Comedia Un Maestro de Alemania
Comedia Un Maestro de Alemania
Comedia Un Maestro de Alemania
COMEDIA
UN MAESTRO DE ALEMANIA
Alejandro Tantanian
Con el asesinato administrativo de millones de personas, la muerte se ha convertido en algo que nunca haba sido temible de esa forma. Ya no queda posibilidad alguna de que entre en la experiencia vital de los individuos como algo acorde con el curso de su vida. El individuo es despojado hoy da de lo ltimo y ms pobre que le haba quedado. El que en los campos de concentracin no slo muriese el individuo, sino el ejemplar de una especie, tiene que afectar tambin a la muerte de los que escaparon a esa medida. El genocidio es la integracin absoluta, que cuece en todas partes donde los hombres son homogeneizados, pulidos -como se deca en el ejrcito- hasta ser borrados literalmente del mapa como anomalas del concepto de su nulidad total y absoluta. Auschwitz confirma la teora filosfica que equipara la pura identidad con la muerte.
(...) La perpetuacin del sufrimiento tiene tanto derecho a expresarse como el torturado a gritar: de ah que quiz haya sido falso decir que despus de Auschwitz ya no se puede escribir poemas. Lo que en cambio no es falso es la cuestin menos cultural de si se puede seguir viviendo despus de Auschwitz, de si le estar totalmente permitido al que escap casualmente pudiendo haber sido asesinado. (...) Qu culpa tan radical la del que se salv! Su pago son los sueos que padece, como el de quien ya no vive, sino que fue pasado por la cmara de gas en 1944, cuya entera existencia posterior es mera imaginacin, emanacin del deseo delirante de un asesinado hace veinte aos. THEODOR W. ADORNO, Dialctica negativa. (1966)
Astilla en el ojo: que se conserve un signo llevado a travs de la oscuridad. PAUL CELAN, Astillas (1957)
Habr varios telones ocultando espacios. (Algunos velarn pequeos escenarios, otros escondern personas.)
El color ser oscuro. Ms bien gris. Todo estar rado. Sin embargo se adivinar una obsesiva limpieza. Una perfeccin formal que contrastar con los colores y materiales.
UNO
Una luz se demora sobre el cuerpo de CELAN. Es un hombre en sus treinta. Lleva las ropas desordenadas. Est pelado. Su cuerpo erguido. Rgido. Sus ojos estn desmesuradamente abiertos. Jams los cierra. Insomne. Sin embargo, su mirada se posa sobre las cosas sin conviccin. Slo traza contornos, siluetas; sus ojos han perdido la capacidad de armar el mundo. Su hablar, por el contrario, denota una profunda conviccin: se aproxima a las palabras con total conocimiento de lo que se encierra en ellas.
Un tren silba a lo lejos. Se detiene en el centro del patio triangular. Ellos abren las puertas.
CELAN
Miles de cuerpos entrelazados en la oscuridad de los vagones. Ahora ellos abren las puertas y somos obligados a descender. Abandonamos aquel infierno. Nuestras ropas manchadas con mierda. Los zapatos inundados de pis. Nos llevan a un galpn enorme. HOMBRE Vamos. Toda la ropa. CELAN Aqu? HOMBRE Ahora ah. CELAN Otro hombre vestido de blanco pasa sobre mi cabeza la mquina hasta dejar heridas en el cuero cabelludo. HOMBRE Nombre? CELAN Celan. Paul Celan. HOMBRE Edad? CELAN 24 aos. HOMBRE Origen? CELAN
Rumania. HOMBRE Origen. CELAN Judo. CELAN Cuando aquel hombre hizo que me acostara boca abajo en una mesa para que me revisaran el recto y los rganos sexuales, todas las cosas de mi vida pasada se evaporaron.
CELAN Como una cancin de infancia. Yo soy yo. Mi cuerpo sobre esta tierra. Una mano alzada al cielo. La otra seala el infierno. Y frente a m los instrumentos del destino. Yo soy yo. Aire soy.
Silencio.
CELAN Familia, hogar, ocupacin y posesiones fueron ideas que olvid. Cuando grabaron el nmero en mi brazo. HOMBRE 66523.
Otro tren viene llegando. Se detiene en el patio triangular. Largo silencio. CELAN slo.
CELAN Y yo echado contigo, t, entre la basura, una luna barrosa nos dispar con respuestas, nos separamos en migajas y nos unimos de nuevo: el Seor parti el pan, el pan parti al Seor.
Silencio.
Silencio.
Silencio.
Me llamo Celan. Paul Celan. Mi apellido se confunde con las letras de la noche.
DOS
Est pelada.
HELENA Helena. Mi nombre es Helena. En mi mano izquierda un pedazo de carbn. Y sobre una de las paredes del cuarto escribo: Madre, no, no llores. Reina del cielo la ms pura. Aydame siempre. Ave Mara. 1[1] Escribo en las paredes con carbn. Palabras negras sobre paredes negras. Palabras que hablan de m en las paredes negras escribo con carbn. En el cuarto de infancia sobre paredes blancas se apoyaba el cuadro que protega mi cama. Cinco pequeos personajes se adelantan en el espacio cerrado del cuadro. Y el perro, echado, soportando el leve peso de un pie, un pie que se apoya, torcido, sobre el lomo reposado del perro, el pie de la nia ms joven, la nia pequea en ropas de nio. La de cabellos rubios, en el centro de la luz, mira mi mirada derramada. El cuarto es cerrado y un hombre vigila desde una puerta, all, al fondo. Un espejo devora una pareja. Y un hombre, enfrentado a un lienzo tan grande como mi cuadro, un hombre con una cruz roja en el pecho, un hombre que aferra en su mano derecha un pincel abisma su mirada en mi mirada. As, y desde entonces, quedo yo atrapada para siempre en la mirada del hombre y mi cuerpo es imagen reflejada en el espejo y soy prisionera en aquel cuarto. Campo, supe despus.
TRES
1[1]Madre, no (...) Ave Mara.: Plegaria escrita en una de las paredes de la celda N 3 ubicada en el stano del Palacio: cuarteles de la Gestapo en Zakopane; bajo esta plegaria se encuentra la firma de Helena Wanda Blazusiakwna, y las palabras: 18 aos de edad, presa desde el 25 de Septiembre de 1944..
CELAN Celan. Paul Celan. Y Paul Celan apoya sus pies torcidos (cruel destino del que no tiene tierra) sobre la superficie muda de un puente. Es la noche como todas las noches, fra. Slo el agua se abre bajo mis pies, suave. Murmura el agua algo parecido a una vieja cancin: un violn. Avanza el agua bajo mis pies. Suave, lenta, y segura. Avanza. Y slo un salto me separa del puente. Slo un salto. Mis pies torcidos elevndose en el aire y luego la cada inexorable y dulce cada dolorosa del que no tiene tierra y en el agua se disuelve. As. La tinta se diluye en el agua y mi cuerpo es una palabra abandonada.
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Prolongado silencio.
Dnde estoy? Ustedes se preguntan. Y yo contesto. Mi voz es brutal oscuridad. Mi voz es memoria. Recuerdo del campo y de los trenes de los cuerpos y las noches apiladas de la niebla y la tormenta mi voz recuerda la oscuridad y sabe que no hay en el cielo luz nadie es el dios que nos asiste y a la oscuridad elevo mi plegaria.
Silencio.
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Y mi furia es fuego. Y quemo los libros. Y abismo la mirada en las astillas. En el paisaje despus de la batalla. Slo ceniza. Gloria de ceniza. Y vidrios astillados. Y ojos.
Se descorre un teln. EL PADRE y LA MADRE: Sus cuerpos estn ulcerados. Estn pelados.
EL PADRE Cuerpos, todos esos cuerpos sobre el campo. CELAN Los cuerpos traen los ojos abiertos. Los ojos se cierran, los ojos se abren: una tormenta de ojos. Despus un grito. Y tras el grito un silencio.
Silencio.
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Silencio.
Mi padre posa su mano sobre mi hombro. Abro entonces mis ojos a travs de los vidrios astillados abandono mi mirada a la inmensidad del campo. Desde entonces mis ojos no quieren cerrarse. Condenados a permanecer abiertos estos ojos devoran las imgenes del da y las sombras de la noche.
Primer silencio.
LA MADRE Cerr los ojos, Paul. Te va a hacer mal. CELAN Dice mi madre. EL PADRE Esos cuerpos abren y cierran los ojos.
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CELAN Y el viento se crea as. Y el calor es insoportable. EL PADRE Si cerraras los ojos tal vez dejaramos de sentir este calor. CELAN Dice mi padre.
Segundo silencio.
LA MADRE S que es difcil. CELAN Si cerraras tus ojos, si bajaras tus prpados, podrs confundir la msica del violn con el sonido de las aguas, dice mi padre. LA MADRE Tens que descansar. CELAN Tu cuerpo se consume. Cmo te extingues en m: hasta en el ltimo, gastado nudo de aliento encontrs una astilla de vida. Hay que dormir. Aqu, sobre mi regazo,
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mis manos sobre tus cabellos, mis dedos se hunden como remos en la superficie hmeda de tu pelo. Tus ojos miran hacia adentro y el sonido de las aguas acuna tu sueo. Y despus llegar el da, dice mi madre.
Tercer silencio.
Se descorre otro teln HELENA est all, del otro lado. Su mano descansa, peligrosamente, sobre un enorme vidrio astillado.
Silencio.
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HELENA Una montaa de anteojos rotos, astillados. Y yo en aquel cuarto enorme. De paredes altas. El techo hmedo. Apoyada en un ngulo. Mis ojos posados sobre todos esos anteojos. La espalda apoyada en el vrtice fro del cuarto. Olor a carne quemada. Mi vestido verde, con tablas, por encima de las rodillas. Desde los pies se alzan unas medias rojas. Las rodillas desnudas. Siento un temblor en todo el cuerpo. Un fro que asciende por la columna. Un hilo de sangre corre por entre mis piernas. Se derrama desde el final del vestido verde. Frente a la pila de anteojos en aquel cuarto. Campo, supe despus. En mi mano izquierda un pedazo de carbn. Y sobre una de las paredes del cuarto escribo: Madre, no, no llores. Reina del cielo la ms pura. Aydame siempre. Ave Mara. CELAN Mi ojo desciende hasta el sexo de la amada, nos miramos, nos decimos algo oscuro, nos amamos el uno al otro como amapola y memoria, dormimos como el vino en los cuencos, como el mar en el rayo sangriento de la luna. Estamos abrazados en la ventana, nos ven desde la calle: es tiempo de que se sepa! Es tiempo de que la piedra consienta en florecer, de que un corazn palpite en la inquietud. Es tiempo de que sea tiempo. Es tiempo. HELENA Soy virgen.
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Un largo silencio. Un apareamiento: HELENA y CELAN. La brutalidad del acto es acompaada por el ms profundo de los silencios. La mano de HELENA se hunde reiteradas veces en el filo astillado. Hasta el gobierno de los fluidos.
DESCARGO
CELAN enfrenta al pblico. Desarma la supuesta existencia de la representacin. Transforma a los espectadores o a nosotros, lectores en testigos confidenciales de esta ceremonia.
CELAN Podrn decir- y dirn- que yo mat a Helena. Y a todas las dems. Todas esas mujeres atravesadas por el filo astillado de mi ventana. Dirn- y tendrn razones - que soy culpable: nico e indefendible. Y no habr engao en aquellas frases. Soy culpable y esta representacin a la que ustedes asisten fatigados, no es otra cosa que el alegato de mi culpabilidad. No tengo humor. Y nada s de la comedia. No tengo tiempo para eso. Slo mi muerte traer carcajadas. Y all, en
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el gesto definitivo de mi existencia, sobre la escena desnuda y en presencia de todos los muertos, habr comedia.
Con violencia se descorre otro de los telones. LA MADRE est all. Los ojos fijos en el frente. El cuerpo ulcerado.
LA MADRE S, l naci un da como todos, y fue un da feliz. Fue un da como todos hasta que aparecieron los dolores, entonces abr mis piernas y l naci. Mi esposo estaba del otro lado de la pared. Sus manos intentan abrir la puerta. No lo logra. Sus manos no encontraban el picaporte. No poda ver. El picaporte, digo. Los anteojos. Los perdi, dice. Se los sacaron, dir despus.
Silencio.
Puse su boca sobre mi teta pero l no poda descubrirla. El tratamiento que me hacan haba achicado mis tetas. Ahora mismo es difcil encontrarlas en el cuerpo. Las tetas, digo. No s dnde estn. CELAN Dice mi madre: en los ojos de Paul se reflejaba este cuerpo mo, se duplicaba en sus ojos. Ni uniendo aquellos dos reflejos mi cuerpo llegar a pesar como un cuerpo. Tan flaco.
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Y antes del parto mi cuerpo era slo una circunferencia asomando por encima del sexo: un espacio tranquilo y clido que cobijaba a mi Paul desconocido. El nico espacio de tranquilidad. Mi sexo yaca ahogado entre las piernas. Pero Paul no soport la tibieza y abri el escondite, descerraj el sexo y busc la luz. Y sus ojos, al abrirse, se posaron sobre un fragmento astillado de mi cuerpo. Desde entonces, y para siempre, su mirada se posa en astillas, y slo a travs de ellas Paul nos observa. Mirando a travs de los vidrios astillados construye el mundo y sobre las heridas Paul construye la religin, dice mi madre.
Prolongado silencio.
Deca el Libro: l nacer y l morir. Su tutelar destino ser la incesante bsqueda de la belleza. Crear poemas con palabras de letras exactas. Y elevar con ellos magnficas catedrales en las que habitar el silencio. Y aquellas catedrales por l construidas, poseern magnficos altares sobre los cuales oficiar l los ritos de nuestra religin. Y l ascender tan alto a travs del Sagrado Oficio, que alcanzar la esfera celeste y, una vez all, construir un espejo que enfrentar luego en direccin a la tierra, para que sobre ella queden reflejadas las rbitas celestes. l trazar, as, el mapa del cielo sobre esta tierra. Y aquel espejo por l construido devorar Su imagen. Y, desde entonces, en el interior de todos los espejos, l habitar. Y en cada imagen que encierre un espejo, l ser.
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Silencio.
Pero l no sabr de la poca en que ser arrojado al mundo. Y cuando al mundo llegue la belleza le ser negada. Y conocer el horror. La astilla conocer. Y Su tragedia ser inexorable. Inextinguible ser. Su espritu estaba destinado al ascenso. Pero nada en este mundo lo ayudar a elevarse. Entonces l decidir caer, dice el Libro.
Silencio.
Estaba escrito.
Silencio.
Y en cada imagen que encierre un espejo, l ser. Deca el Libro. Y en la oscuridad del espacioso cuarto hundo el pincel en colores sobre madera y observo el lienzo que, una vez terminado, devolver la imagen de cinco pequeos personajes. Y un perro, echado, soportando el leve peso de un pie; un pie que se apoya, torcido, sobre el lomo reposado del perro, el pie de la nia
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ms joven, la nia pequea en ropas de nio. La de cabellos rubios, en el centro de la luz, mirar la mirada de aquel que mire. El cuarto que alberga el lienzo en el que pinto el cuarto que alberga el lienzo, es cerrado y un hombre vigila desde una puerta, all, al fondo. Un espejo devora a los reyes. Y yo con mi cruz roja en el pecho, aferro en mi mano derecha el pincel que hundo en colores sobre madera y vuelvo a hundir mi mirada en el lienzo que, una vez terminado, devolver la imagen de cinco pequeos personajes.
Silencio.
Una imagen. Slo es posible verla a travs de las ventanas astilladas: el cuerpo de una mujer confundido entre los vidrios. Y es esa misma imagen la que lleva escrita el rumbo de mi destino, y me entrego a ella y ella devuelve el gesto de la entrega y deja caer su cuerpo sobre el mo y yo, entonces, obedezco y respondo al horror, grito, canto dulcemente a la muerte, la muerte es el maestro. Esta cabeza ma se est rompiendo. Mi cabeza se parte, algo ejerce una presin desde el interior. Los msculos y la piel ceden, mi cabeza se abre, estalla. Por este hueco doy a luz mis rganos. Mi cuerpo se desorganiza.
Prolongado silencio.
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Pierdo la mirada en mi reflejo y recorro cada uno de los miembros definiendo los contornos de aquel cuerpo que es el propio y es ajeno. Tal vez descubra belleza: lo que no sabemos ver. La belleza es terror domesticado. Tomo una piedra. La arrojo. Astillas. La piedra quiebra la imagen, la multiplica. As, entonces, Celan: un montn de cuerpos esquirlas sangre y agua sucia.
Silencio.
Soy el hombre que habita en cada espejo. Soy el pintor de mi retrato. Y soy el retratado.
Silencio.
Quin gana? Quin pierde? Quin va a la ventana? Quin dice primero su nombre? Es uno que lleva mi pelo. Lo lleva como se llevan muertos en las manos. Lo lleva como el cielo llev mi pelo en el ao en que am.
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Lo lleva as por ostentacin. Es uno que tiene mis ojos. Los tiene desde que se cierran las puertas. Los lleva en el dedo como anillos. Mis ojos. l gana. l no pierde. l no va a la ventana. l dice ltimo su nombre. Es uno que tiene lo que he dicho. Lo lleva bajo el brazo como un fardo. Lo lleva como el reloj su peor hora. Lo lleva de umbral en umbral, no lo tira. l no gana. l pierde. l va a la ventana. l dice primero su nombre. Lo decapitan con los tulipanes.
Prolongado silencio. HELENA se acerca al cuerpo mudo de CELAN. Toma su cara entre las manos. Abre la boca de CELAN con sus manos. Escribe HELENA con carbn palabras en la boca de CELAN. Cae la noche. Y LA MADRE aparece desnuda, exhibiendo los pechos agostados. HELENA se aferra a la boca de CELAN. Y es ella y es LA MADRE y es CELAN.
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Sobre la noche.
CUATRO
El tiempo sigue siendo el mismo. Pero otro el lugar. Algo va mutando lentamente sobre el tiempo. CELAN lleva los ojos abiertos. La boca abierta. Negra. La boca sedienta derrama espesa saliva sobre los cuerpos cercanos de LA MADRE y HELENA. EL PADRE observa ms all. All estn los cuatro: estatuas de sal. Retirados sobre la pesadilla. Durmiendo con los ojos abiertos. Las manos apretadas, el cuerpo derramado, el dolor y la palabra que emerge, oscura, de aquellas bocas. La palabra impronunciable se agiganta sobre los cuatro cuerpos y son entonces las cuatro voces las que dicen sobre el tiempo y el espacio:
CELAN, HELENA, LA MADRE, EL PADRE A cuatro voces, como sea posible. En la oscuridad permtanme habitar, la tierra ser dolor, El techo desesperado apartar toda alegre luz de m, Las paredes de negro mrmol humedecidas gotas llorarn,
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Mi msica, infernales rechinantes sonidos, destierra al sueo amistoso. Leche negra del alba la bebemos de tarde la bebemos al medioda y de maana la bebemos de noche bebemos y bebemos cavamos una tumba en los aires all no hay estrechez Un hombre vive en la casa tu cabello de oro Margarita azuza sus perros contra nosotros nos regala una tumba en el aire juega con las serpientes y suea la muerte es un maestro de Alemania As prendido a mis penas, y a mi tumba anclado, Oh djenme, vivientes, vivientes, morir, hasta que la muerte llegue.
CINCO
CELAN en un espacio invadido por la sombra. Rumor de agua. Gota sobre gota sobre cemento. Tres tiros.
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Un cuerpo se desploma. Gritos ensordecedores de una mujer. Las sombras se retiran. Un tanto as.
CELAN Desde la barraca se puede ver un patio cuadrado. Y desde el patio cuadrado se puede ver la barraca. Desde cualquier punto son visibles todos los hombres, todas las mujeres, todas las nias y todos los nios. A travs de un blanco mvil. Una mujer sale acompaada de tres hombres de uniforme. Flanqueada la espalda, los lados flanqueados. LA MADRE Aqu? HOMBRE Su tumba.
LA MADRE Nadie es el principio. Nadie es el fin. Nadie volver a amasarnos con barro. Nadie volver a crearnos.
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No hay tiempo. HOMBRE Su tumba. CELAN Dice uno de ellos. Y ella no entiende. No puede entender. Mi madre se abandona al sonido repetido de los tiros en la nuca. Otro hombre me trae desde lejos y me enfrenta al cuerpo derramado.
Silencio.
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Silencio.
Con la pala cavo la tierra. Con la tierra cubro a mi madre. Con la pala golpeo la tierra que cubre a mi madre.
Silencio.
Silencio.
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De que sea tiempo. Y mi madre habra cantado: LA MADRE Desde la tierra. Madre no no llores Alzados los brazos. Y la guadaa entre los brazos sobre los cuerpos. Madre no no llores La noche es larga. Tumbas en el aire. Madre no Y los cuchillos estn afilados. no llores CELAN Te abrazo como amapola y memoria.
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Largo silencio.
Tres tiros. Un cuerpo se desploma. Gritos ensordecedores de una mujer. Agua sobre la tierra. Oscuridad.
SEIS
Otro es el espacio.
HELENA
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Hubo un da en el que muchos cuerpos caminaron juntos. Pelados y desnudos. En fila, los pies sobre los charcos, sobre el barro, sobre la sangre. Caminando con paso lento hacia la puerta del cuarto enorme. Campo, supe despus. Y del otro lado de la puerta: anteojos, pelos, zapatos. Y tu mam que espera hundir sus manos en tus pelos. Pero tambin ests pelado y tus pelos descansan confundidos en aquel desorden apilado. Tu mam, entonces. Tu mam, entonces, se arroja sobre la montaa de pelos y trata de encontrar, trata de encontrar, trata de encontrar los que te pertenecen, para as, entonces, poder hundir sus dedos entre tus cabellos. Tu pap ahoga la mirada en los alambres.
Silencio.
Largo silencio.
Sin embargo.
Silencio.
De nada sirve.
Silencio.
Palabras
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para nadie.
Silencio.
Es de noche todava.
Silencio.
Hubo un tiempo.
Silencio.
Sin embargo.
Silencio.
Nadie.
Largo silencio.
Nadie habita
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Silencio.
Mi madre leche negra del alba la lengua materna asesina aquella cancin.
Silencio.
Silencio.
el silencio y la destruccin
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definitiva.
Largo silencio.
Busqu.
Silencio.
Slo busqu.
Silencio.
Una rosa.
Silencio.
La rosa de nadie.
Silencio.
La palabra.
Silencio.
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Silencio.
Silencio.
Silencio.
O fuego.
Largo silencio.
Largo silencio.
Nadie.
Silencio.
Nada.
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Silencio.
Nunca.
HELENA Yo no s cmo haba llegado hasta aqu. Slo s que estaba frente a l y que su cara me resultaba familiar. Yo haba visto esa cara antes. Lo saba. Entonces record: el cuadro, en la habitacin de mi casa, cuando era una nia. Un cuadro grande. En la cabecera de mi cama. Y un hombre, enfrentado a un lienzo tan grande como mi cuadro, un hombre con una cruz roja en el pecho, un hombre que aferra en su mano derecha un pincel abisma su mirada en mi mirada. As, y desde entonces, quedo yo atrapada para siempre en la mirada del hombre y mi cuerpo es imagen reflejada en el espejo y soy prisionera en aquel cuarto. Campo, supe despus. Cuando me enfrent a l, cuando me mir a los ojos supe que aquella era la mirada del hombre del cuadro. Y me pidi que apoyara la palma de mi mano sobre el vidrio roto de una ventana, que hablara con la mano sobre el vidrio y contara mi llegada al cuarto enorme, campo, supe despus; y yo apoyo mi mano sobre el vidrio y l me pide que baje la mano hacia el filo, que apoye la palma de mi mano sobre el vidrio; y entonces sangro, mi piel se abre cuando mi mano desciende y digo: Una montaa de anteojos rotos, astillados. Y yo en aquel cuarto enorme. De paredes altas. El techo hmedo. Apoyada en un ngulo. Mis ojos posados sobre todos esos anteojos. La espalda apoyada en el vrtice fro del cuarto. Olor a carne quemada. Mi vestido verde, con tablas, por encima de las rodillas. Desde los pies se alzan unas medias rojas. Las rodillas desnudas. Siento un temblor en todo el cuerpo. Un fro que asciende por la
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columna. Un hilo de sangre corre por entre mis piernas. Se derrama desde el final del vestido verde. Frente a la pila de anteojos en aquel cuarto. Campo, supe despus. En mi mano izquierda un pedazo de carbn. Y sobre una de las paredes del cuarto escribo: Madre, no, no llores. Reina del cielo la ms pura. Aydame siempre. Ave Mara. Y yo all, frente a l; como antes frente al cuadro; como ahora aqu, frente a l.
Prolongado silencio. El cuerpo de HELENA es retirado de escena. Y colocado en una pila de cuerpos blancos. Vrgenes sangradas por el filo astillado de CELAN. All, en la pila elevada de cuerpos, el cuerpo de HELENA se destaca en su doble funcin de cumbre y fin. Una vez que esto sucede, CELAN explica en breve tirada el transcurso de su vida o la excusa de la presente representacin.
CELAN Nac para el ascenso vertiginoso, destinado a la gloria. Y mi madre vomita mi cuerpo, esta carne recin nacida sobre el piso cubierto de sangre, de barro, de orn: un parto sobre los muertos. Supe desde muy temprano para qu haba sido convocado a esta tierra, y supe tambin que algunas seales del camino me seran ocultadas. Mi alma, para descubrirlas, se hundi en las astillas y el silencio, en las catedrales, las construcciones ascendentes y en todos los espejos. Yo dej de ver para ver de otra manera. Dej de mirar el mundo para posar mi mirada sobre los vidrios astillados. La eternidad est llena de ojos. Pero aquella forma de ver, aquella manera de posar la mirada, aquel paisaje nico y fragmentado no dejaron que mi destino de gloria se cumpliera. Por esto no pude construir mi catedral, ni siquiera fundar la primera piedra sobre el terreno elegido; no pude ascender por el camino; no hall la escalera que conduce a la esfera celeste, ni el espejo para reflejar sobre la superficie de la tierra el plano del cielo. Entonces me hund en la noche, mi alma se hundi en la noche. Oscura. Enfermo, me despeda de este mundo y la luz oscilante de mi cuerpo era slo un tibio rescoldo que el viento se empeaba en deshacer. Hundido en las astillas observaba el paisaje: los cuerpos ulcerados, los gritos, la sangre derramada y los humos ascendiendo como deban ascender mis catedrales. La
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muerte, en aquel paisaje, se igualaba a la identidad. Mis ojos quebraban el cuadro de desolacin que se presentaba tras los vidrios astillados de mi encierro. Una interrupcin, una astilla, un quiebre en el lenguaje. Descubro, encerrado, que en mi encierro yace el enigma del camino, la llave que abrir la puerta de mi alma y la elevar sin pausa hasta hallar los elementos para fabricar el espejo que, dirigido hacia la tierra, trazar sobre ella el mapa del universo. Y esa llave es la escritura: una interrupcin en la lengua. Entonces, mi alma suspira sobre el rescoldo, aviva el fuego y aquella revelacin me es dictada: yo debo escribir.
Silencio.
Trazo una caligrafa acerada y filosa sobre cuerpos blancos de mujer. Y ellas llegaban al campo. Vrgenes que entre las ropas llevaban oculta la salvacin de mi cuerpo y de mi alma. Y yo desato sus ropas y hundo sus carnes en astillas afiladas. Y libero la palabra que se eleva, entonces, como una catedral sobre aquellos altares con forma de cuerpos. Aquellas vrgenes dejan escapar por sus heridas la salvacin. Y otorgan la fuerza necesaria para desarmar el horror, para soportar tanto dolor, tanta mansedumbre y tanta guerra.
Silencio.
La noche, al fin, es devorada por el da mientras sobre cada una de las vrgenes caen el filo y mi cuerpo. Y ellas se despiden del mundo ignorando el dolor que mi sexo produce. Ellas mueren creyendo en su virginidad. Y yo, en el ltimo instante, desafo esa creencia y las devuelvo a la tierra con las piernas baadas en sangre. Yo, que bes la tierra al nacer, entrego ahora a esa misma tierra todos esos cuerpos escritos. Cuerpos como libros. Cuerpos detenidos, interrumpidos, blancos cuerpos baados en sangre, repletos de palabras, de voces, de sonidos: mi obra.
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La oscuridad comienza a crecer. Silencio. Quebrar de vidrios. Violento y prolongado. Slo una luz se demora sobre CELAN que dice:
Asidos ya, Seor, los unos a los otros agarrados, como si el cuerpo de cada uno de nosotros fuera tu cuerpo, Seor.
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Brillaba.
Nos arrojaba tu imagen en los ojos, Seor. Ojos y boca permanecen tan abiertos y vacos, Seor. Hemos bebido, Seor. La sangre y la imagen que en la sangre haba, Seor.
Habr comedia.
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Luego se hunde en un extrao silencio. Y mira a ambos lados de la escena. Y la escena se ilumina con luz de ensayo. Y CELAN observa al pozo ciego de la platea. Y pide (se ver si suplica o slo pide):
Teln.
Silencio.