Los Villancicos de Negro y El Teatro Breve
Los Villancicos de Negro y El Teatro Breve
Los Villancicos de Negro y El Teatro Breve
UN PRIMER ACERCAMIENTO
GLENN SWIADON MARTNEZ
(Eastern Connecticut State University)
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Uno de los tpicos comunes al teatro breve y a los villancicos religiosos es la insistencia del personaje de color en la posicin que tena en
su lugar de origen, frica, y el contraste con la posicin humilde que
ocupa en la sociedad espaola de la poca. Lo que era fuente de orgullo
para el negro provocaba la risa de los espectadores. En Los engaados,
de Lope de Rueda, la esclava Guiomar afirma: Mira, mira, fija, ya saber
Dios y tora lo mundo que sar yo sabrina na reina Berbasina, cuados de
la marqus de Cucuruc, por an mar y por a tierras4. Y uno de los villancicos marianos compuestos por sor Juana, en 1679, califica satricamente
a dos esclavas negras de princesas de Guinea con bultos azabachados5;
un poco antes, en 1668, un villancico navideo de Manuel de Len
Merchante haba usado el eufemismo rimbombante los azabaches de
Angola para referirse a los esclavos africanos6.
Los negros de los villancicos atribuyen orgenes africanos a los santos,
a Jesucristo y al resto de la Sagrada Familia. Son parodias bblicas que
destacan el valor de los apstoles y las pretensiones de los negros de ser
como ellos o, por lo menos, ser sus descendientes. El espectador poda
apreciar la comicidad de estas escenas y, al mismo tiempo, escuchar una
leccin edificante puesta en boca de los protagonistas negros7. As empieza
un villancico compuesto por Gaspar Fernndez:
Dame albriia, mano Antn,
que Jis nae en Guinea.
Quin lo par? Una luneya
y un viejo su pagre son8.
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En el teatro breve de los siglos XVI y XVII el esclavo africano suele ser
un personaje secundario, subordinado al personaje principal, el amo blanco;
su papel consiste casi siempre en enojar a su amo, haciendo que ste
pierda el control sobre s mismo. Por ejemplo, el asunto de El negrito
hablador, y sin color anda la nia, de Quiones de Benavente, se reduce
a que la glosomana del negrito exaspera al personaje blanco, quien lo
conmina a callar repetidas veces: Calla, demonio; hay tal cosa! Belceb
lleve tu lengua9. Por el contrario, en los villancicos el negro domina
completamente la escena. La mayora de los villancicos no presentan personajes blancos y, en los pocos que lo hacen, la interaccin entre blanco y
negro se limita a una contienda de tipo entremesil, de la que muchas
veces el negro sale ganando.
Vale la pena examinar el papel de la msica y el baile en los dos gneros
que nos interesan. Gaspar, el esclavo de Los negros de Simn Aguado, sale
de apuros con su amo cuando empieza a bailar y cantar: Plimo, siolo va
enojaro. Toquemo y cantemo, que desa manera le habemon de aplacar la
clicos10. Cuando los amos deciden casar a Gaspar y a su novia, le piden
una cancin al negro y ste se pone ms contento de poder cantar que de
casarse; dice: Que vamo taendo? [] Vamo mucho noranbuena plimo11.
Al tocar la msica el personaje del esclavo se entrega a un acto creativo que
le da la oportunidad de desempear un papel protagnico y, al mismo
tiempo, complacer a sus amos. Con frecuencia los villancicos repiten esa
misma estructura. Los blancos se mencionan como receptores del espectculo de baile y msica que los negros montan en la celebracin. La actividad musical se valora en la medida en que brinda diversin al Nio Dios
en el pesebre o entretenimiento a los blancos que escuchan. Simn Aguado
espera el momento del desenlace para rematar su entrems con el consabido canto y baile, pero en muchos villancicos la creacin musical y dancstica es el verdadero punto de partida.
Por otra parte, como los villancicos de negro, el teatro breve del siglo
XVII muestra gran inters por los estribillos populares que acompaan
ciertos bailes afro-hispnicos, como el zarambeque. Un entrems de Jermino
musical de Gaspar Fernndez [Puebla-Oaxaca], edicin de Margit Frenk, fols. 100vb-101ra
[en preparacin]).
9. Luis de Quiones de Benavente, El negrito hablador, y sin color anda la nia, en
Coleccin de entremeses, loas, bailes, jcaras y mojigangas. I, edicin de Emilio Cotarelo y
Mori, Madrid: Bailly y Baillire, 1911, pg. 606.
10. Simn Aguado, El entrems de Los Negros, en Coleccin de entremeses. I, edicin
de E. Cotarelo y Mori, pg. 232.
11. S. Aguado, El entrems de Los Negros, pg. 234.
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El zanguangu es un baile que encontramos en muchsimos villancicos aunque no lo menciona Cotarelo en su registro de bailes. Encontramos la palabra sansavaguya en La negrina, una ensalada de Mateo
Flecha el Viejo19. El baile toma su nombre del adjetivo kisangusangu
que, traducido del kimbundu, quiere decir alegre20. El estribillo de un
villancico cantado por primera vez en 1673, en Puebla de los ngeles,
dice: Sanguangu, sanguangu, que turulo neglo leglndose va21.
En la Mojiganga del Mundi Nuevo, de Vicente Surez de Deza, se
incluye una danza de negros que puede ser el zanguangu, aunque en
una forma algo distorsionada. La letra remeda un villancico de negros.
Las acotaciones dicen:
Salen dos negros y dos negras; ridculos con sus tamborilillos los negros.
Y despus de haber bailado solos, prense en las puntas del tablado,
y cantan lo que sigue:
Y gun, gun, gu
y guan guan gua
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22. Vicente Surez de Deza, Mojiganga del Mundi Nuevo, en Teatro breve. II, edicin
de Esther Borrego Gutirrez, Kassel: Reichenberger, 2000, pg. 587.
23. Gaspar Fernndez, Cancionero musical de Gaspar Fernndez, edicin de M. Frenk,
fols. 234vb-244ra.
24. En 1648 Juan Francisco de Roma hablaba del baile congols en estos trminos:
Les naturels du Congo [] des jours et des nuits durant [] se livrent aux bals et danses,
Breve relation de la fondation de la mision des frres mineurs capucins du sraphique pre
Saint Franois au Royaume du Congo (Roma 1648), traduccin y edicin de Franois
Bontinck, Louvain: Nauwelaerts, 1964, pg. 123.
25. Jos Prez de Montoro, Letras de los villancicos que se cantaron en la santa iglesia
cathedral de la ciudad de Cdiz, al nacimiento de nuestro seor Jesu Christo, ao de 1693,
en Obras psthumas lyricas sagradas, tomo 2, Madrid, 1736, pgs. 369-372.
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26. Para una descripcin de la vida laboral de los cargadores negros en las colonias
americanas, vase Roger Bastide, Les Amriques noires, Paris: Payot, 1967, pg. 99; hay
traduccin espaola: Las Amricas negras. Las civilizaciones africanas en el Nuevo Mundo,
Madrid: Alianza Editorial, 1969.
27. En una obra dramtica paralitrgica del siglo XII hay un estribillo que reza Arre,
arre (El procesional del asno, cuando se le trae, en Dramas litrgicos del occidente
medieval, edicin de Luis Astey, Mxico: El Colegio de Mxico, 1992, pgs. 587-592).