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Cuento S

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La estrellita que quera ir a la escuela

Haba una vez una estrellita que quera ir a la escuela porque da a da, desde su
lugar en el espacio siempre miraba a los nios y nias acudir al lugar que le
fascinaba pero no dejaba de pensar que las estrellas no iban a la escuela, pero
ella era tan chiquita que crea que lo mejor era estudiar para que cuando fuera
grande supiera muchas, muchas cosas.
Cuando se haca de noche miraba el lugar de la escuela tan callado y solitario que
ella quera ser nia para estar en el sitio que le fascinaba.
Tanto y tanto lo dese que un da Pap Dios le habl y le dijo: He escuchado tus
quejas, mirado tu sufrimiento y el deseo tan grande de ser una nia para poder ir a
la escuela, est bien he decidido hacer realidad tu sueo, te convertir en una nia
y un ngel te llevar en sus brazos hasta la tierra, pero como vas a ser muy
chiquita, primero llegars a los brazos de una hermosa mujer que te querr mucho
y te cuidar hasta que tengas la edad suficiente para ir a la escuela y a esa mujer
la llamars mam.
Antes de hacer realidad tu deseo tienes que saber a lo que te vas a exponer en la
tierra y despus de que me escuches tu me dirs si quieres hacer realidad tu
sueo o te quedas aqu en mi jardn iluminando con tu luz el hermoso firmamento
que tal vez sin t se vea un poquito triste y ahora escucha: Aqu no tienes hambre,
no sabes lo que es eso pero en la tierra lo sabrs, tendrs fro, y aqu tienes calor,
mucho calor, en la tierra sufrirs enfermedades, tendrs miedo, angustia y muchas
otras cosas ests dispuesta a ser nia?
la estrellita respondi: Si seor puede ser que padezca todo lo que me has dicho
pero tambin dijiste que tendr una mam que me cuidar y confo en que tu
tambin lo hars desde tu trono y velars por m para que yo cumpla mi sueo y
pueda ser algo mas que iluminar el espacio.
__Concedido __ dijo Dios, que as sea.
Al instante la estrellita vio que de ser una bolita comenz sentir movimientos
extraos y de repente le salieron los bracitos un par de pirnecitas y asombrada
mir que era un cuerpecito frgil y delicado, sinti mucho fro y miedo pero todo
esto pas cuando un hermoso ngel de negra cabellera la tom en sus brazos, la
acerc a su pecho, acerc sus labios a la pequea frente y le deposit en ella un
tierno beso que disip la angustia , el fro y el temor.
La estrellita se qued dormida en los brazos del ngel que emprendi el vuelo
hasta la tierra y la dej en una linda casita blanca adornada con plantas y flores
perfumadas, pero no la dej as nada ms, la dej en los brazos de la linda joven
que iba a ser su mam.

Al despertar la estrellita lo primero que vio fue al ngel que la haba trado a la
tierra y desde ese momento supo que era su mam y que se iban a querer mucho.
Pas poco tiempo y la estrellita nia creci y su mami la llev a la escuela donde
aprendi a leer, a escribir, a dibujar y muchas cosas ms y sobre todo conoci a
otras nias con quienes jugaba, se rea y en ocasiones tambin peleaba y desde
luego tambin supo que tena a alguien que la amaba igual que mam y que
cuidaba de las dos con mucho cario y que cuando la tomaba en sus fuertes
brazos ella se senta feliz, ese persona era un hombre y ella aprendi a llamarlo
pap.
Y saben como se llam la estrellita en la tierra? pues no perdi su nombre
porque su mam y su pap la llamaron Citlalli que en la lengua del lugar a donde
Dios mand a la estrellita quiere decir Estrella. La estrellita creci y aprendi
muchas cosas en la escuela y ahora su pasatiempo favorito es escribir libros.

FIN

Chaquiro, la increble historia de un len


Hace mucho tiempo, en un lugar de la sabana africana, al sur del desierto del
Sahara, naci Chaquiro; un cachorro de len muy especial. Su tamao era tan
menudo que la madre, a las tres semanas de su nacimiento, se sinti obligada a
abandonarlo a su destino; y esto, que parece un gesto de incomprensible
atrocidad, era la nica solucin para esta leona que por cierto no poda
amamantar una camada tan numerosa; y como por la ley de la naturaleza la
fuerza es el principio de la supervivencia, la eleccin cay sobre el elemento ms
dbil; ya que de todos modos habra sido el primero en caer en un ambiente tan
peligroso; as que una noche, mientras que el pobre leoncito dorma inconsciente
de todo, lo cogi con dulzura y lo llev tan lejos de la cueva, que ste nunca
habra podido volver a su hogar. Lo escondi detrs de un matorral que se hallaba
a los pies de una pared rocosa, dejndolo con un ltimo beso y la esperanza de
que madre naturaleza le hubiera atendido ms que cuanto ella pudo hacer; y
mientras que la pobre criatura segua dormida, se alejaba volvindose cada tres
pasos maldicindose por tan cruel decisin.
Fue una noche muy silenciosa, y por lo menos el sueo de un inocente tan
desafortunado no fue molestado. Al amanecer, Chaquiro despert como siempre
guardando los ojos cerrados durante varios minutos; era un leoncito muy tranquilo
y apaciguado. Pero aquel da, un inslito silencio le extra mucho; fue inmediato
su temor. Abri los ojos, y al comprobar su sensacin, sali corriendo a la luz del
sol. Le era imposible comprender; se encontraba en un lugar del todo
desconocido, y sobre todo, estaba completamente solo; no vea nadie a su
alrededor. Por primera vez en su vida conoci el miedo y la incertidumbre. Lanz
un grito por si acaso la madre le hubiera odo, y lanz otros, y sigui gritando y
llorando durante horas sin que nadie acudiera a sus llamadas. Estaba tan
asustado que no se alejaba ms de un metro de su precioso refugio. Con el pasar
de las horas sus quejas se hacan cada vez ms raras y dbiles, y al bajar del sol
se desanim por completo.
Estaba acurrucado bajo la tmida luz de la luna, con la mirada perdida en el vaco,
cuando una sombra se le puso ante los ojos.
mam! grit dichoso levantndose.
Un animal con manto de rayas lo miraba guardndose a tres metros de distancia.
Era Manila, una hembra de cebra que durante horas haba escuchado, escondida
detrs de una roca, los gritos del pequeo, y esperaba el momento ms oportuno
para acercarse. Chaquiro la miraba algo sorprendido, y por cuanto estaba
asustado, de alguna manera se senta atrado por ella; necesitaba su ayuda, la de
una hembra adulta, Manila, que por no poder tener hijos, habra deseado tanto
llevarse consigo aquel tierno cachorro; pero como segua recelando la vuelta de la
madre a rescatarlo, tuvo miedo; y por eso, atormentada por tantas dudas y
perplejidades, acab a su pesar por dejarlo ah.

Pas otra noche y otro da, y Chaquiro segua parado en el mismo sitio sin perder
la esperanza de que la madre hubiera vuelto a recogerlo. A la puesta, cuando ya
estaba medio dormido, de repente sinti algo arrastrarse por el suelo; se irgui de
golpe, y al verse cara a cara con una culebra en pie de guerra, dio un paso atrs;
solo l saba cuanto le temblaban las piernas en aquel momento, pero no poda
evitar el combate, y como llevado por su misma naturaleza que an desconoca, el
len supo portarse como tal; luch con todas sus fuerzas para salvarse la vida, y a
lo largo de una dura batalla, logr derrotar a la sierpe envenenada.
Despus de asegurarse de que ya no haba peligro, al dar media vuelta en
direccin al matorral, se encontr delante otra vez aquel extrao animal. Manila
haba vuelto. Tan segura estaba, de que la madre ya no volvera, que se decidi a
llevarse a la criatura consigo; el nico problema quedaba convencer a la manada,
pero esto no le preocupaba demasiado; cogi el pequeo sin pensarlo, y ech a
correr. Conoca una cueva a dos horas de marcha, y lo habra criado all; todo a
escondidas; nadie la habra descubierto. Chaquiro se dejaba llevar sin soltar una
queja. Aunque de este animal no saba nada, en aquel momento se senta al
seguro, y aliviado, porque ya no estara solo; y eso le daba consuelo.
Por fin llegaron a la cueva, donde el cachorro, brincando y jugueteando, mostraba
sentirse a su gusto; era muy parecida a su viejo hogar. La cebra en cambio,
mirando a la luna, se puso algo inquieta; se le haba hecho muy tarde, y tena que
agregarse a la manada. Habra vuelto el da siguiente, pero mientras que intentaba
explicrselo a Chaquiro, ste la miraba algo distrado; y al divisarle las ubres,
empujado por el instinto y el hambre, se le aferr de inmediato. En aquel
momento, Manila se sinti madre de verdad; nunca haba probado una emocin
tan grande. El corazn se le llen de amor hacia aquella criatura que quien sabe si
un da, por causa de su ndole natural, no se le habra metido contra. Se detuvo
mucho ms de cuanto poda; esper que el pequeo se durmiera y se march.
Desde el da siguiente, Manila, se ocup de l en todas sus necesidades; era una
ptima madre. Pero con el pasar del tiempo, los problemas se le complicaron un
poco, ya que el leoncito, hacindose cada vez ms grande y fuerte, empezaba a
necesitar alimentos diferentes a la leche recibida hasta aquel momento; as que la
cebra tuvo que ingeniarse, y como un buitre, iba a robar los restos de las comidas
de los leones. Toda la carne que Manila le llevaba, Chaquiro se la devoraba en un
instante, y con el tiempo el felino aprendi hbilmente a procurarse la comida por
su cuenta. Por el hecho de vivir muchos ratos a solas, se haba vuelto mucho ms
listo que cualquiera de los leones de la sabana. A la edad de cuatro aos, era una
fiera enorme y fuerte, y a pesar de su naturaleza segua queriendo a Manila como
si fuera su verdadera madre, y nunca se habra permitido comer carne de sus
parecidos. Pero en la manada, alguien haba descubierto el secreto de Manila, y
como segn las razones de los ancianos, un da no muy lejano este len se habra
vuelto muy peligroso para toda la comunidad, la obligaron a dejar de verlo; pero
ella se rebel a esto, y como no quiso obedecer a las rdenes, la encerraron

amenazndola de no liberarla hasta que no hubiera abandonado esa absurda idea


de tener un hijo len.
Chaquiro, despus de varios das sin verla, empez a preocuparse, y fue a
buscarla. Entre tanto, en el campo donde estaban las cebras, irrumpi brutalmente
una manada de leones. Las cebras empezaron a correr dondequiera olvidndose
de Manila, que an encerrada no poda huir de ninguna parte; y de tal situacin se
aprovecharon los felinos, que al ver a la yegua ya inmovilizada, la circundaron,
despreocupndose de las dems. La pobre presa gritaba por el miedo, y como
Chaquiro, que ya estaba muy cerca del campo, la oy, acudi de carrera a su
llamada; y vindola en peligro lanz un rugido tan fuerte que incluso los leones
ms feroces se quedaron petrificados. Se acerc rpidamente fijndose en ellos
que ya estaban a punto de atacarla, y se les puso delante guardando Manila a sus
espaldas, y rugiendo de nuevo y an ms fuerte que antes intentaba disuadirlos,
pero ellos eran muchos, y hambrientos; demasiado para que dieran marcha atrs.
Pues les habra sido imposible salvarse; si no fue por aquella leona, una fiera
enloquecida, que de entre la feroz pandilla, empez a lanzarse contra todas y
todos; nadie poda imaginar lo que le pasaba. Solo Manila comprendi:
Es tu madre! le dijo a Chaquiro rompiendo en su compleja reflexin.
Chaquiro no movi ni un paso; se qued parado observando la batalla. Sentase
trastornado por antiguos sentimientos, de odio y amor, que lo atormentaban desde
siempre por causa de aquella hembra de len; y fue slo cuando la vio herida al
suelo que se lanz en su ayuda. Los leones retrocedieron; y arrepentidos por
haber pegado tan duramente una hembra de su propia manada, se retiraron.
Chaquiro se agach al suelo llorando con el hocico pegado a el de su madre que
aquel da haba sacrificado su vida por la suya, y por la de sus hermanitos un
tiempo; y sintindose por ella amado por fin, su nico deseo fue acompaarla por
lo menos en sus ltimos respiros. Las cebras, que ya no le tenan miedo a este
virtuoso len, adelantaron muy cuidadosamente algo sentidas por lo acontecido; y
desde el da siguiente, Chaquiro no slo fue legitimado como hijo de Manila, sino
que adems, fue nombrado como protector y miembro honorario de la manada.
Sin embargo, prefiri seguir con su vida de siempre, en su preciada cueva, donde
Manila sigui visitndole como antes; y aunque l nunca fue visto en la cercana
del campo, dicen que desde entonces, mientras Chaquiro vivi, ni una fiera se
atrevi a tocar una cebra en este lugar.

FIN

El hada primavera
Hace miles de aos luz en cierta galaxia no muy lejana existia un planeta rido sin
vegetacion. En este planeta vivian miles de personas en una gran esfera que les
protegia de los intensos rayos solares y les fabricaba oxigeno En este planeta
habia una pequea nia a la que le gustaba mucho leer cuentos de hadas y se
deleitaba una y otra vez en la biblioteca astral observando tantas bellas
ilustraciones. Que hermoso debi haber sido tantos colores, tanta vida! Cierto da
pudo llegar a donde nadie poda ir a la bodega astral y no podia creer lo que sus
ojos vean, un libro nico. Qu podra contener se pregunt. Tanta fue su
curiosidad que corri al instante a tomarlo y al abrir su primer pgina encontr una
pequea flor marchita y aun as le pareci hermosa, la acerc a su rostro y pudo
percibir el amor. Qu hermosa, y que rico huele! Qu clase de flor podria ser
aquella?
- Es una rosa, le contesto una viejecita que se encontraba en esos momentos
pasaba por ah. La nia derram una lgrima y dijo como me gustaria poder verla
viva. - Te gustaria eso, pregunt la viejecita al momento en que se converta en
una hermosa hada. S, lo deseo con todo mi corazon, exclam la nia.
Bien entonces desde hoy en adelante tu sers la encargada de velar por la
naturaleza, los rboles y las flores. Desde hoy t seras La Primavera.

FIN

El angelito rebelde
Hace mucho tiempo cuando todo en la tierra no tena un orden DIOS mando a
llamar a sus ngeles y a cada uno de ellos le dio una tarea: tu rayas el alba, tu
mantienes el aire y tu vigilars las noches, tu cuentas las estrellas todos los das y
as sucesivamente le fue dando a cada uno su tarea pero haba entre ellos un
angelito que era muy travieso e irresponsable al que Dios no le haba dado algo
para hacer, pero no porque se hubiese olvidado sino porque tena un trabajo
especial para l.
Entonces el angelito fue ante su presencia y le dijo -Seor te has olvidado de m
y yo porque no tengo un deber? El seor lo quedo viendo y entonces le dijo - ah es
que para ti tengo una tarea muy especial que solo lo pueden hacer los ngeles
responsables y en los que confo y pens en ti porque creo que tu puedes y s
que no me fallars. El angelito se qued maravillado, el seor no se haba
olvidado de l y tendra una tarea ms especial que la de los otros ngeles -cual
es seor!- pregunt con mucho inters.
El seor, le explico que bajara a la tierra y a todos los nios del mundo pobre,
rico, y de la raza o el color que fuera le llevara un juguete. Pero solo tendra un
da para hacerlo y deba llegar al cielo antes de que el ngel de la maana rallara
el alba y antes de que la ltima estrella se metiera porque de no ser as sera
castigado. El angelito muy emocionado tom el saco de juguetes y baj a la tierra
y empez a repartir uno por uno los juguetes a los nios pobres, a los que estaban
tirados en la calle, a los ricos que tenan muchos juguetes. Fue por cada rincn de
la tierra hasta que vio que todos los nios del mundo tenan su juguete y pens: -el
seor estar muy orgulloso de m, he terminado a tiempo y todos tienen sus
juguetes, no creo que se enoje si veo que es lo que hacen los humanos, total
faltan un par de horas para que amanezca. Y el angelito se fue y anduvo espiando
a los humanos y metindose en sus problemas, tratando de solucionarlos y as se
pas el tiempo cuando solo le quedaba como media hora decida volver al cielo,
iba de camino a casa cuando de repente mir a la tierra y a lo lejos vio aun nio
muy pero muy pobrecito, la noche era cruelmente fra y la inocente criaturita
estaba bajo una casita de palitos como pared y el techo de palmera, dorma sobre
un pedazo de cartn y se tapaba con unas poquitas hojas de peridicos. Al verlo,
el angelito qued muy conmovido pero ms se impresion, cuando vio que no
tena ningn juguete a su lado inmediatamente empez a buscar uno dentro de su
saco de regalos pero para su sorpresa todos los juguetes ya los haba repartido, el
angelito estaba en serios problemas no tena un regalo para el nio ms pobre del
mundo, las estrellas se estaban metiendo y pronto amanecera no saba qu hacer
y pens -si me voy pues nada va a cambiara total no se lo dir al seor as que no
me castigara, pero cuando haba tomado la decisin de irse mir a la tierra y sin
saber que hacer, apunto ya casi de amanecer cuando las estrellas ya estaban
ocultas vio a una de ellas y fue rpidamente al cielo, la tom y la bajo a la tierra; la
llev hasta donde estaba aquel nio y se la puso de techo. Cuando el nio abri

los ojos, frente a l estaba el ms grande regalo; l poda ver y tocar una estrella,
era lo ms maravilloso que le estaba pasando despus el angelito lo dejo dormir y
cuando el ngel del cielo cont sus estrellas, noto que una le haca falta pero ya
era tarde para buscarla pues ya casi haba amanecido. El angelito mientras tanto
subi al cielo lo ms deprisa que pudo con la estrella pero cuando la coloco era
demasiado tarde ya estaba rallado el alba no poda hacer nada entonces ese da
la ltima estrella en ocultarse fue la del angelito travieso.
Cuando lleg al cielo, el seor lo mand a buscar y le pregunt- cmo te ah ido
en la tierra? Qu tal te fue con los nios? - El angelito sabiendo lo que haba
hecho, le cont al seor todo lo ocurrido y le suplic que lo perdonara, pues l no
poda dejar a un nio tan pobre y solito sin un regalo a pesar de ser tan travieso no
tenia mal corazn, el seor le dijo: - lo que has hecho, se que lo has hecho de
corazn y por eso te perdono pero hay un pequeo problema, la estrella que
tomaste fue la ltima en ocultarse y t te hars responsable de eso. Todos los das
saldrs con ella y te meters hasta lo ultimo con ella y as cuidaras y le dars calor
a todos los nios desamparados del mundo, esa es la tarea que t te pusiste te
dijo el seor tambin te dije te acuerdas que solo los ngeles mas capases y
especiales lo podran lograr.
Desde entonces puedes ver que a las seis de la maana cuando ya casi amanece
y cuando todas las estrellas se ocultaron siempre hay un hermoso lucero ms
brillante que todos que se queda a lo ltimo y despus se mete.
Sin duda alguna, es el angelito que est cuidando de todos los nios pobres y
desamparados de la tierra y se queda hasta la maana como diciendo que
desobedecer no es bueno.

FIN

El cumpleaos de la marmota
La seora marmota es perezosa y muy lenta. Para su cumpleaos sus amigos el
conejito Pedro, la ratita Tina y la osita Lul le organizaron una pequea fiestecita
en el claro del bosque cerca del rbol del seor bho.
Le prepararon un gran pastel de chocolate con relleno de fresa y lo adornaron con
diez velitas de colores.
La fiesta empez por la tarde, la seora Marmota se acerc al pastel y empez a
soplar.
Dos horas despus no haba apagado ms que dos velitas de colores.
Los invitados esperaban impacientes, y los pequeos se quedaron dormidos.
Ya casi era media noche cuando apago la quinta vela.
El seor Bho era el nico que aun tenia lo ojos abiertos
Cuando el sol empez a alumbrar el claro del bosque, los invitados estaban
profundamente dormidos. La seora Marmota y el seor Bho compartan el gran
pastel de chocolate y relaman de gusto y sabroso que estaba dicho pastel.
-Que estupenda fiesta y delicioso pastel!- exclamo la Marmota.
El seor Jabal se despert gruendo y observo a los dos glotones.
-Querida Marmota dijo-, te deseo que vivas mucho, pero mucho tiempo.
Pero Cunto durara la fiesta el da que cumplas cien aos?

FIN

La princesa y el rosal
Haba una vez, en un pas no muy lejano una pequea nia que era la princesa de
un castillo. Diana a pesar de su corta edad, era la encargada de mantener los
jardines del palacio con la ayuda de Lucha que era adems de su institutriz su
confidente y complaciente amiga.
Lo que solo Lucha y por supuesto la pequea Diana saban era que el jardn del
palacio era un jardn mgico porque ah viva un hermoso rosal que adems de
hablar procuraba las mas hermosas rosas del reino.
Cierta tarde de primavera, Diana le pidi al rosal una flor especial para su pap el
Rey que en pocos das sera su cumpleaos.
- Querido rosal, dijo Diana yo se que todos los das trabajas arduamente para dar
las mas hermosas flores del reino pero quisiera pedirte un favor especial.
- Se trata de mi pap, dijo Diana con seriedad. En unos das ser su cumpleaos y
me gustara regalarle una flor diferente a las que l ha visto en su jardn
Puedes ayudarme?, dijo interrogante.
- Claro que puedo ayudarte pero me niego a hacerlo porque tu padre el Rey de
unos aos a la fecha se ha convertido en un gobernante necio y egosta que se ha
dedicado a maltratar al pueblo.
- Por favor rosal, tienes que ayudarme.!. Si me ayudas, usar el mejor abono y
cortar con mayor esmero las malas hierbas del jardn.
Despus de varios minutos de convencimiento, el rosal decidi ayudar a Diana
con su encargo y le pidi que regresara a la tarde siguiente.
Al da siguiente princesa Diana acudi a su cita.
El hermoso rosal, le entreg a Diana una planta de un color verde brillante con un
fuerte tallo y en la punta un capullo de un alegre color amarillo
Diana, un poco decepcionada por el regalo, no logra ocultar su descontento y le
pregunta al rosal que tipo de flor era esa
- esa es una flor del desierto, dijo el rosal
- Esa flor, al abrir el capullo aparece una flor de un color naranja y despide un
delicado aroma que impregna por das la habitacin en donde se encuentra.
- Lo que tambin debes saber es que esta especial flor crece y muere en unas
cuantas horas pero su singular perfume perdura por meses

Diana, menos preocupada, agradece al rosal el especial regalo y cumple su


palabra de arreglar el jardn con el mejor abono del reino. Para cumplir con su
palabra, Diana trabaj por das cortando la mala hierba y abonando el jardn.
A pocos das del cumpleaos del Rey, iniciaron los preparativos. Muchos de los
sbditos del castillo no tuvieron mas alternativa que adornar, limpiar y arreglar el
Castillo.
Las rdenes del Rey se escuchaban por todo el Castillo y con un trato prepotente
indicaba a sus vasallos donde colocar las mesas y preparar el camino para el
desfile.
El derroche del rey era evidente pero su pueblo que an recordaba los buenos
tiempos, finaliz los trabajos en tiempo.
Mientras tanto, la princesa Diana escondi la flor del desierto hasta el da del
cumpleaos de su padre. Ese da la princesa llev la flor hasta la habitacin del
Rey y con una gran sonrisa entreg a su padre el regalo que con mucho esmer
cuid y escondi para que fuera una sorpresa.
El Rey mas preocupado por los detalles del desfile que en el obsequio de su hija;
apenas y prest atencin de las indicaciones de su hija ya que deba estar en su
habitacin antes de media noche, hora en la que la flor abrira su capullo.
El desfile inici segn lo previsto; majestuosos elefantes encabezaron el evento, le
siguieron caballos e intrpidos malabaristas. Una larga fila de carruajes de
diversas provincias del reino, acudieron a visitar al Rey ms por temor a
represalias que por el gusto de felicitarlo. Grandes platillos se sirvieron. Un
enorme lechn al centro de la mesa, platillos de diversos sabores, vino y bebidas
exticas preparadas para tal ocasin se sirvieron sin medida.
Con el alboroto de los festejos, el despreocupado Rey lleg a su habitacin
cuando el ltimo ptalo marchito de la flor, se desprendi de su cliz pero un
hermoso aroma impregn la habitacin. Al instante comprendi que no prest
atencin al regalo de su hija pero se qued dormido por todas las actividades
realizadas en el da.
Al despertar el Rey se senta muy triste por haber fallado a las indicaciones de su
hija y arrepentido decidi hacerla llamar para contarle lo sucedido.
-Querida hija, dijo el Rey
-Te debo confesar, que por mis execos en el desfile que yo mismo me organic,
no llegu a mi habitacin a la hora indicada para presenciar como abre el capullo
de la flor que tu me obsequiaste por la maana

Diana con lagrimas en los ojos escuch la explicacin de su padre pero tambin le
confes el arduo trabajo que realiz para conseguir su especial regalo. El Rey
sinti agradecimiento y arrepentido, le prometi a la pequea Diana que cambiara
su forma de proceder y prestara mas atencin en sus consejos y en las protestas
de su pueblo.
Desde aquel da, el rey modific su comportamiento con todas las personas del
Reyno en especial con la pequea Diana con la que ahora comparta momentos
de mucha armona. Ese fue el principio de das maravillosos entre el rey, Diana y
muchos trabajadores del reino

FIN

El duende malvado
Hace muchos aos en un bosque viva un duende muy envidioso. Un da lleg al
bosque un lindo caracol y dijo- ohhh buenos das seor me puede dar algo de
agua, no he comido nada en unas cuantas semanas. El duende le respondi qu me has dado t?, largo.
Despus de varios das llego un gran ratn de la pradera y dijo- hola seor estoy
buscando semillas para mi gran jardn en la pradera, me podra dar unas cuantas
de su cosecha? El duende le respondi - por qu , qu has hecho por mi?.
Despus de algunos minutos lleg la madre naturaleza y le dijo: como ya sabes te
cre para ser amable, no para ser un ogro. Y ella lo hizo alegre.

FIN

El nio y el tiburon
Haba una vez un nio llamado Lalo, era un nio bueno que amaba mucho a los
animales.
Su padre era pescador y sala en su lancha todos los das a trabajar.
Un da en las redes de su padre cay un pequeo tiburn azul y el nio lo arroj
de nuevo al mar.
Pas el tiempo, cuando Lalo era un jovencito y ayudaba a su padre a pescar, cay
de la lancha en una zona de tiburones.
Todos pensaron que Lalo iba a morir cuando veloz un gran tiburn azul lo salv,
llevndolo a la orilla, era el mismo tiburoncito que Lalo haba salvado.

FIN

La pequea Estrella
Esta es la historia de la pequea Estrella y su Universo.
Hace tiempo, en un cercano lugar, el Sol y la Luna se conocieron, ellos se queran
mucho a pesar de su corta edad, pensaban en algn da casarse y formar una
familia (que en el Cielo se llama universo), sin pensar que por ser tan jvenes no
estaban preparados para eso.
Unos meses despus crearon una hermosa Estrella la cual lleg a alegrar sus
corazones y dar luz a sus vidas.
Todos estaban muy contentos con la llegada de la pequea Estrella, sus papas la
adoraban y no dejaban de admirarla.
Sin embargo, la Luna y el Sol tuvieron que separarse, pues el Sol pertenece al da
y la Luna a la noche, la pequea Estrella se quedo con su mam. El Sol nunca
volvi a ver a Estrella pues mientras l dorma, ella apenas iba a despertar.
La pequea Estrella estaba rodeada del cario de sus abuelos y tos que eran el
universo de su mam.
En una ocasin, Estrella sali de paseo por el Cielo con su mam y se encontr a
su amiga Lucero que iba con su Universo caminando.
El Universo de Lucero era distinto al de Estrella ya que se formaba de su mam la
Nube, su pap el Cometa y ella. La pequea Estrella al ver el universo de su
amiga, le dijo a su mam que ella se senta diferente a los dems, pues su
universo era pequeo. La Luna le explic que existen diferentes tipos de
Universos, el de ellas no era nico, ya que en el Cielo haba muchos universos
parecidos al de ellas. Sin importar que fueran pequeos o grandes, de cada uno
dependa ser felices.
La Luna le pidi a la pequea que le platicara como era el universo de su amiga
Lucero.
Estrella comenz a platicar:
-La mam de Lucero se dedica al hogar: cocina, limpia la casa, le ayuda con sus
tareas. As como tu lo haces conmigo; su pap sale a trabajar todos los das para
que as no les falte nada; "As como tu lo haces!!!!
En ese momento la pequea Estrella se qued pensando y con una sonrisa le dijo
a la Luna:
-Ahora entiendo mami, es cierto!!! El universo de Lucero y el mo no son
diferentes, pues hacemos lo mismo y adems yo estoy feliz con mi Universo as
de pequeo.

La Luna y la pequea Estrella se dieron un gran abrazo y siguieron caminando


muy contentas por el Cielo.
La pequea Estrella nunca ms volvi a sentirse diferente a los dems, pues
comprendi que lo importante del universo, no es ser grande o pequeo,si no que
este lleno de amor y felicidad.

FIN

El asno y el hielo
Era invierno, haca mucho fro y todos los caminos se hallaban helados. El asnito,
que estaba cansado, no se encontraba con nimos para caminar hasta el establo.
-iEa, aqu me quedo! -se dijo, de-jndose caer al suelo. Un aterido y hambriento
gorrioncillo fue a posarse cerca de su oreja y le dijo:
-Asno, buen amigo, tenga cuidado; no ests en el camino, sino en un lago helado.
-Djame, tengo sueo ! Y, con un largo bostezo, se qued dormido.
Poco a poco, el calor de su cuerpo comenz a fundir el hielo hasta que, de pronto,
se rompi con un gran chasquido.
El asno despert al caer al agua y empez a pedir socorro, pero nadie pudo
ayudarle, aunque el gorrin bien lo hubiera querido.
La historia del asnito ahogado debera hacer reflexionar a muchos holgazanes.
Porque la pereza suele traer estas consecuencias.

FIN

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