Revista Las Ciento y Una - Junio 1953
Revista Las Ciento y Una - Junio 1953
Revista Las Ciento y Una - Junio 1953
( 1950-1976)
Presentacin (
1
El conjunto de revistas culturales reunido el'! esta unidad temtica abarca un variado espectro de
producciones intelectuales y culturales que se editaron entre 1950 y 1976. Se trata de publicaciones con
diferente grado de vinculacin c9n las tendencias pollticas e ideolgicas de las izquierdas del periodo, pero
todas ellas de un contexto caracterizado por una creciente movilizacin polltica, radicalizacin
ideolgica y contestacin cultural. Las revistas aqul re.Lmidas, de tal modo, Participaron de la formacin de
un nuevo y rico campo cultural, surcado por los grandes debates de los anos sesenta y setenta. Al mismo
tiempo, fueron el vehlculo que posibilit el encuentro y el debate entr los intelectuales y artistas ya consa-
'grados y aquellos jvenes que, de diversas maneras, desafiaron los modos y lugares cannicos de las figu-
ras del intelectual y del artista. . ,
Si liJ)a de. las earacterlsticas centrales de este periodo, en lo que refiere al universo cultural es la
formacin de una nueva izquierda intelectual desde la segunda mitad de la dcada de 1950, esa formacin
fue un proceso complejo y muchos de los principales exponentes de esa nueva intelectualidad circularon, no
. slo previamente, por publicaciones de lo que desde entonces ser la "vieja" izquierda. Esta acervo de re-
vistas literarias, culturales o pollti,S. o-culturales, resulta imprescindible para acercarse a uno de los ms ricos
periodos en la produccin cultural de Argentina.
La revista Capricornio, cuya primera poca es de lg53 y 1954, y su segunda poca de 1965, inicia
esta seccin. Dirigida por Bernardo Kordon, se trata de una publicacin que culiv la heterodoxia y ei
lismo, lo cul)efmiti que en sus pginas convivieran.distintas tendencias, desde autores influidos por el
surrealismo a quienes cultivaban el realismo critico. Ensayos y debates, poemas y narrativa, polltica, cine,
teatro son algunos de los temas en que incursiona la publicacin, a travs de textos de autores-argentinos y
extranjeros muy diversos. El debate entre Sartre y Camus, cuentos de Juan Bosch, un nmero dedicado a
Neruda (con articulas de Volodia Teitelboim, Maria Rosa Oliver, Pedro Orgambide, entre otros). 'intervencio-
nes de Juan Jos Sebreli, Hctor Raurich, Jorge Lafforgue, Csar Tiempo, Aldo Pellegrini, Hctor Yaover,
Ernesto Sbato y el propio Bernardo Kordon se suman a las de los extranjeros como Jean Paul Sartre, Al-
bert Camus, PaJ.,JI Eluard, ltalo Calvino, Henry Miller o Simone de Beauvoir. En su segunda poca es clara la
influencia y el espacio editorial que ganan los autores y temas vinculados a la revolucin china, incluyendo
un texto en el que Carlos Astrada presenta y analiza su conversacin con Mao Tse-Tung en 1960.
La revista Centro, rgano del Centro de Estudiantes de la Facultad de Filosofla y Letras de la UBA,
fue publicada entre y 1956. En el editorial de su primer nmero (nov. 1951) se afirma a la nueva.revis:
ta como la continuidad de la clebre Verbum, publicacin del centro de estudiantes nacida en 1908 y cuyo
ltimo nmem se vio la luz en 1948. La critica literaria, el pensamiento filosfico, la mirada historiadora, la
poesla y la narrativa, la pluma de jvenes intelectuales de una nueva generacin que marcar a fuego
las dcadas siguientes- configuran un mosaico de alto valor. Como reza uno de sus editoriales, Centro ha
"nacido de una inquietud, de una rebeldfa, de un disconformismo con el ambiente universitario y su medio-
cridad" (n9, j41ia 1955, p. 6). An cuando su:; editores sean muy concientes que la renovacin del debate
estudiantil toda11ia no ha, tenido lugar, la publicacin no puede ms que ser leida como la antesala del efer:.
'lescente clima de discusin de ideas que caracterizar a la juventud argentina en los aos siguientes. Entre
quienes escri!;leR en la revista, podemos mencionar a Ramn Alcalde, Jaime Rest, David e Ismael Vias,
Osear Masotta, Darlo Cantl, Elseo Vern, Tulio Halperin Donghi, Adolfo Prieto, Juan Jos Sebreli, Jorge
Raul Lafforgue, Adelaida Gigli, Ana Goutman, No Jitrik, Esther Smud, lvonne Bordelois, Csar Magrini,
Carlos Correas, Francisco Urondo, y muchos ms.
La revista Los libros fue uno de los ms importantes emprendimientos polltico-culturales de la po-
ca. Contemporne.a de esgs calientes aos que van de 1969 a 1976, esto es, del Cordobazo al golpe militar
instaur el terrc:irism de Estado, en Los libros se congreg gran parte de la intelectualidad !f.gentina
e izquierdas y progresista, como tambin colabo;aron importantes intelectuales de Amrica latina, Estados
Unidos y Eutop(: Su particular diseno inicial, basado en el tratamiento de distintas problemticas .por medio
de la critica y el esayo bibliogrfico, permitla abarcar y relacionar muy diferentes reas del conocimiento y
el saber: la poesla y la. critica literaria, la y la sociologla, la filosofla y el psicoanlisis, la lingUistica y
la comunicacin social, eLteatro y el cine. literatura infantil y plstica, polltica y economla, movimiento obrero
y movimiento estudiantil, etc. A medida que pasen los nmeros, ese primer diseo editorial se ir transfor-
mando en un ms tradicional, por el cual la revista pase a estar formada por ensayos. temticos. Junto a
stos se otorga ms espacio a distintos documentos de los movimientos sociales y politices latinoamerica-
nos (movimiento estudiantil, documentos de la revolucin china o de las organizaciones revolucio-
narias latinoamericanas, etc.). Es verdaderamente extensa la lista de prestigiosos colaboradores se
suman al staff ms permanente (aunque variable segn las pocas). Mencionemos igualmente a algunos de
ellos para orientacin del lector: Hctor Schmucler, Osear del Barco, Osear Masotta, Jorge B. Rivera, Carlos
Altamirano, Germn Garcla, Ricardo Piglia, Santiago Funes, Beatriz Sarlo, Ismael Vit'las, Nicols Rosa, Julio
Cortzar, Anlbal Ford, Nstor Garcla Canclini, Juan Carlos Torre, Jos Aric, Juan Gelman. Jorge Laffor-
gue, Juan Carlos Portantier, Jorge Jinkis. Jos Sazbn, Jaime Rest, Josefina Ludmer, l:liseo Vern, Maria
Teresa Gramuglio, Augusto Roa Bastos, Juan Melina y Vedia, Osear Tern, Osear Steimberg, Jos Nun,
Enrique 1ndeter; David Vias, Roberto Jacoby, Francisco Delich, James Petras, Alain Labrousse, Miriam
Chorne, Horacio Ciafardini, No Jitrik, Bias Matamoro, Emilio de lpola, Hugo Veizetti, etc. Tambin se pu-
blican en sus pginas textos inditos de Arlt, Cortzar, Pier Paolo Pasolini, Marx. Borges, etc.
Las publicaciones GacJta Literaria y Hoy en la Cultura constityen emprendimientos politice-
culturales a cargo de intelectuales y artistas cercanos al Partido Comunista, que convoca la colaboracin de
un ms C)mplio arco de colaboraciones que incluye importantes exponentes de la intelectualidad local. Entre
ambas publicaciones abarcan un periodo medular para la intelectuali:lad de izquierdas, pues se sitan entre
la calda del primer peronismo y el impacto de la revoluCin cubana. De alll que en 1956 los impulsores de
Gac.eta Literaria expongan en su primer editorial que la "razn de ser" de la nueva publicacin tiene el
propsito de trascender la actividad especlficamente literaria "y alcanzar con su prdica una ubicacin cons-
ciente que coincida con los anhelos culturales de la mayorla de los habitantes de nuestro pals", en un mot:
mento que les parece el de "una Argentina que parece reagruparse, luego de padecer uno de sus clclics
descalabrs" (n1, p. 1 ). En un sentido similar, pero ms explicito, en el primer editorial de Hoy en cultu-
ra, en 1961, se afirma que en la nueva revista quieren "expresar, con un criterio amplio, las diversas corrien-
tes progresistas del pensamiento y el arte en la Argentina", una amplitud que, de todos modos, est sost-'
nida en la comn coincidencia con "el repudio al proyecto de la mal llamada ' ley de defensa de la democra-
cia', el laicismo y la enseanza estatal, la salvaguardia de la libertad de expresin y liadhesin
apasionada a la Revolucin Cubana" (n1, p. 1 ). La mentada amplitud de convocatoria sufre cada tanto las
tensiones de una tradicin cultural de cara a un momento de profupda renovacin en el pensamiento y la
de las izquierdas. Es asl que en el n19 de Gaceta Literaria. Pedro Orgambide confronta con los
jvenes intelectuales de Contorno y Centro; y ms adelante, desde las pginas de Hoy en la cultura, los
ataques se dirigirn al propio Orgambide, a los "gramscianos argentinos", a fas nuevas actitudes juveniles, a
fa "nouvelle vague", etc. En las pginas de ambas pblicaciones, colboran importantes intelectuales y artis-
tas, entre los que cabe mencionar: Miguel Angel Asturias, Jos Portogalo, .Bernardo Canai-Feijoo, Alberto
Moraba, Luis Pomer, Bernardo Kordon, Pedro O'gamblde, Ednund Guibourg, Maria Rosa Oliver, Beatriz
Guido, Ramiro de Casasbellas, Bernardo Verbitsky, Ezequiel Martlnez Estrada, Csar Vallejo, Ral Gonz-
lez Tun, Risieri Frondizi, Roberto Cossa, Juan Carlos Castagnino, Humberto Constantini, David Vias,
Francisco Herrera. Carlos Astrada, Juan Jos Sebreli, Ral Larra, Ernesto Sbato, Osear Masotta,. Ral
Gonzlez Tun, etc. Tambin se publican textos de Arthur Miller, ltalo Calvino,- Bertofd Brecht, Howard
Fast, Jos Carlos Maritegui, Horacio Quiroga, Enrique Ernst Hemingway, Roberto Arlt, Augusto
Roa Bastos, Juan Gelman, Luis Gudio Kramer, Csare Pavese, Juan L Ortiz. Ambas revistas cuentan con
una importante seccin de cine y teatro argentino e internacional, y cuentan con ilustraciones de Uno Eneas
Spifimbergo, Luis Seoane, Marra Teresa Roig, Cndido Portinari, Carlos Torrallardona, Juan Carlos Castag-
nino, Antonio Berni, Carlos Alonso, Carlos Gorarena, entre otros.
La siguiente publicacin es Antropologa' 3er mundo una revista que se public entre noviembre
de 1968 y marzo de 1973, en el contexto de las-llamada Ctedras Nacionales de fa carrera de Sociolcgla de
la UBA. Inicialmente proclamada como Revista de Ciencias con posterioridad se autoidentifica
como Revista peronista de informacin y anlisis, evidenciando el proceso de polititacin acadmica de
aquellos a9s. Como sealan Ana Barletta y Laura Lenci, "n ese .proceso de pofitizacin de ,las ciencias
sociales y del conjunto de las prcticas acadmicas, se va produciendo un ajuste de cuentas diversas
tradiciones pollticas, ideolgicas y culturales (el marxismo, el funcionalismo, la Doctrina Socia) de fa Iglesia,
el desarrollismo, el estructurafismo), y se van incorporando otras (el peronismo, la teorla de la dependencia,
la teologla de la liberacin, el asl llamado 'pensamiento nacional'), hasta llegar a la dhesin a la tendencia
revolucionaria del peronismo" (Ana Barletta y Laura Lenci, "Politizacin las Ciencias Sociales en la Ar-
gentina. Incidencia de la revista Antropologia 3er. Mu,ndo 1968-1973", en Sociohistrica. Cuadernos del
CISH, n8, La Plata, segundo semestre 2000, p. 178)./Se trat de una publicacin tensionada entre la cons-
truccin de una ciencia social que diera cuenta a travs de un nuevo universo categorial de' la realjdad es-
pecfica del contexto argentino y que a la vez estuViera pollticamente comprometida con el movimiento de
resistencia antidictatorial. Dirigida por Guillermo Gutirrez, colaboran destacados intelectuales provenientes
del cristianismo, el marxismo y el peronismo, fa sociofogla, fa antrpoiQgla y la filc_>soffa. Entre el_los; vale
mencionar a Roberto Carri, Justino O' Farrell, Cornado Eggers J.-a, Horacio Gonzlez,'Aicira Argumedo,
Rolando Coricatti, Norberto Wilner, Enrique Pecoraro, Susana Norbe rto Habegger, JJan Pablo
. . .
Franco, entre otros. ..
Las ciento y una. Revista de realidad americana, apareCida en junio de 1953, pede ser' vista
como una suerte de publicapin visagra pues en su nico nmero estn reunidas figuras cl9mo la Hctor
Alvarez Murena con las de los ms jvenes intelectuales que participan por aquel entonces de la experien-
cia de Centro y pocos meses despus lo harn en Contorno, como David Vil'las, F. J. Solero, Carlos Co-
rreas, Juan Jos Sebreli, Adolfo Prieto, Rodolfo Kusch. La revista que dirigi Murena constituy un intento
por plasmar un espacio autnomo frente a la intelectualidad de .Sur y a la vez abordar las dimensiones cultu-
rales y pollticas del proceso que dividfa en seqtoresaparentemente irrenconciliables a la sociedad argenti-
na, y hacerlo desde una perspectiva que la integrara en la problemtica latinoamericana. Sin em-
bargo, si bien Murena como los futuros contornistas podfan partir de Ezequiel Martlnez Estrada y su Radio
grafia de la pampa para construir su mirada critica sobre la realidad argentina y americana, los separan
cada vez ms -y de allf la no continuidad del tanto los temas como las categorlas empleadas
para su anlisis. De todos modos, la influencia de Las ciento y una en Contorno es parece tan im-portante
que entre una y otra publicacin hay una continuidad de esttica y de diseo.
En Santiago del Estero, a principios de 1956, comienza a publicarse la revista Dimensin, dirigida
por Francisco Ren Santucho, hermano mayor de Mario Roberto Santucho. El propsito que la alienta es la
de forjar una intervehcin cultural y crltica,que d cuenta de una particularidad: el regionalismo cu!tural de
norte argentino que, a criterio de los editores, "no encuentra definicin a travs del escenario nacional" (n? 1,
p. 1 ). Indagar en esas diferencias y profundizar la mirada sobre las ralees culturales no puede realizarse,
para los editores, desde universos categoriales surgidos 'para el anlisis de realidades geogrficas, etnogr-
ficas e histricas muy diferentes. Es por ello que la revista se propone, tambin, ir forjando un nuevo herra-
mental conceptual. Se trata, entonces, de una publicacin que quiere. cruzar los temas y problemas regiona-
les con la apelacin a cierto esplritu indoamericano, por lo que enteras secciones de la publicaain exponen
sobre las tradiciones culturales del norte argentino mientras articulas centrales incursionan sobre la
americana. Entre quienes escriben, adems de Francisco Ren Santucho, podemos nombrar a Rdolfo
Kusch, Juan Carlos Martfnez, Ciro Orieta, Santiago Jos Cierico, Antonio Mndez Rubio; Lzaro Flury, Ser-
gio Quijada Jara, Alfonso Montenegro, Csar Caballero, etc. /
. La siguiente publicacin es Tiempos modernos, una revista literaria cuyos cuatro nmeros se pu-
entre diciembre de 1964 y noviembre de 1965. Se trata de un emprendimier\fo liderado por Hctor
Yllbver y Arnoldo Liberman, acampanados por Jos Martlnez Surez, Alejandro Charosky y Diana Razno-
vich. Cuentos, poesla, actualidad, cine, reportajes, ensayos anuncian los editores; efectivamente se trata de
una revista q'Ue se desplaza por todos estos gneros, y a la vez produce su combinacin singular entre
ellos: Pier Paolo Pasolini, Carlos Fuentes, Armando Tejada Gmez, Julio Cortzar, Rafael Guilln, Juan
Goytisolo, Bernardo Verbitsky, !talo Calvino, Pablo Pedro Orgambide, Ricardo Piglia, Mario Bene-
detti, Horacio Salas, Norma Aleandro . Mario. Vargas Usa, Francisco U rondo, Roberto Cossa, Rodolfo
Walsch, Germn Rozenmacher, ngel Rama, Martha Lynch, Abelardo Castillo, Jean Paul. Sartre, son algu- ..
nos de los nombres reunidos en sus pginas. = . - - ___,.._.,
Las revistas Por ... Revista de Cultura y La Rosa Blindada constituyen un inmejorable rnl:lterial
para indagar en el proceso de radicalizacin y cuestionamiento de las tradiciones de la izquierda por parte
de los jvenes intelectuales argentinos. Muchos de los que publican Por... animaran luego La Rosa Blin-
dada, en especial el poeta y editor Jos Luis Mangieri, una d las figuras ms importantes de las polfticas
editoriales de izquierdas en la Argentina. Pues La Blindada, publicacin que toma el nombre del libro
de Ral Gonzlez Tuf\n en homenaje allevantmifmto'minero asturiano de 1934, es adems de una revis-
ta, un emprendimiento edito_9al de enorme relevancia en los aos sesenta y setenta. De Por .. , dirigida por
Mangieri, Florear Mazfa y Roberto Sarama, slo apareciaron dos-nmeros, en octubre de 1958 y febrero de
1959. Quienes la editan militan an en las filas del Partido Comunista, lo cual se traduce en ciertas afinida-
des con la polftica cultural de dicho partido, aunque pueden apreciarse ya ciertos desplazamientos intelec-
tuales y polfticos. Entre sus colaboradores vale la pena citar a Ezequiel Martlnez Estrada, Carlos Astrada,
Lenicas Barletta, Flix Luna, Osvaldo Dragn, Maria Ros.plivr, Sergio Bag, etc. Por su lado, La Rosa
Blindada se constituir en una publicacin emblemtica de la llamada "nueva izquierda". Expulsados del
Partido Comunista sus promotores -Jos Luis y Carlos Alberto Brocata;r- luego de editado el
primer nmero de la revista, la revista ser un espacio para la publiacin de distintas corrientes del pen-
samiento marxista y de los movimientos de liberacin terc.ermundista. Crecientemente. sus editores se rn
alineando con las orientaciones pollticas pro-cubanas y guevaristas, adems de difundir los temas y textos
de los principales dirigientes vietnamintas. Colaboran con La Blindada escritores, poetas, plsticos,
dramaturgos, criticas y ensayistas como Andrs Rivera, Gorriarena, Hugo Acevedo, Eugeni.o Man-
drini, Ral Gonzlez Tun, Osvaldo Dragn, Jos Luis Romero, Juan Gelman, Alberto Szpunberg, Susana
Valls, Norma Aleandro, Roberto Cossa, {Len Pomer, Canto, Guillermo Harispe, Ramn Plaza,
Octavio Gettino, Juan Jos Sebreli, Osear Tern, Len Rozitchner, David Kohon, Mario Benedetti, Volodia
Teitelbaum, adems de publicar poesla y narrativa brasilea, cubana y latinoamericaa.
La Revista de Problemas del Tercer Mundo, cuyos dos nics, nmeros se publicaron en 1968,
rene en su consejo de redaccin a algunas de las ms impor;tantes figuras de la intelectualidad de la nueva
izquierda argentina: Ricardo Piglia, Roberto Cossa, Carlos Andrs Rivera, Jorge Rivera,
Ismael Vias, Rodolfo Walsh, David Vias, Len FranciS't: "Paco" Urond<? . y Ral Sciarreta. En
su primer editorial se afirman en la diversidad idolgicas.y pollticas que este encuentro Sig-
nifica: "A cualquiera medianamente conocedor de los entretelones de nuestra vida cultural y de las
cias de izquierda en nuestro pals, le ser fcil advertir que en esta revista se pro<Wce no _solamente la con-
juncin del esfuerzo de individuos de trayectorias muy diferentes, sino .de.gr_upos con e_xperiencias-
Y pasados muy diversos. Eso es asl, y lo reivindicamos." (n1, p. 3). Como ellos mismos afirman, no los une
/
solamente la materialidad de editar un revista sino tambin "la voluntad de construir una nacin"
frente al capitalismo en su fase imperialista (ibfd.). Para ello, la revistas se sit a en un planoespeclfico, el
de ser soporte para el anlisis y la teorla que requiere la realidad ar'gentina, superando las malas traduccio-
nes de lo 'que se pens para otras realidades, e intentando abordar en profundidad fenmenos como el )
peronismo, Jos cambios en la composicin de las clases sociales (donde destacan los artlc.;ulos de Ismael ----.
Vi nas sobre la. llamada "burguesla nacional"), los modos politices e ideolgicos de la dominacin (con distin-
tas intervenciones sobre el rol dei intelectual), la dialctica reforma-revolucin, etc.
Slo un nmero se edit de Literatura y socledad, revista-libro dirigida por Sergio Camarda y Ri- ,
cardo Piglia que apareci a fines de 1965. Desde su editorial, Piglia da cuenta del desgarro en el que se _ _,...
sita el intelectual de izquierdas en la Argentina: "Unidos al mundo burgus por nuestras costumbres y a la
clase obrara por nuestra ideologla, no pertenecemos verdaderamente ni a uno ni a olra" (n1, p. 1 ). Pero la
indiferencia de la clase a la que conflan la tarea liberadora, no obsta para que la empresa intelectual se
lleve a cabo: de esto testimonia este nico pero valioso nmero de, Literatura y sociedad, en el que aco-
meten temas como la relacin entre literatura e ideologla, la literatura en la Argentina, y se publican textos
de poesla, narrativ, critica cinematogrfica y sobre televisin y teatro, critica bibliogrfica. Escriben Jos
Sazbn, Osear Masotta, Juan Jos Sebreli, No Jitrik, Alberto Szpunberg, Angel Rama, N$tor Garcla Can-
clini, Francisco Herrera, Miguel. Briante, Roberto Broullon, Rodolfo Borello, a .los que se suman texto de
Galvano Dalla Votpe, Jean Paul Sartre, George Lukcs, l::ucien Goldmann, !talo Calvino, Csare Pavesa,
Emest Hemlngway, Henrt Lefebvre. .,
La ltima coleccin de esta unidad temtica .es la de la revista El Barrilete publicada, entre 1963 y
1968, a lo que se sum con posterioridad, en 1974, un nmero ms. Como senala Guillermo Kom "a dife-
rencia de otras revistas de la dcada del 60, a la que peneci y en buena parte represent por sus auto-
res, y formas, El Barrilete no comenz como revista sino como Informe" (G. Korn, "El Barrilete
(1963-1974)", en Revista Lote, n 13, junio 199&t. Los primeros cinco nmeros de la publicacin, contina
Korn, fueron de manera artesanal por el- Roberto Santero; para1elamente se siguen publi-
cando los Informes. En los nmeros posteriores se observa paulatina ampliaciqn temtica para integrar
las dimensfones sociales y pollticas en la problemtica cultural , ampliacin acompar'lada y posibilitada el
crecimiento de los integrantes del ncleo editor. Siguiendo esta tendencia, los ltimos nmeros estn ya
marcados por la agitada politizacin de la poca, -marcada por acontecimientos como la muerte del Che
Guevara, la masacrerde Trelew y la de Ezeiza. Como figuras emblemticas y ttelares del emprendimiento,
textos de Miguel de Unamuno, Vicente Huidobro, Antaoio Machado, RafaeiBarret o Roberto Arlt fueron
legidos para abrir los distintos nmeros. poetas como Ramn Plaza, Salas, Martln Cam-
pos, publicaron en sus pginas mientras, en paralelo, la revista buscaba recuperar una tradicin olvidada en
tos textos de Flix Lima o Enrique Gonztez Tun. Este rescate, dice Guillermo Korn, era tambin un ata-
que a la academia literaria, y de alll que la lista de hot:nenajeados por El Barrilete incluyera los nombres de
Homero Manzi, Dante Linyera, Juan Pedro Calou, o Evaristo Carriego, Discepolln, Pascual Contursi y los
poetas Juntas yacar, Caledonio Flores y Carlos de la Pa.
J
i
.
as ciento,
una
revista de la realidad americana
AROI NUMERO. I JUNIO DE 1958 TRES PESOS .
SUMARIO
lQ.U 2S AMRICAr, por F. J. Solrro
. LS CIENTO Y UNA, por H. A. Murrna.
UNA MORAL DE REPUESTO, PARA UNIDOS, por David Vias
LA POTOGRAPIA, por Luis k sto
DESDJl LA \:AR!'IE DE BUENOS AIRES, por Carlo1
LOS ADIOSES, por Juan Carlos Onmi
1.A ' H.IsTOR!A. por Pmlra .
ESTA MADRUGADA, por Hlctor Miguel Angrli
LA MESA REDoNDA, por Javirr Ftmindn
AUTORES MEXICANOS: ALFONSO REYES
EL PASADO
.AN'I_"ONIO STOLL: FE EN EL TRIUNFO, por Martn Campoe
AUTORES ARGENTINOS: ALBERTO CIRRI
LA PALABRA
LIBROS . ..
"Seno", H. M. A.; uConstnntes de la literatura argentina", Juan Jos
Sebreli; "Bodas", Adelaida Gigli; "Montielero", D. V.; "Ensayos en
busca de nuestra expresin", Rodolfo G. Kuscb; "Jano es una mucha-
cha", Ellas Abelendi; "La muralla china", A. R. Prior; "Historia na-
tural de la alegria", Nina de Kalada; "Lunes de carnaval", Adolfo
Prieto; "Y cabalga sobre un tif,e", M. C.; "La pintura contempornea",
A. H.; "La edad breve", L. .
MSICA
Y la msica argentina?, por Eduardo Jorge Bald:issarre; Sociedad ele
Conciertos de Cmara, E. J. B.
ARTES PLAsTICAS . .
problemas no resuelto,, por Abrahaoi Haber; Azte abstracto en
"Medio siglo de pintura y escultura argef!tlna", A. H.
TEATRO . -
Buen teatro y mal teatro, por Alberto Foradori; .Vega",
B. R. G.; El "Suefo de una noche de verano" en el Teatro Coln,
E. J. B.; "Calandria", por E. A.
Qu es Amrica_?
es una apariencia. Si se reflexiona que esta frase La verdad para l americano es la actitud de fuga ante lo
debe ser a,eptada con la plenitud de algo yacente muy den- perdido y de retroceso ante lo deseado como posesin. Ahora
tro del alma de cada americano, no se la imaginar excesiva. bien, como el espritu trabaja para sobrevivirse y sabe que lo
Cada individuo. nacido y lanzado desde otros continentes a dado es algo hipottico que debe .transmut2rse eh verdad, crea
ste de Amrica se. halla sometido, desde el principio, a una el mundo de la apariencia. Al plantar en su alma esa semilla,
atmsfera. de incoJllodidad, de renuncia, de cada, de cosa vana forja elementos incongruentes, que slo le sirven. pl\ra I}'lante-
ante lo circundante, Sobre todo, de insatisfaccin. Es que, para nerse en el orbe que lo sustenta. Todo es convencional; luego,
l, cmo para la mayora, el hecho de encontrarse en tierras todo es verdadero. En ambula en el reino de lo apa.rente.
americanas, donde la lo es todo y el hombre nada, Y como vive en un cosmos incapaz de hacer patente su propia
implica el encuadre de sus en una actitud que comien- existencia, se persuade que dicho cosmos es una imagen borrosa,
za por un aleto de debilidad: la fuga. El americano es un ser que Amrica es una apariencia.
en fuga. En fuga de s mismo para ir hada el orbe que lo rodea Evidentemente, la base de ese es una fisura, un
con el :cmplice de la.JIIlesin y solemne de la,. exis defecto obtenido merced a un supremo afn de salvacin.
tencia, vivida hora a hora, premiosamente. Este escape del hom- es lo que provoca este llamado salvador? Muchos instrumentos,
bre es .un mecanismo. por otra parte, que se da frmte a cual- pero el fundamental es la prevencin sustentada por el americano .
quier .mbito espiritual. extrao es que aqu ese movimiento ante la realidad.
con'siste en un huh anterior al conocimknto de la tierra hacia la El americano es un prevenido. Prevenido ante aquello que
t ual se' va. El emigrante se halla en una situacin incmoda en lo envuelve y mantiene en estado de vigilancia frente al mundo
. su pas de origen, y aunque desea hacer la Amrica, est en infe- de su conocimiento. Como la realidad le ha sido escamoteada
. riorldad .de condiciones respecto de sta, llamada a existir con des.de los orgenes. el rumbo de la misma se ha visto trastrocada.
su . Mas como el ser en fuga parte hacia el encuentro Y cu.ando el sentido de lo real se h;11la en un plano de confusin,
: de algo qu, $(! cre para urur vida anterior. para arra- aunque sea .en el plano de lo aparente, debe/ admitirse. en otro
sarla. "tal v , definitivam.ente, suprimiendo una determinada nivel del espritu, que lo real. aun existiend y , aun siendo ver-
categora de existencia, volvndo a nacer -el emigrante aspira dadero para el sujeto, tolera mltiples deformaciones, inconta-
a nacer de n evo. es un no nacido para el tiempo que lo precedi - bies falseamientos. As, un ser prevenido, cuando enfrenta la
y un .nacido para el tiempo le acopla cuando pone pie . r.calidad coloca a sta a distancia, no participa de ella, aun ata-
en el 'territorio conquistable -y, ade'!ls, no ve el prodigio' que cndola, y se sita frente a ella en ademn de combate. 1'a
esper.aba ni aun en la de nivelamiento, de destruccin, brega es hipcrita, no labora en el campo de la de la
entonces, para tratar de ser, en ese .empuje del e_spritu que quiere honestidad, sino en el de la escaramuza, de la Nurr:a
afincarse en algn de cualquier manera, contra todo y con- el prevenido lanzar sus contra las huestes atacaptes,
tra todos. detiene su marcha, se aposenta, mediante una enorme en vigorosa ofensiva; siempre se resistir a hacerlo, siempre -se
fuerza de voluntad, en aqueHo que lo rechaza, violentndose, detendr momentos. antes de dar l salto, pensar en una vatiedad
vivi.endo para la violencia del espritu, sabiendo que c\lanto rea- infinita de conveniencias, en 'posibilidades de retirada. y, en el
liza no es verdadero. que su vida -precedente era cierta de alguna caso de verificar un avance -por dems remoto- lo har a
forma, antes 'de que empezara a !.oerlo el desequilibrio, mas que costa de un!l traicin de s mismo, de una alteracin de su primer
dej de serlo para transformarse en lo aceptado a pesar suyo paso, dt una modificacin del mtodo que se impuso desde tiem-
cuando el huir -asumi e.I carcter de algo trgico, cuando la po atrs. Pues el prevenido es, en principio, un ser metdico,
comezn del desplazamiento se ubic en un lugar en procura disciplinado. Jams altera su conducta, ni siquiera en el acoso, y
de un torpe descanso para las potencias demonacas que lo aco: si, sttfprendindose de .la rigidez de su plan; trata de superarlo,
aaban. corrigindolo, pasando de la defensa al . ataque, fracasa. Por
2
qu? Porque la prevencin desfigura la realidad. Y la modifica
0'>rque le tiene miedo. El prevtnido, .condicionado por la
es un ser lleno de temores. Que, a su vez, son gobernados por
la aguja del rigor. Para l, la realidad est ah, pero posee cuali-
dades incomprensibles, que no alcanza a sistematizar: primero,
por.aentirse incapaz de profundizar un conocimiento que ignora
si de salvarlo; segundo, porque el temor mantiene alerta
su conciencia; y no lo deja, verdaderamente no lo deja, sobrepu-
jar el desasosiego de su alma.
Lw cienJo r UniT
preciso romper. violar. y lo que ms ata, lo que ms reduce a nad;
esa libertad, es la de lo estable. El americano es un
individuo que, resp6ndiendo a una posibilidad universal del ser
la pragmatiza, la torna presente y viva, al rehusar lo estable. La
negacin del equilibrio, el quebrantamiento de todo nexo con-lo
armnico, equivale a ponerse fuera del tiempo, a situarse en la
condicin de un ser antihistrico por excelencia, desechando todo
cuanto une de modo inevitable: la tutela.
Lo real existe en la medida de nuestros esfuerzos. Si hacemos *
un gesto para entender al mundo, ste vivir, Si, habindolo
1
efectuado, no ha respondido del modo esperado; retrocedemos, Al americano repudia vasallajes. El americano es un ser en
nos colocamos en la espera, nos prevenimos contra el mundo des- busca de la esencia misma de la libertad. No es una actitud deli-
de el yo y, desde ah, expulsamos nuestras energas para herir berada; no. el americano es un empujado hacia la libertad. Nace
aquello que, bsicamente, ambamos. Amar. He aqu la palabra para la libertad. No sabe en qu consiste, pero la quiere. Y, para
que uri prevenido no pronunciar.J;lunca, a mlnos que comprenda, habitar en ella, hiere, derrumba, suprime. Qu es lo ms prxi-
de pronto, que la apariencia es tan verdadera como su frustra- moa su condicin humana? Lo estable. Entonces, para hacer pa-
cin. El prevenido no ama al mundo. Podra odiarlo -lo cual tente su libertad, lo ignora. E. inevitablemente, se anula. Pues
sera un acto de valenta-, 111as tampoco llega a este extremo. Ni lo curioso de todo esto es que quien busca libertad de una manera
ama ni aborrece. Se mantiene a la expectativa, insinuando ofen- inconsciente, es un ser asido y, a la vez negado por ella. Y la nica
sivas y contraofensivas, sin efectuar vastos desplazmientos, in- forma de tornar a ella es por medio del equiJibrio. Ahora bien,
omodndose e incomodando. Pues l es un valor, se asigria un en Amrica no hay armona, nadie desea incorporrsela. Ya
valor y, al_ tiempo, adjudica otro a lo real, al contorno que admitida'es carecer de libertad. De ah, el
que l.o como ser-en-lucha. . . , que el siente por Europa, entraa que le di nacimien-
En .este d1lema su padecer es duro e .. E.sta ah1, to, vida, dolor. El americano sabe que mirando hacia
c_ombatJendo Y pero con la aglutmandosele esa armona que neg -que niega- y, al mismo tiempo,
eq _con una tnste mueca en. los acepta su condicin precaria. Y la repudia. Ni desde el origen.
Of1c1a ngel ca1do _Y Sl b1en mal, cree en ni siquiera desde el suelo que lo sostiene. Quiz. por eso, el argm
al para1so, y, a cada mstante, cahenta los luerros del m- tino -y esto cabe referirlo al chileno, al peruano, al uruguayo-
fiemo. se muestra con respecto a Europa como una criatura castigada por
* * * alguien a quien ama y respeta. Sabe que se le golpea por haberla
El americano se halla, as, encadenado. Pero quiere avanzar,
practica esfuerzos para salir de la atona en que vive sumergido.
Sus actitudes estn dirigidas. a un fin, pero no tienen la base de
libertad necesaria -para encaminarse a esa meta. Se objetar: los
E.stados Unidos han conseguido sus fines, al transformarse en
potencia mundial; lu.ego, e$ libre. Mas esto es falso. Tambin
Cartago estuvo en situacillc parecida ... hasta que surgi Roma.
En Roma haba valores, de valor, mientras que
Cartago viva al da, bajo el imperio de las circunstancias, sin
libertad. Y Estados Un.idQS vive al .da. Su ooder reside en la
ccnti.nua incomodidad que lo excita, en .ese. impulso hacia adelan-
te, hacia el dominio -sea en el o e'! el espiritual-
que le pisa los talones, de cfesprendtr..se de L Su fecun-
didad. industril e; impotencia ante una realidad a la cual no
puede ni podr vencer nunca, porqut se le esfuma, se le escurre
entre las manos; su espi-ritaal es cantide.d. no calidad.
Inunda, no fertiliza .. En el reino del espritu su filosofa es in-
tercambiable, su literatura un resentimiento desubicado --<liando
Lewis escribe Babbit ste es un mito, una burbuja de
aire; cuando Steinbeck termina The Grapes of Wrath el pro-
blema planteado importa; la obra de F.nlkner es una de-
feccin de la real ida . Su literatur, como la sudamericana, an
no ha-superado esa umillacin arii:e'lo concreto y no posee el
empuje que le pued dar un alejamten'to de la Es
posible arribar al espritu por medio de aqulla, claro esta, pero
par en'trar en contacto con. ste es for:ios franquear ICI indi-
vidual, darle _una cifra, arriesgarse en una empresa comprensiva.
El que entiende, arriesga. Uilo' mismo. arriesgndose, entiende.
Deja atrs ti medio, supera la. individualidad, .se proyecta baca .
el orbe. As, estar en lo real sin prevencin, es negar la apariencia.
Por qu no se idmite lo real? La respuesta es sencilla. Porque
Amrica es el sntoma vivo de lo precario.
Por proceder de la fuga, Amrica negG la armona. cort el
hilo umbilical que la.una con lo con Europa. Por
supuesto, en e'sta actitud del hombre en geeral, no del americano
en particular, hay algo ms que un alejamiento condicionado
por ciertos estatutos histricos. Hy un arranque JTI_etafsico e
ese gesto del individuo al querer destruir todo vnculo, al tratar
de olvidar todo equilibrio. En e-sa fuga hay una indagacin de la
libertad, sancionada por el instinto pringenio del hombre. Este
desea ser sin irnportrsele los medios. Mas, para serlo, es
desconocido, pero, a la vez, se le pega porque se ha asomado a
la libertad, por el hecho de indagada. Y Europa es una de las
formas de la libertad, no otra cosa. Acaso, el americano repite
el mecanismo de algo que es patrimonio del espritu: negar el
mundo para afirmarse en l. En eso, al fin y al cabo, radica la
libertad. Y. tambin, la esencia del hombre. . ..
Este dualismo de armona y precariedad provoca Jareaccin
del americano frente a lo histrico. afirmar que el america-
no observa frente a la historia una posicin inautntica. Al
hallarse en lo precario niega, a su vez, el equilibrio. Y ste, con-
dicionado por el tiempo, es historia. El americano rechaza la
historia. No advierte su imperio; hace de ella Jo que no debera
,hacer: metafsica.
Analcese, por ejemplo, cualquier batalla de un general ame-
ricano y se observar en su planteo y ejecucin un desconocimien-
to de la realidad. La estrategia es, para l, un elemento pernicioso,
mendaz. Ya sea aprovechndola o repudindola. Vase la con-
duccin de la guerra de la Triple Alianza, la campaa. bolivaria-
na anterior a. 1815, la del Brasil -en las marchas de Alvear-.
Todas niegan el suceso histrico. El paradigma del Gral. Paz
corropora esta afirmacin. El, ms que ningn otro militar ame-
ricano, posea una.. !Jlentalidad europea. Hubiera a sus
anchas en Woagran, en Waterloo, no en la llanura lamericana.
Porque Paz tena conciencia de cuanto lo rodeaba; por eso pre-
paraba sus campaas para ganrselas a los criollos, cual si fuera
una especie de anomala en la naturaleza primitiva del continen-
te. Rosas; en Caseros, es otro ejemplo de esta indagatoria. de la
realidad. Desde mucho antes estaba en fuga. El pas viva una. :,
hora absolu"tamente singular. La historia no contaba. Aparte
las condiciones del momento, la suerte de Caseros estaba ecliada
antes del prnunciamiento de Urquiza. Es que Rosas vea al pas, ..
a los hombres, como instrumentos de algo ms alto, ms esen-
cial. Por eso cumpla con la existencia desde un plano metaf-
sico y no histrico. Por lo cual, al ser batido en Caseros, demos-
tr con su error" que era un ser libre, tomado por la libertad, aun
cuando la negara en todos sus aspectos al fundar la La
libertad es la negacin de lo histrico. Nos referimos a eso que
podra denominarse la no-validez de 'lo histrico, esto es, a )a
condiin suspancial del americano: repulsa histrica .por un
rompimiento con lo estable. No puede hacer tiempo quien es
incapaz de estatuir lo perm41nente.
F. J. SOLERO
'
'
las ciento y una
revista de la realidad americana
DIRECTOR: H. A. Murena
SECRETARIO: .F. J. Solero
llEDAOClN: HIPLITO YRIGOYEN 906
T. E. 87- 8972
Las cientQ y una
No ES la primera vez. que lo decimos; nuestra vida cultural de
a?lencai\OS yace henda, enferma, cada en la
mas. m1serable m1sena. Ulcerada tan a fondo, tocada en rganos
tan 1m portantes que, comct con un ser muy prximo cuyos dolo-
res nos afectan demasiadq, se prefiere no mirarla, no hablar ya
de ella. Y cierto .que nos es-prximo. Pues, aunque el escritor
calle a sab1endas sobre esa cultura, aunque el hombre de libros
o el profesional o el em_weado o el lector de peridicos a secas
pretendan desentenderse ae los problemas de esa cultura, enco-
gerse de hombros ante ellos como si incumbieran slo a una do-
cena de extravia'Jos que intentan emborronar papeles, y aunque
el obrero y el mismo analfabeto por fuerza los -ignoren, esa cul-
tura la raz de sus existencias. de la existencia del obrero y del
profesiOnal, del empleado y del analfabeto, es nuestra vida espi-
ritual. es lo que sqmos. Toca a . todos y a cada uno. Y a pesar
de que se atornille la prensa del silencio sobre ella, esta enferma
habla, grita a travs de cualquiera de nuestros gestos. Dejando
de lado ahora el estrangulamiento que .paraun escritor puede
significar -un mbito que no le ofrece el elemental awyo de cier-
tas estructuras, pinsese que esa indigencia cuftural es responsa-
ble, por .ejemplo, de la monstruosa diferencia que media entre
Buenos Aires y las humilladas provincias. de nuestra convulsiva,
turbia, historia poltica e institucional, del aislamiento en que
todos vivimos j unto a los dems: h'chos no naturales aunque
se produzcan incesantemente, hechos naturales slo como podra
serlo la humanidad esclavizada por un imperio de hormigas si el
hombre as lo tolerase. Faltos de una respecto
al mundo en que habitall}OS (y eso es cultura), ae una idea que
sirya de comunicacin y gua, avanzamos golpendonos loca-
mente, conducidos a veces por la benevolencia de Dios, pero con
mucha ms frecuencia por ! inconcebible confusin de los hom-
bres. Y, por lo dems, las explic.rciones sobran. Que cada cual
se mire en su propio espejo: esa frustracin que siente en s hasta
el ms satisfechp;-esa mudez, esa amputacin, esa famosa y cierta
t'rist'e21a que se nos achaca no -es ms que la enfermedad, la falta
dE una cultura propia, de un mundo de normas espirituales que
preste a cda uno. las palabras con que expresarse y realizar as
su humanidad plenamente.
Tales son las cosas, tan profundas las llagas. Y sin embargo
se calla. Hace en estos das cien aos lo que ocurra en la Argen-
tina (y en toda Amrica) era justamente lo opuesto. Dos de. los
espritus ms lcidos y apasionados se trababan en una violen-
tsima disputa en la que, no obstante el cariz personal que tenan
"las c;iento y una" argumentaciones esgrimidas, no los
errores que pudiera!) aiirmarse, se trat_aba de esclarecer lo que era
y lo que no lo era, lo que convena a la Argentina y
..}o que 'no cottvea. No slo no haba temor a hablar de ello,
sino que se daba. por descontado que era .el tema primrdial e
inevitable . . Se saba que era menester curar IjiS' piernas. alimentar-
las, antes de echarse a andar. Hoy esto se ha olvidado. Y seme-
jante retroces6, la pcda hasta las races qe un crecimiento espi-
ritual iniciado con todo vigor, no llama la atencin, no se vis-
lumbra siquiera.
No nos extraamos. P<?rque- as como el\ cada da y en cada
encrucijada de la historia hemos sjdo mistificados y conculcados
por potencias que nos alejaron de nuestros proble_mas de ame-
ricanos y argentinos para inmolamos a la solucin de sus propios
problemas, del mismo modo se nos ba.enseado a adoptar como
cultura propia las soluc.iones ajenas de problemas extraos, a
cubrir nucstras almas con trajes usados que sirvieron sobrr todo
para asfixinnos. Concebimos asi la cultura como la suma de
3
intiles conocimientos sobre cuestiones europeas, que se podan
de modo, que estaban a la mano, y no como
los que con las incgnitas inmediatas se forjan len-'
tamente sobre el yunque del alma. Y la leccin fu tan bien
aprendida, hasta tal punto se acept que la cultura no 'tena nada
que ver con lo que nos rodeaba que a ninguno se le ocurri si-
quiera pra6ar esas llaves para ver si por azar abra alguna de las
infinitas puertas de nuestra crcel : eso baha pasado ya a la
categora de pecado. Fuimos carceleros encerrados y abrumados
por el peso de grandes manojos de llaves equivocadas cuyo tin-
tineo no significaba nada para nadie. La tarea de dirimir los
problemas verdaderos se deleg en dos extraviados grotescos y,
sobre todo, inofensivos: el nacionalismo y el folklorismo. Era
aleccionador: a los tontos las tonteras.
De tal manera: cuando alguien se atreve a hablar con seriedad
de lo que realmente lo tortura, de la espina que tiene hincada en
el centro del ser, cuando alguien manifiesta de pronto algo sobre
lo argentino, sobre lo americano, los rostros del despreCio y del
silenci lo reciben. Son los rostros con que se afronta el escn-
dalo, porque ha llegado a ser escandaloso hablar de lo nos
importa, como me.ncionar la en medio de la fiesta. Equi-
vocados de todas partes vienen entonces a acusarnos de que bal-
buceamos, de que perdemos nuestro tiempo en asuntos sin impor-
tancia. verdaderamente provincianos. En ocasiones hemos acepta-
do que balbucebamos, porque era cierto que lo hacamos. Qu
nmedio nos quedaba? Estbamos aprendiendo de nuevo a hablar.
Pero cuando articulamos con toda claridad, cuando hablamos en
voz alta, cuando es menester or cmo separamos nuestra parte y
la defendemos. entonces se nos acusa de complacernos en nosotros
' mismos, de fatuidad. Se trata de un juego: concedido; pero de
un juego trgico, de consecuencias mucho ms graves que lo que.
imaginan sus organizadores.
No es la primera vez que denunciamos este juego. Ahora
agregamos que pondremos en marcha todas uestras fuerzas para
terminar con l. Desde estas pginas o desde otras, en pblico o en
la soledad de nuestras mesas de trabajo, con poesas o con ideas,
con nuestra simple vehemencia proseguiremos debatien-
do ciento y una vez estos problemas, levantaremos mil veces
nuestro espritu. Porque no podemos tolerar que esta situacin
se prolongue. No podemos.
H. A. MURENA
Una moral de repuesto
_para Estados Unidos
U
N que vacila despus de realizaciones: se es Prew --.1
protagorusta de la novela aqu1 a la eternidad, de James Jones-,
que titubea por los hechos de la vida,- como si la duracin no sigrii-
ficara la realidad misma, como si a cada momento se. tuviera que aco-
modar en nuevos y variados alvolos -por as decirlo--, que la su
cesin de los acontecimientos y de las cosas le va presentando. Un
mundo sin autnticas y definitivas jerarquas es el que muestra; un
mundo en formacin, de constantes evoluciones, de fatigosos acomo-
damientos, sin nada previo. Un mundo en el que el -hombre todava
mucho q_uehcer. Un pueblo -el norteamericano-- que, pese
su mnegable desarrollo cultural, aparece en este tipo de testimonio con
intereses exclusivos, totalmente desvinculado de todo otro tipo de
problema que no sean los propios. Puef>lo e individuos totalmente
vueltos hacia s; y a pesar de su tan meneado espritu de cooperacin,
con un furor de competencia y de lucha mayor y mh significativo.
La divisin del trabajo ha especializado y separado consecuentemente
y el conocimiento de los intereses comunes es limitadsimo. El Estado
este caso particular, el ejrcito-- aparece como una superestructura
que 2glomera, pero cuyo poder de unificacin es limitadisimO' y prc-
cario. El elemento catalizador -el es el Poder que recomienda
la o6ediencia ciega y defiende y trua de justificar al Esia4o, haciendo
de la sumis.in acritica u.na virtud cardinal. Y son los hombres -sobre
todo .el protagonista- qienes tratan de reivindicar su li-
bertad y su minuscula igualdad. Haciendo un_a revolucin? N.o . Pe-
Y pecando a escondidas. Pecando con pequeJtos pecados.
su libertad entregada por contrato consttuyendo una gran
.. , 4
moral individual? No. Simplemente boicoteando la di:acipli.oa. Un resto
de no-conformismo autltico y profundo? No hay irritacin lino mo-
lenia, y la protata no pasa .de !!U un desahoso. Dije que el mundo
que conocemoS a trav de Prom htft to tltNIJ.ty-
no er conformado: 1\11 coordenadat yarlan co4Jtan-
temalte._ ru desarrollo ce celebra ain mayores implicaciones de origen.
Cotrelativamente "" habitantes a no estn sometido. a ningn mbito
cetl)do, tampoco tienen la tuficientc decian como para modificarlo . .
Simplemente JO denuncian. Eto es: los Est.dos. Unidos constllytn wn
trttulo tn COffsltndt I1reer, Stei.obeck, Faulkner, O'Neill,
:00. Pa.-, Farrel, son 1\11 mayores fucales.
.Pero en toda denuncia no hay na..da mis que una actitud
La 4aluncia ni liquiera rupone una negacin; a lo symo, un rechazo,
pero no una contraposicin. Y mucho menos, ti.n reemp_lazo. Lo que ,,
'-t; que si a a partir de ate libro de Jona a que se est
"produciendo" la nada, la infertilidad, porque tampoco t iene ate .
libro -como no lo tienen Young lmligt111, -Tr11gic Grantl, Of ThM
ll1fll tht rivtr, Tht .Wii'J PtJlms, '" DNimnls &ttk o Tht of
una profunda refutacin y consiguiente proyecto para ae
.quehacer de que hablaba. Porque evidentemente el New De11l no pas
de conligna eleccionaria de nuy limitada eficacia.
Lo que obsede al nombre nOrteamericano de Jona, lo que realmente
er por detrit de cs'a. JtntlcU, a ru stni/Jo: primeramente, como
adecubilidad, de inmediato valor vital, de elemental eficacia ("Pelo
papas o me pngo a cantar?") ; luego, necesita ver claro, aunque no
sea ms cC una limple sobre las com. Y lo mediato,
es tu dirtccin: un ideal informe que se va construyendo en un lugar
donde alguna vez -una remota infancia anabaptista- lillbo,... causas
efiCientes. Se abre asl la posibilidad de esquivar la obediencia y su de-
fatal y mecnico. El ideal -quiero ser explicito- aparece
no tomo causa fanal, lino comO vislumbre de posibilidades
humanas, ,.,, trttls qu humtllftls.
.' Paradjicamente, la que denunr:lll lleva al personaje
sic Joaa a l soledad, donde te le Jllantea el grai problema que con-
Ltu ciento r una
lo sabe l y lo callamos tdot- despu de esa gr11n tltnncu, se ati-
borr de rewrica, se engolosin c:qn IUS propias palabras, como a se
hubiera decretado que toda ru misin . .,-porque de misiones se tnta
en verdad estaba terninada. Dnde y quin hay que por lo menos
ya que no modifica?
En De AqUI. tltrnidtld los trminos quedan establecidos estricta-
mente en funcin de esa faena vital ' del hombre, dentro del terreno
de la tica: es premisa que lo que se hace en funcin de una coacd6n
cxteiior no ea propiamente moral y cn4 definitivamente tuperado; y
en cuanto a la accin de la sociedad o de Dios, es algo que se ejerce
ciertamente, pero que no se considera de ninguna manera definitiv.o.
El taciturno soldad9 de James Jones no se lo ha planteado en estos
trminos, pero su radica aUI, eso es lo que cuenta, tu
desconcierto a lo que muestra. Carga enorme descontento y lo
que J,.ntill a ru contorno huero de tllllortl y detcrmi.oadq por arbi-
trarias preferencllls.
El personaje se llama Prew y la accin del libro ocurre en la islas
DAVID VIAS
La
' ., . la obra:.la c:ontraP91ci6n entre y conveniencia;
q1le '111\.Jpce..,en wda la conecpcl6n protestante de la vida:
' l"\EBI ahogar unas lgrimas obstinadas todo el al-
muerzo con su marido y sus dos hijos. Otra. vez, de un gol-
pe, devuelta al desamparo que aun ah, en su casa, senta. Tendra
que escuchar pOr lo menos media hora ms a su marido, hablan-
do siempre a distancia de lo que ella pensaba, esa vez sobre un
impuesto nuevo. Sobre todo, aunque en este caso era .porque no
poda saberlo, a distancia de lo que ella en ese mome.nto recor
daba, las palabras que le haba dejado Julio al partir de viaje,
la carta que al despedirse le haba entregado esa maana en una
corta visita. Ahora la tena en el bolsillo, pensando que nunca se
sq>arara de ella, y la haba ledo y reledo en su cuarto, sola
hasta que la llamaron a comer. .
' . , lidl1, IIft. qu te le plantea al personaje y
" en a. disc:oJltinuidad de .U conducta condicionada poc. un
doble juego de valores: es el bompre debatindose entre la incon.sisten-
'cia de una tiCJl. J . cules i.onanci apelar entonces? Simplemente
a la mii i,nmediata: - Jensmcli. Se encuentr-a solo y lo que abandon
le J:CpUgna. Pero necesita $a mo;al de repuesto! Y ya se superaron
. ,
los recursos simplistas de la tercua y cuarta dcadat de ate siglOs; las
soluciona de corte ms o menos n.arxta. El Estado totalitario no
pude aer, providencia de aJie, Por momentoS, el personaje de James
Jones 'parece recordar quf"l de lo divino en 'el hombre
le otorga un contenido valioso y a ru eXistencia. Pero, no. Tam-
.poto eso lf' lirve. A veces, atrafia lUla sclidaridad que nunca
1
. roiloci, pero no sa kt ltlisstz-fllire, en que todo se sacrifica al
eglSIIDIO de la particularidad de cada individUo.
Su' solidaridad en f!Otencia no quiere saber nada de congregaciones
'de. ninguna especie. Quiere ter solidario ain sacficar nada de los
dems; quiere vivir. iin previa aceptaciones y pactos. Quiere ser l
milmo:; ep la1 clhrulas J} IU propio contrato. Pero todo
falla incon.sistenc:!- tica de lct hombres. E la convenltncl. lo
nico q decora la estUI,Jicia de esos militares. Entonces, con una
lenta ar ee. resuelve >1. J,.nci11rld. Es lo inmediato, dije, pero
no ,lQ mil fcil. Et, st, la inmediata reaccin del que quiere . dar
sent/Jo a 111 !un:<. .
_ Los magnos fisqles de: los Estados Unidos tambin lo hicieron:'
- iltnncl.rcm. .Bien es que eso no a . ms que un limitado
primer la fate inicial del conocimiento: descripcin previa y su
que la denuncia. Pero en qu otro pals aa elcmen-
- 'tal lunci6n higiwca ha cedido l)lgar tales caracterlsticas? Qu
p./1 htl ttnido ti sficitnlt vlllor de no recu"Jr 11l eufnnismo, l-
1flll1fllo 11 }otlretl#mbrt potlr:eJrj,;,br,, no dtsorltnltlcl6n o lrtldiciones
c.dsIIS? lo que " peor, .recurriendo i un argumento pueril a
P-r de tu fofa vejez: quiero -decir, la' i.omuru:licia por
demuiada .'riejez o prematura juventud? Qu#n. ha habido en nuestro
paj.; por ejemplo? Eduardo Mallea se me pod,la mponder.,SI, Edu.ardo
Malla. ai Hhlorl41 le .,;-,Mn ."ltfltiN, all' por
milita y tantos. Hubo wia alta lericdad en ese libro, pero -bien
En suma, lo que siempre haba -gravitado ausente entre los
dos, para ella, oon temor e incredulidad, y para l, con. na re-
signaCin que la _desconcertaba, Ja haca dudar, ._sospechar una
traicin, aunque despus se daba cuenta de que era algo distinto,
y volva al miedo, a EO creer que eso llegara a ser posible, una
separacin en medio de ras caricias, despus de las palabras dichas
al odo en los' momentos de amada fatiga: instantes de no
entenderlo duraban poco, pero en ellos se vea obligad a cali-
ficarlo de algn modo, para asirlo,. y se deca que era un loco. un
desgraciado. Estaban juntos, Julio miraba fijo un punt&-: cual'-
quiera, se oa su voz, sola, dominada, para decir despacio, con
tristeza y seguridad, "mir, algn da dejaremos de queur-
nos ... " Ahora estaba sola con esas palabras volvini:lole, dis-
trayndola de la conversacin de su marido, de las interrupciones .
de los chicos, que no la alegraban, del almuerzo interminable des-
pus del cual tomara un somnfero para dormir hasta la noche,
y otro! ms tarCie, para dormir b asta el da siguiente.
Ese mismo da no hara ningn esfuerzo por recobrarse: se
echada sobre su propio desnyno. sin interpretar lo
ocurrido ni hacer nada para olvidarlo.
Ni siquiera releera la carta, breve, sabida ya de memoria,
rara, ampulosa; la nica que Julio le hubiera escrito. "No des-
hojaremos hasta el fin", deca, "las horas del amor. Llegar el
instante en que sentiremos slo luto entre nuestras bocas, fio en
.las manos, ceniza en los ojos. Copmigo se aleja ese fbral entre los 1't
dos. Es preferible que no quede nada, y ni siquiera me Ufvo tu. .
fotografa. Que ninguna imagn te perpete sino. la en
las venas y el espritu."
Al leerlo antes, sola, y ahora, en la mesa, al se
acord de la fotografa de Mar del Plata que le diera una maana,
a raz de repetidos pedidos de Julio. Se le presentaron de pronto
todas las 'maanas pasadas en su departamento, las propuestas .
upentinas, hechas con furia, que le haca l para que se fueran
juntos, lejotr encerrando en ellos dos el mundo entero.
querido", pens, "ahora irte as, tan. solo".
1", "Si no hubise conocido tu ser", de:(a despus la carta, "me
babda arrodillado anteesa fotografia. Bajo tUs prpados ,n
'
5
. .
ma de orquidea estaba en tus ojos el lujo vivo del mat. En tu retorno a los maestros consagrados, marcar etapas y descubrir
piel se haca tierna la sombra del ocaso, la son1bra tirada en la g111pos cifrados, es la gran tentacin de los crticos, intimidados
arena junto a tu cintura, igu,al que pn silencio. Llevar por la grotesca produccin de nuestros autores: folkloristas o
esa fot.o, con las palabras que "ID.e escribiste en ella, basta 1!1 mar. saineteros cabros o poetas castrados. Uniformar,
La atar alrededor de una piedra 'Y la tirar lejos. Slo ver una despersonalizar, volver a las viejas palabras, es el' mejor medio
espuma-blanca en el sitio donde bajo un tallo de burbujas se"' de organizar el caos, de fundar un basado en un
hundirn til imagen y tus besadas palabras de amor. Que nadie, azar que lo apoye y lo sustente. La literatura agoniza por exceso
ni vos ni yo, tenga. Quiz reviva, ya que an no se extingui". , de crticos. .
Su marido, frente a ella en la mesa, hablaba cada vez nefi5. Vctor absorbe la realidad circundante y la devuelve obje-
' Los chicos se levantaron y quedaron solos. Slo a raz tivada, es decir, verdadera y probable. Este procedimiento, el que
de un silencio, lo mir y se di cuenta que casi no haba tocado ms conviene a la literatura contempornea, constituye el mejor
la comida, desde haca un rato la observaba. Lo oy hablar: esfuerzo de Fernando. Pola. la pequera asesina y prostituta, que
-Esta maana vino Julo a la oficina, a despedirse. traiciona para aguantarse, desesperada de s misma, condenada <t
Hizo una pausa, mientras se un bolsill.o del saco, llevar al extreino su excepcional tarea de burladora. - Nuestra
y agreg: amada prostituta, que no encuentra mejor forma de odiar a los
-Me ve1_1di esta fotografa. hombres que entregndose a ellos. Pola carga sobre spsliombros'
LUIS JUSTO su culpa y la de todas las prostitutas argentinas. Mujeres que .
t'
Desde la carne de
/
Buenos Aires