Revista Budistas-8
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Directorio
Directores:
Carmen Dragonetti (Consejo Nacional de Investigaciones
Fernando Tola Científicas y Técnicas, y Fundación Ins-
tituto de Estudios Budistas, Argentina.
Instituto Internacional para Estudios
Budistas, Tokio)
Consejo consultivo:
Luis Osear Gómez (Universidad de Michigan) .
Katsumi Mimaki (Universidad de Kioto)
Lambert Schmithausen (Universidad de Hamburgo)
Ernst Steinkellner (Universidad de Viena)
Akira Yuyama (Instituto Internacional para Estudios Budistas,
Tokio)
•
André Bareau 1921-1993 (El Colegio de Francia)
Bimal K. Matilal 1935-1991 (Universidad de Oxford)
Editor: Sergio Mondragón
Consejo editoda/: Benjamín Preciado, Marco Antonio Karam,
Guillermo Quartucci
Asistente editoda/: Adriana Segovia
Oficinas: Dr. Barragán 482, Colonia A S. Narvarte, Deleg. Benito Juárez, c.P. 03010,
México, D.F. TeL 530·01·36. FAX: 538·13-86.
Thda correspondencia internacional, a los directores y/o al editor, dirigirla a: Revista de
Estudios Budistas, 2741 Sunset Boulevard, Los Angeles, California, 90026, USA.
La Revista de Estudios Budistas se publica dos veces por año, en abril y octubre. El precio
de cada ejemplar es de N$25.00 m.n.; suscripción anual en la Repóblica Mexicana (dos
números). N$45.00 m.n.; Estados Unidosy Canadá, 30 US dls.; Centroamérica y Antillas,
24 US dls.; Sudamérica, 25 US dls.; Europa, 28 U~dls.; Asia, África YOceanía, 31 USdls.
Estos precios incluyen correo aéreo certificado.
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autores. Esta revista es publicada
por la Asociación Latinoamericana de Estudios Budistas, AC., con sede en México.
Apartado Postal # 19332, c.P. 03901 México, D.R Certificado de licitud de título, 6285;
de licitud de contenido, 4957; expedidos por la Comisi~n Calificadora de Publicaciones y
Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación. Reserva de uso exclusivo del titulo,
389-93 de la Dirección General del Derecho de Autor.
Sumario
Testimonio
Carta y poema: Ocravio paz 6
Artículos
Lo Absoluto en el pensamiento budista: J. W. de Jong 9
Budismo y Feminismo. Hacia su mutua transformación: Rita M
Gross 21 .
Buda como Padre en el Hokek?¡o (El Sütra del Loto): Jesús López-
Gay 41
Historia
Thxila, gran centro en el Oriente: Syed Ashfaq Naqvi 64
Abstracts 96
Texto
Ththagatagarbhasütra: el Sütra de la Esencia de Buda: R T. Y
C.D. 99
Notas breves
André Bareau: R T. Y C. D. 109
The Eastern Buddhist Society: R T. Y C. D. 114
Budismo: Albrecht Weber 116
Albrecht Weber: R T. Y C. D. 125
Las acciones propias de un Bodhisattva: Dalai Lama Tenzin
Gyatso 128
3
Slidhfna Jlitaka: un caso contra la transferencia de mérito: James
R McDermott 138
Alfred Foucher:André Bareau 145
Noticias
Publicación de las actas del Simposio Internacional sobre Sáns-
crito Budista 152
Seminario en México sobre meditación budista 152
Pinturas budistas (thangkas) en el Museo de Allahabad
(India) 153
Nuevo Editor-in-Chief del Joumal of The Intemational Asso-
ciation of Buddhist Studies (JIABS) 154
Budismo Contemporáneo 154
Reseñas
Miraculous Tales of the Lotus Sütra from Andent Japan: The
Dainihonkoku Hokekyókenki of Priest Chingen, 1ranslated and
Annotated with an Introduction, de Yoshiko K Dykstra: Diana
Bruno y Ua Rodrfguez de la H<ga 155
Iranquillity and Insigh~ An Introduction to the Oldest Fonn of
Buddhist Medita/ion, de Amadeo Solé-Leris: F. T. Y C. D. 160
Colaboradores 162
Portada: Bodhisattva Maitreya. Mongolia. Fin del siglo XVII. Bronce dorado, restos de
pintura. Altura 624 cm. HaIVard University, Arthur M. Sackler Museum, Cambridge,
Massachusetts. Donación de Jobo WeSL
Ilustraciones: Agradecemos al Musée Guimet (París, Francia) y al templo Rakanji
(Thkio, Japón), su autorización para la publicación de las fotos de las páginas 5 y 8
respectivamente.
Damos las gracias a Joel Phillips Carbajal, Gilda Melgar Navas y Mónica Jasso Aburto,
así como a Gabriela Dobler, que funge como asistente editorial en Buenos Aires, por su
colaboración para este n(Ímero de REB.
4
Bodhisattva
A 23 de Diciembre de 1993.
Saludos cordiale~c:t~:;:~~~o,
6
LA CARA Y EL VIENTO
7
Dosrakall
Lo Absoluto en el
pensamiento budista'
J. W. de Jong
9
fin en sí mismo, sino como un medio para obtener la sal-
vación. Los estudiosos han, a menudo, errado el camino
al tratar de reducir la enseñanza budista a un sistema fi-
losófico coherente. Consecuentemente, se han encontrado
con grandes dificultades al tratar de comprender el NirviiI)a,
el concepto fundamental del Budismo. Desorientados por
muchas afirmaciones de las escrituras, fueron inducidos a
considerar al NirviiI)a como una entidad negativa. Una co-
rrecta comprensión del NirviiI)a nos enseña, sin embargo,
que no es un concepto metafísico, sino un Absoluto sote-
riológico, el objetivo final para aquel que quiere obtener
la liberación de este mundo. El NirvaI)a no puede ser en-
tendido mediante el razonamiento, sino que debe ser ex-
perimentado. Estrictamente hablando, esta experiencia del
NirviiI)a no puede ser comunicada a otros, porque ningún
lenguaje puede describir la absorción del individuo en lo
Absoluto. Sin embargo, como todos los místicos, los budis-
tas no se han abstenido de hablar acerca de lo Absoluto.
A menudo se describe el NirviiI)a en términos positivos y
ésta ha sido la causa de una interpretación errónea, directa-
mente contraria a aquella mencionada más arriba. Pero es-
tos términos positivos no pretenden indicar que el NirviiI)a
es una realidad ontológica o incluso una especie de paraíso,
como se ha afirmado algunas veces. A fin de entender térmi-
nos tales como "la más alta felicidad", "la otra orilla", "el
refugio", "la meta", que con muchos otros han sido usados
para señalar al NirviiI)a, uno tiene que darse cuenta del pro-
blema que el místico tiene que enfrentar cuando desea ha-
blar de lo Absoluto. Su experiencia es de una intensidad tan
abrumadora que él mismo se siente completamente trans-
formado por ella. En comparación, todo lo demás se reduce
a nada. Él no puede hacer otra cosa más que recordar con-
tinuamente este momento supremo. ¡Qué grande es su de-
seo de contar a otros la felicidad que él sintió! Sabe que no
hay palabras que puedan describir el inefable contenido de
10
su experiencia, pues el lenguaje está confinado a la tierra,
a la existencia humana. En consecuencia, el místico recu-
rre a una vía de expresión indirecta. No puede decir qué es
lo Absoluto, pero puede decir qué no es. Su característica
más esencial es su diferencia fundamental de todas las co-
sas mundanas. En este mundo todos están sometidos a la
muerte: se dice, sin embargo, que el Nirva~la es el lugar in-
mortal (amatapadam o amatam padam, Dhammapada 21,
Udiinavarga IV. 1, etc.). Desde el nacimiento hasta la muerte
la vida es sufrimiento (dukkha); el Nirvaoa, por el contra-
rio, es la felicidad suprema (paramalfl sukham, Majjhima
Nikiiya l. 508, Dhammapada 203-204, Udiinavarga XXVI, 6-
7), libre del nacimiento y del devenir (ajiita, abhüta, Udána
80, Itivuttaka 37). La vida empírica no ofrece abrigo ni re-
fugio; el Nirvaoa es llamado la isla (dfpa, Salflyutta Nikiiya
IV, 372), el abrigo (le~la, ibid.), la protección (tii~lU, ibid.), el
refugio (sara~lU, ibid.) Yla meta (paráyana, Salflyutta Nikiiya
IV, 373). La vida es impureza; el Nirvaoa es pureza (suddht
Salflyutta Nikiiya, IV, 372). Muchos otros términos se usan
en conexión con el Nirvaoa pero ninguno de ellos con-
tiene una descripción o definición del Nirvaoa. Solamente
señalan la otra orilla (pára, Salflyutta Nikiiya, IV, 369). Si
sometemos estos términos a un cuidadoso examen, vemos
que comportan ya sea una antítesis de las condiciones del
sUlflsiira o una negación de éstas. Por ejemplo, la felicidad
es la antítesis del sufrimiento. En la vida humana o incluso
en un paraíso celestial no existe la felicidad, pues en esos es-
tados no es posible ninguna felicidad duradera y de acuerdo
con los budistas todo aquello que tiene un final es sufri-
miento. Sobre la tierra, tanto lo inmortal como lo no-nacido
son impensables porque en ella uno percibe la universali-
dad del nacimiento y de la muerte. Felicidad, inmortalidad y
no-nacido son palabras que no corresponden a cosas reales
que un ser humano puede conocer o ver. El místico que ha
experimentado el estado del Nirvaoa utiliza estas palabras
11
exactamente por este motivo. Por inadecuadas que puedan
ser, son los únicos medios que el lenguaje puede ofrecerle
para expresar aquello que por esencia no puede ponerse en
palabras, porque las palabras sólo son capaces de denotar
las realidades de la vida empírica.
12
El camino místico budista. El Yoga
13
Meta del yoga-budista y del yoga no-budista
14
pecíficamente confundir al Nirval].a con un estado de no-
conciencia. Desde el comienzo se ha considerado que el Bu-
dismo consiste de tres partes: reglas de conducta (slla), con-o
centración (samádhi) y conocimiento (prajliá). El más alto
conocimiento es el conocimiento intuitivo (bhávanámayi)
que se produce por concentración. La importancia que los
budistas dieron al conocimiento intuitivo sólo puede enten-
derse si recordamos la naturaleza de la experiencia budista
del Nirval].a. Hemos tratado de aclarar que la principal ca-
racterística de esta experiencia era su total "otridad" res-
pecto de todas las experiencias de la vida empírica. Para
poder darnos plenamente cuenta de esta "otridad" es de
esencial importancia comprender la naturaleza de nuestro
mundo. El descubrir que nuestro mundo es sufrimiento,
que es evanescente y está sometido al surgimiento en de-
pendencia, está íntimamente relacionado con la experien-
cia del Nirval].a. Si Nirval].a sólo significara un estado de no-
conciencia, tal como suponían los yoguis, no sería necesario
analizar las leyes que gobiernan el mundo.
15
técnica para alcanzar un estado de no-conciencia,similar al
trance. Esto explica la gran riqueza de la enseñanza budista
que evita ambos extremos. Puede ponerse más énfasis en el
conocimiento que en la meditación e inversamente; sin em-
bargo, nunca un elemento logra suplantar completamente
al otro. El conocimiento no es conocimiento teórico, sino
conocimiento intuitivo surgido de la meditación; en con-
secuencia, no es lo opuesto de la meditación sino que co-
existe con ella. Hasta cierto punto puede parecer que en
las escuelas en las cuales el abhidharma, el análisis de los
elementos de la existencia, juega un papel preponderante,
el elemento místico ha desaparecido. Pero, no obstante, es-
tos elaborados sistemas escolásticos culminan en la conse-
cución del Nirval).a. Ellos examinan de cerca los elementos
producidos por causas (safIJSkrtadharma) para obtener un
conocimiento más claro de los elementos no producidos por
causas (asalflkrtadharma) entre los cuales está el Nirviil).a.
La escuela yogachara
y su concepción de lo Absoluto como pensamiento
16
punto de vista del pensamiento filosófico son la Yogiichara
y la Miidhyamika. La primera sostiene la teoría de sólo-
la-mente (cittamiitram) y afirma que lo Absoluto es pensa-
miento.
17
guas existe una mención a una conciencia invisible infinita
que irradia en todas direcciones (vÍliiiti~zam anidassanam
anantmv sabbato pabham, Dfgha Niktiya 1, 223; Majjhima
Niktiya 1, 329).10 Es claro que los Yogachiiras, e incluso al-
gunas de las escuelas tardías del Hinayana, han recuperado
tendencias de especulación ya existentes aunque no pre-
ponderantes en el Budismo primitivo, y aun antes en las es-
peculaciones upanishádicas, pues esta idea de una concien-
cia infinita nos recuerda varios pasajes de las Upanishads. l l
En un cierto sentido se puede decir que los Yogachiiras con
su teoría de sólo-la-mente no hicieron nada más que desa-
rrollar la idea de la purificación de la mente que juega un
rol tan importante en el Budismo primitivo, como atestigua
el conocido verso: "Abstenerse de todo mal, hacer el bien y
purificar la propia mente, ésa es la enseñanza de los Budas"
(sabbaptipassa akara~zar¡t kusalassa upasampadti sacittapa-
riyodapanam etmrz buddlzána stisanam, Dhammapada 183,
Udtinavarga XXVIII, 1, Dlglza Niktiya I1, 49, Mahtivastu I1I,
420).
La escuela Madhyamika
y su concepción de la experiencia mística
18
añ/iathti, Drgha Nikaya 1II, 135, Ahguttara Nikaya n, 24; lti-
vuttaka 121). Los Miidhyamikas han cambiado este afo-
rismo en el sentido de que entre esas dos noches Buda no
dijo nada pues estaba permanentemente sumergido en la
meditación (ya/?l ca salltamafe ratri/?I tathagato 'nuttara/?I
samyaksa/?Ibodhim abhisa/?Ibuddho ya/?I ca ratrim anupa-
daya parinirvasyati, asminn alltare tathagatenaika!qaram api
nodahrta/?I /la pravyahrta/?I /lapi pravyahariD'ati, Prasa/llla-
pada, p. 366).12 El Lahkavatarasilfra, un texto citado a me-
nudo tanto por los Miidhyamikas como por los Yogiichiiras,
explica que la palabra de Buda es sin palabra (avaca/w/?I
buddhavacanam) porque por una parte su visión mística
pertenece a su experiencia personal y está más allá de las
palabras y de los conceptos (svapratyatmagatigocara/?I va-
gvikalparahitam), mientras que, por otra parte, su visión
mística trata con la inmutable naturaleza de las cosas (dhar-
mata dhannasthitita dharmaniyamata tatlzata blzütata sat-
yata,13 Lahkavafarasütra, 142-144). Esta explicación mues-
tra claramente que la experiencia mística es por su misma
naturaleza inefable, porque es una experiencia personal y
su objetivo es la naturaleza absoluta de las cosas. La impor-
tancia que los Miidhyamikas dan al silencio es evidencia su-
ficiente del hecho de que sus razonamientos aparentemente
nihilistas sólo procuran aclarar el camino hacia su experien-
cia mística.
L. de la Vallée Poussin ha definido al Budismo como mis-
ticismo del Nirviil)a. No puede darse una mejor definición.
Las observaciones precedentes tratan de ilustrar algunos as-
pectos del Budismo desde un punto de vista que, me parece,
puede ser de gran ayuda para entender la verdadera natu-
raleza de las enseñanzas de Buda.
19
Notas
20
Budismo y Feminismo.
Hacia su mutua transformación-
Rita M. Gross
21
Budismo y Feminismo: similitudes y diferencias
"Feminismo "
22
posibilidades humanas a todos los humanos y erradicar el
estigma que se ha adherido a las mujeres, al trabajo de mu-
jeres, y a la feminidad en tantas culturas. Resumiendo, el
Feminismo tiene que ver con la promoción de la dignidad
humana esencial de las mujeres. De ninguna manera yo
estoy pensando en alguna clase de separatismo o en la idea
de que los hombres o la masculinidad son deficientes o el
enemigo. Considero personalmente al tono emocional, que
conlleva esta forma de Feminismo, un desarrollo extrema-
damente desafortunado que daña enormemente la causa
del Feminismo.
"Budismo"
23
Budismo y Feminismo
24
munes básicas e importantes compartidas por ambos, el Bu-
dismo y el Feminismo. Deseo especialmente poner énfasis
en tres de tales similitudes.
1. Valoración de la experiencia. En primer lugar, contra-
riamente a la mayoría de la herencia filosófica y teológica
occidental tanto el Budismo como el Feminismo comienzan
con la experiencia, enfatizan enormemente el conocimiento
experiencial, y se mueven de la experiencia a la teoría, la
que se convierte así en expresión de la experiencia. Ambos
comparten el enfoque de que los puntos de vista convencio-
nales y los dogmas son sin valor si la experiencia no apoya
a la teoría. En otras palabras, en caso de conflicto entre la
propia experiencia del propio mundo y aquello que ha sido
enseñado por otros acerca del mundo, ambos el Feminismo
y el Budismo, concuerdan en que uno no puede negar o re-
primir la experiencia.
En lo que concierne al Budismo, este punto de partida
es tan básico que apenas necesita ser demostrado. Él es
la razón del continuo énfasis puesto por el Budismo en el
sentarse a meditar como la única base para el estudio y la
filosofía. El punto básico está expresado en innumerables
afirmaciones en la literatura budista desde las escrituras
más antiguas hasta el presente.
La teología feminista tiene su origen en el hondo sen-
timiento de que lo que se nos enseña acerca de nuestra
tradición religiosa simplemente no concuerda con lo que
las mujeres han experimentado. 4 Por lo tanto, el fin de las
prácticas básicas de la teología feminista es terminar con esa
oposición, explorar la experiencia y encontrar un lenguaje
que se conforme a la experiencia, más que adherir sólo de
palabra a la tradición recibida. Esta sumisión a la expe-
riencia es también el único punto de vista común a todas
las teólogas feministas. Al margen de esto ellas adoptan po-
siciones que van desde intentos más bien masivos por man-
25
tener lazos con la tradición judeo-cristiana recibida, hasta
un vigoroso y franco rechazo de todas las religiones contem-
poráneas y recientes de los pasados tres mil años a causa de
su actitud patriarcal que no ofrece esperanza alguna.
26
se necesitan años de sufrimiento psíquico y ostracismo so-
cial antes de que produzcan algún sentimiento de bienestar
psíquico y social. La aceptación o aprobación general usual-
mente no ocurren. Sin embargo, la empresa entera deriva
de una intuición que no puede ser contravenida, la intuición
de las cosas como son, más allá de la artificial jerarquía se-
xual. El resultado es que se va contra la corriente de la con-
vencionalidad al rehusar conformarse al modelo habitual
de los intereses de los hombres que dominan las vidas de
las mujeres y al rebelarse contra el habitualmente para los
hombres más fácil, mucho más fácil, acceso a la intelectuali-
dad, a la disciplina espiritual y al poder, que, aunque no son
los únicos valores de la existencia humana, son ingredientes
esenciales e irremplazables de la dignidad humana.
27
Diferencias entre Budismo y Feminismo
28
que en el pensamiento occidental, dado el empeño del pen-
samiento budista a través de toda su historia en explorar
la mente. Con todo, la tradición budista parece asombrarse
muy poco sobre por qué su literatura contiene un tono de
misoginia pero no una correspondiente aversión al hom-
bre. El Budismo raramente se pregunta por qué sus ins-
tituciones facilitan mucho más a los hombres que a las mu-
jeres el proseguir las disciplinas espirituales que conducen
a la superación del ego. El Budismo no se ha ocupado de la
contradicción que significa el que a veces, maestros, consi-
derados de un desarrollo avanzado, continúen todavía con
estereotipos, miedos, hostilidades, y restricciones conven-
cionales en lo que concierne a las mujeres. Llegar a ser ca-
paz finalmente de ver a estas perversiones de la identidad
sexual como una dimensión de la personalidad, de verlas
como otro engaño del apego y de la territorialidad que se
levanta en el camino hacia la superación del ego, sería un re-
sultado bastante auspicioso del encuentro entre Feminismo
y Budismo.
29
de autoconciencia básica (shamatha-vipashyana, en sánscri-
to; samatha-vipassana, en pali) 6 y este fundamento de nin-
guna manera requiere ser budista, sólo requiere disciplina y
apertura. La sensación de la ausencia de ego que despunta
y que sólo puede resultar de la práctica de la meditación de
autoconciencia se manifiesta como una siempre creciente
benevolencia, suavidad y apertura que nada tienen que
ver con debilidad, impotencia o sumisión. En realidad, si
algo ocurre es que un sentido de dignidad, fuerza e invul-
nerabilidad, en el sentido positivo, crece con el aumento de
la benevolencia y de la suavidad. Hasta aquÍ, yo he nota-
do especialmente tres maneras específicas en las que este
proceso de moderación tiene implicaciones para la teoría y
práctica del Feminismo.
30
mano, ni nunca ha considerado realmente la inevitabilidad
del sufrimiento, por muy perfectas que puedan ser las me-
didas sociales. En resumen, el Feminismo parece atribuir el
dolor a medidas sociales imperfectas e implicar que cuando
medidas sociales más equitativas sean tomadas, entonces el
dolor desaparecerá. Mientras que erradicar el patriarcado
y el sufrimiento que él causa sigue siendo una importante
prioridad, especialmente aplicable a una sociedad budista,
es para mí ahora claro que tal empresa es ingenua si es el
único método que uno tiene para comprender y enfocar al
sufrimiento.
Lo que es más importante: esta comprensión incompleta
del sufrimiento recorta la efectividad del Feminismo. Por
el hecho de que el Feminismo no tiene un enfoque del do-
lor básico, dolor por completo no causado por el mal del
patriarcado, mucho de la teoría y de la práctica feminis-
tas tiene una especie de calidad frenética. Esta calidad
frenética compromete realmente la efectividad y la habili-
dad para comunicarse del Feminismo. Lo que los budistas
ven muy claro es que en tanto uno ignore la verdad básica
del sufrimiento, uno gasta una enorme energía dolorosa al
mantener esa ignorancia. Ese esfuerzo por ignorar recae ne-
gativamente sobre la causa de comunicarse realmente y de
actuar eficientemente con otra gente, sin hablar del hecho
de que él incrementa al mismo tiempo la propia desdicha.
Por esta razón una comprensión tal del sufrimiento es extre-
madamente útil a las feministas de dos maneras. Primero,
ofrecería a las feministas individuales una cualidad de se-
renidad no-ingenua y una comprensión que no es posible
de otro modo. Segundo, uno conocería en realidad cuáles
son los problemas y cómo trabajar sobre ellos sin alienar a
nadie en el proceso. Esto podría hacer avanzar la causa del
Feminismo significativamente.
31
universal del dolor llevan directamente a la segunda manera
en que el Feminismo es suavizado por el Dharma de Bu-
da. En mi experiencia, la práctica de la meditación de au-
toconciencia es un modo de experimentar la cólera, de
trabajar sobre ella y de transformarla más útil y provechosa-
mente que cualquier otra técnica que yo haya encontrado.
En particular la práctica de meditación invita a uno a
reconocer más que a ignorar todas las facetas de la propia
experiencia. Entonces ella, gradualmente, lentamente, le
permite a uno liberar, transformar, y usar la energía de la
cólera y la agresión en formas más lúcidas. Ya que la cólera
es una dimensión básica tal de la experiencia femenina,
deseo explorar la experiencia de la cólera y las posibilidades
de terminar con la cólera y de usar su energía.
En primer lugar, uno experimenta cólera cuando la pro-
pia conciencia se subleva ante las formas degradadas en que
las mujeres hall sido tratadas. Entonces eventualmente algo
más debe suceder. La cólera puede ser consentida, o disi-
pada. Aquellas feministas que hacen una profesión del ex-
presar la cólera, obviamente la consienten, y por lógica con-
vencional ellas podrían demostrar que están haciendo lo co-
rrecto. ¿No tienen acaso las mujeres oprimidas derecho a la
amargura y la búsqueda de la justicia, ya que ellas deben lu-
char mucho más duramente por la auto-determinación y la
dignidad ordinarias? ¿y no lo tienen especialmente cuando
existen tantos individuos y tantos estereotipos sociales que
pretenden o bien que nosotras no estamos oprimidas o que
si lo estamos, esto es simplemente "natural" y no constituye
un problema? Por donde uno se vuelva, reiterada publici-
dad, historias de las noticias, y lenguaje falto de sensibili-
dad, irritan a nuestra propia conciencia. ¿No es entonces
importante mantener este sentimiento vivo? ¿No es justa
la cólera, y por lo tanto uno tiene derecho a estos senti-
mientos? Aun cuando uno no se identifique con la cólera de
las feministas, sospecho que cualquiera experimenta alguna
32
emoción íntima acerca de que ellas tengan tal sentimiento
de lo que les corresponde y tal voluntad de obtener justicia
para sí.
En la elección entre reprimir o expresar tal emoción, mu-
cho puede ser dicho sobre la forma más sana de experi-
mentar y quizás expresar la emoción. Es por esto que todas
las escuelas de teología feminista valoran a la cólera como
parte del proceso de crecimiento. 7 Pero la práctica de la
meditación funciona para llevarlo a uno más allá de ambas,
la represión y la expresión, al punto en que las enseñanzas
budistas acerca de llegar a ser carente de pasión y carente de
agresividad comienzan a tener algún sentido. Entonces uno
comienza a ver cuán molesto y contraproducente puede ser
realmente todo ese emocionalismo.
La cólera se torna molesta en el sentido de que ella es en
realidad bastante enervante y penosa de experimentar. Las
explosiones de cólera o las estocadas refinadas y precisas
de la retórica analítica anti-sexista aportan un alivio tempo-
ral, pero no satisfacen de una vez para siempre. Entonces
el ciclo de nuevo recomienza, pero todo este proceso no
produce realmente mucha sensación de bienestar básico.
Esto ocurre porque -como el que practica meditación pron-
to lo descubre- mientras en la íntegra experiencia de có-
lera existe algo inteligente, existe también algo de más e
innecesario, que es en realidad la fuente del dolor. La par-
te inteligente es el juicio discriminativo de que ciertas
condiciones o situaciones constituyen problemas y que ne-
cesitan ser cambiadas. La parte dolorosa es el apego egoísta
a esas intuiciones y la emocionalidad que resulta de tal ape-
go. Lo que estoy sugiriendo es que sin la dimensión del
ego de la experiencia de la cólera en su totalidad, sin el
sentimiento de apego personal a las propias intuiciones,
la claridad y el doloroso apego a la claridad pueden ser se-
parados y la identificación emocional con la claridad pue-
den ser completamente eliminada. El resultado es que uno
33
no es tan sensible y reactivo. Simplemente no hay necesi-
dad de desplegar todo el entero repertorio de respuestas
emocionales cuando uno ve lo que está pasando. En cambio
hay cierta suavidad y humor, cierta amplitud en la inteli-
gencia.
Esa amplitud trae la posibilidad de no tener resentimien-
to contra el mundo, que es la transición entre reconocer
lo molesto que puede ser la cólera y reconocer lo que de
contraproducente ella tiene. Dos puntos parecen ser bási-
cos para no tener resentimiento contra el mundo. En primer
lugar, si uno depende de su propio mundo para una sen-
sación de bienestar básico, uno puede ser capturado para
siempre en las torturas del resentimiento. En segundo lu-
gar, uno tiene la responsabilidad de tratar con la totalidad
del propio mundo de cada uno sin proyección ni agresión,
sin importar cuán molesto eso pueda ser. Todas las situacio-
nes son experimentadas como contextos para el aprendizaje
y ningún resentimiento, reacción egoísta, es agregado a la
experiencia. Por supuesto que al ver que el punto fijo de
referencia constituido por la cólera desaparece, esto pro-
duce a su vez un sentimiento de angustia. "¿Dónde estoy?
¿Qué me está pasando?" -uno se pregunta con sorpresa
a medida que el territorio emocional familiar se va redu-
ciendo y haciéndose menos habitable. Pero perder lo mo-
lesto de la cólera también hace más obvio lo contraprodu-
cente de la cólera.
Reacciones llenas de cólera comienzan a aparecer como
un lujo porque sabemos que ellas tienen más que ver con en-
tregarse al propio sentimiento de haber sido lastimado que
con el detenimiento de las actividades conflictivas. No estoy
sugiriendo que el desgastar la cólera a través de la práctica
de meditación no sólo es más efectivo para el individuo que
reprimir, expresar o ignorar la cólera, estoy también sugi-
riendo que desgastar la cólera es la base para el modo más
productivo de tratar con el entorno social de uno mismo,
34
especialmente con sus puntos dolorosos, con las áreas que
tienen necesidad de reforma. Ser sensible y demostrar la
propia cólera personal sólo polariza la situación y endurece
la oposición; raramente alcanza algún resultado práctico en
términos de cambiar situaciones o los puntos de vista de
otra gente. Uno puede fácilmente observar este proceso
de doble obstaculización en la mayoría de las confronta-
ciones. En contraste, la gente queda tan sorprendida por
la suavidad del trato que a menudo los resultados son sor-
prendentemente positivos. Con todo, el punto básico no es
que si uno es suave más que agresivo y colérico, repentina-
mente todos serán automáticamente conquistados. Mucha
gente es tan encerrada en sí misma que pierde la concien-
cia de las cosas. Pero las interacciones basadas en la cólera
no serán en absoluto productivas en ningún caso. La suavi-
dad de trato puede ser más productiva; de todos modos el
propio bienestar de cada uno es incrementado más por la
suavidad que por la agresividad.
35
elemento de dureza. Ese elemento de dureza se debe a que
la ideología es una caparazón protectora que lo preserva
a uno del contacto inmediato con las situaciones. Pienso
que es obvio cómo el Feminismo puede funcionar y de he-
cho ha funcionado como una ideología para algunos de sus
adherentes.
Con todo, es necesario tomar en cuenta algo importante
con relación a esta relajación de la ideología. En la medida
en que la ideología se hace menos viable, el resultado no
es una supina aceptación del statu qua como justo, correcto
e inevitable. Esto sería igualmente una actitud ideológica y
un punto que yo creo no es percibido tanto por feministas,
que temen perder la protección de su ideología, como
por no-feministas que se asustan del Feminismo porque
lo sienten demasiado ideológico. Las feministas, sospecho,
temen que sin una adhesión ideológica fuerte al Feminismo
se verían llevadas a aceptar el sexismo. Por otro lado, crí-
ticos que notan la fuerte ideología del Feminismo y señalan
la cualidad no-dhármica (no conducente al Dharma o la
verdad) de esa actitud mental, tienden a centrarse sólo
en la cólera del Feminismo, no percibiendo la parte de
inteligencia que se mezcla con la cólera. A pesar de que
tales críticos pueden rechazar la cualidad ideológica del
Feminismo, ellos tienen, con todo, la responsabilidad de
tomar en cuenta los problemas que plantea y los resultados
que ha alcanzado el Feminismo. Si uno simplemente des-
carta por completo el asunto, entonces está dando su
adhesión al statu qua incluyendo sus obvias iniquidades.
Mejor es un camino medio entre ideología y aceptación
insensata a todo lo que está en orden. Esta adhesión no
dualista, no fijada en "ni esto ni aquello" parece ser el as-
pecto de la espiritualidad de la India más difícil de en-
señar a occidentales en las aulas y parece también ser el
más difícil de captar. Pero parece ser el único modo de ma-
niobrar entre la ideología de lo radical y la ideología de lo
convencional.
36
Conclusiones
37
práctica budista, deben estar al alcance de todos los seres
humanos. En consecuencia, porque yo aprecio al Budismo
es que sigo siendo una feminista budista. Sin embargo, una
feminista budista -he llegado a descubrirlo- es algo muy
diferente de una típica feminista secular, que siempre pa-
rece más preocupada por sí misma que por los otros, y que
siempre está ansiosa por emular los aspectos menos bue-
nos y dignos de una cultura opresiva. Por lo tanto yo sólo
puedo ser una feminista budista. Sería auspicioso para mu-
chos, bajo cualquier etiqueta que la gente elija, combinar
la benevolencia y suavidad del Budismo con la fuerza del
Feminismo, unir la visión del Budismo con la visión del Fe-
minismo, de modo que no sea ya más necesario conjurar su
síntesis a partir de la propia práctica sola.
Notas
1 Esto puede parecer una definición trivial del Feminismo, pero penetra a fondo en
la esencia de la cuestión. El lenguaje, la cultura, los modelos habituales de pensamiento,
por lo menos en la corriente principal de Occidente, han sido creados, en su mayor
parte, por hombres. Un aspecto de la psicología del hombre es el sentimiento de que las
mujeres son más bien "diferentes" que "iguales", lo que ha tenido como consecuencia
su visión de las mujeres como objetos curiosos y frecuentemente perturbadores, más
bien que como co·habitantes y co-creadores del mundo humano. la expresión clásica
de esta idea es el libro de Simone de Beauvoir, Second Sex (New York, Knopf, 1953).
Los dos ensayos de Dorothy Sayer, '~e Women Human?" y "TIte Not·Quite Human",
reunidos en un volumen bajo el título deAre Women Hwnan? (Grand Rapids, Eerdmans,
1971), constituyen una expresión más breve, más asequible, pero igualmente brillante
de esta idea. Para una explicación psicológica excelente de la causa por la cual se
mantiene esta actitud de ver a las mujeres como "diferentes" y menos valiosas, ver
Dorothy Dinnerstein, The Mermaid and lIJe Minotaur (New York, Harper and Row,
1976). Yo he usado reiteradamente esta idea para criticar el campo de los estudios
religiosos, especialmente la historia de las religiones, que está miopemente sometida al
38
androcentrismo. Ver mis artículos '~drocentrism and Androgyny in lhe Methodology
o[ History o[ Religions", en Beyond Androcentrism (Missoula, Scholars Press, 1977) y
"Patterns in Women's Religious Lives", en Unspoken Worlds: Women's Religious Lives
in NOtl-Weslem Cultures (Ne'!V York, Harper and Row, 1980). Desde el punto de vista
budista uso la palabra "dominio de existencia" deliberadamente para traer a colación el
concepto de "los seis dominios de existencia" (gall) -seres infernales, difuntos famélicos,
animales, humanos, dioses envidiosos y dioses- estudiados en la interpretación dada
por 1hmgpa del Budismo tradicional en la obra CUlling Through Spiritual MaterüJlism
(Berkeley, Shambhala, 1973), pp. 138-148. las mujeres, obviamente, deben ser incluidas
en el dominio de existencia humano.
2 Recuerdo muy claramente haber leído sobre ellos en libros del Budismo Tibeta-
no, libros que son utilizados para preparar a los estudiantes para la sección "comparativa
general" del Doctorado. Ahora comprendo porqué me atrajeron tanto. Buenas biografias
acerca de la mayoña de ellos son fácilmente asequibles. Ver Herbert Guenther, trad.,
The Life and Teaching o[ Naropa (Landon, Oxford University Press, 1963); l..obsang
Lhalungpa, trad., The Life o[Milarepa (Boulder, Great Bastern, 1982); e.e. Chang, trad.,
The Hundred Thousand Songs o[ Milarepa, 2 volúmenes (Boulder, Shambhala, 1977); y
Nalanda 'Itanslation Committee, 17JeRain o[WlSdom (Boulder, Shambhala, 1981).
3 La función de las mujeres en el Budismo de Asia es discutida en varios libros
y artículos importantes. Para el primer período del Budismo Indio ver I.B. Horner,
Wome1J under Primitive Buddilism (Landon, Routledge, 1930)¡ Nancy Falk, .~ Image
of Women in Old Buddhist Literature: The Daughters ofMara", en Women andReliglon
(Missoula, Scholars Press, 1974), pp. 105-112, Y "The Case of the Vanishing Nuns: The
Fruits of Ambivalence in Anclent Indian Buddhism", en Unspoken Worlds, pp. 207-224;
Y Comelia Dimmit, "Temptress, Housewife, Nun: Women's Role in Early Buddhism", en
Anima, Vol. 1, No. 2, (Spring, 1975), pp. 53-58. Para el Budismo Mahayana ver Diana
Y. Paul, Women in Buddhism: Images o[ me Femenine in Mahayfina Tradltion (BerkeIey,
Asian Humanities Press, 1979), and The Buddhist Feminist Ideal: Queen Srima/a and
lhe Talhfigatagarbha (Missoula, Scholars Press, 1980). Para el Budismo Vajrayana ver
Reginald A Ray, '~ccomplished Women in Tantric Buddhism of Medieval India and
Tibet", en Unspoken Worlds.
4 Para un excelente artículo que reseña la bibliografia sobre teología feminista hasta
1977, ver Carol P. Christ, "The New Feminist Theology: A Review of the Literature",
en Religious SlUdies Review, Vol. 111, No. 4 (October, 1977), pp. 203-212. La más completa
antología de artículos sobre Feminismo es la de c.P. Christ y Judith Plaskow,eds., Woman
Spiril Rising: A Feminist Reader in Religion (New York, Harper and Row, 1979). Otros
importantes artículos que ofrecen panoramas sobre el tema son c.P. Christ, "Women's
Studies in Religion", en BuUetin o[ lhe Councilon Ihe Sludy 01 Religion, Vol. X, No. 1
(February, 1979) y J. Plaskow, "The Feminist 1fansfonnation of Theology", en Beyond
Androcentrism. la crítica más completa de la teología convencional desde el punto de
vista de la experiencia de las mujeres es la obra Sexism and God- Talk de Rosemary R.
Ruether (Boston, Beacon Press, 1983).
5 Aunque son enseñanzas elementales y esenciales del Budismo, no son fáciles
de comprender ni de enseñar, como puede atestiguarlo cualquiera que haya dictado
alguna vez un curso sobre religiones orientales. la mejor manera para un principiante
de comenzar a comprender estas enseñanzas es combinar la lectura de textos académicos
occidentales sobre Budismo con la de libros escritos por budistas. El mejor libro
introductorio académico sobre Budismo es el de Richard H. Robinson y WiIlard 1...
Johnson, 17le Buddhist Religion: A Historiallntroduction (Encino, Dickenson, 1977).
39
Algunos otros libros excelentes escritos por budistas le facilitan a uno la comprensi6n
de la inexistencia de Ego y del no-teísmo, de acuerdo con la interpretación de las más
importantes escuelas de Budismo meditaciona!. Para el Budismo Theravada ver Walpola
Rahula, Whal lhe BuddJJa Taughl (New York, Grove, 1974) y Joseph Goldstein, The
experrenceollnsight: A NaLUral Unlolding(Santa Cruz, UnityPress, 1976). Para el Budismo
Vajrayana ver C. lhmgpa, Cutling Through SpiriLUal Malena/ism y The Mylh 01 Freedom
and lhe Way of Medilation (Baulder, Shambhala, 1978). Del gran mlmero de libros que
existen sobre Budismo Zen, Suzuki Shumyu, Zen Mind, Beginner's Mind (New York-
Tokyo, Weatherhill, 1974) es mi favorito.
6 Mientras que la técnica (slwmatha-vipashyana) que usan los discfpulos de Trungpa
es enseñada siempre oralmente y no existen instrucciones escritas publicadas, él discute
algunos aspectos de la práctica de la meditación en Myth 01 Freeoom, pp. 43-59, Y en
The Foundalions of Mindfulness (BerkeJey, London, Shambhala, 1976), pp. 15-46. Para
las técnicas del zazcn, ver Philip Kapleau, 17Je Three Pilars ofZen (Baston, Beacon Press,
1965), pp. 30-41; para instrucciones sobre satipauhlma, ver J. Goldstein, The Experrence
ol/mig"t.
7 De todas las teólogas feministas, Mary DaIy es la que expresa la cólera en
forma más amarga. Sus tres libros son a la vez una documentación o demostración del
surgimiento de la conciencia femenina y la explosión más amplia y expresiva de la cólera
feminista en pleno desarrollo. 17Je Church and lIle Second Sex wilh a New Feminisl Post-
Christian Illtroduclioll (New York, Harper and Row, 1975) fue un libro pre-feminista
bien intencionado y algo ingenuo, del que la autora posteriormente se retractó, como lo
indica su nueVo título. Beyond God lhe Falher: Toward a Philosophy of Women Liberalion
(80ston, Beacon Press, 1973) es un libro extremadamente valioso y útil, lleno de vida y de
descubrimientos. En Gyn Ecology: The Melaelhics of Radical Feminism (Boston, Beacon
Press, 1978) la cólera ha cobrado gran fuerza.
40
Buda como Padre en el Hokekyó·
(El Sütra del Loto)
Jesús López-Gay
41
Myóh6rengekyó (Admirable-Ley-Flor de Loto-Sütra). 2 Esta
traducción del sütra nos servirá como base en nuestro estu-
dio. Existe otra tercera traducción china del s. VII, año 601,
hecha por Jñanagupta. 3
Todas las sectas del Budismo Japonés han quedado mar-
cadas por la ideología de este sütra. Y, quiéranlo o no los
budólogos, supone no sólo un desarrollo del pensamien-
to budista tradicional, sino un enriquecimiento y más aún
un cambio en muchos aspectos.
Desde hace un siglo el occidente ha demostrado un es-
pecial interés por este texto, comenzando por la traducción
al francés de E. Burnouf (1852),4 Y siguiendo con la inglesa
de H. Kern (1884), basadas ambas en el texto sánscrito. 5
Bunn6 Kat6 tradujo al inglés secciones del texto chino de
Kumarajiva. 6 Adoptó este criterio por no haberse conser-
vado los manuscritos del texto sánscrito original anteriores
a las traducciones chinas conservadas, ya que los más an-
tiguos manuscritos del texto sánscrito, encontrados en
Nepal o Tibet, son algunos siglos posteriores a dichas tra-
ducciones. Siguiendo este mismo criterio, Nikky6 Niwano,
dedicado hoya dar a conocer este sütra en occidente, pre-
sentó una traducción más completa del mismo al inglés so-
bre la base de la publicada por Kat6. 7 Finalmente, la ha per-
feccionado con la colaboración de un grupo de profesores.
Esta última traducción incluye los dos sütras complementa-
rios. 8 Gran éxito ha obtenido su obra explicativa del sütra,
que sigue el orden de los capítulos, haciendo al texto más
comprensible para el hombre de hoy.9
42
resultaría apasionante por los resultados a los que se po-
dría llegar. De hecho, el Sútra del Loto ~stá abriendo nuevos
horizontes a la crítica literaria y a la tradición filosófica del
Budismo. Sólo vamos a ocuparnos del título de "Padre",
aplicado a Buda con características nuevas, y de las fun-
ciones de Buda como Padre. Creemos que es una nove-
dad dentro del Budismo. Los más antiguqs textos canónicos
se refieren a Buda, sobre todo, con el título de Bhagavat,
"Señor", que es quizás el más antiguo. Este título, en la
tradición sino-japonesa, a veces no se tra(lujo, sino que se
conservó en su trasliteración; otras vece~ se tradujo con
los caracteres de "Mundo-Estimado" (en¡ japonés seson);
otro título muy común era el de Tatlzagatd, el Perfecto, El
que proviene de lo que es la misma realidbd (tatlzata, ver-
dadera realidad); en la tradición sino-jaRonesa se suele
traducir con dos caracteres "Igual a-VeniI'¡ de" (chino ju-
lai; japonés nyo-rai). Este último es un término mucho más
filosófico que su pone toda una teoría sobt,e la verdad de
Buda y su manifestación. Con frecuenc~a es aplicado
al Buda Shakyamuni. Luego veremos la list'!! completa de
los diez epítetos tradicionales aplicados a Buda. Además
de estos atributos reconocidos, no pocos autores descubren
también en la tradición el término de "Médico" referido a
Buda, ya que según los textos antiguos "diagnosticó" el mal
del hombre y presentó su remedio. !O
Con nuestro trabajo quisiéramos contribuir en algo al
diálogo interreligioso. Un famoso profesor japonés, gran
budólogo y conocedor de la literatura cristiana, se admiraba
de cómo el aspecto del "amor del Padre celestial", carac-
terístico del Cristianismo, no tuviera nada equivalente en la
tradición budista. Quizás el Sútra del Loto nos ofrezca un
puente de comprensión. u
43
Principios fundamentales del Sütra del Loto
Títulos de Buda
44
el propio esfuerzo: para guiar a los hombres hacia esa meta
ha aparecido Buda. Concuerdan en este punto el Budismo
Hinayana y el Mahayana. Al comienzo mismo del capítulo,
en la sección en prosa, Buda se dirige a Kashyapa con es-
tas palabras: "Yo soy Ilyorai (tathiigata), el que ha venido
del mundo de la verdad; arakall (arlzat), quien es digno de
veneración; shohellchi (samyak-sar¡¡buddha) quien alcanzó
la Perfecta Iluminación; myogyo-sokll (vidyii-carm;ta-sar¡¡pa-
/lila), quien ve la verdad y se conduce correctamente; ze/l-
zei (sllgata), quien llegó a la Iluminación; sekellge (lokavit),
quien conoce al mundo; mlljoji (alluttara), guía incompa-
rable a quien nadie sobrepasa; jogO-jObll (puru$a-damya-
siirathi), controlador de los hombres; tellllislzi (siistii de-
va-mallZ~iil.liim), maestro de dioses y de hombres; seSOIl
'(bhagavat), quien es venerado en el mundo".!3
Entre estos "diez títulos" de Buda no encontramos el de
"Padre". De hecho éste no pertenecía a la tradición ni fi-
guraba en las fórmulas estereotipadas de epítetos de Buda,
que aparecen en los libros canónicos. En el mismo Capítulo
V del satra del Loto no faltan otras listas de epítetos de
Buda (como una de cinco), que siempre lo definen a un nivel
filosófico.!4
Además de estos títulos tradicionales, el satra del Loto
nos propone uno nuevo, el de "Padre". Ya en el Capítulo
I1I, titulado "La Parábola", encontramos tres veces la frase:
"Yo soy el Padre de todos los seres vivientes", que se repite
con variantes sin importancia.!5 En estos pasajes el "Yo soy"
está acompañado por la palabra "Padre" (chiclzi), en vez
de la palabra "Tathagata", como ocurre generalmente. El
Capítulo I1, (al cual aludiremos) presenta las relaciones de
, Buda con los hombres como las propias de un Padre con
sus hijos. En la segunda parte de este capítulo, dentro de
la sección poética, el término "mis hijos" se repite cons-
tantemente. En este contexto, existe una frase que une
ambos conceptos: "Vosotros sois mis hijos, yo soy vuestro
45
Padre" .16 Estudiaremos también el Capítulo IV, el más
origina! de nuestro sütra, donde aparece Buda como Padre
buscando a su hijo pródigo y recurriendo a todos los me-
dios para rescatar a su hijo que abandonó la casa y vivía
en profunda miseria. Es verdad que en este capítulo no en-
contramos el título explícito con la redacción clásica: "Yo
soy el Padre", pero sí aparecen constantemente los dos
caracteres de "hijo" y de "padre".l? Dentro de este capítulo
se había expresado, como premisa, que todos los hombres,
"aunque no lo sepamos conscientemente, somos hijos de
Buda".18 Ya aparece algo de la unión entre el tema del
"conocimiento" y el tema de la vuelta a la casa del Padre.
Con todo, en este capítulo lo que sobresale es la actividad
soteriológica del Padre, quien, al darse a conocer a su hijo
que le había abandonado por más de cincuenta años, más
otros veinte trabajando sin darse cuenta en casa del Padre,
exclamó: "Éste es mi hijo".19 Otro capítulo más adelante,
siempre dentro de la primera sección del sütra (jakumon),
menciona a Riihula y a otros "dos mil discípulos, hijos de
Buda".20
46
tenido doctrinario, debe ser leído dentro de una dimensión
historiográfica. Se quiere saber del mismo Buda las causas
de las diversas etapas en la promulgación de la Doctrina y
las diversas formas de obtener la Iluminación. El Capítulo
IV, más breve, subraya la actitud soteriológica del mismo
Buda. Es mucho más personal. Expone todo lo que hace Bu-
da para salvar a los hombres. A un primer plano pasan
no sólo las teorías del Budismo, sino la persona misma de
Buda; aún más se habla de su "amor".
47
de diversas formas. El contenido de la Ley verdadera fue
ya predicado y gracias a él han quedado iluminados los
"solitarios"; hoy con el Sütra del Loto se repite el mismo
contenido, pero adaptado a los "oyentes", y aun los mismos
bodhisattvas obtuvieron la Iluminación gracias al Sütra del
Loto. 22
En este largo y complicado diálogo introductorio, se ha-
bla de "tres vehículos" del Budismo: dos que pertenecen al
Hlnayiina (el de los solitarios y el de los oyentes), y uno
al Mahiiyiina, el de los bodhisattvas. 23 Aparecen también las
cuatro grandes categorías de los santos: oyentes, solitarios,
bodhisattvas que ayudan a los demás de acuerdo con su vo-
to, y los budas. 24 A la vez, toda la atención del discípulo
se centra en los "oyentes", en cómo pueden salvarse. Buda
responde repitiendo su tesis: "Mi Doctrina es capaz de li-
berar (siempre y a todos) del nacimiento, de la vejez, de la
enfermedad, de la muerte, y de llevar hasta el perfecto
nirvii¡;¡a".25 La forma de exponer la Doctrina y el camino
para salvarse es diferente, y en este contexto Buda habla
de las diversas circunstancias de los hombres y de los diver-
sos tiempos (ya que en unos será posible observar perfec-
tamente la Ley, mientras que en otros ésta será distorsio-
nada). En sus palabras encontramos ya delineada, aunque
todavía no claramente, la futura doctrina de las "tres eda-
des de la historia", doctrina que tiene, por otra parte, su
origen en el Hinduísmo. 26 Y en este contexto comienza la
exposición de la Parábola.
La Parábola está expuesta con todo detalle en la parte en
prosa del capítulo y, al final del mismo, aún más extensa-
mente en métrica poética. Z7 "Oh Shiiriputra, imagínate que
en un reino o ciudad o pueblo existe una persona mayor,
anciana, pero llena de riquezas, pues posee muchos cam-
pos, casas, esclavos, siervos. Su propia casa, que es grande
y espaciosa, sólo tiene una puerta, y muchos viven en ella,
hasta 100, 200 Y500 personas. Los cuartos están en ruinas, y
48
los mismos Cimientos de la casa corren peligro por su dete-
rioro. De pronto, un fuego se declaró en la casa y comenza-
ron las llamas a devorarla. Los hijos de aquel anciano, que
eran 10, 20y aun 30, vivían en la casa".28 Como era de espe-
rar, la sección en verso describe con más detalles el estado
ruinoso y el incendio de la "casa": en ella habitan toda clase
de animales dañinos, de monstruos, de demonios o espíri-
tus malignos (como los KumbhiiI:H;las, Pishachaka, etc.); la
hediondez de muchos de sus lugares es insoportable, etc.
Claramente se repite que esta "casa en llamas es el triple
mundo". 29
En la sección en verso se añade un detalle que falta en
la primera parte de la narración: el "dueño" o persona ma-
yor de la casa estaba fuera, y cuando se declaró el fuego
vinieron a notificárselo. Quizás este detalle proceda de otra
fuente distinta. Dl(sde luego, la narración supone que el
dueño está dentro de la casa. "Y al ver el incendio, pensó:
'Yo soy capaz de salvarme de este incendio, pero mis hijos
que viven aquí dentro están tan absorbidos en los placeres
y diversiones, que no tienen miedo ni conocimiento ni se
sorprenden de lo que ocurre. Aunque el fuego está ya por
devorarlos, y los sufrimientos y padecimientos son inminen-
tes, ellos no piensan ni temen ni hacen nada para salvarse'.
Y, oh Shariputra, la persona mayor pensó así: 'Soy suficien-
.temen te fuerte de cuerpo y de brazos, ¿sacaré a mis hijos
fuera de la casa por medio de un jarrón de flores o de un
banco o de una mesa?,30 De nuevo pensó: 'La casa sólo
tiene una puerta pequeña y estrecha. Mis hijos son jóve-
nes, sin experiencia y apegados al lugar donde juegan. Sin
duda, el fuego caerá sobre ellos y serán quemados. Yo debo
advertirles del peligro, de cómo la casa está en llamas y de
que deben salir enseguida, si no quieren perecer quemados
por el fuego'. Y, de acuerdo con lo que pensaba, llamó a los
hijos diciendo: 'iSalid enseguida, todos vosotros!' Aunque
el padre 31 en su compasión intenta persuadirIos con pala-
49
bras amables, con todo, los hijos, alegremente apegados a
sus juegos, no quieren creerle y siguen sin miedo y sin asus-
tarse, y no quieren liberarse. N o en tienden a qué fuego se
refiere (el padre), lo del peligro, lo de la casa en llamas, sino
que, mirando y oyendo al padre, siguen jugando. Entonces
la persona mayor reflexionó: 'Esta casa está ardiendo. Si yo
y mis hijos no salimos de la casa, seremos quemados por
el fuego. Buscaré algunos medios apropiados 32 para lograr
que mis ,hijos se salven de este desastre' '''.
Conociendo el padre los gustos y las aficiones de sus hi-
jos, les prometió que si abandonaban la casa les daría una
serie de carros que tenía ya preparados: carrozas arrastra-
das por cabras, carrozas de ciervos y carrozas de bueyes.
Los hijos, al oír esta promesa, enseguida salieron de la casa.
El padre, viéndolos salvados, se llenó de alegría. Los hijos
pidieron las tres clases de carrozas prometidas. El padre,
en cambio, les dio a todos "una gran carroza" espaciosa,
espléndidamente decorada, con piedras preciosas, guirnal-
das, flores, cortinas, arrastrada por bueyes de la mejor raza.
El padre procedió así porque pensó: "Mis posesiones son
infinitas, y no debo dar a mis hijos carrozas inferiores.
Son hijos a los que amo sin discriminación". De esta forma,
los hijos, olvidando las carrozas prometidas, "se subieron
en esta nueva carroza, que nunca habían pedido ni habían
pensado poseer".33 ¿Hay falsedad en esta forma de proce-
der del padre? - preguntó Buda. Shariputra responde que
no existe ninguna falsedad. Y en este contexto viene la ex-
plicación de la parábola: de hecho, Buda había prometido
tres vehículos, uno para los oyentes, otro para los monjes
solitarios y otro para los bodhisattvas. Y, pertenenciendo a
una u otra de estas categorías, los hombres habían empren-
dido el camino de la Iluminación. Buda no procede falsa-
mente si concede a todos un nuevo y Gran Vehículo, no
imaginado hasta ahora; y este nuevo vehículo será la doc-
trina contenida en el Sütra del Loto. Siguiendo el estilo lite-
50
rario del Sütra del Loto, de nuevo el autor se detiene para
hacer un examen de cada uno de los tres vehículos prome-
tidos; es interesante la descripción del vehículo o carroza
de los "monjes solitarios" donde se habla de esa "sabiduría
ganada por la propia fuerza" (jiseichi).34 "El Tathiigata pro-
cede así, porque es el Padre de todos los mundos" (frase que
ya conocernos) y sabe cuáles son sus miserias y los medios
más apropiados para salvarlos. En concreto conoce cómo
todos los seres sufren las "cuatro clases de dolor",35 y todo
lo que procede de los "cinco deseos"36 y de la avaricia.
En el diálogo con el discípulo Shiiriputra, Buda le acla-
ró su forma de proceder: "Si yo uso sólo poder espiritual y
sabiduría, dejando de lado los hábiles medios apropiados,
y exalto, para la salvación de las criaturas, la sabiduría, los
poderes y las ausencias de temor propias del Tathiigata,
las criaturas no podrán salvarse por estos medios. ¿Por qué?
Porque, mientras la'S criaturas no hayan podido liberarse del
nacimiento, de la vejez, de la enfermedad, de la muerte,
de la pena y del sufrimiento, y estén todas ardiendo en la
casa en llamas de este triple mundo, ¿cómo pueden ellas
comprender la sabiduría de Buda?"37 Buda confiesa la
miseria radical del mundo y la incapacidad existencial del
hombre de autoliberarse.
Son muy interesantes unos versos del Tathiigata, después
de haber expresado de nuevo que es "Padre de todos". Se
encuentran hacia la mitad de la sección en verso de este
capítulo y resumen el contenido principal del mensaje de
Buda: "Todo este triple mundo es posesión mía. Todos los
seres que viven en él son hijos míos. Pero este lugar está
lleno de desgracias y dolores; solamente yo soy capaz de
salvarlos y protegerlos".38 Buda tiene un triple dominio
sobre el mundo y sobre los seres vivos que son sus hijos:
el que le viene de su señorío -"todo es posesión mía"; el
que le viene de su doctrina -"solamente yo soy capaz de
salvarlos", y el que procede de su corazón de Padre -"son
51
hijos míos"; es Señor, es Maestro y es Padre, y por estos tres
títulos puede salvar a todos los hombres.
Tema de esta primera parte de nuestro trabajo ha sido
estudiar el nombre y la forma de proceder de Buda como
Padre, buscando sus fundamentos. Es algo nuevo en la tra-
dición budista, al menos con el relieve de estos textos que
hemos comentado.. Es verdad que en el fondo de este ca-
pítulo yace una tesis fundamental propia del Sütra del Loto
(en concreto, del Capítulo I1), que no puede ser ahora ob-
jeto de nuestro estudio. Sea suficiente una alusión. Es la te-
sis que el Budismo japonés ha enunciado con el término:
sangon-ichijutsu, tres vehículos que de hecho son uno solo.
Si Buda habló de tres vehículos, 10 hizo por razones de opor-
tunidad; su intención, con todo, fue siempre la de ofre-
cer a los hombres un solo vehículo (japonés: ichijo; sáns-
crito: ekayiina). Pero por el apego de las criaturas, las cir-
cunstancias históricas, etc., se ha hablado de tres vehículos.
Los tres vehículos son idénticos en su origen, en su esencia
y en su meta. En el origen de los tres está el deseo o voto de
Buda de querer salvar a todos los hombres; la meta de los
tres es que todos sean bu das; y la esencia de los tres consiste
en la Iluminación.
52
otra parte, el título del capítulo subraya las actitudes inte-
riores propias de un discípulo, de un "hijo" de Buda. Quien
acepta el Loto queda dentro de ese discernimiento confiado
que le lleva a los brazos paternales de Buda.
La tesis de fondo continúa siendo la misma. Ahora son
cuatro de los grandes discípulos de Buda, 39 quienes después
de oír la promesa hecha a Shiiriputra sobre su futura Ilu-
minación, intervienen pidiendo a Buda una explicación so-
bre lo que les sucederá a ellos, que sólo han oído el Hi-
nayiina, se han dedicado a las prácticas propias de este
vehículo, meditando en los tres puntos principales de me-
ditación,40 pero no han recorrido el camino de los bodhi-
sattvas o Mahiiyiina. Ellos se colocan en la posición de los
simples oyentes o Shriivakas, llenos de esperanza de poder
alcanzar la misma meta de su compañero. Y en este am-
biente, ellos mismos cuentan a Buda una parábola. No es
Buda quien habla. La parábola la podemos llamar del hijo
pobre o empobrecido, degenerado (mentalmente enfer-
mo).41 El fin de la parábola es explicar, por una parte, el
itinerario de ascesis profunda de los cuatro Shriivakas, y,
por otra parte, la compasión o amor paternal de Buda y sus
medios apropiados, a través de los cuales él los ve siempre,
los observa y no los abandona, hasta que finalmente los
eleva a un rango superior. En los actuales tiempos (piensan
los budistas de las escuelas del Mahiiyiina), sin el proceso
ascético que se practicaba antes, podemos llegar directa-
mente a los brazos de Buda gracias a la doctrina del Sütra del
Loto. Es verdad que son necesarias también algunas actitu-
des del espíritu (que van a ser expuestas en la última parte
del breve capítulo), como la humildad, la fe, etc., que he-
mos dejado fuera de nuestro estudio para centrarnos en la
figura de Buda-padre. El protagonista principal de la pa-
rábola es el hijo, pero lo que triunfa es el amor del padre.
Después de la narración de los cuatro discípulos, uno de
ellos, Mahii-Kiisyapa, (en la parte en verso del capítulo) re-
53
cuerda de nuevo la historia. 42 De todos estos elementos
nos valemos para presentar una síntesis de la parábola, en
la que procuraremos conservar los mismos giros en ella uti-
lizados.
Un padre tenía un hijo único, sin hermanos, y un día éste
huyó de casa de su padre; éste le buscó en todas partes
pero no lo pudo encontrar. 43 Cansado de tanto buscarlo,
se instaló en una ciudad, se dedicó al comercio y se hizo
muy rico, teniendo muchos servidores, esclavos, riquezas,
etc. 44 A nadie le había dicho que había perdido un hijo.
Todo el día estaba pensando en él: ''Aunque soy rico no
tengo conmigo a mi hijo; el día que le encuentre le daré
todos mis tesoros y seré feliz". 45 Pasaron cincuenta años. El
hijo, cada día más pobre, luchaba por encontrar trabajo y
recorría con este propósito pueblos y ciudades. Y buscando
trabajo llegó un día a la ciudad donde vivía su padre, y se
admiró contemplando la maravillosa residencia de su pa-
dre. Se fijó en el interior y vio a un hombre mayor, muy
rico, sentado en una lujosa silla y rodeado de servidores. 48
y él pensó: "Debe ser un rey o un hombre tan importante
como un rey. Si me quedo cerca, seguro que me atraparán
y me obligarán a hacer trabajos forzados. Es mejor huir
pronto". y así huyó. Pero antes de emprender la huída,
los ojos del padre, aquella persona rica y tan bien servi-
da, habían reconocido en aquel pobre desgraciado a su pro-
pio hijo. Y enseguida el padre pensó: "Haré que vuelva. Mis
deseos han sido escuchados. Ya soy feliz". Envió entonces
a algunos servidores para que lo trajeran. Y cuando éstos
le pusieron sus manos encima, el pobre hijo gritaba: "De-
jadme libre, no he hecho nada malo contra vosotros. No
me castiguéis ni me matéis". El hijo continuaba gritando,
y el padre, viendo esta escena, desistió de su intento de
traerlo a su lado y ordenó dejarlo libre. Pero antes, hizo
que derramaran agua fría sobre la faz de aquel pobre hom-
bre, que se había desmayado, para que recuperara la plena
54
conciencia, y luego sin decirle nada le dejó partir. Y el hijo
pobre, aunque feliz en aquel momento, se marchó a otra
ciudad en busca de algo para vestirse y para comer. El pa-
dre planificó otra estrategia. Esta vez ideó una segunda
embajada, diferente: envió a dos hombres pobres en apa-
riencia para que hablaran con el hijo que había huído y
le propusieran: "Necesitamos un barrendero que trabaje
junto con nosotros en la casa del hombre rico que has visto.
Ven. Además, se te pagará el doble". El hijo aceptó y co-
menzó a trabajar. El padre no lo perdía de vista. 47 Un día
el padre se vistió él mismo pobremente y fue a trabajar a
donde estaban los demás barrenderos. Aprovechó un mo-
mento para ordenar a todos que se retirasen y le dijo a su
hijo: "Te pagaré más. A tu alcance dejo el almacén y el lugar
donde se encuentran las otras cosas necesarias. Puedes to-
mar todo lo que desees, vino, arroz, vinagre ... Debes sentirte
como en tu casa. No te vayas. Yo te considero como si fue-
ras mi hijo verdadero". Y el hijo, aunque se alegró viendo
tanta confianza, todavía se sentía como extraño. El padre
le llamaba siempre hijo, le dio un nombre nuevo y creció la
amistad entre ellos. 48 Pasaron veinte años más y el padre
estaba ya muy viejo y enfermo. Un día llamó a su hijo y le
dijo: "Tengo muchos tesoros en mi almacén. Te encargo el
cuidado de ellos. No los pierdas". El hijo cuidaba de todos,
pero ignorando que en un futuro iba a ser el verdadero po-
seedor de todos ellos. Poco a poco fue reconociendo que no
era tan pobre como pensaba. En cierta ocasión, 'cuando la
mente del hijo estaba ya preparada, el padre invitó a fami-
liares, a amigos, al rey y sus ministros, y les declaró públi-
camente: "Éste es mi hijo. Me había abandonado hacía cin-
cuenta años cuando lo vi llegar a mi casa; y de esto ya han
pasado veinte años. Todas mis propiedades las entrego a él.
Él es libre para usarlas como quiera". 49
Los cuatro discípulos después de exponer la parábola
hicieron su explicación: "El Tathiigata es como el hombre
55
rico, y nosotros como sus hijos. El Tathagata siempre ha
declarado que somos sus hijos. 50 Sufrimos de pobreza por
tantos y tantos años, porque nuestra naturaleza llegó a ser
tan degenerada e impura, que no podíamos comprender la
enseñanza de Buda. Buda ha visto que nosotros, hombres
de poca inteligencia, sólo podemos comprender una ense-
ñanza apropiada a nosotros. Ésta es la razón de por qué
Buda comenzó enseñando el Hinayana, que nos conduce
al nirvalJa, ~pero nosotros ignorábamos que éramos hijos
de Buda y que podíamos ser como él. En un segundo mo-
mento, cuando el Padre abre Sus tesoros, eso significa la
nueva doctrina contenida en el Satra del Loto que ahora nos
proporciona. De hecho, el salra del Loto nos hace hijos de
Buda".
Ciertamente, el título de "Padre" en estos dos capítulos
examinados del Hokeky6, no es algo esporádico. Es cons-
tantemente repetido. A veces en boca del mismo Buda,
otras veces en labios de los discípulos que han aprendido
la lección. Él se ha comportado como el "Padre" que in-
tenta salvar a sus hijos, en concreto al más necesitado, por
"medios apropiados", llegando al extremo de vestirse po-
bremente para poder trabajar junto al hijo pobre y así ga-
narlo para sí. He aquí algunos detalles de estas parábolas,
en especial de la segunda. Hablando del hijo, no se dice
nunca que haya cambiado su corazón, no se describe ningún
gesto que 10 muestre unido de alguna forma con el corazón
del hombre. La descripción supone que por parte del hijo, el
proceso de conversión es algo que se realiza al nivel del "co-
nocimiento". Por parte del padre, sí se refleja una actitud de
amor, y se usa el ideograma sino-japonés de "amor" (ai),
formado por los componentes "recibir-corazón-dar". Es
una de las pocas veces que este ideograma se aplica a Buda,
pues de hecho en el vocabulario budista tiene una conno-
tación demasiado sensual, como cuando se habla del "río
del amor (chino: ai-be; japonés: ai-ka) en el que se ahogan
56
los hombres". Mucho más frecuente es explicar el amor de
Buda con el término de "compasión" o "gran compasión"
(sánscrito: mahii-karUl]á; japonés: dai-jihi; a veces con el
término equivalente sánscrito maitrl, metta, que es tradu-
cido con el carácter de ji). Sin duda, el término "gran com-
pasión" es mucho más espiritual y profundo. Pertenece a la
más auténtica tradición budista, es usado en el Hokeky6,
y terminará por imponerse en el Budismo Mahiiyiina, pero
sin esa connotación "paternal" que hemos observado en el
Hokeky6. En el Mahiiyiina, poco a poco, la "compasión" va
quedando como la función propia de los bodhisattvas que
desean ayudar a los demás. En especial, algunos bodhisatt-
vas como Kannon (en japonés) (AvalokiteSvara, en sáns-
crito), aunque no son llamados con el título de "Padre", son
la personificación de la compasión. 51
57
cosas como son y puede idear los medios apropiados para
liberarlas y salvarlas. Cuanto más grande es la sabiduría o
el conocimiento del Vacío, tanto más grande y universal es
la compasión. 52 La primera compasión se puede extender
a las criaturas de las diez direcciones del espacio y apun-
ta a las criaturas de los cinco destinos de transmigración,
con una mente o corazón benévolo, como si las criaturas
fueran sus hermanos o hermanas o padre o madre. La se-
gunda compasión, aún relativa, es propia de los que se van
liberando o se han liberado ya de las pasiones y ven que
las criaturas son el fruto de la cadena de la causalidad
que tiene su última raíz en el deseo, y descubren que todo es
vacío y está formado por los "cinco agregados" psicofísicos
(skandhas). Viendo así a las criaturas, sienten compasión
por ellas. La tercera compasión, la absoluta, es propia de
Buda, porque su mente va más allá de lo fenoménico y
de lo irreal (que era objeto de las primeras compasiones),
por lo tanto no busca la felicidad de los objetos relativos,
sino que partiendo de su sabiduría se esfuerza para que
todos lleguen a la sabiduría yasí queden liberados. 53 La raíz
última de esta compasión absoluta está en la sabiduría, pues
es la consecuencia de esa intuición profunda del Vacío que
sobrepasa criaturas y leyes, amores relativos y limitaciones,
logrando llevar a todos por el camino de la sabiduría hasta la
Iluminación. Por una, se va de la sabiduría a la compasión, y
por otra de la compasión a la sabiduría, y en medio quedan
todos esos "medios apropiados" que Buda busca y utiliza.
De nuevo Nagarjuna une conceptos opuestos y contradic-
torios: por el Vacío nada existe, y por la compasión Buda
salva a todos. Aquí está la verdad del ser de Buda. 54
Un vocabulario paralelo, pero sin la insistencia en el con-
cepto de Vacío, que es propio de Nagarjuna, usa el mismo
Buda en el breve Capítulo XXII del Hokeky6 cuando da su
mandato misionero a la asamblea celestial (luego dará un
segundo manda to misionero sobre un monte ya en la tierra).
58
Pide a los bodlzisattvas que prediquen, en el mundo entero,
a todos los seres vivos, su Ley. "El Ththagata es el más
compasivo y benevolente, no es mezquino ni miedoso; es
capaz de dar la sabiduría de Buda a todos los hombres,
la sabiduría propia del Tathagata, la sabiduría (obtenida)
por la propia existencia", y así todos quedarán iluminados
y salvados. 55
Conclusión
59
Notas
1 Thisho Shinshü Daizó~1'ó Kankokai, Tok-yo 1960 (Reprinted, 1st. ed. 1927). (The
Trip%ka in Chinese edited by J. Takakusu and K. Watanabe). Dentro del Vol. 9 bajo el
n11m.263.
2 Taisho 9, bajo el n!lmero 262. Se especifica que es del año 406. De hecho, tenfa
s610 27 capítulos en el original, pero Chi-hi, el fundador de la secta Tendai, le añadió un
nuevo capítulo, "Devadatta", que hoy es el Capítulo 12, breve y con notas antifeministas
(Ver nota 19). 1bdavfa resulta interesante para conocer la historia de la introducción de
este sOtra en el Japón, mes 70 del 606, su comentario en la corte imperial, su uso durante
los siglos VII y VIII, la obra,lIena de citas, de M.W. de Visser. Ancietlt Buddhism in Jopan.
Sütras olld Ceremonies in use i/l/he Sevemh and EigJuh Ce1Jlurres A.D. and 7heir His/ory in
laler times,I.II, Leiden 1935.
3 Taishó 9, bajo el mlmero 264, junto a Jñanagupla se coloca como ca-traductor
a Dharmagupta. Existieron al menos seis traducciones chinas, pero hoy sólo quedan
completas las tres citadas y recogidas en este volumen del1hisho.
4 Le LolUS de la bOIJIJe Loi, Paris 1852 (Reimpreso Paris, 1973).
S Saddhanna-Pu1J4añka, Or dIe Lotus of Ihe True Law, London 1884; es el Volumen
21 de la rolección "Sacred Books oC the East". (Reimpreso Delhi, 1968).
6 OxCord 1930, es co-traductor W.E. Soothill.
7 Tokyo 1971.
8 The T"reefold Lotus Sutra. The SUlra 01 innumerable Meanings. TIre Sutra of lhe
LOlUs Flower oflhe Wonderful Law. TIre Sutra of MediIation 011 the Bodhisatlva Universal
Virtue, translaled by Bunnó Kalo, Yoshiró Tamura, alld Kojiró Miyasaka, with revision by
W.E. Soo/hin W. Sclliffer, and Pier R del Campana, New York 1975. (El Prefacio es de
Nikl..]'o Niwano). Sin duda es la mejor traducción que tenemos hoy día.
9 Nos referimos a su libro: Nikl..]'o Niwano,Buddllism far Totiay. A Modem Interpreta-
tioll olTllreefoldLolllsSutra, 2nd. ed.lbkyo 1979 (1st. ed. 1976); a la traducción española,
Barcelona, 1984, le hemos añadido una introducci6n que haga más fácil aún su lectura
para una persona que no está acostumbrada a esta clase de literatura.
10 No pocos textos canónicos llaman explfcilamente "médico" a Buda. Entre los más
interesantes están el poema 262, verso 1111 del TlJerogiithii: "Buda, el mejor de los seres,
el gran médico, domador y guía de los hijos de los hombres"j y el poema 248, verso 722:
"Mi maestro es el vencedor que roncee todo y, viendo todas las cosas, Él es el médico
del mundo". Ver Psabns ofthe Early BuddhislS. 11. - Psabns 01 Bredrrem, (PTS) new ed.,
Landon 1951, pp. 374, 293.
Una recopilación de textos sobre la función de Buda como médico en Ananda
Nimilasuria, Buddho the Healer, Kandy 1971. Más se fija en el concepto que en el término
"médico".
11 Anesaki Masaharu, Katam Karouiyom. LeclUfes, Essays and Sllldies, Thk}'o 1934,
p.17.
12 Es la tesis de A Matsunaga, TIre Buddhist Philosophy 01 Assimilation. The
Historicol Developmem 01 the Honji-Suijaku 71leory, lbl..]'o 1969, p. 211. La misma idea
repite N. Niwano en la obra citada en la nota 8, en su introducción, p. xv.
13 Taisho 9, p 19 b. Cada página de la edición del Thishó está dividida en tres
columnas horizontales: con las letras a, b, c, las indicamos. En primer lugar hemos copiado
la lectura japonesa de los caracteres del epíteto o titulo, entre paréntesis el epíteto o título
en su original sánscrito.. y luego la traducción o explicación del epíteto o título. A veces, el
60
segundo viene pronunciando oju; de hecho, arakan es una simple trasliteraci6njaponesa
de arhat. Luego, en el mismo capítulo el título más usado es el denyorai o lathaga/a.
14 Ibidem: "Yo soy quien conoce todo (issai·chisha), quien ve lodo (issai-kensha),
quien conoce el camino (chidC-sha), el que abre el camino (kaidC-sha), y el predicador
del camino (setsudó-sha)". De estos cinco títulos los primeros se refieren al conocimiento,
los tres restantes tienen el carácter chino de tao (00), camino.
15 Taisho 9, p. 13a, también al final de la misma columna. Al comienzo se decía "es
padre de todos los mundos" (issai sekai no chic/u); en la misma p.l3, columna C, sin hablar
de "mundos" sino de los seres vivos, se añade "issai". En la conclusi6n del Capftulo XVI,
se dice: "Yo, siendo el padre de este mundo, curo todas las miserias y dolores", p. 43c,
primera línea de versos.
16 Ibidem, p. 14c. En la p.12c, se repite "todos son mis hijos".
17 Ibídem, p. 17c. ,
18 Ibidem, p. 17b, Y se repite al menos tres veces "somos hijos de Buda"; se habla
también as! al final del Capítulo XVII, p. 46b.
19 Ibidem, p. 18b. El sentido de universalidad aparece, por ejemplo en el Capítulo
XVIII, superando cualquier aspecto antifeminista. (Ver lo dicho en la nota 2 sobre el
Capítulo XII añadido). En dicho capítulo Buda promete grandes méritos a los "buenos
hijos e hijas" que expongan la Ley a sus "padres y madres", y afirma que todos podrán
salvarse, ibídem, p. 400.
20 Ibídem, p. 29c. Riihula era el hijo del Buda hist6rico Shakyamuni, nacido antes de
que éste renunciase al mundo. Luego, fue uno de los diez Grandes Discfpulos de Buda.
21 Mientras el Capítulo 111, la Paróbola, ocupa en el Taisho 9, desde la página 10b
hasta la 16b, el Capftulo IV, Discemimiemo por /a fe (como explicaremos después), va
desde la página 16b a la 19a.
22 Taishó 9, p. lIb.
23 Todavía no se ha fonnado dentro de la historia del Budismo el llamado tercer
vehículo o Vehículo de Diamante, Vajrayalla, que fue un desarrollo, heterodoxo para
algunos, del Mahayana. Es conocido también con el nombre de 'Iantrayana. Este Budismo
tomó cuerpo, forma propia y definitiva sólo a partir del siglo VI después de Cristo; ver
nuestro artículo "La Mística Cósmica del Shingon", en Sludia Missiollalia, 26 (1977)
21655.
24 Shtiivakas (oyentes), Pratyekabuddhas (solitarios), Bodhisattvas, Buddhas. La
segunda categoría busca sólo su propia salvaci6n; el bodhisa/tva, como indicamos, ayuda
con su voto y su oraci6n a la de los demás. Con todo, esta distinci6n nace cuando comienza
a fonnarse el Mahayana, y la supone siempre nuestro siitra. Pero en los textos más
antiguos no faltan algunos que hablan de Sh¡U..)'amuni, antes de su Iluminación, como
de un bodhisa/tvo; en este caso el término designa sólo un "gran hombre" (mahiisattva).
25 Taisho 9, p. 12b. Buda promete la Iiberaci6n de las cuatro clases de sufrimiento
propias del Budismo (en japonés: shiku; en sánscrito: calasro-du¿lkJlalll~J).
26 Ibídem, pp. llb hacia el final y Hc. Para el desarrollo posterior, ver nuestro
artículo "las Edades de la Historia en el pensamiento budista", enBo/er/n de/aAsocíación
Españo/a de Odemalislas4(1968)77~98.Sobrelasrafeesenlafilosoffahindufsta.cf. M.
Dhavamony, "Hindu Eschatology", en SIL/dio Missionalia, 32 (1983) 143-180.
27 En Prosa, Taishó 9, p. 12b~13c, en verso p. 13c-16b, pero no hay que olvidar que
en esta sección cada columna horizontal contiene tres filas de estrofas; el contenido es
más denso.
. 28 Todavía no ha aparecido el nombre de "Padre", sí el de "hijos". Traducimos por
"persona mayor"los tres caracteres dai-chó-sha (Gran-Mayar-Persona).
61
29 Por ejemplo, Taisho 9, pp. 13b, 14c, etc. Dentro de la cosmología budista se habla
del sangai (en japonés) (en sánscrito, trayo-dJ¡atava~t) o "triple mundo" de las iI",siones
donde viven los no iluminados y que tiene tres niveles en el mundo fenoménico: el mundo
de los deseos (kama-dllfilU), queen totalson seis¡ el mundo de las fonnas (rapa), donde los
seres no están apegados a los deseos, pero tampoco libres de las fonnas (en la tradición se
cuentan hasta 18, representados por 18 dioses); finalmente, el mundosin-fonnas (limpya-
dlrlitu), que en total son cuatro, donde no existe ningún apego y que están constituidos
por el estado de infinita conciencia, el de espacio infinito, el de la nada, y el que supera
toda conciencia o no-conciencia.
30 Taisho 9, p. 12b; estos tres símbolos parecen indicar la sabiduría de Buda
(comparada con la flor de loto), las cuatro confianzas de Buda en el momento de su
prédica (acerca de la verdad, la perfección, las virtudes y el camino), y los diez poderes
de Buda en el campo del conocimiento. Esta interpretación tiene su fundamento en la
primera parte del texto correspondiente a la nota 37. .
31/bidem, p. 12c, ya aparece la palabra "padre" (chicJu), aunque se sigue usando
también la de "persona mayor" (dai-eho-sha).
32 naducimos como "medios apropiados" los dos caracteres hó-ben (sánscrito,
upaya-kautalya). Éste es precisamente el título del Capítulo 11 del Hoke/"'yo
33 En la primera parte de la p. 13a.
34 Ibitkm, p. 13b.
35 Ver la nota 25.
36 Son los famosos go-yoku: deseos de poseer, de placer sexual, de comer-beber, de
honor y de donnir. A veces se usa este mismo término para hablar de los deseos que se
despiertan a partir de los objetos de los sentidos.
37 Taislró 9, p. 13 al final y comienzo de la p.13b. Sobre la tíltima parte de este texto,
ver notas 25 y 35.
38 Ibidem, p. 14c.
39 Los nombres de los cuatro Grandes Discípulos son Subhúti, Maha-Kiityayana,
Maha-KaSj'apa y Mahá-Maudgalyayana. En los libros canónicos siempre aparecen cerca
de Buda. .
40 Se especifican los tres objetos de meditación propios del Hinayána: el vacío, la
no-fonna, y la no-función.
41 La parábola comienza al final de la p. 16b. El ideograma para ''pobre'' (en chino:
ch'iung; en japonés: kyü, kiwamaru) significa "vivir en suma pobreza", "estar reducido
al tíltimo extremo". El adjetivo "degenerado" es una traducción del ideograma que se
utiliza para "enfermedad mental", "demencia" (chino: ehi'ih), que lleva el prefijo de
enfermedad, y tiene una clara connotación de enfermedad mental, necedad, idiotez.
42 Tais/w 9, p. 17c, primera línea de la versifica~i6n.
43 Quisiera llamar la atención sobre la ausencia en este sütra del aspecto femenino,
maternal, de Buda. Siempre ha sido muy raro. Sólo la filosofía sapiencial, Prajñaparamita,
la Sabiduría, tiene una función a veces maternal. En el Budismo tántrico es muy
frecuente encontrar la representación de lo sobrenatural bajo los dos aspectos, femenino
y masculino.
44 Taishó 9, p. 17c, segundo verso, se dice que el padre (aunque representa al mismo
Buda) vivía con tantas riq1,lezas, que en su abundancia se dejaba llevar de los "cinco
deseos" que ya conocemos (nota 36), y se hace una descripción detallada de las piedras
preciosas que adornaban la casa, verdaderamente regia.
45 En la sección poética, Mahá·Ka~yapa, utiliza el ideograma de "amor" para
describir los sentimientos de padre. Detalle que no debemos olvidar.
62
46 Tais/liJ 9, p. 18a, primer verso, hace una descripción detallada de las riquezas; en
esta ocasión la narración en prosa no escatima tampoco detalles.
47 Tais/w 9, p. ISa, tercer verso, presenta en detalle cómo el padre a través de una
"pequeña ventana" contemplaba continuamente al hijo.
48lbidem, p. 17a al final. Es muy interesante el detalle del "nombre nuevo", con el
cual da una nueva personalidad al hijo.
49 Ibidem, mejor el texto de la parte-poética, p. 18b tercera línea; en la narración en
prosa, p. 17b.
50 lbidem, p. 17b hacia la mitad.
51 Kannon, personificación de la compasión, puede tenerla naturaleza masculina o
femenina. Según las necesidades de la situación en que se encuentra puede manifestarse
como hombre o mujer. En el extremo oriente prevaleció la forma femenina; en Chi·
na es poco conocido su aspecto masculino (Kwan shai·yin), y muy venerada su versión
femenina (Kwan·yin; japonés, KaIl1l01l). Las seis paramit<"is o virtudes propias del oo·
dhisattva, ideales del hombre perfecto, no contienen directamente la caridad o compa·
sión (donación, moralidad, humildad o paciencia, perseverancia, meditación ysabiduña);
quizás indirectamente dentro de la donación (dOna) se encuentra el concepto de caridad,
pues lleva consigo el renunciamiento de uno mismo.
52 Esta exposición está tomada de su comentario al Mahii·prajñiipiiramitii.sflstra;
usamos el texto chino, conocido en japonés como Dai·chi·do·ron publicado en el TaishO
25; esta clasificación. la va repitiendo en todo el tralfldo, pero más explícitamente en la
p. 350b; sobre la "compasión absoluta", ver p. 209b,c. En el Budismo posterior también
la "compasión absoluta" es considerada la virtud propia del bodhisattva. En otro artículo,
publicado en Studia Missionalio, 26 (1977), p. 222, aludimos al tratado de Kükai sobre
los Diez estados de /0 mente o coraz6n. En el sexto estado Kükai coloca como virtud del
bodltisattva esta compasión, en el último, como era de esperar, ciertos ritos esotéricos de
comunión. El texto de la obra de Kükai se encuentra en Taisho 77, pp. 303 ss.
53 Taisho 25, p. 209 b,c.
54lbidem, p. 417b.
55 TaisJw-9.
56 En las notas 13 y- 14 estudiamos los epítetos dt;:l Hokekyo. Para un estudio
exhaustivo de los epítetos de Buda en la tradición, ver el diccionario Mahiivyutpatti (edited
by Ryozaburo Sasaki), 2nd ed., Tol..-yo 1962, 2 vols.
57 Texto citado en la nota 38.
58 Sin duda lo más característico de Buda como Maestro fue su Conocimiento, y
de ahí su intuición o Sabiduría trascendental (prajñii), que poco a poco va ocupando las
páginas principales de la literatura budista del Mahayana. Un texto muy antiguo explica su
Conocimiento profundo, vasto, y teonina diciendo: "Él es el Conocimiento". TIre Middle
Lengtl¡ Sayings (Majj/¡imaNikiiya) 11, (PTS), London 1957, p. 51.
63
Taxila, gran centro en el Oriente·
Observaciones preliminares
64
pura y blanca, y el saimul, ese gigante del bosque, ostenta
sus flores de un rojo de sangre.
Pero los huertos aromáticos y las verdes praderas alcan-
zan su culminación en los jardines bellamente dispuestos en
torno a las ruinas más de dos veces milenarias de una gran
ciudad que atrajo la atención del conquistador macedonio
Alejandro y que más tarde vio la ascensión de Ashoka, el
más grande de los reyes budistas. 3
Este lugar fue durante siglos un santuario para los fati-
gados viajeros que venían en busca de conocimientos y para,
los mercaderes procedentes del Asia central y occidental.
En la actualidad es un centro de peregrinación para los
miles de turistas que todos los años acuden a admirar esta
tierra de ensueño.
La ciudad de Taxila floreció durante más de mil años a
partir del siglo VI a. de J.c., y durante ese periodo pre-
senció el nacimiento y la caída de siete dinastías por lo
menos. Casi todo lo que sabemos acerca de esta metrópoli
se basa en los resultados de las excavaciones arqueológicas
realizadas durante los últimos sesenta años en los emplaza-
mientos de sus tres núcleos de población y en más de una
docena de stüpas (monumentos funerarios) y monasterios
budistas. De todos modos, completan esta información las
memorias de los escritores griegos y chinos, que nos ayudan
a imaginar el abigarrado aspecto que Taxila debió presentar
en tiempos pretéritos.
La Universidad de Taxila
65
las diversas encarnaciones de Buda) acreditan este hecho,
aunque como centro de saber la reputación de Taxila se
debía sobre todo a sus maestros, de reconocida autoridad
en sus respectivas materias. Taxila ejerció así una especie de
soberanía intelectual sobre un amplio mundo de las letras.
De todos modos, no confundamos este fenómeno con el
concepto occidental de universidad, de desarrollo mucho
más tardío.
En efecto, en aquel entonces la universidad estaba for-
mada por grupos organizados de maestros independientes.
A decir verdad, la situación debía ser probablemente la
misma en los primeros tiempos de Oxford y Cambridge. En
Oriente, este sistema continuó durante un período mucho
más largo, y centros como N adwa, Püna (Po ona ) y otros, ad-
quirieron renombre como importantes focos de erudición
gracias a la agrupación espontánea de sabios renombrados
que habían dedicado sus vidas a la causa de la educación.
Los viajeros europeos del siglo XVII observaron una si-
tuación análoga en Benares. Según Franc¡ois Bernier,5 mé-
dico francés, que vivió doce años en la India, "Benares era
una especie de universidad, pero carecía de colegios y de
clases regulares y se asemejaba más bien a las escuelas
de los antiguos, repartiéndose los maestroS por distintas
partes de la ciudad en casas privadas."
Según este modelo floreció también la famosa universi-
dad de Taxila, hace más de dos mil años, aunque los innu-
merables establecimientos monásticos en los que vivían y
enseñaban los maestros "mundialmente famosos" pudie-
ran considerarse, naturalmente, como partes integrantes de
aquella extensa universidad, que abarcaba una superficie
de más de 67 kilómetros cuadrados en el valle del Haro.
En todo caso, la literatura budista primitiva habla de los
estudiantes que iban a Taxila a "completar" su educación
y no a iniciar sus estudios. Se les enviaba invariablemente
a la edad de dieciséis años. Ello muestra que Taxila era un
66
centro de enseñanza superior, y no de enseñanza elemen-
tal. Es curioso observar que la edad límite de admisión era
allí aproximadamente la misma que prescriben las univer-
sidades modernas. Acaso era necesario fijar esta edad rela-
tivamente madura para que los estudiantes procedentes de
regiones distantes pudieran hacer frente a los rigores del
largo y difícil viaje.
Historia de Taxila
67
el siglo I1, y posteriormente, en el siglo v, llegaron los hunos
blancos,!7 que irrumpieron a sangre y fuego, derrocando a
la dinastía reinante y destruyendo la ciudad, con todos sus
monasterios y stüpas.
El viajero chino Hsuang Tsang (Hiuan Tsang),!8 que visi-
tó Taxila en el siglo VII, vio en ruinas la mayor parte de los
monumentos y la propia Taxila convertida en una depen-
dencia de Cachemira. He aquí sus palabras:
"El peregrino regresó a la ciudad de Utakahantu (Udaka
Khanda), se encaminó al sur atravesando el Indo, que tiene
aquí tres o cuatro li de ancho y cuya agua pura y clara co-
rre hacia el sudeste, y llegó al país de Takshashila. Tiene
éste un perímetro de más de dos mil li, y su capital mide
más de diez li de circunferencia. Entre los jefes reinaba
una disensión constante, habiéndose extinguido la familia
real; el país había estado sometido antes' a Kapisha, pero
ahora lo estaba a Cachemira. Poseía suelo fértil y producía
buenas cosechas, con riachuelos y abundante vegetación. El
clima era agradable, y los habitantes, valientes y animosos,
eran adeptos del Budismo. Aunque los monasterios eran
numerosos, muchos de ellos estaban abandonados, y los
monjes, muy escasos, eran todos mahayanistas."!9
68
las épocas primitivas, las viviendas se construían al parecer
a base de mampostería reforzada con madera, en la actuali-
dad desaparecida. En cambio, en las etapas ulteriores del
desarrollo de la ciudad se utilizó mucho la piedra ka/ijar
para la construcción.
La segunda ciudad de Taxila, fundada por los griegos de
Bactriana en el siglo IJ antes de Cristo y cuyos restos pueden
verse hoy en las estribaciones occidentales de la cordillera
de Hathiiil, recibe el nombre de Sirkap. La rodeaba una
muralla de piedra de unos 5,5 kilómetros de largo.
La disposición urbanística es muy regular, agrupándose
las casas en manzanas rectangulares, con calles anchas y
rectas que se cortan perpendicularmente. Al construirse la
ciudad, se tuvieron en cuenta los principios griegos de de-
fensa, incluyéndose en efecto dentro de su perímetro una
extensión considerable de terreno montuoso.
La tercera ciudad, Sirsukh de nombre, que data de prin-
cipios de la época kushiina, presenta el estilo tradicional del
Asia Central en aquella época. Está situada al noroeste de
Sirkap y tiene la forma aproximada de un paralelogramo,
cuyo lado más largo mide unos cinco kilómetros. El material
utilizado en la construcción es también aquí la piedra.
Monasterios y stüpas
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El stüpa Dharmariijikii.
Una arqueta que contiene reliquias de Buda
El stüpa de Kuniila
70
to, montó en cólera y, descubriendo que la culpable era su
propia esposa, la mandó matar.
Este stüpa señala el lugar en donde le sacaron los ojos
a Kunilla. El monumento descansa sobre una base rectan-
gular que mide 19,4 metros de este a oeste y 32 metros de
norte a sur. Desde él se tiene una hermosa vista panorámica
del valle. Es poco lo que queda de su imponente superes-
tructura y hemos de imaginar su pasada grandeza a partir
de las bellas pilastras corintias de delicada moldura, coro-
nadas por una cornisa denticulada y una albardilla de las
que quedan fragmentos. Otro rasgo notable de esta estruc-
tura es la suave curvatura cóncava de su plinto.
71
Esculturas budistas de Taxila
72
das e ilustran casi todas las fases de su historia. La mayoría
pertenecen a los reyes locales autónomos: shakas, partos y
kushiinas. Las monedas de los reyes griegos, relativamen-
te menos frecuentes, están igualmente bien dibujadas. Las
monedas más antiguas descubiertas son las barras de plata
con un símbolo en forma de rueda, correspondientes al siglo
IV antes de Cristo.
Las piezas de cerámica halladas en los diversos yacimien-
tos de Taxila son esencialmente de carácter utilitario. La
serie va desde las tinajas de gran capacidad y los cántaros
para aceite y vino hasta las cazuelas, cuencos, platillos, ja-
rritas y botijos. Como ocurrió con las demás artes, también
la cerámica sufrió la influencia extranjera. Las piezas primi-
tivas parecen bastante sencillas en su forma y su decoración,
pero con la llegada de los griegos y los partos se introduje-
ron nuevas formas. Aparecen después las magníficas ánfo-
ras, los jarros con asas y las copas de ancha boca. También
en el tratamiento de la superficie y en la decoración de las
piezas puede apreciarse un cambio, con la utilización del
barniz y los dibujos en relieve.
Entre los objetos de terracota y arcilla han aparecido
gran variedad de estatuillas sagradas y profanas, juguetes
de diversas formas y ornamentos personales. Estos objetos
están casi siempre cocidos al horno y muestran una notable
libertad y lozanía en el trabajo de modelado de la arcilla. En
el curso de las excavaciones se descubrieron también gran
número de objetos de hueso, marfil, concha, vidrio, cobre
y bronce en forma de ornamentos personales y artículos de
uso doméstico.
Observación final
73
excepción en la escuela helenística, y por la lentitud misma
de su decadencia dan testimonio de la notable persisten-
cia de ese influjo."21 En todo caso, pese a estas influencias
extranjeras, las joyas, los sellos y las estatuas de Trucila mues-
tran que los orfebres nativos no eran meros imitadores, sino
que introdujeron también elementos nuevos en los que se
expresaba su propio genio.
Traducción: R T. Y C. D.
Notas
1 Sobre estas civilizaciones ver M. Wheeler, Early India and Pakistan, l..ondon,·
Thames and Hudson, 1959.
2 Th~gila en sánscrito; Thkkasilá en paJi. 'Thxila es el nombre dado a esta ciudad
por los griegos.
3 Sobre Ashoka ver R 1bla y C. Dragonetti, "Un gran emperador budista, Ashoka",
en RES 3, pp. 97-116 oon bibliograría.
4 Sobre los Jatakas verSo Lévi, "Los Jatakas", en RES 5 YA. Yuyama, "El Kacchapa-
Játaka en bajo-relieve en el CaI)'.Ii Mendut en Java Central", en RES 6. En RED 5 se
encuentra la traducción del paJi al español del "Játaka de la liebre", realizada por R T. Y
C.D. .
S La obra de F. Bernicr fue escrita originariamente en francés. Una traducción in-
glesa fue publicada bajo el título F. Bernier, Travels in lhe Mogul Empire, A.D. 1656-1668,
London, Oxford University Press, 1934 (hay reediciones posteriores). Existe asimismo
una traducción española, Viajes de Francisco Bemier, Madrid·Barcelona, Calpe, 1921.
Sobre la vida y obra de Bernier puede verse la introducción de la traducción inglesa citada,
pp. XXV-XUI.
6 AnabasisdeAlejandro, v, 8, 2.
7 Geograjfa 15, 1, 17y 15,1,28.
8 Historia Natural VI, 62 Y 78.
9 Alejandro abandona la India a fines de octubre del 326 a.C.
10 El imperio Maurya fue creado por Chandragupta en 322 a.c., le sucedió su hijo
Bindusara (que reinó de 298 a 1:J2)ya éste le siguió su hijo Ashoka. Ver nota 3.
11 Monumento funerario conteniendo las reliquias de un Buda.
12 La decadencia del Imperio Maurya se inició con el nieto de Ashoka, Dasharatba,
que reinó unos pocos años a partir de la muerte de Ashoka. La destrucci6n final del Im-
74
perio Maurya tuvo lugar en el año 185 a.c., cuando Pushyamitra Shuñga da muerte al
gobernante de la dinastía Maul)'a, ocupa el trono y establece la dinastía Shuñga.
13 Bactriana, en el Asia Central, en la región regada por el Oxus, formó parte del
Imperio de Alejandro; en el reparto del imperio macedónico, a la muerte de Alejandro
(323 a.c.), Bactriana le tocó a Seleuco 1, que recibió la zona oriental del imperio. En
el año 250 a.C. el gobernador griego de Bactriana se independiza del Imperio Seléucida,
proclamándose rey. Una serie de reyezuelos griegos gobiernan Bactriana, entre los cuales
hay que señalar a Menandro, como el más importante, que reinó a mediados del siglo 11
a.C. Muchos de estos reyezuelos griegos llevaron a cabo invasiones armadas en la India.
Menandro Jo hizo alrededor del año 155 a.e. Sobre los reyes griegos de Bactriana y los
escitas, partos, kushanas y hunos blancos mencionados a continuación ver V.A Smith,
1ñe Early History of India, Oxford, Oxford University Press, 1962; L de la Vallée Poussin,
L 'Inde aux lemp des Mauryas, el des Barbares, Grees, Scythes, Parthes el lúe-Tchi, Paris, de
Boccard, 1930; R.e. Majumdar (Editor general), The History and Culture of /he Indian
People, 'Ibmo 11, The age of Imperial Unity, Bombay, Bharatiya Vidya Bhavan, 1960; w.w.
13rn, The Greeks in Baema and India, Cambridge, University Press, 1966; A.K. Narain,
The Indo-Greeks, Delhi, Oxford University Press, 1980.
14 Los escitas(lIamados también shakasyse-s) eran tribus nómadas del Asia Central,
que vivían más allá de Sogdiana, en las llanuras del JaxaI1es o Syr Darya. Ellos también
bajan hacia el sur y realizan invasiones en el noroeste de la India en el siglo segundo a.e
15 Los partos (llamados también pahlavas) dominaban en el Irán. Los reyes partos
Mitrídates I (171-136 a.C.) y Mitrídates 11 (123-&8 a.e) conquistan parte de la India
Occidental y la gobiernan mediante sátrapas. Probablemente uno de estos sátrapas, Azes
1, se independiza del poder parto. Gondophares, de origen parto, alrededor del año 20
d.C. sube al trono. Según una leyenda piadosa, Santo Tomás visitó la India durante el
reino de Gondophares.
16 Los kushanas (llamados también yüe-chi) es otra naci6n n6mada, originaria de
la región noroeste de China, que emigró hacia el sur. Crearon un vasto imperio en el
Asia Central, que dominaba la ruta de la seda y parte del noroeste de la India. Kanishka
fue el rey kushana más poderoso. Existe mucha discusión acerca de las fechas entre
las que vivi6 y reinó. Además de las obras de Smith, de la Vallée Poussin y Majumdar,
mencionadas en la nota 13, se puede consultar sobre los kushanas la obra de John M.
Rosenfield, The Dynastic Arts of the Kushans, Berkeley, University of California Press,
1967.
17 Los hunos blanCOS (o ephlhalitas) eran también nómadas provenientes del valle
del río Oxus. Atacaron a Persia y dieron muerte al rey persa Firoz en el año 481 d.C.
Invadieron la India en 455 d.C. pero fueron rechazados por Skandagupta. Diez años
después atacaron nuevamente la India y se apoderaron de gran parte del norte de la
India, poniendo fin al Imperio Gupta, que duró del 320 al 465 d.e
18 Sobre Hiuan tsang, el gran peregrino y traductor chino, ver F. T. Y e D., "Hiuan
tsang", en REB 6.
19 Travels 01 Hiouen-Thsang, traducción de S. Beal, CaJcuua, Susil Gupta, 1958, 11,
pp. 179-180. a. Th. Wauers, On Yuan Chwang's Trave/s in India (A.D. 629-645), Delhi,
Munshiram Manoharlal, 1973, 1, p. 240.
20 La historia de Kunala está narrada en Divyavadiina, edici6n P.L. Vaidya, en Bud.
dhisl Sanskrit Tew, Darbhanga, 1959, Avadiina No. 27, pp. 261-271. Este texto ha sido
traducido al francés por E. Burnouf, Introduclion a /'histoire du Buddhisme Indien, Paris,
Maisonneuve, 1876, pp. 359-370.Hiuan-tsang, obra citada enla nola 19, 11, pp. 181-183, se
refiere a la historia de Kunala. En Ed. Chavannes, Cinqcentscontesel apowguesextraitsdu
75
Tripilaka C¡'üJois, Paris, Maisonneuve, 1962, J, Cuento No. 30, pp. 106-111, se encuentra
una historia similar.
21 La cita proviene de 17le Cambridge HisJory of India, Vol. I,AllcieJJt llIdia (editor
general E.J. Rapson), Delhi, S. Chand and Co., 1962 (reimpresión india), Chapter xxv,
"The Monuments oC Andent India" por Sir John Marshall, p. 585.
76
SangIti: Concilio.
Los concilios budistas
y la sociología'
André Bareau
• Las páginas que siguen son la traducción al español del Capítulo v del libro del
Profesor André Bareau, Les PrclII;crs Concilcs Bouddhiqucs, Pans, Presses Universitaires
de Franee, 1955. Agradecemos a la Editorial Presses Universitaires de Franee (12, rue
Jean·de Beauvois, 75005 Paris) por habemos concedido la autorización para realizar la
traducci6n al español y publicarla en RES. Las notas señaladas con m1meros son del autor,
las señaladas con letras son de RES. Ver en RES 6 (octubre,l993), pp. 86·113, el artículo
de B. Jinananda "Los cuatro concilios budistas", En la nota de asterisco C!.! dicho artículo
(pp. 86-87) hemos dado bibliograffa sobre el lema.
77
1- La función esencial del concilio
78
ni más explícita en este punto. El concilio de Rajagriha
calmó la revuelta de Upananda, el de Vaishan remedió una
costumbre escandalosa de los monjes de Vriji, el Primer
Concilio de Pataliputra se reunió para apaciguar el con-
flicto producido por Mahadeva, y el Segundo Concilio de
Pataliputra es una consecuencia de la intrusión de heréti-
cos en la Comunidad. b
Sin embargo, el Mahiiprajliaparamitashastra C y la tra-
dición de los Saijlmatiya d dejan entender que el Primer
Concilio de Pataliputra fue convocado en ausencia de toda
amenaza de cisma. Según el texto mencionado, se trata in-
cluso de una asamblea hecha regularmente cada cinco años,
cuyo estatuto es por lo demás muy oscuro en lo que se re-
fiere al Budismo antiguo.! Estas dos tradiciones difieren de
las otras igualmente en el hecho de que ellas hacen convocar
el concilio al rey de Magadha (Ashoka según una, Nanda y
Mahapadma según la otra) que actúa por su propia deter-
minación.
Nosotros preguntamos al respecto: ¿quién tiene el poder
de convocar un concilio? La ausencia de autoridad suprema
en la Comunidad Budista podía, en efecto, en caso de con-
flicto grave, ser un obstáculo para la convocatoria de un
concilio, y es por cierto lo que ocurrió en ocasión de los
dos conflictos de pataliputra.
El concilio puede ser convocado por un monje influyen-
te y venerable, un sthavira (Anciano). Así, el Concilio de
Rajagriha fue decidido y convocado por Mahiikashyapa, el
de Vaishali por Yashas y Revata, el Segundo Concilio de
Pataliputra por Tissa Moggaliputta. De hecho, la función
exacta que estos monjes desempeñaban y el alcance de su
autoridad varían mucho según las versiones. En ciertos tex-
tos Mahakashyapa y Tissa aparecen como verdaderos jefes
de la Comunidad, tomando decisiones en nombre de todos
y obedecidos por todos. En otros, son apenas personajes no-
tables, reputados por su virtud más que por su poder real.
79
En cuanto a Yashas, si bien se le atribuye correctamente la
intención de convocar el concilio, la decisión oficial, si se
puede decir, corresponde generalmente a Revata, más ve-
nerable que él.
El concilio puede también ser convocado por un rey, co-
mo fue el caso del rey de Magadha. Éste puede actuar por
su propia voluntad, ya sea que esté interesado en apaciguar
el conflicto por razones diversas, religiosas y personales
o solamente políticas, ya sea que reúna la asamblea para
gozar del espectáculo de la discusión de los monjes. Él
puede también actuar ante el pedido de un enviado de la
Comunidad o tras haber oído el rumor popular. En cual-
quier caso, él otorga entonces su autoridad suprema, ejer-
cida habitualmente en el plano cívico, a la Comunidad que
sufre la ausencia de tal autoridad en su propio ámbito.
¿Quién elige a los miembros del concilio? También en
este punto las tradiciones divergen. Según algunas de ellas,
Mahakashyapa y Tissa eligen ellos mismos a los miembros
del concilio, 500 en el primer caso, 1000 en el segundo.
Según otras fuentes, los principios de esta selección perma-
necen oscuros y parece que, al menos en lo que concierne
al Concilio de Rajagriha, los miembros habrían sido desig-
nados por el conjunto de la Comunidad. En cuanto a los
miembros del Concilio de Vaishali, se presentan éstos en de-
legaciones provinciales conducidas por sus respectivos jefes
y llegadas de toda la India budista. En todos los casos, los
monjes así elegidos lo son a causa de sus virtudes y de su
conocimiento de la Doctrina. Ellos son la élite de la Comu-
nidad y constituyen de este modo una aristocracia religiosa
en el sentido propio del término. Ellos son entonces elegi-
dos para desempeñar lo mejor posible la tarea que les in-
cumbirá, a saber, la recitación del Canon y las discusiones
concernientes a ia Doctrina y a la Disciplina. La elección
hecha por el monje debe, según ciertas fuentes, ser ratifi-
80
cada por la Comunidad, representada por el conjunto de
sus miembros más virtuosos y sabios.
81
hace en los otros monasterios. Del mismo modo que la gran
Comunidad, ésta se ve sujeta a las mismas debilidades, a las
mismas crisis, corno aquellas que dos veces desgarraron a la
Comunidad de Pátaliputra.
Esta falta de organización y de autoridad central tiene
corno consecuencia natural una gran debilidad respecto de
fuerzas de desunión. Toda Comunidad local podía hacer
secesión declarando que, no habiendo sido representada
en el concilio, impugnaba sus decisiones. Es exactamente
lo que hizo PurálJa al final del Concilio de Rájagriha, y no
parece, según nuestros textos, que la asamblea conciliar lo
haya reprobado. En cualquier caso él no fue condenado.
Siendo así, cuán fácil debía ser, para los heréticos con-
denados por un concilio, rehusarse a someterse a sus deci-
siones y hacer secesión. Esto explica la multitud de sectas y
escuelas budistas.
82
residía precisamente en la codificación de las diversas acti-
vidades de la Comunidad. ¿Por qué los concilios serían las
únicas de estas actividades que escaparan a toda reglamen-
tación? Su escaso número puede ser una explicación sufi-
ciente de este estado de cosas, pero ¿la importancia que
tuvieron los concilios no lo compensaba ventajosamente?
Por otra parte, ¿qué sabemos nosotros del escaso número
de los concilios? Sin duda la tradición nos ha conservado
sólo el recuerdo de algunos de ellos, ¿pero acaso la casi to-
talidad :de la historia del Budismo antiguo no se ha hun-
dido en el olvido? Pudo, mejor aún, ha debido haber un
cierto número de concilios, o más bien de sínodos, reuni-
dos principalmente para solucionar los múltiples conflictos
surgidos entre las diversas escuelas o para satisfacer esta
pasión profundamente india de la discusión religiosa. Los
mismos concilios y su nombre no han salido pura y simple-
mente del genio inventivo de los narradores antiguos. Por
otra parte, el carácter legendario de los concilios no podría
ser invocado como un argumento serio para explicar esta
ausencia de reglamentación, puesto que era fácil inventar
una para las necesidades de la leyenda. En conclusión, el
problema de la existencia de un ceremonial antiguo de los
concilios budistas permanece insoluble, a falta de documen-
tos. O bien existió tal ceremonial, y entonces ¿por qué los
narradores lo condenan al silencio aunque sus narraciones
estén incorporadas en los Villayapi{aka? O bien no existió,
y queda averiguar por qué.
N o obstante, es posible pensar que este ceremonial no de-
bía ser tan diferente del de otras asambleas de la Comuni-
dad, cuyo ritual y reglamentación minuciosa estaban fijados
por los Villayapitaka. En efecto, el concilio se reunía con el
objeto de condenar una costumbre o una doctrina, de obli-
gar a los monjes culpables a una retractación honorable, y
en caso de que éstos se rehusaran, de expulsarlos. El caso de
la asamblea conciliar formaba parte entonces del caso, tan
83
frecuente, tan bien definido y reglamentado, del juicio de
los monjes culpables. Lo que la distinguía era la importancia
de la falta, de la amenaza que hacía pesar sobre la Comuni-
dad y, más aún, el número de los culpables y su resolución
de no someterse a las decisiones de la asamblea. Sin duda,
no era entonces necesario aplicar una reglamentación es-
pecial ni seguir un ceremonial particular con ocasión de la
reunión de los concilios, y ésta es tal vez la razón por la cual
nuestras fuentes enmudecen en este punto.
84
Sin embargo, el presidente debe actuar, en ciertas oca-
siones, como un miembro cualquiera de la asamblea. Es
así que Mahakashyapa se hace acusador de Ánanda, rol que
es desempeñado por Upiili en el relato del Vinaya de los
MaMsailghika f y por los thera bhikkhu (monjes Ancianos)
en el de los Theravadin.g
Cuando la discusión no permite llegar a un acuerdo, el
presidente puede proponer remitirse a un jurado. Esto
muestra claramente queel presidente no puede tomar deci-
sión y no tiene ninguna autoridad para imponer a la asam-
blea su punto de vista personal.
El presidente entonces es sólo el primus inter pares.
Los Vinayas de los MahIshiisaka, de los Dharmagupta-
ka y de los Mahasailghika h nos dan la lista de los sthavira
(Ancianos) para los dos primeros concilios (para el primero
solamente, en lo que concierne a los Mahasiiilghika). So-
bre estas listas figuran, en un determinado orden, 8, 4 o 3
nombres. Pero parece extraño que los personajes principa-
les, Mahakashyapa, Upali, Ánanda, no figuren o figuren en
una mala posición en las listas relativas al Primer Concilio.
Mahakashyapa está a la cabeza sólo en la lista de los Ma-
hasailghika. Es el tercero de un total de 4 miembros en la
de los Dharmaguptaka y el sexto de un total de 8 en la de
los MahIshasaka. U pali no figura en estas listas con excep-
ción de esta última donde aparece como séptimo. En cuan-
to a Ánanda, está ausente de todas, lo cual se explica bas-
tante bien si se piensa en las dificultades que provocó su
participación en el concilio. Agreguemos que estas listas
son muy divergentes entre sÍ, lo cual deja mucho que decir
sobre su autenticidad. En ciertas sectas se establecía así un
orden de precedencia entre todos los miembros del concilio,
teniéndose en cuenta la antigüedad de su ordenación. Es
exactamente, en efecto, lo que sugiere la lista de los MahI-
sMsaka relativa al Concilio de VaishiilI.
85
Las funciones no parecen haber sido conferidas, en el ca-
so del Primer Concilio, teniéndose en cuenta obligatoria-
mente la antigüedad de los participantes, pero, de todos
modos, corno lo revela un pasaje del Vinaya de los Sar-
vastivadin,i los monjes habrían sido llamados a dar su apro-
bación a las propuestas del presidente según su orden de
antigüedad.
En el Segundo Concilio, por el contrario, el presidente
Revata no figura a la cabeza de estas listas, es reemplazado
allí por Sarvagámin, quien, siendo el decano de la asamblea,
debe sin duda a este hecho el honor de explicar, corno es-
pecialista del Vinaya, por qué las 10 prácticas de los monjes
de Vaisháli son reprobables.
En consecuencia, parece que en los concilios, la anti-
güedad de la ordenación no dio por sí sola ningún derecho a
cumplir las funciones principales. Éstas estaban reservadas
a aquellos cuyos talentos y virtudes representaban una ga-
rantía máxima para la ortodoxia. Es, por lo demás, lo que
se desprende de las gestiones hechas por Yashas, antes del
Segundo Concilio, para asegurarse el apoyo de los monjes
más eminentes.
Después de la función presidencial, la más importante es
la del experto o especialista. Éstos son propuestos por el
presidente, quien los elige en virtud de sus competencias
excepcionales en talo cual terna, y esta elección es ratificada
por la asamblea conciliar corno todas las propuestas del
presidente. El hecho de que el solo valor personal decida
la elección está probado por el caso de Upáli, séptimo
sthavira de la lista de los Mahishasaka, y sobre todo por el de
Ánanda, el último de lossthavira llamados a participar en el
concilio. Su función se limita a responder a las preguntas del
presidente relativas al contenido del Canon. Sus respues-
tas están sujetas al control y a la aprobación del concilio
así corno también su elección.
86
En ciertos casos particularmente espinosos, el presiden-
te proponía remitir la discusión del asunto en curso a un
jurado. Habría sido así en el concilio de VaishiilI, en el que
el jurado estaba compuesto por ocho miembros, que re-
presehtaban por igual a las partes presentes. Las fuentes di-
fieren en la cuestión de saber si su elección fue hecha por
el presidente o por las mismas partes. Sea como fuere,
esta elección debió ser ratificada por la asamblea conci-
liar. De hecho, nuestras fuentes olvidan decirnos clara-
mente cómo funcionó este jurado. Sólo el relato de los
Sarviistiviidin 10 deja entrever. Según este texto, el presi-
dente interrogó sucesivamente a los miembros del jurado
sobre cada uno de los puntos discutidos. En el caso en que
la decisión es confiada a un jurado, la asamblea conciliar
debe inclinarse ante esta decisión, que es proclamada por
el presidente, sin que éste pida al concilio su asentimiento.
Es el único caso en que la asamblea conciliar pierde su auto-
ridad, habiendo sido ésta delegada a un jurado elegido por
ella.
Falta hablar de una última función, muy humilde: la de
regulador de asientos (iisannapaiiiiapaka). Ésta es confiada
a un monje ordinario, aunque honorable, que no participa
del concilio. Consiste en disponer según la etiqueta, an-
tes de que el concilio haya comenzado a reunirse, los asien-
tos de sus miembros.
La asamblea conciliar posee ella sola la autoridad, y tanto
el presidente como los expertos deben someterse a sus
decisiones. Sólo en el caso en que la asamblea ha delegado
su autoridad a un jurado elegido por ella misma, ésta pier-
de su poder.
En principio, toda la autoridad de la asamblea conciliar
proviene de la Comunidad que la ha elegido.
Pero sabemos bien, y los mismos textos nos 10 enseñan,
que era imposible hacer elegir esta asamblea por toda la
87
Comunidad, diseminada por territorios inmensos en pe-
queños grupos que tenían entre sí solamente medios de
comunicación a menudo rudimentarios. Se trataba menos,
nosotros lo hemos visto, para los instigadores del concilio,
de conocer las opiniones de toda la Comunidad, que de
reunir partidarios hábiles para defender su propio punto
de vista. Es la razón por la que, de hecho, la autoridad del
concilio es siempre precaria y frecuentemente discutida. Es
también la razón por la cual se intentó, lo más a menudo
posible, apoyar esta autoridad sobre la autoridad del rey,
por lo demás temible. Finalmente, hemos visto que la
opinión de la mayoría cuenta sólo si está conforme con
la Ley, es decir, probablemente con la opinión de los deca-
nos, y que todos los medios son buenos para alcanzar este
resultado. El voto no es más que un rito, la opinión de la
mayoría no tiene más que un valor formal, sólo cuentan las
opiniones y las decisiones del pequeño grupo de los viejos
maestros. Éstos dirigen de hecho a la Comunidad en razón
de la autoridad que les otorga sobre la multitud de jóvenes
monjes, sus discípulos, el triple prestigio de la edad, de la
ciencia y de la austeridad.
88
perJUICIO de la otra, que debe entonces, o someterse o
abandonar la Comunidad. Así pues, el concilio ejerce un
poder judicial inapelable sobre la totalidad de la Comuni-
dad, que él representa ya que ha sido elegido por ella.
Sin embargo, la adopción de un texto canónico o de una
decisión conciliar no significa siempre necesariamente la
condena de la parte adversaria. Es así que, al final del con-
cilio de Rajagriha, cuando PuraI}a y sus discípulos se re-
husan a aceptar la decisión de la asamblea relativa a las
prohibiciones menores no obstante las exhortaciones espe-
ciales de Mahakashyapa, no son objeto de ninguna con-
dena. Es cierto que el desacuerdo era relativo a puntos
considerados como secundarios y cuya ortodoxia era reco-
nocida como problemática. En consecuencia, parece que,
en algunos casos particulares, se les permitía a los monjes
una cierta amplitud para aprobar o rechazar las decisiones
del concilio, pero estos casos debían ser raros.
El poder judicial del concilio no se limitaba a la obser-
vancia de los textos definidos como canónicos, sino que se
extendía a varias otras cosas. Es de este modo que en el
Concilio de Rajagriha, Á.nanda es vivamente acusado por
Mahakashyapa y debe justificarse y confesarse ante la asam-
blea, 10 cual representa un castigo. De igual modo, hacia
el final del concilio, Á.nanda es enviado para anunciarle a
Channa que el castigo de brahmadmJl!a, es decir, la exco-
municación temporal, le es infligido en nombre de Buda y
de Sañgha. En este último caso, ni la falta ni el castigo tie-
nen relación alguna con los trabajos del concilio. A los ojos
de ciertas escuelas, el concilio desempeñaba entonces la
función de una corte de justicia extraordinaria, que utili-
zaba así la autoridad mayor que le había sido delegada por
la Comunidad de la cual ella era la emanación suprema.
89
VII- Las relaciones entre el rey y el concilio
90
y traiciona las esperanzas de los monjes, ya que cada grupo
espera ciertamente del soberano la condena del grupo ad-
versario.
No ocurre lo mismo con los soberanos budistas, y sobre
todo con Ashoka.i Los textos difieren en la cuestión de sa-
ber si su intervención en el conflicto fue espontánea o si fue
pedidá por los monjes como en el caso precedente. En todo
caso, su interés por el acontecimiento es seguro, y además
atestiguado por los famosos edictos. Este interés debía ser
mucho más vivo que el de su predecesor desconocido y esto
por dos razones. Por un lado, al ser budista y, tal como sabe-
mos, muy diligente, toda crisis de la Comunidad debía natu-
ralmente ser para él una fuente de inquietud. Por otro lado,
en su época la Comunidad se había extendido, al haber re-
clutado en territorios mucho más vastos un mayor número
de monjes y de fieles laicos y al haber adquirido así una im-
portancia social bastante considerable de modo que toda
crisis que la afectase sería suceptible de turbar gravemente
el orden que el soberano tenía la misión de mantener. En-
tonces no es en absoluto sorprendente que el gran Ashoka
haya intervenido espontáneamente en el conflicto.
Su intervención es enérgica. Tenemos como prueba no só-
lo las tradiciones, sino también y por sobre todo los edictos
que se refieren a la decisión final. Sin perder tiempo en
instruir la causa, él da la orden a los monjes, por intermedio
de un hombre de confianza, de celebrar en conjunto la fies-
ta de la quincena. k Ante el rechazo de obediencia por parte
de los monjes, el enviado del rey responde con la violencia,
la ejecución de los culpables.
Esta actitud enérgica del rey se manifiesta aun en lo si-
guiente. Si él instruye y juzga una causa, es con la inten-
ción bien determinada de castigar a los responsables de los
desórdenes. Fundándose en la opinión de Tissa Moggali-
putta, tomada como criterio de ortodoxia por razones que
91
se nos escapan, él interroga a los monjes y hace expulsar a
aquellos a quienes Tissa designa como heréticos. Este cas-
tigo, confirmado por los edictos, puede parecer bastante
moderado después del incidente de la ejecución de los mon-
jes. Sin embargo, debió revelarse como eficaz, ya que per-
mitía separar definitivamente a los partidarios de opiniones
diversas. No sólo el rey condena a los monjes juzgados cul-
pables, sino que hace publicar tal condena en numerosos
puntos de su imperio para que los instigadores de cismas
sepan bien a qué se exponen.
Es difícil discernir en la actitud de Ashoka lo que le co-
rresponde al rey, guardián del orden social, y lo que le
corresponde al devoto, inquieto por los peligros a que se
expone la religión que él ama. Parece sin embargo, a pesar
de lo que quisieran hacernos creer los textos budistas, que
Ashoka actuó más como rey enérgico, autoritario, preocu-
pado poco por los detalles, que como devoto piadoso y so-
metido dócilmente a la influencia de los Maestros de la Co-
munidad. Por lo demás, Ashoka sólo interviene para hacer
cesar los desórdenes, primeramente mediante una orden,
después, habiendo fracasado aquel procedimiento, median-
te un juicio precedido de una instrucción y seguido de una
sanción. No interviene en lo menor en la discusión de cues-
tiones de Doctrina. Deja a Tissa el cuidado de determi-
nar quiénes son los heréticos y quiénes los ortodoxos. Una
vez dada su sentencia, juzga que su función ha terminado y
no asiste al concilio propiamente dicho, durante el cual los
monjes ortodoxos recitan el Canon. Sin embargo, él pro-
porciona con anterioridad las más amplias facilidades ma-
teriales a esta asamblea, como lo exigía su deber de devoto
laico.
Es tal vez interesante comparar esta actitud de los reyes
de Magadha en relación con los concilios budistas, con la de
los emperadores de la antigua Roma en relación con los
concilios cristianos y, en. especial, la actitud de Ashoka con
92
la de Constantino. Aunque nuestras fuentes tengan un valor
muy diferente en los dos casos -tradiciones en que se mez-
cla una gran parte de leyenda en lo que concierne a los he-
chos budistas, documentos de un valor histórico confirmado
para los hechos cristianos- las actitudes así comparadas
se asemejan de manera sorprendente. Diré mejor: Asho-
ka se muestra más firme frente al Budismo que Constantino
frente al Cristianismo. Sin embargo, la leyenda se habría
preocupado mucho por trazamos un retrato ideal del santo
rey budista, borrando irremediablemente todos los rasgos
que muestran a Ashoka actuando más como soberano que
como devoto. La leyenda ha tratado muy bien de atenuar-
los, pero no ha podido ocultarlos a los ojos del que sabe leer
entre líneas. Sin lugar a duda ella los ha desligado del hilo
histórico para dispersarlos en un orden dudoso, mezclándo-
los con los inventos y falsos recuerdos, pero ella no ha
podido dejarlos de lado a todos.
Comparemos la actitud de Ashoka con la de Constanti-
no. 2 Digamos ante todo que son dos grandes emperadores
victoriosos, dos hombres de guerra a la vez que dos grandes
hombres de Estado. Además, los dos se han convertido a
una religión nueva y en pleno auge, lo que no les impide
reconocerles a sus súbditos, con la mayor amplitud de espí-
ritu, el derecho de conservar cada uno su propia fe.
Si la intervención de Ashoka parece espontánea -aunque
las fuentes divergen sobre este punto- la de Constantino
no lo es, ya que le es solicitada por las dos partes en opo-
sición. Ambos invitan primero a los adversarios a recon-
ciliarse, haciendo uso en esto de su prestigio como so-
beranos. Hombres de acción que no pueden comprender
la importancia de las discusiones especulativas, ellos juz-
gan vanas y ociosas las razones del conflicto. Ashoka actúa
más brutalmente que Constantino, pero éste toma partido
desde el primer momento contra una de las opiniones dis-
cutidas, el Arianismo. Tanto en Pataliputra como en Ro-
93
ma, esta primera tentativa de conciliación fracasa, ya que
los religiosos siguen manteniendo obstinadamente sus opi-
niones. Los dos soberanos convocan entonces el concilio,
Constantino por consejo de Rosio, obispo de Córdoba,
Ashoka por su propia voluntad -aunque podemos supo-
ner que, al hacerlo, él estaba siguiendo el parecer de Tissa
Moggaliputta, así como, con ocasión del Primer Concilio
de Piitaliputra, su predecesor habría al parecer actuado
según el consejo de Mahiideva. El concilio cristiano y el
concilio budista tienen su sede en el palacio imperial, tanto
en Nicea (Asia Menor, donde se realiza el Primer Conci-
lio de Nicea, en el año 325 después de Cristo) como en
Piitaliputra (Norte de la India, donde se realiza el Conci-
lio de Piitaliputra convocado por Ashoka, alrededor del año
250 antes de Cristo) y se inauguran con la presencia del so-
berano. En los dos casos, los emperadores no asisten a la
parte principal del concilio. Sin embargo, Ashoka está pre-
sente cuando se efectúa la identificación de los cismáticos y
su juicio, mientras que Constantino se contenta con ser te-
nido al corriente de la marcha de los debates. Ni Ashoka ni
Constantino deciden acerca de la ortodoxia de las opinio-
nes contrarias, pero Ashoka asume la responsabilidad de la
sentencia, que le es de hecho dictada por Tissa, mientras
que Constantino se contenta con aplicar la sentencia dic-
tada por el concilio, exiliando a los heréticos. Tanto en un
caso como en el otro, el soberano otorga todo el apoyo del
poder secular a aquellos que el concilio ha designado como
ortodoxos.
94
Notas
95
Abstracts
96
Rita M. Gross, Budismo y Femillismo. Hacia su mutua trallS-
formacióll: After a brief explanation about the meaning that
Feminism and Buddhism have in this article, the authoress
indica tes the principal similarities that exist between both:
importance given to experience; adhering to insights of
truth; the will to explore how the mind operates, and also
the differences: greater development in Buddhism than in
Feminism of the sense of path and discipline; acknowledg-
ment and exploration of gender-related aspects of ego or
identity found in Feminism but not in Buddhism. Then the
articIe deals with Buddhist meditation and the benefits it
can procure to Feminism. Thanks to meditation one dis-
covers that suffering is to be considered as an inevitable
dimension of human fate, and not only as a consequence of
imperfect social arrangement in patriarchal society, thanks
to meditation one learns how to dominate anger and use
its energy in a more enlightened way, and one is also less
tied to rigidly-held fixed beliefs. The articIe ends remarking
that practice of Buddhist meditation is of value to anyone
without regard to his or her religious affiliation.
97
absolute one, which is beyond the common human feelings
and which intends to help aH beings to reach Wisdom and
Liberation. The article ends pointing out, on one side, that
the salvific capacity of Buddha is based on his dominion
over aH things, on his quality of universal Master and on
his universal paternity, and, on the other side, that a dis-
tinguishing mark of the Lotus Sütra is the union of know-
ledge and the saving Doctrine with "paternal" love and
compassion.
98
Tathaga tagarbhasiitra:
el Siitra de la Esencia de Buda
Introducción
99.
en el Mahaparinirva~za-sütra del Mahayana"), Dharrnakaya
(Cuerpo del Dharma), Tathata (Así-dad), Sünyata (Vacie-
dad), Nirva~za, etc.
Vemos en esta doctrina una forma mahayanista de pre-
sentar una antigua idea del Budismo HInayana: todos los
seres conscientes, siempre que estén dispuestos a seguir el
Camino enseñado por Buda, lograrán tarde o temprano la
Iluminación y con ella la Liberación final. La coincidencia
entre HInayana y Mahayana en este punto es la confianza en
la capacidad de todos los seres de llegar a la máxima per-
fección espiritual y de convertirse en Budas; la diferencia
radica en el hecho de que, para el HInayana, esa capaci-
dad es una simple aptitud que tiene el hombre, que él puede
desarrollar sometiéndose a la disciplina intelectual y moral
budistas, mientras que en el Mahayana se revela la tenden-
cia a hipostasiar esa capacidad, a convertirla en una enti-
dad, la Naturaleza de Buda, la Esencia de Tathagata inma-
nente en el hombre. Ésta está dotada de características pro-
pias, excelsas y de un carácter tan heterogéneo a la realidad
empírica (sa1?lsara) que se la puede equiparar a un Abso-
luto, y además se encuentra oculta en el fuero interno de
los seres vivos, aunque recubierta por impurezas adventi-
cias. Estas impurezas le impiden manifestarse y constituyen
un obstáculo para que el hombre tome conciencia de ella.
A pesar de estar recubierta por impurezas ella se mantiene
siempre igual a sí misma, enteramente pura.
Podría pensarse que, si todos los seres vivos tienen in-
manente el Tathiigatagarbha (Esencia de Buda), entonces
ya han logrado la Iluminación, son Budas, y la práctica re-
ligiosa no es entonces necesaria, pero los textos insisten
repetidamente en que esto no es asÍ. Los seres no tienen la
Naturaleza de Buda o Esencia de Tathagata en el sentido de
que, por el simple hecho de su existencia, ya poseen la con-
dición, los atributos y los poderes de Buda o del Tathagata,
sino en el sentido de que, siguiendo las normas prescritas
100
por el Budismo, podrán eliminar las impurezas que recu-
bren a la Naturaleza de Buda o Esencia de Tathiígata in-
sita en ellos, develarla y hacer que se manifieste en todo
su auténtico esplendor e innata excelsitud -como se lim-
pia una piedra preciosa oculta por ajenas impurezas para
hacerla brillar con todo el esplendor que le es propio. En
ese momento el hombre se convierte en Buda, no porque
haya obtenido, como algo hasta ese momento ajeno a él, la
Naturaleza de Buda o Esencia de Tathagata, sino porque
la ha puesto al descubierto y ha tomado conciencia de que él
en su más recóndito nivel, es esa Naturaleza y esa Esencia.
Hlnayana y Mahayana concuerdan al considerar que sólo
con esfuerzo personal, con la práctica permanente de la dis-
ciplina moral, con el constante perfeccionamiento del co-
nocimiento se puede alcanzar la condición de Buda, una
condición abierta a todos los seres -ya sea, como piensa el
Hlnayana, convirtiendo en realidad la capacidad de todo ser
de llegar a ser un Buda; ya sea, como piensa el Mahayana,
manifestando la Naturaleza de Buda o Esencia de Tathagata
atesorada por él en lo más profundo y propio de su ser.
Sütras
101
la traducción al español de dos extractos de ese sütra a partir
de las traducciones chinas.
2. Srimaladevlsi/fllzanadasütra, Traducción tibetana: edi-
ción Sde dge 92, edición Peking 48; traducción china: Taisho
310 (48) Y353; traducción japonesa por Jikido Takasaki en
la serie Daijo Butten, Tokyo, vol. 12, pp. 62-126; traducción
inglesa por Alex e Hideko Wayrnan bajo el título The Lion 's
Roar o[ Queen Srlmtila, Delhi, Motilal Banarsidass, 1974.
3. MahaparinirvalJasütra, Traducción tibetana: edición
Sde dge 120, edición Peking 788; traducciones chinas: Taisho
374, 375 Y 376, traducción japonesa por Datt6 Shimaji, en
Kokuyaku Daizo-kyo, Tokyo, vol. 8 y 9; traducción inglesa
por K6sh6 Yamamoto, Ubeshi 1973, 1974, 1975, Buddho-
logical Series (Karin Bunko), vol. 19. Ver en REB 6 el ar-
tículo ya citado sobre este sütra realizado por Ming-Wood
Liu.
Tratados
102
la traducción china realizada por Ratnamati entre los años
511-515 d.C.
Jikido Thkasaki, A Study on the Ratnagotra vibhága (Utta-
ratalltra), beillg a 1J"eatise on the Tathágatagarbha Theory o[
Maháyálla Buddhism, Roma, ISMEO (Serie Orientale Roma
XXXIII), 1966. Contiene una traducción completa del trata-
do al inglés con un importante estudio del mismo y abun-
dantes notas. Obra fundamental para el estudio del tema
del Tathágatagarbha.
2. Maháyánasraddhotpádasástra (Ta ch'eng ch'i hsin lUIl,
en chino) (Tratado del surgimiento de la fe en el Mahiiyiina)
atribuido a ASvagho~a. No se posee el texto sánscrito de este
tratado; sólo nos es conocido por sus traducciones chinas,
incluidas en Taishó 1666 (traducción de Paramiirtha) y 1667
(traducción de Sik~iinanda). Existen numerosas ediciones
japonesas del texto chino.
The Awakelling o[ Fait/¡, Attributed to ASvaghosha, 1J"a/lS-
lated with Commentary by Yoshito S. Hakeda, New York, Co-
lumbia University Press, 1967.
En la Fulldación I/lStituto de Estudios Budistas (FIEB) se
está trabajando en una traducción de este tratado.
3. Le 1J"aité du Tathágatagarbha de Bustoll Rin chen grub,
traduction... par David Seyfort Ruegg, Paris, École Fran"aise
d'Extreme-Orient, 1973.
Los dos tratados bajo los números 1 y 3 contienen abun-
dantes citas de los sutras en los que se expone la teoría del
Tathágatagarbha o teorías afines y en los que se encuentran
referencias a ellas.
Estudios
103
Ming-Wood Liu, "La doctrina de la Naturaleza de Buda
en el Mah{¡parinirv{¡~za-sutra del Mahiiyana", en REB 6,
pp. 9-46.
Nakamura, Hajime, Indian Bouddhism, A Survey with
Bibliographical Notes, Delhi, Motilal Banarsidass, 1980,
pp. 229-233.
Ruegg, David Seyfort, La Théorie du Tathagatagarbha et
du Gotra. Études sur la Sotériologie et la Gnoséologie du
Bouddhisme, Paris, École Fran\;aise d'Extreme-Orient,
1969. Estudio magistral del tema.
Ruegg, David Seyfort, "The Buddhist Notion of an
'Immanent Absolute' (Tathiigatagarbha) as a Problem in
Hermeneutics", en The Buddhist Heritage, edited by T. Sko-
rupski, Tring (Inglaterra), The Institute ofBuddhist Studies,
1989.
Junjiro Takakusu, "La Naturaleza de Buda", en REB 5,
pp. 107-120.
Williams, Paul, Mahayana Buddhism, The Doctrinal
FoundatiollS, London and New York, Routledge, 1989, pp.
96-115.
El Tathiígarbhasutra
104
soro bajo tierra; 6. como un brote por nacer de una pequeña
semilla; 7. como una imagen de Buda envuelta en un viejo
y raído ropaje; 8. como un futuro rey en el seno de una po-
bre mujer; 9. como una estatua preciosa dentro de su molde
de tierra. Estos ejemplos fueron utilizados por el tratado
Ratna-gotravibhaga en su exposición de la indicada teoría.
A pesar de estar recubierta por impurezas la Naturaleza
de Buda o Esencia de Tathtigata permanece siempre igual
a sí misma, inalterable en su absoluta pureza y espléndida
serenidad.
El primero de los dos textos que presentamos a conti-
nuación describe el milagro realizado por Buda para dar
a comprender a sus discípulos la doctrina del Tatlzagatagar-
biza. En el segundo, Buda expone en forma sintética los pun-
tos esenciales de esa doctrina.
Traducción
105
aquellas fiores de loto se elevaron hacia lo alto en el espacio
y cubrieron por todas partes a todos los Mundos de los
Budas 2 reuniéndolos en un todo: estaban instalados en el
espacio como palacios hechos de piedras preciosas. Y todos
aquellos cientos de miles de millones de millones de fia-
res de loto en su integridad se abrieron por completo. En
todas y cada una de las fiares había un Tathagata sentado
con las piernas cruzadas en postura paryahka, dotado de
las treinta y dos marcas propias de los grandes hombres 3
completas emitiendo cientos de miles de rayos de luz. 4
En ese momento, gracias al poder extraordinario de los
Budas, todos los pétalos de las fiores de loto bruscamente
se marchitaron; pútrida y repugnante se tornó su hermosa
apariencia -desagradable para todos. (Pero) en el seno de
las fiores los Tathagatas permanecían iguales; cada uno emi-
tía incalculables cientos de miles de rayos de luz. Yen el es-
pacio infinito aparecían todos los Mundos de los Budas en
su integridad, imponentes y majestuosos.
106
3. Oh buenos hijos, así como un hombre de ojo divino al
ver las flores aún no abiertas, percibe que todas las flores
tienen en su interior el cuerpo del Tathiigata sentado con
las piernas cruzadas en postura paryahka y, apartando los
pétalos marchitos, lo hace entonces aparecer, de la misma
manera, oh buenos hijos, Buda, habiendo percibido en (el
interior de) todos los seres al Tathiigatagarbha, desea hacer
que ellos se abran para exponerles la Doctrina del sütra, 10
para que se eliminen sus impurezas y para que así aparezca
la Naturaleza de Buda.
4. Oh buenos hijos, tal es la Doctrina de los Budas: Surjan
o no surjan Budas en el mundo, en todos 19s seres la esencia
de Tathiigata permanece siempre inalterable.
Notas
107
Alldré Bareou
Notas breves
André Bareau
109
1957; Bouddlza, Paris, Editions Seghers, 1962; Recherches
sur la biographie du Bouddlza dans les Sútrapitaka et les Vi-
nayapi{aka anciens, Paris, 1963, 1970 Y 1971; "Der indis-
che Buddhismus", en Die Religionen Indiens, ed. Ch. M.
Schr6der, Stuttgart, W. Kohlhammer Verlag, 1964; "Le
Bouddhisme indien", en Histoire des religions, 1, Ency-
c10pédie de la Pléiade, Paris, 1970; En suivant Bouddha, Pa-
ris, 1985. Colaboración en volúmenes colectivos: "Les idées
sous-jacentes aux pratiques cultueIles bouddhiques dans
le Cambodge actuel", en Beitriige zur Geistesgeschichte In-
diens, ed. G. Oberhammer, Viena, Osterreichische Akade-
mie der Wissenschaften, 1968; "Les reactions des familIes
dont un membre devient maine sélon le Canon bouddhi-
que Pali", en Malalasekera Commemoration Volume, ed. O.
H. de A. Wijesekera, Colombo, 1976; "The place of the
Buddha Gautama in the Buddhist Religion during the re-
ign of Asoka", en Buddlzist Studies in Honour of Walpola
Rahula, London, Gordon Fraser, 1980; "Le Buddha et Uru-
vilvii", en Indianisme et Bouddhisme, Mélanges offerts iI Mgr.
Étienne Lamotte, Louvain, Institut Orientaliste, 1980; "Un
personnage bien mysterieux: l'épouse du Buddha", en In-
dological and Buddhist Studies, Volume in Honour of Profes-
sor 1. W. de long, Canberra, Faculty of Asian Studies, 1982;
"Le retour du Buddha a Kapilavastu dans les Textes Cano-
niques" en OJientalialoseplzi 1llcci MemoJiae dicata, Roma,
ISMEO, 1985; "Quelques considérations sur le probleme
posé par la date du Parinirviil)a du Buddha", en The Da-
ting of the HistoJical Buddlza, ed. H. Bechert, G6ttingen,
Vandenhoeck und Ruprecht, 1991; "Le ritualisme boudd-
hique chez I-tsing", en Études bouddhiques offertes iI lac-
ques May, Bern, Peter Lang, 1992. Articulos en revistas es-
pecializadas: "La construction et le culte des stüpa d'apres
les Vinayapitaka"; 1962; "La jeunesse du Buddha dans les
Sütrapitaka et les Vinayapitaka anciens", 1974; "Les récits
canoniques des funérailIes du Buddha et leurs anomalies",
110
1975; "La composition et les étapes de la formation progres-
sive du MahaparinirviiI;lasutra ancien", 1979; "Le masacre
des sakya: essai d'interpretation", 1981; "Le Bouddha et les
rois", 1993, todos en Bulletill de l'Ecole Frallr;aise d'Extr~me
Orient; "Sufrimiento y condición humana en el Budismo",
COllcilium, Revista Intemacional de Teologfa, 136, 1978; "La
date du NirvaIJa", 1953; "Trois traités sur les sectes boud-
dhiques attribués aVasumitra, Bhavya et Vinitadeva", 1954,
los dos últimos en JoumalAsiatique.
En la Revista de Estudios Budistas, REB 3, 1992, hemos pu-
blicado dos artículos de A. Bareau: "Sylvain Lévi" y "Buda,
jefe de la comunidad de monjes", y en este número estamos
publicando otro: ''AIfred Foucher". Estos tres trabajos fue-
ron escritos por André Bareau especialmente para REB.
Para la realización de sus trabajos el Profesor Bareau uti-
lizaba la información proporcionada no sólo por las fuen-
tes palis y sánscritas, sino también la proporcionada por las
fuentes tibetanas y chinas, pensando atinadamente que só-
lo la utilización de todas ellas, su comparación y su mutua
valoración pueden acercarnos a resultados que condigan
con la realidad histórica. Como puede verse por los títu-
los de sus libros y artículos, el Profesor Bareau se inte-
resó por cuestiones importantes de la historia del Budismo,
como la constitución de las diversas sectas budistas, la his-
toricidad, número y organización de los concilios en que la
Comunidad budista fijó la palabra y la enseñanza del Maes-
tro o la fecha en que Buda "entró" en el NirvaIJa. Son pro-
blemas que han preocupado siempre y siguen preocupando
a los estudiosos del Budismo. Al lado de esos grandes ternas
André Bareau se ocupó también de hechos que pueden ser
considerados menores por alguien, pero que no por eso ca-
recen de interés o dejan de contribuir con algún elemento al
conocimiento de la personalidad de Buda o de lo que real-
mente fue el Budismo, corno sus estudios acerca del perso-
naje misterioso que fue la esposa del Príncipe Siddhiirta, o
111
de la manera como Buda manejó la organización y el funcio-
namiento de su Comunidad de monjes. Si bien el principal
interés del Profesor Bareau se centró en la historia del Bu-
dismo en sus primeras etapas, él también se interesó por la
forma adoptada por el Budismo en la actualidad, como se
manifiesta, por ejemplo, en su libro sobre las actuales comu-
nidades budistas en Ceilán o en su artículo sobre las ideas
subyacentes a las prácticas de culto actualmente vigentes en
Cambodia. El Profesor Bareau era sumamente cuidadoso
en relación con cada uno de los elementos, como hechos,
afirmaciones, referencias, etc. que presentaba en sus traba-
jos; y poseía una gran capacidad para integrar todos esos
elementos en conjuntos claramente organizados que no
ofrecen dificultad para su comprensión.
Con sus trabajos, sólidamente fundamentados, cuidado-
samente pensados y de lúcida exposición, André Bareau hi-
zo una valiosa contribución a los Estudios Budistas y hon-
ró la prestigiosa tradición de grandes budólogos franceses
como Eugene Burnouf, Sylvain Lévi, Paul DemiévilIe.
El Profesor Bareau era un hombre afable y bondadoso,
que establecía relaciones armoniosas y cordiales con las
personas con que trataba. Era sumamente modesto y gene-
roso. Era un maestro que se complacía en ayudar a quie-
nes recurrían a él buscando su consejo, su enseñanza, su
dirección, sin exigir nada en cambio. Supo soportar con es-
toicismo la penosa enfermedad que lo afectó en sus últi-
mos años. Su admiración por el Budismo y su respeto por
Buda eran evidentes -admiración y respeto nacidos de un
I~rgo trato con los textps que exponen sus doctrinas y su
enseñanza.
La Revista de Estudios Budistas tiene para con el Profesor
André Bareau una gran deuda: nos honró aceptando de in-
mediato formar parte de su Consejo Consultivo, nunca nos
escatimó sugerencias y consejos y, a pesar de sus múltiples
112
ocupaciones y de la enfermedad que lo afectaba, encon-
tró la manera de escribir colaboraciones para REB.
SU fallecimiento es una gran pérdida para la ciencia fran-
cesa, para la Budología y para todos aquellos que de algún
modo recibimos el beneficio de sus nobles cualidades hu-
manas.
113
The Eastern Buddhist Society
114
La finalidad de The Eastern Buddhist Society es promover
el conocimiento del Budismo y para tal efecto edita una re-
vista, The Eastern Buddhist. Esta revista fue dirigida por
Suzuki desde la fundación de TIre Eastern Buddhist Society
hasta el año 1956, en que Suzuki falleció. Pocos años des-
pués Keiji Nishitani, el gran filósofo japonés (ver su obi-
tuario en REB 5) asumió la responsabilidad de dirigir la
revista, contando para ello con la colaboración de otro
gran budólogo japónes, el Profesor Gadjin M. Nagao (ver
REB 2). The Eastern Buddhist es una revista que trata de
seguir un "camino del medio" entre los estudios budistas
especializados y la divulgación. Sus artículos, escritos en
su mayoría por especialistas muchas veces de renombre in-
ternacional, son de fácil lectura y sólida fundamentación. Se
interesa en forma especial pero no exclusiva por la escuela
budista Zen.
Para mayor información sobre The Eastem Buddhist
nueStros lectores pueden dirigirse a Ms. Yukie Dan, Secre-
tary, The Eastern Buddhist Society,Otani University, Ko-
yama, Kita-ku, Kyoto 603, Japón.
RT.yC.D.
115
Budismo'
Albrecht Weber
116
liado paulatinamente, reemplazando a la más antigua, sim-
ple creencia en la inmortalidad)3 -frente a todo eso se le-
vantó aquel hombre, con su Mensaje de que todos los hom-
bres (sin distinción de nacimiento, clase o rango, e incluso
sexo) tienen igual derecho e igual posibilidad de liberarse
de la existencia individual, ya que tarde o temprano la Li-
beración puede ser alcanzada por todos, sólo' mediante el
correcto conocimiento y la correcta conducta.
"El sufrimiento -él enseñaba- es la condición necesaria
de toda existencia; el surgimiento de la existencia está cau-
sado por la pasión a que uno ha estado sometido en una
existencia anterior; la erradicación de la pasión es así el
único medio para evitar una nueva existencia y, con ella,
el sufrimiento; los obstáculos que se oponen a esa erradi-
cación deben ser eliminados". No había nada especialmente
nuevo en las tres primeras de estas enseñanzas y, más aún,
estas mismas enseñanzas, ya antes que él, habían sido pro-
clamadas en las escuelas de los brahmanes (para los cuales,
en oposición a la eternidad del alma universal, la más alta
meta de la especulación o reflexión estaba constituida por
la cesación de toda limitada existencia personal, por el re-
torno al alma universal). Pero, por el contrario, la cuarta
enseñanza,4 especialmente el uso que "Buddha", el Ilumi-
nado, hizo de ella, fue exclusivo mérito y propiedad de él.
Bajo estos "obstáculos que se oponen a la erradicación de
la pasión" él entendía no sólo la tendencia a la sensuali-
dad propia de la naturaleza humana, sino también todos
los impedimentos al ejercicio de la libre actividad intelec-
tual del individuo a los que el Brahmanismo había dado lu-
gar. Sólo a través de la esforzada energía de uno mismo es
posible, de modo general, encontrar el correcto camino ha-
cia la Liberación del sufrimiento propio de la existencia in-
dividual y seguirlo. Uno debe tener siempre presente que,
entonces, no sólo cada uno debe esforzarse por sí mismo,
para sí mismo, lo más que pueda, con el objeto de llegar a
117
la meta directamente, sino que nadie debe ser un impedi-
mento para el otro, de n,inguna manera, en la realización
de ese camino. Cada uno debe más bien, por el contrario,
eliminar, en cuanto le sea posible, cualquier obstáculo que
se les presente a los otros y tratar de llevarlos por la co-
rrecta senda mediante la bondad y la compasión, el amor y
la dulzura. 5 Y, ciertamente, cada uno en igual grado, nin-
guno más que otro, no sólo tiene el derecho, sino que in-
cluso tiene la obligación, en lo más profundo de su ser, de
luchar por la Liberación.
Y, además, con esta enseñanza, que implicaba un tremen-
do contraste frente al Brahmanismo exclusivista, se pre-
sentó Buda, no sólo en las escuelas de los brahmanes (como
hasta entonces había sido la costumbre de toda nueva
enseñanza), sino que, en contacto directo con todo el pue-
blo, fue de un lugar a otro predicando en todas partes en
la lengua propia de cada pueblo;6 e invitó a todos sin dis-
tinción a participar en este nuevo Evangelio "del propio es-
fuerzo por la meta de la propia extinción". De hecho, en
esta impávida presentación con menosprecio de todos los
peligros que lo amenazaban, se nos aparece, a pesar de la
modestia de ésta su meta, 7 como un héroe audaz, digno de
la raza de guerreros de la cual él próvenía; como una perso-
nalidad merecedora de verdadera admiración, sobre todo si
pensamos en qué circunstancias había sido educado: como
hijo de un rey, con toda pompa y en el lujuriante esplendor
de una corte real en la India. Pero en medio de todo aque-
llo que embellece a la vida, teniendo un padre amoroso, tres
mujeres hermosas que lo amaban, un pequeño hijo, él des-
pertó a la conciencia de la transitoriedad de todo lo terreno
y a los 29 años abandonó a los suyos, para enseguida lle-
var una vida errante, como mendicante y estudiante; para
aprender de los brahmanes más sabios y para, después de
siete años de meditaciones, convertirse él mismo, yendo
de un lugar a otro y predicando, en un maestro de la po-
118
bre humanidad que vaga sin camino en la oscuridad. 8 Muy
pronto el más rotundo éxito siguió a sus esfuerzos. De todas
partes acudían a él seguidores a los cuales él les asignaba su
lugar en la nueva Comunidad tomando en cuenta sólo la
edad.o méritos espirituales. 9 Y contra los ataques y perse-
cuciones de los brahmanes, él encontró pronto la protección
de pequeños príncipes, que alegremente aprovecharon esta
oportunidad de liberarse de la aplastante tutela de los brah-
manes.
La meta inmediata que él tenía ante sus ojos -el completo
abandono de todas las necesidades humanas, el absoluto
renunciamiento del Yo para llegar a la extinción final y a
la liberación- era demasiado esotérica, demasiado poco
atractiva para la masa del pueblo,1O demasiado en con-
traposición con los medios disponibles para liberarse de
la opresión hasta entonces dominante y exigía demasiada
fuerza y energía como para que esa meta pudiese pasar a
primer plano. Buda por sí mismo percibió muy bien todo
esto y por eso dividió en dos partes a sus adeptos: de un
lado los monjes, es decir, aquellos que ya se sentían con la
fuerza de encaminarse hacia aquella meta; y de otro lado
los laicos, que tenían que prepararse y tornarse aptos para
ese mismo fin -lo que exigía un nuevo nacimiento ...
Los medios que sirven para alcanzar la meta pasan a pri-
mer plano. l l Ellos despiertan y mantienen viva la fuerza
individual de cada uno. Los primeros siglos del Budismo
nos brindan una imagen inusualmente bienhechora y pu-·
ramente humana cuya influencia se manifiesta pródiga en
exceso de bendiciones. Libre de la pesada carga de las sal-
vajes normas, el indio respiró de nuevo libremente y recu-
peró el amor a la vida, en la cual él a partir de entonces ya no
tenía que esperar encontrar opresión ni persecución, sino
amorosa compasión y fraternal solidaridad de parte de sus
compañeros de Comunidad. La conciencia de pertenecer a
una Comunidad tal, de ser un miembro libre de una socie-
119
dad libre le dio a su ánimo una fuerza de empuje comple-
tamente desconocida hasta entonces. Con qué entusiasmo
la nueva enseñanza llenó los corazones de sus adeptos, lo
atestiguan fehacientemente las informaciones sobre los mi-
sioneros que Buda envió para predicarla por todas partes a
todos los pueblos y en todas las regiones. Estos misioneros
en su animoso y piadoso celo religioso, en su auto-sacri-
ficio que desafiaba a la muerte, en nada son inferiores a los
mártires y misioneros cristianos. Con esto tienen que ver
también las Inscripciones sobre Roca de aquel rey budista
Piyadasi (Ashoka),12 que a mediados del siglo III a.C. pa-
rece haber dominado en toda la India (por lo menos estas
inscripciones idénticas en su contenido se encuentran en el
noreste, en la zona central y en el oeste de la India). En ellas
él incita a todo el pueblo a la mutua tolerancia y respeto, a!
trato amable, a evitar toda malevolencia, y a una constante
confesión pública, que por el mismo Buda era considera-
da como la única verdadera reparación de una mala acción
cometida. ¡Es éste en realidad un insólito contenido para
esta clase de documentos que en genera! sólo nos informan
sobre expediciones de rapiña y de hechos sangrientos de
guerreros poderosos!
Cuando, después de una actividad de casi cincuenta años,
Buda murió a los ochenta años de vida, era tan poderoso
el sentimiento de veneración entre sus seguidores que las
cenizas del querido Maestro fueron distribuidas como reli-
quias en toda la India. Se construyeron, especialmente en la
cercanía de los monasterios que servían a los monjes como
lugares de reunión, imponentes monumentos en forma de
torre 13 donde se depositaron esas reliquias. En este hecho
debemos ver el origen del culto a las reliquias que ulte-
riormente habría de ser tan difundido.
La recopilación de sus enseñanzas y decisiones tuvo lugar
muy pronto, después de su muerte, pero, como ella parece
haber sido llevada a cabo sólo oralmente, debió ser repetida
120
más tarde múltiples veces. 14 La recopilación fue fijada por
escrito en el Sur de la Jndia, en Ceilán (en donde el Bu-
dismo penetró muy tempranamente), por primera vez, en
el siglo 1 a.C., y en el Norte de la India, incluso un siglo des-
pués, y cada vez en diferentes idiomas: en pali en un lugar,
en sánscrito en otro, lo que para la crítica textual y la auten-
ticidad tiene gran importancia. Se desarrolló así en el curso
del tiempo una literatura budista casi inabarcable...
Con agrado dirigimos nuestra mirada al gran bien que el
Budismo produjo con su pura moral de desapego y con las
exigencias que él a cada uno impuso. Para la misma India y
para el despertar de una nueva vida espiritual, el Budismo
realizó algo enteramente invalorable.
La ciencia histórica también le debe casi los únicos docu-
mentos históricos utilizables que la India ofrece. A la cos-
tumbre de registrar hechos en inscripciones (que surgió gra-
cias a las grandiosas construcciones de monasterios y de
templos, para la realización de las cuales cada uno podía
contribuir con su óbolo, que quedaba consignado en ellas
junto con el nombre del donante) le debemos los más an-
tiguos testimonios de la escritura y del lenguaje popular
de la India. De especial significación fue el hecho de que
el florecimiento del Budismo en la India tuvo lugar en la
misma época que las colonizaciones griegas en las zonas
del noroeste del Penjab. 15 Debido al completo desinte-
rés del Budismo por las nacionalidades y debido también
a su carácter enteramente universalista, quedó abierta con
ese hecho para la influencia de la cultura y la ciencia griegas
en la India una amplia vía a través de la cual esa influen-
cia ingresó y se ejerció muy significativamente en múlti-
ples direcciones. 16 La vinculación con los conquistadores
extranjeros (primeramente los griegos y después también
sus sucesores, los indo-escitas) parece haber promovido en
parte, la eliminación del Budismo en la India en cuanto los
brahmanes podían presentar su causa ante el patriotismo
121
de los príncipes y guerreros indios cubriéndola con los co-
lores del nacionalismo. Pero, por otro lado, esa vinculación
facilitó en forma notable la expansión del Budismo, que se
inició en época bastante temprana fuera de los límites del
noroeste de la India. Aún no es posible apreciar suficien-
temente en toda su extensión la influencia que ejerció
dicha expansión sobre el surgimiento de las sectas gnósti-
cas, en especial la de los maniqueos,17 y también, en un
desarrollo ulterior, sobre la completa constitución del rito
y ceremonial católicos, que en ese entonces empezaban a
constituirse. Sabemos con certeza, por ejemplo, acerca de
un monje budista que, después de convertirse al Cristia-
nismo, compuso tratados cristianos al mismo tiempo que
realizaba traducciones de textos indios. ¿Sería éste el único
caso? o ¿no podría ser que, por el contrario, algunos misio-
neros cristianos hayan viajado en peregrinaje a la India y
ahí hayan entrado en contacto con la iglesia y el rito budis-
tas tan similares a los cristianos y hayan adoptado ese rito
-tal vez en la creencia segura de que ese rito era cristiano?
Los misioneros católicos en el Tibet aún en épocas más re-
cientes se han asombrado de las frecuentes similitudes de
ambos cultos, considerando con toda seriedad al culto bu-
dista como una imitación del culto cristiano realizada por
el demonio. lB Y las leyendas de la Edad Media acerca del
asiático rey-sacerdote Juan 19 se explican en todo caso sim-
plemente refiriéndolas al Papado tibetano y tal vez a otras
manifestaciones jerárquicas del Asia Central. En relación
con estas recíprocas influencias surgirá una muy nueva
luz con el tiempo, cuando las fuentes budistas nos sean ase-
quibles.
La expansión directa del Budismo por obra de sus misio-
neros en toda la India, Ceilán, el Sudeste Asiático, Japón,
China, Asia Central, Tibet, etc., ha sido naturalmente la
obra de muchos siglos y parece haberse llevado a cabo en
forma intensa fuera de la India en la época en que en la
122
misma India iba perdiendo terreno. Parece que en la India
el Brahmanismo obtuvo la victoria definitiva sobre el Bu-
dismo alrededor de los siglos IX o X d.C. Las verdaderas ra-
zones de su derrota en la India no son aún completamente
claras, ya que resulta sorprendente, cómo el pueblo indio,
después de haberse liberado por completo del sistema de
castas, se haya dejado arrojar de nuevo a las mismas du-
ras cadenas. Por las descripciones de los peregrinos chinos 20
vemos que la decadeIlcia del Budismo en la India debe ha-
ber empezado en el siglo VI d.C., ya que ella se hace pre-
sente muy notoriamente en el siglo VII d.C. El éxodo del
clero budista parece haberse dirigido principalmente hacia
el Tibet, en donde, como es sabido, aún ahora él tiene su
sede más esplendorosa y en donde también posee el com-
pleto dominio temporal. 21 En número de adeptos el Bu-
dismo sobrepasa todavía hoy a todas las otras formas de
religión existentes, ya que comúnmente se calcula que una
cuarta parte de la entera población de la tierra está adhe-
rida a Él.
Notas
1 & notable la importancia que con razón otorga Weber a la posición (que podría
decirse revolucionaria) adoptada por Buda frente al sistema de castas imperante en su
época.
2 Sobre la cuestión de la fecha de Buda ver F. Tola y C. Dragonetti "La fecha del
parinirviiIJa de Buda", en REB 7.
3 En los Vedas, los más antiguos textos religiosos de la India, prima la creencia de
que después de la muerte el hombre renacía en un espléndido paraíso para llevar ahí una
vida eterna de felicidad.
123
4l..a "cuarta enseñanza" está constituida por la Cuarta Noble Verdad, que indica el
camino que debe seguir el hombre, es decir, la disciplina moral a que debe someterse,
para llegar a la Liberación, el NiIVin}a.l..a Cuarta Noble Verdad está constituida por la
ética predicada por Buda.
5 Referencia a la solidaridad humana, uno de los máximos valores de la moral
budista.
6 Buda les pidió a sus monjes que utilizasen el idioma de cada regi6n a la que iban
a predicar su doctrina.
7 El Nirvlil)a, fin del sufrimiento, extinci6n de las reencarnaciones, puede parecerte
una meta "modesta" a los occidentales educados en la creencia de la sobrevivencia
individual, pero no tiene por qué ser así para los indios educados en la creencia de la
eterna sucesión de las reencarnaciones dolorosas por las que debe transitar el hombre
inexorablemente, si no pone fin a esa sucesión adoptando alguna enseñanza salvífica.
8 Ver en REB 2 el artfculo de G. Nagao sobre la vida de Buda.
9 y no la pertenencia a delenninada casta.
10 La rapidez con que el Budismo se extendió en la India, en el ámbito de todas las
castas contradice esta afirmaci6n de Weber.
11 Weber concede principal importancia a la ética· budista que constituye el medio
para alcanzar la Uberaci6n, el Nüvli~ra.
12Ver en REB 3 el artículo de F. Thla y C. Dragonetti sobre Ashoka. Weber no conocía
las inscripciones en griego que han quedado de Ashoka, descubiertas a mediados del
presente siglo.
13 Los sttipas.
14 Ver el artículo de Jinananda sobre Concilios budistas en REB 6.
15 Referencia a los reinos greco-indiC)o; constituidos después de la muerte de
Alejandro ya en la época helenística en Bactriana y en el noroeste de la India.
16 Sobre la influencia griega en la India ver Goblet d'Alviella, Ce que l'Inde doil ala
Grece Paris, P. Geuthner, 1926.
i7 Sobre las relaciones del Budismo con el maniqueísmo ver J. Ries, "Bouddhisme
et Manichéisme. Les etapes d'une recherche", en lndianisme el Bouddhisme, Louvain,
Institut Orientaliste, 1980, pp. 281-296.
18 Sobre este tema ver el artículo de Almond en REB 7.
19 El célebre "Preste Juan".
20 Como Fa-hian, Hiuan-tsang, I-tsing. Sobre Hiuan 'Thang, ver REB 6.
21 Recuérdese que Weber escribe en 1857, un siglo antes de la ocupación del Tibet
por China.
124
Albrecht Weber
F. T. YC. D.
125
Mann y Th. Zachariae (1878), reimpresa en Varanasi, India,
1961) basada en las lecciones que dictó en la Universidad
de Berlín en 1851/1852, y rica en información fundamental.
Escribió sobre las fechas del gran gramático indio PaQ.ini;
sobre temas de astronomía, etc. También se interesó We-
ber por las relaciones culturales entre la India y el mundo
griego, escribiendo varios ensayos al respecto. Otro campo
en el cual Weber incursionó exitosamente fue el Jainismo,
religión que surgió en la India contemporáneamente con el
Budismo. Redactó varias obras sobre la historia y la litera-
tura canónica de los jainas, siendo el primero en dar a co-
nocer esa forma religiosa en Europa. Los idiomas prácritos
de la India también merecieron la atención de Weber y su
conocimiento fue notablemente beneficiado por la edición
que él realizó de la antología de Hala, llamada Sapta§ata-
kam.
El Budismo no podía pasar desapercibido para Weber,
aunque sus escritos en este campo no fueron tan numero-
sos como en otros campos. En la última parte de su histo-
ria de la literatura de la India (pp. 248-269 de la edición
alemana, Berlín, 1852; pp. 283-310 de la traducción inglesa
antes mencionada) primeramente trata de una serie de te-
mas relacionados con el Budismo y luego de las obras bu-
distas escritas en sánscrito, o sea aquellas en que se expresa
el Mahayana. En el volumen III (1855) en la revista fun-
dada por él mismo, Indische Studien, Beitriige für die Kunde
des indischenAlthertums, (reimpresión de los 18 tomos de la
misma por G. Olms Verlag, Hildesheim/New York, 1973),
publicó Weber un extenso artículo (pp. 117-195) sobre cua-
tro publicaciones de su época referentes al Budismo: Eas-
tem Monachism y A Manual of Buddhism, ambas de R.
Spence Hardy; Le lotus de la bonne foi de M. E. Burnouf
y Histoire de la vi~ de Hiouen-Thsang et de ses voyages da/lS
[,Inde, depuis l'an 620 jusqu' en 645, par Hoei"-Li et lén-
Thsong de S. Julien. La sección sobre la traducción del Su-
126
tra del Loto de Burnouf es la más extensa (pp. 135-183).
En 1857 Weber publicó el artículo sobre Budismo cuya tra-
ducción damos en este número de REB. Weber tradujo del
sánscrito al alemán la Vajrasúci atribuida a Ashvagosha
(1859), del pali al alemán el Dhammapada (1860), el Ma-
kasajataka (1858) y un pasaje del comentario al Suttanipata
de Buddhaghosa. Estas traducciones están contenidas en
el primer tomo de los lndische Streifen, Berlin, 1868, reim-
presión Biblia Verlag, Osnabrück, 1983. En los tomos se-
gundo y tercero de lndische Streifen, Weber publicó nume-
rosas reseñas de obras de otros autores relativas al Budismo
. y al idioma pali, y de ediciones de textos palis.
Sobre A. Weber y su obra y para una detallada referencia
bibliográfica de sus libros y artículos se puede consultar: E.
Windisch, Geischichte der Sa/lSkrit-Philologie und indischen
Altertumskunde, Strassburg, 1917, pp. 319-355 Y 361-364 Y
passim; Valentina Stache-Rosen, German lndologists, Delhi,
Max Mueller Bhavan in India, 1980/1981; Sa/lSkrit Studies in
the G.D.R., Berlin, Humboldt University-Institute of Asian
Sciences, 1978.
127
Las acciones propias
de un Bodhisattva*
• La presente nota es la traducción al español de las páginas 187 a 193 del libroPath to
Bliss, A Practical Guide 10 Stages 01MedilQtion, de S. S. el Dalai Lama, Thnzin Gyatso, Haca
N. Y., Snow LiaD Publications, 1991. Agradecemos a Snow LiaD Publications, así como a
su editor, señor Jeffrey Cox, por habernos autorizado a traducir dichas páginas al español
ya publicar la traducción en RER. Las palabras sánscritas y tibetanas que aoompañan los
nombres en español de las' Seis Perfecciones han sido agregadas por REB. Las personas
interesadas en la obra del Dalai Lama, de la cual estas páginas han sido extraídas, y en
otras obras del mismo, pueden dirigirse para infonnaci6n a SnowUon Publications, P. O.
Box 6483, Ithaca NY 14851, USA.
128
de un Bodhisattva es la obtención del cuerpo material de
un Buda, pues sólo bajo el aspecto de cuerpo material los
Budas son capaces de enseñar a seres conscientes y de tra-
bajar por el beneficio de los demás. Tal cuerpo material
puede alcanzarse eliminando totalmente los obstáculos al
conocimiento. Debéis desarrollar una mente de Clara Lu-
cidez en vosotros mismos al máximo grado para hacerla
omnisciente, pues sin la realización de la omnisciencia no
podréis alcanzar los cuerpos materiales de los Budas. En la
etapa definitiva hay dos káyas o cuerpos -el sublime cuerpo
de verdad (dharmakáya) y el sublime cuerpo material (rú-
pakáya).
El Bodhisattva tiene que dedicarse a seguir un camino
que comporte todos los aspectos de método y de sabidu-
rfa que conducen a esa etapa definitiva. Este camino es el
de la unión de método y sabiduría, o en otras palabras, las
acumulaciones de mérito y sabiduría. Las prácticas de mé-
todo y sabiduría deberían ser emprendidas no separadas
una de otra sino más bien en unión de ambas. La práctica de
sabiduría está constituida por la acumulación de sabiduría,
mientras que todas las otras prácticas tales como bodhicitta,
generosidad, moralidad etc., son prácticas que acumulan
reservas de mérito.
129
1. Generosidad (dima en sánscrito;
sbyin-pa, en tibetano)
130
propósito de superar la enfermedad también podría justi-
ficadamente llamarse dar ausencia de temor. Pero los ge-
nuinos practicantes del dharma, que ponen énfasis en la
práctica del Lamrim (Camino gradual hacia la Perfección
espiritual) y en la transformación del pensamiento, no de-
berían fundamentalmente tener el prejuicio de que el sufri-
miento es causado por talo cual espíritu. Aunque lo último
es posible, son esencialmente las acciones propias del karma
de cada uno las responsables del daño y del sufrimiento pro-
pio. Si tenéis la certeza de que algún espíritu os perjudica,
entonces, en lugar de hacer todos esos rituales, lo más efec-
tivo para superar la dificultad es practicar la compasión para
con las fuerzas que os hacen daño. Semejantes ocasiones os
dan nuevas oportunidades de practicar vuestra compasión,
lo cual es mucho más poderoso que realizar rituales.
Aunque nosotros los tibetanos hablemos acerca de la ley
de la causa y el efecto y de la doctrina de Buda, cuando
realmente nos apremia una situación difícil, sclemos echar
la culpa de ello al daño que nos hacen los espíritus. Es mu-
cho mejor tener menos supersticiones y más fe en la ley de
la causalidad.
Sin embargo, si muchos signos internos o externos in-
dican que el daño es causado por espíritus, entonces exis-
ten algunos rituales efectivamente recomendados por Buda
mismo para superar el problema. Si estos rituales pueden
ser practicados correctamente, se seguirá un beneficio. Los
monjes que realizan los rituales deberían hacerlo sobre la
base de su identidad divina con una deidad de meditación y
una muy fuerte motivación altruista.
131
2. Moralidad (sila, en sánscrito:
tshul-khrims, en tibetano)
132
Asimismo, tal como lo recomienda Niigiirjuna en su Rat-
ntivalf (Guirnalda de Piedras Preciosas), es importante no
tomar bebidas alcohólicas. En el Tibet, al ser imposible
liberarse de las tensiones bajo el represivo régimen chino,
alguna gente se entrega al alcohol, lo que es muy perjudicial.
Buda mismo ha dicho que aquellos que lo consideran como
su maestro no deberían tomar nunca bebidas alcohólicas, ni
siquiera lo que cabe en la punta de una hoja de hierba.
El juego también es perjudicial; implica todo tipo de ac-
ciones negativas, tales como decir mentiras, ser codiciosos
y decir palabras rudas. Puesto que muchas acciones negati-
vas sobrevienen por el juego, Niigiirjuna enseñó que jugar
es muy destructivo.
Lo mismo puede decirse del fumar. Incluso los doctores
modernos hablan del efecto perjudicial del fumar para la
salud de cada uno. El fumar es una adicción, no es que no
pod,ríamos sobrevivir si no fumáramos. Tampoco es como
tomar té. Ya que el té es una parte clave de nuestra dieta,
si el doctor nos dice que no lo tomemos, debemos encon-
trar algo como alternativa. Pero fumar es completamente
diferente: no necesitamos en absoluto hacerlo. Debido a sus
propias confusiones y al mal hábito de fumar, a algunas per-
sonas les parece incluso que el aroma del tabaco es bastante
agradable. Fumar es muy malo para el bolsillo también. Más
que fumar, conviene ir de picnic y disfrutar de un bonito al-
muerzo o cena. Este no es un tema religioso, se trata de la
salud. Mejor sería desde el comienzo no ceder al deseo por
el tabaco ni desarrollar una adicción a él.
133
tar voluntariamente las privaciones, y la paciencia desarro-
llada a través de una razonada confianza en el dharma. Los
practicantes del dharma deberían poseer estos tipos de pa-
ciencia -deberían ser capaces de soportar las privaciones-
aunque tener este tipo de paciencia no significa que no de-
ban tornar precauciones respecto de su salud.
Cuando tenéis una enfermedad, desde el comienzo es
mejor tratarla viendo doctores y tornando medicamentos.
N o es bueno dejar las cosas para último momento, lo cual
es, en parte, la costumbre de los tibetanos. Corno en el Tibet
había muy pocos doctores, cuando alguien se enfermaba, la
gente le recomendaba comer más y descansar bien. Éste es
un consejo inadecuado. Es más importante mirar las causas
de la enfermedad y aplicar medidas correctivas. Cuidar de
vuestra salud es muy importante, particularmente para los
que meditan en las altas montañas y para los estudiantes
de las comunidades monásticas que deben someterse a un
entrenamiento muy riguroso.
Al mismo tiempo, los que meditan y los estudiantes de-
ben tener la paciencia de poder aceptar voluntariamente las
privaciones; sin tal paciencia nunca tendrán éxito en sus es-
tudios. Gungthang Jampeyang dijo:
134
Del mismo modo, la paciencia de ser indiferente al mal
causado por otros es especialmente importante para los
practicantes del Mahiiyiina, pues la doctrina Mahiiyiina en
particular y la doctrina de Buda en general se arraigan
en la compasión. Por 10 tanto, debéis ser capaces de tole-
rar y resistir el daño infligido por otros. Buda ha dicho que
aquellos que se vengan del daño infligido por otros no son
sus seguidores. Debéis considerar también todo el daño que
experimentáis y que es infligido por otros -tanto como las
circunstancias adversas que os afligen- como una manifes-
tación y una maduración de vuestras propias acciones ne-
gativas. Hacer esto os permitirá soportar el sufrimiento con
mayor paciencia. Cuando enfrentáis dificultades tales como
la enfermedad y las circunstancias adversas es importante
reflexionar sobre la ley de causalidad y concluir que éstas
son consecuencias de vuestros propios actos en el pasado.
Esta conclusión os protegerá contra todo tipo de supers-
ticiones o ansiedades mentales innecesarias, aunque esto no
significa que no debáis trabajar para aliviar vuestros proble-
mas.
Algunas personas comprenden erróneamente el concep-
to de karma. Consideran que la doctrina de Buda de la ley
de causalidad quiere decir que todo está predeterminado,
que no hay nada que el individuo pueda hacer. Esto es una
total equivocación. El término karma o acción es un término
de fuerza activa, que indica que los eventos futuros están en
vuestras manos. Dado que la acción es un fenómeno come-
tido por una persona, un ser vivo, está en vuestras propias
manos comprometeros o no en ciertas acciones.
Existen diferentes técnicas para los diversos tipos de
practicantes. Para algunos, es efectivo, cuando se enfrentan
a circunstancias adversas, pensar que éstas se deben a la
naturaleza del sufrimiento y son la consecuencia natural
de estar en el ciclo de la existencia. Otros podrían ver las
circunstancias adversas como la maduración de sus propias
135
acciones negativas y podrían desear que, por la experiencia
de tales sufrimientos, todos los otros seres sensibles no
padezcan nunca en el futuro tales experiencias.
136
6. Sabiduría (prajñii, en sánscrito;
ses-rab, en tibetano)
137
Sadhlna Jataka: un caso
contra la transferencia de mérito·
James P. McDermott
138
lugares del Canon. 4 En un artículo reciente, Richard
Gombrich sostiene "que la doctrina de la transferencia de
mérito tiene una historia que se puede detectar". s Él conti-
núa diciendo:
139
dioses le ofreció a SiidhIna la mitad de su propio mérito para
hacer esta estadía posible. 9 Pero el rey SiidhIna rechazó el
ofrecimiento:
140
no que también pone énfasis en la importancia del hacer
donaciones.
Tomamos este Jiítaka como característico de un periodo
en la historia Theraváda en que la inconsistencia entre las
enseñanzas de Buda sobre el kamma y la creencia en la
transferencia de mérito era reconocida en algunos cÍrcu-
los monásticos, pero en que, al mismo tiempo, la creen-
cia popular en la posibilidad de transferir mérito era de-
masiado fuerte -como se demostraba en-la práctica popu-
lar religiosa- para seguir siendo negada. Si la posibilidad
de la transferencia de mérito no podía ser negada en la
práctica, al menos la conducta a la que daba origen tal cre-
encia podía ser desalentada por los monjes que deseaban
permanecer fieles a la antigua tradición. Con este fin fue
elegido el método pedagógico del Jiítaka, ya que estas his-
torias eran populares entre los laicos, entre los cuales era
probable que la nueva "heterodoxia" hubiera echado raíces.
El Jiítaka reconoce que la transferencia de mérito no es
totalmente compatible con la idea de kamma, y opta por
este último sugiriendo que es mejor para un hombre vivir
del fruto de su propio kamma que del mérito de las acciones
de otro. Como un recurso, la posibilidad de la transferencia
de mérito es admitida; pero luego el Jiítaka modifica su
posición y rechaza la práctica considerándola de moralidad
cuestionable.
En verdad, si pudiéramos sacar conclusiones más allá del
mismo texto, parecería incluso posible la implicancia de que
aceptar mérito de otro resulta en mal kamma, ya que, el
mismo Sádhina sugiere que la felicidad resultante del buen
kamma propio difiere de aquella obtenida del mérito do-
nado por otro, en el muy importante sentido de que la pri-
mera felicidad, contrariamente con lo que sucede con la se-
gunda, no produce remordimiento. ¿y cuál es la fuerza pro-
pulsora de la doctrina del kamma, sino sostener que el sufri-
miento -incluyendo el remordimiento- resulta de nuestros
141
propios actos reprobables? De cualquier modo, el recibir
mérito inmerecido es tomado como algo contraproducente.
La identificación de Siidhina con el mismo Buda se hace con
el propósito de alentar la emulación general del paradigma
y, por lo tanto, desalentando la ptáctica de la transferencia
de mérito.
El razonamiento contra la transferencia de mérito está,
así, forjado en términos éticos más que doctrinarios. De
ahí que el Jiítaka intente indirectamente provocar un re-
torno a la creencia 'cognitiva' original. Al modificar el mo-
delo de comportamiento, se esperaba el desarrollo de un
cambio acorde con la creencia 'afectiva'. De este modo la
contradicción desaparecería y la doctrina se purificaría. El
enfoque es ingenioso, pero, como la presencia ininterrum-
pida de la transferencia de mérito en el Budismo Theraviida
lo indica, estuvo en definitiva condenado al fracaso.
Notas
142
S Richard Gombrich, .. 'Merit 'D"ansference' in Ceylonese Buddhism: A Case Study
of the Interaction between Doctrine and Practice", Hislory of Religions, Vol. XI (1971),
p.206.
6 Gombrich, p. 206.
7 Gombrich, p. 206. Ver pp. 203-219 sobre el razonamiento de Gombrich.
8 The Jiitaka, Togelher wüh lIS Commenwry, editado por V. Fausboll (7 vols.; London
1877·1897), No. 434, Vol. IV, pp. 355·360.
9 Citado por E. B. Cowell, The JiitGka, or Slories o[ llre Buddha's Former Binhs (6
Vols.; London 1895-1907), Vol. IV, p. 225, n. 2.
10 Fausboll, Jiitaka, Vol. IV, p. 358.
11 E. Washburn Hopkins, "More about the Modifications of Karma Doctrine",
JoumaJ o[dle RoyalAsiatic SocieIy, N. S. Vol. XXXIX, p. 669.
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[Se refiere al Brahmanismo]. .
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144
Alfred Foucher*
André Bareau
A. Foucher y S. Lévi
• Los detalles biográficos de esta nota han sido tomados de los artículos necrológicos
dedicados a Alfred Foucher por Jean Filliozat en el JoumalAsiatique (tomo CCXL, 1952,
fasc. 3, pp. 389-393) Y por Paul DemiéviIle en el T'oung Pao (vol. XLII, 5, 1954, pp. 405-
411). Tam bién utilicé en el último parágrafo los recuerdos personales que me han dejado
los numerosos encuentros que el viejo maestro aceptó concederme en sus óltimos años.
A.B.
Los subtítulos y los agregados entre corchetes de esta nota son de REB.
145
la expansión del Budismo y, también, por el vivo interés que
tuvieron constantemente por los aspectos más variados de
esta cultura.
146
Aunque su viva curiosidad se sintiera atraída por todos los
variados aspectos de la civilización india, se interesó más
particularmente por los documentos arqueológicos, en
especial por los budistas, y por la vida religiosa, como lo
muestra el informe de misión que redactó inmediatamente
después de su regreso a París en 1897.
Esto confirmó tan bien su competencia, que en 1901 fue
enviado a Hanoi, en Vietnam, a fin de ejercer allí durante
un año la dirección interina de la École Franfaise d'Extr~me
Olient, que acababa de ser creada. Allí volvió de 1905 a
1907, como director titular esta vez, y regresó por Java, don-
de cumplió una nueva misión.
Mientras tanto, había redactado, y brillantemente defen-
dido en 1905, sus tesis de doctorado tituladas Étude sur
l'iconographie bouddlzique de l'Inde d'apres les documents
nouveallx y Les bas-reliefs gréco-bouddhiques du Gand/¡tlra.
En este misma año de 1905 apareció el primer tomo de su
obra principal Vart gréco-bouddhique du Gandhtlra, cuyas
otras partes fueron publicadas mucho más tarde en 1918,
1922 Y 1951 [en la serie Publicatio/lS de I'École Franfaise
d'Extr~me Orien!, Paris; reimpresión: Hanoi, 1951].
A su regreso de Hanoi en 1907, Alfred Foucher fue nOm-
brado encargado de los cursos de Lenguas y Literaturas de
la India en la Sorbona y director de estudios adjunto en la
École pratique des Hautes Étlldes para la misma disciplina,
luego fue director de estudios titular en 1914 y finalmente
profesor en la Sorbona en 1919.
Sin embargo, para este gran viajero la permanencia en
París no podía durar largo tiempo. Fue entonces a pasar
dos años, 1915 y 1916, a Estados Unidos, como profesor
de intercambio de la Universidad de Columbia, luego fue
invitado por el Archeological Survey of India a trabajar en
la India, a donde volvió en 1918. Realizó luego una misión
de seis meses en Persia en 1921 y otra en Afganistán,
donde permaneció de 1922 a 1925, fundando allí la De-
147
legación Arqueológica Francesa en Afganistán, cuyos im-
portantes trabajos continuarían durante sesenta años. En
1926, viajó finalmente a Japón, donde inauguró la Casa
Franco-Japonesa en Tokio y de donde regresó en 1927, de-
teniéndose antes en Corea, y sobre todo en China para exa-
minar allí monumentos budistas.
Retomó luego, y definitivamente, su cátedra de profesor
en la Sorbona y la dirección de estudios en la École pratique
des Hautes Études, contribuyendo muy activamente a la
formación de jóvenes indianistas franceses y extranjeros,
tanto como al avance de eruditas investigaciones en el
campo tan vasto y tan variado ofrecido por el estudio de
la civilización india. La notoriedad que se había ganado
entre los orientalistas, le valió en 1928, a la muerte de
Émile Senart, una designación para suceder a éste en la
Académie des Belles-Lettres y en el [¡zstitut de Civilisation In-
dielllle de París, creado desde hacía poco tiempo y en cuya
organización había participado con Senart y Sylvain Lévi.
Al retirarse de sus pesadas tareas docentes en 1936, go-
zó de total libertad para continuar y completar sus traba-
jos de investigación. En 1939 aparecieron los tres gruesos
volúmenes de The Monumellts of Sanchl, escritos en cola-
boración con otros dos célebres arqueólogos indianistas,
Sir John Marshall y N. J. Majumdar [editados en Delhi,
India]. Con la Sra. Bazin-Foucher, con quien se había ca-
sado en 1919 en Ceilán y que lo había acompañado en
sus viajes por Asia compartiendo su interés por las civili-
zaciones orientales, redactó los dos volúmenes infolio de
La vieille route de l'Inde de Bactres a Taxila, que fueron
publicados en 1942 y 1947 inaugurando la prestigiosa se-
rie de las Mémoires de la Délégation archéologique frmu;aise
en Afghanistan [I-Il, Paris]. Dos años más tarde, dos libros
muy diferentes aparecieron con algunos meses de interva-
lo: la traducción francesa del Tarkasarrzgraha [de Annam-
bhatta], subtitulada, Éléments de systématique et de logique
148
indiennes [editado por A. Maisonneuve, Paris] y La vie du
Bouddha d'apres les textes et les mOllumellts de [,Inde [edi-
tado por Payot, Paris]. Este último libro es, de hecho, su tes-
tamento científico y demuestra su constante preocupación
por utilizar conjuntamente los documentos filológicos y ar-
queológicos, corno su título lo indica claramente.
A comienzos de 1952, la muerte súbita de la Sra. Bazin-
Foucher, cuya abnegada colaboración nunca le había fal-
tado, lo conmovió, y aunque haya soportado su pena pro-
funda con admirable serenidad, él mismo se apagó algu-
nos meses más tarde, el 30 de octubre de 1952. Un último
trabajo sobre Les vies antérieures du Bouddha, relatos abre-
viados de cuentos escogidos entre los ¡iitaka, destinados al
gran público y escritos en un gracioso estilo, apareció póstu-
mamente en el año 1955 [editado por Presses Universitaires
de France].
Apreciación de la personalidad
y de la obra de A. Foucher
149
nista completo", realizando a la vez el ideal del "sabio de
escritorio", tan frecuente en el siglo pasado y el del "inves-
tigador de campo" que se ha vuelto más común hoy día, a
causa de las facilidades ofrecidas por los transportes aéreos
y el desarrollo de las ciencias humanas.
Aunque siempre se haya interesado por el conjunto de
la civilización india, por gusto y también por la enseñanza
que debía impartir conformemente a la titularidad de su
cátedra y a su dirección de estudios, Alfred Foucher tuvo
una clara predilección por el Budismo, y más precisamente
por el de la India antigua. En ese campo, sus investigaciones
tomaron dos direcciones principales: las leyendas en las que
Buda era el personaje central, tanto en sus vidas anteriores
como en su última existencia, y las regiones por las que
había pasado el Budismo para expandirse en Asia Central
y luego en Extremo-Oriente. Estos dos temas estaban, por
lo demás, estrechamente ligados entre sí, puesto que es allí,
en la India del Noroeste, transformada hoy en el norte de
Pakistán, y en Afganistán, donde los arqueólogos habían
descubierto una multitud de estatuas y de bajo-relieves
que representaban tales leyendas en un estilo fuertemente
inspirado en el arte griego antiguo. Para interpretar esos
monumentos y encontrar qué episodios legendarios de las
vidas de Buda estaban allí representados, había que remi-
tirse a los textos indios que los relataban, en sánscrito y
en pali. También era necesario tener un muy buen conoci-
miento de la vida cotidiana y de las costumbres de la India,
recogido directamente en el país por un observador atento
y acumulado poco a poco durante largos periodos vividos
ahí.
Además de una solidez científica indiscutible, las obras
de Alfred Foucher se distinguen también por sus altas cua-
lidades literarias, su estilo claro y vivo, de una elegancia
probablemente un tanto anticuada para nuestro gusto ac-
tual. Él mostraba en sus escritos un humor muy fino y dis-
150
creta que evoca irresistiblemente, en los lectores que han
tenido la suerte de conocer directamente al autor, la son-
risa amable con la que Alfred Foucher recibía a sus visi-
tantes. Ya sea que fuesen sus colegas, antiguos alumnos
transformados a su vez en maestros, o jóvenes estudiantes
intimidados por su personalidad ilustre, él los recibía a
todos con la misma cordialidad, la misma simplicidad ca-
lurosa. Ilustraba sus palabras con cantidad de anécdotas to-
madas de sus recuerdos de viaje o de su erudición, sus re-
latos abundaban en detalles simpáticos, hasta graciosos, en
los cuales los rasgos satíricos eran atenuados por su indul-
gencia. Su escepticismo natural se acompañaba de una gran
bondad, de una esencial humanidad y de una profunda sa-
biduría adquirida a lo largo de una larga vida de una riqueza
poco común, una sabiduría que él debía, sin duda, en gran
parte, al estudio del Budismo continuado durante más de
sesenta años.
151
Noticias
153
tivos que las componen; son piración necesaria para llevar a
antes que nada objetos religio- cabo su obra.
sos, cargados de valores simbó- Sobre las Thangkas se puede
licos y destinados al culto y a consultar el libro clásico de G.
la edificación y educación re- Tucci, Tibetan Painted Scrolls,
ligiosas. La realización de una 2 volúmenes y carpeta de ilus-
Thangka imparte por eso méri- traciones, Roma, Librería dello
tos religiosos. Para llevarla a Stato, 1949, y la obra reciente
cabo el artista debe encontrar- de David P. y J anice A Jackson,
se en una actitud espiritual Tibetan Thangka Painting: Me-
adecuada a la tarea que va a thods and Materials, London,
realizar y que le permita estar 1984.
mentalmente abierto a la ins-
Budismo Contemporáneo
154
Reseñas
155
to principal para la misma jus· Fue escrita por Chingen en·
tamente el Sütra del Loto. Se tre 1040 y 1044. Poco se sabe
creía firmemente que recitar acerca de su autor. Parece ha·
y copiar el Sütra procuraban ber estado familiarizado con
grandes méritos. Copiar el sü· escrituras budistas y chinas.
tra era muy apreciado y cons· Chingen compiló en tres fas·
tituía casi un rito o ceremonia cículos las tradiciones que es·
especial. El copista debía puri· cuchó relatar o leyó; estos fas·
ficarse, usar ropa limpia, sen· cículos contenían 129 relatos
tarse en una posición correcta relacionados de algún modo
y transcribir el texto debida· con el Sütra del Loto. Aclara en
mente, escribiendo 17 caracte· el prefacio de su obra que ésta
res por línea y usando un pa· va dirigida a gente común más
pel de color o en finas láminas que a letrados y que el fin de la
de madera, que luego eran ata· misma era inspirar piedad ha·
das, dedicadas como ofrendas cia el Si1Jra del Loto.
y conservadas en algún tem plo. La secuencia de los relatos
Durante el reinado del mismo es cronológica y éstos se re·
Emperador Sh6mu se creó la fieren a monjes, monjas, lai·
Oficina para el Copiado de cos, laicas, animales y otros se·
SiUras. Amediados del periodo res no humanos. Se dividen en
Heian (794·1185) se organiza· dos categorías principales: la
ron servicios para los sütras primera describe las activida·
impresos. Hay información de des de los devotos que recita·
que en los años 1000 y 1014 ban el Satra y observaban sus
se imprimieron cada vez mil preceptos; en la segunda, los
ejemplares del Sütra del Loto. relatos dan mayor lugar a la
En el Japón se escribieron fantasía y narran sucesos in·
numerosas colecciones de re· usuales debidos al poder mila·
latos destinados a exaltar la groso del Sütra. Más de 90 de
veneración del Sütra del Loto los 129 relatos del Hokkegenki
y a narrar hechos milagrosos se ocupan de monjes y asce·
que tuvieron lugar gracias a tas (hijiri u hombre santo). Mu·
la veneración del satra. De chas de estas historias sobre hi·
entre estas colecciones se ha jiri relatan cómo, renunciando
conservado intacta la colección a la vida mundana, los mon·
Daini·honkoku Hokekyokenki. jes se retiraban a las montañas
156
para llevar una vida ascética chos de los relatos. Hay en el
(por ejemplo No. 11). Los hijiri texto historias donde seres hu-
del Hokkegenki, generalmente manos renacen como anima-
se ocupaban de recitar y co- les, especialmente vacas, por
piar el satra del Loto y prac- sus malos actos cometidos en
ticaban una disciplina estricta una existencia previa. También
llegando incluso a autoinmo- se describe el proceso inverso
larse (Nos. 9, 15 Y 47). Como donde animales e insectos re-
resultado de esta mortificación nacen como creyentes del Satra
severa, algunos desarrollaron del Loto debido al mérito acu-
una espiritualidad inusual y po- mulado por escuchar la reci-
deres ocultos (No. 11). La co- tación del Satra. El Hokkegenki
lección Hokkegenki también in- tiene un punto de vista pesi-
cluye relatos sobre laicos y al- mista en cuanto enfatiza la di-
gunos de los mismos se refie- ficultad de cortar el ciclo de
ren a guerreros locales (Nos. reencarnaciones aun después
114, 115, 112, 97). Las histo- de la recitación y copiado del
rias están escritas de tal ma- Satra del Loto. Como lo in-
nera que muestran la superio- dica el término genpo (pre-
ridad de la virtud del Satra del mios en la presente vida), in-
Loto respecto de otros satras cluido en el título completo de
(No. 33). la obra, la mayoría de los re-
Una característica impor- latos de esta colección enfati-
tante del Hokkegenki es el sin- zan los premios y méritos ga-
cretismo en la veneración de nados en el presente más que
los dioses japoneses y de los en una existencia futura. La fe
Budas. Generalmente los Bu- profunda y espiritual que se re-
das y Bodhisattvas desempe- vela en el Hokkegenki puede
ñan el rol predominante. In- ser debida en parte a la cre-
cluso algunas deidades japo- encia prevaleciente en la época
nesas aparecen como Bodhi- de que se estaba viviendo "La
sattvas. El concepto de rinne Edad de la Decadencia de la
o transmigración en esta obra Ley" (mappo). Esta creencia
merece especial atención. La inducía a los hombres a preo-
enseñanza budista acerca de cuparse por la próxima vida
la transmigración fue introdu- e inyectaba cierto pesimismo
cida al Japón desde China y al Hokkegenki y a otros tex-
constituye el trasfondo de mu- tos contemporanéos. El hom-
157
bre común consideraba que sus relatos en tres libros; 3) la del
sufrimientos, provenientes de texto Hójóin o Shimpukuji, del
las calamidades que azotában Periodo Kamakura, con 24 re-
al Japón, se debían a culpas pa- latos en .tres libros; 4) la del
sadas y esto a su vez, lo lle- texto Kóyasan Hójuin, que con-
vaba a un deseo de reparación. tiene sólo el primer libro. La
La gente pudiente hacía do- edición utilizada por Yoshiko
naciones y organizaba servi- Dykstra, la autora de la pre-
cios religiosos para expiar sus sente traducción, está basada
culpas. En cambio, el pueblo, en la primera versión de 1717.
buscando algún medio de sal- La segunda parte de la in-
vación, ,copiaba y recitaba el troducción constituye un de-
Sütra del Loto, dependiendo tallado estudio de las histo-
así de los méritos de este slÍtra. rias budistas japonesas del tipo
Desde un punto de vista pu- Avadlina. Los Avadlinas son
ramente literario, el estilo del narraciones de inspiración mo-
texto es poco flexible y más ral que explican algún inci-
bien descuidado. Los relatos dente ocurrido en una existen-
están escritos en caracteres chi- cia pasada o presente o por
nos colocados muchas veces en ocurrir en una existencia fu-
un orden sintáctico sino-japo- tura recurriendo a la ley del
nés. kmman o sea a los efectos di-
La fe poderosa en el Sütra feridos de acciones llevadas a
del Loto que se revela en las cabo en existencias anteriores.
narraciones del Hokkegenki re- El Hokkegenki pertenece a este
cuerda a Nichiren (1222-1282), género literario.
que a fines del Periodo Kama- La parte central de la obra
kura (1185-1333), proclamó la esta constituida por la traduc-
preeminencia del Sütra del Lo- ción inglesa del Hokkegenki,
to sobre todos los otros sütras. que como dijimos consta de
Hay cuatro versiones del Ho- 129 relatos, relativos a devotos
kkegenki: 1) la del año 1717, del Sütra del Loto o que narran
contiene 128 relatos; esta edi- milagros ocurridos por la fe en
ción es la fuente de las edi- el Sütra.
ciones impresas existentes; 2) A modo de ejemplo citare-
la del texto ShOkókan, del Pe- mos la narración No. 49 "El as-
riodo Edo (1573-1867), con 129 ceta Ry6san del Pico Tokoro
158
del Monte Mitake", que re- La presente traducción del
lata la sacrificada historia del Hokkegenld es la primera tra-
monje Ryósan, que comía fru- ducción a una lengua occiden-
galmente y sólo se dedicaba tal que de él se hace. Consti-
a la recitación del Sútra del tuye un valioso aporte a los Es-
Loto; debiendo sobrellevar las tudios Budistas en cuanto fa-
tentaciones de seres diabóli- cilita el conocimiento de una
cos, mujeres celestiales, etc., obra que revela en forma no-
que le ofrecían alimentos sa- toria la gran importancia que
brosos o le rendían homenaje. tuvo en el Japón el Sútra del
Ryósan continúo recitando el Loto, los sentimientos y con-
Sútra, considerando su cuerpo d uctas a que la fe en el Sútra
frágil como la espuma y su daba origen, así como las ca-
vida perecedera como el rocío racterísticas propias de la reli-
matinal. Como resultado de giosidad del Japón.
tan noble conducta, al final La autora, Yoshiko Kurata
de su vida, su complexión se Dykstra nació en Nishinomiya,
tornó más límpida, su rostro cerca de Nara y Kioto. Tras
más jubiloso, su cuerpo indo- graduarse en la Universidad
loro y su mente altamente es- de Aoyama Gakuin, obtuvo los
piritualizada, cosa que él expli- títulos de Licenciada y Doctora
caba así: "Finalmente yo, que de la Universidad de Califor-
he soportado pobreza todos es- nia, donde enseñó durante mu-
tos años, ahora resplandezco chos años. Actualmente es pro-
de gloria y excelsos atributos. fesora en la Universidad Kan-
¿Cómo puedo evitar regoci- sai de Estudios Extranjeros, en
jarme? Estoy abandonando mi Osaka, Japón. Sus áreas de es-
cuerpo impuro, sometido al tudio son: narrativa budista y
error y a la impermanencia y literatura folklórica compara-
recibiendo el puro y perma- tiva.
nente fruto de Buda".
Completa el libro una rica
bibliografía en japonés e idio- Diana Bruno y
mas occidentales. Lía Rodrtguez de la Ti?ga
159
Tranquillity and Insight, An Introduction to the Oldest
Fonn 01 Buddhist Meditation, de Amadeo Solé-Leris, Kandy
(Sri Lanka), Buddhist Publication Society, 1992.
160
mas básicas de meditación. Es- sanii en la actualidad. El autor
tudia, en especial, los grados describe los métodos puestos
de intensidad de la concen- en práctica por varios Maestros
tración, los tipos de ejercicios de vipassanii: el monje Mahiisi
(perceptivos o reflexivos) que Sayadaw (1904-82), el Maestro
pueden llevarse a cabo para laico U. Ba Khin (1899-1971), Y
conseguida, los signos que se- el Maestro laico Satya Narayan
ñalan el progreso en la con- Goenka (nacido en 1924).
centración y los objetos (como El libro que reseñamos fue
los diez kasilJas) en los que la publicado por primera vez en
atención debe ser fijada para 1986 por Century Hutchinson
lograr la concentración que se Ltd. Londres y reimpreso en
busca. Los capítulos 5 y 6 están 1992 por la Buddhist Publica-
dedicados respectivamente al tion Society. Es un excelente
estudio y análisis en forma de- manual sobre meditación, que
tallada de las dos formas bási- se distingue por la claridad, or-
cas de meditación, la que busca den y solidez de la exposición.
samatha (calma) y la que busca Su autor, Amadeo Solé-Leris,
vipassanii (intuición). El capí- es un lingüista de profesión,
tulo 7 estudia el nibbiina (en estudió en la Universidad de
piili, nirviilJa en sánscrito), que Londres, es practicante y es-
constituye la meta que se per- tudioso de meditación, ha pu-
sigue con la meditación, po- blicado varias traducciones de
niendo énfasis en que el nib- textos en piili al español y al ca-
biina (en uno de los múltiples talán, y participa intensamente
aspectos en que puede ser en- en las actividades de varias ins-
focado) significa el fin de la tituciones budistas de Europa.
ansiedad, de la angustia, del (Véase en REB 3, pp. 189-196,
descontento -el fin del sufri- una reseña realizada por A
miento. El capítulo 8 estudia Solé-Leris y en REB 5, pp. 174-
la benevolencia y la ecuani- 175, una reseña de otro libro
midad, virtudes esencialmente suyo). La dirección de la Bud-
budistas y, al mismo tiempo, dhist Publication Society es: 54
sentimientos que pueden servir Sangharaja Mawata, P. O. Box
como "punto de apoyo" para 61, Kandy, Sri Lanka.
la concentración de la mente.
El capítulo 9 está dedicado a la
práctica de la meditación vipas- F. T.y C. D.
161
Colaboradores
162
artículos y reseñas aparecidos en revistas especializadas. En
el citado Buddhist Studies (1979) se han reunido 26 artícu-
los y 38 reseñas escritos por el Profesor de Jong sobre te-
mas budistas antes de 1971. Después de esa fecha han apa-
recido muchos otros como "The Story of Rama in Tibet",
enAsian Vilriations in Rlirnayana, Delhi, 1983, pp. 163-182:
"The Study of Mahiibhiirata. A brief survey" I, en Hokke
BunkaKenkyü (Tokyo), I, 1984, pp. 1-19, YIr, 1985, pp. 1-21;
"Madhyadesika, Madhyoddesika and Madhy'uddeSika", en
Zur Schulzugehorigkeit von Werken der Hinayana Literatur,
G6ttingen, 1985.
Rita M. Gross. Doctorada en Historia de las Religio-
nes en la Universidad de Chicago, con una tesis denomi-
nada: Exclusion and Participation; The Role of Wornen in
Aboriginal Australian Religion. En 1990 recibió el premio
Excellence in Scholarship de la Universidad de Wisconsin-
Eau Claire. Fue la fundadora de la sección Mujeres y Re-
ligión en laArnericanAcaderny ofReligion y presidenta de la
Society for Buddhist-Christian Studies. Especialidad: Femi-
nismo y Religión, y diálogo Budista-Cristiano. Libros: Uns-
poken Worlds: Wornen~ Religious Lives in Non-Western Cul-
tures, en colaboración con Nancy Auer Falk, Nueva York,
Harper and Row, 1980; Buddhisrn After Patriarchy., A Fe-
rninist History, Analysis and Reconstruction of Buddhisrn,
Nueva York, State University of New York SUNY, 1992. En
preparación: Ferninisrn and Religious Studies: Tl'ansforrna-
tions of a Discipline. Ha escrito numerosos artículos sobre
temas de su especialidad, como el que se incluye en este
número de REB.
163
Universidad Gregoriana de Roma. Publicó: La Mfstica del
Budismo. Los mOlljes 110 cristianos del Oriente, Madrid, BAC,
1974. Ha escrito numerosos artículos sobre temas de su
especialidad como: "La 'oración' en los monjes budistas",
Bolet(n de la Asociación Espmiola de Orientalistas, 1982;
"El código de un samurai. Traducción y comentario del
'Iroha-uta' de Shimazu Tadagoshi (1545)", ibidem, 1983; "El
Bodhisattva en los sütras del Mahayana", ibídem, 1986; "La
'mística cósmica' del Shingon", Studia Missionalia, 1977;
"Ritos fúnebres del Budismo Japonés", ibidem, 1982; "El
infierno en el Oj6y6shü", ibídem, 1983.
164
moral e intelectual propia de los Lamas. Pocos años des-
pués se convirtió en el Guía Espiritual y Temporal del Ti-
bet. En 1959, a raíz de la invasión del Tibet por la China,
se estableció en la India, en Dharamsala, como Jefe del Go-
bierno Tibetano en el exilio. Desde entonces realizó una in-
tensa actividad como maestro espiritual promotor de la paz
mundial, y, como tal, ha propiciado un arreglo pacífico con
China, al margen de la violencia, dentro de una inspiración
netamente budista. El Dalai Lama es además un profundo
conocedor de la filosofía de la Escuela Miidhyamika, fun-
dada por Niigiirjuna. Ha dictado numerosas conferencias
en diversas instituciones del mundo y ha escrito varios li-
bros' sobre la doctrina y las prácticas budistas, con toda la
autoridad que le da su posición en la tradición budista ti-
betana, su experiencia y su conocimiento de la filosofía del
Budismo. Entre sus obras tenemos, además de Path to Bliss,
las siguientes: The Bod/¡gaya Illterviews (1988), T/¡e Dalai
Lama at H arvard (1988), Kind/less, Clarity and Illsight (1984,
1985, 1986, 1987, 1988) todas ellas editadas por Snow Lion,
y Hacia la paz i/lterior, Lecciolles del Dalai Lama, Barcelona,
Círculo de Lectores, 1990. Ver REB 2, p. 176 YREB 5, p. 184.
165
Acotaciones a las ilustraciones
166
expreslOn. La dinastía Gupta reinó en la India desde
comienzos del siglo IV d.C. hasta fines del siglo V d.C., pero
la influencia de su magnífico arte perduró en obras hindúes
y budistas y no sólo en la India sino en las regiones aledañas
en que se ejerció su profunda influencia cultural.
167
Criterios para las
colaboraciones
168
Asociación Latinoamericana
de Estudios Budistas
Directorio
169
ÍNDICE GENERAL'
REVISTA DE ESTUDIOS BUDISTAS 1-8
(abril 1991 - octubre 1994)
TESTIMONIOS
Colapso y reconstrucción de
la mentalidad japonesa desde
el punto de vista de un "nuevo
movimiento budista" actua1.
(ISugunari Kubo) 7 1993 7-28
Carta y poema.
(Octavio Paz) 8 1994 6-7
ARTÍCULOS
Absoluto en el pensamiento
budista, Lo.
(J. W. de Jong) 8 1994 9-20
Ahiqlsa y el vegetarianismo
en la historia del Budismo.
(D. S. Ruegg) 6 1993 47-61
Animales y humanos en el
Budismo Primitivo.
(J. P. McDermott) 4 1992 31-48
170
Vol. Nllm. Año Págs.
Árbol de la bodhi en el
Mahavastu-avadana, El.
.(A. Yuyama) 1 1991 97-105
Budismo y la cñtica de la
escuela Ch'eng Chu, El.
(E Bollon Beja) 7 1994 29-54
Budismo y Naturaleza.
(L. Schmilhausen) 1 1991 63-85
Doctrina de la Naturaleza de
Buda en el Mahaparinirval)a-
sütra del Mah3yána, La.
(Ming-Wood Liu) 6 1993 9-46
Equiparaci6n de conceptos.
Las tendencias deconstructiva
y fundacionalista en el
pensamiento budista.
(R. R. Jackson) II 3 1992 57-94
171
Vol. Nóm. Año Págs.
Iconografía budista.
(S. Gaulier y R. Jera-Bezard) 7 1994 73-88
Kacchapa-Játaka en bajo
relieve en el Candi Mendut
en Java Central; El.
(A. Yuyama) 6 1993 63-85
Movimientos budistas
laicos contemporáneos
en el Japón, con
referencia especial
al Sütra del Loto.
(ISugunari Kubo) 1 1991 45-61
Poesía budista en la
Goshüishü, La.
(R. E. Morrell) 2 1991 51-67
172
Vol. Nllm. Año Págs.
HISTORIA
Antigua Universidad de Nalanda, La.
(D. K. B.neIjee) 4 1992 75-108
Occidente medieval y
el Budismo, El.
(P. C. Almond) 7 1994 107-128
173
Vol. Ndm. Afio Págs.
Naulilmya (Inexistencia
del alma) y anlshvaralVa
(Inexistencia de Dios):
Budismo y religión comparada.
(H. van Glasenapp) 2 1991 139-147
Sangiti (Concilio):
Los concilios budistas y la
sociología.
(A Bareau) 8 1994 77-95
Shünyatd (Vaciedad):
"Vaciedad" y"Multilateralidad".
(B. K. Matilal) 6 1993 114-121
174
Vol. Núm. Año Págs.
TEXTOS
Buddhacarita ("La vida de Buda")
de Asvaghosha. Canto I, Vérsas'
49-77: La profecfa del anciano
Asila.
(E 'lbla y C. Dragonetti) 7 1994 142-154
Mahiiyanaviqtshika.: La Veintena
del Mahayana de Nagarjuna.
(E Thla y C. Dragonetti) 3 1992 141-153
"
Meditación sobre la
impermanencia. Capítulo 1
del CatuMatakag§stra: El
tratado "Las Cuatrocientas
Estrofas" de ÁIyadeva.
(E Tola y C. Dragonetti) 6 1993 125·134
Prajñápáramitahridayasütra:
Sütra de la Esencia de la
Perfección del Conocimiento.
CE Thla y C. Dragonetti) 1 1991 163·169
Sasajataka. El Jataka de
la liebre.
(E Thla y C. Dragonetti) 5 1993 127-135
Thtbagatagarbhasütra: El
Sütra de la Esencia de Buda.
(E Thla y C. Dragonetti) 8 1994 99-107
TIisvabhavak3.rika. Estrofas
acerca de las tres naturalezas
de Vasubandhu.
(E Thla y C. Dragonetti) 4 1992 139-160
NOTAS BREVES
Acciones propias de un
Bodhisattva, Las.
(Dalai Lama Tenzín Gyatso) 8 1994 128·137
175
Vol. Ndm. Año Págs.
Alfred Foucher.
(A. BareaD) 8 1994 145-151
Albrecht Weber.
(E Tola y C. Dragoneui) 8 1994 125-127
André Bareau.
(E Tola y C. Dragonetti) 8 1994 109-113
Budismo.
(A. Weber) 8 1994 116-124
Erich FrauwaUner.
(E. Steinkellner) 4 1992 163-166
Estudios Budistas en
Dinamarca, Los. 4 1992 169-171
Étienlle LamotJe.
CE Tola y C. Dragonetti) 1 1991 171-173
Exposición Internacional,
de Flora y Verdor, y
Simposio "Budismo y Naturaleza",
Osaka, Japón, 1990.
(S. Mondrag6n) 1 1991 174-176
176
Vol. Núm. Afio Págs.
Éxtasis y especulación
(Dhylina y Pmjñli).
(L. de la Vallée Poussin) 7 1994 165-168
Hiuan-tsang.
(F. Tola y C. Dragonetti) 6 1993 145-150
Institut du Hóbógirin
en Kyóto. 6 1993 140-143
Junjiro Takakusu.
(M. Ham) 5 1993 137-141
Po L. Vaidya. In memoriam
(R Tola y C. Dragonetti) 6 1993 161-162
Primer aniversario de la
Asociación Latinoamericana
de Estudios Budistas. II 3 1992 185-186
177
Vol. N6m. Año Págs.
Syivain L¿vi.
(A. Bareau) II 3 1992 155-159
Tibet-Institut de Rikonl
Zürich (Suiza), El. 7 1994 155-157
RESEÑAS
Chinese Monks in India
(Biography of Emincnt Monks
who went lo /he Westem World
in Search ollhe Law During
lhe Great T'ongDynasty),
de I-Ching.
(M. A. Ferrara) 2 1991 189-193
Dlrannolloras Paralokasiddh4
de Ernst Steinkellner.
(E 10la y C. DragoneUi) 4 1992 175-177
178
Vol. Nl1m. Año Págs.
Indo-Tibetan Buddhism:
lndian Buddhists and their
Tibelan $Uccessors,
de David L Snellgrove.
(D. S. Ruegg) 5 1993 163-173
179
Vol. Núm. Año Págs.
Nihilismo budista. La
doctrina de la vaciedad,
de Fernando 'lbla y Carmen
Dragonetti.
(J. Landa G.) 4 1992 177-181
180
Vol. Ndm. Año Págs.
NOTICIAS
Actividades de ALEB en 1993.
(B. Preciado Salís) 7 1994 172-173
181
Vol. Ndm. Año Págs.
Asociación Latinoamericana de
Estudios Budistas en 1992, La. S 1993 191-192
Conferencia Internacional
sobre las mujeres budistas. 2 1991 198
Creación de laAsociaci6n
Latinoamericana de Estudios
Budistas con sede en México.
(1\. Segovia Urbano) 1 1991 199-200
Inauguración de la Fundación
Instituto de Estudios Budistas
en Buenos Aires.
(S. Mondragón) 1 1991 197-199
Intemational Conference oC
the Intemational Association
of Buddhisl Sludies (IABS), (Xlh). 4 1992 187-188
Intematiooal Conference
on Sanskrit and Related
Studies. S 1993 190-191
International Congress oC
Asian and North Afeican
Sludies. (341h) 4 1992 189
182
Vol. Ntim. AfIo Págs.
Mención honorífica al
profesor Kamaleswar
Bhattacharya. 1I 3 1992 199
Novena Conferencia
Internacional de Sánscrito. 1I 3 1992 201
Nueva directiva de la
IntemationalAssocialion
ofBuddhist Studies. 1 1991 202
Presentación de la Revista
de Esludios Budislas en El
Colegio de México. 2 1991 200-201
Second International
Seminar on Tibetan I...anguage. 1I 3 1992 200
183
Vol. Núm. Año Págs.
Seminario de Budismo
en El Colegio de México. 6 1993 169
Simposio Internacional
sobre "El idioma de los
textos 'sánscritos' budistas", 2 1991 197
Third International
SakyadhIta ConCerence. 6 1993 169-170
184
ÍNDICE ORDENADO ALFABÉTICAMENTE POR AUTOR
185
Autor Vol. Núm. Año Págs.
186
Autor Vol. Nt1m. Afio Págs.
187
Autor Vol. Núm. Año Págs.
188
Autor Vol. Núm. Año Págs.
189
Autor Vol. Nl1m. Año Págs.
190
Autor Vol. N6m. Afio Págs.
191
Museum (Nueva Delhi), Museo Nacional de 1bkio, Oxford University Press (Singapur),
Presses Universitaires de France, Promociones Editoriales Mexicanas, Publications
Division, Ministry of InConnation and Broadcasting (Government oC India, Nueva Delhi),
Royal Ontario Museum (Thronto, Canadá), Stratton-Scott Archives, Sishu Sahitya
Samsad ~. Lel. (Calcuta), Thames and Hudson (Londres), The Dayton Art Institute,
The Nelson-AtkinsMuseumofArt(lCansas City, Missouri), The NewarkMuseum (Nueva
Jersey, E. U.), The Phaidon Press (Lond.res), The University Museum (University oC
Pennsylvania), University oC Washington Press (Seattle-Londres), Yekyong Publications
Co., Ud. (Se61, Corea).
Así como a los traductores:
Marieta Álvarez, Carmen Dragonetti, Silvia De Alejandro, Victoria García Olano,
AICredo Grassi, Rodrigo Martínez, Fernando 1Ola, Florencia Carmen 1Ola, Eleonora lbla,
María Urquidi y Vera Waksman.
192
Fines de la Revista de
Estudios Budistas