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Historia Ecuador

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HISTORIA DEL ECUADOR.

Perodo Precolombino Ao 10000 - 3600 a.C 3600 - 1800 a. C 1800 - 1500 a. C 1500 - 500 a. C 500 a.C - 500 d.C 500 - 1500 d.C Perodo Inca Ao 1450 1485 1525 La Conquista Ao 1534 1563 La Independencia Ao 1809 - 1812 1820 - 1822 1822 1830 Evento Revolucin Quitea Detalle Se declar la Independencia sin conseguirla Evento Conquista de Quito Audiencia de Quito Detalle Sebastin de Benalczar emprende la Conquista de Quito. Felipe II expide una Cdula Real creando la Real Audiencia y Cancillera de San Francisco de Quito Evento Organizacin y expansin Muere Tupac-Yupanqui Muere Huayna-Cpac Detalle Tupac Yupanqui inici la conquista del norte andino. Huayna-Cpac es proclamado Inca Se divide el Tahuantinsuyo entre Atahualpa y Huscar. Evento Precermico Formativo Temprano Formativo Medio Formativo Tardo Desarrollo Regional Integracin Detalle El ser humano vivi de la caza, pesca y recoleccin de frutos. El ser humano vivi de la caza, pesca, recoleccin de frutos y agricultura incipiente. La agricultura tom un mayor desarrollo. Se afianza la agricultura. La economa se vuelve ms agraria. Se fortalece la agricultura. Se expande el urbanismo. La agricultura est en auge. La sociedad se torno ms compleja.

Independencia: etapa final La fuerzas patriota logran imponerse finalmente. Gran Colombia: formacin Gran Colombia: disolucin Con el nombre de Distrito del Sur, Ecuador entra a formar parte de la Gran Colombia. Se forma el Estado independiente llamado Ecuador. Se inicia la vida republicana del pas.

EL PRINCIPIO

Los primeros habitantes del Ecuador.

Mujer y nio de 14 aos Cultura Las Vegas La Prehistoria Temprana de la Pennsula de Santa Elena, de Karen E. Stothert. Banco Central Guayaquil, 1988. La evidencia arqueolgica hoy disponible permite afirmar que nuestra historia comienza hace unos 11.000 aos. Hacia esta fecha el pas ha salido ya de una de las pocas ms fras de la glaciacin Wisconsin y se instaura un procesa de mejoramiento climtico, que tardar algunos milenios en alcanzar las condiciones actuales. El hombre ocupa el territorio nacional y se expande por la Sierra y la costa modificando paulatinamente el medio ambiente en su beneficio. Los primeros pobladores practicaban una subsistencia de caza y recoleccin, formando bandas dispersas con territorios relativamente fijos, aunque con cierta periodicidad debieron juntarse para explotar zonas ricas en recursos y ejercer acciones de cohesin social. La caza recoleccin como estrategia adaptativa perdur, en trminos generales, hasta el tercer milenio antes de Cristo, cuando surgieron las primeras manifestaciones de la agricultura como medio bsico de subsistencia. Este lapso de aproximadamente 6.000 aos ha sido denominado por los arquelogos perodo ltico o precermico. A diferencia de Norteamrica, donde ha sido subdividido en paleoindio y arcaico, en razn de la diversidad de recursos explotados y de las estrategias de supervivencia, en la arqueologa ecuatoriana permanente an sin divisiones, fundamentalmente por la escasa investigacin realizada sobre las sociedades tempranas del pas. En efecto, el registro arqueolgico disponible es muy exiguo y la informacin proporcionada por los sitios hasta hoy descubiertos no permite dar una visin clara del desarrollo cultural en tan largo perodo. El poblamiento del Ecuador. El problema del poblamiento inicial del pas es bastante complejo, porque se conoce mal la dinamia de las migraciones prehistricas. Por ahora el registro arqueolgico permite afirmar que el poblamiento de nuestro pas se hizo por el callejn interandino, acaso con migraciones menores por la Costa y el Oriente. En esta

poca los glaciares y el pramo se hallaban en franca retirada y el bosque montano cubra las profundidades de los valles interandinos, proporcionando abundantes recursos animales y vegetales. La Costa gozaba de un clima relativamente estable, con una estacin seca larga y una estacin lluviosa corta, que mantenan una sabana abierta con bosques de galera a lo largo de los ros, brindando variados recursos, tanto marinos como del interior. Los seres humanos parecen haber ocupado rpidamente el callejn interandino. La Costa, en cambio habra permanecido largamente deshabitada, a juzgar por la relativa escasez de asentamiento precermicos descubiertos (excepto los numerosos sitios de la pennsula de Santa Elena) en una regin que, comparativamente, es una de las ms estudiadas del pas. El Oriente habra sido objeto de incursiones espordicas desde la Sierra, que apenas rozaban la selva tropical. Si hubo alguna migracin por la selva, las evidencias no han sido an descubiertas, por falta de exploraciones sistemticas de la regin. Restos humanos antiguos. Los vestigios arqueolgicos se reducen en su mayora a conjuntos de artefactos de piedra abandonados en los campamentos prehistricos. Mas los restos humanos se han revelado esquivos a la pala del arquelogo. En efecto, las investigaciones han fallado sistemticamente en encontrarlos en los niveles de ocupacin temprana del pas. Por otro lado, los pocos especmenes conocidos, a los que se dio gran antigedad, resultaron, para desilusin de los cientficos, demasiado recientes: el famoso crneo de Punn datado en 4.950 a C.; los crneos de Paltacalo, atribuidos una edad reciente (tal vez el perodo de Integracin), y en el crneo de Otavalo, ubicado en el primer milenio antes de Cristo. De mayor trascendencia para el conocimiento de la poblacin paleoecuatoriana es el hallazgo de los restos de al menos 192 individuos en las excavaciones del sitio OGSE-80 de la cultura Las Vegas, en la pennsula de Santa Elena. Dataciones radiocarbnicas ubican estos restos entre 6.300 y 4.600 a C., constituyendo, por tanto, los vestigios humanos ms antiguos del Ecuador.

*Profesor del Departamento de Antropologa, Director del Museo Jacinto Jijn y Caamao, de la Universidad Catlica del Ecuador.

LAS SOCIEDADES INDGENAS: DESDE LAS CULTURAS AGRO-ALFARERAS HASTA EL INCARIO.


La primera revolucin en el actual Ecuador Las culturas Agro-Alfareras El caso de la cultura Valdivia. La cultura prehistrica de ms renombre en el Ecuador es Valdivia. Su fama se debe principalmente a la antiguas del Nuevo Mundo. El descubrimiento de esta cermica tan vieja en la costa ecuatoriana, hace algunos dcadas, trajo consigo fama para el Ecuador, que hasta aquella poca haba quedado a la sombra (desde el punto de vista arqueolgico) de las grandes civilizaciones prehispnicas de Mxico, de Centroamrica y de Per. Fuera del pas el renombre del Ecuador

dependi principalmente de una hiptesis que relacion Valdivia con la transferencia de tecnologa desde Asia a Amrica.

Sitios tempranos de la Costa Grficos tomados de Roland D. Lippi, La Primera Revolucin Ecuatoriana. El Desarrollo de la vida Agrcola en el Antiguo Ecuador, MARKA Instituto de Historia y Antropologa Andinas, Ecuador 1996. El descubrimiento de esta "alfarera ms antigua de Amrica" probablemente ha sido superado con descubrimientos en Colombia y, ms recientemente, en Brasil. Valdivia no parece ser la primera cermica de Amrica. Igualmente la hiptesis de Valdivia como nexo entre Asia y Amrica unos 4.500 aos antes de Cristbal Coln ya ha sido descartada por la mayora de los arquelogos. Pero esto no quita importancia a Valdivia ni al Ecuador. En cambio, pone nfasis en lo que realmente importa: la arqueologa no es una competencia por encontrar lo ms antiguo, sino por llegar la comprensin de cmo eran las culturas en la antigedad y cmo se desarrollaron [...] [...] A travs de diversas interpretaciones, Valdivia aparece como una verdadera cultura de Perodo Formativo que aceleradamente se convierte en una sociedad compleja muchos siglos antes que las llamadas culturas matrices de Mxico (Cultura Olmeca) y del Per (Cultura Chavn). Valdivia se presenta como una cultura intensamente agrcola con asentamientos permanentes y bien organizados [...] Hacia una nueva reconstruccin de Valdivia. Sobre la duracin y la extensin de Valdivia se sabe hasta ahora relativamente poco. An no se encuentra el antecedente de Valdivia ni en el Japn ni en la Amazona ni en ningn otro lugar [...] Sin embargo, la mayora de las fechas para Valdivia Temprano en la costa estn en la costa 3.500 a.C. (segn las fechas radiocarbnicas calibradas). Entonces se puede concluir que la cultura Valdivia apareci repentinamente en la costa ecuatoriana mediados del cuarto milenio antes de Cristo o posiblemente algunos siglos ms temprano. Si aceptamos por un momento las pocas fechas dudosas ms antiguas, entonces Valdivia podra remontar hasta 4.300 a.C. [...] [...] El final de Valdivia se dio alrededor de 1.800 a.C. as que esta cultura tuvo aparentemente una duracin de unos dos milenios y medio o ms [...]

[...] Algunos aspectos de la Cultura Valdivia han sido aclarados durante estos aos de investigacin y otros quedan muy inciertos [...] No obstante la existencia segura de la agricultura durante este perodo, an no existen pruebas definitivas sobre la magnitud y la intensidad de esta agricultura temprana. No hay duda de que los valdivianos siguieron las tradiciones arcaicas de la caza, la pesca y la recoleccin de moluscos. Hasta qu punto lleg el cultivo de maz y de otras plantas a imponerse en la economa y a reemplazar la subsistencia antigua? Existe uno que otro dato interesante relacionado con esta pregunta, pero no se encuentran hasta ahora pruebas claras de que Valdivia fuese una cultura intensamente agrcola. Las plantas aparentemente cultivadas por los valdivianos incluyen el maz, una especie de habilla (un tipo raro hoy en da llamado Canavalia), el algodn, y la achira. Se ha sugerido tambin, a base de evidencia ms indirectas, el cultivo de la coca, el mate y la yuca, aunque no existen pruebas definitivas. No existe evidencias para este perodo temprano de la presencia de animales domesticados como el cuy y camlidos. El perro, animal domesticado durante el Pleistoceno, s est presente en ms de un sitio valdiviano. A pesar de la presencia de plantas domesticadas y una agricultura incipiente, la dieta valdiviana consisti de grandes cantidades de pescado, especialmente bagre. Un estudio detallado de los restos de fauna muestra una dieta bastante variada con venado (de dos especies) sano, aves reptiles y otros mamferos adems de varias especies de peces. Los moluscos tambin figuran en la dieta, especialmente la concha prieta (la misma que es la favorita hoy en da en los cebiches), procedente de los manglares que ya no existen en la costa de la actual provincia del Guayas. Aunque Real Alto es descrito como un sitio de tierra adentro, est actualmente a menos de 3 km del mar y hay evidencias que estuvo an ms cerca del mar durante la ocupacin del sitio. Resulta que toda la Pennsula de Santa Elena ha experimentado levantamiento costanero desde fines del Pleistoceno. Estudios realizados sobre las especies de pescados y los artefactos sugieren que para pescar se utilizaba sobre todo el anzuelo de concha ms que redes u otros mtodos. No es seguro pero es ms lgico pensar que los valdivianos que vivan tierra adentro hacan trueque para el pescado y la concha con moradores de las playas. El intercambio de pescados y conchas por productos agrcolas y carne hubiera sido lgico. La vivienda valdiviana es conocida principalmente por el sitio de Real Alto. A principios de la cultura (Valdivia I) las chozas tuvieron un plano elptico con dimensiones de aproximadamente 3 x 4 metro [...] [...] En la vivienda ms tarda (Valdivia III VII) [...] las chozas conservaron la forma elptica poro fueron ms grandes, con dimensiones de unos 8 x 12 metros. Estas chozas ms grandes tuvieron paredes de postes gruesos colocados verticalmente en trincheras de plano elptico. Se supone que huecos de postes mayores dentro de cada choza sirvieron para sostener el techo, que probablemente fue de paja. Tambin existen indicios de bahareque sobre las paredes. Dentro de las chozas hubo acumulaciones de basura domstica, especialmente conchas, huesos, cermica rota y utensilios de piedra. Anlisis muy detallados de la distribucin de resto dentro de la choza indican que una parte se acumul durante la ocupacin de la choza y el resto despus cuando la choza abandonada se convirti en basural. Tambin hubo un fogn en el piso de la choza y hasta indicios de pantallas o muros internos para subdividir la choza [...] [...] La forma de la aldea es conocida principalmente en Real Alto, donde se form una aldea grande con las chozas elpticas en hileras rectas. En la parte central del sitio, se estableci el recinto ceremonial, con dos pequeos montculos y sus estructuras especiales separados por una plaza pequea. A pesar de estimaciones

del tamao y de la poblacin de Real Alto (hasta 1.500 habitantes durante Valdivia III), an no existen anlisis detallados sobre la contemporaneidad de chozas dentro del perodo Valdivia III, que dur varios siglos. Sin esta informacin, no se puede confiar mucho en ninguna estimacin. Las sociedades indgenas: desde las culturas Agro-Alfareras hasta el Incario.

FIGURILLA Tipo Venus Representa una mujer adulta Cultura valdivia -CA. 3500 - 1500 A.C. Sala de Arqueologa, Museo Nacional del banco central del Ecuador. Un buen resumen de la arquitectura formativa y de los poblados tempranos que puede ser de inters para el lector fue escrito hace pocos aos por Echeverra (1998). La presencia de entierros debajo del piso arcilloso de las chozas residenciales es bastante caracterstico de muchas sociedades agrcolas. En efecto, los entierros sirven como ttulos de propiedad que indican cual linaje es dueo de la propiedad. Quizs los valdivianos hacan lo mismo. En muchas sociedades agrcolas en este nivel de desarrollo en el mundo, la propiedad pertenece a las mujeres y los linajes se definen por el lado femenino ("sociedad matrilineal"). La presencia de una "matriarca" en entierro muy especial en el montculo del osario de Real Alto posiblemente refleje una organizacin matrilineal para la Cultura Valdivia. Este mismo entierro sugiere algo ms que un simple sistema matrilineal, porque esta mujer recibi atencin muy especial. Primero, su tumba fue recubierta por piedras de moler. Luego, a los pies fue enterrado un hombre degollado y descuartizado, evidencia de un posible sacrificio en honor a la mujer. Tercero, hay evidencia de siete entierros secundarios en la misma tumba, probablemente realizados durante distintos ritos posteriores. Otro dato interesando sobre el osario es la presencia de entierros de nios en lo que parece ser recinto muy especial. Segn estas observaciones, la sociedad valdiviana se estaba transformando en una sociedad no igualitaria. Uno de los rasgos del cacicazgo es la concentracin de autoridad en manos de herederos, y arqueolgicamente se puede observar esta prctica por medio de entierros con vctimas sacrificadas. Un nio con atencin tan especial probablemente naci con un rango privilegiado, ya que no tuvo tiempo en la vida para ganar este estatus. En el sitio OGSE-80 de la Cultura Las Vegas, se encontraron alrededor de 190 individuos en 61 pozos. A pesar de esta riqueza de evidencia, no hubo ninguna seal ni de desigualdad social ni de sacrificios.

Los entierros valdivianos procedentes de distintos asentamientos generalmente tiene ajuares muy simples (muchas veces un solo utensilio) como los de Las Vegas. Sin embargo, el montculo del osario de Real Alto muestra nuevas prcticas funerarias que indican innovaciones sociales. Por ejemplo, fuera de los entierros ya mencionados, existen varios entierros en la zanja de la pared del osario. La interpretacin ms razonable es que cada uno de estos entierros es una especie de "piedra angular" para conmemorar algn suceso importante. Los entierros valdivianos por primera vez toman importancia social dentro de lo que tiene que ser un culto comunitario. Se recuperaron alrededor de 100 esqueletos de Real Alto, pero la gran mayora pertenecen al perodo Valdivia III, y stos fueron utilizados para las siguientes cifras. Se calcula la estatua del hombre alrededor de 170 cm y de la mujer, 160 cm. La expectativa de vida para los valdivianos fue aproximadamente de 21 aos, aunque hubo individuos que sobrevivieron hasta 70 o quizs 80 aos. Esto quiere decir que hubo mucha mortalidad en los primeros aos de vida. Incluso se calcul hasta el nmero de nios por madre basndose en los datos de los esqueletos y tablas de vida para otras sociedades. El resultado poco ms que seis aos por cada mujer como promedio. La expectativa de vida para un recin nacido de la Cultura Las Vegas, segn el estudio de los 190 individuos, era de 25 aos, un poco mayor que los 21 aos para Valdivia. Aunque la diferencia realmente no es grande es sorprendente que los agricultores valdivianos vivieran menos. El sedentario trae consigo un aumento de enfermedades infecciosas, una acumulacin de la basura con la contaminacin correspondiente del agua, y un deterioro de la dieta, entre otros problemas. Hasta qu punto llegaron los valdivianos a sentir estos males que son producto de la revolucin agrcola, an no se puede determinar. Existe poca evidencia para el cultivo del algodn y artefactos hilanderos, pero no hay evidencia directa sobre el vestuario de los valdivianos. Los artefactos lticos tallados son bastante irregulares, faltando buenos ejemplos de cuchillos, puntas de lanzas y otros utensilios, fcilmente reconocibles. Por lo tanto, se cree que los valdivianos utilizaban mucho alguna madera dura, como la chonta, para fabricar sus armas de cacera y otros artefactos. Por lo general la madera no se conserva en el registro arqueolgico. La produccin cermica parecer ser principalmente utilitaria (para uso domstico), con la excepcin de los figurines de barro llamados "Venus". Algunos de estos son obviamente mujeres, otros son bastante abstractos y algunos tiene apariencia de mujer pero con el perfil flico (en forma de rgano masculino). La existencia de algunos de estos figurines con dos cabezas y hasta con una piedrita a manera de cascabel dentro de la barriga extendida confunden ms la interpretacin. No se sabe con certeza si tuvieron alguna importancia en un culto de fertilidad u otro signo religiosa o si fueron simplemente juguetes [...] Tomado de Roland D. Lippi, La Primera Revolucin Ecuatorian. El desarrollo de la Vida Agrcola en el Antiguo Ecuador. El caso de la Tolita y Atacames. Aunque hasta el momento la fase conocida como La Tolita, isla situada en el estuario del ro Santiago, en el extremo noroccidental del Ecuador, ha sido considerada como perteneciente al perodo "Desarrollo Regional" (500 a.C. 500 d.C.), esta periodizacin, fruto de necesidades metodolgicas, no significa la ruptura brusca del desarrollo de una cultura. La Tolita, en efecto, fue ocupada

durante el perodo de Integracin y su influjo en las tcnicas metalrgicas se reflej incluso en la fase. Mantea (Meggers 1996: 102-107, 142; Porras 1980: 169-175, 240) [...]

FIGURA Felino con plato sobre su cabeza Utilizado para quemar alguna sustancia olorosa, durante los ritos religiosos. Cultura La Tolita - CA 600 A.C. - 400 D.C.Sala de Arqueologa, Museo Nacional del Banco Central del Ecuador. [...] Parece que la mxima evolucin tcnica de la metalrgica de La Tolita corresponde al perodo de Integracin (500 a.C. 1500 d.C.). A pesar de que todava no se han encontrado homos de fundicin o crisoles, se puede aseverar que, adems de la fundicin de granos de oro sobre pedazos de carbn, para la fundacin de objetos ms grandes, los artesanos de La Tolita usaban hornos y crisoles quizs semejantes a los encontrados en Colombia y en Mesoamrica. Una tecnologa singular es la que se relaciona con el trabajo en platino. Al no poder alcanzar las altas temperaturas necesarias para su fundicin, los orfebres de La Tolita calentaban el platino conjuntamente con el oro, para luego martillarlos y recalentarlos sucesivamente, hasta obtener una aglutinacin que aparentaba una aleacin de los dos metales. Aunque se nota una preferencia por las miniaturas, la metalurgia de esta regin ofrece variados ejemplos de mscaras de oro, martilladas en una sola pieza, cuyos rasgos frecuentemente expresan serenidad, y que alcanzan su mxima expresin cuando se ha combinado el oro de la orfebrera en el Ecuador prehistrico, lo que significa que La Tolita debe ser considerada bsicamente como un centro de artesanos (Holm y Crespo 1981: II, 18-20). En la "Relacin de las provincias de la Esmeraldas" (Jimnez de la Espada 1965: III, 87 y ss), redactada al final de la expedicin emprendida en 1569 por Andrs Contero, desde Pasao hacia Caaque y probablemente hasta la regin de Cojimes, se menciona la existencia de un pueblo grande llamada "Cscala", que gozaba de paz y era seguro para todas las provincias circundantes. Su condicin de pacfico enclave y la fama por la actividades mercantiles que en l tenan lugar, atraan a los mercaderes de su extenso mbito entre Passo, el ro San Juan. De este modo, los tacames vendan en Cscalo oro y esmeraldas, los campeces y pidres llevaban sal y pescado y los beliquiamas intercambiaban ropa y algodn, con otros productos. Los tacames procedan seguramente de la regin de Atacames, los campeces quizs de la comarca de Campaz, distante de San Mateo 15 lenguas, mientras que los beliquiamas, la falta de indicios imposibilita todava su identificacin (Hartamann 1971: 217-218; Rumaz 1949: IV, 33). El centro de

intercambio Cscala quizs corresponde, segn algunos autores, al asentamiento arqueolgico de La Tolita, opinin que no puede ser hasta el momento verificada. Es importante, sin embargo, poner de relieve la existencia de una red comercial, mediante la cual varias provincias ricas, bajo el mando de caciques poderosos y belicosos, garantizaba una convivencia en paz (Holm y Crespo 1981: II, 16) [...]

Los seoros tnicos antes del Incario Las sociedades que habitaron el actual Ecuador en el perodo preinca poseyeron formas organizativas sociales, econmicas y culturales complejas y diversas producto de su particular desarrollo histrico. Documentos tempranos del siglo XVI han dejado un listado de nombres que responden a un inventario confuso de los grupos existentes antes de la conquista espaola; sin embargo, investigaciones recientes muestran que tal listado no identifica con exactitud a cada grupo tnico. As, pues, antes de intentar una caracterizacin especfica de cada uno, es ms apropiado analizar en forma globalizada la economa, las formas organizativas sociales y polticas y los sistemas religiosos que caracterizaron a los grupos ticos que se desarrollaron durante esta etapa. Se conoce que estos grupos se estructuraron bajo dos sistemas de organizacin poltica: el curacazgo o cacicazgo, tambin denominados seoros tnicos de nivel local o supra local, y la tribu. Entre los curacazgos algunos poseyeron una enorme complejidad organizativa lo que ha llevado a que algunos investigadores, errneamente, los hayan considerado como formas tempranas de Estado, como fue caracterizado el mtico "Reino de Quito". Estos curacazgos se desarrollaron a lo largo de toda la regin de la sierra; en buena parte del litoral, de manera preferente en la cuenca del ro Guayas y las costas de Manab, y probablemente en la ceja de montaa de la Amazona. La formas tribales se desarrollaron en las zonas bajas y hmedas del litoral y de la Amazona.

El Reino de Quito y nuestra verdadera historia Enrique Ayala Mora La historia antigua Cuenta el P. Juan de Velasco en la Historia del Reino de Quito, que su territorio estuvo originariamente poblado por gran cantidad de estados o pequeos reinos, desde la actual Pasto hasta lo que hoy es Loja. Uno de ellos, el que llama "primitivo Reino de Quito", ubicado en la actual provincia de Pichincha, hacia el ao 980 fue conquistado por los caras, un pueblo venido de la costa. Los caras, que tomaron su nombre del de su lder llamado Carn, haban llegado a la costa aos antes y haban ascendido a la altura, atrados por las ventajas del clima interandino. Luego de establecerse en Quito, los caras iniciaron una activa poltica de expansin hacia los pueblos circundantes. Bajo la conduccin de los sucesos de Carn, a quienes se llamaba scyris o reyes, extendieron su dominio hasta el Carchi en el norte y hasta Cotopaxi en el sur. Fueron detenidos por la resistencia de los aguerridos puruhaes. Conformaron as un gran estado cuya capital fue Quito, ubicada en el mismo lugar de la actual capital ecuatoriana. Eran gobernados con rgimen monrquico, adoraban al sol y a la luna, enterraban a sus muertos en

montculos o "tolas", tenan un rudimentario sistema de cuentas, eran buenos tejedores y curtidores de pieles. Hacia el ao 1300 se extingui la lnea masculina de los scyris. Fue as como el scyri XI arregl el matrimonio de su hija Toa con Duchicela, el primognito de Condorazo, soberano puruh. Con la unin se extendi el reino de los scyris, que lograron ampliarlo an ms mediante alianzas con los caaris, un importante estado del sur y con varios pueblos de la costa. Luego del reina de Atauchi Scyri XIII, gobern su hijo Hualcopo Scyri XIV, que enfrent la invasin de los incas liderados por Tupac Yupanqui. Luego de negociar la incorporacin de los caaris al imperio avanz a tierras puruhaes y las ocup luego de vencer a las fuerzas scyris, dirigidas por el general Eplicachima. Luego de estos xitos volvi al Cuzco. El scyri muri poco despus y le sucedi su hijo Cacha, que emprendi la reconquista de las tierras tomadas por Tupac Yupanqui. El hijo y sucesor del soberano inca, Huayna Capac, volvi entonces al norte y luego de consolidar algunas conquistas en la Costa, venci a los ejrcitos quiteos dirigidos por el propio Cacha y por Calicichima. La ltima gran batalla se dio en Atuntaqui, en tierras imbayas. All muri el rey y su hija Paccha fue proclamada scyris. Un intento ulterior de resistencia de los caranquis termin en una masacre ordenada por el Inca. Fueron tantos los muertos que la laguna donde fueron arrojados los cadveres se llam por ello Yahuarcocha (lago de sangre). Huayna Capac opt entonces por una poltica de conciliacin y se cas en Paccha. De este modo incorpor a la realeza scyri en la familia real inca. De la unin naci Atahualpa, que cuando muri el inca, heredo el Reino de Quito y se enfrent con su hermano Huascar, proclamado heredero en el Cuzco. Atahualpa venci en el enfrentamiento y termin como el emperador que afront la conquista espaola. La polmica El Padre Velasco fue un jesuita nacido en Riobamba que, luego de una amplia labor en la Real Audiencia de Quito, fue expulsado junto con los dems miembros de la orden en 1767 por disposicin del Rey de Espaa. Refugiados en Italia escribi all su Historia y la termin en 1789, pero no fue editada sino en 1846, cuando el Ecuador ya era un pas independiente. La aparicin de la obra fue vista como un soporte del naciente pas y su versin sobre el Reino de Quito se incorpor sin discusiones a los escritos oficiales hasta fines del siglo. Cuando Federico Gonzlez Surez, nuestro ms grande historiados escribi su obra, tuvo ya algunos reparos a la versin de Velasco sobre el Reino de Quito, pero fue su discpulo, Jacinto Jijn y Caamao quien la cuestion duramente. A l se junt el espaol Jimnez de la Espada. Se inici as una larga polmica. Los crticos argumentaban que Velasco escribi su obra de memoria, con muy poca base documental disponible, que su entusiasmo por destacar la existencia del Quito que el vivi, le haba llevado a imaginar un "Reino"; que ningn otro historiados o cronista se refiere a l. La evidencia arqueolgica es contundente. No hay rastros de los scyris en las excavaciones realizadas. La propia ciudad de Quito anterior a los incas no existi como tal. Apenas hay poblados muy pequeos, que no podran haber sido el centro de un gran estado. Investigaciones de los ltimos aos descubren seoros tnicos de gran desarrollo en importancia en el actual territorio ecuatoriano, pero no un estado de alguna manera similar al inca, como lo describe Velasco. Los defensores de la existencia del Reino de Quito dicen que otras evidencias documentales fueron destruidas; que posiblemente se trataba de una confederacin permanente, no de un estado estructurado. Dicen tambin, que todava falta mucho

por investigar en la Arqueologa. Se argumenta con gran fuerza que la versin de Velasco sobre el tema nos da una base para el reclamo territorial ante el Per, puesto que prueba que nuestro pas exista ya antes de la invasin inca. Muchas veces la polmica ha llegado a acusar al jesuita riobambeo del falsario o a sus cuestionadores de antipatriotas. A estas alturas de la investigacin histrica nos permite establecer que un "Reino", como lo describe el P. Velasco no pudo existir. Los seoros tnicos del norte andino fueron muy importantes y se aliaron para resistir la invasin inca, pero fueron distintos al estado que Velasco describe y sus centros urbanos no estaban en Quito. No hay ninguna base para pensar como histricos a los scyris o la dinasta Duchicela. An ms, aunque hubiera existido, esa no puede ser considerada como base de la "nacin quitea" y de la nacionalidad ecuatoriana. El Reino de Quito, segn el propio Velasco, abarc la sierra centro norte. No incluy en realidad ni a los caaris ni a los pueblos de la costa, que tuvieron su identidad propia. El Ecuador como Estado Nacin es ms que Quito y su espacio de influencia, ya que est integrado tambin por otros espacios regionales que tiene su propia historia. Una visin positiva Juan de Velasco fue un criollo lcido que escribi su obra para destacar que el "Reino de Quito" del siglo XVIII, su pas, tena grandes recursos naturales, races y personalidad histrica, como otros del Nuevo y el Viejo Continente. La Historia fue una de las expresiones ms importantes de la identidad que se iba consolidando en la Hispanoamrica de su tiempo. Entonces Quito se defina como una entidad poltica y cultural y fue el eje ms importante del ulterior proyecto nacional ecuatoriana. Pero no fue el nico, ni territorial ni culturalmente. La Historia de Velasco tiene, en consecuencia, todas las fortalezas y debilidades de una visin centrada en Quito de una realidad ms amplia que luego se concretara en la vida del Ecuador como Estado Nacional. El debate planteado no debe hacernos perder de vista el inmenso mrito de Velasco al historiar nuestro pasado, al indagar en su evolucin y sus protagonistas. Su obra es un aporte muy amplio al conocimiento del pas y de Hispanoamrica que trata de muchos temas de calidad no discutida, aparte de su visin del Reino de Quito preincsico. No se debe perpetuar el error de juzgar una obra rica y amplia por la falta de base emprica de una de sus partes. Por lo dems, tratar de insistir en que se debe mantener incuestionada la versin de Velasco sobre este punto, solo demuestra que no se ha apreciado en sus reales dimensiones el valor histrico de los grandes avances de los pueblos del norte andino en el desarrollo de la agricultura y el comercio, as como en la constitucin de seoros tnicos con caractersticas polticas muy avanzadas. Y en cuanto la versin concreta sobre la naturaleza del Reino de Quito, sus gobernantes y sus guerras, que el P. Velasco narra con tanto entusiasmo, tenemos que valorizarla por la calidad literaria y su contenido mitolgico. All hay hermosas narraciones que deben ser ledas como leyendas que alimentan el imaginario nacional. La leyenda de Rmulo y Remo para los romanos, como la del Rey Arturo para los ingleses, no se valoran por su precisin histrica, sino porque contiene un mensaje de identidad. La Historia de Juan de Velasco es una de las obras claves del Ecuador, no solo porque fue el primer intento de historiar su pasado, sino tambin porque con ello puso una de las bases de nuestra identidad como estado nacin.

Organizacin econmica de los Curacazgos.

Agricultura multicclica. La base de la economa de los curacazgos fue la agricultura, sustentada en un conocimiento amplio del medio ambiente. Este conocimiento permiti a las sociedades aborgenes desarrollar un sistema de agricultura multicclico en diversos pisos altitudinales contiguos, con un aprovechamiento ptimo de la fuerza de trabajo, debido a que paralelamente se realizaban varios ciclos productivos. Esta forma de utilizacin del espacio agrcola es ms evidente entre los curacazgos que tenan sus centros poblados en la sierra, curacazgos que utilizaron reas productivas desde los 3.000 m. sobre el nivel del mar, hasta zonas en los 2.000 m., propias de los valles interandinos o de las cejas de montaa.

CANASTERO Cargado con un recipiente en la espalda Seguramente es una representacin de un 'Mindala' o 'Comerciante - Viajero' Sala de Arqueologa, Museo Nacional del Banco Central del Ecuador.

La explotacin y utilizacin agrcola de estos pisos altitudinales, localizados contiguos a los centros poblados, se hizo por medio de un tipo de productores quienes, desde su pueblo de origen se desplazaban temporalmente a los diferentes pisos ecolgicos (llamados islas) con ese propsito; a ellos se los conoci con el nombre de camayuc. Es as como los curacazgos caras y pastos mantenan enclaves productivos en el valle del Chota, los puruhes en la cuenca del ro Chanchn, o los pueblos panzaleos en territorios de los valles de Patate y del Guayallabamba o de la ceja de montaa de la cordillera occidental, en la regin Yumbo. En el caso de las sociedades del Litoral se han encontrado evidencias de modelos similares a los serranos, con ncleos de vivienda cerca del mar, preferentemente, en los valles fluviales, y con islas en las zonas del interior, como es el caso de los pueblos de la zona de Agua Blanca, en el sur de Manab. Actividades comerciales Esta estrategia productiva de autobastecimiento agrcola (gracias a la explotacin de diferentes pisos ecolgicos hecha por una misma comunidad indgena) se combin con actividades comerciales de carcter local y regional, lo que asegur un abastecimiento regular de diversos productos. Las actividades comerciales se hicieron bajo dos modalidades: una libre y otra dirigida.

En el primer caso, se trat de un intercambio comercial en mercados, llamados "tianguez", realizado por individuos comunes con fines de abastecimientos de productor bsicos de consumo (tubrculos, maz , algodn, etc.). En cambio, el comercio dirigido fue ejecutado por un grupo de especialistas, llamados "mindala", que actuaban en nombre de un seor o curuca. Los miembros igualmente comerciaban en los tianguez, pero all intercambiaban productor exticos y de uso ceremonial como la coca, la sal, el oro y la chaquira. En la regin serrano tuvieron especial importancia econmica los valles interandinos secos como: el Chota, Guayllabamba, Chanchn, Patate y Paute, entre otros. Estos valles sirvieron para el cultivo y explotacin de variados productos agrcolas tales como el algodn, la coca, la sal, el aj, el ail y las frutas. La siembra de estos productos se realiz en las terrazas aluviales de las cuencas hidrogrficas (playas o patas) y su control productivo lo ejercieron unidades polticas residentes en los mismos valles, pero tambin por colonias o enclaves pertenecientes a otros curacazgos del callejn interandino, de tal manera que estos espacios fueron multitnicos, es decir, aprovechados por diversos grupos tnicos. Las relaciones que surgieron de esta convivencia se dieron sobre la base de acuerdos en torno al control de la tierra, al uso del agua y a la disponibilidad de mano dura. Todo lo sealado dio lugar a una diversidad de relaciones de trabajo sobre cuya base surgieron diferentes tipos de trabajadores como los ya mencionados camayac, los llamados "forasteros", que prestaban su fuerza de trabajo a cambio de una parte de la produccin, o los yanas, indios a los que se les haba limitado su libertad. En la regin amaznica y en el litoral se formaron colonias con una economa especializada principalmente en sitios aptos para la produccin o explotacin de algodn, coca, sal y chaquira. Estos lugar se produccin especializada fueron al mismo tiempo centros de intercambio (tianguez), los cuales tuvieron la condicin de mercados abiertos a donde concurran vendedores y compradores comunes y tambin comerciantes especializados de diversas regiones, quienes probablemente formaron parte de circuitos de intercambio mayores que vinculaban comercialmente a pueblos de la sierra con pueblos de la Amazona y de la costa. Los mindalaes debieron conseguir en estos lugares los bienes exticos que requeran sus sueos. Bajo este sistema de intercambio, ciertos productos agrcolas locales adquirieron la condicin de moneda, tal es el caso de chaquira, en algunos pueblos de Guayas y Manab, y en la sierra el de la cocla, en lugar como Pimampiro, y el de la sal, en las Salinas, de Imbabura y Bolvar. Los curacazgos huancavilcas y manteos, apoyados en una importante tecnologa de navegacin martima, practicaron un importante comercio a larga distancia que les llev hasta las costas del Per y seguramente hasta las de Colombia. Su principal producto de intercambio era el "mullo" o la concha Spondylus, considerada importante smbolo de fertilidad entre las poblaciones nativas.

Organizacin social y poltica.

Los sistemas de organizacin social de los pueblos prehispnicos se sustentaron en grupos de parentesco ampliados. A estos grupos se les conocer con el nombre de ayllus. Si bien es un vocablo quichua, probablemente originario de los Andes centrales, los principios bsicos de su organizacin responde a elaboraciones de los propios grupos norandinos. La poliandria (la posibilidad que los hombres tengan varias esposas), las normas exogmicas (la prohibicin de casarse, dentro del mismo grupo hasta la cuarta generacin), o la dualidad en el ordenamiento de sus territorios o de sus grupos familiares, entre otros, son sus caractersticas bsicas. Cuando el ayllu est relacionado con el territorio y con los medios de produccin bsicos, se transforma en llajitacuna.

INCENSARIO Antropomorfo Utilizado para quemar sustancias olorosas durante las ceremonias religiosas. Cultura Mantea -CA. 500 - 1532 A.C. Sala de Antropologa, Museo Nacional del Banco Central del Ecuador. Ahora bien, cada curacazgo estaba integrado por uno o varios ayllus. En los Andes septentrionales del actual Ecuador, a diferencia de lo que ocurri en los Andes centrales (Per y Bolivia), los ayllus, como tendencia general, eran unidades demogrficas pequeas cuyo nmero fluctuaba entre los 200 y 1200 personas. Aunque generalmente su tamao mas bien gravit alrededor de slo las 200 personas. En trminos de organizacin poltica, cada ayullu tena su propia autoridad (a la que los espaoles designaron con el nombre de principal), autoridad que dependa a su vez de un cacique mayor, que ejerca el poder sobre todo el curacazgo. En general, los curacazgos se caracterizaron por ser grupos autnomos en trminos polticos y econmicos, ya que hay pocas evidencias de confederaciones o alianzas entre ellos. El poder de la autoridad de los caciques mayores o seores tnicos se sustent en la capacidad de movilizacin de mano de obra, obtenida como tributo, y en la posibilidad de redistribuir bienes exticos entre los miembros de cacicazgo.

Al analizar su comprensin social se evidencia la acentuacin de importantes procesos de diferenciacin social, que ya se iniciaron entre los pueblos indgenas en siglos anteriores. Estos grupos, tal como lo muestran los estudios de los pueblos del Valle de los Chillos, en el rea Panzaleo, socialmente estaban conformados por una lite indgena privilegiada compuesta de los seores tnicos y sus parientes que no slo perciban un tributo en mano de obra para el trabajo de sus tierras, sino que a su disposicin estaban varios grupos familiares mindala y yanas; por un sector de especialistas artesanos y comerciantes o mindales, objeto de trato diferencial al interior del curacazgo, en tanto no estaban obligados a tributar en fuerza de trabajo como lo haca la poblacin comn, sino en especies; por la poblacin comn mayoritaria, la cual en cambio generalmente estaba obligada a tributar al cacique en fuerza de trabajo y slo en algunos casos en productos, y por los yanas, poblacin con limitada libertad, que dependa directamente del cacique. En los cinco pueblos del Valle de los Chillos el 9.2% de la poblacin corresponda a esta categora. Creencias religiosas. De acuerdo con las evidencias documentales, cada grupo tnico posea su propio sistema de creencias religiosas. Mas al mismo tiempo, y gracias seguramente a las relaciones comerciales existentes entre los diferentes grupos tnicos, compartieron tambin un conjunto de creaciones religiosas que asumieron el carcter de supra local. As pues, entre las poblaciones indgenas coexisti, por lo tanto, al mismo tiempo un sistema de creencias religiosas de orden local y, por otro lado, un conjunto de creencias de orden regional. Entre estas poblaciones de voz guaca sirvi para referirse a las divinidades, adoratorios o lugares en donde se colocaban los dolos. Existi una jerarqua de guacas con funciones definidas: mayores, menores y personales. Entre las mayores tenan ms importancia las guacas de origen o pacarinas, que representaban el origen o inicio; en el panten andino, fueron una constante y era de carcter regional y local. Cada grupo tnico tena su propia pacarina, que la representaba en diversos objetos de la naturaleza. Entre los Paltas era la Acancana, representada por un montn de piedras sobre un cerro, y entre los caaris era el cero de Guasaynan o Huacayan. Las divinidades mayores ms comunes fueron el sol y la Luna independientemente de su difusin como dioses durante la expansin Inca. En cuanto las guacas menores, la caracterstica fundamental fue su difusin regional, es decir, su carcter divino era reconocido por un grupo tnico o ayllu. Estos dioses eran los nevados, cerros y montaas, piedras y lagunas, designados con nombres propios. Los puruhaes tenan como guaca principal Tulapuc, y como guaya menor, Puna; entre los panzaleos existieron dos guacas principales: el cerro Piccinca y el nevado Yllinca y una guaca local, representada por un cerro llamado Andazana. En cuanto a las guacas personales, se designaban como malquis y consistan en un culto personal representado por un antepasado o un objeto que le perteneci.

Las sociedades tribales. A diferencia de los curacazgos las sociedades tribales, que basaron su sobrevivencia en la recoleccin y en una incipiente agricultura, se organizaron bajo un modelo de economa diverso y hasta hoy poco esclarecido. Lo que mejor se conoce son sus prcticas comerciales, lo que les permiti a estas sociedades a establecer relaciones entre comunidades que no pertenecan a la misma regin. Por ejemplo, debido al comercio de larga distancia, los quijos y jvaros se vincularon comercialmente con comunidades serranas, utilizando diversas rutas de intercambio. Por su parte los lachas, chachis y yumbos mantuvieron tratos comerciales no slo con pueblos de la sierra, sino tambin con algunos de la costa.

Los Incas en el actual Ecuador. Juan Fernando Regalado* Los Incas inicialmente debieron semejar un grupo de ayllu como los que habitaron los Andes meridionales hace mil aos. Acerca de su procedencia exacta se han obtenido datos diversos que provienen de relatos mticos muy difciles de interpretar todava. La informacin ms precisa que se ha podido obtener se refiere al asentamiento del pueblo inca en una zona al norte del lago Titicaca, que hoy se conoce como el valle del Cusco, a unos 3.000 metros de altura. Dicha zona fue compartida entre los ayllu antiguos del lugar y las comunidades incas que llegaron en bsqueda de nuevos recursos de subsistencia. No se sabe con claridad de qu manera los Inka consiguieron supremaca sobre los dems grupos de aqul valle, pero debi ser un proceso largo que les permiti ms tarde abrirse campo en un crculo regional conformado por etnias vecinas poderosas (Rostworowski, 1988). A partir de entonces contamos con narraciones menos confusas que coinciden en situar este momento, de desarrollo incaico y de conflicto con las etnias grandes, como el inicio del Tawantinsuyu; es decir, el perodo durante el cual empez la constitucin de una organizacin social mucho ms compleja que un grupo inicial de ayllu o que la unidad de comunidades. Para ello, los primeros jefes Inka implementaron un monto de bienes sobrantes "para donar", a cambio del cual recibieron de los kuraka vecinos la mano de obra indispensable para obras de diferente tipo. Aunque contaban con un prestigio guerrero, les fue imposible disponer directamente, y en forma coercitiva, de cuotas de trabajo suficientes y debieron conseguir autoridad a travs de las prcticas muy antiguas de reciprocidad y de minka (minga).

INGAPIRCA Restos de Arquitectura Incaica en Ingapirca Provincia del Azuay. Fotografas de Enrique Ayala Mora, Ed. Nueva Historia del Ecuador, Vol. 2, Corporacin Editora / Grijalbo, Quito, 1988. El funcionamiento del estado inca. El inka Pachacutec, gobernante alrededor del ao 1400, logr una organizacin interna de acuerdo a las circunstancias nuevas que aparecieron en el proceso de crecimiento y traz un plan administrativo que permiti el funcionamiento de una sociedad de tipo estatal. El estado inca se apoy en algunas tcnicas y normas de subsistencia extendidas en la mayor parte del callejn interandino. As, por ejemplo, los principios andinos de "reciprocidad" y "redistribucin" fueron pautas que permitieron al Estado en expansin obtener, de las comunidades que se fueron incorporando, cuotas de trabajo para el Tawantinsuyu. Tanto la tradicin de "obligaciones reciprocas comunales" de trabajo por turnos, cuanto una "generosidad obligatoria" de la autoridad, fue muy comn en el mundo andino y no pueden equipararse hoy en da a un tipo de tributo; por ello, las investigaciones aluden mejor a un prstamo acordado de trabajo, junto a las obligaciones gubernativas. Para conseguir mano de obra el Inca presentaba una variedad de ddivas a los representantes de las comunidades y a su vez las etnias acordaban, por ejemplo, ocuparse de confeccin de textiles, o de un servicio guerrero, y de la labor de las tierras estatales y de culto. Al parecer estos medios resultaban menos onerosos que la coercin. Debido a esas normas andinas antiguas, en la etnia que aceptaba aquella modalidad, la organizacin de tareas y el perodo de dedicacin se convirtieron en obligaciones comunales acordadas por todos con anterioridad. Este fue un tipo de prestaciones ordinarias, que cada unidad familiar al interior de la comunidad otorg rotativamente al Estado y que es conocida como m'ita. Otra forma de prestacin fue la dedicacin total de ciertos grupos (kamayuj) a tareas especializadas o eventuales como la minera, obras pblicas y labores textiles. Otra posibilidad tarda en instituir- consisti en la provisin de un tipo de mano de obra sin regirse a las formas de reciprocidad, debido a que fue un grupo de personas (yana) que perdieron su condicin de miembros de una comunidad y que cumplan exclusivamente objetivos estatales. El Estado capt el resultado del trabajo de las etnias, de los kamayuj y de los yana, para obtener reservas que se destinaron en su mayor parte en actividades guerreras y en la manutencin de las dems comunidades que entregaban otros turnos de trabajo (m'ita). Otra parte importante de la produccin se utiliz en el funcionamiento y en las ddivas gubernativos. Tambin se construy una red vial (Q' apaq an) que cubri unos 4.500 km. de la cordillera de los Andes. Adems, la cantidad de mano de obra vasta facult al incario para adquirir recursos agropecuarios. En la conservacin de alimentos se aplicaron excelentes tcnicas, que permitieron almacenar cantidades grandes de productos en los depsitos estatales, mientras que la acumulacin de bienes contribuy para que el gobierno inka cumpliera, adems del gasto administrativo, con la redistribucin a nivel estatal y las exigencias de la reciprocidad, configurando un sistema de prestaciones rotativas y depsitos estatales (J. Murra, 1975; 1978).

Este esquema organizativo general implic formas diferentes de control, segn el tipo de actividad estatal. Si bien hubo funcionarios vinculados al Inca por parentesco, hubo otros por designacin de confianza, junto a autoridades tnicas locales que conservaron sus funciones antiguas en beneficio del incario. Una de las actividades ms notorias de aquellos funcionarios fue el registro detallado de la poblacin y de los recursos de subsistencia, denominado k' ipu. Otro tipo de funciones con responsabilidad estatal fue los mitmaj. Se trat de comunidades o etnias enteras que fueron trasladadas desde su lugar de origen hacia regiones preestablecidas por el gobierno. La finalidad del traslado fue mltiple, considerando objetivos polticos y econmicos. Hay informacin acerca de poblaciones que fueron movilizadas bien como forma de sancin, o como vigilancia de las fronteras del Tawantinsuyu. Los indicios de objetivos productivos se refieren en su mayora a la apertura de nuevas zonas agrcolas para el sustento del estado, donde una parte de la tierra de los curacazgos fue empleada para usufructo del Inca y del Tawantinsuyu. Las labores fueron coordinadas con el ciclo agrario de cada regin y consideraron el estilo de trabajo de cada etnia, porque en la poca del Tawantinsuyu los curacazgos locales permanecan sosteniendo el acceso de los miembros de los ayllu a todos los medios de vida de su grupo. Sin embargo, algunos historiadores sugieren que al final de la existencia del incario se ha podido constatar una presin creciente del Estado para obtener mano de obra, que afectaba la permanencia autosuficiente de las comunidades locales y que pudo conducir hacia un control particularizado sobre los recursos econmicos. La presencia Inca en los Andes septentrionales. La modificacin que las culturas andinas hicieron de una geografa con grandes altitudes y una biodiversidad vasta, como en pocas partes del mundo, todava es subvalorada. Aunque la arqueologa ha comprobado el perodo corto de la ocupacin inca, no tiene precedentes en los Andes, y posiblemente en el resto de "Amrica" nativa, la conformacin de una envergadura estatal tan amplia como el Tawantinsuyu. La acometida inca se efectu segn las distintas regiones andinas y produjo niveles diferentes de consentimiento en cada grupo tnico y tambin diferencias en los requerimientos estatales. En los Andes del norte o septentrionales Tupa Inka Yupanki consigui los primeros vnculos polticos. Su sucesor, Wayna Q' apaq, debi suplir la modalidad inicial de "enclaves" inka con el esquema integrador del Tawantinsuyu, y debi organizar campaas guerreras en algunas zonas del actual Ecuador. La coexistencia de las especificidades tnicas antiguas junto al modelo inca de uniformidad fue un problema cuya solucin dependi de la condicin de cada sociedad local y de las necesidades del Tawantinsuyu. La relacin poltica con las etnias de esta regin norte se emprendi con una red de puntos de apoyo, coordinada por una clase de emisario estatal, y con alianzas a travs de algunos "dones"; pues, los jefes Inka debieron otorgarle mayor inters a la bsqueda de vnculos antes que a campaas cruentas siempre ms onerosas. Los funcionarios incas no vencieron a los habitantes de la foresta tropical de la costa y de la Amazona. Excepto por algunas referencias a la zona Pun, el Tawantinsuyu marc sus fronteras en las bocas de montaa que unen las tierras bajas tropicales del este y oeste con la serrana. En parte, esa imposibilidad se debi al pensamiento inca que subestimaba las sociedades del piedemonte y en mayor medida debido a la resistencia tenaz que presentaron aquellos grupos tnicos a cualquier campaa guerrera.

El dominio Inca en la regin austral. Result un caso muy difundido la huida en dos ocasiones de los guerreros Inka que intentaron llegar a la regin de los "Jivaro" Bracamoros; no obstante, en la zona del grupo Palta, con una filiacin muy cercana a los "Jivaro", se gener en poco tiempo la presencia de Tupa Inka Yupanki. La composicin social disgregada de los Palta fue propicia para una incorporacin rpida al incario (A. Taylor, 1988). Los rasgos de la zona Palta, descritos por los primeros espaoles, en realidad corresponden a un modelo incaico -establecido cinco dcadas atrs- cuyo efecto conocido fue el despoblamiento repentino de la zona debido a una huda masiva de los Palta a la regin de sus parientes Bracamoro, abandonando el rea del actual Loja. Ms all, Tomebamba se convirti en una residencia preferida de Wayna Q'apaq; sin embargo tras su muerte los conflictos resurgieron, provocando el acuerdo de los Caari con el sector de Huscar: hasta entonces los Inka ya haban modificado la organizacin aborigen en el rea. Los Caari constituyeron una unidad lingstica y cultural, mas no poltica. La etnia estuvo integrada por comunidades de los valles interandinos y de la zona del ro Upano -al oriente- que conformaron un ambiente muy activo de relaciones sociales. El estado inca incluy a estos curacazgos en una estructura poltica jerarquizada y los especializ regionalmente segn el tipo de produccin, cerrando la frontera del Tawantinsuyu en los pasos hacia la Amazona. La regin Caari marc sin duda el lmite de aculturacin inca (A. Fresco, 1983; Idrovo, 1992). Este es el nico sector donde destacan construcciones civiles y ceremoniales con un estilo arquitectnico claramente cusqueo y un conjunto considerable de caminos que recorren los Andes desde Achupallas (al sur de Chimborazo), pasando por Ingapirca y Tomebamba, hasta los ltimos vestigios en Catamayo. *Investigador de MARKA, Instituto de Historia y Antropologas Andinas. La regin central y la frontera septentrional. El dominio Inka entre los Puruh se calcula en cuarenta aos ms o menos. Tupa Inka Yupanqui tuvo una presencia leve y el control zonal fue efectivo slo cuando se pudieron apaciguar ms tarde los conflictos en el norte. Aqu el rgimen estatal cont con la permanencia de kamayuj en la montaa de la vertiente occidental de la cordillera para cultivos tropicales, al mismo tiempo que acentu la organizacin de las comunidades locales en unidades cada vez ms integradas en un sistema piramidal (F. Salomon, 1990). En cuanto a Quito, los ltimos estudios descartan algn estatus urbano preincaico. Quito se denomin una zona ms amplia que un ncleo poblacional. Posiblemente su importancia, rpidamente evaluada por los Inka, consisti en la posicin estratgica de interseccin de vas de relacin cultural. En el sector de la actual ciudad se estableci un puesto incaico con caractersticas guerreras, defendido por una serie de fortificaciones levantadas alrededor de los valles en forma de abanico. El incario adems construy tampu (tambos) siguiendo las rutas antiguas y situ poblacin mitmaj entre las reas cercanas (T. Bray, 1993), a la vez que varios grupos fueron desplazados a otras regiones. La ltima incursin en la frontera septentrional del Tawantinsuyu estuvo planificada por Wayna Q'apaq quien consigui una sumisin operativa de la regin, que dur entre tres y cuatro dcadas. Inicialmente la presencia inca se efectu con puestos de avanzada, a manera de enclaves, empleando mitmaj, y nicamente se obtuvo el control eficaz despus del

triunfo en Yahuarcocha. An as, en la regin de Otavalo, el dominio de los Inka tuvo una fragilidad evidente en la ausencia de organizacin administrativa incaica fija. As, como parte de la poltica estatal, el Inca estableci vnculos personales con el jefe del curacazgo de Otavalo, otorgndole ventajas zonales importantes a cambio de su adhesin (Caillavet, 1985). Aunque el uso de la fuerza fue una actitud usual en las reas de frontera, el Tawantinsuyu en esta zona dosific la asistencia guerrera, presentando una conducta de alianzas y otorgando privilegios para obtener una autonoma controlada. Se sabe que en el Otavalo prehispnico funcion un centro ceremonial antiguo importante, que sirvi a los Inka para reforzar su relevancia regional, apoyando su unidad poltica en torno al jefe tnico y circunscribiendo, con fronteras, los grupos bajo su influencia. A la vez los gobernantes incas permitieron aqu el flujo comercial con las regiones de la costa ecuatorial y la Amazona, para impulsar las relaciones polticas con las zonas donde fallaba la coercin, a medida que afianzaban los vnculos intraestatales. Caranqui (al sur de Ibarra) se erigi como el ltimo asentamiento relevante de los Inka. En la regin de los Pasto, en cambio, nicamente existen referencias a puntos de apoyo guerrero que duraron menos de treinta aos y que no perturbaron la organizacin autctona, ni su subsistencia muy relacionada a la vida de diversos micro climas (Landzuri, 1983; Caillavet, 1991; Salomon, 1988). En este ambiente poltico a Wayna Q'apaq le sorprendi la muerte, sin que su voluntad para la sucesin del cargo pudiera definirse. El relevo de su mando origin una disputa complicada entre dos de los hijos. Tanto Huscar como Atahualpa consiguieron apoyo de varios miembros del linaje inca para asumir el gobierno; adems, la decisin se dificult porque hubo provincias que tomaron partido y los funcionarios promovieron a uno u otro de ellos. Por sucesos polticos parece que Huscar perdi legitimidad y Atahualpa venci en la disputa. Atahualpa se diriga hacia los Andes meridionales cuando se produjo el lapso fatal en Cajamarca. Aquella disputa, como la mentada actitud de los Caari a favor de uno u otro bando, son extraos a un simple enfrentamiento armado como lo destacan los libros colegiales. En el primer caso haba una disputa poltica complicada que incluso remita a una descendencia matrilineal histrica entre las familias Inka. En el segundo, no se trat de una ligazn de los caaris a un inca "peruano" frente a un "quiteo", sino de una actitud mucho ms profunda y contradictoria ante el poder estatal encarnado en uno u otro Inca, mbito que a la larga era el tipo de eslabn dbil del Tawantinsuyu. Las constantes rebeliones dirigidas por varios jefes tnicos y la magnitud territorial alcanzada en un tiempo corto son una muestra de la constitucin muy compleja del Tawantinsuyu, que disuelve la imagen de un poder monoltico. Los investigaciones histricas (Caillavet, 1985; Salomon, 1980; Taylor, 1988) coinciden en describir la estrategia de dominacin inca en el actual Ecuador como una combinacin mltiple de estrategias polticas y de formas coercitivas. Las medidas compulsivas estuvieron reflejadas sobre todo en la presencia de poblacin mitmaj, mas no en "huestes militares" que corresponden mejor a una perspectiva blica insistente en las historias de lmites. La poltica de la conquista inca tendi a conservar la autoridad de los jefes locales y a reducir la dependencia de los curacazgos con las reas desligadas del Tawantinsuyu. Especficamente, el Inca seal entre las etnias un kuraka que propiciara una congruencia entre los niveles estatal y autctono del gobierno; aadi modos disuasivos o privilegios para preparar una formacin jerarquizada y en algunos casos se crearon estamentos intermedios de interrelacin inca y local. Asimismo, el incario provoc variaciones en la economa de las comunidades, sea reduciendo al mnimo la

dependencia econmica extralocal, o sea a travs de la conversin de un recurso, de actividad de subsistencia, en accin delegada por el Estado. De otro modo, se conserv la explotacin pre-inca de diversos nichos ecolgicos e interfiri en la actividad de los mindalaes pero sin suprimirlos. El saldo de esta manera de dominio result menos disociadora que un andamiaje sin mandato local. Por tanto, para enraizarse, el Estado busc estructuras anlogas a las de su propia conformacin porque, lejos de trastornar a fondo las culturas que incorporaba, se ocup de aparecer como una prolongacin de las organizaciones locales. As se comprende actualmente que la organizacin comunal fuera mejor definida donde hubo una mayor presencia inca, o que los mbitos de organizacin local permitidos por el Inca pudieran mantenerse o reconstituirse bajo otras condiciones tras la colonizacin europea.

Glosario
Ayllu: voz indgena que indica un grupo de parientes con un antepasado comn. Fue la unidad social bsica pre-hispnica basada en el parentesco. Cacique: voz nativa de centroamrica; vase curaca. Camlidos: una familia de mamfero rumiante nativo de los Andes. Existe la variedad de alpaca, guanaco, llama, vicua. Curaca (curacazgo): en quichua, jefe de la comunidad. Huaca (Waca): divinidad, adoratorio, o lugar de residencia de las divinidades. Camayoc (kamayuj): productor especializado, desplazado temporalmente a nichos de produccin contiguos al centro de vivienda. Llajta (del qhishwa 'llaqta'): pueblo. Malqui: divinidad personal representada por un antepasado o un objeto que le perteneci. Mindalae (voz de lengua desconocida): se refiere a un indgena mercader o comerciante que actuaba a nombre de un "seor". Pacarina: representaba el lugar de origen o el "inicio". Tawantinsuyu (de las voces 'tawantin' y 'suyu'): cuatro regiones unidas entre s. Tianguez: termino nativo de centro Amrica, adoptado por los espaoles, que se refiere a un mercado. Yana: poblacin dedicada slo a actividades estatales o de un "seor".

Orientaciones bibliogrficas

Para conocer algunos aspectos generales de las sociedades andinas anteriores a los Incas se pueden revisar los estudios de: John Murra, Formaciones econmicas y polticas del mundo andino, Lima, IEP, 1975. Para caracterizaciones ms precisas de algunas culturas que habitaron el Ecuador prehispnico, sugerimos los trabajos de: Udo Oberem, "El acceso a recursos naturales de diferentes ecologas en la sierra ecuatoriana (siglo XVI)", Contribucin a la etnohistoria ecuatoriana, Coleccin Pendoneros, n. 20, Otavalo, IOA, 1981; Segundo Moreno, "Formaciones polticas tribales y seoros tnicos", Nueva Historia del Ecuador, vol. 2, Quito, Corporacin Editora Nacional-Grijalbo, 1988; Chantal Caillavet, "Las jefaturas prehispnicas del norte del Ecuador. Formas de hbitat y organizacin territorial", Memoria, n.2, Quito, Marka, 1991; Frank Salomon, Los seores tnicos de Quito en la poca de los Incas, Coleccin Pendoneros, n.10, Otavalo, IOA, 1980; Cristbal Landzuri, Los curacazgos Pastos prehispnicos, Coleccin Pendoneros, Quito, IOA, 1983; Anne C, Taylor, "Las vertientes orientales de los Andes septentrionales: de los Bracamoros a los Quijos", Al este de los Andes. Relaciones entre las sociedades amaznicas y andinas entre los siglos XV y XVII, tomo II, Quito, Abya Yala - IFEA, 1988. Para quien desee profundizar su conocimiento y obtener una visin amplia sobre los Inka, se puede consultar el trabajo efectuado por John Murra, La organizacin econmica del estado inca, Mxico, Siglo XXI, 1978 (1955) (incluye un glosario con trminos indgenas: pp. 24-26); y del mismo autor algunos captulos de Formaciones econmicas y polticas del mundo andino, Lima, IEP, 1975. Recomendamos el libro de Mara Rostworowski de Diez Canseco, Historia del Tahuantinsuyu, Lima, IEP, 1988, especialmente los cap. I y II sobre la configuracin del grupo Inka y el cap. III que trae una interpretacin de las disputas entre Huascar y Atahualpa: una ayuda grande es el glosario (pp. 293-302) que contiene ms de 150 voces nativas. Sobre los incas en el rea del actual Ecuador, se puede consultar a: Udo Oberem, "El periodo incaico en el Ecuador", Nueva Historia del Ecuador, Vol 2, Quito, Corporacin Editora Nacional-Grijalbo, 1988, pp 135-166. Y los estudios realizados por Frank Salomon: Los seores tnicos de Quito en la poca de los incas, Quito, Coleccin Pendoneros, 10, Instituto Otavaleo de Antropologa, 1980; F. Salomon, "Un complejo de mercaderes en el norte andino bajo la dominacin de los incas", Revista de Antropologa , Vol IV, n.2, Bogot, Universidad de los Andes, Dpto. de Antropologa, pp 107-125, 1988; F. Salomon, "La poltica vertical en las fronteras del Tawantinsuyu", Memoria, n.1, Quito, Marka Instituto de Historia y Antropologa Andinas, pp. 7-41, 1990. Tambin los trabajos de: Chantal Caillavet, "La adaptacin de la dominacin incaica a las sociedades autctonas de la frontera septentrional del Imperio (territorio Otavalo-Ecuador)", Revista Andina, ao 3, n.2, Cusco, Centro Bartolom de las Casas, 1985, pp.403-423; Anne C. Taylor, "Las vertientes orientales de los Andes septentrionales: de los Bracamoros a los Quijos", Al este de los Andes: relaciones entre las sociedades amaznicas y andinas entre los siglos XV y XVII, tomo II, Quito, Abya Yala/IFEA, 1988 (este texto ofrece adems un glosario con trminos indgenas: p.215-18). Y los estudios arqueolgicos efectuados por: Antonio Fresco, "La red vial incaica en la sierra sur del Ecuador; algunos datos para su estudio", Cultura, n. 15, Quito, Banco Central, 1983, pp 109-148; el de Jaime Idrovo, "Culebrillas... una laguna sagrada", Memoria, n.2, Quito, Marka, 1992, y el de Tamara Bray, "Los incas en el norte del Ecuador: estrategias de incorporacin y control en la frontera imperial", Memoria, n.3, Quito, Marka, 1993. Sin embargo todos estos textos contienen algunos trminos poco conocidos, que en el caso de los estudiantes debern ser explicados con detenimiento. Un aporte grande constituyen los libros de: Lilyan Bentez y Alicia Garcs, Culturas ecuatorianas. Ayer y hoy, Quito, Ed. Abya Yala, 1990, 5ta edicin; el de Ernesto Salazar, Entre mitos y fbulas. El Ecuador Aborigen, Quito, Corporacin Editora Nacional, 1995; y el de Alba Moya, Atlas de Historia andina, Cuenca, LAEB, Universidad de Cuenca, 1995.

CONQUISTA ESPAOLA E INICIOS DE LA POCA COLONIAL, EL SIGLO XVI.

GRABADO Resistencia a la Conquista Grabado de Teodoro de Bry, 1590, tomado del libro Amrica, de Philip Zigler. Banco central del Ecuador, Fondo Jacinto Jijn y Caamao. Conquista Espaola e Inicios del a Epoca Colonial Siglo XVI Rosemarie Tern Najas* Introduccin El siglo XVI fue escenario de dos importantes fenmenos histricos: la conquista espaola y el complejo proceso de instalacin del sistema colonial. Ninguno de los dos se dio de manera abrupta e inmediata. Ninguno signific una victoria absoluta de los conquistadores espaoles sobre las sociedades que habitaban los territorios del "Nuevo Mundo". De hecho, los aborgenes resistieron la conquista y la colonizacin a veces por medio de enfrentamientos directos, pero fundamentalmente por medio de estrategias polticas y culturales que se proyectaron ms tarde en la larga temporalidad colonial. De otro lado, la misma monarqua espaola y los conquistadores se enfrentaron entre s por el control y el usufructo del proceso de colonizacin y por las caractersticas que deba tener. Estas diferencias se ventilaron a lo largo del siglo XVI a travs de debates, guerras y movimientos subversivos. Slo en las ltimas dcadas de esa centuria, se logra la consolidacin de un orden colonial y de las instituciones que van a regir gran parte de la vida colonial y de las instituciones que van a regir gran parte de la vida colonial en los siglos siguientes. La exploracin del Atlntico durante el siglo XV Amrica, el gran continente rodeado por los dos ocanos ms grandes del planeta, se mantuvo hasta 1492 quinientos y ms aos atrs como una tierra desconocida para el resto del mundo. Su historia, protagonizada por los casi 50 o 60 millones de habitantes que tena poco antes de aquel ao, transcurra en la soledad a la que le confinaba la distancia y el aislamiento respecto de los otros continentes. Por el contrario, Europa, Asia y Africa mantuvieron durante milenios vnculos geogrficos e histricos muy estrechos, que fueron incrementndose durante el siglo XV gracias al intercambio comercial de larga distancia, que se estableci principalmente a travs del mar Mediterrneo, a cuyo alrededor confluan diversas culturas y civilizaciones del oriente y del occidente del "Viejo Mundo".

Para los europeos de es siglo, la ms importantes y cotizadas de las rutas comerciales intercontinentales era la que les permita llegar a la India y al lejano oriente asitico en procura de las famosas "especias", es que empleaban en la conservacin de las carnes que iban a servir de alimento durante los crudos inviernos. En esos lejanos lugares de Oriente los comerciantes tambin obtenan seda y algodn fino, ambos textiles muy codiciados por las clases pudientes europeas. La necesidad y el lujo, por consiguientes, influyeron para que eses comercio de productos exticos, cuyo monopolio en el Mediterrneo lo ejercan los mercaderes genoveses y que sufra la amenaza de los turcos en Constantinopla -punto principal de la ruta por tierra, creciera en volumen e importancia hasta el punto de incentivar en otros pases similares empresas, los que principalmente se lanzaron a la bsqueda de oro, indispensable para participar en el trfico comercial. Por su privilegiada situacin martima, Portugal fue el pas que a partir de 1418, luego de arrebatar Ceuta a los musulmanes, encabez la iniciativa de buscar una ruta alternativa hacia la India, esta vez bordeando las costas atlnticas del continente africano en direccin al ocano Indico, con lo cual se obviaba el obligado paso por el Mediterrneo. Pero en forma paralela a la expansin atlntica, Portugal fue creando sus primeras colonias insulares (islas Madeira, Azores), en las que estableci plantaciones de caa de azcar con el trabajo de negros africanos que esclavizaba a medida que avanzaban las exploraciones. En poco tiempo, los esclavos, el oro y los productos exticos estimularon como nunca ante el intercambio comercial y llegaron a ser objeto de la codicia de varios pases europeos, ansiosos por incrementar sus fuentes de riqueza, tales como Espaa, Holanda, Francia e Inglaterra que se lanzaron al comercio ultramarino y terminaron por convertirse en las primeras potencias colonizadoras modernas, con Espaa y Portugal a la cabeza. Ello iba a estimular la formacin de un mercado ms integrado y competitivo, de alcances mundiales, que marcara el trnsito del feudalismo a la poca capitalista. Cmo se involucr Espaa en la aventura expansionista de ultramar? A la par que los portugueses, tambin sus vecinos los marinos andaluces haban incursionado con fuerza en el Atlntico durante el siglo XV. Contando con la ventaja de tener establecida una colonia castellana en las islas Canarias desde 1402, a la que usaron como base de las expediciones, los andaluces terminaron combinando la pesca de altura con la explotacin de lucrativo comercio de esclavos, oro y especias que ofreca el noroeste africano. Tanto para los espaoles como para los portugueses, la expectativa de encontrar nuevas tierras hacia el Oeste se afirm en la medida que aumentaba el conocimiento del ocano y de sus probables rutas. Este fenmeno, unido a la certeza ya bastante difundida entre los comerciantes y marinos de fines del siglo XV de la esfericidad de la tierra, cre las condiciones para hacer posible el primer viaje trasatlntico. De manera que hoy nos parecera inverosmil, la competencia entre Espaa y Portugal por el control ultramarino se resolvi en 1494 a travs de un tratado llamado de Tordesillas por el cual, con el arbitrio del Papa Alejandro VI, el mundo que se estaba descubriendo fue repartido entre ambos pases.

El "Descubrimiento de Amrica"

Se podra pensar que le empresa americana fue una prolongacin natural de aquellas primeras experiencias de navegacin atlntica. Tarde o temprano los vientos alisios terminaran empujando las embarcaciones en direccin al desconocido continente. Sin embargo, la hazaa de la travesa por el Atlntico no fue tan simple. Tuvieron que confluir una serie de factores de diverso tipo para hacerla posible. De un lado, el ansia de exploracin de nuevas fuentes de riqueza trajo aparejado el adelanto tecnolgico. Tuvo que aparecer la carabela, buque creado para surcar el ocano, que resumi en s toda la experiencia nutica acumulada hasta entonces por el "Viejo Mundo". Adems, fue indispensable el desarrollo de medios de orientacin en el mar. Para fines del siglo XV, el antiguo temo que suscitaba el misterioso y desconocido ocano, llamado Mar Tenebroso durante la Edad Media, haba sido en parte superado por conocimientos ms cientficos. Entre otras cosas, los navegantes disponan de rudimentarias cartas martimas que se iban completando en las exploraciones y podan calcular la latitud de un lugar por observaciones de la esfera celeste realizadas a travs del astrolabio y el cuadrante. No obstante, estos mtodos eran insuficientes para la navegacin en alta mar, que tambin requera experiencia, intuicin y una firme conviccin en el rumbo elegido. Y fueron estas cualidades precisamente las que confluyeron en el genovs Cristbal Coln, mezcla de diestro marino y avezado mercader, que se aventur al encuentro de una ruta hacia la India por el Oeste (Bustos: 1983: 35-44). Pese a ser el pas ms desarrollado en materia de navegacin atlntica, Portugal no apoy el proyecto de Coln, por hallarse empeado en la circunnavegacin del Africa. Espaa, en cambio, s respald la empresa a travs de los Reyes catlicos Isabel y Fernando, alentados por la exitosa culminacin de sus guerras de reconquista que concluyeron con la expulsin de moros y judos de sus territorios. La toma cristiana del ltimo reducto moro en Granada se dio justamente en 1492, meses antes de que Coln efectuara su primer arribo a islas americanas.

Docente de la Universidad Andina "Simn Bolvar" e investigadora del Taller de Estudios Histricos. El asalto a Las Antillas y la crtica de la conquista.

Los viajes de Coln a Las Antillas y a la costa continental americana encendieron rpidamente en los europeos la ambicin por las riquezas que podan ofrecer las nuevas tierras descubiertas, tierras que se consideraron parte del Asia por lo que se las llam las "Indias occidentales" hasta las primeras dcadas del siglo XVI, poca en la que Amrico Vespucio comenz a difundir la idea de que se trataba de continentes distintos. Pero aunque es cierto que las empresas descubridoras de esos aos se mantuvieron en el empeo de encontrar la ruta del a Especiera, la gente que en ellas particip las aprovech para saciar su sed de oro y para justificar, con los envos de ese codiciado metal a la Corona Espaola, la prosecucin de las exploraciones. El rescate del oro en las Antillas se hizo con el trabajo de los nativos expresamente esclavizados para ese propsito o previamente repartidos entre los colonos a travs de la encomienda, que aparece all por primera vez como la institucin bsica que regulara la relacin entre los dominadores y la poblacin nativa.

GRABADO Desembarco en tierras Americanas Grabado de Teodoro de Bry, 1590 Tomado del libro Amrica, de Philip Zigler. Banco central del Ecuador, Fondo Jacinto Jijn y Caamao. De hecho, por medio de ella los conquistadores adquirieron el derecho de poseer un nmero determinado de indios para su servicio, a cambio de la obligacin de favorecer el adoctrinamiento de su encomienda. Las matanzas directas para someter a las poblaciones, caractersticas de la primera fase de la conquista, el cruel e intenso ritmo de trabajo y las enfermedades transmitidas por los colonos provocan que en menos de veinte aos la poblacin nativa se extinguiera casi en su totalidad. Slo en la isla Espaola (actuales Repblica Dominicana y Hait) los aproximadamente 500.000 habitantes que existan en 1492 se redujeron a 32.000 para 1514, es decir, 16 aos despus. La intensidad de la explotacin tambin se puede advertir en el volumen de oro antillano que lleg a Sevilla hasta 1520: 14.118 kilos de oro, sin incluir el de contrabando. Tan impactantes fueron las atrocidades cometidas en la conquista de Las Antillas, que las primeras denuncias provinieron del mismo sector espaol y terminaron favoreciendo un debate sin precedentes, no igualado por potencia colonial alguna en la historia, en que se someti a discusin la legitimidad misma de la presencia europea en el nuevo mundo. Asumieron la defensa de los indgenas los religiosos espaoles de la Orden de Santo Domingo, con Bartolom de la Casas de la cabeza. Su lucha llev a que la Corona revisara los fundamentos mismos de la colonizacin, cuyo problema central era en ese momento la encomienda. Se procedi entonces a introducir una modificacin sustancial, que iba a causar revuelo entre los encomenderos: la encomienda no sera perpetua y slo durara el lapso de dos vidas. El gobierno de las "Indias. Espaa se atribuy el gobierno de las Indicas no slo por supuestos derechos derivados a la conquista, sino porque los papas favorecieron a los Reyes Catlicos con concesiones en el gobierno de la Iglesia. A travs de lo que se denomin el "Patronato"; por ejemplo, los monarcas se atribuyeron el derecho de intervenir a el "gobierno espiritual", presentando sus candidatos a los cargos eclesisticos, entre ellos los de obispos.

Otro de los beneficios era el de los diezmos eclesisticos, impuestos que la Corona se otorg para s a cambio de construir y sostener iglesias en Amrica. Los reyes se preocuparon tambin de reglamentar desde el principio los beneficios que iban a obteniendo de la conquista y el control de las tierras y hombres descubiertos. Fue por eso que a Coln se le recortaron los privilegios obtenidos a travs de las Capitulaciones de Santa Fe, por las que se le haban concedido ttulos militares, nobiliarios y repartimientos de indios. En adelante, se procedera de igual forma con todos los conquistadores, cuyas posibilidades de accin a partir de principios del siglo XVI terminaron siendo notablemente disminuidas con el envo de funcionarios directos del rey: los gobernadores. Su objetivo fue sustituir el poder militar emanado de la Conquista por el poder civil dependiente de la Corona. Pese a que algunos conquistadores recibieron como recompensa el ttulo de gobernador, la Corona puso lmites de sus facultades, pues quera evitar que las distintas posesiones americanas surgieron autoridades patrimoniales locales y poderosas seores feudales (Kanetske: 1997: 117). Para regular las relaciones de la metrpoli con Ultramar, la Corona haba establecido ya en 1503 la Casa de Contratacin, destinada a controlar el trfico comercial entre Espaa y Amrica. Y como primero y mximo rgano del gobierno civil se cre el Consejo de Indias, derivado del Consejo de Castilla, que empez a funcionar alrededor de 1517, sirviendo adems de tribunal de ltima instancia para las cortes de justicia americanas. Pero la creacin de estas instituciones no iba a significar que las Indicas recibieran el mismo tratamiento que los reinos de Espaa. En realidad esa red de instituciones estaba al servicio de un sistema colonial en proceso de configuracin. La colonizacin emprendida por Espaa se sustent en la creacin de estructuras polticas, econmicas e ideolgicas de dominacin destinadas a someter un extenso territorio que estaba fuera del suyo, y cuya apropiacin iba a permitir en adelante explotar la fuerza de trabajo nativa ya organizada y sus variados y ricos recursos naturales.

El intercambio colombino y la transformacin de la base productiva


[] los espaoles trajeron a las nuevas tierras muchos organismos[] que tuvieron marcados efectos en las estructuras sociales. La presencia de los caballos revolucion el arte de al guerra, y el empleo de mulas y burros aument las posibilidades del transporte a larga distancia. Los caballos y mulas proliferaban en la sierra. En poco tiempo los abundantes pastizales se convirtieron en criaderos de bestias para la economa minera panandina. El aumento de recuas y su conduccin entre el "desembarcadero" de Guayaquil y la sierra, comenzaba a ocupar casi esclavizar a los naturales que habitaban en pueblos a lo largo del antiguo camino aborigen. Mayores consecuencias an produjo la introduccin de ganado ovejuno. Bajo el imperio incaico, se haba inculcado la produccin de lana de camlidos (llama y alpaca). [] Con la destruccin del rgimen inca y con las depredaciones de espaoles que hurtaron miles de animales para finalidades de alimentacin y transporte, los rebaos imperiales rpidamente desaparecieron. [] En poco tiempo se not el fenomenal xito de las ovejas espaolas en ambientes nor-andinos [] [] El ganado vacuno tambin se multiplic a un paso acelerado, ocupando terrenos cultivables que el reducido grupo de cultivadores indgenas ya no podan sembrar ni

defender militarmente. La tecnologa agrcola a base del arado de buey, posibilit el uso intensivo de tierras que antes se cultivaban solamente mediante el mtodo de quema y barbecho. El efecto del "ganado menor" no fue tan negativo. En pocos aos la poblacin andina asimil completamente los animales domsticos menores, importados de Europa. Las gallinas tuvieron xito casi instantneo en el mundo indgena, y los cerdos [] pudieron no solamente florecer bajo climas de variada altura, sino acompaar a sus dueos en sus expediciones. Las semillas europeas aumentaron apreciablemente el potencial productivo de los Andes []. El trigo y la cebada, sin llegar a ser comidas importantes en la cocina aborigen, se difundieron ampliamente porque los encomenderos exigieron su produccin a modo de tributo. Es probable que, en cierto grado, la cebada desplazara los tubrculos andinos (papa, oca, mashua, etc.) y a las chenopodceas (quinua, caihua). Las cosechas tropicales del Nuevo Mundo tambin se radicaron desde comienzos de la poca colonial. En los territorios del actual Ecuador, el cultivo de la caa de azcar comenz durante principios de la colonia, y el banano planta de probable origen africano aument el potencial productor de regiones con suelo muy hmedo. Tomado de Frank Salomon, "Crisis y transformacin de la sociedad aborigen invadida", en Enrique Ayala Mora, Edit., Nueva Historia del Ecuador, Vol. 3, Corporacin Editora Nacional / Grijalba, Quito, 1988, 108-111 Los conquistadores invaden el continente.

Agotados los recursos de Las Antillas y prcticamente exterminada su poblacin, los conquistadores se dirigieron en busca de nuevas riquezas hacia el continente. En 1518 Hernn Corts invadi Mxico, y ya para la dcada de 1520 el eje de las campaas conquistadoras haba pasado de Las Antillas a Panam, que se convirti en base de las conquistas emprendidas hacia las tierras del Sur. En el continente los conquistadores se encontraron con culturas mucho ms complejas, a diferencia de los que ocurra en las islas, donde la poblacin nativa se organizaba en pequeas agrupaciones gobernadas por caciques, y dependan de la caza, la recoleccin y de una agricultura elemental para la autosubsistencia. En las mesetas centrales de Mxico, tal como ocurra tambin en las mesetas y valles andinos de los actuales Bolivia, Per, Ecuador y Colombia, existan, en cambio, densos y muy heterogneos conglomerados poblacionales, regidos por sistemas polticos estatales y basados en economas agrcolas altamente desarrolladas que dependan del intercambio y de sofisticados sistemas hidrulicos. Se trataba de sociedades muy jerarquizadas, en las que el Estado haba realizado una cuidadosa distribucin de funciones econmicas y sociales entre los grupos, lo cual fue mantenido inicialmente por los espaoles en provecho propio. Para la conquista de estas grandes civilizaciones continentales a los europeos no les fue suficiente embestir casi por asalto, como ocurri en las islas; usaron, sobre todo, la guerra y la estrategia poltica. Los espaoles aprovecharon el rechazo que los grupos nativos mantenan a las hegemonas azteca e inca, y les brindaron su apoyo blico, con lo cual la conquista se convirti en una guerra en mltiples direcciones.

GRABADO Batalla del Cuzco Grabado de Teodoro de Bry, 1590. Tomado del libro Amrica, de Philip Zigler. Banco Central del Ecuador, Fondo Jacinto Jijn y Caamao. Buena parte del xito obtenido por Hernn Corts en la conquista de Mxico, por ejemplo, se debi al apoyo que recibi de los tlaxcaltecas, grupo indgena que, como otros, vio en el sector espaol el aliado ideal para luchar contra el emperador azteca Moctezuma. La conquista del Tawantinsuyu. Las exploraciones hacia la pare meridional del continente fueron protagonizadas por veteranos de la conquista americana, que haba llegado entre los primeros grupos europeos que arribaron al Caribe. Ese fue el caso de Francisco Pizarro y de Diego de Almagro, quienes en sociedad con Hernando de Luque, emprendieron una larga travesa hacia del descubrimiento de las inmensas y desconocidas tierras del "Per", denominacin que derivaba de "bir", nombre nativo de un ro en la costa pacfica (al norte de la actual Colombia), que en la dcada de 1520 constitua una especie de frontera natural entre la avanzada conquistadora establecida en Panam y lo que quedaba por explorar hacia el sur. Los viajes hacia el sur arrancaron en 1524, inmediatamente despus de las primeras noticias que se tuvieron sobre la existencia del rico y populoso imperio del Per. Bordeando la costa pacfica con bergantines repletos de aventureros, los expedicionarios recorrieron en aproximadamente seis aos su suficientes millas como para llegar hasta los 8 grados de latitud sur, estos es, ms all del ro Santa en la costa peruana. Durante el trayecto desembarcaron varias veces, con estadas en Tacmez, Jama, Portoviejo, Isla Pun y Tmbez y entre escaramuzas, asaltos y tambin encuentros pacficos con los nativos, tuvieron la oportunidad de confirmar mediante el testimonio de los mismos habitantes de esos lugares la existencia del gran imperio que buscaban. En esos largos aos, tambin lograron capturar oro, plata y nativos que luego les sirvieron de intrpretes. Pero los seis aos de exploraciones europeas en la costa pacfica de los actuales Colombia, Ecuador y Per tambin habran permitido a las sociedades de los Andes enterarse en la presencia de los europeos y elucubrar sobre sus intenciones con suficiente anticipacin a las acciones de conquista que se avecinaban.

Hay que tomar en cuenta que las sociedades aborgenes de Amrica del Sur estaban vinculadas entre s por importantes vas de intercambio, que permitiran el flujo de personas, productos e informacin. No se entiende de otra manera que noticias particularmente precisas sobre un imperio situado mucho ms all de la lnea equinoccial, circularan en regiones tan septentrionales atrayendo la atencin de los aventureros instalados en Panam. No obstante, este alto grado de integracin sirvi, irnicamente, a los propsitos de un destino trgico. Por las mismas redes circularon las mortales enfermedades europeas, que tras los primeros contactos comenzaron a difundirse entre la poblacin nativa, diezmndola en proporciones gigantescas, mucho antes de que los conquistadores penetraran en el territorio (Bustos: 1983: 58; Salomon: 1983: 100). La intensidad y amplitud del contagio allan el camino hacia la conquista no slo asolando a la poblacin sino que, en parte por accin de azar, afectando a la misma cpula del poder inca, entonces encarnada en Hayna-Capac, quien muri entre 1525 y 1527 en Quito, probablemente de viruela o de sarampin, ignorando que su mal proceda de los futuros verdugos de su imperio. Hayna-Capac fue el autor de la expansin del Tahuantinsuyu hacia la regin de Quito, situada al norte del imperio o Chinchaysuyu. Su muerte temprana llev al Tahuantinsuyu a una profunda crisis poltica, provocada por problemas de sucesin que terminaron enfrentando encarnizadamente a Huscar y Atahualpa, hijos del Inca fallecido. Atahualpa, manteniendo la preferencia de su padre por la regin de Quito, haba consolidado su presencia all mediante alianzas con los seoros locales, cuestin que desafiaba y pona en peligro la centralidad del Imperio concentrada en el Cuzco (Valarezo: 1990: 228-231) En realidad, esto implicaba un cambio sustancial en el esquema poltico de organizacin del Tahuantinsuyu y constitua un poderoso motivo para que las lites polticas incaicas se vincularon al enfrentamiento entre Huscar y Atahualpa. La guerra fraticida que protagonizaron culmin con la derrota de los ejrcitos de Huscar y el triunfo de Atahualpa. El nuevo Inca sin embargo, no posea una situacin slida al inaugurar su mandato. Estaba rodeado de poderosos adversarios, que provenan no solo de los grupos partidarios de Huscar, sino tambin de los numerosos pueblos que siempre se haban resistido a la dominacin inca, y que vean en la situacin de inestabilidad poltico del imperio la oportunidad para enfrentarla. Fue en esos precios momentos que ingresaron al escenario los conquistadores espaoles De la crisis poltica que desgarraba al imperio inca se enter Pizarro durante su estada de casi un ao en el litoral pacfico del actual Ecuador, de la cual obtuvo un importante botn de oro y plata, logrado mediante sangrientos asaltos perpetrados a poblaciones como la de la isla Pun, que qued prcticamente arrasada a su paso. Luego Pizarro arrib a Tmbez, puerta de entrada del Imperio. Conocedor entonces de la presencia de Atahualpa en Cajamarca en donde el Inca se haba enterado por esos mismos das de la derrota de Huscar y de su propia entronizacin Pizarro decidi marchar a su encuentro (Plit Montesdeoca: 1983: 80-81), Como veterano de guerra, y sobre todo por las lecciones que haba arrojado la conquista de Mxico, Pizarro saba que eliminar la cabeza del gobierno y aprovechar

la resistencia local frente al imperio seran estrategias claves para someter al Tahuantinsuyu. Empleando tcticas ajenas a la tradicin guerrera local, Pizarro logr camuflar un plan de emboscada con encuentros "pacficos" previos, que iba propiciando entre los emisarios de ambas partes, a medida que el grupo se aproximaba a su destino (Rostworowski: 1988: 174) Subestimado tal vez los alcances de las intenciones de Pizarro, o probablemente con la idea de impresionar a los intrusos, y medir fuerzas mediante la exhibicin de los smbolos de su poder, Atahualpa se expuso en la plaza de Cajamarca ante los espaoles, con todo el boato posible y con sus guerreros desarmados. Los casi 200 hombres de Pizarro emboscaron y, prcticamente, exterminaron a los soldados imperiales. Inmediatamente, aprovechando la desproteccin del Inca, lo conminaron a aceptar la conversin a la fe cristiana, a travs de un inslito ritual llamado el "Requerimiento" que, en caso de ser rechazado como lo hizo Atahualpa, les permitira legitimar cualquier acto de crueldad, siempre justificable en la mentalidad catlica de la poca cuando se trataba de "infieles". Atahualpa fue tomado prisionero y, luego de unos meses, degollado. Esto ocurri entre junio y julio de 1533. Sin embargo, la cpula del poder inca no desapareci completamente con la muerte de Atahualpa. Manco Inca, emperador ttere que los espaoles proclamaron como sucesor del soberano asesinato, rompi la alianza con los europeos en 1536 y cre un importante foco de resistencia inca en Vilcambamba, una regin montaosa al noroeste del Cuzco (Stern: 1986:62). Ese reducto se mantuvo hasta 1572, cuando el virrey Toledo ejecut a Tupac Amaru I, ltimo Inca de la resistencia.

La conquista de la Regin Morandina. Las alianzas que el Tahuantinsuyu logr establecer con la regin norandina del Imperio se tambalearon luego de la muerte de Atahualpa. El rechazo a la dominacin inca por los pueblos Caari, Puruh, Quito y Pasto permaneca latente pese a que los incas, luego de sus guerras de conquista, haban adoptado medidas "blandas" para consolidar su podero en esas regiones. En realidad, los pueblos norandinos, organizados en unidades polticas autnomas los "seoros", no aceptaban el esquema centralizador del estado inca (Salomon: 1983:100; Valarezo: 1990:242). La coyuntura poltica desatada por la irrupcin europea en contra de los incas. Los caaris, los caciques de Cayambe, Quito y Latacunga, entre otros, colaboraron abierta y activamente con el cruel conquistador Sebastin de Benalczar en el sometimiento y exterminio de los grupos incas. El ltimo esfuerzo por contener la oleada anti-inca fue protagonizado por Rumiahui, general de Atahualpa, quien queriendo frustrar el avance de Benalczar, se anticip destruyendo Quito y reprimiendo a los rebeldes anti-incas, cuatro mil de los cuales fueron pasados a cuchillo por rdenes suyas (Borchart: 1981:181). Las guerras por el reparto del territorio. El saldo de los primeros aos de la conquista espaola fue trgico y violento. Y la guerra fue general. El enfrentamiento inicial entre espaoles y nativos deriv en guerras que protagonizaron tanto los nativos entre s, como los europeos, divididos

en bandas y facciones que luchaban por obtener tajadas en el reparto de las riquezas y el territorio. Estas ltimas se denominaron las "guerras civiles". De hecho, una vez finalizada la conquista de Quito, Pizarro y Almagro se disputaron abiertamente durante aproximadamente cuatro aos el control del Cuzco, situado en la frontera de los dos reinos que la Corona les haba otorgado, respectivamente: Nueva Castilla (Per) y Nueva Toledo (Chile).

GRABADO Enfrentamiento entre conquistadores Asesinato de Pedro de Puelles Grabado de Teodoro de Bry, 1590. Tomado del libro Amrica, de Philip Zigler. Banco Central del Ecuador, Fondo Jacinto Jijn y Caamao. Una vez derrotado y ejecutado Almagro, en 1538, ambos reinos es decir, prcticamente todas las tierras hasta entonces conquistadores quedaron en manos de sus verdugos, los Pizarro. Gonzalo Pizarro fue nombrado por su hermano gobernador de Quito con jurisdiccin sobre Popayn, Cali, Portoviejo y Guayaquil y fue en el ejercicio de ese cargo que organiz la expedicin al oriente en busca del pas de la Canela, viaje que culmin con la llegada de Orellana al gran ro Amazonas. Estas luchas de aventureros insaciables adquirieron una dimensin clnica evidente (Lavell: 1997:34). La hegemona de Francisco Pizarro lleg a su fin en 1541, cuando un grupo de almagristas lo asesin en su residencia en Lima y proclam "general" del Per a Diego "el Mozo", hijo de Almagro nacido en Panam (Landzuri: 1983:169). Su mandato, sin embargo, dur slo un poco ms de un ao, puesto que fue depuesto y ejecutado por Cristbal Vaca de Castro, primer delegados que la Corona envi para frenar a los conquistadores e implantar la autoridad real. En esta poca la fundacin de ciudades jug un rol decisivo par la consolidacin del avance conquistador. La premura con que se instalaban tena el claro objetivo de dotar de un marco jurdico a la ocupacin del territorio y crear puntos de avanzada para nuevas expediciones. No es coincidencia que las primeras ciudades fundadas en lo que ms tarde sera territorio de la Audiencia de Quito Quito (1534), Guayaquil (1535), Portoviejo (1535), Popayn (1536) y Pasto (1536) se hayan establecido precisamente en el contexto de las disputas entre las huestes conquistadoras. De hecho, Quito fue fundada para detener las aspiraciones que el gobernador de Guatemala, Pedro de Alvarado, tena sobre las tierras que iba conquistador Pizarro.

Las fundaciones de Guayaquil y Portoviejo fueron ordenadas por este ltimo y puestas en ejecucin por Orellana y Francisco Pacheco, para permitir desde Lima, el control del extenso territorio del litoral amenazado por las huestes de Benalczar. Benalczar, finalmente, logro fundar Cali, Popayn y Pasto, sentado as las bases de la gobernacin de Popayn, que tanto ambicion y que le fue otorgada por el emperador Carlos V en 1540 (Landzuri: 1983:182). La aplicacin de las leyes nuevas y la consolidacin del poder real. La fuente principal de la riqueza de los conquistadores en el siglo XVI fueron las encomiendas o "repartimientos de indios". Mediante ellas, los conquistadores convertidos en "encomenderos" podan dispones de un nmero de indios generalmente parcialidades enteras, que no solo les tributaban en especies o dinero, sino que les servan de mano de obra. La posesin de encomiendas les proporcionaba prestigio, poder y riqueza, sobre todo por la posibilidad de acceso a la propiedad de la tierra. Los encomenderos eran los "vecinos" (o habitantes "principales") de las ciudades y ocupaban puestos en el cabildo, que era el gobierno municipal de las urbes. Vivan rodeados de squitos de sirvientes y su vida estaba dedicada a la ostentacin. Por eso, la sola posibilidad de que la Corona revisara los trminos de la concesin de encomiendas poda causar un revuelo incontrolable en los "reinos" americanos. Como se mencion el inicio, fue el dominico Bartolom de las Casas, inspirado en los principios humanistas de otro gran dominico, Francisco de Vitoria, quien denunci ese sistema de explotacin. Y logr que la Corona promulgara en 1542 las Leyes Nuevas, que ponan lmites al maltrato a los indios y al poder casi ilimitado de los encomenderos, a travs de disposiciones tales como la abolicin de la esclavitud india; la prohibicin de que instituciones, clrigos, funcionarios y establecimientos religiosos poseyeran encomiendas; la prohibicin de nuevas encomiendas, estipulando adems que las existentes se revirtieron a la Corona a la muerte de sus poseedores (Bird Simpson: 1970:152) El apoyo de la Corona a las restricciones a la encomienda era perfectamente explicable desde la perspectiva del rey Carlos V, quien las promulg. Lejos de revelar una actitud humanista, ms bien le permitir al monarca consolidar su vasto imperio, sofocando el peligro ms inminente: las aspiraciones feudales de los conquistadores, siempre tentados a cortar vnculos con la monarqua, tal como qued evidenciado en las guerras civiles protagonizadas por Pizarro y Almagro. El encargado de aplicar las Leyes Nuevas en esta parte del continente fue Blasco Nez de Vela, quien vino en 1544 para desempear, adems, el cargo de primer Virrey del Per (Landzuri: 1983:172); es decir, representaba al rey en las colonias; y , por lo tanto, estaba revestido de plenos poderes. La decisin de usar la fuerza para llevar adelante su misin despert an ms la oposicin de los encomenderos, quienes conformaron un ejrcito encabezado por Gonzalo Pizarro, al que haban proclamado Capitn General del Per. El Virrey cont inicialmente con el respaldo eventual de los vecinos de Quito para hacer frente a la arremetida de Pizarro. Sin embargo, el enfrentamiento slo se concret en 1546 en el Ejido de Quito, cuando las tropas del Capitn General se enfrentaron con las Nuez de Vela, que entonces contaba con refuerzos de Popayn al mando de Benlcazar. Los setecientos hombres de Pizarro derrotaron al ejrcito virreinal compuesto de 400 soldados y el Virrey fue decapitado en el campo de batalla (Landzuri: 1983:172174)

Esta leccin que recibi la Corona la llev a cambiar de tctica; esto es, considerar una aplicacin menos severa de la legislacin contra la encomienda. Adems, para entonces varios sectores que aos atrs haban condenado la encomienda, venan ya en ella algunas bondades como la de brindar facilidades a la evangelizacin, asegurar el control dirigente militar compuesta por los encomenderos y favorecer un orden jerrquico, necesario para la nueva sociedad que se estaba creando (Konetske: 1997:176). Las Leyes Nuevas desencajaban con este nuevo contexto; por lo tanto, la Corona opt por enviar otro delegado, el Licenciado Pedro de la Gasca, en calidad del Presidente de la Audiencia de Lima con instrucciones precisas para negociar los puntos ms polmicos de las Leyes, prometiendo prcticamente su abolicin. Con esa poltica, no le fue difcil a La Gasca llegar a acuerdos con los grupos rebeldes y, a la vez, desarmar la plataforma de lucha de Gonzalo Pizarro. De todos maneras, el ltimo de los Pizarro contaba todava con numerosos grupos leales, que se agruparon en un gran ejrcito bajo su mando, concentrado en el Cuzco. El enfrentamiento se dio en la cercana llanura de Jaquijaguana en marzo de 1548. La victoria estuvo del lado de La Gasca, gracias a que la gran mayora de los soldados rebeldes terminado abrazando la causa de la Corona. Gonzalo Pizarro fue capturado y ejecutado (Landzuri: 1983:174-178). La muerte de Gonzalo Pizarro marc el fin de la poca pizarrista. Con el triunfo de La Gasca, en cambio, se iniciaba la consolidacin del poder real en Virreinato del Per, lo que dara lugar a un perodo de estabilidad que, entre otras cosas, se concret, por ejemplo, en la iniciativa de la Corona de promover el establecimiento y crecimiento de las ordenes religiosas y el clero secular. Pero estos cambios en el orden poltico e institucional coincidan tambin con cambios a nivel de la economa colonial. Precisamente con cambios a nivel de la economa colonial. Precisamente en esos momentos se operaba en el mismo escenario una gran transformacin provocada por la explotacin a gran escala de las minas de plata, actividad que el Estado Metropolitano puso mucho empeo, por los enormes beneficios que poda reportarle. Esto signific, de alguna manera, el desplazamiento de la encomienda como fuente principal de riqueza y generacin de otras formas importantes de enriquecimiento, que se derivaban de la misma explotacin de la plata, como la produccin de textiles concentrada en Quito, vinos, cueros, etc., para los centros mineros y el comercio en general. El estado colonial intervino en la dinamizacin del nuevo sistema econmico a travs de dos decisiones importantes: la conversin del tributo en especies al tributo en moneda y el subsidio de la mano de obra indgena, que sera canalizada a las reas productivas mediante el sistema de la "mita", antigua institucin prehispnica que ahora servira para crear un sistema de trabajo forzado a gran escala, que inclua toda la poblacin indgena tributaria comprendida entre los 18 y 50 aos de edad. El mentalizador de la esta poltica fue el virrey Francisco de Toledo, quien dispuso en 1574 que anualmente se trasladaran 13.500 mitayos a Potos (en el actual Bolivia), principal centro minero del Virreinato peruano durante el siglo XVI. La mita se generaliz y la distribucin de indios mitayos corri por cuenta de los mismos caciques, que deban proveer de fuerza de trabajo indgena a todas las actividades

econmicas de las lites coloniales, y en el caso de Quito, a los obrajes y haciendas, fundamentalmente. Los indios mitayos trabajaban en turnos de cinco aos y sus obligaciones se extendan tambin a la provisin de servicios a las ciudades, sobre todo para la construccin de edificios y la dotacin de lea y agua. Parte de la obra de Toledo fue, adems, la concentracin de indgenas en "reducciones" o poblados forzados que brindaron facilidades al adoctrinamiento, evangelizacin y control de la poblacin, proyecto que tuvo en el corto plazo un xito parcial. Estas iniciativas convirtieron al virrey Toledo en la figura ms sobresaliente del proceso de consolidacin del sistema colonial en los territorios de Amrica del Sur. No hay que olvidar que fue durante su gobierno se orden la captura y ejecucin de Tpac Amaru I, ltimo foco de resistencia del imperio Inca. La Audiencia de Quito a fines de siglo. Por pedido del cabildo de la Villa de San Francisco, el territorio que haba constituido hasta 1563 la Gobernacin de Quito pas a ser Audiencia, siempre dependiente del Virreinato del Per. Este distrito y el del Obispado de Quito, cuyo establecimiento se haba concretado ya en 1550, daban cuenta, de alguna manera, de la percepcin por funcionarios y vecinos, de un territorio que constitua una suerte de unidad, un espacio norandino diferencia del resto del virreinato en trminos de sus particularidades geogrficas y, posiblemente, histricas y culturas. La poblacin. Los cambios que el territorio de la nueva Audiencia haba experimentado en los treinta aos transcurridos desde la conquista eran verdaderamente profundos. El paso de las huestes conquistadoras supuso ya en las primeras dcadas una sustancial movilizacin de la poblacin nativa. Parte de ella haba dejado sus lugares de origen para acompaar a los espaoles en las exploraciones. Otro tanto haba huido a zonas de refugio, y muchos ms fueron a movilizarse para alimentar los "repartimientos de indios". De hecho, se haba operado una transformacin de los tradicionales esquemas de concentracin poblacional. Una importante baja de poblacin se produjo en el litoral, cuyos nativos estuvieron entre las primeras vctimas de las epidemias tempranas desatadas por la proximidad y, luego por el contacto, con los europeos. De la misma manera ocurra con los indios de Portoviejo, y los indios de Guayaquil estaban prcticamente extinguidos ya en 1550, de acuerdo con informes de Cieza de Len (Powers: 1994:45). La sierra, en cambio, experimentaba un crecimiento sostenido de poblacin indgena. La gran demanda de mano de obra que tenan fundamentalmente la sierra central y norcentral, debiendo a que all estaban instaladas la mayora de empresas espaolas, determin una migracin de indgenas desde la periferia, lo que no slo incrementaba la poblacin tributaria reclutada por los mismos caciques, sino la poblacin de indios "forasteros" que migraban precisamente por escapar del tributo (Powers: 1994:82). Hay que destacar la fuerte migracin desde las zonas de ceja de montaa, que de ser reas de refugio durante la conquista, estaban pasando a convertirse en zonas de expulsin de poblacin, tanto por las condiciones infrahumanas de las encomiendas, como por los antiguos lazos que sus habitantes mantenan con la sierra (Powers: 1994:49).

La sociedad indgena entre 1548 1563


La reorientacin el proceso colonial durante estos aos, tuvo repercusiones importantes para la sociedad indgena. Durante el dominio de los Pizarro, las alianzas hispano aborgenes y la encomienda primitiva haban constituido una red de relaciones bilaterales, tcticas, relativamente flexibles, caracterizadas por la explotacin mutua. Ahora se impona un sistema similar al que iba a llamarse (en el imperio britnico siglos despus) "mandato indirecto". Por esta frase se entiende un sistema que dej en vigencia a los niveles inferiores y medios del gobierno aborigen, conectndose con la economa poltica imperial, mediante un rgimen tributario estrechamente regulado por la burocracia real. Bajo este rgimen, la encomienda no desapareci sino que se convirti en subsidio administrado por la Corona a favor de las lites coloniales. La actuacin de los seores tnicos, de 1548 en adelante, se defini dentro del tringulo kurakazgo encomienda burocracia real. Con la cada de la importancia del podero militar indgena, las lites aborgenes frecuentemente tuvieron que buscar su ventaja poltica en la explotacin de contradicciones entre el estado y el encomendero. En 1551, las encomiendas del actual Ecuador, fueron redistribuidas por el presidente Pedro de La Gasca [] a personas que se suponan leales a la Corona. La reglamentacin del tributo se bas en el concepto de que el encomendero no deba llevar ms de los que se haba tributado al estado inca, ni deba lo que el terreno y la condicin de sus habitantes cmodamente poda rendir [] A pesar de respetar superficialmente las normas incas, las tasaciones, en realidad, introdujeron cambios de enorme importancia. Bajo el sistema, se haba tributado exclusivamente en trabajo. Las materias primas deban ser aporte del estado. Los espaoles, en primas deban ser aporte del estado. Los espaoles, en cambio, exigieron productos acabados cesto, petacas, diversas comidas, ropa indgena dejando, frecuentemente, a los tributos de este tipo, el kuraka oblig a sus sbditos a asumir costas y riesgos que, desde el punto de vista andino, correspondan al estado. Para satisfacerlo, toda la comunidad tuvo que dedicar parte de su producto al comercio monetario y, por lo tanto, disminuy la proporcin disponible para los intercambios, la base de la reciprocidad o redistribucin andinas [] La reforma de las encomiendas en 1551 tambin propuso una sistemtica penetracin del mundo indgena por misioneros catlicos []. Pero en muchos casos el progreso del cristianismo fue lento. En 1559, la mayora de los aborgenes residentes cerca de Quito an no haban sido bautizados []. Por otro lado, los espaoles buscaban formas de extraer mano de obra para la construccin de villas y ciudades []. Para estas finalidades y muchas ms, los cabildos y corregidores permitieron la resurreccin de la mita incaica y su paulatina transformacin en sistema de trabajo forzado a escala gigantesca []. [] A pesar de todas estas presiones, las comunidades indgenas hasta 1550-1560 haban defendido con xito la mayor parte de sus instituciones autctonas, y en su constitucin interna conservaban rasgos fundamentalmente andinos. (Tomado de Frank Salomon, "Crisis y transformacin de la Sociedad Aborigen Invadida (1528-1573)" en Enrique Ayala, Ed., Nueva Historia.

En realidad, el nuevo esquema poblacional estaba rompiendo el patrn de poblamiento descentralizado y fluido a nivel interregional caracterstico de la poca prehispnica. Pero, adems, las fronteras del poblamiento hispano concentrado

fundamentalmente en la sierra reflejaba las propias limitaciones da la empresas conquistadora. Desde esta perspectiva, la cdula de 1563, que cre la Audiencia de Quito, resulta ms bien la expresin de una expectativa que de una realidad territorial. En la ltima dcada del siglo, todava los europeos se planteaban la idea de emprender la conquista de las comarcas situadas en las vertientes de las cordilleras oriental (la selva amaznica) y occidental (Esmeraldas), que no haban ingresado an en el proceso de colonizacin (Lavall: 1997:53). La sociedad colonial. De otro lado, la sociedad colonial que se configuraba era definitivamente variada y heterognea, pese al proyecto de orden social que la Corona busc establecer desde un inicio y que pretenda separar la sociedad nativa de la hispana, con la creacin de dos Repblicas, una de Indios y otra de Espaoles. De hecho, los conquistadores no hubieran podido sobrevivir durante las primeras dcadas sin el establecimiento de alianzas con las lites indgenas, lo que permiti que actuaran de mediadores entre los hispanos y el comn de los indgenas, convirtindose as en lites biculturales con posiciones ventajosas dentro del sistema colonial. Adems de las uniones y matrimonios entre ambos sectores, surgieron tempranas generaciones de mestizos que en Quito se incrementaron de manera especial respecto a otras regiones del virreinato. Hay que sealar que entre los "blancos" la diferencia social era tambin muy marcada. La conquista dej como saldo la existencia de varios sectores marginales, como soldados sin fortuna, que quedaron de las guerras civiles, y mestizos desheredados hijos de antiguos encomenderos. Para ilustrar esta situacin, basta sealar que ambos sectores en conjunto constituan a fines del siglo alrededor de dos tercios de los habitantes de la ciudad de Quito (Lavall: 1997:92-99). El orden poltico. En este orden, la Audiencia atravesaba desde 1570 finalizado el perodo de Hernando de Santilln, primer presidente de la Audiencia una situacin de gran inestabilidad, en parte por la irregularidad con que ejercan la Presidencia los funcionarios enviados por Espaa (Lavall: 1997:66). En ese contexto, los rganos oficiales del gobierno local perdan legitimidad aceleradamente, lo que contrariaba todo el esfuerzo que se haba invertido hasta los aos 50 y 60 en la consolidacin del poder real en la regin. En realidad, la Corona Espaola haba estado enfrascada en guerras con las otras potencias coloniales europeas, que le implicaron catastrficas derrotas. Esta situacin, adems de distraerle de los asuntos internos de la poltica colonial, llev al Estado a la total bancarrota. Apremiada entonces con ms impuestos a sus sbditos del otro lado del Atlntico. El 23 de julio de 1592 lleg a Quito la orden para comenzar la recaudacin del impuesto de alcabala, que consistan en dos por ciento de las transacciones, sin incluir los artculos de primera necesidad y al por menor (Landzuri: 1983:200). El Cabildo protest y la provincia entera estall en una clebre sublevacin, que ha pasado a la historia como "La rebelin de las Alcabalas". En la protesta en Quito se articularon distintos y muy heterogneos sectores locales, como el clero, las lites y los marginales de la ciudad, conformados

principalmente por mestizos y soldados. En ese contexto las expectativas sociales rebasaron ya el simple rechazo al nuevo impuesto. En realidad, el descontento general tambin estaba expresando la crisis provocada por el ocaso de la sociedad de los encomenderos y la consiguiente prdida de protagonismo de las generaciones desheredadas de la conquista, desplazadas por nuevos actores que anunciaban otro tipo de sociedad (Lavall: 1997). Estos eran los comerciantes y mercaderes, fuertemente vinculados al auge de la economa regional que se desarrollara en el siguiente siglo. Doctrinas del obispado de Quito a fines del siglo XVI Doctrinas servidas por clrigos; En la ciudad de Quito: San Sebastin, San Blas, Santa Brbara, Santa Prisca, San Marcos, Machngara, Machanguilla, Chillo, Conocoto, Chillogallo, Pelileo, Tisaleo, Patate, Quero, Angamarca, Calpi, Licn y Yaruquis, Cumbay, Pifo y Puembo, Yaruqu, Oyacachi, Guaillabamba, Cayambe, Pimampiro, Mira y Zmbiza. En la Villa de Riobamba: Yanaconas de la Villa, Chimbo, Santiago y San Lorenzo, San Miguel, Guanujo, Canzacoto, Chapacoto y Pallatanga. En la ciudad de Guayaquil: Pimocha y Yaguache. En la ciudad de Puerto Viejo: Jipijapa y Manta. En la ciudad de Pasto: Valle de Pasto, Juanambu, Quina, los Abades, Yascual, San Sebastin, Madrigal y Las Monjas. En la ciudad de Mocoa y Ecija: El Beneficio de las propias ciudades y Cuyoy. En la ciudad de Cuenca: Alaus, Guataisi, Sibambe, Azogues, Yanaconas de Cuenca, San Sebastin, Paicabamba y Jirn, Caaribamba, Oa y Nabn. En la Villa de Zaruma: Beneficios de la Villa y Yanaconas y la Doctrina de Yauna. En la ciudad de Loja: Beneficios de la ciudad. Yanaconas y San Juan del Valle y las Doctrinas de Amboca, Yaguaca y Capellana de Monjas. En la ciudad de Zamora: Beneficio de la ciudad y las doctrinas de Zurinanga y Nambija. En la ciudad de Jan: Beneficio de la ciudad y Doctrinas de Lomas y Copallen, Guambos, Chirinos, Aconipa y otra Guambos. En San Miguel de Piura: Vicara de Yanaconas, de Paita y Coln, de Sechura, de Catacaos, de Olmos, de Matupe, de Jayanca, Pacora, Guancabamba, Salas y Penachi y Moscalaque. En la Gobernacin de Quijos: Baeza y Coca, Avila y Calientes de Carito, Archidona. En la gobernacin de Yaguarzongo: Valladolid y Valle, Cumbinam y Caballerizas, Santiago de las Montaas, Cangaca, Iranaca, Ro de Jan, Santa Mara de Nieva, Sevilla de Oro, Paira y Sua. Doctrinas servidas por religiosos. A cargo de los Dominios: Alangas, Pntag, Uyumbicho, Panzaleo, Aloag y Canzacoto, Ambato, Pllaro, Tomavella, Pupiales, Ipiales, Cibundoy, La Laguna, Los Ingenios, el Valle, Paccha, Garruchumba, Pozos, Calva, Cariamanga, Daule, Chongn, Cozanga, Atunquijo, Pachamama y Maspa. A cargo de los Franciscanos: Cotocollao, Pomasqui, Calacal, San Antonio, Perucho, Malchingu, Otavalo, La Laguna, Cotacachi, Atuntaqui, Urcuqu, Caranqui, San Antonio de Caranqui, Salinas, Mulahal, La Tacunga, Alaques, San Miguel, Pujul, Saquisil, San Andrs, Guano, Punn, Chambo, Calahole, Tungurahua, Quimia, Penipe, Pangua, Chapacual, Angosi, Yacuanquer, Paute, Gualaceo, Molleturo, Ilapa y Pungal. A cargo de los Mercedarios: Caguasqu, Tucar, Puntal, Guacn, Julin, Gualea, Camoqui, Males, Mallama, Carlosama, el Valle, Tmbez, Fras, Pun y Picoaz. A cargo de los Agustinos: Atunsicchos, Caares, Ingenio, Caliente de Sicchos, Tquerres, Capuis y Malacatos. (Tomado de un extracto de un documento original, que reproduce el Padre Jos Mara

Vargas en su obra La Conquista espiritual del imperio de los Incas, la prensa catlica, Quito, 1948).

Glosario
Capitulaciones, licencias que la Corona otorgaba para explorar y colonizar una determinada zona. Consistan en un acuerdo bilateral por el cual el conquistador asuma los costos de la empresa y la Corona se obligaba a reconocerle franquicias y mercedes. Virreinatos, grandes divisiones o circunscripciones de las tierras del Nuevo Mundo sobre las que ejerca su jurisdiccin o mando el Virrey, la autoridad ms alta en la organizacin poltica colonial. Los Virreyes no se inmiscuan personalmente en la administracin de la Justicia y slo supervisaban los servicios administrativos de la dems provincias. Los Virreinatos comprendan divisiones inferiores, que eran ministrativos de las dems provincias. Los Virreinatos comprendan divisiones inferiores, que eran los distritos de las Audiencias, que s cumplan funciones jurdicas y administrativas simultneamente. Cabildo, institucin representativa del "comn", es decir, constitua el rgano principal de defensa de los derechos de los "vecinos" de las ciudades. Sus miembros se elegan de entre las personas benemritas del colectivo, como encomenderos, comerciantes y hacendados, que representaban los intereses locales y que llegaron a conformar posteriormente los grupos oligrquicos de la regin.

Orientaciones bibliogrficas
- Sobre los Incas vase en: ROSTWOROWSKI, Mara, Historia del Tahuantinsuyu, IEP, Lima, 1988. - Diversos aspectos de la conquista se tratan en: BORCHART, Christina, "La conquista espaola", en Moreno, Segundo, Comp. Pichincha. Monografa Histrica de la regin nuclear ecuatoriana, Consejo provincial de Pichincha, Quito, 1981. BYRD SIMPSON, Lesley, Los conquistadores y el indio americano, Ediciones Pennsula, Barcelona, 170 BUSTON L., Guillermo "La conquista en el contexto americano", en Nueva Historia del Ecuador, Vol, 3, CEN-Grijalbo, Quito, 1983. - Sobre aspectos relativos al proceso de colonizacin se puede consultar en los siguientes trabajos: KONETZKE, Richard, Amrica Latina II La poca colonial, Siglo XXI, Mxico, 1997. LANDAZURI, Carlos, "De las guerras civiles a la institucin de las, Alcabalas", en Nueva Historia del Ecuador, Vol. 3, CEN-Grijalbo, Quito, 1983. LAVALLE, Bernard, L Amrica espagnole. De Colombia a Bolvar, Editions Belin, Paris, 1993. LAVALLE, Bernard, Quito y la crisis de la Alcabala, IFEA-CEN, Quito, 1997. POLIT MONTES DE OCA, Vicente, "Conquista del Per, Quito y descubrimiento del Ro de las Amazonas", en Nueva Historia del Ecuador, Vol. 3 CEN-Grijalbo, Quito, 1983. POWERS VIEIRA, Karen, Prendas con pies, Migraciones indgenas y' supervivencia cultural en la Audiencia de Quito, Ediciones Abya-Yala, Quito, 1994. SALOMON, Frank, "Crisis y transformacin de la sociedad aborigen invalida (15281573)", en Nueva Historial del Ecuador, Vol. 3, CEN-Grijalbo, Quito, 1983. STERN, Steve, Los pueblos indgenas del Per y el desafo de la conquista espaola, Alianza Editorial, Madrid, 1986. VALAREZO, Galo Ramn, El Poder y los Norandinos, CAAP, Quito, 1990.

El apogeo del orden colonial (Siglo XVII)

Guadalupe Soasti Toscano* El siglo XVII, en la Audiencia de Quito es el escenario en el cual el Estado espaol se consolida y aparece legitimado, a travs de una gama compleja de instancias poltico administrativas, que van desde la presidencia de la Audiencia hasta las tenencias pedneas. Desde el punto de vista econmico, la Audiencia experiment una gran prosperidad econmica, que influy en la estructura social colonial. La acumulacin de capital permiti la emergencia de nuevos sectores sociales vinculados al comercio, sectores que se convirtieron, en ltima instancia, en miembros fundamentales de la lite colonial. Este fenmeno econmico permiti la permeabilizacin de la estructura social y puso en riesgo a la sociedad estamental del siglo anterior debido a que facilit la movilidad social. La irrupcin de los mestizos en la sociedad colonial es tambin un aspecto relevante. Ya desde entonces reclamaron un espacio de mayor participacin, convirtindose en el siguiente siglo de importantes protagonistas de los procesos histricos.

INDIOS Hurdiendo tela en el obraje Grfico tomado de Salvat Editores, Historia del Ecuador, Vol. 4. Salvat Editores, Espaa, 1988. El virreinato peruano. Una vez conquistado el imperio de los Incas por Francisco Pizarro en 1532, en esos territorios la monarqua espaola estableci, con fines polticos administrativos, el Virreinato del Per, con Lima como sede virreinal y Blasco Nuez de Vela como primer virrey. La jurisdiccin administrativa del Virreinato se extendi por gran parte del continente sudamericano y parte del centroamericano, ocupando un vasto espacio que por el norte incluy al actual Panam y por el sur Chile y Argentina. El territorio de Venezuela, fundado como Capitana General, qued fuera de esta administracin virreinal. Ya en el siglo XVII, el Virreinato peruano estaba compuesto de siete audiencias, seis de las cuales se fundaron a lo largo del siglo anterior (Panam, 1538; Lima, 1543; Santa Fe de Bogot, 1548; La Plata de Charcas, 1549; Quito, 1563; Chile, 1563) y solamente la Audiencia de Buenos Aires se cre en la segunda mitad del siglo XVII. Vale la pena indicar que los territorios de estas audiencias sirvieron como referente para el establecimiento de los espacios nacionales de algunos de los actuales pases sudamericanos.

Representacin de la transportacin de la plata de Potos. Grabado de Teodoro de Bry 1590, del libro Amrica, de Philipp Zigler, Banco Central del Ecuador, Fondo Jacinto Jijn y Caamao. Grfico tomado de Enrique Ayala, Ed., Nueva historia del Ecuador, Vol. 3, Corporacin Editora Nacional / Grijalbo, 1989.

Durante los siglos XVI y XVII el Virreinato peruano constituy un espacio cohesionado econmicamente. La explotacin minera de Potos actu como polo de desarrollo y eje articulador de la economa virreinal, impulsando un importante comercio de productos regionales, que se intercambiaban por la plata que se extraa de sus minas y que se amonedaba con fines mercantiles. El intercambio comercial regional determin la formacin de un importante mercado a su interior. A travs de ste, se comerciaban una serie de productos bsicos que autoabastecieron al Virreinato. As, pues, en este espacio productivamente autosuficiente la importacin de productos europeos fue poco importante. Los productos que recorrieron el espacio peruano fueron textiles de la Audiencia de Quito; manufacturas hechas a base de vidrio, cuero y madera, de la Audiencia de Chile, de donde tambin se exportaron a las otras regiones virreinales vino y frutas; maz, cacao, aj y tabaco de la Audiencia de Lima y Charca; yerba mate, caa de azcar, olivo y uvas del actual Paraguay; carnes y cecinas de la Audiencia de Buenos Aires (Assadurian: 1984:201-203). *Docente de la Universidad Andina Simn Bolvar, Investigadora del Taller de Estudios Histricos. Caractersticas econmicas y sociales de la Real Audiencia de Quito. A pesar de que la produccin minera de Potos (en la actual Bolivia), a partir de 1640 empez a declinar crisis, por cierto, que se profundiz en el siguiente siglo, la Audiencia de Quito a lo largo de ese siglo XVII desarroll una importante produccin textil articulada con ese centro de produccin. Es una etapa durante la cual el orden colonial, con sus instituciones, alcanz su mximo apogeo. El proceso de consolidacin colonial se evidencia a travs de tres aspectos. En el social, con la configuracin de una sociedad estamental, en la cual los espaoles peninsulares y criollo se encontraban en la cspide de la pirmide social, seguidos por los mestizos que irrumpen a la sociedad en esta etapa, y luego por lo indgenas. En el poltico, la legitimacin y reconocimiento no slo de la autoridad

real, sino del poder de los cabildos como instituciones de gobierno local. Y en el religioso, la consolidacin de la Iglesia, a la que el Estico, constituyndose por lo tanto en una institucin con grandes prerrogativas.

INDIGENAS Hilando Grabado de Martnez de Compan, Tomo II, Lm. XLI. La economa. La principal actividad econmica de la Audiencia en los aos inmediatamente posteriores a la conquista espaola fue la explotacin minera de oro. Empero, a finales del siglo XVI los yacimientos de este mineral prcticamente se agotaron, de manera que las actividades econmicos debieron canalizarse en otras direcciones: la produccin agropastoril, la de textiles y el comercio. La economa quitea del siglo XVII se estructur alrededor de estas actividades productivas. Sin embargo, se debe sealar que la manufactura textil se desarroll ms intensamente que las otras actividades, al punto de convertirse en el captulo principal de la economa colonial quitea, en este perodo. La actividad textil y las otras actividades productivas determinaron la conformacin de subregiones econmicas complementarios. De esta manera, la Sierra Norte (actuales provincias de Chimborazo, Cotopaxi, Pichincha e Imbabura) se especializ en la produccin textil de lana de oveja. Ahora bien, con vistas a proveer a este sector de materas primas y a su mano de obra de alimento, la actividad agropecuaria se orient a su abastecimiento. As, del ganado ovino se obtuvo la lana y muchas tierras se dedicaron al cultivo del nogal y la cochinilla, de donde se extraan los tintes para las telas; en cambio, la cabuya y el algodn se utilizaron para la fabricacin de textiles de baja calidad. La Sierra Sur (actuales provincias de Bolvar, Caar, Azuay y Loja) comparti con la Norte la actividad textil. Pero si bien comparti se fundament en el tejido de algodn, tambin la produccin de ganado mular y la explotacin de la cascarilla o quinina fueron importantes. La zona de Loja fue el centro especializado en la

produccin de mulas utilizadas en el comercio de larga distancia. Por su parte, la zona de Cuenca se especializ en la explotacin de quinina. La costa bas su economa en dos actividades fundamentales: la produccin de cacao y la fabricacin de barcos en el astillero de Guayaquil. A diferencia de la produccin textil, estas actividades vincularon a este regin con los mercados de fuera del virreinato. El cacao, que se produca intensamente desde entonces, se exportaba a Panam, Mxico y a puertos del Caribe. El sector de la manufactura textil. De acuerdo con lo sealado, el siglo XVII es el siglo de auge de los textiles. Y es que despus de su primer boom, ocurrido entre 1580 y 1610, el segundo se produjo en los aos posteriores a 1620. El desarrollo de la manufactura textil en la Sierra hizo que la Audiencia se integre al circuito comercial peruano, pero tambin el granadino (territorios de la Nueva Granada). Estos vnculos comerciales le permitieron a la Audiencia de Quito introducir en su territorio plata amonedada (plata acuada), indispensable para las transacciones comerciales internas de menor escala. Obreros, obrajuelos y chorrillos: unidades de produccin textil. Los textiles se elaboraban con los llamados obrajes, chorillos y obrajuelos. Se establecieron obedeci a tres razones fundamentales: 1.- El aumento de poblacin indgena que experiment la Sierra entre finales del siglo XVI y las primeras dcadas del siglo XVII, debido al regreso de los indios que trabajaban en las minas de Zaruma y Portovelo, a sus pueblos serranos de origen. 2.- La consolidacin de la produccin agropastoril, que implementada desde mediados del siglo XVI experiment un significativo apogeo desde principios del siglo XVII, convirtindose en la base de la produccin textil, por las razones antes sealadas. 3.- La poltica del estado espaol en favor de la encomienda y el tributo, que convierte al obraje en centro importante de extraccin tributaria y, al mismo tiempo, en centro aglutinador de los pueblos indgenas desde 1570. Los obrajes se concentraron principalmente en Quito, Latacunga y Riobamba. En estas zonas funcionaron alrededor de cincuenta obrajes, que se fueron estableciendo desde 1560. En lo que se refiere a los obrajes, hubo de dos clases: los de comunidad y los de particulares. Los obrajes de comunidad fueron unidades productivas pertenecientes a las comunidades indgenas, que se fundaron con el objeto de proporcionarles un medio competente a travs del cual obtener dinero para pagar el tributo monetario a los encomenderos. Los obrajes de particulares, en cambio, fueron unidades productivas de corte empresarial privado iniciadas por espaoles de corte empresarial privado iniciadas por espaoles encomenderos o comerciantes, que vieron en el comercio de textiles la oportunidad de obtener magnficas ganancias. Por ejemplo, algunos descendientes de los conquistadores, como los Ramrez de Arellano, Lorenzo de Cepeda, Bernardino Ruiz y Juan de Vera Mendoza, entre otros, fueron dueos de obrajes.

Los obrajes de particulares contaron con entregas peridicas de fuerza de trabajo indgena, concedida por el estado espaol, preocupado de incentivar la produccin textil. Los obrajes particulares generalmente se establecieron cerca de los pueblos de indios. Otros se fundaron en centros urbanos como Quito, Riobamba y Latacunga. Por su parte los "chorrillos" fueron unidades productivas intermedias entre los obrajes de comunidad y los grandes obrajes particulares. Los llamados "obrajuelos" constituyeron unidades productivas de carcter domstico, que generalmente se instalaron en las afueras de las ciudades, aunque tambin los hubo en los patios de las casonas familiares. Estas unidades menores trabajaron con mano de obra especializada, es decir, con indgenas que haban aprendido el oficio previamente y conocan cada una de las fases productivas del tejido de los paos. Estos dos tipos de unidades (chorrillos y obrajuelos) se especializaron en la produccin de tejidos de baja calidad para suplir las necesidad del mercado local, tales como telas bastas, jergas y bayetas. En otros casos, la funcin que cumplieron fue la de realizar slo una fase del producto del tejido, que luego era terminado en el obraje. Cada una de estas unidades obrajuelos y chorrillos funcion con un nmero determinado de telares. Para el caso de las obrajuelos entre cuatro y doce; en cambio, los obrajes contaban a veces hasta con cine telares, lo que da cuenta de la importancia de la produccin textil en la poca. Las comunidades religiosas tambin incursionaron en la produccin textil. Los jesuitas, mercedarios y dominios fueron propietarios de sendos obrajes en los valles y alrededores de Quito. La Campaa de Jess, por ejemplo, tuvo obrajes en el Valle de los Chillos y en Patete el famoso obraje de San Ildefonso.

HACIENDA Pintura mural del Convento del Carmen en Cuenca. Fotografa tomada de Enrique Ayala Ed., Nueva historia del Ecuador, Vol. 3, Corporacin Editora Nacional/Grijalbo, 1989. La manufacturas de los textiles. La elaboracin de paos de lana de oveja fue la produccin fundamental de los obrajes, especialmente el pao de color azul un textil muy cotizado en el virreinato

peruano, por la textura y la calidad de su tejido. Aunque tambin se fabricaron paos de otros colores y gas, sayales, lienzos y tocuyos. Entre los colores ms comunes que se utilizaron para hacer los paos, encontramos verdes, aceitunas, pardos, capa de duque, mezclas de rojo y nogal; varios colores de nombres metafricos como alas de mosca, almendrucados, hojas de olivo, florentines, Para conocer, en cifras, algo acerca de los volmenes de produccin de los obrajes es este perodo, nos aproximaremos a los clculos estimativos realizados por el historiador norteamericano Robson Tyrer. Este autor ha calculado que a finales del siglo XVII la produccin de textiles, slo en los obrajes de particulares de la Audiencia de Quito ascenda a 2.964 paos anuales, es decir, unas 165.894 varas. En trminos monetarios la produccin de estos obrajes habra fluctuado entre 1'150.000 y 1'750.000 pesos, cantidad alta si se compra con la produccin de los obrajes de comunicad que, contradictoriamente, para entonces no sobrepas los 760 paos anuales, es decir, unas 42.500 varas, representando apenas el 25% de la produccin generada por los obrajes particulares. Esto se debe a que la produccin de los obrajes de comunidad para entonces, o sea, para finales del siglo XVII, se encontraba ya en declive. Los precios de los textiles. Los precios de los textiles fueron fluctuantes. A lo largo del siglo XVII la vara de pao costo entre 24 reales en la primera dcada y 17 a finales del siglo. Esto dependi principalmente del comportamiento del mercado peruano (Ver Cuadro 1). CUADRO 1 Precio de pao por vara Siglo XVII Ao precio/vara en reales 1610 24 1630 20 1635 22 1650 17
ELABORACION: GUADALUPE SOASTI FUENTE: ARCHIVO NACIONAL DE HISTORIA, PROTOCOLOS NOTORIALES.

La fuerza de trabajo. La mano de obra empleada para el trabajo en los obrajes fue eminentemente indgena. Hubo tres formas de aprovisionamiento de mano de obra: (a) los indios de entero o tributarios de las comunidades, quienes obligados a cubrir el peso de la tasa tributaria asignada a la comunidad, se debieron enrolar como fuerza de trabajo a los obrajes; (b) los indios mitayos o quintos, asignados a los obrajes particulares y a las actividades agropastoriles vinculadas; (c) los muchachos entre 12 a 17 aos, asignados tambin para los obrajes particulares, bajo el nombre de "aprendices", mientras se familiarizaban con las diferentes fases del trabajo textil. Esta fuerza de trabajo compulsiva, legalmente establecida, se complement con otra paradjicamente denominada "voluntaria", compuesta por adolescentes entre 12 y 17 aos, mujeres y hombres indgenas sobre los 50 aos. Este grupo serva a

los obrajes particulares cuando los indgenas de entero o tributarios no eran suficientes; por lo tanto, eran tambin considerados mano de obra de reserva. El sector agrario. El proceso de conformacin de la propiedad agraria (hacienda) en la Audiencia empez a finales del siglo XVI y se fue consolidado a los largo del siglo XVII. En este perodo la estructura agraria deline diferentes espacios productivos, debido a lo cual la hacienda fue adoptando sus rasgos caractersticos. El uso de la tierra se fue definiendo paulativamente en tierras par siembra de cereales; crianza de ganado vacuno y lanar (hatos); cultivo de caa de azcar, hortalizas, legumbres, frutales, etc. Por otro lado, se defini el tipo de relaciones productivas; la mita de gaana y el concertaje. A la mita de gaana de podemos conceptualizar como el turno de trabajo asignado por el Cabildo que debieron cumplir los indgenas en las tierras de los espaoles y criollos. Esta mita asumi una determinada denominacin, segn la labor que desempeaba el indgena. En caso de trabajo en la siembra, mita de sembradura; de trabajo en pastoreo, mita de pastura; en la labor de recoleccin de lea o agua y otras actividades, mita de peonaje. En cambio, el concertaje fue una relacin productiva mediante la cual el propietario de la tierra, a travs de un contrato (es decir, jurdicamente) comprometa al indgena a trabajar para l cambio de un pago preestablecido, que le serva para cubrir parte del tributo. De esta manera, el indgena se concertaba "voluntariamente" en las haciendas a trabajar de forma permanente (Borchart: 1989). El proceso de apropiacin y acumulacin de tierras por los blancos peninsulares y criollos en este siglo, proporcion un mercado de tierras bastante activo y lucrativo. La compra y venta de propiedades agropecuarias se convirti en una actividad muy corriente en esta etapa. Por tanto, se puede afirmar que en este siglo se inici la conformacin de los grandes latifundios. Su constitucin definitiva va a ocurrir en el siguiente, cuando las familias propietarias de tierras, luego de legalizar su tenencia, a travs de llamadas "composicin", optaron por unir sus propiedades por medio de los llamados "vnculos y mayorazgos". Los terratenientes. Los dueos de las tierras fueron los espaoles y criollos dedicados tambin a diferentes actividades econmicas. En el siglo XVII los primigenios terratenientes fueron al mismo tiempo encomenderos, comerciantes y obrajeros. Adems de los espaoles y criollos encomenderos u obrajes, fueron propietarios de tierras las rdenes religiosas y burcratas o funcionarios reales de menor categora. Estos grupos acumularon tierras por medio de diferentes mecanismos de orden legal y social, tales como mercedes, es decir, tierras concedidas por el Cabildo o la Corona a particulares, compra y venta, herencias, donaciones, matrimonios entre propietarios de tierras y las composiciones, figura legal, mediante la cual el gobierno espaol legaliz la posesin de la tierra en la Audiencia, sobre todo las del callejn interandino. El proceso de acumulacin de tierras generando en este siglo se llev a cabo no slo por el valor econmico que representaban, sino por el smbolo de prestigio social que signific su posesin.

Ahora bien, los repartimientos y las mercedes de tierras realizados por la Audiencia y el Cabildo fueron los mecanismos ms utilizados para obtener propiedades. Posteriormente, las ventas de tierras, el parentesco y el compadrazgo constituyeron los medios ms recurrentemente utilizados para ampliar la frontera agrcola. Hacia finales del siglo XVII, la propiedad agraria en la Audiencia se haba consolidado en torno a la produccin de los bienes agropecuarios que sirvieron para cubrir las demandas de la poblacin (Borchart: 1989).

CIRCUITOS COMERCIALES De los Mercaderes Quiteos Grfico tomado de Enfoques y Estudios, Quito a travs de la Historia, Direccin y Planificacin Municipio de Quito, 1992. El sector comercial. En la sociedad del siglo XVII el comercio fue una actividad muy generalizada. Lejos de considerar deshonroso el desempeo de este oficio, quienes dispusieron de medios o de dinero incursionaron en esta actividad. As encontramos a encomenderos, mineros, hacendados, autoridades religiosas y civiles involucrados en el trato y contrato de mercancas, en especial textiles, con el objetivo de sacar ganancias sobre el capital invertido. Dentro de esta actividad hubo personas especializadas, particularmente en el comercio de textiles entre Quito y Lima. Denominados "mercaderes" y "tratantes", los primeros, gracias a una trayectoria exitosa en el comercio regional virreinal, se convirtieron en mayoristas y distribuan sus productos desde sus tiendas instaladas en Quito y Guayaquil. Los segundos eran pequeos comerciantes que desarrollaron solo el comercio interno. Fueron una especie de agentes de los mercaderes, encargados de vender la "ropa de Castilla" (textiles importados) y de comprar la "ropa de la tierra" (textiles elaborados en la Audiencia), que era explotada a Lima, por los mercaderes. Las rutas del comercio. Con todo lo dicho, la Audiencia de Quito a finales del siglo XVI ya se haba constituido en una regin comercial importante dentro de la red del comercio virreinal. En particular la ciudad de Quito, por su ubicacin geogrfica, constituy

un importante centro de intercambio comercial de larga y corta distancia, ya que hasta ella llegaron las mercaderas de Castilla, desde Cartagena y Lima, para ser distribuidas al interior de la Audiencia. A la vez, desde este espacio sali una gran variedad de mercancas, destinadas a satisfacer la demanda de las otras regiones virreinales. La salida de textiles y la introduccin de gneros extranjeros se efectu por dos rutas comerciales, que permitieron el acceso de la Audiencia a los mercados internacionales de Cartagena, Portovelo y Lima: la ruta del norte terrestre y martima, la ruta del sur terrestre y martima. La ruta del norte terrestre tuvo como puntos intermedios entre Quito y Cartagena, las ciudades de Ibarra, Pasto, Cali, Bogot, Cartago, Mariquita, Honda, y por el curso del ro Magdalena, Vare, Mompox y Cartagena. Desde este puerto la comunicacin con Portovelo, importante centro de intercambio trasatlntico, fue relativamente fcil. La ruta martima del norte segua desde el puerto de Guayaquil hacia Esmeraldas, Tumaco, Buenaventura y la "Tierra firme" o Ciudad de Panam, y desde all a Portovelo y Cartagena. La ruta terrestre del sur a la ciudad de Potos una, en primer trmino, la Sierra Norte con Quito y luego a Quito con Latacunga, Ambato, Riobamba, Cuenca, Loja y Zamora, y continuaba hacia San Miguel de Piura, Trujillo, Lambayeque y Lima, y desde esta ciudad de Potos. La va martima de esta ruta, e cambio, comunicaba primero por va terrestre a la Sierra Norte y Centro con Guayaquil. Puntos intermedios eran Riobamba, San Miguel de Chimbo, Puerto Quilca y Bodegas. Desde Guayaquil se continuaba por banco hacia Tmbez, luego a Trujillo y finalmente al puerto del Callao. Las mercancas. Las mercancas ms comunes que circularon para la venta y la compra de la Audiencia estaban divididas en dos grandes grupos de gneros: "efectos de la tierra" y "efectos de Castilla". Del primer grupo podemos sealar las jergas, el lienzo, sayales, sobrecamas, paos de varios colores y texturas, bayetas, frazadas, cordalletes, sombreros de algodn y lana, adems productos tales como cardobanes, cereales, semovientes, azcar, imgenes en bulto, harina, alpargatas, bizcochos, etc. En el segundo grupo (importados) encontramos gneros procedentes de diferentes lugares de Europa. Por ejemplo, seda negra, de Italia; tafetn, de Castilla; run, de Holanda; pao fino, de Castilla, y de Londres, hilo rico, damasco, run de cofre, medidas de seda, variada pasamanera, terciopelo de diferentes colores y texturas, entre otros. Adems, llegaron una variedad de especias: pimienta, azafrn, canela, clavo, etc., y herramientas e instrumentos como machetes, cuchillos, pailas y cobre y armas. Otros productos que se introdujeron a la Audiencia fueron vinos, aguardiente de uva, pescado seco, perlas finas, plata, cuentas de oro, sortijas y diferente tintes, que se empleaban para la fabricacin de textiles. Por la va del contrabando, desde el Lejano Oriente arribaron tambin una diversidad de productos denominados con el genrico de "ropa de la China", de amplia aceptacin entre los criollos y peninsulares de la lite.

PROCESION Detalle de dibujo Tomado del libro Voyage. Dans les deux Ameriques, Fotografa tomada de la revista Cultura N 3, Banco Central del Ecuador, Quito, 1997. Sociedad y poder colonial. Durante el siglo XVII las instituciones polticas y sociales ya establecidas en la centuria anterior, responden a un claro proyecto econmico y poltico de la monarqua espaola: extraer excedentes monetarios por medio de exacciones, pero permitiendo, a la vez, que los americanos organicen y capitalicen sus producciones y comercio regionales. En decir, ejercer el poder poltico desde la metrpoli, aceptando al mismo tiempo que los poderes locales coloniales concentren una enorme autoridad, al margen de las decisiones del poder peninsular. Todo esto de acuerdo con aquella frmula americana de "acto pero no ejecuto". Poder civil y poder religioso. La Audiencia de Quito estuvo compuesto por tres tipos de "unidades polticas provinciales: gobiernos, corregimientos de espaoles y corregimientos de indios" (Phelan: 1995:254). Popayn, Quijos y Yuguarzongo conformaron los gobiernos; Quito, Cuenca, Loja, Zamora y Guayaquil los corregimientos de espaoles; Chimbo, Latacunga, Riobamba y los Yumbos los corregimientos de indios. Los gobiernos tenan mayor jerarqua que los corregimientos y estaban dirigidos por los gobernadores. En cambio, los corregimientos de espaoles eran administrados por los corregidores espaoles y los de indios, a su vez, por corregidores indgenas, nombrados por el Virrey (Phelan: 1995:254). La mxima autoridad de la Audiencia era el presidente, y con l colaboraban cuatro oidores y un fiscal, adems de un relator, un escribano y un portero. En el mbito de la justicia, como todas las audiencias menores, la de Quito cont con una Sala para su administracin, en la cual se concentr la jurisdiccin de los civil y lo criminal con todas las atribuciones legales para una pronta administracin. En este caso, los oidores ejercieron las funciones de ministros y alcaldes del crimen. Toda esta estructura estuvo supeditada a la autoridad del Rey y al Consejo de Indias. En el mbito de la administracin civil, para el cuidado del "bien comn en lo material y moral" estaban los cabildos y ayuntamientos, corporaciones de poder

local compuestas por alcaldes, regidores, un mayordomo, un tesorero y un secretario escribano. Estas instituciones funcionaron en las ciudades y villas coloniales. Las atribuciones de los cabildos eran diversas: conservar, asear y mejorar las urbes; velar por la salubridad pblica; atender el abastecimiento de carne, agua y vveres para los habitantes; vigilar el cobro de impuestos y fijar el precio de los artculos de consumo diario (Gonzlez Surez: 1970:386-392). En lo que hace a la Iglesia, su funcionamiento en la Audiencia se institucionaliz formalmente a partir de 1545, con la creacin de Obispado de Quito, mediante bula del Papa Paulo III. A lo largo de todo el perodo colonial esta institucin estuvo supeditado al poder civil de la monarqua, a travs del Patronato Regio. La creacin del Obispado de Quito fue un hecho significativo, pues permiti la organizacin ms consistente del clero secular y regular, hasta entonces bajo la jurisdiccin del Obispado de Lima. En el siglo XVII, la Iglesia quitea posee una estructura poltico administrativa compleja, compuesta por el obispado, las parroquias y las doctrinas, ambas supeditadas administrativamente al primero. Las rdenes religiosas, establecidas en su mayora en el siglo XVI, no permanecieron al margen de esa compleja estructura eclesistica. Inicialmente estuvieron tambin sometidas a la autoridad de sus superiores en Lima. Empero, al siglo XVII, algunas de ellas por ejemplo las franciscanos y los dominios ya se haban erigido como provincias regulares separadas de Lima, y dependan, por lo mismo, directamente de sus conventos matrices en Espaa. En la prctica, las rdenes religiosas se diseminaron por todo el territorio de la Audiencia. Los franciscanos tuvieron monasterios y guardianas en muchos pueblos de la Sierra, ya que a ellos se les entreg la responsabilidad de evangelizar a algunas de las comunidades de indios. Los dominios, por su parte, fundaron casas conventuales en varias ciudades de Audiencia, y los agustinos y mercedarios se extendieron fundamentalmente hacia la Costa y les estribaciones orientales, con propsitos eminentemente misioneros. Por otro lado, a los jesuitas, dado su carcter educativo, les cupo la administracin del Colegio de Quito y Seminario de San Luis, colegios que desde su fundacin desempearon un papel importante en la formacin del clero secular. Ahora bien, a pesar de que las atribuciones del clero regular y secular estaban bastante diferenciadas, el siglo XVII fue una etapa de enorme conflictividad religiosa. Era frecuente la pugna entre seculares y regulares, debido al proceso de secularizacin de las doctrinas que inici a mediados del siglo XVI el Obispo Fray Pedro de la Pea, y que llev a los primeros a los regulares a reclamar por las doctrinas que, paulatinamente, por orden obispal fueron pasando a poder del clero secular. Al interior de las rdenes religiosas se vivi tambin una enorme tensin, en parte por la pugna tradicional que sostenan entre s espaoles y criollos y que llev a la Corona, en los conventos, a establecer "la alternativa", frmula de solucin transaccional, mediante la cual los criollos y chapetones (as llamados los blancos peninsulares) se alternaban sucesivamente en las dignidades de las rdenes (Guerra:1989:79). La sociedad.

No cabe duda que en el siglo XVII se consolid un sistema social al carcter profundamente estamental. Sin embargo, contradictoriamente, esa rgida estructura social colonial en cierta forma se requebraj, debido a la prosperidad econmica que experiment la Audiencia. Y es que la dinmica del comercio permiti, a travs de la acumulacin de capital, flexibilizar la sociedad y, por lo tanto, facilitar movilidad social de nuevos sectores emergentes. Se debe indicar, sin embargo, que los cambios sociales del siglo XVII tuvieron no slo el auge econmico como fundamento, sino un importante movimiento demogrfico, protagonizaron por la poblacin aborigen, que en su afn de insertarse en la economa colonial en expansin, emigr masivamente desde sus comunidades de origen a los centros urbanos. Esta situacin impact sobre la organizacin social anterior de las dos repblicas de blancos e indios y propici un orden colonial social ms permeable. La presencia de los indgenas migrantes, conocidos con el nombre de "forasteros" o vagamundos", en las ciudades facilit a los sectores no convencionales de la economa contar con esa fuerza de trabajo, lo cual coadyuv a que formara, y al mismo tiempo fortaleciera, un sector social culturalmente mestizo, resultado de su insercin en el mundo ideal. Tenemos que recordar que el sistema de organizacin social, en la centuria anterior estuvo basado en la separacin de la sociedad indgena y la espaola a travs de una normatividad organizacional, que supona un orden social ideal. De esta forma las relaciones entre los dos sectores poblacionales que originalmente conformaron la sociedad colonial los blancos y los indios, estuvieron mediatizadas por una estructura compleja, creada exprofeso con fines separatistas: la repblica de espaoles y la repblica de indios. Pero esta estructura en la prctica no funcion. Productivamente dependientes las espaoles de los indgenas, ambos grupos debieron convivir compartiendo espacios sociales comunes, lo que propici alianzas matrimoniales y uniones dando lugar al surgimiento de los mestizos. El proceso de mestizaje biolgicos se manifest abiertamente en el siglo XVII, irrumpiendo entonces los mestizos como un nuevo sector social numricamente importante, aunque asimilado en especial a la cultura hispnica occidental. Ahora bien, entre estos tres grupos tnicos surgieron otros grupos, cohesionados en torno a sus caractersticas tnico raciales. Entre ellos tenemos a los mulatos y zambos, pero tambin a los llamados "tercerones", "cuarterones", "salto atrs" y "tente en pie", entre otros. Nos parece oportuno recoger la visin que Gonzlez Surez tiene sobre esta sociedad colonial: "La sociedad en la colonia estaba compuesta de gentes de diversas categoras: lo ms noble, lo ms importantes se hallaba representado por los hijos y descendientes de los conquistadores primero pobladores de las ciudades: seguan los vecinos que posean grandes propiedades gruesos capitales: la mayora de la poblacin la constituan los mestizos, los oficiales de las industrias mecnicas de algunas artes tiles, y finalmente, los indios que, tanto entonces como ahora, eran en la sociedad miembros no solo necesarios, sino verdaderamente indispensables" (1970:393-394). Se debe indicar que los mestizos se desenvolvieron en un marco de situaciones sociales, polticas y econmicas muy adversas. A pesar de que las relaciones interraciales se diversificaron y ampliaron, la sociedad colonial asisti a la aparicin

y crecimiento de este importante sector, que no particip de los privilegios y beneficios de los blancos y de algunos de los indios, especialmente de la lite. El mestizo en el contexto colonial fue apartado de posiciones polticas y administrativas, lo cual redund en el hecho de que este grupo se desarrollara en una situacin de marginalidad social y que desde entonces empezara a reclamar la legitimacin de su presencia (Capdequi:1965:23). As pues, el ideal social legalmente organizado del siglo XVI fue perturbado no slo por la convivencia desde el inicio de blancos e indgenas, sino por el gradual protagonismo que asume el sector mestizo emergente. Esta situacin va a desencadenar en la centuria siguiente una serie de tensiones sociales, que se revieren en nuevas formas de organizacin social durante el siglo XVIII (Tern:1992:66-86).

La vida social. La visa socia en la colonia estaba matizada por la religiosidad. Uno de los espacios ms importantes de sociabilidad y socializacin por excelente fueron las cofradas. Eran el mbito donde se organizaban las festividades religiosas, pues conformaban una abigarrada da red corporativa que articulaba la vida social. El sistema de cofradas incorparaba el abanico de sectores y grupos identificables en un todo jerrquico e ilusoriamente funcional: A la sombra de los templos y convenios se creaban entonces cofradas para espaoles, indios, mulatos y negros; a veces autnomas entre s y otras integradas estamentalmente, como las que reunan espaoles e indios (Tern: 1992:156). En la vida social colonial, el Cabildo desempe un rol protagnico. Esta institucin se preocup no slo de organizar y normar las ceremonias pblicas civiles, sino las del culto catlico conjuntamente con la Iglesia. Precisamente, la organizacin de la vida social, que por cierto reflej la estructura de la sociedad, gir en torno a las celebraciones civiles y religiosas en las reas urbanas y en las rurales (Bentez, Costa: 1989:210-211). Toda festividad, bien fuera de orden civil o religioso, se haca de acuerdo con un rgido formato, en el que cada individuo o grupo social que participaba en la celebracin ocupaba un lugar determinado dentro de la fiesta en acuerdo con su rango social y poltico. Por ejemplo, las procesiones "manifestaciones externa de la religiosidad popular" se hacan siguiendo un estricto orden, dentro del cual estamento se ubicaba en un lugar previamente sealado. Entre otros, es en este sentido que las festividades reflejan el rgido orden colonial estamental. En toda celebracin el presidente de la Audiencia, los oidores y el Obispo de la dicesis, solan ocupar los sitios preferenciales, para luego seguir, conforme su importancia, el corregidor, los regidores, los alcaldes del Cabildo civil y los miembros del cabildo eclesistico; a seguidas continuaban los otros miembros de la sociedad. El protocolo que se guard fue estricto, y cuando era transgredido surgan grandes pleitos y disgustos, que a veces terminaron en disputas de orden jurdico. Las festividades civiles tenan dos dimensiones: la profana (consustancial con ella) y la religiosa (con la que se le sacralizaba). El nacimiento de un prncipe a la boda de un monarca espaol constituyeron un buen motivo para la celebracin, segn un complejo programa en el que justamente se entremezclaban eventos mundanos y eventos piadosos.

Tal como sealamos, el cabildo, como representante de la ciudad, era el responsable de la organizacin de la fiesta en sus pormenores y estaba en la obligacin de agasajar tanto a las autoridades audienciales como a las eclesisticas, que reciban de su parte constantes atenciones: fiambres, jugo de frutas, dulces y pastas, mientras participaban del espectculo al son de flautas, trompetas, sacabuches y chirimas (Descalzi: 1980:41-42). Pero adems de las celebraciones colectivas, que generalmente se hacan en las plazas de pueblos y ciudades, la vida social urbana de la colonia tuvo como escenario las casas solariegas, donde se congregaban invitados y familiares a celebrar suntuosas fiestas: nacimientos, bautizos y matrimonios. Entonces los portones se abran de par en par y se ofrecan saraos y banquetes con viandas a base de carnes, que comprendan doce o ms platos variados, vinos de la tierra y espaoles, rica repostera local hecha a base de confites y dulces. Pero donde la vida social se expres con mayor fuerza fue en las tertulias, que tenan lugar en las primeras horas de noche. A ellas concurran personas adultas y jvenes. Cada uno se diverta a su manera: mientras los adultos comentaban sobre los ltimos acontecimientos, los jvenes se entretenan haciendo msica con la vihuela y la mandolina o en ejercitar varios juegos no censurados por el Cabildo.

Caractersticas del Barroco Quiteo


[] Los marcados contrastes del siglo del espritu barraca encontraron su expresin en la ciudad de Quito. Al mismo tiempo que vivan en libertinaje, los quiteos produjeron algunos de los ejemplos ms perfectos de arquitectura barroca y algunos de los ejemplos ms expresivos y originales de escultura barroca del mundo hispanohablante. Las talles finamente trabajadas de los imaginarios quiteos, algunos de los cuales fueron mestizos, aun conservan el patetismo torturado de la emotividad barroca. La escuela quitea de pintores fue ms acadmica y menos original que su arquitectura y escultura. Dentro de media milla cuadrada, la capital encerrada diez elegantes iglesias e igual nmero de magnficos monasterios y conventos de factura tan slida que siguen utilizndose hasta el da de hoy, a pesar de los terremotos y conmociones civiles. Durante el siglo XVII, Quito adquiri la fama de "Claustro de Amrica" y de 'Santuario de Arte Colonial". La deslumbrante arquitectura eclesistica de Quito ofrecer el entorno apropiado para el catolicismo teatral del siglo XVII [] [] La aficin barroca al boato ceremonial y manifestaciones ostentosas, coloc el teln de fondo de las resplandecientes iglesias, pudo expresarse cuando Quito supo que la primera esposa de Felipe IV, Isabel de Borbn, haba dado a luz al prncipe Baltasar Carlos. Un mes se demoraron los preparativos para las fiestas que duraron nueve das, desde el 20 de febrero de 1631. Mientras se realizaban los preparativos, se celebraron corridas de toros todas las tardes. Cuando lleg finalmente el da 20 de febrero, todas las campanas de la iglesia sonaron para anunciar el inicio de la celebracin. Cada balcn de la plaza mayor llevaba festivas decoraciones de sedas, tafetanes y satenes, todos los cuales fueron en una poca mercancas de contrabando. En cada iglesia de la plaza mayor se haba levantado un altar profusamente decorado. Mil soldados en uniformes de colores daban un toque marcial a los actos. La ceremonia religiosa se inici con una esplndida procesin, en la cual los fieles llevaban la imagen de Nuestra Seora de Copacabana por la plaza mayor. El clero secular, los seminaristas, el clero regular, el captulo catedralicio y, por ltimo, el obispo, marcharon frente a la estatua. Detrs de una imagen, iban las autoridades civiles en orden ascendente de importancia: el cabildo secular, los ministros inferiores, los ministros superiores y el presidente de la audiencia. Una que la procesin entr en la catedral, el obispo Oviedo cant una misa mayor, durante la cual el doctor Quiros del captulo catedralicio

pronunci un florido y largo sermn. Mientras se celebraba la misa dentro de la catedral, los militares en la plaza dispararon salvas de artillera. Durante los siguientes das hubo corridas de toros las tardes. Al atardecer, cada una de las corporaciones funcionales, como la de los tenderos, plateros, comerciantes mayoristas, etc., ofrecieron un brillante espectculo, costeado por ellos para la multitud. El da viernes 21 de febrero se celebr un baile de mscaras con disfraces grotescos. Al da siguientes, los plateros ofrecieron a la capital un desfile de carros alegricos con doscientas personas que iban de obispos a cardenales. El momento culminante de la tarde lleg cuando apareci un actor vestido de Papa. El octavo da les toc a los indios divertir al pblico. Su mascarada consisti en una batalla simulada, en la cual las fuerzas del ejrcito inca luchaban y vencan a los huestes de la reina Cochasqu. Los indios llevaban vestimentas, armas e instrumentos musicales incaicos. Poco menos de un siglo despus de la conquista, los nietos y bisnietos de los conquistadores vieron a los descendientes de los incas y preincas escenificar el pasado esplendor de la Amrica anterior a la conquista [] [] La pompa y boato de estos ceremoniales no solo cuadraba con la aficin barroca y lo pictrico, sino que tambin servan fines polticos tiles: eran la versin hispanoamericana del circo romano; y ms importante aun, la ocasional personificacin del monarca, en los lejanos reinos, fortaleca los lazos de lealtad al rey. La estabilidad del imperio espaol se basaba, en gran medida, en la msica y carisma del rey []. Tomado de John Leddy Phelan, el Reino de Quito en el siglo XVII, Quito, Banco Central del Ecuador, 1995, pp. 272-276.

La institucionalizacin de la Iglesia. La estructuracin jurdica de la Iglesia dependa, en forma general, del Derecho Cannico, y en forma ms directa del Patronato establecido para todas las Iglesias de Indias por las tres Bulas de Alejandro VI (la "Inter Caetera" de 1493, las dos "Eximiae Devotionis" de 1493 y 1501) y la de Julio II ("Universalis Ecclesiae" de 1508), y por la Recopilacin de Leyes de los Reinos de Indias (su primer libro es totalmente eclesistico). A estas bases jurdicas comunes, Quito, aadi elementos propios, fundamentalmente dos: las Constituciones del Primer Snodo Quiteo, convocado por Fray Pedro de la Pea en 1570, y el Itinerario para Prrocos de Indios, compuesto por el obispo Alonso de la Pea y Montenegro, que sirvi de gua doctrinal desde su aparicin en 1668 hasta la independencia. Sobre estas bases, la Iglesia quitea estructur su actividad pastoral a travs de mltiples cdigos, documentos y accin evangelizadora. La pureza de la fe y las costumbres se garantiz con la promulgacin de Concilio de Trento, los Concilios Provinciales de Lima y los Snodos Quiteos (que fueron tres en el transcurso de la segunda mitad del siglo XVI) []. [] Un captulo que no debe olvidarse en la institucionalizacin de la Iglesia en Quito, es el de las Misiones. Esforzados misioneros acompaaron a Gonzalo Pizarro (1541) y a Francisco de Orellana (1542) en sus expediciones al Oriente. Poco despus encontramos a los dominicos del Sur Oriente; los jesuitas entre los Cofanes, a principios del siglo XVII, y posteriormente en Mainas; los franciscanos en otros lugares. Prcticamente todo el Oriente, desde los Andes en el Oeste hasta el Brasil en el Este, fue cubierto por las Misiones en una labor de esfuerzo pastoral sin

parangn, as como tambin de esfuerzo civilizatorio y hasta cientfico (recordemos solamente la Relacin del Nuevo Descubrimiento del Ro Grande por el Capitn Francisco de Orellana de Fray Gaspar de Carvajal y el Mapa Amaznica del gegrafo jesuita Samuel Fritz). Su entrega total a la evangelizacin y culturizacin cobr varias vidas misioneras, en un medio inhspito, poblado por aborgenes no siempre receptivos [...]. Tomado de Samuel Guera Bravo, "La Iglesia en los siglos de Coloniaje Hispnico", en Enrique Ayala Mora, Ed., Nueva Historia del Ecuador, Vol. III, Corporacin Editora Nacional / Grijalbo, Quito, pp. 65-70.

IGLESIA De La Compaa de Jess Mximo exponente del Arte barroco Quiteo. Tomado de Salvat Editores, El Arte Ecuatoriano, Vol. 2 Quito, 1985.

Glosario
Composicin, ajuste, asiento, concierto hecho sobre alguna cosa. En el caso de la Audiencia de Quito se realizaron en el siglo XVII dos tipos de composiciones: de obrajes y de tierras. Patronato, derecho que el Rey tiene como Rey, fundador, erector o protector de algunas iglesias, monasterio, hospitales o de otras obras pas, y el que la Sede Apostlica le ha concedido, por los servicios que la Corona ha hecho a la Iglesia Catlica. En el caso de la Indias era el derecho de presentar al Obispo Ministros idneo para la Iglesia. Quinia, cscara del rbol llamado Quarango, muy til en la medicina, especialmente para la cura del paludismo.

Orientacin bibliogrfica
- Sobre diferentes aspectos relativos al perodo, consltese a: ASSADOURIAN, Carlos Sempat, El sistema de la economa colonial, Instituto de Estudios Peruanos, Lima, 1984. AYALA MORA, Enrique, Ed., Nueva Historia del Ecuador, V. 3 y 4, Corporacin Editora Nacional / Grijalbo, Quito, 1989. - La estructura poltica y social colonial del siglo XVII est tratada en: GONZALEZ SUAREZ, Federico, Historia General de la Repblica del Ecuador, VOL II,

Quito, Casa de la Cultura, 1970. PONCE LEIVA, Pilar, Certezas ante la incertidumbre. Elite y cabildo de Quito en el siglo XVII, Ed. Abya-Yala, Quito, 1998. VARGAS, Jos Mara, Historia del Ecuador. Siglo XVII, Editorial Royal, Quito, 1982. - Sobre el mestizaje se recomienda revisar: -------------, Revista Quitumbe, No. 9, Departamento de Historia, Universidad Catlica del Ecuador, Junio 1995. - La vida cotidiana es analizada en: BENITEZ, Silvia y Gaby Costa, "La familia, La ciudad y la Vida cotidiana en el perodo colonial", en Enrique Ayala Mora, Nueva Historia del Ecuador, V. 5, Corporacin Editora Nacional / Grijalbo, 1989. DESCALZI, Ricardo, "La vida social y las diversiones pblicas en la colonia", en Salvat, Historia del Ecuador, Vol. 4, Barcelona, Salvat Editores Ecuatoriana, 1980, pp. 41-42. - Los siguientes libros analizan aspectos concernientes a la cultura: VARGAS, Jos Mara, Historia de la Cultura Ecuatoriana, Guayaquil, Editorial Ariel, s.a. GUERRA BRAVO, Samuel "La Cultura en la Epoca Colonial", en Enrique Ayala Mora Ed., Nueva Historia del Ecuador, V. 5, Corporacin Editora Nacional / Grijalbo, Quito, 1989. ROIG, Arturo Andrs, Humanismo en la segunda mitad del siglo XVIII, V. 17-18, Biblioteca Bsica de Pensamiento Ecuatoriano, Banco Central del Ecuador / Corporacin Editora Nacional, Quito, 1986. - Para el estudio de la Sociedad Barroca del siglo XVII se recomienda la lectura de los artculos de: ECHEVERRIA, Bolvar "La Compaa de Jess y la primera modernidad de la Amrica Latina", en Procesos. Revista Ecuatoriana de Historia, No. 9, segundo semestre, Quito, Corporacin Editora Nacional, 1996, pp. 21-37. TERAN NAJAS, Rosemarie, "La ciudad Colonial y sus smbolos: una aproximacin a la historia de Quito en el siglo XVII" en Kingman G. Eduardo, Comp. Ciudades de los Andes, visin historica y contempornea, IFEA Ciudad, Quito, 1992, pp. 153

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Comentarios y sugerencias: C. Vernica Astrid Karam Enrquez. Universidad Nacional Autnoma de Mxico. www.mexicodiplomatico.org vake_diplomatic@mexicodiplomatico.org

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