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Tim Ingold. Ambientes para La Vida

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Tim Ingold, A mbientes para la vida.

Conversaciones sobre humanidad,


conocimiento y antropologa.
Montevideo: Ediciones Trilce, 2012, 88 pp.
Carolina Castaeda1
Universidad Nacional de San Martn, Argentina
acarolc@gmail.com
Para el devenir humano, la nariz existe no como una
estructura anatmica un bulto en la cara sino en su
naricear: esto es, en el respirar, oler y sentir a travs del cual
continuamente exploramos el camino por delante. Ingold
rase un hombre a una nariz pegado, // rase una nariz
superlativa,//...//rase un naricsimo infinito,//muchsimo
nariz, nariz tan fiera//que en la cara de Ans fuera delito.
F. De Quevedo

La vida como movimiento: una antropologa para ser y estar dentro del
mundo de la vida
Ambientes para la vida: Conversaciones sobre humanidad, conocimiento y antropologa
compila algunas de las conferencias que Tim Ingold realiz en su visita a Uruguay
y Brasil en 2012. En ellas expone varios de los puntos que ha venido desarrollando
desde su libro The Perception of the Environment: Essays on Livelihood, Dwelling &
Skill, publicado originalmente en 2000, hasta el presente.
Ofrecer una lectura alternativa del trabajo de Ingold, intentando no centrarme
exclusivamente en su preocupacin por la relaciones entre humanos y no humanos
y, al contrario, ver los alcances epistmicos y las limitaciones polticas de esta
forma de antropologa. Ingold propone redireccionar el sentido y el quehacer de la
antropologa redefiniendo los conceptos con los que se ha abordado su objeto de
estudio. De manera tradicional y esquemtica, existen al menos dos frases que mal
definen la antropologa, una, el estudio de la cultura y dos, el estudio del hombre. Si
bien la cultura ha sido centro de debate debe entenderse que eso no la constituye en
el objeto de estudio de la antropologa, sino antes bien, en la pregunta misma de
la antropologa. De igual forma al hablar de estudiar al hombre, debemos cuidarnos
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Antroploga Universidad Nacional de Colombia.

Tabula Rasa. Bogot - Colombia, No.18: 333-337, enero-junio 2013

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de suponer que estudiamos al otro, y avanzar en la posibilidad de estudiar con los


otros. Sin embargo, es inexacto afirmar que Ingold est interesado en refundar la
antropologa; su planteamiento tiene que ver ms bien con qu sentido cobra, en el
presente, pensar al hombre desde las formas tradicionalmente establecidas.
El sentido de la antropologa para Ingold (2012: 21) es la vida, o mejor el
mantenimiento de la vida, en especial de la vida de los humanos, pero no la vida
humana. Cmo preservar la vida? El mantenimiento de la vida, para l, no consiste
en el diseo de polticas pblicas de preservacin de la vida, o del ambiente o en
campaas de sensibilizacin y menos an de concientizacin. El mantenimiento
de la vida de aquellos seres a quienes se les ha mal llamado humanos depende
bsicamente de redimensionar el sentido de la vida en el mundo de manera orgnica.
As, pues, su dificultad para abordar la antropologa como una ciencia que estudia
al hombre parte de cuestionar la idea de hombre y en concreto del hombre como
ser humano. Una definicin del hombre como humano atrapa el concepto en la
cultura y la razn imposibilitando entender el sentido de la existencia de seres en el
mundo entindase por seres organismos humanos y no humanos.
Ingold critica fuertemente las ideas racionalistas y humanistas que definen lo
humano, y elige el camino de la fenomenologa de Heidegger. El pensamiento
kantiano supone el ejercicio de ver el mundo como una superficie sobre la que
es posible ubicar todos los conceptos del mundo, entre ellos lo humano. Para
Heidegger tal modelo supone expulsar a la vida (y al hombre) fuera del globo,
y en reaccin a esto propone pensar el mundo de la vida, como un espacio del
adentro, sin expulsados.
Partiendo de la idea de los seres expulsados, Ingold afirma que los humanos nos
hemos convertido en ex-habitantes de la tierra, expulsados del mundo (globo)
de la vida. La expulsin del globo supone, entre otras, la fragmentacin del
conocimiento sobre la vida en ciencias sociales y ciencias naturales o ciencias
de la cultura y ciencias del ambiente. Esa fragmentacin nos hace entender que
el ambiente es uno y los humanos son otros, estn separados. En el modelo
fragmentado, el ambiente sera la superficie del globo y los humanos estaran
eventualmente pasando sobre l, apenas usndolo de apoyo. Esta fractura impide
dimensionar el sentido de la vida de los humanos en trminos de habitar el
mundo. Impide, adems, la posibilidad de considerar que los humanos somos inhabitantes del mundo de la vida que estamos dentro del globo. Al contrario,
ser in-habitante supondra una experiencia real de estar y ser en dentro del
mundo. Un ser y estar en el mundo tendra que contemplar que se es y se est
de forma orgnica o vivida dentro del mundo de la vida. Siempre y cuando esta
vida no se reduzca a un componente de lo humano tratado mediante ejercicios
de la biologa y especificado mediante su lugar en los rboles genticos de la
biodiversidad del planeta, o donde la vida est dentro de una cadena de ADN.
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Lo orgnico no puede ser cerrado o limitado, pues se despliega contantemente


en movimiento como una lnea que crece y avanza hacia cualquier sendero
posible enlazndose con otros organismos-lnea. As, vivir es una lnea que avanza
sin especificidad de forma siempre improvisando y permitiendo mezclarse. El
mantenimiento de la vida tendra que pasar por disear y crear ambientes donde
la existencia pueda ocurrir y habitar en ellos (Ingold, 2012: 28).
En el sentido de ser y estar vivos en el mundo de la vida como organismos con
otros organismos se decanta la idea de cultura para Ingold, en tanto que se la ve
como opuesta o disociada de la vida misma. Problematizar lo humano no es otra
cosa que poner de plano la escisin que ha propuesto el pensamiento occidental
entre cultura y naturaleza, o cuerpo y alma. Con una lectura biologizada, la vida
del hombre se proyecta como un plan con destino fijo y nico: la permanente
decadencia de las cualidades intrnsecas que desde su fecundacin lo proyectaban
como especficamente humano. El final cerrado que se le impone a la vida humana
encierra en su desarrollo nicamente las adaptaciones biolgica y socio-cultural
dentro de las cuales se adelantar la carrera de trgico final. De forma ms vitalista,
la antropologa de Ingold consiste en llevar una investigacin disciplinada y
sostenida sobre las condiciones y potencialidades de la vida humana en el mundo
que todos habitamos (Ingold, 2012: 35). Tarea imposible de realizar sin un serio
cuestionamiento a la idea de lo humano. El eje central de lo orgnico que se
confunde con lo biolgico parece ser el cuerpo, a veces como lastre de la cultura,
a veces como materialidad imposible de discernir, a veces como componente
objetivado. Los contornos biolgicos del cuerpo parecen obligar a la antropologa
a separar la existencia humana en un objeto biolgico y un sujeto cultural.
El problema para Ingold (2012: 44) es que tal ruptura es imposible e innecesaria
en el mundo de la vida. As, la antropologa ha partido de suponer que el hombre
antes que integralidad es un asunto que puede resolver de manera holstica
mediante la confluencia de especialidades antropologa fsica, antropologa
biolgica, antropologa cultural, sociologa (o con juegos interdisciplinarios)
quebrando la posibilidad de la vida.
Al contrario, propone que la antropologa debe vrselas con un sujeto-objeto
completo y no fracturado. Lo que no supone unir dos mitades, sino entender que
nunca estuvieron separadas, ni que son dos, o mejor que son las aproximaciones
filosficas y cientficas las que han fracturado al hombre, mientras que la vida
ha continuado su camino. As, pues, el problema no son las dimensiones de lo
humano, sino nuestra aproximacin a la vida de los in-habitantes humanos. En la
vida debo vrmelas con mi cuerpo, afirma Ingold (2012: 44). La salida es, pues,
no continuar preguntndonos si privilegiamos al sujeto hombre o al cuerpo del
hombre. Somos con el cuerpo. No somos objeto a cambio somos cosa. La idea
fenomenolgica de cosa puede permitir una aproximacin diferente en tanto que
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descentra la divisin y permite una forma ms creativa. Cosa, definida en trminos


ms deleuzianos, es un andando o mejor el enlace de varios andandos. Aqu se
retoma la idea de la vida como lnea que avanza sin frenarse por obstculos. La
vida humana como cosa que es y que est.
Vistas de esta manera las preguntas por lo humano quedan en un segundo plano.
Podemos ver que cuestionarse sobre qu es lo humano es una pregunta emprica
que la biologa y la cultura han restringido a alguien nacido de padres humanos,
biolgicamente programado y socioculturalmente adaptado. Y la pregunta sobre
qu significa ser un humano, que parece ser de carcter ontolgico, se responde
con la extraa liminalidad entre evolucin e historia: un ser bpedo con lenguaje
articulado que se transciende a s mismo. Ambas aproximaciones suponen
la fractura de lo humano, pues dejan el plano natural (bpedo, nacido de otro
humano, con capacidades naturales) a la biologa y el sentido trascendente de su
existencia a las ciencias humanas, sociales, religiosas. El continuo paralelismo de
estas dos vertientes permite mantener latentes las cuestiones de raza y racismo
que circulan en las discusiones entre antropologa social y biologa, pues dan
juego al mantenimiento de la disparidad y, yo agregara, contribuyen a perpetuar
las ideas de otredad como alteridad radical, si tales fueran las preguntas fuentes
de Ingold, pero son solo las mas o, mejor, si las preguntas de Ingold en cuanto
fenomenolgicas se dejan afectar ms por los estratos polticos de la vida cotidiana
de los in-habitantes de zonas no europeas del mundo.
Al contrario, tratar lo humano como cosa o mejor como cosa en constante devenir,
como no acabada, como que no busca un final cerrado, es decir, como lneas que
avanzan, como lneas de devenir permitira replantear la antropologa en varios
sentidos. De una parte, nos permitira abandonar las ideas de otredad, por la de
junteridad (Ingold, 2012: 47), lo que constituye para m el aporte ms sustancial
y la apuesta ms novedosa de su pensamiento, pero lastimosamente la menos
trabajada. De otro lado, podramos abandonar la extraa tensin entre raza y
cultura que se fortalece con la divisin cuerpo-cultura. Las lecturas vis vis o por
contraste entre nosotros, los otros; o entre disciplinas; o aun entre organismos; y a
cambio nos ofrece el camino de la correspondencia. Si un organismo es un devenir
nunca cerrado, entonces no hay adentro ni afuera, no hay organismos y ambiente.
Vivir y habitar confluyen, el ser solo es en el hacindose, nunca est terminado.
Con organismos y vidas que solo avanzan no hay territorializaciones o, al menos,
no debera haberlas para las ciencias.
Retomando estas ideas vale la pena volver sobre el asunto de cmo redefinir la
antropologa. Vista desde su constitucin, la antropologa tambin afronta una
escisin que Ingold lejos de minimizar radicaliza: la diferencia entre antropologa
y etnografa, entre trabajo de campo y escritura. Solo que la radicaliza redefiniendo
cada una, dndoles un nuevo lugar. Por una parte, la etnografa sera la tarea
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de describir la vida humana no en el campo, sino en el escritorio, de manera


retrospectiva, es decir, sin los otros. A cambio, la antropologa tendra que ser un
ejercicio con los humanos y con los no humanos que investigue las posibilidades
del ser humano, o lo que l llamara habilidades y conocimientos, acciones que
siempre indefectiblemente se realizan en el campo, nunca en el escritorio. Es
decir, la etnografa se hace en el escritorio y la antropologa con los otros. Las
habilidades de un organismo son constantes correcciones del movimiento que
en cada moverse constituyen conocimiento igualmente en movimiento. De tal
manera, no habra fracturas entre moverse y vivir o entre vivir y conocer. Ms
an, sera imposible vivir sin conocer, sin desplegar habilidades junto con otros
organismos. Lo que nos lleva a plantear, con Ingold, que no habra tal ruptura
entre teora y campo de observacin, puesto que la teora es un desplegar, como
la vida, en la medida en que siempre es relacional.
Para terminar falta sealar que el trabajo de Ingold coincide y discute con el
de Bruno Latour. Ambos estn comprometidos con dimensionar a los humanos
dentro de un mundo que va ms all de las relaciones sociales y que lo desmarca
en su propia materialidad. A diferencia de Latour, Ingold no est interesado en los
no humanos, no orgnicos. En especial, no est interesado en asignarle agencias a
los no humanos no vivos. Tampoco est interesado en suponer caminos hechos de
redes que conectan nodos; al partir de las lneas de devenir encuentra innecesario
preocuparse por juntar orillas; prefiere, como l mismo seala, mirar los ros o
el flujo. As, su metfora no est tan ordenada como una red que tiene inicio y
fin, aunque se bifurque en caminos incontables. Al contrario, aunque no nos
dice cmo asumirlos, est interesado en los nudos y enredos que se forman en la
junteridad de las lneas de devenir.
Para finalizar, habra que puntualizar que las propuestas de Ingold no han tenido
ocasin de funcionar dentro del campo del quehacer acadmico. No conocemos
un trabajo antropolgico de este carcter, no sabemos en qu consistira una
antropologa que disee ambientes para la vida. Las preocupaciones de Ingold por
buscar nuevas formas de leer y tratar las materialidades y el ambiente son problemas
necesarios de abordar; no obstante, queda un sinsabor de dnde estn esos otros
con quienes andaremos en juntariedad. Cmo ser esos seres? Si nos adjudicamos
el trabajo de suponerlos como ex-habitantes, a qu tipo de in-habitacin los
convocaremos? Si bien es necesario reordenar epistmicamente nuestras lecturas
sobre el mundo y la vida, queda la pregunta de si, por ejemplo, la ausencia o la
precariedad de las condiciones materiales de existencia se extinguirn, al borrarlas del
pensamiento o del lenguaje. Y, por supuesto, nos faltar analizar ms detenidamente
porqu persiste el autor en el propsito del conocer moderno. Ser que todos los
humanos podemos ser in-habitantes del mismo globo?

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