Crocknicas Marcianas
Crocknicas Marcianas
Crocknicas Marcianas
DIRECCIN EDITORIAL
Elena Santibez
DISEO DE LA SERIE
Csar Caballero
DISEO Y FORMACIN DE INTERIORES
Claudia Snchez
DISEO DE CUBIERTAS
Quique Rangel
CORRECCIN
Juan Vzquez Gama
LECTURA FINAL
Mauricio Prez Snchez
Priscila Galeana Arzate
Rosa Trujano Lpez
1. Edicin: junio de 2014
Joselo Rangel, 2014
Rhythm & Books S. de R. L. de C. V., 2014
Lpez 68-10, Colonia Centro
Delegacin Cuauhtmoc
Mxico, D. F. 06050, Mxico
rhythm.books@yahoo.com
ISBN XXXXXXXXXXXXXXXXXXX
Prohibida la reproduccin o transmisin parcial o total de
esta obra por cualquier medio o mtodo, en cualquier forma electrnica o mecni-
ca, incluso fotocopia o sistema para
recuperar informacin, sin permiso escrito del editor.
Impreso en Mxico / Printed in Mexico
Para Lumi, Luciana y rsula
quienes me dieron (y me dan) la fuerza y las ganas
para escribir cada semana esta columna.
Cuando se alude a Joselo Rangel por lo general se piensa en el hecho de que
es parte de uno de los grupos de rock ms trascendentes en la historia del
gnero en Mxico y, casi seguro, se le otorga ese mote incmodo que tan slo
lo explica en una de sus muchas facetas: tacvbo. Y s, Joselo es un tacvbo.
O, para ser ms explcitos, el guitarrista de Caf Tacvba, el singular cuarteto
que desde que irrumpi en el horizonte de la msica latinoamericana result
convincente, generador de un sonido novedoso e incuestionablemente original,
que ha sabido reinventarse a travs del tiempo, en una carrera que ya alcanza
dos dcadas y media de actividad. Pero, asimismo, l es muchas cosas ms, y
el libro que tienes en tus manos as lo constata.
Creo que la primera ocasin que advert la individualidad de Joselo fue cuando
constat, indagando en los crditos del primer lbum del grupo, que l era el
autor de Mara. Desde siempre he credo que esa cancin, a la cual el grupo
distingui con la elaboracin de un videoclip uno de los ms memorables
de su trayectoria, por cierto, es un gran logro en la msica mexicana, la
apropiacin que hiciera un grupo de rock de fines del siglo XX de un bolero, de la
rica tradicin de la msica romntica mexicana. No slo estaba detrs de ella un
buen compositor, a su vez alguien que tena un acercamiento con esa tradicin
y que pretenda honrarla y renovarla a la vez.
Ms tarde me top con otra composicin suya que de igual manera me
impact: El fin de la infancia. Una ms de las canciones del polivalente lbum
re, que exige en su estribillo, en ese verso que pregunta: Seremos capaces
de pensar por nuestra cuenta?, el que los mexicanos y los latinos por
aadidura valoremos nuestra cultura, aun frente a la hegemona de otras
que nos han deslumbrado durante aos.
El hecho de que remita a la msica del norte del Mxico, a la banda sinaloense,
subrayaba su carcter mestizo, concibindolo desde la inventiva de alguien que parte
del rock. Es decir, nos hizo entender que sin desdear lo extranjero, debamos tomar
en cuenta lo propio.
Y, en das ms recientes, he conectado con Yo busco, una de las 10 canciones
de El objeto antes llamado disco. Categrica declaracin de principios en la que
l manifiesta una de sus preocupaciones: la tolerancia ante los otros y sus ideas,
cualesquiera que stas sean. En ella, escribe desde la incertidumbre, el escepticismo
y la confusin que da el estar en un mundo empequeecido por Internet y marcado
por la diferencia: No soy nadie para decirte que ests mal / Al contrario, tambin yo
busco la verdad / Eso, si la hay.
Desde siempre, la cultura del rock nos ha fascinado. En principio porque nos
representa una insondable vorgine de creacin que se materializa en canciones, las
que definen de cierto modo el tiempo que vivimos y dan forma a la banda sonora de
nuestra vidas. Pero tambin estn sus mitos, los personajes que transitan este mundo
movidos por la inspiracin y, como el libro de estilo del gnero lo exige, impulsados
a gran velocidad por sus excesos el venerado trinomio sex, drugs and rock and
roll, a travs del vrtigo que los llevar a la fama y, en ocasiones, a una muerte
rpida y escandalosa, la misma que ha ensombrecido el destino de sus arquetipos:
Morrison, Hendrix, Joplin, Parsons, Cobain. Apellidos cuya fugaz existencia por lo
general est recontada por terceros desde una distancia prudente.
Pero pocos casos en los que su estilo de vida, esa vida que seduce y que intentan
rastrear periodistas, bigrafos y documentalistas, se cuenta desde adentro, con
lucidez y humor, tal como Joselo lo consigue hacer en algunas de estas
pginas.
En ese sentido su militancia en el gnero parece intrusa, el hecho de que
l aqu mismo lo confiesa ha decidido salir del carril de alta velocidad
y, para fortuna tanto de los seguidores de su msica como de sus lectores,
asumir desde la sobriedad y la cordura ese rol de testigo y observador que,
en el campo profesional en que se mueve, es toda una rareza.
Enrique Blanc
El revs de Joselo
Varios son los hechos por los que he podido darme cuenta, paulatinamente, de
que detrs de Joselo hay una persona que gusta desdoblarse en otras y no ce-
irse a un estereotipo ser un reconocido guitarrista de rock sino reinven-
tarse fuera de ste. Aunque, ahora que lo conozco ms de cerca, me queda muy
en claro que nada de ello tiene que ver con una decisin sbita y premeditada
sino, todo lo contrario, con una forma de ser que ya era as de antemano, in-
cluso antes de los das en que Caf Tacvba compartiera sus primeras melodas.
Una personalidad en la que, a la par de su pasin por la msica, hay otras
ms: por la literatura especialmente, y por el cine y por el cmic y por la ciencia
ficcin y por la vida misma. Personalidad que queda ms que clara una vez
que uno se interna en las pginas de Crcknicas marcianas, la seleccin que l
mismo ha hecho de los textos que publica semanalmente, desde 2008, en una
columna del diario Exclsior de la Ciudad de Mxico. La prueba de su obsesin
por la palabra y, sobre todo, por la que se crea desde el rigor de la escritura y la
imaginacin.
Pero el hecho de que el libro que ahora publica la editorial RHYTHM & BOOKS
nos permita dimensionar de mejor manera a este msico que es adems un
lector voraz y que tiene intereses por dems diversos, no significa que sa sea
su mejor virtud, sino aquello que nos revelan sus pginas, la serie de textos que
nos permiten asomarnos a los ambientes en los que Joselo se desenvuelve: el
muchas veces hermtico mundillo del xito musical, as como el de una vida
cotidiana, la suya, que nos resulta tan divertida como interesante.
Son estas notas la sucesin de ideas que rondan la cabeza del autor a me-
dida que transita por la realidad, y es por ello que las reflexiones aqu plasma-
das son por dems dismiles. Lo mismo pueden obedecer a esa recalcitrante
melomana que lo ha llevado a generar, de forma muy crtica, una escala de
valores en las que, como sucede con todos los que amamos la msica, tiene
sus predilectos.
A su vez, est esa mirada cmplice que Joselo nos presta a quienes tenemos
curiosidad de saber cmo son los entretelones en las grandes ligas musicales, all
donde pocos tienen acceso. Es decir, las relaciones con otros msicos, la vida on
the road que suponen las giras, el misterioso vnculo que se tiene con los fans, los
descubrimientos que conllevan los viajes, los privilegios a los que se accede muchas
veces sin tener un inters en ellos, etctera. De igual manera est su conocimiento,
sobre todo aquel que ha adquirido por medio de su obsesin por la literatura y que lo
ha llevado a la obra de quienes son sus escritores de cabecera: William Gibson, J. G.
Ballard y, desde luego, Ray Bradbury, en cuyo honor bautiz Crcknicas marcianas a
la columna donde ha publicado las crnicas que componen este libro.
S, sa me parece que es la gran aportacin de sus Crcknicas marcianas: ofrecernos
una sucesin de juicios, cavilaciones, remembranzas, opiniones, ancdotas, que surgen
desde todas ellas desde la cabeza inquieta (lase insaciable) de quien ms all de
ser una celebridad en el mbito musical, nos resulta un espritu ldico obsesionado
con el saber y dedicado a cultivarlo y compartirlo, generosa y elocuentemente, sin
escatimar en ningn momento la emocin que ello le significa ni el impulso creador
que lo apremia a tomar la pluma.
Enrique Blanc es escritor y periodista especializado en temas musicales. Ha publicado textos en diarios
y revistas de Mxico y el extranjero como Reforma, Milenio, Los ngeles Times, El Financiero, Marvin,
Zona de Obras y Da Siete, entre otros. Es autor de los libros Flashback. La aventura del periodismo
musical (Editorial Universidad de Guadalajara, 2012); De mis pasos. Conversaciones con Julieta
Venegas (SGAE/Zona de Obras, 2007); Puro Power Mexicano. Conversaciones con Molotov (SGAE/
Zona de Obras, 2003); coautor del captulo Rock Mexicano. Breve recuento del siglo XX publicado en
La msica en Mxico. Panorama del siglo XX (FCE/Conaculta, 2010). Es editor de la revista digital La
banda elstica. Es tambin autor de los libros de ficcin No todos los ngeles caen del cielo (Editorial
Moho, 1997); Cicatrices del bolero (Tierra Adentro, 1997) y Sudor aejo y sardina (Editorial Moho,
2012). Conduce Radio al cubo en Radio Universidad de Guadalajara y el programa de TV Urban Beat
en Canal 44. Es asesor de la seccin Son de cine del Festival Internacional de Cine en Guadalajara. En
2014 publicar Bailando por nuestra cuenta. Conversaciones con Caf Tacvba.
En 1994, Caf Tacuba public re, su segundo disco, considerado el lbum blan-
co del rock latino. Se trata de una obra indispensable, llena de canciones exqui-
sitas: y entre todas ellas, El fin de la infancia emerge como una de las ms
importantes no slo de ese disco sino tambin de toda la historia del grupo, al
menos a nivel conceptual. Montada sobre una quebradita, ritmo tradicional del
noroeste de Mxico, funciona como un manifiesto, una declaracin de principios
estticos que sostiene que se puede construir una avanzada revolucionaria
desde la periferia, en una frase emblemtica: Hoy quitar el miedo de sentirme
en la vanguardia. Sin tener que ir a New York, para ver all qu pasa.
Guitarrista y fundador de Caf Tacuba, Joselo Rangel escribi muchsimas
canciones que enriquecen el repertorio del grupo y otras que fueron a parar a
dos de sus muy buenos discos como solista: Oso (2001) y Lejos (2006). Tam-
bin hizo la msica y el diseo sonoro de una obra de teatro inspirada en Frida
Kahlo. Y adems, como veremos a continuacin, Joselo cra hijos, escucha mu-
chas msicas, lee y escribe. O sea: Joselo es un tipo inquieto. Y talentoso.
Entre toda su obra cancionstica, El fin de la infancia es, al menos para m,
la ms importante. En principio, porque recoge el legado del poeta brasileo
Oswald De Andrade, que en su Manifiesto antropfago, publicado en mayo de
1928, interrogaba: Tup or not tup that is the question. Detrs de esa frase
ingeniosa y ldica, que cuestiona al To be or not to be? que William Shake-
speare escribi para el soliloquio de Hamlet unos 300 aos antes, se encierra
el quid del regionalismo crtico: interpelar a una cultura dominante desde una
perspectiva local.
Los tup eran la etnia que habitaba la selva amaznica y buena parte de la costa
atlntica del Brasil al momento de la llegada de los portugueses, y cuentan que
en las batallas de aquel entonces, preferan capturar a los invasores para reali-
zar rituales antropfagos antes que matarlos en el campo de batalla.
Oswald de Andrade retoma el legado canbal, pero lo aplica al campo cultural: de-
glutiendo referencias forneas para crear un movimiento artstico que las interpela
a partir de una tradicin y un lenguaje local. Eso mismo es lo que ha hecho el grupo
de Joselo desde su fundacin, hace ya un cuarto de siglo, reinventando el rock en
espaol. Y lo ms maravilloso de esa cancin en particular es que, ms all de todo
sustento terico, difcilmente puedes escucharla sin que te vengan unas ganas in-
controlables de salir a bailar como un desaforado.
Pero, adems, El fin de la infancia, desde su ttulo, rinde homenaje a la novela
de ciencia ficcin que Arthur C. Clarke public en 1953, y que Joselo descubri con
fascinacin en su adolescencia. La cita, entonces, funciona como un estmulo para
descubrir la obra de Clarke, y tambin para rastrear la profunda ligazn entre Joselo
y las letras. Teniendo en cuenta que esa cancin est en un disco montado sobre un
concepto en relacin a la circular (con la re-peticin, re-creacin), tiene sentido rela-
cionar aquella cancin con este libro.
Es que, justamente, estas Crcknicas marcianas no aparecieron por generacin
espontnea. Antes que msico, Joselo ha sido (y es) un gran lector. Los que alguna
vez se cruzaron con l durante una gira pueden dar fe: es casi imposible no verlo con
un libro bajo el brazo, y en los ratos libres, Joselo elige recorrer libreras. As que no
es de extraar que cuando en 2006 recibi la propuesta de escribir crnicas sema-
nales para el peridico mexicano Exclsior, esa invitacin haya sido un incentivo
casi definitorio para desarrollar una veta como escritor de algo ms que buenas
canciones.
Lo concreto es que desde hace seis aos, todos los jueves a las 14:00
horas, a ms tardar, entrega un texto para ser publicado al da siguiente
en su columna Crcknicas marcianas. Puestas todas juntas, como
las vamos a leer un par de pginas ms adelante, funcionan como
una bitcora de ancdotas, placeres, obsesiones y cotidianidades
de Joselo.
Humphrey Inzillo
Letras ritmo y antropofagia
Son relatos eclcticos, que muchas veces comienzan a partir de lo que marca
su agenda personal: giras, ensayos y conciertos con Caf Tacuba, un cruce con
algn artista (consagrado o emergente) en el backstage de un festival, la salida
de un disco o la edicin de un libro. La cultura, en sus diversas expresiones,
es uno de los ejes temticos de estos textos. Joselo nos abre la puerta de un
universo que incluye a David Byrne y a los Pixies, a Frank Zappa y a Michelangelo
Antonioni, a Santa Sabina y a Radiohead, a Philip K. Dick y a Morrissey, a Wim
Wenders y a Gustavo Santaolalla, a New Order y a Chavela Vargas, y a cientos
de otros artistas. Muchas veces, adems, establece valiosos vnculos entre
ellos, no necesariamente previsibles.
Adems de todo ese background cultural, Joselo tambin nos abre las puertas
a sus memorias de la infancia o la adolescencia, o incluso a las de su familia, a
partir de historias cotidianas que funcionan como el disparador de reflexiones
sobre la vida misma. Aunque puedan leerse sueltas y en un orden aleatorio,
compiladas en un libro funcionan con una lgica literaria: como una excursin
que mezcla experiencias de vida con reflexiones sobre el rock como una cultura
y, tambin, sobre el oficio de ser msico de rock.
Supongo que a veces les ha pasado que, cuando una historia los conmueve,
no quieren que se termine: quieren saber qu pas con los personajes despus
de que el libro (o la pelcula, o la serie) lleg a su fin. El consuelo con esas
columnas de Joselo (que atencin! pueden volverse adictivas) es que funcionan
como un work in progress constante. La posibilidad de seguirlas, semana a
semana, genera una sensacin de alivio cuando terminamos de leer el libro. Y,
adems, promueve un hbito saludable: conectarse cada viernes a la web para
ver por dnde nos piensa sacar de paseo Joselo la prxima vez.
Humphrey Inzillo naci en Buenos Aires en 1979 y es Licenciado en Periodismo y Comunicaciones.
Es editor de Rolling Stone Argentina, revista para la que escribe desde 2002. Sus artculos han sido
publicados en: La Maga, La Garca, Hecho en Bs. As., Brando, La Fuga y Playboy (ediciones Argentina y
Mxico), entre otras publicaciones. En radio particip en el programa Gillespi Hotel (FM Rock & Pop) y
fue columnista de La hora del t (FM Urbana, Uruguay). Fue panelista de la primera edicin argentina
del programa Grammy Latino en las escuelas (2004); jurado de la primera edicin del Motorockr Band
en Argentina; de los premios Graffiti a la msica uruguaya; y del pre-Corrientes Rock. Ha publicado
artculos en libros de Argentina y el exterior. Fue cocurador de la coleccin de CDs Rumos Msica, un
ambicioso mapa musical de 16 CDs producido por la Fundacin Banco Ita, con artistas de Argentina,
Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay. Coprodujo El Justiciero Cha Cha Cha, un tributo al legendario grupo
brasileo Os Mutantes, editado en Argentina, Brasil, Colombia, Mxico, Estados Unidos y Canad. Ide
y produjo el disco Uruguayas campeonas! (Lul discos), una antologa de cantoras de la Banda Oriental.
Ha dictado conferencias en la Argentina y en el exterior. Junto a su padre, Carlos, presenta un curioso
DJ-set transgeneracional.
Te lo agradezco pero no / te lo agradezco mira nia pero no / yo ya logr
dejarte aparte / no hago otra cosa que olvidarte... Sonaba en las bocinas
a todo volumen cuando entr a la tienda de discos para comprarme el
Icky Thump, nuevo disco de los recin reunidos White Stripes. Saba que
la cancin que sonaba en toda la tienda era de Alejandro Sanz y que
Shakira cantaba una parte, haba visto el video haca unas semanas. Re-
cuerdo que hay una limusina y que bailan en la calle. Mis hermanas son
fans incondicionales del Sanz, y yo, aunque lo respeto y no me cae mal,
no tengo ningn disco de l. Termin la cancin y pusieron una de Maril-
lion. Esto s es eclecticismo, pens.
Me puse a recorrer la tienda de cabo a rabo, ver qu discos haban
salido, qu discos estaban de rebaja. Capaz que entre los baratos es-
taban algunos que haba perdido o me haban robado y era buen mo-
mento para recuperarlos. Al final, aunque iba buscando slo el de los
White Stripes sal con otros dos cds. Uno era el Led Zeppelin IV que no
s por qu nunca lo tuve, y el re de Caf Tacvba. Nunca he entendido por
qu creen que tengo discos de mi banda para regalar a diestra y siniestra;
normalmente les digo que no tengo, pero hay compromisos en donde es
imposible decir esto, y tengo que ir a la tienda a comprar, por dcima
vez, alguno de nuestros viejos discos.
Mientras pagaba me di cuenta que estaba tarareando la cancin
de Sanz: Te lo agradezco pero no/ te lo agradezco ,mira nia,
pero no sin darme cuenta, casi casi la estaba cantando
y bailando en medio de la tienda. Me detuve en seco, me
estaba poniendo en evidencia, pero fue demasiado tarde,
uno de los dependientes de la tienda me vio y, no s por
qu, volvieron a poner la dichosa rola. Supongo que pen-
saban que de esa forma estaban complaciendo al cliente.
Termin de pagar y sal corriendo de la tienda huyendo de la
tonadita que se haba instalado en mi subconsciente.
Llegu a casa lo ms pronto posible para escuchar el Icky Thump. Al ponerlo a
todo volumen agradec las guitarras de Jack White, la batera naf de Meg White, la
produccin e ingeniera de sonido de Joe Chicarelli. Estaba feliz escuchndolo pero
me di cuenta que no estaba recibiendo lo que esperaba. Deb suponerlo, al volver a
trabajar juntos y firmar un jugoso contrato con una compaa mainstream los White
Stripes no iban a hacer un disco fcil. Es lo que sucede siempre. Cuando una banda
est en una compaa indie se sienten con la libertad de hacer canciones memorables
y radiables, porque creen que la posibilidad de llegar al radio est muy lejos. Si
escuchamos los primeros discos de los Stripes encontraremos muchas de stas.
Supongo que se sienten seguros y que aunque hicieran una cancin tan pegajosa
como la de Sanz nadie pensara que eran unos vendidos. Pero ahora, en el momento
en que los odos del mundo entero estn esperando el regreso del do dinmico
blanquirrojo y negro, los pseudo hermanos se dan el lujo de experimentar. Y estn
en todo su derecho. Esto no quita que el disco sea buensimo y que seguro que con
varias escuchadas lo ir apreciando cada vez ms, pero lo que yo necesitaba en ese
momento era una cancin que desterrara la tonada, el coro inmensamente pegajoso
que traa en la cabeza.
Al terminar de escuchar los 48 minutos con 21 segundos del Icky Thump la
dichosa letra segua ah: Te lo agradezco pero no, te lo agradezco mira nia pero no,
yo ya logr dejarte aparte, no hago otra cosa ms que olvidarte. Hasta pareca que
haba terminado de escuchar ese disco y no el que acababa de comprar. Le quit el
celofn al disco de Led Zeppelin esperando que Black Dog o Stairway to Heaven
lograran lo que ninguna cancin del Icky Thump haba conseguido. O tendr que vivir
con la tonadita toda mi vida? Hjoe, Te lo agradezco, pero no
Stripes versus Sanz
13
Time is on my side
El trabajo de msico es uno de los pocos en donde, al contrario de otros en
que hay que rogarle al trabajador que se ponga a chambear, al msico hay
que exigirle que se baje del escenario. Supongo que tiene que ver con que
ste es muy adictivo. Despus de que lo pruebas una vez, es difcil dejarlo y
cada vez quieres ms. Al principio, el msico no tiene idea en lo que se est
metiendo; se pasa aos aprendiendo a tocar, se pasa horas ensayando
encerrado en un cuarto, pero desde el primer momento en que recibe la
energa del pblico que lo ve en un escenario, que lo escucha, ya no hay
vuelta atrs, se convierte en uno de los millones de adictos a la droga que
slo se obtiene enfrente de una audiencia. Todos los msicos que conozco
son iguales, no importa si son de rock o de otros estilos, lo que quieren
es tocar. Donde sea, pero tocar, y si es ms tiempo, mejor. Caf Tacvba,
grupo al cual pertenezco, tiene fama de hacerse del rogar, pero una vez que
estamos en un escenario no queremos bajarnos. Hay conciertos en donde
hemos tocado cerca de cuatro horas continuas.
El pasado fin de semana Caf Tacvba tuvo una mini gira en dos ciu-
dades de Estados Unidos. El sbado tocamos en Nueva York, en el Summer
Stage de Central Park, y el domingo en el Hollywood Bowl de Los ngeles, y
aunque todo lo que rode a estas tocadas era cansado (subirse a un avin
y viajar todo un da, probar sonido, hacer promocin) una vez que subimos
al escenario lo que queramos era seguir ah por horas. Puedes estar
cansadsimo, desvelado o desmaanado, crudo, agotado a ms no
poder, pero al estar en el escenario se te olvida y lo que quieres es
seguir tocando por toda la eternidad. Pero no puedes tocar ms del
tiempo establecido de antemano, hay reglas que se deben seguir al
pie de la letra. Reglas que no tienen nada que ver con la supuesta
libertad de la msica de rock. En cada una de estas presentaciones
tenamos que tocar menos de una hora. Algo que tal vez mucha
gente no sepa y es una de las discusiones ms fuertes que se tienen
detrs del escenario, es decidir cunto tiempo toca cada grupo.
En niveles ms profesionales es un asunto de mnagers, abogados y empresarios,
pero a nivel amateur es algo que los grupos que van a tocar deciden solos y no con
muy buenos resultados. Muchas tocadas ni siquiera llegan a empezar porque los
msicos se pelean a golpes defendiendo con sangre cada minuto de su presentacin.
He visto peleas en el escenario cuando una banda no respeta el tiempo acordado; los
msicos de la siguiente suben y desconectan cables, patean guitarras y tambores
ganando un terreno que les pertenece. Hay grupos que saben que su tiempo de tocar
ya pas, pero piden de manera muy correcta que les dejen tocar una ltima rola. Lo
malo es que no dicen cunto dura esa cancin, que puede ser de hasta ocho minutos
si el grupo resulta de reggae o progresivo.
El grupo abridor siempre toca menos, es algo que todo el mundo sabe, y poco a
poco, ao con ao, disco a disco, vas ganando minutos-presentacin. Aunque tam-
poco es una garanta que si ya eres un grupo veterano o conocido te darn ms tiem-
po para tocar. Recuerdo que cuando hicimos una gira con Beck abriendo conciertos
en Estados Unidos ya tenamos tres o cuatro discos y slo tenamos que tocar 27
minutos exactos! Y cuidadito si te pasas. Esta situacin es tan real que en la mayora
de los foros en Estados Unidos hay sanciones por tocar ms tiempo del previsto. Por
cada minuto de ms te cobran mil dlares. Si la duracin normal de una cancin es
de tres a cuatro minutos y medio, el chistecito de decir la ltima y nos vamos te sale
como en 5 mil dlares.
En el Hollywood Bowl tenamos un reloj enfrente de nosotros, una pantalla que
el pblico no ve, que va contando los minutos y segundos de forma regresiva. Como
una bomba de tiempo a punto de estallar. Rubn, vocalista de Caf Tacvba, cant la
ltima cancin usando los nmeros a manera de lanzamiento de cohete espacial,
terminando la presentacin con el explosivo cero, quitndoles a los gringos la satis-
faccin de cobrarnos unos dlares de tiempo extra. Llegar el momento de volver a
tocar en Mxico, donde el tiempo es una de las cosas ms maleables, los relojes son
adornos y no definen lo que debe durar un concierto y, al ms puro estilo de Vicente
Fernndez, seguiremos tocando hasta que el pblico deje de aplaudir.
En Mxico, donde
el tiempo es una
de las cosas ms
maleables, los relojes
son adornos y no
definen lo que debe
durar un concierto.
15
Los Silversun Pickups son una banda nueva de Los ngeles que con su
primer disco Carnavas est teniendo bastante xito no slo en su natal
California sino en todo el mundo. Su sencillo Lazy Eye, que por su
duracin (5:54) rompe los patrones de la radio, se perfila para ser una de
las canciones representativas de 2007. El sonido de esta cancin (la voz,
las guitarras, la meloda) recuerda muchsimo a un grupo de la dcada
pasada: los Smashing Pumpkins.
Tuve oportunidad de ver a los Silversun Pickups en el festival
Lollapalooza 2007 en uno de los nueve escenarios repartidos por
todo el Grant Park de Chicago. Era viernes por la tarde, primer da del
festival, y las opciones eran muchas; a la misma hora en un escenario se
presentaba M.I.A. y en otro los Rapture. Pronto empezaran a tocar los
Blonde Redhead y el vocalista de los Silversun, Brian Aubert dijo: Qu
hacen vindonos a nosotros? Corran al otro escenario. Yo preferira estar
viendo a los Redheads, son buensimos, pero nadie se movi, todos
queramos escuchar esa cancin (Lazy Eye) que al parecer crea adiccin,
mucha gente que conozco la repite una y otra vez en su iPod para sentir
la nostalgia y la alegra que provoca.
Aunque la cancin me gusta mucho, nunca haba visto ni siquiera una
foto de los integrantes. Me sorprend al ver que no slo en la msica
se parecen a los Smashing, sino que tambin los dos grupos tienen en
su alineacin a una mujer tocando el bajo y a un
oriental (en los Smashing tocando la guitarra y
en los Silversun la batera). Pero, realmente es
oriental el baterista de los Silversun Pickups? No
importa tanto, pues aunque fuera un mexicano
con los ojos un poco rasgaditos, todos lo veramos
como un japons. Culpa de la imagen que tenemos
de Smashing Pumpkins, por supuesto.
Un gringo que estaba a mi lado me pregunt: Is the drummer asian? Lo que me
confirmaba que no era el nico encontrando la semejanza con aquel grupo de los
noventa, era demasiado obvio. Adems los nombres de las dos bandas se parecen
demasiado: Smashing PumpkinsSilversun Pickups. SPSP. Pero, a alguien le im-
porta? A m no.
Pasa algo extrao con todo esto. Los Smashing Pumpkins acaban de sacar un disco
en junio despus de siete aos ausentes.
Haba muchas expectativas respecto a ese material, pero recibi muy malas re-
seas. En parte debido a que dos de los integrantes originales, la chava del bajo
(Darcy) y el oriental de la guitarra (James Iha) no estn incluidos en el regreso.
Eso s, el vocalista Billy Corgan reclut a dos msicos muy parecidos, como si los
Smashing fuesen una especie de franquicia que tuviera que seguir ciertas reglas de
imagen. Adems las canciones de ese nuevo disco tan esperado no son tan buenas.
Me declaro fan de Billy Corgan como compositor, pero la verdad es que de estos dos
nuevos discos prefiero el de los Silversun Pickups.
Se vale que un grupo copie de manera tan descarada a otro? No faltan ejemplos
en la historia del rock. Dos de los ms famosos son Bob Dylan, copindole TODO a
Woody Gutrie y salindose con la suya, y los Beatles, imitando hasta en el nombre a
su dolo Buddy Holly and the Crickets, y sobrepasndolo ms all de lo imaginable.
No ser yo el que tire la primera piedra a los Silversun Pickups, y si ya tocaron
en Chicago, hogar de los Smashing Pumpkins y les fue bien, supongo que ya tienen
el permiso de seguir adelante. Los maestros de escuela nos mintieron, realmente
se puede llegar lejos copiando, y si es a tus dolos, mejor. Pero eso s, como dice mi
mam: Intenta copiarles slo lo bueno, deja que lo malo se los copien los dems.
Silversun Pickups & Smashing Pumpkins
Se vale que un grupo copie
de manera tan descarada
a otro? No faltan ejemplos
en la historia del rock.
17
Copia a tus dolos.