Pedagogía Sistémica
Pedagogía Sistémica
Pedagogía Sistémica
Este documento es el resultado de la trascripción de un curso realizado en el CPR de Tarazona (Zaragoza) que
llevaba por título “Clave de mejora escolar: relación familia-escuela”, los días 28 y 29 de enero del 2005. La
trascripción es de Pilar Orte, coordinadora de educación infantil de dicho CPR. Como toda trascripción
comporta, el tipo de contenido sigue un discurso más verbal que narrativo, por lo que el lector deberá hacer un
cierto esfuerzo para situarse en el contexto en que se desarrolló dicho curso, a pesar de que se han procurado
evitar parte de esos efectos. Uno debe imaginarse el contexto en el sentido de la interacción entre el ponente
y los asistentes, que aquí no aparece aunque en algún caso pueda quedar mínimamente explícito.
Quería aprovechar la ocasión para agradecerle a Pilar Orte el gran esfuerzo que le ha significado hacer esta
trascripción tan rigurosa con lo acontecido en el curso, además de la confianza depositada en mi trabajo para
darlo a conocer en el territorio del CPR de Tarazona, a parte de su inestimable amistad. Personas como ella son
las que me ayudan a continuar en este mundo de la formación puesto que a menudo, las circunstancias del
trabajo personal y de los desplazamientos, lo hacen un poco complejo de llevar a término.
Se prepara la situación para realizar una visualización. Nos va a sugerir algunas imágenes, dentro de
un proceso determinado, para trabajar con ellas de una forma simbólica. Luego, sin hablar
previamente, haremos una representación con plastilina y después podremos hablar sobre ella. Nos
pide confianza en la tarea, indica que ya lo ha hecho otras veces y da buenos resultados. Esta
visualización tiene relación con la pedagogía sistémica, centra la mirada en cómo se establecen las
relaciones entre las personas:
Tras unas respiraciones, y relajados con los ojos cerrados, comenzamos a imaginar que tras nosotros
están nuestros padres, el padre detrás de nuestro hombro derecho y la madre detrás de nuestro
hombro izquierdo. Detrás de ellos nuestros abuelos y abuelas... y todos los que nos han precedido, en
la línea de lo hombres y en la de las mujeres. El ejercicio nos lleva hasta poder darnos la vuelta,
simbólicamente, y mirar a nuestros padres, darles las gracias por lo que hicieron por nosotros y
quedarnos en paz con aquello en lo que tuvimos dificultades. Sólo con darnos la vida ya es suficiente
para estar agradecidos.
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Finalmente nos volvemos a girar hacia delante y miramos el futuro que se nos abre delante como una
multitud de experiencias ricas y sugerentes, en las que nos podemos adentrar confiadamente. Luego
podemos abrir los ojos de nuevo y volver a conectar con el ahora y el aquí de manera que podamos
continuar con el contenido del curso, sin dejar de lado aquello de bueno que hayamos obtenido en la
visualización.
La fuerza que los educadores necesitamos para afrontar nuestra tarea nace de lo
que hubo antes que nosotros, tomamos la fuerza de nuestros propios padres y de
nuestra relación con la familia. Detrás de cada niño está un padre y una madre, y
detrás de nosotros también están los nuestros. Esta es, quizás, la base más
significativa con la que se maneja la Pedagogía Sistémica:
Actualmente en las familias se están perdiendo algunos papeles, por razones muy
diversas, y la sociedad se los reclama a la escuela, y aunque no sea su
responsabilidad principal, la escuela participa de esa labor. No podemos perder de
vista nuestra función, nosotros no somos los padres de nuestros alumnos. Esta
reflexión nos ayuda a situarnos en el lugar que nos corresponde.
Cada vez las relaciones con las familias van a ser más complejas. Por eso, aceptando
lo que hay en la realidad, veremos en qué podemos colaborar para que los niños y
niñas salgan adelante de la mejor manera posible, sufriendo poco y disfrutando
mucho de su proceso de crecimiento.
Cuando los niños tienen puesta la mirada en el conflicto entre sus padres o entre
sus padres y la escuela, están perdiendo una energía y un tiempo precioso para
dedicarse a aprender. Quedan atrapados en los conflictos. Los niños, por amor a los
padres, están dispuestos a cualquier cosa, incluso a enfermar. Es un amor ciego.
Nosotros como docentes no debemos interferir. Cuando aparece un problema no
debemos ejercer más presión sobre él, porque se agrava, hemos de buscar caminos
diferentes para abordarlo con una cierta garantía de éxito.
A menudo en la escuela nos fijamos en lo que hacen las familias respecto a sus
hijos: no los traen limpios, no traen el material que les pedimos y que nos resulta
imprescindible para realizar según qué tareas... Si tomamos distancia al tener más
información del por qué las cosas suceden de tal o cual manera, nos volvemos más
respetuosos y flexibles... y eso cambia automáticamente la relación. Por el
contrario, confrontar y criticar, obsesionarnos, volvernos críticos y ácidos con la
forma de actuar de la familia, nos cierra muchas puertas. Sabiendo que esto ocurre,
¿por qué no lo cambiamos?. Debemos evitar problematizar y etiquetar las
situaciones, a pesar de que generen distorsiones y cierto malestar individual y
colectivo.
Si acorralamos a los padres, nos “atacan”, y ello crea aún más conflicto, o se ponen a
la defensiva, y entonces huyen. Esta constatación nos sitúa en la dimensión del
funcionamiento del sistema nervioso. Son actuaciones que forman parte de los
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recursos naturales de la especie, que funcionan con estos protocolos de huida y
defensa desde hace cientos de miles de años. Por eso suele funcionar, frente a
cualquier conflicto, hacer tres respiraciones profundas, contar hasta diez, dar dos
pasos hacia atrás, en definitiva, tomarnos tiempo antes de actuar y de intervenir.
Justamente debemos tomarnos más tiempo con aquellas familias que se manifiestan,
a este nivel, de una forma más primaria:
Vivimos en una sociedad que cada vez nos sitúa más en un nivel de estrés excesivo.
Las cosas no siempre son lo que parecen. Ante la incertidumbre y las presiones
respondemos de forma primaria. A la mínima, las llamas, el incendio, se hace más
incontrolable. En la escuela nos puede ocurrir algo parecido, por eso en los ámbitos
educativos conviene tomar mayor distancia para no quedarse atrapados en esas
trampas.
Podemos imaginarnos un esquema como el que sigue, en el que vemos cómo está
estructurado el cerebro, de manera que su desarrollo evolutivo nos muestra los
aspectos más relevantes de nuestra forma de interactuar con el medio,
especialmente en las relaciones con los demás:
Los padres deben saber que aunque tengamos nuestra manera de ver las cosas,
respetamos profundamente sus propias maneras de hacer y entender. Es un acto de
humildad. Al principio, en las primeras reuniones, debemos hacer una declaración de
principios, en la dirección de los aspectos que estamos comentando, que pueden
evitar mal entendidos. Luego nuestra actitud se mostrará, se pondrá en marcha
activamente cuando se produzca algún conflicto en concreto.
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pueden desarrollar las mejores capacidades de las que están dotados los seres vivos
“superiores”.
Desde el nacimiento tienen una gran capacidad para aprender, que junto con la
confianza que encuentren en el mundo de los adultos, les permitirá desarrollarse
hasta cotas casi ilimitadas, si todo se va tejiendo como corresponde a su
naturaleza. Nosotros también podemos ayudarles, a menudo de forma distinta de
cómo nos lo imaginamos: aceptando, respetando, acompañando... Cada vez que nos
ponemos al lado de la familia del niño, y le apoyamos, aumentamos su nivel de
resiliencia, y eso le será de utilidad en el futuro, cuando él pueda echar mano de
esos recursos adquiridos, de ese reconocimiento recibido, con mayor motivo cuando
se trate de una infancia desestructurada.
Nuestro trabajo es de una gran humildad, hay que poner mucho de nosotros mismos
sin esperar demasiado, o casi nada, a cambio. Debemos orientarnos hacia el futuro.
Es importante mantener viva nuestra motivación, tener la mirada más allá, cada vez
que nos acerquemos a un niño para ayudarle, para ponerle un límite..., porque eso
será un grano de arena que formará parte de una montaña que, con casi toda
probabilidad, no llegaremos a ver.
Cuando un hijo tiene que identificarse con su padre que no estudió, y que le dice,
muchas veces de forma inconsciente y sin mala intención, que no es necesario
estudiar, que él no lo hizo y que le va suficientemente bien..., el niño, por fidelidad
al padre, puede querer ser expulsado del ámbito escolar, y para eso mostrará todo
tipo de argucias estratégicas, que nosotros interpretaremos, posiblemente, como
problemas del propio niño, cuando tan sólo son el emergente de una situación mucho
más compleja. En la escuela, en realidad en cualquier tipo de relación entre
personas, las cosas que se ven no suelen ser las más importantes, dicho de otro
modo, quizás demasiado contundente, y por tanto hay que tomarlo en su justa
medida, “nada es lo que parece”
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En secundaria hay niños sin salida, que son expulsados rápidamente por el sistema...
Los problemas no se resuelven con normas y expectativas cerradas, que muy a
menudo suelen ser respuestas a la incertidumbre y el miedo. Normalmente sólo se
les habla de lo que deben evitar pero no de lo que van a trabajar. En infantil y
primaria todavía no ocurre tanto pero no resultará tan fácil de evitar si no tomamos
medidas urgentes en una dirección más humana y menos curricular de las funciones
de los centros educativos.
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siempre son los primeros, independientemente de lo que ocurrió. Después hay otros
mentores: amigos, profesores, pareja...
Para poder mirar abiertamente a las familias con las que trabajamos es bueno mirar
hacia nuestra propia familia, eso nos dará más equidad. Si les miramos desde fuera
como profesionales que sabemos más que ellos sobre educación, nos ponemos en una
situación de superioridad que no nos sirve para acercarnos, porque nos vuelve
arrogantes y distantes.
Es una buena estrategia dar tiempo y no esperar nada a cambio. Nuestra actitud ha
de ser de calma atenta y serenidad, esso da grandes frutos, una forma diferente
de estar hace que los otros también cambien.
La dimensión biológica nos hace mirar en la dirección de una evolución que data de
más de tres mil millones de años, es una cifra que debería hacernos más humildes.
Comprender la comunicación supone atender al mismo tiempo lo que viene de la
esfera de lo biológico y aquello que concierne al conocimiento. No podemos perder
de vista la memoria histórica de la especie.
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Las estrategias de acogida
Son muy importantes en cualquier lugar y a cualquier edad, aún en los pequeños
hemos de favorecer y facilitar la integración en el espacio escolar que haga que lo
sientan como propio, que sienta el efecto positivo de sentirse acogido en vez de
tener que ponerse a la defensiva. Es necesario respetar el proceso que se vaya
dando. Este proceso de adaptación tiene que ver con algo más primario, que va
incluso antes que las emociones, y por supuesto que las razones, porque tiene que
ver con el territorio y la pertenencia.
Cuando producimos una descarga de adrenalina (por un susto, o por una agresión,
por ejemplo) nuestra constitución biológica nos propone salir corriendo, gritar..., tal
como les ocurriera a nuestros más lejanos antepasados. Sin embargo, en los
contextos sociales en los que vivimos en la actualidad, no solemos utilizar esa
adrenalina en ninguna dirección de consumo, y si estamos continuamente en
situación de alerta y desarrollando adrenalina sin consumirla, entonces se acumula
en el cuerpo de distintas maneras y podemos llegar a enfermar.
Por tanto, a pesar de que nos encontremos con situaciones estresantes, debemos
intentar no producir estas descargas de adrenalina. Cuando nos veamos en una
situación de este tipo sería bueno pararnos y dar tres pasos atrás, e intentar
mirarla de otro modo, llega a ser casi una cuestión de tipo físico. El sistema
inmunológico se debilita en situaciones de estrés y ansiedad y está comprobado que
se enferma más, existe una clara relación de la enfermedad con lo emocional.
Cuando ese estado de ansiedad se enquista, puede llegar a producir enfermedades
muy graves.
Cuando alguien se enfada, o se enoja mucho, de hecho está actuando por voz de
otro. Cuando se tiene mucha ira habría que pensar a quien de la familia le ocurría
eso, para saber a quien se es fiel haciendo nuestra su propia ira. Cuando nos
enfadamos continuamente es bueno darse la vuelta y ver quien hubo antes en la
familia así, darse la vuelta, mirar como si estuviésemos detrás de una rejilla, lo que
aparece, y dejar con aquel o aquella que vemos todo lo que no nos corresponde a
nosotros, y eso tendrá un buen efecto para nuestra vida si lo hacemos con amor y
con respeto, si evitamos echar al otro las culpas por lo que ocurrió.
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Algunas mujeres durante la relación simbiótica madre–hijo apartan al padre, y eso
lleva a que algunos padres deleguen y acaben mirando para otro lado. No hay que
echar las culpas a nadie, pero sí es necesario saber, como profesionales de
educación infantil, que estos procesos de diferenciación y separación entre la
madre y el bebé se dan con intensidad y acaban incidiendo en las relaciones de la
pareja, lo que sin duda repercutirá en el hijo. Cuando se da una situación de este
tipo, el papel del padre es recuperar su espacio, nosotros desde la escuela podemos
intentar acercar el padre al niño, si nos aliamos con la madre en “contra” del padre
¡tengamos cuidado, podemos perderles para siempre!. Los niños necesitan al padre
como referente, el tercero es siempre necesario. Cuando se trata de una niña, si
ven la figura del padre deficitaria tendrán problemas con sus parejas futuras,
aunque si el padre no retoma su espacio suele ser peor para el hijo varón.
Modelos de familias
Podemos analizarlos desde dos perspectivas:
Algunas ideas para reflexionar: Cuando una figura falta, sea el padre o sea la
madre, se suele buscar compulsivamente. No es estrictamente cierto que se quiera
por un igual a todos los hijos, se suelen tener preferencias, que más bien
denominaría, desde los paradigmas sistémicos, como identificaciones. Se tiene la
buena intención de querer a todos por igual, pero no suele ocurrir exactamente así.
Como en muchas otras ocasiones habremos comentado, con las buenas intenciones
no es suficiente.
Niños adoptados:
Cuando se adopta un hijo es preciso adoptarlo con toda su historia, pertenece a una
familia y a un territorio, la biografía va más allá de lo legal. Los niños también han
de acabar adoptando a los padres. A veces los nuevos padres cambian los nombres
de los niños adoptados, aunque sería recomendable no hacerlo, porque quieren
hacerlos a su semejanza. Sin embargo los hijos adoptados necesitan poder
agradecer a sus padres biológicos que les dieron la vida, esa misma vida, y deben
saber desde el principio que son adoptados. Se debe poner esa información encima
de la mesa sin juicio de valor. A los padres de niños adoptados les hace bien
reunirse con otros padres adoptivos para apoyarse en su difícil labor, preparando
charlas, entrevistas....
Sin contención no es bueno que las familias sepan todo lo que pensamos u opinamos
de sus hijos. Esa información nos sirve a nosotros, pero decidimos qué si puede
ayudar a los niños que les digamos a sus padres, y qué no. No saber lo que hay que
hacer o decir en un momento determinado no implica que no tengamos una opinión
sobre lo que ocurre. A menudo resulta bueno mirar al hijo más que a los padres, ya
que no podemos hacer nada respecto a ellos, muchas veces sus circunstancias
escapan a nuestra comprensión.
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que no se vinculan. También suelen tener secuelas los niños que vienen de zonas de
guerras, hay algo que les atrae poderosamente porque tienen cuentas pendientes.
Debemos dejarles tomar libremente decisiones cuando sean adultos.
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- Familias sacrificantes: Son las que pasan factura por lo que hicieron “con
todo lo que yo hago por ti...” Tiene efectos muy negativos cuando se utilizan
para poner límites, dejan un peso increíble en los hijos, ¡fueron tan buenos...!.
Es mejor no sacrificarse tanto y salir con los amigos, o la pareja sola, para
divertirse.
- Familias intermitentes: Son las que pasan de un modelo a otro. Viven entre la
realidad y la fantasía. Crean un sentimiento esquizoide que tiene unos
efectos demoledores. Está bien ser un poco de todo pero manteniendo un
equilibrio de seguridad. Cuidado con las familias rígidas que hacen siempre de
la misma manera. Lo que no debe ser es estar o todo muy bien, o un cambio
brusco de humor con gritos.
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las heridas importantes que puede tener una familia. Por eso es normal que alguien
que venga detrás asuma ese rol. La mayoría de los homosexuales lo son por
fidelidades familiares. No sabemos qué pasará con los hijos de homosexuales,
todavía no existen estudios sobre sus inclinaciones sexuales en la madurez. Desde
lo biológico no se puede transformar, pero desde el vínculo sí, porque afecta a lo
emocional y a lo cultural.
Antes de aprender es preciso tener experiencias que generan imágenes. Saber por
qué hacemos las cosas. Respecto a los padres es necesario que adquieran confianza
en nosotros. Mostrar seguridad en nosotros mismos, para que no nos sientan con
dudas, explicarles el qué y el porqué lo hacemos de una forma determinada.
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Los adolescentes tienen la referencia dentro de casa y buscan el contraste fuera,
la identidad sexual la constituyen a través de las experiencias vividas a lo largo de
todos los años anteriores, no es algo que se de en el momento concreto de la
aparición de la misma adolescencia.
Es difícil trabajar con esto, primero hay que aceptarlo sin cambiarlo. Lo analizamos
pero no buscamos culpabilidades. Si buscamos culpables no sirve para ayudar.
Culpabilizar desconecta de la comunicación. La escuela no lo puede resolver.
Hablamos de todo esto para que nos podamos relajar. Hay cosas que son más
grandes que nuestro trabajo y que no podemos resolver. Cambiar la mirada nos
relaja, aceptar que es así nos hace vivir más tranquilos y trabajar mejor.
Aceptamos la identificación que hagan, lo que ocurra será parte de su propio
proceso.
Las bases del futuro crecimiento están en las primeras separaciones de la madre, o
persona de referencia, con el bebé. Lo emocional y lo cognitivo van unidos. Un niño
durante el periodo de adaptación en Infantil se apoya en imágenes mentales de su
madre hasta que vuelve, entonces recupera el placer. Placer y esfuerzo van unidos.
A veces nos encontramos con algunos niños que tienen problemas escolares y
entonces solemos decir: “Podría, pero no lo hace”, “Puede más de lo que hace”...
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Todo esto, es decir, las causas que lo favorecen, suele tener que ver con el
contexto en el que viven, y no tanto con la escuela. Está bien que trabajemos más
nuestra confianza, porque no tenemos la solución para todo. A veces, que un niño no
avance en la escuela tiene que ver con sus frustraciones, con cosas no resueltas... es
bueno saber dónde se está moviendo cada uno. Nosotros centramos nuestra mirada
en nuestra tarea, los padres, los políticos..., harán la suya, cada uno según su rol.
Se dice que donde no hubo una buena base es difícil que haya un buen desarrollo. Es
probable que eso ocurra, pero no siempre. La resiliencia se da en contextos
adecuados. La profecía autocumplidora se da tanto en positivo como en negativo,
para bien y para mal. Es preciso que tengamos esperanza hacia el desarrollo porque
si no nos quedamos pegados a las circunstancias y así no mejoraremos.
Dar oportunidades: Para ver bien lo que ocurre hay que tomar distancia. Estudiar
como afrontamos las cosas para no sentirnos mal. Cuando pensemos en resolver o
atender un problema sabremos que el objetivo de una clase no son los niños sino el
grupo, luego iremos a las individualidades, pero el objetivo es que el grupo funcione
y avance, y eso se consigue si sus miembros se sienten seguros. Mi mirada debe
percibir todas las lucecitas que se encienden y luego es preciso dirigir esa mirada a
lo que puedo atender, porque si quiero apagar todas la lucecitas me agoto y no llego.
A casa nos llevaremos, en todo caso, cuestiones del grupo, no problemas
individuales, porque estos últimos suelen estar vinculados a nuestro propio proceso
personal.
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Cuando estamos frustrados tenemos ganas de abandonar, procuremos no ponerlo
todo en la misma balanza. Podemos preguntarnos ¿qué me pasa con la frustración
para que abandone?. Solemos tener una implicación emocional muy grande. Cuando
un tema se convierte en un problema para nosotros, si nos sentimos incompetentes
y frustrados, es mejor dejarlo. No es por casualidad que hay muchos maestros
“quemados”. Es preferible dejar pasar algunas cosas, todo no podemos remediarlo,
atendamos aquello en lo que sí nos sentimos competentes, quizás otras cosas haya
que derivarlas ajustadamente.
Los padres necesitan otros espacios donde poder hablar, en la escuela se deben
hablar temas relacionados con la escolarización. Cuando en la escuela hacemos otras
funciones de terapeutas, psicólogos... nos metemos en un lío aunque sea con buena
intención. Nuestra función básica es ayudar a los niños lo mejor posible para que
aprendan. Cuando en las escuelas se trabaja en grupo, en el equipo educativo, se
facilita clarificar el rol docente.
Siempre podemos hacer algo por las familias aunque sólo sea escucharles sin
juzgarles. Pensando que no somos ni mejores ni peores que los demás, creamos una
actitud de humildad que es previa a todo entendimiento. Si paso “factura” sobre lo
que hago o me esfuerzo, ya no sirve para la comunicación. Podemos decir “lo siento
no sé hacerlo de otra manera, es una limitación mía...” Hagamos lo que tengamos que
hacer pero no lo echemos en cara.
Para ello nos podemos proponer algunas estrategias: no podemos compensar cosas
de nuestra historia personal en la escuela, ello modificaría el tipo de contrato que
tengo establecido con mi función y precipitaría la confusión de todas las personas
implicadas. Con los compañeros que nos caen mal no funciona el cotilleo de los
pasillos, las coaliciones intencionadas, todo eso impide mejorar nuestro trabajo...
Para una familia es muy duro oír que su hijo no es feliz, es muy arriesgado decirlo
de este modo, hay que tener cuidado al hablar con la familia. Suele provocar
sentimientos de culpa difíciles de manejar. Además solemos poner palabras de
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nuestras propias emociones ¡cuidado!. Es preferible decir: “no se le ve contento en
la escuela”, “le veo preocupado...” sin compararlo con nadie, es mejor contextualizar,
describir lo que hace, sin entrar en el ámbito de las valoraciones.
No está bien esperar que el maestro/a que llega el último a la escuela resuelva los
problemas del magisterio... (a veces a los maestros nuevos se les dejan las aulas más
conflictivas). Los maestros noveles han de aprender de los maestros anteriores,
más experimentados. Cada uno tiene su rol. Es posible que entre los 40 y 50 años
tengamos una buena formación para ayudar a los que llegan nuevos. Necesitamos
mentores, no podemos hacerlo todo solos, cuando necesitemos consejo pensar en las
personas que nos lo podrían dar, aunque ya no estén, pensar en aquello que nos
dirían puesto que sabemos de su manera de pensar.
Plantear:
. Dudas . Dejar que todo ello . Pasar a la acción
. Luz haga su efecto
. Expectativas
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“Hacer pocas y pequeñas cosas para conseguir
grandes resultados”.
“Damos a cada momento y a cada cosa el lugar
que le corresponde”.
“Escribir los recursos que tiene cada uno, lo
bueno tiene mucha fuerza”.
“Ser cada uno, no ser espejo de nadie, pues
tenemos distintas
experiencias, expectativas, historia...”
Pilar Orte
Asesoría de Educación Infantil
CPR de Tarazona
Febrero 2005
Bibliografía
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