habían
purificado, y comieron la pascua no conforme a lo que está escrito. Mas Ezequías oró por ellos,
diciendo: Jehová, que es bueno, sea propicio a todo aquel que ha preparado su corazón para
buscar a Dios,

19 a Jehová el Dios de sus padres, aunque no esté purificado según los ritos de purificación del
santuario.

20 Y oyó Jehová a Ezequías, y sanó al pueblo.

21 Así los hijos de Israel que estaban en Jerusalén celebraron la fiesta solemne de los panes sin
levadura por siete días con grande gozo; y glorificaban a Jehová todos los días los levitas y los
sacerdotes, cantando con instrumentos resonantes a Jehová.

22 Y habló Ezequías al corazón de todos los levitas que tenían buena inteligencia en el servicio de
Jehová. Y comieron de lo sacrificado en la fiesta solemne por siete días, ofreciendo sacrificios de
paz, y dando gracias a Jehová el Dios de sus padres.

23 Y toda aquella asamblea determinó que celebrasen la fiesta por otros siete días; y la celebraron
otros siete días con alegría.

24 Porque Ezequías rey de Judá había dado a la asamblea mil novillos y siete mil ovejas; y también
los príncipes dieron al pueblo mil novillos y diez mil ovejas; y muchos sacerdotes ya se habían
santificado.

25 Se alegró, pues, toda la congregación de Judá, como también los sacerdotes y levitas, y toda la
multitud que había venido de Israel; asimismo los forasteros que habían venido de la tierra de
Israel, y los que habitaban en Judá.

26 Hubo entonces gran regocijo en Jerusalén; porque desde los días de Salomón hijo de David rey
de Israel, no había habido cosa semejante en Jerusalén.

27 Después los sacerdotes y levitas, puestos en pie, bendijeron al pueblo; y la voz de ellos fue oída,
y su oración llegó a la habitación de su santuario, al cielo.
2 Crónicas 31

1 Hechas todas estas cosas, todos los de Israel que habían estado allí salieron por las ciudades de
Judá, y quebraron las estatuas y destruyeron las imágenes de Asera, y derribaron los lugares altos
y los altares por todo Judá y Benjamín, y también en Efraín y Manasés, hasta acabarlo todo.
Después se volvieron todos los hijos de Israel a sus ciudades, cada uno a su posesión.

Ezequías reorganiza el servicio de los sacerdotes y levitas

2 Y arregló Ezequías la distribución de los sacerdotes y de los levitas conforme a sus turnos, cada
uno según su oficio; los sacerdotes y los levitas para ofrecer el holocausto y las ofrendas de paz,
para que ministrasen, para que diesen gracias y alabasen dentro de las puertas de los atrios de
Jehová.

3 El rey contribuyó de su propia hacienda para los holocaustos a mañana y tarde, y para los
holocaustos de los días de reposo, nuevas lunas y fiestas solemnes, como está escrito en la ley de
Jehová.

4 Mandó también al pueblo que habitaba en Jerusalén, que diese la porción correspondiente a los
sacerdotes y levitas, para que ellos se dedicasen a la ley de Jehová.

5 Y cuando este edicto fue divulgado, los hijos de Israel dieron muchas primicias de grano, vino,
aceite, miel, y de todos los frutos de la tierra; trajeron asimismo en abundancia los diezmos de
todas las cosas.

6 También los hijos de Israel y de Judá, que habitaban en las ciudades de Judá, dieron del mismo
modo los diezmos de las vacas y de las ovejas; y trajeron los diezmos de lo santificado, de las cosas
que habían prometido a Jehová su Dios, y los depositaron en montones.

7 En el mes tercero comenzaron a formar aquellos montones, y terminaron en el mes séptimo.


8 Cuando Ezequías y los príncipes vinieron y vieron los montones, bendijeron a Jehová, y a su
pueblo Israel.

9 Y preguntó Ezequías a los sacerdotes y a los levitas acerca de esos montones.

10 Y el sumo sacerdote Azarías, de la casa de Sadoc, le contestó: Desde que comenzaron a traer las
ofrendas a la casa de Jehová, hemos comido y nos hemos saciado, y nos ha sobrado mucho,
porque Jehová ha bendecido a su pueblo; y ha quedado esta abundancia de provisiones.

11 Entonces mandó Ezequías que preparasen cámaras en la casa de Jehová; y las prepararon.

12 Y en ellas depositaron las primicias y los diezmos y las cosas consagradas, fielmente; y dieron
cargo de ello al levita Conanías, el principal, y Simei su hermano fue el segundo.

13 Y Jehiel, Azazías, Nahat, Asael, Jerimot, Jozabad, Eliel, Ismaquías, Mahat y Benaía, fueron los
mayordomos al servicio de Conanías y de Simei su hermano, por mandamiento del rey Ezequías y
de Azarías, príncipe de la casa de Dios.

14 Y el levita Coré hijo de Imna, guarda de la puerta oriental, tenía cargo de las ofrendas
voluntarias para Dios, y de la distribución de las ofrendas dedicadas a Jehová, y de las cosas
santísimas.

15 Y a su servicio estaban Edén, Miniamín, Jesúa, Semaías, Amarías y Secanías, en las ciudades de
los sacerdotes, para dar con fidelidad a sus hermanos sus porciones conforme a sus grupos, así al
mayor como al menor;

16 a los varones anotados por sus linajes, de tres años arriba, a todos los que entraban en la casa
de Jehová para desempeñar su ministerio según sus oficios y grupos.

17 También a los que eran contados entre los sacerdotes según sus casas paternas; y a los levitas
de edad de veinte años arriba, conforme a sus oficios y grupos.

18 Eran inscritos con todos sus niños, sus mujeres, sus hijos e hijas, toda la multitud; porque con
fidelidad se consagraban a las cosas santas.

19 Del mismo modo para los hijos de Aarón, sacerdotes, que estaban en los ejidos de sus ciudades,
por todas las ciudades, los varones nombrados tenían cargo de dar sus porciones a todos los
varones de entre los sacerdotes, y a todo el linaje de los levitas.
20 De esta manera hizo Ezequías en todo Judá; y ejecutó lo bueno, recto y verdadero delante de
Jehová su Dios.

21 En todo cuanto emprendió en el servicio de la casa de Dios, de acuerdo con la ley y los
mandamientos, buscó a su Dios, lo hizo de todo corazón, y fue prosperado.

Senaquerib invade Judá

2 Crónicas 32

(2 R. 18.13-37; Is. 36.1-22)

1 Después de estas cosas y de esta fidelidad, vino Senaquerib rey de los asirios e invadió a Judá, y
acampó contra las ciudades fortificadas, con la intención de conquistarlas.

2 Viendo, pues, Ezequías la venida de Senaquerib, y su intención de combatir a Jerusalén,

3 tuvo consejo con sus príncipes y con sus hombres valientes, para cegar las fuentes de agua que
estaban fuera de la ciudad; y ellos le apoyaron.

4 Entonces se reunió mucho pueblo, y cegaron todas las fuentes, y el arroyo que corría a través del
territorio, diciendo: ¿Por qué han de hallar los reyes de Asiria muchas aguas cuando vengan?

5 Después con animó resuelto edificó Ezequías todos los muros caídos, e hizo alzar las torres, y
otro muro por fuera; fortificó además a Milo en la ciudad de David, y también hizo muchas
espadas y escudos.

6 Y puso capitanes de guerra sobre el pueblo, y los hizo reunir en la plaza de la puerta de la ciudad,
y habló al corazón de ellos, diciendo:

7 Esforzaos y animaos; no temáis, ni tengáis miedo del rey de Asiria, ni de toda la multitud que con
él viene; porque más hay con nosotros que con él.
8 Con él está el brazo de carne, mas con nosotros está Jehová nuestro Dios para ayudarnos y
pelear nuestras batallas. Y el pueblo tuvo confianza en las palabras de Ezequías rey de Judá.

9 Después de esto, Senaquerib rey de los asirios, mientras sitiaba a Laquis con todas sus fuerzas,
envió sus siervos a Jerusalén para decir a Ezequías rey de Judá, y a todos los de Judá que estaban
en Jerusalén:

10 Así ha dicho Senaquerib rey los asirios: ¿En quién confiáis vosotros, al resistir el sitio en
Jerusalén?

11 ¿No os engaña Ezequías para entregaros a muerte, a hambre y a sed, al decir: Jehová nuestro
Dios nos librará de la mano del rey de Asiria?

12 ¿No es Ezequías el mismo que ha quitado sus lugares altos y sus altares, y ha dicho a Judá y a
Jerusalén: Delante de este solo altar adoraréis, y sobre él quemaréis incienso?

13 ¿No habéis sabido lo que yo y mis padres hemos hecho a todos los pueblos de la tierra?
¿Pudieron los dioses de las naciones de estas tierras librar su tierra de mi mano?

14 ¿Qué dios hubo de entre todos los dioses de aquellas naciones que destruyeron mis padres,
que pudiese salvar a su pueblo de mis manos? ¿Cómo podrá vuestro Dios libraros de mi mano?

15 Ahora, pues, no os engañe Ezequías, ni os persuada de ese modo, ni le creáis; que si ningún
dios de todas aquellas naciones y reinos pudo librar a su pueblo de mis manos, y de las manos de
mis padres, ¿cuánto menos vuestro Dios os podrá librar de mi mano?

16 Y otras cosas más hablaron sus siervos contra Jehová Dios, y contra su siervo Ezequías.

17 Además de esto escribió cartas en que blasfemaba contra Jehová el Dios de Israel, y hablaba
contra él, diciendo: Como los dioses de las naciones de los países no pudieron librar a su pueblo de
mis manos, tampoco el Dios de Ezequías librará al suyo de mis manos.

18 Y clamaron a gran voz en judaico al pueblo de Jerusalén que estaba sobre los muros, para
espantarles y atemorizarles, a fin de poder tomar la ciudad.

19 Y hablaron contra el Dios de Jerusalén, como contra los dioses de los pueblos de la tierra, que
son obra de manos de hombres.
Jehová libra a Ezequías

(2 R. 19.1-37; Is. 37:1-38)

20 Mas el rey Ezequías y el profeta Isaías hijo de Amoz oraron por esto, y clamaron al cielo.

21 Y Jehová envió un ángel, el cual destruyó a todo valiente y esforzado, y a los jefes y capitanes
en el campamento del rey de Asiria. Este se volvió, por tanto, avergonzado a su tierra; y entrando
en el templo de su dios, allí lo mataron a espada sus propios hijos.

22 Así salvó Jehová a Ezequías y a los moradores de Jerusalén de las manos de Senaquerib rey de
Asiria, y de las manos de todos; y les dio reposo por todos lados.

23 Y muchos trajeron a Jerusalén ofrenda a Jehová, y ricos presentes a Ezequías rey de Judá; y fue
muy engrandecido delante de todas las naciones después de esto.

Enfermedad de Ezequías

(2 R. 20.1-11; Is. 38.1-22)

24 En aquel tiempo Ezequías enfermó de muerte; y oró a Jehová, quien le respondió, y le dio una
señal.

25 Mas Ezequías no correspondió al bien que le había sido hecho, sino que se enalteció su
corazón, y vino la ira contra él, y contra Judá y Jerusalén.

26 Pero Ezequías, después de haberse enaltecido su corazón, se humilló, él y los moradores de


Jerusalén; y no vino sobre ellos la ira de Jehová en los días de Ezequías.
Ezequías recibe a los enviados de Babilonia

(2 R. 20.12-19; Is. 39.1-8)

27 Y tuvo Ezequías riquezas y gloria, muchas en gran manera; y adquirió tesoros de plata y oro,
piedras preciosas, perfumes, escudos, y toda clase de joyas deseables.

28 Asimismo hizo depósitos para las rentas del grano, del vino y del aceite, establos para toda
clase de bestias, y apriscos para los ganados.

29 Adquirió también ciudades, y hatos de ovejas y de vacas en gran abundancia; porque Dios le
había dado muchas riquezas.

30 Este Ezequías cubrió los manantiales de Gihón la de arriba, y condujo el agua hacia el occidente
de la ciudad de David. Y fue prosperado Ezequías en todo lo que hizo.

31 Mas en lo referente a los mensajeros de los príncipes de Babilonia, que enviaron a él para saber
del prodigio que había acontecido en el país, Dios lo dejó, para probarle, para hacer conocer todo
lo que estaba en su corazón.

Muerte de Ezequías

(2 R. 20.20-21)

32 Los demás hechos de Ezequías, y sus misericordias, he aquí todos están escritos en la profecía
del profeta Isaías hijo de Amoz, en el libro de los reyes de Judá y de Israel.

33 Y durmió Ezequías con sus padres, y lo sepultaron en el lugar más prominente de los sepulcros
de los hijos de David, honrándole en su muerte todo Judá y toda Jerusalén; y reinó en su lugar
Manasés su hijo.
Reinado de Manasés

2 Crónicas 33

(2 R. 21.1-18)

1 De doce años era Manasés cuando comenzó a reinar, y cincuenta y cinco años reinó en
Jerusalén.

2 Pero hizo lo malo ante los ojos de Jehová, conforme a las abominaciones de las naciones que
Jehová había echado de delante de los hijos de Israel.

3 Porque él reedificó los lugares altos que Ezequías su padre había derribado, y levantó altares a
los baales, e hizo imágenes de Asera, y adoró a todo el ejército de los cielos, y les rindió culto.

4 Edificó también altares en la casa de Jehová, de la cual había dicho Jehová: En Jerusalén estará
mi nombre perpetuamente.

5 Edificó asimismo altares a todo el ejército de los cielos en los dos atrios de la casa de Jehová.

6 Y pasó sus hijos por fuego en el valle del hijo de Hinom; y observaba los tiempos, miraba en
agüeros, era dado a adivinaciones, y consultaba a adivinos y encantadores; se excedió en hacer lo
malo ante los ojos de Jehová, hasta encender su ira.

7 Además de esto puso una imagen fundida que hizo, en la casa de Dios, de la cual había dicho
Dios a David y a Salomón su hijo: En esta casa y en Jerusalén, la cual yo elegí sobre todas las tribus
de Israel, pondré mi nombre para siempre;

8 y nunca más quitaré el pie de Israel de la tierra que yo entregué a vuestros padres, a condición
de que guarden y hagan todas las cosas que yo les he mandado, toda la ley, los estatutos y los
preceptos, por medio de Moisés.
9 Manasés, pues, hizo extraviarse a Judá y los moradores de Jerusalén, para hacer más mal que las
naciones que Jehová destruyó delante de los hijos de Israel.

10 Y habló Jehová a Manasés y a su pueblo, mas ellos no escucharon;

11 por lo cual Jehová trajo contra ellos los generales del ejército del rey de los asirios, los cuales
aprisionaron con grillos a Manasés, y atado con cadenas lo llevaron a Babilonia.

12 Mas luego que fue puesto en angustias, oró a Jehová su Dios, humillado grandemente en la
presencia del Dios de sus padres.

13 Y habiendo orado a él, fue atendido; pues Dios oyó su oración y lo restauró a Jerusalén, a su
reino. Entonces reconoció Manasés que Jehová era Dios.

14 Después de esto edificó el muro exterior de la cuidad de David, al occidente de Gihón, en el


valle, a la entrada de la puerta del Pescado, y amuralló Ofel, y elevó el muro muy alto; y puso
capitanes del ejército en todas las ciudades fortificadas de Judá.

15 Asimismo quitó los dioses ajenos, y el ídolo de la casa de Jehová, y todos los altares que había
edificado en el monte de la casa de Jehová y en Jerusalén, y los echó fuera de la ciudad.

16 Reparó luego el altar de Jehová, y sacrificó sobre él sacrificios de ofrendas de paz y de alabanza;
y mandó a Judá que sirviesen a Jehová Dios de Israel.

17 Pero el pueblo aún sacrificaba en los lugares altos, aunque lo hacía para Jehová su Dios.

18 Los Demás hechos de Manasés, y su oración a su Dios, y las palabras de los videntes que le
hablaron en nombre de Jehová el Dios de Israel, he aquí todo está escrito en las actas de los reyes
de Israel.

19 Su oración también, y cómo fue oído, todos sus pecados, y su prevaricación, los sitios donde
edificó lugares altos y erigió imágenes de Asera e ídolos, antes que se humillase, he aquí estas
cosas están escritas en las palabras de los videntes.

20 Y durmió Manasés con sus padres, y lo sepultaron en su casa; y reinó en su lugar Amón su hijo.
Reinado de Amón

(2 R. 21.19-26)

21 De veintidós años era Amón cuando comenzó a reinar, y dos años reinó en Jerusalén.

22 E hizo lo malo ante los ojos de Jehová, como había hecho Manasés su padre; porque ofreció
sacrificios y sirvió a todos los ídolos que su padre Manasés había hecho.

23 Pero nunca se humilló delante de Jehová, como se humilló Manasés su padre; antes bien
aumentó el pecado.

24 Y conspiraron contra él sus siervos, y lo mataron en su casa.

25 Mas el pueblo de la tierra mató a todos los que habían conspirado contra el rey Amón; y el
pueblo de la tierra puso por rey en su lugar a Josías su hijo.

Reinado de Josías

2 Crónicas 34

(2 R. 22.1-2)

1 De ocho años era Josías cuando comenzó a reinar, y treinta y un años reinó en Jerusalén.

2 Este hizo lo recto ante los ojos de Jehová, y anduvo en los caminos de David su padre, sin
apartarse a la derecha ni a la izquierda.
Reformas de Josías

(2 R. 23.4-20)

3 A los ocho años de su reinado, siendo aún muchacho, comenzó a buscar al Dios de David su
padre; y a los doce años comenzó a limpiar a Judá y a Jerusalén de los lugares altos, imágenes de
Asera, esculturas, e imágenes fundidas.

4 Y derribaron delante de él los altares de los baales, e hizo pedazos las imágenes del sol, que
estaban puestas encima; despedazó también las imágenes de Asera, las esculturas y estatuas
fundidas, y las desmenuzó, y esparció el polvo sobre los sepulcros de los que les habían ofrecido
sacrificios.

5 Quemó además los huesos de los sacerdotes sobre sus altares, y limpió a Judá y a Jerusalén.

6 Lo mismo hizo en las ciudades de Manasés, Efraín, Simeón y hasta Neftalí, y en los lugares
asolados alrededor.

7 Y cuando hubo derribado los altares y las imágenes de Asera, y quebrado y desmenuzado las
esculturas, y destruido todos los ídolos por toda la tierra de Israel, volvió a Jerusalén.

Hallazgo del libro de la ley

(2 R. 22.3-23.3)

8 A los dieciocho años de su reinado, después de haber limpiado la tierra y la casa, envió a Safán
hijo de Azalía, a Maasías gobernador de la ciudad, y a Joa hijo de Joacaz, canciller, para que
reparasen la casa de Jehová su Dios.

9 Vinieron éstos al sumo sacerdote Hilcías, y dieron el dinero que había sido traído a la casa de
Jehová, que los levitas que guardaban la puerta habían recogido de mano de Manasés y de Efraín y
de todo el remanente de Israel, de todo Judá y Benjamín, y de los habitantes de Jerusalén.
10 Y lo entregaron en mano de los que hacían la obra, que eran mayordomos en la casa de Jehová,
los cuales lo daban a los que hacían la obra y trabajaban en la casa de Jehová, para reparar y
restaurar el templo.

11 Daban asimismo a los carpinteros y canteros para que comprasen piedra de cantería, y madera
para los armazones y para la entabladura de los edificios que habían destruido los reyes de Judá.

12 Y estos hombres procedían con fidelidad en la obra; y eran sus mayordomos Jahat y Abdías,
levitas de los hijos de Merari, y Zacarías y Mesulam de los hijos de Coat, para que activasen la
obra; y de los levitas, todos los entendidos en instrumentos de música.

13 También velaban sobre los cargadores, y eran mayordomos de los que se ocupaban en
cualquier clase de obra; y de los levitas había escribas, gobernadores y porteros.

14 Y al sacar el dinero que había sido traído a la casa de Jehová, el sacerdote Hilcías halló el libro
de la ley de Jehová dada por medio de Moisés.

15 Y dando cuenta Hilcías, dijo al escriba Safán: Yo he hallado el libro de la ley en la casa de
Jehová. Y dio Hilcías el libro a Safán.

16 Y Safán lo llevó al rey, y le contó el asunto, diciendo: Tus siervos han cumplido todo lo que les
fue encomendado.

17 Han reunido el dinero que se halló en la casa de Jehová, y lo han entregado en mano de los
encargados, y en mano de los que hacen la obra.

18 Además de esto, declaró el escriba Safán al rey, diciendo: El sacerdote Hilcías me dio un libro. Y
leyó Safán en él delante del rey.

19 Luego que el rey oyó las palabras de la ley, rasgó sus vestidos;

20 Y mandó a Hilcías y a Ahicam hijo de Safán, y a Abdón hijo de Micaía, y a Safán escriba, y a
Asaías siervo del rey, diciendo:

21 Andad, consultad a Jehová por mí y por el remanente de Israel y de Judá acerca de las palabras
del libro que se ha hallado; porque grande es la ira de Jehová que ha caído sobre nosotros, por
cuanto nuestros padres no guardaron la palabra de Jehová, para hacer conforme a todo lo que
está escrito en este libro.

22 Entonces Hilcías y los del rey fueron a Hulda profetisa, mujer de Salum hijo de Ticva, hijo de
Harhas, guarda de las vestiduras, la cual moraba en Jerusalén en el segundo barrio, y le dijeron las
palabras antes dichas.

23 Y ella respondió: Jehová Dios de Israel ha dicho así: Decid al varón que os ha enviado a mí, que
así ha dicho Jehová:

24 He aquí yo traigo mal sobre este lugar, y sobre los moradores de él, todas las maldiciones que
están escritas en el libro que leyeron delante del rey de Judá;

25 por cuanto me han dejado, y han ofrecido sacrificios dioses ajenos, provocándome a ira con
todas las obras de sus manos; por tanto, se derramará mi ira sobre este lugar, y no se apagará.

26 Mas al rey de Judá, que os ha enviado a consultar a Jehová, así le diréis: Jehová el Dios de Israel
ha dicho así: Por cuanto oíste las palabras del libro,

27 y tu corazón se conmovió, y te humillaste delante de Dios al oír sus palabras sobre este lugar y
sobre sus moradores, y te humillaste delante de mí, y rasgaste tus vestidos y lloraste en mi
presencia, yo también te he oído, dice Jehová.

28 He aquí que yo te recogeré con tus padres, y serás recogido en tu sepulcro en paz, y tus ojos no
verán todo el mal que yo traigo sobre este lugar y sobre los moradores de él. Y ellos refirieron al
rey la respuesta.

29 Entonces el rey envió y reunió a todos los ancianos de Judá y de Jerusalén.

30 Y subió el rey a la casa de Jehová, y con él todos los varones de Judá, y los moradores de
Jerusalén, los sacerdotes, los levitas y todo el pueblo, desde el mayor hasta el más pequeño; y leyó
a oídos de ellos todas las palabras del libro del pacto que había sido hallado en la casa de Jehová.

31 Y estando el rey en pie en su sitio, hizo delante de Jehová pacto de caminar en pos de Jehová y
de guardar sus mandamientos, sus testimonios y sus estatutos, con todo su corazón y con toda su
alma, poniendo por obra las palabras del pacto que estaban escritas en aquel libro.
32 E hizo que se obligaran a ello todos los que estaban en Jerusalén y en Benjamín; y los
moradores de Jerusalén hicieron conforme al pacto de Dios, del Dios de sus padres.

33 Y quitó Josías todas las abominaciones de toda la tierra de los hijos de Israel, e hizo que todos
los que se hallaban en Israel sirviesen a Jehová su Dios. No se apartaron de en pos de Jehová el
Dios de sus padres, todo el tiempo que él vivió.

Josías celebra la pascua

2 Crónicas 35

(2 R. 23.21-23)

1 Josías celebró la pascua a Jehová en Jerusalén, y sacrificaron la pascua a los catorce días del mes
primero.

2 Puso también a los sacerdotes en sus oficios, y los confirmó en el ministerio de la casa de Jehová.

3 Y dijo a los levitas que enseñaban a todo Israel, y que estaban dedicados a Jehová: Poned el arca
santa en la casa que edificó Salomón hijo de David, rey de Israel, para que no la carguéis más sobre
los hombros. Ahora servid a Jehová vuestro Dios, y a su pueblo Israel.

4 Preparaos según las familias de vuestros padres, por vuestros turnos, como lo ordenaron David
rey de Israel y Salomón su hijo.

5 Estad en el santuario según la distribución de las familias de vuestros hermanos los hijos del
pueblo, y según la distribución de la familia de los levitas.

6 Sacrificad luego la pascua; y después de santificaros, preparad a vuestros hermanos para que
hagan conforme a la palabra de Jehová dada por medio de Moisés.

7 Y dio el rey Josías a los del pueblo ovejas, corderos y cabritos de los rebaños, en número de
treinta mil, y tres mil bueyes, todo para la pascua, para todos los que se hallaron presentes; esto
de la hacienda del rey.
8 También sus príncipes dieron con liberalidad al pueblo y a los sacerdotes y levitas. Hilcías,
Zacarías y Jehiel, oficiales de la casa de Dios, dieron a los sacerdotes, para celebrar la pascua, dos
mil seiscientas ovejas y trescientos bueyes.

9 Asimismo Conanías, y Semaías y Natanael sus hermanos, y Hasabías, Jeiel y Josabad, jefes de los
levitas, dieron a los levitas, para los sacrificios de la pascua, cinco mil ovejas y quinientos bueyes.

10 Preparado así el servicio, los sacerdotes se colocaron en sus puestos, y asimismo los levitas en
sus turnos, conforme al mandamiento del rey.

11 Y sacrificaron la pascua; y esparcían los sacerdotes la sangre recibida de mano de los levitas, y
los levitas desollaban las víctimas.

12 Tomaron luego del holocausto, para dar conforme a los repartimientos de las familias del
pueblo, a fin de que ofreciesen a Jehová según está escrito en el libro de Moisés; y asimismo
tomaron de los bueyes.

13 Y asaron la pascua al fuego conforme a la ordenanza; mas lo que había sido santificado lo
cocieron en ollas, en calderos y sartenes, y lo repartieron rápidamente a todo el pueblo.

14 Después prepararon para ellos mismos y para los sacerdotes; porque los sacerdotes, hijos de
Aarón, estuvieron ocupados hasta la noche en el sacrificio de los holocaustos y de las grosuras; por
tanto, los levitas prepararon para ellos mismos y para los sacerdotes hijos de Aarón.

15 Asimismo los cantores hijos de Asaf estaban en su puesto, conforme al mandamiento de David,
de Asaf y de Hemán, y de Jedutún vidente del rey; también los porteros estaban a cada puerta; y
no era necesario que se apartasen de su ministerio, porque sus hermanos los levitas preparaban
para ellos.

16 Así fue preparado todo el servicio de Jehová en aquel día, para celebrar la pascua y para
sacrificar los holocaustos sobre el altar de Jehová, conforme al mandamiento del rey Josías.

17 Y los hijos de Israel que estaban allí celebraron la pascua en aquel tiempo, y la fiesta solemne
de los panes sin levadura por siete días.
18 Nunca fue celebrada una pascua como esta en Israel desde los días de Samuel el profeta; ni
ningún rey de Israel celebró pascua tal como la que celebró el rey Josías, con los sacerdotes y
levitas, y todo Judá e Israel, los que se hallaron allí, juntamente con los moradores de Jerusalén.

19 Esta pascua fue celebrada en el año dieciocho del rey Josías.

Muerte de Josías

(2 R. 23.28-30)

20 Después de todas estas cosas, luego de haber reparado Josías la casa de Jehová, Necao rey de
Egipto subió para hacer guerra en Carquemis junto al Eufrates; y salió Josías contra él.

21 Y Necao le envió mensajeros, diciendo: ¿Qué tengo yo contigo, rey de Judá? Yo no vengo contra
ti hoy, sino contra la casa que me hace guerra; y Dios me ha dicho que me apresure. Deja de
oponerte a Dios, quien está conmigo, no sea que él te destruya.

22 Mas Josías no se retiró, sino que se disfrazó para darle batalla, y no atendió a las palabras de
Necao, que eran de boca de Dios; y vino a darle batalla en el campo de Meguido.

23 Y los flecheros tiraron contra el rey Josías. Entonces dijo el rey a sus siervos: Quitadme de aquí,
porque estoy gravemente herido.

24 Entonces sus siervos lo sacaron de aquel carro, y lo pusieron en un segundo carro que tenía, y
lo llevaron a Jerusalén, donde murió; y lo sepultaron en los sepulcros de sus padres. Y todo Judá y
Jerusalén hicieron duelo por Josías.

25 Y Jeremías endechó en memoria de Josías. Todos los cantores y cantoras recitan esas
lamentaciones sobre Josías hasta hoy; y las tomaron por norma para endechar en Israel, las cuales
están escritas en el libro de Lamentos.

26 Los demás hechos de Josías, y sus obras piadosas conforme a lo que está escrito en la ley de
Jehová,
27 y sus hechos, primeros y postreros, he aquí están escritos en el libro de los reyes de Israel y de
Judá.

Reinado y destronamiento de Joacaz

2 Crónicas 36

(2 R. 23.31-35)

1 Entonces el pueblo de la tierra tomó a Joacaz hijo de Josías, y lo hizo rey en lugar de su padre en
Jerusalén.

2 De veintitrés años era Joacaz cuando comenzó a reinar, y tres meses reinó en Jerusalén.

3 Y el rey de Egipto lo quitó de Jerusalén, y condenó la tierra a pagar cien talentos de plata y uno
de oro.

4 Y estableció el rey de Egipto a Eliaquim hermano de Joacaz por rey sobre Judá y Jerusalén, y le
mudó el nombre en Joacim; y a Joacaz su hermano tomó Necao, y lo llevó a Egipto.

Reinado de Joacim

(2 R. 23.36-24.7)

5 Cuando comenzó a reinar Joacim era de veinticinco años, y reinó once años en Jerusalén; e hizo
lo malo ante los ojos de Jehová su Dios.

6 Y subió contra él Nabucodonosor rey de Babilonia, y lo llevó a Babilonia atado con cadenas.

7 También llevó Nabucodonosor a Babilonia de los utensilios de la casa de Jehová, y los puso en su
templo en Babilonia.
8 Los demás hechos de Joacim, y las abominaciones que hizo, y lo que en él se halló, está escrito
en el libro de los reyes de Israel y de Judá; y reinó en su lugar Joaquín su hijo.

Joaquín es llevado cautivo a Babilonia

(2 R. 24.8-17)

9 De ocho años era Joaquín cuando comenzó a reinar, y reinó tres meses y diez días en Jerusalén;
e hizo lo malo ante los ojos de Jehová.

10 A la vuelta del año el rey Nabucodonosor envió y lo hizo llevar a Babilonia, juntamente con los
objetos preciosos de la casa de Jehová, y constituyó a Sedequías su hermano por rey sobre Judá y
Jerusalén.

Reinado de Sedequías

(2 R. 24.18-20; Jer. 52.1-3)

11 De veintiún años era Sedequías cuando comenzó a reinar, y once años reinó en Jerusalén.

12 E hizo lo malo ante los ojos de Jehová su Dios, y no se humilló delante del profeta Jeremías, que
le hablaba de parte de Jehová.

13 Se rebeló asimismo contra el rey Nabucodonosor, al cual había jurado por Dios; y endureció su
cerviz, y obstinó su corazón para no volverse a Jehová el Dios de Israel.

14 También todos los principales sacerdotes, y el pueblo, aumentaron la iniquidad, siguiendo


todas las abominaciones de las naciones, y contaminando la casa de Jehová, la cual él había
santificado en Jerusalén.
15 Y Jehová el Dios de sus padres envió constantemente palabra a ellos por medio de sus
mensajeros, porque él tenía misericordia de su pueblo y de su habitación.

16 Mas ellos hacían escarnio de los mensajeros de Dios, y menospreciaban sus palabras,
burlándose de sus profetas, hasta que subió la ira de Jehová contra su pueblo, y no hubo ya
remedio.

Cautividad de Judá

(2 R. 25.8-21; Jer. 39.8-10; 52.12-30)

17 Por lo cual trajo contra ellos al rey de los caldeos, que mató a espada a sus jóvenes en la casa
de su santuario, sin perdonar joven ni doncella, anciano ni decrépito; todos los entregó en sus
manos.

18 Asimismo todos los utensilios de la casa de Dios, grandes y chicos, los tesoros de la casa de
Jehová, y los tesoros de la casa del rey y de sus príncipes, todo lo llevó a Babilonia.

19 Y quemaron la casa de Dios, y rompieron el muro de Jerusalén, y consumieron a fuego todos


sus palacios, y destruyeron todos sus objetos deseables.

20 Los que escaparon de la espada fueron llevados cautivos a Babilonia, y fueron siervos de él y de
sus hijos, hasta que vino el reino de los persas;

21 para que se cumpliese la palabra de Jehová por boca de Jeremías, hasta que la tierra hubo
gozado de reposo; porque todo el tiempo de su asolamiento reposó, hasta que los setenta años
fueron cumplidos.
El decreto de Ciro

(Esd. 1.1-4)

22 Mas al primer año de Ciro rey de los persas, para que se cumpliese la palabra de Jehová por
boca de Jeremías, Jehová despertó el espíritu de Ciro rey de los persas, el cual hizo pregonar de
palabra y también por escrito, por todo su reino, diciendo:

23 Así dice Ciro, rey de los persas: Jehová, el Dios de los cielos, me ha dado todos los reinos de la
tierra; y él me ha mandado que le edifique casa en Jerusalén, que está en Judá. Quien haya entre
vosotros de todo su pueblo, sea Jehová su Dios con él, y suba.

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ESDRAS

El decreto de Ciro

(2 Cr. 36.22-23)

ESDRAS 1

1 En el primer año de Ciro rey de Persia, para que se cumpliese la palabra de Jehová por boca de
Jeremías, despertó Jehová el espíritu de Ciro rey de Persia, el cual hizo pregonar de palabra y
también por escrito por todo su reino, diciendo:
2 Así ha dicho Ciro rey de Persia: Jehová el Dios de los cielos me ha dado todos los reinos de la
tierra, y me ha mandado que le edifique casa en Jerusalén, que está en Judá. 3 Quien haya entre
vosotros de su pueblo, sea Dios con él, y suba a Jerusalén que está en Judá, y edifique la casa a
Jehová Dios de Israel (él es el Dios), la cual está en Jerusalén. 4 Y a todo el que haya quedado, en
cualquier lugar donde more, ayúdenle los hombres de su lugar con plata, oro, bienes y ganados,
además de ofrendas voluntarias para la casa de Dios, la cual está en Jerusalén.

El regreso a Jerusalén

5 Entonces se levantaron los jefes de las casas paternas de Judá y de Benjamín, y los sacerdotes y
levitas, todos aquellos cuyo espíritu despertó Dios para subir a edificar la casa de Jehová, la cual
está en Jerusalén. 6 Y todos los que estaban en sus alrededores les ayudaron con plata y oro, con
bienes y ganado, y con cosas preciosas, además de todo lo que se ofreció voluntariamente. 7 Y el
rey Ciro sacó los utensilios de la casa de Jehová, que Nabucodonosor había sacado de Jerusalén, y
los había puesto en la casa de sus dioses. 8 Los sacó, pues, Ciro rey de Persia, por mano de
Mitrídates tesorero, el cual los dio por cuenta a Sesbasar príncipe de Judá. 9 Y esta es la cuenta de
ellos: treinta tazones de oro, mil tazones de plata, veintinueve cuchillos, 10 treinta tazas de oro,
otras cuatrocientas diez tazas de plata, y otros mil utensilios. 11 Todos los utensilios de oro y de
plata eran cinco mil cuatrocientos. Todos los hizo llevar Sesbasar con los que subieron del
cautiverio de Babilonia a Jerusalén.

Los que volvieron con Zorobabel

(Neh. 7.5-73)

ESDRAS 2

1 Estos son los hijos de la provincia que subieron del cautiverio, de aquellos que Nabucodonosor
rey de Babilonia había llevado cautivos a Babilonia, y que volvieron a Jerusalén y a Judá, cada uno
a su ciudad; 2 los cuales vinieron con Zorobabel, Jesúa, Nehemías, Seraías, Reelaías, Mardoqueo,
Bilsán, Mispar, Bigvai, Rehum y Baana.
El número de los varones del pueblo de Israel: 3 Los hijos de Paros, dos mil ciento setenta y dos. 4
Los hijos de Sefatías, trescientos setenta y dos. 5 Los hijos de Ara, setecientos setenta y cinco. 6
Los hijos de Pahat-moab, de los hijos de Jesúa y de Joab, dos mil ochocientos doce. 7 Los hijos de
Elam, mil doscientos cincuenta y cuatro. 8 Los hijos de Zatu, novecientos cuarenta y cinco. 9 Los
hijos de Zacai, setecientos sesenta. 10 Los hijos de Bani, seiscientos cuarenta y dos. 11 Los hijos de
Bebai, seiscientos veintitrés. 12 Los hijos de Azgad, mil doscientos veintidós. 13 Los hijos de
Adonicam, seiscientos sesenta y seis. 14 Los hijos de Bigvai, dos mil cincuenta y seis. 15 Los hijos
de Adín, cuatrocientos cincuenta y cuatro. 16 Los hijos de Ater, de Ezequías, noventa y ocho. 17
Los hijos de Bezai, trescientos veintitrés. 18 Los hijos de Jora, ciento doce. 19 Los hijos de Hasum,
doscientos veintitrés. 20 Los hijos de Gibar, noventa y cinco. 21 Los hijos de Belén, ciento
veintitrés. 22 Los varones de Netofa, cincuenta y seis. 23 Los varones de Anatot, ciento veintiocho.
24 Los hijos de Azmavet, cuarenta y dos. 25 Los hijos de Quiriat-jearim, Cafira y Beerot,
setecientos cuarenta y tres. 26 Los hijos de Ramá y Geba, seiscientos veintiuno. 27 Los varones de
Micmas, ciento veintidós. 28 Los varones de Bet-el y Hai, doscientos veintitrés. 29 Los hijos de
Nebo, cincuenta y dos. 30 Los hijos de Magbis, ciento cincuenta y seis. 31 Los hijos del otro Elam,
mil doscientos cincuenta y cuatro. 32 Los hijos de Harim, trescientos veinte. 33 Los hijos de Lod,
Hadid y Ono, setecientos veinticinco. 34 Los hijos de Jericó, trescientos cuarenta y cinco. 35 Los
hijos de Senaa, tres mil seiscientos treinta.

36 Los sacerdotes: los hijos de Jedaías, de la casa de Jesúa, novecientos setenta y tres. 37 Los hijos
de Imer, mil cincuenta y dos. 38 Los hijos de Pasur, mil doscientos cuarenta y siete. 39 Los hijos de
Harim, mil diecisiete.

40 Los levitas: los hijos de Jesúa y de Cadmiel, de los hijos de Hodavías, setenta y cuatro. 41 Los
cantores: los hijos de Asaf, ciento veintiocho. 42 Los hijos de los porteros: los hijos de Salum, los
hijos de Ater, los hijos de Talmón, los hijos de Acub, los hijos de Hatita, los hijos de Sobai; por
todos, ciento treinta y nueve.

43 Los sirvientes del templo: los hijos de Ziha, los hijos de Hasufa, los hijos de Tabaot, 44 los hijos
de Queros, los hijos de Siaha, los hijos de Padón, 45 los hijos de Lebana, los hijos de Hagaba, los
hijos de Acub, 46 los hijos de Hagab, los hijos de Salmai, los hijos de Hanán, 47 los hijos de Gidel,
los hijos de Gahar, los hijos de Reaía, 48 los hijos de Rezín, los hijos de Necoda, los hijos de Gazam,
49 los hijos de Uza, los hijos de Paseah, los hijos de Besai, 50 los hijos de Asena, los hijos de
Meunim, los hijos de Nefusim, 51 los hijos de Bacbuc, los hijos de Hacufa, los hijos de Harhur, 52
los hijos de Bazlut, los hijos de Mehída, los hijos de Harsa, 53 los hijos de Barcos, los hijos de
Sísara, los hijos de Tema, 54 los hijos de Nezía, los hijos de Hatifa.
55 Los hijos de los siervos de Salomón: los hijos de Sotai, los hijos de Soferet, los hijos de Peruda,
56 los hijos de Jaala, los hijos de Darcón, los hijos de Gidel, 57 los hijos de Sefatías, los hijos de
Hatil, los hijos de Poqueret-hazebaim, los hijos de Ami.

58 Todos los sirvientes del templo, e hijos de los siervos de Salomón, trescientos noventa y dos.

59 Estos fueron los que subieron de Tel-mela, Tel-harsa, Querub, Addán e Imer que no pudieron
demostrar la casa de sus padres, ni su linaje, si eran de Israel: 60 los hijos de Delaía, los hijos de
Tobías, los hijos de Necoda, seiscientos cincuenta y dos. 61 Y de los hijos de los sacerdotes: los
hijos de Habaía, los hijos de Cos, los hijos de Barzilai, el cual tomó mujer de las hijas de Barzilai
galaadita, y fue llamado por el nombre de ellas. 62 Estos buscaron su registro de genealogías, y no
fue hallado; y fueron excluidos del sacerdocio, 63 y el gobernador les dijo que no comiesen de las
cosas más santas, hasta que hubiese sacerdote para consultar con Urim y Tumim.

64 Toda la congregación, unida como un solo hombre, era de cuarenta y dos mil trescientos
sesenta, 65 sin contar sus siervos y siervas, los cuales eran siete mil trescientos treinta y siete; y
tenían doscientos cantores y cantoras. 66 Sus caballos eran setecientos treinta y seis; sus mulas,
doscientas cuarenta y cinco; 67 sus camellos, cuatrocientos treinta y cinco; asnos, seis mil
setecientos veinte.

68 Y algunos de los jefes de casas paternas, cuando vinieron a la casa de Jehová que estaba en
Jerusalén, hicieron ofrendas voluntarias para la casa de Dios, para reedificarla en su sitio. 69 Según
sus fuerzas dieron al tesorero de la obra sesenta y un mil dracmas de oro, cinco mil libras de plata,
y cien túnicas sacerdotales.

70 Y habitaron los sacerdotes, los levitas, los del pueblo, los cantores, los porteros y los sirvientes
del templo en sus ciudades; y todo Israel en sus ciudades.

Restauración del altar y del culto

ESDRAS 3
1 Cuando llegó el mes séptimo, y estando los hijos de Israel ya establecidos en las ciudades, se
juntó el pueblo como un solo hombre en Jerusalén. 2 Entonces se levantaron Jesúa hijo de Josadac
y sus hermanos los sacerdotes, y Zorobabel hijo de Salatiel y sus hermanos, y edificaron el altar del
Dios de Israel, para ofrecer sobre él holocaustos, como está escrito en la ley de Moisés varón de
Dios. 3 Y colocaron el altar sobre su base, porque tenían miedo de los pueblos de las tierras, y
ofrecieron sobre él holocaustos a Jehová, holocaustos por la mañana y por la tarde. 4 Celebraron
asimismo la fiesta solemne de los tabernáculos, como está escrito, y holocaustos cada día por
orden conforme al rito, cada cosa en su día; 5 además de esto, el holocausto continuo, las nuevas
lunas, y todas las fiestas solemnes de Jehová, y todo sacrificio espontáneo, toda ofrenda
voluntaria a Jehová. 6 Desde el primer día del mes séptimo comenzaron a ofrecer holocaustos a
Jehová; pero los cimientos del templo de Jehová no se habían echado todavía. 7 Y dieron dinero a
los albañiles y carpinteros; asimismo comida, bebida y aceite a los sidonios y tirios para que
trajesen madera de cedro desde el Líbano por mar a Jope, conforme a la voluntad de Ciro rey de
Persia acerca de esto.

Colocación de los cimientos del templo

8 En el año segundo de su venida a la casa de Dios en Jerusalén, en el mes segundo, comenzaron


Zorobabel hijo de Salatiel, Jesúa hijo de Josadac y los otros sus hermanos, los sacerdotes y los
levitas, y todos los que habían venido de la cautividad a Jerusalén; y pusieron a los levitas de
veinte años arriba para que activasen la obra de la casa de Jehová. 9 Jesúa también, sus hijos y sus
hermanos, Cadmiel y sus hijos, hijos de Judá, como un solo hombre asistían para activar a los que
hacían la obra en la casa de Dios, junto con los hijos de Henadad, sus hijos y sus hermanos, levitas.

10 Y cuando los albañiles del templo de Jehová echaban los cimientos, pusieron a los sacerdotes
vestidos de sus ropas y con trompetas, y a los levitas hijos de Asaf con címbalos, para que alabasen
a Jehová, según la ordenanza de David rey de Israel. 11 Y cantaban, alabando y dando gracias a
Jehová, y diciendo: Porque él es bueno, porque para siempre es su misericordia sobre Israel. Y
todo el pueblo aclamaba con gran júbilo, alabando a Jehová porque se echaban los cimientos de la
casa de Jehová. 12 Y muchos de los sacerdotes, de los levitas y de los jefes de casas paternas,
ancianos que habían visto la casa primera, viendo echar los cimientos de esta casa, lloraban en alta
voz, mientras muchos otros daban grandes gritos de alegría. 13 Y no podía distinguir el pueblo el
clamor de los gritos de alegría, de la voz del lloro; porque clamaba el pueblo con gran júbilo, y se
oía el ruido hasta de lejos.

Los adversarios detienen la obra


ESDRAS 4

1 Oyendo los enemigos de Judá y de Benjamín que los venidos de la cautividad edificaban el
templo de Jehová Dios de Israel, 2 vinieron a Zorobabel y a los jefes de casas paternas, y les
dijeron: Edificaremos con vosotros, porque como vosotros buscamos a vuestro Dios, y a él
ofrecemos sacrificios desde los días de Esar-hadón rey de Asiria, que nos hizo venir aquí. 3
Zorobabel, Jesúa, y los demás jefes de casas paternas de Israel dijeron: No nos conviene edificar
con vosotros casa a nuestro Dios, sino que nosotros solos la edificaremos a Jehová Dios de Israel,
como nos mandó el rey Ciro, rey de Persia.

4 Pero el pueblo de la tierra intimidó al pueblo de Judá, y lo atemorizó para que no edificara. 5
Sobornaron además contra ellos a los consejeros para frustrar sus propósitos, todo el tiempo de
Ciro rey de Persia y hasta el reinado de Darío rey de Persia.

6 Y en el reinado de Asuero, en el principio de su reinado, escribieron acusaciones contra los


habitantes de Judá y de Jerusalén.

7 También en días de Artajerjes escribieron Bislam, Mitrídates, Tabeel y los demás compañeros
suyos, a Artajerjes rey de Persia; y la escritura y el lenguaje de la carta eran en arameo. 8 Rehum
canciller y Simsai secretario escribieron una carta contra Jerusalén al rey Artajerjes. 9 En tal fecha
escribieron Rehum canciller y Simsai secretario, y los demás compañeros suyos los jueces,
gobernadores y oficiales, y los de Persia, de Erec, de Babilonia, de Susa, esto es, los elamitas, 10 y
los demás pueblos que el grande y glorioso Asnapar transportó e hizo habitar en las ciudades de
Samaria y las demás provincias del otro lado del río. 11 Y esta es la copia de la carta que enviaron:
Al rey Artajerjes: Tus siervos del otro lado del río te saludan. 12 Sea notorio al rey, que los judíos
que subieron de ti a nosotros vinieron a Jerusalén; y edifican la ciudad rebelde y mala, y levantan
los muros y reparan los fundamentos. 13 Ahora sea notorio al rey, que si aquella ciudad fuere
reedificada, y los muros fueren levantados, no pagarán tributo, impuesto y rentas, y el erario de
los reyes será menoscabado. 14 Siendo que nos mantienen del palacio, no nos es justo ver el
menosprecio del rey, por lo cual hemos enviado a hacerlo saber al rey, 15 para que se busque en
el libro de las memorias de tus padres. Hallarás en el libro de las memorias, y sabrás que esta
ciudad es ciudad rebelde, y perjudicial a los reyes y a las provincias, y que de tiempo antiguo
forman en medio de ella rebeliones, por lo que esta ciudad fue destruida. 16 Hacemos saber al rey
que si esta ciudad fuere reedificada, y levantados sus muros, la región de más allá del río no será
tuya.
17 El rey envió esta respuesta: A Rehum canciller, a Simsai secretario, a los demás compañeros
suyos que habitan en Samaria, y a los demás del otro lado del río: Salud y paz. 18 La carta que nos
enviasteis fue leída claramente delante de mí. 19 Y por mí fue dada orden y buscaron; y hallaron
que aquella ciudad de tiempo antiguo se levanta contra los reyes y se rebela, y se forma en ella
sedición; 20 y que hubo en Jerusalén reyes fuertes que dominaron en todo lo que hay más allá del
río, y que se les pagaba tributo, impuesto y rentas. 21 Ahora, pues, dad orden que cesen aquellos
hombres, y no sea esa ciudad reedificada hasta que por mí sea dada nueva orden. 22 Y mirad que
no seáis negligentes en esto; ¿por qué habrá de crecer el daño en perjuicio de los reyes?

23 Entonces, cuando la copia de la carta del rey Artajerjes fue leída delante de Rehum, y de Simsai
secretario y sus compañeros, fueron apresuradamente a Jerusalén a los judíos, y les hicieron cesar
con poder y violencia. 24 Entonces cesó la obra de la casa de Dios que estaba en Jerusalén, y
quedó suspendida hasta el año segundo del reinado de Darío rey de Persia.

Reedificación del templo

ESDRAS 5

1 Profetizaron Hageo y Zacarías hijo de Iddo, ambos profetas, a los judíos que estaban en Judá y en
Jerusalén en el nombre del Dios de Israel quien estaba sobre ellos. 2 Entonces se levantaron
Zorobabel hijo de Salatiel y Jesúa hijo de Josadac, y comenzaron a reedificar la casa de Dios que
estaba en Jerusalén; y con ellos los profetas de Dios que les ayudaban.

3 En aquel tiempo vino a ellos Tatnai gobernador del otro lado del río, y Setar-boznai y sus
compañeros, y les dijeron así: ¿Quién os ha dado orden para edificar esta casa y levantar estos
muros? 4 Ellos también preguntaron: ¿Cuáles son los nombres de los hombres que hacen este
edificio? 5 Mas los ojos de Dios estaban sobre los ancianos de los judíos, y no les hicieron cesar
hasta que el asunto fuese llevado a Darío; y entonces respondieron por carta sobre esto.

6 Copia de la carta que Tatnai gobernador del otro lado del río, y Setar-boznai, y sus compañeros
los gobernadores que estaban al otro lado del río, enviaron al rey Darío. 7 Le enviaron carta, y así
estaba escrito en ella: Al rey Darío toda paz. 8 Sea notorio al rey, que fuimos a la provincia de
Judea, a la casa del gran Dios, la cual se edifica con piedras grandes; y ya los maderos están
puestos en las paredes, y la obra se hace de prisa, y prospera en sus manos. 9 Entonces
preguntamos a los ancianos, diciéndoles así: ¿Quién os dio orden para edificar esta casa y para
levantar estos muros? 10 Y también les preguntamos sus nombres para hacértelo saber, para
escribirte los nombres de los hombres que estaban a la cabeza de ellos. 11 Y nos respondieron
diciendo así: Nosotros somos siervos del Dios del cielo y de la tierra, y reedificamos la casa que ya
muchos años antes había sido edificada, la cual edificó y terminó el gran rey de Israel. 12 Mas
después que nuestros padres provocaron a ira al Dios de los cielos, él los entregó en mano de
Nabucodonosor rey de Babilonia, caldeo, el cual destruyó esta casa y llevó cautivo al pueblo a
Babilonia. 13 Pero en el año primero de Ciro rey de Babilonia, el mismo rey Ciro dio orden para
que esta casa de Dios fuese reedificada. 14 También los utensilios de oro y de plata de la casa de
Dios, que Nabucodonosor había sacado del templo que estaba en Jerusalén y los había llevado al
templo de Babilonia, el rey Ciro los sacó del templo de Babilonia, y fueron entregados a Sesbasar,
a quien había puesto por gobernador; 15 y le dijo: Toma estos utensilios, ve, y llévalos al templo
que está en Jerusalén; y sea reedificada la casa de Dios en su lugar. 16 Entonces este Sesbasar vino
y puso los cimientos de la casa de Dios, la cual está en Jerusalén, y desde entonces hasta ahora se
edifica, y aún no está concluida. 17 Y ahora, si al rey parece bien, búsquese en la casa de los
tesoros del rey que está allí en Babilonia, si es así que por el rey Ciro había sido dada la orden para
reedificar esta casa de Dios en Jerusalén, y se nos envíe a decir la voluntad del rey sobre esto.

ESDRAS 6

1 Entonces el rey Darío dio la orden de buscar en la casa de los archivos, donde guardaban los
tesoros allí en Babilonia. 2 Y fue hallado en Acmeta, en el palacio que está en la provincia de
Media, un libro en el cual estaba escrito así: Memoria: 3 En el año primero del rey Ciro, el mismo
rey Ciro dio orden acerca de la casa de Dios, la cual estaba en Jerusalén, para que fuese la casa
reedificada como lugar para ofrecer sacrificios, y que sus paredes fuesen firmes; su altura de
sesenta codos, y de sesenta codos su anchura; 4 y tres hileras de piedras grandes, y una de
madera nueva; y que el gasto sea pagado por el tesoro del rey. 5 Y también los utensilios de oro y
de plata de la casa de Dios, los cuales Nabucodonosor sacó del templo que estaba en Jerusalén y
los pasó a Babilonia, sean devueltos y vayan a su lugar, al templo que está en Jerusalén, y sean
puestos en la casa de Dios.

6 Ahora, pues, Tatnai gobernador del otro lado del río, Setar- boznai, y vuestros compañeros los
gobernadores que estáis al otro lado del río, alejaos de allí. 7 Dejad que se haga la obra de esa casa
de Dios; que el gobernador de los judíos y sus ancianos reedifiquen esa casa de Dios en su lugar. 8
Y por mí es dada orden de lo que habéis de hacer con esos ancianos de los judíos, para reedificar
esa casa de Dios; que de la hacienda del rey, que tiene del tributo del otro lado del río, sean dados
puntualmente a esos varones los gastos, para que no cese la obra. 9 Y lo que fuere necesario,
becerros, carneros y corderos para holocaustos al Dios del cielo, trigo, sal, vino y aceite, conforme
a lo que dijeren los sacerdotes que están en Jerusalén, les sea dado día por día sin obstáculo
alguno, 10 para que ofrezcan sacrificios agradables al Dios del cielo, y oren por la vida del rey y por
sus hijos. 11 También por mí es dada orden, que cualquiera que altere este decreto, se le arranque
un madero de su casa, y alzado, sea colgado en él, y su casa sea hecha muladar por esto. 12 Y el
Dios que hizo habitar allí su nombre, destruya a todo rey y pueblo que pusiere su mano para
cambiar o destruir esa casa de Dios, la cual está en Jerusalén. Yo Darío he dado el decreto; sea
cumplido prontamente.

13 Entonces Tatnai gobernador del otro lado del río, y Setar-boznai y sus compañeros, hicieron
puntualmente según el rey Darío había ordenado. 14 Y los ancianos de los judíos edificaban y
prosperaban, conforme a la profecía del profeta Hageo y de Zacarías hijo de Iddo. Edificaron, pues,
y terminaron, por orden del Dios de Israel, y por mandato de Ciro, de Darío, y de Artajerjes rey de
Persia. 15 Esta casa fue terminada el tercer día del mes de Adar, que era el sexto año del reinado
del rey Darío.

16 Entonces los hijos de Israel, los sacerdotes, los levitas y los demás que habían venido de la
cautividad, hicieron la dedicación de esta casa de Dios con gozo. 17 Y ofrecieron en la dedicación
de esta casa de Dios cien becerros, doscientos carneros y cuatrocientos corderos; y doce machos
cabríos en expiación por todo Israel, conforme al número de las tribus de Israel. 18 Y pusieron a
los sacerdotes en sus turnos, y a los levitas en sus clases, para el servicio de Dios en Jerusalén,
conforme a lo escrito en el libro de Moisés.

19 También los hijos de la cautividad celebraron la pascua a los catorce días del mes primero. 20
Porque los sacerdotes y los levitas se habían purificado a una; todos estaban limpios, y sacrificaron
la pascua por todos los hijos de la cautividad, y por sus hermanos los sacerdotes, y por sí mismos.
21 Comieron los hijos de Israel que habían vuelto del cautiverio, con todos aquellos que se habían
apartado de las inmundicias de las gentes de la tierra para buscar a Jehová Dios de Israel. 22 Y
celebraron con regocijo la fiesta solemne de los panes sin levadura siete días, por cuanto Jehová
los había alegrado, y había vuelto el corazón del rey de Asiria hacia ellos, para fortalecer sus
manos en la obra de la casa de Dios, del Dios de Israel.

Esdras y sus compañeros llegan a Jerusalén


ESDRAS 7

1 Pasadas estas cosas, en el reinado de Artajerjes rey de Persia, Esdras hijo de Seraías, hijo de
Azarías, hijo de Hilcías, 2 hijo de Salum, hijo de Sadoc, hijo de Ahitob, 3 hijo de Amarías, hijo de
Azarías, hijo de Meraiot, 4 hijo de Zeraías, hijo de Uzi, hijo de Buqui, 5 hijo de Abisúa, hijo de
Finees, hijo de Eleazar, hijo de Aarón, primer sacerdote, 6 este Esdras subió de Babilonia. Era
escriba diligente en la ley de Moisés, que Jehová Dios de Israel había dado; y le concedió el rey
todo lo que pidió, porque la mano de Jehová su Dios estaba sobre Esdras.

7 Y con él subieron a Jerusalén algunos de los hijos de Israel, y de los sacerdotes, levitas, cantores,
porteros y sirvientes del templo, en el séptimo año del rey Artajerjes. 8 Y llegó a Jerusalén en el
mes quinto del año séptimo del rey. 9 Porque el día primero del primer mes fue el principio de la
partida de Babilonia, y al primero del mes quinto llegó a Jerusalén, estando con él la buena mano
de Dios. 10 Porque Esdras había preparado su corazón para inquirir la ley de Jehová y para
cumplirla, y para enseñar en Israel sus estatutos y decretos.

11 Esta es la copia de la carta que dio el rey Artajerjes al sacerdote Esdras, escriba versado en los
mandamientos de Jehová y en sus estatutos a Israel: 12 Artajerjes rey de reyes, a Esdras,
sacerdote y escriba erudito en la ley del Dios del cielo: Paz. 13 Por mí es dada orden que todo
aquel en mi reino, del pueblo de Israel y de sus sacerdotes y levitas, que quiera ir contigo a
Jerusalén, vaya. 14 Porque de parte del rey y de sus siete consejeros eres enviado a visitar a Judea
y a Jerusalén, conforme a la ley de tu Dios que está en tu mano; 15 y a llevar la plata y el oro que el
rey y sus consejeros voluntariamente ofrecen al Dios de Israel, cuya morada está en Jerusalén, 16
y toda la plata y el oro que halles en toda la provincia de Babilonia, con las ofrendas voluntarias
del pueblo y de los sacerdotes, que voluntariamente ofrecieren para la casa de su Dios, la cual está
en Jerusalén. 17 Comprarás, pues, diligentemente con este dinero becerros, carneros y corderos,
con sus ofrendas y sus libaciones, y los ofrecerás sobre el altar de la casa de vuestro Dios, la cual
está en Jerusalén. 18 Y lo que a ti y a tus hermanos os parezca hacer de la otra plata y oro, hacedlo
conforme a la voluntad de vuestro Dios. 19 Los utensilios que te son entregados para el servicio de
la casa de tu Dios, los restituirás delante de Dios en Jerusalén. 20 Y todo lo que se requiere para la
casa de tu Dios, que te sea necesario dar, lo darás de la casa de los tesoros del rey.

21 Y por mí, Artajerjes rey, es dada orden a todos los tesoreros que están al otro lado del río, que
todo lo que os pida el sacerdote Esdras, escriba de la ley del Dios del cielo, se le conceda
prontamente, 22 hasta cien talentos de plata, cien coros de trigo, cien batos de vino, y cien batos
de aceite; y sal sin medida. 23 Todo lo que es mandado por el Dios del cielo, sea hecho
prontamente para la casa del Dios del cielo; pues, ¿por qué habría de ser su ira contra el reino del
rey y de sus hijos? 24 Y a vosotros os hacemos saber que a todos los sacerdotes y levitas, cantores,
porteros, sirvientes del templo y ministros de la casa de Dios, ninguno podrá imponerles tributo,
contribución ni renta.

25 Y tú, Esdras, conforme a la sabiduría que tienes de tu Dios, pon jueces y gobernadores que
gobiernen a todo el pueblo que está al otro lado del río, a todos los que conocen las leyes de tu
Dios; y al que no las conoce, le enseñarás. 26 Y cualquiera que no cumpliere la ley de tu Dios, y la
ley del rey, sea juzgado prontamente, sea a muerte, a destierro, a pena de multa, o prisión.

27 Bendito Jehová Dios de nuestros padres, que puso tal cosa en el corazón del rey, para honrar la
casa de Jehová que está en Jerusalén, 28 e inclinó hacia mí su misericordia delante del rey y de sus
consejeros, y de todos los príncipes poderosos del rey. Y yo, fortalecido por la mano de mi Dios
sobre mí, reuní a los principales de Israel para que subiesen conmigo.

ESDRAS 8

1 Estos son los jefes de casas paternas, y la genealogía de aquellos que subieron conmigo de
Babilonia, reinando el rey Artajerjes: 2 De los hijos de Finees, Gersón; de los hijos de Itamar,
Daniel; de los hijos de David, Hatús. 3 De los hijos de Secanías y de los hijos de Paros, Zacarías, y
con él, en la línea de varones, ciento cincuenta. 4 De los hijos de Pahat-moab, Elioenai hijo de
Zeraías, y con él doscientos varones. 5 De los hijos de Secanías, el hijo de Jahaziel, y con él
trescientos varones. 6 De los hijos de Adín, Ebed hijo de Jonatán, y con él cincuenta varones. 7 De
los hijos de Elam, Jesaías hijo de Atalías, y con él setenta varones. 8 De los hijos de Sefatías,
Zebadías hijo de Micael, y con él ochenta varones. 9 De los hijos de Joab, Obadías hijo de Jehiel, y
con él doscientos dieciocho varones. 10 De los hijos de Selomit, el hijo de Josifías, y con él ciento
sesenta varones. 11 De los hijos de Bebai, Zacarías hijo de Bebai, y con él veintiocho varones. 12
De los hijos de Azgad, Johanán hijo de Hacatán, y con él ciento diez varones; 13 De los hijos de
Adonicam, los postreros, cuyos nombres son estos: Elifelet, Jeiel y Semaías, y con ellos sesenta
varones. 14 Y de los hijos de Bigvai, Utai y Zabud, y con ellos sesenta varones.

15 Los reuní junto al río que viene a Ahava, y acampamos allí tres días; y habiendo buscado entre
el pueblo y entre los sacerdotes, no hallé allí de los hijos de Leví. 16 Entonces despaché a Eliezer,
Ariel, Semaías, Elnatán, Jarib, Elnatán, Natán, Zacarías y Mesulam, hombres principales, asimismo
a Joiarib y a Elnatán, hombres doctos; 17 y los envié a Iddo, jefe en el lugar llamado Casifia, y puse
en boca de ellos las palabras que habían de hablar a Iddo, y a sus hermanos los sirvientes del
templo en el lugar llamado Casifia, para que nos trajesen ministros para la casa de nuestro Dios. 18
Y nos trajeron según la buena mano de nuestro Dios sobre nosotros, un varón entendido, de los
hijos de Mahli hijo de Leví, hijo de Israel; a Serebías con sus hijos y sus hermanos, dieciocho; 19 a
Hasabías, y con él a Jesaías de los hijos de Merari, a sus hermanos y a sus hijos, veinte; 20 y de los
sirvientes del templo, a quienes David con los príncipes puso para el ministerio de los levitas,
doscientos veinte sirvientes del templo, todos los cuales fueron designados por sus nombres.

21 Y publiqué ayuno allí junto al río Ahava, para afligirnos delante de nuestro Dios, para solicitar
de él camino derecho para nosotros, y para nuestros niños, y para todos nuestros bienes. 22
Porque tuve vergüenza de pedir al rey tropa y gente de a caballo que nos defendiesen del enemigo
en el camino; porque habíamos hablado al rey, diciendo: La mano de nuestro Dios es para bien
sobre todos los que le buscan; mas su poder y su furor contra todos los que le abandonan. 23
Ayunamos, pues, y pedimos a nuestro Dios sobre esto, y él nos fue propicio.

24 Aparté luego a doce de los principales de los sacerdotes, a Serebías y a Hasabías, y con ellos
diez de sus hermanos; 25 y les pesé la plata, el oro y los utensilios, ofrenda que para la casa de
nuestro Dios habían ofrecido el rey y sus consejeros y sus príncipes, y todo Israel allí presente. 26
Pesé, pues, en manos de ellos seiscientos cincuenta talentos de plata, y utensilios de plata por cien
talentos, y cien talentos de oro; 27 además, veinte tazones de oro de mil dracmas, y dos vasos de
bronce bruñido muy bueno, preciados como el oro. 28 Y les dije: Vosotros estáis consagrados a
Jehová, y son santos los utensilios, y la plata y el oro, ofrenda voluntaria a Jehová Dios de nuestros
padres. 29 Vigilad y guardadlos, hasta que los peséis delante de los príncipes de los sacerdotes y
levitas, y de los jefes de las casas paternas de Israel en Jerusalén, en los aposentos de la casa de
Jehová. 30 Los sacerdotes y los levitas recibieron el peso de la plata y del oro y de los utensilios,
para traerlo a Jerusalén a la casa de nuestro Dios.

31 Y partimos del río Ahava el doce del mes primero, para ir a Jerusalén; y la mano de nuestro Dios
estaba sobre nosotros, y nos libró de mano del enemigo y del acechador en el camino. 32 Y
llegamos a Jerusalén, y reposamos allí tres días. 33 Al cuarto día fue luego pesada la plata, el oro y
los utensilios, en la casa de nuestro Dios, por mano del sacerdote Meremot hijo de Urías, y con él
Eleazar hijo de Finees; y con ellos Jozabad hijo de Jesúa y Noadías hijo de Binúi, levitas. 34 Por
cuenta y por peso se entregó todo, y se apuntó todo aquel peso en aquel tiempo.

35 Los hijos de la cautividad, los que habían venido del cautiverio, ofrecieron holocaustos al Dios
de Israel, doce becerros por todo Israel, noventa y seis carneros, setenta y siete corderos, y doce
machos cabríos por expiación, todo en holocausto a Jehová. 36 Y entregaron los despachos del rey
a sus sátrapas y capitanes del otro lado del río, los cuales ayudaron al pueblo y a la casa de Dios.
Oración de confesión de Esdras

ESDRAS 9

1 Acabadas estas cosas, los príncipes vinieron a mí, diciendo: El pueblo de Israel y los sacerdotes y
levitas no se han separado de los pueblos de las tierras, de los cananeos, heteos, ferezeos,
jebuseos, amonitas, moabitas, egipcios y amorreos, y hacen conforme a sus abominaciones. 2
Porque han tomado de las hijas de ellos para sí y para sus hijos, y el linaje santo ha sido mezclado
con los pueblos de las tierras; y la mano de los príncipes y de los gobernadores ha sido la primera
en cometer este pecado. 3 Cuando oí esto, rasgué mi vestido y mi manto, y arranqué pelo de mi
cabeza y de mi barba, y me senté angustiado en extremo. 4 Y se me juntaron todos los que temían
las palabras del Dios de Israel, a causa de la prevaricación de los del cautiverio; mas yo estuve muy
angustiado hasta la hora del sacrificio de la tarde. 5 Y a la hora del sacrificio de la tarde me levanté
de mi aflicción, y habiendo rasgado mi vestido y mi manto, me postré de rodillas, y extendí mis
manos a Jehová mi Dios, 6 y dije:

Dios mío, confuso y avergonzado estoy para levantar, oh Dios mío, mi rostro a ti, porque nuestras
iniquidades se han multiplicado sobre nuestra cabeza, y nuestros delitos han crecido hasta el cielo.
7 Desde los días de nuestros padres hasta este día hemos vivido en gran pecado; y por nuestras
iniquidades nosotros, nuestros reyes y nuestros sacerdotes hemos sido entregados en manos de
los reyes de las tierras, a espada, a cautiverio, a robo, y a vergüenza que cubre nuestro rostro,
como hoy día. 8 Y ahora por un breve momento ha habido misericordia de parte de Jehová
nuestro Dios, para hacer que nos quedase un remanente libre, y para darnos un lugar seguro en su
santuario, a fin de alumbrar nuestro Dios nuestros ojos y darnos un poco de vida en nuestra
servidumbre. 9 Porque siervos somos; mas en nuestra servidumbre no nos ha desamparado
nuestro Dios, sino que inclinó sobre nosotros su misericordia delante de los reyes de Persia, para
que se nos diese vida para levantar la casa de nuestro Dios y restaurar sus ruinas, y darnos
protección en Judá y en Jerusalén.

10 Pero ahora, ¿qué diremos, oh Dios nuestro, después de esto? Porque nosotros hemos dejado
tus mandamientos, 11 que prescribiste por medio de tus siervos los profetas, diciendo: La tierra a
la cual entráis para poseerla, tierra inmunda es a causa de la inmundicia de los pueblos de aquellas
regiones, por las abominaciones de que la han llenado de uno a otro extremo con su inmundicia.
12 Ahora, pues, no daréis vuestras hijas a los hijos de ellos, ni sus hijas tomaréis para vuestros
hijos, ni procuraréis jamás su paz ni su prosperidad; para que seáis fuertes y comáis el bien de la
tierra, y la dejéis por heredad a vuestros hijos para siempre. 13 Mas después de todo lo que nos ha
sobrevenido a causa de nuestras malas obras, y a causa de nuestro gran pecado, ya que tú, Dios
nuestro, no nos has castigado de acuerdo con nuestras iniquidades, y nos diste un remanente
como este, 14 ¿hemos de volver a infringir tus mandamientos, y a emparentar con pueblos que
cometen estas abominaciones? ¿No te indignarías contra nosotros hasta consumirnos, sin que
quedara remanente ni quien escape? 15 Oh Jehová Dios de Israel, tú eres justo, puesto que hemos
quedado un remanente que ha escapado, como en este día. Henos aquí delante de ti en nuestros
delitos; porque no es posible estar en tu presencia a causa de esto.

Expulsión de las mujeres extranjeras

ESDRAS 10

1 Mientras oraba Esdras y hacía confesión, llorando y postrándose delante de la casa de Dios, se
juntó a él una muy grande multitud de Israel, hombres, mujeres y niños; y lloraba el pueblo
amargamente. 2 Entonces respondió Secanías hijo de Jehiel, de los hijos de Elam, y dijo a Esdras:
Nosotros hemos pecado contra nuestro Dios, pues tomamos mujeres extranjeras de los pueblos
de la tierra; mas a pesar de esto, aún hay esperanza para Israel. 3 Ahora, pues, hagamos pacto con
nuestro Dios, que despediremos a todas las mujeres y los nacidos de ellas, según el consejo de mi
señor y de los que temen el mandamiento de nuestro Dios; y hágase conforme a la ley. 4
Levántate, porque esta es tu obligación, y nosotros estaremos contigo; esfuérzate, y pon mano a la
obra. 5 Entonces se levantó Esdras y juramentó a los príncipes de los sacerdotes y de los levitas, y
a todo Israel, que harían conforme a esto; y ellos juraron.

6 Se levantó luego Esdras de delante de la casa de Dios, y se fue a la cámara de Johanán hijo de
Eliasib; e ido allá, no comió pan ni bebió agua, porque se entristeció a causa del pecado de los del
cautiverio. 7 E hicieron pregonar en Judá y en Jerusalén que todos los hijos del cautiverio se
reuniesen en Jerusalén; 8 y que el que no viniera dentro de tres días, conforme al acuerdo de los
príncipes y de los ancianos, perdiese toda su hacienda, y el tal fuese excluido de la congregación
de los del cautiverio.

9 Así todos los hombres de Judá y de Benjamín se reunieron en Jerusalén dentro de los tres días, a
los veinte días del mes, que era el mes noveno; y se sentó todo el pueblo en la plaza de la casa de
Dios, temblando con motivo de aquel asunto, y a causa de la lluvia. 10 Y se levantó el sacerdote
Esdras y les dijo: Vosotros habéis pecado, por cuanto tomasteis mujeres extranjeras, añadiendo así
sobre el pecado de Israel. 11 Ahora, pues, dad gloria a Jehová Dios de vuestros padres, y haced su
voluntad, y apartaos de los pueblos de las tierras, y de las mujeres extranjeras. 12 Y respondió
toda la asamblea, y dijeron en alta voz: Así se haga conforme a tu palabra. 13 Pero el pueblo es
mucho, y el tiempo lluvioso, y no podemos estar en la calle; ni la obra es de un día ni de dos,
porque somos muchos los que hemos pecado en esto. 14 Sean nuestros príncipes los que se
queden en lugar de toda la congregación, y todos aquellos que en nuestras ciudades hayan
tomado mujeres extranjeras, vengan en tiempos determinados, y con ellos los ancianos de cada
ciudad, y los jueces de ellas, hasta que apartemos de nosotros el ardor de la ira de nuestro Dios
sobre esto. 15 Solamente Jonatán hijo de Asael y Jahazías hijo de Ticva se opusieron a esto, y los
levitas Mesulam y Sabetai les ayudaron.

16 Así hicieron los hijos del cautiverio. Y fueron apartados el sacerdote Esdras, y ciertos varones
jefes de casas paternas según sus casas paternas; todos ellos por sus nombres se sentaron el
primer día del mes décimo para inquirir sobre el asunto. 17 Y terminaron el juicio de todos
aquellos que habían tomado mujeres extranjeras, el primer día del mes primero.

18 De los hijos de los sacerdotes que habían tomado mujeres extranjeras, fueron hallados estos:
De los hijos de Jesúa hijo de Josadac, y de sus hermanos: Maasías, Eliezer, Jarib y Gedalías. 19 Y
dieron su mano en promesa de que despedirían sus mujeres, y ofrecieron como ofrenda por su
pecado un carnero de los rebaños por su delito. 20 De los hijos de Imer: Hanani y Zebadías. 21 De
los hijos de Harim: Maasías, Elías, Semaías, Jehiel y Uzías. 22 De los hijos de Pasur: Elioenai,
Maasías, Ismael, Natanael, Jozabad y Elasa.

23 De los hijos de los levitas: Jozabad, Simei, Kelaía (éste es Kelita), Petaías, Judá y Eliezer. 24 De
los cantores: Eliasib; y de los porteros: Salum, Telem y Uri.

25 Asimismo de Israel: De los hijos de Paros: Ramía, Jezías, Malquías, Mijamín, Eleazar, Malquías y
Benaía. 26 De los hijos de Elam: Matanías, Zacarías, Jehiel, Abdi, Jeremot y Elías. 27 De los hijos de
Zatu: Elioenai, Eliasib, Matanías, Jeremot, Zabad y Aziza. 28 De los hijos de Bebai: Johanán,
Hananías, Zabai y Atlai. 29 De los hijos de Bani: Mesulam, Maluc, Adaía, Jasub, Seal y Ramot. 30 De
los hijos de Pahat-moab: Adna, Quelal, Benaía, Maasías, Matanías, Bezaleel, Binúi y Manasés. 31
De los hijos de Harim: Eliezer, Isías, Malquías, Semaías, Simeón, 32 Benjamín, Maluc y Semarías. 33
De los hijos de Hasum: Matenai, Matata, Zabad, Elifelet, Jeremai, Manasés y Simei. 34 De los hijos
de Bani: Madai, Amram, Uel, 35 Benaía, Bedías, Quelúhi, 36 Vanías, Meremot, Eliasib, 37
Matanías, Matenai, Jaasai, 38 Bani, Binúi, Simei, 39 Selemías, Natán, Adaía, 40 Macnadebai, Sasai,
Sarai, 41 Azareel, Selemías, Semarías, 42 Salum, Amarías y José. 43 Y de los hijos de Nebo: Jeiel,
Matatías, Zabad, Zebina, Jadau, Joel y Benaía. 44 Todos estos habían tomado mujeres extranjeras;
y había mujeres de ellos que habían dado a luz hijos.

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NEHEMÍAS

Oración de Nehemías sobre Jerusalén

NEHEMÍAS 1

1 Palabras de Nehemías hijo de Hacalías. Aconteció en el mes de Quisleu, en el año veinte,


estando yo en Susa, capital del reino, 2 que vino Hanani, uno de mis hermanos, con algunos
varones de Judá, y les pregunté por los judíos que habían escapado, que habían quedado de la
cautividad, y por Jerusalén. 3 Y me dijeron: El remanente, los que quedaron de la cautividad, allí en
la provincia, están en gran mal y afrenta, y el muro de Jerusalén derribado, y sus puertas
quemadas a fuego.

4 Cuando oí estas palabras me senté y lloré, e hice duelo por algunos días, y ayuné y oré delante
del Dios de los cielos. 5 Y dije: Te ruego, oh Jehová, Dios de los cielos, fuerte, grande y temible, que
guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos; 6 esté ahora
atento tu oído y abiertos tus ojos para oír la oración de tu siervo, que hago ahora delante de ti día
y noche, por los hijos de Israel tus siervos; y confieso los pecados de los hijos de Israel que hemos
cometido contra ti; sí, yo y la casa de mi padre hemos pecado. 7 En extremo nos hemos
corrompido contra ti, y no hemos guardado los mandamientos, estatutos y preceptos que diste a
Moisés tu siervo. 8 Acuérdate ahora de la palabra que diste a Moisés tu siervo, diciendo: Si
vosotros pecareis, yo os dispersaré por los pueblos; 9 pero si os volviereis a mí, y guardareis mis
mandamientos, y los pusiereis por obra, aunque vuestra dispersión fuere hasta el extremo de los
cielos, de allí os recogeré, y os traeré al lugar que escogí para hacer habitar allí mi nombre. 10
Ellos, pues, son tus siervos y tu pueblo, los cuales redimiste con tu gran poder, y con tu mano
poderosa. 11 Te ruego, oh Jehová, esté ahora atento tu oído a la oración de tu siervo, y a la
oración de tus siervos, quienes desean reverenciar tu nombre; concede ahora buen éxito a tu
siervo, y dale gracia delante de aquel varón. Porque yo servía de copero al rey.
Artajerjes envía a Nehemías a Jerusalén

NEHEMÍAS 2

1 Sucedió en el mes de Nisán, en el año veinte del rey Artajerjes, que estando ya el vino delante de
él, tomé el vino y lo serví al rey. Y como yo no había estado antes triste en su presencia, 2 me dijo
el rey: ¿Por qué está triste tu rostro? pues no estás enfermo. No es esto sino quebranto de
corazón. Entonces temí en gran manera. 3 Y dije al rey: Para siempre viva el rey. ¿Cómo no estará
triste mi rostro, cuando la ciudad, casa de los sepulcros de mis padres, está desierta, y sus puertas
consumidas por el fuego? 4 Me dijo el rey: ¿Qué cosa pides? Entonces oré al Dios de los cielos, 5 y
dije al rey: Si le place al rey, y tu siervo ha hallado gracia delante de ti, envíame a Judá, a la ciudad
de los sepulcros de mis padres, y la reedificaré. 6 Entonces el rey me dijo (y la reina estaba sentada
junto a él): ¿Cuánto durará tu viaje, y cuándo volverás? Y agradó al rey enviarme, después que yo
le señalé tiempo. 7 Además dije al rey: Si le place al rey, que se me den cartas para los
gobernadores al otro lado del río, para que me franqueen el paso hasta que llegue a Judá; 8 y carta
para Asaf guarda del bosque del rey, para que me dé madera para enmaderar las puertas del
palacio de la casa, y para el muro de la ciudad, y la casa en que yo estaré. Y me lo concedió el rey,
según la benéfica mano de mi Dios sobre mí.

9 Vine luego a los gobernadores del otro lado del río, y les di las cartas del rey. Y el rey envió
conmigo capitanes del ejército y gente de a caballo. 10 Pero oyéndolo Sanbalat horonita y Tobías
el siervo amonita, les disgustó en extremo que viniese alguno para procurar el bien de los hijos de
Israel.

Nehemías anima al pueblo a reedificar los muros

11 Llegué, pues, a Jerusalén, y después de estar allí tres días, 12 me levanté de noche, yo y unos
pocos varones conmigo, y no declaré a hombre alguno lo que Dios había puesto en mi corazón que
hiciese en Jerusalén; ni había cabalgadura conmigo, excepto la única en que yo cabalgaba. 13 Y salí
de noche por la puerta del Valle hacia la fuente del Dragón y a la puerta del Muladar; y observé los
muros de Jerusalén que estaban derribados, y sus puertas que estaban consumidas por el fuego.
14 Pasé luego a la puerta de la Fuente, y al estanque del Rey; pero no había lugar por donde
pasase la cabalgadura en que iba. 15 Y subí de noche por el torrente y observé el muro, y di la
vuelta y entré por la puerta del Valle, y me volví. 16 Y no sabían los oficiales a dónde yo había ido,
ni qué había hecho; ni hasta entonces lo había declarado yo a los judíos y sacerdotes, ni a los
nobles y oficiales, ni a los demás que hacían la obra.

17 Les dije, pues: Vosotros veis el mal en que estamos, que Jerusalén está desierta, y sus puertas
consumidas por el fuego; venid, y edifiquemos el muro de Jerusalén, y no estemos más en
oprobio. 18 Entonces les declaré cómo la mano de mi Dios había sido buena sobre mí, y asimismo
las palabras que el rey me había dicho. Y dijeron: Levantémonos y edifiquemos. Así esforzaron sus
manos para bien. 19 Pero cuanto lo oyeron Sanbalat horonita, Tobías el siervo amonita, y Gesem
el árabe, hicieron escarnio de nosotros, y nos despreciaron, diciendo: ¿Qué es esto que hacéis
vosotros? ¿Os rebeláis contra el rey? 20 Y en respuesta les dije: El Dios de los cielos, él nos
prosperará, y nosotros sus siervos nos levantaremos y edificaremos, porque vosotros no tenéis
parte ni derecho ni memoria en Jerusalén.

Reparto del trabajo de reedificación

NEHEMÍAS 3

1 Entonces se levantó el sumo sacerdote Eliasib con sus hermanos los sacerdotes, y edificaron la
puerta de las Ovejas. Ellos arreglaron y levantaron sus puertas hasta la torre de Hamea, y
edificaron hasta la torre de Hananeel. 2 Junto a ella edificaron los varones de Jericó, y luego
edificó Zacur hijo de Imri.

3 Los hijos de Senaa edificaron la puerta del Pescado; ellos la enmaderaron, y levantaron sus
puertas, con sus cerraduras y sus cerrojos. 4 Junto a ellos restauró Meremot hijo de Urías, hijo de
Cos, y al lado de ellos restauró Mesulam hijo de Berequías, hijo de Mesezabeel. Junto a ellos
restauró Sadoc hijo de Baana. 5 E inmediato a ellos restauraron los tecoítas; pero sus grandes no
se prestaron para ayudar a la obra de su Señor. 6 La puerta Vieja fue restaurada por Joiada hijo de
Paseah y Mesulam hijo de Besodías; ellos la enmaderaron, y levantaron sus puertas, con sus
cerraduras y cerrojos. 7 Junto a ellos restauró Melatías gabaonita y Jadón meronotita, varones de
Gabaón y de Mizpa, que estaban bajo el dominio del gobernador del otro lado del río. 8 Junto a
ellos restauró Uziel hijo de Harhaía, de los plateros; junto al cual restauró también Hananías, hijo
de un perfumero. Así dejaron reparada a Jerusalén hasta el muro ancho. 9 Junto a ellos restauró
también Refaías hijo de Hur, gobernador de la mitad de la región de Jerusalén. 10 Asimismo
restauró junto a ellos, y frente a su casa, Jedaías hijo de Harumaf; y junto a él restauró Hatús hijo
de Hasabnías. 11 Malquías hijo de Harim y Hasub hijo de Pahat-moab restauraron otro tramo, y la
torre de los Hornos. 12 Junto a ellos restauró Salum hijo de Halohes, gobernador de la mitad de la
región de Jerusalén, él con sus hijas.

13 La puerta del Valle la restauró Hanún con los moradores de Zanoa; ellos la reedificaron, y
levantaron sus puertas, con sus cerraduras y sus cerrojos, y mil codos del muro, hasta la puerta del
Muladar. 14 Reedificó la puerta del Muladar Malquías hijo de Recab, gobernador de la provincia
de Bet-haquerem; él la reedificó, y levantó sus puertas, sus cerraduras y sus cerrojos. 15 Salum
hijo de Colhoze, gobernador de la región de Mizpa, restauró la puerta de la Fuente; él la reedificó,
la enmaderó y levantó sus puertas, sus cerraduras y sus cerrojos, y el muro del estanque de Siloé
hacia el huerto del rey, y hasta las gradas que descienden de la ciudad de David. 16 Después de él
restauró Nehemías hijo de Azbuc, gobernador de la mitad de la región de Bet-sur, hasta delante de
los sepulcros de David, y hasta el estanque labrado, y hasta la casa de los Valientes. 17 Tras él
restauraron los levitas; Rehum hijo de Bani, y junto a él restauró Hasabías, gobernador de la mitad
de la región de Keila, por su región. 18 Después de él restauraron sus hermanos, Bavai hijo de
Henadad, gobernador de la mitad de la región de Keila. 19 Junto a él restauró Ezer hijo de Jesúa,
gobernador de Mizpa, otro tramo frente a la subida de la armería de la esquina. 20 Después de él
Baruc hijo de Zabai con todo fervor restauró otro tramo, desde la esquina hasta la puerta de la
casa de Eliasib sumo sacerdote. 21 Tras él restauró Meremot hijo de Urías hijo de Cos otro tramo,
desde la entrada de la casa de Eliasib hasta el extremo de la casa de Eliasib. 22 Después de él
restauraron los sacerdotes, los varones de la llanura. 23 Después de ellos restauraron Benjamín y
Hasub, frente a su casa; y después de éstos restauró Azarías hijo de Maasías, hijo de Ananías,
cerca de su casa. 24 Después de él restauró Binúi hijo de Henadad otro tramo, desde la casa de
Azarías hasta el ángulo entrante del muro, y hasta la esquina. 25 Palal hijo de Uzai, enfrente de la
esquina y la torre alta que sale de la casa del rey, que está en el patio de la cárcel. Después de él,
Pedaías hijo de Faros. 26 Y los sirvientes del templo que habitaban en Ofel restauraron hasta
enfrente de la puerta de las Aguas al oriente, y la torre que sobresalía. 27 Después de ellos
restauraron los tecoítas otro tramo, enfrente de la gran torre que sobresale, hasta el muro de
Ofel.

28 Desde la puerta de los Caballos restauraron los sacerdotes, cada uno enfrente de su casa. 29
Después de ellos restauró Sadoc hijo de Imer, enfrente de su casa; y después de él restauró
Semaías hijo de Secanías, guarda de la puerta Oriental. 30 Tras él, Hananías hijo de Selemías y
Hanún hijo sexto de Salaf restauraron otro tramo. Después de ellos restauró Mesulam hijo de
Berequías, enfrente de su cámara. 31 Después de él restauró Malquías hijo del platero, hasta la
casa de los sirvientes del templo y de los comerciantes, enfrente de la puerta del Juicio, y hasta la
sala de la esquina. 32 Y entre la sala de la esquina y la puerta de las Ovejas, restauraron los
plateros y los comerciantes.
Precauciones contra los enemigos

NEHEMÍAS 4

1 Cuando oyó Sanbalat que nosotros edificábamos el muro, se enojó y se enfureció en gran
manera, e hizo escarnio de los judíos. 2 Y habló delante de sus hermanos y del ejército de Samaria,
y dijo: ¿Qué hacen estos débiles judíos? ¿Se les permitirá volver a ofrecer sus sacrificios?
¿Acabarán en un día? ¿Resucitarán de los montones del polvo las piedras que fueron quemadas? 3
Y estaba junto a él Tobías amonita, el cual dijo: Lo que ellos edifican del muro de piedra, si subiere
una zorra lo derribará. 4 Oye, oh Dios nuestro, que somos objeto de su menosprecio, y vuelve el
baldón de ellos sobre su cabeza, y entrégalos por despojo en la tierra de su cautiverio. 5 No cubras
su iniquidad, ni su pecado sea borrado delante de ti, porque se airaron contra los que edificaban. 6
Edificamos, pues, el muro, y toda la muralla fue terminada hasta la mitad de su altura, porque el
pueblo tuvo ánimo para trabajar.

7 Pero aconteció que oyendo Sanbalat y Tobías, y los árabes, los amonitas y los de Asdod, que los
muros de Jerusalén eran reparados, porque ya los portillos comenzaban a ser cerrados, se
encolerizaron mucho; 8 y conspiraron todos a una para venir a atacar a Jerusalén y hacerle daño. 9
Entonces oramos a nuestro Dios, y por causa de ellos pusimos guarda contra ellos de día y de
noche. 10 Y dijo Judá: Las fuerzas de los acarreadores se han debilitado, y el escombro es mucho, y
no podemos edificar el muro. 11 Y nuestros enemigos dijeron: No sepan, ni vean, hasta que
entremos en medio de ellos y los matemos, y hagamos cesar la obra. 12 Pero sucedió que cuando
venían los judíos que habitaban entre ellos, nos decían hasta diez veces: De todos los lugares de
donde volviereis, ellos caerán sobre vosotros.

13 Entonces por las partes bajas del lugar, detrás del muro, y en los sitios abiertos, puse al pueblo
por familias, con sus espadas, con sus lanzas y con sus arcos. 14 Después miré, y me levanté y dije
a los nobles y a los oficiales, y al resto del pueblo: No temáis delante de ellos; acordaos del Señor,
grande y temible, y pelead por vuestros hermanos, por vuestros hijos y por vuestras hijas, por
vuestras mujeres y por vuestras casas. 15 Y cuando oyeron nuestros enemigos que lo habíamos
entendido, y que Dios había desbaratado el consejo de ellos, nos volvimos todos al muro, cada
uno a su tarea. 16 Desde aquel día la mitad de mis siervos trabajaba en la obra, y la otra mitad
tenía lanzas, escudos, arcos y corazas; y detrás de ellos estaban los jefes de toda la casa de Judá.
17 Los que edificaban en el muro, los que acarreaban, y los que cargaban, con una mano
trabajaban en la obra, y en la otra tenían la espada. 18 Porque los que edificaban, cada uno tenía
su espada ceñida a sus lomos, y así edificaban; y el que tocaba la trompeta estaba junto a mí.
19 Y dije a los nobles, y a los oficiales y al resto del pueblo: La obra es grande y extensa, y nosotros
estamos apartados en el muro, lejos unos de otros. 20 En el lugar donde oyereis el sonido de la
trompeta, reuníos allí con nosotros; nuestro Dios peleará por nosotros. 21 Nosotros, pues,
trabajábamos en la obra; y la mitad de ellos tenían lanzas desde la subida del alba hasta que salían
las estrellas. 22 También dije entonces al pueblo: Cada uno con su criado permanezca dentro de
Jerusalén, y de noche sirvan de centinela y de día en la obra. 23 Y ni yo ni mis hermanos, ni mis
jóvenes, ni la gente de guardia que me seguía, nos quitamos nuestro vestido; cada uno se
desnudaba solamente para bañarse.

Abolición de la usura

NEHEMÍAS 5

1 Entonces hubo gran clamor del pueblo y de sus mujeres contra sus hermanos judíos. 2 Había
quien decía: Nosotros, nuestros hijos y nuestras hijas, somos muchos; por tanto, hemos pedido
prestado grano para comer y vivir. 3 Y había quienes decían: Hemos empeñado nuestras tierras,
nuestras viñas y nuestras casas, para comprar grano, a causa del hambre. 4 Y había quienes
decían: Hemos tomado prestado dinero para el tributo del rey, sobre nuestras tierras y viñas. 5
Ahora bien, nuestra carne es como la carne de nuestros hermanos, nuestros hijos como sus hijos;
y he aquí que nosotros dimos nuestros hijos y nuestras hijas a servidumbre, y algunas de nuestras
hijas lo están ya, y no tenemos posibilidad de rescatarlas, porque nuestras tierras y nuestras viñas
son de otros.

6 Y me enojé en gran manera cuando oí su clamor y estas palabras. 7 Entonces lo medité, y


reprendí a los nobles y a los oficiales, y les dije: ¿Exigís interés cada uno a vuestros hermanos? Y
convoqué contra ellos una gran asamblea, 8 y les dije: Nosotros según nuestras posibilidades
rescatamos a nuestros hermanos judíos que habían sido vendidos a las naciones; ¿y vosotros
vendéis aun a vuestros hermanos, y serán vendidos a nosotros? Y callaron, pues no tuvieron qué
responder. 9 Y dije: No es bueno lo que hacéis. ¿No andaréis en el temor de nuestro Dios, para no
ser oprobio de las naciones enemigas nuestras? 10 También yo y mis hermanos y mis criados les
hemos prestado dinero y grano; quitémosles ahora este gravamen. 11 Os ruego que les devolváis
hoy sus tierras, sus viñas, sus olivares y sus casas, y la centésima parte del dinero, del grano, del
vino y del aceite, que demandáis de ellos como interés. 12 Y dijeron: Lo devolveremos, y nada les
demandaremos; haremos así como tú dices. Entonces convoqué a los sacerdotes, y les hice jurar
que harían conforme a esto. 13 Además sacudí mi vestido, y dije: Así sacuda Dios de su casa y de
su trabajo a todo hombre que no cumpliere esto, y así sea sacudido y vacío. Y respondió toda la
congregación: ¡Amén! y alabaron a Jehová. Y el pueblo hizo conforme a esto.

14 También desde el día que me mandó el rey que fuese gobernador de ellos en la tierra de Judá,
desde el año veinte del rey Artajerjes hasta el año treinta y dos, doce años, ni yo ni mis hermanos
comimos el pan del gobernador. 15 Pero los primeros gobernadores que fueron antes de mí
abrumaron al pueblo, y tomaron de ellos por el pan y por el vino más de cuarenta siclos de plata, y
aun sus criados se enseñoreaban del pueblo; pero yo no hice así, a causa del temor de Dios. 16
También en la obra de este muro restauré mi parte, y no compramos heredad; y todos mis criados
juntos estaban allí en la obra. 17 Además, ciento cincuenta judíos y oficiales, y los que venían de
las naciones que había alrededor de nosotros, estaban a mi mesa. 18 Y lo que se preparaba para
cada día era un buey y seis ovejas escogidas; también eran preparadas para mí aves, y cada diez
días vino en toda abundancia; y con todo esto nunca requerí el pan del gobernador, porque la
servidumbre de este pueblo era grave. 19 Acuérdate de mí para bien, Dios mío, y de todo lo que
hice por este pueblo.

Maquinaciones de los adversarios

NEHEMÍAS 6

1 Cuando oyeron Sanbalat y Tobías y Gesem el árabe, y los demás de nuestros enemigos, que yo
había edificado el muro, y que no quedaba en él portillo (aunque hasta aquel tiempo no había
puesto las hojas en las puertas), 2 Sanbalat y Gesem enviaron a decirme: Ven y reunámonos en
alguna de las aldeas en el campo de Ono. Mas ellos habían pensado hacerme mal. 3 Y les envié
mensajeros, diciendo: Yo hago una gran obra, y no puedo ir; porque cesaría la obra, dejándola yo
para ir a vosotros. 4 Y enviaron a mí con el mismo asunto hasta cuatro veces, y yo les respondí de
la misma manera. 5 Entonces Sanbalat envió a mí su criado para decir lo mismo por quinta vez,
con una carta abierta en su mano, 6 en la cual estaba escrito: Se ha oído entre las naciones, y
Gasmu lo dice, que tú y los judíos pensáis rebelaros; y que por eso edificas tú el muro, con la mira,
según estas palabras, de ser tú su rey; 7 y que has puesto profetas que proclamen acerca de ti en
Jerusalén, diciendo: ¡Hay rey en Judá! Y Ahora serán oídas del rey las tales palabras; ven, por
tanto, y consultemos juntos. 8 Entonces envié yo a decirle: No hay tal cosa como dices, sino que de
tu corazón tú lo inventas. 9 Porque todos ellos nos amedrentaban, diciendo: Se debilitarán las
manos de ellos en la obra, y no será terminada. Ahora, pues, oh Dios, fortalece tú mis manos. 10
Vine luego a casa de Semaías hijo de Delaía, hijo de Mehetabel, porque él estaba encerrado; el
cual me dijo: Reunámonos en la casa de Dios, dentro del templo, y cerremos las puertas del
templo, porque vienen para matarte; sí, esta noche vendrán a matarte. 11 Entonces dije: ¿Un
hombre como yo ha de huir? ¿Y quién, que fuera como yo, entraría al templo para salvarse la
vida? No entraré. 12 Y entendí que Dios no lo había enviado, sino que hablaba aquella profecía
contra mí porque Tobías y Sanbalat lo habían sobornado. 13 Porque fue sobornado para hacerme
temer así, y que pecase, y les sirviera de mal nombre con que fuera yo infamado. 14 Acuérdate,
Dios mío, de Tobías y de Sanbalat, conforme a estas cosas que hicieron; también acuérdate de
Noadías profetisa, y de los otros profetas que procuraban infundirme miedo.

15 Fue terminado, pues, el muro, el veinticinco del mes de Elul, en cincuenta y dos días. 16 Y
cuando lo oyeron todos nuestros enemigos, temieron todas las naciones que estaban alrededor de
nosotros, y se sintieron humillados, y conocieron que por nuestro Dios había sido hecha esta obra.

17 Asimismo en aquellos días iban muchas cartas de los principales de Judá a Tobías, y las de
Tobías venían a ellos. 18 Porque muchos en Judá se habían conjurado con él, porque era yerno de
Secanías hijo de Ara; y Johanán su hijo había tomado por mujer a la hija de Mesulam hijo de
Berequías. 19 También contaban delante de mí las buenas obras de él, y a él le referían mis
palabras. Y enviaba Tobías cartas para atemorizarme.

Nehemías designa dirigentes

NEHEMÍAS 7

1 Luego que el muro fue edificado, y colocadas las puertas, y fueron señalados porteros y cantores
y levitas, 2 mandé a mi hermano Hanani, y a Hananías, jefe de la fortaleza de Jerusalén (porque
éste era varón de verdad y temeroso de Dios, más que muchos); 3 y les dije: No se abran las
puertas de Jerusalén hasta que caliente el sol; y aunque haya gente allí, cerrad las puertas y
atrancadlas. Y señalé guardas de los moradores de Jerusalén, cada cual en su turno, y cada uno
delante de su casa. 4 Porque la ciudad era espaciosa y grande, pero poco pueblo dentro de ella, y
no había casas reedificadas.

Los que volvieron con Zorobabel

(Esd. 2.1-70)
5 Entonces puso Dios en mi corazón que reuniese a los nobles y oficiales y al pueblo, para que
fuesen empadronados según sus genealogías. Y hallé el libro de la genealogía de los que habían
subido antes, y encontré en él escrito así: 6 Estos son los hijos de la provincia que subieron del
cautiverio, de los que llevó cautivos Nabucodonosor rey de Babilonia, y que volvieron a Jerusalén y
a Judá, cada uno a su ciudad, 7 los cuales vinieron con Zorobabel, Jesúa, Nehemías, Azarías,
Raamías, Nahamani, Mardoqueo, Bilsán, Misperet, Bigvai, Nehum y Baana. El número de los
varones del pueblo de Israel: 8 Los hijos de Paros, dos mil ciento setenta y dos. 9 Los hijos de
Sefatías, trescientos setenta y dos. 10 Los hijos de Ara, seiscientos cincuenta y dos. 11 Los hijos de
Pahat-moab, de los hijos de Jesúa y de Joab, dos mil ochocientos dieciocho. 12 Los hijos de Elam,
mil doscientos cincuenta y cuatro. 13 Los hijos de Zatu, ochocientos cuarenta y cinco. 14 Los hijos
de Zacai, setecientos sesenta. 15 Los hijos de Binúi, seiscientos cuarenta y ocho. 16 Los hijos de
Bebai, seiscientos veintiocho. 17 Los hijos de Azgad, dos mil seiscientos veintidós. 18 Los hijos de
Adonicam, seiscientos sesenta y siete. 19 Los hijos de Bigvai, dos mil sesenta y siete. 20 Los hijos
de Adín, seiscientos cincuenta y cinco. 21 Los hijos de Ater, de Ezequías, noventa y ocho. 22 Los
hijos de Hasum, trescientos veintiocho. 23 Los hijos de Bezai, trescientos veinticuatro. 24 Los hijos
de Harif, ciento doce. 25 Los hijos de Gabaón, noventa y cinco. 26 Los varones de Belén y de
Netofa, ciento ochenta y ocho. 27 Los varones de Anatot, ciento veintiocho. 28 Los varones de
Bet-azmavet, cuarenta y dos. 29 Los varones de Quiriat-jearim, Cafira y Beerot, setecientos
cuarenta y tres. 30 Los varones de Ramá y de Geba, seiscientos veintiuno. 31 Los varones de
Micmas, ciento veintidós. 32 Los varones de Bet-el y de Hai, ciento veintitrés. 33 Los varones del
otro Nebo, cincuenta y dos. 34 Los hijos del otro Elam, mil doscientos cincuenta y cuatro. 35 Los
hijos de Harim, trescientos veinte. 36 Los hijos de Jericó, trescientos cuarenta y cinco. 37 Los hijos
de Lod, Hadid y Ono, setecientos veintiuno. 38 Los hijos de Senaa, tres mil novecientos treinta.

39 Sacerdotes: los hijos de Jedaía, de la casa de Jesúa, novecientos setenta y tres. 40 Los hijos de
Imer, mil cincuenta y dos. 41 Los hijos de Pasur, mil doscientos cuarenta y siete. 42 Los hijos de
Harim, mil diecisiete.

43 Levitas: los hijos de Jesúa, de Cadmiel, de los hijos de Hodavías, setenta y cuatro.

44 Cantores: los hijos de Asaf, ciento cuarenta y ocho.

45 Porteros: Los hijos de Salum, los hijos de Ater, los hijos de Talmón, los hijos de Acub, los hijos
de Hatita y los hijos de Sobai, ciento treinta y ocho.
46 Sirvientes del templo: los hijos de Ziha, los hijos de Hasufa, los hijos de Tabaot, 47 los hijos de
Queros, los hijos de Siaha, los hijos de Padón, 48 los hijos de Lebana, los hijos de Hagaba, los hijos
de Salmai, 49 los hijos de Hanán, los hijos de Gidel, los hijos de Gahar, 50 los hijos de Reaía, los
hijos de Rezín, los hijos de Necoda, 51 los hijos de Gazam, los hijos de Uza, los hijos de Paseah, 52
los hijos de Besai, los hijos de Mehunim, los hijos de Nefisesim, 53 los hijos de Bacbuc, los hijos de
Hacufa, los hijos de Harhur, 54 los hijos de Bazlut, los hijos de Mehída, los hijos de Harsa, 55 los
hijos de Barcos, los hijos de Sísara, los hijos de Tema, 56 los hijos de Nezía, y los hijos de Hatifa.

57 Los hijos de los siervos de Salomón: los hijos de Sotai, los hijos de Soferet, los hijos de Perida,
58 los hijos de Jaala, los hijos de Darcón, los hijos de Gidel, 59 los hijos de Sefatías, los hijos de
Hatil, los hijos de Poqueret-hazebaim, los hijos de Amón. 60 Todos los sirvientes del templo e hijos
de los siervos de Salomón, trescientos noventa y dos. 61 Y estos son los que subieron de Tel-mela,
Tel-harsa, Querub, Adón e Imer, los cuales no pudieron mostrar la casa de sus padres, ni su
genealogía, si eran de Israel: 62 los hijos de Delaía, los hijos de Tobías y los hijos de Necoda,
seiscientos cuarenta y dos.

63 Y de los sacerdotes: los hijos de Habaía, los hijos de Cos y los hijos de Barzilai, el cual tomó
mujer de las hijas de Barzilai galaadita, y se llamó del nombre de ellas. 64 Estos buscaron su
registro de genealogías, y no se halló; y fueron excluidos del sacerdocio, 65 y les dijo el gobernador
que no comiesen de las cosas más santas, hasta que hubiese sacerdote con Urim y Tumim.

66 Toda la congregación junta era de cuarenta y dos mil trescientos sesenta, 67 sin sus siervos y
siervas, que eran siete mil trescientos treinta y siete; y entre ellos había doscientos cuarenta y
cinco cantores y cantoras. 68 Sus caballos, setecientos treinta y seis; sus mulos, doscientos
cuarenta y cinco; 69 camellos, cuatrocientos treinta y cinco; asnos, seis mil setecientos veinte.

70 Y algunos de los cabezas de familias dieron ofrendas para la obra. El gobernador dio para el
tesoro mil dracmas de oro, cincuenta tazones, y quinientas treinta vestiduras sacerdotales. 71 Los
cabezas de familias dieron para el tesoro de la obra veinte mil dracmas de oro y dos mil doscientas
libras de plata. 72 Y el resto del pueblo dio veinte mil dracmas de oro, dos mil libras de plata, y
sesenta y siete vestiduras sacerdotales. 73 Y habitaron los sacerdotes, los levitas, los porteros, los
cantores, los del pueblo, los sirvientes del templo y todo Israel, en sus ciudades.

Esdras lee la ley al pueblo


Venido el mes séptimo, los hijos de Israel estaban en sus ciudades;

NEHEMÍAS 8

1 y se juntó todo el pueblo como un solo hombre en la plaza que está delante de la puerta de las
Aguas, y dijeron a Esdras el escriba que trajese el libro de la ley de Moisés, la cual Jehová había
dado a Israel. 2 Y el sacerdote Esdras trajo la ley delante de la congregación, así de hombres como
de mujeres y de todos los que podían entender, el primer día del mes séptimo. 3 Y leyó en el libro
delante de la plaza que está delante de la puerta de las Aguas, desde el alba hasta el mediodía, en
presencia de hombres y mujeres y de todos los que podían entender; y los oídos de todo el pueblo
estaban atentos al libro de la ley. 4 Y el escriba Esdras estaba sobre un púlpito de madera que
habían hecho para ello, y junto a él estaban Matatías, Sema, Anías, Urías, Hilcías y Maasías a su
mano derecha; y a su mano izquierda, Pedaías, Misael, Malquías, Hasum, Hasbadana, Zacarías y
Mesulam. 5 Abrió, pues, Esdras el libro a ojos de todo el pueblo, porque estaba más alto que todo
el pueblo; y cuando lo abrió, todo el pueblo estuvo atento. 6 Bendijo entonces Esdras a Jehová,
Dios grande. Y todo el pueblo respondió: ¡Amén! ¡Amén! alzando sus manos; y se humillaron y
adoraron a Jehová inclinados a tierra. 7 Y los levitas Jesúa, Bani, Serebías, Jamín, Acub, Sabetai,
Hodías, Maasías, Kelita, Azarías, Jozabed, Hanán y Pelaía, hacían entender al pueblo la ley; y el
pueblo estaba atento en su lugar. 8 Y leían en el libro de la ley de Dios claramente, y ponían el
sentido, de modo que entendiesen la lectura.

9 Y Nehemías el gobernador, y el sacerdote Esdras, escriba, y los levitas que hacían entender al
pueblo, dijeron a todo el pueblo: Día santo es a Jehová nuestro Dios; no os entristezcáis, ni lloréis;
porque todo el pueblo lloraba oyendo las palabras de la ley. 10 Luego les dijo: Id, comed grosuras,
y bebed vino dulce, y enviad porciones a los que no tienen nada preparado; porque día santo es a
nuestro Señor; no os entristezcáis, porque el gozo de Jehová es vuestra fuerza. 11 Los levitas,
pues, hacían callar a todo el pueblo, diciendo: Callad, porque es día santo, y no os entristezcáis. 12
Y todo el pueblo se fue a comer y a beber, y a obsequiar porciones, y a gozar de grande alegría,
porque habían entendido las palabras que les habían enseñado.

13 Al día siguiente se reunieron los cabezas de las familias de todo el pueblo, sacerdotes y levitas,
a Esdras el escriba, para entender las palabras de la ley. 14 Y hallaron escrito en la ley que Jehová
había mandado por mano de Moisés, que habitasen los hijos de Israel en tabernáculos en la fiesta
solemne del mes séptimo; 15 y que hiciesen saber, y pasar pregón por todas sus ciudades y por
Jerusalén, diciendo: Salid al monte, y traed ramas de olivo, de olivo silvestre, de arrayán, de
palmeras y de todo árbol frondoso, para hacer tabernáculos, como está escrito.

16 Salió, pues, el pueblo, y trajeron ramas e hicieron tabernáculos, cada uno sobre su terrado, en
sus patios, en los patios de la casa de Dios, en la plaza de la puerta de las Aguas, y en la plaza de la
puerta de Efraín. 17 Y toda la congregación que volvió de la cautividad hizo tabernáculos, y en
tabernáculos habitó; porque desde los días de Josué hijo de Nun hasta aquel día, no habían hecho
así los hijos de Israel. Y hubo alegría muy grande. 18 Y leyó Esdras en el libro de la ley de Dios cada
día, desde el primer día hasta el último; e hicieron la fiesta solemne por siete días, y el octavo día
fue de solemne asamblea, según el rito.

Esdras confiesa los pecados de Israel

NEHEMÍAS 9

1 El día veinticuatro del mismo mes se reunieron los hijos de Israel en ayuno, y con cilicio y tierra
sobre sí. 2 Y ya se había apartado la descendencia de Israel de todos los extranjeros; y estando en
pie, confesaron sus pecados, y las iniquidades de sus padres. 3 Y puestos de pie en su lugar,
leyeron el libro de la ley de Jehová su Dios la cuarta parte del día, y la cuarta parte confesaron sus
pecados y adoraron a Jehová su Dios.

4 Luego se levantaron sobre la grada de los levitas, Jesúa, Bani, Cadmiel, Sebanías, Buni, Serebías,
Bani y Quenani, y clamaron en voz alta a Jehová su Dios. 5 Y dijeron los levitas Jesúa, Cadmiel,
Bani, Hasabnías, Serebías, Hodías, Sebanías y Petaías: Levantaos, bendecid a Jehová vuestro Dios
desde la eternidad hasta la eternidad; y bendígase el nombre tuyo, glorioso y alto sobre toda
bendición y alabanza. 6 Tú solo eres Jehová; tú hiciste los cielos, y los cielos de los cielos, con todo
su ejército, la tierra y todo lo que está en ella, los mares y todo lo que hay en ellos; y tú vivificas
todas estas cosas, y los ejércitos de los cielos te adoran. 7 Tú eres, oh Jehová, el Dios que escogiste
a Abram, y lo sacaste de Ur de los caldeos, y le pusiste el nombre Abraham; 8 y hallaste fiel su
corazón delante de ti, e hiciste pacto con él para darle la tierra del cananeo, del heteo, del
amorreo, del ferezeo, del jebuseo y del gergeseo, para darla a su descendencia; y cumpliste tu
palabra, porque eres justo. 9 Y miraste la aflicción de nuestros padres en Egipto, y oíste el clamor
de ellos en el Mar Rojo; 10 e hiciste señales y maravillas contra Faraón, contra todos sus siervos, y
contra todo el pueblo de su tierra, porque sabías que habían procedido con soberbia contra ellos;
y te hiciste nombre grande, como en este día.
11 Dividiste el mar delante de ellos, y pasaron por medio de él en seco; y a sus perseguidores
echaste en las profundidades, como una piedra en profundas aguas. 12 Con columna de nube los
guiaste de día, y con columna de fuego de noche, para alumbrarles el camino por donde habían de
ir. 13 Y sobre el monte de Sinaí descendiste, y hablaste con ellos desde el cielo, y les diste juicios
rectos, leyes verdaderas, y estatutos y mandamientos buenos, 14 y les ordenaste el día de reposo
santo para ti, y por mano de Moisés tu siervo les prescribiste mandamientos, estatutos y la ley. 15
Les diste pan del cielo en su hambre, y en su sed les sacaste aguas de la peña; y les dijiste que
entrasen a poseer la tierra, por la cual alzaste tu mano y juraste que se la darías. 16 Mas ellos y
nuestros padres fueron soberbios, y endurecieron su cerviz, y no escucharon tus mandamientos.
17 No quisieron oír, ni se acordaron de tus maravillas que habías hecho con ellos; antes
endurecieron su cerviz, y en su rebelión pensaron poner caudillo para volverse a su servidumbre.
Pero tú eres Dios que perdonas, clemente y piadoso, tardo para la ira, y grande en misericordia,
porque no los abandonaste. 18 Además, cuando hicieron para sí becerro de fundición y dijeron:
Este es tu Dios que te hizo subir de Egipto; y cometieron grandes abominaciones, 19 tú, con todo,
por tus muchas misericordias no los abandonaste en el desierto. La columna de nube no se apartó
de ellos de día, para guiarlos por el camino, ni de noche la columna de fuego, para alumbrarles el
camino por el cual habían de ir. 20 Y enviaste tu buen Espíritu para enseñarles, y no retiraste tu
maná de su boca, y agua les diste para su sed. 21 Los sustentaste cuarenta años en el desierto; de
ninguna cosa tuvieron necesidad; sus vestidos no se envejecieron, ni se hincharon sus pies. 22 Y
les diste reinos y pueblos, y los repartiste por distritos; y poseyeron la tierra de Sehón, la tierra del
rey de Hesbón, y la tierra de Og rey de Basán. 23 Multiplicaste sus hijos como las estrellas del
cielo, y los llevaste a la tierra de la cual habías dicho a sus padres que habían de entrar a poseerla.
24 Y los hijos vinieron y poseyeron la tierra, y humillaste delante de ellos a los moradores del país,
a los cananeos, los cuales entregaste en su mano, y a sus reyes, y a los pueblos de la tierra, para
que hiciesen de ellos como quisieran. 25 Y tomaron ciudades fortificadas y tierra fértil, y
heredaron casas llenas de todo bien, cisternas hechas, viñas y olivares, y muchos árboles frutales;
comieron, se saciaron, y se deleitaron en tu gran bondad. 26 Pero te provocaron a ira, y se
rebelaron contra ti, y echaron tu ley tras sus espaldas, y mataron a tus profetas que protestaban
contra ellos para convertirlos a ti, e hicieron grandes abominaciones.

27 Entonces los entregaste en mano de sus enemigos, los cuales los afligieron. Pero en el tiempo
de su tribulación clamaron a ti, y tú desde los cielos los oíste; y según tu gran misericordia les
enviaste libertadores para que los salvasen de mano de sus enemigos. 28 Pero una vez que tenían
paz, volvían a hacer lo malo delante de ti, por lo cual los abandonaste en mano de sus enemigos
que los dominaron; pero volvían y clamaban otra vez a ti, y tú desde los cielos los oías y según tus
misericordias muchas veces los libraste. 29 Les amonestaste a que se volviesen a tu ley; mas ellos
se llenaron de soberbia, y no oyeron tus mandamientos, sino que pecaron contra tus juicios, los
cuales si el hombre hiciere, en ellos vivirá; se rebelaron, endurecieron su cerviz, y no escucharon.
30 Les soportaste por muchos años, y les testificaste con tu Espíritu por medio de tus profetas,
pero no escucharon; por lo cual los entregaste en mano de los pueblos de la tierra. 31 Mas por tus
muchas misericordias no los consumiste, ni los desamparaste; porque eres Dios clemente y
misericordioso. 32 Ahora pues, Dios nuestro, Dios grande, fuerte, temible, que guardas el pacto y
la misericordia, no sea tenido en poco delante de ti todo el sufrimiento que ha alcanzado a
nuestros reyes, a nuestros príncipes, a nuestros sacerdotes, a nuestros profetas, a nuestros padres
y a todo tu pueblo, desde los días de los reyes de Asiria hasta este día. 33 Pero tú eres justo en
todo lo que ha venido sobre nosotros; porque rectamente has hecho, mas nosotros hemos hecho
lo malo. 34 Nuestros reyes, nuestros príncipes, nuestros sacerdotes y nuestros padres no pusieron
por obra tu ley, ni atendieron a tus mandamientos y a tus testimonios con que les amonestabas.
35 Y ellos en su reino y en tu mucho bien que les diste, y en la tierra espaciosa y fértil que
entregaste delante de ellos, no te sirvieron, ni se convirtieron de sus malas obras. 36 He aquí que
hoy somos siervos; henos aquí, siervos en la tierra que diste a nuestros padres para que comiesen
su fruto y su bien. 37 Y se multiplica su fruto para los reyes que has puesto sobre nosotros por
nuestros pecados, quienes se enseñorean sobre nuestros cuerpos, y sobre nuestros ganados,
conforme a su voluntad, y estamos en grande angustia.

Pacto del pueblo, de guardar la ley

38 A causa, pues, de todo esto, nosotros hacemos fiel promesa, y la escribimos, firmada por
nuestros príncipes, por nuestros levitas y por nuestros sacerdotes.

NEHEMÍAS 10

1 Los que firmaron fueron: Nehemías el gobernador, hijo de Hacalías, y Sedequías, 2 Seraías,
Azarías, Jeremías, 3 Pasur, Amarías, Malquías, 4 Hatús, Sebanías, Maluc, 5 Harim, Meremot,
Obadías, 6 Daniel, Ginetón, Baruc, 7 Mesulam, Abías, Mijamín, 8 Maazías, Bilgai y Semaías; éstos
eran sacerdotes. 9 Y los levitas: Jesúa hijo de Azanías, Binúi de los hijos de Henadad, Cadmiel, 10 y
sus hermanos Sebanías, Hodías, Kelita, Pelaías, Hanán, 11 Micaía, Rehob, Hasabías, 12 Zacur,
Serebías, Sebanías, 13 Hodías, Bani y Beninu. 14 Los cabezas del pueblo: Paros, Pahat-moab, Elam,
Zatu, Bani, 15 Buni, Azgad, Bebai, 16 Adonías, Bigvai, Adín, 17 Ater, Ezequías, Azur, 18 Hodías,
Hasum, Bezai, 19 Harif, Anatot, Nebai, 20 Magpías, Mesulam, Hezir, 21 Mesezabeel, Sadoc, Jadúa,
22 Pelatías, Hanán, Anaías, 23 Oseas, Hananías, Hasub, 24 Halohes, Pilha, Sobec, 25 Rehum,
Hasabna, Maasías, 26 Ahías, Hanán, Anán, 27 Maluc, Harim y Baana.
28 Y el resto del pueblo, los sacerdotes, levitas, porteros y cantores, los sirvientes del templo, y
todos los que se habían apartado de los pueblos de las tierras a la ley de Dios, con sus mujeres, sus
hijos e hijas, todo el que tenía comprensión y discernimiento, 29 se reunieron con sus hermanos y
sus principales, para protestar y jurar que andarían en la ley de Dios, que fue dada por Moisés
siervo de Dios, y que guardarían y cumplirían todos los mandamientos, decretos y estatutos de
Jehová nuestro Señor. 30 Y que no daríamos nuestras hijas a los pueblos de la tierra, ni
tomaríamos sus hijas para nuestros hijos. 31 Asimismo, que si los pueblos de la tierra trajesen a
vender mercaderías y comestibles en día de reposo, nada tomaríamos de ellos en ese día ni en
otro día santificado; y que el año séptimo dejaríamos descansar la tierra, y remitiríamos toda
deuda. 32 Nos impusimos además por ley, el cargo de contribuir cada año con la tercera parte de
un siclo para la obra de la casa de nuestro Dios; 33 para el pan de la proposición y para la ofrenda
continua, para el holocausto continuo, los días de reposo, las nuevas lunas, las festividades, y para
las cosas santificadas y los sacrificios de expiación por el pecado de Israel, y para todo el servicio
de la casa de nuestro Dios. 34 Echamos también suertes los sacerdotes, los levitas y el pueblo,
acerca de la ofrenda de la leña, para traerla a la casa de nuestro Dios, según las casas de nuestros
padres, en los tiempos determinados cada año, para quemar sobre el altar de Jehová nuestro Dios,
como está escrito en la ley. 35 Y que cada año traeríamos a la casa de Jehová las primicias de
nuestra tierra, y las primicias del fruto de todo árbol. 36 Asimismo los primogénitos de nuestros
hijos y de nuestros ganados, como está escrito en la ley; y que traeríamos los primogénitos de
nuestras vacas y de nuestras ovejas a la casa de nuestro Dios, a los sacerdotes que ministran en la
casa de nuestro Dios; 37 que traeríamos también las primicias de nuestras masas, y nuestras
ofrendas, y del fruto de todo árbol, y del vino y del aceite, para los sacerdotes, a las cámaras de la
casa de nuestro Dios, y el diezmo de nuestra tierra para los levitas; y que los levitas recibirían las
décimas de nuestras labores en todas las ciudades; 38 y que estaría el sacerdote hijo de Aarón con
los levitas, cuando los levitas recibiesen el diezmo; y que los levitas llevarían el diezmo del diezmo
a la casa de nuestro Dios, a las cámaras de la casa del tesoro. 39 Porque a las cámaras del tesoro
han de llevar los hijos de Israel y los hijos de Leví la ofrenda del grano, del vino y del aceite; y allí
estarán los utensilios del santuario, y los sacerdotes que ministran, los porteros y los cantores; y
no abandonaremos la casa de nuestro Dios.

Los habitantes de Jerusalén

(1 Cr. 9.1-34)

NEHEMÍAS 11
1 Habitaron los jefes del pueblo en Jerusalén; mas el resto del pueblo echó suertes para traer uno
de cada diez para que morase en Jerusalén, ciudad santa, y las otras nueve partes en las otras
ciudades. 2 Y bendijo el pueblo a todos los varones que voluntariamente se ofrecieron para morar
en Jerusalén.

3 Estos son los jefes de la provincia que moraron en Jerusalén; pero en las ciudades de Judá
habitaron cada uno en su posesión, en sus ciudades; los israelitas, los sacerdotes y levitas, los
sirvientes del templo y los hijos de los siervos de Salomón. 4 En Jerusalén, pues, habitaron algunos
de los hijos de Judá y de los hijos de Benjamín. De los hijos de Judá: Ataías hijo de Uzías, hijo de
Zacarías, hijo de Amarías, hijo de Sefatías, hijo de Mahalaleel, de los hijos de Fares, 5 y Maasías
hijo de Baruc, hijo de Colhoze, hijo de Hazaías, hijo de Adaías, hijo de Joiarib, hijo de Zacarías, hijo
de Siloni. 6 Todos los hijos de Fares que moraron en Jerusalén fueron cuatrocientos sesenta y ocho
hombres fuertes. 7 Estos son los hijos de Benjamín: Salú hijo de Mesulam, hijo de Joed, hijo de
Pedaías, hijo de Colaías, hijo de Maasías, hijo de Itiel, hijo de Jesaías. 8 Y tras él Gabai y Salai,
novecientos veintiocho. 9 Y Joel hijo de Zicri era el prefecto de ellos, y Judá hijo de Senúa el
segundo en la ciudad. 10 De los sacerdotes: Jedaías hijo de Joiarib, Jaquín, 11 Seraías hijo de
Hilcías, hijo de Mesulam, hijo de Sadoc, hijo de Meraiot, hijo de Ahitob, príncipe de la casa de Dios,
12 y sus hermanos, los que hacían la obra de la casa, ochocientos veintidós; y Adaías hijo de
Jeroham, hijo de Pelalías, hijo de Amsi, hijo de Zacarías, hijo de Pasur, hijo de Malquías, 13 y sus
hermanos, jefes de familias, doscientos cuarenta y dos; y Amasai hijo de Azareel, hijo de Azai, hijo
de Mesilemot, hijo de Imer, 14 y sus hermanos, hombres de gran vigor, ciento veintiocho, el jefe
de los cuales era Zabdiel hijo de Gedolim. 15 De los levitas: Semaías hijo de Hasub, hijo de
Azricam, hijo de Hasabías, hijo de Buni; 16 Sabetai y Jozabad, de los principales de los levitas,
capataces de la obra exterior de la casa de Dios; 17 y Matanías hijo de Micaía, hijo de Zabdi, hijo
de Asaf, el principal, el que empezaba las alabanzas y acción de gracias al tiempo de la oración;
Bacbuquías el segundo de entre sus hermanos; y Abda hijo de Samúa, hijo de Galal, hijo de
Jedutún. 18 Todos los levitas en la santa ciudad eran doscientos ochenta y cuatro. 19 Los porteros,
Acub, Talmón y sus hermanos, guardas en las puertas, ciento setenta y dos.

20 Y el resto de Israel, de los sacerdotes y de los levitas, en todas las ciudades de Judá, cada uno
en su heredad. 21 Los sirvientes del templo habitaban en Ofel; y Ziha y Gispa tenían autoridad
sobre los sirvientes del templo. 22 Y el jefe de los levitas en Jerusalén era Uzi hijo de Bani, hijo de
Hasabías, hijo de Matanías, hijo de Micaía, de los hijos de Asaf, cantores, sobre la obra de la casa
de Dios. 23 Porque había mandamiento del rey acerca de ellos, y distribución para los cantores
para cada día. 24 Y Petaías hijo de Mesezabeel, de los hijos de Zera hijo de Judá, estaba al servicio
del rey en todo negocio del pueblo.

Lugares habitados fuera de Jerusalén


25 Tocante a las aldeas y sus tierras, algunos de los hijos de Judá habitaron en Quiriat-arba y sus
aldeas, en Dibón y sus aldeas, en Jecabseel y sus aldeas, 26 en Jesúa, Molada y Bet-pelet, 27 en
Hazar-sual, en Beerseba y sus aldeas, 28 en Siclag, en Mecona y sus aldeas, 29 en En-rimón, en
Zora, en Jarmut, 30 en Zanoa, en Adulam y sus aldeas, en Laquis y sus tierras, y en Azeca y sus
aldeas. Y habitaron desde Beerseba hasta el valle de Hinom. 31 Y los hijos de Benjamín habitaron
desde Geba, en Micmas, en Aía, en Bet-el y sus aldeas, 32 en Anatot, Nob, Ananías, 33 Hazor,
Ramá, Gitaim, 34 Hadid, Seboim, Nebalat, 35 Lod, y Ono, valle de los artífices; 36 y algunos de los
levitas, en los repartimientos de Judá y de Benjamín.

Sacerdotes y levitas

NEHEMÍAS 12

1 Estos son los sacerdotes y levitas que subieron con Zorobabel hijo de Salatiel, y con Jesúa:
Seraías, Jeremías, Esdras, 2 Amarías, Maluc, Hatús, 3 Secanías, Rehum, Meremot, 4 Iddo, Gineto,
Abías, 5 Mijamín, Maadías, Bilga, 6 Semaías, Joiarib, Jedaías, 7 Salú, Amoc, Hilcías y Jedaías. Estos
eran los príncipes de los sacerdotes y sus hermanos en los días de Jesúa. 8 Y los levitas: Jesúa,
Binúi, Cadmiel, Serebías, Judá y Matanías, que con sus hermanos oficiaba en los cantos de
alabanza. 9 Y Bacbuquías y Uni, sus hermanos, cada cual en su ministerio.

10 Jesúa engendró a Joiacim, y Joiacim engendró a Eliasib, y Eliasib engendró a Joiada; 11 Joiada
engendró a Jonatán, y Jonatán engendró a Jadúa. 12 Y en los días de Joiacim los sacerdotes jefes
de familias fueron: de Seraías, Meraías; de Jeremías, Hananías; 13 de Esdras, Mesulam; de
Amarías, Johanán; 14 de Melicú, Jonatán; de Sebanías, José; 15 de Harim, Adna; de Meraiot,
Helcai; 16 de Iddo, Zacarías; de Ginetón, Mesulam; 17 de Abías, Zicri; de Miniamín, de Moadías,
Piltai; 18 de Bilga, Samúa; de Semaías, Jonatán; 19 de Joiarib, Matenai; de Jedaías, Uzi; 20 de Salai,
Calai; de Amoc, Eber; 21 de Hilcías, Hasabías; de Jedaías, Natanael.

22 Los levitas en días de Eliasib, de Joiada, de Johanán y de Jadúa fueron inscritos por jefes de
familias; también los sacerdotes, hasta el reinado de Darío el persa. 23 Los hijos de Leví, jefes de
familias, fueron inscritos en el libro de las crónicas hasta los días de Johanán hijo de Eliasib. 24 Los
principales de los levitas: Hasabías, Serebías, Jesúa hijo de Cadmiel, y sus hermanos delante de
ellos, para alabar y dar gracias, conforme al estatuto de David varón de Dios, guardando su turno.
25 Matanías, Bacbuquías, Obadías, Mesulam, Talmón y Acub, guardas, eran porteros para la
guardia a las entradas de las puertas. 26 Estos fueron en los días de Joiacim hijo de Jesúa, hijo de
Josadac, y en los días del gobernador Nehemías y del sacerdote Esdras, escriba.

Dedicación del muro

27 Para la dedicación del muro de Jerusalén, buscaron a los levitas de todos sus lugares para
traerlos a Jerusalén, para hacer la dedicación y la fiesta con alabanzas y con cánticos, con
címbalos, salterios y cítaras. 28 Y fueron reunidos los hijos de los cantores, así de la región
alrededor de Jerusalén como de las aldeas de los netofatitas; 29 y de la casa de Gilgal, y de los
campos de Geba y de Azmavet; porque los cantores se habían edificado aldeas alrededor de
Jerusalén. 30 Y se purificaron los sacerdotes y los levitas; y purificaron al pueblo, y las puertas, y el
muro. 31 Hice luego subir a los príncipes de Judá sobre el muro, y puse dos coros grandes que
fueron en procesión; el uno a la derecha, sobre el muro, hacia la puerta del Muladar. 32 E iba tras
de ellos Osaías con la mitad de los príncipes de Judá, 33 y Azarías, Esdras, Mesulam, 34 Judá y
Benjamín, Semaías y Jeremías. 35 Y de los hijos de los sacerdotes iban con trompetas Zacarías hijo
de Jonatán, hijo de Semaías, hijo de Matanías, hijo de Micaías, hijo de Zacur, hijo de Asaf; 36 y sus
hermanos Semaías, Azarael, Milalai, Gilalai, Maai, Natanael, Judá y Hanani, con los instrumentos
musicales de David varón de Dios; y el escriba Esdras delante de ellos. 37 Y a la puerta de la
Fuente, en frente de ellos, subieron por las gradas de la ciudad de David, por la subida del muro,
desde la casa de David hasta la puerta de las Aguas, al oriente. 38 El segundo coro iba del lado
opuesto, y yo en pos de él, con la mitad del pueblo sobre el muro, desde la torre de los Hornos
hasta el muro ancho; 39 y desde la puerta de Efraín hasta la puerta Vieja y a la puerta del Pescado,
y la torre de Hananeel, y la torre de Hamea, hasta la puerta de las Ovejas; y se detuvieron en la
puerta de la Cárcel. 40 Llegaron luego los dos coros a la casa de Dios; y yo, y la mitad de los
oficiales conmigo, 41 y los sacerdotes Eliacim, Maaseías, Miniamín, Micaías, Elioenai, Zacarías y
Hananías, con trompetas; 42 y Maasías, Semaías, Eleazar, Uzi, Johanán, Malquías, Elam y Ezer. Y
los cantores cantaban en alta voz, e Izrahías era el director. 43 Y sacrificaron aquel día numerosas
víctimas, y se regocijaron, porque Dios los había recreado con grande contentamiento; se
alegraron también las mujeres y los niños; y el alborozo de Jerusalén fue oído desde lejos.

Porciones para sacerdotes y levitas

44 En aquel día fueron puestos varones sobre las cámaras de los tesoros, de las ofrendas, de las
primicias y de los diezmos, para recoger en ellas, de los ejidos de las ciudades, las porciones
legales para los sacerdotes y levitas; porque era grande el gozo de Judá con respecto a los
sacerdotes y levitas que servían. 45 Y habían cumplido el servicio de su Dios, y el servicio de la
expiación, como también los cantores y los porteros, conforme al estatuto de David y de Salomón
su hijo. 46 Porque desde el tiempo de David y de Asaf, ya de antiguo, había un director de
cantores para los cánticos y alabanzas y acción de gracias a Dios. 47 Y todo Israel en días de
Zorobabel y en días de Nehemías daba alimentos a los cantores y a los porteros, cada cosa en su
día; consagraban asimismo sus porciones a los levitas, y los levitas consagraban parte a los hijos de
Aarón.

Reformas de Nehemías

NEHEMÍAS 13

1 Aquel día se leyó en el libro de Moisés, oyéndolo el pueblo, y fue hallado escrito en él que los
amonitas y moabitas no debían entrar jamás en la congregación de Dios, 2 por cuanto no salieron
a recibir a los hijos de Israel con pan y agua, sino que dieron dinero a Balaam para que los
maldijera; mas nuestro Dios volvió la maldición en bendición. 3 Cuando oyeron, pues, la ley,
separaron de Israel a todos los mezclados con extranjeros.

4 Y antes de esto el sacerdote Eliasib, siendo jefe de la cámara de la casa de nuestro Dios, había
emparentado con Tobías, 5 y le había hecho una gran cámara, en la cual guardaban antes las
ofrendas, el incienso, los utensilios, el diezmo del grano, del vino y del aceite, que estaba mandado
dar a los levitas, a los cantores y a los porteros, y la ofrenda de los sacerdotes. 6 Mas a todo esto,
yo no estaba en Jerusalén, porque en el año treinta y dos de Artajerjes rey de Babilonia fui al rey; y
al cabo de algunos días pedí permiso al rey 7 para volver a Jerusalén; y entonces supe del mal que
había hecho Eliasib por consideración a Tobías, haciendo para él una cámara en los atrios de la
casa de Dios. 8 Y me dolió en gran manera; y arrojé todos los muebles de la casa de Tobías fuera
de la cámara, 9 y dije que limpiasen las cámaras, e hice volver allí los utensilios de la casa de Dios,
las ofrendas y el incienso.

10 Encontré asimismo que las porciones para los levitas no les habían sido dadas, y que los levitas
y cantores que hacían el servicio habían huido cada uno a su heredad. 11 Entonces reprendí a los
oficiales, y dije: ¿Por qué está la casa de Dios abandonada? Y los reuní y los puse en sus puestos.
12 Y todo Judá trajo el diezmo del grano, del vino y del aceite, a los almacenes. 13 Y puse por
mayordomos de ellos al sacerdote Selemías y al escriba Sadoc, y de los levitas a Pedaías; y al
servicio de ellos a Hanán hijo de Zacur, hijo de Matanías; porque eran tenidos por fieles, y ellos
tenían que repartir a sus hermanos. 14 Acuérdate de mí, oh Dios, en orden a esto, y no borres mis
misericordias que hice en la casa de mi Dios, y en su servicio.
15 En aquellos días vi en Judá a algunos que pisaban en lagares en el día de reposo, y que
acarreaban haces, y cargaban asnos con vino, y también de uvas, de higos y toda suerte de carga, y
que traían a Jerusalén en día de reposo; y los amonesté acerca del día en que vendían las
provisiones. 16 También había en la ciudad tirios que traían pescado y toda mercadería, y vendían
en día de reposo a los hijos de Judá en Jerusalén. 17 Y reprendí a los señores de Judá y les dije:
¿Qué mala cosa es esta que vosotros hacéis, profanando así el día de reposo? 18 ¿No hicieron así
vuestros padres, y trajo nuestro Dios todo este mal sobre nosotros y sobre esta ciudad? ¿Y
vosotros añadís ira sobre Israel profanando el día de reposo? 19 Sucedió, pues, que cuando iba
oscureciendo a las puertas de Jerusalén antes del día de reposo, dije que se cerrasen las puertas, y
ordené que no las abriesen hasta después del día de reposo; y puse a las puertas algunos de mis
criados, para que en día de reposo no introdujeran carga. 20 Y se quedaron fuera de Jerusalén una
y dos veces los negociantes y los que vendían toda especie de mercancía. 21 Y les amonesté y les
dije: ¿Por qué os quedáis vosotros delante del muro? Si lo hacéis otra vez, os echaré mano. Desde
entonces no vinieron en día de reposo. 22 Y dije a los levitas que se purificasen y viniesen a
guardar las puertas, para santificar el día del reposo. También por esto acuérdate de mí, Dios mío,
y perdóname según la grandeza de tu misericordia.

23 Vi asimismo en aquellos días a judíos que habían tomado mujeres de Asdod, amonitas, y
moabitas; 24 y la mitad de sus hijos hablaban la lengua de Asdod, porque no sabían hablar judaico,
sino que hablaban conforme a la lengua de cada pueblo. 25 Y reñí con ellos, y los maldije, y herí a
algunos de ellos, y les arranqué los cabellos, y les hice jurar, diciendo: No daréis vuestras hijas a
sus hijos, y no tomaréis de sus hijas para vuestros hijos, ni para vosotros mismos. 26 ¿No pecó por
esto Salomón, rey de Israel? Bien que en muchas naciones no hubo rey como él, que era amado de
su Dios, y Dios lo había puesto por rey sobre todo Israel, aun a él le hicieron pecar las mujeres
extranjeras. 27 ¿Y obedeceremos a vosotros para cometer todo este mal tan grande de prevaricar
contra nuestro Dios, tomando mujeres extranjeras? 28 Y uno de los hijos de Joiada hijo del sumo
sacerdote Eliasib era yerno de Sanbalat horonita; por tanto, lo ahuyenté de mí. 29 Acuérdate de
ellos, Dios mío, contra los que contaminan el sacerdocio, y el pacto del sacerdocio y de los levitas.
30 Los limpié, pues, de todo extranjero, y puse a los sacerdotes y levitas por sus grupos, a cada
uno en su servicio; 31 y para la ofrenda de la leña en los tiempos señalados, y para las primicias.
Acuérdate de mí, Dios mío, para bien.

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ESTER
La reina Vasti desafía a Asuero

ESTER 1

1 Aconteció en los días de Asuero, el Asuero que reinó desde la India hasta Etiopía sobre ciento
veintisiete provincias, 2 que en aquellos días, cuando fue afirmado el rey Asuero sobre el trono de
su reino, el cual estaba en Susa capital del reino, 3 en el tercer año de su reinado hizo banquete a
todos sus príncipes y cortesanos, teniendo delante de él a los más poderosos de Persia y de Media,
gobernadores y príncipes de provincias, 4 para mostrar él las riquezas de la gloria de su reino, el
brillo y la magnificencia de su poder, por muchos días, ciento ochenta días. 5 Y cumplidos estos
días, hizo el rey otro banquete por siete días en el patio del huerto del palacio real a todo el
pueblo que había en Susa capital del reino, desde el mayor hasta el menor. 6 El pabellón era de
blanco, verde y azul, tendido sobre cuerdas de lino y púrpura en anillos de plata y columnas de
mármol; los reclinatorios de oro y de plata, sobre losado de pórfido y de mármol, y de alabastro y
de jacinto. 7 Y daban a beber en vasos de oro, y vasos diferentes unos de otros, y mucho vino real,
de acuerdo con la generosidad del rey. 8 Y la bebida era según esta ley: Que nadie fuese obligado
a beber; porque así lo había mandado el rey a todos los mayordomos de su casa, que se hiciese
según la voluntad de cada uno. 9 Asimismo la reina Vasti hizo banquete para las mujeres, en la
casa real del rey Asuero.

10 El séptimo día, estando el corazón del rey alegre del vino, mandó a Mehumán, Bizta, Harbona,
Bigta, Abagta, Zetar y Carcas, siete eunucos que servían delante del rey Asuero, 11 que trajesen a
la reina Vasti a la presencia del rey con la corona regia, para mostrar a los pueblos y a los príncipes
su belleza; porque era hermosa. 12 Mas la reina Vasti no quiso comparecer a la orden del rey
enviada por medio de los eunucos; y el rey se enojó mucho, y se encendió en ira.

13 Preguntó entonces el rey a los sabios que conocían los tiempos (porque así acostumbraba el rey
con todos los que sabían la ley y el derecho; 14 y estaban junto a él Carsena, Setar, Admata, Tarsis,
Meres, Marsena y Memucán, siete príncipes de Persia y de Media que veían la cara del rey, y se
sentaban los primeros del reino); 15 les preguntó qué se había de hacer con la reina Vasti según la
ley, por cuanto no había cumplido la orden del rey Asuero enviada por medio de los eunucos. 16 Y
dijo Memucán delante del rey y de los príncipes: No solamente contra el rey ha pecado la reina
Vasti, sino contra todos los príncipes, y contra todos los pueblos que hay en todas las provincias
del rey Asuero. 17 Porque este hecho de la reina llegará a oídos de todas las mujeres, y ellas
tendrán en poca estima a sus maridos, diciendo: El rey Asuero mandó traer delante de sí a la reina
Vasti, y ella no vino. 18 Y entonces dirán esto las señoras de Persia y de Media que oigan el hecho
de la reina, a todos los príncipes del rey; y habrá mucho menosprecio y enojo. 19 Si parece bien al
rey, salga un decreto real de vuestra majestad y se escriba entre las leyes de Persia y de Media,
para que no sea quebrantado: Que Vasti no venga más delante del rey Asuero; y el rey haga reina
a otra que sea mejor que ella. 20 Y el decreto que dicte el rey será oído en todo su reino, aunque
es grande, y todas las mujeres darán honra a sus maridos, desde el mayor hasta el menor. 21
Agradó esta palabra a los ojos del rey y de los príncipes, e hizo el rey conforme al dicho de
Memucán; 22 pues envió cartas a todas las provincias del rey, a cada provincia conforme a su
escritura, y a cada pueblo conforme a su lenguaje, diciendo que todo hombre afirmase su
autoridad en su casa; y que se publicase esto en la lengua de su pueblo.

Ester es proclamada reina

ESTER 2

1 Pasadas estas cosas, sosegada ya la ira del rey Asuero, se acordó de Vasti y de lo que ella había
hecho, y de la sentencia contra ella. 2 Y dijeron los criados del rey, sus cortesanos: Busquen para el
rey jóvenes vírgenes de buen parecer; 3 y ponga el rey personas en todas las provincias de su
reino, que lleven a todas las jóvenes vírgenes de buen parecer a Susa, residencia real, a la casa de
las mujeres, al cuidado de Hegai eunuco del rey, guarda de las mujeres, y que les den sus atavíos;
4 y la doncella que agrade a los ojos del rey, reine en lugar de Vasti. Esto agradó a los ojos del rey,
y lo hizo así.

5 Había en Susa residencia real un varón judío cuyo nombre era Mardoqueo hijo de Jair, hijo de
Simei, hijo de Cis, del linaje de Benjamín; 6 el cual había sido transportado de Jerusalén con los
cautivos que fueron llevados con Jeconías rey de Judá, a quien hizo transportar Nabucodonosor
rey de Babilonia. 7 Y había criado a Hadasa, es decir, Ester, hija de su tío, porque era húerfana; y la
joven era de hermosa figura y de buen parecer. Cuando su padre y su madre murieron,
Mardoqueo la adoptó como hija suya.

8 Sucedió, pues, que cuando se divulgó el mandamiento y decreto del rey, y habían reunido a
muchas doncellas en Susa residencia real, a cargo de Hegai, Ester también fue llevada a la casa del
rey, al cuidado de Hegai guarda de las mujeres. 9 Y la doncella agradó a sus ojos, y halló gracia
delante de él, por lo que hizo darle prontamente atavíos y alimentos, y le dio también siete
doncellas especiales de la casa del rey; y la llevó con sus doncellas a lo mejor de la casa de las
mujeres. 10 Ester no declaró cuál era su pueblo ni su parentela, porque Mardoqueo le había
mandado que no lo declarase. 11 Y cada día Mardoqueo se paseaba delante del patio de la casa de
las mujeres, para saber cómo le iba a Ester, y cómo la trataban.

12 Y cuando llegaba el tiempo de cada una de las doncellas para venir al rey Asuero, después de
haber estado doce meses conforme a la ley acerca de las mujeres, pues así se cumplía el tiempo
de sus atavíos, esto es, seis meses con óleo de mirra y seis meses con perfumes aromáticos y
afeites de mujeres, 13 entonces la doncella venía así al rey. Todo lo que ella pedía se le daba, para
venir ataviada con ello desde la casa de las mujeres hasta la casa del rey. 14 Ella venía por la tarde,
y a la mañana siguiente volvía a la casa segunda de las mujeres, al cargo de Saasgaz eunuco del
rey, guarda de las concubinas; no venía más al rey, salvo si el rey la quería y era llamada por
nombre.

15 Cuando le llegó a Ester, hija de Abihail tío de Mardoqueo, quien la había tomado por hija, el
tiempo de venir al rey, ninguna cosa procuró sino lo que dijo Hegai eunuco del rey, guarda de las
mujeres; y ganaba Ester el favor de todos los que la veían. 16 Fue, pues, Ester llevada al rey Asuero
a su casa real en el mes décimo, que es el mes de Tebet, en el año séptimo de su reinado. 17 Y el
rey amó a Ester más que a todas las otras mujeres, y halló ella gracia y benevolencia delante de él
más que todas las demás vírgenes; y puso la corona real en su cabeza, y la hizo reina en lugar de
Vasti. 18 Hizo luego el rey un gran banquete a todos sus príncipes y siervos, el banquete de Ester; y
disminuyó tributos a las provincias, e hizo y dio mercedes conforme a la generosidad real.

Mardoqueo denuncia una conspiración contra el rey

19 Cuando las vírgenes eran reunidas la segunda vez, Mardoqueo estaba sentado a la puerta del
rey. 20 Y Ester, según le había mandado Mardoqueo, no había declarado su nación ni su pueblo;
porque Ester hacía lo que decía Mardoqueo, como cuando él la educaba. 21 En aquellos días,
estando Mardoqueo sentado a la puerta del rey, se enojaron Bigtán y Teres, dos eunucos del rey,
de la guardia de la puerta, y procuraban poner mano en el rey Asuero. 22 Cuando Mardoqueo
entendió esto, lo denunció a la reina Ester, y Ester lo dijo al rey en nombre de Mardoqueo. 23 Se
hizo investigación del asunto, y fue hallado cierto; por tanto, los dos eunucos fueron colgados en
una horca. Y fue escrito el caso en el libro de las crónicas del rey.

Amán trama la destrucción de los judíos


ESTER 3

1 Después de estas cosas el rey Asuero engrandeció a Amán hijo de Hamedata agagueo, y lo
honró, y puso su silla sobre todos los príncipes que estaban con él. 2 Y todos los siervos del rey
que estaban a la puerta del rey se arrodillaban y se inclinaban ante Amán, porque así lo había
mandado el rey; pero Mardoqueo ni se arrodillaba ni se humillaba. 3 Y los siervos del rey que
estaban a la puerta preguntaron a Mardoqueo: ¿Por qué traspasas el mandamiento del rey? 4
Aconteció que hablándole cada día de esta manera, y no escuchándolos él, lo denunciaron a
Amán, para ver si Mardoqueo se mantendría firme en su dicho; porque ya él les había declarado
que era judío. 5 Y vio Amán que Mardoqueo ni se arrodillaba ni se humillaba delante de él; y se
llenó de ira. 6 Pero tuvo en poco poner mano en Mardoqueo solamente, pues ya le habían
declarado cuál era el pueblo de Mardoqueo; y procuró Amán destruir a todos los judíos que había
en el reino de Asuero, al pueblo de Mardoqueo.

7 En el mes primero, que es el mes de Nisán, en el año duodécimo del rey Asuero, fue echada Pur,
esto es, la suerte, delante de Amán, suerte para cada día y cada mes del año; y salió el mes
duodécimo, que es el mes de Adar.

8 Y dijo Amán al rey Asuero: Hay un pueblo esparcido y distribuido entre los pueblos en todas las
provincias de tu reino, y sus leyes son diferentes de las de todo pueblo, y no guardan las leyes del
rey, y al rey nada le beneficia el dejarlos vivir. 9 Si place al rey, decrete que sean destruidos; y yo
pesaré diez mil talentos de plata a los que manejan la hacienda, para que sean traídos a los
tesoros del rey. 10 Entonces el rey quitó el anillo de su mano, y lo dio a Amán hijo de Hamedata
agagueo, enemigo de los judíos, 11 y le dijo: La plata que ofreces sea para ti, y asimismo el pueblo,
para que hagas de él lo que bien te pareciere. 12 Entonces fueron llamados los escribanos del rey
en el mes primero, al día trece del mismo, y fue escrito conforme a todo lo que mandó Amán, a los
sátrapas del rey, a los capitanes que estaban sobre cada provincia y a los príncipes de cada pueblo,
a cada provincia según su escritura, y a cada pueblo según su lengua; en nombre del rey Asuero
fue escrito, y sellado con el anillo del rey. 13 Y fueron enviadas cartas por medio de correos a
todas las provincias del rey, con la orden de destruir, matar y exterminar a todos los judíos,
jóvenes y ancianos, niños y mujeres, en un mismo día, en el día trece del mes duodécimo, que es
el mes de Adar, y de apoderarse de sus bienes. 14 La copia del escrito que se dio por
mandamiento en cada provincia fue publicada a todos los pueblos, a fin de que estuviesen listos
para aquel día. 15 Y salieron los correos prontamente por mandato del rey, y el edicto fue dado en
Susa capital del reino. Y el rey y Amán se sentaron a beber; pero la ciudad de Susa estaba
conmovida.
Ester promete interceder por su pueblo

ESTER 4

1 Luego que supo Mardoqueo todo lo que se había hecho, rasgó sus vestidos, se vistió de cilicio y
de ceniza, y se fue por la ciudad clamando con grande y amargo clamor. 2 Y vino hasta delante de
la puerta del rey; pues no era lícito pasar adentro de la puerta del rey con vestido de cilicio. 3 Y en
cada provincia y lugar donde el mandamiento del rey y su decreto llegaba, tenían los judíos gran
luto, ayuno, lloro y lamentación; cilicio y ceniza era la cama de muchos.

4 Y vinieron las doncellas de Ester, y sus eunucos, y se lo dijeron. Entonces la reina tuvo gran dolor,
y envió vestidos para hacer vestir a Mardoqueo, y hacerle quitar el cilicio; mas él no los aceptó. 5
Entonces Ester llamó a Hatac, uno de los eunucos del rey, que él había puesto al servicio de ella, y
lo mandó a Mardoqueo, con orden de saber qué sucedía, y por qué estaba así. 6 Salió, pues, Hatac
a ver a Mardoqueo, a la plaza de la ciudad, que estaba delante de la puerta del rey. 7 Y
Mardoqueo le declaró todo lo que le había acontecido, y le dio noticia de la plata que Amán había
dicho que pesaría para los tesoros del rey a cambio de la destrucción de los judíos. 8 Le dio
también la copia del decreto que había sido dado en Susa para que fuesen destruidos, a fin de que
la mostrase a Ester y se lo declarase, y le encargara que fuese ante el rey a suplicarle y a interceder
delante de él por su pueblo. 9 Vino Hatac y contó a Ester las palabras de Mardoqueo.

10 Entonces Ester dijo a Hatac que le dijese a Mardoqueo: 11 Todos los siervos del rey, y el pueblo
de las provincias del rey, saben que cualquier hombre o mujer que entra en el patio interior para
ver al rey, sin ser llamado, una sola ley hay respecto a él: ha de morir; salvo aquel a quien el rey
extendiere el cetro de oro, el cual vivirá; y yo no he sido llamada para ver al rey estos treinta días.
12 Y dijeron a Mardoqueo las palabras de Ester. 13 Entonces dijo Mardoqueo que respondiesen a
Ester: No pienses que escaparás en la casa del rey más que cualquier otro judío. 14 Porque si callas
absolutamente en este tiempo, respiro y liberación vendrá de alguna otra parte para los judíos;
mas tú y la casa de tu padre pereceréis. ¿Y quién sabe si para esta hora has llegado al reino?

15 Y Ester dijo que respondiesen a Mardoqueo: 16 Ve y reúne a todos los judíos que se hallan en
Susa, y ayunad por mí, y no comáis ni bebáis en tres días, noche y día; yo también con mis
doncellas ayunaré igualmente, y entonces entraré a ver al rey, aunque no sea conforme a la ley; y
si perezco, que perezca. 17 Entonces Mardoqueo fue, e hizo conforme a todo lo que le mandó
Ester.
Ester invita al rey y a Amán a un banquete

ESTER 5

1 Aconteció que al tercer día se vistió Ester su vestido real, y entró en el patio interior de la casa
del rey, enfrente del aposento del rey; y estaba el rey sentado en su trono en el aposento real,
enfrente de la puerta del aposento. 2 Y cuando vio a la reina Ester que estaba en el patio, ella
obtuvo gracia ante sus ojos; y el rey extendió a Ester el cetro de oro que tenía en la mano.
Entonces vino Ester y tocó la punta del cetro. 3 Dijo el rey: ¿Qué tienes, reina Ester, y cuál es tu
petición? Hasta la mitad del reino se te dará. 4 Y Ester dijo: Si place al rey, vengan hoy el rey y
Amán al banquete que he preparado para el rey. 5 Respondió el rey: Daos prisa, llamad a Amán,
para hacer lo que Ester ha dicho. Vino, pues, el rey con Amán al banquete que Ester dispuso.

6 Y dijo el rey a Ester en el banquete, mientras bebían vino: ¿Cuál es tu petición, y te será
otorgada? ¿Cuál es tu demanda? Aunque sea la mitad del reino, te será concedida. 7 Entonces
respondió Ester y dijo: Mi petición y mi demanda es esta: 8 Si he hallado gracia ante los ojos del
rey, y si place al rey otorgar mi petición y conceder mi demanda, que venga el rey con Amán a otro
banquete que les prepararé; y mañana haré conforme a lo que el rey ha mandado.

9 Y salió Amán aquel día contento y alegre de corazón; pero cuando vio a Mardoqueo a la puerta
del palacio del rey, que no se levantaba ni se movía de su lugar, se llenó de ira contra Mardoqueo.
10 Pero se refrenó Amán y vino a su casa, y mandó llamar a sus amigos y a Zeres su mujer, 11 y les
refirió Amán la gloria de sus riquezas, y la multitud de sus hijos, y todas las cosas con que el rey le
había engrandecido, y con que le había honrado sobre los príncipes y siervos del rey. 12 Y añadió
Amán: También la reina Ester a ninguno hizo venir con el rey al banquete que ella dispuso, sino a
mí; y también para mañana estoy convidado por ella con el rey. 13 Pero todo esto de nada me
sirve cada vez que veo al judío Mardoqueo sentado a la puerta del rey. 14 Y le dijo Zeres su mujer
y todos sus amigos: Hagan una horca de cincuenta codos de altura, y mañana di al rey que
cuelguen a Mardoqueo en ella; y entra alegre con el rey al banquete. Y agradó esto a los ojos de
Amán, e hizo preparar la horca.

Amán se ve obligado a honrar a Mardoqueo


ESTER 6

1 Aquella misma noche se le fue el sueño al rey, y dijo que le trajesen el libro de las memorias y
crónicas, y que las leyeran en su presencia. 2 Entonces hallaron escrito que Mardoqueo había
denunciado el complot de Bigtán y de Teres, dos eunucos del rey, de la guardia de la puerta, que
habían procurado poner mano en el rey Asuero. 3 Y dijo el rey: ¿Qué honra o qué distinción se hizo
a Mardoqueo por esto? Y respondieron los servidores del rey, sus oficiales: Nada se ha hecho con
él.

4 Entonces dijo el rey: ¿Quién está en el patio? Y Amán había venido al patio exterior de la casa
real, para hablarle al rey para que hiciese colgar a Mardoqueo en la horca que él le tenía
preparada. 5 Y los servidores del rey le respondieron: He aquí Amán está en el patio. Y el rey dijo:
Que entre. 6 Entró, pues, Amán, y el rey le dijo: ¿Qué se hará al hombre cuya honra desea el rey? Y
dijo Amán en su corazón: ¿A quién deseará el rey honrar más que a mí? 7 Y respondió Amán al rey:
Para el varón cuya honra desea el rey, 8 traigan el vestido real de que el rey se viste, y el caballo en
que el rey cabalga, y la corona real que está puesta en su cabeza; 9 y den el vestido y el caballo en
mano de alguno de los príncipes más nobles del rey, y vistan a aquel varón cuya honra desea el
rey, y llévenlo en el caballo por la plaza de la ciudad, y pregonen delante de él: Así se hará al varón
cuya honra desea el rey. 10 Entonces el rey dijo a Amán: Date prisa, toma el vestido y el caballo,
como tú has dicho, y hazlo así con el judío Mardoqueo, que se sienta a la puerta real; no omitas
nada de todo lo que has dicho. 11 Y Amán tomó el vestido y el caballo, y vistió a Mardoqueo, y lo
condujo a caballo por la plaza de la ciudad, e hizo pregonar delante de él: Así se hará al varón cuya
honra desea el rey.

12 Después de esto Mardoqueo volvió a la puerta real, y Amán se dio prisa para irse a su casa,
apesadumbrado y cubierta su cabeza. 13 Contó luego Amán a Zeres su mujer y a todos sus amigos,
todo lo que le había acontecido. Entonces le dijeron sus sabios, y Zeres su mujer: Si de la
descendencia de los judíos es ese Mardoqueo delante de quien has comenzado a caer, no lo
vencerás, sino que caerás por cierto delante de él. 14 Aún estaban ellos hablando con él, cuando
los eunucos del rey llegaron apresurados, para llevar a Amán al banquete que Ester había
dispuesto.

Amán es ahorcado

ESTER 7
1 Fue, pues, el rey con Amán al banquete de la reina Ester. 2 Y en el segundo día, mientras bebían
vino, dijo el rey a Ester: ¿Cuál es tu petición, reina Ester, y te será concedida? ¿Cuál es tu
demanda? Aunque sea la mitad del reino, te será otorgada. 3 Entonces la reina Ester respondió y
dijo: Oh rey, si he hallado gracia en tus ojos, y si al rey place, séame dada mi vida por mi petición, y
mi pueblo por mi demanda. 4 Porque hemos sido vendidos, yo y mi pueblo, para ser destruidos,
para ser muertos y exterminados. Si para siervos y siervas fuéramos vendidos, me callaría; pero
nuestra muerte sería para el rey un daño irreparable.

5 Respondió el rey Asuero, y dijo a la reina Ester: ¿Quién es, y dónde está, el que ha
ensoberbecido su corazón para hacer esto? 6 Ester dijo: El enemigo y adversario es este malvado
Amán. Entonces se turbó Amán delante del rey y de la reina. 7 Luego el rey se levantó del
banquete, encendido en ira, y se fue al huerto del palacio; y se quedó Amán para suplicarle a la
reina Ester por su vida; porque vio que estaba resuelto para él el mal de parte del rey. 8 Después
el rey volvió del huerto del palacio al aposento del banquete, y Amán había caído sobre el lecho en
que estaba Ester. Entonces dijo el rey: ¿Querrás también violar a la reina en mi propia casa? Al
proferir el rey esta palabra, le cubrieron el rostro a Amán. 9 Y dijo Harbona, uno de los eunucos
que servían al rey: He aquí en casa de Amán la horca de cincuenta codos de altura que hizo Amán
para Mardoqueo, el cual había hablado bien por el rey. Entonces el rey dijo: Colgadlo en ella. 10
Así colgaron a Amán en la horca que él había hecho preparar para Mardoqueo; y se apaciguó la ira
del rey.

Decreto de Asuero a favor de los judíos

ESTER 8

1 El mismo día, el rey Asuero dio a la reina Ester la casa de Amán enemigo de los judíos; y
Mardoqueo vino delante del rey, porque Ester le declaró lo que él era respecto de ella. 2 Y se quitó
el rey el anillo que recogió de Amán, y lo dio a Mardoqueo. Y Ester puso a Mardoqueo sobre la
casa de Amán.

3 Volvió luego Ester a hablar delante del rey, y se echó a sus pies, llorando y rogándole que hiciese
nula la maldad de Amán agagueo y su designio que había tramado contra los judíos. 4 Entonces el
rey extendió a Ester el cetro de oro, y Ester se levantó, y se puso en pie delante del rey, 5 y dijo: Si
place al rey, y si he hallado gracia delante de él, y si le parece acertado al rey, y yo soy agradable a
sus ojos, que se dé orden escrita para revocar las cartas que autorizan la trama de Amán hijo de
Hamedata agagueo, que escribió para destruir a los judíos que están en todas las provincias del
rey. 6 Porque ¿cómo podré yo ver el mal que alcanzará a mi pueblo? ¿Cómo podré yo ver la
destrucción de mi nación?

7 Respondió el rey Asuero a la reina Ester y a Mardoqueo el judío: He aquí yo he dado a Ester la
casa de Amán, y a él han colgado en la horca, por cuanto extendió su mano contra los judíos. 8
Escribid, pues, vosotros a los judíos como bien os pareciere, en nombre del rey, y selladlo con el
anillo del rey; porque un edicto que se escribe en nombre del rey, y se sella con el anillo del rey, no
puede ser revocado. 9 Entonces fueron llamados los escribanos del rey en el mes tercero, que es
Siván, a los veintitrés días de ese mes; y se escribió conforme a todo lo que mandó Mardoqueo, a
los judíos, y a los sátrapas, los capitanes y los príncipes de las provincias que había desde la India
hasta Etiopía, ciento veintisiete provincias; a cada provincia según su escritura, y a cada pueblo
conforme a su lengua, a los judíos también conforme a su escritura y lengua. 10 Y escribió en
nombre del rey Asuero, y lo selló con el anillo del rey, y envió cartas por medio de correos
montados en caballos veloces procedentes de los repastos reales; 11 que el rey daba facultad a los
judíos que estaban en todas las ciudades, para que se reuniesen y estuviesen a la defensa de su
vida, prontos a destruir, y matar, y acabar con toda fuerza armada del pueblo o provincia que
viniese contra ellos, y aun sus niños y mujeres, y apoderarse de sus bienes, 12 en un mismo día en
todas las provincias del rey Asuero, en el día trece del mes duodécimo, que es el mes de Adar. 13
La copia del edicto que había de darse por decreto en cada provincia, para que fuese conocido por
todos los pueblos, decía que los judíos estuviesen preparados para aquel día, para vengarse de sus
enemigos. 14 Los correos, pues, montados en caballos veloces, salieron a toda prisa por la orden
del rey; y el edicto fue dado en Susa capital del reino.

15 Y salió Mardoqueo de delante del rey con vestido real de azul y blanco, y una gran corona de
oro, y un manto de lino y púrpura. La ciudad de Susa entonces se alegró y regocijó; 16 y los judíos
tuvieron luz y alegría, y gozo y honra. 17 Y en cada provincia y en cada ciudad donde llegó el
mandamiento del rey, los judíos tuvieron alegría y gozo, banquete y día de placer. Y muchos de
entre los pueblos de la tierra se hacían judíos, porque el temor de los judíos había caído sobre
ellos.

Los judíos destruyen a sus enemigos

ESTER 9
1 En el mes duodécimo, que es el mes de Adar, a los trece días del mismo mes, cuando debía ser
ejecutado el mandamiento del rey y su decreto, el mismo día en que los enemigos de los judíos
esperaban enseñorearse de ellos, sucedió lo contrario; porque los judíos se enseñorearon de los
que los aborrecían. 2 Los judíos se reunieron en sus ciudades, en todas las provincias del rey
Asuero, para descargar su mano sobre los que habían procurado su mal, y nadie los pudo resistir,
porque el temor de ellos había caído sobre todos los pueblos. 3 Y todos los príncipes de las
provincias, los sátrapas, capitanes y oficiales del rey, apoyaban a los judíos; porque el temor de
Mardoqueo había caído sobre ellos. 4 Pues Mardoqueo era grande en la casa del rey, y su fama iba
por todas las provincias; Mardoqueo iba engrandeciéndose más y más. 5 Y asolaron los judíos a
todos sus enemigos a filo de espada, y con mortandad y destrucción, e hicieron con sus enemigos
como quisieron. 6 En Susa capital del reino mataron y destruyeron los judíos a quinientos
hombres. 7 Mataron entonces a Parsandata, Dalfón, Aspata, 8 Porata, Adalía, Aridata, 9 Parmasta,
Arisai, Aridai y Vaizata, 10 diez hijos de Amán hijo de Hamedata, enemigo de los judíos; pero no
tocaron sus bienes. 11 El mismo día se le dio cuenta al rey acerca del número de los muertos en
Susa, residencia real.

12 Y dijo el rey a la reina Ester: En Susa capital del reino los judíos han matado a quinientos
hombres, y a diez hijos de Amán. ¿Qué habrán hecho en las otras provincias del rey? ¿Cuál, pues,
es tu petición? y te será concedida; ¿o qué más es tu demanda? y será hecha. 13 Y respondió
Ester: Si place al rey, concédase también mañana a los judíos en Susa, que hagan conforme a la ley
de hoy; y que cuelguen en la horca a los diez hijos de Amán. 14 Y mandó el rey que se hiciese así.
Se dio la orden en Susa, y colgaron a los diez hijos de Amán. 15 Y los judíos que estaban en Susa se
juntaron también el catorce del mes de Adar, y mataron en Susa a trescientos hombres; pero no
tocaron sus bienes.

La fiesta de Purim

16 En cuanto a los otros judíos que estaban en las provincias del rey, también se juntaron y se
pusieron en defensa de su vida, y descansaron de sus enemigos, y mataron de sus contrarios a
setenta y cinco mil; pero no tocaron sus bienes. 17 Esto fue en el día trece del mes de Adar, y
reposaron en el día catorce del mismo, y lo hicieron día de banquete y de alegría. 18 Pero los
judíos que estaban en Susa se juntaron el día trece y el catorce del mismo mes, y el quince del
mismo reposaron y lo hicieron día de banquete y de regocijo. 19 Por tanto, los judíos aldeanos que
habitan en las villas sin muro hacen a los catorce del mes de Adar el día de alegría y de banquete,
un día de regocijo, y para enviar porciones cada uno a su vecino.
20 Y escribió Mardoqueo estas cosas, y envió cartas a todos los judíos que estaban en todas las
provincias del rey Asuero, cercanos y distantes, 21 ordenándoles que celebrasen el día
decimocuarto del mes de Adar, y el decimoquinto del mismo, cada año, 22 como días en que los
judíos tuvieron paz de sus enemigos, y como el mes que de tristeza se les cambió en alegría, y de
luto en día bueno; que los hiciesen días de banquete y de gozo, y para enviar porciones cada uno a
su vecino, y dádivas a los pobres. 23 Y los judíos aceptaron hacer, según habían comenzado, lo que
les escribió Mardoqueo. 24 Porque Amán hijo de Hamedata agagueo, enemigo de todos los judíos,
había ideado contra los judíos un plan para destruirlos, y había echado Pur, que quiere decir
suerte, para consumirlos y acabar con ellos. 25 Mas cuando Ester vino a la presencia del rey, él
ordenó por carta que el perverso designio que aquél trazó contra los judíos recayera sobre su
cabeza; y que colgaran a él y a sus hijos en la horca. 26 Por esto llamaron a estos días Purim, por el
nombre Pur. Y debido a las palabras de esta carta, y por lo que ellos vieron sobre esto, y lo que
llevó a su conocimiento, 27 los judíos establecieron y tomaron sobre sí, sobre su descendencia y
sobre todos los allegados a ellos, que no dejarían de celebrar estos dos días según está escrito
tocante a ellos, conforme a su tiempo cada año; 28 y que estos días serían recordados y
celebrados por todas las generaciones, familias, provincias y ciudades; que estos días de Purim no
dejarían de ser guardados por los judíos, y que su descendencia jamás dejaría de recordarlos. 29 Y
la reina Ester hija de Abihail, y Mardoqueo el judío, suscribieron con plena autoridad esta segunda
carta referente a Purim. 30 Y fueron enviadas cartas a todos los judíos, a las ciento veintisiete
provincias del rey Asuero, con palabras de paz y de verdad, 31 para confirmar estos días de Purim
en sus tiempos señalados, según les había ordenado Mardoqueo el judío y la reina Ester, y según
ellos habían tomado sobre sí y sobre su descendencia, para conmemorar el fin de los ayunos y de
su clamor. 32 Y el mandamiento de Ester confirmó estas celebraciones acerca de Purim, y esto fue
registrado en un libro.

Grandeza de Mardoqueo

ESTER 10

1 El rey Asuero impuso tributo sobre la tierra y hasta las costas del mar. 2 Y todos los hechos de su
poder y autoridad, y el relato sobre la grandeza de Mardoqueo, con que el rey le engrandeció, ¿no
está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Media y de Persia? 3 Porque Mardoqueo el
judío fue el segundo después del rey Asuero, y grande entre los judíos, y estimado por la multitud
de sus hermanos, porque procuró el bienestar de su pueblo y habló paz para todo su linaje.

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JOB

Las calamidades de Job

JOB 1

1 Hubo en tierra de Uz un varón llamado Job; y era este hombre perfecto y recto, temeroso de
Dios y apartado del mal. 2 Y le nacieron siete hijos y tres hijas. 3 Su hacienda era siete mil ovejas,
tres mil camellos, quinientas yuntas de bueyes, quinientas asnas, y muchísimos criados; y era
aquel varón más grande que todos los orientales. 4 E iban sus hijos y hacían banquetes en sus
casas, cada uno en su día; y enviaban a llamar a sus tres hermanas para que comiesen y bebiesen
con ellos. 5 Y acontecía que habiendo pasado en turno los días del convite, Job enviaba y los
santificaba, y se levantaba de mañana y ofrecía holocaustos conforme al número de todos ellos.
Porque decía Job: Quizá habrán pecado mis hijos, y habrán blasfemado contra Dios en sus
corazones. De esta manera hacía todos los días.

6 Un día vinieron a presentarse delante de Jehová los hijos de Dios, entre los cuales vino también
Satanás. 7 Y dijo Jehová a Satanás: ¿De dónde vienes? Respondiendo Satanás a Jehová, dijo: De
rodear la tierra y de andar por ella. 8 Y Jehová dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job,
que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal?
9 Respondiendo Satanás a Jehová, dijo: ¿Acaso teme Job a Dios de balde? 10 ¿No le has cercado
alrededor a él y a su casa y a todo lo que tiene? Al trabajo de sus manos has dado bendición; por
tanto, sus bienes han aumentado sobre la tierra. 11 Pero extiende ahora tu mano y toca todo lo
que tiene, y verás si no blasfema contra ti en tu misma presencia. 12 Dijo Jehová a Satanás: He
aquí, todo lo que tiene está en tu mano; solamente no pongas tu mano sobre él. Y salió Satanás de
delante de Jehová.

13 Y un día aconteció que sus hijos e hijas comían y bebían vino en casa de su hermano el
primogénito, 14 y vino un mensajero a Job, y le dijo: Estaban arando los bueyes, y las asnas
paciendo cerca de ellos, 15 y acometieron los sabeos y los tomaron, y mataron a los criados a filo
de espada; solamente escapé yo para darte la noticia. 16 Aún estaba éste hablando, cuando vino
otro que dijo: Fuego de Dios cayó del cielo, que quemó las ovejas y a los pastores, y los consumió;
solamente escapé yo para darte la noticia. 17 Todavía estaba éste hablando, y vino otro que dijo:
Los caldeos hicieron tres escuadrones, y arremetieron contra los camellos y se los llevaron, y
mataron a los criados a filo de espada; y solamente escapé yo para darte la noticia. 18 Entre tanto
que éste hablaba, vino otro que dijo: Tus hijos y tus hijas estaban comiendo y bebiendo vino en
casa de su hermano el primogénito; 19 y un gran viento vino del lado del desierto y azotó las
cuatro esquinas de la casa, la cual cayó sobre los jóvenes, y murieron; y solamente escapé yo para
darte la noticia. 20 Entonces Job se levantó, y rasgó su manto, y rasuró su cabeza, y se postró en
tierra y adoró, 21 y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio,
y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito. 22 En todo esto no pecó Job, ni atribuyó a Dios
despropósito alguno.

JOB 2

1 Aconteció que otro día vinieron los hijos de Dios para presentarse delante de Jehová, y Satanás
vino también entre ellos presentándose delante de Jehová. 2 Y dijo Jehová a Satanás: ¿De dónde
vienes? Respondió Satanás a Jehová, y dijo: De rodear la tierra, y de andar por ella. 3 Y Jehová dijo
a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón
perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal, y que todavía retiene su integridad, aun
cuando tú me incitaste contra él para que lo arruinara sin causa? 4 Respondiendo Satanás, dijo a
Jehová: Piel por piel, todo lo que el hombre tiene dará por su vida. 5 Pero extiende ahora tu mano,
y toca su hueso y su carne, y verás si no blasfema contra ti en tu misma presencia. 6 Y Jehová dijo
a Satanás: He aquí, él está en tu mano; mas guarda su vida.

7 Entonces salió Satanás de la presencia de Jehová, e hirió a Job con una sarna maligna desde la
planta del pie hasta la coronilla de la cabeza. 8 Y tomaba Job un tiesto para rascarse con él, y
estaba sentado en medio de ceniza.

9 Entonces le dijo su mujer: ¿Aún retienes tu integridad? Maldice a Dios, y muérete. 10 Y él le dijo:
Como suele hablar cualquiera de las mujeres fatuas, has hablado. ¿Qué? ¿Recibiremos de Dios el
bien, y el mal no lo recibiremos? En todo esto no pecó Job con sus labios.

11 Y tres amigos de Job, Elifaz temanita, Bildad suhita, y Zofar naamatita, luego que oyeron todo
este mal que le había sobrevenido, vinieron cada uno de su lugar; porque habían convenido en
venir juntos para condolerse de él y para consolarle. 12 Los cuales, alzando los ojos desde lejos, no
lo conocieron, y lloraron a gritos; y cada uno de ellos rasgó su manto, y los tres esparcieron polvo
sobre sus cabezas hacia el cielo. 13 Así se sentaron con él en tierra por siete días y siete noches, y
ninguno le hablaba palabra, porque veían que su dolor era muy grande.

Job maldice el día en que nació

JOB 3

1 Después de esto abrió Job su boca, y maldijo su día. 2 Y exclamó Job, y dijo:

3 Perezca el día en que yo nací,

Y la noche en que se dijo: Varón es concebido.

4 Sea aquel día sombrío,

Y no cuide de él Dios desde arriba,

Ni claridad sobre él resplandezca.

5 Aféenlo tinieblas y sombra de muerte;

Repose sobre él nublado

Que lo haga horrible como día caliginoso.

6 Ocupe aquella noche la oscuridad;

No sea contada entre los días del año,

Ni venga en el número de los meses.

7 ¡Oh, que fuera aquella noche solitaria,

Que no viniera canción alguna en ella!


8 Maldíganla los que maldicen el día,

Los que se aprestan para despertar a Leviatán.

9 Oscurézcanse las estrellas de su alba;

Espere la luz, y no venga,

Ni vea los párpados de la mañana;

10 Por cuanto no cerró las puertas del vientre donde yo estaba,

Ni escondió de mis ojos la miseria.

11 ¿Por qué no morí yo en la matriz,

O expiré al salir del vientre?

12 ¿Por qué me recibieron las rodillas?

¿Y a qué los pechos para que mamase?

13 Pues ahora estaría yo muerto, y reposaría;

Dormiría, y entonces tendría descanso,

14 Con los reyes y con los consejeros de la tierra,

Que reedifican para sí ruinas;

15 O con los príncipes que poseían el oro,

Que llenaban de plata sus casas.

16 ¿Por qué no fui escondido como abortivo,

Como los pequeñitos que nunca vieron la luz?

17 Allí los impíos dejan de perturbar,

Y allí descansan los de agotadas fuerzas.

18 Allí también reposan los cautivos;

No oyen la voz del capataz.

19 Allí están el chico y el grande,

Y el siervo libre de su señor.


20 ¿Por qué se da luz al trabajado,

Y vida a los de ánimo amargado,

21 Que esperan la muerte, y ella no llega,

Aunque la buscan más que tesoros;

22 Que se alegran sobremanera,

Y se gozan cuando hallan el sepulcro?

23 ¿Por qué se da vida al hombre que no sabe por donde ha de ir,

Y a quien Dios ha encerrado?

24 Pues antes que mi pan viene mi suspiro,

Y mis gemidos corren como aguas.

25 Porque el temor que me espantaba me ha venido,

Y me ha acontecido lo que yo temía.

26 No he tenido paz, no me aseguré, ni estuve reposado;

No obstante, me vino turbación.

Elifaz reprende a Job

JOB 4

1 Entonces respondió Elifaz temanita, y dijo:

2 Si probáremos a hablarte, te será molesto;


Pero ¿quién podrá detener las palabras?

3 He aquí, tú enseñabas a muchos,

Y fortalecías las manos débiles;

4 Al que tropezaba enderezaban tus palabras,

Y esforzabas las rodillas que decaían.

5 Mas ahora que el mal ha venido sobre ti, te desalientas;

Y cuando ha llegado hasta ti, te turbas.

6 ¿No es tu temor a Dios tu confianza?

¿No es tu esperanza la integridad de tus caminos?

7 Recapacita ahora; ¿qué inocente se ha perdido?

Y ¿en dónde han sido destruidos los rectos?

8 Como yo he visto, los que aran iniquidad

Y siembran injuria, la siegan.

9 Perecen por el aliento de Dios,

Y por el soplo de su ira son consumidos.

10 Los rugidos del león, y los bramidos del rugiente,

Y los dientes de los leoncillos son quebrantados.

11 El león viejo perece por falta de presa,

Y los hijos de la leona se dispersan.

12 El asunto también me era a mí oculto;

Mas mi oído ha percibido algo de ello.

13 En imaginaciones de visiones nocturnas,

Cuando el sueño cae sobre los hombres,

14 Me sobrevino un espanto y un temblor,


Que estremeció todos mis huesos;

15 Y al pasar un espíritu por delante de mí,

Hizo que se erizara el pelo de mi cuerpo.

16 Paróse delante de mis ojos un fantasma,

Cuyo rostro yo no conocí,

Y quedo, oí que decía:

17 ¿Será el hombre más justo que Dios?

¿Será el varón más limpio que el que lo hizo?

18 He aquí, en sus siervos no confía,

Y notó necedad en sus ángeles;

19 ¡Cuánto más en los que habitan en casas de barro,

Cuyos cimientos están en el polvo,

Y que serán quebrantados por la polilla!

20 De la mañana a la tarde son destruidos,

Y se pierden para siempre, sin haber quien repare en ello.

21 Su hermosura, ¿no se pierde con ellos mismos?

Y mueren sin haber adquirido sabiduría.

JOB 5
1 Ahora, pues, da voces; ¿habrá quien te responda?

¿Y a cuál de los santos te volverás?

2 Es cierto que al necio lo mata la ira,

Y al codicioso lo consume la envidia.

3 Yo he visto al necio que echaba raíces,

Y en la misma hora maldije su habitación.

4 Sus hijos estarán lejos de la seguridad;

En la puerta serán quebrantados,

Y no habrá quien los libre.

5 Su mies comerán los hambrientos,

Y la sacarán de entre los espinos,

Y los sedientos beberán su hacienda.

6 Porque la aflicción no sale del polvo,

Ni la molestia brota de la tierra.

7 Pero como las chispas se levantan para volar por el aire,

Así el hombre nace para la aflicción.

8 Ciertamente yo buscaría a Dios,

Y encomendaría a él mi causa;

9 El cual hace cosas grandes e inescrutables,

Y maravillas sin número;

10 Que da la lluvia sobre la faz de la tierra,

Y envía las aguas sobre los campos;

11 Que pone a los humildes en altura,

Y a los enlutados levanta a seguridad;

12 Que frustra los pensamientos de los astutos,

Para que sus manos no hagan nada;


13 Que prende a los sabios en la astucia de ellos,

Y frustra los designios de los perversos.

14 De día tropiezan con tinieblas,

Y a mediodía andan a tientas como de noche.

15 Así libra de la espada al pobre, de la boca de los impíos,

Y de la mano violenta;

16 Pues es esperanza al menesteroso,

Y la iniquidad cerrará su boca.

17 He aquí, bienaventurado es el hombre a quien Dios castiga;

Por tanto, no menosprecies la corrección del Todopoderoso.

18 Porque él es quien hace la llaga, y él la vendará;

El hiere, y sus manos curan.

19 En seis tribulaciones te librará,

Y en la séptima no te tocará el mal.

20 En el hambre te salvará de la muerte,

Y del poder de la espada en la guerra.

21 Del azote de la lengua serás encubierto;

No temerás la destrucción cuando viniere.

22 De la destrucción y del hambre te reirás,

Y no temerás de las fieras del campo;

23 Pues aun con las piedras del campo tendrás tu pacto,

Y las fieras del campo estarán en paz contigo.

24 Sabrás que hay paz en tu tienda;

Visitarás tu morada, y nada te faltará.

25 Asimismo echarás de ver que tu descendencia es mucha,


Y tu prole como la hierba de la tierra.

26 Vendrás en la vejez a la sepultura,

Como la gavilla de trigo que se recoge a su tiempo.

27 He aquí lo que hemos inquirido, lo cual es así;

Oyelo, y conócelo tú para tu provecho.

Job reprocha la actitud de sus amigos

JOB 6

1 Respondió entonces Job, y dijo:

2 ¡Oh, que pesasen justamente mi queja y mi tormento,

Y se alzasen igualmente en balanza!

3 Porque pesarían ahora más que la arena del mar;

Por eso mis palabras han sido precipitadas.

4 Porque las saetas del Todopoderoso están en mí,

Cuyo veneno bebe mi espíritu;

Y terrores de Dios me combaten.

5 ¿Acaso gime el asno montés junto a la hierba?


¿Muge el buey junto a su pasto?

6 ¿Se comerá lo desabrido sin sal?

¿Habrá gusto en la clara del huevo?

7 Las cosas que mi alma no quería tocar,

Son ahora mi alimento.

8 ¡Quién me diera que viniese mi petición,

Y que me otorgase Dios lo que anhelo,

9 Y que agradara a Dios quebrantarme;

Que soltara su mano, y acabara conmigo!

10 Sería aún mi consuelo,

Si me asaltase con dolor sin dar más tregua,

Que yo no he escondido las palabras del Santo.

11 ¿Cuál es mi fuerza para esperar aún?

¿Y cuál mi fin para que tenga aún paciencia?

12 ¿Es mi fuerza la de las piedras,

O es mi carne de bronce?

13 ¿No es así que ni aun a mí mismo me puedo valer,

Y que todo auxilio me ha faltado?

14 El atribulado es consolado por su compañero;

Aun aquel que abandona el temor del Omnipotente.

15 Pero mis hermanos me traicionaron como un torrente;

Pasan como corrientes impetuosas

16 Que están escondidas por la helada,

Y encubiertas por la nieve;

17 Que al tiempo del calor son deshechas,


Y al calentarse, desaparecen de su lugar;

18 Se apartan de la senda de su rumbo,

Van menguando, y se pierden.

19 Miraron los caminantes de Temán,

Los caminantes de Sabá esperaron en ellas;

20 Pero fueron avergonzados por su esperanza;

Porque vinieron hasta ellas, y se hallaron confusos.

21 Ahora ciertamente como ellas sois vosotros;

Pues habéis visto el tormento, y teméis.

22 ¿Os he dicho yo: Traedme,

Y pagad por mí de vuestra hacienda;

23 Libradme de la mano del opresor,

Y redimidme del poder de los violentos?

24 Enseñadme, y yo callaré;

Hacedme entender en qué he errado.

25 ¡Cuán eficaces son las palabras rectas!

Pero ¿qué reprende la censura vuestra?

26 ¿Pensáis censurar palabras,

Y los discursos de un desesperado, que son como el viento?

27 También os arrojáis sobre el huérfano,

Y caváis un hoyo para vuestro amigo.

28 Ahora, pues, si queréis, miradme,

Y ved si digo mentira delante de vosotros.

29 Volved ahora, y no haya iniquidad;


Volved aún a considerar mi justicia en esto.

30 ¿Hay iniquidad en mi lengua?

¿Acaso no puede mi paladar discernir las cosas inicuas?

Job argumenta contra Dios

JOB 7

1 ¿No es acaso brega la vida del hombre sobre la tierra,

Y sus días como los días del jornalero?

2 Como el siervo suspira por la sombra,

Y como el jornalero espera el reposo de su trabajo,

3 Así he recibido meses de calamidad,

Y noches de trabajo me dieron por cuenta.

4 Cuando estoy acostado, digo: ¿Cuándo me levantaré?

Mas la noche es larga, y estoy lleno de inquietudes hasta el alba.

5 Mi carne está vestida de gusanos, y de costras de polvo;

Mi piel hendida y abominable.

6 Y mis días fueron más veloces que la lanzadera del tejedor,

Y fenecieron sin esperanza.


7 Acuérdate que mi vida es un soplo,

Y que mis ojos no volverán a ver el bien.

8 Los ojos de los que me ven, no me verán más;

Fijarás en mí tus ojos, y dejaré de ser.

9 Como la nube se desvanece y se va,

Así el que desciende al Seol no subirá;

10 No volverá más a su casa,

Ni su lugar le conocerá más.

11 Por tanto, no refrenaré mi boca;

Hablaré en la angustia de mi espíritu,

Y me quejaré con la amargura de mi alma.

12 ¿Soy yo el mar, o un monstruo marino,

Para que me pongas guarda?

13 Cuando digo: Me consolará mi lecho,

Mi cama atenuará mis quejas;

14 Entonces me asustas con sueños,

Y me aterras con visiones.

15 Y así mi alma tuvo por mejor la estrangulación,

Y quiso la muerte más que mis huesos.

16 Abomino de mi vida; no he de vivir para siempre;

Déjame, pues, porque mis días son vanidad.

17 ¿Qué es el hombre, para que lo engrandezcas,

Y para que pongas sobre él tu corazón,

18 Y lo visites todas las mañanas,

Y todos los momentos lo pruebes?


19 ¿Hasta cuándo no apartarás de mí tu mirada,

Y no me soltarás siquiera hasta que trague mi saliva?

20 Si he pecado, ¿qué puedo hacerte a ti, oh Guarda de los hombres?

¿Por qué me pones por blanco tuyo,

Hasta convertirme en una carga para mí mismo?

21 ¿Y por qué no quitas mi rebelión, y perdonas mi iniquidad?

Porque ahora dormiré en el polvo,

Y si me buscares de mañana, ya no existiré.

Bildad proclama la justicia de Dios

JOB 8

1 Respondió Bildad suhita, y dijo:

2 ¿Hasta cuándo hablarás tales cosas,

Y las palabras de tu boca serán como viento impetuoso?

3 ¿Acaso torcerá Dios el derecho,

O pervertirá el Todopoderoso la justicia?

4 Si tus hijos pecaron contra él,


El los echó en el lugar de su pecado.

5 Si tú de mañana buscares a Dios,

Y rogares al Todopoderoso;

6 Si fueres limpio y recto,

Ciertamente luego se despertará por ti,

Y hará próspera la morada de tu justicia.

7 Y aunque tu principio haya sido pequeño,

Tu postrer estado será muy grande.

8 Porque pregunta ahora a las generaciones pasadas,

Y disponte para inquirir a los padres de ellas;

9 Pues nosotros somos de ayer, y nada sabemos,

Siendo nuestros días sobre la tierra como sombra.

10 ¿No te enseñarán ellos, te hablarán,

Y de su corazón sacarán palabras?

11 ¿Crece el junco sin lodo?

¿Crece el prado sin agua?

12 Aun en su verdor, y sin haber sido cortado,

Con todo, se seca primero que toda hierba.

13 Tales son los caminos de todos los que olvidan a Dios;

Y la esperanza del impío perecerá;

14 Porque su esperanza será cortada,

Y su confianza es tela de araña.

15 Se apoyará él en su casa, mas no permanecerá ella en pie;

Se asirá de ella, mas no resistirá.

16 A manera de un árbol está verde delante del sol,


Y sus renuevos salen sobre su huerto;

17 Se van entretejiendo sus raíces junto a una fuente,

Y enlazándose hasta un lugar pedregoso.

18 Si le arrancaren de su lugar,

Este le negará entonces, diciendo: Nunca te vi.

19 Ciertamente este será el gozo de su camino;

Y del polvo mismo nacerán otros.

20 He aquí, Dios no aborrece al perfecto,

Ni apoya la mano de los malignos.

21 Aún llenará tu boca de risa,

Y tus labios de júbilo.

22 Los que te aborrecen serán vestidos de confusión;

Y la habitación de los impíos perecerá.

Incapacidad de Job para responder a Dios

JOB 9

1 Respondió Job, y dijo:


2 Ciertamente yo sé que es así;

¿Y cómo se justificará el hombre con Dios?

3 Si quisiere contender con él,

No le podrá responder a una cosa entre mil.

4 El es sabio de corazón, y poderoso en fuerzas;

¿Quién se endureció contra él, y le fue bien?

5 El arranca los montes con su furor,

Y no saben quién los trastornó;

6 El remueve la tierra de su lugar,

Y hace temblar sus columnas;

7 El manda al sol, y no sale;

Y sella las estrellas;

8 El solo extendió los cielos,

Y anda sobre las olas del mar;

9 El hizo la Osa, el Orión y las Pléyades,

Y los lugares secretos del sur;

10 El hace cosas grandes e incomprensibles,

Y maravillosas, sin número.

11 He aquí que él pasará delante de mí, y yo no lo veré;

Pasará, y no lo entenderé.

12 He aquí, arrebatará; ¿quién le hará restituir?

¿Quién le dirá: ¿Qué haces?

13 Dios no volverá atrás su ira,

Y debajo de él se abaten los que ayudan a los soberbios.


14 ¿Cuánto menos le responderé yo,

Y hablaré con él palabras escogidas?

15 Aunque fuese yo justo, no respondería;

Antes habría de rogar a mi juez.

16 Si yo le invocara, y él me respondiese,

Aún no creeré que haya escuchado mi voz.

17 Porque me ha quebrantado con tempestad,

Y ha aumentado mis heridas sin causa.

18 No me ha concedido que tome aliento,

Sino que me ha llenado de amarguras.

19 Si habláremos de su potencia, por cierto es fuerte;

Si de juicio, ¿quién me emplazará?

20 Si yo me justificare, me condenaría mi boca;

Si me dijere perfecto, esto me haría inicuo.

21 Si fuese íntegro, no haría caso de mí mismo;

Despreciaría mi vida.

22 Una cosa resta que yo diga:

Al perfecto y al impío él los consume.

23 Si azote mata de repente,

Se ríe del sufrimiento de los inocentes.

24 La tierra es entregada en manos de los impíos,

Y él cubre el rostro de sus jueces.

Si no es él, ¿quién es? ¿Dónde está?

25 Mis días han sido más ligeros que un correo;

Huyeron, y no vieron el bien.

26 Pasaron cual naves veloces;


Como el águila que se arroja sobre la presa.

27 Si yo dijere: Olvidaré mi queja,

Dejaré mi triste semblante, y me esforzaré,

28 Me turban todos mis dolores;

Sé que no me tendrás por inocente.

29 Yo soy impío;

¿Para qué trabajaré en vano?

30 Aunque me lave con aguas de nieve,

Y limpie mis manos con la limpieza misma,

31 Aún me hundirás en el hoyo,

Y mis propios vestidos me abominarán.

32 Porque no es hombre como yo, para que yo le responda,

Y vengamos juntamente a juicio.

33 No hay entre nosotros árbitro

Que ponga su mano sobre nosotros dos.

34 Quite de sobre mí su vara,

Y su terror no me espante.

35 Entonces hablaré, y no le temeré;

Porque en este estado no estoy en mí.

Job lamenta su condición

JOB 10
1 Está mi alma hastiada de mi vida;

Daré libre curso a mi queja,

Hablaré con amargura de mi alma.

2 Diré a Dios: No me condenes;

Hazme entender por qué contiendes conmigo.

3 ¿Te parece bien que oprimas,

Que deseches la obra de tus manos,

Y que favorezcas los designios de los impíos?

4 ¿Tienes tú acaso ojos de carne?

¿Ves tú como ve el hombre?

5 ¿Son tus días como los días del hombre,

O tus años como los tiempos humanos,

6 Para que inquieras mi iniquidad,

Y busques mi pecado,

7 Aunque tú sabes que no soy impío,

Y que no hay quien de tu mano me libre?

8 Tus manos me hicieron y me formaron;

¿Y luego te vuelves y me deshaces?

9 Acuérdate que como a barro me diste forma;

¿Y en polvo me has de volver?

10 ¿No me vaciaste como leche,

Y como queso me cuajaste?

11 Me vestiste de piel y carne,


Y me tejiste con huesos y nervios.

12 Vida y misericordia me concediste,

Y tu cuidado guardó mi espíritu.

13 Estas cosas tienes guardadas en tu corazón;

Yo sé que están cerca de ti.

14 Si pequé, tú me has observado,

Y no me tendrás por limpio de mi iniquidad.

15 Si fuere malo, ¡ay de mí!

Y si fuere justo, no levantaré mi cabeza,

Estando hastiado de deshonra, y de verme afligido.

16 Si mi cabeza se alzare, cual león tú me cazas;

Y vuelves a hacer en mí maravillas.

17 Renuevas contra mí tus pruebas,

Y aumentas conmigo tu furor como tropas de relevo.

18 ¿Por qué me sacaste de la matriz?

Hubiera yo expirado, y ningún ojo me habría visto.

19 Fuera como si nunca hubiera existido,

Llevado del vientre a la sepultura.

20 ¿No son pocos mis días?

Cesa, pues, y déjame, para que me consuele un poco,

21 Antes que vaya para no volver,

A la tierra de tinieblas y de sombra de muerte;

22 Tierra de oscuridad, lóbrega,

Como sombra de muerte y sin orden,

Y cuya luz es como densas tinieblas.


Zofar acusa de maldad a Job

JOB 11

1 Respondió Zofar naamatita, y dijo:

2 ¿Las muchas palabras no han de tener respuesta?

¿Y el hombre que habla mucho será justificado?

3 ¿Harán tus falacias callar a los hombres?

¿Harás escarnio y no habrá quien te avergüence?

4 Tú dices: Mi doctrina es pura,

Y yo soy limpio delante de tus ojos.

5 Mas ¡oh, quién diera que Dios hablara,

Y abriera sus labios contigo,

6 Y te declarara los secretos de la sabiduría,

Que son de doble valor que las riquezas!

Conocerías entonces que Dios te ha castigado menos de lo que tu iniquidad merece.

7 ¿Descubrirás tú los secretos de Dios?


¿Llegarás tú a la perfección del Todopoderoso?

8 Es más alta que los cielos; ¿qué harás?

Es más profunda que el Seol; ¿cómo la conocerás?

9 Su dimensión es más extensa que la tierra,

Y más ancha que el mar.

10 Si él pasa, y aprisiona, y llama a juicio,

¿Quién podrá contrarrestarle?

11 Porque él conoce a los hombres vanos;

Ve asimismo la iniquidad, ¿y no hará caso?

12 El hombre vano se hará entendido,

Cuando un pollino de asno montés nazca hombre.

13 Si tú dispusieres tu corazón,

Y extendieres a él tus manos;

14 Si alguna iniquidad hubiere en tu mano, y la echares de ti,

Y no consintieres que more en tu casa la injusticia,

15 Entonces levantarás tu rostro limpio de mancha,

Y serás fuerte, y nada temerás;

16 Y olvidarás tu miseria,

O te acordarás de ella como de aguas que pasaron.

17 La vida te será más clara que el mediodía;

Aunque oscureciere, será como la mañana.

18 Tendrás confianza, porque hay esperanza;

Mirarás alrededor, y dormirás seguro.

19 Te acostarás, y no habrá quien te espante;

Y muchos suplicarán tu favor.


20 Pero los ojos de los malos se consumirán,

Y no tendrán refugio;

Y su esperanza será dar su último suspiro.

Job proclama el poder y la sabiduría de Dios

JOB 12

1 Respondió entonces Job, diciendo:

2 Ciertamente vosotros sois el pueblo,

Y con vosotros morirá la sabiduría.

3 También tengo yo entendimiento como vosotros;

No soy yo menos que vosotros;

¿Y quién habrá que no pueda decir otro tanto?

4 Yo soy uno de quien su amigo se mofa,

Que invoca a Dios, y él le responde;

Con todo, el justo y perfecto es escarnecido.

5 Aquel cuyos pies van a resbalar

Es como una lámpara despreciada de aquel que está a sus anchas.


6 Prosperan las tiendas de los ladrones,

Y los que provocan a Dios viven seguros,

En cuyas manos él ha puesto cuanto tienen.

7 Y en efecto, pregunta ahora a las bestias, y ellas te enseñarán;

A las aves de los cielos, y ellas te lo mostrarán;

8 O habla a la tierra, y ella te enseñará;

Los peces del mar te lo declararán también.

9 ¿Qué cosa de todas estas no entiende

Que la mano de Jehová la hizo?

10 En su mano está el alma de todo viviente,

Y el hálito de todo el género humano.

11 Ciertamente el oído distingue las palabras,

Y el paladar gusta las viandas.

12 En los ancianos está la ciencia,

Y en la larga edad la inteligencia.

13 Con Dios está la sabiduría y el poder;

Suyo es el consejo y la inteligencia.

14 Si él derriba, no hay quien edifique;

Encerrará al hombre, y no habrá quien le abra.

15 Si él detiene las aguas, todo se seca;

Si las envía, destruyen la tierra.

16 Con él está el poder y la sabiduría;

Suyo es el que yerra, y el que hace errar.

17 El hace andar despojados de consejo a los consejeros,


Y entontece a los jueces.

18 El rompe las cadenas de los tiranos,

Y les ata una soga a sus lomos.

19 El lleva despojados a los príncipes,

Y trastorna a los poderosos.

20 Priva del habla a los que dicen verdad,

Y quita a los ancianos el consejo.

21 El derrama menosprecio sobre los príncipes,

Y desata el cinto de los fuertes.

22 El descubre las profundidades de las tinieblas,

Y saca a luz la sombra de muerte.

23 El multiplica las naciones, y él las destruye;

Esparce a las naciones, y las vuelve a reunir.

24 El quita el entendimiento a los jefes del pueblo de la tierra,

Y los hace vagar como por un yermo sin camino.

25 Van a tientas, como en tinieblas y sin luz,

Y los hace errar como borrachos.

Job defiende su integridad

JOB 13
1 He aquí que todas estas cosas han visto mis ojos,

Y oído y entendido mis oídos.

2 Como vosotros lo sabéis, lo sé yo;

No soy menos que vosotros.

3 Mas yo hablaría con el Todopoderoso,

Y querría razonar con Dios.

4 Porque ciertamente vosotros sois fraguadores de mentira;

Sois todos vosotros médicos nulos.

5 Ojalá callarais por completo,

Porque esto os fuera sabiduría.

6 Oíd ahora mi razonamiento,

Y estad atentos a los argumentos de mis labios.

7 ¿Hablaréis iniquidad por Dios?

¿Hablaréis por él engaño?

8 ¿Haréis acepción de personas a su favor?

¿Contenderéis vosotros por Dios?

9 ¿Sería bueno que él os escudriñase?

¿Os burlaréis de él como quien se burla de algún hombre?

10 El os reprochará de seguro,

Si solapadamente hacéis acepción de personas.

11 De cierto su alteza os habría de espantar,

Y su pavor habría de caer sobre vosotros.

12 Vuestras máximas son refranes de ceniza,

Y vuestros baluartes son baluartes de lodo.


13 Escuchadme, y hablaré yo,

Y que me venga después lo que viniere.

14 ¿Por qué quitaré yo mi carne con mis dientes,

Y tomaré mi vida en mi mano?

15 He aquí, aunque él me matare, en él esperaré;

No obstante, defenderé delante de él mis caminos,

16 Y él mismo será mi salvación,

Porque no entrará en su presencia el impío.

17 Oíd con atención mi razonamiento,

Y mi declaración entre en vuestros oídos.

18 He aquí ahora, si yo expusiere mi causa,

Sé que seré justificado.

19 ¿Quién es el que contenderá conmigo?

Porque si ahora yo callara, moriría.

20 A lo menos dos cosas no hagas conmigo;

Entonces no me esconderé de tu rostro:

21 Aparta de mí tu mano,

Y no me asombre tu terror.

22 Llama luego, y yo responderé;

O yo hablaré, y respóndeme tú.

23 ¿Cuántas iniquidades y pecados tengo yo?

Hazme entender mi transgresión y mi pecado.

24 ¿Por qué escondes tu rostro,

Y me cuentas por tu enemigo?

25 ¿A la hoja arrebatada has de quebrantar,

Y a una paja seca has de perseguir?


26 ¿Por qué escribes contra mí amarguras,

Y me haces cargo de los pecados de mi juventud?

27 Pones además mis pies en el cepo, y observas todos mis caminos,

Trazando un límite para las plantas de mis pies.

28 Y mi cuerpo se va gastando como de carcoma,

Como vestido que roe la polilla.

Job discurre sobre la brevedad de la vida

JOB 14

1 El hombre nacido de mujer,

Corto de días, y hastiado de sinsabores,

2 Sale como una flor y es cortado,

Y huye como la sombra y no permanece.

3 ¿Sobre éste abres tus ojos,

Y me traes a juicio contigo?

4 ¿Quién hará limpio a lo inmundo?

Nadie.

5 Ciertamente sus días están determinados,

Y el número de sus meses está cerca de ti;


Le pusiste límites, de los cuales no pasará.

6 Si tú lo abandonares, él dejará de ser;

Entre tanto deseará, como el jornalero, su día.

7 Porque si el árbol fuere cortado, aún queda de él esperanza;

Retoñará aún, y sus renuevos no faltarán.

8 Si se envejeciere en la tierra su raíz,

Y su tronco fuere muerto en el polvo,

9 Al percibir el agua reverdecerá,

Y hará copa como planta nueva.

10 Mas el hombre morirá, y será cortado;

Perecerá el hombre, ¿y dónde estará él?

11 Como las aguas se van del mar,

Y el río se agota y se seca,

12 Así el hombre yace y no vuelve a levantarse;

Hasta que no haya cielo, no despertarán,

Ni se levantarán de su sueño.

13 ¡Oh, quién me diera que me escondieses en el Seol,

Que me encubrieses hasta apaciguarse tu ira,

Que me pusieses plazo, y de mí te acordaras!

14 Si el hombre muriere, ¿volverá a vivir?

Todos los días de mi edad esperaré,

Hasta que venga mi liberación.

15 Entonces llamarás, y yo te responderé;

Tendrás afecto a la hechura de tus manos.

16 Pero ahora me cuentas los pasos,


Y no das tregua a mi pecado;

17 Tienes sellada en saco mi prevaricación,

Y tienes cosida mi iniquidad.

18 Ciertamente el monte que cae se deshace,

Y las peñas son removidas de su lugar;

19 Las piedras se desgastan con el agua impetuosa, que se lleva el polvo de la tierra;

De igual manera haces tú perecer la esperanza del hombre.

20 Para siempre serás más fuerte que él, y él se va;

Demudarás su rostro, y le despedirás.

21 Sus hijos tendrán honores, pero él no lo sabrá;

O serán humillados, y no entenderá de ello.

22 Mas su carne sobre él se dolerá,

Y se entristecerá en él su alma.

Elifaz reprende a Job

JOB 15

1 Respondió Elifaz temanita, y dijo:


2 ¿Proferirá el sabio vana sabiduría,

Y llenará su vientre de viento solano?

3 ¿Disputará con palabras inútiles,

Y con razones sin provecho?

4 Tú también disipas el temor,

Y menoscabas la oración delante de Dios.

5 Porque tu boca declaró tu iniquidad,

Pues has escogido el hablar de los astutos.

6 Tu boca te condenará, y no yo;

Y tus labios testificarán contra ti.

7 ¿Naciste tú primero que Adán?

¿O fuiste formado antes que los collados?

8 ¿Oíste tú el secreto de Dios,

Y está limitada a ti la sabiduría?

9 ¿Qué sabes tú que no sepamos?

¿Qué entiendes tú que no se halle en nosotros?

10 Cabezas canas y hombres muy ancianos hay entre nosotros,

Mucho más avanzados en días que tu padre.

11 ¿En tan poco tienes las consolaciones de Dios,

Y las palabras que con dulzura se te dicen?

12 ¿Por qué tu corazón te aleja,

Y por qué guiñan tus ojos,

13 Para que contra Dios vuelvas tu espíritu,

Y saques tales palabras de tu boca?


14 ¿Qué cosa es el hombre para que sea limpio,

Y para que se justifique el nacido de mujer?

15 He aquí, en sus santos no confía,

Y ni aun los cielos son limpios delante de sus ojos;

16 ¿Cuánto menos el hombre abominable y vil,

Que bebe la iniquidad como agua?

17 Escúchame; yo te mostraré,

Y te contaré lo que he visto;

18 Lo que los sabios nos contaron

De sus padres, y no lo encubrieron;

19 A quienes únicamente fue dada la tierra,

Y no pasó extraño por en medio de ellos.

20 Todos sus días, el impío es atormentado de dolor,

Y el número de sus años está escondido para el violento.

21 Estruendos espantosos hay en sus oídos;

En la prosperidad el asolador vendrá sobre él.

22 El no cree que volverá de las tinieblas,

Y descubierto está para la espada.

23 Vaga alrededor tras el pan, diciendo: ¿En dónde está?

Sabe que le está preparado día de tinieblas.

24 Tribulación y angustia le turbarán,

Y se esforzarán contra él como un rey dispuesto para la batalla,

25 Por cuanto él extendió su mano contra Dios,

Y se portó con soberbia contra el Todopoderoso.

26 Corrió contra él con cuello erguido,


Con la espesa barrera de sus escudos.

27 Porque la gordura cubrió su rostro,

E hizo pliegues sobre sus ijares;

28 Y habitó las ciudades asoladas,

Las casas inhabitadas,

Que estaban en ruinas.

29 No prosperará, ni durarán sus riquezas,

Ni extenderá por la tierra su hermosura.

30 No escapará de las tinieblas;

La llama secará sus ramas,

Y con el aliento de su boca perecerá.

31 No confíe el iluso en la vanidad,

Porque ella será su recompensa.

32 El será cortado antes de su tiempo,

Y sus renuevos no reverdecerán.

33 Perderá su agraz como la vid,

Y derramará su flor como el olivo.

34 Porque la congregación de los impíos será asolada,

Y fuego consumirá las tiendas de soborno.

35 Concibieron dolor, dieron a luz iniquidad,

Y en sus entrañas traman engaño.

Job se queja contra Dios


JOB 16

1 Respondió Job, y dijo:

2 Muchas veces he oído cosas como estas;

Consoladores molestos sois todos vosotros.

3 ¿Tendrán fin las palabras vacías?

¿O qué te anima a responder?

4 También yo podría hablar como vosotros,

Si vuestra alma estuviera en lugar de la mía;

Yo podría hilvanar contra vosotros palabras,

Y sobre vosotros mover mi cabeza.

5 Pero yo os alentaría con mis palabras,

Y la consolación de mis labios apaciguaría vuestro dolor.

6 Si hablo, mi dolor no cesa;

Y si dejo de hablar, no se aparta de mí.

7 Pero ahora tú me has fatigado;

Has asolado toda mi compañía.

8 Tú me has llenado de arrugas; testigo es mi flacura,

Que se levanta contra mí para testificar en mi rostro.

9 Su furor me despedazó, y me ha sido contrario;


Crujió sus dientes contra mí;

Contra mí aguzó sus ojos mi enemigo.

10 Abrieron contra mí su boca;

Hirieron mis mejillas con afrenta;

Contra mí se juntaron todos.

11 Me ha entregado Dios al mentiroso,

Y en las manos de los impíos me hizo caer.

12 Próspero estaba, y me desmenuzó;

Me arrebató por la cerviz y me despedazó,

Y me puso por blanco suyo.

13 Me rodearon sus flecheros,

Partió mis riñones, y no perdonó;

Mi hiel derramó por tierra.

14 Me quebrantó de quebranto en quebranto;

Corrió contra mí como un gigante.

15 Cosí cilicio sobre mi piel,

Y puse mi cabeza en el polvo.

16 Mi rostro está inflamado con el lloro,

Y mis párpados entenebrecidos,

17 A pesar de no haber iniquidad en mis manos,

Y de haber sido mi oración pura.

18 ¡Oh tierra! no cubras mi sangre,

Y no haya lugar para mi clamor.

19 Mas he aquí que en los cielos está mi testigo,

Y mi testimonio en las alturas.


20 Disputadores son mis amigos;

Mas ante Dios derramaré mis lágrimas.

21 ¡Ojalá pudiese disputar el hombre con Dios,

Como con su prójimo!

22 Mas los años contados vendrán,

Y yo iré por el camino de donde no volveré.

JOB 17

1 Mi aliento se agota, se acortan mis días,

Y me está preparado el sepulcro.

2 No hay conmigo sino escarnecedores,

En cuya amargura se detienen mis ojos.

3 Dame fianza, oh Dios; sea mi protección cerca de ti.

Porque ¿quién querría responder por mí?

4 Porque a éstos has escondido de su corazón la inteligencia;

Por tanto, no los exaltarás.

5 Al que denuncia a sus amigos como presa,

Los ojos de sus hijos desfallecerán.


6 El me ha puesto por refrán de pueblos,

Y delante de ellos he sido como tamboril.

7 Mis ojos se oscurecieron por el dolor,

Y mis pensamientos todos son como sombra.

8 Los rectos se maravillarán de esto,

Y el inocente se levantará contra el impío.

9 No obstante, proseguirá el justo su camino,

Y el limpio de manos aumentará la fuerza.

10 Pero volved todos vosotros, y venid ahora,

Y no hallaré entre vosotros sabio.

11 Pasaron mis días, fueron arrancados mis pensamientos,

Los designios de mi corazón.

12 Pusieron la noche por día,

Y la luz se acorta delante de las tinieblas.

13 Si yo espero, el Seol es mi casa;

Haré mi cama en las tinieblas.

14 A la corrupción he dicho: Mi padre eres tú;

A los gusanos: Mi madre y mi hermana.

15 ¿Dónde, pues, estará ahora mi esperanza?

Y mi esperanza, ¿quién la verá?

16 A la profundidad del Seol descenderán,

Y juntamente descansarán en el polvo.

Bildad describe la suerte de los malos


JOB 18

1 Respondió Bildad suhita, y dijo:

2 ¿Cuándo pondréis fin a las palabras?

Entended, y después hablemos.

3 ¿Por qué somos tenidos por bestias,

Y a vuestros ojos somos viles?

4 Oh tú, que te despedazas en tu furor,

¿Será abandonada la tierra por tu causa,

Y serán removidas de su lugar las peñas?

5 Ciertamente la luz de los impíos será apagada,

Y no resplandecerá la centella de su fuego.

6 La luz se oscurecerá en su tienda,

Y se apagará sobre él su lámpara.

7 Sus pasos vigorosos serán acortados,

Y su mismo consejo lo precipitará.

8 Porque red será echada a sus pies,

Y sobre mallas andará.

9 Lazo prenderá su calcañar;


Se afirmará la trampa contra él.

10 Su cuerda está escondida en la tierra,

Y una trampa le aguarda en la senda.

11 De todas partes lo asombrarán temores,

Y le harán huir desconcertado.

12 Serán gastadas de hambre sus fuerzas,

Y a su lado estará preparado quebrantamiento.

13 La enfermedad roerá su piel,

Y a sus miembros devorará el primogénito de la muerte.

14 Su confianza será arrancada de su tienda,

Y al rey de los espantos será conducido.

15 En su tienda morará como si no fuese suya;

Piedra de azufre será esparcida sobre su morada.

16 Abajo se secarán sus raíces,

Y arriba serán cortadas sus ramas.

17 Su memoria perecerá de la tierra,

Y no tendrá nombre por las calles.

18 De la luz será lanzado a las tinieblas,

Y echado fuera del mundo.

19 No tendrá hijo ni nieto en su pueblo,

Ni quien le suceda en sus moradas.

20 Sobre su día se espantarán los de occidente,

Y pavor caerá sobre los de oriente.

21 Ciertamente tales son las moradas del impío,

Y este será el lugar del que no conoció a Dios.


Job confía en que Dios lo justificará

JOB 19

1 Respondió entonces Job, y dijo:

2 ¿Hasta cuándo angustiaréis mi alma,

Y me moleréis con palabras?

3 Ya me habéis vituperado diez veces;

¿No os avergonzáis de injuriarme?

4 Aun siendo verdad que yo haya errado,

Sobre mí recaería mi error.

5 Pero si vosotros os engrandecéis contra mí,

Y contra mí alegáis mi oprobio,

6 Sabed ahora que Dios me ha derribado,

Y me ha envuelto en su red.

7 He aquí, yo clamaré agravio, y no seré oído;

Daré voces, y no habrá juicio.

8 Cercó de vallado mi camino, y no pasaré;

Y sobre mis veredas puso tinieblas.


9 Me ha despojado de mi gloria,

Y quitado la corona de mi cabeza.

10 Me arruinó por todos lados, y perezco;

Y ha hecho pasar mi esperanza como árbol arrancado.

11 Hizo arder contra mí su furor,

Y me contó para sí entre sus enemigos.

12 Vinieron sus ejércitos a una, y se atrincheraron en mí,

Y acamparon en derredor de mi tienda.

13 Hizo alejar de mí a mis hermanos,

Y mis conocidos como extraños se apartaron de mí.

14 Mis parientes se detuvieron,

Y mis conocidos se olvidaron de mí.

15 Los moradores de mi casa y mis criadas me tuvieron por extraño;

Forastero fui yo a sus ojos.

16 Llamé a mi siervo, y no respondió;

De mi propia boca le suplicaba.

17 Mi aliento vino a ser extraño a mi mujer,

Aunque por los hijos de mis entrañas le rogaba.

18 Aun los muchachos me menospreciaron;

Al levantarme, hablaban contra mí.

19 Todos mis íntimos amigos me aborrecieron,

Y los que yo amaba se volvieron contra mí.

20 Mi piel y mi carne se pegaron a mis huesos,

Y he escapado con sólo la piel de mis dientes.

21 ¡Oh, vosotros mis amigos, tened compasión de mí, tened compasión de mí!
Porque la mano de Dios me ha tocado.

22 ¿Por qué me perseguís como Dios,

Y ni aun de mi carne os saciáis?

23 ¡Quién diese ahora que mis palabras fuesen escritas!

¡Quién diese que se escribiesen en un libro;

24 Que con cincel de hierro y con plomo

Fuesen esculpidas en piedra para siempre!

25 Yo sé que mi Redentor vive,

Y al fin se levantará sobre el polvo;

26 Y después de deshecha esta mi piel,

En mi carne he de ver a Dios;

27 Al cual veré por mí mismo,

Y mis ojos lo verán, y no otro,

Aunque mi corazón desfallece dentro de mí.

28 Mas debierais decir: ¿Por qué le perseguimos?

Ya que la raíz del asunto se halla en mí.

29 Temed vosotros delante de la espada;

Porque sobreviene el furor de la espada a causa de las injusticias,

Para que sepáis que hay un juicio.

Zofar describe las calamidades de los malos

JOB 20
1 Respondió Zofar naamatita, y dijo:

2 Por cierto mis pensamientos me hacen responder,

Y por tanto me apresuro.

3 La reprensión de mi censura he oído,

Y me hace responder el espíritu de mi inteligencia.

4 ¿No sabes esto, que así fue siempre,

Desde el tiempo que fue puesto el hombre sobre la tierra,

5 Que la alegría de los malos es breve,

Y el gozo del impío por un momento?

6 Aunque subiere su altivez hasta el cielo,

Y su cabeza tocare en las nubes,

7 Como su estiércol, perecerá para siempre;

Los que le hubieren visto dirán: ¿Qué hay de él?

8 Como sueño volará, y no será hallado,

Y se disipará como visión nocturna.

9 El ojo que le veía, nunca más le verá,

Ni su lugar le conocerá más.

10 Sus hijos solicitarán el favor de los pobres,

Y sus manos devolverán lo que él robó.

11 Sus huesos están llenos de su juventud,


Mas con él en el polvo yacerán.

12 Si el mal se endulzó en su boca,

Si lo ocultaba debajo de su lengua,

13 Si le parecía bien, y no lo dejaba,

Sino que lo detenía en su paladar;

14 Su comida se mudará en sus entrañas;

Hiel de áspides será dentro de él.

15 Devoró riquezas, pero las vomitará;

De su vientre las sacará Dios.

16 Veneno de áspides chupará;

Lo matará lengua de víbora.

17 No verá los arroyos, los ríos,

Los torrentes de miel y de leche.

18 Restituirá el trabajo conforme a los bienes que tomó,

Y no los tragará ni gozará.

19 Por cuanto quebrantó y desamparó a los pobres,

Robó casas, y no las edificó;

20 Por tanto, no tendrá sosiego en su vientre,

Ni salvará nada de lo que codiciaba.

21 No quedó nada que no comiese;

Por tanto, su bienestar no será duradero.

22 En el colmo de su abundancia padecerá estrechez;

La mano de todos los malvados vendrá sobre él.

23 Cuando se pusiere a llenar su vientre,

Dios enviará sobre él el ardor de su ira,


Y la hará llover sobre él y sobre su comida.

24 Huirá de las armas de hierro,

Y el arco de bronce le atravesará.

25 La saeta le traspasará y saldrá de su cuerpo,

Y la punta relumbrante saldrá por su hiel;

Sobre él vendrán terrores.

26 Todas las tinieblas están reservadas para sus tesoros;

Fuego no atizado los consumirá;

Devorará lo que quede en su tienda.

27 Los cielos descubrirán su iniquidad,

Y la tierra se levantará contra él.

28 Los renuevos de su casa serán transportados;

Serán esparcidos en el día de su furor.

29 Esta es la porción que Dios prepara al hombre impío,

Y la heredad que Dios le señala por su palabra.

Job afirma que los malos prosperan

JOB 21

1 Entonces respondió Job, y dijo:


2 Oíd atentamente mi palabra,

Y sea esto el consuelo que me deis.

3 Toleradme, y yo hablaré;

Y después que haya hablado, escarneced.

4 ¿Acaso me quejo yo de algún hombre?

¿Y por qué no se ha de angustiar mi espíritu?

5 Miradme, y espantaos,

Y poned la mano sobre la boca.

6 Aun yo mismo, cuando me acuerdo, me asombro,

Y el temblor estremece mi carne.

7 ¿Por qué viven los impíos,

Y se envejecen, y aun crecen en riquezas?

8 Su descendencia se robustece a su vista,

Y sus renuevos están delante de sus ojos.

9 Sus casas están a salvo de temor,

Ni viene azote de Dios sobre ellos.

10 Sus toros engendran, y no fallan;

Paren sus vacas, y no malogran su cría.

11 Salen sus pequeñuelos como manada,

Y sus hijos andan saltando.

12 Al son de tamboril y de cítara saltan,

Y se regocijan al son de la flauta.

13 Pasan sus días en prosperidad,

Y en paz descienden al Seol.


14 Dicen, pues, a Dios: Apártate de nosotros,

Porque no queremos el conocimiento de tus caminos.

15 ¿Quién es el Todopoderoso, para que le sirvamos?

¿Y de qué nos aprovechará que oremos a él?

16 He aquí que su bien no está en mano de ellos;

El consejo de los impíos lejos esté de mí.

17 ¡Oh, cuántas veces la lámpara de los impíos es apagada,

Y viene sobre ellos su quebranto,

Y Dios en su ira les reparte dolores!

18 Serán como la paja delante del viento,

Y como el tamo que arrebata el torbellino.

19 Dios guardará para los hijos de ellos su violencia;

Le dará su pago, para que conozca.

20 Verán sus ojos su quebranto,

Y beberá de la ira del Todopoderoso.

21 Porque ¿qué deleite tendrá él de su casa después de sí,

Siendo cortado el número de sus meses?

22 ¿Enseñará alguien a Dios sabiduría,

Juzgando él a los que están elevados?

23 Este morirá en el vigor de su hermosura, todo quieto y pacífico;

24 Sus vasijas estarán llenas de leche,

Y sus huesos serán regados de tuétano.

25 Y este otro morirá en amargura de ánimo,

Y sin haber comido jamás con gusto.

26 Igualmente yacerán ellos en el polvo,


Y gusanos los cubrirán.

27 He aquí, yo conozco vuestros pensamientos,

Y las imaginaciones que contra mí forjáis.

28 Porque decís: ¿Qué hay de la casa del príncipe,

Y qué de la tienda de las moradas de los impíos?

29 ¿No habéis preguntado a los que pasan por los caminos,

Y no habéis conocido su respuesta,

30 Que el malo es preservado en el día de la destrucción?

Guardado será en el día de la ira.

31 ¿Quién le denunciará en su cara su camino?

Y de lo que él hizo, ¿quién le dará el pago?

32 Porque llevado será a los sepulcros,

Y sobre su túmulo estarán velando.

33 Los terrones del valle le serán dulces;

Tras de él será llevado todo hombre,

Y antes de él han ido innumerables.

34 ¿Cómo, pues, me consoláis en vano,

Viniendo a parar vuestras respuestas en falacia?

Elifaz acusa a Job de gran maldad

JOB 22
1 Respondió Elifaz temanita, y dijo:

2 ¿Traerá el hombre provecho a Dios?

Al contrario, para sí mismo es provechoso el hombre sabio.

3 ¿Tiene contentamiento el Omnipotente en que tú seas justificado,

O provecho de que tú hagas perfectos tus caminos?

4 ¿Acaso te castiga,

O viene a juicio contigo, a causa de tu piedad?

5 Por cierto tu malicia es grande,

Y tus maldades no tienen fin.

6 Porque sacaste prenda a tus hermanos sin causa,

Y despojaste de sus ropas a los desnudos.

7 No diste de beber agua al cansado,

Y detuviste el pan al hambriento.

8 Pero el hombre pudiente tuvo la tierra,

Y habitó en ella el distinguido.

9 A las viudas enviaste vacías,

Y los brazos de los huérfanos fueron quebrados.

10 Por tanto, hay lazos alrededor de ti,

Y te turba espanto repentino;

11 O tinieblas, para que no veas,

Y abundancia de agua te cubre.


12 ¿No está Dios en la altura de los cielos?

Mira lo encumbrado de las estrellas, cuán elevadas están.

13 ¿Y dirás tú: ¿Qué sabe Dios?

¿Cómo juzgará a través de la oscuridad?

14 Las nubes le rodearon, y no ve;

Y por el circuito del cielo se pasea.

15 ¿Quieres tú seguir la senda antigua

Que pisaron los hombres perversos,

16 Los cuales fueron cortados antes de tiempo,

Cuyo fundamento fue como un río derramado?

17 Decían a Dios: Apártate de nosotros.

¿Y qué les había hecho el Omnipotente?

18 Les había colmado de bienes sus casas.

Pero sea el consejo de ellos lejos de mí.

19 Verán los justos y se gozarán;

Y el inocente los escarnecerá, diciendo:

20 Fueron destruidos nuestros adversarios,

Y el fuego consumió lo que de ellos quedó.

21 Vuelve ahora en amistad con él, y tendrás paz;

Y por ello te vendrá bien.

22 Toma ahora la ley de su boca,

Y pon sus palabras en tu corazón.

23 Si te volvieres al Omnipotente, serás edificado;

Alejarás de tu tienda la aflicción;


24 Tendrás más oro que tierra,

Y como piedras de arroyos oro de Ofir;

25 El Todopoderoso será tu defensa,

Y tendrás plata en abundancia.

26 Porque entonces te deleitarás en el Omnipotente,

Y alzarás a Dios tu rostro.

27 Orarás a él, y él te oirá;

Y tú pagarás tus votos.

28 Determinarás asimismo una cosa, y te será firme,

Y sobre tus caminos resplandecerá luz.

29 Cuando fueren abatidos, dirás tú: Enaltecimiento habrá;

Y Dios salvará al humilde de ojos.

30 El libertará al inocente,

Y por la limpieza de tus manos éste será librado.

Job desea abogar su causa delante de Dios

JOB 23

1 Respondió Job, y dijo:


2 Hoy también hablaré con amargura;

Porque es más grave mi llaga que mi gemido.

3 ¡Quién me diera el saber dónde hallar a Dios!

Yo iría hasta su silla.

4 Expondría mi causa delante de él,

Y llenaría mi boca de argumentos.

5 Yo sabría lo que él me respondiese,

Y entendería lo que me dijera.

6 ¿Contendería conmigo con grandeza de fuerza?

No; antes él me atendería.

7 Allí el justo razonaría con él;

Y yo escaparía para siempre de mi juez.

8 He aquí yo iré al oriente, y no lo hallaré;

Y al occidente, y no lo percibiré;

9 Si muestra su poder al norte, yo no lo veré;

Al sur se esconderá, y no lo veré.

10 Mas él conoce mi camino;

Me probará, y saldré como oro.

11 Mis pies han seguido sus pisadas;

Guardé su camino, y no me aparté.

12 Del mandamiento de sus labios nunca me separé;

Guardé las palabras de su boca más que mi comida.

13 Pero si él determina una cosa, ¿quién lo hará cambiar?

Su alma deseó, e hizo.

14 El, pues, acabará lo que ha determinado de mí;


Y muchas cosas como estas hay en él.

15 Por lo cual yo me espanto en su presencia;

Cuando lo considero, tiemblo a causa de él.

16 Dios ha enervado mi corazón,

Y me ha turbado el Omnipotente.

17 ¿Por qué no fui yo cortado delante de las tinieblas,

Ni fue cubierto con oscuridad mi rostro?

Job se queja de que Dios es indiferente ante la maldad

JOB 24

1 Puesto que no son ocultos los tiempos al Todopoderoso,

¿Por qué los que le conocen no ven sus días?

2 Traspasan los linderos,

Roban los ganados, y los apacientan.

3 Se llevan el asno de los huérfanos,

Y toman en prenda el buey de la viuda.

4 Hacen apartar del camino a los menesterosos,

Y todos los pobres de la tierra se esconden.

5 He aquí, como asnos monteses en el desierto,


Salen a su obra madrugando para robar;

El desierto es mantenimiento de sus hijos.

6 En el campo siegan su pasto,

Y los impíos vendimian la viña ajena.

7 Al desnudo hacen dormir sin ropa,

Sin tener cobertura contra el frío.

8 Con las lluvias de los montes se mojan,

Y abrazan las peñas por falta de abrigo.

9 Quitan el pecho a los huérfanos,

Y de sobre el pobre toman la prenda.

10 Al desnudo hacen andar sin vestido,

Y a los hambrientos quitan las gavillas.

11 Dentro de sus paredes exprimen el aceite,

Pisan los lagares, y mueren de sed.

12 Desde la ciudad gimen los moribundos,

Y claman las almas de los heridos de muerte,

Pero Dios no atiende su oración.

13 Ellos son los que, rebeldes a la luz,

Nunca conocieron sus caminos,

Ni estuvieron en sus veredas.

14 A la luz se levanta el matador; mata al pobre y al necesitado,

Y de noche es como ladrón.

15 El ojo del adúltero está aguardando la noche,

Diciendo: No me verá nadie;

Y esconde su rostro.
16 En las tinieblas minan las casas

Que de día para sí señalaron;

No conocen la luz.

17 Porque la mañana es para todos ellos como sombra de muerte;

Si son conocidos, terrores de sombra de muerte los toman.

18 Huyen ligeros como corriente de aguas;

Su porción es maldita en la tierra;

No andarán por el camino de las viñas.

19 La sequía y el calor arrebatan las aguas de la nieve;

Así también el Seol a los pecadores.

20 Los olvidará el seno materno; de ellos sentirán los gusanos dulzura;

Nunca más habrá de ellos memoria,

Y como un árbol los impíos serán quebrantados.

21 A la mujer estéril, que no concebía, afligió,

Y a la viuda nunca hizo bien.

22 Pero a los fuertes adelantó con su poder;

Una vez que se levante, ninguno está seguro de la vida.

23 El les da seguridad y confianza;

Sus ojos están sobre los caminos de ellos.

24 Fueron exaltados un poco, mas desaparecen,

Y son abatidos como todos los demás;

Serán encerrados, y cortados como cabezas de espigas.

25 Y si no, ¿quién me desmentirá ahora,

O reducirá a nada mis palabras?


Bildad niega que el hombre pueda ser justificado delante de Dios

JOB 25

1 Respondió Bildad suhita, y dijo:

2 El señorío y el temor están con él;

El hace paz en sus alturas.

3 ¿Tienen sus ejércitos número?

¿Sobre quién no está su luz?

4 ¿Cómo, pues, se justificará el hombre para con Dios?

¿Y cómo será limpio el que nace de mujer?

5 He aquí que ni aun la misma luna será resplandeciente,

Ni las estrellas son limpias delante de sus ojos;

6 ¿Cuánto menos el hombre, que es un gusano,

Y el hijo de hombre, también gusano?


Job proclama la soberanía de Dios

JOB 26

1 Respondió Job, y dijo:

2 ¿En qué ayudaste al que no tiene poder?

¿Cómo has amparado al brazo sin fuerza?

3 ¿En qué aconsejaste al que no tiene ciencia,

Y qué plenitud de inteligencia has dado a conocer?

4 ¿A quién has anunciado palabras,

Y de quién es el espíritu que de ti procede?

5 Las sombras tiemblan en lo profundo,

Los mares y cuanto en ellos mora.

6 El Seol está descubierto delante de él, y el Abadón no tiene cobertura.

7 El extiende el norte sobre vacío,

Cuelga la tierra sobre nada.

8 Ata las aguas en sus nubes,

Y las nubes no se rompen debajo de ellas.

9 El encubre la faz de su trono,

Y sobre él extiende su nube.

10 Puso límite a la superficie de las aguas,


Hasta el fin de la luz y las tinieblas.

11 Las columnas del cielo tiemblan,

Y se espantan a su reprensión.

12 El agita el mar con su poder,

Y con su entendimiento hiere la arrogancia suya.

13 Su espíritu adornó los cielos;

Su mano creó la serpiente tortuosa.

14 He aquí, estas cosas son sólo los bordes de sus caminos;

¡Y cuán leve es el susurro que hemos oído de él!

Pero el trueno de su poder, ¿quién lo puede comprender?

Job describe el castigo de los malos

JOB 27

1 Reasumió Job su discurso, y dijo:

2 Vive Dios, que ha quitado mi derecho,

Y el Omnipotente, que amargó el alma mía,

3 Que todo el tiempo que mi alma esté en mí,

Y haya hálito de Dios en mis narices,

4 Mis labios no hablarán iniquidad,

Ni mi lengua pronunciará engaño.


5 Nunca tal acontezca que yo os justifique;

Hasta que muera, no quitaré de mí mi integridad.

6 Mi justicia tengo asida, y no la cederé;

No me reprochará mi corazón en todos mis días.

7 Sea como el impío mi enemigo,

Y como el inicuo mi adversario.

8 Porque ¿cuál es la esperanza del impío, por mucho que hubiere robado,

Cuando Dios le quitare la vida?

9 ¿Oirá Dios su clamor

Cuando la tribulación viniere sobre él?

10 ¿Se deleitará en el Omnipotente?

¿Invocará a Dios en todo tiempo?

11 Yo os enseñaré en cuanto a la mano de Dios;

No esconderé lo que hay para con el Omnipotente.

12 He aquí que todos vosotros lo habéis visto;

¿Por qué, pues, os habéis hecho tan enteramente vanos?

13 Esta es para con Dios la porción del hombre impío,

Y la herencia que los violentos han de recibir del Omnipotente:

14 Si sus hijos fueren multiplicados, serán para la espada;

Y sus pequeños no se saciarán de pan.

15 Los que de él quedaren, en muerte serán sepultados,

Y no los llorarán sus viudas.

16 Aunque amontone plata como polvo,

Y prepare ropa como lodo;


17 La habrá preparado él, mas el justo se vestirá,

Y el inocente repartirá la plata.

18 Edificó su casa como la polilla,

Y como enramada que hizo el guarda.

19 Rico se acuesta, pero por última vez;

Abrirá sus ojos, y nada tendrá.

20 Se apoderarán de él terrores como aguas;

Torbellino lo arrebatará de noche.

21 Le eleva el solano, y se va;

Y tempestad lo arrebatará de su lugar.

22 Dios, pues, descargará sobre él, y no perdonará;

Hará él por huir de su mano.

23 Batirán las manos sobre él,

Y desde su lugar le silbarán.

El hombre en busca de la sabiduría

JOB 28

1 Ciertamente la plata tiene sus veneros,

Y el oro lugar donde se refina.


2 El hierro se saca del polvo,

Y de la piedra se funde el cobre.

3 A las tinieblas ponen término,

Y examinan todo a la perfección,

Las piedras que hay en oscuridad y en sombra de muerte.

4 Abren minas lejos de lo habitado,

En lugares olvidados, donde el pie no pasa.

Son suspendidos y balanceados, lejos de los demás hombres.

5 De la tierra nace el pan,

Y debajo de ella está como convertida en fuego.

6 Lugar hay cuyas piedras son zafiro,

Y sus polvos de oro.

7 Senda que nunca la conoció ave,

Ni ojo de buitre la vio;

8 Nunca la pisaron animales fieros,

Ni león pasó por ella.

9 En el pedernal puso su mano,

Y trastornó de raíz los montes.

10 De los peñascos cortó ríos,

Y sus ojos vieron todo lo preciado.

11 Detuvo los ríos en su nacimiento,

E hizo salir a luz lo escondido.

12 Mas ¿dónde se hallará la sabiduría?

¿Dónde está el lugar de la inteligencia?


13 No conoce su valor el hombre,

Ni se halla en la tierra de los vivientes.

14 El abismo dice: No está en mí;

Y el mar dijo: Ni conmigo.

15 No se dará por oro,

Ni su precio será a peso de plata.

16 No puede ser apreciada con oro de Ofir,

Ni con ónice precioso, ni con zafiro.

17 El oro no se le igualará, ni el diamante,

Ni se cambiará por alhajas de oro fino.

18 No se hará mención de coral ni de perlas;

La sabiduría es mejor que las piedras preciosas.

19 No se igualará con ella topacio de Etiopía;

No se podrá apreciar con oro fino.

20 ¿De dónde, pues, vendrá la sabiduría?

¿Y dónde está el lugar de la inteligencia?

21 Porque encubierta está a los ojos de todo viviente,

Y a toda ave del cielo es oculta.

22 El Abadón y la muerte dijeron:

Su fama hemos oído con nuestros oídos.

23 Dios entiende el camino de ella,

Y conoce su lugar.

24 Porque él mira hasta los fines de la tierra,

Y ve cuanto hay bajo los cielos.


25 Al dar peso al viento,

Y poner las aguas por medida;

26 Cuando él dio ley a la lluvia,

Y camino al relámpago de los truenos,

27 Entonces la veía él, y la manifestaba;

La preparó y la descubrió también.

28 Y dijo al hombre:

He aquí que el temor del Señor es la sabiduría,

Y el apartarse del mal, la inteligencia.

Job recuerda su felicidad anterior

JOB 29

1 Volvió Job a reanudar su discurso, y dijo:

2 ¡Quién me volviese como en los meses pasados,

Como en los días en que Dios me guardaba,

3 Cuando hacía resplandecer sobre mi cabeza su lámpara,

A cuya luz yo caminaba en la oscuridad;


4 Como fui en los días de mi juventud,

Cuando el favor de Dios velaba sobre mi tienda;

5 Cuando aún estaba conmigo el Omnipotente,

Y mis hijos alrededor de mí;

6 Cuando lavaba yo mis pasos con leche,

Y la piedra me derramaba ríos de aceite!

7 Cuando yo salía a la puerta a juicio,

Y en la plaza hacía preparar mi asiento,

8 Los jóvenes me veían, y se escondían;

Y los ancianos se levantaban, y estaban de pie.

9 Los príncipes detenían sus palabras;

Ponían la mano sobre su boca.

10 La voz de los principales se apagaba,

Y su lengua se pegaba a su paladar.

11 Los oídos que me oían me llamaban bienaventurado,

Y los ojos que me veían me daban testimonio,

12 Porque yo libraba al pobre que clamaba,

Y al huérfano que carecía de ayudador.

13 La bendición del que se iba a perder venía sobre mí,

Y al corazón de la viuda yo daba alegría.

14 Me vestía de justicia, y ella me cubría;

Como manto y diadema era mi rectitud.

15 Yo era ojos al ciego,

Y pies al cojo.

16 A los menesterosos era padre,

Y de la causa que no entendía, me informaba con diligencia;


17 Y quebrantaba los colmillos del inicuo,

Y de sus dientes hacía soltar la presa.

18 Decía yo: En mi nido moriré,

Y como arena multiplicaré mis días.

19 Mi raíz estaba abierta junto a las aguas,

Y en mis ramas permanecía el rocío.

20 Mi honra se renovaba en mí,

Y mi arco se fortalecía en mi mano.

21 Me oían, y esperaban,

Y callaban a mi consejo.

22 Tras mi palabra no replicaban,

Y mi razón destilaba sobre ellos.

23 Me esperaban como a la lluvia,

Y abrían su boca como a la lluvia tardía.

24 Si me reía con ellos, no lo creían;

Y no abatían la luz de mi rostro.

25 Calificaba yo el camino de ellos, y me sentaba entre ellos como el jefe;

Y moraba como rey en el ejército,

Como el que consuela a los que lloran.

Job lamenta su desdicha actual

JOB 30
1 Pero ahora se ríen de mí los más jóvenes que yo,

A cuyos padres yo desdeñara poner con los perros de mi ganado.

2 ¿Y de qué me serviría ni aun la fuerza de sus manos?

No tienen fuerza alguna.

3 Por causa de la pobreza y del hambre andaban solos;

Huían a la soledad, a lugar tenebroso, asolado y desierto.

4 Recogían malvas entre los arbustos,

Y raíces de enebro para calentarse.

5 Eran arrojados de entre las gentes,

Y todos les daban grita como tras el ladrón.

6 Habitaban en las barrancas de los arroyos,

En las cavernas de la tierra, y en las rocas.

7 Bramaban entre las matas,

Y se reunían debajo de los espinos.

8 Hijos de viles, y hombres sin nombre,

Más bajos que la misma tierra.

9 Y ahora yo soy objeto de su burla,

Y les sirvo de refrán.

10 Me abominan, se alejan de mí,

Y aun de mi rostro no detuvieron su saliva.

11 Porque Dios desató su cuerda, y me afligió,


Por eso se desenfrenaron delante de mi rostro.

12 A la mano derecha se levantó el populacho;

Empujaron mis pies,

Y prepararon contra mí caminos de perdición.

13 Mi senda desbarataron,

Se aprovecharon de mi quebrantamiento,

Y contra ellos no hubo ayudador.

14 Vinieron como por portillo ancho,

Se revolvieron sobre mi calamidad.

15 Se han revuelto turbaciones sobre mí;

Combatieron como viento mi honor,

Y mi prosperidad pasó como nube.

16 Y ahora mi alma está derramada en mí;

Días de aflicción se apoderan de mí.

17 La noche taladra mis huesos,

Y los dolores que me roen no reposan.

18 La violencia deforma mi vestidura; me ciñe como el cuello de mi túnica.

19 El me derribó en el lodo,

Y soy semejante al polvo y a la ceniza.

20 Clamo a ti, y no me oyes;

Me presento, y no me atiendes.

21 Te has vuelto cruel para mí;

Con el poder de tu mano me persigues.

22 Me alzaste sobre el viento, me hiciste cabalgar en él,

Y disolviste mi sustancia.
23 Porque yo sé que me conduces a la muerte,

Y a la casa determinada a todo viviente.

24 Mas él no extenderá la mano contra el sepulcro;

¿Clamarán los sepultados cuando él los quebrantare?

25 ¿No lloré yo al afligido?

Y mi alma, ¿no se entristeció sobre el menesteroso?

26 Cuando esperaba yo el bien, entonces vino el mal;

Y cuando esperaba luz, vino la oscuridad.

27 Mis entrañas se agitan, y no reposan;

Días de aflicción me han sobrecogido.

28 Ando ennegrecido, y no por el sol;

Me he levantado en la congregación, y clamado.

29 He venido a ser hermano de chacales,

Y compañero de avestruces.

30 Mi piel se ha ennegrecido y se me cae,

Y mis huesos arden de calor.

31 Se ha cambiado mi arpa en luto,

Y mi flauta en voz de lamentadores.

Job afirma su integridad

JOB 31
1 Hice pacto con mis ojos;

¿Cómo, pues, había yo de mirar a una virgen?

2 Porque ¿qué galardón me daría de arriba Dios,

Y qué heredad el Omnipotente desde las alturas?

3 ¿No hay quebrantamiento para el impío,

Y extrañamiento para los que hacen iniquidad?

4 ¿No ve él mis caminos,

Y cuenta todos mis pasos?

5 Si anduve con mentira,

Y si mi pie se apresuró a engaño,

6 Péseme Dios en balanzas de justicia,

Y conocerá mi integridad.

7 Si mis pasos se apartaron del camino,

Si mi corazón se fue tras mis ojos,

Y si algo se pegó a mis manos,

8 Siembre yo, y otro coma,

Y sea arrancada mi siembra.

9 Si fue mi corazón engañado acerca de mujer,

Y si estuve acechando a la puerta de mi prójimo,

10 Muela para otro mi mujer,

Y sobre ella otros se encorven.


11 Porque es maldad e iniquidad

Que han de castigar los jueces.

12 Porque es fuego que devoraría hasta el Abadón,

Y consumiría toda mi hacienda.

13 Si hubiera tenido en poco el derecho de mi siervo y de mi sierva,

Cuando ellos contendían conmigo,

14 ¿Qué haría yo cuando Dios se levantase?

Y cuando él preguntara, ¿qué le respondería yo?

15 El que en el vientre me hizo a mí, ¿no lo hizo a él?

¿Y no nos dispuso uno mismo en la matriz?

16 Si estorbé el contento de los pobres,

E hice desfallecer los ojos de la viuda;

17 Si comí mi bocado solo,

Y no comió de él el huérfano

18 (Porque desde mi juventud creció conmigo como con un padre,

Y desde el vientre de mi madre fui guía de la viuda);

19 Si he visto que pereciera alguno sin vestido,

Y al menesteroso sin abrigo;

20 Si no me bendijeron sus lomos,

Y del vellón de mis ovejas se calentaron;

21 Si alcé contra el huérfano mi mano,

Aunque viese que me ayudaran en la puerta;

22 Mi espalda se caiga de mi hombro,

Y el hueso de mi brazo sea quebrado.

23 Porque temí el castigo de Dios,


Contra cuya majestad yo no tendría poder.

24 Si puse en el oro mi esperanza,

Y dije al oro: Mi confianza eres tú;

25 Si me alegré de que mis riquezas se multiplicasen,

Y de que mi mano hallase mucho;

26 Si he mirado al sol cuando resplandecía,

O a la luna cuando iba hermosa,

27 Y mi corazón se engañó en secreto,

Y mi boca besó mi mano;

28 Esto también sería maldad juzgada;

Porque habría negado al Dios soberano.

29 Si me alegré en el quebrantamiento del que me aborrecía,

Y me regocijé cuando le halló el mal

30 (Ni aun entregué al pecado mi lengua,

Pidiendo maldición para su alma);

31 Si mis siervos no decían:

¿Quién no se ha saciado de su carne?

32 (El forastero no pasaba fuera la noche;

Mis puertas abría al caminante);

33 Si encubrí como hombre mis transgresiones,

Escondiendo en mi seno mi iniquidad,

34 Porque tuve temor de la gran multitud,

Y el menosprecio de las familias me atemorizó,

Y callé, y no salí de mi puerta;


35 ¡Quién me diera quien me oyese!

He aquí mi confianza es que el Omnipotente testificará por mí,

Aunque mi adversario me forme proceso.

36 Ciertamente yo lo llevaría sobre mi hombro,

Y me lo ceñiría como una corona.

37 Yo le contaría el número de mis pasos,

Y como príncipe me presentaría ante él.

38 Si mi tierra clama contra mí,

Y lloran todos sus surcos;

39 Si comí su sustancia sin dinero,

O afligí el alma de sus dueños,

40 En lugar de trigo me nazcan abrojos,

Y espinos en lugar de cebada.

Aquí terminan las palabras de Job.

Eliú justifica su derecho de contestar a Job

JOB 32

1 Cesaron estos tres varones de responder a Job, por cuanto él era justo a sus propios ojos. 2
Entonces Eliú hijo de Baraquel buzita, de la familia de Ram, se encendió en ira contra Job; se
encendió en ira, por cuanto se justificaba a sí mismo más que a Dios. 3 Asimismo se encendió en
ira contra sus tres amigos, porque no hallaban qué responder, aunque habían condenado a Job. 4
Y Eliú había esperado a Job en la disputa, porque los otros eran más viejos que él. 5 Pero viendo
Eliú que no había respuesta en la boca de aquellos tres varones, se encendió en ira. 6 Y respondió
Eliú hijo de Baraquel buzita, y dijo:

Yo soy joven, y vosotros ancianos;

Por tanto, he tenido miedo, y he temido declararos mi opinión.

7 Yo decía: Los días hablarán,

Y la muchedumbre de años declarará sabiduría.

8 Ciertamente espíritu hay en el hombre,

Y el soplo del Omnipotente le hace que entienda.

9 No son los sabios los de mucha edad,

Ni los ancianos entienden el derecho.

10 Por tanto, yo dije: Escuchadme;

Declararé yo también mi sabiduría.

11 He aquí yo he esperado a vuestras razones,

He escuchado vuestros argumentos,

En tanto que buscabais palabras.

12 Os he prestado atención,

Y he aquí que no hay de vosotros quien redarguya a Job,

Y responda a sus razones.

13 Para que no digáis: Nosotros hemos hallado sabiduría;

Lo vence Dios, no el hombre.


14 Ahora bien, Job no dirigió contra mí sus palabras,

Ni yo le responderé con vuestras razones.

15 Se espantaron, no respondieron más;

Se les fueron los razonamientos.

16 Yo, pues, he esperado, pero no hablaban;

Más bien callaron y no respondieron más.

17 Por eso yo también responderé mi parte;

También yo declararé mi juicio.

18 Porque lleno estoy de palabras,

Y me apremia el espíritu dentro de mí.

19 De cierto mi corazón está como el vino que no tiene respiradero,

Y se rompe como odres nuevos.

20 Hablaré, pues, y respiraré;

Abriré mis labios, y responderé.

21 No haré ahora acepción de personas,

Ni usaré con nadie de títulos lisonjeros.

22 Porque no sé hablar lisonjas;

De otra manera, en breve mi Hacedor me consumiría.

Eliú censura a Job

JOB 33
1 Por tanto, Job, oye ahora mis razones,

Y escucha todas mis palabras.

2 He aquí yo abriré ahora mi boca,

Y mi lengua hablará en mi garganta.

3 Mis razones declararán la rectitud de mi corazón,

Y lo que saben mis labios, lo hablarán con sinceridad.

4 El espíritu de Dios me hizo,

Y el soplo del Omnipotente me dio vida.

5 Respóndeme si puedes;

Ordena tus palabras, ponte en pie.

6 Heme aquí a mí en lugar de Dios, conforme a tu dicho;

De barro fui yo también formado.

7 He aquí, mi terror no te espantará,

Ni mi mano se agravará sobre ti.

8 De cierto tú dijiste a oídos míos,

Y yo oí la voz de tus palabras que decían:

9 Yo soy limpio y sin defecto;

Soy inocente, y no hay maldad en mí.

10 He aquí que él buscó reproches contra mí,

Y me tiene por su enemigo;

11 Puso mis pies en el cepo,

Y vigiló todas mis sendas.


12 He aquí, en esto no has hablado justamente;

Yo te responderé que mayor es Dios que el hombre.

13 ¿Por qué contiendes contra él?

Porque él no da cuenta de ninguna de sus razones.

14 Sin embargo, en una o en dos maneras habla Dios;

Pero el hombre no entiende.

15 Por sueño, en visión nocturna,

Cuando el sueño cae sobre los hombres,

Cuando se adormecen sobre el lecho,

16 Entonces revela al oído de los hombres,

Y les señala su consejo,

17 Para quitar al hombre de su obra,

Y apartar del varón la soberbia.

18 Detendrá su alma del sepulcro,

Y su vida de que perezca a espada.

19 También sobre su cama es castigado

Con dolor fuerte en todos sus huesos,

20 Que le hace que su vida aborrezca el pan,

Y su alma la comida suave.

21 Su carne desfallece, de manera que no se ve,

Y sus huesos, que antes no se veían, aparecen.

22 Su alma se acerca al sepulcro,

Y su vida a los que causan la muerte.

23 Si tuviese cerca de él
Algún elocuente mediador muy escogido,

Que anuncie al hombre su deber;

24 Que le diga que Dios tuvo de él misericordia,

Que lo libró de descender al sepulcro,

Que halló redención;

25 Su carne será más tierna que la del niño,

Volverá a los días de su juventud.

26 Orará a Dios, y éste le amará,

Y verá su faz con júbilo;

Y restaurará al hombre su justicia.

27 El mira sobre los hombres; y al que dijere:

Pequé, y pervertí lo recto,

Y no me ha aprovechado,

28 Dios redimirá su alma para que no pase al sepulcro,

Y su vida se verá en luz.

29 He aquí, todas estas cosas hace Dios

Dos y tres veces con el hombre,

30 Para apartar su alma del sepulcro,

Y para iluminarlo con la luz de los vivientes.

31 Escucha, Job, y óyeme;

Calla, y yo hablaré.

32 Si tienes razones, respóndeme;

Habla, porque yo te quiero justificar.

33 Y si no, óyeme tú a mí;

Calla, y te enseñaré sabiduría.


Eliú justifica a Dios

JOB 34

1 Además Eliú dijo:

2 Oíd, sabios, mis palabras;

Y vosotros, doctos, estadme atentos.

3 Porque el oído prueba las palabras,

Como el paladar gusta lo que uno come.

4 Escojamos para nosotros el juicio,

Conozcamos entre nosotros cuál sea lo bueno.

5 Porque Job ha dicho: Yo soy justo,

Y Dios me ha quitado mi derecho.

6 ¿He de mentir yo contra mi razón?

Dolorosa es mi herida sin haber hecho yo transgresión.

7 ¿Qué hombre hay como Job,

Que bebe el escarnio como agua,

8 Y va en compañía con los que hacen iniquidad,

Y anda con los hombres malos?


9 Porque ha dicho: De nada servirá al hombre

El conformar su voluntad a Dios.

10 Por tanto, varones de inteligencia, oídme:

Lejos esté de Dios la impiedad,

Y del Omnipotente la iniquidad.

11 Porque él pagará al hombre según su obra,

Y le retribuirá conforme a su camino.

12 Sí, por cierto, Dios no hará injusticia,

Y el Omnipotente no pervertirá el derecho.

13 ¿Quién visitó por él la tierra?

¿Y quién puso en orden todo el mundo?

14 Si él pusiese sobre el hombre su corazón,

Y recogiese así su espíritu y su aliento,

15 Toda carne perecería juntamente,

Y el hombre volvería al polvo.

16 Si, pues, hay en ti entendimiento, oye esto;

Escucha la voz de mis palabras.

17 ¿Gobernará el que aborrece juicio?

¿Y condenarás tú al que es tan justo?

18 ¿Se dirá al rey: Perverso;

Y a los príncipes: Impíos?

19 ¿Cuánto menos a aquel que no hace acepción de personas de príncipes.

Ni respeta más al rico que al pobre,

Porque todos son obra de sus manos?


20 En un momento morirán,

Y a medianoche se alborotarán los pueblos, y pasarán,

Y sin mano será quitado el poderoso.

21 Porque sus ojos están sobre los caminos del hombre,

Y ve todos sus pasos.

22 No hay tinieblas ni sombra de muerte

Donde se escondan los que hacen maldad.

23 No carga, pues, él al hombre más de lo justo,

Para que vaya con Dios a juicio.

24 El quebrantará a los fuertes sin indagación,

Y hará estar a otros en su lugar.

25 Por tanto, él hará notorias las obras de ellos,

Cuando los trastorne en la noche, y sean quebrantados.

26 Como a malos los herirá

En lugar donde sean vistos;

27 Por cuanto así se apartaron de él,

Y no consideraron ninguno de sus caminos,

28 Haciendo venir delante de él el clamor del pobre,

Y que oiga el clamor de los necesitados.

29 Si él diere reposo, ¿quién inquietará?

Si escondiere el rostro, ¿quién lo mirará?

Esto sobre una nación, y lo mismo sobre un hombre;

30 Haciendo que no reine el hombre impío

Para vejaciones del pueblo.

31 De seguro conviene que se diga a Dios:


He llevado ya castigo, no ofenderé ya más;

32 Enséñame tú lo que yo no veo;

Si hice mal, no lo haré más.

33 ¿Ha de ser eso según tu parecer?

El te retribuirá, ora rehúses, ora aceptes, y no yo;

Di, si no, lo que tú sabes.

34 Los hombres inteligentes dirán conmigo,

Y el hombre sabio que me oiga:

35 Que Job no habla con sabiduría,

Y que sus palabras no son con entendimiento.

36 Deseo yo que Job sea probado ampliamente,

A causa de sus respuestas semejantes a las de los hombres inicuos.

37 Porque a su pecado añadió rebeldía;

Bate palmas contra nosotros,

Y contra Dios multiplica sus palabras.

JOB 35

1 Prosiguió Eliú en su razonamiento, y dijo:


2 ¿Piensas que es cosa recta lo que has dicho:

Más justo soy yo que Dios?

3 Porque dijiste: ¿Qué ventaja sacaré de ello?

¿O qué provecho tendré de no haber pecado?

4 Yo te responderé razones,

Y a tus compañeros contigo.

5 Mira a los cielos, y ve,

Y considera que las nubes son más altas que tú.

6 Si pecares, ¿qué habrás logrado contra él?

Y si tus rebeliones se multiplicaren, ¿qué le harás tú?

7 Si fueres justo, ¿qué le darás a él?

¿O qué recibirá de tu mano?

8 Al hombre como tú dañará tu impiedad,

Y al hijo de hombre aprovechará tu justicia.

9 A causa de la multitud de las violencias claman,

Y se lamentan por el poderío de los grandes.

10 Y ninguno dice: ¿Dónde está Dios mi Hacedor,

Que da cánticos en la noche,

11 Que nos enseña más que a las bestias de la tierra,

Y nos hace sabios más que a las aves del cielo?

12 Allí clamarán, y él no oirá,

Por la soberbia de los malos.

13 Ciertamente Dios no oirá la vanidad,

Ni la mirará el Omnipotente.
14 ¿Cuánto menos cuando dices que no haces caso de él?

La causa está delante de él; por tanto, aguárdale.

15 Mas ahora, porque en su ira no castiga,

Ni inquiere con rigor,

16 Por eso Job abre su boca vanamente,

Y multiplica palabras sin sabiduría.

Eliú exalta la grandeza de Dios

JOB 36

1 Añadió Eliú y dijo:

2 Espérame un poco, y te enseñaré;

Porque todavía tengo razones en defensa de Dios.

3 Tomaré mi saber desde lejos,

Y atribuiré justicia a mi Hacedor.

4 Porque de cierto no son mentira mis palabras;

Contigo está el que es íntegro en sus conceptos.


5 He aquí que Dios es grande, pero no desestima a nadie;

Es poderoso en fuerza de sabiduría.

6 No otorgará vida al impío,

Pero a los afligidos dará su derecho.

7 No apartará de los justos sus ojos;

Antes bien con los reyes los pondrá en trono para siempre,

Y serán exaltados.

8 Y si estuvieren prendidos en grillos,

Y aprisionados en las cuerdas de aflicción,

9 El les dará a conocer la obra de ellos,

Y que prevalecieron sus rebeliones.

10 Despierta además el oído de ellos para la corrección,

Y les dice que se conviertan de la iniquidad.

11 Si oyeren, y le sirvieren,

Acabarán sus días en bienestar,

Y sus años en dicha.

12 Pero si no oyeren, serán pasados a espada,

Y perecerán sin sabiduría.

13 Mas los hipócritas de corazón atesoran para sí la ira,

Y no clamarán cuando él los atare.

14 Fallecerá el alma de ellos en su juventud,

Y su vida entre los sodomitas.

15 Al pobre librará de su pobreza,

Y en la aflicción despertará su oído.

16 Asimismo te apartará de la boca de la angustia


A lugar espacioso, libre de todo apuro,

Y te preparará mesa llena de grosura.

17 Mas tú has llenado el juicio del impío,

En vez de sustentar el juicio y la justicia.

18 Por lo cual teme, no sea que en su ira te quite con golpe,

El cual no puedas apartar de ti con gran rescate.

19 ¿Hará él estima de tus riquezas, del oro,

O de todas las fuerzas del poder?

20 No anheles la noche,

En que los pueblos desaparecen de su lugar.

21 Guárdate, no te vuelvas a la iniquidad;

Pues ésta escogiste más bien que la aflicción.

22 He aquí que Dios es excelso en su poder;

¿Qué enseñador semejante a él?

23 ¿Quién le ha prescrito su camino?

¿Y quién le dirá: Has hecho mal?

24 Acuérdate de engrandecer su obra,

La cual contemplan los hombres.

25 Los hombres todos la ven;

La mira el hombre de lejos.

26 He aquí, Dios es grande, y nosotros no le conocemos,

Ni se puede seguir la huella de sus años.

27 El atrae las gotas de las aguas,

Al transformarse el vapor en lluvia,

28 La cual destilan las nubes,


Goteando en abundancia sobre los hombres.

29 ¿Quién podrá comprender la extensión de las nubes,

Y el sonido estrepitoso de su morada?

30 He aquí que sobre él extiende su luz,

Y cobija con ella las profundidades del mar.

31 Bien que por esos medios castiga a los pueblos,

A la multitud él da sustento.

32 Con las nubes encubre la luz,

Y le manda no brillar, interponiendo aquéllas.

33 El trueno declara su indignación,

Y la tempestad proclama su ira contra la iniquidad.

JOB 37

1 Por eso también se estremece mi corazón,

Y salta de su lugar.

2 Oíd atentamente el estrépito de su voz,

Y el sonido que sale de su boca.

3 Debajo de todos los cielos lo dirige,

Y su luz hasta los fines de la tierra.


4 Después de ella brama el sonido,

Truena él con voz majestuosa;

Y aunque sea oída su voz, no los detiene.

5 Truena Dios maravillosamente con su voz;

El hace grandes cosas, que nosotros no entendemos.

6 Porque a la nieve dice: Desciende a la tierra;

También a la llovizna, y a los aguaceros torrenciales.

7 Así hace retirarse a todo hombre,

Para que los hombres todos reconozcan su obra.

8 Las bestias entran en su escondrijo,

Y se están en sus moradas.

9 Del sur viene el torbellino,

Y el frío de los vientos del norte.

10 Por el soplo de Dios se da el hielo,

Y las anchas aguas se congelan.

11 Regando también llega a disipar la densa nube,

Y con su luz esparce la niebla.

12 Asimismo por sus designios se revuelven las nubes en derredor,

Para hacer sobre la faz del mundo,

En la tierra, lo que él les mande.

13 Unas veces por azote, otras por causa de su tierra,

Otras por misericordia las hará venir.

14 Escucha esto, Job;

Detente, y considera las maravillas de Dios.

15 ¿Sabes tú cómo Dios las pone en concierto,


Y hace resplandecer la luz de su nube?

16 ¿Has conocido tú las diferencias de las nubes,

Las maravillas del Perfecto en sabiduría?

17 ¿Por qué están calientes tus vestidos

Cuando él sosiega la tierra con el viento del sur?

18 ¿Extendiste tú con él los cielos,

Firmes como un espejo fundido?

19 Muéstranos qué le hemos de decir;

Porque nosotros no podemos ordenar las ideas a causa de las tinieblas.

20 ¿Será preciso contarle cuando yo hablare?

Por más que el hombre razone, quedará como abismado.

21 Mas ahora ya no se puede mirar la luz esplendente en los cielos,

Luego que pasa el viento y los limpia,

22 Viniendo de la parte del norte la dorada claridad.

En Dios hay una majestad terrible.

23 El es Todopoderoso, al cual no alcanzamos, grande en poder;

Y en juicio y en multitud de justicia no afligirá.

24 Lo temerán por tanto los hombres;

El no estima a ninguno que cree en su propio corazón ser sabio.

Jehová convence a Job de su ignorancia

JOB 38
1 Entonces respondió Jehová a Job desde un torbellino, y dijo:

2 ¿Quién es ése que oscurece el consejo

Con palabras sin sabiduría?

3 Ahora ciñe como varón tus lomos;

Yo te preguntaré, y tú me contestarás.

4 ¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra?

Házmelo saber, si tienes inteligencia.

5 ¿Quién ordenó sus medidas, si lo sabes?

¿O quién extendió sobre ella cordel?

6 ¿Sobre qué están fundadas sus bases?

¿O quién puso su piedra angular,

7 Cuando alababan todas las estrellas del alba,

Y se regocijaban todos los hijos de Dios?

8 ¿Quién encerró con puertas el mar,

Cuando se derramaba saliéndose de su seno,

9 Cuando puse yo nubes por vestidura suya,

Y por su faja oscuridad,

10 Y establecí sobre él mi decreto,


Le puse puertas y cerrojo,

11 Y dije: Hasta aquí llegarás, y no pasarás adelante,

Y ahí parará el orgullo de tus olas?

12 ¿Has mandado tú a la mañana en tus días?

¿Has mostrado al alba su lugar,

13 Para que ocupe los fines de la tierra,

Y para que sean sacudidos de ella los impíos?

14 Ella muda luego de aspecto como barro bajo el sello,

Y viene a estar como con vestidura;

15 Mas la luz de los impíos es quitada de ellos,

Y el brazo enaltecido es quebrantado.

16 ¿Has entrado tú hasta las fuentes del mar,

Y has andado escudriñando el abismo?

17 ¿Te han sido descubiertas las puertas de la muerte,

Y has visto las puertas de la sombra de muerte?

18 ¿Has considerado tú hasta las anchuras de la tierra?

Declara si sabes todo esto.

19 ¿Por dónde va el camino a la habitación de la luz,

Y dónde está el lugar de las tinieblas,

20 Para que las lleves a sus límites,

Y entiendas las sendas de su casa?

21 ¡Tú lo sabes! Pues entonces ya habías nacido,

Y es grande el número de tus días.


22 ¿Has entrado tú en los tesoros de la nieve,

O has visto los tesoros del granizo,

23 Que tengo reservados para el tiempo de angustia,

Para el día de la guerra y de la batalla?

24 ¿Por qué camino se reparte la luz,

Y se esparce el viento solano sobre la tierra?

25 ¿Quién repartió conducto al turbión,

Y camino a los relámpagos y truenos,

26 Haciendo llover sobre la tierra deshabitada,

Sobre el desierto, donde no hay hombre,

27 Para saciar la tierra desierta e inculta,

Y para hacer brotar la tierna hierba?

28 ¿Tiene la lluvia padre?

¿O quién engendró las gotas del rocío?

29 ¿De qué vientre salió el hielo?

Y la escarcha del cielo, ¿quién la engendró?

30 Las aguas se endurecen a manera de piedra,

Y se congela la faz del abismo.

31 ¿Podrás tú atar los lazos de las Pléyades,

O desatarás las ligaduras de Orión?

32 ¿Sacarás tú a su tiempo las constelaciones de los cielos,

O guiarás a la Osa Mayor con sus hijos?

33 ¿Supiste tú las ordenanzas de los cielos?


¿Dispondrás tú de su potestad en la tierra?

34 ¿Alzarás tú a las nubes tu voz,

Para que te cubra muchedumbre de aguas?

35 ¿Enviarás tú los relámpagos, para que ellos vayan?

¿Y te dirán ellos: Henos aquí?

36 ¿Quién puso la sabiduría en el corazón?

¿O quién dio al espíritu inteligencia?

37 ¿Quién puso por cuenta los cielos con sabiduría?

Y los odres de los cielos, ¿quién los hace inclinar,

38 Cuando el polvo se ha convertido en dureza,

Y los terrones se han pegado unos con otros?

39 ¿Cazarás tú la presa para el león?

¿Saciarás el hambre de los leoncillos,

40 Cuando están echados en las cuevas,

O se están en sus guaridas para acechar?

41 ¿Quién prepara al cuervo su alimento,

Cuando sus polluelos claman a Dios,

Y andan errantes por falta de comida?

JOB 39
1 ¿Sabes tú el tiempo en que paren las cabras monteses?

¿O miraste tú las ciervas cuando están pariendo?

2 ¿Contaste tú los meses de su preñez,

Y sabes el tiempo cuando han de parir?

3 Se encorvan, hacen salir sus hijos,

Pasan sus dolores.

4 Sus hijos se fortalecen, crecen con el pasto;

Salen, y no vuelven a ellas.

5 ¿Quién echó libre al asno montés,

Y quién soltó sus ataduras?

6 Al cual yo puse casa en la soledad,

Y sus moradas en lugares estériles.

7 Se burla de la multitud de la ciudad;

No oye las voces del arriero.

8 Lo oculto de los montes es su pasto,

Y anda buscando toda cosa verde.

9 ¿Querrá el búfalo servirte a ti,

O quedar en tu pesebre?

10 ¿Atarás tú al búfalo con coyunda para el surco?

¿Labrará los valles en pos de ti?

11 ¿Confiarás tú en él, por ser grande su fuerza,

Y le fiarás tu labor?
12 ¿Fiarás de él para que recoja tu semilla,

Y la junte en tu era?

13 ¿Diste tú hermosas alas al pavo real,

O alas y plumas al avestruz?

14 El cual desampara en la tierra sus huevos,

Y sobre el polvo los calienta,

15 Y olvida que el pie los puede pisar,

Y que puede quebrarlos la bestia del campo.

16 Se endurece para con sus hijos, como si no fuesen suyos,

No temiendo que su trabajo haya sido en vano;

17 Porque le privó Dios de sabiduría,

Y no le dio inteligencia.

18 Luego que se levanta en alto,

Se burla del caballo y de su jinete.

19 ¿Diste tú al caballo la fuerza?

¿Vestiste tú su cuello de crines ondulantes?

20 ¿Le intimidarás tú como a langosta?

El resoplido de su nariz es formidable.

21 Escarba la tierra, se alegra en su fuerza,

Sale al encuentro de las armas;

22 Hace burla del espanto, y no teme,

Ni vuelve el rostro delante de la espada.

23 Contra él suenan la aljaba,

El hierro de la lanza y de la jabalina;


24 Y él con ímpetu y furor escarba la tierra,

Sin importarle el sonido de la trompeta;

25 Antes como que dice entre los clarines: ¡Ea!

Y desde lejos huele la batalla,

El grito de los capitanes, y el vocerío.

26 ¿Vuela el gavilán por tu sabiduría,

Y extiende hacia el sur sus alas?

27 ¿Se remonta el águila por tu mandamiento,

Y pone en alto su nido?

28 Ella habita y mora en la peña,

En la cumbre del peñasco y de la roca.

29 Desde allí acecha la presa;

Sus ojos observan de muy lejos.

30 Sus polluelos chupan la sangre;

Y donde hubiere cadáveres, allí está ella.

JOB 40

1 Además respondió Jehová a Job, y dijo:


2 ¿Es sabiduría contender con el Omnipotente?

El que disputa con Dios, responda a esto.

3 Entonces respondió Job a Jehová, y dijo:

4 He aquí que yo soy vil; ¿qué te responderé?

Mi mano pongo sobre mi boca.

5 Una vez hablé, mas no responderé;

Aun dos veces, mas no volveré a hablar.

Manifestaciones del poder de Dios

6 Respondió Jehová a Job desde el torbellino, y dijo:


7 Cíñete ahora como varón tus lomos;

Yo te preguntaré, y tú me responderás.

8 ¿Invalidarás tú también mi juicio?

¿Me condenarás a mí, para justificarte tú?

9 ¿Tienes tú un brazo como el de Dios?

¿Y truenas con voz como la suya?

10 Adórnate ahora de majestad y de alteza,

Y vístete de honra y de hermosura.

11 Derrama el ardor de tu ira;

Mira a todo altivo, y abátelo.

12 Mira a todo soberbio, y humíllalo,

Y quebranta a los impíos en su sitio.

13 Encúbrelos a todos en el polvo,

Encierra sus rostros en la oscuridad;

14 Y yo también te confesaré

Que podrá salvarte tu diestra.

15 He aquí ahora behemot, el cual hice como a ti;

Hierba come como buey.

16 He aquí ahora que su fuerza está en sus lomos,

Y su vigor en los músculos de su vientre.

17 Su cola mueve como un cedro,


Y los nervios de sus muslos están entretejidos.

18 Sus huesos son fuertes como bronce,

Y sus miembros como barras de hierro.

19 El es el principio de los caminos de Dios;

El que lo hizo, puede hacer que su espada a él se acerque.

20 Ciertamente los montes producen hierba para él;

Y toda bestia del campo retoza allá.

21 Se echará debajo de las sombras,

En lo oculto de las cañas y de los lugares húmedos.

22 Los árboles sombríos lo cubren con su sombra;

Los sauces del arroyo lo rodean.

23 He aquí, sale de madre el río, pero él no se inmuta;

Tranquilo está, aunque todo un Jordán se estrelle contra su boca.

24 ¿Lo tomará alguno cuando está vigilante,

Y horadará su nariz?

JOB 41

1 ¿Sacarás tú al leviatán con anzuelo,

O con cuerda que le eches en su lengua?


2 ¿Pondrás tú soga en sus narices,

Y horadarás con garfio su quijada?

3 ¿Multiplicará él ruegos para contigo?

¿Te hablará él lisonjas?

4 ¿Hará pacto contigo

Para que lo tomes por siervo perpetuo?

5 ¿Jugarás con él como con pájaro,

O lo atarás para tus niñas?

6 ¿Harán de él banquete los compañeros?

¿Lo repartirán entre los mercaderes?

7 ¿Cortarás tú con cuchillo su piel,

O con arpón de pescadores su cabeza?

8 Pon tu mano sobre él;

Te acordarás de la batalla, y nunca más volverás.

9 He aquí que la esperanza acerca de él será burlada,

Porque aun a su sola vista se desmayarán.

10 Nadie hay tan osado que lo despierte;

¿Quién, pues, podrá estar delante de mí?

11 ¿Quién me ha dado a mí primero, para que yo restituya?

Todo lo que hay debajo del cielo es mío.

12 No guardaré silencio sobre sus miembros,

Ni sobre sus fuerzas y la gracia de su disposición.

13 ¿Quién descubrirá la delantera de su vestidura?

¿Quién se acercará a él con su freno doble?

14 ¿Quién abrirá las puertas de su rostro?


Las hileras de sus dientes espantan.

15 La gloria de su vestido son escudos fuertes,

Cerrados entre sí estrechamente.

16 El uno se junta con el otro,

Que viento no entra entre ellos.

17 Pegado está el uno con el otro;

Están trabados entre sí, que no se pueden apartar.

18 Con sus estornudos enciende lumbre,

Y sus ojos son como los párpados del alba.

19 De su boca salen hachones de fuego;

Centellas de fuego proceden.

20 De sus narices sale humo,

Como de una olla o caldero que hierve.

21 Su aliento enciende los carbones,

Y de su boca sale llama.

22 En su cerviz está la fuerza,

Y delante de él se esparce el desaliento.

23 Las partes más flojas de su carne están endurecidas;

Están en él firmes, y no se mueven.

24 Su corazón es firme como una piedra,

Y fuerte como la muela de abajo.

25 De su grandeza tienen temor los fuertes,

Y a causa de su desfallecimiento hacen por purificarse.

26 Cuando alguno lo alcanzare,

Ni espada, ni lanza, ni dardo, ni coselete durará.

27 Estima como paja el hierro,


Y el bronce como leño podrido.

28 Saeta no le hace huir;

Las piedras de honda le son como paja.

29 Tiene toda arma por hojarasca,

Y del blandir de la jabalina se burla.

30 Por debajo tiene agudas conchas;

Imprime su agudez en el suelo.

31 Hace hervir como una olla el mar profundo,

Y lo vuelve como una olla de ungüento.

32 En pos de sí hace resplandecer la senda,

Que parece que el abismo es cano.

33 No hay sobre la tierra quien se le parezca;

Animal hecho exento de temor.

34 Menosprecia toda cosa alta;

Es rey sobre todos los soberbios.

Confesión y justificación de Job

JOB 42

1 Respondió Job a Jehová, y dijo:


2 Yo conozco que todo lo puedes,

Y que no hay pensamiento que se esconda de ti.

3 ¿Quién es el que oscurece el consejo sin entendimiento?

Por tanto, yo hablaba lo que no entendía;

Cosas demasiado maravillosas para mí, que yo no comprendía.

4 Oye, te ruego, y hablaré;

Te preguntaré, y tú me enseñarás.

5 De oídas te había oído;

Mas ahora mis ojos te ven.

6 Por tanto me aborrezco,

Y me arrepiento en polvo y ceniza.

7 Y aconteció que después que habló Jehová estas palabras a Job, Jehová dijo a Elifaz temanita: Mi
ira se encendió contra ti y tus dos compañeros; porque no habéis hablado de mí lo recto, como mi
siervo Job. 8 Ahora, pues, tomaos siete becerros y siete carneros, e id a mi siervo Job, y ofreced
holocausto por vosotros, y mi siervo Job orará por vosotros; porque de cierto a él atenderé para
no trataros afrentosamente, por cuanto no habéis hablado de mí con rectitud, como mi siervo Job.
9 Fueron, pues, Elifaz temanita, Bildad suhita y Zofar naamatita, e hicieron como Jehová les dijo; y
Jehová aceptó la oración de Job.

Restauración de la prosperidad de Job


10 Y quitó Jehová la aflicción de Job, cuando él hubo orado por sus amigos; y aumentó al doble
todas las cosas que habían sido de Job. 11 Y vinieron a él todos sus hermanos y todas sus
hermanas, y todos los que antes le habían conocido, y comieron con él pan en su casa, y se
condolieron de él, y le consolaron de todo aquel mal que Jehová había traído sobre él; y cada uno
de ellos le dio una pieza de dinero y un anillo de oro. 12 Y bendijo Jehová el postrer estado de Job
más que el primero; porque tuvo catorce mil ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de bueyes y mil
asnas, 13 y tuvo siete hijos y tres hijas. 14 Llamó el nombre de la primera, Jemima, el de la
segunda, Cesia, y el de la tercera, Keren-hapuc. 15 Y no había mujeres tan hermosas como las hijas
de Job en toda la tierra; y les dio su padre herencia entre sus hermanos. 16 Después de esto vivió
Job ciento cuarenta años, y vio a sus hijos, y a los hijos de sus hijos, hasta la cuarta generación. 17
Y murió Job viejo y lleno de días.

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SALMOS

LIBRO I

El justo y los pecadores

SALMO 1

1 Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos,

Ni estuvo en camino de pecadores,

Ni en silla de escarnecedores se ha sentado;

2 Sino que en la ley de Jehová está su delicia,


Y en su ley medita de día y de noche.

3 Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas,

Que da su fruto en su tiempo,

Y su hoja no cae;

Y todo lo que hace, prosperará.

4 No así los malos,

Que son como el tamo que arrebata el viento.

5 Por tanto, no se levantarán los malos en el juicio,

Ni los pecadores en la congregación de los justos.

6 Porque Jehová conoce el camino de los justos;

Mas la senda de los malos perecerá.

El reino del ungido de Jehová

SALMO 2

1 ¿Por qué se amotinan las gentes,

Y los pueblos piensan cosas vanas?

2 Se levantarán los reyes de la tierra,

Y príncipes consultarán unidos


Contra Jehová y contra su ungido, diciendo:

3 Rompamos sus ligaduras,

Y echemos de nosotros sus cuerdas.

4 El que mora en los cielos se reirá;

El Señor se burlará de ellos.

5 Luego hablará a ellos en su furor,

Y los turbará con su ira.

6 Pero yo he puesto mi rey

Sobre Sion, mi santo monte.

7 Yo publicaré el decreto;

Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú;

Yo te engendré hoy.

8 Pídeme, y te daré por herencia las naciones,

Y como posesión tuya los confines de la tierra.

9 Los quebrantarás con vara de hierro;

Como vasija de alfarero los desmenuzarás.

10 Ahora, pues, oh reyes, sed prudentes;

Admitid amonestación, jueces de la tierra.

11 Servid a Jehová con temor,

Y alegraos con temblor.

12 Honrad al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el camino;

Pues se inflama de pronto su ira.


Bienaventurados todos los que en él confían.

Oración matutina de confianza en Dios

Salmo de David, cuando huía de delante de Absalón su hijo.

SALMO 3

1 ¡Oh Jehová, cuánto se han multiplicado mis adversarios!

Muchos son los que se levantan contra mí.

2 Muchos son los que dicen de mí:

No hay para él salvación en Dios. Selah

3 Mas tú, Jehová, eres escudo alrededor de mí;

Mi gloria, y el que levanta mi cabeza.

4 Con mi voz clamé a Jehová,

Y él me respondió desde su monte santo. Selah

5 Yo me acosté y dormí,

Y desperté, porque Jehová me sustentaba.

6 No temeré a diez millares de gente,


Que pusieren sitio contra mí.

7 Levántate, Jehová; sálvame, Dios mío;

Porque tú heriste a todos mis enemigos en la mejilla;

Los dientes de los perversos quebrantaste.

8 La salvación es de Jehová;

Sobre tu pueblo sea tu bendición. Selah

Oración vespertina de confianza en Dios

Al músico principal; sobre Neginot. Salmo de David.

SALMO 4

1 Respóndeme cuando clamo, oh Dios de mi justicia.

Cuando estaba en angustia, tú me hiciste ensanchar;

Ten misericordia de mí, y oye mi oración.

2 Hijos de los hombres, ¿hasta cuándo volveréis mi honra en infamia,

Amaréis la vanidad, y buscaréis la mentira? Selah

3 Sabed, pues, que Jehová ha escogido al piadoso para sí;


Jehová oirá cuando yo a él clamare.

4 Temblad, y no pequéis;

Meditad en vuestro corazón estando en vuestra cama, y callad. Selah

5 Ofreced sacrificios de justicia,

Y confiad en Jehová.

6 Muchos son los que dicen: ¿Quién nos mostrará el bien?

Alza sobre nosotros, oh Jehová, la luz de tu rostro.

7 Tú diste alegría a mi corazón

Mayor que la de ellos cuando abundaba su grano y su mosto.

8 En paz me acostaré, y asimismo dormiré;

Porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado.

Plegaria pidiendo protección

Al músico principal; sobre Nehilot. Salmo de David.

SALMO 5
1 Escucha, oh Jehová, mis palabras;

Considera mi gemir.

2 Está atento a la voz de mi clamor, Rey mío y Dios mío,

Porque a ti oraré.

3 Oh Jehová, de mañana oirás mi voz;

De mañana me presentaré delante de ti, y esperaré.

4 Porque tú no eres un Dios que se complace en la maldad;

El malo no habitará junto a ti.

5 Los insensatos no estarán delante de tus ojos;

Aborreces a todos los que hacen iniquidad.

6 Destruirás a los que hablan mentira;

Al hombre sanguinario y engañador abominará Jehová.

7 Mas yo por la abundancia de tu misericordia entraré en tu casa;

Adoraré hacia tu santo templo en tu temor.

8 Guíame, Jehová, en tu justicia, a causa de mis enemigos;

Endereza delante de mí tu camino.

9 Porque en la boca de ellos no hay sinceridad;

Sus entrañas son maldad,

Sepulcro abierto es su garganta,

Con su lengua hablan lisonjas.

10 Castígalos, oh Dios;

Caigan por sus mismos consejos;

Por la multitud de sus transgresiones échalos fuera,


Porque se rebelaron contra ti.

11 Pero alégrense todos los que en ti confían;

Den voces de júbilo para siempre, porque tú los defiendes;

En ti se regocijen los que aman tu nombre.

12 Porque tú, oh Jehová, bendecirás al justo;

Como con un escudo lo rodearás de tu favor.

Oración pidiendo misericordia en tiempo de prueba

Al músico principal; en Neginot, sobre Seminit. Salmo de David.

SALMO 6

1 Jehová, no me reprendas en tu enojo,

Ni me castigues con tu ira.

2 Ten misericordia de mí, oh Jehová, porque estoy enfermo;

Sáname, oh Jehová, porque mis huesos se estremecen.

3 Mi alma también está muy turbada;

Y tú, Jehová, ¿hasta cuándo?


4 Vuélvete, oh Jehová, libra mi alma;

Sálvame por tu misericordia.

5 Porque en la muerte no hay memoria de ti;

En el Seol, ¿quién te alabará?

6 Me he consumido a fuerza de gemir;

Todas las noches inundo de llanto mi lecho,

Riego mi cama con mis lágrimas.

7 Mis ojos están gastados de sufrir;

Se han envejecido a causa de todos mis angustiadores.

8 Apartaos de mí, todos los hacedores de iniquidad;

Porque Jehová ha oído la voz de mi lloro.

9 Jehová ha oído mi ruego;

Ha recibido Jehová mi oración.

10 Se avergonzarán y se turbarán mucho todos mis enemigos;

Se volverán y serán avergonzados de repente.

Plegaria pidiendo vindicación

Sigaión de David, que cantó a Jehová acerca de las palabras de Cus hijo de Benjamín.

SALMO 7
1 Jehová Dios mío, en ti he confiado;

Sálvame de todos los que me persiguen, y líbrame,

2 No sea que desgarren mi alma cual león,

Y me destrocen sin que haya quien me libre.

3 Jehová Dios mío, si yo he hecho esto,

Si hay en mis manos iniquidad;

4 Si he dado mal pago al que estaba en paz conmigo

(Antes he libertado al que sin causa era mi enemigo),

5 Persiga el enemigo mi alma, y alcáncela;

Huelle en tierra mi vida,

Y mi honra ponga en el polvo. Selah

6 Levántate, oh Jehová, en tu ira;

Alzate en contra de la furia de mis angustiadores,

Y despierta en favor mío el juicio que mandaste.

7 Te rodeará congregación de pueblos,

Y sobre ella vuélvete a sentar en alto.

8 Jehová juzgará a los pueblos;

Júzgame, oh Jehová, conforme a mi justicia,

Y conforme a mi integridad.

9 Fenezca ahora la maldad de los inicuos, mas establece tú al justo;


Porque el Dios justo prueba la mente y el corazón.

10 Mi escudo está en Dios,

Que salva a los rectos de corazón.

11 Dios es juez justo,

Y Dios está airado contra el impío todos los días.

12 Si no se arrepiente, él afilará su espada;

Armado tiene ya su arco, y lo ha preparado.

13 Asimismo ha preparado armas de muerte,

Y ha labrado saetas ardientes.

14 He aquí, el impío concibió maldad,

Se preñó de iniquidad,

Y dio a luz engaño.

15 Pozo ha cavado, y lo ha ahondado;

Y en el hoyo que hizo caerá.

16 Su iniquidad volverá sobre su cabeza,

Y su agravio caerá sobre su propia coronilla.

17 Alabaré a Jehová conforme a su justicia,

Y cantaré al nombre de Jehová el Altísimo.

La gloria de Dios y la honra del hombre

Al músico principal; sobre Gitit. Salmo de David.


SALMO 8

1 ¡Oh Jehová, Señor nuestro,

Cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra!

Has puesto tu gloria sobre los cielos;

2 De la boca de los niños y de los que maman, fundaste la fortaleza,

A causa de tus enemigos,

Para hacer callar al enemigo y al vengativo.

3 Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos,

La luna y las estrellas que tú formaste,

4 Digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria,

Y el hijo del hombre, para que lo visites?

5 Le has hecho poco menor que los ángeles,

Y lo coronaste de gloria y de honra.

6 Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos;

Todo lo pusiste debajo de sus pies:

7 Ovejas y bueyes, todo ello,

Y asimismo las bestias del campo,

8 Las aves de los cielos y los peces del mar;


Todo cuanto pasa por los senderos del mar.

9 ¡Oh Jehová, Señor nuestro,

Cuán grande es tu nombre en toda la tierra!

Acción de gracias por la justicia de Dios

Al músico principal; sobre Mut-labén. Salmo de David.

SALMO 9

1 Te alabaré, oh Jehová, con todo mi corazón;

Contaré todas tus maravillas.

2 Me alegraré y me regocijaré en ti;

Cantaré a tu nombre, oh Altísimo.

3 Mis enemigos volvieron atrás;

Cayeron y perecieron delante de ti.

4 Porque has mantenido mi derecho y mi causa;

Te has sentado en el trono juzgando con justicia.


5 Reprendiste a las naciones, destruiste al malo,

Borraste el nombre de ellos eternamente y para siempre.

6 Los enemigos han perecido; han quedado desolados para siempre;

Y las ciudades que derribaste,

Su memoria pereció con ellas.

7 Pero Jehová permanecerá para siempre;

Ha dispuesto su trono para juicio.

8 El juzgará al mundo con justicia,

Y a los pueblos con rectitud.

9 Jehová será refugio del pobre,

Refugio para el tiempo de angustia.

10 En ti confiarán los que conocen tu nombre,

Por cuanto tú, oh Jehová, no desamparaste a los que te buscaron.

11 Cantad a Jehová, que habita en Sion;

Publicad entre los pueblos sus obras.

12 Porque el que demanda la sangre se acordó de ellos;

No se olvidó del clamor de los afligidos.

13 Ten misericordia de mí, Jehová;

Mira mi aflicción que padezco a causa de los que me aborrecen,

Tú que me levantas de las puertas de la muerte,

14 Para que cuente yo todas tus alabanzas

En las puertas de la hija de Sion,

Y me goce en tu salvación.
15 Se hundieron las naciones en el hoyo que hicieron;

En la red que escondieron fue tomado su pie.

16 Jehová se ha hecho conocer en el juicio que ejecutó;

En la obra de sus manos fue enlazado el malo. Higaion. Selah

17 Los malos serán trasladados al Seol,

Todas las gentes que se olvidan de Dios.

18 Porque no para siempre será olvidado el menesteroso,

Ni la esperanza de los pobres perecerá perpetuamente.

19 Levántate, oh Jehová; no se fortalezca el hombre;

Sean juzgadas las naciones delante de ti.

20 Pon, oh Jehová, temor en ellos;

Conozcan las naciones que no son sino hombres. Selah

Plegaria pidiendo la destrucción de los malvados

SALMO 10
1 ¿Por qué estás lejos, oh Jehová,

Y te escondes en el tiempo de la tribulación?

2 Con arrogancia el malo persigue al pobre;

Será atrapado en los artificios que ha ideado.

3 Porque el malo se jacta del deseo de su alma,

Bendice al codicioso, y desprecia a Jehová.

4 El malo, por la altivez de su rostro, no busca a Dios;

No hay Dios en ninguno de sus pensamientos.

5 Sus caminos son torcidos en todo tiempo;

Tus juicios los tiene muy lejos de su vista;

A todos sus adversarios desprecia.

6 Dice en su corazón: No seré movido jamás;

Nunca me alcanzará el infortunio.

7 Llena está su boca de maldición, y de engaños y fraude;

Debajo de su lengua hay vejación y maldad.

8 Se sienta en acecho cerca de las aldeas;

En escondrijos mata al inocente.

Sus ojos están acechando al desvalido;

9 Acecha en oculto, como el león desde su cueva;

Acecha para arrebatar al pobre;

Arrebata al pobre trayéndolo a su red.


10 Se encoge, se agacha,

Y caen en sus fuertes garras muchos desdichados.

11 Dice en su corazón: Dios ha olvidado;

Ha encubierto su rostro; nunca lo verá.

12 Levántate, oh Jehová Dios, alza tu mano;

No te olvides de los pobres.

13 ¿Por qué desprecia el malo a Dios?

En su corazón ha dicho: Tú no lo inquirirás.

14 Tú lo has visto; porque miras el trabajo y la vejación, para dar la recompensa con tu mano;

A ti se acoge el desvalido;

Tú eres el amparo del huérfano.

15 Quebranta tú el brazo del inicuo,

Y persigue la maldad del malo hasta que no halles ninguna.

16 Jehová es Rey eternamente y para siempre;

De su tierra han perecido las naciones.

17 El deseo de los humildes oíste, oh Jehová;

Tú dispones su corazón, y haces atento tu oído,

18 Para juzgar al huérfano y al oprimido,

A fin de que no vuelva más a hacer violencia el hombre de la tierra.


El refugio del justo

Al músico principal. Salmo de David.

SALMO 11

1 En Jehová he confiado;

¿Cómo decís a mi alma,

Que escape al monte cual ave?

2 Porque he aquí, los malos tienden el arco,

Disponen sus saetas sobre la cuerda,

Para asaetear en oculto a los rectos de corazón.

3 Si fueren destruidos los fundamentos,

¿Qué ha de hacer el justo?

4 Jehová está en su santo templo;

Jehová tiene en el cielo su trono;

Sus ojos ven, sus párpados examinan a los hijos de los hombres.

5 Jehová prueba al justo;

Pero al malo y al que ama la violencia, su alma los aborrece.

6 Sobre los malos hará llover calamidades;

Fuego, azufre y viento abrasador será la porción del cáliz de ellos.

7 Porque Jehová es justo, y ama la justicia;


El hombre recto mirará su rostro.

Oración pidiendo ayuda contra los malos

Al músico principal; sobre Seminit. Salmo de David.

SALMO 12

1 Salva, oh Jehová, porque se acabaron los piadosos;

Porque han desaparecido los fieles de entre los hijos de los hombres.

2 Habla mentira cada uno con su prójimo;

Hablan con labios lisonjeros, y con doblez de corazón.

3 Jehová destruirá todos los labios lisonjeros,

Y la lengua que habla jactanciosamente;

4 A los que han dicho: Por nuestra lengua prevaleceremos;

Nuestros labios son nuestros; ¿quién es señor de nosotros?

5 Por la opresión de los pobres, por el gemido de los menesterosos,

Ahora me levantaré, dice Jehová;

Pondré en salvo al que por ello suspira.


6 Las palabras de Jehová son palabras limpias,

Como plata refinada en horno de tierra,

Purificada siete veces.

7 Tú, Jehová, los guardarás;

De esta generación los preservarás para siempre.

8 Cercando andan los malos,

Cuando la vileza es exaltada entre los hijos de los hombres.

Plegaria pidiendo ayuda en la aflicción

Al músico principal. Salmo de David.

SALMO 13

1 ¿Hasta cuándo, Jehová? ¿Me olvidarás para siempre?

¿Hasta cuándo esconderás tu rostro de mí?

2 ¿Hasta cuándo pondré consejos en mi alma,

Con tristezas en mi corazón cada día?

¿Hasta cuándo será enaltecido mi enemigo sobre mí?


3 Mira, respóndeme, oh Jehová Dios mío;

Alumbra mis ojos, para que no duerma de muerte;

4 Para que no diga mi enemigo: Lo vencí.

Mis enemigos se alegrarían, si yo resbalara.

5 Mas yo en tu misericordia he confiado;

Mi corazón se alegrará en tu salvación.

6 Cantaré a Jehová,

Porque me ha hecho bien.

Necedad y corrupción del hombre

(Sal. 53. 1-6)

Al músico principal. Salmo de David.

SALMO 14

1 Dice el necio en su corazón:

No hay Dios.

Se han corrompido, hacen obras abominables;


No hay quien haga el bien.

2 Jehová miró desde los cielos sobre los hijos de los hombres,

Para ver si había algún entendido,

Que buscara a Dios.

3 Todos se desviaron, a una se han corrompido;

No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno.

4 ¿No tienen discernimiento todos los que hacen iniquidad,

Que devoran a mi pueblo como si comiesen pan,

Y a Jehová no invocan?

5 Ellos temblaron de espanto;

Porque Dios está con la generación de los justos.

6 Del consejo del pobre se han burlado,

Pero Jehová es su esperanza.

7 ¡Oh, que de Sion saliera la salvación de Israel!

Cuando Jehová hiciere volver a los cautivos de su pueblo,

Se gozará Jacob, y se alegrará Israel.

Los que habitarán en el monte santo de Dios


Salmo de David.

SALMO 15

1 Jehová, ¿quién habitará en tu tabernáculo?

¿Quién morará en tu monte santo?

2 El que anda en integridad y hace justicia,

Y habla verdad en su corazón.

3 El que no calumnia con su lengua,

Ni hace mal a su prójimo,

Ni admite reproche alguno contra su vecino.

4 Aquel a cuyos ojos el vil es menospreciado,

Pero honra a los que temen a Jehová.

El que aun jurando en daño suyo, no por eso cambia;

5 Quien su dinero no dio a usura,

Ni contra el inocente admitió cohecho.

El que hace estas cosas, no resbalará jamás.

Una herencia escogida


Mictam de David.

SALMO 16

1 Guárdame, oh Dios, porque en ti he confiado.

2 Oh alma mía, dijiste a Jehová:

Tú eres mi Señor;

No hay para mí bien fuera de ti.

3 Para los santos que están en la tierra,

Y para los íntegros, es toda mi complacencia.

4 Se multiplicarán los dolores de aquellos que sirven diligentes a otro dios.

No ofreceré yo sus libaciones de sangre,

Ni en mis labios tomaré sus nombres.

5 Jehová es la porción de mi herencia y de mi copa;

Tú sustentas mi suerte.

6 Las cuerdas me cayeron en lugares deleitosos,

Y es hermosa la heredad que me ha tocado.

7 Bendeciré a Jehová que me aconseja;


Aun en las noches me enseña mi conciencia.

8 A Jehová he puesto siempre delante de mí;

Porque está a mi diestra, no seré conmovido.

9 Se alegró por tanto mi corazón, y se gozó mi alma;

Mi carne también reposará confiadamente;

10 Porque no dejarás mi alma en el Seol,

Ni permitirás que tu santo vea corrupción.

11 Me mostrarás la senda de la vida;

En tu presencia hay plenitud de gozo;

Delicias a tu diestra para siempre.

Plegaria pidiendo protección contra los opresores

Oración de David.

SALMO 17

1 Oye, oh Jehová, una causa justa; está atento a mi clamor.

Escucha mi oración hecha de labios sin engaño.

2 De tu presencia proceda mi vindicación;


Vean tus ojos la rectitud.

3 Tú has probado mi corazón, me has visitado de noche;

Me has puesto a prueba, y nada inicuo hallaste;

He resuelto que mi boca no haga transgresión.

4 En cuanto a las obras humanas, por la palabra de tus labios

Yo me he guardado de las sendas de los violentos.

5 Sustenta mis pasos en tus caminos,

Para que mis pies no resbalen.

6 Yo te he invocado, por cuanto tú me oirás, oh Dios;

Inclina a mí tu oído, escucha mi palabra.

7 Muestra tus maravillosas misericordias, tú que salvas a los que se refugian a tu diestra,

De los que se levantan contra ellos.

8 Guárdame como a la niña de tus ojos;

Escóndeme bajo la sombra de tus alas,

9 De la vista de los malos que me oprimen,

De mis enemigos que buscan mi vida.

10 Envueltos están con su grosura;

Con su boca hablan arrogantemente.

11 Han cercado ahora nuestros pasos;

Tienen puestos sus ojos para echarnos por tierra.

12 Son como león que desea hacer presa,

Y como leoncillo que está en su escondite.


13 Levántate, oh Jehová;

Sal a su encuentro, póstrales;

Libra mi alma de los malos con tu espada,

14 De los hombres con tu mano, oh Jehová,

De los hombres mundanos, cuya porción la tienen en esta vida,

Y cuyo vientre está lleno de tu tesoro.

Sacian a sus hijos,

Y aun sobra para sus pequeñuelos.

15 En cuanto a mí, veré tu rostro en justicia;

Estaré satisfecho cuando despierte a tu semejanza.

Acción de gracias por la victoria

(2 S. 22. 1-51)

Al músico principal. Salmo de David, siervo de Jehová, el cual dirigió a Jehová las palabras de este
cántico el día que le libró Jehová de mano de todos sus enemigos, y de mano de Saúl. Entonces
dijo:

SALMO 18
1 Te amo, oh Jehová, fortaleza mía.

2 Jehová, roca mía y castillo mío, y mi libertador;

Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré;

Mi escudo, y la fuerza de mi salvación, mi alto refugio.

3 Invocaré a Jehová, quien es digno de ser alabado,

Y seré salvo de mis enemigos.

4 Me rodearon ligaduras de muerte,

Y torrentes de perversidad me atemorizaron.

5 Ligaduras del Seol me rodearon,

Me tendieron lazos de muerte.

6 En mi angustia invoqué a Jehová,

Y clamé a mi Dios.

El oyó mi voz desde su templo,

Y mi clamor llegó delante de él, a sus oídos.

7 La tierra fue conmovida y tembló;

Se conmovieron los cimientos de los montes,

Y se estremecieron, porque se indignó él.

8 Humo subió de su nariz,

Y de su boca fuego consumidor;

Carbones fueron por él encendidos.

9 Inclinó los cielos, y descendió;

Y había densas tinieblas debajo de sus pies.


10 Cabalgó sobre un querubín, y voló;

Voló sobre las alas del viento.

11 Puso tinieblas por su escondedero, por cortina suya alrededor de sí;

Oscuridad de aguas, nubes de los cielos.

12 Por el resplandor de su presencia, sus nubes pasaron;

Granizo y carbones ardientes.

13 Tronó en los cielos Jehová,

Y el Altísimo dio su voz;

Granizo y carbones de fuego.

14 Envió sus saetas, y los dispersó;

Lanzó relámpagos, y los destruyó.

15 Entonces aparecieron los abismos de las aguas,

Y quedaron al descubierto los cimientos del mundo,

A tu reprensión, oh Jehová,

Por el soplo del aliento de tu nariz.

16 Envió desde lo alto; me tomó,

Me sacó de las muchas aguas.

17 Me libró de mi poderoso enemigo,

Y de los que me aborrecían; pues eran más fuertes que yo.

18 Me asaltaron en el día de mi quebranto,

Mas Jehová fue mi apoyo.

19 Me sacó a lugar espacioso;

Me libró, porque se agradó de mí.

20 Jehová me ha premiado conforme a mi justicia;


Conforme a la limpieza de mis manos me ha recompensado.

21 Porque yo he guardado los caminos de Jehová,

Y no me aparté impíamente de mi Dios.

22 Pues todos sus juicios estuvieron delante de mí,

Y no me he apartado de sus estatutos.

23 Fui recto para con él, y me he guardado de mi maldad,

24 Por lo cual me ha recompensado Jehová conforme a mi justicia;

Conforme a la limpieza de mis manos delante de su vista.

25 Con el misericordioso te mostrarás misericordioso,

Y recto para con el hombre íntegro.

26 Limpio te mostrarás para con el limpio,

Y severo serás para con el perverso.

27 Porque tú salvarás al pueblo afligido,

Y humillarás los ojos altivos.

28 Tú encenderás mi lámpara;

Jehová mi Dios alumbrará mis tinieblas.

29 Contigo desbarataré ejércitos,

Y con mi Dios asaltaré muros.

30 En cuanto a Dios, perfecto es su camino,

Y acrisolada la palabra de Jehová;

Escudo es a todos los que en él esperan.

31 Porque ¿quién es Dios sino sólo Jehová?

¿Y qué roca hay fuera de nuestro Dios?

32 Dios es el que me ciñe de poder,


Y quien hace perfecto mi camino;

33 Quien hace mis pies como de ciervas,

Y me hace estar firme sobre mis alturas;

34 Quien adiestra mis manos para la batalla,

Para entesar con mis brazos el arco de bronce.

35 Me diste asimismo el escudo de tu salvación;

Tu diestra me sustentó,

Y tu benignidad me ha engrandecido.

36 Ensanchaste mis pasos debajo de mí,

Y mis pies no han resbalado.

37 Perseguí a mis enemigos, y los alcancé,

Y no volví hasta acabarlos.

38 Los herí de modo que no se levantasen;

Cayeron debajo de mis pies.

39 Pues me ceñiste de fuerzas para la pelea;

Has humillado a mis enemigos debajo de mí.

40 Has hecho que mis enemigos me vuelvan las espaldas,

Para que yo destruya a los que me aborrecen.

41 Clamaron, y no hubo quien salvase;

Aun a Jehová, pero no los oyó.

42 Y los molí como polvo delante del viento;

Los eché fuera como lodo de las calles.

43 Me has librado de las contiendas del pueblo;

Me has hecho cabeza de las naciones;

Pueblo que yo no conocía me sirvió.


44 Al oír de mí me obedecieron;

Los hijos de extraños se sometieron a mí.

45 Los extraños se debilitaron

Y salieron temblando de sus encierros.

46 Viva Jehová, y bendita sea mi roca,

Y enaltecido sea el Dios de mi salvación;

47 El Dios que venga mis agravios,

Y somete pueblos debajo de mí;

48 El que me libra de mis enemigos,

Y aun me eleva sobre los que se levantan contra mí;

Me libraste de varón violento.

49 Por tanto yo te confesaré entre las naciones, oh Jehová,

Y cantaré a tu nombre.

50 Grandes triunfos da a su rey,

Y hace misericordia a su ungido,

A David y a su descendencia, para siempre.

Las obras y la palabra de Dios

Al músico principal. Salmo de David.

SALMO 19
1 Los cielos cuentan la gloria de Dios,

Y el firmamento anuncia la obra de sus manos.

2 Un día emite palabra a otro día,

Y una noche a otra noche declara sabiduría.

3 No hay lenguaje, ni palabras,

Ni es oída su voz.

4 Por toda la tierra salió su voz,

Y hasta el extremo del mundo sus palabras.

En ellos puso tabernáculo para el sol;

5 Y éste, como esposo que sale de su tálamo,

Se alegra cual gigante para correr el camino.

6 De un extremo de los cielos es su salida,

Y su curso hasta el término de ellos;

Y nada hay que se esconda de su calor.

7 La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma;

El testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo.

8 Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón;

El precepto de Jehová es puro, que alumbra los ojos.

9 El temor de Jehová es limpio, que permanece para siempre;

Los juicios de Jehová son verdad, todos justos.


10 Deseables son más que el oro, y más que mucho oro afinado;

Y dulces más que miel, y que la que destila del panal.

11 Tu siervo es además amonestado con ellos;

En guardarlos hay grande galardón.

12 ¿Quién podrá entender sus propios errores?

Líbrame de los que me son ocultos.

13 Preserva también a tu siervo de las soberbias;

Que no se enseñoreen de mí;

Entonces seré íntegro, y estaré limpio de gran rebelión.

14 Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti,

Oh Jehová, roca mía, y redentor mío.

Oración pidiendo la victoria

Al músico principal. Salmo de David.

SALMO 20

1 Jehová te oiga en el día de conflicto;


El nombre del Dios de Jacob te defienda.

2 Te envíe ayuda desde el santuario,

Y desde Sion te sostenga.

3 Haga memoria de todas tus ofrendas,

Y acepte tu holocausto. Selah

4 Te dé conforme al deseo de tu corazón,

Y cumpla todo tu consejo.

5 Nosotros nos alegraremos en tu salvación,

Y alzaremos pendón en el nombre de nuestro Dios;

Conceda Jehová todas tus peticiones.

6 Ahora conozco que Jehová salva a su ungido;

Lo oirá desde sus santos cielos

Con la potencia salvadora de su diestra.

7 Estos confían en carros, y aquéllos en caballos;

Mas nosotros del nombre de Jehová nuestro Dios tendremos memoria.

8 Ellos flaquean y caen,

Mas nosotros nos levantamos, y estamos en pie.

9 Salva, Jehová;

Que el Rey nos oiga en el día que lo invoquemos.

Alabanza por haber sido librado del enemigo


Al músico principal. Salmo de David.

SALMO 21

1 El rey se alegra en tu poder, oh Jehová;

Y en tu salvación, ¡cómo se goza!

2 Le has concedido el deseo de su corazón,

Y no le negaste la petición de sus labios. Selah

3 Porque le has salido al encuentro con bendiciones de bien;

Corona de oro fino has puesto sobre su cabeza.

4 Vida te demandó, y se la diste;

Largura de días eternamente y para siempre.

5 Grande es su gloria en tu salvación;

Honra y majestad has puesto sobre él.

6 Porque lo has bendecido para siempre;

Lo llenaste de alegría con tu presencia.

7 Por cuanto el rey confía en Jehová,

Y en la misericordia del Altísimo, no será conmovido.

8 Alcanzará tu mano a todos tus enemigos;

Tu diestra alcanzará a los que te aborrecen.

9 Los pondrás como horno de fuego en el tiempo de tu ira;

Jehová los deshará en su ira,


Y fuego los consumirá.

10 Su fruto destruirás de la tierra,

Y su descendencia de entre los hijos de los hombres.

11 Porque intentaron el mal contra ti;

Fraguaron maquinaciones, mas no prevalecerán,

12 Pues tú los pondrás en fuga;

En tus cuerdas dispondrás saetas contra sus rostros.

13 Engrandécete, oh Jehová, en tu poder;

Cantaremos y alabaremos tu poderío.

Un grito de angustia y un canto de alabanza

Al músico principal; sobre Ajelet-sahar. Salmo de David.

SALMO 22

1 Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?

¿Por qué estás tan lejos de mi salvación, y de las palabras de mi clamor?

2 Dios mío, clamo de día, y no respondes;

Y de noche, y no hay para mí reposo.


3 Pero tú eres santo,

Tú que habitas entre las alabanzas de Israel.

4 En ti esperaron nuestros padres;

Esperaron, y tú los libraste.

5 Clamaron a ti, y fueron librados;

Confiaron en ti, y no fueron avergonzados.

6 Mas yo soy gusano, y no hombre;

Oprobio de los hombres, y despreciado del pueblo.

7 Todos los que me ven me escarnecen;

Estiran la boca, menean la cabeza, diciendo:

8 Se encomendó a Jehová; líbrele él;

Sálvele, puesto que en él se complacía.

9 Pero tú eres el que me sacó del vientre;

El que me hizo estar confiado desde que estaba a los pechos de mi madre.

10 Sobre ti fui echado desde antes de nacer;

Desde el vientre de mi madre, tú eres mi Dios.

11 No te alejes de mí, porque la angustia está cerca;

Porque no hay quien ayude.

12 Me han rodeado muchos toros;

Fuertes toros de Basán me han cercado.

13 Abrieron sobre mí su boca

Como león rapaz y rugiente.


14 He sido derramado como aguas,

Y todos mis huesos se descoyuntaron;

Mi corazón fue como cera,

Derritiéndose en medio de mis entrañas.

15 Como un tiesto se secó mi vigor,

Y mi lengua se pegó a mi paladar,

Y me has puesto en el polvo de la muerte.

16 Porque perros me han rodeado;

Me ha cercado cuadrilla de malignos;

Horadaron mis manos y mis pies.

17 Contar puedo todos mis huesos;

Entre tanto, ellos me miran y me observan.

18 Repartieron entre sí mis vestidos,

Y sobre mi ropa echaron suertes.

19 Mas tú, Jehová, no te alejes;

Fortaleza mía, apresúrate a socorrerme.

20 Libra de la espada mi alma,

Del poder del perro mi vida.

21 Sálvame de la boca del león,

Y líbrame de los cuernos de los búfalos.

22 Anunciaré tu nombre a mis hermanos;

En medio de la congregación te alabaré.


23 Los que teméis a Jehová, alabadle;

Glorificadle, descendencia toda de Jacob,

Y temedle vosotros, descendencia toda de Israel.

24 Porque no menospreció ni abominó la aflicción del afligido,

Ni de él escondió su rostro;

Sino que cuando clamó a él, le oyó.

25 De ti será mi alabanza en la gran congregación;

Mis votos pagaré delante de los que le temen.

26 Comerán los humildes, y serán saciados;

Alabarán a Jehová los que le buscan;

Vivirá vuestro corazón para siempre.

27 Se acordarán, y se volverán a Jehová todos los confines de la tierra,

Y todas las familias de las naciones adorarán delante de ti.

28 Porque de Jehová es el reino,

Y él regirá las naciones.

29 Comerán y adorarán todos los poderosos de la tierra;

Se postrarán delante de él todos los que descienden al polvo,

Aun el que no puede conservar la vida a su propia alma.

30 La posteridad le servirá;

Esto será contado de Jehová hasta la postrera generación.

31 Vendrán, y anunciarán su justicia;

A pueblo no nacido aún, anunciarán que él hizo esto.


Jehová es mi pastor

Salmo de David.

SALMO 23

1 Jehová es mi pastor; nada me faltará.

2 En lugares de delicados pastos me hará descansar;

Junto a aguas de reposo me pastoreará.

3 Confortará mi alma;

Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.

4 Aunque ande en valle de sombra de muerte,

No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo;

Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.

5 Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores;

Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando.

6 Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida,

Y en la casa de Jehová moraré por largos días.


El rey de gloria

Salmo de David.

SALMO 24

1 De Jehová es la tierra y su plenitud;

El mundo, y los que en él habitan.

2 Porque él la fundó sobre los mares,

Y la afirmó sobre los ríos.

3 ¿Quién subirá al monte de Jehová?

¿Y quién estará en su lugar santo?

4 El limpio de manos y puro de corazón;

El que no ha elevado su alma a cosas vanas,

Ni jurado con engaño.

5 El recibirá bendición de Jehová,

Y justicia del Dios de salvación.

6 Tal es la generación de los que le buscan,

De los que buscan tu rostro, oh Dios de Jacob. Selah

7 Alzad, oh puertas, vuestras cabezas,


Y alzaos vosotras, puertas eternas,

Y entrará el Rey de gloria.

8 ¿Quién es este Rey de gloria?

Jehová el fuerte y valiente,

Jehová el poderoso en batalla.

9 Alzad, oh puertas, vuestras cabezas,

Y alzaos vosotras, puertas eternas,

Y entrará el Rey de gloria.

10 ¿Quién es este Rey de gloria?

Jehová de los ejércitos,

El es el Rey de la gloria. Selah

David implora dirección, perdón y protección

Salmo de David.

SALMO 25

1 A ti, oh Jehová, levantaré mi alma.

2 Dios mío, en ti confío;

No sea yo avergonzado,
No se alegren de mí mis enemigos.

3 Ciertamente ninguno de cuantos esperan en ti será confundido;

Serán avergonzados los que se rebelan sin causa.

4 Muéstrame, oh Jehová, tus caminos;

Enséñame tus sendas.

5 Encamíname en tu verdad, y enséñame,

Porque tú eres el Dios de mi salvación;

En ti he esperado todo el día.

6 Acuérdate, oh Jehová, de tus piedades y de tus misericordias,

Que son perpetuas.

7 De los pecados de mi juventud, y de mis rebeliones, no te acuerdes;

Conforme a tu misericordia acuérdate de mí,

Por tu bondad, oh Jehová.

8 Bueno y recto es Jehová;

Por tanto, él enseñará a los pecadores el camino.

9 Encaminará a los humildes por el juicio,

Y enseñará a los mansos su carrera.

10 Todas las sendas de Jehová son misericordia y verdad,

Para los que guardan su pacto y sus testimonios.

11 Por amor de tu nombre, oh Jehová,

Perdonarás también mi pecado, que es grande.

12 ¿Quién es el hombre que teme a Jehová?


El le enseñará el camino que ha de escoger.

13 Gozará él de bienestar,

Y su descendencia heredará la tierra.

14 La comunión íntima de Jehová es con los que le temen,

Y a ellos hará conocer su pacto.

15 Mis ojos están siempre hacia Jehová,

Porque él sacará mis pies de la red.

16 Mírame, y ten misericordia de mí,

Porque estoy solo y afligido.

17 Las angustias de mi corazón se han aumentado;

Sácame de mis congojas.

18 Mira mi aflicción y mi trabajo,

Y perdona todos mis pecados.

19 Mira mis enemigos, cómo se han multiplicado,

Y con odio violento me aborrecen.

20 Guarda mi alma, y líbrame;

No sea yo avergonzado, porque en ti confié.

21 Integridad y rectitud me guarden,

Porque en ti he esperado.

22 Redime, oh Dios, a Israel

De todas sus angustias.


Declaración de integridad

Salmo de David.

SALMO 26

1 Júzgame, oh Jehová, porque yo en mi integridad he andado;

He confiado asimismo en Jehová sin titubear.

2 Escudríñame, oh Jehová, y pruébame;

Examina mis íntimos pensamientos y mi corazón.

3 Porque tu misericordia está delante de mis ojos,

Y ando en tu verdad.

4 No me he sentado con hombres hipócritas,

Ni entré con los que andan simuladamente.

5 Aborrecí la reunión de los malignos,

Y con los impíos nunca me senté.

6 Lavaré en inocencia mis manos,

Y así andaré alrededor de tu altar, oh Jehová,

7 Para exclamar con voz de acción de gracias,

Y para contar todas tus maravillas.


8 Jehová, la habitación de tu casa he amado,

Y el lugar de la morada de tu gloria.

9 No arrebates con los pecadores mi alma,

Ni mi vida con hombres sanguinarios,

10 En cuyas manos está el mal,

Y su diestra está llena de sobornos.

11 Mas yo andaré en mi integridad;

Redímeme, y ten misericordia de mí.

12 Mi pie ha estado en rectitud;

En las congregaciones bendeciré a Jehová.

Jehová es mi luz y mi salvación

Salmo de David.

SALMO 27

1 Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré?

Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?


2 Cuando se juntaron contra mí los malignos, mis angustiadores y mis enemigos,

Para comer mis carnes, ellos tropezaron y cayeron.

3 Aunque un ejército acampe contra mí,

No temerá mi corazón;

Aunque contra mí se levante guerra,

Yo estaré confiado.

4 Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré;

Que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida,

Para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo.

5 Porque él me esconderá en su tabernáculo en el día del mal;

Me ocultará en lo reservado de su morada;

Sobre una roca me pondrá en alto.

6 Luego levantará mi cabeza sobre mis enemigos que me rodean,

Y yo sacrificaré en su tabernáculo sacrificios de júbilo;

Cantaré y entonaré alabanzas a Jehová.

7 Oye, oh Jehová, mi voz con que a ti clamo;

Ten misericordia de mí, y respóndeme.

8 Mi corazón ha dicho de ti: Buscad mi rostro.

Tu rostro buscaré, oh Jehová;

9 No escondas tu rostro de mí.


No apartes con ira a tu siervo;

Mi ayuda has sido.

No me dejes ni me desampares, Dios de mi salvación.

10 Aunque mi padre y mi madre me dejaran,

Con todo, Jehová me recogerá.

11 Enséñame, oh Jehová, tu camino,

Y guíame por senda de rectitud

A causa de mis enemigos.

12 No me entregues a la voluntad de mis enemigos;

Porque se han levantado contra mí testigos falsos, y los que respiran crueldad.

13 Hubiera yo desmayado, si no creyese que veré la bondad de Jehová

En la tierra de los vivientes.

14 Aguarda a Jehová;

Esfuérzate, y aliéntese tu corazón;

Sí, espera a Jehová.

Plegaria pidiendo ayuda, y alabanza por la respuesta

Salmo de David.

SALMO 28
1 A ti clamaré, oh Jehová.

Roca mía, no te desentiendas de mí,

Para que no sea yo, dejándome tú,

Semejante a los que descienden al sepulcro.

2 Oye la voz de mis ruegos cuando clamo a ti,

Cuando alzo mis manos hacia tu santo templo.

3 No me arrebates juntamente con los malos,

Y con los que hacen iniquidad,

Los cuales hablan paz con sus prójimos,

Pero la maldad está en su corazón.

4 Dales conforme a su obra, y conforme a la perversidad de sus hechos;

Dales su merecido conforme a la obra de sus manos.

5 Por cuanto no atendieron a los hechos de Jehová,

Ni a la obra de sus manos,

El los derribará, y no los edificará.

6 Bendito sea Jehová,

Que oyó la voz de mis ruegos.

7 Jehová es mi fortaleza y mi escudo;

En él confió mi corazón, y fui ayudado,

Por lo que se gozó mi corazón,

Y con mi cántico le alabaré.


8 Jehová es la fortaleza de su pueblo,

Y el refugio salvador de su ungido.

9 Salva a tu pueblo, y bendice a tu heredad;

Y pastoréales y susténtales para siempre.

Poder y gloria de Jehová

Salmo de David.

SALMO 29

1 Tributad a Jehová, oh hijos de los poderosos,

Dad a Jehová la gloria y el poder.

2 Dad a Jehová la gloria debida a su nombre;

Adorad a Jehová en la hermosura de la santidad.

3 Voz de Jehová sobre las aguas;

Truena el Dios de gloria,

Jehová sobre las muchas aguas.

4 Voz de Jehová con potencia;

Voz de Jehová con gloria.


5 Voz de Jehová que quebranta los cedros;

Quebrantó Jehová los cedros del Líbano.

6 Los hizo saltar como becerros;

Al Líbano y al Sirión como hijos de búfalos.

7 Voz de Jehová que derrama llamas de fuego;

8 Voz de Jehová que hace temblar el desierto;

Hace temblar Jehová el desierto de Cades.

9 Voz de Jehová que desgaja las encinas,

Y desnuda los bosques;

En su templo todo proclama su gloria.

10 Jehová preside en el diluvio,

Y se sienta Jehová como rey para siempre.

11 Jehová dará poder a su pueblo;

Jehová bendecirá a su pueblo con paz.

Acción de gracias por haber sido librado de la muerte

Salmo cantado en la dedicación de la Casa.

Salmo de David.
SALMO 30

1 Te glorificaré, oh Jehová, porque me has exaltado,

Y no permitiste que mis enemigos se alegraran de mí.

2 Jehová Dios mío,

A ti clamé, y me sanaste.

3 Oh Jehová, hiciste subir mi alma del Seol;

Me diste vida, para que no descendiese a la sepultura.

4 Cantad a Jehová, vosotros sus santos,

Y celebrad la memoria de su santidad.

5 Porque un momento será su ira,

Pero su favor dura toda la vida.

Por la noche durará el lloro,

Y a la mañana vendrá la alegría.

6 En mi prosperidad dije yo:

No seré jamás conmovido,

7 Porque tú, Jehová, con tu favor me afirmaste como monte fuerte.

Escondiste tu rostro, fui turbado.

8 A ti, oh Jehová, clamaré,


Y al Señor suplicaré.

9 ¿Qué provecho hay en mi muerte cuando descienda a la sepultura?

¿Te alabará el polvo? ¿Anunciará tu verdad?

10 Oye, oh Jehová, y ten misericordia de mí;

Jehová, sé tú mi ayudador.

11 Has cambiado mi lamento en baile;

Desataste mi cilicio, y me ceñiste de alegría.

12 Por tanto, a ti cantaré, gloria mía, y no estaré callado.

Jehová Dios mío, te alabaré para siempre.

Declaración de confianza

Al músico principal. Salmo de David.

SALMO 31

1 En ti, oh Jehová, he confiado; no sea yo confundido jamás;

Líbrame en tu justicia.

2 Inclina a mí tu oído, líbrame pronto;

Sé tú mi roca fuerte, y fortaleza para salvarme.


3 Porque tú eres mi roca y mi castillo;

Por tu nombre me guiarás y me encaminarás.

4 Sácame de la red que han escondido para mí,

Pues tú eres mi refugio.

5 En tu mano encomiendo mi espíritu;

Tú me has redimido, oh Jehová, Dios de verdad.

6 Aborrezco a los que esperan en vanidades ilusorias;

Mas yo en Jehová he esperado.

7 Me gozaré y alegraré en tu misericordia,

Porque has visto mi aflicción;

Has conocido mi alma en las angustias.

8 No me entregaste en mano del enemigo;

Pusiste mis pies en lugar espacioso.

9 Ten misericordia de mí, oh Jehová, porque estoy en angustia;

Se han consumido de tristeza mis ojos, mi alma también y mi cuerpo.

10 Porque mi vida se va gastando de dolor, y mis años de suspirar;

Se agotan mis fuerzas a causa de mi iniquidad, y mis huesos se han consumido.

11 De todos mis enemigos soy objeto de oprobio,

Y de mis vecinos mucho más, y el horror de mis conocidos;

Los que me ven fuera huyen de mí.

12 He sido olvidado de su corazón como un muerto;

He venido a ser como un vaso quebrado.


13 Porque oigo la calumnia de muchos;

El miedo me asalta por todas partes,

Mientras consultan juntos contra mí

E idean quitarme la vida.

14 Mas yo en ti confío, oh Jehová;

Digo: Tú eres mi Dios.

15 En tu mano están mis tiempos;

Líbrame de la mano de mis enemigos y de mis perseguidores.

16 Haz resplandecer tu rostro sobre tu siervo;

Sálvame por tu misericordia.

17 No sea yo avergonzado, oh Jehová, ya que te he invocado;

Sean avergonzados los impíos, estén mudos en el Seol.

18 Enmudezcan los labios mentirosos,

Que hablan contra el justo cosas duras

Con soberbia y menosprecio.

19 ¡Cuán grande es tu bondad, que has guardado para los que te temen,

Que has mostrado a los que esperan en ti, delante de los hijos de los hombres!

20 En lo secreto de tu presencia los esconderás de la conspiración del hombre;

Los pondrás en un tabernáculo a cubierto de contención de lenguas.

21 Bendito sea Jehová,

Porque ha hecho maravillosa su misericordia para conmigo en ciudad fortificada.

22 Decía yo en mi premura: Cortado soy de delante de tus ojos;

Pero tú oíste la voz de mis ruegos cuando a ti clamaba.


23 Amad a Jehová, todos vosotros sus santos;

A los fieles guarda Jehová,

Y paga abundantemente al que procede con soberbia.

24 Esforzaos todos vosotros los que esperáis en Jehová,

Y tome aliento vuestro corazón.

La dicha del perdón

Salmo de David. Masquil.

SALMO 32

1 Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado.

2 Bienaventurado el hombre a quien Jehová no culpa de iniquidad,

Y en cuyo espíritu no hay engaño.

3 Mientras callé, se envejecieron mis huesos

En mi gemir todo el día.

4 Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano;

Se volvió mi verdor en sequedades de verano. Selah


5 Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad.

Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová;

Y tú perdonaste la maldad de mi pecado. Selah

6 Por esto orará a ti todo santo en el tiempo en que puedas ser hallado;

Ciertamente en la inundación de muchas aguas no llegarán éstas a él.

7 Tú eres mi refugio; me guardarás de la angustia;

Con cánticos de liberación me rodearás. Selah

8 Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar;

Sobre ti fijaré mis ojos.

9 No seáis como el caballo, o como el mulo, sin entendimiento,

Que han de ser sujetados con cabestro y con freno,

Porque si no, no se acercan a ti.

10 Muchos dolores habrá para el impío;

Mas al que espera en Jehová, le rodea la misericordia.

11 Alegraos en Jehová y gozaos, justos;

Y cantad con júbilo todos vosotros los rectos de corazón.

Alabanzas al Creador y Preservador

SALMO 33
1 Alegraos, oh justos, en Jehová;

En los íntegros es hermosa la alabanza.

2 Aclamad a Jehová con arpa;

Cantadle con salterio y decacordio.

3 Cantadle cántico nuevo;

Hacedlo bien, tañendo con júbilo.

4 Porque recta es la palabra de Jehová,

Y toda su obra es hecha con fidelidad.

5 El ama justicia y juicio;

De la misericordia de Jehová está llena la tierra.

6 Por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos,

Y todo el ejército de ellos por el aliento de su boca.

7 El junta como montón las aguas del mar;

El pone en depósitos los abismos.

8 Tema a Jehová toda la tierra;

Teman delante de él todos los habitantes del mundo.

9 Porque él dijo, y fue hecho;

El mandó, y existió.
10 Jehová hace nulo el consejo de las naciones,

Y frustra las maquinaciones de los pueblos.

11 El consejo de Jehová permanecerá para siempre;

Los pensamientos de su corazón por todas las generaciones.

12 Bienaventurada la nación cuyo Dios es Jehová,

El pueblo que él escogió como heredad para sí.

13 Desde los cielos miró Jehová;

Vio a todos los hijos de los hombres;

14 Desde el lugar de su morada miró

Sobre todos los moradores de la tierra.

15 El formó el corazón de todos ellos;

Atento está a todas sus obras.

16 El rey no se salva por la multitud del ejército,

Ni escapa el valiente por la mucha fuerza.

17 Vano para salvarse es el caballo;

La grandeza de su fuerza a nadie podrá librar.

18 He aquí el ojo de Jehová sobre los que le temen,

Sobre los que esperan en su misericordia,

19 Para librar sus almas de la muerte,

Y para darles vida en tiempo de hambre.

20 Nuestra alma espera a Jehová;

Nuestra ayuda y nuestro escudo es él.


21 Por tanto, en él se alegrará nuestro corazón,

Porque en su santo nombre hemos confiado.

22 Sea tu misericordia, oh Jehová, sobre nosotros,

Según esperamos en ti.

La protección divina

Salmo de David, cuando mudó su semblante delante de Abimelec, y él lo echó, y se fue.

SALMO 34

1 Bendeciré a Jehová en todo tiempo;

Su alabanza estará de continuo en mi boca.

2 En Jehová se gloriará mi alma;

Lo oirán los mansos, y se alegrarán.

3 Engrandeced a Jehová conmigo,

Y exaltemos a una su nombre.

4 Busqué a Jehová, y él me oyó,

Y me libró de todos mis temores.

5 Los que miraron a él fueron alumbrados,


Y sus rostros no fueron avergonzados.

6 Este pobre clamó, y le oyó Jehová,

Y lo libró de todas sus angustias.

7 El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen,

Y los defiende.

8 Gustad, y ved que es bueno Jehová;

Dichoso el hombre que confía en él.

9 Temed a Jehová, vosotros sus santos,

Pues nada falta a los que le temen.

10 Los leoncillos necesitan, y tienen hambre;

Pero los que buscan a Jehová no tendrán falta de ningún bien.

11 Venid, hijos, oídme;

El temor de Jehová os enseñaré.

12 ¿Quién es el hombre que desea vida,

Que desea muchos días para ver el bien?

13 Guarda tu lengua del mal,

Y tus labios de hablar engaño.

14 Apártate del mal, y haz el bien;

Busca la paz, y síguela.

15 Los ojos de Jehová están sobre los justos,

Y atentos sus oídos al clamor de ellos.

16 La ira de Jehová contra los que hacen mal,

Para cortar de la tierra la memoria de ellos.

17 Claman los justos, y Jehová oye,


Y los libra de todas sus angustias.

18 Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón;

Y salva a los contritos de espíritu.

19 Muchas son las aflicciones del justo,

Pero de todas ellas le librará Jehová.

20 El guarda todos sus huesos;

Ni uno de ellos será quebrantado.

21 Matará al malo la maldad,

Y los que aborrecen al justo serán condenados.

22 Jehová redime el alma de sus siervos,

Y no serán condenados cuantos en él confían.

Plegaria pidiendo ser librado de los enemigos

Salmo de David.

SALMO 35

1 Disputa, oh Jehová, con los que contra mí contienden;

Pelea contra los que me combaten.


2 Echa mano al escudo y al pavés,

Y levántate en mi ayuda.

3 Saca la lanza, cierra contra mis perseguidores;

Di a mi alma: Yo soy tu salvación.

4 Sean avergonzados y confundidos los que buscan mi vida;

Sean vueltos atrás y avergonzados los que mi mal intentan.

5 Sean como el tamo delante del viento,

Y el ángel de Jehová los acose.

6 Sea su camino tenebroso y resbaladizo,

Y el ángel de Jehová los persiga.

7 Porque sin causa escondieron para mí su red en un hoyo;

Sin causa cavaron hoyo para mi alma.

8 Véngale el quebrantamiento sin que lo sepa,

Y la red que él escondió lo prenda;

Con quebrantamiento caiga en ella.

9 Entonces mi alma se alegrará en Jehová;

Se regocijará en su salvación.

10 Todos mis huesos dirán: Jehová, ¿quién como tú,

Que libras al afligido del más fuerte que él,

Y al pobre y menesteroso del que le despoja?

11 Se levantan testigos malvados;

De lo que no sé me preguntan;
12 Me devuelven mal por bien,

Para afligir a mi alma.

13 Pero yo, cuando ellos enfermaron, me vestí de cilicio;

Afligí con ayuno mi alma,

Y mi oración se volvía a mi seno.

14 Como por mi compañero, como por mi hermano andaba;

Como el que trae luto por madre, enlutado me humillaba.

15 Pero ellos se alegraron en mi adversidad, y se juntaron;

Se juntaron contra mí gentes despreciables, y yo no lo entendía;

Me despedazaban sin descanso;

16 Como lisonjeros, escarnecedores y truhanes,

Crujieron contra mí sus dientes.

17 Señor, ¿hasta cuándo verás esto?

Rescata mi alma de sus destrucciones, mi vida de los leones.

18 Te confesaré en grande congregación;

Te alabaré entre numeroso pueblo.

19 No se alegren de mí los que sin causa son mis enemigos,

Ni los que me aborrecen sin causa guiñen el ojo.

20 Porque no hablan paz;

Y contra los mansos de la tierra piensan palabras engañosas.

21 Ensancharon contra mí su boca;

Dijeron: ¡Ea, ea, nuestros ojos lo han visto!


22 Tú lo has visto, oh Jehová; no calles;

Señor, no te alejes de mí.

23 Muévete y despierta para hacerme justicia,

Dios mío y Señor mío, para defender mi causa.

24 Júzgame conforme a tu justicia, Jehová Dios mío,

Y no se alegren de mí.

25 No digan en su corazón: ¡Ea, alma nuestra!

No digan: ¡Le hemos devorado!

26 Sean avergonzados y confundidos a una los que de mi mal se alegran;

Vístanse de vergüenza y de confusión los que se engrandecen contra mí.

27 Canten y alégrense los que están a favor de mi justa causa,

Y digan siempre: Sea exaltado Jehová,

Que ama la paz de su siervo.

28 Y mi lengua hablará de tu justicia

Y de tu alabanza todo el día.

La misericordia de Dios

Al músico principal. Salmo de David, siervo de Jehová.

SALMO 36
1 La iniquidad del impío me dice al corazón:

No hay temor de Dios delante de sus ojos.

2 Se lisonjea, por tanto, en sus propios ojos,

De que su iniquidad no será hallada y aborrecida.

3 Las palabras de su boca son iniquidad y fraude;

Ha dejado de ser cuerdo y de hacer el bien.

4 Medita maldad sobre su cama;

Está en camino no bueno,

El mal no aborrece.

5 Jehová, hasta los cielos llega tu misericordia,

Y tu fidelidad alcanza hasta las nubes.

6 Tu justicia es como los montes de Dios,

Tus juicios, abismo grande.

Oh Jehová, al hombre y al animal conservas.

7 ¡Cuán preciosa, oh Dios, es tu misericordia!

Por eso los hijos de los hombres se amparan bajo la sombra de tus alas.

8 Serán completamente saciados de la grosura de tu casa,

Y tú los abrevarás del torrente de tus delicias.

9 Porque contigo está el manantial de la vida;

En tu luz veremos la luz.

10 Extiende tu misericordia a los que te conocen,

Y tu justicia a los rectos de corazón.


11 No venga pie de soberbia contra mí,

Y mano de impíos no me mueva.

12 Allí cayeron los hacedores de iniquidad;

Fueron derribados, y no podrán levantarse.

El camino de los malos

Salmo de David.

SALMO 37

1 No te impacientes a causa de los malignos,

Ni tengas envidia de los que hacen iniquidad.

2 Porque como hierba serán pronto cortados,

Y como la hierba verde se secarán.

3 Confía en Jehová, y haz el bien;

Y habitarás en la tierra, y te apacentarás de la verdad.

4 Deléitate asimismo en Jehová,

Y él te concederá las peticiones de tu corazón.


5 Encomienda a Jehová tu camino,

Y confía en él; y él hará.

6 Exhibirá tu justicia como la luz,

Y tu derecho como el mediodía.

7 Guarda silencio ante Jehová, y espera en él.

No te alteres con motivo del que prospera en su camino,

Por el hombre que hace maldades.

8 Deja la ira, y desecha el enojo;

No te excites en manera alguna a hacer lo malo.

9 Porque los malignos serán destruidos,

Pero los que esperan en Jehová, ellos heredarán la tierra.

10 Pues de aquí a poco no existirá el malo;

Observarás su lugar, y no estará allí.

11 Pero los mansos heredarán la tierra,

Y se recrearán con abundancia de paz.

12 Maquina el impío contra el justo,

Y cruje contra él sus dientes;

13 El Señor se reirá de él;

Porque ve que viene su día.

14 Los impíos desenvainan espada y entesan su arco,

Para derribar al pobre y al menesteroso,

Para matar a los de recto proceder.


15 Su espada entrará en su mismo corazón,

Y su arco será quebrado.

16 Mejor es lo poco del justo,

Que las riquezas de muchos pecadores.

17 Porque los brazos de los impíos serán quebrados;

Mas el que sostiene a los justos es Jehová.

18 Conoce Jehová los días de los perfectos,

Y la heredad de ellos será para siempre.

19 No serán avergonzados en el mal tiempo,

Y en los días de hambre serán saciados.

20 Mas los impíos perecerán,

Y los enemigos de Jehová como la grasa de los carneros

Serán consumidos; se disiparán como el humo.

21 El impío toma prestado, y no paga;

Mas el justo tiene misericordia, y da.

22 Porque los benditos de él heredarán la tierra;

Y los malditos de él serán destruidos.

23 Por Jehová son ordenados los pasos del hombre,

Y él aprueba su camino.

24 Cuando el hombre cayere, no quedará postrado,

Porque Jehová sostiene su mano.


25 Joven fui, y he envejecido,

Y no he visto justo desamparado,

Ni su descendencia que mendigue pan.

26 En todo tiempo tiene misericordia, y presta;

Y su descendencia es para bendición.

27 Apártate del mal, y haz el bien,

Y vivirás para siempre.

28 Porque Jehová ama la rectitud,

Y no desampara a sus santos.

Para siempre serán guardados;

Mas la descendencia de los impíos será destruida.

29 Los justos heredarán la tierra,

Y vivirán para siempre sobre ella.

30 La boca del justo habla sabiduría,

Y su lengua habla justicia.

31 La ley de su Dios está en su corazón;

Por tanto, sus pies no resbalarán.

32 Acecha el impío al justo,

Y procura matarlo.

33 Jehová no lo dejará en sus manos,

Ni lo condenará cuando le juzgaren.


34 Espera en Jehová, y guarda su camino,

Y él te exaltará para heredar la tierra;

Cuando sean destruidos los pecadores, lo verás.

35 Vi yo al impío sumamente enaltecido,

Y que se extendía como laurel verde.

36 Pero él pasó, y he aquí ya no estaba;

Lo busqué, y no fue hallado.

37 Considera al íntegro, y mira al justo;

Porque hay un final dichoso para el hombre de paz.

38 Mas los transgresores serán todos a una destruidos;

La posteridad de los impíos será extinguida.

39 Pero la salvación de los justos es de Jehová,

Y él es su fortaleza en el tiempo de la angustia.

40 Jehová los ayudará y los librará;

Los libertará de los impíos, y los salvará,

Por cuanto en él esperaron.

Oración de un penitente

Salmo de David, para recordar.


SALMO 38

1 Jehová, no me reprendas en tu furor,

Ni me castigues en tu ira.

2 Porque tus saetas cayeron sobre mí,

Y sobre mí ha descendido tu mano.

3 Nada hay sano en mi carne, a causa de tu ira;

Ni hay paz en mis huesos, a causa de mi pecado.

4 Porque mis iniquidades se han agravado sobre mi cabeza;

Como carga pesada se han agravado sobre mí.

5 Hieden y supuran mis llagas,

A causa de mi locura.

6 Estoy encorvado, estoy humillado en gran manera,

Ando enlutado todo el día.

7 Porque mis lomos están llenos de ardor,

Y nada hay sano en mi carne.

8 Estoy debilitado y molido en gran manera;

Gimo a causa de la conmoción de mi corazón.

9 Señor, delante de ti están todos mis deseos,

Y mi suspiro no te es oculto.
10 Mi corazón está acongojado, me ha dejado mi vigor,

Y aun la luz de mis ojos me falta ya.

11 Mis amigos y mis compañeros se mantienen lejos de mi plaga,

Y mis cercanos se han alejado.

12 Los que buscan mi vida arman lazos,

Y los que procuran mi mal hablan iniquidades,

Y meditan fraudes todo el día.

13 Mas yo, como si fuera sordo, no oigo;

Y soy como mudo que no abre la boca.

14 Soy, pues, como un hombre que no oye,

Y en cuya boca no hay reprensiones.

15 Porque en ti, oh Jehová, he esperado;

Tú responderás, Jehová Dios mío.

16 Dije: No se alegren de mí;

Cuando mi pie resbale, no se engrandezcan sobre mí.

17 Pero yo estoy a punto de caer,

Y mi dolor está delante de mí continuamente.

18 Por tanto, confesaré mi maldad,

Y me contristaré por mi pecado.

19 Porque mis enemigos están vivos y fuertes,

Y se han aumentado los que me aborrecen sin causa.

20 Los que pagan mal por bien


Me son contrarios, por seguir yo lo bueno.

21 No me desampares, oh Jehová;

Dios mío, no te alejes de mí.

22 Apresúrate a ayudarme,

Oh Señor, mi salvación.

El carácter transitorio de la vida

Al músico principal; a Jedutún. Salmo de David.

SALMO 39

1 Yo dije: Atenderé a mis caminos,

Para no pecar con mi lengua;

Guardaré mi boca con freno,

En tanto que el impío esté delante de mí.

2 Enmudecí con silencio, me callé aun respecto de lo bueno;

Y se agravó mi dolor.

3 Se enardeció mi corazón dentro de mí;

En mi meditación se encendió fuego,


Y así proferí con mi lengua:

4 Hazme saber, Jehová, mi fin,

Y cuánta sea la medida de mis días;

Sepa yo cuán frágil soy.

5 He aquí, diste a mis días término corto,

Y mi edad es como nada delante de ti;

Ciertamente es completa vanidad todo hombre que vive. Selah

6 Ciertamente como una sombra es el hombre;

Ciertamente en vano se afana;

Amontona riquezas, y no sabe quién las recogerá.

7 Y ahora, Señor, ¿qué esperaré?

Mi esperanza está en ti.

8 Líbrame de todas mis transgresiones;

No me pongas por escarnio del insensato.

9 Enmudecí, no abrí mi boca,

Porque tú lo hiciste.

10 Quita de sobre mí tu plaga;

Estoy consumido bajo los golpes de tu mano.

11\c Con castigos por el pecado corriges al hombre,

Y deshaces como polilla lo más estimado de él;

Ciertamente vanidad es todo hombre. Selah

12 Oye mi oración, oh Jehová, y escucha mi clamor.

No calles ante mis lágrimas;


Porque forastero soy para ti,

Y advenedizo, como todos mis padres.

13 Déjame, y tomaré fuerzas,

Antes que vaya y perezca.

Alabanza por la liberación divina

(Sal. 70. 1-5)

Al músico principal. Salmo de David.

SALMO 40

1 Pacientemente esperé a Jehová,

Y se inclinó a mí, y oyó mi clamor.

2 Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso;

Puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos.

3 Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios.

Verán esto muchos, y temerán,

Y confiarán en Jehová.
4 Bienaventurado el hombre que puso en Jehová su confianza,

Y no mira a los soberbios, ni a los que se desvían tras la mentira.

5 Has aumentado, oh Jehová Dios mío, tus maravillas;

Y tus pensamientos para con nosotros,

No es posible contarlos ante ti.

Si yo anunciare y hablare de ellos,

No pueden ser enumerados.

6 Sacrificio y ofrenda no te agrada;

Has abierto mis oídos;

Holocausto y expiación no has demandado.

7 Entonces dije: He aquí, vengo;

En el rollo del libro está escrito de mí;

8 El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado,

Y tu ley está en medio de mi corazón.

9 He anunciado justicia en grande congregación;

He aquí, no refrené mis labios,

Jehová, tú lo sabes.

10 No encubrí tu justicia dentro de mi corazón;

He publicado tu fidelidad y tu salvación;

No oculté tu misericordia y tu verdad en grande asamblea.

11 Jehová, no retengas de mí tus misericordias;

Tu misericordia y tu verdad me guarden siempre.

12 Porque me han rodeado males sin número;


Me han alcanzado mis maldades, y no puedo levantar la vista.

Se han aumentado más que los cabellos de mi cabeza, y mi corazón me falla.

13 Quieras, oh Jehová, librarme;

Jehová, apresúrate a socorrerme.

14 Sean avergonzados y confundidos a una

Los que buscan mi vida para destruirla.

Vuelvan atrás y avergüéncense

Los que mi mal desean;

15 Sean asolados en pago de su afrenta

Los que me dicen: ¡Ea, ea!

16 Gócense y alégrense en ti todos los que te buscan,

Y digan siempre los que aman tu salvación:

Jehová sea enaltecido.

17 Aunque afligido yo y necesitado,

Jehová pensará en mí.

Mi ayuda y mi libertador eres tú;

Dios mío, no te tardes.

Oración pidiendo salud

Al músico principal. Salmo de David.


SALMO 41

1 Bienaventurado el que piensa en el pobre;

En el día malo lo librará Jehová.

2 Jehová lo guardará, y le dará vida;

Será bienaventurado en la tierra,

Y no lo entregarás a la voluntad de sus enemigos.

3 Jehová lo sustentará sobre el lecho del dolor;

Mullirás toda su cama en su enfermedad.

4 Yo dije: Jehová, ten misericordia de mí;

Sana mi alma, porque contra ti he pecado.

5 Mis enemigos dicen mal de mí, preguntando:

¿Cuándo morirá, y perecerá su nombre?

6 Y si vienen a verme, hablan mentira;

Su corazón recoge para sí iniquidad,

Y al salir fuera la divulgan.

7 Reunidos murmuran contra mí todos los que me aborrecen;

Contra mí piensan mal, diciendo de mí:

8 Cosa pestilencial se ha apoderado de él;

Y el que cayó en cama no volverá a levantarse.

9 Aun el hombre de mi paz, en quien yo confiaba, el que de mi pan comía,


Alzó contra mí el calcañar.

10 Mas tú, Jehová, ten misericordia de mí, y hazme levantar,

Y les daré el pago.

11 En esto conoceré que te he agradado,

Que mi enemigo no se huelgue de mí.

12 En cuanto a mí, en mi integridad me has sustentado,

Y me has hecho estar delante de ti para siempre.

13 Bendito sea Jehová, el Dios de Israel,

Por los siglos de los siglos.

Amén y Amén.

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SALMOS

LIBRO II

Mi alma tiene sed de Dios

Al músico principal. Masquil de los hijos de Coré.


SALMO 42

1 Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas,

Así clama por ti, oh Dios, el alma mía.

2 Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo;

¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?

3 Fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche,

Mientras me dicen todos los días: ¿Dónde está tu Dios?

4 Me acuerdo de estas cosas, y derramo mi alma dentro de mí;

De cómo yo fui con la multitud, y la conduje hasta la casa de Dios,

Entre voces de alegría y de alabanza del pueblo en fiesta.

5 ¿Por qué te abates, oh alma mía,

Y te turbas dentro de mí?

Espera en Dios; porque aún he de alabarle,

Salvación mía y Dios mío.

6 Dios mío, mi alma está abatida en mí;

Me acordaré, por tanto, de ti desde la tierra del Jordán,

Y de los hermonitas, desde el monte de Mizar.

7 Un abismo llama a otro a la voz de tus cascadas;

Todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mí.


8 Pero de día mandará Jehová su misericordia,

Y de noche su cántico estará conmigo,

Y mi oración al Dios de mi vida.

9 Diré a Dios: Roca mía, ¿por qué te has olvidado de mí?

¿Por qué andaré yo enlutado por la opresión del enemigo?

10 Como quien hiere mis huesos, mis enemigos me afrentan,

Diciéndome cada día: ¿Dónde está tu Dios?

11 ¿Por qué te abates, oh alma mía,

Y por qué te turbas dentro de mí?

Espera en Dios; porque aún he de alabarle,

Salvación mía y Dios mío.

Plegaria pidiendo vindicación y liberación

SALMO 43

1 Júzgame, oh Dios, y defiende mi causa;

Líbrame de gente impía, y del hombre engañoso e inicuo.

2 Pues que tú eres el Dios de mi fortaleza, ¿por qué me has desechado?


¿Por qué andaré enlutado por la opresión del enemigo?

3 Envía tu luz y tu verdad; éstas me guiarán;

Me conducirán a tu santo monte,

Y a tus moradas.

4 Entraré al altar de Dios,

Al Dios de mi alegría y de mi gozo;

Y te alabaré con arpa, oh Dios, Dios mío.

5 ¿Por qué te abates, oh alma mía,

Y por qué te turbas dentro de mí?

Espera en Dios; porque aún he de alabarle,

Salvación mía y Dios mío.

Liberaciones pasadas y pruebas presentes

Al músico principal. Masquil de los hijos de Coré.

SALMO 44

1 Oh Dios, con nuestros oídos hemos oído, nuestros padres nos han contado,
La obra que hiciste en sus días, en los tiempos antiguos.

2 Tú con tu mano echaste las naciones, y los plantaste a ellos;

Afligiste a los pueblos, y los arrojaste.

3 Porque no se apoderaron de la tierra por su espada,

Ni su brazo los libró;

Sino tu diestra, y tu brazo, y la luz de tu rostro,

Porque te complaciste en ellos.

4 Tú, oh Dios, eres mi rey;

Manda salvación a Jacob.

5 Por medio de ti sacudiremos a nuestros enemigos;

En tu nombre hollaremos a nuestros adversarios.

6 Porque no confiaré en mi arco,

Ni mi espada me salvará;

7 Pues tú nos has guardado de nuestros enemigos,

Y has avergonzado a los que nos aborrecían.

8 En Dios nos gloriaremos todo el tiempo,

Y para siempre alabaremos tu nombre. Selah

9 Pero nos has desechado, y nos has hecho avergonzar;

Y no sales con nuestros ejércitos.

10 Nos hiciste retroceder delante del enemigo,

Y nos saquean para sí los que nos aborrecen.

11 Nos entregas como ovejas al matadero,

Y nos has esparcido entre las naciones.

12 Has vendido a tu pueblo de balde;


No exigiste ningún precio.

13 Nos pones por afrenta de nuestros vecinos,

Por escarnio y por burla de los que nos rodean.

14 Nos pusiste por proverbio entre las naciones;

Todos al vernos menean la cabeza.

15 Cada día mi vergüenza está delante de mí,

Y la confusión de mi rostro me cubre,

16 Por la voz del que me vitupera y deshonra,

Por razón del enemigo y del vengativo.

17 Todo esto nos ha venido, y no nos hemos olvidado de ti,

Y no hemos faltado a tu pacto.

18 No se ha vuelto atrás nuestro corazón,

Ni se han apartado de tus caminos nuestros pasos,

19 Para que nos quebrantases en el lugar de chacales,

Y nos cubrieses con sombra de muerte.

20 Si nos hubiésemos olvidado del nombre de nuestro Dios,

O alzado nuestras manos a dios ajeno,

21 ¿No demandaría Dios esto?

Porque él conoce los secretos del corazón.

22 Pero por causa de ti nos matan cada día;

Somos contados como ovejas para el matadero.

23 Despierta; ¿por qué duermes, Señor?


Despierta, no te alejes para siempre.

24 ¿Por qué escondes tu rostro,

Y te olvidas de nuestra aflicción, y de la opresión nuestra?

25 Porque nuestra alma está agobiada hasta el polvo,

Y nuestro cuerpo está postrado hasta la tierra.

26 Levántate para ayudarnos,

Y redímenos por causa de tu misericordia.

Cántico de las bodas del rey

Al músico principal; sobre Lirios. Masquil de los hijos de Coré. Canción de amores.

SALMO 45

1 Rebosa mi corazón palabra buena;

Dirijo al rey mi canto;

Mi lengua es pluma de escribiente muy ligero.

2 Eres el más hermoso de los hijos de los hombres;

La gracia se derramó en tus labios;

Por tanto, Dios te ha bendecido para siempre.


3 Ciñe tu espada sobre el muslo, oh valiente,

Con tu gloria y con tu majestad.

4 En tu gloria sé prosperado;

Cabalga sobre palabra de verdad, de humildad y de justicia,

Y tu diestra te enseñará cosas terribles.

5 Tus saetas agudas,

Con que caerán pueblos debajo de ti,

Penetrarán en el corazón de los enemigos del rey.

6 Tu trono, oh Dios, es eterno y para siempre;

Cetro de justicia es el cetro de tu reino.

7 Has amado la justicia y aborrecido la maldad;

Por tanto, te ungió Dios, el Dios tuyo,

Con óleo de alegría más que a tus compañeros.

8 Mirra, áloe y casia exhalan todos tus vestidos;

Desde palacios de marfil te recrean.

9 Hijas de reyes están entre tus ilustres;

Está la reina a tu diestra con oro de Ofir.

10 Oye, hija, y mira, e inclina tu oído;

Olvida tu pueblo, y la casa de tu padre;

11 Y deseará el rey tu hermosura;

E inclínate a él, porque él es tu señor.

12 Y las hijas de Tiro vendrán con presentes;

Implorarán tu favor los ricos del pueblo.


13 Toda gloriosa es la hija del rey en su morada;

De brocado de oro es su vestido.

14 Con vestidos bordados será llevada al rey;

Vírgenes irán en pos de ella,

Compañeras suyas serán traídas a ti.

15 Serán traídas con alegría y gozo;

Entrarán en el palacio del rey.

16 En lugar de tus padres serán tus hijos,

A quienes harás príncipes en toda la tierra.

17 Haré perpetua la memoria de tu nombre en todas las generaciones,

Por lo cual te alabarán los pueblos eternamente y para siempre.

Dios es nuestro amparo y fortaleza

Al músico principal; de los hijos de Coré. Salmo sobre Alamot.

SALMO 46

1 Dios es nuestro amparo y fortaleza,


Nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.

2 Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida,

Y se traspasen los montes al corazón del mar;

3 Aunque bramen y se turben sus aguas,

Y tiemblen los montes a causa de su braveza. Selah

4 Del río sus corrientes alegran la ciudad de Dios,

El santuario de las moradas del Altísimo.

5 Dios está en medio de ella; no será conmovida.

Dios la ayudará al clarear la mañana.

6 Bramaron las naciones, titubearon los reinos;

Dio él su voz, se derritió la tierra.

7 Jehová de los ejércitos está con nosotros;

Nuestro refugio es el Dios de Jacob. Selah

8 Venid, ved las obras de Jehová,

Que ha puesto asolamientos en la tierra.

9 Que hace cesar las guerras hasta los fines de la tierra.

Que quiebra el arco, corta la lanza,

Y quema los carros en el fuego.

10 Estad quietos, y conoced que yo soy Dios;

Seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra.

11 Jehová de los ejércitos está con nosotros;

Nuestro refugio es el Dios de Jacob. Selah


Dios, el Rey de toda la tierra

Al músico principal. Salmo de los hijos de Coré.

SALMO 47

1 Pueblos todos, batid las manos;

Aclamad a Dios con voz de júbilo.

2 Porque Jehová el Altísimo es temible;

Rey grande sobre toda la tierra.

3 El someterá a los pueblos debajo de nosotros,

Y a las naciones debajo de nuestros pies.

4 El nos elegirá nuestras heredades;

La hermosura de Jacob, al cual amó. Selah

5 Subió Dios con júbilo,

Jehová con sonido de trompeta.

6 Cantad a Dios, cantad;

Cantad a nuestro Rey, cantad;

7 Porque Dios es el Rey de toda la tierra;

Cantad con inteligencia.


8 Reinó Dios sobre las naciones;

Se sentó Dios sobre su santo trono.

9 Los príncipes de los pueblos se reunieron

Como pueblo del Dios de Abraham;

10 Porque de Dios son los escudos de la tierra;

El es muy exaltado.

Hermosura y gloria de Sion

Cántico. Salmo de los hijos de Coré.

SALMO 48

1 Grande es Jehová, y digno de ser en gran manera alabado

En la ciudad de nuestro Dios, en su monte santo.

2 Hermosa provincia, el gozo de toda la tierra,

Es el monte de Sion, a los lados del norte,

La ciudad del gran Rey.

3 En sus palacios Dios es conocido por refugio.

4 Porque he aquí los reyes de la tierra se reunieron;


Pasaron todos.

5 Y viéndola ellos así, se maravillaron,

Se turbaron, se apresuraron a huir.

6 Les tomó allí temblor;

Dolor como de mujer que da a luz.

7 Con viento solano

Quiebras tú las naves de Tarsis.

8 Como lo oímos, así lo hemos visto

En la ciudad de Jehová de los ejércitos, en la ciudad de nuestro Dios;

La afirmará Dios para siempre. Selah

9 Nos acordamos de tu misericordia, oh Dios,

En medio de tu templo.

10 Conforme a tu nombre, oh Dios,

Así es tu loor hasta los fines de la tierra;

De justicia está llena tu diestra.

11 Se alegrará el monte de Sion;

Se gozarán las hijas de Judá

Por tus juicios.

12 Andad alrededor de Sion, y rodeadla;

Contad sus torres.

13 Considerad atentamente su antemuro,

Mirad sus palacios;

Para que lo contéis a la generación venidera.

14 Porque este Dios es Dios nuestro eternamente y para siempre;


El nos guiará aun más allá de la muerte.

La insensatez de confiar en las riquezas

Al músico principal. Salmo de los hijos de Coré.

SALMO 49

1 Oíd esto, pueblos todos;

Escuchad, habitantes todos del mundo,

2 Así los plebeyos como los nobles,

El rico y el pobre juntamente.

3 Mi boca hablará sabiduría,

Y el pensamiento de mi corazón inteligencia.

4 Inclinaré al proverbio mi oído;

Declararé con el arpa mi enigma.

5 ¿Por qué he de temer en los días de adversidad,

Cuando la iniquidad de mis opresores me rodeare?

6 Los que confían en sus bienes,

Y de la muchedumbre de sus riquezas se jactan,


7 Ninguno de ellos podrá en manera alguna redimir al hermano,

Ni dar a Dios su rescate

8 (Porque la redención de su vida es de gran precio,

Y no se logrará jamás),

9 Para que viva en adelante para siempre,

Y nunca vea corrupción.

10 Pues verá que aun los sabios mueren;

Que perecen del mismo modo que el insensato y el necio,

Y dejan a otros sus riquezas.

11 Su íntimo pensamiento es que sus casas serán eternas,

Y sus habitaciones para generación y generación;

Dan sus nombres a sus tierras.

12 Mas el hombre no permanecerá en honra;

Es semejante a las bestias que perecen.

13 Este su camino es locura;

Con todo, sus descendientes se complacen en el dicho de ellos. Selah

14 Como a rebaños que son conducidos al Seol,

La muerte los pastoreará,

Y los rectos se enseñorearán de ellos por la mañana;

Se consumirá su buen parecer, y el Seol será su morada.

15 Pero Dios redimirá mi vida del poder del Seol,

Porque él me tomará consigo. Selah

16 No temas cuando se enriquece alguno,


Cuando aumenta la gloria de su casa;

17 Porque cuando muera no llevará nada,

Ni descenderá tras él su gloria.

18 Aunque mientras viva, llame dichosa a su alma,

Y sea loado cuando prospere,

19 Entrará en la generación de sus padres,

Y nunca más verá la luz.

20 El hombre que está en honra y no entiende,

Semejante es a las bestias que perecen.

Dios juzgará al mundo

Salmo de Asaf.

SALMO 50

1 El Dios de dioses, Jehová, ha hablado, y convocado la tierra,

Desde el nacimiento del sol hasta donde se pone.

2 De Sion, perfección de hermosura,

Dios ha resplandecido.
3 Vendrá nuestro Dios, y no callará;

Fuego consumirá delante de él,

Y tempestad poderosa le rodeará.

4 Convocará a los cielos de arriba,

Y a la tierra, para juzgar a su pueblo.

5 Juntadme mis santos,

Los que hicieron conmigo pacto con sacrificio.

6 Y los cielos declararán su justicia,

Porque Dios es el juez. Selah

7 Oye, pueblo mío, y hablaré;

Escucha, Israel, y testificaré contra ti:

Yo soy Dios, el Dios tuyo.

8 No te reprenderé por tus sacrificios,

Ni por tus holocaustos, que están continuamente delante de mí.

9 No tomaré de tu casa becerros,

Ni machos cabríos de tus apriscos.

10 Porque mía es toda bestia del bosque,

Y los millares de animales en los collados.

11 Conozco a todas las aves de los montes,

Y todo lo que se mueve en los campos me pertenece.

12 Si yo tuviese hambre, no te lo diría a ti;

Porque mío es el mundo y su plenitud.

13 ¿He de comer yo carne de toros,

O de beber sangre de machos cabríos?


14 Sacrifica a Dios alabanza,

Y paga tus votos al Altísimo;

15 E invócame en el día de la angustia;

Te libraré, y tú me honrarás.

16 Pero al malo dijo Dios:

¿Qué tienes tú que hablar de mis leyes,

Y que tomar mi pacto en tu boca?

17 Pues tú aborreces la corrección,

Y echas a tu espalda mis palabras.

18 Si veías al ladrón, tú corrías con él,

Y con los adúlteros era tu parte.

19 Tu boca metías en mal,

Y tu lengua componía engaño.

20 Tomabas asiento, y hablabas contra tu hermano;

Contra el hijo de tu madre ponías infamia.

21 Estas cosas hiciste, y yo he callado;

Pensabas que de cierto sería yo como tú;

Pero te reprenderé, y las pondré delante de tus ojos.

22 Entended ahora esto, los que os olvidáis de Dios,

No sea que os despedace, y no haya quien os libre.

23 El que sacrifica alabanza me honrará;

Y al que ordenare su camino,

Le mostraré la salvación de Dios.


Arrepentimiento, y plegaria pidiendo purificación

Al músico principal. Salmo de David, cuando después que se llegó a Betsabé, vino a él Natán el
profeta.

SALMO 51

1 Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia;

Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones.

2 Lávame más y más de mi maldad,

Y límpiame de mi pecado.

3 Porque yo reconozco mis rebeliones,

Y mi pecado está siempre delante de mí.

4 Contra ti, contra ti solo he pecado,

Y he hecho lo malo delante de tus ojos;

Para que seas reconocido justo en tu palabra,

Y tenido por puro en tu juicio.

5 He aquí, en maldad he sido formado,

Y en pecado me concibió mi madre.


6 He aquí, tú amas la verdad en lo íntimo,

Y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría.

7 Purifícame con hisopo, y seré limpio;

Lávame, y seré más blanco que la nieve.

8 Hazme oír gozo y alegría,

Y se recrearán los huesos que has abatido.

9 Esconde tu rostro de mis pecados,

Y borra todas mis maldades.

10 Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio,

Y renueva un espíritu recto dentro de mí.

11 No me eches de delante de ti,

Y no quites de mí tu santo Espíritu.

12 Vuélveme el gozo de tu salvación,

Y espíritu noble me sustente.

13 Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos,

Y los pecadores se convertirán a ti.

14 Líbrame de homicidios, oh Dios, Dios de mi salvación;

Cantará mi lengua tu justicia.

15 Señor, abre mis labios,

Y publicará mi boca tu alabanza.

16 Porque no quieres sacrificio, que yo lo daría;

No quieres holocausto.

17 Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado;


Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.

18 Haz bien con tu benevolencia a Sion;

Edifica los muros de Jerusalén.

19 Entonces te agradarán los sacrificios de justicia,

el holocausto u ofrenda del todo quemada;

Entonces ofrecerán becerros sobre tu altar.

Futilidad de la jactancia del malo

Al músico principal. Masquil de David, cuando vino Doeg edomita y dio cuenta a Saúl diciéndole:
David ha venido a casa de Ahimelec.

SALMO 52

1 ¿Por qué te jactas de maldad, oh poderoso?

La misericordia de Dios es continua.

2 Agravios maquina tu lengua;

Como navaja afilada hace engaño.

3 Amaste el mal más que el bien,

La mentira más que la verdad. Selah


4 Has amado toda suerte de palabras perniciosas,

Engañosa lengua.

5 Por tanto, Dios te destruirá para siempre;

Te asolará y te arrancará de tu morada,

Y te desarraigará de la tierra de los vivientes. Selah

6 Verán los justos, y temerán;

Se reirán de él, diciendo:

7 He aquí el hombre que no puso a Dios por su fortaleza,

Sino que confió en la multitud de sus riquezas,

Y se mantuvo en su maldad.

8 Pero yo estoy como olivo verde en la casa de Dios;

En la misericordia de Dios confío eternamente y para siempre.

9 Te alabaré para siempre, porque lo has hecho así;

Y esperaré en tu nombre, porque es bueno, delante de tus santos.

Insensatez y maldad de los hombres

(Sal. 14. 1-7)

Al músico principal; sobre Mahalat. Masquil de David.

SALMO 53
1 Dice el necio en su corazón: No hay Dios.

Se han corrompido, e hicieron abominable maldad;

No hay quien haga bien.

2 Dios desde los cielos miró sobre los hijos de los hombres,

Para ver si había algún entendido

Que buscara a Dios.

3 Cada uno se había vuelto atrás; todos se habían corrompido;

No hay quien haga lo bueno, no hay ni aun uno.

4 ¿No tienen conocimiento todos los que hacen iniquidad,

Que devoran a mi pueblo como si comiesen pan,

Y a Dios no invocan?

5 Allí se sobresaltaron de pavor donde no había miedo,

Porque Dios ha esparcido los huesos del que puso asedio contra ti;

Los avergonzaste, porque Dios los desechó.

6 ¡Oh, si saliera de Sion la salvación de Israel!

Cuando Dios hiciere volver de la cautividad a su pueblo,

Se gozará Jacob, y se alegrará Israel.


Plegaria pidiendo protección contra los enemigos

Al músico principal; en Neginot. Masquil de David, cuando vinieron los zifeos y dijeron a Saúl: ¿No
está David escondido en nuestra tierra?

SALMO 54

1 Oh Dios, sálvame por tu nombre,

Y con tu poder defiéndeme.

2 Oh Dios, oye mi oración;

Escucha las razones de mi boca.

3 Porque extraños se han levantado contra mí,

Y hombres violentos buscan mi vida;

No han puesto a Dios delante de sí. Selah

4 He aquí, Dios es el que me ayuda;

El Señor está con los que sostienen mi vida.

5 El devolverá el mal a mis enemigos;

Córtalos por tu verdad.


6 Voluntariamente sacrificaré a ti;

Alabaré tu nombre, oh Jehová, porque es bueno.

7 Porque él me ha librado de toda angustia,

Y mis ojos han visto la ruina de mis enemigos.

Plegaria pidiendo la destrucción de enemigos traicioneros

Al músico principal; en Neginot. Masquil de David.

SALMO 55

1 Escucha, oh Dios, mi oración,

Y no te escondas de mi súplica.

2 Está atento, y respóndeme;

Clamo en mi oración, y me conmuevo,

3 A causa de la voz del enemigo,

Por la opresión del impío;

Porque sobre mí echaron iniquidad,

Y con furor me persiguen.


4 Mi corazón está dolorido dentro de mí,

Y terrores de muerte sobre mí han caído.

5 Temor y temblor vinieron sobre mí,

Y terror me ha cubierto.

6 Y dije: ¡Quién me diese alas como de paloma!

Volaría yo, y descansaría.

7 Ciertamente huiría lejos;

Moraría en el desierto. Selah

8 Me apresuraría a escapar

Del viento borrascoso, de la tempestad.

9 Destrúyelos, oh Señor; confunde la lengua de ellos;

Porque he visto violencia y rencilla en la ciudad.

10 Día y noche la rodean sobre sus muros,

E iniquidad y trabajo hay en medio de ella.

11 Maldad hay en medio de ella,

Y el fraude y el engaño no se apartan de sus plazas.

12 Porque no me afrentó un enemigo,

Lo cual habría soportado;

Ni se alzó contra mí el que me aborrecía,

Porque me hubiera ocultado de él;

13 Sino tú, hombre, al parecer íntimo mío,

Mi guía, y mi familiar;

14 Que juntos comunicábamos dulcemente los secretos,

Y andábamos en amistad en la casa de Dios.

15 Que la muerte les sorprenda;


Desciendan vivos al Seol,

Porque hay maldades en sus moradas, en medio de ellos.

16 En cuanto a mí, a Dios clamaré;

Y Jehová me salvará.

17 Tarde y mañana y a mediodía oraré y clamaré,

Y él oirá mi voz.

18 El redimirá en paz mi alma de la guerra contra mí,

Aunque contra mí haya muchos.

19 Dios oirá, y los quebrantará luego,

El que permanece desde la antigüedad;

Por cuanto no cambian,

Ni temen a Dios. Selah

20 Extendió el inicuo sus manos contra los que estaban en paz con él;

Violó su pacto.

21 Los dichos de su boca son más blandos que mantequilla,

Pero guerra hay en su corazón;

Suaviza sus palabras más que el aceite,

Mas ellas son espadas desnudas.

22 Echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentará;

No dejará para siempre caído al justo.

23 Mas tú, oh Dios, harás descender aquéllos al pozo de perdición.

Los hombres sanguinarios y engañadores no llegarán a la mitad de sus días;


Pero yo en ti confiaré.

Oración de confianza

Al músico principal; sobre La paloma silenciosa en paraje muy distante. Mictam de David, cuando
los filisteos le prendieron en Gat.

SALMO 56

1 Ten misericordia de mí, oh Dios, porque me devoraría el hombre;

Me oprime combatiéndome cada día.

2 Todo el día mis enemigos me pisotean;

Porque muchos son los que pelean contra mí con soberbia.

3 En el día que temo,

Yo en ti confío.

4 En Dios alabaré su palabra;

En Dios he confiado; no temeré;

¿Qué puede hacerme el hombre?

5 Todos los días ellos pervierten mi causa;

Contra mí son todos sus pensamientos para mal.


6 Se reúnen, se esconden,

Miran atentamente mis pasos,

Como quienes acechan a mi alma.

7 Pésalos según su iniquidad, oh Dios,

Y derriba en tu furor a los pueblos.

8 Mis huidas tú has contado;

Pon mis lágrimas en tu redoma;

¿No están ellas en tu libro?

9 Serán luego vueltos atrás mis enemigos, el día en que yo clamare;

Esto sé, que Dios está por mí.

10 En Dios alabaré su palabra;

En Jehová su palabra alabaré.

11 En Dios he confiado; no temeré;

¿Qué puede hacerme el hombre?

12 Sobre mí, oh Dios, están tus votos;

Te tributaré alabanzas.

13 Porque has librado mi alma de la muerte,

Y mis pies de caída,

Para que ande delante de Dios

En la luz de los que viven.

Plegaria pidiendo ser librado de los perseguidores


(Sal. 108. 1-5)

Al músico principal; sobre No destruyas. Mictam de David, cuando huyó de delante de Saúl a la
cueva.

SALMO 57

1 Ten misericordia de mí, oh Dios, ten misericordia de mí;

Porque en ti ha confiado mi alma,

Y en la sombra de tus alas me ampararé

Hasta que pasen los quebrantos.

2 Clamaré al Dios Altísimo,

Al Dios que me favorece.

3 El enviará desde los cielos, y me salvará

De la infamia del que me acosa; Selah

Dios enviará su misericordia y su verdad.

4 Mi vida está entre leones;

Estoy echado entre hijos de hombres que vomitan llamas;

Sus dientes son lanzas y saetas,

Y su lengua espada aguda.


5 Exaltado seas sobre los cielos, oh Dios;

Sobre toda la tierra sea tu gloria.

6 Red han armado a mis pasos;

Se ha abatido mi alma;

Hoyo han cavado delante de mí;

En medio de él han caído ellos mismos. Selah

7 Pronto está mi corazón, oh Dios, mi corazón está dispuesto;

Cantaré, y trovaré salmos.

8 Despierta, alma mía; despierta, salterio y arpa;

Me levantaré de mañana.

9 Te alabaré entre los pueblos, oh Señor;

Cantaré de ti entre las naciones.

10 Porque grande es hasta los cielos tu misericordia,

Y hasta las nubes tu verdad.

11 Exaltado seas sobre los cielos, oh Dios;

Sobre toda la tierra sea tu gloria.

Plegaria pidiendo el castigo de los malos

Al músico principal; sobre No destruyas. Mictam de David.


SALMO 58

1 Oh congregación, ¿pronunciáis en verdad justicia?

¿Juzgáis rectamente, hijos de los hombres?

2 Antes en el corazón maquináis iniquidades;

Hacéis pesar la violencia de vuestras manos en la tierra.

3 Se apartaron los impíos desde la matriz;

Se descarriaron hablando mentira desde que nacieron.

4 Veneno tienen como veneno de serpiente;

Son como el áspid sordo que cierra su oído,

5 Que no oye la voz de los que encantan,

Por más hábil que el encantador sea.

6 Oh Dios, quiebra sus dientes en sus bocas;

Quiebra, oh Jehová, las muelas de los leoncillos.

7 Sean disipados como aguas que corren;

Cuando disparen sus saetas, sean hechas pedazos.

8 Pasen ellos como el caracol que se deslíe;

Como el que nace muerto, no vean el sol.

9 Antes que vuestras ollas sientan la llama de los espinos,

Así vivos, así airados, los arrebatará él con tempestad.


10 Se alegrará el justo cuando viere la venganza;

Sus pies lavará en la sangre del impío.

11 Entonces dirá el hombre: Ciertamente hay galardón para el justo;

Ciertamente hay Dios que juzga en la tierra.

Oración pidiendo ser librado de los enemigos

Al músico principal; sobre No destruyas. Mictam de David, cuando envió Saúl, y vigilaron la casa
para matarlo.

SALMO 59

1 Líbrame de mis enemigos, oh Dios mío;

Ponme a salvo de los que se levantan contra mí.

2 Líbrame de los que cometen iniquidad,

Y sálvame de hombres sanguinarios.

3 Porque he aquí están acechando mi vida;

Se han juntado contra mí poderosos.

No por falta mía, ni pecado mío, oh Jehová;

4 Sin delito mío corren y se aperciben.


Despierta para venir a mi encuentro, y mira.

5 Y tú, Jehová Dios de los ejércitos, Dios de Israel,

Despierta para castigar a todas las naciones;

No tengas misericordia de todos los que se rebelan con iniquidad. Selah

6 Volverán a la tarde, ladrarán como perros,

Y rodearán la ciudad.

7 He aquí proferirán con su boca;

Espadas hay en sus labios,

Porque dicen: ¿Quién oye?

8 Mas tú, Jehová, te reirás de ellos;

Te burlarás de todas las naciones.

9 A causa del poder del enemigo esperaré en ti,

Porque Dios es mi defensa.

10 El Dios de mi misericordia irá delante de mí;

Dios hará que vea en mis enemigos mi deseo.

11 No los mates, para que mi pueblo no olvide;

Dispérsalos con tu poder, y abátelos,

Oh Jehová, escudo nuestro.

12 Por el pecado de su boca, por la palabra de sus labios,

Sean ellos presos en su soberbia,

Y por la maldición y mentira que profieren.

13 Acábalos con furor, acábalos, para que no sean;


Y sépase que Dios gobierna en Jacob

Hasta los fines de la tierra. Selah

14 Vuelvan, pues, a la tarde, y ladren como perros,

Y rodeen la ciudad.

15 Anden ellos errantes para hallar qué comer;

Y si no se sacian, pasen la noche quejándose.

16 Pero yo cantaré de tu poder,

Y alabaré de mañana tu misericordia;

Porque has sido mi amparo

Y refugio en el día de mi angustia.

17 Fortaleza mía, a ti cantaré;

Porque eres, oh Dios, mi refugio, el Dios de mi misericordia.

Plegaria pidiendo ayuda contra el enemigo

(Sal. 108. 6-13)

Al músico principal; sobre Lirios. Testimonio. Mictam de David, para enseñar, cuando tuvo guerra
contra Aram-Naharaim y contra Aram de Soba, y volvió Joab, y destrozó a doce mil de Edom en el
valle de la Sal.

SALMO 60
1 Oh Dios, tú nos has desechado, nos quebrantaste;

Te has airado; ¡vuélvete a nosotros!

2 Hiciste temblar la tierra, la has hendido;

Sana sus roturas, porque titubea.

3 Has hecho ver a tu pueblo cosas duras;

Nos hiciste beber vino de aturdimiento.

4 Has dado a los que te temen bandera

Que alcen por causa de la verdad. Selah

5 Para que se libren tus amados,

Salva con tu diestra, y óyeme.

6 Dios ha dicho en su santuario: Yo me alegraré;

Repartiré a Siquem, y mediré el valle de Sucot.

7 Mío es Galaad, y mío es Manasés;

Y Efraín es la fortaleza de mi cabeza;

Judá es mi legislador.

8 Moab, vasija para lavarme;

Sobre Edom echaré mi calzado;

Me regocijaré sobre Filistea.

9 ¿Quién me llevará a la ciudad fortificada?

¿Quién me llevará hasta Edom?

10 ¿No serás tú, oh Dios, que nos habías desechado,


Y no salías, oh Dios, con nuestros ejércitos?

11 Danos socorro contra el enemigo,

Porque vana es la ayuda de los hombres.

12 En Dios haremos proezas,

Y él hollará a nuestros enemigos.

Confianza en la protección de Dios

Al músico principal; sobre Neginot. Salmo de David.

SALMO 61

1 Oye, oh Dios, mi clamor;

A mi oración atiende.

2 Desde el cabo de la tierra clamaré a ti, cuando mi corazón desmayare.

Llévame a la roca que es más alta que yo,

3 Porque tú has sido mi refugio,

Y torre fuerte delante del enemigo.

4 Yo habitaré en tu tabernáculo para siempre;


Estaré seguro bajo la cubierta de tus alas. Selah

5 Porque tú, oh Dios, has oído mis votos;

Me has dado la heredad de los que temen tu nombre.

6 Días sobre días añadirás al rey;

Sus años serán como generación y generación.

7 Estará para siempre delante de Dios;

Prepara misericordia y verdad para que lo conserven.

8 Así cantaré tu nombre para siempre,

Pagando mis votos cada día.

Dios, el único refugio

Al músico principal; a Jedutún. Salmo de David.

SALMO 62

1 En Dios solamente está acallada mi alma;

De él viene mi salvación.

2 El solamente es mi roca y mi salvación;


Es mi refugio, no resbalaré mucho.

3 ¿Hasta cuándo maquinaréis contra un hombre,

Tratando todos vosotros de aplastarle

Como pared desplomada y como cerca derribada?

4 Solamente consultan para arrojarle de su grandeza.

Aman la mentira;

Con su boca bendicen, pero maldicen en su corazón. Selah

5 Alma mía, en Dios solamente reposa,

Porque de él es mi esperanza.

6 El solamente es mi roca y mi salvación.

Es mi refugio, no resbalaré.

7 En Dios está mi salvación y mi gloria;

En Dios está mi roca fuerte, y mi refugio.

8 Esperad en él en todo tiempo, oh pueblos;

Derramad delante de él vuestro corazón;

Dios es nuestro refugio. Selah

9 Por cierto, vanidad son los hijos de los hombres, mentira los hijos de varón;

Pesándolos a todos igualmente en la balanza,

Serán menos que nada.

10 No confiéis en la violencia,

Ni en la rapiña; no os envanezcáis;

Si se aumentan las riquezas, no pongáis el corazón en ellas.


11 Una vez habló Dios;

Dos veces he oído esto:

Que de Dios es el poder,

12 Y tuya, oh Señor, es la misericordia;

Porque tú pagas a cada uno conforme a su obra.

Dios, satisfacción del alma

Salmo de David, cuando estaba en el desierto de Judá.

SALMO 63

1 Dios, Dios mío eres tú;

De madrugada te buscaré;

Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela,

En tierra seca y árida donde no hay aguas,

2 Para ver tu poder y tu gloria,

Así como te he mirado en el santuario.

3 Porque mejor es tu misericordia que la vida;

Mis labios te alabarán.

4 Así te bendeciré en mi vida;


En tu nombre alzaré mis manos.

5 Como de meollo y de grosura será saciada mi alma,

Y con labios de júbilo te alabará mi boca,

6 Cuando me acuerde de ti en mi lecho,

Cuando medite en ti en las vigilias de la noche.

7 Porque has sido mi socorro,

Y así en la sombra de tus alas me regocijaré.

8 Está mi alma apegada a ti;

Tu diestra me ha sostenido.

9 Pero los que para destrucción buscaron mi alma

Caerán en los sitios bajos de la tierra.

10 Los destruirán a filo de espada;

Serán porción de los chacales.

11 Pero el rey se alegrará en Dios;

Será alabado cualquiera que jura por él;

Porque la boca de los que hablan mentira será cerrada.

Plegaria pidiendo protección contra enemigos ocultos

Al músico principal. Salmo de David.

SALMO 64
1 Escucha, oh Dios, la voz de mi queja;

Guarda mi vida del temor del enemigo.

2 Escóndeme del consejo secreto de los malignos,

De la conspiración de los que hacen iniquidad,

3 Que afilan como espada su lengua;

Lanzan cual saeta suya, palabra amarga,

4 Para asaetear a escondidas al íntegro;

De repente lo asaetean, y no temen.

5 Obstinados en su inicuo designio,

Tratan de esconder los lazos,

Y dicen: ¿Quién los ha de ver?

6 Inquieren iniquidades, hacen una investigación exacta;

Y el íntimo pensamiento de cada uno de ellos, así como su corazón, es profundo.

7 Mas Dios los herirá con saeta;

De repente serán sus plagas.

8 Sus propias lenguas los harán caer;

Se espantarán todos los que los vean.

9 Entonces temerán todos los hombres,

Y anunciarán la obra de Dios,

Y entenderán sus hechos.

10 Se alegrará el justo en Jehová, y confiará en él;


Y se gloriarán todos los rectos de corazón.

La generosidad de Dios en la naturaleza

Al músico principal. Salmo. Cántico de David.

SALMO 65

1 Tuya es la alabanza en Sion, oh Dios,

Y a ti se pagarán los votos.

2 Tú oyes la oración;

A ti vendrá toda carne.

3 Las iniquidades prevalecen contra mí;

Mas nuestras rebeliones tú las perdonarás.

4 Bienaventurado el que tú escogieres y atrajeres a ti,

Para que habite en tus atrios;

Seremos saciados del bien de tu casa,

De tu santo templo.

5 Con tremendas cosas nos responderás tú en justicia,

Oh Dios de nuestra salvación,


Esperanza de todos los términos de la tierra,

Y de los más remotos confines del mar.

6 Tú, el que afirma los montes con su poder,

Ceñido de valentía;

7 El que sosiega el estruendo de los mares, el estruendo de sus ondas,

Y el alboroto de las naciones.

8 Por tanto, los habitantes de los fines de la tierra temen de tus maravillas.

Tú haces alegrar las salidas de la mañana y de la tarde.

9 Visitas la tierra, y la riegas;

En gran manera la enriqueces;

Con el río de Dios, lleno de aguas,

Preparas el grano de ellos, cuando así la dispones.

10 Haces que se empapen sus surcos,

Haces descender sus canales;

La ablandas con lluvias,

Bendices sus renuevos.

11 Tú coronas el año con tus bienes,

Y tus nubes destilan grosura.

12 Destilan sobre los pastizales del desierto,

Y los collados se ciñen de alegría.

13 Se visten de manadas los llanos,

Y los valles se cubren de grano;

Dan voces de júbilo, y aun cantan.


Alabanza por los hechos poderosos de Dios

Al músico principal. Cántico. Salmo.

SALMO 66

1 Aclamad a Dios con alegría, toda la tierra.

2 Cantad la gloria de su nombre;

Poned gloria en su alabanza.

3 Decid a Dios: ¡Cuán asombrosas son tus obras!

Por la grandeza de tu poder se someterán a ti tus enemigos.

4 Toda la tierra te adorará,

Y cantará a ti;

Cantarán a tu nombre. Selah

5 Venid, y ved las obras de Dios,

Temible en hechos sobre los hijos de los hombres.

6 Volvió el mar en seco;

Por el río pasaron a pie;

Allí en él nos alegramos.

7 El señorea con su poder para siempre;

Sus ojos atalayan sobre las naciones;


Los rebeldes no serán enaltecidos. Selah

8 Bendecid, pueblos, a nuestro Dios,

Y haced oír la voz de su alabanza.

9 El es quien preservó la vida a nuestra alma,

Y no permitió que nuestros pies resbalasen.

10 Porque tú nos probaste, oh Dios;

Nos ensayaste como se afina la plata.

11 Nos metiste en la red;

Pusiste sobre nuestros lomos pesada carga.

12 Hiciste cabalgar hombres sobre nuestra cabeza;

Pasamos por el fuego y por el agua,

Y nos sacaste a abundancia.

13 Entraré en tu casa con holocaustos;

Te pagaré mis votos,

14 Que pronunciaron mis labios

Y habló mi boca, cuando estaba angustiado.

15 Holocaustos de animales engordados te ofreceré,

Con sahumerio de carneros;

Te ofreceré en sacrificio bueyes y machos cabríos. Selah

16 Venid, oíd todos los que teméis a Dios,

Y contaré lo que ha hecho a mi alma.

17 A él clamé con mi boca,

Y fue exaltado con mi lengua.


18 Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad,

El Señor no me habría escuchado.

19 Mas ciertamente me escuchó Dios;

Atendió a la voz de mi súplica.

20 Bendito sea Dios,

Que no echó de sí mi oración, ni de mí su misericordia.

Exhortación a las naciones, para que alaben a Dios

Al músico principal; en Neginot. Salmo. Cántico.

SALMO 67

1 Dios tenga misericordia de nosotros, y nos bendiga;

Haga resplandecer su rostro sobre nosotros; Selah

2 Para que sea conocido en la tierra tu camino,

En todas las naciones tu salvación.

3 Te alaben los pueblos, oh Dios;

Todos los pueblos te alaben.


4 Alégrense y gócense las naciones,

Porque juzgarás los pueblos con equidad,

Y pastorearás las naciones en la tierra. Selah

5 Te alaben los pueblos, oh Dios;

Todos los pueblos te alaben.

6 La tierra dará su fruto;

Nos bendecirá Dios, el Dios nuestro.

7 Bendíganos Dios,

Y témanlo todos los términos de la tierra.

El Dios del Sinaí y del santuario

Al músico principal. Salmo de David. Cántico.

SALMO 68

1 Levántese Dios, sean esparcidos sus enemigos,

Y huyan de su presencia los que le aborrecen.

2 Como es lanzado el humo, los lanzarás;

Como se derrite la cera delante del fuego,


Así perecerán los impíos delante de Dios.

3 Mas los justos se alegrarán; se gozarán delante de Dios,

Y saltarán de alegría.

4 Cantad a Dios, cantad salmos a su nombre;

Exaltad al que cabalga sobre los cielos.

JAH es su nombre; alegraos delante de él.

5 Padre de huérfanos y defensor de viudas

Es Dios en su santa morada.

6 Dios hace habitar en familia a los desamparados;

Saca a los cautivos a prosperidad;

Mas los rebeldes habitan en tierra seca.

7 Oh Dios, cuando tú saliste delante de tu pueblo,

Cuando anduviste por el desierto, Selah

8 La tierra tembló;

También destilaron los cielos ante la presencia de Dios;

Aquel Sinaí tembló delante de Dios, del Dios de Israel.

9 Abundante lluvia esparciste, oh Dios;

A tu heredad exhausta tú la reanimaste.

10 Los que son de tu grey han morado en ella;

Por tu bondad, oh Dios, has provisto al pobre.

11 El Señor daba palabra;

Había grande multitud de las que llevaban buenas nuevas.


12 Huyeron, huyeron reyes de ejércitos,

Y las que se quedaban en casa repartían los despojos.

13 Bien que fuisteis echados entre los tiestos,

Seréis como alas de paloma cubiertas de plata,

Y sus plumas con amarillez de oro.

14 Cuando esparció el Omnipotente los reyes allí,

Fue como si hubiese nevado en el monte Salmón.

15 Monte de Dios es el monte de Basán;

Monte alto el de Basán.

16 ¿Por qué observáis, oh montes altos,

Al monte que deseó Dios para su morada?

Ciertamente Jehová habitará en él para siempre.

17 Los carros de Dios se cuentan por veintenas de millares de millares;

El Señor viene del Sinaí a su santuario.

18 Subiste a lo alto, cautivaste la cautividad,

Tomaste dones para los hombres,

Y también para los rebeldes, para que habite entre ellos JAH Dios.

19 Bendito el Señor; cada día nos colma de beneficios

El Dios de nuestra salvación. Selah

20 Dios, nuestro Dios ha de salvarnos,

Y de Jehová el Señor es el librar de la muerte.

21 Ciertamente Dios herirá la cabeza de sus enemigos,


La testa cabelluda del que camina en sus pecados.

22 El Señor dijo: De Basán te haré volver;

Te haré volver de las profundidades del mar;

23 Porque tu pie se enrojecerá de sangre de tus enemigos,

Y de ella la lengua de tus perros.

24 Vieron tus caminos, oh Dios;

Los caminos de mi Dios, de mi Rey, en el santuario.

25 Los cantores iban delante, los músicos detrás;

En medio las doncellas con panderos.

26 Bendecid a Dios en las congregaciones;

Al Señor, vosotros de la estirpe de Israel.

27 Allí estaba el joven Benjamín, señoreador de ellos,

Los príncipes de Judá en su congregación,

Los príncipes de Zabulón, los príncipes de Neftalí.

28 Tu Dios ha ordenado tu fuerza;

Confirma, oh Dios, lo que has hecho para nosotros.

29 Por razón de tu templo en Jerusalén

Los reyes te ofrecerán dones.

30 Reprime la reunión de gentes armadas,

La multitud de toros con los becerros de los pueblos,

Hasta que todos se sometan con sus piezas de plata;

Esparce a los pueblos que se complacen en la guerra.

31 Vendrán príncipes de Egipto;

Etiopía se apresurará a extender sus manos hacia Dios.


32 Reinos de la tierra, cantad a Dios,

Cantad al Señor; Selah

33 Al que cabalga sobre los cielos de los cielos, que son desde la antigüedad;

He aquí dará su voz, poderosa voz.

34 Atribuid poder a Dios;

Sobre Israel es su magnificencia,

Y su poder está en los cielos.

35 Temible eres, oh Dios, desde tus santuarios;

El Dios de Israel, él da fuerza y vigor a su pueblo.

Bendito sea Dios.

Un grito de angustia

Al músico principal; sobre Lirios. Salmo de David.

SALMO 69

1 Sálvame, oh Dios,

Porque las aguas han entrado hasta el alma.


2 Estoy hundido en cieno profundo, donde no puedo hacer pie;

He venido a abismos de aguas, y la corriente me ha anegado.

3 Cansado estoy de llamar; mi garganta se ha enronquecido;

Han desfallecido mis ojos esperando a mi Dios.

4 Se han aumentado más que los cabellos de mi cabeza los que me aborrecen sin causa;

Se han hecho poderosos mis enemigos, los que me destruyen sin tener por qué.

¿Y he de pagar lo que no robé?

5 Dios, tú conoces mi insensatez,

Y mis pecados no te son ocultos.

6 No sean avergonzados por causa mía los que en ti confían, oh Señor Jehová de los ejércitos;

No sean confundidos por mí los que te buscan, oh Dios de Israel.

7 Porque por amor de ti he sufrido afrenta;

Confusión ha cubierto mi rostro.

8 Extraño he sido para mis hermanos,

Y desconocido para los hijos de mi madre.

9 Porque me consumió el celo de tu casa;

Y los denuestos de los que te vituperaban cayeron sobre mí.

10 Lloré afligiendo con ayuno mi alma,

Y esto me ha sido por afrenta.

11 Puse además cilicio por mi vestido,

Y vine a serles por proverbio.

12 Hablaban contra mí los que se sentaban a la puerta,

Y me zaherían en sus canciones los bebedores.


13 Pero yo a ti oraba, oh Jehová, al tiempo de tu buena voluntad;

Oh Dios, por la abundancia de tu misericordia,

Por la verdad de tu salvación, escúchame.

14 Sácame del lodo, y no sea yo sumergido;

Sea yo libertado de los que me aborrecen, y de lo profundo de las aguas.

15 No me anegue la corriente de las aguas,

Ni me trague el abismo,

Ni el pozo cierre sobre mí su boca.

16 Respóndeme, Jehová, porque benigna es tu misericordia;

Mírame conforme a la multitud de tus piedades.

17 No escondas de tu siervo tu rostro,

Porque estoy angustiado; apresúrate, óyeme.

18 Acércate a mi alma, redímela;

Líbrame a causa de mis enemigos.

19 Tú sabes mi afrenta, mi confusión y mi oprobio;

Delante de ti están todos mis adversarios.

20 El escarnio ha quebrantado mi corazón, y estoy acongojado.

Esperé quien se compadeciese de mí, y no lo hubo;

Y consoladores, y ninguno hallé.

21 Me pusieron además hiel por comida,

Y en mi sed me dieron a beber vinagre.

22 Sea su convite delante de ellos por lazo,


Y lo que es para bien, por tropiezo.

23 Sean oscurecidos sus ojos para que no vean,

Y haz temblar continuamente sus lomos.

24 Derrama sobre ellos tu ira,

Y el furor de tu enojo los alcance.

25 Sea su palacio asolado;

En sus tiendas no haya morador.

26 Porque persiguieron al que tú heriste,

Y cuentan del dolor de los que tú llagaste.

27 Pon maldad sobre su maldad,

Y no entren en tu justicia.

28 Sean raídos del libro de los vivientes,

Y no sean escritos entre los justos.

29 Mas a mí, afligido y miserable,

Tu salvación, oh Dios, me ponga en alto.

30 Alabaré yo el nombre de Dios con cántico,

Lo exaltaré con alabanza.

31 Y agradará a Jehová más que sacrificio de buey,

O becerro que tiene cuernos y pezuñas;

32 Lo verán los oprimidos, y se gozarán.

Buscad a Dios, y vivirá vuestro corazón,

33 Porque Jehová oye a los menesterosos,

Y no menosprecia a sus prisioneros.


34 Alábenle los cielos y la tierra,

Los mares, y todo lo que se mueve en ellos.

35 Porque Dios salvará a Sion, y reedificará las ciudades de Judá;

Y habitarán allí, y la poseerán.

36 La descendencia de sus siervos la heredará,

Y los que aman su nombre habitarán en ella.

Súplica por la liberación

(Sal. 40.13-17)

Al músico principal. Salmo de David, para conmemorar.

SALMO 70

1 Oh Dios, acude a librarme;

Apresúrate, oh Dios, a socorrerme.

2 Sean avergonzados y confundidos

Los que buscan mi vida;

Sean vueltos atrás y avergonzados

Los que mi mal desean.


3 Sean vueltos atrás, en pago de su afrenta hecha,

Los que dicen: ¡Ah! ¡Ah!

4 Gócense y alégrense en ti todos los que te buscan,

Y digan siempre los que aman tu salvación:

Engrandecido sea Dios.

5 Yo estoy afligido y menesteroso;

Apresúrate a mí, oh Dios.

Ayuda mía y mi libertador eres tú;

Oh Jehová, no te detengas.

Oración de un anciano

SALMO 71

1 En ti, oh Jehová, me he refugiado;

No sea yo avergonzado jamás.

2 Socórreme y líbrame en tu justicia;

Inclina tu oído y sálvame.

3 Sé para mí una roca de refugio, adonde recurra yo continuamente.

Tú has dado mandamiento para salvarme,


Porque tú eres mi roca y mi fortaleza.

4 Dios mío, líbrame de la mano del impío,

De la mano del perverso y violento.

5 Porque tú, oh Señor Jehová, eres mi esperanza,

Seguridad mía desde mi juventud.

6 En ti he sido sustentado desde el vientre;

De las entrañas de mi madre tú fuiste el que me sacó;

De ti será siempre mi alabanza.

7 Como prodigio he sido a muchos,

Y tú mi refugio fuerte.

8 Sea llena mi boca de tu alabanza,

De tu gloria todo el día.

9 No me deseches en el tiempo de la vejez;

Cuando mi fuerza se acabare, no me desampares.

10 Porque mis enemigos hablan de mí,

Y los que acechan mi alma consultaron juntamente,

11 Diciendo: Dios lo ha desamparado;

Perseguidle y tomadle, porque no hay quien le libre.

12 Oh Dios, no te alejes de mí;

Dios mío, acude pronto en mi socorro.

13 Sean avergonzados, perezcan los adversarios de mi alma;

Sean cubiertos de vergüenza y de confusión los que mi mal buscan.

14 Mas yo esperaré siempre,


Y te alabaré más y más.

15 Mi boca publicará tu justicia

Y tus hechos de salvación todo el día,

Aunque no sé su número.

16 Vendré a los hechos poderosos de Jehová el Señor;

Haré memoria de tu justicia, de la tuya sola.

17 Oh Dios, me enseñaste desde mi juventud,

Y hasta ahora he manifestado tus maravillas.

18 Aun en la vejez y las canas, oh Dios, no me desampares,

Hasta que anuncie tu poder a la posteridad,

Y tu potencia a todos los que han de venir,

19 Y tu justicia, oh Dios, hasta lo excelso.

Tú has hecho grandes cosas;

Oh Dios, ¿quién como tú?

20 Tú, que me has hecho ver muchas angustias y males,

Volverás a darme vida,

Y de nuevo me levantarás de los abismos de la tierra.

21 Aumentarás mi grandeza,

Y volverás a consolarme.

22 Asimismo yo te alabaré con instrumento de salterio,

Oh Dios mío; tu verdad cantaré a ti en el arpa,

Oh Santo de Israel.

23 Mis labios se alegrarán cuando cante a ti,


Y mi alma, la cual redimiste.

24 Mi lengua hablará también de tu justicia todo el día;

Por cuanto han sido avergonzados, porque han sido confundidos los que mi mal procuraban.

El reino de un rey justo

Para Salomón.

SALMO 72

1 Oh Dios, da tus juicios al rey,

Y tu justicia al hijo del rey.

2 El juzgará a tu pueblo con justicia,

Y a tus afligidos con juicio.

3 Los montes llevarán paz al pueblo,

Y los collados justicia.

4 Juzgará a los afligidos del pueblo,

Salvará a los hijos del menesteroso,

Y aplastará al opresor.

5 Te temerán mientras duren el sol


Y la luna, de generación en generación.

6 Descenderá como la lluvia sobre la hierba cortada;

Como el rocío que destila sobre la tierra.

7 Florecerá en sus días justicia,

Y muchedumbre de paz, hasta que no haya luna.

8 Dominará de mar a mar,

Y desde el río hasta los confines de la tierra.

9 Ante él se postrarán los moradores del desierto,

Y sus enemigos lamerán el polvo.

10 Los reyes de Tarsis y de las costas traerán presentes;

Los reyes de Sabá y de Seba ofrecerán dones.

11 Todos los reyes se postrarán delante de él;

Todas las naciones le servirán.

12 Porque él librará al menesteroso que clamare,

Y al afligido que no tuviere quien le socorra.

13 Tendrá misericordia del pobre y del menesteroso,

Y salvará la vida de los pobres.

14 De engaño y de violencia redimirá sus almas,

Y la sangre de ellos será preciosa ante sus ojos.

15 Vivirá, y se le dará del oro de Sabá,

Y se orará por él continuamente;

Todo el día se le bendecirá.

16 Será echado un puñado de grano en la tierra, en las cumbres de los montes;


Su fruto hará ruido como el Líbano,

Y los de la ciudad florecerán como la hierba de la tierra.

17 Será su nombre para siempre,

Se perpetuará su nombre mientras dure el sol.

Benditas serán en él todas las naciones;

Lo llamarán bienaventurado.

18 Bendito Jehová Dios, el Dios de Israel,

El único que hace maravillas.

19 Bendito su nombre glorioso para siempre,

Y toda la tierra sea llena de su gloria.

Amén y Amén.

20 Aquí terminan las oraciones de David, hijo de Isaí.

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SALMOS

LIBRO III

El destino de los malos


Salmo de Asaf.

SALMO 73

1 Ciertamente es bueno Dios para con Israel,

Para con los limpios de corazón.

2 En cuanto a mí, casi se deslizaron mis pies;

Por poco resbalaron mis pasos.

3 Porque tuve envidia de los arrogantes,

Viendo la prosperidad de los impíos.

4 Porque no tienen congojas por su muerte,

Pues su vigor está entero.

5 No pasan trabajos como los otros mortales,

Ni son azotados como los demás hombres.

6 Por tanto, la soberbia los corona;

Se cubren de vestido de violencia.

7 Los ojos se les saltan de gordura;

Logran con creces los antojos del corazón.

8 Se mofan y hablan con maldad de hacer violencia;

Hablan con altanería.

9 Ponen su boca contra el cielo,

Y su lengua pasea la tierra.


10 Por eso Dios hará volver a su pueblo aquí,

Y aguas en abundancia serán extraídas para ellos.

11 Y dicen: ¿Cómo sabe Dios?

¿Y hay conocimiento en el Altísimo?

12 He aquí estos impíos,

Sin ser turbados del mundo, alcanzaron riquezas.

13 Verdaderamente en vano he limpiado mi corazón,

Y lavado mis manos en inocencia;

14 Pues he sido azotado todo el día,

Y castigado todas las mañanas.

15 Si dijera yo: Hablaré como ellos,

He aquí, a la generación de tus hijos engañaría.

16 Cuando pensé para saber esto,

Fue duro trabajo para mí,

17 Hasta que entrando en el santuario de Dios,

Comprendí el fin de ellos.

18 Ciertamente los has puesto en deslizaderos;

En asolamientos los harás caer.

19 ¡Cómo han sido asolados de repente!

Perecieron, se consumieron de terrores.

20 Como sueño del que despierta,

Así, Señor, cuando despertares, menospreciarás su apariencia.

21 Se llenó de amargura mi alma,


Y en mi corazón sentía punzadas.

22 Tan torpe era yo, que no entendía;

Era como una bestia delante de ti.

23 Con todo, yo siempre estuve contigo;

Me tomaste de la mano derecha.

24 Me has guiado según tu consejo,

Y después me recibirás en gloria.

25 ¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti?

Y fuera de ti nada deseo en la tierra.

26 Mi carne y mi corazón desfallecen;

Mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre.

27 Porque he aquí, los que se alejan de ti perecerán;

Tú destruirás a todo aquel que de ti se aparta.

28 Pero en cuanto a mí, el acercarme a Dios es el bien;

He puesto en Jehová el Señor mi esperanza,

Para contar todas tus obras.

Apelación a Dios en contra del enemigo

Masquil de Asaf.

SALMO 74
1 ¿Por qué, oh Dios, nos has desechado para siempre?

¿Por qué se ha encendido tu furor contra las ovejas de tu prado?

2 Acuérdate de tu congregación, la que adquiriste desde tiempos antiguos,

La que redimiste para hacerla la tribu de tu herencia;

Este monte de Sion, donde has habitado.

3 Dirige tus pasos a los asolamientos eternos,

A todo el mal que el enemigo ha hecho en el santuario.

4 Tus enemigos vociferan en medio de tus asambleas;

Han puesto sus divisas por señales.

5 Se parecen a los que levantan

El hacha en medio de tupido bosque.

6 Y ahora con hachas y martillos

Han quebrado todas sus entalladuras.

7 Han puesto a fuego tu santuario,

Han profanado el tabernáculo de tu nombre, echándolo a tierra.

8 Dijeron en su corazón: Destruyámoslos de una vez;

Han quemado todas las sinagogas de Dios en la tierra.

9 No vemos ya nuestras señales;

No hay más profeta,

Ni entre nosotros hay quien sepa hasta cuándo.

10 ¿Hasta cuándo, oh Dios, nos afrentará el angustiador?


¿Ha de blasfemar el enemigo perpetuamente tu nombre?

11 ¿Por qué retraes tu mano?

¿Por qué escondes tu diestra en tu seno?

12 Pero Dios es mi rey desde tiempo antiguo;

El que obra salvación en medio de la tierra.

13 Dividiste el mar con tu poder;

Quebrantaste cabezas de monstruos en las aguas.

14 Magullaste las cabezas del leviatán,

Y lo diste por comida a los moradores del desierto.

15 Abriste la fuente y el río;

Secaste ríos impetuosos.

16 Tuyo es el día, tuya también es la noche;

Tú estableciste la luna y el sol.

17 Tú fijaste todos los términos de la tierra;

El verano y el invierno tú los formaste.

18 Acuérdate de esto: que el enemigo ha afrentado a Jehová,

Y pueblo insensato ha blasfemado tu nombre.

19 No entregues a las fieras el alma de tu tórtola,

Y no olvides para siempre la congregación de tus afligidos.

20 Mira al pacto,

Porque los lugares tenebrosos de la tierra están llenos de habitaciones de violencia.

21 No vuelva avergonzado el abatido;

El afligido y el menesteroso alabarán tu nombre.


22 Levántate, oh Dios, aboga tu causa;

Acuérdate de cómo el insensato te injuria cada día.

23 No olvides las voces de tus enemigos;

El alboroto de los que se levantan contra ti sube continuamente.

Dios abate al malo y exalta al justo

Al músico principal; sobre No destruyas. Salmo de Asaf. Cántico.

SALMO 75

1 Gracias te damos, oh Dios, gracias te damos,

Pues cercano está tu nombre;

Los hombres cuentan tus maravillas.

2 Al tiempo que señalaré

Yo juzgaré rectamente.

3 Se arruinaban la tierra y sus moradores;

Yo sostengo sus columnas. Selah

4 Dije a los insensatos: No os infatuéis;


Y a los impíos: No os enorgullezcáis;

5 No hagáis alarde de vuestro poder;

No habléis con cerviz erguida.

6 Porque ni de oriente ni de occidente,

Ni del desierto viene el enaltecimiento.

7 Mas Dios es el juez;

A éste humilla, y a aquél enaltece.

8 Porque el cáliz está en la mano de Jehová, y el vino está fermentado,

Lleno de mistura; y él derrama del mismo;

Hasta el fondo lo apurarán, y lo beberán todos los impíos de la tierra.

9 Pero yo siempre anunciaré

Y cantaré alabanzas al Dios de Jacob.

10 Quebrantaré todo el poderío de los pecadores,

Pero el poder del justo será exaltado.

El Dios de la victoria y del juicio

Al músico principal; sobre Neginot. Salmo de Asaf. Cántico.

SALMO 76
1 Dios es conocido en Judá;

En Israel es grande su nombre.

2 En Salem está su tabernáculo,

Y su habitación en Sion.

3 Allí quebró las saetas del arco,

El escudo, la espada y las armas de guerra. Selah

4 Glorioso eres tú, poderoso más que los montes de caza.

5 Los fuertes de corazón fueron despojados, durmieron su sueño;

No hizo uso de sus manos ninguno de los varones fuertes.

6 A tu reprensión, oh Dios de Jacob,

El carro y el caballo fueron entorpecidos.

7 Tú, temible eres tú;

¿Y quién podrá estar en pie delante de ti cuando se encienda tu ira?

8 Desde los cielos hiciste oír juicio;

La tierra tuvo temor y quedó suspensa

9 Cuando te levantaste, oh Dios, para juzgar,

Para salvar a todos los mansos de la tierra. Selah

10 Ciertamente la ira del hombre te alabará;

Tú reprimirás el resto de las iras.

11 Prometed, y pagad a Jehová vuestro Dios;

Todos los que están alrededor de él, traigan ofrendas al Temible.


12 Cortará él el espíritu de los príncipes;

Temible es a los reyes de la tierra.

Meditación sobre los hechos poderosos de Dios

Al músico principal; para Jedutún. Salmo de Asaf.

SALMO 77

1 Con mi voz clamé a Dios,

A Dios clamé, y él me escuchará.

2 Al Señor busqué en el día de mi angustia;

Alzaba a él mis manos de noche, sin descanso;

Mi alma rehusaba consuelo.

3 Me acordaba de Dios, y me conmovía;

Me quejaba, y desmayaba mi espíritu. Selah

4 No me dejabas pegar los ojos;

Estaba yo quebrantado, y no hablaba.

5 Consideraba los días desde el principio,

Los años de los siglos.


6 Me acordaba de mis cánticos de noche;

Meditaba en mi corazón,

Y mi espíritu inquiría:

7 ¿Desechará el Señor para siempre,

Y no volverá más a sernos propicio?

8 ¿Ha cesado para siempre su misericordia?

¿Se ha acabado perpetuamente su promesa?

9 ¿Ha olvidado Dios el tener misericordia?

¿Ha encerrado con ira sus piedades? Selah

10 Dije: Enfermedad mía es esta;

Traeré, pues, a la memoria los años de la diestra del Altísimo.

11 Me acordaré de las obras de JAH;

Sí, haré yo memoria de tus maravillas antiguas.

12 Meditaré en todas tus obras,

Y hablaré de tus hechos.

13 Oh Dios, santo es tu camino;

¿Qué dios es grande como nuestro Dios?

14 Tú eres el Dios que hace maravillas;

Hiciste notorio en los pueblos tu poder.

15 Con tu brazo redimiste a tu pueblo,

A los hijos de Jacob y de José. Selah

16 Te vieron las aguas, oh Dios;

Las aguas te vieron, y temieron;

Los abismos también se estremecieron.


17 Las nubes echaron inundaciones de aguas;

Tronaron los cielos,

Y discurrieron tus rayos.

18 La voz de tu trueno estaba en el torbellino;

Tus relámpagos alumbraron el mundo;

Se estremeció y tembló la tierra.

19 En el mar fue tu camino,

Y tus sendas en las muchas aguas;

Y tus pisadas no fueron conocidas.

20 Condujiste a tu pueblo como ovejas

Por mano de Moisés y de Aarón.

Fidelidad de Dios hacia su pueblo infiel

Masquil de Asaf.

SALMO 78

1 Escucha, pueblo mío, mi ley;

Inclinad vuestro oído a las palabras de mi boca.

2 Abriré mi boca en proverbios;


Hablaré cosas escondidas desde tiempos antiguos,

3 Las cuales hemos oído y entendido;

Que nuestros padres nos las contaron.

4 No las encubriremos a sus hijos,

Contando a la generación venidera las alabanzas de Jehová,

Y su potencia, y las maravillas que hizo.

5 El estableció testimonio en Jacob,

Y puso ley en Israel,

La cual mandó a nuestros padres

Que la notificasen a sus hijos;

6 Para que lo sepa la generación venidera, y los hijos que nacerán;

Y los que se levantarán lo cuenten a sus hijos,

7 A fin de que pongan en Dios su confianza,

Y no se olviden de las obras de Dios;

Que guarden sus mandamientos,

8 Y no sean como sus padres,

Generación contumaz y rebelde;

Generación que no dispuso su corazón,

Ni fue fiel para con Dios su espíritu.

9 Los hijos de Efraín, arqueros armados,

Volvieron las espaldas en el día de la batalla.

10 No guardaron el pacto de Dios,

Ni quisieron andar en su ley;

11 Sino que se olvidaron de sus obras,


Y de sus maravillas que les había mostrado.

12 Delante de sus padres hizo maravillas

En la tierra de Egipto, en el campo de Zoán.

13 Dividió el mar y los hizo pasar;

Detuvo las aguas como en un montón.

14 Les guió de día con nube,

Y toda la noche con resplandor de fuego.

15 Hendió las peñas en el desierto,

Y les dio a beber como de grandes abismos,

16 Pues sacó de la peña corrientes,

E hizo descender aguas como ríos.

17 Pero aún volvieron a pecar contra él,

Rebelándose contra el Altísimo en el desierto;

18 Pues tentaron a Dios en su corazón,

Pidiendo comida a su gusto.

19 Y hablaron contra Dios,

Diciendo: ¿Podrá poner mesa en el desierto?

20 He aquí ha herido la peña, y brotaron aguas,

Y torrentes inundaron la tierra;

¿Podrá dar también pan?

¿Dispondrá carne para su pueblo?

21 Por tanto, oyó Jehová, y se indignó;

Se encendió el fuego contra Jacob,

Y el furor subió también contra Israel,


22 Por cuanto no habían creído a Dios,

Ni habían confiado en su salvación.

23 Sin embargo, mandó a las nubes de arriba,

Y abrió las puertas de los cielos,

24 E hizo llover sobre ellos maná para que comiesen,

Y les dio trigo de los cielos.

25 Pan de nobles comió el hombre;

Les envió comida hasta saciarles.

26 Movió el solano en el cielo,

Y trajo con su poder el viento sur,

27 E hizo llover sobre ellos carne como polvo,

Como arena del mar, aves que vuelan.

28 Las hizo caer en medio del campamento,

Alrededor de sus tiendas.

29 Comieron, y se saciaron;

Les cumplió, pues, su deseo.

30 No habían quitado de sí su anhelo,

Aún estaba la comida en su boca,

31 Cuando vino sobre ellos el furor de Dios,

E hizo morir a los más robustos de ellos,

Y derribó a los escogidos de Israel.

32 Con todo esto, pecaron aún,

Y no dieron crédito a sus maravillas.

33 Por tanto, consumió sus días en vanidad,

Y sus años en tribulación.


34 Si los hacía morir, entonces buscaban a Dios;

Entonces se volvían solícitos en busca suya,

35 Y se acordaban de que Dios era su refugio,

Y el Dios Altísimo su redentor.

36 Pero le lisonjeaban con su boca,

Y con su lengua le mentían;

37 Pues sus corazones no eran rectos con él,

Ni estuvieron firmes en su pacto.

38 Pero él, misericordioso, perdonaba la maldad, y no los destruía;

Y apartó muchas veces su ira,

Y no despertó todo su enojo.

39 Se acordó de que eran carne,

Soplo que va y no vuelve.

40 ¡Cuántas veces se rebelaron contra él en el desierto,

Lo enojaron en el yermo!

41 Y volvían, y tentaban a Dios,

Y provocaban al Santo de Israel.

42 No se acordaron de su mano,

Del día que los redimió de la angustia;

43 Cuando puso en Egipto sus señales,

Y sus maravillas en el campo de Zoán;

44 Y volvió sus ríos en sangre,

Y sus corrientes, para que no bebiesen.

45 Envió entre ellos enjambres de moscas que los devoraban,

Y ranas que los destruían.

46 Dio también a la oruga sus frutos,


Y sus labores a la langosta.

47 Sus viñas destruyó con granizo,

Y sus higuerales con escarcha;

48 Entregó al pedrisco sus bestias,

Y sus ganados a los rayos.

49 Envió sobre ellos el ardor de su ira;

Enojo, indignación y angustia,

Un ejército de ángeles destructores.

50 Dispuso camino a su furor;

No eximió la vida de ellos de la muerte,

Sino que entregó su vida a la mortandad.

51 Hizo morir a todo primogénito en Egipto,

Las primicias de su fuerza en las tiendas de Cam.

52 Hizo salir a su pueblo como ovejas,

Y los llevó por el desierto como un rebaño.

53 Los guió con seguridad, de modo que no tuvieran temor;

Y el mar cubrió a sus enemigos.

54 Los trajo después a las fronteras de su tierra santa,

A este monte que ganó su mano derecha.

55 Echó las naciones de delante de ellos;

Con cuerdas repartió sus tierras en heredad,

E hizo habitar en sus moradas a las tribus de Israel.

56 Pero ellos tentaron y enojaron al Dios Altísimo,

Y no guardaron sus testimonios;

57 Sino que se volvieron y se rebelaron como sus padres;


Se volvieron como arco engañoso.

58 Le enojaron con sus lugares altos,

Y le provocaron a celo con sus imágenes de talla.

59 Lo oyó Dios y se enojó,

Y en gran manera aborreció a Israel.

60 Dejó, por tanto, el tabernáculo de Silo,

La tienda en que habitó entre los hombres,

61 Y entregó a cautiverio su poderío,

Y su gloria en mano del enemigo.

62 Entregó también su pueblo a la espada,

Y se irritó contra su heredad.

63 El fuego devoró a sus jóvenes,

Y sus vírgenes no fueron loadas en cantos nupciales.

64 Sus sacerdotes cayeron a espada,

Y sus viudas no hicieron lamentación.

65 Entonces despertó el Señor como quien duerme,

Como un valiente que grita excitado del vino,

66 E hirió a sus enemigos por detrás;

Les dio perpetua afrenta.

67 Desechó la tienda de José,

Y no escogió la tribu de Efraín,

68 Sino que escogió la tribu de Judá,

El monte de Sion, al cual amó.

69 Edificó su santuario a manera de eminencia,

Como la tierra que cimentó para siempre.


70 Eligió a David su siervo,

Y lo tomó de las majadas de las ovejas;

71 De tras las paridas lo trajo,

Para que apacentase a Jacob su pueblo,

Y a Israel su heredad.

72 Y los apacentó conforme a la integridad de su corazón,

Los pastoreó con la pericia de sus manos.

Lamento por la destrucción de Jerusalén

Salmo de Asaf.

SALMO 79

1 Oh Dios, vinieron las naciones a tu heredad;

Han profanado tu santo templo;

Redujeron a Jerusalén a escombros.

2 Dieron los cuerpos de tus siervos por comida a las aves de los cielos,

La carne de tus santos a las bestias de la tierra.

3 Derramaron su sangre como agua en los alrededores de Jerusalén,

Y no hubo quien los enterrase.


4 Somos afrentados de nuestros vecinos,

Escarnecidos y burlados de los que están en nuestros alrededores.

5 ¿Hasta cuándo, oh Jehová? ¿Estarás airado para siempre?

¿Arderá como fuego tu celo?

6 Derrama tu ira sobre las naciones que no te conocen,

Y sobre los reinos que no invocan tu nombre.

7 Porque han consumido a Jacob,

Y su morada han asolado.

8 No recuerdes contra nosotros las iniquidades de nuestros antepasados;

Vengan pronto tus misericordias a encontrarnos,

Porque estamos muy abatidos.

9 Ayúdanos, oh Dios de nuestra salvación, por la gloria de tu nombre;

Y líbranos, y perdona nuestros pecados por amor de tu nombre.

10 Porque dirán las gentes: ¿Dónde está su Dios?

Sea notoria en las gentes, delante de nuestros ojos,

La venganza de la sangre de tus siervos que fue derramada.

11 Llegue delante de ti el gemido de los presos;

Conforme a la grandeza de tu brazo preserva a los sentenciados a muerte,

12 Y devuelve a nuestros vecinos en su seno siete tantos

De su infamia, con que te han deshonrado, oh Jehová.

13 Y nosotros, pueblo tuyo, y ovejas de tu prado,

Te alabaremos para siempre;

De generación en generación cantaremos tus alabanzas.


Súplica por la restauración

Al músico principal; sobre Lirios. Testimonio. Salmo de Asaf.

SALMO 80

1 Oh Pastor de Israel, escucha;

Tú que pastoreas como a ovejas a José,

Que estás entre querubines, resplandece.

2 Despierta tu poder delante de Efraín, de Benjamín y de Manasés,

Y ven a salvarnos.

3 Oh Dios, restáuranos;

Haz resplandecer tu rostro, y seremos salvos.

4 Jehová, Dios de los ejércitos,

¿Hasta cuándo mostrarás tu indignación contra la oración de tu pueblo?

5 Les diste a comer pan de lágrimas,

Y a beber lágrimas en gran abundancia.

6 Nos pusiste por escarnio a nuestros vecinos,


Y nuestros enemigos se burlan entre sí.

7 Oh Dios de los ejércitos, restáuranos;

Haz resplandecer tu rostro, y seremos salvos.

8 Hiciste venir una vid de Egipto;

Echaste las naciones, y la plantaste.

9 Limpiaste sitio delante de ella,

E hiciste arraigar sus raíces, y llenó la tierra.

10 Los montes fueron cubiertos de su sombra,

Y con sus sarmientos los cedros de Dios.

11 Extendió sus vástagos hasta el mar,

Y hasta el río sus renuevos.

12 ¿Por qué aportillaste sus vallados,

Y la vendimian todos los que pasan por el camino?

13 La destroza el puerco montés,

Y la bestia del campo la devora.

14 Oh Dios de los ejércitos, vuelve ahora;

Mira desde el cielo, y considera, y visita esta viña,

15 La planta que plantó tu diestra,

Y el renuevo que para ti afirmaste.

16 Quemada a fuego está, asolada;

Perezcan por la reprensión de tu rostro.

17 Sea tu mano sobre el varón de tu diestra,

Sobre el hijo de hombre que para ti afirmaste.


18 Así no nos apartaremos de ti;

Vida nos darás, e invocaremos tu nombre.

19 ¡Oh Jehová, Dios de los ejércitos, restáuranos!

Haz resplandecer tu rostro, y seremos salvos.

Bondad de Dios y perversidad de Israel

Al músico principal; sobre Gitit. Salmo de Asaf.

SALMO 81

1 Cantad con gozo a Dios, fortaleza nuestra;

Al Dios de Jacob aclamad con júbilo.

2 Entonad canción, y tañed el pandero,

El arpa deliciosa y el salterio.

3 Tocad la trompeta en la nueva luna,

En el día señalado, en el día de nuestra fiesta solemne.

4 Porque estatuto es de Israel,

Ordenanza del Dios de Jacob.

5 Lo constituyó como testimonio en José

Cuando salió por la tierra de Egipto.


Oí lenguaje que no entendía;

6 Aparté su hombro de debajo de la carga;

Sus manos fueron descargadas de los cestos.

7 En la calamidad clamaste, y yo te libré;

Te respondí en lo secreto del trueno;

Te probé junto a las aguas de Meriba. Selah

8 Oye, pueblo mío, y te amonestaré.

Israel, si me oyeres,

9 No habrá en ti dios ajeno,

Ni te inclinarás a dios extraño.

10 Yo soy Jehová tu Dios,

Que te hice subir de la tierra de Egipto;

Abre tu boca, y yo la llenaré.

11 Pero mi pueblo no oyó mi voz,

E Israel no me quiso a mí.

12 Los dejé, por tanto, a la dureza de su corazón;

Caminaron en sus propios consejos.

13 ¡Oh, si me hubiera oído mi pueblo,

Si en mis caminos hubiera andado Israel!

14 En un momento habría yo derribado a sus enemigos,

Y vuelto mi mano contra sus adversarios.

15 Los que aborrecen a Jehová se le habrían sometido,

Y el tiempo de ellos sería para siempre.

16 Les sustentaría Dios con lo mejor del trigo,


Y con miel de la peña les saciaría.

Amonestación contra los juicios injustos

Salmo de Asaf.

SALMO 82

1 Dios está en la reunión de los dioses;

En medio de los dioses juzga.

2 ¿Hasta cuándo juzgaréis injustamente,

Y aceptaréis las personas de los impíos? Selah

3 Defended al débil y al huérfano;

Haced justicia al afligido y al menesteroso.

4 Librad al afligido y al necesitado;

Libradlo de mano de los impíos.

5 No saben, no entienden,

Andan en tinieblas;

Tiemblan todos los cimientos de la tierra.


6 Yo dije: Vosotros sois dioses,

Y todos vosotros hijos del Altísimo;

7 Pero como hombres moriréis,

Y como cualquiera de los príncipes caeréis.

8 Levántate, oh Dios, juzga la tierra;

Porque tú heredarás todas las naciones.

Plegaria pidiendo la destrucción de los enemigos de Israel

Cántico. Salmo de Asaf.

SALMO 83

1 Oh Dios, no guardes silencio;

No calles, oh Dios, ni te estés quieto.

2 Porque he aquí que rugen tus enemigos,

Y los que te aborrecen alzan cabeza.

3 Contra tu pueblo han consultado astuta y secretamente,

Y han entrado en consejo contra tus protegidos.

4 Han dicho: Venid, y destruyámoslos para que no sean nación,


Y no haya más memoria del nombre de Israel.

5 Porque se confabulan de corazón a una,

Contra ti han hecho alianza

6 Las tiendas de los edomitas y de los ismaelitas,

Moab y los agarenos;

7 Gebal, Amón y Amalec,

Los filisteos y los habitantes de Tiro.

8 También el asirio se ha juntado con ellos;

Sirven de brazo a los hijos de Lot. Selah

9 Hazles como a Madián,

Como a Sísara, como a Jabín en el arroyo de Cisón;

10 Que perecieron en Endor,

Fueron hechos como estiércol para la tierra.

11 Pon a sus capitanes como a Oreb y a Zeeb;

Como a Zeba y a Zalmuna a todos sus príncipes,

12 Que han dicho: Heredemos para nosotros

Las moradas de Dios.

13 Dios mío, ponlos como torbellinos,

Como hojarascas delante del viento,

14 Como fuego que quema el monte,

Como llama que abrasa el bosque.

15 Persíguelos así con tu tempestad,

Y atérralos con tu torbellino.

16 Llena sus rostros de vergüenza,


Y busquen tu nombre, oh Jehová.

17 Sean afrentados y turbados para siempre;

Sean deshonrados, y perezcan.

18 Y conozcan que tu nombre es Jehová;

Tú solo Altísimo sobre toda la tierra.

Anhelo por la casa de Dios

Al músico principal; sobre Gitit. Salmo para los hijos de Coré.

SALMO 84

1 ¡Cuán amables son tus moradas, oh Jehová de los ejércitos!

2 Anhela mi alma y aun ardientemente desea los atrios de Jehová;

Mi corazón y mi carne cantan al Dios vivo.

3 Aun el gorrión halla casa,

Y la golondrina nido para sí, donde ponga sus polluelos,

Cerca de tus altares, oh Jehová de los ejércitos,

Rey mío, y Dios mío.

4 Bienaventurados los que habitan en tu casa;


Perpetuamente te alabarán. Selah

5 Bienaventurado el hombre que tiene en ti sus fuerzas,

En cuyo corazón están tus caminos.

6 Atravesando el valle de lágrimas lo cambian en fuente,

Cuando la lluvia llena los estanques.

7 Irán de poder en poder;

Verán a Dios en Sion.

8 Jehová Dios de los ejércitos, oye mi oración;

Escucha, oh Dios de Jacob. Selah

9 Mira, oh Dios, escudo nuestro,

Y pon los ojos en el rostro de tu ungido.

10 Porque mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos.

Escogería antes estar a la puerta de la casa de mi Dios,

Que habitar en las moradas de maldad.

11 Porque sol y escudo es Jehová Dios;

Gracia y gloria dará Jehová.

No quitará el bien a los que andan en integridad.

12 Jehová de los ejércitos,

Dichoso el hombre que en ti confía.

Súplica por la misericordia de Dios sobre Israel


Al músico principal. Salmo para los hijos de Coré.

SALMO 85

1 Fuiste propicio a tu tierra, oh Jehová;

Volviste la cautividad de Jacob.

2 Perdonaste la iniquidad de tu pueblo;

Todos los pecados de ellos cubriste. Selah

3 Reprimiste todo tu enojo;

Te apartaste del ardor de tu ira.

4 Restáuranos, oh Dios de nuestra salvación,

Y haz cesar tu ira de sobre nosotros.

5 ¿Estarás enojado contra nosotros para siempre?

¿Extenderás tu ira de generación en generación?

6 ¿No volverás a darnos vida,

Para que tu pueblo se regocije en ti?

7 Muéstranos, oh Jehová, tu misericordia,

Y danos tu salvación.

8 Escucharé lo que hablará Jehová Dios;

Porque hablará paz a su pueblo y a sus santos,


Para que no se vuelvan a la locura.

9 Ciertamente cercana está su salvación a los que le temen,

Para que habite la gloria en nuestra tierra.

10 La misericordia y la verdad se encontraron;

La justicia y la paz se besaron.

11 La verdad brotará de la tierra,

Y la justicia mirará desde los cielos.

12 Jehová dará también el bien,

Y nuestra tierra dará su fruto.

13 La justicia irá delante de él,

Y sus pasos nos pondrá por camino.

Oración pidiendo la continuada misericordia de Dios

Oración de David.

SALMO 86

1 Inclina, oh Jehová, tu oído, y escúchame,

Porque estoy afligido y menesteroso.


2 Guarda mi alma, porque soy piadoso;

Salva tú, oh Dios mío, a tu siervo que en ti confía.

3 Ten misericordia de mí, oh Jehová;

Porque a ti clamo todo el día.

4 Alegra el alma de tu siervo,

Porque a ti, oh Señor, levanto mi alma.

5 Porque tú, Señor, eres bueno y perdonador,

Y grande en misericordia para con todos los que te invocan.

6 Escucha, oh Jehová, mi oración,

Y está atento a la voz de mis ruegos.

7 En el día de mi angustia te llamaré,

Porque tú me respondes.

8 Oh Señor, ninguno hay como tú entre los dioses,

Ni obras que igualen tus obras.

9 Todas las naciones que hiciste vendrán y adorarán delante de ti, Señor,

Y glorificarán tu nombre.

10 Porque tú eres grande, y hacedor de maravillas;

Sólo tú eres Dios.

11 Enséñame, oh Jehová, tu camino; caminaré yo en tu verdad;

Afirma mi corazón para que tema tu nombre.

12 Te alabaré, oh Jehová Dios mío, con todo mi corazón,

Y glorificaré tu nombre para siempre.

13 Porque tu misericordia es grande para conmigo,

Y has librado mi alma de las profundidades del Seol.


14 Oh Dios, los soberbios se levantaron contra mí,

Y conspiración de violentos ha buscado mi vida,

Y no te pusieron delante de sí.

15 Mas tú, Señor, Dios misericordioso y clemente,

Lento para la ira, y grande en misericordia y verdad,

16 Mírame, y ten misericordia de mí;

Da tu poder a tu siervo,

Y guarda al hijo de tu sierva.

17 Haz conmigo señal para bien,

Y véanla los que me aborrecen, y sean avergonzados;

Porque tú, Jehová, me ayudaste y me consolaste.

El privilegio de morar en Sion

A los hijos de Coré. Salmo. Cántico.

SALMO 87

1 Su cimiento está en el monte santo.

2 Ama Jehová las puertas de Sion

Más que todas las moradas de Jacob.


3 Cosas gloriosas se han dicho de ti,

Ciudad de Dios. Selah

4 Yo me acordaré de Rahab y de Babilonia entre los que me conocen;

He aquí Filistea y Tiro, con Etiopía;

Este nació allá.

5 Y de Sion se dirá: Este y aquél han nacido en ella,

Y el Altísimo mismo la establecerá.

6 Jehová contará al inscribir a los pueblos:

Este nació allí. Selah

7 Y cantores y tañedores en ella dirán:

Todas mis fuentes están en ti.

Súplica por la liberación de la muerte

Cántico. Salmo para los hijos de Coré. Al músico principal, para cantar sobre Mahalat. Masquil de
Hemán ezraíta.

SALMO 88
1 Oh Jehová, Dios de mi salvación,

Día y noche clamo delante de ti.

2 Llegue mi oración a tu presencia;

Inclina tu oído a mi clamor.

3 Porque mi alma está hastiada de males,

Y mi vida cercana al Seol.

4 Soy contado entre los que descienden al sepulcro;

Soy como hombre sin fuerza,

5 Abandonado entre los muertos,

Como los pasados a espada que yacen en el sepulcro,

De quienes no te acuerdas ya,

Y que fueron arrebatados de tu mano.

6 Me has puesto en el hoyo profundo,

En tinieblas, en lugares profundos.

7 Sobre mí reposa tu ira,

Y me has afligido con todas tus ondas. Selah

8 Has alejado de mí mis conocidos;

Me has puesto por abominación a ellos;

Encerrado estoy, y no puedo salir.

9 Mis ojos enfermaron a causa de mi aflicción;

Te he llamado, oh Jehová, cada día;

He extendido a ti mis manos.

10 ¿Manifestarás tus maravillas a los muertos?

¿Se levantarán los muertos para alabarte? Selah

11 ¿Será contada en el sepulcro tu misericordia,


O tu verdad en el Abadón?

12 ¿Serán reconocidas en las tinieblas tus maravillas,

Y tu justicia en la tierra del olvido?

13 Mas yo a ti he clamado, oh Jehová,

Y de mañana mi oración se presentará delante de ti.

14 ¿Por qué, oh Jehová, desechas mi alma?

¿Por qué escondes de mí tu rostro?

15 Yo estoy afligido y menesteroso;

Desde la juventud he llevado tus terrores, he estado medroso.

16 Sobre mí han pasado tus iras,

Y me oprimen tus terrores.

17 Me han rodeado como aguas continuamente;

A una me han cercado.

18 Has alejado de mí al amigo y al compañero,

Y a mis conocidos has puesto en tinieblas.

Pacto de Dios con David

Masquil de Etán ezraíta.

SALMO 89
1 Las misericordias de Jehová cantaré perpetuamente;

De generación en generación haré notoria tu fidelidad con mi boca.

2 Porque dije: Para siempre será edificada misericordia;

En los cielos mismos afirmarás tu verdad.

3 Hice pacto con mi escogido;

Juré a David mi siervo, diciendo:

4 Para siempre confirmaré tu descendencia,

Y edificaré tu trono por todas las generaciones. Selah

5 Celebrarán los cielos tus maravillas, oh Jehová,

Tu verdad también en la congregación de los santos.

6 Porque ¿quién en los cielos se igualará a Jehová?

¿Quién será semejante a Jehová entre los hijos de los potentados?

7 Dios temible en la gran congregación de los santos,

Y formidable sobre todos cuantos están alrededor de él.

8 Oh Jehová, Dios de los ejércitos,

¿Quién como tú? Poderoso eres, Jehová,

Y tu fidelidad te rodea.

9 Tú tienes dominio sobre la braveza del mar;

Cuando se levantan sus ondas, tú las sosiegas.

10 Tú quebrantaste a Rahab como a herido de muerte;

Con tu brazo poderoso esparciste a tus enemigos.

11 Tuyos son los cielos, tuya también la tierra;

El mundo y su plenitud, tú lo fundaste.


12 El norte y el sur, tú los creaste;

El Tabor y el Hermón cantarán en tu nombre.

13 Tuyo es el brazo potente;

Fuerte es tu mano, exaltada tu diestra.

14 Justicia y juicio son el cimiento de tu trono;

Misericordia y verdad van delante de tu rostro.

15 Bienaventurado el pueblo que sabe aclamarte;

Andará, oh Jehová, a la luz de tu rostro.

16 En tu nombre se alegrará todo el día,

Y en tu justicia será enaltecido.

17 Porque tú eres la gloria de su potencia,

Y por tu buena voluntad acrecentarás nuestro poder.

18 Porque Jehová es nuestro escudo,

Y nuestro rey es el Santo de Israel.

19 Entonces hablaste en visión a tu santo,

Y dijiste: He puesto el socorro sobre uno que es poderoso;

He exaltado a un escogido de mi pueblo.

20 Hallé a David mi siervo;

Lo ungí con mi santa unción.

21 Mi mano estará siempre con él,

Mi brazo también lo fortalecerá.

22 No lo sorprenderá el enemigo,

Ni hijo de iniquidad lo quebrantará;

23 Sino que quebrantaré delante de él a sus enemigos,

Y heriré a los que le aborrecen.


24 Mi verdad y mi misericordia estarán con él,

Y en mi nombre será exaltado su poder.

25 Asimismo pondré su mano sobre el mar,

Y sobre los ríos su diestra.

26 El me clamará: Mi padre eres tú,

Mi Dios, y la roca de mi salvación.

27 Yo también le pondré por primogénito,

El más excelso de los reyes de la tierra.

28 Para siempre le conservaré mi misericordia,

Y mi pacto será firme con él.

29 Pondré su descendencia para siempre,

Y su trono como los días de los cielos.

30 Si dejaren sus hijos mi ley,

Y no anduvieren en mis juicios,

31 Si profanaren mis estatutos,

Y no guardaren mis mandamientos,

32 Entonces castigaré con vara su rebelión,

Y con azotes sus iniquidades.

33 Mas no quitaré de él mi misericordia,

Ni falsearé mi verdad.

34 No olvidaré mi pacto,

Ni mudaré lo que ha salido de mis labios.

35 Una vez he jurado por mi santidad,

Y no mentiré a David.

36 Su descendencia será para siempre,

Y su trono como el sol delante de mí.


37 Como la luna será firme para siempre,

Y como un testigo fiel en el cielo. Selah

38 Mas tú desechaste y menospreciaste a tu ungido,

Y te has airado con él.

39 Rompiste el pacto de tu siervo;

Has profanado su corona hasta la tierra.

40 Aportillaste todos sus vallados;

Has destruido sus fortalezas.

41 Lo saquean todos los que pasan por el camino;

Es oprobio a sus vecinos.

42 Has exaltado la diestra de sus enemigos;

Has alegrado a todos sus adversarios.

43 Embotaste asimismo el filo de su espada,

Y no lo levantaste en la batalla.

44 Hiciste cesar su gloria,

Y echaste su trono por tierra.

45 Has acortado los días de su juventud;

Le has cubierto de afrenta. Selah

46 ¿Hasta cuándo, oh Jehová? ¿Te esconderás para siempre?

¿Arderá tu ira como el fuego?

47 Recuerda cuán breve es mi tiempo;

¿Por qué habrás creado en vano a todo hijo de hombre?

48 ¿Qué hombre vivirá y no verá muerte?

¿Librará su vida del poder del Seol? Selah


49 Señor, ¿dónde están tus antiguas misericordias,

Que juraste a David por tu verdad?

50 Señor, acuérdate del oprobio de tus siervos;

Oprobio de muchos pueblos, que llevo en mi seno.

51 Porque tus enemigos, oh Jehová, han deshonrado,

Porque tus enemigos han deshonrado los pasos de tu ungido.

52 Bendito sea Jehová para siempre.

Amén, y Amén.

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SALMOS

LIBRO IV

La eternidad de Dios y la transitoriedad del hombre

Oración de Moisés, varón de Dios.

SALMO 90
1 Señor, tú nos has sido refugio

De generación en generación.

2 Antes que naciesen los montes

Y formases la tierra y el mundo,

Desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios.

3 Vuelves al hombre hasta ser quebrantado,

Y dices: Convertíos, hijos de los hombres.

4 Porque mil años delante de tus ojos

Son como el día de ayer, que pasó,

Y como una de las vigilias de la noche.

5 Los arrebatas como con torrente de aguas; son como sueño,

Como la hierba que crece en la mañana.

6 En la mañana florece y crece;

A la tarde es cortada, y se seca.

7 Porque con tu furor somos consumidos,

Y con tu ira somos turbados.

8 Pusiste nuestras maldades delante de ti,

Nuestros yerros a la luz de tu rostro.


9 Porque todos nuestros días declinan a causa de tu ira;

Acabamos nuestros años como un pensamiento.

10 Los días de nuestra edad son setenta años;

Y si en los más robustos son ochenta años,

Con todo, su fortaleza es molestia y trabajo,

Porque pronto pasan, y volamos.

11 ¿Quién conoce el poder de tu ira,

Y tu indignación según que debes ser temido?

12 Enséñanos de tal modo a contar nuestros días,

Que traigamos al corazón sabiduría.

13 Vuélvete, oh Jehová; ¿hasta cuándo?

Y aplácate para con tus siervos.

14 De mañana sácianos de tu misericordia,

Y cantaremos y nos alegraremos todos nuestros días.

15 Alégranos conforme a los días que nos afligiste,

Y los años en que vimos el mal.

16 Aparezca en tus siervos tu obra,

Y tu gloria sobre sus hijos.

17 Sea la luz de Jehová nuestro Dios sobre nosotros,

Y la obra de nuestras manos confirma sobre nosotros;

Sí, la obra de nuestras manos confirma.


Morando bajo la sombra del Omnipotente

SALMO 91

1 El que habita al abrigo del Altísimo

Morará bajo la sombra del Omnipotente.

2 Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío;

Mi Dios, en quien confiaré.

3 El te librará del lazo del cazador,

De la peste destructora.

4 Con sus plumas te cubrirá,

Y debajo de sus alas estarás seguro;

Escudo y adarga es su verdad.

5 No temerás el terror nocturno,

Ni saeta que vuele de día,

6 Ni pestilencia que ande en oscuridad,

Ni mortandad que en medio del día destruya.

7 Caerán a tu lado mil,

Y diez mil a tu diestra;

Mas a ti no llegará.

8 Ciertamente con tus ojos mirarás

Y verás la recompensa de los impíos.


9 Porque has puesto a Jehová, que es mi esperanza,

Al Altísimo por tu habitación,

10 No te sobrevendrá mal,

Ni plaga tocará tu morada.

11 Pues a sus ángeles mandará acerca de ti,

Que te guarden en todos tus caminos.

12 En las manos te llevarán,

Para que tu pie no tropiece en piedra.

13 Sobre el león y el áspid pisarás;

Hollarás al cachorro del león y al dragón.

14 Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré;

Le pondré en alto, por cuanto ha conocido mi nombre.

15 Me invocará, y yo le responderé;

Con él estaré yo en la angustia;

Lo libraré y le glorificaré.

16 Lo saciaré de larga vida,

Y le mostraré mi salvación.

Alabanza por la bondad de Dios

Salmo. Cántico para el día de reposo.


SALMO 92

1 Bueno es alabarte, oh Jehová,

Y cantar salmos a tu nombre, oh Altísimo;

2 Anunciar por la mañana tu misericordia,

Y tu fidelidad cada noche,

3 En el decacordio y en el salterio,

En tono suave con el arpa.

4 Por cuanto me has alegrado, oh Jehová, con tus obras;

En las obras de tus manos me gozo.

5 ¡Cuán grandes son tus obras, oh Jehová!

Muy profundos son tus pensamientos.

6 El hombre necio no sabe,

Y el insensato no entiende esto.

7 Cuando brotan los impíos como la hierba,

Y florecen todos los que hacen iniquidad,

Es para ser destruidos eternamente.

8 Mas tú, Jehová, para siempre eres Altísimo.

9 Porque he aquí tus enemigos, oh Jehová,

Porque he aquí, perecerán tus enemigos;

Serán esparcidos todos los que hacen maldad.


10 Pero tú aumentarás mis fuerzas como las del búfalo;

Seré ungido con aceite fresco.

11 Y mirarán mis ojos sobre mis enemigos;

Oirán mis oídos de los que se levantaron contra mí, de los malignos.

12 El justo florecerá como la palmera;

Crecerá como cedro en el Líbano.

13 Plantados en la casa de Jehová,

En los atrios de nuestro Dios florecerán.

14 Aun en la vejez fructificarán;

Estarán vigorosos y verdes,

15 Para anunciar que Jehová mi fortaleza es recto,

Y que en él no hay injusticia.

La majestad de Jehová

SALMO 93

1 Jehová reina; se vistió de magnificencia;

Jehová se vistió, se ciñó de poder.

Afirmó también el mundo, y no se moverá.


2 Firme es tu trono desde entonces;

Tú eres eternamente.

3 Alzaron los ríos, oh Jehová,

Los ríos alzaron su sonido;

Alzaron los ríos sus ondas.

4 Jehová en las alturas es más poderoso

Que el estruendo de las muchas aguas,

Más que las recias ondas del mar.

5 Tus testimonios son muy firmes;

La santidad conviene a tu casa,

Oh Jehová, por los siglos y para siempre.

Oración clamando por venganza

SALMO 94

1 Jehová, Dios de las venganzas,

Dios de las venganzas, muéstrate.

2 Engrandécete, oh Juez de la tierra;


Da el pago a los soberbios.

3 ¿Hasta cuándo los impíos,

Hasta cuándo, oh Jehová, se gozarán los impíos?

4 ¿Hasta cuándo pronunciarán, hablarán cosas duras,

Y se vanagloriarán todos los que hacen iniquidad?

5 A tu pueblo, oh Jehová, quebrantan,

Y a tu heredad afligen.

6 A la viuda y al extranjero matan,

Y a los huérfanos quitan la vida.

7 Y dijeron: No verá JAH,

Ni entenderá el Dios de Jacob.

8 Entended, necios del pueblo;

Y vosotros, fatuos, ¿cuándo seréis sabios?

9 El que hizo el oído, ¿no oirá?

El que formó el ojo, ¿no verá?

10 El que castiga a las naciones, ¿no reprenderá?

¿No sabrá el que enseña al hombre la ciencia?

11 Jehová conoce los pensamientos de los hombres,

Que son vanidad.

12 Bienaventurado el hombre a quien tú, JAH, corriges,

Y en tu ley lo instruyes,

13 Para hacerle descansar en los días de aflicción,

En tanto que para el impío se cava el hoyo.


14 Porque no abandonará Jehová a su pueblo,

Ni desamparará su heredad,

15 Sino que el juicio será vuelto a la justicia,

Y en pos de ella irán todos los rectos de corazón.

16 ¿Quién se levantará por mí contra los malignos?

¿Quién estará por mí contra los que hacen iniquidad?

17 Si no me ayudara Jehová,

Pronto moraría mi alma en el silencio.

18 Cuando yo decía: Mi pie resbala,

Tu misericordia, oh Jehová, me sustentaba.

19 En la multitud de mis pensamientos dentro de mí,

Tus consolaciones alegraban mi alma.

20 ¿Se juntará contigo el trono de iniquidades

Que hace agravio bajo forma de ley?

21 Se juntan contra la vida del justo,

Y condenan la sangre inocente.

22 Mas Jehová me ha sido por refugio,

Y mi Dios por roca de mi confianza.

23 Y él hará volver sobre ellos su iniquidad,

Y los destruirá en su propia maldad;

Los destruirá Jehová nuestro Dios.

Cántico de alabanza y de adoración


SALMO 95

1 Venid, aclamemos alegremente a Jehová;

Cantemos con júbilo a la roca de nuestra salvación.

2 Lleguemos ante su presencia con alabanza;

Aclamémosle con cánticos.

3 Porque Jehová es Dios grande,

Y Rey grande sobre todos los dioses.

4 Porque en su mano están las profundidades de la tierra,

Y las alturas de los montes son suyas.

5 Suyo también el mar, pues él lo hizo;

Y sus manos formaron la tierra seca.

6 Venid, adoremos y postrémonos;

Arrodillémonos delante de Jehová nuestro Hacedor.

7 Porque él es nuestro Dios;

Nosotros el pueblo de su prado, y ovejas de su mano.

Si oyereis hoy su voz,

8 No endurezcáis vuestro corazón, como en Meriba,

Como en el día de Masah en el desierto,

9 Donde me tentaron vuestros padres,


Me probaron, y vieron mis obras.

10 Cuarenta años estuve disgustado con la nación,

Y dije: Pueblo es que divaga de corazón,

Y no han conocido mis caminos.

11 Por tanto, juré en mi furor

Que no entrarían en mi reposo.

Cántico de alabanza

(1 Cr. 16. 23-33)

SALMO 96

1 Cantad a Jehová cántico nuevo;

Cantad a Jehová, toda la tierra.

2 Cantad a Jehová, bendecid su nombre;

Anunciad de día en día su salvación.

3 Proclamad entre las naciones su gloria,

En todos los pueblos sus maravillas.

4 Porque grande es Jehová, y digno de suprema alabanza;


Temible sobre todos los dioses.

5 Porque todos los dioses de los pueblos son ídolos;

Pero Jehová hizo los cielos.

6 Alabanza y magnificencia delante de él;

Poder y gloria en su santuario.

7 Tributad a Jehová, oh familias de los pueblos,

Dad a Jehová la gloria y el poder.

8 Dad a Jehová la honra debida a su nombre;

Traed ofrendas, y venid a sus atrios.

9 Adorad a Jehová en la hermosura de la santidad;

Temed delante de él, toda la tierra.

10 Decid entre las naciones: Jehová reina.

También afirmó el mundo, no será conmovido;

Juzgará a los pueblos en justicia.

11 Alégrense los cielos, y gócese la tierra;

Brame el mar y su plenitud.

12 Regocíjese el campo, y todo lo que en él está;

Entonces todos los árboles del bosque rebosarán de contento,

13 Delante de Jehová que vino;

Porque vino a juzgar la tierra.

Juzgará al mundo con justicia,

Y a los pueblos con su verdad.


El dominio y el poder de Jehová

SALMO 97

1 Jehová reina; regocíjese la tierra,

Alégrense las muchas costas.

2 Nubes y oscuridad alrededor de él;

Justicia y juicio son el cimiento de su trono.

3 Fuego irá delante de él,

Y abrasará a sus enemigos alrededor.

4 Sus relámpagos alumbraron el mundo;

La tierra vio y se estremeció.

5 Los montes se derritieron como cera delante de Jehová,

Delante del Señor de toda la tierra.

6 Los cielos anunciaron su justicia,

Y todos los pueblos vieron su gloria.

7 Avergüéncense todos los que sirven a las imágenes de talla,

Los que se glorían en los ídolos.

Póstrense a él todos los dioses.

8 Oyó Sion, y se alegró;

Y la hijas de Judá,
Oh Jehová, se gozaron por tus juicios.

9 Porque tú, Jehová, eres excelso sobre toda la tierra;

Eres muy exaltado sobre todos los dioses.

10 Los que amáis a Jehová, aborreced el mal;

El guarda las almas de sus santos;

De mano de los impíos los libra.

11 Luz está sembrada para el justo,

Y alegría para los rectos de corazón.

12 Alegraos, justos, en Jehová,

Y alabad la memoria de su santidad.

Alabanza por la justicia de Dios

Salmo.

SALMO 98

1 Cantad a Jehová cántico nuevo,

Porque ha hecho maravillas;

Su diestra lo ha salvado, y su santo brazo.


2 Jehová ha hecho notoria su salvación;

A vista de las naciones ha descubierto su justicia.

3 Se ha acordado de su misericordia y de su verdad para con la casa de Israel;

Todos los términos de la tierra han visto la salvación de nuestro Dios.

4 Cantad alegres a Jehová, toda la tierra;

Levantad la voz, y aplaudid, y cantad salmos.

5 Cantad salmos a Jehová con arpa;

Con arpa y voz de cántico.

6 Aclamad con trompetas y sonidos de bocina,

Delante del rey Jehová.

7 Brame el mar y su plenitud,

El mundo y los que en él habitan;

8 Los ríos batan las manos,

Los montes todos hagan regocijo

9 Delante de Jehová, porque vino a juzgar la tierra.

Juzgará al mundo con justicia,

Y a los pueblos con rectitud.

Fidelidad de Jehová para con Israel

SALMO 99
1 Jehová reina; temblarán los pueblos.

El está sentado sobre los querubines, se conmoverá la tierra.

2 Jehová en Sion es grande,

Y exaltado sobre todos los pueblos.

3 Alaben tu nombre grande y temible;

El es santo.

4 Y la gloria del rey ama el juicio;

Tú confirmas la rectitud;

Tú has hecho en Jacob juicio y justicia.

5 Exaltad a Jehová nuestro Dios,

Y postraos ante el estrado de sus pies;

El es santo.

6 Moisés y Aarón entre sus sacerdotes,

Y Samuel entre los que invocaron su nombre;

Invocaban a Jehová, y él les respondía.

7 En columna de nube hablaba con ellos;

Guardaban sus testimonios, y el estatuto que les había dado.

8 Jehová Dios nuestro, tú les respondías;

Les fuiste un Dios perdonador,

Y retribuidor de sus obras.

9 Exaltad a Jehová nuestro Dios,


Y postraos ante su santo monte,

Porque Jehová nuestro Dios es santo.

Exhortación a la gratitud

Salmo de alabanza.

SALMO 100

1 Cantad alegres a Dios, habitantes de toda la tierra.

2 Servid a Jehová con alegría;

Venid ante su presencia con regocijo.

3 Reconoced que Jehová es Dios;

El nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos;

Pueblo suyo somos, y ovejas de su prado.

4 Entrad por sus puertas con acción de gracias,

Por sus atrios con alabanza;

Alabadle, bendecid su nombre.

5 Porque Jehová es bueno; para siempre es su misericordia,


Y su verdad por todas las generaciones.

Promesa de vivir rectamente

Salmo de David.

SALMO 101

1 Misericordia y juicio cantaré;

A ti cantaré yo, oh Jehová.

2 Entenderé el camino de la perfección

Cuando vengas a mí.

En la integridad de mi corazón andaré en medio de mi casa.

3 No pondré delante de mis ojos cosa injusta.

Aborrezco la obra de los que se desvían;

Ninguno de ellos se acercará a mí.

4 Corazón perverso se apartará de mí;

No conoceré al malvado.
5 Al que solapadamente infama a su prójimo, yo lo destruiré;

No sufriré al de ojos altaneros y de corazón vanidoso.

6 Mis ojos pondré en los fieles de la tierra, para que estén conmigo;

El que ande en el camino de la perfección, éste me servirá.

7 No habitará dentro de mi casa el que hace fraude;

El que habla mentiras no se afirmará delante de mis ojos.

8 De mañana destruiré a todos los impíos de la tierra,

Para exterminar de la ciudad de Jehová a todos los que hagan iniquidad.

Oración de un afligido

Oración del que sufre, cuando está angustiado, y delante de Jehová derrama su lamento.

SALMO 102

1 Jehová, escucha mi oración,

Y llegue a ti mi clamor.

2 No escondas de mí tu rostro en el día de mi angustia;


Inclina a mí tu oído;

Apresúrate a responderme el día que te invocare.

3 Porque mis días se han consumido como humo,

Y mis huesos cual tizón están quemados.

4 Mi corazón está herido, y seco como la hierba,

Por lo cual me olvido de comer mi pan.

5 Por la voz de mi gemido

Mis huesos se han pegado a mi carne.

6 Soy semejante al pelícano del desierto;

Soy como el buho de las soledades;

7 Velo, y soy

Como el pájaro solitario sobre el tejado.

8 Cada día me afrentan mis enemigos;

Los que contra mí se enfurecen, se han conjurado contra mí.

9 Por lo cual yo como ceniza a manera de pan,

Y mi bebida mezclo con lágrimas,

10 A causa de tu enojo y de tu ira;

Pues me alzaste, y me has arrojado.

11 Mis días son como sombra que se va,

Y me he secado como la hierba.

12 Mas tú, Jehová, permanecerás para siempre,

Y tu memoria de generación en generación.

13 Te levantarás y tendrás misericordia de Sion,

Porque es tiempo de tener misericordia de ella, porque el plazo ha llegado.


14 Porque tus siervos aman sus piedras,

Y del polvo de ella tienen compasión.

15 Entonces las naciones temerán el nombre de Jehová,

Y todos los reyes de la tierra tu gloria;

16 Por cuanto Jehová habrá edificado a Sion,

Y en su gloria será visto;

17 Habrá considerado la oración de los desvalidos,

Y no habrá desechado el ruego de ellos.

18 Se escribirá esto para la generación venidera;

Y el pueblo que está por nacer alabará a JAH,

19 Porque miró desde lo alto de su santuario;

Jehová miró desde los cielos a la tierra,

20 Para oír el gemido de los presos,

Para soltar a los sentenciados a muerte;

21 Para que publique en Sion el nombre de Jehová,

Y su alabanza en Jerusalén,

22 Cuando los pueblos y los reinos se congreguen

En uno para servir a Jehová.

23 El debilitó mi fuerza en el camino;

Acortó mis días.

24 Dije: Dios mío, no me cortes en la mitad de mis días;

Por generación de generaciones son tus años.

25 Desde el principio tú fundaste la tierra,

Y los cielos son obra de tus manos.


26 Ellos perecerán, mas tú permanecerás;

Y todos ellos como una vestidura se envejecerán;

Como un vestido los mudarás, y serán mudados;

27 Pero tú eres el mismo,

Y tus años no se acabarán.

28 Los hijos de tus siervos habitarán seguros,

Y su descendencia será establecida delante de ti.

Alabanza por las bendiciones de Dios

Salmo de David.

SALMO 103

1 Bendice, alma mía, a Jehová,

Y bendiga todo mi ser su santo nombre.

2 Bendice, alma mía, a Jehová,

Y no olvides ninguno de sus beneficios.

3 El es quien perdona todas tus iniquidades,

El que sana todas tus dolencias;

4 El que rescata del hoyo tu vida,


El que te corona de favores y misericordias;

5 El que sacia de bien tu boca

De modo que te rejuvenezcas como el águila.

6 Jehová es el que hace justicia

Y derecho a todos los que padecen violencia.

7 Sus caminos notificó a Moisés,

Y a los hijos de Israel sus obras.

8 Misericordioso y clemente es Jehová;

Lento para la ira, y grande en misericordia.

9 No contenderá para siempre,

Ni para siempre guardará el enojo.

10 No ha hecho con nosotros conforme a nuestras iniquidades,

Ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados.

11 Porque como la altura de los cielos sobre la tierra,

Engrandeció su misericordia sobre los que le temen.

12 Cuanto está lejos el oriente del occidente,

Hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones.

13 Como el padre se compadece de los hijos,

Se compadece Jehová de los que le temen.

14 Porque él conoce nuestra condición;

Se acuerda de que somos polvo.

15 El hombre, como la hierba son sus días;

Florece como la flor del campo,

16 Que pasó el viento por ella, y pereció,


Y su lugar no la conocerá más.

17 Mas la misericordia de Jehová es desde la eternidad y hasta la eternidad sobre los que le
temen,

Y su justicia sobre los hijos de los hijos;

18 Sobre los que guardan su pacto,

Y los que se acuerdan de sus mandamientos para ponerlos por obra.

19 Jehová estableció en los cielos su trono,

Y su reino domina sobre todos.

20 Bendecid a Jehová, vosotros sus ángeles,

Poderosos en fortaleza, que ejecutáis su palabra,

Obedeciendo a la voz de su precepto.

21 Bendecid a Jehová, vosotros todos sus ejércitos,

Ministros suyos, que hacéis su voluntad.

22 Bendecid a Jehová, vosotras todas sus obras,

En todos los lugares de su señorío.

Bendice, alma mía, a Jehová.

Dios cuida de su creación

SALMO 104
1 Bendice, alma mía, a Jehová.

Jehová Dios mío, mucho te has engrandecido;

Te has vestido de gloria y de magnificencia.

2 El que se cubre de luz como de vestidura,

Que extiende los cielos como una cortina,

3 Que establece sus aposentos entre las aguas,

El que pone las nubes por su carroza,

El que anda sobre las alas del viento;

4 El que hace a los vientos sus mensajeros,

Y a las flamas de fuego sus ministros.

5 El fundó la tierra sobre sus cimientos;

No será jamás removida.

6 Con el abismo, como con vestido, la cubriste;

Sobre los montes estaban las aguas.

7 A tu reprensión huyeron;

Al sonido de tu trueno se apresuraron;

8 Subieron los montes, descendieron los valles,

Al lugar que tú les fundaste.

9 Les pusiste término, el cual no traspasarán,

Ni volverán a cubrir la tierra.

10 Tú eres el que envía las fuentes por los arroyos;

Van entre los montes;

11 Dan de beber a todas las bestias del campo;


Mitigan su sed los asnos monteses.

12 A sus orillas habitan las aves de los cielos;

Cantan entre las ramas.

13 El riega los montes desde sus aposentos;

Del fruto de sus obras se sacia la tierra.

14 El hace producir el heno para las bestias,

Y la hierba para el servicio del hombre,

Sacando el pan de la tierra,

15 Y el vino que alegra el corazón del hombre,

El aceite que hace brillar el rostro,

Y el pan que sustenta la vida del hombre.

16 Se llenan de savia los árboles de Jehová,

Los cedros del Líbano que él plantó.

17 Allí anidan las aves;

En las hayas hace su casa la cigüeña.

18 Los montes altos para las cabras monteses;

Las peñas, madrigueras para los conejos.

19 Hizo la luna para los tiempos;

El sol conoce su ocaso.

20 Pones las tinieblas, y es la noche;

En ella corretean todas las bestias de la selva.

21 Los leoncillos rugen tras la presa,

Y para buscar de Dios su comida.

22 Sale el sol, se recogen,

Y se echan en sus cuevas.


23 Sale el hombre a su labor,

Y a su labranza hasta la tarde.

24 ¡Cuán innumerables son tus obras, oh Jehová!

Hiciste todas ellas con sabiduría;

La tierra está llena de tus beneficios.

25 He allí el grande y anchuroso mar,

En donde se mueven seres innumerables,

Seres pequeños y grandes.

26 Allí andan las naves;

Allí este leviatán que hiciste para que jugase en él.

27 Todos ellos esperan en ti,

Para que les des su comida a su tiempo.

28 Les das, recogen;

Abres tu mano, se sacian de bien.

29 Escondes tu rostro, se turban;

Les quitas el hálito, dejan de ser,

Y vuelven al polvo.

30 Envías tu Espíritu, son creados,

Y renuevas la faz de la tierra.

31 Sea la gloria de Jehová para siempre;

Alégrese Jehová en sus obras.

32 El mira a la tierra, y ella tiembla;

Toca los montes, y humean.


33 A Jehová cantaré en mi vida;

A mi Dios cantaré salmos mientras viva.

34 Dulce será mi meditación en él;

Yo me regocijaré en Jehová.

35 Sean consumidos de la tierra los pecadores,

Y los impíos dejen de ser.

Bendice, alma mía, a Jehová.

Aleluya.

Maravillas de Jehová a favor de Israel

(1 Cr. 16. 7-22)

SALMO 105

1 Alabad a Jehová, invocad su nombre;

Dad a conocer sus obras en los pueblos.

2 Cantadle, cantadle salmos;

Hablad de todas sus maravillas.

3 Gloriaos en su santo nombre;

Alégrese el corazón de los que buscan a Jehová.


4 Buscad a Jehová y su poder;

Buscad siempre su rostro.

5 Acordaos de las maravillas que él ha hecho,

De sus prodigios y de los juicios de su boca,

6 Oh vosotros, descendencia de Abraham su siervo,

Hijos de Jacob, sus escogidos.

7 El es Jehová nuestro Dios;

En toda la tierra están sus juicios.

8 Se acordó para siempre de su pacto;

De la palabra que mandó para mil generaciones,

9 La cual concertó con Abraham,

Y de su juramento a Isaac.

10 La estableció a Jacob por decreto,

A Israel por pacto sempiterno,

11 Diciendo: A ti te daré la tierra de Canaán

Como porción de vuestra heredad.

12 Cuando ellos eran pocos en número,

Y forasteros en ella,

13 Y andaban de nación en nación,

De un reino a otro pueblo,

14 No consintió que nadie los agraviase,

Y por causa de ellos castigó a los reyes.

15 No toquéis, dijo, a mis ungidos,

Ni hagáis mal a mis profetas.


16 Trajo hambre sobre la tierra,

Y quebrantó todo sustento de pan.

17 Envió un varón delante de ellos;

A José, que fue vendido por siervo.

18 Afligieron sus pies con grillos;

En cárcel fue puesta su persona.

19 Hasta la hora que se cumplió su palabra,

El dicho de Jehová le probó.

20 Envió el rey, y le soltó;

El señor de los pueblos, y le dejó ir libre.

21 Lo puso por señor de su casa,

Y por gobernador de todas sus posesiones,

22 Para que reprimiera a sus grandes como él quisiese,

Y a sus ancianos enseñara sabiduría.

23 Después entró Israel en Egipto,

Y Jacob moró en la tierra de Cam.

24 Y multiplicó su pueblo en gran manera,

Y lo hizo más fuerte que sus enemigos.

25 Cambió el corazón de ellos para que aborreciesen a su pueblo,

Para que contra sus siervos pensasen mal.

26 Envió a su siervo Moisés,


Y a Aarón, al cual escogió.

27 Puso en ellos las palabras de sus señales,

Y sus prodigios en la tierra de Cam.

28 Envió tinieblas que lo oscurecieron todo;

No fueron rebeldes a su palabra.

29 Volvió sus aguas en sangre,

Y mató sus peces.

30 Su tierra produjo ranas

Hasta en las cámaras de sus reyes.

31 Habló, y vinieron enjambres de moscas,

Y piojos en todos sus términos.

32 Les dio granizo por lluvia,

Y llamas de fuego en su tierra.

33 Destrozó sus viñas y sus higueras,

Y quebró los árboles de su territorio.

34 Habló, y vinieron langostas,

Y pulgón sin número;

35 Y comieron toda la hierba de su país,

Y devoraron el fruto de su tierra.

36 Hirió de muerte a todos los primogénitos en su tierra,

Las primicias de toda su fuerza.

37 Los sacó con plata y oro;

Y no hubo en sus tribus enfermo.

38 Egipto se alegró de que salieran,

Porque su terror había caído sobre ellos.


39 Extendió una nube por cubierta,

Y fuego para alumbrar la noche.

40 Pidieron, e hizo venir codornices;

Y los sació de pan del cielo.

41 Abrió la peña, y fluyeron aguas;

Corrieron por los sequedales como un río.

42 Porque se acordó de su santa palabra

Dada a Abraham su siervo.

43 Sacó a su pueblo con gozo;

Con júbilo a sus escogidos.

44 Les dio las tierras de las naciones,

Y las labores de los pueblos heredaron;

45 Para que guardasen sus estatutos,

Y cumpliesen sus leyes.

Aleluya.

La rebeldía de Israel

SALMO 106
1 Aleluya.

Alabad a Jehová, porque él es bueno;

Porque para siempre es su misericordia.

2 ¿Quién expresará las poderosas obras de Jehová?

¿Quién contará sus alabanzas?

3 Dichosos los que guardan juicio,

Los que hacen justicia en todo tiempo.

4 Acuérdate de mí, oh Jehová, según tu benevolencia para con tu pueblo;

Visítame con tu salvación,

5 Para que yo vea el bien de tus escogidos,

Para que me goce en la alegría de tu nación,

Y me gloríe con tu heredad.

6 Pecamos nosotros, como nuestros padres;

Hicimos iniquidad, hicimos impiedad.

7 Nuestros padres en Egipto no entendieron tus maravillas;

No se acordaron de la muchedumbre de tus misericordias,

Sino que se rebelaron junto al mar, el Mar Rojo.

8 Pero él los salvó por amor de su nombre,

Para hacer notorio su poder.

9 Reprendió al Mar Rojo y lo secó,

Y les hizo ir por el abismo como por un desierto.

10 Los salvó de mano del enemigo,

Y los rescató de mano del adversario.

11 Cubrieron las aguas a sus enemigos;


No quedó ni uno de ellos.

12 Entonces creyeron a sus palabras

Y cantaron su alabanza.

13 Bien pronto olvidaron sus obras;

No esperaron su consejo.

14 Se entregaron a un deseo desordenado en el desierto;

Y tentaron a Dios en la soledad.

15 Y él les dio lo que pidieron;

Mas envió mortandad sobre ellos.

16 Tuvieron envidia de Moisés en el campamento,

Y contra Aarón, el santo de Jehová.

17 Entonces se abrió la tierra y tragó a Datán,

Y cubrió la compañía de Abiram.

18 Y se encendió fuego en su junta;

La llama quemó a los impíos.

19 Hicieron becerro en Horeb,

Se postraron ante una imagen de fundición.

20 Así cambiaron su gloria

Por la imagen de un buey que come hierba.

21 Olvidaron al Dios de su salvación,

Que había hecho grandezas en Egipto,

22 Maravillas en la tierra de Cam,

Cosas formidables sobre el Mar Rojo.


23 Y trató de destruirlos,

De no haberse interpuesto Moisés su escogido delante de él,

A fin de apartar su indignación para que no los destruyese.

24 Pero aborrecieron la tierra deseable;

No creyeron a su palabra,

25 Antes murmuraron en sus tiendas,

Y no oyeron la voz de Jehová.

26 Por tanto, alzó su mano contra ellos

Para abatirlos en el desierto,

27 Y humillar su pueblo entre las naciones,

Y esparcirlos por las tierras.

28 Se unieron asimismo a Baal-peor,

Y comieron los sacrificios de los muertos.

29 Provocaron la ira de Dios con sus obras,

Y se desarrolló la mortandad entre ellos.

30 Entonces se levantó Finees e hizo juicio,

Y se detuvo la plaga;

31 Y le fue contado por justicia

De generación en generación para siempre.

32 También le irritaron en las aguas de Meriba;

Y le fue mal a Moisés por causa de ellos,

33 Porque hicieron rebelar a su espíritu,

Y habló precipitadamente con sus labios.


34 No destruyeron a los pueblos

Que Jehová les dijo;

35 Antes se mezclaron con las naciones,

Y aprendieron sus obras,

36 Y sirvieron a sus ídolos,

Los cuales fueron causa de su ruina.

37 Sacrificaron sus hijos y sus hijas a los demonios,

38 Y derramaron la sangre inocente, la sangre de sus hijos y de sus hijas,

Que ofrecieron en sacrificio a los ídolos de Canaán,

Y la tierra fue contaminada con sangre.

39 Se contaminaron así con sus obras,

Y se prostituyeron con sus hechos.

40 Se encendió, por tanto, el furor de Jehová sobre su pueblo,

Y abominó su heredad;

41 Los entregó en poder de las naciones,

Y se enseñorearon de ellos los que les aborrecían.

42 Sus enemigos los oprimieron,

Y fueron quebrantados debajo de su mano.

43 Muchas veces los libró;

Mas ellos se rebelaron contra su consejo,

Y fueron humillados por su maldad.

44 Con todo, él miraba cuando estaban en angustia,

Y oía su clamor;

45 Y se acordaba de su pacto con ellos,

Y se arrepentía conforme a la muchedumbre de sus misericordias.


46 Hizo asimismo que tuviesen de ellos misericordia todos los que los tenían cautivos.

47 Sálvanos, Jehová Dios nuestro,

Y recógenos de entre las naciones,

Para que alabemos tu santo nombre,

Para que nos gloriemos en tus alabanzas.

48 Bendito Jehová Dios de Israel,

Desde la eternidad y hasta la eternidad;

Y diga todo el pueblo, Amén.

Aleluya.

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SALMOS

LIBRO V

Dios libra de la aflicción

SALMO 107
1 Alabad a Jehová, porque él es bueno;

Porque para siempre es su misericordia.

2 Díganlo los redimidos de Jehová,

Los que ha redimido del poder del enemigo,

3 Y los ha congregado de las tierras,

Del oriente y del occidente,

Del norte y del sur.

4 Anduvieron perdidos por el desierto, por la soledad sin camino,

Sin hallar ciudad en donde vivir.

5 Hambrientos y sedientos,

Su alma desfallecía en ellos.

6 Entonces clamaron a Jehová en su angustia,

Y los libró de sus aflicciones.

7 Los dirigió por camino derecho,

Para que viniesen a ciudad habitable.

8 Alaben la misericordia de Jehová,

Y sus maravillas para con los hijos de los hombres.

9 Porque sacia al alma menesterosa,

Y llena de bien al alma hambrienta.

10 Algunos moraban en tinieblas y sombra de muerte,

Aprisionados en aflicción y en hierros,


11 Por cuanto fueron rebeldes a las palabras de Jehová,

Y aborrecieron el consejo del Altísimo.

12 Por eso quebrantó con el trabajo sus corazones;

Cayeron, y no hubo quien los ayudase.

13 Luego que clamaron a Jehová en su angustia,

Los libró de sus aflicciones;

14 Los sacó de las tinieblas y de la sombra de muerte,

Y rompió sus prisiones.

15 Alaben la misericordia de Jehová,

Y sus maravillas para con los hijos de los hombres.

16 Porque quebrantó las puertas de bronce,

Y desmenuzó los cerrojos de hierro.

17 Fueron afligidos los insensatos, a causa del camino de su rebelión

Y a causa de sus maldades;

18 Su alma abominó todo alimento,

Y llegaron hasta las puertas de la muerte.

19 Pero clamaron a Jehová en su angustia,

Y los libró de sus aflicciones.

20 Envió su palabra, y los sanó,

Y los libró de su ruina.

21 Alaben la misericordia de Jehová,

Y sus maravillas para con los hijos de los hombres;

22 Ofrezcan sacrificios de alabanza,

Y publiquen sus obras con júbilo.

23 Los que descienden al mar en naves,


Y hacen negocio en las muchas aguas,

24 Ellos han visto las obras de Jehová,

Y sus maravillas en las profundidades.

25 Porque habló, e hizo levantar un viento tempestuoso,

Que encrespa sus ondas.

26 Suben a los cielos, descienden a los abismos;

Sus almas se derriten con el mal.

27 Tiemblan y titubean como ebrios,

Y toda su ciencia es inútil.

28 Entonces claman a Jehová en su angustia,

Y los libra de sus aflicciones.

29 Cambia la tempestad en sosiego,

Y se apaciguan sus ondas.

30 Luego se alegran, porque se apaciguaron;

Y así los guía al puerto que deseaban.

31 Alaben la misericordia de Jehová,

Y sus maravillas para con los hijos de los hombres.

32 Exáltenlo en la congregación del pueblo,

Y en la reunión de ancianos lo alaben.

33 El convierte los ríos en desierto,

Y los manantiales de las aguas en sequedales;

34 La tierra fructífera en estéril,

Por la maldad de los que la habitan.

35 Vuelve el desierto en estanques de aguas,

Y la tierra seca en manantiales.


36 Allí establece a los hambrientos,

Y fundan ciudad en donde vivir.

37 Siembran campos, y plantan viñas,

Y rinden abundante fruto.

38 Los bendice, y se multiplican en gran manera;

Y no disminuye su ganado.

39 Luego son menoscabados y abatidos

A causa de tiranía, de males y congojas.

40 El esparce menosprecio sobre los príncipes,

Y les hace andar perdidos, vagabundos y sin camino.

41 Levanta de la miseria al pobre,

Y hace multiplicar las familias como rebaños de ovejas.

42 Véanlo los rectos, y alégrense,

Y todos los malos cierren su boca.

43 ¿Quién es sabio y guardará estas cosas,

Y entenderá las misericordias de Jehová?

Petición de ayuda contra el enemigo

(Sal. 57. 7-11; 60. 5-12)

Cántico. Salmo de David.


SALMO 108

1 Mi corazón está dispuesto, oh Dios;

Cantaré y entonaré salmos; esta es mi gloria.

2 Despiértate, salterio y arpa;

Despertaré al alba.

3 Te alabaré, oh Jehová, entre los pueblos;

A ti cantaré salmos entre las naciones.

4 Porque más grande que los cielos es tu misericordia,

Y hasta los cielos tu verdad.

5 Exaltado seas sobre los cielos, oh Dios,

Y sobre toda la tierra sea enaltecida tu gloria.

6 Para que sean librados tus amados,

Salva con tu diestra y respóndeme.

7 Dios ha dicho en su santuario: Yo me alegraré;

Repartiré a Siquem, y mediré el valle de Sucot.

8 Mío es Galaad, mío es Manasés,

Y Efraín es la fortaleza de mi cabeza;

Judá es mi legislador.

9 Moab, la vasija para lavarme;

Sobre Edom echaré mi calzado;


Me regocijaré sobre Filistea.

10 ¿Quién me guiará a la ciudad fortificada?

¿Quién me guiará hasta Edom?

11 ¿No serás tú, oh Dios, que nos habías desechado,

Y no salías, oh Dios, con nuestros ejércitos?

12 Danos socorro contra el adversario,

Porque vana es la ayuda del hombre.

13 En Dios haremos proezas,

Y él hollará a nuestros enemigos.

Clamor de venganza

Al músico principal. Salmo de David.

SALMO 109

1 Oh Dios de mi alabanza, no calles;

2 Porque boca de impío y boca de engañador se han abierto contra mí;

Han hablado de mí con lengua mentirosa;

3 Con palabras de odio me han rodeado,


Y pelearon contra mí sin causa.

4 En pago de mi amor me han sido adversarios;

Mas yo oraba.

5 Me devuelven mal por bien,

Y odio por amor.

6 Pon sobre él al impío,

Y Satanás esté a su diestra.

7 Cuando fuere juzgado, salga culpable;

Y su oración sea para pecado.

8 Sean sus días pocos;

Tome otro su oficio.

9 Sean sus hijos huérfanos,

Y su mujer viuda.

10 Anden sus hijos vagabundos, y mendiguen;

Y procuren su pan lejos de sus desolados hogares.

11 Que el acreedor se apodere de todo lo que tiene,

Y extraños saqueen su trabajo.

12 No tenga quien le haga misericordia,

Ni haya quien tenga compasión de sus huérfanos.

13 Su posteridad sea destruida;

En la segunda generación sea borrado su nombre.

14 Venga en memoria ante Jehová la maldad de sus padres,

Y el pecado de su madre no sea borrado.

15 Estén siempre delante de Jehová,

Y él corte de la tierra su memoria,


16 Por cuanto no se acordó de hacer misericordia,

Y persiguió al hombre afligido y menesteroso,

Al quebrantado de corazón, para darle muerte.

17 Amó la maldición, y ésta le sobrevino;

Y no quiso la bendición, y ella se alejó de él.

18 Se vistió de maldición como de su vestido,

Y entró como agua en sus entrañas,

Y como aceite en sus huesos.

19 Séale como vestido con que se cubra,

Y en lugar de cinto con que se ciña siempre.

20 Sea este el pago de parte de Jehová a los que me calumnian,

Y a los que hablan mal contra mi alma.

21 Y tú, Jehová, Señor mío, favoréceme por amor de tu nombre;

Líbrame, porque tu misericordia es buena.

22 Porque yo estoy afligido y necesitado,

Y mi corazón está herido dentro de mí.

23 Me voy como la sombra cuando declina;

Soy sacudido como langosta.

24 Mis rodillas están debilitadas a causa del ayuno,

Y mi carne desfallece por falta de gordura.

25 Yo he sido para ellos objeto de oprobio;

Me miraban, y burlándose meneaban su cabeza.

26 Ayúdame, Jehová Dios mío;

Sálvame conforme a tu misericordia.


27 Y entiendan que esta es tu mano;

Que tú, Jehová, has hecho esto.

28 Maldigan ellos, pero bendice tú;

Levántense, mas sean avergonzados, y regocíjese tu siervo.

29 Sean vestidos de ignominia los que me calumnian;

Sean cubiertos de confusión como con manto.

30 Yo alabaré a Jehová en gran manera con mi boca,

Y en medio de muchos le alabaré.

31 Porque él se pondrá a la diestra del pobre,

Para librar su alma de los que le juzgan.

Jehová da dominio al rey

Salmo de David.

SALMO 110

1 Jehová dijo a mi Señor:

Siéntate a mi diestra,

Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.


2 Jehová enviará desde Sion la vara de tu poder;

Domina en medio de tus enemigos.

3 Tu pueblo se te ofrecerá voluntariamente en el día de tu poder,

En la hermosura de la santidad.

Desde el seno de la aurora

Tienes tú el rocío de tu juventud.

4 Juró Jehová, y no se arrepentirá:

Tú eres sacerdote para siempre

Según el orden de Melquisedec.

5 El Señor está a tu diestra;

Quebrantará a los reyes en el día de su ira.

6 Juzgará entre las naciones,

Las llenará de cadáveres;

Quebrantará las cabezas en muchas tierras.

7 Del arroyo beberá en el camino,

Por lo cual levantará la cabeza.

Dios cuida de su pueblo

Aleluya.

SALMO 111
1 Alabaré a Jehová con todo el corazón

En la compañía y congregación de los rectos.

2 Grandes son las obras de Jehová,

Buscadas de todos los que las quieren.

3 Gloria y hermosura es su obra,

Y su justicia permanece para siempre.

4 Ha hecho memorables sus maravillas;

Clemente y misericordioso es Jehová.

5 Ha dado alimento a los que le temen;

Para siempre se acordará de su pacto.

6 El poder de sus obras manifestó a su pueblo,

Dándole la heredad de las naciones.

7 Las obras de sus manos son verdad y juicio;

Fieles son todos sus mandamientos,

8 Afirmados eternamente y para siempre,

Hechos en verdad y en rectitud.

9 Redención ha enviado a su pueblo;

Para siempre ha ordenado su pacto;

Santo y temible es su nombre.

10 El principio de la sabiduría es el temor de Jehová;

Buen entendimiento tienen todos los que practican sus mandamientos;

Su loor permanece para siempre.


Prosperidad del que teme a Jehová

Aleluya.

SALMO 112

1 Bienaventurado el hombre que teme a Jehová,

Y en sus mandamientos se deleita en gran manera.

2 Su descendencia será poderosa en la tierra;

La generación de los rectos será bendita.

3 Bienes y riquezas hay en su casa,

Y su justicia permanece para siempre.

4 Resplandeció en las tinieblas luz a los rectos;

Es clemente, misericordioso y justo.

5 El hombre de bien tiene misericordia, y presta;

Gobierna sus asuntos con juicio,

6 Por lo cual no resbalará jamás;

En memoria eterna será el justo.

7 No tendrá temor de malas noticias;

Su corazón está firme, confiado en Jehová.


8 Asegurado está su corazón; no temerá,

Hasta que vea en sus enemigos su deseo.

9 Reparte, da a los pobres;

Su justicia permanece para siempre;

Su poder será exaltado en gloria.

10 Lo verá el impío y se irritará;

Crujirá los dientes, y se consumirá.

El deseo de los impíos perecerá.

Dios levanta al pobre

Aleluya.

SALMO 113

1 Alabad, siervos de Jehová,

Alabad el nombre de Jehová.

2 Sea el nombre de Jehová bendito

Desde ahora y para siempre.

3 Desde el nacimiento del sol hasta donde se pone,


Sea alabado el nombre de Jehová.

4 Excelso sobre todas las naciones es Jehová,

Sobre los cielos su gloria.

5 ¿Quién como Jehová nuestro Dios,

Que se sienta en las alturas,

6 Que se humilla a mirar

En el cielo y en la tierra?

7 El levanta del polvo al pobre,

Y al menesteroso alza del muladar,

8 Para hacerlos sentar con los príncipes,

Con los príncipes de su pueblo.

9 El hace habitar en familia a la estéril,

Que se goza en ser madre de hijos.

Aleluya.

Las maravillas del Exodo

SALMO 114

1 Cuando salió Israel de Egipto,


La casa de Jacob del pueblo extranjero,

2 Judá vino a ser su santuario,

E Israel su señorío.

3 El mar lo vio, y huyó;

El Jordán se volvió atrás.

4 Los montes saltaron como carneros,

Los collados como corderitos.

5 ¿Qué tuviste, oh mar, que huiste?

¿Y tú, oh Jordán, que te volviste atrás?

6 Oh montes, ¿por qué saltasteis como carneros,

Y vosotros, collados, como corderitos?

7 A la presencia de Jehová tiembla la tierra,

A la presencia del Dios de Jacob,

8 El cual cambió la peña en estanque de aguas,

Y en fuente de aguas la roca.

Dios y los ídolos

SALMO 115
1 No a nosotros, oh Jehová, no a nosotros,

Sino a tu nombre da gloria,

Por tu misericordia, por tu verdad.

2 ¿Por qué han de decir las gentes:

¿Dónde está ahora su Dios?

3 Nuestro Dios está en los cielos;

Todo lo que quiso ha hecho.

4 Los ídolos de ellos son plata y oro,

Obra de manos de hombres.

5 Tienen boca, mas no hablan;

Tienen ojos, mas no ven;

6 Orejas tienen, mas no oyen;

Tienen narices, mas no huelen;

7 Manos tienen, mas no palpan;

Tienen pies, mas no andan;

No hablan con su garganta.

8 Semejantes a ellos son los que los hacen,

Y cualquiera que confía en ellos.

9 Oh Israel, confía en Jehová;

El es tu ayuda y tu escudo.

10 Casa de Aarón, confiad en Jehová;

El es vuestra ayuda y vuestro escudo.


11 Los que teméis a Jehová, confiad en Jehová;

El es vuestra ayuda y vuestro escudo.

12 Jehová se acordó de nosotros; nos bendecirá;

Bendecirá a la casa de Israel;

Bendecirá a la casa de Aarón.

13 Bendecirá a los que temen a Jehová,

A pequeños y a grandes.

14 Aumentará Jehová bendición sobre vosotros;

Sobre vosotros y sobre vuestros hijos.

15 Benditos vosotros de Jehová,

Que hizo los cielos y la tierra.

16 Los cielos son los cielos de Jehová;

Y ha dado la tierra a los hijos de los hombres.

17 No alabarán los muertos a JAH,

Ni cuantos descienden al silencio;

18 Pero nosotros bendeciremos a JAH

Desde ahora y para siempre.

Aleluya.

Acción de gracias por haber sido librado de la muerte


SALMO 116

1 Amo a Jehová, pues ha oído

Mi voz y mis súplicas;

2 Porque ha inclinado a mí su oído;

Por tanto, le invocaré en todos mis días.

3 Me rodearon ligaduras de muerte,

Me encontraron las angustias del Seol;

Angustia y dolor había yo hallado.

4 Entonces invoqué el nombre de Jehová, diciendo:

Oh Jehová, libra ahora mi alma.

5 Clemente es Jehová, y justo;

Sí, misericordioso es nuestro Dios.

6 Jehová guarda a los sencillos;

Estaba yo postrado, y me salvó.

7 Vuelve, oh alma mía, a tu reposo,

Porque Jehová te ha hecho bien.

8 Pues tú has librado mi alma de la muerte,

Mis ojos de lágrimas,

Y mis pies de resbalar.

9 Andaré delante de Jehová


En la tierra de los vivientes.

10 Creí; por tanto hablé,

Estando afligido en gran manera.

11 Y dije en mi apresuramiento:

Todo hombre es mentiroso.

12 ¿Qué pagaré a Jehová

Por todos sus beneficios para conmigo?

13 Tomaré la copa de la salvación,

E invocaré el nombre de Jehová.

14 Ahora pagaré mis votos a Jehová

Delante de todo su pueblo.

15 Estimada es a los ojos de Jehová

La muerte de sus santos.

16 Oh Jehová, ciertamente yo soy tu siervo,

Siervo tuyo soy, hijo de tu sierva;

Tú has roto mis prisiones.

17 Te ofreceré sacrificio de alabanza,

E invocaré el nombre de Jehová.

18 A Jehová pagaré ahora mis votos

Delante de todo su pueblo,

19 En los atrios de la casa de Jehová,

En medio de ti, oh Jerusalén.

Aleluya.
Alabanza por la misericordia de Jehová

SALMO 117

1 Alabad a Jehová, naciones todas;

Pueblos todos, alabadle.

2 Porque ha engrandecido sobre nosotros su misericordia,

Y la fidelidad de Jehová es para siempre.

Aleluya.

Acción de gracias por la salvación recibida de Jehová

SALMO 118

1 Alabad a Jehová, porque él es bueno;

Porque para siempre es su misericordia.


2 Diga ahora Israel,

Que para siempre es su misericordia.

3 Diga ahora la casa de Aarón,

Que para siempre es su misericordia.

4 Digan ahora los que temen a Jehová,

Que para siempre es su misericordia.

5 Desde la angustia invoqué a JAH,

Y me respondió JAH, poniéndome en lugar espacioso.

6 Jehová está conmigo; no temeré

Lo que me pueda hacer el hombre.

7 Jehová está conmigo entre los que me ayudan;

Por tanto, yo veré mi deseo en los que me aborrecen.

8 Mejor es confiar en Jehová

Que confiar en el hombre.

9 Mejor es confiar en Jehová

Que confiar en príncipes.

10 Todas las naciones me rodearon;

Mas en el nombre de Jehová yo las destruiré.

11 Me rodearon y me asediaron;

Mas en el nombre de Jehová yo las destruiré.

12 Me rodearon como abejas; se enardecieron como fuego de espinos;

Mas en el nombre de Jehová yo las destruiré.

13 Me empujaste con violencia para que cayese,

Pero me ayudó Jehová.


14 Mi fortaleza y mi cántico es JAH,

Y él me ha sido por salvación.

15 Voz de júbilo y de salvación hay en las tiendas de los justos;

La diestra de Jehová hace proezas.

16 La diestra de Jehová es sublime;

La diestra de Jehová hace valentías.

17 No moriré, sino que viviré,

Y contaré las obras de JAH.

18 Me castigó gravemente JAH,

Mas no me entregó a la muerte.

19 Abridme las puertas de la justicia;

Entraré por ellas, alabaré a JAH.

20 Esta es puerta de Jehová;

Por ella entrarán los justos.

21 Te alabaré porque me has oído,

Y me fuiste por salvación.

22 La piedra que desecharon los edificadores

Ha venido a ser cabeza del ángulo.

23 De parte de Jehová es esto,

Y es cosa maravillosa a nuestros ojos.

24 Este es el día que hizo Jehová;

Nos gozaremos y alegraremos en él.

25 Oh Jehová, sálvanos ahora, te ruego;


Te ruego, oh Jehová, que nos hagas prosperar ahora.

26 Bendito el que viene en el nombre de Jehová;

Desde la casa de Jehová os bendecimos.

27 Jehová es Dios, y nos ha dado luz;

Atad víctimas con cuerdas a los cuernos del altar.

28 Mi Dios eres tú, y te alabaré;

Dios mío, te exaltaré.

29 Alabad a Jehová, porque él es bueno;

Porque para siempre es su misericordia.

Excelencias de la ley de Dios

Alef

SALMO 119

1 Bienaventurados los perfectos de camino,

Los que andan en la ley de Jehová.

2 Bienaventurados los que guardan sus testimonios,


Y con todo el corazón le buscan;

3 Pues no hacen iniquidad

Los que andan en sus caminos.

4 Tú encargaste

Que sean muy guardados tus mandamientos.

5 ¡Ojalá fuesen ordenados mis caminos

Para guardar tus estatutos!

6 Entonces no sería yo avergonzado,

Cuando atendiese a todos tus mandamientos.

7 Te alabaré con rectitud de corazón

Cuando aprendiere tus justos juicios.

8 Tus estatutos guardaré;

No me dejes enteramente.

Bet

9 ¿Con qué limpiará el joven su camino?

Con guardar tu palabra.

10 Con todo mi corazón te he buscado;

No me dejes desviarme de tus mandamientos.

11 En mi corazón he guardado tus dichos,


Para no pecar contra ti.

12 Bendito tú, oh Jehová;

Enséñame tus estatutos.

13 Con mis labios he contado

Todos los juicios de tu boca.

14 Me he gozado en el camino de tus testimonios

Más que de toda riqueza.

15 En tus mandamientos meditaré;

Consideraré tus caminos.

16 Me regocijaré en tus estatutos;

No me olvidaré de tus palabras.

Guímel

17 Haz bien a tu siervo; que viva,

Y guarde tu palabra.

18 Abre mis ojos, y miraré

Las maravillas de tu ley.

19 Forastero soy yo en la tierra;

No encubras de mí tus mandamientos.

20 Quebrantada está mi alma de desear


Tus juicios en todo tiempo.

21 Reprendiste a los soberbios, los malditos,

Que se desvían de tus mandamientos.

22 Aparta de mí el oprobio y el menosprecio,

Porque tus testimonios he guardado.

23 Príncipes también se sentaron y hablaron contra mí;

Mas tu siervo meditaba en tus estatutos,

24 Pues tus testimonios son mis delicias

Y mis consejeros.

Dálet

25 Abatida hasta el polvo está mi alma;

Vivifícame según tu palabra.

26 Te he manifestado mis caminos, y me has respondido;

Enséñame tus estatutos.

27 Hazme entender el camino de tus mandamientos,

Para que medite en tus maravillas.

28 Se deshace mi alma de ansiedad;

Susténtame según tu palabra.

29 Aparta de mí el camino de la mentira,


Y en tu misericordia concédeme tu ley.

30 Escogí el camino de la verdad;

He puesto tus juicios delante de mí.

31 Me he apegado a tus testimonios;

Oh Jehová, no me avergüences.

32 Por el camino de tus mandamientos correré,

Cuando ensanches mi corazón.

He

33 Enséñame, oh Jehová, el camino de tus estatutos,

Y lo guardaré hasta el fin.

34 Dame entendimiento, y guardaré tu ley,

Y la cumpliré de todo corazón.

35 Guíame por la senda de tus mandamientos,

Porque en ella tengo mi voluntad.

36 Inclina mi corazón a tus testimonios,

Y no a la avaricia.

37 Aparta mis ojos, que no vean la vanidad;

Avívame en tu camino.

38 Confirma tu palabra a tu siervo,


Que te teme.

39 Quita de mí el oprobio que he temido,

Porque buenos son tus juicios.

40 He aquí yo he anhelado tus mandamientos;

Vivifícame en tu justicia.

Vau

41 Venga a mí tu misericordia, oh Jehová;

Tu salvación, conforme a tu dicho.

42 Y daré por respuesta a mi avergonzador,

Que en tu palabra he confiado.

43 No quites de mi boca en ningún tiempo la palabra de verdad,

Porque en tus juicios espero.

44 Guardaré tu ley siempre,

Para siempre y eternamente.

45 Y andaré en libertad,

Porque busqué tus mandamientos.

46 Hablaré de tus testimonios delante de los reyes,

Y no me avergonzaré;

47 Y me regocijaré en tus mandamientos,


Los cuales he amado.

48 Alzaré asimismo mis manos a tus mandamientos que amé,

Y meditaré en tus estatutos.

Zain

49 Acuérdate de la palabra dada a tu siervo,

En la cual me has hecho esperar.

50 Ella es mi consuelo en mi aflicción,

Porque tu dicho me ha vivificado.

51 Los soberbios se burlaron mucho de mí,

Mas no me he apartado de tu ley.

52 Me acordé, oh Jehová, de tus juicios antiguos,

Y me consolé.

53 Horror se apoderó de mí a causa de los inicuos

Que dejan tu ley.

54 Cánticos fueron para mí tus estatutos

En la casa en donde fui extranjero.

55 Me acordé en la noche de tu nombre, oh Jehová,

Y guardé tu ley.

56 Estas bendiciones tuve


Porque guardé tus mandamientos.

Chet

57 Mi porción es Jehová;

He dicho que guardaré tus palabras.

58 Tu presencia supliqué de todo corazón;

Ten misericordia de mí según tu palabra.

59 Consideré mis caminos,

Y volví mis pies a tus testimonios.

60 Me apresuré y no me retardé

En guardar tus mandamientos.

61 Compañías de impíos me han rodeado,

Mas no me he olvidado de tu ley.

62 A medianoche me levanto para alabarte

Por tus justos juicios.

63 Compañero soy yo de todos los que te temen

Y guardan tus mandamientos.

64 De tu misericordia, oh Jehová, está llena la tierra;

Enséñame tus estatutos.


Tet

65 Bien has hecho con tu siervo,

Oh Jehová, conforme a tu palabra.

66 Enséñame buen sentido y sabiduría,

Porque tus mandamientos he creído.

67 Antes que fuera yo humillado, descarriado andaba;

Mas ahora guardo tu palabra.

68 Bueno eres tú, y bienhechor;

Enséñame tus estatutos.

69 Contra mí forjaron mentira los soberbios,

Mas yo guardaré de todo corazón tus mandamientos.

70 Se engrosó el corazón de ellos como sebo,

Mas yo en tu ley me he regocijado.

71 Bueno me es haber sido humillado,

Para que aprenda tus estatutos.

72 Mejor me es la ley de tu boca

Que millares de oro y plata.


Yod

73 Tus manos me hicieron y me formaron;

Hazme entender, y aprenderé tus mandamientos.

74 Los que te temen me verán, y se alegrarán,

Porque en tu palabra he esperado.

75 Conozco, oh Jehová, que tus juicios son justos,

Y que conforme a tu fidelidad me afligiste.

76 Sea ahora tu misericordia para consolarme,

Conforme a lo que has dicho a tu siervo.

77 Vengan a mí tus misericordias, para que viva,

Porque tu ley es mi delicia.

78 Sean avergonzados los soberbios, porque sin causa me han calumniado;

Pero yo meditaré en tus mandamientos.

79 Vuélvanse a mí los que te temen

Y conocen tus testimonios.

80 Sea mi corazón íntegro en tus estatutos,

Para que no sea yo avergonzado.

Caf
81 Desfallece mi alma por tu salvación,

Mas espero en tu palabra.

82 Desfallecieron mis ojos por tu palabra,

Diciendo: ¿Cuándo me consolarás?

83 Porque estoy como el odre al humo;

Pero no he olvidado tus estatutos.

84 ¿Cuántos son los días de tu siervo?

¿Cuándo harás juicio contra los que me persiguen?

85 Los soberbios me han cavado hoyos;

Mas no proceden según tu ley.

86 Todos tus mandamientos son verdad;

Sin causa me persiguen; ayúdame.

87 Casi me han echado por tierra,

Pero no he dejado tus mandamientos.

88 Vivifícame conforme a tu misericordia,

Y guardaré los testimonios de tu boca.

Lámed
89 Para siempre, oh Jehová,

Permanece tu palabra en los cielos.

90 De generación en generación es tu fidelidad;

Tú afirmaste la tierra, y subsiste.

91 Por tu ordenación subsisten todas las cosas hasta hoy,

Pues todas ellas te sirven.

92 Si tu ley no hubiese sido mi delicia,

Ya en mi aflicción hubiera perecido.

93 Nunca jamás me olvidaré de tus mandamientos,

Porque con ellos me has vivificado.

94 Tuyo soy yo, sálvame,

Porque he buscado tus mandamientos.

95 Los impíos me han aguardado para destruirme;

Mas yo consideraré tus testimonios.

96 A toda perfección he visto fin;

Amplio sobremanera es tu mandamiento.

Mem

97 ¡Oh, cuánto amo yo tu ley!


Todo el día es ella mi meditación.

98 Me has hecho más sabio que mis enemigos con tus mandamientos,

Porque siempre están conmigo.

99 Más que todos mis enseñadores he entendido,

Porque tus testimonios son mi meditación.

100 Más que los viejos he entendido,

Porque he guardado tus mandamientos;

101 De todo mal camino contuve mis pies,

Para guardar tu palabra.

102 No me aparté de tus juicios,

Porque tú me enseñaste.

103 ¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras!

Más que la miel a mi boca.

104 De tus mandamientos he adquirido inteligencia;

Por tanto, he aborrecido todo camino de mentira.

Nun

105 Lámpara es a mis pies tu palabra,

Y lumbrera a mi camino.

106 Juré y ratifiqué


Que guardaré tus justos juicios.

107 Afligido estoy en gran manera;

Vivifícame, oh Jehová, conforme a tu palabra.

108 Te ruego, oh Jehová, que te sean agradables los sacrificios voluntarios de mi boca,

Y me enseñes tus juicios.

109 Mi vida está de continuo en peligro,

Mas no me he olvidado de tu ley.

110 Me pusieron lazo los impíos,

Pero yo no me desvié de tus mandamientos.

111 Por heredad he tomado tus testimonios para siempre,

Porque son el gozo de mi corazón.

112 Mi corazón incliné a cumplir tus estatutos

De continuo, hasta el fin.

Sámec

113 Aborrezco a los hombres hipócritas;

Mas amo tu ley.

114 Mi escondedero y mi escudo eres tú;

En tu palabra he esperado.

115 Apartaos de mí, malignos,


Pues yo guardaré los mandamientos de mi Dios.

116 Susténtame conforme a tu palabra, y viviré;

Y no quede yo avergonzado de mi esperanza.

117 Sosténme, y seré salvo,

Y me regocijaré siempre en tus estatutos.

118 Hollaste a todos los que se desvían de tus estatutos,

Porque su astucia es falsedad.

119 Como escorias hiciste consumir a todos los impíos de la tierra;

Por tanto, yo he amado tus testimonios.

120 Mi carne se ha estremecido por temor de ti,

Y de tus juicios tengo miedo.

Ayin

121 Juicio y justicia he hecho;

No me abandones a mis opresores.

122 Afianza a tu siervo para bien;

No permitas que los soberbios me opriman.

123 Mis ojos desfallecieron por tu salvación,

Y por la palabra de tu justicia.

124 Haz con tu siervo según tu misericordia,


Y enséñame tus estatutos.

125 Tu siervo soy yo, dame entendimiento

Para conocer tus testimonios.

126 Tiempo es de actuar, oh Jehová,

Porque han invalidado tu ley.

127 Por eso he amado tus mandamientos

Más que el oro, y más que oro muy puro.

128 Por eso estimé rectos todos tus mandamientos sobre todas las cosas,

Y aborrecí todo camino de mentira.

Pe

129 Maravillosos son tus testimonios;

Por tanto, los ha guardado mi alma.

130 La exposición de tus palabras alumbra;

Hace entender a los simples.

131 Mi boca abrí y suspiré,

Porque deseaba tus mandamientos.

132 Mírame, y ten misericordia de mí,

Como acostumbras con los que aman tu nombre.

133 Ordena mis pasos con tu palabra,


Y ninguna iniquidad se enseñoree de mí.

134 Líbrame de la violencia de los hombres,

Y guardaré tus mandamientos.

135 Haz que tu rostro resplandezca sobre tu siervo,

Y enséñame tus estatutos.

136 Ríos de agua descendieron de mis ojos,

Porque no guardaban tu ley.

Tsade

137 Justo eres tú, oh Jehová,

Y rectos tus juicios.

138 Tus testimonios, que has recomendado,

Son rectos y muy fieles.

139 Mi celo me ha consumido,

Porque mis enemigos se olvidaron de tus palabras.

140 Sumamente pura es tu palabra,

Y la ama tu siervo.

141 Pequeño soy yo, y desechado,

Mas no me he olvidado de tus mandamientos.

142 Tu justicia es justicia eterna,


Y tu ley la verdad.

143 Aflicción y angustia se han apoderado de mí,

Mas tus mandamientos fueron mi delicia.

144 Justicia eterna son tus testimonios;

Dame entendimiento, y viviré.

Cof

145 Clamé con todo mi corazón; respóndeme, Jehová,

Y guardaré tus estatutos.

146 A ti clamé; sálvame,

Y guardaré tus testimonios.

147 Me anticipé al alba, y clamé;

Esperé en tu palabra.

148 Se anticiparon mis ojos a las vigilias de la noche,

Para meditar en tus mandatos.

149 Oye mi voz conforme a tu misericordia;

Oh Jehová, vivifícame conforme a tu juicio.

150 Se acercaron a la maldad los que me persiguen;

Se alejaron de tu ley.

151 Cercano estás tú, oh Jehová,


Y todos tus mandamientos son verdad.

152 Hace ya mucho que he entendido tus testimonios,

Que para siempre los has establecido.

Resh

153 Mira mi aflicción, y líbrame,

Porque de tu ley no me he olvidado.

154 Defiende mi causa, y redímeme;

Vivifícame con tu palabra.

155 Lejos está de los impíos la salvación,

Porque no buscan tus estatutos.

156 Muchas son tus misericordias, oh Jehová;

Vivifícame conforme a tus juicios.

157 Muchos son mis perseguidores y mis enemigos,

Mas de tus testimonios no me he apartado.

158 Veía a los prevaricadores, y me disgustaba,

Porque no guardaban tus palabras.

159 Mira, oh Jehová, que amo tus mandamientos;

Vivifícame conforme a tu misericordia.

160 La suma de tu palabra es verdad,


Y eterno es todo juicio de tu justicia.

Sin

161 Príncipes me han perseguido sin causa,

Pero mi corazón tuvo temor de tus palabras.

162 Me regocijo en tu palabra

Como el que halla muchos despojos.

163 La mentira aborrezco y abomino;

Tu ley amo.

164 Siete veces al día te alabo

A causa de tus justos juicios.

165 Mucha paz tienen los que aman tu ley,

Y no hay para ellos tropiezo.

166 Tu salvación he esperado, oh Jehová,

Y tus mandamientos he puesto por obra.

167 Mi alma ha guardado tus testimonios,

Y los he amado en gran manera.

168 He guardado tus mandamientos y tus testimonios,

Porque todos mis caminos están delante de ti.


Tau

169 Llegue mi clamor delante de ti, oh Jehová;

Dame entendimiento conforme a tu palabra.

170 LLegue mi oración delante de ti;

Líbrame conforme a tu dicho.

171 Mis labios rebosarán alabanza

Cuando me enseñes tus estatutos.

172 Hablará mi lengua tus dichos,

Porque todos tus mandamientos son justicia.

173 Esté tu mano pronta para socorrerme,

Porque tus mandamientos he escogido.

174 He deseado tu salvación, oh Jehová,

Y tu ley es mi delicia.

175 Viva mi alma y te alabe,

Y tus juicios me ayuden.

176 Yo anduve errante como oveja extraviada; busca a tu siervo,

Porque no me he olvidado de tus mandamientos.


Plegaria ante el peligro de la lengua engañosa

Cántico gradual.

SALMO 120

1 A Jehová clamé estando en angustia,

Y él me respondió.

2 Libra mi alma, oh Jehová, del labio mentiroso,

Y de la lengua fraudulenta.

3 ¿Qué te dará, o qué te aprovechará,

Oh lengua engañosa?

4 Agudas saetas de valiente,

Con brasas de enebro.

5 ¡Ay de mí, que moro en Mesec,

Y habito entre las tiendas de Cedar!

6 Mucho tiempo ha morado mi alma

Con los que aborrecen la paz.

7 Yo soy pacífico;

Mas ellos, así que hablo, me hacen guerra.


Jehová es tu guardador

Cántico gradual.

SALMO 121

1 Alzaré mis ojos a los montes;

¿De dónde vendrá mi socorro?

2 Mi socorro viene de Jehová,

Que hizo los cielos y la tierra.

3 No dará tu pie al resbaladero,

Ni se dormirá el que te guarda.

4 He aquí, no se adormecerá ni dormirá

El que guarda a Israel.

5 Jehová es tu guardador;

Jehová es tu sombra a tu mano derecha.

6 El sol no te fatigará de día,

Ni la luna de noche.
7 Jehová te guardará de todo mal;

El guardará tu alma.

8 Jehová guardará tu salida y tu entrada

Desde ahora y para siempre.

Oración por la paz de Jerusalén

Cántico gradual; de David.

SALMO 122

1 Yo me alegré con los que me decían:

A la casa de Jehová iremos.

2 Nuestros pies estuvieron

Dentro de tus puertas, oh Jerusalén.

3 Jerusalén, que se ha edificado

Como una ciudad que está bien unida entre sí.

4 Y allá subieron las tribus, las tribus de JAH,

Conforme al testimonio dado a Israel,

Para alabar el nombre de Jehová.

5 Porque allá están las sillas del juicio,


Los tronos de la casa de David.

6 Pedid por la paz de Jerusalén;

Sean prosperados los que te aman.

7 Sea la paz dentro de tus muros,

Y el descanso dentro de tus palacios.

8 Por amor de mis hermanos y mis compañeros

Diré yo: La paz sea contigo.

9 Por amor a la casa de Jehová nuestro Dios

Buscaré tu bien.

Plegaria pidiendo misericordia

Cántico gradual.

SALMO 123

1 A ti alcé mis ojos,

A ti que habitas en los cielos.

2 He aquí, como los ojos de los siervos miran a la mano de sus señores,

Y como los ojos de la sierva a la mano de su señora,


Así nuestros ojos miran a Jehová nuestro Dios,

Hasta que tenga misericordia de nosotros.

3 Ten misericordia de nosotros, oh Jehová, ten misericordia de nosotros,

Porque estamos muy hastiados de menosprecio.

4 Hastiada está nuestra alma

Del escarnio de los que están en holgura,

Y del menosprecio de los soberbios.

Alabanza por haber sido librado de los enemigos

Cántico gradual; de David.

SALMO 124

1 A no haber estado Jehová por nosotros,

Diga ahora Israel;

2 A no haber estado Jehová por nosotros,

Cuando se levantaron contra nosotros los hombres,

3 Vivos nos habrían tragado entonces,

Cuando se encendió su furor contra nosotros.


4 Entonces nos habrían inundado las aguas;

Sobre nuestra alma hubiera pasado el torrente;

5 Hubieran entonces pasado sobre nuestra alma las aguas impetuosas.

6 Bendito sea Jehová,

Que no nos dio por presa a los dientes de ellos.

7 Nuestra alma escapó cual ave del lazo de los cazadores;

Se rompió el lazo, y escapamos nosotros.

8 Nuestro socorro está en el nombre de Jehová,

Que hizo el cielo y la tierra.

Dios protege a su pueblo

Cántico gradual.

SALMO 125

1 Los que confían en Jehová son como el monte de Sion,

Que no se mueve, sino que permanece para siempre.

2 Como Jerusalén tiene montes alrededor de ella,


Así Jehová está alrededor de su pueblo

Desde ahora y para siempre.

3 Porque no reposará la vara de la impiedad sobre la heredad de los justos;

No sea que extiendan los justos sus manos a la iniquidad.

4 Haz bien, oh Jehová, a los buenos,

Y a los que son rectos en su corazón.

5 Mas a los que se apartan tras sus perversidades,

Jehová los llevará con los que hacen iniquidad;

Paz sea sobre Israel.

Oración por la restauración

Cántico gradual.

SALMO 126

1 Cuando Jehová hiciere volver la cautividad de Sion,

Seremos como los que sueñan.

2 Entonces nuestra boca se llenará de risa,

Y nuestra lengua de alabanza;

Entonces dirán entre las naciones:


Grandes cosas ha hecho Jehová con éstos.

3 Grandes cosas ha hecho Jehová con nosotros;

Estaremos alegres.

4 Haz volver nuestra cautividad, oh Jehová,

Como los arroyos del Neguev.

5 Los que sembraron con lágrimas, con regocijo segarán.

6 Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla;

Mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas.

La prosperidad viene de Jehová

Cántico gradual; para Salomón.

SALMO 127

1 Si Jehová no edificare la casa,

En vano trabajan los que la edifican;

Si Jehová no guardare la ciudad,

En vano vela la guardia.

2 Por demás es que os levantéis de madrugada, y vayáis tarde a reposar,


Y que comáis pan de dolores;

Pues que a su amado dará Dios el sueño.

3 He aquí, herencia de Jehová son los hijos;

Cosa de estima el fruto del vientre.

4 Como saetas en mano del valiente,

Así son los hijos habidos en la juventud.

5 Bienaventurado el hombre que llenó su aljaba de ellos;

No será avergonzado

Cuando hablare con los enemigos en la puerta.

La bienaventuranza del que teme a Jehová

Cántico gradual.

SALMO 128

1 Bienaventurado todo aquel que teme a Jehová,

Que anda en sus caminos.

2 Cuando comieres el trabajo de tus manos,

Bienaventurado serás, y te irá bien.


3 Tu mujer será como vid que lleva fruto a los lados de tu casa;

Tus hijos como plantas de olivo alrededor de tu mesa.

4 He aquí que así será bendecido el hombre

Que teme a Jehová.

5 Bendígate Jehová desde Sion,

Y veas el bien de Jerusalén todos los días de tu vida,

6 Y veas a los hijos de tus hijos.

Paz sea sobre Israel.

Plegaria pidiendo la destrucción de los enemigos de Sion

Cántico gradual.

SALMO 129

1 Mucho me han angustiado desde mi juventud,

Puede decir ahora Israel;

2 Mucho me han angustiado desde mi juventud;

Mas no prevalecieron contra mí.


3 Sobre mis espaldas araron los aradores;

Hicieron largos surcos.

4 Jehová es justo;

Cortó las coyundas de los impíos.

5 Serán avergonzados y vueltos atrás

Todos los que aborrecen a Sion.

6 Serán como la hierba de los tejados,

Que se seca antes que crezca;

7 De la cual no llenó el segador su mano,

Ni sus brazos el que hace gavillas.

8 Ni dijeron los que pasaban:

Bendición de Jehová sea sobre vosotros;

Os bendecimos en el nombre de Jehová.

Esperanza en que Jehová dará redención

Cántico gradual.

SALMO 130

1 De lo profundo, oh Jehová, a ti clamo.


2 Señor, oye mi voz;

Estén atentos tus oídos

A la voz de mi súplica.

3 JAH, si mirares a los pecados,

¿Quién, oh Señor, podrá mantenerse?

4 Pero en ti hay perdón,

Para que seas reverenciado.

5 Esperé yo a Jehová, esperó mi alma;

En su palabra he esperado.

6 Mi alma espera a Jehová

Más que los centinelas a la mañana,

Más que los vigilantes a la mañana.

7 Espere Israel a Jehová,

Porque en Jehová hay misericordia,

Y abundante redención con él;

8 Y él redimirá a Israel

De todos sus pecados.

Confiando en Dios como un niño

Cántico gradual; de David.


SALMO 131

1 Jehová, no se ha envanecido mi corazón, ni mis ojos se enaltecieron;

Ni anduve en grandezas,

Ni en cosas demasiado sublimes para mí.

2 En verdad que me he comportado y he acallado mi alma

Como un niño destetado de su madre;

Como un niño destetado está mi alma.

3 Espera, oh Israel, en Jehová,

Desde ahora y para siempre.

Plegaria por bendición sobre el santuario

Cántico gradual.

SALMO 132
1 Acuérdate, oh Jehová, de David,

Y de toda su aflicción;

2 De cómo juró a Jehová,

Y prometió al Fuerte de Jacob:

3 No entraré en la morada de mi casa,

Ni subiré sobre el lecho de mi estrado;

4 No daré sueño a mis ojos,

Ni a mis párpados adormecimiento,

5 Hasta que halle lugar para Jehová,

Morada para el Fuerte de Jacob.

6 He aquí en Efrata lo oímos;

Lo hallamos en los campos del bosque.

7 Entraremos en su tabernáculo;

Nos postraremos ante el estrado de sus pies.

8 Levántate, oh Jehová, al lugar de tu reposo,

Tú y el arca de tu poder.

9 Tus sacerdotes se vistan de justicia,

Y se regocijen tus santos.

10 Por amor de David tu siervo

No vuelvas de tu ungido el rostro.

11 En verdad juró Jehová a David,

Y no se retractará de ello:
De tu descendencia pondré sobre tu trono.

12 Si tus hijos guardaren mi pacto,

Y mi testimonio que yo les enseñaré,

Sus hijos también se sentarán sobre tu trono para siempre.

13 Porque Jehová ha elegido a Sion;

La quiso por habitación para sí.

14 Este es para siempre el lugar de mi reposo;

Aquí habitaré, porque la he querido.

15 Bendeciré abundantemente su provisión;

A sus pobres saciaré de pan.

16 Asimismo vestiré de salvación a sus sacerdotes,

Y sus santos darán voces de júbilo.

17 Allí haré retoñar el poder de David;

He dispuesto lámpara a mi ungido.

18 A sus enemigos vestiré de confusión,

Mas sobre él florecerá su corona.

La bienaventuranza del amor fraternal

Cántico gradual; de David.

SALMO 133
1 ¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es

Habitar los hermanos juntos en armonía!

2 Es como el buen óleo sobre la cabeza,

El cual desciende sobre la barba,

La barba de Aarón,

Y baja hasta el borde de sus vestiduras;

3 Como el rocío de Hermón,

Que desciende sobre los montes de Sion;

Porque allí envía Jehová bendición,

Y vida eterna.

Exhortación a los guardas del templo

Cántico gradual.

SALMO 134

1 Mirad, bendecid a Jehová,


Vosotros todos los siervos de Jehová,

Los que en la casa de Jehová estáis por las noches.

2 Alzad vuestras manos al santuario,

Y bendecid a Jehová.

3 Desde Sion te bendiga Jehová,

El cual ha hecho los cielos y la tierra.

La grandeza del Señor y la vanidad de los ídolos

Aleluya.

SALMO 135

1 Alabad el nombre de Jehová;

Alabadle, siervos de Jehová;

2 Los que estáis en la casa de Jehová,

En los atrios de la casa de nuestro Dios.

3 Alabad a JAH, porque él es bueno;

Cantad salmos a su nombre, porque él es benigno.

4 Porque JAH ha escogido a Jacob para sí,


A Israel por posesión suya.

5 Porque yo sé que Jehová es grande,

Y el Señor nuestro, mayor que todos los dioses.

6 Todo lo que Jehová quiere, lo hace,

En los cielos y en la tierra, en los mares y en todos los abismos.

7 Hace subir las nubes de los extremos de la tierra;

Hace los relámpagos para la lluvia;

Saca de sus depósitos los vientos.

8 El es quien hizo morir a los primogénitos de Egipto,

Desde el hombre hasta la bestia.

9 Envió señales y prodigios en medio de ti, oh Egipto,

Contra Faraón, y contra todos sus siervos.

10 Destruyó a muchas naciones,

Y mató a reyes poderosos;

11 A Sehón rey amorreo,

A Og rey de Basán,

Y a todos los reyes de Canaán.

12 Y dio la tierra de ellos en heredad,

En heredad a Israel su pueblo.

13 Oh Jehová, eterno es tu nombre;

Tu memoria, oh Jehová, de generación en generación.

14 Porque Jehová juzgará a su pueblo,

Y se compadecerá de sus siervos.


15 Los ídolos de las naciones son plata y oro,

Obra de manos de hombres.

16 Tienen boca, y no hablan;

Tienen ojos, y no ven;

17 Tienen orejas, y no oyen;

Tampoco hay aliento en sus bocas.

18 Semejantes a ellos son los que los hacen,

Y todos los que en ellos confían.

19 Casa de Israel, bendecid a Jehová;

Casa de Aarón, bendecid a Jehová;

20 Casa de Leví, bendecid a Jehová;

Los que teméis a Jehová, bendecid a Jehová.

21 Desde Sion sea bendecido Jehová,

Quien mora en Jerusalén.

Aleluya.

Alabanza por la misericordia eterna de Jehová

SALMO 136
1 Alabad a Jehová, porque él es bueno,

Porque para siempre es su misericordia.

2 Alabad al Dios de los dioses,

Porque para siempre es su misericordia.

3 Alabad al Señor de los señores,

Porque para siempre es su misericordia.

4 Al único que hace grandes maravillas,

Porque para siempre es su misericordia.

5 Al que hizo los cielos con entendimiento,

Porque para siempre es su misericordia.

6 Al que extendió la tierra sobre las aguas,

Porque para siempre es su misericordia.

7 Al que hizo las grandes lumbreras,

Porque para siempre es su misericordia.

8 El sol para que señorease en el día,

Porque para siempre es su misericordia.

9 La luna y las estrellas para que señoreasen en la noche,

Porque para siempre es su misericordia.

10 Al que hirió a Egipto en sus primogénitos,

Porque para siempre es su misericordia.

11 Al que sacó a Israel de en medio de ellos,

Porque para siempre es su misericordia.

12 Con mano fuerte, y brazo extendido,


Porque para siempre es su misericordia.

13 Al que dividió el Mar Rojo en partes,

Porque para siempre es su misericordia;

14 E hizo pasar a Israel por en medio de él,

Porque para siempre es su misericordia;

15 Y arrojó a Faraón y a su ejército en el Mar Rojo,

Porque para siempre es su misericordia.

16 Al que pastoreó a su pueblo por el desierto,

Porque para siempre es su misericordia.

17 Al que hirió a grandes reyes,

Porque para siempre es su misericordia;

18 Y mató a reyes poderosos,

Porque para siempre es su misericordia;

19 A Sehón rey amorreo,

Porque para siempre es su misericordia;

20 Y a Og rey de Basán,

Porque para siempre es su misericordia;

21 Y dio la tierra de ellos en heredad,

Porque para siempre es su misericordia;

22 En heredad a Israel su siervo,

Porque para siempre es su misericordia.

23 El es el que en nuestro abatimiento se acordó de nosotros,

Porque para siempre es su misericordia;

24 Y nos rescató de nuestros enemigos,

Porque para siempre es su misericordia.


25 El que da alimento a todo ser viviente,

Porque para siempre es su misericordia.

26 Alabad al Dios de los cielos,

Porque para siempre es su misericordia.

Lamento de los cautivos en Babilonia

SALMO 137

1 Junto a los ríos de Babilonia,

Allí nos sentábamos, y aun llorábamos,

Acordándonos de Sion.

2 Sobre los sauces en medio de ella

Colgamos nuestras arpas.

3 Y los que nos habían llevado cautivos nos pedían que cantásemos,

Y los que nos habían desolado nos pedían alegría, diciendo:

Cantadnos algunos de los cánticos de Sion.

4 ¿Cómo cantaremos cántico de Jehová

En tierra de extraños?
5 Si me olvidare de ti, oh Jerusalén,

Pierda mi diestra su destreza.

6 Mi lengua se pegue a mi paladar,

Si de ti no me acordare;

Si no enalteciere a Jerusalén

Como preferente asunto de mi alegría.

7 Oh Jehová, recuerda contra los hijos de Edom el día de Jerusalén,

Cuando decían: Arrasadla, arrasadla

Hasta los cimientos.

8 Hija de Babilonia la desolada,

Bienaventurado el que te diere el pago

De lo que tú nos hiciste.

9 Dichoso el que tomare y estrellare tus niños

Contra la peña.

Acción de gracias por el favor de Jehová

Salmo de David.

SALMO 138
1 Te alabaré con todo mi corazón;

Delante de los dioses te cantaré salmos.

2 Me postraré hacia tu santo templo,

Y alabaré tu nombre por tu misericordia y tu fidelidad;

Porque has engrandecido tu nombre, y tu palabra sobre todas las cosas.

3 El día que clamé, me respondiste;

Me fortaleciste con vigor en mi alma.

4 Te alabarán, oh Jehová, todos los reyes de la tierra,

Porque han oído los dichos de tu boca.

5 Y cantarán de los caminos de Jehová,

Porque la gloria de Jehová es grande.

6 Porque Jehová es excelso, y atiende al humilde,

Mas al altivo mira de lejos.

7 Si anduviere yo en medio de la angustia, tú me vivificarás;

Contra la ira de mis enemigos extenderás tu mano,

Y me salvará tu diestra.

8 Jehová cumplirá su propósito en mí;

Tu misericordia, oh Jehová, es para siempre;

No desampares la obra de tus manos.

Omnipresencia y omnisciencia de Dios


Al músico principal. Salmo de David.

SALMO 139

1 Oh Jehová, tú me has examinado y conocido.

2 Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme;

Has entendido desde lejos mis pensamientos.

3 Has escudriñado mi andar y mi reposo,

Y todos mis caminos te son conocidos.

4 Pues aún no está la palabra en mi lengua,

Y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda.

5 Detrás y delante me rodeaste,

Y sobre mí pusiste tu mano.

6 Tal conocimiento es demasiado maravilloso para mí;

Alto es, no lo puedo comprender.

7 ¿A dónde me iré de tu Espíritu?

¿Y a dónde huiré de tu presencia?

8 Si subiere a los cielos, allí estás tú;

Y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás.

9 Si tomare las alas del alba

Y habitare en el extremo del mar,


10 Aun allí me guiará tu mano,

Y me asirá tu diestra.

11 Si dijere: Ciertamente las tinieblas me encubrirán;

Aun la noche resplandecerá alrededor de mí.

12 Aun las tinieblas no encubren de ti,

Y la noche resplandece como el día;

Lo mismo te son las tinieblas que la luz.

13 Porque tú formaste mis entrañas;

Tú me hiciste en el vientre de mi madre.

14 Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras;

Estoy maravillado,

Y mi alma lo sabe muy bien.

15 No fue encubierto de ti mi cuerpo,

Bien que en oculto fui formado,

Y entretejido en lo más profundo de la tierra.

16 Mi embrión vieron tus ojos,

Y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas

Que fueron luego formadas,

Sin faltar una de ellas.

17 ¡Cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos!

¡Cuán grande es la suma de ellos!

18 Si los enumero, se multiplican más que la arena;

Despierto, y aún estoy contigo.

19 De cierto, oh Dios, harás morir al impío;


Apartaos, pues, de mí, hombres sanguinarios.

20 Porque blasfemias dicen ellos contra ti;

Tus enemigos toman en vano tu nombre.

21 ¿No odio, oh Jehová, a los que te aborrecen,

Y me enardezco contra tus enemigos?

22 Los aborrezco por completo;

Los tengo por enemigos.

23 Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón;

Pruébame y conoce mis pensamientos;

24 Y ve si hay en mí camino de perversidad,

Y guíame en el camino eterno.

Súplica de protección contra los perseguidores

Al músico principal. Salmo de David.

SALMO 140

1 Líbrame, oh Jehová, del hombre malo;

Guárdame de hombres violentos,

2 Los cuales maquinan males en el corazón,


Cada día urden contiendas.

3 Aguzaron su lengua como la serpiente;

Veneno de áspid hay debajo de sus labios. Selah

4 Guárdame, oh Jehová, de manos del impío;

Líbrame de hombres injuriosos,

Que han pensado trastornar mis pasos.

5 Me han escondido lazo y cuerdas los soberbios;

Han tendido red junto a la senda;

Me han puesto lazos. Selah

6 He dicho a Jehová: Dios mío eres tú;

Escucha, oh Jehová, la voz de mis ruegos.

7 Jehová Señor, potente salvador mío,

Tú pusiste a cubierto mi cabeza en el día de batalla.

8 No concedas, oh Jehová, al impío sus deseos;

No saques adelante su pensamiento, para que no se ensoberbezca. Selah

9 En cuanto a los que por todas partes me rodean,

La maldad de sus propios labios cubrirá su cabeza.

10 Caerán sobre ellos brasas;

Serán echados en el fuego,

En abismos profundos de donde no salgan.

11 El hombre deslenguado no será firme en la tierra;

El mal cazará al hombre injusto para derribarle.


12 Yo sé que Jehová tomará a su cargo la causa del afligido,

Y el derecho de los necesitados.

13 Ciertamente los justos alabarán tu nombre;

Los rectos morarán en tu presencia.

Oración a fin de ser guardado del mal

Salmo de David.

SALMO 141

1 Jehová, a ti he clamado; apresúrate a mí;

Escucha mi voz cuando te invocare.

2 Suba mi oración delante de ti como el incienso,

El don de mis manos como la ofrenda de la tarde.

3 Pon guarda a mi boca, oh Jehová;

Guarda la puerta de mis labios.

4 No dejes que se incline mi corazón a cosa mala,

A hacer obras impías

Con los que hacen iniquidad;


Y no coma yo de sus deleites.

5 Que el justo me castigue, será un favor,

Y que me reprenda será un excelente bálsamo

Que no me herirá la cabeza;

Pero mi oración será continuamente contra las maldades de aquéllos.

6 Serán despeñados sus jueces,

Y oirán mis palabras, que son verdaderas.

7 Como quien hiende y rompe la tierra,

Son esparcidos nuestros huesos a la boca del Seol.

8 Por tanto, a ti, oh Jehová, Señor, miran mis ojos;

En ti he confiado; no desampares mi alma.

9 Guárdame de los lazos que me han tendido,

Y de las trampas de los que hacen iniquidad.

10 Caigan los impíos a una en sus redes,

Mientras yo pasaré adelante.

Petición de ayuda en medio de la prueba

Masquil de David. Oración que hizo cuando estaba en la cueva.

SALMO 142
1 Con mi voz clamaré a Jehová;

Con mi voz pediré a Jehová misericordia.

2 Delante de él expondré mi queja;

Delante de él manifestaré mi angustia.

3 Cuando mi espíritu se angustiaba dentro de mí, tú conociste mi senda.

En el camino en que andaba, me escondieron lazo.

4 Mira a mi diestra y observa, pues no hay quien me quiera conocer;

No tengo refugio, ni hay quien cuide de mi vida.

5 Clamé a ti, oh Jehová;

Dije: Tú eres mi esperanza,

Y mi porción en la tierra de los vivientes.

6 Escucha mi clamor, porque estoy muy afligido.

Líbrame de los que me persiguen, porque son más fuertes que yo.

7 Saca mi alma de la cárcel, para que alabe tu nombre;

Me rodearán los justos,

Porque tú me serás propicio.

Súplica de liberación y dirección


Salmo de David.

SALMO 143

1 Oh Jehová, oye mi oración, escucha mis ruegos;

Respóndeme por tu verdad, por tu justicia.

2 Y no entres en juicio con tu siervo;

Porque no se justificará delante de ti ningún ser humano.

3 Porque ha perseguido el enemigo mi alma;

Ha postrado en tierra mi vida;

Me ha hecho habitar en tinieblas como los ya muertos.

4 Y mi espíritu se angustió dentro de mí;

Está desolado mi corazón.

5 Me acordé de los días antiguos;

Meditaba en todas tus obras;

Reflexionaba en las obras de tus manos.

6 Extendí mis manos a ti,

Mi alma a ti como la tierra sedienta. Selah

7 Respóndeme pronto, oh Jehová, porque desmaya mi espíritu;


No escondas de mí tu rostro,

No venga yo a ser semejante a los que descienden a la sepultura.

8 Hazme oír por la mañana tu misericordia,

Porque en ti he confiado;

Hazme saber el camino por donde ande,

Porque a ti he elevado mi alma.

9 Líbrame de mis enemigos, oh Jehová;

En ti me refugio.

10 Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios;

Tu buen espíritu me guíe a tierra de rectitud.

11 Por tu nombre, oh Jehová, me vivificarás;

Por tu justicia sacarás mi alma de angustia.

12 Y por tu misericordia disiparás a mis enemigos,

Y destruirás a todos los adversarios de mi alma,

Porque yo soy tu siervo.

Oración pidiendo socorro y prosperidad

Salmo de David.

SALMO 144
1 Bendito sea Jehová, mi roca,

Quien adiestra mis manos para la batalla,

Y mis dedos para la guerra;

2 Misericordia mía y mi castillo,

Fortaleza mía y mi libertador,

Escudo mío, en quien he confiado;

El que sujeta a mi pueblo debajo de mí.

3 Oh Jehová, ¿qué es el hombre, para que en él pienses,

O el hijo de hombre, para que lo estimes?

4 El hombre es semejante a la vanidad;

Sus días son como la sombra que pasa.

5 Oh Jehová, inclina tus cielos y desciende;

Toca los montes, y humeen.

6 Despide relámpagos y disípalos,

Envía tus saetas y túrbalos.

7 Envía tu mano desde lo alto;

Redímeme, y sácame de las muchas aguas,

De la mano de los hombres extraños,

8 Cuya boca habla vanidad,

Y cuya diestra es diestra de mentira.


9 Oh Dios, a ti cantaré cántico nuevo;

Con salterio, con decacordio cantaré a ti.

10 Tú, el que da victoria a los reyes,

El que rescata de maligna espada a David su siervo.

11 Rescátame, y líbrame de la mano de los hombres extraños,

Cuya boca habla vanidad,

Y cuya diestra es diestra de mentira.

12 Sean nuestros hijos como plantas crecidas en su juventud,

Nuestras hijas como esquinas labradas como las de un palacio;

13 Nuestros graneros llenos, provistos de toda suerte de grano;

Nuestros ganados, que se multipliquen a millares y decenas de millares en nuestros campos;

14 Nuestros bueyes estén fuertes para el trabajo;

No tengamos asalto, ni que hacer salida,

Ni grito de alarma en nuestras plazas.

15 Bienaventurado el pueblo que tiene esto;

Bienaventurado el pueblo cuyo Dios es Jehová.

Alabanza por la bondad y el poder de Dios

Salmo de alabanza; de David.

SALMO 145
1 Te exaltaré, mi Dios, mi Rey,

Y bendeciré tu nombre eternamente y para siempre.

2 Cada día te bendeciré,

Y alabaré tu nombre eternamente y para siempre.

3 Grande es Jehová, y digno de suprema alabanza;

Y su grandeza es inescrutable.

4 Generación a generación celebrará tus obras,

Y anunciará tus poderosos hechos.

5 En la hermosura de la gloria de tu magnificencia,

Y en tus hechos maravillosos meditaré.

6 Del poder de tus hechos estupendos hablarán los hombres,

Y yo publicaré tu grandeza.

7 Proclamarán la memoria de tu inmensa bondad,

Y cantarán tu justicia.

8 Clemente y misericordioso es Jehová,

Lento para la ira, y grande en misericordia.

9 Bueno es Jehová para con todos,

Y sus misericordias sobre todas sus obras.

10 Te alaben, oh Jehová, todas tus obras,

Y tus santos te bendigan.


11 La gloria de tu reino digan,

Y hablen de tu poder,

12 Para hacer saber a los hijos de los hombres sus poderosos hechos,

Y la gloria de la magnificencia de su reino.

13 Tu reino es reino de todos los siglos,

Y tu señorío en todas las generaciones.

14 Sostiene Jehová a todos los que caen,

Y levanta a todos los oprimidos.

15 Los ojos de todos esperan en ti,

Y tú les das su comida a su tiempo.

16 Abres tu mano,

Y colmas de bendición a todo ser viviente.

17 Justo es Jehová en todos sus caminos,

Y misericordioso en todas sus obras.

18 Cercano está Jehová a todos los que le invocan,

A todos los que le invocan de veras.

19 Cumplirá el deseo de los que le temen;

Oirá asimismo el clamor de ellos, y los salvará.

20 Jehová guarda a todos los que le aman,

Mas destruirá a todos los impíos.

21 La alabanza de Jehová proclamará mi boca;

Y todos bendigan su santo nombre eternamente y para siempre.


Alabanza por la justicia de Dios

Aleluya.

SALMO 146

1 Alaba, oh alma mía, a Jehová.

2 Alabaré a Jehová en mi vida;

Cantaré salmos a mi Dios mientras viva.

3 No confiéis en los príncipes,

Ni en hijo de hombre, porque no hay en él salvación.

4 Pues sale su aliento, y vuelve a la tierra;

En ese mismo día perecen sus pensamientos.

5 Bienaventurado aquel cuyo ayudador es el Dios de Jacob,

Cuya esperanza está en Jehová su Dios,

6 El cual hizo los cielos y la tierra,

El mar, y todo lo que en ellos hay;

Que guarda verdad para siempre,

7 Que hace justicia a los agraviados,

Que da pan a los hambrientos.


Jehová liberta a los cautivos;

8 Jehová abre los ojos a los ciegos;

Jehová levanta a los caídos;

Jehová ama a los justos.

9 Jehová guarda a los extranjeros;

Al huérfano y a la viuda sostiene,

Y el camino de los impíos trastorna.

10 Reinará Jehová para siempre;

Tu Dios, oh Sion, de generación en generación.

Aleluya.

Alabanza por el favor de Dios hacia Jerusalén

SALMO 147

1 Alabad a JAH,

Porque es bueno cantar salmos a nuestro Dios;

Porque suave y hermosa es la alabanza.

2 Jehová edifica a Jerusalén;


A los desterrados de Israel recogerá.

3 El sana a los quebrantados de corazón,

Y venda sus heridas.

4 El cuenta el número de las estrellas;

A todas ellas llama por sus nombres.

5 Grande es el Señor nuestro, y de mucho poder;

Y su entendimiento es infinito.

6 Jehová exalta a los humildes,

Y humilla a los impíos hasta la tierra.

7 Cantad a Jehová con alabanza,

Cantad con arpa a nuestro Dios.

8 El es quien cubre de nubes los cielos,

El que prepara la lluvia para la tierra,

El que hace a los montes producir hierba.

9 El da a la bestia su mantenimiento,

Y a los hijos de los cuervos que claman.

10 No se deleita en la fuerza del caballo,

Ni se complace en la agilidad del hombre.

11 Se complace Jehová en los que le temen,

Y en los que esperan en su misericordia.

12 Alaba a Jehová, Jerusalén;

Alaba a tu Dios, oh Sion.

13 Porque fortificó los cerrojos de tus puertas;

Bendijo a tus hijos dentro de ti.


14 El da en tu territorio la paz;

Te hará saciar con lo mejor del trigo.

15 El envía su palabra a la tierra;

Velozmente corre su palabra.

16 Da la nieve como lana,

Y derrama la escarcha como ceniza.

17 Echa su hielo como pedazos;

Ante su frío, ¿quién resistirá?

18 Enviará su palabra, y los derretirá;

Soplará su viento, y fluirán las aguas.

19 Ha manifestado sus palabras a Jacob,

Sus estatutos y sus juicios a Israel.

20 No ha hecho así con ninguna otra de las naciones;

Y en cuanto a sus juicios, no los conocieron.

Aleluya.

Exhortación a la creación, para que alabe a Jehová

Aleluya.

SALMO 148
1 Alabad a Jehová desde los cielos;

Alabadle en las alturas.

2 Alabadle, vosotros todos sus ángeles;

Alabadle, vosotros todos sus ejércitos.

3 Alabadle, sol y luna;

Alabadle, vosotras todas, lucientes estrellas.

4 Alabadle, cielos de los cielos,

Y las aguas que están sobre los cielos.

5 Alaben el nombre de Jehová;

Porque él mandó, y fueron creados.

6 Los hizo ser eternamente y para siempre;

Les puso ley que no será quebrantada.

7 Alabad a Jehová desde la tierra,

Los monstruos marinos y todos los abismos;

8 El fuego y el granizo, la nieve y el vapor,

El viento de tempestad que ejecuta su palabra;

9 Los montes y todos los collados,

El árbol de fruto y todos los cedros;

10 La bestia y todo animal,

Reptiles y volátiles;
11 Los reyes de la tierra y todos los pueblos,

Los príncipes y todos los jueces de la tierra;

12 Los jóvenes y también las doncellas,

Los ancianos y los niños.

13 Alaben el nombre de Jehová,

Porque sólo su nombre es enaltecido.

Su gloria es sobre tierra y cielos.

14 El ha exaltado el poderío de su pueblo;

Alábenle todos sus santos, los hijos de Israel,

El pueblo a él cercano.

Aleluya.

Exhortación a Israel, para que alabe a Jehová

Aleluya.

SALMO 149

1 Cantad a Jehová cántico nuevo;

Su alabanza sea en la congregación de los santos.


2 Alégrese Israel en su Hacedor;

Los hijos de Sion se gocen en su Rey.

3 Alaben su nombre con danza;

Con pandero y arpa a él canten.

4 Porque Jehová tiene contentamiento en su pueblo;

Hermoseará a los humildes con la salvación.

5 Regocíjense los santos por su gloria,

Y canten aun sobre sus camas.

6 Exalten a Dios con sus gargantas,

Y espadas de dos filos en sus manos,

7 Para ejecutar venganza entre las naciones,

Y castigo entre los pueblos;

8 Para aprisionar a sus reyes con grillos,

Y a sus nobles con cadenas de hierro;

9 Para ejecutar en ellos el juicio decretado;

Gloria será esto para todos sus santos.

Aleluya.

Exhortación a alabar a Dios con instrumentos de música

Aleluya.

SALMO 150
1 Alabad a Dios en su santuario;

Alabadle en la magnificencia de su firmamento.

2 Alabadle por sus proezas;

Alabadle conforme a la muchedumbre de su grandeza.

3 Alabadle a son de bocina;

Alabadle con salterio y arpa.

4 Alabadle con pandero y danza;

Alabadle con cuerdas y flautas.

5 Alabadle con címbalos resonantes;

Alabadle con címbalos de júbilo.

6 Todo lo que respira alabe a JAH.

Aleluya.

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PROVERBIOS

Motivo de los proverbios

PROVERBIOS 1
1 Los proverbios de Salomón, hijo de David, rey de Israel.

2 Para entender sabiduría y doctrina,

Para conocer razones prudentes,

3 Para recibir el consejo de prudencia,

Justicia, juicio y equidad;

4 Para dar sagacidad a los simples,

Y a los jóvenes inteligencia y cordura.

5 Oirá el sabio, y aumentará el saber,

Y el entendido adquirirá consejo,

6 Para entender proverbio y declaración,

Palabras de sabios, y sus dichos profundos.

7 El principio de la sabiduría es el temor de Jehová;

Los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza.

Amonestaciones de la Sabiduría
8 Oye,hijo mío, la instrucción de tu padre,

Y no desprecies la dirección de tu madre;

9 Porque adorno de gracia serán a tu cabeza,

Y collares a tu cuello.

10 Hijo mío, si los pecadores te quisieren engañar,

No consientas.

11 Si dijeren: Ven con nosotros;

Pongamos asechanzas para derramar sangre,

Acechemos sin motivo al inocente;

12 Los tragaremos vivos como el Seol,

Y enteros, como los que caen en un abismo;

13 Hallaremos riquezas de toda clase,

Llenaremos nuestras casas de despojos;

14 Echa tu suerte entre nosotros;

Tengamos todos una bolsa,—

15 Hijo mío, no andes en camino con ellos.

Aparta tu pie de sus veredas,

16 Porque sus pies corren hacia el mal,

Y van presurosos a derramar sangre.

17 Porque en vano se tenderá la red

Ante los ojos de toda ave;

18 Pero ellos a su propia sangre ponen asechanzas,

Y a sus almas tienden lazo.

19 Tales son las sendas de todo el que es dado a la codicia,


La cual quita la vida de sus poseedores.

20 La sabiduría clama en las calles,

Alza su voz en las plazas;

21 Clama en los principales lugares de reunión;

En las entradas de las puertas de la ciudad dice sus razones.

22 ¿Hasta cuándo, oh simples, amaréis la simpleza,

Y los burladores desearán el burlar,

Y los insensatos aborrecerán la ciencia?

23 Volveos a mi reprensión;

He aquí yo derramaré mi espíritu sobre vosotros,

Y os haré saber mis palabras.

24 Por cuanto llamé, y no quisisteis oír,

Extendí mi mano, y no hubo quien atendiese,

25 Sino que desechasteis todo consejo mío

Y mi reprensión no quisisteis,

26 También yo me reiré en vuestra calamidad,

Y me burlaré cuando os viniere lo que teméis;

27 Cuando viniere como una destrucción lo que teméis,

Y vuestra calamidad llegare como un torbellino;

Cuando sobre vosotros viniere tribulación y angustia.

28 Entonces me llamarán, y no responderé;

Me buscarán de mañana, y no me hallarán.

29 Por cuanto aborrecieron la sabiduría,

Y no escogieron el temor de Jehová,

30 Ni quisieron mi consejo,
Y menospreciaron toda reprensión mía,

31 Comerán del fruto de su camino,

Y serán hastiados de sus propios consejos.

32 Porque el desvío de los ignorantes los matará,

Y la prosperidad de los necios los echará a perder;

33 Mas el que me oyere, habitará confiadamente

Y vivirá tranquilo, sin temor del mal.

Excelencias de la sabiduría

PROVERBIOS 2

1 Hijo mío, si recibieres mis palabras,

Y mis mandamientos guardares dentro de ti,

2 Haciendo estar atento tu oído a la sabiduría;

Si inclinares tu corazón a la prudencia,

3 Si clamares a la inteligencia,

Y a la prudencia dieres tu voz;

4 Si como a la plata la buscares,

Y la escudriñares como a tesoros,

5 Entonces entenderás el temor de Jehová,


Y hallarás el conocimiento de Dios.

6 Porque Jehová da la sabiduría,

Y de su boca viene el conocimiento y la inteligencia.

7 El provee de sana sabiduría a los rectos;

Es escudo a los que caminan rectamente.

8 Es el que guarda las veredas del juicio,

Y preserva el camino de sus santos.

9 Entonces entenderás justicia, juicio

Y equidad, y todo buen camino.

10 Cuando la sabiduría entrare en tu corazón,

Y la ciencia fuere grata a tu alma,

11 La discreción te guardará;

Te preservará la inteligencia,

12 Para librarte del mal camino,

De los hombres que hablan perversidades,

13 Que dejan los caminos derechos,

Para andar por sendas tenebrosas;

14 Que se alegran haciendo el mal,

Que se huelgan en las perversidades del vicio;

15 Cuyas veredas son torcidas,

Y torcidos sus caminos.

16 Serás librado de la mujer extraña,

De la ajena que halaga con sus palabras,

17 La cual abandona al compañero de su juventud,

Y se olvida del pacto de su Dios.


18 Por lo cual su casa está inclinada a la muerte,

Y sus veredas hacia los muertos;

19 Todos los que a ella se lleguen, no volverán,

Ni seguirán otra vez los senderos de la vida.

20 Así andarás por el camino de los buenos,

Y seguirás las veredas de los justos;

21 Porque los rectos habitarán la tierra,

Y los perfectos permanecerán en ella,

22 Mas los impíos serán cortados de la tierra,

Y los prevaricadores serán de ella desarraigados.

Exhortación a la obediencia

PROVERBIOS 3

1 Hijo mío, no te olvides de mi ley,

Y tu corazón guarde mis mandamientos;

2 Porque largura de días y años de vida

Y paz te aumentarán.

3 Nunca se aparten de ti la misericordia y la verdad;


Atalas a tu cuello,

Escríbelas en la tabla de tu corazón;

4 Y hallarás gracia y buena opinión

Ante los ojos de Dios y de los hombres.

5 Fíate de Jehová de todo tu corazón,

Y no te apoyes en tu propia prudencia.

6 Reconócelo en todos tus caminos,

Y él enderezará tus veredas.

7 No seas sabio en tu propia opinión;

Teme a Jehová, y apártate del mal;

8 Porque será medicina a tu cuerpo,

Y refrigerio para tus huesos.

9 Honra a Jehová con tus bienes,

Y con las primicias de todos tus frutos;

10 Y serán llenos tus graneros con abundancia,

Y tus lagares rebosarán de mosto.

11 No menosprecies, hijo mío, el castigo de Jehová,

Ni te fatigues de su corrección;

12 Porque Jehová al que ama castiga,

Como el padre al hijo a quien quiere.

13 Bienaventurado el hombre que halla la sabiduría,

Y que obtiene la inteligencia;


14 Porque su ganancia es mejor que la ganancia de la plata,

Y sus frutos más que el oro fino.

15 Más preciosa es que las piedras preciosas;

Y todo lo que puedes desear, no se puede comparar a ella.

16 Largura de días está en su mano derecha;

En su izquierda, riquezas y honra.

17 Sus caminos son caminos deleitosos,

Y todas sus veredas paz.

18 Ella es árbol de vida a los que de ella echan mano,

Y bienaventurados son los que la retienen.

19 Jehová con sabiduría fundó la tierra;

Afirmó los cielos con inteligencia.

20 Con su ciencia los abismos fueron divididos,

Y destilan rocío los cielos.

21 Hijo mío, no se aparten estas cosas de tus ojos;

Guarda la ley y el consejo,

22 Y serán vida a tu alma,

Y gracia a tu cuello.

23 Entonces andarás por tu camino confiadamente,

Y tu pie no tropezará.

24 Cuando te acuestes, no tendrás temor,

Sino que te acostarás, y tu sueño será grato.

25 No tendrás temor de pavor repentino,

Ni de la ruina de los impíos cuando viniere,


26 Porque Jehová será tu confianza,

Y él preservará tu pie de quedar preso.

27 No te niegues a hacer el bien a quien es debido,

Cuando tuvieres poder para hacerlo.

28 No digas a tu prójimo: Anda, y vuelve,

Y mañana te daré,

Cuando tienes contigo qué darle.

29 No intentes mal contra tu prójimo

Que habita confiado junto a ti.

30 No tengas pleito con nadie sin razón,

Si no te han hecho agravio.

31 No envidies al hombre injusto,

Ni escojas ninguno de sus caminos.

32 Porque Jehová abomina al perverso;

Mas su comunión íntima es con los justos.

33 La maldición de Jehová está en la casa del impío,

Pero bendecirá la morada de los justos.

34 Ciertamente él escarnecerá a los escarnecedores,

Y a los humildes dará gracia.

35 Los sabios heredarán honra,

Mas los necios llevarán ignominia.

Beneficios de la sabiduría
PROVERBIOS 4

1 Oíd, hijos, la enseñanza de un padre,

Y estad atentos, para que conozcáis cordura.

2 Porque os doy buena enseñanza;

No desamparéis mi ley.

3 Porque yo también fui hijo de mi padre,

Delicado y único delante de mi madre.

4 Y él me enseñaba, y me decía:

Retenga tu corazón mis razones,

Guarda mis mandamientos, y vivirás.

5 Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia;

No te olvides ni te apartes de las razones de mi boca;

6 No la dejes, y ella te guardará;

Amala, y te conservará.

7 Sabiduría ante todo; adquiere sabiduría;

Y sobre todas tus posesiones adquiere inteligencia.

8 Engrandécela, y ella te engrandecerá;

Ella te honrará, cuando tú la hayas abrazado.

9 Adorno de gracia dará a tu cabeza;

Corona de hermosura te entregará.


10 Oye, hijo mío, y recibe mis razones,

Y se te multiplicarán años de vida.

11 Por el camino de la sabiduría te he encaminado,

Y por veredas derechas te he hecho andar.

12 Cuando anduvieres, no se estrecharán tus pasos,

Y si corrieres, no tropezarás.

13 Retén el consejo, no lo dejes;

Guárdalo, porque eso es tu vida.

14 No entres por la vereda de los impíos,

Ni vayas por el camino de los malos.

15 Déjala, no pases por ella;

Apártate de ella, pasa.

16 Porque no duermen ellos si no han hecho mal,

Y pierden el sueño si no han hecho caer a alguno.

17 Porque comen pan de maldad, y beben vino de robos;

18 Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora,

Que va en aumento hasta que el día es perfecto.

19 El camino de los impíos es como la oscuridad;

No saben en qué tropiezan.

20 Hijo mío, está atento a mis palabras;

Inclina tu oído a mis razones.

21 No se aparten de tus ojos;

Guárdalas en medio de tu corazón;

22 Porque son vida a los que las hallan,

Y medicina a todo su cuerpo.


23 Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón;

Porque de él mana la vida.

24 Aparta de ti la perversidad de la boca,

Y aleja de ti la iniquidad de los labios.

25 Tus ojos miren lo recto,

Y diríjanse tus párpados hacia lo que tienes delante.

26 Examina la senda de tus pies,

Y todos tus caminos sean rectos.

27 No te desvíes a la derecha ni a la izquierda;

Aparta tu pie del mal.

Amonestación contra la impureza

PROVERBIOS 5

1 Hijo mío, está atento a mi sabiduría,

Y a mi inteligencia inclina tu oído,

2 Para que guardes consejo,

Y tus labios conserven la ciencia.

3 Porque los labios de la mujer extraña destilan miel,

Y su paladar es más blando que el aceite;


4 Mas su fin es amargo como el ajenjo,

Agudo como espada de dos filos.

5 Sus pies descienden a la muerte;

Sus pasos conducen al Seol.

6 Sus caminos son inestables; no los conocerás,

Si no considerares el camino de vida.

7 Ahora pues, hijos, oídme,

Y no os apartéis de las razones de mi boca.

8 Aleja de ella tu camino,

Y no te acerques a la puerta de su casa;

9 Para que no des a los extraños tu honor,

Y tus años al cruel;

10 No sea que extraños se sacien de tu fuerza,

Y tus trabajos estén en casa del extraño;

11 Y gimas al final,

Cuando se consuma tu carne y tu cuerpo,

12 Y digas: ¡Cómo aborrecí el consejo,

Y mi corazón menospreció la reprensión;

13 No oí la voz de los que me instruían,

Y a los que me enseñaban no incliné mi oído!

14 Casi en todo mal he estado,

En medio de la sociedad y de la congregación.

15 Bebe el agua de tu misma cisterna,

Y los raudales de tu propio pozo.


16 ¿Se derramarán tus fuentes por las calles,

Y tus corrientes de aguas por las plazas?

17 Sean para ti solo,

Y no para los extraños contigo.

18 Sea bendito tu manantial,

Y alégrate con la mujer de tu juventud,

19 Como cierva amada y graciosa gacela.

Sus caricias te satisfagan en todo tiempo,

Y en su amor recréate siempre.

20 ¿Y por qué, hijo mío, andarás ciego con la mujer ajena,

Y abrazarás el seno de la extraña?

21 Porque los caminos del hombre están ante los ojos de Jehová,

Y él considera todas sus veredas.

22 Prenderán al impío sus propias iniquidades,

Y retenido será con las cuerdas de su pecado.

23 El morirá por falta de corrección,

Y errará por lo inmenso de su locura.

Amonestación contra la pereza y la falsedad

PROVERBIOS 6
1 Hijo mío, si salieres fiador por tu amigo,

Si has empeñado tu palabra a un extraño,

2 Te has enlazado con las palabras de tu boca,

Y has quedado preso en los dichos de tus labios.

3 Haz esto ahora, hijo mío, y líbrate,

Ya que has caído en la mano de tu prójimo;

Ve, humíllate, y asegúrate de tu amigo.

4 No des sueño a tus ojos,

Ni a tus párpados adormecimiento;

5 Escápate como gacela de la mano del cazador,

Y como ave de la mano del que arma lazos.

6 Ve a la hormiga, oh perezoso,

Mira sus caminos, y sé sabio;

7 La cual no teniendo capitán,

Ni gobernador, ni señor,

8 Prepara en el verano su comida,

Y recoge en el tiempo de la siega su mantenimiento.

9 Perezoso, ¿hasta cuándo has de dormir?

¿Cuándo te levantarás de tu sueño?

10 Un poco de sueño, un poco de dormitar,

Y cruzar por un poco las manos para reposo;

11 Así vendrá tu necesidad como caminante,

Y tu pobreza como hombre armado.


12 El hombre malo, el hombre depravado,

Es el que anda en perversidad de boca;

13 Que guiña los ojos, que habla con los pies,

Que hace señas con los dedos.

14 Perversidades hay en su corazón; anda pensando el mal en todo tiempo;

Siembra las discordias.

15 Por tanto, su calamidad vendrá de repente;

Súbitamente será quebrantado, y no habrá remedio.

16 Seis cosas aborrece Jehová,

Y aun siete abomina su alma:

17 Los ojos altivos, la lengua mentirosa,

Las manos derramadoras de sangre inocente,

18 El corazón que maquina pensamientos inicuos,

Los pies presurosos para correr al mal,

19 El testigo falso que habla mentiras,

Y el que siembra discordia entre hermanos.

Amonestación contra el adulterio

20 Guarda, hijo mío, el mandamiento de tu padre,


Y no dejes la enseñanza de tu madre;

21 Atalos siempre en tu corazón,

Enlázalos a tu cuello.

22 Te guiarán cuando andes; cuando duermas te guardarán;

Hablarán contigo cuando despiertes.

23 Porque el mandamiento es lámpara, y la enseñanza es luz,

Y camino de vida las reprensiones que te instruyen,

24 Para que te guarden de la mala mujer,

De la blandura de la lengua de la mujer extraña.

25 No codicies su hermosura en tu corazón,

Ni ella te prenda con sus ojos;

26 Porque a causa de la mujer ramera el hombre es reducido a un bocado de pan;

Y la mujer caza la preciosa alma del varón.

27 ¿Tomará el hombre fuego en su seno

Sin que sus vestidos ardan?

28 ¿Andará el hombre sobre brasas

Sin que sus pies se quemen?

29 Así es el que se llega a la mujer de su prójimo;

No quedará impune ninguno que la tocare.

30 No tienen en poco al ladrón si hurta

Para saciar su apetito cuando tiene hambre;

31 Pero si es sorprendido, pagará siete veces;

Entregará todo el haber de su casa.

32 Mas el que comete adulterio es falto de entendimiento;

Corrompe su alma el que tal hace.

33 Heridas y vergüenza hallará,


Y su afrenta nunca será borrada.

34 Porque los celos son el furor del hombre,

Y no perdonará en el día de la venganza.

35 No aceptará ningún rescate,

Ni querrá perdonar, aunque multipliques los dones.

Las artimañas de la ramera

PROVERBIOS 7

1 Hijo mío, guarda mis razones,

Y atesora contigo mis mandamientos.

2 Guarda mis mandamientos y vivirás,

Y mi ley como las niñas de tus ojos.

3 Lígalos a tus dedos;

Escríbelos en la tabla de tu corazón.

4 Di a la sabiduría: Tú eres mi hermana,

Y a la inteligencia llama parienta;

5 Para que te guarden de la mujer ajena,

Y de la extraña que ablanda sus palabras.


6 Porque mirando yo por la ventana de mi casa,

Por mi celosía,

7 Vi entre los simples,

Consideré entre los jóvenes,

A un joven falto de entendimiento,

8 El cual pasaba por la calle, junto a la esquina,

E iba camino a la casa de ella,

9 A la tarde del día, cuando ya oscurecía,

En la oscuridad y tinieblas de la noche.

10 Cuando he aquí, una mujer le sale al encuentro,

Con atavío de ramera y astuta de corazón.

11 Alborotadora y rencillosa,

Sus pies no pueden estar en casa;

12 Unas veces está en la calle, otras veces en las plazas,

Acechando por todas las esquinas.

13 Se asió de él, y le besó.

Con semblante descarado le dijo:

14 Sacrificios de paz había prometido,

Hoy he pagado mis votos;

15 Por tanto, he salido a encontrarte,

Buscando diligentemente tu rostro, y te he hallado.

16 He adornado mi cama con colchas

Recamadas con cordoncillo de Egipto;

17 He perfumado mi cámara

Con mirra, áloes y canela.


18 Ven, embriaguémonos de amores hasta la mañana;

Alegrémonos en amores.

19 Porque el marido no está en casa;

Se ha ido a un largo viaje.

20 La bolsa de dinero llevó en su mano;

El día señalado volverá a su casa.

21 Lo rindió con la suavidad de sus muchas palabras,

Le obligó con la zalamería de sus labios.

22 Al punto se marchó tras ella,

Como va el buey al degolladero,

Y como el necio a las prisiones para ser castigado;

23 Como el ave que se apresura a la red,

Y no sabe que es contra su vida,

Hasta que la saeta traspasa su corazón.

24 Ahora pues, hijos, oídme,

Y estad atentos a las razones de mi boca.

25 No se aparte tu corazón a sus caminos;

No yerres en sus veredas.

26 Porque a muchos ha hecho caer heridos,

Y aun los más fuertes han sido muertos por ella.

27 Camino al Seol es su casa,

Que conduce a las cámaras de la muerte.


Excelencia y eternidad de la Sabiduría

PROVERBIOS 8

1 ¿No clama la sabiduría,

Y da su voz la inteligencia?

2 En las alturas junto al camino,

A las encrucijadas de las veredas se para;

3 En el lugar de las puertas, a la entrada de la ciudad,

A la entrada de las puertas da voces:

4 Oh hombres, a vosotros clamo;

Dirijo mi voz a los hijos de los hombres.

5 Entended, oh simples, discreción;

Y vosotros, necios, entrad en cordura.

6 Oíd, porque hablaré cosas excelentes,

Y abriré mis labios para cosas rectas.

7 Porque mi boca hablará verdad,

Y la impiedad abominan mis labios.

8 Justas son todas las razones de mi boca;

No hay en ellas cosa perversa ni torcida.

9 Todas ellas son rectas al que entiende,

Y razonables a los que han hallado sabiduría.


10 Recibid mi enseñanza, y no plata;

Y ciencia antes que el oro escogido.

11 Porque mejor es la sabiduría que las piedras preciosas;

Y todo cuanto se puede desear, no es de compararse con ella.

12 Yo, la sabiduría, habito con la cordura,

Y hallo la ciencia de los consejos.

13 El temor de Jehová es aborrecer el mal;

La soberbia y la arrogancia, el mal camino,

Y la boca perversa, aborrezco.

14 Conmigo está el consejo y el buen juicio;

Yo soy la inteligencia; mío es el poder.

15 Por mí reinan los reyes,

Y los príncipes determinan justicia.

16 Por mí dominan los príncipes,

Y todos los gobernadores juzgan la tierra.

17 Yo amo a los que me aman,

Y me hallan los que temprano me buscan.

18 Las riquezas y la honra están conmigo;

Riquezas duraderas, y justicia.

19 Mejor es mi fruto que el oro, y que el oro refinado;

Y mi rédito mejor que la plata escogida.

20 Por vereda de justicia guiaré,

Por en medio de sendas de juicio,

21 Para hacer que los que me aman tengan su heredad,

Y que yo llene sus tesoros.


22 Jehová me poseía en el principio,

Ya de antiguo, antes de sus obras.

23 Eternamente tuve el principado, desde el principio,

Antes de la tierra.

24 Antes de los abismos fui engendrada;

Antes que fuesen las fuentes de las muchas aguas.

25 Antes que los montes fuesen formados,

Antes de los collados, ya había sido yo engendrada;

26 No había aún hecho la tierra, ni los campos,

Ni el principio del polvo del mundo.

27 Cuando formaba los cielos, allí estaba yo;

Cuando trazaba el círculo sobre la faz del abismo;

28 Cuando afirmaba los cielos arriba,

Cuando afirmaba las fuentes del abismo;

29 Cuando ponía al mar su estatuto,

Para que las aguas no traspasasen su mandamiento;

Cuando establecía los fundamentos de la tierra,

30 Con él estaba yo ordenándolo todo,

Y era su delicia de día en día,

Teniendo solaz delante de él en todo tiempo.

31 Me regocijo en la parte habitable de su tierra;

Y mis delicias son con los hijos de los hombres.

32 Ahora, pues, hijos, oídme,

Y bienaventurados los que guardan mis caminos.

33 Atended el consejo, y sed sabios,


Y no lo menospreciéis.

34 Bienaventurado el hombre que me escucha,

Velando a mis puertas cada día,

Aguardando a los postes de mis puertas.

35 Porque el que me halle, hallará la vida,

Y alcanzará el favor de Jehová.

36 Mas el que peca contra mí, defrauda su alma;

Todos los que me aborrecen aman la muerte.

La Sabiduría y la mujer insensata

PROVERBIOS 9

1 La sabiduría edificó su casa,

Labró sus siete columnas.

2 Mató sus víctimas, mezcló su vino,

Y puso su mesa.

3 Envió sus criadas;

Sobre lo más alto de la ciudad clamó.

4 Dice a cualquier simple: Ven acá.

A los faltos de cordura dice:


5 Venid, comed mi pan,

Y bebed del vino que yo he mezclado.

6 Dejad las simplezas, y vivid,

Y andad por el camino de la inteligencia.

7 El que corrige al escarnecedor, se acarrea afrenta;

El que reprende al impío, se atrae mancha.

8 No reprendas al escarnecedor, para que no te aborrezca;

Corrige al sabio, y te amará.

9 Da al sabio, y será más sabio;

Enseña al justo, y aumentará su saber.

10 El temor de Jehová es el principio de la sabiduría,

Y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia.

11 Porque por mí se aumentarán tus días,

Y años de vida se te añadirán.

12 Si fueres sabio, para ti lo serás;

Y si fueres escarnecedor, pagarás tú solo.

13 La mujer insensata es alborotadora;

Es simple e ignorante.

14 Se sienta en una silla a la puerta de su casa,

En los lugares altos de la ciudad,

15 Para llamar a los que pasan por el camino,

Que van por sus caminos derechos.

16 Dice a cualquier simple: Ven acá.

A los faltos de cordura dijo:


17 Las aguas hurtadas son dulces,

Y el pan comido en oculto es sabroso.

18 Y no saben que allí están los muertos;

Que sus convidados están en lo profundo del Seol.

Contraste entre el justo y el malvado

PROVERBIOS 10

1 Los proverbios de Salomón.

El hijo sabio alegra al padre,

Pero el hijo necio es tristeza de su madre.

2 Los tesoros de maldad no serán de provecho;

Mas la justicia libra de muerte.

3 Jehová no dejará padecer hambre al justo;

Mas la iniquidad lanzará a los impíos.

4 La mano negligente empobrece;

Mas la mano de los diligentes enriquece.

5 El que recoge en el verano es hombre entendido;

El que duerme en el tiempo de la siega es hijo que avergüenza.


6 Hay bendiciones sobre la cabeza del justo;

Pero violencia cubrirá la boca de los impíos.

7 La memoria del justo será bendita;

Mas el nombre de los impíos se pudrirá.

8 El sabio de corazón recibirá los mandamientos;

Mas el necio de labios caerá.

9 El que camina en integridad anda confiado;

Mas el que pervierte sus caminos será quebrantado.

10 El que guiña el ojo acarrea tristeza;

Y el necio de labios será castigado.

11 Manantial de vida es la boca del justo;

Pero violencia cubrirá la boca de los impíos.

12 El odio despierta rencillas;

Pero el amor cubrirá todas las faltas.

13 En los labios del prudente se halla sabiduría;

Mas la vara es para las espaldas del falto de cordura.

14 Los sabios guardan la sabiduría;

Mas la boca del necio es calamidad cercana.

15 Las riquezas del rico son su ciudad fortificada;

Y el desmayo de los pobres es su pobreza.

16 La obra del justo es para vida;

Mas el fruto del impío es para pecado.

17 Camino a la vida es guardar la instrucción;

Pero quien desecha la reprensión, yerra.

18 El que encubre el odio es de labios mentirosos;

Y el que propaga calumnia es necio.


19 En las muchas palabras no falta pecado;

Mas el que refrena sus labios es prudente.

20 Plata escogida es la lengua del justo;

Mas el corazón de los impíos es como nada.

21 Los labios del justo apacientan a muchos,

Mas los necios mueren por falta de entendimiento.

22 La bendición de Jehová es la que enriquece,

Y no añade tristeza con ella.

23 El hacer maldad es como una diversión al insensato;

Mas la sabiduría recrea al hombre de entendimiento.

24 Lo que el impío teme, eso le vendrá;

Pero a los justos les será dado lo que desean.

25 Como pasa el torbellino, así el malo no permanece;

Mas el justo permanece para siempre.

26 Como el vinagre a los dientes, y como el humo a los ojos,

Así es el perezoso a los que lo envían.

27 El temor de Jehová aumentará los días;

Mas los años de los impíos serán acortados.

28 La esperanza de los justos es alegría;

Mas la esperanza de los impíos perecerá.

29 El camino de Jehová es fortaleza al perfecto;

Pero es destrucción a los que hacen maldad.

30 El justo no será removido jamás;

Pero los impíos no habitarán la tierra.

31 La boca del justo producirá sabiduría;

Mas la lengua perversa será cortada.


32 Los labios del justo saben hablar lo que agrada;

Mas la boca de los impíos habla perversidades.

PROVERBIOS 11

1 El peso falso es abominación a Jehová;

Mas la pesa cabal le agrada.

2 Cuando viene la soberbia, viene también la deshonra;

Mas con los humildes está la sabiduría.

3 La integridad de los rectos los encaminará;

Pero destruirá a los pecadores la perversidad de ellos.

4 No aprovecharán las riquezas en el día de la ira;

Mas la justicia librará de muerte.

5 La justicia del perfecto enderezará su camino;

Mas el impío por su impiedad caerá.

6 La justicia de los rectos los librará;

Mas los pecadores serán atrapados en su pecado.

7 Cuando muere el hombre impío, perece su esperanza;

Y la expectación de los malos perecerá.

8 El justo es librado de la tribulación;

Mas el impío entra en lugar suyo.


9 El hipócrita con la boca daña a su prójimo;

Mas los justos son librados con la sabiduría.

10 En el bien de los justos la ciudad se alegra;

Mas cuando los impíos perecen hay fiesta.

11 Por la bendición de los rectos la ciudad será engrandecida;

Mas por la boca de los impíos será trastornada.

12 El que carece de entendimiento menosprecia a su prójimo;

Mas el hombre prudente calla.

13 El que anda en chismes descubre el secreto;

Mas el de espíritu fiel lo guarda todo.

14 Donde no hay dirección sabia, caerá el pueblo;

Mas en la multitud de consejeros hay seguridad.

15 Con ansiedad será afligido el que sale por fiador de un extraño;

Mas el que aborreciere las fianzas vivirá seguro.

16 La mujer agraciada tendrá honra,

Y los fuertes tendrán riquezas.

17 A su alma hace bien el hombre misericordioso;

Mas el cruel se atormenta a sí mismo.

18 El impío hace obra falsa;

Mas el que siembra justicia tendrá galardón firme.

19 Como la justicia conduce a la vida,

Así el que sigue el mal lo hace para su muerte.

20 Abominación son a Jehová los perversos de corazón;

Mas los perfectos de camino le son agradables.

21 Tarde o temprano, el malo será castigado;

Mas la descendencia de los justos será librada.


22 Como zarcillo de oro en el hocico de un cerdo

Es la mujer hermosa y apartada de razón.

23 El deseo de los justos es solamente el bien;

Mas la esperanza de los impíos es el enojo.

24 Hay quienes reparten, y les es añadido más;

Y hay quienes retienen más de lo que es justo, pero vienen a pobreza.

25 El alma generosa será prosperada;

Y el que saciare, él también será saciado.

26 Al que acapara el grano, el pueblo lo maldecirá;

Pero bendición será sobre la cabeza del que lo vende.

27 El que procura el bien buscará favor;

Mas al que busca el mal, éste le vendrá.

28 El que confía en sus riquezas caerá;

Mas los justos reverdecerán como ramas.

29 El que turba su casa heredará viento;

Y el necio será siervo del sabio de corazón.

30 El fruto del justo es árbol de vida;

Y el que gana almas es sabio.

31 Ciertamente el justo será recompensado en la tierra;

¡Cuánto más el impío y el pecador!

PROVERBIOS 12
1 El que ama la instrucción ama la sabiduría;

Mas el que aborrece la reprensión es ignorante.

2 El bueno alcanzará favor de Jehová;

Mas él condenará al hombre de malos pensamientos.

3 El hombre no se afirmará por medio de la impiedad;

Mas la raíz de los justos no será removida.

4 La mujer virtuosa es corona de su marido;

Mas la mala, como carcoma en sus huesos.

5 Los pensamientos de los justos son rectitud;

Mas los consejos de los impíos, engaño.

6 Las palabras de los impíos son asechanzas para derramar sangre;

Mas la boca de los rectos los librará.

7 Dios trastornará a los impíos, y no serán más;

Pero la casa de los justos permanecerá firme.

8 Según su sabiduría es alabado el hombre;

Mas el perverso de corazón será menospreciado.

9 Más vale el despreciado que tiene servidores,

Que el que se jacta, y carece de pan.

10 El justo cuida de la vida de su bestia;

Mas el corazón de los impíos es cruel.

11 El que labra su tierra se saciará de pan;

Mas el que sigue a los vagabundos es falto de entendimiento.

12 Codicia el impío la red de los malvados;

Mas la raíz de los justos dará fruto.


13 El impío es enredado en la prevaricación de sus labios;

Mas el justo saldrá de la tribulación.

14 El hombre será saciado de bien del fruto de su boca;

Y le será pagado según la obra de sus manos.

15 El camino del necio es derecho en su opinión;

Mas el que obedece al consejo es sabio.

16 El necio al punto da a conocer su ira;

Mas el que no hace caso de la injuria es prudente.

17 El que habla verdad declara justicia;

Mas el testigo mentiroso, engaño.

18 Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada;

Mas la lengua de los sabios es medicina.

19 El labio veraz permanecerá para siempre;

Mas la lengua mentirosa sólo por un momento.

20 Engaño hay en el corazón de los que piensan el mal;

Pero alegría en el de los que piensan el bien.

21 Ninguna adversidad acontecerá al justo;

Mas los impíos serán colmados de males.

22 Los labios mentirosos son abominación a Jehová;

Pero los que hacen verdad son su contentamiento.

23 El hombre cuerdo encubre su saber;

Mas el corazón de los necios publica la necedad.

24 La mano de los diligentes señoreará;

Mas la negligencia será tributaria.

25 La congoja en el corazón del hombre lo abate;

Mas la buena palabra lo alegra.


26 El justo sirve de guía a su prójimo;

Mas el camino de los impíos les hace errar.

27 El indolente ni aun asará lo que ha cazado;

Pero haber precioso del hombre es la diligencia.

28 En el camino de la justicia está la vida;

Y en sus caminos no hay muerte.

PROVERBIOS 13

1 El hijo sabio recibe el consejo del padre;

Mas el burlador no escucha las reprensiones.

2 Del fruto de su boca el hombre comerá el bien;

Mas el alma de los prevaricadores hallará el mal.

3 El que guarda su boca guarda su alma;

Mas el que mucho abre sus labios tendrá calamidad.

4 El alma del perezoso desea, y nada alcanza;

Mas el alma de los diligentes será prosperada.

5 El justo aborrece la palabra de mentira;

Mas el impío se hace odioso e infame.

6 La justicia guarda al de perfecto camino;

Mas la impiedad trastornará al pecador.


7 Hay quienes pretenden ser ricos, y no tienen nada;

Y hay quienes pretenden ser pobres, y tienen muchas riquezas.

8 El rescate de la vida del hombre está en sus riquezas;

Pero el pobre no oye censuras.

9 La luz de los justos se alegrará;

Mas se apagará la lámpara de los impíos.

10 Ciertamente la soberbia concebirá contienda;

Mas con los avisados está la sabiduría.

11 Las riquezas de vanidad disminuirán;

Pero el que recoge con mano laboriosa las aumenta.

12 La esperanza que se demora es tormento del corazón;

Pero árbol de vida es el deseo cumplido.

13 El que menosprecia el precepto perecerá por ello;

Mas el que teme el mandamiento será recompensado.

14 La ley del sabio es manantial de vida

Para apartarse de los lazos de la muerte.

15 El buen entendimiento da gracia;

Mas el camino de los transgresores es duro.

16 Todo hombre prudente procede con sabiduría;

Mas el necio manifestará necedad.

17 El mal mensajero acarrea desgracia;

Mas el mensajero fiel acarrea salud.

18 Pobreza y vergüenza tendrá el que menosprecia el consejo;

Mas el que guarda la corrección recibirá honra.

19 El deseo cumplido regocija el alma;

Pero apartarse del mal es abominación a los necios.


20 El que anda con sabios, sabio será;

Mas el que se junta con necios será quebrantado.

21 El mal perseguirá a los pecadores,

Mas los justos serán premiados con el bien.

22 El bueno dejará herederos a los hijos de sus hijos;

Pero la riqueza del pecador está guardada para el justo.

23 En el barbecho de los pobres hay mucho pan;

Mas se pierde por falta de juicio.

24 El que detiene el castigo, a su hijo aborrece;

Mas el que lo ama, desde temprano lo corrige.

25 El justo come hasta saciar su alma;

Mas el vientre de los impíos tendrá necesidad.

PROVERBIOS 14

1 La mujer sabia edifica su casa;

Mas la necia con sus manos la derriba.

2 El que camina en su rectitud teme a Jehová;

Mas el de caminos pervertidos lo menosprecia.

3 En la boca del necio está la vara de la soberbia;

Mas los labios de los sabios los guardarán.


4 Sin bueyes el granero está vacío;

Mas por la fuerza del buey hay abundancia de pan.

5 El testigo verdadero no mentirá;

Mas el testigo falso hablará mentiras.

6 Busca el escarnecedor la sabiduría y no la halla;

Mas al hombre entendido la sabiduría le es fácil.

7 Vete de delante del hombre necio,

Porque en él no hallarás labios de ciencia.

8 La ciencia del prudente está en entender su camino;

Mas la indiscreción de los necios es engaño.

9 Los necios se mofan del pecado;

Mas entre los rectos hay buena voluntad.

10 El corazón conoce la amargura de su alma;

Y extraño no se entremeterá en su alegría.

11 La casa de los impíos será asolada;

Pero florecerá la tienda de los rectos.

12 Hay camino que al hombre le parece derecho;

Pero su fin es camino de muerte.

13 Aun en la risa tendrá dolor el corazón;

Y el término de la alegría es congoja.

14 De sus caminos será hastiado el necio de corazón;

Pero el hombre de bien estará contento del suyo.

15 El simple todo lo cree;

Mas el avisado mira bien sus pasos.

16 El sabio teme y se aparta del mal;

Mas el insensato se muestra insolente y confiado.


17 El que fácilmente se enoja hará locuras;

Y el hombre perverso será aborrecido.

18 Los simples heredarán necedad;

Mas los prudentes se coronarán de sabiduría.

19 Los malos se inclinarán delante de los buenos,

Y los impíos a las puertas del justo.

20 El pobre es odioso aun a su amigo;

Pero muchos son los que aman al rico.

21 Peca el que menosprecia a su prójimo;

Mas el que tiene misericordia de los pobres es bienaventurado.

22 ¿No yerran los que piensan el mal?

Misericordia y verdad alcanzarán los que piensan el bien.

23 En toda labor hay fruto;

Mas las vanas palabras de los labios empobrecen.

24 Las riquezas de los sabios son su corona;

Pero la insensatez de los necios es infatuación.

25 El testigo verdadero libra las almas;

Mas el engañoso hablará mentiras.

26 En el temor de Jehová está la fuerte confianza;

Y esperanza tendrán sus hijos.

27 El temor de Jehová es manantial de vida

Para apartarse de los lazos de la muerte.

28 En la multitud del pueblo está la gloria del rey;

Y en la falta de pueblo la debilidad del príncipe.

29 El que tarda en airarse es grande de entendimiento;

Mas el que es impaciente de espíritu enaltece la necedad.


30 El corazón apacible es vida de la carne;

Mas la envidia es carcoma de los huesos.

31 El que oprime al pobre afrenta a su Hacedor;

Mas el que tiene misericordia del pobre, lo honra.

32 Por su maldad será lanzado el impío;

Mas el justo en su muerte tiene esperanza.

33 En el corazón del prudente reposa la sabiduría;

Pero no es conocida en medio de los necios.

34 La justicia engrandece a la nación;

Mas el pecado es afrenta de las naciones.

35 La benevolencia del rey es para con el servidor entendido;

Mas su enojo contra el que lo avergüenza.

PROVERBIOS 15

1 La blanda respuesta quita la ira;

Mas la palabra áspera hace subir el furor.

2 La lengua de los sabios adornará la sabiduría;

Mas la boca de los necios hablará sandeces.

3 Los ojos de Jehová están en todo lugar,

Mirando a los malos y a los buenos.


4 La lengua apacible es árbol de vida;

Mas la perversidad de ella es quebrantamiento de espíritu.

5 El necio menosprecia el consejo de su padre;

Mas el que guarda la corrección vendrá a ser prudente.

6 En la casa del justo hay gran provisión;

Pero turbación en las ganancias del impío.

7 La boca de los sabios esparce sabiduría;

No así el corazón de los necios.

8 El sacrificio de los impíos es abominación a Jehová;

Mas la oración de los rectos es su gozo.

9 Abominación es a Jehová el camino del impío;

Mas él ama al que sigue justicia.

10 La reconvención es molesta al que deja el camino;

Y el que aborrece la corrección morirá.

11 El Seol y el Abadón están delante de Jehová;

¡Cuánto más los corazones de los hombres!

12 El escarnecedor no ama al que le reprende,

Ni se junta con los sabios.

13 El corazón alegre hermosea el rostro;

Mas por el dolor del corazón el espíritu se abate.

14 El corazón entendido busca la sabiduría;

Mas la boca de los necios se alimenta de necedades.

15 Todos los días del afligido son difíciles;

Mas el de corazón contento tiene un banquete continuo.

16 Mejor es lo poco con el temor de Jehová,

Que el gran tesoro donde hay turbación.


17 Mejor es la comida de legumbres donde hay amor,

Que de buey engordado donde hay odio.

18 El hombre iracundo promueve contiendas;

Mas el que tarda en airarse apacigua la rencilla.

19 El camino del perezoso es como seto de espinos;

Mas la vereda de los rectos, como una calzada.

20 El hijo sabio alegra al padre;

Mas el hombre necio menosprecia a su madre.

21 La necedad es alegría al falto de entendimiento;

Mas el hombre entendido endereza sus pasos.

22 Los pensamientos son frustrados donde no hay consejo;

Mas en la multitud de consejeros se afirman.

23 El hombre se alegra con la respuesta de su boca;

Y la palabra a su tiempo, ¡cuán buena es!

24 El camino de la vida es hacia arriba al entendido,

Para apartarse del Seol abajo.

25 Jehová asolará la casa de los soberbios;

Pero afirmará la heredad de la viuda.

26 Abominación son a Jehová los pensamientos del malo;

Mas las expresiones de los limpios son limpias.

27 Alborota su casa el codicioso;

Mas el que aborrece el soborno vivirá.

28 El corazón del justo piensa para responder;

Mas la boca de los impíos derrama malas cosas.

29 Jehová está lejos de los impíos;

Pero él oye la oración de los justos.


30 La luz de los ojos alegra el corazón,

Y la buena nueva conforta los huesos.

31 El oído que escucha las amonestaciones de la vida,

Entre los sabios morará.

32 El que tiene en poco la disciplina menosprecia su alma;

Mas el que escucha la corrección tiene entendimiento.

33 El temor de Jehová es enseñanza de sabiduría;

Y a la honra precede la humildad.

Proverbios sobre la vida y la conducta

PROVERBIOS 16

1 Del hombre son las disposiciones del corazón;

Mas de Jehová es la respuesta de la lengua.

2 Todos los caminos del hombre son limpios en su propia opinión;

Pero Jehová pesa los espíritus.

3 Encomienda a Jehová tus obras,

Y tus pensamientos serán afirmados.

4 Todas las cosas ha hecho Jehová para sí mismo,

Y aun al impío para el día malo.


5 Abominación es a Jehová todo altivo de corazón;

Ciertamente no quedará impune.

6 Con misericordia y verdad se corrige el pecado,

Y con el temor de Jehová los hombres se apartan del mal.

7 Cuando los caminos del hombre son agradables a Jehová,

Aun a sus enemigos hace estar en paz con él.

8 Mejor es lo poco con justicia

Que la muchedumbre de frutos sin derecho.

9 El corazón del hombre piensa su camino;

Mas Jehová endereza sus pasos.

10 Oráculo hay en los labios del rey;

En juicio no prevaricará su boca.

11 Peso y balanzas justas son de Jehová;

Obra suya son todas las pesas de la bolsa.

12 Abominación es a los reyes hacer impiedad,

Porque con justicia será afirmado el trono.

13 Los labios justos son el contentamiento de los reyes,

Y éstos aman al que habla lo recto.

14 La ira del rey es mensajero de muerte;

Mas el hombre sabio la evitará.

15 En la alegría del rostro del rey está la vida,

Y su benevolencia es como nube de lluvia tardía.

16 Mejor es adquirir sabiduría que oro preciado;

Y adquirir inteligencia vale más que la plata.

17 El camino de los rectos se aparta del mal;

Su vida guarda el que guarda su camino.


18 Antes del quebrantamiento es la soberbia,

Y antes de la caída la altivez de espíritu.

19 Mejor es humillar el espíritu con los humildes

Que repartir despojos con los soberbios.

20 El entendido en la palabra hallará el bien,

Y el que confía en Jehová es bienaventurado.

21 El sabio de corazón es llamado prudente,

Y la dulzura de labios aumenta el saber.

22 Manantial de vida es el entendimiento al que lo posee;

Mas la erudición de los necios es necedad.

23 El corazón del sabio hace prudente su boca,

Y añade gracia a sus labios.

24 Panal de miel son los dichos suaves;

Suavidad al alma y medicina para los huesos.

25 Hay camino que parece derecho al hombre,

Pero su fin es camino de muerte.

26 El alma del que trabaja, trabaja para sí,

Porque su boca le estimula.

27 El hombre perverso cava en busca del mal,

Y en sus labios hay como llama de fuego.

28 El hombre perverso levanta contienda,

Y el chismoso aparta a los mejores amigos.

29 El hombre malo lisonjea a su prójimo,

Y le hace andar por camino no bueno.

30 Cierra sus ojos para pensar perversidades;

Mueve sus labios, efectúa el mal.


31 Corona de honra es la vejez

Que se halla en el camino de justicia.

32 Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte;

Y el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad.

33 La suerte se echa en el regazo;

Mas de Jehová es la decisión de ella.

PROVERBIOS 17

1 Mejor es un bocado seco, y en paz,

Que casa de contiendas llena de provisiones.

2 El siervo prudente se enseñoreará del hijo que deshonra,

Y con los hermanos compartirá la herencia.

3 El crisol para la plata, y la hornaza para el oro;

Pero Jehová prueba los corazones.

4 El malo está atento al labio inicuo;

Y el mentiroso escucha la lengua detractora.

5 El que escarnece al pobre afrenta a su Hacedor;

Y el que se alegra de la calamidad no quedará sin castigo.

6 Corona de los viejos son los nietos,

Y la honra de los hijos, sus padres.


7 No conviene al necio la altilocuencia;

¡Cuánto menos al príncipe el labio mentiroso!

8 Piedra preciosa es el soborno para el que lo practica;

Adondequiera que se vuelve, halla prosperidad.

9 El que cubre la falta busca amistad;

Mas el que la divulga, aparta al amigo.

10 La reprensión aprovecha al entendido,

Más que cien azotes al necio.

11 El rebelde no busca sino el mal,

Y mensajero cruel será enviado contra él.

12 Mejor es encontrarse con una osa a la cual han robado sus cachorros,

Que con un fatuo en su necedad.

13 El que da mal por bien,

No se apartará el mal de su casa.

14 El que comienza la discordia es como quien suelta las aguas;

Deja, pues, la contienda, antes que se enrede.

15 El que justifica al impío, y el que condena al justo,

Ambos son igualmente abominación a Jehová.

16 ¿De qué sirve el precio en la mano del necio para comprar sabiduría,

No teniendo entendimiento?

17 En todo tiempo ama el amigo,

Y es como un hermano en tiempo de angustia.

18 El hombre falto de entendimiento presta fianzas,

Y sale por fiador en presencia de su amigo.

19 El que ama la disputa, ama la transgresión;

Y el que abre demasiado la puerta busca su ruina.


20 El perverso de corazón nunca hallará el bien,

Y el que revuelve con su lengua caerá en el mal.

21 El que engendra al insensato, para su tristeza lo engendra;

Y el padre del necio no se alegrará.

22 El corazón alegre constituye buen remedio;

Mas el espíritu triste seca los huesos.

23 El impío toma soborno del seno

Para pervertir las sendas de la justicia.

24 En el rostro del entendido aparece la sabiduría;

Mas los ojos del necio vagan hasta el extremo de la tierra.

25 El hijo necio es pesadumbre de su padre,

Y amargura a la que lo dio a luz.

26 Ciertamente no es bueno condenar al justo,

Ni herir a los nobles que hacen lo recto.

27 El que ahorra sus palabras tiene sabiduría;

De espíritu prudente es el hombre entendido.

28 Aun el necio, cuando calla, es contado por sabio;

El que cierra sus labios es entendido.

PROVERBIOS 18
1 Su deseo busca el que se desvía,

Y se entremete en todo negocio.

2 No toma placer el necio en la inteligencia,

Sino en que su corazón se descubra.

3 Cuando viene el impío, viene también el menosprecio,

Y con el deshonrador la afrenta.

4 Aguas profundas son las palabras de la boca del hombre;

Y arroyo que rebosa, la fuente de la sabiduría.

5 Tener respeto a la persona del impío,

Para pervertir el derecho del justo, no es bueno.

6 Los labios del necio traen contienda;

Y su boca los azotes llama.

7 La boca del necio es quebrantamiento para sí,

Y sus labios son lazos para su alma.

8 Las palabras del chismoso son como bocados suaves,

Y penetran hasta las entrañas.

9 También el que es negligente en su trabajo

Es hermano del hombre disipador.

10 Torre fuerte es el nombre de Jehová;

A él correrá el justo, y será levantado.

11 Las riquezas del rico son su ciudad fortificada,

Y como un muro alto en su imaginación.

12 Antes del quebrantamiento se eleva el corazón del hombre,

Y antes de la honra es el abatimiento.

13 Al que responde palabra antes de oír,


Le es fatuidad y oprobio.

14 El ánimo del hombre soportará su enfermedad;

Mas ¿quién sorportará al ánimo angustiado?

15 El corazón del entendido adquiere sabiduría;

Y el oído de los sabios busca la ciencia.

16 La dádiva del hombre le ensancha el camino

Y le lleva delante de los grandes.

17 Justo parece el primero que aboga por su causa;

Pero viene su adversario, y le descubre.

18 La suerte pone fin a los pleitos,

Y decide entre los poderosos.

19 El hermano ofendido es más tenaz que una ciudad fuerte,

Y las contiendas de los hermanos son como cerrojos de alcázar.

20 Del fruto de la boca del hombre se llenará su vientre;

Se saciará del producto de sus labios.

21 La muerte y la vida están en poder de la lengua,

Y el que la ama comerá de sus frutos.

22 El que halla esposa halla el bien,

Y alcanza la benevolencia de Jehová.

23 El pobre habla con ruegos,

Mas el rico responde durezas.

24 El hombre que tiene amigos ha de mostrarse amigo;

Y amigo hay más unido que un hermano.


PROVERBIOS 19

1 Mejor es el pobre que camina en integridad,

Que el de perversos labios y fatuo.

2 El alma sin ciencia no es buena,

Y aquel que se apresura con los pies, peca.

3 La insensatez del hombre tuerce su camino,

Y luego contra Jehová se irrita su corazón.

4 Las riquezas traen muchos amigos;

Mas el pobre es apartado de su amigo.

5 El testigo falso no quedará sin castigo,

Y el que habla mentiras no escapará.

6 Muchos buscan el favor del generoso,

Y cada uno es amigo del hombre que da.

7 Todos los hermanos del pobre le aborrecen;

¡Cuánto más sus amigos se alejarán de él!

Buscará la palabra, y no la hallará.

8 El que posee entendimiento ama su alma;

El que guarda la inteligencia hallará el bien.

9 El testigo falso no quedará sin castigo,

Y el que habla mentiras perecerá.

10 No conviene al necio el deleite;

¡Cuánto menos al siervo ser señor de los príncipes!


11 La cordura del hombre detiene su furor,

Y su honra es pasar por alto la ofensa.

12 Como rugido de cachorro de león es la ira del rey,

Y su favor como el rocío sobre la hierba.

13 Dolor es para su padre el hijo necio,

Y gotera continua las contiendas de la mujer.

14 La casa y las riquezas son herencia de los padres;

Mas de Jehová la mujer prudente.

15 La pereza hace caer en profundo sueño,

Y el alma negligente padecerá hambre.

16 El que guarda el mandamiento guarda su alma;

Mas el que menosprecia sus caminos morirá.

17 A Jehová presta el que da al pobre,

Y el bien que ha hecho, se lo volverá a pagar.

18 Castiga a tu hijo en tanto que hay esperanza;

Mas no se apresure tu alma para destruirlo.

19 El de grande ira llevará la pena;

Y si usa de violencias, añadirá nuevos males.

20 Escucha el consejo, y recibe la corrección,

Para que seas sabio en tu vejez.

21 Muchos pensamientos hay en el corazón del hombre;

Mas el consejo de Jehová permanecerá.

22 Contentamiento es a los hombres hacer misericordia;

Pero mejor es el pobre que el mentiroso.

23 El temor de Jehová es para vida,

Y con él vivirá lleno de reposo el hombre;


No será visitado de mal.

24 El perezoso mete su mano en el plato,

Y ni aun a su boca la llevará.

25 Hiere al escarnecedor, y el simple se hará avisado;

Y corrigiendo al entendido, entenderá ciencia.

26 El que roba a su padre y ahuyenta a su madre,

Es hijo que causa vergüenza y acarrea oprobio.

27 Cesa, hijo mío, de oír las enseñanzas

Que te hacen divagar de las razones de sabiduría.

28 El testigo perverso se burlará del juicio,

Y la boca de los impíos encubrirá la iniquidad.

29 Preparados están juicios para los escarnecedores,

Y azotes para las espaldas de los necios.

PROVERBIOS 20

1 El vino es escarnecedor, la sidra alborotadora,

Y cualquiera que por ellos yerra no es sabio.

2 Como rugido de cachorro de león es el terror del rey;

El que lo enfurece peca contra sí mismo.

3 Honra es del hombre dejar la contienda;


Mas todo insensato se envolverá en ella.

4 El perezoso no ara a causa del invierno;

Pedirá, pues, en la siega, y no hallará.

5 Como aguas profundas es el consejo en el corazón del hombre;

Mas el hombre entendido lo alcanzará.

6 Muchos hombres proclaman cada uno su propia bondad,

Pero hombre de verdad, ¿quién lo hallará?

7 Camina en su integridad el justo;

Sus hijos son dichosos después de él.

8 El rey que se sienta en el trono de juicio,

Con su mirar disipa todo mal.

9 ¿Quién podrá decir: Yo he limpiado mi corazón,

Limpio estoy de mi pecado?

10 Pesa falsa y medida falsa,

Ambas cosas son abominación a Jehová.

11 Aun el muchacho es conocido por sus hechos,

Si su conducta fuere limpia y recta.

12 El oído que oye, y el ojo que ve,

Ambas cosas igualmente ha hecho Jehová.

13 No ames el sueño, para que no te empobrezcas;

Abre tus ojos, y te saciarás de pan.

14 El que compra dice: Malo es, malo es;

Mas cuando se aparta, se alaba.

15 Hay oro y multitud de piedras preciosas;

Mas los labios prudentes son joya preciosa.

16 Quítale su ropa al que salió por fiador del extraño,


Y toma prenda del que sale fiador por los extraños.

17 Sabroso es al hombre el pan de mentira;

Pero después su boca será llena de cascajo.

18 Los pensamientos con el consejo se ordenan;

Y con dirección sabia se hace la guerra.

19 El que anda en chismes descubre el secreto;

No te entremetas, pues, con el suelto de lengua.

20 Al que maldice a su padre o a su madre,

Se le apagará su lámpara en oscuridad tenebrosa.

21 Los bienes que se adquieren de prisa al principio,

No serán al final bendecidos.

22 No digas: Yo me vengaré;

Espera a Jehová, y él te salvará.

23 Abominación son a Jehová las pesas falsas,

Y la balanza falsa no es buena.

24 De Jehová son los pasos del hombre;

¿Cómo, pues, entenderá el hombre su camino?

25 Lazo es al hombre hacer apresuradamente voto de consagración,

Y después de hacerlo, reflexionar.

26 El rey sabio avienta a los impíos,

Y sobre ellos hace rodar la rueda.

27 Lámpara de Jehová es el espíritu del hombre,

La cual escudriña lo más profundo del corazón.

28 Misericordia y verdad guardan al rey,

Y con clemencia se sustenta su trono.

29 La gloria de los jóvenes es su fuerza,


Y la hermosura de los ancianos es su vejez.

30 Los azotes que hieren son medicina para el malo,

Y el castigo purifica el corazón.

PROVERBIOS 21

1 Como los repartimientos de las aguas,

Así está el corazón del rey en la mano de Jehová;

A todo lo que quiere lo inclina.

2 Todo camino del hombre es recto en su propia opinión;

Pero Jehová pesa los corazones.

3 Hacer justicia y juicio es a Jehová

Más agradable que sacrificio.

4 Altivez de ojos, y orgullo de corazón,

Y pensamiento de impíos, son pecado.

5 Los pensamientos del diligente ciertamente tienden a la abundancia;

Mas todo el que se apresura alocadamente, de cierto va a la pobreza.

6 Amontonar tesoros con lengua mentirosa

Es aliento fugaz de aquellos que buscan la muerte.

7 La rapiña de los impíos los destruirá,

Por cuanto no quisieron hacer juicio.


8 El camino del hombre perverso es torcido y extraño;

Mas los hechos del limpio son rectos.

9 Mejor es vivir en un rincón del terrado

Que con mujer rencillosa en casa espaciosa.

10 El alma del impío desea el mal;

Su prójimo no halla favor en sus ojos.

11 Cuando el escarnecedor es castigado, el simple se hace sabio;

Y cuando se le amonesta al sabio, aprende ciencia.

12 Considera el justo la casa del impío,

Cómo los impíos son trastornados por el mal.

13 El que cierra su oído al clamor del pobre,

También él clamará, y no será oído.

14 La dádiva en secreto calma el furor,

Y el don en el seno, la fuerte ira.

15 Alegría es para el justo el hacer juicio;

Mas destrucción a los que hacen iniquidad.

16 El hombre que se aparta del camino de la sabiduría

Vendrá a parar en la compañía de los muertos.

17 Hombre necesitado será el que ama el deleite,

Y el que ama el vino y los ungüentos no se enriquecerá.

18 Rescate del justo es el impío,

Y por los rectos, el prevaricador.

19 Mejor es morar en tierra desierta

Que con la mujer rencillosa e iracunda.

20 Tesoro precioso y aceite hay en la casa del sabio;

Mas el hombre insensato todo lo disipa.


21 El que sigue la justicia y la misericordia

Hallará la vida, la justicia y la honra.

22 Tomó el sabio la ciudad de los fuertes,

Y derribó la fuerza en que ella confiaba.

23 El que guarda su boca y su lengua,

Su alma guarda de angustias.

24 Escarnecedor es el nombre del soberbio y presuntuoso

Que obra en la insolencia de su presunción.

25 El deseo del perezoso le mata,

Porque sus manos no quieren trabajar.

26 Hay quien todo el día codicia;

Pero el justo da, y no detiene su mano.

27 El sacrificio de los impíos es abominación;

¡Cuánto más ofreciéndolo con maldad!

28 El testigo mentiroso perecerá;

Mas el hombre que oye, permanecerá en su dicho.

29 El hombre impío endurece su rostro;

Mas el recto ordena sus caminos.

30 No hay sabiduría, ni inteligencia,

Ni consejo, contra Jehová.

31 El caballo se alista para el día de la batalla;

Mas Jehová es el que da la victoria.

PROVERBIOS 22
1 De más estima es el buen nombre que las muchas riquezas,

Y la buena fama más que la plata y el oro.

2 El rico y el pobre se encuentran;

A ambos los hizo Jehová.

3 El avisado ve el mal y se esconde;

Mas los simples pasan y reciben el daño.

4 Riquezas, honra y vida

Son la remuneración de la humildad y del temor de Jehová.

5 Espinos y lazos hay en el camino del perverso;

El que guarda su alma se alejará de ellos.

6 Instruye al niño en su camino,

Y aun cuando fuere viejo no se apartará de él.

7 El rico se enseñorea de los pobres,

Y el que toma prestado es siervo del que presta.

8 El que sembrare iniquidad, iniquidad segará,

Y la vara de su insolencia se quebrará.

9 El ojo misericordioso será bendito,

Porque dio de su pan al indigente.

10 Echa fuera al escarnecedor, y saldrá la contienda,

Y cesará el pleito y la afrenta.

11 El que ama la limpieza de corazón,

Por la gracia de sus labios tendrá la amistad del rey.


12 Los ojos de Jehová velan por la ciencia;

Mas él trastorna las cosas de los prevaricadores.

13 Dice el perezoso: El león está fuera;

Seré muerto en la calle.

14 Fosa profunda es la boca de la mujer extraña;

Aquel contra el cual Jehová estuviere airado caerá en ella.

15 La necedad está ligada en el corazón del muchacho;

Mas la vara de la corrección la alejará de él.

16 El que oprime al pobre para aumentar sus ganancias,

O que da al rico, ciertamente se empobrecerá.

Preceptos y amonestaciones

17 Inclina tu oído y oye las palabras de los sabios,

Y aplica tu corazón a mi sabiduría;

18 Porque es cosa deliciosa, si las guardares dentro de ti;

Si juntamente se afirmaren sobre tus labios.

19 Para que tu confianza sea en Jehová,

Te las he hecho saber hoy a ti también.

20 ¿No te he escrito tres veces


En consejos y en ciencia,

21 Para hacerte saber la certidumbre de las palabras de verdad,

A fin de que vuelvas a llevar palabras de verdad a los que te enviaron?

22 No robes al pobre, porque es pobre,

Ni quebrantes en la puerta al afligido;

23 Porque Jehová juzgará la causa de ellos,

Y despojará el alma de aquellos que los despojaren.

24 No te entremetas con el iracundo,

Ni te acompañes con el hombre de enojos,

25 No sea que aprendas sus maneras,

Y tomes lazo para tu alma.

26 No seas de aquellos que se comprometen,

Ni de los que salen por fiadores de deudas.

27 Si no tuvieres para pagar,

¿Por qué han de quitar tu cama de debajo de ti?

28 No traspases los linderos antiguos

Que pusieron tus padres.

29 ¿Has visto hombre solícito en su trabajo? Delante de los reyes estará;

No estará delante de los de baja condición.

PROVERBIOS 23
1 Cuando te sientes a comer con algún señor,

Considera bien lo que está delante de ti,

2 Y pon cuchillo a tu garganta,

Si tienes gran apetito.

3 No codicies sus manjares delicados,

Porque es pan engañoso.

4 No te afanes por hacerte rico;

Sé prudente, y desiste.

5 ¿Has de poner tus ojos en las riquezas, siendo ningunas?

Porque se harán alas

Como alas de águila, y volarán al cielo.

6 No comas pan con el avaro,

Ni codicies sus manjares;

7 Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él.

Come y bebe, te dirá;

Mas su corazón no está contigo.

8 Vomitarás la parte que comiste,

Y perderás tus suaves palabras.

9 No hables a oídos del necio,

Porque menospreciará la prudencia de tus razones.

10 No traspases el lindero antiguo,

Ni entres en la heredad de los huérfanos;

11 Porque el defensor de ellos es el Fuerte,


El cual juzgará la causa de ellos contra ti.

12 Aplica tu corazón a la enseñanza,

Y tus oídos a las palabras de sabiduría.

13 No rehúses corregir al muchacho;

Porque si lo castigas con vara, no morirá.

14 Lo castigarás con vara,

Y librarás su alma del Seol.

15 Hijo mío, si tu corazón fuere sabio,

También a mí se me alegrará el corazón;

16 Mis entrañas también se alegrarán

Cuando tus labios hablaren cosas rectas.

17 No tenga tu corazón envidia de los pecadores,

Antes persevera en el temor de Jehová todo el tiempo;

18 Porque ciertamente hay fin,

Y tu esperanza no será cortada.

19 Oye, hijo mío, y sé sabio,

Y endereza tu corazón al camino.

20 No estés con los bebedores de vino,

Ni con los comedores de carne;

21 Porque el bebedor y el comilón empobrecerán,

Y el sueño hará vestir vestidos rotos.

22 Oye a tu padre, a aquel que te engendró;

Y cuando tu madre envejeciere, no la menosprecies.

23 Compra la verdad, y no la vendas;


La sabiduría, la enseñanza y la inteligencia.

24 Mucho se alegrará el padre del justo,

Y el que engendra sabio se gozará con él.

25 Alégrense tu padre y tu madre,

Y gócese la que te dio a luz.

26 Dame, hijo mío, tu corazón,

Y miren tus ojos por mis caminos.

27 Porque abismo profundo es la ramera,

Y pozo angosto la extraña.

28 También ella, como robador, acecha,

Y multiplica entre los hombres los prevaricadores.

29 ¿Para quién será el ay? ¿Para quién el dolor? ¿Para quién las rencillas?

¿Para quién las quejas? ¿Para quién las heridas en balde?

¿Para quién lo amoratado de los ojos?

30 Para los que se detienen mucho en el vino,

Para los que van buscando la mistura.

31 No mires al vino cuando rojea,

Cuando resplandece su color en la copa.

Se entra suavemente;

32 Mas al fin como serpiente morderá,

Y como áspid dará dolor.

33 Tus ojos mirarán cosas extrañas,

Y tu corazón hablará perversidades.

34 Serás como el que yace en medio del mar,


O como el que está en la punta de un mastelero.

35 Y dirás: Me hirieron, mas no me dolió;

Me azotaron, mas no lo sentí;

Cuando despertare, aún lo volveré a buscar.

PROVERBIOS 24

1 No tengas envidia de los hombres malos,

Ni desees estar con ellos;

2 Porque su corazón piensa en robar,

E iniquidad hablan sus labios.

3 Con sabiduría se edificará la casa,

Y con prudencia se afirmará;

4 Y con ciencia se llenarán las cámaras

De todo bien preciado y agradable.

5 El hombre sabio es fuerte,

Y de pujante vigor el hombre docto.

6 Porque con ingenio harás la guerra,

Y en la multitud de consejeros está la victoria.

7 Alta está para el insensato la sabiduría;


En la puerta no abrirá él su boca.

8 Al que piensa hacer el mal,

Le llamarán hombre de malos pensamientos.

9 El pensamiento del necio es pecado,

Y abominación a los hombres el escarnecedor.

10 Si fueres flojo en el día de trabajo,

Tu fuerza será reducida.

11 Libra a los que son llevados a la muerte;

Salva a los que están en peligro de muerte.

12 Porque si dijeres: Ciertamente no lo supimos,

¿Acaso no lo entenderá el que pesa los corazones?

El que mira por tu alma, él lo conocerá,

Y dará al hombre según sus obras.

13 Come, hijo mío, de la miel, porque es buena,

Y el panal es dulce a tu paladar.

14 Así será a tu alma el conocimiento de la sabiduría;

Si la hallares tendrás recompensa,

Y al fin tu esperanza no será cortada.

15 Oh impío, no aceches la tienda del justo,

No saquees su cámara;

16 Porque siete veces cae el justo, y vuelve a levantarse;

Mas los impíos caerán en el mal.


17 Cuando cayere tu enemigo, no te regocijes,

Y cuando tropezare, no se alegre tu corazón;

18 No sea que Jehová lo mire, y le desagrade,

Y aparte de sobre él su enojo.

19 No te entremetas con los malignos,

Ni tengas envidia de los impíos;

20 Porque para el malo no habrá buen fin,

Y la lámpara de los impíos será apagada.

21 Teme a Jehová, hijo mío, y al rey;

No te entremetas con los veleidosos;

22 Porque su quebrantamiento vendrá de repente;

Y el quebrantamiento de ambos,

¿quién lo comprende?

23 También estos son dichos de los sabios:

Hacer acepción de personas en el juicio no es bueno.

24 El que dijere al malo: Justo eres,


Los pueblos lo maldecirán, y le detestarán las naciones;

25 Mas los que lo reprendieren tendrán felicidad,

Y sobre ellos vendrá gran bendición.

26 Besados serán los labios

Del que responde palabras rectas.

27 Prepara tus labores fuera,

Y disponlas en tus campos,

Y después edificarás tu casa.

28 No seas sin causa testigo contra tu prójimo,

Y no lisonjees con tus labios.

29 No digas: Como me hizo, así le haré;

Daré el pago al hombre según su obra.

30 Pasé junto al campo del hombre perezoso,

Y junto a la viña del hombre falto de entendimiento;

31 Y he aquí que por toda ella habían crecido los espinos,

Ortigas habían ya cubierto su faz,

Y su cerca de piedra estaba ya destruida.

32 Miré, y lo puse en mi corazón;

Lo vi, y tomé consejo.

33 Un poco de sueño, cabeceando otro poco,

Poniendo mano sobre mano otro poco para dormir;

34 Así vendrá como caminante tu necesidad,

Y tu pobreza como hombre armado.


Comparaciones y lecciones morales

PROVERBIOS 25

1 También estos son proverbios de Salomón, los cuales copiaron los varones de Ezequías, rey de
Judá:

2 Gloria de Dios es encubrir un asunto;

Pero honra del rey es escudriñarlo.

3 Para la altura de los cielos, y para la profundidad de la tierra,

Y para el corazón de los reyes, no hay investigación.

4 Quita las escorias de la plata,

Y saldrá alhaja al fundidor.

5 Aparta al impío de la presencia del rey,

Y su trono se afirmará en justicia.

6 No te alabes delante del rey,

Ni estés en el lugar de los grandes;

7 Porque mejor es que se te diga: Sube acá,

Y no que seas humillado delante del príncipe


A quien han mirado tus ojos.

8 No entres apresuradamente en pleito,

No sea que no sepas qué hacer al fin,

Después que tu prójimo te haya avergonzado.

9 Trata tu causa con tu compañero,

Y no descubras el secreto a otro,

10 No sea que te deshonre el que lo oyere,

Y tu infamia no pueda repararse.

11 Manzana de oro con figuras de plata

Es la palabra dicha como conviene.

12 Como zarcillo de oro y joyel de oro fino

Es el que reprende al sabio que tiene oído dócil.

13 Como frío de nieve en tiempo de la siega,

Así es el mensajero fiel a los que lo envían,

Pues al alma de su señor da refrigerio.

14 Como nubes y vientos sin lluvia,

Así es el hombre que se jacta de falsa liberalidad.

15 Con larga paciencia se aplaca el príncipe,

Y la lengua blanda quebranta los huesos.

16 ¿Hallaste miel? Come lo que te basta,

No sea que hastiado de ella la vomites.

17 Detén tu pie de la casa de tu vecino,

No sea que hastiado de ti te aborrezca.


18 Martillo y cuchillo y saeta aguda

Es el hombre que habla contra su prójimo falso testimonio.

19 Como diente roto y pie descoyuntado

Es la confianza en el prevaricador en tiempo de angustia.

20 El que canta canciones al corazón afligido

Es como el que quita la ropa en tiempo de frío, o el que sobre el jabón echa vinagre.

21 Si el que te aborrece tuviere hambre, dale de comer pan,

Y si tuviere sed, dale de beber agua;

22 Porque ascuas amontonarás sobre su cabeza,

Y Jehová te lo pagará.

23 El viento del norte ahuyenta la lluvia,

Y el rostro airado la lengua detractora.

24 Mejor es estar en un rincón del terrado,

Que con mujer rencillosa en casa espaciosa.

25 Como el agua fría al alma sedienta,

Así son las buenas nuevas de lejanas tierras.

26 Como fuente turbia y manantial corrompido,

Es el justo que cae delante del impío.

27 Comer mucha miel no es bueno,

Ni el buscar la propia gloria es gloria.

28 Como ciudad derribada y sin muro

Es el hombre cuyo espíritu no tiene rienda.

PROVERBIOS 26
1 Como no conviene la nieve en el verano, ni la lluvia en la siega,

Así no conviene al necio la honra.

2 Como el gorrión en su vagar, y como la golondrina en su vuelo,

Así la maldición nunca vendrá sin causa.

3 El látigo para el caballo, el cabestro para el asno,

Y la vara para la espalda del necio.

4 Nunca respondas al necio de acuerdo con su necedad,

Para que no seas tú también como él.

5 Responde al necio como merece su necedad,

Para que no se estime sabio en su propia opinión.

6 Como el que se corta los pies y bebe su daño,

Así es el que envía recado por mano de un necio.

7 Las piernas del cojo penden inútiles;

Así es el proverbio en la boca del necio.

8 Como quien liga la piedra en la honda,

Así hace el que da honra al necio.

9 Espinas hincadas en mano del embriagado,

Tal es el proverbio en la boca de los necios.

10 Como arquero que a todos hiere,

Es el que toma a sueldo insensatos y vagabundos.

11 Como perro que vuelve a su vómito,

Así es el necio que repite su necedad.


12 ¿Has visto hombre sabio en su propia opinión?

Más esperanza hay del necio que de él.

13 Dice el perezoso: El león está en el camino;

El león está en las calles.

14 Como la puerta gira sobre sus quicios,

Así el perezoso se vuelve en su cama.

15 Mete el perezoso su mano en el plato;

Se cansa de llevarla a su boca.

16 En su propia opinión el perezoso es más sabio

Que siete que sepan aconsejar.

17 El que pasando se deja llevar de la ira en pleito ajeno

Es como el que toma al perro por las orejas.

18 Como el que enloquece, y echa llamas

Y saetas y muerte,

19 Tal es el hombre que engaña a su amigo,

Y dice: Ciertamente lo hice por broma.

20 Sin leña se apaga el fuego,

Y donde no hay chismoso, cesa la contienda.

21 El carbón para brasas, y la leña para el fuego;

Y el hombre rencilloso para encender contienda.

22 Las palabras del chismoso son como bocados suaves,

Y penetran hasta las entrañas.

23 Como escoria de plata echada sobre el tiesto

Son los labios lisonjeros y el corazón malo.

24 El que odia disimula con sus labios;

Mas en su interior maquina engaño.


25 Cuando hablare amigablemente, no le creas;

Porque siete abominaciones hay en su corazón.

26 Aunque su odio se cubra con disimulo,

Su maldad será descubierta en la congregación.

27 El que cava foso caerá en él;

Y al que revuelve la piedra, sobre él le volverá.

28 La lengua falsa atormenta al que ha lastimado,

Y la boca lisonjera hace resbalar.

PROVERBIOS 27

1 No te jactes del día de mañana;

Porque no sabes qué dará de sí el día.

2 Alábete el extraño, y no tu propia boca;

El ajeno, y no los labios tuyos.

3 Pesada es la piedra, y la arena pesa;

Mas la ira del necio es más pesada que ambas.

4 Cruel es la ira, e impetuoso el furor;

Mas ¿quién podrá sostenerse delante de la envidia?

5 Mejor es reprensión manifiesta

Que amor oculto.


6 Fieles son las heridas del que ama;

Pero importunos los besos del que aborrece.

7 El hombre saciado desprecia el panal de miel;

Pero al hambriento todo lo amargo es dulce.

8 Cual ave que se va de su nido,

Tal es el hombre que se va de su lugar.

9 El ungüento y el perfume alegran el corazón,

Y el cordial consejo del amigo, al hombre.

10 No dejes a tu amigo, ni al amigo de tu padre;

Ni vayas a la casa de tu hermano en el día de tu aflicción.

Mejor es el vecino cerca que el hermano lejos.

11 Sé sabio, hijo mío, y alegra mi corazón,

Y tendré qué responder al que me agravie.

12 El avisado ve el mal y se esconde;

Mas los simples pasan y llevan el daño.

13 Quítale su ropa al que salió fiador por el extraño;

Y al que fía a la extraña, tómale prenda.

14 El que bendice a su amigo en alta voz, madrugando de mañana,

Por maldición se le contará.

15 Gotera continua en tiempo de lluvia

Y la mujer rencillosa, son semejantes;

16 Pretender contenerla es como refrenar el viento,

O sujetar el aceite en la mano derecha.

17 Hierro con hierro se aguza;

Y así el hombre aguza el rostro de su amigo.

18 Quien cuida la higuera comerá su fruto,


Y el que mira por los intereses de su señor, tendrá honra.

19 Como en el agua el rostro corresponde al rostro,

Así el corazón del hombre al del hombre.

20 El Seol y el Abadón nunca se sacian;

Así los ojos del hombre nunca están satisfechos.

21 El crisol prueba la plata, y la hornaza el oro,

Y al hombre la boca del que lo alaba.

22 Aunque majes al necio en un mortero entre granos de trigo majados con el pisón,

No se apartará de él su necedad.

23 Sé diligente en conocer el estado de tus ovejas,

Y mira con cuidado por tus rebaños;

24 Porque las riquezas no duran para siempre;

¿Y será la corona para perpetuas generaciones?

25 Saldrá la grama, aparecerá la hierba,

Y se segarán las hierbas de los montes.

26 Los corderos son para tus vestidos,

Y los cabritos para el precio del campo;

27 Y abundancia de leche de las cabras para tu mantenimiento, para mantenimiento de tu casa,

Y para sustento de tus criadas.

Proverbios antitéticos

PROVERBIOS 28
1 Huye el impío sin que nadie lo persiga;

Mas el justo está confiado como un león.

2 Por la rebelión de la tierra sus príncipes son muchos;

Mas por el hombre entendido y sabio permanece estable.

3 El hombre pobre y robador de los pobres

Es como lluvia torrencial que deja sin pan.

4 Los que dejan la ley alaban a los impíos;

Mas los que la guardan contenderán con ellos.

5 Los hombres malos no entienden el juicio;

Mas los que buscan a Jehová entienden todas las cosas.

6 Mejor es el pobre que camina en su integridad,

Que el de perversos caminos y rico.

7 El que guarda la ley es hijo prudente;

Mas el que es compañero de glotones avergüenza a su padre.

8 El que aumenta sus riquezas con usura y crecido interés,

Para aquel que se compadece de los pobres las aumenta.

9 El que aparta su oído para no oír la ley,

Su oración también es abominable.

10 El que hace errar a los rectos por el mal camino,

El caerá en su misma fosa;

Mas los perfectos heredarán el bien.

11 El hombre rico es sabio en su propia opinión;

Mas el pobre entendido lo escudriña.


12 Cuando los justos se alegran, grande es la gloria;

Mas cuando se levantan los impíos, tienen que esconderse los hombres.

13 El que encubre sus pecados no prosperará;

Mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia.

14 Bienaventurado el hombre que siempre teme a Dios;

Mas el que endurece su corazón caerá en el mal.

15 León rugiente y oso hambriento

Es el príncipe impío sobre el pueblo pobre.

16 El príncipe falto de entendimiento multiplicará la extorsión;

Mas el que aborrece la avaricia prolongará sus días.

17 El hombre cargado de la sangre de alguno

Huirá hasta el sepulcro, y nadie le detendrá.

18 El que en integridad camina será salvo;

Mas el de perversos caminos caerá en alguno.

19 El que labra su tierra se saciará de pan;

Mas el que sigue a los ociosos se llenará de pobreza.

20 El hombre de verdad tendrá muchas bendiciones;

Mas el que se apresura a enriquecerse no será sin culpa.

21 Hacer acepción de personas no es bueno;

Hasta por un bocado de pan prevaricará el hombre.

22 Se apresura a ser rico el avaro,

Y no sabe que le ha de venir pobreza.

23 El que reprende al hombre, hallará después mayor gracia

Que el que lisonjea con la lengua.

24 El que roba a su padre o a su madre, y dice que no es maldad,

Compañero es del hombre destruidor.


25 El altivo de ánimo suscita contiendas;

Mas el que confía en Jehová prosperará.

26 El que confía en su propio corazón es necio;

Mas el que camina en sabiduría será librado.

27 El que da al pobre no tendrá pobreza;

Mas el que aparta sus ojos tendrá muchas maldiciones.

28 Cuando los impíos son levantados se esconde el hombre;

Mas cuando perecen, los justos se multiplican.

PROVERBIOS 29

1 El hombre que reprendido endurece la cerviz,

De repente será quebrantado, y no habrá para él medicina.

2 Cuando los justos dominan, el pueblo se alegra;

Mas cuando domina el impío, el pueblo gime.

3 El hombre que ama la sabiduría alegra a su padre;

Mas el que frecuenta rameras perderá los bienes.

4 El rey con el juicio afirma la tierra;

Mas el que exige presentes la destruye.

5 El hombre que lisonjea a su prójimo,

Red tiende delante de sus pasos.


6 En la transgresión del hombre malo hay lazo;

Mas el justo cantará y se alegrará.

7 Conoce el justo la causa de los pobres;

Mas el impío no entiende sabiduría.

8 Los hombres escarnecedores ponen la ciudad en llamas;

Mas los sabios apartan la ira.

9 Si el hombre sabio contendiere con el necio,

Que se enoje o que se ría, no tendrá reposo.

10 Los hombres sanguinarios aborrecen al perfecto,

Mas los rectos buscan su contentamiento.

11 El necio da rienda suelta a toda su ira,

Mas el sabio al fin la sosiega.

12 Si un gobernante atiende la palabra mentirosa,

Todos sus servidores serán impíos.

13 El pobre y el usurero se encuentran;

Jehová alumbra los ojos de ambos.

14 Del rey que juzga con verdad a los pobres,

El trono será firme para siempre.

15 La vara y la corrección dan sabiduría;

Mas el muchacho consentido avergonzará a su madre.

16 Cuando los impíos son muchos, mucha es la transgresión;

Mas los justos verán la ruina de ellos.

17 Corrige a tu hijo, y te dará descanso,

Y dará alegría a tu alma.

18 Sin profecía el pueblo se desenfrena;

Mas el que guarda la ley es bienaventurado.


19 El siervo no se corrige con palabras;

Porque entiende, mas no hace caso.

20 ¿Has visto hombre ligero en sus palabras?

Más esperanza hay del necio que de él.

21 El siervo mimado desde la niñez por su amo,

A la postre será su heredero.

22 El hombre iracundo levanta contiendas,

Y el furioso muchas veces peca.

23 La soberbia del hombre le abate;

Pero al humilde de espíritu sustenta la honra.

24 El cómplice del ladrón aborrece su propia alma;

Pues oye la imprecación y no dice nada.

25 El temor del hombre pondrá lazo;

Mas el que confía en Jehová será exaltado.

26 Muchos buscan el favor del príncipe;

Mas de Jehová viene el juicio de cada uno.

27 Abominación es a los justos el hombre inicuo;

Y abominación es al impío el de caminos rectos.

Las palabras de Agur

PROVERBIOS 30

1 Palabras de Agur, hijo de Jaqué; la profecía que dijo el varón a Itiel, a Itiel y a Ucal.
2 Ciertamente más rudo soy yo que ninguno,

Ni tengo entendimiento de hombre.

3 Yo ni aprendí sabiduría,

Ni conozco la ciencia del Santo.

4 ¿Quién subió al cielo, y descendió?

¿Quién encerró los vientos en sus puños?

¿Quién ató las aguas en un paño?

¿Quién afirmó todos los términos de la tierra?

¿Cuál es su nombre, y el nombre de su hijo, si sabes?

5 Toda palabra de Dios es limpia;

El es escudo a los que en él esperan.

6 No añadas a sus palabras, para que no te reprenda,

Y seas hallado mentiroso.

7 Dos cosas te he demandado;

No me las niegues antes que muera:

8 Vanidad y palabra mentirosa aparta de mí;

No me des pobreza ni riquezas;

Manténme del pan necesario;

9 No sea que me sacie, y te niegue, y diga: ¿Quién es Jehová?


O que siendo pobre, hurte,

Y blasfeme el nombre de mi Dios.

10 No acuses al siervo ante su señor,

No sea que te maldiga, y lleves el castigo.

11 Hay generación que maldice a su padre

Y a su madre no bendice.

12 Hay generación limpia en su propia opinión,

Si bien no se ha limpiado de su inmundicia.

13 Hay generación cuyos ojos son altivos

Y cuyos párpados están levantados en alto.

14 Hay generación cuyos dientes son espadas, y sus muelas cuchillos,

Para devorar a los pobres de la tierra, y a los menesterosos de entre los hombres.

15 La sanguijuela tiene dos hijas que dicen: ¡Dame! ¡dame!

Tres cosas hay que nunca se sacian;

Aun la cuarta nunca dice: ¡Basta!

16 El Seol, la matriz estéril,

La tierra que no se sacia de aguas,

Y el fuego que jamás dice: ¡Basta!

17 El ojo que escarnece a su padre

Y menosprecia la enseñanza de la madre,

Los cuervos de la cañada lo saquen,

Y lo devoren los hijos del águila.


18 Tres cosas me son ocultas;

Aun tampoco sé la cuarta:

19 El rastro del águila en el aire;

El rastro de la culebra sobre la peña;

El rastro de la nave en medio del mar;

Y el rastro del hombre en la doncella.

20 El proceder de la mujer adúltera es así:

Come, y limpia su boca

Y dice: No he hecho maldad.

21 Por tres cosas se alborota la tierra,

Y la cuarta ella no puede sufrir:

22 Por el siervo cuando reina;

Por el necio cuando se sacia de pan;

23 Por la mujer odiada cuando se casa;

Y por la sierva cuando hereda a su señora.

24 Cuatro cosas son de las más pequeñas de la tierra,

Y las mismas son más sabias que los sabios:

25 Las hormigas, pueblo no fuerte,

Y en el verano preparan su comida;

26 Los conejos, pueblo nada esforzado,

Y ponen su casa en la piedra;

27 Las langostas, que no tienen rey,

Y salen todas por cuadrillas;


28 La araña que atrapas con la mano,

Y está en palacios de rey.

29 Tres cosas hay de hermoso andar,

Y la cuarta pasea muy bien:

30 El león, fuerte entre todos los animales,

Que no vuelve atrás por nada;

31 El ceñido de lomos; asimismo el macho cabrío;

Y el rey, a quien nadie resiste.

32 Si neciamente has procurado enaltecerte,

O si has pensado hacer mal,

Pon el dedo sobre tu boca.

33 Ciertamente el que bate la leche sacará mantequilla,

Y el que recio se suena las narices sacará sangre;

Y el que provoca la ira causará contienda.

Exhortación a un rey

PROVERBIOS 31

1 Palabras del rey Lemuel; la profecía con que le enseñó su madre.


2 ¿Qué, hijo mío? ¿y qué, hijo de mi vientre?

¿Y qué, hijo de mis deseos?

3 No des a las mujeres tu fuerza,

Ni tus caminos a lo que destruye a los reyes.

4 No es de los reyes, oh Lemuel, no es de los reyes beber vino,

Ni de los príncipes la sidra;

5 No sea que bebiendo olviden la ley,

Y perviertan el derecho de todos los afligidos.

6 Dad la sidra al desfallecido,

Y el vino a los de amargado ánimo.

7 Beban, y olvídense de su necesidad,

Y de su miseria no se acuerden más.

8 Abre tu boca por el mudo

En el juicio de todos los desvalidos.

9 Abre tu boca, juzga con justicia,

Y defiende la causa del pobre y del menesteroso.

Elogio de la mujer virtuosa


10 Mujer virtuosa, ¿quién la hallará?

Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas.

11 El corazón de su marido está en ella confiado,

Y no carecerá de ganancias.

12 Le da ella bien y no mal

Todos los días de su vida.

13 Busca lana y lino,

Y con voluntad trabaja con sus manos.

14 Es como nave de mercader;

Trae su pan de lejos.

15 Se levanta aun de noche

Y da comida a su familia

Y ración a sus criadas.

16 Considera la heredad, y la compra,

Y planta viña del fruto de sus manos.

17 Ciñe de fuerza sus lomos,

Y esfuerza sus brazos.

18 Ve que van bien sus negocios;

Su lámpara no se apaga de noche.

19 Aplica su mano al huso,

Y sus manos a la rueca.

20 Alarga su mano al pobre,

Y extiende sus manos al menesteroso.

21 No tiene temor de la nieve por su familia,

Porque toda su familia está vestida de ropas dobles.


22 Ella se hace tapices;

De lino fino y púrpura es su vestido.

23 Su marido es conocido en las puertas,

Cuando se sienta con los ancianos de la tierra.

24 Hace telas, y vende,

Y da cintas al mercader.

25 Fuerza y honor son su vestidura;

Y se ríe de lo por venir.

26 Abre su boca con sabiduría,

Y la ley de clemencia está en su lengua.

27 Considera los caminos de su casa,

Y no come el pan de balde.

28 Se levantan sus hijos y la llaman bienaventurada;

Y su marido también la alaba:

29 Muchas mujeres hicieron el bien;

Mas tú sobrepasas a todas.

30 Engañosa es la gracia, y vana la hermosura;

La mujer que teme a Jehová, ésa será alabada.

31 Dadle del fruto de sus manos,

Y alábenla en las puertas sus hechos.

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ECLESTIASTÉS
O EL PREDICADOR

Todo es vanidad

ECLESTIASTÉS 1

1 Palabras del Predicador, hijo de David, rey en Jerusalén.

2 Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad. 3 ¿Qué


provecho tiene el hombre de todo su trabajo con que se afana debajo del sol? 4 Generación va, y
generación viene; mas la tierra siempre permanece. 5 Sale el sol, y se pone el sol, y se apresura a
volver al lugar de donde se levanta. 6 El viento tira hacia el sur, y rodea al norte; va girando de
continuo, y a sus giros vuelve el viento de nuevo. 7 Los ríos todos van al mar, y el mar no se llena;
al lugar de donde los ríos vinieron, allí vuelven para correr de nuevo. 8 Todas las cosas son
fatigosas más de lo que el hombre puede expresar; nunca se sacia el ojo de ver, ni el oído de oír. 9
¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará; y
nada hay nuevo debajo del sol. 10 ¿Hay algo de que se puede decir: He aquí esto es nuevo? Ya fue
en los siglos que nos han precedido. 11 No hay memoria de lo que precedió, ni tampoco de lo que
sucederá habrá memoria en los que serán después.

La experiencia del Predicador

12 Yo el Predicador fui rey sobre Israel en Jerusalén. 13 Y di mi corazón a inquirir y a buscar con
sabiduría sobre todo lo que se hace debajo del cielo; este penoso trabajo dio Dios a los hijos de los
hombres, para que se ocupen en él. 14 Miré todas las obras que se hacen debajo del sol; y he aquí,
todo ello es vanidad y aflicción de espíritu. 15 Lo torcido no se puede enderezar, y lo incompleto
no puede contarse.

16 Hablé yo en mi corazón, diciendo: He aquí yo me he engrandecido, y he crecido en sabiduría


sobre todos los que fueron antes de mí en Jerusalén; y mi corazón ha percibido mucha sabiduría y
ciencia. 17 Y dediqué mi corazón a conocer la sabiduría, y también a entender las locuras y los
desvaríos; conocí que aun esto era aflicción de espíritu. 18 Porque en la mucha sabiduría hay
mucha molestia; y quien añade ciencia, añade dolor.

ECLESTIASTÉS 2

1 Dije yo en mi corazón: Ven ahora, te probaré con alegría, y gozarás de bienes. Mas he aquí esto
también era vanidad. 2 A la risa dije: Enloqueces; y al placer: ¿De qué sirve esto? 3 Propuse en mi
corazón agasajar mi carne con vino, y que anduviese mi corazón en sabiduría, con retención de la
necedad, hasta ver cuál fuese el bien de los hijos de los hombres, en el cual se ocuparan debajo
del cielo todos los días de su vida. 4 Engrandecí mis obras, edifiqué para mí casas, planté para mí
viñas; 5 me hice huertos y jardines, y planté en ellos árboles de todo fruto. 6 Me hice estanques de
aguas, para regar de ellos el bosque donde crecían los árboles. 7 Compré siervos y siervas, y tuve
siervos nacidos en casa; también tuve posesión grande de vacas y de ovejas, más que todos los
que fueron antes de mí en Jerusalén. 8 Me amontoné también plata y oro, y tesoros preciados de
reyes y de provincias; me hice de cantores y cantoras, de los deleites de los hijos de los hombres, y
de toda clase de instrumentos de música.

9 Y fui engrandecido y aumentado más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén; a más
de esto, conservé conmigo mi sabiduría. 10 No negué a mis ojos ninguna cosa que desearan, ni
aparté mi corazón de placer alguno, porque mi corazón gozó de todo mi trabajo; y esta fue mi
parte de toda mi faena. 11 Miré yo luego todas las obras que habían hecho mis manos, y el trabajo
que tomé para hacerlas; y he aquí, todo era vanidad y aflicción de espíritu, y sin provecho debajo
del sol. 12 Después volví yo a mirar para ver la sabiduría y los desvaríos y la necedad; porque ¿qué
podrá hacer el hombre que venga después del rey? Nada, sino lo que ya ha sido hecho. 13 Y he
visto que la sabiduría sobrepasa a la necedad, como la luz a las tinieblas. 14 El sabio tiene sus ojos
en su cabeza, mas el necio anda en tinieblas; pero también entendí yo que un mismo suceso
acontecerá al uno como al otro. 15 Entonces dije yo en mi corazón: Como sucederá al necio, me
sucederá también a mí. ¿Para qué, pues, he trabajado hasta ahora por hacerme más sabio? Y dije
en mi corazón, que también esto era vanidad. 16 Porque ni del sabio ni del necio habrá memoria
para siempre; pues en los días venideros ya todo será olvidado, y también morirá el sabio como el
necio. 17 Aborrecí, por tanto, la vida, porque la obra que se hace debajo del sol me era fastidiosa;
por cuanto todo es vanidad y aflicción de espíritu.

18 Asimismo aborrecí todo mi trabajo que había hecho debajo del sol, el cual tendré que dejar a
otro que vendrá después de mí. 19 Y ¿quién sabe si será sabio o necio el que se enseñoreará de
todo mi trabajo en que yo me afané y en que ocupé debajo del sol mi sabiduría? Esto también es
vanidad. 20 Volvió, por tanto, a desesperanzarse mi corazón acerca de todo el trabajo en que me
afané, y en que había ocupado debajo del sol mi sabiduría. 21 ¡Que el hombre trabaje con
sabiduría, y con ciencia y con rectitud, y que haya de dar su hacienda a hombre que nunca trabajó
en ello! También es esto vanidad y mal grande. 22 Porque ¿qué tiene el hombre de todo su
trabajo, y de la fatiga de su corazón, con que se afana debajo del sol? 23 Porque todos sus días no
son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su corazón no reposa. Esto también es
vanidad.

24 No hay cosa mejor para el hombre sino que coma y beba, y que su alma se alegre en su trabajo.
También he visto que esto es de la mano de Dios. 25 Porque ¿quién comerá, y quién se cuidará,
mejor que yo? 26 Porque al hombre que le agrada, Dios le da sabiduría, ciencia y gozo; mas al
pecador da el trabajo de recoger y amontonar, para darlo al que agrada a Dios. También esto es
vanidad y aflicción de espíritu.

Todo tiene su tiempo

ECLESTIASTÉS 3

1 Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. 2 Tiempo de nacer,
y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado; 3 tiempo de matar, y
tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de edificar; 4 tiempo de llorar, y tiempo de reir;
tiempo de endechar, y tiempo de bailar; 5 tiempo de esparcir piedras, y tiempo de juntar piedras;
tiempo de abrazar, y tiempo de abstenerse de abrazar; 6 tiempo de buscar, y tiempo de perder;
tiempo de guardar, y tiempo de desechar; 7 tiempo de romper, y tiempo de coser; tiempo de
callar, y tiempo de hablar; 8 tiempo de amar, y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra, y tiempo
de paz. 9 ¿Qué provecho tiene el que trabaja, de aquello en que se afana?

10 Yo he visto el trabajo que Dios ha dado a los hijos de los hombres para que se ocupen en él. 11
Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance
el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin. 12 Yo he conocido
que no hay para ellos cosa mejor que alegrarse, y hacer bien en su vida; 13 y también que es don
de Dios que todo hombre coma y beba, y goce el bien de toda su labor. 14 He entendido que todo
lo que Dios hace será perpetuo; sobre aquello no se añadirá, ni de ello se disminuirá; y lo hace
Dios, para que delante de él teman los hombres. 15 Aquello que fue, ya es; y lo que ha de ser, fue
ya; y Dios restaura lo que pasó.
Injusticias de la vida

16 Vi más debajo del sol: en lugar del juicio, allí impiedad; y en lugar de la justicia, allí iniquidad. 17
Y dije yo en mi corazón: Al justo y al impío juzgará Dios; porque allí hay un tiempo para todo lo que
se quiere y para todo lo que se hace. 18 Dije en mi corazón: Es así, por causa de los hijos de los
hombres, para que Dios los pruebe, y para que vean que ellos mismos son semejantes a las
bestias. 19 Porque lo que sucede a los hijos de los hombres, y lo que sucede a las bestias, un
mismo suceso es: como mueren los unos, así mueren los otros, y una misma respiración tienen
todos; ni tiene más el hombre que la bestia; porque todo es vanidad. 20 Todo va a un mismo lugar;
todo es hecho del polvo, y todo volverá al mismo polvo. 21 ¿Quién sabe que el espíritu de los hijos
de los hombres sube arriba, y que el espíritu del animal desciende abajo a la tierra? 22 Así, pues,
he visto que no hay cosa mejor para el hombre que alegrarse en su trabajo, porque esta es su
parte; porque ¿quién lo llevará para que vea lo que ha de ser después de él?

ECLESTIASTÉS 4

1 Me volví y vi todas las violencias que se hacen debajo del sol; y he aquí las lágrimas de los
oprimidos, sin tener quien los consuele; y la fuerza estaba en la mano de sus opresores, y para
ellos no había consolador. 2 Y alabé yo a los finados, los que ya murieron, más que a los vivientes,
los que viven todavía. 3 Y tuve por más feliz que unos y otros al que no ha sido aún, que no ha
visto las malas obras que debajo del sol se hacen.

4 He visto asimismo que todo trabajo y toda excelencia de obras despierta la envidia del hombre
contra su prójimo. También esto es vanidad y aflicción de espíritu.

5 El necio cruza sus manos y come su misma carne.

6 Más vale un puño lleno con descanso, que ambos puños llenos con trabajo y aflicción de espíritu.

7 Yo me volví otra vez, y vi vanidad debajo del sol. 8 Está un hombre solo y sin sucesor, que no
tiene hijo ni hermano; pero nunca cesa de trabajar, ni sus ojos se sacian de sus riquezas, ni se
pregunta: ¿Para quién trabajo yo, y defraudo mi alma del bien? También esto es vanidad, y duro
trabajo.
9 Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo. 10 Porque si cayeren, el uno
levantará a su compañero; pero ¡ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante.
11 También si dos durmieren juntos, se calentarán mutuamente; mas ¿cómo se calentará uno
solo? 12 Y si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán; y cordón de tres dobleces no se
rompe pronto.

13 Mejor es el muchacho pobre y sabio, que el rey viejo y necio que no admite consejos; 14
porque de la cárcel salió para reinar, aunque en su reino nació pobre. 15 Vi a todos los que viven
debajo del sol caminando con el muchacho sucesor, que estará en lugar de aquél. 16 No tenía fin
la muchedumbre del pueblo que le seguía; sin embargo, los que vengan después tampoco estarán
contentos de él. Y esto es también vanidad y aflicción de espíritu.

La insensatez de hacer votos a la ligera

ECLESTIASTÉS 5

1 Cuando fueres a la casa de Dios, guarda tu pie; y acércate más para oír que para ofrecer el
sacrificio de los necios; porque no saben que hacen mal. 2 No te des prisa con tu boca, ni tu
corazón se apresure a proferir palabra delante de Dios; porque Dios está en el cielo, y tú sobre la
tierra; por tanto, sean pocas tus palabras.

3 Porque de la mucha ocupación viene el sueño, y de la multitud de las palabras la voz del necio.

4 Cuando a Dios haces promesa, no tardes en cumplirla; porque él no se complace en los


insensatos. Cumple lo que prometes. 5 Mejor es que no prometas, y no que prometas y no
cumplas. 6 No dejes que tu boca te haga pecar, ni digas delante del ángel, que fue ignorancia. ¿Por
qué harás que Dios se enoje a causa de tu voz, y que destruya la obra de tus manos?

7 Donde abundan los sueños, también abundan las vanidades y las muchas palabras; mas tú, teme
a Dios.
La vanidad de la vida

8 Si opresión de pobres y perversión de derecho y de justicia vieres en la provincia, no te


maravilles de ello; porque sobre el alto vigila otro más alto, y uno más alto está sobre ellos. 9
Además, el provecho de la tierra es para todos; el rey mismo está sujeto a los campos.

10 El que ama el dinero, no se saciará de dinero; y el que ama el mucho tener, no sacará fruto.
También esto es vanidad. 11 Cuando aumentan los bienes, también aumentan los que los
consumen. ¿Qué bien, pues, tendrá su dueño, sino verlos con sus ojos?

12 Dulce es el sueño del trabajador, coma mucho, coma poco; pero al rico no le deja dormir la
abundancia.

13 Hay un mal doloroso que he visto debajo del sol: las riquezas guardadas por sus dueños para su
mal; 14 las cuales se pierden en malas ocupaciones, y a los hijos que engendraron, nada les queda
en la mano. 15 Como salió del vientre de su madre, desnudo, así vuelve, yéndose tal como vino; y
nada tiene de su trabajo para llevar en su mano. 16 Este también es un gran mal, que como vino,
así haya de volver. ¿Y de qué le aprovechó trabajar en vano? 17 Además de esto, todos los días de
su vida comerá en tinieblas, con mucho afán y dolor y miseria.

18 He aquí, pues, el bien que yo he visto: que lo bueno es comer y beber, y gozar uno del bien de
todo su trabajo con que se fatiga debajo del sol, todos los días de su vida que Dios le ha dado;
porque esta es su parte. 19 Asimismo, a todo hombre a quien Dios da riquezas y bienes, y le da
también facultad para que coma de ellas, y tome su parte, y goce de su trabajo, esto es don de
Dios. 20 Porque no se acordará mucho de los días de su vida; pues Dios le llenará de alegría el
corazón.

ECLESTIASTÉS 6

1 Hay un mal que he visto debajo del cielo, y muy común entre los hombres: 2 El del hombre a
quien Dios da riquezas y bienes y honra, y nada le falta de todo lo que su alma desea; pero Dios no
le da facultad de disfrutar de ello, sino que lo disfrutan los extraños. Esto es vanidad, y mal
doloroso. 3 Aunque el hombre engendrare cien hijos, y viviere muchos años, y los días de su edad
fueren numerosos; si su alma no se sació del bien, y también careció de sepultura, yo digo que un
abortivo es mejor que él. 4 Porque éste en vano viene, y a las tinieblas va, y con tinieblas su
nombre es cubierto. 5 Además, no ha visto el sol, ni lo ha conocido; más reposo tiene éste que
aquél. 6 Porque si aquél viviere mil años dos veces, sin gustar del bien, ¿no van todos al mismo
lugar?

7 Todo el trabajo del hombre es para su boca, y con todo eso su deseo no se sacia. 8 Porque ¿qué
más tiene el sabio que el necio? ¿Qué más tiene el pobre que supo caminar entre los vivos? 9 Más
vale vista de ojos que deseo que pasa. Y también esto es vanidad y aflicción de espíritu.

10 Respecto de lo que es, ya ha mucho que tiene nombre, y se sabe que es hombre y que no
puede contender con Aquel que es más poderoso que él. 11 Ciertamente las muchas palabras
multiplican la vanidad. ¿Qué más tiene el hombre? 12 Porque ¿quién sabe cuál es el bien del
hombre en la vida, todos los días de la vida de su vanidad, los cuales él pasa como sombra? Porque
¿quién enseñará al hombre qué será después de él debajo del sol?

Contraste entre la sabiduría y la insensatez

ECLESTIASTÉS 7

1 Mejor es la buena fama que el buen ungüento; y mejor el día de la muerte que el día del
nacimiento. 2 Mejor es ir a la casa del luto que a la casa del banquete; porque aquello es el fin de
todos los hombres, y el que vive lo pondrá en su corazón. 3 Mejor es el pesar que la risa; porque
con la tristeza del rostro se enmendará el corazón. 4 El corazón de los sabios está en la casa del
luto; mas el corazón de los insensatos, en la casa en que hay alegría. 5 Mejor es oír la reprensión
del sabio que la canción de los necios. 6 Porque la risa del necio es como el estrépito de los
espinos debajo de la olla. Y también esto es vanidad. 7 Ciertamente la opresión hace entontecer al
sabio, y las dádivas corrompen el corazón. 8 Mejor es el fin del negocio que su principio; mejor es
el sufrido de espíritu que el altivo de espíritu. 9 No te apresures en tu espíritu a enojarte; porque
el enojo reposa en el seno de los necios. 10 Nunca digas: ¿Cuál es la causa de que los tiempos
pasados fueron mejores que estos? Porque nunca de esto preguntarás con sabiduría. 11 Buena es
la ciencia con herencia, y provechosa para los que ven el sol. 12 Porque escudo es la ciencia, y
escudo es el dinero; mas la sabiduría excede, en que da vida a sus poseedores. 13 Mira la obra de
Dios; porque ¿quién podrá enderezar lo que él torció?

14 En el día del bien goza del bien; y en el día de la adversidad considera. Dios hizo tanto lo uno
como lo otro, a fin de que el hombre nada halle después de él.

15 Todo esto he visto en los días de mi vanidad. Justo hay que perece por su justicia, y hay impío
que por su maldad alarga sus días. 16 No seas demasiado justo, ni seas sabio con exceso; ¿por qué
habrás de destruirte? 17 No hagas mucho mal, ni seas insensato; ¿por qué habrás de morir antes
de tu tiempo? 18 Bueno es que tomes esto, y también de aquello no apartes tu mano; porque
aquel que a Dios teme, saldrá bien en todo.

19 La sabiduría fortalece al sabio más que diez poderosos que haya en una ciudad.

20 Ciertamente no hay hombre justo en la tierra, que haga el bien y nunca peque.

21 Tampoco apliques tu corazón a todas las cosas que se hablan, para que no oigas a tu siervo
cuando dice mal de ti; 22 porque tu corazón sabe que tú también dijiste mal de otros muchas
veces.

23 Todas estas cosas probé con sabiduría, diciendo: Seré sabio; pero la sabiduría se alejó de mí. 24
Lejos está lo que fue; y lo muy profundo, ¿quién lo hallará? 25 Me volví y fijé mi corazón para
saber y examinar e inquirir la sabiduría y la razón, y para conocer la maldad de la insensatez y el
desvarío del error. 26 Y he hallado más amarga que la muerte a la mujer cuyo corazón es lazos y
redes, y sus manos ligaduras. El que agrada a Dios escapará de ella; mas el pecador quedará en
ella preso. 27 He aquí que esto he hallado, dice el Predicador, pesando las cosas una por una para
hallar la razón; 28 lo que aún busca mi alma, y no lo encuentra: un hombre entre mil he hallado,
pero mujer entre todas éstas nunca hallé. 29 He aquí, solamente esto he hallado: que Dios hizo al
hombre recto, pero ellos buscaron muchas perversiones.

ECLESTIASTÉS 8
1 ¿Quién como el sabio? ¿y quién como el que sabe la declaración de las cosas? La sabiduría del
hombre ilumina su rostro, y la tosquedad de su semblante se mudará.

2 Te aconsejo que guardes el mandamiento del rey y la palabra del juramento de Dios. 3 No te
apresures a irte de su presencia, ni en cosa mala persistas; porque él hará todo lo que quiere. 4
Pues la palabra del rey es con potestad, ¿y quién le dirá: ¿Qué haces? 5 El que guarda el
mandamiento no experimentará mal; y el corazón del sabio discierne el tiempo y el juicio. 6
Porque para todo lo que quisieres hay tiempo y juicio; porque el mal del hombre es grande sobre
él; 7 pues no sabe lo que ha de ser; y el cuándo haya de ser, ¿quién se lo enseñará? 8 No hay
hombre que tenga potestad sobre el espíritu para retener el espíritu, ni potestad sobre el día de la
muerte; y no valen armas en tal guerra, ni la impiedad librará al que la posee. 9 Todo esto he visto,
y he puesto mi corazón en todo lo que debajo del sol se hace; hay tiempo en que el hombre se
enseñorea del hombre para mal suyo.

Desigualdades de la vida

10 Asimismo he visto a los inicuos sepultados con honra; mas los que frecuentaban el lugar santo
fueron luego puestos en olvido en la ciudad donde habían actuado con rectitud. Esto también es
vanidad. 11 Por cuanto no se ejecuta luego sentencia sobre la mala obra, el corazón de los hijos de
los hombres está en ellos dispuesto para hacer el mal. 12 Aunque el pecador haga mal cien veces,
y prolongue sus días, con todo yo también sé que les irá bien a los que a Dios temen, los que
temen ante su presencia; 13 y que no le irá bien al impío, ni le serán prolongados los días, que son
como sombra; por cuanto no teme delante de la presencia de Dios.

14 Hay vanidad que se hace sobre la tierra: que hay justos a quienes sucede como si hicieran obras
de impíos, y hay impíos a quienes acontece como si hicieran obras de justos. Digo que esto
también es vanidad. 15 Por tanto, alabé yo la alegría; que no tiene el hombre bien debajo del sol,
sino que coma y beba y se alegre; y que esto le quede de su trabajo los días de su vida que Dios le
concede debajo del sol.

16 Yo, pues, dediqué mi corazón a conocer sabiduría, y a ver la faena que se hace sobre la tierra
(porque hay quien ni de noche ni de día ve sueño en sus ojos); 17 y he visto todas las obras de
Dios, que el hombre no puede alcanzar la obra que debajo del sol se hace; por mucho que trabaje
el hombre buscándola, no la hallará; aunque diga el sabio que la conoce, no por eso podrá
alcanzarla.
ECLESTIASTÉS 9

1 Ciertamente he dado mi corazón a todas estas cosas, para declarar todo esto: que los justos y los
sabios, y sus obras, están en la mano de Dios; que sea amor o que sea odio, no lo saben los
hombres; todo está delante de ellos. 2 Todo acontece de la misma manera a todos; un mismo
suceso ocurre al justo y al impío; al bueno, al limpio y al no limpio; al que sacrifica, y al que no
sacrifica; como al bueno, así al que peca; al que jura, como al que teme el juramento. 3 Este mal
hay entre todo lo que se hace debajo del sol, que un mismo suceso acontece a todos, y también
que el corazón de los hijos de los hombres está lleno de mal y de insensatez en su corazón durante
su vida; y después de esto se van a los muertos. 4 Aún hay esperanza para todo aquel que está
entre los vivos; porque mejor es perro vivo que león muerto. 5 Porque los que viven saben que
han de morir; pero los muertos nada saben, ni tienen más paga; porque su memoria es puesta en
olvido. 6 También su amor y su odio y su envidia fenecieron ya; y nunca más tendrán parte en
todo lo que se hace debajo del sol.

7 Anda, y come tu pan con gozo, y bebe tu vino con alegre corazón; porque tus obras ya son
agradables a Dios.

8 En todo tiempo sean blancos tus vestidos, y nunca falte ungüento sobre tu cabeza.

9 Goza de la vida con la mujer que amas, todos los días de la vida de tu vanidad que te son dados
debajo del sol, todos los días de tu vanidad; porque esta es tu parte en la vida, y en tu trabajo con
que te afanas debajo del sol. 10 Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus
fuerzas; porque en el Seol, adonde vas, no hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría.

11 Me volví y vi debajo del sol, que ni es de los ligeros la carrera, ni la guerra de los fuertes, ni aun
de los sabios el pan, ni de los prudentes las riquezas, ni de los elocuentes el favor; sino que tiempo
y ocasión acontecen a todos. 12 Porque el hombre tampoco conoce su tiempo; como los peces
que son presos en la mala red, y como las aves que se enredan en lazo, así son enlazados los hijos
de los hombres en el tiempo malo, cuando cae de repente sobre ellos.
13 También vi esta sabiduría debajo del sol, la cual me parece grande: 14 una pequeña ciudad, y
pocos hombres en ella; y viene contra ella un gran rey, y la asedia y levanta contra ella grandes
baluartes; 15 y se halla en ella un hombre pobre, sabio, el cual libra a la ciudad con su sabiduría; y
nadie se acordaba de aquel hombre pobre. 16 Entonces dije yo: Mejor es la sabiduría que la
fuerza, aunque la ciencia del pobre sea menospreciada, y no sean escuchadas sus palabras.

17 Las palabras del sabio escuchadas en quietud, son mejores que el clamor del señor entre los
necios. 18 Mejor es la sabiduría que las armas de guerra; pero un pecador destruye mucho bien.

Excelencia de la sabiduría

ECLESTIASTÉS 10

1 Las moscas muertas hacen heder y dar mal olor al perfume del perfumista; así una pequeña
locura, al que es estimado como sabio y honorable. 2 El corazón del sabio está a su mano derecha,
mas el corazón del necio a su mano izquierda. 3 Y aun mientras va el necio por el camino, le falta
cordura, y va diciendo a todos que es necio. 4 Si el espíritu del príncipe se exaltare contra ti, no
dejes tu lugar; porque la mansedumbre hará cesar grandes ofensas.

5 Hay un mal que he visto debajo del sol, a manera de error emanado del príncipe: 6 la necedad
está colocada en grandes alturas, y los ricos están sentados en lugar bajo. 7 Vi siervos a caballo, y
príncipes que andaban como siervos sobre la tierra. 8 El que hiciere hoyo caerá en él; y al que
aportillare vallado, le morderá la serpiente. 9 Quien corta piedras, se hiere con ellas; el que parte
leña, en ello peligra. 10 Si se embotare el hierro, y su filo no fuere amolado, hay que añadir
entonces más fuerza; pero la sabiduría es provechosa para dirigir. 11 Si muerde la serpiente antes
de ser encantada, de nada sirve el encantador.

12 Las palabras de la boca del sabio son llenas de gracia, mas los labios del necio causan su propia
ruina. 13 El principio de las palabras de su boca es necedad; y el fin de su charla, nocivo desvarío.
14 El necio multiplica palabras, aunque no sabe nadie lo que ha de ser; ¿y quién le hará saber lo
que después de él será? 15 El trabajo de los necios los fatiga; porque no saben por dónde ir a la
ciudad.
16 ¡Ay de ti, tierra, cuando tu rey es muchacho, y tus príncipes banquetean de mañana! 17
¡Bienaventurada tú, tierra, cuando tu rey es hijo de nobles, y tus príncipes comen a su hora, para
reponer sus fuerzas y no para beber! 18 Por la pereza se cae la techumbre, y por la flojedad de las
manos se llueve la casa. 19 Por el placer se hace el banquete, y el vino alegra a los vivos; y el
dinero sirve para todo. 20 Ni aun en tu pensamiento digas mal del rey, ni en lo secreto de tu
cámara digas mal del rico; porque las aves del cielo llevarán la voz, y las que tienen alas harán
saber la palabra.

ECLESTIASTÉS 11

1 Echa tu pan sobre las aguas; porque después de muchos días lo hallarás. 2 Reparte a siete, y aun
a ocho; porque no sabes el mal que vendrá sobre la tierra. 3 Si las nubes fueren llenas de agua,
sobre la tierra la derramarán; y si el árbol cayere al sur, o al norte, en el lugar que el árbol cayere,
allí quedará. 4 El que al viento observa, no sembrará; y el que mira a las nubes, no segará.

5 Como tú no sabes cuál es el camino del viento, o cómo crecen los huesos en el vientre de la
mujer encinta, así ignoras la obra de Dios, el cual hace todas las cosas.

6 Por la mañana siembra tu semilla, y a la tarde no dejes reposar tu mano; porque no sabes cuál es
lo mejor, si esto o aquello, o si lo uno y lo otro es igualmente bueno.

7 Suave ciertamente es la luz, y agradable a los ojos ver el sol; 8 pero aunque un hombre viva
muchos años, y en todos ellos tenga gozo, acuérdese sin embargo que los días de las tinieblas
serán muchos. Todo cuanto viene es vanidad.

Consejos para la juventud

9 Alégrate, joven, en tu juventud, y tome placer tu corazón en los días de tu adolescencia; y anda
en los caminos de tu corazón y en la vista de tus ojos; pero sabe, que sobre todas estas cosas te
juzgará Dios.
10 Quita, pues, de tu corazón el enojo, y aparta de tu carne el mal; porque la adolescencia y la
juventud son vanidad.

ECLESTIASTÉS 12

1 Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen
los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento; 2 antes que se oscurezca el sol, y la
luz, y la luna y las estrellas, y vuelvan las nubes tras la lluvia; 3 cuando temblarán los guardas de la
casa, y se encorvarán los hombres fuertes, y cesarán las muelas porque han disminuido, y se
oscurecerán los que miran por las ventanas; 4 y las puertas de afuera se cerrarán, por lo bajo del
ruido de la muela; cuando se levantará a la voz del ave, y todas las hijas del canto serán abatidas; 5
cuando también temerán de lo que es alto, y habrá terrores en el camino; y florecerá el almendro,
y la langosta será una carga, y se perderá el apetito; porque el hombre va a su morada eterna, y
los endechadores andarán alrededor por las calles; 6 antes que la cadena de plata se quiebre, y se
rompa el cuenco de oro, y el cántaro se quiebre junto a la fuente, y la rueda sea rota sobre el
pozo; 7 y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio. 8 Vanidad de
vanidades, dijo el Predicador, todo es vanidad.

Resumen del deber del hombre

9 Y cuanto más sabio fue el Predicador, tanto más enseñó sabiduría al pueblo; e hizo escuchar, e
hizo escudriñar, y compuso muchos proverbios. 10 Procuró el Predicador hallar palabras
agradables, y escribir rectamente palabras de verdad.

11 Las palabras de los sabios son como aguijones; y como clavos hincados son las de los maestros
de las congregaciones, dadas por un Pastor. 12 Ahora, hijo mío, a más de esto, sé amonestado. No
hay fin de hacer muchos libros; y el mucho estudio es fatiga de la carne.

13 El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es
el todo del hombre. 14 Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa
encubierta, sea buena o sea mala.

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CANTAR DE LOS CANTARES

DE SALOMÓN

La esposa y las hijas de Jerusalén

CANTARES 1

1 Cantar de los cantares, el cual es de Salomón.

2 ¡Oh, si él me besara con besos de su boca!

Porque mejores son tus amores que el vino.

3 A más del olor de tus suaves ungüentos,

Tu nombre es como ungüento derramado;

Por eso las doncellas te aman.

4 Atráeme; en pos de ti correremos.

El rey me ha metido en sus cámaras;

Nos gozaremos y alegraremos en ti;

Nos acordaremos de tus amores más que del vino;

Con razón te aman.


5 Morena soy, oh hijas de Jerusalén, pero codiciable

Como las tiendas de Cedar,

Como las cortinas de Salomón.

6 No reparéis en que soy morena,

Porque el sol me miró.

Los hijos de mi madre se airaron contra mí;

Me pusieron a guardar las viñas;

Y mi viña, que era mía, no guardé.

7 Hazme saber, oh tú a quien ama mi alma,

Dónde apacientas, dónde sesteas al mediodía;

Pues ¿por qué había de estar yo como errante

Junto a los rebaños de tus compañeros?

8 Si tú no lo sabes, oh hermosa entre las mujeres,

Ve, sigue las huellas del rebaño,

Y apacienta tus cabritas junto a las cabañas de los pastores.

La esposa y el esposo

9 A yegua de los carros de Faraón

Te he comparado, amiga mía.


10 Hermosas son tus mejillas entre los pendientes,

Tu cuello entre los collares.

11 Zarcillos de oro te haremos,

Tachonados de plata.

12 Mientras el rey estaba en su reclinatorio,

Mi nardo dio su olor.

13 Mi amado es para mí un manojito de mirra,

Que reposa entre mis pechos.

14 Racimo de flores de alheña en las viñas de En-gadi

Es para mí mi amado.

15 He aquí que tú eres hermosa, amiga mía;

He aquí eres bella; tus ojos son como palomas.

16 He aquí que tú eres hermoso, amado mío, y dulce;

Nuestro lecho es de flores.

17 Las vigas de nuestra casa son de cedro,

Y de ciprés los artesonados.

CANTARES 2
1 Yo soy la rosa de Sarón,

Y el lirio de los valles.

2 Como el lirio entre los espinos,

Así es mi amiga entre las doncellas.

3 Como el manzano entre los árboles silvestres,

Así es mi amado entre los jóvenes;

Bajo la sombra del deseado me senté,

Y su fruto fue dulce a mi paladar.

4 Me llevó a la casa del banquete,

Y su bandera sobre mí fue amor.

5 Sustentadme con pasas, confortadme con manzanas;

Porque estoy enferma de amor.

6 Su izquierda esté debajo de mi cabeza,

Y su derecha me abrace.

7 Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalén,

Por los corzos y por las ciervas del campo,

Que no despertéis ni hagáis velar al amor,

Hasta que quiera.

8 ¡La voz de mi amado! He aquí él viene

Saltando sobre los montes,


Brincando sobre los collados.

9 Mi amado es semejante al corzo,

O al cervatillo.

Helo aquí, está tras nuestra pared,

Mirando por las ventanas,

Atisbando por las celosías.

10 Mi amado habló, y me dijo:

Levántate, oh amiga mía, hermosa mía, y ven.

11 Porque he aquí ha pasado el invierno,

Se ha mudado, la lluvia se fue;

12 Se han mostrado las flores en la tierra,

El tiempo de la canción ha venido,

Y en nuestro país se ha oído la voz de la tórtola.

13 La higuera ha echado sus higos,

Y las vides en cierne dieron olor;

Levántate, oh amiga mía, hermosa mía, y ven.

14 Paloma mía, que estás en los agujeros de la peña, en lo escondido de escarpados parajes,

Muéstrame tu rostro, hazme oír tu voz;

Porque dulce es la voz tuya, y hermoso tu aspecto.

15 Cazadnos las zorras, las zorras pequeñas, que echan a perder las viñas;

Porque nuestras viñas están en cierne.

16 Mi amado es mío, y yo suya;

El apacienta entre lirios.

17 Hasta que apunte el día, y huyan las sombras,

Vuélvete, amado mío; sé semejante al corzo, o como el cervatillo


Sobre los montes de Beter.

El ensueño de la esposa

CANTARES 3

1 Por las noches busqué en mi lecho al que ama mi alma;

Lo busqué, y no lo hallé.

2 Y dije: Me levantaré ahora, y rodearé por la ciudad;

Por las calles y por las plazas

Buscaré al que ama mi alma;

Lo busqué, y no lo hallé.

3 Me hallaron los guardas que rondan la ciudad,

Y les dije: ¿Habéis visto al que ama mi alma?

4 Apenas hube pasado de ellos un poco,

Hallé luego al que ama mi alma;

Lo así, y no lo dejé,

Hasta que lo metí en casa de mi madre,

Y en la cámara de la que me dio a luz.

5 Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalén,

Por los corzos y por las ciervas del campo,


Que no despertéis ni hagáis velar al amor,

Hasta que quiera.

El cortejo de bodas

6 ¿Quién es ésta que sube del desierto como columna de humo,

Sahumada de mirra y de incienso

Y de todo polvo aromático?

7 He aquí es la litera de Salomón;

Sesenta valientes la rodean,

De los fuertes de Israel.

8 Todos ellos tienen espadas, diestros en la guerra;

Cada uno su espada sobre su muslo,

Por los temores de la noche.

9 El rey Salomón se hizo una carroza

De madera del Líbano.

10 Hizo sus columnas de plata,

Su respaldo de oro,

Su asiento de grana,

Su interior recamado de amor

Por las doncellas de Jerusalén.


11 Salid, oh doncellas de Sion, y ved al rey Salomón

Con la corona con que le coronó su madre en el día de su desposorio,

Y el día del gozo de su corazón.

El esposo alaba a la esposa

CANTARES 4

1 He aquí que tú eres hermosa, amiga mía; he aquí que tú eres hermosa;

Tus ojos entre tus guedejas como de paloma;

Tus cabellos como manada de cabras

Que se recuestan en las laderas de Galaad.

2 Tus dientes como manadas de ovejas trasquiladas,

Que suben del lavadero,

Todas con crías gemelas,

Y ninguna entre ellas estéril.

3 Tus labios como hilo de grana,

Y tu habla hermosa;

Tus mejillas, como cachos de granada detrás de tu velo.

4 Tu cuello, como la torre de David, edificada para armería;

Mil escudos están colgados en ella,


Todos escudos de valientes.

5 Tus dos pechos, como gemelos de gacela,

Que se apacientan entre lirios.

6 Hasta que apunte el día y huyan las sombras,

Me iré al monte de la mirra,

Y al collado del incienso.

7 Toda tú eres hermosa, amiga mía,

Y en ti no hay mancha.

8 Ven conmigo desde el Líbano, oh esposa mía;

Ven conmigo desde el Líbano.

Mira desde la cumbre de Amana,

Desde la cumbre de Senir y de Hermón,

Desde las guaridas de los leones,

Desde los montes de los leopardos.

9 Prendiste mi corazón, hermana, esposa mía;

Has apresado mi corazón con uno de tus ojos,

Con una gargantilla de tu cuello.

10 ¡Cuán hermosos son tus amores, hermana, esposa mía!

¡Cuánto mejores que el vino tus amores,

Y el olor de tus ungüentos que todas las especias aromáticas!

11 Como panal de miel destilan tus labios, oh esposa;

Miel y leche hay debajo de tu lengua;

Y el olor de tus vestidos como el olor del Líbano.

12 Huerto cerrado eres, hermana mía, esposa mía;

Fuente cerrada, fuente sellada.


13 Tus renuevos son paraíso de granados, con frutos suaves,

De flores de alheña y nardos;

14 Nardo y azafrán, caña aromática y canela,

Con todos los árboles de incienso;

Mirra y áloes, con todas las principales especias aromáticas.

15 Fuente de huertos,

Pozo de aguas vivas,

Que corren del Líbano.

16 Levántate, Aquilón, y ven, Austro;

Soplad en mi huerto, despréndanse sus aromas.

Venga mi amado a su huerto,

Y coma de su dulce fruta.

CANTARES 5

1 Yo vine a mi huerto, oh hermana, esposa mía;

He recogido mi mirra y mis aromas;

He comido mi panal y mi miel,

Mi vino y mi leche he bebido.


Comed, amigos; bebed en abundancia, oh amados.

El tormento de la separación

2 Yo dormía, pero mi corazón velaba.

Es la voz de mi amado que llama:

Abreme, hermana mía, amiga mía, paloma mía, perfecta mía,

Porque mi cabeza está llena de rocío,

Mis cabellos de las gotas de la noche.

3 Me he desnudado de mi ropa; ¿cómo me he de vestir?

He lavado mis pies; ¿cómo los he de ensuciar?

4 Mi amado metió su mano por la ventanilla,

Y mi corazón se conmovió dentro de mí.

5 Yo me levanté para abrir a mi amado,

Y mis manos gotearon mirra,

Y mis dedos mirra, que corría

Sobre la manecilla del cerrojo.

6 Abrí yo a mi amado;

Pero mi amado se había ido, había ya pasado;

Y tras su hablar salió mi alma.


Lo busqué, y no lo hallé;

Lo llamé, y no me respondió.

7 Me hallaron los guardas que rondan la ciudad;

Me golpearon, me hirieron;

Me quitaron mi manto de encima los guardas de los muros.

8 Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalén, si halláis a mi amado,

Que le hagáis saber que estoy enferma de amor.

La esposa alaba al esposo

9 ¿Qué es tu amado más que otro amado,

Oh la más hermosa de todas las mujeres?

¿Qué es tu amado más que otro amado,

Que así nos conjuras?

10 Mi amado es blanco y rubio,

Señalado entre diez mil.

11 Su cabeza como oro finísimo;

Sus cabellos crespos, negros como el cuervo.

12 Sus ojos, como palomas junto a los arroyos de las aguas,

Que se lavan con leche, y a la perfección colocados.


13 Sus mejillas, como una era de especias aromáticas, como fragantes flores;

Sus labios, como lirios que destilan mirra fragante.

14 Sus manos, como anillos de oro engastados de jacintos;

Su cuerpo, como claro marfil cubierto de zafiros.

15 Sus piernas, como columnas de mármol fundadas sobre basas de oro fino;

Su aspecto como el Líbano, escogido como los cedros.

16 Su paladar, dulcísimo, y todo él codiciable.

Tal es mi amado, tal es mi amigo,

Oh doncellas de Jerusalén.

Mutuo encanto del esposo y de la esposa

CANTARES 6

1 ¿A dónde se ha ido tu amado, oh la más hermosa de todas las mujeres?

¿A dónde se apartó tu amado,

Y lo buscaremos contigo?

2 Mi amado descendió a su huerto, a las eras de las especias,

Para apacentar en los huertos, y para recoger los lirios.

3 Yo soy de mi amado, y mi amado es mío;


El apacienta entre los lirios.

4 Hermosa eres tú, oh amiga mía, como Tirsa;

De desear, como Jerusalén;

Imponente como ejércitos en orden.

5 Aparta tus ojos de delante de mí,

Porque ellos me vencieron.

Tu cabello es como manada de cabras

Que se recuestan en las laderas de Galaad.

6 Tus dientes, como manadas de ovejas que suben del lavadero,

Todas con crías gemelas,

Y estéril no hay entre ellas.

7 Como cachos de granada son tus mejillas

Detrás de tu velo.

8 Sesenta son las reinas, y ochenta las concubinas,

Y las doncellas sin número;

9 Mas una es la paloma mía, la perfecta mía;

Es la única de su madre,

La escogida de la que la dio a luz.

La vieron las doncellas, y la llamaron bienaventurada;

Las reinas y las concubinas, y la alabaron.

10 ¿Quién es ésta que se muestra como el alba,

Hermosa como la luna,

Esclarecida como el sol,

Imponente como ejércitos en orden?


11 Al huerto de los nogales descendí

A ver los frutos del valle,

Y para ver si brotaban las vides,

Si florecían los granados.

12 Antes que lo supiera, mi alma me puso

Entre los carros de Aminadab.

13 Vuélvete, vuélvete, oh sulamita;

Vuélvete, vuélvete, y te miraremos.

¿Qué veréis en la sulamita?

Algo como la reunión de dos campamentos.

CANTARES 7

1 ¡Cuán hermosos son tus pies en las sandalias,

Oh hija de príncipe!

Los contornos de tus muslos son como joyas,

Obra de mano de excelente maestro.

2 Tu ombligo como una taza redonda


Que no le falta bebida.

Tu vientre como montón de trigo

Cercado de lirios.

3 Tus dos pechos, como gemelos de gacela.

4 Tu cuello, como torre de marfil;

Tus ojos, como los estanques de Hesbón junto a la puerta de Bat-rabim;

Tu nariz, como la torre del Líbano,

Que mira hacia Damasco.

5 Tu cabeza encima de ti, como el Carmelo;

Y el cabello de tu cabeza, como la púrpura del rey

Suspendida en los corredores.

6 ¡Qué hermosa eres, y cuán suave,

Oh amor deleitoso!

7 Tu estatura es semejante a la palmera,

Y tus pechos a los racimos.

8 Yo dije: Subiré a la palmera,

Asiré sus ramas.

Deja que tus pechos sean como racimos de vid,

Y el olor de tu boca como de manzanas,

9 Y tu paladar como el buen vino,

Que se entra a mi amado suavemente,

Y hace hablar los labios de los viejos.

10 Yo soy de mi amado,

Y conmigo tiene su contentamiento.


11 Ven, oh amado mío, salgamos al campo,

Moremos en las aldeas.

12 Levantémonos de mañana a las viñas;

Veamos si brotan las vides, si están en cierne,

Si han florecido los granados;

Allí te daré mis amores.

13 Las mandrágoras han dado olor,

Y a nuestras puertas hay toda suerte de dulces frutas,

Nuevas y añejas, que para ti, oh amado mío, he guardado.

CANTARES 8

1 ¡Oh, si tú fueras como un hermano mío

Que mamó los pechos de mi madre!

Entonces, hallándote fuera, te besaría,

Y no me menospreciarían.

2 Yo te llevaría, te metería en casa de mi madre;

Tú me enseñarías,

Y yo te haría beber vino

Adobado del mosto de mis granadas.

3 Su izquierda esté debajo de mi cabeza,


Y su derecha me abrace.

4 Os conjuro, oh doncellas de Jerusalén,

Que no despertéis ni hagáis velar al amor,

Hasta que quiera.

El poder del amor

5 ¿Quién es ésta que sube del desierto,

Recostada sobre su amado?

Debajo de un manzano te desperté;

Allí tuvo tu madre dolores,

Allí tuvo dolores la que te dio a luz.

6 Ponme como un sello sobre tu corazón, como una marca sobre tu brazo;

Porque fuerte es como la muerte el amor;

Duros como el Seol los celos;

Sus brasas, brasas de fuego, fuerte llama.

7 Las muchas aguas no podrán apagar el amor,

Ni lo ahogarán los ríos.

Si diese el hombre todos los bienes de su casa por este amor,


De cierto lo menospreciarían.

8 Tenemos una pequeña hermana,

Que no tiene pechos;

¿Qué haremos a nuestra hermana

Cuando de ella se hablare?

9 Si ella es muro,

Edificaremos sobre él un palacio de plata;

Si fuere puerta,

La guarneceremos con tablas de cedro.

10 Yo soy muro, y mis pechos como torres,

Desde que fui en sus ojos como la que halla paz.

11 Salomón tuvo una viña en Baal-hamón,

La cual entregó a guardas,

Cada uno de los cuales debía traer mil monedas de plata por su fruto.

12 Mi viña, que es mía, está delante de mí;

Las mil serán tuyas, oh Salomón,

Y doscientas para los que guardan su fruto.

13 Oh, tú que habitas en los huertos,

Los compañeros escuchan tu voz;

Házmela oír.

14 Apresúrate, amado mío,

Y sé semejante al corzo, o al cervatillo,


Sobre las montañas de los aromas.

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© Sociedades Bíblicas Unidas 1960

Versión tomada del sitio: http://www.gentle.org/biblia/

El libro de 2 Cr fue capturado por fdocc

Revisión ortográfica realizada con Word 95 (6), de Microsoft.

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