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CLASICOS CUBANOS
JOSE
ANTONIO
SACO
HISTORIA
DE LA
ESCLAVITUD
(Volumen VI)
BIBLIOTECA DE
CLASICOS CUBANOS
JOSE
ANTONIO
SACO
HISTORIA
DE LA
ESCLAVITUD
(Volumen VI)
Ensayo introductorio
compilacin y notas
Eduardo Torres-Cuevas
LA HABANA, 2006
Responsable de la edicin:
Gladys Alonso Gonzlez
Realizacin y emplane:
Viviana Fernndez Rubinos
Diseo grfico:
Deguis Fernndez Tejeda
Composicin de textos:
Equipo de Ediciones IC
Libro Primero
ESCLA
VITUD ENTRE LOS INDIOS DEL NUEV
O
ESCLAVITUD
NUEVO
MUNDO
,
MUCHO
ANTES
DE
SU
DESCUBRIMIENTO
MUNDO,
Y CONQUIST
A POR LOS EUROPEOS
CONQUISTA
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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD
all vieron que algunos padres vendan a sus hijos. Diversas tribus de
aquella regin esclavizaban a sus prisioneros de guerra, y sus amos,
para distinguirlos, los marcaban en la frente con un instrumento encendido, o les arrancaban un diente,4 o, en fin, les tean el cuerpo con una
pintura que duraba toda la vida. Se sirven de ella dice Oviedo, en
dos ocasiones: una para marcar los pacos o esclavos; la otra, por el contrario, es un adorno signo de libertad. Esto depende del lugar en que se
hace la marca. En este ltimo caso se practica en la barba, subiendo
hasta las orejas, en los brazos y en el pecho; mientras que los esclavos
se marcan en la frente y en los carrillos. Los esclavos de un seor estn
marcados de una misma manera tan exactamente, que podra creerse
que se han hecho con un mismo molde. No pueden aumentarla ni disminuirla, porque es una especie de uniforme o librea que denota el dueo
a quien pertenecen.5
De estos esclavos participaron algunos de los espaoles que se establecieron en el Darin. A Vasco Nez de Balboa y a su compaero
Rodrguez Colmenares regal 70 el hijo primognito del Seor de
Comogre.6 Regalo semejante hizo al primero el cacique Pocorosa, cuando
pas por sus tierras;7 y otro jefe o cacique de aquella comarca, ultrajado y preso con muchos de los suyos, no obtuvo su libertad, sino dando al
aventurero Diego de Albitez 30 esclavos y todo el oro que posea.8
Indios procedentes de la Mar del Sur suban en canoas por un ro
que pasaba por delante de la casa del cacique de Comogre, y en cambio
del oro que le ofrecan, l les daba ropa de algodn y esclavos indios e
indias hermosas para su servicio.9
Los indios de la provincia de Nicaragua acostumbraron tener esclavos, o vendanse unos a otros, y los padres a los hijos, a manera de los
antiguos germanos jugaban su libertad; mas, no podan rescatarse sin
voluntad del cacique.10 Estas ventas se hacan privadamente o en los
mercados. En stos y en sus ferias solamente se admita a los de una
misma lengua; pero haba cinco entre los indios de Nicaragua. Sin embargo, pudieron llevarse a esos mercados aun los que hablaban lenguas
diferentes, con tal que fuese para venderlos como esclavos de servicio, o
cacao para comrselos.11
Pena de esclavitud se impuso tambin por varios delitos. Quien forzaba una virgen y quejndose sta no la dotaba, era esclavo.
Al ladrn se le cortaban los cabellos, y mientras no pagaba la cosa
hurtada, el amo de ella le retena como esclavo.12 A veces, para tener
esclavos y sacrificarlos a sus dioses, hacan la guerra. Ningn castigo se
impona al que mataba un esclavo,13 y esto prueba el poco caso que se
haca de su vida. Si alguno cohabitaba con la hija de su amo, era enterrado vivo con ella.14
Los indios de las Hibueras o de Honduras tambin tuvieron esclavos. Adquiranlos por la guerra;15 cortbanles la nariz; y los empleaban
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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD
Los indios de Chiapa inmolaban a los vencidos en la guerra, y despus se los coman; pero a veces asaltaban algunos pueblos de sus enemigos para esclavizar a sus habitantes y emplearlos en sus sementeras,
en la pesca y en otras ocupaciones.25
Las tribus de la provincia de Otlatla, llamada despus de Vera-Paz,26
porque no fue conquistada por las armas espaolas, sino slo por la predicacin evanglica de los religiosos dominicos,27 acostumbraron a venderse unos a otros; y cuando se cometa plagio imponase al delincuente
pena capital, y si tena mujer e hijos, eran vendidos como esclavos.28 Lo
mismo se haca con el que hurtaba cosa de algn valor y no la restitua,29
o con el que tomaba al fiado a diferentes personas un corto nmero de
objetos y no los pagaba; porque si eran en cantidad considerable, entonces era condenado a muerte.30 El amo que mataba su propio esclavo,
quedaba impune, porque dispona de su hacienda; pero si era ajeno, deba
pagarlo.31
Los indios de Cuman tambin tuvieron esclavos, los cuales se compraban en el mercado por oro o por una preparacin de ciertos polvos
vegetales mezclados con los de caracoles quemados. Servanse los hombres de ellos para preservar y ennegrecer sus dientes, pues a los que los
tenan blancos, llambanles mujeres.32
Poseyronlos igualmente los de la tierra llamada Venezuela por los
castellanos; y aun hubo de entre stos quien sufri el yugo de la esclavitud que aquellos indios le impusieron. En una expedicin al mando de
igo Vascua, teniente de Ambrosio Alfinger, representante de la compaa alemana en Venezuela, aconteci, que habindose extraviado un
castellano llamado Francisco Martn fue cogido por unos indios y vendido a otros por un guila de oro. stas eran unas piezas de ese metal,
llanas, en figura de guila, abiertas las alas, de diferentes tamaos, ms
o menos gruesas, de diversos quilates y leyes, pues unas eran de oro
fino, otras ms bajo y otras encobradas.33
Esclavos hubo entre los mozos de la Nueva Granada. Sus sacerdotes
eran unos nios que compraban a cierta distancia de aquella tierra;
tenanlos en grande veneracin, cuidndolos con mucho esmero, y cuando
llegaban a la edad viril matbanlos, pues el sacrificio de sangre era una
de las tres especies que tenan.34 Si ese esclavo tocaba mujer, ya no era
sacrificado, porque se consideraba como vctima impura para ser inmolado al sol. Esta esclavitud difera por su origen y duracin de la que
generalmente usaban muchos indios, pues si tenan esclavos, era para
servirse de ellos; mas, no para inmolarlos.
Cuando los espaoles recorrieron en 1536 el valle de Bogot, al mando
del licenciado Gonzalo Jimnez, teniente del adelantado don Pedro de
Lugo, tuvieron noticia de una nacin de mujeres que sin tener hombres
en su seno, vivan solas por s; y de aqu fue que los espaoles las llama-
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ron amazonas. Decase que ellas compraban esclavos para que las fecundasen, y que despus los despedan de su lado: si paran varn,
envibanle a su padre, y si hembra cribanla para aumentar el nmero
de su nacin.35 Yo no creo en esta fbula, pero ella misma indica que la
esclavitud no era desconocida de aquellos indios.
Nueva Espaa
Hubo tambin esclavos en el vasto pas de Anhuac, llamado Nueva
Espaa por los espaoles.36
Despus de la batalla que gan Corts a los indgenas de Tabasco,
los caciques, para captarse su amistad, le regalaron 20 esclavas, y entre
ellas la nombrada Marina, amiga de Corts, y que sirviendo de lengua a
los espaoles, tan til les fue para la conquista del imperio mejicano.37
Regalos semejantes le hicieron tambin otros seores en la marcha atrevida que emprendi desde las costas a la ciudad de Mjico.38
En las provincias que ya tenan alguna civilizacin como Mjico y
Tetzcuco, hubo leyes que regularizaron la esclavitud, determinando los
diferentes modos con que el hombre libre poda perder su libertad.
El que una sola vez, o por costumbre, hurtaba cosa de poco valor,
y ni l la restitua, ni sus parientes la pagaban, era esclavizado. 39 Si
damos crdito a Herrera, tanto rigor hubo en la provincia de Tepeac
y algunas otras del imperio mejicano, que una sola mazorca de maz40
hurtada en un camino, bastaba para hacer al ladrn esclavo del amo
de ella. 41 Para incurrir en esta pena, el padre Las Casas eleva a cinco el nmero de mazorcas, 42 y justamente censura la daada intencin de algunos indios, pues dice que con fraude y cautela y dolo
muchas veces ponan 10 y 12 mazorcas o espigas de maz cerca del
camino para que cualquiera que pasase por l, cayese en el lazo de la
dicha servidumbre.43
An fue ms rigorosa la legislacin del reino de Acolhuacan, del que
fue capital Tetzcuco, pues su rey Nezahualcofotl, que muri en el ao
1470 de nuestra era, hizo una ley por la cual conden a muerte a todo el
que robaba alguna cosa en campo ajeno, siendo tan severo que esta pena
se aplicaba aun por el hurto de siete mazorcas de maz. Permitiose, sin
embargo, a los viandantes pobres coger ste y las frutas de las plantas
que se hallaban a la orilla del camino, en cantidad suficiente para satisfacer el hambre.44
He hablado en el prrafo anterior de la legislacin de Tepeac y de la
del reino de Acolhuacan; y esto indica, que todas las provincias sometidas a los mejicanos no se rigieron generalmente por las leyes de la capital, pues as como no se las forzaba a hablar la lengua de aqulla, tampoco a adoptar sus leyes. La legislacin de Tetzcuco, o sea del reino de
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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD
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Algunas mujeres y hombres holgazanes solan venderse a otras personas como esclavos para continuar por algn tiempo los desrdenes de
su vida.62 Fue costumbre entre las mujeres licenciosas el engalanarse,
darse colores, o pintarse el rostro y los labios;63 y como ellas se entregaban al libertinaje, no por el inters, sino por sensualidad, a veces, no
teniendo con que adornarse, vendan su libertad.64 As en esta venta,
como en la anterior, los esclavos comprados no empezaban a servir inmediatamente, sino que el comprador les daba un plazo ms o menos
largo, pero que rara vez pasaba de un ao, para que disfrutasen del
precio que haban recibido.65
Lo mismo aconteca con los hombres, que dados al juego de la pelota66
y del patolli que era algo semejante al de los dados,67 llegaban al extremo
de jugar su libertad,68 como los antiguos germanos.69 El precio comn de
estas ventas eran 20 mantas, las cuales formaban una carga de ropa, llamada cenanquimilli; y como todas no eran del mismo tamao, dbanse
ya ms pequeas, segn la calidad de la persona comprada.70
Adems de las mantas, los mejicanos se sirvieron de otras materias
para su comercio y la compra de esclavos. Robertson, en el libro VII de
su Historia de Amrica, dice que en Mjico no se conoci el uso de la
moneda, pero ste es uno de los errores de su obra. El comercio de
aquella nacin se haca, no slo por permuta, sino por verdadera venta
monetaria, pues los mejicanos emplearon varias especies de moneda,
aunque no acuada. La ms abundante y general de todas fue el cacao
en grano: un saco con 8 000 de ellos se llam xiquipil, y los comerciantes, para comprar cosa de algn valor, tenan sacos de tres xiquipiles, o
24 000 granos. Otra especie de moneda consista en caoncitos de pluma de ocha (italiano ganso?), llenos de granitos o polvo de oro, cuyo
valor variaba en razn de su tamao. Los objetos de poco valor se compraban con ciertas telillas de algodn llamadas patolguachtli. Corts
descubri que en algunas provincias se servan de piececitas de estao
muy delgadas en forma de T.71
Tambin la miseria forzaba a muchos indios a vender su libertad y la
de sus hijos;72 bien que la venta era nula, si stos no consentan.73 En
las de los hijos dice Torquemada: aconteca muchas veces que habiendo servido aquel hijo algunos aos, parecales que era bien repartir el
trabajo y daban al Seor otro de sus hijos, y sacaban de servidumbre al
primero, y no slo holgaba de ello el amo, ms daba por el que entraba
de nuevo en su servicio otras tres, quatro mantas, cargas de maiz.74
Estas ventas de los indios pobres y de sus hijos se multiplicaban
lastimosamente en tiempos de hambre. En las dos terribles que afligieron una parte del imperio mejicano bajo los reinados de Moctezuma I y
Moctezuma II, vendironse los hombres unos a otros por una corta cantidad de maz. En la primera, acaecida en 1452, viendo aquel monarca
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nmero que si en su inmensa mayora se compuso de prisioneros esclavizados, a veces se llen, cuando stos faltaban, con algunos delincuentes y esclavos expresamente comprados para el sacrificio.90
Segn Clavijero, los aztecas fundaron la ciudad de Mjico en el ao
1325 de la era cristiana, y poco antes fue cuando sacrificaron por primera vez un corto nmero de prisioneros de guerra.91
Raros en su origen estos sacrificios, aumentronse poco a poco hasta que corri la sangre a torrentes en sus numerosas fiestas religiosas,92 en la consagracin de sus templos y en la coronacin y funerales
de sus reyes y seores. Ya el objeto de sus guerras no fue tanto por
engrandecerse, cuanto por hacer prisioneros para el sacrificio.93 Los
Dioses tienen hambre, decan a veces los sacerdotes al monarca; y si
en el furor de los combates se derramaba menos sangre, era por el inters de coger vivos a los enemigos, para ofrecerlos en holocausto a sus
dioses sanguinarios. Cuando Corts pregunt a Moctezuma cmo siendo tan poderoso y habiendo conquistado tantos reinos, no haba sojuzgado la provincia de Tlaxcala, que tan cerca estaba? Moctezuma le respondi que por dos razones: la una, por tener en qu ejercitar la juventud
mejicana, para que no se criase en ocio y regalo: la otra, y principalmente, porque haba reservado aquella provincia para sacar cautivos que
sacrificar a sus dioses.94 Ningn rescate poda librar al cautivo del sacrificio, y el valor de un guerrero mejicano se graduaba por el nmero
de prisioneros que haca.95
El modo ordinario del sacrificio era abrir la vctima por el pecho y
sacarle el corazn; pero a veces, ora se la ahogaba en el lago de Mjico,
ora se la haca morir de hambre, encerrndola en las cavernas de los
montes, ora, en fin, combatiendo como los gladiadores de la antigua
Roma.96
Cuando llegaba la hora tremenda de consumar el sacrificio del primer
modo indicado, seis sacerdotes con las manos, rostro y cuerpo pintados
de negro, hacan subir al cautivo al atrio del templo. Cinco de aqullos
vestan mantos blancos recamados (ricamati) de negro, con la frente armada (adornada o ceida) de cotellini de papel de varios colores, y con
largas y revueltas cabelleras. El sexto sacerdote, que era el gran
sacrificador, llevaba un manto rojo, smbolo de su sanguinario ministerio,
una corona en la cabeza, de hermosas plumas verdes y amarillas, y en la
mano un cuchillo formidable de una materia volcnica, dura como el pedernal.97 Tendase a la vctima boca arriba sobre una gran piedra de jaspe, de ms de cinco pies de largo, tres de ancho, otro tanto de alto, y un
poco convexa por la parte superior para que el pecho le quedase prominente. En esta posicin, cuatro de los sacerdotes le sujetaban los pies y
las manos, otro le apretaba la garganta contra la piedra echndole una
media argolla de madera en forma de serpiente, y el sexto armado de
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jetos naturales. Culto rindieron al sol los indios que habitaban la Florida entre los 30 y 35 de latitud septentrional; y, sin embargo, a l le
sacrificaban los prisioneros de guerra.119 A ese astro contaron tambin
entre sus divinidades los mismos mejicanos, y por eso, en el acto del
sacrificio, el gran sacrificador le ofreca el corazn de la vctima.
En el espacio comprendido entre la pennsula de Yucatn y Guatemala habitaron varias naciones, y una de las principales de ellas,
llamada de los indios lacondones, adoraba tambin al sol, a cuyo astro se ofreca el corazn de sus prisioneros del mismo modo que los
mejicanos.120
Los itzaes, otra de las naciones de aquella regin, tuvieron mucha
variedad de sacrificios, y uno era el que se haca al dolo Hobo. Era ste
de metal hueco, como Moloch entre los cananeos, abierto por las espaldas y con los brazos tendidos. Encerrbase en l la vctima, y aplicndole fuego, quedaba all hecha cenizas; y para que nadie tuviese compasin de los lamentos de la vctima, los sacerdotes durante el sacrificio,
bailaban, gritaban, y taan sus estrepitosos instrumentos. A los padres
y parientes hacaseles bailar con los dems circunstantes mientras duraba tan horrible sacrificio.121
Los indios del Nuevo Reino de Granada adoraron al sol y a la luna
como dos divinidades creadoras del universo; pero ya hemos visto que a
veces regaron sus templos con la sangre de los muchachos.122
Los mismos peruanos, cuya religin nos presenta Robertson tan
inmaculada, no estuvieron del todo exentos de sacrificios humanos, pues
cuando los incas estaban enfermos, o iban a la guerra, solieron inmolarse nios de la edad de 4 a 10 aos, para que aqullos alcanzasen la salud
o la victoria.123
Al coronarse los incas, sacrificbanse 200 nios, ahogndolos y enterrndolos unas veces, o degollndolos otras, con cuya sangre untbanse
los sacerdotes de oreja a oreja. En esa solemnidad inmolbanse tambin las vrgenes Mamaconas del templo. Cuando estaba enfermo algn
indio principal y el sacerdote deca que haba de morir, sacrificaban al
hijo diciendo: que se contentase el dolo con l y que no quitase la vida
al padre.124
En otros casos sacrificaron tambin los peruanos vctimas humanas;
mas, no hay necesidad de prolongar esa lista fnebre.
El clebre historiador escocs tuvo poco acceso a las fuentes originales y no ley todo lo que debi leer para escribir la historia de Amrica. Acaso en este punto sigui al inca Garcilaso de la Vega, quien niega
en la parte 1, libro II, captulo IX de sus Comentarios Reales, que los
peruanos se hubiesen manchado con esos sacrificios. Pero Garcilaso fue
por su madre descendiente de los incas del Per e interesado en repeler
tan grave cargo contra la memoria de sus progenitores; su testimonio
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debe mirarse con desconfianza, y tanto ms, cuanto que autores que
conocieron las costumbres de aquellos indios, afirman positivamente lo
contrario. Fray Vicente de Valverde, obispo del Cuzco, dice en una carta
interesante que escribi a Carlos V: Sacrifican ovexas y palomas al sol,
porque entre los seores principales y en la mayor parte de la tierra no
sacrificaban hombres ni adoraban dolos sino al Sol, aunque en algunas
provincias sugetas a este seor [al inca del Cuzco] sacrifican ombres y
adoran dolos.125
Acerca del nmero de vctimas sacrificadas en Mjico, hay gran divergencia entre los autores. Los primeros religiosos franciscos que llegaron a Mjico muy poco despus de la conquista, calcularon en casi
2 500 los hombres y los nios inmolados anualmente en aquella capital
y en algunos pueblos circunvecinos de la laguna.126 Pero este cmputo
es muy incompleto, pues solamente comprende una parte del imperio.
Las Casas en su impugnacin al doctor Seplveda, dice que el nmero
de vctimas era muy corto. Zumrraga, primer obispo de Mjico, en una
carta que escribi en 12 de junio de 1531 al Captulo General de su Orden, reunido en Tolosa de Espaa, eleva a 20 000 el total anual en slo la
ciudad de Mjico.127 Clavijero cree que no es excesivo calcular en 20 000
los sacrificios anuales.128 Lpez Gomara, llevado de lo que otros dicen,
opina que hubo aos hasta de 50 000.129 Herrera, ms circunspecto, no
se atreve a fijar cantidad anual; pero dice que hubo vez en que las vctimas pasaron de 5 000 y aun 20 000.130
Autores muy versados en las antigedades mejicanas, como
Torquemada y don Fernando de Alba, nombre que se dio al indio
Ixtlilxchitl, elevan el primero131 a 72 344 y el segundo132 a 80 400 los
prisioneros inmolados en pocos das, cuando en el ao de 1486 se celebr la consagracin del gran templo de Mjico. Con estas cifras no concuerda la Explicacin del Cdigo Telleriano-Remense, pues en ella se
afirma que entonces slo fueron sacrificados 4 000 prisioneros.133 Prescott134 no cree que entonces se hubiesen sacrificado tantas vctimas, y
fndase en que los prisioneros se habran sublevado para no dejarse
matar como carneros, y en que la corrupcin de los cadveres habra
ocasionado una peste. Yo tampoco creo en tales exageraciones; pero no
por las dos razones que l expone. En cuanto a la primera, es de advertir, que ni todos los cautivos estaran juntos, sino esparcidos en varios
lugares; ni que se sacaran todos de un golpe, puesto que los sacrificios
duraron cuatro das consecutivos. Tomaranse, adems, con ellos todas
las precauciones posibles para que no se sublevasen o escapasen. La
nacin mejicana era populosa y guerrera; y como la fiesta que entonces
se celebr fue una de las ms solemnes, acudiran a la capital muchos
habitantes de otros pueblos; y este extraordinario concurso facilitaba
los medios de consumar aquel sacrificio con toda seguridad. Clavijero
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dice que en concepto de algunos autores, 6 millones de personas asistieron a esta gran fiesta, nmero que aunque, en su juicio, puede ser exagerado, no le parece absolutamente inverosmil.135 Yo no creo en tales 6
millones; pero s admito que la concurrencia sera muy numerosa y ms
que suficiente para impedir que los cautivos se sublevasen. En cuanto a
la peste, muchos cadveres seran devorados, segn costumbre, en el
banquete sagrado que se haca despus del sacrificio; y los restantes
seran transportados a puntos diferentes para impedir su acumulacin,
o enterrados o quemados, como se practicaba con otros muertos.
Para m, la verdadera dificultad consiste en el prodigioso nmero de
vctimas que se seala; porque cuando se celebr la consagracin del
gran templo en 1486, ya estaban terminadas las conquistas del vasto
pas que formaron aquel imperio, pues a excepcin de Tlaxcala, todos
los pueblos obedecan ciegamente al monarca de Mjico: de manera que
de ellos ya no se podan sacar cautivos. Y si Tlaxcala no sucumbi tambin, fue porque de intento se la dej independiente para guerrear con
ella, ejercitar, como se ha dicho, en las armas a la juventud mejicana y
coger prisioneros para el sacrificio. Pero esto mismo no prueba que ya
eran muy pocas las guerras exteriores, y que por lo mismo haba gran
dificultad en hacer cautivos? Muy raras debieron tambin de ser las
insurrecciones intestinas, por el grado de profunda sumisin a que estaban reducidas las provincias subyugadas; y esto demuestra, que ya estaban casi agotadas las fuentes de donde se sacaban las vctimas humanas. Para reunir todas las que entonces se inmolaron, fue preciso ir
reservando los prisioneros que se hicieron en las guerras de los cuatro
aos anteriores;136 pero este nmero no pudo ser tan grande como se
supone, as por las razones ya expuestas, como por la multitud de sacrificios que hacan los mejicanos en las frecuentsimas fiestas que anualmente celebraban.
En medio de tanta incertidumbre, hay un dato que derrama mucha
luz sobre el nmero aproximado de las vctimas que hubo en la consagracin del gran templo en 1486. Para hacer dice Clavijero con
mayor aparato tan horrible sacrificio, las vctimas se pusieron en dos
filas, cada una de casi milla y media, las cuales empezaban en las calles
de Tacuba y de Iztapalapan y terminaban en el mismo templo, y segn
que a l iban llegando, eran sacrificadas.137
Esas dos filas de casi milla y media, cada una forman casi tres; o sea,
casi una legua. Al fin que me propongo cumple ms bien aumentar que
disminuir la distancia: por eso tomar entera la legua, pero no francesa,
sino espaola, que es ms larga, y cuya longitud es de 5 555 metros, 55
centmetros. Computando que en cada metro se colocaron tres cautivos, resulta un total de 16 666; pero aun exagerando el clculo, y suponiendo que en cada metro entrasen cuatro cautivos, el total de ellos
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cios a la patria, en cuyas funciones los nuevamente condecorados hacan presentes a los otros caballeros.146 A los esclavos viciosos o que se
huan, el amo antes de venderlos los amonestaba dos o tres veces delante de testigos; pero si no se corregan, entonces se les echaba al pescuezo una media argolla de madera y se les venda en el mercado. Si despus de haber cambiado dos o tres veces de amo an no se enmendaban,
vendaseles para el sacrificio.147 Los esclavos de argolla al pescuezo que
se huan de la prisin, alcanzaban su libertad si se acogan al palacio del
emperador.148
Cuando los seores se aparejaban para la guerra, sentenciaban a
muerte a los esclavos que estaban presos por algn delito grave; pero
tambin libraban de la crcel a los injustamente retenidos en esclavitud
y stos inmediatamente se iban a baar en seal de que eran libres.149
En el signo del mes del ao en que los mejicanos celebraban la fiesta
del dios Tezcatlipoca no se poda maltratar a ningn esclavo, pues el
amo lo prohiba bajo graves penas a todos los miembros de su familia.
Desde la vspera de la funcin se quitaban las colleras a todos los presos, se les baaba, enjabonaba y limpiaba la cabeza, y el amo los obsequiaba como si fuesen los hijos queridos de aquel dios.150
Tan desinteresada y generosa fue la esclavitud de los mejicanos con
sus esclavos, que cuando Carlos I mand libertar a los indgenas injustamente esclavizados por los espaoles, los indios ya cristianos y propietarios de esclavos de su misma raza, cediendo a los consejos de los
religiosos misioneros, no slo los libertaron voluntaria y gratuitamente,
puesto que a ellos no se refera la orden de aquel monarca, sino que les
proporcionaron medios con que subsistir en su nueva vida. Otros que
antes haban vendido algunos de esos esclavos, los buscaron con diligencia para rescartarlos con su dinero y si no los encontraban, o repartan entre los pobres el precio en que los haban vendido, o libertaban
en su lugar a otros esclavos.151 Ejemplo digno de ser imitado por los
espaoles que all residan, y aun por las naciones ms cultas de la tierra!
Tales fueron las leyes del cdigo azteca en punto a esclavitud. En l
deben distinguirse dos partes muy diferentes: una, relativa al modo de
adquirir esclavos; y otra, al tratamiento que se les daba. La primera es
muy imperfecta, porque prodiga la pena de esclavitud sin guardar la
debida proporcin entre las penas y los delitos: asunto verdaderamente
difcil, y que no poda resolver con acierto un pueblo cuya civilizacin
estaba poco adelantada. La segunda parte, que ms depende del corazn que del entendimiento, es digna de grandes elogios, y aunque todas
sus disposiciones no merecen una completa aprobacin, puede asegurarse que, en su conjunto, ningn pueblo antiguo ni moderno ha presentado jams un cdigo tan justo y tan humano en materia de esclavitud. Empero, no se crea, que los esclavos fueron gobernados con la misma
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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD
dulzura en todas las provincias del imperio mejicano, porque hubo algunas donde las costumbres y las pocas leyes que las regan se apartaron
de las ideas filantrpicas de los aztecas.
Antes de salir de Nueva Espaa, digamos que en Yucatn eran esclavizados los indios que cometan ciertos delitos.152 Ni perdieron la costumbre de esclavizar por otras causas, aun despus de la dominacin
espaola: as fue que los religiosos establecidos en aquella provincia,
entre los remedios que propusieron al Consejo de Indias para atajar los
males de aquella tierra, escribieron lo siguiente:
Remedio en los esclavos que hacen los naturales entre s; lo que
anda tan roto, que en muriendo su padre, el que ms puede del pueblo,
hace esclavos a los hijos y los vende.153
Si de Nueva Espaa pasamos a pases ms meridionales, damos con
el Per, que en grandeza y civilizacin fue superior a Mjico; pero as
como en ste encontraron los espaoles establecida la esclavitud de los
indios, as tambin en aqul.
Atendiendo a la organizacin social del Per, no hubo necesidad de
esclavos. Todos los indios de ambos sexos estaban obligados a trabajar,
y la pereza era castigada severamente. Emplebanse en el servicio domstico, en la agricultura, en las artes, en la explotacin de las minas, y
en todas las obras pblicas.154 Por otra parte, las leyes a nadie esclavizaban por vicios o delitos, pues stos, por leves que fuesen, se castigaban ordinariamente con penas mucho ms severas, gradundose la magnitud de la culpa, menos por el dao de tercero, que por la ofensa que se
haca al monarca, autor supremo de toda legislacin, y a quien deba
respetarse como a un dios.155 De este modo quedaron cegadas las fuentes de la esclavitud que tan fecundas fueron en otras partes del Nuevo
Mundo. Verdad es que los incas del Per siempre tuvieron guerras de
conquista156 y que dilatando con ellas los lmites de su imperio desde el
Ecuador hasta Chile, pudieron haber esclavizado muchedumbre de prisioneros; pero su poltica, con pocas excepciones, consisti en subyugar
los pueblos, ms con arte y con regalos que con las armas, y cuando se
vean forzados a acudir a ellas, procuraban disminuir los males, impidiendo los saqueos, perdonando a sus enemigos y admitindolos como
miembros de la nacin peruana.157 Sin embargo, aunque en casos de
rebelin hubo veces que exterminaron a todos los hombres,158 otras redujeron los rebeldes a perpetua servidumbre, y de aqu naci aquella
raza de esclavos por origen, pertenecientes a la corona, llamados
yanaconas, y que vestan de un modo diferente al de gente libre.159
Es innegable que la guerra dio esclavos a los pueblos situados en los
confines septentrionales del imperio de los incas, pues cuando Francisco Pizarro march de aquellas regiones, dio libertad en la isla de Puna a
ms de 600 personas naturales de Tumbes, que estaban destinadas, unas
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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD
De ese pas sabemos que los indios en sus mutuas guerras tambin
se esclavizaban, y que los amos los destinaban a la labranza y a otras
tareas. Pero as como los antiguos escitas reventaban los ojos a sus esclavos para que no se distrajesen de la ocupacin de ordear sus yeguas, as los indios de la provincia de Cofaiquichi cortaban a los suyos,
para que no se huyesen, los calcaales y nervios de las piernas.167
Al decir de Charlevoix, los indios que habitaban la Florida entre los
30 y 35 de latitud, esclavizaban a las mujeres y nios que cogan en sus
guerras; pero que a los hombres los sacrificaban al sol, que era una de
sus divinidades, y que despus se los coman como un deber religioso.168
Avanzando hacia el septentrin, damos con los iroqueses y otras naciones, cuyas costumbres son tan curiosas en punto de guerra y esclavitud, que bien merecen una mencin especial.
Hacanse de dos modos los esclavos entre esas naciones: o por castigo o por la guerra. Por castigo era cuando algn miembro de una familia
mataba al de otra, o al de tribu o nacin diferente. En estos casos
admitase la composicin, esto es, ciertos presentes que satisfaciendo a
la familia del muerto, todo quedaba arreglado, sin haber lugar a venganzas. Los parientes de la vctima no se contentaban con los regalos
que se les ofrecan, entonces, era regla general seguida por la mayor
parte de esas naciones, que el homicida se entregase como esclavo a los
parientes del muerto; y aunque stos podan matarle, jams lo hacan.
Semejantes esclavos eran tratados con dulzura, pues las madres los adoptaban dispensndoles el mismo cario que a sus hijos muertos. A veces
aconteca que contentndose los interesados con la presentacin del
esclavo, no lo aceptaban para no tener delante de s el homicida de su
hijo, de su padre o de otro objeto querido.169
Varia fue la suerte de los prisioneros de guerra.
Un consejo haca la distribucin de los prisioneros, y un anciano publicaba en alta voz los nombres de las personas a quienes les tocaban.
stas los llevaban a sus cabaas, ya para esclavizarlos, ya para matarlos;170 muerte que les daban los iroqueses, quemando del modo ms horrible a los que consideraban intiles, como los viejos, enfermos y nios; y tambin a los jefes o a otros que teman se les escapasen y despus
les hiciesen dao.171
La condicin del prisionero esclavizado era, entre las naciones
algonquines, siempre dura; pero muy suave entre los iroqueses y los
hurones.
Desde que penetra en la cabaa, en la cual se ha resuelto conservarle, se le desata, se le despoja de los lgubres atavos que le presentan como una vctima destinada al sacrificio; se le lava con agua tibia
para borrar los colores de su rostro y se le viste de limpio, recibiendo en
seguida las visitas de los parientes y amigos de la familia en que va a
/25
26\
HISTORIA DE LA ESCLAVITUD
Notas
1
Carta del doctor Chanca al ayuntamiento de Sevilla. Esta carta debi haberse escrito a
principios de 1494 y publicola Martn Fernndez de Navarrete, en el tomo primero de
su Coleccin de los Viajes y Descubrimientos que Hicieron por Mar los Espaoles
desde Fines del XV. Edicin de Madrid de 1825 a 1837.El doctor Chanca fue mdico de
la armada de Coln en el segundo viaje que ste hizo al Nuevo Mundo. Gonzalo Fernndez de Oviedo, Historia General y Natural de las Indias, lib. II, cap. VIII.
Pedro Mrtir de Anglera, De Orbe Novo, dc. 1, cap. I. Rochefort, Histoire Naturelle
et Morale des les Antilles dAmerique, lib. II, cap. XXI.
Carta del doctor Chanca al ayuntamiento de Sevilla. Historia indita de los Reyes Catlicos, por el cura de los Palacios, cap. CXX.
Gonzalo Fernndez de Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXIX, cap. II, p. 26 a 31.
Debo advertir que cuando cite la obra de Oviedo, siempre me servir de la edicin en
cuatro tomos hecha por la Real Academia de la Historia de Madrid en los aos de 1851
a 1855.
Carta dirigida al rey catlico don Fernando, por Vasco Nez de Balboa, desde la villa
de Santa Mara del Antigua del Darin, a 20 de enero de 1513. Se inform que, yendo
por el ro Grande de San Juan, 30 leguas arriba, sobre la mano izquierda entra en l
otro ro muy hermoso, y que navegndolo dos das hacia arriba se hallaron un cacique
poderoso, muy rico en oro, llamado Daraire. A dos jornadas de sus tierras existan unos
indios belicosos y antropfagos, seores de unas minas muy ricas en que cogan mucho
oro. Llevaban este metal al cacique Daraire, que les daba en cambio indios mancebos y
muchachos para comer, e indias para que sirviesen como esclavas a sus mujeres, pues
que a ellas no las devoraban. (Se halla en la Coleccin... de Navarrete, tomo III.)
/27
XXXVI.
28\
HISTORIA DE LA ESCLAVITUD
XII
XVI.
Clavijero,
/29
72 Las Casas, Tratado que compuso, etc. Torquemada, lib. XIV, cap. XVI. Herrera, dc. 2,
lib. VI, cap. X.
73 Clavijero, lib. VII, 18.
74 Torquemada, Monarqua Indiana, lib. XL, cap. XVI.
75 Torquemada, lib. II, cap. XLVII y LXXIII. Clavijero, lib. IV, 12.
76 Torquemada, lib. XIV, cap. XVII. Clavijero, lib. VII, 18.
77 Torquemada, lib. XIV, cap. XVII. Clavijero, lib. VII, 18.
78 Torquemada, lib. XIV, cap. XVII. Clavijero, lib. VII, 18.
79 Torquemada, lib. XIV, cap. XVII.
80 Clavijero, lib. VII, 35.
81 Bernal Daz del Castillo, Historia de la Conquista de Nueva Espaa, cap. XCII.
82 Ixtlilxchitl, Relaciones Manuscritas, no 11. Itlilxchitl, Historia Chichemeca, Ms.,
cap. XXVIII a XXXI. Veytia, Hist. Ant. Mej., lib. II, cap. LI a LIV. Clavijero, lib. III, 22.
Esta cita habla de la destruccin de aquella ciudad, pero no del mercado de esclavos.
83 Sahagn, lib. IX, cap. X.
84 Sahagn, lib. IX, cap. IV.
85 Sahagn, lib. IX, cap. II, IV, VI y X; y lib. X, cap. XVI.
86 Clavijero, lib. VII, 21.
87 Sahagn, lib. X, cap. XXIX. Ixtlilxchitl Relaciones Manuscritas, Ms. no 2. Ixtlilxchitl
Historia Chichemeca, Ms., cap. ii. Clavijero, lib. I, 1; y lib. II, 2. Veytia, Hist. Ant.
Mj., lib. I, cap. XXVII.
88 Sahagn, lib. II, en varios captulos. Codex Telleriano Remensis, lm. 1, y el Cdigo
Vatic. en las Antigedades de Mjico, publicadas en ingls por el lord Kingsborough,
tom. I y VI. Torquemada, lib. VII, cap. V y VI, y lib. X.
89 Clavijero, lib. VI, 18.
90 Clavijero, lib. VI, 20.
91 Clavijero, lib. II, 18 y 19.
92 Torquemada, lib. VII, cap. XVII. Sahagn, lib. II en varios captulos. Clavijero, lib. II,
18 y 19. Codex Teller. Remensis, lm. 11 y 18. En las antigedades mejicanas, por
lord Kingsborough, tom. V y Codex Vatic., lm. 22 en Kingsborough, tom. VI.
93 Clavijero, lib. V, 14, y libro VI, 20.
94 Historia Natural y Moral de las Indias, por el jesuita fray Jos de Acosta, lib. V, cap. XX.
Herrera, dc. 3, lib, II, cap. XVI.
95 Torquemada, lib. XIV, cap. III. Coleccin de Mendoza en las Antigedades de Mjico,
por lord Kingsborough, tom. I, lm. 65 y 66 y tom. VI, lm. 66, p. 13. Toribio Benavente,
alias, Motolinia, Historia de los indios de la Nueva Espaa, Ms., parte 1, cap. VII.
Sahagn, lib. VIII, cap. XXVII y xXVIII.
96 Clavijero, lib. VI, 18 y 19.
97 Itztli llamaron los mejicanos a ese producto volcnico que yo creo es la obsidiana, mineral ordinariamente negro que han vomitado en abundancia los volcanes de los Andes, y
del que aquellos indios tambin hicieron navajitas de punta para sangrar y otras ms
grandes para cortarse el cabello, con las cuales muchos espaoles, por falta de otras, se
raparon la barba al principio de la conquista; bien que una sola no bastaba para esta
operacin, porque perdan los filos al segundo corte. (Sahagn, lib. IX, cap. IV.
30\
HISTORIA DE LA ESCLAVITUD
Torquemada, lib. XIII, cap. XXXIV, y lib. XVII, cap. I. Herrera, dc. 2, lib. VII, cap. XVI.)
De esta piedra labraron adems unas espadas tan terribles (Torquemada, lib. XIV,
cap. III. Herrera, dc. 2, libro VI, cap. XVII), que en sus batallas con los soldados de
Corts, a veces partan en dos el pescuezo de un caballo. (Ver a Bernal Daz del Castillo
y las cartas de Corts.) Como la obsidiana es muy reluciente por ser susceptible de un
gran pulimento, aquellos indios tambin la emplearon en hacer espejos de los cuales vi
yo uno en 1835 en el Museo de Historia Natural de Madrid.
98 Sahagn, lib. II, cap. II, V y otros. Corts, carta segunda, 31, y carta tercera, 12 y 31.
Carta del licenciado Zuazo, Ms. Torquemada, lib. VII, cap. XIX, y lib. X, cap. IV. Acosta,
lib. V, cap. XX y XXI. Clavijero, lib. VI, 18.
99 Sahagn, lib. II, cap. II.
100 Sahagn, lib. II. cap. II y otros. Torquemada, lib. VII, cap. XVIII, XX y XXI; libro X, cap. XI
y XII. Acosta, lib. V, cap. XIX y XX. Clavijero, lib. VI, 18, 19 y 30.
101 Deuteronomio, cap. XII, V. 31.
102 II. Reyes, cap. III, V. 27.
103 Estrabn, lib. III.
104 Teodoro, lib. VI, cap. IX.
105 Herodoto, lib. IV, 62.
106 Tcito, De Moribus Germanorum, 9.
107 Tertulliani, Apologeticus adversus gentes, 9.
108 Evagrius, lib. VI, cap. XXI. Procopius, De Bello Persico, lib. I, cap.
Specimen, Historie Arabum.
XXVIII.
Pocock,
109 Asiatic, Researches, vol. V, p. 371. Maurice indian antiquities, tom. VII, p. 164 y ss.
Esas obras contienen varios fragmentos traducidos del Calica Purana, y los Puranas
son, entre los Vedas, los libros ms sagrados de la India.
110 Asiatic, Researches, tom. IX, p. 202.
111 Herodoto, lib. VII, 114.
112 Herodoto?
113 Eusebio, lib. IV, cap. VII y VIII de Preparatione evanglica.
114 Psalmo 106. II. Reyes, cap. XVI. Josepho, Antiged. Jud., lib. XIX, cap. III.
115 Filn, Historia de los Fenicios, lib. I, apud Eusebium, lib. cap. VII de Preparat. evanglica.
116 Diodoro, Sicul., libro XX, 14.
117 Eusebio, De preparat. evang., lib. IV, cap. VII.
118 Dion. Halicarnasus, lib. 1. Tito Livio, lib. II, dc. 1, y lib. IX, dc. 14. Plutarco en los
problemas.
119 Citado por Gibou, tomo VI, captulo L, pgina 194.
120 Charlevoix, Histoire Generale de la Nouvelle France (Canad), lib. I.
121 Villagutirrez, Historia de la Conquista de la Provincia de Itza, lib. VIII, cap. II.
122 Herrera, dc. 6, lib. V, cap. VI.
123 Herrera, dc. 5, lib. III, cap. XVI, y lib. IV, cap. V.
124 Herrera, dc. 5, lib. IV, cap. V.
125 Carta de Vicente de Valverde al Emperador Carlos V, fecha en el Cuzco, a 2 de abril de
1539. Sobre los sacrificios humanos en el Per hablan tambin fray Jos de Acosta,
/31
Historia Natural y Moral de las Indias, lib. V, cap. IV, VII, XIX y XXV. Sarmiento, Relacin, Ms., cap. XXII. Cieza de Len, Crnica, cap. LXXII. Montesinos, Memorias Antiguas, Ms., lib. II, cap. VIII. Ondegardo, Relacin segunda, Ms. Balboa, Historia del
Per, cap. V y VIII. Zrate, Historia del descubrimiento del Per, lib. I, cap. IV. Herrera,
dc. 5, lib. III, cap. XVI, y lib. IV, cap. I, IV y V, y en otras partes.
126 Bernal Daz del Castillo, Historia de la Conquista de Nueva Espaa, cap. CCVII. Acosta,
en su Historia (...) de las Indias, lib. V, cap. XX, comete un grave error, suponiendo que
los mejicanos no sacrificaban nios.
127 Dvila, Teatro Eclesistico, l26. Ver a Torquemada, lib. VII, cap. XXI.
128 Clavijero, lib. VI, 20.
129 Crnica de la Nueva Espaa, cap. CCXXIX.
130 Herrera, dc. 3, lib. II, cap. XV.
131 Torquemada, lib. II, cap. I, cap. LXII.
132 Ixtlilxchitl, Historia Chichemeca, Ms.
133 Vase en la publicacin del lord Kingsborough la lmina 19, tomos III y VI.
134 History of the conquest of Mexico, tom. I, lib. I, cap. III.
135 Clavijero, lib. IV, 23.
136 Clavijero, lib. IV, 23.
137 Clavijero, lib. IV, 23.
138 Sahagn, lib. IX, cap. X, XI y XIV. En este autor, libro IX, captulos XIII y XIV se refieren muy a la larga las numerosas ceremonias que se hacan antes de sacrificar a los
esclavos.
139 Torquemada, lib. X, cap. X. Sahagn, lib. II, cap. I, IV, XX, etc. Clavijero, tom. II, lib. VI,
30.
140 Sahagn, lib. II, cap. XIX y lib. IX, cap. IX. Clavijero, libro VI, 39. Acosta, lib. V,
cap. VIII. Herrera, dc. 2, lib. VI, cap. XVII, y dc. 3, lib. II, cap., XVIII. Torquemada, lib.
XIII, cap. XLV. Codex Telleriano Remensis, lm. 1, en Kingsborough, tt. 5.
141 Clavijero, lib. VII, 17.
142 Clavijero, lib. VII, 17.
143 Clavijero, lib. VII, 17.
144 Clavijero, lib. VII, 17.
145 Clavijero, lib. VII. 17. Torquemada, Monarqua Indiana, tom. II, lib. XIV, cap. XVII.
146 Camargo, Historia de Tlaxcala, Ms. (Prescott, tom. III, Apndice, p. 281.)
147 Clavijero, lib. VIII, 18.
148 Clavijero, lib. VII, 18. Sahagn, lib. VIII, cap. XIV. Torquemada, lib. XII, cap. IV y V, y
lib. XIV, cap. XVI y XVII. Las Casas, Tratado que compuso, etc.
149 Sahagn, lib. IV, cap. XVI.
150 Torquemada, lib. X, cap. IX.
151 Torquemada, lib. XVI, cap. XVIII.
152 Herrera, dc. 4, lib. X, cap. IV.
153 Al consejo de Indias. Juan de la Puerta, fray Lorenzo de Bienvenida, fray Luis de
Villalpando, fray Juan de Herrera, fray Nic. de Avalate, fray Miguel de Vera. Ciudad
de Mrida, 1 de febrero de 1547. (Muoz, Colec.)
32\
HISTORIA DE LA ESCLAVITUD
154 Acosta, Historia, lib. VI, caps. XII y XV. Herrera, dc. 5, lib. IV, cap. IV.
155 Inca Garcilaso de la Vega, Comentarios Reales, parte 1, lib. II, cap. XII.
156 Herrera, dc. 5, lib. I, cap. I.
157 Herrera, dc. 5, lib. II, cap. IX y XV, y lib. IV, cap. VIII. Inca Garcilaso, Comentarios
Reales, parte 1, lib. II, cap. XIV. Fernndez, Historia del Per, parte 2, lib. III, cap. XI.
Sarmiento, Relacin, Ms., cap. XIV. Polo Ondegardo, Relacin M S.
158 Herrera, dc. 5, lib. III, caps. IV y XVII.
159 Herrera, dc. 4, lib. VII, cap. X.
160 Herrera, dc. 8, lib. V, cap. VII.
161 Exposicin o carta del capelln Martn Gonzlez, al Emperador Carlos V, fecha en la
ciudad de la Asuncin, a 25 de abril de 1546. Herrera, dc. 7, lib. IX, cap. X.
162 Comunicacin al gobierno de Francisco de Villalta, desde el Ro de la Plata en la ciudad
de La Asuncin, a 22 de julio de 1556.
163 Azara, Descripcin e Historia del Paraguay y del Ro de la Plata, tom. I, cap. X.
164 Herrera, dc. 2, lib. IV. cap. X.
165 Haus Stade, citado por Southey en el tomo I, captulo VII de su Historia del Brasil.
166 Memoria sobre las Instituciones Sociales de los habitantes primitivos del Brasil, por
el Dr. Martius, extractada de la Biblioteca Universal de Ginebra, y publicada en las
Memorias de la Real Sociedad Patritica de la Habana, tom. III, n 15 enero de 1837.
167 Herrera, dc. 7, lib. I, cap. XV, y lib. II, cap. VI.
168 Charlevoix, Histoire Generale de la Nouvelle France.
169 Lafitau, Maeurs des Sauvages Americains, tom. I, cap. V.
170 Lafitau, tom. II, cap. III.
171 Lafitau, tom. II, cap. III.
172 Lafitau, tom. II, cap. III.
173 Lafitau, tom. I, cap. VI.
174 Lafitau, tomo II, cap. I.
175 Lafitau, tomo I, cap. V.
Libro Segundo
ESCLA
VITUD DE LOS INDIOS DEL NUEV
O MUNDO
ESCLAVITUD
NUEVO
BAJO LA DOMINACIN ESP
AOLA
ESPAOLA
34\
HISTORIA DE LA ESCLAVITUD
perador Carlos V, dijronle, entre otras cosas, puesto que entre los
indios hubiese esclavos es cosa muy diferente la una servidumbre de
la otra. Ellos los trataban como parientes y vasallos, los cristianos
como perros.1
Testimonio de ms vala es el del licenciado Bartolom de las Casas,
el gran defensor de los indios, quien dice:
Este trmino esclavo entre los indios no denota ni significa lo que
entre nosotros. Porque no quiere dezir sino un servidor, o persona que
algun ms cuydado, alguna ms obligacin de ayudarme y servirme
en algunas cosas de que tengo necesidad. Por manera que yndio ser
esclavo de yndios, era muy poco menos que ser su hijo. Porque tena su
casa y su hogar y su peculio, y hacienda y su muger y sus hijos y gozar
de su libertad, como los otros sbditos libres sus vecinos: si no era quando
el seor ava menester hazer su casa, labrar su sementera, otras
cosas semejantes que se hacan sus tiempos y muchas de quando en
quando, y todo el dems tiempo tena pors y del gozavan para s como
personas libres. Allende de aquello, el tratamiento que los seores hazian
los tales siervos era blandsimo y suavsimo como si nada les devieran.
Y ans sin comparacin eran muy libres que los que llaman los derechos originarios, y ascripticios. Y esto tambien es muy clarsimo y muy
notorio, en especial los religiosos que han penetrado las lenguas y de
industria lo han adquirido y bien sabido, tratando desta materia.2
Tan cierto es lo que dice Bartolom de las Casas, que al tiempo de la
conquista de Mjico, un esclavo indio gobernaba 1a parte de la ciudad
llamada Temixtitan; y a ese mismo le confi Hernn Corts la gobernacin de ella despus de la muerte de Coatimucin.3
Muchos fueron los modos de que se valieron los espaoles para esclavizar a los indios, y todos cual ms, cual menos, injustos y criminales.
El primero y el ms general fue la guerra, pues sta se hizo a todos
los indios que no se sometan humildemente a la dominacin castellana.
Aun en caso de someterse, si hostigados de la tirana que los abrumaba
se alzaban contra ella, entonces se les declaraba rebeldes, hacaseles la
guerra y se les esclavizaba.
Aun sin apelar a la guerra, tambin tuvieron esclavos, comprndolos
por una bagatela a las tribus que los tenan, no obstante de saber que
muchos haban sido injustamente esclavizados, y que esas compras incitaban a los indios a saltear otros para tener esclavos que vender. Por
este motivo se prohibi a los espaoles que recibiesen de los indios esclavo alguno que no fuese verdaderamente tal, e hijo de padre tambin
esclavo; mas, esa prohibicin se eluda, forzando a los indios a que dijesen lo eran. Aconteca, pues, que cuando stos eran llevados al sitio en
que deban ser examinados para herrarse como esclavos, comenzaban,
ya por temor, ya por la profunda obediencia que a sus caciques tenan, a
/35
36\
HISTORIA DE LA ESCLAVITUD
/37
Por dinero que se daba a los gobernadores, por empeos, o por otros
motivos culpables, obtenan los espaoles licencias para esclavizar a los
indios; y este modo fue uno de los que ms influyeron en su esclavitud y
exterminio; pues que aqullos se concedan con frecuencia para esclavizarlos, no a docenas, sino a centenares.
En algunas provincias, especialmente en Nicaragua, los gobernadores y los castellanos inventaron una nueva estratagema, para paliar hasta
cierto punto las atrocidades con que se esclavizaba a los indios. Oigamos a Bartolom de las Casas: Deca cada espaol a su cacique: mirad
fulano cacique: vos me aveys de dar 50 100 esclavos, y no han de ser de
vuestro pueblo: sino de otros yndios. El cacique como saba que no le
convena otra cosa hazer: y que le yva la vida en ello; yvase al cacique de
otro pueblo su vezino, y deziale: el diablo que me tiene su cargo (porque ans llaman los cristianos en la provincia de Nicaragua donde esta
maldad los tiranos hacian) me pide tantos indios para hacer esclavos, y
dize que no sean de mi pueblo: dmelos t del tuyo: y darte he yo otros
tantos del mio. Respondia el otro cacique: plceme porque lo mismo me
pide: y me manda el diablo, quien me han encomendado, y tengo por
Seor mio. Llevnlos a herrar: y dezian que los avian avido con juramento, no de los de su pueblo: sino de otros pueblos agenos, y todos
decian verdad: aunque con igual maldad y sin justicia. La qual los peores que aquellos que sto hazian mala venturados gobernadores: muy
bien savian y consentan: con que oviesse alguna color: para que algun
tiempo no fuesen accusador dellas en la residencia. Porque de guardar
fidelidad Dios, ni su rey, ni condolerse aquellas atribuladas gentes
ningun cuidado ni charidad tenian.8
Viose tambin que los espaoles engaaban a muchos indios del continente, pintndoles las ventajas que alcanzaran, si se iban con ellos a
Castilla; mas, luego que llegaban a La Espaola o Cuba, vendanlos
como esclavos; de los cuales haba muchos en La Habana al promedio
del siglo XVI.
Luego que los pueblos de los indios eran dados en encomienda, una
de las primeras iniquidades que haca con frecuencia el espaol encomendero, era decirles: Habeis de darme de tributo tantos tejuelos o
marcos de oro cada 60 o 70, u 80 das; y esto sin atender a que hubiese
o no oro en aquella tierra. Los caciques respondan que daran todo el
que pudiesen recoger por el pueblo; pero como o no podan dar ningn
oro, por no haberlo, o la cantidad que entregaban no satisfaca la codicia
del espaol encomendero, ste decales: Sois unos perros y habisme
de dar el oro que pido, sino yo os tengo de quemar. No tenemos ms,
contestaban los desdichados, porque no se coge oro en esta tierra.
Entonces dbanles de palos, y amenazndolos con los perros feroces
o con quemarlos, los obligaban a que en vez del oro les diesen cada 60
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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD
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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD
Justas y benficas, con los indios las ideas de los Reyes Catlicos,
ellos encargaron a Coln en las instrucciones que para su segundo viaje
le dieron, en 19 de mayo de 1493, que por todas las vas maneras que
pudiere, procure trabaje traer a los moradores de las dichas islas
tierra firme, que se conviertan a nuestra Santa F Catlica...; y porque esto mejor se pueda poner en obra despus que en buen hora sea
llegada all el armada, procure haga el dicho Almirante que todos los
que ms fuesen de aqu adelante, traten muy bien amorosamente a
los dichos indios, sin que les fagan enojo alguno, procurando que tengan
los unos con los otros mucha conversacin familiaridad, hacindose
las mejores obras que ser pueda; asimismo, el dicho Almirante les d
algunas ddivas graciosamente de las cosas de mercaderas de sus Altezas que lleva para el rescate, los honre mucho; si caso fuere que
a1guna algunas personas tratasen mal los dichos indios en cualquier
manera que sea, el dicho A1mirante, como Visorey Gobernador de sus
Altezas, lo castigue mucho por virtud de los poderes de sus Altezas que
para el o lleva.16
Este lenguaje demuestra cun lejos estaban los Reyes Catlicos de
esclavizar a los indios de cualquier clase qua fuesen, pues recomendaron especialmente a Coln que se les diese muy buen trato, y que castigase a cuantos les hiciesen algn mal.
En este segundo viaje, como ya he dicho en el anterior captulo, descubri Coln las islas Caribes, o Karaibes, llamadas despus de Barlovento por los europeos. En algunas de ellas tom Coln un nmero muy
corto de caribes de ambos sexos y los llev a La Espaola.17 Y pues que
de Caribe o Karaibe habl, y stos han de representar un papel importante en esta historia, necesario es dar de ellos alguna idea; bien que me
servir del primer nombre usado por los espaoles desde el tiempo de la
conquista, y no del de karaibes que emplean algunos historiadores de
las Antillas francesas.
A1 tiempo del descubrimiento del Nuevo Mundo, encontrronse en
las Antillas dos clases de indios, que diferan mucho entre s por su lengua, usos y costumbres. Los unos habitaban en las islas Lucayas, en
Cuba, Hait o Espaola, Borinquen o Puerto Rico y Jamaica. Los otros
en la Guadalupe, Dominica, y en algunas otras de barlovento. Los primeros eran tan dciles y pacficos, que cuando Coln lleg a la isla de
Guanahan, o San Salvador, los indgenas, lejos de hostilizarle, recibironle amistosamente.
l dice en la relacin de su primer viaje: Yo, porque nos tuviesen
mucha amistad, porque conociesen, que era gente que mejor se libraria
y convertiria a nuestra Santa F con amor que no por fuerza; les d
algunos de ellos unos botones colorados y unas cuentas de vidrio, que se
ponan al pescuezo, y otras cosas muchas de poco valor con que hobieron
mucho placer y quedaron tanto nuestros que era maravilla. Los cuales
/41
despues venian las barcas de los navios adonde nos estbamos, nadando, y nos traian papagayos y hilo de algodon en ovillos y azagallas, y
otras cosas muchas, y nos las trocaban por otras cosas que nos les dbamos, como cuentecillas de vidrio y cascabeles. En fin, todo tomaban y
daban de aquello que tenian, de buena voluntad.l8
Amistosamente tambin, fueron recibidos Coln y los castellanos en
otras islas Lucayas, en Cuba y en Hait o La Espaola.19 En las costas
perdiose una de las carabelas de Coln, y los indios sbditos del cacique
Guacanagari mostrronse tan humanos y compasivos con los castellanos, que en sus canoas salvaron todos los efectos de la nave perdida. Al
ver Coln tan generosa conducta, escribi a sus reyes que en ninguna
parte de Castilla tan buen recaudo en todas las cosas se pudiera poner
sin faltar una agujeta. Mandlo [el rey o cacique] poner todo junto...
entre tanto que se vaciaban algunas casas que quera dar, donde se pusiese y guardase todo. Mand poner hombres armados en rededor de
todo, que velasen toda la noche. l, con todo el pueblo, lloraban tanto:
son gente de amor y sin cudicia, y convenibles para toda cosa, que certifico a Vuestras Altezas que en el mundo creo que no hay mejor gente
ni mejor tierra.20
La ndole afable de esos indios fue uno de los motivos que indujeron
a Coln a dejar una colonia en La Espaola: pues, como dice Oviedo,
viendo el Almirante que aquesta gente era tan domstica, parecile
que seguramente podria dejar all algunos cristianos.21
Algunos aos despus de descubierta la isla de Borinquen, o Puerto Rico, fueron a poblarla los castellanos, y tampoco encontraron resistencia alguna en los indgenas.22 Hbola al principio en Jamaica,
pero fue tan insignificante, que pronto abrieron pacficas relaciones
con los castellanos.23
No eran, pues, belicosos los indios de esas islas, ni usaban de flechas
envenenadas, ni menos coman carne humana; mientras los que habitaban en las islas Caribes, eran valientes y guerreros, peleaban con flechas envenenadas y se regalaban con la carne de sus enemigos. De estas diferencias bien pudiera concluirse que los caribes y los indios de las
otras islas fueron de diversa raza; mas, yo no lo har, porque las diferentes circunstancias en que haya vivido un pueblo respecto de otro del
mismo origen, pueden haber hondamente alterado su ndole, usos y costumbres; pero si a las diferencias que llevo indicadas, se junta la de la
lengua, como acontece en e1 presente caso, entonces puede asegurarse
que esos pueblos son de razas diferentes.
Mas, de dnde procedieron los caribes? Sobre este punto, varias
son las opiniones.
1a Creen algunos que ellos descendan de una nacin de la Florida, y
que despus de haber vivido algn tiempo en el norte de Amrica, entre
los apalachitas, fueron lanzados del continente. Buscando entonces
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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD
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der de los galibis, pueblos del continente que habitaban en las regiones
ms vecinas a dichas islas. Sin fijar la poca en que abandonaron su
tierra, decan que su primer padre llamado Calinago, cansado de vivir
en su pas natal, y deseoso de hacer conquistas, embarcose con toda su
familia, y despus de haber navegado mucho, se estableci en la Dominica, isla donde haba muchos caribes cuando Du Tertre escriba. El
padre Raimundo Breton, tambin fraile dominico y misionero que pas
ms de 25 aos entre aquellos caribes, y que aprendi su lengua, dice en
su diccionario, que oy de la boca de los capitanes o caciques de la Dominica, que las palabras galibi y caribi eran nombres que le haban
dado los europeos, pues el suyo verdadero era Kalinago; que ellos entre
s no se conocan sino por los nombres de Tierra Firme; esto es, de las
islas Oubaobanum y Boloebonum, que los insulares eran los galibis
del continente, que se haban alejado para conquistar las islas, cuyos
primitivos habitantes se llamaron ingeris; que el jefe que los condujo,
extermin a todos los naturales de ellas, excepto las mujeres, las cuales
siempre han conservado gran parte de su lengua. Esta diversidad de
lenguaje entre hombres y mujeres duraba todava en tiempo de Du
Tertre,29 y los caribes decan que se haba formado durante la conquista. Agrguese a esto que la lengua, religin y costumbres de esos caribes son conformes a las de los galibis del continente vecino.30
Esa diferencia de lenguas entre hombres y mujeres, es uno de los
fenmenos ms raros y curiosos que puede encontrarse en la historia de
los pueblos.
Los hombres entendan la lengua de las mujeres, y stas, la de aqullos; pero el lenguaje ordinario que todos hablaban era el de los hombres, porque stos se consideraban degradados si hablaban a las mujeres en la lengua de ellas, ni stas podan hablar al hombre sino en la
lengua que les era propia. Las mujeres entre s no hablaban sino en su
propio idioma. Tenan, adems, esos caribes, un tercer lenguaje, o mejor dicho jerigonza de su invencin, conocido slo de los hombres que
haban estado en la guerra, y particularmente de los viejos, el cual usaban en sus asambleas cuando queran que las mujeres y los muchachos
no entendiesen sus acuerdos.31
Los caribes de esas islas eran de mediana estatura, bien formados,
de espaldas y caderas anchas, rostro lleno, redondo y generalmente
con dos hoyuelos en medio de las mejillas, ojos negros, nariz chata con
las ventanas muy abiertas, y frente aplastada, no por naturaleza, sino
porque al nacer, sus madres les apretaban con dos tablas la cabeza,
por delante y por detrs, mantenindolos as por todo el tiempo de la
lactancia, para que adquiriesen la forma que aquellos salvajes tenan
por belleza; sus pies eran chatos y anchos, y el color de su cuerpo,
aceitunado.
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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD
Sus cabellos eran negros, lacios y largos. Cuidaban mucho de peinarse, y hombres y mujeres se hacan por detrs una trenza que terminaba en un pequeo cuerno colocado en medio de la cabeza; el resto de
la cabellera caa en los hombres hacia adelante, pero se la cortaban a la
altura de la frente para tener libre la vista, mientras que en las mujeres
descenda por los lados de la cara. Unos y otros andaban enteramente
desnudos, babanse todas las maanas, y por eso procuraban tener
sus habitaciones a la orilla del mar, o cerca de los ros, arroyos y fuentes. Luego que salan del agua, secbanse a fuego lento y despus
pintbanse hombres y mujeres la cara y todo el cuerpo, de un color rojo
que extraan de una planta que al intento cultivaban, y que los franceses, despus que se apoderaron de algunas de aquellas islas, llamaron
roucou.32 Usaban de esa pintura mezclndola con una especie de aceite,
no tanto por adorno, cuanto para preservarse del ardor del sol, del fro
de la noche, de la humedad de las lluvias, y de la picadura de los mosquitos y otros insectos. Adems, esa pintura les endureca la piel, pero al
mismo tiempo dbale lustre y pulimento, haciendo sus miembros, como
ellos queran, ms giles y flexibles.
En los das de pblico regocijo, no se contentaban con la pintura
roja, pues empleaban tambin la de otros colores para dar variedad al
rostro y al cuerpo, ponindose a veces un crculo negro alrededor de los
ojos. En ciertas solemnidades adornaban la cima de sus cabezas con un
sombrerito tejido de plumas de aves de diferentes colores, un penacho
de pluma de garzota o de otras aves, y algunas veces cubrindose toda
la cabeza con una corona tambin de plumas, adorno exclusivo de los
hombres. Taladrabanse la parte blanda de la oreja para ponerse espinas muy pulidas de ciertos pescados o pedacitos de carey. Perforbanse
tambin los labios para colocar en ellos una especie de pequeo punzn,
hecho de hueso o de una espina de pescado; y lo mismo hacan con el
cartlago intermedio de la nariz, colgndose en l un grano de cristal, un
anillo, u otro adorno semejante. Todas esas incisiones o taladros se les
hacan a los 12 o 15 das de nacidos, a no ser que por su debilidad se
retardase hasta que adquiriesen robustez. Para que esas perforaciones
no se cerrasen, pasbaseles un hilo, como se ha practicado y practica
hoy en las naciones civilizadas, que en la apertura de orejas imitan a los
salvajes. Los hombres llevaban ordinariamente al cuello pitos de huesos de sus enemigos, y grandes collares o cadenas compuestas de dientes de agut, de gatos monteses, tigres, o de pequeas conchas ensartadas en un cordelillo de algodn fino, teido de rojo o violado. Ponanse
igualmente otros adornos bajo los brazos, y cinturones de plumas bien
tejidos que flotaban sobre sus espaldas, o que caan desde el ombligo
hasta la mitad de los muslos. A diferencia de los hombres, las mujeres
llevaban unos semi-botines que les bajaban hasta los tobillos, muy bien
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trabajados, y por abajo terminaban en un pequeo crculo tejido de junco y algodn, que apretndoles el grueso de la pantorrilla, la haca aparecer ms llena.
No eran dados al hurto como otros muchos salvajes. Respetaban a
los ancianos, y escuchbanlos con atencin. Fabricaban sus casas o bohos en forma oval, con varas de madera asentadas en tierra, o de algunas hierbas, tan bien colocadas, que los preservaban de las lluvias sin
necesidad de renovarlas por tres o cuatro aos. Servales de puerta una
simple estera: dorman en hamacas de algodn, tejidas con habilidad, y
colgadas por sus dos extremidades; o en camas hechas de muchos palos
atados a lo largo y a lo ancho, sobre los cuales se ponan muchas hojas
de pltanos que sirviesen de colchn. Esta cama, llamada entre ellos
cabane, mantenase suspendida por las cuatro esquinas con cuerdas
gruesas. Tenan por asientos unos trozos pequeos de madera, roja o
amarilla, pulidos como el mrmol; barran sus habitaciones con frecuencia; para hacer sus necesidades naturales iban al campo, lejos de sus
casas, y, con un palo puntiagudo, abran un hoyo en la tierra, cubrindolo despus con ella.
A tal extremo llegaba en este punto su aseo, que despus que los
europeos se pusieron en contacto con ellos, observose que si alguno satisfaca sus necesidades en sus labranzas, ellos las abandonaban, por
imaginarse que el fruto producido participaba de aquella inmundicia;
pero esos mismos caribes, que tan limpios se mostraban en sus habitaciones y labranzas, tenan muy sucio el carbet, que era la casa pblica en
que se juntaban para sus diversiones.
En las mujeres no exista el libertinaje que en otros muchos pueblos
salvajes; permitida era la poligamia; los hombres tenan derecho a tomar por mujeres a todas sus primas; y los padres ofrecan sus hijas a los
jvenes que se sealaban en la guerra; de manera que el tener muchas
mujeres era generalmente un signo de valenta.
Los padres celebraban con festines el nacimiento de sus hijos primognitos; y a semejanza de algunos otros salvajes, los maridos, despus del alumbramiento de la mujer, metanse en cama para remedar el
parto, permaneciendo en ella y guardando una dieta severa durante 10
o 12 das. Otra costumbre brbara, aunque no general, era que, despus
de ese tiempo, se les zanjaban al padre las espaldas con un diente de
agut, sin que durante esta operacin diese ningn signo de dolor, pues
en su concepto, cuanto ms grande era la fortaleza mostrada en los sufrimientos, tanto ms valor adquira el hijo para los combates: y al intento recogase con mucho cuidado la sangre de las heridas, para frotar
con ella el rostro del hijo. Esta operacin a veces tambin se practicaba
con las hijas, puesto que tenan que ir a la guerra con sus maridos para
prepararles el alimento y prestar otros servicios.
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La relacin hecha aqu de los usos y costumbre de esos caribes, manifiesta que ya haban salido del profundo estado de la barbarie. Su vida no
era errante, pues habitaban en pueblos o caseros; cultivaban la tierra, de
cuyo producto se alimentaban en parte; y tenan alguna industria, hilando el algodn y tejiendo con l mantas que rivalizaban con las que entonces se trabajaban en Espaa.36 Haban, por ltimo, adquirido ciertas comodidades de la vida civilizada, porque eran muy limpios en sus casas o
bohos, y no dorman por tierra, ni se sentaban en ella, pues usaban al
intento, como ya hemos visto, de unos trozos de madera muy pulidos.
Pero en medio de estos adelantos desconocidos a otros pueblos salvajes, los caribes tuvieron la feroz costumbre de comer carne humana,
no como alimento ordinario, pues se nutran de pescado, casabe, pltanos, maz, frutas y otras sustancias vegetales y animales; asemejndose
en esto a muchos salvajes del Nuevo Mundo, que tambin coman la
carne de sus enemigos.
El padre Labat, religioso dominico, que visit algunas de las islas
Caribes despus de la dominacin francesa, asegura que sus habitantes
no eran antropfagos, y que si asaban los miembros de los prisioneros
de guerra, y recogan su grasa guardndola en sus casas, esto no era
para comrselos, sino pare conservar por ms tiempo el recuerdo de su
victoria y venganza contra ellos.37
Tal aseveracin es contraria a los hechos consignados en la historia; y yo creo que la equivocacin de Labat procede de que cuando l
lleg a la Martinica, en 1693, ya las costumbres de los caribes haban
sufrido profundas alteraciones con el trato de los europeos establecidos en aquellas islas; y en prueba de que as fue, transcribir lo que
refiere Mr. Montel en sus Memorias, y que recogi de las conversaciones familiares que tuvo con dos buenos viejos caribes. He aqu lo
que stos le dijeron:
Nuestra gente ha llegado a ser la vuestra, desde que os ha visto; y
nosotros mismos ya nos reconocemos con dificultad, pues somos muy
diferentes de lo que antes ramos. As nuestra nacin cree que a causa
de este cambio, los huracanes son ms frecuentes que en tiempos anteriores; y que Maboya es decir, el espritu maligno nos ha puesto
bajo la dominacin de los franceses, ingleses y espaoles, que nos han
arrojado de la mayor parte de nuestras mejores tierras.38
Otros historiadores extranjeros y nacionales que conocieron a los
caribes, cuando an conservaban sus primitivas costumbres, estn acordes en confesar que esos salvajes fueron antropfagos, y que si perdonaban la vida a las mujeres y muchachos de sus enemigos, comanse a
los hombres.
Los primeros europeos que vieron a los caribes, fueron Coln y los
espaoles que en su segundo viaje le acompaaron, los cuales encontra-
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Notas
1
Tratado que el obispo de la ciudad de Chiapa D. Fray Bartolom de las Casas, compuso por comisin del Consejo Real de las Indias, sobre la materia de los indios que se
han hecho en ella esclavos. Este opsculo, con otros del mismo autor, fue publicado en
Sevilla en el ao de 1552.
Tratado que el obispo de la ciudad real de Chiapa D. Fray Bartolom de las Casas,
etctera.
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Antonio Len Pinelo, hablando de ciertos indios, dice: stos avian de servir por Naborias,
Tapias, que era servicio de uno dos aos i despus por otros dos, i asi temporalmente. Confirmaciones Reales, part. 1, cap. I.
Tratado que el obispo de la ciudad real de Chiapa, D. Fray Bartolom de las Casas,
etctera.
Tratado que el obispo de la ciudad real de Chiapa, D. Fray Bartolom de las Casas,
etctera.
Tratado ya citado.
10 Escribano de racin era un oficio de la Casa Real de Aragn, que equivala a contador
mayor de la Corona de Castilla. El original de esta carta existe en el Archivo de Simancas
y se public por D. Martn Fernndez de Navarrete, en su Coleccin de los viajes y
descubrimientos que hicieron por mar los espaoles desde fines del siglo xv, tom. 1,
p. 167. Edicin de Madrid de 1825 a 1837.
11 Esta carta, escrita en espaol por Coln, fue traducida en latn por el literato Leandro
de Cozco a 25 de abril de aquel ao; y Fernndez de Navarrete la insert en ambas
lenguas en el tomo 1 de su Coleccin de Viajes y Descubrimientos, etc., ya citada.
12 Primer Viaje de Coln, inserto por Navarrete, tomo 1 de la citada Coleccin de Viajes
y Descubrimientos, etctera.
13 Provisin Real de Barcelona en agosto de 1493.
14 Herrera, dc. 1, lib. 11, cap. V.
15 Carta, encargando al obispo de Badajoz complazca en todo al hermano del Almirante, y
escriba a ste en trminos agradables que borren cualquier resentimiento que pueda
tener. (Registrada en el Archivo de Indias en Sevilla.)
16 Instruccin de los Reyes Catlicos al Almirante D. Cristbal Coln, as para el viaje que
iba a hacer a las Indias, como para el buen gobierno de la nueva colonia, expedida en
Barcelona a 29 de mayo de 1493.
17 Carta del doctor Chanca al Ayuntamiento de Sevilla, ya citada en otra parte. Charlevoix,
Histoire de Lsle Espagnole ou de S. Domingue, tom. 1, lib. I.
18 Primer viaje de Coln en 1492, publicado por Martn Fernndez de Navarrete en su
Coleccin de los Viajes y Descubrimientos, etc., tom. I.
19 Primer Viaje de Coln, ya citado por Navarrete, tom. I.
20 Ibdem.
21 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. 11, cap. VI.
22 Herrera, dc. 1, lib. VII, cap. V.
23 Herrera, dc. 1, lib. 11, cap. XIII.
24 Histoire Naturelle et Morale des les Antiles de lAmerique, lib. II, cap. VII.
25 Labat, Nouveau voyage aux les dAmerique; part. 2, chap. II.
26 Bancrofts, History of Guiana, p. 259.
27 Rochefort., lib. II, cap. VII. Vase la nota 94 de Robertson, History of Amrica.
28 Du Tertre, Histoire generfale des Antilles habites par les francois, tom. II, tratado 7,
cap. I, 2.
29 Du Tertre, tom. II, tratado 7, cap. I, 2.
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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD
30 Du Tertre, ibdem.
31 Labat, Nouveau voyage etc., tom. V, cap. VII.
32 Rochefort, Histoire Naturelle et Morale des Antilles, lib. II, chap. IX.
33 Rochefort, Histoire Morale des les Antilles, liv. II, chap. 23.
34 Rochefort, Histoire, etc., liv. 2, chap. 23.
35 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. III, cap. V.
36 Carta ya citada del doctor Chanca al Ayuntamiento de Sevilla.
37 Labat, Nouveau voyage, etc., tom. V, chap. 7.
38 Rochefort, liv. 2, chap. 9.
39 Carta ya citada del doctor Chanca al Ayuntamiento de Sevilla.
40 Du Tertre, Histoire Generale des Antilles, tom. II, traite 7, cap. I, 1.
41 Du Tertre, Histoire Generale des Antilles, tom. II, traite 7, cap. I, 11.
42 Rochefort, Histoire Naturale et Morale des Antilles, liv. 2, chap. 21.
43 Herodoto, lib. IV, 64 y 106.
44 Herodoto, lib. III, 25.
45 Herodoto, lib. III, 99 y 100.
46 Vase la nota al final de este captulo.
47 Istorie Fiorentine de Giovanni Villani, tom. XIII.
48 Johannis, Vita Duran chronicou. Esta obra se halla en una coleccin histrica intitulada: Godefredi Guglielm Seibnite accesiones historicae, 2 vol., in 4, au 1700, Hanovre.
49 Wilielm monachi Malmesmuriensis de gestis regum Anglorum libri quinque.
50 Historie hierosolymitana Baldrici archiepiscopi Dolensis. [Historia de la toma de Jerusaln, por Baudri, arzobispo de Dol. Biblioteca de Cruzadas, tom. I, p. 25, palabras
francesas.]
51 Raimondi de Agiles, canonici Podiensis, Historia Francorum qui ceprunt Hierusalem.
[Historia de los francos que tomaron a Jerusaln, por Raymundo de Agiles, cannigo
de Puy.]
52 Historia Hierosolimatanae expeditionis, edita ab Alberto canonico ac custode Aquensis
ecclessiae. (Historia de la expedicin de Jerusaln, por Alberto, cannigo de la Iglesia
de Aix.) Sobre el hambre del sitio de Marrah, vase tambin la obra Fulcherii
Caruotensis Gesta peregrinantium Francorum cumarmis Hierusalem. purgentium.
(Hechos de los francos que van armados en peregrinaje a Jerusaln, por Foucher de
Chartres.)
53 Gesta Tancredi principis in expeditione Hierosolimitana, auctore Rodulpho Cadomeni,
ejus familiari. (Tomo V, Los hechos del prncipe Tancredo en la expedicin de Jerusaln,
por Raoul de Caen, su familiar.)
54 Glabri Rodulphi, Clumacegsis monachi, Historiarum sui temporis. Libri V, ab electione
Hugonis Capeti in regem, ad annum usque MXLVI. (Duchesne, tom. 3, p. 1 et suiv.)
Libro Tercero
CMO EMPEZ EL TRFICO DE ESCLA
VOS INDIOS
ESCLAV
EN EL NUEV
O
MUNDO
NUEVO
Isabela fue el nombre que en honor de la reina que entonces ocupaba el trono de Castilla, dio Coln al primer pueblo europeo que fund en
La Espaola, y el primero tambin que existi en el Nuevo Mundo. All
entreg en 30 de enero de 1494, a Antonio de Torres, comandante de la
flota que deba partir para Espaa, un memorial para los Reyes Catlicos, en el cual les daba cuenta del estado de la colonia, y de lo que deba
proveerse para su incremento. Con Torres envi tambin los hombres,
mujeres y nios tomados en las islas Caribes, que acababa de descubrir,
para que aprendiendo el castellano, volviesen a servir de lenguas, pues
aunque los indgenas de todo lo descubierto hasta entonces parecan
entenderse entre s; haba mucha diferencia, no slo entre las lenguas
de diversas islas, sino en las diversas provincias y pequeos distritos de
La Espaola. Daba Coln la preferencia a los caribes, de los que pensaba tomar muchos para intrpretes, porque como asaltaban todo el archipilago, eran en su concepto los ms versados en esos idiomas, y por
lo mismo, ms a propsito para difundir la cultura y la religin que adquiriesen, renunciando a sus brbaras costumbres con el trato y enseanza de los castellanos.
Propuso tambin Coln, en el citado memorial, que sera muy conveniente enviar a Castilla como esclavos cuantos caribes se pudiese;
que se habilitasen buques para introducir anualmente en La Espaola
todas las cosas necesarias para su fomento, las cuales se podran pagar
con esos esclavos; y que el gobierno podra tambin cobrar por ellos
algn derecho al introducirlos en Espaa. Fundbase Coln en que los
caribes seran mejores esclavos que otros indios; que convertidos al cristianismo seran otras tantas almas que se salvaran, y que al ver los
indios mansos, enemigos de los caribes, que a stos se les esclavizaba,
cobraran afecto a los espaoles como sus defensores; mientras que, por
otra parte, el exhausto erario de Castilla adquirira cuantiosos recursos
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esclavos, los cuales llegaron a Cdiz en tres naves al mando de Per Alonso
Nio.14 De este nmero remitironse 24 a Sevilla, y murieron diez en el
ro Guadalquivir.15
Cierto cacique, que en concepto de Las Casas era el de la Vega Real,
no pudiendo cumplir el servicio personal que a l y a sus indios se les
haba impuesto, huyronse a los montes; mas, perseguidos, muchos fueron enviados a Espaa como esclavos en cinco naves,16 y 200 de ellos
fueron dados a los maestres en pago de sus fletes.
En las nuevas revueltas de los indios de La Espaola, en 1498, ocasionada por la desenfrenada conducta de los castellanos, los infelices
que escaparon con vida, fueron en gran nmero reducidos a esclavitud
por el adelantado don Bartolom Coln.17
Ya por este tiempo haba el Almirante tornado a La Espaola, y en
algunas de las naves en que lleg, envi a Castilla los ltimos indios
esclavizados por su hermano. Daba l gran importancia a este trfico, y
calculando las ventajas que al Tesoro le rendira, lo mismo que el del
palo del Brasil, escribi en 1498 a los Reyes Catlicos, dicindoles:
De ac se pueden, con el nombre de la Santa Trinidad, enviar todos
los esclavos que se pudiesen vender, y brasil, de los cuales si la informacin que yo truje es cierta, me dicen que se podrn vender 4 000, y que
poco valer valern 20 cuentos; y 4 000 quintales de brasil que pueden
valer otro tanto, y el gasto puede aqu ser 6 cuentos; as que prima az
buenos seran 40 cuentos si esto saliese as.18
Propuso tambin Coln, que los maestres de los buques pudiesen
recibir esclavos de los colonos, para venderlos en Sevilla, y que despus
de deducidos los gastos de su transporte y manutencin, comprasen con
el dinero restante todos los artculos que los colonos les encargasen.
Esta idea tuvo un principio de ejecucin, porque dos o tres maestres
de naves pusieron carteles anunciando que llevaran a Sevilla por 1 500
maraveds cuantos esclavos se les diesen para venderlos all y cobrar su
flete. Alegrronse mucho todos los vecinos de La Espaola, y el Almirante prometi dar carga para los buques.19
Suplic, por ltimo, a los Reyes Catlicos que los castellanos de La
Espaola pudiesen servirse de los indios por un ao o dos, mientras se
enderezaban los negocios de la isla.20
Crtica era la situacin del Almirante en La Espaola, pues durante
su permanencia en Castilla, Francisco Roldn haba sublevado con sus
intrigas la mayor parte de los espaoles, y ponindose a la cabeza de la
rebelin, despreci la autoridad del Adelantado, y aun puso acechanza a
su vida. Creyendo el Almirante que el atentado de Roldn no se diriga
contra l, sino contra su hermano don Bartolom, trat al principio de
desarmarle por medios pacficos; pero fuerte Roldn con el apoyo de los
castellanos que en gran nmero le seguan, cada da era ms insolente
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poder de los extranjeros, sobre todo, de los portugueses, que eran entonces sus formidables rivales, los Reyes Catlicos cambiaron de poltica, levantando aquella prohibicin. Quisieron, pues, iniciar una nueva
era, y por la Real Provisin de Madrid del 10 de abril de 1495, diose
licencia a todos los castellanos para que fuesen a descubrir y traficar en
el Nuevo Mundo; mas, no pudiendo el gobierno romper de un golpe con
todas las mezquinas ideas del sistema prohibitivo que entonces prevaleca en Europa, someti a ciertas reglas y condiciones la misma libertad
que conceda.
Todas las naves que hubieran de salir para esas expediciones, deban partir de Cdiz, y no de otro punto alguno de Espaa, con obligacin de presentarse los armadores, antes de partir, a los oficiales reales
de aquella ciudad.
Los que fuesen a La Espaola deban dar al rey las dos terceras
partes del oro que all cogiesen, y el dcimo de todas las dems cosas
en que negociasen, entregando lo uno y lo otro al receptor de aquella
ciudad.
Los que salan para otros puntos de las Indias, deban pagar la dcima parte de cuanto rescatasen en su viaje, entregndolo a los oficiales
reales a su retorno a Cdiz, y para que en esto no hubiese fraude,
exiganles all fianzas competentes, antes de hacerse a la vela.
Todo buque deba llevar a bordo una o dos personas nombradas por
los dichos oficiales reales de Cdiz, y adems, la dcima parte de las
toneladas de su porte con el cargamento que quisiese el gobierno, sin
estar obligado ste a pagar flete alguno; bien que tan dura condicin
limitose a las naves que partieran para La Espaola, nico punto hasta
entonces colonizado en aquellas regiones.
Por ltimo, como segn las capitulaciones concertadas por el gobierno con el almirante don Cristbal Coln, a 17 de abril de 1492, ste
poda cargar en cada uno de los bajeles que fuesen a las Indias la octava
parte de su porte;31 ahora tambin se impuso a los armadores la obligacin de que de cada seis navos, el dicho Almirante pudiese cargar uno
por su cuenta sin pagar flete alguno.
En virtud de la licencia general concedida por la anterior real provisin, algunos navegantes se dispusieron a gozar de ella; pero la demora
en armar sus expediciones, y las reclamaciones del almirante Coln
contra ese permiso, por considerarlo contrario a lo que l haba capitulado con el gobierno, frustraron por entonces los proyectos de los espaoles que intentaban ir a traficar y a descubrir.
Los Reyes Catlicos, haciendo justicia a Coln, no slo le confirmaron de nuevo todas las condiciones del referido asiento ajustado con l,
sino que revocaron la Real Provisin de 10 de abril de 1495 en todo
aquello que pudiese perjudicarle.32
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Qued, pues, encerrada la esclavitud de los indios dentro de los estrechos lmites que tena; pero un hecho glorioso, acaecido en 1498, rompi las barreras que existan, abriendo un campo inmenso a la codicia de
los conquistadores y a la esclavitud de la raza indiana.
No por casualidad, sino con intencin decidida de buscar el continente, sali Coln de la barra de Sanlcar con seis naves el 30 de mayo
de 1498. Luego que lleg a la Gomera, una de las islas Canarias, envi
tres de sus naves directamente a La Espaola con los bastimentos que
juzg necesarios, y con las otras tres prosigui su viaje. La primera
tierra del Nuevo Mundo que entonces vio fue una isla a la que dio el
nombre de Trinidad, y siguiendo su navegacin, entr en el golfo de
Paria, donde por la inmensa cantidad de agua dulce que en l derramaba el caudaloso ro del Orinoco, infiri con razn que se hallaba en un
gran continente, siendo sta la primera vez que realmente lo descubri.
Yo estoy dijo a su tripulacin, yo estoy credo que sta es tierra
firme, grandsima de que hasta hoy no se ha sabido, y la razn me ayuda
grandemente de este tan grande ro y mar que es dulce.33
Saliendo de aquel golfo reconoci la isla que llam Margarita, y las
isletas a que dio los nombres de Concepcin, Testigos, Guardas,
Cubagua, Coche o Cochem y otras.34
Bien quera Coln continuar ese descubrimiento; mas, fuele imposible, porque su quebrantada salud; el cansancio de la tripulacin; el porte de los buques demasiado grande para un viaje de exploracin; pues
tuvo que ocultar a su gente el designio que llevaba de descubrir, por
temor de que le pusiesen algn estorbo; el vehemente deseo que tena
de enviar a su hermano don Bartolom a que continuase el descubrimiento que dejaba comenzado, y, sobre todo, el triste presentimiento de que
su presencia era necesaria en La Espaola, obligronle a meter proa
hacia ella, donde llega el 22 de agosto de 1498.35
El oro y perlas descubiertas entonces, y las brillantes pinturas que a
Castilla llegaron del magnfico pas descubierto por Coln, inflamaron a
los castellanos. stos, pues, apresurronse a obtener licencias de la corte
para descubrir a sus propias expensas ms all de lo conocido, dando al
gobierno la cuarta o quinta parte de todo lo que rescatasen. Si ideas de
justicia y de lcita ganancia hubieran animado a esos expedicionarios,
los hijos del Nuevo Mundo no habran sufrido tantas calamidades; pero
los castellanos que entonces aparecieron en aquel inmenso teatro, aunque, de una parte, mostraron, en medio de los mayores peligros, una
audacia sin lmites y una heroica constancia; de otra, se mancharon con
una codicia insaciable y con espantosas crueldades. Tales son los rasgos
que distinguieron a la generalidad de los conquistadores espaoles, pero
al misma tiempo, justo es tambin decir, que el gobierno de la metrpoli
siempre conden tal conducta, y que no faltaron nobles pechos castella-
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Este relato de Herrera concuerda en parte con la relacin del primer viaje que el impostor Amrico Vespucio supuso haber hecho por
orden de don Fernando, el Catlico, pues aunque dice que lleg a Cdiz
con 222 esclavos, calla el paraje en que los cogi. No guarda, empero, el
mismo silencio en su carta a Pedro Segundo de Mdicis,42 en la que
cuenta que navegando desde La Espaola, descubri 200 leguas hacia
el norte ms de mil islas, y que en una de ellas cogi 232 esclavos. Esas
islas no pudieron ser otras que las Lucayas, aunque Vespucio exagera
su nmero, pues se sabe que no son tantas.
Fernndez de Navarrete43 pretende probar que Ojeda no pudo llevar a Cdiz el nmero 222 o 232 indios esclavizados.
Las naves de Ojeda no tenan capacidad para contenerlos; pero es
de notar que Navarrete ignora los toneles que medan, y por lo mismo,
es muy aventurada su aseveracin. Supone que eran de 50 a 60 y que
con tales dimensiones era imposible dar cabida a la tripulacin y a los
mencionados esclavos. Aun admitiendo la suposicin de que cada nave
slo fuese de 60 toneles, bien se conoce que Navarrete prescinde de los
hechos que pasaban en las pirticas expediciones de los aventureros
espaoles, pues stos amontonaban en un pequeo espacio a los infelices indios que cogan, pudiendo a veces tenerlos sobre cubierta, principalmente cuando no se luchaba con los rigores del invierno.
En nuestros das hemos visto que los contrabandistas negreros han
llevado de frica a la Amrica, centenares y centenares de esclavos en
buques que no podan contener cmodamente ni aun la mitad de su humana mercanca; y si Navarrete hubiera conocido la historia del trfico
africano, no se habra servido de un argumento de que se ha burlado la
codiciosa crueldad de tantos armadores.
Antes de haberse prohibido en este siglo el trfico africano por las
naciones europeas, el Gobierno espaol en muchos de los asientos que
ajust con los traficantes portugueses para introducir esclavos en sus
colonias del Nuevo Mundo, seal a cada tres de stos el espacio de una
tonelada.
Si de esto hacemos aplicacin a las naves de Ojeda, aun suponiendo
seguro a Navarrete, que cada una fuese de 60 toneles, resultar que
como cada tonel representaba una capacidad mayor que una tonelada,
los 60 de cada nave equivaldran a 72 toneladas; es decir, que cada nave
podra contener 216 esclavos, y las dos, 432; pero siendo solamente 232
el nmero mayor de los esclavos, es evidente que las dos referidas naves que quedaron a Ojeda, tuvieron sobrada capacidad, no slo para
esos indios, sino para toda la tripulacin y otras cosas.
Ni tampoco es de olvidar que uno de los objetos de esas expediciones
era el de robar hombres para venderlos como esclavos, y que por lo
mismo, antes de hacerse a la vela calculaban el espacio ms o menos
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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD
grande que deban dejar en los bajeles, para colocar la presa que pudieran hacer. En prueba de que as era, insertronse en algunos asientos
clusulas en que se permita la importacin de ciertos esclavos en Espaa. En el que se ajust con Rodrigo de Bastidas en 5 de junio de 1500,
estipulose que de los esclavos negros loros que en los reinos de Castilla
eran habidos y reputados por esclavos, as como de todo lo dems de
cualquiera especie que fuese, pagase al gobierno la cuarta parte, despus de sacados todos los gastos de la expedicin:44 y clusula semejante se estamp tambin en la capitulacin hecha con el comendador Alonso
Vlez de Mendoza, para ir al descubrimiento de las islas y Tierra Firme
en las Indias, en 20 de julio del mismo ao de 1500.45 Quizs se extraar, que cuando en todos los asientos que para descubrir y comerciar se
ajustaban entonces, se prohibiese expresamente que fuesen a las posesiones portuguesas en frica, que era de donde se podan traer a Castilla, y se hablase tambin de stos como si existieran en el Nuevo Mundo; pero tal extraeza debe cesar, si se reflexiona que ste an estaba
desconocido, y que en la ignorancia general que reinaba, bien pudo creerse que hubiera all gente negra.
2 Dice Navarrete que tampoco podan llevarse en dichas naves los
vveres y aguada necesarios para tanta gente. Ftil razn: los indios
eran muy sobrios, y bastbales una escasa racin para alimentarse.
Adems, los malvados que los esclavizaban, muy poco se cuidaban de su
alimento, y por eso moran en gran nmero, as como murieron muchos
de los que Ojeda llevaba. En cuanto al agua suceda lo mismo, sin que
por esto se olvide la facilidad con que ella poda renovarse en muchos de
los puntos en que tocaban, y de recogerla en alta mar de las lluvias que
cayesen. Ni es esto una simple conjetura, pues acerca de la alimentacin de los indios embarcados, viene en mi apoyo lo que dice el padre
Las Casas:
Es esta averiguada verdad que nunca traen navio cargado de indios
as robados y salteados como he dicho, que no echan la mar muertos la
tercera parte del de los que meten dentro con los que matan por tomallos
en sus tierras. La causa es porque como para conseguir su fin es menester mucha gente para sacar ms dineros por ms esclavos: y no llevan
comida ni agua, sino poca por no gastar los tiranos que se llaman armadores: no basta apenas sino poco ms de para los espaoles que van
en el navio para saltear: y ass falta para los tristes: por lo qual mueren
de hambre y de sed: y el remedio es dar con ellos en la mar. Y en verdad
que me dijo hombre dellos que desde las islas de los Lucayos donde se
hicieron grandes estragos desta manera hasta la isla Espaola que son
60 o 70 leguas, fuera un navio sin aguja y sin carta de marear, guindose
solamente por el rastro de los indios que quedaban en la mar echados
del navio muertos.46
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3 Invoca tambin Navarrete la cdula que los Reyes Catlicos expidieron en Sevilla a 20 de junio de 1500, para que se pusiesen en libertad
los indios enviados por Coln y vendidos en Andaluca. Y si tales son
sus palabras con el almirante no tuvieron consideracin en este asunto, es creble que la tuviesen con unos aventureros que haban tomado
por fuerza y reducido a esclavitud a tanto miserable? Fundado en esto,
cree que como Ojeda lleg a Cdiz en el mismo en que ya se haba expedido aquella real cdula, no era posible que se le hubiese permitido la
venta de tales esclavos. Aqu es preciso advertir que la cdula de los
Reyes Catlicos no fue general, sino especial, y tan especial, que se limit a ciertos indios enviados por Coln y que tena en depsito Pedro
de Torres.47
Verdad es que a esa fecha ya los Reyes Catlicos haban mandado
pocos meses antes, que slo fuesen esclavos los indios de La Espaola
cogidos en buena guerra; pero estas ltimas palabras abran la ms
ancha puerta a la codicia y maldad de los aventureros, porque en diciendo que los esclavos trados a Castilla haban sido hechos en justa guerra,
ya quedaba removido el obstculo que se presentaba.
Por otra parte, equivcase mucho Navarrete, figurndose que los
sbditos castellanos cumplan las rdenes de sus monarcas en los asuntos de Indias. Todo era disimulo, engao y corrupcin, y sin salir de ese
mismo ao de 1500 que l cita, armador hubo, como pronto se ver en el
viaje de Pinzn, que lleg a Andaluca con indios robados en el Nuevo
Mundo y mantenidos en esclavitud.
La cuarta y ltima razn en que se funda Navarrete, es que en los
extractos que hizo Muoz de los antiguos libros de Indias, nada se halla
tocante a estos esclavos. ste es un argumento negativo, y los de esta
especie poca fuerza tienen en general, sobre todo, cuando se refieren a
negocios de poca importancia como en el presente caso; porque un descuido, o una inadvertencia puede pasarlo por alto. Si Muoz no habl de
ellos, otro cronista, exacto tambin, cual fue Antonio de Herrera, y que
tuvo a la vista todos los documentos de aquella poca, no slo dice que
Ojeda llev aquellos indios a Cdiz, sino que indica el paraje en que los
cogi. Por lo dems, al impugnar yo las razones de Navarrete, no es mi
nimo sostener que Ojeda hubiese llevado los tales esclavos, sino tan
slo manifestar la debilidad de las razones en que Navarrete se funda
para negarlo.
A pocos das de haber salido Ojeda de la baha de Cdiz, parti tambin de la barra de Saltes Per Alonso Nio, natural de Moguer, compaero de Coln en algunos viajes, y piloto conocido en la carrera de Indias. Careciendo de recursos, cedi el mando a Cristbal Guerra,
hermano de un mercader llamado Luis, quien dio el dinero para armar
con 33 hombres una carabela de 50 toneles.
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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD
Siguiendo lo mismo que Ojeda el derrotero de Coln, lleg al continente ms arriba de la provincia de Paria, y corriendo hacia el poniente,
sin esclavizar ningn indio, porque quizs se lo impona la poca gente
que llevaba, trafic con ellos hasta el puerto de Chirivichi, recogiendo
en cambio de bujeras algn oro y ms de 150 marcos de perlas. Los
indios quedaron muy contentos, pues creyeron en su ignorancia que los
cristianos iban engaados.48 Haba entre las perlas algunas del tamao
de avellanas, y tan hermosas como las mejores del Oriente. Con este
rico cargamento hizo Per Alonso rumbo para Espaa en febrero de 1500,
y al cabo de 61 das de penosa navegacin arrib al puerto de Bayona en
Galicia.
Grande fue la sensacin que este viaje caus en toda Espaa, por la
cantidad de perlas introducidas; y aunque es verdad que ningn indio
fue entonces esclavizado, he debido hacer mencin de este viaje, porque
despertando la codicia de los espaoles, armronse nuevas expediciones, que fomentaron en el nuevo continente la esclavitud de sus hijos.
Vicente Yez Pinzn, uno de los valerosos compaeros del primer
viaje de Coln, arm con licencia real y con ayuda de su sobrino y de
otros parientes, cuatro carabelas que salieron del puerto de Palos a principios de diciembre de 1499.
En sus correras lleg en 1500 hasta las bocas del gran ro de las
Amazonas:49 all visit algunas isletas bien pobladas de gente muy pacfica; pero en recompensa de la buena acogida que le dieron, esclaviz a 36 personas; y despus de haber tocado en otros puntos, torn a
Palos el 30 de septiembre de aquel ao con una parte de los indios que
cautiv, pues los dems perecieron en la navegacin.50 Yo no s si esos
esclavos fueron vendidos o repartidos entre los ladrones que los cogieron; pero, de un modo o de otro, es indudable que uno de ellos toc
a Vicente Yez Pinzn. Cuando ste y sus sobrinos fueron a descubrir, prometieron a un Diego Prieto, vecino tambin de Palos, que de
los esclavo que trajesen de aquel viaje le daran uno. Mas, no habindole
cumplido su promesa, y hallndose en la corte, Prieto en su ausencia
les tom un esclavo indio que tenan en Palos. Luego que ellos lo supieron, acudieron al rey para que Prieto les devolviese el esclavo, pues
les era muy til en razn de que hablando ya la lengua castellana,
poda entenderse con los espaoles y con los indios. Para facilitar su
devolucin, ofrecieron pagar a Prieto el valor de otro esclavo comn, y
el rey mand que as se hiciese.51
A fines de diciembre del mismo ao de 1499, y muy poco despus de
la salida de Pinzn, parti con dos naves del referido puerto de Palos
Diego de Lepe, y navegando sobre las mismas aguas de su antecesor,
dobl el cabo de San Agustn, desembarcando en varios puntos de la
costa hasta el ro de las Amazonas. En uno de esos parajes escribi su
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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD
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comisin. Apenas pis aquella isla en 1500 ultraj las canas y los eminentes servicios de Coln, echndole un par de grillos, lo mismo que a
sus hermanos el adelantado don Bartolom y don Diego, y envindolos presos a Castilla, a donde llegaron en noviembre de aquel ao.65
Nunca pensaron los Reyes Catlicos que el infame Bobadilla llegase a
tanto extremo, y desaprobando su conducta, relevronle, nombrando
en 1501 a Nicols Ovando, comendador de Lares y caballero de la Orden de Alcntara. Tena ste fama de honesto en palabras y obras,
sencillo en su trato, prudente, justiciero, y no codicioso;66 pero su conducta posterior en el mando de La Espaola, desminti las buenas
prendas que se le atribuan.
Entre las facultades que a Ovando se dieron, una fue que tomase
residencia a su antecesor Francisco de Bobadilla y a sus oficiales. sa
fue la primera que se mand hacer en el Nuevo Mundo, y desde entonces hasta el da se ha seguido practicando con los gobernadores de la
Amrica espaola.
La provisin comisionando a Ovando para residenciar a Bobadilla,
est en Navarrete, tomo III, pgina 517, nmero 46.
El 13 de febrero de 1502 zarp Ovando de Sanlcar de Barrameda
para su destino, con una flota de 31 naves al mando de Antonio de
Torres, llevando a su bordo 2 50067 o 3 000 personas68 nobles en su
mayor parte.
Iba entre ellas un joven sin reputacin alguna, pero que ms adelante haba de ser el ms valiente defensor de los indios, y uno de los hombres ms grandes que figuran en la historia del Nuevo Mundo. Como ya
le he citado algunas veces, y muchas ms le citar, es preciso decir quin
fue varn tan esclarecido.
De una familia francesa establecida en Sevilla desde el tiempo de
su conquista por San Fernando, en el siglo XVIII, naci en aquella ciudad Bartolom de las Casas, en 1474. Tal es la opinin comn, porque
habiendo muerto en 1566, y dndosele entonces generalmente 92 aos
de edad, es muy fundada la creencia de que naci en aquel ao. Su
apellido era Casaus o Casas, y l usaba indistintamente los dos en sus
escritos; pero al fin prevaleci el ltimo, bajo del cual es como le conoce la historia.
Siendo cursante de Derecho en la Universidad de Salamanca, en cuya
ciencia se gradu de licenciado, trjole de Amrica su padre Francisco
Casaus, compaero de Coln en su segundo viaje, un indiecito esclavo
de los que en La Espaola reparti aquel descubridor entre algunos
castellanos y que fueron mandados restituir a su patria por orden de la
reina Isabel. Capricho raro del destino, que empezase por tener un
esclavo indio a su servicio el mismo que consagr despus toda su vida a
la defensa de la libertad de esa raza!
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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD
Sigui la carrera eclesistica, y en la ciudad de la Vega de La Espaola celebr ocho aos despus de su llegada la primera misa que se
cant en el Nuevo Mundo; siendo de notar, como dice el cronista Herrera,
que los clrigos que ella se hallaron, no bendecian; conviene saber,
que no se bebi en toda ella una gota de vino, porque no se hall en toda
la isla, por haber dias que no habian llegado navios de Castilla.69
Ni fue slo Bartolom de las Casas quien para consuelo de los indios
pas entonces con Ovando a las tierras del Nuevo Mundo; que acomparonle tambin algunos religiosos.
Al tratar de la suerte de los indios, no es posible prescindir del poderoso influjo que en su bien y conservacin ejercieron algunas rdenes
monsticas.
Dgase lo que se quiera de los frailes en Espaa durante el siglo XVI,
lo cierto es que en medio del furor de la conquista del Nuevo Mundo,
muchos de ellos fueron los ms valientes y constantes defensores de la
libertad de los indios. Si de la Orden de Santo Domingo sali el inquisidor Torquemada, que tantas lgrimas y sangre hizo derramar en Castilla,
grato es recordar que de su seno tambin salieron muchos hijos que
fueron en el Nuevo Mundo el amparo y consuelo de muchos millones de
indios. Esta importante consideracin manifiesta la necesidad de indicar aqu la primera entrada de los religiosos en aquellas tierras.
Una de las instrucciones que los Reyes Catlicos dieron en 15 de
junio de 1497 a Cristbal Coln cuando se preparaban para su tercer
viaje, fue que se procurase llevar algunos clrigos y religiosos de buenas costumbres, para que administrasen los sacramentos a los castellanos y convirtiesen los indios a la fe catlica;70 pero estos deseos no pudieron realizarse sino en aos posteriores.
Los primeros religiosos que pasaron al Nuevo Mundo fueron diez de
la Orden de San Francisco, en compaa del gobernador Ovando, para
que fundasen en La Espaola un monasterio, llevando por prelado a
fray Alonso del Espinar, varn respetable y de virtud.71
A estos religiosos siguieron los dominicos en 1510, cuyo viaje se debi a la inteligente iniciativa del venerable doctor fray Domingo de
Mendoza, hermano de fray Garca de Loaiza, despus confesor de Carlos V, cardenal, arzobispo de Sevilla y presidente del Consejo de Indias.
Conferenci aqul sobre de esta materia con dos de los frailes dominicos que le parecieron ms dispuestos a abrazar su pensamiento: uno fue
fray Pedro de Crdoba, natural de la ciudad de ese nombre, de noble
estirpe, joven de 28 aos, pero de gran prudencia, conocimiento y vida
ejemplar.
Otro, fray Antonio Montesino, buen predicador. Estos dos ganaron
a su propsito a fray Bernardo de Santo Domingo, que aunque poco
versado en los negocios del mundo, era de muchas letras y devocin. En
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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD
biertas; los indios los miraban como sus formidables destructores, y por
doquiera que los vean aparecer, o se armaban para combatirlos, o despavoridos huan a los montes. En los asaltos de Pinzn; de Cristbal
Guerra y de otros aventureros en diversos puntos del continente, principalmente en Cartagena, los indios haban matado en su defensa algunos castellanos; stos clamaron por venganza, cuando eran los verdaderos agresores; dijeron al gobierno que aquellos indios eran canbales; y
horrorizada la reina Isabel de esta idea y de la pintura que de sus feroces costumbres le hicieron, dio facultad por la Provisin de 30 de octubre de 1503 para hacer la guerra y esclavizar a los canbales rebeldes de
Cartagena, y de las islas entonces llamadas Bura o Bar, Fuerte, y San
Bernardo, pudiendo servirse de ellos, o venderlos donde quisiesen.
Fundose este permiso en que dichos indios hacan guerra y se coman a otros indios que estaban bajo la dominacin de Espaa; en que
no queran convertirse a nuestra religin ni admitir en sus tierras a los
cristianos, y en que haban matado muchos de stos. Por ende dice la
Provisin, por la presente doy licencia facultad todas cualesquier personas que con mi mando fueren, as las islas Tierra Firme
del dicho mar Occano que fasta agora estn descubiertas, como los
que fueren descobrir otras cualesquier Islas Tierra Firme, para que
si todava los dichos Canbales resistieren non quisieren rescibir
acoger en sus tierras los capitanes gentes que por mi mando fueren
facer los dichos viages, oirlos para ser dotrinados en las cosas de
nuestra Santa Fe Catlica estar en mi servicio s mi obediencia, los
puedan cautivar cautiven para los llevar las tierras islas donde
fueren, para que los puedan traer traigan estos mis Reynos
Seorios, otras cualesquier partes logares do quisieren por bien
tobieren, pagndolos la parte que dellos nos pertenezca, para que los
puedan vender aprovecharse dellos, sin que por ello cayan nin incurran en pena alguna, porque trayndose estas partes servindose
dellos los cristianos, podran ser ms ligeramente convertidos traidos
nuestra Santa F Catlica.73
Para ms estimular el espritu descubridor de los castellanos,
pregonose en Sevilla en 1504 una Real Cdula, mandando que a los que
hiciesen la guerra a los indios rebelados, se les diesen como esclavos las
cuatro partes de cuantos cogiesen, reservndose los restantes para el
gobierno.74
Desde la citada Provisin de 30 de octubre de 1503, aquellos pases
lo mismo que otros, so color de que estaban habitados por caribes, quedaron ms expuestos que antes al saqueo y al incendio de los castellanos que de La Espaola los asaltaban para robar, matar y esclavizar a
los indgenas. Si el cielo hubiera conservado por ms tiempo la vida de
la reina Isabel, a su noticia habran llegado tantos crmenes como se
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Notas
1 Memorial que para los Reyes Catlicos dio Cristbal Coln en la ciudad Isabela, en la
isla Espaola, a 30 de enero de 1494 a Antonio Torres, sobre el suceso de su segundo
viaje a las Indias, publicado por Navarrete, tomo 1, pgina 225. El original de este memorial existe en el Archivo General de Indias en Sevilla, en el Libro de Cdulas y Provisiones de Armadas, legajo 1 de diferentes materias.
2 Las listas de los colonos dejados por Coln en La Espaola, dicen unas que fueron 37
personas, otras que 38 y otras que 39. (Muoz, Historia, del Nuevo Mundo, lib. III,
38.) Navarrete publica otra lista de la que resultan 40, sin contar a Diego de Arana que
qued por gobernador, ni a sus tenientes Pedro Gutirrez y Rodrigo de Escobedo. (Coleccin de Navarrete, tom. II, documentos nm. 13.)
3 Muoz, Historia del Nuevo Mundo, lib. V, 25.
4 Historia Indita de los Reyes Catlicos, por Andrs Bernldez, cura de los Palacios,
cap. CXX. Herrera, dc. 1, lib. II, cap. XVI. Muoz, Historia del Nuevo Mundo, lib. V,
26 y 27.
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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD
Carta del obispo de Badajoz a 16 de abril de 1495, impresa en la Coleccin... de Navarrete, tomo II, nmero 92, cuyo original existe en el Archivo de Indias en Sevilla.
Herrera, dc. 1, lib. II, cap. XVII. Muoz, Historia del Nuevo Mundo, lib. V, 27.
10 stos eran nueve esclavos que le entreg Coln para que viniesen a Espaa a aprender
la lengua y sirviesen despus de intrpretes (Carta de los Reyes Catlicos al obispo
Fonseca y a Juanoto Berardi en 2 de Junio de 1495.)
11 Orden de los Reyes Catlicos, comunicada al obispo Fonseca desde la ciudad de Tortosa
a 13 de Enero de 1496.
12 El primer adelantado que pas al Nuevo Mundo, fue D. Bartolom Coln. Las Leyes de
Partida explican el significado de esa dignidad. La 22, ttulo 9, partida 2 dice: Adelantado tanto quiere decir como home metido adelante en algun fecho sealado por mano
del rey, et por esta razon el que antguamente era as puesto sobre alguna grande tierra
llambanlo en latin presaes provinciae; et el oficio deste es muy grande, ca es puesto
por mano del rey sobre todos los marinos, tambien sobre los de las cmaras et de los
alfoces, como sobre todos los otros de las villas.
De los adelantados habla tambin, aunque no tan extensamente, la ley 1, ttulo 4, partida 3.
Sin referirse al adelantado don Bartolom Coln, pues que habla de tiempos posteriores,
Bartolom de las Casas explica en un sentido irnico lo que eran los adelantados que
pasaban al Nuevo Mundo. Dice: Entre otras mercedes que se les hacian era comunmente
hacellos Adelantados, y porque se adelantaban en hacer males y daos tan gravisimos
gentes pacficas que ni los habian offendido, ni algo les debian, con los mismos adelantamientos que procuraron, hallaban, y hallaron su muerte, como la gallina escarvando el
cuchillo. (Las Casas, Historia General de las Indias, lib. III, cap. CXVII.)
13 Herrera, dc. 1, lib. III, cap. II.
14 Muoz, Historia del Nuevo Mundo, lib. VI, 4. Herrera, dc. 1, lib. III, cap. V.
15 Muoz, Colec., tom. LXXV.
16 Herrera, dc. 1, libro III, cap. XIII.
17 Muoz, Historia del Nuevo Mundo, lib. VI, 35 y 36.
18 Las Casas, Historia General de las Indias, tom. III, cap. CL. Herrera, dc. 1, lib. III,
cap. XIII.
19 Las Casas, Historia General de las Indias, tom. III, cap. CLV y CLVI.
20 Las Casas, Historia General de las Indias, tom. III, cap. CLV y CLVI.
21 Las bases de este convenio se hallan en la Vida del Almirante por su hijo don Diego
Coln, cap. LXXX.
22 Muoz, Historia, del Nuevo Mundo, lib. V, 46. Herrera, dc. 1, lib. III, cap. XV.
23 Muoz, Historia del Nuevo Mundo, lib. VI, 46.
24 Muoz, Historia del Nuevo Mundo, lib. VI, 47.
25 Muoz, Historia del Nuevo Mundo, lib. VI, 50.
26 Herrera, dc. 1, lib. III, cap. XVI.
27 Las Casas, Entre los Remedios presentados por mandato del Emperador Rey, Remedio VIII, Razn 1. Herrera, dc. 1, lib. IV, cap. VII.
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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD
de las cosas que desconocidas a Ptolomeo, fueron encontrados por los nperis]. El autor de la introduccin fue Martn Ilacomilo, seudnimo de Waldseemller, quien dedic
la obra al emperador Maximiliano desde la ciudad de Saint Di exoppido divi Deodati,
que segn Navarrete corresponde hoy a Tata o Dolis, ciudad de la Hungra inferior;
pero me parece que se equivoca, pues Saint Di es una ciudad que est en Francia en el
departamento de Vosges. De que ese libro impreso fue el primero en que al Nuevo
Mundo se dio el nombre de Amrica, no cabe duda alguna, al leer ciertos pasajes en l
contenidos. Tratando en el captulo IX, de las tres partes del mundo ya conocidas, y de la
cuarta que se supone descubierta por Amrico Vespucio, se dice: que no hay razn para
no dar el nombre de Amrica, a las tierras descubiertas por Amrico. Y en el captulo VII
que habla de los climas, se dice: y la cuarta parte del Mundo, por haber sido descubierta por Amrico, es lcito llamarla Amrige o Amrica como tierra de Amrico. Este
nombre empez a repetirse desde entonces en los tratados de cosmografa y geografa
escritos e impresos en las naciones extranjeras, en las cuales al fin prevaleci. El nombre de Amrica nadie lo usaba todava en Espaa. Martn Fernndez de Enciso, compaero de Ojeda en su ltimo viaje, llam Indias al Nuevo Mundo, en la Suma de
Geografa que imprimi en 1519; y ese nombre sigui emplendose en Espaa por el
gobierno y por los escritores. No faltaron espaoles que reclamasen contra la injusticia
del nombre de Amrica, dado al Nuevo Mundo. Fernando Pizarro y Orellana en su obra
Varones Ilustres del Nuevo Mundo [Pref., p. 2] propuso llamarle Fer-Isablica, en memoria de los Reyes Catlicos, bajo cuyo cetro fue descubierto y conquistado; pero otros
ms interesados en la gloria de Coln, queran que se denominase Colonia o Columbiana.
[Cron. del Gran Cardenal, lib. 1, cap. 62, 1, y Monarqua de Espaa, lib. 3 cap. 11].
Hay en el norte del continente americano, sobre las costas del mar Pacfico, un territorio llamado Oregn o Columbia; y as tambin se llama el pequeo distrito federal en
que est asentada la capital de la repblica norteamericana. Pero es de sentir que los
hijos de ella, al constituirse en nacin independiente, no hubiesen reparado el culpable
olvido de los pasados siglos, dando a su repblica, en vez del nombre de Estados Unidos del Norte Amrica, el de Estados Unidos del Norte Colombiano. Ideas ms elevadas que esos orgullosos republicanos tuvieron las provincias de Venezuela, Nueva Granada y Ecuador, pues luego que hicieron su independencia llamaron Colombia, a la
nueva nacin que formaron; pero roto despus el lazo poltico que las una, cada una de
ellas recobr su antigua denominacin, perdindose el nombre de Colombia que a todas
comprenda. Hijo de Cuba, digo con placer que cuando las cenizas de Coln fueron
trasladadas de la ciudad de Santo Domingo a La Habana, a fines del pasado siglo,
recibiselas all con gran pompa y solemnidad. Aludiendo a la injusticia de que el Nuevo
Mundo descubierto por Coln no llevase su nombre, sino el de Amrica, el digno sacerdote cubano, doctor don Jos Agustn Caballero, que pronunci la oracin fnebre en
las exequias que se le hicieron, dijo lo que transcribo:
...Levntate, t grande Almirante; levntate de ese sueo augusto de la muerte: sal de
esa noche eterna, y ven a reclamar tus derechos violados, tus mritos desatendidos y
tus trabajos premiados en ajena cabeza: sal de ese majestuoso panten, y reclama la
injusticia con que estos continentes descubiertos a fuer de tus meditaciones, de tus
desvelos y de tus afanes, llevan hoy el nombre de un viajero intruso y envidioso, que los
visit siete aos despus que t. Injusta, desagradecida antigedad! Por qu no llamaste a estas islas las Colombinas, si Coln fue quien las descubri? Por qu con una
sola palabra has ajado el primer laurel de su corona, le has usurpado todo su gloria?
Me permits decir lo que quiero? Quisiera que las naciones todas congregadas en pleno
consejo, tratasen de restituir a Coln este derecho imprescriptible a la verdad por ms
que los hombres pronuncien siempre Amrica: yo quisiera que reproduciendo la sentencia definitiva pronunciada por el Supremo Consejo de Indias el ao de 1508... Pero
a qu me detengo en intiles exclamaciones y vanos esfuerzos, si el mismo nombre
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Amrica recordar siempre la injusticia de su aplicacin y los merecimientos del Almirante, como los ha recordado a mi memoria slo el haber proferido Amrico Vespucio?
38 Simn, Noticias Historiales, part. 1, noticia 2, cap. III.
39 Herrera, dc. 1, lib. IV, cap. II.
40 Enciso, Suma de Geografa. Simn, Noticias Historiales, noticia 2, cap. III, p. 61.
41 Herrera, dc. 1, lib. IV, cap. III y IV.
42 Viaggi dAmerigo Vespucci con la vita, lelogio la dissertazione giustificativa di questo
celebre navigatore, del Padre Stanislao Canovai, delle scuole pei, publico professore di
Matematica. Opera postuma. Firenze, 1817.
43 Coleccin de los Viajes y Descubrimientos, tom. III, sec. 1, p. 10, nota 3.
44 Asiento con Rodrigo de Bastidas, para descubrir por el mar ocano, inserto en la Coleccin... de Navarrete, tom. II, no. 133, p. 244.
45 Esta capitulacin se halla ntegra en la Coleccin de documentos de Navarrete, tom. II,
no. 135, p. 247.
46 Las Casas, Brevsima Relacin de la Destruccin de las Indias.
47 Dicha cdula est en la Coleccin del mismo Navarrete, tomo II, pgina. 346.
48 Las Casas, Historia General de las Indias, lib. 1, cap. 171.
49 Llmase tambin Maran u Orellana, por ser este ltimo el nombre del espaol que
naveg por sus aguas desde el interior hasta el mar.
50 Herrera, dc. 1, lib. IV, cap. VI.
51 Real Cdula al Corregidor de Palos, expedida en Granada a 29 de Junio de 1501. Insertola
Navarrete en su Coleccin de Viajes y Descubrimientos, etc., tomo III, nmero 43.
52 Herrera, dec. 1, lib. IV, cap. VII.
53 Las Casas, Historia General de las Indias, lib. I, cap. CLXXII.
54 Fernndez de Navarrete, Coleccin de los Viajes, etc., tom. III, sec. 1a, p. 25.
55 Fernndez de Navarrete, Coleccin de los Viajes, etc., tom. III, sec. 1a, p. 25.
56 Este asiento se halla en la Coleccin de Navarrete, tomo II, nmero 133.
57 Gonzalo Fernndez de Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. III, cap. VIII, y Francisco Lpez de Gomara, que muchas veces le sigue ciegamente [Historia General de las
Indias, cap. LVII], se equivocan cuando dicen que Bastidas sali de Espaa en 1502.
Adems de no ser probable que hecho el asiento de Bastidas en junio de 1500, l hubiese dejado transcurrir dos aos sin emprender su viaje, Herrera, autor ms exacto que
Oviedo y Gomara, dice positivamente que Bastidas sali para su expedicin a principios
de enero de 1501. (Herrera, dc, 1, lib. IV, cap. XI).
58 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. III, cap. VIII. Herrera, dc. 1, lib. IV, cap. XI.
59 Muoz, Colec., tom. LXXV.
60 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXVII, cap. I y II.
61 Esta carta se halla en e1 Archivo de Indias en Sevilla, Patronato Real, legajo 8, de
donde la tom Navarrete para insertarla en su Coleccin, tomo II, nmero 149, pgina.
292 y ss.
62 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXVII, cap. I.
63 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXVII, cap. I.
64 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXVII, c. II.
65 Herrera, dc. 1, lib. IV, cap. VIII y X.
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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD
Libro Cuarto
INTRODUCCIN DE ESCLA
VOS INDIOS
ESCLAV
AN
TO RICO
EN LA ESP
AOLA,
EN
SAN
JU
ESPAOLA,
JUAN DE PUER
PUERTO
Y EN CUBA. REALES CDULAS
QUE LA A
UTORIZARON. FAMOSO REQUERIMIENTO
AUTORIZARON.
A. FUNEST
A INFL
UENCIA
DE ALONSO DE OJED
OJEDA.
FUNESTA
INFLUENCIA
DE LA A
UDIENCIA DE SANTO DOMINGO
AUDIENCIA
EN LA SUER
TE DE LOS INDIOS
SUERTE
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el rostro, para no afear con una marca ignominiosa la imagen del hombre que Dios cre a su semejanza.
La codicia de los traficantes fue estimulada con las nuevas concesiones que el gobierno les hizo. Por cuanto dijo el rey, en nuestro
Consejo se resolvi ser del servicio de Dios y nuestro que de las Indias
donde no hay oro se traigan indios La Espaola para servir los cristianos, ser instruidos en la F, y apartados de sus vicios idolatras,
dimos facultad para ello con tal que se nos pagase el quinto. Aora sabiendo los muchos gastos que hay para traellos, damos facultad para
que todos puedan hacerlo sin pagar nada, con licencia del Almirante y
Oficiales de las islas que ellos sealaren.10
Esa misma real cdula concedi igual facultad y merced a los castellanos que introdujesen indios esclavos en la isla de Puerto Rico, pero
no en Cuba, porque an no estaba conquistada.
Pens el rey en aos anteriores introducir en Castilla esclavos de las
Indias, y por eso, en un despacho de 3 de julio de 1510, pregunt al
tesorero Pasamonte y a Luis de Lizarazu, factor de La Espaola nombrado en 1508, qu ganancias habra en enviar esclavos para venderlos
en Espaa. Pero la extraordinaria disminucin de los indios de La Espaola forz al rey a cambiar de opinin; y por la citada Real Cdula de
21 de julio de 1511, mand al almirante Coln que ninguno llevase esclavos indios del Nuevo Mundo a Castilla, fundndose en que ni quera
despoblar aquellas tierras, ni que sus hijos muriesen en Europa con la
mudanza de temperamento. Y como los espaoles se burlaban de esas
prohibiciones, segn costumbre, renovronse en Burgos a 12 de agosto
de 1512, so pena de perder los indios introducidos en Espaa y 50 000
maraveds de multa; prohibiciones que siempre despreciadas, repitironse por las Reales Cdulas de Madrid en 22 de abril, y de Toledo en 4
de diciembre de 1528, y con duras y nuevas penas en 25 de septiembre
de 1543 y en 21 del mismo mes, en 1556.11
Ms cercano Puerto Rico a las islas Caribes que La Espaola, Jamaica y Cuba, estuvo mucho ms expuesto a sus frecuentes asaltos;
bien que los indgenas se defendieron comnmente con valor. 12
Quejbanse stos de que los caribes de la Dominica y de otras islas vecinas los invadan con el nico objeto de cogerlos para comrselos; y
como a pesar de las intimaciones que se les haban hecho para que desistiesen de tan brbara costumbre y abrazasen el catolicismo, an persistan en sus atrocidades, el rey Fernando dio licencia en 1511 para que
los castellanos de Puerto Rico les hiciesen la guerra y esclavizasen.13
Insoportable a los indios de ella la dominacin espaola alzronse en
1511, y su gobernador Juan Ponce de Len tuvo que sostener una guerra
para subyugarlos.14 Vencdos que fueron, tomronse algunos por esclavos; pero temiose que naciesen los mismos inconvenientes que en La
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1 Que arreglase con los oficiales reales de la Casa de la Contratacin de Sevilla el nmero de buques, gente y lo dems necesario, procurando la brevedad, as para la seguridad de la isla de San Juan, como
para proveer de esclavos a La Espaola.
2 Que de los caribes cautivados entregase dos tercios a los oficiales
reales de La Espaola, para que los vendiesen y aplicasen su producto
a los gastos de la armada; y el tercio restante lo repartiese entre los que
fuesen en ella, en lugar de sueldo. Si no se hallaba quien fuese con ese
partido, agregase al tercio, el sueldo ms corto que se pudiese, con acuerdo de los oficiales reales de Sevilla.
3 Que fuese con la armada derechamente a las islas de los caribes
que ms dao haban hecho a la de Puerto Rico, para destruirlos y cautivarlos todos a la mayor brevedad.
Sali, pues, de Sevilla Juan Ponce de Len con tres naves en mayo
de 1515: desembarc en la isla llamada Guadalupe por Coln; pero emboscados los caribes, matronle la mayor parte de la gente. Este suceso
produjo, al fin, la licencia general del gobierno para esclavizar a todos
los caribes; pero imponiendo al mismo tiempo la pena de muerte, a todo
espaol que esclavizase indios que no lo fuesen:29 pena ilusoria, porque
nunca se aplicaba; y aunque seriamente se hubiese tratado de imponerla, no era fcil conocer en muchos casos, si los indios apresados eran
verdaderos caribes.
De 1 200 de stos ya introducidos en La Espaola, dijeron al gobierno los jueces y oficiales reales de ella, en 6 de septiembre de 1515, que
haban muerto muchos por comer hovos30 en los campos, y que otros se
huan en canoas. Por lo dems, eran mucho mejores para el trabajo que
los lucayos, y moran menos.31
Todava en aos posteriores existan en La Espaola esclavos lucayos.
Deseando sacarlos de tal estado, los frailes los entregaron por naborias
para que sirviesen a los castellanos que los tomaban por 6 pesos; mas,
habiendo los oidores y oficiales reales de aquella isla declarndolos
naborias perpetuos, result que, como deca el obispo de Santo Domingo en 1532, haban sido vendidos y heredados muchas veces, y algunos
ms de 20: por lo cual pidi al emperador don Carlos que los diese a
todos por libres; pues de ello vendra gran provecho a la tierra, y descargara la conciencia Real de S.M.32
No bastaban las Lucayas a la codicia de los castellanos de La Espaola y Cuba; y teniendo noticia de que al poniente de ellas haba algunas islas pobladas de indios pacficos, dirigironse a ellas para hacerlas
correr la misma suerte que a las Lucayas.
Poco ms o menos apartadas de la costa del continente, y entre el
puerto de Honduras y el de Caballos, estn esas islas; y como una de
ellas, frontera ocho leguas a Trujillo, se llamaba Guanaxa, disele en
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como se ignoraba si all los haba, era de temer que los indgenas se
alborotasen con las entradas de los espaoles, resultando grandes inconvenientes para la colonizacin.43
Las costas de Cuman y otras de aquellas partes del continente,
llamada entonces Costa de las Perlas, fueron para los espaoles un semillero ms fecundo de esclavos que las islas Guanaxas y Caribes. No
hubo medio por horrible que fuese de que no se valieran los espaoles
para esclavizar indios; y para reprimir tantos males, prohibi el gobierno que los espaoles fuesen a traficar a aquella regin; mas, no faltaron
hombres que lo hiciesen.
Un Juan Bono de Quexo, natural de Vizcaya, sali de La Espaola
en 1516 para la isla de la Trinidad, acompaado de 60 o 70 hombres. Los
indgenas al verle llegar se aprestaron para la guerra; mas, habindoles
dicho que iba de paz y que deseaba vivir entre ellos, tuvieron no slo la
necedad de creerle, olvidndose de las incursiones que por all se repetan, sino la de recibirle afectuosamente, ofrecindole fabricar bohos
donde habitase con su gente, y darles de comer a todos en abundancia,
como realmente lo hicieron. Dejemos a Las Casas que cuente este trgico suceso:
Hazenles una gran casa de madera en que morassen todos: porque
assi la quisieron los espaoles: que fuesse una no mas para hazer lo que
pretendian hazer y hizieron. Al tiempo que ponian la paja sobre las varas, madera y avian cobrido obra de dos estados: porque los de dentro
no viessen los de fuera, so color de dar priessa que se acabasse la
casa: metieron mucha gente dentro della, y repartironse los espaoles:
algunos fuera, al derredor de la casa con sus armas para los que saliessen:
y otros dentro. Los quales echan mano las espadas y comienzan amenazar los yndios desnudos que no se moviessen: sino que los matarian: y
comenzaron atar y otros que faltaron para huyr: hizieron pedazos con
las espadas. Algunos que salieron heridos y sanos y otros del pueblo
que no avian entrado: tomaron sus arcos y flechas: y recgense otra
casa del pueblo para se defender donde entraron 100, 200 dellos y
defendiendo la puerta: pegan los espaoles fuego a la casa y quemarlos
todos bivos. Y con su presa que seria de 180 200 hombres que pudieron atar, vanse su navio y alzan las velas y van la ysla de San Juan
donde venden la mitad por esclavos: y despus La Espaola donde
vendieron la otra. Reprehendiendo yo al Capitan desta tan insigne
traicion y maldad: la sazon en la misma isla de San Juan: me respondi; anda Seor que assi me lo mandaron y me lo dieron por instruccion
los que me enbiaron: que quando no pudiesse tomarlos por guerra que
los tomase por paz. Y en verdad que me dixo que en toda su vida avia
hallado padre ni madre: sino en la isla de la Trinidad: segun las buenas
obras que los yndios le habian hecho.44
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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD
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mismo Figueroa al emperador, fechada en Santo Domingo a 17 de agosto de aquel ao, le escribe estas palabras: Poco poco van trayendo
de Tierra Firme caribes y ilotas de los que comen carne humana, sin
reyerta de los PP. Dominicos.
Estas ltimas palabras prueban que los frailes dominicos estaban
siempre dispuestos a defender la libertad de los indios.
Despus de La Espaola, Cuba era entre todas las islas la que ms
esclavos quera, y no contenta con los que importaba de fuera, buscolos
tambin en su propio seno, pues peda que se esclavizase a los libres
indgenas que se fugaban a los campos y a los montes, y esa peticin
hizo no slo entonces, sino en aos posteriores.
Desde la muerte de Diego Velzquez, su gobernador, acaecida en
1524, hubo en ella partidas de indios alzados. Pidiose que los cogidos
fuesen esclavos; mas, el emperador orden que los religiosos y otras
personas fuesen a persuadirles que volviesen a la obediencia de S.M.;
que si no lo hacan, se les formase proceso jurdicamente para justificar
la causa y despus se les hiciesen tres requerimientos en forma; y que si
an no se sometan dentro del trmino que se les sealase, pudiese
declarrseles la guerra como vasallos rebeldes y tomarlos por esclavos.49 Yo no creo que las autoridades de Cuba ejecutaron lo que el monarca mandaba; y as fue, que los indios continuaron alzados por muchos aos, huyendo de la opresin que los destrua.
En los trminos de la villa de la Asuncin, o Baracoa, haba un cacique llamado Guam a quien se juntaron ms de 60 indios de otras partes; y en los lmites de la ciudad de Santiago y algunas villas, hubo tambin indios prfugos que hacan mucho dao. No teniendo los pueblos
de la Isla con qu pagar cuadrillas que los persiguiesen, su gobernador
Manuel de Rojas pidi al emperador en 1532, que a fin de estimular los
vecinos a la persecucin de los indios alzados, mandase que fuesen esclavos de quienes los prendiesen como antes se haba hecho.50 Pero el
emperador informado de la sencillez de aquellos indios, temi los abusos de los espaoles y neg la licencia que Rojas solicitaba.51
Rojas renov su peticin al gobierno en 1535.52 Tres meses despus,
Gonzalo de Guzmn, nuevo gobernador de Cuba, reiter la misma splica, fundndose, como su antecesor, en que no habiendo dinero con qu
pagar cuadrillas que persiguiesen a los indios, era preciso darlos por
esclavos a quienes los capturasen en recompensa de sus trabajos.53
Como los alzamientos parciales de los indios de Cuba continuaban,
renovose la peticin de que se formasen cuadrillas contra ellos, dndolos por esclavos a sus perseguidores en premio de sus fatigas.
As lo pidieron tambin al emperador en 1540 los procuradores de
las poblaciones de la isla de Cuba que anualmente se reunan en Santiago, su capital; y al intento deseaban que el soberano enviase una real
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nente, pero tal denominacin fue errnea, porque haba muchos indios
que coman carne humana, teniendo lengua, usos y costumbres del todo
diferente a los caribes.
Segn la Declaratoria de Figueroa, los cristianos no podan esclavizar caribes sin licencia de las autoridades espaolas, llevando en su compaa al veedor o veedores que deban darles las justicias u otros empleados del gobierno, y adems de los guatidos de las islas y partes
comarcanas a los dichos caribes, para que stos viesen que los cristianos no hacan mal a los indios pacficos. A los espaoles que esclavizasen indios no caribes, impsoles aquella Declaratoria pena de muerte y
de perdimiento de bienes, aplicndose dos tercios al fisco y lo restante a
la persona o personas que denunciasen o acusasen a los infractores.
Pero los espaoles nunca cumplieron lo que en bien de la raza indgena se les mandaba, y nadie expres mejor esta triste verdad, que el
venerable Las Casas en las palabras que escribi en 1552, y que yo repito ahora.
Nunca jams hasta hoy los espaoles guardaron mandado, ley, ni
orden, ni instruccin que los Reyes Catlicos pasados dieron: ni una ni
ninguna de su Magestad en esto de las guerras, ni en otra cosa que para
bien de los indios proveido se oviese: y por una sola que se oviese guardado ofrecera yo a perder la vida. Para prueba de esto, vanse las
residencias de todos los gobernadores pasados, y las probanzas que unos
contra otros han hecho, y las informaciones que cada hora aun en esta
corte se pueden hacer, y hallar vuestra Alteza que uno ni ningun gobernador ha habido, ni hoy lo hay (sacado el visorey D. Antonio, y el
Licenciado Cerrato de los presentes, y el Obispo de Cuenca D. Sebastian
Ramirez en los pasados) que haya sido cristiano, ni temido Dios, ni
guardado su ley, ni la de sus reyes, y que no haya sido destruidor, robador,
y matador injusto de todo aquel linaje humano.56
Notas
1 Herrera, dc. 1, lib. VII, cap. III.
2 En 1511 nombr el rey dos oficiales reales ms para La Espaola; de contador a Gil
Gonzlez Dvila, y de factor a Juan de Ampues. (Herrera, dc. 1, lib. VIII, cap. XVII).
3 Muoz, Colec., tom. XC.
4 Herrera, dc. 1, lib. VII, cap. VIII.
5 Vase el juicio que Bartolom de las Casas hizo del famoso Requerimiento en su Historia General de las Indias lib, III, cap. LVII, y en el Apndice XII a su vida, por
Quintana.
6 Cdula del Rey Catlico al Almirante Don Diego Coln en 22 de Octubre de 1509.
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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD
Real Cdula de Monzn a 15 de Junio de 1510. Herrera, dc. 1, lib. VIII, cap. IX.
XCIV.
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Libro Quinto
DESCRIPCIN DE LA ISLA DE CUBAGU
A. LA PESC
A
CUBAGUA.
PESCA
A
DE LAS PERLAS EN EST
A
ISLA
FOMENT
ESTA
FOMENTA
LA ESCLA
VITUD DE LOS INDIOS. ORIGEN
ESCLAVITUD
DEL CONSEJO DE INDIAS. PROYECTOS
DE LAS CASAS SOBRE COLONIZACIN
DE UNA P
AR
TE DEL CONTINENTE. FER
VOR
ARTE
FERV
PAR
CON QUE FUERON ACOGIDOS
POR LOS PREDIC
ADORES DEL REY
PREDICADORES
REY.. INTERESANTE
ESCENA DE ESTOS EN EL CONSEJO DE INDIAS.
SE FIRMA AL FIN SU ASIENTO EN LA CORUA, A 19
STCULOS CON QUE TROPIEZA
DE MA
YO DE 1520. OB
MAYO
OBSTCULOS
EN LA PRCTIC
A. DESASTRES EN CUMAN. XITO
PRCTICA.
FATAL DE LA EMPRESA DE LAS CASAS. DECDESE
A TOMAR EL HBITO DE LA ORDEN DE SANTO
DOMINGO
DOMINGO.. EXPEDICIN DE JCOME DE CASTELLN
A CUMAN. REAL PRO
VISIN DE 17 DE NO
VIEMBRE
NOVIEMBRE
PROVISIN
DE 1526
Entre todas las islas que descubri Coln en 1498, Trinidad fue la
mayor, y aunque careca de oro y perlas, influy en la esclavitud de los
indios por estar ventajosamente situada para sus relaciones mercantiles con el fronterizo continente. Despus de la Trinidad, Margarita fue
la segunda en tamao; pero ni esas dos, ni ninguna de las cuatro Grandes Antillas, fomentaron tanto el trfico de esclavos indios, como una
isleta rida, despoblada, y frontera a las costas de Cuman. Cubagua,
que tal era su nombre, ocup en el siglo XVI un lugar muy importante; y
como ya hoy es casi desconocida, bien merece recordarla y describirla.
Baja apenas tres leguas; con muy poca vegetacin y sin agua dulce,
reciba sta del ro de Cuman, siete leguas distante, y la lea de la isla
de la Margarita, situada una legua hacia el norte. Despoblada por su
aridez, los indios que a ella acudan, era tan slo para coger perlas. No
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na. Transcurrido algn tiempo, arrib all uno de los muchos buques
que iban a coger perlas a Cubagua. Los indios escarmentados de las
maldades de los castellanos, huan a la vista de sus naves; pero esta vez
confiados en la proteccin de los religiosos, aguardronlos y proveyronlos de bastimentos. Todos estuvieron de paz, hasta un da en que
aqullos convidaron al cacique del pueblo con su mujer a que fuese al
buque a comer. Siempre receloso, consult a los religiosos, y con su aprobacin, porque stos nada sospechaban de sus compatricios, acept el
convite: metiose en la barca con su mujer y 17 personas ms, que quiz
seran sus parientes, y al instante que entraron en la nave, alzaron las
velas y tiraron de las espadas, para que no se echasen al agua. Los indios del pueblo indignados de esta traicin corrieron a matar los frailes,
considerndolos cmplices de ella. Excusbanse stos, mientras los indios lloraban la prdida de sus compaeros. Pudieron, al fin, los frailes
aplacar el tumulto con la promesa de que todos seran restituidos dentro de cuatro meses. Afortunadamente apareci entonces por all otra
nave castellana, cuya gente enterada del caso, ofreci llevar la fatal nueva
a La Espaola y entregar al prelado de los dominicos, fray Pedro de
Crdoba, las cartas que le enviaban los dos religiosos, para que los librase de la muerte con la devolucin del cacique y dems indios robados. El buque pirata lleg a aquella isla, y antes que los indios hubiesen sido vendidos, echaron sobre ellos los jueces de apelacin, so pretexto
de que haban sido cautivados sin licencia, y repartinronselos entre s
por esclavos o por naborias. A pocos das lleg tambin la otra nave con
las cartas. El malvado salteador viendo su crimen descubierto, refugiose
en el recin fundado convento de la Merced, tomando el hbito de aquella Orden para escapar de la justicia. El prelado de los dominicos en La
Espaola, manifest a los jueces de apelacin el riesgo inminente que
corran los dos frailes de Cuman; pidi que al instante se fletase un
buque para restituir al cacique y sus compaeros. Pero aquellos jueces
se mantuvieron impasibles, conservaron los indios en su servicio, y vencido el trmino fatal de los cuatro meses, los dos religiosos perecieron a
manos de los indios.19
A pesar de la frialdad con que Herrera narra generalmente las maldades de los conquistadores del Nuevo Mundo, la atrocidad de este caso
anima algn tanto su pluma. Aprovecharon poco as dice, los ruegos, clamores y requerimientos que se les hicieron, ni la cierta muerte
de los religiosos, ni la infamia de la cristiana religion, ni la honra del
Rey, y sentimiento que habia, con razon, de tener de tal caso, que les
representaron, porque todo lo pospusieron, por no dejar las personas,
que cada uno habia cabido de aquel robo: y as se consumieron, el
Cacique, y los suyos, en los trabajos, y servicio de aquellos Jueces: y los
indios, pasados los cuatro meses, mataron los Frailes.20
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Cuatro aos pasaron sin que se hubiese alzado una sola voz pidiendo
el castigo de tanta maldad. Cuando Las Casas acus criminalmente a
los jueces de apelacin de La Espaola de cmplices de las atrocidades
cometidas contra los indios lucayos, acusolos tambin de causantes y
autores del asesinato de los frailes que acabo de narrar; mas, por los
motivos que expuse en otra parte, no se dio curso en La Espaola a la
acusacin intentada por Las Casas, y remitido el negocio a la corte, el
gobierno mand al licenciado Zuazo que hiciese informacin de quines
eran los delincuentes, y a los padres jernimos que an estaban en La
Espaola, que descubriesen el paradero del cacique y compaeros, para
restituirlos a su tierra.21 Pero los indios se consumieron en la esclavitud, el pirata que los rob, se qued en su convento de la Merced, y los
tres jueces de apelacin Marcelo de Villalobos, Juan Ortiz de Matienzo
y Lucas Vzquez Aillon, aunque tan criminales como el mismo pirata,
permanecieron impunes en el ejercicio de sus empleos.
Digna es de admiracin la conducta de los religiosos de aquella poca en el Nuevo Mundo, pues animados de su celo apostlico que llega al
herosmo, arrostraban la muerte por la salvacin de los indios. Lejos de
desalentarse por el sacrificio que fray Francisco de Crdoba y fray Juan
Garcs sufrieron en Cuman, salieron en 1518 para aquella tierra algunos padres dominicos y franciscos, en compaa de otros religiosos
que de Picarda haban llegado a Castilla; y con su trabajo personal y la
ayuda de algunos marineros, fabricaron dos monasterios,22 uno de dominicos llamado Santa Fe, junto a Maracapana en el puerto de Chirivichi;
y otro de franciscos, siete leguas ms al Oriente a un tiro de ballesta del
mar, cerca de la ribera del ro de Cuman.23 Los indios no les fueron
hostiles; y como esos buenos hombres procuraron atrarselos, pronto
se establecieron entre ellos amistosas relaciones. Sus trabajos no eran
sin fruto: habanse sosegado enteramente los indios; y un solo espaol
como dice Las Casas, base cargado de rescates tres y cuatro leguas la tierra dentro, y se volvia solo cargado de lo que habia rescatado, y los mismos que sto hicieron me lo afirmaron.24 Oviedo, a
pesar de no ser amigo de Las Casas, no slo corrobora esta aseveracin,
sino que la ampla, cuando asegura que Estuvo la provincia y tierra
que hay desde Pria hasta Unar (que sern 100 leguas de costa en la
Tierra Firme), tan pacfica que un christiano dos la andavan toda, y
tracctaban con los indios muy seguramente.25 Merced al celo de aquellos buenos religiosos tampoco se hacan entradas en Cuman para esclavizar indios, pues ellos denunciaban a los infractores de las leyes que
prohiban estos saltos. Pero de aqu naci otro mal; y fue, que como los
indios conocan la aficin de los castellanos a comprar esclavos, iban a
cogerlos a otras partes para vendrselos;26 trfico que tambin lograron cortar los padres.
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Si el gobierno de estos extranjeros fue funesto a Castilla por su rapacidad, pues hay autor contemporneo que los acusa de haber enviado a
Flandes 1 100 000 ducados,29 fuerza es confesar en honor de la justicia,
que fue de mucho ms beneficio para los indios que el del rey Fernando.
Habase mandado que todo espaol residente en el Nuevo Mundo,
pudiese escribir al gobierno cuanto tuviese por conveniente, y que tambin viniese a Espaa a dar sus informes de palabras o por escrito. Como
los oficiales reales ponan estorbos por su inters al cumplimiento de
esa orden, repitiose en 1521, so graves penas a los que impidiesen su
ejecucin.30 Esta facultad concedida a los castellanos fue de mucha importancia en un tiempo en que an no exista la imprenta en Amrica,
porque abra al gobierno el nico camino por donde podan llegar a su
noticia las ocurrencias del Nuevo Mundo.
No es, pues, extrao que Las Casas adquiriese mucha influencia con
unos ministros tan dispuestos a favorecer a los indios, y principalmente
con el gran canciller Selvagio, cuya muerte en Zaragoza privole de un
apoyo poderoso para la defensa de los indios. Sucediole Mercurino
Gattinara, natural de Miln, persona muy instruida, que figur en muchos de los acontecimientos polticos de aquella poca, y que supo tambin apreciar el mrito y virtudes de Las Casas.31
Pero si sus nobles pretensiones encontraron protectores decididos
en los ministros flamencos de Carlos, no aconteci lo mismo con una
corporacin respetable, compuesta de espaoles, y que intervenan en
el despacho de todos los negocios importantes del Nuevo Mundo. Claro
es que aludo al Consejo de Indias, de cuyo origen debo dar aqu una
breve idea.
Ya hemos visto que desde el principio del descubrimiento del Nuevo
Mundo, sus negocios corrieron bajo la direccin del obispo de Burgos
Juan Rodrguez de Fonseca, y aunque despus entendironse en ellos
varias personas nombradas por orden del rey, stas no formaron un consejo especial, sino una junta compuesta por lo comn de miembros de
otros consejos. Esa junta a la que impropiamente empez a drsele desde el principio el nombre de Consejo de Indias, formose en 1517, y no
antes, porque en un Parecer annimo presentado en 1516 a la reina doa
Juana, se leen las siguientes palabras:
Si hubiese de haber Consejo de Indias, los Oidores sean sin
pasion, y ni ellos, ni el Escribano tengan cosa en Indias, y as no
habr pasin.32
No fue pura la primera idea que dio origen a la formacin de esa
junta. Debiose a las injusticias y venalidades que se cometieron en el
repartimiento de indios, hecho en La Espaola por Rodrigo de
Alburquerque en 1514, pues para ocultarlas, sus cmplices propusieron
al rey que formase un consejo aparte para la Amrica.
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Estrechsima amistad mediaba entre el secretario de Indias Francisco de los Cobos, el obispo de Burgos y su hermano Alfonso de Fonseca,
Seor de Coca y Alejos. Supo el segundo sacar partido de esas relaciones,
y logr que el monarca mandase formar una junta especial para los negocios de las Indias, compuesta del referido obispo de Burgos; su presidente, de Hernando de Vega, comendador mayor de Castilla; de don Garca
de Padilla; del licenciado Zapata; del milans Pedro Mrtir de Anglera;
del secretario Francisco de los Cobos, cuya influencia iba creciendo cada
da, y de Lope Conchillos, a quien se nombr de escribano.33
Esa junta, empero, no existi definitivamente como verdadero Consejo de Indias con presidente y ministros propios, hasta el ao de 1524,
en que por el extraordinario incremento de los negocios de Amrica,
juzg el emperador que deba nombrar un consejo especial que despachase, como los otros consejos, eligiendo en 4 de agosto de dicho ao
por presidente a fray Garca de Loaiza, general de la Orden de Santo
Domingo su confesor; y a primero del mismo mes expidironse los ttulos de consejeros al obispo de Canarias y al doctor Gonzalo Maldonado;
bien que ya eran miembros de l el mencionado Pedro Mrtir de Anglera
proto-notario, y otros.34
Trazados brevemente el origen y organizacin del Consejo de Indias, volvamos a los proyectos de Las Casas sobre la pacificacin y colonizacin de una parte del continente.
Propuso al gobierno en 1519 que se le diesen 100 leguas de costa en
Tierra Firme, donde no entrasen soldados ni gente de mar que turbasen la predicacin de los religiosos dominicos que l llevara para convertir los indios; pero esta propuesta fue mal acogida; no tanto por nacer de un hombre a quien odiaban algunos miembros del Consejo de
Indias, sobre todo, su presidente el obispo Fonseca, cuanto porque no
ofreca ventaja alguna ni al gobierno ni a ningn particular. Las Casas,
pues, retir la primer propuesta, y en el mismo ao present otra de
mayor importancia, prometiendo grandes provechos a la Real Hacienda sin que sta gastase nada. Esto, sin duda, influy en que fuese aceptada de los ministros flamencos de Carlos V y del nuevo gran canciller
Mercurino Gattimara, recin llegado a Espaa.
Quera Las Casas que se le diesen 1 000 leguas de costa desde el ro
Dulce, 100 leguas arriba de Paria, hasta el punto de occidente en que
aquellas terminasen, llevando en esto la mira de echar de Castilla del
Oro, a Pedrarias Dvila su malvado gobernador; pero por la contrata
que firm despus con el gobierno, dironsele solamente 260 leguas de
costa desde la provincia de Paria inclusive hasta los lmites de Santa
Marta; aunque por la tierra adentro se le concedi cuanto quiso.35 Peda
tambin que se le entregasen, para restituir a su pas natal, todos los
indios que de la tierra de su jurisdiccin se haban introducido en La
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Espaola y en otras islas; que se les permitiese llevar 12 religiosos dominicos y franciscos para la predicacin evanglica, y diez de los mdicos
de La Espaola que quisiesen ir voluntariamente a servir de intrpretes; que le acompaasen 50 castellanos escogidos por l, vestidos de
pao blanco con cruces rojas como las de Calatrava, y ciertos ramillos
harpados en cada brazo, para que los indios creyesen que eran gente
distinta de La Espaola que hasta entonces haban visto, y a la que
tanto teman por las maldades que contra ellos haban cometido.
Como no era fcil encontrar sin estmulo ni recompensa esos 50 hombres, Las Casas propuso que se les diese la duodcima parte de las rentas que se sacasen de los lmites de aquella tierra, y que la gozasen
todos sus descendientes; pero esta concesin se restringi por la contrata, a slo cuatro generaciones. Propuso igualmente que se les armase Caballeros de Espuela Dorada, se les diese escudo de armas, con
otros privilegios y exenciones, trasmisibles a sus herederos, y que con
permiso del Papa y del rey pudiese ms adelante fundar, con ellos, una
hermandad militar y religiosa.
Pidi as mismo, que cuando muriese alguno de esos 50 caballeros, l
pudiese elegir otro en su lugar, y que los indios pacificados dentro de los
lmites de su jurisdiccin, jams fuesen esclavizados, ni encomendados
a ningn otro gnero de servidumbre.
Obligose a fundar tres pueblos con fortaleza cada uno, a explorar los
lugares y ros que en la tierra tuviesen oro, informando de ello a S.M.; y,
por ltimo, a que tres aos despus de haber entrado en ella, el rey
percibiese una renta de 15 000 ducados que le tributaran los indios ya
pacificados; 15 000 ms al cuarto ao; otro tanto al quinto y as progresivamente, hasta que al dcimo ao llegase a 60 000 ducados.
Si el gobierno acogi favorablemente el proyecto de Las Casas, no
as los espaoles cmplices de la esclavitud de los indios. Imposible es
concebir sin trasladarse a aquellos tiempos, la violenta oposicin que
aquel proyecto encontr, pues la envidia de unos, los bastardos intereses de otros, y las srdidas pasiones que siempre se haban agitado contra
Las Casas, hicieron prorrumpir a muchos de sus enemigos en rabiosas
imprecaciones; mientras otros se burlaban del vestido blanco y cruces
rojas de los caballeros, llamndolos sambenitos, que era la seal ignominiosa con que la Inquisicin marcaba entonces a sus condenados.
En medio de ese clamor general, slo hubo un hombre que de buena
fe y apreciador del mrito de Las Casas, criticase con espritu evanglico su proyecto, no por el santo fin a que se encaminaba, sino por las
ventajas pecuniarias que al gobierno ofreca. Ese hombre fue el devoto
licenciado Aguirre, inquisidor, miembro del Consejo Real de Castilla y
albacea de la reina Isabel. Reconvenido Las Casas por l, acerca de los
ofrecimientos de dinero que haca en su contrata, aqul le respondi:
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Estos padres asociados de Las Casas y de uno o dos ms, entre los
cuales se contaba uno que se deca hermano de la reina de Escocia, y
que haba llegado a Espaa en 1516, o 1517 con 13 religiosos franceses
de San Francisco procedentes de Picarda,37 formaron en silencio una
junta; y en una de sus sesiones, el noble fraile escocs que en Cuman
observ la conducta de los espaoles con los indios, propuso una grave
y trascendental cuestin diciendo que Con qu justicia o poder se
pudo entrar en las Indias de la manera que los espaoles entraron en
ellas?38
Congregose varias veces esta junta, y al fin acord que estando obligados por la ley divina a poner remedio a los males de las Indias, todos
trabajaran hasta lograr el xito de la empresa, juramentndose a guardar el plan que deban seguir. ste fue el de la forma evanglica de
fraternal correccin; para lo cual exhortaran primero al Consejo de
Indias; si nada se lograba, amonestaran despus al Gran Canciller; si
esto no bastaba, amonestaran a Monsieur de Chievres; si ste tampoco
corresponda, dirigiranse al emperador y tambin le amonestaran; y si
todos estos pasos fuesen intiles, entonces predicaran pblicamente
contra todos ellos, dando su parte de la culpa al rey.39
A los pocos das presentronse los otros predicadores en la Sala de
la Junta que ya tambin se llamaba Consejo de Indias, con gran asombro de sus miembros, y tomando la palabra fray Miguel de Salamanca,
expuso todo lo que a su intento convena. El obispo Fonseca, presidente
del Consejo, respondi al fraile, echndole en cara su grande atrevimiento en ir con tal pretensin: djole, que los predicadores del rey no
tenan para qu meterse en las cosas que ste haca por sus Consejos;
que el monarca les daba de comer para que le predicasen el Evangelio,
y no para el asunto que los llevaba, en el cual deba de andar el licenciado Las Casas. El doctor La Fuente, uno de los ocho predicadores, replic al obispo de Burgos:
Que no se movian por Casas, sino por la Casa de Dios, cuyos oficios
tenian, i por cuya defensa eran obligados, y estaban aparejados poner
las vidas: y que no le deba de parecer atrevimiento, ni presuncion, que
ocho Maestros en Teologa, que podian ir exortar todo un Concilio
General, en las cosas de la F, y del regimiento de la Universal Iglesia,
fuesen exortar los Consejos del Rey, en lo que mal hiciesen, porque
era su Oficio mucho mejor, que el Oficio de ser del Consejo del Rey, y
que por tanto havian ido all persuadir, que se enmendase lo muy errado, injusto, que en las Indias se cometa: y que si no lo enmendasen,
predicarian contra ellos, como contra quien no guardaba la Ley de Dios,
ni hacia lo que convenia al servicio del Rey y que esto era cumplir y
predicar el Evangelio. Tom despus la mano don Garca de Padilla y
miembro del Consejo y dijo: Este Consejo ha hecho lo que debe, y ha
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que al mando de su amigo Gonzalo de Ocampo haba salido de La Espaola, por orden de aquella Audiencia, para castigar a los indios de
Cuman.
No tard Ocampo muchos das en llegar, presentole Las Casas sus
reales provisiones, intimole que no pasase adelante, pues a l le haba
encomendado el rey el pas a donde iba a hacer la guerra; y que si los
naturales estaban alzados, slo a l corresponda pacificarlos y sosegar
la tierra. Ocampo le respondi, que acataba las reales disposiciones;
pero no poda menos de cumplir lo que el almirante y la Audiencia le
mandaban, y que ellos le sacaran a salvo, como ejecutor de sus rdenes. Con esta excusa y con palabras muy graciosas, pues era gran decidor,
prosigui su cruel y destructora expedicin, cuyos deplorables resultados ya hemos expuesto ms arriba. En tan lamentable situacin, Las
Casas resolvi ir a La Espaola, a notificar al almirante y a la Audiencia
sus reales provisiones; mas, antes de marcharse, compr un buque en
500 pesos; y a los 200 labradores que haba sacado de Sevilla, repartiolos
de cuatro en cuatro, y de cinco en cinco, en las haciendas de los espaoles que voluntariamente se ofrecieron a sustentarlos.47
Lleg Las Casas a La Espaola, y en aquel teatro de sus continuas
contradicciones, fue recibido como era de esperar, bien por pocos y mal
por muchos. Dbase all el nombre de Consulta a una junta de diez
empleados, compuesta del almirante gobernador, de los jueces de apelacin y de los oficiales reales. Ante ella, pidi Las Casas la ejecucin de
sus reales provisiones; y sin mucha dificultad hicironlas pregonar en el
paraje ms pblico de la ciudad de Santo Domingo, capital de La Espaola. Requiri tambin a la Consulta para que le mandase desembarazar la tierra que llevaba encomendada, que tornase Gonzalo de Ocampo,
y que se le prohibiese continuar la guerra a los indios, pues la Consulta
no estaba facultada por el rey para darle tal autoridad. A fin de ganar
tiempo, respondisele que el asunto se examinara.
No falt quien denunciase como inservible el buque que Las Casas
haba comprado en Puerto Rico, y mandado reconocer por expertos,
declarsele intil y echsele ro abajo.48
As se iba demorando y comprometiendo ms cada da la empresa de
Las Casas. l instaba por su despacho, y viendo que se retardaba amenaz a la Consulta con ir a Espaa a quejarse de su conducta. No queriendo la Consulta renovar sus hostilidades con un hombre tan temible
como Las Casas, busc el medio de contestarle. Hzose, pues, compaa
con l, y ajustronse las capitulaciones siguientes: de 24 partes que se
ganasen, seis seran para la Real Hacienda; seis, para Las Casas y sus
50 Caballeros de Espuela Dorada; tres, para el almirante; cuatro, para
los cuatro oidores; tres, para los tres oficiales reales, figurando en primera lnea el malvado Miguel de Pasamonte; y las dos ltimas, para los
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Las Casas quedose solo con algunos amigos, criados suyos, y otros que
quisieron permanecer a sueldo.52
Estaba en aquel punto el convento franciscano de que arriba hemos
hablado, y del que era guardin fray Juan Garceto. A espaldas de la
hermosa huerta que tenan all los religiosos, fabric Las Casas una
atarazana para guardar los vveres, municiones y mercancas de rescate que llevaba. Por el rgano de los frailes y de una india llamada doa
Mara, que entenda algo el castellano, hizo saber a los indios las benficas intenciones que le animaban, y la buenaventura que deban prometerse bajo del nuevo monarca que reinaba en Castilla. Para que los
hechos correspondiesen a las palabras, empez a ganarse a los indios
con los regalos que les haca. Adems, comenz a levantar una fortaleza
en la boca del ro de Cuman, no slo para asegurarse de algn asalto de
los indios, sino para reprimir los desrdenes de los espaoles de Cubagua.
stos comprendieron muy pronto las miras de Las Casas, y conociendo
que si las realizaba, ya no podran saltear aquella tierra, sedujeron al
maestro que construa la fortaleza, para que no la continuase.53
Cubagua, como yo he dicho, careca de agua potable, y forzados los
castellanos a ir a buscarla al ro de Cuman, continuaron con su acostumbrada insolencia el pernicioso trato que tenan con los indios.
Amaban stos el vino hasta el exceso, y los espaoles se lo daban en
cambio de oro, mujeres y muchachos esclavizados. Agregbase a esto
que no sabiendo, o no queriendo los indios templar el vino con agua,
embriagbanse con frecuencia riendo entre s y matndose con sus
flechas envenenadas. Las Casas pas entonces a Cubagua a pedir al
alcalde mayor que la gobernaba, que atajase los males que los castellanos le ocasionaban, pues le impedan la pacificacin de la tierra. Torn a
Cuman; pero desengaados l y los religiosos de que era intil esperar
remedio alguno de Cubagua, tom la resolucin de ir a buscarlo a la
corte o a La Espaola. Prefiri a sta por tenerla ms a mano; pero
antes de partir, nombr por capitn de la gente que all dejaba, a Francisco de Soto, con encargo especial de que por ningn motivo permitiese que se apartasen del puerto de Cuman las dos naves que en l haba,
para que en cualquier evento desgraciado pudiesen salvarse en ellas.
Embarcose Las Casas para La Espaola, y despreciando Soto sus rdenes, envi las dos naves a diferentes partes de la costa, en busca de
perlas, oro y esclavos.
Esta situacin era favorable a las maquinaciones de los indios: no
las ignoraban los espaoles, y habiendo llegado a la sazn un buque de
los que andaban traficando por aquella costa, fueron a acogerse a l los
religiosos y la dems gente castellana, pero su capitn y tripulacin ms
crueles que los caribes, no quisieron recibirlos. A los 15 das de haber
salido Las Casas, los indios asaltaron la atarazana y el monasterio de
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de ser esclavos. Las razones que expusieron para tan dura sentencia,
revelan las ideas de aquella poca; y para bien apreciar su valor, es conveniente recordar el gran poder que haban los Papas adquirido en la
Edad Media.
Distinguidos jurisconsultos hubo entonces en Espaa que juzgaron
no ser necesaria la confirmacin ni donacin del Pontfice, para poseer
justamente las tierras recin descubiertas en el Nuevo Mundo; pero
siendo muy piadosos los Reyes Catlicos, y cediendo a la creencia general que ningn monarca poda adquirir legtimamente, sin tal autorizacin de la Iglesia, los pases que descubriese o conquistase, ocurrieron a
la Santa Sede, suplicndole que se dignase conceder a la Corona de
Castilla y de Len los pases descubiertos, y que en adelante se descubriesen. No fue est la primera vez que los soberanos ocurrieron al trono pontificio con iguales pretensiones. Cuando Enrique II de Inglaterra
intent la conquista de Irlanda en el siglo XII, envi a Roma al monje
Juan de Salisbury para obtener la aprobacin del papa Adriano IV.79
Del pontfice Martino V obtuvo tambin bula de concesin en 1420,
el rey de Portugal, cuando comprendi sus gloriosos descubrimientos
en la costa occidental de frica; y despus que stos se extendieron en
el curso del siglo XV hasta el cabo de Buena Esperanza, y una parte del
Asia, el monarca portugus alcanz de los pontfices Nicols V y Calixto III nuevas bulas para legitimar sus ttulos a las tierras que haban
cado bajo su dominacin.
Llevada Espaa de estos ejemplos, y de las creencias que entonces
existan, acudi igualmente al Papa, para que en virtud de su gran poder sancionase el dominio de los nuevos pases que acababa Coln de
descubrir; y Alejandro VI, que era entonces el pontfice reinante, concedi por las bulas de 3 y 4 de mayo de 149380 a los Reyes Catlicos, don
Fernando y doa Isabel, la peticin que le hicieron. Considerndose,
pues, al Papa como dueo supremo de todas las tierras pertenecientes a
los infieles, y habiendo concedido aqul a los Reyes Catlicos las del
Nuevo Mundo, en virtud de la mencionada bula, muy lgico era que los
telogos espaoles congregados en la referida junta de 1533, hubiesen
opinado del modo que lo hicieron. Fundronse en que si por derecho de
gentes, los infieles pueden tener dominio y jurisdiccin, sin pecado, y
sin que ningn cristiano tenga derecho de quitrselos; sin embargo, como
el Sumo Pontfice es sucesor de San Pedro y vicario de Jesucristo sobre
fieles e infieles, aunque todos no estuviesen al presente bajo la obediencia de la Santa Iglesia, infirese de este poder del Pontfice, que los
infieles, que no tienen ms ley que la natural, si algo hiciesen contra
ella, el Papa, no slo poda lcitamente castigar a los idlatras y gentes
que viven contra esa ley natural, sino que estaba obligado a hacerlo,
privndoles de sus tierras como injustos poseedores, y que en caso de
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Notas
1
Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XIX, cap. II. Herrera, dc. 1, lib. VII, cap. IX.
Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XIX, cap. I. Herrera, dc. 1, lib. VII, cap. IX.
Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XIX, cap. II. Herrera, dc. 1, lib. VII, cap. IX.
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LXXVIII.
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75 Herrera, en la dcada 5, libro II, captulo I, supone que este asiento se ajust en 1532,
pero en la dcada 4, libro VI, captulo XI, refirindose a los acontecimientos de 1531, dice
que Antonio Sedeo tena ya a la isla de la Trinidad bajo su gobierno.
76 Testimonio autntico de como en la carabela nombrada Trinidad, de Antonio Sedeo
gobernador de la Trinidad en 15 de Noviembre de 1530, estando en el puerto del
Aquiribano Tucipiari en el golfo de Paria. (Muoz, Colec.)
77 Muoz, Colec., tom. LXXIX.
78 Herrera, dc. 5, lib. II, cap. I.
79 Sane Hiberniam et omnes insulas, quibus sol justiciae Christus illuxit... ad jus. S. Petri
et sacrosanctae Romanae ecclesiae non est dubium pertinere. [Chart. Adriani. Leg.
Sax. 349.] Omnes insulae de jure antigvo, ex Donatione Constantini, qui eam fundavit
et dotavit dicuntur ad ecclesiam Romanain pertinere. [Joan Saris. Metalog. IV. 42.]
Keating pretende que los prncipes irlandeses dieron en 1092 la soberana de la isla al
papa Urbano II, por enemistad a Donchad OBrian, rey de Munster; pero Donchad fue
expulsado en 1047, y los irlandeses en su Memorial a Juan XXII, no admiten que sus
monarcas reconocieron jams un superior en lo temporal antes de la invasin inglesa.
Ford, XIL 26. Vase la historia de Inglaterra por Lingard, tomo I, captulo XII.
80 La primera de esas bulas insertola en latn Navarrete en su Coleccin de Viajes y Descubrimientos, etc., tomo II, nmero 17, pgina 23; y tambin la segunda a continuacin
acompaada de la traduccin castellana que public don Juan de Solrzano en su Poltica Indiana, libro VII, captulo X.
81 Herrera, dc. 5, lib. V, cap. VII.
82 Herrera, dc. 5, lib. IX, cap. XI.
83 Carta de Fray Bartolom de las Casas al Consejo de las Indias en 1531. (Muoz,
Colec.)
Libro Sexto
PRO
VINCIAS DE PARIA, CUMAN, VENEZUELA
PROVINCIAS
TA
Y SANT
A MAR
SANTA
MART
Cuando pasaban las cosas en el anterior captulo narradas, ya Espaa haba descubierto y colonizado gran parte del continente. Las regiones comprendidas entre las bocas de las Amazonas y la provincia de
Cartagena, no fueron, por cierto, las primeramente colonizadas; pero
como desde su descubrimiento fueron asaltadas por los castellanos para
coger oro, perlas y esclavos, y stos se sacaron de ellas sin interrupcin
durante la mitad del siglo XVI, forzoso es, para no cortar el hilo de los
acontecimientos, tratar de esos pases antes que de otros que fueron
primero colonizados.
De 1521 a 1530 ajustronse diversos asientos con el gobierno para
pacificar y poblar las provincias de Paria, Cuman, Venezuela y Guayra,
llamada despus Santa Marta por los espaoles.
Empezando por la ms oriental, vemos que Diego de Ordaz, uno de
los famosos capitanes de Hernando Corts, hizo asiento con el gobierno
en 1530 para conquistar y poblar las tierras que se tienden desde las
bocas de las Amazonas, sin tocar en nada a la dominacin portuguesa,
hasta el lmite occidental de la tierra que entonces se llamaba provincia
de Paria. Preparado su armamento, sali de Sevilla a principios del
siguiente ao, en el que lleg de su gobernacin, llevando por alcalde
mayor al licenciado Gil Gonzlez Dvila, por veedor de fundiciones a
Hernando Sarmiento, por tesorero a Jernimo Ortal y por contador a
Hernando de Carrizo.1
Por un artculo de su capitulacin con el gobierno permitisele hacer
la guerra a los caribes de la provincia de Paria con provisin de la Audiencia de La Espaola, encargndosele al mismo tiempo la conversin
y libertad de los indios pacficos; pero olvidndose de sus instrucciones,
empez a esclavizar violentamente, y a chocar con Antonio Sedeo, que
por tener la gobernacin de la isla de la Trinidad, haba construido una
casa fuerte en las tierras del cacique Uripari, en el vecino continente.2
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alzados por las crueldades que con ellos haban cometido Ortal, que fue
el primero que entr all, y despus Sedeo: que ambos esclavizaron
muchos indios libres, exportndolos para otros pases: que slo encontr de paz un cacique de Maracapana; pero que ya haba logrado pacificar la costa hasta el ro de Onare.7
Esas costas como otras ms al oriente y al poniente que haban sido
teatro de pirticas incursiones, continuaron sindolo en aos posteriores. En una informacin sobre el estado de varias gobernaciones de
Indias, hecha en Sevilla por mandado del licenciado Gregorio Lpez,
visitador de la Casa de la Contratacin, en cumplimiento de real cdula
expedida al intento, depusieron varios testigos, y entre otros es digno
de atencin lo que declar en 20 de junio de 1543 el clrigo bachiller
Luis Morales.
Mas, para bien comprender su testimonio, necesario es decir antes,
quin fue don Sebastin Ramrez de Fuenleal. Fue ste uno de los hombres ms dignos y honrados que pasaron al Nuevo Mundo, obispo de la
Concepcin en La Espaola, fue nombrado en 1528 presidente de
la Audiencia de aquella isla.8 Dironsele particulares instrucciones sobre el buen tratamiento de los indios; encargsele que impidiese los abusos que se cometan en hacer esclavos a los libres, no slo en las islas, sino
en Nueva Espaa, y que se informase tambin del hierro con que se marcaba a los indios esclavizados.9 Vengamos ahora al testigo Morales.
Haba ste residido 18 aos en diferentes pases de Amrica y de 10
a 12 en Santo Domingo como beneficiado. Dice que all, a ttulo de
naborias, se servan de los indios como esclavos; pero que don Sebastin
Ramrez los dio por libres para que sirviesen do quisiesen y a quien
mejor les pagase, hizo un pueblo de ellos con su trmino, tierras y un
clrigo, aunque puso uno u otro en personas honradas y de buena vida.
Declara que de toda la costa de Maracapana hasta Venezuela y de otras
provincias se llevaban a La Espaola muchos indios herrados con el
hierro del rey, donde se vendan pblicamente en cambio de ropas y
otros artculos. Al ver la cantidad de indios introducidos y que las costas
de Tierra Firme se despoblaban, la Audiencia mand cesar ese trfico;
mas, a pedimento de la ciudad de Santo Domingo, necesitada de esclavos para sus haciendas, diose licencia por los aos de 1533 a 1535 a ciertas carabelas para que fuesen con su capitn, veedor y tesorero con
instruccin que les obligaba a hacer sus requerimientos a los indios, a
esperar cierto tiempo la deliberacin de stos, y a cumplir con las dems formalidades que estaban mandadas. Este testigo fue enviado para
que viese como se haca, y vio que los espaoles andaban a caza de
indios, y cogido alguno con amenazas le obligaban a que les mostrase su
pueblo en el cual se echaban a media noche, tomaban la gente, y robaban cuanto oro, plata, etc. haba. Ni serva que los indios de algn pue-
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blo los recibiesen de paz, y les diesen mantenimientos, porque con engaos les hacan entrar en las carabelas y hacanlos cautivos. Hincheron
asi las carabelas. Por ceremonia hacian los requerimientos los indios,
teniendolos atados bajo cubierta y hacian que el escribano diese fee de
haverse hecho. Porque el deponente no quera firmar las diligencias hubo
de haber un motin, y firm forzado. Decian que iban ganar de comer
como quiera que fuese. Ni los indios pudieran entender tal requerimiento
aunque estuviera en su lengua, que ni conocer Dios, Papa ni Rey. Vista
mi relacion mand la Audiencia volver todos los indios sus naturalezas
costa de Capitan y armadores; pero sin efecto, pues luego hubo concierto que se depositasen sirviesen por seis aos fuesen libres. No
cree este testimonio que se acordaran dellos pasado ese tiempo.
Uno de los puntos de donde entonces salan ms expediciones para
saltear indios, era la Margarita, isla que Bartolom de las Casas llam
una ladronera; y todava en 1544 arribaban a La Espaola naves cargadas de indios esclavizados en las tierras de Paria y Cuman.10
De las atrocidades que se cometan en Cuman, hcenos una relacin dolorosa un italiano, llamado Jernimo Benzoni, natural de Miln,
que embarcndose en Cdiz en 1541, a la edad de 22 aos, anduvo ms
de 14 viajando por las Antillas y el nuevo continente. Public en italiano
una historia del Nuevo Mundo, la que tradujo en buen latn e ilustr con
notas el ingls Urbano Calveton, y que despus insert Teodoro de Bry
en su famosa Coleccin adornada de lminas.
Cubagua fue el primer punto a donde lleg Benzoni; y como su objeto no slo era conocer el Nuevo Mundo, sino hacer fortuna,11 acept la
invitacin que le hizo el gobernador de aquella isla, para que formase
parte de la expedicin que haba de salir para una provincia del interior,
llamada El Dorado. Poco despus arrib tambin a Cubagua, Pedro de
Herrera, gobernador de la Margarita, con dos bergantines y 30 espaoles, para pasar a la Tierra Firme y esclavizar indios. Puestos de acuerdo
aquellos dos jefes, Benzoni los acompa en su criminal empresa.
Desembarcaron en la boca del ro Cuman en el mismo sitio donde
estuvo el destruido monasterio de los franciscanos; y tirando de all hacia el oriente a lo largo de la costa del golfo de Cariaco, valironse de
algunos indios principales, tristes restos de la antigua poblacin, quienes
por una camisa, por un cuchillo, un poco de vino, u otra bagatela, dieron
a los espaoles, guas que los condujesen a la tierra de indios enemigos.
De este modo, asaltndolos ms de noche que de da, cogieron ms de
300 indios, hombres, mujeres, muchachos y nios.12 Con esta presa tornaron al punto de su salida, encaminndose pocos das despus al pueblo de Maracapana, que era una guarida de 400 piratas espaoles para
saltear indios en aquellas tierras. Estando all, Benzoni vio llegar una
expedicin con ms de 4 000 esclavos procedentes de largas distancias,
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Leon y ms que l: aquellos que en este Real Consejo solian estar que
tanto respeto tenan al Comendador Mayor porque conociendo quien
era don Alonso de Lugo, por testimonio del proceso que su mismo padre
hizo de sus tirnicos insultos sabiendas y con tanto propsito tornaron
dar el cuchillo de la justicia un hombre tan frentico como aquel, y
porque el Licenciado Serrato envia a Vuestra Alteza la relacion de sus
nefarias obras, no quiero decir ms.78
A las violencias cometidas en la Nueva Granada sobre el modo de
esclavizar a los indios, es indispensable agregar las crueldades que all
perpetr el capitn Francisco Martnez Pedroso.
En los palenques y pueblo de Sarrazar entr de guerra, y los indios
huyendo se retiraron a ciertas casas, que mand quemar con ms de 70
indgenas, cautivando a 250 que reparti entre su gente, de los cuales
murieron los ms en la jornada que hizo aquel capitn.
Para sacar oro, cort narices a unos, aporre a otros; y como los
indios se alzasen para resistir a sus crueldades, hzoles guerra con el fin
de matar a unos y esclavizar a otros. Con estas y otras atrocidades ocasion grandes males y despoblacin en aquella tierra.79
Notas
1
Muoz, Colec.
Muoz, Colec., tom. LXXXI, cap. I, p. 560. Col. Doc. inditos de Indias. (V. M. y M ).
156\
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per mancamento di vettovoglia, fatiche, &. travagli, quanto per lo dolore dabbandonare
la patria, i padri, le madri, &. i figli noli, erano per lo viaggio morti, &. se alcuni non
poterano caminare, accioche non restassino dietro a far guerra, gli spagnoli gli
cacciavano ne fianchi, &. nel petto lespade, &. gli conmazzavano; cosa veramente molto
compafsionevole da vedere la condutta di quelle meschine creature nude, stanche,
stropiate; alletanti per la fame, infermi, &. spediti. Le infelici madri con due &. tre
figlioli su le espalle, & in collo, colme di pianto &. di dolore attrite, legati tutti tutti da
corde, &. di catene di ferro al collo, alli braccia, &. alli mani, &. non vera pulzella che
non fosse stata violata dai predatori, onde per tanto lussuriare, verano tali spagnoli,
che tutti guasti restavano. (Benzoni, lib. I, cap. III.)
14 Muoz, Colec., M.S., tom. LXXXIV.
15 Muoz, Colec., tom. LXXXIV.
16 Carta al emperador de fray Bartolom de las Casas, fecha en Santo Domingo a 15 de
Septiembre de 1544.
17 Carta del licenciado Chvez al emperador, escrita en Santiago de Cuba a 27 de Septiembre de 1547.
18 Carta al emperador en el Consejo del Licenciado Cerrato, fecha en Santo Domingo a
18 de Diciembre de 1547.
19 Real Cdula de Valladolid de 9 de Septiembre de 1554.
20 Herrera, dc. 3, lib. IX, cap. II. Vase la capitulacin en el tomo XXIII de la Coleccin de
Documentos Inditos del Archivo de Indias. (V. M. y M.)
21 Herrera, dc. 4, lib. VI, cap. I.
22 Real Cdula expedida en Medina del Campo a 17 de Noviembre de 1504, a favor del
aragons Juan Snchez. (Archivo de Simancas, libro general de Cdulas nmero 9.)
23 Memorias y Peticiones Cam. Legajo 27. (Muoz, tom. LXXV.)
24 Carta del licenciado Alonso de Zuazo, fecha en Santo Domingo a 22 de Enero de 1518.
Impresa en el tomo II de la Coleccin de Documentos Inditos para la Historia de
Espaa de los seores Salv y Baranda.
25 Vase la convocatoria de los padres jernimos, gobernadores de las Indias a los procuradores de las villas de La Espaola, para la eleccin de procurador a Cortes; en el
primer apndice de la Coleccin pstuma de papeles cientficos, histricos, polticos y
de otros ramos sobre la Isla de Cuba por don Jos Antonio Saco, impresa en La Habana
en 1881. (Nota de Vidal Morales.)
26 Herrera, dc. 3, lib. X, cap. XI. Provisin Real sobre el buen tratamiento de los Indios.
Granada, 17 de Noviembre de 1526. Coleccin de Documentos Inditos, tom. I. Real
Cdula expedida en Granada a 9 de Noviembre de 1526. Cedulario de Puga, tom. I,
p. 18. (V. M. y M.)
27 Recopilacin de Leyes de Indias, lib. III, tt. 13, ley 8 de Felipe II, hecha en Valladolid
a 6 de Junio de 1556; y ley 7, lib. IX, tt. 27 del mismo Cdigo. Recopilacin de Leyes de
los reinos de las Indias, Ley 7, tt. 27, lib. IX.
Que en las Indias no se admita trato con extranjeros, pena de la vida y perdimiento de
bienes.
Ordenamos y mandamos que en ningn puerto ni parte de nuestras Indias Occidentales,
Islas y Tierra-Firme de los mares del Norte y Sur, aunque sea por va de rescate cualquier otro comercio, pena de la vida y perdimiento de todos sus bienes los que
contravinieren esta nuestra ley, de cualquier estado y condicion que sean, aplicados por
tercias partes nuestra Real Cmara, Juez y denunciador, y que por los excesos y delitos
que se hubieren cometido por lo pasado contraviniendo esta prohibicion en cualquier
/157
puerto isla de las Indias, aunque por ello hayan tenido indulto perdon, se les castigue
si hubieren vuelto reincidir como si no les estuvieran perdonados. Y ordenamos los
Virreyes, presidentes y oidores de nuestras Audiencias reales de las Indias, Islas y
Tierra-Firme del mar Occeano que en sus distritos y jurisdicciones lo hagan guardar y
cumplir, deponiendo luego de sus cargos y oficios los gobernadores, ministros y cabezas
principales que hubieren sido culpados en los dichos tratos, pudindolos estorbar no lo
hubieren hecho, las cuales dichas penas se han de ejecutar irremisiblemente.
28 Oviedo, Historia (...) de las Indias, tom. II, lib. XXV, cap. I. Herrera, dc. 4, lib. IV,
cap. VIII, y dc. 8, lib. II, cap. XIX. La capitulacin que se tom con Cinquer y Sayller,
para la pacificacin de la provincia de Santa Marta, puede verse en el tomo XXII, pgina 251 de la Coleccin de Documentos del Archivo de Indias. (V. M.y M.)
29 Herrera, dc. 4, lib. IV, cap. VIII.
30 Herrera, dc. 4, lib. VII, cap. VI.
31 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXV, cap. V.
32 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXV, cap. VI y VII.
33 Herrera, dc. 5, lib. II, cap. II, y lib. IX, cap. V; dc. 6, lib. V, cap. VII.
34 Brevsima Relacin de la Destruccin de las Indias.
35 Herrera, dc. 5, lib. II, cap. II, y lib. IX, cap. V; dc. 6, lib. V, cap. VII.
36 Rentas Reales de la Gobernacin de Venezuela. Archivo de Simancas. Cartas, legajo 22.
(Muoz, Colec., tom. LXXXI.)
37 Carta al emperador del obispo Bastidas, fecha en Santo Domingo de La Espaola a
16 de Abril de 1534. (Muoz, Colec., tom. LXXX.)
38 Carta al emperador del obispo Bastidas, fecha en Santo Domingo a 20 de Enero de
1535. (Muoz, Colec., tom. LXXX.)
39 Carta al emperador del obispo Bastidas, desde Santo Domingo a 8 de Junio de 1537.
(Muoz, Colec.)
40 Carta al emperador del obispo de Venezuela, en Coro, a 8 de Octubre de 1538. (Muoz,
Colec., tom. LXXXI.)
41 Carta del emperador del obispo de Venezuela, acabada de citar.
42 Herrera, dc. 8, lib. II, cap. XVIII.
43 Carta del obispo Miguel Jernimo Ballesteros de Venezuela, escrita en Coro a 20 de
Octubre de 1550. (Muoz, Colec., tom. LXXXV.)
Venezuela, Michael, Episcopus Chorensis. De Coro veinte de Octubre de 15505.
Hall en seis pueblos de Indios de nacion Caquetros comarcanos la Cibdad de Coro,
hasta 400 Indios y Indias y entre ellos muchos que haban recibido agua de bautismo, y
otros casados ley, y bendicion. Y en estos pueblos tambien hall Indios cristianos
amigados con Indias infieles, y Indias cristianas con Indios infieles que todos usan de
sus ritos y ceremonias, que jams habian oido la dotrina cristiana ni misa, y queriendoles
compeler que viviesen en servicio de Dios, me dijeron los mesmos Indios quellos eran
viejos y no podian ser buenos cristianos que si de su vivir y ceremonias les quitaba, que
se irian los montes do los tigres y caribes los matasen, pidiome el regimiento y vecinos
que los dejase como estan hasta dar relacion V.M. y asi lo he hecho; con estos no hallo
remedio que se tenga; porque decir que sus hijos sern buenos cristianos no los tienen
ni mugeres mozas en quien procrear, que las entradas que se han hecho las acabaron y
las pocas Indias que hay si se emprean toman yerbas para los matar diciendo que no
quieren que sus hijos padezcan en poder de los Espaoles, los trabajos que ellos y sus
compaeros han padecido.
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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD
El Prncipe mi Seor me di aviso por su real cdula que me haba enviado V.M. provision
de protector mandndome, tuviesen especial cuidado en el buen tratamiento, y
combersion de los naturales hasta agora no ha venido mi poder ni he podido saber que
se haya fecho por bertud desta Real cedula me present en el cabildo de Coro y me
recibieron por Protector que no poco les ha pesado, porque como ven que con toda
voluntad de servir Dios, y V.M. procuro de amparar los pocos Indios que han quedado, sienten muy deberas haber recibido, que no pocos alborotos he pasado, y paso porque los soldados, y Justicias son absolutos en los robar, maltratar y envar fuera de la
tierra sienten par de muerte que se les impida, y como todos estn pobres, y la materia de Indios todos toca andan tan desasosegados, que amenudo desean que obiese un
repiquete de alteracion, porque defiendo los Indios todos se me van las barbas, y me
dicen palabras de gran decomedimiento, y porque ms no se desverguencen lo recibo
en paciencia, y para que V.M. sepa el poco temor de Dios y de V.M. questa gente tiene
contar un crmen, y gran maldad que nuevamente se ha fecho.
Desta Cibdad de Coro sali un Alcalde Miguel de Barrientos con ciertos soldados en
busca de cierta gente que venia del nuevo pueblo de Borburuata, y para que no se
hiciese dao los naturales le nombr por Protector, y topada la gente que iba buscar
van un Pueblo de paz repartido amigo de los Espaoles, y prenden todos los Indios y
Indias que hallaron y los robaron sus haciendas, y repartieron entre los que los tomaron
el principal la sazon no estaba en el pueblo tomronle un hijo como vino pedia su hijo
los Espaoles diciendo que tomasen todo lo que habian robado y ciertos rescates que
de nuevo le daban y que le diesen su hijo: tomaron al principal los rescates que le traia,
y dijronle que les diese oro y le darian su hijo, el cual dicho principal fu, y trajo el oro
que tenia, y desta manera le dieron el hijo.
Como Protector mand dar ciertos pregones y al teniente hize un requerimiento en
razon de que los pocos Indios que han quedado en los pueblos de nacion Caquetros no
fuesen sacados dellos ni los indios de la dicha nacion que sirven los Espaoles fuesen
llevados fuera de la comarca desta ciudad, pues es cierto que sacados de su naturaleza
mueren y enferman, y ansi mesmo otro pregon para que no echasen en prisiones ni
acotasen los Indios de su servicio ansi los herrados como los que no lo eran, pues todos
son libres vasallos de Vuestra Magestad, respondime el teniente instancia de este
Regidor en lo tocante al acotar y echar en prisiones los Indios; yo no ser juez para lo
mandar y en lo dems dando entender que dejar sacar Indios; y por otra parte este
Regidor haze otro escrito, por mejor decir libelo de grande alboroto y le hizo presentar en nombre de la Repblica un procurador general que de manga tiene fecho,
diciendo que debia mandar reponer los mandos, pregones y requerimientos que habia
mandado dar en favor de los Indios; pues yo no tenia juridicion, ni poder, para lo mandar, y otras cosas de grande escndalo como V.M. ver por el requerimiento que me fu
hecho que con esta envio con todos los mandos, requerimientos y pregones que para
conservacion de los Indios tengo fechos, y creyendo salir con su intento de llevar los
Indios fuera de su natural apelan de todos estos mandos, la cual apelacion les he denegado, y les torn mandar de nuevo lo que tenia mandado so las penas en los mandos
fechas ser V.M. cierto que mi posible ninguno Indios sern sacados y entre otras
palabras desacatadas, este Regidor me dijo que si Vuestra Magestad daba relacion
del pregon que no echasen en cadenas los Indios; que me habia de levantar un falso
testimonio; porque sepa V.M. con que gente trato en todo mande V.M. proveer lo que
fuere ms de su real servicio.
La tierra adentro en el tocuyo dejo por teniente a un Juan de Villegas ques la persona
que los Belzares agora de nuevo nombran por Gobernador, que de ello no poco estoy
maravillado, y los que del tienen noticia por el dao que en esta gobernacin dize que ha
fecho; en esta manera quisiendo justicia fu a la provincia de Maracapana con ciertos
soldados, y llam de paz ciertos principales hasta nmero de seis los quales vinieron con
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muy grand cantidad de Indios sus naborias, y los dos principales hizo asar en una
barbacoa, y todas sus naborias herro, y bendi trueco de vino, puercos y ropa
vecinos de la Margarita, dicese que uno destos principales que hizo venir paz fu
socolor que le temose pescado en una laguna que cerca de alli estaba cebndoles con
botija de vino, y tenia puesto en zelada metidos en un monte para los prender mucha
gente de caballo como lo hicieron sin quedar ninguno, otro principal sin estos seis
llamado Juanillo Riberos que vino a l de paz le tubo preso que le di muchos Indios, y
Indias que herr; fecho esto, contrata con vecinos de la Margarita que llevasen la tierra
adentro yeguas, caballos y ropas, ya trueco les darian esclavos como lo hicieron que se
prendieron y hicieron esclavos gran cantidad de inocentes y los vendieron; unos tomaban debajo de paz, y otros en sus pueblos, y desta manera vinieron cargados de yeguas, y caballos y algunos negros; fecho esto se parte para este pueblo de Coro que hay
cerca de 300 leguas, y todos los Indios y Indias de los pueblos que en el camino top
fueron tomados, y robados, pensar en ello, y en las muertes que los soldados hicieron
pone espanto. El Licenciado Frias Juez de residencia que de La Espaola aqu vino
como lo hall absente, procede contra l, y le conden en 200 azotes, y destierro para las
galeras y en 1 000 pesos para la Cmara de V.M. Venido el Licenciado Tolosa sin le
prender le di por libre, y se dice por cierto quel mesmo Juan de Villegas hacia contra si
los escritos del fiscal que era un sobrino del Licenciado Tolosa.
Por las informaciones que los jueces de residencia han embiado Vuestra Magestad
ser informado de las grandes muertes y daos que contra los naturales han sucedido
unos fechos esclavos y llevados de la tierra siendo amigos y de paz y otro llevados las
entradas donde han muerto y los que quedaban que tenian hijos y mujeres se iban los
montes porque no se las tomasen do los tigres muchos han comida y los caribes otros
muerto es gran lstima, y pensar en ello estoy fuera de mi de manera que en la Comarca
de la Cibdad de Coro con 50 leguas de costa arriba y abajo la tierra adentro no se
hallarn de paz mill animas.
Juntamente les debe de mandar V.M. que compren destas islas de San Diego y San
Juan hasta 30 negros mineros para que descubran las minas, y secretos de la tierra y
que estos negros se les prometa libertad si descubren las minas porque desta manera
se har todo bien.
Al rio de la Acha se llevaron antes que yo viniese muchos Indios y Indias libres, y otros
herrados socolor de esclavos, y despues que yo vine urtiblemente un soldado llev una
India libre embiado cartas de Justicia del Teniente de aqui para que las justicias de
alli embiasen esta Gobernacion todos los Indios, y Indias della pues Dios y V.M. son
dellos serbidos todo lo disimulan que ninguna cosa cumplen V.M. probea sobresto lo que
mas fuere su real servicio porque se venden y contratan Indios en aquel Pueblo como
negros en las gradas de Sevilla.
A esta Gobernacion no se han embiado las nuevas leyes hechas por V.M. suplico a V.M.
sea servido de me las mandar embiar, o lo menos lo tocante la libertad de los Indios
y un buen tratamiento dellos y como no hay Indios esclavos, sino todos dados libres por
V.M.
44 Las Casas, Brevsima Relacin de la Destruccin de las Indias, captulo de la Provincia de Santa Marta.
45 Herrera, dc. 3, lib. I, cap. XIV. Oviedo en su Historia (...) de las Indias, libro XXVI,
captulo II, pospone equivocadamente la fecha de aquel asiento al ao de 1524. El primer asiento se celebr en marzo de 1503. Vase en el tomo II de la Coleccin de Documentos Inditos de Indias. (V. M. y M.)
46 Herrera, Descripcion de las Indias Occidentales, cap. XVI.
47 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXVI, cap. I.
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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD
Libro Sptimo
DARIN O CASTILLA DEL ORO Y CAR
TAGENA
CART
El famoso Alonso de Ojeda, siempre dispuesto a las aventuras y difciles empresas, fue el primero que en 1508 pidi desde La Espaola
donde resida, que se le facultase poblar a sus expensas en el nuevo
continente, eligiendo para ello el pas del Darin, as llamado por el ro
que desemboca en el golfo de Urab, o golfo Dulce. Disele este ltimo
nombre, porque cuando Rodrigo de Bastidas, su descubridor, entr en
l en 1502, encontr en baja mar, dulce el agua, por el espacio de ms de
12 leguas de largo, y cuatro y hasta seis de ancho: efecto del derrame de
las aguas de aquel caudaloso ro, que Bastidas no lleg a ver.1
Hallbase en la corte, procedente de La Espaola, Diego de Nicuesa, y teniendo noticia de las pretensiones de Ojeda, pidi que tambin se le permitiese colonizar a su costa en la provincia de Veragua
descubierta por Coln desde 1502. Ajust, pues, el gobierno asiento
con ellos en Burgos a 9 de junio de 1508, dando a Ojeda por lmites de
su gobernacin, desde el cabo de la Vela hasta la mitad del golfo de
Urab; y a Nicuesa desde la otra mitad hasta el cabo de Gracias a
Dios, fin de la tierra de Veragua.2 A la gobernacin de Ojeda diose el
nombre de Nueva Andaluca, el cual pronto desapareci, aplicndolo
despus a gran parte de la Guayana;3 y a la gobernacin de Nicuesa
llamose del Darin.
Las condiciones que el gobierno pact con Ojeda y Nicuesa, fueron:
que por diez aos pudiesen gozar de las minas que descubriesen, pagando al rey el primer ao, la dcima parte; el segundo, la novena; el tercero, la octava; el cuarto, la sptima; el quinto la sexta, y en los cinco aos
restantes, el quinto: que pudiesen llevar consigo de La Espaola 40 indios mineros para ensear a otros: que a cada uno de 1os dos gobernadores se les diese pasaje franco desde Castilla para 200 hombres, y desde La Espaola para 600, pudiendo fletar en esa isla cierto nmero de
naves para su empresa, y hacer tambin en ella como en Jamaica sus
provisiones; pero al mismo tiempo se les prohibi que llevasen extran-
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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD
jero alguno en sus naves: que tanto Ojeda como Nicuesa y otros capitanes que se les asociasen quedasen exentos de pagar alcabala, ni otro
derecho alguno durante cuatro aos, bien que de todo lo que ganasen en
el primero, de cualquier manera que fuese, deban dar al rey la quinta
parte, y la cuarta en los tres aos siguientes: que fabricasen dos fortalezas cada uno en su gobernacin, de las cuales se les daran las tenencias: que fuese lugarteniente y alguacil mayor de Ojeda el capitn Juan
de la Cosa, pues por ser pobre aqul, ste haba costeado toda la expedicin. Finalmente, que Ojeda y Nicuesa manifestasen a las personas nombradas por el rey todo el oro habido del trfico con los indios, o de otra
manera; obligndose tambin a dar fianzas de cumplir todo lo que haban capitulado con el gobierno.4
Empleose algn tiempo en armar en Castilla las dos expediciones,
las cuales no salieron para La Espaola hasta 1509; habiendo llegado
primero la de Ojeda al mando de Juan de la Cosa, por estar aqul en
dicha isla; y la de Nicuesa algunos das despus, quien al pasar por la
isla de Santa Cruz salte ms de 100 indios que vendi como esclavos en
La Espaola, diciendo que eran caribes.5
An necesitaba de algunos auxilios la expedicin de Ojeda, hallolos
en el bachiller Martn Fernndez de Enciso, vecino de Santo Domingo,
el cual compr una nave, quedndose en La Espaola para cargarla de
bastimentos y seguir a Ojeda con alguna gente, en calidad de alcalde
mayor en su gobernacin, segn nombramiento que le haba hecho.
Graves altercados tuvieron en aquella isla Ojeda y Nicuesa sobre los
lmites de las gobernaciones que iban a poblar; y aunque mal avenidos
todava, Ojeda se hizo a la vela para el continente el 10 de noviembre de
1509, con dos carabelas, dos bergantines, 300 hombres y 12 yeguas.6
Aqu es de notar, que le acompaaba Francisco Pizarro, que tanta celebridad adquiri despus en la conquista del Per y hubirale acompaado tambin el famoso Hernn Corts, si no hubiese estado enfermo
de una postema en una pierna.7
A punto de fracasar estuvo la expedicin de Nicuesa, porque habiendo contrado para acabar de prepararla, algunas deudas en Santo Domingo, los acreedores lo detuvieron, y sin la fianza de un escribano,
hubiranlo metido en la crcel; pero al fin se salv, y lev las anclas para
Veragua el 22 de noviembre del referido ao de 1509, con cuatro grandes naves, dos bergantines, otro buque que compr en Santo Domingo,
700 hombres lucidos y seis caballos.8
A pocos das de su salida de La Espaola lleg Ojeda a Caramari o
Cartagena. Eran los indios de aquella comarca de buena y grande estatura; los hombres con los cabellos hasta las orejas, pero las mujeres los
tenan muy largos, siendo aqullos y stas excelentes flecheros. Al ver a
los castellanos, aparejronse a resistirles, pues las maldades cometidas
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nos: por lo cual deca: tienen bien merecido mil veces la muerte (...) y
no digo darlos por esclavos segn es mala casta, ms an mandarlos
quemar a todos chicos y grandes, porque no quedase memoria de tan
mala gente.25
A la verdad que este pasaje no revela en Vasco Nez humanos sentimientos hacia los indios, y si de las palabras pasamos a los hechos,
encontraremos que aqullas no fueron vanas, pues en esa misma carta,
al hablar del oro que encerraban algunas partes de aquella tierra, dice
al monarca: Lo he sabido en muchas maneras y formas, dando a unos
tormento y a otros por amor y dando a otros cosas de Castilla. Pero
ms grave es todava el siguiente pasaje de Las Casas: Escribi Vasco
Nez al almirante, que haba ahorcado 30 caciques, y haba de ahorcar
cuantos prendiese, alegando que, porque eran pocos, no tenan otro remedio hasta que les enviase mucho socorro de gente.26
Y sin embargo, tal era la ndole de los conquistadores, que ese mismo Vasco Nez figura como uno de los menos crueles en la historia del
Nuevo Mundo.
Pidi igualmente al monarca que permitiese a los castellanos sacar
indios de las partes de Veragua, desde el golfo llamado San Blas, a 50
leguas de Santa Mara del Darin por la costa abajo. Propuso tambin,
que as los esclavos de Veragua como los de Caribana, se exportasen
para quitarles la fcil ocasin de huirse y esconderse en sus tierras; y
que se llevasen a Jamaica, Cuba y otras islas pobladas de cristianos, en
las cuales se trocaran por otros indios que desconociendo el nuevo pas
en que se introducan, seran ms provechosos que los indgenas, porque no podran fugarse con tanta facilidad.27
Uno de los rasgos que ms afearon la conducta de los castellanos en
la poca de la conquista del Nuevo Mundo, fue la insubordinacin a sus
jefes, la envidia, el odio, la calumnia y la venganza con que mutuamente
se despedazaban. De tales armas no pudo librarse Vasco Nez de
Balboa, pues sus enemigos enviaron contra l siniestros informes a la
corte. Perjudicole mucho tambin la bastarda conducta que tuvo en la
expulsin de Nicuesa; pero ms todava la enemistad del bachiller Enciso,
a quien haba procesado en el Darin, remitindole a Castilla. Todos
estos elementos se conjuraron contra l; y como el rey nunca haba sancionado el poder que ejerca en el Darin, nombr a otro en su lugar
desde el 27 de julio de 1513. Tal vez hubirale expedido el monarca el
ttulo de gobernador del Darin, si a su noticia hubiese llegado el gran
descubrimiento que hizo del Mar del Sur; pero esto era imposible, porque cuando Balboa se puso en marcha para tan famosa empresa en septiembre de 1513, ya haba sido relevado. Sin embargo, es forzoso reconocer que el rey Fernando desatendi los eminentes servicios que ya
haba prestado Balboa en la conquista del Darin, y tanto ms cuanto
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a entender el bien que les resultara de ponerse debajo de la obediencia real y el dao y muertes que les ocasionara la guerra, especialmente a los que se tomasen vivos, pues seran esclavizados: de todo lo
cual haban de tener entera noticia para que no pudiesen alegar ignorancia, porque sin ello ni los indios podan ser esclavos, ni los cristianos tenerlos con segura conciencia.30
stas fueron algunas de las instrucciones que dio el rey a Pedrarias
Dvila; pero fuerza es decir que entre los gobernantes que en aquellos
tiempos pasaron al Nuevo Mundo, ninguno las quebrant con ms imprudencia y escndalo.
El 12 de abril de 1514 sali Pedrarias de Sanlcar para su gobernacin, con 15 naves y 1 500 hombres, segn Herrera,31 nmero que eleva
Oviedo a 2 000 o ms;32 expedicin despus de la de Oviedo a La Espaola, la ms lucida que hasta entonces haba partido de Espaa para las
Indias. Acompabanle su teniente general Juan de Ayora; fray Juan
de Quevedo, primer obispo del Darin; Gaspar de Espinosa, alcalde
mayor; el bachiller Enciso, alguacil mayor; Diego Mrquez, contador;
Alonso de la Puente, tesorero; Juan de Tavira, factor, y veedor y escribano general, Gonzalo Fernndez de Oviedo, el historiador que tantas
veces he citado en esta obra.
Seal Pedrarias los primeros pasos de su carrera en el Nuevo Mundo con la esclavitud de los indios, pues habiendo tocado en Santa Marta,
que estaba dentro de los lmites de su jurisdiccin, intimoles el Requerimiento que sus instrucciones le prevenan, cuya lectura hizo Gonzalo
Fernndez de Oviedo como escribano general. Convencido ste de la
inutilidad del documento ledo a los indios, pues que ellos acababan de
tener un recio encuentro con los castellanos, se expresa en estos trminos burlescos:
mand el gobernador [Pedrarias] que yo llevase el requerimiento scriptis que se haba de hacer a los indios, y me lo di de su mano
como si yo entendiera los indios para se lo leer, tuvieramos all quien
se lo diese entender querindolo ellos oir, pues mostrarles el papel en
que estaba escripto poco hacia al caso... Y en presencia de todos yo le
dije: Seor, paresceme que estos indios no quieren escuchar la teologa
de este requerimiento, si vos teneis quien se la d entender: mande V.
guardarle hasta que tengamos algunos de estos indios en la jaula para
que despacio lo aprendan, y el seor obispo se lo d a entender: dile el
requerimiento, y el le tom con mucha risa de l todos los que me
oyeron... Yo pregunt despues el ao de 1516 al doctor Palacios Rubio
[porque l haba ordenado aquel requerimiento], dijome que s, si se
hiciese como si quedaba satisfecha la conciencia de los cristianos con
aquel requerimiento, el requerimiento dice. Mas parceme que se rea
muchas veces cuando yo le contaba lo de esta jornada y otras que algu-
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Al fin volvi Juan de Ayora al Darin, y cuando el gobernador Pedrarias debi castigarle severamente por las atrocidades que cometi
contra los indios, aprob y aplaudi su conducta, influyendo en ello el
obispo Quevedo por unos esclavos indios que Ayora le regal. De las
maldades de ste hablan Oviedo como testigo ocular,47 otros contemporneos48 y el cronista Herrera.49
A pesar del favor que Ayora tena con Pedrarias, tantas fueron las
maldades que cometi en su expedicin, que temiendo que todas se descubriesen, huyose en una carabela para Espaa, llevndose cuanto oro
pudo robar y realizando as sus deseos de vivir en su casa en tierra de
Crdoba.50
Despus de la fuga de Ayora llegaron al Darin los capitanes que le
haban acompaado en su expedicin, y aunque no tan criminales como
l, cometieron tambin muchas crueldades; pero como haban sido absueltos Hurtado y Ayora, paresciera mal condenar los que, en comparacion dessos, no habian peccado, aunque no les faltaban culpas, y
como daban partes presentaban ndios al gobernador obispo offiziales, todos eran absueltos, y estaba esto en tanta costumbre, que quassi
por ley lo tenan todos los capitanes. desta causa, por el interesse
destas partes, que se daban los gobernadores obispo offiziales en
los indios.... y en el oro de cada entrada... continuaron enviar capitanes unas partes otras de la tierra... y quando tornaban, cargados
de oro y de indios que avian tomado para esclavos, daban al gobernador
dos partes en todo, los offiziales avian sendas en los indios.51
El provecho de oro y esclavos que de esas expediciones sacaban el
gobernador y los oficiales reales, indjoles a fomentarlas, y as se desparramaron por toda aquella tierra los satlites de Pedrarias para que
no quedase ninguna sin dolor.
Uno de ellos fue el capitn Francisco Becerra, quien hizo dos entradas. Dirigiose en la primera hacia las costas del Mar del Sur, llegando
hasta las tierras de los caciques Suegro, Quemado y otros. Vinieron
esos dos nombres de que cuando los castellanos llegaron all, sus capitanes tomaron al primer cacique, o el les dio de temor, tres o cuatro hijas
que tena: por este hospedaje adulterios de los yernos, qul no quisiera, le llamaron el suegro, cuyo nombre propio era Mahe. El otro
cacique llamose Quemado, porque no habiendo podido dar todo el oro
que le pedan, quemronle efectivamente.52
Prosigui Becerra sus correras y torn al Darin con oro en abundancia y muchos indios esclavizados en los pueblos, cuyos caciques le
haban recibido amistosamente. Al referir Oviedo la expedicin de Becerra, dice: este era uno de los soldados antiguos primeros en la tierra
y en estas islas, conoszia mejor la simplizidad de los indios, hizo
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poda. En las tierras del cacique Paris perecieron muchos de stos devorados por el fuego, pues como iban encadenados, fueles imposible huir
para salvarse. Sali Badajoz de las tierras de aquel cacique, y entrando
en otras, rob casi 22 000 pesos de oro y redujo muchos indios a esclavitud; mas, como de todo cupiese una parte al gobernador y oficiales reales, no se le impuso castigo ni se habl de sus crueldades, aunque fueron
muchas y no falt quien las dijese.70
A pesar de que Pedrarias y los oficiales reales eran cmplices de las
maldades de tantos capitanes, uno de aqullos, el tesorero Alfonso de la
Puente, tuvo la audacia de escribir al rey una carta en 23 de noviembre
de 1515, en la que se leen estas notables palabras:
Los capitanes de Pedrarias han robado i alterado los indios: dicen
convenir esto en las entradas para sostener la gente: as les saltean y
toman todo el oro y perlas i todos los esclavos que les dan de indios de
otros caciques que prenden: indios principales, sus mujeres hijos toman por esclavos. Los requerimientos ni los entienden ni cumplen: los
espaoles no tienen otro fin en las entradas que traer mucho oro i volverse Castilla: nadie piensa poblar, y as no se consigue el fin de S.A.71
A juzgar por este pasaje, cualquiera podr creer que el tesorero
Alonso de la Puente era un fiel servidor del gobierno y un amigo de los
indios. Pero el testimonio de Oviedo, el de Herrera y el de todos los
contemporneos que no tenan inters en ocultar la verdad, contestes
estn en condenar la conducta de ese empleado y de sus compaeros.
Otro de los ladrones fue Diego de Albitez, quien entr en el Darin
con gran cantidad de oro y muchos esclavos que haba hecho en la costa
de Nombre de Dios y de las provincias de Chagre y de Veragua.72
Antes de esa expedicin, ya el licenciado Espinosa, alcalde mayor,
haba derramado mucha sangre en sus correras en los aos de 1515 y
1516, y vuelto a Santa Mara del Darin, cargado de mucho oro robado
y de ms de 2 000 indios esclavizados.73
Reducida la quinta parte de los que tocaron al rey, se hizo la reparticin general,74 y ricos con el botn, ya no jugaban en cada azar sino uno,
dos, tres y ms esclavos, y el mismo Pedrarias jug una vez 100. Para
contener este vicio, que tan generalizado estaba entre los conquistadores del Nuevo Mundo, publicose una ley, mandando que en cada da
natural nadie pudiese jugar ms del valor de 10 pesos.
A noticia del cardenal Jimnez de Cisneros, regente del Reino, llegaron las maldades cometidas en sus entradas por los capitanes de Pedrarias y por otros aventureros; y para que los indios libres no fuesen
injustamente esclavizados, renovose en 1516, la orden de que ningn
castellano fuese a descubrir ni a comerciar a la Tierra Firme, sin llevar
un religioso a lo menos, para impedir que los marineros y soldados robasen y esclavizasen a los indios; pues lo que se deseaba era que se les
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Pedrarias a Castilla del Oro en 1514, y que tom parte en los descubrimientos y conquistas que por orden de stos se hicieron.
Visto como la gente se moria, comenzaron enviar capitanes unas
partes y otras del Darien, y estos no iban poblar sino ranchear y
traer los indios que pudiesen al Darien... [Vasco Nez, etc., pgina 396,
tomo II.] Las capitanas y gente que hacia aquella parte [la Mar del
Sur] salieron, por ser tierra mas sana y mas poblada, hicironse de los
espaoles que iban hcia aquella parte la tierra, y traian grandes
cabalgadas de gente presos en cadenas, y con todo el oro que podian
haber, esta rden se tuvo cerca de tres aos. Los capitanes repartian los
indios que tomaban entre los soldados, y el oro llevaban al Darien: junto
y fundido daban de cada uno su parte, y los oficiales y obispo que
tenian voto en la gobernacion, y al gobernador les llevaban sus partes
de los indios que les cabian y como proveian por capitanes por el favor
de los que gobernaban, deudos o amigos suyos, aunque hubiesen hecho
muchos males, ninguno era castigado; y desta manera cupo este dao
la tierra hasta ms de 100 leguas del Darien. Todas estas gentes que se
traan, que fu mucha cantidad, llegados al Darien los echaban las
minas de oro, que habia en la tierra buena, y como venian de tan luengo
camino trabajados y quebrantados de tan grandes cargas que traian y
la tierra era diferente de la suya, y no sana, moranse todos: en todos
estas jornadas nunca procuraron de hacer ajustes de paz, ni poblar, solamente era traer indios y oro al Darien, y acabarse all.81
Tal fue el resultado de las expediciones y aventuras de los espaoles
en aquellas tierras bajo la gobernacin de Pedrarias y de otros jefes; y
a fomentar una parte de esas desgracias en Castilla del Oro, algo influy la Real Provisin de Burgos a 6 de septiembre de 1521, prorrogando
por cuatro aos la licencia que dio Pedrarias para vender fuera de su
gobernacin los indios que se decan legtimamente esclavizados.
A noticia de la corte llegaron las maldades de Pedrarias, y los informes que contra l dio Gonzalo Fernndez de Oviedo hicieron que se
nombrase de gobernador de Castilla del Oro a Lope de Sosa. Lleg ste
al Darin en 1519;82 pero el destino, favoreciendo al malvado Pedrarias,
permiti que al saltar aqul en tierra para tomar el mando de su gobernacin, muriese repentinamente. Continu, pues, Pedrarias en Castilla
del Oro; y tal era la perniciosa influencia que tena en Espaa, que no se
le nombr sucesor hasta el ao de 1525.
Si en Castilla hubiese reinado la justicia, habranle impuesto el severo castigo que mereca por sus robos y crueldades; mas, lejos de ser as,
disele en 1527 la gobernacin de la provincia de Nicaragua, donde abus de su poder lo mismo que en Castilla del Oro. Perder por ahora de
vista a ese tirano para encontrarme con l ms adelante; imposible me
es proseguir sin consignar aqu que la voz de la historia se alza con fuer-
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Villalobos no ha cumplido la provisin. A esta carta del obispo, el emperador respondi: que d razon por qu no ha cumplido, que S.M. se
da por deservido, y la cumpla al instante pena de privacin de oficio y
perdimiento de la mitad de sus bienes.
Pero esas penas y esos mandatos a tan larga distancia del centro
del poder eran siempre ilusorias, pues el remedio que se pona a los
males de los indios deba ser ejecutado por las mismas manos que los
ocasionaban.
Entr de nuevo gobernador en aquella tierra Sancho de Clavijo, y
dndose aire de justiciero, inform al emperador que los moradores de
ella se servan de indios libres como esclavos, vendindolos y contratndolos a su antojo. Para cortar este abuso mand que todos le presentasen dentro de ciertos das los indios que tuviesen, y al paso que lo hacan, l los depositaba, y a veces en los mismos que los posean. A muchos
espaoles solteros quitoles las indias mozas que les servan de mancebas
y psolas en poder de casados y de mujeres de buena fama, para que
aprendiesen otro modo de vivir. Apunt en un libro todos los depsitos,
y dict penas contra los que dispusiesen de algn indio hasta que no
llegase orden del monarca, fulminando la de muerte y perdimiento de
bienes al que usase venderlos.89 A esta comunicacin, el emperador contest que se enviase a Clavijo la cdula de la libertad de los indios para
que la guardase.
Si la pesca de las perlas fue en Cubagua una de las causas que fomentaron el trfico de esclavos indios, fuelo tambin en las aguas de
Panam donde se encontraron en abundancia. Ya he dicho que el primer
castellano que all las descubri, fue Vasco Nez de Balboa, pues navegando en 1513 por el golfo de San Miguel, obtvolas del cacique Tumaco.90
Dos aos despus, el ya citado Gaspar de Morales visit en aquel golfo
las islas donde se cogan, y que por eso llamronse desde entonces Islas
de las Perlas. Entre esas islas, la mayor, conocida por los indios con el
nombre de Terarequi, era donde se hallaban las ms hermosas, y por
eso los castellanos para distinguirla de las otras, llamronla Isla Rica
de las Perlas.91
La suerte de los indios empleados en tan recias tareas fue tan lamentable como la de los de Cubagua; y en los aos posteriores fue mucho peor que en los primeros, porque entonces solan cogerse las perlas
en dos brazas de agua, mientras que despus no se hallaban ni aun en
diez de do algunos indios salan ahogados, siendo, por otra parte, tan
corto el provecho de la Real Hacienda, que parece no llegaba a 500 pesos.92 Movido de estas consideraciones un piadoso obispo de Tierra Firme, pidi al gobierno desde Panam en 1549, que se quitasen los indios
de las Islas de las Perlas a los que los tenan, porque siendo libres, eran
esclavizados sin darles buen trato, ni menos instruccin religiosa.93
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Ese mismo obispo lamenta tambin la suerte de los otros indios, pues
los libres eran hurtados y vendidos como esclavos. Tan profundos eran
los males que aquel prelado deploraba, que para bien conocerlos debo
insertar un fragmento de la relacin que l envi al gobierno.
Las cartas y provisiones que ac Vuestra Seora envia y el Prncipe y Su Magestad, las esconden las pierden, las rasgan las desprecian, y no se guardan ms de quanto hace al propsito de la ganancia
de los jueces y sus amigos... De los indios con toda mi diligencia que
pongo: los indios se venden ac los libres, y se hurtan para venderse y
para tenerlos en las estancias por esclavos y peor, y pasan ac cosas con
ellos sobre de tener vida de peores que esclavos vendidos. La isla de las
Perlas, que es de Vuestra Seora y de S.M., es la ms pobre de indios
que hay en las islas porque han sido maltratados. Todas las cdulas que
en favor de los indios Vuestra Seora S.M. S.A. han dado para ac,
no hay ninguna ni se puede hallar, son perdidas.94
Algo influyeron en el gobierno los clamores de su prelado, pues el
licenciado Melchor Gmez de Buitron, teniente del gobernador Clavijo,
present en Panam en 7 de octubre de 1550 la Real Cdula de Valladolid de 4 de septiembre de 1549.
Mandose por ella a dicho gobernador cumplir la ley sobre indios que
como esclavos se tenan en Tierra Firme, y que ora fuesen naturales de
all, ora llevados de la pesquera del cabo de la Vela, no se retuviesen en
esclavitud a menos que el amo probase que los posea por justo ttulo.
Respecto de las mujeres y nios cogidos aun en justa guerra, ordenose
que sin examen alguno se les diese libertad. Pregonada all esta real
cdula, mandose a todo poseedor de indios que se presentase al gobernador dentro de diez das, si era de la ciudad, y dentro de 20 si de las
islas para proveer lo conveniente. Aunque algunos vecinos suplicaron
de esta determinacin, disele cumplimiento; y en 14 de noviembre del
mismo ao habase declarado libres de 500 a 600, la mayor parte de
Cubagua, y todos a la sazn en Panam. Pero, los dems indios gozaron tambin del mismo beneficio? Y aun esos mismos que haban sido
declarados libres, disfrutaron plenamente de su libertad?
La conducta del gobernador Sancho de Clavijo fue contradictoria en
Castilla del Oro, pues si en unas partes cumpli y aun aplaudi las rdenes del gobierno, en otras no procedi de la misma manera. Respecto de
Panam escribi al emperador en septiembre de 1551.
....Quanto los indios ha hecho una grande obra Vuestra Magestad
en libertar esta poca desamparada nacion que queda en Panam y Nata.
Los Espaoles los tenian tan jure como los Negros de Guinea, y sienten desprenderse. Ando escogiendo sitios, y pienso tenerlos poblados
principios de 52 y en la cercana de Panam d pueden ser visitados y
amparados.95
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se despuebla toda esta tierra, que no hay en ella sino muy poquitos pueblos de Indios que estn de paz: y aun estos cada da viendo las opresiones de... los Cristianos... se revelan, que ni los unos ni los otros pueden
oir el nombre de Cristiano mas de demonios basiliscos. Son tan grandes las severidades y malos exemplos que los Cristianos les hacen y les
dan, que con gran dificultad se convertirn la Santa F Catlica. No
han cesado los Cristianos hasta agora de traer Indios Indias, nios y
nias quantos pueden haver por todas las partes donde andan vendindolos aqu mercaderes, los quales los llevan y embian Santo
Domingo para bolverlos vender... Heles ido agora la mano, que muchos que han trado no se los he consentido vender: de lo qual... todos...
estn muy despechados... Si estas cosas... no se remedian... quedar toda
esta tierra despoblada de Indios, como lo est La Espaola donde se
contaron dos cuentos114 de nimas cuando all entr el Almirante, y no
se hallarn agora 200 Indios... En Santa Marta y toda esta Costa de
Tierra Firme pasa lo mesmo. Y no hay necesidad de abrir la puerta
que ms Cristianos vengan, antes hay necesidad de sacar... muchos de
los que hay porque ellos estn perdidos y mueren de hambre, y ans
para sustentarse roban las haciendas y comidas de los Indios: y ansi
ellos como los Indios perecen de hambre, en tanta manera que muchos
Cristianos son muertos por los caminos; y en los arcabuces... no hay
quien pueda sufrir el mal olor de los cuerpos muertos(...)
La carestia de la tierra es tal que un huevo vale medio real, un pollo
1 ducado, una gallina 2 pesos, la bota de harina 25, de vino 50. Esto en
Cartagena. En el Cen, un queso 40 pesos, un pernil de tocino 50.115
En 1536 haba tan pocas granjeras en la provincia de Cartagena,
que apenas pudieron rematarse en 90 pesos los diezmos de un ao, ni en
muchos se esperaba mejorar de condicin, pues segn el obispo de aquella tierra, los espaoles se haban dado mucha prisa en maltratar los
indios, tomarles haciendas y mantenimientos y venderlos como esclavos a mercaderes sin facultad para ello, dando por excusa que en Santa
Marta los herraban a todos. As se hace dice el obispo, pero yo no
s qua lege vel qua ratione, siendo libres.116
Para remediar los males que se imputaban al gobernador Heredia,
mand el gobierno al licenciado Juan de Vadillo, oidor de la Audiencia
de La Espaola, que fuese a tomarle residencia, averiguando entre otras
cosas, si se haban hecho esclavos injustamente, y venddolos fuera de
la provincia:117 pero tal andaban los negocios en Cartagena, que pronto
acudieron tambin quejas contra el juez de residencia, nombrndose al
intento al licenciado Santa Cruz.118 Mas, cuando ste lleg a Cartagena,
ya Vadillo haba seguido a una gran expedicin, entrando por las sabanas de Urab, para descubrir las ricas minas de oro del Dabaybe y de
otras partes.119 En cuanto a Heredia, envisele preso a Espaa; mas
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Notas
1
Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. III, cap. VIII, y lib. XXVI, cap. II.
Herrera, dc. 1, lib. VII, cap. VII. Oviedo, Historia (...) de las Indias lib. XXVII, cap. III.
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13 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXVII, cap. III. Herrera, dc. 1, lib. VII, cap. XVI.
14 Herrera, dc. 1, lib. VIII, cap. XVI.
15 Herrera, dc. 1, lib. VIII, cap. IV.
16 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXVII, cap. IV.
17 Las Casas, Historia General de las Indias, M.S., lib. II, cap. LXI.
18 Herrera, dc. 1, lib. VIII, cap. V y VI.
19 Herrera, dc. 1, lib. VIII, cap. VIII.
20 Herrera, dc. 1, lib. IX, cap. I.
21 Pedro Mrtir de Anglera, De Orbe Novo, dc. 2, cap. III. Herrera, dc. 1, lib. IX, cap. II.
22 Herrera, dc. 1, lib. IX, cap. VI.
23 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXIX, cap. III.
24 Carta del licenciado Alonso de Zuazo a Mr. de Chievres, fecha en Santo Domingo a 22
de Enero de 1518. (Muoz, Colec., tom. LXXVI.)
25 Carta dirigida al rey por Vasco Nez de Balboa, desde Santa Mara del Darin a 20 de
Enero de 1513, pidiendo los auxilios necesarios para asegurar la poblacin y adelantar
los descubrimientos en aquellas tierras. Insertola Navarrete en su Coleccin de Viajes
y Descubrimientos, tomo III, seccin 3, nmero 4.
26 Las Casas, Historia General de las Indias, lib. III, cap. XLII.
27 Carta dirigida al rey Fernando por Vasco Nez de Balboa, acabada de citar.
28 Carta del licenciado Alonso de Zuazo a Mr. de Chievres, fecha en Santo Domingo a
22 de Enero de 1518.
29 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXIX, cap. I.
30 Instruccin dada por el rey a Pedrarias Dvila para su viaje a la provincia de Castilla
del Oro, en Valladolid a 2 de Agosto de 1513. Insertola Navarrete en su Coleccin...,
tomo III, seccin 3, nmero 2.
31 Herrera, dc. 1, lib. X, cap. XIII.
32 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXIX, cap. VIII.
33 Oviedo, Historia (...) de las Indias, 1ib XXIX, cap. VII.
34 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXVI, cap. X, y lib. XXIX, cap. VII.
35 Herrera, dc. 1, lib. X, cap. XIII.
36 Herrera, dc. 1, lib. X, cap. XI.
37 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXIX, cap. IX. Herrera, dc. 1, lib. X, cap. XIV.
38 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXIX, cap. IX. Herrera, dc. 1, lib. X, cap. XIV.
39 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXIX, cap. IX.
40 Carta del licenciado Alonso de Zuazo a Mr. de Chievres, fecha de Santo Domingo a
22 de Enero de 1518.
41 Las Casas, Brevsima Relacin de la Destruccin de las Indias, captulo de la Tierra
Firme.
42 Carta al rey del obispo fray Juan de Quevedo, escrita en el Darin a 2 de Enero de 1515.
(Muoz, Colec., tom. LXXV.)
43 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXIX, cap. IX.
44 Carta a S.A. del gobernador y oficiales de la Fernandina, Cuba, a 1 de Agosto de 1515.
M.S. Archivo de Indias de Sevilla.
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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD
VI
70 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXIX, cap. X. Herrera, dc. 2, lib. II, cap. I y II.
71 Muoz, Colec., tom. LXXV.
72 Herrera, dc. 2, lib. II, cap. XIV.
73 Las Casas, Historia General de las Indias, lib. III, cap. LXXII, tom. I, p. 412, nota 2.
74 Relacin dirigida a Pedrarias Dvila, Gobernador General de la Castilla del Oro, por
su Alcalde Mayor Gaspar de Espinosa, de la expedicin que hizo por su orden en el
istmo de Panam para castigar los caciques que se haban sublevado contra los cristianos. Publicada en francs, Los Archives des Voyages Collection dAnciennes Relations
Inedites, par HTernaux Compans, tom. I, Pars, 1840. Vase tambin Herrera, dc. 2,
lib. II, cap. IX y X. Esa Relacin debe ser la misma insertada en el tomo XXVI de la
Coleccin de Documentos Inditos Archivo de Indias. (V. M. y M.)
75 Carta primera de los Padres Jernimos al cardenal Jimnez de Cisneros, y Herrera,
dc. 2, lib. II, cap. VIII.
76 Carta del licenciado Zuazo a Mr. de Chievres, escrita en Santo Domingo a 28 de Enero
de 1518.
77 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXIX, cap. XIII.
78 Herrera, dc. 2, lib. IX, cap. XVI, y dc. 3, lib. IV, cap. IX.
79 Las Casas, Brevsima Relacin, etc., captulo de la Tierra Firme.
80 Carta de Vasco Nez ya citada, que se halla en Navarrete, Coleccin de Viajes, etc.,
tom. III.
81 Relacin de los sucesos de Pedrarias Dvila en las Provincias de Tierra Firme Castilla
del Oro, y de lo ocurrido en el descubrimiento de la Mar del Sur, etc., escrita por el
adelantado Pascual de Andagoya. El documento original existe en el Archivo de Indias
de Sevilla.
82 Herrera, dc. 2, lib. III, cap. XV. Segn Oviedo, la muerte de Sosa debi acaecer a principios de 1520, o muy a fines del ao anterior. Historia (...) de las Indias, lib. XXIX, cap.
XI.
83 Herrera, dc. 3, lib. VIII, cap. XIV.
84 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXIX. cap. XXV. Herrera, dc. 4, lib. IV, cap. IX,
y lib. VI, cap. II.
85 Herrera, dc. 4, lib. X, cap. VII.
86 Herrera, dc. 5, lib. IX, cap. XI.
87 Herrera, dc. 5, lib. IX, cap. XI.
88 Herrera, dc. 6, lib. V, cap. III.
89 Al emperador en el Consejo, Sancho de Clavijo, en la ciudad de Nombre de Dios a 22 de
Abril de 1549. (Muoz, Colec.)
90 Herrera, dc. 1, lib. X, cap. II.
91 Herrera, dc. 2, lib. I, cap. IV. Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXIX.
92 El gobernador Sancho Clavijo al emperador en el Consejo. Panam a 28 de Diciembre
de 1549.
93 Relacin del obispo de Tierra Firme, fecha en Panam en 1549. (Muoz, Colec.,
tom. LXXXV.)
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94 Relacin del obispo de Tierra Firme, fecha en Panam en 1549. (Muoz, Colec.,
tom. LXXXV.)
95 Carta al emperador en el Consejo del gobernador Sancho de Clavijo, en Panam a 27 de
Septiembre de 1551. (Muoz, Colec.)
96 Carta al emperador en el Consejo del gobernador Sancho de Clavijo en Nombre de
Dios a 28 de Marzo de 1551. (Muoz, Colec.)
97 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXIX, cap. IX.
98 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXIX, cap. X, XXV y XXXIV.
99 Las Casas, Brevsima Relacin de la Destruccin de las Indias, captulo de la Tierra
Firme.
100 Al Prncipe desde Panam en 1,552, Fr. Paulus Episcopus Continentis. (Muoz, Colec.)
101 Herrera, dc. 5, lib. IX, cap. XI. Vase este artculo en la pgina 383 del tomo XXII de
la Coleccin de Documentos Inditos del Archivo de Indias. (V. M. y M.)
102 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXVIII, cap. VI. Herrera, dc. 5, lib. IX, cap. XI.
103 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXVIII, cap. VI.
104 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXVIII, cap. VI.
105 Herrera, dc. 4, lib. IV, cap. VII.
106 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXVII, cap. VIII.
107 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXVII, cap. V.
108 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXVII, cap. V. Herrera, dc. 5, lib. II, cap. III.
Ver de la capitulacin celebrada con Heredia en el mismo tomo XXII de la citada Coleccin de Documentos..., pgina 225. (V. M. y M.)
109 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXVII, cap. VI.
110 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXVII, cap. IX. Herrera, dc. 5, lib. IX, cap. XI.
111 Herrera, ibdem.
112 Herrera, dc. 5, lib. IX, cap. XI.
113 Herrera, dc. 5, lib. II, cap. III, y lib. IX, cap. XI; dc. 6, lib. III, cap. XX.
114 Este nmero est muy exagerado.
115 Carta al emperador de fray Toms de Angulo, obispo de Cartagena, fecha en el pueblo
de Calamari, nombrado de Cartagena, a 7 de Mayo de 1535. (Muoz, Colec., tom. LXXX.)
116 Carta al emperador de fray Toms de Angulo, obispo de Cartagena, a 1 de Enero
de 1536.
117 Herrera, dc. 6, lib. III, cap. XX.
118 Oviedo, Historia (...) de las Indias, libro XXVII, cap. IX.
119 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXVII, cap. X, XI y XII.
120 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXVII, cap. XIII.
121 Carta al emperador de don Pedro de Heredia, adelantado y gobernador de Cartagena,
escrita en la villa de Santa Cruz de Mopox, a 3 de Julio de 1541.
Libro Octavo
ESCLA
VITUD DE LOS INDIOS EN NUEV
A ESP
AA
ESCLAVITUD
NUEVA
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guerra, salvo las mujeres y los nios; y despus de haber sacado el quinto
del rey, dio una parte a sus soldados, y otra a la repblica de Tlaxcala, su
aliada. Esta reparticin ocasion mucho descontento entre los espaoles, y oigamos cmo la describe uno de los mismos soldados de Corts.
Acord Corts con los oficiales del Rey, que se herrasen las piezas, y esclavos que se avian avido, para sacar su quinto, despues que
se huviesse primero sacado el de su Magestad, y para ello mand dar
pregones en el Real, villa, que todos los soldados llevassemos una
casa que estava sealada para aquel efecto, herrar todas las piezas
que estuviessen recogidas, y dieron de plazo aquel dia que se pregon,
y otros: y todos ocurrimos con todas las indias muchachas, y muchachos que aviamos avido, que de hombre de edad no nos cuiadamos de
ellos, que eran malos de guardar, y no aviamos menester su servicio,
teniendo nuestros amigos los tlaxcaltecas. Pues ya juntas todas las
piezas, y hecho el hierro, que era una G como esta, que queria dezir
guerra, quando no nos catamos, apartan el real quinto, y luego sacan
otro quinto para Corts; y dems desto, la noche antes, quando metimos las piezas, como he dicho, en aquella casa ya avian escondido y
tomado las mejores indias, que no pareci all ninguna buena y al tiempo
de repartir, davamos las viejas y ruines, y sobre esto huvo muy grandes murmuraciones contra Corts, y de los que mandavan hurtar, y
esconder las buenas indias; y de tal manera se lo dixeron al mismo
Corts, soldados de los de Narvaez, que juravan a Dios, que no avian
visto tal, aver dos Reyes en la tierra de nuestro Rey y Seor, y sacar
dos quintos (...) y que agora el pobre soldado que avia echado los bofes, y estaba lleno de heridas, por haber una buena india, y les avian
dado enaguas y camisas, avian tomado y escondido las tales indias; y
que quando dieron el pregon, para que se llevassen herrar, que crey, que cada soldado volverian sus piezas, y que apreciarian que tantos pesos valian, y que como las apreciasen, pagassen el quinto Su
Magestad, y que no avra ms quinto para Corts, y dezian otras murmuraciones peores que estas; y como Corts aquello vi, con palabras
algo blandas, dixo, que jurava en su conciencia (que aquesto tenia
costumbre de jurar) que de all en adelante no seria ni se haria de
aquella manera, sino que buenas, malas indias, sacadas, al almoneda, y la buena, que se venderia por tal y la que no fuese, por menos
precio, y de aquella manera no tenan que reir con l.15
La dolorosa escena del repartimiento de esclavos en que la crueldad competa con el inters y la mala fe, presentose ms de una vez en
el campamento de Corts, situado entonces en la ciudad de Tezcuco.
Desde all, y mientras l se preparaba en 1521 para el sitio de la ciudad de Mjico, envi a Gonzalo de Sandoval, uno de sus capitanes, con
Zulapeque situado en las fronteras de Tlaxcala, por haber dado muer-
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declarando a Corts por capitn general y gobernador de Nueva Espaa. En ese mismo ao nombrronse oficiales reales para aquella provincia. Siendo tesorero Alonso de Estrada, hijo natural de Fernando, el
Catlico; contador, Rodrigo de Albornoz, que era el secretario del emperador;28 factor, Gonzalo de Salazar, y veedor de las fundiciones, Pedro
Almindez Cherinos;29 pero estos empleados no llegaron a Mjico hasta
el ao de 1524.30
Al talento de Corts no poda esconderse la importancia de la conversin de los indios, y apenas conquistado Mjico, l y los consejos de
las villas de Nueva Espaa suplicaron al emperador que se proveyese
de obispos o de otros prelados, y de religiosos de buena vida y ejemplo.
Todo esto pidi Corts desde su primera carta a Carlos V; pero en la
cuarta del 15 de octubre de 1524, ya pens de otra manera respecto de
los obispos y otros prelados, pues slo quera que se enviasen a Nueva
Espaa monjes virtuosos. Las razones en que se fund, lense en el
siguiente pasaje:
Porque habiendo Obispos, y otros Prelados, no dejarian de seguir
la costumbre, que por nuestros pecados hoy tienen, en disponer de los
bienes de la Iglesia, que es gastarlos en pompas, y en otros vicios: en
dejar Mayorazgos sus Hijos, Parientes; y aun sera otro mayor mal,
que como los Naturales de estas partes tenian en sus tiempos Personas
Religiosas, que entendian en sus Ritos, y Ceremonias, y estos eran tan
recogidos, as en honestidad, como en castidad, que si alguna cosa, fuera de esto, alguno se le sentia, era punido con pena de muerte. si
agora viessen las cosas de la Iglesia, y servicio de Dios, en poder de
Cannigos, y otras Dignidades; y supiessen, que aquellos eran Ministros de Dios, y los viessen usar de los vicios, y profanidades, que agora
en nuestros tiempos en essos Reynos usan, seria menospreciar nuestra
Fe, y tenerla por cosa de burla: y seria tan gran dao, que no creo
aprovecharia ninguna otra predicacion que se les hiciese; y pues que
tanto en esto v, y la principal intencion de V.M. es, y debe ser, que estas
gentes se conviertan, y los que ac en su Real nombre residimos la debemos seguir, y como christianos tener de ellos especial cuidado, he
querido en esto avisar Vuestra Cesrea Magestad y decir en ello, mi
parecer.31
A vista de este pasaje no ha faltado quien atribuyese a Corts sentimientos de protestantismo, o que quiz lo escribi por odio al obispo
Fonseca, protector de Diego Velzquez, su enemigo; pero yo no creo ni
lo uno ni lo otro, sino que Corts, conociendo la corrupcin del clero
seglar de Espaa y la conducta de los obispos en general, juzgaba que
no eran el medio ms a propsito para la conversin de los indios.
El arzobispo de Mjico, don Francisco Lorenzana, que imprimi con
notas algunas cartas principales de Corts a Carlos V en su obra ya
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capital de Mjico hasta julio del mismo ao. As, entre esos religiosos,
como entre los franciscanos, hbolos de virtudes ejemplares, pues no
slo se dedicaron a convertir a los indios, sino a civilizarlos, ensendolos a leer, escribir, y a emplearse en varias industrias.
Entre esos religiosos distinguiose fray Pedro de Gante, a quien ya
he mencionado, y que se incorpor a sus hermanos franciscanos despus que llegaron a Nueva Espaa.
Este hombre extraordinario conoca muy bien la lengua mejicana, y
sola predicar en ella a falta de sacerdotes, pues l era lego. Fue el primero que ense los mejicanos a leer, escribir, pintar, cantar, tocar instrumentos msicos y ocuparse en las artes, fundando al efecto escuelas
y talleres. Estableci cofradas entre los indios; destruy muchos templos e dolos mejicanos; fabric ms de 100 iglesias; y en los 50 aos, que
vivi en Nueva Espaa, contribuy poderosamente a la propagacin del
cristianismo.37
Tantas virtudes y beneficios hicieron exclamar un da a don fray
Alonso de Montfar, de la Orden de Predicadores, y primer arzobispo
de Mjico: Yo no soy arzobispo de Mxico, sino Fray Pedro de Gante,
lego de San Francisco.38
Acabo de decir que fray Alonso de Montfar fue el primer arzobispo
de Mjico; mas, esto es, porque aunque el obispo su antecesor fue promovido al arzobispado de aquella ciudad, no lleg a ponerse el palio por
haber muerto.
Suelo fecundo para las rdenes religiosas fue el de Nueva Espaa,
pues en 1559 la de los franciscanos ya tena 80 casas con 380 frailes; la
de los dominicos, 40 de las primeras y 210 de los segundos; y la de San
Agustn, 40 casas con 212 religiosos: es decir, que en todo haba 160
casas y 802 frailes.39
Envi Corts a Cristbal de Olid en 1523 para que fuese a descubrir
y poblar en las tierras de Honduras. Rebelose all Olid contra su jefe, y
ste viose forzado a partir de Mjico en octubre de 1524 para castigar
aquella rebelin. En su marcha difcil y peligrosa hizo la guerra en 1525
a los indios de la provincia de Tapayegua o Tapayeca, y esclaviz ms de
una centena de ellos.40 Pero tales eran las maldades de los espaoles
contra los indios, que este mismo hombre que esclavizaba y mandaba
esclavizar, veces hubo en que se vio forzado a condenar la conducta de
sus compatriotas.
Antes de marchar Corts contra Olid, nombr para el gobierno de
Nueva Espaa, durante su ausencia, al tesorero Alonso de Estrada y al
contador Albornoz. ste fue muy pronto infiel a Corts. Pedro Mrtir
de Anglera, miembro del Consejo de Indias, y que a la sazn escriba
sus Dcadas del Nuevo Mundo, menciona las cartas en cifras en que
Albornoz acusaba a Corts de astucia, de avaricia insaciable y de pro-
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Que de muchos de los parajes mencionados se llevaban esclavos indios a Cuba, confrmalo tambin su teniente de tesorero Pedro de
Avedao en la comunicacin que hizo a la emperatriz en 1532 por estar
ausente de Espaa su esposo el emperador.55
Sedienta Cuba de esclavos pidi de nuevo licencia al gobierno en
1534, para introducirlos de Yucatn y de Pnuco.56 Y al ver la insistencia con que peda ese permiso, bien pudiera creerse que lo necesitaba
para introducir esclavos, cuando en realidad esto se haca sin ninguna
autorizacin del gobierno. Ni se contentaba con eso; que tambin quiso
en aos posteriores que los esclavos entrasen en ella libres de derechos
como en todos los dems pases, fundndose en que por este motivo los
armadores se retraan de llevarlos a Cuba, a pesar de la necesidad que
haba de ellos.57
La culpable conducta de Nuo de Guzmn en el Pnuco mereci la
censura del electo obispo de Mjico fray Juan de Zumrraga; y digno es
de transcribirse aqu el principio de una carta importantsima que aquel
prelado elev al emperador en 27 de agosto de 1529.
Luego como esta ciudad llegu, muy poderoso seor, fu informado que la provincia de Pnuco que tiene en gobernacin Nuo de Guzman,
estaba destruida y asolada causa de haber sacado della el dicho Nuo
de Guzman, vendidos para las islas, mucha cantidad de indios libres
naturales della herrados por esclavos; y querindome ms informar de
la cosa porque me pareci ser muy daosa y agena de la Real intincion
de V.M., he hallado y podido averiguar con verdad, que luego que fu
recibido Nuo de Guzman aquella gobernacin, di licencia en general todos los vecinos de aquella provincia para que pudiesen sacar
della para las islas 20 y 30 esclavos, lo cual se hizo; y como esta
contratacion viniese noticia de los mercaderes y tractantes que por
estas islas andan y viesen que era buena granjera, ocurrieron la provincia de Pnuco as por su propio interese, como llamamiento del
dicho Nuo de Guzman, que envi fletar navos al puerto desta Nueva
Espaa para ello; y desta manera est tan rota la cosa, que aquella provincia est disipada, destruida y asolada, causa de haber sacado della
9 o 10 000 nimas herradas por esclavos, y envindolos las islas; y de
verdad, aun yo creo ser mas, porque han salido de all 21 navos y ms
cargados, que son estos.El navo de Andrs de Duero, que se dice la
Bretona; el navo de Hernando Zuazo; el navo de Vara, que sali cargado dos veces; el navo de Madrid, vecino de La Habana; el patax de
Nuo de Guzman, que sali cargado tres veces; el navo de Cristbal
Bezar; Juan Perez de Gijon, mayordomo de Nuo de Guzman, ha sacado dos navos cargados; Juan de Urrutia ha sacado tres navos cargados, con otro de Juan Escudero; Rodrigo de Holvain otro, y Miguel de
Ibarra ha sacado cinco navos cargados, y est cargando Alonso Valiente un navo en el puerto de Pnuco; y desta manera han salido otros
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march despus de haber nombrado por su teniente para la gobernacin del Pnuco a Lope de Mendoza. Devast campos, cort narices y
orejas, y quem indios y pueblos. Uno de aquellos fue el cacique
Cazonci,68 y otro un indio que andaba vestido de mujer y que confes
ganar su vida, prestndose con los hombres a las funciones del sexo
femenino.69 Guzmn dio tambin por esclavos los naturales de Xalisco o
Nueva Galicia y los de otras partes de aquella tierra. Por su mandado,
Gonzalo Lpez esclaviz en septiembre y diciembre de 1530 en algunos
pueblos 1 000 hombres, mujeres y nios, habindolos herrado. ste,
despus de deducido el quinto del rey, repartiolos entre su gente, exigiendo por cada indio 1 peso, que l deca ser para el fisco, pues cada
uno fue apreciado en 5 pesos.70
Las Casas eleva su nmero a 4 560 entre hombres, mujeres y nios
desde 1 ao a los pechos de sus madres hasta menos de catorce; siendo
de advertir que algunos le salieron a recibir de paz.71
La opresin de los indios y los desrdenes cometidos por la primera
Audiencia de Mjico haban llegado a su colmo. Quitose al fin su presidencia a Nuo de Guzmn. Nombrse otra Audiencia compuesta de los
licenciados Alonso, Maldonado, Vasco de Quiroga, Francisco Ceynos, y
Juan de Salmern, dndose la presidencia al dignsimo obispo don Sebastin Ramrez de Fuenleal, que a la sazn ocupaba la misma plaza en la
Audiencia de La Espaola.72 Partieron los oidores de Sevilla el 15 de
septiembre de 1530, y llegaron a Mjico a principios de 1531; pero como
Ramrez se hallaba en Santo Domingo, lleg a Nueva Espaa poco despus que sus compaeros.
Esta nueva Audiencia no fue un simple tribunal investido solamente
de atribuciones judiciales; que disele tambin, a semejanza de la de
Santo Domingo, un gran poder poltico y administrativo para dirigir los
arduos asuntos de Nueva Espaa, pues receloso el gobierno de la conducta de Corts, aunque el emperador le recibi afectuosamente y premi sus eminentes servicios con el ttulo de marqus de Oajaca y con
otras liberalidades, no se le concedi la gobernacin de Nueva Espaa,
sino tan slo el nombramiento de capitn general en los negocios militares, cuyas funciones desempe despus que torn a aquel pas.
Importantes fueron las instrucciones que llev a aquella Audiencia,
y entre ellas se le orden, que para impedir los males que en Nueva
Espaa se cometan en el modo de hacer esclavos, no se hiciesen en
adelante por ninguna va ni causa; que se empadronasen todos los de
Nueva Espaa, para que no se sacasen ni vendiesen de una provincia a
otra; y que esas rdenes se publicasen y ejecutasen con el mayor cuidado, bien que no eran extensivas a los esclavos que los indios tenan entre
s, segn su antigua usanza, pues sobre esto deba la Audiencia tomar
particular informacin y proveer lo que juzgase ms conveniente.73
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El presidente Ramrez de Fuenleal cumpliendo con rectitud y firmeza las rdenes del gobierno, no slo proscribi el uso brbaro del hierro,
sino el de hacer esclavos.74 Esta medida, aunque contrada solamente a
Nueva Espaa, honrosa fue a Carlos V; pero justo es reconocer que sin
los nobles sentimientos y acrisolada probidad de don Sebastin Ramrez
de Fuenleal, jams se hubiera ejecutado; pues luego que l sali de
Mjico, los males renacieron con todos sus antiguos horrores.
El cronista Antonio de Herrera dice, que desde entonces ya en Nueva Espaa no hubo ms esclavos, ni tomados en guerra ni por otra causa75 Yo me asombro de tamaa aseveracin, porque el mismo Herrera
en sus Dcadas ofrece las pruebas de lo contrario, segn se ver en la
narracin de los futuros acontecimientos de Nueva Espaa.
Sin la entereza del presidente Ramrez de Fuenleal, la Audiencia de
Mjico no hubiera cumplido el decreto que prohiba se hiciesen esclavos
en Nueva Espaa, pues el licenciado Salmern, uno de los oidores de
ella, escribi al Consejo de Indias, en carta de Mjico de 1531, que convendra dejar algn arbitrio para hacer esclavos que sirviesen en las
minas a los que despus de sometidos sublevasen sin causa.76
Como entonces se hallaba Nuo de Guzmn en la guerra contra los
chichimecas, enviole la nueva Audiencia de Mjico la provisin real para
que no hiciese ms esclavos. La misma remiti tambin al gobernador
del Pnuco, donde toda la granjera consista en vender esclavos a Cuba
y a otras islas.77
No se rompe de un golpe con los abusos profundamente arraigados
y sostenidos por el inters. As fue que la ciudad de Compostela en la
Nueva Galicia pidi al gobernador Nuo de Guzmn que consintiese
esclavizar a los indios de guerra que se rebelaran; pero ya l haba
acudido a la emperatriz por ausencia del emperador, desde dicha ciudad a 12 de junio de aquel ao, hacindole igual peticin. Expsole
que la real provisin sobre la libertad de los esclavos se haba pregonado donde era posible; mas, no en la villa de San Miguel que distaba
110 leguas de Compostela, por no estar bien pacfica; y alegando otras
razones, continuaba:
Dr lo que siento en esto. An no hay pueblos formados, pues andamos en ranchos disponiendo hacer casas, y ya se quieren establecer
leyes como en la Nueva Espaa conquistada ha 12 aos con puerto y
comercio de Castilla, y mucho oro y plata. No se hagan esclavos por va
de guerra. Cmo quiere V.M. que se puedan conquistar estas partes si
los contumaces y rebeldes no han de tener castigo, y los que trabajan,
premio fruto de sus trabajos en alguna cosa? Y cmo se han de pacificar los conquistados si se rebelan, sino tienen temor de la pena? Y
cmo han de querer ir los cristianos reducillos obediencia si algun
interese no tienen de su trabajo? Con qu quiere V.M. que compren el
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caballo que les matan y las armas, y el comer, el vestido, y calzar y otros
gastos muchos que se ofrecen? Y las heridas que les dan, con qu las
han de curar? Especialmente de guerra y conquista que tan poco interese se ha havido, y con gente tan indmita y sin razon, y que tambien
merece cualquier pena, cmo irn de buena gana una y dos y tres veces
si ningun premio han de haber ni los culpados castigos?78
Llegamos a la poca de los virreyes en Nueva Espaa. Don Antonio
de Mendoza, hermano del marqus de Mondejar, fue el primer nombrado en 1535; y por las instrucciones que se le dieron en Barcelona a 25 de
abril de aquel ao, mandsele que viese el modo de esclavizar que tenan los caciques, gobernadores y capitanes espaoles; que si las medidas anteriormente dictadas para no cargar con exceso a los indios no
bastaban a impedirlo, l ordenase lo conveniente atendiendo al buen
tratamiento y conservacin de ellos, y al aumento del trato y comercio
de la repblica; que sobre el modo de hacer la guerra y esclavizar a los
indios cogidos en ella, se haban dado muchas disposiciones; que averiguase si se cumplan, y as se le encarg como cosa muy importante al
servicio de Dios e nuestro, e que deseamos mucho acertar y por descargo de nuestra Real conciencia cerca dello me embieis relacion verdadera de lo que en esto pasa y de lo que os parece y conviene que en ello se
provea para reducir los naturales de aquella provincia nuestra santa
f, y ponerlos en nuestro seoro y obediencia; por manera que cesen
las muertes e robos e otras cosas indebidas que se han hecho en la dicha
conquista, y en captivar y haber por esclavos los dichos indios.79
Preocupada la atencin del virrey con el asunto de la esclavitud de
los indios de Nueva Espaa, propuso al obispo Zumrraga dos dudas,
pidindole francamente su parecer. El obispo contestole: quanto la
primera dubda, si es justo que se hagan esclavos de rescate en esta
tierra, digo que hasta agora yo no s ley Divina, natural, ni positiva, ni
humana, eclesistica, ni civil, por donde estos naturales desta tierra,
segn su condicin, sean al presente as hechos esclavos y pierdan la
libertad rebus stantibus ut nunc.
En cuanto a la segunda duda sobre si deban hacerse esclavos de
guerra, respondi en los trminos siguientes: digo que si tuviese poder
hara que no se pudiesen hacer, y esto sera escusando y aun vedando
hacer guerra los indios que no nos la hacen, y nunca han entendido y
aun quiz odo de la F, y creyendo que la buena guerra conquista,
sera la de las almas, enviando Religiosos ellos como Cristo envi sus
Apstoles y discpulos de paz, que poco poco penetrasen sus tierras y
moradas yendo edificando Iglesias y no entrando de golpe entrellos,
como se ha visto por experiencia de los que fueron con Narvez... por lo
qual plega Nuestro Seor que yo no vea ni oya en esta Nueva Espaa
ni otros indios hacer guerra qual hasta agora comunmente se ha he-
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cho, que ms propiamente se puede llamar carnicera, ni segn la condicin de los que conquistan tengo esperanza que sera ms justificada la
que de aqu adelante se hiciese, porque ya que las instrucciones de S.M.
son cathlicas y justas, la gran cobdicia de los que hacen la guerra no
deja guardarlas.80
El virrey Mendoza, cumpliendo con sus deberes, inform al gobierno, que Nuo de Guzmn hizo herrar en Nueva Galicia a muchas mujeres y nios contra lo mandado por el emperador; que compraba a bajo
precio los esclavos del quinto de S.M. para revenderlos con provecho
suyo; que tomaba para s el sptimo de todos los esclavos. Y finalmente
que se serva de indios libres en las minas, reduciendo a esclavitud a los
que de Mjico se llevaban.81
Permaneca ese malvado en la gobernacin de la Nueva Galicia, pero
tan numerosas fueron las quejas que de sus maldades llegaron a la corte, que el gobierno le quit el mando en 1536, sometindole a un juicio
de residencia. Por auto de la Audiencia de Mjico prendisele y secuestrronsele los bienes. All estuvo ms de un ao hasta que lleg la orden
de que bajo de fianza pasase a Espaa y se presentase al Consejo de
Indias con su residencia; pero como segn dice el cronista Herrera
, en la Corte no faltan poderosas intercesiones, no pag sus culpas, como
mereca.82 En aos posteriores, cuando por segunda vez torn a Espaa Hernn Corts, pudo conseguir que su enemigo Nuo de Guzmn
fuese de alguna manera castigado, y efectivamente condensele en 1541
a pagar muchos millares de ducados.83
Los que queran esclavizar a los indios, invocaron sin saberlo, desde
el principio de la conquista, la mxima en que Aristteles se fund para
decir que haba esclavos por naturaleza. La torpeza e incapacidad de los
indios era el gran argumento de los conquistadores para esclavizarlos,
pues alegaban que por s solos no podan convertirse ni gobernarse; y
aun hubo algunos que pretendieron negarles hasta la calidad de hombres, la civilizacin que los espaoles encontraron en los indgenas de
Nueva Espaa oponase a tales ideas; mas, esto nada importaba al inters de los conquistadores. En contradiccin con ellos estaban el gobierno, los religiosos y los obispos de Nueva Espaa, y uno de stos, cual
fue el de Tlaxcala fray Julin Garcs, escribi al pontfice Paulo III en
1536 una larga carta en elegante latn en que le manifestaba la aptitud
de aquellos indios para abrazar el cristianismo y adquirir los dems conocimientos que se quisiese inculcarles. Esa carta y los informes que
dio al mismo Papa fray Bernardino de Minaya, comisionado cerca de su
santidad, a instancias del virtuoso fray Domingo de Betanzos y del prelado de los religiosos dominicos de Nueva Espaa, indujeron a Pablo III
a expedir sin demora en junio de 1537 una Bula de eterna memoria,
para que se ejecutase en todos los pases del Nuevo Mundo. Dice as:
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Paulo, Papa Tercero, todos los Fieles Christianos, que las presentes Letras vieren, salud, y bendicion Apostlica. La misma verdad, que
ni puede engaar ni ser engaada, quando embiaba los Predicadores de
su F, exercitar este Oficio, sabemos que les dixo: Id, y ensead
todas las Gentes. A todas (dixo) indiferentemente, porque todas son
capaces de recibir la enseanza de nuestra F. Viendo esto, y embidiando
el comun enemigo de el Linage Humano, que siempre se opone las
buenas obras, para que perezcan, invent un modo, nunca antes oido,
para estorvar, que la Palabra de Dios, no se predicase las Gentes, ni
ellas se salvasen. Para esto movi algunos Ministros suios, que deseosos de satisfacer sus codicias, y deseos, presumen afirmar cada paso,
que los Indios de las partes Occidentales, y los de el Medioda, y las
dems Gentes, que en estos nuestros tiempos han llegado nuestra
noticia, han de ser tratados y reducidos nuestro servicio, como Animales Brutos, ttulo de que son inhbiles para la F Catlica, y so
color, de que son incapaces de recibirla, los ponen en dura servidumbre,
y los afligen, y apremian tanto, que aun la servidumbre en que tienen
sus Bestias, apenas es tan grande, como la con que afligen esta Gente.
Nosotros, pues, que aunque indignos, tenemos las beces, de Dios en la
Tierra, y procuramos con todas fuercas hallar sus Obejas, que andan
perdidas fuera de su Rebao, para reducirlas l, pues es este nuestro
Oficio, conociendo que aquestos mismos Indios, como verdaderos Hombres, no solamente son capaces de la f de Christo, sino que acuden
ella, corriendo con grandsima promptitud, segun nos consta, y queriendo proveer en estas cosas de remedio conveniente, con Autoridad
Apostlica, por el tenor de las presentes, determinamos, y declaramos,
que los dichos indios y todas las dems Gentes, que de aqu adelante
vinieren noticia de los Christianos, aunque estn fuera de la F de
Christo, no estn privados, ni deben serlo de su libertad, ni de el dominio de sus bienes, y que no deben ser reducidos servidumbre, declarando, que los dichos Indios, y las dems Gentes, han de ser atraidos, y
combinados la dicha F de Christo, con la Predicacin de la Palabra
Divina, y con el exemplo de la buena vida. Y todo lo que en contrario de
esta determinacion, se hiciere, sea en s de nngun valor, ni firmeca no
obstantes qualesquier cosas en contrario, ni las dichas, ni otras en
qualquier manera. Dada en Roma, Ao de 1537, los nueve de Junio, en
el Ao, tercero de nuestro Pontificado.84
Cuando esta bula lleg al Nuevo Mundo, hallbase Las Casas en
Guatemala, y su placer fue tan grande, que del latn la tradujo en castellano, y enviola a los religiosos que se hallaban en muchas de aquellas
provincias, para que la comunicasen a los pobladores espaoles.
Tan interesado estaba Paulo III en la libertad de los indios, que adems de la bula anterior dirigi un Breve al cardenal arzobispo de Toledo,
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para Mjico, ya por haber muerto mucha de la gente que haba llevado,
ya por haberse marchado otra al Per atrada de la fama de sus riquezas. Pero no se crea que la salida de Montejo de Yucatn fuese el trmino de la esclavitud de sus naturales, pues ella sigui lo mismo que antes.90 Los religiosos de Yucatn informaron tambin al emperador que
el licenciado Herrera, nombrado por el gobierno para ejecutar las Nuevas Leyes en aquella gobernacin, ni quiso dar libertad a los esclavos, ni
tasar tributos; y que entonces estaban los indios como 11 aos antes, en
cuyo tiempo no haban tenido persona que por ellos mirase.91
Dolorosa era igualmente la situacin en otras partes de Nueva Espaa. La Audiencia de Mjico escribi al emperador en julio de 1541,
que los espaoles que tenan naborias, no slo se servan de ellos como
esclavos, sino que los vendan por tales: mal que deba remediarse. Entonces tambin se le pidi que ningn cacique esclavizase a sus indios,
ni los vendiese. Tres aos y medio despus, o sea el 11 de marzo de 1545,
el licenciado Tejada escribi al emperador desde Mjico manifestndole la necesidad de castigar el delito muy comn que en Nueva Espaa
cometan los principales y mercaderes indios, hurtando a los libres, y
vendindolos de una parte en otra como hacan con sus mantas y maz.
Ya hemos visto que Nuo de Guzmn sali de Nueva Galicia. Sucediole
de gobernador en 1538 Francisco Vzquez de Coronado, y aunque no
tan cruel con los indios como su antecesor, tratolos siempre mal, a pesar
de las instrucciones que el virrey Mendoza le dio, inspiradas por humanos sentimientos del padre Las Casas. stos empezaron a prevalecer
en los ulteriores descubrimientos que en la Nueva Galicia se hacan, no
por gente armada, sino por algunos religiosos; pero como la conducta
de los espaoles contrariaba las buenas intenciones de los misioneros, y
los indios haban sido vctimas de los primeros, no tard mucho en que
se sublevasen, ligndose con los chichimecas. Mataron entre espaoles
y negros hasta 30, siendo uno de ellos un fraile de San Francisco; derribaron dos monasterios, quemaron las cruces y profanaron las imgenes.92 Alzados los pueblos, la Audiencia de Nueva Espaa, a pedimento
de los vecinos de la villa de Guadalajara, mand hacer a los sublevados
guerra a fuego y sangre, declarando esclavos a cuantos de ellos se cogiesen, excepto las mujeres y nios de 14 aos abajo.93
Tom esta insurreccin tan grandes proporciones, que el virrey
Mendoza prepar un ejrcito de 50 000 indios aliados y de muchos castellanos, con los cuales march desde Mjico en octubre de 1542 a sofocar la rebelin. Muchos indios de la Nueva Galicia fueron entonces
matados o hechos prisioneros, de los cuales no quiso el virrey que ninguno fuese esclavizado;94 pero no as respecto de los chichimecas, pues
la refriega habida con ellos, los presos de 14 aos arriba fueron declarados por esclavos y repartidos entre la gente, no obstante que los
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dos como una de las ms grandes injusticias cometidas con los indios; y
entonces fue cuando uno de los miembros de la junta expuso, como testigo de vista, la manera que se hacan. A la noche dijo con un tambor en el real entre los soldados deca uno de ellos: a vosotros los indios
de este pueblo os hacemos saber que hay un Dios, un Papa, y un rey de
Castilla, a quien este Papa os ha dado por esclavos, y por tanto os requerimos que vengis a dar la obediencia, y a vosotros en su nombre, so
pena de que os haremos guerra a sangre y fuego. Al cuarto del alba
daban en ellos cautivando los que podan con ttulo de rebeldes, y a los
dems los quemaban o pasaban a cuchillo: robndoles la hacienda, y
ponan fuego al lugar.100
Disuelta la junta, embarcose Las Casas para Espaa a principios de
1547, donde renunci despus al obispado de Chiapa para consagrarse
con ms fruto a la defensa de los indios.
El 2 de diciembre de 1547 falleci Hernn Corts en el pueblo de
Castilleja de la Cuesta, cerca de Sevilla, habiendo otorgado su testamento en esta ciudad a 11 de octubre del mismo ao. Intil es decir que cuando tantos espaoles tenan indios esclavos, l no los tuviese tambin; pero
honroso es a su memoria recordar que le asaltaron escrpulos antes de su
muerte, pues en su testamento insert la clusula siguiente:
tem. Porque acerca de los esclavos naturales de dicha Nueva Espaa, as de guerra como de rescate, ha habido y hay muchas dudas y
opiniones s se han podido tener con buena conciencia no, y hasta ahora no est determinado: Mando que todo aquello que generalmente se
averiguase, que en este caso e debe hacer para descargo de las conciencias en lo que toca a estos esclavos de la dicha Nueva Espaa, que se
haya y cumpla en todos los que yo tengo, encargo. Y mando D. Martin,
mi hijo subcesor, y los que despues dl subcedieren en mi Estado, que
para averiguar esto hagan todas las diligencias que conbengan al descargo de mi conciencia y suyas.101
Segn esta clusula, Corts dudaba de la justicia de la esclavitud de
los indios, y para la tranquilidad de su conciencia hubiera sido ms acertado que hubiese declarado libres a cuantos esclavos indios posea, sin
aguardar ulteriores informaciones, pues l no poda ignorar que los religiosos de las rdenes de Santo Domingo, San Francisco y San Agustn
en la Nueva Espaa, todos haban unnimemente concertado no absolver a ningn espaol que tuviese indios por esclavos, sin que primero
los llevase a examinar ante la Real Audiencia conforme a las nuevas
leyes.102
La esclavitud de los indios de Nueva Espaa era objeto de algunas
dudas de parte de la Audiencia de Mjico. Haba sta consultado al
monarca en aos anteriores la incertidumbre en que se hallaba, porque vista la flaqueza de los indios y su facilidad en delinquir, si bien no
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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD
poda dejrseles impunes, tampoco era justo ejecutar con ellos todo el
rigor de la ley: por lo cual ella opinaba que en los delitos que legalmente deban castigarse con la muerte, esta pena se conmutase en la
de esclavitud, herrando a los que incurriesen en ella. Esta consulta
fue acogida por el emperador, aprobada la propuesta de la Audiencia.
Publicose despus la ley ya mencionada prohibiendo que de ninguna
manera se esclavizase en adelante a los indios. Aquella Audiencia hizo
entonces nueva consulta en 17 de marzo de 1545, porque si se impona
la pena de muerte, cometera una crueldad en ciertos casos; y si para
no cometerla, condenaba al culpable a esclavitud, quebrantara la nueva
ley. De esta manera, aquella Audiencia so color de humanidad abogaba indirectamente por la esclavitud. Esforzaba sus dudas en otra consulta que hizo en 1548, pues aada: que ningn espaol quera ir a la
guerra contra indios alzados sin poderlos esclavizar, especialmente a
Nueva Galicia, donde aqullos eran muy pobres. Deca tambin que
no pudiendo condenarse a muerte los indios delincuentes por la razn
que haba expuesto, ni tampoco esclavizarlos por prohibirlo la ley, eran
condenados a servicio; pero como ya no podan ser herrados, huanse
todos sin haber medio de conocerlos para recobrarlos. De esta manera, los delitos quedan sin castigo, y los que arrendaron el servicio,
defraudados de lo que dieron.
A esta consulta contest el emperador, que se guardasen las leyes
del reino, y que la Audiencia procurase, conformndose a ellas, aumentar o disminuir las penas segn la calidad de las personas. Esta respuesta indica la perplejidad en que el monarca se hallaba, pues sin resolver nada decisivamente, todo lo dej al arbitrio de aquella
Audiencia.103
Pregunt ella tambin entonces lo que deba determinar acerca de
los esclavos herrados que pedan su libertad sin probar que eran hijos
de padres libres, mientras que el poseedor mostraba el ttulo de compra: porque si se les daba libertad en ese caso, el monarca estara obligado a satisfacer al dueo el valor que dio, puesto que se herraron con
el hierro del rey, y ste goz de los quintos y derechos. A todo esto
contest el emperador que se estuviese a lo acordado.104
Con desprecio de las leyes segua pesando la esclavitud sobre los
indios de Nueva Espaa, y esta triste verdad aparece de una carta que
el doctor Quesada, oidor de la Audiencia de Mjico, elev al emperador
en 30 de octubre de 1550. Dice en uno de sus fragmentos:
De las minas de Tasce, Gultepeque, y Gumpango Izmiquilpa, y
Ayuteco, y otras partes vienen cada dia pedir libertad muchos indios
tenidos por esclavos. Lo corriente es si estn herrados, dejarlos en depsito los dueos segun lo piden mientras se conoce de la causa.
Llvasele y por lo comun alli acaba la causa y el indio queda como ntes
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y peor por la enemistad que la queja caus en el amo. Con estas y otras
vas indirectas estorban el cumplimiento de las justas provisiones de
V.M. Mndese no pueda sacarse de la ciudad indio sobre cuya libertad
se trata, y que sus causas sean sumarias, etctera.105
Las minas de que habla el doctor Quesada, as como las de otros
pases, fueron la tumba ms espantosa de los indios libres y esclavos.
Toribio de Motolinia, hablando de las de Nueva Espaa, pinta la mortandad que ocasionaban en los indios como una plaga asoladora.
Y destos, y de los esclavos que murieron en las minas fue tanto el
hedor que caus pestilencia, en especial en las minas de Guaxacan, en
las quales media legua la redonda y mucha parte del camino apenas se
poda pisar sino sobre hombres sobre huesos. Y eran tantas las aves y
cuervos que venan comer sobre los cuerpos muertos que hacan gran
sombra el Sol.106
Para castigar los malos tratamientos de los indios, mand el monarca que el licenciado Diego Ramrez visitase ciertas provincias de Nueva
Espaa.107 El segundo virrey, don Diego Luis de Velasco, que lleg a
Mjico en 5 de diciembre de 1550, nombr tambin una comisin para
que visitase los distritos de los obispados de la Nueva Galicia y de
Mechoacn. De una carta que el licenciado Diego Ramrez escribi al
emperador en 1551, aparece que el licenciado De la Marcha, uno de los
cuatro oidores de la primera Audiencia de la Nueva Galicia, a pesar de
la visita que hizo, no puso en libertad a ningn indio esclavo ocupado en
las minas en excesivos servicios personales, o en otras tareas, ni tampoco a los naborias que servan como esclavos.108
Ms triste es todava la relacin que de la Nueva Galicia hizo en 4 de
mayo del mismo ao, el religioso franciscano fray Rodrigo de la Cruz.
Escuchmosle: Es indecible el dao que los Espaoles han hecho en
este Reyno con tanta muchedumbre de esclavos que herraron, y con
tantos servicios y mal tratamiento.
El valle de Vanderas cerca del mar, as llamado, porque cuando los
cristianos entraron, sali gran multitud de indios con vanderas
recibilles, se ha ido disminuyendo hasta lo sumo; pueblo hay que ha 3
aos era de 600 hombres, y ahora de 70. El valle de Mazconlan de mucha gente ha venido un solo pueblo de 300 hombres. As es en toda la
tierra, de cuya gran poblazon dan seas las sierras aun las estriles que
labravan para pan.109
Cuando estas cosas pasaban, ya Carlos V haba fulminado un nuevo
anatema contra la esclavitud de los indios de Nueva Espaa; y queriendo esta vez que sus rdenes se ejecutasen mejor que antes, dirigi una
carta circular en Valladolid a 7 de julio de 1550 a los religiosos de la
Orden de San Francisco en esta Nueva Espaa, para que ellos avisasen
a los indios esclavos que acudiesen a pedir su libertad. Documento
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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD
importantsimo en que aparece todo el empeo que aquel monarca tena en sacar de la esclavitud a los indgenas de Nueva Espaa.110
Muy laudables eran las intenciones del gobierno y a pesar de los
esfuerzos de los religiosos franciscanos por secundarlas, encontraron
graves dificultades, pues el inters de los amos buscaba subterfugios
para mantener a los indios en la esclavitud. De aqu naci la consulta
que como protector, procurador o proveedor de ellos hizo el doctor
Melgarejo al emperador, en 1551, sobre ciertas dudas que se reducan a
si en la Nueva Espaa haba habido esclavos bien hechos, o todos mal
hechos, y si en este caso, todos indistintamente debieran libertar. Del
tenor de esa consulta aparece que el doctor Melgarejo era partidario de
la esclavitud, pues ataca a los enemigos de ella en las siguientes palabras. Han querido decir, fundar y sustentar que no haya esclavos de
derecho divino, ni los pueda haber, y que esta tierra V.M. la ha tenido y
tiene tiranizada, y por consiguiente todos los esclavos que en ella se
hicieron tiranizados y mal hechos, contra los quales y as contra el obispo don fray Bartolom de las Casas y contra sus consortes y secuaces, y
contra sus falsos errneos herticos fundamentos....111
Si en el asunto de la esclavitud de los indios hubiese habido justicia y
buena fe en los gobernantes del Nuevo Mundo, dirimdose hubieran todas las cuestiones con la Real Cdula de 1553 enviada a la Audiencia de
Mjico. Dice as: Las Audiencias de Indias, llamadas las partes, sin
tela de juicio, sumaria, y brevemente, sola la verdad sabida pongan en
libertad a los indios, que se hubiesen hecho esclavos contra razn y derecho, y contra las provisiones, e instrucciones por nos dadas, si las
personas que los tienen por esclavos, no mostrasen incontinenti ttulo
de como los tienen, y poseen legtimamente, sin esperar ms probanza,
ni haver otro ms ttulo, y sin embargo de cualquier posesion que haya
de servidumbre, ni que estn herrados, aunque no se pruebe por los
Indios cosa alguna, y tengan carta de compra, otros ttulos los poseedores de ellos: porque estos tales por la presumpcion, que tienen
delibertad en su favor, son libres como vasallos nuestros.112
Esta cdula fue general para todas las Indias, y no obstante de ser
tan terminantes sus palabras, esclavos quedaron indios que debieron
ser libres.
La mencionada consulta del doctor Melgarejo dio margen a graves
abusos que an existan en 1554; ao en que el virrey Velasco escribi al
gobierno en 7 de febrero, manifestndole que la Real Orden de 3 de
septiembre de 1552, en que se mandaba que los indios esclavos sobre
cuya libertad haba litigio, se depositasen en sus mismos amos, siendo
vecinos de Mjico, ocasionaba engaos y malos tratamientos de parte
de stos; pues algunos se concertaban con los esclavos para que les sirviesen por cierto tiempo, como de uno a cinco aos dndoles de comer y
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8 reales al mes; y si eran casados, alimentando a sus mujeres y gratificndolas con 4 reales mensuales. Pero lo notable es que, a pesar de haber denunciado Velasco esos fraudes, confiesa que tanto l como las dems autoridades de Mjico los toleraban y consentan.
Muchos que eran tenidos por esclavos, haban pedido y alcanzado su
libertad; y como adems de estar herrados, se alegaba que todos o la
mayor parte de sus dueos los haban posedo con ttulo y buena fe; y
otros los haban comprado en pblica almoneda y pagado al rey el quinto
de su valor, habiendo dado por ellos algunos oficiales reales 20O y 300
pesos, de cuyo producto se sustentaban; suscitronse contrarios pareceres sobre si se condenara a los amos que de ellos se haban servido a
pagar salarios. Por este motivo, aquella Audiencia suplic al gobierno que
le enviase expresa declaratoria, no slo sobre lo que ya estaba sentenciado, sino sobre lo que en adelante se hubiese de sentenciar. A esta consulta
provey el monarca que los que hubiesen tenido los tales indios con justo
ttulo, no deban ser condenados en pena alguna, ni tampoco a pagar salarios sino desde el da de la contestacin de la demanda.113
Pero todos los indios que geman en Nueva Espaa bajo el yugo de
la esclavitud, alcanzaron desde entonces su libertad? No se hicieron ya
nuevos esclavos en aquel vasto pas? A estas preguntas, yo no puedo
dar una respuesta satisfactoria. Mas, admitiendo que la esclavitud ces
en Nueva Espaa en 1558, resultar que habiendo empezado en 1519
cuando los caciques de Tabasco regalaron 20 esclavos a Corts, su duracin solamente fue de 39 aos.
Cruel y destructora la esclavitud de los indios, fuelo menos en Nueva Espaa que en otros pases del continente;114 y las causas de esta
diferencia parceme que consisten en las peculiares circunstancias que
favorecieron a aquel pas. Entre todos los conquistadores del Nuevo
Mundo, Corts fue el de ms capacidad poltica para gobernar, y muy
pronto conoci cuan necesaria era la conservacin de los indios para la
prosperidad de sus conquistas. Tampoco fue cruel como Pedrarias y otros
contemporneos, y aunque cometi ciertos actos que puedan tacharse
de crueldad, efecto fueron, no de su ndole perversa, sino de un fin poltico para atemorizar la raza conquistada. Cupo tambin a Nueva Espaa la fortuna de tener a su cabeza en aquellos tiempos a hombres como
el digno presidente de la Audiencia de Mjico, don Sebastin Ramrez
de Fuenleal y al virrey don Antonio de Mendoza, que sin compararse en
todo el primero, fue en verdad un buen gobernador, y cuanto en su abono puede decirse, es que mereci el elogio de Las Casas. Pero lo que
ms poderosamente contribuy a conservar los indios, fueron los primeros obispos y religiosos dominicos y franciscanos que desde su llegada a Mjico defendieron con celo apostlico a la raza conquistada: y
para mejor alcanzar su fin, muchos de aquellos esclarecidos varones
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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD
aprendieron la lengua de los pueblos vencidos, convirtindose en misioneros, inicindolos en los principios de la civilizacin cristiana: principios que prontamente se difundieron en los indgenas de aquella tierra
por la clara inteligencia de que estaban dotados, y por su polica superior a casi todas las dems naciones que entonces poblaban el nuevo
continente.
Notas
1
Bernal Daz del Castillo, Historia (...) de la Conquista de la Nueva Espaa, cap. I.
Navarrete, Salv y Sanz de Baranda, Coleccin de Documentos Inditos para la Historia de Espaa, tom. I, p. 418. Madrid, 1844.
Bernal Daz del Castillo, Historia (...) de la Conquista de la Nueva Espaa, etc., cap.
IV y VII. Herrera, dc. 2. lib. II, cap. XVII y XVIII.
Bernal Daz del Castillo, Historia (...) de la Conquista de la Nueva Espaa, cap. VIII y
XVI
10 Bernal Daz del Castillo, Historia (...) de la Conquista de Nueva Espaa, cap. XXV.
11 Bernal Daz del Castillo, Historia (...) de la Conquista de Nueva Espaa, cap. XXIII y
XXVI. Herrera, dc. 2, lib. IV, cap. VI.
12 Bernal Daz del Castillo, Historia (...) de la Conquista de Nueva Espaa, cap.
Herrera, dc. 2, lib. IV, cap. XII.
XXXVI.
13 Bernal Daz del Castillo, Historia (...) de la Conquista de Nueva Espaa, cap LXX.
Carta segunda de Corts al emperador Carlos V a 30 de Octubre de 1520, 8. Esta
carta, segn el arzobispo Lorenzana, imprimiose en Sevilla por el alemn Jacobo
Crombeger a 8 de noviembre de 1522, poca en que el arte de la imprenta empezaba en
Espaa. Dicha carta y la tercera y cuarta de Corts a Carlos V, imprimironse en el
primer tomo de la obra de don Andrs Gonzlez Barcia intitulada Historiadores Primitivos de las Indias Occidentales, y tambin en la Historia de Nueva Espaa escrita
por su esclarecido conquistador Hernn Corts, aumentada con otros documentos y
notas por el ilustrsimo seor don Francisco Antonio Lorenzana, arzobispo de Mjico.
Mjico, ao de 1770. De esas cuatro cartas no pudo imprimirse la primera ni en Barcia
ni en Lorenzana, porque se tena por perdida. Crese generalmente que Corts slo
escribi a Carlos V esas cuatro cartas; lo que es un error, porque fueron muchas las que
le dirigi; y es sensible que no se haya hecho todava una compilacin y publicacin de
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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD
35 Torquemada, Monarqua Indiana, tomo II, lib. X, cap. XXXIV, XXXV y XXVI.
36 Vase una interesantsima noticia de vida y escritos de fray Toribio de Motolinia por
don Jos Fernando Ramrez, en el tomo I de la Coleccin de Documentos para la Historia de Mjico, publicada por don Joaqun Garca de Icazbelceta, en cuya obra se halla
tambin la carta de que Saco hace mencin. (V. M. y M.)
37 Torquemada, Monarqua Indiana, tom. III, lib. XX, cap. XIX y XX.
38 En este punto no estn de acuerdo Saco e Icazbalceta. Este ltimo, que es una autoridad muy respetable en la historia mejicana, dice que fray Juan de Zumrraga fue el
primer obispo y arzobispo de Mjico. Mendieta, en su Historia Eclesistica Indiana,
publicada por el mismo Icazbelceta, dice lo mismo. No debe, pues, dejrsele de contar
en el catlogo de los arzobispos mejicanos, porque no llegara a ponerse el palio.
(V. M.y M.)
39 Carta de los provinciales de las tres rdenes referidas fecha en Tlaxcala a 1 de mayo de
1559. (Muoz, Colec.)
40 Relacin ya citada.
41 Pedro Mrtir de Anglera, De Orbe Nobo, dc. 8, cap. X.
42 Carta de Rodrigo de Albornoz a Carlos V, desde la ciudad de Temixtitan a 15 de Diciembre de 1525. Su original se conserva en el Archivo de Simancas, Patronato Real, Indias,
legajo 8; y hay una copia de ella en la Coleccin... de Muoz, tomo LXXVII. Despus se
ha publicado en el tomo XIII, pgina 45 de la Coleccin de Documentos Inditos del
Archivo de Indias. (V. M. y M.)
43 Herrera, dc. 3, lib. X, cap. VII.
44 Herrera, dc. 3, lib. X, cap. VIII.
45 Herrera, de. 4, lib. II, cap. I.
46 Bernal Daz del Castillo, Historia (...) de la Conquista de Nueva Espaa, cap.
Herrera, dc. 4, lib. IV, cap. III.
CXCVI.
47 Bernal Daz del Castillo, Historia (...) de la Conquista de Nueva Espaa, cap.
Herrera, dc. 4, lib. iv, cap. III.
CXCVI.
48 Torquemada, Monarqua Indiana, lib. XIX, cap. XXXI. Gran letrado y pauprrimo en
su persona, y servicio, dice de l Mendieta en su Historia Eclesistica Indiana. (V. M.
y M.)
49 Herrera, dc. 4, lib. IV, cap. III.
50 Antonio de Alcedo, Diccionario geogrfico de las Indias Occidentales o Amrica, Madrid, 1788.
51 El documento indito del que he tomado estas noticias hllase en la Coleccin... de
Muoz, tomo LXXVII.
52 Bernal Daz del Castillo. Historia (...) de la Conquista de Nueva Espaa, cap. CXCVI. El
gran nmero de esclavos que Nuo de Guzmn vendi en las islas y en otras partes
consta de la informacin, que en virtud de la Real Cdula de Madrid a 21 de agosto de
1528, se hizo en Temititan en 1529 ante Juan Velzquez, notario apostlico, etc. La informacin hecha al gobernador Nuo de Guzmn por el licenciado Salmern, sobre la
guerra que hizo a los indios, puede verse en el tomo XVI, pgina 363 de la Coleccin de
Documentos Inditos del Archivo de Indias. (V. M. y M.)
53 Muoz, Colec., tom. LXXVIII.
54 Carta al emperador de los oficiales reales Lope Hurtado, Paz y Castro, fecha en Santiago a 15 de Septiembre de 1530.
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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD
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96 Debe ser el conocido memorial de los Remedios para las Indias, de que slo se encuentra impreso el octavo. (V. M. y M.)
97 Las famosas Nuevas Leyes fueren debidas a las gestiones del padre Las Casas ante el
emperador y la Junta de Valladolid. El seor Icazbelceta en su biografa de fray Juan de
Zumrraga (Mjico, 1881), trae un interesantsimo captulo acerca de ellas. Las insert
tambin, precedidas de una noticia bibliogrfica, en el tomo II de la Coleccin de Documentos para la Historia de Mjico. As mismo, se encuentra, plagadas de erratas, en el
tomo XVI de la Coleccin de Documentos Inditos del Archivo de Indias. (V. M. y M.)
98 Populus enim ad iracundia, provocans est, et filii mendaces, filii nolentes audire,
legem Dei.
Qui dicunt videntibus: notile videre; et aspicientibus: nolite aspicere nohis es, quae
recta sunt: loquimini nobis pacentia, videte nobis errores.
Auferte me viam, declinate me semitan... Isaas, cap. XXX, V, IX y ss.
99 Remesal, Historia de Chiapa y Guatemala, lib. VII, cap. XVII.
100 Remesal, Historia de Chiapa y Guatemala, lib. VII, cap. XVII.
101 Testamento de Hernn Corts, M.S. Hllase en el Archivo de Indias de Sevilla; y una
copia de l exista en la importante Coleccin de Vargas Ponce. Este testamento ha
sido publicado por Humboldt; por don Jos Mara L. de Mora en el tomo III de su obra
Mjico y sus revoluciones, y por don Lucas Alamn en el tomo II de sus Disertaciones. (V. M. y M.)
102 Tratado que el obispo de Chiapa fray Bartolom de las Casas compuso por Comisin
del Consejo de Indias sobre la materia de los indios que se han hecho en ella esclavos.
103 Carta de la Audiencia de Mjico al emperador, en 20 de Febrero de 1548.
104 Carta de la Audiencia de Mjico al emperador, en 20 de Febrero de 1548.
105 Carta del doctor Quesada, oidor de Mjico, a S.M. a 30 de Octubre de 1550. (Muoz,
Colec.)
106 Carta indita de fray Toribio de Motolinia, escrita a don Antonio Pimentel en 1541.
107 Herrera, dc. 8, lib. VIII, cap. III.
108 Carta al emperador en el Consejo de Diego Ramrez Poncillan en la Nueva Galicia a
4 de Abril de 1551. (Muoz, Colec., tom. LXXX.)
109 Carta al emperador de fray Rodrigo de la Cruz, religioso franciscano, en Aguacatlon
en Nueva Galicia a 4 de Mayo de 1551. Cartas de frailes de Nueva Espaa. (Muoz,
Colec., tom. LXXXVI.)
110 Esta carta circular puede verse en Torquemada, Monarqua Indiana, tomo III, libro
XVII, captulo XIX, pgina 264, columna 2.
111 Consulta del doctor Melgarejo al emperador en Mjico a 14 de Mayo de 1551.
112 Cdula de 1543 enviada a la Audiencia de Mjico, inserta en el tomo I, pgina 62 de la
obra de Solrzano, Poltica Indiana, Imp. Real, Madrid, 1776.
113 Real Cdula expedida en Valladolid a 7 de Septiembre de 1558.
114 Las Casas, Brevsima Relacin de la Destruccin de las Indias, captulo de la Nueva
Espaa.
Libro Noveno
HONDURAS, NIC
ARAGU
A Y GU
ATEMALA
NICARAGU
ARAGUA
GUA
Dironse los nombres de Honduras o Hibueras al golfo de una misma provincia. El de Hibueras, porque al pasar por all las naves de los
primeros castellanos, que costeaban la tierra, hallaron en aquel mar
muchas calabazas, producidas por aquel pas; y como en Santo Domingo se llamaban hibueras, y al rbol que las produce, hibuero; he aqu la
etimologa de ese nombre.1 Djose tambin Honduras, porque deseando los primeros navegantes tomar puerto en una poblacin llamada
Guaymura, empezaron a sondear junto a un cabo que haban de doblar,
y aunque llegaron cerca de tierra, o no hallaron fondo o era tan profundo, que cuando lo encontraron, dijeron: Bendito Dios, que hemos salido
de estas Honduras. De donde vino, que as aquel cabo, como toda la
costa llamose Honduras.2 Esta provincia parta trminos, por una parte, con Nicaragua hacia la Nueva Segovia; y con Guatemala, por la villa
de la Nueva Xerez, y las ciudades de San Miguel y San Salvador.3
Con el achaque de que los indios haban matado algunos espaoles
en el valle de Ulancho, Diego Lpez de Salcedo ahorcaba a unos, y enviaba otros a vender como esclavos fuera del pas, con gran dolor de sus
padres y hermanos, que desesperados, huan a los montes, y all moran
de hambre. En su marcha a Len de Nicaragua se detuvo un mes en
aquel valle, y despus de haber ahorcado muchos inocentes, llam a los
pueblos pacficos, y les dijo: Que era voluntad del rey, que fuesen tratados bien los que estuviesen amigos de los castellanos, y que se hiciese
guerra a los otros, hasta matarlos, o venderlos por esclavos. Alterado
profundamente el pas, el hambre se present: los indios se sorteaban
unos a otros para comerse, y los espaoles, para satisfacer sus necesidades, alcanzaron licencia para vender esclavos en Panam.
La historia del Nuevo Mundo nos presenta a los espaoles durante
la conquista, insubordinados, turbulentos, disputndose el poder,
robndose y degollndose unos a otros, y aun encendiendo guerras civiles. Mientras Diego Lpez permaneca en Nicaragua, estall en Trujillo
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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD
lograr sus intentos, empez por tratar bien a los indios y atraerse a la
gente castellana, ya por temor, ya por recompensas.6
No era Corts hombre a quien podan sublevrsele impunemente
sus capitanes; y luego que supo la traicin de Olid, fue tan grande su
clera, que se le inflaron las venas del pescuezo y dilataron los conductos de la nariz.7 Envi, pues, contra l a Francisco de las Casas,
caballero de Trujillo, y casado con una prima hermana suya. Adems
de esto, Corts, ignorando que Olid haba sido ya asesinado en Honduras por algunos castellanos, resolvi marchar en persona contra l;
y entonces fue cuando emprendi desde Mjico por tierra el 12 de
octubre de 1524, una de las expediciones ms difciles, y que ms le
han inmortalizado.
Lleg por fin Corts a Honduras, y sin entrar, porque no es del caso,
en la narracin de todo lo que all hizo, mencionar que en 1525 supo
que de Cuba y Jamaica salan nuevos armamentos, para llevarse como
esclavos los pocos indgenas que en las Guanajas quedaban. Con el objeto, pues, de impedirlo, envi una nave para que en nombre del monarca espaol se opusiese a sus depredaciones. Encontrose efectivamente
una carabela cargada de indios, al mando de un Rodrigo Merlo; quien
habiendo mostrado a Corts las licencias que llevaba del gobernador de
Cuba, no pudo darle ningn castigo, contentndose solamente con restituir aquellos indios a las islas que habitaban.8
All mismo supo tambin Corts que un Pedro Moreno, vecino de La
Espaola, haba llegado al puerto de Honduras con una carabela.
Rogronle a ste los nuevos colonos que socorriese sus necesidades,
pero l les contest que no haba ido a eso, y que no les dara cosa alguna, sino se lo pagaban inmediatamente en metlico o en esclavos.9 Constreidos por la miseria, aceptaron cuantas condiciones les dict Moreno, y saltando ste en tierra con mucha gente armada, todos juntos
hicieron una entrada, cogieron algunas mujeres y muchachos, herrronlos como esclavos, y Moreno se dio a la vela con ellos.10 Corts escribi desde Trujillo a la Audiencia de La Espaola para que se devolviesen los indios robados por Moreno, y que ste le fuese entregado para
castigarlo.11 Pero la Audiencia nada hizo; y aunque tarde, el rey mand
que se le castigase severamente, que los indios que haba robado fuesen
restituidos a sus tierras, y que le quitasen los esclavos que haba llevado, aunque constase que lo eran.12
Al tornar Corts de Honduras a Nueva Espaa en 1526, dispuso que
si los indios de aquella comarca se revelaban, fuesen esclavizados. Para
hacerlo as, no necesitaban de tal orden los espaoles, pues casi sin comercio con la metrpoli y las Antillas, rehusando por su pereza labrar la
tierra para mantenerse, a pesar de su asombrosa fertilidad, y no queriendo tampoco los indios cultivarla por haberse imaginado que el ham-
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vas, sino de los que iban de fuera. Por eso fue que cuando los espaoles
que con Salcedo marcharon a Nicaragua, y volvieron a Honduras en
1529, trajeron con licencia a Pedrarias Dvila 102 esclavos y 107 naborias,
los cuales se repartieron, ya a cuatro, ya a 20, y an ms entre los 28
castellanos compaeros de Salcedo; debiendo advertirse que entre aquellos indios hubo hombres, mujeres y nios.21
Tan grande era el desorden que haba en Honduras, que en una comunicacin que hizo Garca de Lerma al emperador desde Santa Marta
en 26 de octubre de 1531, refiere algunas cosas de que fue testigo cuando en aos anteriores pas de Honduras a Nicaragua.
Dice que en aquellas partes era costumbre herrar y vender indios
por esclavos; que los castellanos los pedan a los caciques; que apaleaban a stos si no se los daban, y que para impedir ese castigo, se vean
forzados a entregarles sus propios hijos. Dice tambin que aunque el
gobernador saba esta maldad, la disimulaba por ser el ms culpable de
todos. Aade que sin ningn motivo declarbase estar de guerra una
provincia de 50 000 almas, y asaltndola, cargbanse las naves de indios
como de ovejas. Pensaba Garca de Lerma que tantos males se remediaran poniendo en cada provincia una persona que anduviese de cacique
en cacique, examinando cmo se trataba a los indios, y que ella no pudiese tenerlos so pena de muerte.22 Pero este remedio era del todo ineficaz. Ya otras veces se haba ensayado sin producir ningn resultado,
pues no haba personas que cumpliesen con el deber que se les impona.
Diego Lpez de Salcedo muri en Trujillo en enero de 1530, no sin
sospecha de veneno. Nombr de gobernador interino al contador Andrs de Cereceda, mientras el monarca otra cosa proveyese; pero aquella gente acostumbrada a sediciones, rehus a admitirle. Viose, pues,
forzado a compartir el mando con el ya referido Vasco de Herrera. ste
y los de su bando esbribieron al emperador para que le diese la gobernacin de Honduras;23 y lo mismo hizo Andrs de Cereceda, quejndose de que aquellos castellanos no le hubiesen dejado ejercer el mando
interino que Salcedo le haba confiado.
Tenanme as le deca, odio mortal porque he procurado y estorbado poner estanco en el sacar de los esclavos de la tierra.24
Entre tales hombres no era posible la concordia, y los males de tan
deplorable situacin no slo pesaban sobre los indios, sino sobre los
mismos castellanos. Las guerras europeas en que estaba envuelto el
monarca espaol y sus frecuentes ausencias de Espaa, hacan descuidar tanto el gobierno de algunas provincias de Amrica, que los pobladores de Honduras, en medio de sus levantamientos y asesinatos, decan en 1532 que estaban desamparados del rey y de su Consejo, pues
en tres aos no haban recibido orden, ni cdula, ni otra cosa, por la cual
pudiesen entender qu se acordaban de ellos. As fue que mientras en
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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD
otras partes se trataba de cumplir la ley sobre la libertad de los esclavos, all se declaraba la guerra a los indios, y se les amenazaba con la
esclavitud.25
Nombrose por fin de gobernador a Diego de Albitez, el cual llev a
Honduras una provisin para que en ninguna manera, ni por ningn
caso, se hiciesen indios esclavos, ni se tuviese el uso de ellos, aunque
fuesen rebeldes. Albitez muri a los pocos das de su llegada, y el gobernador interino Andrs de Cereceda manifest al gobierno que haba
muchos inconvenientes para ejecutar esa provisin.26
En una relacin de aquella provincia que el mismo Cereceda hizo al
emperador en la villa de Buena Esperanza, en el valle de Naco, a 31 de
agosto de 1535, dijo, que S.M. deba mandar que los indios desobedientes, o que hubiesen cometido delitos, o que anduviesen alzados, fuesen
esclavizados y vendidos, puesto que ningn dao poda seguirse de sacar de aquella tierra 2 000 esclavos, Esto demuestra que Cereceda gobernador haca lo mismo que reprobaba en otros, cuando no lo era, pues
ahora peda la exportacin de esclavos, mientras que antes se quejaba
de ser odiado, porque se opona a ella. Pero esta contradiccin sentaba
bien a un hombre tan cruel como Cereceda, pues cuando no mataba o
esclavizaba a los indios, cortbales las manos, y colgbaselas al cuello,
como hizo cuando fue en demanda del valle de Naco.27
La injusta esclavitud que a los indios de Honduras se impona, motiv
la Real Cdula de Valladolid de 7 de julio de 1536, por la cual se mand
abrir informacin para que se pusiese en libertad a los indios all esclavizados y vendidos contra lo dispuesto, y que se castigase a los cmplices de
ese delito. Pero diose cumplimiento a la real cdula anterior? Jernimo
de San Martn escribi al emperador que no se ejecutaba por contentar la
gente castellana, y que tambin se esclavizaba y herraba a las mujeres
tomadas de guerra lo mismo que de los hijos menores de 15 aos, pues de
lo contrario, los soldados mataban a aqullas y a stos.28
Ni era posible que esa cdula de Valladolid se cumpliese, porque al
mes de haberse expedido, el cabildo de la villa de San Pedro del Puerto
de Caballos dio a Francisco Cava y Nicols Izrraga, vecinos de ella, y
sus procuradores en corte, un poder general para que pidiesen mercedes conforme a las instrucciones que llevaban. Una de ellas fue, que se
revocase la provisin por la cual se prohiba que de ninguna manera se
herrasen ni esclavizasen indios; que se concediese herrar a los tomados
en guerra; despus de hechos los debidos requerimientos, como tambin a los que eran tenidos por tales entre los indios, o que se dieron en
tributo a encomenderos; y que tambin se concediesen los hierros de
guerra y compra, como se haba hecho en Guatemala; acerca de estas
peticiones, contest el gobierno que se proveera cuando nombrase prelado y provisor.29
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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD
corte para hacer una expedicin a las islas de la Especera. Gil Gonzlez
Dvila, contador de La Espaola, psose a la cabeza de ella, y en las
naves construidas con inmensas dificultades por Balboa, los compaeros salieron en enero de 1522 de las islas de Tezarequi, llamada Isla Rica
de las Perlas, en el golfo de San Miguel. En vez de hacer rumbo hacia el
sudeste para encontrar las islas que buscaban, dirigironse por su ignorancia geogrfica hacia el noroeste, y de esta manera descubrieron, sin
pensarlo, toda la costa de Nicaragua hasta la baha de Fonseca, nombre
que le puso Gil Gonzlez en honra de su favorecedor el malvado obispo
de Burgos.
Al explorar aquellas costas, Gil Gonzlez hizo algunas entradas en el
pas, y en una de ellas encontr un cacique muy principal, llamado Nicaragua, que viva en un pueblo cerca de un lago, a tres leguas de la mar,
y cuyo nombre se dio por los espaoles al lago y a aquella tierra. No
eran esos indios de los ms civilizados, pero tampoco de los ms brbaros, bien que desgraciadamente coman carne humana.34
Torn Gil Gonzlez a Panam, en junio de 1523, y aunque no hizo
esclavos, cogi mucho oro, lo que bastaba para dar gran importancia a
su descubrimiento. Todo esto acaeci cuando la gobernacin de Castilla
del Oro estaba todava en las manos del feroz Pedrarias Dvila, y como
el licenciado Espinosa haba descubierto pocos aos antes hasta el cabo
Blanco en Costa Rica, pretenda Pedrarias, sin ningn fundamento, que
el pas de Nicaragua recin descubierto entraba en el territorio de su
jurisdiccin. Con este motivo envi en 1524 a Francisco Hernndez de
Crdova, su capitn principal, a que tomase posesin de l, y as lo hizo
fundando en Nicaragua las ciudades de Bruselas, Granada y Len. De
aqu resultaron conflictos entre Gonzlez Dvila, su descubridor, y Pedrarias; y sin que sea del caso referirlos, basta decir que aqul se retir
a Honduras, donde muri, y que Francisco Hernndez de Crdova fue
degollado en 1526 por orden de Pedrarias, acusndole de traicin y aspiraciones a la dominacin de Nicaragua.
Diose el gobierno de sta a ese tirano en 1527; y por las instrucciones que expidi el monarca, encargsele especialmente el buen trato y
libertad de los indios para lograr su conversin;35 pero la obra de iniquidad comenzada de antemano continu con todos sus horrores.
En 1528 fue Martn Estete por orden de Pedrarias a descubrir el
Desaguadero del lago de Nicaragua con 150 hombres. Deseando esclavizar a cuantos pudiese, llevose el hierro de los esclavos, que estaba en
Granada en una arca bajo de tres llaves, segn mandato del rey: y efectivamente esclaviz a su antojo, cometiendo otras crueldades en los indios, aunque ojal que l hubiese sido el nico que las perpetrase.
Una de las ms horribles, y que se ejecutaba en otras partes del
Nuevo Mundo, era la de echar perros bravos a los indios para que los
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cuanto quera, y aunque bien conocidos stos, no se castigaban los perjuicios. En su concepto, de continuar la indulgencia que se usaba con los
gobernadores, resultaran graves daos a las tierras.45
En apoyo del testimonio de Ampies viene el de Las Casas, quien
dice, que la pestilencia ms horrible que principalmente asol la provincia de Nicaragua, fue la licencia concedida a los espaoles para pedir
esclavos a los caciques de los pueblos, pues en el espacio de 14 aos
haban perecido tantos indios que ya no quedaban sino 4 o 5 000.46
Tan cierta es la despoblacin que sufri Nicaragua con la dura esclavitud que se impuso a sus hijos, que confrmanla Gonzalo Fernndez de
Oviedo47 y Pascual de Andagoya, uno de los compaeros de Pedrarias, y
que conoci muy bien las maldades de sus compatricios en aquel pas.
ste dice:
Esta tierra [Nicaragua] es pobre de oro: no se han hallado minas
sino es 70 leguas de Leon, y llevando la gente de aquella Provincia que
es tierra llana y caliente, sacar oro tan lejos y en sierras altas, y llevando los mantenimientos desde all que haban de comer para los que
sacaban el oro, se acab muy gran parte de la gente de aquella tierra; y
no las pudiendo sostener, las despoblaron, y despues no teniendo de que
se aprovechar la tierra, comienzan hacer esclavos de los indios que se
revelaban y apremiar los Seores que les diesen esclavos; y ellos por
no ser maltratados, hacian decir su gente que lo eran, no lo siendo, y
destos sacaron vender Panam y al Per muy gran cantidad, y estas
dos cosas fueron causa para que aquella tierra quedase muy despoblado de los naturales.48
Tal fue la situacin de Nicaragua, situacin que deplor su venerable obispo fray Antonio de Valdivieso, y que como hombre de conciencia
expuso francamente al gobierno.49
Consumada la conquista de Mjico, el genio activo y emprendedor
de Corts no pudo permanecer tranquilo, y empujado por la ambicin y
el amor a la gloria, lanz, como ya hemos visto, algunas expediciones a
pases ms o menos distantes del centro de su gobierno. Una de ellas
fue al mando de su capitn Pedro de Alvarado para que conquistase a
Guatemala. March ste de Mjico el 6 de diciembre de 1523, con 200
infantes, entre ellos muchos ballesteros y escopeteros; ms de 80 caballos; cuatro caones y muchos indios mejicanos.50
Su primera batalla fue en las fronteras de la provincia de Soconusco,
en la que muri el rey o jefe superior de Zacpula. De all pas a la
ciudad de este nombre, y despus a Quezaltenango y Utatlan. En las
inmediaciones de esos pueblos y en otros puntos tuvo sangrientos combates, mat muchos indios, y esclaviz a otros en gran nmero, dando al
rey la quinta parte que fue vendida en almoneda.51 Terrible fue la venganza que tom en Utatlan.
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Tena esta ciudad las calles muy estrechas, y slo dos entradas. Los
indios fingindole amistad, rogronle que se quedase en ella, con intencin de destruir a todos los espaoles; mas, conociendo Alvarado el peligro que corra en calles tan estrechas, sali inmediatamente de la ciudad y en su retirada recibi algn dao de indios en gran nmero
apostados en torno de ella. Disimulando su clera, procur atraerlos
con ddivas y buenas maneras; mas, luego que tuvo en su poder a los
jefes, los quem vivos. como as escribi Corts conosc de ellos
tener tan mala voluntad; al servicio de su Majestad; i para el bien i
sosiego de esta Tierra, yo los quem i mand quemar la Ciudad, i poner
por los cimientos; porque es tan peligrosa, i tan fuerte, que ms parece
Casa de Ladrones, que no de pobladores.52
Alvarado en sus combates no consider a esos indios como valientes
que peleaban en defensa de su patria, sino como rebeldes y traidores a
la Corona de Castilla, pues haba empleado, para que se le sometiesen,
los requerimientos de costumbre, y como si siguiera un juicio contencioso con alguno de sus compatricios ante un tribunal espaol, dcenos
con una conciencia segura y con una seriedad que raya en lo burlesco.
Yo hice proceso contra ellos, y contra los otros, que me havian dado la
guerra, y los llam por pregones, y tampoco quisieron venir; y como v
su rebelda, y el proceso cerrado, lo sentenci, y d por traidores, y
pena de muerte a los Seores que de estas Provincias, y todos los
dems, que se hoviesen tomado, durante la guerra, y se tomasen despues,
hasta en tanto, que diesen la obediencia su Magestad, fuesen esclavos
y se herrasen, y de ellos, de su valor se pagasen 11 caballos, que en la
conquista de ellos fueron muertos, y los que de aqu adelante matasen,
y ms las otras cosas el de Armas, y otras cosas necesarias la dicha
conquista.53
La conducta de Alvarado con los indios de Guatemala, y aun de Nicaragua, confrmala el adelantado Pascual de Andagoya.
Dice: Alvarado hizo en ellas muchas crueldades, pacific la tierra
con mucho dao della: sac mucha gente para el armada que hizo al
Per, y esclavos que consinti hacer, as como en Nicaragua, de donde
ha venido mucha disminucin de gente en la tierra.54
Deseando Alvarado sustraerse de la dominacin de Corts, pas a
Espaa donde cas con doa Beatriz de la Cueva, hija de la casa de los
seores de Bedmar. Con sus servicios anteriores y con la fuerte proteccin de su mujer, obtuvo la gobernacin de Guatemala en 1527. En ese
mismo ao hizo en Burgos a 15 de diciembre una contrata con el secretario Cobos, y el doctor Beltrn del Consejo de Indias; obligndose a
introducir en su gobernacin 600 esclavos para explotar las minas, tomando todos tres partes iguales del oro, y pagndose anualmente de las
tercias del secretario Cobos y del doctor Beltrn, 10 pesos de cada 300
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las deudas del difunto adelantado; y dejar alguna cosa que pudiese darse a sus hijos naturales; porque mientras llegaba ese da, se les tratase
bien e instruyese, ponindolos despus en la mencionada labranza.
Por ltimo, el testamento contena otra clusula relativa a las conquistas de Alvarado, en las cuales haba hecho mucho mal a los indios;65
pero como ese dao no poda apreciarse, y la conciencia de Alvarado
deba quedar exonerada, el obispo dispuso que se enviasen a Castilla
500 pesos de oro para la redencin de cautivos. Sin negar yo que este
legado tena un fin piadoso, mejor hubiera sido destinarlo al bien de
algunos indios, o a obras de beneficencia en Guatemala.
Luego que el virrey de Nueva Espaa don Antonio de Mendoza supo
la muerte de Alvarado, comunicola a su viuda doa Beatriz de la Cueva.
Sumiola tan fatal nueva en el ms profundo dolor, y son tan curiosos los
incidentes que ocurrieron, que same permitido referirlos brevemente
en gracia de su extraeza.
Entregada a la desesperacin negose por algunos das a todo alimento: hizo pintar su casa de negro por dentro y por fuera: a nadie
quera ver ni or, y retirada al fondo de una pieza oscura, all prorrumpa
en sollozos y lamentos. Condolido de su situacin fue a consolarla el
venerable religioso fray Pedro de Angulo, y con un espritu evanglico
le dijo que Dios castigaba a los hombres con dos especies de males, unos
grandes, y otros pequeos; que los grandes eran cuando Dios los privaba de su gracia en esta vida, o del cielo en la futura; y que pequeos eran
aquellos en que los privaba de las cosas terrenales, como las haciendas,
mujeres, hijos, o maridos. Al or estas palabras doa Beatriz salt como
una vbora pisada, y exclam: Vyase Ud. Padre, y no vuelva aqu con
estos sermones: por ventura tiene Dios ms mal que hacerme, despus
de haberme quitado al adelantado mi seor.66
Nadie hubiera pensado que en medio de tan terribles circunstancias
esa mujer abrigase en su corazn los sentimientos que manifest, pero
como dice fray Antonio Remesal: Con todos estos extremos [alude a su
dolor] exceda su ambicin a las lgrimas, y el deseo de mandar la falda
de mongil y pliegues de la toca.67
Alvarado, al salir de Guatemala para combatir a los chichimecas en
Nueva Espaa, dej por su teniente a su cuado el licenciado don Francisco de la Cueva; y cuando aqul muri, el virrey de Mjico nombr a
ste de gobernador interino, mientras el emperador ordenaba otra
cosa;68 mas, doa Beatriz deseaba el mando, y pasados que fueron los
nueve das que duraron las exequias de su marido, llam a su casa al
obispo, a los alcaldes y regidores para instarles que le nombrasen gobernadora. Juntose el ayuntamiento el 9 de septiembre de 1541, y despus de una larga discusin, accedi a sus deseos por un voto casi unnime, pues slo se opuso enrgicamente Gonzalo Ortiz, uno de los alcaldes.
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que con l fueron a la conquista de aquella provincia, elevaron al emperador en 1547 un memorial, manifestndole los agravios que haban sufrido; pues adems de haberles impuesto a todos enormes tributos, fueron esclavizados los que no haban muerto. Los pocos que quedaban en
nmero de 40 a 50, pidieron al monarca que se les devolviese su libertad; peticin que no fue desatendida, pues al dignsimo licenciado Cerrato
que de la Audiencia de Santo Domingo haba pasado a la presidencia de
los Confines, mandsele que examinase el asunto, y que hiciese justicia
desagraviando a esos indios. Al pie del memorial no aparece firma alguna; mas, hubo de ser obra de algn religioso, y como hasta ahora ha
permanecido indito, insrtole por nota.75
Habase dado un gran paso en favor de la libertad de los indios, pues
mandose en 1548 a la Audiencia de los Confines, que en las provincias
de Guatemala, Chiapa, Nicaragua y Honduras se declarase libres a todas las mujeres de cualquier edad que fuesen, y a todos los varones que
no tenan 14 aos al tiempo de haber sido esclavizados, no obstante que
fuesen en guerra, entrada, o rancheras hechas en tierras de indios
amigos o enemigos, porque stos no pudieron ser tomados por esclavos,
ni aun en caso de rebelin. En cuanto a los esclavos de mayor edad
hechos en la guerra, ordenose que el poseedor probase, que el indio fue
cogido en guerra justa, y que en ella se guardaron todos los requisitos
exigidos por las leyes, pues de lo contrario deban darse por enteramente libres, aunque estuviesen herrados, por tener en su favor la presuncin de libertad. Si entre esos esclavos haba alguno, que pareciera ser
vendido como perteneciente al quinto del rey, la Audiencia oyese a su
fiscal; y siendo as, la Real Hacienda pagase al comprador el precio que
haba dado. Respecto de los dems esclavos que no lo eran por va de
guerra, y que reclamaban su libertad, mandose a la Audiencia, que oyendo a los esclavos y compradores, hiciese breve y sumaria justicia, conforme a la ley ltimamente promulgada sobre los esclavos.76
Justas eran esas disposiciones, y para que se cumpliesen, hallbase
todava a la cabeza de aquella Audiencia el ya mencionado Cerrato. No
es, pues, extrao que ese benemrito magistrado hubiese escrito al
emperador desde Gracias a Dios en 28 de septiembre de 1548, anuncindole que de la costa de Guatemala haban llevado al Per ms de
6 000 indios libres por esclavos: de manera que ya estaba despoblada
aquella costa.77 Y no fue en vano su queja, porque el gobierno le contest, que castigase aquellos delitos con todo el rigor de justicia.
Empeado el monarca en que ni en Guatemala, ni en ninguna otra
provincia del Nuevo Mundo se atentase contra la libertad de los indios,
repiti en Castelln de Ampurias a 24 de octubre del mismo ao de 1548
la orden general de que en ninguna parte se esclavizase a los indios, aun
en caso de guerra justa y mandada hacer por la legtima autoridad; que
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tampoco nadie pudiese tener por ningn ttulo esclavos aun de los mismos que los indios entre s tenan por tales y que todos los que contraviniesen a esta ley, incurriesen en perdimiento de todos sus bienes aplicados a la Real Cmara y Fisco, restituyendo el indio o indios esclavos a
sus propias tierras, con entera y natural libertad, a costa de los que los
cautivaron, o tuvieron por esclavos.78
Al salir de Guatemala echar una rpida ojeada sobre la regin que
se halla entre sus confines y la pennsula de Yucatn. Vivan en ese espacio diferentes naciones o tribus no conquistadas, siendo las principales los itzaes, lacandones, petenes, mopanes, cheaques, choles,
chinamitas, cabojes, uchines, ojoyes, tirampies y otras muchas.79 Como
todas eran indmitas, tratose de convertir algunas de ellas; mas, habiendo los lacandones dado muerte a dos misioneros, y llegado a la corte esta noticia, expidiose una Real Cdula en 1558 para que la Audiencia
de Guatemala tratase de someterlos por medios suaves; pero que si no
poda conseguirlo, se les declarase la guerra, esclavizando a los prisioneros, no obstante la prohibicin general de hacer esclavos promulgada
en aos anteriores por el rey don Carlos.
Publicose aquella Real Cdula en Guatemala el 3 de enero de 1559 y
en su consecuencia environse tropas contra los lacandones, a quienes
cogieron los espaoles como 200 que fueron esclavizados y llevados a
Guatemala, a pesar de las reclamaciones del obispo que entonces resida en Chiapa y que no era, por cierto, el gran Bartolom de las Casas.80
Empeose el gobierno en someter los indios que componan las referidas naciones; pero como sa fue obra de la segunda mitad del siglo XVI y
parte del XVII en que ya haban triunfado las benficas ideas del padre
Las Casas y de otros amigos de los indios, aquella conquista, o no los
dio, o si los dio, fue en corto nmero, porque se hizo ms por la predicacin evanglica que por las armas.81
Cruzando el golfo de Mjico, y entrando en la Florida, veamos rpidamente lo que all aconteci en punto de esclavitud, pues aunque su
conquista fue posterior a la de otros pases situados en el hemisferio
meridional, conviene seguir aqu el orden geogrfico ms bien que el
cronolgico para dar ms unidad a esta narracin.
Notas
1
En la isla de Cuba llmanse higeras, con la hache aspirada, cuyo sonido es jigeras, y
al rbol que las produce se le dice Gira.
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Super Christofori Oliti, de quo lata mentio facta est in superioribus, inobservantia,
Cortesium tanta rabies invasit; ut vivere ulterius nolle videretur Olito impunito, cum
marium et venarum gutturis summo tumore prae ira, saepe dedit de tanta animi
perturbatione signa, neque verbis id significantibus abstinuit. (Peter Martyr, De
Orbe Novo dc. 8, cap. X.)
10 Relacin quinta acabada de citar. Bernal Daz del Castillo, Historia (...) de la Conquista
de la Nueva Espaa, cap. CLXXXIII. Herrera, dc. 3, lib. VI, cap. X.
11 Herrera, dc. 3, lib. VIII, cap. IV.
12 Herrera, dc. 4, lib. II, cap. V.
13 Herrera, dc. III, lib. IX, cap. X.
14 Carta de Diego Lpez de Salcedo al emperador desde la villa de Trujillo en Honduras a
31 de Diciembre de 1526. Este documento existe en el Archivo de Simancas, y una copia
de l se halla en la Coleccin... de Muoz, tomo LXXVII. Herrera, dc. 4, lib. I, cap. VI.
15 Instruccin de Diego Lpez de Salcedo a Diego Mndez de Inostrosa en el cargo que
lleva de su Teniente de la villa de Trujillo, fecha en la ciudad de Len a 20 de Agosto de
1527. (Muoz, Colec., tom. LXXVIII.)
16 Herrera, dc. 4, lib. I, cap. VII.
17 Herrera, dc. 4, lib. I, cap. VII.
18 Carta de Francisco de Barrientos, veedor de Honduras, escrita en Trujillo al emperador en 29 de Marzo de 1530. Carta de Andrs de Cereceda a Hernando de Castro,
factor de S.M. en la isla de Cuba, fecha en Honduras en 1530. Estas dos cartas se hallan
en la Coleccin... de Muoz. Vase tambin a Herrera, dc. 4, lib. I, cap. VII.
19 Herrera, dc. 4, lib. I, cap. VII.
20 Herrera, dc. 2, lib. III, cap. IV.
21 Lista de los indios esclavos y naborias hechas por mandado de Diego Lpez de Salcedo
en Trujillo a 28 de Febrero de 1529. (Muoz, Colec.)
22 Muoz, Colec.
23 Herrera, dc. 4, lib. VII, cap. III y IV, y dc. 5, lib. I, cap. IX.
24 Comunicacin de Andrs de Cereceda al emperador y al Consejo de Indias en Trujillo a
31 de Marzo de 1530. (Muoz, Colec., tom. LXXVIII.)
25 Herrera, dc. 5, lib. I, cap. IX.
26 Herrera, dc. 5, lib. I, cap. X.
27 Herrera, dc. 5, lib. IX, cap. VIII. Vase tambin la dcada 6, libro I, captulo VIII, en que
el fro Herrera dice, que la crueldad de Cereceda exceda a toda humana prudencia.
28 Carta al emperador de Jernimo de San Martn fecha en San Pedro a 23 de Abril de
1537.
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29 Poder general del Cabildo de la villa de San Pedro del Puerto de Caballos, dado a sus
procuradores en Corte a 12 de Agosto de 1536.
30 Herrera, dc. 6, lib. III, cap. XIX.
31 Oviedo, Historia (...) de las Indias, tom. IV, lib. XLI, cap. I. Herrera, dc. 6, lib. VII,
cap. IV.
32 Carta al emperador del Adelantado D. Francisco de Montejo, fecha en Naco en la provincia de Hibueras, a 28 de Julio de 1537.
33 Este documento se halla en la Coleccin... de Muoz. Vase tambin para ilustracin de
estos asuntos las dos cartas del adelantado D. Francisco de Montejo al emperador sobre varios asuntos de la gobernacin de Honduras en el tomo II de la Coleccin de
Documentos Inditos del Archivo de Indias. (V. M. y M.)
34 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib XLII, cap. XI.
35 Herrera, dc. 4, lib. IV, cap. IX.
36 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XLII, cap. XI.
37 Herrera, dc. 4, lib. III, cap. II.
38 Relacin al emperador don Carlos del licenciado Castaeda fecha en Len de Nicaragua a 5 de Octubre de 1529.
39 Casas, Remedio 8, Razn 11.
40 Herrera, dc. 5, lib. VII, cap. II.
41 Ciudad de Granada (Nicaragua) al emperador en 30 de Julio de 1535. (Muoz, Colec.)
42 Al emperador Francisco Snchez, uno de los primeros pobladores de Nicaragua y de
poco ac escribano de Cabildo de Granada. Granada 2 de Agosto de 1535. (Muoz,
Colec., tom. LXXX.)
43 As consta de las dos informaciones citadas en el texto y que se hallan en la Coleccin...
de Muoz.
44 Las Casas, Brevsima Relacin de la Destruccin de las Indias, captulo de la Provincia de Nicaragua.
45 Carta al emperador de Hiermo de Ampies en fecha en Granada a 30 de Junio de 1538.
(Muoz, Colec., tom. LXXXI.)
46 Las Casas, Brevsima Relacin de la Destruccin de las Indias, captulo de la Provincia de Nicaragua.
47 Oviedo, Historia (...) de las Indias, en diferentes partes del libro XLII.
48 Relacin de los sucesos de Pedrarias, ya citada.
49 Las vidas [dice] de los espaoles son las ms corruptas que jams se vieron entre
cristianos: no las podemos correjir, ni se nos da favor para ello, ni an los clrigos que
tenemos en nuestras iglesias. Las Iglesias estn en grandsima opresion y subjesion y
menosprecio. De todo lo que hemos de dar estrecha cuenta Dios y perdemos nuestras
nimas, si ello se pierde en nuestras manos, y estamos obligados dar nuestros oficios
viendo que no conseguimos el fin dellos, ni podemos hacer lo que debemos... Si las
probisiones y cdulas que en favor desto V.A. da, ac se obedeciesen y cumpliesen, no
andara este negocio como anda. Y as es menester que el favor que se nos diere no
dependa sino del Real Consejo. (Al Prncipe para el Consejo fray Antonio de Valdivieso
obispo de Nicaragua Gracias a Dios, 10 de Noviembre de 1545.) (Muoz, Colec.,
tom. LXXXIV.)
50 Carta cuarta de Corts, 8, al emperador, fecha en la ciudad de Temixtitan, a 15 de
Octubre de 1524.
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remediala con tiempo, porque en otra manera no proseguir su camino, por que cuando
llegare no havra quien predicar sino las casas desiertas y los animales del monte
segun la priesa hay en esta triste feria. Lo tercero contra la condicion conque V.M.
recibi del Romano Pontfice estas tierras, que fue para que convertiesedes estas gentes que no para que las vendiesedes. Lo quarto es contra toda ley de buena gobernacion
la cual quiere que las tierras Reynos se conserven y aumenten y no que se destruyan,
si la obligacion de vuestro imperial oficio y la condicion conque estas tierras recibistes
no os mueben que V.M. tan grande mal remedie, muvaos la conservacion de vuestra
hacienda puesto que nuestra querella va enderezada contra V.M. Bien sabemos que no
tiene la culpa sino vuestra ausencia y por tanto nos querellamos V.M. que nos haga
justicia de si mismo por que se nos fue, y pues que ya la divina clemencia os trajo
donde nuestras flacas oraciones pedian, remedie con tiempo esta heredad que el Seor
os encomend y consolad nuestra angustiada tristeza. Crea V.M. que mas esperavamos
que mandaran libertar los esclavos que tienen los naturales, porque son injustamente
hechos, que no que mandara herrar de nuevo: en las confesiones que hacen les hemos
mandado algunos que dejen los esclavos para que sean verdaderos cristianos, y lo han
hecho: pues no es razon que vean que nosotros Espaoles Cristianos los hacen. Desta
su grand cibdad de Mxico postrero de Julio de 1533.Pobres capellanes siervos de
V.N.Fray Jacobo de Tastero custodio y siervoFray Antonio de Ciudad Rodrigo.
Fray Garca de Cisneros.Fray Arnaldus de Basatzio.G. F. Alfonsus de Guadalupe.F. Cristoval de Zamora.F. Alonso de Herrera.F. Andrs de Olimpos.F. Francisco Ximenez.F. Gaspar de Burguillos.Motolinia (Fray Toribio). (Muoz, Colec.,
tom. LXXIX.)
60 Carta del licenciado Pedraza al emperador fecha en Gracias a Dios a 18 de Mayo de
1539. (Muoz, Colec.)
61 Relacin segunda de P. Alvarado, en Barcia, tom. I, p. 165.
62 Herrera dice en la dcada 7, libro II, captulo XI que muri de un gran golpe que le dio
en el pecho un caballo que rodaba por la montaa.
63 Herrera, dc. 7, lib. II, cap. XIII.
64 Remesal, Historia de Chiapa y Guatemala, lib. IV, cap. VII.
65 Remesal, Historia de Chiapa y Guatemala, lib. IV, cap IX.
66 Remesal, Historia de Chiapa y Guatemala, lib. IV, cap. III.
67 Remesal, Historia de Chiapa y Guatemala, lib. IV, cap. III.
68 Herrera, dc. 7, lib. II, cap. XI.
69 Sobre esta catstrofe vase a Gonzalo Fernndez de Oviedo en su Historia General y
Natural de las Indias, libro XLI, captulo III; a Herrera, dcaca 7, libro II, captulos
XIII y XIV, y a Remesal, Historia de Chiapa y Guatemala, libro VII, y a Juarros, Historia de Guatemala, tomo II, tratado 6.
70 Herrera, dc. 4, lib. VIII, cap. VIII.
71 Informacin hecha en Tecucitlan en 2 de Julio de 1545, a pedimento de fray Pedro de
Angulo, vicario de los dominicos que residan en aquel pueblo. (Muoz, Colec.)
72 Remesal, Historia de Chiapa y Guatemala, lib. VI, cap. II.
73 Vida de Fray Bartolom de las Casas, por don Manuel Jos Quintana.
74 Vida de Fray Bartolom de las Casas, por Quintana.
75 He aqu el memorial:
Los Indios de Tlaxcala con todas sus comarcas y Mexicanos que habitamos en Guatemala decimos que venimos conquistar esta provincia bajo el yugo pesado del Adelan-
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Libro Dcimo
RO DE LA PLA
TA Y PARAGU
AY1
PLAT
PARAGUA
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crita del Paraguay, libro II, captulo I, y Antonio Len Pinelo en una
representacin que hizo en 1623 al Consejo de Indias, dicen que Sols y
los espaoles que con l desembarcaron en el Ro de la Plata, no slo
fueron asesinados, sino asados y comidos por los indios; pero Oviedo no
menciona esta ltima atrocidad, aunque asegura que Sols y sus compaeros murieron, y que la barca en que saltaron en tierra, fue cogida,
quebrada y quemada por los indios.5 Esta desgracia fue ocasionada por
los indios charonas en la ribera septentrional del Ro de la Plata, junto
a la boca de un arroyo entre Montevideo y Maldonado, y que an conserva el nombre de Arroyo de Sols. Que esos espaoles fuesen asados
y comidos, tampoco lo cree un autor espaol que acab de escribir la
historia del Ro de la Plata en el ao de 1806;6 y fndase para ello en que
no habiendo cosa tan durable como las costumbres entre los brbaros,
si lo hubiesen hecho, lo haran y no es as, ni conservan memoria de
semejante comida. Esta voz la esparcieron sin duda un hermano de Sols
y su cuado Francisco Torres, que iban de pilotos y fueron testigos del
desgraciado suceso, del que quedaron tan atemorizados, que al instante
tomaron la vuelta de Espaa, donde hicieron del caso y del pas la pintura tan triste y fea, que por algunos aos quitaron a otros la tentacin
de repetir el reconocimiento de aquel ro.7
Durmieron las cosas del Ro de la Plata durante algunos aos, hasta
que arm una expedicin el veneciano Sebastin Caboto.
Este clebre navegante estuvo primero al servicio de Enrique VII,
rey de Inglaterra, y en 1497 descubri por la parte norte el nuevo continente. Llamado por el Gobierno espaol se estableci en Espaa, donde
entonces se abra un campo de gloria a todos los buenos mareantes.
Sealsele sueldo de capitn y de cosmgrafo, dndole despus el ttulo
de piloto mayor del rey. Con esta reputacin muchos comerciantes de
Sevilla, en cuya ciudad resida, le proporcionaron los recursos necesarios para el viaje que capitul con el rey en 4 de marzo de 1525. Se hizo
a la vela desde Sevilla con cinco naves el 3 de abril de 1526, y despus de
haber tocado en diversos puntos, lleg al ro de los Patos, hambrienta la
tripulacin, por lo cual, y por otras cosas, se le tach de no haberse
mostrado ni experto navegante, ni tampoco buen capitn.
Los indios que all habitaban, surtieron las naves de bastimentos;
pero Caboto pagoles la buena recepcin que le hicieron, llevndose cuatro hijos de los indios principales contra su voluntad. Prosigui su navegacin, entr en el Ro de la Plata en 1526,8 explor parte del Paran y
Paraguay, y volvi a Castilla arribando a la boca del Guadalquivir el 22
de julio de 1530,9 sin haber dejado los cuatro indios principales que cuatro aos antes haba robado en el Ro de los Patos, de los cuales pasaron
tres al poder del condestable de Sevilla.10
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Sali Mendoza de Sanlcar en agosto de 1535, con una lucida armada compuesta de 11 naves y 800 hombres. Lleg al Ro de la Plata en
aquel ao, y all dio principio a la poblacin que se llam Nuestra Seora de Buenos Aires.
Las esperanzas concebidas por Mendoza pronto se desvanecieron.
Los vveres empezaron a escasear, y para buscarlos envi a su hermano
don Diego con algunos espaoles; pero en la entrada que hicieron, todos
perecieron a manos de los indios.16 El hambre y las enfermedades se
declaron entre la gente castellana; comanse las yerbas, lagartos, ratones, culebras, y hasta la carne de dos o tres espaoles que fueron ajusticiados.17 Para remediar tantas miserias, Mendoza orden a su capitn
Juan de Ayolas, que saliese ro arriba con tres buques y 270 hombres a
buscar bastimentos donde los hallase. No es del caso referir aqu las
aventuras y descubrimientos de Ayolas en ese viaje, en el cual no pudo
esclavizar indios por lo difcil y peligroso de su situacin. Pero s conviene decir, que habiendo enfermado don Pedro de Mendoza, nombr por
su heredero y segundo en el mando al referido Ayolas, y embarcndose
para Espaa muri en la navegacin.18
Sabida en Espaa la muerte de Mendoza, y no tenindose noticia del
paradero de Juan de Ayolas, que haba quedado por su teniente en la
gobernacin del Ro de la Plata, deseaba el monarca poner remedio a la
confusin en que podan hallarse los castellanos de aquella tierra.
Ofreciose continuar a sus expensas la conquista de ella lvar Nez
Cabeza de Vaca, ajustando asiento con el rey en 1540, pero bajo la condicin que si Ayolas viva, se lo dejase el mando en jefe, y Cabeza de
Vaca fuese su teniente.
Sali de Cdiz con su expedicin el 2 de noviembre de 1540,19 lleg a
la isla de Santa Catalina en 29 de marzo del ao siguiente,20 y enviando
desde all sus naves a Buenos Aires, l sigui por tierra en rumbo de la
Asuncin, ciudad fundada en las mrgenes del Paraguay por don Pedro
de Mendoza y su capitn Juan de Salazar, donde luego que lleg tom
posesin del mando en jefe por haber perecido ya Juan de Ayolas a manos
de los indios, en una entrada que hizo.21
Desde la Asuncin parti Cabeza de Vaca ro arriba del Paraguay
con una numerosa expedicin, y habiendo llegado hasta el lago de
Xareyes, hizo all un pueblo que se llam Puerto de los Reyes. En este
viaje, dice Oviedo, se tuvo noticia de ciertas mujeres flecheras, e hizo
desde aquel asiento y pueblo guerra a los indios de la comarca, en que
destruy muchos de los naturales, en especial de una isla que est en el
ro y tena una poblacin de 900 casas, y los di por esclavos a los que
escaparon de la muerte.22
Esas mujeres flecheras o amazonas de que habla Oviedo no existieron all; pero en cuanto a los indios esclavizados, aunque lvar Nez
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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD
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Desde la salida de lvar Nez Cabeza de Vaca, cometironse tantas opresiones y crueldades con los indios, que la tierra se levant, resultando de aqu guerras, incendios, hambre, esclavitud, muerte, y destruccin de muchos indgenas.34
La esclavitud pes con gran fuerza sobre las indias, porque como los
espaoles carecan all de mujeres de su raza, tomaron muchas indgenas como concubinas, gran parte de las cuales eran tambin esclavas.
Sacbanlas de sus tierras, llevbanlas de sus casas, maltratndolas y
azotndolas. Desesperadas de no ver ms a sus hijos y maridos, muchas
se ahorcaban, y las que esto no hacan, hartbanse de comer tierra para
morir. Otras vivan tan encerradas que ni aun el sol podan ver, y ya por
celos de sus amos, ya por otros motivos, matbanlas o quembanlas.
Despus de la prisin del gobernador lvar Nez Cabeza de Vaca,
computbase el nmero de las indias llevadas a la Asuncin en ms de
50 000, de las cuales no quedaban en 1556 sino 15 00035 Tan horrible fue
la mortandad que sufrieron en el espacio de pocos aos!
Un eclesistico, testigo de las crueldades que all se perpetraban,
escribi al monarca, dicindole que lo que ms pavor le infunda, era ver
lo libre bendello por cautivo y es ansi que ha sucedido bender Indias
libres naturales desta tierra por caballos, perros y otras cosas y ansi se
usa dellas como en esos reinos la moneda y no tan solamente esto se ha
visto jugar una India digo una aunque muchas son pero esta en pena de
su mal oficio tubo el candil y lumbre mientras la jugaban despues de
jugada la desnudaron sin vestidola embiaron con el que la gan porque decia no haber jugado el bestido que traia. Esto sucedia algunas
veces en presencia del que mandaba por el concertar le aconteci l
hacer el tal concierto porque no se desconcertasen. Y no por esto las
dejaban de dar y daban en dote y casamiento quando casaban sus hijas
y ansi mesmo pagaban deudas que debian con algunas personas con las
dichas Indias al tiempo de su muerte.36
Los indios del Ro de la Plata y del Paraguay corrieron en el siglo XVI
suerte semejante a la de los otros del continente hispanoamericano; pero
desde el siglo XVII tom su dominacin una forma diversa, especialmente los del Paraguay, porque los misioneros jesuitas que pasaron a l,
reunieron a los indgenas en pueblos que llamaron reducciones, de cuyo
asunto se tratar en otra parte, porque no cabe en el cuadro que estoy
trazando sobre la esclavitud de los indios.
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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD
Notas
1
Francisco Lpez de Gomara, Historia General de las Indias, cap. Lxxxix. Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXI, cap. II, y lib. XXIII, cap. I. Herrera, dc. 1, lib. IX,
cap. XIII.
Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXIII, cap. I. Herrera, dc. 2, lib. I, cap. VII.
Flix de Azara, Descripcin e Historia del Paraguay y del Ro de la Plata, tom. II,
cap. XVIII. Obra pstuma publicada por su sobrino don Agustn de Azara, en Madrid,
1847.
Flix de Azara, Descripcin e Historia del Paraguay y del Ro de la Plata, tom. II,
cap. XVIII. Obra pstuma publicada por su sobrino don Agustn de Azara, en Madrid,
1847.
Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXIII, cap. II. Herrera, dc. 3, lib. IX, cap. III.
Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXIII, cap. IV. Herrera, dc. 4, lib. VIII, cap. XI.
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Comentarios de lvar Nez Cabeza de Vaca..., porque emplea palabras y frases que
estn en ellos.
26 Herrera, dc. 7, lib. IV, cap. XIV.
27 Herrera, dc. 7, lib. VI, cap. XIV. El relato de Herrera en este y otros puntos, concuerda
con los Comentarios de lvar Nez Cabeza de Vaca..., sobre lo sucedido durante su
gobierno del Ro de la Plata, impresos por Barcia en el primer tomo de su obra Historiadores Primitivos de las Indias Occidentales.
28 Comentarios de lvar Nez Cabeza de Vaca..., cap. LXXIV a LXXVII y LXXXIII a LXXXIV.
Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXIII, cap. XVI. Herrera, dc. 7, lib. IX, cap. XI
y XIII. Debo advertir, que el ltimo nmero de este captulo est equivocado en Herrera,
pues debe de ser el XII.
29 Herrera, dc. 7, lib. IX, cap. XIII.
30 Muoz, Colec., Herrera, dc. 7, lib. X, cap. XIV.
31 Herrera, dc. 8, lib. V, cap. II.
32 Muoz, Colec.
33 Muoz, Colec.
34 Carta al rey del capelln Martn Gonzlez, fecha en la ciudad de la Asuncin a 25 de
Junio de 1556. (Muoz, Colec., tom. LXXX.)
35 Carta al rey del capelln Martn Gonzlez, fecha en la ciudad de la Asuncin a 25 de
Junio de 1556. (Muoz, Colec., tom. LXXX.)
36 Carta al rey del capelln Martn Gonzlez, fecha en la ciudad de la Asuncin a 25 de
Junio de 1556. (Muoz, Colec., tom. LXXX.)
Libro Decimoprimero
POC
A EN QUE CES LA ESCLA
VITUD
POCA
ESCLAVITUD
DE LOS INDIOS EN LOS DOMINIOS ESP
AOLES
ESPAOLES
HAST
A CUNDO DUR LA ESCLA
VITUD
HASTA
ESCLAVITUD
DE LOS INDIOS EN LAS ISLAS
Y EN EL CONTINENTE?
/273
traventor, si era de baja condicin con pena de vergenza pblica y destierro perpetuo de las Indias: y si persona de calidad o estado, en
perdimiento de los indios enajenados, en incapacidad de recibir ningn
repartimiento de este gnero y en 2 000 ducados, aplicados por tercias
partes, las dos para el juez y denunciador, y la tercera para los indios
enajenados.2
Costumbre era entre los indios guaycures de Tucumn, Ro de la
Plata y Paraguay, hacer la guerra a otros, para cautivarlos y venderlos.
Lo mismo hacan otras tribus; y los espaoles perdidos los hurtaban y
sacaban de unas partes a otras para venderlos como esclavos. Llegaba a
tal punto el escndalo de este trfico, que hasta los negros y mulatos se
mezclaban en l. Por estos motivos, Felipe III orden en Madrid a 10 de
octubre de 1618 lo que transcribo:
...Mandamos que no haya, ni se permita tal comercio, ni trato, llamado rescates, pena de que el indio quede libre, y el precio aplicado
nuestra Cmara, Juez y denunciador, y prohibimos que el comprador
pueda servirse de l, o tenerle en su casa, charca, estancia, ni Pueblo,
aunque el indio quiera; y cualquier Espaol, Mestizo, que le vendiere,
jugare, trocare cambiare, si fuere de baxo estado, sea condenado a
seis aos de Galeras, otro servicio equivalente; y siendo de ms consideracin, sirva el mismo tiempo en el Reyno de Chile; y al Negro,
Mulato, se le imponga la dicha pena de Galeras.3
La solicitud de los monarcas espaoles por extinguir la esclavitud de
los indios, mostrose tambin en el castigo que procuraron imponer a los
extranjeros que esclavizaban a los indgenas de sus dominios.
Llevaban los portugueses a vender en ellos los esclavos indios que
cogan en el Brasil, en la India Oriental, y en otras tierras de la demarcacin de Portugal. Para venderlos mejor, decan que los haban sacado
de entre moros, y que seguan la religin de Mahoma, o que estaban
infectos de ella. Sobre este punto, el monarca de Castilla despach cdulas severas en 1550 y en 1570, que entre cosas decan:
Como teneis entendido NOS tenemos mandado, que no se hagan
esclavos ningunos indios en sus tierras por ninguna va, y asi no havemos
de permitir, ni dar lugar, que indios algunos lo sean; sino libres, aunque sean de otra demarcacion. Y estareis advertidos, que si los Moros,
viniesen dogmatizar su secta Mahomtica, hacer guerra vosotros, los indios que estn NOS sujetos, nuestro Real servicio,
los podreis hacer esclavos. Mas a los que fuesen indios, y hubieren tomado la secta de Mahoma, no los hareis esclavos por ninguna va, ni
manera, que sea; sino procureis de hacerlos convertir, y persuadir por
buenos, y lcitos medios nuestra Santa F catlica.
Los naturales de las islas de Mindanao, adyacentes a las Filipinas,
rebelronse, hicironse mahometanos, confederronse con los enemi-
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gos de Espaa, y ocasionaron graves daos a sus sbditos. Para facilitar su castigo, mandaron Felipe II en 4 de julio de 1570, y Felipe III en
29 de mayo de 1620, que se esclavizase a los prisioneros de guerra, procediendo, con tal distincin que si los mindanaos eran puramente gentiles, no se les diese por esclavos; pero si eran moros de nacin y naturaleza, e iban a otras islas a propagar la secta de Mahoma, o a hacer guerra
a los espaoles o indios, que estaban sujetos a la Corona de Castilla, o a
su real servicio, en este caso pudiesen ser esclavizados: mas dice la
ley, a los que fueren indios y hubieren recibido la sexta no los harn
esclavos, y sern persuadidos por lcitos y buenos medios, que se conviertan a nuestra Santa Fe Catlica.4
Los portugueses de la villa de San Pablo, en el Brasil, iban anualmente a la provincia del Paraguay a cautivar los indios de ella, para
llevarlos y venderlos como esclavos en el Brasil. Deseando Felipe IV
reprimir esta maldad, hizo en Madrid a 12 de septiembre de 1628 la ley
6, ttulo 2, libro VI, que se halla en el Cdigo de Indias.
Entrado era el ao de 1631, y aun no haba cesado la esclavitud de
los indios, porque pesaba sobre ellos as en Amrica, como en Filipinas.
Y para que todos gozasen de libertad, Felipe IV orden en 26 de marzo
de aquel ao, que los virreyes presidentes de todas las reales audiencias
nombrasen un ministro u otra persona de satisfaccin y buena conciencia, que visitase y conociese de esas causas en cada provincia, porque no
siendo la esclavitud permitida por derecho y leyes espaolas, la diese
por nula, y pusiese a los indios en su libertad natural, sin embargo de
cualquiera posesin.5
El pas del Nuevo Mundo donde dur ms tiempo la esclavitud de
los indios fue Chile, pues an exista en la segunda mitad del siglo XVII,
como nos demuestran las importantes leyes de 9 de abril de 1662, y de
1 y 5 de agosto de 1663, hechas en Madrid por Carlos II y la Reina
Gobernadora. Esas leyes trataron entonces de abolir la esclavitud a que
haban estado sujetos los indios chilenos, y grato es repetir aqu sus
palabras.
...Ordenamos y mandamos, que los virreyes del Per, Gobernadores, Capitanes Generales, y Audiencia de aquellas Provincias, guarden,
cumplan, y executen las rdenes dadas sobre no permitirla, y que todos
los varones hembras, que con pretexto de esclavitud se hubieren vendido, y sacado fuera de aquellas provincias la Ciudad de los Reyes,
otras cualesquiera del Per, se recojan, y sean reducidos sus tierras,
con efecto, reservando, como reservamos, los poseedores actuales su
derecho salvo contra los vendedores, que los enagenaron, teniendo
entendido, que este, ni otro cualquier derecho no ha de embarazar, ni
retardar la reduccin de los dichos indios, porque se ha de ejecutar
inviolablemente, sin ninguna dilacion. Y ordenamos al Virey del Per y
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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD
Notas
1 Recopilacin de Leyes de Indias, lib. VI, tt. 2, ley 3.
2 Recopilacin de Leyes de Indias, lib. VI, tt. 2, ley 11.
3 Recopilacin de Leyes de Indias, lib. VI, tt. 2, ley 7.
4 Recopilacin de Leyes de Indias, lib. VI, tt. 2, ley 12.
5 Recopilacin de Leyes de Indias, lib. VI, tt. 2, ley 4.
6 Recopilacin de Leyes de Indias, lib. VI, tt. 2, ley 14.
7 Recopilacin de Leyes de Indias, lib. VI, tt. 2, ley 16.
8 Recopilacin de Leves de Indias, lib. VI, tt. 2, ley 5.
9 Recopilacin de Leyes de Indias, lib. VI, tt. 2, ley 8.
APNDICE1
Seor:
Al tiempo que ves las Reales manos de su Magestad, le dige como
yo le Sirvia de Veedor en Tierra-firme does Gobernador Pedro Arias
que venia desde alla adar noticia su Magestad de como aquella tierra
est perdida destruida robada han pasado pasan en ella muchas
crueldades de que Dios Su Magestad se dessirven la tierra se pierde
siendo como en la verdad es lo mejor de lo descubierto, todo esta escondido ocultado S.M. su consejo que es la causa porque no se le
embian dineros de sus rentas pues los ai ha havido por ende que S.M.
me oyese quando servido fuese, o mandase decirme quien mandava
que yo diese razon de todo esto para que informase S.M. de todo.
dijome Su Magestad que Vuestra Magestad hablase le dijese todo
aquello que savia me pareciese de las cosas de aquella tierra de donde
vengo para que Vuestra Merced le informase. que S.M. lo mandaria
luego remediar proveer como conviniese; cumpliendo con el mandamiento de S.M. con lo que debo su real servicio, mi conciencia;
digo as: Primeramente ha de saber Vuestra Merced que la mucha edad
de Pedrarias su cobdicia poca constancia no son de Calidad que as
en poco espacio se puedan decir ni el dao quel servicio de Dios del
Emperador aquella tierra han recibido por su culpa mala gobernacion
porque ningund Zelo ni otra se conosce deste hombre para semejante
cargo, todo su fin es adquirir dineros perlas para si por quel-quier via
que ser pueda sin otro respecto.
Dineros no ai pensamiento de embiar ningunos aunque despues que
yo parti de Barcelona se han fundido ante mi sobre 150 ducados castellanos como parecer por los libros de la fundicion e del contador esto
sin otros muchos pesos de oro que en todo el ao de 1522 despues ac
se han fundido en Panama asi que muy bien pudiera haver embiado oro
S.M. pero no lo han gana el ni los oficiales porque no falten para sus
salarios.
Vusca Pedrarias los otros oficiales que tienen mano en la Hacienda
formas para gastos estraordinarios y para poderlo haser fundanse sobre un capitulo de una Carta mensagera que el Rey Catlico en dias
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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD
pasados les escrivio por el qual capitulo paresce quellos havian aca
escripto que por ser el camino largo atender a lo que S.A. proveyese
en algunas cosas necesarias se perdian los negocios; el Rey pensando
que aquello hera asi les escrivi en el dicho capitulo que juntos pudiesen
acordar; proveer las cosas que su servicio buena governacion conviniese de que se esperase peligro en atender la consulta de S.M. y ellos
entendiendo mal el dicho capitulo no usando bien del arbitran por all
cuanto les parece asi desta forma tomaron sin dar partes aquel interese de las entradas asi en el oro como en los esclavos Indios que en ellas
se tomavan; el gobernador tomaba dos partes aun quel Gobernador
tiene cedulas para que govierne solo los oficios no tenga voto ni parecer en la Gobernacion, por no alzar la mano del dinero poder destribuir
con parescer de los oficiales lo que les paresce de la Hacienda Real los
admite govierna con su parescer por queste Capitulo los conforma
luego aunque rian.
Ai si que Seor desta forma se quedan alla los dineros para sus salarios como es dicho para poder gastar en lo que les paresce, como el
governador reparti los Indios los que di los oficiales cada vez que
querian los mudava su contentamiento, asi el dicho governador por
poder gozar en la destribucion de la hacienda, tener entrada en ella no
obstante la cedula que manda que los oficiales no se entremetan ni tengan voto en la gobernacion dicho gobernador los admite.
Ha dado da los Indios mugeres muchachos mercaderes
clrigos personas que no nos los han ganado ni conquistado ni los
devian aver en especial gentes de la calidad que Vuestra Merced
dixe aun rescates de oro, asi mismo les ha dado los tales.
Ha repartido de manera los Indios que havia para servicio que se
han perdido sobre 1 millon de ducados, de todo ha perdido S.M. sus
derechos quinta porque los amos que les davan heran muchos los
Indios de poco nmero para aquellas personas questavan sealados
no les cavian sino a una pieza dos pocos mas desta manera
perdianse los Indios los Cristianos perdian el tiempo la Hacienda
el Rey los quintos porque en los que as venian su poder no havia
cantida para cuadrilla.
Ha permitido aun que tacitamente Indios libres vendidos como esclavos que se vendan o trespasen por dineros muchos caciques Indios
de encomiendas lo cual es muy perjudicial muy peor questo venderse
muchos Indios libres navorios que no son esclavos venderlos el mismo Gobernador abominable y peor questo dejar sacar naborias de la
tierra para las Islas, otras partes personas que los han vendido por
esclavos no lo seyendo, siendo baptizados.
Ya vuestra merced sabe como el Rey Catlico mand para justificacin de su conciencia real de los conquistadores que fueron con Pedro
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Hacienda de S.M. que demas deso tenga siempre en el Darien un Teniente que sea persona de letras pueblos del Norte: otro en la Costa
Pueblos la Costa, pueblos del Norte: otro en la Costa Pueblos del
Sur, diciendo verdad los que agora ay que son el Licenciado Selaya,
el Licenciado de Alarconcillo son personas muy suficientes para ello si
les dejase Pedrarias libremente usar de sus oficios en las cosas de Justicia; en lo que toca los Indios de repartimiento de las naborias;
mandar dar por ninguno aquel capitulo por donde acull consultan
gastan muchas cosas estraordinarias mandar tomar quenta al
Thesorero Alonso de la Puente que ge la tome quien sepa vien que
cosa es quenta, porque en aquel tiento de quenta que le tom Gil Gonzalez
de vila no se liquidaron muchas cosas ni se ablo en otras algunas de
calidad precio proveer como las Islas de las Perlas que son la de
Otoque Terareque, no sean de Pedrarias, sino que todos los Cristianos
puedan pescar en ellas, que se haga una torre en la de Terareque que
es la principal, se funde alli un pueblo de Cristianos quien se encomienden los Indios della porques aparejada para se poblar, para ganados los Cristianos que alli estubieren estan mas seguros, fuertes que
en parte de toda la tierra desde alli se puede mejor conquistar descobrir la costa de levante ay aparejo para los navios, puerto, muy
buenas pesqueras ase de mandar, que libremente puedan ir tomar
de aquella tierra los que all fueren, tratar libremente como en los
otros reinos despaa, que puedan libremente armar rescatar por las
costas los vecinos dellas, no otros ni los de la una costa rescatar en la
otra salve cada uno en la costa questobiere la poblacion do vive, dar
por esclavos los Caribes que son desde la tierra nevada al Darien sin
quintos ni derechos algunos asi como estan dados algunos por el Catolico
Rey D. Fernando, que demas desto se provean mande S.M. que se
despachen los capitulos que particularmente he dado para lo que toca
la Cibdad de Santa Maria del Antigua del Darien, porque lo mas importante, mijor cosa que ay en Castilla del oro si el que gobernare aquella
tierra quisiere atender al Servicio de Dios de S.M.
Con lo questa dicho he satisfecho lo que debo al Servicio de Dios
de S.M. soyobligado por mi conciencia; en lo demas Vuestra Merced
mire la suya pues S.M. me remite . Vuestra Merced para que le informase, se proveyese lo que su real serbicio fuese, como aquella tierra
no se acabe de perder, quando vuestra merced demas de lo ques
dicho me pidiere mas larga, particular relacion de qualquier capitulo
de los que atras quedan escriptos, vuestra merced lomande que yo lo
satisfar complidamente, crea Vuestra Merced que aquestas son las
verdades, lo que pasa todo lo que en contra se dijese es vicioso,
falso.
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Notas
1 Memorial de Gonzalo Hernndez de Oviedo (sic). Simancas. Patronato. Real Archivo de
Indias. Legajo 7. Muoz, Colec., vol. LXXVI. Vase la pgina 195 de esta Historia. El
original de este Memorial existe en el Archivo General de Simancas, Patronato Real,
Arca de Indias, legajo 7. En la Colecin... de Muoz, perteneciente a la Real Academia
de la Historia de Madrid, se halla una copia de l en el tomo LXXVI, A. 103.
Historia
de los
repartimientos o encomiendas
de indios
Libro Primero
DESDE EL PRINCIPIO DE LA COLONIZACIN
O MUNDO
ESP
AOLA EN EL NUEV
ESPAOLA
NUEVO
MUNDO,,
HAST
A LAS ORDENANZAS DE VALLADOLID DE 1513
HASTA
Nunca debe confundirse la esclavitud de los indios de que he tratado hasta aqu, con las encomiendas o repartimientos. En la mente del
legislador, estos dos estados fueron del todo diferentes. La esclavitud
slo pesaba, segn la ley, sobre los indios canbales y sobre aquellos que
sin serlo, se sublevaban contra el poder de Castilla, o se resistan, en
sentir de los conquistadores, a recibir el bautismo: de manera que la
esclavitud que se les impona, era un castigo. Pero los indios pacficos,
sometidos a la autoridad de los espaoles, sos deban conservar su libertad; mas, sin quitrsela, el gobierno engaado, y procediendo de buena fe, crey que se les haca un bien, repartindolos o encomendndolos
a los conquistadores. Ante la ley, pues, los indios encomendados fueron
libres; pero de hecho fueron tan esclavos como los otros indios a esta
pena condenados.
Subyugados ya por Coln los pueblos de La Espaola, y deseando
ste que sus descubrimientos fuesen desde el principio provechosos a la
Corona de Castilla, para embotar de este modo los tiros con que la maledicencia y la envidia le heran como extranjero, impuso en 1495, a nombre de los Reyes Catlicos, un tributo sobre todos los indios; ordenando
que los de 14 aos arriba, vecinos de la provincia de Cibao, y los de la
Vega Real y los comarcanos a las Minas, pagasen cada tres meses un
pequeo cascabel lleno de oro, y todos los dems una arroba de algodn.1 Calculose obtener de cada paga 20 000 pesos, pero tan equivocado
fue este clculo, que de las tres primeras apenas se sacaron 200; y an
fue ms corto el rendimiento de dos o tres que se quisieron cobrar.2
Para conocer los indios sometidos al tributo, mandose que todos llevasen al cuello una medalla de cobre o latn, con cierta seal, que se
mudara cada vez que aqul se pagase.3 Como el oro no tena valor entre aquellas gentes, nunca se haban dado a la trabajosa explotacin de
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las minas, y el poco metal que alguna vez recogan, eran las partculas
que las aguas arrancaban de los ros o de las montaas. Por esto se ver
cun terrible fue el tributo que se les impuso; porque ni saban bajar a
las entraas de la tierra a coger el oro, ni el poco que encontraban en su
superficie, era bastante para satisfacer la codicia de los castellanos.
Conociendo el rey o cacique de la Gran Vega Real, llamado Guarionex,
la imposibilidad de pagar en oro el tributo que se le impona, ofreci en
cambio, hacer una gran labranza para pan casabe desde la ciudad de
Isabela hasta Santo Domingo, que bien podra ser una distancia de 55
leguas; pero como el Almirante son palabras de Herrera era forastero, slo, i desfavorecido de los ministros de los Reyes catlicos, i
como prudente conocia, que lo que le havia de conservar eran las Riquezas que embiase, dabase priesa por el Oro, porque en lo demas era
mui Christiano y temeroso de Dios, i asi moder el tributo, porque vi,
que no se podia cumplir: por lo qual, algunos se huan los montes, i
otros se iban de unas Provincias otras vagamundos.4
Siendo esta carga insoportable, sustituyose por otra, tambin muy
opresiva. Incapaces los conquistadores por su fuerza de sacar todo el
partido que les brindaban aquellas tierras feraces, mandose desde 1496,
que para aficionarlos al nuevo pas que habitaban, algunos pueblos de
indios hiciesen las labranzas de las poblaciones de los castellanos, como
acostumbraban con sus caciques. Este trabajo no slo deban hacerlo
sin ninguna recompensa, sino que si lo rehusaban, eran azotados, y si se
huan, se les esclavizaba.5
Tan atroz injusticia fue fatal precursora de los repartimientos de
indios; y a ellos llegose muy en breve con la divisin de las tierras; porque en todos tiempos y lugares, luego que los conquistadores han impuesto su yugo a los pueblos vencidos, stos han corrido casi siempre la
suerte de aqullos.
A peticin de algunos pobladores de La Espaola, haba mandado el
gobierno en julio de 1497,6 que el almirante Coln repartiese en propiedad entre los castellanos las tierras de aquella isla. Esta orden no pudo
ejecutarse entonces, porque Coln se hallaba en Castilla; mas, vuelto a
La Espaola en 1498 encontrola muy alterada con la sedicin promovida y capitaneada por Francisco Roldn.7 Sosegadas estas turbulencias,
Roldn present a Coln en octubre del ao siguiente un memorial, en
que le deca, que l y 102 castellanos ms de los que le haban seguido,
queran tomar vecindad; y accediendo Coln a sus deseos, dioles tierras
e indios que las cultivasen; pero no juntos en Jaragua como pretendan,
pues era peligroso que gente tan desmandada e insolente permaneciese
unida; mayormente cuando el Almirante no tena fuerzas para contenerla. Distribuyolos, pues, maosamente dndoles tierras e indios en el
Bonao, Santiago de la Vega, y en otros pueblos. Ms largo fue con Roldn,
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pues adems de haberle dado de los criaderos del rey dos yeguas, dos
vacas, dos becerros, 20 puercas y quizs muchas gallinas, le concedi
tambin algunas heredades en la Vega Real, y en los trminos de la
Isabela; facultndole para que los indios del gran cacique Behechio le
cultivasen las tierras que se le sealaban para su mantenimiento.8
Pero Coln no se limit entonces a repartir tierra e indios entre
Roldn y sus secuaces, porque deseando ganar la confianza de los castellanos residentes en La Espaola, hzoles la misma concesin. Tal fue
el origen de los repartimientos en 1499, y que despus se extendieron a
otras regiones del Nuevo Mundo; pero repartimientos que lejos de haber sido hechos por orden de la reina Isabel, fueron desaprobados por
ella, pronunciando aquellas memorables palabras que debo repetir aqu:
Quin ha facultado a Coln para repartir mis vasallos con nadie?
Cuando Coln reparti en La Espaola tierras e indios, us en las
cdulas que otorgaba de estas palabras: que daba en tal cacique tantas
mil Matas Montones, y que aquel Cacique, sus gentes labrasen, para
quien les daba aquellas tierras.9 Los nombres Matas o Montones de
que se habla equivalan a cepas de via en Europa, con la diferencia de
que stas tienen vida mucho ms larga, y aqullas eran de la planta
llamada yuca (Jatropha manihot) de que los indios se servan para hacer casabe, equivalente a nuestro pan.10
Oviedo, autor parcial y no muy exacto, afirma que Coln reparti
todos los indios de La Espaola;11 pero ni Las Casas ni los cronistas
Antonio de Herrera y Juan Bautista Muoz, que tuvieron a la vista todos
los documentos de aquella poca, dicen tal cosa: ni era posible que as
fuese, porque los castellanos, por su corto nmero, solamente ocupaban
entonces una parte de la isla Espaola. Mas, cuntos fueron los indios
repartidos por Coln? Cuntos los que encerraba aquella isla en su
totalidad? A la primera pregunta yo no puedo responder; y en cuanto a
la segunda, lo que se sabe es que al caer Hait bajo la dominacin espaola, toda la isla perteneca a cinco reyes o caciques principales, que
tenan bajo su obediencia otros caciques inferiores. Los nombres de
aqullos eran Guarionex, Caonabo, Behechio, Guacanagari y Cayacoa.
Guarionex posea todo el llano, y seoreaba ms de 60 leguas en el centro de la isla. Caonabo dominaba en las sierras, cuya posicin y extensin le hacan muy fuerte. Behechio ocupaba la parte occidental de la
isla y la provincia de Xaragua. Guacanagari era dueo de la parte del
norte, en cuya tierra asent Coln la primera colonia de 38 castellanos,
cuando descubri la isla. Cayacoa dominaba la parte oriental hasta la
ciudad de Santo Domingo, y hasta casi el punto donde el ro Yuna entra
en el mar. Este cacique era uno de los ms poderosos entre los cinco, y
sus indios los ms valientes de todos por su vecindad a los caribes, cuyas invasiones tenan que resistir.12
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La poblacin de esa isla computbase entonces en 1 milln, a lo menos; es mi opinin dice Oviedo de muchos que la vieron hablan
en ello, como testigos de vista, que fall el Almirante, quando estas islas
descubri, 1 millon de indios indias ms, de todas edades, entre
chicos grandes.13 No vendr yo a discutir aqu la exactitud de ese
nmero; pero cualquiera que fuese, es innegable que cuando el Almirante hizo su repartimiento, ya los indios haban menguado mucho, as
por las guerras con los castellanos, como por el hambre que sufrieron.
Vino despus el repartimiento, el azote ms cruel que cay sobre los
hijos del Nuevo Mundo; y sin pensarlo Coln, su primer repartidor, ni
quererlo la buena reina Isabel, aquellos infelices fueron entregados desde
entonces a los verdugos que haban de sacrificarlos.
Los alborotos de La Espaola y las calumnias derramadas en la corte por los enemigos del Almirante, haban engendrado en el nimo del
gobierno injustas sospechas contra l. Removido del mando de la isla,
nombrose para sucederle a Francisco de Bobadilla, de quien ya he hablado en otra parte.14 Este villano reparti indios contra la voluntad de
su reina; y como mand que del oro que se cogiese no se pagase al rey
sino de 11 pesos 1, empleronse esos indios ms bien en la explotacin
de las minas que en la agricultura.15
A Bobadilla sucediole en la gobernacin de La Espaola el comendador Nicols de Ovando y Ovando, y entonces fue cuando se hizo el
primer repartimiento general. Sali Ovando para aquella isla en 1502
acompaado de 2 5000 a 3 000 personas.16 Desembarcaron en la ciudad
de Santo Domingo, y en vez de ponerse a trabajar para buscar el sustento, encerrronse en ella sin las provisiones necesarias, empezando
en breve a sentirse el hambre, las enfermedades y la muerte.17 Bien
quisiera Ovando repartir los indios entre su gente; pero las rdenes que
tena en contrario, eran terminantes; pues en una de las clusulas de
sus instrucciones, la reina Isabel le haba recomendado especialmente
que todos los indios de La Espaola fuessen libres de servidumbre y
que no fuessen molestados de alguno, sino que viviesen como vasallos
libres, gobernados y conservados en justicia como lo eran los vasallos de los reinos de Castilla; y que procurase. que en la Santa F Catlica fuessen instruidos: porque su intencion era, que fuessen tratados
con amor y dulzura, sin consentir, que nadie les hicesse agravio; porque
no fuessen impedidos en recibir nuestra Santa F; y por que por sus
obras no aborreciessen los Christianos. Y que, para que mejor
pudiessen ser doctrinados, se procurases, que se comunicassen con los
Castellanos, tratando con ellos, y ayudndolos unos a los otros.18
De algunas palabras de esa instruccin, supo Ovando aprovecharse
con destreza, y conociendo todo el inters de la reina por la conversin
de los indios, la enga dicindole entre otras cosas: que no podian
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Ovando, queriendo aparentar justicia, nombr en La Espaola visitadores para que viesen como los castellanos que tenan repartimientos,
trataban a los indios. En estos nombramientos ninguna intervencin
tuvo la corona hasta el ao de 1508, en que ella adjudic algunos indios
a un espaol, mediante el regalo de una mula que ste hizo a un personaje influyente en la corte. Entonces se declar que los visitadores no
tuviesen jurisdiccin alguna sobre los indios, sino que se limitasen a
investigar si stos eran bien tratados, participando a las autoridades
competentes las faltas contra ellos cometidas.34 Tales fueron las funciones legales que los visitadores deban ejercer, pero las que stos se
arrogaron y la manera con que las desempearon, descrbelas el celoso
defensor de los indios, el gran Bartolom de las Casas: Y en las Villas
y lugares de los espaoles tenia el governador ciertas personas las ms
honrradas del pueblo, que puso por nombre visitadores, quien por
solo el officio dava y sealava como por salario y fin el ordinario repartimiento de Indios que le avia dado y 100 indios para que le sirviesen.
stos eran los verdugos mayores del pueblo y ms crueles que todos:
ante los quales todos los Indios que los alguaziles del campo traian
monteados se presentaban, i iva el acusador de all, que era aqul que
los tena de encomendados y acusados diziendo que aquel Indio indios
eran unos perros que no le querian servir y que cada da se le ivan los
montes por ser haraganes y vellacos que los castigase. Y luego el visitador los ataba un poste y el mismo con sus propias manos tomaba un
rebenque alquitranado, que llaman en las galeras anguilla, que es como
una verga de hierro; y dvales tantos de azotes y tan cruelmente, que
por muchas partes les salia la sangre y los dexavan por muertos y nuestros ojos vieron muchas veces muy grandes crueldades, etc., etctera.35
El rey pidi a Ovando en 1509 que diese razn del modo con que
haba hecho los repartimientos para conocer las personas, que no teniendo heredades ni labor de minas, alquilaban los indios.36 En dicho
ao ces Ovando en el mando de La Espaola; volvi a Castilla, y ningn castigo se le impuso por su mala conducta. De su crueldad con los
indios, claro testimonio dan las palabras del licenciado Zuazo, juez de
residencia en La Espaola.
Despues de este el comendador Bobadilla vino otro Comendador, que llamaron de Lares, y este era hombre orgulloso, aunque por
otra parte tenia algunos buenos respetos, y este embi gente la Provincia de Higuei donde hizo matar por mano de un criado suyo Juan de
Esquivel natural de Sevilla 7 8 000 indios so color que aquella Provincia diz que se queria levantar, que son gente desnuda que solo un cristiano con una espada basta para 200 Indios. Hizo hacer otra grandsima
matanza crueldad en la Provincia de Jaragua, donde la sazon prendi una gran seora entre los Indios que se llamaba Anacaona, con
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dios, dejados parte los que han fallecido del muy inmenso trabajo
fatiga que les han dado tratndolos mal.44
Algunos religiosos que haban pasado a La Espaola, manifestaron
dudas acerca de la justicia de los repartimientos, y el tmido monarca
para aplacar los escrpulos de su conciencia, mand que los indios no
fuesen repartidos de por vida, sino que sirviesen como tapias o naborias,
nombres que se daban a los que, sin ser esclavos, estaban obligados a
servir por un ao o dos; despus por otros dos y as sucesivamente.45
Pero los encomenderos poco se cuidaban de esas diferencias, porque
bajo de cualquier nombre que se diese a los indios, ellos siempre los
trataron como esclavos.
Orden el rey en 1519 que al tesorero Pasamonte se le diesen 100 indios, adems de los que ya tena.46 Nombrronse al ao siguiente dos
oficiales reales ms para La Espaola, habiendo recado el nombramiento
de contador en Gil Gonzlez Dvila, y el de factor en Juan de Ampues,
sealndoseles 200 indios de repartimiento en parte de su salario.47
Cuando en 1511 se fund la primera Audiencia en La Espaola, diose a
cada uno de los jueces de apelacin que la formaron, adems del sueldo
que se les seal, un repartimiento de 200 indios. Mercedes semejantes
hicironse tambin de 100, de 60 y 50 indios a criados de la Casa Real,
miembros del Consejo, muchos cortesanos, y a otras personas que sin
residir en La Espaola gozaban de sus encomiendas por medio de mayordomos que al efecto tenan en aquella isla.48
Deseoso el rey de que se tratase bien a los indios, mand que nadie
tuviese ms de 300 para que se les atendiese mejor en lo temporal y
espiritual; encargando al almirante y oficiales reales de La Espaola
que diesen ejemplo a todos en doctrinar bien los indios, pues el servicio
de Dios era su principal objeto. Para remediar la falta de brazos que ya
en La Espaola se senta, orden tambin que todos los indios importados en ella perteneciesen al introductor y sucesores, para que as los
cuidasen mejor.49
La plaga de los repartimientos, que haba estado circunscrita a La
Espaola, por ser el nico punto poblado de castellanos, se fue extendiendo a otras islas.
En 1502 diose facultad a don Cristbal de Sotomayor para que escogiese en la isla de San Juan de Puerto Rico, ya reconocida por Juan
Ponce de Len, un cacique con los indios que le pertenecan.50 En 1510,
el mismo Juan Ponce empez a repartir los indios de aquella isla; pero
no queriendo ellos someterse a tan cruel servidumbre, alzronse y mataron muchos espaoles.51 Vencidos al fin, doblaron la cerviz al yugo
que se les impona, y corrieron suerte igual a los de otras islas.
Injusticias, como era de costumbre, cometi Juan Ponce al repartir
los indios entre los pobladores, de donde naci entre ellos multitud de
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oficiales reales, dndole cuenta de lo ocurrido y sealndose en sus quejas el tesorero Pasamonte por la alta influencia que tena con el monarca y con el secretario Conchillos. Enterado aqul de lo ocurrido, mand
llamar al provincial de la Orden en Castilla y le dijo, que remediase el
escndalo causado en La Espaola por sus frailes, predicando cosas
contra su servicio. Pasamonte envi adems a la corte para que apoyase
la denuncia contra los dominicos, a fray Alonso del Espinar, de la Orden
de San Francisco, hombre de buena conciencia, pero ignorante; verificndose con esto el dicho de Las Casas: que trabajaron de enviar frailes contra frailes por meter el jueco, como dicen, a barato.63 Los dominicos, a su vez, enviaron al mismo Montesino para que defendiese la
justicia de sus ideas, y con el objeto de que le ayudase en tan santa
empresa, nombraron despus al varn prudente y entendido fray Pedro
de Crdoba, vicario de aquella Orden en La Espaola.
De estas ocurrencias naci la rivalidad que en punto a repartimiento
y libertad de los indios hubo entonces entre los religiosos franciscos y
dominicos de La Espaola: rivalidad que si contraria al piadoso instinto
que profesaban los primeros, cubri de honra y de gloria a los segundos. Cuando se estudia la causa de esta divergencia, parece encontrarse
en miras interesadas, pues como a los dos conventos de franciscanos
que ya haba en La Espaola, se les haban sealado dos repartimientos
de indios, cabe la fundada sospecha de que las opiniones que manifestaron fueron hijas del inters.64
A su llegada a la corte encontrola Montesino muy prevenida contra
l; y queriendo presentarse al rey para informarle de todo, no le era
dado conseguirlo: pero burlando un da la vigilancia del portero, se entr hasta donde estaba el monarca, dicindole que le suplicaba, que le
oyese lo que tena que decirle por su servicio. El rey le contest con
mucha dulzura: que dijese lo que quisiese; informle de cuanto haba
pasado en La Espaola, de los fundamentos que haba tenido para predicar aquel sermn, que haba sido firmado de su prelado y de todos los
letrados telogos de su convento; y l se lo haba mandado por obediencia, y suplicle que luego fuese servido de poner remedio. El rey respondi, que le placa y que con diligencia mandara luego entender en
ello.65
En cumplimiento de su palabra, mand el rey en 1511 que se reuniese en Burgos, donde a la sazn se hallaba, una junta de miembros de su
Consejo y de telogos. Por aqul asistieron Fonseca, ya obispo de
Palencia, y que tanta parte tena en los negocios de Indias; Hernando
de Vega, seor de Grajal; el licenciado Luis Zapata, a quien por su gran
valimiento con el rey llamaban algunos el rey chiquito; el licenciado
Sosa, que despus fue obispo de Almera; el licenciado Santiago; el licenciado Moxica, y el doctor Palacios Rubios. Los telogos fueron los
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djoseles en 1513: que cuando se mandaron repartir los indios, se juntaron, con los del Consejo, muchos letrados, telogos, y juristas y que
vista la gracia y donacin apostlica y otros fundamentos, haban acordado, en presencia del arzobispo de Sevilla, que entonces era, que se
deban de dar los indios en repartimiento, y que era conforme a derecho, divino y humano: y que si cargo de conciencia poda haber en ello,
era del rey, y de quien se lo haba aconsejado, y no de quien tena los
indios: y que as, para adelante podran los Padres Dominicos moderarse ms en este caso, y proceder con ms suavidad.6 9
Esta resolucin fue una sentencia terrible contra los indios, porque
sancionado el sistema de los repartimientos, nada importaba que se les
llamase libres, pues que los encomenderos los trataban como esclavos,
y esclavos que nada les haban costado. A pesar de esto, respetando el
monarca las slidas virtudes de los religiosos dominicos fray Pedro de
Crdoba y fray Antonio Montesino que haban venido a la corte a defender tan noble causa, quiso darles una muestra de su aprecio, ordenando que volviesen al Nuevo Mundo a continuar su misin apostlica
en provecho de los indios.7 0
Para acallar los clamores que siempre alzaban los defensores de los
indios, mand el rey que se reuniese en Valladolid una nueva Junta, de
cuya deliberacin nacieron unas ordenanzas en 35 captulos aprobadas
por el rey en la misma ciudad a 23 de enero de 1513: pero entre ellas y
las Leyes de Burgos hubo la notable diferencia de que stas eran generales para todos los pases ya poblados de espaoles en el Nuevo Mundo, mientras que las Ordenanzas de Valladolid eran solamente aplicables a la isla de San Juan de Puerto Rico y a La Espaola.
Por cuanto dice el rey don Fernando en el prlogo de esas Ordenanzas yo mi muger siempre deseamos el provecho espiritual de los
indios de la isla de San Juan hicimos algunas ordenanzas para ello por
nos, las quales aadieron otras Bovadilla, Ovando, y el Almirante
D. Diego, y vuestros Oficiales de all. Pero la experiencia ha mostrado
que todas no son bastante para lograr el deseado fin atendida la
inclinacion al cio y los vicios que se observa en los indios, principalmente teniendo sus asientos con sus caziques distantes de las poblaciones de Espaoles, donde se retiran el tiempo que estn desocupados
del servicio. Porque aunque se les haya dado instruccion mientras
servian, la olvidan luego y buelben su olgazaneria y vicios, sin querer
oir al espaol que va con ellos para instruirlos por no temerle ni respetarle. Siendo esto tan contrario la Fe, y NOS obligados poner remedio: consulta de algunos del Consejo, dictmen de personas doctas y
piadosas, informe de otras que tienen conocimiento de Indias; ha parecido conveniente que las estancias y asientos de los Caciques indios
se pongan cerca de las poblaciones. Con lo cual podrn asistir las igle-
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sias, oir las plticas, conversar frecuentemente con los espaoles, recibir luego los Sacramentos etc., y adems en lo temporal se evitar que
les roven sus hijos y mugeres, y se les hagan otros daos que algunos
se han atrevido por pillarlos ljos de donde residen las justicias. Por
estas y otras causas fu acordado de mudar sus estancias cerca de los
pueblos de Espaoles, donde se guardar con ellos lo siguiente.
Y lo siguiente fue, que con motivo de mudarse las estancias de los
indios junto a las de los espaoles, todo encomendero deba hacer para
cada 50 de aquellos cuatro bohos de 30 pies de largo y 15 de ancho, y
tenerles 3 000 montones de yuca, 2 000 aves, 250 pies de aj, y 50 de
algodn, a satisfaccin del visitador, el cual cuidara de que sembrasen a
su tiempo media fanega de maz, y que el encomendero diese a cada uno
12 gallinas y un gallo para que se aprevechase de sus huevos y pollos.
Recomendose que los indios de la isla de San Juan de Puerto Rico fuesen llevados de sus antiguas estancias a las nuevas suavemente y con
halagos. Todo encomendero deba fabricar en su hacienda una casa para
iglesia, a la que ira diariamente con todos sus indios al amanecer y
anochecer para rezar con ellos, cuidando de corregir al que se equivocase. Cuando hubiera cuatro o cinco estancias en el espacio de una legua,
se fabricara una iglesia en la del centro, a donde iran los indios todas
las fiestas a or misa y sermn con su encomendero; pero en caso de no
haber clrigo que les predicase, siempre deberan asistir a la iglesia
para orar y rezar, so pena de 10 pesos al encomendero que contraviniese. Si fuera de dicha legua haba alguna estancia, harase all otra iglesia para no obligar a los indios a ir lejos. Siempre solcito el monarca de
la instruccin religiosa de los indios, impuso al encomendero la obligacin de ensearles la doctrina cristiana, y de tomarles cuenta cada 15
das de lo que les enseaba, so pena de 6 pesos de oro.
Los prelados que cobraban diezmos de esas estancias, deban proveer de clrigos para decir misa, confesar a los que pudiesen hacerlo y
ensear a los que no. Cuando haba muchos indios empleados en las
minas, haranse en stas una iglesia, guardndose todo lo ordenado para
las de las estancias.
Todo encomendero que tena 40 o ms indios, deba ensear a un muchacho de entre ellos a leer, escribir y la doctrina cristiana; obligacin que
tambin se impuso a los que servan de muchachos indios por pajes.
Recomendose el cuidado con los enfermos, a quienes deba confesar
gratuitamente el clrigo respectivo; y si moran ir al entierro con la
cruz, sin paga alguna. El encomendero que no daba sepultura al indio
que tena, era multado en 4 pesos. Impsose tambin al encomendero la
obligacin de bautizar el indio nacido dentro de ocho das, y si no haba
clrigo, l lo hara por s en caso de necesidad. El contraventor incurra
en la multa de 3 pesos para la iglesia donde se bautizara.
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Deba darse a los indios algn tiempo para que holgasen antes de
anochecer, privndose al encomendero de aquel a quien no se le permitiese. Tampoco se les impediran sus aretos en los domingos y das de
fiesta ni en otros fuera de las horas del trabajo.
Ningn indio poda ser cargado, sino slo con sus mantenimientos, y
eso en el caso de mudarse de un lugar a otro, so pena de 2 pesos y de
perder el encomendero el indio para el hospital del lugar a que perteneca. Los indios no trabajaran en las minas ms de cinco meses: despus
holgaran 40 das en los que el encomendero debera instruirlos en la
doctrina cristiana, sin que en ese tiempo pudiese mandarles otra cosa
que sacar sus mantenimientos de la yuca y otros comestibles.
Obligbase a los encomenderos a tener provisin suficiente de casabe, aves y aj, para que los indios comiesen con abundancia, lo que se
encarg que hiciesen sus bohos. Adems, deba drsele a cada uno en
los das festivos, una libra de carne o de pescado: alimento que haba de
suministrarse diariamente a los empleados en las minas, pena de 2 pesos al encomendero infractor. Recomendose que inculcasen a los indios
la idea de tener una sola mujer, con la que deban casarse segn la Iglesia. Ordenose que todos los hijos de los caciques se entregasen a la edad
de 13 aos a los frailes franciscanos para que les enseasen a leer, escribir, y la doctrina cristiana; y que pasados cuatro aos los volviesen a
quien estaban encomendados para que sirviesen de maestros a los otros
indios, mejor que los espaoles. Las indias embarazadas de cuatro meses no podan ser enviadas a minas, ni sembrar yuca, sino tenerse en
casa para servicios de poco trabajo: paridas, se hara lo mismo durante
tres aos en que criasen a sus hijos, so pena de 6 pesos por cada infraccin. Obligose al encomendero a dar a cada indio una hamaca en que
durmiese, cuidando los visitadores que ni les faltase, ni la cambiasen.
Deba tambin el encomendero dar anualmente a cada indio 1 peso de
oro para vestirse, del cual tendran el cacique y su mujer 1 real para
vestirse mejor. Nadie podra servirse ni admitir en su estancia indios
ajenos, bajo la multa de 6 pesos por primera vez, 12 por la segunda, y 3
ducados por la tercera.
A fin de que los caciques fuesen mejor tratados, sealseles para su
servicio dos indios al que tuviere 40; tres al que 70; y seis al de 104 a 160.
En cuanto al cacique, solamente podra emplersele en cosas ligeras,
para evitar su ociosidad. Era deber del encomendero dar al visitador
razn de los que nacan, moran, o iban de La Espaola o de otras partes a Puerto Rico, bajo la pena de 2 ducados de multa por cada uno si no
lo haca. Deber era tambin de los visitadores asentar en su registro
todos los indios de cada poblado con sus nombres, manifestndolo en
cada fundicin a los oficiales reales, y stos al rey, para saber si los indios aumentaban o disminuan. Prohibiose que nadie diese azote, ni palo
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ni otro castigo a los indios, pues en caso de faltas deba acusrseles ante
el visitador para que lo corrigiese. Quien a esto contravena, pagaba
una multa de 5 pesos de oro. Todos los encomenderos deban llevar a las
minas, a los menos, la tercera parte de sus indios, salvo los vecinos de la
Gavaa, y de la villa nueva de Yaquimo, en La Espaola, por estar muy
distantes de aqullas, los cuales los emplearan en hacer hamacas, criar
puercos, etc. Los que no tuvieran haciendas cerca de las minas, podan
hacer compaa con quien las tuviese, poniendo uno los indios y otro los
mantenimientos; pero sin que hubiese en esto ningn alquiler de aqullos, bajo las penas mencionadas. Los indios introducidos de las islas
comarcanas en la de San Juan haban de ser gobernados del mismo modo
que los de sta; y aunque si eran esclavos se le permita al dueo tratarlos como quisiese, recomendsele que fuese con amor y blandura, y
doctrinndolos en la fe. Para que no se mudasen las estancias de los
indios fijados en ellas, mandose que si vagasen por muerte o delito del
encomendero, aquel a quien se hiciese la merced de ellos, comprase la
estancia tasndola dos personas nombradas por el almirante, jueces de
apelacin y oficiales reales.
En cada pueblo de aquella isla habra dos visitadores que celasen
el buen trato de los indios, su instruccin y el cumplimiento de estas
Ordenanzas. Esos visitadores seran nombrados a juicio del almirante, jueces de apelacin y oficiales reales, con tal que fuesen de los vecinos ms antiguos; dndoseles por su oficio algunos indios adems de
los que tenan de repartimiento; pero si eran negligentes, sobre todo,
en punto a comida y hamaca para dormir, deban quitrseles hasta los
indios propios que tenan. Deban los visitadores recorrer los lugares,
estancias y mineros de su cargo, al principio y a la mitad de cada ao,
uno cada vez, para que lo que se escapase a uno, observase el otro. Los
visitadores no podan llevar a sus haciendas ningn indio perdido o
huido, sino depositarlo en persona de responsabilidad para que lo recogiese su amo cuando se encontrase, so pena de perder otro indio
suyo, adems del que deba entregar a su dueo. Los visitadores deban tener copia de estas Ordenanzas firmadas por el almirante, jueces de apelacin y oficiales reales, y acompaadas de una instruccin
de los mismos para su gobierno. Deber era del almirante, de dichos
jueces y oficiales reales enviar cada dos aos a Puerto Rico persona
que residenciase a los visitadores, los cuales deban darle relacin cumplida de los indios nacidos y muertos en su distrito en los referidos dos
aos, para que el monarca fuese informado de todo. Por ltimo,
mandose que ningn vecino de La Espaola pudiese tener ms de 150
indios de repartimiento, ni menos de 40.
Estas Ordenanzas mandronse pregonar en La Espaola, y
encargose al almirante, jueces de apelacin y oficiales reales de ella que
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len servir, las que all conocieren semejantes la calidad de las de ac,
para que sirvan paguen el servicio que los vasallos suelen dar e pagar
los Prncipes.
A los castellanos que no cumpliesen las prevenciones hechas en la
mencionada Declaracin de Valladolid deba castigrseles con la prdida de sus bienes muebles, y la de los indios que tuviesen encomendados,
sin que en adelante se les pudiesen encomendar otros.7 1
A pesar de tantas leyes dictadas y de tantas recomendaciones del
gobierno para mejorar la condicin de los indios, estos infelices quedaron tan oprimidos como antes. Y no deja de ser extrao que en medio de
tantas juntas y deliberaciones sobre los graves asuntos que entonces
agitaban el Nuevo Mundo, el monarca no hubiese acudido a las Cortes
para que se ocupasen en resolverlos; pero esta extraeza debe cesar
cuando se recuerde que aquellos cuerpos polticos ya estaban muy menguados; y no obstante que se congregaron varias veces en Castilla bajo
el reinado de Fernando y de Isabel, jams estos monarcas se acordaron
de las Cortes para someter a su conocimiento los negocios del Nuevo
Mundo.
Notas
1
XVI.
10 Vase a Oviedo, lib. VII, cap. II, y a Las Casas, Apologtica historia, cap. x. (V. M. y M.)
11 Oviedo, Historia (...) de las Indias, libro III, cap. VI.
12 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. III, cap. IV.
13 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. III, cap. IV.
14 Vase el libro IV de la Historia de la esclavitud de los Indios.
15 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. II, cap. V. Herrera, dc. 1, lib. IV, cap. XI.
16 Las Casas, Remedio 8, Razn 11. Herrera, dc. 1, lib. V, cap. I.
17 Herrera, dc. 1, lib. V, cap. XVII.
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18 Las Casas, Remedio 8, Razn 11. Herrera, dc. 1, lib. IV, cap. XI y XII.
19 Las Casas, Remedio 8, Razn 11.
20 Navarrete, Coleccin de Viajes y Descubrimientos, etc., Provisin mandando al comendador Ovando que compela a los indios a tratar con los cristianos, tom. II, p. 299.
21 Las Casas, Remedio 8, Razn 11.
22 Las Casas, Remedio 8, Razn 11. Herrera, dc. 1, lib. V, cap. XI.
23 Herrera, dc. 1, lib. IV, cap. XII.
24 Herrera, dc. 1, lib. V, cap. XI.
25 Provisin de Medina del Campo, a 8 de Enero de 1504.
26 Herrera, dc. 1, lib. V, cap. XI.
27 Vase esta clusula en la Historia de la Esclavitud de los Indios, al fin del libro III,
pgina 75.
28 Herrera, dc. 1, lib. VIII, cap. XVII.
29 Carta del licenciado Zuazo de M. de Xievres del Consejo del emperador Carlos V, desde
Santo Domingo a 22 de Enero de 1518.
30 Herrera, dc. 1, lib. VI, cap. XVIII.
31 Herrera, dc. 1, lib. III, cap. III.
32 Herrera, dc. 1, lib. X, cap. XII.
33 Herrera, dc. 1, lib. VII, cap. I y XII.
34 Herrera, dc. 1, lib. VII, cap. V.
35 Las Casas, Remedio 8, Razn 11.
36 Herrera, dc. 1, lib. VII, cap. VIII. Provisin de Valladolid de 14 de Agosto de 1509, y
12 de Noviembre del mismo ao.
37 Carta del licenciado Zuazo a Mr. de Chievres, del Consejo pblico y secreto del emperador Carlos V, fecha en la ciudad de Santo Domingo a 22 de Enero de 1518. (Muoz,
Colec., tom. LXXVI.)
38 Instruccin del rey catlico don Fernando al almirante don Diego Coln en 3 de Mayo
de 1509. El original de este documento existe en el archivo del duque de Veragua, descendiente de Coln, y publicose en la Coleccin... de Navarrete, tomo II, pgina 327.
Vase tambin a Herrera, dc. 1, lib. VII, cap. VIII.
39 Carta del rey en 15 de Agosto de 1509 al tesorero general de Indias Miguel de Pasamonte,
contestando gratamente a otra suya, y hacindole algunas prevenciones. Archivo de
Simancas, libro general de cdulas nm. 7, impresa en la Coleccin... de Navarrete,
tomo III, suplemento 1, n 68.
40 Publicado en la Coleccin... de Navarrete, tomo II.
41 Herrera, dc. 1, lib. VII, cap. X.
42 Real Cdula de 10 de Julio de 1511, impresa en la Coleccin... de Navarrete, tomo LI.
43 Muoz, Coleccin..., tom. XC.
44 Carta del licenciado Alonso de Zuazo a Mr. de Chievres, escrita desde la ciudad de
Santo Domingo en 22 de Enero de 1518. (Muoz, Coleccin, tom. LXXVI.)
45 Captulo de la carta de Valladolid de 14 de Agosto de 1509, citado por Len Pinelo,
Tratado de Confirmacin, etc.
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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD
Libro Segundo
REP
AR
TIMIENTOS O ENCOMIEND
AS DESDE 1513,
REPAR
ARTIMIENTOS
ENCOMIENDAS
AL DA EN QUE BAR
TOLOM
DE
LAS CASAS
BARTOLOM
CONSAGR SU VID
A A LA DEFENSA DE LOS INDIOS
VIDA
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Sancho de Arango, vecino de aquella isla, acusole de que para proceder con toda arbitrariedad en el ejercicio de sus funciones, nombr procurador y visitadores, eligiendo tambin otro alcalde y regidores: dio y
quit indios de repartimientos y naborias sin guardar ms regla que sus
intereses. A muchos vecinos que podan alimentar a sus indios, quitseles
para darlos a otros que ofrecan partir con l el fruto del trabajo de
aquellos miserables. A la ciudad despojola tambin de todos los indios
que tena para obras pblicas.
Cuando quera favorecer a alguno, entregbale 150 o 200 indios
diciendo en la cdula de encomienda, que slo eran 100 o menos; mientras que a otros que nada le importaba agraciar, dbale 100, siendo los
ms de los alzados, y que nunca poda coger. Estableci una tarifa,
exigiendo por cada cdula de encomienda 1 peso y medio; por un mandamiento para recoger los indios medio peso; cantidad igual por una
memoria de las naborias encomendadas, y 4 reales por las Ordenanzas
que le daba.7
Acusaciones semejantes fulminaron otros vecinos de Puerto Rico
contra Sancho Velzquez, y despus de habrselas examinado todas, el
cronista e historiador don Juan Bautista Muoz concluye con estas palabras: En otros extractos de enero de este ao [1516] slo se contienen chismes de unos contra otros. El licenciado Velzquez y la ciudad
estaban unidos, y as piden confirmacin del repartimiento; Ponce y
Sedeo al contrario.8 Pero en medio de dichos tan contradictorios, yo
creo que haba algo de verdad en las injusticias que se imputaban a
Velzquez, porque en su difcil situacin y deseando complacer al secretario Conchillos y a otros personajes, no le era fcil escapar a la parcialidad con que se vea forzado a repartir algunos indios.9
As como el rey don Fernando quit al almirante don Diego Coln
las facultades de repartir los indios de Puerto Rico, lo mismo hizo respecto de los de Cuba, confiando su repartimiento al gobernador Diego
Velzquez por la Provisin expedida en Valladolid a 8 o 13 de mayo,
cuyas notables palabras son:
Por cuanto vistos los privilegios del almirante se ha declarado pertenecer a Nos solo el repartir los indios, os cometo a vos Diego Velazquez
el repartimiento de Cuba, cuanto mi toca y atae y os nombro el repartidor cuanto mi voluntad fuere. As desde luego repartid mirando
primero nuestros Oficiales, despues los primeros pobladores y descubridores, luego los que tuviesen cdulas de Nos y ltimamente los
que mejor vos pareciesen, y que mejor les enseen y traten.10
Con esa misma fecha mand el rey dar un repartimiento de 80 indios
a un vecino de vila, sobrino de otro del mismo nombre, contador de la
isla Espaola: bajo la condicin de que se casase dentro de dos aos y
llevase su mujer a Cuba.11
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dentes en la primera isla pidieron al rey que mandase exportar para ella
alguna parte de los de la segunda. Por fortuna, Diego Velzquez su gobernador gozaba entonces de buen concepto con el monarca, el cual no
quiso acceder a lo que se le peda, sin or antes a Velzquez,24 cuyo parecer hubo sin duda de ser contrario al de los vecinos de La Espaola,
pues que sus deseos no se realizaron.
No quera la Providencia que los indios quedasen sin amparo. Cuando Diego Velzquez sali de La Espaola en 1511 para conquistar a
Cuba, acompaole el licenciado Bartolom de las Casas por el crdito
que ya gozaba.
Grandes fueron los servicios que entonces prest, y para recompensarlos, diole Velzquez en 1514 uno de los mejores repartimientos que
entonces se hicieron, cerca de la baha de Xagua, en un pueblo llamado
Canarreo. Contigua al de Las Casas estaba el que se dio a su amigo Pedro
de la Rentera, hombre prudente y honrado, por lo cual hicieron compaa. Aunque Las Casas trataba a los indios con humanidad y dulzura,
empez a aprovecharse de ellos, en los trabajos del campo y de las minas,
pues l mismo reconoce con una franqueza que le honra, que en aquella
materia tan ciego estaba por aquel tiempo el buen padre, como los seglares todos que tena por hijos.25 Mas, poco le dur esta ceguedad.
La Pascua de Pentecosts se acercaba, y no habiendo en toda la Isla
otro sacerdote que l, tocbale ir a decir misa y predicar en Baracoa,
capital entonces de la isla de Cuba. Con este motivo empez a preparar
su sermn, y recorriendo algunos textos de la Sagrada Escritura, dio
casualmente con el captulo XXXIV del Eclesistico, donde ley: Que es
mancillada la ofrenda del que hace sacrificios de lo injusto: que no recibe el Altsimo los dones de los impos, ni mira los sacrificios de los malos; que el que ofrece sacrificios de la hacienda de los pobres, es como el
que degella a un hijo delante de su padre: que la vida de los pobres es
el pan que necesitan, aquel que lo defrauda es hombre sanguinario: que
quitar el pan del sudor, es como el que mata a su prjimo: quien derrama sangre y quien defrauda al jornalero, hermanos son.26
Esas santas verdades conmovieron profundamente su espritu, y
conociendo desde entonces la injusticia de los repartimientos, trat de
renunciar al instante la tierra y los indios que Velzquez le haba dado.
Bien saba Las Casas que al dejarlos, esos infelices caeran en poder de
quien los oprimira y castigara hasta matarlos. Pero aunque segn
l deca les hiciera todo el buen tratamiento que padre pudiera hacer
a hijos, como l predicaba no poderse tener con buena conciencia, nunca le faltaran calumnias diciendo: Al fin tiene indios: por qu no los
deja, pues afirma ser tirnico? Acord totalmente dejallos.27
Sin prdida de momento manifestole sus ideas al gobernador
Velzquez. Sorprendido ste de tan extraa resolucin, y desendole su
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Notas
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Muoz, Colec.
Muoz, Colec.
Muoz, Colec.
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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD
Estas noticias las he tomado de un Memorial de Sancho de Arango, vecino de San Juan,
dirigido al cardenal Jimnez de Cisneros, despus de muerto el Rey Catlico, contra los
abusos del referido Sancho Velzquez; y hllase en la coleccin indita de Muoz. Esto
concuerda con una probanza que al secretario Conchillos present lvaro de Saavedra,
vecino tambin de dicha isla.
Muoz, Colec.
10 Cdula Real del rey catlico D. Fernando, fecha en Valladolid a 8 de Mayo de 1513,
autorizando a Diego Velzquez para el repartimiento de los indios de Cuba. MS. Casa
de la Contratacin de Sevilla. El anterior nombramiento de repartidor de los indios de
Cuba hecho a favor de Diego Velzquez en 1513, fue confirmado por la Real Provisin
de Zaragoza a 13 de noviembre de 1518.
11 De esta cdula tomose razn en la Casa de la Contratacin de Sevilla por los oficiales
reales de ella.
12 Carta de Diego Velzquez al rey catlico don Fernando, fecha en 1 de Abril de 1514.
(Muoz, Colec., tom. LXXV.) Inserta en el tomo XI de la Coleccin de Documentos
Inditos del Archivo de Indias. (V. M. y M.)
13 Carta de Velzquez al rey catlico, ya citada.
14 Las Casas, Remedio 8, Razn 11.
15 Las Casas, Historia General de las Indias, lib. III, cap. XXXVI, Quintana, Vida de las
Casas, Apndice 2.
16 As ha sido, con muy mayor verdad que los ejemplos puestos notifican, lo que se ha
hecho encomendando los indios los espaoles, ponindoles leyes y penas y haciendo
en ellos amenazas, alharacas, porque nunca se quitaron los indios quien era manifiesto que los mataban, y las penas otras no se ejecutaban, y que se ejecutara era un
castellano dos, y cosa de escarnio, y si fueran mayores, y aunque les pusieran horcas
cabe sus casas, que en murindoseles el indio de hambre trabajos, los hubieran de
ahorcar, con estas condiciones los tomran, porque la cobdicia y ansia de haber oro era
y es siempre tanta que ni la hambre del lobo, ni la pasion del mozo enamorado, ni el
frenesi del loco se le puede igualar. Esto est ya en estas islas bien averiguado. Y lo ms
gracioso de esta cdula, por mejor decir, mayor seal de insensibilidad, fu lo que dice
que sea cargo de la conciencia del que los indios matare, y no de SS.AA., como si
dando los reyes tan contra ley y razon natural los indios libres los espaoles, aunque
no los matran, como los mataban y mataron no fueran reos de todos los trabajos y
angustias y privacion de su libertad que los indios padecian: cuanto ms que veian y era
manifiesto en Castilla como ac que los indios por darlos los espaoles perecian y se
acababan, y asi no eran escusables, pues no los libertaba. Por este nombre de reyes
entiendo los del Consejo del rey, los cuales tenian y tuvieron toda la culpa, pues tirania
tan extraa sustentaron y aprobaron, ponindoselo el rey en sus manos, y as el rey sin
duda ninguna qued de este tan horrible y enormsimo pecado libre como arriba queda
declarado... muy grande agravio Alburquerque hizo los que, por dallos otros, quitaba y dejaba sin indios. Y as hacales injuria injusticia, y era contra ley y razon natural,
en la cual el rey dispensar ni suplir los defectos no podia. Otros defectos iniquidades
puede cualquier discreto varon del dicho repartimiento que Alburquerque hizo colegir. (Las Casas, Historia (...) de las Indias, lib. III, cap. XXXVII.) Vase el tomo IV,
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pginas 60, 61 y 62 de la Historia General de las Indias, escrita por fray Bartolom de
las Casas y publicada en la Coleccin de Documentos Inditos para la Historia de
Espaa, por el marqus de la F. S. del Valle y don Jos Sancho Rayon. (V. M. y M.)
17 Parecer annimo sobre los daos de las islas Espaola, Jamaica, San Juan y Cuba,
dirigido a la reina doa Juana en 1516. MS. Archivos de Simancas. (Descubrimientos y
Pobladores, legajo 7.) Este Parecer, aunque reprueba las injusticias cometidas por
Alburquerque, aboga por los repartimientos segn manifiestan las palabras siguientes:
Si alguno dice que no es lcito encomendarse los indios, no lo crea S.A. que lo es guardando las Ordenanzas dichas. Si se les d libertad, volvern a idolatrar.
18 Las Casas, Historia General de las Indias, lib. III, cap. XXXVI. Herrera, dc. 1, lib. X,
cap. XII.
19 Herrera, dc. 1, lib. X, cap. XII.
20 Este requerimiento se halla en la Coleccin... de Muoz, tomo LXXVI.
21 Carta del licenciado Alonso de Zuazo a monsieur de Chevres, escrita en Santo Domingo
a 22 de Enero de 1518. Muoz, Colec., tom. LXXVI. Impresa en el tomo II de la Coleccin de Documentos Inditos de Salv y Baranda. (V. M. y M.) Tan horrible mortandad
la confirma Gonzalo Fernndez de Oviedo en su Historia (...) de las Indias, libro III,
captulo VI, y lib. IV, cap. III.
22 Las Casas, Remedio 8, Razn 7.
23 Herrera, dc. 2, lib. 1, cap. XI.
24 Herrera, dc. 2, lib. 1, cap. XI.
25 Historia General de las Indias, lib. III, cap. XXXII. Herrera, dc. 1, lib. X, cap. XII.
Vase el tomo IV, pgina 38 de la edicin de Las Casas por el M. de la F. S. del Valle y
J. S. Rayon. (V. M. y M.)
26 Immolantts ex iniquo oblatio est maculata... Dona inicuorum non probat Altissimus
nec respicit in oblationes iniquorum... Qui offert sacrificium ex substantia pauperum,
quasi qui victimat filium in conspectu patris sui. Panis egentium vita pauperis est: qui
defraudat illum homo sanguinis est. Qui aufert in sudore panem, cuasi qui occidit
proximium suum. Eclesistico, cap. XXXIV.
27 Las Casas, Historia General de las Indias, lib. III, cap. LXXIX, Tomo IV, pgina 255 de
la edicin publicada. (V. M. M.)
28 Las Casas, Historia General de las Indias, lib. III, cap. LXXIX. Pgina 256, tomo IV de
la edicin citada. (V. M. y M.)
Libro Tercero
DESDE LA SALID
A DE LAS CASAS DE LA ISLA
SALIDA
DE CUBA EN 1511, HAST
A SU SEGUNDO VIAJE
HASTA
A CASTILLA, Y EL REGRESO DE LOS P
ADRES
PADRES
JERNIMOS A ESP
AA EN 1518
ESPAA
Las Casas parti de Cuba para La Espaola, asiento principal entonces del gobierno de las Indias, y a su llegada encontrola en peor
estado que cuando la dej a fines de 1511. Los diferentes gobernadores
que en ella haban mandado, fueron sembrando divisiones y discordias
entre sus pobladores, porque llevando cada uno un squito ms o menos
numeroso con quien repartan sus favores, los dems castellanos que no
los alcanzaban, declarbanse enemigos de la autoridad que los dispensaba y de los agraciados. El repartimiento de los indios fue la causa
principal de tan graves males, porque cada gobernador, para contentar
a sus protegidos, quitaba los indios a sus antiguos poseedores.
Cuando Las Casas lleg a La Espaola, dos bandos la despedazaban
bajo los nombres de servidores y deservidores del rey.1 Uno capitaneado por el segundo almirante don Diego Coln, en cuyo nmero haba
algunos de los antiguos pobladores, partidarios de su padre don Cristbal; otro acaudillaba el tesorero Miguel de Pasamonte, bajo cuya bandera marchaban los dems oficiales reales y los oidores de la Audiencia.
Estos bandos odibanse mutuamente: ningn sentimiento elevado ni
noble idea los mova; y arrastrados de bajas pasiones y viles intereses
slo aspiraban a medrar y enriquecerse con el sudor de los indios. En
medio de tan lamentable situacin, Las Casas acometi con el celo ms
ardiente la gran empresa de libertar a los indios: dirigase a todos, a
todos hablaba: en pblico y en privado, en conversaciones y en el plpito combata la iniquidad de los repartimientos; pero aquellos hombres
endurecidos ninguna atencin prestaban a las razones y ruegos del defensor de los indios, quien al fin desengaado de que nada conseguira
en aquella malhadada isla, resolvi marcharse a Espaa para ver si encontraba algn apoyo en la corte del monarca.
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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD
dres y maridos a trabajar en las minas. Las bestias de que los castellanos se servan eran los indios, a quienes cargaban con pesos de dos arrobas, dos y media y ms, hacindolos andar 40, 50 y hasta 100 y 200 leguas, dndoles muy escaso alimento. Qujase de que no se cumplan las
leyes hechas en favor de los indios, y que stos no podan trabajar para
s ni aun los domingos y das festivos. Quitbanles los espaoles sus
mujeres, cometan otras inmoralidades,3 azotbanlos, hacanles respirar humo por la nariz y aplicbanles otros tormentos, sin osar quejarse
a los visitadores por la poca piedad que encontraban en ellos. Todo esto
aconteca en Cuba; pero Las Casas asegura que lo mismo y cosas peores se hacan en La Espaola, San Juan de Puerto Rico y Jamaica. De
los indios sealados al rey moran ms que de los otros, porque se les
alimentaba menos, y se les haca trabajar ms para enviar ms oro y
congraciarse con el monarca. Los deudores daban los indios encomendados en pago de sus deudas. Acostumbraban echar a los indios perros
bravos que los desgarraban, y que se vendan a caro precio en Cuba.
Habla de la despoblacin de las islas de los lucayos, en algunas de las
cuales hubieran podido levantarse templos a Dios, y sacar el gobierno
grandes provechos de sus naturales si no los hubieran destruido. Por
estas crueldades, tan aborrecido era el nombre de cristianos a los indios, que preferan ir al infierno y no al paraso con ellos. Atribua la
mortandad de los indios en las islas a dos causas principales: el poco
alimento y el excesivo trabajo que les impona la codicia de los espaoles.4
Este Memorial se pas a la consulta de algunas personas entendidas
en las cosas de Indias, y fueron el obispo Fonseca, el licenciado Santiago, el doctor Palacios Rubios, el licenciado de Sosa, el licenciado Gregorio,
el maestro fray Toms Durn, fray Pedro de Covarrubias y fray Matas
de Paz, cuyas personas dieron un Parecer que en sustancia es como
sigue:
1. Que pues los indios son libres y sus Altezas que hayan Santa
Gloria, los mandaron tratar como libres, que as se haga.
2. Que sean instruidos en la fe como mandaron el Papa y sus Altezas.
3. Que se les puede mandar que trabajen, pero que el trabajo sea de
tal manera, que no sea impedimento a la instruccion de la f, sea provechoso ellos la repblica, S.A. sea aprovechado servido por
razon al seoro servicio que le es debido, por mantenerlos en las cosas de nuestra santa f en justicia.
4. Que este trabajo servicio sea tal que ellos lo puedan sufrir, dndoles tiempo para recrear, ansi entre da como entre el ao en tiempos
convenibles.
5. Que tengan casas hacienda propia, lo que pareciese los que
gobernaren que se les d tiempo para que labren tener conservar
la dicha hacienda su manera.
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6. Que se d rden como siempre tengan comunicacin con los pobladores que all van, porque con esto sern mejor y ms presto instruidos en las cosas de nuestra santa f catlica.
7. Que por su trabajo se les d salario, conveniente, y esto, no en
dineros, sino en vestidos, y en otras cosas para su casa.
Haban el gobernador Diego Velzquez y los espaoles de Cuba nombrado de procuradores a Pnfilo de Narvez y Antonio Velzquez para
que fuesen a Castilla a pedir entre otras cosas la perpetuidad de los
repartimientos. Hallbanse en la corte esos personeros cuando Las Casas
present su Memorial, y sobre l dijeron al gobierno en 30 de junio de
1516, lo que hasta ahora ha permanecido indito.
Muy Poderosos Seores.Pnfilo de Narvaez Antonio Velazquez,
procuradores de la isla de Cuba, diremos, que nuestra suplicacion
pedimento, V.A. nos mand dar traslado de ciertos agravios espresados
por Bartolom de las Casas, clrigo, que dice, que se hacen los indios
de la dicha isla y otros que son comarcanos ellas. decimos que este
clrigo es una persona liviana, de poca abtoridad crdito: habla en lo
que no sabe ni vi por razones que ellas mismas se contradicen. Aqu
[en Madrid] hay personas de abtoridad crdito de quien V.A. sabr
verdad en contrario de todo lo quel suso dice. V.A. tiene en aquellas
partes Juezes particulares, Consejo comun, donde se veen proveen
las cosas necesarias la tierra, ese castigan los delitos como conviene al
servicio d Dios de V.A. Por d parece que de el oficio de tales tantos
como en las dichas Indias residen faciendo justicia, no deber ser creido
uno tan sin crdito abtoridad; tal que ni es parte, ni tiene derecho
proseguir lo que dice; sin un liviano pensamiento, que piensa de proseguir prelacia mando, por la mormuracion en que se pone, creyendo
que le daran la reformacion de los daos que manifiesta. Por tanto pedimos suplicamos V.A. que habindole por tal persona, cometa la inquisicin castifo de lo que dice, otras personas, cual V.A viese que
conviene para su servicio: porque tanto recibiremos mayor merced, cuanto por ms personas VV.AA. fueren certificados del trabajo gastos con
que hemos acrescentado su servicio: no d lugar que dichas Indias
sus procuradores hagamos gastos sin necesidad, la dicha isla se despoblara.
porque la dicha isla de Cuba es muy diferente de todas las otras
islas, pedimos suplicanios V.A. que brevemente oiga la relacion verdadera satisfaccin los agravios quel suso dicho declara.5
Cuando se recuerda que Pnfilo de Narvez y Antonio Velzquez tenan en Cuba indios de repartimiento y que haban pasado a la corte solicitando su perpetuidad para mejor aprovecharse de ellos, fcilmente se
descubre el mvil que los impulsaba contra el licenciado Las Casas, quien
sobreponindose a los intereses y srdidas pasiones de sus compatricios,
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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD
slo deseaba el bien y libertad de los indios. En prueba de las aseveraciones de Las Casas bien pudiera yo citar aqu multitud de documentos;
pero me limitar a slo uno, por ser del mismo ao de 1516 en que Las
Casas present su Memorial, y por referirse a las cuatro islas que l menciona: Las islas dice el documento a que aludo estan perdidas, se
disminuyen de cada dia; y si no se remedia, en breve fallescer la renta
los indios, an los cristianos, que en ellas estn.6
El segundo Memorial presentado por Las Casas contena los remedios de las Indias, y fueron los siguientes:
Que mientras no se impidiesen los indecibles daos de las islas Espaola, Jamaica, San Juan de Puerto Rico y Cuba, se mandase suspender la pestfera costumbre de servirse de indios los espaoles.
Que siendo los repartimientos la causa principal de la mortandad de
tantos indios, se mandase formar una comunidad en cada pueblo de espaoles en que ninguno de stos tuviese indios conocidos ni sealados,
sino que todos los repartimientos estuviesen juntos, haciendo conucos o
labranzas juntos tambin, con mayordomos, recuas, hatos y todo gnero de animales y dems cosas necesarias en comn; pagndose del producto a los ministros de la comunidad un salario, diezmo a la Iglesia,
quinto del oro al rey, etctera.
Que a los vecinos que tuviesen repartimiento de indios, se les pagase
cierta parte a proporcin del nmero que poseyesen.
Que a cada pueblo de cristianos se enviasen 40 labradores espaoles, casados, o menor nmero si otra cosa no poda ser, dndose a cada
uno cinco indios por compaeros, para que stos y aqullos cultivasen
juntos la tierra; y que de su producto se diese una mitad al espaol y la
otra a los cinco indios, pues viendo stos trabajar a aqullos, lo haran
mejor; y manejando dinero, se haran ms capaces, segn ya se haba
visto en muchos. Propuso tambin que los indios pudiesen casarse con
hijas de labradores espaoles, y al contrario, pues de este modo aumentara mucho la poblacin.
Que inmediatamente se hiciese saber a los naturales, por medio de
intrpretes, que ya no serviran como antes; cuya noticia los reanimara
impidiendo que muchos muriesen, ya de pesadumbre, ya envenenndose desesperados.
Que en cada una de las cuatro islas ya colonizadas se pusiese una persona religiosa y celosa del siervo de Dios, que ejerciese la justicia y gobernacin en todo lo concerniente a indios, sin dependencia de otro alguno.
Que a slo esa jurisdiccin, estuviesen sometidos los mayordomos y
todos los empleados de las comunidades.
Que ninguno de ac ni de all que hubiese tenido algn cargo para
ordenar o proveer alguna cosa tocante a indios, pudiese entender en
nada de dichas comunidades.
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Que como al formar las leyes hechas en tiempo del Rey Catlico se
consult a algunos espaoles que tenan indios en las islas, ahora se
mandasen abolir las daosas a los indgenas, y que las dems fuesen
ejecutadas bajo de penas gravsimas por los mayordomos y procuradores de las comunidades.
Que el rey no tuviese indios sealados ni por sealar, pues lo ms
que se deba permitir, era que cada comunidad le mantuviesen algunos
negros.
Que para evitar las graves faltas hasta entonces cometidas, ningn
clrigo fuese cura de cristianos no siendo letrado.
Que ningn indio se llevase de una isla a otra, salvo algunos lucayos
del modo que se dir.
Que los indios puestos en cada pueblo de espaoles se hiciesen otros
pueblos formados cada uno de cuatro o cinco caciques y de 1 000 indios,
segn lo mandado por una de las Leyes de Burgos: situando aqullos a
cinco, siete, o a lo ms 20 leguas en torno de la villa o ciudad de espaoles, en la cual habra un hospital con 200 camas para enfermos. Esos
pueblos distaran entre s cinco, seis, o siete leguas para que tuviesen
trminos donde labrar, criar ganados y aumentar su poblacin: que para
el buen gobierno de cada uno de esos pueblos se estableciese un superior en cada una de las cuatro islas, habiendo adems clrigos, mdicos,
farmacuticos, maestros de gramtica castellana, procuradores, mayordomos, mineros, estancieros y otras profesiones tiles a la comunidad.
Para la multiplicacin de los indios propona tambin, que se casasen los de 20 a 25 aos de edad, y que a los mayordomos y procuradores
se les diese 1 tomn por cada criatura hasta los 10 aos, y tomn y medio
hasta los 15, para que cuidasen de su conservacin en la tierna edad. Si
a este deber faltaban, peda que se les castigase severamente. Quera
que a los indios se les diese bien de comer, y mucho mejor cuando trabajaban que cuando holgaban. Si este trabajo era en las labranzas, deban
ejecutarlo durante dos meses, descansando otros dos; de manera que
slo trabajaran seis meses al ao, holgando los otros seis del modo que
se ha dicho; y procurando adems tener los mantenimientos necesarios
para las mujeres, nios y viejos. En los das de trabajo descansaran
cuatro horas, desde las 10 en que coman hasta las 2. El mismo reposo
diario deba darse a los empleados en las minas, bien que este trabajo
no haba de hacerse por los menores de 25 aos, ni por los mayores de
40, ni tampoco por todos a la vez, sino por mitades, con el intervalo de
dos en dos meses, para que mientras unos trabajaban, holgasen los otros:
holganza que era general para todos sin que en nada se ocupasen en los
dos meses que duraba la fundicin. Ninguno deba ir a minas a ms de
15 o 20 leguas de su pueblo, y el que un ao trabajase en ellas, al siguiente
se emplease en la agricultura. En sta solamente se serviran de aza-
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llevados a Cuba para situarlos en un punto muy abundante de provisiones, cual era entonces la llanura de Puerto Prncipe donde se haba
empezado a fundar la poblacin de este nombre, estableciendo all un
monasterio de seis frailes dominicos o franciscos que los cuidasen, enseasen, y atendiesen a su mantenimiento por un ao, en el cual holgaran,
trabajando tan slo moderadamente por va de ejercicio; y pasado el
ao se daran por compaeros a los labradores castellanos. Propona
igualmente que podra hacerse lo mismo con los indios de los islotes
llamados Jardines del Rey y de la Reina, al norte y al sur de las costas
de Cuba, cuyos habitantes por ser pescadores, y alimentarse casi siempre slo de pescado, trabajaran menos que los lucayos. Lo mismo recomendaba para los indios de la extremidad occidental de Cuba, los cuales dice son como salvajes que en ninguna cosa tratan con los de la
Isla, ni tienen casas sino estan en cuevas contino sino es quando salen
pescar: llmanse Guanahacabeyes. Otros hay que se llaman Cibuneyes,
que los indios de la misma isla tienen por sirvientes, y casi son as todos
los de los dichos Jardines.
De esos indios da tambin una triste idea Diego Velzquez, porque en una carta que escribi al rey don Fernando en 1514, se expresa con estas palabras: Estos ltimos que son los postreros son manada de salvajes: no tienen casa, asiento, ni pueblos, ni labranzas: no
comen sino tortugas, pescado y algunas salvaginas que toman por
los montes. 7
Luego que los interesados en las maldades del Nuevo Mundo tuvieron noticia de estos acontecimientos, empezaron, de acuerdo con sus
amigos residentes en la corte, a contrariar los proyectos de Las Casas,
tachndole de exaltado e imprudente, y repitiendo contra los indios sus
antiguas acusaciones.8
Pero los defensores de los indios no permanecieron en silencio; y en
un Memorial que los frailes franciscanos de La Espaola remitieron a
Jimnez, decan:
Que pues S.Rma.S ha pensado remediar el dao de Indias, no consienta que otro gane tan gran corona. El remedio es el siguiente.
No vayan religiosos sino in omni religione probati et instructi in
sacra Scriptura, porque no se sigan algunos escndalos semejantes
los pasados, que uno escandaloso y malo destruye todo lo bueno.
Los indios se pongan en libertad, pues son libres iure divino,
canonico et humano. Por haberse repartido han muerto 1 100 000 en
solo La Espaola. Los encomenderos impiden la conversin.
Del mismo sentir fue fray Cristbal del Ro, comisario general de los
franciscanos, pues en el voto que present al cardenal Jimnez, le dice
que los indios son libres, y que en ninguna manera es lcito que sean
encomendados.9
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encontrar personas, que sordas a todo inters y extraas a todo partido, ejecutasen con rectitud y prudencia la alta misin del gobierno.
En medio de los bandos en que ardan los castellanos de La Espaola, slo estaban acordes en oprimir a los indios bajo el pretexto de hacerlos cristianos. Inspiracin feliz fue la de Jimnez en ir a buscar a los
claustros de un monasterio los rbitros de la suerte de los hijos del Nuevo
Mundo; y aunque absurda y ridcula a primera vista, no era dable en
aquellas circunstancias hacer eleccin ms acertada. No deba sta recaer en seglares, porque siendo la conversion de los indios el fin principal que todos se proponan, a lo menos en apariencia, era de esperar
que mejor lo conseguiran personas investidas del carcter sacerdotal.
Tampoco se poda nombrar a los dominicos ni franciscanos, porque habindose mezclado en las contiendas anteriores, y discordando en la
cuestin fundamental, sus determinaciones se miraran como apasionadas en un sentido o en otro. Era, pues, necesario elegir personas que no
habiendo tomado parte alguna en aquellos debates, conservasen todo el
prestigio que les aseguraba su imparcialidad.10
stos fueron los motivos que tuvo Jimnez para depositar su confianza en los religiosos jernimos, cuya Orden era entonces una de las
ms recogidas y mejor gobernadas de Espaa.
Tomada esta determinacin, fray Cardinals y los dos regentes
Jimnez y Adriano escribieron una carta a nombre del rey y de la reina
desde Madrid a 8 de julio de 1516 a fray Pedro de Mora, general de los
jernimos en Espaa, que resida en el monasterio de San Bartolom
de Lupiana, para que sealase los religiosos de su Orden a quienes se
poda confiar el gobierno de las Indias con las facultades y poderes que
se les diesen.
Esta carta era una credencial a favor del tesorero de Baza, para que
lo que ste le dijese pusiese dicho general por obra. La instruccin que
llev dicho tesorero, es del tenor siguiente y cumple mucho su insercin
al propsito de esta Historia, porque ella es una prueba irrefutable de
la verdad con que Las Casas y otros buenos espaoles acusaban a los
opresores de los indios.
11 Es credencial a favor del Tesorero de Baza, para que lo que ste
le dijese ponga por obra.
Instruccin que llev el tesorero de Baza del tenor siguiente: Que
SS.AA. han sido informados que en las cosas de las Indias no ha havido
hasta agora tan buena rden como fuera razon, as para convertir los
indios nuestra santa f catlica instruirlos y ensearlos en las cosas
della, como en el buen tratamiento de los dichos indios: cuya causa han
venido en mucha disminucin, tanta que si no se remedia luego, diz que se
acabarn de despoblar las principales Islas de aquellas partes. De lo qual
todo diz que ha sido causa la desordenada codicia de los que han ido
334\
HISTORIA DE LA ESCLAVITUD
poblar destos reinos aquellas tierras, y de las personas que se han enviado las dichas Indias para gobernacion dellas, as en las cosas de Justicia,
como en las de Hacienda. Y que SS.AA. como cristianos dolindose de un
tan gran dao como ste, deseando remediarlo, principalmente en lo espiritual, y despues en lo temporal, visto que non se puede bien proveer
sino veyendo la tierra y conociendo la condicion manera de los naturales, y que ninguna persona se ha enviado hasta agora las dichas indias
en quien no haya reinado la codicia ms de lo que fuera razon, como dicho
es, han acordado embiar para el remedio de lo susodicho, personas religiosas en quien no pueda caber codicia. Y parecindoles que en ninguna
religion se hallaran personas tan hbiles para poner en la rden que
combenga las dichas Indias como en la suya, as en lo espiritual como en
lo temporal, ni que con mejor voluntad lo hagan, han acordado que las
personas que han de ir sean de su religin.
Y por esto SS.AA. les ruegan mucho que escojan luego dos personas... para que juntamente con ellas entendamos en la forma que se
tern para que los dichos indios sean combertidos nuestra Santa f
catlica instruidos en las cosas della, que es lo que principalmente
desean SS.AA. y se conserven multipliquen los que hoy hay, las rentas de SS.AA sean aprovechadas... que en esto harn grand servicio... y
SS.AA, lo recibirn en muy sealado servicio... nosotros seremos sus
procuradores... solicitud al dicho General para que luego nombre dichos religiosos, los haga venir con vos... Fecha en Madrid 8 de julio de
1516,.
Enterado del asunto el general de los jernimos, reuni a los religiosos del Captulo privado de su Orden en agosto del mismo ao, y despus de haber conferenciado entre s, contestaron al cardenal Cisneros,
con dos priores de la Orden, que fueron fray Gonzalo de Fras, prior de
Santa Mara del Armedilla, y fray Antonio de Santa Cruz, prior de la
Sista. La respuesta fue franca y digna de hombres tan virtuosos, y yo
me complazco en publicarla, aunque slo sea en sustancia. Dice as:
Gracias por el buen concepto de nuestra orden... En el captulo se
han ofrecido dudas que no pueden resolverse sin comunicar con
V.Rma.Sria. Parece ordenarse la ida de los religiosos, principalmente
para instruir informar los indios en la f y para que ellos sean multiplicados, y aprovechada la Real Hacienda. Para lo primero, ofrecemos
nuestros religiosos, hacindoseles monasterios do puedan tener observancia, no sea que, por ganar las nimas agenas, pierdan las suyas propias. Cuanto lo segundo, bien que asunto mero secular, ya lo procuraran los religiosos, por servir al reyno y V.S. Mas no se compadesce
multiplicarse los indios, aprovechar las rentas Reales, porque al presente trabajando los indios todo lo posible y no dndoles muy cumplido
mantenimiento las rentas Reales tienen su cierta cuanta, la que se dis-
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minuira luego que se tratase de quitarles parte del trabajo y mejorarles el mantenimiento, etc. La empresa parece imposible, que no se podra desempear, y se dara ocasion de creer no se cumpla. Pero lo cierto es, que nuestros religiosos no sabrn hacer bien este negocio, que si
religiosos han de ser, mejores sern los que tienen all monasterios y
autoridad. Otras varias razones de excusa. No obstante si absolutamente se nos manda, ah van cuatro compulsorias que V.S. henchir en quien
gustare; mas prevenimos ser, bien no se les fuerze, sino se les llame
primero, porque vayan de buena voluntad.
Convencido el cardenal Jimnez de que nadie poda desempear con
tanta rectitud la gran comisin que se les confiaba, insisti en su propsito y no quiso admitir las excusas que se le daban. Muy honorfica fue
para los jernimos la respuesta de Jimnez: No en menos les dijo
tenemos, Padres, vuestras discretas escusas, que la buena voluntad que
siempre habeis tenido, teneis al servicio de sus RR.AA., porque las
escusas son de personas cuerdas, que miran con mucha prudencia el
peso de las cosas. Y tanto ms nos convidais encomendaros el negocio
sobredicho de las Indias, cuanto ms conocemos en vuestras escusas
vuestra mucha suficiencia y habilidad para todo lo que se os quiere encomendar.12 Obedeciendo la Orden, su general convoc a todos los
priores de la provincia de Castilla, para que celebrasen captulos, y sealasen 12 de los religiosos ms capaces, para que Jimnez escogiese.13
Escogiolos en efecto, y stos fueron fray Luis de Figueroa, prior de
la mejorada de Olmedo, a quien se nombr prelado de sus compaeros;
fray Bernardino de Manzanedo, profeso de San Leonardo, y el prior de
San Jernimo de Sevillas;14 el cual no habiendo podido ir eligiose en su
lugar a fray Alonso de Santo Domingo, prior de San Juan de Ortega de
Burgos;15 yendo adems por compaero del prior de la mejorada fray
Juan de Salvatierra, profeso del mismo monasterio. Y aqu conviene
advertir que por encargo del cardenal Jimnez, Las Casas vio y habl a
esos religiosos sobre el asunto de los indios en que tanto se interesaba.
Bien deseaban los opresores del Nuevo Mundo que los jernimos no
pasasen a l; pero firme Jimnez en su propsito, mand que se procediese a la formacin de las instrucciones que deban llevar. Dobles fueron stas: unas, para el caso en que los jernimos juzgasen conveniente
la abolicin de todos los repartimientos; y otras, para el caso en que
dejndolos subsistir, fuese necesario modificar las leyes anteriores para
el bien de los indios.
Las instrucciones de la primera especie mandaron: que inmediatamente se quitasen los indios repartidos en las islas al obispo Fonseca, al
secretario Conchillos, a Hernando de Vega, a todos los del Consejo y
criados del rey, y a cuantos residan en Espaa; con prohibicin de que
en adelante nunca tuviesen indios los miembros del Consejo, ni otros
336\
HISTORIA DE LA ESCLAVITUD
ministros. Que luego que llegasen a La Espaola, abriesen una informacin pblica, llamando a su presencia a todos los antiguos y nuevos
pobladores para manifestarles los motivos de su ida, interrogndoles
sobre todas las ocurrencias que haban turbado aquella tierra: que al
mismo tiempo hiciesen una investigacin secreta para mejor descubrir
la verdad; que llamasen tambin a los principales caciques de la isla, y
les dijesen de parte del gobierno, que pues eran libres, cristianos y sbditos de S.S.AA., entendiesen que los padres jernimos iban a averiguar los daos que haban sufrido, a castigarlos, y a poner remedio para
que no se repitiesen, que as lo manifestasen a los dems caciques y a
sus indios, y para que stos creyesen lo que se les deca, tuvieran consigo, cuando se les hablase, algunos de los religiosos de la isla que mereciesen su confianza, y entendiesen su lengua: que los espaoles conferenciasen entre s, lo mismo que los indios, para ver si con estas mutuas
plticas se hallaba algn medio provechoso a unos y a otros y a la tierra
en que vivan.
Ordenose tambin a los padres jernimos que averiguasen escrupulosamente el tratamiento que las justicias y los encomenderos haban
dada a los indios repartidos, asentando por escrito las noticias que sobre esto adquiriesen: que los religiosos, que consigo llevaban, visitasen
personalmente en cuanto les fuese dado las dems islas, para saber lo
que en ellas pasaba: que viesen si en la vecindad de las minas se podan
hacer pueblos con bohos en buena tierra para labranzas, y cerca de
ros, pues as padeceran menos los indios que las explotaban: que esos
pueblos fuesen de 300 vecinos, con plaza, iglesia, una casa para el cacique, mayor que las otras, y un hospital: que para los indios que habitaban lejos de las minas, as en La Espaola como en las dems islas,
hiciesen tambin pueblos en sus tierras criando ganados, sembrando
algodn, yuca, y otros comestibles, pagando al rey el tributo que se juzgase conveniente, sin que se les trasladase de una isla a otra por el inmenso dao que sufran; bien que a dichos pueblos podan llevarse los
caciques e indios ms cercanos, cuando voluntariamente se prestasen.
Mandose igualmente que cada pueblo tuviese sus trminos, por el aumento que pudiera tener, repartindolos entre los indios y su cacique, a
quien se dara una parte igual a la de cuatro de aqullos; y que si sobrante hubiera se dedicase a ejidos y a pastos. Creose entonces el empleo de administrador, al que se dio grande importancia, pues era de
nombramiento real, debiendo recaer en espaol de recta conciencia,
casado para impedir desrdenes con las indias, salvo si tal persona fuere,
de quien aun sin serlo pudiese confiarse; y que siempre hubiese tratado
bien a los que tena encomendados. Sealose un sueldo pagado, la mitad
por el gobierno y la mitad por el pueblo o pueblos de su cargo; y llevar
un registro en el que constasen los nombres de todos los indios de sus
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338\
HISTORIA DE LA ESCLAVITUD
que luego que las encontrasen las dejasen a los indios, sin que permaneciesen all, ni ellos, ni ningn otro espaol, ni sus criados. El oro
que los tales mineros cogiesen, al descubrir las minas, se repartira entre el rey y los indios; y de no hacerlo, incurran en graves penas. En
adelante no deban los indios trabajar en las minas sino por terceras
partes, a placer del cacique, de dos en dos meses, y slo los hombres
desde la edad de 20 aos hasta la de 50, sealndoles horas fijas para el
trabajo y descanso. De estas faenas quedaban exentas las mujeres, a no
ser que las abrazasen por su propia voluntad o la de sus maridos, segn
estaba mandado por la Declaracin de 28 de julio de 1513. Todo el oro
sacado de las minas ira a manos del minero indio, el cual, junto con el
administrador y el cacique principal lo llevaran a la fundicin, que haba de efectuarse de dos en dos meses, y del producto se haran tres
partes, una para el rey, dos para el cacique y los indios, debiendo pagarse de estas dos las haciendas, los ganados que se diesen para la fundacin de los pueblos y los dems gastos de la comunidad: lo restante haba de partirse igualmente por casas o bohos, dndose al cacique seis
partes y dos al minero; aplicndose el sobrante, si lo hubiese, en comprar ropa para vestir y gallinas para criar. Estas compras haban de
hacerse por el cacique, el administrador y el cura, los cuales deban
rendir cuenta de estas operaciones.
Como los espaoles no vivan de su trabajo, sino del sudor de los
indios, mandose, que en caso de abolirse los repartimientos por los padres jernimos, aqullos viviesen, ya del empleo de administradores de
los pueblos, ya de las haciendas que se les haban de comprar para la
fundacin de stos, ora del salario de mineros, ora de la facultad que se
les diese para sacar oro, pagando del que cogiesen, uno de siete, si eran
solteros, y el diezmo los casados si tenan consigo sus mujeres; y, en fin,
de las licencias que se les concediesen para introducir mercancas y esclavos con tal que fuesen caribes y no otros, so pena de muerte.16
Tales fueron las instrucciones que se dieron a los padres jernimos
para el caso en que ellos juzgasen indispensable la supresin de los
repartimientos; pero como al mismo tiempo se les autoriz para que,
segn su juicio, los conservasen, mandose al efecto que aplicasen a todas las Indias las Ordenanzas hechas para Puerto Rico y La Espaola
en Valladolid a 23 de enero de 1513, y las aadidas en la misma ciudad a
28 de julio del dicho ao, declarando o moderando las antecedentes;
pero como ya he tratado de unas y otras en el captulo primero de los
repartimientos, no hay necesidad de repetirlas aqu.
Entonces fue cuando el licenciado Las Casas propuso que en la corte deba siempre haber una persona de ciencia y conciencia que mirase
por los indios; y abrazando el cardenal Jimnez esta idea, nombr de
protector universal de ellos al mismo Las Casas con el sueldo anual de
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100 pesos de oro, que entonces no era poco: como no se hubiese descubierto el infierno del Per, que con la multitud de quintales de oro ha
empobrecido y destrudo a Espaa.17
Extendidos ya los despachos puso el gobierno a disposicin de los
jernimos un buque que los condujese a su destino, y como al mismo
tiempo mand a Las Casas que fuese tambin a las Indias, l pretendi partir con ellos; mas, sabiendo los venerables padres cuan odiado
estaba de los castellanos en La Espaola, y que su compaa poda
comprometer la imparcialidad con que deseaban presentarse en el
Nuevo Mundo, no le admitieron, excusndose cortsmente con la falta
de comodidades del buque, para obsequiarle como quisieran. Ordenose
igualmente para ms seguridad, que no se dejase partir antes de su
salida ningn navo, ni que fuesen cartas a La Espaola, porque habindose esparcido en Castilla la voz de que se iban a quitar los repartimientos, podran ocasionarse turbulencias en aquella isla. 18
Hicironse, pues, a la vela del puerto de Sanlcar los padres jernimos,
el 11 de noviembre de 1516, y despus de haber tocado en Puerto Rico,
llegaron a la ciudad de Santo Domingo en La Espaola el 20 de diciembre del mismo ao, adonde desembarc tambin 13 das despus
el licenciado Las Casas.19
Dieron principio a su comisin, quitando los indios a cuantos residan en Castilla, y depositndolos en poder del factor Juan de Ampues,
con encargo de que los hiciese instruir en la fe catlica, y les proveyese
de cuanto necesitasen. Y para que no recibiesen dao los que antes tenan encomendados esos indios, ordenaron que les comprasen las haciendas para que de ellas fuesen mantenidos, dndoseles su justo valor.
Empero, no quitaron inmediatamente los repartimientos de los jueces
de apelacin y oficiales reales, porque habindoseles dado en parte de
sus sueldos, privarles de ellos sin una compensacin, parecioles que no
podan hacerlo sin consultar antes al Supremo Gobierno;20 mas, luego
que ste decidi que se los quitasen, ellos lo ejecutaron.
Para resolver, pues, tan gran materia, mandaron abrir la informacin pblica y secreta que les prevenan sus instrucciones. Contradictorios fueron los pareceres, y el de los dominicos en La Espaola, que
entonces eran fray Pedro de Crdoba, su provincial; fray Toms de
Berlanga, superior; fray Juan de Tavira; fray Toms de Santo Jacobo;
fray Toms de Toro; fray Paulus de Troxillo, fray Pedro de la Magdalena, fray Pablo de Santa Mara y fray Domingo de Betanzos, todos sacerdotes, dijeron: que los repartimientos eran ilcitos, y que los indios
deban ser puestos en libertad, bien estuviesen en pueblos por s o entre
los espaoles; y que aun cuando ni uno ni otro se hiciese, antes que
encomendarlos deba dejrseles ir a sus Yucayegues a pesar de que no
fuesen cristianos, pues as no moriran como ahora. Que los espaoles
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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD
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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD
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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD
pretenden algunos, poco importa para la utilidad que deban sacar las
Indias de tal propuesta.
Ocupronse tambin en hacer ingenios de azcar cerca de los puertos de mar para la facilidad de su embarque, pues juzgaban con razn
que eso levantara el nimo abatido de los pobladores; y para lograr la
empresa, ellos les facilitaban algunos recursos del Tesoro. Fomentaron
as mismo el cultivo de la caafstola, y propusieron que se plantasen
algunas vias y sembrase trigo en los parajes donde podan prosperar.
Dictaron, en fin, otras providencias que juntas a las ya mencionadas, merecen todas por cierto un grato recuerdo de la posteridad;32 y
cuando se contempla que tanto hicieron en cortsimo tiempo y en muy
difciles circunstancias, preciso es tributarles un justo homenaje de admiracin, pues no es mentira sino verdad lo que ellos mismos dijeron en
una de sus cartas al cardenal Jimnez. Lo otro y quarto de donde mucho bien depende es pacificar los pechos desta gente castellana que ac
biene, que tienen tan daados unos con otros, que pensamos que todas
las medicinas materiales deste mundo no bastaran para los curar, sino
fuere solo gracia divina, o ya hacer algo de lo que en otras cartas a
Vuestra Seora tenemos apuntado.33
Verdad es que no abolieron los repartimientos; pero esto puede atribuirse a que habiendo permanecido poco tiempo en el Nuevo Mundo, no
pudieron preparar el terreno para medida tan radical. Pudieron tambin creer, que aun conservando los repartimientos y sometindolos a
ciertas reglas, se hallara algn medio para mejorar la condicin fsica y
moral de los indios. A estas consideraciones debe aadirse la muy poderosa de que ellos temieron, con mucha razn, un levantamiento general
de los castellanos en los pases ya conquistados, y que careciendo enteramente de fuerza para reprimirlo, ocasionaran inmensos daos, no
slo a la raza indgena que intentaban favorecer, sino a la Corona de
Castilla.
Sin la muerte del cardenal Jimnez, acaecida algunos meses despus de haber ellos comenzado a ejercer sus funciones, y sin la entrada
en Espaa del nuevo rey, muchas de las cosas propuestas por ellos,
habranse planteado en Amrica y cogdose en breve algn sazonado
fruto; pero desatendindolas el nuevo gobierno, no por indiferencia a
materia tan grave, sino ms bien por aversiva a la poltica anterior de
los ministros espaoles, y sin el debido miramiento a sus virtudes, tino y
pureza con que desempearon su comisin, mandoles en 1517, bajo la
perniciosa influencia del obispo Fonseca, que siempre fue contrario a su
nombramiento, que regresasen a Castilla:34 orden que les fue reiterada
en 1518.35 Cuando a Espaa tornaron en este ao,36 quisieron obtener
del rey una audiencia en Barcelona, para informarle de la situacin de
las Indias, y de los inmensos males que a La Espaola ocasionaba el
/345
Notas
1
Carta del licenciado Alonso de Zuazo a Mr. de Chievres, escrita en Santo Domingo a
22 de Enero de 1518. Muoz, Colec., tom. LXXVI; tomo II de la Coleccin de Documentos Inditos de Salv y Baranda. (V. M. y M.) Oviedo, Historia (...) de las Indias,
lib. IV, cap. I.
Lo que dice Las Casas era muy comn en aquellos tiempos, y un religioso que de Indias
lleg a Espaa en 1512, present al gobierno un papel en que propona, entre otras
cosas, que a los indios se diesen mujeres porque en esto deca ha habido y hay
grande defecto, y es que los cristianos que crian las indias todas, algunas las toman para
camareras, y estos son los nobles y los clrigos; otros las toman para cocineras, y estos
son los ganaderos y trabajadores, que muchos dellos son en Castilla casados, y all
estan con las indias; otros las toman, y es peor, para imponellas que sepan servir y
vestirse, y aun buscar de comer de muy mala manera, y despues de impuestas las venden vaqueros y mineros para el mal uso. Parecer de un religioso venido de Indias
por los aos de 1512, sobre la conservacin de los indios y el acrecentamiento de las
cuatro islas Espaola, San Juan, Cuba y Jamaica, en lo temporal y en lo espiritual.
Manuscrito de 3 pliegos. Archivo de Simancas. Arca de Indias, Caja 1, legajo 7. Muoz,
Colec., tom. LXXV.
Memorial de los agravios sin razones que Bartolom de las Casas, clrigo, dize que se
hazen en los indios por los espaoles que aquella tierra han pasado. Archivo de
Simancas, Patronato Real de Indias, legajo 8.
Parecer annimo dirigido a S.A. sobre los daos que padecen las cuatro islas Espaola,
Cuba, Jamaica y San Juan. M. 1. Archivo de Simancas, Descubrimientos y Pobladores,
legajo 7.
Carta de Diego Velzquez al rey catlico don Fernando en el puerto de Jagua en la isla
de Cuba, en l de Abril de 1514. Muoz, Colec., tom. LXXV. Coleccin de Documentos
Inditos del Archivo de Indias, tom. XI, p. 424. (V. M. y M.)
346\
HISTORIA DE LA ESCLAVITUD
AD
VER
TENCIA1
ADVER
VERTENCIA
Cuatro tomos van ya publicados de la Historia de la Esclavitud desde los Tiempos ms Remotos hasta Nuestros Das por don Jos Antonio Saco. Los tres primeros constituyen una obra completa acerca de la
esclavitud en el antiguo continente. El cuarto, o sea el primero de la Historia de la Esclavitud de la Raza Africana en el Nuevo Mundo, y en
Especial en los Pases Amrico-Hispanos, slo comprende la poca
transcurrida desde el descubrimiento hasta fines del siglo decimoctavo.
Este primer tomo, que abarca uno de los perodos ms interesantes de
la historia de la humanidad, desgraciadamente no pudo terminarse por
su distinguido autor, como no lo fue tampoco el quinto que ahora publicamos, y que se refiere a la Historia de la Esclavtud de los Indios en el
Nuevo Mundo.
Es de lamentar que el seor Saco no hubiera empezado la publicacin de su obra monumental por donde pens haberla concluido, por la
parte referente a Amrica, que era la que mayor inters nos ofreca. De
haberlo hecho as, se hallara sta completa, hubiera sido esmeradamente revisada por l, como lo fueron los anteriores tomos, y la historia
de Cuba en la que incidentalmente pensaba detenerse, hubiera sido la
que mayores ventajas habra obtenido por la realizacin de este plan.
El tomo quinto se refiere, como hemos dicho, a la Historia de la
Esclavitud de los Indios en el Nuevo Mundo, trabajo importantsimo
en el cual su autor contina revelando la misma erudicin benedictina
que en los anteriores. Aunque en la narracin de los sucesos que abraza
no comprende el drama de la esclavitud indgena en el vasto territorio
que hoy ocupan Estados Unidos del Norte de Amrica, el Canad, Per,
Bolivia, Nueva Granada, Ecuador, Chile, las Antillas Menores, el Brasil
y Patagonia, no deba permanecer indito. Por la imparcialidad del historiador y por la novedad de los documentos, casi todos inditos o raros
que se citan, y que fueron consultados por l y por el inolvidable
americanista don Domingo del Monte, honra y prez de las letras nacionales, lo creemos del mayor inters para los que se consagran al estudio
de la historia americana, bajo todos sus aspectos.
348\
HISTORIA DE LA ESCLAVITUD
Nuestra tarea al publicarlo primeramente en las pginas de la acreditada Revista de Cuba del doctor don Jos Antonio Cortina, y ahora en
un volumen, ha consistido en corregir escrupulosamente las pruebas de
la impresin, comprobar las citas hechas, cotejar los documentos que se
copian y agregar algunas notas aclaratorias, que nos han parecido oportunas. As hemos credo honrar la memoria del seor Saco y la literatura de nuestra querida patria.
Pronto publicaremos tambin el tomo sexto y ltimo; o sea la Historia de los Repartimientos o Encomiendas de Indios, de no menor inters que los otros.
Antes de concluir, slo nos resta advertir que la obra no estaba todava preparada para darla al pblico cuando muri el seor Saco, y que si
nos hemos quiz apresurado a darla a la estampa, ha sido con el laudable propsito de salvarla del olvido, prestando as un servicio a los que
estudian la historia de Amrica. Si se nota algn descuido en el estilo,
que nosotros hemos procurado respetar, debe imputarse a que el autor,
casi ciego y continuamente achacoso en los ltimos das de su azarosa
existencia, no pudo consagrarse a la revisin y correccin de sus borradores trazados por amanuenses, casi siempre poco hbiles, que le causaban perpetua desesperacin.
Vidal Morales y Morales
Marzo de 1883.
Notas
1 Hemos credo conveniente publicar aqu esta Advertencia que aparece al principio de
la primera edicin de este tomo, impresa en La Habana en 1883. Las referencias que
hace en ella Vidal Morales y Morales a la numeracin de los tomos estn de acuerdo con
el orden cronolgico de lo publicado por l. Nosotros hemos seguido el sealado por Jos
Antonio Saco en la introduccin del primer tomo.
Por ser un verdadero complemento de la Historia de la Esclavitud de los Indios en el
Nuevo Mundo acompaamos al final de sta la Historia de los Repartimientos o Encomiendas de Indios, impresa por primera vez en la Revista de Cuba el ao 1883. (Nota
del editor.)
NDICE ONOMSTICO
A
AARSCHOT, MARQUS O DUQUE DE. VER CROY, GUILLERMO DE.
ABARRANTES: 59.
ADRIANO IV, PAPA: 31.
ADRIANO VI: 111, 118, 325, 333.
AGUIRRE,
LICENCIADO:
114.
DE:
52.
DE:
4, 180, 240.
ALBORNOZ, RODRIGO
DE:
ALBURQUERQUE, RODRIGO
ALEJANDRO VI,
PAPA:
DE:
350\
HISTORIA DE LA ESCLAVITUD
DE:
241, 246, 247, 248, 249, 250, 251, 252, 255, 262.
DE:
DE:
DE:
245, 246.
189, 190.
ANACAONA: 297.
ANDAGOYA, PASCUAL
DE:
ANDRADA, FERNANDO
DE:
265.
DE:
REA, RODRIGO
317.
DE:
265.
ARIAS DVILA, PEDRO: 113, 167, 168, 170, 171, 172, 174, 175, 176, 177, 178,
179, 180, 181, 182, 183, 184, 188, 190, 227, 239, 242, 243, 244, 246,
277, 279, 280, 281, 282, 283.
ARIAS, DIEGO: 279.
/351
ARISTTELES: 218.
ARRIAGA, LUIS
DE:
ARTEAGA, JUAN
56.
DE:
252.
AVEDAO, PEDRO
DE:
AYOLAS, JUAN
266, 267.
AYORA, JUAN
DE:
DE:
AZARA, AGUSTN
212.
270.
B
BADAJOZ, GONZALO
DE:
179, 180.
PIRATA:
154.
BARRIENTOS, MIGUEL
DE:
147, 158.
DE (OBISPO):
BAUDRI,
51.
ARZOBISPO:
66, 69, 79, 146, 147, 148, 149, 161, 165, 190.
SEORES DE:
BECHECHIO,
BELTRN,
CACIQUE:
DOCTOR:
247.
291.
247.
DE (FRAY):
184, 339.
DE:
352\
HISTORIA DE LA ESCLAVITUD
BRY, TEODORO
DE:
140.
DE:
DE:
DE:
267.
265.
141.
DE:
CARDINALS,
333.
CARETA,
FRAY:
CACIQUE:
280.
174.
CARLOS I DE ESPAA: 21, 91, 111, 112, 115, 117, 118, 128, 143, 257, 272, 305,
342, 346.
CARLOS II DE ESPAA: 274, 275.
CARLOS V DE ALEMANIA: 17, 34, 96, 105, 113, 115, 124, 125, 126, 127, 132,
144, 177, 179, 184, 191, 204, 205, 209, 216, 225, 243.
CARRILLO, LUIS: 176.
CARRIZO, HERNANDO DE: 137.
CARVAJAL, JUAN
DE:
147, 325.
CASAS, BARTOLOM DE LAS: 7, 17, 34, 35, 37, 38, 58, 66, 71, 72, 76, 77, 84, 89,
90, 95, 96, 99, 104, 108, 111, 112, 113, 114, 115, 116, 117, 118, 119,
120, 121, 122, 123, 124, 132, 140, 145, 149, 154, 164, 169, 173, 178,
188, 206, 219, 221, 222, 223, 226, 227, 243, 245, 246, 252, 253, 254,
255, 257, 291, 294, 296, 302, 303, 316, 319, 320, 324, 325, 326, 327,
328, 330, 331, 332, 333, 335, 338, 339, 341, 342, 345, 346.
DE LAS:
/353
236.
DE:
DE:
CATACAPA,
163.
CACIQUE;
123, 124.
CACIQUE:
291.
CAZONCI,
CACIQUE:
215.
CERECEDA, ANDRS
DE:
DE:
238.
DE:
COATIMUCIN: 34.
COBOS, COMENDADOR MAYOR: 191.
COBOS, FRANCISCO
DE LOS:
COLMENARES, RODRIGO
DE:
113, 247.
177.
354\
HISTORIA DE LA ESCLAVITUD
DE:
CRDOBA, PEDRO
72, 73, 106, 107, 108, 124, 302, 303, 305 339, 342.
DE:
CRDOVA, FRANCISCO
DE:
245.
341.
CORRAL: 190.
CORTS, HERNN: 5, 7, 9, 13, 34, 93, 137, 162, 166, 198, 200, 201, 202, 203,
204, 205, 206, 207, 208, 209, 211, 213, 214, 215, 218, 223, 227, 228,
235, 236, 246, 347, 249.
CORTS, MARTN: 223.
COSA, JUAN
DE LA:
COVARRUBIAS, PEDRO
DE:
304, 326.
DE:
CRUZ, RODRIGO DE
CUEVA, BEATRIZ
LA:
DE LA:
CUEVA, FRANCISCO
DE LA:
CUMBRERAS, PEDRO
DE:
251, 252.
73.
CH
CHANCA,
DOCTOR:
LICENCIADO:
142.
CACIQUE:
26.
/355
DEL
DAZ
DE
DE:
212.
DE:
189.
ENCINASOLA, PEDRO
DE:
280.
DEL:
ESPINOSA, GASPAR
DE:
DE:
356\
HISTORIA DE LA ESCLAVITUD
F
FELIPE II
DE
FELIPE III
DE
DE
ENCISO, MARTN: 78, 162, 164, 165, 166, 168, 171, 176, 304.
FERNNDEZ
DE
FERNNDEZ DE NAVARRETE, MARTN: 26, 53, 65, 66, 67, 71, 75, 77, 78, 79, 80,
101, 136, 178, 194, 313.
FERNNDEZ DE OVIEDO, GONZALO: 4, 26, 27, 41, 47, 69, 70, 77, 79, 104, 108,
118, 122, 133, 134, 148, 149, 153, 154, 160, 163, 167, 171, 173, 174,
175, 179, 180, 183, 188, 189, 190, 196, 243, 246, 264, 266, 282, 291,
292, 313.
FERNANDO II, EL CATLICO: 26, 38, 39, 40, 55, 56, 57, 58, 59, 62, 65, 67, 69, 70,
71, 72, 73, 75, 77, 78, 81, 82, 85, 86, 87, 88, 89, 90, 98, 99, 103, 106,
111, 112, 131, 143, 167, 168, 170, 176, 204, 263, 277, 278, 282, 284,
289, 290, 295, 301, 305, 309, 310, 313, 314, 315, 319, 322, 325, 329,
330, 331.
FERNANDO, SAN, REY DE FRANCIA: 71.
FIGUEROA, LUIS
DE:
335, 342.
FIGUEROA, RODRIGO
DE:
LICENCIADO:
159.
G
DE:
GARAY, FRANCISCO
205, 207.
DE:
DE
GARCA
DE
CISNEROS: 261.
GARCA
DE
GARCA
DE
GARCA
DE
DE:
105.
/357
358\
HISTORIA DE LA ESCLAVITUD
CACIQUE:
290, 291.
DE:
265.
DE:
209, 210, 211, 212, 213, 214, 215, 216, 218, 221, 317.
H
HARO, ANDRS
DE:
301, 314.
DE
DE:
190, 191.
DE:
261.
LICENCIADO:
221.
HERRERA, PEDRO
DE:
140.
HERRERA, VASCO
DE:
HERRERA Y TORDESILLAS, ANTONIO DE: 7, 17, 65, 67, 72, 79, 84, 87, 88, 105,
107, 129, 136, 145, 148, 152, 160, 163, 171, 172, 175, 180, 190, 191,
/359
199, 216, 218, 258, 263, 267, 270, 271, 290, 291, 295, 318.
HOBO: 16.
HOGEDA,
DOCTOR:
214.
DE:
212, 319.
360\
HISTORIA DE LA ESCLAVITUD
JPITER: 15.
K
KEATING: 136.
KRONOS: 15.
L
LABAT, PADRE: 42, 48, 50.
LA FUENTE,
LARES,
DOCTOR:
DE (COMENDADOR):
296.
DE:
149.
DE
LERMA.
DE:
LOAYSA, CATALINA
86.
DE:
213.
LPEZ
DE
LOSA: 281.
LPEZ
DE
CACIQUE:
DE LA:
339.
175.
VRGENES:
16.
CACIQUE:
143.
CACIQUE:
MARCHA, DE
MARA,
LA (LICENCIADO):
DOA:
MARIANA
DE
MARIANA
109, 110.
225.
121.
MALINCHE: 7, 200.
/361
362\
HISTORIA DE LA ESCLAVITUD
PAPA:
MRTIR
DE
131.
MATIENZO, TOMS
DE:
325.
DE:
DE:
65.
281.
DE INOSTROSA,
MENDOZA, ANTONIO
DE:
MENDOZA, CRISTBAL
DE:
MENDOZA, DIEGO
266.
DE:
87.
DE:
215.
MENDOZA, MARA
DE:
154.
MENDOZA, PEDRO
DE:
MERCURIO: 14.
MERLO, RODRIGO: 236.
MEXA, PEDRO: 339.
MINAYA, BERNARDINO
DE:
218.
MARQUS DE:
217.
DE:
/363
DE:
DE:
333.
LICENCIADO:
304.
DE:
DE:
DE
NEZ DE BALBOA, VASCO: 4, 26, 165, 166, 167, 168, 169, 170, 177, 178, 179,
182, 183, 186, 241, 242, 281, 282.
O
OAJACA, MARQUS DE.VER CORTS, HERNN.
OBRAIN, DONCHAD: 136.
OCAMPO, GONZALO
DE:
364\
HISTORIA DE LA ESCLAVITUD
DE:
DE:
261.
137, 138.
DE
DOCTOR:
PARADA, ALONSO
PAREDES
PARIS,
DE
DE:
CACIQUE:
180.
PASAMONTE, MIGUEL DE: 81, 88, 89, 119, 168, 295, 298, 300, 303, 313, 314,
316, 317, 324, 325, 345.
PAULO III, PAPA: 218, 219.
PAZ, MATAS
DE:
SAN:
DE:
241, 249.
PEA, CRISTBAL
DE:
190.
DE
PORPHIRO: 15.
PTOLOMEO: 78.
PRESCOTT, GUILLERMO: 17, 27.
PRIETO, DIEGO: 68.
PROVIDENCIA. VER DIOS.
PUENTE, ALONSO
DE LA:
DOCTOR:
QUEVEDO, JUAN
DE:
224, 225.
171, 174, 175, 177, 282.
DE:
215.
R
DE
RANGEL, RODRIGO
DE:
203.
DE:
DE LA:
320, 321.
/365
366\
HISTORIA DE LA ESCLAVITUD
DE LOS:
184.
DOCTOR:
184, 185.
DE:
97.
DE:
115, 116.
DE:
266, 268.
DE:
268.
DE:
189-190.
DE:
LICENCIADO:
177.
/367
368\
HISTORIA DE LA ESCLAVITUD
DE:
220.
DE:
171, 339.
LICENCIADO:
221.
DE:
299.
DE:
TORRES, ANTONIO
DE:
72.
TORRES, FRANCISCO
DE:
TORRES, PEDRO
60, 67.
DE:
264.
DE:
267.
CACIQUE:
139.
URRACA,
CACIQUE:
181, 182.
/369
DE:
149.
DE:
205.
VALENZUELA: 164.
VALIENTE, ALONSO: 212.
VALVERDE, VICENTE
DE:
17.
VARA: 212.
VAZCUA, IGO: 145.
VZQUEZ DE AILLON, LUCAS: 89, 94, 108.
VZQUEZ DE CORNADO, FRANCISCO: 221.
VEGA, GREGORIO
DE:
VEGA, HERNANDO
214.
DE LA:
DE:
DUQUE DE:
77, 311.
DE:
370\
HISTORIA DE LA ESCLAVITUD
DE:
261.
DE (OBISPO):
NDICE
L IBRO P RIMERO
ESCLAVITUD
NUEVO M UNDO,
MUCHO ANTES DE SU
................................
L IBRO S EGUNDO
E SCLAVITUD
ESPAOLA
33
L IBRO T ERCERO
CMO EMPEZ EL TRFICO DE ESCLAVOS INDIOS EN EL NUEVO MUNDO .............
55
L IBRO C UARTO
INTRODUCCIN DE ESCLAVOS INDIOS EN LA ESPAOLA, EN SAN JUAN DE PUERTO
RICO Y EN CUBA. REALES CDULAS QUE LA AUTORIZARON. FAMOSO
REQUERIMIENTO DE A LONSO DE O JEDA. FUNESTA INFLUENCIA DE LA
AUDIENCIA DE SANTO DOMINGO EN LA SUERTE DE LOS INDIOS ..............
L IBRO Q UINTO
DESCRIPCIN DE LA ISLA DE CUBAGUA. LA PESCA DE LAS PERLAS EN ESTA ISLA
FOMENTA LA ESCLAVITUD DE LOS INDIOS. ORIGEN DEL CONSEJO DE INDIAS.
PROYECTOS DE LAS CASAS SOBRE COLONIZACIN DE UNA PARTE DEL
CONTINENTE . F ERVOR CON QUE FUERON ACOGIDOS POR LOS OCHO
PREDICADORES DEL REY. INTERESANTE ESCENA DE STOS EN EL CONSEJO
DE INDIAS. S E FIRMA AL FIN SU ASIENTO EN LA CORUA, A 19 DE MAYO
81
L IBRO SEXTO
PROVINCIAS DE PARIA, CUMAN, VENEZUELA Y SANTA MARTA ........................
137
L IBRO SPTIMO
DARIN O CASTILLA DEL ORO Y CARTAGENA ...................................................
161
L IBRO O CT
AV O
CTA
ESCLAVITUD DE LOS INDIOS EN NUEVA ESPAA ................................................
198
L IBRO N OVENO
HONDURAS, NICARAGUA Y GUATEMALA ...........................................................
234
L IBRO DCIMO
RO DE LA PLATA Y PARAGUAY ........................................................................
263
L IBRO D ECIMOPRIMERO
POCA
.......................................................................................
272
APNDICE .....................................................................................................
277
ESPAOLES
H ISTORIA
DE LOS REP
AR
TIMIENTOS O ENCOMIEND
A DE INDIOS
REPAR
ARTIMIENTOS
ENCOMIENDA
L IBRO P RIMERO
L IBRO S EGUNDO
REPARTIMIENTOS O ENCOMIENDAS DESDE 1513 AL DA EN QUE BARTOLOM DE
313
LAS CASAS CONSAGR SU VIDA A LA DEFENSA DE LOS INDIOS .................
L IBRO T ERCERO
DESDE
ADVERTENCIA ...............................................................................................
347
......................................................................................
349
NDICE
ONOMSTICO
SUMARIO
Volumen I
E NSAYO
INTRODUCTORIO
L IBRO P RIMERO
INTRODUCCIN - EGIPTO - ETIOPA - HEBREOS - FENICIOS ...............................
29
L IBRO S EGUNDO
INDIA - CHINA ...............................................................................................
77
L IBRO T ERCERO
ESCITAS - ASIRIOS - MEDOS - BABILONIOS - LIDIOS - PERSAS - PARTOS CARTAGINESES .................................................................................. 121
L IBRO C UARTO
ORGENES DE LA ESCLAVITUD EN GRECIA ........................................................
142
L IBRO Q UINTO
SIERVOS EN GRECIA .......................................................................................
196
L IBRO S EXTO
INFLUJO DE LA ESCLAVITUD EN GRECIA ............................................................
218
L IBRO S PTIMO
ORGENES DE LA ESCLAVITUD EN ROMA ...........................................................
243
L IBRO O CT
AV O
CTA
TRATAMIENTO DEL ESCLAVO EN ROMA POR EL AMO Y POR LA LEY .......................
310
APNDICES ...................................................................................................
351
381
Volumen II
L IBRO NOVENO
MANUMISIONES, PATRONES, LIBERTOS Y CAUSAS QUE LAS PRODUJERON EN ROMA,
DURANTE LA REPBLICA Y PRINCIPIOS DEL IMPERIO ................................
L IBRO DCIMO
MALES DE LA ESCLAVITUD EN ROMA ...............................................................
36
L IBRO D ECIMOPRIMERO
EL CRISTIANISMO Y LA ESCLAVITUD EN LOS CINCO PRIMEROS SIGLOS DEL IMPERIO
ROMANO ............................................................................................
87
L IBRO D ECIMOSEGUNDO
LA
..............
116
L IBRO D ECIMOTERCERO
TRANSFORMACIN
...............................
154
L IBRO D ECIMOCUARTO
INVASIONES DE LOS BRBAROS DEL NORTE EN EL IMPERIO ROMANO, CONSIDERADAS
CON RELACIN A LA ESCLAVITUD, ANTES Y DESPUS DE LAS DESTRUCCIN
202
DEL IMPERIO DE OCCIDENTE ..............................................................
L IBRO D ECIMOQUINTO
BREVES NOTICIAS
241
L IBRO D ECIMOSEXTO
LOS GERMANOS DESPUS QUE CONQUISTARON EL IMPERIO DE OCCIDENTE, TUVIERON
266
VARIOS MODOS DE ESCLAVIZAR Y COMERCIARON EN ESCLAVOS .................
L IBRO D ECIMOSPTIMO
MANUMISIONES
323
APNDICES ...................................................................................................
361
375
Volumen III
L IBRO D ECIMOCT
AV O
ECIMOCTA
CONDICIONES DE LOS ESCLAVOS BAJO LA DOMINACIN GERMNICA EN LAS NACIONES
QUE SE FORMARON SOBRE LAS RUINAS DEL IMPERIO DE OCCIDENTE .......
L IBRO D ECIMONOVENO
SUERTE
O CCIDENTE .................................................................................
49
L IBRO V IGSIMO
EL MAHOMETISMO Y LA ESCLAVITUD ................................................................
98
L IBRO V IGESIMOPRIMERO
LAS CRUZADAS, LAS REPBLICAS ITALIANAS Y OTROS PUEBLOS DEL MEDITERRNEO,
136
CONSIDERADOS CON RELACIN A LA ESCLAVITUD EN LA EDAD MEDIA ....
L IBRO V IGESIMOSEGUNDO
CONTINUACIN DE LA ESCLAVITUD EN EL IMPERIO GRIEGO BAJO LOS SUCESORES
191
DE J USTINIANO ..................................................................................
L IBRO V IGESIMOTERCERO
NUEVAS
L IBRO V IGESIMOCUARTO
CONTINUACIN DE LA ESCLAVITUD EN ESPAA EN TODA LA EDAD MEDIA .........
225
L IBRO V IGESIMOQUINTO
POCA EN QUE CESARON ENTERAMENTE LA ESCLAVITUD PERSONAL Y LA SERVIDUMBRE
253
DE LA GLEBA EN TODA LA EUROPA CRISTIANA .......................................
L IBRO V IGESIMOSEXTO
ESCLAVITUD Y SERVIDUMBRE EN RUSIA ...........................................................
314
APNDICES ...................................................................................................
341
IMPORTANTE ............................................................................
348
349
ADVERTENCIA
Volumen IV
ADVERTENCIA
IMPORTANTE ............................................................................
L IBRO P RIMERO
ESTE LIBRO SE REFIERE AL CONOCIMIENTO QUE LA ANTIGEDAD Y LA EDAD MEDIA
TUVIERON DEL FRICA, Y A LOS DESCUBRIMIENTOS QUE EN LAS COSTAS
OCCIDENTALES DE ELLA HICIERON LOS PORTUGUESES EN EL SIGLO XV ......
L IBRO S EGUNDO
ESTE LIBRO TRATA DEL ORIGEN DE LOS ESCLAVOS NEGROS EN EL NUEVO MUNDO, DE
LAS TENTATIVAS QUE SE HICIERON PARA COLONIZAR LA ESPAOLA CON
BLANCOS, DE INVESTIGAR SI BARTOLOM DE LAS CASAS FUE O NO EL PRIMER
PROMOVEDOR DEL COMERCIO DE ESCLAVOS NEGROS EN AMRICA Y DE LA
PARTE QUE L TUVO EN ESTE TRFICO ..................................................
42
L IBRO T ERCERO
EN ESTE LIBRO SE TRATA DE LOS PRIMEROS ASIENTOS DE NEGRO EN EL SIGLO XVI, Y
DE LA PROPAGACIN DE LA RAZA AFRICANA A TODAS LAS COLONIAS ESPAOLAS
94
L IBRO
C UARTO
L IBRO Q UINTO
ESTE LIBRO CONTIENE LOS NUMEROSOS ASIENTOS QUE SE AJUSTARON DE FINES DEL
SIGLO XVI A FINES DEL XVII ..................................................................
202
L IBRO SEXTO
ESTE LIBRO CONTIENE TODO EL ESPACIO COMPRENDIDO DESDE EL ADVENIMIENTO
DE FELIPE V AL TRONO DE ESPAA HASTA LA CESACIN DEL MONOPOLIO
DEL COMERCIO DE NEGROS ESCLAVOS ...................................................
244
APNDICES ...................................................................................................
303
349
Volumen V
L IBRO S PTIMO
CAUSAS QUE ROMPEN EL MONOPOLIO AFRICANO .................................................
L IBRO O CT
AV O
CTA
ABOLICIN DEL TRFICO DE ESCLAVOS .............................................................
37
APNDICES ...................................................................................................
85
327
Volumen VI
L IBRO P RIMERO
ESCLAVITUD
NUEVO MUNDO,
MUCHO ANTES DE SU
................................
L IBRO S EGUNDO
ESCLAVITUD DE LOS INDIOS EN EL NUEVO MUNDO BAJO LA DOMINACIN ESPAOLA .......
33
L IBRO T ERCERO
CMO EMPEZ EL TRFICO DE ESCLAVOS INDIOS EN EL NUEVO MUNDO .............
55
L IBRO C UARTO
INTRODUCCIN DE ESCLAVOS INDIOS EN LA ESPAOLA, EN SAN JUAN DE PUERTO
RICO Y EN CUBA ...............................................................................
81
L IBRO Q UINTO
DESCRIPCIN
DE LA ISLA DE
CUBAGUA. LA
..............................................
107
L IBRO S EXTO
PROVINCIAS DE PARIAS, CUMAN, VENEZUELA Y SANTA MARTA ......................
137
L IBRO S PTIMO
DARIN O CASTILLA DEL ORO Y CARTAGENA ..................................................
161
L IBRO O CT
AV O
CTA
ESCLAVITUD DE LOS INDIOS EN NUEVA ESPAA ...............................................
198
L IBRO N OVENO
HONDURAS, NICARAGUA
GUATEMALA .........................................................
234
L IBRO DCIMO
RO DE LA PLATA Y PARAGUAY .......................................................................
263
L IBRO D ECIMOPRIMERO
POCA EN QUE CES LA ESCLAVITUD DE LOS INDIOS EN LOS DOMINIOS ESPAOLES .......
272
APNDICE .....................................................................................................
277
H ISTORIA
DE LOS REP
AR
TIMIENTOS O ENCOMIEND
AS DE INDIOS
REPAR
ARTIMIENTOS
ENCOMIENDAS
L IBRO P RIMERO
DESDE EL PRINCIPIO DE LA COLONIZACIN ESPAOLA EN EL NUEVO MUNDO HASTA
289
LAS ORDENANZAS DE VALLADOLID EN 1513 ........................................
L IBRO S EGUNDO
REPARTIMIENTOS O ENCOMIENDAS DESDE 1513 AL DA EN QUE BARTOLOM DE
313
LAS CASAS CONSAGR SU VIDA LA DEFENSA DE LOS INDIOS .....................
L IBRO T ERCERO
DESDE LA SALIDA DE LAS CASAS DE LA ISLA DE CUBA EN 1511, HASTA SU SEGUNDO
VIAJE A CASTILLA Y EL REGRESO DE LOS PADRES JERNIMOS A ESPAA
324
E N 1518 .........................................................................................
ADVERTENCIA ...............................................................................................
347
......................................................................................
349
NDICE
ONOMSTICO
OBRAS P
UBLIC
AD
AS
PUBLIC
UBLICAD
ADAS
1997
FLIX VARELA. OBRAS
(3 VOLMENES)
Seleccin de
Eduardo Torres-Cuevas
Jorge Ibarra Cuesta
Mercedes Garca Rodrguez
1999
OBISPO
ESPADA. PAPELES
(VOLUMEN NICO)
DE
2000
FELIPE POEY Y ALOY. ICTIOLOGA CUBANA
(3 VOLMENES)
Transcripcin, conjuncin y edicin cientfica
Daro Guitart Manday
2001
JOS ANTONIO SACO. OBRAS
(5 VOLMENES)
Ensayo introductorio, compilacin y notas
Eduardo Torres-Cuevas
2002
DOMINGO DEL MONTE. CENTN EPISTOLARIO
(4 VOLMENES)
Ensayo introductorio, compilacin y notas
Sophie Andioc