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Carlos Taibo 1956 Español Prof Univ. Autonoma Madrid

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OjO: Don Carlos Taibo es comunista con todos los hierros aunque critique varios aspectos

12 preguntas sobre el decrecimiento a Carlos Taibo


Carlos Taibo 21 de septiembre de 2010

Solomirar ver en: http://www.solomirar.com/


El del decrecimiento no es un proyecto que sustituya a todo lo que el conjunto de luchas contra el capitalismo ha supuesto desde mucho tiempo atrs: es, antes bien, una perspectiva que permite abrir un nuevo frente de contestacin del capitalismo imperante. En ese sentido parece razonable afirmar que en el Norte desarrollado de principios del siglo XXI no es imaginable ningn proyecto anticapitalista consecuente que no sea al mismo tiempo decrecimentalista, autogestionario y antipatriarcal. 1. En el momento presente, es inequvocamente saludable el crecimiento econmico? La visin dominante en las sociedades opulentas sugiere que el crecimiento econmico es la panacea que resuelve todos los males. A su amparo se nos dice la cohesin social se asienta, los servicios pblicos se mantienen, y el desempleo y la desigualdad no ganan terreno. Sobran las razones para recelar, sin embargo, de todo lo anterior. El crecimiento econmico no genera -o no genera necesariamente- cohesin social, provoca agresiones medioambientales en muchos casos irreversibles, propicia el agotamiento de recursos escasos que no estarn a disposicin de las generaciones venideras y, en fin, permite el asentamiento de un modo de vida esclavo que invita a pensar que seremos ms felices cuantas ms horas trabajemos, ms dinero ganemos y, sobre todo, ms bienes acertemos a consumir. Frente a esto se impone la certeza de que, dejado atrs un nivel

elemental de consumo, el acrecentamiento irracional de este ltimo es antes un indicador de infelicidad que una muestra de lo contrario. Es razonable adelantar, por lo dems, que la crisis general por la que atravesamos est llamada a permitir que la conciencia en lo que respecta a estos sinsentidos se asiente en una parte significada de la ciudadana. 2. Cules son los pilares en los que se asientan los sinsentidos del crecimiento? Son tres los pilares en los que se sustenta tanta irracionalidad. * El primero es la publicidad, que nos obliga a comprar lo que no necesitamos y, llegado el caso, exige que adquiramos, incluso, lo que nos repugna. * El segundo es el crdito, que histricamente ha permitido allegar el dinero que permita preservar el consumo aun en ausencia de recursos. * El tercero es la caducidad de los bienes producidos, claramente programados para que en un perodo de tiempo breve dejen de funcionar, de tal suerte que nos veamos en la obligacin de comprar otros nuevos. Por detrs de todo ello despunta, en palabras de Z. Bauman, la certeza de que una sociedad de consumo slo puede ser una sociedad de exceso y prodigalidad y, por ende, de redundancia y despilfarro. 3. Debemos fiarnos de los indicadores econmicos que hoy empleamos? Los indicadores econmicos que nos vemos obligados a utilizar -as, el producto interior bruto (PIB) y afines- han permitido afianzar, en palabras de J.K. Galbraith, una de las formas de mentira social ms extendidas. Pensemos que si un pas retribuye al 10% de sus habitantes por destruir bienes, hacer socavones en las carreteras, daar los vehculos, y a otro 10% por reparar esas carreteras y vehculos, tendr el mismo PIB que un pas en el que el 20% de los empleos se consagre a mejorar la esperanza de vida, la salud, la educacin y el ocio. Y es que la mayora de esos indicadores contabiliza como crecimiento -y cabe suponer tambin que como bienestar- todo lo que es produccin y gasto, incluidas las agresiones medioambientales, los accidentes de trfico, la fabricacin de cigarrillos, los frmacos y las drogas, o el gasto militar. Esos mismos indicadores apenas nada nos dicen, en cambio, del trabajo domstico, en virtud de un cdigo a menudo impregnado de machismo, de la preservacin objetiva del medio ambiente un bosque convertido en papel acrecienta el PIB, en tanto ese mismo bosque indemne, decisivo para garantizar la vida, no computa como riqueza-, de la calidad de los sistemas educativo y sanitario y en general de las actividades que generan bienestar aunque no impliquen produccin y gasto -, o del incremento del tiempo libre. De resultas puede afirmarse que la ciencia econmica dominante slo presta atencin a las mercancas lo que se tiene o no se tiene -, y no a los bienes que hacen que alguien sea algo (F. Flahault), en un escenario en el que las ideas rectoras de la modernidad son ms, mayor, ms deprisa, ms lejos (M.

Linz). 4. No son muchas las razones para contestar el progreso, ms aparente que real, que han protagonizado nuestras sociedades durante decenios? Son muchas, s. Hay que preguntarse, por ejemplo, si no es cierto que en la mayora de las sociedades occidentales se viva mejor en el decenio de 1960 que ahora: el nmero de desempleados era sensiblemente menor, la criminalidad mucho ms baja, las hospitalizaciones por enfermedades mentales se hallaban a aos luz de las actuales, los suicidios eran infrecuentes y el consumo de drogas escaso. En EE.UU., donde la renta per cpita se ha triplicado desde el final de la segunda guerra mundial, desde 1960 se reduce, sin embargo, el porcentaje de ciudadanos que declaran sentirse satisfechos. En 2005 un 49% de los norteamericanos estimaba que la felicidad se hallaba en retroceso, frente a un 26% que consideraba lo contrario. Son muchos los expertos que concluyen, en suma, que el crecimiento en la esperanza de vida al nacer registrado en los ltimos decenios bien puede estar tocando a su fin en un escenario lastrado por la extensin de la obesidad, el estrs, la aparicin de nuevas enfermedades y la contaminacin. 5. Por qu hay que decrecer? En los pases ricos hay que reducir la produccin y el consumo porque vivimos por encima de nuestras posibilidades, porque es urgente cortar emisiones que daan peligrosamente el medio y porque empiezan a faltar materias primas vitales. El nico programa que necesitamos se resume en una palabra: menos. Menos trabajo, menos energa, menos materias primas (B. Grillo). Por detrs de esos imperativos despunta un problema central: el de los lmites medioambientales y de recursos del planeta. Si es evidente que, en caso de que un individuo extraiga de su capital, y no de sus ingresos, la mayora de los recursos que emplea, ello conducir a la quiebra, parece sorprendente que no se emplee el mismo razonamiento a la hora de sopesar lo que las sociedades occidentales estn haciendo con los recursos naturales. Aunque nos movemos -si as quiere- en un barco que se encamina directamente hacia un acantilado, lo nico que hemos hecho en los ltimos aos ha sido reducir un poco la velocidad sin modificar, en cambio, el rumbo. Para calibrar la hondura del problema, el mejor indicador es la huella ecolgica, que mide la superficie del planeta, terrestre como martima, que precisamos para mantener las actividades econmicas. Si en 2004 esa huella lo era de 1,25 planetas Tierra, segn muchos pronsticos alcanzar dos Tierras -si ello es imaginable- en 2050. La huella ecolgica igual la biocapacidad del planeta en torno a 1980, y se ha triplicado entre 1960 y 2003. En paralelo, no est de ms que recordemos que en 2000 se estimaban en 41 los aos de reservas de petrleo, 70 los de gas y 55 los de uranio. 6. Cul es la actitud que ante lo anterior exhiben nuestros dirigentes polticos? Los dirigentes polticos, marcados por un irrefrenable cortoplacismo electoral, prefieren dar la espalda a todos estos problemas. De resultas, y en palabras de C. Castoriadis, quienes preconizan un cambio

radical de la estructura poltica y social pasan por ser incorregibles utopistas, mientras que los que no son capaces de razonar a dos aos vista son, naturalmente, realistas. Todo pensamiento radical y contestatario es tildado inmediatamente de extremista y violento, adems de patolgico. La idea, supersticiosa, de que nuestros gobernantes tienen soluciones de recambio se completa con la que sugiere que la ciencia resolver de manera mgica, antes o despus, todos estos problemas. No parecera lgico, sin embargo, construir un rascacielos sin escaleras ni ascensores sobre la base de la esperanza de que un da triunfaremos sobre la ley de la gravedad (M. Bonaiuti). Ms razonable resultara actuar como lo hara un pater familias diligens, que se dice a s mismo: ya que los problemas son enormes, e incluso en el caso de que las probabilidades sean escasas, procedo con la mayor prudencia, y no como si nada sucediese (C. Castoriadis). No es sta una carencia que afecte en exclusiva a los polticos. Alcanza de lleno, antes bien, a los ciudadanos, circunstancia que da crdito a la afirmacin realizada por un antiguo ministro del Medio Ambiente francs: La crisis ecolgica suscita una comprensin difusa, cognitivamente poco influyente, polticamente marginal, electoralmente insignificante. 7. Basta, sin ms, con reducir determinadas actividades econmicas? A buen seguro que no es suficiente con acometer reducciones en los niveles de produccin y de consumo. Es preciso reorganizar en paralelo nuestras sociedades sobre la base de otros valores que reclamen el triunfo de la vida social, del altruismo y de la redistribucin de los recursos frente a la propiedad y al consumo ilimitado. Los verbos que hoy rigen nuestra vida cotidiana son tener-hacer-ser: si tengo esto o aquello, entonces har esto y ser feliz. Hay que reivindicar, en paralelo, el ocio frente al trabajo obsesivo. O, lo que es casi lo mismo, frente al ms deprisa, ms lejos, ms a menudo y menos caro hay que contraponer el ms despacio, menos lejos, menos a menudo y ms caro (Y. Cochet). Debe apostarse, tambin, por el reparto del trabajo, una vieja prctica sindical que, por desgracia, fue cayendo en el olvido con el paso del tiempo. Otras exigencias ineludibles nos hablan de la necesidad de reducir las dimensiones de muchas de las infraestructuras productivas, de las organizaciones administrativas y de los sistemas de transporte. Lo local, por aadidura, debe adquirir una rotunda primaca frente a lo global en un escenario marcado, en suma, por la sobriedad y la simplicidad voluntaria. Entre las razones que dan cuenta de la opcin por esta ltima estn la psima situacin econmica, la ausencia de tiempo para llevar una vida saludable, la necesidad de mantener una relacin equilibrada con el medio, la certeza de que el consumo no deja espacio para un desarrollo personal diferente o, en fin, la conciencia de las diferencias alarmantes que existen entre quienes consumen en exceso y quienes carecen de lo esencial. S. Latouche ha resumido el sentido de fondo de esos valores de la mano de ocho re: reevaluar (revisar los valores), reconceptualizar, reestructurar (adaptar producciones y relaciones sociales al cambio de valores), relocalizar, redistribuir (repartir la riqueza y el acceso al patrimonio natural), reducir (rebajar el impacto de la produccin y el consumo), reutilizar (en vez de desprenderse de un sinfn de dispositivos) y reciclar.

8. Esos valores, son realmente ajenos a la organizacin de las sociedades humanas? Los valores que acabamos de resear no faltan, en modo alguno, en la organizacin de las sociedades humanas. As lo demuestran, al menos, cuatro ejemplos importantes. Si el primero nos recuerda que las prcticas correspondientes tienen una honda presencia en muchas de las tradiciones del movimiento obrero y en particular, bien es cierto, en las vinculadas con el mundo libertario -, la segunda subraya que en una institucin central en muchas sociedades, la familia, impera antes la lgica del don y de la reciprocidad que la de la mercanca. Pero lo social est a menudo presente, tambin, en lo que despectivamente hemos dado en llamar economa informal. En muchos casos el objetivo de la produccin informal no es la acumulacin ilimitada, la produccin por la produccin. El ahorro, cuando existe, no se destina a la inversin para facilitar una reproduccin ampliada, recuerda S. Latouche. Y est presente en la experiencia histrica de muchas sociedades que no estiman que su felicidad deba vincularse con la acumulacin de bienes, y que adaptaron su modo de vida a un entorno natural duradero. No se olvide al respecto a los campesinos que, en la Europa mediterrnea, plantaban olivos e higueras cuyos frutos nunca llegaran a ver, pensando, con claridad, en las generaciones venideras. Tampoco debe olvidarse que muchas sociedades que tendemos a describir como primitivas y atrasadas pueden darnos muchas lecciones en lo que atae a la forma de llevar a la prctica los valores de los que hemos hecho mencin. 9. Qu supondra el decrecimiento en las sociedades opulentas? Hablando en plata, lo primero que las sociedades opulentas deben tomar en consideracin es la conveniencia de cerrar o al menos de reducir sensiblemente la actividad correspondiente muchos de los complejos fabriles hoy existentes. Estamos pensando, cmo no, en la industria militar, en la automovilstica, en la de la aviacin o en buena parte de la de la construccin. Los millones de trabajadores que, de resultas, perderan sus empleos deberan encontrar acomodo a travs de dos grandes cauces. Si el primero lo aportara el desarrollo ingente de actividades en los mbitos relacionados con la satisfaccin de las necesidades sociales y medioambientales, el segundo llegara de la mano del reparto del trabajo en los sectores econmicos tradicionales que sobreviviran. Importa subrayar que en este caso la reduccin de la jornada laboral bien podra llevar aparejada, por qu no, reducciones salariales, siempre y cuando stas, claro, no lo fueran en provecho de los beneficios empresariales. Al fin y al cabo, la ganancia de nivel de vida que se derivara de trabajar menos, y de disfrutar de mejores servicios sociales y de un entorno ms limpio y menos agresivo, se sumara a la derivada de la asuncin plena de la conveniencia de consumir, tambin, menos, con la consiguiente reduccin de necesidades en lo que a ingresos se refiere. No es preciso agregar -pareceque las reducciones salariales que nos ocupan no afectaran, naturalmente, a quienes menos tienen. 10. Es el decrecimiento un proyecto que augura, sin ms, la infelicidad a los seres humanos? Parece evidente que el decrecimiento no implica en modo alguno, para la mayora de los habitantes, un entorno de deterioro de sus condiciones de vida. Antes bien, debe acarrear mejoras sustanciales como

las vinculadas con la redistribucin de los recursos; la creacin de nuevos sectores que atiendan las necesidades insatisfechas; la preservacin del medio ambiente, el bienestar de las generaciones futuras, la salud de los ciudadanos y las condiciones del trabajo asalariado, o el crecimiento relacional en sociedades en las que el tiempo de trabajo se reducir sensiblemente. Al margen de lo anterior, conviene subrayar que en el mundo rico se hacen valer elementos as, la presencia de infraestructuras en muchos mbitos, la satisfaccin de necesidades elementales o el propio decrecimiento de la poblacin que facilitaran el trnsito a una sociedad distinta. Hay que partir de la certeza de que, si no decrecemos voluntaria y racionalmente, tendremos que hacerlo obligados de resultas del hundimiento, antes o despus, del capitalismo global que padecemos. 11. Qu argumentos se han formulado para cuestionar la idoneidad del decrecimiento? Los argumentos vertidos contra el decrecimiento parecen poco relevantes. Se ha sealado, por ejemplo, y contra toda razn, que la propuesta se emite desde el Norte para que sean los pases del Sur los que decrezcan materialmente. Tambin se ha sugerido que el decrecimiento es antidemocrtico, en franco olvido de que los regmenes que se ha dado en describir como totalitarios nunca han buscado, por razones obvias, reducir sus capacidades militar-industriales. Ms bien parece que, muy al contrario, el decrecimiento, de la mano de la autosuficiencia y de la simplicidad voluntaria, bebe de una filosofa no violenta y antiautoritaria. La propuesta que nos interesa no remite, por otra parte, a una postura religiosa que reclama una renuncia a los placeres de la vida: reivindica, antes bien, una clara recuperacin de stos en un escenario marcado, eso s, por el rechazo de los oropeles del consumo irracional. 12. Tambin deben decrecer los pases pobres? Aunque, con certeza, el debate sobre el decrecimiento tiene un sentido distinto en los pases pobres est fuera de lugar reclamar reducciones en la produccin y el consumo en una sociedad que cuenta con una renta per cpita treinta veces inferior a la nuestra -, parece claro que aqullos no deben repetir lo hecho por los pases del Norte. No se olvide, en paralelo, que una apuesta planetaria por el decrecimiento, que acarreara por necesidad un ambicioso programa de redistribucin, no tendra, por lo dems, efectos notables en trminos de consumo convencional en el Sur. Para esos pases se impone, en la percepcin de S. Latouche, un listado diferente de re: romper con la dependencia econmica y cultural con respecto al Norte, reanudar el hilo de una historia interrumpida por la colonizacin, el desarrollo y la globalizacin, reencontrar la identidad propia, reapropiar sta, recuperar las tcnicas y saberes tradicionales, conseguir el reembolso de la deuda ecolgica y restituir el honor perdido. http://www.decrecimiento.info/2010/09/12-preguntas-sobre-el-decrecimiento.html Aqu hay artculos cuyo autor es Carlos Tiabo

http://www.decrecimiento.info/search/label/Carlos%20Taibo
Wikipedia

http://es.wikipedia.org/wiki/Carlos_Taibo

Pgina Web de Carlos Taibo

http://www.carlostaibo.com/

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Los modelos latinoamericanos: una reflexin libertaria


10/07/2013 | Carlos Taibo | Amrica Latina - Libertarios | Rojo y Negro (junio de 2013) La discusin est en la calle: estara aportando la Amrica Latina de los gobiernos de izquierda un modelo estimulante que dara respuesta a muchos de los callejones sin salida en los que nos encontramos en el Norte opulento o, por el contrario, y pese a los fuegos de artificio, debemos mantener todas las cautelas en lo que hace a lo que significan esos gobiernos? No olvidemos que muchos de quienes se sitan en la primera de esas posiciones consideran que experimentos como el venezolano, el ecuatoriano o el boliviano demostraran la posibilidad de respetar las reglas de la democracia liberal --en ellos hay elecciones razonablemente pluralistas-- al tiempo que se despliegan polticas sociales que estaran cambiando el escenario en franco y afortunado provecho de los desfavorecidos. Antes de entrar en materia dir que, desde mi punto de vista, no se trata de negar que los gobiernos en cuestin han perfilado polticas preferibles a las asumidas por sus antecesores. Tampoco sera bueno que, dogmtica y apriorsticamente, rechazsemos todo lo que significan, tanto ms cuanto que lo razonable es reconocer que el acoso que padecen por los poderes de siempre a buen seguro que tiene su relieve. Y no parecera saludable, en fin, que cerrsemos los ojos ante determinadas derivas eventualmente estimulantes como las que hacen referencia a determinadas opciones de cariz autogestionario o a muchos de los proyectos vinculados, antes que con gobiernos, con las comunidades indgenas y sus singulares formas de organizacin y conducta. Pero, anotado lo anterior, y voy a por lo principal, creo que estamos en la obligacin de preguntarnos si experiencias como la venezolana, la ecuatoriana o la boliviana configuran un modelo sugerente y convincente para quienes bebemos de una cosmovisin libertaria. Y la respuesta, que me parece obvia, es negativa. Lo es, si as se quiere, por cinco razones.

La primera de esas razones subraya el carcter visiblemente personalista de los modelos que nos ocupan, construidos en buena medida de arriba abajo, y en algn caso, por aadidura, con asiento fundamental en las fuerzas armadas. En un mundo como el nuestro, el libertario, en el que hay un orgulloso y expreso rechazo de liderazgos y personalismos, es difcil que encajen proyectos que se mueven con toda evidencia por el camino contrario. Debo subrayar, en segundo lugar, que no se trata slo de una discusin vinculada con liderazgos y jerarquas: la otra cara de la cuestin es la debilidad de las frmulas que, en los modelos que me ocupan, debieran permitir, ms all del control desde la base, el despliegue cabal de proyectos autogestionarios. A ello se suman muchas de las ilusiones que se derivan de la no ocultada aceptacin de las reglas del juego que remiten a la democracia liberal, y en singular una de ellas: la vinculada con aquella que entiende que no hay ningn problema en delegar toda nuestra capacidad de decisin en otros. Anotar, en tercer lugar, que en esos modelos el Estado lo es casi todo. Se pretende que una institucin heredada de los viejos poderes opere al servicio de proyectos cuya condicin emancipatoria mucho me temo que, entonces, se ve sensiblemente lastrada. Al amparo de esta nueva ilusin ptica a duras penas puede sorprender que pervivan, de resultas, los vicios caractersticos de la burocratizacin y, llegado el caso, de la corrupcin. Obligado estoy a sealar, en cuarto trmino, que existe una manifiesta confusin en lo que se refiere a la condicin de fondo de la mayora de los proyectos abrazados por los gobiernos de la izquierda latinoamericana. Esos proyectos han apuntado casi siempre a una ampliacin de las funciones asistenciales de la institucin Estado. Nada sera ms lamentable que confundir eso con el socialismo (a menos, claro, que quitemos a esta palabra buena parte de la riqueza que le da sentido). Si, por un lado, no se ha registrado ninguna suerte de socializacin de la propiedad --o, en el mejor de los casos, esta ltima ha hecho acto de presencia de manera marginal--, por el otro han pervivido inequvocamente, por mucho que se hayan visto sometidas a cortapisas, las reglas del juego del mercado y del capitalismo. Me permito agregar una quinta, y ltima, observacin: incluso en los casos en los que la vinculacin de las comunidades indgenas con determinados proyectos institucionales ha podido limar algo la cuestin, lo suyo parece concluir que las experiencias objeto de mi atencin han sucumbido con lamentable frecuencia al hechizo de proyectos productivistas y desarrollistas que se antojan reproducciones mimticas de muchas de las miserias que el Norte opulento ha exportado, las ms de las veces --sea dicho de paso-- con razonable xito. Vuelvo al argumento principal: si no hay duda mayor en lo que se refiere al hecho de que los gobiernos de izquierda en Amrica Latina han contribuido --unos ms, otros menos-- a mejorar la situacin de las clases populares, desde una perspectiva libertaria parece obligado mantener al respecto todas las cautelas. Y entre ellas una principal: la que nace de la certeza de que, con los mimbres desplegados por esos gobiernos, es extremadamente difcil que se asienten en el futuro sociedades marcadas por la igualdad, la autogestin, la contestacin de la miseria patriarcal, la desmercantilizacin y el respeto de los derechos de los integrantes de las generaciones venideras. Al respecto nada me gustara ms que equivocarme. http://www.carlostaibo.com/articulos/texto/index.php?id=475

Carlos Taibo dice que l es gallego, es nacido en Madrid 1956

Secciones: Documentos, opinin, debate - Europa - Marxismo Ttulo: - Enlace 1

El comunismo condenado por Carlos Taibo

http://www.iu-hortaleza.org/article.php?sid=1571
Texto del artculo:

'El comunismo condenado' por Carlos Taibo


Publicado el Lunes 06 de febrero de 2006 Criminalizacin del Comunismo La Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa ha sido en las ltimas semanas el escenario de agrias disputas sobre si convena o no formalizar una condena de los regmenes llamados 'comunistas'. Vaya por delante que todo me invita a concluir que hay razones sobradas para repudiar esos regmenes, protagonistas en el pasado de crmenes execrables, tanto en la URSS -y me cio ahora al teatro europeo-- como en sus satlites de la Europa central y balcnica. Agregar, para dejar las cosas an ms claras, que me preocupan poco las discusiones relativas a si unos regmenes fueron ms benignos que otros. Los crmenes deben ser condenados sean cuales sean los condicionantes comparativos que uno quiera invocar. Aclarado lo anterior, hay que poner los puntos sobre las es, sin embargo, en lo que se refiere a la presumible intencin poltica y, en su caso, a la terminologa comnmente empleada por quienes estn detrs de la iniciativa que nos ocupa. La tarea correspondiente reclama, como poco, cuatro precisiones que afectan a otras tantas cuestiones importantes. La primera de ellas subraya lo que entre nosotros parece evidente: no puede colocarse en el mismo saco a los regmenes objeto de nuestro inters, por un lado, y a los partidos comunistas occidentales, por el otro. Fueren cuales fueren las dobleces de estos ltimos --y las hubo, y muchas- parece fuera de discusin que configuraron instancias decisivas en la lucha contra los fascismos de entreguerras y en el derrocamiento de dictaduras de muy diverso corte. No est de ms recordar, por aadidura, que muchos de los militantes de esos partidos se dejaron la vida en ese empeo. Tampoco parece fuera de lugar la mencin de que muchos comunistas disidentes se opusieron con coraje a los propios sistemas de tipo sovitico. Vaya una segunda consideracin: mi percepcin de siempre ha sido la que sugiere que es un craso e interesado error seguir etiquetando de 'comunistas' a lo que acabo de llamar, de manera ms neutra, sistemas de tipo sovitico. Y ello es as, en primer y marginal lugar, porque, aunque a menudo se olvide, esos sistemas rechazaron para s la marca correspondiente: las ms de las veces argan que el comunismo era un objetivo final que se antojaba lejano. Mayor relieve tiene el hecho de que existen distancias alarmantes entre lo que una pltora de pensadores del XIX, con Marx a la cabeza, entendi que era el comunismo y la presunta concrecin de ste en la Europa oriental del siglo siguiente. No nos engaemos mucho al respecto: si la idea comunista es muy anterior a los sistemas de tipo sovitico -si as se quiere, es uno de los vectores siempre presentes en el pensamiento poltico occidental-, lo suyo es que convengamos que sobrevivir tambin a esos sistemas, de la mano, acaso, de una crtica radical de lo que fueron. Recelemos, en tercer lugar, de una palabra que aparece por doquier en estas discusiones: 'totalitarismo'. La categora correspondiente -y la paralela de 'autoritarismo'- tiene un rigor reducido a la hora de retratar realidades complejas, y ello hasta el punto de que a menudo se ha apuntado que su nica utilidad es la que se deriva de su condicin de estmulo para muchos debates. Limitmonos a resear que no deja de ser llamativo que muchos de nuestros conservadores de estas horas parezcan estimar que los ltimos regmenes merecedores de la etiqueta de 'totalitarios' son los que comnmente describen como 'comunistas'. Esta forma de mal razonar, que utiliza con visible sesgo ideolgico los conceptos, debera explicar, por cierto, cmo puede afirmarse que la URSS posterior a Stalin, luego de una visible suavizacin de la represin y de una relativa liberalizacin, segua siendo, sin embargo, un rgimen rotundamente 'totalitario'. Agreguemos, en fin, que, a tono con alguna glosa que ya hemos adelantado, hay motivos ms que suficientes para recelar de la condicin estimulantemente democrtica de muchos de los detractores de los sistemas de tipo sovitico. Limitmonos a resear que, poderoso caballero es don dinero, cuando aqullos existan comerciaron activamente con sus mulos occidentales. No slo: hay quien se sentir tentado de recordar que al fin y al cabo el grueso de las elites, polticas como econmicas, de los actuales pases de la Europa central y oriental -muchos de ellos miembros de la UE de estas horas- lo configuran segmentos enteros de la vieja burocracia dirigente en los sistemas de tipo sovitico. Cuando aceptamos -aceptande buen grado una activa cooperacin con gentes que tan lamentable funcin asumieron en el pasado, estamos retratando de manera cabal nuestra propia condicin, no tan pura como determinados discursos parecen dibujar.

No est de ms que seale que, entre las respuestas que ha levantado el debate que hoy me ocupa, se ha hecho notar la opinin de gentes que, presuntamente vinculadas con el magma de nuestros partidos comunistas, se han rasgado las vestiduras ante lo que consideran que son condenas lamentables de sistemas que mereceran el mayor respeto. Pena es que estas gentes sigan sin prestarle atencin a lo principal: lo muy poco que los sistemas en cuestin tenan que ver con las ideas que los partidos comunistas defendan a menudo entre nosotros, y entre ellas con el 'comunismo'. Artculo de www.profesionalespcm.org insertado por: El administrador web - Fecha: 06/02/2006 - Modificar Comparte el artculo en las REDES SOCIALES: Delicious | Meneame | Facebook | Twitter | Technorati |

http://www.profesionalespcm.org/_php/MuestraArticulo2.php?id=5419 EL PAIS

ENTREVISTAS DIGITALES

Carlos Taibo
Escritor y experto en poltica internacional
JUEVES, 25 DE MAYO DE 2006

Carlos Taibo, profesor de Ciencia Poltica de la Universidad Autnoma de Madrid, es uno de los mximos expertos espaoles en poltica internacional. Acaba de terminar su libro 'Rapia Global', donde trata algunos asuntos como la globalizacin, la instrumentalizacin del terrorismo, la crisis en la Unin Europea y un sinfn de aspectos de la relaciones gubernamentales de nuestros das. Carlos Taibo ha charlado con los lectores

http://www.elpais.com/edigitales/entrevista.html?encuentro=2159

Los internautas preguntan a Carlos Taibo


Len
1. 25/05/2006 - 12:53h.

Usted escribe en una editorial llamada "Libros de la catarata" que tiene, si no me equivoco, una marcada inclinacin ideolgica. Eso me lleva a preguntarle si es posible analizar el mundo ex sovitico con rigor desde una postura tan cercana a la izquierda idelogica. Gracias. Catarata es una editorial del mundo de los movimientos sociales emergentes. No s porqu piensa usted que ello incapacita para anlizar con rigor el mundo ex sovitico.
Valentn
2. 25/05/2006 - 12:57h.

Cules cree que sern las consecuencias del caso de Montenegro? Existe un nacionalismo espaol? Es compatible la izquierda y el nacionalismo? Claro que existe un nacionalismo espaol que incorpora problemas iguales o mayores que los que exiben los nacionalismos de la periferia.
Sikander
3. 25/05/2006 - 12:53h.

Prximamente voy a leer su libro sobre Chechenia para mi trabajo fin de carrera. Cmo puede el mundo occidental dar la espalda a este descalabro? Lo raro sera que el mundo occidental actuase de otra manera. Los intereses siempre se imponen sobre los principios.
AlonsodeVera
4. 25/05/2006 - 13:35h.

No era mejor una Unin Europea ms slida con el Tratado Constitucional en vigor, que contena principios y normas sociales an limitadas pero que se podan mejorar en el futuro, que la situacin actual? No lo creo. El Tratado era malo por s slo y conduca a un escenario difcilmente reformable. Su rechazo ha tenido la virtud de abrir un debate cada vez ms necesario.
furibundo mart
5. 25/05/2006 - 12:53h.

Es pblica y notoria su militancia en IU. Cree que la organizacin necesita un cambio en su poltica y sus dirigentes para no ser extraparlamentaria en prximas convocatorias electorales (sobre todo en la CAM y en las generales)? Est usted por completo equivocado. No soy ni he sido nunca militante de IU. Y no tengo ninguna simpata especial por la organizacin.
Sol_sureste
6. 25/05/2006 - 13:35h.

Si los imperios a lo largo de la historia han perdurado una media de 300 a 500 aos (romano, espaol, etc), cree que tendremos que soportar el actual imperio yanqui otros 250 aos, o yo ver su declive? -tengo 46 aosSospecho que la historia se acelera y que el periodo de duracin de un imperio se est reduciendo, aunque intuyo que a tus 46 aos no tendrs la suerte de ver el desmoronamiento cabal de imperio yanki. Aunque es verdad que la medicina hace milagros.
joan morell
7. 25/05/2006 - 13:06h.

Podra sintetizar la situacin poltica china y su previsible evolucin? Gracias Me temo que China est dramticamente inserta en la vorgine de la globalizacin capitalista, y que poco cabe esperar que haga al respecto un Partido Comunista hiperburocratizado.
Ramiro Fidel Velasco
8. 25/05/2006 - 13:06h.

Da la sensacin que Evo Morales tiene piedra libre para realizar cualquier accin, sin lmites, por la poca crtica y el mucho aplauso que recibe de algunos gobiernos Europeos. no es irresponsable la actitud de Espaa y otros pases Europeos respecto a las polticas populistas del gobierno de Evo Morales? No creo que sea esa la poltica de los gobiernos europeos. Ms bien me parece que han salido en defensa obscena de los intereses de empresas a menudo impresentables.
Francis Martorell
9. 25/05/2006 - 13:03h.

Qu le parece la actitud de los gobiernos de la UE con respecto al referndum en Montenegro? No me gusta que la UE le de instrucciones a nadie. Dicho eso, celebro que an a regaadientes y con trampas la UE reconozca el derecho de autodeterminacin.
Jorge Jimenez. Sevilla
10. 25/05/2006 - 13:36h.

Ante los movimientos geoestratgicos en Asia Central de los EUA en su estrategia por el control de los recursos naturales( petrleo, gas, agua, etc...) que consecuencias mundiales puede tener una "asociacin" Rusia-China para la defensa de su zona de influencia?Y unido a ello, qu posibilidades existen de una hipottica incorporacin futura de Rusia a la UE? Dudo que Rusia y China estn interesadas en colaborar estratgicamente. En trminos tecnolgicos, su desfase sigue siendo muy notable. Por lo dems, EE UU est teniendo notables xitos en su propsito de mantener alejadas a Rusia y a la UE.

Francis Martorell
11. 25/05/2006 - 12:54h.

Qu le parecen las declaraciones del ex ministro de Interior ngel Acebes relacionando inmigracin con delincuencia? Es el discrso de siempre de la derecha espaola. Sera mucho ms interesante que Acebes relacionase inmigracin y explotacin descarnada. Puestos a buscar delincuentes hay muchos entre nuestros empresarios.
Juanma
12. 25/05/2006 - 13:04h.

A qu se debe la 'pasin' proserbia de un sector de la izquierda espaola? A una lamentable ilusin ptica: la de que Milosevic tena algo que ver con el comunismo. Y al designio de invertir, sin ms, el discurso oficial imperante entre nosotros.
Juanma Jimnez
13. 25/05/2006 - 12:58h.

Es Bielorrusia una dictadura, s o no? NO es ms dictadura que China o Arabia Saud, con lo cual no deja de sorprender que al presidente bielorruso se le prohba la entrada en la UE y no se haga otro tanto con los dirigentes chinos y saudes.
amabeca
14. 25/05/2006 - 13:22h.

Cul cree usted que ser el efecto en la U.E. cuando Turqua pase a ser un miembro ms? Muchas gracias por compartir sus ideas. En principio ser un enriquecimiento para la UE, an cuando nos obligar a realizar esfuerzos solidarios que nunca estn de ms.
Galiza Ceibe
15. 25/05/2006 - 13:02h.

Las noticias sobre Chechenia han desaparecido de los medios de comunicacin. Cmo se encuentra la situacin en estos momentos y qu perspectivas polticas de futuro hay?. Un saludo de un ex-alumno. El conflicto est enquistado y por desgracia no hay ningn horizonte de negociacin poltica. Ello es as porque a Putin le interesa electoralmente semejante escenario.
fermn goiriz
16. 25/05/2006 - 13:23h.

Qu papel, en esta "rapia global" le "haremos" jugar a frica. Un saludo y gracias. frica es un convidado de piedra en la globalizacin capitalista. El escenario de rapia histrica ms consistente y el retrato ms cabal de la incapacidad de la globalizacin para resolver los grandes problemas.
tgc
17. 25/05/2006 - 13:29h.

Otro mundo es necesario, no solo posible. Pero cmo deberia de organizarse? Hay una alternativa libertaria? Creo que los nuevos movimientos implican una crtica de lo que en el pasado fueron la socialdemocracia y el stalinismo y que, en ese sentido, reflejan una clara conciencia de la necesidad de preservar una democracia de base, antijerrquica y antiautoritaria.
AMD
18. 25/05/2006 - 12:55h.

Cuando estuvieron mejor las relaciones polticas internacionales de Espaa... Gonzlez, Aznar o Zapatero? En los tres casos, y con matices, la relaciones exteriores de Espaa lo son por desgracia de un pas egoista e interesado.
Maria LR
19. 25/05/2006 - 13:25h.

Qu opinin le merece el acuerdo alcanzado en el parlamento europeo en febrero entre el Partido Socialista Europeo y el Partido Popular Europeo en torno a la Directiva Bolkestein?

Creo que por desgracia la mayora de los socialistas europeos respaldan sin cautela los proyectos que defienden conservadores y liberales. Estamos obligados a preguntarnos qu tienen que ver estos proyectos con el socialismo o con los estados de bienestar.
elratoncitoperez
20. 25/05/2006 - 12:55h.

Por qu tiene usted una visin tan pesimista del mundo? Es difcil ser inteligntemente optimista en un planeta en el que cada da mueren 50.000 seres humanos de hambre.
zapatitos
21. 25/05/2006 - 12:56h.

Cree usted que las ONG y los movimientos antiglobalizacin realmente sirven para algo? No cree que los movimientos antiglobalizacin estn un poco fuera de la realidad? Naturalmente que lo creo. ME parece que estn bien metidos en la realidad y que estn reactivando muchos debates, aunque siento ms simpata por los movimientos que por las ONG.
EEUUropeo
22. 25/05/2006 - 13:20h.

Ser posible que EEUUropa vuelva a reconquistar alguna vez los modelos de "Estado de bienestar" del siglo XX? O en estos tiempos de crisis global es impensable ningn contenido social en nuestro continente? se pueden combatir atrocidades como la Directiva Bolkenstein desde los sindicatos europeos? Muchas gracias por sus libros y por sus artculos en Diagonal. Con los gobernantes y los proyectos actuales no. El modelo de capitalismo social europeo configura hoy pro desgracia un mito del pasado anegado por la vorgine neoliberal.
nopasaran
23. 25/05/2006 - 13:05h.

Qu opina de la trada Cuba/Venezuela/Bolivia? Dudo que exista esa trada, pero en cualquier caso no es menos respetable que las muchas alianzas interesadas que EEUU ha perfilado en Amrica Latina.
Valncia_79
24. 25/05/2006 - 13:15h.

Crees que sera posible en un futuro no muy lejano la eliminacin del "derecho a veto" de ciertos paises dentro de la ONU?mejorara asi la poltica internacional en general? Lo veo poco probable. Por desgracia, la mayora de los proyectos apuntan antes bien a consolidar el derecho de veto, lo cual dibuja un panorama poco estimulante en el futuro de Naciones Unidas.
barrigaverde
25. 25/05/2006 - 12:57h.

Qu opina de la independencia de Montenegro? Tendr alguna consecuencia en Espaa? Tienen sentido en Espaa movimientos como el que pide la separacin de Cartagena? Creo en el derecho de autodeterminacin y en el principio de las mayoras, y me parece legtimo que en Galicia, Catalua y Euskadi reclamen frmulas como la de Montenegro.
tempranero
26. 25/05/2006 - 13:14h.

Que opina de las nacionalizaciones del presidente de Bolivia, Evo Morales? Creo que ya era hora. Ahora le toca el turno de demostrar que las nacionalizaciones benefician a los desheredados de siempre.
carbajo
27. 25/05/2006 - 13:26h.

Primero me encanta su opinin sobre el mundo, tengo ke reconoccer ke le leo con atencin. Es segura una central petroqumica? En mi pueblo Fuente del Maestre (Badajoz) kieren poner una.

El viernes de la semana que viene tengo que ir a Badajoz a un acto contra la petroqumica. Sera mucho ms interesante que una Extremadura ecolgicamente limpia conservase ese rasgo frente a las nfulas industrialistas de su presidente.
Pedro
28. 25/05/2006 - 13:20h.

Sr. Taibo, no cree que el recurso de echar las culpas a la gestin de Bush es, en muchas ocasiones, precisamente eso, un recurso con tal de no criticar a la clase poltica espaola? En Extremadura a quienes criticamos a Ibarra y su politica se nos discrimina (multas y expedientes a ciudadanos contrarios a la instalacin de una refinera). Gracias. Es verdad que Bush no tiene la culpa de todo lo que ocurre en el planeta y que hay que apuntar las responsabilidades de otros, pero Bush refleja simblicamente muchos de los males de la rapia global que padecemos.
Escuify
29. 25/05/2006 - 13:10h.

Cmo valora el movimiento hacia la izquierda de muchos pases latinoamericanos? Y cmo valora el papel de las empresas espaolas en Amrica Latina? Creo que refleja un visible descontento de la mayora de la poblacin ante las polticas neoliberales. Me gustara que Brasil tirase con fuerza de ese movimiento, pero por desgracia no lo veo.
Anselmoraq
30. 25/05/2006 - 13:12h.

Qu futuro le aguarda a Bosnia? Cree que en los prximos 10 aos la ciudadana se impondr a lo tnico? Lo dudo. A la comunidad internacional slo le interesa la estabilidad, en modo alguno la democratizacin y la reconstruccin de la vida multitnica.
Andrs Snchez Padilla
31. 25/05/2006 - 13:11h.

Si Catalua, Euskadi y Galicia tienen derecho a la autodeterminacin, por qu no todas las dems que lo pidan? Porque todas tienen Historia, aunque no todas tengan ms de una lengua Creo en el derecho de autodeterminacin en general, as que no tengo ningn motivo para negrselo a otros.
m-angeles
32. 25/05/2006 - 13:17h.

Cree usted que EEUU est planeando invadir Iran? Existe realmente el terrorismo islmico o es el chivo expiatorio estadounidense? Se desarrollar alguna alternativa al petrleo? Puede Bolivia convertirse en una potencia tras la nacionalizacin de hidrocarburos (Qu suceder con Evo Morales)? Saludos, M ngeles H. L. Los pasos de EEUU recuerdan mucho a los de hace 4 aos en relacin con Irak. Y es lgico que Irn se sienta amenazado. A lo mejor sera ms saludable que Washington generase medidas de confianza para que Irn cancelase su programa nuclear militar.
Galizka
33. 25/05/2006 - 13:38h.

Cmo ve el nuevo gobierno de la Xunta y la incorporacin del BNG al nuevo gobierno? Pues, como dijo un paisano, "si le digo la verdad, le mentira".
Peter
34. 25/05/2006 - 13:21h.

Sr.Taibo, cuales cree usted que son las diferencias entre la actual ocupacin de Irak y la de Afganistn,si es que hay alguna? gracias Creo que son dos situaciones extremadamente similares y que en ambos casos EEUU quiere hacernos pensar que est luchando contra el terrorismo cuando lo que realmente hace es defender sus intereses geoestratgicos y geoeconmicos ms convencionales.
berlin
35. 25/05/2006 - 13:32h.

Los Talibanes han vuelto!!! cmo se define quin es terrorista y quin ejerce legalmente su violencia?

Hay un uso evidentemente interesado del concepto de terrorismo. Siempre tendemos a pensar que los terroristas son los otros; en ese terreno es perfectamente legtimo sostener que los militares norteamericanos en Irak y Afganistn son tan terroristas como el que ms.
Mara
36. 25/05/2006 - 13:27h.

El 2 de julio Mxico celebra elecciones. Si ganara Lopez Obrador, como parece claro que ser, piensa que las relaciones con el gobierno de Estados Unidos cambiaran sustancialmente, lo suficiente para amainar la dependencia del gobierno mexicano hacia el pas del norte? No conozco bien Mxico, pero intuyo que Lpez Obrador podra seguir un camino similar al de Lula en Brasil. Aunque eso es preferible a lo que hay tampoco ese horizonte me llena de entusiasmo.
Csar Martnez
37. 25/05/2006 - 13:28h.

Desde su perspectiva de profesor, cmo ve la situacin actual de la Universidad espaola? Gracias Creo que, por fortuna, hay cierto renacer del espritu crtico y de la contestacin entre los estudiantes. Me gustara que los profesores se diesen cuenta de que tienen que discutir crticamente lo de Bolonia.
Raul Lopez
38. 25/05/2006 - 13:31h.

Porqu Moratinos y ZP traicionan a la izquierda espaola y se oponen a la independencia del sahara? Porque en la balanza pesan mucho ms unas relacciones fludas con Marruecos que la defensa del derecho de autodeterminacin de un pueblo de siempre castigado y abandonado.
autonomero
39. 25/05/2006 - 13:37h.

cree usted que europa deberia eliminar sus subsidios agricolas para permitir un desarrollo de los paises del tercer mundo? Creo que debe eliminar los subsidios, pero eso en modo alguno es suficiente. Pensar que el libre comercio, sin ms, va a resolver los problemas es invocar una supersticin lamentable. Mensaje de despedida
Siento no haber respondido ms preguntas, pero sospecho que la CIA y el programa Echelon o en su caso las meigas, que a lo mejor son lo mismo, se han cruzado en el camino. Otra vez ser.

http://www.elpais.com/edigitales/entrevista.html?encuentro=2159

1917: LENIN Y LA REVOLUCIN COMUNISTA Carlos Taibo


http://www.mundodescargas.com/apuntestrabajos/relaciones_laborales_recursos_humanos/decargar_siglo-xx.pdf

Audios descargables CARLOS TAIBO


http://www.ivoox.com/CARLOS-TAIBO_sb.html?sb=CARLOS+TAIBO

Mercredi 18 mai 2011


Intervencin de Carlos Taibo en la manifestacin del 15-M

Intervencin de Carlos Taibo en la manifestacin del 15-M


Fecha Mircoles, 18 mayo

"Quienes estamos aqu somos, a buen seguro, personas muy distintas. Llevamos en la cabeza proyectos e ideales diferentes. Han conseguido, sin embargo, que nos pongamos de acuerdo en un puado de ideas bsicas. Las intento resumir de manera muy rpida. Primera. Lo llaman democracia y no lo es. Las principales instituciones y, con ellas, los principales partidos han conseguido demostrar su capacidad para funcionar al margen del ruido molesto que emite la poblacin. Los dos partidos ms importantes, en singular, escenifican desde tiempo atrs una confrontacin aparentemente severa que esconde una fundamental comunidad de ideas. Uno y otro mantienen en sus filas, por cierto, a personas de ms que dudosa moralidad. No es difcil adivinar lo que hay por detrs: en los hechos son formidables corporaciones econmico-financieras las que dictan la mayora de las reglas del juego. Segunda. Somos vctimas con frecuencia de grandes cifras que se nos imponen. Em mayo de 2010, por proponer un ejemplo, la Unin Europea exigi del Gobierno espaol que redujese en 15.000 millones de euros el gasto pblico. Nadie sabe a ciencia cierta qu son 15.000 millones de euros. Para comprenderlo no est de ms que asumamos una rpida comparacin con otras cifras. Unos aos atrs ese Gobierno espaol que acabo de mencionar destin en inicio 9.000 millones de euros al saneamiento de una nica caja de ahorros, la de Castilla-La Mancha, que se hallaba al borde de la quiebra; estoy hablando de una cifra que se acercaba a las dos terceras partes de la de la exigida en recortes por la Unin Europea. Durante dos aos fiscales consecutivos, ese mismo Gobierno obsequi con 400 euros a todos los que hacemos una declaracin de la renta. A todos, dicho sea de paso, por igual: lo mismo recibi el seor Botn que el ciudadano ms pobre. Segn una estimacin, ese regalo se llev, en cada uno de esos aos, 10.000 millones de euros. Estoy hablando del mismo Gobierno, que se autotitula socialista, que no dud en suprimir un impuesto, el del patrimonio, que por lgica grava ante todo a los ricos, reduciendo sensiblemente la recaudacin, mientras incrementaba en cambio otro, el IVA, que castiga a los pobres. El mismo Gobierno, en fin, que apenas hace nada para luchar contra el fraude fiscal y que mantiene la legislacin ms laxa de la Unin Europea en lo que hace a evasin de capitales y parasos fiscales. Tercera. Si hay un dios que adoran polticos, economistas y muchos sindicalistas, ese dios es el de la competitividad. Cualquier persona con dos dedos de cabeza sabe, sin embargo, en qu se han traducido, para la mayora de quienes estn aqu, las formidables ganancias obtenidas en los ltimos aos en materia de competividad: salarios cada vez ms bajos, jornadas laborales cada vez ms prolongadas, derechos sociales que retroceden, precariedad por todas partes. No es difcil identificar a las vctimas de tanta miseria. La primera la aportan los jvenes, que engrosan masivamente nuestro ejrcito de reserva de desempleados. Si no hubiera muchas tragedias por detrs, tendra su gracia glosar esa deriva terminolgica que hace media docena de aos nos invitaba a hablar de mileuristas para retratar una delicada situacin, hoy nos invita a hacerlo de quinientoseuristas y pasado maana, las cosas como van, nos obligar a referirnos a los trescientoseuristas. La segunda vctima son las mujeres, de siempre peor pagadas y condenadas a ocupar los escalones inferiores de la pirmide productiva, a ms de verse obligadas a cargar con el grueso del trabajo domstico. Una tercera vctima son los olvidados de siempre, los ancianos, ignorados en particular por esos dos maravillosos sindicatos, Comisiones y UGT, siempre dispuestos a firmar lo infirmable. No quiero olvidar, en cuarto y

ltimo lugar, a nuestros amigos inmigrantes, convertidos, segn las coyunturas, en mercanca de quita y pon. Estoy hablando, al fin y al cabo, de una escueta minora de la poblacin: jvenes, mujeres, ancianos e inmigrantes. Cuarta. No quiero dejar en el olvido los derechos de las generaciones venideras y, con ellos, los de las dems especies que nos acompaan en el planeta Tierra. Lo digo porque en este pas en el que estamos hace mucho tiempo que confundimos crecimiento y consumo, por un lado, con felicidad y bienestar, por el otro. Hablo del mismo pas que ha permitido orgulloso que su huella ecolgica se acrecentase espectacularmente, con efecto principal en la ruptura de precarios equilibrios medioambientales. Ah estn, para testimoniarlo, la idolatra del automvil y de su cultura, esos maravillosos trenes de alta velocidad que permiten que los ricos se muevan con rapidez mientras se deterioran las posibilidades al alcance de las clases populares, los castigos, acaso irreversibles, que han padecido nuestras costas o, para dejarlo ah, la dramtica desaparicin de la vida rural. Nada retrata mejor dnde estamos que el hecho de que Espaa se encuentre en el furgn de cola de la Unin Europea en lo hace a la lucha contra el cambio climtico, con un Gobierno que alienta la impresentable compra de cuotas de contaminacin en pases pobres que no estn en condiciones de agotar las suyas. Quinta. Entre las reivindicaciones que plantea la plataforma que promueve estas manifestaciones y concentraciones hay una expresa relativa a la urgencia de reducir el gasto militar. Me parece tanto ms pertinente cuanto que en los ltimos aos hemos tenido la oportunidad de comprobar cmo nuestros diferentes gobernantes rebajaban de manera muy sensible la ayuda al desarrollo. Nunca lo subrayaremos de manera suficiente: el momento ms ttrico de nuestra crisis dibuja un escenario claramente preferible al momento ms airoso de la situacin de la mayora de los pases del Sur. Vuelvo, con todo, a lo del gasto militar. Este ltimo, visiblemente ocultado tras numerosas partidas, responde a dos grandes objetivos. El primero no es otro que mantener a Espaa en el ncleo de los pases poderosos, con los deberes consiguientes en materia de apoyo a esas genuinas guerras de rapia global que lideran los Estados Unidos. El segundo se vincula con el designio de preservar un apoyo franco a lo que hacen tantas empresas espaolas en el exterior. Alguien ha tenido noticia de que algn portavoz del Partido Socialista o del Partido Popular se haya atrevido a criticar, siquiera slo sea livianamente, las violaciones de derechos humanos bsicos de las que son responsables empresas espaolas en Colombia como en Ecuador, en Per como en Bolivia, en Argentina como en Brasil? Acabo. Me gustara en estas horas tener un recuerdo para alguien que nos ha dejado en Madrid el martes pasado. Hablo de Ramn Fernndez Durn, que ilumin nuestro conocimiento en lo que respecta a las miserias del capitalismo global y nos puso sobre aviso ante lo que nos espera de la mano de esa genuina edad de las tinieblas en la que, si no lo remediamos, nos adentramos a marchas forzadas. No se me ocurre mejor manera de hacerlo que la que me invita a rescatar una frase que ha repetido muchas veces mi amigo Jos Luis Sampedro, de quien escucharemos, por cierto, un saludo dentro de unos minutos., La frase en cuestin, que creo refleja bien a a las claras nuestra intencin de esta tarde, la pronunci Martin Luther King, el muidor principal del movimiento de derechos civiles en los Estados Unidos de cincuenta aos atrs. Dice as: 'Cuando reflexionemos sobre nuestro siglo, lo que nos parecer ms grave no sern las fechoras de los malvados, sino el escandaloso silencio de las buenas personas'. Muchas gracias por haberme escuchado".

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Carlos Taibo: en su condicin de intelectual trotskista (LCR-Secretario Unificado de la IV)


ha colaborado en la infiltracin y desmantelamiento de IU como alternativa al PSOE , participando en la elaboracin del cuerpo torico que condenaba a la marginacin del PCE dentro de la coalicin. Tras culminar exitosamente esta operacin (Pacto IU-PSOE de 2000) se alej de IU junto a su organizacin de referencia (que ha seguido su camalenico cambio de nombre: Liga Comunista Revolucionaria, Espacio Alternativo, Izquierda Anticapitalista). Anti-PC convencido, aade a su curriculum trotskista la rebaja del anti-imperialista a la condicin de mero anti-capitalismo; por esa razn, fustiga con igual o mayor celo a los pases que han ensayado un "capitalismo de izquierdas" como forma de rebajar la presin del imperialismo (Yugoslavia, Irak, Libia, etc.) -hacindole el juego a las campaas satanizadoras del imperialismo-; consiguientemente, se apunta a la ltima moda del radicalismo de izquierdas y hace suya la consigna del "decrecimiento" en tiempos de recesin econmica y destruccin de la riqueza. Junto con la secta de la LCR, tiene mucha influencia a nivel de cpula en la CGT, donde su acreditacin acadmica y la influencia de las editoriales le sirven para alejar al sindicato de sus bases obreras. Por todo ello, es un claro exponente del anti-comunismo militante disfrazado de anti-stalinismo, del aristocratismo burgus, un enemigo declarado del Partido Comunista, y un traidor a la Clase Obrera y al Pueblo Trabajador.
http://villaverdecomunista.blogspot.com/p/galeria-de-traidores.html

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