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Los Origenes de La Caballeria

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HOMBRES Y ESTRUCTURAS DE LA EDAD MEDIA

CAPITULO 11:

LOS ORIGENES DE LA CABALLERIA

En el siglo XIII, la caballería constituyó un cuerpo muy bien delimitado,


establecido en el centro del edificio social. Se encarnaron en ella los valores dominantes
de una cultura. El autor se apoya en particular en algunas investigaciones recientemente
realizadas a propósito de la noción de nobleza y de la noción de pobreza; algunas
observaciones referidas casi todas a Francia, ya que estos problemas los encuentra el
autor en el estudio de documentos franceses y por la lenta evolución que hasta aquí en
cuestión fue aparentemente más precoz en Francia que en otros sitios.
En el Siglo XIII, una palabra latina, Miles, era empleada para expresar la
pertenencia a aquel grupo, que era entonces la caballería. El momento en el cual se
adopta designar especialmente a los miembros de una nueva categoría social, es aquel,
sin lugar a dudas, en que la existencia de aquel grupo es unánimemente reconocida,
consagrada admitida totalmente por la conciencia colectiva y transmitida como
estructura estable a las generaciones posteriores. Para precisar la aparición y difusión de
la palabra Miles, el autor se apoyó en investigaciones que realizó en los documentos de
la región de Màconnais y especialmente en los cartularios de la Abadía de Cluny.
Es en el año 971 cuando la palabra Miles aparece en las actas que se han
conservado. En algunas de ellas, en las reseñas que relatan un acuerdo ante una
asamblea judicial, también en las actas de intercambios, se observa que Miles sustituyó
progresivamente a los calificativos que insistían en la subordinación vasallàtica, como
Vassus o fidelis, o, como nobilis, en la nobleza de nacimiento.. En 1032 la transferencia
a concluido ya que el vocablo caballeresco a reemplazado a las otras formas verbales
que expresaban la superioridad social; de allí en adelante lo encontramos de dos
maneras ya sea individualmente o como titulo personal que los hombres ostentan en el
protocolo inicial o final de las cartas, y la otra manera para expresarla condición
particular de ciertos miembros de una corte de justicia.
Un nuevo cambio se produce hacia 1075 ya que el empleo del mencionado titulo
se expandió bruscamente. Los escribas se acostumbraron a aplicarlo a todos los
hombres que ocupaban cierta posición. En el cartulario del monasterio de Paray-le-
Monial, se puede verificar que todos los personajes que no llevan tal titulo, pertenecen a
capas sociales netamente distintas de la aristocracia laica.
Finalmente, en los últimos años del siglo XI, las cartas revelan tres
modificaciones, ya que por un lado los más altos señores de la región, comienzan a
ostentar personalmente el calificativo caballeresco, por otra parte la distinción social
que este titulo manifiesta desde entonces considerada como el bien de un linaje , en el
que se transmite de generación en generación y por ultimo , cuando establecen las listas
de testigos , los escribas, a partir de este momento oponen dos grupos de laicos, el de
los caballeros (milites), y el de los campesinos (rustici).
El movimiento que se incidía antes del 980 llega a su termino a fines del siglo
XI, después de esta fecha el lenguaje de las actas jurídicas considera a la caballería
como un grupo coherente, compacto, estrechamente unidos alrededor de una condición
familiar hereditaria, como un cuerpo vinculado a los grados superiores de la nobleza y
en consecuencia, identificado absolutamente con la aristocracia laica.
Actualmente es posible confrontar estas consideraciones con otras observaciones
que son también locales y que parecen menos sólidas por la pobreza del material
documental. Como en los resultados de algunas indagaciones realizadas en las fuentes,
muy escasas, de la Provenza. Aquí la palabra Miles que posee un equivalente,
cavallarius, parece haber sido adoptada por los redactores de cartas después del 1025;
pero por el contrario se manifiestan más precoces la oposición formal en la lista de
testigos, entre caballeros y campesinos; y al adopción del calificativo caballeresco para
los más grandes señores.
En el estado presente del trabajo histórico, podemos ya percibir, la existencia de
una evolución que se desarrolla en los niveles superiores de la sociedad laica, o más
bien de una modificación progresiva de la imagen que los hombres se hacían en la
época de la aristocracia y de su situación jurídica. Sin duda el movimiento duró mucho
en ciertas regiones. Debemos situar su origen en los años setenta del silgo X; pero el
segundo tercio del siglo XI, es un momento decisivo en todas partes. Este movimiento
logró, unir a las diversas capas de la aristocracia mediante el uso común de un titulo,
Miles, y la participación común en los valores morales y en la superioridad hereditaria
que aquel titulo expresaba y mezclar así los estratos más elevados que hasta entonces
habían constituido propiamente la nobleza, con los inferiores.
El autor, luego desplaza la observación hacia otras regiones y en Lotaringia y las
provincias germánicas, en efecto, en el siglo XII, el vocabulario jurídico continuaba
distinguiendo claramente, una nobleza identificada con la verdadera condición libre y
una caballería considerada como netamente subordinada. Hasta aquí es lo que se
observa en el estudio del vocabulario, pero para interpretarlo se plantean algunos
interrogantes como ¿por qué en Francia, a fines del siglo X, la palabra Miles, comenzó a
ser preferida para definir una superioridad social? entre otros interrogante. Y para dar
respuesta a estos interrogantes, el autor retomó la palabra Miles, ahora desde una
perspectiva semántica, para buscar cual era su significación en la época y en la región
francesa y no los términos fidelis y nobilis; entonces interrogó otros lenguajes como el
de las obras literarias donde a fines del siglo X parece poseer indudablemente una
significación militar. Se la utilizaba para designar a los combatientes, o más
exactamente, a una cierta categoría de combatientes, los caballeros. El testimonio es el
empleo que hace Richer de esta palabra, en la descripción de los combates ya que
opone Milites a Pedites y para expresar la misma realidad social usa indiferentemente,
dos expresiones, ordo militaris y ordo equestris. En el siglo XI en Provenza, en
Languedoc, en Cerdeña, en Cataluña, se expresa con precisión que el único guerrero
digno de ese nombre era, a los ojos de los hombres de aquel tiempo, el que utilizaba un
caballo. En consecuencia el éxito de la palabra Miles debe ser relacionado con la
evolución de las instituciones propiamente militares. Este éxito traduce en verdad la
toma de conciencia de tres hechos complementarios que son un hecho técnico (la
superioridad del caballero en combate), un hecho social (la relación entre el genero de
vida considerado noble y el empleo del caballo) y por último un hecho institucional (la
limitación del servicio de armas a una èlite restringida). Sin embargo estos tres hechos
eran ya muy antiguos cerca del año mil. Pues entonces el autor explica que hay que
hallar otras razones que expliquen la irrupción del vocablo caballeresco en las cartas del
año mil, aparte de los cambios que recientemente habían afectado a los métodos de
combate y a la condición de los guerreros. En realidad inmediatamente se percibe que el
sentido propiamente militar de la palabra Miles no era en el año mil su sentido más
profundo.
En algunas observaciones como los textos citados por Guilhiermoz, incitan a
pensar que la palabra Miles significaba ante todo servir, por su historia más lejana y por
los usos que la edad media había heredado de la baja antigüedad. En efecto, el lenguaje
oficial del bajo imperio había utilizado este termino, como la imagen del Cingulum
Militiae, para designar el servicio público en la casa del emperador; ciertos pasajes de la
Vulgata y dos textos de San Pablo (Arma Militiae Nostrae nom carnalia sunt y Labora
sicutbonus miles Christi Jesu (II Cor., X, 4) y (II Tim., II, 3), respectivamente. Vemos
que el valor semántica aplicado a estos vocablos explica que las biografías de Santos
merovingios hayan hablado de sus héroes como de Milites Dei, Como en San Gregorio
de Tours como en los evangelios y en los hechos de los apóstoles, Miles definiera a los
auxiliares subalterno del poder público encargados de cuidar las prisiones y de ejecutar
a los criminales. Por último explica como en el marco del vasallaje la acción militar
adquiría poco a poco el aspecto de un servicio especializado, honorable y privado (el de
un caballero que recibía un beneficio), el termino Miles fue a menudo preferido a
aquellos que, como vassus, tenían su origen en el habla vulgar. Indudablemente para
todos los escritores del año mil la expresión militari alicui nom podía significar otra
cosa que servir al vasallaje.
Pero este mismo valor de subordinación que comportaba el vocablo caballeresco
impedía a escritores como Dudon de San Quintín, aplicar el vocabulario de la Militia a
todos los miembros de la aristocracia laica. Ninguno dejo de establecer una clara
distinción entre los príncipes, los próceres, los optimates. Todos proponían la imagen de
un edificio social de dos niveles ubicando a los príncipes, responsables de la paz de la
republica y muy por encima de los auxiliares que los ayudaban a cumplir aquella
misión, hombres de armas como ellos y estrechamente asociados a su función, pero
subalternos. En síntesis estas observaciones permiten, pues, comprender fácilmente, que
en el vocabulario de las cartas de Màconnais, la palabra Miles haya podido reemplazar a
términos como vassus o como fidelis que evocaban también la sumisión y el servicio.
Pero como la misma palabra pudo poco a poco desplazar a nobilis hacia fines del siglo
XI.
Entonces el autor propone conectar esta sustitución con una doble y lenta
maduración, situada una en el plano de las actitudes y las representaciones mentales y la
otra en el plano de las instituciones públicas y para comprenderlo bien es conveniente
observar en principio la germinación y la evolución progresiva de la teoría de los
ordines , partiendo del nivel carolingio. Cuando los hombres de la iglesia se dedicaron a
reflexionar sobre la vocación respectiva de los diferentes cuerpos de la sociedad humana
y sobre las diversas misiones que Dios asigna a los hombres, descubrieron que existían
en su época dos maneras diferentes de militare, de servir a dios y de cooperar al bien
público: a través de lar armas y la plegaria. En verdad se señala solamente la división
profunda de la sociedad cristiana entre el servicio de dios y el estado laico. Pero en los
Miracles de Saint-Bertin, a fines del siglo IX, aparece otra división, esta vez triple, que
separa a los oratores y a los bellatores del imbelle vulgus.
La formación y difusión de este esquema tripartito, que representa un momento
capital en el movimiento del cual nace la noción de caballería, se pueden imponer tres
observaciones:
1) Ninguno de los escritores de los siglos IX, X, XI, empleó jamás la palabra
Miles, para designar a los miembros del ordo que el designio divino consagraba.
Todos sentían que en este término la significación propiamente militar se
encontraba de hecho eclipsada por la noción de servicio. Por esa razón los
literatos eligieron otros vocablos del latín clásico, bellator, pugnator, para
expresar con pureza la vocación guerrera. Agreguemos que para Adalberon de
Leon, aquellos combatientes, protectores de las iglesias, que defienden a todo el
pueblo, grandes y pequeños, no son en absoluto milites sino nobiles, entre los
cuales coloca en primer lugar al rey y al emperador.
2) La delimitaciòn del tercer orden, el cual a comienzos del siglo XI tiene una
misión particular , la del trabajo y más específicamente la del trabajo rural,
parece vincularse al progreso de una concepción del ordenamiento social
diferente de la anterior que, en el pueblo de Dios, vino a establecer la distinción
más importante entre los poderosos y los pobres. Así poco a poco se desplazó la
barrera social. Antes se establecía entre nobleza y servidumbre, ahora termino
por separar netamente a la masa de los pobres de los poderosos, es decir, esta
vez de toda la milicia secular.
3) De esta transferencia proviene sin duda la verdadera mutación que impuso
lentamente nuevas actitudes con respecto a la vocación militar, entre los
clérigos, entre los maestros del pensamiento; y por esta razón se debe hacer un
lugar especial, entre los textos que permiten percibir este movimiento a la vida
de San Gèraud de Aurillac, escrita en los años treinta del siglo X por San Odòn
abad de Cluny. Este texto capital proviene de la Francia del Sur, crisol de las
nuevas estructuras anticarolingias, donde la sociedad feudal encontró algunos de
sus cimientos. Es capital porque es la primera de las Vital cuyo héroe no es ni un
rey ni un prelado, sino un laico, un príncipe, autentico, representante de las
nobilitas. Un noble, un poderoso puede acceder a la santidad, transformarse en
un Miles Christi, sin deponer las armas. El propósito de San Odòn es definir lo
que podría llamarse una santidad laica, o más precisamente noble; en definitiva
conferir a la actividad militar, función especifica de la nobleza, un valor
espiritual. Odòn no utiliza la palabra Miles para designar al grupo de
especialistas del combate; para él significa el servidor de dios, o bien el joven, es
decir el compañero de armas del señor; el pueblo esta a la vez desarmado e
inocente. Están aquí propuestas las dos funciones que justifican el portar armas
(la protección de los pobres y la persecución de los enemigos de la iglesia) Los
poderoso reciben de dios su espada no para deshonrarla sino para perseguir a
aquellos que se vuelven en contra la autoridad de la iglesia oprimiendo a los
pobres.
En la zona de Aquitania el rey perdió mas temprano su eficacia y se ofreció a los
Poseedores de armas un camino de salvación y perfección espiritual dedicándose a la
defensa de la iglesia y de los pobres, es decir de los otros dos ordenes de la sociedad.
Pero estos no iban solos a los combates sino que iban con sus auxiliares naturales,
especialistas de las guerras, los caballeros a quienes distribuían feudos.
En ese mismo momento, en Aquitania, en Provenza, en el reino de Borgoña, se
preparaba el doble cambio institucional, desarrollado entre el fin del siglo X y los
alrededores de 1030, es decir, en el preciso momento en que la palabra Miles en las
cartas de Màconnais sustituye a la palabra Miles, que favoreció también ya no en el
plano espiritual, sino en el temporal, la fusión de la nobleza y la caballería.
La primera de estas modificaciones concierne a la distribución de los poderes de
mando. En el marco de las castellanìas, los señores se lo apropian y se sirven de él para
imponer exacciones. Son solamente los pobres, es decir, los trabajadores, es decir, los
campesinos (miembros del tercer orden) los que sufren las coacciones y las requisas del
poder de bando. Los nobles están exentos; pero están exentos también todos los milites
y es esta situación lo que los caracteriza jurídicamente, lo que los erige en clase
coherente, claramente delimitada que necesita el empleo de un titulo capaz de definir
exactamente esta nueva situación personal. La aparición de este titulo responde de echo
al establecimiento de una frontera precisa que rodea a la aristocracia y que reúne a sus
diferentes estratos bajo un mismo derecho. Miles fue en aquel momento elegido y
preferido a nobilkis porque era un sustantivo, para salvaguardar sin duda el honor de los
descendientes de los viejos linajes; porque la nueva frontera se localizaba en la base del
sector aristocrático, porque lo que importaba era separar claramente al grupo de los
caballeros, el menos elevado de los estratos de la aristocracia, del pueblo. Así se
constituyó aquella barrera social, fundamental de allí en adelante entre milites y rustici.
Pero esta modificación esta en relación con la instauración de las instituciones
de la paz de Dios, y en los textos de estas instituciones se encuentra formulada la
oposición entre los caballeros y los campesinos. La acción por la paz de dios exaltó en
aquel momento la función militar y la asoció a la construcción del reino de Dios; debido
a la prescripción de la tregua, a aquella influencia del espíritu de paz sobre el espíritu de
cruzada , la caballería apareció cada vez más en Francia, como uno de los caminos de
la militia Dei, paralela al sacerdote y a la profesión monástica, se sobrecargo de tantos
valores espirituales que los miembros de la alta nobleza muy rápidamente aceptaron
ostentar el titulo caballeresco. Pero en verdad, la diversidad siguió caracterizando a la
aristocracia francesa.
Entonces no se vio demasiado afectada por la doble mutación (el establecimiento
de la paz de dios y la construcción de las castellanias independientes) que permitió en el
reino de Francia y en el reino de Borgoña, la fusión de los valores de la caballería y de
la nobleza. Esta fue la razón principal por la que en las provincias alemanas y
lotaringias durante todo el siglo XII, la supervivencia de las viejas estructuras políticas
carolingias mantuvo viva y llena de resonancias concretas la antigua distinción que
separaba a los caballeros de los príncipes, portadores exclusivos de la absoluta libertad
y los únicos considerados como verdaderos nobles.

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