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Carnaval de Tambobamba

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EL CARNAVAL DE TAMBOBAMBA

Jos Mara Arguedas* Tambobamba est en la provincia ms oculta del Ande peruano. All donde el gran ro, el sagrado Apurmac, rompi todas las cordilleras para bajar a la selva y seguir tranquilo y sooliento, hasta encontrar al Amazonas. No conzco al pueblo, pero he caminado por todas esas quebradas ardientes y profundas del Apurmac torrentoso. Apurmac quiere decir "el poderoso que habla". Porque slo es posible verlo desde las cumbres, y su voz se oye en todas partes. Corre por el fondo de las quebradas ms profundas que es posible imaginar. En las cumbres de las montaas que orillan su lecho brilla la nieve perpetua; cerca de la nieve slo crece la paja brava y los rboles solitarios de k'ewa; son las cumbres ms altas del Ande sur peruano; cumbres heladas e inalcanzables, brillan con el sol, y en las noches se ven lejanas, diluidas en el cielo, y germinan a todos los vientos fros que soplan hacia lo hondo de los abismos. De estas cimas se ve el ro. Corre entre el bosque oscuro de rboles casi selvticos. No tiene playas; un salvaje y misterioso abismo son sus dos orillas. De las cimas parece una veta blanca, retorcida, fija y muda. Pero su sonido grave brota del fondo de la quebrada inmensa; jams se calla, es como el canto profundo del abismo increble que empieza en la nieve y termina en la selva. Esa es la voz ms lejana del ro. Pero a las haciendas y a los pueblos que existen -aunque parezca leyenda- sobre las faldas de esas quebradas perpendiculares como barrancos, hasta esos pueblos, la voz del ro llega ms fuerte y clara. Las rocas la templan y la agrandan. No se ve el ro pero su canto grave y eterno lo cubre todo. Y est en el corazn de los hombres que viven en la quebrada, en su cerebro, en su memoria, en su amor y en su llanto; est bajo el pecho de las aves cantoras que pueblan los maizales, los bosques y los arbustos, junto a los riachuelos que bajan al gran ro; est en las ramas de los rboles que tambin cantan con los vientos de la madrugada; la voz del ro es lo esencial, la poesa y el misterio, el cielo y la tierra, en esas quebradas tan hondas, tan bravas y hermosas. All vivieron los chankas; los guerreros que hicieron llorar al Inca, que obligaron al Dios de los quechuas a convertir todas las piedras en soldados para defender a su pueblo que estaba siendo exterminado por los hijos del gran ro. Fueron conquistados tarde por los espaoles. Y los blancos que llegaron fueron diluidos por la quebrada, convertidos en indios, modelados de nuevo y refundidos por este ro, por este paisaje tremendo que nivela y plasma todo a imagen y semejanza de su propia fuerza, de su entraa brava y casi feroz. De aqu salieron los bandoleros ms audaces del Ande peruano, con apellidos espaoles, con espuelas de plata y aperos chapeados, insuperables creadores de waynos, y guitarras sin igual. Aqu reinaron los montoneros durante los tiempos de la anarqua y de las

guerras civiles. Y all viven ahora, todava independientes, sin ferrocarril y sin carreteras, ocultos por la quebrada, y defendidos, la gente ms autctona del Pen, gente espaola modelada a lo indio por el ro, los ms cantores del Ande, como dice uno de ellos, Edmundo Delgado Vivanco, su cronista y romancero de hoy. El carnaval es la fiesta ms grande de los pueblos indios peruanos. No conocemos bien su verdadero origen. Pero tiene sus danzas propias y su msica propia. Y es la ms hermosa msica de todo el folklore peruano. Debe tener un lejano origen indio puro; porque en el norte, en el centro y en el sur la msica de carnaval tiene un genio comn. Las danzas son distintas en cada regin, casi en cada pueblo; pero la msica y los instrumentos en que la tocan es universal: el pinkullu y la tinya. El mestizo toca el carnaval en guitarra. En el norte la msica es pobre, montona y primitiva, los indios de Cajamarca la cantan y tocan sin descanso durante ocho das y ocho noches. Pero el temple de la guitarra en carnaval, es el mismo en todos los pueblos, y esa msica pobre y primitiva tiene el mismo estilo que el carnaval del sur. Pero lo importante es que en Apurmac, en estas quebradas del gran ro, es donde el "carnaval" cobra todo su esplendor musical. Centenares de canciones distintas, una por cada aldea, por cada barrio, por cada ayllu, casi por cada indio. La fiesta primitiva, la que hoy se llama carnaval debe ser de origen chanka. Es msica brava, guerrera, trgica y violenta como e cauce del gran ro; misteriosa y triste como la orilla inalcanzable del Apurmac, all donde las dos bandas del ro forman un abismo liso, imponente y fro, de peascos apenas orlados por grandes cadenas de salvajina que brotan de las rocas. El carnaval es en febrero, en el tiempo de la creciente, cuando el Apurmac es turbio, cuando su sonido aumenta y revuelve spero y verdaderamente salvaje. La lluvia es feroz en la quebrada, casi siempre cae en tormenta, suena y causa espanto. El eco de la lluvia se produce en todos los grandes barrancos, las cumbres de los cerros parecen temblar, por las pequeas hondanadas de las faldas bajan torrentes negros que arrastran piedras y rboles. Todo va al ro grande. Y el agua del Apurmac, cada vez ms alta, ms turbia, se revuelve en grandes remolinos y tumbos, quebrndose en los recodos, salpicando, se atropella y truena. Parece el germen de la lluvia, la imagen del cielo enfurecido y oscuro. Es el tiempo del carnaval. En estas noches, cuando la voz del ro suena con su mximo poder, en todos estos pueblitos de la quebrada, prendidos sobre el abismo, salen a cantar y a bailar el carnaval, el canto guerrero, que es como la ofrenda al ro crecido y terrible, al cielo agitado y a la noche lbrega. En algunos pueblos la cancin es tierna y amorosa, pero en el Apurmac hondo, en Tambobamba, por ejemplo, es triste. La de Tambobamba debe ser muy antigua. Yo no conozco otra cancin ms cruel y hermosa: El ro de sangre ha trado

a un amante tambobambino. Slo su tinya est flotando, slo su charango est flotando, slo su quena est flotando. Y la mujer que lo amaba, su joven idolatrada, llorando llora mirando desde la orilla slo la tinya flotando, slo la quena flotando. El ro de sangre ha trado a un amante tambobambino; slo su quena est flotando, l ha muerto, l ya no existe. La tormenta cae sobre el pueblo, el cndor est mirando desde la nube; la joven amante, la joven idolatrada est llorando en la orilla Wifalalalay wifala wifalitay wifala! (1). Una incontenible desesperacin despierta este canto, una tristeza que nace de toda la fuerza del espritu. Es como un insuperable deseo de luchar y de perderse, como si la noche lbrega dominada por la voz profunda del ro se hubiera apoderado de nuestra conciencia, y se canta sin descanso, cada vez con ms ansia y con ms angustia. Es un desenfreno de tristeza y de coraje. Toda la esencia del vivir humano agitada con ardiente violencia en todo nuestro mundo interior sensible. Los que no saben el quechua escuchan el canto con mucha gravedad y adivinan todo lo trgico y cruel que es su contenido. Espero llegar a Tambobamba, al mismo pueblo, y cantarlo en la plaza, en coro con la gente de la quebrada, con cincuenta guitarras y tinyas, oyendo la voz del gran ro, confundido en este canto que es su fruto ms verdadero, su entraa, su imagen viviente, su voz humana, cargada de dolor y de furia, mejor y ms poderosa que su propia vaz de ro, ro gigante que cav mil leguas de abismo en la roca dura.
La Prensa, Buenos Aires, 15 de febrero de 1942. (1) Traduccin de la letra quechua.

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