Washington Cucurto y El Mundo Segun
Washington Cucurto y El Mundo Segun
Washington Cucurto y El Mundo Segun
seora entr a la librera, fue a buscar el libro, la novela El curandero del amor (Emec), y le dijo al librero: "Soy
la madre del autor". Qu hubiera dicho la seora si hubiera ledo en la portada que su hijo, parafernalia de
marketing mediante, es considerado como "el hecho maldito de la literatura argentina, un autntico cross a la
mandbula de la cultura bienpensante". Difcil saberlo porque la ancdota -que podra transcurrir perfectamente
en una de las ficciones de Cucurto, bajo la esttica que l define como "realismo atolondrado"-, contada por el
escritor en un bar de Almagro, concluye con las palabras del vendedor: "La felicito, seora".
Cucurto revela que ese juego de ser otra persona, que decidi jugar hace tiempo en la literatura argentina, donde
la regla es la desfachatez, la liviandad, la autorreferencia -su gusto por la cumbia, su trabajo como repositor de
supermercado, su lugar de nacimiento o su mujer paraguaya, entre otros detalles-, ha generado una serie de
equvocos. El ms importante de todos es confundir las historias del personaje Cucurto -un cumbiantero
desaforado de la noche de Once, Constitucin y adyacencias, mujeriego, "peronista de raza", incorrecto,
machista, incorregible- con la vida del autor. Nada ms alejado de esa imagen desmesurada del marginal que
vive en un mundo de excesos que verlo en ese bar de Almagro, con su hija Morena, de siete meses, tomando
una gaseosa. "Se parece a m?", pregunta Cucurto, y Morena, como si lo entendiera, balbucea, a veces se re o
trata de agarrar las servilletas de la mesa. S: es grandota, como el padre. "Esta va a bailar cumbia", pronostica
el escritor en la entrevista con Pgina/12.
Cucurto acaba de pegar ese gran salto que suele ser incmodo y molesto para aquellos autores que estn
acostumbrados a publicar en pequeas editoriales porque las sienten como un espacio ms acorde con sus
naturalezas. Y an ms para l, que es el fundador de la editorial Elosa Cartonera, un proyecto artstico, social y
comunitario sin fines de lucro, donde cartoneros se mezclan con artistas y escritores. Cucurto ascendi a la
primera divisin, pero el pase, parece, no sera definitivo. Su ltima novela, El curandero del amor, acaba de ser
publicada por Emec, pero al mismo tiempo tambin se reedit quiz su libro ms emblemtico y querido, Cosa
de negros (Interzona). "Megabardera, ultratrola, imparable, por eso la quiero tanto, por eso amo a mi ti-cki
cumbiantera, lo mejor que me pas en la vida". As empieza la nueva novela de Cucurto. La ti- cki de esta
historia no es dominicana ni paraguaya. "Es un personaje nuevo dentro de los que vengo escribiendo", admite el
escritor. "Est inspirada en gente que conoc, que milita en agrupaciones polticas marxistas. Es una joven
estudiante muy politizada, ninguno de mis otros personajes hablaban de poltica como ella, y si lo hacan era de
una manera muy empobrecida, desde lo que dice la gente como al pasar. Mis personajes dicen barbaridades,
como las que escuchs en la calle."
-Qu cosas cambiaron ahora que publica en una editorial grande?
-Me llaman de todos lados, en un mes hice ms reportajes que los que me hicieron desde que escribo. Es
demasiada visibilidad, el libro est en todos lados. Me da mucha timidez tanta exposicin. Es un cambio muy
grande; me sorprendi mucho y me di cuenta de que no estoy preparado para algo as. Antes estaba ms
tranquilo, ahora me cuesta mucho conversar con los periodistas porque no me leyeron ni me conocen y vienen
slo por la editorial, y cuando me doy cuenta de eso no tengo ganas de hablar.
-Siente miedo de que se le escape de las manos el personaje que invent, con tanta exposicin?
-No, la verdad es que al personaje no lo control nunca completamente; es un personaje de aventuras, como un
Tom Sawyer de Twain. Lo nico que hice fue poner la cara, por eso a veces la gente se confunde y cree que ese
personaje soy yo. Me gusta usar lo real hasta el fondo y lo imaginario tambin, no tengo lmites. No s qu tiene
ms peso, si lo real o lo imaginario, pero en la literatura todo es posible. Lo real no es lo que soy yo sino lo que el
libro o lo que la historia hace real. Como siempre pongo la cara en la tapa de los libros y adopt ese nombre,
entonces la gente lo relaciona inmediatamente, pero eso ya es un problema del lector y no del autor. Yo soy ms
tranquilo, hablo poco y no bailo cumbia.
Washington
Cucurto:
Entrevista
Y creer o reventar, por la ventana del bar se asoma Julin, un amigo, saluda y sigue caminando
por la calle Pern. Julin es, basta con ver el librito que acompaa la edicin de la novela con las
fotos de los personajes de El curandero..., Juliancito, el portero, el "luzzer" nmero uno de
Almagro, celular y franela en mano y admirador del Turco Ass.
Cartonera
(2010)
-En una de las escenas de la novela, Cucurto est en un telo y va recibiendo a distintos personajes, entre ellos al
curandero, que le pide que lo ponga en las historias que escribe. Le piden eso?
-S, todo el tiempo mis amigos me dicen: "Che, escribiste algo sobre m?"... Tambin quieren que mencione los
bares o casas de comidas peruanas, pero si no me acuerdo, qu hago? (Risas.)
-Y por qu cree que quieren aparecer en los libros como si fuera estar en la televisin?
-No s, la verdad es que es medio raro. Incluso los escritores tambin me piden aparecer.
-Se puede saber quines?
-Uy, no no...
-Sern los que estn mencionados hacia el final de El curandero..., como Juan Terranova, Fabin Casas, Pedro
Mairal o Manuel Alemian?
-S, soy muy amigo de ellos y a veces, cuando se da la situacin, los menciono.
-En lo que no hay diferencias entre el autor y Cucurto es en el hecho de definirse como "peronista de raza". En la
novela, Kirchner aparece mencionado como "un seudofarsante" y "seudoperonista". Lo decepcion el
presidente?
-No, no es lo que pienso, es lo que se escucha en la calle o lo que se lee en los diarios o en Internet. Los
polticos siempre defraudan, veremos qu pasa con Kirchner... Pero a m no me decepciona ningn poltico
porque bsicamente no creo mucho en ellos. S creo en Evo Morales por lo que es y por lo que hizo; me siento
identificado con l. Con Chvez tambin, por supuesto.
En la novela, el personaje Cucurto dice sobre el presidente de Bolivia: "Evito es un dolo, un gran Indio, un
caballero. Los sac cagando a los de Petrobras y en Brasil lo odian, y fue con los tanques a romperles las
computadoras a las petroleras y devolvrselas al pueblo. Y fue un pastor de cabras quien tuvo que hacerlo y a
eso yo lo llamo venganza de la tierra. Y ahora el gas vale un toco para Argentina y Brasil y bien hecho, Evito.
Argentinos y brasileos viven del hambre de Bolivia de toda la vida y ahora se quejan porque les suben dos
pesos el gas? Ahora lloran por dos pesos el gas, cuando toda la vida lo tuvieron gratis! Djense de joder!".
"El personaje
Cucurto
refleja cmo
somos los
argentinos:
hablamos
mucho, pero
despus no
actuamos.
Como es un
personaje
muy
despolitizado
, se corta
individualme
nte con sus
gustos",
seala el
escritor.
"Pero vuelvo
a aclarar que
muchas de
las cosas
que l dice
no son las
que pienso.
La fbrica-editorial Elosa cartonera en plena tarea de elaboracin artesanal de libros, ya
En un
considerados como productos artsticos.
reportaje
reciente
sealan que critiqu a las Madres de Plaza de Mayo en este libro, como si lo que escrib en la novela fuera lo
que pienso. Y mucha gente se quej porque supuestamente haba hablado mal de las Madres."
-Recibi muchos cuestionamientos por publicar en Emec?
-S, pero son las mismas crticas de siempre, que hago marketing, que soy un invento... son los mismos
prejuicios de antes, ahora aumentados. Pero no fui a buscarlos, ellos me llamaron y no veo por qu no editar un
libro ah. Aparte me parece bien que quieran pagar un libro mo. Para m la literatura es un entretenimiento, y si
obviamente me entretengo y adems puedo conseguir que una editorial me edite, me parece que est bien. No
traiciono a nadie, como dicen por ah. Soy un laburante, trabajo todos los das en una biblioteca y en la
cartonera (la editorial Elosa Cartonera), y no vivo de la literatura.
-Quiz lo que puede resultar molesto es que se refieran a usted como "el hecho maldito de la literatura
argentina".
-S, puede ser, pero no hay que hacerle caso al marketing, la gente tiene que saber que eso se hace para llamar
la atencin, para que se venda, y que es normal. No se puede juzgar a un escritor por el marketing, los libros
estn para que se los lea, no para fijarse slo en la contratapa. Los escritores no estn acostumbrados al
marketing, pero a m me gusta porque desconfo de las cosas serias, y si los escritores siguen manteniendo ese
perfil tan serio, no llegan a la gente. Tampoco estoy diciendo que el marketing sea la mejor manera de llegar; es
slo una. Yo escribo cuentos, poemas, novelas... no soy el Beto Casella de la literatura, como dicen en los blogs.
-Le pegan mucho?
-S, pero tambin los mejores lectores y comentarios los tengo en los blogs. Lo que no me parece que est bien
es lo que se dice desde el prejuicio, y que confundan a Santiago Vega con Cucurto. No hay que equivocarse; es
cierto que hago todo para que se confundan, pero un lector, un crtico no puede caer en esa pavada.
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en cualquier academia: filsofos franceses mezclados con Reinaldo Arenas y Arturo Carrera; Gngora asociado
a los jvenes ms brillantes de la nueva poesa
argentina (Casas, Gambarotta, Bejerman, etctera).
Los relatos remiten a un mundo identificable y
reconocible por cualquier lector de literatura
latinoamericana: el mundo localista de la literatura del
boom, el lenguaje abrumador de lo que se llama el
"barroco latinoamericano" y el amasijo de lo oral y
meditico de la cultura literaria latinoamericana de la
dcada del noventa (despus de Manuel Puig,
digamos).
Dos narraciones
Eloisa Cartonera ya ha editado a nuevos sudaca borders como nuestro querido Cucurto ("Fer y Panambi"), Dalia
Rosseti ("Durazno reverdeciente") y Fabian Casas ("El Bosque Pulenta"), entre otros. Tambin hay autores
consagrados como Lenidas Lamborghini ("Trento"), Nstor Perlongher ("Evita vive") y Cesar Aira ("Mil gotas").
Eloisa tambin tiene un brazo latinoamericano que nos permite acceder a textos inditos de Gonzalo Milln
("Seudnimos de la Muerte"), Julin Herbert ("Autorretrato a los 27") y Osvaldo Reynoso ("Cara de ngel").
Todas estas maravillas -y papa muy barata- se consiguen en este increble local porteo, que se llama "No hay
cuchillos sin rosas" y queda en Guardia Vieja 4237. Para ms informacin pueden visitar
www.eloisacartonera.com.ar
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Elosa cartonera
ESCRITORES COMO RICARDO PIGLIA Y CESAR AIRA CEDEN
SUS DERECHOS Y LAS TAPAS SE HACEN A MANO.
La editorial de la crisis: una tarde en la fbrica de libros cartoneros.
"Elosa cartonera" ya public 43 ttulos, de autores argentinos y
latinoamericanos.
Por Patricia Kolesnicov
Est bueno sacar el arte del lugar de catedral, pasarlo a la verdulera",
dice uno. "Si el libro no sirve para morfar, hacemos otras cosas", dice
el otro. "No nos hacen reseas, no nos toman en serio, nos toman como una curiosidad", se queja uno. "No le
veo mucho tiempo a esto", augura el otro. Javier Barilaro y Washington Cucurto dicen estas cosas una tarde
fresca en un local fresco en una calle con nombre tanguero, pleno Almagro. Lo dicen -uno despatarrado, el otro
con las manos pegoteadas de plasticola- entre tmperas y cartoncitos pintados. Son dos de los tres
protagonistas de uno de los hechos culturales que acu la crisis: Elosa cartonera, una editorial que produce a
mano, ejemplar por ejemplar -4 pesos cada uno- y con material de desecho.
Hace fro, entonces. Ni una garrafa ni un mate ni un bizcochito circulan esta tarde en que seis hombres arman
sobre dos mesas los libros de la semana. Entibian el ambiente unos cuantos psters-manifiesto: Boca -"Hijo,
cuidate..."-; Madonna, Lady Di, Gilda, una insinuante Virginia Innocenti y tambin Copi.
Con reflejos ante la aparicin del fenmeno cartonero, a mediados de 2002 Fernanda Laguna -poeta y artista
plstica-, Javier Barilaro -artista plstico- y el escritor Washington Cucurto se largaron: les compraban cartn a
los cartoneros a buen precio, fotocopiaban textos cedidos por los autores, pintaban diez, quince tapas y listo:
literatura y objeto nico y, encima, con el tono poltico de los tiempos. Del productor al lector: anotaban dnde
haba algn evento que juntara gente y salan a vender. Luego abrieron el local, al principio vendan papas y
cebollas. Salvo lo de las verduras -el tiempo es tirano- nada cambi mucho.
Al principio sus autores fueron ellos mismos y gente cercana, como Fabin Casas o Damin Ros. Pronto se
sum el cada vez ms consagrado Csar Aira, quien se convirti en un virtual padrino de Elosa. Y Ricardo
Piglia. Y Fogwill. Y otra vez Aira: la editorial haba crecido, este segundo ttulo fue celebrado en Espaa.
Creci: Elosa cartonera ya public 43 ttulos, llevan vendidos unos 1.000 ejemplares de Mil gotas, de Aira y una
cifra similar de El pianista, de Piglia. Y el mes pasado ganaron el premio "Proyecto Red" -5.000 pesos- en
ArteBa.
Todo
est,
sin
emba
rgo,
ac,
en el
local
fro se
llama
No
hay
cuchi
llo
sin
rosas
- y en
las
mano
s que
corta
n,
pega
n,
pinta
n.
Pintan: Alberto les pone color a los diseos que hizo Barilaro. No habla si no le preguntan, pero si le preguntan
dice que "yo andaba juntando cartn. Fernanda tena una bolsita preparada y justo pas mi hermano y ah
empez todo. Mi vieja tambin sala a cartonear, porque tiene un comedor en Fiorito, entonces Fer empez a
hablar con mi mam. As vino mi hermana y y a la semana vine yo". No cartonea ms, claro. Ahora Fernanda impulsora de la galera de arte-librera-regalera Belleza y Felicidad- abri una sucursal de Belleza.. en Fiorito. Y
Alberto pinta tapas por 3 pesos la hora. Ese es el cruce que le interesa a Cucurto, un escritor que se llama en
realidad Santiago Vega y cuyos textos -La mquina de hacer paraguayitos, Cosa de negros, Noches vacas,
entre otros- recibieron atencin y hasta censura. "Quin no va a comprar un libro cartonero?", pregunta
Cucurto. "Esto, con infraestructura, con un sistema ms grande, se podra dar laburo a muchos. Ac convertimos
la basura en libros. Con el cartn se podran hacer muchas cosas. Pero tiene que haber una participacin del
Estado. Si el Estado tomara este proyecto, le diera galpones grandes, podramos ser mil..."
"Trabajamos con la reapropiacin de las estticas populares. El proyecto es ms amplio que hacer libros. Nos
interesa llevar el arte por otro lado, ante tanta colonizacin esttica que parece que es imprescindible ir a
estudiar a Europa", teoriza Barilaro. "No podemos imitar lo que hacen aquellos a los que les sobra plata y no
saben en qu gastarla".
"Algo desde el Estado, las personas solas no van a ningn lado, esto puede generar trabajo", insiste Cucurto,
que habla de plata y de cosas concretas pero es, tambin, el encargado de seleccionar lo que se publica, un
catlogo que tiene mucho de latinoamericano. "Admiro la literatura chilena", dice Cucurto, orgulloso editor de
libros de Enrique Lihn. "Y estamos por sacar una antologa de poesa marginal brasilea de los 70".
Va y viene la cuchilleta; Augusto es hbil. No est aprendiendo ac a manejar la herramienta: a los 46, tiene una
vida de oficial zapatero. Una vida, claro, que se acab con LA crisis. Lo suyo es el cuchillo -"me era ms fcil
cortar cuero, suela, goma, que esto...."- y tambin la literatura. Pero no necesariamente esta: "Yo lea poemas:
Julia Prilutsky Farni, Joan Manuel Serrat; ahora no tengo tiempo de leer. Y escriba: tena un montn de poemas,
pero mis hermanas me los tiraron para que no viviera de recuerdos. Igual los tengo ac, en la cabeza".
Augusto promete que s: un da sern para sus versos las tapas que corta. Cucurto tambin apunta a l: "Mi
sueo es inventar un lector: sacarles el Martn Fierro y Garca Mrquez y mostrarles que cualquiera puede leer a
Aira, a Fogwill, a Casas".
Proyecto de produccin y lectura armado a tmpera y fotocopia. No tan lejos de los poemas del corazn de
Augusto. Despus de todo el nombre -Elosa- es el homenaje a una amada ausente.
Fuente: Clarin, 2005
Manos a la obra
Un fenmeno que se extiende por Amrica latina
Editoriales cartoneras en Amrica latina: Desde Bolivia hasta Mxico,
pasando por Chile y Per, la movida que gener la argentina Elosa
Cartonera prendi y se reprodujo por todo el continente. Claves para
entender un fenmeno que, tras su apariencia pintoresca, propicia
mltiples enfoques culturales y polticos.
"Hay un espritu ms o menos anarco que nos abarca a todos"
Elosa Cartonera, de la Argentina, marc el camino, pero la iniciativa
se expandi. Hoy, Animita (Chile), Mandrgora (Bolivia), Sarita (Per)
y Yiyi Yambo (Paraguay), entre otras, integran el trabajo de cartoneros,
artistas plsticos y escritores.
de Campos, Margo Glantz o Diamela Eltit. Vargas Luna sostiene que todas las experiencias cartoneras
comparten un horizonte semejante. "El trasfondo comn tiene que ver con la necesidad de acercar la literatura a
la calle y evidenciar la calle en la literatura; y tambin con cruzar fronteras y generar movimientos colectivos. Los
catlogos de cada cartonera tienen sus propias bsquedas, pero hay un espritu ms o menos anarco, ms o
menos desacralizante, que nos abarca a todos."
Qu diablos es ser callejera?
Ximena Ramos comenta que Animita Cartonera empez a funcionar a fines de 2006, cuando lanzaron siete
libros de Gonzalo Milln, Carmen Berenguer, Mauricio Electorat, Teresa Wilms Montt y Jos Santos Gonzlez
Vera, entre otros. "Salimos con bombos y platillos, al menos mediticamente, cosa que nos ayud bastante para
poder dar a conocer el proyecto", confiesa Ramos, que estudi Literatura en la Universidad Diego Portales. En
cuanto a las reacciones que gener la aparicin de Animita, que ya lleva publicados 18 ttulos y tiene en su
catlogo, entre otros, al poeta Ral Zurita (ver aparte), Ramos detalla que hubo "desde el apoyo absoluto e
incondicional a los chismes por la espalda, del tipo son chicas burguesas que arman una cartonera, como si
tuvisemos que estar sentadas en la cuneta con una actitud entendida como callejera. Qu diablos es eso?
Para poder ser vlidas para algunos", se enoja, con razn, Ramos. Las animitas son pequeas grutas
generalmente en forma de casitas, del tamao de una caja pequea, dispuestas en las orillas de los caminos
cuando ocurre un accidente en la calle, una muerte injusta que no debi ocurrir. "Es algo objetual que toma
caractersticas divinas, que habita las calles y que puedes encontrar del norte al sur, sin exclusiones", cuenta la
editora.
Animita forma parte de Editores de Chile, una asociacin paralela a la Cmara Chilena del Libro, conformada por
editoriales independientes. "Nos hicimos socias porque nos ayuda a la hora de lograr ciertos objetivos, como
poder ir a ferias colectivamente, llegar a acuerdos, ser parte de la discusin del libro y la lectura, proponer
iniciativas y un sinfn de puntos que, muchas veces, se logran colectivamente y no siempre luchando solo",
plantea Ramos. "La relacin con las macroeditoriales es nula. Es ms, dudo de que nos conozcan." Calidad,
proyeccin y viabilidad son las claves del catlogo de Animita, que este ao incorporar a autores como Daniel
Alarcn, Gonzalo Garcs y Jos Kozer, entre otros. "Nosotras damos a conocer autores en un formato que llega
justamente a quien no se puede comprar ni tiene acceso a un libro Anagrama", compara la editora.
Tiempos de revancha
A principios de 2006, los escritores bolivianos Daro Luna, Crispn Portugal y Roberto Cceres queran publicar
en el mercado editorial ms pequeo de Amrica latina (1.200.000 personas no saben leer ni escribir).
"Estuvimos un poco angustiados, pues haba mucho que decir, sobre todo de El Alto; y luego de ver las
experiencias en la Argentina y Per, nos decidimos", recuerda Cceres. "Publicamos nuestros libros con poca
esperanza, pero a la gente le gust y empezamos a crecer. La recepcin por parte del medio intelectual fue en
un primer momento reticente, pero posteriormente se integraron", revela Cceres, que public Lnea 257 en
YMC, cartonera que cuenta en su catlogo con 17 ttulos. "La yerba mala crece en cualquier parte, sobre todo en
el lugar que t menos la desees, y siempre se la quiere extirpar porque es molesta -explica Cceres-. La vas a
sacar y va crecer otra vez. Hemingway deca que los pobres somos como la yerba, crecemos en cualquier parte.
Por eso nos ha gustado Yerba Mala, porque nos van a matar, pero van a venir otros atrs... Es una suerte de
terquedad por la supervivencia."
"En 2006, nadie comprenda cmo se haba organizado la gente para derrocar al Goni (Gonzalo Snchez de
Lozada), no haba un lder, todo el mundo sala a la calle. Podra decirse que Yerba Mala comenz devolviendo
uno de los gases lacrimgenos: valorndonos, encaprichndonos en lo que somos noms, sin mayores
pretensiones. Evo subi y nos reconocimos an ms -admite Cceres-. Pero ese reconocerse no es hacer una
literatura panfletaria, sino una literatura que eleve nuestro imaginario, que construya nuestra cultura, que no es ni
la andina pura, ni la camba pura, ni la occidentalizada, sino una mezcla de eso." El nico apoyo que recibe YMC
es de los lectores. "Tratamos de apostar a una literatura sin donativos, lastimeras, subvenciones. Existen
instituciones que ayudan, ONG, pero hemos visto que seramos cmplices si recibiramos su dinero. Creemos
que ellos slo quieren justificar sus dineros y reunirse luego en elegantes hoteles, restaurantes y con ropa de
diseo para hablar de la gran ayuda que estn haciendo a los pobres. Somos pobres, pero no queremos que
sientan piedad por nosotros", subraya Cceres. "Ser escritor y editor en Bolivia es quijotesco, romntico,
kamikaze o suicida y por eso mismo absolutamente atractivo. Estamos viviendo unos tiempos decisivos, no
podemos quedarnos con los
brazos cruzados", sugiere el
autor boliviano.
En la ciudad de Cochabamba,
Bolivia tiene otra editorial
McCarthy. Es que somos as, tenemos almas eternas de colonizados; nos
cartonera, Mandrgora, en
dejamos embaucar por los yanquis y nos olvidamos de nuestros valores
homenaje a la planta afrodisaca,
nacionales.
pero tambin a la obra teatral
homnima que escribi Nicols
Mi amigazo de bellos ojos de laguna azul y espritu egomanaco, justo
Maquiavelo. Ivn Castro
enfrente del bar Los Angelitos, me agarr de un brazo, me separ de la
Aruzamen (Chuquisaca, 1970)
mulata y me dijo despacito: Cucu, no me digs que te ests cogiendo a
informa que a fines de 2004
esta mulata!
decidi con unos amigos llevar
adelante el proyecto despus de
Crtica Digital
conocer la experiencia de Elosa.
"En nuestra primera
presentacin, los libros causaron curiosidad y, al mismo tiempo, fue un xito: hicimos 50 ejemplares de los
primeros tres ttulos y se vendieron como pan caliente. Hablar de intelectuales en Bolivia es una tontera, porque
no hay pensadores y la crtica literaria est en paales." Castro Aruzamen, profesor de Literatura y Filosofa en la
Universidad Catlica de Cochabamba, sostiene que Evo Morales no tiene ninguna significacin en el proyecto de
la editorial, que ya ha lanzado una veintena de ttulos como El pianista, de Piglia; Noches vacas, de Cucurto, y
Como la vida misma, de Edmundo Paz Soldn (ver aparte).
"Mandrgora es un proyecto social y cultural, inserto en la lucha contra la deshumanizacin del neoliberalismo,
pero no desde una ptica marxista o socialista. Sabemos que el modelo causa estragos en sectores como los
recicladores y que los nuevos parias entre los parias son los cartoneros y chicos de la calle; pero pensar que
haciendo libros les vamos a dar un futuro mejor, es una quimera. Slo buscamos democratizar el acceso al libro
y difundir literatura." Castro Aruzamen reconoce que la relacin con sus pares de Yerba Mala es conflictiva.
"Ellos defienden abiertamente el proyecto de Evo Morales, y buscan una esttica afincada en la literatura de
cuo indigenista, marginal, contracultural y todas esas vainas que andan de moda hoy con los populismos."
Castillos en el aire
El efecto "contagio cartonero" lleg a Mxico, ms precisamente a Cuernavaca. La Cartonera acaba de lanzar en
febrero sus dos primeros ttulos: El silencio de los sueos abandonados, una coleccin de canciones y un disco
compacto de Kristos, y Cristo en Cuernavaca, un relato del escritor norteamericano Howard Fast. Ral Silva, uno
de los fundadores, cuenta que el proyecto ha despertado el inters de los medios de comunicacin. "El mercado
editorial es un eslabn ms de una concepcin del mundo basada en el consumo y el desecho. Vivimos dentro
de una enorme maquinaria que no se detiene ni se detendr -alerta Silva-. El vrtigo de lo masivo y del xito es
una enfermedad que parece incurable. Por eso estimula pensar y saber que, al margen de esos enormes
monstruos editoriales, existen gestos que consisten en construir castillos en el aire." La Cartonera busca publicar
a escritoras y escritoras de la ciudad de Cuernavaca, pero tambin a autores de otras partes. "Los caminos de la
literatura son infinitos. El aporte de las editoriales cartoneras no se puede medir con instrumentos de la
mercadotecnia. Su existencia es demasiado silvestre, por suerte. Basta ver las portadas de Elosa o las de Sarita
para entender que no slo es un acto literario lo que propagan estos proyectos sino tambin un recorrido
museogrfico", plantea Silva.
El antecedente mexicano
Ral Silva, de la Cartonera mexicana de Cuernavaca, recuerda al menos el antecedente ms cercano de una
editorial cartonera. A mediados de la dcada del 70, la poeta argentina Elena Jordana cre Ediciones El
Mendrugo, que public libros de Ernesto Sabato, Octavio Paz y Nicanor Parra, entre otros, en Mxico, Nueva
York y Argentina, en ediciones artesanales y tiradas limitadas, con tapas de cartn de embalar y atados con hilo
sisal. Vuelta, de Paz, que se public en 1971, es un poema de 16 pginas, incluidas en ocho cartoncillos,
amarrados con un lazo azul. Tiene un dibujo de Kasuya Sakai y se editaron 75 ejemplares firmados por el autor.
Carta a un joven escritor, de Sabato, se public en 1974. En el site de la librera Ninon
(www.librerianinon.com.ar) se vende un ejemplar a 148 dlares. En www.antiqbook.com otro ejemplar cuesta
377 dlares!!! En el diario La Opinin del 18 de junio de 1975, una nota editorial ("Inslita experiencia
artesanal") informa cmo Jordana, poeta argentina que vivi en Estados Unidos y Mxico, fue gestora y creadora
de esta aventura editorial. De regreso a la Argentina y con el apoyo de la Sociedad Argentina de Escritores
(SADE) y la generosa actitud de Sabato, que cedi sus derechos de autor, se public y expuso Carta a un joven
escritor en la Feria del Libro de 1974. Cada libro se haca individualmente entre amigos, con jarras de vino y
canciones. "Editar sigue siendo para Elena Jordana un ritual de alegra y bohemia", se lee en el artculo.
ORGULLO Y ALEGRIA
Por Elsa Drucaroff *
Elosa Cartonera apareci en la particular situacin post 19 y 20 de diciembre de 2001. Como todas las clases
medias, la nuestra se bandea: a veces cree que puede parecerse a los ms ricos, pero a veces la hunden tanto
que no tiene otro remedio que entender que no va a pertenecer nunca al otro lado y se solidariza con los ms
pobres..., hasta que le vuelve a ir un poco mejor y les da vuelta la cara, como ahora. Cuando supe de Elosa,
pens que tambin tena que ver con ese ambiente nuevo, que lamentablemente no continu hasta hoy. Yo
pens que sera hermoso participar en eso de algn modo. Tardamos un tiempo en concretar, pero eso pasa
siempre en las editoriales chicas que no pueden editar muchas cosas por ao. Conozco bastante bien a dos de
los fundadores, Cristian De Npoli y Cucurto, son muy diferentes y no necesariamente coincido con ellos en
todo, pero s s que su deseo de democratizar el capital simblico, de juntar a los que por humildes no pueden
acceder al placer de la literatura con los que tenemos el privilegio de gozarla no es un gesto exterior, viene de
sus propias biografas, de sus propios orgenes sociales, y eso se nota en Elosa, en su catlogo desprejuiciado
y en la propuesta de libros donde la propia manufactura, el trabajo manual, est subrayado.
Yo vi el orgullo y la alegra en los ojos de las chicas que haban pasado la tarde pintando las tapas de Leyenda
ertica, cuando fue la presentacin de mi librito, y meses antes estuve en el local que entonces tenan en
Almagro y me acuerdo de que tuvimos una hermosa charla sobre libros, Cristian De Npoli, Cucurto y yo: el mate
pasaba de nuestras manos a las de los cartoneros devenidos fabricantes de libros, que estaban con tmperas y
goma de pegar, los comentarios literarios se mechaban con comentarios sobre ftbol y chistes de la interna de
un lugar de trabajo. Era raro porque nadie hablaba de lo que no saba, pero al mismo tiempo todos prestbamos
atencin a todos, no cambiaba la onda al pasar de un tema "inculto" a uno "culto" y eso era vital y hermoso y se
senta en el clima de laburo.
* Escritora y crtica.
OPINIONES DE ESCRITORES QUE PARTICIPARON DE LA EXPERIENCIA
Historias de un reciclaje literario
Alan Pauls, Fernando Iwasaki (Per), Edmundo Paz Soldn (Bolivia), Ral Zurita (Chile) y
Santiago Roncagliolo (Per) cuentan por qu se acercaron a las editoriales cartoneras, que
publicaron sus textos. "Hacen de la necesidad una virtud", plantea el autor de El pasado.
- Santiago Roncagliolo (escritor peruano): "Los libros son demasiado elitistas. Son caros y largos y la mayora de
la gente cree que son aburridos. Para cambiar esa percepcin hacen falta libros baratos y, de ser posible, cortos,
que permitan a la gente ir descubriendo la lectura en el bus camino a casa o en el bao. Los cartoneros hacen
eso exactamente y a la vez convierten al libro en una pequea fuente de trabajo para gente que lo necesita. Por
todo eso, me pareci un honor que me invitasen al proyecto. Tambin me gust la factura a mano, que hace de
cada libro un ejemplar nico con una portada distinta. En cierto sentido, es como comprar un cuadro".
- Fernando Iwasaki (escritor peruano): "Cuando Tania Silva de Sarita Cartonera (Lima) me invit a colaborar con
un libro cartonero, acept por varias razones. Primero, porque el proyecto cartonero me pareci genial. Segundo,
porque me sent afn a los autores del catlogo cartonero (Chvez, Aira, Bellatin, Piglia, Roncagliolo, Zavaleta,
etc.). Y tercero, porque Mi poncho es un kimono flamenco (2005) es un libro ideal para una edicin cartonera,
pues deseo compilar bajo ese ttulo las conferencias que imparto en pases donde no se habla castellano,
porque all uno siempre termina hablando de la identidad y otras zarandajas que uno provoca por ser un escritor
peruano de apellido japons que vive en Andaluca. De hecho, la edicin cartonera de Yerba Mala (Bolivia) tiene
ms conferencias que la edicin de Sarita Cartonera (Per), y si otra editorial cartonera quisiera publicarlo el
contenido de la nueva edicin tambin sera distinto, porque el libro contina creciendo. Por lo tanto, mi libro es
absolutamente cartonero, porque lo reciclo de una edicin a otra".
- Edmundo Paz Soldn (escritor boliviano): "Hace algunos aos encontr en una librera de Buenos Aires los
libros de Elosa Cartonera. Haba ah textos que no conoca de Piglia, creo que tambin de Villoro. El libro como
objeto me fascin, aparte de que era un smbolo de la crisis que en ese momento atravesaba la Argentina, y
mostraba que, en el fondo, para la literatura, lo importante no era tanto el preciosismo editorial, sino hacer que el
relato -el poema- llegara al lector. Muchas cosas se unan en los libros de Elosa Cartonera. Me pregunt cmo
poda publicar all. Un par de aos despus, cuando la editorial cartonera Yerba Mala se abri en Bolivia, tuve la
suerte de que se me pidiera un cuento indito. El proyecto de las editoriales cartoneras es fascinante por lo
solidario, porque se aparta un poco de la maquinaria tradicional del hipermercado de la cultura. Una golondrina
no hace verano, dicen, pero en este caso me parece que s. Irona de ironas, hace poco encontr algunos libros
de editoriales cartoneras en una librera de viejo en Madrid. Eran carsimos! Se los venda como objeto de
coleccin. El crculo se cierra algunas veces..."
- Ral Zurita (poeta chileno): "Las ediciones cartoneras son una creacin genial, no slo por lo que son, sino por
lo que significan. Hay algo profundamente democrtico en su manufactura, en todo lo que interviene: el papel, el
cartn de la tapa, la portada nica, que tiene algo de ghandiano, una refutacin al histerismo de la tecnologa y
un regreso a la manualidad como si, ms incluso que libros, Elosa Cartonera fuera una propuesta de vida. Un
libro adquiere ac otra dimensin, nunca te olvidas del todo del soporte y detrs del poema que lees sientes el
latido de la vida concreta, ese teln de fondo de la existencia, que los cartoneros recolectan en la madrugada, de
la calle. En lo personal, verme en Elosa o en Animita Cartonera me alegra porque me ilusiona pensar que el
posible lector no leer slo un poema, sino ese trasfondo real que finalmente es el destino de toda poesa. No
me sorprende entonces que Elosa Cartonera est siendo retomada en otros pases, porque representa un futuro
ms que plausible: cuando las grandes imprentas sean unos dinosaurios obsoletos y hayan desaparecido
Anagrama, Mondadori, Planeta, slo existirn los libros electrnicos y los libros hechos a mano, slo sobrevivir
el Kindle y las ediciones cartoneras".
- Alan Pauls: "Publiqu en Elosa porque me gust el proyecto de una editorial que, en vez de llorar miseria,
haca de la necesidad una virtud, y no una virtud sacrificada, gravosa, sino jovial, incluso festiva. Hay que ver los
afiches bailanteros con que Elosa saba promover sus libros... Elosa combina un catlogo de vanguardia con un
modo casi alqumico de producir libros -ediciones nacidas de lo que la sociedad desecha-, borroneando las
fronteras entre la vida social y el arte. Una vez fui a la vieja sede de Guardia Vieja, a pocas cuadras de Belleza y
Felicidad (una institucin socioartstica prima de Elosa), y me cost entender dnde estaba, si en una editorial
de libros, una madriguera de tipgrafos anarquistas, una kermesse, un taller grfico, un laboratorio de proyectos
sociales o una comunidad post hippie. No creo que haya en Buenos Aires muchas instituciones culturales
capaces de producir ese desconcierto".
Fuente: Pgina/12, 02/06/08
vez a la semana vena el mionca y estos atorrantes de La Saltea entraban a repartir en el barrio los productos
vencidos. Morfi que es para tirar, en La Boca lo reparten entre la gronchada que sabe comer cualquier cosa! La
Sinergesia capitalista internacionalista lo hace para bajar el nmero de habitantes en el mundo, viejas y nios y
sobre todo pobres. No coman eso!, nos dijo Nstor de entrada. Pero esto es el comienzo del fin; este es el
comienzo de un sueo y la verdadera verd de por qu nos hicimos un cacho kirchneristas.
Juliancito Gonzales, otro aliengena del cartn, nos contaba que andaba escribiendo un libro titulado con una
frase clebre: Esquivando meadas de dinosaurios. Cada tardecita nos lea un poema o alguno de sus cantos
largusimos. Puede ser que Juliancito est meado por los dinosaurios. Pero la muerte no es tonta y no se abraza
a los giles.
Lo que Juliancito tiene no es mala suerte, sino un espritu agujereado y una pereza que no reconoce cama para
ir a echarse. Dormir la siesta es para l lo ms preciado de la vida!
Pero no soy quien mierda para sacarle el cuero a nadie. Y prosigo. O mejor dicho me alo, me abrazo, o sigo con
el PRO. A m no me jodan, si me dan un curro, me voy con el PRO y al amarillo lo hago mi color.
Va a estar bueno. Baires es de todos. Buenos Aires sos vos.
Me chupa un huevo el anlisis de la estpida cartelerstica que se puede ver desde un micro. Si hay curro, yo
PROsigo. Dejenm de joder!
La Osa blanqueaba tapas, Ricki Comediata cortaba cartn siempre torcido y todo transcurra dentro de la
normalidad en el taller cartonera grfica. (De ahora en adelante la Carto.)
En esta editorial artesanal y por dems preciosa, estn encuadernados en cartn Hojas de Hierba, de Whitman,
Veinte poemas del ex poeta, de Cuevas; Esteban Echeverra y su formidable Matadero, un cuento imperdible de
Piglia. Y acompaando, a esta alta literatura que ingresaba a fuerza de trabajo en los cerebros del barrio, sonaba
a todo volumen Omar Shan.
Todo transcurra en paz entre los turistas, los estudiantes de periodismo de la escuela de Aliverti o TEA, la
carrera de sociologa de la UBA, todos venan a tocar nuestros libritos colorinches de cartn; poetas y narradores
del boom, venan con su cuentito bajo el brazo para que lo editemos. Una vez tambin vino Roberto Bolao, con
un cuento que se llamaba El gaucho asesino y lo rechazamos. No nos iba la literatura antiargentina escrita por
un chileno rencoroso. En la puerta vibraba un exultante cartel: Un libro cartonero no se le niega a nadie. Slo
hay que colaborar. Al pobre Roberto se lo negamos.
En medio de esta selva de luzzers apareci Omarcito para cumplir la promesa que nos vena prometiendo hace
meses: traer a Nstor a la carto.
Omarcito no quiso ser de la partida junto a sus compaeros ex combatientes que se instalaron con carpas en la
Plaza de Mayo, hace ya varios aos. Pedir al Estado un derecho obvio como haber defendido la soberana de la
Patria me parece una humillacin. Yo piloti solo en medio del Ocano y hund tres Harries y el Estado no
apareci nunca, nos deca como si afirmara otra verdadera verd inmodificable.
Hola, damas del mundo. Qu honor. Hola, jovencitos del mundo, estudiantes. Qu honor. Cartoneros roosos.
Lo prometido: traje a Nstor.
Por error una de las chicas dijo su nombre: Cecilia.
Igual a la hija de puta de mi hija solt Omarcito.
Oh, dama europea, mucho gusto le dice ahora a una documentalista francesa que saca fotos. Le tiende su
mano llena de mierda y le besa la mano perfumada de la gringa. Mierda perfumada o perfume de mierda. Un
gentleman de la basura y el tetra. Anda descalzo y en cueros, tiene tatuado un Pucar 340 en el hombro. Vaya a
saber qu ms tiene en la cabeza. Vive en su carro, que no es otra cosa que un carrito de supermercado lleno
de papeles y cartones. Cuelgan dos frazadas. Nos trae tres sillas rotas que encontr en la calle y un atado de
cartones mojados por la lluvia o la meada de los perros. Para disculparse dice:
Les traje tres sillas de regalo para que puedan sentarse y pintar mejor las tapas, cartoneros roosos. Pero
adems les traje al amigo, para que vean que Nstor vive.
Nstor vive! Che, dnme dos granos de bola volvi a repetir alzando las manos mugrientas.
Y apareci atrs de l, alto y con barba y mucho ms flaco Nstor. Era l, no haba con qu darle. Para
musicalizar la aparicin, corr hacia el minicomponente y mand a Shan, el Evangelista de la Cumbia. Ricky se
tap los odos en clara repulsin. No me olvido ms, el tipo tena una luz a su alrededor, como una aureola no
celestial, sino multicolor, ms tirando a cabarute, que estaba buensima. Hubieran visto la cara de los chicos de
la Universidad que nos hacan un reportaje para la materia Espectacularidades cartoneras internacionales.
Blanquearon los ojos!
Seor Presidente? Es usted? Alcanz a musitar un estudiante.
Ah me di cuenta de que Nstor deba ser nuestro secreto, que era para pocos. Y lo agarr del brazo y lo met en
el bao.
Lo mir a los ojos y era l.
Quedate ac, y no te movs le orden y adems le di un beso.
Sal al ruedo:
No le hagan caso. Es un chistoso, un borracho que se hace llamar as, un burdo imitador, otro Falso Diego que
se saca fotos con los turistas...
Omarcito, el cartonero, ex piloto de guerra de las Malvinas, ex combatiente cado en desgracia, abandonado por
su mujer y sus tres hijas a la llegada de las islas. Cecilia, Celeste y Melisa, quienes lo provocaban dicindole
cuidado, conchita, que ah vienen los gurkas a romperte el culo. Y fue alejndose para siempre del
departamento de tres ambientes de Caballito. Se alej de la postura clasemediera de su familia y sus hijas que
noviaban con abogados, administradores de empresas u odontlogos de mierda. Y vol y luch contra los
gurkas de aritos en las orejas! Si tenan el arito en la izquierda gustaban de los hombres; si tenan el arito en la
oreja derecha les gustaba penetrar a izquierda y derecha, bien polticos: penetrados o penetradores, sin vuelta.
Vol debajo de los radares en el difcil Atlntico Sur.
Omarcito nos cont por qu lo trajo de prepo.
No lo puedo tener ms en la ranchada porque los muchachos se lo van a comer vivo. Pasa el da hablando de
Argentina y del peronismo. Ya lo rescat una vez de que lo acuchillaran. Ya no lo puedo dejar solo. Con 15 tetras
diarios cualquiera pierde sus cabales.
El ex hroe de las Malvinas se sent en medio de la carto, pidi un faso y nos dijo que nos iba a contar cmo lo
conoci. Pero antes nos dijo que Nstor necesitaba alguien que lo bancara y esa deba ser nuestra misin.
Ir a hablar con el cura de la Iglesia de las Ondas Celestiales de Dios! dijo la Osa.
Omarcito no se lo permiti:
No quiero saber nada con los evangelistas!
Ricki Comedieta, excitado por conocerlo, me dijo cuando todos se fueron y cerramos la carto:
And, dale tralo, sacalo del bao que lo quiero ver bien. Llevmoslo al Argerich!
la del agreste maestro rural con barba guevariana o la del presidente de la Repblica Bolivariana de Venezuela,
seor Hugo Chvez Fras (le he escuchado decir autnticas bestialidades acerca de vos).
Por ltimo, me despido con una sonrisa de trnsfuga, picardas de putaero que descubri su hombre; te mando
un beso con saliva de guitarrero infame de zambas berretas, de gaviln de tierras malas.
Primera parte. Africa. A las doce de la noche, en el centro del corazn purpurino del Africa naci un pendejito. Un
da cualquiera de 1790, en un chocero de esclavos africanos se escuch el llanto escandaloso de una guagua,
un nenito, un gurisito, un guainito infame y bochinchero. Patale en el vientre de su madre, quien profiri alaridos
non sanctos, arrancndose el pelo a manotazos y dndole al atigrado altar de paja furibundos conchazos.
Cambiose de lugar como si fuese a ser en el futuro un prdigo bailarn de ballet y no un simple esclavo ms.
Psose, la infame criaturita, boca abajo, y de un cabezazo rompi la placenta del tero materno y sali del
cuerpo de su madre, que pegaba unos gritos como si la estuvieran matando. El nio no tiene padre, ni se sabe
de dnde viene, quin sabe!, tiene ojos de carbn, es el primer mulato de la tierra bendecida por Dios que
treinta aos despus la Corona espaola bautizara como Virreinato del Ro de la Plata, y que en tiempos
actuales se conoce como Argentina, a secas. Es el primer mulato de la Repblica Argentina! La negra Coral, su
abuela materna de 70 aos, lo alza en sus brazos y lo pone a la luz de la luna para constatar que no est
amarillo por la bilirrubina, ni tenga patas de rana. Afuera, en el inhspito monte africano, los mosquitos invaden el
manglar. En esta choza de tirantes de bamb y hojas de palmera comienza, por as decirlo, la verdadera y
trgica historia de una nacin prxima a cumplir doscientos aos.
-Caramba, qu poronga tiene este nio! grita la vieja al verle la verga bajo los haces de aluminio de la luna.
Lejos de asustarse, se lo entrega a la bendicin de la luna africana. Alocada como un huracn, despus de una
cabalgata de tres horas subida a un len, entra al cuarto Lorena, la hermana de la parturienta. Ignora a la vieja y
se dirige a la cama de lapacho donde reposa la madre, que acaba de dar a luz.
-Olga, Olga! Vestite, tens que escapar!
Se da cuenta de que su hermana ha dado a luz:
-Puta de los mil demonios, cmo hiciste para parir semejante monstruo! Olga, la madre del mulatito, es una
mulata de increble belleza natural, de 13 aos de edad.
Y enseguida la felicita con lgrimas en los ojos:
-Che, mir el pingn que tiene este degenerado. Felicidades, hermana querida! La mulata, de impecable falda
corta de cuero de bisonte y unos aros de barro barnizado con sangre de mosquitos, alz a su sobrino, le peg
dos mordiscones en los cachetes del culo y le dijo: Pobrecito de vos, bienvenido al Africa. Bienvenido a la
esclavitud total.
Y ah constat de nuevo, ahora s horrorizada, que el chico calzaba entre sus piernas un gigantesco instrumento
germinativo.
Epa, gey, nunca vi pingn igual. Este se la va a pasar cogiendo le dijo, muerta de risa, a su hermana
semiconvalesciente.
Como todas las noches, en el barrio africano Consti haba un baile en el barsucho lindero a la choza. Un
barsucho de borrachos y prostitutas que bailan un extrao ritmo de tambores y arpas que llaman cumb y,
supongo, es precursor del -doscientos aos adelante famoso ritmo tropical cumbia.
Y aunque no sonara Karicia ni Los Mirlos, aquello era realmente supersensual para bailar, una artimaa del
tiempo, ver tantas negras meneando las caderas y el culo, dando dosmilquinientos meneos para levantar un
vaso, mover un pie, agitar una pestaa, hasta para hablar las negras movan el culo, y sus partenaires hacan lo
mismo con sus braguetas. Cunto olor habanero hay en este sitio.
Cucurto y Zelarayn
Por Nancy Fernndez
La literatura es un sistema de citas; una trama de alianzas y pactos pero tambin de
retos y desafos. Esto no es nuevo, claro. La literatura se constituye como pretexto
de cofradas y filiaciones y en el lugar del homenaje, tambin se enuncia la
exclusin, o aquellos nombres y estilos que hay que impugnar para construir nuevas
genealogas. No es otra cosa lo que hace Washington Cucurto (o Santiago Vega si
se prefiere) respecto a Ricardo Zelarayn; all donde se repone la potestad de la
letra (Zelarayn es, sin duda, un maestro reconocido por Cucurto), la novedad
desplaza las condiciones de produccin, incluso cuando cabe hablar de margen y marginalidad. Podra decirse
que Zelarayn rene en su vida y su obra, como Gombrowicz, ambas condiciones; es un autor marginal, si
tenemos en cuenta que esto proviene de la crtica, de las instituciones, de los medios y del mercado. Entre una
historia de escritura inconclusa y demorada, ms un grupo de congneres y amigos, la firma de Zelarayn se
mueve lejos del xito aunque gradualmente conozca algo del prestigio y del reconocimiento a travs de crculos
intelectuales. Pero tambin es un artista del margen, si entendemos por esto una operacin de escritura, la forma
y el estilo propios de una potica. Zelarayn, y en esto Cucurto lo sigue, es un autor que trabaja con materiales
ajenos a la esttica clsica, con restos del lenguaje y desperdicios de la lgica racional. No hay explicaciones
que cierren el relato ni frmulas que garanticen la comprensin integral de la ancdota. Cucurto, como
Zelarayn, es un narrador y poeta del margen, pero Cucurto no es marginal; no si atendemos al circuito de
legitimacin que supo construir. Tuvo y tiene la anuencia de algunos medios periodsticos (Pgina 12 y Clarn), la
valoracin de revistas culturales (Diario de Poesa, Vox), compite en concursos de escritura y lleva adelante un
doble proyecto editorial: Elosa Cartonera es un emprendimiento de carcter social (all trabajan cartoneros) e
intelectual (Csar Aira, Arturo Carrera, Ricardo Piglia son algunos de sus colaboradores). Tanto Zelarayn como
Cucurto permiten reconocer el lugar histrico y cultural del que hablan y que sobre todo, los constituye como
sujetos. El primero evoca la primera y la tercera presidencia peronista; el segundo integra la generacin de
poetas ms jvenes (de los noventa en adelante). Sin embargo, ms all de una clara lnea de filiacin (que
implica una posicin cultural e ideolgica), lo nuevo surge como sntoma de la singularidad. Si en Zelarayn
todava hay una textualidad afn con sus contemporneos (esto es, ciertas marcas referenciales, aunque
borradas e incompletas), Cucurto hace del espacio, del tiempo y del sujeto (el protagonista que narra en primera
persona; el narrador en tercera que exaspera el vnculo paradjico entre el sedonimo y su verdad) los mejores
pretextos del simulacro y de la farsa. El cuerpo, la risa y la violencia son la materia privilegiada de ambos
autores: para la ancdota y para el clima que la completa. En este sentido, ambos textos son atravesados por la
fiesta obscena; pero en Cucurto, el rito bailantero se extrema y llega al paroxismo del derroche seminal, al
exceso de cumbia, pinga y Condorina. De aqu en ms, no se trata solamente del procedimiento de la imagen
sino de la imagen como efecto visual. Dicho en otros trminos, la repeticin (de atmsferas y motivos entre uno y
otro autor) deviene escenario propio y diferencial; y de una escritura que hace del contexto la puesta en escena
de la forma y de la lengua (Zelarayn), el texto nuevo hace lo suyo afirmando la potencia de la historia (de la
accin) desde el procedimiento mismo del estilo y la palabra. Si Cosa de negros (Buenos Aires, Interzona, 2003)
juega con la ficcin autobiogrfica, La piel de caballo (Buenos Aires, Adriana Hidalgo, 1999) tambin pona en el
centro de la textualidad la imagen de autor. Solo que si en Zelarayn la escritura era medio y forma para insistir
con la pregunta por la identidad (S. Contreras, 1997), Cucurto acenta el carcter de farsa que llega a asumir el
mito personal del escritor. (1)
Tratndose de Zelarayn, convendra hacer un recorrido por las referencias culturales que construyen el
vertiginoso clima de esa marea nacional, donde campo y ciudad definen su conflicto en los mrgenes
suburbanos, en las variaciones orilleras de una comarca rioplatense; all, quien cuenta en primera persona,
deambula entre el Dock Sud colmado de una inmigracin argentina (chaqueos, entrerrianos, santafesinos,
correntinos, etc.) y barrios porteos con remembranzas, para el narrador, infantiles (San Cristbal). Y en esa
suerte de distancia irnica y de resentimiento burln, el protagonista evoca el tango con los nombres de Piazzola
y Troilo. Pero si hay ciertos giros que reproducen los clises de la cultura portea (la mentada nostalgia del
dnde andarn mis amigos de entonces?) las bables urbanas (que parecen sugerir desde el tono y la forma a
Joyce y a Celine) parecen repetir el mecanismo del olvido, aadido al tono sarcstico que repele el peso de los
recuerdos (se dira que se trata de una tristeza seca, irresponsable y poco seria). Como si el cinismo se
disfrazara de idilio y aoranza: o viceversa. Y es all donde ciertos episodios se mezclan con el sainete y con el
tango; lo primero se lee en el episodio del almuerzo entre vecinos al que el narrador asiste por noviar con la hija
del dueo de casa; pero la polenta con pacaritos termina en una masa viscosa salpicada con sangre mientras
que tanos y gallegos hacen lo propio en la comisaria de la zona. En cuanto a lo segundo, ciertos cdigos de
complicidad masculina parecen aludir a los rasgos ms usuales del criollismo porteo; sin querer, Lita involucra
al narrador con su padre celoso, Don Vicente, un gran tipo que se las saba todas. Y aunque no parezca, hay
algo en comn que, ms all del personaje, une a las dos escenas. Porque si la primera se trata de un entrevero
sin coraje (el narrador no defiende al suegro agredido y termina preso e inconsciente en manos de policas
corruptos), la segunda abre el camino de la traicin (el narrador falta a la promesa que le hiciera a Don Vicente y
se entrega con frenes a sus andanzas nocturnas, al abrigo de los parques para enamorados). De esta manera,
Zelarayn toma prstamos del tango y del sainete para neutralizarlos con la picaresca: por esta va ingresa
Roberto J. Payr. Lnea que abre un realismo costumbrista atenuado con modificaciones de vanguardia (en lo
que hace al uso de la tradicin con motivos y escenas nacionales pero sobre todo por los ademanes con los
que rompe la convencin sintctica). Por un lado, transforma el prototipo del pcaro evitando el mvil de ascenso
social; La piel de caballo recupera as la ntima necesidad de supervivencia provocando a la vez, la deriva y
disolucin que el narrador refleja en el entorno recorrido. Una pregunta persistente asoma con intermitencias:
qu pas en realidad? quin soy?. Porque la lengua, o mejor las hablas, son el reverso de la escritura; es all
donde la masa aluvional se hace presente, por lo que los registros y cdigos, lejos de presentar una identidad
homognea, destacan desde lo formal, la fragmentacin y la disolucin: del sujeto, del tiempo y del espacio.
No obstante, ms all de un delirio barroso, violento y festivo, hay un sntoma subjetivo, una suerte de imagen
donde autor y personaje coinciden; cada Luisito con su frasquito. Es una frase que pone al descubierto, sin
mediaciones ni referencias abstractas, la condicin misma del contexto de produccin: se trata de la vanguardia
de los 70 encarnada por el grupo Literal (Osvaldo Lamborghini, Germn Garca, Luis Guzmn, Hctor Libertella);
la frase juega con la evidencia supuesta y prescinde de explicaciones porque alude al ttulo de una novela de la
poca El frasquito cuyo autor es Luis Guzmn. Con esta novela de Zelarayn se podra hablar de una operacin
de escritura recurrente en Literal y es la doble condicin de la metfora y la metonimia. Con algunas resonancias
de otro gran libro de poesa, me refiero a Roa criolla, Zelarayn conjuga tono, ritmo e imagen; as, la oscura
marejada caballar convoca el registro literal de la ciudad ssmica, el corcovo violento y la seduccin cimbreante
que atrae para espantar y demoler (pags. 54, 55, 59). El tiempo es repentismo, mancha y punto ciego, coincidente con la forma de un espacio dibujado como potrero, arrabal, suburbio, mrgen y pajonal. Aqu, los
personajes son restos diurnos de una caminata con resaca y sobras de un baile trasnochado; son tambin las
piezas de una fuga perpetua y a su vez, el intento vano por recomponer los fragmentos de una identidad. Si de
alguna manera, el recorrido del personaje marca el tiempo intenso de una respiracin jadeante y morosa, la
sintaxis, iterativa e inconclusa, alterna con el sonido intenso que presenta la aliteracin. Algo de esto es lo que
sucede en Roa criolla. Y en cierto modo, la literalidad implica a la palabra como acto, donde ritmo e imagen son
simultneos. Habla cansina, grafa incorrecta, mutuo asedio y rechazo, son modos de presentar el entrevero
desigual entre el animal urbano y la mosca que lo sigue como a la misma miel. Trato espurio entre delicuentes y
policas; grescas, trabajo (remolcadores, mecnicos, metalrgicos, obreros portuarios), delito y supervivencia. De
aqu la cita de Payr, solamente a condicin de reconocer que la costumbre y la necesidad (del personaje, de los
habitantes) son motivos y pretextos para deambular alrededor de una memoria incompleta. Si de realismo se
trata (por ser lo real materia de narracin), es porque la escritura busca explotar los mecanismos conscientes e
inconscientes del lenguaje; lo real pasa por el lenguaje y no por referencias extraverbales. De esta manera,
recuerdo y olvido (en tanto efecto y procedimiento, resultado y artificio) dejan la ptina vacilante por la que el
narrador se desliza hacia el abismo, como testigo y partcipe que no puede probar ms que su experiencia
incierta. Y en cierta forma, las descripciones son un modo desviado del realismo, un modo de privilegiar la
mirada intermitente y alucinada de un narrador itinerante. La prosa narctica de Zelarayn nunca abandona la
narracin en primera persona, el registro autobiogrfico, intimista y de confesin. De ah en ms, compaeros y
amigos ocasionales se integran alrededor de la cerveza y del futbol dominguero, viven y escuchan, con inters
paciente, las historias de amores clandestinos, fuera de la ley y de la propiedad. Entonces, la chirusita Alcira
puede ser objeto de posesin, pero tambin botn para revuelo y desbande (de las moscas), de los que le
andan detrs. En definitiva, el bailongo de Sarand no es otra cosa que un sistema con sus leyes donde la
complicidad y la amenaza terminan jugando a todos una broma pesada. El narrador termina su historia sin
cerrar lo que pas con el Jetae Bagre, hundido quizs en el ro inmundo, como caldo viscoso para puchero de
muertos.
Lo real para Cucurto pasa ante todo por la farsa. Un mundo donde el baile es rito social, al menos para aquellos
entran a la pista como tatuados por la vibracin tropical: El taln rajado, abierto, como una zanja. Es el sacrificio
del baile. Bail, bailo. No paro. Que pare la cumbia si tiene cojones, que se deshueve, risa loca. Mal, la noche
me sonre como una azucena mojada a un insecto, a un grillo, a la bocaza de un caballo( 49); A mi lo que me
mata es la cumbia, misky, me da ganas de singar, de beber, de culear por el culo, de robar, de asaltar. Es este
berrinche del demonio, esta batata enjilguera la que nos mata, la que nos llevar a la tumba o a la perdicin a
todos... (41).
Aunque no se trata de parodia ni de stira (en ambos, registros la risa destaca al tiempo que deforma los rasgos
de una figura, sin que estos dejen de pertenecer a su conjunto). Cucurto exaspera aquellas lneas claves de un
personaje ponindolas en primer plano; pero el exceso de visibilidad y la insistencia precisa, no slo marca lo
reconocible de un mundo sino tambin su distancia. Como si la autntica verdad (del actor) o de la ancdota,
consistiera paradjicamente en su mscara o su disfraz. Ms all de lo nuevo que ingresa (respecto a
Zelarayn), la eleccin del asunto y del espacio (la cumbia tropical, el disco Samber, el carrandal de San Blas
ms el nocturno deslumbrante y porteo de la avenida 9 de julio) se definen en la tensin de los extremos entre
lo verosmil y lo verdico, procedimiento presente tambin en Copi, en Osvaldo Lamborghini y en Csar Aira. En
este mismo sentido, si la novela abre con el subttulo de Noches vacas (cumbia entonada por Gilda), una
narracin en primera persona y una descripcin apasionada del mundo cumbiantero, el segundo ttulo (Cosa de
negros) invita, ahora en tercera, a recorrer el magnfico barrio de Constitucin y a presenciar la historia de
amor entre Washington Cucurto y Arielina Bena. Una historia poco convencional. Porque la trama desopilante
de ambos personajes, atena la violencia excesiva (del exceso aprendido en Osvaldo Lamborghini) de algunas
escenas: Le doy dos soberanas patadas ms, justo en el cerebro salido, al aire libre, para que se componga en
su lugar. No hay caso, el cerebro no entra ms, as que lo arranco con los dedos y lo saco del todo. Lo tengo
todo enterito colgando en mi mano, es chiquito como una paloma, sangra a borbotones, sangre a canilla libre
(40). Me despierto tirado en el silln de mi casa. El mismo en el cual cogimos con la gorda la noche anterior.
Tengo los dedos llenos de sangre y pelos. Saco pedazos de ojos en las uas. Qu gran asco! (42). Fiesta y
violencia; cuerpo como objeto de goce o destruccin; es todo lo que traza la realidad fabulada, la ficcin de una
experiencia donde Gilda, Rodrigo, Los Charros y Mandingo conviven con Csar Vallejo. Si la referencia potica
nos trae alguna resonancia de la vida de Cucurto, la autenticidad de la escritura (su singularidad, su innovacin)
pasa por el desplazamiento de esos mismos ndices verdicos, por su deconstruccin o por el desalojo de su
lugar, pertinente y central. El canon de la poesa latinoamericana est ah (por identidad y evocacin) junto a
tickis y chirusitas palpadas y relamidas. Entonces, la ficcin autobiogrfica juega en forma sesgada todos sus
elementos haciendo de la paradoja, la autntica lgica de esta novela. En la verdad de un nombre falso, la
autora del libro (y de una obra entera), afirma su entidad jurdica. Washington Cucurto es la firma legtima y real,
personaje de la historia y tambin el alias de Santiago Vega; es, adems, el escritor que sabe medir los efectos
de una sintaxis nominal, all donde el uso frecuente de un fraseo unimembre instala la velocidad meditica de la
imagen: Sus ojos, muralla que me separa del mundo. Una parejita se interpone besndose y derramando
cerveza. Pasan rpido como una epifana en DVD (18); Luces, luces, luces, qu enchastre de belleza!
Sensacional el Samber (27); y a modo de homenaje para Ricardo Zelarayn: Cacho bordeando el
nauseabundo arroyo Sarand.
NOTAS
(1) Sandra Contreras, La piel de caballo de Ricardo Zelarayn: a travs de las voces e identidades de la
tradicin nacional y popular en Revista de Letras, Rosario (UNR), no. 5, 1997.
Fuente: www.elinterpretador.net
Cuando termin vol la goma del nebulizador dndome otra cachetada en la mejilla.
El curandero corri hacia la cama y se la inyect intravenosa.
Sangre! grit y me pinch.
Me sent mal aferrado a la mano de mi ticki.
Mejor me voy que va a venir la polica dijo el vendedor de cds truchos.
Sangre, que se nos va! grit el curandero y salt con la jeringa hacia el vendedor que no atin a nada. Le
pinch el brazo con gran maestra y le sac un litro.
El vendedor peg un grito de dolor.
Gracias, hermano, le dije y le di un beso. Cuando tenga plata te compro todos los cds.
El curandero gir y le inyect la sangre a mi ticki. Se desabroch la manga y mientras gritaba, sangre, sangre, se
clav sin pestaar la jeringa en un brazo y ya esto era un toqueteo, un pinchadero sin ton ni son. Se pinchaba y
ya la pinchaba a ella y se volva a pinchar y le daba ms sangre a ella. Era tanto el bardo y la desesperacin que
incluso vi cmo la pinchaba a la propia ticki sacndole sangre de un brazo y ponindosela en el otro. Lo
importante es que la sangre fluya, dijo. Yo estir mi brazo y me dio dos pinchazos pero ni por asomo asom una
gota de sangre. Est vaco, dijo. De brazo en brazo caan gotones de sangre que el curandero chupaba para
no perderla.
Al curandero se le cay la peluca y se despeg de su traje de curandero y se sent en un banquito.
La salvamos, pongan cumbia, carajo!
Yo me alegr de la vida. Salt al minicomponente Aiwa y puse Los Mirlos. Y son de casualidad el Poder Verde.
Lo puse a volumen 55, la pieza retumbaba que volaba. Slo un aparato japons puede poner la cumbia a 55 de
sonido. El gran plan de los japoneses es que un da prendamos un Aiwa y volemos en mil pedazos. La cumbia
se escuchaba hasta en la Luna.
El poder Verde! grit el curandero.
Tenamos los brazos dolorosos pero estbamos contentos.
Como si fuese un cuento de Garca Mrquez, pero ms divertido y con cumbia. Pos, qu es esta vida de hambre,
sino puro realismo mgico al revs. Sea como fuere, la cama de mi ticki se comenz a elevar en medio de aquel
cuartucho horripilante, mientras sonaba Eres mentirosa. Golpeaba contra el foquito del techo e iba flotando de
un lado a otro de la pieza, como una vez vi, que flotaba en llamas la cama de Frida Kahlo, en una pelcula
yanqui. Y ustedes no lo van a creer, pero las cosas que pasan en las pelculas, tambin pasan en la vida. Si
piensan que macaneo vengan a caminar por las calles de Constitucin y vern que esto es ciencia ficcin
sudamericana.
Esta es una curacin doble. Hay que hacer la otra parte de la curacin.
Qu otra parte de la curacin? le pregunt. Yo lo mir al curandero trucho que no era otro ms que el mismo
hermano del vendedor de cds y, a los cds, los copiaban en el mismo Aiwa multipotente, en el cual ahora sonaba
Lamento de la selva.
Che, que ahora me doy cuenta lo justo y hermoso que es el amor pese a todo, lo digo ahora que pasaron tres
das y ya me puedo sentar y caminar. Che, que no hay nada ms justo en la vida que el amor y el sufrimiento. El
curandero fue y quem de nuevo en el microondas las pinzas y me dijo que el amor se hace entre dos y que
para que no vuelva a ocurrir era necesario, que no dolera nada, que piense en Mara que al lado mo, boca
arriba, y yo boca abajo, me agarraba de las manos y sonrea y fue tan linda su sonrisa, pese a todo, fue una
sonrisa de amor y alegra y comprend que a pesar de todos los problemas, el amor es lo ms lindo que nos
pasa, pese a todo, y la cumbia no dejaba de sonar mientras yo me bajaba los pantalones, en el acto ms justo
de la vida, mientras el curandero del amor me meta las agujas hirvientes en el centro oscuro y acre y con olor a
mierda de mi ser.
noches Condorinas con olor a porro, llenas de vicios, de besos artificiales de lpices labiales y boquitas de
pingas abiertas como peces. Otro viernes mas venimos a hacer la nica revolucin posible: la de bailar la cumbia
y levantarse una buena perra paraguaya. Estoy repegado a esta morochita que ni s su nombre. Que
importancia tiene! Mitakua llevame al fondo de tu ser. Mi tavyrn se pone duro y quiere romper la bragueta. Mi
esposa, mi hijo, mi padre, mi jefe, mis hermanos, mi madre, vienen y quieren arrancarme de los brazos de ella,
cuerachona, pero yo me agarro con todo y comienzo a dar vueltitas, a soplar huracancitos que los alejan de m.
Dejenme tranquilo joderme la vida en paz! La vida es para jodrsela, para apestrsela bien apestada, los
pulmones son para llenarlos de cerveza y el corazn est para llenarlo de rimel... Kirito, Kirito, ven a m!...
Matecopio Bronco viejo y querido noms!...
Buenas noches pantaloncitos ajustados, tanguitas con olor a bosta de un lado y a concha del otro vivan,
poraitep! Abiertas, supersnicas, reculan las conchitas debajo del bozalcito de lycra de las tangas. Culos
hediondos de negras: Presente, Presente, ac estoy! Voy yendo a la barrita donde estn acodadas las guainas
mas lindas de la vida. Un super litro de Condorina helada, mi preferida porfa!... Flash, flash, una fotosky-kat
con Condorina en mano que soy un rey, un hombre, un hroe. Hirachuore! Miro pasar perras, crespitas divinas y
pasar tilinguitas que estn pa hacerlas sonar y pasar, morochazas del incomensurable y caluroso norte argentino
y pasar culos grandes, avasalladores, imponiendo respeto ante otros culos flaquitos de machos o de flacas
tirifilas, que tambin las hay, pasito a pasito, tetas redondas y altas, olores de todos los sabores, sabores a
catinga de todos los olores.lengua roja lamiendo los sobacos! Lleg el rey de la cumbia!
Qu travesia llegar a la barra! Jelou, barrita de las birritas de los bardos bailantiles! Apretujones, el destino me
pone delante una guanita culona, la guo con el asta de carne a los empujoncitos, ella salta cada que la
apoyo.Par guaino, ands volcando leche!, me dice y me empuja. Sigo. Por ac si, por ac no, no no mejor para
all que hay menos hombres. Los guainos aprovechan y me la tocan, me la apoyan, me la sobaquean toda
perdidita pa siempre, manchita negra, en el horizonte tropical de la bailanta. Hago lo mismo con otras... En el
escenario baila la Sirenita. Ay, Virgencita del VAlle del Sal, en un sucuncito te explico quien es la Sirenita, a vos
te va a encantar, inexplicable con palabras, un bombn de otro mundo, s, s, s! del mismsimo pas loco y
enamorador del Paraguay, porque la guiana es... paraguaya de 17 aitos, baila como nadie! Dejame tomar, no
te me enloquezcas como mi corazn. Se te derriten los ojos, tortillera, calentona, secate las babas. La bailarina
oficial del Bronco es capaz de todo con el cuerpo. Seamos felices as, Virgencita del Sal, vindola zarandear
todo al ritmo embriagador de la cumbia, olvidemos que somos viejos aunque tengamos veinte aos; olvidemos
que hace siglos perdimos las esperanzas aunque ahora aparezca esta rfaga de carne esperanzadora.
Olvidemonos de todo, Virgencita pecadora, y matmonos en sus ojos, giremos en el ritmo de las caderas de
esta belleza paraguaya del otro mundo que se llama Repblica Septrentional del Paraguay!... Atontado, perro
mojado por un chaparrn de madrugada. Ay, Virgencita, ni vos que ests muerta ni yo que estoy vivo vamos a
tocarla.
La Virgencita desapareci y, zas zas, alguien me agarra el brazo y me arrastra. Y yo: no, no, mi amor... no te me
vays Sirenita del alma, aguant ac. Vega, Veguita! me dice una mano negra, alacranada, que me da vueltas
meta girar con dos negrazas terribles, muy feas, pero con unos cuerpos importantes. Ingueroviable!
Ingueroviable! (Increble!), grita el morocho que se me vino encima a todo tote como un mionca con el
embriague cortado. Vos sos el hijo del viejo Vega! la pucha che, que te estiraste como junco! Cuando te conoc
andabas soltando los mocos, guacho, all por Fiorito enchufndole vasos a la gilada. Me deca y me abrazaba y
besaba, contento de verme, y yo mirando pa trs por si vea a mi guainita del sbado pasado, aquella que me
jur amor eterno, y me prometo por todos los santos del Paraguay que me iba a esperar sin mirar a nadie
calladita al lado de la barra. Lo hizo besndose los dedos mil veces y hasta me hizo el "piedra papel y tijera, te
espero hasta que vengas". Sheraato, cmo avanza el mundo che, otro pasito mas hacia la destruccin total, a
la marolia! veo a la juradora catlica entre la negrada meta carraspear con otro a unos metros nomas. Que poco
dura el amor, che!...
Y en qu anda tu viejo? No se lo vio mas vendiendo por el Camino Negro, che, se lo acomo la tierra... Yo: no,
no, s, sigue... Mir donde te vengo a encontrar!, lo que es el destino, qu haces entre la paraguayada, negrito
atorrantn... Yo: Diviertiendome un poco. (Ahora lo calo al morocho: es busca como mi viejo, ex colectivero del
amarillito 188, nos llevaba gratis y mi viejo le regalaba un par de medias o una musculocita pa los cros. Est
igual, che, pero debe tener como 60 aos! Es de roble el paragua!).
El amigo encontrado de mi padre estaba meta bailar con una compatriota de 50 pirulos largos, cuerachona,
morocha-tetas-grandes y culo-de-porla-sin-mezclar. Todava tena las ancas fuertes, se notaba por el vestido
ceido al cuerpo. Pienso la pija que hay que tener pa entrarle a una de estas. Ea!, qu hay ac tan fiera como
su madre! Con mucho lomo, gran cabellera y ojos negros, la hija de unos 17 aos. La marco con mucho amor y
ya la agarro de la manito y nos ponemos a girar lindo. Paraguayita?, le pregunto cuando logro llevarla a un
costado. S, a mucha honra. Ay -le miento- si volviera a nacer sera paraguayo. embuepoti! tir mi golpe
maestro y la pendeja cay. Una felicidad me invade, el amigote de mi tata, no deja de traer cervezuchas.
Entrele, entrele, guacho nomas! El morochote gigantn agarra de la cintura a la madre y la hace dar vueltas y
grita para el escenario. Msica que hay un Vega!... Yo, timido, chis,chis, no levants la perdiz. Mi paraguayita se
mata de la risa y me abraza tierna... Al rato nos vamos y nos sentamos en una mesa blanca de plstico. Mas
cervas. Y yo: pago yo compadre, paremos un poco. Y l me pega un coscorrn que suelta al piso un chapuzn
de medio vaso de cerva y me dice. Como vas a pagar vos guacho, me quers insultar? And aprend a
limpiate los mocos... Ay, que feliz me siento entre tanta hospitalidad, en esa mesa casi familiar rodeado de gente
de corazn de oro, gente sin inters mas que el de vivir y disfrutar con los amigos; ay pai, qu felicidad estar en
medio de la morochada esplndida de dientes blancos y pelos de pas. Ay, la sagrada morochosidad del mundo,
viva, viva, aguante las mezclas los mestizajes los criollismos, viva el indio con el espaol o el tano o el turco o el
rabe o el polaco, de ah viene la cumbia, qu picazn deleitoso tenerla instalada como otitis en los tmpanos! No
pars nunca cumbia. Que el mundo par, s. Que los yanquis hagan bosta todo, Irak, Cuba, Venezuela, el Mar
Rojo, que se llenen el culo de petroleo, me importa un gevo todo con tal de que la cumbia no pare nunca... Y
este paraguayo como me hace acordar a mi padre, tan generoso, tan vivo, tan sonriente! Sheraato, contame
mas de tu tata, dame el tubo o una calle que lo voy a ver. No me atrevo a decirle que se muri y le digo "se mud
pal lado de Chacarita". Me voy pa otro lado y le adulo la hembra. Ya estoy agarradito de las manos con mi
mitakua. La madre aprueba musitando palabritas en el odo del aire. As, meta trago y trago y unas bailaditas
mas con la gurisa para tantear el terreno y ella que me deja, que va al frente. Volvemos a la mesa y el amigo se
levanta y dice. Nos vamos guacho, te dejo mi telefono y mi calle, cuando te quieras pasar tens las puertas
abiertas y decile a tu viejo que me llame. S, s ya te llama en esta semana sin falta, y se van. Yo no la quera
largar por nada a mi paraguayita, alargaba los saludos. No hubo caso, qu separacin mas dolorosa! La
paraguayita me mira pcara y me dice al odo "no dejes de llamarme".
El papelito dice: "Rosalino Riquelme, Patricias Argentinas 1540, Barracas. Chau seora. Portate bien guacho,
mir donde te vengo a encontrar! YO donde te vengo a encontrar a vos, paraguayo emierda, y encima de
cuidador de la conchita cerradita que me gusta, roto, puerco, descosido, ojal te destripe un auto o te pise un
tren.
Cerr la noche y me qued solo. Otra vez, arrechado, paticojo, tronchado, besuqueado sin ponerla como un vaso
de cervas manchado de rouge. Ya todas las guanitas estan con machos. Doy unas vueltas a ver si pesco unita.
Imposible, lo mejor es salir. Salgo. Adios Bronco, se va el Rey de la Cumbia, adios caballitos multicolores, hasta
el viernes que viene! No me relinchen as, che, no le hagan trampa a mi corazn.
Son las seis de la maana, coo! Y me acuerdo que tengo que volver al supermercado. Ojal el lastre de
Domingo Gonzales, el gordo alcachuete, me haya marcado tarjeta. Como tantas veces hice yo con l. Maldicin,
la putrefacta gndola est esperandome, enquilombada reluce bajo las luces y espera a que un negro venga a
meterle manos. Cmo la dejaron anoche, qu plaga es la raza humana! Corro todo transpirado a la parada del
bondi y me tomo el 102. Cierro los ojos y pienso en la paraguayita pupila del amigo guaran de mi padre, parece
mentira, hasta despus de muerto, me llegan sus herencias. Puteo para adentro al colectivero que va durmiendo,
tranqui, a las seis de la maana, dale gallina clueca, mete un cambio, ral alfonsin, jugate una vez siquiera...
6:45 de la matina, bajo corriendo por Figueroa Alcorta y llego al Carrefour donde trabajo. Los vigiladores me
abren la puerta y me dicen. Epa, guey, de dnde vens con esa traza? Del baile, manes, les digo y me sonrio.
Me meto al vestuario y me pongo rpido el uniforme blanco y la pechera verde del sector verdulera. Cmo el
rey de la cumbia termina de repositor de verduleria de Carrefour! As est el mundo, viejo. Corro por un pasadizo
y desde el saln me gritan todos a la vez, Soruco, El Pato, El gordo Domingo y Frascarelli. -Dale, sarna, movete
que no llegamos pa la apertura. -Ya voy, che, no se pasen de la raya que soy Tom Sawyer.
Bajo a los tropezones con los timbos reglamentarios desatados y llegando al saln me resbalo y casi me pego un
porrazo contra la gondola de papas. Todos se ren. Me paro, comienzo a armar la gndola. Jaulas y jaulas de
remolacha, lechugas, rabanitos, apios, verdeos... Ay, el maldito supermercado del cual no saldr nunca si no me
gano la quiniela! Y qu tal ascender, ascender? Yo nunca podr ascender ni un piso por escalera. Pienso en mi
amor del Bronco. Todava tengo olor a Axe. Me acuerdo de las iamgenes del baile y armo, armo. Siempre la vida
en constante movimiento siempre corriendo en todo, lo que no me permite pensar. Si no pienso, soy feliz. De
pronto, cae un morrn podrido en mi gndola.
Risas, me doy vuelta y Domingo me dice, larva, mezcl bien los colores, o quers que nos caguen a pedos.
Tiene razn, el verde de las lechugas habra que cortarlo con el rojo de los repollos o los zapallitos. Ese es el
unico secreto del super! De repente, me acuerdo de la tarjeta. Loco, me doy vuelta, che, me marcaron tarjeta?
Yo, no. Y yo tampoco, y yo menos que menos, Chavito. todos se hacan los boludos. Sub corriedo como un loco
al fichero y s, estaba marcada. Que pelotudos!, digo y respiro aliviado. Bajo las escaleras y encuentro a Pato
peleando con una zorra y un gran palet de papas que va al saln. Eeehh, negro, no llevs tantas papas, no van a
entrar. Ayudame a bajarlas, dale. Uy, man, no termino mas, dale, apurate, le ayudo a bajar las bolsas sobre otras
de ancos. De pronto, escucho ritos fuertes, feos. Vega, Vega! Es Carlitos Nuez, el jefe, ya me la veo venir. Mi
gndola esta desastrosa. Vega te lo dije mil veces, sos pelotudo vos, cuantos premios te tengo que quitar para
que aprendas a laburar! Me recaliento, pierdo la cabeza y me le abalanzo para pegarle. me qued dormido, la
concha de tu hermana, nunca te dormiste vos!... Nuez arruga se da vuelta y sale caminando para el saln. No
aprends mas negro de mierda, te juro que te suspendo un mes! Patito se re, dejalo es pura chispa, siempre
dice que te echa y no hace un carajo, tiene miedo que tenga que laburar l.
Con la lengua afuera, llegamos a las 8:55 a la apertura del supermercado.
"Muy buenas dias clientes, se hace la apertura del hipermercado".
Las balanceras ocupan sus puestos todas perfumaditas. A m me enloquece Miriam.
Contacto Washington Cucurto: cucurto@yahoo.com.ar
Fuente: http://www.eloisacartonera.com.ar/eloisa/cucurto.html
En su pas era conocido hace ya un rato. Un grupo de moralistas quem su primer libro frente a la biblioteca de
Santa F y el Ministerio de Educacin de esa provincia lo calific de "denigrante, xenfobo y pornogrfico". Hoy
trabaja en la Casa de la Poesa de Buenos Aires y antes fue vendedor ambulante y reponedor en un
supermercado.
Naci, con el nombre de Santiago Vega, en la localidad de Quilmes, al sur de la Capital Federal, en 1973.
Recientemente fue antologado por Yanko Gonzlez y Pedro Araya en Zur Dos/ ltima Poesa Latinoamericana
(Paradiso ediciones, Buenos Aires, 2004). Su trabajo ha logrado gran popularidad en un sector informado (valga
el oxmoron) de la poesa continental, aunque su mejor produccin es sin duda la ms reciente Hatuchay. All da
cuenta de un logrado desarrollo, a diferencia de su contribucin a los antologadores chilenos con textos de
menor armona y respiracin a los de la publicacin mexicana.
La Cumbiela y la esttica callejera
Hatuchay rescata esa esttica proletaria, comercial, latinoamericana y marginal de las capitales del continente,
donde confluyen los exiliados del interior y del exterior en un solo escenario. Su idioma es uno solo; est
conformado por signos sobrantes del posmodernismo globalizador y aquellos propios al principio Auschwitz,
todos ellos dictados por los medios de comunicacin. Su mundo es la otredad; el espacio negado e ignorado por
quienes poseen el poder poltico y econmico. Se trata del rastrojo del Estado: "Los dolos mueren, los
millonarios mueren,/ los patrones mueren, pero los puestos callejeros/ del Once no morirn jams".
Cucurto pertenece al Once. La popular plaza donde se ubica la estacin ferroviaria destinada al oeste de Buenos
Aires -Moreno, Lujn- lleva por nombre Once de Septiembre, fecha relacionada con Domingo Faustino
Sarmiento y no con nosotros; ni con aquellos. All se concentra una poblacin juda y, pronto en la historia,
paraguaya, chilena, boliviana, peruana, tambin del interior y centroeuropea; all se instala el mercado de la
sobrevivencia y la msica popular -esa cumbiamba o cumbiela- que recoge sus cdigos y los textura.
Pero Cucurto es poeta ms all de esos lmites y de cualquier otro. Es lector; est informado de la cuestin y
sabe. Su discurso resulta literario, rtmico y la imaginera construye una historia a la que los parmetros formales
le otorgan veracidad: "Al caer los inspectores la tarde se cae a pedazos como cascarones/ de pintura seca de
una pared vieja; todo se desvanece en la calle de las Pisadas/ Desesperadas./ Usted no sabe, usted es turista
en su propio pas, a usted no lo intimida/ verlos desaparecer por la calle de las Pisadas Desesperadas." Es esta
condicin y ninguna otro la que lo reconoce como poeta.
En ese transcurso hace guios a la mejor literatura. Ciertos remates rinden homenaje, con generoso e insolente
humor, a nuestros grandes. Como muestra, Svenja 2000 finaliza con un magnfico "Svenja Petresca, tu tacita de
helado cala en lo ms hondo Y cmo duele!", que cita el verso final de Confesiones de un Itabarino, de Carlos
Drummond de Andrade; y "Hoy hincho por el Sporting Cristal" lo hace con el determinante "Yo nac para alentar
al Sporting Cristal!", referido al verso postrero del Segundo canto de amor a Stalingrado, de Pablo Neruda.
Santiago Vega, vulgo conocido como don Washington Cucurto, es un poeta al cual ms bien conviene observar.
A esa "infinita alegra de yirear sin rumbo" pertenece una poesa necesaria, en desarrollo y de alto sentido
profesional. Un producto que debemos comprar; aunque aparezca ofertado en el mercado informal, como se
dice.
Fuente: www.letras.s5.com/jc060905.htm
Fauna onceana
Gordos vendedores de man con chocolate.
Gordos vendedores de medias futboleras de equipos europeos .
Gordos vendedores, ex pasteleros, de pastelitos de membrillo.
Gordos, perversos vendedores que venden a sus hijas como si fuesen ropa.
(Bombachas, medias, remeritas, topsitos. Se pajean con ellos).
Gordos, cerdos vendedores de choripanes, morcipanes, riopanes,
adobados con la carne de sus propias mierdas.
Gordos vendedores que dan la hora.
Gordos, calculadores vendedores que te dan el da y la hora exacta de tu muerte.
Gordos, ttricos vendedores que se cargan a la muerte, por encargo.
Gordos, velocsimos vendedores que ponen en juego tu imaginacin:
te venden un juego de agua con lucecitas fluorescentes, ms alarma y dos pilas de regalo.
Gordos, tropicalsimos vendedores emparentados de inmediato con tus ganas de escuchar msica.
Gordos, grasas y trnsfugas vendedores que te venden lo que tu vida no necesitaba hasta que llegaron ellos.
Por qu aparecern? Quin los llam?
Gordos, hispanos vendedores de toda la hispanidad mundante: antologas de Garca Lorca, novelones de J.
Amado, Guas de calles de la Ciudad, Biblias, mapas, posters.
Gordos, simpaticones vendedores dispuestos a venderte la mar en coche enmoada, el moro y el oro, un
fangote de moscas y hasta un amor.
Gordos, necesarios vendedores que alimentan tu imaginacin y comienzas a necesitar.
Gordos, peligrosos vendedores que te apuntan a la cabeza con un arma.
Gordos vendedores que te anuncian el jeans ms barato por altoparlante.
Gordos, arequipeos vendedores de pilas, linternas, lotos, cotos, alegres o tristes, como usted quiera. Lo que
usted quiera.
Gordos, subsidiarios vendedores que hunden y salvan al mundo a cada grito.