Maria Madre Del Redentor - Emiliano Jimenez Hernandez
Maria Madre Del Redentor - Emiliano Jimenez Hernandez
Maria Madre Del Redentor - Emiliano Jimenez Hernandez
MARIA
MADRE DEL REDENTOR
INDICE
INTRODUCCION 5
a) Madre del Redentor
5
b) Mara en la historia de la salvacin
c) Mara en el misterio de Cristo
6
d) Mara en el misterio de la Iglesia 7
e) Dando vueltas a las palabras
9
13
29
39
72
77
106
111
163
133
INTRODUCCION
a) Madre del Redentor
"La Madre del Redentor tiene un lugar preciso en el plan de la salvacin,
porque 'al llegar la plenitud de los tiempos, envi Dios a su Hijo, nacido de mujer,
nacido bajo la ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, para que recibieran la filiacin adoptiva. La prueba de que sois hijos es que Dios ha enviado a
nuestros corazones el Espritu de su Hijo que clama: Abb, Padre' (Gl 4,4-6).
Con estas palabras del apstol Pablo, que el Concilio Vaticano II cita al
comienzo de la exposicin sobre la bienaventurada Virgen Mara (LG 52), deseo
iniciar tambin mi reflexin sobre el significado que Mara tiene en el misterio de
Cristo y sobre su presencia activa y ejemplar en la vida de la Iglesia. Pues, son
palabras que celebran conjuntamente el amor del Padre, la misin del Hijo, el don
del Espritu, la mujer de la que naci el Redentor, nuestra filiacin divina, en el
misterio de la plenitud de los tiempos" (RM 1).
En este texto se habla de Mara desde tres ngulos: en la historia de la salvacin, como madre de Cristo y como figura de la Iglesia. Estos tres aspectos se
unifican en el misterio de Cristo, en el que confluyen, pues la historia de la salvacin culmina en Cristo y la Iglesia es la prolongacin de Cristo en su cuerpo. Mara slo puede ser comprendida a la luz de Cristo, su Hijo. Pero el misterio de
Cristo, "misterio divino de salvacin, se nos revela y contina en la Iglesia, a la
que el Seor constituy como su Cuerpo" (LG 52).
El misterio de Mara queda inserto en la totalidad del misterio de Cristo y
de la Iglesia, sin perder de vista su relacin singular de Madre con el Hijo, pero
sin separarse de la comunidad eclesial, de la que es un miembro excelente y, al
mismo tiempo, figura y madre.
Mara se halla presente en los tres momentos fundamentales del misterio
de la redencin: en la Encarnacin de Cristo, en su Misterio Pascual y en Pentecosts. La Encarnacin es el momento en que es constituida la persona del Redentor, Dios y hombre. Mara est presente en la Encarnacin, pues sta se realiza en
ella; en su seno se ha encarnado el Redentor; tomando su carne, el Hijo de Dios se
ha hecho hombre. El seno de Mara, en expresin de los Padres, ha sido el "telar"
en el que el Espritu Santo ha tejido al Verbo el vestido humano, el "tlamo" en el
que Dios se ha unido al hombre. Mara est presente en el Misterio pascual, cuando Cristo ha realizado la obra de nuestra redencin destruyendo, con su muerte, el
pecado y renovando, con su resurreccin, nuestra vida. Entonces "junto a la cruz
de Jess estaba Mara, su madre" (Jn 19,25). Y Mara estaba presente en Pentecosts, cuando, con el don del Espritu Santo, se hizo operante la redencin en la
Iglesia. Con los apstoles "asiduos y concordes en la oracin estaba Mara, la madre de Jess" (He 1,14). Esta presencia de Mara junto a Jess en estos momentos
claves, aseguran a Mara un lugar nico en la obra de la redencin.
b) Mara en la historia de la salvacin
Mara, "la Virgen que concibi por obra del Espritu Santo" al Hijo de
Dios, est en el centro del Credo apostlico. El parto virginal es, en primer lugar,
una confesin de fe en Cristo: Jess es de tal modo Hijo nico del Padre que no
puede tener ningn padre terreno. Bajo esta luz Mara aparece situada en su lugar
privilegiado dentro de la historia de la salvacin. Dios ha mirado "la pequeez de
su sierva" para cumplir en ella "las grandes cosas" que haba prometido "a
Abraham y a su descendencia". El fiat de Mara es, pues, la realizacin y la superacin de la fe esperanzada de Abraham. "Ha acogido a Israel, su siervo, recordndose de su misericordia" (Lc 1,54).
En la alianza, que Dios establece con su pueblo, y en la comunin, que
Cristo realiza con la Iglesia, Mara aparece como la Hija de Sin por excelencia y
tambin como la Iglesia naciente, inicio y realizacin plena de la Iglesia. As,
pues, el misterio de Mara se encuentra inmerso en otro misterio ms amplio: el
misterio de Cristo y el misterio de la Iglesia. Por eso los evangelios la describen
como la madre virginal de Jess y tambin como la Esposa de Cristo-Esposo en
las bodas mesinicas, que son la anticipacin de las bodas de la Esposa y del Cordero en la realizacin escatolgica de la Alianza.
En esta relacin esponsal entre Dios e Israel, entre Cristo y la Iglesia, Mara se sita del lado de Israel, del lado de la Iglesia. Al llegar la plenitud de los
tiempos una mujer representa al Israel de Dios, pre-rescada por Dios para desposarla. Mara, personificacin de Israel, se convierte en la imagen de la Iglesia. Por
eso se le ha llamado: "Mara, la primera Iglesia".1 Implcitamente los evangelios
darn a Mara el ttulo de "Hija de Sin", que en el Antiguo Testamento designa a
Israel en sus relaciones con Dios. Explcitamente, el Vaticano II llamar a Mara:
"la Hija de Sin por excelencia" (LG 55). Y Juan Pablo II hablar de Mara como
"la Hija de Sin oculta", que Dios asocia al cumplimiento de su plan de salvacin. "El solo nombre de Theotkos, Madre de Dios, contiene todo el misterio de
la salvacin", afirma San Juan Damasceno. La Theotkos es el testimonio fundamental de la encarnacin del Verbo, el icono de la Iglesia, el signo anticipado
del Reino y la Madre de los vivientes.
Segn la antigua y vital intuicin de la Iglesia, Mara, sin ser el centro,
est en el corazn del misterio cristiano. En el mismo designio del Padre, aceptado voluntariamente por Cristo, Mara se halla situada en el centro de la Encarnacin, marcando la "hora" del cumplimiento de la historia de la salvacin. Para
esta "hora" la ha plasmado el Espritu Santo, llenndola de la gracia de Dios.
d) Mara en el misterio de Cristo
El captulo VIII de la Lumen gentium lleva como ttulo: "La bienaventurada Virgen Mara, Madre de Dios, en el misterio de Cristo y de la Iglesia". En
este ttulo se percibe el eco del texto de la carta a los Efesios sobre la significacin
del matrimonio cristiano: "Gran misterio es ste, pero yo lo aplico a Cristo y a la
Iglesia" (Ef 5,32). En la Escritura el smbolo de la alianza entre Dios y su pueblo
es la unin del hombre y la mujer: Dios es el esposo e Israel es la esposa; despus,
Cristo es el esposo y la Iglesia la esposa (2Cor 11,2). El Concilio nos invita a situar a Mara en este contexto esponsal del misterio de Cristo y la Iglesia. Como
1
dice una juda de nuestro tiempo: "La virginidad de Mara consiste en el don total
de su persona, que la introduce en una relacin esponsal con Dios".2
Uno de los iconos marianos ms repetido de la Iglesia de Oriente es el de
la Odigtria, es decir, "La que indica la va" a Cristo.3 Mara no suplanta a Cristo, lo presenta a quienes se acercan a ella, nos gua hacia El y, luego, escondindose en el silencio, nos dice: "Haced lo que El os diga". Como dice San Ambrosio, "Mara es el templo de Dios, no el Dios del templo". Toda devocin mariana
conduce a Cristo y, por Cristo, al Padre en el Espritu Santo. Por ello, como Moiss, debemos acercarnos a ella con los pies descalzos porque en su seno se nos
revela Dios en la forma ms cercana y transparente, revistiendo la carne humana.
El fiat de Mara se integra en el amn de Cristo al Padre: "He aqu que
yo vengo para hacer, oh Padre, tu voluntad" (He 10,7), "porque he bajado del
cielo no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha mandado" (Jn
6,38). El fiat de Mara y el amn de Cristo se compenetran totalmente. No es posible una oposicin entre Cristo y Mara. Como son inseparables Cristo cabeza y
la Iglesia, su cuerpo. Quienes temen que la devocin mariana prive de algo a
Cristo, como quienes dicen "Cristo, s, pero no la Iglesia", pierden la concretez
histrica de la encarnacin de Cristo. Cristo queda reducido a algo abstracto,
como un aerolito cado del cielo para inmediatamente volver a subir a l, sin
echar races en la tierra y en la historia pasada y futura de los hombres.
La insercin de Mara en el misterio de Cristo cobra una inmensa importancia hoy para la Iglesia y para nuestra sociedad. Frente al modo tecnicista de
pensar, que valora el hacer, producir, planificar..., sin acoger nada de nadie, sino
confiando slo en s mismo, Mara, que renuncia a s misma y se ofrece para que
acontezca en ella la Palabra de Dios, nos muestra el verdadero camino de la fe.
De otro modo ocurre lo que proclama el profeta Ageo: "Vosotros habis sembrado mucho sin cosechar nada" (1,6). "Lo que la fe catlica cree acerca de Mara
se funda en lo que cree acerca de Cristo, pero lo que ensea sobre Mara ilumina
a su vez la fe en Cristo" (CEC 487)
d) Mara en el misterio de la Iglesia
La mariologa se coloca en el misterio unitario de Cristo y de la Iglesia,
como la expresin personal de su conexin. La Iglesia, en su hacerse un solo espritu de amor con Cristo, permanece siempre un ser-en-frente del Esposo. As la
ntima unin de Cristo y la Iglesia aparece clara en la expresin esposo-esposa,
cabeza-cuerpo.
Mara tiene su lugar en el acontecimiento central del misterio de Cristo,
pero de Cristo considerado como Cristo total, Cabeza y cuerpo; y, en consecuencia, juntamente con la Iglesia. En ambos aspectos de este nico misterio, Mara
2
Desde el punto de vista artstico e iconogrfico el icono llamado Brephocratousa, o sea, Madre con el
Nio, es el ms frecuente y casi obligatorio en Oriente. Cfr. G. GHARIB, Le Icone Mariane, Roma 1987.
La nica afirmacin que Mara nos ha dejado sobre s misma une los dos
aspectos de toda su vida: "Por que ha mirado la pequeez de su sierva, desde ahora me dirn dichosa todas las generaciones" (Lc 1,48). Mara, en su pequeez,
anuncia que jams cesarn las alabanzas que se la tributarn por las grandes obras
que Dios ha realizado en ella. Es la fiel discpula de Cristo, el Cordero de Dios,
que est sentado sobre el trono de Dios como vencedor, pero permaneciendo por
toda la eternidad como el "Cordero inmolado" (Ap 13,8). Es lo mismo que confesar Pablo: "Cuando soy dbil, entonces soy fuerte" (2Cor 12,10). Este es el camino del cristiano "cuya luz resplandece ante los hombres... para gloria de Dios"
(Cfr. Mt 5,14-16). El cristiano, como Pablo, es primero cegado de su propia luz,
para que en l se encienda la luz de Cristo e ilumine el mundo.
Tambin nuestra generacin, lo mismo que todas las anteriores, est llamada a cantar a Mara, llamndola Bienaventurada. Y la proclamamos bienaventurada porque sobre ella se pos la mirada del Seor y en ella realiz plenamente
el plan de redencin, proyectado para todos nosotros. De este modo la reflexin de
fe sobre Mara, la Madre del Seor, es una forma de doxologa, una forma de dar
gloria a Dios.
e) Dando vueltas a las palabras
Segn la Dei Verbum, la revelacin se realiza "con palabras y con hechos" (n.2). "Tambin los hechos son palabras", dice San Agustn. 6 Los personajes bblicos nos manifiestan la Palabra de Dios con lo que nos dicen y con sus
gestos. Nos hablan con lo que dicen y con lo que son. Abraham es, en su persona,
una palabra de Dios. Como lo es Ezequiel: "Ezequiel ser para vosotros un smbolo; haris todo lo que l ha hecho" (Ez 24,24). Mara tambin es Palabra de
Dios, no slo por lo que dice, o lo que se dice de ella en la Escritura (que es muy
poco), sino por lo que hace y es ella. De este modo, con Mara, Dios habla a la
Iglesia y a cada uno de sus miembros. Mara es la nica de la que se puede decir
con todo realismo que est "grvida" de la Palabra de Dios.
En la presentacin de Mara partir siempre de la Escritura, Antiguo y
Nuevo Testamento, que se iluminan mutuamente, pues la primera alianza conduce
a la nueva, que la ilumina y lleva a plenitud. As las figuras de Mara encontrarn
en ella el esplendor pleno del designio de Dios. Esto es lo que han hecho los Padres, de cuya Tradicin beber, lo mismo que de la liturgia y de la iconografa
cristiana. San Buenaventura escribe: "Toda la Escritura puede compararse con
una ctara: una cuerda, por s sola, no crea ninguna armona, sino junto con las
otras. As ocurre con la Escritura: un texto depende de otro; ms an cada pasaje
se relaciona con otros mil".7 Los pocos textos del Nuevo Testamento que hablan
de Mara estn en relacin con otros mil textos del Antiguo y del Nuevo Testamento. A su luz se nos ilumina el sentido profundo del misterio de Mara dentro
de la historia de la salvacin. Mara es la "Mujer" que compendia en s el antiguo
Israel. La fe y esperanza del pueblo de Dios desemboca en Mara, la excelsa Hija
de Sin.
6
Me acercar, pues, a Mara desde la revelacin bblica, que es la perspectiva fundamental. En la Escritura, el Espritu Santo, a travs de autores humanos,
nos ha diseado el icono de la Madre de Jess para ofrecerlo a la Iglesia de todos los tiempos. Y desde la Tradicin patrstica,8 porque la comunidad eclesial,
en su existencia, ha profundizado en su comprensin bblica, hasta llegar a la reflexin de la Lumen gentium, y al magisterio pontificio posterior, sobre todo la
Marialis cultus de Pablo VI y la Redemptoris Mater de Juan Pablo II. La Lumen
gentium presenta en la primera parte (52-54) la mariologa bblica, en la que se
subraya la unin progresiva y plena de Mara con Cristo dentro de la perspectiva
de la historia de la salvacin. Y en la segunda parte (55-59) presenta la relacin
entre Mara y la Iglesia y entre la Iglesia y Mara.9
Pero tambin me acercar a Mara desde la liturgia, donde la comunidad
cristiana expresa y alimenta su relacin con Mara. La liturgia tiene su estilo
propio de afirmar y testimoniar la fe. La liturgia, en su forma celebrativa, nos da
una visin interior, de fe, basada en la revelacin y enriquecida con toda la sensibilidad secular de la Iglesia. Es, sin duda, el lenguaje ms apto para entrar en
comunin con el misterio de Cristo, reflejado en su Madre, la Virgen Mara. La
memoria de Mara en la liturgia va ntimamente unida a la celebracin de los
misterios del Hijo (MC 2-15) y as aparece como modelo de la actitud espiritual
con que la Iglesia celebra y vive los divinos misterios (MC 16-23). "En la celebracin del ciclo anual de los misterios de Cristo, la santa Iglesia venera con especial amor a Mara santsima, Madre de Dios, unida indisolublemente a la obra
salvfica de su Hijo; en Mara admira y exalta el fruto ms excelso de la redencin y contempla con gozo, como en una imagen pursima, lo que ella desea y espera ser" (SC 103).
En los prefacios marianos y en los textos de las fiestas marianas -adems
de las fiestas marianas distribuidas a lo largo del ao litrgico, hay 46 Misas en
honor de la Virgen Mara para los sbados y para celebraciones de los santuarios marianos-, en todos estos textos Mara aparece insertada en el misterio de
Cristo y de la Iglesia, como nico misterio de la salvacin. Tambin es importante ver la presencia de Mara en la Liturgia de las Horas, con sus himnos, antfonas, responsorios, preces, adems de las lecturas bblicas y patrsticas. Cada da,
en las Vsperas, la comunidad cristiana se une al canto de Mara, al Magnificat,
alabando a Dios por su actuacin en la historia de la salvacin.
A lo largo del ao litrgico, la Iglesia celebra las fiestas de la Virgen Mara, uniendo su memoria al memorial del misterio de Cristo. Adviento y navidad
se han convertido en tiempo mariano por excelencia. En estos tiempos contemplamos, junto a Jesucristo, el Mesas esperado y encarnado, a Mara que lo esper, lo dio a luz, le acogi en la fe y le present a los pastores, a Simen y a Ana,
smbolos de Israel, y a los magos de oriente, representantes de todos los dems
pueblos. En cuaresma y pascua, en la Iglesia oriental, la liturgia celebra a Mara
8
La Redemptoris Mater se estructura segn el esquema conciliar. Con una fuerte impregnacin bblica,
presenta primero a Mara en el misterio de Cristo (7-24) y luego en el centro de la Iglesia en camino (25-38),
para subrayar finalmente su mediacin maternal (38-50). La novedad respecto al Concilio est en la insistencia en la dimensin histrica: presenta a Mara en su itinerario de fe, sealando su carcter de "noche" y
"kenosis".
10
Y de la liturgia, como prolongacin, brota la piedad mariana, que la Marialis cultus ofrece a los fieles, resaltando la nota trinitaria, cristolgica y eclesial
del culto a Mara (25-28). La fe de la Iglesia permanece en su viva integridad, imperturbablemente celebrada en la liturgia. La mariologa, pues, no puede considerarse como un tratado separado de los dems, sino en un contexto ms amplio y
orgnico, explicitando sus conexiones con la cristologa, la eclesiologa y el conjunto del misterio de la salvacin. "Mara, rostro maternal de Dios es el signo de
la cercana del Padre y de Cristo, con quienes ella nos invita a entrar en comunin... Por medio de Mara Dios se hizo carne; entr a formar parte de un pueblo;
constituy el centro de la historia. Ella es el punto de enlace del cielo con la tierra.
Sin Mara, el evangelio se desencarna, se desfigura y se transforma en ideologa,
en racionalismo espiritualista".11 "El Verbo inefable del Padre se ha hecho describible encarnndose de ti, oh Theotokos; y habiendo restablecido la imagen
desfigurada en su antiguo esplendor, l la ha unido a la belleza divina". "Visto
que Cristo como Hijo del Padre es indescriptible, l no puede ser representado en
una imagen... Pero desde el momento en que Cristo ha nacido de una madre describible, l tiene naturalmente una imagen que corresponde a la de la madre. Por
tanto si no se le puede representar por la pintura, significa que l ha nacido slo
del Padre y que no se ha encarnado. Pero esto es contrario a toda la economa de
la salvacin".12
Las iglesias orientales se distinguen por su riqueza iconogrfica. Por la
Redemptoris Mater desfilan, como iconos de la Theotokos, las mltiples repre10
Coleccin de Misas de la Bienaventurada Virgen Mara, Decreto de la C. para el culto del 15-8-1986.
11
Documento de la III Conferencia del CELAM: Puebla. Comunin y participacin, Madrid 1982, n. 282
y 301.
12
11
sentaciones de la Virgen: "la que es camino que lleva a Cristo" (Odigitria), "la
orante en actitud de intercesin y signo de la presencia divina en el camino de los
fieles hasta el da del Seor" (Disis), "la protectora que extiende su manto sobre
los pueblos" (Pokrov), "la misericordiosa Virgen de la ternura" (Eleusa) y tambin "la que abraza con ternura" (Glykofilousa). Pero tambin "el icono de la
Virgen del cenculo" como "signo de esperanza para todos aquellos que, en dilogo fraterno, quieren profundizar su obediencia de la fe" (RM 31-34).13 Los iconos, en su lenguaje figurativo, nos revelan una realidad interior, que los creyentes de todos los tiempos nos han transmitido como voz de la presencia de Mara
en la Iglesia.
***
En crculos abiertos en espiral, cada captulo se apoya en los anteriores y
en los posteriores. Se trata de un movimiento de ida y vuelta, del Nuevo Testamento al Antiguo y del Antiguo al Nuevo. Es un pensar y repensar, acercndonos
a Mara, dando vueltas en torno a su misterio. La repeticin es siempre igual y
distinta, pues los diferentes estadios se apoyan y potencian mutuamente; se trata
de un lenguaje y un saber no coactivo, sino persuasivo, que busca la comunin de
amor con Mara en mente, corazn y fantasa. Se trata de una meditacincontemplacin que vuelve sobre los mismos temas para saborearlos y asimilarlos
vitalmente.14 Mi deseo es dibujar ese rostro de Mara, que siempre se le puede
seguir mirando y es siempre nuevo. La Escritura es profeca, anticipo y promesa
de los tiempos futuros y, sobre todo, de su cumplimiento mesinico y escatolgico. La escucha atenta de la Palabra de Dios lleva al amor y a la sabidura, pues
se trata de volver la mirada hacia El para ser iluminados por El (Sal 34,6). Slo
quien escucha y medita en su corazn percibe la honda riqueza del plan de Dios,
convirtindosele la Escritura en una fuente perenne, en un ro siempre en crecida.
Se trata de seguir el mtodo de Mara misma, que "guardaba todas las
palabras en su corazn y las daba vueltas". Mara "compara", "simboliza", "relaciona" unas palabras con otras, unos hechos con otros, busca una "interpretacin", "explicarse" los acontecimientos de su Hijo, a la luz de las prefiguraciones
del Antiguo Testamento (como se ve en el Magnificat).15 El Papa Juan Pablo II
invoca a Mara, dicindole: "T eres la memoria de la Iglesia! La Iglesia aprende de ti, Madre, que ser madre quiere decir ser una memoria viva, quiere decir
guardar y meditar en el corazn".
El misterio de la Virgen Madre, Esposa de la Nueva Alianza, la convierte
en icono de todo el misterio cristiano. "Mi deseo es que tu Icono, Madre de Dios,
se refleje continuamente en el espejo del alma y lo conserve puro hasta el fin de
los siglos".16
***
13
14
15
Todos estos significados tiene el verbo griego symbll, que usa San Lucas (2,19).
16
Pseudo-Dionisio Areopagita.
12
SIGLAS
LG= Lumen gentium, sobre la Iglesia.
DV= Dei Verbum, sobre la revelacin divina.
SC= Sacrosanctum Concilium, sobre la liturgia.
GS= Gaudium et spes, sobre la Iglesia en el mundo actual.
MC= Marialis cultus, de Pablo VI.
RM= Redemptoris Mater, de Juan Pablo II.
CEC= Catechismus Ecclesiae Catholicae.
DS= Denzinger.-Schonnetzer, Enchiridium Symbolorum.
PG= Patrologa griega, Migne.
PL= Patrologa latina, Migne
NDM= Nuevo Diccionario de Mariologa, Madrid 1988.
13
14
todos los hombres que, antes de nacer del pecador Adn, nacen del Padre, creados en el Hijo y en vistas a El. Es virgen y madre, como la creacin original sobre la que aletea el Espritu, a fin de que de su seno nazcan Cristo y la multitud
de los hombres, discpulos de Cristo. Es virgen y madre con la nacin juda, que,
por la fe en la palabra, llevaba la semilla mesinica. Y con la Iglesia de la nueva
alianza, Mara es virgen y madre de todos los fieles, en su comunin de muerte y
gloria con Cristo.
En Mara tenemos, pues, la imagen, el icono del hombre redimido. Pablo
la nombra una sola vez y sin nombre, pero la inscribe en la constelacin trinitaria
del Padre, que enva, y del Hijo y el Espritu, que son enviados, para que nosotros
recibiramos la filiacin divina: "Al llegar la plenitud de los tiempos, envi Dios
a su Hijo, nacido de mujer, para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, y para
que recibiramos la filiacin adoptiva. La prueba de que sois hijos es que Dios ha
enviado a nuestros corazones el Espritu de su Hijo, que clama: Abba, Padre!"
(Gl 4,4-6). Mara es la humilde sierva, pero Dios la puso al servicio del misterio
de la concepcin del Hijo con el poder del Espritu Santo, cuando le plugo realizar este misterio en el mundo. Por esto, el Espritu Santo, que mueve a los fieles a
amar a la Iglesia, vuelve su corazn tambin hacia aquella en quien la Iglesia se
encuentra toda entera. San Jernimo, comentando el versculo del Salmo: "La
tierra ha dado su fruto" (Sal 67,7), dice: "La tierra es la santa Mara que es de
nuestra tierra y de nuestra estirpe. Esta tierra ha dado su fruto, es decir, ha encontrado en el Hijo lo que haba perdido en el Edn. Primero ha brotado la flor;
y la flor se ha hecho fruto para que nosotros lo comiramos y nos alimentramos
con l. El Hijo ha nacido de la sierva, Dios del hombre, el Hijo de la Madre, el
fruto de la tierra".18
Mara es la tierra fecundada de donde ha brotado el Salvador; no slo ha
pasado a travs de Mara, sino que procede de Mara. De Mara ha asumido el
Hijo de Dios carne y sangre, ha entrado realmente en la historia de los hombres,
participando de nuestro nacer y de nuestro morir.
b) La mujer del protoevangelio
Dios cre el mundo y contempl cuanto haba hecho y vio que era muy
bueno (Gn 1,31). Pero en este mundo armonioso, salido de las manos de Dios, el
pecado introduce la divisin. Al dilogo con Dios, que desciende en la brisa de la
tarde a pasear con su creatura, sigue el miedo de Dios. An antes de que Dios intervenga (Gn 3,23), Adn y Eva "se esconden de Yahveh entre los rboles" (3,8);
Dios tiene que buscar al hombre, llamarle: "Dnde ests?". La expulsin del lugar de la comunin, del jardn del Edn, es la ratificacin de esa ruptura con Dios.
El dilogo entre el hombre y la mujer, que el amor una en una sola carne, se cambia en deseo de dominio (Gn 3,16). Al dilogo del hombre con la creacin, como
tierra que el hombre custodia y cultiva, sigue, en contraposicin, el sudor y trabajo
doloroso con que el hombre tiene que arrebatar el fruto a la tierra.
Estas rupturas y hostilidades, que entran en el mundo, no formaban parte
del plan de Dios "en el principio" de la creacin. Son el fruto del pecado del hom18
15
bre que ha querido "ser como Dios", sustituir a Dios en la conduccin de su vida.
Pero algo no ha cambiado: la relacin de Dios con el hombre. El hombre ha cambiado, pero Dios, no. Dios, que conoce el origen del pecado del hombre, seducido
por el maligno, interviene para anunciar la sentencia contra la serpiente:
Por haber hecho esto,
maldita seas entre todas las bestias
y entre todos los animales del campo.
Sobre tu vientre caminars,
y polvo comers todos los das de tu vida.
Pondr enemistad entre ti y la mujer,
y entre tu estirpe y la suya:
ella te aplastar la cabeza
mientras t acechas su calcaar (Gn 3,14-15).
16
mente salvada del pecado desde su misma concepcin. Mara, en toda su persona,
pertenece a Dios como su nico Seor. As es signo de la nueva creacin que nace
de lo alto, de Dios. Es la nueva Eva, la primera criatura del mundo futuro, del
mundo nuevo inaugurado con la Encarnacin. "Algrate" es la primera palabra de
la nueva alianza, la primera palabra de la aurora del mundo nuevo, anunciado por
los profetas, heraldos del Mesas: "Exulta, hija de Sin, grita de alegra, hija de
Jerusaln! He aqu que viene a ti tu rey" (Zac 9,9). Esta es la primera palabra que,
dicha a Mara, Dios dirige al mundo el da en que lleg su cumplimiento. El Salvador llega y se nos invita a aclamarlo con alegra.
Cristo destruir el poder de la serpiente. Ya el profeta Isaas describe el
mundo inaugurado por el Mesas como un mundo nuevo, recreado, en el que la
serpiente no constituir un peligro para el hombre, descendiente de la mujer: "El
nio de pecho hurgar en el agujero del spid y el nio meter la mano en la hura
de la serpiente venenosa" (Is 11,8). Como Adn es cabeza de la humanidad pecadora, Cristo es Cabeza de la humanidad redimida. Cristo es "la simiente de la mujer que aplasta la cabeza de la serpiente":
Por eso Dios puso enemistad entre la serpiente y la mujer y su linaje, al acceso la una del
otro (Gn 3,15), el segundo mordido al taln, pero con poder para triturar la cabeza del
enemigo; la primera, mordiendo y matando e impidiendo el camino al hombre, "hasta que
vino la descendencia" (Gl 3,19) predestinada a triturar su cabeza (Lc 10,19): ste fue el
dado a luz de Mara (Gl 3,16). De l dice el profeta: Caminars sobre el spid y el basilisco, con tu pie aplastars al len y al dragn" (Sal 91,13), indicando que el pecado, que
se haba erigido y expandido contra el hombre, y que lo mataba, sera aniquilado junto
con la muerte reinante (Rom 5,14.17), y que por l sera aplastado aquel len que en los
ltimos tiempos se lanzara contra el gnero humano, o sea el Anticristo, y atara a aquel
dragn que es la antigua serpiente (Ap 20,2), y lo atara y sometera al poder del hombre
que haba sido vencido, para destruir todo su poder (Lc 10,19-20). Porque Adn haba sido vencido, y se le haba arrebatado toda vida. As, vencido de nuevo el enemigo, Adn
puede recibir de nuevo la vida; pues "la muerte, la ltima enemiga, ha sido vencida"
(1Cor 15,26), que antes tena en su poder al hombre.19
17
Espritu Santo... Al mismo tiempo ella est unida en la estirpe de Adn con todos los
hombres que han de ser salvados (LG 53;CEC 490-493).
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Lucas, indica que la transformacin de Mara por la gracia ha tenido lugar antes
del momento de la Anunciacin.
En qu consiste esta transformacin por la gracia? Segn el texto paralelo de la carta a los Efesios (1,6), los cristianos han sido "transformados por la
gracia" en el sentido de que, "segn la riqueza de su gracia, alcanzan la redencin por su sangre, la remisin de los pecados" (1,7). Mara es, pues, "transformada por la gracia", porque haba sido santificada por la gracia de Dios. As lo
interpretan los Padres de la Iglesia: "Nadie como t ha sido plenamente santificado...; nadie ha sido previamente purificado como t".26 Mara ha sido previamente "transformada por la gracia" de Dios, en consideracin de su misin: ser
la Madre del Hijo de Dios. Mediante la gracia Dios prepara para su designio de
salvacin a la Madre virginal del Mesas.
El icono de la Panaga o Toda Santa que se venera en la Iglesia rusa lo
expresa maravillosamente. La Madre de Dios est en pie con las manos en alto en
actitud de total apertura a Dios. El Seor est con ella bajo la forma de un nio
rey, visible, en la transparencia de su seno. El rostro de Mara es todo estupor,
silencio y humildad, como invitndonos a "mirar lo que el Seor ha hecho de m
en el da en que dirigi su mirada a la pequeez de su sierva".
Dios es el Santo por excelencia. Pero Dios hace partcipes de su santidad
a sus elegidos, hacindoles santos. Con esta participacin en la santidad de Dios,
sus elegidos entran a vivir en comunin con El, en la fe y en la respuesta al amor
de Dios. De este modo los santos entran en la gracia de Dios, envueltos en la nube de su gloria, liberados de las tinieblas del pecado. Desde el siglo II, con San
Justino, a quien siguen San Ireneo y San Epifanio, se ha contrapuesto la fe de
Mara a la incredulidad de Eva. En esta fe de Mara la Iglesia ha visto la santidad singular de Mara, que supera "a los querubines y a los serafines":
Es verdaderamente justo glorificarte, oh theotkos, siempre bienaventurada y toda inmaculada, Madre de nuestro Dios. Ms venerable que los querubines e incomparablemente
ms gloriosa que los serafines, a ti, que sin mancha has engendrado a Dios, el Verbo, te
magnificamos, oh verdadera Theotkos.27
La tradicin cristiana, como aparece en la iconografa, ha visto en el pronombre "sta" una referencia a la mujer, madre del Mesas, es decir, a Mara. El
arte cristiano ha representado a Mara aplastando con su pie la cabeza de la serpiente. La serpiente est enroscada en torno al globo terrestre, suspendido en el
espacio. Mara, radiante y coronada de estrellas, domina el globo y con un pie pisa
la cabeza de la serpiente. Ya la traduccin de San Jernimo de la Biblia, la Vulgata, traduce en femenino el texto del Gnesis: "sta te aplastar la cabeza" (Gn
3,15). Esta traduccin se hizo tradicional en la Iglesia latina.
d) Mara, tierra virgen de la nueva creacin
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San Juan en todo el Evangelio no la llama nunca Mara, sino "mujer" o la "madre de Jess". Cfr. I. DE
LA POTTERIE, Le mre de Jsus, Marianum 40(1978)41-90.
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manera virgen para poder ser el nuevo Adn. Si Jess, el nuevo Adn (1Cor
15,45-49), no hubiera nacido de una virgen, no podra ser el inicio y la cabeza de
la nueva creacin. Con el primer Adn nos encontramos en el momento de la
creacin, al comienzo de la historia humana; con el nacimiento virginal de Jess
nos situamos al principio de la nueva creacin, en el umbral de la historia de la
salvacin. Algunos Padres, como San Ireneo, aluden a la arcilla con la que Dios
form al primer hombre, que era todava "tierra intacta", "virginal", pues an no
haba sido arada ni trabajada por el hombre. Ahora bien, Adn es el fruto del
seno de esta tierra todava virgen. Teniendo esta imagen ante los ojos, se comprende el simbolismo de este texto de Mximo de Turn, obispo del s. V:
Adn naci de una tierra virgen. Cristo fue formado de la Virgen Mara. El suelo materno
de donde el primer hombre fue sacado, no haba sido an desgarrado por el arado. El seno
maternal de donde sali el segundo no fue jams violado por la concupiscencia. Adn fue
modelado de la arcilla por las manos de Dios. Cristo fue formado en el seno virginal por
el Espritu de Dios. Uno y otro, pues, tienen a Dios por Padre y a una virgen por madre.
Como el evangelista dice, ambos eran "hijos de Dios" (Lc 3,23-38).30
Cristo, nuevo Adn, nace "de Dios", en el seno virginal de Mara. La promesa de Isaas se cumple concretamente en Mara. Israel impotente, estril, ha dado fruto. En el seno virginal de Mara, Dios ha puesto en medio de la humanidad,
estril e impotente para salvarse por s misma, un comienzo nuevo, una nueva
creacin, que no es fruto de la historia, sino don que viene de lo alto, don de la
potencia creadora de Dios.
Cristo no naci "de la voluntad de la carne, ni de la voluntad de varn".
Por esta razn es el nuevo comienzo, las primicias de la nueva creacin. "La accin del Espritu Santo en Mara es un acto creador y no un acto conyugal, procreador. Pues bien, si es un acto creador, significa una repeticin del comienzo
primordial de toda la historia humana. Es un nuevo comenzar la creacin, un retorno al tiempo anterior a la cada del pecado".31 La accin del Espritu Santo en
Mara es un acto creador y significa un renovacin del comienzo primordial de
toda la historia humana. As como el Espritu Santo, en la creacin, "se cerna
sobre las aguas" (Gn 1,2), as tambin el Espritu Santo descendi sobre Mara
al principio de los tiempos de la nueva creacin. El Espritu Santo plasma a Mara como nueva criatura (LG 56),32 es decir, inmaculada, para que pueda acoger
a Cristo con el fiat de su libre consentimiento y concebirlo en la carne.
Mara, plasmada por la gracia y acogedora de la palabra de Dios, nos
ofrece en su virginidad los rasgos de la nueva creacin. La iniciativa libre y gratuita del Padre est en el origen del nuevo comienzo del mundo, como lo fue del
primer comienzo. El Espritu cubre a la Virgen con su sombra lo mismo que un
da cubri las aguas de la primera creacin. El acontecimiento se cumple gracias
al Hijo, que toma carne en Mara, as como el primer comienzo tuvo lugar "por l
y en l" (Col 1,16). En la primera creacin, como en la nueva, hay una tierra virgen y un Padre celestial. "Por ello hay que decir con toda verdad que Mara, por
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adoptivos del Padre (Jn 20,17;Gl 4,6-7). Mara, nueva Eva, personifica a la Iglesia en cuanto "madre de los vivientes", es decir, de los rescatados por Cristo. "En
Cristo, nuevo Adn, y en Mara, nueva Eva, se revela el misterio de tu Iglesia,
como primicia de la humanidad redimida".38
Este paralelismo entre Eva y Mara aparece ya en el siglo II con Justino y
con Ireneo. San Justino ve una situacin anloga en Eva y en Mara. Slo que
Eva, desobediente, engendra el pecado y la muerte, mientras que Mara, con su
obediencia y su fe, engendra la salvacin, al hacerse Madre del Salvador:
Si Cristo se ha hecho hombre por medio de la Virgen, es que ha sido dispuesto (por Dios)
que la desobediencia de la serpiente fuera destruida por el mismo camino que tuvo su origen. Pues Eva, cuando an era Virgen e incorrupta, habiendo concebido la palabra que le
dijo la serpiente, dio a luz la desobediencia y la muerte; mas la Virgen Mara concibi fe
y alegra cuando el ngel Gabriel le dio la buena noticia de que el Espritu del Seor vendra sobre ella y la fuerza del altsimo la sombreara, por lo cual, lo nacido en ella, santo,
sera Hijo de Dios.39
Y San Ireneo desarrolla este paralelismo entre Eva y Mara. Para l, el plan
de salvacin consiste en la recreacin de lo que haba destruido el pecado. Para
ello, Cristo ocupa el lugar de Adn, la cruz sustituye al rbol de la cada y Mara
sustituye a Eva. Despus de enunciar las grandes lneas del designio de Dios, escribe:
Paralelamente hallamos a Mara, virgen obediente. Eva, an virgen, se hizo desobediente
y as fue causa de muerte para s y para todo el gnero humano. Mara, virgen obediente,
se convirti en causa de salvacin para s misma y para todo el gnero humano... De Mara a Eva se restablece el mismo circuito. Pues para desligar lo que est atado hay que seguir en sentido inverso los nudos de la atadura. Es por esto por lo que Lucas, al comienzo
de la genealoga del Seor (Lc 3,23-38), ha llegado hasta Adn, mostrando que el verdadero camino de regeneracin no va desde los antepasados hasta El, sino desde El hacia
ellos. Y tambin as es cmo la desobediencia de Eva ha sido vencida por la obediencia
de Mara. En efecto lo que la virgen Eva at con la incredulidad, Mara lo desat con la
fe.40
Segn San Ireneo, Mara toma el papel de Eva. Eva se hallaba en una situacin particular, de la que dependa la condicin y la salvacin de todo el gnero
humano. Eva fall y Dios en su lugar ha puesto a Mara, que ha vencido con la
obediencia y la fe:
Y como por obra de una virgen desobediente fue el hombre herido y, precipitado, muri,
as tambin fue reanimado el hombre por obra de una Virgen, que obedeci a la palabra
de Dios, recibiendo la vida... Porque era conveniente y justo que Adn fuese recapitulado
en Cristo, a fin de que fuera abismado y sumergido lo que es mortal en la inmortalidad. Y
que Eva fuese recapitulada en Mara, a fin de que una Virgen, venida a ser abogada de
una virgen, deshiciera y destruyera la desobediencia virginal mediante la virginal obediencia.41
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Eva con su desobediencia atrajo la muerte para s y para toda la humanidad. Mara, en cambio, con su obediencia fue causa de salvacin para s misma y
para toda la humanidad:
Como por la obediencia en el rbol de la cruz, el Seor disolvi la desobediencia de Adn
en el otro rbol, as fue disuelta la seduccin por la que haba sido mal seducida aquella
virgen Eva destinada a su marido, por la verdad en la cual fue bien evangelizada por el
ngel aquella Virgen Mara ya desposada. As como aquella fue seducida por la palabra
del ngel para que huyese de Dios prevaricando de su palabra, as sta por la palabra del
ngel fue evangelizada para que llevase a Dios por la obediencia de su palabra, a fin de
que la Virgen fuera abogada de la virgen Eva. Y, para que as como el gnero humano
haba sido atado a la muerte por una virgen, as tambin fuese desatado de ella por la Virgen. Y que la desobediencia de una virgen fuese vencida por la obediencia de otra virgen.
Si, pues, el pecado de la primera criatura fue enmendado por la correccin del Primognito, y si la sagacidad de la serpiente fue vencida por la simplicidad de la paloma (Mt
10,16), entonces estn desatados los lazos por los que estbamos ligados a la muerte.42
Tertuliano aplica el paralelismo de Eva una veces a Mara y otras a la Iglesia. La visin de la Iglesia como Nueva Eva aparece ya en la segunda carta de
Clemente: "Porque la Escritura dice: hizo Dios al hombre, varn y mujer. El varn es Cristo; la mujer, la Iglesia".44 La aplicacin del doble paralelismo EvaMara y Eva-Iglesia, llev a un tercer paralelismo: Mara-Iglesia. De una y de
otra se dice: "La muerte nos vino por Eva, la vida por Mara", 45 o por la Iglesia.
Inspirado en estos textos patrsticos se lee en el Missale Gothicum: "Eva ha trado la muerte al mundo; Mara, la vida. Aquella con el jugo de la manzana bebi
la amargura; sta, de la fuente de su Hijo bebi la dulzura".
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Eva, "madre de los vivientes", es el nombre que la dio Adn despus del
pecado (Gn 3,20). Antes l la haba llamado "mujer", subrayando la relacin
entre l y ella (Gn 2,23). Eva haba sido creada como "ayuda" del hombre (Gn
2,18-24). Siendo la primera mujer, Eva, como Adn, est puesta en una situacin
singular, de la que depende la suerte del gnero humano. Seducida por la serpiente, con su desobediencia, igual que la de Adn, arrastra en su cada a toda la
humanidad. Pero, despus de su cada, la mujer recibe la tarea de luchar contra
la estirpe de la serpiente, contra el mal (Gn 3,15). Por eso con Eva y su descendencia se inicia una lucha perenne entre los hombres y la serpiente, el maligno.
En esta lucha la maternidad de la mujer cobra una importancia fundamental,
pues ser un descendiente de ella quien vencer, aplastando la cabeza de la serpiente.
Cristo, nuevo Adn, tambin ha dado a su madre el nombre de "mujer"
(Jn 2,4;19,26), nombre que la dar tambin la Iglesia (Ap 12,1.6). Mara toma el
lugar de Eva, ocupando como ella un lugar nico en la economa de la salvacin.
Frente a la desobediente Eva, Mara es "la sierva del Seor" (Lc 1,38), la que se
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TERTULIANO, De carne Christi 17: PL 2,782; De anima 43: PL 2,723; Adv, Marcionem 2,4:PL
2,4:PL 2,289; en este ltimo texto une las dos aplicaciones: a Mara y a la Iglesia.
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ofrece como "ayuda" para llevar a trmino el designio de Dios: 46 "Cuando lleg
la plenitud de los tiempos, Dios mand a su Hijo, nacido de mujer, para rescatar
a los que se hallaban bajo la ley, para que recibiramos la filiacin adoptiva"
(Gl 4,4-5). Mara participa, como mujer, en la realizacin del plan de Dios: la
salvacin de los hombres. Como Cristo ocupa el lugar de Adn y la cruz sustituye
al rbol del paraso, Mara ocupa el lugar de Eva. Eva acoge la palabra de un
ngel cado y Mara, en cambio, acoge a Gabriel, "uno de los ngeles que estn
ante Dios" (Lc 1,19). Mara, como sierva de Dios, participa en la salvacin, acogiendo en su seno al Salvador, y acompandolo fielmente hasta la hora de la
cruz. Con aceptacin plena de la voluntad de Dios, Mara declara: "He aqu la
sierva del Seor, hgase de m segn tu palabra". Es la expresin de su deseo de
participar en el cumplimiento del designio de Dios. Con su obediencia se pone al
servicio del plan de salvacin, que Dios la ha anunciado. Como mujer se ofrece
totalmente como "ayuda" del hombre, convirtindose en Madre del Mesas, permitindole ser el Nuevo Adn, cabeza de la nueva humanidad. Mara, pues, a diferencia de Eva, ha asumido el papel de la virgen obediente, causa de salvacin
para s y para todo el gnero humano.
Desde la cruz, cuando todo se ha cumplido, Jess llama a su madre "Mujer" y le confiere una maternidad en relacin a todos los hombres. Ella es "la madre de los vivientes". El rbol de la cruz ha sustituido al rbol de la cada. La
cruz es su contrario: rbol de la vida. Del costado de Cristo muerto, y con el corazn traspasado, como de Adn dormido, brota la nueva vida. Se ha cumplido el
juicio sobre la serpiente: "Ahora es el juicio de este mundo; ahora el prncipe de
este mundo ser arrojado fuera. Pues, cuando yo sea levantado de la tierra,
atraer a todos hacia m" (Jn 12,31-32). Todas las realidades del comienzo, destruidas por el pecado, han sido restituidas a su estado original. Cristo es puesto
en "el jardn", "en el que haba un sepulcro nuevo, en el que nadie todava haba
sido puesto" (Jn 19,41).
La mujer, alegra y ayuda adecuada del hombre, se convirti en tentacin
para el hombre, pero sigui siendo "madre de todos los vivientes": Eva, como es
llamada despus del pecado. Ella conserva el misterio de la vida, la fuerza antagonista de la muerte, que ha introducido el pecado, como poder de la nada opuesto al Dios creador de la vida. La mujer, que ofrece al hombre el fruto de la muerte, es tambin el seno de la vida; de este modo, la mujer, que lleva en s la llave
de la vida, toca directamente el misterio de Dios, de quien en definitiva proviene
toda vida, pues El es el Viviente, la misma Vida. Mara es "la mujer", madre del
Viviente y de todos los vivientes.
Esta simbologa Eva-Mara la desarrollar ampliamente el arte cristiano.
Sobre las puertas de la catedral alemana de Hildesheim, el obispo Bernward
(s.XI) opuso a Eva y a Mara; y sobre su evangeliario quiso que el busto de Eva
fuese pintado sobre la puerta cerrada del paraso, mientras Mara apareca sobre
la puerta abierta del cielo. En l puso esta inscripcin: "La puerta del paraso,
cerrada por la primera Eva, ya ha sido abierta para todos por medio de santa
46
Siervo en la Escritura se aplica a los elegidos de Dios para realizar sus planes. Cfr. Is 42,1-9;49,16;50,9-11;52,13-53,12.
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Mara". Mara es la Viviente por excelencia, es decir, la nueva Eva, que transmite
la vida, pues ha sido liberada del poder de la muerte por el Seor de la vida.
Concluyo con una cita del cardenal J.H. Newman: "Como Eva fue
desobediente e infiel, Mara fue obediente y creyente. Como Eva fue la causa de
la ruina, as Mara fue la causa de la salvacin. Como Eva prepar la cada de
Adn, as Mara prepar la reparacin que deba realizar el Redentor. Si Eva
cooper a un gran mal, Mara cooper a un bien an ms grande". Es lo que canta la liturgia del Adviento:
Te alabamos, Padre santo, por el misterio de la Virgen Madre. Porque, si del antiguo adversario nos vino la ruina, en el seno virginal de la hija de Sin ha germinado aquel que
nos nutre con el pan de los ngeles... La gracia que Eva nos arrevat nos ha sido devuelta
en Mara. En ella, madre de todos los hombres, la maternidad, redimida del pecado y de
la muerte, se abre al don de una vida nueva. All donde haba crecido el pecado, se ha
desbordado tu misericordia en Cristo, nuestro Salvador.47
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R. GUARDINI, El Seor I, Madrid 1960, p.33; Y. CONGAR, Mara y la Iglesia, Barcelona 1967, p.455-465.
CEC 144-149.
31
vista (1Jn 1,1-3). Esta es la experiencia de los apstoles. Pero existe otra experiencia ms profunda an, corporal y espiritual, que es la experiencia de Mara:
"En la encrucijada de todos los caminos, que van del antiguo al nuevo testamento, se sita la experiencia mariana de Dios, tan rica y al mismo tiempo tan misteriosa que apenas puede describirse; y tan importante que aparece siempre como
trasfondo de lo que se manifiesta. En Mara, Sin se transforma en la Iglesia, el
Verbo se hace carne, la cabeza se une al cuerpo. Ella es el lugar de la fecundidad
sobreabundante".55 La caracterstica de la experiencia de Mara es que se trata
de una experiencia maternal, que implica las profundidades del cuerpo, de su
seno.
Ya en la palabras de Isabel -"Dichosa la que ha credo que se cumpliran
las cosas que le fueron dichas de parte del Seor" (Lc 1,45)- se ve que la maternidad divina de Mara no fue simplemente una maternidad fsica, sino maternidad
espiritual, fundada sobre la fe. Como comentar san Agustn: "La Virgen Mara
dio a luz creyendo al que haba concebido creyendo... Despus que habl el ngel, ella, llena de fe, concibiendo a Cristo antes en el corazn que en el seno, respondi: He aqu la sierva del Seor, hgase en m segn tu palabra". 56 La llena
de gracia es tambin la "llena de fe". Ha credo lo increble: que concebira un
hijo por obra del Espritu Santo. Y concluye Agustn: "Mara crey y en ella se
cumpli lo que crey. Creamos tambin nosotros para que lo que se cumpli en
ella se realice tambin en nosotros".
Ser madre de Jesucristo implica acompaarle en su misin, participar de
su misin, compartiendo sus sufrimientos, como dir San Pablo: "Sufro en mi
carne lo que falta a la Pasin de Cristo". Mara, como verdadera hija de
Abraham, ha aceptado el sacrificio de su Hijo, el Hijo de la Promesa, pues Dios,
que sustituy la muerte de Isaac por un carnero, "no perdon a su propio Hijo,
sino que lo entreg a la muerte por todos nosotros" (Rom 8,32), como verdadero
Cordero que Dios ha provisto para que "cargue y quite el pecado del mundo" (Jn
1,29;Ap 5,6). Mara, pues, como hija de Abraham, acompaa a su Hijo que, cargado con la lea del sacrificio, la cruz, sube al monte Calvario. El cuchillo de
Abraham, en Mara, se ha transformado en "una espada que le atraviesa el alma".
Con la respuesta de Mara al ngel -"he aqu la sierva del Seor, se cumpla en m lo que has dicho"-, la fe de Abraham y de todo Israel llega a su perfeccin. Ya a Abraham se le haba pedido una obediencia de fe extraordinaria cuando Dios le pidi que le restituyera en el Moria aquel don que, por la fe, haba recibido, el hijo de la promesa, en un sacrificio materialmente interrumpido pero
espiritualmente cumplido. Pero con Mara Dios llega hasta el fondo. Cuando Mara est bajo la cruz no intervendr ningn ngel que interrumpa el sacrificio del
Hijo, y Mara deber realmente restituir a Dios su Hijo, el Hijo de la promesa
cumplida.
55
56
32
El verbo presentar (parastesai, poner delante) que usa Lc 2,22, es un verbo litrgico-sacrificial; se usa para indicar la
presentacin de las ofrendas para el sacrificio.
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Cfr. n.13,15,16,18,29.
33
de Ur "hacia la tierra que te indicar" (Gn 12,1-4), que la carta a los Hebreos
nos presenta como "obediencia de la fe": "Por la fe Abraham, al ser llamado por
Dios, obedeci y sali para el lugar que haba de recibir en herencia, y sali sin
saber a dnde iba. Por la fe, peregrin por la Tierra prometida..." (Heb 11,8ss).
Este peregrinar en la fe es la expresin del camino interior de la historia de Mara, la creyente: "La bienaventurada Virgen Mara avanz en la peregrinacin de
la fe y conserv fielmente su unin con el Hijo hasta la cruz" (LG 58). El "punto
de partida del itinerario de Mara hacia Dios" fue "el fiat mediante la fe" (RM
14). "En la penumbra de la fe" (RM 14) procede toda la vida de Mara, pasando
"por la fatiga del corazn", "por la noche de la fe" (n.17) hasta llegar a la gloria
plena del alba de la resurreccin, el da que de lejos Abraham "vio y se alegr"
(Jn 8,56).
b) Para Dios todo es posible
Abraham es el "padre en la fe" (Rom 4,11-12.16), es la raz del pueblo de
Dios. Llamado por Dios (Heb 11,8), con su Palabra creadora Dios fecunda el seno
de Sara con Isaac como fecundar el seno de la Virgen Mara con Jess, pues
"ninguna Palabra es imposible para Dios" (Gn 18,14;Lc 1,37). La "descendencia"
de Abraham llega en Jesucristo. La Palabra prometida se cumple por la Palabra
creadora: en Isaac como figura y en Jesucristo con realidad definitiva (Gl 3,16).
As como Cristo es llamado nuevo Adn, nuevo Isaac, Jacob, Moiss, Aarn..., sin embargo, no es nunca aludido como nuevo Abraham. Es Isaac, su hijo,
la figura de Cristo. Abraham no es figura de Cristo, sino de Mara. Abraham es
constituido padre por su fe; es la palabra de Dios sobre la fe. Y la fe nunca se le
atribuye a Cristo. S se atribuye, en cambio, a Mara, proclamada bienaventurada
por su fe. Abraham y Mara han hecho la experiencia de que "para Dios nada es
imposible" (Gn 18,14;Lc 1,37).59
La fe de Mara, en el instante de la Anunciacin, es la culminacin de la
fe de Israel. Dios coloc a Abraham ante una promesa paradjica: una posteridad numerosa como las estrellas del cielo cuando es ya viejo y su esposa estril.
"Abraham crey en Dios y Dios se lo reput como justicia" (Gn 15,5). As es
como Abraham se convirti en padre de los creyentes "porque, esperando contra
toda esperanza, crey segn se le haba dicho" (Rom 4,18). Como Abraham cree
que Dios es capaz de conciliar la esterilidad de Sara con la maternidad, Mara
cree que el poder divino puede conciliar la maternidad con su virginidad.
Mara, que haba participado con ansiedad y esperanza virginales en la
expectacin de su pueblo en la venida del Mesas; ella, que sobresale entre los
"pobres de Yahveh", que todo lo esperan del Seor, se siente llamada en el momento culminante de la historia de la fidelidad de Dios y da su consentimiento a
los planes de Dios. Con su fiat Mara se coloca del lado del acontecimiento de la
salvacin en Cristo y deja espacio para que Dios acte. La historia de la salvacin, cuya iniciativa pertenece enteramente a Dios, se acerca al hombre en Mara, a quien Dios invita a entrar en ella con la libertad de la fe. Y Mara se ha fiado de Dios y se ha puesto a su disposicin. Dios ha tomado posesin de su cora59
Cfr. M. THURIAN, Mara, Madre del Seor, figura de la Iglesia, Bilbao 1968,p.94ss.
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35
"Mara respondi al ngel: Cmo ser esto, puesto que no conozco varn?" (Lc 1,34). Mara, con esta pregunta no pide una explicacin para comprender -como hace Zacaras (Lc 1,18)-, sino para saber cmo realizar la voluntad de Dios. Pide luz y ayuda para hacer la voluntad de Dios, que el ngel le ha
manifestado. Mara pronuncia el fiat en la forma en que Cristo lo pronunciar en
Getseman: "hgase en m segn tu voluntad". "S, Padre, porque as te ha parecido a Ti..." (Mt 11,26). Es lo que la Iglesia y cada creyente repite cada da, con
la oracin del Padrenuestro: "Hgase tu voluntad".
"En un instante que no pasa jams y que sigue siendo vlido por toda la
eternidad, la palabra de Mara fue la respuesta de la humanidad, el amn de toda
la creacin al "s" de Dios" (K.Rahner). En ella es como si Dios interpelase de
nuevo a la libertad humana, ofrecindole una posibilidad de rescatarse. Este es el
significado profundo del paralelismo, tan repetido en los Padres, Eva-Mara: "Lo
que Eva haba atado con su incredulidad, Mara lo desat con su fe". 61
De aqu el significado de Mara para el hombre de hoy, que vive en la incertidumbre, sintindose amenazado por todas partes y ve en peligro el sentido de
su vida. La figura de Mara le permite mirar con confianza el sentido de su existencia. En Mara se percibe con exactitud el eco de su fe en Cristo y el ltimo sentido de la vida establecido por El: "Mara es la imagen del hombre redimido por
Cristo. En ella se da a conocer el cambio obrado en el hombre salvado por Cristo
y viviente en la Iglesia. En Mara se manifiesta con toda su luz la grandeza y dignidad del hombre redimido, tanto en su estadio inicial, que pertenece a la historia, como en su estadio de perfeccin, que cae ms all de la historia".62 "Si la
Iglesia es el mbito en que nace la nueva humanidad, Mara es la clula germinal
y su plenitud. Pues ella ha llegado ya a esa plenitud, hacia la que marcha el pueblo de Dios en peregrinacin larga e incansable".63
c) Camino de la fe
El Concilio Vaticano II ha afirmado que Mara ha caminado en la fe; ms
an, ha "progresado" en la fe: "Tambin la bienaventurada Virgen avanz en la
peregrinacin de la fe y mantuvo fielmente la unin con su Hijo hasta la cruz, en
donde, no sin designio divino, se mantuvo de pie (Jn 19,25)" (LG 58). Mara se
consagr a la voluntad salvfica de Dios, "como cooperadora de la salvacin humana por la libre fe y obediencia" (LG 56). Esta fe de Mara, como la de
Abraham, va mucho ms all de lo que comprende. Acepta sin reservas la palabra
que el Seor la comunica. Y esa aceptacin abarca todo lo que en el camino el Seor le ir mostrando a su tiempo.
"Ya desde el Antiguo Testamento la figura y la misin de Mara se presenta como envuelta en la penumbra de los orculos profticos y de las instituciones
de Israel. En los umbrales del Nuevo Testamento se levanta sobre el horizonte de
la historia de la salvacin como sntesis ideal del antiguo pueblo de Dios y como
61
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36
madre del Cristo Mesas. Y luego, a medida que Cristo, 'sol de justicia' (Mal
3,20), va avanzando por el firmamento de la nueva alianza, Mara sigue su trayectoria como sierva y discpula de su Seor, en un crescendo de fe. En el punto ms
alto de su culminacin, que es el misterio pascual, Cristo hace de su madre la madre de todos sus discpulos de todos los tiempos. De aquella hora la Iglesia
aprende que Mara pertenece a los valores constitutivos de su propio Credo".64
Mara, desde el momento de su fiat, es Israel en persona, es la Iglesia en
persona. Con su fiat se convierte en Madre de Cristo, pero no slo en sentido biolgico, sino como realizacin de la alianza establecida por Dios con su pueblo.
Mara es proclamada dichosa "porque ha credo en el cumplimiento de las palabras del Seor" (Lc 1,45). Es lo que confirmar ms tarde el mismo Jess, amplindolo a todos los creyentes: "Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y
la guardan" (Lc 11,28). En la maternidad de Mara se da el factum y el mysterium, el hecho y su significado salvfico: madre en su seno biolgicamente y en su
corazn por la fe. Las dos cosas son inseparables. El hecho sin significado quedara ciego; y el significado sin el hecho, estara vaco. La mariologa se presenta
autnticamente cuando se basa sobre el acontecimiento interpretado a la luz de la
fe. No se puede, por tanto, confinar la maternidad de Mara en el orden biolgico.
La salvacin operada por Dios en la historia se realiza plenamente en el misterio
de Cristo y de la Iglesia.
Ya la concepcin de Jess supone una fe que supera la fe de Abraham (y
ms la de Sara que re incrdula). La Palabra de Dios, que quiere hacerse carne
en Mara, requiere una aceptacin sin reserva, con toda su persona, alma y cuerpo, ofreciendo toda la naturaleza humana como lugar de la Encarnacin.
La fe de Mara es un acto de amor y de docilidad, suscitado por el amor
de Dios, q ue est con ella y la llena de gracia. Como acto de amor es un acto
totalmente libre. En Mara se da plenamente el misterio del encuentro entre la
gracia y la libertad. Esta es la grandeza de Mara, confirmada por Jess, cuando
una mujer grita en medio de la gente: "Dichoso el seno que te llev y los pechos
que te amamantaron" (Lc 11,27). La mujer proclama bienaventurada a Mara que
ha llevado a Jess en su seno. Isabel la haba proclamado bienaventurada, en
cambio, porque haba credo, que es lo que confirmar Jess: "Dichosos ms
bien los que oyen la palabra de Dios y la guardan" (Lc 11,28). Jess ayuda a
aquella mujer y a todos nosotros a comprender dnde reside la verdadera grandeza de su Madre, que "guardaba todas las palabras en su corazn" (Lc 2,19.51).
Ante lo que no entiende, Mara guarda silencio, un silencio de acogida,
conservando en su corazn esa palabra de Dios, que son los hechos de su Hijo.
Es, a veces, un silencio doloroso, de renuncia, de abandono a los planes de Dios,
el Padre de su Hijo. Mara fue preservada de todo pecado, pero no de "la fatiga
de la fe". Si a Cristo le cost sudar sangre entrar en la voluntad del Padre, a Mara no se la priv del dolor, de la agona en la peregrinacin de la fe, para ser la
madre, no slo fsica, sino en la fe, de Jess, "cumpliendo la voluntad de Dios"
(Mc 3,33-35). San Agustn comenta este texto, diciendo:
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Acaso la Virgen Mara no hizo la voluntad del Padre? Ella que, por la fe crey, por la fe
concibi y fue elegida por Cristo antes de que Cristo fuera formado en su seno, acaso no
hizo la voluntad del Padre? Santa Mara hizo la voluntad del Padre enteramente. Y por
ello es ms valioso para Mara haber sido discpula de Cristo que haber sido su Madre.
Antes de llevar al Hijo, llev en su seno al Maestro. Por ello fue dichosa, porque escuch
la palabra de Dios y la puso en prctica.65
d) Discpula de Cristo
El plan divino al que Mara presta su consentimiento, la transciende por
completo, hasta el punto de que ella misma tiene que abrirse a la fe en El. Y el
misterio, que la envolvi a ella, envuelve a todo creyente que se acerca a ella y, a
travs de ella, al misterio de Cristo, su Hijo.
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tamente la Iglesia, pero Mara es "figura de la Iglesia" y no puede serlo sin pasar
por esta prueba tan fundamental en la vida de la Iglesia. Los Padres han repetido
que lo que se dice universalmente de la Iglesia se dice de modo singular de cada
creyente y de modo especial de Mara.
En esta peregrinacin de la fe, como hija de Abraham, Mara se mantuvo
fiel hasta la cruz. Y habiendo seguido a Cristo en esta vida, le sigui tambin en el
triunfo, asunta en cuerpo y alma a los cielos. Y por eso sigue presente, guiando en
el camino de la fe a todos los discpulos de Cristo: "Mara, cuya historia nos atestigua que fue la Madre del Seor, vive hoy en la comunin de los santos; puesto
que posee esta existencia actual, est en relacin con la vida de la Iglesia y con la
vida de fe de los cristianos".68 Mara, que participa de la liturgia celeste en torno
al Cordero, contina en el cielo, en la comunin de los santos, aquella oracin
que haca en el cenculo esperando Pentecosts (He 1,14).
"En la expresin feliz la que ha credo podemos encontrar como una clave que nos abre a la realidad ntima de Mara" (RM 19). Toda la encclica Redemptoris Mater sigue esta clave. Segn el Papa
Mara recorri un duro camino de fe, que conoci una "particular fatiga del corazn" o
"noche de la fe" (18), cuando particip en la "trgica experiencia del Glgota" (26). Su fe
fue como la de Abraham, "esperando contra toda esperanza" (14), de modo que al pie de
la cruz lleg hasta el herosmo (18). La fe de Mara fue un "constante contacto con el misterio inefable de Dios" (17), pero sobre todo un "abandono" en las manos de Dios sin reservas y una consagracin total de s misma al Seor (13). Y actualmente ya "la peregrinacin de la fe no pertenece a la madre del Hijo de Dios" (16), pues ha superado el umbral de la visin cara a cara. Pero, "en la Iglesia de entonces y de siempre, Mara ha sido y
es sobre todo la que 'es feliz porque ha credo': ha sido la primera en creer" (26). Todos
los testigos de Cristo, "en cierto modo participan de la fe de Mara" (27); ms an, "la fe
de Mara se convierte sin cesar en la fe del pueblo de Dios en camino. Es una fe que se
transmite al mismo tiempo mediante el conocimiento y el corazn. Se adquiere o se vuelve a adquirir constantemente mediante la oracin" (28).
68
M. THURIAN, Figura, dottrina e lode di Maria nel dialogo ecumenico, Il Regno 28(1983)245.
40
a) Maternidad virginal
La Iglesia en su profunda perfeccin es femenina. Ya en el Antiguo Testamento la comunidad de Israel es descrita ante Dios como novia o esposa. Y lo
mismo la Iglesia, en el Nuevo Testamento, aparece como esposa en relacin con
Cristo (2Cor 11,1ss) que llega a las bodas escatolgicas entre el Cordero y la mujer adornada para la fiesta. Esta feminidad de la Iglesia abarca la totalidad interna
de la Iglesia, mientras que los ministerios, incluso apostlicos, no son ms que
funciones dentro de ella.
Para situar a Mara en el plan de salvacin que el Seor nos ha revelado es
necesario ver la continuidad entre el nuevo y el antiguo Testamento. Toda la obra
salvfica tiene a Dios por autor, aunque la ha realizado mediante algunos elegidos.
Mara entra en esta nube de elegidos, testigos del actuar de Dios. En ellos descubrimos el ser de Dios a travs de su actuar. De este modo la vocacin de algunas
mujeres de la historia de la salvacin nos ayuda a comprender la vocacin de Mara dentro del plan de salvacin de Dios. Las mujeres estriles, que conciben un
hijo por la fuerza de Dios, son signo del actuar gratuito de Dios, que es fiel a sus
promesas de salvacin.
La llamada de Mara, en la plenitud de los tiempos, es una llamada singular, enteramente gratuita de parte de Dios. Y sin embargo no est disociada de la
historia de la promesa y del actuar de Dios en esa larga historia. No se trata de
aplicar a Mara textos bblicos "por acomodacin", sino de ver a travs de la actuacin de Dios en otras vocaciones, cmo es el actuar de Dios en su plan de salvacin y que se realiza plenanente en Mara, madre del Salvador. San Lucas mismo nos presenta la concepcin de Jess en el seno de Mara en continuidad -y discontinuidad, por su singularidad- con el Antiguo Testamento, al narrarnos el
anuncio a Mara en paralelismo con el anuncio de Juan Bautista en el seno de Isabel, vieja y estril (Lc 1,13.18) y al responder a Mara con las mismas palabras
dirigidas a Sara, la estril, al concebir a Isaac: "porque nada es imposible para
Dios" (Lc 1,37). De este modo Lucas pone la maternidad virginal de Mara en correspondencia con las intervenciones de Dios en el origen de la existencia de sus
elegidos.69
La virginidad de Mara es un dato de fe proclamado por toda la tradicin
de la Iglesia. Ya San Ignacio de Antioqua escriba a los cristianos de Efeso:
"Nuestro Dios, Jesucristo, fue llevado en el seno de Mara segn el designio divino porque ella provena de la descendencia de David. Pero esto sucedi por
obra del Espritu Santo". Y lo mismo proclama el Credo Apostlico, que confiesa
que Jess ha "nacido de Mara Virgen por obra del Espritu Santo".
La virginidad de Mara exalta, en primer lugar, la divinidad de Cristo que
no nace "de la sangre, ni del deseo de la carne, o del deseo del hombre" (Jn
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El velln de lana de la historia de Geden es uno de los smbolos ms repetidos en la liturgia y piedad mariana."Geden dijo a Dios: Si verdaderamente
vas a salvar por mi mano a Israel, como has dicho, yo voy a tender un velln de
lana sobre la era; si al alba hay roco solamente sobre el velln y todo el suelo
queda seco, sabr que t salvars a Israel por mi mano, como has prometido" (Ju
6,36ss). En el simbolismo mariano el velln es visto como imagen del seno de
Mara, fecundado por el roco de lo alto, el Espritu Santo.
En un ambiente seco como el de Palestina, el roco es signo de bendicin
(Gn 27,28), es un don divino precioso (Job 38,28;Dt 33,13), smbolo del amor
divino (Os 14,6) y seal de fraternidad entre los hombres (Sal 133,3); es, igualmente, principio de resurreccin, como canta Isaas: "Revivirn tus muertos, tus
cadveres revivirn, despertarn y darn gritos de jbilo los moradores del polvo; porque roco luminoso es tu roco, y la tierra echar de su seno las sombras"
(Is 26,19). Es fcil, pues, establecer el paralelismo entre el velln y el roco, por
un lado, y, por otro, el seno de Mara fecundado por el Espritu Santo y transformado en principio de vida divina. El velln es el seno de Mara en el que cae el
roco divino del Espritu Santo que engendra a Cristo. La liturgia sirio-maronita
canta:
Oh Cristo, Verbo del Padre, t has descendido como lluvia sobre el campo de la Virgen y,
como grano de trigo perfecto, has aparecido all donde ningn sembrador haba jams
sembrado y te has convertido en alimento del mundo... Nosotros te glorificamos, Virgen
Madre de Dios, velln que absorbi el roco celestial, campo de trigo bendecido para saciar el hambre del mundo.
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Sara (Gn 18,9-15), Rebeca (Gn 25,21-22), Raquel (Gn 29,31;30,22-24), la madre de Sansn (Ju
13,2-7), Ana, madre de Samuel (1Sam 1,11.19-20).
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los paganos, de los pecadores. Dios da la vuelta a la cosas. Mara, en el Magnificat, canta este triunfo de lo despreciable, que Dios toma para confundir lo que el
mundo estima.
Desde el comienzo mismo del evangelio, advierte cuntas cosas se ofrecen a nuestra cosideracin... Conviene averiguar por qu, recorriendo el evangelista la lnea genealgica
por el lado de los vaornes, sin embargo intercala el nombre de varias mujeres; y ya que le
pareci bien nombrarlas, por qu no las enumera a todas, sino que, dejando a un lado las
ms honorables, como Sara, Rebeca y otras semejantes, slo menciona a las que se hicieron notables por algn defecto, por ejemplo a la que fue fornicaria o adltera, a la extranjera o a la de brbaro origen... Levanta tu mente y llnate de un santo escalofro con slo
or que Dios ha venido a la tierra. Porque esto es tan admirable, tan inesperado, que los
ngeles en coro cantaron por todo el orbe las alabanzas y la gloria de semejante acontecimiento. Ya de antiguo los profetas quedaron estupefactos al contemplar que "se dej ver
en la tierra y convers con los hombres" (Bar 3,38). En realidad, estupenda cosa es or
que Dios inefable, incomprensible, igual al Padre, viniera mediante una Virgen y se dignara nacer de mujer y paner por ancestros a David y a Abraham. Pero, qu digo David y
Abraham? Lo que es ms escalofriante: a las meretrices que ya antes nombr... T, al or
semejantes cosas, levanta t nimo y admrate de que el Hijo de Dios, que existe sin haber tenido principio, haya aceptado que se le llamara hijo de David, para hacerte a ti hijo
de Dios... Se humill as para exaltarnos a nosotros. Naci l segn la carne para que t
nacieras segn el Espritu.77
47
Las dos genealogas unidas nos dicen que Jess es el fruto conclusivo de la
historia de la salvacin; pero es El quien vivifica el rbol, porque desciende de lo
alto, del Padre que le engendra en el seno virginal de Mara, por obra de su Espritu Santo. Jess es realmente hombre, fruto de esta tierra, con su genealoga detallada, pero no es slo fruto de esta tierra, es realmente Dios, hijo de Dios, como
seala la ruptura del ltimo anillo del rbol genealgico: ...engendr a Jos, el
esposo de Mara, de la que naci Jess, llamado Cristo (Mt 1,16).
d) Dbora, Judit y Ester
Dbora aparece como juez y profeta de Israel. El profeta bblico es el intrprete de la historia a la luz de la Palabra de Dios: "Yahveh me ha dado una lengua de discpulo para que sepa dirigir al cansado una palabra alentadora. Maana
tras maana despierta mi odo, para escuchar como un discpulo: El Seor me ha
abierto el odo" (Is 50,4). Es lo que Dios ha hecho con Dbora. Con su palabra,
recibida de Dios, Dbora revela el poder de Dios en medio de un pueblo que vive
desesperado. Su misin es desvelar que la historia que el pueblo vive es historia
de salvacin, porque Dios est en medio de su pueblo.
Israel, liberado de la esclavitud de Egipto, se halla conquistando la tierra
prometida, que habitan los cananeos. Pero, en la frtil llanura de Izre'el, el rey Yabin, bien armado con sus carros de guerra, opone una fuerte resistencia a Israel,
gobernado por el titubeante Sangar y su dbil general Baraq. En este momento
Dios elige una mujer para salvar a Israel: "En los das de Sangar, hijo de Anat, en
los das de Yael, no haba caravanas... Vacos en Israel quedaron los poblados,
vacos hasta tu despertar, oh Dbora, hasta tu despertar, oh madre de Israel" (Ju
5,6-7). Una mujer, en su debilidad, es cantada como la "madre de Israel", porque
muestra a Israel la presencia potente de Dios en medio de ellos. Es lo que canta
Dbora en su oda admirable, que respira la alegra de la fe en Dios Salvador:
"Bendecid a Yahveh" (Ju 5,9), que en la debilidad humana, sostenida por El, vence la fuerza del enemigo Ssara, que "a sus pies se desplom, cay, yaci; donde
se desplom, all cay, deshecho" (v.27). Esta es la lgica de Dios, que sorprende
a los potentes y opresores. Es la conclusin del cntico: "As perezcan todos tus
enemigos, oh Yahveh! Y sean los que te aman como el sol cuando se alza con
todo su esplendor!" (v.31).
Es lo que se cumplir plenamente en Mara. El Seor se fijar en la pequeez de su esclava para realizar en ella "grandes cosas", "desplegando la potencia
de su brazo... para derribar a los potentes de sus tronos y exaltar a los humildes"
(Lc 1,51s). En realidad "Dios ha elegido lo dbil del mundo, para confundir lo
fuerte. Dios ha escogido lo pobre y despreciable del mundo, lo que no es, para reducir a la nada lo que es" (1Cor 1,27-28). "Acaso no ha escogido Dios a los pobres segn el mundo como ricos en la fe y herederos del Reino que prometi a los
que le aman?" (Sant 2,5). La conciencia de la propia pobreza y simplicidad brilla
en Mara, como en Dbora, pero, al mismo tiempo, sabe que tiene una misin que
cumplir en la historia de la salvacin. As se ofrece como "sierva del Seor" para
que a travs de ella realice su obra. Como Dbora ha sido llamada "madre en Israel", Mara ha sido llamada desde la cruz "madre de los creyentes".
48
La voz de Ester es la voz de todos los oprimidos, que esperan que Dios
intervenga y les salve, dando la vuelta a su suerte. El impo Amn, que se haba
79
Segunda antfona de Laudes del comn de la Virgen Mara y en el samo responsorial del tercer esquema de Misas del comn de la Virgen.
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Escrituras: todo lo que est escrito en la Ley de Moiss, en los profetas y en los
Salmos acerca de El (Lc 24,44-45).
Mara pertenece a las tres fases de la historia de la salvacin: al tiempo
anterior a Cristo, al perodo de de la vida terrena de Jess y al tiempo posterior a
Cristo. Y en estas tres fases est con un significado singular y, al mismo tiempo,
desempea un papel de unin en la transicin de una fase a otra. Mara, Hija de
Sin, une a Israel con la Iglesia de Cristo. Pero Mara precede a la Iglesia en cuanto que, antes de que sta sea constituida, Israel se hace Iglesia en la persona de la
Virgen en virtud de su obediencia y de su fe. La Iglesia est en Mara, su clula
original, como est la planta en la semilla. Pero, al mismo tiempo, hay que afirmar
que Mara est en la Iglesia, como uno de sus miembros. As aparece en Pentecosts en medio de la comunidad orante que recibe el Espritu Santo.81
Israel era, pues, una nacin materna, bendita entre todas las naciones,
que llevaba a Cristo en su seno. Mientras los paganos haban estado "sin Cristo"
(Ef 2,12), el pueblo judo lo posea. "Jess era la sustancia de este pueblo".82 Y
Mara es el lazo de la historia de Israel con la Iglesia, como madre de Cristo, a
quien introduce en la estirpe humana. As Mara queda indisolublemente unida a
Cristo y asociada a El en la obra redentora, como queda ligada a la Iglesia, cuyo
destino anticipa como primer miembro que realiza la forma ms perfecta de su
ser, es decir, la comunin con Cristo.83
En Mara se unen inseparablemente la antigua y la nueva alianza, Israel y
la Iglesia. Ella es el pueblo de Dios, que da el fruto bendito a los hombres
por la potencia de la gracia creadora de Dios. Es el Espritu de Dios, que aleteaba en la creacin sobre las aguas del abismo, el que desciende sobre Mara y la
cubre con su sombra, haciendo de ella la tienda de la presencia de Dios, la tienda
del Emmanuel: Dios con nosotros.
81
R. LAURENTIN, Mara, prototipo y modelo de la Iglesia, en Mysterium salutis, IV/2, Madrid 1975,
312-331.
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Es incontable el nmero de artistas, pintores y escultores, que han representado esta escena; los Padres de la Iglesia, telogos y autores espirituales han dejado incontables homilas, comentarios y meditaciones sobre esta pgina del Evangelio.
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gen era Mara. Y, entrando donde ella, le dijo: Algrate, llena de gracia, el Seor est
contigo (Lc 1,26-28).
Dios Padre responde a las esperanzas de su pueblo y enva su ngel a Mara, hija de Sin. Y Mara, nueva hija de Sin, acoge la promesa mesinica en
nombre de todo el pueblo. Dios vuelve a habitar en medio de su pueblo, en Mara,
que se convierte as en el nuevo templo de Dios, en la nueva arca de la alianza. La
eleccin de Mara, como hija de Sin, por parte del Padre de las misericordias se
basa en la extrema gratuidad del amor de Dios, que la colm de gracia.
En el relato de la Anunciacin es posible ver el esquema de la alianza, con
las palabras del mediador y la respuesta de fe del pueblo: "Nosotros haremos todo
lo que el Seor nos ha dicho".85 El mediador sera el ngel Gabriel y la respuesta
de fe la de Mara, que aparece como figura del Israel fiel, que acoge la nueva y
definitiva alianza. Al final, Lucas seala que "el ngel la dej", como para llevar
a Dios la aceptacin de Mara, como Moiss subi a referir a Dios la respuesta
del pueblo (Ex 19,8-9). Tambin se puede ver el esquema de la vocacin con su
saludo, sorpresa del destinatario, mensaje, signo y consentimiento. Mara, de este
modo, aparece como la criatura llamada por Dios, que se deja plasmar incondicionalmente por El.
En su total libertad el Padre quiso que el Hijo naciera de una virgen. Dios
est con Mara y Mara con Dios. La plenitud de gracia es un ndice de la santidad de Mara virgen y de su consagracin plena a Dios. La virginidad de Mara
es signo de la novedad del Reino, signo de pobreza, que apela a la omnipotencia
de Dios y de consagracin total al servicio de Dios.
Mara se hace Madre de Dios, del Cristo histrico, en el fiat de la anunciacin, cuando el
Espritu Santo la cubre con su sombra... En Mara se manifiesta preclaramente que Cristo
no anula la creatividad de quienes le siguen. Ella, asociada a Cristo, desarrolla todas sus
capacidades humanas, hasta llegar a ser la nueva Eva junto al nuevo Adn. Mara, por su
cooperacin libre en la nueva alianza de Cristo, es junto a El protagonista de la historia...
Su existencia entera es una plena comunin con su Hijo. La maternidad divina la llev a
una entrega total.86
b) Algrate!
Algrate! (chaire) es el eco de la invitacin a la alegra que los profetas
dirigen a Sin.87 En la Anunciacin de Jess llega a su cumplimiento la invitacin
de los profetas. La salvacin de Dios llega a la tierra. Es la hora del cumplimiento: "Algrate, hija de Sin, lanza gritos de jbilo, hija de Israel! Regocjate y
llnate de gozo con todo el corazn, hija de Jerusaln! Yahveh ha revocado los
decretos dados contra ti y ha rechazado a tu enemigo. El rey de Israel, Yahveh,
est en medio de ti. No vers ya ms el infortunio" (Sof 3,14-15). "Concebirs en
tu seno" (Lc 1,31) corresponde a la palabra de Sofonas: "Yahveh est entre tus
muros", literalmente "dentro de ti", "en ti" (Sof 3,15), como traducen los Setenta.
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86
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SAN SOFRONIO DE JERUSALEN, Or.II in Annunt 17: PG 87/3, 3236D. Esta larga homila es un
precioso comentario a todo el evangelio de la anunciacin, que habra que citar por entero: PG 87/3, 32173288. Cfr. igualmente, las homilas marianas de SAN ANDRES DE CRETA: PG 97,805ss.
91
Este himno griego, compuesto en honor de la Madre de Dios, se atribuye a Romano el Melode (s.VIVII), el gran cantor de la Iglesia griega; su nombre aktisto, "no sentado", indica que se cantaba en pie: PG
92, 1335-1348. Cfr. E. TONIOLO, Akthistos, NDM, p.64-74.
55
56
Pablo (Gl 3) y Juan nos revelan el trnsito del Antiguo al Nuevo Testamento en su raz ms profunda: "De su plenitud hemos recibido gracia por gracia.
Porque la ley fue dada por medio de Moiss; la gracia y la verdad nos han llegado
por Jesucristo" (Jn 1,16-17). Los padres de Juan "eran justos porque guardaban
irreprochablemente la ley del Seor" (Lc 1,6); Mara, en cambio, es la llena de
gracia, ms all de la justificacin de la ley, por la eleccin libre y gratuita de
Dios. Mara es la plenamente agraciada, colmada de la gracia de su Hijo Jesucristo.
De la gracia de Dios, Mara es un icono para todos nosotros. De Mara se
puede decir lo que vale para todos nosotros, qu haba hecho Mara para merecer
el privilegio de dar al Verbo su humanidad? Qu haba credo, pedido, esperado
u ofrecido para venir al mundo santa e inmaculada? Busca, dir San Agustn, el
mrito, la justicia, busca lo que quieras y vers que en ella, al comienzo, no encuentras ms que la gracia. Mara puede hacer suyas las palabras de San Pablo:
"Por gracia soy lo que soy" (1Cor 15,10).
La gracia es el favor de Dios, que "hace gracia a quien quiere hacer gracia
y tener misericordia de quien quiere tener misericordia" (Ex 33,19). Se trata de un
don totalmente gratuito de parte de Dios "rico de gracia y fidelidad, que mantiene
su palabra por mil generaciones" (Ex 33,12). As es como Mara ha hallado gracia
a los ojos de Dios.
Este saludo del ngel a Mara como "la-llena-de-gracia" prepara el primer
anuncio:
No temas, Mara, porque has hallado gracia delante de Dios. Y he aqu que concebirs en
tu seno y dars a luz un hijo, a quien pondrs por nombre Jess. El ser grande y llamado
Hijo del Altsimo, y le dar el Seor Dios el trono de David, su padre, y reinar en la casa
de Jacob por los siglos, y su reino no tendr fin (Lc 1,30-33).
57
(Gn 28,15). Es lo que escucha Moiss cuando Dios lo enva a liberar al pueblo de
la esclavitud de Egipto; lo que escucha Geden en situacin parecida (Ju 6,12.16).
Sal saluda con estas palabras a David en el momento del combate singular contra
Goliat, donde peligra la existencia misma del pueblo (1Sam 17,37). Cuando David
encomienda a Salomn y a los jefes de Israel la construccin del templo les repite
este mismo saludo (1Cro 22,18-19). Es la bendicin que da Ozas a Judit cuando
sta parte para cumplir su misin salvadora: "Ve en paz, el Seor est contigo"
(Jud 8,35). Con estas mismas palabras es confortado el joven Jeremas para su misin (Jr 1,8). De la misma forma se siente alentado el "resto de Israel" al regresar
a Jerusaln para reconstruirla (2Cr 36,23). Y el mismo Jesucristo alienta a sus discpulos a la misin de anunciar el evangelio a todas las naciones, dicindoles: "Yo
estar con vosotros hasta el fin del mundo" (Mt 28,20). As el anuncio "el Seor
est contigo, no temas" est dirigido a la pequeez de Mara como invitacin a
participar en el plan divino de salvacin por su Hijo Jesucristo.
Todos los elegidos por Dios han experimentado su impotencia ante la misin que se les encomendaba. Al anunciarle a Moiss su misin, dijo: "Quin soy
yo para presentarme ante el Faran y sacar de Egipto a los hijos de Israel?". Y
Dios le contest: "Yo estar contigo" (Ex 3,11-12). Lo mismo acontece con Geden. Al aparecrsele el ngel, empieza por decirle: "Yahveh est contigo, valiente guerrero". Con ello se anticipa a la objecin de Geden, que, con todo, alega la
debilidad de su familia y su propia pequeez para salvar a Israel de Madin: "Pero, Seor, con qu liberar a Israel?". La respuesta es siempre la misma: "Puesto
que estar contigo, derrotars a Madin como a un solo hombre" (Ju 6,11-16).
Puede decirse lo mismo del saludo del ngel a Mara? Es la maternidad,
para una mujer, una misin que supera su capacidad? Ms bien es la vocacin ordinaria de la mujer. Pero lo que una mujer no puede hacer es dar a luz un hijo sin
la intervencin del varn, es decir, virginalmente. Este segundo miembro del saludo del ngel prepara la segunda parte del anuncio del ngel: "El Espritu Santo
vendr sobre ti". La virtud del Altsimo cubrir a Mara para que ella pueda concebir y dar a luz virginalmente a aquel que "ser llamado Hijo de Dios". Para que
esto pueda realizarse es absolutamente indispensable que "el Seor est con ella".
Por ello hay que decir que con Mara Dios no slo ha usado gracia, dndola un don gratuito, sino que se ha dado El mismo en su Hijo: "El Seor est contigo". Mara es "la llena de gracia porque est llena de la Gracia".92 Esta gracia, la
presencia de Dios en ella, hace de Mara la "Inmaculada", como la llama la Iglesia latina, o la "Toda santa" (Panaga) como la llama la Iglesia ortodoxa. La
primera subraya el elemento negativo de la gracia de Mara, que consiste en la
ausencia de todo pecado, incluso del pecado original; y la segunda pone de relieve el aspecto positivo, es decir, el esplendor de la santidad de Dios reflejado plenamente en Mara. Mara es la Iglesia naciente, segn el designio de Dios, "toda
gloriosa, sin mancha ni arruga o algo semejante, sino santa e inmaculada" (Ef
5,27).
La Iglesia es librada, purificada, de toda mancha; Mara es preservada
de toda mancha. La una tiene arrugas que sern un da quitadas; la otra, por
92
58
gracia de Dios, no pas por ellas. Pero Mara, la llena de gracia, muestra a la
Iglesia, a cada uno de nosotros, que al comienzo de todo est la gracia, la eleccin gratuita de Dios, que en Cristo se ha acercado a nosotros y se nos ha dado
por puro amor.
A la Iglesia, los mensajeros de Dios se dirigen siempre con el mismo saludo del ngel a Mara: "Gracia y paz de parte de Dios, Padre nuestro, y del Seor
Jesucristo. Doy gracias a Dios sin cesar por vosotros, a causa de la gracia de
Dios que os ha sido otorgada en Cristo Jess, pues en El habis sido enriquecidos
en todo..., pues ya no os falta ningn don de gracia" (1Cor 1,1-6). Pablo no se
cansa de anunciar a los creyentes la gracia de Dios. Lo considera como la misin
que le ha sido encomendada por Cristo: "dar testimonio del mensaje de la gracia
de Dios" (He 20,24). El "Evangelio es la proclamacin de la gracia de Dios" (He
14,3;20,32). Es su misma experiencia: "Por medio de Cristo hemos obtenido, mediante la fe, el acceso a esta gracia en la cual nos hallamos, y nos gloriamos en la
esperanza de la gloria de Dios" (Rom 5,2).
La gracia es el principio de la gloria. La gracia hace que comience en nosotros la vida eterna, nos hace gustar ya en esta vida la presencia de Dios, como
primicia. "Quien tiene la primicia del Espritu y posee la esperanza de la resurreccin tiene ya presente lo que espera".93 La gracia es la presencia de Dios.
Las dos expresiones: "llena de gracia" y "el Seor est contigo" van unidas, una
detrs de la otra. Esta presencia de Dios se realiza en la Iglesia en Cristo, el
Emmanuel, Dios con nosotros. "Cristo en nosotros es la esperanza de la gloria"
(Col 1,27). Como testimonia Sor Isabel de la Trinidad: "Yo he encontrado el cielo
sobre la tierra porque el cielo es Dios y Dios est en mi alma. El da que he entendido esto se me ha iluminado todo y quisiera comunicar este secreto a cuantos
amo".94
Como Mara, como Pablo, cada creyente puede decir: "Por la gracia de
Dios soy lo que soy". La salvacin, en su raz, es gracia y no resultado del deseo
o esfuerzo humano: "Pues habis sido salvados por la gracia mediante la fe; y
esto no viene de vosotros, sino que es don de Dios" (Ef 2,8). Y toda la vida cristiana es gracia antes que ley; ms an, la gracia es la ley nueva del cristiano, ley
del Espritu. Este es el distintivo cristiano en relacin con toda otra religin o
tica humana. En el cristianismo existe la gracia, porque hay una fuente de la
gracia: la muerte redentora de Cristo.
En la cultura tecnolgica actual ha desaparecido hasta la nocin de gracia de Dios. La mentalidad moderna se funda en el pelagianismo ms radical.
Mara, imagen de la Iglesia, nos invita a proclamar que en la vida cristiana todo
es gracia, don de Dios. A cada cristiano es dirigido el anuncio del ngel a Mara:
Algrate, llena de gracia! Y si nos sorprende este anuncio, el ngel tambin a
nosotros nos dice: No temas, porque has hallado gracia delante de Dios! Este
hallar gracia a los ojos de Dios es la fuente de nuestra alegra. 95 La gracia es la
93
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que engendra la alegra y, una vez experimentada, nos lleva, en medio de las tribulaciones, a "buscar la alegra en el Seor" (Sal 37,4), pues slo en El se halla
la alegra verdadera y plena. Y el Seor, que es "gracia y fidelidad" (Ex 34,6), no
nos defrauda. En medio de nuestras debilidades El siempre nos repetir: "Te basta mi gracia" (2Cor 12,9). Y, como la gracia de Dios provoca nuestra accin de
gracias, le responderemos: "Tu gracia vale ms que la vida" (Sal 63,4).
e) La plenamente redimida
En Mara, la primera redimida, la plenamente redimida, resplandece la maravillosa gratuidad del amor de Dios. Mara nos sita ante el designio y la iniciativa del Padre, que la elige como Madre de su Hijo. Nos sita ante el Hijo, que en
su amor gratuito se hace carne para rescatarnos del seor de la muerte. Y nos sita
ante el Espritu Santo, que realiza el designio del Padre en su seno, engendrando
al Redentor, sin la colaboracin "de varn".
En Mara aparece todo el misterio cristiano como realizacin del designio
salvfico del Padre, que se realiza en la historia de los hombres mediante las misiones del Hijo y del Espritu Santo. El captulo dedicado a la Virgen en la LG se
abre y se cierra con una referencia trinitaria (n.52 y 69). Mara se sita en el punto
final de la antigua alianza y en el punto de partida del misterio de salvacin, realizado en Cristo.
La gracia de Dios, que hace de Mara la Iglesia santa e inmaculada, es
"gracia de Cristo". Es la "gracia de Dios dada en Cristo Jess" (1Cor 1,4). Se trata
de la gracia redentora de Cristo. Su gracia es gracia de la nueva alianza. Mara segn la definicin dogmtica de la Inmaculada concepcin- "ha sido preservada
del pecado en previsin de los mritos de Jesucristo Salvador". 96 En este sentido,
Mara, como es madre virgen, es tambin hija de su Hijo, como la llama Dante:
"Virgen Madre, hija de tu Hijo".97 Y, antes, San Pedro Crislogo, en una homila,
dice a Mara: "Virgen, tu Creador es concebido de ti, de ti nace la fuente de tu
ser; quien trajo la luz al mundo de ti viene a la luz en el mundo".
La encarnacin del Hijo de Dios en el seno de Mara es la aurora de la
nueva alianza. Tomando nuestra carne y nuestra sangre de una de nuestras "hermanas", Dios realiza una nueva e inaudita forma de "estar con nosotros", "en
medio de nosotros". La comunin de Dios con el hombre, su alianza, alcanza la
expresin plena.
Y lo primero que suscita la gracia de Dios es la accin de gracias: "Continuamente doy gracias a Dios por vosotros a causa de la gracia de Dios" (1Cor
1,4). Este dar gracias a Dios no es devolverle el favor, sino que significa reconocer la gracia, aceptar la gratuidad; "no querer salvarse uno a s mismo y pagar a
Dios" (Sal 49,8). Dar gracias significa aceptarse en la propia indigencia y dependencia de Dios: reconocer que todo es obra de Dios. Es lo que expresa Mara
en el Magnificat: "Mi alma glorifica al Seor..., porque grandes cosas ha hecho
96
97
Denz. n.2803.
DANTE, Paraiso XXXIII,1.
60
La liturgia bizantina es la ms intensamente mariana de todas las liturgias cristianas por su rica teologa y por su dulce sentimiento de devocin y afecto a Mara. Una imagen aparentemente potica como la de
la "escala de Jacob" aplicada a Mara, la liturgia la da un sentido tipolgico pleno, insertndola en el contexto de la historia de la salvacin. Cfr. A. KNIAZEFF, La madre di Dio nella Chiesa ortodossa, Miln 1993.
61
peregrino "al monte de Dios, el Horeb", donde Dios le revela su nombre en la teofana de la zarza ardiente "que arda, pero no se consumaba" (Ex 3,1ss).
El fuego en las teofanas es el smbolo de la cercana y de la trascendencia
divina. La llama est fuera de nosotros y, como la luz, no puede ser aferrada; es
algo que nos transciende. Y sin embargo nos traspasa con su calor y con su esplendor; nos envuelve y nos penetra con su presencia. "En Mara, el Espritu Santo manifiesta al Hijo del Padre hecho Hijo de la Virgen. Ella es la zarza ardiente
de la teofana definitiva: llena del Espritu Santo, presenta al Verbo en la humildad de su carne dndolo a conocer a los pobres (Lc 2,15-19) y a las primicias de
las naciones" (CEC 724).
Desde este simbolismo, los Padres y la liturgia han llamado a Mara "Zarza ardiente". La zarza que arde y no se consuma es aplicada como signo de la virginidad y de la maternidad divina. Un texto litrgico, dirigindose a Mara, proclama: "En la zarza que Moiss vio que no se consumaba nosotros reconocemos
tu virginidad permanente". Y, de los innumerables textos patrsticos, podemos citar a San Gregorio de Nisa, el gran Capadocio del siglo IV:
Lo que era figurado en la llama y en la zarza fue abiertamente manifestado en el misterio
de la Virgen. Como sobre el monte la zarza arda y no se consumaba, as la Virgen dio a
luz pero no se corrompi. Y no te parezca inconveniente la semejanza con la zarza, que
prefigura el cuerpo de la Virgen, que ha dado a luz a Dios.
62
T has permanecido Virgen de modo inefable e incomprensible. La lengua no puede expresar la maravilla de tu parto. En efecto t has concebido en forma gloriosa e insondable
es el modo como aconteci el parto. All donde Dios quiere, el orden natural es superado.
99
100
63
102
Lucas, para expresar el fiat de Mara emplea el optativo genoito, que expresa "un gozoso deseo de",
que no tiene nada de resignacin u obligada sumisin.
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Santo, virginidad y maternidad irn unidas en Mara por caminos llenos de misterio.
Esta es la interpretacin de Santo Toms, que habla "del deseo de virginidad".103 Con fina intuicin lo ha expresado Romano Guardini en este texto que
sintetizo: "Mara ha concluido sus esponsales y no ha podido vivirlos mas que
como el inicio de un camino que habra de conducirla al matrimonio en el pleno
sentido de la palabra. Sin embargo, no poda comprenderse a s misma en una
situacin semejante, porque a ello se opona la orientacin ms profunda de su
vida. Si se le hubiera preguntado qu sesgo deban tomar las cosas, hubiera respondido que no lo saba. Mara no tiene a mano ms que las nociones de matrimonio y de maternidad. De aqu que Mara se ha desposado o, ms bien, ha aceptado los desposorios que le ha propuesto su tutor, pero, al mismo tiempo, abriga
la conviccin ntima de que los acontecimientos seguirn un curso diferente... En
este estado, Mara vive para Dios, llena de confianza, perseverando en presencia
de lo incomprensible, dejndolo todo en manos de Dios. Y cuando al fin el ngel
le transmite el mensaje de que ha ser Madre por obra y gracia del Espritu Santo,
su alma profunda dir: De modo que era esto!".104
San Bernardo termina su comentario de la Anunciacin, dirigindose a
Mara con transido lirismo:
Has odo, Virgen, el hecho; ya has odo tambin el modo. Las dos cosas son maravillosas,
las dos son jubilosas. Algrate, hija de Sin; grita exultante, hija de Jerusaln (Zac 9,9).
Ya que a tus odos se les anunci el gozo y la alegra, escuchemos tambin nosotros de tu
boca la gozosa respuesta que anhelamos, para que se alegren los huesos quebrantados (Is
51,10)... El ngel est aguardando la respuesta. Seora, tambin nosotros esperamos esa
palabra tuya. Responde ya, oh Virgen, que nos urge... Abre, Virgen dichosa, el corazn a
la fe, los labios al consentimiento y las entraas al Creador. Mira que est a la puerta llamando el deseado de todos los pueblos (Ap 3,20). Ah, si por retrasarte pasa de largo!
Despus tendrs que volver angustiada a buscar de nuevo al amor de tu alma (Cant 5,6).
Levntate, corre, abre! Levntate por la fe, corre con la devocin, abre con el consentimiento.105
El mensaje del ngel a Mara, adems del anuncio de la concepcin virginal, anuncia tambin el nacimiento virginal de Jess, segn numerosos testimonios de la tradicin patrstica. San Cirilo de Jerusaln, comentando Lc 1,35, dice:
"Su nacimiento fue puro, inmaculado; porque all donde alienta el Espritu Santo
queda suprimida toda mancha. El nacimiento carnal del Hijo nico de la Virgen
fue, pues, un nacimiento sin mcula".106
En virtud de la concepcin virginal y del parto virginal el nio ser llamado "Hijo de Dios". Tanto la concepcin virginal como el nacimiento son obra
del Espritu Santo: forman un todo. La diferencia est en que la concepcin virginal tuvo lugar secretamente, en el seno de Mara, mientras que el nacimiento,
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como signo de aquella, fue exterior, sin lesin corporal para la madre y, por consiguiente, sin prdida de sangre ("no de la sangre", dir Juan). A la luz de estos
dos signos se revela la filiacin divina de Jess. Jess es el Hijo de Dios, porque
no es Jos, sino Dios mismo su Padre: de ello es signo el nacimiento virginal. 107
Romano el Melode pone en labios de Mara estas palabras dirigidas a su Hijo:
T eres mi fruto, t eres mi vida. Por ti he sabido quin soy y que t eres mi Dios. Por el
sello inviolado de mi virginidad, yo puedo proclamar que t eres el Verbo inmutable hecho carne.108
b) La madre de Jess
La virginidad de Mara es la explicitacin del dato cristolgico de que Jess reconoce como padre nicamente al Padre celeste. Cuando, a los doce aos,
Mara le diga: "Mira tu padre y yo, angustiados, te buscbamos", El le responder: "Por qu me buscabais? No sabais que yo debo ocuparme de las cosas de mi
Padre?" (Lc 2,48-49). Un hombre no puede tener dos padres, dice con concisin
Tertuliano.109 Por consiguiente, para ser la madre del Hijo de Dios, que no puede
tener ningn otro padre ms que Dios, Mara debe ser virgen, cubierta con la
sombra del Espritu Santo.
El evangelio de Juan es muy diferente de los sinpticos. Juan nos ofrece
una visin teolgica y espiritual de la vida de Jess, el Verbo hecho carne. El
misterio de la Encarnacin es el corazn del cuarto evangelio, aunque no contenga ningn relato de la infancia de Jess. Un hecho llamativo es que Juan nunca
nombra a Mara por su nombre. Si no tuviramos los otros evangelios, ni siquiera
conoceramos el nombre de "la madre de Jess", como la designa Juan.110 Juan
presenta a ciertas personas como "tipos" o smbolos y entonces el nombre de esas
personas es secundario. Dos ejemplos tpicos son el de "la madre de Jess" y el
del "discpulo que Jess amaba". En el evangelio de Juan, todo lo que Jess dice
y hace viene a ser "signo" y "smbolo" de otra realidad misteriosa que slo se
percibe con los ojos de la fe. Esto no quiere decir que los episodios que se narran
no hayan ocurrido, sino que son tan reales que para quien los mire y contemple
con los ojos de la fe le revelan el misterio oculto en ellos.
Con relacin a Mara, Juan concentra toda su atencin en la funcin que
ella cumple en relacin a Jess: es la madre de Aquel que es el Hijo de Dios, la
madre del Verbo encarnado. La Encarnacin consiste en que el Hijo de Dios se
hace hombre, asumiendo un cuerpo humano, nacido de mujer, "la madre de Jess". Siendo Jess la figura central del evangelio, Juan nunca dice que "sea el
Hijo de Mara", poniendo el acento sobre la persona de la madre. Para Juan, la
madre importa en relacin al Hijo. Ella es "la madre de Jess".
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En cambio, por dos veces, Juan usa la frmula "el hijo de Jos"
(1,45;6,42). Pero, en ambos casos, lo hace para describir la conviccin de otros y
no la suya propia. Juan conoce perfectamente la concepcin virginal de Mara y
le atribuye un valor fundamental en el contexto concreto del misterio de la Encarnacin del Verbo (1,12-13). Son los habitantes de Galilea quienes murmuran
porque Jess ha dicho que "ha bajado del cielo". Ellos no pueden admitirlo y dicen: "No es ste Jess, el hijo de Jos, cuyo padre y madre nosotros conocemos?" (6,42). Pero al final de la percopa, Juan invierte totalmente la situacin:
"Slo el que viene de parte de Dios, ese ha visto al Padre" (6,46). Juan, partiendo
de la opinin de los hombres, pasa a afirmar la filiacin divina de Jess: El viene
de Dios, ha visto al Padre, tiene a Dios por Padre. Es el camino desde la incredulidad de los judos en el misterio de la Encarnacin y de la filiacin divina de Jess a la verdadera fe en la revelacin del Padre y del "Unignito que viene del
Padre" (1,14). Todo hombre que recorre este camino tiene "vida eterna" (6,47).
Juan, pues, cita la opinin de las gentes nicamente para responder: Jess no es
el hijo de Jos. Por qu? Porque Jesucristo es "el Hijo del Padre" (2Jn 3;Jn
5,18).
De aqu que en Juan la maternidad de Mara se vea, igualmente, en la
perspectiva de la Iglesia, porque su maternidad y su virginidad se prolongarn en
la maternidad virginal de la Iglesia con relacin a los creyentes. Es decir, lo que
le interesa a Juan es el papel que Mara ha desempeado en la historia de la salvacin, en el misterio de Cristo y en el misterio de la Iglesia.
Para Juan, el hombre concreto Jess es el templo de la presencia de Dios.
En Jess, Dios est presente en medio de nosotros. El es el Hijo de Dios. La unidad entre el Hijo de Dios, que viene del Padre, y el hombre Jess, que ha aparecido en medio de nosotros, es lo que Juan quiere mostrar en todo su evangelio:
"El Verbo se hizo carne" (1,14;Cfr. 1Jn 1,2). Pero, se interesa de la concepcin
virginal o no dice nada de ella? En el prlogo, Juan dice:
Mas a cuantos le recibieron, les dio poder de venir a ser hijos de Dios, a aquellos que
creen en su nombre; el cual no de las sangres, ni de la voluntad de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino de Dios fue engendrado (Jn 1,12-13).111
111
Esta traduccin en singular del v. 13 es la de la Biblia de Jerusaln, aunque casi todas las traducciones lo leen en plural, refirindose al nacimiento espiritual de los cristianos. Para la justificacin del singular, ver I. DE LA POTTERIE, o.c.,p.128-158, con la bibliografa correspondiente.
Las citas patrsticas del siglo II, del v.13, traen todas el singular. Los manuscritos de la Biblia, que son posteriores, traen, en cambio, el plural. La forma plural aparece, por primera vez en Alejandra, en el contexto
de la polmica contra los gnsticos. Tertuliano acusa a los valentinianos de haber introducido fraudulentamente el plural "para apoyar sobre un texto de Juan la existencia de sus elegidos-espirituales": "Qu significa, pues, "el cual no de la sangre, ni de la voluntad de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino de Dios
ha nacido?" Es este el giro que yo empleo con preferencia, y quiero acorralar a sus falsificadores. Pretenden
ellos, en efecto, que se ha escrito as: "los cuales no de la sangre, ni de la voluntad de la carne o del hombre,
sino de Dios son nacidos", como si estas palabras designaran a aquellos que creen en su nombre, y que se
mencionan ms arriba; lo hacen a fin de mostrar que son ellos esta simiente misteriosa de "Elegidos" y "Espirituales", que se atribuyen a s mismos. Pero, cmo puede afirmarse tal cosa, siendo as que todos aquellos "que creen en su nombre" nacen, segn la ley comn del gnero humano, de la sangre y de la voluntad
de la carne y del hombre, incluyendo al mismo Valentino. As que est escrito en singular, de modo que se
aplica al Seor: "sino de Dios ha nacido"; aplicacin justsima, en cuanto Verbo de Dios": TERTULIANO,
De Carne Christi 19,1-2.
67
En este pasaje Juan juega con dos tiempos del mismo verbo: el perfecto
para los cristianos y el aoristo (en singular) para Cristo, lo mismo que en su primera carta: "Sabemos que todos los que han nacido de Dios no pecan, pues el Engendrado por Dios les guarda y el maligno no les toca" (1Jn 5,18). Para los creyentes, en los que se ha hecho realidad el renacimiento bautismal, Juan utiliza el
perfecto, indicando una situacin actual, consecuencia de una accin pasada. El
cristiano es alguien que ha nacido de Dios, alguien en quien la Palabra de Dios y
el Espritu han transformado en un nuevo ser: un hijo de Dios. La Encarnacin de
Cristo, en cambio, es un hecho histrico, que tuvo lugar en un momento determinado, a principios del siglo primero. Para expresarlo, Juan emplea el aoristo, el
tiempo pasado: "Aquel que fue engendrado por Dios". Es el tiempo usado en Jn
1,13, donde se describe, por tanto, la Encarnacin de Cristo, y no el nuevo nacimiento de los cristianos.112
Si Cristo no ha sido engendrado por "la voluntad de varn" es claro que
su concepcin ha sido virginal. Si ningn hombre ha intervenido en la manera en
que el Hijo de Dios ha tomado carne humana, es que ha sido una concepcin virginal. Ya San Ireneo escribe:
No naci de la voluntad de un varn. Jos no tuvo parte alguna en su nacimiento; nicamente Mara colabor con El, mantenindose disponible, para que comprendisemos que
su venida en la carne no era fruto de la voluntad de un hombre, sino de la voluntad de
Dios.113
Y no slo la concepcin virginal, sino tambin el parto virginal se encuentra en el evangelio de Juan: "El cual no naci de las sangres..." (Jn 1,12). En
castellano es extrao hablar de "sangres" (damn), pero es como est en el original, hacindose eco del texto del Levtico, sobre las leyes de purificacin de la
mujer que ha dado a luz: "ella quedar en casa durante treinta y tres (o sesenta y
seis) das en las sangres de su purificacin...Luego el sacerdote har por ella la
expiacin y ser pura del flujo de sus sangres" (12,4-7). En este contexto se comprende la expresin de Juan: "el cual no naci de las sangres". Jess, al nacer, no
caus efusin de sangre en su madre. En otros trminos: en el nacimiento de Jess
no habra tenido lugar impureza ritual alguna de la madre, porque no se dio prdida de sangre. Tenemos aqu un indicio escriturstico de lo que los telogos llaman
"virginidad en el parto".
Hiplito, en el siglo segundo o comienzo del tercero, contraponiendo el
nacimiento de Simn el Mago al de Cristo, escribe: "Simn no era Cristo, el que
ha sido, es y ser; era simplemente un hombre, salido de simiente humana, puesto
en el mundo por una mujer, nacido de las sangres y del deseo carnal, como cualquier otro".114 Y as otros muchos Padres. San Ambrosio escribe: "Abri el seno
112
Cuando Juan, en su evangelio, describe una cualidad de la vida cristiana, lo hace siempre por analoga con Cristo: "Yo soy la resurreccin y la vida... El que cree en m vivir" (11,25). Esta analoga se encuentra tambin en el prlogo, siempre que se lea en singular el v.13: venimos a ser hijos de Dios en la medida en que creemos en el nombre de aquel "que ha sido engendrado por Dios". El es el Hijo de Dios; nosotros llegaremos a ser hijos de Dios. Si nos abrimos al misterio de Cristo por medio de la fe, entonces se imprimirn en nuestra vida los diversos aspectos del misterio de Cristo. Este es el comienzo y la conclusin del
cuarto evangelio: "Estas seales fueron escritas para que creis que Jess es el Mesas, Hijo de Dios, y para
que, creyendo, tengis fe en su nombre" (20,31).
113
114
SAN IRENEO, Adv,haer. III,21,5,7. Cfr. SAN JERONIMO, Epist. 65,8,2: PL 22,267.
HIPOLITO, Elenchos III,9,2.
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TERTULIANO,Adversus Marcion III 13,4-5: contra los que afirman que almah significa slo joven y
no virgen. Cfr.San JUSTINO, Apologa 1 33,1;Dilogo 43,7-8;66,1-67,2;71,3; 84,1-3;SAN IRENEO, Adversus haereses III,21,1-5;ORIGENES, Contra Celso I 32-51; SAN JUAN CRISOSTOMO, In Matheum Homilia
4,2-3...
124
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Una concepcin por obra del Espritu Santo y cuyo fruto es el Hijo de
Dios, nacido del Padre antes de los siglos, slo puede ser virginal. Pero adems la
accin del Espritu Santo transforma totalmente todo el ser de Mara. Por eso la
Iglesia confiesa la virginidad de Mara en el nacimiento y tambin despus del
nacimiento. San Ambrosio fue el primero en dar el fundamento teolgico definitivo a la fe en la perpetua virginidad de Mara. Pero en los padres y en la liturgia
la Iglesia celebr siempre a la "siempre Virgen".125
San Cirilo de Alejandra exclama en el concilio de Efeso: "Ella es, a la
vez, madre y virgen: oh misterio admirable!".126 He aqu la paradoja de la fe
cristiana, pues lo que se dice de la madre de Jess reviste un valor tipolgico para la vida de los creyentes en la Iglesia. La virginidad de Mara, ligada desde el
principio al ncleo central de la fe en Cristo, tiene un valor soteriolgico. El misterio del parto virginal se relaciona con el misterio de la pascua: "Dnde est la
fanfarronera de los llamados inteligentes? La verdad es que nuestro Dios Jess,
el Ungido, fue llevado por Mara en el seno conforme a la disposicin de Dios;
del linaje, cierto, de David; por obra, empero, del Espritu Santo. El cual naci y
fue bautizado, a fin de purificar el agua con su pasin. Y qued oculta al prncipe
de este mundo la virginidad de Mara y el parto de ella, del mismo modo que la
muerte del Seor: tres misterios sonoros que se cumplieron en el silencio de
Dios".127 El "parto virginal" es el acontecimiento en que Dios se hizo visible al
mundo en forma humana por primera vez, as, como, despus de los dolores de la
pasin y de la cruz, el Seor se manifest a los hombres en la gloria de la resurreccin.
As es como tambin, al nacer, el Hijo, "lejos de menoscabar, consagr la
integridad virginal de la Madre" (LG 57). El desarrollo del tema de la virginidad
de Mara despus del parto es fruto del deseo de ver en Mara un modelo luminoso de la existencia ofrecida totalmente a Dios. La "toda santa" es gua concreta
para la vida de los monjes y de las vrgenes consagradas, as como para todos los
bautizados que desean vivir en plenitud la gracia del don recibido en el bautismo
mediante la radicalidad de su fe.
c) Theotkos: Madre de Dios
Con Pablo comienza la vinculacin de la mariologa a la cristologa, mediante el testimonio de la maternidad divina de Mara y de su significado salvfico: "Cuando lleg la plenitud de los tiempos, Dios envi a su propio Hijo, nacido
de mujer, nacido bajo el rgimen de la ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, y para que recibiramos la filiacin adoptiva" (Gl 4,4-5).
Mara, como mujer, est inserta en la Encarnacin mediante su maternidad
respecto al Hijo de Dios: "La palabra de Dios puede entrar realmente en la serie
generacional de la humanidad slo mediante la concepcin, la gravidez y el parto
de una mujer. De esta manera se advierte la relacin adamtica, como seala Pa125
126
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71
blo: 'lo mismo que la primera mujer se deriva del hombre, as ahora el hombre
existe de nuevo mediante la mujer' (1Cor 11,12). Y si la madre en cuestin es la
madre de un nio humano que es personalmente Dios, entonces deber llamarse
con derecho Theotokos, engendradora de Dios".128
El Evangelio de Lucas seala los dos momentos fundamentales de la maternidad de Mara: concebirs y dars a luz (Lc 1,31), que aparecen tambin en
Mateo: "lo engendrado" en Mara es obra del Espritu Santo y "ella dar a luz un
hijo" (Mt 1,20s). Los dos momentos estaban anunciados en la profeca de Isaas:
"Una virgen concebir y dar a luz un hijo" (Is 7,14). La Iglesia latina ha subrayado el primer momento llamando a Mara Dei Genitrix, que se fija en el engendrar, mientras que la Iglesia griega subraya el segundo, al llamarla Theotkos,
que se refiere al momento del parto.
Sin embargo hay que decir que en la lista genealgica de Jess, recogida
por Mateo, el verbo "engendrar" se reserva a los hombres; el papel de las mujeres se expresa con la preposicin de (ek): "Juda engendr a Fares y a Zraj de
Tamar. Salma engendr a Booz de Rajab. Booz engendr a Obed de Rut. David
engendr a Salomn de la mujer de Uras" (Mt 1,3.5.6). Hablando del nacimiento
de Jess, Mateo usa por tres veces la misma preposicin de (ek), una vez para
Mara, de la que fue engendrado Jess (1,16), y dos veces para el Espritu Santo:
"Lo que ha sido engendrado en ella es de (ek) el Espritu Santo" (1,18.20). Es el
Padre quien engendra al Hijo. Concebido del Espritu Santo y de Mara, Jess es
"Hijo de Dios". Dios es el Padre que engendra, el Espritu es su accin. Mara es
el seno donde se cumple en la tierra la obra de Dios en su paternidad eterna. Jess nace divina y humanamente de su Dios y Padre, concebido a la vez del Espritu Santo y de Mara. Los hijos de Dios nacen igualmente de (ek) el Espritu Santo
(Jn 3,5.6.8), en el agua bautismal de la Iglesia.
Madre de Dios es el ms antiguo e importante ttulo dogmtico de la Virgen. Es la definicin dogmtica del Concilio de Efeso en el ao 431 para combatir la hereja de Nestorio. Es cierto que en el Nuevo Testamento no aparece explcitamente el ttulo "Madre de Dios", dado a Mara. Pero, s hallamos las afirmaciones que, bajo la atenta reflexin de la Iglesia iluminada por el Espritu Santo,
llevan a sacar esa conclusin. De Mara se dice que ha concebido y dado a luz un
hijo, que es Hijo del Altsimo, santo e Hijo de Dios (Lc 1,31-32.35). Es llamada
corrientemente en los evangelios: la Madre de Jess, la madre del Seor (Lc
1,43), o simplemente "la madre", "su madre" (Jn 2,1-3). A la vez que la Iglesia, en
su comprensin progresiva de la fe, se esclarece a s misma quin es Jess, se le
esclarece, consiguientemente, de quin es madre Mara.
Los Padres saban muy bien que en las controversias en torno a la divinidad del Hijo estaba en juego el mismo anuncio y ofrecimiento de la salvacin,
que acontecieron en El. La glorificacin y confesin de Jess tuvieron, desde los
orgenes, un carcter soteriolgico. Y la defensa de la fe en Cristo, causa de
nuestra salvacin, se convirti al mismo tiempo en testimonio en torno a Mara,
la Madre del Seor. En ciertos ambientes judos (como los ebionitas) y en ambientes helenistas (como los adopcionistas), se tenda a acentuar la dimensin
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TERTULIANO, Contra los Valentinianos 27,1. Desde San Ireneo son muchos los Padres que rechazan
la expresin de los docetas: "El Verbo ha pasado por el seno de Mara como agua por un canal".
130
TERTULIANO, Sobre la carne de Cristo 21,4. San Ireneo dir que quien no comprende el nacimiento
de Dios de la Virgen Mara tampoco podr comprender la Eucarista. Cfr. Adv haer. V,2,3.
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Es significativo que en el texto original griego la preposicin de rige tanto para la mencin del Espritu Santo, principio divino, como para Mara, principio humano de la encarnacin del Hijo de Dios.
73
que aquel que es concebido en ella no es fruto de accin humana, sino de Dios,
aunque se afirma igualmente que en ella y de ella se ha hecho verdaderamente
hombre.
Luego, durante las controversias del siglo V, cuando el problema central
no es el de la humanidad de Cristo, sino el de la unidad de su persona, Mara es
proclamada Theotkos, Madre de Dios. La maternidad de Mara es vista en relacin a la nica persona del Verbo hecho hombre. Y, como esta nica persona que
Mara concibe segn la carne no es otra que la persona divina del Hijo, consecuentemente ella es verdadera "Madre de Dios". Aunque Mara ha dado a Jess
slo su humanidad y no la divinidad ha de ser considerada Madre de Dios, porque en Cristo humanidad y divinidad forman una sola persona. Con el Concilio
de Efeso, la Iglesia profesa: "Si alguno no confiesa que Dios es verdaderamente
el Emmanuel y que, por tanto, la Santa Virgen, habiendo engendrado segn la
carne al Verbo de Dios hecho carne, es la Theotkos, sea anatema".133
As se responde a los intentos reduccionistas respecto a Cristo y, en consecuencia, respecto a Mara de parte de Nestorio, que ve en Cristo dos personas:
la divina y la humana; el Verbo divino se habra hospedado en el hombre Jess
como en un templo. En consecuencia Mara sera slo Madre de Jess y no se le
podra llamar Theotkos, Madre de Dios. Contra Nestorio el Concilio de Efeso
declara, segn la carta de Cirilo a Nestorio:
Los santos Padres no tuvieron inconveniente en llamar Madre de Dios a la santa Virgen,
no en el sentido de que la naturaleza del Verbo y su divinidad hayan tomado su principio
del ser de la santa Virgen, sino en el sentido de que el Verbo se dice nacido segn su carne, habiendo sacado de ella su santo cuerpo perfeccionado por el alma racional, con el
cual estaba unido segn la hipstasis.134
Finalmente, el concilio del Laterano, convocado en el 649, dar la formulacin oficial de lo que se haba ido definiendo en los siglos V y VI: Mara es virgen antes del parto, en el parto y despus del parto. As se expresa en el tercer canon:
133
DS 251.
DS 301.
74
Si alguno no confiesa, segn los santos padres, que la santa siempre virgen e inmaculada
Mara es en sentido propio y verdadero Madre de Dios, ella que al final de los siglos, sin
semen humano, ha concebido en modo nico y verdadero por obra del Espritu Santo al
mismo Dios Verbo, nacido de Dios antes de todos los siglos, y que le ha engendrado
permaneciendo ntegra su virginidad, permaneciendo ntegra tambin despus del parto,
se anatema.136
DS 503. CEC 456-469. Y con precisin total, la constitucin Cum quorumdan hominum condena a
quienes confiesen que la "beatsima Virgen Mara no es verdadera Madre de Dios ni permaneci siempre en
la integridad de la virginidad, a saber, antes del parto, en el parto y perpetuamente despus del parto: DS
1880.
137
"Para aclarar el ttulo de madre de Dios hay que analizar el sentido de la maternidad, que no consiste
slo en el acto con el que la mujer concibe y da a luz al nio. Constituye una relacin permanente de persona
a persona, sobre el fundamento de la generacin. Una madre es madre de la persona de su hijo. Segn la
expresin repetida en el concilio de Calcedonia, Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, es 'uno solo
y el mismo'. As, pues, no hay antes una relacin de Mara con el hombre Jess, a la que se aadira posteriormente una relacin con Jess Hijo de Dios. Hay 'una y misma' relacin de la persona Mara con la persona divina del Hijo. Se trata de una relacin directa con Dios, puesto que el Hijo es Dios...La filiacin temporal es la prolongacin de la filiacin eterna, como su manifestacin en el mundo. El Padre engendra, temporalmente, a su Hijo por obra del Espritu Santo, y lo hace con el concurso de Mara. La grandeza de Mara
consiste en ser la asociada del Padre en esta generacin": J. GALOT, Maria, la donna nell'opera della salvezza, Roma 1984, p.99-107.
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As es como la fe de Mara es ejemplar, ya que expresa su entrega incondicional a Dios en la fe: "Tampoco hubiera aprovechado nada el parentesco maternal a Mara si no hubiera sido ms feliz por llevar a Cristo en su corazn que en su
carne".140 Bajo esta luz Agustn afirma la perpetua virginidad de Mara:
"Debido a su santa concepcin en el seno de una virgen, realizada no con el ardor de la
concupiscencia de la carne, sino con el fervor de la caridad que emana de la fe, se dice
que Cristo naci del Espritu Santo y de la Virgen Mara". "Quien comprender la novedad inusitada, nica en el mundo, increble pero hecha creble y creda increblemente en
todo el mundo, de que una virgen concibi, una virgen dio a luz y, dando a luz, sigui
siendo virgen?".141
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Esta actitud de fidelidad es la que expres el pueblo de Dios en el momento de la conclusin de la Alianza en el Sina: "Nosotros haremos todo cuanto ha
dicho Yahveh" (Ex 19,8). En el fiat, expresando su pleno consentimiento a lo que
ha dicho el Seor, Mara personifica a la Hija de Sin y se hace imagen del nuevo
pueblo de Dios, que es la Iglesia.
Mara es Madre de Dios no slo porque lo ha llevado fsicamente en su
seno, sino porque lo ha concebido antes en su corazn con la fe. Nosotros no podemos tomar a Mara como modelo en el primer sentido, pero s en el segundo,
concibiendo a Cristo en el corazn por la fe. Hacindose intrprete de la tradicin, San Agustn dice:
Mara alumbr a vuestra Cabeza, la Iglesia os alumbra a vosotros, puesto que tambin sta es madre y virgen al mismo tiempo: madre por el seno de amor, virgen por la incolumidad de la fe. Esta alumbra a pueblos que son miembros de uno solo, de la que es cuerpo y esposa, comparable tambin en esto a aquella nica Virgen Mara que en muchos es
madre de la unidad.143
SAN AGUSTIN, Sermo 192,2: PL 38,1012. Cfr. H. RAHNER, Mara y la Iglesia, Bilbao 1958.
SAN AGUSTIN, Sermo 213,3.7: PL 38,1061.1064.
SAN AGUSTIN, Sermo 72A.
77
"De qu me sirve a m -deca Orgenes- que Cristo haya nacido una vez de Mara en Beln, si no nace tambin por la fe en m?".146
En la piscina bautismal, la Iglesia "se hace madre de todos los fieles por
obra del Espritu Santo, permaneciendo virgen".148 "La santa Iglesia, virgen por
la castidad, fecunda por la prole, nos da a luz cual virgen fecundada no por un
hombre, sino por el Espritu Santo".149 San Cipriano dir con concisin: "No se
puede tener a Dios por Padre si no se tiene a la Iglesia por madre". 150 Llegamos
a Dios, nuestro Padre, por medio de la Iglesia, nuestra madre. Algo similar dir
San Agustn: "La Iglesia sola es nuestra madre, segn lo que dice el Apstol:
'quien os engendr fui yo' (1Cor 4,15). Quien desprecia a la Iglesia, no puede
confiar en la gracia de Dios, su Padre".151
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y en el hijo que salta de gozo en sus entraas es la alegra del Evangelio que se
difunde, transformando a las personas, "llenndolas del Espritu Santo".
Lucas nos presenta, en paralelo, el anuncio a Zacaras (1,5-25) y el anuncio a Mara (1,26-38). Colocando el uno junto al otro y comparndolos, Lucas
nos muestra cmo en Juan, el hijo de Zacaras e Isabel, se cumple el tiempo de la
preparacin y con Jess, el Hijo de Mara, se inaugura el cumplimiento del designio salvfico de Dios. Cada uno de los dos anuncios tienen su lugar propio. El
anuncio a Zacaras tiene lugar en el Templo de Jerusaln, "a la derecha del altar
del incienso" (Lc 1,11). Es el lugar ms santo de Israel, el pueblo de la Antigua
Alianza. El anuncio a Mara, en cambio, se realiza en "una ciudad de Galilea,
llamada Nazaret" (Lc 1,26). Con Jess cesa la economa del templo de piedra. En
vez del lugar sagrado, el anuncio a Mara ocurre en una zona profana, la "Galilea de los gentiles" (Is 8,23;Mt 4,14-15), en los confines entre Israel y los otros
pueblos, una regin despreciada (Jn 1,46;7,52). El anuncio de la nueva y eterna
Alianza no se hace en Jerusaln, ni en el templo, sino en Galilea, en la franja de
la Tierra Santa, donde conviven hebreos y no hebreos. En el designio de Dios,
Nazaret y Mara aparecen como el signo de la superacin de las barreras, signo
de la universalidad de la salvacin. Jess, presencia de Dios entre los hombres,
no viene a habitar en el templo, sino en Mara y en "aquellos que escuchan la palabra". La persona misma de la Virgen parece presentarse ya como el nuevo templo. Lucas nos dice que el ngel Gabriel "entr donde ella" (Lc 1,28). La persona
misma de Mara es el lugar donde Dios desciende a dialogar con ella. Estn comenzando los tiempos nuevos. El Dios de la Alianza, encarnndose en el seno de
una mujer de "la Galilea de los gentiles" es el Dios que se acerca a "toda persona
de cualquier nacin, que lo tema y practique la justicia" (He 10,35).
El anuncio del Precursor est rodeado de toda la solemnidad del culto
judo; el ngel se dirige a un sacerdote mientras ejerce su ministerio en el Santo
de los Santos, con afluencia del pueblo, que en silencio aguarda y se une a la
oracin del sacerdote. Frente a esta solemnidad es sorprendente la simplicidad
de la anunciacin a Mara, de la que slo se nos da su nombre, mientras que de
Zacaras se hace constar su linaje sacerdotal, como descendiente de Aarn, igual
que su esposa Isabel. De Mara San Lucas no nos da ninguna noticia de sus antepasados ni de sus mritos. Mara es la muchacha elegida gratuitamente por Dios:
"la llena de gracia". Zacaras "tiene una visin" "a la hora del incienso", cuando
el ngel le declara que su oracin ha sido escuchada. De Mara no nos dice ni la
hora, ni lo que estuviera haciendo ni que tuviera ninguna visin. Mara simplemente "oy una voz que la saludaba".
En el paralelismo de los dos anuncios aparecen las diferencias entre la
antigua y la nueva alianza. Es el mismo ngel Gabriel el que hace los dos anuncios, como lazo que los relaciona. Pero las diferencias son notables. Zacaras e
Isabel eran "irreprochables ante Dios y seguan escrupulosamente todos los preceptos del Seor" (1,6), Mara es "la llena de gracia", es decir, se encuentra bajo
el favor de Dios, colmada de su benevolencia gratuita. En Zacaras se destaca la
accin humana; en Mara resplandece la iniciativa libre, gratuita y poderosa de
Dios. Zacaras "entra en el santuario del Seor" y all encuentra al ngel. Mara
no tiene que desplazarse, porque es el ngel quien "es enviado donde ella". En la
nueva alianza, no es el hombre quien va hacia Dios, sino Dios quien viene a bus-
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car al hombre. Antes los hombres deban "subir" al templo para hallar la presencia de Dios, ahora es Dios quien "baja" a los hombres. En Mara Dios desciende
en medio de los hombres. El anuncio del nacimiento del Hijo de Dios tiene lugar
lejos de Jerusaln y de su templo, porque con la Encarnacin Mara es consagrada como nuevo templo, como nueva arca de la alianza, como nueva morada de
Dios. Ms tarde sern llamados templo de Dios, adems de Cristo, tambin la
Iglesia y los cristianos (Jn 2,21;1Cor 3,16;6,19).
En Zacaras, la objecin "En qu puedo conocer esto?" revela una falta
de fe, pues ante el anuncio pone sus ojos en la edad avanzada suya y de su mujer
(v.18.20). La pregunta de Mara, en cambio, no se refiere al contenido del anuncio, sino a la modalidad de la misma: "Cmo ser esto, si no conozco varn?"
(v.34). Mara no duda del poder de Dios, sino que pide que se le indique el camino a seguir. Lo que Mara desea es discernir los caminos del Seor para ofrecerle su disponibilidad radical. Se trasluce la actitud de fe en la respuesta: "He
aqu la esclava del Seor, que me suceda segn dices" (v.38). El fiat de Mara
est en el original griego en optativo, que expresa el deseo gozoso de colaborar
con lo que Dios quiere de ella. Es el gozo de abandonarse a la voluntad de Dios.
El elogio de Isabel, llena del Espritu Santo -"bendita t que has credo que se
cumpliran las cosas que te fueron dichas de parte del Seor"- es el contrapeso al
reproche del ngel a su esposo, "porque no diste crdito a mis palabras, las cuales se cumplirn a su tiempo".
El paralelismo de las dos anunciaciones culmina en la confrontacin entre
los dos hijos que van a nacer: Juan "quedar lleno del Espritu Santo desde el
seno de su madre" (v.15) y preparar los caminos del Seor (v.16). Jess no slo
ser "lleno del Espritu Santo" (Lc 4,1), sino que es concebido por obra del Espritu Santo y, por eso, ser llamado "Hijo del Altsimo" (1,32), "Hijo de Dios"
(v.35). Mientras que Isabel engendra, Mara da a luz, porque est excluida la
accin del varn; la concepcin del Hijo de Mara ser obra del Espritu Santo:
"El Espritu Santo vendr sobre ti y el poder del Altsimo te cubrir con su sombra; por eso el que va a nacer ser santo y se llamar Hijo de Dios" (v.35). Lo
mismo que la nube "cubra" la tienda (Ex 40,34-35), como signo de que el interior
de la tienda estaba lleno de la gloria de Dios, as el poder del Altsimo "cubrir"
con su Sombra a Mara, convirtindola en la morada llena del Espritu Santo. Lo
que en Juan es preparacin y espera, en Jess es cumplimiento maravilloso.
La imagen del arca, lugar en donde se revela de un modo singular la presencia de Dios a Israel, aparece en filigrana sobre todo en la narracin de la visitacin de Mara a Isabel. Mara, que lleva en su seno al Mesas, es el arca de la
nueva alianza, el lugar de la presencia de Dios en medio de su pueblo. En el episodio de la visita de Mara a Isabel (Lc 1,39-59), el relato de Lucas parece modelado sobre el del traslado del arca de la alianza a Jerusaln. 155 El contexto geogrfico es el mismo: la regin de Jud. El arca de la alianza, descrita en el libro
del Exodo, capturada por los filisteos, tras la victoria de David sobre ellos, es
llevada de nuevo a Israel en diversas etapas, primero a Quiriat Yearim y luego a
Jerusaln. En ambos acontecimientos hay manifestaciones de gozo; David y todo
Israel "iban danzando delante del arca con gran entusiasmo", "en medio de gran
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Mara salud a Isabel: la madre del Seor salud a la madre del siervo. La madre del Rey
salud a la del soldado. La Virgen salud a la mujer casada. Y cuando se hubieron saludado, el Espritu Santo, que habitaba en el seno de Mara, apremi al que estaba en el
seno de Isabel, como quien incita al propio amigo: De prisa, levntate! Sal, endereza las
sendas del Mesas, para que El pueda realizar la salvacin que se le ha encomendado.
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Las expresiones del Magnificat, cantadas por la comunidad primitiva, revelan la situacin vital de quienes han conocido la victoria de la resurreccinexaltacin sobre la muerte-humillacin del Hijo de Mara: "Despleg la fuerza de
su brazo y dispers a los de corazn soberbio. Derrib de sus tronos a los poderosos y ensalz a los humildes" (v.51-52). Todo lo que ha sucedido en la humilde
esclava de Dios, proclamado a la luz de la pascua, es motivo de alegra y esperanza para los creyentes de las primeras generaciones cristianas, probados por la persecucin. Y lo es para todas las generaciones que siguen llamando a Mara "bienaventurada". A veinte siglos de distancia esta profeca se ha cumplido. No ha
estado en estos veinte siglos Mara en los labios de todos los creyentes, en la oracin, en los himnos, en los iconos, en los templos construidos bajo su advocacin..?162
Iluminada por el Espritu del Seor, que es fuente de profeca, Mara eleva su mirada sobre el horizonte de la historia y proclama: "Desde ahora todas las
generaciones me llamarn bienaventurada, porque ha hecho en m grandes cosas
el Poderoso, Santo es su nombre" (Lc 1,48-49). A lo largo de los siglos Mara ser proclamada bienaventurada porque el Poderoso se ha fijado en su pequeez,
la ha llenado de su gracia, la ha hecho Madre de su Hijo. El origen y el trmino
de la bienaventuranza coral a la Madre es el Hijo: para siempre ella ser "la
Madre de mi Seor" (Lc 1,43). La bendicin de la Madre es inseparable de la
bendicin del Hijo: "Bendita t entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre"
(Lc 1,42).
d) Mara muestra a Cristo a los pastores y a los magos
San Lucas cuenta que, al nacer Jess en Beln, un ngel del Seor se apareci a los pastores que vigilaban por turno durante la noche su rebao. La gloria
del Seor les envolvi en su luz y se llenaron de temor. Pero el ngel les dijo: "No
temis, pues os anuncio una gran alegra, que lo ser para todo el pueblo: os ha
nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Seor. Esto os
servir de seal: encontraris un nio envuelto en paales y acostado en un pesebre" (Lc 2,8-20).
El ngel ofrece como signo a los pastores los paales en que est envuelto
el nio. Esto quiere decir que el gesto de Mara, tan comn, tiene un significado,
encierra un mensaje por encima de las apariencias. El Hijo de Dios, hecho hijo de
Mara, ha asumido la condicin humana, comn a todos nosotros. La "gloria del
Seor que les ha envuelto con su luz" (v.9), y que compete al Hijo de Dios, se esconde en la pobreza de "los paales, que envuelven al nio" (v.12). All deben
buscarla y reconocerla. "El Seor de la gloria est envuelto en paales", canta la
liturgia bizantina. Su divinidad se oculta bajo el velo de su humanidad.
Pero, cuando los pastores a toda prisa van a verificar el signo que se les ha
ofrecido, el Evangelio nos dice que "encontraron a Mara y a Jos, y al nio acostado en el pesebre" (v.16). En el lugar de los paales, Lucas menciona a Mara y a
Jos. El nio no est abandonado, sino circundado por el amor de Mara y de Jos,
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Tambin este libro es una voz de nuestra generacin que quiere llamar a Mara bienaventurada.
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como Salomn, que exclama: "Tambin yo, apenas nacido, me cri entre paales
y circundado de cuidados" (Sab 7,3-4; Cfr. Job 38,8-9). No as Jerusaln:
"Cuando naciste, el da en que viniste al mundo, no se te cort el cordn, no se te
lav con agua para limpiarte, no se te frot con sal, ni se te envolvi en paales.
Ningn ojo se apiad de ti para brindarte alguno de estos cuidados, por compasin
a ti" (Ez 16,4-5). Fue Yahveh, quien pas a su lado y tuvo piedad de Israel y le
colm de su amor y cuidados.
Sobre el primognito Israel, abandonado en abierta campaa el da de su
nacimiento en Egipto, se inclin amorosamente el Seor. Sobre el primognito
Jess, para quien no hay sitio en la posada, se inclinan Mara y Jos con sus cuidados amorosos. Lucas atestigua que Mara concibe virginalmente al Nio, lo da a
luz "y lo envuelve en paales" (Lc 2,7).
En una antfona de la liturgia bizantina se canta as el nacimiento del Seor:
El autor de la vida ha nacido de nuestra carne de la madre de los vivientes. De ella ha nacido un nio y es el Hijo del Padre. Con sus paales desata los lazos de nuestros pecados
y enjuga para siempre las lgrimas de nuestras madres. Danza y exulta, creacin del Seor, porque ha nacido tu Salvador... Contemplo un misterio extrao y sorprendente: la
gruta es el cielo, la Virgen es el trono de los querubines, el pesebre es el lugar donde reposa el incontenible, Cristo Dios. Cantmosle y exaltmosle!
La tradicin de la Iglesia ha visto adems, y sobre todo, el signo de los paales y del pesebre en relacin a las "vendas" y al "sepulcro": "Jos de Arimatea,
pidi a Pilato el cuerpo de Jess y, despus de descolgarlo, lo envolvi en una sbana y lo puso en un sepulcro excavado en la roca" (Lc 23,52-53). El Hijo de
Dios, nacido en la carne, asumiendo la condicin humana, asume tambin la
muerte. Para ello ha venido al mundo (Jn 12,27). Un famoso icono ruso de la Navidad representa a Jess nio envuelto en paales y colocado en un pesebre en
forma de sepulcro.
Los paales de la cuna y las vendas de la tumba, dicen los Padres de la
Iglesia, presentan a Cristo en la condicin de Adn y Eva al salir del paraso (Gn
3,7-21). Despus del pecado, pierden su condicin de inocencia y se ven sometidos al dolor y a la muerte. Cristo toma sobre s esta condicin y, a travs de la
cruz, la transforma, pasando de nuevo a la gloria: "No era necesario que el Cristo
padeciera eso y entrara as en la gloria?" (Lc 24,26). La tumba queda vaca, donde
quedan nicamente las vendas (Lc 24,12;Jn 20,5-7). Jess, al resucitar, no ha dejado la condicin humana, sino slo el aspecto de debilidad, significado en las
vendas de que estaba envuelto. La vendas quedan en el sepulcro, mientras que Jess resucita con su humanidad envuelta en los fulgores de la gloria de Dios. El,
nuevo Adn, vuelve al Edn, en la desnudez de la gloria, como se encontraba
Adn antes del pecado, porque la amistad de Dios era su manto.163
San Pablo resume todo esto en un denso texto: "Cristo, siendo de condicin divina, no retuvo vidamente el ser igual a Dios. Sino que se despoj de s
163
Cfr. SAN HIPOLITO, De Cantico Canticorum 25,5; SAN EFREN, Comentario al Evangelio concordado XX,17.23; SAN AMBROSIO, In Lucam X,110.
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Merece la pena citar un texto de Jean-Paul Sartre: "Mara advierte al mismo tiempo que Cristo es su
hijo, su nio, y es Dios. Lo mira y piensa: 'Este Dios es hijo mo. Esta carne divina es carne ma. Est hecho
de m, tiene mis ojos; su boca tiene la forma de la ma; se me parece. Es Dios y se parece a m'. Ninguna
mujer ha podido jams tener en este mundo a su Dios para ella sola, un Dios nio que se puede tomar en
brazos y cubrir de besos, un Dios caliente que sonre y suspira. Un Dios que se puede tocar y que re". Citado por G. RAVASI, L'albero di Mara, Miln 1993,p.324.
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Cfr. Jn 1,46;7,41-42.52.
Cfr. tambin Is 56,3-8;66,20-21;Tb 13,11-13;14,5-7...
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dual; se les describe no por ellos mismos, sino como manifestacin de la fe de Israel, de su esperanza, de su gozo. Sus cnticos, personales, son ante todo cnticos
de accin de gracias de Israel. Bajo este aspecto Mara no es un caso aparte, a no
ser en cuanto que ella es la personificacin ms alta de Israel.167
La identificacin de Mara con Israel estuvo preparada por la historia de
la salvacin, que se presenta como una concentracin progresiva de la eleccin
divina. De la nacin se pasa al "resto" de los pobres de Yahveh, para llegar a
Mara, el ltimo paso de la preparacin del pueblo elegido, pice de la pirmide
de las elecciones, concentracin del "resto" en una persona. Lucas, en la Anunciacin, recoge la profeca de Sofonas (3,14-17), identificando a la Hija de Sin
con Mara, que exulta por la venida del Mesas a su seno.
El Magnificat est entretejido de expresiones que se aplican a Israel: el
gozo, la pobreza, el servicio, la bienaventuranza se le atribuyen a Israel o a la
Hija de Sin.168 En el Magnificat se pasa insensiblemente de la accin de gracias
de Mara a la de Israel, de la pobreza de Mara a la de todos los pobres; as de la
personificacin original de Israel en Abraham, pasando por la ampliacin del
pueblo, se vuelve a la personificacin en Mara, en quien se realiza la promesa.
El Magnificat nos revela que Mara vive profundamente en el mundo espiritual y cordial del Antiguo Testamento. El Magnificat expresa lo que siente y
piensa su pueblo entero; hace presente toda su historia. Mara vive dentro de la
gran expectacin del Mesas. Mara siente que est llegando la "plenitud de los
tiempos"; la revelacin en ella puja por su cumplimiento. Como quien est llamada a dar inicio a ese cumplimiento ella percibe interiormente esa tendencia.
La expectacin del Mesas, que vive todo el pueblo, en Mara se hace personal,
aunque no pueda delinearse de modo muy concreto. Cuando en la hora de la
Anunciacin lleg el cumplimiento, con toda la conmocin de aquel hecho inaudito, en el interior de Mara, como respuesta a su inexplicable presentimiento, surgira como una voz: Con que era esto!169
Mara vivi siempre bajo la mirada de Dios en el reconocimiento de su
pobreza y en el incesante himno de alabanza a Aquel que haba hecho en ella
grandes cosas. Como "pobre de Yahveh", la Virgen est totalmente llena de la
presencia del Seor, habitada y conducida por El, dcil en dejarse amar por El,
que la escogi y la llen de su gracia. En su virginidad, Mara es el silencio en el
que reson la Palabra eterna, la noche acogedora en que refulge la luz que ilumina a todo hombre. Mara es el templo de Dios, la morada santa, habitada por
la presencia del Eterno; es el vaco virginal colmado de la divina presencia, el
ambiente en el que el Omnipotente realiza sus prodigios. La oscuridad y el recogimiento del seno de Mara contienen en la interioridad y en el silencio la aurora
de la nueva maana del mundo. La Virgen est en lo profundo, en la fuente de
donde brota pura el agua que saciar la sed de los hombres. Mara, en su pequeez, est bajo la mirada de Dios y se deja plasmar por su gracia. Mara es la mu167
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jer que agrada a Dios, pues "su adorno no es exterior, sino el interior del corazn, el adorno inmarchitable de un espritu apacible y sereno. Esa es la belleza a
los ojos de Dios" (1Pe 3,4).
Como escribe Lutero, comentando el Magnificat: "Para comprender bien
este santo canto de alabanza hay que notar que la bendita Virgen Mara habla
por propia experiencia, habiendo sido iluminada y amaestrada por el Espritu
Santo, ya que nadie puede entender rectamente a Dios ni la Palabra de Dios, si
no le es concedido directamente por el Espritu Santo. Pero recibir tal don del
Espritu Santo significa hacer la experiencia de El, gustarle, sentirlo. El Espritu
Santo ensea en la experiencia como en su propia escuela, fuera de la cual no se
aprende sino palabras y charlataneras. Por tanto a la santa Virgen, habiendo
experimentado en s misma que Dios obra grandes cosas en ella, humilde, pobre y
despreciada, el Espritu Santo le ensea este rico arte y sabidura, segn la cual
Dios es aquel Seor que se complace en ensalzar lo que es humilde y en abajar lo
que est en alto".170
Esta primaca del ser sobre el tener y sobre el obrar dispone a Mara para
escuchar la palabra de Dios, la permite estar atenta a los signos del paso de Dios
y acoger el anuncio del ngel, dejndose cubrir por la sombra del Espritu Santo:
"Atender con Mara y en Mara es escuchar el murmullo irresistible de la fuente
que est dentro de nosotros, el Espritu Santo. Es el la fuerza motora del amor
que reconcilia el universo".171 La virginidad acogedora se expresa en Mara como asentimiento en la libertad, como colaboracin en la obra de aquel que la eligi y la plasm en la gracia, como vnculo indisoluble de su ser virgen con su ser
madre. La oracin colecta de la Misa "La Bienaventurada Virgen Mara, linaje
escogido de Israel", implora:
Oh Dios, que has escogido como Madre del Salvador a la Bienaventurada Virgen Mara,
que sobresale entre los pobres y humildes; concdenos, te rogamos, que, siguindo sus
ejemplos, te presentemos el obsequio de una fe sincera y pongamos slo en Ti la esperanza de nuestra salvacin.
b) Hija de Sin
Sin es el signo vivo de la presencia de Dios entre los hombres, como el
seno de Mara es el lugar de Dios con nosotros, el Emmanuel. Sin es "el lugar
que Yahveh ha elegido para que en ella habite su nombre" (1Re 11,13;2Re
21,4;23,27). La Sabidura divina proclama: "En Sin me ha establecido, en la ciudad amada me ha hecho El habitar; he echado races en medio de un pueblo santo"
(Eclo 24,10-12). "Sabris entonces que yo soy Yahveh vuestro Dios, que habito
en Sin, mi monte santo, santa ser Jerusaln" (Jl 4,17). "En adelante el nombre
de la ciudad ser: Yahveh est all" (Ez 48,35), concluye el libro de Ezequiel. Sin
es el signo "de la ciudad del Dios vivo, la Jerusaln celestial" (Heb 12,22).
Hacia Sin, la santa morada del Altsimo, confluirn todos los pueblos,
como cantan los salmos de peregrinacin.172 "Se llamar a Jerusaln trono de
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Dios y en torno a l se congregarn todos los pueblos" (Jr 3,17). Sin es cantada
en su personificacin con todas las cualidades de la mujer: virgen, esposa, madre, viuda, estril, hija.173 "Tu esposo es tu creador" (Is 54,5). Sin es como un
seno materno, donde todos han nacido.174 Sin es tambin, como las mujeres estriles de la historia de Israel, una mujer viuda y estril, que la fuerza de la gracia
de Dios transforma en fuente de vida: "Exulta, estril que no das a luz, rompe en
gritos de jbilo y alegra, t que no has tenido los dolores, que ms son los hijos
de la abandonada que los hijos de la casada, dice Yahveh" (Is 54,1). As puede
"no recordar ms la afrenta de su viudez" (Is 54,4), porque "no ha enviudado Israel ni Jud de su Dios" (Jr 51,5).175
Sin es hija, "la virgen hija de Sin" (Lam 2,13), amada de Yahveh, que es
para ella esposo, padre y madre (Os 11;Is 49,15). El seno de la hija de Sin es la
sede de la presencia de Dios en el templo y en la casa o dinasta de David. A esta
hija de Sin invita a alegrarse el profeta Sofonas: "Algrate, hija de Sin, algrate y exulta de todo corazn, hija de Jerusaln! Yahveh, rey de Israel, est en
medio de ti (en tu seno: be-qereb)... Yahveh, tu Dios, est en medio de ti, poderoso salvador! Exultar de gozo por ti, te renovar por su amor; danzar por ti con
gritos de jbilo, como en los das de fiesta" (Sof 3,14ss).
En el saludo del ngel en la Anunciacin: "Algrate!" (Lc 1,28) resuena
el anuncio denso del gozo mesinico, dirigido a la "Hija de Sin". El motivo de
ese Algrate! est en el hecho de que el Seor viene a residir en Sin como Rey y
Salvador. El anuncio "el Seor es rey de Israel en medio de ti", "el Seor, tu Dios,
en tu seno" (Sof 3,15.17) halla su cumplimiento pleno en Mara: "concebirs en
tu seno... y reinar sobre la estirpe de Israel por siempre" (Lc 1,31.33). La Hija
de Sin, personificacin abstracta de Israel, se actualiza en la persona de Mara,
que acoge la promesa mesinica en nombre de Israel. La presencia de Yahveh en
la Hija de Sin se actualiza en el misterio de la concepcin virginal de Mara. En
Mara encuentra un cumplimiento nuevo e inaudito la esperanza de Israel. El
cumplimiento es tal que supera toda esperanza.
En el anuncio mesinico se le haba dicho a Sin: "Algrate vivamente,
hija de Sin! Exulta, hija de Jerusaln! He aqu que el rey viene a ti; es justo y
victorioso, humilde y montado en un asno, sobre un pollino, hijo de asna" (Zac
9,9). "Algrate, hija de Sin! Lanza gritos de alegra, Israel! Regocjate y exulta
de todo corazn, hija de Jerusaln! Yahveh ha retirado las sentencias contra ti,
ha alejado a tu enemigo. Yahveh, Rey de Israel, est en medio de ti, no temers
ya ningn mal! Aquel da se dir a Jerusaln: No tengas miedo, Sin, no desmayen tus manos! Yahveh, tu Dios, est en medio de ti, un poderoso salvador! El
exulta de gozo por ti, te renueva por su amor; danza por ti con gritos de jbilo,
como en los das de fiesta" (Sof 3,14-18). "Tierra, no temas, exulta y regocjate,
porque Yahveh ha hecho maravillas... Hijos de Sin, exultad y regocijaos en Yahveh vuestro Dios... Sabris que yo mismo estoy en medio de Israel" (Jl
173
Como esposa, cfr. Os 1-3;Is 5,1-7;Jr 2,2;31,21-22;Ez 16;Ap 21-22. Como ciudad-madre cfr. Is
49,21;54,1;51,18;48,2; 49,20;51,18-20;Sal 87.
174
175
94
2,21.23.27). "Lanza gritos de alegra, estril, que no das a luz; estalla de gozo y
de jbilo t, que no has conocido los dolores del parto, porque ms numerosos
son los hijos de la abandonada que los de la desposada, dice Yahveh" (Is 54,1).
La invitacin a la alegra es el anuncio de la fecundidad maravillosa de la hasta
entonces estril, fecundidad debida a que Yahveh vuelve a reanudar sus relaciones de esposo con Sin. Mara es el "resto santo" del pueblo de Israel que se
transforma en el germen del pueblo cristiano; es al mismo tiempo "hija de Israel"
y "madre de la Palabra".176
Sobre todo, el smbolo "Hija de Sin" caracteriza a Israel como esposa,
madre y virgen. Se la designa como la "Hija de Sin", la "Madre Sin" y la "Virgen Sin". As, pues, bajo el simbolismo de la "Hija de Sin" se presentan los tres
aspectos principales del misterio del pueblo de Israel, que vendr a ser el misterio de Mara. Ella es, en primer lugar, la "Esposa" de Yahveh. Por ello se convierte en la "Madre" del pueblo de Dios, la "Madre Sin" (Sal 87), pero es simultneamente la "Virgen Israel".
El texto hebreo del salmo 87 dice as: "De Sin se dir: Este y el otro han
nacido de ella" (v.5). Y en la versin de los Setenta dice: "Madre-Sin, dir un
hombre; y un hombre ha nacido de ella. Y El, el Altsimo la ha fundado". Y en el
Targum del Cantar de los cantares (8,5) se encuentra este comentario: "En esta
hora (mesinica), Sin, la Madre de Israel, alumbrar a sus hijos y Jerusaln
acoger a sus hijos que vuelven del exilio".177 Mara recibe la alegra mesinica
en nombre de Sin y en nombre de la nueva Sin, la Iglesia.
En el Nuevo Testamento, la figura simblica de la "Mujer-Sin" o de la
"Hija de Sin" se aplica a una mujer concreta, Mara, la Madre de Jess. Mara
es la mujer en cuyo seno Dios se hace plenamente presente entre nosotros. A travs de Mara, la "Mujer", como siempre la llama San Juan, nos ha venido a nosotros la salvacin. El Antiguo Testamento desemboca en Mara que, al mismo
tiempo, es el punto de partida del Nuevo Testamento, del tiempo mesinico, del
tiempo de la Iglesia. Toda la esperanza, que ha vivido Israel a lo largo de los siglos, se condensa en Mara. Mara se convierte as en la "Hija de Sin", la Mujer
mesinica. Con ella comienza el tiempo mesinico, que no es nicamente el trmino de las esperanzas mesinicas, sino tambin el tiempo de partida del tiempo
escatolgico, del tiempo de la Iglesia, que se prolongar hasta la consumacin
final de la historia de la salvacin. Mara es, por ello, imagen de la Iglesia, donde
se realiza el nacimiento de los hijos de Dios, los hijos del Reino: "Al llegar la
plenitud de los tiempos, envi Dios a su hijo, nacido de mujer, para rescatar a los
que se hallaban bajo la ley, y para que recibamos la filiacin adoptiva" (Gl 4,45; Cfr.4,21ss).
San Pablo dir de la Iglesia, nuevo Israel: "Os he desposado a vuestro
nico esposo, Cristo, para presentaros a El como casta virgen". Mara, Iglesia
naciente, es en su persona concreta esposa, virgen y madre, la imagen perfecta de
la Iglesia. Pero Mara, en su persona y en su misin, es ya la Iglesia virgen y fe176
177
Cfr. tambin Is 60,1-7, donde Isaas celebra el esplendor de Jerusaln, imagen de la nueva Jerusaln,
que se revelar al final de los tiempos como madre radiante.
95
Puede verse en la catedral de Parma el bajo relieve en marfil, del s. XI-XII, esta escena.
Cfr. el texto litrgico de la "Consecratio virginum".
SAN CIRILO DE ALEJANDRIA, Hom. 4: PG 77,996B-C.
96
"ciento cuarenta y cuatro mil que fueron rescatados de la tierra y que siguen al
Cordero adondequiera que va" (Ap 14,4).
La unin con el Seor de un corazn virginal y no dividido, permite al
hombre abrirse a todos los hombres con amor ilimitado. As es como se manifiesta la fecundidad del don total al Seor, que constituye la esencia de la virginidad
cristiana. La unin indivisa con el Seor no encierra el corazn en s mismo, en
una especie de intimismo espiritual, porque "Dios es amor" y lleva al amor. En
Mara aparece esta fecundidad de su virginidad maternal. Su maternidad corporal con respecto al Hijo de Dios se dilata en una maternidad espiritual con respecto a todos los hijos de Dios: "Ella es la madre de sus miembros, es decir, de
todos nosotros; porque, por su amor, contribuy a que los creyentes nacieran en
la Iglesia".181 Es la Madre Sin, la Madre del nuevo pueblo de Dios. Es lo que,
inspirndose en antiguos textos, recoge la Lumen gentium, presentando el paralelismo entre Mara y la Iglesia:
La Iglesia, contemplando la profunda santidad de la Virgen e imitando su caridad y cumpliendo fielmente la voluntad del Padre, se hace tambin madre mediante la Palabra de
Dios aceptada con fidelidad, pues por la predicacin y el bautismo engendra a una vida
nueva e inmortal a los hijos concebidos por obra del Espritu Santo y nacidos de Dios. Y
es igualmente virgen, que guarda pura e ntegra la fe prometida al Esposo, y a imitacin
de la Madre del Seor, por la virtud del Espritu Santo, conserva virginalmente una fe ntegra, una esperanza slida y una caridad sincera (LG 64).
181
97
98
labra, en respuesta al anuncio del ngel, Mara, "se consagr enteramente como
sierva del Seor a la persona y a la obra de su Hijo" (LG 56).
"Dijo Mara: He aqu la sierva del Seor: hgase en m segn tu palabra"
(Lc 1,38). Con esta respuesta, comenta Orgenes, es como si Mara hubiera dicho
a Dios: "Heme aqu, soy una tablilla encerada, que el Escritor escriba lo que
quiera, haga de m lo que quiera el Seor de todo". 183 Compara a Mara con una
tablilla encerada que es lo que, en su tiempo, se usaba para escribir. Hoy diramos que Mara se ofrece a Dios como una pgina en blanco sobre la que El puede escribir lo que desee.
La Anunciacin tiene la estructura "trinitaria" de una pascua anticipada.
La iniciativa de Dios cumple mediante el Espritu Santo la presencia del Hijo entre nosotros. A esta excepcional experiencia de gracia, Mara responde con la
acogida de fe humilde y disponible. El nuevo comienzo del mundo se realiza en el
misterio de la acogida creyente que la Virgen Mara presta a la iniciativa de gracia del Eterno.
La humildad de Mara no es la de la pecadora contrita. Se trata de la humildad inocente, alegre, de quien no le pasa por la mente dudar que las grandes
cosas que la acontecen son un puro don de Dios. Mara, en su humildad, puede
decir: "Todas las generaciones me llamarn bienaventurada", no por lo que yo
soy, sino porque "el Poderoso ha hecho grandes cosas en m".
Como escribe Luis Bouyer, la santidad de Mara es el fruto maduro de la
accin del Espritu en el seno de Israel: "La santidad y la maternidad de la Virgen son la flor y el fruto de la santidad y de la maternidad de gracia de Israel,
fruto de la incubacin del Espritu. Lo mismo que la Iglesia, Mara sube de la tierra, de su desierto que florece bajo las ondas de ese cielo, y, sin embargo, baja de
Dios, como el don mismo de la gracia incorporada al ser de la humanidad, a la
criatura cada en trance de salvacin". "En Mara llega el momento supremo de
la historia humana y csmica, cuando la palabra salvadora es escuchada plenamente mediante una fe perfecta, su creacin suprema, y suscita la respuesta que
alumbrar, no slo a los salvados, sino ante todo al Salvador mismo". 184
Mara, plasmada por el Espritu Santo, es la persona ms libre que exista:
"Donde est el Espritu del Seor, all est la libertad" (2Cor 3,17). La libertad se
nos da para decir un "s" gozoso al amor de Dios. Nunca es ms libre el hombre
que cuando pronuncia su "s" en los momentos decisivos de su vida, cuando al ser
llamado responde con todo su ser: "heme aqu".185 Se es plenamente libre cuando
se es capaz de responder con el s del amor al amor ofrecido. La libertad no coincide con la autonoma. La autonoma se expresa frecuentemente con el "no", la
libertad, en cambio, se vive en el "s". Para ello, nuestra libertad es redimida, capacitada, por el Espritu Santo (Gl 5,13). Plenamente libre para el amor, Mara
responde: "He aqu la sierva del Seor; hgase en m segn tu palabra":
183
184
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99
En Mara, la Iglesia aprende el amor al silencio interior, la escucha profunda en donde la palabra planta su tienda entre los hombres. Los Padres celebraron la virginidad de Mara y de la Iglesia, comparndolas con la luna, que no brilla
con luz propia, sino que se deja iluminar e irradia la luz del sol, que es Cristo: se
trata de "la mujer vestida de sol" del Apocalipsis: "La gran mujer no es solamente
la gloriosa, sino la que sigue siendo terrena, la que engendra con dolor, la que
clama, la perseguida por el dragn, la que huye al desierto, la que buscando amparo mira a su Hijo arrebatado al trono de Dios. Todo esto ciertamente se lleva a cabo primero en el destino de la Iglesia que sufre en la tierra, pero tambin estuvo
prefigurado en el destino terreno de la Madre de Dios... As como la luna, astro
nocturno, solamente es iluminada por la luz del sol, as como se transforma y
mengua, as sucede con el destino de la Iglesia no transfigurada".186
Y lo mismo que la Virgen Mara, tambin la virgen Iglesia canta su Magnificat, porque ha escuchado la Palabra de Dios, la ha acogido, permanece en
ella, la proclama y la pone en prctica. "La Iglesia, que desde el principio conforma su camino terreno con el de la Madre de Dios, siguindola repite constantemente las palabras del Magnificat" (RM 37).
Por eso el cntico de Mara es a la vez el cntico de la Madre de Dios y el de la Iglesia,
cntico de la Hija de Sin y del Nuevo Pueblo de Dios, cntico de accin de gracias por la
plenitud de gracias derramadas en la Economa de la salvacin, cntico de los "pobres"
cuya esperanza ha sido colmada con el cumplimiento de las promesas hechas a nuestros
padres, "en favor de Abraham y su descendencia por siempre" (CEC 2619).
186
100
La intencin de Mateo -como aparece en la genealoga (1,1-18)- es mostrar que Jess desciende de Abraham y de David y que es, por tanto, el Mesas
esperado. La dificultad de Mateo es que Jess, el Mesas, no desciende de Jos, en
quien desemboca la genealoga.187 La cadena de padre a hijo queda rota en el
ltimo eslabn: aqu no se habla ya del padre, sino de la madre de la que nace
Jess. Cmo puede ser Jess el Mesas si no es hijo de Jos? A esta pregunta
responde Mateo. "Jess, llamado Cristo" concluye la genealoga, y ah empalma
la continuacin de Mateo: "De Jess como Cristo el origen fue as". Con otras
palabras: Jess, el Mesas, naci de la manera siguiente: a pesar de no ser hijo
carnal de Jos, le corresponden los derechos hereditarios de David y de
Abraham. Es, pues, el Mesas.
Por este motivo Jos ocupa el centro del relato. Pero se afirma que lo
acontecido en Mara no es obra de padre humano, sino del Espritu Santo. Mateo
conoce la concepcin virginal de Jess y trata de demostrar que, a pesar de ella,
Jess es el Mesas. Es lo que hace con el anuncio a Jos.
Los dos anuncios, a Mara y a Jos, tuvieron lugar en el intervalo de
tiempo entre los desposorios y la cohabitacin definitiva de los esposos. Segn
una interpretacin, Mara no dice nada a Jos de lo ocurrido en ella. No quiere
interferir en los planes de Dios para con Jos. Espera que, como Dios ha mandado un ngel para revelarle su designio sobre ella, intervenga tambin con Jos
revelndole los designios sobre l. En el silencio sufre las dudas y sospechas de
Jos, aguardando la intervencin de Dios.
Pero quizs explique mejor el texto de Mateo otra interpretacin. Es posible que Jos hubiese llegado a comprender, escuchando el relato de los hechos de
187
Mateo, no obstante su preocupacin por mostrar el ascendiente davdico de Jess, transmiti el dato
ms difcil para su intencin: el hecho de que Jess no hubiera sido engendrado por Jos, hijo de David,
como se esperaba. Si actu as es evidente que "se senta ms ligado por el acontecimiento que por la letra
de las Escrituras". No interpret los hechos a la luz de sus esperanzas, sino estas esperanzas a la luz de los
hechos. Cfr. R. LAURENTIN, I vangeli dell'infanza di Cristo, Torino 1985, p.430.
101
labios de Mara, cmo haba ocurrido todo realmente. 188 Y sabiendo que el embarazo de Mara se debe a la accin del Espritu Santo, Jos decide "apartarse ante el
misterio". Jos, comprendiendo que Dios est actuando, decide no interferir en el
designio de Dios con Mara. Por ello decide apartarse de Mara en secreto. Cmo
podra l tomar por esposa a Mara, la llena de gracia! Es el sentimiento de respeto
y de temor ante el misterio de Dios lo que lleva a Jos a querer alejarse de Mara.
Jos, justo189 no ante la ley sino ante Dios, acepta totalmente la voluntad de Dios.
Esto le lleva a decidir alejarse de Mara en secreto, sin revelar el misterio de la
concepcin virginal del Hijo de Dios en Mara.190
Jos guarda en su corazn como un secreto precioso el misterio descubierto en su esposa. Jos no se pregunta si Mara es culpable o no. Su duda o indecisin es acerca de lo que l debe hacer. Cmo ha de comportarse l, el esposo, en
la situacin excepcional en que se encuentra su esposa: encinta por obra del Espritu Santo? Qu debe hacer l? Lleno de temor reverencial ante el misterio, realizado en Mara, su esposa, Jos no ve otra salida que retirarse: "separarse de ella
secretamente". Jos "se dio cuenta claramente de que Dios haba puesto la mano
en su mujer y que, por tanto, era intangible para l".191 Como dice Santo Toms:
"Jos quiso devolver a la Virgen su libertad, no porque la creyera culpable de
adulterio, sino por respeto a su santidad: senta temor de convivir con ella".192 Y
San Bernardo:
Por qu quiso dejarla? Escucha, no mi opinin, sino la de los Padres. La razn por la que
Jos quiso dejar a Mara es la misma por la que Pedro alej de s al Seor, dicindole:
Aprtate de m, Seor, porque soy hombre pecador. Es tambin la razn por la que el centurin le apartaba de su casa con estas palabras: Seor, no soy digno de que entres en mi
casa. Del mismo modo, Jos, juzgndose indigno y pecador, pensaba que una persona tan
grande como Mara, cuya maravillosa y superior dignidad admiraba, no deba avenirse a
hacer vida comn con l. Vea, con sagrado asombro, que en ella resplandeca la marca
inconfundible de la divina presencia. Ante la profundidad del misterio, como hombre que
era, tembl y quiso dejarla secretamente... Tambin Isabel, ante la presencia de la Virgen
embarazada, se sinti llena de respetuoso temor y, por eso, exclam: De dnde a m que
la madre de mi Seor venga a m? Esta es, pues, la razn por la que Jos quiso dejarla.193
188
El silencio frente a Jos contrastara con la actitud de Mara con respecto a Isabel con la que comparte
su alegra y accin de gracias.
189
El hombre justo ante la intervencin de Dios se retira respetuosamente. Es la reaccin de los justos del
Antiguo Testamento: la de Moiss en la teofana del Sina; la de Isaas en la visin de Yahveh en el templo.
Cuando Dios interviene en la historia del hombre, el justo se retira con temor reverencial ante Dios. Esta
interpretacin que presenta San Bernardo como "eco de los Padres" supera el nivel de la moral y se sita en el
plano de la historia de la salvacin.
190
El verbo deigmatisai puede significar: denunciar, exponer a la afrenta, pero significa tambin sacar a
la luz, revelar, hacer visible, manifiesto.
191
192
193
102
mas, Mara" (Lc 1,30). Este "no temas"194 tiene en la Escritura una gran significacin: es la palabra de Dios ante el "santo temor" que experimenta el hombre ante
una revelacin de la presencia de Dios. Es este temor ante la presencia y accin de
Dios en Mara lo que el evangelio supone en Jos. De aqu que el ngel le diga:
"No temas recibir en tu casa a Mara, tu esposa; pues, ciertamente, lo concebido
en ella es obra del Espritu Santo. Dar a luz un hijo, y t le pondrs por nombre
Jess, porque El salvar a su pueblo de sus pecados" (v.20-21).
El ngel revela a Jos su misin en el misterio de Mara y de Cristo: su
misin de esposo de Mara y de padre legal de Jess, a quien como padre "t pondrs el nombre". Aunque no sea su padre carnal, Jos recibe la misin de hacer de
padre a Jess. As, al mismo Jos le queda indicado el sentido y la forma de su
vida ulterior en el servicio del misterio que se ha de cumplir en su casa.
Esto tiene su significacin en el cumplimiento de la historia de la salvacin, como seala Mateo: "Todo esto sucedi para que se cumpliese lo que el Seor haba anunciado por el profeta, que dice: He aqu que una virgen llevar en su
seno y dar a luz un hijo, y le pondrn por nombre Emmanuel, que quiere decir
Dios con nosotros" (v.22-23).195 Mateo se interesa de la misin de Jos y le incluye en la profeca. Y, segn Mateo, ser Jos, y no Mara, quien d el nombre al
nio: "Y l le puso por nombre Jess" (v.25). Jos, acogiendo la voluntad de Dios,
acta como esposo de Mara y como padre legal del Nio-Mesas. A travs de Jos, Jess es el descendiente de David, el Mesas de Israel. San Mateo no olvida
anotar el nombre con que el ngel se dirige a Jos: "Jos, hijo de David" (v.20).
Aqu queda confirmada la maternidad virginal de Mara, en la que Mateo valindose de la versin griega de los LXX que traduce 'almah por parthenos- ve
cumplida la profeca: "Ved que la Virgen concebir y dar a luz un hijo, y le pondrn por nombre Emmanuel" (Is 7,14; Mt 1,23). Mientras subraya el cumplimiento de la esperanza mesinica en Jess, pone de manifiesto el alumbramiento prodigioso de Mara de aquel que es Emmanuel, el Dios-con-nosotros. La virginidad
de Mara a los ojos de Mateo y de la tradicin cristiana es vista en relacin a Cristo. Cristo no es fruto de un amor humano, sino del Espritu Santo. En Mara el
protagonista es el Seor y la virginidad es la expresin de esta primaca. Cristo no
surge del semen humano o del amor que une a Mara con Jos, sino del amor de
Dios.
El relato de Mateo nos muestra, finalmente, cul debe ser la manera cristiana de acoger con espritu de fe el misterio de la concepcin virginal de Mara.
En Jos, el esposo de Mara, hallamos la actitud de fe, humildad y respeto con que
acoger este misterio de la accin de Dios en Mara: "Jos hizo lo que el ngel del
Seor le haba mandado: recibi a su esposa y, sin tener relaciones conyugales,
ella dio a luz un hijo, al que Jos puso por nombre Jess" (Mt 1,24-25).
b) La presentacin: ofrenda del Hijo
194
195
Mateo modifica la cita del profeta, cambiando el singular en plural. En vez de "ella le pondr por nombre" (Is 7,14), dice: "le pondrn por nombre".
103
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Ana parece la viuda que describe Pablo: "La viuda pone su esperanza en Dios y se consagra a la oracin da y noche" (1Tim 5,5;Lc 2,37-38).
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105
2,35). Aquella que ha sido presentada con Jos como fiel observante de la ley de
los padres est tambin ligada al drama del rechazo de su pueblo. En realidad Lucas no se ha fijado en la ceremonia de la purificacin de la madre. Slo nos ha narrado la presentacin de Jess, la ofrenda de Jess a Dios. Esta ser la purificacin
de la fe de Mara a lo largo de toda su vida. La ley no prescriba que se llevase al
Templo al primognito; el rescate se poda hacer sin necesidad de presentarlo. Al
llevar a Jess al templo, Mara manifiesta su fe en que su Hijo es propiedad del
Seor, como Ana lo pens respecto a su hijo Samuel, que "lo ofreci a Yahveh
para todos los das de su vida, diciendo: es un consagrado a Yahveh" (1Sam 1,28).
El evangelio de Lucas no habla de la presencia de Mara al pie de la cruz.
Pero en su evangelio, la cruz se dibuja ante ella desde el comienzo. La maternidad
de Mara est marcada por el signo pascual, pues su Hijo no poda llegar sino por
la muerte al pleno nacimiento filial (Rom 1,3). En Israel, todo primognito pertenece a Yahveh; los padres deben rescatarlo para que sea su hijo (Ex 13,2.12).
Ahora bien, Jess es llevado al templo, no para ser rescatado, sino "para ser presentado al Seor" (Lc 2,22), pues ya haba anunciado el ngel que "el nio que
nacer ser santo" (Lc 1,35), consagrado al Seor para siempre. El arrebatamiento
junto a Dios (Ap 12,5) comienza desde el nacimiento, para acabar un da en una
separacin total. Tal es el nacimiento completo de Jess, hasta all se extiende la
relacin materna de Mara con El. San Bernardo comenta:
El amor de Cristo es como una flecha elegida, que no slo hiri el alma de Mara, sino
que la traspas, para que en su seno virginal no quedara ni una pequea parte vaca del
amor y, as, ella amase a Dios con toda su persona y fuera realmente llena de gracia. La
traspas para llegar hasta nosotros y que todos nosotros participramos de su amor y, as,
ella se convirtiera en la madre de aquel amor del que Dios es Padre.199
Por eso los vnculos humanos entre el Hijo y la madre se van aflojando
continuamente: "No sabais que yo debo ocuparme de las cosas de mi Padre?"
(Lc 2,49). En torno a Jess se va formando una nueva familia, unida a l por los
lazos de la fe: "Mi madre y mis hermanos son los que oyen la palabra de Dios y la
cumplen" (Lc 11,27). La fe prevalece sobre la carne. A los ojos de Mara, los rasgos de Jess van adquiriendo los rasgos del Cristo de Dios. Es el Padre quien atrae
a s a su Hijo, quien se lo arrebata a la madre. Juan desde el comienzo de su evangelio anuncia ya la "hora" suprema: "A ti y m qu? Mi hora todava no ha llegado" (Jn 2,4). La hora de Jess, la de su pascua, es tambin la de la Iglesia en su
paso de la antigua a la nueva alianza. Jess cumple en Can el primero de sus signos, que son todos anuncios de "su hora". Y "la madre de Jess estaba all" (Jn
2,1). Mara no es llamada por su nombre: es la madre de Jess, a la que Jess llama con un nombre inusual: Mujer! Los dos trminos convienen a Mara: ella es
la mujer-madre, el smbolo de la nacin de la alianza.
La espada evoca en el lenguaje bblico la palabra de Dios. 200 Esta palabra
est presente ahora. Los mismos poemas del Siervo, con los que Simen describe
a Jess como luz de las naciones y gloria de Israel (Is 42,6;49,6), afirman: "Convirti mi boca en espada afilada" (Is 49,2). La "espada" que atravesar el corazn
de Mara ser, pues, la Palabra de Dios, que se hace presente en su Hijo Jess: lo
199
200
106
mismo que Israel, tambin Mara tendr que enfrentarse con esta palabra; no se le
ahorrar el esfuerzo de creer (Lc 2,48-51), puesto que tendr que guardar y meditar hechos y palabras que no siempre entiende. Pero a diferencia de muchos en
Israel, Mara, como expresin del Israel fiel, perseverar en la fe hasta el fin, hasta
el momento de la cruz.
Como la vida de Cristo, segn el evangelio de Lucas, fue una lenta y decidida "subida a Jerusaln" (Lc 9,31), la de Mara fue igualmente un acompaar a
Jess en su camino hasta la cruz. Ya las palabras de Simen: "Una espada atravesar tu alma", que Mara, sin duda, guard en su corazn, fueron un preludio de su
misin: "estar con Jess junto a la cruz". Juan Pablo II, en la Redemptoris mater,
aplica a Mara la palabra de la knosis, que Pablo ha aplicado a Cristo (Flp 2,6-7):
"Mediante la fe, Mara est perfectamente unida a Cristo en su despojamiento. Es
esta tal vez la ms profunda knosis de la fe en la historia de la humanidad" (RM
18). Esta knosis se consum bajo la cruz, pero comenz mucho antes, en Nazaret
y a lo largo de toda la vida pblica de Jess, en esa "peregrinacin de la fe":
No es difcil notar una particular fatiga del corazn, unida a una especie de "noche de la
fe" -usando una expresin de san Juan de la Cruz-, como un velo a travs del cual hay que
acercarse al Invisible y vivir en intimidad con el misterio.201 Pues de este modo Mara,
durante muchos aos, permaneci en intimidad con el misterio de su Hijo, y avanzaba
en su itinerario de la fe (RM 17).
En lugar de hablar de los "privilegios" de Mara, el Vaticano II nos presenta a Mara siguiendo las huellas de su Hijo, asociada a El. Y Cristo, aunque no
tuvo pecado alguno, experiment por nosotros la fatiga, el dolor, la angustia, las
tentaciones y la muerte, todas las consecuencias del pecado. Mara, como Cristo,
siendo su Madre, aprendi lo que es la obediencia con el sufrimiento, de modo
que podemos decir que tenemos una madre que puede comprender nuestras enfermedades, nuestra fatiga, nuestras tentaciones, habiendo sido ella probada en
todas esas cosas, semejante en todo a nosotros, excepto el pecado (Heb 4,15;5,8).
Ella es la Virgen, Hija de Sin, que cumpliendo la ley, te present en el templo a su Hijo,
gloria de tu pueblo Israel y luz de todas las naciones. Ella es la Virgen, puesta al servicio
de la obra de la salvacin, que te ofrece al Cordero sin mancha, que ser inmolado por
nuestra salvacin en el ara de la cruz. As, Seor, por tu designio, el mismo amor asocia
al Hijo y a la Madre; los une el mismo dolor y los impulsa la misma voluntad de agradarte.202
SAN JUAN DE LA CRUZ, Subida del Monte Carmelo L.II, cap. 3,4-6.
202
203
107
Cfr. el paralelismo con la revelacin de Dios a Moiss: Ex 3-4; 33,18-34; o a Elas: 1Re 19.
108
109
mientos van siendo penetrados por el esplendor de esa palabra (Lc 2,35), que es
luz que ilumina a las gentes (Lc 2,32). Es la figura del verdadero discpulo, que
asiente a la iniciativa de Dios, dejndose plasmar por El. La Iglesia naciente se
mira en ella como en un espejo para descubrir su verdadero rostro. Y as nos la
ofrece a nosotros hoy.
e) Junto a la cruz estaba su madre
Lleg el da en que el nio iba a nacer, para ser llevado junto a Dios: "Estaba encinta y gritaba con los dolores del parto..., dio a luz a un hijo varn... El
hijo fue arrebatado hacia Dios y a su trono" (Ap 12,2.5). Se saba que los tiempos
mesinicos naceran en medio de dolores de parto. Estas tribulaciones han atravesado los siglos; desde los comienzos, la mujer encinta grita en sus dolores. El
Apocalipsis une el nacimiento doloroso y la glorificacin junto a Dios del hijo
varn que da a luz la mujer.
Es sobre el hijo sobre quien han cado los dolores de parto de los ltimos
tiempos: "No era necesario que Cristo sufriera todo esto para entrar en su gloria?" (Lc 24,26). Pero en el Apocalipsis son los dolores de la madre los que simbolizan las pruebas mesinicas, pues la comunidad es inseparable del hijo que lleva en su carne. Esta comparte los dolores a travs de los cuales el nio nace hasta
estar junto a Dios (Jn 16,21).
Jess es el punto de unin entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, el final
de uno y el principio del otro. El es el paso del uno al otro: su "carne es el gozne
de la salvacin".206 Pasa de la carne al Espritu y arrastra a la Iglesia en esta pascua. Durante su vida terrena, Jess, "nacido de mujer, bajo la ley" (Gl 4,4), perteneca en alguna medida a la primera alianza; estaba reducido a "la condicin de
siervo", en la que su misterio filial se encontraba oculto, "hecho en todo semejante
a los hombres" (Flp 2,7). Tena todava que "ir hacia el Padre" (Jn 13,1), al que
estaba, sin embargo, unido en lo profundo de su ser (Jn 10,30). Es as como pertenece en su carne a un pueblo que viva "segn la carne", aun estando destinado a
la filiacin (Gl 4,1-3). Pero en la cruz, Jess muere a la carne, a la ley (Gl 2,19)
y, desde entonces, vive en su Padre (Rom 6,10), en el Espritu Santo: "Nacido de
la estirpe de David segn la carne, constituido Hijo de Dios en poder segn el Espritu de santificacin por su resurreccin de la muerte" (Rom 1,3), cuando "el
Hijo fue arrebatado hacia Dios y a su trono" (Ap 12,5). Tal es la obra de la salvacin: "A travs de la cortina, es decir, de su propia carne desgarrada, Jess entr
de una vez para siempre en el Santuario, adquirindonos una liberacin eterna"
(Heb 9,12;10,20).
Durante la primera alianza, "la mujer" haba sido madre de Cristo segn la
carne. Pero, por la cruz, Cristo sube de la carne al Espritu. A su muerte, el velo
del templo se desgarra, la primera alianza expira con l: "vuestra casa queda desierta" (Mt 23,38). Pero "este templo", Jess lo reedifica: "El hablaba del templo
de su cuerpo resucitado" (Jn 2,21). Entre uno y otro templo, entre una y otra alianza, hay ruptura y continuidad: el templo es destruido, pero este templo yo lo levantar renovado. La Iglesia de Dios se rene en este templo reconstruido. En
206
110
otro tiempo madre segn la carne, la Iglesia pasa a ser compaera en la pascua de
Jess; como una esposa que formara un cuerpo con l, se duerme con l en su
muerte y se despierta con l en su resurreccin.207
"En pie junto a la cruz de Jess estaba su madre" (Jn 19,25). En torno a la
cruz, en la persona de Mara, la hija de Sin, est Israel. Con Mara, los patriarcas,
los profetas y todos los justos de Israel pasan a la nueva alianza. Y en Mara, la
Iglesia celebra el cumplimiento del misterio pascual de Cristo en su forma plena,
semejante a la del Seor resucitado, puesto que ella realiz en cuerpo y alma el
"paso" pascual de la muerte a la vida. "Las fiestas marianas son una manera de
hacer presente el misterio pascual, del que se celebra el xito total en un miembro
eminente de la Iglesia".208
207
208
T. FEDERICI, Anno liturgico, en Diccionario del concilio Vaticano II, Roma 1969, p.605-606.
111
112
210
A. FEULLET, L'heure de Jsus et le signe de Cana, tudes johanniques, Descl de Brouwer 1962,
p.11-13.
211
113
Como esposo designar a Cristo, un poco despus, Juan Bautista, el "amigo del Esposo", que "se alegra grandemente" porque "ha odo la voz del Esposo"
(Jn 3,29-30). Cristo es el verdadero Esposo de la Nueva Alianza, que nos da el
"vino bueno", el "vino de las bodas". Como Yahveh con Israel en el pasado, Jess
concluye con su pueblo la Nueva Alianza. El milagro que realiza es el signo con
el que se manifiesta como Esposo divino del nuevo pueblo de Dios, con el que
quiere establecer una alianza nueva y definitiva, una alianza que llegar a su pleno
cumplimiento en el misterio pascual, cuando la selle con su sangre. Tambin all
estar presente Mara. Como escribe San Efrn: "El esposo terrestre de Can invit al Esposo celeste. Y el Seor, pronto a desposarse, vino a las bodas. Pero El, a
su vez, nos ha invitado a nosotros, lo mismo que El y los discpulos haban sido
212
El relato est cargado de palabras significativas: diconos, hora, esposo, agua para las purificaciones, vino, comienzo, signo, gloria, creer, discpulos...
213
114
En Can "el Esposo de aquellas bodas era figura de Jesucristo en persona".214 Entonces, si Jess es el Esposo, quin es la Esposa en estas bodas simblicas? Israel, concretizado en "la excelsa hija Sin" (LG 55), Mara. "Ella, desde
el principio, se halla tan ntimamente presente y vinculada a estas bodas, que el
milagro que aqu se realiza se reduce, en realidad, a la colaboracin de estas dos
personas: Jess y la madre de Jess".215 "En sus gestos y en su dilogo, la Virgen
Mara y Cristo transcienden ampliamente el plano humano y material de aquella
fiesta, suplantan a los jvenes esposos de Can, para venir a ser el Esposo y la
Esposa espirituales del banquete mesinico".216 "Si en la densidad del smbolo
Jess es el Esposo del nuevo pueblo de Dios, Mara aparece como la figura esponsal de la mujer, la virgen Israel, la Iglesia virgen y madre, en el pacto nupcial, que es la nueva y eterna alianza".217
Mara, la Mujer, se comporta como estrecha "colaboradora" de Jess en
la preparacin del "vino bueno", signo de las bodas mesinicas. "En su calidad
de Esposa de Cristo, Mara es la primera colaboradora de Cristo. En cuanto Esposa de Cristo, se hace verdaderamente una ayuda semejante a El (Gn 2,18). En
Can, ella le ayuda a preparar el vino, a aderezar la mesa del banquete y dirige
el servicio de la casa (Pr 9,1-5). Ya en la hora en que se realiza el signo, Juan
nos muestra a la Virgen-Esposa integrada de la manera ms profunda en el plan
redentor".218 Mara es quien dice a los servidores: "Haced lo que El os diga". Esto significa que ella les impulsa a adoptar la verdadera actitud de alianza: la
obediencia a Dios en Cristo. No por causalidad son llamados "servidores", que
hace referencia a los verdaderos "discpulos" de Jess.
b) No tienen vino
En el Antiguo Testamento Yahveh manifiesta su gloria a travs de las
"grandes obras", los "prodigios", las "maravillas" que realiza en la creacin y en la
historia de su pueblo.219 Igualmente, Jess manifiesta su gloria con los signos que
realiza. El primer signo de Can es el inicio de la revelacin del misterio de su
persona. Jess comienza revelndose como el Esposo divino de las bodas mesinicas, las bodas de la Nueva Alianza. El "vino bueno" es el primer signo y el prototipo de los dems signos que realizar Jess, encaminados siempre a "manifes214
215
216
217
218
219
115
tar su gloria" y a suscitar la fe en El. Es tambin el preludio del signo del "tercer
da" de su muerte-resurreccin, sello definitivo de su obra redentora: "Jess
realiz en presencia de los discpulos otros muchos signos. Estos, -concluir Juan
al final del Evangelio-, han sido escritos para que creis que Jess es el Cristo, el
Hijo de Dios y, para que creyendo, tengis vida en su nombre" (Jn 20,30-31).
El signo del agua convertida en vino es el comienzo de los tiempos mesinicos, el inicio de la nueva alianza. "Hasta ahora" no se haba dado el "vino
bueno". "Ahora" es sacado, han llegado los tiempos mesinicos, aunque slo sea
como comienzo, anticipo de la verdadera hora, la de la cruz, en la que Cristo ser
glorificado. Pero ya aqu "Jess manifest su gloria y los discpulos creyeron en
El".
El banquete nupcial es un smbolo mesinico (Mt 22,1-14) y el Mesas es
presentado como el Esposo de su pueblo (Is 54,4-8; 62,4-5;Ap 19,9). Y la abundancia del vino, "que alegra el corazn del hombre" (Sal 104,15), es igualmente
smbolo de la era mesinica (Am 9,13-14;Os 14,7;Jr 31,12). La era mesinica se
caracterizar porque "Yahveh preparar para todos los pueblos, sobre este monte, un banquete de manjares frescos y de vinos excelentes, de vinos depurados" (Is
25,6). Cristo es el "vino bueno" y "ltimo", es decir, el Mesas enviado por el Padre. Y Mara, la "mujer", es quien nos presenta a Cristo.
En la Escritura, la promesa del vino es con frecuencia el anuncio y el
smbolo de la nueva alianza; el vino es uno de los elementos importantes del festn mesinico.220 En el Cantar de los Cantares es frecuente la referencia al vino
para celebrar la unin del esposo y la esposa. 221 Y en el evangelio de Mateo, Jess habla explcitamente del vino de la Nueva Alianza: "Nadie echa vino nuevo en
odres viejos; de otro modo se romperan los odres, el vino se derramara y los
odres se perderan; sino que se echa el vino nuevo en odres nuevos, y as el uno y
los otros se preservan" (Mt 9,17). En forma de banquete de bodas es prometida la
salvacin final de Dios: "Alegrmonos y regocijmonos y dmosle gloria, porque
han llegado las bodas del Cordero, y su Esposa se ha engalanado de lino deslumbrante... Dichosos los invitados al banquete de bodas del Cordero" (Ap 19,7-9).
Pero ya en la literatura sapiencial aparece la relacin entre el vino y la Sabidura. La Sabidura ha organizado un banquete e invitado a las gentes a beber el
vino que ella ha preparado.222 Y en el Targm y en los escritos rabnicos, "el vino
es uno de los smbolos preferidos de la Tor".223
En la narracin de las bodas de Can el vino tiene una importancia singular. Se le nombra cinco veces (v. 3.5.10). Su abundancia es significativa: seis
tinajas llenas hasta el borde. Y es el "vino bueno", muy superior al anterior.
220
221
222
223
A. SERRA, Contributi dell'antica letteratura giudaica per l'essegesi di Gv 2,1-12 e 19,25-27, Roma
1977. En el Targum sobre Cant 8,1-2 se lee: "En aquel tiempo, se manifestar el Rey-Mesas a la asamblea
de Israel, y los hijos de Israel le dirn: Ven, s nuestro hermano, subamos a Jerusaln y gustaremos contigo
las palabras de la Ley; contigo beberemos el vino aejo".
116
Cul es su significado dentro del primer signo de Jess? Los Padres han visto en
el "agua de las purificaciones" una figura de la Ley, que Jess transforma en la
gracia del Evangelio.224 La purificacin mediante la Ley de Moiss ha terminado;
ahora ser fruto del Evangelio, de la Palabra de Cristo (Jn 15,3).
El vino nuevo de las bodas de Can es el vino mesinico que El ha guardado hasta ahora, vino que procede del agua de las tinajas destinadas a la "purificacin" de los judos. Estas tinajas estaban llenas del agua ritual de la Ley de
Moiss. Jess transforma el agua de la Ley antigua en el vino de la Ley nueva:
"Si la Ley fue dada por mediacin de Moiss, la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo" (Jn 1,17). Esta palabra del captulo primero se hace relato en
el segundo. La Ley nueva, Ley de gracia y verdad, nos es dada por Jesucristo, en
la "manifestacin" que El hace de s mismo. Como dice San Agustn: "Cristo ha
reservado hasta ahora el vino bueno, es decir, su Evangelio". 225 As lo interpret
la tradicin monstica y litrgica de la Edad Media:
En lo que se refiere al milagro de Can, el simbolismo es tan rico como simple: Jess
convierte el agua de la letra en el vino del espritu. Habindola heredado de la Ley antigua, la transforma en la gracia del Evangelio... De entre los smbolos que el Evangelio
nos ofrece, es ste el ms utilizado en la literatura exegtica y en la liturgia. 226
Mara, la hija de Sin, recoge la profeca que compara a Israel con una via pisoteada y convertida en erial, en la que "ya no hay vino",- "se lamentan en las
calles por el vino", "desapareci toda alegra, emigr el alborozo de la tierra" (Is
5,1-7;24,7-13)- y se lo hace presente a su Hijo. Y Jess, el Esposo, cambia el agua
en vino y "en abundancia". Para esto ha venido Jess: "para que tengan vida y en
abundancia": seis tinajas de dos o tres metretas, que equivalan a unos seiscientos
litros. An hoy nosotros estamos bebiendo de aquel vino! Con Cristo llega la
abundancia y la alegra de las bodas de Dios con los hombres, anunciada por los
profetas.227 Mandando llenar las tinajas hasta el borde Jess expresa su deseo de
colmar los corazones de su alegra: "Os he dicho esto para que mi alegra est en
vosotros y que vuestra alegra se vea colmada" (Jn 15,11).
La gloria pascual comienza a despuntar, la fe pascual comienza a nacer:
"As Jess comenz sus signos, manifest su gloria y sus discpulos creyeron en
El" (Jn 2,11). Can es la primera etapa hacia la hora, en la que el pueblo de la
primera alianza pasar a la alianza nueva en el Espritu Santo. A esta "mujer",
presente en el primer signo de Jess, Juan la vuelve a encontrar al pie de la cruz:
"En pie, junto a la cruz de Jess, estaba su madre" (Jn 19,25). En pie, "la Iglesia
224
El vino en el Antiguo Testamento es smbolo de la era mesinica por su abundancia (Am 9,13;Jl 2,1926;Jr 31,12); por su cualidad (Os 14,8;Is 25,6;Zac 9,17); por su gratuidad (Is 55,1). El simbolismo del vino
est unido al de las bodas de Dios con su pueblo (Os 2,21-24;Is 62,5-8;Jr 31,8-10.31-37;Cant
1,2.4;2,4;4,10;5,1;7,3.10;8,2). El targm an es ms explcito en este simbolismo. Y el Nuevo Testamento
sigue uniendo el smbolo del vino con el Reino de Dios y la Nueva Alianza (Mc 14,25;Lc 22,20;1Cor 11,25...
Jess es el Esposo de las bodas mesinicas, que ofrece el "vino bueno" del Evangelio (Mt 9,14-17;Mc 2,1822;Lc 5,33-39). Cfr. ms textos comentados en A. SERRA, o.c.
225
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117
vertical",228 paralela a la cruz del Hijo, est unida a El en la subida hacia el Padre, a travs de la muerte.
En conclusin, el "vino bueno" de Can, "conservado hasta ahora" (v.10),
es smbolo de los tiempos mesinicos, inaugurados con el primer signo de Jesucristo, que se proyecta a su consumacin en la Cruz, cuando llegue realmente la
"hora" de Jess. "En aquel da" los discpulos conocern que Jess es igual que
el Padre en la divinidad, es decir, "que estoy en el Padre y vosotros en m" (Jn
14,20). Aquel da ser el da de la alianza nueva de Dios con los hombres, continuacin y superacin de la antigua alianza.
c) Haced lo que El os diga
Mientras Mara hace presente a Jess la falta del vino material, Jess habla
de otra realidad, habla de "su hora". Seguramente que Mara, como le sucedi en
el templo (Lc 2,48-50), no entendi a qu se refera. Pero Mara acepta la voluntad
del Hijo y se pone a su disposicin, invitando a los sirvientes a hacer lo mismo:
"Cuanto El os diga, hacedlo". Mara no sabe an lo que El har, ni qu suceder,
pero invita a ponerse a disposicin de El.
En Mara, la Mujer-Israel, resuena la esperanza del pueblo elegido. Ella
recoge la fe de Israel y se abre al signo inaudito que el Hijo ha venido a realizar,
superando con el "vino bueno" y abundante todas las expectativas de la antigua
alianza. Y, con ella, invita a los "sirvientes" a asumir la misma actitud, propia de
la alianza: la docilidad plena a la voluntad de Dios. Ella se abre al paso de la antigua a la nueva alianza e invita a Israel a ser Iglesia, a pasar de la ley al evangelio:
"Haced lo que El os diga" (2,5).
Esta frmula se repite en el Antiguo Testamento en relacin con la alianza.
Israel, en respuesta a las promesas que Dios le ha hecho, promete obediencia a
Dios. As aparece en la conclusin de la alianza en el Sina (Ex 19,8; 24,3-7;Dt
5,27) y, ms tarde, en la renovacin de la alianza (Jos 24,24;Esd 10,12;Neh 5,12):
"Nosotros haremos todo cuanto nos ha dicho Yahveh". A lo largo de la historia,
Israel, Esposa del Seor, har memoria continua de su "s" en la falda del Sina.
Guardando en su corazn el eco de aquel momento, saborea la frescura de su primer amor. Las palabras de Mara -las ltimas palabras de Mara que recogen los
evangelios- son la profesin de fe de Mara, la Mujer Sin, como lo hizo toda la
comunidad del pueblo elegido en el Sina, acogiendo la alianza con Dios. 229 Lo
que Mara pide a todos los servidores respecto a Jess es que adopten la actitud
de la alianza, la aceptacin plena de su palabra, de la voluntad de Dios. As ella
mueve a los discpulos a creer en El (2,11).230
228
P. CLAUDEL en su poema Stabat Mater escribe: "Al pie del rbol triunfal,\ he aqu a la Iglesia vertical\ que mira a su primognito.
229
Ya en el fiat de la anunciacin hay una alusin al fiat pronunciado por Israel al aceptar la alianza en
el Sina. Y al final del encuentro con el ngel, ste "parti de ella", como Moiss que "volvi a referir al
Seor las palabras del pueblo" (Ex 19,8).
230
Cfr. JUAN PABLO II, El fiat de Mara cumplimiento del fiat de Israel en el Sina, en el Angelus del 37-1983.
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233
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121
miembro excelentsimo y enteramente singular de la Iglesia y como tipo y ejemplo acabadsimo de la misma en la fe y en la caridad" (LG 53). En frase de K.
Rahner: "Mara es la realizacin concreta del cristiano perfecto. Si el cristianismo,
en su forma acabada, es la pura recepcin de la salvacin del Dios eterno y trinitario que aparece en Jesucristo, entonces es Mara el cristiano perfecto, puesto que
ella ha recibido en la fe del Espritu y en su bendito seno -por tanto en cuerpo y
alma y con todas las fuerzas de su ser- la Palabra eterna del Padre".234
El evangelio de Marcos slo presenta dos textos en relacin a Mara:
Llegaron su madre y sus hermanos, y quedndose fuera, lo mandaron llamar. La gente estaba a su alrededor, y le dijeron: Oye!, tu madre, tus hermanos y tus hermanas estn fuera y te buscan. El les responde: Quines son mi madre y mis hermanos? Y, mirando en
torno a los que estaban sentados a su alrededor, dice: Estos son mi madre y mis hermanos. Quien cumple la voluntad de Dios, se es mi hermano, mi hermana y mi madre
(3,31-35).
234
235
En el texto paralelo de Mateo (13,53-58), Jess es llamado "el hijo de Jos", subrayando su ascendencia davdica, como hace siempre Mateo.
122
Mara sabe que lo ha concebido y dado a luz sin conocer varn, por obra del Espritu Santo... Pero no es difcil notar una particular fatiga del corazn, unida a una especie de noche de la fe..., avanzando en su itinerario de fe... Por medio de esta fe, Mara est unida
perfectamente a Cristo en su knosis... Es sta tal vez la ms profunda knosis de la fe en
la historia de la humanidad... Jess es realmente 'signo de contradiccin' y, por ello, a
"ella misma una espada la atravesar el corazn" (RM 17-18).
Las palabras que Jess destina a su madre nos delinean el perfil interior de
Mara, la primera creyente. Jess parece que aleja a su madre de El, pero lo que
quiere es mostrar cmo se realiza la verdadera intimidad con El: "cumpliendo la
voluntad de Dios". Y Mara es la que, desde el da en que acept ser la madre de
Cristo hasta la hora de la cruz, se ha mostrado fiel cumplidora de esa voluntad,
como "sierva del Seor". La Virgen es presentada en la liturgia bizantina como la
inocente Cordera que sigue al Cordero de Dios: "La cordera Mara, viendo al propio Hijo conducido al matadero, lo segua".236
El testimonio de la Escritura nos muestra cmo Mara supo aceptar y vivir
su relacin con Cristo en la fe. Creyendo en Cristo, entra en la comunidad de los
discpulos, unida a ellos en el seguimiento de Cristo, fiel ms que ellos en la hora
de la cruz, es testigo con ellos de la experiencia del Espritu Santo. Mara aparece en el evangelio "no como una madre celosamente replegada sobre su propio
Hijo divino, sino como una mujer que con su accin favoreci la fe de la comunidad apostlica en Cristo (Jn 2,1-12) y cuya funcin maternal se dilat asumiendo
en el calvario dimensiones universales" (MC 37). Se puede decir que "si por medio de la fe Mara se ha convertido en madre del Hijo que le ha sido dado por el
Padre con el poder del Espritu Santo, conservando ntegra su virginidad, en la
misma fe ha descubierto y acogido la otra dimensin de la maternidad, revelada
por Jess durante su misin mesinica" (RM 20). A partir de su concreta e intensa relacin de madre, Mara fue avanzando en la fe hasta participar, con su amor
de madre, en la misin universal de su Hijo.
La fe de Mara es al mismo tiempo vinculacin a su Hijo y distancia. Jess, en la medida que avanza en su camino, se aleja de su madre. Mara ve que
Jess, su Hijo, vive del misterio de Dios, su Padre, distancindose de ella. Jess
va saliendo de su familia como mbito de su existencia para vivir desde su Padre,
entregado a la misin encomendada, cuyo punto culminante ser la "hora" de la
glorificacin en la cruz. Este es el tiempo del distanciamiento, pero tambin de la
vinculacin de Mara a la obra salvadora de su Hijo. Mara "con la fatiga del
corazn" avanza en la fe, aceptando y asocindose a la misin de su Hijo. "No sin
designio divino" (LG 58) se hallar presente "junto a la cruz de Jess" (Jn 19,25).
El fiat de la Anunciacin, mantenido en fidelidad y silencio, llega en la cruz a su
manifestacin plena. All es proclamada por Cristo la fecundidad de su fe. Si por
su fe "Abraham recibi una gran descendencia", por su fe, en la hora de la cruz,
Mara recibi como hijos a todos los redimidos por su Hijo. Con fidelidad, Mara
ha acompaado el despliegue de la obra salvfica del Hijo. Si con su consentimiento particip en el inicio de la salvacin, su presencia junto a la cruz es la
consumacin de su condicin de Madre del Salvador. De aqu brota su solicitud
constante por los que en la "hora" de Jess ha recibido como hijos. Mara crey
el anuncio del ngel y concibi al Salvador; en la fe acompa los pasos de Je236
123
ss. En la fe particip en la realizacin de la salvacin y, como Madre del Salvador, acompaa maternalmente el camino de los hombres, por quien su Hijo entreg su vida.
Si Mara hubiera sido solamente la madre fsica del Seor, no la podramos llamar "bendita entre las mujeres". El Seor mismo rechaza secamente esta
opinin. Pero Mara, escuchando la palabra y guardndola en su corazn, se
convirti en verdadera Madre de Cristo. En esto Mara se une a la Iglesia y se
hace el "tipo excelso de la Iglesia", en cuanto Virgen, Esposa y Madre. La maternidad fsica fue un privilegio singular de Mara. Pero ms importante, fundamento de dicha maternidad fsica, es su maternidad en la fe. Y esta la comparte con
toda la Iglesia. En efecto toda la Iglesia es la virgen esposa de Cristo, prometida
y desposada con El. De este modo, toda la Iglesia vive para formar a Cristo en
ella, hacindose madre de Cristo.
Miembro de la Iglesia, la Virgen es al mismo tiempo su imagen y modelo,
precisamente a partir de su condicin virginal de "perfecta adoradora": "Tal es
Mara. Tal es tambin la Iglesia nuestra madre: la perfecta adoradora. Aqu est
la cumbre ms alta de la analoga que hay entre ambas".237 En la Virgen Mara,
como en la virgen Iglesia, la virginidad consiste ante todo en guardar pura la fe,
que las hace acogedoras del misterio divino de Jess, y vivir plenamente su obediencia creyente al Dios vivo y santo. Como dice San Agustn en una homila de
navidad: "Hoy la santa virgen Iglesia celebra el nacimiento virginal. Porque el
Apstol le ha dicho: 'Os he desposado con un hombre para conduciros a Cristo
como virgen pura'. Por qu como virgen pura, sino por la incolumidad de la fe
en la esperanza y en el amor? La virginidad que Cristo quera en el corazn de la
Iglesia, la foment primero en el cuerpo de Mara. La Iglesia no podra ser virgen
si no hubiese encontrado al esposo, a quien deba ser entregada, en el Hijo de la
Virgen".238 Igualmente, el Vaticano II ve en Mara, en su fiat, el icono y arquetipo
de la Iglesia:
En el misterio de la Iglesia, que con razn es tambin llamada madre y virgen, precedi la
santsima Virgen, presentndose de forma eminente y singular como modelo tanto de la
virgen como de la madre... La Iglesia contemplando su profunda santidad e imitando su
caridad y cumpliendo fielmente la voluntad del Padre, se hace tambin madre mediante la
palabra de Dios aceptada con fidelidad... y es igualmente virgen, que guarda pura e ntegramente la fe prometida al Esposo, y, a imitacin de la Madre de su Seor, por la virtud
del Espritu Santo, conserva virginalmente una fe ntegra, una esperanza slida y una caridad sincera (LG 63-64).
124
U. NERI, El Cantar de los Cantares. Antigua interpretacin hebrea, Bilbao 1988. A. SERRA, Maria
de Nazaret. Una fede in cammino, Miln 1993.
125
ciada a vosotros... Como nios recin nacidos, desead la leche espiritual pura, a
fin de que, por ella, crezcis para la salvacin, si es que habis gustado que el
Seor es bueno" (1Pe 1,25-2,3).
En conclusin, quien escucha la palabra de Dios es semejante a un nio
que se alimenta de la leche del seno materno. Jess es fiel a su conviccin de que
la verdadera relacin familiar con El no es la carnal sino la que nace de la acogida en la fe de su palabra. Esto lo dice para todos los que le estn escuchando.
Pero se refiere tambin a su Madre. Ella ha respondido con el fiat a la palabra
de Dios, que conserva en su corazn incluso cuando no la comprende, y "ha credo en el cumplimiento de las palabras del Seor" (Lc 1,45). Mara, como tierra
buena que acoge la semilla, "ha escuchado la Palabra, la ha conservado con corazn bueno y recto y ha dado fruto con perseverancia" (Lc 8,15). "Mara, si fue
dichosa por haber concebido el cuerpo de Cristo, lo fue mucho ms por haber
credo en Cristo. Ningn valor hubiera tenido para ella la maternidad divina, si
no hubiese llevado a Cristo en el corazn".241 Maravilloso fue para Mara haber
amamantado al Hijo de Dios, pero mucho ms maravilloso fue para ella el haberse nutrido de la leche espiritual, que es la palabra de Dios.
La Lumen gentium afirma que "en el decurso de la predicacin de su Hijo, su Madre recibi las palabras con las que, elevando el reino de Dios por encima de los motivos y vnculos de la carne y de la sangre, proclam bienaventurados a los que escuchaban y observaban la palabra de Dios como ella lo haca
fielmente" (LG 58). Y Juan Pablo II comenta este texto, diciendo:
Hallndose al lado del Hijo, bajo un mismo techo y manteniendo fielmente la unin con
su Hijo, avanzaba en la peregrinacin de la fe. Y as sucedi a lo largo de la vida pblica
de Cristo (Mc 3,21.35); de donde, da tras da, se cumpla en ella la bendicin pronunciada por Isabel en la visitacin: Feliz la que ha credo! (RM 17).
Si los discpulos (Mt 12,49) y los que siguen a Jess (Mc 3,34) son llamados por Jess "mi madre y mis hermanos", quiere decir que son invitados a formar
con El, en el Espritu Santo, la familia del Padre que est en los cielos. En esta
familia, las nuevas relaciones, creadas por el Espritu Santo, superan todos los lazos anteriores, fundados en la carne (Mt 7,21). Esto vale para Mara como para
todo discpulo de Cristo. Esta es la cruz personal que Mara debe llevar cada da
para seguir a su Hijo. Fiel a Cristo hasta el momento de su cruz, Mara le sigue
con la cruz de su maternidad divina. A la eleccin singular de Mara corresponde
la singularidad de su cruz. En esa fidelidad, que la mantiene en pie junto a la cruz,
se manifiesta la singular santidad de la Madre. La santidad de la "toda santa" no
consiste nicamente en la ausencia de pecado, sino en su consagracin total a
Dios, con un corazn sin divisin alguna, ntegro para Dios, fiel sierva suya desde
el principio al final.
Jess, que "saba lo que iba a hacer" (Jn 6,6), busca con sus milagros suscitar y elevar, purificando, la fe de sus discpulos. Como en el signo de Can, tipo
de todos los dems, el fin que pretende Jess es "la manifestacin de su gloria",
para que "los discpulos crean en El" (Jn 2,11). No es el milagro en s lo que cuenta. Jess reprochar frecuentemente a quienes slo buscan "signos y prodigios"
241
126
(Jn 4,48), a los que le siguen "no porque han visto signos, sino porque han comido
y se han saciado de pan" (Jn 6,26). Por eso insiste: "Buscad, no el pan que perece,
sino el que da vida eterna, el que el Hijo del hombre os dar" (Jn 6,27).
Jess, partiendo del significado material, pasa a las realidades espirituales,
de las que aquellas son signo: del templo de Jerusaln al templo de su cuerpo (Jn
2,19-22); del nacimiento en el seno materno al renacer del agua y del Espritu (Jn
3,3-5); del agua del pozo de Jacob al agua de la palabra y del Espritu (Jn 4,10ss);
del pan material al pan de la voluntad de Dios (Jn 4,31-34; del sueo del reposo al
sueo de la muerte (Jn 11,11-14)... As Jess se alegra de que "Lzaro haya muerto sin estar El all, para que vosotros creis" (Jn 11,15), pues "si creen, vern la
gloria de Dios" (Jn 11,40). Esta es la pedagoga que usa tambin con su Madre en
el itinerario de su fe. Mara es la primera en el camino de la fe:
A medida que se esclareca ante sus ojos y ante su espritu la misin del Hijo, ella misma
como Madre se abra cada vez ms a aquella novedad de la maternidad, que deba
constituir su papel junto al Hijo... Mara Madre se converta as, en cierto sentido, en la
primera discpula de su Hijo, la primera a la cual pareca decir: Sgueme, antes an de
dirigir esa llamada a los apstoles o a cualquier otra persona (RM 20).
Mara, discpula de su Hijo, es la primera creyente, figura de todo discpulo de Cristo. A travs de ella nos dice Jess: "Mi misma madre, a la que llamis
feliz, lo es porque guarda en su corazn el Verbo de Dios, no porque en ella se
encarn el Verbo para habitar entre nosotros, sino porque ha custodiado dentro de
s ese mismo Verbo por el cual ella misma fue creada, y que luego en ella se hizo
carne".242
A la iniciativa de la gracia de Dios responde la santidad de Mara mediante su obediencia en la fe. "Su santidad es enteramente teologal. Es la perfeccin de la fe, de la esperanza y de la caridad. La esclava del Seor se oculta delante de Aquel que ha reparado en su pequeez. Ella mira su poder y celebra su
misericordia y su fidelidad. Ella se alegra slo en El. Ella es su gloria". 243 La
existencia de Mara es por entero un itinerario de fe, un perseverar en la radicalidad del abandono al Dios vivo, dejndose conducir dcilmente por El en la obediencia a su palabra. Bienaventurada porque crey en el cumplimiento de las palabras del Seor, ella acoge en la fe la revelacin del misterio, en la fe da testimonio de l, celebra las maravillas del Eterno, iniciadas en ella a favor del mundo entero, en la fe medita en el silencio de su corazn, viviendo "escondida con
Cristo en Dios" (Col 3,3), en la fe participa de la vida y muerte de su Hijo, en la
fe vive la experiencia pascual y el comienzo de la Iglesia (RM 12-19).244
c) Mara guardaba estas cosas en su corazn
La Virgen Madre es el modelo del discpulo, oyente profundo y no superficial de la Palabra. Mientras quienes "escuchaban lo que decan los pastores se
quedaban admirados" (Lc 2,18), pero sin que sepamos ya nada de ellos, "Mara,
por su parte, guardaba estas palabras y las meditaba en su corazn" (2,19). Lo
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mismo se repite al final del captulo: "Su Madre guardaba estos recuerdos (palabras, hechos) en su corazn" (Lc 2,51). La repeticin, al final de los relatos de la
infancia, rubrica la continuidad de esta actitud de Mara.
Lo que recibe, Mara lo conserva en su corazn. Ella da vueltas a las cosas,
las compara, las relaciona unas con otras. Ya en el momento del anuncio del ngel, "ella se pregunta qu significa semejante saludo" (Lc 1,29). Lo que pasa es
tan misterioso que le es necesario escrutar incansablemente su sentido y, a fuerza
de sondear su profundidad, su corazn se dilata, a la medida del Espritu, que "lo
sondea todo, hasta las profundidades de Dios" (1Cor 2,10). Las palabras odas,
como los hechos vividos, la sobrepasan. El Hijo, que ha sido su alegra, crece y se
vuelve su tormento: es la espada que le atraviesa el alma. Esta no slo la traspas
de dolor en el momento del Calvario. Durante toda su vida, Mara vive el martirio
de la fe, muriendo a s misma. Hasta el da pascual, en el que la muerte se muda
en resurreccin, en el que no se necesita ya hacer preguntas (Jn 16,23), en el que
la madre puede creer en la alegra luminosa del Espritu, que le "ensea todas las
cosas" (Jn 14,29), Mara camina en la fe, con la "fatiga del corazn".
Desde Pentecosts, Mara no necesita ya conservar todas las cosas en su
corazn. Desde entonces es a Cristo mismo a quien lleva en el corazn. Para Mara valen las palabras dirigidas a los apstoles: "Aquel da vosotros conoceris que
yo estoy en mi Padre, vosotros en m y yo en vosotros" (Jn 14,20). Pablo dice de
s: "Cristo est en m" (Gl 2,20); pero lo afirma tambin de todos los creyentes:
"Cristo en vosotros" (1Cor 1,30). Nacido de Mara por el Espritu Santo, Jess
est de nuevo presente en ella, inefablemente, por el mismo Espritu por el que el
Padre resucita al Hijo en el corazn de los fieles. Como Pablo, y ms que l, ella
puede decir: "Cristo vive en mi".
En conclusin, la fe de Mara establece entre ella y el Hijo una relacin
ms estrecha que la misma maternidad fsica. Ella fue "la primera y la ms perfecta seguidora de Cristo", "que en sus condiciones concretas de vida se adhiri total
y responsablemente a la voluntad de Dios; porque acogi la palabra y la puso en
prctica; porque su accin estuvo animada por la caridad y por el espritu de servicio" (MC 35).
As Mara es la imagen del hombre creado y redimido, que responde en
fidelidad al dilogo con Dios. Mara se presenta realmente en su situacin de creyente ante la llamada de Dios, interpelada por El. En el fiat de Mara, fruto de la
gracia, resplandece la gratuidad creadora de Dios y el asentimiento de la libertad
humana al proyecto divino. El Seor, que elige a Mara y recibe su consentimiento
en la fe, no es el rival del hombre, sino el Dios que nos ha creado por amor y para
el amor. Dios elige y llama gratuitamente, y el hombre, elegido y llamado, responde en la libertad y gratitud con su asentimiento. De esto es figura realizada
Mara. Ella, Virgen fiel, imagen de la acogida del Hijo, es la creyente que en la fe
escucha, acoge, consiente; ella, Madre fecunda, imagen de la paternidad de Dios,
es la que engendra vida, la que en el amor da, ofrece, transmite; ella, Esposa casta,
figura de la nupcialidad del Espritu, es la criatura que en la esperanza une el presente de los hombres con el futuro de la promesa de Dios.
128
F.M. BRAUN, La Mre des fideles. Essai de thologie johannique, Tournai-Paris 1954, p.92.
SAN AMBROSIO, Exposicin del Evangelio de Lucas II,26.
SAN MAXIMO CONFESOR, Comentario del Padrenuestro: PG 90,889.
129
hasta la consumacin de los siglos; y en el conocimiento y en el amor del alma fiel por
los siglos de los siglos.248
ISAAC DE STELLA, Discurso 51: PL 194, 1863.1865. Cfr. Oficio de lecturas del sbado de la II semana de Adviento.
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Desde la cruz Jess ora al Padre con el salmo 22: "Dios mo, Dios mo, por qu me has abandonado?" y, a un cierto punto, sintiendo el abandono del Padre y viendo junto a la cruz a la Madre, dice: "T
eres quien me sac del vientre, me tenas confiado en los pechos de mi madre; desde el seno pas a tus manos, desde el vientre materno T eres mi Dios" (22,10-11).
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Iglesia nueva, de la que se dice: "No sabis que, al quedar unidos a Cristo mediante el bautismo, hemos quedado unidos a su muerte?" (Rom 6,3). En Mara, de
pie junto a la cruz de Jess, el Israel de la primera alianza se transforma en la Iglesia de la nueva alianza. La antigua alianza no queda abolida, sino transformada,
alcanzando su cumplimiento. En Can, las tinajas de agua no fueron vaciadas
primero para hacer sitio al vino. El agua fue transformada en vino. Del mismo
modo la vida terrena de Jess no es negada en la resurreccin. El Resucitado es el
Crucificado. La cruz es para siempre el trono eterno de su realeza. Y Mara no deja de ser la madre de Jess. Despus de la resurreccin del Hijo, "la madre de Jess" est all en medio de los discpulos (He 1,14). Su maternidad se despliega en
nuevas dimensiones.
A Mara se la menciona "junto a la cruz de su Hijo", pero no se la menciona en la resurreccin. En los Evangelios no hay huella de aparicin alguna del Seor a su Madre. Ha vivido Mara slo mitad del misterio pascual de Cristo, que
lo componen la muerte y la resurreccin? Quien habla de Mara junto a la cruz es
el evangelio de Juan. Y qu es lo que representa para Juan la cruz de Cristo? Representa la "hora", la hora en que el Hijo del hombre es glorificado, la hora para la
que ha venido al mundo (Jn 12,23.27;17,1). El momento de la muerte es el momento en que se revela plenamente la gloria de Cristo. En el momento en que en
el templo de Jerusaln se inmolaban los corderos pascuales, Jess est ofrecindose en la cruz como el Cordero pascual, que anula todos los sacrificios, inaugurando con su pascua la nueva alianza. Es el momento en que todo llega a "su cumplimiento".
Para Juan van unidas muerte y resurreccin, cruz y exaltacin: es el triunfo
del amor sobre la muerte. Por ello en las Iglesias del Asa Menor, de las que Juan
fue fundador y gua, celebraban la Pascua el 14 de Nisn, en el aniversario de la
muerte de Cristo, y no en el aniversario de la resurreccin como hacan las dems
Iglesias. Celebrando la muerte de Cristo, celebraban la victoria sobre la muerte.
As, pues, colocando a Mara junto a la cruz de su Hijo, Juan sita a Mara en el
corazn del misterio pascual. Mara, como Juan, ha visto "la gloria de Dios" en el
amor manifestado en la cruz de Cristo. Significa esto que Mara, junto a la cruz
de su Hijo, no ha sufrido? Acaso no sufri Cristo aunque llamara a aquella hora
la hora de su gloria?
Mara avanz en la peregrinacin de la fe y mantuvo fielmente la unin con su Hijo hasta
la cruz, en donde, no sin designio divino, se mantuvo de pie (Jn 19,25), se condoli
vehementemente con su Unignito y se asoci con corazn maternal a su sacrificio, consintiendo con amor en la inmolacin de la vctima engendrada por Ella misma (LG 58).
b) Mujer, he ah a tu hijo
Desde la cruz, "Jess, viendo a su madre y junto a ella al discpulo a quien
amaba, dice a su madre: Mujer, ah tienes a tu hijo. Luego dice al discpulo: Ah
tienes a tu madre. Y desde aquella hora el discpulo la acogi con l" (Jn 19,2627). Jess revela, pues, que su madre es tambin la madre de todos sus discpulos,
hermanos suyos, gracias a su muerte y resurreccin: "Ve donde mis hermanos y
diles: Subo a mi Padre y vuestro Padre" (Jn 20,17; Heb 2,11-12). Desde la cruz
Jess ha entregado su madre a un apstol, ponindola bajo su custodia y, por tanto, la ha entregado a la Iglesia apostlica. Cristo hace a la Iglesia el don precioso
133
de su madre. Con tal don la Iglesia es ya para siempre la esposa "sin mancha ni
arruga", la "inmaculada", como la llama expresamente Pablo (Ef 5,27).
Mara est junto a la cruz como madre. Es la hora de la nueva maternidad.
En Can quiso marcar la hora a Jess. All es ella quien habla a Jess y a los sirvientes. Pero ahora, junto a la cruz, tras haber recorrido el camino de la fe, le llega
realmente la hora, con los dolores del parto y la alegra del alumbramiento (Jn
16,21-23). Y ahora es Jess quien habla y ella escucha: "Mujer, he ah a tu hijo".
Ha recorrido el camino desde la primera maternidad a la nueva maternidad, que
abraza a los discpulos a quienes Jess ama, a sus hermanos, hijos del Padre, "que
escuchan y cumplen la voluntad del Padre" (Mt 12,50).
Mara no es llamada por su nombre, sino "Mujer" y tampoco Juan es llamado por su nombre, sino "el discpulo", es decir, los discpulos amados de Jess.
Estos son entregados a Mara como sus hijos, lo mismo que a ellos es entregada
Mara como madre. Es la palabra de Cristo la que constituye a Mara en madre y a
los discpulos en hijos. Es una maternidad o filiacin que no viene de Mara, de la
carne o de la sangre, sino de la Palabra de Cristo. Es una gracia de Cristo en la
cruz a la Iglesia, que est naciendo de su costado abierto.
Jess, antes de morir en la cruz, revela que su madre, en cuanto "Mujer",
es desde ahora la madre del "discpulo a quien Jess amaba", y que ste, como
representante de todos los discpulos de Jess, desde ahora es hijo de su propia
madre. De este modo revela la nueva dimensin de la maternidad de Mara. Y, al
mismo tiempo, revela que la primera tarea de los discpulos consiste en ser "hijos
de Mara". Esta nueva relacin entre la madre de Jess y sus discpulos es querida
por Jess, expresada en el momento supremo de la cruz. El acontecimiento, como
sucede frecuentemente en Juan, adquiere un valor simblico. Juan presenta las
acciones simblicas personalizadas en personas singulares, que son tipos de una
realidad ms amplia: como el encuentro con Nicodemo, con la samaritana, con
Marta y Mara... Tambin la madre de Jess y el discpulo amado cumplen aqu
una funcin representativa.
En este sentido, Juan jams llama por su nombre al "discpulo a quien Jess amaba" ni a "la madre de Jess", queriendo indicar que no estn nombrados en
calidad de personas singulares, sino como "tipo". Se trata de la condicin de madre o mujer, o de la condicin de discpulo, por quien Jess siente siempre amor.
En el evangelio de Juan "los discpulos" en general son los "amigos" de Jess
(15,13-15). El "discpulo a quien Jess amaba" representa, pues, a los discpulos
de Jess, quienes, como tales discpulos, son acogidos en la comunin de Jess,
hijos de su misma madre. El discpulo de Jess es testigo del misterio de la cruz,
donde es hecho hijo de la madre de Jess, pues es acogido como hermano de Jess
(Jn 20,17). Como escribe M. Thurian: "El discpulo designado como 'aquel a
quien Jess amaba' es, indudablemente, la personificacin del discpulo perfecto,
del verdadero fiel a Cristo, del creyente que ha recibido el Espritu. No se trata
aqu de una afecto especial de Jess por uno de sus apstoles, sino de una personificacin simblica de la fidelidad al Seor".256
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Nos atrevemos a decir que, de todas las Escrituras, los evangelios son las primicias y que,
entre los evangelios, estas primicias corresponden al evangelio de Juan, cuyo sentido nadie logra comprender si no se ha inclinado sobre el pecho de Jess y no ha recibido a Mara por madre de manos de Jess. Y para ser otro Juan, es necesario hacerse tal que, como
Juan, lleguemos a sentirnos designados por Jess como siendo Jess mismo. Porque Mara no tiene ms hijos que Jess. Por tanto, cuando Jess dice a su madre: "he ah a tu hijo" y no "he ah a este hombre, que es tambin hijo tuyo", es como si le dijera: "He ah a
Jess, a quien t has alumbrado". En efecto, quien alcanza la perfeccin "ya no vive l, es
Cristo quien vive en l" (Gl 2,20) y, puesto que Cristo vive en l, de l se dice a Mara:
"He ah a tu hijo", Cristo.258
San Ambrosio nos dice: "Que Cristo, desde lo alto de la cruz, pueda decir
tambin a cada uno de vosotros: he ah a tu madre. Que pueda decir tambin a la
Iglesia: he ah a tu hijo. Comenzaris a ser hijos de la Iglesia cuando veis a Cristo
triunfante en la Cruz".259 El discpulo, en cuanto dirige la mirada al costado
abierto de Jess, guiado por la mirada de Mara, es transformado en hombre
nuevo, se hace hijo de Mara e hijo de la Iglesia, es decir, cristiano. La Lumen
gentium, colocando a Mara en la historia de la salvacin y en el misterio de
Cristo y de la Iglesia, ha formulado as la doctrina tradicional de Mara, madre
de los cristianos:
La bienaventurada Virgen, predestinada desde toda la eternidad cual Madre de Dios junto
con la encarnacin del Verbo por designio de la divina providencia, fue en la tierra la esclarecida Madre del divino Redentor y en forma singular colaboradora entre todas las
criaturas y la humilde esclava del Seor. Concibiendo a Cristo, engendrndolo, alimentndolo, presentndolo en el templo al Padre, padeciendo con su Hijo mientras El mora
en la cruz, cooper en forma del todo singular, por la obediencia, la fe, la esperanza y la
encendida caridad, en la restauracin de la vida sobrenatural de las almas. Por tal motivo
es nuestra Madre en orden a la gracia" (LG 61).
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sima Madre de la Iglesia, es decir, de todo el pueblo de Dios, tanto de los fieles
como de los pastores, que la llaman madre amantsima".260
Mara permanece madre por siempre. El sello materno que el Espritu ha
impreso en ella es indeleble. Tal es para siempre la identidad de Mara:
Theotkos es su nombre. Ha quedado para siempre consagrada al misterio de su
Hijo, al servicio de la concepcin santa del Hijo en el mundo. Por eso, Mara se
halla en su mbito propio en la Iglesia, que tambin es siempre madre por la gracia del Espritu Santo.
c) He ah a tu madre
Al lado de la Madre est el discpulo "a quien Jess amaba" (v.16). Se trata del "tipo" del discpulo, que objeto del amor del Padre y del Hijo: "El que acepta mis preceptos y los pone en prctica, se me ama de verdad; y el que me ama
ser amado por mi Padre y tambin yo le amar" (Jn 14,21). Es el discpulo fiel
hasta la cruz, testigo del misterio de la sangre y del agua que brotaron del costado
traspasado del Crucificado (Jn 19,35) y testigo privilegiado de la resurreccin (Jn
20,8). Es el discpulo que "a partir de aquella hora acoge a la Madre como suya"
(v.27).
Mara y el discpulo amado, aunque tengan un significado simblico, siguen siendo personas concretas, con su funcin personal y su significacin propia
en el misterio de la salvacin. Sin duda, el misterio se hace en ellos ms amplio,
pero no hasta el punto de anular a las personas y convertirlas en puros smbolos.
La madre de Jess conserva su misin maternal y el discpulo que Jess amaba ha
de hacerse, de manera cada vez ms perfecta, un verdadero discpulo de Jess e
hijo de Mara.
Es importante mantener unidas la significacin personal y la significacin
simblica de la maternidad de Mara. Al hacerse madre de todos los discpulos de
Jess, Mara se hace madre de toda la Iglesia. No hay contradiccin alguna en decir que Mara es, a la vez, imagen de la Iglesia y madre de la Iglesia. Como persona individual, ella es la madre de Jess. Pero su maternidad corporal con respecto a Jess se prolonga en una maternidad espiritual hacia los creyentes y hacia la
Iglesia. Y esta maternidad espiritual de Mara es la imagen y la forma de la maternidad de la Iglesia. La maternidad de Mara y la maternidad de la Iglesia son, inseparablemente, importantes para la vida filial de los creyentes.
Para hacerse hijos de Dios es necesario hacerse hijos de Mara e hijos de la
Iglesia. Su Hijo nico es Jess, pero nos hacemos conformes a El si nos convertimos en hijos de Dios e hijos de Mara (Jn 1,12-13). En la medida en que acogemos en la fe al Hijo nico del Padre, crece en nosotros la vida de hijos de Dios.
Mara que, en la Encarnacin, concibi y dio a luz corporalmente a Jess, concibe
y alumbra espiritualmente a los discpulos de Jess. Virginalmente en ambos casos.
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Mara y el discpulo son los que ve Jess al inclinar la cabeza: "Jess, pues, viendo a su madre y
junto a ella al discpulo a quien amaba" (Jn 19,26).
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su Esposa. As, gracias a El, pudo ella entrar y pudo El acogerla. As pudo ella
habitar en El y El en ella".264
Habiendo dado a luz en el mundo al Hijo nico del Padre, la "Mujer vestida de sol" conoce una fecundidad inconmensurable (Ap 12,17). Ya el salmista
haba contemplado en la Sin mesinica la madre de los pueblos: "Se dir de
Sin: uno a uno, todos han nacido en ella, y el Altsimo en persona la sostiene. El
Seor escribir en el registro de los pueblos: Este ha nacido en ella. Y los que
bailan cantan a coro: En ti estn todas mis fuentes" (Sal 87). Transportada al cielo en la pascua de Jess, la Jerusaln mesinica se hace "la Jerusaln de lo alto,
nuestra madre" (Gl 4,26). Siendo Mara el smbolo y sntesis de la Iglesia se le
da a ella con prioridad la gracia de la maternidad universal. La experiencia de
Mara junto a la cruz de Jess dilat su corazn hasta hacerle similar a la "ciudad" abierta a todos los pueblos.
Mara, icono de la Iglesia madre, es mediadora por su santidad de amor,
que la une a todos los fieles. Gracias a este vnculo de amor los fieles son amados
por Dios, forman parte de la comunidad de los santos, donde reina la gracia del
Espritu Santo. Mara es mediadora del amor universal que el Espritu deposita
en su corazn. En realidad, todo verdadero cristiano es mediador de gracias:
santifica a otros con el poder del amor que lo santifica a l. El privilegio de la
mediacin no separa a Mara de la comunidad. Su privilegio es de un amor incomparable que la distingue situndola en el corazn de la Iglesia. En ella la comunin de los santos es llevada a su mxima intensidad.
Al momento del nacimiento del Hijo, Dios dice a Jos: "Jos, hijo de David, no temas acoger contigo a Mara" (Mt 1,20). Y Jos la tom consigo. Ahora,
en el momento de su muerte, Cristo encomienda, de nuevo, a Juan que acoja a
Mara y, "desde aquel instante, Juan la tom consigo". Mara, discpula de Cristo,
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desde el comienzo al final, vive sin tener donde reclinar la cabeza, necesitando ser
acogida, dependiendo de Dios, que decide de su vida.
Pero Jess no slo confa su madre al discpulo, sino que se dirige primero
a ella, sealando en primer lugar el papel de la Virgen Mara. La misin del discpulo queda subordinada a la de la Madre, que debe "congregar en la unidad a los
hijos dispersos", que es para lo que ha muerto El (Jn 11,51-52). La Madre de Jess
es la Madre de todos los hijos de Dios dispersos y, ahora, congregados por la
muerte de Cristo, su Hijo. Siendo la Madre de Jess, a los pies de la cruz, Mara
es proclamada Madre de todos los que con Cristo son una sola cosa por la fe. El
profeta Isaas deca: "Como una madre consuela a un hijo, as os consolar yo; en
Jerusaln seris consolados" (Is 66,13). Mara, nueva Jerusaln, imagen de la Iglesia, es la refraccin y trasparencia materna de la consolacin de Dios.
La Iglesia de todos los tiempos, nacida de la cruz de Cristo, es invitada a
mirar a Mara como Madre y a acogerla con amor filial, como hizo el discpulo a
quien Jess amaba: "Si queremos ser cristianos, debemos ser marianos, es decir,
reconocer la relacin esencial, vital y providencial que se da entre la Virgen y Jess. Ella es la que nos abre la va que conduce a El". 266 El discpulo es invitado a
acoger a Mara, imagen de la Iglesia; como creyente, cada discpulo lleva en su
corazn a la Iglesia como madre amada, confiada a l y a la que l ha sido confiado.
Con providente designio, Padre santo, quisiste que la madre permaneciese fiel junto a la
Cruz de su Hijo, dando cumplimiento a las antiguas figuras. Porque all la Virgen bienaventurada brilla como nueva Eva, a fin de que, as como la mujer cooper a la muerte,
otra mujer contribuyese tambin a la vida. All realiza el misterio de la Madre Sin, acogiendo con amor maternal a los hombres dispersos y congregados ahora por la muerte de
Cristo.267
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Son muchas las analogas entre la Anunciacin y Pentecosts: A Mara se le promete el Espritu Santo como "potencia del Altsimo", que "descender" sobre ella (Lc 1,35); a los apstoles se les promete
igualmente el Espritu Santo "como potencia" que "descender de lo alto" sobre ellos (He 2,8). Y, recibido el
Espritu Santo, Mara comienza a proclamar, con lenguaje inspirado, las grandes obras cumplidas por el
Seor en ella (Lc 1,46.49); igualmente, los apstoles, recibido el Espritu Santo, comienzan a proclamar en
varias lenguas las grandes obras de Dios (He 2,11). Y todos aquellos a quienes Mara es mandada son tocados, movidos, por el Espritu Santo (Lc 1,41;2,27). Es ciertamente la presencia de Jess la que irradia el
Espritu, pero Jess en Mara, obrando a travs de ella. Ella aparece como el arca o el templo del Espritu,
figurado en la nube que la ha cubierto con su sombra. Es esta presencia de Cristo en la Iglesia la que comunica el Espritu Santo en todos los hechos de los apstoles.
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Virgen para obtener del Espritu la capacidad de engendrar a Cristo en su propia alma"
(MC 25-26).270
Mara, plasmada por el Espritu Santo, es la mujer del misterio. Ya la escena de la Anunciacin revela cmo est envuelta en el misterio de Dios, al acoger en s misma por obra del Espritu Santo al Hijo del Padre: "Su estructura narrativa revela por primera vez de un modo absolutamente claro la Trinidad de
Dios. Las primeras palabras del ngel, que definen a Mara como la 'llena de gracia' por excelencia, son expresin del saludo del Seor, de Yahveh, del Padre, que
ella como creyente hebrea conoce muy bien. Tras su aturdimiento sobre el significado de aquel saludo, el ngel le revela en una segunda intervencin que nacer de
ella el Hijo del Altsimo, que ser el Mesas para la casa de Jacob. Y a la pregunta
de qu es lo que se esperaba de ella, el ngel le manifiesta en una tercera intervencin que el Espritu Santo la cubrir con su sombra, de manera que su hijo ser
llamado con toda razn el santo y el Hijo de Dios".271
San Francisco de Ass, en una oracin, expresa la relacin de Mara con
las tres personas de la Trinidad: "Santa Mara Virgen, no hay mujer alguna, nacida en el mundo, que te iguale, hija y sierva del Altsimo Rey, el Padre celestial,
madre del santsimo Seor nuestro Jesucristo, esposa del Espritu Santo..., ruega
por nosotros a tu santsimo Hijo querido, Seor y Maestro". 272 Y tambin el Vaticano II, sita a Mara en el misterio trinitario. El captulo VIII de la LG comienza
y termina con una referencia a la Trinidad. Implicada en el designio del Padre,
Mara es cubierta por la sombra del Espritu Santo, que hace de ella la madre del
Hijo eterno hecho hombre. Entre Mara y la Trinidad se establece una relacin de
intimidad nica: "Redimida de un modo eminente en atencin a los futuros mritos de su Hijo, y a El unida con estrecho e indisoluble vnculo, est enriquecida
con esta suma prerrogativa y dignidad: ser la Madre de Dios Hijo y, por tanto, la
hija predilecta del Padre y el sagrario del Espritu Santo" (LG 53). Mara es "el
santuario y el reposo de la santsima Trinidad".273 La maternidad divina de Mara
ha vinculado a Mara estrechamente con las personas trinitarias. Por ser madre
del Hijo entra necesariamente en relacin con el Padre y tambin con el Espritu
Santo, por obra del cual le concibe.
A las tres divinas personas hacen referencia los aspectos de la nica Virgen-Madre-Esposa. En cuanto Virgen, Mara est ante el Padre como receptividad pura y se ofrece, por tanto, como imagen de aquel que en la eternidad es puro recibir, puro dejarse amar, el engendrado, el amado, el Hijo. En cuanto Madre
del Verbo encarnado, Mara se refiere a El en la gratuidad del don, como fuente
de amor que da la vida y es, por tanto, el icono maternal de aquel que desde
siempre y para siempre comenz a amar y es fontalidad pura, puro dar, el engen270
An es ms extensa la enumeracin de relaciones entre Mara y el Espritu Santo en la Carta del mismo
Papa Pablo VI al cardenal Suenens con ocasin del XIV Congreso Mariano Internacional del 1975. Cfr. CEC
721-726.
271
H.U. VON BALTHASAR, Mara nella dottrina e nel culto della Chiesa, en Maria Chiesa nascente,
o.c.,p.48.
272
SAN FRANCISCO DE ASIS, Oficio de la Pasin del Seor, Fonti Francescane,n. 281.
273
SAN LUIS MARIA GRION DE MONTFORT, Tratado de la verdadera devocin, en Obras, Madrid
1954, p.440.
145
drante, la fuente primera, el eterno amante, el Padre. En cuanto arca de la alianza nupcial entre el cielo y la tierra, Esposa en la que el Eterno une consigo a la
historia y la colma con la novedad sorprendente de su don, Mara se refiere a la
comunin entre el Padre y el Hijo, y entre ellos y el mundo, y se ofrece, por tanto,
como icono del Espritu Santo, que es nupcialidad eterna, vnculo de amor infinito y apertura permanente del misterio de Dios a los hombres. En Mara, humilde
sierva del Seor, se refleja, pues, el misterio mismo de las relaciones divinas. En
la unidad de su persona se reproduce la huella de la vida plena del Dios personal.274
La fe, la caridad y la esperanza reflejan en Mara la profundidad del
asentimiento a la iniciativa trinitaria y la huella que esa misma iniciativa imprime
indeleblemente en ella. La Virgen se ofrece, pues, como el icono del hombre segn el proyecto de Dios. Virgen-Madre-Esposa, Mara acoge en s el misterio, lo
revela al mundo, ofrecindose como lugar de alianza esponsal. Dios escoge a una
Virgen para manifestarse, a una Madre para comunicarse, a una Esposa para
hacer alianza con los hombres.
b) Mara, hija e icono del Padre
Mara conoci en su existencia terrena la triple condicin de Virgen, Madre y Esposa, sin perder nunca ninguno de estos tres aspectos. Mara es "la Virgen". As la reconoce la fe cristiana desde sus orgenes. El credo nicenoconstantinopolitano confiesa, no que es una virgen, sino "la Virgen". La virginidad no es en ella una etapa de su vida, sino una cualificacin permanente: es la
"siempre Virgen".275 La condicin virginal de Mara est de tal modo vinculada a
la Madre del Seor que la fe de la Iglesia ha sentido la necesidad de confesarla
como la "siempre Virgen".276
Frente a Israel, que pierde su virginidad cuando se aparta de la fidelidad
al Seor, nico Esposo del pueblo,277 la presentacin de Mara como Virgen manifiesta su fidelidad plena a la alianza con Dios. La condicin fsica de virginidad
remite a una condicin espiritual ms profunda: Mara es la creyente, la bienaventurada por haber credo en el cumplimiento de las palabras del Seor, acogindolas y meditndolas en su corazn. Profundamente femenina en la capacidad de acogida radical, de silencio fecundo, de receptividad del Otro, la Virgen
se deja plasmar totalmente por Dios. Su virginidad es la expresin de la radical
donacin de s misma a Dios Padre, dejndose habitar y conducir por El. As,
virgen en el cuerpo y en el corazn, vivi el inaudito acontecimiento de la anunciacin y de la concepcin, por obra del Espritu Santo sin concurso humano, del
Hijo de Dios hecho hombre.
La Virgen, sin dejar de serlo, es Madre. Y as, Mara es el icono maternal
de la paternidad de Dios, que tanto am al mundo que le entreg su Hijo: "El
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mismo engendrado del Padre antes de los siglos en cuanto a la divinidad, en los
ltimos das, por nosotros y por nuestra salvacin, ha sido engendrado de Mara
Virgen, Madre de Dios, en cuanto a la humanidad".278 El Hijo de Mara es el Hijo
de Dios, verdaderamente Dios. Y el Hijo de Dios es el Hijo de Mara, verdaderamente hombre. Lo primero guarda relacin con el misterio de la eleccin de Mara por parte de Dios para ser la Madre de su Hijo Unignito: engendrado desde
toda la eternidad en el seno del Padre es engendrado en el tiempo en el seno virginal de Mara. Mara es la tierra virgen en la que el Unignito del Padre ha
puesto su tienda entre los hombres. Pero tambin es verdad que el Hijo de Dios es
verdaderamente Hijo de Mara. No recibi una apariencia de carne, no se avergonz de la fragilidad y pobreza de la carne humana, sino que "se hizo" realmente hombre, plant de veras su tienda entre nosotros. La Virgen Madre es verdaderamente el seno humano del Dios encarnado. El hecho de que el Dios encarnado
tenga una Madre verdadera dice hasta qu punto El es el Emmanuel, el Dios-connosotros. Llamar a Mara Madre de Dios quiere decir expresar de la nica manera adecuada el misterio de la encarnacin de Dios hecho hombre.
Dios ha manifestado a Moiss su Nombre: "El Seor, Dios misericordioso
y compasivo, lento a la ira y rico de gracia y fidelidad" (Ex 34,6). El trmino "misericordioso" en hebreo se dice taraham, que procede de la raz raham, que significa "seno materno", "tero", "matriz". Dios se ha nombrado a s mismo como
"seno materno" que da la vida. Dios se nos ha revelado, pues, como Madre que
da la vida en la ternura y el amor (Os 11,1-8;Is 63,15-16). Por ello, podemos decir que la imagen de Dios en la mujer se refleja en su misma fisiologa, en todo lo
que la hace capaz de concebir, llevar, nutrir y dar la vida fsica y espiritualmente.
Mara constituye "el gran signo, de rostro maternal y misericordioso, de la cercana del Padre".279
Eva significa la "madre de la vida". Mara, nueva Eva, es este icono viviente de Dios dador de vida. Por esto es virgen. La virginidad, -de toda mujer-,
es como un sello, que cierra a la mujer, haciendo patente que la mujer no es una
hembra disponible a todos los machos, como ocurre con los animales, sino que
est reservada para dar la vida, participando con el Dios creador y misericordioso: "Jardn cerrado eres t, hermana ma, novia, huerto cerrado, fuente sellada"
(Cant 4,12;Pr 5,15-20). El Espritu Santo, que ha inspirado este texto, ha inspirado a la Iglesia cuando lo ha aplicado a Mara. Significa que Mara, la Virgen, es
totalmente de Dios, en la unidad de su ser corporeo-espiritual. Mara pertenece a
Dios en la totalidad de su existencia, ntegramente, virginalmente. Es el signo de
lo que todo bautizado est llamado a ser: "una sola cosa con Cristo" (Rom 6,5).
La imagen de Dios que nos muestra la concepcin virginal de Mara es la
del Dios de la iniciativa gratuita de amor hacia su sierva y, en ella, hacia la humanidad entera. En Mara resplandece la imagen del "Padre de la misericordia"
(LG 56), que sale del silencio para pronunciar en el tiempo su Palabra, vinculndola a la humildad de una hora, de un lugar, de una carne (Lc 1,26-27). En este
asombroso milagro, Dios es el que tiene la iniciativa, invitando a Mara y suscitando en ella la capacidad de respuesta. Mara lo nico que presenta es su virgi278
279
147
nidad de cuerpo y de corazn ante el poder de Aquel para quien nada es imposible (Lc 1,37). Y gracias a este puro actuar divino, el fruto de la concepcin es
tambin divino, el Hijo del Altsimo. La virginidad de Mara no es causa, sino slo la condicin escogida libremente por Dios como signo del carcter prodigioso
del nuevo comienzo del mundo. Mara es la Madre del Hijo de Dios, no por ser
virgen, sino porque el Padre la ha escogido como virgen y la ha cubierto con la
sombra del Espritu. Pero la eleccin de una virgen expresa el carcter extraordinario del acontecimiento. La ausencia de un padre terreno pone de manifiesto
cmo la nica forma fecunda de situarse ante Dios es la de la acogida en la fe
virginal. El silencio acogedor de un seno de mujer fue escogido por Dios como
espacio en donde hacer resonar su Palabra hecha carne en el mundo. La virginidad de Mara se ofrece, pues, como signo del acontecimiento prodigioso que Dios
ha realizado en ella, hacindola madre de su propio Hijo.
Al confesar, ms tarde, la virginidad en el parto, la Iglesia quiso transmitir el asombro frente a una maternidad virginal, que es signo de lo que slo Dios
puede realizar: la encarnacin del Hijo eterno en la historia de los hombres. La
negacin de la virginidad de la Madre, escogida por Dios como lugar y signo del
milagro de la encarnacin del Hijo, se traduce inevitablemente en la negacin de
la condicin divina del Hijo engendrado en ella. Separar el significado del hecho
de este signo, como si lo uno pudiera subsistir sin lo otro, no es legtimo. Afirmar
que la condicin virginal no forma parte del "ncleo central del evangelio" ni
constituye "un fenmeno histrico-biolgico", sino que es tan slo una "leyenda
etiolgica", "un smbolo preente" del giro realizado por Dios en Jesucristo, es
contradecir a la economa de la revelacin, hecha de acontecimientos y de palabras ntimamente vinculados entre s.280 "El hecho biolgico de la concepcin
virginal no puede separase jams del sentido profundo escondido en l... Toda la
obra de la salvacin es una intervencin de Dios en la historia por medio de hechos concretos. La revelacin del plan de salvacin querido por Dios se encuentra precisamente escondida en esos hechos y no puede separarse de ellos. Lo
mismo ocurre con la concepcin virginal de Jess, que se convierte de este modo
en un smbolo significativo del misterio".281 La negacin del hecho de la concepcin virginal, como signo del misterio encerrado en l, se convierte en negacin
del mismo misterio.
La Madre de Dios, como imagen maternal de la paternidad divina, nos
permite percibir la imagen de un Dios al que corresponde la primaca y la gloria,
pero cuyos rasgos fundamentales son los de la gratuidad, los del amor entraable
y maternal. As se muestra ya en la fe de Israel, cuando habla del amor carioso y
envolvente de Dios, parecido al amor entraable de una madre.282 El cario o la
misericordia del Padre asumen un rostro, una configuracin concreta en Mara.
Es lo que intenta comunicar el famoso icono de la Madre de Dios de Vladimir,
280
I. DE LA POTTERIE, o.c.,p.146s.
282
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llamado "Virgen de la ternura", como los iconos de la llamada "Elesa", la tierna, la misericordiosa.283
Pero la Madre de Dios es icono materno del Padre tambin en su maternidad espiritual respecto a los que el Padre ha hecho hijos en el Hijo nacido de
Mara: "Dios Padre ha comunicado a Mara su fecundidad, en cuanto una pura
criatura era capaz de recibirla, para concederla el poder de producir a su Hijo y
a todos los miembros de su cuerpo mstico".284 A esta luz comprendemos la mediacin maternal de Mara y su presencia, no slo junto a su Hijo, sino tambin
junto a todos los que son hechos hijos en el Hijo (LG 60-62;RM 21-24).
c) Madre del Hijo
Mara es la Madre del Seor (Lc 1,43), segn el testimonio de la Escritura; la Madre de Dios, como la define la fe de la Iglesia en Calcedonia (451): "Siguiendo, pues, a los santos Padres, todos a una enseamos que ha de confesarse a
uno solo y el mismo Hijo, nuestro Seor Jesucristo..., engendrado del Padre antes
de los siglos en cuanto a la divinidad, y el mismo, en los ltimos das, por nosotros y por nuestra salvacin, engendrado de Mara Virgen, Madre de Dios, en
cuanto a la humanidad".285 Y, antes an, el concilio de Efeso (431) haba precisado: "Porque no naci primeramente un hombre vulgar de la santa Virgen y luego
descendi sobre l el Verbo; sino que unido desde el seno materno, se dice que se
someti a nacimiento carnal, como quien hace suyo el nacimiento de la propia
carne... De esta manera, los santos padres no tuvieron inconveniente en llamar
Madre de Dios (Theotkos) a la santa Virgen".286 Y ya antes la Iglesia en su oracin haba llamado a la Virgen "Madre de Dios", como aparece en el tropario del
siglo III: "Sub tuum praesidium": "Bajo tu proteccin nos acogemos, Santa Madre de Dios...".
Esta maternidad abarca en primer lugar el nivel fsico de la gestacin y
del parto, con todo el conjunto de cario y solicitud que lleva consigo: "Dio a luz
a su Hijo primognito, lo envolvi en paales y lo acost en un pesebre, porque
no haba sitio para ellos en la posada" (Lc 2,7.12.16). Al mismo tiempo abarca la
preocupacin maternal por aquel que "iba creciendo en sabidura, en estatura y
en gracia ante Dios y ante los hombres" (Lc 2,52). Esta preocupacin la expresa
Mara, al encontrarlo en el templo a los doce aos: "Hijo, por qu nos has hecho esto? Tu padre y yo, angustiados, te andbamos buscando" (2,41-50). Las
relaciones maternales eran tan perceptibles que Jess es sealado simplemente
como "el hijo de Mara" (Mc 6,3). La fidelidad a los textos nos hace percibir en
estas alusiones la profundidad de la comunicacin de vida y de afectos que exista
entre Jess y su Madre. Los episodios de Can y el de la Madre al pie de la cruz
son una prueba ms de ello. Y, sin embargo, en estos textos se vislumbra la voluntad de Jess de superar estas relaciones tan profundas, llevando a su Madre a
otra dimensin ms alta: la de la fe (Lc 8,19-21;11,27-28). El testimonio de la
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286
149
Escritura nos hace comprender cmo Mara supo aceptar y vivir este "paso a la
fe".
El Padre de la misericordia quiso que precediera a la encarnacin la aceptacin de la Madre predestinada, para que, de esta manera, as como la mujer contribuy a la muerte,
tambin la mujer contribuyera a la vida... As Mara, hija de Adn, al aceptar el mensaje
divino se convirti en Madre de Jess y, al abrazar de todo corazn y sin entorpecimiento
de pecado alguno la voluntad salvfica de Dios, se consagr totalmente, como esclava del
Seor, a la persona y a la obra de su Hijo, sirviendo con diligencia al misterio de la redencin con El y bajo El, con la gracia de Dios omnipotente (LG 56).
El hecho de que aquellos que Cristo ha rescatado se hayan hecho, por medio del Espritu Santo, hijos adoptivos del Padre, ha generado una nueva fraternidad: la fraternidad en el Padre y en el Hijo por medio del Espritu Santo. Se puede
hablar de una nueva familia: los hombres se han convertido en hermanos de Jess,
hijos del Padre, mediante el Espritu Santo (Jn 20,17;Heb 2,11-12). Como hermanos suyos, Cristo les ha declarado hijos de su Madre, confindoles a sus cuidados.
Ella puede interceder ahora con todo derecho en favor de ellos, siempre que les
falte el "vino", la alegra, la fiesta. Nueva Eva, madre de los vivientes, Mara es la
"ayuda" ofrecida a Cristo para que se encarnara y, tomando verdaderamente la
carne humana, verdaderamente nos redimiera, "llevando mediante su oblacin a la
perfeccin para siempre a los santificados". Para siempre Mara est como "ayuda" junto a Cristo intercediendo por quienes el Hijo le ha confiado como hijos.
Mara es mujer y madre y, por tanto, "ayuda".
La maternidad de la Virgen constituye, pues, la figura humana de la paternidad divina, como atestigua la oracin litrgica oriental, que dirigindose a Mara
dice: "T has engendrado al Hijo sin padre, este Hijo que el Padre ha engendrado
antes de los siglos sin madre".287 La generacin fsica del Hijo, seguida por la
constante solicitud maternal, manifiesta la gratuidad del amor de la Madre, que
se dilata a las relaciones de caridad atenta, concreta y cariosa con los dems y
a su maternidad espiritual universal. En este amor maternal se refleja el amor
eterno del Padre, su amar sin verse obligado a amar, su amor totalmente gratuito. Dios Padre no nos ama porque seamos buenos, sino que nos hace buenos al
amarnos. Esta gratuidad luminosa, este gozo de amar encuentra su imagen en la
prontitud de Mara al asentimiento, en su disponibilidad para el don, aunque la
lleve hasta la cruz. Realmente el Padre plasm en Mara la imagen de su paternidad. Es primero y ante todo por su participacin en la paternidad de la primera
Persona como Mara llega a ser la madre del Hijo. El Hijo acepta esta filiacin
temporal del mismo modo que desde la eternidad acepta la procesin que le viene
del Padre y le constituye Hijo. De esta manera, "Dios ha hecho de la filiacin
humana del Verbo una imagen de su filiacin divina".288
Mara es la madre que acompaa en el amor durante toda la existencia
humana del Seor entre nosotros. Su participacin en la vida, muerte y resurreccin del Salvador se caracteriza por el vnculo materno, el amor entraable, que
la lleva a acoger a Cristo, a presentarlo a Isabel, a los pastores y a los magos, a
ofrecerle a Dios en el templo, y a invitar a todos a hacer "todo lo que El diga"...
287
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Mara no se interpone, sino que siempre colabora en la misin del Hijo. Lo mismo que el Padre da su Hijo a los hombres, as Mara, icono materno del Padre,
ofrenda el Hijo al Padre y a los hombres. Su participacin en la redencin no es
otra que la de entregar su Hijo a los hombres, uniendo su intercesin y ofrenda al
nico y perfecto sacrificio de Cristo:
Efectivamente, la mediacin de Mara est ntimamente unida a su maternidad y posee un
carcter especficamente materno que la distingue de las dems criaturas que, de un modo
diverso y siempre subordinado, participan de la nica mediacin de Cristo, siendo tambin la suya una mediacin participada (RM 38;Cfr.21-23).
Es claro que la fe cristiana confiesa que "Dios es nico, como nico tambin es el mediador entre Dios y los hombres: un hombre, Jesucristo, que se entreg a s mismo para redimir a todos" (1Tim 2,5s). Pero la participacin de Mara
en la obra de su Hijo no oscurece esta nica mediacin de Cristo:
Uno solo es nuestro mediador segn las palabras del Apstol... Sin embargo, la misin
maternal de Mara para con los hombres no oscurece ni disminuye en modo alguno esta
mediacin nica de Cristo, antes bien, sirve para demostrar su poder. Pues todo el influjo
salvfico de la santsima Virgen sobre los hombres no dimana de una necesidad ineludible, sino del divino beneplcito y de la sobreabundancia de los mritos de Cristo; se apoya en la mediacin de ste, depende totalmente de ella y de la misma saca todo su poder.
Y, lejos de impedir la unin inmediata de los creyentes con Cristo, la fomenta (LG
60;Cfr. 62).
151
del resto de la escena por la figura de dos ngeles vestidos de blanco. Pero est en
el centro, como el rbol maestro que asegura el equilibrio y estabilidad de la barca. En torno a ella estn los apstoles, todos con un pie o una mano alzada, en
movimiento, representando a la Iglesia que parte a la misin evangelizadora. Mara, en cambio, est inmvil, bajo Jess, justo en el lugar desde donde El ha ascendido al cielo, como queriendo mantener viva la memoria y la espera de El.
Desde su asuncin a los cielos
"no ha dejado esta misin salvadora, sino que con su mltiple intercesin contina obtenindonos los dones de la salvacin eterna. Con su amor materno se cuida de los hermanos de su Hijo, que todava peregrinan y se hallan en peligros y ansiedad hasta que sean
conducidos a la patria bienaventurada" (LG 62). "As, la que est presente en el misterio
de Cristo como madre, se hace -por voluntad del Hijo y por obra del Espritu Santo- presente en el misterio de la Iglesia. Tambin en la Iglesia sigue siendo una presencia materna, como indican las palabra pronunciadas en la cruz: 'Mujer, ah tienes a tu hijo', 'Ah
tienes a tu madre'" (RM 24).
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pritu Santo, es la memoria viva, testimonio singular del misterio de Cristo. Y hasta el final de los tiempos Mara permanece en el corazn de la Iglesia "implorando con sus ruegos el don del Espritu Santo" (LG 59).
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estar en la Ciudad y los siervos de Dios le darn culto. Vern su rostro y llevarn su nombre en la frente. Ya no habr noche ni tendrn necesidad de luz de
lmpara ni de luz del sol, porque el Seor Dios los alumbrar y reinarn por los
siglos de los siglos" (Ap 22,3-5).
La luna puede ser muy hermosa. Cuando es luna llena, la naturaleza se
nos ofrece magnfica en el profundo silencio de la noche. Todo produce una sensacin de tranquilidad, de calma, de paz. Pero esta luz de la luna no le pertenece,
es una luz recibida. La belleza de la luna no es ms que un reflejo del esplendor
del sol. Brillando con la luz que recibe del sol es maravillosamente hermosa. Los
Padres han aplicado este simbolismo a la Iglesia y a Mara: "hermosa como la
luna" (Cant 6,10). Pero la luz, el esplendor de la Iglesia, y de Mara, es gracia.
En la Escritura y en la liturgia, la imagen del sol se aplica a Dios y a Cristo. El
es el Sol de justicia: "Dios es luz" (1Jn 1,5) y la fuente de la luz (1Jn 1,7). La Mujer vestida del sol es la Iglesia vestida de Cristo. Pero, adems, est "coronada
con doce estrellas", donde la Tradicin ha visto a los "doce apstoles del Cordero" (Ap 21,14), fundamento de la nueva Jerusaln, que a su vez nos remiten a las
doce tribus de Israel. As, la Mujer coronada de doce estrellas es una imagen del
antiguo y del nuevo Israel en su perfeccin escatolgica.
La Sin escatolgica, que resplandece en todo su esplendor, no brilla con
luz propia, sino gracias a la gloria de Dios: est revestida de la gloria de Dios:
"Porque la gloria de Dios la ilumina y su lumbrera es el Cordero" (Ap 21,23). En
la Tradicin patrstica y en la liturgia ha tenido una gran resonancia el smbolo
de la luna: "el misterio de la luna".292 Sin-Mara-Iglesia no tiene luz propia, sino
cual luna misteriosa, junto al Sol, devuelve reflejada hacia los hombres la claridad de El, que resplandece en su rostro (LG 1).
La mujer estaba encinta y, precisamente por ello, revestida de sol. Dios
mismo la haba preparado su traje de bodas, cubrindola con el Espritu de gloria. Es la nube que gui al pueblo del xodo, la que cubri la cima del Sina, la
que llen la tienda de Dios en el desierto y el templo en el da de su dedicacin.
Es la gloria de Dios que, segn el anuncio de Isaas (4,5), se extender sobre la
asamblea reunida en el monte Sin, cuando lleguen los das profetizados. Es la
nube que cubri a Jess en la transfiguracin (Mc 9,7). Esta espesa nube de luz,
cargada de la gloria de Dios, cubrir a Mara, revistindola de luz. Mara es la
mujer rodeada de la gloria de Dios. El Espritu Santo, que es el Espritu de la
gloria de Dios (1Pe 4,14), envolver a Mara con su sombra luminosa, nube de
fuego. El Espritu de gloria y de poder (Rom 6,4;2Cor 13,4;Rom 8,11) desciende
sobre Mara y la hace madre del Hijo de Dios en el mundo.
Esta Mujer, vestida de sol, con la luna bajo sus pies y coronada con doce
estrellas, es la Mujer en trance de dar a luz. Es la Mujer que est encinta y que
grita con los dolores de parto. Son los dolores escatolgicos de la Hija de Sin en
cuanto madre. As la describe el profeta Oseas: "Returcete y grita, hija de Sin,
como mujer en parto" (Miq 4,10). Y con gran vigor Isaas describe este gran
acontecimiento escatolgico: "Voces, alborotos de la ciudad, voces que salen del
templo. Es la voz de Yahveh, que da a sus enemigos el pago merecido. Antes de
292
157
ponerse de parto, ha dado a luz: antes de que le sobrevinieran los dolores, dio a
luz un varn. Quin oy cosa semejante? Quin vio nunca algo igual? Es dado a luz un pas en un da? Una nacin nace toda de una vez? Pues apenas ha
sentido los dolores, ya Sin ha dado a luz a sus hijos. Voy yo a abrir el seno materno para que no haya alumbramiento?, dice Yahveh. Voy yo, el que hace dar a
luz, a cerrarlo?, dice tu Dios. Alegraos con Jerusaln y regocijaos con ella todos
los que la amis. Llenaos de alegra con ella los que con ella hicisteis luto" (Is
66,6-10).
El hijo, que la Mujer Sin da a luz, son todos los hijos del pueblo de Israel, del nuevo pueblo mesinico. Jess recurre a la misma imagen en la ltima
cena, inmediatamente antes de la Pasin y Resurreccin (Jn 16,19-22). Los dolores de parto de la mujer, con los que se compara la tristeza de los discpulos, son
un signo del nuevo mundo que ha de hacerse realidad para ellos en el acontecimiento pascual. A travs de la Cruz y la Resurreccin tendr lugar el alumbramiento doloroso del nuevo pueblo de Dios. La conexin entre las angustias de la
mujer, el odio de la bestia y la elevacin del hijo hace presente el misterio pascual, como nacimiento de la muerte a la vida del nuevo pueblo de Dios. La resurreccin es expresada como concepcin en la predicacin de los apstoles (He
4,25-28).
El varn que la Mujer da a luz es Jess ciertamente (Ap 12,5), pero no se
trata del alumbramiento de Beln, sino del nacimiento de Cristo, que tiene lugar
en la maana de Pascua. El nuevo Testamento describe en varias ocasiones la
Resurreccin como un nuevo nacimiento, como el da en que el Padre dice: "T
eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy" (He 13,32-33). La Resurreccin es el momento del "nacimiento" del Cristo glorificado, el comienzo de su vida gloriosa, de
la "elevacin del Hijo hacia Dios y su trono" (Ap 12,5), victorioso sobre el gran
dragn.
El hijo es, ciertamente, el Jess histrico resucitado y glorificado. Pero
tambin es el Cristo total, Cabeza y miembros, "el resto de su descendencia", sus
hermanos, que "son los que guardan los preceptos de Dios y mantienen el testimonio de Jess" (12,17). Todos estos son tambin hijos de la Mujer, los hijos que
Mara ha recibido de Cristo desde la cruz, los hijos que la Iglesia da a luz a lo
largo de los siglos. La maternidad de Mara se halla ligada al Glgota. All Mara es llamada "Mujer" lo mismo que en el Apocalipsis. Es all donde la madre de
Jess se convierte en madre del discpulo, de todos los discpulos de Jess. Al pie
de la cruz tiene lugar el nacimiento del nuevo pueblo de Dios, de la Iglesia, de la
que Mara es a la vez imagen y madre: "Que el dragn designa al diablo, ninguno
de vosotros lo ignora, ni que esta mujer designa a la virgen Mara, que, en su integridad, ha trado al mundo a nuestro jefe, y que expresa en ella la imagen de la
Iglesia".293
La pirmide mesinica, que se eleva desde su ancha base (Gn 3,15), peldao a peldao, pasando por la raza de Sem, el pueblo de Abraham, la tribu de
Jud, el clan de David, llega en Mara a su vrtice. Las lneas ascendientes convergen en un solo punto: la primera Iglesia, cristiana por su maternidad, viene a
293
158
159
antfona: "Algrate, Virgen Mara, porque t sola venciste a todas las herejas en
el mundo entero". La resonancia de los dogmas sobre la Virgen, vistos e integrados en el misterio de Cristo y de la Iglesia, asegura la solidez de la fe y fortalece
en la lucha contra todas las herejas. En este sentido, Mara es "terrible, como
escuadrones ordenados". Con la fe en todo lo que en Mara se nos ha revelado, la
Iglesia est segura de la victoria final sobre las fuerzas del mal.
La "Mujer" simboliza, pues, al pueblo de Dios que da a luz al Mesas y a
los creyentes. Es la figura de la Iglesia y de aquella que la personifica, Mara, la
Madre de Jesucristo, la Madre de Dios, la "Mujer", nueva Eva, Madre de los creyentes.
b) La asuncin de Mara a los cielos
En Mara tenemos el primer testimonio de la victoria de su Hijo sobre la
muerte. Con su asuncin al cielo en cuerpo y alma, Mara es la primera testigo
viviente de la resurreccin. En su persona misma, Mara nos testimonia que el
reino de Dios ha llegado ya. Ella proclama el triunfo de la obra salvadora del Padre, del Hijo y del Espritu Santo. En el "cielo aparece como signo" de esta victoria para toda la Iglesia. La asuncin de la bienaventurada Virgen en cuerpo y alma
al cielo afirma sobre Mara aquello que confesamos para nosotros en la frmula de
fe del smbolo apostlico: la resurreccin de la carne y la vida eterna.
La maternidad divina y la virginidad perpetua (los dos primeros dogmas) y
la concepcin inmaculada y la asuncin en cuerpo y alma a los cielos (los dos ltimos) salvaguardan la fe cristiana en la Encarnacin del Hijo de Dios, salvaguardando igualmente la fe en Dios Creador, que puede intervenir libremente sobre la
materia y nos garantiza la resurreccin de la carne. Las dos primeras expresiones
mariolgicas se formularon en el contexto de las controversias cristolgicas; las
dos ltimas responden a las cuestiones de antropologa teolgica sobre el estado
original, el pecado original, la donacin de la gracia y el destino final del hombre.
Las fiestas marianas del 15 de agosto y del 8 de diciembre representaron
un fuerte estmulo para profundizar en el misterio de Mara: como glorificacin de
Dios en Mara se afirm su Inmaculada concepcin en el comienzo; y en el final,
su Asuncin a los cielos en cuerpo y alma. As los dos ltimos dogmas marianos
son un "acto de culto" a Dios, a quien se da gloria por las maravillas realizadas en
Mara, como signo de las maravillas que desea realizar en todos nosotros. Esta
intencin se seala expresamente en la bula de la definicin: "Para honor de la
santa e indivisa Trinidad, para gloria y ornamento de la Virgen Madre de Dios declaramos"; "para gloria de Dios omnipotente..., para honor de su Hijo..., para mayor gloria de la misma augusta Madre..., proclamamos, declaramos y definimos".295
Al mismo tiempo estas definiciones se proclaman "para gozo y regocijo de
toda la Iglesia". Es la dinmica de la fe eclesial la que se expresa en estos dogmas, en su deseo de profundizar en el conocimiento del misterio cristiano, dentro
295
Bula Ineffabilis Deus del 8-12-1854: DS 2803; y constitucin apostlica Munificentissimus Deus del
1-11-1950: DS 3903.
160
de una contemplacin creyente y adorante del mismo: "despus que una y otra
vez hemos elevado a Dios nuestras preces suplicantes e invocado la luz del Espritu de verdad".296
Junto a esta intencin primera, estas dos ltimas definiciones responden a
dos reduccionismos opuestos en el mbito de la antropologa teolgica: por un
lado se responde a la exaltacin moderna del hombre en su subjetividad y en su
protagonismo histrico, llevado hasta el extremo de negar a Dios. Y por otro lado
se responde al pesimismo de la Reforma protestante, que, para exaltar a Dios,
anula al hombre. Entre estos dos extremos -la gloria del hombre a costa de la
muerte de Dios y la gloria de Dios a costa de la negacin del hombre- se sita la
fe de la Iglesia, que une lo humano y lo divino en la unidad de la persona del
Verbo encarnado. Y, como en los dos dogmas primeros, tambin ahora Mara es
el vehculo para presentar la autntica fe de la Iglesia.
En contra de la idea del hombre como rbitro absoluto de su propio destino, en el dogma de la Inmaculada concepcin de Mara se afirma la absoluta
primaca de la iniciativa de Dios en la historia de la redencin: "Declaramos,
pronunciamos y definimos que la doctrina que sostiene que la beatsima Virgen
Mara fue preservada inmune de toda mancha de la culpa original en el mismo
instante de su concepcin por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente,
en atencin a los mritos de Cristo Jess, salvador del gnero humano, est revelada por Dios y debe ser por tanto firme y constantemente creda por todos los
fieles".297
La Inmaculada nos muestra la soberana de Dios sobre la creacin. Mara
es vista, en el proyecto de salvacin de la Trinidad santa, totalmente referida a su
Hijo. La eleccin por parte del Padre, absolutamente libre y gratuita, se realiza
para Mara -como para todos- a travs de la mediacin nica y universal del Hijo
Jess, por cuyos mritos ante el Padre qued preservada inmune del pecado original desde el momento de su concepcin. Mara viene a la existencia por obra
del Padre mediante el Hijo en el Espritu. Esta visin celebra el triunfo de la gracia de Dios. En el comienzo del misterio de Mara todo es gratuito. Ella queda
colmada de la gracia de Dios desde el primer instante, antes de haber podido hacer ningn acto meritorio. Ella entra en el mundo envejecido llena de la gracia de
Dios, que devuelve en ella la creacin a su origen primordial.
Y Mara, la transformada por la gracia de Dios en el instante mismo de su
concepcin, terminada su peregrinacin por la tierra, es asunta en cuerpo y alma
al cielo. Frente al pesimismo de la reforma en relacin al hombre, la Iglesia proclama con el dogma de la Asuncin que Dios no rivaliza con el hombre y su gloria, sino que la afirma. En la Asuncin de Mara se verifica el antiguo axioma de
San Ireneo: "La gloria de Dios es el hombre vivo". El Dios que acta en la historia de la salvacin se complace en la salvacin del hombre, que la acoge. Lo
mismo que Mara es inmaculada porque el Espritu de Dios la colm de gracia y
la preserv del pecado en atencin a los mritos del Hijo, as la victoria sobre la
muerte, realizada en Cristo resucitado, resplandece plenamente en Mara, que
296
297
DS 3903.
DS 2803.
161
298
DS 3903. La tradicin eclesial escrita arranca con la homila de SAN MODESTO DE JERUSALEM,
In Dormitionem Virginis Mariae: PG 86B,3277-3312.
299
300
SAN IRENEO: "Gloria Dei vivens homo est; vita hominis visio Dei".
R. LAURENTIN, Compendio di mariologa, Roma 1956, p.113.
162
163
bilidad y este ser mortal se revista de inmortalidad, entonces se cumplir la palabra que est escrita: La muerte ha sido devorada en la victoria" (1Cor 15,54).
Mara, entre los santos, es la primera salvada, la primera en quien el poder de Dios se ha realizado plenamente. Pero, como la gracia de la Inmaculada
Concepcin, no la substrajo de la condicin humana, tampoco la Asuncin ha
separado a Mara de la Comunin de los Santos, sino que la ha situado en el corazn de la Iglesia celeste. Mara, revestida del Sol de la gloria de Dios, nos manifiesta luminosamente la victoria de Dios sobre el pecado y la muerte. Mara, la
primera redimida, es tambin la primera glorificada.
Mara, "figura de la Iglesia", es el espejo de la Iglesia. En ella se refleja
la luz de Cristo y en ella la Iglesia se ve a s misma en todo su esplendor y belleza. Confrontndose con esta imagen la Iglesia se renueva y embellece cada da
para presentarse como Esposa de Cristo. Contemplar a Mara como figura de la
Iglesia y como Palabra de Dios a la Iglesia tiene que llevar a "poner por obra la
Palabra y no contentarse slo con orla, engandoos a vosotros mismos. Porque
si alguno se contenta con or la Palabra sin ponerla por obra, se se parece al
que contempla su imagen en un espejo, pero, apartndose, se olvida de cmo es"
(St 1,22-24).304
Mara es el inicio y la primicia de la Iglesia. La Iglesia nace de la Pascua
de Cristo. Pero el fruto de la Pascua se anticipa en Mara. Las fiestas de Mara
nos llevan a celebrar en Mara lo que esperamos que se realice en nosotros. Por
eso, en la liturgia, se la llama repetidamente "tipo", "inicio", "exordio", "aurora
de la salvacin", "principio de la Iglesia". Mara nos ensea a vivir, como ella,
abiertos al Espritu, para dejarnos fecundar por su sombra. En la Eucarista invocamos al Espritu para que "santifique los dones de pan y vino aquel Espritu
que llen con su fuerza las entraas de la Virgen Mara" (Misal mariano).
"Del mismo Espritu del que nace Cristo en el seno de la madre intacta,
nace tambin el cristiano en el seno de la santa Iglesia". 305 Como Mara, la Iglesia "da a luz como virgen, fecundada no por hombre, sino por el Espritu Santo".306 La total apertura y acogida de la Virgen a la accin del Espritu Santo es
la que le llev a ser Madre de Dios. En eso aparece como imagen y primicia de lo
que la Iglesia es y est llamada a ser cada vez ms: arca de la alianza, esposa
bella "sin mancha ni arruga", "pueblo reunido en la unidad del Padre, del Hijo y
del Espritu Santo" (LG 4).
Mara es realmente imagen de la Iglesia, su mejor realizacin completa,
en perfecta comunin con Cristo. Mara, por ello, es llamada "hija de Sin", como personificacin del pueblo de Israel y del nuevo Israel, la Iglesia. El prefacio
de la fiesta de la Inmaculada canta a la Virgen "como comienzo e imagen de la
Iglesia, esposa de Cristo, llena de juventud y de limpia hermosura". Y en la fiesta
de la Asuncin la celebramos, gloriosa en el cielo, "como inicio e imagen de toda
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la Iglesia". En ella celebramos lo que Dios tiene preparado para nosotros al final
de la historia. Por ello el prefacio de la fiesta canta: "hoy ha sido llevada al cielo
la Virgen Madre de Dios: ella es figura y primicia de la Iglesia, que un da ser
glorificada; ella es consuelo y esperanza de tu pueblo todava peregrino en la tierra". Recogiendo esta expresin de la fe del pueblo de Dios, el Catecismo de la
Iglesia Catlica llama a Mara "icono escatolgico de la Iglesia" (n.972). Otro de
los prefacios marianos del Misal romano da gracias a Dios porque "en Cristo,
nuevo Adn, y en Mara, nueva Eva, se revela el misterio de la Iglesia, como primicia de la humanidad redimida".
Como primera cristiana nos invita con su palabra y con su vida a seguir a
Cristo: "haced lo que El os diga"; a acoger la palabra de Dios: "Hgase en m
segn tu palabra"; a vivir en la alabanza: "proclama mi alma la grandeza del Seor". Como la llama Juan Pablo II, Mara "es la primera y ms perfecta discpula
de Cristo" (RM 20). Como primera creyente es la primera orante, la que escucha
la palabra y la medita en su corazn. Como dice otro prefacio: "Mara, en la espera pentecostal del Espritu, al unir sus oraciones a las de los discpulos, se convirti en el modelo de la Iglesia orante". Como primera discpula de Cristo es
tambin maestra, que nos ensea la fidelidad a Cristo. En la santidad de Mara,
la Iglesia descubre la llamada de todos sus hijos a la santidad:
Mientras la Iglesia ha alcanzado en la santsima Virgen la perfeccin, en virtud de la cual
no tiene mancha ni arruga (Ef 5,27), los fieles luchan todava por crecer en santidad, venciendo enteramente al pecado, y por eso levantan sus ojos a Mara, que resplandece como
modelo de virtudes para toda la comunidad de los elegidos (LG 65).
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la entiende a la luz del Gnesis: "dos en una sola carne" (Gn 2,24;1Cor 6,17).
La Iglesia es el cuerpo, carne de Cristo, en la tensin del amor en la que se cumple el misterio conyugal de Adn y Eva que, en su "una carne", no elimina el seruno-frente-al-otro. La Iglesia, pueblo de Dios constituido cuerpo de Cristo, es la
esposa del Seor. Este es el misterio de la Iglesia que se ilumina a la luz del misterio de Mara, la sierva que escucha el anuncio y, en absoluta libertad, pronuncia su fiat convirtindose en esposa y, por tanto, en un cuerpo con el Seor.
En la figura concreta de la Madre del Seor, la Iglesia contempla su propio misterio. En ella encuentra el modelo de la fe virginal, del amor materno y de
la alianza esponsal a la que est llamada. Por eso, la Iglesia reconoce en Mara
su propio arquetipo, la figura de lo que est llamada a ser: templo del Espritu,
madre de los hijos engendrados en el Hijo, pueblo de Dios, peregrino en la fe por
los senderos de la obediencia al Padre. El Vaticano II, con San Agustn, ha confesado a Mara en la Iglesia como "madre de sus miembros, que somos nosotros,
porque cooper con su caridad para que nacieran en la Iglesia los fieles, miembros de aquella Cabeza".308 "Por este motivo es tambin proclamada como miembro excelentsimo y enteramente singular de la Iglesia y como tipo y ejemplar
acabadsimo de la misma en la fe y en la caridad, y a quien la Iglesia catlica,
instruida por el Espritu Santo, venera como madre amantsima, con afecto de
piedad filial" (LG 53).
Virgen-Madre-Esposa, icono del misterio de Dios, es, por tanto, anlogamente icono del misterio de la Iglesia. Como en Mara, la comunin trinitaria se
refleja tambin en el misterio de la Iglesia, "icono de la Trinidad". La comunin
eclesial viene de la Trinidad, que la suscita por la iniciativa del designio del Padre y las misiones del Hijo y del Espritu. La luz que irradia la santa Trinidad
resplandece en su icono Mara-Iglesia, criatura del Padre, cubierta por la sombra del Espritu para engendrar al Hijo y a los hijos en el Hijo. Los padres de la
Iglesia han relacionado la fuente bautismal de la que salen los regenerados por el
agua y el Espritu Santo con el seno virginal de Mara fecundada por el Espritu
Santo. Mara virgen est junto a toda piscina bautismal. As San Len Magno relaciona el nacimiento de Cristo con nuestro nacimiento en el bautismo:
Para todo hombre que renace, el agua bautismal es una imagen del seno virginal, en la
cual fecunda a la fuente del bautismo el mismo Espritu Santo que fecund tambin a la
Virgen.309 El Espritu, gracias al cual Cristo nace del cuerpo de su madre virgen, es el
que hace que el cristiano nazca de las entraas de la santa Iglesia. 310
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Hijo: "Al igual que Mara est al servicio del misterio de la encarnacin, as la
Iglesia permanece al servicio del misterio de la adopcin como hijos por medio de
la gracia" (RM 43). Por eso puede decirse que la maternidad de la Virgen es un
trasunto acabado de la maternidad de la Iglesia. De aqu que hablar de Mara sea
hablar de la Iglesia. La una y la otra estn unidas en una misma vocacin fundamental: la maternidad.
Los testimonios de los Padres son numerossimos:
"La Iglesia es virgen. Me dirs quizs: Cmo puede alumbrar hijos si es virgen? Y si no
alumbra hijos, cmo hemos podido dar nuestra semilla para ser alumbrados de su seno?
Respondo: es virgen y es madre. Imita a Mara que dio a luz al Seor. Acaso Mara no
era virgen cuando dio a luz y no permaneci siendo tal? As tambin la Iglesia da a luz y
es virgen. Y si lo pensamos bien, ella da a luz al mismo Cristo porque son miembros suyos los que reciben el bautismo. 'Sois cuerpo de Cristo y miembros suyos', dice el Apstol (1Cor 12,28). Por consiguiente, si da a luz a los miembros de Cristo, es semejante a
Mara desde todos los puntos de vista".311 "Esta santa madre digna de veneracin, la
Iglesia, es igual a Mara: da a luz y es virgen; habis nacido de ella; ella engendra a
Cristo porque sois miembros de Cristo".312
"Mara dio a luz a vuestra cabeza, vosotros habis sido engendrados por la Iglesia. Por
eso es al mismo tiempo madre y virgen. Es madre a travs del seno del amor; es virgen
en la incolumidad de la fe devota. Ella engendra pueblos que son, sin embargo, miembros de una sola persona, de la que es al mismo tiempo cuerpo y Esposa, pudindose as
tambin comparar con la nica Virgen Mara, ya que ella es entre muchos la Madre de la
unidad".313
Icono materno de la paternidad de Dios, la Iglesia est siempre unida a Mara, dando a
luz a sus hijos: "No puede tener a Dios por Padre el que no tiene a la Iglesia por madre".314 La Iglesia, imitando a Mara, tiene la misin de hacer nacer a Cristo en el corazn de los fieles, a travs del anuncio de la palabra de Dios, de la celebracin del bautismo y de los otros sacramentos y mediante la caridad: "Como madre, recibe la semilla
de la palabra eterna, lleva a los pueblos en su seno y los da a luz".315 "La Iglesia da a
luz, alimenta, consuela, cuida a los hijos del Padre, hermanos de Cristo, en el poder del
Espritu Santo. Por la palabra de Dios y el bautismo, da a luz en la fe, la esperanza y la
caridad a los nuevos creyentes; por la eucarista, los alimenta con el cuerpo y la sangre
vivificantes del Seor; por la absolucin, los consuela en la misericordia del Padre; por
la uncin y la imposicin de las manos les da la curacin del alma y del cuerpo".
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la Virgen, por la que acoge la palabra de Dios y coopera activamente en la salvacin del mundo, le recuerda a la Iglesia su misin maternal de servicio en vistas al
reino de Dios. Por su ntima unin con Cristo, como madre y discpula perfecta,
Mara induce a la Iglesia a considerarse como encarnacin continuada de Cristo a
lo largo de los siglos, invitndola a seguir sus huellas. Y la Virgen, "que avanza en
la peregrinacin de la fe" para participar luego de la victoria definitiva de Cristo
en la gloria, indica a la Iglesia su condicin peregrinante en tensin hacia la parusa del Seor.316
La maternidad de Mara respecto al pueblo de Dios se ve sobre todo en su
cooperacin en la obra del Hijo: "Concibiendo a Cristo, engendrndolo, alimentndolo, presentndolo al Padre en el templo, padeciendo con su Hijo cuando
mora en la cruz, cooper en forma enteramente impar a la obra del Salvador con
la obediencia, la fe, la esperanza y la ardiente caridad con el fin de restaurar la
vida sobrenatural en las almas. Por esto es nuestra madre en el orden de la gracia" (LG 61). Y ms adelante, se aade: "Esta maternidad de Mara en la economa de la gracia perdura sin cesar desde el momento del asentimiento que prest
fielmente en la anunciacin, y que mantuvo sin vacilar al pie de la cruz, hasta la
consumacin perpetua de todos los elegidos. Pues, asunta a los cielos, contina
obtenindonos los dones de la salvacin eterna" (LG 62;CEC 963-975).
La realidad profunda de la Iglesia es femenina, porque es el cuerpo de
Cristo, Esposa del Cordero. Mara es virgen y tambin la Iglesia es virgen, porque slo de Dios recibe su fuerza y fecundidad, sin confiar en el vigor "del varn". As Mara es esposa y smbolo de la Iglesia esposa. Mara ha dado a Jess
su carne y Jess da a la Iglesia su propia carne, hacindose con ella una sola
carne. La Eucarista, en el corazn de la Iglesia, es este don total del Esposo a la
Esposa, para hacer de nosotros carne de la carne de Dios. Mara es madre y smbolo de la Iglesia madre, que continuamente da la vida y el alimento de esa vida.
Mara, desde el pesebre hasta la cruz, ha cuidado del cuerpo de Cristo y contina
este ministerio en la Iglesia.
d) Signo seguro de esperanza
Mara es el icono escatolgico de la Iglesia, el signo de lo que toda la Iglesia llegar a ser. En la Lumen gentium leemos: "La Madre de Jess, de la misma
manera que ya glorificada en los cielos en cuerpo y alma es la imagen y principio
de la Iglesia que ha de ser consumada en el siglo futuro, as en esta tierra, hasta
que llegue el da del Seor (2Pe 3,10), antecede con su luz al pueblo de Dios peregrinante, como signo de esperanza segura y de consuelo" (LG 68). Contemplando a Mara asunta al cielo, la Iglesia marcha hacia la Parusa, hacia la gloria donde
la ha precedido su primer miembro. La Iglesia sabe que, acogiendo al Espritu
como Mara, se cumplir en ella todo lo que se le ha prometido, y que en ella no
ha hecho ms que iniciarse, pero que lo contempla ya realizado en Mara, la Esposa de las bodas eternas. Y mientras peregrinamos por este mundo, Mara nos
acompaa en el camino de la fe con corazn materno. Como dice un prefacio del
Misal: "desde su asuncin a los cielos, Mara acompaa con amor materno a la
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Iglesia peregrina y protege sus pasos hacia la patria celeste, hasta la venida gloriosa del Seor".
Mara, la humilde sierva del Seor, es un signo de esperanza para todos los
creyentes. Envuelta y bendecida por el poder del Altsimo, se ha convertido en la
imagen de su presencia entre los hombres. Glorificada con Cristo, la asuncin a
los cielos inaugura para Mara una vida nueva, una presencia espiritual no ligada
ya a los condicionamientos de espacio y tiempo, un influjo dinmico capaz de alcanzar ahora a todos sus hijos:
Precisamente en este camino, peregrinacin eclesial a travs del espacio y del tiempo, y
ms an a travs de la historia de las almas, Mara est presente, como la que es 'feliz
porque ha credo', como 'la que avanzaba en la peregrinacin de la fe', participando como
ninguna otra criatura en el misterio de Cristo (RM 25).
Podemos aplicar a Mara la palabra del profeta Isaas: "Esta es la va, percorredla" (Is 30,21). San Bernardo deca que Mara es "la va real" por la que Dios
ha venido a nosotros y por la que nosotros podemos ahora ir hacia El.317 "Mara
coopera con amor de Madre a la regeneracin y formacin" de los fieles (LG 63).
Ella "est presente en la Iglesia como Madre de Cristo y a la vez como aquella
Madre que Cristo, en el misterio de la redencin, ha dado al hombre en la persona del apstol Juan. Por consiguiente, Mara acoge, con su nueva maternidad en
el Espritu a todos y a cada uno en la Iglesia; acoge tambin a todos y a cada uno
por medio de la Iglesia" (RM 47).
Mara, con el fiat de la Anunciacin, recibe en su seno a Cristo, aceptando la voluntad del Padre de redimir a la humanidad por la encarnacin del Verbo. Esta aceptacin del plan redentor de Dios se le fue aclarando poco a poco a
lo largo de su vida, en el itinerario de la fe tras las huellas de su Hijo. De este
modo fue tomando conciencia de su misin maternal respecto a nosotros. Segn
se fue desplegando dentro de la historia el misterio de su Hijo, a Mara se le fue
dilatando su seno maternal, hasta llegar al momento de la cruz (y de pentecosts)
en que su maternidad lleg a su plenitud, abrazando a toda la Iglesia y a todos
los hombres. Y ahora, glorificada en el cielo, Mara es perfectamente consciente
de su misin maternal dentro del plan de salvacin de Dios. Por ello sigue totalmente unida, en voluntad e intencin, con la voluntad e intencin salvfica del
nico Salvador de la humanidad, Cristo glorificado.318
El tema de la intercesin de Mara, como la intercesin de los santos, es
constante en la liturgia, donde se presenta a Cristo como el nico mediador y redentor. Esto significa que la intercesin de Mara no se aade a la intercesin de
Cristo, ni la sustituye, sino que se integra dentro de ella. Se puede comparar con
la intercesin de los cuatro hombres de Cafarnam que colocan al paraltico ante
Cristo y "con su fe" obtienen el perdn de los pecados y la curacin del paraltico
(Mc 2,5). Mara, gracias a la victoria de Cristo sobre la muerte, puede seguir
cumpliendo esta intercesin ms all de la muerte. La vida nueva, fruto de la victoria de Cristo sobre la muerte, permite a cuantos la han heredado, seguir parti317
318
SAN BERNARDO, Sermn I para el Adviento 5, en Opera IV, Roma 1966, p.174.
E. SCHILLEBEECKX, Mara, Madre de la redencin, Madrid 1974.
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cipando en la vida de la Iglesia despus de su muerte. Ellos estn llamados a impulsar con Cristo la llegada plena del Reino de Dios. Los mrtires, que han testimoniado con su muerte, esta nueva vida, y los que lo han hecho con su vida, los
santos, han sido venerados en el culto de la Iglesia desde los primeros siglos. Entre ellos, en primer lugar y de un modo singular, es nombrada en la liturgia la
Virgen Mara.
e) Mara, esplendor de la Iglesia
Descubriendo el carcter eclesial de Mara descubrimos el carcter mariano de la Iglesia. Mara es miembro de la Iglesia, como la primera redimida, la
primera cristiana, hermana nuestra y, a la vez, madre y modelo ejemplar de toda
comunidad eclesial en el seguimiento del evangelio. Mara es hermana y madre
nuestra. Mara no puede ser vista separada de la comunin de los santos. Se la
puede llamar "madre de la Iglesia", porque es madre de Cristo y, por tanto, de todos sus miembros. Y, sin embargo, Mara sigue siendo "nuestra hermana".319
La tradicin hebrea interpret el salmo 45 en clave mesinica, como encuentro nupcial del Mesas con la comunidad de Israel. La carta a los Hebreos lo
aplic a Cristo para exaltar su supremaca sobre los ngeles, los "compaeros"
del salmo, y para celebrar su obra salvfica en la muerte y resurreccin. El salmo
as adquiere una dimensin nueva, convirtindose en el retrato anticipado de
Cristo Rey glorificado, salvador y gua de los redimidos. Luego, los Padres continuarn este proceso interpretativo aplicando todo el salmo a Cristo y a la Iglesia, iluminando el salmo con otros textos del Nuevo Testamento que presentan
este simbolismo nupcial: "Este misterio es grande: lo digo en relacin a Cristo y
a la Iglesia" (Ef 5,32), "pues os he desposado con un solo esposo para presentaros cual casta virgen a Cristo" (2Cor 11,2).
Y tras esta interpretacin fue fcil pasar a la interpretacin mariana, pues
la belleza y el esplendor de la Iglesia brilla con los rasgos del salmo en Mara.
Ella es la esposa y reina por excelencia. "De pie a tu derecha (de Cristo) est la
reina enjoyada con oro de Ofir. El Rey est prendado de tu belleza. El es tu Seor... Toda esplndida, entra la hija del Rey con vestidos en oro recamados; con
sus brocados es llevada ante el Rey. Vrgenes tras ella, compaeras suyas, donde
El son introducidas; entre alborozo y regocijo avanzan, al entrar en el palacio del
Rey".
Po XII en 1955 instituy la fiesta de Mara Reina que, segn la ltima
reforma litrgica, celebramos el 22 de agosto como complemento de la solemnidad de la Asuncin con la que est unida, como sugiere la Lumen gentium: "Finalmente, la Virgen Inmaculada, preservada inmune de toda mancha de culpa
original, terminado el curso de la vida terrena, en alma y cuerpo fue asunta a la
gloria celestial y enaltecida por el Seor como Reina del Universo, para que se
asemejara ms plenamente a su Hijo, Seor de los que dominan (Ap 19,16) y vencedor del pecado y de la muerte" (LG 59).
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