Intersecciones
Intersecciones
Intersecciones
Julián Ruesga Bono (edición) - Joan Elies Adell Pitarch - Francisco Aix
Gracia - Norberto Cambiasso - Sebastián Dyjament - Pedro G. Romero -
Francisco Ramos - Daniel Varela
arte/facto
Colectivo Cultura Contemporánea
Edita:
arte/facto, Colectivo Cultura Contemporánea
Area de Cultura del Ayuntamiento de Sevilla
parabolica@telefonica.net
www.parabolica.org
Este libro ha sido editado gracias a una subvenciónde la Convocatoria pública de subvenciones a proyectos
e iniciativas culturales del Area de Cultura del Ayuntamiento de Sevilla de 2004.
“el propósito de esto no es entretener”
LaMonte Young
“Lo que estamos viendo no es otro trazado del mapa cultural -el desplazamiento
de unas cuantas fronteras en disputa, el dibujo de algunos pintorescos paisajes-
sino la alteración de los principios mismos del mapeado. Algo le está sucediendo
al modo en que pensamos sobre el modo en que pensamos (...).”
Clifford Geertz
“si ya no se escribe ni se lee como antes es porque tampoco se puede ver ni re-
presentar como antes.”
Jesús Martín Barbero
3
Intersecciones, híbridos y deriva(dos)
La música en la cultura electro-digital
9
La música en la cultura electro-digital
“En los últimos años del siglo XX el silencio pasó a ser más
un referente teórico que una realidad verificable. Bares,
estaciones, aeropuertos, restaurantes y hasta balnearios
funcionan en la actualidad con música permanente. Se usa
música para cocinar, para conversar con amigos, para sedu-
cir, para hacer gimnasia, para manejar y para casi cualquier
actividad urbana. El usuario común, podría decirse, está
educado por el cine y la televisión y, de acuerdo con los pre-
ceptos aprendidos, ambienta musicalmente -o se deja
ambientar- cada acto de su vida.” (Diego Fischerman,
1998:134)
15
La música en la cultura electro-digital
Bibliografía
16
Entre la autenticidad y la impostura:
música y nuevas tecnologías
Con todo, sin embargo, este vínculo básico entre música y tec-
nología no ha impedido que el propio concepto de tecnología
quedara afectado por todos aquellos prejuicios que ven en lo tec-
17
La música en la cultura electro-digital
Este segundo ámbito al que hacía referencia es, sin duda, el que
más ha interesado a los estudiosos de la música popular contem-
poránea, como decía al principio. Han sido diversos los críticos que
se han apresurado a señalar que la música es uno de los discur-
sos que más intensamente y en más ocasiones ha sufrido el im-
pacto de la tecnología. Así el musicólogo Jürg Stenzl (1988:165)
apunta que si bien la entrada en lo que Walter Benjamin llamó la
época y la reproductibilidad técnica tuvo unas consecuencias muy
importantes para todas las expresiones artísticas, para la música,
en cambio, la invención de la grabación produjo una revolución
cuyas repercusiones aún no han sido valoradas ni analizadas en
toda su complejidad.
19
La música en la cultura electro-digital
Bibliografía :
Nota:
Enlaces relacionados:
30
La electrificación en las salas de concierto
Francisco Ramos
Entre los artistas, los músicos serán más sensibles a este nuevo
ámbito de lo sonoro, como prueba el que, con la escritura de la
música, hayan logrado crear con el tiempo su propio sistema de re-
presentación simbólica. Se sabe cómo la escritura ha engendrado
nuevos modos de composición en la música occidental, permitiendo
el desarrollo de un lenguaje complejo. Por tanto, no es sorprendente
que fuesen los músicos los primeros que, ya en los años 50 del siglo
XX, se interesaran por el ordenador. Del nuevo trato entre el com-
positor y la máquina nacerá un material sonoro renovado.
Más allá del mundo abstracto representado por las notas en la par-
titura, los compositores prestan cada vez más atención a los
sonidos de nuestro entorno, los sonidos producidos por el paisaje
natural, pero también el industrial y el humano. A este respecto, la
obra de Cage 4’33’ aparece, desde la perspectiva actual, como
visionaria, al incluir el autor los sonidos del auditorio como mate-
rial de primera importancia. En la obra, como se sabe, el pianista
permanece sentado y silencioso durante los cuatro minutos y trein-
ta y tres segundos que dura la pieza. Lo que el autor propone es la
percepción de los sonidos que nos rodean y, finalmente, la toma de
conciencia del papel que juega el músico en el entorno sonoro.
Nace así lo que Murray Schafer llamará ecología sonora. Schafer se
ha esforzado en llamar la atención acerca de los efectos nocivos de
los ruidos urbanos y los sonidos tecnológicos en el ser humano.
Las tres tecnologías sobre las que se basan las búsquedas artísti-
cas del último siglo (la fonografía, la radio y la ingeniería electróni-
ca) tienen un empleo muy particular en la música. La fonografía
supone el medio para grabar, conservar y reproducir un material
idéntico; la radio permite la transmisión en directo y preserva el
carácter de instantaneidad; la luthería de comienzos del siglo XX
propone una serie de instrumentos musicales que, como el
entonarumori, pertenecen a estéticas de signo rupturista. A su
manera, el ordenador concilia la fonografía, la radiofonía y la
luthería y aporta sus propias prestaciones. Como la fonografía, el
ordenador permite igualmente grabar el sonido, pero también
transformarlo en el mismo instante, Con la simulación de instru-
mentos que logra el ordenador, el músico crea, ya en las
postrimerías del siglo XX, un arsenal de instrumentos virtuales. La
interacción y sincronización entre instrumentos convencionales y
ordenador hacen posible el concierto con Live Electronic. El medio
sonoro ya no está dominado por la secular orquesta sinfónica, sino
por los nuevos materiales aportados por la moderna tecnología. La
sala de conciertos, con este nuevo arsenal, ha de estar atenta a las
exigencias de espacialización del sonido que cada obra nueva con-
lleva. Con la nueva música, surge la necesidad de la construcción
de nuevos auditorios, con escenarios más flexibles, en donde el
ensemble y el equipo electrónico se puedan situar en lugares
estratégicos de la sala (Répons, de Boulez) o incluso en platafor-
mas distantes del público (Prometeo, de Nono): la sala central de
conciertos de la Cité de la Musique, en París, reúne estas carac-
terísticas. El nuevo material pide del receptor una escucha más
activa, en donde ha de atenderse a una insólita multitud de fuentes
sonoras.
35
Busqueda musical y confrontación
Sobre la música experimental en los inicios del
nuevo Siglo
Daniel Varela
Mucha agua ha corrido bajo el puente a inicios del siglo XXI, pero
más allá de los relativismos propios de nuestro tiempo, si bien
parecen obsoletas las discusiones en torno a la razón de ser de las
vanguardias en el arte, lo cierto es que se continúan creando todo
tipo de propuestas sonoras basadas en el alejamiento de los con-
vencionalismos. Quizá la idea de convencionalismos resulte enmar-
37
La música en la cultura electro-digital
En este marco, las “nuevas” (algunas con casi cuarenta años) for-
mas de composición y experimentación tienen ya historia y lengua-
je propios. Hablan de una historia paralela –muchas veces opuesta-
a los desarrollos de la música pensada para las salas de concierto.
Proponen la apreciación de un heterogéneo universo musical que ha
permanecido poco visible pese al paso del tiempo. Repasaremos
algunos de estos terrenos y paradigmas creativos con el objeto de
exponer más claramente distintos modelos de disidencia sonora.
Hechos e Ideas
Así como el terreno visual sería cuestionado por conceptos como los
artes de Performance, de instalaciones, el Land Art y el Site Specific
Art o bastante más recientemente por el gran capítulo de las artes
tecnológicas o electrónicas; el mundo de la creación con los sonidos
desarrolló un interés investigativo por aquello que ya no podría repre-
sentarse en una sala de conciertos.
Muchos artistas sonoros son músicos, pero muchos otros no. Entre
éstos pueden contarse escultores, constructores de máquinas, doc-
umentalistas sonoros o personas con algún conocimiento en una
disciplina técnica (arquitectura, luminotecnia, informática). A partir
de tan distintos orígenes, es claro suponer que los resultados serán
muy personales y variados. Muchos artistas se sienten cómodos
trabajando con el aspecto más puramente físico del sonido,
enfocándose en el impacto visceral o perceptivo con los materiales
y el sonido que producen. Esto plantea una diferencia pues gran
43
La música en la cultura electro-digital
Sin Cage, la música de los últimos cincuenta años hubiera sido otra,
pero en la singular idea de convivencia estilística y heterogeneidad
de lenguajes se nos ofrece una interesante opción a la conocida
antinomia entre músicas más “formales” o “informales”
Al igual que con las músicas instrumentales, los géneros (léase aquí
los medios técnicos) no garantizan una respuesta unívoca frente a
las dudas del acto creativo. La integración de recursos varía según
los criterios y la ideología de cada autor; y puede permitirse la re-
ferencia, lo abstracto y lo narrativo, el ruido junto a los fragmentos
melódicos. El ejercicio crítico contra los modelos de creación ce-
rrada posibilitaría resultados concretos a través de intuición, forma,
procesos y prácticas que asignen a los medios un papel algo más
restringido: el de herramientas.
53
La música en la cultura electro-digital
Discusión
Un ejercicio crítico más allá de los géneros, los lenguajes y las téc-
nicas puede ser opción frente a las imposiciones de un mercado que
siempre dicta las buenas costumbres según las preferencias del
público consumidor.
55
La música en la cultura electro-digital
REFERENCIAS SELECCIONADAS
General
Minimalismos
Ruidismo
56
Busqueda musical y confrontación
Composición
57
La música en la cultura electro-digital
Ecología Sonora
Improvisación
58
Busqueda musical y confrontación
Apropiacionismos
Electroacústicas Experimentales
59
El fantasma de la libertad
Fragilidad y escepticismo en la improvisación
electrónica contemporánea
Norberto Cambiasso
Paraíso ahora
or3, no fue una mala actitud mientras pudo sobrevivir a sus con-
tradicciones. Postulaba una relación directa entre la música y la
vida cotidiana cuyo distanciamiento, contra todas las apariencias
en contrario, se tornaría cada vez más inflexible con el correr de la
revolución digital.
Lo que al principio pudo parecer una brisa de aire fresco, una reac-
ción radical a los abusos de esa vieja escuela demasiado ligada a
un tiempo ineluctablemente pasado, corre el riesgo de convertirse
73
La música en la cultura electro-digital
75
La música en la cultura electro-digital
Notas:
76
Bits sobre Beats:
Las tecnologías informáticas en la producción
musical
Sebastián Dyjament
destacar esta cita de Busoni, ya que deja claro una premisa fun-
damental a tener en cuenta: la búsqueda tímbrica, de nuevas
experiencias en el rango de sonoridades que la incorporación de
nuevas tecnologías permite desarrollar. Busoni en su momento
experimentó con el Dynamophone, también conocido como el
Telharmonium. “El Dynamophone era un antecesor primitivo al
sintetizador de hoy. Inventado por Thaddeus Cahill, Busoni había
leído sobre el en un articulo llamado “New Music for an Old World”
publicado en McClur’s Magazine en 1906. Busoni vio en el
Dynamophone una nueva fuente de material sonoro (...) Su entu-
78
Bits sobre Beats
Si bien Depeche Mode, Pet Shop Boys o Erasure solo usaban sinte-
tizadores, en sus discos y presentaciones en vivo, sus canciones
conservaban una base pop heredada de grupos de guitarras: per-
fectamente, se podrían tocar con instrumentos eléctricos y acústi-
cos. No solo a estos grupos los habían influido los alemanes
Kraftwerk o Brian Eno: el compositor de Depeche Mode, Martín
Gore, admite la influencia de los Beatles, de la música country y del
blues. Asimismo, Neil Tennant de Pet Shop Boys, es un reconocido
admirador del compositor ingles Noel Coward. Había una ruptura de
medios, pero no una ruptura en términos de formas. Advertimos,
en otras palabras y si nos manejamos por todo lo que venimos
hablando hasta ahora, una nueva manera de interpretar música
popular, a partir de la masificación en la fabricación de instrumen-
tos musicales impulsados por la síntesis de ondas sonoras. Lo que
no había hasta en ese momento era una nueva manera de escuchar
y apreciar música popular, ya que las grandes masas juveniles
estaban atadas al paradigma del pop (melodía, letras, armonía) a
la hora de determinar gustos musicales.
Por esa misma época, la música disco (otro derivado del funk, pero
destinado a la pista de baile principalmente) también comenzaba a
experimentar con sintetizadores. Tomando una instrumentación
derivada del funk, pero adicionando arreglos de cuerdas y vientos,
el disco produjo infinidad de exitosos artistas como Gloria Gaynor
o The Sisters Sledge y revitalizó reinventando la carrera del trío
australiano Bee Gees, pero para comienzos de los 80s, este estilo
comenzó a dar muestras de agotamiento creativo. Pero las raíces
ya estaban echadas. De las cenizas de la música disco comienzan
a aparecer los primeros géneros musicales eminentemente elec-
trónicos: música hecha con instrumentos electrónicos a partir de
una concepción electrónica de la música. Dichos géneros son el
house y el techno. Asimismo, de una mutación de la música disco
(el computer disco) surgirán los primeros ensayos de música
trance. Tanto el house como el techno constituirán las piedras fun-
dacionales de las distintas corrientes electrónicas bailable que ter-
minaran popularizándose a fines de los 90.
que lleva a decir esto? El jungle toma los ritmos sincopados del hip-
hop, la velocidad del techno-ardcord y hasta aspectos más ocultos
del jazz y el soul; es un híbrido entre la música negra americana y
la música techno europea; así como su origen es bastardo, también
son contradictorias las sensaciones que provoca: el jungle “une
estados de animo contradictorios: euforia e inmovilidad, relax y
aceleración” (el prestigioso crítico inglés Simon Reynolds lo define
10
Dichos proyectos, a los que se suman otros como The Orb, Orbital
o Mu-ziq son considerados dentro de esta corriente pero con sus
diferencias: Richard James, único miembro de Aphex Twin se ca-
racteriza ser una especie de “cirujano electrónico” (cambia los pre-
sets de los teclados y los va modificando a gusto, un verdadero
Frankenstein); como si dijera “yo manejo la tecnología y ella hace
lo que yo quiera”, James derriba el mito de “la informática domi-
nará al hombre” (que existía décadas atrás). De otro modo, rompe
con la interfaz existente entre sintetizador y hombre para llevarla a
limites insospechados; por ultimo, la “ocupación” humana de las
maquinas posibilita la experimentación y búsqueda más allá de la
interfaz impuesta. Esta operación de modificación de los instru-
mentos, de experimentación con nuevos timbres a partir de la mo-
dificación misma del emisor de dicho sonido emparenta al inquieto
Richard James con el compositor norteamericano John Cage y su
famoso piano preparado, al que modificaba colocando diversos
objetos en el encordado variando los timbres que salían del mismo.
Se acabó el “We are the robots” de Kraftwerk y la idea que “La tec-
nología resolverá todos nuestros problemas”: el futuro es hoy y no
es tan bueno como se pensaba años atrás. En vez de escaparse de
este mundo, el jungle exagera los rasgos de la acelerada vida
urbana y si uno escucha jungle en un contexto inapropiado (en su
casa) le va a encontrar cierta conexión con la realidad, por eso en
este ámbito podríamos estar hablando de simulación y no de susti-
tución: la música jungle simula la realidad porque caricaturiza sus
aristas más características. Pero es en el ámbito de las raves donde
tenemos que hablar de sustitución.
92
Bits sobre Beats
El ultimo aspecto relacionado con las raves tiene que ver con el
lugar físico en el que acontecen. Como habíamos mencionado
antes, las raves suelen suceder en lugares como fabricas abando-
nadas, galpones o lugares públicos al aire libre como plazas y par-
ques (el “Tribal Gathering” o el “Universe” de Londres son de las
más importantes y tradicionales de Europa y se realizan en campos
abiertos). Incluso algunas tienen apoyo de los gobiernos como el
famoso “Love Parade” que se realiza todos los años en Berlín
(Considerado la rave más grande del mundo, llegando a juntarse
medio millón de ravers por las calles de la ciudad). Definitivamente,
el movimiento rave es arte publico y en cierta forma, político,
puesto que la toma de lugares abandonados para transformarlos en
espacios de esparcimiento, implica una postura fuerte (pensar sino
en los okupas españoles; no pretendo comparar a los ravers con los
okupas, simplemente son dos casos de movimientos que hacen de
la ocupación de espacios públicos una bandera). Esto último
desemboca a veces en ríspidos choques con los dirigentes políticos
y las fuerzas del orden que, en algunas partes del mundo, intentan
suspender las raves, principalmente por el consumo libre de 28 dro-
gas, obligando a los ravers a hacer sus fiestas en los suburbios de
las ciudades o en descampados.
Conclusiones
Apéndice A: Bibliografia
Los inicios:
- Eno, Brian, “Here comes the warm jet”, (1973) (Entre la experi-
mentación con teclados y la canción pop)
103
La música en la cultura electro-digital
Los ochentas:
- Eno, Brian & Byrne , David “My Life In The Bush Of Ghost”, (1981)
(Incorporaron a musica tocada en vivo, voces provenientes de cin-
tas, adelantándose al cut and paste del sampler y las aplicaciones
de edición de audio para PC)
- Los Encargados, “Silencio”, (1986) (Precursores en Argentina,
ignorados en su época)
- New Order, “Substance”, (1987) (Doble recopilatorio, la mejor
banda del techno pop)
- Depeche Mode, “101”, (1988) (doble en vivo, la banda más masi-
va del techno pop)
- May, Derrick, “Chicago Underground Vol.3”, (1988) (El padre del
acid house)
- 808 State, “808 State”, (1989) (Casi mentores del electro hard-
core)
Los noventas:
- Kid 606, “Down with The Scene” (2000) (representante del gen-
ero glitch, un subgenero derivado del IDM)
- DJ Hell, “Presents International Deejay Gigolos” (2001) (recopi-
lación de electrocash a cargo de uno de sus mas representativos
exponentes)
- DJ Tiesto “In My Memory” (2001) (la mas acabada representacion
del DJ Star y el genero mainstream de la electrónica, el trance)
- Atari Teenage Riot, “Burn Berlin Burn” (2003) (techno, breakbeats
y discurso radical político, una de las mejores bandas electrónicas
de los 90s)
- DJ Danger Mouse, “The Grey Album” (2004) (el mas relevante de
los productores de Mash Ups y su disco consagratorio)
Net.labels
Notas
108
Música Interactiva
Vida electrodigital
Daniel Varela
El punto, una vez más es decidir qué hacer con la tecnología; del
mismo modo como el qué hacer con los instrumentos tradicionales.
Las posibilidades técnicas y expresivas de los nuevos medios son
inspiradoras, excitantes y ponen al artista frente a un constante
desafío. El uso anecdótico de estos poderosos recursos, sólo
derivará en una pirotecnia transitoria, de hecho pueden verse usos
bastante dudosos de programas de procesamiento de imágenes en
ámbitos de discotecas y culturas DJ/VJ.
Lecturas recomendadas :
http://kalvos.org/raesgod.html
http://www.xs4all.nl/~mwais/The%20Hands%201984.htm
http://www.xs4all.nl/~mwais/The%20Hands%202.htm
http://www.xs4all.nl/~mwais/CrackleBox.htm
http://inside.bard.edu/teitelbaum/photo/images/rt3.jpg
http://www.sensorband.com/photos/
http://www.salon.com/tech/feature/2002/03/01/netochka/
http://www.rimric.com/folio/sp02/nn.htm
http://www.otherminds.org/shtml/Sonami.shtml
http://www.vasulka.org/Steina/Steina_BentScans/BendScans.html
http://www.vasulka.org/Woody/computerstudies/RCOM/index.html
http://www.artscilab.org/pages/indexWoody.html
http://homepage.mac.com/davidrokeby/images.html
http://park.org/Events/BrainOpera/graphics/bug-mudra.gif
118
Flamenco, tecnología y cultura de masas:
impulsos y aversiones constitutivas.1
En los ochenta y los noventa, con la brecha abierta sobre todo por
Camarón de la Isla y Paco de Lucía, se produce la hibridación del
127
La música en la cultura electro-digital
Bibliografía:
Notas:
135
La música popular contemporánea y la construcción de
sentido:
Más allá de la sociología y la musicología
1.
Nuestro propósito con este texto es el de delimitar y de
intentar dar una explicación a cierto abandono al cual ha estado
sometida la música popular contemporánea (las llamadas “músicas
rock”) cuando se ha tratado de acercarse a ella desde un punto de
vista teórico y reflexivo, sobre todo desde una óptica musicológica,
y ver, a fin de cuentas, si existen otras vías de entrada, como
137
La música en la cultura electro-digital
Las causas son bien diversas, aunque hay un par que me parecen
fundamentales. Por una parte la música no es vista como si de una
práctica “nueva” se tratara, a pesar de la innovación tecnológica
que la ha sacudido, como sí son vistos el cine y la televisión: la
música ha existido como tal “desde siempre”. Los cambios for-
males, de difusión, de función, de recepción, de circulación, no son
percibidos como si de un cambio de “objeto” se tratara, no han
modificado en ningún caso su “esencia” musical. Siempre, pues, se
trata de música. Y esta disciplina ya tiene un espacio reservado
para su estudio y análisis: el conservatorio. Y unos especialistas:
los musicólogos.
Creo, por tanto, que una teoría del discurso puede ayudar a
explicar qué ha significado la alteración de los hábitos de comuni-
cación y de recepción; la crisis de los cánones estéticos tradi-
cionales y de la noción misma de arte. Para poner un ejemplo, el
propio concepto de “autor”, de “compositor”, por este motivo, se ha
visto profundamente marcado por su relación con la sociedad y con
el uso que hace de sus productos. Si en épocas anteriores había
existido un tipo de relación directa entre autor y público desde un
punto de vista funcional y/o ideológico, en la sociedad de los
medios masivos de comunicación esta relación ha sido sustituida
por un complejo aparato gobernado por mecanismos autónomos y
dotado de sus propias reglas; siendo, sin embargo, este mismo
mecanismo portador de unos valores culturales hegemónicos bien
concretos que podríamos definir generalmente como reaccionarios,
pero que permite que se produzcan en su interior múltiples grietas
y contradicciones, brechas a cuyo través es posible descubrir
proyecciones críticas.
2.
Esta indiferencia de la que vengo hablando sobre el estudio
de la música popular contemporánea nos sitúa frente a una pro-
blemática que va mucho más allá de una simple cuestión de con-
tingencias académicas o de modas pasajeras. Porque, en definitiva,
de lo que estamos discutiendo es de la consideración del significa-
do y del sentido “en” la música. Así, las posiciones tradicionalistas
tienden a acentuar el aspecto personal y creativo en la música,
aspectos considerados como aislados y separados del proceso
social. Esta orientación se puede leer en las siguientes palabras de
Keith Swanwick:
Esta reflexión nos hace recordar una tesis elaborada por Philip Tagg
en la Tercera Conferencia Internacional de los Estudios de Popular
Music, en que trazó un paralelismo entre los estudios sobre las
mujeres en la sociedad occidental y en los estudios sobre la músi-
ca popular contemporánea. Su tesis es la siguiente: cuando se lle-
van a cabo estudios sobre la “otra mitad” de la humanidad; es
decir, las mujeres; tales estudios no tratan “solamente” de la otra
mitad de la humanidad, sino que plantean cosas sobre la
humanidad en general, que comporta una valoración diferente de
los estudios existentes sobre la “primera” mitad de la humanidad;
es decir, los hombres. El análisis de la “segunda” mitad del mundo,
en otras palabras, conduce a una revalorización de los estudios
sobre la “primera mitad”. Tagg ha extendido esta tesis a la música
popular sosteniendo que el estudio de este tipo de música, en efec-
to, no es “tan sólo” un estudio de la música popular contem-
poránea. Estos análisis revelan aspectos sobre la música en gene-
ral y la manera en que ésta se debe comprender como formación
datada históricamente, con unos vínculos sociales y culturales
determinados; cosa que lleva, al mismo tiempo, a una reva-
lorización y a una discusión abierta de las modalidades tradi-
cionales y dominantes de estudiar y relacionarse con la música. De
tener experiencia. Y aquí el concepto “experiencia” lo sentimos muy
cercano de la utilización que hace Teresa de Lautetis al capítulo
“Semiótica y experiencia” de su libro Alice doesn’t:
3.
Así, cuando se escucha una música cualquiera, se tiende a
analizarla, a segmentarla (y ésta es “ya” una interpretación porque
se proyecta sobre la música ideas como “repetición”, “simetría”,
“modulación”, etcétera, que, a su vez, se dirigen nuevamente hacia
otros interpretantes, y así sucesivamente); se tiende a buscar refe-
rencias en otras música conocidas (siempre se acaba relacionando
un tema que nunca habíamos escuchado con una determinada ten-
dencia, movimiento, período, género, compositor, grupo, solista,
etcétera) o, en definitiva, se tiende a la búsqueda de todos aque-
llos elementos “extramusicales” (experiencias, recuerdos, imáge-
nes, deseos, etcétera, lo que conforma nuestra subjetividad: nues-
tro imaginario, en definitiva) sin los cuales no sería posible la “com-
prensión” de la música como discurso.
Ningún discurso puede brillar con luz propia, ningún discurso puede
darse fuera de les diferentes redes discursivas: la producción de
sentido no se la debe confinar únicamente al ámbito de una deter-
minada manera de “escuchar” música, como sostiene quienes pien-
san en la inexistencia de una dimensión social de la música, sino
que se trata de un fenómeno discursivo y semiótico que implica y
compromete a una red discursiva en toda su dimensión: social,
subjetiva e ideológica.
Bibliografía
150
La Máquina de Trovar de Meneses
Materiales para una topografía de la Máquina Flamenca
Pedro G. Romero
Otro caso curioso es del de Federico García Lorca quién por recopi-
lar y armonizar una serie de canciones populares como Los pele-
grinitos, Anda jaleo, el Cafe de Chinitas, Los cuatro muleros, etc,
etc, aparece casi siempre como autor de las mismas. Al menos
cobra parte de los derechos que estos generan.
Mairena.- Gracias.
Meneses.- Le parece a usted que sentir con todos es convertirse en
multitud, en masa anónima. Es precisamente lo contrario. Pero no
divaguemos. Hay una crisis sentimental que afectará a la lírica, y
cuyas causas son muy complejas. El poeta pretende cantarse a sí
mismo, porque no encuentra temas de comunión cordial, de ver-
dadero sentimiento. Con la ruina de la ideología romántica, toda
una sentimentalidad, concomitantemente, se viene abajo. Es muy
difícil que una nueva generación siga escuchando nuestras can-
ciones. Porque lo que a usted le pasa, en el rinconcito de su sentir,
que empieza a no ser comunicable, acabará por no ser nada. Una
nueva poesía supone una nueva sentimentalidad, y ésta, a su vez,
nuevos valores. Un himno patriótico nos conmueve a condición de
que la patria sea para nosotros algo valioso, en caso contrario, ese
himno nos parecerá vacío, falso, trivial o ramplón. Comenzamos a
diputar insinceros a los románticos, declamatorios, hombres que
simulan sentimientos, que, acaso, no experimentaban. Somos
injustos. No es que ellos no sintieran; es, más bien, que nosotros
no podemos sentir con ellos. No sé si esto lo comprende usted bien,
amigo Mairena.
Mairena.- Sí. lo comprendo. Pero usted, ¿no cree en una posible líri-
ca intelectual?
Meneses.-Me parece tan absurda como una geometría sentimental
o un álgebra emotiva. Tal vez sea ésta la hazaña de los epígonos
del simbolismo francés. Ya Mallarmée llevaba dentro el negro cate-
drático capaz de intentarla. Pero este camino no lleva a ninguna
parte.
Mairena.- ¿Qué hacer, Meneses?
Meneses.- Esperar a los nuevos valores. Entretanto, como
pasatiempo, simple juguete, yo pongo en marcha mi aristón poéti-
co o máquina de trovar. Mi modesto aparato no pretende sustituir
ni suplantar al poeta (aunque puede con ventaja suplir al maestro
de retórica), sino registrar de una manera objetiva el estado emo-
tivo. sentimental, de un grupo humano, más o menos nutrido,
como un termómetro registra la temperatura o un barómetro la
presión atmosférica.
Maírena.- ¿Cuantitativamente?
Meneses.-No. Mi artificio no registra en cifras, no traduce a lengua-
je cuantitativo la lírica ambiente, sino que nos da su expresión
objetiva, completamente desindividualizada, en un soneto, madri-
gal, jácara o letrilla que el aparato compone y recita con asombro
y aplauso de la concurrencia. La canción que el aparato produce la
reconocen por suya todos cuantos la escuchan, aunque ninguno, en
verdad, hubiera sido capaz de componerla. Es la canción del grupo
humano, ante la cual el aparato funciona. Por ejemplo, en una
reunión de borrachos, aficionados al cante hondo, que corren una
158
La Máquina de Trovar de Meneses
..........
160
Intersecciones
Los autores
161
INDICE
El fantasma de la libertad
Fragilidad y escepticismo en la improvisación
electrónica contemporánea
Norberto Cambiasso 61
Música Interactiva
Vida electrodigital
Daniel Varela 109