Resumen
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Desarrollo.
Aislado por Océano Atlántico al Este, por Océano pacífico al Oeste, Océano Ártico al
Norte y Antártica al Sur. Esto permitió el desarrollo de una cultura autónoma y autóctona sin
grandes contactos con el resto del mundo.
Primeros pobladores: Teorías científicas surgen a partir de la segunda mitad del S XIX y
durante el S XX. Hay diferentes teorías:
Alex Hrdlicka: Antropólogo checo, elaboró la teoría más aceptada a nivel académico
que es la del origen único y poblamiento tardío o de difusión. El hombre, en
diferentes migraciones, llegó a América desde Asia a través del estrecho de Bering
durante la última glaciación (40000 - 8000 a.C.). Esta teoría establece la idea de
uniformidad racial, donde las diferentes variaciones raciales se deben al clima una vez
que el hombre estuvo instalado en diferentes zonas (esta teoría de la raza es sostenida
por Franz Boas).
Hay discrepancias en torno a las fechas que se establecen para la llegada del
hombre. Los más conservadores establecen que el hombre llegó al continente hace no
más de 13000 A.P. Esta fecha se sostiene en base a las evidencias arqueológicas más
aceptadas encontradas en los yacimientos de Clovis y Folsom, que a través del análisis
del CA 14 dan fechas entre 12000 y 12500/13000 A.P. aproximadamente. Si bien es la
más aceptada académicamente, entra en conflicto con las fechas estimativas que se
tienen para el poblamiento de Argentina, de entre 13000 y 10000 A.P. Las teorías más
extremas ya corresponden a la teoría del poblamiento temprano, y fueron
formuladas por académicos Latinoamericanos en su mayoría, en base a evidencias
encontradas en yacimientos arqueológicos como el de Piedra Furada en Brasil o
Monte Verde en Chile que arrojan fechas de entre 30000 y 60000 años A.P. Estas
fechas son cuestionadas por los sectores más conservadores al considerar que la
prueba de CA 14 estaba mal hecha y que no se encuentran otras evidencias que
constaten fechas tan tempranas. Por el contrario desde el sector académico
latinoamericano se argumenta que tal vez esas evidencias desaparecieron con el fin de
la glaciación, ya que consideran que algunos grupos humanos pudieron seguir rutas
costeras y el aumento del nivel del mar contribuyó a la desaparición de esos
yacimientos. Hay teorías más moderadas que establecen fechas de entre 15000 y
20000 años AP, tiempo que habría permitido al hombre adaptarse y poblar el
continente.
Paul Rivet: Etnólogo francés, establece la teoría del origen múltiple o poligénesis. El
hombre llegó a América del Viejo Mundo, de Asia y Polinesia, no solamente a través
del estrecho de Bering sino también a través del Pacífico en embarcaciones primitivas.
Sostiene esta teoría por comparación de elementos lingüísticos, antropológicos y
etnográficos comunes a ambas áreas.
Los primeros humanos que llegaron eran grupos de cazadores-recolectores con tipo
de economía parasitaria. Cazaban principalmente grandes mamíferos (dependiendo de la
zona), aunque también podían recurrir a la recolección y al carroñeo. Estos diferentes grupos
humanos se fueron extendiendo por el continente y adaptándose a los diferentes ambientes.
Eran grupos nómadas que seguían a las presas y estaban organizados en base a una sociedad
igualitaria (podía haber habido un jefe o líder). Habitaban principalmente refugios rocosos,
aunque también se encontraron campamentos al aire libre.
El fin del período glaciar produjo cambios a nivel climático y geográfico, modificando
las regiones donde estaban asentados los grupos humanos y contribuyeron, junto con la caza,
a la extinción de los grandes mamíferos. Se pasó de una caza superior a una inferior,
combinada con la pesca y una mayor recolección.
Mesoamérica.
Lengua: destacan dos grandes troncos, uno es la uto-azteca cuya rama más conocida
es la náhuatl y otra es la macro-maya de la que derivan el maya y el huaxteca.
La dualidad acepta el mundo como es, donde los actos de los fenómenos
naturales, tanto positivos como negativos, son obra de los dioses, a diferencia de
otras creencias religiosas donde las desgracias que le ocurren al hombre son atribuidas
a los pecados e inmoralidad del mismo y a su distanciamiento de Dios.
Aspecto geográfico.
Cada región tenía un ambiente geográfico particular con sus propios recursos, lo que
contribuyó al desarrollo de ciudades-estado independientes. Los recursos de los que no
disponían se podían conseguir mediante intercambio o mediante la guerra y la conquista.
Había diferencias ecológicas profundas, zonas con mucha lluvia y agua y otras con demasiado
poca. E. R. Wolf llama a los habitantes de Mesoamérica “hijos de la tierra temblorosa” por
estar constantemente amenazados por terremotos y grandes fluctuaciones climáticas y
geográficas. Todo esto le daba a los Mesoamericanos una idea particular de la vida
relacionado con la dualidad y el principio básico de creación y destrucción.
El principal territorio de Mesoamérica fue México, calificado como mosaico por las
grandes diferencias ambientales y fluctuaciones climáticas que presentaba. Está compuesto
por valles, zonas montañosas, desiertos y selvas que le daban a cada cultura su ambiente
geográfico particular.
La meseta central de México o altiplano central: posee un clima árido con escasas
precipitaciones, pocos ríos, y por lo tanto dificultad para conseguir agua. Aun así
había diferentes valles propicios para el desarrollo de la agricultura como ser el Valle
de México y el Valle de Cuautitlán dentro de la cuenca de México, en donde se
ubicaban una serie de lagos importantes como el Texcoco, el Xochimilco, el Chalco, el
Xaltocan y el Zumpango. Aquí se desarrollaron culturas y civilizaciones muy
importantes como ser Tlatilco, Cuicuilco, Teotihuacán, Tolteca y Azteca-Mexica, entre
otras. La característica que tenían estas cuencas o valles, es su carácter endorreico, lo
que propiciaba que el agua de deshielo y de lluvia se quede “estancada” en la zona,
favoreciendo el crecimiento de los lagos, cuya única forma de decrecer era mediante
la evaporación del agua. Éste carácter endorreico favorecía también las inundaciones
en el valle. Las diferentes culturas que aquí se asentaron aprovecharon esas
características naturales para el desarrollo de la agricultura mediante diferentes
técnicas como la canalización de los ríos, el sistema de chinampas, el cultivo en las
costas del lago aprovechando las crecidas, además de aprovechas los bosques
circundantes para el cultivo mediante la técnica de roza y quema.
Región Andina.
Abarca desde Venezuela y Colombia, hasta Chile, por toda la orilla del Pacífico. Al
igual que Mesoamérica, ofrecía grandes contrastes geográficos y climáticos. En apenas poco
más de 300 km de ancho, se va desde 0 a 6000 metros s/nivel del mar; se pasa de la llanura
costera a grandes cordilleras montañosas. Hay climas áridos, frío montañoso y húmedo.
Limita al este con la selva amazónica, al oeste con el Pacífico, al norte con Centroamérica y al
sur con el océano Glacial Antártico.
Según Rex González, el NOA fue la región geográfica de Argentina con mayor
densidad poblacional debido a las condiciones geográficas que presentaba y los
diferentes pueblos que la habitaron alcanzaron el mayor desarrollo cultural de la
República Argentina. Las culturas que se destacan en esta región son Tafí, Candelaria,
Alamito, Aguada, Ciénaga, Santa María, Condor Huasi y Quilmes.
Rex González plantea que en algunos aspectos sus modos de vida fueron expresiones
periféricas de los centros donde se desarrollaron las altas culturas andinas, pero al mismo
crearon con características propias y creaciones con gran sentido de expresividad estética.
o Mesoamérica: Tlatilco (3000 – 450 a.C.), Olmeca (1700 a.C. – 200 d.C.);
Cuicuilco (800 a.C. – 250 d.C.).
o Región Andina: Huaca Prieta (2500 – 1200 a.C.); Chavín de Huantar (1300 –
300 a.C.); Paracas (700 a.C. – 300 d.C.).
A su vez se puede dividir este período en inferior (2000 – 1300 a.C.), medio (1300 –
800 a.C.) y superior. (800 – 200/300 d.C.). Durante el preclásico se van a desarrollar todos los
elementos que servirán de base para el posterior desarrollo de las altas culturas del clásico.
Durante este período se elaboraron también piezas en arcilla como ser figurillas de
barro, pipas y piezas de alfarería. Se representaban gente desnuda, adornadas con pinturas
sobre el cuerpo, con tocados y joyas. La alfarería suele ser monocroma, con decoración
geométrica, grabada o esgrafiada. Se encontraron mayormente figuras femeninas, lo que
indica (según los autores) un culto a la fecundidad o indicios de una sociedad matriarcal. En el
ámbito textil no hubo un gran desarrollo. También se encontraron tumbas, que constituían
hoyos en la tierra donde se enterraban los cuerpos, junto con ofrendas funerarias como ser
figurillas de barro (modeladas con técnica del pastillaje) y objetos cerámicos. Las tumbas con
ofrendas atestiguan un culto a los muertos, y junto a la idea de fecundidad que se cree que
primaba en estas regiones (debido al número de figurillas femeninas), se puede plantear que
ya estaba en desarrollo un tipo de pensamiento mágico, donde a los objetos mortuorios y a
las figurillas, se le atribuía un determinado poder. En la Región Andina, en la zona
arqueológica de Huaca Prieta, se observa un mate pirograbado con el rostro de lo que parece
ser un felino, testimonio incipiente de la importancia que tendrán determinadas figuras
animales en la región de la América Nuclear.
Durante el pre – clásico medio, los diferentes rasgos mencionados en el pre – clásico
inferior (trabajo en cerámica, culto a los muertos, agricultura, organización social, textilería),
tienen un mayor desarrollo. La agricultura se diversifica, así como la caza y la pesca, lo que se
atestigua en el mayor número de representación de animales y vegetales en cerámica. Los
poblados crecen y se multiplican dando lugar a sociedades con mayor estratificación donde
va a destacar la figura del chamán, que cada vez se hace más importante para las
comunidades, junto con la aparición de dioses agrarios relacionados a la tierra, al agua
terrestre y al fuego. Con el crecimiento de las aldeas se da también la aparición de los centros
ceremoniales como ser en Cuicuilco, cuyo testimonio queda en la pirámide truncada de base
circular, con cuatro cuerpos y escalinata de acceso a la parte superior en donde se ubicaba un
templo, realizado de material perecedero, anunciando las características pirámides de esta
región. Se observa también un desarrollo comercial incipiente.
Los objetos cerámicos se vuelven cada vez más complejos, con un mayor trabajo del
modelado y la aparición de elementos iconográficos con contenido simbólico relacionado al
culto a las deidades o espíritus, como ser el caso de Tlatilco y Chavín de Huántar con las
vasijas zoomorfas y el culto al felino. Surgen también tejidos de algodón y otras fibras,
máscaras de barro, espejos de pirita, joyas de piedra fina, se amplía la gama de utensilios, se
desarrolla la pintura corporal y los sellos.
o Región Andina: Nazca (100 – 800 d.C.); Moche (200 – 800 d.C.) y Tiahuanaco
(1000 a.C. – 1300 d.C.).
Estas ciudades tenían un núcleo construido en piedra, formado por uno o varios
centros ceremoniales, constituidos por grupos de edificios entre los que destacan palacios,
templos, pirámides y canchas para el juego de pelota en el caso de Mesoamérica; en
ocasiones las tumbas de altos personajes podían encontrarse debajo de estos monumentos o
en necrópolis cercanas. Alrededor del núcleo estaban los barrios y viviendas del resto de la
población, construido con materiales perecederos como barro, paja y madera. En estos
centros ceremoniales se observa el gran desarrollo arquitectónico y de soluciones de
ingeniería al que se llega.
En el área téxtil los diseños se volvieron cada vez más complejos como se observa en
las piezas encontradas en Nazca, de gran colorido y figuras complejas. La escultura en piedra
adquiere un gran desarrollo, con un mayor dominio de la técnica y de las formas expresivas,
pasando de formas tendientes a lo geométrico y a la síntesis como la Chalchiuhtlicue de
Teotihuacán, o las cabezas de Tláloc y Quetzalcóatl de la Pirámide de Quetzalcóatl, que
aunque presentan una mayor carga de elementos, tienden hacia lo geométrico. Dentro de lo
geométrico también se puede encontrar las esculturas tiahuanacotas como ser el Monolito
Bennet, que tiende hacia una reducción de la forma. Por el otro lado, las esculturas mayas
tienden hacia un mayor realismo y en ocasiones están más cargadas de elementos,
presentando características barrocas. En ambas formas de trabajo se observan técnicas muy
desarrolladas y un gran conocimiento de la materia.
o Región Andina: Chimú (1200 – 1500 d.C.) e Inca (1200 – 1532 d.C.).
Graciela Dragosky y Raúl J. Mandrini consideran que esta expansión se produce por el
aumento de la población a causa de una agricultura intensiva. Cada vez se requería más
alimento y lo producido por las tierras del Estado no era suficiente, lo que a su vez afectaba el
excedente destinado a la clase dominante. Las consecuencias de esto, pudieron haber sido una
mayor presión hacia las clases dominadas, con el fin de obtener más de lo que ellas podían
producir o, al no poder obtener lo que querían de esta manera, recurrieron al control de otras
comunidades para poder obtener sus excedentes. Esto puede explicar el por qué estas
sociedades se volvieron guerreras y comenzaron un proceso de expansión.
También, con la pérdida de poder de las ciudades del período clásico y con su
consecuente decadencia, surgieron grupos nómades con un alto grado de militarización. Estos
nuevos grupos sociales se fueron integrando con las culturas ya existentes, creando nuevas
bases ideológicas, religiosas, políticas y técnicas. Reemplazaron los antiguos sacerdotes por
reyes guerreros y se concertaron alianzas como nuevos criterios de integración política. Se
conformaron ligas, confederaciones y estados militarizados con una dinastía hereditaria
(aunque en muchos casos el sucesor al trono podía llegar a ser un hermano del rey o un
sobrino) que llegaron a establecer el dominio ideológico, político, comercial y económico en
vastas regiones, como por ejemplo el Imperio Mexica que fue en un triple alianza entre las
ciudades de México-Tenochtitlán, Texcoco y Tlacopan, aunque el poder fue ejercido
prácticamente por el primero. Hubo traslados masivos de pueblos de acuerdo a las
necesidades de esos estados, llevando mano de obra especializada como artesanos,
ingenieros y arquitectos hacia los centros imperiales; por ejemplo los Incas impusieron este
sistema en la Región Andina con la mita.
Este período culmina con la caída de los dos principales imperios en ambas regiones,
el Mexica en Mesoamérica y el Inca en la Región Andina, a manos de los conquistadores
españoles.
Este último período se divide en tres etapas, teniendo en cuenta los horizontes
culturales que se dieron en la Región Andina (Chavín, Tiahuanaco – Huari e Inca) y que
difundieron rasgos culturales que fueron compartidos por la Región Andina.
Primero tenemos el período temprano o Formativo Sur Andino que va del 500 a.C. –
650 d.C. Comenzó con la llegada de las primeras culturas agroalfareras al NOA que estuvieron
diferenciadas fundamentalmente por sus estilos alfareros y su trabajo en piedra. Las
principales culturas que se desarrollaron fueron Tafí, Condorhuasi, Alamito, Candelaria y
Ciénaga. Esta etapa culmina con la llegada de las primeras influencias tiahuanacotas.
Le sigue el período medio o de las influencias tiahuanacotas que va del 650 – 800/850
d.C. Está representada por la cultura de la Aguada con la influencia del Tiahuanaco clásico. Es
la época de más alta expresión cultural del NOA. Con el fin de la cultura de la Aguada termina
el Período medio. Culmina con la desaparición de la cultura Aguada
A través del arte se puede ver que serpientes, felinos y aves tuvieron un gran
valor simbólico en estas comunidades. El felino en ambas regiones (el jaguar para
Mesoamérica y el Puma para la Región Andina) simbolizaba el poder, la lluvia, la
tierra, la guerra, entre otras cosas. Al mezclarse con figuras antropomorfas daba lugar
a formas híbridas, como el hombre – jaguar de la cultura Olmeca o el aspecto felínico
de la deidad tutelar de Chavín de Huantar por ejemplo. Era tal la importancia del
felino que hasta se limaban los dientes en alusión a él (esto podría haber constituido
un símbolo de belleza y poder en estas comunidades).
Las aves se asociaban al cielo, la guerra, el sol, entre otras cosas. Las
variaciones iban desde el águila, el búho, el guacamayo y el quetzal para la región
mesoamericana, el cóndor, el halcón, el ñandú y de vuelta el búho para la Región
Andina abarcando también el NOA. Al igual que el felino y la serpiente, parte de sus
atributos se mezclarán con figuras zoomorfas y antropomorfas para dar lugar a seres
mitológicos complejos como por ejemplo el caso de Quetzalcóatl, la serpiente
emplumada.
Junto con esas tres principales figuras zoomorfas, habrá otras que serán
motivo de representación, adquiriendo significados simbólicos y que tenían que ver
con la geografía particular de cada cultura. Se verán peces, importantes para las
culturas costeras sobre todo (formaban parte de su economía) como la Moche, de la
costa de los andes centrales; aquí se produce una simbiosis entre un cangrejo y el
hombre, dando lugar a una deidad tutelar de esa comunidad llamado Aiapaec,
proveedor de agua, alimentos y triunfos militares. Los camélidos serán importantes
también para la Región Andina, ya que servirán para el pastoreo y para la adquisición
de fibras. Destacan también el perro, que será el guía de los muertos en el otro
mundo en la región Mesoamericana, la mariposa que hará alusión al fuego y el
caracol que hará alusión a la fecundidad.
A los que le rendían culto principalmente eran a los dioses que intervenían en
la vida diaria del hombre, principalmente en las actividades económicas que le
permitían la subsistencia (como la agricultura). A estas deidades se les dedicaban los
principales cultos y templos. El sol, la lluvia, la tierra, la luna, el viento eran el interés
principal de todos los pueblos agrícolas, ya que de estos dependían las cosechas. En la
Región Andina (por lo menos durante la época del Inca) el dios del Sol era Inti, luego
estaba el dios del trueno o tiempo, encargado de enviar las lluvias que recibía el
nombre de Illapa; Pachamama era la Madre Tierra, que también está relacionada con
la fecundidad; Mamacocha era la deidad del mar, y la luna, esposa del Sol, se llamaba
Mamaquilla.
En Mesoamérica el nombre del dios del sol variaba según la cultura y la era, el
quinto sol era conocido en Teotihuacán como Nanahuatzin (el dios humilde) y en la
mitología azteca como Tonatiuh, Kinich Ahau era en la mitología maya; Tláloc era el
dios de la lluvia y su hermana Chalchiuhtlicue diosa del agua, Tláloc era conocido en
la región maya con el nombre de Chaac; el dios del fuego era Huehuetéotl, también
conocido como el dios viejo, en la mitología azteca era conocido como Xiuhtecuhtli;
Tlazoltéotl era en la diosa de la tierra, del amor, del pecado; Xochiquétzal era diosa
de las flores, de la danza y del amor y su hijo Centéotl dios principal del maíz, en la
región maya llevaba el nombre de Yum Kaax, señor del maíz joven; Tecciztécatl es el
dios de la luna en la mitología teotihuacana y en la mitología maya llevaba el nombre
de Ixchel, que a su vez estaba ligada a la fertilidad de la tierra. El panteón
mesoamericano llegó a ser muy complejo abarcando más de 2000 deidades, como
plantea F. López de Gómara en “Historia general de las Indias”.
Sacrificio humano: era tal vez la forma de culto más importantes. Por ejemplo al dios
de la siembra, Xipe Tótec, se le realizaba sacrificios, y generalmente se lo
representaba con una piel atada sobre él que simbolizaba la renovación de la piel y
de la tierra. Así, durante la época de siembra, se realizaba un sacrificio humano en el
cuál se le arrancaba la piel a una persona y el sacerdote la llevaba sobre sí durante 20
días, al igual que se veía en la deidad; creían que esto ayudaba a la renovación de la
tierra. El sacrificio se consideraba necesario, ya que según el mito (en Mesoamérica),
los dioses se sacrificaron para darle vida al hombre por lo que el hombre tenía que
sacrificarse para alimentar a los dioses. Cuenta el mito que cuando la luna y el sol
surgieron en Teotihuacán, éstos se negaron a cumplir su función hasta que fuesen
alimentados, por lo que después de cuatro días de huelga los dioses decidieron
sacrificarse para alimentar a los astros, tras lo cual éstos volvieron a cumplir sus
tareas. Esto fundamentaba la idea del sacrificio humano, que además de propiciar a
los dioses a cumplir sus funciones los ayudaba a rejuvenecerlos constantemente así
la vejez no se apodere de ellos. En la Región Andina el sacrificio humano también
será importante, y éste se verá representado por ejemplo en las cabezas trofeos de la
cerámica Nazca.
Las obras no eran creadas para ser contempladas estilísticamente sino para ser
adoradas y rendirle culto (incluso a veces podía estar oculta de la gente). La obra (en el caso
de ser obras de marcado carácter religioso) era la deidad misma; no se buscaba en ella
analizar cómo habían resuelto determinada problemática o si habían conseguido una
representación novedosa de la deidad, sino que se buscaban que estén todos aquellos
elementos que constituían a la deidad misma, donde incluso muchos de estos elementos
eran conocidos sólo por la clase dirigente. Tal vez lo mismo puede decirse del arte doméstico
de las poblaciones agrícolas, distinto del arte elitista de los grandes centros ceremoniales;
siendo más que nada importante lo que simbolizaba.
Era común también que la figura, en el caso de bajo relieves o pinturas y dibujos se
encuentre representada de perfil y sin superposición de alguna de las partes de sus cuerpos,
es decir con una pierna delante de la otra al igual que los brazos (excepción Bonampak). En el
caso de figuras que representaban a espíritus o deidades se las encontraba plasmadas de
frente y generalmente podían tener un tamaño mayor al de las otras figuras por su
importancia jerárquica.
Se observa también un gran manejo de la línea, ya sea para crear formas estilizadas,
como en el caso de los mayas clásicos o Teotihuacán (tal vez con un menor grado de
estilización), o formas tendientes hacia la geometrización, como el caso de Nazca por
ejemplo; siempre tendiendo a una síntesis. La forma tenía contorno definido (en el caso de la
pintura) lo que servía tal vez para que se destaque su aspecto simbólico. Se puede relacionar
al estilo “cloissoné” con el que trabajó por ejemplo Gauguin, en donde la forma estaba
diferenciada de las demás por su línea de contorno (aunque por supuesto los artistas
precolombinos lo hicieron miles de años antes). Esta forma de trabajo le daba un aspecto más
decorativo a la obra.
Una de las técnicas más antigua fue la cestería, de la cual no quedó prácticamente
restos por su calidad perecedera. Estaba realizada en un soporte flexible y se utilizaba para
transportar agua, alimentos, y diferentes materiales. Se podía realizar con distintos métodos
de torcimiento, y sus figuras y colores le daban un aspecto decorativo. Era una práctica más
bien femenina y dio puntapié para el desarrollo de la cerámica, ya que ésta, en sus primeros
momentos se realizaba recubriendo las cestas con arcilla y luego se quemaba quedando sólo
la arcilla endurecida aunque se resquebrajaba con facilidad debido a que todavía no
dominaban del todo la técnica.
Las formas de decorar una vasija eran variadas. Podían ser mediante pastillaje
trabajando diferentes detalles en relieve pero que no llegaban a modelarse por completo.
Mediante incisión que consistía en líneas, de mayor o menor grosor, que podían estar
grabadas en la superficie si se hacía antes del proceso de cocción, o esgrafiadas si se hacía
después del proceso de cocción. Luego estaba la decoración pintada donde hay una mayor
libertad y se observan diferentes motivos, ya sea geométricos, antropomorfos, zoomorfos,
fitomorfos, mitomorfos, etc. Se puede pintar directamente sobre la superficie alisada y
engobada usando diferentes colorantes de origen orgánico y mineral. Los colores más usados
eran el rojo, el blanco y el negro, y diferentes tonalidades intermedias derivadas de la
combinación de aquellos. La decoración pintada podía ser en negativo cuyo procedimiento
consistía en cubrir el motivo con cera, luego sumergir la vasija en algún tinte o pintar la
superficie de otra forma, y luego derretir la cera para que quede el motivo del color del vaso
o ceramio; según Antonio Serrano la cerámica negativa constituye un “estilo de horizonte”.
El otro tipo de decoración pintada era en positivo, donde los motivos eran pintados y el
fondo era del color del ceramio. El otro tipo de decoración era la modelada en donde se
agregaban los motivos en relieve con un mayor trabajo del modelado, diferente del
pastillaje.
Había diferentes tipos de producciones en cerámica como jarros, vasos, copas, platos
y vasijas. Generalmente las que eran para uso ritual o con fines funerarios eran la que mayor
trabajo tenían. Había vasijas con dos vertederas verticales unidas por un puente; vasijas con
vertederas en estribo donde dos tubos encorvados hacia arriba se unen para formar un tubo
vertical; vasijas dobles de silbato que consistía en dos jarros unidos, uno con un cuello
abierto y otra con un pico, y cuando la doble vasija se inclinaba para que el líquido pase de
una jarra a otra, el aire escapaba por el orificio del silbato; y también podía haber vasijas
modeladas. Las vasijas podían contar con diferente tipo de decoración, ya sea pintada,
moldeada, incisa (grabada o esgrafiada), o con pastillaje. Dentro de los vasos destacaron los
keros, que eran angostos en la base y con bordes evertidos, y al igual que las vasijas, podían
llevar diferentes tipos de decoración.
La metalistería será otra de las técnicas con gran desarrollo aunque no en todas las
regiones y no en todos los períodos, sobre todo porque se necesita de los minerales y de un
alto nivel de desarrollo. Destaca sobre todo en la Región Andina donde trabajaron con el
cobre, el oro, la plata, el platino y el bronce, logrado a través de la aleación entre cobre y
estaño. No llegaron a trabajar con el hierro ya que no se encontraba en estado puro y era
difícil alcanzar la temperatura para su fundición. La mayoría de los objetos realizados tenía
fines ornamentales más que utilitarios.
Desarrollaron hornos para la metalurgia, algunos se ubicaban en las laderas de las
montañas de manera tal que se aprovecha el aire que descendía para avivar el fuego, en
otros el oxígeno se conseguía de diferentes personas que soplaban a través de tubos; no
llegaron a conocer el fuelle. Se usaron diferentes técnicas para el trabajo del metal, partiendo
de golpear el metal hasta conseguir una lámina fina. Luego se repujaba para dar formas en
relieves, se podía fundir también para hacer piezas más complejas; se trabajaba con filigrana
que eran hilos finos de metal (generalmente oro o plata) que luego se fundían con otra pieza.
Bibliografía.
Desarrollo
Olmeca y Tlatilco.
Se desarrollan entre el 1700 a.C. y el 200 d.C. y van a llegar a tener influencia en la
región del altiplano central, en el occidente de México, en Guerreros y Oaxaca y en la Costa
del Golfo.
La palabra Olmeca hace referencia a “pueblo de goma” o “habitantes de la región del
hule”, el término fue usado por los aztecas para nombrar a los pueblos que ocuparon la
región de Veracruz y Tabasco. Ésta se caracterizaba por su ambiente selvático y pantanoso,
donde el agua invadía las construcciones del ser humano, por lo que se tenían que recurrir a
diferentes obras de ingeniería para solucionar esta problemática. También se destaca por la
presencia del hule, material con el que fabricaban la pelota para el juego de pelota
mesoamericano.
Acerca del origen de esta cultura, Piña Chan plantea un origen autóctono a partir de
las influencias de culturas de Ecuador y Colombia, que entre los años 4000 y 3000 a.C.,
estaban más avanzadas respecto a Mesoamérica. Éste recibió de Sudamérica influencias de
técnicas en el trabajo de la cerámica como ser el estampado, el pastillaje, el modelado y la
elaboración de formas complejas como ollas esféricas sin cuello; todas técnicas que ya se
conocían en Ecuador y Colombia desde el 4000 a.C. Junto con la tradición cerámica, se
introdujeron otros rasgos culturales como ser la rapadura total o parcial del cráneo, la
deformación craneal de tipo tubular erecta, la pintura corporal, entre otros.
Esto formará el sustrato sobre el que se desarrollará la cultura Olmeca. Piña Chan
plantea la hipótesis de que a partir de este sustrato, uno o más grupos totémicos del jaguar
hicieron valer su tótem sobre el de otras aldeas, proponiéndolo para el culto y resumiendo
sus atributos en diferentes producciones artísticas. El culto al jaguar, que pudo haber tenido
su origen en las selvas tropicales, se vuelve el aspecto principal de su cosmovisión. Se plantea
la teoría de que los olmecas consideraban al jaguar como antepasado de espíritus de la
naturaleza (Covarrubias) o como su antepasado, descendiendo de una mítica raza de
hombres – jaguares. Así comienza un tipo de horizonte en el que muchas aldeas de
Mesoamérica compartirán características comunes que se verán reflejada en las
producciones culturales.
A su vez se los conoce a los olmecas como “cultura madre”, ya que con sus adelantos
sentaron las bases que desarrollarán las siguientes culturas mesoamericanas:
Concepción del calendario mesoamericano. Uno solar de 360 días más cinco días
religiosos y uno ritual de 260 días que se cruzan c/ 52 años.
Durante el período aldeano la influencia del jaguar se verá sobre las producciones de
barro, que tuvieron un gran desarrollo en el Altiplano Central, Oaxaca y Guerrero. Una de las
producciones que destacaron fueron los llamados “baby face”, figuras huecas, sedentes,
rechonchas, con ojos almendrados, con miembros cortos y aspecto infantil. La influencia del
felino en estas formas se ve en el rostro, en cómo tratan de imitar ciertos aspectos del jaguar
como ser los ojos rasgados, los labios plegados pudiéndose ver las encías (en ocasiones
desdentadas), comisura de los labios hacia abajo, nariz ancha y los dientes mutilados para
asemejarse a los del felino. Otras características de los “baby face” son los rostros chatos,
párpados hinchados, hendidura en forma de V en la frente, cabeza rapada y la deformación
craneal; estas dos últimas características sobre todo se cree que expresaban el tipo físico de
los olmecas. Son formas que se mueven dentro de un naturalismo, aunque en ciertas partes
muestran una síntesis de la forma (destacando sólo aquello que interesaba). Trabajan en base
al modelado para conseguir los volúmenes, y presentan una gran expresividad.
Para Piña Chan, el jaguar también estaba relacionado a la madre tierra y a la idea de
fecundidad. Preocupados por la idea del nacimiento y fecundidad, el autor plantea al jaguar
como protector de los recién nacidos y niños; éste se aseguraba que lleguen a la adultez y
permitan la continuidad del clan. Tal vez por esto trabajaron estas figuras de niños con
ciertos aspectos del jaguar, relacionado también a la fertilidad materna y ligado
mágicamente a la fertilidad de la tierra y vegetación. El mismo autor sostiene que gustaban
representar a seres anormales o con ciertas patologías como ser la sordera (por eso la mano
de algunos cerca del oído), personas eunucoides, jorobados, personas con deficiencias de
crecimiento, entre otros.
Era también importante la fusión del hombre con el jaguar, de manera tal que el
hombre adquiera los atributos mágicos del tótem. Esta fusión también se observa en el arte,
en obras en las que representaban chamanes o sacerdotes como por ejemplo el sacerdote de
Atlihuayán. Es una figura sedente, rechoncha, con las características felínicas en el rostro
como ser la comisura de los labios hacia abajo y plegados, nariz ancha, a lo que hay que
sumarle la línea flamígera que se forma al tener los ojos cerrados. En su espalda lleva lo que
puede considerarse como una piel de felino por las características que presenta, como ser la
garra, la X que simboliza la mancha del jaguar, la ceja flamígera y el hocico que funciona
como tocado. Hay que destacar también que en general las figuras se presentan asexuadas
aunque se cree que son figuras masculinas.
La influencia de los olmecas en el período aldeano llegó a diferentes aldeas, como ser
Tlatilco. Esta cultura se desarrolla entre el 3000 y el 450 a.C. en el Valle de México, en la
Terraza de Río Hondo, durante el pre – clásico inferior. Su nombre proviene del náhuatl y
significa “Donde hay cosas ocultas”, y fue designado por los pueblos nahuas ya que a su
llegada al valle la cultura de Tlatilco había desaparecido.
Tenían una tecnología desarrollada con una industria lítica, ósea y de madera para la
elaboración de utensilios y herramientas. El río les brindaba arcilla, arena y cieno, además de
usar el barro, el caolín y colorantes; todo esto servía para la cerámica y las figuras de barro
que se van a encontrar por cantidad en este territorio. Contaban con fibras vegetales para los
tejidos (agave y algodón), ornamentos como colgantes, collares, pendientes y placas
pectorales a base de huesos de animales, conchas marinas y piedras preciosas como el jade.
En esta zona arqueológica se encontraron más de 4000 figurillas de barro. Las más
representativas son las figuras de mujeres desnudas total o parcialmente, conocidas con el
nombre de “pretty ladies” por sus características estilísticas. Se piensa que podrían hacer
alusión a la fecundidad femenina o agrícola, ya que algunas se encontraron enterradas en
campos de cultivo, lo que muestra la idea de prácticas mágicas.
Algunas tienen pechos más desarrollados que otras, presentan caderas anchas y
brazos en forma de muñones. Tienen una estructura simétrica, cuerpo aplanado,
generalmente son para ser vistas de frente con detalles en la cabeza por los tocados que
llevan. Estos últimos están muy trabajados y se puede observar el peinado, adornos, cuentas y
joyas; tal vez haciendo alusión a cierto status social. Se trabaja con línea de incisión y la
técnica del pastillaje (colocar aplicaciones de barro con realce s/ la pieza). El tono rojizo de las
figuras nos puede indicar que eran cocidas mediante la técnica de la atmósfera oxidante
(fuego intenso alimentado por corrientes de aire forzada), y el brillo se conseguía mediante
el bruñido. El orificio del vientre podía servir también para que salga el aire durante la
cocción (Consultar). Algunas figuras se presentan con niños o perros en sus brazos (que en el
caso de ésta muestra resto de pigmentos rojo y blanco) y otras con un espejo de pirita en el
pecho (debe haber tenido algún tipo de simbología).
Otras figuras nos indican la existencia de festividades que podrían haber estado
relacionadas a algún tipo de culto religioso de la comunidad. Se observan figuras de
acróbatas y danzantes. En el caso de los acróbatas eran figuras masculinas que se encuentran
representados en posiciones complejas, en alusión a su plasticidad, y apoyados sobre su
pecho y brazos. Las danzantes se pueden representar con pantalón como si fuesen
cascabeles; podían llevar diferentes tocados. Otra figura de bailarina también muestra mayor
movimiento y un tratamiento más suave del volumen. Se encontraron figuras que
representan a jugadores de pelota; en este caso se lo representa con la pelota, el braguero y
una especie de tocado. Todas están trabajadas mediante la técnica del pastillaje, y en algunas
figuras se observa restos de colorantes que usaban, como ser el rojo. Fuera del tema de las
festividades se encuentran representaciones de chamanes con complejas vestimentas; en
uno se puede observar un tocado como si fuese una especie de maíz, tal vez en alusión a la
importancia de este alimento.
Las influencias olmecas (que llegan alrededor del 1700 a.C.) se puede observar por un
lado en las características fisionómicas de las figuras, como ser los ojos rasgados (pliegues
epicánticos), párpados hinchados, cabeza alargada y la comisura de los labios hacia abajo, en
alusión a los “baby face” olmecas y al jaguar; y también en cómo cambia la forma de trabajo,
ya que se observa un mayor uso del modelado y ya no tanto del pastillaje, con una transición
más suave entre los volúmenes. Esto se puede observar en la figura del acróbata, que
presentan un trabajo mucho más naturalista que las otras figuras. También con esta obra se
rompe con la idea de que sólo podían ser vistas de frente y se ve como se insertan nuevos
puntos de vista a la vez que se trabaja con el espacio negativo.
En este período destacan sobre todo los chamanes, que adquieren una mayor
importancia y empiezan a fijar los tiempos de siembra y cosecha, estudian la astronomía y
regulan el calendario. Pasan a convertirse en una clase sacerdotal, intelectual, con divisiones
jerárquicas, que toman las riendas del Estado e institucionalizan un sistema de creencias
convirtiéndolo en una religión compleja, sentando así las bases para las sociedades
teocráticas.
Estos fueron los primeros centros ceremoniales planificados, construidos con barro y
tierra debido a la ausencia de materiales líticos, tal vez por esto no perduraron en el tiempo.
Los complejos ceremoniales estaban edificados generalmente sobre una plataforma artificial
y alineados de norte a sur a lo largo de un eje central. Las obras características eran los
templos, las pirámides, las plazas, las plataformas sobre las que se asentaban otras
edificaciones, palacios, residencias para las autoridades, el mercado y canchas para el juego
de pelota, avenidas que marcaba el acceso y obras de ingeniería hidráulica, todo esto
acompañado de un estilo arquitectónico monumental.
San Lorenzo Tenochtitlán: fue uno de los primeros centros ceremoniales olmecas.
Edificado y con vigencia entre el 1200 al 900 a.C., se levanta sobre una meseta
artificial de 50 metros de altura, construida mediante un acarreo de tierra lo que
muestra una gran labor de ingeniería. En el territorio se encuentran lagunas que
servían para el aprovisionamiento de agua durante las épocas de sequía; además
realizaron redes de canales de desagüe para regular el nivel de las aguas durante las
épocas de inundaciones. Consta de montículos artificiales o basamentos de tierra
compactada sobre los que se levantaban las edificaciones. Estos estaban colocados
simétricamente y entre ellos se formaban espacios como plazas o patios; en el centro
hay una plataforma más elevada que probablemente tenía una pirámide y una
aparente cancha para el juego de pelota.
La Venta: edificado y con vigencia entre el 1100 y 400 a.C. Fue el más amplio de su
tiempo así como el núcleo religioso, político y económico más importante. Las
construcciones están orientadas en torno a un eje Norte – Sur.
Por el norte hay un espacio delimitado por largas plataformas laterales y dos
intermedias que forma una especie de plaza o recinto ceremonial (tal vez una cancha
para el juego de pelota). En el extremo norte se encuentra una plaza cerrada por una
empalizada hecha de grandes bloques de basalto y una pirámide escalonada, tal vez
la primera en Mesoamérica; estos grandes bloques de basalto se trasladaban en
balsas y provenían de canteras volcánicas.
Diversos autores destacan las formas realistas que lograron alcanzar los olmecas, que
se apreciarán sobre todo en las esculturas de bulto redondo. Trabajaron diversos tamaños
pero se destacaron sobre todo por la monumentalidad que alcanzaron en sus esculturas
monolíticas y megalíticas. Las diferentes esculturas fueron encontradas principalmente en
los centros ceremoniales; dentro de las formas monumentales se pueden catalogar
diferentes tipos:
Estas cabezas tal vez se alzaban sobre una base de piedra o estaban ubicadas
en lugares estratégicos de gran visibilidad. Se da a las cabezas diferentes significados,
podían hacer alusión a la práctica de la decapitación relacionadas con ritos de
fertilidad para los cultivos; podían representar retratos idealizados de guerreros o
gobernantes; podrían tratarse de jugadores de pelota por el casco, o podían ser
también antepasados sobrenaturales.
Estas cabezas se encontraron en los principales centros ceremoniales de la
Costa del Golfo.
Según Piña Chan, el altar representaría la deidad Tierra (el jaguar), el nicho,
caverna o fauces del jaguar, simbolizaría las entrañas de la tierra, el vientre o matriz
de donde emergen los seres humanos; las cuatro antorchas o ramas harían alusión a
los cuatro puntos cardinales. El personaje que emerge representaría al sacerdote, el
mediador entre la deidad y el hombre, y la cuerda simbolizaría la unión del cielo y la
tierra.
Según Piña Chan, las figuras menores pueden ser “chaneques”, viejos enanos
con caras de niño, que molestan a las personas, viven en cascadas y cavernas y
comen el cerebro de hombres, causan enfermedades, mandan animales y peces,
hacen caer la lluvia y provocan rayos. También se cree que la estela puede estar
relacionada con el juego de pelota, ya que las figuras llevan un palo en la mano. Este
juego surge con los olmecas y originalmente se jugaba en campos delimitados por
estelas u otros tipos de señales; se cree que la pelota simbolizaba el sol y su curso por
el cielo.
Se ve (al igual que en los altares) una combinación entre formas que tienden
más hacia el realismo, como ser el rostro del personaje principal, y una síntesis de la
forma en el resto de las figuras a partir de una estilización.
Una de las esculturas más características de los olmecas en mediano formato fue el
llamado “Gladiador”. Esta obra presenta una mayor libertad formal con respecto a otras
formas olmecas. Es un personaje sedente, que presenta los brazos levantados en actitud de
estar girando el torso hacia su derecha y las piernas dan la sensación de estar girando en
sentido contrario, es una figura dinámica. El cuerpo también presenta un trabajo anatómico
con un fino modelado, con el tríceps y los deltoides marcados, además de los pectorales y de
las abdominales. En las extremidades de los brazos y piernas se observa una tendencia de
reducir la forma hacia una síntesis. En el rostro se observa un fino trabajo del volumen, con
pasajes suaves; los ojos están rasgados; las cejas (de un delicado trabajo) dan la sensación de
estar fruncidas; la nariz (si bien está desbastada) aparenta más fina que la nariz característica
olmeca, más gruesa en general; presenta bigotes; labios finos; pómulos marcados y una
cabeza calva. Esta obra es considerada una de las obras maestras del arte escultórico olmeca
y es considerada un luchador por el trabajo de la musculatura.
También, dentro de las obras trabajadas con rocas volcánicas, como la andesita gris,
se encuentra el Monumento 34 de San Lorenzo que presenta una figura sin brazos y sin
cabeza. En el aspecto formal se observa un trabajo sintético y una figura que se presenta
apoyada sobre el pie izquierda y sobre su pierna derecha. Se puede observar también que
está ricamente ataviada con un collar, una especie de braguero y una cinta con lo que parece
ser una pluma en la pierna izquierda; tal vez se trate de un jugador de pelota. Esta figura
puede hacer alusión a la mutilación para el sacrificio o al autosacrificio, ya que no tiene su
cabeza ni sus brazos; por esa razón podría tratarse también de un jugador de pelota que fue
sacrificado tras su juego ritual.
En los centros ceremoniales también se encontraron enterradas ofrendas de
pequeñas figuras trabajadas en piedras preciosas como el jade y la serpentina. Estas piedras
tenían un gran valor simbólico para estas culturas, incluso más que el oro; se relacionaban
con la vida y el jade por ejemplo podía hacer alusión a la eternidad ya que conservaba su
apariencia con el paso de los años y además es una piedra dura, también está relacionada con
la vida y fertilidad. En estas piedras lograron también un perfecto pulimento, a diferencia del
basalto que por su textura no se podía conseguir de la misma manera que las piedras
preciosas, pero sin embargo por su porosidad la luz iluminaba las entrantes y salientes.
El Gladiador, trabajado en jade, es otro de los finos ejemplos de lo que podían lograr
con las piedras preciosas. Es una escultura de pequeño formato en donde se observa una
mezcla entre forma zoomorfa y antropomorfa, dando lugar a un ser híbrido con las
características del dios totémico olmeca, el jaguar. Presenta una gran expresividad, con el
rostro felinizado y en actitud agresiva. Tiene los rasgos marcados en la cara, con la nariz y
boca del felino y con el entrecejo fruncido. Se observa un gran trabajo en la musculatura y da
la sensación de que las venas se le marcan a la altura de la panza, y que manos y pies se
vuelven garras. La figura está como en una posición de atacar, y presenta un gran
pulimentado.
Cuicuilco.
Cuicuilco se desarrolló desde el pre – clásico medio en el Valle de México, y alrededor
del 600 a.C. se convirtió en un importante centro ceremonial, tal vez el primero en elaborar
un centro ceremonial planificado. Si bien en el altiplano central era difícil conseguir agua para
el cultivo debido a las escasas precipitaciones y poco número de ríos, el Valle de México al ser
una cuenca endorreica se presentaba más apta para el desarrollo de la agricultura, por la
presencia de lagos que eran aprovechados para los cultivos. Estaba en contacto con otras
regiones importantes como la Zona del Golfo y la Región Maya, y tenía un movimiento
continuo de población. Esta región a su vez tuvo un lugar destacado dentro de los iniciadores
de la arquitectura de piedra.
Tuvo una estructura social jerarquizada con una gran cantidad de habitantes. Se
destaca la Gran Pirámide Escalonada o Troncocónica, una estructura que consta de cuatro
cuerpos escalonados unidos mediante tramos de escaleras y rampas, la rampa se ubica hacia
el oeste y la escalera hacia el este. Es de planta circular, de 135 m de diámetros y 25 m de
altura; tiene forma de torta. Fue construida por tierra, arcilla y paredes sin labrar (piedras
irregulares) y en la parte superior tenía un templo o un altar, realizado con materiales
perecederos por lo que no quedan restos hoy en día. Este tipo de estructura será el
antecedente de las pirámides escalonadas del período clásico que simbolizan la separación
entre lo profano y lo sagrado. Otra característica que presenta la pirámide es que fue
ensanchada en varias ocasiones hasta conseguir las dimensiones que tiene en la actualidad,
siendo esta es una práctica común que presentarán las diferentes culturas mesoamericanas;
generalmente después de cada fin de ciclo se agregaba una estructura más a una
construcción sagrada (o se construía encima de ella). Además de la pirámide, se encontraron
otras estructuras que se creen eran de carácter sagrado y religioso.
El desarrollo de Cuicuilco se vio truncado por la erupción del volcán Xitle en el año
200 a.C., que cubrió el centro ceremonial de lava, por lo que la población tuvo que
trasladarse hacia diferentes puntos, siendo uno de ellos Teotihuacán.
Bibliografía.
Piña Chan – “Olmeca, Cultura Madre”
Paul Westheim – “Ideas fundamentales del arte prehispánico en México”
Gendrop y Heyden – “Arquitectura mesoamericana”
Gendrop – “Arte prehispánico en Mesoamérica”
George Kubler – “Arte y arquitectura en la América pre colonial”
Lothrop – “Los tesoros de América Antigua”
Era una ciudad plurilingüe por la gran cantidad de personas de diferentes regiones de
Mesoamérica que confluían en ella. La gente era esbelta, de estatura media, empleaban la
deformación craneana y se limaban los dientes como rasgo de belleza. Se pintaban el cuerpo
y usaban una vestimenta rica y variada compuesta por tejidos finos, bordados, plumas y
sombreros zoomorfos, esto para acentuar el status social.
Ciudad y arquitectura.
A través de diferentes estudios se pudo determinar que la pirámide fue cubierta tres
veces y que presenta una serie de cuartos y túneles internos que conectan entre sí. Incluso en
la cúspide se descubrió una fosa y una suerte de cuarto que conectaba con túneles inferiores.
En la fosa de la cúspide a la vez se rescató un fragmento de gran tamaño de ídolo de grandes
proporciones, junto con estelas y fragmentos de otras esculturas. Se cree que el ídolo se trata
del dios viejo Huehuetéotl, por lo que se considera que la Pirámide del Sol fue escenario de
cultos de carácter ígneos y de fines de ciclo del calendario. La relación con el culto de carácter
ígneo se refuerza por un fragmento de estela encontrada en la Plaza de la Pirámide del Sol
que da la sensación de representar una especie de calavera con su lengua afuera y rodeada
por lo que parecen ser rayos solares. En esta obra se observa una representación tendiente a
la síntesis y a lo geométrico, y se cree que podría haber estado relacionada al sacrificio
humano y muerte del sol. Además de la relación de la Pirámide del Sol a un culto de carácter
ígneo, también se la asocia a un culto al agua ya que fue construida encima de una gruta.
La Pirámide de la Luna fue la siguiente en ser construida. Está emplazada al norte del
centro ceremonial y su cara principal, donde se encuentra la escalinata de acceso, mira hacia
el sur, siguiendo la tradición Olmeca. Si bien es más pequeñas que la del Sol con 45 m. de
altura, se encuentra a su misma altitud debido a la elevación del terreno. Tiene una base
rectangular de 150 por 120 m. Posee dos antecuerpos adosados a su fachada sur, adosados
con posterioridad, y la escalinata de acceso a la parte superior tiene un solo tramo a
diferencia de la Pirámide del Sol. Está precedido de una amplia plaza llamada Plaza de la
Luna, que fue realizada en fechas posteriores a la construcción de la Pirámide; en ella se
encuentran pequeñas pirámides escalonadas con el sistema de construcción característico
del período clásico teotihuacano que es el de talud y tablero. Este sistema logra romper el
sentido ascensional del talud (cuerpo inclinado de la pirámide) con el plano recto que
sobresale del talud, llamado tablero; esta ruptura del sentido ascensional va de la mano con
la tendencia hacia la horizontalidad de la ciudad. Este tablero puede llegar a ser el triple de
alto que el talud y posee una moldura a su alrededor que marca una tendencia horizontal. A
su vez el talud recibe la sombra del tablero y a cierta distancia éste último parece estar
flotando; por otro lado mientras más grande sea el tablero más inestable es por su peso. El
plano que queda enmarcado por las molduras en el tablero puede ser liso o estar decorado
con esculturas o pinturas.
La segunda etapa se da entre el 100 y el 300 d.C., está marcada por el crecimiento
urbano y la construcción de los alrededores del centro ceremonial. En este período se
construye la Calzada de los Muertos, el eje principal de la ciudad, también llamada Miccaotli.
Está orientada de norte a sur; al norte se corta con la Pirámide de la Luna y al sur conecta con
el resto de la ciudad. Tiene 2 km de longitud y 40 m. de ancho; su nombre fue puesto por los
Aztecas porque se pensaba que los montículos que se encontraron a su alrededor eran
tumbas. Su camino no se encuentra despejado sino cortado por escalones altos, que pueden
tener un sentido mágico religioso preparando espiritualmente al peregrino para cuando
llegue a los recintos sagrados. En torno a la avenida se distribuyen distintos edificios como ser
la Pirámide del Sol y de la Luna, palacios, viviendas de sacerdotes, plazoletas de distintos
tamaños y numerosas plataformas. Debido a la elevación del terreno, hacia el extremo norte
se eleva unos 30 metros con respecto al extremo sur. En esta avenida circulaban las grandes
procesiones ceremoniales.
Además de las grandes estructuras piramidales, las avenidas y los palacios, también
desarrollaron obras de ingeniería como ser canalización de ríos, baños de vapor, centros
administrativos, talleres, mercados, redes de desagüe que se ubicaban debajo de los
palacios, entre otras cosas.
Escultura.
También se trabajaron con máscaras rituales o funerarias, que fue uno de los
elementos más representativos de la cultura teotihuacana. Estaba destinada a llevarse como
amuleto (pudiendo ser de tamaño pequeño) o a acompañar al difunto a su tumba y se les
atribuía poderes mágicos. Paul Westheim plantea que al ponerse la máscara, el hombre no
sólo se transforma en el ser representado por ella sino que también pasan a ser parte de él
todas sus cualidades físicas y espirituales, también adquiriendo las cualidades físicas y
mágicas del material con el que estaban realizadas; por otro lado se considera que
representaban la imagen ideal que cada cultura concebía para sí. Como talismán funcionaba
para repeler amenazas, peligros e influjos de otros poderes mágicos. Generalmente las
máscaras presentan dos o tres orificios, uno en cada oreja y otro en la frente, que servían
para adosarla al rostro del cuerpo del difunto. Éste velaría por el alma del muerto
preservándolo de hechizos negativos.
Están realizadas con diferentes materiales como ser piedras finas como el alabastro,
el jade, la calcedonia, el mármol, entre otros, y también de barro o madera. Presentan
características geométricas tendientes a la horizontalidad como se puede observar en los
rostros ensanchados, al igual que la boca y los ojos, la frente cortada a la mitad y el mentón
acortado. Hay una tendencia hacia la síntesis, producto de una cultura que se quiere acercar
más a lo simbólico que a lo superficial (Gendrop y Westheim); aunque en algunos sectores se
puede observar un trabajo más tendiente a lo natural como ser en la nariz. Las obras
presentaban un gran pulido.
Una de las máscaras que destaca es la de Malinaltepec que fue elaborada en dos
períodos, durante el clásico primero en donde la máscara era en su totalidad de piedra verde,
y luego durante el posclásico en donde se le adhirió las piedras preciosas como amazonita,
turquesa y nácar, constituyendo una especie de mosaico; se cuentan más de 700 fragmentos.
Esta reutilización de la máscara da cuenta de la importancia simbólica que le atribuían los
diferentes pueblos a las obras del pasado; se cree que la máscara hacía referencia a la diosa
Chalchiuhtlicue.
Junto con la escultura en piedra surgen las figuras de barro que pasan por diferentes
períodos de desarrollo. Son característicos sobre todo las “cabezas tipo retrato” que se
derivan de las máscaras rituales, y se llaman así por las características naturales que
presentan. También están las figuras tipo danzantes. Posteriormente se empezaron a
desarrollar figuras hechas con moldes como muñecos articuladas cuyas extremidades
estaban unidas al cuerpo mediante hilos, y luego figuras que se piensa representaban a
dioses enanos y regordetes, que presentan a su vez un gran trabajo en el modelado con
características naturalistas en el rostro.
En cuanto a la cerámica, las piezas que más destacaron fueron las de uso ritual y
funerario, ya que eran las que presentaban un trabajo más fino. La cerámica característica de
Teotihuacán era cilíndrica con bordes evertidos, y podía llevar o no tapa; cuando ésta estaba
presente, era predominantemente cóncava rematada por una cabeza. Las paredes eran
delgadas y con un gran pulido. La decoración podía ser con bajos relieves, mediante raspado
desgastando el fondo para que surja el motivo (champlevé) o al temple colocando el color
después de la cocción sobre una capa de estuco, el artesano podía pintar todo o una parte
mediante diferentes métodos siendo característica la técnica del “cloisonné” (colores planos
con contornos oscuros). Los motivos con los que se decoraban las vasijas generalmente eran
los mismos que se pintaban en los frescos de los palacios; los colores predominantes son el
rojo, amarillo, verde, turquesa, blanco y negro. Era característico a la hora de “pintar” repetir
los motivos debido (como lo señala George Kubler) a que la mirada no podía abarcar en su
totalidad la superficie del objeto cerámico. Otra característica de las piezas eran las patas en
sus bases planas.
Utilizaban diferentes minerales y vegetales para obtener los colores como ser el
hierro, la malaquita, el cobre, la limonita, entre otros. Predominaba el rojo, y también usaban
el blanco, amarillo, azul, naranja y verde; generalmente se aplicaban los colores puros
aunque también podían reducir la intensidad con blanco o rebajado con agua. No hay
gradaciones de luz y sombre, por lo tanto no se crea una ilusión de volumen. Para preparar la
pared disponían de cemento y arena sobre una base de estuco; sobre ella dibujaban el
motivo, pintaban el fondo, luego las figuras y al último realizaban las líneas de contorno. Para
terminar pulían y lustraban la superficie.
El motivo de las pinturas está relacionado con lo mítico – mágico – religioso, y al igual
que en Mesoamérica, tienden a ser impersonales, es decir que no glorifican, exaltan, ni
engrandecen a ningún individuo en particular sino que representan lo que todos conocen, el
mito; y si llegaran a representar a algún individuo, siempre en estrecha relación con el mito, y
sobre todo con los cánones que la cosmovisión mítica establecía. Por otro lado las formas, al
igual que en la escultura y en la decoración cerámica, tiende a una abstracción y síntesis, ya
que la idea es reforzar el valor simbólico quitando todo aquello que desvíe la atención de lo
importante, el mito. A través de las formas gráficos se idearon diferentes significados, que
seguramente eran mejor conocido por los sacerdotes que por la gente común. Por ejemplo
una sucesión de huellas de pies podía significar un camino; la mariposa el símbolo del fuego;
la palabra, el canto o el discurso se representaban mediante una vírgula o voluta, que sería
una especie de vara curva que sale de la boca; una flor simbolizar hermosura; entre otros
signos. El color también tenía un valor simbólico, por ejemplo el rojo simbolizaba la sangre y
el verde jade el agua, ambos de gran importancia en la cosmovisión mítica de Mesoamérica
en general.
Decadencia.
También podría haber sucedido que Teotihuacán haya perdido el dominio de la ruta
de la obsidiana, empezando los comerciantes a tomar otras rutas que lo llevaban a otros
depósitos. Esto ocasionaría que perdiera el poder económico, político y militar, y que pasaran
a otros centros como por ejemplo Cholula, Xochicalco y el Tajín. Otros poblados satélites
pudieron también haberse independizado de la influencia teotihuacana.
Pudo haber significado por otro lado un gran costo mantener la ciudad, por lo que
con el tiempo se pudo haber hecho más difícil. También se piensa que fueron invadidos por
grupos nómades del norte.
Así, hacía el 700 d.C., parte de la ciudad fue incendiada por sus propios habitantes y
luego abandonada gradualmente. Piña Chan sostiene que el mito de los dioses arrojándose
al fuego simboliza el cambio de la estructura social de Teotihuacán, pasando de los dioses
pacíficos agrícolas a los dioses del fuego, del Sol y de la guerra, donde el sumo sacerdote ya
no era sólo el jefe religioso sino también militar. Esto también lo menciona Paul Westheim
en su libro “Arte antiguo de México”, planteando que después del nacimiento del quinto Sol
y la Luna, éstos no quisieron salir a cumplir sus funcionas ya que exigían que se les alimente,
luego de cuatro días los dioses reunidos en Teotihuacán, decidieron sacrificarse para que los
astros volviesen a desempeñar su función cósmica. Incluso cuenta la leyenda que los dioses,
antes de crear al sol, introdujeron la guerra, para que aquel obtenga como alimento los
corazones de los muertos en combate y poder seguir cumpliendo con su función. Esto
explicaría la introducción del sacrificio en Teotihuacán, el paso de una sociedad pacífica a
una militarizada y el consecuente abandono de la ciudad. Por otro lado tal vez la
introducción del sacrificio en esta sociedad esté relacionada a la idea del rejuvenecimiento,
ya que se podría haber considerado como necesario para una sociedad que estaba entrando
en su decadencia.
Incluso luego de su abandono, Teotihuacán, fue un gran santuario para diferentes
civilizaciones, por ejemplo los aztecas lo continuaron considerando durante su tiempo como
un lugar sagrado, donde enterraban a sus soberanos.
Bibliografía.
Mayas clásicos.
Las tierras donde se asentaron los mayas eran pobres en minerales. Excepto por la
obsidiana y el jade, no contaban con metales que permitiesen el desarrollo de la orfebrería;
no había oro ni plata. Las balsas procedentes con mercancía de Ecuador y Colombia,
proporcionarían a los mayas los primeros objetos en oro a finales del clásico, así como
también las primeras herramientas de metal.
Se habla de Civilización Maya por los rasgos culturales en común que tenían las
diferentes ciudades que abarcaron el territorio. Los mayas no llegaron a ser un imperio o
gran estado sino más bien ciudades-estado más o menos independientes entre sí. Tampoco
eran pacíficos como se pensaba; a partir del estudio de sus jeroglíficos se pudo saber que se
declaraban la guerra entre las distintas ciudades, realizaban sacrificios de prisioneros, se
enfrentaban en competiciones de juego de pelota, etc. También se erigían monumentos,
palacios y pirámides, no sólo en honor a las divinidades tutelares, sino también para
engrandecer el poderío del gobernante de turno que adquiere carácter de divinidad; de esta
forma el arte no era sólo es colectivo, sino también de glorificación personal.
La organización social era estratificada, campesinos, sirvientes y esclavos se
encuentran en la base de la pirámide social, luego le siguen artesanos y funcionarios, y en la
cúspide se encuentra la nobleza, los sacerdotes-gobernantes, los comerciantes y los
guerreros. El halach uinic era el gobernante supremo, tenía funciones civiles, militares y
religiosas hereditarias y era asistido por un Consejo de Estado; generalmente en los bajos
relieves se lo representaba con un cetro y un bastón ceremonial sobre el pecho. La mujer
podía ocupar posiciones de poder, a diferencia de otros pueblos en Mesoamérica.
Gendrop y Heyden definen a los mayas como los “griegos de América” o los
“Intelectuales del Nuevo Mundo”, ya que desarrollaron y perfeccionaron una serie de
conocimientos muy avanzados incluso para Europa. Desarrollaron un sistema numérico
vigesimal en el que entra la concepción del cero, lo que les permitía elaborar cálculos grandes
con una gran precisión; en este sistema (al igual que el resto de los pueblos mesoamericanos)
el glifo en forma de concha marina simbolizaba el cero, el punto simbolizaba el uno (dos
puntos dos, tres puntos tres, cuatro puntos cuatro) y la raya simbolizaba el cinco. A su vez la
posición de líneas, conchas o puntos, tenían diferentes valores; por ejemplo cuando se
llegaba al 20, la numeración seguía en otra fila arriba de la primera numeración, pero el 20 se
reducía a un punto y la numeración comenzaba de vuelta en la fila de abajo. Con este sistema
pudieron hacer cálculos astronómicos y establecer las fechas exactas de cultivo, del
movimiento de los astros y para datar el tiempo.
Los códices estaban hechos de la corteza de ciertos árboles y los mayas los llamaban
“analté”, árbol que habla; también se encontraban códices de piel de venado con estuco, o
en tela de algodón. Se conocen tres códices mayas, el de París, Madrid y Dresde, que si bien
fueron realizados en el período postclásico, se cree que son similares a los del clásico.
Contenían fechas de los tiempos de la agricultura, cálculos astronómicos, relatos míticos,
nombres de dioses, etc., y funcionaban (según Paul Westheim) como un inventario de lo
bueno y lo malo que los dioses le deparaban al hombre los 260 días del año del calendario
ritual. Cada semana y hora tenían su deidad y cada día su signo. La interpretación de estos
códices quedaba en manos de la casta sacerdotal, que eran los que conocían en profundidad
el significado de los diferentes signos según el contexto en el que se encontraban. Era
fundamental la interpretación de los códices ya que así se regulaba la vida diaria de estas
comunidades; ninguna actividad se realizaba si el augurio era malo, especialmente en lo
relacionado a la agricultura.
Por otro lado, el uso de los colores en los códices correspondía (como en todo el arte
precolombino) a connotaciones míticos-mágicos-religiosas; por ejemplo en el códice Dresde
las deidades están representadas alternativamente sobre fondos de diferentes colores,
simbolizando los diferentes puntos cardinales. Los colores eran aplicados puros; no querían
dar la sensación de volumen, eran colores planos. Las figuras tenían el contorno remarcado,
una línea continua, podían ser figuras antropomorfas, zoomorfas e híbridas, dando lugar a
imágenes complejas que marcan la gran capacidad de creación de estas sociedades y el gran
desarrollo mítico-religioso que alcanzaron. Se aprecia a la vez la inclinación hacia el dibujo de
los mayas; el manejo de la línea se asemeja a la del arte oriental y así como en Teotihuacán
predomina por sobre todo la línea recta, en la región Maya hay un predominio de la línea
ondulada, que se ve incluso en los bajo relieves.
Tenían un panteón complejo de dioses, con nombres diferentes a los de las culturas
mexicanas, pero con los cuales se podía establecer ciertas analogías. Chac era el equivalente
a Tlaloc; creador de la lluvia, el relámpago y el trueno, tenía también sus tlaloques que eran
cuatro pequeños chac situados en cada uno de los puntos cardinales y que simbolizaban los
diferentes tipos de agua, uno el agua buena que hacía crecer las plantas, otro el agua mala
que con mucha lluvia pudría los alimentos, otro el agua fría que producía hielo y granizo, y el
último simbolizaba la escasez de agua que secaba las plantas. Cada Chac tenía un jarro,
cuando se rompía el agua caía sobre la tierra, y el ruido que hacía al romperse simbolizaba el
trueno. Tenían otros dioses como Itzamna, señor de los cielos, la noche y el día; Hunab Ku, su
deidad suprema invisible; Yum Kax, dios del maíz; Ah Puch, dios de la muerte, representado
como un esqueleto o figura con la carne corrompida; Ixchel, dios de las inundaciones, de la
preñez, del tejido y tal vez de la luna; entre otros. En el post – clásico aparecerá Kukulcan, la
serpiente emplumada, que tenía muchas de las características de Quetzalcóatl, ya que era el
dios de la vida y del viento; fue también un héroe cultural y representaba al planeta Venus.
Al igual que en la cosmogonía del altiplano central, a los dioses había que rendirle
culto y ofrecerles sacrificios, sobre todo humanos, ya que esto permitiría que continúe el
ciclo de la vida; de no hacerlo se corría el riesgo de interrumpir el ciclo, liberar la ira de los
dioses y llevar a la ruina la vida como la conocían. El universo maya está organizado
alrededor de un eje vertical simbolizado por un árbol. Ese eje está entre Itzmaná, monstruo
del universo, e Ixchel, diosa de la luna. En la copa del árbol está el pájaro divino o pájaro
serpiente; la bóveda celeste es sustentada por cuatro divinidades, los Bacabs. Los puntos
cardinales tienen colores asociados; el Chac rojo es el este; el Chac blanco el norte; el Chac
negro el oeste y el Chac amarillo el sur. También los astros y los planetas tienen su símbolo
divino y juegan un papel importante en la adivinación; por ejemplo, el Sol, se representa
como un gran jaguar o asociado a él. Estos dioses astrales tienen diferentes aspectos según
estén levantándose o poniéndose. Otra característica es que todos los dioses pueden
adoptar rasgos de otras divinidades y formar seres compuestos; y cada divinidad tenía sus
propios sacerdotes y rituales.
Los mayas llegaron a construir grandes ciudades para lo cual debieron contar con
miles de obreros debido a la cantidad de piedra que tenían que transportar. Palacios,
pirámides alrededor de plazas y avenidas constituyeron elementos fundamentales en la
planificación urbana Maya; y usaron también grandes avenidas para conectar los diferentes
puntos.
Los materiales que usaron para sus construcciones fueron la piedra caliza que era
abundante en la región; la madera para la construcción de dinteles y la elaboración de
esculturas que se encontraban dentro de los templos; el estuco para la decoración interior y
exterior; morteros a base de cal para mantener unidas las piedras en muros, bóvedas,
alfardas, gradas, etc., sin embargo la técnica para conseguir cal era muy costosa ya que se
necesitaba mucha madera, lo que llevó a la desaparición de la selva que los rodeaba.
Tikal.
Por otro lado, así como en Teotihuacán existía una disposición marcadamente
horizontal para la planificación de la ciudad y de sus edificios, en la región donde se
desarrollaron los mayas clásicos, la disposición era marcadamente vertical. Se cree que esto
tenía mucho que ver con las características geográficas de la región central maya, que en
algunos puntos se notará más que otros. La región se caracterizaba por la presencia de
árboles de gran altura, lo que llevaba a edificar lo más alto posible. Esto tal vez porque
necesitaban observar de la mejor manera el firmamento y sus alrededores, y también
acercarse más a los dioses.
Ivanoff plantea que Tikal era algo más que un centro religioso ya que allí habitaba
una población relativamente densa, sin embargo no llega a clasificarla como un centro
urbano pero afirma que allí habitaron sacerdotes, esclavos y funcionarios de manera
permanente y que éstos dependían de la periferia para su manutención.
Para la agricultura se cree que disponían de un terreno de 500 km2 a los alrededores,
aunque el sitio no era de lo más propicio debido a que no contaban con una corriente de
agua cerca para el desarrollo intensivo de la agricultura, aun contando con el agua de lluvia
almacenada en los depósitos de agua. Ivanoff plantea que una de las principales razones por
la que se instalaron aquí los mayas fue por la gran cantidad de recursos que el bosque les
brindaba, como ser el caucho, el chicle, el copal y la goma del palo mulato. Estos recursos se
usaban en los diferentes rituales y ceremonias, y en regiones como el altiplano central eran
muy requeridos, por lo que en Tikal pudieron comercializarlos y generar grandes riquezas
que contribuyeron al crecimiento de la ciudad. Esto también ayudó a la importación de maíz.
Tikal (junto con otras ciudades) no fue concebida como ciudadela o refugio, lo que
explica la ausencia de edificaciones defensivas. Estaba destinada más bien a recibir las
diferentes procesiones religiosas que aquí llegaban para adorar a los diferentes dioses.
Stierlin plantea que la arquitectura pétrea Maya está constituida por dos tipos de
edificios: los palacios y las pirámides. Los primeros, destinados a los nobles, eran grandes
construcciones concebidas en un plano horizontal, mientras que las pirámides estaban
destinadas a los dioses y eran concebidas dentro de un plano vertical ya que tenían un
sentido ascensional más marcado.
Las pirámides de Tikal llegaron a tener una gran altura, y a diferencia de Teotihuacán,
no necesitaron para soportar el peso de la altura realizar basamentos de grandes
dimensiones. Esto se debió a que los arquitectos mayas reemplazaron el núcleo tradicional
de la pirámide de piedra y arcilla comprimida, por plataformas superpuestas. Usaron grandes
bloques de piedra cuadrangulares o rectangulares, dispuestos y empotrados en las paredes
de sostén y en las de relleno. En cuanto a sus características, las pirámides consistían en una
serie de basamentos superpuestos uno encima del otro con una escalinata de acceso
bastante empinada la cual estaba desprovista de alfardas y con un ángulo de apertura menor
al de los basamentos. En la parte superior se encontraba el templo sobre un basamento con
escalinata de acceso y una única puerta que llevaba hacia el interior. Encima del muro de la
puerta se ubicaba el friso que podía llegar a tener una altura casi igual a la del muro de
entrada, y encima del friso se encontraba la crestería, que en el caso de Tikal era maciza y
surgía de la cara posterior del templo, dando la sensación de arrancar desde el piso y de ser
una especie de trono (tal vez para la divinidad), donde la cresta funcionaría como el respaldo
del asiento. La crestería en Tikal presentaba decoraciones en relieve y servía para acercar el
templo a la divinidad; en muchos casos duplicaba o triplicaba la altura del templo. El interior
del templo, que estaba compuesto generalmente de tres salas, presentaba techos
abovedados. Las molduras salientes o mascarones son otros elementos característicos de la
arquitectura adornando las fachadas de los templos con figuras de significación mítico-
religiosa
Según Stierlin, las pirámides además de tener una función religiosa, presentaban
también una función funeraria. El autor plantea que construían tumbas subterráneas o en la
base de la pirámide, aprovechando sobre todo las construcciones que realizaban encima de
la estructura en los finales de ciclo. Pierre Ivanoff por el contrario plantea que las pirámides
sólo cumplían con una función religiosa.
Tikal tiene muchos ejemplos de pirámides con una altura considerable. Flanqueando
la Gran Plaza se encuentran el Templo I y II. Éste último, también llamado Templo de las
Máscaras, tiene una altura aproximada de 38 metros y consta de tres basamentos principales
con una escalinata axial para acceder a la parte superior. Allí se encuentra un basamento
pequeño con una escalinata de acceso hacia el templo sobre el cual se levantan los restos de
una cresta que duplica en altitud al templo (se cree que la cresta era más alta). La crestería
tenía grandes volúmenes y relieves que sobresalían de la piedra, aunque en la actualidad no
se los puede apreciar del todo debido al deterioro sufrido por el paso del tiempo. En los frisos
también se trabajaron motivos en bajo relieve que se cree hacían alusión al dios del agua
Chaac, ya que presenta su característica nariz larga y curva. El templo posee tres salas con
una única puerta de acceso por la que entraba la luz; los dinteles de las puertas eran
trabajados con madera finamente labrada.
La Gran Plaza, junto con la Acrópolis Norte que presenta una serie de pirámides
escalonadas con las mismas características del Templo I, II y IV, constituían el núcleo religioso
de la ciudad y era donde se llevaban a cabo las celebraciones dinásticas para conmemorar al
gobernante.
Al frente de la Gran Plaza se encuentra la Acrópolis Central que se cree era el centro
administrativo y residencial de la ciudad. Esta acrópolis tiene una disposición más alargada
que la Acrópolis Norte donde los edificios se encuentran más apretados. Los diferentes
palacios y residencias se agrupan en torno a plazas y plazoletas, y a aquí se observa la
tendencia alargada en sentido horizontal, llegando a disponer de un gran número de cámaras
internas. Una de las características de los espacios internos en los palacios es que las cámaras
generalmente no estaban conectadas entre sí. Uno de los palacios destacados de esta
acrópolis es el Palacio Maler que conserva sus techos abovedados con vigas de madera que
lo atraviesan.
Las estelas y altares que se observan en Tikal están trabajadas con bajo relieve,
prácticamente planas sin gran trabajo del volumen. Al igual que en la mayor parte de la
región Maya las estelas estaban destinadas a conmemorar a los gobernantes y dignatarios, a
la vez que tenían inscripciones que establecían fechas, eventos importantes, llegada al trono,
construcción de algún monumento, etc. Los personajes aparecían de perfil, ricamente
ataviados con bastones de mando. Las estelas generalmente se encontraban ubicadas al
frente de la escalinata de acceso de las pirámides, también marcaban los principales ejes de
los centros ceremoniales. En la Gran Plaza, entre los Templos I y II, se encontraron un gran
número de estelas y altares que narraban la historia de la ciudad. En los complejos gemelos
también se encontraron ejemplares; destaca por ejemplo la estela 22, en donde en la piedra,
levemente desbastada, se observa al personaje ricamente ataviado con un bastón de mando,
un gran tocado, y rodeado de signos jeroglíficos. Los mayas se destacaban por su trabajo
estilizado de la figura humana, con predominio de la línea curva y tendiente hacia un
naturalismo, aunque no mimético. La figura, que en este caso se trata de un soberano, se
asociaba con elementos simbólicos que la relacionaban con la deidad, ya que éste era una
deidad en sí mismo.
Copán.
Es el más meridional y más elevado (600 m s/nivel del mar) de los emplazamientos
mayas clásicos. Está ubicado en el extremo oeste de Honduras y consiste en una explanada
artificial o acrópolis de más de 30 metros de altura, sobre la que se levanta el centro
ceremonial que ocupa una superficie de 30 hectáreas aproximadamente.
Esta ciudad es más nueva que la de Tikal con una de sus primeras estelas
correspondiendo al año 460 d.C. Está orientada sobre un eje norte – sur y al este se
encuentra el Río Copán, que a lo largo del tiempo y durante las crecidas, terminó
erosionando parte de la acrópolis.
En el caso de las estelas (monolitos de piedra), que podían llegar a tener más de 7
metros de alto, tienen en su cara principal un personaje ricamente ataviado esculpido en alto
relieve, mientras que en las caras laterales y posteriores se observan inscripciones
jeroglíficas. Se observan fechas (en el sistema numérico maya) que sirven como puntos de
partida para mostrar como Copán alcanzó su máximo esplendor artístico y cultural en el siglo
XVIII d.C. Se fechaba también el momento en que las estelas fueron realizadas y a la vez
conmemoraban por escrito el paso del tiempo en una secuencia de cinco, diez y veinte años,
y la longitud del año solar y los movimientos de la luna (también se podían encontrar glifos en
los templos).
La Estela A data del año 732 d.C., en su cara frontal se observa un personaje
ricamente ataviado en alto relieve. Se cree que las figuras humanas representadas pueden
tratarse de personificaciones de deidades (George Kubler) o la representación del
gobernante mismo, que también era considerado una deidad. Se observa una cierta
esquematización y estilización en la figura, aunque con un trabajo naturalista patente en el
modelado del rostro y en el trabajo del volumen con una transición suave de las diferentes
partes como ser la boca, la nariz (hoy perdida), los pómulos, el mentón y los ojos (que
conservan una cierta estilización); en las piernas también hay un modelado fino. Este trabajo
naturalista puede estar relacionado con el hecho de que estas obras hayan sido concebidas
como retratos (aunque no del todo realistas) de los gobernantes. La vestimenta se vuelve
muy compleja a causa de los diferentes elementos que la componen, cada parte parece
llevar un mensaje. La vestimenta, junto con el tocado, que prácticamente es el doble de alto
que la cabeza, le confieren a la figura un gran hieratismo. Un mascarón remata el tocado y se
observan diferentes mascarillas en todo el ropaje que tal vez hacen alusión a deidades
mayas. Se puede establecer un canon de cuatro cabezas, siendo la cabeza la parte más
destacada en tamaño de la figura humana. En los laterales se observan inscripciones mayas
que registran fechas, nombres y eventos.
Junto con las estelas se encuentran los altares. Se destaca el Altar D que representa
una figura zoomorfa como si fuera una suerte de reptil trabajado en alto relieve. El altar tiene
dos caras haciendo referencia al ciclo de la vida y la muerte, la cara norte simboliza la vida y
la cara sur la muerte. Otro altar que se destaca, aunque ubicado en la Plaza Occidental del
centro ceremonial, es el Altar Q. Tiene diferentes interpretaciones, una de ellas que hace
alusión a la astronomía. Se cree que son 16 astrónomos (4 en cada lado) en pleno debate con
motivo de un congreso celebrado en Copán en el 776 d.C. En efecto, esta ciudad era
considerada la Ciudad de los Astrónomos. Fue sede de varios congresos en donde diferentes
sacerdotes-astrónomos se reunían para cotejar sus cálculos y aportar correcciones al
calendario. La medición de los astros y el tiempo era muy importante es esta ciudad; llegaron
a colocar, en dos cerros situados en los extremos opuestos del horizonte, estelas de piedra
que alineadas unas con otras marcaba la línea de la puesta del sol el 12 de abril, fecha que
consideraban la más propicia para iniciar los trabajos de agricultura. En el Altar Q las figuras
de los astrónomos están trabajadas en relieve medio y con un grado de estilización que
marca el ideal de belleza y el canon estilístico de esta sociedad. Se observan rostros
alargados (tal vez relacionado con el maíz y la deformación craneana), nariz aguileña, síntesis
en el trabajo del cuerpo y uso del escorzo en las piernas que dan una leve sensación de
profundidad. Las figuras están ricamente ataviadas para hacer alusión a la importancia de su
status social. Otra interpretación que se hace de este altar es que hace alusión a los 16
gobernantes de la dinastía que condujo a Copán durante el período clásico y en su cara
superior los hechos históricos protagonizados por ellos.
La Gran Plaza remata al sur con unas escalinatas de acceso a los basamentos
superiores y al Templo 11 y la Escalinata de los jeroglíficos. Ésta última es llamada así porque
posee alrededor de 2500 inscripciones jeroglíficas en sus escalones, la inscripción más larga
conocida hasta la fecha en territorio maya. Se cree que son las fechas de las dinastías que
gobernaron Copán entre el siglo VI y VIII. En esta escalinata, se puede observar la integración
de escultura y arquitectura; por ejemplo, en las anchas alfardas de la escalinata, se observa
una serie de relieves que según Gendrop y Heyden representan máscaras de aves estilizadas.
En el medio de las escalinatas se encuentran esculturas de bulto que dan la sensación de ser
personajes sedentes, tal vez sacerdotes. En la parte superior se encontraba un templo; de los
restos del templo se rescató la cabeza de una escultura que representaba al joven dios del
maíz. Esta es una de las obras más refinadas de Copán que muestra un gran naturalismo en la
forma y que da una idea del ideal de belleza de los mayas.
En la Tribuna de los Espectadores, ubicada en la cara posterior del Templo 11 y que
da hacia la Plaza Oeste, también se observa una integración de la escultura de bulto y la
arquitectura, aunque no en un carácter monumental y barroco como en la Escalinata
Jeroglífica. Rematando la tribuna se encuentran dos esculturas de bulto de figuras humanas
con una sonaja en la mano y unas máscaras en el rostro lo que les confiere un carácter
híbrido, grotesco y muy expresivo. La figura tiene el rostro y el torso de frente, y las
extremidades (brazos y piernas) de perfil, y se encuentra colocada sobre un peldaño donde se
observan inscripciones glíficas. Se cree que representan a la divinidad de la tormenta que
lleva simbólicamente el rayo.
Palenque.
Palenque pudo desarrollar una arquitectura y escultura con rasgos propios, que
llegaron a expandirse a otros sitios. Esto se podrá observar en sus diferentes construcciones
que se levantan sobre terrazas artificiales. A diferencia de Tikal por ejemplo pudieron
expandir el espacio interno ya que encontraron la forma de alivianar el peso de las
construcciones y no necesitar tanta masa. Este aligeramiento comienza desde la crestería ya
que, a diferencia de Tikal, no se trata de una estructura maciza, sino hueca. El sistema para
realizar la crestería se basa en dos muros calados que se apoyan uno sobre otro y poseen una
suerte de bóveda interna que aliviana el peso; sumado a esto también se observan huecos en
la estructura que aliviana aún más el peso y permite el paso del aire. La crestería se levanta
sobre el centro del techo distribuyéndose el peso de manera equitativa a lo largo de la
construcción.
Otro conjunto arquitectónico de gran valor era el Palacio, que se levantaba sobre un
basamento en el centro de la ciudad y presentaba amplias escalinatas de acceso en tres de
sus fachadas (norte, oeste y sur) y en el subsuelo se encuentran vestigios del primer nivel de
la construcción, siguiendo la costumbre Maya (mesoamericana) de construir un edificio
encima del otro.
El Palacio se caracteriza por las galerías o pórticos que corren alrededor del edificio.
Se observan las características arquitectónicas de Palenque, techos abovedados e inclinados
siguiendo la línea de la bóveda; la crestería, hoy en ruinas, que se alzan sobre el centro del
techo; nichos internos; muros con amplios vanos que terminan formando anchos pilares;
cornisas que permitían el deslizamiento del agua de la lluvia; ventas en forma de T; y
espacios interiores amplios. Tanto los pilares como los techos estaban recubiertos con
decoración en bajo relieve realizada en estuco y que en su momento presentaron un rico
colorido. Las galerías conectan, después de una pared divisoria, con otras galerías que dan
hacia espacios internos, alrededor de los cuales se organiza el edificio. Dentro del Palacio se
encontró una torre de cuatro pisos que se cree tenía funciones astronómicas o estaba
destinada a tareas de vigilancia. Además de estos elementos importantes del Palacio
también se destacan inscripciones glíficas en los basamentos, personajes esculpidos en
relieves representados de perfil, y los relieves que se encontraban en los frisos.
Se llama Templo de las Inscripciones por los grandes tableros con inscripciones
jeroglíficas en el corredor de entrada al templo, y que contiene la historia del rey Pacal, sus
ancestros y su parentesco con los dioses mayas. Este templo fue construido por Pacal como
monumento a su memoria en vida y para conservar sus restos cuando muriera. Según
algunos autores como Gendrop, este es el único templo edificado con este fin; aunque
Stierlin considera lo contrario ya que se encontraron cuerpos en pirámides de Tikal.
Bajo el enlosado que cubre la plataforma superior se descubrió en 1952, por Alberto
Ruz Lhuillier, una escalinata techada con bóvedas que lleva a la cámara mortuoria de Pacal y
que se divide en dos tramos y lleva a la cripta; contaba también con un sistema de
ventilación. La cripta fue construida primero y luego el templo en la parte superior. La cripta
se encuentra ubicada prácticamente en la base del templo, 26 metros por debajo del
santuario; la entrada estaba sellada por una losa triangular y, sin contar la escalinata de
acceso, la cripta tenía una dimensión bastante grande de 7 metros de largo por 3,5 metros de
ancho y 7 metros de alto, con la clásica bóveda Maya. Dentro de ella se encuentra un
sarcófago cubierto por una enorme losa esculpida de 3,8 x 2,2 metros. Esta sepultura tenía
un peso aproximado de 15 toneladas y seguramente fue introducida al templo mientras lo
estaban construyendo.
El sarcófago tenía en sus cuatro caras imágenes esculpidas en bajo relieve que
representaban los antepasados de Pacal. La tapa del sarcófago es uno de los elementos más
llamativos de la cámara por el bajo relieve que se encuentra sobre ella. Se representa a Pacal,
con la postura de un recién nacido, casi en el centro de la lápida, mirando hacia el cielo y
sentado sobre el sombrero del gran monstruo que se ubica debajo de él. Esta figura se ubica
en el nivel inferior o inframundo y representa el dios del sol; su sombrero muestra el signo
Kin del sol, una flor de cuatro pétalos. La nariz del sol es la imagen del mono araña que es el
dios solar. Las quijadas del monstruo son de hueso descarnado. El marco que sostiene la
figura de Pacal, como si estuviera en las fauces, son las quijadas superiores de dos serpientes
descarnadas.
Henri Stierlin plantea que el sistema cosmogónico Maya está resumido en el bajo
relieve; nos dice que el funcionamiento del universo, los días, la noche, el movimiento de la
luna y del planeta Venus, están representados en los glifos del marco, y Pacal, que se
encontraría suspendido entre dos mundos, sería el organizador del mundo de los vivos y de
los muertos. También se plantea que el relieve simboliza el viaje de Pacal por el inframundo
en donde tendrá que derrotar a los señores de la muerta para luego renacer como dios del
maíz y subir hasta el plano divino. En el bajo relieve domina la línea ondulada y las figuras
estilizadas, sobre todo del soberano que además está trabajado con el canon de
representación Maya con un signo característico de belleza como ser la nariz que continúa
con la línea de la frente y la cabeza deformada.
En el campo de la escultura, los artistas palencanos trabajaron la piedra caliza en un
relieve plano, poco profundo, y modelaron el estuco. No se preocuparon tanto por producir
estelas y altares, salvo algunas excepciones. Trabajaron más el bajo relieve que la escultura
de bulto de la cual se encontraron escasos ejemplares, aunque de gran valor como ser las
cabezas modeladas en estuco de la tumba de Pacal. Se conserva un ejemplar que se cree que
representaba al soberano Pacal; se trata de una cabeza estilizada y de gran naturalismo.
Domina la línea ondulada con un gran trabajo del modelado y presenta un tocado trabajado
con incisiones. Una de las características que muestra es la nariz prolongada hasta la frente
que seguramente obedece a los cánones de belleza maya. Otros autores consideran que las
cabezas hacen referencia a los sacrificios consistentes en decapitaciones.
Sus bajo relieves de piedra se observan en tableros, paneles y lápidas adosadas a las
construcciones. Los estucos también quedan integrados en edificios, como en las cresterías,
pilares, basamentos y muros interiores. Una de las obras en bajo relieve que destaca es la
Lápida de los Esclavos, elaborada en piedra caliza, que en la actualidad se encuentra en el
Museo de Palenque. Esta lápida representa un halach-uinic en el centro, ricamente ataviado,
sentado sobre un cojín soportado por esclavos, que se encuentra en actitud de recibir
ofrendas por las figuras, masculina y femenina, que se encuentran en los costados.
En ésta obra se pueden observar muchas de las características estilísticas del arte en
bajo relieve de palenque. Por un lado el delicado uso de la línea cursiva que da la sensación
que se tratase de un dibujo sobre la piedra. Otra característica era que a la figura humana
generalmente se la representaba con escasa ropa y presenta una gran estilización (que se
consigue a través de la línea cursiva) y una tendencia hacia la naturalización. En esta mezcla
entre lo estilizado y lo natural, representan el ideal de figura humana que ellos concebían. A
través de esta mezcla no dejaban de buscar características propias del representado, como
ser rasgos faciales distintivos, a la vez que incluían la tradición estilística a través de la
deformación craneana y la continuación de la línea de la nariz con la frente por ejemplo. El
uso de la línea cursiva rompe con el hieratismo de la forma, a pesar de que la figura pueda
estar quieta; siempre mediante esta forma de trabajo la figura adquiere un cierto dinamismo
y sutileza. En diferentes obras también se encontraron huellas de pigmento. Por ejemplo
para la piel se usaba el rojo, para el cabello el negro y para los adornos y atributos el azul.
Bonampak.
Es una pequeña zona arqueológica ubicada en el actual Estado de Chiapas en México.
Fue descubierta por exploradores norteamericanos y destaca por las pinturas murales que se
encontraron allí, en efecto el nombre del yacimiento significa “Muros pintados”. Los murales
de Bonampak están entre los más importantes del mundo Maya clásico y mesoamericano. Es
una importante fuente documental para conocer más acerca de la vida diaria de los mayas, a
la vez que de un gran valor desde el punto de vista estético ya que informa acerca del
dominio técnico que tenían, de la riqueza del color, de la expresividad de la línea, del
tratamiento de la figura humana y del espacio.
El templo se compone de tres cuartos, con puertas angostas que miran hacia el norte.
En las tres habitaciones consecutivas de un palacio, los muros y las bóvedas (tras haber sido
estucadas previamente) fueron pintados mediante la técnica al fresco con colores vivos,
representando escenas en las que figura un soberano de Bonampak con su corte. Hay un
predominio de colores naranja, siena, amarillo, ocre, verde, rojo y azul.
Henri Stierlin plantea que tratan acontecimientos históricos relacionados a la vida del
soberano de Bonampak. Primero se trata de la presentación del heredero al trono de
Bonampak; luego de la victoria de las fuerzas de Bonampak en el siglo VIII, especialmente del
señor Chan-Muan, y por último las ceremonias que siguen a la victoria.
En la segunda habitación (central) representa la batalla librada a fines del siglo VIII (2
de Agosto de 792), con la victoria de Bonampak y la presentación de los prisioneros. Se trata
de un ataque de la tribu Maya contra un grupo de personas de cabello trenzado y piel oscura
Esta cámara se caracteriza por las escenas de gran dinamismo y las figuras en diferentes
poses y muy expresivas, realzando la acción de las batallas; los soldados llevan el atuendo del
jaguar tal vez acentuando su condición de guerreros, mientras que los enemigos están
prácticamente desnudos, como simbolizando que son los mayas los bendecidos por los
dioses. En la escena que se encuentra en la pared de la puerta de entrada, se observa el
sacrificio de los prisioneros capturados en la batalla; en la parte inferior se encuentran un
grupo de guerreros en fila, mientras que en el sector superior se encuentra el príncipe con lo
que parece ser su corte, observando los prisioneros a punto de ser sacrificados. Al grupo de
prisioneros se los observa sufriendo, sensación que se refuerza por la expresión en los rostros
y de los cuerpos (algunos perdiendo sangre), como si estuviesen en actitud de súplica; destaca
la figura del prisionero moribundo representado mediante escorzo ocupando varios
escalones, lo que muestra que si bien no trabajaban con una perspectiva lineal, utilizaban
otros métodos para indicar la sensación de profundidad. Hay que destacar que la
expresividad de las figuras se realza mediante un trabajo seguro de la línea y el dibujo.
Cerámica.
El arte Maya fue muy rico tanto en escultura, arquitectura, pintura y cerámica. La
decadencia de la civilización Maya se pudo deber a una rebelión de las masas en contra de las
castas gobernantes que cada día se volvía más degenerada y arbitraria, o a luchas internas de
poder, o a epidemias y sequías, o a agotamientos del suelo, entre otras cosas. Así, las grandes
ciudades del maya clásico fueron abandonadas y perdieron su gloria, mientras que
empezaban a ascender las ciudades de la península de Yucatán.
Bibliografía
Toltecas.
La civilización Tolteca se desarrolla entre los años 850 y 1150 d.C. en el Valle de
México. Marcan el inicio de un nuevo período, el post-clásico, y el afianzamiento de un nuevo
orden de cosas implicando una ruptura con el mundo clásico (esto según Wigberto Jiménez
Moreno, filósofo, historiador y arqueólogo mexicano). Según Coe, Snow y Benson, el post –
clásico se caracteriza por ser un período histórico, a diferencia de los períodos anteriores. Es
decir que ya existen anales e historias escritas que se compilaron después de 1521, tanto por
españoles como por la intelectualidad nativa. Sin embargo, muchas de las historias de éste
período, están llenas de ambigüedad por lo que se toman con cautela.
Al final del clásico, las principales ciudades de éste período, sufrieron un colapso casi
total por diferentes motivos, ya sean climáticos, institucionales o demográficos. Teotihuacán
se encontraba a fines del siglo VIII en estado de total abandono, mientras que las ciudades
mayas del área central, a fines del siglo IX, fueron paulatinamente abandonadas.
Sobrevivieron algunos centros ceremoniales de relativa importancia como Cholula y
Xochicalco, en las cuáles perduraba todo el conocimiento que se había desarrollado durante
el clásico. En este receso cultural, en medio de un fuerte movimiento migratorio, fueron
surgiendo culturas más jóvenes y vigorosas, que le dieron un nuevo impulso a los elementos
culturales del período clásico que habían quedado diseminados. Dentro de estas corrientes
migratorias surgen los toltecas.
Los toltecas-chichimecas (este último término que hace alusión a tribus nómades o
bárbaras) fueron, en su origen, un grupo guerrero semi nómade que invadieron el Valle de
México contribuyendo a la caída de las culturas clásicas con sus gobiernos sacerdotales.
Según las crónicas indígenas, que mezclan lo histórico con lo mítico, las hordas toltecas-
chichimecas fueron guiadas hacia el Valle de México por Mixcóatl, cuyo nombre significa
serpiente de nube, que fue un gran caudillo. Bajo sus órdenes invaden el valle de México y
van anexando distintas poblaciones, entre ellas sobrevivientes de los teotihuacanos,
formando una sociedad nueva y fuerte, que mezclaban las tradiciones culturales ajenas con
las propias, dando lugar a nuevas formas. Se dice que cuando los toltecas llegaron a
Teotihuacán, quedaron maravillados con la ciudad, prácticamente abandonada, y se
proclamaron sus herederos llegando a incorporar muchos de sus elementos. Sin embargo,
ciertos elementos clásicos no llegaron a recuperarse del todo, y autores como Gendrop y
Dragosky, consideran que los nuevos elementos no llegaron a tener el vigor de los que les
precedieron.
Cuenta el mito que cuando nació Topiltzin su madre muere, y su padre es asesinado
por su hermano (el tío de Topiltzin) para acceder al trono. De esta forma Quetzalcóatl es
criado por la familia de la madre en Xochicalco, donde se forma como sacerdote fuertemente
influenciado por el culto al dios Quetzalcóatl. Al crecer, logra vengar la muerte de su padre,
ocupar su lugar como jefe tolteca, tomando el nombre de Ce Acatl Topiltzin Quetzalcóatl o
también Rey sacerdote Quetzalcóatl, en base a la deidad en la que fue criado. Toma los
atributos del dios, convirtiéndose en deidad misma a los ojos de sus contemporáneos.
Los toltecas originariamente eran una tribu guerrera de habla náhuatl, que
veneraban al dios de la guerra Tezcatlipoca, pero al llegar al poder el rey sacerdote
Quetzalcóatl se cambió el culto hacia esta deidad, comenzando una era de relativa paz, ya
que el dios Quetzalcóatl no tenía la belicosidad del dios Tezcatlipoca. Al mismo tiempo,
Quetzalcóatl adquiere nuevos significados más allá de la serpiente emplumada, empezó a ser
conocido también como el lucero del alba (relacionado con el planeta Venus), el dios del
viento, de la paz, del conocimiento y de la creación; incluso llega a prohibir los sacrificios
humanos y ritos sangrientos exigidos por Tezcatlipoca. El Rey Sacerdote traslada la ciudad de
los toltecas hacia Tula, y una vez fundada se inicia una era de prosperidad con importantes
innovaciones como la introducción de la metalurgia (que se cree que llegó desde la región
andina), una renovación técnica, artística y del conocimiento. Incluso el término tolteca hace
referencia a artesano o habilidoso, a ciudadano de Tollan (Tula) y a persona civilizada y culta;
se cree que los artesanos eran los seguidores de Quetzalcóatl mientras que los guerreros de
Tezcatlipoca.
Tula.
La riqueza de la ciudad provenía del acceso que tenía a la obsidiana verde, ya que
controlaban numerosos yacimientos de esta piedra volcánica. La agricultura era su principal
fuente económica, aprovechando la canalización de los ríos, y también tenían una activa
industria textil y un gran intercambio comercial con otras ciudades, que se cree también le
rendían tributo debido a su dominación militar.
Al igual que el resto de las grandes ciudades mesoamericanas, Tula estaba orientada
según los puntos cardinales, de Norte a Sur. Muchos autores consideran que no llegó a tener
la grandeza de las ciudades del clásico, como por ejemplo Teotihuacán; su centro ceremonial
era más bien modesto. Gendrop y Heyden consideran que tal vez se debió a su origen
bárbaro, o por el descenso cultural que se dio en la región debido a la caída de las ciudades
del período clásico.
Los Atlantes tienen 4,6 metros de altura y son para ser visto desde todos los ángulos,
tanto frontal, lateral y posterior; los diferentes elementos que constituyen al Atlante se
distribuyen simétricamente alrededor de un eje vertical y poseen un carácter hierático que
destacan la majestuosidad de los soldados. El tratamiento de la figura gira alrededor de una
síntesis de la forma, del trabajo en bajo relieve y el uso de la línea de incisión para
representar los diferentes elementos ornamentales y simbólicos, aunque también se observa
en el rostro y en la curvatura de la piedra un trabajo suave del volumen. Estas figuras fueron
construidas mediante el sistema de embonado y ajustado mediante el principio de caja y
espiga; en efecto cada atlante está formado por cuatro bloques que fueron ensamblado uno
encima del otro.
Otra estructura que destaca en Tula y que será común a todas las sociedades
militares del post – clásico es el altar de cráneos o Tzompantli. Se trata de un altar decorado
con cráneos y huesos en bajo relieve que recorren la cara de los muros. Se cree que se usaba
para apilar y ensartar los cráneos de los sacrificados; funcionaba también para dar un
mensaje a las comunidades dominadas por estos pueblos militares. En este caso se observa
como alternan calaveras humanas con volutas que salen de sus bocas con huesos cruzados.
Junto con estas estructuras, trabajaron también formas escultoras de pequeño y
mediano tamaño. Las que se destacan son los llamados Chac mool (los descubridores le
dieron este nombre porque pensaban que se trataba del soberano Chac) que se cree eran
altares o piedras para los sacrificios; cosiste en un personaje con el cuerpo recostado con la
cabeza de costado y que sostiene algo en su abdomen parecido a una bandeja en la cual se
podría haber depositado o el corazón o la cabeza del sacrificado. Gendrop plantea que podía
tener relación con el plante Venus, con deidades del fuego o de la lluvia. Estos personajes
podían estar ubicados en espacios abiertos o dentro de templos. Están trabajados de forma
esquemática, con un marcado hieratismo y tendiente a la síntesis.
Entre otros trabajos en piedra que se encontraron destaca una imagen de una figura
con atributos del dios del agua Tlaloc, que se presenta de pie, con una armadura con cuentas
que se cree hacen alusión a las gotas de agua que también se observan en la cabeza de Tlaloc
en Teotihuacán, en la Pirámide de Quetzalcóatl. En el rostro se observa la iconografía
característica del dios en los ojos, con los dos círculos o anteojeras, que se cree hacen alusión
a las serpientes de agua totalmente esquematizadas; se comprueba lo que plantea
Westheim, en como la síntesis de la forma hace alusión a una cosmovisión que se va
volviendo cada vez más compleja y que se aleja de las representaciones naturalistas, ya que
no las considera necesarias para representar los atributos del dios. La figura presenta una
lanza en la mano derecha y se cree que en los tiempos toltecas, esta deidad estaba
relacionada a la guerra; también es un ejemplo de cómo perduraron ciertas deidades
características de Teotihuacán.
También trabajaron con la cerámica y figuras de barro, en donde destacan sobre todo
ejemplares de carácter plomizo o tipo plumbate, por dar la sensación de estar vitrificada
gracias a la pintura aplicada y a la cocción a altas temperaturas. Dentro de su producción se
encontraron vasijas con la efigie de Tláloc de carácter monocromático y con decoraciones
geométricas y técnicas de incisión y pastillaje con base trípode; se destacan sobre todo los
círculos alrededor del ojo que hacen alusión a la serpiente acuática. Destaca también una
figura hueca que presenta un rostro que emerge de la boca de lo que se cree un coyote; tal
vez hace alusión a una casta de guerreros con un yelmo de coyote. La pieza está elaborada
sobre un molde de cerámica recubierta de conchas marinas; se encuentra trabajada en base
a un naturalismo sintético. Puede representar también la dualidad entre el hombre y el
animal.
Se encuentran también motivos zoomorfos como ser una especie de perro o coyote
tal vez, trabajada de manera naturalista, o tendiente hacia una naturalización, y con motivos
grabados; siempre del tipo plomizo.
Los toltecas fueron considerados como creadores de una cultura maravillosa por
culturas posteriores, incluso el emperador azteca Monctezuma se consideraba descendiente
de los toltecas. Tula fue una capital importante durante los comienzos del post – clásico y
llegó a dominar un territorio extenso, convirtiéndose en modelo de otras ciudades. El arte
desarrollado en Tula se caracterizó por reemplazar al sacerdote por el guerrero, marcando la
tendencia militarista del post – clásico.
El gran dominio de Tula se debió en gran manera, según el mito, al impulso creador
del Rey Sacerdote Quetzalcóatl. Sin embargo, se cree que, a finales del 900, hubo un conflicto
entre los toltecas seguidores del dios de la guerra Tezcatlipoca y los toltecas seguidores de
Quetzalcóatl, que abogaba por la paz y que no se practicase el sacrificio. Según el mito,
Tezcatlipoca fue al palacio de Quetzalcóatl disfrazado de comerciante y le mostró un espejo
en el cual se vio cubierto de llagas. Aterrado por la imagen, aceptó un vaso de pulque, bebida
alcohólica, que le ofreció Tezcatlipoca asegurándole que le curaría sus heridas. En realidad
fue un engaño ya que Quetzalcóatl se emborrachó y descubrió, a la mañana siguiente, que
había roto su voto de castidad al haber llevado a una sacerdotisa a su cámara. Esto hizo que
se viese como un humano y que no se sintiese digno de seguir siendo el jefe de Tula, por lo
que abandonó la ciudad con sus seguidores.
La caída de Tula, por otro lado, se dio entre los siglos XII y XIII, debido al acecho de
tribus chichimecas, que en realidad hace referencia a las tribus nómades del norte del
altiplano central; los toltecas en su momento también fueron chichimecas. Según George
Kubler, el período que va desde la caída de Tula hasta el surgimiento de México –
Tenochtitlán, se denomina período chichimeca; tal vez porque no logró imponerse ninguna
tribu en la región del México central. Es un período en donde el valle central estaba en
disputa entre muchas tribus, en donde todas buscaban territorios y alianzas entre las ruinas
de la civilización tolteca.
Bibliografía
Mayas-Toltecas.
Por otro lado, se considera que, durante la hegemonía Tolteca en el altiplano central,
la influencia cultural de Tula se extendió por gran parte de Mesoamérica, por lo que también
Chichén debió haber recibido algo de influencia. A su vez, según las crónicas y el mito, cuando
el Rey Sacerdote Quetzalcóatl es expulsado de Tula, se cree que él, junto con sus seguidores,
llegaron hasta Chichén Itzá e impusieron los rasgos culturales del altiplano central, que se
mezclarán con los rasgos culturas mayas, y formarán un estilo único potenciando el
desarrollo de la ciudad y provocando, según palabras de Stierlin, un renacimiento de la
misma. Esta ciudad tendrá una gran semejanza con Tula y un culto hacia una serpiente
emplumada de nombre Kukulcán que sería el nombre maya dado a Quetzalcóatl.
Ahora bien, con la llegada de las influencias del altiplano central al sector Norte de la
Región Maya, se va a producir una hibridación con las formas y estilos que ya existían en esa
área geográfica. En efecto, en esta Región Norte, va a haber una mayor preocupación por el
espacio interno que en el área central Maya, y se van a desarrollar tres estilos que van a
caracterizar la arquitectura maya: el estilo Chenes, Río Bec y Puuc. Los dos primeros estilos
(Chenes y Río Bec) se desarrollarán en la zona de Campeche y Quintana Roo, el primero al
noroeste de esta región y el segundo más al sur. Esta región también será un sector de
contacto entre la Península de Yucatán y el área central maya de la zona del Petén. El estilo
Chenes se caracterizará por ser más bien barroco mientras que el de Río Bec será más
despojado, más sobrio, aunque hay autores como Gendrop y Heyden que señalan que es
difícil establecer una diferenciación clara entre ambos estilos, ya que a veces ambos se
pueden presentar con un fuerte carácter barroco.
Chichén Itzá.
Henri Stierlin considera que Chichen Itzá atraviesa por dos fases constructivas. La
primera será puramente Maya y se dará principalmente durante el período clásico. El estilo
predominante será el Puuc y se observará en los edificios conocidos como la Casa de las
Monjas, nombre dado por los españoles por su similitud a un convento y Templo de los Tres
Dinteles.
En uno de los edificios, en el sector de los muros, se puede observar una especie de
calado o enrejado, que seguramente habrían servido para el ingreso de luz hacia las
habitaciones; tal vez podrían haber simbolizado cuerpos de serpiente entrelazadas, ya que
según Westheim no hay nada puramente decorativo en estas sociedades. Otra de las
construcciones muestra todo el muro con mascarones de Chaac; elementos que dan la
sensación de ser cuerpos entrelazados de serpientes; formas en damero que pueden
simbolizar gotas de agua; narices del dios Chaac que enmarcan la entrada; entre otros
elementos. Esta estructura tiene un carácter mucho más barroco, tal vez más relacionado
con el estilo Chenes; también puede haber sucedido que ésta estructura haya servido para
fines rituales.
El Castillo será reproducido a una escala más pequeña en la Pirámide del Sumo
Sacerdote. Tiene cuatro escalinatas axiales con alfardas que rematan en el piso con la cabeza
de la serpiente emplumada con las fauces abiertas; en las alfardas se representa en bajo
relieve y de forma estilizada el cuerpo de la serpiente entrelazándose
Junto al grupo de las Mil Columnas se encuentra el Templo de los Guerreros. Ambas
muestran una estructura similar al Templo de Tlahuizcalpantecuhtli junto con el grupo de
columnatas que lo rodea. Al igual que en la ciudad tolteca, las columnas llegan a invadir la
escalinata. Las alfardas que rodean a esta última rematan en cabezas de serpiente y en
esculturas de bulto que funcionan como portaestandartes. La planta del templo también
tiene una disposición parecida a la del Templo de Tula, pero con una segunda cámara, y de
unas dimensiones más grandes.
En el pórtico de acceso al Templo de los Guerreros, se encuentran dos pilares, en
cuya cara se observa la representación en bajo relieve de figuras antropomorfas que pueden
hacer alusión a castas guerreras. La escalinata presenta alfardas, aunque interrumpida por
unos remates que hoy están en ruinas y cortan el sentido de ascensión. Los basamentos
también presentan el sistema de talud y tablero que los toltecas heredaron de Teotihuacán,
sin decoración en la cara frontal. En otras caras se observan trabajos en bajo relieve con
motivos toltecas como ser el jaguar y el águila devorando corazones humanos; éstas
representaciones obedecen a las órdenes militares de los Jaguares y Águilas.
Detrás de la escultura del Chac Mool se encuentran los dos pilares serpentiformes
característicos de los toltecas, que también se encontraban en Tula, aunque aquí alcanzó su
máximo esplendor. Presenta la cabeza como base, el cuerpo sería el fuste y la cola, que
remata en la parte superior, que soportaba el dintel de entrada. Kubler plantea que esta
forma simboliza la unión entre el cielo y la tierra, y el esparcimiento de los dones de
Quetzalcóatl a los humanos. La columna combina formas de bulto y de bajo relieve. La
cabeza de la serpiente está trabajada mediante una gran síntesis formal y una reducción a
formas geométricas; mediante el bajo relieve representa las plumas características de la
serpiente, junto con otras formas espiraladas y la lengua bífida. En el fuste se representa el
cuerpo de la serpiente mediante bajo relieves que prácticamente parecen líneas de incisión.
La cola presenta la forma de cascabel y una especie de plumaje en la punta. Todo el trabajo
está reducido a una síntesis y presenta diferentes elementos decorativos que podrían haber
tenido un carácter simbólico.
Como los atlantes en Tula, aunque en este caso trabajado en pilares cuadrangulares
mediante bajo relieve y línea de incisión (esto muestra la destreza de los artesanos mayas en
el dibujo), los pilares internos llevan representados guerreros toltecas y a
Tlahuizcalpantecuhtli con sus atributos de pájaro, hombres y serpiente. En el interior
también se encuentran una serie de atlantes pequeños de piedra que sostienen un altar; en
principio la habitación en donde se encontraban estos atlantes era la cámara sagrada o
sanctasanctórum.
El Juego de Pelota de Chichén Itzá es uno de los más grandes (sino el más grade) de
Mesoamérica; tiene 150 metros de largo por 75 metros de ancho. George Kubler plantea que
por las dimensiones colosales la cancha debía estar destinada al “uso” de las deidades. En los
extremos la cancha se cierra con tribunas abovedadas que probablemente acogía a los
dignatarios de la ciudad. En una de estas tribunas se encontraron restos de pigmento; en los
pilares y alfardas de las escalinatas también se pueden observar figuras en bajo relieve, que
seguramente deben haber representado motivos relacionados al juego ritual de pelota.
A los lados de la cancha corren muros, que se alzan sobre plataformas o banquetas
con talud, de más de 6 metros de alto, que podrían haber servido para albergar más
espectadores. En las plataformas sobre las que se alzan los muros, se representan en bajo
relieve, en el centro y en los extremos, escenas que describen la decapitación de los
jugadores como conclusión del juego. Uno de los personajes sostiene un cuchillo en una
mano y la cabeza del jugador en la otra, mientras que el cuerpo del decapitado es
representado en el extremo opuesto y de él salen serpientes y lo que parecen ser plantas, tal
vez en alusión al sacrifico a Kukulcán para propiciar el trabajo agrícola (ambos personajes se
encuentran ricamente ataviados); en el centro de la escena, en la parte inferior, se representa
lo que parece ser la pelota o un disco con la figura del dios de la muerte. Se puede observar
también que en el borde de las plataformas o banquetas corre la figura de Kukulcán, que
termina en los extremos con su cabeza con las fauces abiertas y la lengua bífida; tiene el
cuerpo redondeado y se talló en él las plumas, posee una gran síntesis con sus formas
reducidas a cuerpos geométricos. Por otro lado, en los muros que corren a ambos lados de la
cancha se puede observar la presencia anillos de piedra con las figuras de la serpiente
emplumada, trabajadas en bajo relieve, y cuyos cuerpos entrelazados simbolizan el
movimiento y el enfrentamiento (también se plantea que es Xiuhcóatl, la serpiente de fuego).
Se cree que la pelota tenía que pasar por estos anillos, ya que podría haber simbolizado la
salida del sol y la continuidad de la luz.
Otro objeto de herencia tolteca que se encontró dentro de una caja de piedra,
ubicada en el Templo de Chac Mool, que posteriormente fue sepultado por el Templo de los
Guerreros, fue un disco con mosaico de turquesa. Este presenta la técnica del mosaico que
los toltecas heredaron de Teotihuacán, y en él también se observa la representación
abstracta de cabezas de serpientes trabajadas con otro tipo de piedra que se cree es pizarra
(también pueden representar cabezas de ave). Se cree que el disco estuvo asociado a la
guerra, y al estar sepultado en el templo, le daba más poder a éste. En el disco se puede
observar, además de los motivos geométricos, un gran trabajo de la simetría.
El poderío de Chichén Itzá fue muy importante durante el siglo XI y XII. A fines de
este siglo, las tres principales ciudades mayas que eran, Chichén Itzá, Mayapan y Uxmal,
formaron una triple alianza que ofrecía protección contra enemigos exteriores y contra ellos
mismos. Tiempo después de la triple alianza, el mundo maya entró en decadencia. Mayapán
asumió el dominio político, que conservó gracias a los mercenarios aztecas. Las ciudades se
fortificaron, se intensificaron los sacrificios humanos y las artes se estancaron. Mayapán
terminó por caer en a mediados del siglo XV, lo que provocó un desorden político de
ciudades más pequeñas. Cuando los españoles llegaron a la Península de Yucatán, la
conquista no fue de la misma manera que la del Imperio Azteca, ya que al estar dividido el
territorio en ciudades independientes, la conquista tuvo que ser ciudad por ciudad. Al final la
última ciudad maya de esta región cayó en 1541, cuando Montejo se apoderó de T’ho.
Bibliografía.
Aztecas - Mexicas.
Luego de la caída de Tula y los toltecas a mediados del siglo XII, en el altiplano central
de México, siguió un período donde diferentes tribus nómadas, también llamadas
chichimecas, entraron en el Valle de México y se fueron disputando el poder. Dentro de estas
tribus chichimecas se encontraba el pueblo Azteca, llamado así por su lugar de origen mítico,
Aztlán, aunque se llamaban a sí mismos mexicas.
Los aztecas llegaron al Valle de México a mediados del siglo XIII guiados por
Huitzilopochtli, deidad tribal de este pueblo (los hijos de Huitzilopochtli). Ésta deidad era dios
del sol y de la guerra, y su madre era Coatlicue, diosa de la fertilidad y la muerte. Según la
leyenda, mientras la diosa Coatlicue estaba barriendo los templos de la sierra de Tollan,
encontró una bola de plumas que se posó sobre ella tras lo cual quedó embarazada de
Huitzilopochtli. Los hijos de la Coatlicue, enfurecidos por el embarazo de su madre por parte
de alguien o algo, que no era su padre, Mixcóatl, decidieron matarla guiados por
Coyolxauhqui. Sin embargo, cuando llegaron para matar a su madre, el dios nació armado y
listo para pelear, por lo que derrotó a sus hermanos y descuartizo a su hermana
Coyolxauhqui. Huitzilopochtli tomó la cabeza de su hermana y la arrojó al cielo,
convirtiéndose en regidora de la luna. El mito alude a la destrucción diaria de la Luna al salir
el Sol. Según Gendrop y Heyden, Huitzilopochtli pudo haber sido un jefe tribal que murió
durante la peregrinación azteca, fue deificado y sus cenizas fueron llevadas en un envoltorio.
A la llegada de los mexicas (o aztecas), la zona alrededor del lago estaba dominada
por Atzcapotzalco al cual le tenían que rendir tributos, pero luego de un tiempo, alrededor
del año 1430, los mexicas establecen una alianza con Texcoco y Tacuba, y logran derrotar a
Atzcapotzalco e imponer su dominio sobre el lago. Aunque en teoría era una triple alianza
fueron los Mexica los que dominaron y llegaron a expandirse por toda la costa del lago, hasta
el norte de Mesoamérica y por el sur hasta Guatemala y El Salvador, alcanzando su máxima
expansión hacia el año 1502.
Tenían una educación estricta que se impartía desde pequeños; a las mujeres se les
exhortaba a que fueran discretas y recatadas en sus modales y en el vestir, aprendían desde
pequeñas los quehaceres domésticos, preparar los alimentos y la práctica del tejido. A los
hombres se le inculcaba una vocación guerrera, se los formaba para que fueran fuertes
bañándolos en agua fría, vistiéndolos con ropa ligera, a la vez que dormían en el piso; se
procuraba fortalecer el carácter de los niños mediante castigos severos y el fomento de
valores como verdad, justicia y deber, respeto a los mayores, rechazo a la mentira y el
libertinaje y misericordia con los débiles. Los jóvenes aprendían música, danza, historia,
matemáticas, religión, baile, canto, interpretación de los códices, artes marciales, escritura y
el sistema de calendario, que al igual que en gran parte de Mesoamérica, consistía en un
calendario ritual de 13 meses de 20 días cada uno, formando un total de 260 días y el
calendario solar de 18 meses de 20 días cada uno, formando un total de 360 días al que
agregaban luego 5 días sagrados. Tenían también un sistema de escritura pictográfico (de la
misma forma que otras culturas de Mesoamérica) y hablaban la lengua náhuatl.
La religión de los aztecas era politeísta (al igual que en el resto de Mesoamérica). Los
dioses abarcaban todas las fases de la vida y estaban relacionados con todo lo que los
rodeaba, como ser los astros, la tierra, la siembra y la recolección junto con sus tiempos, a los
juegos, al baño, a elementos de la vida cotidiana, etc.
Llegaron a dominar a diferentes pueblos, a la vez que le exigían tributo, lo que ayudó
a fortalecer su economía. Sin embargo, debido a la importancia que le daban al sacrificio
humano, dejaron ciudades sin conquistar para entablar las “guerras floridas” o “Guerra de
las Flores” que consistían en guerras en común acuerdo con diferentes ciudades con el fin de
conseguir prisioneros para el sacrificio; se llamaban de ésta manera porque la flor
simbolizaba el corazón y la sangre, alimento del dios Sol. Éste era el aspecto central de la vida
de los mexicas, ya que consideraban que al sacrificio le seguía la creación. Esto lo relataba a la
vez el mito que establecía que cuatro eras habían precedido a la quinta, que era el tiempo de
los aztecas; y esas cuatro eras habían terminado en catástrofe y sacrificio de los dioses para
dar lugar a la nueva era. Según el mito, los dioses se arrojaron al fuego para surgir como Sol y
Luna, sucediendo esto desde la primera era. Así, los dioses estaban incompletos y los
hombres estaban hechos con la sangre y hueso de los dioses, por lo que tenían carácter
divino, pero a la vez tenían la responsabilidad de mantener el universo y por lo tanto a los
dioses que eran los que iban a asegurar esto. De esta forma los humanos tenían que
sacrificarse para mantener a los dioses y permitir que todo siga funcionando. Este era el
contrato entre el hombre y los dioses que garantizaba la supervivencia de las comunidades;
el hombre era el responsable de mantener el universo mediante el sacrificio y el conjuro
mágico. En las “guerras floridas” no valía matar, se cree incluso que servía para formar a los
guerreros aztecas/mexicas, y era un mecanismo para el ascenso social, ya que mientras más
victorioso salía un guerrero, más era considerado por sus pares.
En el caso de los mexicas, todos los aspectos de su vida lo preparaban para aceptar el
sacrificio como algo común y necesario para el bien de la comunidad. Si bien es una práctica
que se desarrolló a nivel general en Mesoamérica, fueron los mexicas los que la
institucionalizaron y desarrollaron plenamente esta creencia a través de la guerra, las artes,
la poesía y la religión. Incluso la muerte por sacrificio se volvió algo deseable entre los
mexicas; por ejemplo, era un honor ser elegido como sacrificio para el dios Tezcatlipoca, el
joven elegido durante un año se convertía en la deidad misma, disfrutando de todos los
lujos, hasta que era sacrificado arrancándole el corazón.
Era una sociedad muy fina y preocupada por el desarrollo de las artes. Según Jorge
Manrique, tres características marcaban el arte azteca/mexica; uno la inspiración, ya que
consideraban que el dios se posa sobre el artista para realizar la producción; dos la expresión,
ya que el artista pone su corazón divinizado en las cosas; tres la creación, dónde la obra de
arte tiene vida propia transmitida por el artista bajo inspiración divina. Según Westheim, era
todo un ritual la creación de una obra, que, si no se cumplía estrictamente, la obra no
cobraba vida.
Gendrop plantea que el artista o artesano azteca, será el que nazca en una fecha
específica dispuesta por el calendario azteca. Era además un trabajador de la comunidad, y si
bien estaba predestinado por su fecha de nacimiento para ser artista, tenía que realizar
diariamente este oficio, no podía descuidarlo porque de lo contrario estaría yendo en contra
de su designio divino. Era consciente de su papel creador y de creador de cosas divinas.
México – Tenochtitlan.
La gran ciudad de México – Tenochtitlan, hoy bajo la ciudad de México D. F., sólo se
conoce a través de descripciones y de las referencias materiales que se pudieron rescatar a
partir del trabajo arqueológico. Esto debido a la destrucción por parte de los conquistadores
españoles que tiraron todos los edificios aztecas, sobre todos los sagrados, para erigir luego
sus construcciones. Esto tenía que ver también con la necesidad de una conquista no sólo
material, sino también espiritual, ya que tirar sus templos sagrados debió haber supuesto
para los indígenas un golpe muy fuerte, a tal punto de poder llegar a considerar al dios de los
españoles como superior a sus dioses.
Cuando la ciudad necesito ampliarse, terminó por anexar Tlatelolco, una isla vecina
en el sector noroccidental de la ciudad. Tlatelolco era considerada la ciudad gemela a
Tenochtitlan ya que sus construcciones y centro ceremonial eran iguales a los de la ciudad
azteca. En Tlatelolco se ubicaba el templo más alto, al cual Monctezuma invitó a subir a los
españoles para que admirasen mejor la ciudad y sobre todo el gran mercado o tianguis. El
mercado de Tlatelolco era el mayor de Mesoamérica, y era el lugar en donde se juntaban
diariamente un gran número de personas para intercambiar mercadería proveniente de
todos los rincones del Imperio.
Lo poco que quedó de la ciudad y del recinto ceremonial, pudo descubrirse gracias a
la compañía Luz y Fuerza que estaba haciendo trabajos en el subsuelo del centro de México
D.F. Allí dieron con el disco monolítico en dónde se representaba a la diosa Coyolxauhqui
desmembrada, que se encontraba a los pies del Templo Mayor de Tenochtitlán. A partir de
allí pudieron elaborar tareas de rescate de patrimonio y empezar a estudiar el recinto
ceremonial descripto en las crónicas de la conquista.
Actualmente las ruinas del Templo Mayor se ubican al noreste de la plaza principal de
México D. F. A través de los estudios arqueológicos se pudo saber que pasó por diferentes
etapas de reconstrucción; los diversos autores plantean que fue reedificado 7 veces y
ampliado 11. Estas etapas de construcción obedecen a momentos en los cuales el Imperio
Azteca se iba expandiendo y logrando victorias, aumentando su poderío, y también para
reconstruir el edificio después de terremotos, ya que era una región muy asolada por sismos;
también está relacionada con la ley de superposición predominante en Mesoamérica
mediante la cual siempre se reconstruía sobre un templo sagrado. En el proceso de
excavación se encontró un Chac Mool perteneciente a las primeras fases de construcción,
que se ubicaba en el sector de Tláloc. Esta escultura, que proviene de los toltecas, debió
haber servido, al igual que en otras culturas, para depositar en el cuenco de piedra la cabeza
o el corazón del sacrificado en honor al dios; en este caso Tláloc. La escultura todavía
conserva restos de pigmentos al haber sido cubierta posteriormente por otra estructura.
A los costados del Templo Mayor se encontraban las Casas de las águilas con su
templo y la casa de los Caballeros Ocelotes, en cercanía con el templo dedicado al culto a
Tezcatlipoca. La Casa de las Águilas tenía una planta en forma de L y en ella se reunían los
Caballeros Águilas que constituían los más valientes guerreros aztecas/mexicas y que le
rendían culto al dios de la guerra Huitzilopochtli. Unas cabezas de águila se encontraban
adosadas a los remates intermedios de las alfardas de las escalinatas. Llevaban vestimentas
con forma de águila como se puede observar en una escultura que se halló en el templo; ésta
presenta un trabajo que mezcla lo naturalista con lo sintético que se puede observar por
ejemplo en la representación del plumaje, y lo naturalista se puede observar en mayor
medida en las manos, pies y rostros.
En el interior de la Casa de las Águilas, se encontraron asientos adosados a los muros
al estilo del Palacio de los Quemados en Tula; esto muestra un poco la influencia tolteca.
Estos asientos, al igual que en Tula, presentaban bajo relieves policromados de guerreros
águilas, representados de perfil como si estuviesen avanzando, y sosteniendo un bastón en
sus manos, y en la parte superior se representaba a la serpiente con su cuerpo ondulado;
había un trabajo sintético en la forma. Además de la escultura de bulto del guerrero águila,
también se encontró una figura que hacía alusión al dios de la muerte Mictlantecuhtli; se lo
representa como un ser semi – descarnado en posición de ataque, tal vez simbolizando que la
muerte está siempre al asecho. Bajo su cavidad torácica cuelga un hígado, víscera
relacionada con el inframundo; la figura presenta un gran trabajo de síntesis en la forma. Se
cree también que en la Casa de las Águilas se realizaban sacrificios humanos, ya que se
encontraron presencia de restos de sangre.
Dentro del repertorio trabajado por los mexicas se puede mencionar por ejemplo los
Cuauhxicalli o vasijas ceremoniales destinadas a contener los corazones humanos
palpitantes de los sacrificados. Estaban realizadas con una gran maestría a la hora de tallar la
piedra. Entre los ejemplares se pueden mencionar dos vasijas con figuras zoomorfas
representando a un águila y a un jaguar; la vasija del águila está trabajada con una gran
naturalidad, con un minucioso trabajo del plumaje, mientras que la vasija del jaguar presenta
una síntesis en la forma. En ambas se observa un tratamiento suave del volumen; son
esculturas de tamaño mediano.
La Piedra de Tízoc es otra escultura de gran tamaño, con 2,6 metros de diámetro
aproximadamente. En bajo relieve, se representan las 15 victorias del Rey Tízoc sobre las
tribus enemigas, con la ayuda del dios del Sol y la guerra Huitzilopochtli. La victoria sobre
diferentes pueblos se representa con lo que parece ser la figura del monarca sosteniendo de
la cabeza a los vencidos, y en la parte superior se representa un glifo que hace alusión al
pueblo conquistado. Según Paul Westheim, a diferencia de cuadros de batallas europeos,
aquí no se representa la batalla en la que el rey salió victorioso ya que lo que importa no es
tanto la exaltación absoluta del monarca sino ofrecerle la victoria al dios tutelar de los
mexicas. En la parte superior se halla representado un disco solar. Los personajes se hallan
ricamente ataviados, en alusión a su condición social, y se representan los cuerpos de frente
con los pies y la cabeza de perfil; a pesar de cierta esquematización son figuras de un gran
naturalismo.
A los pies del Templo Mayor se encontró el disco de la diosa lunar Coyolxuahqui, a
quien se la representa decapitada y desmembrada por su hermano Huitzilopochtli; se la
identificó como la diosa de la luna por los elementos en su cabeza, como ser su cabello
adornado con plumas, orejeras en forma de símbolo del dios del fuego, y cascabeles de oro
en su mejilla. Se observa una gran representación plástica en bajo relieve del cuerpo de la
diosa, cuyos miembros se distribuyen por la superficie aprovechando al máximo la
circunferencia del disco. Esta obra originalmente se encontraba pintada, por lo que hoy se la
presenta en el museo, con luces de color que iluminan la obra para mostrarle al espectador
los colores que llegó a tener.
Así como tienen una gran capacidad de observación para trabajar el detalle, como se
puede observar en la escultura del águila y de la Coatlicue, también pueden reducir la
representación hacia lo esencial como se vio en la figura del jaguar o en este caso de la
Xiuhcóatl, la serpiente de fuego. La cabeza tiene un alto grado de esquematización
representando sólo lo que es necesario para hacer alusión a la deidad. Es una obra de colosal
de más de 2 metros de altura. Por otro lado también consiguen lograr un gran dinamismo en
algunas las obras, como se observa en la escultura de Quetzalcóatl que está hecha para ser
vista desde diferentes ángulos. Hay una gran combinación de la forma de bulto con el bajo
relieve y se representa a la serpiente emplumada en espiral de la cuál emerge la figura de un
hombre con una combinación de naturalismo y estilización.
Fue muy importante también el arte plumario, que entre los aztecas logró un realce
único. Las aves que utilizaban para realizar estas obras eran de los bosques tropicales y
también podían ser criadas en cautiverio. Una de las plumas más preciadas era la de quetzal;
esta ave era símbolo de la abundancia, la fertilidad y la vida, incluso valía más para los
mexicas que el oro como se sabe por lo que Moctezuma le dijo a Cortés, que para él valía las
plumas de quetzal o un bello pectoral de jade que dos cargas de oro; esto también se debe a
que el color verde era el color ideal de los mexicas, asociado a la realeza. Los aztecas cortaban
sus plumas en pequeños trozos que luego la pegaban en una base a partir de una selección
de colores previa. Entre los pocos ejemplares que se encontraron, sobresale un escudo
ceremonial en donde se representa un animal que se considera que es un monstruo acuático.
Se ve también como usaron el oro en las escamas, garras y ojos; se cree que en su origen el
escudo estaba hecho con plumas de quetzal.
Bibliografía.
Desarrollo
Le sigue el Período Intermedio Tardío que va del 1000 al 1476 d.C., en dónde se
desarrollará la cultura Chimú. Sin embargo, el reino Chimú no fue un principado local sino un
Estado de dimensiones considerables con una estructura agresiva que se impuso en toda la
Costa Norte. Se caracterizó la construcción de ciudades, el fervor urbanístico y monumental;
mientras que en el sur se mantiene el modelo de asentamiento rural disperso. El último
horizonte se da entre el 1476 al 1534 d.C., y es conocido como Horizonte reciente o Período
Imperialista, con el predominio y expansión del Imperio Inca que iba desde Ecuador y
Colombia hasta Chile central y el NOA.
Según Snow, Coe y Benson, la característica de los Andes Centrales era la tendencia a
formar imperio, dónde la agresión y la guerra se convirtieron en un tema importante, incluso
de estilos artísticos. Esta tendencia no sólo se debió a la motivación que pudiese
proporcionar la ambición, agresión o afanes de grandes, sino también por la misma
diversidad geográfica que presentaba el territorio Sudamericano, con tantos contrastes
ambientales entre las diferentes regiones, y por lo tanto la disponibilidad de diferentes
recursos. Así había una necesidad de las diferentes culturas, de conseguir cosas dentro de su
territorio y área que lograba abarcar
Bibliografía.
George Kubler – “Arte y arquitectura en la América pre colonial”
Coe, Snow y Benson – “América Antigua. Civilizaciones pre colombinas”
Lothrop – “Los tesoros de América Antigua”
Magni Guidoni – “Civilización Andina”
3.2 – CULTURAS SOBRESALIENTES. PRIMER PERÍODO REGIONAL Y PRIMER HORIZONTE
CULTURAL.
Huaca Prieta.
También se hicieron recipientes con calabazas, donde destaca el mate grabado con
incisiones, que se cree que representa la figura zoomorfa del felino, o también un rostro
humano felinizado. Con el cóndor, la serpiente y el felino, se empieza a gestar en la región
andina una cosmovisión particular y se observan características en común con Mesoamérica,
como ser el culto al felino, a las aves y a la serpiente. Esto alimenta la teoría de posibles
contactos entre grupos pre – olmecas u olmecas con habitantes de la región andina, aunque
es posible que los grupos humanos de Ecuador y Colombia que influenciaron a las culturas
locales de Mesoamérica, permitiendo posteriormente el surgimiento de la civilización
Olmeca, hayan también influenciado a los habitantes de la región de los andes centrales.
De este período data Huaca de los Reyes, que se ubica en el valle de Moche. Presenta
un complejo de 200 hectáreas aproximadamente y se cree fue el centro político de la cultura
Cupisnique, con una iconografía similar a la de Chavín de Huántar.
Kotosh.
Se llama Templo de las Manos Cruzadas, porque en ella se encontró un relieve debajo
de un nicho en el que se representó dos manos cruzadas. La característica de estos templos
era tener una planta cuadrangular con el centro hundido en donde se cree se llevaban a cabo
rituales alrededor de una fogata. Los bordes del cuarto pudieron haber funcionado como
asientos para los que allí habitaban. En los muros también se encontraban aberturas en
forma de trapecio que serán característicos de la arquitectura andina.
Durante el pre clásico o formativo, alrededor del 1300 al 300 a.C., se difunde por la
región andina un estilo iconográfico asociado a la representación de figuras felínicas, ofídicas
y de aves, entre otras representaciones. Este estilo es conocido como Chavín y es
considerado por el arqueólogo Julio C. Tello, gran estudioso de esta cultura, como el primer
horizonte cultural pan peruano. El nombre viene a partir de la zona arqueológica de Chavín
de Huántar, ubicado en la actual provincia de Huari, en la región de Ancash, en la cuenca del
río Marañón, en dónde se encontró un centro ceremonial.
En cuanto al lugar de procedencia del estilo Chavín hubo muchas teorías. Se cree que
pudo haber llegado de asentamientos costeños que pudieron haber desaparecido
posteriormente a cause de eventos climáticos como maremotos o inundaciones fluviales.
Otra teoría, sostenida por Tello, es que el estilo Chavín pudo haber llegado desde la selva
amazónica, ya que muchas criaturas de la iconografía chavinoide derivan de la selva tropical.
La organización social básica de los andes fue el ayllu, una comunidad indígena cuyos
miembros están unidos por lazos familiares, con un territorio y un antepasado en común al
que se conocían con el nombre de marka y huaca respectivamente. Las huacas podían ser
hombres, animales, santuarios, entre otras cosas y generalmente se representaba como un
montón de rocas apiladas en el centro del pueblo. El ayllu era una sociedad igualitaria donde
sus miembros trabajan por el bien común del pueblo y eran semejantes unos a otros con un
tipo de relación simétrica entre cada uno (es decir eran todos iguales). Había un jefe local o
curaca que era el encargado administrar y organizar el ayllu liberándose de las tareas
productivas, pero si no podía llevar bien la administración del pueblo podía perder el
carácter de jefe de la comunidad e incluso podía llegar a ser asesinado por sus miembros. Los
ayllus, al salir de su fase endogámica y relacionarse con otros ayllus, modificaron su
organización social, fusionaron costumbres y huacas, y fueron dando lugar a “estados
regionales” o federaciones de aldeas que ejecutaron trabajos de interés colectivo como
obras de ingeniería para el riego, el cultivo y la construcción de grandes centros
ceremoniales. Esto implicó una mayor organización social donde seguramente destacaron las
figuras de los chamanes, dando lugar la creación de una casta sacerdotal que difundió el
nuevo culto religioso. Estos sacerdotes se formaron en conocimientos astronómicos,
pudiendo establecer tiempos ideales para la siembra y cosecha, y desarrollando sistemas de
calendarios; a la vez conocían técnicas de agricultura, artesanía y realizaban diferentes
actividades intelectuales. Pudieron difundir un culto religioso y organizar diferentes
poblados para la construcción de santuarios o centros ceremoniales. Probablemente dentro
de la misma casta sacerdotal hubo una división jerárquica, existiendo figuras de sacerdotes
mayores y menores. La casta sacerdotal se hizo cargo del desarrollo del estado, surgiendo los
primeros estados teocráticos.
Por arriba de las cabezas clavas corría una amplia cornisa con relieves de figuras
caminando, que combinaba rasgos felínicos y ofídicos, y tenían diferentes elementos en sus
manos; tal vez eran sacerdotes. Eran figuras más sintéticas, con cierto hieratismo en la forma,
destacando los ojos grandes. También se adherían a la mampostería bloques con figuras
trabajadas con bajos relieves y líneas de incisión. Son formas híbridas, de carácter mítico, que
mezclaban lo antropomorfo con rasgos de serpiente y felino. Se presentaban de frente, con
los ojos grandes (característico de esta cultura), cabellos de serpiente, bastón en forma de
serpiente, colmillos y garras de felino y colgantes en las orejas. La forma ondulada de la
serpiente servía para dar la forma a las cejas y a las orejas. Es una figura sintética, simétrica,
dónde destaca la línea curva. Se asemejan a la figura de la “Estela Raimondi”, que será
representada por diversas culturas posteriores, de diferentes formas.
El pórtico de entrada presenta columnas de piedra negra grabada, con una altura de
3 metros aproximadamente. Se llama también “Pórtico de las falcónidas” porque en las
columnas se encuentran representados en bajo relieve seres híbridos alados, que combinan
elementos humanos, de felinos, de aves y de serpientes. Se cree que en el pilar norte se
presenta un ser macho y en el pilar sur un ser hembra, tal vez en alusión a la dualidad
imperante en el mundo precolombino. Presenta a la vez un dintel voladizo, y piedras
megalíticas a los costados, con el sistema de unión que será característico para la región
andina, es decir sin mordente para las piedras de grandes dimensiones que se usaban en
construcciones importantes. Se observa de vuelta los escalones formados por grandes
bloques de piedra.
Otra escultura monolítica es el Obelisco Tello, por haber sido el Dr. Tello el primero
en estudiarla. Tenía 2 metros y medio de altura. Toda la representación se acomoda a las
dimensiones del soporte sobre el que se trabaja. Se representan hombres, plantas, felinos,
serpientes, y una especie de caimán gigante en ambas caras, que da la sensación de estar
alimentándose de todos ellos, lo que podría indicar la existencia de sacrificios humanos para
alimentar a la deidad; todos representados esquemáticamente y de forma geométrica. La
decoración presenta un gran carácter barroco.
Cerca de la estructura del Castillo se encontró a la estela Raimondi, llamada así en
honor a Antonio Raimondi, naturalista y geógrafo italiano, que impulsó el traslado de la
estela a Lima para su estudio. Se trata de un monolito de granito de diorita de casi 2 metros
de alto que presenta una imagen labrada en bajo relieve e incisión de una deidad que se cree
es Viracocha. La figura está parada de frente y con los pies de perfil, con una mirada seria;
presenta rasgos de hombre y jaguar, resultando en un ser híbrido, con brazos abiertos
sosteniendo unos báculos con sus manos de jaguar. El cinturón presenta un rostro que
parece una especie de jaguar del que salen unas serpientes de perfil. Sobre su cabeza hay
unas especies de máscaras de serpiente y jaguar, con ramificaciones de serpientes, que
forman una torre y constituyen una suerte de tocado. Magni y Guidoni plantean que las
cuatro máscaras hacen referencia a los cuatro puntos cardinales, solo que puestos unos
encima de otros. La figura guardará un parecido con la figura de la Puerta del Sol en
Tiahuanaco. La composición es simétrica, con una clara abstracción tendiente hacia la
geometrización dando lugar a un hieratismo. George Kubler considera que esta estela podría
haber estado dispuesta en el techo para ser vista desde abajo, y que podría haber estado
trabajada a modo de textil andino. Lothrop, Magni y Guidoni consideran que el monolito y su
figura tenía relación con las imágenes de la cerámica de Nazca.
Esta figura también es conocida como el “Dios de los cetros” y, según César
Sondereguer, está relacionada a una deidad creadora y mantenedora del universo. Divide la
obra en dos, y establece que la mitad inferior es terrestre y la mitad superior es celestial, y al
igual que otros autores plantea que su imagen e iconografía, permaneció en la tradición
peruana hasta la actualidad. La estela Raimondi, como el Obelisco Tello, representan la etapa
tardía de Chavín.
Cerámica.
Predominan las botellas con asa estribo y pico vertedor, cuerpo globular, paredes
gruesas, base plana, monocromática, bicromáticas, vasijas en efigie, cuello alargado y
cilíndrico, se introducen los colores cocidos, y un tipo de cocción en atmósfera reductora para
darle ese aspecto negro; por último, bruñían la pieza para sacarle brillo.
Orfebrería.
Cerro Sechín.
Es una colina en el valle de Casma, entres los ríos Sechín y Moxeke. En la antigüedad
se encontraba fortificado, con recintos amurallados que rodeaban las viviendas y templos, y
al lado de cada recinto se encontraba un cementerio. Los asentamientos se conectaban
mediante caminos, y se abastecían de agua por medio de obras de ingeniería como
acueductos y estanques. Tello consideraba que aquí habitaban los distintos señores de los
valles, y era un lugar en donde podían resguardarse de inundaciones e invasiones.
Había diferentes complejos, el más grande se ubicaba al norte, y tenía dos terrazas
rectangulares superpuestas unidas por una escalinata. Se encontraba al pie de una ladera en
forma de cuenco. La plataforma superior estaba enlucida en arcilla y decorada con formas del
felino típicas del horizonte Chavín, y la plataforma inferior se encontraba revestida con losas
de granito. Se alternaban losas grandes, verticales y estrechas, con piedras cuadradas más
pequeñas, que rellenaban los huecos que quedaban entre las piedras grandes, dando un
efecto de un valle de postes. Las losas podían variar en tamaño, iban desde 1.6 metros hasta
4.4 metros.
Se observan dos tipos de incisiones, una más profunda para delimitar el contorno de
la figura del fondo, y otra menos profunda para marcar los diferentes atuendos y motivos
simbólicos del interior de la figura. Son figuras esquemáticas, simples, tendientes a la
geometrización, en donde se mezcla la línea curva con la línea recta.
Bibliografía.
George Kubler – “Arte y arquitectura en la América pre colonial”
Coe, Snow y Benson – “América Antigua. Civilizaciones pre colombinas”
Lothrop – “Los tesoros de América Antigua”
Magni Guidoni – “Civilización Andina”
Felipe Cossio del Pomar – “Arte del Perú precolombino”
3.3 – SEGUNDO PERÍODO INTERMEDIO Y SEGUNDO HORIZONTE CULTURAL.
Paracas.
Se desarrolló entre el 700 a.C. hasta el 300 d.C. en el valle que forma el río Ica. Aquí se
ubican los asentamientos más antiguos de la costa sur. Los restos de estas sociedades se
encuentran en los cementerios de la Península de Paracas; de allí el nombre que se le da a la
cultura. Por otro lado, el nombre Paracas significa “lluvia de arena”, y fue dado por los
indígenas porque era una zona donde soplan vientos huracanados.
Las tumbas en Paracas Caverna podían estar precedidas de una cámara de piedra en
la superficie, y una misma tumba podía llegar a tener más de 50 cuerpos; se cree que podían
tratarse de tumbas familiares (J. Alden Mason). Los cuerpos eran momificados y colocados
en posición fetal, o genuflexa, sobre una canasta, envueltos con tejidos de algodón formando
una especie de fardo. Los fardos funerarios se componían de diferentes capas, en el medio
del cuerpo se colocaba comida, luego se cubría con una tela tosca, en la cesta en donde se
colocaba el cuerpo se ubicaban piezas cerámicas, luego se cubría con una tela de mayor
calidad y paños de algodón, luego se envolvía con otra tela de mayor tamaño y extensión y
en el medio se colocaban más piezas de cerámica.
Los motivos son generalmente geométricos, abstractos, tendientes hacia una síntesis
de la forma y con un alto contenido conceptual o mágico – religioso, presentando motivos
escalonados, rectilíneos, puntos, rombos, círculos, entre otros, que se repiten rítmicamente a
lo largo de la superficie, y en menor medida seres biomorfos estilizados. Diversos autores
destacan que las piezas cerámicas de Caverna recibieron influencias Chavín Cupisnique de la
costa norte, por lo que en algunas piezas se encuentra el motivo del felino; en una en
particular se encuentra el felino representando de forma geométrica con la presencia inusual
de un solo ojo. Otro ser que se encuentra representando en las diferentes piezas, es el “Ser
Oculado”, que presenta también rasgos felínicos que se observarán mejor en las diferentes
piezas textiles. Este “Ser Oculado” tiene los ojos grandes, redondos, con boca de felino
generalmente y motivos de significación simbólica. No se conoce muy bien el significado de
este ser, se piensa que es una especie de demonio; se cree que puede ser proveedor de
alimentos, o estar relacionado, al presentar atributos de hombre, al alma de los muertos. De
su cabeza se podían desprender formas alargadas, apéndices, pequeños felinos, serpientes,
entre otras cosas.
Realizaban tejidos en algodón, tapices, gasas, telas dobles, entre otros; la técnica
preferida de esta cultura era el bordado, también se encontraron telas con encaje. Lothrop
plantea que los mantos de Paracas Necrópolis se hacían uniendo tres telas tejidas
separadamente y exactamente de la misma longitud. Los tejidos se caracterizaban por la
policromía y trabajaban con lana, algodón, piel de murciélago, cabello humano, fibras
vegetales y pelo de vizcacha. Se cree que, en algunas piezas, la parte central se tejía con lana
de alpaca y la parte de los lados de algodón; esto hizo que con el tiempo los sectores en
dónde se encontraba el algodón se deteriore, y los sectores de lana se conserven mejor. Eran
grandes coloristas y conocían bien las sustancias tintóreas como se observa por lo bien
conservado del color de los tejidos. Usaban tintes vegetales y minerales, por ejemplo, el rojo
de la cochinilla, el verde de la “muña”, el azul del “añil”, amarillo oro de la “chilca” (tipo de
planta), entre otros. Conseguían colores brillantes, llegaban a usar 190 tonos (según George
Kubler), y se armaban secuencias cromáticas a partir de figuras que se repetían
rítmicamente.
Nazca.
Magni y Guidoni, plantean que las culturas de Nazca al sur y Moche al norte, fueron
las principales unidades culturales durante el período clásico, y que con la convergencia de
diferentes pueblos se irán formando organizaciones federativas que en el período post –
clásico darán lugar a los estados del Gran Chimú al norte y de la federación de Chincha al sur.
Así como Paracas se destacó por sus telas, la cultura Nazca se destacó por su trabajo
en cerámica. Diferentes autores la consideran, junto con las piezas cerámica de la cultura
Moche, como la mejor lograda de las antiguas culturas del Perú, y entre las mejores del
mundo. A nivel general, la alfarería nazca se caracteriza por su policromía, pero también se
establecen diferentes períodos para su desarrollo, según los diversos investigadores que las
estudiaron como ser Gayton, Kroeber, Strong, Dawson, Dorothy Menzel. Por ejemplo, Strong
establece unas etapas de desarrollo para la cerámica que se dividen en “Proto – Nazca”,
“Nazca primitivo”, “Nazca medio” y “Nazca tardío”. El “Proto – Nazca” se basa en el uso de
seis colores cocidos y pintados sobre perfiles grabados; el “Nazca primitivo” en usar colores
cocidos sin los perfiles grabados; el “Nazca medio” tiene fondos de color blanco cremoso o
rojo y líneas de contorno trazadas con pincel que limitan las zonas de color generando
contraste, y es el período que representa el máximo avance con formas grandes y expresivas
que se curvan alrededor de las vasijas, pintados con colores cocidos y después barnizados; el
“Nazca tardío” presenta todavía colores más variados, con formas repetidas rítmicamente a
lo largo de la superficie, y con un mayor número de vasijas en efigie y figurillas de hombres y
mujeres.
Otra división que se hace es la que corresponde a L. E. Dawson, que propone nueve
fases, que se agrupan en fases mayores. La fase 1, conocida también como “Proto – Nazca”,
incorpora temas como la fruta, plantas, personas y animales, y al igual que en la clasificación
de Strong, las superficies de colores se encuentran delimitadas por perfiles grabados. La fase
2, 3 y 4, denominadas también “Fase Monumental”, donde el tema principal se repite hasta
abarcar la totalidad de la pieza. La fase 5 se denomina de “Transición” y presenta mayores
cuidados en el acabado y la pintura, y las formas se presentan primordialmente sobre un
fondo blanco. Las fases 6 y 7 se denominan también “Nazca prolífero”, y es llamada así por la
proliferación de diseños abstractos sobre la superficie y temas de carácter mágico – mítico,
dando también una gran sensación de barroquismo. Las fases 8 y 9, llamadas también
“Disyuntiva”, se caracteriza por influencias Huari a medida que se iba consolidando el
horizonte Tiawanacu – Huari.
Los motivos que se trabajan en las diferentes piezas cerámicas son básicamente
motivos naturalistas biomórficos, entre los que se encuentran figuras zoomorfas, fitomorfas
y antropomorfas, y por otro lado motivos mitológicos. Las representaciones tienden a una
estilización de la forma sin llegar a un realismo, predominando sobre todo las formas y las
líneas onduladas. También se encuentran motivos geométricos como el círculo, el uso del
ajedrezado, el punto (usado en ocasiones para representar la piel del felino), las líneas
zigzagueantes, entre otros. Las representaciones naturalistas tenían que ver con todo lo que
rodeaba la vida diaria del habitante nazquense, con figuras de peces, pájaros, plantas,
insectos, pescadores y agricultores. Los tipos de piezas que se trabajaban con mayor
frecuencia eran los cuencos, vasijas esferoides con dos picos y puente, platos y piezas en
efigie, entre otras.
Las piezas que muestran motivos mitológicos, nos introduce a los seres mágicos, de
carácter divino, que poblaban el imaginario mítico – mágico – religioso de este pueblo. Se
plantea que a medida que avanzan las conquistas económicas, sobre todo con el dominio de
la agricultura, van cambiando las costumbres y preocupaciones ideológicas, se va apreciando
una mayor sensibilidad, y van apareciendo nuevos mitos, divinidades y tótems. Dentro de
éstos tótems o divinidades, el felino es el más repetido encarnándose en multitudes de
formas y es adornado con diferentes elementos. Esta divinidad, que se introduce con el
pueblo Nazca y que también aparece en los últimos períodos de Paracas Necrópolis, es
conocida con el nombre de “Gato Demonio”. Este ser se representa con diferentes atributos
como ser el cactus alucinógeno, otras plantas, pájaros, ratones, serpientes, cabezas, y
diferentes emblemas referido a deidades. Puede presentar también la lengua fuera, que
Felipe Cossio del Pomar puede tener el significado simbólico de la palabra, de la misma
forma que las volutas para Mesoamérica. Seler plantea que el gato demonio podía ser
proveedor divino de alimentos, llevando en sus garras abundancia de legumbres y frutos; si
el gato presentaba atributos de hombre o de ave, representaba el alma de los muertos; si
llevaba ramas y espinas de cactus era el “demonio de la vegetación” o también llamado
“demonio de bastón afilado”. Puede presentarse simplificado, o como un ser extraño,
bicéfalo, demoníaco, difícil de distinguir y siempre tendiente hacia la abstracción. Al
presentarse tan complejo, los diferentes arqueólogos le dieron a este ser diferentes
nombres, desde un felino (complejo), hasta un mil pies, una serpiente dentellada o
emplumada. A este ser, que se cree deriva del felino y se vuelve complejo, se le atribuye un
origen marino, relacionando el cuerpo del ídolo con el de un pez, y que lleva en su interior
figuras de peces, junto con cabezas, frutos y meandros (curvas pronunciadas) representando
rayos.
Otros animales que se representan son los peces y las aves, ambos relacionados al
agua y a la lluvia, al alimento y buenas cosechas. En ocasiones se pueden observar figuras
antropomorfas que llevan atributos de aves o diferentes animales, y que están relacionado a
la magia simpática, la idea de que las diferentes cualidades que tienen los animales pasaran a
formar parte del hombre para que desempeñe mejor diferentes tareas o actividades.
Otra de las manifestaciones artísticas que caracterizan a la cultura Nazca son las
llamadas líneas de Nazca o geoglifos. Están ubicados en la pampa de Nazca, en una planicie
desértica a 400 km al sur de Lima; esta pampa se extiende por más de 400 km cuadrados.
Estos geoglifos representan grandes figuras zoomórficas, fitomórficas e híbridas que exhiben
el mismo estilo que los dibujos realizados en la cerámica y que fueron realizados en colinas,
montículos y otros puntos estratégicos; fueron visibilizadas desde un avión por Raúl Kosok
en 1939. Las características que presenta el terreno permitieron la conservación; se trata de
una planicie libre de lluvia en la región costera donde siempre brilla el sol y muestra una
inmutabilidad a lo largo del tiempo que sorprende (no se observan grandes cambios en la
superficie a lo largo del tiempo). La superficie está cubierta por piedrecillas que contenían
hierro, y el sol de muchos milenos formó una pátina oscura en su cara superior, de manera
que cuando se trabajaba en la superficie para formar estas líneas, quedaba el color más claro
de la parte inferior.
Son dibujos de grandes dimensiones realizados mediante un trazo continuo en la
tierra, con una profundidad de un metro aproximadamente. Sorprende como mantuvieron
las proporciones en los dibujos que tienen entre 20 y más de 300 metros de largo
aproximadamente considerando el punto de visión que tenían; ya que estos dibujos, para ser
percibidos con claridad, tienen que ser visto desde un avión, helicóptero o globo aerostático.
Se cree que pudieron haber usado cuerdas como guías que los ayudasen a mantener las
proporciones; otra de las posibilidades es que hubiesen guías en las colinas circundantes al
terreno donde están realizado los dibujos, ya que desde esos lugares se pueden apreciar los
dibujos. Se puede pensar que son una suerte de Land Art, o también dibujo expandido; las
figuras forman parte del paisaje haciendo que todo el ambiente circundante se convierta en
una obra de arte.
Las líneas son paralelas entre sí, en ocasiones también se cruzan y entrecruzan. En
estos geoglifos se trabajaron diferentes representaciones, como ser 18 tipo de aves (colibrí,
loro, pájaro pirata, etc.), 12 figuras de animales e insectos como el mono, la araña, la ballena,
el perro, entro otros; también hay figuras geométricas y figuras humanas.
Acerca del significado de las obras, se cree que pudieron haber tenido relación con los
astros ya que algunas líneas señalan a puntos relacionados con el solsticio y el equinoccio o a
otros puntos que indican la salida o puesta del sol. Consideran que pueden haber servido al
agricultor en determinadas épocas del año como almanaque o calendario para determinar
los mejores tiempos de cosecha y siembra. Otra teoría que se sostiene es que los dibujos
pueden haber sido representaciones de tótems de los diferentes ayllus de la cultura Nazca y
haber servido como espacios ceremoniales.
Moche.
Por la distribución que tuvo la cultura Moche, a lo largo de la costa norte del Perú, se
cree que no existió un poder centralizado, sino que cada pueblo debió contar con un señor, y
podían aliarse con otros pueblos para realizar obras en común, al estilo de las ciudades –
estado de los mayas. Felipe Cossio del Pomar también plantea que la sociedad mochica,
desde su aparición, fueron una federación de pueblos, que establecieron relaciones
comerciales entre ellos, con la costa sur y con lejanas poblaciones mayas y zapotecas de la
América Central. Esta organización política indica que la en la sociedad mochica existía una
reducida clase aristocrática que dirigía u ordenaba la vida y el trabajo de las masas; George
Kubler plantea que debió haber sido una sociedad teocrática, gobernada por sacerdotes. La
población de granjeros vivía en grupos de casas, en los bordes de los valles y los nobles y sus
sirvientes ocupaban las colinas amuralladas.
Se cree que existía una división del trabajo y una especialización en ocupaciones y
oficios, aunque no se tiene la certeza de si trabajaban en su oficio todo el año o solamente
en épocas en que no tenían que cultivar la tierra; probablemente los sacerdotes no tomaban
parte en los trabajos agrícolas pudiendo dedicarse todo el tiempo a sus labores. Los
guerreros alcanzaron un puesto importante dentro de la sociedad, pues su representación en
diferentes piezas cerámicas es muy frecuente, lo que también habla de un sistema militarista
de la sociedad; al haber una clase guerrera también existían esclavos dentro de la sociedad,
que serán representados en la alfarería.
La huaca más grande es la “Huaca del Sol”, construida a lo largo de varios cientos de
años. La plataforma de base tiene 230 metros de largo aproximadamente por 135 metros de
ancho aproximadamente con 43 metros de altura; sobre una plataforma se eleva una
pirámide de terraza de 7 gradas. La “Huaca de la Luna” es de menor tamaño y no tiene una
pirámide en su parte superior como la “Huaca del Sol”, tiene 80 por 60 metros de base y 21
metros de altura, y se apoya parcialmente sobre una roca natural. En las cúspides de ambas
“Huacas” se encontraron restos de templos que cumplían diferentes funciones y se considera
que tanto la “Huaca del Sol” como la “Huaca de la Luna” fueron construidos para rituales
ceremoniales al aire libre. El carácter sagrado queda demostrado también por numerosos
restos de sepulturas, singulares y colectivas, encontradas cerca de las pirámides. La “Huaca
de la Luna” era, probablemente, una plataforma para palacio, y la pirámide del sol para un
templo. Esto indica la existencia de una clase dominada y otra dominante, tal vez compuesta
por sacerdotes, guerreros y aristócratas, y probablemente con predominio de los primeros.
En la “Huaca de la Luna” se encontraron restos de habitaciones con frescos en las
paredes en las que se representan, de forma sintética, una serie de esclavos en hilera unidos
por una soga en el cuello y en un plano superior la clase aristocrática en hilera. También se
encontraron otras representaciones abstractas de rostros de los cuáles se desprenden
diferentes apéndices, destacando sobre todo un rostro representado en serie que se cree
hace alusión a la deidad tutelar moche relacionadas con los sacrificios (lo que marca la
importancia de los sacrificios en la sociedad mochica), llamada Ai Apaec según Larco Hoyle en
su publicación “Los Mochicas” de 1945, o dios decapitador. Esta deidad tutelar, que aquí
aparece representada con el rostro de un hombre, con colmillos de jaguar, nariz de mono y
volutas a su alrededor como si fuesen olas, fue el héroe tutelar de los mochicas. Era una
deidad que se cree que viajaba por diferentes mundos, estando conectado el mundo
superior del sol, y el mundo interior, de la Pachamama; se piensa que ayudaba en la
fecundación de la tierra. Ai Apaec era adorado como dios creador, protector de los mochicas,
proveedor de agua y alimentos, y de los triunfos militares.
Al igual que los nazcas, la cultura Moche se caracterizó por su excelente cerámica. Las
formas generales con las que trabajaron fueron de cuerpo globular con bases planas, asa
estribo y pico vertedor, y por otro lado los vasos retratos. La mayoría de las vasijas se hacían
con molde; realizaban primero una imagen maestra sobre la que se adaptaba una cubierta de
barro, que cuando se secaba el alfarero cortaba por la mitad y luego las volvía a unir para
finalmente cocerla. De la misma forma se hacían las vertederas con estribo. El sistema de
cocción por excelencia fue el de la atmósfera oxidante por sobre la atmósfera reductora, que
se trabajó en menor medida.
La cerámica Moche pasa por diferentes períodos que se pueden dividir en cinco,
teniendo en cuenta principalmente la variación que sufre el asa estribo y el pico vertedor
(aunque también se toma en cuenta la forma en que varía el modelado en las vasijas con
efigie). Las vasijas del período I se caracterizan por tener cuello corto con su boca labiada y
los extremos del estribo más hacia el lado del cuerpo de la vasija, que se presentaba con base
plana y más compacto; se trabaja con decoración negativa, y con motivos geométricos
comunes entre los que se encuentran rombos, puntos, círculos, triángulos, signos
escalonados y cabezas de lagartijas estilizadas, entre otros. En la cerámica efigie se trabaja
con vasos retratos, formas zoomorfas, fitomorfas y figuras antropomorfas de cuerpo entero
mayormente. En el período II, los labios se vuelven casi imperceptible, se alarga la pieza por
lo que se vuelve más esbelta, al igual que el asa y el cuello y la pared se vuelve más fina; al
igual que en el primer período se trabaja en la cerámica efigie, con el vaso retrato, figuras
antropomorfas de cuerpo entero, figuras fitomorfas y zoomorfas. En el período III se inicia el
refinamiento de la cultura, la boca del cuello se trabaja de forma evertida o acampanada, el
cuello se vuelve un poco más largo, las paredes de las vasijas se afinan aún más, el ceramio
esta cuidadosamente pulido, la técnica de atmósfera oxidante se fue perfeccionando y
destacan sobre todo los temas religiosos, mientras que las vasijas retratos se vuelven más
realistas. En el período IV los estribos adquieren mayor altura, la boca del cuello deja de ser
evertida, es recta y presenta un biselado por dentro, adquiere un fondo plano que se adhiere
al cuerpo esférico de la pieza y los motivos pictóricos adquieren mayor complejidad y se
extienden por el asa. En el período V los estribos tienen forma casi triangular, con un asa y
estribo que terminan siendo más alto que el recipiente. Presenta un gran barroquismo en su
decoración con un gran auge de la cerámica pintada por sobre la esculpida.
Destacan sobre todo las producidas para fines funerarios por sobre las de uso diario.
George Kubler plantea que, debido a su calidad, debieron haber existido artesanos
especializados, que tal vez pertenecían al grupo sacerdotal, y que entregaban la cerámica
funeraria a la gente en pago de sus servicios. Por otro lado, en diferentes tumbas de sitios
arqueológicos mochicas, las diferentes piezas presentaban idénticas similitudes, lo que
señala la unidad cultural que hubo en el período mochica y cómo la cerámica mantenía esa
cohesión social a falta de un sistema de escritura. Incluso se puede pensar que la misma
cerámica funcionaba como un “sistema de escritura” para el pueblo mochica, ya que
proporciona datos sobre la vida diaria de este pueblo que no se habrían podido conseguir de
otra manera. Felipe Cossio del Pomar se refiere a la cerámica mochica como una especie de
“Antiguo Testamento”, en efecto, los temas tratados incluían representación de personas
mutiladas, enfermas, actividades diarias, escenas de familia, rituales religiosos, figuras
zoomorfas, fitomorfas e híbridas, escenas de combate ritual con enfrentamientos uno a uno
y vestimenta especial para el combate que se cree tenía como finalidad conseguir prisioneros
para el sacrificio (el combate consistía en tirar el tocado del adversario que luego iba a ser
sacrificado), e incluso motivos eróticos.
La cerámica mochica se puede dividir en dos grandes grupos. Uno de ellos con la
pintura como principal elemento decorativa, donde la cerámica se trabajaba de forma
policromada, aunque con un nivel más limitado que Nazca, y siempre predominando los
colores tendientes al rojizos, tierra claro y los beige. Se trabaja, al igual que en los murales,
con la figura humana con un alto grado de estilización y síntesis formal, con predominio de la
línea ondulada. Se observa cómo se divide en cuatros secciones, con las piernas abiertas en
perfil y flexionadas dando la sensación de avance y movimiento característico de la cultura
mochica, el torso de frente, los brazos también separados y de perfil, y la cabeza de perfil con
el ojo de frente trabajado de forma almendrada. Además de estas figuras naturalistas, se
representaban figuras geométricas como formas en zigzag, cruces y rombos. No hay una
representación perspectiva, ni claroscuro o trabajo volumétrico en la forma. Sin embargo,
Lothrop plantea que el artesano mochica usa diferentes elementos para dar la sensación de
profundidad como ser superposición de formas, o plantas, entre las que se destaca el cactus y
hojas con espinas, que se ubican entre los cuerpos o en ocasiones encima de ellos. También
se representa la multitud como una procesión de individuos aislados. Hay ejemplares que
también muestran una combinación de pintura de figuras estilizadas con formas modeladas
que se ubican en la punta de la pieza; una combinación de escultura y pintura. Las formas
modeladas en estos casos se representaban tendientes hacia un naturalismo, que se
observaba principalmente en el rostro, combinando con una síntesis de la forma. Además de
figuras humanas también se encuentran representaciones de figuras híbridas, mezcla de
figura humana y animales como la serpiente y el jaguar, que llevan cabezas trofeos en sus
manos y participan en actos rituales. Estas formas también se verán representada en vasijas
modeladas; Lothrop plantea que corresponden al concepto europeo de un dragón ya que
combinan las características de dos o más animales, en este caso el jaguar y la serpiente o
una especie de reptil como el cocodrilo.
J. Alden Mason plantea que las vasijas encontradas dieron una idea bastante
completa, no sólo de las diferentes actividades y modo de vida del pueblo moche, sino
también del ropaje usado en este período. El atavío masculino era mucho más vistoso que el
femenino, que usaba solamente falda larga y sencillos aretes, mientras que el masculino,
exceptuando los tiempos de trabajo en donde probablemente usaba taparrabos solamente,
se vestía con diversidad de vestiduras y adornos, que probablemente servían como
distintivos de categoría u ocupación. Usaban camisetas, taparrabos, faldas adornadas,
tocados variados y adornados con plumas de colores, pájaros disecados u ornamentos de oro
y plata (todo esto dependiendo de la jerarquía del personaje). A través de la cerámica se sabe
también que recurrían a la pintura corporal con dibujos que indicaban jerarquía u ocupación.
En cuanto a los tejidos se cree que llegaron a tener un gran nivel de desarrollo,
aunque por ser una zona de mayor cantidad de lluvia en comparación a la zona costera del
sur, no se conservaron muchos ejemplares. Al contar con camélidos, seguramente habrán
usado sus lanas para los tejidos, así como también el algodón, y tal vez otras fibras. En un
ejemplar encontrado se puede apreciar como trabajaron con una figura humana, con las
piernas, brazos y cabeza de perfil, y el torso y ojo de frente. La figura se repite rítmicamente
a lo largo del tejido, y está trabajada en diferentes colores planos con líneas de contorno.
Cada figura está encerrada en una especie de rombo, formados por líneas que se distribuyen
a lo largo del tejido armando un enrejado. Se usa la forma geométrica para trabajar los
diferentes motivos que aparecen representados en el tejido.
La tumba fue descubierta por el Dr. Walter Alva junto con su equipo de
investigadores en Sipán o Huaca Rajada. Según los estudios realizados el gobernante cuando
murió tenía aproximadamente 30 años y una estatura de 1.65 metros. El cuerpo que se
encuentra en el cajón del medio era del gobernante, a su izquierda está el jefe militar con un
perro (que tal vez servía como un guía hacia el otro mundo al igual que en Mesoamérica) y a
su derecha se cree que estaba el portaestandarte. En la parte superior, a la cabeza del
gobernante, se encontró el cuerpo de una mujer que se cree era su esposa, mientras que en
la parte inferior el cuerpo de otra mujer de aproximadamente 20 años que se cree era una
concubina o favorita del rey. También se encontró el cuerpo de un niño, que estaba en
posición fetal en una de las esquinas a los pies de la esposa del rey, y el cuerpo de dos vigías
que tenían como función cuidar la tumba del rey en el otro mundo. Algo característico en los
cuerpos, excepto del rey, es que presentan los pies amputados; esto tal vez estaba
relacionado con la idea de que no escapen en la otra vida y se mantengan cerca del rey. El
cuerpo del rey estaba ricamente ataviado con diferentes ropajes, adornos, objetos de metal
como ser oro y plata (en alusión a la dualidad ya que la plata representaba la luna y el oro el
sol en la cosmovisión mochica), y piedras preciosas, así como también alrededor de 600
ofrendas funerarias. Uno de los elementos que se encontraron fue una pieza de metalurgia
que se cree hacía alusión a la deidad mochica Ai Apaec o dios decapitador, como una mezcla
entre una figura antropomorfa y un cangrejo; tal vez para encomendar a la deidad la
protección del señor. Cerca de la tumba se encontraron las tumbas de un sacerdote y otra del
viejo señor de Sipán.
Tiahuanaco – Huari.
Hay diferentes teorías acerca del origen de los motivos que van a caracterizar a este
horizonte. Estos aparecen tanto en Huari como en Tiahuanaco alrededor del 500 d.C. y a
partir de allí se empiezan a difundir en la región de los andes centrales, Bolivia, el norte de
Chile y el NOA. Hay autores que sostienen que los motivos llegaron a las dos ciudades (Huari
y Tiahuanaco) desde un tercer punto, Pucará, que habría conservado a su vez motivos del
Horizonte Chavín, y que tanto Huari como Tiahuanaco se desarrollaron de manera
independiente, con contactos e influencias mutuas y con una fuente común de motivos
religiosos. También se cree que podrían haber sido capitales duales, controlando Huari las
tierras del norte y Tiahuanaco las del contorno del lago Titicaca y las tierras del sur. Otra
teoría sostiene que Tiahuanaco fue el poder real detrás de toda expansión y que Huari fue el
centro del control político y militar de Tiahuanaco en el norte. Cualquiera que fuese la causa,
ambas ciudades entraron en plena expansión luego del 500 a.C. y seguramente debe haber
existido una organización política importante que haya permitido la amplia difusión de los
motivos de este horizonte.
El arqueólogo boliviano Carlos Ponce Sangines señala tres estadios para el desarrollo
de Tiahuanaco, uno aldeano caracterizado por la existencia de pequeñas aldeas con
comienzo alrededor del año 1000 a.C., otro urbano que va del 200 al 800 d.C. y se caracteriza
por la planificación urbana, y un último imperial o de expansión que va del 800 al 1300 d.C.,
dónde llegaron a abarcar una extensión de 600000 km2 con un gran desarrollo del comercio.
Se cree que Tiahuanaco, además de ser un centro ceremonial que recibía gran
afluente de peregrinación, era una estación de observación del año solar y sus edificios
estaban orientados hacia los puntos cardinales. Tras ser abandonado, el lugar sufrió muchos
saqueos ya que sirvió como cantera para constructores posteriores, que terminó provocando
que al día de hoy haya un gran desorden en relación a su aspecto original.
La “Puerta del Sol” se caracteriza por su friso que presenta una serie de figuras en
bajo relieve, sobre las cuales se dieron diferentes significados, principalmente
correspondiente a los ámbitos religiosos, políticos y lúdicos; aunque en el mundo
precolombino, estos tres aspectos no podían estar separados entre sí, ya que todo se
consideraba probablemente una sola cosa. En el friso se observa una figura central que
domina la composición y que está dispuesta de frente, sosteniendo dos cetros que dan la
sensación de rematar en cabezas de aves que comúnmente se las identifica con cóndores.
Presenta un tocado de la que se desprenden apéndices como si fuesen rayos, que rematan en
cabezas de felinos y en formas circulares que dan la sensación de ser discos. El personaje se
presenta ricamente ataviado, con un pectoral, una falda en la que se observan lo que
parecen ser cabezas trofeos, que cuelgan también de los codos de la figura. El rostro presenta
una forma humana con grandes ojos abiertos y círculos que se repiten en serie por sus
mejillas. La figura está apoyada en una estructura escalonada, acompañada de diferentes
signos de carácter simbólico; la forma escalonada seguramente sirve para destacar la
importancia de la figura. En general, el personaje principal tiene un parecido a la figura que
se encuentra en la Estela Raimondi del “Horizonte Chavín”. A sus costados se representan
una procesión de figuras de perfil, 48 en total, ricamente ataviadas con tocados, pectorales y
bastones, presentando también características zoomorfas relacionadas con el felino y el ave,
dispuestas en tres filas tanto de un lado como del otro. Se presentan como si estuviesen
avanzando hacia la figura central, o como si estuviesen arrodillados para reverenciarla; en
cualquier caso, la figura central es el punto de convergencia. Por debajo de estas figuras se
representan formas escalonadas que rematan en cabezas de ave y que presentan la cabeza
del ídolo central repetidas en serie. Las figuras presentan un trabajo geométrico, tendiente a
la síntesis y al hieratismo, adornadas con motivos incisos que seguramente habrán tenido
algún tipo de significado simbólico para esta sociedad.
Se cree que la figura central hace alusión al dios Viracocha; deidad creadora de la
región andina. La forma escalonada sobre la que está apoyada puede hacer alusión a una
pirámide o estructura basamental, cuya parte superior justamente estaba destinada a las
deidades; también puede hacer referencia a los diferentes niveles de la bóveda celeste,
situándose Viracocha en el plano superior. Los apéndices o rayos que presenta el tocado,
pueden hacer alusión a los rayos del sol. Según Tomás Joyce y Means, los círculos en las
mejillas simbolizan lágrimas o gotas de lluvia que mandaba el dios a la tierra para fertilizarla,
lo que lo llevó a ser conocido como el “Dios Llorón”.
Tello, estudioso del horizonte Chavín, cree que la imagen que se presenta es la del
jaguar en una de sus diferentes formas antropomorfas, tomando los lagrimones como rasgos
característicos de la figuración andina. Max Uhle o Jacovleff consideran que la figura central
hace alusión al halcón o águila en su forma antropomorfa ya que atribuyen los círculos
debajo de los ojos a los lagrimones del ave, considerado un importante tótem de las culturas
peruanas. Rechazan la teoría de que las figuras de aves representadas en el friso se traten de
aves de rapiña como el cóndor, ya que, para ellos, no están presentes las características de
éste. Por otro lado, Sarmiento de Gamboa (cronista español) relata (según lo que llegó a sus
oídos) que Manco Capac Inca llevaba consigo un halcón que veneraban como sagrado y que
los indios (del tiempo de Manco Capac) pensaban que hacía a Manco Capac señor y que la
gente le siguiese, y que éste halcón lo poseyeron los Incas hasta Inca Yupanqui. El halcón así
simbolizaba el coraje, la decisión, la resistencia y el valor de los dioses, soberanos y
guerreros. Otros autores consideran que la figura principal, como las secundarias que se
representan a los lados, hacen alusión al cóndor, considerado como el rey de las aves y como
unos de los dioses tutelares de los indios andinos según Tello.
En cuanto a las figuras de los lados, los de la fila central llevan en el rostro una
máscara de cóndor o halcón, mientras que los de la fila superior e inferior tienen rostros
humanos con cabezas de felino en sus tocados. Presentan una gran cantidad de signos
ideográficos que decoran la figura, repitiéndose los círculos debajo de los globos oculares de
la misma forma en que aparecen en la figura principal, por lo que también son conocidas
como las aves lloronas. Estos personajes representan a sacerdotes o jefes guerreros, siendo
el ave el tótem de estos grupos, y a la vez son mensajeros del dios Viracocha que tienen
como función llevar la lluvia a la tierra. Las grecas escalonadas, rematando en formas de
puma, con la presencia del dios Viracocha entre ellas, tal vez haga alusión a la omnipresencia
del dios en las diferentes partes de la región, o a la misma idea de un culto religioso
expandido por la región andina.
Cerca del Putuni se encuentra la “Puerta de la Luna”, realizada de una sola puerta de
andesita de dos metros, que se plantea se usaba en ceremonias importantes cuando la
entrada se alineaba perfectamente con la luna. Al igual que la “Puerta del Sol”, presentaba
motivos en bajo relieves, que consistían en figuras híbridas con cabezas de puma y boca de
pez.
Bibliografía.
George Kubler – “Arte y arquitectura en la América pre colonial”
Coe, Snow y Benson – “América Antigua. Civilizaciones pre colombinas”
Lothrop – “Los tesoros de América Antigua”
Magni Guidoni – “Civilización Andina”
Felipe Cossio del Pomar – “Arte del Perú precolombino”
Chimú.
Se plantea que con el fin del “Horizonte Tiahuanaco – Huari” se debilitó la
homogeneidad cultural que se había alcanzado y empezaron a fortalecerse las culturas
locales. Se cree que las poblaciones habían alcanzado su apogeo, las organizaciones cívicas
estaban bien desarrolladas y habían comenzado las luchas por la tierra y el poder, a la vez
que surgieron alianzas y coaliciones, así como también la construcción de lugares fortificados
que sirvieran de refugio.
Existe una crónica anónima escrita hacia 1604 aproximadamente llamada “Historia
del Reino de Chimor” se cuenta la historia del fundador del Reino Chimú. Éste fue
Tacaynamo, un personaje legendario que habría llegado a la costa en balsas con su séquito y
logró conquistar ese territorio; será conocido también con el nombre del Gran Chimú y
adorado como un soberano semidivino. Además del soberano, Antonio de Calancha, cronista
español que vivió en el siglo XVI y fue contemporáneo a ese grupo de indios, plantea que le
rendían culto principalmente a la Luna, considerándola más fuerte que el Sol, ya que se la
podía ver de día, así como también de noche. También le rendían culto a las estrellas del
firmamento como ser las Tres Marías, considerando que la estrella del medio le quería hacer
daño a la Luna, mientras que las otras dos estrellas la protegían. El panteón Chimú se
completaba con el culto a fuerzas que protegían las cosechas y deparaban la vida, como el
dios Kon, que tenía forma de pez y de ave y era el creador de hombres y cosas, así como
también rey de los mares y del espacio; o a Chatay, el Sol, con su séquito de dioses inferiores
que lo ayudaban en la lucha con las tinieblas en cada amanecer. Estos espíritus o deidades se
verán representados en muros, formas cerámicas, tejidos y joyas. Para administrar el culto
estaban los sacerdotes y diferentes rituales como ser la práctica del sacrificio.
John Rowe plantea que diferentes rasgos del estado Inca procedían del Chimú como
ser la costumbre de gobernar por medio de la nobleza local, las ciudades de plano
rectangular, y el tratamiento que se le daban a los sujetos conquistados. Cuando los incas
conquistan Chimú, el rey depuesto vivió confinado en Cuzco como vasallo con honores y
junto con él llevó una colonia de artesanos chimúes; esta forma de obrar se cree que
también existió con los chimús, planteando que en Chanchan también vivió en exilio
productivo una serie de vasallos con sus colonias de artesanos, estando cada grupo en su
recinto y con áreas más espaciosas para las clases superiores. Este argumento se refuerza con
el parecido de ciertos conjuntos de Chanchan con el de otros lugares conquistados por el
pueblo Chimú. Si se sigue esta teoría tal vez entra en conflicto con la teoría de Magni y
Guidoni que establece una relación de igualdad entre los diferentes clanes de Chanchan.
Los diez palacios de Chanchan se diferencia por sus dimensiones, por la disposición
de sus edificios, que a la vez tienen distintas tipologías y grandiosidad, todo esto debido a
que pertenecían a diferentes clanes; el más grande se cree que era el complejo del “Gran
Chimú”. Tal vez, cada palacio, reproducía la forma característica de las ciudades de los valles
a los que pertenecía, ya que en cada uno de los valles que componen el Reino Chimú, se
encontraron ciudades similares, aunque más pequeñas, con calles planificadas, casas,
templos pirámides, depósitos de agua y otras características cívicas similares. En Chanchan,
las paredes de muros, de palacios, de terrazas y de la mayoría de las construcciones,
presentaban decoraciones en bajo relieve en las que se presentan diferentes motivos
zoomorfos, antropomorfos, geométricos y seres complejos; esto también se debe a que el
Reino Chimú contaba con artesanos hábiles a la hora de trabajar con arcilla, con tejidos y con
metal, de tal forma que no quedaba ninguna pared sin decorar, incluso se aplicaban colores.
Estos motivos se repiten en serie y se ubican en hilera, en diagonales, en diferentes
combinaciones, y se cree que derivan del arte textil y de la costumbre de colgar en las
paredes interiores tapices que imitaban el tejido de las cestas. Estas formas están trabajadas
de manera sintética, esquemática y geométrica, de la misma manera en que se encontraba
en los tejidos, y se cree que eran aplicados con moldes que marcaba la figura para luego
rebajar el fondo. Se cree que la arcilla se aplicaba en dos capas, esculpiendo la capa exterior
mientras se secaba.
Los tejidos Chimú eran de gran calidad, conservándose bien por el clima de la costa
más bien seco. Trabajaron con telas pintadas, gasas, con brocado, tapices, entre otras
técnicas; las formas eran geométricas, y usaban colores brillantes como el amarillo, rojo,
blanco, ocre y negro. La composición está cargada de figuras y formas que rellenan el fondo,
pero que se repiten siguiendo determinados patrones; a su vez las figuras presentan un color
de relleno y una línea de contorno que las ayuda a destacar del fondo. También trabajaron
con plumas que las podían adherir a los tejidos, sobre todo a ponchos, formando diferentes
dibujos estilizados o realizando composiciones pictóricas. Las plumas que usaban eran de las
aves de la selva, que las conseguían mediante intercambio, aunque también se podían
encontrar en determinadas épocas del año en la costa; la técnica consistía en adherirlas al
tejido como si fuese tejas, de esta forma quedaban superpuestas unas a otras, en una
superficie blanda. No realizaron el método de mosaico con plumas de Mesoamérica y aparte
de ponchos también hacían collares, mantos, tocados y máscaras con fines rituales y
funerarios. Las máscaras servían para disfrazar, exaltar o simular emociones y en los muertos
hacían referencia al espíritu u otro yo del difunto.
Donde se destacaron sobre todo fue en la metalurgia que había alcanzado un alto
nivel de desarrollo trabajando el oro, el cobre, el bronce y la plata; a la vez se conocían
técnicas de fundido y aleación, trabajaban con el repujado, el laminado, la filigrana (adorno
hecho con hilos de oro o plata que, entrelazados, forman un dibujo) el cincelado, la cera
perdida, entre otras técnicas. Realizaban diferentes tipos de objetos como vasos o cuchillos
con incrustaciones de piedras preciosas como turquesas que se creen que eran para usos
ceremoniales, y podían medir medio metro aproximadamente. Dominaban muy bien la
técnica del repujado y del modelado, lo que se observa en los bajo relieves y en las cabezas
de los cuchillos. También se observa un gran dominio de la orfebrería con las formas
zigzagueantes y onduladas. Uno de los motivos que se observa en los diferentes objetos
metalúrgicos (en este caso en el vaso y en el cuchillo) es el de una especie de deidad, que
tiene semejanzas con la figura de pie de la Estela Raimondi y con Viracocha en Tiahuanaco,
ya que se presenta de frente, portando dos cetros o báculos con sus manos; tal vez haga
referencia a Viracocha. Además de éste motivo también se representas formas zoomorfas,
antropomorfas y motivos geométricos como ser puntos y la greca escalonada. Otros objetos
que realizaban eran collares, pectorales, aros y coronas, vasos en efigie, vasijas y jarrones. El
jarrón se hizo en tres secciones que eran martilladas para darle forma separadamente y
luego se unían. Presenta un bajo relieve en donde se observan especie de demonios entre los
cuales se encuentra una pequeña víctima, relatando tal vez una escena de sacrificio, que se
cree que en los mochicas consistía en el descuartizamiento de individuos vivos. Los artesanos
chimúes eran tan buenos trabajando el metal, que, tras ser conquistados por los Incas, se los
llevarían a trabajar en el Cuzco.
Inca.
Al igual que los aztecas, lograron imponerse en un corto período de tiempo y duran
relativamente poco debido a luchas internas y a la conquista española.
El origen de los incas tiene diferentes versiones, una es la del Inca Garcilaso que
plantea que Manco Capac, junto con su hermano, y su esposa Mama Ocllo, fueron creados
por el dios Sol en una isla del lago Titicaca, entregándoles una vara con la misión de recorrer
la región y fundar la ciudad en aquel lugar donde la vara se hundiera, algo que ocurrió en el
valle del Cuzco donde se encontraría la capital del Imperio Incaico. Otra versión habla de que
Manco Capac y sus tres hermanos, surgen en unas cuevas ubicadas en el cerro Tambotoco
junto con sus esposas/hermanas, y de allí emprenden un peregrinaje para llegar al lugar
elegido logrando expulsar una tribu que se encontraba en ese lugar, y terminan por enterrar
la vara fundando la ciudad del Cuzco. La versión histórica plantea que Manco Capac y su
grupo llegan al valle del Cuzco a fines del siglo XII y fundan la ciudad del Cuzco; este valle ya
estaba ocupado por otras comunidades que practicaban la agricultura, pudiéndose
relacionarse con ellos para asegurar su subsistencia. Los incas posteriormente se adjudicarán
el papel de héroes culturales que llevaron el orden, la cultura y las artes.
La organización social estaba muy organizada de manera tal que el Inca pudiese tener
un estricto control de la sociedad. Básicamente había un sector noble y otro campesino, que
se establecía por nacimiento y que no podía ser modificado por matrimonio o mérito, ya que
así lo establecía el mito.
Dentro de la clase superior, en el escalón más alto se encontraba el Inca que era el
soberano del Imperio Incaico. Tenía carácter divino, según el mito unificaría el mundo a
través de la guerra, era considerado hijo del sol, el oro era su símbolo y actuaba como
intermediario entre hombres y dioses. En su honor se hacían sacrificios, por ejemplo, cuando
asumía el Inca se sacrificaban, según Guamán Poma, 200 niños. Generalmente la tradición
marcaba que el trono lo heredaba el más hábil de sus hijos, sus hermanos o los hijos de sus
hermanas, pero esto no siempre era así, llevando a que se generen situaciones conflictivas.
En total fueron 13 los incas, aunque hay discusión sobre la veracidad de los primeros ochos,
sobre si eran reyes o no ya que hay mucha influencia de la mitología en sus historias de vida.
Se piensa que los ocho primeros incas estuvieron en conflicto con otros señoríos de la región
sin lograr imponerse. Esta falta de veracidad también se impone por la cantidad de reyes que
la elite cuzqueña planteaba que tenía, ya que cuando los españoles llegaron al Cuzco se
encontraron con grupos diferentes de la élite que decían tener la momia del primer Inca.
Otro de los aspectos que debió haber confundido a los cronistas fue que el general llevaba
tradicionalmente el nombre de uno de los emperadores anteriores, por ejemplo, el general
de Pachacútec tenía el nombre de Capac Yupanqui, quinto Inca.
Fue a partir de Pachacútec Inca Yupanqui, el noveno Inca, que comienza la verdadera
historia del Imperio Inca y su gran expansión. Fue el fundador de la organización imperial, se
hizo de fama tras conseguir un triunfo importante sobre los chancas, comunidad vecina que
competía por la hegemonía regional. Trazó el plano de la ciudad del Cuzco, reconstruyó el
Templo del Sol y construyó el Sacsayhuamán que fue el símbolo de la inexpugnabilidad del
Cuzco. Él, junto con su hijo Tupac Inca Yupanqui, expandieron prácticamente a su apogeo al
Imperio en poco más de 50 años, desde 1438 hasta 1493. Conquistaron entre los dos el
centro y sur de la región andina; luego le siguió Huayna Capac que anexó otros territorios del
actual Ecuador. Con la muerte de éste último, se detuvo la expansión por la guerra civil entre
sus hijos Huáscar y Atahualpa por la disputa del trono. En 1532 el Imperio llegó a su fin tras
ser conquistado por Pizarro.
El Inca formaba su ayllu real que es de dónde provenía la elite. Estos ayllus tenían el
nombre de Panaca; cada Inca tenía su Panaca, y una vez muerto se conservaba su momia. Los
territorios de la Panaca eran los que conquistaba el Inca durante su reinado. El nuevo Inca no
disponía de nada y tenía que salir a conseguir terreno, bienes, gloria y poder. A su vez, los
incas estaban separados según el principio de Hanan y Hurin; los cinco primeros Incas fueron
Hurin mientras que los ocho últimos pertenecieron a los Hanan. El Inca, además, poseía un
consejo compuesto por los cuatro gobernantes de las cuatro partes del imperio, por el sumo
sacerdote y por el general del ejército más 12 consejeros de los suyus. Estos consejeros
asesoraban al Inca en asuntos importantes, en la concepción de leyes y en planes de
gobierno.
En la nobleza también se encontraban los jefes militares, los cortesanos relacionados
con el Inca, los sacerdotes y los burócratas. Los funcionarios más importantes eran los
tucricuc que administraban las tierras del Inca y eran consultados por el emperador para la
ejecución de obras públicas; los amautas que eran los sabios que se encargaban de la
educación de los jóvenes de sangre real, eran historiadores de la corte y consejeros del Inca
en asuntos religiosos; los quipucamayoc que se ocupaban del sistema fiscal y del censo de los
súbditos; los jueces o ochacamayoc, que administraban justicia a su discreción; entre otros
burócratas.
Las mujeres también tenían una estricta división social, por ejemplo, las doncellas de
sangre real llamadas accla, estaban destinadas a la vida de la corte luego de haber recibido
su instrucción en los colegios que las formaban llamados acclahuasi. Las accla se daban como
mujeres a los curacas importantes, y en los ayllus existían las agra, que eran dadas al Inca
como concubinas y que se ocupaban en trabajos de artesanía, especialmente en los tejidos.
La esposa del Inca, con el título de Mama Coya, tenía a su servicio numerosas accla y agra.
La unidad social básica del imperio continúo siendo el ayllu, aunque fue hábilmente
controlado por los incas para que no haya rebeliones. En este sentido, reemplazaron la
fidelidad a un jefe local por la fidelidad al Inca, un jefe lejano que se encontraba en el Cuzco.
También se seducía a los curacas con regalos y honores para mantener su lealtad al Inca y a
su vez miembros del ayllu, entre los cuales podía estar el hijo del curaca, eran enviados al
Cuzco para aprender la lengua oficial que era el quechua, y todo lo que allí se enseñaba,
generando esto un gran desarraigo del ayllu local. Otras tácticas que usaron para controlar a
las poblaciones conquistadas era la práctica del mitmaj o mitmae que consistía en desterrar a
poblaciones enteras, o a un gran número de un determinado ayllu, trasladándolos a otras
tierras para que las trabajen y a la vez contribuyan en mantener los caminos del Inca,
generando esto desarticulaciones con los poblados de origen; también usaron el
yanaconazgo que consistía en reducir a la servidumbre a ciertos grupos humanos, éstos sólo
servían a la élite. A parte de los yanaconas y mitmaes, estaban los camayos, que eran grupos
especializados en determinados oficios que eran llevados al Cuzco para trabajar, como por
ejemplo los artesanos de Chanchan.
La religión era muy desarrollada, estuvo a cargo del Estado con diferentes cultos a un
dios principal, a dioses y diosas de mayor o menor importancia, espíritus u objetos animistas
locales, espíritus incorpóreos y espíritus separados temporalmente de cuerpo físicos. La
religión además disponía de una organización estricta en lo que se refiere a ceremonias
rituales, en dónde sus fines fundamentales consistían en el incremento y conservación de las
reservas de alimentos y la curación de enfermos. Los sacerdotes tenían como deber
fundamental la adivinación y el sacrificio a los dioses.
La deidad suprema era el creador Viracocha, héroe cultural que enseño al pueblo a
vivir y luego partió por el Pacífico. Era una deidad que intervenía poco en el destino de los
humanos por lo que no era muy venerado por el pueblo común sino más bien por el
emperador y los nobles, sobre todo en los tiempos más difíciles; aunque también se cree que
era una deidad más importante para los pueblos pre – incas que para los incas. Más
importante que Viracocha en lo relacionado a la vida cotidiana fueron las deidades del cielo,
como el sol, la luna, las estrellas y el trueno; así como las deidades de la tierra y el mar.
Los incas fueron adoradores del sol, Inti, le deidad principal que identificaban con la
dinastía real. El sol era a la principal deidad a la que le rendían culto, por eso se escogían
mujeres específicamente para ello como ser las “Vírgenes del Sol”, y se levantan estructuras
imponentes como ser el Coricancha o “Templo del Sol”. Le seguía en importancia el dios del
Trueno o del Tiempo, conocido como Illapa, al cual se le rogaba que envíe la lluvia. Tenía
como arma una honda y una maza, y según el mito, su hermana guardaba la lluvia en una
jarra que el dios rompía con su honda para enviar el agua a la tierra. El restallar de la honda
era el trueno, la piedra el rayo y el relámpago las vestiduras de la deidad. La esposa del Sol
era Mamaquilla, y tenía que ver con el calendario, las fiestas y diferentes labores. En los
eclipses de luna se creía que ésta era devorada por un felino, al que había que ahuyentarlo
con amenazas y ruidos.
Consideraban que las estrellas eran deidades, y tenían como referente (al igual que
otras culturas) al planeta Venus. Las diosas de la tierra, Pachamama, y del Mar, Mamacocha,
también tenían una gran importancia debido a que estaban relacionadas a actividades
económicas como la agricultura y la pesca. También rendían culto a las huacas que
consideraban como un lugar sagrado o relacionaban a espíritus sobrenaturales, espíritus de
difuntos o divinidades. Había diferentes tipos de huacas, desde las apachetas que eran un
montículo de piedra a los lados del camino, o montañas, momias de difuntos, lagos, ríos,
cuevas, construcciones, puentes, entre muchos otros; puede decirse que cualquier cosa rara
o extraordinaria adquiría el nombre de huaca. El culto a los muertos también era muy
importante. Se considera que a los muertos les gustaba que llevasen sus momias a disfrutar
de las fiestas y esperaban que les dieran comida y bebida.
El sacrificio era muy importante para los incas, y al igual que otras culturas, era un
regalo a los dioses a cambio de algo, que mayormente estaba relacionado con el aspecto
principal de la economía, la agricultura. Podían ser desde ofrendas hasta sacrificios de
animales y humanos, muy practicados sobre todo en las fiestas en honor al sol. Guamán
Poma plantea que para Agosto, mes de siembra, se sacrificaban 500 niños como rito
compensatorio por abrir la tierra. Sucedía lo mismo en otros meses importantes.
El hecho de que los incas pudieran haberse expandido rápidamente fue gracias a
diversos factores. Por un lado, la sed de gloria y poder que impulsaba al Inca a formar y
agrandar sus propias panakas, y a la idea mítica de que el Inca uniría el mundo a través de la
guerra. Por otro lado, por la enorme estructura militar que poseían, ya que incorporaban a
los hombres de las tribus conquistadas al ejército, y muchas veces los dejaban bajo el mando
de sus propios jefes militares. Los campesinos eran un instrumento importante ya que
constituían parte del ejército y con la práctica del mitmaj servía para colonizar territorios y
controlar las posibles rebeliones.
Otro factor que fue determinante para su rápida expansión y posterior control del
territorio fueron las obras de ingeniería que desarrollaron. Los caminos o capacñan
conectaban todo el imperio; estos eran construidos a través de la sierra y costa, corriendo en
dirección Norte y Sur, con la existencia a su vez de caminos transversales conectando de esta
forma todas las partes del Tawantinsuyu. Estos caminos que les permitía llegar rápido a
cualquier parte del imperio eran un símbolo de la omnipresente autoridad del Inca, y del
concepto unitario del Estado. Los caminos eran construidos y mantenidos por las diferentes
poblaciones o ayllus que estaban bajo el control de los incas, y permitían llegar con gran
rapidez a las diferentes partes del imperio, especialmente al Cuzco, para cuya función
primordial estaban diseñados; restos de estos caminos se encuentra por ejemplo en
Mendoza, Argentina. Además de los caminos, tenían otras construcciones como ser puentes,
sistema de tambos que consistían en albergues que se construían a intervalos regulares del
camino para que los viajeros descansen y a la vez se provean de alimento con los collcas que
eran unidades pequeñas dispuestas en hileras que funcionaban como almacenes de comida;
todo esto servía al ejército para proveerse de alimento e incluso fue usado por los mismos
españoles durante su campaña de conquista. También contaban con fortalezas o pukaras,
que disponían de centros administrativos, para controlar mejor a la población; y con un
sistema de correo o chaski a lo largo de los caminos que les permitía llevar mensajes a
cualquier parte del imperio. Por último, forjaron alianzas con diferentes aldeas ofreciéndoles
territorios. En resumen tuvieron una política integral muy fuerte que les permitió tener un
gran control.
Fue en el campo de la arquitectura dónde los incas más se destacaron. Más que una
geometrización de las masas arquitectónicas como en Tiahuanaco, lograron llegar a una
integración entre construcción y paisaje. Además lograron extender el concepto de
homogeneidad de un Estado único que lo controla todo a la forma tipológica del trabajo de la
piedra y de los métodos de construcción, que se mantenía prácticamente uniforme a lo largo
del territorio, dejando escaso margen a la improvisación.
La técnica de albañilería en piedra alcanzó un gran desarrollo con los incas. La mayor
parte del instrumental usado era de piedra, aunque también trabajaban con herramientas de
metal como ser cinceles de bronce. Los tipos de albañilería usados eran tres
fundamentalmente, según lo indica George Kubler. Por un lado, tenemos los “muros
poligonales” que consistían en grandes bloques irregulares de piedra cuidadosamente
encajados. Luego estaban los bloques rectangulares de piedra o adobe puestos en fila
regulares que encajaban perfectamente entre sí. Por último, estaba el sistema de pirca o
rocas sin desbastar que se usaban principalmente para muros sencillos y casa.
Existían tres métodos para unir las piedras, que dependía del sistema de albañilería
que se usara. En los grandes bloques poligonales o irregulares se observa un encaje perfecto,
de la misma manera que para los bloques rectangulares de piedra. En el caso de los grandes
bloques, se daba forma con las herramientas de que disponían, y se las ponían en su sitio
colgándolas de grúas de madera que sujetaban cuerdas en las cuñas que presentan ciertas
piedras en su cara externa inferior. Varios hombres agarraban la piedra mientras se
columpiaba y la encajaban con las piedras vecinas mediante un sistema de fricción en un
movimiento pendular. También se observa que las piedras de gran tamaño estaban ubicadas
sobre superficies cóncavas. En el caso de los bloques rectangulares de piedra, el encaje
perfecto se conseguía por una abrasión de empuje y arrastre sobre una superficie plana. El
peso de las piedras iba disminuyendo a medida que se ascendía en la construcción del muro.
No hay huellas de ganchos de metal como en Tiahuanaco, aunque sí se encontró una fina
capa de arcilla rojiza entre las piedras. El ajuste resultaba tan exacto entre los bloques, que
no entraba una aguja por entre las juntas. Para el sistema de pircas o rocas sin desbastar se
usaba argamasa. Se creía que entre los bloques de piedra encajados perfectamente, se
ponían lacas compuestas de plomo, plata y oro para que el edificio fuese más rico e
importante; esto tal vez pudo haber contribuido a la destrucción de varios edificios por los
españoles para sacar el metal precioso de entre las piedras. Para transportar los grandes
bloques de piedra se usaban cuerdas de fibra y el sistema de palanca. Los bloques se
arrastraban usando rodillos de madera y para colocar el bloque en su posición se usaban
rampas de tierra. Se cree que parte de la piedra era labrada en el lugar de origen, aunque
gran parte del ajuste final se realizaba en el destino, frotando las piedras las unas con las
otras. Para tallarlas se usaban tres tipos de martillos, uno más chico que el otro, con el más
grande de 9 kilos aproximadamente se desbastaban los bloques, con el mediano de 2 a 5
kilos se alisaban las caras y con los más chicos se trabajaban los bordes.
En cuanto a la perfección del corte de la piedra para que encaje con las otras piedras,
se usaba un sistema que consistía en marcar la piedra, y usar palancas de madera y bronce
para cortarla de la manera que ellos querían. Los canteros incaicos usaban principalmente
tres tipos de piedra: la caliza para los cimientos, terrazas y muros de retención, que se
cortaba siempre en bloques poligonales; el pórfido diorítico para muros de retención que
requerían mayor solidez, también tallados en bloques poligonales; y andesita negra para
mampostería rectangular regular que se hacían de tamaño uniforme y se colocaban en
hiladas regulares.
Los grandes bloques de piedra muestran una gran plasticidad por sus formas
poligonales. Magni y Guidoni, sostienen que los arquitectos incas solían realizar modelos en
arcilla de sus futuras construcciones, y por en este trabajo de modelado, los bloques
presentan una forma poligonal ya que no hay una necesidad real constructiva sino más bien
estética y caprichosa. Tal vez este modelo, previamente dispuesto, llevo a los artesanos a
trabajar la piedra, en algunos casos, de la manera en que la trabajaron, con una forma
poligonal, con un almohadillado en los bordes y con una gran plasticidad.
También se considera que los grandes bloques de piedras poligonales eran
trabajados de esa manera porque se buscaba esconder el carácter humano de las
construcciones para crear una mímesis con la naturaleza. Esto tal vez tenía que ver con un
miedo a la rebelión de los objetos contra el hombre, como se observó en la cultura mochica,
y con la consideración del Inca como alguien divino, por lo que las construcciones tenían que
tener la sensación de haber sido construida por una divinidad.
Cuzco fue la capital del Imperio Inca y centro del Tahuantinsuyo. Presentaba una
importancia estratégica y económica debido a que se encontraba en la unión de todo un
sistema de líneas naturales de comunicación de la llanura amazónica, el altiplano y los
principales valles andinos. Su nombre, que proviene del quechua, hacía alusión a esto, ya que
significa “ombligo”, “centro del mundo” o “punto de encuentro”, haciendo alusión a que
desde allí partían los caminos que conectaban a todos los puntos del imperio.
Otra característica de la ciudad del Cuzco fue la forma de disponer sus ejes. La ciudad,
a diferencia de otras ciudades precolombinas, no está exclusivamente orientada según sus
ejes cardinales. Si bien los respeta, se puede decir que tienen más en cuenta otros factores
como ser la idea de movimiento ya que si los cuatro ejes principales de la ciudad se hubiesen
orientado exclusivamente hacia los puntos cardinales daría la sensación de ser algo estático,
por el contrario, al formar una cruz a 45º con respecto a los puntos cardinales implica la idea
de rotación, dinamismo, y la idea expansiva del Imperio Inca. Otra orientación que se siguió
estuvo en relación con el territorio circundante; en efecto la integración entre construcción y
paisaje es algo que va a caracterizar la arquitectura Inca. Se tuvo en cuenta (según Magni y
Guidoni) el lugar mítico de procedencia del Inca, el lago Titicaca; el eje principal de la ciudad,
Noroeste – Sureste, es una prolongación del lago y de Tiahuanaco. Este mismo eje
prolongado al noroeste de la ciudad se encuentra con Chavín de Huántar, de esta forma se
unen en un eje simbólico los tres horizontes culturales de la región andina. Este eje también
es paralelo a la cadena andina, a la costa y en definitiva a las cuatro partes del imperio. Las
cuatro calles principales, o cuatro brazos de una cruz (también podía hacer referencia a los
rayos del sol), con el centro situado en la plaza principal, y simbólicamente en el Templo del
Sol, se conectaban idealmente con el centro de cada región del Tahuantinsuyo.
Así como la ciudad se dividió en cuatro partes de acuerdo a los cuatro suyus del
imperio, también se estableció la división fundamental que gobernaba la organización social
de la región andina, es decir la división en Hanan y Hurin, parte alta y baja respectivamente.
Esta división se cree que también fue obra de Manco Capac y la línea de separación entre la
parte alta y baja era el eje que formaba la calle que corría del Noreste al Suroeste.
Según los cronistas españoles, la ciudad estaba llena de habitaciones señoriales, con
la mayor parte de las viviendas realizadas en piedra, otras con solo la mitad de la fachada en
piedra y otras construidas con barro. Las casas estaban dispuestas ordenadamente, las calles
eran ajedrezadas, pavimentadas, con un canal de desagüe en el centro de la calle.
El Coricancha era el recinto más sagrado del Cuzco. La descripción del Inca Garcilaso,
aunque algo fantaseada, plantea que el Templo del Sol era un complejo de 400 metros de
lado aproximadamente y en él había diferentes recintos dedicado al culto de otras
divinidades celestes, así como también patios internos. El lugar más sacro miraba hacia el
oriente, tenía las paredes recubiertas de láminas de oro y había un disco de oro que
representaba al dios Sol con cara humana e irradiando rayos. En esta habitación también
estaban colocadas las momias de los Incas, dispuestas por orden de antigüedad y sentadas
en tronos de oro con el rostro vuelto hacia la ciudad, excepto la de la momia de Huayna
Capac que miraba la imagen del sol. Al exterior del templo, sobre la cornisa del muro corría
un friso de oro que recibió el nombre de corona ya que abrazaba todo el templo por el
exterior.
Lo que destaca de los restos que quedaron del templo, y de muchas otras
construcciones importantes, es el trabajo de mampostería, que impresionó hasta los mismos
conquistadores. Se observa como trabajaron con los bloques rectangulares de piedra con
encaje perfecto. Otra característica es la puerta de doble jamba, que los incas usaron para
acortar el espacio del dintel y economizar en el uso de las piedras. También se observa la
forma trapezoidal de las ventanas, así como también la inclinación de los muros volviéndose
más angostos en la medida en que el muro asciende. Entre algunos restos, se encontraron
piedras que muestran como le realizaban surcos y huecos a las piedras que servían como
sistema de anclaje y cierre.
El templo fue saqueado en 1533 despojándolo de todos los metales preciosos. Los
dominicos construyeron sobre los cimientos del Coricancha la Iglesia de Santo Domingo, por
lo que en la actualidad coexisten dos tipos diferentes de arquitectura. En el siglo XVII, XVIII y
XX, el templo sufrió de terremotos, que no afectaron en gran medida a la obra Inca, a
diferencia de la Iglesia que recibió mucho daño.
Era costumbre que los diferentes soberanos Incas se construyese un palacio nuevo en
la ciudad del Cusco. Uno de estos palacios fue el del Inca Roca, sexto inca y primero de la
dinastía Hanan. Su palacio presenta como característica la presencia de un bloque de 12
ángulos que se ajusta perfectamente con los demás bloques. Se observan además la
presencia de las cuñas en las piedras que servían para poder levantarlas y encajarlas en su
sitio, y el característico almohadillado de sus bordes. Los muros presentan una cierta
inclinación al igual que en el Coricancha; esto era una característica Inca para darle mayor
estabilidad a la construcción. Se puede observar también por las calles del Cusco, la
diferencia entre la mampostería Inca y la mampostería española, que trataron de construir
muros a la manera Inca pero no pudieron lograrlo, por lo que ahora lo llaman “muro de los
incapaces”.
Alrededor del área central se levantaban los palacios de los diferentes Incas, recintos
administrativos, ceremoniales y las viviendas de los curacas. Además del Templo del Sol,
otras de las obras que destaca es la fortaleza de Sacsayhuamán, cuyo nombre significa
“halcón imperial” y está ubicada al norte de la ciudad. La fortaleza representa el origen
geográfico de la ciudad, ya que según el Inca Garcilaso en las faldas de su colina Manco Capac
había fundado el primer pueblo, y era la cabeza del Cuzco que coronaba la parte alta. Esto
daba lugar a una interpretación zoomorfa del plano de la ciudad con la forma de un puma
siendo el Sacsayhuamán la cabeza y dónde terminaba la Avenida del Sol la cola.
Se cree que la ciudad de Machu Picchu servía como residencia de descanso para
Pachacútec; también se plantea que allí residían los grandes sabios del imperio, los amautas,
que eran los encargados de la educación formal de los hijos de la nobleza y del Inca. Otras
versiones plantean que era sede de un grupo de mujeres destinadas a realizar tejidos y
piezas suntuarias para el Inca y su familia, considerándose también que eran concubinas del
rey. En la actualidad se cree que Machu Picchu tuvo una población móvil que oscilaba entre
300 a 1000 habitantes que pertenecía a una élite.
El centro se alza sobre una estrecha saliente de la montaña, muy empinada por
ambos lados. Antes del acceso a la ciudad se encuentran las terrazas de cultivo que se
orientaban a la salida del sol y donde también se encuentran collcas o almacenes para los
alimentos. En la zona oeste de la ciudad también se encuentran estructuras como terrazas,
aunque no tienen una función agrícola sino más bien estructural, como muros de contención.
Dentro de lo que sería el sector urbano hay diferentes construcciones que destacan.
Se puede mencionar el observatorio o torreón, también llamado Templo del Sol, que se
caracteriza por la curvatura de su muro y por la forma en como la construcción se adapta a la
forma natural de la roca que sirve como base. Este recinto fue usado para ceremonias
relacionadas con los solsticios, y la luz que entraban por las ventanas en sus muros, ubicadas
hacia el Este, Norte y Sur, marcaban estas épocas. Se cree que la curvatura del muro era
característico de los diferentes templos dedicados al culto al sol. Debajo del templo se
encuentra una cueva que se cree era una cámara sepulcral en donde se ubicó la momia del
Inca Pachacutec, que durante la invasión española fue trasladada a otro lugar; destaca la
forma en que trabajaron de manera escalonada la roca natural.
Otra construcción a destacar es el Templo de las Tres Ventanas, llamado así por las
Tres Ventanas dispuestas simétricamente en una de sus fachadas, que da a la Plaza Principal.
Impresiona la manera en que tallan o trabajan la piedra para darle la forma de ventana.
Como característica constructiva de los edificios de Machu Picchu se puede ver que tienen
techo a dos aguas y con la curvatura hacia el interior para favorecer ésta cubierta de
vertiente.
Hay otros centros arqueológicos que destacan como por ejemplo Kenko, que en
quechua significa “laberinto” y fue nombrado así por los conquistadores españoles debido a
la presencia de tumbas y altares subterráneos en forma de laberinto y a los canales de agua
labrados en la piedra en forma de zigzag. Se ignora la finalidad que tenía este lugar, se cree
que podría haber funcionado como lugar de entierro para los Incas. Destaca un gran bloque
de piedra de 6 metros de altura que se cree es una gigantesca escultura con diferentes
formas labradas en su parte superior como ser caminos, escaleras y también se cree que
tenía formas zoomorfas.
Otro centro importante del Valle de Urubamba fue Ollantaytambo, que durante la
época de la conquista sirvió como fuerte del último Inca Manco Inca Yupanqui, líder de la
resistencia Inca. Este monumental complejo arquitectónico fue un lugar de culto y también
considerado una fortaleza; al igual que Machu Picchu, presentaba un sector agrícola y otro
religioso y urbano. Como en otras ciudades edificadas por los incas, destaca el alto grado de
perfección del trabajo en piedra.
Las terrazas de cultivo están unidas por una escalinata y en la medida en que se va
ascendiendo el trabajo de la piedra era más refinado. La entrada al centro ceremonial tiene la
característica puerta de doble jamba y trapezoidal. Se observan también nichos en forma
trapezoidal en los muros, así como bloques de piedras poligonales encastrados
perfectamente con bloques rectangulares. En la parte superior se encuentran grandes
monolitos ciclopes que forman los muros del Templo de Sol, y que destacan por la perfección
de su tratamiento; se combinan rítmicamente con grandes franjas angostas de piedra que se
acoplan perfectamente. Destaca también el Baño de la Ñusta o Baño de la Princesa por el
trabajo geométrico que presenta en el trabajo de piedra, que recuerda a la albañilería
Tiahuanacota. Aquí también se puede ver el sistema de canalización del agua que habían
trabajado los incas en la ciudad.
Otras técnicas.
El tejido, al igual que en las otras culturas del Perú, tuvo un amplio desarrollo, sobre
todo porque contaban con diversos tipos de fibra como ser el algodón, lanas de llama y el
maguey; también usaban colorantes naturales. Conocieron diferentes técnicas como ser el
brocado, el bordado, la tapicería, entre otras. La decoración se caracterizaba por ser
geométrica y simétrica con una gran variedad de formas y colorido, relacionados
seguramente con símbolos religiosos. Dentro del tejido también trabajaron con el arte
plumario, consiguiendo las plumas de aves provenientes del amazonas; un ejemplo es un
tocado con plumas de diferentes colores. Al ser una sociedad muy clasista, los tejidos más
finos estaban destinados al Inca y a su familia.
En lo que fue el trabajo de la cerámica, a Cuzco llegaban piezas de todos los puntos
del Tawantinsuyu, por lo que seguramente había una gran diversidad de formas. Sin
embargo, el artesano cusqueño pudo uniformar todos estos elementos eclécticos orientado
el trabajo hacia una sobriedad, verticalidad, una tendencia hacia la monocromía y a una
producción en masa con un alto grado de estilización como se observa en las vasijas con
rostros antropomorfos, reducida a sus lineamientos esenciales. Los tipos más característicos
de los incas fueron los aríbalos (llamados así por su similitud con los cántaros griegos) y los
keros, a pesar de que éste último ya había sido producido por otras culturas. El aríbalo se
caracteriza por tener una boca abocinada, un cuello largo y un cuerpo voluminoso y globular;
podían ser de diferentes tamaños llegando a tener incluso la altura de una persona. Tenían
una decoración geométrica, al igual que los keros, y presentaban una base puntiaguda;
podían ser usados para transportar agua, almacenar alimentos, para usos rituales, entre
otras cosas. Era un tipo de cerámica polícroma siendo el marrón, el naranja, el crema, el
blanco, el amarillo y el rojo los colores más usados. La técnica decorativa predominante fue
la pintura, y en menor medida las incisiones. Para su realización hicieron moldes.
Bibliografía.
George Kubler – “Arte y arquitectura en la América pre colonial”
Coe, Snow y Benson – “América Antigua. Civilizaciones pre colombinas”
Lothrop – “Los tesoros de América Antigua”
Magni Guidoni – “Civilización Andina”
Felipe Cossio del Pomar – “Arte del Perú precolombino”
Desarrollo.
En un período de tiempo que va desde los 13000 a los 10000 años A.P. (antes del
presente, por lo que sería 11000 a 8000 años a.C.) llegaron los primeros pobladores a
Argentina, por diferentes direcciones: por el Norte desde las tierras altas andinas; por el
Nordeste y Este, desde las selvas, sierras y tierras bajas del Este; y por el Sur desde Antártida
hacia Tierra del Fuego a través del Cabo de Hornos.
Los primeros pobladores eran grupos nómades que seguían a los grandes mamíferos
y fueron poblando diferentes regiones del territorio argentino. La economía de cada grupo
variaba según el área en que se ubicasen; por ejemplo, en La Puna se prestaba más a la caza
menor y recolección de frutos y semillas, y en La Patagonia se prestaba más para la caza de
grandes mamíferos entre los que se destacaban diferentes tipos de camélidos, el perezoso
gigantesco, el caballo americano, el puma entre otros. Estos grupos humanos se movían de
acuerdo al movimiento de los grandes mamíferos, habitaban cuevas con iluminación natural
y campamentos a cielo abierto como en la Pampa Bonaerense. Las cuevas servían como
resguardo ante la rigurosidad climática y las posibles amenazas de depredadores; estos
abrigos eran usados por diferentes generaciones. En la Cueva de las Manos, en Santa Cruz, se
encuentran evidencias de la ocupación humana hace alrededor de 7000 años a.C.; se tratan
de pinturas rupestres de manos en negativo (lo que le da el nombre a la cueva) realizadas
soplando tintura sobre la mano puesta en la pared. También se encontraron figuras de
animales, figuras humanas y símbolos geométricos. Estas pinturas muestran las
sensibilidades estéticas que movían a estos grupos y que podían estar relacionados con ritos
propiciatorios para favorecer la caza o reproducción de diferentes presas de consumo y/o
también relacionarse con los espíritus de la naturaleza.
La Puna, en el extremo noroeste de Argentina, tenía una altura de 3500 metros sobre
el nivel del mar y contaba con condiciones climáticas extremas, de gran frío y aridez. Los
principales recursos eran los camélidos que les brindaban lana, carne y servían como
animales de carga; a la vez tenían sales y minerales como el oro y piedras para la
construcción. Practicaban una agricultura en lugares reducidos y con gran esfuerzo mediante
la creación de andenes artificiales y canales de riego; el frío a la vez posibilitaba la
conservación de tubérculos (chuña) y carnes (charqui).
La franja de Valles y quebradas va desde el Norte de Jujuy hasta el Norte de San Juan,
pasando por Salta, Tucumán, Catamarca y La Rioja. Abarcaba la región diaguita y de la
Quebrada de Humahuaca. La altitud va de 1500 a 3000 metros sobre el nivel del mar. Era un
territorio apto para la práctica la agricultura, cultivándose maíz, zapallo, porotos, ajíes, entre
otros alimentos. Son abundantes los bosques de chañar y algarrobos, fuentes importantes de
alimentos. La llama también se pudo adaptar a este territorio. Fue intensa la circulación de
hombres, bienes y productos que pusieron en contacto diferentes pueblos, permitiendo la
mezcla y surgimiento de nuevas culturas con sello propio.
En estas regiones era donde se encontraban los pueblos más desarrollados, sobre
todo en aquellas zonas en donde se podía practicar una agricultura intensiva como en el
NOA. También hubo grupos indígenas en la Región Pampeana, en la Patagonia y en el Chaco,
pero estos no lograron un desarrollo tan grande como los de las culturas del Norte argentino.
En la Región Pampeana y en la Patagonia había una mayor presencia de grupos nómades.
Bibliografía.
Rex González – “Arte precolombino de la Argentina”
Rex González – “Argentina indígena en las vísperas de la conquista”
Myriam N. Tarragó – “Nueva historia argentina. Los pueblos originarios y las conquistas”.
Tomo 1. Capítulo I: “El poblamiento del territorio” Carlos A. Aschero.
Enrique Tandeter – “Nueva historia argentina. La sociedad colonial.” Tomo 2. Capítulo III: “El
mundo indígena. Siglos XVI – XVIII” Silvia Palomeque.
El período agro – alfarero se puede dividir en tres etapas, que también tendrán
influencia de los horizontes culturales de los Andes Centrales, especialmente el horizonte
Tiahuanaco – Huari y el Inca, que difundieron estilos artísticos y rasgos tecnológicos,
iconográficos y simbólicos que fueron adoptados por ciertas culturas del NOA. Rex González
clasifica estas tres etapas de la región como:
o Período temprano o Formativo Sur Andino: 500 a.C. – 650 d.C. Comenzó con
la llegada de las primeras culturas agroalfareras al NOA. No se sabe
exactamente el camino que siguieron estas primeras culturas, si bajaron desde
el altiplano andino o se abrieron paso a través de las selvas tropicales del este
de los Andes. Estas culturas estuvieron diferenciadas fundamentalmente por
sus estilos alfareros y por sus trabajos en piedra. Las principales culturas
fueron Tafí, Condorhuasi, Alamito, Candelaria y Ciénaga. Esta etapa culmina
con la llegada de las primeras influencias tiahuanacotas.
o Período medio o de las influencias tiahuanacotas: 650 – 800/850 d.C. Está
representada por la cultura de la Aguada con la influencia del Tiahuanaco
clásico. Es la época de más alta expresión cultural del Noroeste argentino y
se produce una revalidación religiosa a través de la acción social y directiva
de los chamanes. Con el fin de la cultura Aguada termina el Período medio.
o Período Imperial o Incaico: va del 1480 a 1535 d.C., culminando con la llegada
de los españoles. Período en que la región del N.O. pasa a formar parte del
Tahuantinsuyo, específicamente del Collasuyu, el cuadrante sureste del
Imperio Inca. La influencia incaica se notará sobre todo en las obras de
ingeniería y arquitectura que ejecutarán en el territorio, por ejemplo, la
construcción de caminos o capacñan que alcanzó en el N.O. alrededor de
2000 km de extensión. Otras obras de los Incas fueron los tambos, los fuertes
o pukaras como el Pukara de Aconquija, las collcas o almacenes de comida,
entre otras.
Trabajaron con diferentes metales como el cobre, el bronce, el oro y la plata, a la vez
que con diferentes técnicas, como ser el laminado, el repujado, la fundición, la incrustación
de diferentes materiales, el mosaico, entre otras. En el campo de la escultura en piedra
también alcanzaron una alta especialización desarrollando esculturas megalíticas como los
menhires de Tafí u obras en las que “jugaban” con los espacios negativos y positivos como las
esculturas de Condorhuasi. Las esculturas y tallas en madera debieron ser frecuentes, pero se
han conservado muy pocas piezas.
En tejidos trabajaron en lana y son de carácter polícromo, se conocen pocos, aunque
son de alta calidad. Usaron tinturas variadas, tanto vegetales como animales, y usaron la
misma iconografía que en la cerámica. En pintura, aparecen ejemplos rupestres con estilos
diferentes, algunos de alto valor simbólico y artístico; en la Patagonia y en las Sierras
Centrales de Córdoba se encontraron evidencia de arte parietal.
Bibliografía.
Rex González – “Arte precolombino de la Argentina”
Rex González – “Argentina indígena en las vísperas de la conquista”
Myriam N. Tarragó – “Nueva historia argentina. Los pueblos originarios y las conquistas”.
Tomo 1. Capítulo I: “El poblamiento del territorio” Carlos A. Aschero.
Población indígena del N.O. argentino. Los primeros agricultores. Cultura Tafí.
La Cultura Tafí floreció en el Valle de Tafí en Tucumán y se llama así por los restos de
una cultura encontrada en la localidad de Tafí del Valle y El Mollar. Ocupaban un ambiente
húmedo y frío que presentaba excelentes condiciones para el desarrollo de la agricultura y la
cría de animales. Se cree que se desarrolló en diferentes fases y su influencia debe haberse
extendido a diferentes partes del Noroeste argentino. La economía se basaba principalmente
en la agricultura, desarrollada en amplios canchones y terrazas rudimentarias, combinándose
con la caza como actividad económica complementaria, y el pastoreo de llamas, que servían
tanto para alimento como para transporte.
Generalmente las viviendas de este período estaban dispersas unas de otras, de 100
a 300 metros aproximadamente, y disponían de terrenos de cultivo a su alrededor. A pesar
de estar aisladas, se encontraban lo suficientemente cerca unas de otras como para indicar
que debió de existir una unidad política y social entre las diferentes familias. La disposición
de las plantas circulares que presentaban las viviendas se conoce también con el nombre de
patrón margarita, por cómo esos círculos se agrupan en torno a un círculo mayor que era el
patio. Otras culturas presentarán unidades habitacionales más próximas unas a otras,
agrupadas en pequeños poblados.
Las habitaciones menores eran empleadas por la familia como depósito o dormitorio,
mientras que en los patios se realizaban las tareas domésticas de molienda, cocina, atalaje
de animales, reparación de elementos, entre otras cosas
Practicaron el culto a los muertos con una mayoría de sepulturas simples que se
ubicaban generalmente en el patio central de las unidades habitacionales, acompañadas de
ajuares funerarios. La forma de enterramiento variaba de acuerdo a la edad, los adultos en
posición flexionada mientras que los niños en urnas. Debido a que no se encontraron mucha
diferencia entre las tumbas se cree que era una sociedad relativamente igualitaria. En
algunos casos se encontraron cámaras, colocándose junto al muerto un ajuar funerario.
La cerámica no llegó a ser compleja, sino más bien sencilla y pobremente decorada.
La mayoría de las piezas tenía las paredes lisas y era una cerámica rojiza; se encontraron
pocos ejemplares con caras humanas o animales, con la técnica del pastillaje e incisiones.
Son particularmente famosos sus estelas, monolitos o “menhires”, llamadas así por la
palabra celta que hace alusión a “piedra larga”. Se tratan de monolitos de piedra que van
desde 1 a 4 metros de alto y cerca de 50 cm de ancho, con una forma tendiente a la cilíndrica
o achatada con dos caras más o menos planas, que se conseguía tallando la piedra, y un
surco grabado en su parte superior que tal vez sirvió para atar una cuerda a fin de sujetar
adornos, que se cree pudieron haber sido principalmente plumas. Algunas son lisas y otras
llevan grabados o esculpidos motivos en bajo relieve. Los monolitos lisos pudieron haber
estado decorados con diseños pintados que hoy desaparecieron por completo; esto lo revela
un ejemplar que conservó vestigios de pinturas minerales.
Los motivos que se trabajan son figuras antropomorfas, zoomorfas como el felino y la
serpiente, figuras híbridas mezcla de antropomorfas y zoomorfas, y figuras geométricas
como el punto, la línea y el círculo. Los motivos generalmente están esculpidos sobre una
cara lo que significaban que estaban hechos para ser vistos de frente. El trabajo tiende hacia
la síntesis y la abstracción.
Predomina el uso de la línea, de ancho variable, que pueden rectas o curvas. Son
motivos lineares hechos con un surco que se tratan más de dibujos sobre piedra. En las
figuras antropomorfas generalmente se representa el rostro humano, en ocasiones
superpuestos, con grandes ojos circulares, largas narices de carácter geométrico y líneas que
envuelven el rostro, partiendo desde los ojos, dando la sensación de ser arrugas. Los motivos
felínicos son difíciles de distinguir por el grado de síntesis y geometrización, pero se pueden
representar los bigotes largos, las orejas, y las machas de la piel mediante surcos en la piedra;
en ocasiones dispuestos rítmicamente sobre la superficie.
El motivo del felino puede tratarse de una obsesión temática en la cual se busca
descomponer los rasgos humanos y mezclarse con rasgos y formas zoomorfas, que en
ocasiones dan lugar a formas irreales o fantásticas. Esto puede llevarnos a pensar que el
mundo natural resulta amenazador para el hombre y mediante estas obras busca una
especie de simbiosis para conseguir los atributos necesarios para la subsistencia.
No se conoce mucho acerca del significado de los menhires. Se cree que un grupo
pudo haber estado situado alrededor de un montículo artificial. Este conjunto podría haber
formado parte o haber constituido en su totalidad un centro ceremonial, el primero hasta la
fecha en Argentina, en donde se congregaban comunidades de diferentes partes del valle y
de zonas aledañas. Otro significado que se le da puede estar relacionado con la agricultura,
pudiendo estas piezas haber servidos como ofrendas a la tierra, y su forma fálica tal vez hacía
referencia a la idea de fecundar la tierra.
Aparte de los monolitos realizaron otros trabajos en piedra como ser máscaras que
trabajaban en bajo relieve y representaban rostros humanos realizados sintéticamente
mediante formas geométricas. Estas máscaras tenían pequeños orificios en los costados que
servían para sujetarla a la persona, por lo que se cree que podían tener un fin mortuorio
sujetándose al difunto. Da la sensación que primero desbastaron el fondo para que surjan la
forma de la nariz, los ojos y la boca. El tratamiento plástico a la vez que es sencillo tiene una
gran expresividad. Si bien presentan semejanzas estilísticas, el contorno de cada máscara
encontrada es diferentes a las demás por lo que se cree que pertenecían a personalidades
distintas.
Rex González cree que los primeros pueblos que llegaron al territorio argentino,
trajeron consigo el conocimiento para el trabajo de la piedra, explicando esto su temprano
desarrollo de las esculturas. Sin embargo, las siguientes olas inmigratorias no se interesaron
tanto por el trabajo en piedra sino si más por la cerámica y la metalurgia, influenciando
también a las culturas locales existentes. Esto explicaría la gradual desaparición o desinterés
de períodos posteriores por el trabajo en piedra.
Bibliografía.
Rex González – “Arte precolombino de la Argentina”
Rex González – “Argentina indígena en las vísperas de la conquista”
Prof. Silvina Beatriz Araoz – “Exégesis Cultura Tafí”
Myriam N. Tarragó – “Nueva historia argentina. Los pueblos originarios y las conquistas”.
Tomo 1. Capítulo V: “La vida agraria en los Andes del Sur” María Ester Albeck.
Candelaria.
Las urnas tenían las paredes lisas y resistentes, fueron elaboradas con cerámica gris
sin pintar y tenían una dimensión de entre 50 y 150 cm aproximadamente, presentando un
cuello angosto en relación al cuerpo de forma globular. Su ornamentación más frecuente
consistía en líneas de incisiones formando motivos geométricos que se repetían a lo largo del
cuerpo y cuello. También podían estar adornadas con tiras de barro aplicadas con la técnica
del pastillaje, representándose un rostro humano, ojos almendrados, cejas en relieve, boca
redonda y barba; y en ocasiones estribos a sus costados para el agarre.
Los objetos de alfarería fueron las piezas características de esta cultura, aunque
también se encontraron en los entierros canastos decorados con diseños geométricos de
colores, textiles de diferente tipo de lana de llama, adornos de pluma, objetos de metal y de
piedras como hachas bien pulidas y morteros, entre otros objetos.
Bibliografía.
Rex González – “Arte precolombino de la Argentina”
Rex González – “Argentina indígena en las vísperas de la conquista”
Prof. Silvina Beatriz Araoz – “Exégesis Cultura Candelaria”
Myriam N. Tarragó – “Nueva historia argentina. Los pueblos originarios y las conquistas”.
Tomo 1. Capítulo V: “La vida agraria en los Andes del Sur” María Ester Albeck.
Ciénaga.
Esta cultura formaba parte de la cultura conocida como Los Barreales, que agrupaba
a otras culturas como Condorhuasi y Aguada. A través de diferentes estudios arqueológicos,
finalmente se separaron en Ciénaga, Condorhuasi y Aguada.
La agricultura era la base para la subsistencia, con la presencia del maíz, junto con el
zapallo y frutos del algarrobo y chañar. Esto lo combinaban con el consumo de camélidos (lo
que puede marcar también la práctica del pastoreo), y con la caza seguramente. En cuanto a
lo social, parece haber sido una sociedad más bien simple, con cierta diferencia de “status”
entre las personas, lo que demuestran los entierros. Hubo un mayor grado de especialización
en las diferentes técnicas, incluso se plantea que miembros de esta cultura se iban hasta
lugares lejanos para conseguir diferentes materiales para el trabajo, indicando el nivel de
conocimiento que se tenía a la hora de elaborar una pieza.
Los vasos de piedra blanda serán característicos de esta cultura, decorados con una
iconografía que será posteriormente explotada en Aguada. Se tratan de figuras en relieve
que pueden ser zoomorfas, como el felino, o antropomorfas, entre las que se destaca el
sacrificador que lleva en una mano una cabeza trofeo y en la otra un hacha, pudiendo indicar
la práctica del sacrificio. Las formas están trabajadas de forma sintética y con decoraciones
mediante líneas de incisión. Estos vasos pudieron ser usados en rituales relacionados con el
sacrificio, con la fertilidad de la tierra y también para la preparación y uso de alucinógenos.
En ocasiones se le encuentran ciertas similitudes con los keros, aunque éstos son de menor
diámetro. Pueden llegar a tener una altura de 35 cm. Una vez finalizada la obra se bruñía para
dejarla suave. Además de los vasos se encontraron figuras zoomorfas como ser un felino con
líneas de incisión, y una especie de hacha de piedra con lo que parece ser el rostro de un
felino o una llama en la punta.
Las cabezas trofeos, los sacrificadores y las formas geométricas puede indicar el
desarrollo de una simbología que se iba volviendo cada vez más compleja. Practicaron
también el culto a los muertos, enterrándolos en cementerios ubicados cerca de las
viviendas; en tumbas cilíndricas en donde se colocaba a los muertos en el fondo del pozo
junto con su ajuar funerario. Se depositaba al muerto sentado y con las rodillas en el pecho,
pudiendo haber estado envuelto en finos tejidos, pero que por el clima de la zona no se
conservaron. También se encontraron urnas con esqueletos de niños, acompañados de
objetos como juguetes.
Los tipos más comunes son las urnas funerarias, jarras, bols y cerámica grito. Se
representan figuras y motivos geométricos como ser rombos, ajedrezados, triángulos,
rectángulos, cuadrados, flechas, líneas quebradas, grecas escalonadas, una H quebrada,
entre otros elementos. En ocasiones se divide la superficie en paneles horizontales que se
rellenan con un mismo motivo. Estos elementos geométricos predominan durante las
primeras fases de La Ciénaga; en la medida que van desarrollando la alfarería se empiezan a
ver las figuras humanas y zoomorfas, dispuestas en paneles geométricos o aisladas. Dentro
de los motivos figurativos destaca el felino y la llama, y en ocasiones se encuentra una
simbiosis entre las dos. Ambas figuras se disponen en línea siguiendo una misma dirección y
son imágenes sintéticas y podían ser trabajadas mediante líneas rectas o curvilíneas. A veces
da la sensación de que la cabeza se halla de frente y el cuerpo de perfil.
Hay también piezas modeladas o en efigie, entre las que se representan figuras
antropomorfas y zoomorfas que, en ocasiones, a pesar de la síntesis, resultan en seres
complejos. Se encontraron varios ejemplares, uno de ellos tiene la forma de una figura
denominada “paquípoda” por sus piernas enormes y sus volúmenes desproporcionados, y a
pesar de que no se representa ni el sexo ni los pechos, se considera que se trata de la figura
de una mujer por la amplitud de la cintura, las nalgas y los relieves adiposos. Esta forma se
puede asociar a las Venus del Paleolítico Superior Europeo o a las Pretty Ladies de Tlatilco, tal
vez haciendo referencia a la idea de la fertilidad.
Otro rasgo artístico de esta cultura fueron pinturas parietales encontradas en las
paredes rocosas de Laguna Blanca. Son petroglifos que reproducen los motivos de la
alfarería, predominando una serie de figuras fantásticas y motivos geométricos. Entre las
figuras fantásticas pueden identificarse una serie de figuras felínicas, figuras dobles, figuras
de llamas, figuras que resultan mezclas de diferentes animales, representación de huellas o
pisadas tanto zoomorfas como antropomorfas, figuras de monos, mamíferos extraños a la
fauna local, serpientes bicéfalas con ciertos atributos draconiformes, entre otras
representaciones. Las formas de representación varían desde un cierto realismo, hasta un
esquematismo. Las figuras humanas se representan con el cuerpo alargado adornados con
motivos diversos.
Bibliografía.
Condorhuasi.
Condorhuasi fue una de las culturas más interesantes que existieron en el NOA,
llegando a proyectar una influencia estilística sobre culturas contemporáneas y posteriores.
Los sitios donde se encontraron ejemplares Condorhuasi van desde el Norte de la provincia
de Catamarca hasta la Provincia de La Rioja, y desde el Oeste catamarqueño a Santiago del
Estero. Los primeros sitios se localizan en el Valle de Hualfín; también se hallan influencias en
la zona del Campo de Pucará. Se cree que esta cultura se formó por la confluencia de
distintas culturas que llegaron a la región y que se fueron integrando con las que ya existían
en el lugar.
Se cree que le sigue un tipo alfarero conocido como Vaquerías, que presenta la
superficie bruñida y motivos geométricos como triángulos, formas irregulares y escalonadas.
Las formas típicas son jarros esbeltos y elegantes, y figuras humanas modeladas, con colores
amarillentos y rojizos.
Destaca sobre todo la alfarería polícroma de atmósfera oxidante. Podían ser tricolor,
con blanco – crema, rojo y negro; bicolor, con una combinación de blanco – crema con rojo o
negro, o negro con rojo y crema. Destacaron sobre todo las piezas con motivos geométricos
pintados con negro y blanco, con un fondo rojo. Este período se denomina Condorhuasi
Polícromo y se cree que fue fabricada específicamente con fines funerarios y rituales e
ilustran sobre la vestimenta, adornos y pintura corporal de los miembros de esta cultura.
Las formas de la cerámica polícroma son variadas, pudiéndose trabajar jarros, vasijas
de cuerpo globular y cerámicas escultóricas. Destacan sobre todo estas últimas con formas
antropomorfas, zoomorfas, fitomorfas y fantásticas. Las piezas antropomorfas representan
sujetos sentados de cuerpo robusto, brazos pequeños y piernas cónicas abiertas.
Generalmente tienen un tono rojizo de fondo, y con motivos pintados en blanco – crema y
negro, que tienden a ser formas escalonadas o aserradas. Los brazos pueden terminar en
muñones o estar completos, pero son extremadamente delgados; lo mismo sucede con las
piernas, aunque son más gruesas que los brazos. Se puede distinguir entre las figuras
masculinas y femeninas, ya que al hombre se les representa los genitales y a la mujer los
pechos como pequeñas protuberancias. Se observa también que en el rostro están presente
orificios que, según Rex González, era para la tembetá o barbote, es decir una varilla de
metal, piedra, hueso u otro material que se llevaba generalmente en los labios y que
seguramente era un signo de belleza; por otro lado los orificios servían para que escape el
oxígeno durante la cocción.
Bibliografía.
El Alamito.
Esta cultura se ubicó en el Departamento de Andalgalá, en la provincia de Catamarca.
Se inscribió en el desarrollo de la escultura en piedra, de la misma forma que Tafí y
Condorhuasi. Los pueblos de esta cultura vivieron en pequeños villorios formados por
núcleos de cinco a doce viviendas dispuestas alrededor de un patio central ovalado o
redondo. Hacia el Oeste de estas habitaciones, se encontraba un montículo artificial de hasta
30 metros de largo por tres de alto. Este montículo podría haber tenido una función
ceremonial, ya que allí se encontraron menhires y en las inmediaciones cabezas de piedra;
también se cree que podría haber servido como basurero. Estos villorios están separados de
villorios vecinos por distancia que varían entre los 100 y 500 metros; seguramente cada
núcleo tuvo un vínculo social, familiar, político o religioso en común. Seguramente
desarrollaron un tipo de economía agrícola combinada con otras actividades.
No se conoce mucho acerca del proceso que se siguió para conseguir el tipo de
figuras de los suplicantes. Una de las ideas que se mantiene, y que se aplica como regla
universal, es que primero desarrollaron una figura naturalista para conocer bien la forma, y
en la medida en que iban dominando la técnica, consiguieron un nivel de abstracción mayor
para la figura. Se cree que este proceso también está relacionado con la complejidad que
iban adquiriendo ciertas ideas relacionadas con la cosmovisión de los determinados pueblos;
mientras mayor era el desarrollo de estas ideas, mayor la abstracción de las formas para
expresar mediante símbolos esas ideas.
Además de formas antropomorfas también se encontraron formas zoomorfas
trabajadas al estilo suplicante, morteros y cabezas esculpidas. Dentro de la cerámica hay
vasos efigies que en general son toscas en su decoración pictórica, y presentan también
características de los suplicantes.
Bibliografía.
El período medio va desde el 650 hasta el 800/850 d.C. Está representada por la
cultura de la Aguada con la influencia del Tiahuanaco clásico. Es la época de la más alta
expresión cultural del NOA, los diversos elementos decorativos muestran un gran
simbolismo y expresividad, a la vez que hay una gran cohesión sociopolítica y religiosa. Con el
fin de la cultura de la Aguada termina el Período medio.
La cultura de La Aguada.
La Aguada representa una de las más altas expresiones culturales del NO argentino
en época prehispánicas. Durante mucho tiempo se agrupó con las culturas de Ciénaga y
Condorhuasi, en el conjunto “cultura de Los Barreales”, ya que comparten rasgos en común;
sin embargo, las investigaciones permitieron aislar las diferentes culturas para definir el
estilo propio de cada una.
Según Rex González, Aguada presenta analogías con culturas como la Olmeca, Chavín
y Tiahuanaco, ya que trabaja elementos figurativos, con una profusión de imágenes
naturalistas y fantásticas, que reflejan ideas religiosas. Fue un arte influenciado por una
iconografía religiosa que constituyeron la base de su expresión. Los motivos utilizados se
mantuvieron constante durante cierto lapso de tiempo, probablemente mientras duró el
culto religioso que las fundamentaba.
Los núcleos más densos de población se ubicaron a orillas de los ríos sobre planicies
aluviales donde era fácil el cultivo. Las técnicas de construcción variaban según la región, en
el Valle de Hualfín las viviendas eran de material perecedero como ser ramas y barro; en
Santa María se encontraron habitaciones circulares de piedra; y en el Valle de Ambato
viviendas de barro y piedra con habitaciones en torno a un patio central. La economía era
más bien agrícola con la incorporación de nuevos alimentos, sobre todo del maíz.
Los cementerios de los diferentes sitios habitados por Aguada fueron una fuente
importante de conocimiento. Las tumbas podían tener una profundidad de 2 o 3 metros y
generalmente se enterraba sólo al individuo con un ajuar funerario que seguramente fueron
los objetos que lo acompañaron y definieron su actividad mientras estuvo vivo; los ajuares
variaban según el status del difunto. En ocasiones se encontraban 2 o más cuerpos en una
misma tumba, que se cree podían ser o entierros familiares o personas sacrificadas cuando
morían sus amos o señores. También se encontraban cráneos aislados junto al esqueleto
principal, lo que tal vez hacía referencia a las cabezas trofeos de los sacrificados, práctica que
se generalizó en ésta época debido a la influencia de Tiahuanaco y que fue parte importante
de su religión. Por razones climáticas no se conservaron objetos de material perecedero
como telas o elementos de madera, aunque se considera que eran enterrados en fardos
funerarios de la manera en que se hacía en los andes centrales.
Los restos más abundantes de la cultura de Aguada son sus vasos de alfarería,
distinguiéndose sobre todo dos tipos, uno negro o gris con decoración incisa y otro en
atmósfera oxidante con decoración pintada. Los motivos que se representan giran
principalmente en torno al felino y sus diferentes variantes, a otras formas zoomorfas, a la
forma antropomorfa y a los motivos geométricos como líneas, puntos o signos escalonados.
Tanto las formas zoomorfas como antropomorfas están trabajadas ya sea más tendiente
hacia el naturalismo o más tendiente a la abstracción, geometrización o síntesis.
Otras piezas características serán sus figuras coroplásticas, que se tratan de figurillas
antropomorfas modeladas a mano en arcilla de color rojizo o amarillento. Acerca de su
significado, se piensa que están relacionadas con ritos agrarios de fertilidad, o que eran
usadas por chamanes en ceremonias relacionadas a la cura de enfermedades. Estas figuras
abundaron en la américa precolombina.
Pueden ser imágenes desnudas o vestidas que se caracterizan por sus grandes ojos
oblicuos, piernas y manos que se trabajan de forma sintética y en ocasiones se reducen a
simples muñones y complejos peinados. Predominan las figuras masculinas, aunque se le da
poco énfasis al sexo. Presentan un alto grado de estilización y se destacan por su frontalidad,
ya que casi no presentan mayores rasgos anatómicos en la parte posterior. Se usa
principalmente la técnica del pastillaje para trabajar las características anatómicas del rostro,
línea de incisión en el caso de representarse el sexo, y pueden presentar o no tatuajes o
pinturas faciales.
Los peinados y tatuajes que presentaban las figuras, tal vez hacían alusión a la
jerarquía social. El peinado más común eran el cabello largo dividido en dos mitades,
también se observan tocados en forma de turbantes con la imagen felínica y sus fauces
abiertas. En los tatuajes destacaban motivos geométricos, figuras de felino y formas
draconiformes.
Otras obras modeladas son las pipas o incensarios con una figura en uno de los
extremos. Seguramente estas pipas estaban relacionadas con rituales religiosos; se observa
en ellas un carácter fálico por lo que no se descarta que pudieron haber estado relacionadas
a connotaciones sexuales y ritos de fecundidad, o que las sustancias que se consumían tenían
caracteres afrodisíacos. Presentan motivos felínicos con decoración incisa, o formas
modeladas, pudiéndose destacar un ejemplar con las fauces del felino en dos extremos y
rostros humanos en los otros dos.
La metalurgia fue uno de los campos más desarrollados por la cultura Aguada,
perfeccionándose diferentes técnicas, entre ellas la de vaciado (consistía en hacer un modelo
en cera, cubrirlo con cerámica, cocinarlo en un horno para que se derrita la cera y quede el
modelo en negativo, y luego introducir el metal caliente para obtener la pieza). Algunos
ejemplos son hachas de metal con motivos incisos de figuras felínicas y draconiformes
trabajadas sintéticamente mediante una línea continua. Se encuentran también pectorales,
discos, narigueras, pendientes, entre otras cosas.
Además del “Disco de Lafone Quevedo”, se encontraron otros discos en los que se
observa un trabajo similar mediante la técnica de cera perdida, un gran trabajo del relieve y
con la representación de figuras esquemáticas y estilizadas; en un ejemplar se observa la
figura del sacrificador con dos hachas en sus manos. En éste, junto con otro ejemplar de
similares características al “Disco de Lafone Quevedo”, se aprecian una gran cantidad de
elementos simbólicos. Rex Gonzáles plantea que a todos estos ejemplares se los coloca
dentro de la órbita de la cultura Aguada por las características que presentan, sobre todo por
la presencia de las figuras ricamente ataviadas junto con la de felinos y reptiles
(draconiformes); sin embargo, propone que estilísticamente estos ejemplares difieren de
otros de la misma cultura, como por ejemplo los realizados en cerámica, por lo que queda la
duda de si los discos de metal realmente pertenecieron a ésta cultura.
El desarrollo artístico de esta cultura fue muy importante, lo que se observa en que
las piezas de cerámica para uso diario y para uso ritual, tenían la misma calidad artística.
Las pruebas de Carbono 14 ubican el declive de la cultura Aguada a partir del año 800
d.C. en dónde empieza a declinar la influencia de la alfarería. Las figuras del felino, y del
hombre combinada con la del felino, se vuelven confusas perdiendo su sentido simbólico y
volviéndose cada vez más decorativa. Este proceso varía según las distintas regiones
geográficas donde llegó a expandirse la cultura Aguada. No sólo empieza a desaparecer la
imagen simbólica que fue impuesta como canon durante un período de doscientos años a los
artesanos, sino que también la calidad técnica de los diferentes medios empieza a decaer.
Una de las posibles causas de éste declive puede ser a que cesaron de llegar las
influencias del lago Titicaca y de la cultura Tiahuanaco, y comenzaron a hacerse sentir la
influencia de pueblos llegados del Chaco y de la selva amazónica, cambiando los estilos
artísticos de las culturas invadidas. Esto ocurrió muchas veces en la historia precolombina de
Argentina, incluso a la llegada de los españoles los indígenas sedentarios del NOA les
informaban de los pueblos belicosos y caníbales del Este que los asolaban. Con la
desaparición de la cultura de Aguada comienza el Período Tardío en el NOA.
Bibliografía.
Rex González – “Arte precolombino de la Argentina”
Rex González – “Argentina indígena en las vísperas de la conquista”
Prof. Silvina Beatriz Araoz – “Exégesis Cultura Aguada”
Las urnas funerarias, con sus diferencias regionales, fueron uno de los elementos
característicos para distinguir este período. Grandes vasijas de alfarería de pasta gruesa,
pintada en dos o tres colores, con formas cilíndricas o de “conos superpuestos” que servían
para depositar cadáveres de niños, mientras que los adultos eran enterrados en el suelo sin
ajuar funerario alguno, como indican algunos cementerios del Valle de Santa María. Las
urnas van a tomar el nombre de la región a la que pertenezcan, por ejemplo, estilo Hualfín
(por el Valle de Hualfín), San José, Santa María, etc.
En sus comienzos todos los estilos debieron ser parecidos entre sí. Entre los rasgos
comunes se pueden destacar el uso de tres colores, en especial el rojo y el negro sobre una
base blanquecina o amarillenta. La forma común es semicilíndrica o troncocónica con un
cuerpo que se contrae ligeramente desde la base hasta la boca. La decoración se hace a base
de paneles verticales pintados bordeados con una línea roja. Estos paneles se rellenan con
motivos geométricos y figurativos, entre los que destacan las formas de reptiles como ser el
sapo y la serpiente. Las decoraciones en las vasijas no tienen un sentido de frontalidad ya
que no hay ningún panel que destaque sobre otro; y generalmente un panel con motivos
figurativos alterna con otro con motivos geométricos.
Se desarrolló hacia el 850 d.C. y perduró hasta el 1500. Se localizaba en los Valles de
Santa María y Calchaquí, donde se encuentra el río del mismo nombre, en la provincia de
Catamarca. Antiguamente este río era conocido con el nombre de Yocavil por lo que la
cultura de Santa María era conocida como Yocavil. Se extendió hacia los Valles Calchaquíes a
lo largo del río de Santa María, llegando también por el Este a la provincia de Tucumán y por
el Norte hasta el Sur de Salta.
Esta cultura tuvo modalidades locales según el territorio en que se ubicaba. Hablaba
uno de los dialectos del grupo cacano, el cacán. Los incas los denominaron Diaguitas, que
significa “serranos”, a todos los pueblos que hablaban este idioma. Estos pueblos fueron
conocidos por su bravía, ya que resistieron durante mucho tiempo el avance tanto de los
incas como de los españoles, especialmente de éstos últimos, que tardaron más de un siglo
en doblegarlos, y tras conseguirlo los desterraron hacia diferentes lugares, como por ejemplo
la provincia de Quilmes en Buenos Aires.
Loma Rica, conocida así porque los lugareños creían que la antigua ciudad guardaba
tesoros y riquezas, cuenta con más de 250 recintos, con anchas paredes de grueso rodado.
Tal vez estos se situaban alrededor de un patio o recinto mayor. Algunos recintos más grades
debieron haber sido corrales de llamas o sitios ceremoniales. Era un lugar difícilmente
accesible que se estima llegó a contar con más de 1000 habitantes.
La economía de estos pueblos era agrícola – ganadera. Criaban camélidos entre los
que se destacaban la llama y la alpaca; estos animales no sólo servían como fuente de
alimento sino también como medios de transporte y para aprovechar su lana. El cultivo
básico era el maíz, junto con el zapallo, papa, porotos, maní, entre otros. Construyeron
acequias y represas para aprovechar el agua debido a la sequedad del valle, y utilizaron un
sistema de riego para el cultivo. También aprovecharon diferentes recursos como el bosque
de chañar, algarrobo, las matas de los cactus, entre otros.
La decoración básica se comprende por una figura semi – humana, colocada a ambos
lados de las urnas, donde destaca el rostro con cejas largas y ojos oblicuos que se representa
sobre el cuello de la urna. La boca puede estar pintada o trabajada con relieve, o incluso
estar ausente. Sobre el cuerpo se destacan los brazos que se juntan hacia el centro del pecho
sosteniendo una especie de recipiente; tanto los brazos como las cejas y ojos podían estar
trabajadas mediante relieve (pastillaje) o pintados.
Las urnas pasan por diferentes fases de acuerdo a sus formas y motivos decorativos,
pudiendo distinguirse seis, de la O a la V, teniendo validez esta clasificación sólo para las
urnas halladas en el Valle de Yocavil (las urnas santamarianas encontradas en otros valles
tendrán características diferentes por lo que es necesario una clasificación diferente). En la
fase O el cuerpo tiene un gran volumen, con decoraciones de motivos geométricos y
predominando el negro y rojo sobre blanco (tricolor). El cuerpo se divide en dos, con las asas
en la mitad inferior y se encontraban tapadas con pucos. En la fase I el cuerpo tiene forma de
barril y hay una constricción pronunciada entre el cuerpo y el cuello. La decoración es con
motivos geométricos y tricolor como el período anterior; también aparece la representación
antropomorfa modelada en ojos, cejas y brazos. En la fase II el cuerpo sigue siendo
voluminoso con una pronunciada constricción y un cuello corto. Siguen los motivos
geométricos y antropomorfos en grandes zonas de colores, y en cuello aparecen motivos
variados. En la fase III el cuerpo pierde volumen y el cuello se alarga y la constricción puede o
no estar presente. La representación antropomorfa es pintada y aparecen las figuras de
serpiente. Se pasa del tricolor a bicolor (negro sobre blanco), y se decora internamente el
borde con una guarda de elementos geométricos. Se cree que en esta fase comienzan las
influencias incaicas. En la fase IV el cuerpo se hace más chico y el cuello más largo y evertido.
En esta fase aparece un motivo de un guerrero que puede o no tener una cabeza trofeo y
aparece ataviado con armaduras y escudos. También hay figuras de camélidos, suris, motivos
en dameros, entre otros (iconografía rica), y las asas se encuentran en la mitad superior del
cuerpo. Desaparece el motivo antropomorfo en relieve, la decoración en el cuerpo en tres
franjas verticales y el uso del color rojo. Los motivos están dibujados en negro sobre fondo
blanco, y las bocas son grandes, curvas o triangulares. En la fase V hay un gran barroquismo
en la decoración y se pueden observar pequeñas cabezas antropomorfas sobre las asas.
Continúan los motivos típicos como los batracios, suris, serpientes y aves. Son urnas
bicolores, negro sobre blanco, con diseños lineales; se sigue representando el rostro en los
lados, aunque ocupando un espacio angosto y reducido. Se exagera la prolongación del
cuello, y el antropomorfismo se pierde en el resto de la decoración.
Además de las urnas, otra forma común son los boles o pucos, que son platos
profundos que eran usados como recipientes para ofrendas funerarias o como tapas de urna.
También están las piezas modeladas, que presentan el busto de un sujeto antropomorfo de
un lado y la vasija vertedera del otro. Estas obras se encuentran pintadas y trabajadas
mediante técnicas de pastillaje, sobre todo para la parte del rostro, y al igual que las vasijas
funerarias, presentan los mangos en la sección inferior. En otros casos se encuentras vasos
muy parecidos a las urnas funerarias en el caso de la distribución de las partes del cuerpo, es
decir una sección inferior o base, un cuerpo y un cuello; siempre con la representación
antropomorfa en donde se destaca sobre todo el rostro, con la ceja, la nariz y los ojos
grandes y oblicuos, y los brazos llevados al centro como si estuviese sosteniendo algo.
Se observa cómo llegaron a una síntesis y estilización de los diferentes motivos que
representaban, tanto antropomorfos como zoomorfo, fantásticos y geométricos. Destaca
hasta el día de hoy la imagen del ñandú vista de perfil con alas extendidas que se representan
mediante simples líneas, mientras que el cuerpo es representado mediante un círculo, con
decoraciones geométricas en su interior. También se puede representar sólo la cabeza del
ave de forma triangular y totalmente esquematizada. La combinación de las cabezas
triangulares genera efectos o representaciones interesantes. En su interior se observan ojos
redondos
En contraste con culturas del Período Temprano, las culturas del Período Tardío no
trabajaron la escultura en piedra, sólo algunos utensilios; por el contrario, fueron excelentes
trabajando el metal. Trabajaron piezas de metal fundido como discos, pectorales, manoplas,
campanas, y otros elementos utilitarios, apareciendo el bronce con mayor proporción de
estaño. En el caso del pueblo santamariano, su más alto nivel técnico se vio en los discos;
aquí, a diferencia de las urnas, no hay un “horror al vacío”, sino espacios más abiertos con
diseños delimitados por líneas definidas destacando sobre todo su pureza. Estos discos
pudieron ser símbolo de jerarquía para los portadores o usados durante ceremonias.
La ciudad de Quilmes.
La ciudad de Quilmes (nombre que significa “entre cerros”), habitadas por los quilmes
o kilmes, que fueron parte de la cultura santamariana, se ubicó en el Noroeste de Tucumán,
en el Valle de Yocavil que integra el conjunto de los Valles Calchaquíes. Esta ciudad comenzó
a ocuparse alrededor del 1000 d.C. y se desarrollaron hasta la conquista española en el siglo
XVII.
Construyeron sus viviendas, fortalezas, terrazas de cultivo, represas, canales de
irrigación, cementerios y corrales, en las laderas cerro Alto Rey a unos 1800 metros sobre el
nivel del mar. Fueron tributarios de los Incas (tras su conquista), que les impusieron su
lenguaje. Llegaron a tener una altísima densidad de población (de 2000 personas
aproximadamente a la llegada de los españoles) y una organización social estratificada con un
jefe o curaca al mando; este era un cargo hereditario que pasaba directamente a sus hijos,
que a su vez tenían que mostrar dotes para el mando y buena administración de la sociedad.
Dentro del grupo jerárquico estaba también su familia y miembros de su linaje, y
probablemente personas vinculadas con funciones religiosas y tal vez militares, y luego
estaba el resto de la comunidad. Era una sociedad patriarcal y relativamente igualitaria que
disponía de un consejo de ancianos que guiaban la vida espiritual de la sociedad y regulaban
la distribución de la tierra para la comunidad.
La fortaleza o pucará estaba situada en la cima del cerro y era donde el pueblo se
defendía en épocas de guerra; no era de fácil acceso para los intrusos; en las cornisas
también se encontraban, a ambos costados, dos fortines. La fortaleza se encontraba sobre la
falda formando una suerte de estructura escalonada. Los recintos estaban conectados unos
con otros por medios de rampas, escalinatas y puertas estrechas, de modo que se circulaba
protegido (recuerda un poco a la protección que brindaba el Sacsayhuamán a los que se
encontraban en su interior). Contaban también con miradores para observar mejor el
territorio y el movimiento de los enemigos, y caminos protegidos que los podían sacar de la
ciudad a los habitantes en caso de que necesitasen.
La represa está ubicada aguas arriba, y posee dos canales principales, uno que corre
por el borde del cerro y otro por entre medio de los andenes de cultivo para el regadío del
terreno. El agua corre por simple gravedad y en ciertos sectores se encuentran aberturas
estrechas a modo de compuertas. El muro frontal de la represa tiene 3 metros de espesor y
está realizado con piedras, barro y ripio, alcanzando una altura de 3 metros
aproximadamente. Un ejemplo de obra de ingeniería por la complejidad y efectividad del
sistema implementado.
Esta ciudad fue uno el último bastión de los pueblos indígenas de los valles
Calchaquíes. Lograron resistir por mucho tiempo la conquista de los españoles,
especialmente durante la Tercera Guerra Calchaquí. Finalmente fueron derrotados por el
gobernador de Tucumán de ese entonces llamado Alonso Mercado y Villacorta en 1665. Si
bien resistieron las ofensivas de los españoles en la fortaleza, no lograron resistir el bloqueo
que les impusieron cortándoles el acceso a todos los recursos.
Bibliografía.
Rex González – “Arte precolombino de la Argentina”
Rex González – “Argentina indígena en las vísperas de la conquista”
Prof. Silvina Beatriz Araoz – “Exégesis Cultura Santa María”
Antonio Serrano – “Cerámica Indígena”
Carlos Eduardo Solivérez – “Los indígenas de Quilmes”