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Las Crónicas y Los Andes

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LAS CRNICAS Y LOS ANDES

Crnica de la elaboracin de una historia


Se escribe del Per desde los viajes de francisco Pizarro a las costas NORANDINAS. Al
principio fueron cartas y relaciones breves. Otras fueron ms precisas y producto de
la experiencia de quienes acompaaron a Pizarro, tal es el caso del texto atribuido a
Juan de Smano, un aparente cronista QUE habra utilizado informacin
proporcionada por Francisco de Xeres. Entre los puntos importantes que la relacin
destaca, encontramos datos acerca de los primeros contactos humanos entre
espaoles y andinos. De igual manera ocurridos ya los sucesos en Cajamarca
Hernando Pizarro escribe una carta la cual un tal Gonzalo Fernndez de Oviedo
reconocido cronista de las indias- que all resida, reprodujo la carta de Pizarro, la
cual haba sido olvidada, adjudicndosela aos despus. Se sabe que Oviedo ha
incluido nombres (Guainacaba, en lugar de Cusco viejo) e incorporado situaciones (y
el capitn Hernando Pizarro le hablo bien) otros casos de modificaciones de Oviedo
al texto puede verse en la transformacin de los topnimos: Guacamba en
Guancabamba o en los nombres propios. En 1534 se editaron los dos primeros libros
que relataban los avatares de Pizarro: El primero fue LA CONQUISTA DEL PERU
LLAMADA NUEVA CASTILLA Ral Porras le atribuyo a Cristbal de Mena pero, hay
cierta incoherencia con las fechas pues Mena supuestamente se encontraba en
Panam cuando se dio la muerte de Atahualpa lo que no se sostiene en ellibro. El
segundo libro editado en Sevilla La verdadera relacin de la conquista del Per Su
autor fue francisco de Xeres, l haba actuado como secretarios de Pizarro y sus
primeras experiencia se iniciaban con los primeros viajes de los espaoles a las costas
del Per. Se ha afirmado que la crnica de Xeres fue una refutacin a La conquista
atribuida a Mena. La base de la aseveracin descansa en que la ltima desliza hacia
Pizarro la responsabilidad de la ejecucin de Atahualpa. La Noticia del Per
atribuida a Miguel de Estete contiene informaciones particularmente interesantes
sobre los andes, su gente e instituciones, precisiones de nombres, la informacin de
Inca, informacin sobre los quipus y los cuatro suyu. Se cree que la Noticia pudo
haber sido escrita en la dcada de 1540 cuando los espaoles ya posean mayor
informacin de los incas. Los acontecimientos de la invasin espaola fueron el tema
central de inters de los primeros cronistas. Poco podan hablar, entonces, de los
andes y su gente que recin comenzaban a conocer. Los contactos iniciales entre
espaoles y andinos fueron oscuros y difciles; no obstante que los cronistas
hispnicos parecen creer que se haba establecido una comunicacin fluida, en la
prctica era todo lo contrario, y ello se explica porque la capacidad de los traductores
era mnima. El inca Garcilaso de la Vega sealara, aos ms tarde, dificultades de
traduccin que confronto el lengua Felipillo por los espaoles. Una segunda
dcada ycronistas ms experimentados
A partir de 1540, cuando ya se haban iniciado las guerras civiles entres espaoles
que, asolaron el pas, los escritores de la dcada los registraron con minuciosidad, a la

vez que comenzaban a realizarse las primeras aproximaciones serias a los incas, su
cultura y su experiencia andina. A mediados de esa dcada hubo varios
interrogatorios, en este caso a los quipucamayocs quienes no posean informacin
sobre historias o mitos; ms bien cuantitativa. La propia dcada de 1540 vio aparecer
en salamanca la segunda edicin de la Historia Natural y general de las indias, de
Fernando Gonzales de Oviedo y Valds. Incorporaba ya noticias sobre el Per,
reproduciendo la edicin como un apndice el texto y la crnica de Francisco de
Xeres, si bien con algunas alteraciones y supresiones; se trata de la edicin de 1457 de
la Historia de Oviedo. En el proceso de redaccin de la obra de este cronista se fueron
reuniendo numerosos testimonios, algunos de ellos se mencionaron anteriormente.
El decenio clsico: la nueva historia Al iniciarse la dcada de 1550, el inters de los
incas se hizo ms evidente entre los autores que escriban en el virreinato del Per.
Sin opacarse la atencin que reciba ya la historia de los espaoles en los andes.
Tambin a finales del siglo XIX e inicios del XX se hicieron pblicos los tres libros de
la historia de las guerras entre los conquistadores. No obstante, increbles celos
profesionales y deliberados ocultamientos, amn de uncultivado y encantador velo
de misterio, los mantuvieron largos aos ocultos. Solo en nuestros das se pudo hallar
y publicar, finalmente, el volumen correspondiente a las expediciones de Pizarro y la
conquista del Per que se encontr en la biblioteca apostlica Vaticana, justamente
con un segundo manuscrito de la parte correspondiente a los incas. Los hallo la
investigadora italiana Francesca Cant. Adems de la ambiciosa dimensin de su
proyecto, la obra de Cieza de Len destaca por la cualidad de la observacin del
ambiente, por la confeccin de una historia de una historia incaica con los datos que
recogi, principalmente en el Cusco. Casi a la par de la redaccin de Cieza, escriba
en el cusco Juan Diez de Betanzos, hombre que tena ya aos de residencia en l
ciudad, aunque no haba sido de los primeros espaoles que vivieron en ella. La obra
de Betanzos titulado Suma y narracin de los incas se conoci hasta el siglo XIX.
Como los dems cronistas del grupo de autores cuzqueos que se inicia con el mismo
y con Cieza de Len, Betanzos parece haber recibido informacin oral sobre tres
grandes ciclos mticos: el primero se refiere a los orgenes del mundo y del Cusco, el
segundo trata fundamentalmente de Pachacuti (incluida la guerra con los chancas), y
el tercero remite particularmente a la guerra entre el Cusco y Quito. Una dcada
decisiva: La de Francisco de Toledo A finales de 1560 escriba Titu Cusi Yupanqui su
instrucion de Ynga don Diego de Castro Titu CusiYupanqui.., la empez a redactar en
Vilcabamba, reducto resistente de la dirigencia Cusquea, finalizo en 1570. El
decenio 1570-1580 se encuentra marcado por la vigorosa presencia del virrey
Francisco de Toledo.
Toledo era un hombre de recia personalidad y un alto ejemplar de burcrata, que
puso en prctica los principios elaborados por la nueva administracin espaola,
iniciada durante el gobierno de Carlos V. Despus del decenio toledano No fue
amplia la elaboracin de nuevas crnicas en el decenio de 1580, pero en l se
escribieron muchas relaciones locales, como aquellas que constituyeron la mayora
de los informes que se hicieron sobre la base de interrogatorios diseados por la
administracin peninsular, como son aquellos organizados y publicados- en los aos

finales del siglo XIX- por Marcos Jimnez de la Espada bajo el ttulo de relaciones
Geogrficas de Indias. Podra decirse que despus de la dcada del gobierno de virrey
Toledo, decreci el mpetu de la escritura de las crnicas. Una nueva centuria En el
siglo XVII las crnicas tuvieron distinta envergadura. Ya se habl de aquellas,
importantes desde todo punto de vista, como los Comentarios Reales de los Incas y
la nueva Cornica y buen gobierno de Guamn Poma. Al iniciarse el siglo XVII ya no
se vivan, ciertamente, los testigos de los hechos de la conquista, y las crnicas que se
escriban en aquellos momentos tendan a establecer la visin universal de una
historia europea; ello se vio en los propios escritos delinca Garcilaso de la Vega, sin
olvidar su acendrada imagen andina. La imagen universalista de la historia andina
tuvo otros ecos cuando en Espaa publico Antonio de Herrera y Tordesillas su
Historia general de los hechos de los castellanos en las islas y tierra firme del mar
ocano, obra ampulosa que comenz a imprimirse en 1601, y continuaba editndose
aos despus. En el propio siglo XVII se escribieron obras distintas, que marcaron
tambin la elaboracin de una historia andina. Destacan entre ellas el libro del fraile
mercedario Martn de Mura, historia del origen y genealoga real de los incas, reyes
del Per. Entre 1560 y 1601, Mura hizo varias redacciones de su obra, fue doctrinero
y estuvo en contacto con Guamn poma de Ayala, quien lo recuerda con acritud en
su nueva Coronica Los viajeros como cronistas Otros libros importantes se
escribieron sobre los andes en los tiempos coloniales, si bien su condicin se aleja un
poco de la crnicas clsicamente entendidas, pues no son tanto histricas como
libros de viaje, donde se incorpora con frecuencia noticias histricas o datos
diferentes, demogrficos por ejemplo, en medio de relatos que reflejan el itinerario
de sus autores por los andes. Las tareas de la evangelizacin Produjeron desde el siglo
XVI y especialmente en el XVII un amplio material que muchas veces alcanz la
imprenta, si bien en su mayora contina manuscrito en nuestros das. Desde inicios
d aquella centuria se comenz las visitas de la idolatra destinadaa extirpar los
cultos andinos y redisear la difusin del cristianismo. Un par de los numerosos
procesos incoados en aquellos tiempos se conserva en el archivo del arzobispado de
Lima, aparentemente la nica dicesis
del virreinato del Per donde dicha tarea se llev a cabo con la extensin e intensidad
conocidas.

Captulo II
TESTIGO Y MEMORIOSOS
Los testigos de la invasin espaola de los andes fueron en realidad pocos entre el
nmero de los cronistas en el Per, ya se mencion como Hernando Pizarro escribi
un testimonio personal en 1533, escrito aun antes de la ejecucin de Atahualpa en
Cajamarca. El annimo sevillano que fuera atribuido a Cristbal de Mena, y la
crnica de Francisco de Xeres, abundaron en detalles que complementaron el autor
de la Noticia del Per, as como los escritos de Pedro Sancho y Juan Ruiz de Arce. El

hecho es que en manos de los propios escritores espaoles de las crnicas estallaba la
velocidad de los acontecimientos que jalonaban su apropiacin de un mundo nuevo.
Rpidamente se organizaron banderas que finalizaran en la precisin de algunas de
las primeras manifestaciones criollas. Como es sabido se llam criollos a los primeros
hijos de espaoles nacidos en amrica, pero el nombre tambin puede sealar con
justicia a los ms antiguos y asimilados inmigrantes que se enfrentaron a los iniciales
intentos de la administracin peninsular de reglamentar sus derechos y corregir sus
actitudes consagradas en los das fundamentales de los espaoles en losandes. Los
cronistas hallaron en los hechos de la propia invasin y las guerras subsiguientes una
seria motivacin para escribir. Al margen que uno escriba sucesos relatados- no
exentos de la justificacin ni del agravio- , un texto impar colinda con la novela
caballeresca: El libro de la vida y costumbres de don Alonzo Enrquez de Guzmn,
prototipo de la picaresca americana. Luego de las primeras obras concebidas a lomo
de caballo o en medio de agotadoras jornadas a pie, las crnicas comenzaron a
nutrirse de diversos documentos probatorios, algunas veces de dudosa procedenciacomo ya se anot en el temprano caso de Alonzo Enrquez- y se escribieron en
condiciones ms pausadas. Los cronistas y la historia andina Desde los autores
iniciales, los cronistas se interesaron por los andes y su gente. Al principio su
impresin fue de asombre e incredulidad; hallaban una poblacin civilizada , y la
civilizacin se media- talves en un primer momento- por la riqueza, considerada en
trminos europeos, es decir, en la abundancia de los metales preciosos, ello fue
observado desde los primeros viajes de los espaoles por las costas del Per. La
civilizacin tambin se verificaba por la naturaleza de las construcciones urbanas que
los europeos encontraban, por los caminos, los depsitos, la vida agraria y,
finalmente, por la presencia de una autoridad central. La abundancia de referencias
al oro y la plata en las crnicas iniciales demuestra el vigor que estas leyendas
alcanzaron. Mastarde, el dorado y la canela inspiraran nuevas fascinaciones,
llevando a la expedicin de Gonzalo Pizarro- quien sali del Cusco en su bsquedarematndose la misma con el recorrido primigenio que hiciera Francisco de Orellana
por el rio de las Amazonas, legendarias habitantes
de las tierras vecinas del oro y la quimera. La organizacin poltica fue otro asunto
rpidamente confuso en los relatos de los cronistas. Los autores iniciales no tenan
aceptables facilidades de traduccin, y se limitaron aplicar llanamente a los andes y
al Tahuantinsuyo las categoras polticas que se empleaban en las historias y en la
vida diaria europea: el inca era un rey como Carlos V, adquira su poder por herencia
patrilineal, y esta se estableca con las condiciones usuales en Europa de legitimidad
y mayorazgo. Establecido ello como un estereotipo, quedo sin embargo en sus
propios escritos informacin suficiente (involuntaria, entre lneas) acerca de la
organizacin dual andina (hanan- urin en la denominacin ms conocida), y otras
noticias que los analistas precisan mejor. Al principio los autores de las crnicas
consideraron ilegitimo, tirano y usurpador a Atahualpa. Estas calificaciones eran
comprensibles a raz de justificar legalmente la conquista, y ello era factible por la
condicin atribuida al inca que los espaoles encontraron en Cajamarca. Ms
adelante, cuando la situacin se complic, todos los incas fueron considerados

ilegtimos ello incluyo, incluso, en los cronistas andinos que escribieron


posteriormente- y, finalmente, en los tiempos del virrey francisco de Toledo. Se
discuta si todas las autoridades andinas carecan de legitimidad. Otros prejuicios
fueron generalizados por los cronistas; el primero de ellos era que el Tahuantinsuyo
era un estado totalitario. Al menos no lo era dentro de la nocin actualmente
aceptada de totalitarismo. Identificaron los cronistas a los incas con los reyes
europeos, como se vio, y generalizaron la idea de un monarca absoluto reinando en
los andes, en realidad ms cercano a su versin a la imagen que produca un Carlos V
en la propia Espaa. Las dificultades anotadas no quitan valor a las crnicas. Slo nos
recuerdan que es imprescindible confrontar sus informaciones con el conocimiento
europeo de sus tiempos, incluyendo, por cierto, las creencias populares que influan
claramente en sus autores. De la misma manera como se formaban estereotipos, los
mismos y las dems informaciones estabilizadas se trasladaban de un cronista a otro,
pues la nocin del plagio no era delictiva. All reside uno de los problemas en el
campo de las crnicas como fuentes histricas; son en realidad historias elaboradas
que asumen y transmiten a sus lectores estereotipos y prejuicios en medio de sus
relatos.

CAPITULO III
MITOS E HISTORIAS DIVERSAS
Los cronistas no fueron ajenos, por cierto, al universo cultural de la Europa de sus
tiempos. Este ingresaba en sus obras tanto a travs de las discusiones eruditas,
cientficas o teolgicas, como en medio de la influencia de las tradiciones populares
arraigadas en la vida europea. Lego de los momentos iniciales de los espaoles en los
andes, donde estos escribieron preferentemente en torno a su propia gesta de
conquista de un mundo nuevo para ellos mismos, surgieron interrogantes acerca de
los vientos y las corrientes, interpretaciones astronmicas y otros testimonios de su
preocupacin por los estragos que la altura de la cordillera andina ejerca sobre los
desprevenidos espaoles. As Agustn de Zrate dejaba testimonio de alguno de estos
problemas; se ocup de las corrientes
marinas y su influencia en la navegacin de las costas peruanas. Aada acerca de las
diferencias y similitudes climticas que pudo observar entre la costa y la sierra. En
otras pginas el propio Zrate observara que en la regin subecuatorial los das y las
noches tenan igual duracin, mientras que tal cosa no ocurra en las sureas tierras
chilenas. Como otros autores de sus tiempos Agustn Zarate empleaba informaciones
de diverso rango y procedencia, aparte de sus propias observaciones. Se habl de
gigantes, seres carentes de aparato digestivo, que olan las flores y defecaban
sudando por la espalda; tal versin tena variantes, que incidan en la maravillosa
capacidad de alimentacin. Ms abundantes son las referencias a las sirenas,
asociadas ciertamente a los manates que se venan observando en amrica desde los
tiempos colombinos; generalmente se ocuparon de esto los autores que escribieron
acerca de las regiones antillanas, como Gonzalo Fernndez de Oviedo. La historia

occidental Se ha repetido que los primeros cronistas estuvieron ms dentro de una


lnea que relataba los propios hechos de los espaoles en los andes. Pero en el siglo
XVI comenzaron a escribirse libros que buscaban obtener una historia integrada,
para ello era preciso aceptar el origen monogenista de la humanidad, y tambincomo una consecuencia- explicar la forma como los antiguos habitantes haban
migrado del viejo mundo al nuevo. Las pautas de eurocentrismo no se reducan a
centrar en la vida europea los ejemplos, o en el pasado europeo, real o imaginado, los
orgenes de las cosas del presente, sino tambin a dotar a ese pasado de
caractersticas que empalmarn con la historia admitida por los europeos de otras
partes del mundo; as ocurri con la versiones hebreas del pasado, aceptadas por el
cristianismo como la nica historia antigua verdadera e incorporadas as a la historia
de Europa en formacin. Las crnicas conventuales son, as, producto de escritos
distintos que los primeros cronistas. Su tema y su mayor preocupacin universalista
requeran de un ambiente que solo las bibliotecas de los conventos urbanos podan
proveer; estos autores eran eruditos bien informados acerca del desarrollo de la
historiografa y de las diferentes tesis que se propalaban en sus tiempos,
fundamentaban los asertos con abundantes referencias a autores clsicos y, por
cierto, a los telogos que haban analizado el cristianismo desde tiempos medievales
iniciales, aadan, ciertamente, los numerosos comentaristas que haban encontrado
espacio en los medios intelectuales, tambin conventuales, europeos. Las crnicas y
la invasin del Per Al proveer una historia de los incas y de los hechos de los
espaoles en los andes, los cronistas pusieron a disposicin de sus lectores de
entonces y de ahora un conjunto de opiniones, comprobaciones de esquemas
propios europeos y, por cierto observaciones particulares que revisten el mayor
inters para mejor conocer el mundo que los espaoles encontraron en la regin
andina. La historia de los incas que escribieron tuvo una larga influencia en la
formacin de la moderna visin histrica de los mismos, y de su presencia e
importancia en la configuracin
de lo que hoy es el Per. Desde el siglo XIX se ha buscado incrementar el conjunto de
crnicas disponibles para el estudio de los andes, y se ha logrado recuperar muchas
fuentes e historia importantes. El pasado andino: historia o escenografa? La
tradicin oral ha sido sealada normalmente como la expresin de la memoria
andina. As se pens que los espaoles haban recogido en el siglo XVI una serie de
versiones que alimentaron la conferencia de las crnicas. No se cuestion en el siglo
XVI si los incas tenan o no una historia. Posiblemente e asunto ms fcil sera
explicar porque nohaba una historia incaica, similar a la europea, la memoria tenia
ah distintas formas de conservarse y, tena informaciones distintas a la memoria
histrica europea. La memoria no requiere de la historia, que es ciertamente como
los europeos lograron -con xito- hacerla suya. Se sugiere que los cronistas
alcanzaron a conocer directamente de informantes acerca de las conquistas incaicas,
no era un relato de las mismas, sino la narracin de un ritual de conquista. Otro caso
donde se aprecia claramente la imagen ritual de la vida diaria andina viene a ser
ejemplificado por la sucesin de los incas. Los cronistas explicaron el asunto
mediante mecanismos genealgicos y hereditarios, similares a las existentes en

Europa. Pensaron siempre en una monarqua, dejando sin embargo siempre en las
propias crnicas versiones que permitan explicar la organizacin dual del poder,
donde dos incas eran yanantin, pareja, opuestos y complementarios como tambin
lo eran los curacas de todas las organizaciones andinas. En una sociedad donde la
memoria ritualizada reconoce la ubicacin y el papel de los incas de acuerdo con los
rituales de sucesin (el conflicto ritual del espacio) no debera sorprender que la
guerra que encontraron y describieron los cronistas fuera en realidad el mejor retrato
de una guerra ritual. No todas las crnicas fueron escritas para ser editadas; pocas
lograron impresin y edicin rpida. Lo propio ocurri con los informes
administrativos y otros relatos que fueronincorporados a expedientes diversos, como
tambin sucedi con cartas y respuestas a cuestionarios burocrticos, muchos de los
cuales ingresaron despus de la clasificacin de crnicas. Tal situacin confronto, por
ejemplo, la Crnica del Per de Pedro Cieza de Len, edito en vida nicamente la
primera parte del volumen de su obra. Criterios de clasificacin Ciertamente las
pautas empleadas por los diversos autores de las crnicas que se han ocupado del
tema podran ser secundarias, si no intrascendentes; pero obedecen a la necesidad
que sintieron en disponer de un cuadro que permitiese distinguir las obras por
grupos o escuelas. Solo en el siglo XX alcanzaron importancia tales clasificaciones,
especialmente despus que se emplearan criterios nacionales (cronistas espaoles, o
andinos, distinguiendo ciertamente a los mestizos) o los que solo vieron sus restos,
quienes recogieron el relato de los primeros conquistadores, no habiendo venido al
Per, los historiadores espaoles del siglo XVII. Hubo clasificaciones parciales como
aquellas que permitan distinguir a los cronistas de acuerdo con su mayor o menor
cercana al poder. Lo
que interesa aqu es sealar algunas caractersticas diferenciales, que permitan
disponer de un criterio mejor, que no confunda, pues es fcilmente apreciable que
algunas de las clasificaciones mencionadas permiten colocar simultneamente a un
autor en varia casillas. Lo que se ha intentado es colocarlos de acuerdo a la
informacin efectiva que poseyeron.

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