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El Tiempo y JW Dunne

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COMPLETAS
J ORGE LUIS BORGES
OBRAS COMPLETAS
OBRAS COMPLETAS DE JORGE LUIS BORGLS
FERVOR DE BUENOS AIRES
LUNA DE ENFRENTE
CUADERNO SAN MARTN
EVARISTO CARRIEGO
DISCUSIN
HISTORIA UNIVERSAL DE LA INFAMIA
HISTORIA DE LA ETERNIDAD
FICCIONES
EL ALEPH
OTRAS INQUISICIONES
EL HACEDOR
EL OTRO, EL MISMO
PARA LAS SEIS CUERDAS
ELOGIO DE LA SOMBRA
EL INFORME DE BRODIE
EL ORO DE LOS TIGRES
JORGE LUIS
BORGES
COMPLETAS
1923-1972
EMEC EDI TORES
BUENOS AIRES
6 4 6 JORGE LUIS BORGESOBRAS COMPLETAS
.EL TIEMPO Y J. W. DUNNE
En el nmero 63 de Sur (diciembre de 1939) publiqu una pre-
historia, una primera historia rudimental, de la regresin in-
finita. No todas las omisiones de ese bosquejo eran involuntarias:
deliberadamente exclu la mencin de J. W. Dunne, que ha
derivado del interminable regressus una doctrina suficientemente
asombrosa del sujeto y del tiempo. La discusin (la mera expo-
sicin), de su tesis hubiera rebasado los lmites de esa nota. Su
complejidad requera un artculo independiente: que ahora en-
sayar. A su escritura me estimula el examen del ltimo libro
de Dunne Nothing Dies (1940, Faber and Faber) que repite
o resume los argumentos de los tres anteriores.
El argumento nico, mejor dicho. Su mecanismo nada tiene
de nuevo; lo casi escandaloso, lo inslito, son las inferencias del
autor. Antes de comentarlas, anoto unos previos avatares de las
premisas.
El sptimo de los muchos sistemas filosficos de la India que
Paul Deussen registra
1
, niega que el yo pueda ser objeto in-
mediato del conocimiento, "porque si fuera conocible nuestra
alma, se requerira un alma segunda para conocer la primera
y una tercera para conocer la segunda". Los hindes no tienen
sentido histrico (es decir: perversamente prefieren el examen
de las ideas al de los nombres y las fechas de los filsofos) pero
nos consta que esa negacin radical de la introspeccin cuenta
unos ocho siglos. Hacia 1843, Schopenhauer la redescubre. "El
sujeto conocedor", repite, "no es conocido como tal, porque sera
objeto de conocimiento de otro sujeto conocedor" (Welt ais
Wille und Vorstellung, tomo segundo, captulo diecinueve). Her-
bart jug tambin con esa multiplicacin ontolgica. Antes de
cumplir los veinte aos haba razonado que el yo es inevitable-
mente infinito, pues el hecho de saberse a s mismo, postula
un otro yo que se sabe tambin a s mismo, y ese yo pos-
tula a su vez otro yo (Deussen: Die neuere Philosophie, 1920,
pg. 367) . Exornado de ancdotas, de parbolas, de buenas iro-
nas y de diagramas, ese argumento es el que informa los tra-
tados de Dunne.
1
Nachvedische Philosophie der Inder, 318.
OTRAS INQUISICIONES 647
ste (An Experiment with Time, captulo XXII) razona que
un sujeto consciente no slo es consciente de lo que observa,
aillo de un sujeto A que observa y, por lo tanto, de otro sujeto B
que es consciente de A y, por lo tanto, de otro sujeto C cons-
ciente de B. . . No sin misterio agrega que esos innumerables
ljelos ntimos no caben en las tres dimensiones del espacio pero
s en las no menos innumerables dimensiones del tiempo. Antes
de aclarar esa aclaracin, invito a mi lector a que repensemos
lo que dice este prrafo.
Huxley, buen heredero de los nominalistas britnicos, man-
tiene que slo hay una diferencia verbal entre el hecho de per-
cibir un dolor y el hecho de saber que uno lo percibe, y se burla
de los metafsicos puros, que distinguen en toda sensacin "un
sujeto sensible, un objeto sensgeno y ese personaje imperioso:
l Yo" (Essays, tomo sexto, pgina 87). Gustav Spller (The
Mind of Man, 1902) admite que la conciencia del dolor y el
dolor son dos hechos distintos, pero los considera tan compren-
sibles como la simultnea percepcin de una voz y ele un rostro.
Su opinin me parece vlida. En cuanto a la conciencia de la
Conciencia, que invoca Dunne para instalar en cada individuo
una vertiginosa y nebulosa jerarqua de sujetos, 'prefiero sos-
pechar que se trata de estados sucesivos (o imaginarios) del
Sujeto inicial. "Si el espritu ha dicho Leibniz tuviera que
repensar lo pensado, bastara percibir un sentimiento para pen-
sar en l y para pensar luego en el pensamiento' y luego en
el pensamiento del pensamiento, y as hasta lo infinito" (Nou-
Vtunix essais sur l'eniendement humain, libro segundo, captulo
primero.)
El procedimiento creado por Durne para la obtencin inme-
diata de un nmero infinito de tiempos es menos convincente
y ms ingenioso. Como Juan de Mena en s.u Labyrintho
i
, como
Uspenski en el Tertiurn. Organum, postula que y existe el por-
venir, con sus vicisitudes y pormenores. Hacia el porvenir pre-
existente (o desde el porvenir preexistente, como Bradley pre-
fiere) fluye el ro absoluto del tiempo csmico, o los ros mortales
(le nuestras vidas. Esa traslacin, ese fluir, exige como todos los
movimientos un tiempo determinado; tendremos pues, un tiempo
segundo para que se traslade el primero; un tercero para que
se traslade el segundo, y as hasta lo i nfi ni t o. . .
2
Tal es la
J
En este poema del siglo xv hay una visin de "muy grandes tres ruedas":
lll primera, inmvil, es el pasado; la segunda, giratoria, el presente; la ter-
cera, inmvil, el porvenir.
' Medio siglo antes de que la propusiera Dunne, "la absurda conjetura
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mquina propuesta por Dunne. En esos tiempos hipotticos o
ilusorios tienen interminable habitacin los sujetos imperceptibles
que multiplica el otro regressus.
No s qu opinar mi lector. No pretendo saber qu cosa es
el tiempo (ni siquiera si es una "cosa") pero adivino que el curso
del tiempo y el tiempo son un solo misterio y no dos. Dunne, lo
sospecho, comete un error parecido al de los distrados poetas
que hablan (digamos) de la luna que muestra su rojo disco,
sustituyendo as a una indivisa imagen visual un sujeto, un verbo
y un complemento, que no es otro que el mismo sujeto, ligera-
mente enmascarado. . . Dunne es una vctima ilustre de esa mala
costumbre intelectual que Bergson denunci: concebir el tiempo
como una cuarta dimensin del espacio. Postula que ya existe
el porvenir y que debemos trasladarnos a l, pero ese postulado
basta para convertirlo en espacio y para requerir un tiempo se-
gundo (que tambin es concebido en forma espacial, en forma
de lnea o de ro) y despus un tercero y un millonsimo. Nin-
guno de los cuatro libros de Dunne deja de proponer infinitas
dimensiones de tiempo
1
, pero esas dimensiones son espaciales.
El tiempo verdadero, para Dunne, es el inalcanzable trmino
ltimo de una serie infinita.
Qu razones hay para postular que ya existe el futuro? Dunne
suministra dos: una, los sueos premonitorios; otra, la relativa
simplicidad que otorga esa hiptesis a los inextricables diagramas
que son tpicos de su estilo. Tambin quiere eludir los problemas
de una creacin continua. . .
Los telogos definen la eternidad como la simultnea y l-
cida posesin de todos los instantes del tiempo y la declaran
uno de los atributos divinos. Dunne, asombrosamente, supone que
ya es nuestra la eternidad y que los sueos de cada noche lo
corroboran. En ellos, segn l, confluyen el pasado inmediato
y el inmediato porvenir. En la vigilia recorremos a uniforme ve-
locidad el tiempo sucesivo, en el sueo abarcamos una zona que
puede ser vastsima. Soar es coordinar los vistazos de esa con-
templacin y urdir con ellos una historia, o una serie de historias.
Vemos la imagen de una esfinge y la de una botica e inventamos
que una botica se convierte en esfinge. Al hombre que maana
de un segundo tiempo, en el que fluye, rpida o lentamente, el primero",
fue descubierta y rechazada por Schopenhauer, en una nota manuscrita agre-
gada a su Welt ais Wille undVorstellung. La registra la pg. 829 del segundo
volumen de la edicin histrico-crtica de Otto Weiss.
' La frase es reveladora. En el captulo xxi del libro An Experiment wilh
'me, habla de un tiempo que es perpendicular a otro.
OTRAS INQUISICIONES 649
conoceremos le ponemos la boca de una cara que nos mir
antenoche. . . (Ya Schopenhauer escribi que la vida y los sueos
eran hojas de un mismo libro, y que leerlas en orden es vivir;
hojearlas, soar).
Dunne asegura que en la muerte aprenderemos el manejo feliz
de la eternidad. Recobraremos todos los instantes de nuestra vida
y los combinaremos como nos plazca. Dios y nuestros amigos y
Shakespeare colaborarn con nosotros.
Ante una. tesis tan esplndida, cualquier falacia cometida por
el autor, resulta balad.

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