Este documento resume el libro "Aprendiendo a trabajar" de Paul Willis, en el cual estudia por qué los jóvenes de la clase obrera en Inglaterra aceptan empleos de clase obrera en lugar de empleos de clase media. Willis observa dos grupos de estudiantes: los "colegas", que rechazan la autoridad escolar y se preparan inconscientemente para trabajos manuales, y los "pringaos", que se ajustan a la escuela y ven la educación como preparación para el trabajo. La cultura de los "
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Este documento resume el libro "Aprendiendo a trabajar" de Paul Willis, en el cual estudia por qué los jóvenes de la clase obrera en Inglaterra aceptan empleos de clase obrera en lugar de empleos de clase media. Willis observa dos grupos de estudiantes: los "colegas", que rechazan la autoridad escolar y se preparan inconscientemente para trabajos manuales, y los "pringaos", que se ajustan a la escuela y ven la educación como preparación para el trabajo. La cultura de los "
Este documento resume el libro "Aprendiendo a trabajar" de Paul Willis, en el cual estudia por qué los jóvenes de la clase obrera en Inglaterra aceptan empleos de clase obrera en lugar de empleos de clase media. Willis observa dos grupos de estudiantes: los "colegas", que rechazan la autoridad escolar y se preparan inconscientemente para trabajos manuales, y los "pringaos", que se ajustan a la escuela y ven la educación como preparación para el trabajo. La cultura de los "
Este documento resume el libro "Aprendiendo a trabajar" de Paul Willis, en el cual estudia por qué los jóvenes de la clase obrera en Inglaterra aceptan empleos de clase obrera en lugar de empleos de clase media. Willis observa dos grupos de estudiantes: los "colegas", que rechazan la autoridad escolar y se preparan inconscientemente para trabajos manuales, y los "pringaos", que se ajustan a la escuela y ven la educación como preparación para el trabajo. La cultura de los "
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Paul Willis
Este libro, Aprendiendo a trabajar, es el resultado de un trabajo
cualitativo y diversas observaciones participantes que realiz en una escuela inglesa, Hammertown, para explicar porque los chicos de clase obrera consienten tener empleos de clase obrera y no buscar los de clase media. Asistiendo a todas las clases y actividades del grupo (no como profesor sino como alumno), para averiguar cmo el individuo se identifica con su condicin de clase, teoriza sobre las formas especficas de la reproduccin de la fuerza de trabajo y de las actitudes subjetivas que permiten su aplicacin al proceso productivo. a. Propuestas El razonamiento del autor es que su propia cultura es la que prepara con mayor eficacia a algunos chicos de la clase obrera para que entreguen su fuerza de trabajo al peonaje, podemos decir que hay un elemento de auto-condena en la forma de asumir los roles subordinados en el capitalismo occidental. Sin embargo, esta condena se experimenta, paradjicamente, como un verdadero aprendizaje, como afirmacin y apropiacin e incluso como una forma de resistencia. La dimensin ms explcita, ms evidente y bsica de la cultura contraescolar, es la de su acrrima oposicin, en los planos personal y general, a la autoridad. Este sentimiento es fcilmente verbalizado por los colegas, el ttulo escogido por aquellos que participan de la cultura contraescolar. Esta oposicin se expresa principalmente como un estilo que se vive de infinitas formas, especficas de la institucin escolar, que los profesores reconocen instantneamente y que constituye un aspecto casi ritual de la estructura vital cotidiana de los chicos. Los profesores son unos expertsimos tericos de la conspiracin. Los colegas son especialistas en un resentimiento reprimido que se detiene siempre justo antes de una confrontacin abierta. Metidos en clase, lo ms agrupados que pueden, hacen un ruido continuo arrastrando las sillas, abucheando a la menor sugerencia y no paran de moverse, cambiando de sitio o tumbndose en los asientos. Pero los conformistas de la escuela, los pringaospara los chicos, tienen una orientacin distinta. No se trata tanto de que aguanten a los profesores como a la idea misma de profesor.
Puesto que han invertido una parte de sus propias identidades
en los objetivos formales de educacin. Mantener una apariencia de entusiasmo y complicidad con la autoridad inmediata es lo que convierte a los alumnos conformistas de la escuela en pringaos u orejas, en el segundo enemigo de los colegas. El propio trmino de pringao tiene una connotacin de pasividad y absurdo de los alumnos conformistas para los colegas. Parece que siempre estn escuchando, nunca haciendo: no se ven animados nunca por su vida interna propia, sino por una rgida e informe receptividad. El odo es uno de los rganos menos expresivos del ser humano: slo responde a la expresividad de los dems. Es un sentido pastoso y es fcil de engatusar. As es como describen los colegas a los que acatan el concepto oficial de la enseanza. Decididamente, los colegas no slo rechazan, sino que se sienten superiores a los pringaos. El medio evidente que usan para ejercitar esa superioridad es el que, aparentemente, producen los pringaos: diversin, independencia y emocin, es decir, estar de cachondeo en la terminologa del autor. Los chicos del grupo ms conformistas con los valores de la escuela no tienen el mismo concepto del mapa social, ni desarrollan un argot para describir a otros grupos. Su respuesta a los colegas consiste principalmente en sufrir miedos ocasionales, incmodos celos y ansiedad general para no caer en la misma red disciplinaria y un sentimiento de frustracin frente a la posibilidad de que los colegas puedan impedir el normal desarrollo del proceso educativo. La oposicin al profesorado y una clara diferenciacin frente a los pringaos se expresa permanentemente en todo el ambiente de la conducta de los colegas, y se concreta tambin en lo que puede considerarse una suerte de discurso estilstico/simblico que se centra en las tres grandes ofertas del capitalismo al consumidor, que la clase obrera recoge de diversas formas, para sus propios fines: ropa, tabaco y alcohol. Aunque no hay normas pblicas ni estructuras fsicas, ni jerarquas reconocidas, ni sanciones institucionalizadas de ningn tipo en la cultura contraescolar, sta no puede funcionar en el aire, tiene que poseer su propia base material, su propia infraestructura. Se trata, por supuesto, del grupo social. El grupo informal es la unidad bsica de esta cultura, la fuente fundamental y elemental de su resistencia. En l se sitan y se
realizan todos los restantes elementos de la cultura y su
presencia es decisiva para diferenciar a los colegas de los pringaos. Tales grupos poseen sus propias reglas. Cuando alguno dice la verdad frente a las autoridades, lo tachan y excluyen. A ello lo llaman chivarse, entonces termina siendo el delator un chivato. El grupo de los colegas proporciona a sus miembros relaciones con otros grupos del barrio, lo cual permite que los chicos obreros dibujen un plano alterno de la realidad social, incluso establezcan los contactos o la cultura de clase como algo diferente a la dominante. Paul Willis localiza tres caractersticas de la resistencia de los colegas: el objetivo de sabotear los fines de la finalidad escolar, hacerte trabajar; los chistes son el instrumento privilegiado de lo informal, porque un modo irreverente de comportarse; adems, tienen un sistema de relacin personal muy fsico y brusco, lleno de golpes, puetazos, patadas, golpes de karate, empujones, etc., que duran largo rato y pueden llevar a algo de ellos hasta las lgrimas. En cuanto logran sus objetivos, llegan al aburrimiento, tras lo cual buscan lo emocionante, concretamente violencia. El ambiente de violencia (simblica y fsica) impregna con sus connotaciones de masculinidad toda la cultura del grupo. Lo cual se complementa cuando salen para buscar esparcimiento nocturno, en donde terminan siendo sexistas y racistas, porque la noche brinda ms emociones que el da en la escuela. Pero para acceder a mltiples emociones nocturnas requieren dinero, elemento que no abunda en la clase obrera. Por ello, la escasez de dinero es la presin ms grande en su vida, en cualquier caso despus de la escuela. Entonces, entra en contacto con el mundo del trabajo, sin propsitos de edificacin cultural, sino dentro del especfico nexo de la necesidad de dinero. Aquellos que no trabajan tambin recurren al robo y la extorsin hacia los pringaos. Una tesis marxista del libro es que la cultura adquiere una forma clasista e institucional. Por ello, si el trabajo de fbrica es rudo, desagradable y agotador, los chicos se van preparando para ello inconscientemente: para tareas fsicas severas. Debemos, a su vez, identificar la inherente organizacin informal que adquieren. La cultura de fbrica descansa en la
misma unidad organizacional fundamental que la cultura
contraescolar. El grupo informal establece y hace posible todos los dems elementos. Es el lugar en que las estrategias para la liberacin del control del espacio simblico y real por parte de autoridad oficial se generan y diseminan. Es la impresionante presencia de esta organizacin informal lo que separa de un modo ms decisivo la cultura del trabajo de fbrica de la cultura del trabajo de la clase media. El rechazo del trabajo de la escuela por parte de los colegas y el sentimiento omnipresente de que tienen conocimientos ms adecuados es paralelo al contundente sentimiento en la fbrica, y en la generalidad de la clase obrera, de que la prctica es ms importante que la teora. Existe un hecho concreto sobre la aparicin de la oposicin: incluso si hay alguna forma de divisin social en la escuela, todo el mundo en los primeros aos de la enseanza es, segn parece, un pringao. Incluso los pocos que llegan a la escuela con una desarrollada mirada delictiva sobre el paisaje social se comportan de un modo conformista debido a la ausencia de cualquier grupo de apoyo. Para lo conformacin de dichos grupos sociales suceden dos eventos que viven los chicos: integrarse y diferenciarse en ellos. La diferenciacin es el proceso por el que los tpicos intercambios esperados en el paradigma institucional formal son reinterpretados, diferenciados y discriminados en funcin de los intereses, sentimientos y significados de la clase obrera. Su dinmica es la oposicin a la institucin la cual recoge y da eco, y se le asigna una forma de referencia para los temas y problemas globales de la cultura de clase. La integracin es lo opuesto, y es el proceso por el que las oposiciones e intenciones de clase se redefinen, truncan y depositan en conjuntos de relaciones e intercambios institucionales aparentemente legtimos. Mientras que la diferenciacin es la intrusin de lo informal en lo formal, la integracin es la constitucin progresiva de lo informal en el paradigma formal u oficial. Dentro de la institucin de la escuela el paradigma oficial esencial se refiere a una perspectiva particular de la enseanza y su diferenciacin produce formas de cultura contraescolar. La cultura de fbrica tiene algunos de los mismos determinantes que, y marcadas similitudes con la cultura
contraescolar. Los colegas juzgan y deciden su trabajo en
funcin del grupo social. Experimentan una auto-preparacin cultural sistemtica para una cierta clase de trabajo que los distinga de los pringaos (con un ethos masculino y dems valores compartidos por la clase social). Contrastndolos con estos ltimos, la eleccin de un trabajo particular no preocupa mucho a los colegas, porque consideran los manuales y semi-calificados como prcticamente iguales. Mientras que los conformistas, pringaos, piensan que la educacin es la mejor preparacin para el trabajo. El yo del trabajo es la comprensin subjetiva principal. Con los colegas, la fuerza de trabajo es una especie de barrera, no una conexin interior con las demandas del mundo, no se espera conseguir satisfaccin en el trabajo. Para comprender la cultura que nos explica este proceso, Paul Willis emplea los trminos penetracin y limitacin. La palabra penetracin se refiere a los impulsos dentro de una forma cultural hacia la penetracin de las condiciones de existencia de sus miembros y su posicin dentro del todo social, de un modo no central, esencial o individual. La palabra limitacin se refiere a aquellos obstculos, desviaciones y efectos ideolgicos que confunden e impiden el desarrollo total y la expresin de estos impulsos. Con estos conceptos, el autor aduce prcticas de la cultura contraescolar: valoracin sutil de las recompensas del conformismo y de la obediencia que la escuela pretende imponer a los chicos de la clase obrera; valoracin de la calidad del trabajo disponible; penetracin de la diferencia entre la lgica individual y la lgica grupal. O sea, la cultura contraescolar confronta directamente la realidad de la institucin escolar y descubre en alguna medida el injusto intercambio que pretende efectuar. La cultura contraescolar hace ciertas penetraciones culturales en las condiciones de existencia de sus miembros. Hay aqu materiales potenciales para un anlisis crtico completo de la sociedad y para la accin poltica orientada hacia la creacin de alternativas. Pero, en un sentido, la razn por la que estas penetraciones culturales y prcticas asociadas resultan insuficientes para una actividad poltica transformadora es simplemente la ausencia de organizacin poltica, ningn
partido de masas trata de interpretar y movilizar el nivel
cultural.. As, pues, como las penetraciones culturales atraviesan las limitaciones de clase y afirman la fuerza del trabajo, los dos impactos verticales descendentes de la ideologa en la cultura contraescolar son los de la confirmacin y la dislocacin. Confirman (de una manera algo circular) aquellos aspectos y resoluciones de los procesos culturales que son ms parciales para la organizacin social actual de los intereses y la produccin; y dislocan (aportando algo nuevo al sistema local) aquellos que retienen un grado de penetracin crtica de ese sistema. En este sentido, la ideologa puede considerarse como el complemento de la informalidad, para decirlo en una frase, comparten la afirmacin de la actividad manual y una penetracin y transferencia de conjuntos de divisiones (principalmente mental/manual y varn/mujer). Apelando a un sentido ms general, no puede presuponerse que las formas culturales estn determinadas de algn modo como un reflejo automtico por medio de macro determinaciones tales como la posicin de clase, la regin o el historial educativo. Ciertamente estas variables son importantes y no pueden ser pasadas por alto pero, para conseguir una explicacin satisfactoria necesitamos observar lo que significa el poder simblico de la determinacin estructural en el seno de la esfera que media entre lo humano y lo cultural. Es desde los recursos de este nivel donde se constituyen las decisiones que conducen a los resultados no coercitivos que tienen la funcin de mantener la estructura de la sociedad y del status quo. Willis concluye que los macro determinantes necesitan atravesar el medio cultural para reproducirse.
b. Semejanzas con Scott
La primera de ellas radica en la importancia que otorgan tanto Scott como Willis al grupo social, por ejemplo, en tanto proporciona a sus miembros relaciones con otros grupos del barrio, lo cual permite que los chicos obreros dibujen un plano alterno de la realidad social, incluso establezcan los contactos o la cultura de clase como algo diferente a la dominante. Al respecto, la tesis de Scott es contundente: sin la jerarqua ni la autoridad que los incorpora a una unidad, los subordinados no son sino meros tomos carentes de cualquier existencia social.. Prosiguiendo, la oposicin para Willis implica una inversin aparente de los valores normales mantenidos por el principio de autoridad. La diligencia, la deferencia, el respeto, empiezan a tener lecturas muy distintas. Ello lo explica Scott al afirmar que un individuo que es ofendido puede elaborar una fantasa personal de venganza y enfrentamiento, pero cuando el insulto no es sino una variante de las ofensas que sufre sistemticamente toda una raza, clase o una capa social, entonces la fantasa se puede convertir en un producto cultural colectivo. Por otro lado, tenemos que la cultura contraescolar es la zona de lo informal, en la que se rechazan las demandas incursivas de lo formal; incluso al precio de tener que expresar la oposicin por medio de un estilo, de unas microinteracciones y de discursos no pblicos. En la cultura de la clase obrera: la oposicin queda marcada frecuentemente por una retirada hacia lo informal, expresado de manera caracterstica, ms all del alcance de las normas.. Es tal como el discurso oculto aparece completamente desinhibido si se cumplen dos condiciones: la primera es que se enuncie en un espacio social apartado donde no alcancen a llegar el control, ni la vigilancia, ni la represin de los dominadores; la segunda, que ese ambiente social apartado est integrado por confidentes cercanos que compartan experiencias similares de dominacin. La primera condicin es lo que permite que los subordinados hablen simplemente con libertad; la segunda permite que tengan, en cu compartida subordinacin, algo de qu hablar.
El discurso oculto permanece en el ltimo espacio de
relativa libertad de expresin, sin estar al acecho de los poderosos, tal como lo hace la zona informal de oposicin. Adems, cabe decir que el discurso oculto de los dominadores es igualmente un instrumento para el ejercicio del poder. ste contiene ese lenguaje (gestos, habla, actos) que los lmites ideolgicos dentro de los cuales funciona la dominacin excluyen del discurso pblico. Verbigracia, en algunos aspectos, la estupidez manifiesta se castiga ms duramente en el ambiente de los colegas que en el de los profesores, los cuales no esperan nada mejor. Muy a menudo, el tema de las bromas pesadas es sexual, aunque puede constituir en cualquier cosa, cuanto ms personal, hiriente y adecuado, mejor. En otro aspecto, las prcticas de resistencia pueden mitigar los patrones cotidianos de apropiacin material, y los gestos de negacin en el discurso oculto pueden contestar los insultos cotidianos a la dignidad. Pero en el nivel de la doctrina social sistemtica, los grupos subordinados se enfrentan a ideologas complejas que justifican la desigualdad, la servidumbre, la monarqua, las castas, etc. Tambin con Willis, un tema principal de la cultura de fbrica es el intento masivo de ganar control informal sobre el proceso de trabajo: limitar la produccin y esquivar el trabajo. Esta lucha se refleja en los intentos de los chicos de la clase obrera, con la ayuda de los recursos de su cultura, de controlar las clases, de construir sus propios horarios no oficiales y controlar sus propias rutinas y espacios vitales. Por supuesto, el lmite de esta similitud es que donde los colegas pueden escapar totalmente, el trabajo se hace en la fbrica y un cierto nivel de actividad se contempla como necesario y justificado. Tenemos entonces que La resistencia, como la dominacin, pelea en dos frentes a la vez. El discurso oculto no es slo refunfuos y quejas tras bambalinas: se realiza en un conjunto de estratagemas tan concretas como discretas, cuyo fin es minimizar la apropiacin. En el caso de los esclavos, por ejemplo, esas estratagemas han incluido sobre todo el robo, la sisa, la ignorancia fingida, el ausentismo, la labor descuidada o morosa, el mercado negro y la produccin para venta clandestina; tambin el sabotaje de las cosechas, el ganado y la maquinaria; los incendios deliberados, las fugas, etctera. En el
caso de los campesinos, la caza furtiva, la ocupacin de tierras,
la recoleccin ilegal de granos, las rentas incompletas en especie, el desmonte clandestino de tierras y la falta de pago de tributos feudales han sido las estratagemas ms comunes. Otra caracterstica de la relacin es la generacin de maldiciones y venganzas, como reaccin ante la dominacin en el discurso pblico, fantasas creativas y originales segn la habilidad con la cual invierten y niegan una dominacin especfica. Ello se repite en las prcticas escolares y fabriles: aslan a quien se esfuerza ms (y a los chivatos), y las bromas son mucho ms complejas y desarrolladas ya en la fbrica. Estas bromas son vigorosas, agudas, a veces crueles y a menudo versan sobre los dogmas de cultura como la desorganizacin de la produccin o la subversin de la autoridad y del status del jefe. Prosiguiendo, la autoridad del profesor debe ganarse y mantenerse en trminos morales y no coercitivos. Debe haber un consentimiento por parte del alumno. Por ello, la batalla permanente para afirmar y legitimar una supremaca moral personal es agotadora. Porque si bien la coercin puede tener consentimiento, difcilmente ser voluntario. Por definicin, el discurso pblico de dominacin es ontolgicamente anterior al discurso oculto que se desarrolla fuera de escena. Procediendo as, Scott subraya la naturaleza reflexiva del discurso oculto en tanto trabajo de neutralizacin y negacin. O sea, que habr menor resistencia si la dominacin no emplea la humillacin como recurso de sometimiento. Lo fundamental es que tanto la visin cultural de Scott como las consideraciones sobre la ideologa de Willis coinciden en identificar un proceso bidireccional y dinmico. Primero, Scott habla de la cultura de los grupos subordinados, y cmo debe reflejar un contrabando de partes del discurso oculto, adecuadamente veladas, en la escena pblica por tres razones al menos: en la medida en que la cultura popular pertenece a una clase o a un estrato cuya situacin en la sociedad produce experiencias y valores distintivos; se trata de dar respuesta a una cultura oficial que es casi siempre degradante; y porque la expresin cultural les permite a los subordinados debilitar las normas culturales autorizadas.
Y Willis afirma que hay profundas disyunciones y tensiones
desesperadas en el seno de la reproduccin cultural y social: Los agentes sociales no son soportes pasivos de la ideologa, sino que son apropiadores activos que reproducen las estructuras existentes a travs de la lucha, de la contestacin y de una penetracin parcial de aquellas estructuras.
Lo cual Scott expresara en un discurso oculto y resistencia
fsica discreta, como guerra de guerrillas subterrnea que pone a prueba los lmites de la dominacin.
c. Diferencias con Scott
Cada mbito discreto de resistencia explcita contra la dominacin, en la narracin de Scott. est acompaado por un mbito gemelo infrapoltico donde, con los mismos fines estratgicos, se recurre a una actitud de extrema discrecin: mejor preparada para resistir a un enemigo que probablemente puede ganar cualquier enfrentamiento directo.. As, Scott plante formas de resistencia disfrazada, discreta, oculta: la infrapoltica; pero esta tambin puede ser pblica y declarada. Al respecto, los colegas son especialistas en un resentimiento reprimido que se detiene siempre justo antes de una confrontacin abierta. Metidos en clase, lo ms agrupados que pueden, hacen un ruido continuo arrastrando las sillas, abucheando a la menor sugerencia y no paran de moverse, cambiando de sitio o tumbndose en los asientos. Otra discrepancia es que para Willis, en la medida en que surgen de su posicin de clase, los agravios cotidianos enumerados nos proporcionan mucho ms informacin sobre lo que siente un hombre pobre que debe cumplir con unas costumbres rituales muy especficas en una cultura y un momento histrico determinado. Lo que vincula su condicin con su conciencia es precisamente la vivencia de esos agravios. Mientras que para Scott tal vivencia se da cotidianamente mediante el discurso oculto que comparte con los subalternos, no slo cuando participa del discurso pblico. En otro nivel analtico, como descripcin abreviada de las relaciones explcitas entre los subordinados y los detentadores del poder, el discurso pblico para Scott es un ritual que se sabe falso. Cuando no es claramente engaoso, difcilmente da cuenta de todo lo que sucede en las relaciones de poder. A menudo, ambas partes consideran conveniente fraguar en forma tcita una imagen falsa. El discurso pblico, pues, no lo explica todo. Pero, segn Willis, el discurso pblico del poder en la escuela, la agencia de control cara a cara por excelencia, penetra y determina la conciencia de los chicos. Se manifiesta por la severa mirada de un profesor inquisitivo, la inexorable bsqueda de la verdad establecida como un valor superior incluso al buen comportamiento; el arma comn del ridculo; las tcnicas aprendidas con el tiempo por las que los alborotadores
pueden ser siempre reducidos a lgrimas; es estereotipado jefe
de estudios, confiado en s mismo, con el entrecejo fruncido, con el dedo apuntando al culpable; el director acercndose de manera amenazadora a un grupo que est en el pasillo.. ests son las tcticas para descubrir y destrozar, o inmovilizar, lo privado. Como eje de control y definicin, la organizacin social de la escuela refuerza la relacin de subordinacin. El timbre seala el horario; los elaborados rituales de paciencia y respeto fuera de la puerta del cuarto de profesores y en la clase, donde incluso los comentarios descarados van precedidos de seor; la asistencia obligatoria y las visibles jerarquas del profesorado.. todas estas cosas aseguran la superioridad del profesorado y su mundo. Y, concluye el autor, finalmente los profesores sin quienes controlan bsicamente la escasa y valiosa mercanca del conocimiento