Fuerzas Armadas Del Peru
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PROFESOR:
Ciencias Polticas
Introduccin Los grupos de presin pblicos estn compuestos de personas o agrupaciones de ellas que desarrollan sus funciones dentro del poder gubernamental o estatal (organizaciones de funcionarios pblicos, las fuerzas armadas, organizaciones militares, industriales). (FAP) es el rgano de ejecucin del Ministerio de Defensa, forma parte de las Fuerzas
Armadas y como tal integra el Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas del Per. Tiene como funcin principal la defensa area del pas, adems, participa en campaas de apoyo social a poblaciones de difcil acceso, organiza puentes areos en caso de desastres y participa en misiones de paz internacional.
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Fuerzas Armadas Las fuerzas armadas de la Repblica del Per estn compuestas por el Ejrcito del Per, la Marina de Guerra del Per y la Fuerza Area del Per. Se considera a la Polica Nacional del Per dentro de las fuerzas armadas aunque en realidad se trata de un organismo distinto con una misin civil diferente, sin embargo, su actuacin y preparacin en funcin a ms de dos dcadas de narco-terrorismo le ha dado en el caso del Per, un carcter extremadamente militar, con importantes fuerzas de ataque terrestres, acuticas y areas y con un personal activo de 114 000 efectivos, y 342 000 reservistas. Las fuerzas armadas del Per dependen del Ministerio de Defensa y del Ministerio del Interior.
Misin
Las fuerzas armadas de la Repblica del Per estn encargadas de defender la soberana del Estado y la seguridad de los peruanos. Planean, preparan y coordinan la direccin y conduccin de las operaciones militares conjuntas de las Instituciones Armadas en el cumplimiento de los objetivos de la poltica de Defensa Nacional, asegurando su mxima eficacia en concordancia con los recursos logsticos y presupuestales asignados, y en observancia de los principios de interoperatividad, eficiencia y accionar conjunto. El Da de las Fuerzas Armadas del Per fue instituido el 24 de septiembre de 1977, mediante el Decreto Supremo N 003-77- CCFF publicado el 10 de enero de 1977; con ocasin de la consagracin de la Virgen de La Merced, Patrona de los Institutos Armados y Gran Mariscala del Per.
Organizacin Las fuerzas armadas del Per se hallan bajo la autoridad del Presidente de la Repblica por medio del Ministerio de Defensa, coordinadas por el Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas.
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MARINA DE GUERRA La Marina de Guerra creada un 8 de octubre de 1821, tienen como tarea principal la de preparar, organizar, mantener y equipar al componente naval de las Fuerzas Armadas, as como la de vigilar, proteger y defender el patrimonio e intereses martimos, fluviales y lacustre garantizando la independencia e integridad territorial. La Marina de Guerra, Institucin Armada, que se forma en el protectorado de San Martn y estuvo bajo el mando del Capitn de Navo Jorge Martin Guise, quien adems fue el encargado de organizarla, orden que cumpli estableciendo las normas disciplinarias britnicas. La primera nave en la que flame la bandera nacional fue la goleta Sacramento. Como toda organizacin moderna, la Marina de Guerra del Per se encuentra en constante evaluacin y evolucin para ser capaz de afrontar los diversos desafos que plantea el nuevo siglo, capacitando y entrenando a su personal dedicndose a la investigacin, as como al desarrollo tecnolgico.
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FUERZA AEREA La Fuerza Area del Per, cuya compleja y slida estructura empez a formarse en los primeros decenios del siglo XX tiene como principal tarea la de preparar, organizar, mantener y equipar al componente areo de las Fuerzas Armadas para proteger y defender los intereses nacionales, garantizando la independencia e integridad territorial. El 27 de noviembre de 1923, el presidente Augusto B. Legua inaugura la Escuela de Aviacin Militar Jorge Chvez de las Palmas, con los mejores aviadores pioneros de Bellavista, Ancn y Maranga. Ese mismo ao se forma el Cuerpo de Aviacin del Per, y en 1932, esta entidad cambia de nombre por la de Cuerpo Aeronutico del Per, CAP. El 18 de julio de 1950, mediante Resolucin Suprema, se cambia la denominacin de Cuerpo Aeronutico del Per, CAP por la de Fuerza Area del Per (FAP). En los aos siguientes, la FAP como componente areo de las Fuerzas Armadas, particip exitosamente en la lucha contra el terrorismo y el narcotrfico. Los programas de Accin Cvica que se ejecutan cada ao son un factor decisivo para el bienestar y progreso de los pueblos. A estos lugares remotos llevan los aviones y helicpteros de las FAP alimentos y medicinas, librando de esta manera una lucha contra la pobreza.
La Fuerza Area del Per es el rgano de ejecucin del Ministerio de Defensa, encargada de la defensa area de la nacin que busca mantener la soberana de los cielos del Per.
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EJERCITO El Ejrcito del Per presente en todas las batallas por nuestra independencia y defensa de nuestro territorio e intereses tiene la misin de preparar, organizar, mantener y equipar al componente terrestre de las Fuerzas Armadas para garantizar la independencia e integridad territorial. El Ejrcito tiene sus orgenes desde el perodo pre inca con la cultura Chavn, sin embargo es en 1819, cuando San Martn llega al Per con 4,500 efectivos, que dicha fuerza alcanzara los 10, 000 efectivos con el alistamiento de 6,000 peruanos. Sobre las base de estos hombres se organizan las unidades netamente peruanas: el Escuadrn Auxiliares de Ica y los batallones Cazadores del Ejrcito y Veteranos de Jauja, las cuales forman parte del Ejrcito Unido Libertador, al mando del General Bolvar, quien obtendra en 1824 las victorias de Junn y Ayacucho. En 1825 se organiza el Ejrcito, de acuerdo a lo estipulado en las ordenanzas para el tiempo de paz. Hoy el Comando del Ejrcito ha emprendido una reforma del Instituto, la cual busca como primera premisa busca el cambio de mentalidad. En ese norte, oficiales, tcnicos, suboficiales y soldados se preparan para el cambio, teniendo como base legal el respeto a la Constitucin y a las leyes, amor a la patria y respeto a la sociedad.
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El rol de las Fuerzas Armadas y del Servicio de Inteligencia Cuando Sendero Luminoso inici su lucha armada en 1980, no solo sorprendi a todos los sectores polticos y al gobierno, sino que tambin encontr desprevenidas a las Fuerzas Armadas. Sendero Luminoso logr expandirse debido a la crtica situacin por la que pasaba el pas y a cmo la poblacin perciba la miseria, el atraso, la exclusin y la injusticia. Y por otro lado estaba el contexto poltico, la ideologizacin, la voluntad de los insurgentes y el comportamiento de los factores sociales, polticos y militares.
Abimael Guzmn inici su lucha en un momento en que saba que era imposible la represin por parte de las Fuerzas Armadas y tambin supo avizorar de antemano los desaciertos que ellas iban a cometer, no solo polticos y militares, sino tambin las faltas del Estado y de la sociedad en su conjunto.
Las Fuerzas Armadas fracasaron en su intento por combatir el terrorismo debido a que la informacin que tenan sobre el maosmo era insuficiente y la bibliografa sobre insurgencia era escasa. Otra dificultad con la que se encontraron fue que la mayor parte de los textos estaban desarrollados por el gobierno de Estados Unidos para combatir la guerrilla panamea, y difcilmente se poda aplicar al caso peruano. Los lineamientos estratgicos y las normas generales para la conduccin de la contra subversin no se desarrollaron con la profundidad necesaria para plantear claros los objetivos fundamentales. A esto se sum la equivocada concepcin que tenan los militares sobre los aspectos de inteligencia; los cuales no se aplicaron correctamente. Por ltimo las Fuerzas Armadas se encontraban frente a un Estado altamente burocratizado, que demoraba meses en decidir su intervencin frente al problema del terrorismo. Fue en 1982 que el gobierno de Belande decidi que las Fuerzas Armadas actuaran. 18
El plan constaba de tres fases; intervencin, pacificacin y consolidacin de la zona convulsionada. Lo que las Fuerzas Armadas no previeron fue que Sendero Luminoso no slo actuaba en el interior del pas, sino que reciba ayuda y conduccin externa. Esto gener la falta de coordinacin entre las directivas presidenciales y las Fuerzas Armadas
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Militares. Haba adems vacos de poder en aquellas zonas donde Sendero haba logrado obtener una importante presencia antes del ingreso de las Fuerzas Armadas.
Para 1984 la estrategia militar no cambi, pero se intensific el accionar represivo y se mostr una preocupacin especial por la organizacin de rondas antisubversivas. Para evitar el crecimiento posterior de Sendero era necesario aplicar estrategias en el campo poltico, econmico y sociocultural. Ese mismo ao, Abimael Guzmn declar que fueron los momentos ms difciles por los que atraves el partido, lo que signific un gran avance para el gobierno, pero no fue suficiente. El gobierno de Belande err gravemente cuando se demor en decidir el ingreso de las Fuerzas Armadas para combatir a la subversin y cuando esto ocurri crey, al igual que con las guerrillas de 1965, que bastaba la simple represin militar para batirlas exitosamente. 19
La interrelacin del terrorismo, la inflacin, la informalidad y el descenso general de la produccin, as como la imposibilidad de pagar la deuda externa, contrada en su mayor parte durante el gobierno militar, contribuyeron al desgaste del gobierno de Fernando Belande.20
Cuando la DINCOTE (Direccin Contra el Terrorismo) fue creada en 1981, dentro de la polica de investigaciones, las cosas empezaron a cambiar. La Direccin realiz un excelente trabajo pese a la falta de personal y de recursos. Con lo que s contaban era con paciencia, y utilizaron la mstica y las buenas habilidades para estudiar al enemigo.
En 1985 Alan Garca decide no pagar la deuda externa, y se esperaba de l y de su aparato poltico, el aporte necesario para que el nuevo gobierno perfilara una estrategia contrasubversiva integral y democrtica. Nada de eso sucedi, ya que el nfasis del nuevo gobierno se centr casi exclusivamente en la necesidad de terminar con la guerra sucia y el llamamiento a los militares para que respetasen los Derechos Humanos. Fuerzas Armadas
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En septiembre del mismo ao, Alan declar ante las Naciones Unidas que su gobierno defendera la democracia contra el terrorismo pero con respeto a las leyes y los derechos humanos; sin embargo no se lograron mayores avances. Fue en 1989, que el gobierno aprista decidi otorgarle una importancia principal a la lucha contra la subversin terrorista. Pero las indecisiones anteriores, los errores cometidos y la desconfianza generada dentro de las Fuerzas Armadas hacan muy difcil desarrollar una estrategia contrasubversiva coherente y eficaz. Adems, el grado de deslegitimacin gubernamental era muy grande y se le vea como un gobierno que estaba de salida. 21
En 1990 cuando Fujimori asumi la presidencia, decidi que los pilares de su gobierno seran, primero la reinsercin econmica y financiera internacional y segundo, utilizara una estrategia contra subversiva en cada campo, no slo en lo militar. Pero su principal arma sera el uso del servicio de inteligencia para llegar a los lderes de Sendero Luminoso a travs de los esfuerzos combinados de DINCOTE y SIN (SERVICIO de INTELIGENCIA NACIONAL).
El cambio ideolgico universal, con la cada del comunismo marxista y la desaparicin de la Unin Sovitica en 1991, ayudaron en la lucha contra el terrorismo, sumado el golpe de Fujimori en 1992 donde disuelve el Parlamento, declara en reorganizacin el Poder Judicial, clausura el Tribunal de Garantas Constitucionales, declara en reestructuracin la Contralora General de la Repblica y proclama el nacimiento del Gobierno de Emergencia y Reconstruccin Nacional. 22
Los militares buscaron mejorar su relacin con la poblacin, ms accin cvica, proteccin de los poblados atacados por Sendero y la creacin de organismos de Defensa Civil. Esto no slo le creara serios problemas tcticos a Sendero, sino que adems se convirti en una gran fuente de inteligencia. El problema para el Estado peruano se localiz en las ciudades, sobre todo en Lima.
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El trabajo en equipo y el uso de un buen servicio de inteligencia llev a la captura de Abimael Guzmn el 12 de septiembre de 1992. Hasta entonces, la DINCOTE haba atacado exitosamente el Comit Metropolitano, uno de los elementos ms importantes de Sendero y capturado a muchos lderes y cuadros polticos del movimiento. El problema resida en que los senderistas eran liberados por la justicia civil por falta de pruebas. Esta situacin termin en abril de 1992 despus del auto-golpe de Fujimori, cuando los juicios fueron conducidos en secreto tanto por jueces civiles como militares. DINCOTE se convirti en un aparato de seguridad y la excelencia de su trabajo fue reconocida en el Per y en el exterior.
El uso de una buena inteligencia y no de una estrategia de represin indiscriminada, llev a la captura de Guzmn y a la crisis de Sendero. Esa fue la forma de enfrentar a un grupo que incluso ahora est tratando de reorganizarse en los niveles estratgicos y tcticos. Un grupo que no slo ha disminuido cuantitativa y cualitativamente sus acciones, sino que tambin ha sufrido una serie de reveses de nivel estratgico despus de la captura de su lder.
Caractersticas 1. La cuestin de los roles de las fuerzas armadas 2. Los escenarios de posible conflicto que se ha revisado y la existencia de amenazas activas y latentes a la seguridad nacional determinan la incuestionable necesidad de que el Per cuente con unas fuerzas armadas con la capacidad operativa adecuada para defender los intereses nacionales. Salvo opiniones radicales, existe un amplio consenso acerca de que las fuerzas armadas deben estar permanentemente en condiciones de cumplir su misin primordial de defensa. Pero el consenso se debilita sensiblemente cuando el debate aborda la cuestin de los roles militares en una sociedad como la nuestra y, en innegable dependencia de este tpico, la cuestin de cmo un pas relativamente pobre en recursos econmicos puede garantizar el poder militar necesario.
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Esto ltimo coloca el tema de los roles de las FFAA en un plano material concreto y especficamente ante la disyuntiva de admitir que los institutos armados deben limitarse a existir en previsin de enfrentar una amenaza de guerra exterior o interna, tesis de la unicidad del rol castrense, o admitir que pueden y deben actuar otros roles adicionales, creando el espacio de debate acerca de cules deben ser tales roles. 1) No obstante las situaciones de conflicto activo o latente entre estados de la regin en los ltimos aos (guerra entre Per y Ecuador en 1995 y tensin militar entre Colombia y Venezuela desde 1999, por ejemplo) predomina entre los analistas adscritos a entidades acadmicas norteamericanas de defensa la idea de que "los ejrcitos de Amrica Latina no tienen una verdadera misin de guerra que cumplir" y que los ejrcitos en esta regin se han convertido "en algo ms que fuerzas policiales bien armadas, cuya principal tarea es preservar el orden". Este punto de vista aprueba y promueve que las fuerzas militares se involucren en otras actividades distintas de la primordial de la defensa externa. Plantean, por tanto, que las fuerzas armadas pueden y deben actuar una pluralidad de roles institucionales. Pero otro ncleo de analistas, tanto en Estados Unidos como en mbitos latinoamericanos, sostiene la idea central de que la misin primordial de las fuerzas armadas es evitar la guerra, por ello deben estar preparadas para ganarla, tesis que se expresa con ciertos matices en planteamientos como: "Los militares tienen que entrenarse y estar listos para combatir, en caso de conflicto" y "La funcin de los militares es prepararse para la guerra". En esta posicin coinciden civiles y militares que opinan en el sentido de que "El fin primordial de las FFAA es garantizar la independencia, la soberana y la integridad territorial de la Repblica...". Slo admiten que las fuerzas armadas podrn colaborar en la atencin de emergencias y desastres naturales, extraordinaria y transitoriamente. Estos analistas plantean, en contraposicin a los anteriores, que las fuerzas
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armadas deben actuar un rol nico, orientado a la defensa externa y al restablecimiento del orden interno. En el medio nacional Fernando Rospigliosi es el ensayista civil que ms consistencia ha mostrado en la defensa del rol nico de las FFAA, al afirmar que actividades como la construccin de carreteras, alfabetizacin y acciones de tipo social no son parte de las funciones de las fuerzas armadas y por lo tanto deben estar prohibidas, y que "Las fuerzas armadas no deben participar en desarrollo porque se vinculan a la poltica". Otras razones que Rospigliosi aduce para sustentar esta posicin son que la participacin militar en el desarrollo de infraestructura no proporciona un ahorro al estado y ms bien produce corrupcin y competencia desleal con la iniciativa privada, y que no es claro que la "accin cvica" sea eficaz, necesaria ni rentable desde el punto de vista econmico. En los ltimos meses asistimos en el Per a la controversia entre ambas corrientes de opinin, pero en la mayora de casos las posiciones se presentan sustentando la demanda de cambiar los roles actuales de las fuerzas armadas. Sea porque los partidarios de la pluralidad de roles militares proponen reafirmarlos, modificarlos o sustituirlos para atender el requerimiento de los tiempos, sea porque los partidarios del rol nico exigen consolidar esta opcin dando por concluido el compromiso de los institutos militares con roles que consideran espurios o distorsionadores de la misin castrense. Pero en una significativa proporcin los ponentes de la controversia trivializan el tema al omitir que la asignacin de roles a las fuerzas armadas no puede ser resultado de un ejercicio de voluntad poltica, menos todava de una decisin militar autnoma. Aunque no lo es, debiera ser evidente que las fuerzas armadas tienen roles determinados por prescripciones constitucionales (en el caso del Per: defensa de la integridad territorial, contribucin a la defensa civil y al desarrollo econmico y social del pas). De manera que cualquier cambio de los roles de las fuerzas armadas
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implica una modificacin constitucional y no puede ser decidida administrativamente. Otra trivializacin de la controversia de los roles militares procede de ignorar u omitir consideraciones acerca de que estos roles no son arbitrarios sino producto de una "visin" de las fuerzas armadas cabalmente coincidente con la idea de modernidad desarrollista adoptada por el sentido comn global en los aos 60 y 70. Surgen en el Per orientados a superar la imagen de los institutos castrenses como meras organizaciones de defensa del fenecido orden oligrquico, orientados tambin por la entonces novedosa concepcin tecnocrtica del Estado y por la fuerte influencia norteamericana en el contexto de su poltica de contencin del comunismo en el continente a travs de las misiones militares y de la "alianza para el progreso". A partir de estas orientaciones los roles militares Implican maximizar la participacin de los medios humanos y materiales de los institutos militares en el desarrollo y la "accin cvica" para contribuir al bienestar general de la sociedad. El cuestionamiento actual a este paradigma militar apunta en sentido favorable a los partidarios del rol nico, respaldando que los institutos armados acten solamente en cumplimiento de funciones "propiamente militares", de defensa, dejando de lado la actuacin para cumplir otro tipo de funciones. Sin embargo, el cuestionamiento del pluralismo que respalda los roles "no propiamente militares" de las fuerzas armadas, no resiste el anlisis como cuestin de principio. Enclaustrar a los militares en tareas propias nicamente de su misin primordial de defensa externa y restablecimiento del orden interno tendra como consecuencia indeseable reforzar la escisin entre la sociedad civil y la "sociedad militar", en lo que el Per tiene mala experiencia y que sustent la idea acendradamente castrense de que los militares eran una casta social y, en un extremo, la conviccin irreal y sustantivamente antiFuerzas Armadas
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democrtica de que la particular cultura organizacional corporativista y organicista de los militares constitua una especie de salvaguarda de la unidad nacional ante el pluralismo naturalmente conflictivo de la sociedad representada en el sistema de partidos polticos. Hasta bien avanzada la dcada de 1970 prim la idea de que los militares eran una tecnocracia providencialmente extraa al disenso y, sobre esta base, configuraron su ideologa de formar parte de "instituciones tutelares". El desarrollo de la democracia en el Per requiere la identificacin de todos los sectores sociales con las posibilidades de disenso y consenso que son consustanciales a la ciudadana, incluyendo a los militares, cuyo estatuto ciudadano sera negado por la exclusin de participar en el conocimiento y la intervencin de la solucin de los problemas nacionales. Por ello, enclaustrar a los militares en sus tareas primordiales supone la rearcaizacin de las FFAA y remitirlas al ambiente vigente hasta los aos 60, cuando el dominio poltico sobre los altos mandos era condicin suficiente para abusar del poder desde el gobierno. Como lo ensea la historia peruana esa situacin no impidi el golpismo, como ciertamente tampoco una mayor intervencin de los militares en la vida nacional ha evitado la politizacin institucional. Pero queda claro que evitar la politizacin de las fuerzas armadas no tiene por condicin excluir a sus integrantes de los problemas de la vida nacional. Creo que, contrariamente a lo que piensan los defensores del rol nico de las fuerzas armadas, la pluralidad de roles militares que se ha materializado en la experiencia peruana de los ltimos 40 aos no es resultado de la arbitrariedad de los gobernantes de turno ni simplemente el fruto de la creciente intervencin militar en los asuntos polticos y en la gestin estatal desde los aos 70. Es una parte del contrato social que se ha materializado en tres constituciones polticas (1933,1979 y 1993) y
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expresa un perodo de la configuracin histrica de la sociedad y del estado peruanos. La cuestin de si la participacin militar en diversos asuntos concernientes al desarrollo econmico y social produce o no un ahorro al estado o si la "accin cvica" es o no necesaria, eficaz y econmicamente rentable, como cuestiona Fernando Rospigliosi, no es un asunto de principio sobre el mbito de competencia de las fuerzas armadas sino materia de una evaluacin emprica y de que, como resultado, el estado circunscriba y planifique adecuadamente las actividades militares concernientes y ejerza los controles pertinentes. 2) Enfoques de los roles de las fuerzas armadas en Amrica Latina Pero el argumento verdaderamente insostenible de los partidarios del rol nico militar es que la participacin de los institutos armados en el desarrollo debe ser prohibida porque los vincula a la poltica. La politizacin de las FFAA a travs de su participacin en el desarrollo econmico y social del pas es un hecho incontrovertible, sobre todo en los ltimos ocho aos, pero ha sido posible solamente porque no se ha regulado dicha participacin y en consecuencia las unidades militares pudieron convertirse en organizaciones de asistencialismo social con fines proselitistas en provecho del proyecto poltico del gobierno. Esta es una situacin perfectamente superable si normas legales establecen con claridad los mbitos de intervencin militar en pro del desarrollo, las competencias funcionales de los institutos castrenses al respecto y la correspondiente restriccin de competencia inequitativa con la empresa privada. La vinculacin de las fuerzas armadas a la poltica (distinta de la politizacin, es decir, del partidismo de las FFAA) no es incorrecta sino deseable si se adhiere al objetivo de integrar a los militares y sus instituciones al ordenamiento democrtico de la vida nacional. Por
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supuesto se trata de comprometer a las fuerzas armadas en la solucin de los problemas nacionales desde la perspectiva del estado y el bienestar general y no desde los intereses particulares de una faccin poltica de la sociedad. Lo contrario mantendra o reforzara la disociacin entre la sociedad civil y el estamento militar, debilitando el desarrollo de la conciencia democrtica en el personal castrense. La participacin de los institutos armados en la ejecucin de polticas del estado en perspectiva del desarrollo nacional no debiera circunscribirse al desarrollo de la infraestructura, a la integracin del territorio y a la "accin cvica", etc. Aceptando que se propone reforzar la vinculacin de las fuerzas armadas con la poltica del estado, por elemental consideracin el cumplimiento de la funcin estatal de subsidiariedad debiera incluir a las fuerzas armadas en la lucha nacional contra la pobreza y la marginalidad. Asimismo, por principio de cautela responsable de la seguridad nacional, ningn gobierno debiera obviar la participacin de representantes de los institutos militares en los procesos de informacin previos a la toma de decisiones del ms alto nivel sobre polticas a las que se vinculan directamente consideraciones de defensa, como son o pudieran ser polticas en materias energtica, de fronteras, de telecomunicaciones, aeroespacial, portuaria, entre otras. Esta posicin implica, naturalmente, el planteamiento de que las fuerzas armadas deben ser deliberantes en una acepcin muy propia, contrariando el sentido comn negativo pero acrtico que se ha formado en el tema. Para ser coherente con la demanda de incluir a las fuerzas armadas en la democracia es necesario extraerlas del guetto de la no-opinin a donde las ha arrojado la intil exclusin civil temerosa del golpismo. No significa que las fuerzas armadas deban abrirse a procesos de deliberacin intra-institucional, que obviamente lesionaran su cohesin y las asimilara a los partidos polticos, sino que deben participar, mediante
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sus
representantes
institucionales
autorizados,
emitiendo
opinin
estrictamente ceida al campo de competencia castrense en materia de seguridad nacional, ante las instancias de decisin del estado, cuando los asuntos en deliberacin poltica involucran aspectos de seguridad nacional. Es, por otra parte, lo que siempre ha ocurrido cuando el ministro de Defensa recoge la opinin militar respecto de los asuntos sectoriales, para transmitirla al gobierno. Salvo que se piense que el ministro de Defensa puede interpretar por ciencia infusa y talento clarividente la percepcin castrense de los problemas nacionales que conciernen a su misin institucional. O peor an, que se piense que los militares en las estructuras de sus institutos armados no deben ocuparse de los problemas nacionales que conciernen a esa misin. Esto remite directamente a la cuestin de los roles de las fuerzas armadas, apuntando en sentido favorable a la posicin que plantea la pluralidad de roles de los institutos armados. No obstante, pudiera an subsistir entre los adversarios del pluralismo de roles militares la argumentacin de que la pluralidad de roles puede motivar una cierta desprofesionalizacin militar o, en sentido ms estricto, la distraccin castrense de su preparacin permanente para la defensa. Al respecto creo que nada indica que esto tenga que suceder. Por el contrario, la participacin militar en la formacin de decisiones de estado en asuntos con implicancias en la defensa nacional mejorara significativamente el nivel de conocimiento necesario para el planeamiento estratgico operativo; y las actividades de contribucin al desarrollo, particularmente de integracin del territorio y desarrollo de infraestructura, pueden aprovecharse como parte de la instruccin propiamente castrense, como tambin las actividades de defensa civil. Por consiguiente no encuentro razones para rechazar que las fuerzas armadas acten roles de participacin en el desarrollo en forma complementaria a su rol fundamental de defensa.
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3) Fuerzas armadas, poltica y deliberacin 4) Los roles militares pertinentes El rol primordial y principal de las fuerzas armadas es la defensa de la integridad territorial y de la soberana del estado nacional, de amenazas activas y latentes, provengan stas de agentes o vectores externos o internos. Esto incluye el restablecimiento del orden interno cuando la amenaza activa sobrepasa la capacidad de intervencin policial.
La perennidad de este rol debiera ser indiscutible, pero considerando que hay acadmicos (antes citados en este trabajo) que opinan ha caducado la "misin de guerra" de las fuerzas armadas, no ser excesivo reiterar que en pases como el Per todava y por un tiempo indeterminado la subsistencia del estado nacional exige mantener una estrategia militar disuasiva hacia el "frente externo" y un dispositivo militar de restablecimiento del orden interno (defensa interior del territorio, en trminos militares), para enfrentar amenazas activas y latentes a la seguridad nacional, que pudieran provenir de otros estados o de la subversin. Un segundo rol asociado al primordial es el de lucha contra el trfico ilcito de drogas. En mi opinin este es un rol militar altamente pertinente en Latinoamrica y el Per no slo por la naturaleza grave de la amenaza narcotraficante a la seguridad nacional y a la estabilidad social, sino porque abre un terreno de posibilidades de entrenamiento del personal y de modernizacin de equipos militares aprovechando que el gobierno de los Estados Unidos de Amrica siempre ha sostenido que los gobiernos de naciones con problemas de narcotrfico estn en la obligacin de adoptar medidas drsticas de lucha contra las drogas y las organizaciones criminales concernientes. Esta posicin de EEUU ha conducido su poltica a la experiencia de la "certificacin" peridica de los pases que han sido eficaces en la lucha contra el narcotrfico, determinando en consecuencia la clase y el grado de ayuda financiera y otros beneficios a que estos pases pueden ser acreedores por parte
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de EEUU. Pero en este aspecto la poltica norteamericana resulta ser un alarde de hegemona hemisfrica y su aplicacin no pocas veces ha sido polticamente instrumentalizada contrariando sus propios principios, adems de presentar niveles de mezquindad en la ayuda financiera y beneficios colaterales, por lo que contrara proporcionar la oportunidad y los recursos para que las fuerzas armadas latinoamericanas mejoren las condiciones del entrenamiento operacional y tctico de su personal, as como su equipamiento. El ejemplo ms claro de los problemas y limitaciones inherentes a la cooperacin de Estados Unidos de Amrica en la lucha contra el narcotrfico lo brinda el caso de la Fuerza Area, que ilustra adems por qu las fuerzas armadas del Per deben gestionar y obtener el respaldo poltico de ms alto nivel para concertar con los estadounidenses el apoyo necesario para cumplir su imprescindible misin de combate del narcotrfico. De acuerdo con fuentes oficiales desde 1990 hasta que en abril de este ao se suspenden las actividades de interdiccin area, la Fuerza Area del Per realiz 101 intervenciones de aeronaves en vuelo sospechosas de participar del trfico ilcito de drogas: 42 aeronaves fueron intervenidas, 37 neutralizadas en el aire, 3 neutralizadas en tierra y 19 fueron destruidas por sus propios tripulantes a consecuencia de la interceptacin. El costo de la intervencin de la Fuerza Area en la lucha contra el narcotrfico, en ese perodo, alcanza la muy considerable suma de US$ 80.438.345, de los cuales poco ms de 47 millones de dlares constituyen el costo operativo de las aeronaves utilizadas, casi 18 millones de dlares ha sumado el gasto efectuado en el rea de personal (pasajes, viticos y racionamiento) y 15 millones y medio de dlares se ha sufragado en gastos de infraestructura y combustible terrestre. Adicionalmente, en el marco de la participacin institucional contra el narcotrfico la FAP ha experimentado prdida y dao de equipos en el orden de la destruccin de dos aviones A-37B (marzo de 1998 y agosto del 2001), dao reparable de un tercer A-37B y destruccin total de dos aviones T-27 Tucano
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(diciembre de 1998 y marzo del 2001). Y la invaluable prdida por fallecimiento de tres oficiales pilotos (marzo de 1998 y agosto del 2001) y de un instructor norteamericano. Estos datos permiten apreciar objetivamente que la participacin de la Fuerza Area del Per en la lucha contra el narcotrfico, si bien ha generado hasta abril de este ao el exitoso abandono progresivo y virtualmente total del transporte areo de droga desde las ms de 400 pistas de aterrizaje que podran operar clandestinamente en los 833.822 kilmetros cuadrados de las zonas de vigilancia y control, ha obtenido este destacable logro al elevado precio de la distraccin de sus recursos econmicos en el orden de los 80 millones de dlares (en diez aos), la prdida total de cuatro aeronaves y la muerte de tres pilotos para que, a fin de cuentas, el beneficio sea casi exclusivamente para los Estados Unidos de Amrica. Esta asimetra en la relacin bilateral con Per alcanza contornos realmente sublevantes. Es as porque mientras la FAP emplea recursos humanos, materiales y econmicos con un nivel culminante de efectividad en la interdiccin area del narcotrfico (recursos que, por otro lado, bien podra dedicar con ptimo provecho a cumplir la misin primordial del instituto) los Estados Unidos de Amrica nicamente han avanzado en entregar nominalmente un aporte con valor de aproximadamente US$ 20 millones. Pero esta cifra, inconvenientemente exigua, ni siquiera ha sido efectivamente aportada. En realidad EEUU hizo entrega al Per de 11 aviones OA-37 (variante desarrollada del A-37B), configurados para control areo avanzado, entre diciembre de 1994 y enero de 1995, valorndolos en US$ 10 millones no obstante que su nica utilidad previsible era ser empleados como partes y repuestos de los A-37B. Se menciona asimismo que los restantes US$ 10 millones ofrecidos por EEUU, que consistiran en dos aviones OA-37 en condiciones operativas y en medios para la modernizacin de las unidades A-37B peruanas, han quedado pendientes
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de entrega desde 1999 aparentemente porque a este compromiso se superpone el Plan Colombia, que incluira un nuevo flujo de apoyo econmico y logstico a pases como Ecuador, Panam y Per. Y que desde abril de este ao EEUU mantiene en suspenso aportar recursos para la FAP por US$ 65 o 52 millones para interdiccin area del narcotrfico, a consecuencia de un desafortunado incidente con un avin civil en abril de este ao. ***** Los otros roles pertinentes de las fuerzas armadas tienen un sustento constitucional: contribucin al desarrollo econmico y social del pas, y participacin en la defensa civil. En mi opinin ambos roles se justifican por varias razones. El cumplimiento de la misin de los institutos armados es capitalmente preparar la fuerza para afrontar la eventual efectividad de una amenaza a la seguridad nacional. Esto quiere decir que las fuerzas armadas insumen recursos humanos, logsticos, organizativos, etc., que en resumen pueden medirse en trminos de recursos econmicos procedentes del presupuesto de la Repblica, en un permanente ejercicio de preparacin que es, esencialmente, su razn de ser. Pero as como una parte de la preparacin militar es directamente para combatir (ejercicios de tiro y maniobras tcticas, por ejemplo) otra cierta proporcin de las actividades regulares de preparacin de la fuerza implica el entrenamiento de la ingeniera militar, el entrenamiento en la movilizacin de unidades y dependencias, en transporte y traslado de personal, equipos y organizaciones de logstica, en control del territorio, en comunicaciones, en control de poblacin, en atencin de salud y evacuacin, etc. Esta parte de la preparacin asume una importancia creciente en el mundo actual, pues las caractersticas centrales de una fuerza militar eficiente son: movilidad, flexibilidad y gran capacidad de reaccin. Desde este punto de vista se entiende que varias de las actividades de preparacin de la fuerza involucran tareas que pueden generar un doble beneficio. Por una parte servir a los fines del entrenamiento militar; por otra, a
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los propsitos del desarrollo nacional. En un pas de muy limitados recursos presupuestales, como el nuestro, el doble beneficio generado debera comprender permanentemente que el entrenamiento de los ingenieros militares y del personal de sus unidades considere la construccin y rehabilitacin de carreteras, como una contribucin a la expansin de la frontera vial del pas; que el entrenamiento de los pilotos de transporte no se realice con aviones intilmente vacos sino que incluya el traslado de pasajeros y carga a y desde lugares remotos sin inters para la aviacin comercial, o sirviendo aquellas poblaciones sin recursos para pagar pasajes a valor del mercado; o que unidades de reconocimiento de distintos institutos realicen ejercicios conjuntos en zonas de frontera, en el marco de operativos de represin del contrabando. Los cuestionamientos a la forma cmo estas actividades duales han venido realizndose en el pasado reciente, y al impacto de sus aspectos econmicos en el mercado nacional, no los descalifica sino que, ms bien, sugiere reformularlos en atencin a criterios de participacin subsidiaria del estado en las actividades econmicas y restriccin de un mbito legal de competencia leal con la iniciativa privada. Por otra parte las actividades duales de entrenamiento y preparacin de la fuerza pueden significar una fuente de recursos econmicos de utilidad para compensar las limitaciones presupuestales de los institutos armados. 2.3.1 Problemas del rol socioeconmico de las fuerzas armadas Es as que por las razones expuestas un segundo rol pertinente de las fuerzas armadas es contribuir al desarrollo econmico y social del pas. Pero justificar a futuro este rol exige operar modificaciones en su forma actual. En el rubro de participacin del sector Defensa en el desarrollo del pas se ubican actividades muy diversas y algunas de ellas no califican apropiadamente en la categora. En el perodo 2000-2001 ciertas actividades son tpicamente de "accin cvica": Los tres institutos armados brindan atencin mdica y odontolgica a
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poblaciones socialmente deprimidas, en diversas zonas del territorio nacional; apoyan la refaccin de centros escolares y locales comunales; brindan apoyo en material y vveres a poblaciones damnificadas; apoyan actividades de alfabetizacin, brindan apoyo de aeronaves para evacuacin en casos de emergencia. Otras actividades pueden ser consideradas ms bien como aportes tcnicos al desarrollo. En este sentido la Marina de Guerra ha efectuado el estudio de intercambio biocenico del eje fluvial Amazonas-Maran, y de las corrientes del puerto de Bayovar, para su difusin a los interesados y ulterior explotacin; la Direccin de Hidrografa y Navegacin ha ejecutado trabajos de sealizacin y produccin de radio aviso para navegantes. La Fuerza Area ha creado un Instituto Superior Tecnolgico Aeroespacial abierto a la poblacin en general, adems de perseverar en el desarrollo de tecnologas y equipos electrnicos e informticos en apoyo al entrenamiento de vuelo, al monitoreo de equipos en aeronaves y a la navegacin area. Una tercera parte de las actividades son propiamente productivas de bienes y servicios, y califican como actividades empresariales. As, la Marina de Guerra produce miles de toneladas de productos hidrobiolgicos congelados en la estacin naval de Paita, al punto que el aumento del procesamiento ha generado un aumento de la demanda de personal, debiendo contratar trabajadores civiles. Tambin cuenta all con una planta productora de hielo en escamas y brinda servicios de muelle, de carga y descarga y de abastecimiento de hielo para embarcaciones pesqueras. En Ucayali tiene un programa de crianza de alevinos en convenio con el Ministerio de Pesquera. En la misma zona ejecuta trabajos de mantenimiento de carreteras y calles. El SIMA fabrica partes para muelles y obras portuarias, puentes metlicos; realiza obras civiles para ingeniera de produccin y para infraestructura de transporte urbano, carretero y de aerdromos; habilita tneles; construye botes y talleres flotantes, etc. El Ejrcito participa, con sus unidades de ingeniera, en la ejecucin de proyectos del plan vial nacional y en el programa de caminos locales y proteccin
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ambiental, con el financiamiento de organismos pblicos. En construccin, conservacin, rehabilitacin y mejoramiento de carreteras, en asfaltados de pistas en zonas urbano marginales, en construccin y mejoramiento de aerdromos ha manejado entre 1999 y febrero del 2001 un presupuesto de aproximadamente 30 millones de soles. Adems ejecuta obras de camino carrozable por administracin directa; en convenio con municipalidades ejecuta obras de pistas y veredas; y desde abril del 2001 realiza trabajos del programa de conservacin vial con un presupuesto de 8 millones de soles. La Fuerza Area brinda servicios de mantenimiento y reparacin de aeronaves nacionales y extranjeras, militares y civiles, as como aporta servicios de fotografa area para la confeccin del catastro rural de todos los valles del pas en apoyo del programa de titulacin PETT, y para el completamiento del catastro urbano en apoyo de la COFOPRI. Hasta julio del 2001 integraba en exclusividad el directorio y controlaba los cuadros gerenciales de la empresa de aviacin comercial TANS Per, que alquila aviones adquiridos por la FAP. Naturalmente se cuestiona que los institutos armados, bajo cubierta de contribuir al desarrollo econmico y social, participen en la produccin de bienes y servicios, y que por ello desplacen del mercado a las empresas privadas en un ejercicio que es calificado de competencia desleal toda vez que los institutos armados tendran estructuras de costos de produccin con varios rubros subsidiados indirectamente por el estado, utilizaran recursos presupuestales como capital de trabajo, tendran equipos, materiales y personal con costos de operacin y de mantenimiento cargados al presupuesto sectorial, y emplearan bienes de capital de los institutos militares, lo que les permitira omitir la formacin de capital de inversin. Estos son cuestionamientos realmente gravitantes y todo indica que irrefutables, pero de ellos es posible inferir que las fuerzas armadas no deben participar en absoluto en la produccin de bienes y servicios en los rubros en que acta la empresa privada, o bien, que la participacin de las fuerza armadas en la actividad productiva no es inaceptable en principio, pero que debe experimentar un "sinceramiento" para desvelar su carcter netamente empresarial (por tanto,
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lucrativo) y que debe normarse para adecuarla a los trminos de la leal competencia en el mercado, normando asimismo el origen y destino de los recursos comprometidos. 2.3.2 La renovada importancia del rol de conservacin de la paz La vigencia de las estrategias militares disuasivas en los pases latinoamericanos signo de la no extincin de escenarios de conflictos en la regin- demanda la permanente preparacin de las fuerzas armadas para la contingencia de la guerra, externa o interna. Pero en los ltimos seis o cinco aos ocurre que las fuerzas armadas cuentan cada vez con menos recursos econmicos para mantener su estado de preparacin, en relacin a la necesidad del flujo creciente de recursos que supone la preparacin para una guerra que inevitablemente sera cada vez ms sofisticada en uso de tecnologas y cada vez ms costosa. As, el propsito de mantener el estado conveniente de preparacin de fuerzas ha determinado que un nmero creciente de pases latinoamericanos genere, al margen de su estrategia militar disuasiva, una estrategia militar de cooperacin funcional a las estrategias militares de intervencin que caracterizan a las grandes potencias y a los bloques militares de inters global. De manera que se renueva la importancia del rol militar en misin de conservacin de la paz, generalmente con el auspicio de la Organizacin de Naciones Unidas. Varios pases de la regin han captado la importancia de la oportunidad brindada por las misiones de paz, pero el liderazgo lo tiene Argentina, que hacia 1997 ya haba participado en 27 de las 43 misiones de paz de la ONU, y que ha creado en 1995 un Centro Conjunto de Adiestramiento para Operaciones de Conservacin de la Paz (CAECOPAZ), en el tradicional reducto miliar de Campo de Mayo, con el fin de mejorar el adiestramiento en materia de conservacin de la paz para todos los servicios militares y todos los pases. CAECOPAZ congrega a estudiantes militares de distintos pases del hemisferio, como Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador, El Salvador, Guatemala y EEUU. La actividad militar de conservacin de la paz es un rol muy pertinente por cuanto ayuda a los pases a mantener sus fuerzas armadas bien adiestradas y
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experimentadas
en
operaciones
reales
pesar
de
las
limitaciones
presupuestales en sus lugares de origen. Pero adems puede favorecer la interaccin entre fuerzas armadas posiblemente rivales favoreciendo la distensin, como es el caso de la maniobra militar conjunta Cruceiro Do Sul, realizada en Brasil, en octubre de 1997, con participacin de efectivos militares de Brasil, Bolivia y Paraguay, y de la actividad de la MOMEP, desde 1995 hasta 1998, con participacin de Argentina, Brasil, Chile, Ecuador, Estados Unidos y Per, en la frontera peruano-ecuatoriana. ***** El tema de los roles de las fuerzas armadas concluye aqu en plantear la necesidad y conveniencia de mantener, adems de su rol primordial y principal en defensa (lo que incluye la lucha contra la subversin y el narcotrfico) el rol modificado de contribucin al desarrollo econmico y social del pas, y el de participacin en misiones de conservacin de la paz, en el entendido que los roles secundarios pueden aportar recursos para mantener la operatividad y el entrenamiento adecuado de las fuerzas en funcin de su rol primordial. El delicado equilibrio que debe establecerse entre las necesidades de seguridad nacional, las capacidades operativas estratgicas y tcticas de las fuerzas armadas existentes y las limitaciones de su poder militar en funcin de los recursos econmicos disponibles en una proyeccin del mediano plazo cuando menos, debiera permitir precisar la dimensin de fuerzas armadas que el Per necesita. 1. La cuestin del "dimensionamiento" de las fuerzas armadas Un aspecto capital del "dimensionamiento" de las fuerzas armadas concierne al "tamao" del efectivo de personal de sus institutos. Segn se conoce, en diciembre de 1999 el Ministerio de Defensa estableci el nmero de efectivos y empleados civiles de las FFAA correspondiente al ao 2000 en 245.294 individuos, de los cuales unos 195.000 eran militares. Pero en enero del 2001 las nuevas autoridades del sector "sinceraron" el personal militar y civil que serva en las FFAA, el Comando Conjunto y el Ministerio de Defensa en 171.143 individuos.
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La diferencia entre las cantidades, ambas correspondientes al 2000, fue explicada como resultado de haber descubierto que aproximadamente 74.000 militares y civiles considerados en el presupuesto sectorial existan nicamente en el papel, lo que, a su vez, podra explicar el origen de fondos irregularmente derivados con periodicidad mensual de los institutos armados a las oficinas de Vladimiro Montesinos en el SIN. Pero hubo necesidad de un segundo "sinceramiento" del personal militar y civil de las fuerzas armadas, que fue operado en julio del 2001 y fij el personal del sector en 147.228 individuos, luego de una exhaustiva verificacin de la existencia del nmero de personas que figuraba en planillas. Para efectos del presupuesto sectorial del ao 2002, segn trascendidos de las fuentes sectoriales, el efectivo del sector Defensa debe ser el siguiente: CUADRO RESUMEN DE EFECTIVOS DEL SECTOR DEFENSA AO FISCAL 2002
Categora
MINDEF
CCFFAA
EJERCITO
MARINA
FAP
TOTAL
Oficiales
6,321
2,107
1,909
10,337
Cadetes
1,090
620
398
2,108
Subalternos
13,586
16,863
7,559
38,008
Alumnos
1,000
1,553
296
2,849
Tropa SM
54,521
4,855
7,980
67,356
Pers. Civil
160
43
11,890
5,679
8,798
26,570
TOTAL
160
43
88,408
31,677
26,940
147,228
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Fuente: diario La Repblica, 23 de julio del 2001 El cuadro muestra que el "sinceramiento" del personal del sector Defensa significa una reduccin del 40% entre el efectivo estimado en diciembre de 1999 y el fijado en julio del 2001. Pero no es una reduccin real del personal. Hasta junio de este ao, de los tres institutos armados solamente la Fuerza Area y la Marina de Guerra haban iniciado acciones de planificacin e implementacin de la reduccin progresiva de sus efectivos de personal. Sin embargo habra que asumir con cautela las implicancias de la reduccin del personal, pues a consecuencia de la desaparicin del servicio militar obligatorio los tres institutos armados muestran deficiencias en el nmero de su personal de tropa. Por otras razones presentan tambin deficiencias en el nmero de oficiales de los grados de subteniente, teniente y capitn, en tanto siguen presentando exceso en el nmero de oficiales de los grados de general de brigada (y sus equivalentes contralmirante y mayor general) y coronel (capitn de navo). Esta situacin obstaculiza lograr la configuracin aproximadamente piramidal que debiera tener la agregacin numrica superpuesta de los oficiales de cada grado y jerarqua en los institutos armados. Todava no se ha operado ningn cambio en el nmero de efectivos de los institutos armados, aunque ha trascendido que en el futuro inmediato se realizara una reduccin del personal en proporciones diferentes para cada jerarqua pero con mayor nfasis en las de oficiales generales y de oficiales superiores, y en la de personal de tropa. No debiera sorprender la reduccin del nmero de efectivos de las jerarquas de oficiales generales y oficiales superiores en el grado de coronel, pues se encuentran sobredimensionadas en los tres institutos armados como efecto pernicioso de la poltica de anteriores comandos de cooptar lealtades clientelistas entre la oficialidad utilizando el ascenso como medio, para cuadros de vacantes infladas. Pero ms all de la superacin del exceso de altos oficiales en el futuro inmediato las interrogantes subyacentes a la previsible reduccin del efectivo de los institutos militares son dos: cmo establecer la dimensin de las fuerzas armadas en el Per?, y cul debe ser esa dimensin?
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1. Responder la primera pregunta conduce a establecer con claridad el proceso mediante el cual es posible arribar a una definicin cualitativa y cuantitativa de las fuerzas armadas requeridas por el pas. Este proceso comprende determinar cuatro hiptesis de poder militar. La primera es la hiptesis del poder militar deseable, que implica especificar los medios humanos, materiales y econmicos aplicados, idneos en el mediano plazo para afrontar con xito seguro cualquier amenaza activa o la activacin de una amenaza latente a la seguridad nacional. Necesariamente la hiptesis del poder militar deseable comprende especificaciones del proceso de modernizacin militar constante que debe ser pautado en ese mediano plazo. La segunda es la hiptesis del poder militar aceptable, que implica especificar los medios humanos, materiales y econmicos aplicados, necesarios y suficientes para afrontar con algunas ventajas pero sin seguridad total de xito cualquier amenaza activa o la activacin de una amenaza latente a la seguridad nacional, si es que hasta en el mediano plazo o ante la presentacin de una crisis no se ha logrado materializar el poder militar deseable. Tambin comprende especificaciones del proceso de modernizacin militar constante que debe ser pautado en ese mediano plazo. La tercera es la hiptesis del poder militar existente, que implica especificar los medios humanos, materiales y econmicos aplicados necesarios y suficientes para ejercer un impacto disuasivo de la actividad de amenazas a la seguridad nacional en perodo de paz y sin presencia de crisis. Implica mantener slo una disposicin de medios que no cause recelos internacionales o tensiones innecesarias que por efecto indeseable pudieran activar amenazas latentes o conflictos larvados. Comprende especificaciones para mantener la operatividad humana y material en perodos acumulados y sucesivos. La cuarta es la hiptesis del poder militar disponible, que implica especificar los medios humanos, materiales y econmicos aplicados necesarios y suficientes para ejercer un impacto disuasivo de la actividad de amenazas a la seguridad nacional en perodo de paz y sin presencia de crisis, bajo la consideracin de que
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elevar el poder militar disponible al nivel del poder militar existente slo requiere completar el efectivo y un mnimo de medios materiales de las fuerzas operativas. La factibilidad de obtener unas fuerzas armadas ubicadas en la dimensin del poder militar deseable depende de factores polticos internos y externos interrelacionados, que se traducen en resistencias de decisores gubernamentales y en limitaciones econmicas, bajo la consideracin de priorizar recursos orientados al desarrollo y no a la defensa, y no coadyuvar a una eventual carrera armamentista. Por lo tanto, es sumamente difcil que las fuerzas armadas logren "dimensionarse" en el nivel de su poder militar deseable. El poder militar aceptable constituye el umbral real, polticamente compatible y (en el extremo de una eventual crisis de seguridad nacional) econmicamente sustentable, de una dimensin ptima de fuerzas armadas cuando, como en el caso peruano, la estrategia nacional en el campo militar es una estrategia de disuasin. El planeamiento militar y de la modernizacin militar seguramente considerara como una meta de gestin altamente exitosa arribar en el mediano plazo a tener unas fuerzas armadas cuya dimensin comprenda recursos humanos y materiales y un proceso de modernizacin y mantenimiento de la operatividad, necesarios y suficientes para afrontar con ventajas aunque sin seguridad total de xito cualquier amenaza activa o la activacin de una amenaza latente a la seguridad nacional. Es pertinente sealar que el poder militar aceptable como dimensin de las fuerzas armadas en el marco de una estrategia militar de disuasin no exige la seguridad de xito enfrentando una amenaza a la seguridad nacional, precisamente porque el supuesto lgico y psicolgico de la disuasin es la incertidumbre y el temor del eventual enemigo acerca de sus posibilidades de xito en imponer sus propios objetivos en el campo militar. Pero el poder militar aceptable es una dimensin de las fuerzas armadas que slo se justifica como previsin de recursos para acciones ante una amenaza
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activa e inmediatamente efectiva a la seguridad nacional. En tiempos de normalidad la dimensin de las fuerzas armadas vara entre el umbral del poder militar existente y la base del poder militar disponible, considerando que el trnsito de ste a aqul requiere nicamente completar personal y material de las fuerzas operacionales; en tanto que los planes de contingencia de los institutos armados debieran prever la pauta para alcanzar en caso de emergencia, en el mnimo tiempo posible, el estado del poder militar aceptable. Jalonado en esta breve exposicin el proceso que conduce a establecer cmo debe definirse la dimensin de las fuerzas armadas en el Per, es preciso abordar la interrogante: cul debe ser esa dimensin? La respuesta es clara y sencilla, pero adems conlleva el riesgo de ser elusiva: depende de una decisin poltica. En efecto, el "dimensionamiento" de las fuerzas armadas slo puede ser definido cualitativa y cuantitativamente a partir de una decisin del ms alto nivel de gobierno, en el Per a travs del Consejo de Defensa Nacional, que precise los obstculos, riesgos y amenazas que enfrentan o pueden enfrentar en el mediano plazo los intereses nacionales, los objetivos del estado y, por consiguiente, la seguridad nacional, emitiendo a partir de estas consideraciones una directiva de planeamiento estratgico para la defensa. Slo a partir de esta directiva es que la instancia de planeamiento conjunto de las fuerzas armadas podr elaborar sus planes de mediano y largo plazos y sus planes de accin inmediata, consolidando sus requerimientos de medios humanos, materiales y econmicos aplicados. nicamente sobre estas bases es factible perfilar la dimensin de las fuerzas armadas conforme a la interfase de poder militar existente/poder militar disponible en previsin de obtener eventualmente el poder militar aceptable, lo que se concreta en la especificacin de la estructura de las fuerzas y de sus capacidades presentes y futuras. Pero un segundo ncleo de elementos de juicio a considerar en la definicin de la dimensin de las fuerzas armadas requeridas, que podra no estar incorporado en la argumentacin de las hiptesis de poder militar que se ha
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referido, emerge del examen de la experiencia de la "guerra del Cenepa" con Ecuador en 1995 y del lapso de tensin militar y amenaza de guerra que persisti hasta octubre de 1998. Probando una vez ms que cada guerra es singular, en 1995 las operaciones militares llevadas a cabo en el valle del Cenepa mostraron que siendo Ecuador un pas con fuerzas armadas cuyo "poder combativo relativo" respecto del Per era ligeramente inferior, obtuvo ventaja por haber impuesto en la forma ms favorable posible el terreno del enfrentamiento y el poder de fuego de sus armas y plataformas de armas, aprovechando adems la accesibilidad externa e interna del territorio en su lado de la frontera, frente a la cual el lado peruano apenas contaba con exiguas trochas y obstculos naturales que impedan una suficiente disposicin y concentracin de fuegos. En la frontera de la costa y de las estribaciones occidentales de sierra la concentracin de fuerzas peruanas en la cabecera de sus direcciones de aproximacin sobre territorio ecuatoriano se revel rpidamente ineficaz no slo por el fuerte dispositivo ecuatoriano de defensa area y antiblindados, y por la saturacin de obstculos erigidos en la preparacin del terreno, sino porque las fuerzas blindadas del Per no tenan el nivel mnimo de operatividad necesaria para combatir exitosamente en acciones de penetracin. Las operaciones areas eran impensables considerando el estado de casi desarme de la flota, situacin que tambin limitaba radicalmente las operaciones navales. Tras la adquisicin de los aviones MiG-29 y Sukhoi 25 en Bielorrusia, y de otros equipos y armamento para el Ejrcito y la Marina de Guerra, en 1996, el concepto de las operaciones militares en caso de un nuevo conflicto blico con Ecuador involucr los nuevos medios y plataformas de armas obtenidos y el planteamiento de la maniobra estratgica inicial comprendi entonces el empleo masivo de los elementos de maniobra en operaciones conjuntas orientadas a romper la ventaja ecuatoriana anterior consistente en haber impuesto el terreno de las operaciones, al activar simultneamente varios teatros de operaciones e involucrar la "zona del interior" de Ecuador lanzando severos ataques areos
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sobre reas vitales ecuatorianas, destruyendo adems a la Fuerza Area y el sistema de defensa area ecuatorianos. El concepto de la guerra y el planteamiento de la maniobra estratgica inicial en operaciones contra Ecuador, desde fines de 1996, significaba ubicar la escala del conflicto posible en el nivel de la guerra total, revertiendo las ventajas de seleccin del terreno y disposicin de medios que beneficiaron a Ecuador en 1995. Aun as, persiste la duda acerca de si el desenvolvimiento de las operaciones hubiera puesto en evidencia nuevamente la persistente debilidad operacional de la fuerza blindada peruana y, en general del armamento del Ejrcito. El cambio de "poder combativo relativo" operado en el Per desde 1995 hasta fines de 1996, sobre todo en cuanto a los medios areos, permite suponer un escalamiento del poder militar peruano desde el nivel de poder militar disponible hasta el nivel de poder militar aceptable, es decir, efectivamente disuasivo, al punto que oblig a Ecuador a minimizar sus pretensiones territoriales y aceptar la plena validez jurdica y vigencia del Protocolo de Rio de Janeiro y sus instrumentos complementarios de demarcacin fronteriza. La capacidad peruana de poder utilizar su incrementado poder militar como medio de presin en la sombra sobre las negociaciones diplomticas es el factor que propicia la inflexin de la antes irreductible posicin maximalista ecuatoriana. El caso prueba fehacientemente que el aumento del poder militar es eficaz en la defensa de los intereses nacionales, y sugiere que el poder militar necesario debe adecuarse a la previsin de las caractersticas de teatros de eventuales conflictos y a la magnitud de la guerra que podra desarrollarse en ellos. Una de las lecciones que debe extraerse de la "guerra del Cenepa" es que el xito militar en la zona de operaciones no conduce al logro de los objetivos polticos de la guerra y ni siquiera al logro de los objetivos estratgicos militares. En consecuencia se avizora en la regin la ineficacia de la guerra limitada y surge en toda su evidencia el hecho de que la nica guerra conveniente es la guerra total,
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en la que el objetivo militar es golpear directamente el centro de gravedad del enemigo, acabar con su voluntad de vencer, y ya no principalmente combatir con las fuerzas enemigas; actuar ms sobre el corazn del oponente que sobre sus brazos armados. Esta guerra exige de las fuerzas armadas una tecnologa de armas que permita agrandar en profundidad la zona donde se puede infligir dao directo al enemigo, al punto que la amenaza se cierna con seguridad sobre su "zona del interior" superando los teatros de operaciones convencionalmente admitidos hasta entonces, a lo que debe sumarse gran movilidad de las unidades y precisin de las armas. Con estas caractersticas las fuerzas armadas pueden actuar confiablemente orientadas por una concepcin estratgica defensiva, inclusive en condiciones de igualdad de medios con el enemigo. Un tercer ncleo de elementos de juicio a tener en cuenta para definir el poder militar requerido es el que proporciona la naturaleza hipottica de desenvolvimiento del conflicto blico en un tambin hipottico escenario de guerra convencional total en el frente externo. En el ms favorable de los casos, si la guerra enfrenta al Per con un contendiente simtrico en poder militar, habra que contar con unos elementos de maniobra que cuando menos tuvieran similitud de nivel tecnolgico con el enemigo (incluyendo sistemas de alerta temprana) y que tuvieran tambin un predominio de fuego preciso (bombardeo de precisin y misiles guiados) como forma de accin, con el propsito de lograr la victoria atacando en toda la profundidad operacional. Estas caractersticas definiran una zona letal de aproximadamente 100 kilmetros de profundidad. Experiencias como la de la "guerra de los seis das" en 1967 permiten estimar que la velocidad del avance propio sobre el teatro de operaciones requerira una fuerza relativamente lenta, pero que pudiera al menos avanzar unos 25 kilmetros por jornada. En estas condiciones considero que la actual capacidad operativa de las fuerzas armadas peruanas dista poco de ser suficiente para actuar con probabilidades de xito operacional.
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Pero en el menos favorable de los casos, si la guerra enfrenta al Per con un contendiente claramente asimtrico en poder militar a su favor, habra que contar necesariamente con elementos de maniobra con plataformas de armas cuya capacidad de operacin pueda determinar la mxima eficacia de su empleo, y con plataformas de guerra electrnica avanzadas puesto que slo de lograrse el dominio de la informacin permitira la "maniobra de precisin" por el guiado de las armas, como forma de accin, y se podra alcanzar la victoria atacando al enemigo en toda la profundidad estratgica, considerando sin embargo que el rea letal se podra extender a 250 kilmetros. Experiencias como las de la "guerra del Golfo" y la de la ex Yugoslavia indican que en estas condiciones las fuerzas armadas necesitaran adems una gran movilidad en el teatro de operaciones, para superar con rapidez los riesgos de la zona letal, tratando de conseguir un avance en el orden de los 60 kilmetros por jornada. Ante estas condiciones creo que la actual capacidad de las fuerzas armadas peruanas es radicalmente insuficiente y requieren grandes cambios en su capacidad operativa, disposicin de plataformas de armas y de guerra electrnica. La diferencia entre el primero y el segundo de los casos hipotticos de guerra presentados, debe ser considerada por todo aquel interesado en analizar los elementos de juicio a tener en cuenta para la definicin de la dimensin de las fuerzas armadas requeridas en funcin de la estrategia militar disuasiva que el Per mantiene. 2. El proceso de definicin del poder militar 3. Avances en la racionalizacin de las fuerzas armadas En mayo de este ao la Secretara de Defensa Nacional haba culminado la elaboracin del proyecto de directiva de planeamiento estratgico para defensa, para la consideracin y aprobacin del Consejo de Defensa Nacional, y en consecuencia iniciar el proceso de re-dimensionamiento de las fuerzas armadas. Pero no se tiene conocimiento que el proceso se haya iniciado, probablemente debido a que el gobierno en funciones era de transicin y a que el presidente electo anunciaba
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entonces importantes cambios en las fuerzas armadas y en el sector Defensa; cambios que es prematuro exigir en las primeras cuatro semanas de gestin del nuevo rgimen, cumplidas al momento de escribir estas lneas. Sin embargo los institutos armados tienen pautado un proceso de racionalizacin que en parte puede realizarse con independencia del planeamiento estratgico de la defensa, aunque converger con el nuevo "dimensionamiento" de las fuerzas armadas. Es as que haban programado efectuar hasta fines de este ao 2001 acciones individuales orientadas a racionalizar recursos humanos, como: adoptar la doble especializacin del personal superior y subalterno; iniciar la reduccin progresiva de efectivos; y disminuir progresivamente el nmero de ingresos al servicio ("altas") de personal. Tambin se haba programado la racionalizacin de los medios materiales y organizativos: la salida de servicio ("baja") sin reposicin del material de combate y de apoyo a combate que ya no posee suficiente capacidad operativa para cumplir su misin primaria y cuya recuperacin de operatividad resulta anti-econmica bajo el concepto de costo-beneficio; la fusin o desactivacin de unidades y dejar sin efecto la creacin de "armas" (especialidades) en aos recientes; y la fusin o desactivacin de dependencias. Asimismo, se haba programado acciones conjuntas para el planeamiento de la integracin y complementacin de los medios disponibles en los institutos, para optimizar su empleo. Estas propuestas de racionalizacin, que indican la firme voluntad militar de comprometerse con el re-dimensionamiento de las fuerzas armadas, slo pueden tener solucin de continuidad en el planeamiento estratgico para la defensa cuyo inicio debe aprobar el renovado Consejo de Defensa nacional mediante la directiva correspondiente, nico camino para arribar a una definicin cualitativa y cuantitativa de poder militar adecuado para enfrentar disuasivamente amenazas a nuestra seguridad nacional. Sin embargo, por ahora la racionalizacin slo producir como resultado capital el "sinceramiento" de la situacin del material, del personal y de la estructura organizativa de los institutos armados. Es decir, producir una apreciacin clara y
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actualizada de la brecha existente entre los medios existentes y los medios necesarios para el cumplimiento de la misin de cada instituto armado. En el caso del Ejrcito la racionalizacin del material y equipo implica "dar de baja" una importante cantidad de equipos ineficientes, a la vez que permite conservar aquellos que s pueden cumplir su empleo primario. Pero aun cuando los recursos disponibles en el instituto permitan optimizar la operatividad del material y equipo subsistentes, no aportara en mejorar significativamente las capacidades operacionales del Ejrcito, ya que en 70% aproximadamente el material y equipo tiene una antigedad entre 40 y 30 aos y es tecnolgicamente obsoleto, lo que incluye armamento anti-tanque, la mayora de vehculos blindados, todos los tanques, misiles anti-areos, la artillera anti-area guiada por radar, helicpteros, entre otros. Por otra parte, de ejecutarse radicalmente la racionalizacin de material y equipo, afectara significativamente el parque de vehculos, por ejemplo, pues el nivel de operatividad de los vehculos areos y de apoyo de combate bordea el 50% y no hay previsiones presupuestales para mejorarla. En la Fuerza Area la racionalizacin implica retirar del servicio parte de la flota de aviones, complejos de radar y de misiles. Pero es precaria la situacin de algunos otros equipos de importancia tctica y estratgica, como los helicpteros MI-25, gravemente devaluados en su capacidad operativa, los aviones SU-22, que han cumplido su tiempo lmite calendario y algunos ya no son operativos, o los aviones A37B, varios de los cuales no son recuperables en su capacidad operativa. Tambin es muy preocupante el nivel de deterioro del entrenamiento y de la preparacin de las tripulaciones y otros efectivos por falta de medios econmicos, y la decadencia de la capacidad operativa del material y de los sistemas de armas realmente sofisticados que se adquiri en los ltimos cinco aos, considerando su falta de mantenimiento suficiente por la misma falta de recursos econmicos. En la Marina de Guerra la capacidad operativa de los navos de superficie y submarinos es marcadamente insuficiente por encontrarse incompletos sus sistemas de armas, y la pretensin de convertir al BAP Grau en una plataforma de guerra electrnica podra ser un despropsito considerando su vulnerabilidad a misiles. En
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este instituto la racionalizacin implica el retiro sin reposicin de un crucero, un submarino y dos buques de apoyo, y la inactividad de otro submarino y varias aeronaves, de manera que la capacidad operativa institucional se torna significativamente restringida. En suma, la racionalizacin de equipo y material de los institutos armados significa dejar en claro las carencias e insuficiencias que los afectan, aunque no implica necesariamente liberar recursos para atender necesidades y requerimientos con impacto favorable en la operatividad de otro equipo y material, ni para mejorar la preparacin operacional de las fuerzas. As, por ejemplo, es difcil que la racionalizacin en la Fuerza Area libere recursos para aumentar la asignacin presupuestal de operaciones para el ao 2001, que alcanza solamente al irrisorio 0,62% (US$ 1.183.098) del presupuesto total del instituto, ya que el 99,38% (US$ 190.808.115) es asignado para cubrir rubros imprescindibles: remuneraciones, pensiones, gastos administrativos y combustible.
del nuevo
"dimensionamiento y de la modernizacin de las fuerzas armadas Los estudiosos del tema militar en el Per coinciden en que es imperativo transformar a las fuerzas armadas dotndolas de ms personal profesional y medios tecnolgicos modernos, considerando que la preparacin para cumplir su rol fundamental de defensa exige el manejo de sistemas de informacin y de electrnica, y de equipos blicos crecientemente sofisticados y de costoso mantenimiento. Este aspecto clave requiere recursos econmicos que nuestro pas muy difcilmente puede dotar, an efectuando una enrgica racionalizacin de los medios humanos y materiales y no obstante el uso ms eficiente posible del gasto. El presupuesto asignado al sector Defensa en el Per muestra una variacin decreciente en los ltimos 13 aos. En 1989 su participacin porcentual en el presupuesto general de la Repblica era del 14,26%; en 1992 era del 12,90%; en 1994 alcanzaba al 10,56%; en 1996 era del 10,76%; en 1998 era del 8,95%; en el 2000 alcanzaba al 9,35% y para el presente ao es del 8,76%.
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Segn otras fuentes, de 1999 al 2001 el presupuesto de las fuerzas armadas peruanas aumenta solamente 0,1% respecto del PBI: del 3,5% al 3,6%, mostrando que en el marco de la reduccin porcentual de la participacin del sector Defensa en el presupuesto general de la Repblica, el monto asignado especficamente a las FFAA vara incrementndose insignificantemente a costa de los recursos asignados a las otras entidades pertenecientes al sector y que no forman parte de los institutos militares. Una mnima comparacin del gasto en defensa en relacin al PBI de 1999, del Per respecto de otros pases de la regin, Chile y Colombia, muestra que nuestro pas asigna la menor proporcin de sus recursos a este rubro: 1,9 del PBI frente al 3,1 de Chile y 3,7 de Colombia. El presupuesto del sector Defensa, considerando los recursos ordinarios, alcanza el ao 2001 a 2.881 millones de soles, producto del recorte efectuado en 424 millones de soles por intervencin del Ejecutivo y de la Comisin de Presupuesto del Congreso. De ese presupuesto el 82,65% correspondera a gastos rgidos y slo quedara el 17,35% para otros gastos. Los rubros de gasto insuficientemente atendidos en el presente ejercicio presupuestal seran plizas de seguro para vehculos y aeronaves, desarrollo de operaciones anti-drogas y contra el terrorismo, vestuario para tropas, material explosivo y municiones para instruccin, mantenimiento y reparacin de radares, aeronaves, buques, vehculos portatropa y blindados, entre otros. Esta situacin presupuestal es otro indicador de que en la actualidad el nivel de operatividad de las fuerzas armadas, sobre todo de equipos blicos vitales, se ha reducido a niveles incompatibles con los requerimientos de cautelar la seguridad nacional ante las amenazas activas, menos todava frente a las amenazas latentes. La crisis de recursos no puede ser paliada con la asignacin supletoria de solamente 25 millones de soles que ha transferido en partidas el estado al Ministerio de Defensa. No sorprende entonces que el anterior ministro del Sector, que en diciembre del 2000 aplaudiera el reajuste presupuestal, haya expresado en junio de este ao su preocupacin por los perniciosos efectos del mismo. En el proceso de transferencia de la administracin de Defensa al nuevo gobierno la crtica situacin ha merecido
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reconocimiento, calificndose de deplorable el estado econmico de las fuerzas armadas. Los analistas de la problemtica econmica de los institutos armados coinciden en reconocer que ser muy difcil que el nuevo gobierno realice recortes presupuestales en el rea, pero que es igualmente difcil que disponga de recursos para ampliar la dotacin presupuestal. En esta perspectiva las fuerzas armadas afrontan un deplorable panorama en el corto y tal vez en el mediano plazo, en lo concerniente a su capacidad operativa de cumplir la misin de defensa que los intereses nacionales requieren. Por supuesto que la racionalizacin del gasto de las fuerzas armadas, sobre todo el concerniente al material blico que ya no cumple estndares de costo/beneficio en su utilizacin primaria, la reformulacin y reduccin del gasto en aspectos administrativos y el redimensionamiento de las estructuras militares pueden aportar un ahorro que ayudara a detener el deterioro de la capacidad operativa militar. Pero no aportara a sustentar econmicamente la transformacin institucional en los aspectos de profesionalizacin de su efectivo y acceso a tecnologa militar compatibles con el objetivo ampliamente compartido de una reduccin cuantitativa del tamao de los institutos, manteniendo a la vez competencia suficiente en la defensa nacional. En el largo plazo la solucin de este problema pasa por obtener un crecimiento econmico nacional sostenido en proporciones tales que permita aumentar el gasto en defensa sin incrementar su participacin en el PBI y en el presupuesto nacional ms all de lo razonable, teniendo en cuenta adems las nuevas necesidades de defensa que habran de surgir con el fortalecimiento e incremento de los intereses nacionales. Es lo que ocurri en Chile. Pero los peruanos no podemos diferir amenazas a la seguridad nacional al punto de enfrentarlas cuando las condiciones nos sean propicias. Baste recordar que por causa de la inestabilidad y la crisis econmica experimentadas desde 1983 el Per realiz en la prctica un desarme unilateral en la regin, abandonando gestiones para completar el equipamiento y mejorar la capacidad de los aviones de combate
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disponibles, reduciendo luego sin criterio tcnico el nmero de nuevos aviones adquiridos, as como realizando al mnimo el mantenimiento y la modernizacin de blindados y de unidades navales. Las consecuencias se manifestaron en 1995, durante la "guerra del Cenepa". El problema de los recursos econmicos para sustentar las fuerzas armadas que el Per necesita ahora y en el mediano plazo debe ser pensado creativamente y sin prejuicios ideolgicos o subjetividades de coyuntura, tratando de percibir las oportunidades que surgen de la crisis presente. La consideracin de las amenazas a la seguridad nacional, de los roles institucionales militares, de la modernizacin y redimensionamiento castrense deben pesar en el anlisis. La estrechez de los recursos presupuestales hace inviable un nuevo
"dimensionamiento" de las fuerzas armadas con el nivel de poder militar adecuado y la modernizacin de las mismas. Por consiguiente es imprescindible idear o evaluar otras fuentes de recursos econmicos y de financiamiento de ambos procesos. Algunas propuestas que pueden sugerir el debate sobre el tema son:
Creacin de un canon como fuente permanente de recursos para la modernizacin y el redimensionamiento de las fuerzas armadas. No sera aplicable a los gastos corrientes sino nicamente a gastos en recuperacin de operatividad de equipo y material blico, adquisiciones de equipo y material blico; e inversin en instruccin, entrenamiento y capacitacin operacional, desarrollo tecnolgico e investigacin y desarrollo.
Chile mantiene un canon a favor de sus fuerzas armadas con recursos procedentes de las utilidades generadas por CODELCO, empresa estatal del cobre. Similar comportamiento tiene Ecuador, cuyas fuerzas armadas se benefician de un canon petrolero. En el caso peruano el canon podra ser definido a partir de la comercializacin del potencial gasfero que deber explotarse en el mediano plazo.
Venta de activos inmobiliarios y terrenos de las fuerzas armadas. Cada uno de los institutos armados posee en diverso estado de saneamiento legal un patrimonio de tierras e inmuebles que tienen o pueden tener un atractivo valor comercial, sobre
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todo en la medida que se trata de espacios en zonas residenciales urbanas o en reas de expansin urbana. La racionalizacin de unidades y dependencias debera considerar enajenar el patrimonio de valor comercial si la operacin aporta recursos econmicos necesarios para el nuevo "dimensionamiento" y la modernizacin de las fuerzas armadas.
Actividad empresarial de los institutos armados, en reas productivas de bienes y servicios para los mercados nacional y externo, que inclusive podra producirse en la modalidad de asociacin con empresas privadas. Habra que estudiar la posibilidad de que el FONAFE (Fondo Nacional de Financiamiento de la Actividad Empresarial del Estado) pueda intervenir dotando la parte requerida del capital y ejerciendo su capacidad reguladora. El INDECOPI podra cautelar que no se produzca competencia desleal.
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