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Teoría de La Organización de Las Funciones Psicológicas Superiores Según Luria

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teora de la organizacin de las funciones

psicolgicas superiores segn Luria


ESPERANZA BAUSELA HERRERAS
Doctora cum laude en Psicologa y Ciencias de la Educacin por la Universidad de Len
(Espaa)
Facultad de Psicologa
Universidad Autnoma de San Luis Potos (Mxico)

Resumen
En este artculo nos centramos en la utilidad diagnstica de una batera neuropsicolgica de
reciente creacin, la batera Luria-DNA. Previamente analizamos el rol del profesional en
el uso de las bateras e instrumentos de evaluacin neuropsicolgica: clnico e
investigacin. Es en el contexto de la aplicacin con un fin de investigacin en el que nos
situamos, analizando seguidamente las tres unidades funcionales (bloque de activacin,
bloque de input y bloque de programacin) implicadas en la regulacin de la actividad
psicolgica humana. En coherencia con esta unidades funcionales, se explican las
diferentes alteraciones que pueden ir vinculadas a las mismas.
Palabras Clave: Batera Luria-DNA, bloque de activacin, bloque de input, bloque de
programacin.
Abstract
In this paper we focus our attention in the diagnosis utility the battery neuropsychology
assessment, which has been created recently, Luria-DNA. Before, we have analysed the
professional roll while are being used the neuropsychology assessment: research and clinic.
In this research context, we explain the tree functional units, which are been involved in the
running of the human psychology activity. In coherence with these units functional, in
linking with these we study some disorders.
Key words: Luria-DNA battery, activation block, input block and programming block.

Introduccin
Para Luria (1997), los procedimientos lgicos en la investigacin clnica difieren
fundamentalmente de los que se aplican en la experimentacin psicolgica o fisiolgica
general. El investigador dedicado a un trabajo experimental empieza encontrando un
problema luego selecciona los mtodos adecuados para solucionarlo y construye hiptesis y
estrategias. Se omiten los datos que no contribuyen al anlisis del problema y a probar las
hiptesis. En el trabajo clnico no ocurre nada parecido. El punto de partida no es un
problema, sino algo desconocido: el paciente. Han de realizarse observaciones cuidadosas,
y el investigador no puede permitirse la omisin de un dato, por extrao que le parezca,
aunque a primera vista sea insignificante. En la mente del investigador se dibujan los
contornos de hechos en apariencia importante y empiezan a formarse hiptesis. Al principio
se desconoce si sern aplicables al problema o si han de ser rechazadas: dependen de la
ltima combinacin de datos. Un sntoma aislado puede sugerir una hiptesis, que slo
adquiere alguna posibilidad si es reforzada por otros datos. Slo al obtener un nmero
suficiente de sntomas contradictorios tiene el clnico derecho a pensar que la hiptesis
puede ser demostrada o rechazada. Los procedimientos y razonamientos de un investigador
clnico se parecen ms a los de un detective que resuelve un crimen a la resolucin de
problemas de un fsico, fisilogo o psiclogo general.
Teora de la organizacin de las funciones psicolgicas superiores
En este marco, la aplicacin de esta batera permite al neuropsiclogo detectar trastornos
muy variados en funcin de la unidad o bloque funcional alterado.
Luria seal la existencia de una teora comprehensiva de la organizacin funcional del
cerebro, o de los sistemas cerebrales implicados en la regulacin de la actividad psicolgica
humana. Frente al localizacionismo estricto, que trat de localizar la funcin de un tejido
particular, Luria consider que los procesos mentales tales como el lenguaje, pensamiento,
lectura, escritura y clculo, eran funciones ms complejas que no podan ser reducidas a
una zona de la corteza cerebral. Estas funciones mentales superiores se organizan en
sistemas de zonas cerebrales trabajando de forma concertada y ejerciendo cada una de ellas
un papel especfico dentro del sistema (Luria, 1973). Estas funciones no pueden ser
consideradas como facultades aisladas que las puede suponer una "funcin" directa de
determinados grupos de clulas o estar "localizados" en reas particulares (Luria, 1974),
sino que, en la medida en que son formas de actividad humana consciente, deben ser
consideradas como sistemas funcionales complejos.
La primera formulacin de la teora neuropsicolgica, la realizo Luria en el ao 1962 (1966
de la edicin inglesa) en Higher cortical funcions in man , libro que sirvi de base a la
publicacin de Christensen (1987). La significacin fundamental de este trabajo es que en
l, por primera vez, se formulan las bases tericas generales de la neuropsicologa y su
aparato metodolgico. A partir de 1972, esta teora ha recibido posteriores y definitivas
aportaciones del propio Luria, de especial inters para los neuropsiclogos partidarios del
enfoque cualitativo sovitico, siendo elaborada a lo largo de varias dcadas de estudios

clnicos y experimentales, anatmicos, fisiolgicos y psicolgicos. Si bien, una de las


mayores aportaciones fue la realizada por Luria, no podemos obviar la contribucin de
diferentes autores al desarrollo de la misma, como por ejemplo Pavlov. Seguidamente
resumimos en la Tabla 1 la evolucin de los conceptos de la organizacin y funcin del
cerebro (adaptado de Van der Vlugt, 1982).
Tabla 1. Evolucin del concepto de organizacin y funciones del cerebro
(tomado de Len-Carrin, 1995)
PAVLOV
(1955)

KOLEV y
LECOURS
(1967)

Segundo sistema Zona


de seales
Supralmbica

Reflejo
condicionado

A. R. LURIA
(1973)

ECCLES
(1973)

MaCLEAN
(1974)

Programacin,
regulacin y
verificacin de la
actividad mental

Auto
consciencia

Cerebro
neomamferos

Almacenes de
memoria

Cerebro
paleomamfero

Zona Lmbica o Programacin,


parmedia
regulacin y
verificacin de la
actividad mental

Reflejos
Zona media
incondicionados

Regulacin del tono o Tronco cerebral Cerebro


vigilia
sensoriomotor protoreptil

La teora de los sistemas funcionales y la nueva doctrina sobre las funciones psquicas fue
uno de los fundamentos que suscit la revisin de las ideas sobre la localizacin de las
funciones en la corteza cerebral, confirmando y desarrollando el principio de localizacin
sistmico-dinmica de las funciones enunciados por Pavlov. La idea de un sistema
funcional, en cuanto sostn neurolgico de una funcin psicolgica compleja, ha sido
elaborada por Luria durante largo tiempo y aparece claramente en su obra El cerebro en
accin (Luria, 1979b).
El sistema funcional es un conjunto de complejas estructuras dinmicas o centros
combinatorios que, a modo de red, forman un mosaico de puntos distantes del sistema
nervioso con un trabajo comn (Len-Carrin, 1995). Benedet (1986) nos proporciona una
definicin de "sistema funcional" como el patrn especfico de reas que cooperan en la
ejecucin de una determinada conducta. De los sistemas funcionales, es el resultado final el
que permanece constante, siendo variable la forma en que el sistema ejecuta la funcin. La

forma de ejecutar la accin puede variar considerablemente debido a diversos factores,


segn dice Luria (1979b, p. 116) "La presencia de una tarea constante (invariable) realizada
por mecanismos variables (variantes), que llevan el proceso a un resultado constante
(invariable), es una de las caractersticas bsicas que distinguen el trabajo de todo sistema
funcional".
Las actividades psquicas ms complejas se caracterizan por poseer una organizacin
sistmica, es decir, una estructura compleja compuesta de diversos eslabones o partes que
actan conjuntamente (ver Garca y Carpintero, 2000). Los eslabones pueden estar situados
en diferentes niveles neurales y ser mviles. Son mviles porque, mantenindose invariable
el resultado final de la actividad, puede cambiar el modelo de conseguirse dicho resultado
al variar los componentes del sistema que de hecho intervienen en el proceso. El carcter de
complejidad y movilidad que poseen los sistemas funcionales marca la distancia de la teora
neuropsicolgica de Luria tanto del localizacionismo estricto como del holismo, respecto de
las funciones cerebrales.
Si puede "localizarse la funcin", en cuanto definida como funcin de un tejido especfico,
obviamente no puede "localizarse el sistema funcional" en un rea especfica del tejido
cerebral, aunque puede ser distribuido en un sistema completo (o en una constelacin) de
zonas de la corteza cerebral y de las estructuras subcorticales que cooperan en su accin.
De este modo, cada una de las reas contribuyen muy especficamente a asegurar la accin
del sistema funcional (Christensen, 1987). Esto explica, segn la anterior autora, que una
afectacin en un rea del cerebro, que est en una parte de este sistema funcional, ocasione
trastornos en el normal funcionamiento de dicho sistema. El dao en una u otra parte de
este "sistema funcional" provoca, sin embargo - un trastorno del "sistema funcional",
reflejado en distintos aspectos. Por tanto, y segn las caractersticas del trastorno del
"sistema funcional", podemos decir qu rea cortical del sistema funcional ha sido afectada.
Otra caracterstica importante es que cada una de estas unidades bsicas en s misma es de
estructura jerrquica y consiste, por lo menos, en tres zonas corticales una sobre la otra: el
rea primaria (de proyeccin) que recibe impulsos de o los manda a la periferia; la
secundaria (de proyeccin-asociacin), donde la informacin que se recibe es procesada o
donde se preparan los programas; y finalmente, la terciaria (zonas de superposicin), los
ltimos sistemas en desarrollarse en los hemisferios cerebrales, y responsables en el
hombre de las ms complejas formas de actividad mental que requieren la participacin
concertada de muchas reas corticales (Luria, 1979b).
Alteraciones en relacin a las tres unidades funcionales
Alteraciones que afectan al primer bloque funcional: atencin involuntaria y voluntaria
El papel relevante de los lbulos frontales en la inhibicin de respuestas a estmulos
irrelevantes y en la perseveracin de la conducta programada y orientada hacia un fin,
permite explicar las alteraciones que estos pacientes tienen en las formas superiores de
atencin (Portellano, 1998). Los resultados de numerosos estudios sobre animales (ver

Luria, 1979b) sugieren que los lbulos frontales juegan un importante papel en la elevacin
del nivel de vigilancia de un sujeto cuando realiza una tarea y participan as, sucesivamente,
en las formas superiores de la atencin. Este hecho es de gran importancia para el estudio
de los mecanismos cerebrales de las formas complejas de la atencin. Una lesin en los
lbulos frontales altera slo las formas superiores corticales de actuacin producidas con la
ayuda del lenguaje o, en otras palabras, se alteran slo las formas superiores de atencin
voluntaria: Las formas elementales del reflejo orientador (o atencin involuntaria),
provocadas por el efecto directo de estmulos irrelevantes, no slo permanecen intactos,
sino que pueden ser verdaderamente intensificadas (Luria, 1979b, 1986). De acuerdo con el
modelo de Luria (Cohen, 1993), en tales pacientes se observa que: (i) Muestran incapacidad
para mantener la atencin y para resistir a las distracciones. (ii) Se comporta como si su
conducta estuviera totalmente controlada por respuestas de orientacin, es decir, se
observan en ellos reacciones impulsivas a estmulos irrelevantes, reacciones que con
frecuencia son socialmente inapropiadas. Es ms, a menudo muestran reacciones de
orientacin aumentadas. (iii) La incitacin verbal no suele servirles de ayuda para dirigir su
atencin de forma apropiada.
En el caso de lesin cerebral, sobre todo del lbulo lmbico (en especial, del hipocampo) se
altera el sistema atencional, segn el modelo de Luria (Cohen, 1993): (i) Los pacientes
presentan fatigabilidad, incapacidad de mantener una meta a lo largo del tiempo y
distractibilidad. (ii) Las medidas fisiolgicas de la respuesta de orientacin pueden no
existir, o puede fracasar el proceso de habituacin. (iii) Los pacientes pueden servirse de
instrucciones verbales de otra persona para poder dirigir o guiar su conducta y para
mantener su atencin en una tarea.
Alteraciones que afectan al bloque de input reconocimiento (ni afsicos ni amnsicos)
Son trastornos originados por dao cerebral o disfuncin de zonas del bloque que Luria
denomin "Bloque de recepcin, elaboracin y almacenamiento de la informacin". Son
muy variados y se organizan en cuatro apartados, segn se muestran en la Tabla 2.
Tabla 2. Trastornos del segundo bloque cerebral -recepcin de informacin(tomado de Manga y Ramos, 2000, p. 13)

A. Trastornos de reconocimiento o
agnosias

B. Trastornos de la capacidad espacial

Agnosia ptica
Agnosia simultnea
Prosopagnosia
Asterognosia
Asomatognosia:
anosognosia y autopagnosia
Agnosia auditiva
Apraxias
Desorientacin D-I

Agnosia espacial unilateral (o


hemi-inatencin)

C. Trastornos agnsicos y aprxicos


asociados

Apractognosia espacial
Sndrome unitario de la apraxia
constructiva
Se componen de: (Hcaen)
Agnosia espacial unilateral
Prdida de los conceptos
topogrficos
(prxia constructiva)

D. Asociacin entre la alteracin de las


relaciones espaciales (concretas) y la
alteracin de las relaciones cuasiespaciales (simblicas)

Sndrome de Gerstmann
Concretas (agnosia digital y
desorientacin D-I)
Simblicas (agrafa y acalculia)

Alteraciones que afectan al tercer bloque funcional


Las alteraciones del tercer bloque funcional se asocian a las lesiones o disfunciones del
crtex frontal. Las lesiones de los lbulos frontales pueden ocasionar diversas disfunciones,
tanto cognitivas como no cognitivas. Por ejemplo, la atencin y las funciones motoras
pueden verse afectadas: la autoconciencia, la personalidad y las emociones pueden ser
anormales; y las funciones sensoriales-perceptivas y visuales-espaciales, as como el habla
y el lenguaje, la memoria y las funciones ejecutivas del sistema pueden resultar daadas
(Stuss y Benson, 1986).
Fuster (1989) identific como "sndromes prefrontales" los siguientes trastornos: trastornos
de la atencin y la percepcin (por ejemplo, disminucin de la conciencia general,
trastornos sensoriales, distraccin, trastornos del control de la mirada y bsqueda visual,
dificultad de concentracin); trastornos de la movilidad (por ejemplo, hipoquinesis,
hiperquinesis); trastornos de la integridad temporal (por ejemplo, fallos de memoria, fallos
de planificacin, control defectuoso de la interferencia); y trastornos afectivos y
emocionales. Rylander, ya sealaba en 1939, que "el sndrome frontal produce alteraciones
en la atencin, incremento de la distraccin, dificultad para captar una realidad compleja
[...]. Los sujetos son capaces de resolver adecuadamente tareas rutinarias, pero incapaces de
resolver tareas novedosas".
En daos muy severos del lbulo frontal la disfuncin puede ser muy debilitadora, porque
la persona experimenta un gran deterioro en su flexibilidad para la resolucin de problemas
o para la adaptacin (Lezak, 1995), entre otros aspectos, adems de acompaarse de una
gran diversidad sintomatolgica. (ver Tabla 3) y que seguidamente comentamos.

Tabla 3. Resumen de los principales sntomas de las lesiones del lbulo frontal
(tomado de Kolb y Whishaw, 1986)
SNTOMA

LUGAR MS
PROBABLE
DE LA LESIN

REFERENCIAS
BSICAS

Prdida de movimientos
distales

rea 4

Kuypers (1981)

Programacin deficiente del Motora suplementaria Roland et al. (1982)


movimiento
Dorsalateral?
Kolb y Milner (1981)
Mirada voluntaria deficiente reas 8 y 9

Teuber (1964)
Guitton et al. (1982)

Escasa respuesta inhibitoria reas 9 y 10

Milner (1964)
Pret (1974

Trastornos de la ordenacin Dorsalateral


temporal

Milber (1974)
Petrides y Milber
(1982)

Orientacin espacial
deteriorada

Dorsalateral

Semmes et al. (1963)

Espontaneidad del
comportamiento reducida

Orbital

Milner (1964)
Jones y Milner
(1977)

Aprendizaje asociativo
deteriorado

Dorsalateral

Drewe (1975)
Petrides (1982)

Discriminacin olfativa
deteriorada

Orbital

Potter y Butters

(1980)
Comportamiento social
deteriorado

Orbital, dorsalateral

Blumer y Benson
(1975)

Comportamiento sexual
alterado

Orbital

Walker y Blumer
(1975)

Afasia

rea 44

Brown (1972)

Trastorno asociado con


Cara
lesiones en el rea de la cara

Taylor (1979)

El primer descubrimiento est relacionado con la disociacin entre la accin y el


conocimiento y la accin y el habla. Luria (1974) consideraba que el lenguaje y el habla
son los mecanismos centrales para regular la actividad humana. Stuss y Benson (1986)
propusieron que las lesiones de los lbulos frontales pueden daar el control verbal de la
conducta. Concretamente, los pacientes con lesiones en los lbulos frontales pueden
verbalizar una tarea correctamente pero no pueden utilizar esta informacin para dirigir su
conducta. Por tanto, la descripcin y los conocimientos verbales e intactos de las acciones
estn disociados de la ejecucin.
Esta misma disociacin entre el lenguaje y la accin se manifiesta en la dificultad para
inhibir una respuesta ante un estmulo y emitirla ante otro, es lo que Luria y Dreve (Luria,
1966a) sealaban como falta de reorientacin a la accin. Los pacientes con lesin cerebral
en el lbulo frontal presentan dficits significativos en las medidas de inhibicin (Fuster,
1989; Stuss y Benson, 1986).
Otra alteracin se refiere a las conductas secuenciales (Fuster, 1989; Stuss y Benson, 1986).
De nuevo, Luria destaca la importancia de los lbulos frontales para realizar acciones en
una secuencia preestablecida que puede tener un origen externo o interno. Fuster (1989)
propuso que los trastornos relacionados con la integracin temporal de la conducta son la
consecuencia ms comn de las lesiones prefrontales. La mayora de las veces, estos
trastornos se manifiestan como una incapacidad para iniciar y llevara a cabo secuencias de
accin novedosas para alcanzar una meta. Adems, las dificultades para enfrentarse a
situaciones novedosas dan como resultado una falta de flexibilidad.
Todo esto significa, segn Das, Kar y Parrila (1998), que un "sndrome frontal", o una
ruptura de las funciones de control comnmente asociadas con un lesin de los lbulos
frontales, se puede deber a un trastorno cerebral difuso que afecta a gran parte del cerebro,

adems de a una lesin especfica de los lbulos frontales (Goldberg y Bilder, 1987). Por
tanto, la descripcin de la patologa de los lbulos frontales no est acompaada
necesariamente de la especificacin de las respectivas reas lesionadas. Trminos como
"funcin ejecutiva de control" (Lezak, 1982; Stuss y Benson, 1986), "sistema supervisor"
(Shallice, 1988) o "planificacin" se relacionan ms directamente con un nivel de anlisis
cognitivo y, en ocasiones, se emplean sin hacer referencia a trastornos anatmicos
subyacentes.
Esta variedad sintomatolgica se ve incrementada dependiendo de la localizacin,
extensin, profundidad y lateralidad de la lesin (Deuel, 1992) (ver Tabla 4). Los efectos de
las lesiones prefrontales son extremadamente variables, no existe un patrn de deterioro
que de manera confiable est asociado con dao prefrontal. La variabilidad puede ser
explicada por el hecho de que las lesiones de diferentes regiones de la crtex prefrontal
estn asociadas con ciertos grupos de sntomas, aunque esta asociacin no es del todo
absoluta. Allegri y Harris (2001) y Denis (2003), nos ofrecen adems, una tercer sndrome
frontal, el sndrome prefrontal medial.
Tabla 4. Alteraciones prefrontales en el hombre (Fuster, 1995)

LESIN

DOMINIO
FUNCIONAL

Atencin (1,2)
Memoria (1)
Planificacin (2)
Dorsolateral
Habla (1,2)
Comportamiento
(1,2)

Orbital

SNTOMA

TEST
DEFICITARIO

Breve capacidad atencional


Deficiente memoria inmediata
Planificacin deficiente
WCST
Afasia dinmica frontal
Prdida de capacidad temporal
concreta, creativa y funcin ejecutiva

Atencin (3)
Distraccin
Comportamiento (3) Inhibicin

Go-no go

Notas: (1) Memoria activa, (2) Agrupacin, (3) Control inhibitorio


De toda esta variedad sintomatolgica, quiz, sean las alteraciones de la funcin ejecutiva,
las ms incapacitantes, de ah que profundicemos un poco ms en este sntoma asociado a
una lesin frontal. Barkley (1997) define el sndrome disejecutivo como "la incapacidad de
seguir una secuencia desconocida de actos dirigidos a un fin determinado, evidenciando,
por otra parte, la imposibilidad de poner en juego las diferentes variables que intervienen y
de decidir con relacin a lo juzgado". Presentara como caractersticos diferentes sntomas,

con ligeras variaciones, segn los investigadores. Para Baddeley y Wilson (1988)
comprende las siguientes caractersticas: (a) Dificultad para centrarse en una tarea y
finalizarla sin un control ambiental externo, (b) presencia de un comportamiento rgido,
perseverante, a veces con conductas estereotipadas, (c) dificultades en el establecimiento de
nuevos repertorios conductuales, junto con una falta de capacidad para utilizar estrategias
operativas, y (d) limitaciones en la productividad y la creatividad con falta de flexibilidad
cognitiva. Por ltimo, la conducta de las personas afectadas por alteraciones en el
funcionamiento ejecutivo pone de manifiesto una incapacidad para la abstraccin y
dificultades para anticipar las consecuencias de su comportamiento.
Las alteraciones de la funcin ejecutiva se han vinculado tradicionalmente y como hemos
comentado inicialmente a las disfunciones del lbulo frontal (Soprano, 2003).
Sin duda alguna, el caso ms famoso de la neuropsicologa, sobre el estudio de la lesin del
dao frontal es el caso de Phyneas Gage. J.M. Harlow, mdico de profesin, en 1868
(Walsh, 1986) describe uno de los primeros casos sobre los cambios producidos en la
conducta despus de sufrir una lesin en la parte anterior del cerebro, que ejemplifica
claramente la relacin existente entre los lbulos frontales y los que con posterioridad se
denominara funcionamiento ejecutivo. Los estudios de pacientes como Gage han motivado
la idea de que el dao frontal altera la capacidad para planificar y organizar, lo cual, a su
vez, ha llevado a una concepcin "ejecutiva" de la funcin frontal. No obstante, debemos
ser prudentes, ya que un abordaje estrictamente localizacionista parece ser inapropiado. As,
recientes estudios lesionales, clnicos y de neuroimagen (Luna, Thulborn, Muoz, Merriam,
Garner, Minshew et al., 2001) han evidenciado la implicacin de otras estructuras corticales
y subcorticales en la ejecucin de estas tareas. Estos hallazgos retan la idea tradicional
localizacionista, apoyando la hiptesis de que el autntico sustrato de las funciones
ejecutivas no es la corteza prefrontal, sino circuitos neuronales ampliamente distribuidos en
los que participara, entre otros, la corteza prefrontal (Luna et al., 2001).

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III. PLANTEAMIENTO ACTUAL: MENTE Y


CEREBRO
Los avances cientficos que se han producido durante los ltimos ciento
cincuenta aos sobre la estructura y el funcionamiento del sistema nervioso han
puesto de manifiesto el papel rector que el cerebro ejerce respecto del resto del
organismo. Todas las funciones orgnicas estn reguladas por el cerebro y hay un
permanente flujo de informacin entre los rganos y el cerebro.
En los ltimos aos se han desarrollado una serie de tcnicas que han permitido
un avance espectacular del estudio del cerebro:
1) Se han delimitado distintas reas de la corteza cerebral
especializadas en recibir y procesar las informaciones sensoriales y
controlar las reacciones musculares: reas auditivas, visuales,
motoras, etc.
2) Sin embargo, estas reas especializadas no representan apenas
una cuarta parte de la corteza cerebral; el resto, las denominadas
reas de asociacin, no cumplen ninguna funcin especfica y
parecen estar encargadas de interpretar, integrar y coordinar las
informaciones procesadas por las reas sensoriales y motoras. Las
reas de asociacin seran responsables as de nuestras funciones
mentales superiores: lenguaje, pensamiento, razonamiento,
memoria, planificacin de la accin, creatividad, etc.
3) Cada uno de los hemisferios controla y ejecuta funciones
diferentes o aspectos diferentes de una misma funcin. En trminos
generales, parece que en la mayor parte de las personas el
hemisferio izquierdo controla la habilidad lingstica, numrica y de
pensamiento analtico, mientras que el hemisferio derecho controla

las habilidades espaciales complejas, como la percepcin de


patrones y aspectos de ejecucin artstica y musical.
4) Sin embargo, las actividades complejas requieren de la
interrelacin de los dos hemisferios. As, por ejemplo, cuando
leemos un relato, el hemisferio izquierdo entiende el significado de
las palabras, pero es el hemisferio derecho el que capta el contenido
emotivo y las imgenes utilizadas.
5) Por otra parte, hay muchas funciones, principalmente de las reas
primarias sensoriales y motoras que parecen idnticas en ambos
hemisferios. En definitiva, hay una especializacin funcional pero la
actividad conjunta de ambos hemisferios es necesaria para el
funcionamiento integral del cerebro. La participacin de los dos
hemisferios en las actividades psicoorgnicas es variable segn los
individuos: las reglas a que esto obedece y las razones que la
determinan (genticas, sociales) son todava poco conocidas.
6) Por consiguiente, aunque ciertas funciones de la mente estn
localizadas en determinadas regiones cerebrales, el cerebro se
comporta como un todo unificado.
Estos descubrimientos ponen de manifiesto ante todo lo mucho que queda por
conocer en torno al cerebro humano, pero han sido suficientes para replantear el
problema clsico de la relacin entre el cuerpo y la mente o alma en trminos de
la relacin entre el cerebro, en cuanto centro que recibe los estmulos del medio,
los integra con la experiencia acumulada y diversas estructuras, produciendo las
respuestas correspondientes, y la mente, como conjunto de los procesos de
recepcin y procesamiento de informacin y de la ejecucin o inhibicin de las
respuestas.
La estructura del problema, sin embargo, sigue siendo bsicamente la misma:
Son los procesos mentales distintos o idnticos a los procesos cerebrales? Si
son idnticos, cmo los procesos cerebrales producen los procesos mentales?
Si mente y cerebro son realidades distintas, cmo interactuan entre s?

1. El reduccionismo monista
Los partidarios de un planteamiento monista de la cuestin niegan la existencia
de la mente como una realidad distinta del cerebro y adoptan alguna forma de

reduccionismo, tratando de explicar los fenmenos mentales en trminos fsicos


o biolgicos. Las posturas reduccionistas consideran, en general, que la
distincin entre la mente y el cerebro es debida a la insuficiencia actual de
nuestros conocimientos acerca de los procesos cerebrales, pero que el desarrollo
cientfico futuro permitir reducir los fenmenos mentales a fenmenos
puramente fsicos o biolgicos que tienen lugar en el cerebro.
a) Conductismo: no existen los estados mentales
Desde sus inicios a fines del siglo XIX, con la obra de Wilhem Wundt, la
psicologa tena como objeto la mente y sus contenidos (sensaciones,
sentimientos e imgenes). Pero, a comienzos del siglo XX, John B. Watson
(1878-1958) fund una nueva escuela que consideraba la conducta como el tema
de estudio de la psicologa. En los aos 50, Skinner continu y ampli el
conductismo de Watson, radicalizando sus presupuestos. Difera de Watson en
que los fenmenos internos, como las emociones o los sentimientos, deban ser
totalmente excluidos. La psicologa deba quedar restringida al estudio de la
conducta observable, quedando excluida la mente, que en
modo alguno se puede observar o medir.
Los conductistas entendan la conducta como el conjunto de
respuestas dadas por un organismo frente a determinados
estmulos del medio. La psicologa deba ser una ciencia
natural que tuviera por objeto describir, predecir y controlar la
conducta, no teniendo en cuenta los estados mentales ni
siquiera como causa de la conciencia.
El conductismo trata de reducir todos los fenmenos psicolgicos en trminos de
estmulo-respuesta.. Cualquier forma de comportamiento es analizada como una
cadena de respuestas fisiolgicas simples que pueden ser observadas y medidas.
Los procesos que ocurren en la "caja negra" de la mente entre el estmulo y la
respuesta no tienen ningn inters para la investigacin psicolgica, ya que es
posible explicar la totalidad de la conducta sin referirse para nada a supuestos
estados mentales.
El conductismo de Watson y Skinner era un conductismo metodolgico que
trataba de trasladar a la psicologa el mtodo general de las ciencias naturales
puramente empricas. Pero ciertos filsofos de la mente, como Gilbert Ryle y
Carl G. Hempel, lo convirtieron en un conductismo ontolgico al negar
positivamente la existencia de la mente.

Para el conductismo lgico la


mente no existe propiamente y el
cerebro es irrelevante para el
estudio de los fenmenos
psicolgicos. Todo lo mental se
reduce a la conducta y a
disposiciones para la conducta.
La mente es slo la aptitud y
disposicin a hacer un determinado tipo de cosas. Propugnan, en consecuencia,
abandonar el lenguaje mentalista (es decir, trminos como deseo, creencia,
sentimiento o propsito) de las explicaciones psicolgicas, siendo sustituido por
un lenguaje descriptivo de los estmulos y respuestas, as como de las leyes que
gobiernan la conducta. As, por ejemplo, mi creencia de que va a llover consiste
en hechos tales como que lleve puesto un impermeable y coja un paraguas
cuando salgo a la calle.

b) Teora de la identidad mente-cerebro


El conductismo llevaba a un callejn sin salida ya que era imposible no
diferenciar los estados mentales de sus manifestaciones conductuales; por
ejemplo, entre el estado subjetivo de dolor y la conducta asociada a ese dolor.
Adems, hay procesos mentales a los que no acompaa conducta alguna y
estados mentales que parecen implicar otros estados mentales: si cojo el paraguas
es no slo por mi creencia en que va a llover sino tambin por mi deseo de no
mojarme, lo cual supone a su vez la creencia de que el paraguas me mantendr
seco. Los estados mentales parecen resistirse a ser pura y simplemente
eliminados.
Para resolver estas dificultades J.J.C. Smart y David Armstrong propusieron la
teora de que los procesos mentales son idnticos a los procesos cerebrales.
Admiten la existencia de los procesos mentales como causa interna de la
conducta. Ahora bien, la nica explicacin de la conducta humana y animal que
es posible establecer en trminos cientficos es la que se realiza en trminos del
funcionamiento fsico-qumico del sistema nervioso central. Por consiguiente, los
estados mentales son idnticos a los estados puramente fsicos del sistema
nervioso central y la psicologa debe reducirse a la neurofisiologa.
La teora de la identidad mente-cerebro se enfrenta tambin a dificultades
insuperables: por un lado, no todos los estados cerebrales producen estados
mentales; por otro lado, cabe suponer la existencia de organismos en otros

planetas que tambin tuvieran estados mentales a pesar de tener una qumica
diferente a la nuestra. Por ltimo, los computadores no tienen procesos
neurolgicos pero son capaces de ejecutar determinados procesos que en los seres
humanos calificamos de mentales: clculos aritmticos complicados,
demostracin de teoremas lgicos y matemticos, jugar a las damas y al ajedrez,
etc.
c) Materialismo eliminativo
Paul Churchland vuelve a eliminar los estados mentales. Considera que la
creencia popular en la existencia de la mente es una teora primitiva precientfica
y que los estados mentales de los que hablamos en el lenguaje ordinario
(creencias, deseos, sentimientos, intenciones) no existen realmente. Tal
psicologa del sentido comn o "psicologa popular" debe ser sustituida por una
neurociencia estricta, que parta de la idea de que las actividades
cognitivas son en ltima instancia actividades del sistema
nervioso.
Propone una inversin del procedimiento habitual de la
investigacin de los procesos cognitivos (aproximacin de arriba
abajo) que parte de las actividades cognitivas de los seres
humanos (pensar, hablar, recordar, aprender, etc.) y luego indagan las operaciones
cerebrales que pueden producirlas, por una aproximacin de abajo arriba:
empezar por comprender el comportamiento fsico, qumico, elctrico y de
desarrollo de las neuronas y slo despus tratar de comprender lo que sabemos
intuitivamente sobre nuestras actividades cognitivas.
2. Dualismo neurofisiolgico
Pese a que el monismo materialista es la corriente predominante entre los
cientficos que estudian el cerebro humano, hay tambin posturas dualistas como
la que mantiene el neurlogo John Eccles.
Segn Eccles, el cerebro no es una estructura lo suficientemente compleja para
dar cuenta de los fenmenos relacionados con la conciencia, por lo que hay que
admitir la existencia autnoma de una mente autoconsciente distinta del cerebro,
como una realidad no material ni orgnica que ejerce una funcin superior de
interpretacin y control de los procesos neuronales.

Judy

Cassab (b1920)
Sir John Eccles 1966
oil on canvas on board 104.7 x 79.8
John Curtin School of Medical Research
The Australian National University

Eccles encuentra el fundamento de su hiptesis dualista en la teora de los tres


mundos del filsofo Karl Popper, segn la cual todo lo que existe y nuestra
experiencia est contenida en uno de estos mundos:
objetos naturales tanto inanimados
como biolgicos y objetos artificiales

Mundo 1

Realidad fsica

Mundo 2

Fenmenos mentales

percepciones, sentimientos, intenciones,


recuerdos, estados de conciencia, etc.

Productos culturales

mitos, herramientas, teoras y


problemas cientficos, instituciones
sociales, obras de arte, etc.

Mundo 3

Segn Eccles, mientras el cerebro est contenido en el Mundo 1, al Mundo 2


pertenecen todos los elementos de lo mental:
a) el sentido externo: percepciones producidas por los datos de los rganos
sensoriales;
b) el sentido interno: pensamientos, recuerdos, intenciones,
representaciones, emociones o sentimientos;
c) el yo: ncleo del Mundo 2, base de la identidad y continuidad
personal que experimentamos.
Por consiguiente, mente y cerebro son dos entidades distintas (la una
perteneciente al Mundo 2 y la otra al Mundo 1) pero entre ambas existen
interacciones:
1) Las experiencias de la mente autoconsciente estn en relacin
con los procesos neuronales que tienen lugar en las reas asociativas
del crtex cerebral pero no son idnticas a ellos como afirma la
teora de la identidad mente-cerebro.
2) Las informaciones procedentes de los rganos sensoriales son
transmitidas al cerebro, pero slo en la mente se transforman en las
experiencias perceptivas, que son distintas a los procesos cerebrales.
3) La mente autoconsciente es capaz de actuar sobre los procesos
cerebrales desencadenando procesos neuronales: recordar algo,
hacer un clculo mental, buscar la frase apropiada para expresar una
idea, etc.
En definitiva, la mente autoconsciente selecciona las informaciones procedentes
de multitud de centros cerebrales y los integra en un todo unitario, ejerciendo una
funcin superior de interpretacin y control de los procesos neuronales. La
unidad de la experiencia consciente es producto de la mente y no de los procesos
cerebrales.
El dualismo neurofisiolgico de Eccles deriva finalmente a un planteamiento
religioso puesto que identifica la mente con el alma, objeto de la creacin divina.

3. Funcionalismo

Para tratar de superar las dificultades del monismo, Hillary Putnam y Jerry
Fodor propusieron el funcionalismo segn el cual los procesos mentales internos
son estados funcionales del organismo cuyo rgano no es necesariamente el
cerebro. As, por ejemplo, el dolor no es un estado fsico-qumico del cerebro o
del sistema nervioso, sino un estado funcional del organismo tomado en su
totalidad. De este modo, los fenmenos mentales son estados funcionales del
organismo y no es posible conocerlos estudiando procesos parciales en los que
estn implicados, como los procesos cerebrales.
El funcionalismo presupone que una misma funcin puede ser desempeada por
sistemas muy distintos, ya que la naturaleza de sus componentes no es esencial
para el correcto desempeo de su funcin. Una cosa es un reloj o un termostato
por la funcin que realiza (dar la hora, desconectar la corriente cuando se alcanza
una determinada temperatura) y tanto da el material del que est hecho. Del
mismo modo, las creencias y deseos son estados fsicos de sistemas fsicos que
pueden estar hechos de diferentes tipos de materiales. Algo es una creencia o un
deseo en virtud de lo que hace y no en virtud de los materiales de los que su
sistema est compuesto. No es analizando el sistema sino su funcin como
comprenderemos el proceso.
De este modo, podemos atribuir estados mentales a seres extraterrestres con una
estructura fisicoqumica muy diferente a la nuestra y las funciones mentales
podran muy bien ser desempeadas por un soporte no orgnico, como un
ordenador digital. Cualquier sistema puede tener mente a condicin de que sea
capaz de realizar la funcin adecuada.
La objecin ms importante a la que se enfrenta el funcionalismo es el
denominado problema de los qualia (caracteres cualitativos de las sensaciones).
Para la teora funcionalista un estado psicolgico es idntico a un estado
funcional; en consecuencia, el estado psicolgico de experimentar una
determinada cualidad (un matiz de azul, por ejemplo) deber ser idntico a cierto
estado funcional. Pero puede ocurrir que un mismo estado funcional pueda
producir la experiencia de cualidades distintas (de azul, pero tambin de rojo o
verde); en ese caso no habra una correspondencia estricta entre estados mentales
y estados funcionales.

4. Emergentismo
Cmo solucin a las dificultades tanto del monismo como del dualismo, algunos
autores han propuesto algn tipo de teora emergentista, segn la cual los estados

mentales no son idnticos a estados fsicos del cerebro ni pueden reducirse a


ellos, pero no son tampoco independientes de los mismos.
La ms importante de estas teoras es el naturalismo biolgico de John Searle.
Los procesos mentales, ya sean conscientes o inconscientes, estn causados por
procesos cerebrales, pero no se reducen a estos sino que son fenmenos o
propiedades autnomos que emergen de los sistemas neurofisiolgicos en el
curso del largo proceso evolutivo de la especie.
Los procesos mentales de percibir, sentir, recordar, imaginar, desear, pensar, etc.
son propiedades emergentes de sistemas neurolgicos pero no pueden explicarse
simplemente analizando los componentes de estos sistemas porque son distintos a
ellos, como la digestin es algo distinto al sistema digestivo o la liquidez es algo
distinto de la estructura de las molculas.
Hay, pues, dos niveles de descripcin del cerebro que no deben ser confundidos:
a) las micropropiedades: estructura y funcionamiento de las neuronas;
b) las macropropiedades: estructura y funcionamiento de los procesos mentales.
Es posible, pues, distinguir entre procesos mentales, tal como los estudia la
psicologa, y procesos cerebrales, tal como los estudia la neurociencia, sin
necesidad de reducir los primeros a los segundos.

III. PLANTEAMIENTO ACTUAL: MENTE Y


CEREBRO
Los avances cientficos que se han producido durante los ltimos ciento
cincuenta aos sobre la estructura y el funcionamiento del sistema nervioso han
puesto de manifiesto el papel rector que el cerebro ejerce respecto del resto del
organismo. Todas las funciones orgnicas estn reguladas por el cerebro y hay un
permanente flujo de informacin entre los rganos y el cerebro.
En los ltimos aos se han desarrollado una serie de tcnicas que han permitido
un avance espectacular del estudio del cerebro:

1) Se han delimitado distintas reas de la corteza cerebral


especializadas en recibir y procesar las informaciones sensoriales y
controlar las reacciones musculares: reas auditivas, visuales,
motoras, etc.
2) Sin embargo, estas reas especializadas no representan apenas
una cuarta parte de la corteza cerebral; el resto, las denominadas
reas de asociacin, no cumplen ninguna funcin especfica y
parecen estar encargadas de interpretar, integrar y coordinar las
informaciones procesadas por las reas sensoriales y motoras. Las
reas de asociacin seran responsables as de nuestras funciones
mentales superiores: lenguaje, pensamiento, razonamiento,
memoria, planificacin de la accin, creatividad, etc.
3) Cada uno de los hemisferios controla y ejecuta funciones
diferentes o aspectos diferentes de una misma funcin. En trminos
generales, parece que en la mayor parte de las personas el
hemisferio izquierdo controla la habilidad lingstica, numrica y de
pensamiento analtico, mientras que el hemisferio derecho controla
las habilidades espaciales complejas, como la percepcin de
patrones y aspectos de ejecucin artstica y musical.
4) Sin embargo, las actividades complejas requieren de la
interrelacin de los dos hemisferios. As, por ejemplo, cuando
leemos un relato, el hemisferio izquierdo entiende el significado de
las palabras, pero es el hemisferio derecho el que capta el contenido
emotivo y las imgenes utilizadas.
5) Por otra parte, hay muchas funciones, principalmente de las reas
primarias sensoriales y motoras que parecen idnticas en ambos
hemisferios. En definitiva, hay una especializacin funcional pero la
actividad conjunta de ambos hemisferios es necesaria para el
funcionamiento integral del cerebro. La participacin de los dos
hemisferios en las actividades psicoorgnicas es variable segn los
individuos: las reglas a que esto obedece y las razones que la
determinan (genticas, sociales) son todava poco conocidas.
6) Por consiguiente, aunque ciertas funciones de la mente estn
localizadas en determinadas regiones cerebrales, el cerebro se
comporta como un todo unificado.

Estos descubrimientos ponen de manifiesto ante todo lo mucho que queda por
conocer en torno al cerebro humano, pero han sido suficientes para replantear el
problema clsico de la relacin entre el cuerpo y la mente o alma en trminos de
la relacin entre el cerebro, en cuanto centro que recibe los estmulos del medio,
los integra con la experiencia acumulada y diversas estructuras, produciendo las
respuestas correspondientes, y la mente, como conjunto de los procesos de
recepcin y procesamiento de informacin y de la ejecucin o inhibicin de las
respuestas.
La estructura del problema, sin embargo, sigue siendo bsicamente la misma:
Son los procesos mentales distintos o idnticos a los procesos cerebrales? Si
son idnticos, cmo los procesos cerebrales producen los procesos mentales?
Si mente y cerebro son realidades distintas, cmo interactuan entre s?

1. El reduccionismo monista
Los partidarios de un planteamiento monista de la cuestin niegan la existencia
de la mente como una realidad distinta del cerebro y adoptan alguna forma de
reduccionismo, tratando de explicar los fenmenos mentales en trminos fsicos
o biolgicos. Las posturas reduccionistas consideran, en general, que la
distincin entre la mente y el cerebro es debida a la insuficiencia actual de
nuestros conocimientos acerca de los procesos cerebrales, pero que el desarrollo
cientfico futuro permitir reducir los fenmenos mentales a fenmenos
puramente fsicos o biolgicos que tienen lugar en el cerebro.
a) Conductismo: no existen los estados mentales
Desde sus inicios a fines del siglo XIX, con la obra de Wilhem Wundt, la
psicologa tena como objeto la mente y sus contenidos (sensaciones,
sentimientos e imgenes). Pero, a comienzos del siglo XX, John B. Watson
(1878-1958) fund una nueva escuela que consideraba la conducta como el tema
de estudio de la psicologa. En los aos 50, Skinner continu y ampli el
conductismo de Watson, radicalizando sus presupuestos. Difera de Watson en
que los fenmenos internos, como las emociones o los sentimientos, deban ser
totalmente excluidos. La psicologa deba quedar restringida al estudio de la
conducta observable, quedando excluida la mente, que en modo alguno se puede
observar o medir.

Los conductistas entendan la conducta como el conjunto de


respuestas dadas por un organismo frente a determinados
estmulos del medio. La psicologa deba ser una ciencia
natural que tuviera por objeto describir, predecir y controlar la
conducta, no teniendo en cuenta los estados mentales ni
siquiera como causa de la conciencia.
El conductismo trata de reducir todos los fenmenos
psicolgicos en trminos de estmulo-respuesta.. Cualquier
forma de comportamiento es analizada como una cadena de respuestas
fisiolgicas simples que pueden ser observadas y medidas. Los procesos que
ocurren en la "caja negra" de la mente entre el estmulo y la respuesta no tienen
ningn inters para la investigacin psicolgica, ya que es posible explicar la
totalidad de la conducta sin referirse para nada a supuestos estados mentales.
El conductismo de Watson y Skinner era un conductismo metodolgico que
trataba de trasladar a la psicologa el mtodo general de las ciencias naturales
puramente empricas. Pero ciertos filsofos de la mente, como Gilbert Ryle y
Carl G. Hempel, lo convirtieron
en un conductismo ontolgico al
negar positivamente la existencia
de la mente.
Para el conductismo lgico la
mente no existe propiamente y el
cerebro es irrelevante para el
estudio de los fenmenos
psicolgicos. Todo lo mental se reduce a la conducta y a disposiciones para la
conducta. La mente es slo la aptitud y disposicin a hacer un determinado tipo
de cosas. Propugnan, en consecuencia, abandonar el lenguaje mentalista (es
decir, trminos como deseo, creencia, sentimiento o propsito) de las
explicaciones psicolgicas, siendo sustituido por un lenguaje descriptivo de los
estmulos y respuestas, as como de las leyes que gobiernan la conducta. As, por
ejemplo, mi creencia de que va a llover consiste en hechos tales como que lleve
puesto un impermeable y coja un paraguas cuando salgo a la calle.

b) Teora de la identidad mente-cerebro


El conductismo llevaba a un callejn sin salida ya que era imposible no
diferenciar los estados mentales de sus manifestaciones conductuales; por

ejemplo, entre el estado subjetivo de dolor y la conducta asociada a ese dolor.


Adems, hay procesos mentales a los que no acompaa conducta alguna y
estados mentales que parecen implicar otros estados mentales: si cojo el paraguas
es no slo por mi creencia en que va a llover sino tambin por mi deseo de no
mojarme, lo cual supone a su vez la creencia de que el paraguas me mantendr
seco. Los estados mentales parecen resistirse a ser pura y simplemente
eliminados.
Para resolver estas dificultades J.J.C. Smart y David Armstrong propusieron la
teora de que los procesos mentales son idnticos a los procesos cerebrales.
Admiten la existencia de los procesos mentales como causa interna de la
conducta. Ahora bien, la nica explicacin de la conducta humana y animal que
es posible establecer en trminos cientficos es la que se realiza en trminos del
funcionamiento fsico-qumico del sistema nervioso central. Por consiguiente, los
estados mentales son idnticos a los estados puramente fsicos del sistema
nervioso central y la psicologa debe reducirse a la neurofisiologa.
La teora de la identidad mente-cerebro se enfrenta tambin a dificultades
insuperables: por un lado, no todos los estados cerebrales producen estados
mentales; por otro lado, cabe suponer la existencia de organismos en otros
planetas que tambin tuvieran estados mentales a pesar de tener una qumica
diferente a la nuestra. Por ltimo, los computadores no tienen procesos
neurolgicos pero son capaces de ejecutar determinados procesos que en los seres
humanos calificamos de mentales: clculos aritmticos complicados,
demostracin de teoremas lgicos y matemticos, jugar a las damas y al ajedrez,
etc.
c) Materialismo eliminativo
Paul Churchland vuelve a eliminar los estados mentales. Considera que la
creencia popular en la existencia de la mente es una teora primitiva precientfica
y que los estados mentales de los que hablamos en el lenguaje ordinario
(creencias, deseos, sentimientos, intenciones) no existen realmente. Tal
psicologa del sentido comn o "psicologa popular" debe ser sustituida por una
neurociencia estricta, que parta de la idea de que las actividades
cognitivas son en ltima instancia actividades del sistema
nervioso.
Propone una inversin del procedimiento habitual de la
investigacin de los procesos cognitivos (aproximacin de arriba
abajo) que parte de las actividades cognitivas de los seres

humanos (pensar, hablar, recordar, aprender, etc.) y luego indagan las operaciones
cerebrales que pueden producirlas, por una aproximacin de abajo arriba:
empezar por comprender el comportamiento fsico, qumico, elctrico y de
desarrollo de las neuronas y slo despus tratar de comprender lo que sabemos
intuitivamente sobre nuestras actividades cognitivas.
2. Dualismo neurofisiolgico
Pese a que el monismo materialista es la corriente predominante entre los
cientficos que estudian el cerebro humano, hay tambin posturas dualistas como
la que mantiene el neurlogo John Eccles.
Segn Eccles, el cerebro no es una estructura lo suficientemente compleja para
dar cuenta de los fenmenos relacionados con la conciencia, por lo que hay que
admitir la existencia autnoma de una mente autoconsciente distinta del cerebro,
como una realidad no material ni orgnica que ejerce una funcin superior de
interpretacin y control de los procesos neuronales.

Judy Cassab (b1920)


Sir John Eccles 1966
oil on canvas on board 104.7 x 79.8
John Curtin School of Medical Research
The Australian National University

Eccles encuentra el fundamento de su hiptesis dualista en la teora de los tres


mundos del filsofo Karl Popper, segn la cual todo lo que existe y nuestra
experiencia est contenida en uno de estos mundos:
objetos naturales tanto inanimados
como biolgicos y objetos artificiales

Mundo 1

Realidad fsica

Mundo 2

Fenmenos mentales

percepciones, sentimientos, intenciones,


recuerdos, estados de conciencia, etc.

Mundo 3

Productos culturales

mitos, herramientas, teoras y


problemas cientficos, instituciones
sociales, obras de arte, etc.

Segn Eccles, mientras el cerebro est contenido en el Mundo 1, al Mundo 2


pertenecen todos los elementos de lo mental:
a) el sentido externo: percepciones producidas por los datos de los rganos
sensoriales;
b) el sentido interno: pensamientos, recuerdos, intenciones,
representaciones, emociones o sentimientos;
c) el yo: ncleo del Mundo 2, base de la identidad y continuidad
personal que experimentamos.
Por consiguiente, mente y cerebro son dos entidades distintas (la una
perteneciente al Mundo 2 y la otra al Mundo 1) pero entre ambas existen
interacciones:
1) Las experiencias de la mente autoconsciente estn en relacin
con los procesos neuronales que tienen lugar en las reas asociativas
del crtex cerebral pero no son idnticas a ellos como afirma la
teora de la identidad mente-cerebro.
2) Las informaciones procedentes de los rganos sensoriales son
transmitidas al cerebro, pero slo en la mente se transforman en las
experiencias perceptivas, que son distintas a los procesos cerebrales.

3) La mente autoconsciente es capaz de actuar sobre los procesos


cerebrales desencadenando procesos neuronales: recordar algo,
hacer un clculo mental, buscar la frase apropiada para expresar una
idea, etc.
En definitiva, la mente autoconsciente selecciona las informaciones procedentes
de multitud de centros cerebrales y los integra en un todo unitario, ejerciendo una
funcin superior de interpretacin y control de los procesos neuronales. La
unidad de la experiencia consciente es producto de la mente y no de los procesos
cerebrales.
El dualismo neurofisiolgico de Eccles deriva finalmente a un planteamiento
religioso puesto que identifica la mente con el alma, objeto de la creacin divina.

3. Funcionalismo
Para tratar de superar las dificultades del monismo, Hillary Putnam y Jerry
Fodor propusieron el funcionalismo segn el cual los procesos mentales internos
son estados funcionales del organismo cuyo rgano no es necesariamente el
cerebro. As, por ejemplo, el dolor no es un estado fsico-qumico del cerebro o
del sistema nervioso, sino un estado funcional del organismo tomado en su
totalidad. De este modo, los fenmenos mentales son estados funcionales del
organismo y no es posible conocerlos estudiando procesos parciales en los que
estn implicados, como los procesos cerebrales.
El funcionalismo presupone que una misma funcin puede ser desempeada por
sistemas muy distintos, ya que la naturaleza de sus componentes no es esencial
para el correcto desempeo de su funcin. Una cosa es un reloj o un termostato
por la funcin que realiza (dar la hora, desconectar la corriente cuando se alcanza
una determinada temperatura) y tanto da el material del que est hecho. Del
mismo modo, las creencias y deseos son estados fsicos de sistemas fsicos que
pueden estar hechos de diferentes tipos de materiales. Algo es una creencia o un
deseo en virtud de lo que hace y no en virtud de los materiales de los que su
sistema est compuesto. No es analizando el sistema sino su funcin como
comprenderemos el proceso.
De este modo, podemos atribuir estados mentales a seres extraterrestres con una
estructura fisicoqumica muy diferente a la nuestra y las funciones mentales
podran muy bien ser desempeadas por un soporte no orgnico, como un

ordenador digital. Cualquier sistema puede tener mente a condicin de que sea
capaz de realizar la funcin adecuada.
La objecin ms importante a la que se enfrenta el funcionalismo es el
denominado problema de los qualia (caracteres cualitativos de las sensaciones).
Para la teora funcionalista un estado psicolgico es idntico a un estado
funcional; en consecuencia, el estado psicolgico de experimentar una
determinada cualidad (un matiz de azul, por ejemplo) deber ser idntico a cierto
estado funcional. Pero puede ocurrir que un mismo estado funcional pueda
producir la experiencia de cualidades distintas (de azul, pero tambin de rojo o
verde); en ese caso no habra una correspondencia estricta entre estados mentales
y estados funcionales.

4. Emergentismo
Cmo solucin a las dificultades tanto del monismo como del dualismo, algunos
autores han propuesto algn tipo de teora emergentista, segn la cual los estados
mentales no son idnticos a estados fsicos del cerebro ni pueden reducirse a
ellos, pero no son tampoco independientes de los mismos.
La ms importante de estas teoras es el naturalismo biolgico de John Searle.
Los procesos mentales, ya sean conscientes o inconscientes, estn causados por
procesos cerebrales, pero no se reducen a estos sino que son fenmenos o
propiedades autnomos que emergen de los sistemas neurofisiolgicos en el
curso del largo proceso evolutivo de la especie.
Los procesos mentales de percibir, sentir, recordar, imaginar, desear, pensar, etc.
son propiedades emergentes de sistemas neurolgicos pero no pueden explicarse
simplemente analizando los componentes de estos sistemas porque son distintos a
ellos, como la digestin es algo distinto al sistema digestivo o la liquidez es algo
distinto de la estructura de las molculas.
Hay, pues, dos niveles de descripcin del cerebro que no deben ser confundidos:
a) las micropropiedades: estructura y funcionamiento de las neuronas;
b) las macropropiedades: estructura y funcionamiento de los procesos mentales.
Es posible, pues, distinguir entre procesos mentales, tal como los estudia la
psicologa, y procesos cerebrales, tal como los estudia la neurociencia, sin
necesidad de reducir los primeros a los segundos.

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