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VCNH. Kauffmann 2

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Federico Kauffmann.

Apu y Pachamama, supremos dioses del antiguo Per LOS SUPREMOS DIOSES DEL ANTIGUO PER APU Y PACHAMAMA Federico Kauffmann Doig1 Universidad Ricardo Palma fkauffmanndoig@gmail.com Recibido: 15/01/2012 Aprobado: 13/05/2012 Resumen El recurrir como fuente de estudio tambin a testimonios etnogrficos as como iconogrficoarqueolgicos, condujo al autor a poner en duda el carcter helioltrico que viene adjudicndose a la religin profesada por los antiguos peruanos, particularmente en el Incario (Kauffmann Doig 1996a, 2001a, 2001d, 2002a, 2003, 2012). Estima que al Sol le cupo el rol nicamente de personificar a aquel ente divino, imaginado como varn y que ocupaba el sitial ms alto en el panten andino; a semejanza como la Luna personificaba a la Pachamama, la otra divinidad superior, de condicin femenina y que era materializada en los suelos cultivables y pastizales. Se presuma que estas divinidades supremas -a las que para caracterizarlas en su esencia venimos denominndolas Dios del Agua y Diosa Tierra-, eran las deidades que en un simblico connubio ofrendaban el sustento garante de la existencia. Palabras clave: Religin, Dioses, Inti (Sol), Connubio, Sustento ANCIENT PERU S SUPREME GODS APU AND PACHAMAMA

Abstract This studies focuses upon both ethnographic testimonies and iconographic-archaeological evidence led the author to doubt the heliolatry-based character which has traditionally been attributed to the religion practiced by ancient Peruvians, particularly during the Inca period (Kauffmann Doig 1991, 1996, 1999, 2001d, 2003, 2012). He believes that the sun fulfilled the role of merely personifying the divine being imagined as a man and seen as occupying the highest rank within the Andean pantheon; in the same way that the moon personified Pachamama, the other supreme deity, considered as feminine and materialized in cultivable land and pastures. It was believed that these supreme divinities, which in order to convey their essential nature we have
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Chiclayo, 1928. Se proclama con orgullo descender por algunas de sus ramas genealgicas de quienes forjaron la cultura Moche. Secundaria, Colegio Nacional de Nuestra Seora de Guadalupe. Estudios superiores, Universidad Nacional Mayor de San Marcos en la que obtuvo sucesivamente los grados de Doctor en Arqueologa (1955) y de Doctor en Historia (1961). Cuatro doctorados Hororis Causa. Director del Museo de Arte, Lima, desde su fundacin totalizando doce aos. Director General de Patrimonio Cultural de la Nacin; Director del Museo Nacional de Arqueologa (Pueblo Libre). Trabajos de campo: Chavn, Ancn-Necrpolis, Chuquibamba al pie del Apu Coropuna, Palpa, riberas del Tambo y otros afluentes del Ucayali; investigaciones en diversos sitios pertenecientes a la cultura Chachapoyas (Pajatn-Los Pinchudos, Karaja-Sarcfagos, Laguna de las Momias o de los Cndores, etc.). Galardonado con el Premio Nacional de Cultura en dos ocasiones (1955, 1962). Medalla Centenario de Machu Picchu. Declarado Amauta.

Nueva cornica 1 (Enero, 2013) ISSN 2306-1715

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Quinto Congreso Nacional de Historia 2012 decided to call the Water God and Earth Goddess, were deities which through their symbolic nuptial union offered the sustenance guaranteeing continued human existence. Key words: Religion, Gods, Inti (Sun), Nuptial union, Sustenance

A Carlos Aranbar Serpa, quien con su extraordinaria erudicin demostrada desde las aulas universitarias sanmarquinas alent mi inters en el conocimiento de la religin profesada por los antiguos peruanos Homenaje del Autor PROEMIO Fue en el ao 1984 que el autor qued gratamente sorprendido al comunicrsele, que nada menos que el gran Mircea Eliade le solicitaba escribir un artculo para ser incluido en su Encyclopedia of Religion, la que fue publicada en 1987 en 17 voluminosos tomos por la prestigiosa editorial McMillan de New York (Eliade, 1987). Es desde entonces que viene estudiando aspectos de la religin andina basados en estudios en el anlisis, no nicamente de lo que refieren los cronistas de los siglos XVI y XVII sino acudiendo tambin y simultneamente a fuentes etnogrficas e iconogrficas (Kauffmann Doig, 1986a, 1987, 1991, 1996, 2001a, 2001d, 2002a, 2003, 2011b). Sus indagaciones etnogrficas, en parte conducidas personalmente a lo largo de varios decenios, en parajes altoandinos, no solo le permitieron recopilar mitos y leyendas sino tambin el presenciar ritos de raigambre ancestral. Aquello lo ha conducido a poner en duda el carcter helioltrico que, en consenso, se viene asignando a la religin prehispnica (Kauffmann Doig, 2003). Por otro lado, sus anlisis en el campo de la iconografa -siguiendo la brecha abierta por Rebeca Carrin Cachot (1955, 1959)-, lo conducen a estimar que debi ser una pareja divina, conformada por una especie de Dios del Agua y de Diosa Tierra, la que ocupaba el sitial ms alto en la cosmovisin andina. Considera que un tipo de recipientes escultricos Moche (Figs. 22a, 23, 31) son los que permiten descifrar, sin tener que obrar a ojo de buen cubero, los innumerables y ms diversos motivos representados en tejidos, cermica y material arqueolgico en general que simbolizan de alguna manera a las referidas divinidades (Kauffmann Doig, 1985, 1990, 2003). Federico Kauffmann Doig, Lima, Agosto 2012 1. LAS
CONDICIONES AMBIENTALES Y SU REFLEJO EN LA ESTRUCTURA

RELIGIOSA

Escuela de Historia. Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Lima

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Federico Kauffmann. Apu y Pachamama, supremos dioses del antiguo Per Si hemos de seguir a los expertos en temas paleoclimticos como los citados en el valioso estudio de Elmo Len Canales Orgenes humanos en los Andes del Per (Lima 2007)-, grosso modo hace ms de siete mil aos el territorio ocupado por los primeros peruanos experiment un severo cambio climtico. Acaso a este fenmeno se deba la aparicin de la agricultura, por cierto practicada inicialmente en forma elemental. Y es que a consecuencia del clima que iba imponindose, caluroso y seco en comparacin al que dominaba antes, los pastos naturales de los que se nutran los animales y que hasta entonces representaban la fuente principal de sustento del hombre, iban secndose. De este modo o perecan por su ausencia o migraban hacia otros territorios guiados por el instinto de sobrevivencia. Frente a esta situacin el hombre debi verse obligado a cambiar la forma tradicional de alimentarse mediante la caza y el acarreo de frutos y plantas comestibles, por otra que le permita producir a l mismo los elementos necesarios para su sustento. Aunque todava incipiente, la estrategia de producir alimentos mediante prcticas agrcolas debi conducir desde sus inicios a un sostenido aumento demogrfico, pues permita disponer de comida sin sobresaltos. Este fenmeno de rpido crecimiento poblacional debi ocurrir en todas las sociedades del mundo, desde los tiempos en que el hombre descubri que poda obtener sus alimentos mediante la agricultura y la crianza de animales. La poblacin en constante aumento de lo que luego fue el territorio del Incario, debi afrontar problemas para cosechar la cuota de comestibles requerida. Por un lado, la falta de tierras aptas para el cultivo tanto en el territorio costeo como cordillerano; a esto se sumaban los inmemorables y recurrentes fenmenos de El Nio y La Nia, que golpean con especial rudeza esta parte del mundo y atentan contra la produccin de los alimentos con anomalas climticas que se traducen ora en lluvias torrenciales que devienen en avalanchas aluviales o llocllas, ora retrasando los perodos de lluvia, ora produciendo sequas prolongadas, friajes que marchitan los pastos de los que se nutre el ganado (llamas especialmente), granizadas y otros fenmenos por igual adversos a la acumulacin de alimentos requerida y que por lo mismo hacan que asomara el fantasma del hambre (Kauffmann Doig 1991, 1996, 1999, 2001d, 2003, 2011a, 2011b). Pero era el Dios del Agua, despus de todo, el donante del lquido vivificante mediante sus lluvias. Este numen poderoso se materializaba en los Apus o cimas cordilleranas y donaba el agua mediante las escorrentas de los nevados y los ojos de agua (puquios). De esta manera los Apus, en otras palabras el Dios del Agua, ofrecan a la humanidad el agua que alimenta las lagunas y las quebradas que al unirse van formando ros; naturalmente sobre todo tambin haciendo llover. Para hacer frente al problema de producir la cantidad de alimentos indispensable para la existencia, los antiguos peruanos se vieron forzados a agudizar su potencial inventiva, as como a hacer de la laboriosidad una mstica. Las reducidas reas cultivables lo exigan y la respuesta fue, entre otras estrategias inventadas y puestas en prctica, la construccin de andenes o terrazas de cultivo en las ridas y empinadas laderas que flanquean los estrechos valles interandinos. Por su parte, la estrecha frontera agraria de la faja costea, que originalmente presentaba reducidos oasis fluviales que tributan al Pacfico, era ampliada con obras de irrigacin cada vez ms extensas. Para ello era menester abrir acequias que con el tiempo se transformaron en portentosas obras de ingeniera agraria. Adicionalmente se inventaron otras tcnicas, siempre atendiendo a hacer frente a la necesidad de conseguir la cantidad bsica de alimentos. Esta se agudizaba al comps del aumento de la tasa demogrfica, por lo que el hombre se vio apremiado a poner en prctica una Nueva cornica 1 (Enero, 2013) ISSN 2306-1715 Pgina 3

Quinto Congreso Nacional de Historia 2012 variedad de estrategias agrarias adicionales y a intensificar o perfeccionar las que ya empleaba. Se form as un crculo vicioso, puesto que la intensificacin de los recursos empleados con miras a incrementar la produccin de alimentos no haca ms que acelerar la tasa demogrfica y esta a su vez presionar para que la produccin de los comestibles creciera para satisfacer el imparable aumento poblacional (Kauffmann Doig, 1991, 2011a, 2011b). No solo hubo preocupacin para domesticar ms y ms plantas sino tambin animales tiles, como la llama que proporcionaba lana, carne, era bestia de carga y cumpla adems un rol en los sacrificios demandados por las divinidades; curiosamente, la leche de los camlidos y otros productos lcteos no eran utilizados. Tambin se emplearon fertilizantes como el guano de las islas marinas y se recurri a otros recursos tcnicos para intensificar la produccin de los alimentos; tal como las hoyas, excavadas en el desierto para sembrar aprovechando la capa hmeda presente en el fondo de las mismas. Naturalmente se hicieron tambin otros esfuerzos distintos a los ya enumerados. Por ejemplo, se trat de extender la frontera agraria ocupando territorios baldos o escasamente poblados. As, ya en tiempos de Tiahuanaco-Huari los cordilleranos que se asentaron en los Andes Amaznicos norteos forjaron la cultura conocida como Chachapoyas, una modalidad de la andina (Kauffmann Doig y Ligabue, 2003; Kauffmann Doig, 2009); asimismo ya en tiempos del Incario, fue ocupada la regin de los Andes Amaznicos de Vilcabamba, donde se levanta Machu Picchu y otros soberbios centros de administracin de la produccin agraria y que fungan al mismo tiempo de sedes del culto que propiciaba la produccin de los comestibles. Esta ocupacin habra sido un intento estatal de colonizacin, conforme lo planteado en nuestro libro Machu Picchu/Tesoro Inca (Kauffmann Doig, 2005: 61-66; 2006). A la vez se inventaron procedimientos para preservar alimentos, secando los granos de maz y deshidratando la carne para convertirla en charqui. Todas estas estrategias y esfuerzos tecnolgicos desplegados por los antiguos peruanos no deben ser aplaudidas de manera simplista. Fueron certeras respuestas al reto de aumentar la produccin de los alimentos al ritmo del crecimiento poblacional (Kauffmann Doig, 1991, 1996). El desafo de contar con la cuota indispensable de comestibles, fue tambin el mvil para que los antiguos peruanos forjaran una compleja estructura socioeconmica. Por lo mismo debe considerarse a esta como una estrategia agraria ms, de carcter sui generis, ya que por igual estaba dirigida a lograr una produccin de alimentos cada vez ms eficiente a fin de sortear los reveses climticos que recurrentemente se presentaban. Los encargados de garantizar la produccin de los alimentos, llmense especialistas en administracin de la sociedad, gobernantes o grupos elitistas, asuman la misin de garantizar que la comunidad no padeciera por la falta de comestibles. En su forma prstina y aun cuando se arrogaban privilegios frente al estamento integrado mayoritariamente por campesinos, la organizacin y gobierno de la sociedad eran indispensables para superar o aliviar el problema del hambre; sumando para ello otros medios, como el exigir una cuota de laboriosidad intensa con el fin de acumular excedentes. La densa informacin histrica disponible para el Incario da cuenta de que el sistema socioeconmico implantado por los soberanos y que debi regir desde los inicios de la civilizacin fue eficiente. Para lograr su meta los mandatarios o incas obligaban a que la poblacin, integrada particularmente por campesinos, tributase al Estado hasta dos terceras partes de su produccin. Una porcin era destinada al sustento del estamento administrativo, que por la Escuela de Historia. Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Lima Pgina 4

Federico Kauffmann. Apu y Pachamama, supremos dioses del antiguo Per misin misma que cumpla estaba impedido de producir sus propios alimentos. La cuota mayor de comestibles recaudados estaba destinada a llenar los graneros que permitieran hacer frente a aos aciagos, cuando azotaban las sequas, los desbordes pluviales u otras calamidades que afectaban los sembros. Por otro lado, no basta sealar que los antiguos peruanos asuman la religiosidad con fervor, simplemente porque estaban ms fuertemente dotados de sentimientos religiosos que otros pueblos en el mundo. La excepcional intensidad con la que era ejercida la religiosidad, ha sido ponderada por Rafael Karsten como tal vez la ms frondosa del orbe. Pero aquello tiene sin duda su explicacin. Debi aflorar como lgico corolario de la preocupacin de los antiguos peruanos para reunir la cantidad necesaria de alimentos que asegurara su existencia. En otras palabras, la religin peruana ancestral naci al paso de las recurrentes catstrofes atmosfricas que desde tiempo inmemorial soportaba los suelos cultivados, sumado aquello de disponer el hombre tan solo de limitadas tierras aptas para el cultivo; a lo que debe agregarse el reto que signific el constante aumento de la tasa poblacional ciertamente excesivo si se tiene en cuenta el espacio geogrfico avaro del que dispona el agricultor... y todo esto desde los tiempos mismos en los que el hombre abandon la recoleccin de sus alimentos para nutrirse en adelante mediante el cultivo de la tierra o agricultura. Todos estos fenmenos se confabularon, dificultando la obtencin de los alimentos necesarios para sustentar a una poblacin en permanente aumento. Los denodados esfuerzos para contrarrestar el flagelo, utilizando tecnologas e incluyendo otras estrategias como el ordenamiento de la sociedad, la extrema laboriosidad, y una forma apropiada de organizacin social, no resultaban ser suficientes frente al desborde demogrfico y las inclemencias climticas. Es de esta manera como se explica el surgimiento de una estrategia agraria sui generis, consistente en exorcizar, mediante acciones religiosas, las inclemencias atmosfricas destructoras de las sementeras. Se presuma que detrs de aquellas calamidades naturales, deba parapetarse y gobernar un ente superior, un ser divino que deba ser honrado y al que haba que tributar rituales y ofrendas. Solo as, acudiendo a un despliegue notable de religiosidad, se asuma que el hombre poda estar en condiciones de doblegar la voluntad de aquel ser mgico religioso, exorcizando los fenmenos meteorolgicos adversos generados por la divinidad a su antojo (Fig. 3). Cuando las calamidades se prolongaban, agudizando las crisis producidas por hambrunas, el nico recurso valedero era, ciertamente, redoblar aquellos rituales mgico-religiosos (Fig. 4). As debi surgir el culto al Dios del Agua, al que los antiguos peruanos consideraban el ser divino de mayor jerarqua, venerado bajo distintos nombres en tiempos del Incario. De lo expuesto, podemos advertir que el concepto de desafo y respuesta, de Arnold Toynbee, resulta ser un instrumento vlido para explicar la gestacin de la civilizacin peruana, y es extrao que no haya sido tomado en cuenta por los estudiosos que se ocupan de explicar el origen de la civilizacin andina. Tal vez se deba a una absorbente preocupacin por precisar el punto del cual debi partir. Consideramos que este tema es de segundo orden frente al trascendental de precisar los entretelones que concurrieron en su gestacin (Kauffmann Doig, 1991, 1996). La influencia que ejerce el medio geogrfico sobre el hombre y su cultura ha sido puesta sobre el tapete desde tiempo inmemorial por notables pensadores del devenir histrico de la humanidad. Pero sus postulados no han sido tomados en cuenta al ahondar en los aspectos medulares que plantea la formacin de la vetusta civilizacin peruana y del perfil que acusa frente a otras civilizaciones de la antigedad. Nueva cornica 1 (Enero, 2013) ISSN 2306-1715 Pgina 5

Quinto Congreso Nacional de Historia 2012

2. EL DIOS DEL AGUA Tal como hemos visto, como consecuencia de las recurrentes alteraciones climticas producidas por los fenmenos de El Nio y La Nia, que incidan negativamente en la produccin de los alimentos, debi aflorar la presuncin de la existencia de una especie de Dios del Agua (Fig. 5a, 5b). Este ente sobrenatural era considerado el ms encumbrado de la estructura mgico-religiosa del antiguo Per desde los tiempos de Chavn/Cupisnique, algo ms de tres milenios. Segn los expertos en estudios paleoambientales, desde entonces los Andes no sufrieron cambios climticos sustanciales. Esto parece confirmado tambin por el imaginario colectivo, pues la iconografa presenta la imagen de un ente sobrenatural conspicuo que denota suprema autoridad y que, por lgica, debi corresponder al mentado Dios del Agua. Esto se comprueba al contemplar la figura presente en la Estela Raimondi, que lo retrata con boca flida y atributos de ave, y cuya imagen con variantes de segundo orden sigui retratndose a lo largo de los milenios. Curiosamente en tiempos del Incario se omite representar la figura de esta divinidad ancestral, y en lo que concierne a la imagen del Sol la iconografa solo la muestra en muy contadas ocasiones. Acaso sobrevivi como el espritu que anima a los Apus o montaas sagradas (Fig. 9a). Al Dios del Agua deben aludir tambin varias de las versiones mticas recogidas por los cronistas, que se refieren a divinidades de la ms alta jerarqua. Es significativo que se les atribuyese cualidades en el fondo similares: poderes sobre los fenmenos atmosfricos (Fig. 6). La creencia en la existencia de un Dios del Agua debe ser an ms antigua que sus representaciones, tal como la plasmada en la Estela Raimondi. Podra haberse originado ya en los preludios de la civilizacin peruana ancestral hace unos 5000 aos, cuando el hombre se iniciaba como cultivador de la tierra; lo dicho, por cuanto desde entonces la actividad agraria ya se enfrentaba a los vaivenes climticos adversos. Sin embargo, la produccin iconogrfica era todava elemental y escasa en aquel tiempo, lo que pudo motivar el hecho que se carezca de representaciones de este ser supremo del que dependan las cosechas; salvo que se le identifique en ciertas figuras grabadas sobre la superficie de mates, especialmente en uno de los descubiertos por Junius Bird en Huaca Prieta. En lo que se refiere a Caral (Shady, 1991), ste temprano sitio arqueolgico fue sin duda una sede religiosa importante de por entonces, aparte de haber cumplido el rol de centro administrativo. La ltima funcin de la Ciudad sagrada como se la titula debi ser la principal; la religiosa servira tan solo para apoyar el poder ejercido, como debi suceder con los dems ncleos de administracin levantados en el Per Antiguo. El supuesto de que la idea de un Dios del Agua estara ya vigente desde los preludios de la civilizacin (Arcaico Tardo), esto es, desde tiempos anteriores a la etapa de su consolidacin caracterizada por la presencia del bagaje civilizatorio de Chavn-Cupisnique, se fundamenta en el hecho de que la naturaleza del territorio andino fue la misma que la que rigi en las diversas etapas culturales que se sucedieron posteriormente en el rea Inca y la que an rige al presente. As, por lo mismo que el hombre estaba expuesto a los inveterados vaivenes atmosfricos nefastos al cultivo, debi desde entonces nacer la preocupacin de exorcizar las calamidades utilizando para ello de prcticas rituales. La esperanza de doblegar con estos recursos la voluntad del Dios del Agua y sus fenmenos climticos adversos, debi acompaar en todo momento a los antiguos peruanos. Les permita imaginar que mediante frondosas acciones religiosas podan asegurar su supervivencia; a las que Escuela de Historia. Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Lima Pgina 6

Federico Kauffmann. Apu y Pachamama, supremos dioses del antiguo Per naturalmente deba sumarse la puesta en marcha de una tecnologa agraria sofisticada, as como de una organizacin socio-econmica adecuada a la problemtica en que se viva. Como ya comentamos debida a las circunstancias climticas adversas, as como al escollo de disponer tan solo de reducidas tierras aptas para el cultivo; obstaculizando todo esto el acarrear la cuota de alimentos requerida mediante la actividad agraria, la misma que generaba un crecimiento desmesurado de la tasa demogrfica terciando en la problemtica. Los mencionados desafos juntos permiten explicar el por qu desde hace algo ms de 5000 aos, comenzaron a construirse monumentos de la magnitud de Caral, Sechn Bajo, o los que entre otros se ubican en los valles de La Fortaleza y Pativilca. Por lo mismo, el temprano surgimiento de la arquitectura monumental (Fung, 1982), resulta ser una consecuencia obvia. El carcter imponente de estas colosales construcciones era vital para ejercer una forma de gobierno frreo, e imprescindible para que los lderes cumplieran con su compromiso primordial de velar para que la comunidad a su cargo dispusiera en todo momento de los alimentos indispensables; asimismo, con estas edificaciones majestuosas se dispona de un ambiente propicio para las actividades de culto y los rituales pblicos dirigidos a exorcizar las inclemencias climticas. Acaso esto permita responder al porqu fueron levantadas tempranamente enormes construcciones arquitectnicas, y al porqu ocurri esto mucho antes de que surgieran las artes de la cermica, la metalurgia y la confeccin textil evolucionada (Fig. 7); y es que estas formas culturales no resultaban ser elementos primordiales, como s lo era la arquitectura monumental, como recurso destinado a velar por la sobrevivencia siempre en jaque debido a los mentados desrdenes atmosfricos generados por los fenmenos de El Nio y La Nia. La arquitectura pblica debi ser propicia tambin para almacenar los productos tributados por los campesinos y pescadores, tanto para custodiarlos como para preservarlos y regular la distribucin de los excedentes en temporadas aciagas. Todas estas estrategias para luchar contra el hambre no hacan ms que propiciar el otro flagelo anotado: el crecimiento poblacional que iba agudizndose desde la puesta en marcha de la agricultura; precisamente al ritmo en la que la produccin de los alimentos iba en aumento, gracias a los avances de la tecnologa agraria. No debe extraar que desde tiempos precermicos ya existiesen evidencias de que el hombre se serva de pozos para guardar excedentes, como se desprende de las excavaciones realizadas por Duccio Bonavia (1982) en el sitio de Los Gavilanes (Huarmey). En el Incario no solo las collcas eran graneros, posiblemente tambin lo fueron los tambos donde se almacenaba comestibles para ser consumidos por quienes transitaban cumpliendo tareas estatales. Pero sobre todo de estos depsitos debieron servirse las distintas comunidades comarcanas, cuyos miembros despus de todo eran los que aportaban excedentes en aos de normalidad climtica, para ser consumidos cuando la produccin agraria era castigada por anomalas atmosfricas. Al llegar los espaoles al pas de los incas, el ancestral Dios del Agua debi recibir diversos nombres: Yaro, Libiac, Catequil, Pariacaca, Tunapa, entre otros. Un anlisis de las referencias mitolgicas que consignan las fuentes etnohistricas (crnicas) sobre estos personajes sobrenaturales, permite descubrir que todos ellos posean una caracterstica comn. En efecto, despojndolos de los adornos literario-mitolgicos con los que estn envueltos, queda claro que a todos se les vincula con los fenmenos atmosfricos. Por lo mismo en el fondo debieron representar a una misma criatura divina. Atendiendo a ello es que insistimos en que todos no eran sino modalidades de un mismo ser divino: una especie de Dios del Agua. Por lo tanto, resulta una falacia presumir que hubo una gran cantidad de dioses superiores tan solo guindose por la Nueva cornica 1 (Enero, 2013) ISSN 2306-1715 Pgina 7

Quinto Congreso Nacional de Historia 2012 diversidad de nombres y las variantes que acusan los mitos al ser comentados por los cronistas. En esta trampa cayeron autores antiguos, as como tambin estudiosos contemporneos que abordan temas relativos a la religin andina (Kauffmann Doig 1986a, 1990, 1996, 2001a, 2001d, etc.). Como un ejemplo que da fe de lo expuesto, recordemos que el mito de Catequil recogido por los Agustinos, al hacer referencia al poder que acompaaba a este ente mgico-religioso de la ms alta jerarqua, consigna el siguiente dato: porque dicen que [Catequil] es el que hace truenos y relmpagos. Tambin Pachacmac descubre no ser otra cosa que una representacin del Dios del Agua. El nombre fue traducido errneamente por Cieza de Len como creador de la tierra, segn lo seala Garcilaso (1609, II, cap. II) quien bebi el quechua en la leche materna. Al respecto Garcilaso indica que en su acepcin prstina, este vocablo significa "animador de la tierra". Por consiguiente Pachacmac debi ser un ente fecundante: que fertilizaba (animaba) a la Diosa Tierra o Pachamama y es as que no debi ser otra cosa que nuestro mentado Dios del Agua. Miguel de Estete (1533) es rotundo al respecto cuando comenta, que Pachacmac sostiene [a la gente, por cuanto] cria los mantenimientos. Ciertamente debe descartarse que Pachacmac tuviese carcter de dios creador, como ya lo han advertido connotados historiadores como Pierre Duviols (1977), Mara Rostworowski (1983) y Henrique-Osvaldo Urbano (1981). No habra sido pues Pachacmac el creador: la gnesis de la humanidad habra tenido lugar al haber sido sta expulsada del vientre de la Diosa Tierra o Pachamama a travs de grutas y lagunas. En la regin costea, donde no se producen temporales y por lo tanto no se escuchan truenos, debi ser lgico suponer que el estruendo producido por los sismos y temblores era una forma mediante la cual Pachacmac (el Dios del Agua costeo) expresaba su poder, tal como los truenos en la regin cordillerana. Huiracocha debe ser tambin despojado del manto con el que lo cubri la literatura mtica despus de la irrupcin europea, pues al parecer se trata tambin del Dios del Agua. Su etimologa favorece esta propuesta. En efecto cocha se traduce por laguna o mar, o por algo as como gran depsito del lquido vivificante; huira es vocablo que alude a la grasa humana o animal y al parecer va engranado con la voz huilca (sagrado). Debi presumirse que en esta materia, sacra, radicaba el vigor o potencia de Huiracocha. Es sintomtico que la espuma que se forma con el oleaje en las orillas del mar, lagos y ros, era considerada la grasa del agua. Esta presuncin debi basarse en el color blanquecino y las burbujas mismas, que se asemejan a la sustancia grasa (Fig. 8). Entre los muchos nombres que reciba el Dios del Agua andino en tiempos del Incario, el ms popular era el de Illapa. Este calificativo no era aplicado tan solo al rayo, como tampoco al trueno en particular. Su acepcin inclua las principales formas a travs de las cuales se manifiestan los fenmenos atmosfricos que acompaan a las tempestades: el relmpago, el rayo y el trueno. Para referirse al trueno se utilizaba la voz cayca, en tanto que curi era el apelativo para el rayo. Este vocablo lo reencontramos en Curi-cancha, que es la forma como escriben los cronistas ms serios al hacer referencia al templo de mayor prestancia en el Cuzco, que tambin era conocido como Indi-cancha. Sospechamos que la denominacin Coricancha (recinto de oro), debe provenir de una adulteracin originada en tiempos de la Conquista. Que la palabra Illapa denominaba a los tres fenmenos atmosfricos mediante los cuales se manifiestan las tempestades, es confirmado por Garcilaso (1609, II: cap. XXIII) al indicar que tanto al relmpago como al trueno y al rayo a todos tres juntos llamaron Illapa.

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Federico Kauffmann. Apu y Pachamama, supremos dioses del antiguo Per En cuanto al Sol, nuestras indagaciones nos llevan a proponer que no era adorado como tal, como astro, sino por ser considerado una personificacin del Dios del Agua; la ms poderosa y sin duda la ms importante al lado de los Apus o cumbres imponentes en las que al parecer era materializado (Fig. 5a y 5b). A lo largo de todas nuestras investigaciones de carcter etnogrfico en parajes cordilleranos desolados, jams presenciamos que los comarcanos adorasen al Sol. Esto contradice el supuesto asumido hasta el presente en el sentido de que en el Incario se habra adorado al Sol como la mxima divinidad. El astro rey no debi ser otra cosa que un engendro ficticio de data colonial temprana (Fig. 9a y 9b). Durante nuestra experiencia en el ltimo medio siglo, en el campo etnogrfico, pudimos constatar que las reverencias, los ritos y las ofrendas jams se prodigan al Sol sino a los Apus; sin olvidar que se ofrecen por igual a la bondadosa Pachamama o Diosa Tierra. Por ello insistimos en que el Sol no debi ser para los pobladores del Incario ms que la personificacin, ciertamente la ms importante, del Dios del Agua (Kauffmann Doig 2001a, 2001d, 2003). Por otro lado, Punchao no parece ser ms que un sinnimo de Inti , el Sol, debido a su propiedad de alumbrar. Visto de este modo, Punchao aludira a lo que el Sol da lugar: la lumbre, el da. Aunque los poderes del Sol como ente que alumbra y da calor, debieron estimarse, al parecer no se le confera carcter sagrado. El cronista Martn de Mura da a entender que las nubes podan opacarlo y hasta borrar su presencia. Para reforzar nuestra propuesta acerca de que el Sol tan solo personificaba al Dios del Agua, y por lo tanto no era la divinidad suprema, nos remitimos tambin a una escena retratada en algunos keros. Esto es, en vasos ceremoniales de madera de factura nativa, si bien postincaicos y decorados con diseos multicolores mediante la tcnica del encausto, en ambos casos de prosapia occidental. En los keros son retratados figuras y hechos con rasgos identificables a primera vista; este arte permiti que quedara plasmado una parte del pensamiento incaico del que de otro modo no tendramos noticia. La escena a la que aludimos es interpretada como la recreacin de un saludo ritual entre un soberano inca y un jerarca colla (Fig. 9a). Sin duda podra estar registrado un acto como este, pero consideramos que en su esencia la escena expresa algo ms que la escenificacin de un simple brindis ceremonial entre representantes de dos etnias. Podra, ms bien, evocar un tincamiento de orden mayor; esto es, un acercamiento para homenajear, agradecer y pedir una gracia a la divinidad mediante el ritual de la tinka o comunicacin espiritual del hombre con los poderes sobrenaturales; en el presente caso al parecer solo en apariencia con el Sol astro que aqu es ubicado por encima de las nubes y en todo caso s con los apus en los que se personificaba el astro rey (Fig. 9a y 9b). En el centro superior de la escena asoma el astro solar, en medio de un cielo cargado de nubes y paradjicamente presencia una tempestad aludida por motivos circulares muy pequeos que, sin duda, evocan gotas de lluvia. Esta forma de representarla es recurrente en la iconografa andina. La hemos identificado en estudios anteriores (Kauffmann Doig, 1992), plasmadas en dibujos sobre recipientes de Moche y Nazca; as como en escenas expuestas en keros y en otros objetos artstico-artesanales (Fig. 10). En la escena que comentamos es de especial inters advertir cmo la lluvia va engrosando el caudal de un ro del cual parten acequias, y en cuyas orillas se aprecia a labradores en plena faena. En las riberas de las mismas se distinguen plantas, mientras que en las faldas de los cerros o apus algunas llamas parecen regocijarse dando brincos entre el follaje y los pastos que florecen gracias a la lluvia. Como hemos visto, la figura del Dios del Agua aparece en la iconografa de todas las etapas histricas de la civilizacin andina, adoptando variantes de segundo orden (Kauffmann Doig, 1999: 33; 2001d, 2003). Su figura arquetpica, tal como aparece en la Estela Raimondi (Fig. 6), por ejemplo, est conformada por un personaje sobrenatural de contornos humanos que articula Nueva cornica 1 (Enero, 2013) ISSN 2306-1715 Pgina 9

Quinto Congreso Nacional de Historia 2012 elementos anatmicos de un ave de rapia (picos, alas, plumas y garras ornitomorfas en pies y manos); as como tambin atributos de prosapia flida, si bien limitados a una boca que exhibe fieros colmillos. Los atributos ornitomorfos deben aludir al Dios del Agua, como gestor de la lluvia que se precipita de los espacios celestiales, el dominio de las aves. La fiereza que acusa su rostro se entiende si tomamos en cuenta que era temido puesto que, no obstante su condicin de donante del agua, se resista a ofrendarla a tiempo y en su justa medida para fecundar a la Diosa Tierra o Pachamama. Se presuma que su voluntad, perversa, solo poda ser ablandada si reciba el culto y las ceremonias que demandaba. Conforme vimos, su incumplimiento conduca a que castigara a la humanidad desatando sequas, lluvias torrenciales, granizo o temibles heladas que arruinaban los cultivos y los pastos naturales. La figura antropomorfa con atributos de ave y de felino, como era retratado el Dios del Agua, no solo est presente en Chavn (Fig. 11); tambin aparece en el arte de Moche, tomando aqu la forma de la deidad conocida como Ai-apaec (Fig. 12). En el caso de la Huaca de la Luna, este personaje es frecuentemente reducido tan solo a la cabeza. No falta quienes lo identifican como un pulpo debido a que est rodeado de motivos en forma de bastones. En realidad estos no son ms que repeticiones del emblema cresta de ola y por lo tanto la testa de Ai-apaec aparece decorada con smbolos alusivos al agua. En su versin tiahuanaco, el Dios del Agua es retratado sin colmillos pero derramando lgrimas que simbolizan la lluvia (Fig. 13a). En todo caso, su figura destaca por su aspecto monumental, por lo que consideramos debe tenrsela como una representacin ms del Dios del Agua en la versin de la cultura que representa. Las cumbres imponentes o simplemente los collados dotados de caractersticas particulares se conocen hasta hoy como apus. De acuerdo a observaciones personales, se les identifica con el Dios del Agua, al cual materializan. Hay casos patentes en que la figura de esta divinidad se reclina sobre los Apus o montaas, como conformando un solo cuerpo (Fig. 5a). Tambin merecen destacarse las variantes de esta figura, en las que las cimas de las montaas o Apus representan alimentos como el maz y otros productos; en algunos casos pareciera que esas cimas se tornan en falos y el casquete nevado aludiera al glande. Lo dicho se comprueba, por ejemplo, en piezas de cermica escultrica mochica (o moche) en las que la divinidad conocida como Ai-apaec otra de las modalidades del Dios del Agua aparece reclinada sobre los cerros y de hecho conformando con estos un solo cuerpo. Esta identidad entre ambos es evidente en las Figuras 5, 12 y 30 del presente artculo. El Dios del Agua era tambin evocado mediante muy diversos motivos simblicos, tal como veremos en un acpite posterior. Pero el emblema de la cresta de ola era el ms comn (Fig. 18). Tambin aparece estampado en una infinidad de variantes (Fig. 23). Por ejemplo, tomando la forma de bastones o de una L, una S (doble cresta de ola) y muchas otras. Algunas de las variantes, como stas, surgieron obligadamente por el material en que aparece representado el motivo que nos ocupa. Por ejemplo, el arte textil gener sin lugar a dudas a la forma rectilnea de representar la cresta de ola. Como veremos, variantes segn el material empleado se presentan tambin en el caso del emblema de la Diosa Tierra. Aunque su representacin antropomorfa es por lo general dudosa, su emblema corresponda a un motivo simblico compuesto por tres escalones; con alguna frecuencia este aparece duplicado y an cuadriplicado, dando como resultado emblemas derivados como se ver oportunamente (Fig. 28).

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Federico Kauffmann. Apu y Pachamama, supremos dioses del antiguo Per La tarea de identificar las diferentes variantes resulta interesante solo para quienes se ocupan de las transformaciones de los motivos estudiados por la historia del arte. Para el arquelogo esto no aporta otra cosa que testificar la sorprendente frecuencia con que este emblema era reproducido en el antiguo Per. Este trabajo puede ser cumplido tan solo mediante una ojeada general a la iconografa presente en tejidos, cermica, etc., donde se advierten con facilidad las variantes que presenta el emblema que nos ocupa. Es una actividad similar a coleccionar estampillas para deleitarse apreciando la variedad de tamaos que presentan, sus colores, pases de procedencia, imgenes particulares que exhiben; pero al fin y al cabo esto no conduce ms que a precisar que se trata tan solo de variantes de sellos postales y que a todos los une una misma funcin. La identificacin de las variantes sin fin de este emblema es cosa de juego, pero solo a la luz de algunos recipientes, que hemos logrado ubicar (Kauffmann Doig, 1990 p. 209, 1999 p. 44, etc.), y en los que tanto el signo escalonado como el emblema de cresta de ola van diseados en forma naturalista (Fig. 23a, 30a, 30b). Fueron precisamente representaciones naturalistas como las mencionadas, presentes en cermica escultrica Moche, la que nos sirvi de fundamento inicial para decodificar la inmensa diversidad de variantes con que se representan el motivo escalonado y el de la cresta de ola (Kauffmann Doig, 1990: 209, fig. 4; 1999: 44; 2011b). Concluimos sobre el particular que la importancia que se confera a los dos emblemas, agua y tierra, era lgica consecuencia de ser conciente de las anomalas climticas, que afectaban la produccin de alimentos negativamente. Las modalidades a las que nos referimos estn presentes en toda la secuencia de la civilizacin andina (Fig. 23). Por lo mismo afirmamos, una y otra vez, que estos valores emblemticos fueron empleados universalmente en el transcurso de la civilizacin ancestral peruana. An en nuestros das este motivo es copiado en tejidos confeccionados en lugares cordilleranos del Per, por ms que su significado original haya pasado al olvido. Al emblema cresta de ola y sus infinitas variantes hay que agregar otros smbolos alusivos al Dios del Agua: el que retrata de hecho la lluvia, graficndola particularmente en medio de un espacio al que da lugar un arcoris (Fig. 10). En otras ocasiones el agua era representada como gotas de lluvia valindose de placas ornamentales metlicas, discoidales y engrampadas a una plancha de metal; tambin aluden a gotas de lluvias los dibujos pintados sobre la cermica, a veces tomando la forma de pequeas argollas. Igualmente los emblemas que simbolizan el agua aparecen como parte de figuras de plumas estilizadas, en las que son incorporados pequeos motivos cuadrados luciendo, en algunos casos, un punto en su centro que alude a una gota de agua (Fig. 9a, 19b, 19c). Al parecer gotas de lluvia eran tambin evocadas, por asociacin de forma, en cscaras de man o cacahuate. Hay ejemplos en el arte de Moche sobre el particular, en los que la constitucin en S de la cscara del man debi recordar la unin de dos crestas de ola, emblema comn en la iconografa; los hoyuelos por su parte son los que acaso evocaban al agua en su forma de gotas. No faltan otras representaciones que evocan el elemento vital, tal como aquella que simboliza la superficie fulgurante del agua estancada en las lagunas, al ser iluminada por los rayos del sol y constituirse as en un espejo de agua; este aspecto iridiscente es copiado tambin en las placas policromadas de cermica presentes en los soterrados de Chucu, Arequipa (Kauffmann Doig, 1992), donde es representado por pintura metlica compuesta por partculas de minerales que brillan al ser heridas por los rayos solares. Tambin olas sucesivas en forma de rayas horizontales paralelas, como aquellas en la decoracin estucada que se observa en algunas paredes de Chanchn, podran ser alusiones de ondas marinas Nueva cornica 1 (Enero, 2013) ISSN 2306-1715 Pgina 11

Quinto Congreso Nacional de Historia 2012 (Fig. 23x). Los motivos en zigzag sucesivos deben considerarse asimismo como alusivos al agua, evocando indirectamente un rayo; por igual al agua que fluye en las quebradas y en los ros, as como tal vez tambin a bandadas de aves. Como se ver oportunamente, en la conjuncin de este smbolo del Dios del Agua con el de la Pachamama, hay casos en los que se llega a insinuar la figura de un ave vista de perfil (Kauffmann Doig, 1999: 41). Para mostrarse benevolente el Dios del Agua no solo exiga la presencia y devocin en torno a una abundante parafernalia de reverencias y ayunos y otros rituales. Tambin demandaba ofrendas que eran redobladas en tiempo de crisis agudas. Ellas incluan tambin sacrificios humanos. Lo demuestra, por ejemplo, la carnicera representada en Sechn (Kauffmann Doig, 1979) sobre la superficie plana de monolitos que enchapan las paredes de este monumento (Fig. 14). En el Incario, el sacrificio de personas reciba el nombre de capacocha (capac-cocha), institucin que ha sido estudiada detenidamente por Carlos Aranbar (1961) a travs de las crnicas de los siglos XVI y XVII; as como posteriormente Pierre Duviols (1976). Las cabezas humanas cercenadas son elocuentes ejemplos de los sacrificios humanos. Ejemplos iconogrficos las muestran ensartadas en una especie de collar que rodea el cuello del Dios del Agua; en otras ocasiones este ente mgico-religioso las sostiene en ambas manos, o en una mientras que la otra coge el hacha que sirvi para el acto de la decapitacin (Fig. 12, 19c). Varios ejemplos de capacochas, especialmente de adolescentes de sexo femenino, han sido hallados en las cumbres nevadas, hasta donde eran conducidas en romera. All permanecan momificadas y por lo general se les asociaba a amuletos en forma de pequeas figuras humanas, igualmente abrigadas. Estos hallazgos fueron realizados por la arqueologa de alta montaa en Argentina y Chile (Reinhard 1992; Reinhard y Ceruti 2006). En el Per, es famoso el caso del descubrimiento de la capacocha conocida como la Dama de Ampato, tambin llamada Juanita, utilizando este nombre en atencin al de su descubridor, el famoso explorador de las cumbres andinas Johan Reinhard (1998). En la palabra capacocha convergen al parecer dos vocablos: capac (superior o supremo?) y cocha (recipiente mayor de agua: laguna o el mar. Esta prctica se instituy para prevenir las calamidades atmosfricas y para superarlas. De lo expuesto se desprende que los sacrificios eran tributados para ablandar la voluntad de la divinidad, con lo que se descubre tambin los mviles ms ntimos que subyacen detrs de todas las religiones (Kauffmann Doig 1979, 2001d, 2002a v. 5). Hasta pasada la primera mitad del siglo XX subsistan todava ocasionalmente y guardadas sigilosamente, prcticas relacionadas con los sacrificios humanos en ciertos parajes andinos. Lo confirma el sonado caso del sacrificio de un nio en un casero ubicado cerca del lago Titicaca en la dcada de 1960, que comentamos en alguna oportunidad y que por entonces fue considerado por los jueces encargados de la investigacin como un caso de asesinato comn (Kauffmann Doig 2011b). La causa fue una prolongada sequa que azot la regin y ante ello los comuneros recordaron que en el pasado prcticas como la sealada, podan ayudar a salir de la crisis y salvar as a la comunidad de perecer de hambre. El autor obtuvo tambin informes fehacientes (Tipe, 40aos / departamento de Ayacucho 1970) acerca de un pago en el que fue sacrificada una persona, pero en este caso tributado en honor a la Pachamama. El individuo escogido por la comunidad era un upa o enajenado mental. Luego de festejarle y hacerle beber chicha en abundancia, fue arrojado a una fosa excavada previamente y en la que fue sepultado an con vida en medio de una algazara ritual (Kauffmann Doig, 2011b). La figura del pishtaco tambin sobrevive aisladamente. Se trata de un personaje que pishta, es decir, que corta o descuartiza con un cuchillo (pischtai = cortar). Su objetivo es extraer la grasa de Escuela de Historia. Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Lima Pgina 12

Federico Kauffmann. Apu y Pachamama, supremos dioses del antiguo Per las personas que transitan por un desolado paraje durante la noche. No es un asesino puesto que, de acuerdo a los relatos recogidos entre los aos 1950 y 1970, se trata de un agente enviado por el gobierno para reunir grasa humana. Segn se supone indispensable para que funcione sofisticada maquinaria. En el pasado arqueolgico la grasa debi estimarse como la materia que daba vigor a la divinidad, y pudo ser simbolizada en la espuma que produce el oleaje en los ros; pero sobre todo en el mar si hemos de seguir lo acotado en algunas crnicas (Fig. 8).* ___________ *Esto se desprende de la posible etimologa que encierra el nombre que reciba la divinidad ms encumbrada del Incario, Huiracocha, y la que estimamos debi estar conformada por los vocablos huira (grasa) cocha (laguna, mar). Consideramos que de ser correcta la etimologa expuesta e incluir sta la voz cocha, Huiracocha, en el Incario ste debi ser el nombre con el que debi ser titulado el Dios del Agua. An al presente la grasa de camlidos es empleada en contextos mgico-religiosos, para untar objetos de la parafernalia (Figs. 15, 16). Abundando en el tema de la importancia que an se da a la grasa en contextos mgico-religiosos, sealemos que en 1976 encontrndonos cerca del aeropuerto del Cuzco conversando con un grupo de jvenes, procedentes de pueblos aledaos, stos estaban convencidos que el combustible usado por los aviones debera estar mezclado con grasa humana obtenida por los pishtacos, puesto que de otra manera no imaginaban que podran levantar vuelo. Sobre el tema de los pishtacos se ha ocupado la peruanista Lieselotte Engl, en Mnich, en base a decenas de encuestas que le remitimos en 1970 a su pedido y las que obtuvimos de estudiantes de la Universidad Nacional Federico Villarreal en su mayora inmigrantes cordilleranos. Entre otras prcticas pluviomgicas que todava se realizan al presente, relata uno de nuestros informantes lo siguiente: ...contaba mi viejo [padre] que en el cerro existen entre los peascos unos pocitos de agua. Cuando azotan sequas, personas se descuelgan con sogas hasta alcanzarlos y para llenar botellas con esa agua que es del cerro (Apu). As la transportaban a lo alto del cerro y entonces esa agita vaporiza y comienza a llover. A esa agita se le llama aqno (Informante: Amador Morn, 54 aos, febrero de 1997; natural del anexo de San Miguel de Ayamarca, distrito de Ocoyo, provincia de Huaytar, Ayacucho). Otros informantes, de Huaytar, sealan que en tiempos tambin de sequa, un grupo de pobladores de una comunidad dada se dirige hasta las orillas del mar para llenar ritualmente algunas botellas con agua, las mismas que son conducidas de vuelta a la sierra y ubicadas en lugares situados a gran altura, el dominio de los Apus. La misma tradicin subsiste en Ancash (Informante: Aurelio Sols, 1985, Chiquin), donde para conjurar sequas se trasladaban personas, a manera de procesin, hasta alcanzar las orillas del mar para recoger agua que luego conducan de regreso en una bandeja de plata (Kauffmann Doig, 1986b: 42). La creencia entre los antiguos peruanos de que la energa que sustentaba al Dios del Agua se hallaba en la grasa (huira), se apoya tambin en su percepcin sublimada de la espuma que se forma en las orillas del mar y las lagunas (Kauffmann Doig 2001d; 2002a v. 5, 2003). Todava en nuestros das los objetos que forman parte de la parafernalia son untados con una capa de grasa animal, sea de llama o de ovino (Fig. 15). De acuerdo a nuestros informantes de los parajes alrededor de Sicuani, este ritual es efectuado para que tengan aspecto de estar permanentemente humedecidos; este procedimiento mgico debe considerarse como una forma pluviomgica ms, Nueva cornica 1 (Enero, 2013) ISSN 2306-1715 Pgina 13

Quinto Congreso Nacional de Historia 2012 destinada como las otras ya mencionadas, a que no faltase el lquido vivificante para que las plantas alimenticias y los pastos no dejen de germinar. Con el mismo propsito se deja caer pequeas porciones de grasa de llama al suelo, el cuerpo mismo de la Pachamama (Kauffmann Doig, 2001d). Si bien de condicin sobrenatural, el Dios del Agua debi ser imaginado como un ser humano. De otra manera, como al presente todava, no se les atribuira a los apus las mismas necesidades y apetencias de un ser viviente. Por ello mismo debi y debe todava en la actualidad ser alimentado. El alimento que preferan (iranta) debi en el pasado ser el mullo, el bivalvo marino Spondylus que con frecuencia era ofrecido triturado. En los rituales dirigidos a implorar a los apus, en la que al parecer se materializa el Dios del Agua y practicados todava en parajes apartados de las ciudades, se ofrendan despachos (ofrendas). Estos estn constituidos por paquetes envueltos en papel cometa de color, que contienen generalmente golosinas, cigarrillos y coca. Estos paquetes se queman luego de los diversos actos rituales que rodean a la mesa (misa?), para que de este modo lleguen a la divinidad. Al masticar la coca, el intermediario, un paqo o altomisayoq, anuncia si estas ddivas son o no aceptadas con agrado por la divinidad. Sobre el ritual del despacho, el prelado Luis Dalle (1983: 29-47) ofrece copiosa informacin de primera mano. Los despachos son ofrecidos tambin a la Diosa Tierra o Pachamama y cumplen, hasta el presente un rol mgico-religioso preponderante, al igual que las ofrendas de la grasa de camlidos o llamahuira as como los fetos de llama. No faltan las ddivas consistentes en botellitas con trago. Ofrendas como estas incluidas el despacho, forman parte del pago o pagapu a la Pachamama; a este acto ritual se le califica como llamua (Condesuyos, Arequipa); por su parte el pago que se tributa a los Apus es llamado alcanzo. Por lo menos en la regin de Condesuyos se hace esta diferencia. En esa rea dirigimos exploraciones en cmaras subterrneas en las que se guardaban placas de cermica con representaciones polcromas; de nuestra investigacin concluimos que se trata de motivos alusivos a los fenmenos atmosfricos y que debieron conformar una especie de mensajes al Apu de imploracin por lluvias (Kauffmann Doig 1992). A los Apus se les implora hasta el da de hoy, por lo general por intermedio de un altomisayoq o sacerdote andino. Aparte de las peticiones principales, dirigidas a solicitar buenos temporales que permitan cosechas satisfactorias, stas incluyen tambin el rogar por una buenaventura personal, el restablecimiento de alguna dolencia, etc. Igualmente se tinka para adivinar, por ejemplo, dnde se encuentra el ganado perdido o robado, o para evitar contratiempos en los viajes que implican largas caminatas por las punas. En estas circunstancias tambin se contina practicando la tradicin de la togana, es decir, escupir la bola de coca luego de superar una larga cuesta y alcanzar finalmente el abra. De este modo se rinde homenaje y agradecimiento tanto al Apu como a la Pachamama. El ritual de la togana incluye tambin colocar una piedra ms sobre una ruma de la ya existente, para conformar de este modo lo que se conoce con el nombre de apacheta. A los Apus o materializaciones del Dios del Agua se les asignaba incluso hasta nuestros das una o varias mujeres, representadas por las montaas vecinas. As por ejemplo, la montaa de Solimana es considerada la esposa del Apu Coropuna (Condesuyos, Arequipa). El informante Jonhy Campoverde (Vischongo, Ayacucho, 1997) coment sobre la presencia de muchas mujeres pertenecientes a un Apu en particular y dijo que vivan juntas en un casero alejado (Kauffmann Doig 2008). Otros mitos vigentes aluden a la propiedad de los Apus de rebaos de animales domsticos tanto como silvestres. Uno de nuestros informantes, del entorno de Puquio, manifest Escuela de Historia. Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Lima Pgina 14

Federico Kauffmann. Apu y Pachamama, supremos dioses del antiguo Per que algunos Apus son ricos y otros son pobres. Abundaba al respecto, sealando que los primeros poseen gran cantidad de ganado silvestre, tal como por ejemplo toros salvajes (Amador Morn, 54 aos,1997; San Miguel de Ayamara, distrito Ucopyo Huaytcora). Otro informante (Luis Llerena, Condesuyos, 1986) afirma que existen jerarquas entre grupos de Apus al modo como en los cabildos, donde hay un alcalde y regidores que lo obedecen y hacen cumplir los reglamentos. Tambin mencion la existencia de cachacos al servicio del Apu mayor. En el presente, en los caseros de Sicuani se usan esculturas de alabastro en miniatura, que representan a un grupo de Apus, como objetos rituales propiciatorios de la fecundidad de los campos y del ganado (Fig. 15). Sus puntas, que representan cerros, en ocasiones toman la forma de falos. Esto resulta obvio si se tiene en cuenta que los cerros o Apus se consideraban de gnero masculino y materializaciones del Dios del Agua, asignndoseles el papel de entes fecundantes. Algunas de estas esculturas faliformes ostentan el glande cubierto de anillos; podran aludir a las estras que circundan a las caracolas marinas del gnero Strombus. Se estimaba en el pasado que estos moluscos eran hijas de la Mamacocha o mar, madre o principio de las aguas, segn se desprende de las inferencias etnohistricas (Fig. 16). Segn los mitos vigentes, los Apus, personificaciones del Dios del Agua, ejercen su poder valindose de aclitos: los Qhoa, Oscollo o Titi. Se trata de gatos monteses como el Oncifelis jacobita. Tambin el Felis colocolo que acusa manchas tigrescas amarillas y negras sobre pelaje de color blanco, que han llevado a confundirlo con tigres amaznicos, aunque en lugares cordilleranos todava hay tigrillos (Leopardus wiedii). En estudios iniciales, pensbamos que los qhoas eran representaciones del Dios del Agua, pero indagaciones posteriores, basadas en nuevas versiones de este mito, nos permitieron corregir esta conclusin. Los qhoas son en verdad aclitos, de los que se sirve el Apu para hostigar a los campesinos con inclemencias climticas. En los relatos mticos estos entes toman la apariencia de quimricos gatos monteses, que los comarcanos aseguran haber visto elevarse desde los manantiales, para luego desplazarse por el firmamento en medio de la neblina (Kauffmann Doig, 1992: 197-200). Consideramos que estos genios, de mitos an vigentes, fueron graficados en la iconografa de la civilizacin andina de todos los tiempos, y que son reconocibles con elocuencia sobre todo en las representaciones de Tiahuanaco-Wari, en figuras que llamamos Felinos Voladores (Fig. 17). Al parecer fueron esculpidos tambin en la Portada del Sol de Tiahuanaco, en ambos lados de lo que debi ser la representacin Tiahuanaco del Dios del Agua. Siendo una divinidad vinculada al sustento, el Dios del Agua andino o Apu, careca de atribuciones para premiar o castigar por transgredir preceptos morales; por lo mismo no prometa parasos ni infiernos despus de la muerte (Kauffmann Doig 1998). Sin embargo, se asuma que cuando no era reverenciado con la intensidad que demandaba, enviaba su castigo desatando severos azotes climticos que incidan negativamente en la produccin de los alimentos. Por esta y otras razones, el Dios del Agua no es equiparable al Hacedor bblico, creador del universo. Refirindonos a Huiracocha, elevado por misioneros al rango de dios creador, consideramos que este ser mgico-religioso no era otra cosa que una de las personificaciones del Dios del Agua andino envuelto en ropajes mtico-novelescos. Pierre Duviols (1977) y Mara Rostworowski (1983) aciertan cuando advierten que este numen no era el dios creador, si bien no llegan a identificarlo con el Dios del Agua andino. 3. LA DIOSA TIERRA Nueva cornica 1 (Enero, 2013) ISSN 2306-1715 Pgina 15

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La Diosa Tierra o Pachamama no era concebida como el mundo en el sentido occidental. Su alcance se limitaba a los suelos cultivables y a los campos en los que prosperan los frutos comestibles y pastos que nutren al ganado. Pero la Pachamama era considerada un ente viviente, de sexo femenino. Como hembra no tena por s sola capacidad de generar los alimentos, solo si contaba con el aporte de su contraparte masculina, el Dios del Agua. As, juntos, conformaban la pareja divina de la que provenan los alimentos. Si el ente divino de sexo masculino, el Dios del Agua, su consorte, no derramaba el lquido vivificante a tiempo y en su justa medida, la Diosa Tierra no estaba en condiciones de hacer germinar los productos alimenticios y donarlos a los hombres. De esta manera queda claro que la divinidad masculina era la que decida se consumara o no el connubio con la Diosa Tierra. Existe un grupo importante de representaciones de escenas de emparejamiento, al parecer entre el Dios del Agua y la Diosa Tierra (Kauffmann Doig 2001e; 2003). Rebeca Carrin Cachot (1955, 1959) reuni varios ejemplos de estos cuadros de connubio, sin mencionar si aquellas escenas correspondan a uniones del Dios del Agua y de la Diosa Tierra. Sin embargo, intuy acertadamente que los dioses actan en dos planos: en el celeste y en el terrestre. La pareja divina es presentada en estas recreaciones con anatoma humana y copulando como seres humanos, tal como puede apreciarse en los ejemplos que se presentan en la Fig. 20. Por otro lado, las huancas representaran alguna forma de alusin mgica a la unin sexual y a la fecundidad. Son piedras alargadas que aparecen clavadas en algn lugar de las sementeras. Consideramos que representan falos hundidos en las entraas de la Diosa Tierra, desde luego con miras a propiciar la fertilidad de los campos. Bernab Cobo ([ca.1653]) seala en su Historia del Nuevo Mundo, que cada familia tena en su chacra una piedra larga puesta de canto en el campo [] llambanla huanca, chichi o chacrayoc, esto es dueo del campo. Por su parte el arzobispo Pedro Villagmez, en su Carta pastoral de exhortaciones ([1649], cap. LV), indica que los confesores cristianos deban preguntar si han adorado o adoran las huacas que llaman huanca o chichu tenindola en sus chacras, y ofrecindoles sacrificios, o ofrendas de chicha, coca, sebo quemado, o otra cosa. La tradicin de las huancas puede ser rastreada desde los albores de la civilizacin peruana ancestral y contina vigente en parajes apartados. Desde 1960 la hemos constatado en la Cordillera Negra, en las nacientes del ro Casma. En el caso de las huancas de Chucuito (Puno), algunas fueron talladas sin lugar a dudas en forma de falos (Fig. 21). En tiempos recientes las huancas de Chucuito fueron arrancadas por los arquelogos de su ubicacin original en los campos de cultivo, para mostrarlas juntas en un recinto pequeo, lo que termina por desorientar al visitante al darle la sensacin de que est frente a un jardn flico. Aparte de las escenas mencionadas de posibles representaciones de connubio en las que se retratara a la Diosa Tierra en forma humana, es posible que las figuras femeninas que destacan en relieve en las paredes de algunos de los recintos de Pajatn sean representaciones antropomorfas de la Diosa Tierra (Kauffmann Doig 1986b, p. 84). Las mismas estn sentadas, muestran el vientre abultado y tienen las piernas separadas como si se aprestaran a alumbrar (Fig. 24a). Curiosamente algunas placas metlicas de la cultura Tolima de Colombia acusan caractersticas algo similares (Kauffmann Doig 1990, p. 209). La Pachamama en forma humana, podra estar tambin representada en las culturas Paracas y Nazca, en figuras plasmadas en tejidos y en cermica. En Nazca se trata de representaciones de seres femeninos en las que la forma del recipiente esfrico alude al cuerpo (Fig. 25). Se las realza cual matronas, atendiendo a su porte y al ostentoso ropaje. Escuela de Historia. Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Lima Pgina 16

Federico Kauffmann. Apu y Pachamama, supremos dioses del antiguo Per Igualmente podran aludir a la Pachamama los cuchimilcos o estatuillas femeninas de la cultura Chancay, con brazos que se tornan en alas y cuya cabeza remata en forma de una medialuna, probablemente con tendencia a simbolizar al mismo tiempo la figura de un hacha (Fig. 26). Nada ms lgico que vincular el motivo en medialuna a figuras de sexo femenino, gnero al que como sabemos era asociada la Luna. Finalmente, la Pachamama humanizada podra estar tambin figurada en forma repetitiva cubriendo una tela de grandes dimensiones perteneciente a la cultura Chancay, publicada en una monumental obra sobre los tejidos peruanos por el distinguido peruanista James W. Reid (2008: 184). El tema podra extenderse pero queda pendiente para un estudio posterior. La Diosa Tierra era representada principalmente mediante un emblema conformado por tres escalones. Este diseo es ciertamente universal por la simplicidad de sus trazos y composicin. En el antiguo Per debi drsele un significado especfico al aludir a la Diosa Tierra en la forma escalonada que acusan las terrazas de cultivo. No podra haberse escogido un signo ms apropiado para evocar a esta divinidad. Aunque los andenes o terrazas de cultivo conforman un elemento cultural cordillerano, el smbolo escalonado como representacin de la Diosa Tierra fue adoptado tambin por los pobladores costeos. En su construccin se pona especial esmero pues al embellecerlos se buscaba halagar a la diosa y mostrarse grato con ella. Los andenes rituales que al mismo tiempo eran de uso prctico abundan particularmente en el rea del Cuzco, en Ollantaytambo, Pisac, etc. Es tambin de inters sealar cmo, en algunos casos, al juntar los emblemas de la cresta de ola que alude al Dios del Agua y el motivo escalonado que evoca a la Pachamama o Diosa Tierra, el artista debi tratar de insinuar una tercera figura que sera la representacin esquemtica de un ave vista de perfil (Fig. 23e). No llama la atencin que aluda a un ave, probablemente de rapia, puesto que una de estas aparece como elemento subsidiario en las representaciones antropomorfas del Dios del Agua; tal vez porque la lluvia se genera en los espacios celestiales. Acerca del emblema conocido como chacana, hemos propuesto que se originaba en la yuxtaposicin de cuatro signos escalonados simples, cada cual constituido por tres gradas que en su forma arquetpica conforman el emblema que alude a la Diosa Tierra. Al ser unidos cuatro de estos componentes, la figura se transforma en un nuevo smbolo cruciforme que define al de la chacana (Fig. 29 y 29b), y por su aspecto estrellado, pudo habrsele vinculado con un lucero en particular (Kauffmann Doig 2001f). Ampliando el tema abordado, es interesante observar cmo dos de los emblemas simples alusivos a la Pachamama, colocados frente a frente, dan lugar a una figura piramidal, aquella que en los Andes se conoce como ushno. Creemos que el ushno, usado en la prctica como una especie de podio o trono escalonado, no es otra cosa que un smbolo ms que representaba a la Pachamama, de modo ms complejo y hasta cierto punto ms realista, al tomar la forma de un promontorio trabajado mediante andeneras. Esto se observa en la escena central de la Puerta del Sol en Tiahuanaco, donde el Dios del Agua es presentado en posicin de dominio, parado sobre el ushno que simbolizara a la Diosa Tierra o Pachamama (Fig. 13a y 30). Advertimos que una composicin similar est presente en los tumis de metal de Chim; sobre todo en el majestuoso tumi de oro procedente de las huacas de Batn Grande en Illimo (Lambayeque). All, el Dios del Agua est

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Quinto Congreso Nacional de Historia 2012 parado sobre un hacha-cuchillo en forma de medialuna y que por tanto aluda a la Luna: el cuerpo celeste vinculado a la Diosa Tierra (Fig. 13 b). Existe infinidad de casos en los que el emblema de la Pachamama representado por el signo escalonado aparece amalgamado con el smbolo cresta de ola del Dios del Agua. Los ejemplos plasmados en los tejidos y la cermica de Moche y Nazca demuestran que el signo escalonado es un smbolo que alude a la Pachamama. En efecto, en estos casos se observa cmo el emblema con forma de un andn o terraza de cultivo es empapado por una cresta de ola (Fig. 23a). La Diosa Tierra era tambin representada mediante pequeas esculturas de alabastro, de base plana. Objetos como estos registran puntas en su entorno, que aluden a los cerros o Apus que rodean a la Pachamama. Actualmente estos objetos forman parte de la parafernalia tradicional utilizada en los ritos que se celebran en algunos lugares apartados de la regin del Cuzco, cercanos a Sicuani (Fig. 22). Estas esculturas, consideradas representaciones de la Pachamama, suelen utilizarse con fines curativos pues con ellas se frotan las zonas con dolencias. Las pacchas debieron ser utilizadas en los rituales para propiciar la fertilidad de la Diosa Tierra, especialmente con chicha (aqa) que, como se sabe, es bebida elaborada con maz fermentado. Rebeca Carrin Cachot (1955) public una monografa sobre las pacchas, ilustrndola con decenas de dibujos de estos instrumentos. La mayora de ellas son de cermica, con una vertedera o cao para escurrir el lquido y derramarlo, o en otros casos para penetrarlos en la tierra. Ella estim correctamente que se trataba de un utensilio empleado en el culto al agua, como ya aos atrs lo haba propuesto Thomas A. Joyce (1923). Lamentablemente no lleg a ocuparse de porqu estos objetos se emplearon en el pasado con tanta frecuencia, lo que se explica por la carencia de agua para regar la sementeras en tiempos de recurrentes anomalas climticas. En ciertos casos, especialmente en las pacchas de piedra, el cao lo conforma un falo (Carrin Cachot, 1955). Es probable que se utilizaran pacchas flicas pero de cermica, para que las mujeres bebieran de ellas en los ritos de fertilidad (Kauffmann Doig 2001e, pp. 82, 101); acaso en representacin de la Diosa Tierra a las que eran vinculadas. Esta inferencia se desprende de algunas muestras de cermica de procedencia moche. Tambin hay pacchas que no se empleaban para beber de ellas, por ejemplo la constituida por la gran roca de Qenqo, sobre cuya superficie se tallaron infinidad de canaletas por donde escurran los lquidos en los ritos pluviomgicos. Asimismo, el canal de Cumbemayo, en Cajamarca, debi ser considerado una paccha monumental inmueble (Kauffmann Doig 2001e, p. 100). Tambin hay pacchas talladas en piedra que pueden ser transportadas aunque con alguna dificultad por su excesivo peso (Kauffmann Doig 2001e, p. 100, Fig. 152). La veneracin a la Diosa Tierra o Pachamama pervive con nfasis en diversos parajes alejados de las ciudades, especialmente en la sierra centro y sur del Per y en sectores cordilleranos de Bolivia y an de Argentina (Mariscotti de Grlitz 1978). Mediante el rito de la tinka son derramadas algunas gotas de aqa o chicha, antes de beber brindando con los apus. Todava en el presente la Diosa Tierra suele ser alimentada en un plano mgico, demostrando as los hombres su gratitud y vigorizndola al mismo tiempo. Para el efecto se hacen pagos excavando pequeos agujeros en la tierra, donde se deposita llamahuira (sebo de llama) o maz blanco, sustancias que penetran as en las entraas mismas de la Pachamama (Kauffmann Doig 1992). Paralelamente se practican otras tradiciones, por ejemplo el derramar mujeres chicha como tambin dejar caer una pasta de maz tierno o choclo, durante la siembra o mientras van arando.

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Federico Kauffmann. Apu y Pachamama, supremos dioses del antiguo Per 4. A MANERA DE RESUMEN El anlisis de la estructura religiosa del antiguo Per a partir de la etapa de consolidacin de la civilizacin (Horizonte Temprano, cultura Chavn-Cupisnique) en el transcurso del primer milenio anterior a nuestra era, revela que una pareja divina ocupaba el sitial jerrquico supremo entre los diversos seres mgico-religiosos. La conformaba un Dios del Agua que se presuma gobernaba a su antojo los fenmenos meteorolgicos, y una Diosa Tierra que an es conocida con el nombre de Pachamama, y que era considerada la donante directa de los alimentos, siempre y cuando las condiciones climticas favorables le permitiesen ser fecundada por el agua vivificante ofrendada por su consorte, el Dios del Agua (Kauffmann Doig 2001a). La hiptesis expuesta es el resultado de sucesivas investigaciones iniciadas en 1984 gracias al estmulo del gran Mircea Eliade, cuando nos solicit escribir un sumario acerca de la religin en el antiguo Per para incluirla en su obra postrera: Encyclopedia of Religion (1987: v. 13). A partir de entonces el autor continu indagando sobre la temtica basndose particularmente en fuentes de estudio etnogrficas como arqueolgico-iconogrficas. He aqu resumidas las conclusiones a las que ha llegado utilizando las fuentes de estudio indicadas (Kauffmann Doig 1986a, 1987, 1990, 1991, 1992, 1996, 2001a, 2001d, 2001e, 2002a vol. 5, pp.747-797). El Dios del Agua era temido por su carcter demonaco, pues al controlar a su antojo los fenmenos atmosfricos, sola desatar azotes climticos que afectaban negativamente la produccin de los alimentos y hacan que asomara el fantasma del hambre. Por ello, aunque imaginado con figura humana, se le representaba con semblante feroz, portando amenazantes colmillos y garras de ave de rapia, como en la Estela Raimondi y en otras de sus representaciones arquetpicas. Con todo, insistimos en calificarlo como dios por cuanto este trmino es utilizado cuando se alude a criaturas divinas encumbradas, an las propias de religiones politestas, tal como sucede con los dioses del Olimpo egipcio o griego. El Dios del Agua era representado tambin mediante una gran diversidad de smbolos, siendo el ms utilizado una cresta de ola, tal como lo proponemos desde hace ms de veinte aos (Kauffmann Doig, 1990: 209, Fig. 4). Este emblema tena una infinidad de variantes, cuya identificacin como modalidades del signo cresta de ola la comprobamos en base a una representacin naturalista del smbolo mencionado (Kauffmann Doig, 2001d: 22-31). Ya en una obra anterior (Kauffmann Doig 1999, p. 44) sealamos que este emblema fue repetido en la iconografa universalmente en el transcurso de la civilizacin ancestral peruana (Fig. 23). Por su parte, el smbolo arquetpico de la Diosa Tierra o Pachamama era un motivo escalonado, cuya forma imitaba aquella de los andenes o terrazas de cultivo. A diferencia del Dios del Agua, que fue copiosamente retratado tomando los contornos de un ser humano, la Diosa Tierra fue representada de este modo con moderada frecuencia (Figs. 24a, 24b, 24c). Contrariamente, el emblema y las variantes que representan a la Diosa Tierra estn presentes en toda la iconografa de la civilizacin peruana ancestral, la que acusa una pasmosa continuidad desde los tiempos de su consolidacin (Horizonte Temprano) hace algo ms de tres mil aos. Al lado de los smbolos y figuras que retratan a los dos seres ms encumbrados del panten andino, el Dios del Agua y la Diosa Tierra o Pachamama, pululaban una infinidad de criaturas divinas y junto a ellas objetos que se consideraban sacros o huacas. Tal era el caso de las conopas e illas, que acusando diversas formas engrosaban la parafernalia empleada en los rituales (Fig. 1). Nueva cornica 1 (Enero, 2013) ISSN 2306-1715 Pgina 19

Quinto Congreso Nacional de Historia 2012 Igualmente, ciertas creaciones de la naturaleza, como piedras con alguna forma o coloracin especial, as como rboles y plantas especficas, eran sealados con la voz huaca (objetos posedos de hlito vital). Por su parte, determinados espacios eran considerados tambin como huacas o sagrados. El concepto de huaca se extenda asimismo a individuos que padecan de alguna anormalidad fsica o psicolgica, como los jorobados y las criaturas que nacan mellizas que se presuma eran engendros del rayo. Tambin se reconoca como huacas a las formaciones orogrficas que acusaban caractersticas especiales; las ms espectaculares eran conocidas con el nombre de apus. De acuerdo a nuestras investigaciones, en esas montaas imponentes y collados se materializaba el Dios del Agua. En trminos generales podra afirmarse que los antiguos peruanos vivan sumergidos en un mundo religioso de estructura predominantemente animista, salvo en lo que concierne a sus dioses supremos el Dios del Agua y la Diosa Tierra-, una pareja divina de la que dependa el sustento y con ello la existencia misma. El presente estudio esgrime tambin, que la pareja divina debi ser reverenciada desde los inicios del proceso civilizatorio andino, tanto en zonas cordilleranas como costeas. Su pasmosa continuidad podra explicarse por cuanto una ideologa religiosa que es aceptada como eficiente tiende a perpetuarse y a propagarse con rapidez. Todava al presente se celebran rituales en honor del Dios del Agua y de la Diosa Tierra en parajes apartados de los centros urbanos, si bien con ingredientes forneos. Lo expuesto conduce a plantear que en el antiguo Per, debi hace ms de tres milenios quedar fijada en la mente de los pobladores la existencia de una pareja divina de la que dependa el sustento de los hombres, siempre y cuando recibiera en su honor permanentes rituales y sacrificios, nica frmula vlida para evitar o por lo menos paliar las inveteradas crisis alimentarias que sobrevenan por las anomalas climticas, las que se supona eran desatadas por el Dios del Agua y que, como hoy sabemos, deben su origen a la presencia fundamentalmente del fenmeno de El Nio y de La Nia. La estructura religiosa presuma que esta divinidad, imaginada de anatoma humana por ms que reuna ciertos atributos zoomorfos, no solo exiga que se le ofrendara alimentos sino tambin que se sacrificara a seres vivos. De esta manera, al satisfacer sus necesidades de sustento, el hombre esperaba recibir en reciprocidad su benevolencia y como premio condiciones climticas adecuadas, que permitieran que la Diosa Tierra quedara fecundada para que pudiese donar el sustento indispensable a la vida humana. La indiscutible continuidad cultural remarcada ya por varios autores entre los que se encuentra Luis E. Valcrcel puede rastrearse tambin en las figuras que retratan a ambas divinidades superiores, as como a travs de los motivos emblemticos que las evocaban. Estas imgenes no sufrieron cambios sustanciales a lo largo de los tres milenios de desarrollo de la civilizacin andina propiamente dicha. Consideramos que los procedimientos tradicionales de decodificacin iconogrfica, tanto de los smbolos como de las figuras que representan a divinidades, deberan ser renovados para lograr una mejor identificacin de smbolos y motivos. La identificacin de figuras intrincadas, realizada por lo general a simple vista, a ojo de buen cubero, conduce fcilmente a interpretaciones erradas. La metodologa que proponemos y que venimos aplicando desde hace muchos aos, rechaza la identificacin de un motivo visto aisladamente; esto es, encasillado en su ubicacin estrictamente temporal y cultural. Basndonos precisamente en la continuidad que acusa la Escuela de Historia. Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Lima Pgina 20

Federico Kauffmann. Apu y Pachamama, supremos dioses del antiguo Per milenaria civilizacin ancestral peruana y en la que est profusamente inmersa la estructura religiosa, sostenemos que los estudios iconogrficos deberan tomar otro rumbo, para evitar acertijos lanzados sin fundamento. Por ello defendemos una orientacin dirigida a lo que llamamos investigacin iconogrfica cruzada (Kauffmann Doig 1993c), que consiste en reunir y analizar la mayor cantidad de imgenes que acusan motivos con rasgos afines, por ms distantes que estos se encuentren en el tiempo y en el espacio, con tal de que se enmarquen en las fronteras de la civilizacin que se desarroll en el rea Inca o rea Andina. Esto es, olvidando aunque solo sea para el efecto que comentamos, la procedencia espacial y cronolgica de las imgenes sometidas a anlisis; en otras palabras, dejando de lado la actuacin limitada a una cultura e incluso una fase dadas (Kauffmann Doig, 1993c: 58-59). De esta manera se observa cmo los motivos expuestos con mayor naturalismo permiten, en la mayora de los casos, descifrar categricamente los expuestos de modo intrincado. Adicionalmente nos permitimos criticar el facilismo al que conduce el uso de denominaciones que se basan nicamente en una apreciacin formal, tanto de motivos como de las representaciones de las divinidades, como en el caso de El Decapitador, El Ser Agnate, el Dios de los Bculos, el Ser Oculado, el Dios Marino, etc. En ocasiones estos calificativos hasta resultan contraproducentes, como por ejemplo nombrar como Dios Sonriente a la imagen Chavn representada en el Lanzn monoltico, solamente porque ostenta una boca representada mediante una lnea en hamaca, cuando lo que se propuso el artista no era mostrar a un ser risueo sino por el contrario a un ente divino de gesto agresivo, lo que remarcaba con la boca en U propia de los flidos al replegar sus labios. En ciertos casos, como el relato mtico de Qhoa, la informacin etnogrfica nos ha permitido advertir partiendo del reconocimiento realizado inicialmente por Johan Reinhard (Reinhard, inf. personal, 1972), que el personaje no solo est presente en el relato mtico sino que tambin aparece graficado en la iconografa, particularmente patente en la etapa de Tiahuanaco-Huari (Kauffmann Doig 1992). No faltan colegas que afirman que relacionar mitos con motivos iconogrficos es un recurso antiguo. Lo cual es cierto, pero no en la extensin debida luego de los ensayos al respecto debidos a Julio C. Tello y Prspero Miranda (1923) y a Rebeca Carrin Cachot (1955, 1959). En relacin al citado mito de Qhoa, el mtodo propuesto nos ha permitido advertir que el personaje central del mito, un felino sobrenatural que es visto desplazndose por los aires, aparece representado en la iconografa, tomando la forma de un felino volador, premunido de atributos ornitomorfos debido precisamente a que se mueve surcando el firmamento tal como lo indica el mito (Fig. 17). Otra sorpresa fue el reunir versiones del mito que no se limitan a tan solo mencionar la palabra intihuatana. La informacin contenida en estos relatos permite proponer una slida interpretacin acerca de la funcin de los intihuatana, incluyendo el de Machu Picchu (Kauffmann Doig 2011b). Lo expuesto pone en evidencia de cmo la recopilacin paciente, a travs de trabajos de campo que permiten recopilar mitos y presenciar rituales que hunden sus races en la ideologa religiosa andina, ofrece valiosos atisbos para comprender la cosmovisin que rigi en el pasado ancestral del Per. BIBLIOGRAFA CITADA ARANBAR, Carlos (1961). Los sacrificios humanos entre los incas, a travs de las crnicas de los siglos XI y XVII. Tesis para optar el grado de doctor en Letras, Especialidad de Historia. Universidad Nacional Mayor de San Marcos), Lima. Nueva cornica 1 (Enero, 2013) ISSN 2306-1715 Pgina 21

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Fig. 2 La extrema limitacin de tierras aptas para el cultivo, para una poblacin de agricultores con tasa demogrfica en permanente ascenso, condujo a que cordilleranos poblaron tambin zonas boscosas, propias de los Andes Amaznicos. As surgi la cultura preincaica Chachapoyas, y con posterioridad durante el Incario la proyeccin a la regin de Vilcabamba, donde los incas levantaron centros de administracin de la produccin agraria y del culto que deba propiciarla, tal como lo fueron Machu Picchu o Wiay Wayna. La foto muestra un sector de andenera asociada a Wiay Wayna, construida en medio de la tupida floresta (Foto Mylene dAuriol).

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Fig. 3 Muestra palpable de que la adoracin principal de los soberanos incas corresponda al Dios del Agua; en realidad sta era practicada universalmente en el antiguo Per. El ente divino es presentado aqu en forma de una estatua (Guaman Poma c. 1 600). Parado sobre una montaa o Apu, pareciera que se adviene a donar la lluvia en retribucin a la adoracin y ofrendas que le son tributadas.

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Fig. 4 Mujeres en procesin imploran para que llueva. Sus lgrimas deben atraer el agua de la lluvia, puesto que la simbolizan; y tambin un carnero negro al que se le priva paraqu, sediento, con sus quejumbres colabore tambin con las impoloraciones. La oracin transcrita originalmente en quechua por Guaman Poma, resulta pattica: Ay, ay, ay, lloremos Ay, ay, ay, nos apenamos. Adoloridos estn tus hijos Adoloridos estn tus pobres. Solo nuestro llanto te ofrecemos En cambio de tus lluvias En cambio de tus aguas. Enva a nosotros Tus pobres, tus gentes

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Fig. 5b El Dios del Agua personificando al Sol, aunque tan solo aparentemente, puesto que las puntas que irradian del personaje central no son otra cosa que los picos montaosos estilizados de un Apu. Comprese esta figura con la anterior que no deja dudas a nuestra propuesta (Vase fig. 12).

Fig. 5a El Dios del Agua en su versin antropomorfa o de Aiapaec, conformando un todo con los apus o altas montaas, en las que era materializado. Recipiente Moche, Museo Nacional de Arqueologa, Antropologa e Historia del Per.

Fig. 5c La Placa Echenique. Lmina de oro repujada que por ser circular, se estima que podra ser una representacin del Sol. Por su estilo puede considerrsele como perteneciente a la cultura Pucara. Las caras muestran afinidad con las representadas en el cuadro rupestre de Pantiacolla (Pusharo, Madre de Dios). Representaciones propiamente del Astro Rey son rarsimas. Las presentes en los queros pertenecen a etapas coloniales tempranas. (Vase fig. 9b).

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Fig. 6 La Estela Raimondi de Chavn en la que parece estar representado el Dios del Agua en su forma arquetpica. De constitucin humana, su boca es flida y las garras de sus pies y manos son de origen aviar. Sostiene, a manera de cetro, lo que podran ser manojos de rayos altamente estilizados, como ya lo sospechaba Julio C. Tello. Con el dibujo adjunto el autor intenta demostrar que en la Estela Raimondi la espalda era de un ave, y que esta fue representada por el artista por encima de la cabeza del personaje, para que fuera visible y obligado por la configuracin alargada de la piedra, que no permita presentar las alas desplegndolas hacia los costados.

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Fig. 7 En el Viejo Mundo las civilizaciones de la Antigedad disponan, hacia el ao 2000 a.C., de moles arquitectnicos, las que parecan como sembradas por el territorio del llamado Creciente Frtil. Por aquel entonces tambin eran levantadas en la costa del Per gigantescos monumentos, como los de Caral (Chupacigarro), los de los valles de Pativilca y La Fortaleza, etc. Pero a diferencia del Viejo Mundo sus constructores an desconocan la elaboracin de la cermica, el artede la metalurgia, del tejido ejecutado con tcnicas ms all de las incipientes, etc. Sin embargo, la presencia de arquitectura monumental permita en el Per de aquellos tiempos disponer de una slida sede para la administracin de la produccin agraria, de un lugar donde almacenar y vigilar las reservas para disponer de ellas en aos aciagos en lo que asomaba el hambre, y de un centro de rituales grandioso para propiciar la produccin de los alimentos, y que permita reunir espordicamente a la poblacin de campesinos que debieron morar en precarias viviendas construidas en sus campos de cultivo. Plano del Creciente Frtil hacia el ao 2000 a.C. / Werner Keller.

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Fig. 8 Las burbujas blanquesinas que se forman en las orillas del mar, debido al estampido de las olas, eran al parecer interpretadas como huira o grasa del agua, que expresaba su potencia (Kauffmann Doig 2002, v.5, pp. 762-763).

Fig. 9a Consideramos que el Sol no era adorado como tal, sino por tenrsele como una personificacin del Dios del Agua, la de mayor importancia al lado de los apus o cumbres imponentes. Para fundamentar estas propuestas nos remitimos al tema expuesto en un quero o vaso ceremonial de madera. El arte de escenificar sobre vasos de madera es de factura nativa, pero surgi al contacto de la pintura venida de allende el Ocano; aquello permiti captar situaciones diversas propias del mundo andino, que no produjo el arte incaico propiamente dicho. La escena representada parece estar referida a un tincamiento de orden mayor, esto es a un acto de acercamiento espiritual a la divinidad mediante el ritual de la tinca. El sol personifica aqu al Dios del Agua, que preside la escena y que curiosamente asoma entre las nubes. Su figura est rodeada de gotas de agua, representadas en forma de pequeos crculos (Kauffmann Doig 1992). La escena muestra cmo la lluviava engrosando el caudal de un ro, del cual se desprende acequias en cuyas orillas se aprecian a labradores en plena faena. Por su parte, en las riberas de las mismas prosperan plantas mientras que en las faldas de cerros coronados de nieve se distinguen llamas que se regocijan, dando brincos entre el follaje que prospera gracias a la lluvia (Quero / Museo de Amrica, Madrid). Fig. 9b Recipiente Huari (Costa Norte), que representa al Dios del Agua personificado en el Sol. Sus rayos repiten un emblema plumario que remata enmarcando un punto que alude al agua en forma de gotas (Kauffmann Doig 1986b, p. 453, Fig. 5).

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Fig. 10 Escena simblica que retrata a una pareja de alta jerarqua en medio de la lluvia, la misma que es representada mediante discoidales menudos. Los personajes posan debajo de un arcoris, que nace de la cabeza de qhoas. Sobre las testas que los qhoas son perceptibles copos de neblina, que aluden a la humedad que permite la germinacin de plantas. La escena va representada sobre un quero, aunque de factura nativa elaborado despus de la Conquista, probablemente en el siglo XVI. El arte de la pintura llegada allende el Ocano, permiti que fueran plasmadas en las paredes de algunos queros escenas relacionadas a aspectos mgico religiosos del Incario y de las que de otro modo no se tendra noticia (De un quero de la Coleccin Ludwig, que conserva el Rautenstrauch-Joest-Museum de Colonia / Dib. Ingeborg Bolz).

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Fig. 11 Representacin Chavn del Dios del Agua. El personaje, de boca atigrada, ha devorado un ave de la que solo es visible un manojo de las plumas de la cola (Procedencia Carhua, Ica / Museo Amano, Lima).

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Fig. 12 El Dios del Agua confundido con las cimas de las montaas o apus. Obsrvese las crestas de los cerros, en forma de aristas. El personaje porta cabezas decapitadas, que deben interpretarse en el marco de los sacrificios humanos que exiga (Cermica escultrica Moche / Coleccin Figueroa, Chepn).

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Fig. 13a El Dios del Agua en esta escena parado sobre la Diosa Tierra, representada en forma de un paisaje dotado de terrazas de cultivo. El personaje vierte lgrimas. stas aluden a la lluvia, sobre la que ejerce dominio absoluto en su condicin del Dios del Agua. Ntese cmo de la cabeza irradian testas de qhoas (felinos voladores, aclitos del Dios del Agua); as como tambin uno de los emblemas utilizadas para aludir al agua en forma de una pluma, que en cuya punta parece posarse una gota de agua (Escena central / Portada del Sol, Tiahuanaco). Fig. 13b El Dios del Agua en su versin chim (Dib. Martha de Kauffmann Doig). Est parado sobre una hoja que representa un cuchillo-hacha que, al mismo tiempo por su forma (medialuna) alude a la luna. sta personificaba a su vez a la Diosa Tierra o Pachamama (Kauffmann Doig 1986, entre otros).

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Fig. 14 Sacrificio ritual que tena lugar cuando los azotes climticos se ensaaban y hacan asomar hambrunas mortales. El victimado ha sido seccionado a la altura de las caderas, quedando visibles sus viceras Al lado el retrato de un personaje ricamente ataviado, probablemente el encargado de cumplir con el mandato sangriento destinado a complacer al Dios del Agua (Grabaciones de piedras / Sechn).

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Fig. 15 Objeto utilizado en la pluviomagia todava en uso. Representa a dos altas cimas montaosas, o apus en los que es personificado el Dios del Agua. Por la condicin masculina del Dios del Agua, los cerros son representados cual si se tratara de dos falos. El glande de stos reproduce las estras del Strombus, caracola que era uno de los smbolos del agua (Parafernalia de alabastro / procede de un paraje prximo a Sicuani).

Fig. 16 Demostracin a atravs de objetos de la parafernalia todava en uso en los rituales practicados en la zona de Sicuani, de cmo los anillos que coronan los apus en forma de falos copian las estras que tipifican a las caracolas del mar.

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Fig. 17 Dos representaciones de qhoas, o aclitos del Dios del Agua. El de la figura superior corresponde a un Qhoa que luce hocico de felino, pero al que le fue adherido un pico de ave; advirtase la presencia de alas (Tiahuanaco-Huari / Dib. D. Menzel). La otra figura representa a un Qhoa o felino volador desplazndose por los aires, como todava es concebido de relatos mticos. Los motivos asociados podran aludir al agua en su forma de gotas de lluvia (Dib. tomado de un recipiente Tiahuanaco-Huari).

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Fig. 18 Mascarn del Dios del Agua en su versin Moche. Muestra el carcter demonaco de la divinidad. Las volutas que rodean el mascarn deben corresponder al emblema predilecto de simbolizar el agua: en forma de una cresta de una ola. En ocasiones esta figura simblica suele aludir tambin y simultneamente a plumas estilizadas; tal como se constata, por ejemplo, en la Estela Raimondi de Chavn de Huntar (Detalle de una pintura mural / Huaca de la Luna, Trujillo).

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Fig. 19a Prototipo de una representacin del Dios del Agua en su modalidad Moche, conocida como Ai-apaec. De cuerpo humano, su rostro recoge rasgos de felino (Oro / Sipn). Los motivos esfricos que presenta este artefacto deben aludir al agua en u forma de gotas de luvia. El emblema que porta en la frente es de ndole aviar, segn se descubre por comparacin con representaciones similares en las que este emblema va expuesto de modo elocuente. Los atributos de ave se descubren tambin en las alas y en la cola que, estilizadas, son visibles hacia ambos costados del personaje. Esta representacin del Dios del Agua sostiene en una mano un tumi o cuchillo-hacha, con el que ha decapitado a una persona en vas de sacrificio. La cabeza cercenada es sostenida de la cabellera. A este artefacto se le conoce como protector coxal. Ciertamente es portado por individuos por encima de las posaderas, pero lo que representa no es propiamente un protector, sino un emblema que alude a la cola de un ave (Kauffmann Doig 2002, v.2, p.284). Fig. 19b El Dios del Agua en su versin vics. Ntese que luce una cola de ave, desdoblada para hacerla evidente al espectador. Tiene motivos cuadrados como punto central, que aluden en su forma de gotas. Su vestimenta tambin est salpicada con smbolos alusivos al agua: crculos o gotas de agua, y tambin crestas de ola que, unidas, generan una S horizontal. Lleva por tocado un ave como plumas formadas por el emblema cresta de ola (Kauffman Doig 1993b, 2002, p. 183, Fig. 253). Fig. 19c Cermica escultrica chim (detalle), que presenta al Dios del Agua en su versin de Ai-apaec, con smbolos circulares que aluden al agua en forma de gotas; luce adems lagrimones que se confunden con pliegues faciales, al igual como en las mscaras Lambayeque (Kauffmann Doig 2002b, p. 259, Fig. 239).

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Fig. 20 Escenas que deben simbolizar al Dios del Agua y a la Diosa Tierra son tambin concebidas tomando estos personajes de aspecto antropomorfo. Los vemos unidos en connubio, semejando una cpula practicada entre humanos. Pero de esta relacin sexual solo se gesta la vida animal y vegetal como lo sugieren detalles presentes en estas escenas; algo acorde con los dos dioses andinos de mxima jerarqua, que eran dioses del sustento y no propiamente creadores de la humanidad. Por lo menos no mediante el connubio de ambos, sino por obra de solo la Diosa Tierra o Pachamama (Recipientes de cermica, zona de Casma / Museo Nacional de Arqueologa e Historia del Per).

Fig. 21 Dibujo de una escultura que el autor considera es una huanca tallada en forma de un falo Chuchito, Puno.

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Fig. 22a El Dios del Agua representado por un smbolo que toma la forma de una cresta de ola. Esta desbordada por encima de un signo escalonado que descubre estar inspirado en la forma que adoptan las terrazas de cultivo, en las que se materializa la Diosa Tierra.

Fig. 22b Representacin de la Pachamama o Diosa Tierra presente en la parafernalia todava en uso. La base est pulida esmeradamente y sirve para frotaciones corporales de carcter mgico. Las puntas, expuestas horizontalmente, aluden a la topografa cordillerana poblada de apus o cimas montaosas relevantes, que personifican al Dios del Agua; las mismas van coronadas con anillos que aluden a las estras circulares de las caracolas del mar del gnero Strombus, que eran tenidas como hijas de la Mamacocha o madre del agua (Alabastro / rea de Sicuani).

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Fig. 23. Textos en pgina aparte

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Federico Kauffmann. Apu y Pachamama, supremos dioses del antiguo Per Fig. 23 Variantes del emblema agua que toma la figura de una cresta de ola y del motivo alusivo a la tierra retratada en forma de una geoescultura que evoca las terrazas de cultivo o andenes. Las mismas son fciles de identificar, teniendo presente que los dos emblemas estn retratados en forma totalmente naturalista en un recipiente moche (Kauffmann Doig, 1990, v. 2, p. 209, Fig. 4) que conforma una especie de Piedra Rosetta. La iconografa peruana repite estos smbolos incesantemente, con modalidades y variantes infinitas. Si se parte del recipiente moche mencionado, es muy fcil inventariarlos. Dada su frecuencia, recopilarlos podra dar lugar a un denso volumen que solo registrara las variaciones de estos smbolos y permitira contabilizarlos. Su frecuencia y el significado que encierran para la comprensin de la cosmovisin peruana ancestral, han sido decodificados por el autor desde hace cerca de veinte aos. En efecto, el ms abundante de ambos emblemas y sus modalidades infinitas, le han permitido llegar a la conclusin de que eran plasmados para atraer el agua vivificante, con la finalidad de que los campos de cultivo quedaran fecundados. Este procedimiento mgicoreligioso se realizaba con la esperanza de que los fenmenos de El Nio y La Nia, que golpean con rudeza esta parte del mundo, no generasen anomalas como sequas prolongadas o en su defecto lluvias torrenciales que atentan tambin contra la produccin de alimentos (Kauffmann Doig, 1987, 1991, 1996, 1999, 2001d, etc.). COMENTARIOS ACERCA DE LA MUESTRA DE MOTIVOS: (a) Recipiente moche ya descrito (Kauffmann Doig, 1990, v. 2, p. 209, Fig. 4). Retrata en forma naturalista los emblemas cresta de ola (Agua) y el motivo escalonado (tierra cultivada en terrazas de cultivo o andenes), alusivos al Dios del Agua y a la Diosa Tierra o Pachamama. (b) y (c) Variantes de los dos emblemas representados en la figura a; la figura c retrata un unco decorado con plumas, que al parecer presenta dos andenes enfrentados; por lo oblicuo del dibujo en el sector inferior, ste parece evocar la cola de un pjaro, y de este modo la figura central representa un ave con las alas desplegadas (plumaje blanco), animal al se asociaba el agua. Ntese la hilera de crestas de ola en el canes del unco o camisn (Kauffmann Doig, 2002a, v. 6, p. 881). (e) Los smbolos alusivos al Dios del Agua y de la Diosa Tierra pintados sobre una tela. El artista, al conjugar ambos motivos, quiso representar un ave cuyo ojo evoca el agua en forma de una gota (Kauffmann Doig, 1999, p. 41, Fig. 11). (f) Recipiente nazca que presenta el emblema del agua en forma de dos crestas de ola (Kauffmann Doig, 2001b, p. V). (g), (h), (i), (j), (k), (l) Variantes del emblema cresta de ola tomadas de nuestras publicaciones. El dibujo k en particular muestra crestas de ola que aluden al plumaje presente en la Estela Raimondi y en otras representaciones de estilo Chavn de Huntar (Kauffmann Doig, 1993d, p. 58, Fig. 31). (ll), (m), (n), (o), (p), (q)

Diseos varios derivados de la cresta de ola. La Fig. ll en especial copia uno de los crculos concntricos presentes en los geoglifos de Nazca- Palpa. La Fig. o corresponde a una tela de la

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Quinto Congreso Nacional de Historia 2012 costa central, de propiedad particular, publicada por James W. Reid en una de sus valiosas obras (Reid, 2008, pp. XVII-XVIII). (q) Esta figura es una abstraccin de dos crestas de ola que se tornan en un smbolo plumario y que parten de un punto central que representa al agua como una gota (Kauffmann Doig, 1999, p. 41, Fig. 11). (r) Corresponde a un fragmento de figuras sucesivas presentes en el Obelisco Tello, que retratan cabezas de felinos cuyos labios se tornan en volutas en forma de emblemas cresta de ola. Lo mismo se percibe en cuanto al nostril (Kauffmann Doig, 1986, pp. 254-257; 2002a v. 1, p. 144 y v. 2, p. 192). (s) Ala que remata en plumas en las que se observa uno de los smbolos del agua en forma de una gota (Kauffmann Doig, 1986, p. 453). (t) Variante del emblema anterior, presente en el personaje representado en la Puerta del Sol de Tiahuanaco (Kauffmann Doig, 2002a, v. 3, pp. 363-364). (u) Smbolos anteriores que dan lugar a la figura de un ave retorcida porque va expuesta en un tejido (Kauffmann Doig, 1999, p. 43, Fig. 14). (v) El emblema de la Diosa Tierra en forma de dos andenes divididos por un canal de regado, similar al hallado por Guiseppe Orefici en una pared de Cahuachi, Nazca (Kauffmann Doig, 2001c, p. IX). (w) Recipiente que presenta smbolos ya comentados (s, t), presentes sobre una especie de un manto que porta el personaje. Tambin es visible el motivo circular que evoca el agua, salpicado en torno al camisn que viste el personaje, y por igual el emblema escalonado que evoca a la Diosa Tierra en forma de andenes (Kauffmann Doig, 1986b, p. 453, Fig. 3). (x) Olas marinas simbolizadas mediante rayas horizontales paralelas, interrumpidas por el smbolo escalonado de la Diosa Tierra que aprisiona a peces, en una escena estucada en una pared de Chanchn (Kauffmann Doig, 2001c, p. X).

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Fig.24a Acaso representaciones antropomorfas de la Diosa Tierra o Pachamama, estas figuras presentes en Pajatn dan la sensacin de aprestarse a alumbrar; obsrvese el vientre abultado, la desnudez y la posicin de sentada de las figuras. Van coronadas por dos tipo de tocado, en ambos casos de condicin antropomorfa: adorno plumario circular y alas.

Fig. 24b Matrona nazca. Posiblemente una representacin antropomorfa de la Diosa Tierra (Kauffmann Doig 2001e, p.108, Fig. 165-E. Seler).

Fig. 24c Figura Chancay coronada por un smbolo cuchillohacha que debi aludir a la Luna, elemento este que personificaba a la Diosa Tierra o Pachamama (Kauffmann Doig 2001e, p. 107, Fig. 163).

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Fig. 25 El Dios del Agua fue suplantado durante el proceso de evangelizacin por el Apstol Santiago. Los mitos espaoles lo conceban montado sobre su caballo y desplazndose por entre las nubes; esto es, al igual que los emisarios del Dios del Agua conocidos con el nombre de qhoas, oscollos, etc., que todava son recordados en mitos vigentes.

Fig. 26 Dibujo de Guaman Poma (ca. 1600) que presenta la ciudad del cielo, morada del Santo Padre, de la Virgen Mara y del Espritu Santo. El bagaje cultural andino lleva al dibujante a relacionar esta escena bblica con la lluvia, recurso vital en el antiguo Per dado los vaivenes atmosfricos acarreados por el Fenmeno del El Nio.

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Fig. 27 Festividades milenarias en honor al Dios del Agua practicndose al presente, bajo un manto de apariencia cristiana. Por ejemplo la del Qoiur Rit-ti (Cusco). Terminada la celebracin los peregrinos retornan a sus hogares portando trozos de hielo, de especial simbolismo por cuanto provienen de las propias canteras de los apus, cimas elevadas en los que se encarna el Dios del Agua.

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Fig. 28 El emblema elemental de la Diosa Tierra o Pachamama en forma de escalones (=terrazas de cultivo o andenes). Su multiplicacin daba lugar a nuevos valores simblicos: el Ushno (o Ushnu) y la Chacana (Federico Kauffmann Doig 2001f). Abajo: El Ushno como smbolo de la Pachamama sobre el que se posa el Dios del Agua a modo de trono (Personaje central de la Portada del sol de Tiahuanaco). Ntese en el smbolo Ushno el motivo que al parecer alude al tero de la Pachamama. Al costado, un dibujo de Guaman Poma (ca. 1600) en el que Manco Inca aparece sentado sobre un Ushno occidentalizado. Como se sabe a los soberanos del Incario se les atribua carcter divino, representaban a la divinidad de la ms alta

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Federico Kauffmann. Apu y Pachamama, supremos dioses del antiguo Per jerarqua (una especie del Dios del Agua), la que en este caso toma asiento sobre la Pachamama y acaso corresponda a una alusin. a una montaa sagrada o Apu.

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Figs. 29a y 29b Mientras que solo cinco de los dibujos trazados por Guaman Poma en su obra (ca. 1600 fs.100, 149, 242, 246, 258) se refieren concretamente a actos de adoracin al Sol, nada menos que nueve de los dibujos son los que grafican escenas de culto y rituales dirigidos a los apu (s) o montaas consideradas sagradas (Guaman Poma ca. 1600 fs. 238, 240, 261, 264, 266, 268, 270, 272, 284).

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Fig. 30b Comprese esta figura Moche del Dios del Agua articulado con las montaas cuyos picos son visibles a sus costados, con la Fig. 30a (Vase Fig. 2)

Fig. 30a Una montaa sagrada o Apu fusionada con la divinidad antropomorfa que la anima, y que articuladas conformaran lo que venimos nombrando como Dios del Agua. Como puede apreciarse, la figura que evoca al Sol tan solo parecera ser la personificacin de la divinidad amalgamada a la montaa. Por lo mismo es al espritu que se guarece en la montaa el que recibe adoracin. Todo parece indicar que no debe ser confundida la montaa (o catedral como suele calificrsele), con el espritu o la divinidad misma; al igual como una cosa es una iglesia cristinana y otra lo que esta cobija, un cuadro de Jesucristo por ejemplo. Por lo mismo, consideramos que el hecho que en esta estampa aparezca instalado un inca no debe llamar la atencin, particularmente

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Quinto Congreso Nacional de Historia 2012 debido a que el soberano era la divinidad viviente. Mura / Manuscrito Galvin. Cortesa de Juan Ossio). Comprese con las Figs. 5a, 5b, 12, 29a y 29b.

Fig. 31a Es Dios del Agua representado por un smbolo que toma forma de una cresta de ola. Est desbordada por encima de un signo escalonado. ste descubre claramente estar inspirado en la forma que adoptan las terrazas de cultivo, en las que se materializa la Diosa Tierra. El Dios del Agua adoptando la forma de una persona con rostro de caractersticas flidas, observa la escena y la inmolacin de humanos sacrificados en su honor. (Dib. de V. Steinen / G. Kutscher).

Fig. 31b La cermica moche que presenta la misma versin de la figura anterior, que conserva el Museo Nacional de Arqueologa, Antropologa e Historia del Per (Pueblo Libre Lima).

Fig. 31c El mismo smbolo de las figs. 31a y 31b en abstraccin extrema.

Escuela de Historia. Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Lima

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Federico Kauffmann. Apu y Pachamama, supremos dioses del antiguo Per

Fig. 31d,e Escultura Moche que muestra el signo escalonado, que debe evocar a la Diosa Tierra o Pachamama. Consideramos que su figura se inspira en los andenes o terrazas de cultivo. Vista de perfil y frontal (Museo Nacional de Antropologa, Arqueologa e Historia del Per).

Nueva cornica 1 (Enero, 2013) ISSN 2306-1715

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