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BIBLIOTECA DE

CLASICOS CUBANOS

JOSE
ANTONIO

SACO
HISTORIA
DE LA
ESCLAVITUD
(Volumen VI)

CASA DE ALTOS ESTUDIOS DON FERNANDO ORTIZ


UNIVERSIDAD DE LA HABANA
BIBLIOTECA DE CLSICOS CUBANOS
RECTOR DE LA UNIVERSIDAD DE LA HABANA
Juan Vela Valds
DIRECTOR
Eduardo Torres-Cuevas
SUBDIRECTOR
Luis M. de las Traviesas Moreno
EDITORA PRINCIPAL
Gladys Alonso Gonzlez
DIRECTOR ARTSTICO
Luis Alfredo Gutierrez Eir
ADMINISTRADORA EDITORIAL
Esther Lobaina Oliva

BIBLIOTECA DE
CLASICOS CUBANOS

JOSE
ANTONIO

SACO
HISTORIA
DE LA
ESCLAVITUD
(Volumen VI)

Ensayo introductorio
compilacin y notas

Eduardo Torres-Cuevas

LA HABANA, 2006

Responsable de la edicin:
Gladys Alonso Gonzlez
Realizacin y emplane:
Viviana Fernndez Rubinos

Diseo grfico:
Deguis Fernndez Tejeda
Composicin de textos:
Equipo de Ediciones IC

Todos los derechos reservados.


Sobre la presente edicin:
Ediciones IMAGEN CONTEMPORNEA, 2006;
Coleccin Biblioteca de Clsicos Cubanos, No. 33
ISBN 959-7078-51-1 obra completa
ISBN 959-7078-57-0 volumen VI
Ediciones IMAGEN CONTEMPORNEA
Casa de Altos Estudios Don Fernando Ortiz, L y 27, CP 10400, Vedado,
Ciudad de La Habana, Cuba

La crueldad espaola hizo


vctimas a los aborgenes
en minas y labranzas.

Tal es el cuadro que ofrecer de la esclavitud de los negros en los


pases que hablaban la hermosa lengua de Castilla. Pero esclavos
de aquella raza tambin tuvieron en sus colonias americanas Portugal, Inglaterra, Francia y otras naciones europeas; y como a mi
propsito cumple dejar correr la pluma, escribir igualmente la
historia de la esclavitud africana en cada una de las posesiones ultramarinas que a ellas pertenecen, detenindome especialmente en
las de Francia e Inglaterra, ya por la importancia de estas dos
grandes naciones, y la extensin que el trfico tom bajo sus banderas, ya por los interesantes debates que para suprimirlo, ocuparon durante 20 aos la atencin del Parlamento; ora por las sangrientas insurrecciones de los negros en Jamaica, y la espantosa
catstrofe de Santo Domingo, ora por la completa emancipacin
que alcanzaron los esclavos en las colonias de ambas potencias.
Ni perder de vista la Repblica de Norteamrica, rama desgajada
del frondoso tronco britnico. Proclamada su independencia desde
1776, la historia de sus negros ya no pudo seguir confundida con la
de su antigua metrpoli.

Jos Antonio Saco

Libro Primero
ESCLA
VITUD ENTRE LOS INDIOS DEL NUEV
O
ESCLAVITUD
NUEVO
MUNDO
,
MUCHO
ANTES
DE
SU
DESCUBRIMIENTO
MUNDO,
Y CONQUIST
A POR LOS EUROPEOS
CONQUISTA

El indgena del Nuevo Mundo, sin saber que hubiese esclavos en el


viejo continente, pues que an ignoraba su existencia, esclaviz al indio,
su semejante. Para demostrar esta verdad, puede seguirse el orden geogrfico, empezando cuando Coln descubri el Nuevo Mundo en 1492.
La primera tierra a que arrib, fue una isla del grupo de las Lucayas
llamada Guanahan por los naturales y San Salvador por Coln; pero ni
en ella, ni en las otras que entonces descubri, hall establecida la esclavitud de unos indios por otros indios.
El 25 de septiembre de 1493 emprendi Coln su segundo viaje, zarpando de Cdiz con 17 naves. El 3 de noviembre y das siguientes de
aquel ao descubri nuevas islas en el mar de las Antillas. Por ser domingo el da en que avist la primera llamola Dominica, a la segunda
Marigalante, nombre de la nave capitana, y Guadalupe a la tercera, a
otras llam Redonda, San Martn, etc.1 Poblaba algunas de ellas una
raza de indios llamados caribes, que asaltaban otras islas habitadas de
indios pacficos; comanse a los hombres que caan en su poder; y como
hallaban la carne de las mujeres y de los muchachos menos sabrosa que
la de los hombres, esclavizaban a las primeras, reservndolas para su
deleite, si eran jvenes y bellas, y a los segundos los castraban, engordaban y retenan en esclavitud hasta que llegaban a ser hombres formados, para regalarse con sus carnes en un banquete.2
Al pasar Coln por la Guadalupe y San Martn recogi en sus naves
algunas mujeres y muchachos esclavizados por los caribes, de cuyo poder se haban huido, y l los llev a La Espaola, trmino de su viaje.3
Pasemos de las Antillas al continente y, siguiendo el progreso de la
conquista, hallaremos la esclavitud en diferentes tribus y naciones.
Fue el Darin el punto del continente (una de las provincias del reino
de Tierra Firme) en que asentaron los espaoles su primera colonia; y

4\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

all vieron que algunos padres vendan a sus hijos. Diversas tribus de
aquella regin esclavizaban a sus prisioneros de guerra, y sus amos,
para distinguirlos, los marcaban en la frente con un instrumento encendido, o les arrancaban un diente,4 o, en fin, les tean el cuerpo con una
pintura que duraba toda la vida. Se sirven de ella dice Oviedo, en
dos ocasiones: una para marcar los pacos o esclavos; la otra, por el contrario, es un adorno signo de libertad. Esto depende del lugar en que se
hace la marca. En este ltimo caso se practica en la barba, subiendo
hasta las orejas, en los brazos y en el pecho; mientras que los esclavos
se marcan en la frente y en los carrillos. Los esclavos de un seor estn
marcados de una misma manera tan exactamente, que podra creerse
que se han hecho con un mismo molde. No pueden aumentarla ni disminuirla, porque es una especie de uniforme o librea que denota el dueo
a quien pertenecen.5
De estos esclavos participaron algunos de los espaoles que se establecieron en el Darin. A Vasco Nez de Balboa y a su compaero
Rodrguez Colmenares regal 70 el hijo primognito del Seor de
Comogre.6 Regalo semejante hizo al primero el cacique Pocorosa, cuando
pas por sus tierras;7 y otro jefe o cacique de aquella comarca, ultrajado y preso con muchos de los suyos, no obtuvo su libertad, sino dando al
aventurero Diego de Albitez 30 esclavos y todo el oro que posea.8
Indios procedentes de la Mar del Sur suban en canoas por un ro
que pasaba por delante de la casa del cacique de Comogre, y en cambio
del oro que le ofrecan, l les daba ropa de algodn y esclavos indios e
indias hermosas para su servicio.9
Los indios de la provincia de Nicaragua acostumbraron tener esclavos, o vendanse unos a otros, y los padres a los hijos, a manera de los
antiguos germanos jugaban su libertad; mas, no podan rescatarse sin
voluntad del cacique.10 Estas ventas se hacan privadamente o en los
mercados. En stos y en sus ferias solamente se admita a los de una
misma lengua; pero haba cinco entre los indios de Nicaragua. Sin embargo, pudieron llevarse a esos mercados aun los que hablaban lenguas
diferentes, con tal que fuese para venderlos como esclavos de servicio, o
cacao para comrselos.11
Pena de esclavitud se impuso tambin por varios delitos. Quien forzaba una virgen y quejndose sta no la dotaba, era esclavo.
Al ladrn se le cortaban los cabellos, y mientras no pagaba la cosa
hurtada, el amo de ella le retena como esclavo.12 A veces, para tener
esclavos y sacrificarlos a sus dioses, hacan la guerra. Ningn castigo se
impona al que mataba un esclavo,13 y esto prueba el poco caso que se
haca de su vida. Si alguno cohabitaba con la hija de su amo, era enterrado vivo con ella.14
Los indios de las Hibueras o de Honduras tambin tuvieron esclavos. Adquiranlos por la guerra;15 cortbanles la nariz; y los empleaban

JOS ANTONIO SACO

/5

en cultivar el maz y molerlo, y en otras faenas. A los enemigos que


hacan resistencia, en vez de esclavizarlos, los precipitaban de una altura para que no hiciesen ms dao.16
En diciembre de 1526, Diego Lpez de Salcedo escribi al gobierno
desde la villa de Trujillo, en Honduras, lo que paso a transcribir.
Dems destos hay otros esclavos, como ya he dicho, que son los que
los mismos naturales de la Tierra los tienen por esclavos y los compran
y venden entre s unos con otros: stos son tan conocidos entre ellos que
venidos ante los espaoles ellos mismos confiesan ser esclavos de su
nacin.17
Cuando Corts parti de Mxico a Honduras para castigar la rebelin de Cristbal Olid, encontr un pueblo llamado Oculan o Acalan, en
que haba muchos mercaderes ricos que traficaban en gran nmero de
esclavos.
Hay en ella as se expresa el famoso capitn muchos mercaderes y gentes que tratan en muchas partes y son ricos de esclavos y de
las cosas que se tratan en la tierra... Las mercaderas que ms por aquellas partes se tratan entre ellos [los indios] son cacao, ropa de algodn,
colores para teir, cierta manera de tinta con que se tien ellos los cuerpos para defenderse del calor y del fro, tea para alumbrarse, recina de
pinos para los sahumerios de sus dolos y esclavos.18
Los indios del reino de Quich o Guatemala tuvieron esclavos. En
sus guerras mataban y se coman a los jefes principales para infundir
terror a sus enemigos; pero a los otros prisioneros los esclavizaban.
Adems, el hombre libre que contraa relaciones con esclava ajena, era
esclavizado, a no ser que por los servicios que hubiese hecho en la guerra,
el gran sacerdote le perdonase. Al que menta en asuntos de guerra, se
le esclavizaba.19 En las conjuraciones, que a veces se formaban contra
el cacique o seor del Estado, dbase muerte al conspirador; pero a sus
mujeres e hijos se les reduca a la esclavitud.20
Con mucha frecuencia se esclavizaba tambin a las mujeres e hijos
de las personas condenadas a muerte por otros delitos.21 El que de los
templos hurtaba alguna cosa de cierto valor, mora despeado; mas, si
de poco, era esclavizado.22 Lo mismo suceda con el hombre que violentaba a una mujer sin haber llegado a consumar sus deseos, o con el que
los realizaba, sin violencia, con la hija o hermana de un padre o hermano
que reclamaban el agravio; bien que en este ltimo caso, la esclavitud
era la pena que ordinariamente se impona.23 Igualmente se esclavizaba
a la mujer y a los hijos del traidor o del vasallo que hua de su seor. Los
indios enemigos cogidos cazando en montes ajenos, o pescando en aguas
fuera de sus linderos, casi siempre sufran pena de muerte; pero a veces
eran esclavizados.24

6\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

Los indios de Chiapa inmolaban a los vencidos en la guerra, y despus se los coman; pero a veces asaltaban algunos pueblos de sus enemigos para esclavizar a sus habitantes y emplearlos en sus sementeras,
en la pesca y en otras ocupaciones.25
Las tribus de la provincia de Otlatla, llamada despus de Vera-Paz,26
porque no fue conquistada por las armas espaolas, sino slo por la predicacin evanglica de los religiosos dominicos,27 acostumbraron a venderse unos a otros; y cuando se cometa plagio imponase al delincuente
pena capital, y si tena mujer e hijos, eran vendidos como esclavos.28 Lo
mismo se haca con el que hurtaba cosa de algn valor y no la restitua,29
o con el que tomaba al fiado a diferentes personas un corto nmero de
objetos y no los pagaba; porque si eran en cantidad considerable, entonces era condenado a muerte.30 El amo que mataba su propio esclavo,
quedaba impune, porque dispona de su hacienda; pero si era ajeno, deba
pagarlo.31
Los indios de Cuman tambin tuvieron esclavos, los cuales se compraban en el mercado por oro o por una preparacin de ciertos polvos
vegetales mezclados con los de caracoles quemados. Servanse los hombres de ellos para preservar y ennegrecer sus dientes, pues a los que los
tenan blancos, llambanles mujeres.32
Poseyronlos igualmente los de la tierra llamada Venezuela por los
castellanos; y aun hubo de entre stos quien sufri el yugo de la esclavitud que aquellos indios le impusieron. En una expedicin al mando de
igo Vascua, teniente de Ambrosio Alfinger, representante de la compaa alemana en Venezuela, aconteci, que habindose extraviado un
castellano llamado Francisco Martn fue cogido por unos indios y vendido a otros por un guila de oro. stas eran unas piezas de ese metal,
llanas, en figura de guila, abiertas las alas, de diferentes tamaos, ms
o menos gruesas, de diversos quilates y leyes, pues unas eran de oro
fino, otras ms bajo y otras encobradas.33
Esclavos hubo entre los mozos de la Nueva Granada. Sus sacerdotes
eran unos nios que compraban a cierta distancia de aquella tierra;
tenanlos en grande veneracin, cuidndolos con mucho esmero, y cuando
llegaban a la edad viril matbanlos, pues el sacrificio de sangre era una
de las tres especies que tenan.34 Si ese esclavo tocaba mujer, ya no era
sacrificado, porque se consideraba como vctima impura para ser inmolado al sol. Esta esclavitud difera por su origen y duracin de la que
generalmente usaban muchos indios, pues si tenan esclavos, era para
servirse de ellos; mas, no para inmolarlos.
Cuando los espaoles recorrieron en 1536 el valle de Bogot, al mando
del licenciado Gonzalo Jimnez, teniente del adelantado don Pedro de
Lugo, tuvieron noticia de una nacin de mujeres que sin tener hombres
en su seno, vivan solas por s; y de aqu fue que los espaoles las llama-

JOS ANTONIO SACO

/7

ron amazonas. Decase que ellas compraban esclavos para que las fecundasen, y que despus los despedan de su lado: si paran varn,
envibanle a su padre, y si hembra cribanla para aumentar el nmero
de su nacin.35 Yo no creo en esta fbula, pero ella misma indica que la
esclavitud no era desconocida de aquellos indios.
Nueva Espaa
Hubo tambin esclavos en el vasto pas de Anhuac, llamado Nueva
Espaa por los espaoles.36
Despus de la batalla que gan Corts a los indgenas de Tabasco,
los caciques, para captarse su amistad, le regalaron 20 esclavas, y entre
ellas la nombrada Marina, amiga de Corts, y que sirviendo de lengua a
los espaoles, tan til les fue para la conquista del imperio mejicano.37
Regalos semejantes le hicieron tambin otros seores en la marcha atrevida que emprendi desde las costas a la ciudad de Mjico.38
En las provincias que ya tenan alguna civilizacin como Mjico y
Tetzcuco, hubo leyes que regularizaron la esclavitud, determinando los
diferentes modos con que el hombre libre poda perder su libertad.
El que una sola vez, o por costumbre, hurtaba cosa de poco valor,
y ni l la restitua, ni sus parientes la pagaban, era esclavizado. 39 Si
damos crdito a Herrera, tanto rigor hubo en la provincia de Tepeac
y algunas otras del imperio mejicano, que una sola mazorca de maz40
hurtada en un camino, bastaba para hacer al ladrn esclavo del amo
de ella. 41 Para incurrir en esta pena, el padre Las Casas eleva a cinco el nmero de mazorcas, 42 y justamente censura la daada intencin de algunos indios, pues dice que con fraude y cautela y dolo
muchas veces ponan 10 y 12 mazorcas o espigas de maz cerca del
camino para que cualquiera que pasase por l, cayese en el lazo de la
dicha servidumbre.43
An fue ms rigorosa la legislacin del reino de Acolhuacan, del que
fue capital Tetzcuco, pues su rey Nezahualcofotl, que muri en el ao
1470 de nuestra era, hizo una ley por la cual conden a muerte a todo el
que robaba alguna cosa en campo ajeno, siendo tan severo que esta pena
se aplicaba aun por el hurto de siete mazorcas de maz. Permitiose, sin
embargo, a los viandantes pobres coger ste y las frutas de las plantas
que se hallaban a la orilla del camino, en cantidad suficiente para satisfacer el hambre.44
He hablado en el prrafo anterior de la legislacin de Tepeac y de la
del reino de Acolhuacan; y esto indica, que todas las provincias sometidas a los mejicanos no se rigieron generalmente por las leyes de la capital, pues as como no se las forzaba a hablar la lengua de aqulla, tampoco a adoptar sus leyes. La legislacin de Tetzcuco, o sea del reino de

8\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

Acolhuacan, fue la que ms se conform a la de Mjico, aunque difera


de ella en muchos puntos, y era ms rigorosa.45
El que cometa algn hurto considerable, aunque slo fuese por primera vez, era tambin esclavizado en favor del dueo de la cosa sustrada; y si reincida, castigbasele con pena de muerte.46 Al que hurtaba en
el mercado pblico cosas de valor, como mantas ricas y joyas de oro, o
en l venda los objetos hurtados en otra parte, buscbanle con empeo
los guardas encargados de la polica del tianguiz, que era el nombre de
aquel mercado;47 y el primero de ellos que lo encontraba, lo haca esclavo suyo,48 si an tena en su poder la cosa hurtada, porque en caso contrario se le mataba a palos.49
En la regin donde habitaban los mixtecas, se esclavizaba a los deudores insolventes.50
Cuando los espaoles llegaron a Tlaxcala, vieron que los tlaxcaltecas
tenan esclavos indios; y como sus matrimonios eran lujosos, los parientes del novio regalaban a la novia, entre otras cosas, esclavos y esclavas.51 En la muerte de los seores acostumbraban, a semejanza de los
antiguos escitas, arrojar vivas en la hoguera junto con el cadver las
mujeres que ms quera, y algunos esclavos y esclavas, para que le sirviesen en la otra vida, segn crean. Si no los quemaban, enterrbanlos
entonces en los sepulcros de bvedas que usaban, junto con las personas indicadas.52
En Tlaxcala tambin se impuso pena de muerte a los traidores y a
sus deudos hasta el 7 grado;53 pero en las provincias de Mjico, de
Tetzcuco y en algunas otras no moran los parientes de aqullos, sino
que eran esclavizados hasta el 2 grado,54 y slo en el caso de que,
sabedores de la traicin, no la hubiesen denunciado.55
El hombre libre que fecundaba esclava ajena, y sta mora durante
su embarazo, era esclavizado.56 ralo tambin el que esconda o hurtaba algn nio para servirse de l o venderlo como hijo suyo; y al que
esto ltimo haca, confiscbansele adems los bienes, dndose una mitad al nio robado, pagndose de la otra mitad al comprador el precio
que por aqul haba dado.57 Si personas libres eran robadas, ranlo con
ms frecuencia los esclavos, pues los traficantes de ellos comnmente
cometan el delito de plagio.58
Cuando los vasallos no pagaban al monarca el debido tributo, despus de vencido el plazo que les daban los recaudadores, eran o sacrificados, o vendidos para cubrir la deuda con su importe.59 Aquel que sin
ser amo, o hijo de ste, impeda al esclavo prfugo que se acogiese al
palacio del emperador, incurra tambin en la pena de esclavitud.60 Suerte
igual corra con la confiscacin de sus bienes el que venda tierras ajenas que tena arrendadas.61

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Algunas mujeres y hombres holgazanes solan venderse a otras personas como esclavos para continuar por algn tiempo los desrdenes de
su vida.62 Fue costumbre entre las mujeres licenciosas el engalanarse,
darse colores, o pintarse el rostro y los labios;63 y como ellas se entregaban al libertinaje, no por el inters, sino por sensualidad, a veces, no
teniendo con que adornarse, vendan su libertad.64 As en esta venta,
como en la anterior, los esclavos comprados no empezaban a servir inmediatamente, sino que el comprador les daba un plazo ms o menos
largo, pero que rara vez pasaba de un ao, para que disfrutasen del
precio que haban recibido.65
Lo mismo aconteca con los hombres, que dados al juego de la pelota66
y del patolli que era algo semejante al de los dados,67 llegaban al extremo
de jugar su libertad,68 como los antiguos germanos.69 El precio comn de
estas ventas eran 20 mantas, las cuales formaban una carga de ropa, llamada cenanquimilli; y como todas no eran del mismo tamao, dbanse
ya ms pequeas, segn la calidad de la persona comprada.70
Adems de las mantas, los mejicanos se sirvieron de otras materias
para su comercio y la compra de esclavos. Robertson, en el libro VII de
su Historia de Amrica, dice que en Mjico no se conoci el uso de la
moneda, pero ste es uno de los errores de su obra. El comercio de
aquella nacin se haca, no slo por permuta, sino por verdadera venta
monetaria, pues los mejicanos emplearon varias especies de moneda,
aunque no acuada. La ms abundante y general de todas fue el cacao
en grano: un saco con 8 000 de ellos se llam xiquipil, y los comerciantes, para comprar cosa de algn valor, tenan sacos de tres xiquipiles, o
24 000 granos. Otra especie de moneda consista en caoncitos de pluma de ocha (italiano ganso?), llenos de granitos o polvo de oro, cuyo
valor variaba en razn de su tamao. Los objetos de poco valor se compraban con ciertas telillas de algodn llamadas patolguachtli. Corts
descubri que en algunas provincias se servan de piececitas de estao
muy delgadas en forma de T.71
Tambin la miseria forzaba a muchos indios a vender su libertad y la
de sus hijos;72 bien que la venta era nula, si stos no consentan.73 En
las de los hijos dice Torquemada: aconteca muchas veces que habiendo servido aquel hijo algunos aos, parecales que era bien repartir el
trabajo y daban al Seor otro de sus hijos, y sacaban de servidumbre al
primero, y no slo holgaba de ello el amo, ms daba por el que entraba
de nuevo en su servicio otras tres, quatro mantas, cargas de maiz.74
Estas ventas de los indios pobres y de sus hijos se multiplicaban
lastimosamente en tiempos de hambre. En las dos terribles que afligieron una parte del imperio mejicano bajo los reinados de Moctezuma I y
Moctezuma II, vendironse los hombres unos a otros por una corta cantidad de maz. En la primera, acaecida en 1452, viendo aquel monarca

10\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

que le era imposible socorrer a sus vasallos, y que muchos se hacan


esclavos para sustentarse aun por slo dos o tres das, mand que ningn hombre libre pudiera venderse por menos de 500 mazorcas de maz,
ni mujer por menos de 400.75
Otro modo particular de esclavitud, llamada huehuetlatlacoli, que
en lengua mejicana significa culpa o servidumbre antigua, consista
en que una o dos familias acosadas de la miseria se juntaban para vender uno de sus hijos, y repartir el precio entre s, obligndose cada
una de ellas a reponer el esclavo, aun cuando muriese. Esta obligacin
era trasmisible a sus descendientes; slo se eximan de ella si el esclavo mora en casa del amo, o si ste tomaba algo de lo que aqul tena;
pero el amo, para conservar siempre su derecho, no coga nada perteneciente al esclavo, ni menos permita que ste habitase en su casa. Si
despus de algunos aos de servicio, el hijo esclavo deseaba descansar
o casarse, entonces peda a las familias que lo haban vendido que otros
miembros de ellas entrasen a servir en su lugar por cierto tiempo;
pero aun en el caso de que otro lo reemplazare, ni l, ni la mujer con
quien se casaba, quedaban exentos de la obligacin primitiva.76 Habindose abusado de la ley que autorizaba esta especie de esclavitud,
y temindose los excesos que se hubieran cometido con el hambre de
1505, Nezahuelpilli, rey de Acolhuacan, la aboli, libertando de todo
compromiso a las familias obligadas, y lo mismo hizo Moctezuma II en
otras partes de su imperio.77
Para evitar fraudes, las ventas de personas libres o de esclavos se
hacan comnmente en presencia de cuatro o ms testigos ancianos; los
cuales intervenan tambin en fijar el precio entre el comprador y el
vendedor.78
Hombre hubo de mala fe que se venda dos veces a distintas personas para participar de doble precio. En este caso, el esclavo era del amo
que lo haba comprado delante de testigos y con otras seguridades; pero
si las dos ventas se haban hecho con los mismos requisitos, entonces se
declaraba propiedad del primer comprador.79
Vendanse los esclavos no slo en lugares privados, sino en los mercados pblicos;80 y la vez primera que los espaoles entraron en Mjico,
vieron en la gran plaza de aquella ciudad muchos esclavos y esclavas de
venta, sueltos unos, y atados otros en unas varas largas y con collares al
pescuezo para que no se huyesen.81
Pero el mercado ms famoso del imperio no estaba en Mjico, sino
en Aztcapotzalco, provincia de Xicalanco, distante algunas leguas de
aquella capital. Los tetzcucos ligados con los aztecas, destruyeron la
ciudad de Aztcapotzalco, capital del rey Maxtla de la raza de los
tepanecos, y en el campo desierto que qued se estableci el gran mercado de esclavos, al que acudieron despus los pueblos de Anhuac.82

JOS ANTONIO SACO

/11

All dice Sahagn83 , havia ferias de esclavos, all havia feria de


ellos, y all los vendan los que tratavan en esclavos, y para venderlos
aderezvanlos con buenos atavos los hombres, buenas mantas y
maxtles y sus cotaras muy buenas: ponian sus bezotes de piedras preciosas, y ponanles sus orejeras de cuero hermosas con pinjantes, y
cortbanles sus cabellos como suelen los capitanes cortrselos; y
ponanles sus sartales de flores y sus rodelas en las manos, sus caas de
perfumes que andaban chupando, y andaban bailando haciendo areyto
de esta manera compuestos. Y los que vendan mugeres tambien las
ataviaban; vestianlas de muy buenos vipiles, y ponianlas sus enaguas
ricas, y cortbanlas los cabellos por devajo de las orejas; una mano o
poco ms todo al rededor. El tratante comprava y vendia los esclavos,
alquilava los cantores para que cantasen y taesen el Teponaztli para
que bailasen y danzasen los esclavos en la plaza donde los vendian; y
cada uno de estos tratantes ponia los suyos para que aparte bailasen.
Los que querian comprar los esclavos para sacrificar y comer, all iban
mirarlos quando andavan bailando y estavan compuestos, y al que veian
que mejor cantava y mas sentidamente danzaba conforme al son, y que
tenia buen gesto y buena disposicion, que no tenia tacha corporal, ni era
corcobado, ni gordo demasiado, y que era proporcionado y bien hecho
en su estatura, como se contentase de algun hombre muger, luego
hablaba al mercader sobre el precio del esclavo. Los esclavos que ni
cantaban ni danzaban sentidamente, dbanlos por 30 mantas; y los que
cantaban y danzaban sentidamente y tenan buena disposicin dbanlos
por 40 quachtles mantas. Habiendo dado el precio que valia el esclavo,
luego el mercader le quitaba todos los atavios con que estaba compuesto, y poniale otros atavios medianos, y asi las mugeres en sus atavios; lo
cual llevavan los que los compravan aparejados, pues que sabian que les
habian de quitar el atavio conque estavan ataviados. Y llegando su
casa el que los llevara comprados, echvalos en la carcel de noche, y de
maana sacvalos de la carcel; y las mugeres davanlas recaudo para
que ilasen entre tanto que llegaba el tiempo de matarlas: los hombres
no les mandaban que hiciesen trabajo alguno. El que compraba esclavos hombres, ya tenia hechas unas casas nuevas, tres cuatro, y hacia
los esclavos que bailasen en los tlapancos cada da. Y este que havia
comprado los esclavos para hacer convite con ellos, despues de haber
llegado todas las cosas necesarias para el convite y de tenerlas guardadas en su casa, asi las que se havian de comer como las que se havian de
dar en dones a los convidados, como son mantas que se havian de gastar
en el banquete hasta 800, 1 000 mantas de muchas maneras, y maxtles
400 de los ricos, y otros muchos que no eran tales (...) Y despus de esto
daban dones los mercaderes de los principales que havian venido al
convite de otros pueblos que eran 12 pueblos, y estos eran tratantes en

12\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

esclavos y escojidos entre muchos; y despues de estos davan dones las


mugeres mercaderas y tratantes en esclavos.
Vendanse en los mercados esclavos de ambos sexos y de diferentes
edades; y cuando los principales mercaderes, a quienes se llam tealtiacoanianie, recorran varios pases, pasando por algn territorio enemigo, vestanlos con armas defensivas para que no se los matasen.84 Los
comerciantes eran tenidos en gran estima, y hombres y mujeres se dieron al trfico de esclavos.85
La guerra, fuente muy fecunda de esclavitud en las antiguas naciones del viejo continente, no lo fue en el imperio mejicano. Ella le dio
pocos esclavos, y tanto menos, cuanto ms nos acercamos a la poca del
descubrimiento y conquista de los espaoles. Esta anomala no provino
de que las razas que habitaron aquel vasto territorio, hubiesen sido todas pacficas. Los aztecas o antiguos mejicanos, que se cree bajaron del
norte y que llegaron a las fronteras de Anhuac a principios del siglo XIII,
siempre se distinguieron por su valor y aun ferocidad; y este espritu
guerrero fomentado y tenido en gran honor,86 llevolos poco a poco a la
conquista de las razas que ocupaban aquella regin hasta las playas del
golfo que hoy llamamos mejicano. A primera vista parece que tantas
guerras como tuvieron los aztecas, debieron darles muchos esclavos, y
que la civilizacin que alcanzaron, influira en que respetasen la vida de
los prisioneros para servirse de ellos; pero su carcter feroz y la religin sanguinaria que profesaron, los arrastr, no a mantener esclavizados a los vencidos, sino a inmolarlos casi todos en los altares de sus
dioses.
De las razas primitivas que poblaron el Anhuac, los toltecas fueron
los menos brbaros y de ellos eman la civilizacin que encontraron los
europeos en aquel pas al tiempo de la conquista.87 Sus ofrendas a los
dioses que adoraban, consistan en maz, frutas, gomas olorosas, y algunos animales, sobre todo, codornices. Este rito adoptaron al principio
los aztecas o mejicanos, y de aquellas aves inmolaron muchas a sus
divinidades.88
El sol y la luna fueron las de los chichimecas. Durante mucho tiempo, ellos no les ofrecieron sino flores, frutas, hierbas y copal; y slo sacrificaron hombres, cuando el contagioso ejemplo de los mejicanos alter su religin.89 Pero de dnde tomaron stos tan brbaro rito? La
historia no lo dice; mas, se puede inferir que naci de sus crueles instintos, del espritu belicoso que los haba familiarizado con la sangre, del
odio a sus enemigos y del fanatismo de sus sacerdotes. No es, pues,
extrao que los aztecas hubiesen inmolado vctimas humanas, porque lo
mismo hicieron otros pueblos brbaros de la Antigedad, y lo mismo
hacen hoy algunas tribus salvajes indias y africanas: lo que s asombra
es el nmero prodigioso de hombres que sacrificaron en sus altares;

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nmero que si en su inmensa mayora se compuso de prisioneros esclavizados, a veces se llen, cuando stos faltaban, con algunos delincuentes y esclavos expresamente comprados para el sacrificio.90
Segn Clavijero, los aztecas fundaron la ciudad de Mjico en el ao
1325 de la era cristiana, y poco antes fue cuando sacrificaron por primera vez un corto nmero de prisioneros de guerra.91
Raros en su origen estos sacrificios, aumentronse poco a poco hasta que corri la sangre a torrentes en sus numerosas fiestas religiosas,92 en la consagracin de sus templos y en la coronacin y funerales
de sus reyes y seores. Ya el objeto de sus guerras no fue tanto por
engrandecerse, cuanto por hacer prisioneros para el sacrificio.93 Los
Dioses tienen hambre, decan a veces los sacerdotes al monarca; y si
en el furor de los combates se derramaba menos sangre, era por el inters de coger vivos a los enemigos, para ofrecerlos en holocausto a sus
dioses sanguinarios. Cuando Corts pregunt a Moctezuma cmo siendo tan poderoso y habiendo conquistado tantos reinos, no haba sojuzgado la provincia de Tlaxcala, que tan cerca estaba? Moctezuma le respondi que por dos razones: la una, por tener en qu ejercitar la juventud
mejicana, para que no se criase en ocio y regalo: la otra, y principalmente, porque haba reservado aquella provincia para sacar cautivos que
sacrificar a sus dioses.94 Ningn rescate poda librar al cautivo del sacrificio, y el valor de un guerrero mejicano se graduaba por el nmero
de prisioneros que haca.95
El modo ordinario del sacrificio era abrir la vctima por el pecho y
sacarle el corazn; pero a veces, ora se la ahogaba en el lago de Mjico,
ora se la haca morir de hambre, encerrndola en las cavernas de los
montes, ora, en fin, combatiendo como los gladiadores de la antigua
Roma.96
Cuando llegaba la hora tremenda de consumar el sacrificio del primer
modo indicado, seis sacerdotes con las manos, rostro y cuerpo pintados
de negro, hacan subir al cautivo al atrio del templo. Cinco de aqullos
vestan mantos blancos recamados (ricamati) de negro, con la frente armada (adornada o ceida) de cotellini de papel de varios colores, y con
largas y revueltas cabelleras. El sexto sacerdote, que era el gran
sacrificador, llevaba un manto rojo, smbolo de su sanguinario ministerio,
una corona en la cabeza, de hermosas plumas verdes y amarillas, y en la
mano un cuchillo formidable de una materia volcnica, dura como el pedernal.97 Tendase a la vctima boca arriba sobre una gran piedra de jaspe, de ms de cinco pies de largo, tres de ancho, otro tanto de alto, y un
poco convexa por la parte superior para que el pecho le quedase prominente. En esta posicin, cuatro de los sacerdotes le sujetaban los pies y
las manos, otro le apretaba la garganta contra la piedra echndole una
media argolla de madera en forma de serpiente, y el sexto armado de

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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

cuchillo, le abra el pecho con una prontitud asombrosa, metiendo la mano


por la herida, le arrancaba el corazn, que caliente y palpitante ofreca al
sol, y despus lo arrojaba a los pies del dolo del templo.98 Esta muerte
horrible sufrieron en la noche triste muchos de los espaoles compaeros
de Corts, y sus carnes despus del sacrificio fueron devoradas como de
costumbre, en un banquete sagrado.99 Tal fue el modo ordinario de los
sacrificios entre los aztecas; pero hubo casos en que la vctima era inmolada con ceremonias diferentes y de una manera ms cruel.100
La brbara costumbre de los sacrificios humanos no slo existi en
muchos pueblos de Amrica, sino en otros del viejo continente.
Los cananeos inmolaron cruelmente a los nios en los brazos de su
dolo Moloch.101 Vctimas humanas sacrificaron tambin los moabitas.102
Lo mismo hicieron por hecatombes algunos pueblos de la antigua Espaa. Los galatas sacrificaron cada cinco aos los malhechores a sus dioses, ya empalndolos, ya consumindolos en hogueras, y suerte igual
experimentaron sus prisioneros de guerra.103
Los escitas, adems de caballos y otros animales, ofrecieron al dios
Marte algunos de sus prisioneros.104
Aqu aparece el escita menos feroz que el mejicano, porque aqul no
devoraba como ste las carnes de la vctima en un banquete solemne.
Los antiguos germanos sacrificaban en ciertos das vctimas humanas a Mercurio, que era su principal divinidad,105 y lo mismo hicieron
los antiguos galos.106
Los rabes inmolaron hombres a sus divinidades, y todava en el
sig1o sexto duraban entre ellos estos sacrificios.107
Viniendo a nuestros das, vese en frica que algunas naciones practican sacrificios humanos; y entre ellos, ninguna es tan conocida de los
europeos, ni goza de tan funesta celebridad como la de Dahomey en la
costa occidental de aquel continente.
Pero se dir, que todas las naciones hasta aqu mencionadas vivieron
en la barbarie, y que los mejicanos, que inmolaron hombres como ellas,
no tuvieron por cierto la civilizacin que tanto se pondera. Nada sera
ms errneo que este argumento, porque las supersticiones religiosas
tienen un imperio tan poderoso sobre el corazn humano, que a veces
sobreviven muchos siglos a la poca en que los pueblos que las practican han salido ya de la barbarie. No subi el antiguo Egipto a una
civilizacin muy elevada? Pero al mismo tiempo, no estuvo en contradiccin con ella el absurdo y ridculo sistema religioso que profes? Si
no puede afirmarse que ese pueblo hubiese manchado su culto con sangre humana, otros, ciertamente, a quienes no cuadra la denominacin
de brbaros la derramaron tambin en honor de sus divinidades.
La antigua India, a pesar de su adelantada civilizacin, celebr sacrificios humanos, y sus dioses hallaban la sangre de las vctimas sabro-

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sa como la ambrosa.108 Los battas, en la isla de Sumatra, aunque ya


civilizados, se coman por su precepto religioso a sus ms prximos parientes viejos y enfermos.109
Los persas enterraban gente viva, y a veces era para sacrificar a los
dioses.110 Los antiguos griegos del continente y de las islas sacrificaron
a sus dioses vctimas humanas,111 y en la Arcadia todava se inmolaban
en tiempo de Eusebio.112
Los mismos hebreos, ese pueblo escogido de Dios, olvidndose de
las leyes, y entregndose a una idlatra apostasa, sacrificaron a sus
hijos a los dioses de Canan.113
Iguales sacrificios hicieron los fenicios a Saturno en tiempo de guerra
y de otras calamidades.114
Los cartagineses, que fueron uno de los pueblos ms clebres de la
Antigedad, inmolaron a Kronos, no ya los prisioneros de guerra, sino
los hijos de las familias ms distinguidas de Cartago.115 Y todava practicaron estos sacrificios en tiempo de Eusebio.116
Hombres sacrificaron a Jpiter y a Apolo los antiguos romanos;117 y
si damos crdito, a Porphiro,118 ellos no abolieron enteramente esta prctica sanguinaria hasta el ao 657 de la fundacin de Roma.
Robertson, en el libro VII de su Historia de Amrica, atribuye los
sacrificios de los mejicanos, no a su brbaro estado, pues que l reconoce los adelantamientos sociales que haban hecho, sino al sistema religioso que adoptaron. En su concepto, todos los pases donde se adora
como divinidad al sol, la luna y otros objetos de la naturaleza, el espritu
de supersticin es dulce; pero cuando se rinde un culto religioso a seres
quimricos, hijos de la imaginacin y del temor del hombre, entonces la
supersticin toma unas formas extraas y feroces. La primera de estas
religiones, dice l, fue la de los peruanos; la segunda, la de los mejicanos; y he aqu, dice l tambin, por qu stos inmolaron hombres; mas,
no aqullos.
Este raciocinio de Robertson, por ms filosfico que parezca, es completamente falso. Que se derrame o no sangre humana en el culto de los
pueblos idlatras, esto no depende de que los seres a quienes ellos adoran, sean objetos naturales, o puramente quimricos, sino de las ideas
supersticiosas que los obcecan y obligan a tributar adoraciones de
aqueste o del otro gnero. El hombre en su pequeez, deseando hacerse
propicia la divinidad que rige el universo, juzga que las ofrendas que le
consagra, cuanto ms nobles y ms preciosas, tanto ms aceptables le
sern; y como nada en la creacin es comparable al hombre, l crey en
su delirante fanatismo, que a veces deba derramar en los altares la
sangre de sus semejantes.
Si volvemos la vista a los pueblos que en el nuevo continente ofrecieron vctimas humanas, encontramos que algunos de ellos adoraron ob-

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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

jetos naturales. Culto rindieron al sol los indios que habitaban la Florida entre los 30 y 35 de latitud septentrional; y, sin embargo, a l le
sacrificaban los prisioneros de guerra.119 A ese astro contaron tambin
entre sus divinidades los mismos mejicanos, y por eso, en el acto del
sacrificio, el gran sacrificador le ofreca el corazn de la vctima.
En el espacio comprendido entre la pennsula de Yucatn y Guatemala habitaron varias naciones, y una de las principales de ellas,
llamada de los indios lacondones, adoraba tambin al sol, a cuyo astro se ofreca el corazn de sus prisioneros del mismo modo que los
mejicanos.120
Los itzaes, otra de las naciones de aquella regin, tuvieron mucha
variedad de sacrificios, y uno era el que se haca al dolo Hobo. Era ste
de metal hueco, como Moloch entre los cananeos, abierto por las espaldas y con los brazos tendidos. Encerrbase en l la vctima, y aplicndole fuego, quedaba all hecha cenizas; y para que nadie tuviese compasin de los lamentos de la vctima, los sacerdotes durante el sacrificio,
bailaban, gritaban, y taan sus estrepitosos instrumentos. A los padres
y parientes hacaseles bailar con los dems circunstantes mientras duraba tan horrible sacrificio.121
Los indios del Nuevo Reino de Granada adoraron al sol y a la luna
como dos divinidades creadoras del universo; pero ya hemos visto que a
veces regaron sus templos con la sangre de los muchachos.122
Los mismos peruanos, cuya religin nos presenta Robertson tan
inmaculada, no estuvieron del todo exentos de sacrificios humanos, pues
cuando los incas estaban enfermos, o iban a la guerra, solieron inmolarse nios de la edad de 4 a 10 aos, para que aqullos alcanzasen la salud
o la victoria.123
Al coronarse los incas, sacrificbanse 200 nios, ahogndolos y enterrndolos unas veces, o degollndolos otras, con cuya sangre untbanse
los sacerdotes de oreja a oreja. En esa solemnidad inmolbanse tambin las vrgenes Mamaconas del templo. Cuando estaba enfermo algn
indio principal y el sacerdote deca que haba de morir, sacrificaban al
hijo diciendo: que se contentase el dolo con l y que no quitase la vida
al padre.124
En otros casos sacrificaron tambin los peruanos vctimas humanas;
mas, no hay necesidad de prolongar esa lista fnebre.
El clebre historiador escocs tuvo poco acceso a las fuentes originales y no ley todo lo que debi leer para escribir la historia de Amrica. Acaso en este punto sigui al inca Garcilaso de la Vega, quien niega
en la parte 1, libro II, captulo IX de sus Comentarios Reales, que los
peruanos se hubiesen manchado con esos sacrificios. Pero Garcilaso fue
por su madre descendiente de los incas del Per e interesado en repeler
tan grave cargo contra la memoria de sus progenitores; su testimonio

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debe mirarse con desconfianza, y tanto ms, cuanto que autores que
conocieron las costumbres de aquellos indios, afirman positivamente lo
contrario. Fray Vicente de Valverde, obispo del Cuzco, dice en una carta
interesante que escribi a Carlos V: Sacrifican ovexas y palomas al sol,
porque entre los seores principales y en la mayor parte de la tierra no
sacrificaban hombres ni adoraban dolos sino al Sol, aunque en algunas
provincias sugetas a este seor [al inca del Cuzco] sacrifican ombres y
adoran dolos.125
Acerca del nmero de vctimas sacrificadas en Mjico, hay gran divergencia entre los autores. Los primeros religiosos franciscos que llegaron a Mjico muy poco despus de la conquista, calcularon en casi
2 500 los hombres y los nios inmolados anualmente en aquella capital
y en algunos pueblos circunvecinos de la laguna.126 Pero este cmputo
es muy incompleto, pues solamente comprende una parte del imperio.
Las Casas en su impugnacin al doctor Seplveda, dice que el nmero
de vctimas era muy corto. Zumrraga, primer obispo de Mjico, en una
carta que escribi en 12 de junio de 1531 al Captulo General de su Orden, reunido en Tolosa de Espaa, eleva a 20 000 el total anual en slo la
ciudad de Mjico.127 Clavijero cree que no es excesivo calcular en 20 000
los sacrificios anuales.128 Lpez Gomara, llevado de lo que otros dicen,
opina que hubo aos hasta de 50 000.129 Herrera, ms circunspecto, no
se atreve a fijar cantidad anual; pero dice que hubo vez en que las vctimas pasaron de 5 000 y aun 20 000.130
Autores muy versados en las antigedades mejicanas, como
Torquemada y don Fernando de Alba, nombre que se dio al indio
Ixtlilxchitl, elevan el primero131 a 72 344 y el segundo132 a 80 400 los
prisioneros inmolados en pocos das, cuando en el ao de 1486 se celebr la consagracin del gran templo de Mjico. Con estas cifras no concuerda la Explicacin del Cdigo Telleriano-Remense, pues en ella se
afirma que entonces slo fueron sacrificados 4 000 prisioneros.133 Prescott134 no cree que entonces se hubiesen sacrificado tantas vctimas, y
fndase en que los prisioneros se habran sublevado para no dejarse
matar como carneros, y en que la corrupcin de los cadveres habra
ocasionado una peste. Yo tampoco creo en tales exageraciones; pero no
por las dos razones que l expone. En cuanto a la primera, es de advertir, que ni todos los cautivos estaran juntos, sino esparcidos en varios
lugares; ni que se sacaran todos de un golpe, puesto que los sacrificios
duraron cuatro das consecutivos. Tomaranse, adems, con ellos todas
las precauciones posibles para que no se sublevasen o escapasen. La
nacin mejicana era populosa y guerrera; y como la fiesta que entonces
se celebr fue una de las ms solemnes, acudiran a la capital muchos
habitantes de otros pueblos; y este extraordinario concurso facilitaba
los medios de consumar aquel sacrificio con toda seguridad. Clavijero

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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

dice que en concepto de algunos autores, 6 millones de personas asistieron a esta gran fiesta, nmero que aunque, en su juicio, puede ser exagerado, no le parece absolutamente inverosmil.135 Yo no creo en tales 6
millones; pero s admito que la concurrencia sera muy numerosa y ms
que suficiente para impedir que los cautivos se sublevasen. En cuanto a
la peste, muchos cadveres seran devorados, segn costumbre, en el
banquete sagrado que se haca despus del sacrificio; y los restantes
seran transportados a puntos diferentes para impedir su acumulacin,
o enterrados o quemados, como se practicaba con otros muertos.
Para m, la verdadera dificultad consiste en el prodigioso nmero de
vctimas que se seala; porque cuando se celebr la consagracin del
gran templo en 1486, ya estaban terminadas las conquistas del vasto
pas que formaron aquel imperio, pues a excepcin de Tlaxcala, todos
los pueblos obedecan ciegamente al monarca de Mjico: de manera que
de ellos ya no se podan sacar cautivos. Y si Tlaxcala no sucumbi tambin, fue porque de intento se la dej independiente para guerrear con
ella, ejercitar, como se ha dicho, en las armas a la juventud mejicana y
coger prisioneros para el sacrificio. Pero esto mismo no prueba que ya
eran muy pocas las guerras exteriores, y que por lo mismo haba gran
dificultad en hacer cautivos? Muy raras debieron tambin de ser las
insurrecciones intestinas, por el grado de profunda sumisin a que estaban reducidas las provincias subyugadas; y esto demuestra, que ya estaban casi agotadas las fuentes de donde se sacaban las vctimas humanas. Para reunir todas las que entonces se inmolaron, fue preciso ir
reservando los prisioneros que se hicieron en las guerras de los cuatro
aos anteriores;136 pero este nmero no pudo ser tan grande como se
supone, as por las razones ya expuestas, como por la multitud de sacrificios que hacan los mejicanos en las frecuentsimas fiestas que anualmente celebraban.
En medio de tanta incertidumbre, hay un dato que derrama mucha
luz sobre el nmero aproximado de las vctimas que hubo en la consagracin del gran templo en 1486. Para hacer dice Clavijero con
mayor aparato tan horrible sacrificio, las vctimas se pusieron en dos
filas, cada una de casi milla y media, las cuales empezaban en las calles
de Tacuba y de Iztapalapan y terminaban en el mismo templo, y segn
que a l iban llegando, eran sacrificadas.137
Esas dos filas de casi milla y media, cada una forman casi tres; o sea,
casi una legua. Al fin que me propongo cumple ms bien aumentar que
disminuir la distancia: por eso tomar entera la legua, pero no francesa,
sino espaola, que es ms larga, y cuya longitud es de 5 555 metros, 55
centmetros. Computando que en cada metro se colocaron tres cautivos, resulta un total de 16 666; pero aun exagerando el clculo, y suponiendo que en cada metro entrasen cuatro cautivos, el total de ellos

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sera de 22 222: nmero que dista inmensamente de esas decenas de


miles de que hablan algunos autores.
Por ms que se rebaje el nmero de vctimas inmoladas en aquella
gran solemnidad y en los sacrificios anuales, es innegable que en ningn pas de Amrica ni acaso del mundo, se derram en perodo igual
tanta sangre humana a nombre de la religin, como en el imperio de
Anhuac; y que sin esta brbara costumbre, la esclavitud habra tomado en l mayor extensin, pues que a ella hubieran sido condenados
muchos de los prisioneros que recibieron la muerte.
Ni a stos se limitaron aquellos sacrificios, pues en ciertas ocasiones
se compraron esclavos para inmolarlos. Celebraban los mercaderes una
fiesta particular llamada panquezaliztli, cuyas vctimas eran esclavos
de ambos sexos en nmero igual, comprados en el gran mercado pblico
de Azcapuzalco. Llamose a esos esclavos tlaaltiltin, que quiere decir
lavados, porque se les lavaba y engordaba, para que cuando se les matase y comiese, sus carnes fuesen sabrosas, las que se servan cocidas con
maz tambin cocido, en el gran banquete a que asistan los principales
traficantes de esclavos, escogidos de entre muchos pertenecientes a
varios pueblos del imperio.138
La feroz supersticin mejicana lleg al extremo de sacrificar hasta
los nios esclavizados, pues los sacerdotes los compraban para celebrar
con ellos las fiestas de las divinidades del agua; y las madres obcecadas
por el ms cruel fanatismo consentan gustosas en la venta y el sacrificio de sus tiernos hijos. En el monte de Coactepec estaban colocadas las
estatuas de aquellos dioses, y all se les ofreca la sangre y el corazn de
los nios, cuyas carnes despus del sacrificio eran devoradas en un convite por los seores y los sacerdotes.
El primer mes del calendario mejicano, que corresponde a nuestro
febrero, hacan dice Torquemada, fiesta a los dioses del agua llamados Tlaloc o Tlalocatecuhtli. Al segundo da de este mes, se juntaba
todo el pueblo a la celebracin de su fiesta, en la cual hacan muchas y
varias ceremonias, y las acompaaban con diversidad de sacrificios; y
por razn de tenerlo por dioses de las pluvias y aguas, ocupbanse este
da y todos los dems de el dicho mes en comprar nios tiernecitos, que
an estaban a los pechos de sus madres, para sacrificarlos en los montes, de donde imaginaban, que el agua les vena, y les pareca que las
nubes se engendraban, en las cuales tenan credo que los dichos
Tlaloques estaban y presidan. De estos nios comprados hacan luego
sacrificio, gastando en l parte de ellos, pero no todos; y los que restaban, iban sacrificando por espacio y tiempo de tres meses, que segn
esto, era esta matanza y sacrificio, en los otros dos meses suyos, que
corresponden al nuestro de marzo y parte de abril, que es el tiempo
cuando ya las aguas en esta tierra y reino comienzan con alguna fre-

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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

cuencia, para sustentar los sembrados y sementeras. Mientras algunos


de estos nios no se sacrificaba, no se le quitaba a la madre, y le criaba,
hasta que llegaba el da de su ofrenda y muerte(...) Cuando llevaban
estos nios al sacrificio, iban en hombros y literas muy enramadas y
compuestas de flores y rosas; y de ellos echaban en esta ciudad de Mjico,
en el remolino de la laguna, y los otros llevaban al desierto y monte de
Coactepec, a hacer de ellos el ordinario sacrificio. Llevbanlos con mucha msica, as de instrumentos musicales como de cantos e himnos
hechos y compuestos para aquel propsito. Este mes mataban otros
muchos cautivos a honra de los dioses Tlaloques.139
Inmolbanse los esclavos, no slo en las ceremonias religiosas, sino
en los funerales de sus amos. Fue costumbre entre los grandes seores
mejicanos tener altares en sus casas y emplear exclusivamente uno de
ellos, en encender el fuego sagrado, y quemar aromas en l. Cuando el
amo mora, este esclavo junto con otros as de aqul como de los seores
convidados, eran a veces sacrificados hasta en nmero de 100 y de 200,
para que le acompaasen y sirviesen en la otra vida; y estos sacrificios
se renovaban al da 5, 20, 40, 60 y 80, despus de haber sido quemado el cadver en la pira que se preparaba en el atrio del templo. Acostumbrose tambin a la muerte de un seor, convidar a su entierro a los
dems seores de las provincias, quienes llevaban regalos de ricas mantas, plumas verdes y esclavos.140 Las primeras servan para envolver el
cadver; las segundas, para adornarle, y los ltimos, para inmolarlos a
los manes del difunto.
Al contemplar el terrible sacrificio de los esclavos, bien pudiera creerse que la esclavitud fue muy cruel entre los mejicanos; pero nada sera
ms errneo. El corazn del hombre, y particularmente el del hombre
semi-civilizado, es un conjunto de inconsecuencias y contradicciones; y
el mejicano, que tan sanguinario era con los esclavos delante de los altares, en el domstico les trat con mucha humanidad y dulzura.
Las leyes les protegieron, y el hombre que los mataba, sufra
pena de muerte.141 Sus tareas fueron pocas y moderadas;142 podan casarse, tener familia, bienes y aun esclavos, sin que su amo pudiese servirse de ellos, ni impedirles que los comprasen,143 Muchos amos al morir los dejaban libres;144 otros frecuentemente se casaban con sus esclavas
y las amas viudas, con sus esclavos. Cuando stos eran muchachos se
les miraba como hijos. La esclavitud del padre o de la madre, o de entrambos, en nada afectaba al hijo, y ste, por consiguiente, naca libre;145
cosa que jams se vio ni aun en las naciones ms civilizadas de los tiempos antiguos y modernos. Los amos generalmente conservaban en su
poder a los buenos esclavos, pero solan regalarlos como en las grandes
fiestas que se celebraban, cuando algunos indios de Tlaxcala, Mjico y
otros pueblos de aquella laguna eran armados de caballeros por servi-

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cios a la patria, en cuyas funciones los nuevamente condecorados hacan presentes a los otros caballeros.146 A los esclavos viciosos o que se
huan, el amo antes de venderlos los amonestaba dos o tres veces delante de testigos; pero si no se corregan, entonces se les echaba al pescuezo una media argolla de madera y se les venda en el mercado. Si despus de haber cambiado dos o tres veces de amo an no se enmendaban,
vendaseles para el sacrificio.147 Los esclavos de argolla al pescuezo que
se huan de la prisin, alcanzaban su libertad si se acogan al palacio del
emperador.148
Cuando los seores se aparejaban para la guerra, sentenciaban a
muerte a los esclavos que estaban presos por algn delito grave; pero
tambin libraban de la crcel a los injustamente retenidos en esclavitud
y stos inmediatamente se iban a baar en seal de que eran libres.149
En el signo del mes del ao en que los mejicanos celebraban la fiesta
del dios Tezcatlipoca no se poda maltratar a ningn esclavo, pues el
amo lo prohiba bajo graves penas a todos los miembros de su familia.
Desde la vspera de la funcin se quitaban las colleras a todos los presos, se les baaba, enjabonaba y limpiaba la cabeza, y el amo los obsequiaba como si fuesen los hijos queridos de aquel dios.150
Tan desinteresada y generosa fue la esclavitud de los mejicanos con
sus esclavos, que cuando Carlos I mand libertar a los indgenas injustamente esclavizados por los espaoles, los indios ya cristianos y propietarios de esclavos de su misma raza, cediendo a los consejos de los
religiosos misioneros, no slo los libertaron voluntaria y gratuitamente,
puesto que a ellos no se refera la orden de aquel monarca, sino que les
proporcionaron medios con que subsistir en su nueva vida. Otros que
antes haban vendido algunos de esos esclavos, los buscaron con diligencia para rescartarlos con su dinero y si no los encontraban, o repartan entre los pobres el precio en que los haban vendido, o libertaban
en su lugar a otros esclavos.151 Ejemplo digno de ser imitado por los
espaoles que all residan, y aun por las naciones ms cultas de la tierra!
Tales fueron las leyes del cdigo azteca en punto a esclavitud. En l
deben distinguirse dos partes muy diferentes: una, relativa al modo de
adquirir esclavos; y otra, al tratamiento que se les daba. La primera es
muy imperfecta, porque prodiga la pena de esclavitud sin guardar la
debida proporcin entre las penas y los delitos: asunto verdaderamente
difcil, y que no poda resolver con acierto un pueblo cuya civilizacin
estaba poco adelantada. La segunda parte, que ms depende del corazn que del entendimiento, es digna de grandes elogios, y aunque todas
sus disposiciones no merecen una completa aprobacin, puede asegurarse que, en su conjunto, ningn pueblo antiguo ni moderno ha presentado jams un cdigo tan justo y tan humano en materia de esclavitud. Empero, no se crea, que los esclavos fueron gobernados con la misma

22\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

dulzura en todas las provincias del imperio mejicano, porque hubo algunas donde las costumbres y las pocas leyes que las regan se apartaron
de las ideas filantrpicas de los aztecas.
Antes de salir de Nueva Espaa, digamos que en Yucatn eran esclavizados los indios que cometan ciertos delitos.152 Ni perdieron la costumbre de esclavizar por otras causas, aun despus de la dominacin
espaola: as fue que los religiosos establecidos en aquella provincia,
entre los remedios que propusieron al Consejo de Indias para atajar los
males de aquella tierra, escribieron lo siguiente:
Remedio en los esclavos que hacen los naturales entre s; lo que
anda tan roto, que en muriendo su padre, el que ms puede del pueblo,
hace esclavos a los hijos y los vende.153
Si de Nueva Espaa pasamos a pases ms meridionales, damos con
el Per, que en grandeza y civilizacin fue superior a Mjico; pero as
como en ste encontraron los espaoles establecida la esclavitud de los
indios, as tambin en aqul.
Atendiendo a la organizacin social del Per, no hubo necesidad de
esclavos. Todos los indios de ambos sexos estaban obligados a trabajar,
y la pereza era castigada severamente. Emplebanse en el servicio domstico, en la agricultura, en las artes, en la explotacin de las minas, y
en todas las obras pblicas.154 Por otra parte, las leyes a nadie esclavizaban por vicios o delitos, pues stos, por leves que fuesen, se castigaban ordinariamente con penas mucho ms severas, gradundose la magnitud de la culpa, menos por el dao de tercero, que por la ofensa que se
haca al monarca, autor supremo de toda legislacin, y a quien deba
respetarse como a un dios.155 De este modo quedaron cegadas las fuentes de la esclavitud que tan fecundas fueron en otras partes del Nuevo
Mundo. Verdad es que los incas del Per siempre tuvieron guerras de
conquista156 y que dilatando con ellas los lmites de su imperio desde el
Ecuador hasta Chile, pudieron haber esclavizado muchedumbre de prisioneros; pero su poltica, con pocas excepciones, consisti en subyugar
los pueblos, ms con arte y con regalos que con las armas, y cuando se
vean forzados a acudir a ellas, procuraban disminuir los males, impidiendo los saqueos, perdonando a sus enemigos y admitindolos como
miembros de la nacin peruana.157 Sin embargo, aunque en casos de
rebelin hubo veces que exterminaron a todos los hombres,158 otras redujeron los rebeldes a perpetua servidumbre, y de aqu naci aquella
raza de esclavos por origen, pertenecientes a la corona, llamados
yanaconas, y que vestan de un modo diferente al de gente libre.159
Es innegable que la guerra dio esclavos a los pueblos situados en los
confines septentrionales del imperio de los incas, pues cuando Francisco Pizarro march de aquellas regiones, dio libertad en la isla de Puna a
ms de 600 personas naturales de Tumbes, que estaban destinadas, unas

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para el sacrificio y otras para la esclavitud.160 De un pasaje de Herrera


aparece que los caciques acostumbraron esclavizar algunos indios por
faltas leves, y que aun despus de la conquista quedaron todava restos
de esta costumbre.161
A su entrada en las provincias del Ro de la Plata, los espaoles encontraron indios con esclavos.162 El hurto era una de las causas por las
cuales se impona la pena de esclavitud, y el condenado era vendido en
otra tierra.
Los albaias y los guirnacaes, tribus del Paraguay, mataban en sus
guerras a los enemigos adultos; pero esclavizaban a las mujeres y a los
muchachos, y por pobre que fuese el albaia, no dejaba de tener tres o
cuatro esclavos cogidos en la guerra.163 Fernando de Magallanes, en su
viaje inmortal, toc en Ro Janeiro, y en los trueques que la tripulacin
de sus naves hizo con aquellos indios, daba una hacha por un esclavo;
pero Magallanes, ya para evitar altercados con los portugueses, ya por
el fundado temor de que se consumiesen los vveres, tan necesarios para
la larga navegacin que haba emprendido, prohibi bajo pena de muerte que nadie tomase esclavos.164
Al paso que los portugueses iban asentando su dominacin en el
Brasil, fueron tambin descubriendo que muchas tribus tenan esclavos. De ellos se sirvieron los papanazes; y la nacin de los graimares,
con la que Martn Alfonso de Sousa hizo un tratado de alianza en 1531,
esclavizaba sus prisioneros. Cuando alguno de los papanazes mataba a
otro de su nacin, aunque fuese por casualidad, era inmediatamente
ahorcado y enterrado a presencia de sus parientes y de los del muerto,
a quienes se entregaba para que lo ejecutasen. Si el matador se hua,
entonces su hijo, hija, o pariente ms cercano, se daba como esclavo al
pariente ms prximo del muerto. Aun de los tupiniguinos, que si bien
devoraban a los prisioneros cuando eran adultos, perdonaban la vida a
los muchachos, reducindolos a esclavitud.165
Parece que todas las tribus que habitan el Brasil, todava tienen esclavos. Si entre los indios de Mjico se perdi la libertad por algunos
delitos, en el Brasil no se esclaviza por ninguno. Aqu pueden el padre y
el marido vender al hijo y a la mujer; pero pocas veces usan de este
derecho, y cuando lo ejercen, vndenlos ms bien a los extranjeros que
a los de su raza. La suerte que cabe a los prisioneros de guerra, es la
muerte o la esclavitud. Tribus hay muy crueles con los esclavos, y que
abandonan inhumanamente a los enfermos y a los ancianos; pero hay
otras, como los botocudos, mudrucos, etc., que los tratan con dulzura,
particularmente a los nios que cogen en la guerra.166
Abandonando, pues, las tierras del medioda, volvamos al hemisferio septentrional para apuntar brevemente lo que en Florida vieron los
castellanos.

24\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

De ese pas sabemos que los indios en sus mutuas guerras tambin
se esclavizaban, y que los amos los destinaban a la labranza y a otras
tareas. Pero as como los antiguos escitas reventaban los ojos a sus esclavos para que no se distrajesen de la ocupacin de ordear sus yeguas, as los indios de la provincia de Cofaiquichi cortaban a los suyos,
para que no se huyesen, los calcaales y nervios de las piernas.167
Al decir de Charlevoix, los indios que habitaban la Florida entre los
30 y 35 de latitud, esclavizaban a las mujeres y nios que cogan en sus
guerras; pero que a los hombres los sacrificaban al sol, que era una de
sus divinidades, y que despus se los coman como un deber religioso.168
Avanzando hacia el septentrin, damos con los iroqueses y otras naciones, cuyas costumbres son tan curiosas en punto de guerra y esclavitud, que bien merecen una mencin especial.
Hacanse de dos modos los esclavos entre esas naciones: o por castigo o por la guerra. Por castigo era cuando algn miembro de una familia
mataba al de otra, o al de tribu o nacin diferente. En estos casos
admitase la composicin, esto es, ciertos presentes que satisfaciendo a
la familia del muerto, todo quedaba arreglado, sin haber lugar a venganzas. Los parientes de la vctima no se contentaban con los regalos
que se les ofrecan, entonces, era regla general seguida por la mayor
parte de esas naciones, que el homicida se entregase como esclavo a los
parientes del muerto; y aunque stos podan matarle, jams lo hacan.
Semejantes esclavos eran tratados con dulzura, pues las madres los adoptaban dispensndoles el mismo cario que a sus hijos muertos. A veces
aconteca que contentndose los interesados con la presentacin del
esclavo, no lo aceptaban para no tener delante de s el homicida de su
hijo, de su padre o de otro objeto querido.169
Varia fue la suerte de los prisioneros de guerra.
Un consejo haca la distribucin de los prisioneros, y un anciano publicaba en alta voz los nombres de las personas a quienes les tocaban.
stas los llevaban a sus cabaas, ya para esclavizarlos, ya para matarlos;170 muerte que les daban los iroqueses, quemando del modo ms horrible a los que consideraban intiles, como los viejos, enfermos y nios; y tambin a los jefes o a otros que teman se les escapasen y despus
les hiciesen dao.171
La condicin del prisionero esclavizado era, entre las naciones
algonquines, siempre dura; pero muy suave entre los iroqueses y los
hurones.
Desde que penetra en la cabaa, en la cual se ha resuelto conservarle, se le desata, se le despoja de los lgubres atavos que le presentan como una vctima destinada al sacrificio; se le lava con agua tibia
para borrar los colores de su rostro y se le viste de limpio, recibiendo en
seguida las visitas de los parientes y amigos de la familia en que va a

JOS ANTONIO SACO

/25

entrar. Poco tiempo despus se celebra un festn, al cual se invita a todo


el pueblo, para darle el nombre de la persona a quien viene a substituir:
los amigos y los parientes del difunto celebran tambin un festn para
honrarle, y desde este instante entra en posesin de todos sus derechos.
Si la esclava donada en una cabaa es una doncella, y no hay ninguna
persona de su sexo en estado de poderla sostener, es una fortuna para
esta cabaa y para ella. Toda la esperanza de esta familia se funda entonces en esta esclava, que se convierte en seora de la familia y de las
ramas que de ella dependen. Si es un hombre el que reemplaza a un
anciano, a un considerable, se convierte tambin en anciano o en considerable, y ejerce autoridad en la ciudad, si por su mrito personal
sabe sostener con prestigio el nombre que toma.
Estos esclavos deban comportarse bien, pues de lo contrario, se
exponan a que cambiase su situacin, aunque hubiesen corrido muchos
aos despus de haber sido adoptados, y particularmente, si la familia
en que se haban injertado era numerosa, pues entonces podran pasarse fcilmente sin ellos.
Los esclavos de los iroqueses no deseaban huirse de la casa de sus
amos, pues estaban identificados con ellos, ya por el vnculo de la adopcin, ya por el buen trato que se les daba. Y esta conducta, seguida
desde siglos anteriores hasta los ltimos aos, ha influido en que los
enemigos de los iroqueses acojan las proposiciones que stos les hacen,
contribuyendo de esta manera a conservar el nmero de sus familias, y
a ser ms preponderantes que las dems naciones del septentrin de la
Amrica.172
Las mujeres cogidas en las guerras que esas naciones se hacan, eran
esclavizadas y sus amos, ora las tomaban por concubinas, ora se casaban con ellas; pero uno y otro caso, conservaban la marca de su esclavitud, pues no podan usar ni los cabellos largos, ni los borcegues, que
era el signo distintivo de las mujeres libres.173 El borcegu consista en
dos piezas de junco y de algodn, cosidas y muy bien trabajadas, que
apretando la pierna por sus dos extremidades, hacen inflar el grueso de
ella para que parezca ms llena y ms redonda.174
Por ltimo, es de advertir que la esclavitud no era personal entre
esas naciones, pues se trasmita de padres a hijos.175
Si los europeos, al conquistar el Nuevo Mundo, hallaron establecida
la esclavitud entre los mismos indgenas, evidente es que ella no fue una
novedad que la Europa introdujo en aquellas regiones. Tan funesta institucin estaba entonces generalizada en la vasta superficie del viejo
continente; y el gran pecado de los conquistadores del Nuevo consiste
en haber consolidado y extendido en l la esclavitud, ora imponiendo su
pesado yugo sobre millones de indios libres, ora transportando como
esclavos a los hombres de raza africana.

26\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

Notas
1

Carta del doctor Chanca al ayuntamiento de Sevilla. Esta carta debi haberse escrito a
principios de 1494 y publicola Martn Fernndez de Navarrete, en el tomo primero de
su Coleccin de los Viajes y Descubrimientos que Hicieron por Mar los Espaoles
desde Fines del XV. Edicin de Madrid de 1825 a 1837.El doctor Chanca fue mdico de
la armada de Coln en el segundo viaje que ste hizo al Nuevo Mundo. Gonzalo Fernndez de Oviedo, Historia General y Natural de las Indias, lib. II, cap. VIII.

Pedro Mrtir de Anglera, De Orbe Novo, dc. 1, cap. I. Rochefort, Histoire Naturelle
et Morale des les Antilles dAmerique, lib. II, cap. XXI.

Carta del doctor Chanca al ayuntamiento de Sevilla. Historia indita de los Reyes Catlicos, por el cura de los Palacios, cap. CXX.

Oviedo, Sumaria Relacin de la Historia de las Indias, cap. X.

Gonzalo Fernndez de Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXIX, cap. II, p. 26 a 31.
Debo advertir que cuando cite la obra de Oviedo, siempre me servir de la edicin en
cuatro tomos hecha por la Real Academia de la Historia de Madrid en los aos de 1851
a 1855.

Herrera, dc. 1, lib. IX, cap. II.

Herrera, dc. 1, lib. X, cap. V.

Herrera, dc. 2, lib. III, cap. IV.

Carta dirigida al rey catlico don Fernando, por Vasco Nez de Balboa, desde la villa
de Santa Mara del Antigua del Darin, a 20 de enero de 1513. Se inform que, yendo
por el ro Grande de San Juan, 30 leguas arriba, sobre la mano izquierda entra en l
otro ro muy hermoso, y que navegndolo dos das hacia arriba se hallaron un cacique
poderoso, muy rico en oro, llamado Daraire. A dos jornadas de sus tierras existan unos
indios belicosos y antropfagos, seores de unas minas muy ricas en que cogan mucho
oro. Llevaban este metal al cacique Daraire, que les daba en cambio indios mancebos y
muchachos para comer, e indias para que sirviesen como esclavas a sus mujeres, pues
que a ellas no las devoraban. (Se halla en la Coleccin... de Navarrete, tomo III.)

10 Herrera, dc. 3, lib. IV, cap. VII.


11 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XI, cap. I y XI.
12 Herrera, dc. 3, lib. IV, cap. VII.
13 Herrera, dc. 3, lib. IV, cap. VII.
14 Herrera, dc. 3, lib. IV, cap. VII.
15 Herrera, dc. 3, lib. IX, cap. X.
16 Torquemada, Monarqua Indiana, lib. III, cap. XLI. Herrera, dc. 4, lib. VIII, cap. III.
17 Comunicacin de Diego Lpez de Salcedo, al emperador Carlos V, fecha en la villa de
Trujillo, Puerto y Cabo de Honduras, a 31 de diciembre de 1526. (Muoz, Colec., tom.
LXXVII.)
18 Relacin 5, hecha al emperador Carlos V, por Hernn Corts, sobre la expedicin de
Honduras, fecha en Temixtitan a 3 de septiembre de 1526, y publicada por primera vez
en la Coleccin de Documentos Inditos para la Historia de Espaa, tom. IV, no. 1 de
abril de 1844, en Madrid.
19 Herrera, dc. 4, lib. VIII, cap. X.
20 Torquemada, Monarqua Indiana, lib. XII, cap. VIII.

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21 Torquemada, Monarqua Indiana, lib. XII, cap. VIII.


22 Torquemada, lib. XII, cap. VIII.
23 Torquemada, lib. XII, cap. VIII.
24 Torquemada, lib. XII, cap. IX.
25 Bernal Daz del Castillo, Conquista de Mjico, cap. 166.
26 Torquemada, lib. VI, cap. XXVI.
27 Herrera, dc. 4, lib. X, cap. XIII.
28 Torquemada, lib. XII, cap. X.
29 Torquemada, lib. XII, cap. XII.
30 Torquemada, lib. XII, cap. XII.
31 Torquemada, lib. XII, cap. X.
32 Herrera, dc. 3, lib. IV, cap. X.
33 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXV, cap. VII y VIII.
34 Herrera, dc. 6, lib. V, cap. VI. Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXVI, cap. XXVIII,
XXIX, XXX Y XXXI.
35 Carta de los Oficiales Reales de Santa Marta al Emperador, dando cuenta del viaje del
licenciado Gonzalo Jimnez, por las tierras de Bogot y Tunja. Insertola Oviedo en su
Historia (...) de las Indias, lib. XXVI, cap. XI. Lo mismo dijeron al emperador, fray
Juan de San Martn y Antonio de Lebrija.
36 La palabra Anhuac significa cerca del agua. Quiz se le dio ese nombre, por estar
comprendido todo el pas entre las aguas del Atlntico y del Pacfico (Historia Antigua
de Mjico, por el licenciado D. Mariano Veytia, impresa en la ciudad de Mjico en 1836);
o acaso se aplic al principio a slo el valle de Mjico. (Clavijero, Storia antica del
Messico, lib. I, 1), extendindose despus a los pases ms distantes, ocupados por los
aztecas y otras razas.
37 Bernal Daz del Castillo, Historia de la Conquista de la Nueva Espaa, cap.
Herrera, dc. 2, lib. IV, cap. XII, y lib. V, cap. IV.

XXXVI.

38 Carta o Relacin segunda de Corts a Carlos I, a 30 de octubre de 1520, 6, 17 y 19.


Herrera, dc. 2, lib. VI, cap. II y VII, y libro VII, cap. III y IV.
39 Torquemada, Monarqua Indiana, lib. XIV, cap. XVI.
40 De las caas del maz, planta indgena de toda la Amrica, sacaron azcar los indios
mejicanos, mucho antes de la conquista de los espaoles. Esto aparece, no de la Relacin Sumaria de la Historia Natural de las Indias (cap. IV), escrita por Gonzalo Fernndez de Oviedo, y en la que equivocadamente se funda Prescott en la Historia de
Mjico, tomo I, captulo V, sino del 30 de la carta segunda de Corts a Carlos I, impresa en la obra del obispo Lorenzana; en cuya carta dice tambin aquel conquistador que
los mejicanos extraan azcar as del agave americana o maguey, como de las caas del
maz.
41 Herrera, dc. 4, lib. IX, cap. VIII.
42 Las Casas, Tratado que compuso por comisin del Consejo Real de las Indias, sobre la
materia de los indios que se han hecho en ellas esclavos, etc. Impreso en Sevilla en
1552.
43 Las Casas, dem.
44 Clavijero, Historia Antigua de Mjico, lib. IV, 15, y lib. VII, 17. Torquemada se
equivoc, suponiendo que esa ley perteneca al reino de Mjico y no al de Acolhuacan.

28\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

45 Clavijero, lib. VII, 19.


46 Torquemada, Monarqua Indiana, lib. XIV, cap. XVI.
47 Sahagn, Historia Universal de las Cosas de Nueva Espaa, lib. VIII, cap. XXXVI.
48 Torquemada, lib. XIV, cap. XVI.
49 Torquemada, lib. XII, cap. V.
50 Herrera, dc. 3, lib. III, cap. XIV.
51 Herrera, dc. 2, lib. VI, cap. XVI.
52 Herrera, dc. 2, lib. VI, cap. XVII.
53 Herrera, dc. 2, lib. VI, cap. XVI.
54 Torquemada, lib. XII, cap. VI, y lib. XIV, cap. II y XVI. Clavijero, lib. VII, 17. Este autor
no hace diferencia de grados.
55 Torquemada, lib. XIV, cap. II y XVI.
56 Torquemada, lib. XII, caps. IV y V, y lib. XIV, cap. XVI. Clavijero, lib. VII, 17.
57 Clavijero, lib. VII, cap. XVII.
58 Las Casas, Tratado que compuso por comisin, etc.
59 Gonzalo Fernndez de Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXXIII, cap. XLVI. Lpez
Gomara, Crnica de Nueva Espaa, cap. CCXXIX. Herrera, dc. 2, lib. VII, cap. XIII.
Torquemada, lib. XIV, cap. VII. Clavijero, lib. VII, 15. Este autor slo habla de esclavitud; mas, no menciona el sacrificio.
60 Torquemada, lib. XIV, cap. XVII.
61 Clavijero, lib. VII, 17.
62 Torquemada, lib. XIV, cap. xvi. Las Casas, Tratado que compuso por comisin, etc.
63 Sahagn, Historia de Nueva Espaa, lib. VI, cap. X.
64 Clavijero, lib. VII, 18.
65 Torquemada, lib. XIV, cap. XVI.
66 Torquemada, lib. XIV, cap. XII, y Gumilla, p. 169.
67 Torquemada, lib. XIV, cap. II.
68 Las Casas, Tratado que compuso, etc. Torquemada, lib. XIV, cap.
lib. VII, 18.

XII

XVI.

Clavijero,

69 Tcito, De moribus German.


70 Torquemada, Monarqua Indiana, lib. XIV, cap. XVI.
71 Lo que digo sobre moneda mejicana, lo he tomado de los autores siguientes: Corts,
carta 2, 26, y carta 4, 17. Carta del licenciado Zuazo, Ms. Toribio Motolinia, Historia de los indios. Ms. Part. 3, cap. VIII. Pedro Mrtir, dc. 5, cap. IV. Lpez Gomara,
Crnica de Nueva Espaa, cap. LXXIX. Torquemada, lib. XIV, caps. X, XIV, XXIII Y XLII.
Clavijero, lib. VII, 36.
En una Memoria sobre el medio circulante en Amrica, que ley Mr. Bollaert en la
Sociedad Numismtica de Londres, el 15 de marzo de 1838, se dice: Los mejicanos
usaron el cacao como moneda, y los peruanos de una vaina (pod of the uchu). Despus
de la conquista, los espaoles usaron el oro y la plata en hojas delgadas, cortadas en
piezas de una de peso, y marcadas con una cruz. He aqu la plata macuquina. Todava
vio Bollaert en Chile, en 1829, algunas piezas en circulacin. En las colonias espaolas
no se us de moneda de cobre. En 1825 se introdujo en Buenos Aires; se la llam dcimo, y es poco ms grande que un farthing. La primera casa de moneda se estableci en
Mjico, y despus en el Potos, Chile, Lima, Santa Fe de Bogot y Guatemala.

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72 Las Casas, Tratado que compuso, etc. Torquemada, lib. XIV, cap. XVI. Herrera, dc. 2,
lib. VI, cap. X.
73 Clavijero, lib. VII, 18.
74 Torquemada, Monarqua Indiana, lib. XL, cap. XVI.
75 Torquemada, lib. II, cap. XLVII y LXXIII. Clavijero, lib. IV, 12.
76 Torquemada, lib. XIV, cap. XVII. Clavijero, lib. VII, 18.
77 Torquemada, lib. XIV, cap. XVII. Clavijero, lib. VII, 18.
78 Torquemada, lib. XIV, cap. XVII. Clavijero, lib. VII, 18.
79 Torquemada, lib. XIV, cap. XVII.
80 Clavijero, lib. VII, 35.
81 Bernal Daz del Castillo, Historia de la Conquista de Nueva Espaa, cap. XCII.
82 Ixtlilxchitl, Relaciones Manuscritas, no 11. Itlilxchitl, Historia Chichemeca, Ms.,
cap. XXVIII a XXXI. Veytia, Hist. Ant. Mej., lib. II, cap. LI a LIV. Clavijero, lib. III, 22.
Esta cita habla de la destruccin de aquella ciudad, pero no del mercado de esclavos.
83 Sahagn, lib. IX, cap. X.
84 Sahagn, lib. IX, cap. IV.
85 Sahagn, lib. IX, cap. II, IV, VI y X; y lib. X, cap. XVI.
86 Clavijero, lib. VII, 21.
87 Sahagn, lib. X, cap. XXIX. Ixtlilxchitl Relaciones Manuscritas, Ms. no 2. Ixtlilxchitl
Historia Chichemeca, Ms., cap. ii. Clavijero, lib. I, 1; y lib. II, 2. Veytia, Hist. Ant.
Mj., lib. I, cap. XXVII.
88 Sahagn, lib. II, en varios captulos. Codex Telleriano Remensis, lm. 1, y el Cdigo
Vatic. en las Antigedades de Mjico, publicadas en ingls por el lord Kingsborough,
tom. I y VI. Torquemada, lib. VII, cap. V y VI, y lib. X.
89 Clavijero, lib. VI, 18.
90 Clavijero, lib. VI, 20.
91 Clavijero, lib. II, 18 y 19.
92 Torquemada, lib. VII, cap. XVII. Sahagn, lib. II en varios captulos. Clavijero, lib. II,
18 y 19. Codex Teller. Remensis, lm. 11 y 18. En las antigedades mejicanas, por
lord Kingsborough, tom. V y Codex Vatic., lm. 22 en Kingsborough, tom. VI.
93 Clavijero, lib. V, 14, y libro VI, 20.
94 Historia Natural y Moral de las Indias, por el jesuita fray Jos de Acosta, lib. V, cap. XX.
Herrera, dc. 3, lib, II, cap. XVI.
95 Torquemada, lib. XIV, cap. III. Coleccin de Mendoza en las Antigedades de Mjico,
por lord Kingsborough, tom. I, lm. 65 y 66 y tom. VI, lm. 66, p. 13. Toribio Benavente,
alias, Motolinia, Historia de los indios de la Nueva Espaa, Ms., parte 1, cap. VII.
Sahagn, lib. VIII, cap. XXVII y xXVIII.
96 Clavijero, lib. VI, 18 y 19.
97 Itztli llamaron los mejicanos a ese producto volcnico que yo creo es la obsidiana, mineral ordinariamente negro que han vomitado en abundancia los volcanes de los Andes, y
del que aquellos indios tambin hicieron navajitas de punta para sangrar y otras ms
grandes para cortarse el cabello, con las cuales muchos espaoles, por falta de otras, se
raparon la barba al principio de la conquista; bien que una sola no bastaba para esta
operacin, porque perdan los filos al segundo corte. (Sahagn, lib. IX, cap. IV.

30\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD
Torquemada, lib. XIII, cap. XXXIV, y lib. XVII, cap. I. Herrera, dc. 2, lib. VII, cap. XVI.)
De esta piedra labraron adems unas espadas tan terribles (Torquemada, lib. XIV,
cap. III. Herrera, dc. 2, libro VI, cap. XVII), que en sus batallas con los soldados de
Corts, a veces partan en dos el pescuezo de un caballo. (Ver a Bernal Daz del Castillo
y las cartas de Corts.) Como la obsidiana es muy reluciente por ser susceptible de un
gran pulimento, aquellos indios tambin la emplearon en hacer espejos de los cuales vi
yo uno en 1835 en el Museo de Historia Natural de Madrid.

98 Sahagn, lib. II, cap. II, V y otros. Corts, carta segunda, 31, y carta tercera, 12 y 31.
Carta del licenciado Zuazo, Ms. Torquemada, lib. VII, cap. XIX, y lib. X, cap. IV. Acosta,
lib. V, cap. XX y XXI. Clavijero, lib. VI, 18.
99 Sahagn, lib. II, cap. II.
100 Sahagn, lib. II. cap. II y otros. Torquemada, lib. VII, cap. XVIII, XX y XXI; libro X, cap. XI
y XII. Acosta, lib. V, cap. XIX y XX. Clavijero, lib. VI, 18, 19 y 30.
101 Deuteronomio, cap. XII, V. 31.
102 II. Reyes, cap. III, V. 27.
103 Estrabn, lib. III.
104 Teodoro, lib. VI, cap. IX.
105 Herodoto, lib. IV, 62.
106 Tcito, De Moribus Germanorum, 9.
107 Tertulliani, Apologeticus adversus gentes, 9.
108 Evagrius, lib. VI, cap. XXI. Procopius, De Bello Persico, lib. I, cap.
Specimen, Historie Arabum.

XXVIII.

Pocock,

109 Asiatic, Researches, vol. V, p. 371. Maurice indian antiquities, tom. VII, p. 164 y ss.
Esas obras contienen varios fragmentos traducidos del Calica Purana, y los Puranas
son, entre los Vedas, los libros ms sagrados de la India.
110 Asiatic, Researches, tom. IX, p. 202.
111 Herodoto, lib. VII, 114.
112 Herodoto?
113 Eusebio, lib. IV, cap. VII y VIII de Preparatione evanglica.
114 Psalmo 106. II. Reyes, cap. XVI. Josepho, Antiged. Jud., lib. XIX, cap. III.
115 Filn, Historia de los Fenicios, lib. I, apud Eusebium, lib. cap. VII de Preparat. evanglica.
116 Diodoro, Sicul., libro XX, 14.
117 Eusebio, De preparat. evang., lib. IV, cap. VII.
118 Dion. Halicarnasus, lib. 1. Tito Livio, lib. II, dc. 1, y lib. IX, dc. 14. Plutarco en los
problemas.
119 Citado por Gibou, tomo VI, captulo L, pgina 194.
120 Charlevoix, Histoire Generale de la Nouvelle France (Canad), lib. I.
121 Villagutirrez, Historia de la Conquista de la Provincia de Itza, lib. VIII, cap. II.
122 Herrera, dc. 6, lib. V, cap. VI.
123 Herrera, dc. 5, lib. III, cap. XVI, y lib. IV, cap. V.
124 Herrera, dc. 5, lib. IV, cap. V.
125 Carta de Vicente de Valverde al Emperador Carlos V, fecha en el Cuzco, a 2 de abril de
1539. Sobre los sacrificios humanos en el Per hablan tambin fray Jos de Acosta,

JOS ANTONIO SACO

/31

Historia Natural y Moral de las Indias, lib. V, cap. IV, VII, XIX y XXV. Sarmiento, Relacin, Ms., cap. XXII. Cieza de Len, Crnica, cap. LXXII. Montesinos, Memorias Antiguas, Ms., lib. II, cap. VIII. Ondegardo, Relacin segunda, Ms. Balboa, Historia del
Per, cap. V y VIII. Zrate, Historia del descubrimiento del Per, lib. I, cap. IV. Herrera,
dc. 5, lib. III, cap. XVI, y lib. IV, cap. I, IV y V, y en otras partes.
126 Bernal Daz del Castillo, Historia de la Conquista de Nueva Espaa, cap. CCVII. Acosta,
en su Historia (...) de las Indias, lib. V, cap. XX, comete un grave error, suponiendo que
los mejicanos no sacrificaban nios.
127 Dvila, Teatro Eclesistico, l26. Ver a Torquemada, lib. VII, cap. XXI.
128 Clavijero, lib. VI, 20.
129 Crnica de la Nueva Espaa, cap. CCXXIX.
130 Herrera, dc. 3, lib. II, cap. XV.
131 Torquemada, lib. II, cap. I, cap. LXII.
132 Ixtlilxchitl, Historia Chichemeca, Ms.
133 Vase en la publicacin del lord Kingsborough la lmina 19, tomos III y VI.
134 History of the conquest of Mexico, tom. I, lib. I, cap. III.
135 Clavijero, lib. IV, 23.
136 Clavijero, lib. IV, 23.
137 Clavijero, lib. IV, 23.
138 Sahagn, lib. IX, cap. X, XI y XIV. En este autor, libro IX, captulos XIII y XIV se refieren muy a la larga las numerosas ceremonias que se hacan antes de sacrificar a los
esclavos.
139 Torquemada, lib. X, cap. X. Sahagn, lib. II, cap. I, IV, XX, etc. Clavijero, tom. II, lib. VI,
30.
140 Sahagn, lib. II, cap. XIX y lib. IX, cap. IX. Clavijero, libro VI, 39. Acosta, lib. V,
cap. VIII. Herrera, dc. 2, lib. VI, cap. XVII, y dc. 3, lib. II, cap., XVIII. Torquemada, lib.
XIII, cap. XLV. Codex Telleriano Remensis, lm. 1, en Kingsborough, tt. 5.
141 Clavijero, lib. VII, 17.
142 Clavijero, lib. VII, 17.
143 Clavijero, lib. VII, 17.
144 Clavijero, lib. VII, 17.
145 Clavijero, lib. VII. 17. Torquemada, Monarqua Indiana, tom. II, lib. XIV, cap. XVII.
146 Camargo, Historia de Tlaxcala, Ms. (Prescott, tom. III, Apndice, p. 281.)
147 Clavijero, lib. VIII, 18.
148 Clavijero, lib. VII, 18. Sahagn, lib. VIII, cap. XIV. Torquemada, lib. XII, cap. IV y V, y
lib. XIV, cap. XVI y XVII. Las Casas, Tratado que compuso, etc.
149 Sahagn, lib. IV, cap. XVI.
150 Torquemada, lib. X, cap. IX.
151 Torquemada, lib. XVI, cap. XVIII.
152 Herrera, dc. 4, lib. X, cap. IV.
153 Al consejo de Indias. Juan de la Puerta, fray Lorenzo de Bienvenida, fray Luis de
Villalpando, fray Juan de Herrera, fray Nic. de Avalate, fray Miguel de Vera. Ciudad
de Mrida, 1 de febrero de 1547. (Muoz, Colec.)

32\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

154 Acosta, Historia, lib. VI, caps. XII y XV. Herrera, dc. 5, lib. IV, cap. IV.
155 Inca Garcilaso de la Vega, Comentarios Reales, parte 1, lib. II, cap. XII.
156 Herrera, dc. 5, lib. I, cap. I.
157 Herrera, dc. 5, lib. II, cap. IX y XV, y lib. IV, cap. VIII. Inca Garcilaso, Comentarios
Reales, parte 1, lib. II, cap. XIV. Fernndez, Historia del Per, parte 2, lib. III, cap. XI.
Sarmiento, Relacin, Ms., cap. XIV. Polo Ondegardo, Relacin M S.
158 Herrera, dc. 5, lib. III, caps. IV y XVII.
159 Herrera, dc. 4, lib. VII, cap. X.
160 Herrera, dc. 8, lib. V, cap. VII.
161 Exposicin o carta del capelln Martn Gonzlez, al Emperador Carlos V, fecha en la
ciudad de la Asuncin, a 25 de abril de 1546. Herrera, dc. 7, lib. IX, cap. X.
162 Comunicacin al gobierno de Francisco de Villalta, desde el Ro de la Plata en la ciudad
de La Asuncin, a 22 de julio de 1556.
163 Azara, Descripcin e Historia del Paraguay y del Ro de la Plata, tom. I, cap. X.
164 Herrera, dc. 2, lib. IV. cap. X.
165 Haus Stade, citado por Southey en el tomo I, captulo VII de su Historia del Brasil.
166 Memoria sobre las Instituciones Sociales de los habitantes primitivos del Brasil, por
el Dr. Martius, extractada de la Biblioteca Universal de Ginebra, y publicada en las
Memorias de la Real Sociedad Patritica de la Habana, tom. III, n 15 enero de 1837.
167 Herrera, dc. 7, lib. I, cap. XV, y lib. II, cap. VI.
168 Charlevoix, Histoire Generale de la Nouvelle France.
169 Lafitau, Maeurs des Sauvages Americains, tom. I, cap. V.
170 Lafitau, tom. II, cap. III.
171 Lafitau, tom. II, cap. III.
172 Lafitau, tom. II, cap. III.
173 Lafitau, tom. I, cap. VI.
174 Lafitau, tomo II, cap. I.
175 Lafitau, tomo I, cap. V.

Libro Segundo
ESCLA
VITUD DE LOS INDIOS DEL NUEV
O MUNDO
ESCLAVITUD
NUEVO
BAJO LA DOMINACIN ESP
AOLA
ESPAOLA

Si al descubrimiento del Nuevo Mundo los europeos encontraron


esclavos entre muchas tribus y naciones que lo habitaban, vieron al mismo tiempo que eran pocos respecto del total de poblacin. Cierto es que
haba jefes principales o caciques que mandaban con absoluto imperio a
los sbditos o vasallos que humildemente les obedecan; pero esa inmensa turba que a sus pies se postraba, era ms o menos libre, sin confundirse jams con los verdaderos esclavos que ellos mismos tenan.
En medio de las grandes ventajas que produjo el descubrimiento del
Nuevo Mundo, doloroso es conocer que la raza indgena a quien l perteneca por naturaleza, lejos de participar de ellas, fue vctima de la
codicia y crueldad de sus conquistadores. Bajo la espada que stos llevaban en sus manos, desaparecieron en unas naciones la salvaje independencia en que vivan, y en otras las diferencias sociales que haban establecido. Jefes y hombres y mujeres, nios y ancianos, libres y esclavos,
todos indistintamente fueron empleados en los mismos trabajos, y todos
condenados a sufrir los mismos dolores y tormentos. Pero si esa condicin fue igual para todos en el hecho, la ley, sin embargo, marc algunas
diferencias, que no por ser vanas en la prctica, debe e1 historiador
confundirlas. As es que al trazar yo el cuadro de las miserias que los
indios sufrieron bajo el yugo de los conquistadores, distinguir dos estados diferentes: uno, el de la esclavitud verdadera; otro, el de las encomiendas o repartimientos, pues so pretexto de convertirlos al catolicismo y de civilizarlos, los indios eran encomendados o repartidos como
libres a los espaoles, para que de su servicio se aprovechasen. Tratemos ahora de la esclavitud, y reservemos para ms adelante el asunto
de las encomiendas.
Entre la esclavitud que los indios usaron unos con otros y la que a
stos impusieron los espaoles, hubo grande diferencia. Los primeros
oidores de la Audiencia en una carta que de Mjico escribieron al em-

34\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

perador Carlos V, dijronle, entre otras cosas, puesto que entre los
indios hubiese esclavos es cosa muy diferente la una servidumbre de
la otra. Ellos los trataban como parientes y vasallos, los cristianos
como perros.1
Testimonio de ms vala es el del licenciado Bartolom de las Casas,
el gran defensor de los indios, quien dice:
Este trmino esclavo entre los indios no denota ni significa lo que
entre nosotros. Porque no quiere dezir sino un servidor, o persona que
algun ms cuydado, alguna ms obligacin de ayudarme y servirme
en algunas cosas de que tengo necesidad. Por manera que yndio ser
esclavo de yndios, era muy poco menos que ser su hijo. Porque tena su
casa y su hogar y su peculio, y hacienda y su muger y sus hijos y gozar
de su libertad, como los otros sbditos libres sus vecinos: si no era quando
el seor ava menester hazer su casa, labrar su sementera, otras
cosas semejantes que se hacan sus tiempos y muchas de quando en
quando, y todo el dems tiempo tena pors y del gozavan para s como
personas libres. Allende de aquello, el tratamiento que los seores hazian
los tales siervos era blandsimo y suavsimo como si nada les devieran.
Y ans sin comparacin eran muy libres que los que llaman los derechos originarios, y ascripticios. Y esto tambien es muy clarsimo y muy
notorio, en especial los religiosos que han penetrado las lenguas y de
industria lo han adquirido y bien sabido, tratando desta materia.2
Tan cierto es lo que dice Bartolom de las Casas, que al tiempo de la
conquista de Mjico, un esclavo indio gobernaba 1a parte de la ciudad
llamada Temixtitan; y a ese mismo le confi Hernn Corts la gobernacin de ella despus de la muerte de Coatimucin.3
Muchos fueron los modos de que se valieron los espaoles para esclavizar a los indios, y todos cual ms, cual menos, injustos y criminales.
El primero y el ms general fue la guerra, pues sta se hizo a todos
los indios que no se sometan humildemente a la dominacin castellana.
Aun en caso de someterse, si hostigados de la tirana que los abrumaba
se alzaban contra ella, entonces se les declaraba rebeldes, hacaseles la
guerra y se les esclavizaba.
Aun sin apelar a la guerra, tambin tuvieron esclavos, comprndolos
por una bagatela a las tribus que los tenan, no obstante de saber que
muchos haban sido injustamente esclavizados, y que esas compras incitaban a los indios a saltear otros para tener esclavos que vender. Por
este motivo se prohibi a los espaoles que recibiesen de los indios esclavo alguno que no fuese verdaderamente tal, e hijo de padre tambin
esclavo; mas, esa prohibicin se eluda, forzando a los indios a que dijesen lo eran. Aconteca, pues, que cuando stos eran llevados al sitio en
que deban ser examinados para herrarse como esclavos, comenzaban,
ya por temor, ya por la profunda obediencia que a sus caciques tenan, a

JOS ANTONIO SACO

/35

dar voces a cierta distancia antes de llegar al sitio sealado, diciendo:


Somos esclavos y tambin hijos de esclavos, y hemos sido vendidos en
tantas ferias o mercados; y con esta confesin aplicbanles el hierro, y
el gran crimen se consumaba.
Hubo espaoles que dando una camisa, media arroba de vino, u otro
objeto de poco valor a algunos indios perversos, stos hurtaban muchachos hurfanos para entregrselos por esclavos. Otras veces, los sustraan engaosamente del poder de sus padres, y llevndoselos a los
espaoles, les hacan del ojo para que los cogiesen. En este estado, los
ataban, y llevaban unos a las naves para transportarlos a las islas, mientras que otros eran vendidos en su propia tierra. En este ultimo caso
presentbanlos sus compradores al gobernador o justicia del lugar, y
dicindoles que los haban comprado, esto bastaba para que sin ms
averiguacin se les herrase como esclavos.
A los indios libres que estaban en poder de los espaoles, o a otros
que atraan hacia ellos engaosamente, hacanles por miedo, o por halagos, confesar ante las justicias, que eran esclavos, sin saber o entender
los infelices el significado de esa palabra; y con esta confesin, segn
dice Bartolom de las Casas, las incuas justicias y gobernadores pasaban y mandbanles imprimir el hierro del Rey en la cara, siendo sabedores ellos mismos de la maldad.4
Desde los primeros aos de la conquista acostumbraron los castellanos armar naves en La Espaola, Puerto Rico y Cuba, con licencia de
las autoridades de la primera Antilla. Diriganse desde all a otras islas
de aquel archipilago o a la Tierra Firme; y luego que llegaban al punto
que queran asaltar, desembarcaban por la noche, mantenindose ocultos, y antes de amanecer, incendiaban los pueblos estando dormidos los
indios, mataban a unos y cogan a otros que llevaban a las naves, para
venderlos como esclavos en diversas partes, ponindoles el hierro del
rey en el rostro o en los muslos.
Casos hubo en que ruborizados estos salteadores de su misma maldad, no se atrevan a dar a tales indios el nombre de esclavos, sino el de
naborias, que eran unos criados libres;5 sin que por eso dejasen de
traficarse como esclavos. Esa piratera fue una de las causas ms abundantes de esclavitud; y acompaada iba de tantos horrores, que cuando
las naves cargaban 300 o 400 personas, echaban en la mar 100 o 150
muertas; porque eran tan pocos los vveres y agua que llevaban, que era
poco ms de lo que bastaba para las necesidades de los mismos
salteadores.6
El espectculo que ofrecan esos infelices luego que desembarcaban
para ser vendidos, descrbelo Bartolom de las Casas:
Despues desque los desembarcan en la isla donde los llevan a vender: es para quebrar el corazon de qualquiera que alguna seal de pie-

36\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

dad tuviere: verlos desnudos y hambrientos; que se cayan desmayados


de hambre nios y viejos, hombres y mugeres. Despues como unos
corderos los apartan padres de hijos y mugeres de maridos: haciendo
manadas dellos de diez y de a 20 personas y echan suertes sobrellos:
para que lleven sus partes los ynfelices armadores: que son los que ponen su parte de dineros pare hazer el armada de dos y de tres navos y
para los tiranos salteadores que van a tomallos a salteallos en sus casas.
Y quando cae la suerte en la manada donde ay algun viejo enfermo:
dice el tirano quien cabe: Este viejo dadlo al diablo, para qu me lo
days, para que lo entierre? Este enfermo, para qu lo tengo de llevar?
para curarlo? Vase aqu en lo que estiman los espaoles a los yndios y
si cumplen el precepto divino del amor del prximo.7
Sin violencia y valindose de fraudes esclavizaron tambin los espaoles a los indios. Pedan aqullos a los caciques, que les enviasen cierto
nmero de indios para trabajar en las labranzas, o que les llevasen tantas
cargas de maz, de madera, u otras cosas. Concluidas que eran esas tareas despedan a algunos; pero retenan a los dems so pretexto de que
cortasen la hierba un da o dos para los caballos. Luego que partan los
primeros para su pueblo, los que se quedaban eran entregados como esclavos al mercader que de antemano los tena comprados, y embarcndolos para otras partes, jams volvan a ver a sus padres, hijos y mujeres.
Otras veces, los espaoles que tenan indios encomendados, llamaban al cacique su jefe, y si el pueblo en que vivan, tena, por ejemplo,
100 hombres, decanle que necesitaban en tal da y hora 200 indios para
que les hiciesen alguna labranza u otro servicio. Como el cacique no
poda dar tanta gente, pues que no la tena, empezaba a buscar el medio
de satisfacer las exigencias del espaol; y por un da o dos que se demorase, ese verdugo supona que el cacique andaba alzado; y acudiendo al
gobernador o a otro juez, pedale licencia para someter al cacique. Marchaba entonces contra los indios, mataba a unos, ataba a otros, y
herrbalos como esclavos cogidos en buena guerra.
Entre otros casos llamaban a los indios bajo de cualquier pretexto, y
obedeciendo stos al llamamiento, ponanse en marcha desde su pueblo,
cargados de comida y otros regalos para los espaoles. Salan stos a
encontrarlos en los caminos y empezaban a darles de cuchilladas para
hacer creer que estaban de guerra. Pasaban despus a su pueblo, donde
se hallaban los dems indios, tranquilos y descuidados, y matando a
unos, prendan a otros para que el gobernador o el capitn que mandaba, se los diese por esclavos, pues le decan que habindoles encontrado
armas y disparndoles flechas, eran cogidos en buena guerra. Esos jefes no ignoraban la maldad perpetrada; pero no slo la toleraban, sino
que a veces eran cmplices de ella, tomando una parte del producto de
los esclavos.

JOS ANTONIO SACO

/37

Por dinero que se daba a los gobernadores, por empeos, o por otros
motivos culpables, obtenan los espaoles licencias para esclavizar a los
indios; y este modo fue uno de los que ms influyeron en su esclavitud y
exterminio; pues que aqullos se concedan con frecuencia para esclavizarlos, no a docenas, sino a centenares.
En algunas provincias, especialmente en Nicaragua, los gobernadores y los castellanos inventaron una nueva estratagema, para paliar hasta
cierto punto las atrocidades con que se esclavizaba a los indios. Oigamos a Bartolom de las Casas: Deca cada espaol a su cacique: mirad
fulano cacique: vos me aveys de dar 50 100 esclavos, y no han de ser de
vuestro pueblo: sino de otros yndios. El cacique como saba que no le
convena otra cosa hazer: y que le yva la vida en ello; yvase al cacique de
otro pueblo su vezino, y deziale: el diablo que me tiene su cargo (porque ans llaman los cristianos en la provincia de Nicaragua donde esta
maldad los tiranos hacian) me pide tantos indios para hacer esclavos, y
dize que no sean de mi pueblo: dmelos t del tuyo: y darte he yo otros
tantos del mio. Respondia el otro cacique: plceme porque lo mismo me
pide: y me manda el diablo, quien me han encomendado, y tengo por
Seor mio. Llevnlos a herrar: y dezian que los avian avido con juramento, no de los de su pueblo: sino de otros pueblos agenos, y todos
decian verdad: aunque con igual maldad y sin justicia. La qual los peores que aquellos que sto hazian mala venturados gobernadores: muy
bien savian y consentan: con que oviesse alguna color: para que algun
tiempo no fuesen accusador dellas en la residencia. Porque de guardar
fidelidad Dios, ni su rey, ni condolerse aquellas atribuladas gentes
ningun cuidado ni charidad tenian.8
Viose tambin que los espaoles engaaban a muchos indios del continente, pintndoles las ventajas que alcanzaran, si se iban con ellos a
Castilla; mas, luego que llegaban a La Espaola o Cuba, vendanlos
como esclavos; de los cuales haba muchos en La Habana al promedio
del siglo XVI.
Luego que los pueblos de los indios eran dados en encomienda, una
de las primeras iniquidades que haca con frecuencia el espaol encomendero, era decirles: Habeis de darme de tributo tantos tejuelos o
marcos de oro cada 60 o 70, u 80 das; y esto sin atender a que hubiese
o no oro en aquella tierra. Los caciques respondan que daran todo el
que pudiesen recoger por el pueblo; pero como o no podan dar ningn
oro, por no haberlo, o la cantidad que entregaban no satisfaca la codicia
del espaol encomendero, ste decales: Sois unos perros y habisme
de dar el oro que pido, sino yo os tengo de quemar. No tenemos ms,
contestaban los desdichados, porque no se coge oro en esta tierra.
Entonces dbanles de palos, y amenazndolos con los perros feroces
o con quemarlos, los obligaban a que en vez del oro les diesen cada 60

38\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

o 70, u 80 das, 50 o 60 esclavos, y no de ruin calidad, pues deban ser de


cierta estatura, para lo cual les daba una vara que serva de medida.
Atemorizados los caciques, tornaban a sus pueblos, y cogiendo a todos
los muchachos hurfanos o desamparados, y tomando un hijo al padre
que tena dos, o dos hijas al que tena tres hembras, juntaban de esta
manera el nmero que se les haba pedido. Los clamores y llantos
dice Las Casas, que los padres y las madres hacan por el pueblo
de ver llevar sus hijos vender, y donde saban que poco habian de
durar, quin podr encarecellos ni contallos?9
Por ltimo, ni aun los templos servan de asilo a los infelices indios.
Los frailes acostumbraban reunirlos en las iglesias para predicarles y
ensearles la religin: pues bien, en aquellos santos lugares presentbanse los espaoles, y so pretexto de que los necesitaban para llevar
cargas, sacbalos de all con gran escndalo, para llevarlos a herrar por
esclavos.
De todos los modos de esclavizar, mencionados hasta aqu, solamente fueron permitidos legalmente la guerra y la compra de indios esclavos a otros indios; pero aun esos mismos dos modos fueron prohibidos
despus, para impedir las maldades que cometan los conquistadores y
pobladores.
El primer europeo que propuso esclavizar indios, y el primero que
los esclaviz, fue Cristbal Coln. Volviendo a Espaa del viaje inmortal en que descubri el Nuevo Mundo, escribi en 15 de febrero de 1493
a bordo de su carabela, y a vista de las islas Terceras, unas cartas a Luis
de Santngel, escribano de racin10 de los Reyes Catlicos. Dcele entre
otras cosas, que a stos dara los pases que acababa de descubrir, mucho oro, especeras, algodn, almciga, ligualoe, y esclavos cuantos
mandare cargar, y sern de los idlatras.
Estas ltimas palabras manifiestan, que aunque Coln esclavizara
indios, no era a todos indistintamente, sino tan slo a los que no quisieran abrazar el cristianismo. Esta propuesta revela la intolerancia de
aquellos tiempos, aun en los hombres ms sealados, pues la renuencia
a ser catlico se quera castigar con la dura pena de esclavitud.
En carta de Lisboa de 14 de marzo del mismo ao dirigida a Rafael
Snchez,11 tesorero de aquellos monarcas, les ofrece de nuevo, que con
pocos auxilios que le suministren, les dar mucho oro, aromas, algodn,
almciga, ligualoe, y tantos esclavos para el servicio de la marina,
cuantos quisiesen exigir sus magestades.
Ya desde su primer viaje introdujo Coln en Espaa algunos indios
que cogi el 14 de octubre de 1492 en la isla de Guanahan, primera tierra
que descubri; pero esos indios fueron trados para que aprendiesen la
lengua castellana y volviesen a servir de intrpretes, salvo aade Coln, que vuestras altezas cuando mandaren, pudenlos todos llevar

JOS ANTONIO SACO

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Castilla, tenellos en la misma isla captivos, porque con 50 hombres los


tena todos sojuzgados y les har hacer todo lo que quisieren.12
Aqu se ve ya indicada desde muy temprano la idea de esclavizar
indios; pero no se ejecut con los primeros que llev Coln a Castilla,
porque casi todos tornaron al Nuevo Mundo por orden de la reina Isabel cuando l hizo su segundo viaje; y respecto de los dems que estaban en poder de don Juan Rodrguez de Fonseca, mandose a ste que
los enviase a S.M. para ser tan bien tratados como el que haba quedado
con ella.13
Ese Fonseca, arcediano entonces de la catedral de Sevilla, tuvo alta
mano en los negocios del Nuevo Mundo desde el principio de su descubrimiento, pues en 1493 los Reyes Catlicos le ordenaron que alistase
buques y cuanto fuese necesario para el segundo viaje de Coln. Entonces, esos mismos reyes expidieron una cedula, nombrndole por capitn
general de la flota y de las Indias, y para tornar con ella a Castilla,
eligieron de comandante a Antonio de Torres, hermano del ama del prncipe don Juan, y hombre capaz del cargo que se le confiaba.14 Andando
el tiempo, Fonseca fue sucesivamente nombrado obispo de Badajoz, de
Palencia, de Burgos y arzobispo de Rosana. Con el nombramiento de
obispo de Badajoz quitsele toda intervencin en los asuntos de Indias,
y para sucederle puso el gobierno los ojos en el referido Antonio de
Torres; mas, como ste exigiese muchas condiciones, que a los Reyes
Catlicos parecieron injustas, encomendronse de nuevo a Fonseca.
Extrao parecera que el gobierno hubiese escogido para estos negocios a un eclesistico; pero esta extraeza cesar al reflexionar que teniendo el clero en aquellos tiempos mucha influencia en Espaa, comnmente desempeaba funciones civiles; sirviendo adems a Fonseca
para su engrandecimiento los respetos y relaciones de su hermano don
Alfonso, Seor de Coca. Funesta fue al Nuevo Mundo la intervencin de
ese mal sacerdote; contrariaba los proyectos de cuantas personas
propendan al bien de los indios, y aborreci tanto a Coln y a sus hermanos desde el principio de su gloriosa carrera, que los Reyes Catlicos, en carta que le escribieron a 5 de mayo de 1495, le encargaron que
los complaciese. He aqu ese documento, digno de figurar en la historia
por el lenguaje en que hablaron esos monarcas:
El Rey la Reina: Reverendo in Cristo Padre Obispo: Por servicio
nuestro que fableis con el hermano del Almirante de las Indias que ende
vino, y le procureis dar todo contentamiento; con los que van en esas
carabelas que agora han de partir escribireis al Almirante todo lo que
os paresciese para apartar cualquiera resabio que con vos tenga, y de
los que agora vinieron de las Indias procurareis de saber lo que debeis
facer para dar contentamiento al Almirante, y que sea de vos saneado, y
aquello faced.15

40\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

Justas y benficas, con los indios las ideas de los Reyes Catlicos,
ellos encargaron a Coln en las instrucciones que para su segundo viaje
le dieron, en 19 de mayo de 1493, que por todas las vas maneras que
pudiere, procure trabaje traer a los moradores de las dichas islas
tierra firme, que se conviertan a nuestra Santa F Catlica...; y porque esto mejor se pueda poner en obra despus que en buen hora sea
llegada all el armada, procure haga el dicho Almirante que todos los
que ms fuesen de aqu adelante, traten muy bien amorosamente a
los dichos indios, sin que les fagan enojo alguno, procurando que tengan
los unos con los otros mucha conversacin familiaridad, hacindose
las mejores obras que ser pueda; asimismo, el dicho Almirante les d
algunas ddivas graciosamente de las cosas de mercaderas de sus Altezas que lleva para el rescate, los honre mucho; si caso fuere que
a1guna algunas personas tratasen mal los dichos indios en cualquier
manera que sea, el dicho A1mirante, como Visorey Gobernador de sus
Altezas, lo castigue mucho por virtud de los poderes de sus Altezas que
para el o lleva.16
Este lenguaje demuestra cun lejos estaban los Reyes Catlicos de
esclavizar a los indios de cualquier clase qua fuesen, pues recomendaron especialmente a Coln que se les diese muy buen trato, y que castigase a cuantos les hiciesen algn mal.
En este segundo viaje, como ya he dicho en el anterior captulo, descubri Coln las islas Caribes, o Karaibes, llamadas despus de Barlovento por los europeos. En algunas de ellas tom Coln un nmero muy
corto de caribes de ambos sexos y los llev a La Espaola.17 Y pues que
de Caribe o Karaibe habl, y stos han de representar un papel importante en esta historia, necesario es dar de ellos alguna idea; bien que me
servir del primer nombre usado por los espaoles desde el tiempo de la
conquista, y no del de karaibes que emplean algunos historiadores de
las Antillas francesas.
A1 tiempo del descubrimiento del Nuevo Mundo, encontrronse en
las Antillas dos clases de indios, que diferan mucho entre s por su lengua, usos y costumbres. Los unos habitaban en las islas Lucayas, en
Cuba, Hait o Espaola, Borinquen o Puerto Rico y Jamaica. Los otros
en la Guadalupe, Dominica, y en algunas otras de barlovento. Los primeros eran tan dciles y pacficos, que cuando Coln lleg a la isla de
Guanahan, o San Salvador, los indgenas, lejos de hostilizarle, recibironle amistosamente.
l dice en la relacin de su primer viaje: Yo, porque nos tuviesen
mucha amistad, porque conociesen, que era gente que mejor se libraria
y convertiria a nuestra Santa F con amor que no por fuerza; les d
algunos de ellos unos botones colorados y unas cuentas de vidrio, que se
ponan al pescuezo, y otras cosas muchas de poco valor con que hobieron
mucho placer y quedaron tanto nuestros que era maravilla. Los cuales

JOS ANTONIO SACO

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despues venian las barcas de los navios adonde nos estbamos, nadando, y nos traian papagayos y hilo de algodon en ovillos y azagallas, y
otras cosas muchas, y nos las trocaban por otras cosas que nos les dbamos, como cuentecillas de vidrio y cascabeles. En fin, todo tomaban y
daban de aquello que tenian, de buena voluntad.l8
Amistosamente tambin, fueron recibidos Coln y los castellanos en
otras islas Lucayas, en Cuba y en Hait o La Espaola.19 En las costas
perdiose una de las carabelas de Coln, y los indios sbditos del cacique
Guacanagari mostrronse tan humanos y compasivos con los castellanos, que en sus canoas salvaron todos los efectos de la nave perdida. Al
ver Coln tan generosa conducta, escribi a sus reyes que en ninguna
parte de Castilla tan buen recaudo en todas las cosas se pudiera poner
sin faltar una agujeta. Mandlo [el rey o cacique] poner todo junto...
entre tanto que se vaciaban algunas casas que quera dar, donde se pusiese y guardase todo. Mand poner hombres armados en rededor de
todo, que velasen toda la noche. l, con todo el pueblo, lloraban tanto:
son gente de amor y sin cudicia, y convenibles para toda cosa, que certifico a Vuestras Altezas que en el mundo creo que no hay mejor gente
ni mejor tierra.20
La ndole afable de esos indios fue uno de los motivos que indujeron
a Coln a dejar una colonia en La Espaola: pues, como dice Oviedo,
viendo el Almirante que aquesta gente era tan domstica, parecile
que seguramente podria dejar all algunos cristianos.21
Algunos aos despus de descubierta la isla de Borinquen, o Puerto Rico, fueron a poblarla los castellanos, y tampoco encontraron resistencia alguna en los indgenas.22 Hbola al principio en Jamaica,
pero fue tan insignificante, que pronto abrieron pacficas relaciones
con los castellanos.23
No eran, pues, belicosos los indios de esas islas, ni usaban de flechas
envenenadas, ni menos coman carne humana; mientras los que habitaban en las islas Caribes, eran valientes y guerreros, peleaban con flechas envenenadas y se regalaban con la carne de sus enemigos. De estas diferencias bien pudiera concluirse que los caribes y los indios de las
otras islas fueron de diversa raza; mas, yo no lo har, porque las diferentes circunstancias en que haya vivido un pueblo respecto de otro del
mismo origen, pueden haber hondamente alterado su ndole, usos y costumbres; pero si a las diferencias que llevo indicadas, se junta la de la
lengua, como acontece en e1 presente caso, entonces puede asegurarse
que esos pueblos son de razas diferentes.
Mas, de dnde procedieron los caribes? Sobre este punto, varias
son las opiniones.
1a Creen algunos que ellos descendan de una nacin de la Florida, y
que despus de haber vivido algn tiempo en el norte de Amrica, entre
los apalachitas, fueron lanzados del continente. Buscando entonces

42\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

nuevas tierras donde establecerse, no pudieron hacerlo en las islas de


Cuba, Jamaica. Hait, ni Borinquen, porque siendo grandes y populosas,
debieron encontrar los invasores una resistencia insuperable.
Hubieron, pues, de encaminarse hacia las islas pequeas que se suponan despobladas, o en que haba pocos habitantes, y apoderndose
de ellas, destruyeron a todos los hombres, conservando solamente las
mujeres. De esta manera se explican las diferencias que se notaron entre los indios de las islas grandes, y los de las pequeas llamadas Caribes. Tal es la opinin de Rochefort,24 Labat25 y otros historiadores,
quienes para corroborarla, decan que esos caribes hablaban la misma
lengua y tenan los mismos usos que los indios de la Florida.
Pero fue cierta la tal emigracin de Florida? Dnde estn los
hechos que la prueban? Aun suponiendo que hubiese existido, era muy
natural que antes de haberse lanzado en pos de islas lejanas, hubiesen
invadido y subyugado algunas de las pequeas que tan cerca de s tenan en el grupo de las Lucayas; sobre todo, cuando sus habitantes
eran tan pacficos y tan dbiles, que seguramente no hubieran podido
rechazarlos.
2 Hornius y otros autores pretenden que los caribes de esas islas no
procedan de ninguna nacin del Nuevo Mundo. Atribyenles origen
muy diferente, pues suponen que los asiticos haban pasado de la parte
oriental de aquella regin a la occidental de la Amrica, y que derramndose por ella, haban llegado con el transcurso del tiempo hasta los
puntos en que los europeos los encontraron a1 tiempo del descubrimiento. Que del Asia se haya pasado al Nuevo Mundo en pocas remotas,
materia es sobre la cual mucho se ha escrito, y pudiera escribirse,
alegndose razones de algn fundamento; pero que los caribes que habitaron las islas que ahora me ocupan, hubiesen venido directamente
del Asia, parceme una opinin absurda; y aun cuando no lo fuese, es
tan imposible probarla, y tan ajena de esta historia, que yo perdera el
tiempo si me detuviese a refutarla.
3 En el espacio de la Guayana comprendido entre el Orinoco y el
Brasil, existieron algunas naciones caribes.
Cuando Walter Raleigh hizo su viaje a la costa de la Guayana en
1595,26 form alianza con una de esas naciones, y dice que all se hablaba
la misma lengua que en la Dominica, una de las islas Caribes. Hay, pues,
motivos fundados para creer que los caribes de las islas descienden ms
bien de los del sur de Amrica, que no de ninguna nacin del norte. El
mismo Rochefort27 confiesa que todas sus tradiciones se refieren siempre al sur, sin tener la ms remota idea del origen del norte. Fray Juan
Bautista Du Tertre,28 religioso dominico y misionero en las Antillas francesas donde vivi 18 aos, dice que en medio de las fbulas con que
explicaban su origen los caribes de aquellas islas, todos crean descen-

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der de los galibis, pueblos del continente que habitaban en las regiones
ms vecinas a dichas islas. Sin fijar la poca en que abandonaron su
tierra, decan que su primer padre llamado Calinago, cansado de vivir
en su pas natal, y deseoso de hacer conquistas, embarcose con toda su
familia, y despus de haber navegado mucho, se estableci en la Dominica, isla donde haba muchos caribes cuando Du Tertre escriba. El
padre Raimundo Breton, tambin fraile dominico y misionero que pas
ms de 25 aos entre aquellos caribes, y que aprendi su lengua, dice en
su diccionario, que oy de la boca de los capitanes o caciques de la Dominica, que las palabras galibi y caribi eran nombres que le haban
dado los europeos, pues el suyo verdadero era Kalinago; que ellos entre
s no se conocan sino por los nombres de Tierra Firme; esto es, de las
islas Oubaobanum y Boloebonum, que los insulares eran los galibis
del continente, que se haban alejado para conquistar las islas, cuyos
primitivos habitantes se llamaron ingeris; que el jefe que los condujo,
extermin a todos los naturales de ellas, excepto las mujeres, las cuales
siempre han conservado gran parte de su lengua. Esta diversidad de
lenguaje entre hombres y mujeres duraba todava en tiempo de Du
Tertre,29 y los caribes decan que se haba formado durante la conquista. Agrguese a esto que la lengua, religin y costumbres de esos caribes son conformes a las de los galibis del continente vecino.30
Esa diferencia de lenguas entre hombres y mujeres, es uno de los
fenmenos ms raros y curiosos que puede encontrarse en la historia de
los pueblos.
Los hombres entendan la lengua de las mujeres, y stas, la de aqullos; pero el lenguaje ordinario que todos hablaban era el de los hombres, porque stos se consideraban degradados si hablaban a las mujeres en la lengua de ellas, ni stas podan hablar al hombre sino en la
lengua que les era propia. Las mujeres entre s no hablaban sino en su
propio idioma. Tenan, adems, esos caribes, un tercer lenguaje, o mejor dicho jerigonza de su invencin, conocido slo de los hombres que
haban estado en la guerra, y particularmente de los viejos, el cual usaban en sus asambleas cuando queran que las mujeres y los muchachos
no entendiesen sus acuerdos.31
Los caribes de esas islas eran de mediana estatura, bien formados,
de espaldas y caderas anchas, rostro lleno, redondo y generalmente
con dos hoyuelos en medio de las mejillas, ojos negros, nariz chata con
las ventanas muy abiertas, y frente aplastada, no por naturaleza, sino
porque al nacer, sus madres les apretaban con dos tablas la cabeza,
por delante y por detrs, mantenindolos as por todo el tiempo de la
lactancia, para que adquiriesen la forma que aquellos salvajes tenan
por belleza; sus pies eran chatos y anchos, y el color de su cuerpo,
aceitunado.

44\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

Sus cabellos eran negros, lacios y largos. Cuidaban mucho de peinarse, y hombres y mujeres se hacan por detrs una trenza que terminaba en un pequeo cuerno colocado en medio de la cabeza; el resto de
la cabellera caa en los hombres hacia adelante, pero se la cortaban a la
altura de la frente para tener libre la vista, mientras que en las mujeres
descenda por los lados de la cara. Unos y otros andaban enteramente
desnudos, babanse todas las maanas, y por eso procuraban tener
sus habitaciones a la orilla del mar, o cerca de los ros, arroyos y fuentes. Luego que salan del agua, secbanse a fuego lento y despus
pintbanse hombres y mujeres la cara y todo el cuerpo, de un color rojo
que extraan de una planta que al intento cultivaban, y que los franceses, despus que se apoderaron de algunas de aquellas islas, llamaron
roucou.32 Usaban de esa pintura mezclndola con una especie de aceite,
no tanto por adorno, cuanto para preservarse del ardor del sol, del fro
de la noche, de la humedad de las lluvias, y de la picadura de los mosquitos y otros insectos. Adems, esa pintura les endureca la piel, pero al
mismo tiempo dbale lustre y pulimento, haciendo sus miembros, como
ellos queran, ms giles y flexibles.
En los das de pblico regocijo, no se contentaban con la pintura
roja, pues empleaban tambin la de otros colores para dar variedad al
rostro y al cuerpo, ponindose a veces un crculo negro alrededor de los
ojos. En ciertas solemnidades adornaban la cima de sus cabezas con un
sombrerito tejido de plumas de aves de diferentes colores, un penacho
de pluma de garzota o de otras aves, y algunas veces cubrindose toda
la cabeza con una corona tambin de plumas, adorno exclusivo de los
hombres. Taladrabanse la parte blanda de la oreja para ponerse espinas muy pulidas de ciertos pescados o pedacitos de carey. Perforbanse
tambin los labios para colocar en ellos una especie de pequeo punzn,
hecho de hueso o de una espina de pescado; y lo mismo hacan con el
cartlago intermedio de la nariz, colgndose en l un grano de cristal, un
anillo, u otro adorno semejante. Todas esas incisiones o taladros se les
hacan a los 12 o 15 das de nacidos, a no ser que por su debilidad se
retardase hasta que adquiriesen robustez. Para que esas perforaciones
no se cerrasen, pasbaseles un hilo, como se ha practicado y practica
hoy en las naciones civilizadas, que en la apertura de orejas imitan a los
salvajes. Los hombres llevaban ordinariamente al cuello pitos de huesos de sus enemigos, y grandes collares o cadenas compuestas de dientes de agut, de gatos monteses, tigres, o de pequeas conchas ensartadas en un cordelillo de algodn fino, teido de rojo o violado. Ponanse
igualmente otros adornos bajo los brazos, y cinturones de plumas bien
tejidos que flotaban sobre sus espaldas, o que caan desde el ombligo
hasta la mitad de los muslos. A diferencia de los hombres, las mujeres
llevaban unos semi-botines que les bajaban hasta los tobillos, muy bien

JOS ANTONIO SACO

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trabajados, y por abajo terminaban en un pequeo crculo tejido de junco y algodn, que apretndoles el grueso de la pantorrilla, la haca aparecer ms llena.
No eran dados al hurto como otros muchos salvajes. Respetaban a
los ancianos, y escuchbanlos con atencin. Fabricaban sus casas o bohos en forma oval, con varas de madera asentadas en tierra, o de algunas hierbas, tan bien colocadas, que los preservaban de las lluvias sin
necesidad de renovarlas por tres o cuatro aos. Servales de puerta una
simple estera: dorman en hamacas de algodn, tejidas con habilidad, y
colgadas por sus dos extremidades; o en camas hechas de muchos palos
atados a lo largo y a lo ancho, sobre los cuales se ponan muchas hojas
de pltanos que sirviesen de colchn. Esta cama, llamada entre ellos
cabane, mantenase suspendida por las cuatro esquinas con cuerdas
gruesas. Tenan por asientos unos trozos pequeos de madera, roja o
amarilla, pulidos como el mrmol; barran sus habitaciones con frecuencia; para hacer sus necesidades naturales iban al campo, lejos de sus
casas, y, con un palo puntiagudo, abran un hoyo en la tierra, cubrindolo despus con ella.
A tal extremo llegaba en este punto su aseo, que despus que los
europeos se pusieron en contacto con ellos, observose que si alguno satisfaca sus necesidades en sus labranzas, ellos las abandonaban, por
imaginarse que el fruto producido participaba de aquella inmundicia;
pero esos mismos caribes, que tan limpios se mostraban en sus habitaciones y labranzas, tenan muy sucio el carbet, que era la casa pblica en
que se juntaban para sus diversiones.
En las mujeres no exista el libertinaje que en otros muchos pueblos
salvajes; permitida era la poligamia; los hombres tenan derecho a tomar por mujeres a todas sus primas; y los padres ofrecan sus hijas a los
jvenes que se sealaban en la guerra; de manera que el tener muchas
mujeres era generalmente un signo de valenta.
Los padres celebraban con festines el nacimiento de sus hijos primognitos; y a semejanza de algunos otros salvajes, los maridos, despus del alumbramiento de la mujer, metanse en cama para remedar el
parto, permaneciendo en ella y guardando una dieta severa durante 10
o 12 das. Otra costumbre brbara, aunque no general, era que, despus
de ese tiempo, se les zanjaban al padre las espaldas con un diente de
agut, sin que durante esta operacin diese ningn signo de dolor, pues
en su concepto, cuanto ms grande era la fortaleza mostrada en los sufrimientos, tanto ms valor adquira el hijo para los combates: y al intento recogase con mucho cuidado la sangre de las heridas, para frotar
con ella el rostro del hijo. Esta operacin a veces tambin se practicaba
con las hijas, puesto que tenan que ir a la guerra con sus maridos para
prepararles el alimento y prestar otros servicios.

46\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

Las madres criaban cariosamente a sus hijos, y dejbanles sus


miembros en tanta soltura, que en breve se robustecan, pudiendo a
veces marchar sin andaderas a los seis meses.33
El nombre que los caribes daban comnmente a sus hijos, tombanlo,
o de sus antepasados, o de varios rboles de sus islas, o de alguna circunstancia particular que ocurra al padre durante e1 embarazo o el parto de
la mujer. Esos nombres no eran vitalicios, pues mudaban cuando el hijo
llegaba a la edad en que se le reciba en el nmero de los soldados, o
cuando, matando en la guerra a un jefe de los aruages, sus implacables
enemigos, tomaba el nombre de ste en recuerdo de su victoria.
La educacin de un salvaje consiste en los ejercicios corporales. As
fue, que los caribes enseaban a sus hijos a cazar, pescar y nadar; pero
en lo que pusieron su mayor empeo fue en el tiro certero de las flechas.
Apenas saban andar bien, cuando sus padres y madres acostumbraban
colgarles su alimento de la rama de un rbol, de donde, para tomarlo,
era preciso que lo derribasen con la flecha; y al paso que esos nios iban
creciendo, ponaseles la comida a mayor altura. Con este ejercicio y otros
semejantes se hacan grandes flecheros. Ningn caribe poda ir a la
guerra sin ser antes declarado soldado, en presencia de todos los parientes y amigos, congregados al intento para tan solemne ceremonia,
cuya descripcin nos ha conservado Rochefort.
El padre dice, que antes ha convocado la asamblea, hace sentar a su hijo en un asiento pequeo, colocado en medio de la casa o del
carbet, y despus de haberle manifestado en pocas palabras todos los
deberes de un valiente soldado caribe, y de haberle hecho prometer que
jams har cosa que pueda marchitar la gloria de sus antecesores, y
que vengar con todas sus fuerzas los antiguos agravios de su nacin,
coge por las patas cierto pjaro de presa, que ellos llaman mansfenis en
su lengua, y que ha sido preparado mucho tiempo antes para este uso,
da con l muchos golpes a su hijo hasta que el pjaro muere, y que su
cabeza quede enteramente desbaratada. Despus de este rudo tratamiento, que deja enteramente aturdido al joven, el padre le saja todo el
cuerpo con un diente de agut, y para curar las heridas que le ha hecho,
empapa el pjaro en una infusin de granos de pimiento, con la que
frota rudamente todas las heridas, causando el pobre paciente un dolor
muy agudo y muy punzante; pero que es menester que sufra alegremente, sin hacer el menor gesto ni la menor seal. Despus se le hace
comer el corazn de este pjaro; y para terminar la ceremonia se le
acuesta en un lecho que se mece, donde debe permanecer tendido a lo
largo hasta que sus fuerzas sean casi enteramente como agotadas por el
ayuno. Hecho esto, es reconocido por todos como soldado, pudiendo asistir a todas las asambleas del carbet, y seguir a los otros en todas las
guerras que emprendieren contra sus enemigos.34

JOS ANTONIO SACO

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Las armas de los caribes eran flechas formadas de pequeas caas


pulidas y armadas en una de sus extremidades de un hueso de tortuga,
o de la cola dentada de una raya. Usaban tambin de unas macanas
llamadas butu, que eran de la madera dura de palma y de otros rboles;
tenan como tres dedos de ancho, con dos filos algo agudos; su longitud
era como la estatura de un hombre; y esgrimanlas a dos manos con
suma destreza. Con las macanas peleaban tambin los indios de la isla
de Hait o Espaola, segn dice Oviedo.35 De todas estas armas, las flechas eran las ms temibles, no s1o por la distancia a que alcanzaban,
sino porque envenenaban sus puntas con el jugo de la manzanilla y de
otras sustancias, cuya herida era mortal por pequea que fuese. Si los
enemigos se defendan dentro de sus casas rodeadas de palizadas, entonces ponan en la punta de las flechas algodn encendido; y como aqullas estaban cubiertas de paja seca, eran prontamente incendiadas, forzando as a sus enemigos a salir a campo raso.
Cuando algn caribe mora, sus parientes y amigos mostraban su
dolor con grandes gritos y lamentos, y despus de haberle rendido este
homenaje, lavaban su cadver, pintbanlo de rojo, frotbanle la cabeza
con aceite, peinbanle, doblbanle las piernas contra los muslos, ponanle
los dedos entre aqullas, e inclinndole la cabeza hacia las manos, el
cadver tomaba poco ms o menos la postura de un nio en el vientre de
su madre. En este estado, envolvanlo en una hamaca nueva hasta el da
del entierro. Su sepultura tena cuatro o cinco metros de profundidad,
pero de una forma casi redonda como un tonel, con un pequeo asiento
en el fondo, sobre el cual se colocaba al difunto en la misma posicin que
se le haba dado.
Alrededor de la sepultura encendase una hoguera, y colocndose
los hombres detrs de las mujeres, pasbanles de cuando en cuando la
mano por los brazos para invitarlas a llorar, y todos cantando y gimiendo repetan las hazaas del difunto.
Durante algunos das, los parientes y ms ntimos amigos del muerto visitaban su sepultura dos veces al da, llevndole siempre de comer
y beber, y dicindole cada vez: Por qu te has muerto?, por qu no
quieres volver a la vida? No digas, pues, que te hemos negado de qu
vivir, porque te traemos comida y bebida. Y dicho esto, dejbanle el
alimento al borde de la sepultura hasta la siguiente visita, en que, viendo que no lo haba tomado, se lo arrojaban en la cabeza. Solan tambin
matar los esclavos del muerto para que acompaasen sus manes; y en la
ltima visita que les hacan, echaban en su sepultura, o quemaban en
ella, el arco, las flechas, su maza, y todos los dems objetos que le haban servido. Cubierto entonces el cadver con tierra, los parientes ms
inmediatos cortbanse los cabellos, ayunaban rigorosamente, y
entregbanse, por ltimo, a la embriaguez y otros desrdenes.

48\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

La relacin hecha aqu de los usos y costumbre de esos caribes, manifiesta que ya haban salido del profundo estado de la barbarie. Su vida no
era errante, pues habitaban en pueblos o caseros; cultivaban la tierra, de
cuyo producto se alimentaban en parte; y tenan alguna industria, hilando el algodn y tejiendo con l mantas que rivalizaban con las que entonces se trabajaban en Espaa.36 Haban, por ltimo, adquirido ciertas comodidades de la vida civilizada, porque eran muy limpios en sus casas o
bohos, y no dorman por tierra, ni se sentaban en ella, pues usaban al
intento, como ya hemos visto, de unos trozos de madera muy pulidos.
Pero en medio de estos adelantos desconocidos a otros pueblos salvajes, los caribes tuvieron la feroz costumbre de comer carne humana,
no como alimento ordinario, pues se nutran de pescado, casabe, pltanos, maz, frutas y otras sustancias vegetales y animales; asemejndose
en esto a muchos salvajes del Nuevo Mundo, que tambin coman la
carne de sus enemigos.
El padre Labat, religioso dominico, que visit algunas de las islas
Caribes despus de la dominacin francesa, asegura que sus habitantes
no eran antropfagos, y que si asaban los miembros de los prisioneros
de guerra, y recogan su grasa guardndola en sus casas, esto no era
para comrselos, sino pare conservar por ms tiempo el recuerdo de su
victoria y venganza contra ellos.37
Tal aseveracin es contraria a los hechos consignados en la historia; y yo creo que la equivocacin de Labat procede de que cuando l
lleg a la Martinica, en 1693, ya las costumbres de los caribes haban
sufrido profundas alteraciones con el trato de los europeos establecidos en aquellas islas; y en prueba de que as fue, transcribir lo que
refiere Mr. Montel en sus Memorias, y que recogi de las conversaciones familiares que tuvo con dos buenos viejos caribes. He aqu lo
que stos le dijeron:
Nuestra gente ha llegado a ser la vuestra, desde que os ha visto; y
nosotros mismos ya nos reconocemos con dificultad, pues somos muy
diferentes de lo que antes ramos. As nuestra nacin cree que a causa
de este cambio, los huracanes son ms frecuentes que en tiempos anteriores; y que Maboya es decir, el espritu maligno nos ha puesto
bajo la dominacin de los franceses, ingleses y espaoles, que nos han
arrojado de la mayor parte de nuestras mejores tierras.38
Otros historiadores extranjeros y nacionales que conocieron a los
caribes, cuando an conservaban sus primitivas costumbres, estn acordes en confesar que esos salvajes fueron antropfagos, y que si perdonaban la vida a las mujeres y muchachos de sus enemigos, comanse a
los hombres.
Los primeros europeos que vieron a los caribes, fueron Coln y los
espaoles que en su segundo viaje le acompaaron, los cuales encontra-

JOS ANTONIO SACO

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ron seales inequvocas de su brbara costumbre. Hablando el doctor


Chanca de un capitn de Coln que haba desembarcado en una de aquellas islas, dice:
Hall mucho algodn hilado y por hilar, cosas de sus mantenimientos, de todo trajo un poco, en especial trajo cuatro o cinco huesos
de brazos a piernas de hombres. Luego que aquello vimos sospechamos
que aquellas islas eran las de Caribes, que son habitadas de gente que
come carne humana, porque el Almirante por las seas que le habian
dado del sito destas islas, el otro camino, los indios de las islas que
ntes habian descubierto, habia enderezado el camino para descubrirlas. Y en otra parte, refirindose a la isla que se llam despus Guadalupe, se expresa as:
En este puerto de aquella isla estovimos ocho dias causa de la
prdida del sobre dicho Capitn, donde muchas veces salimos tierra
andando por sus moradas pueblos, que estaban la costa, donde hallamos infinitos huesos de hombres, los cascos de las cabezas colgados
por las caras manera de vasijas para echar cosas. Aqu no parescieron
muchos hombres; la causa era, segun nos dijeron las mugeres, que eran
idas diez canoas con gentes saltear otras islas... Preguntamos las
mugeres que eran cativas en esta isla, que qu gente era sta: respondieron que eran Caribes. Despus que entendieron que nosotros aborrecamos tal gente por su mal uso de comer carne de hombres, holgaban
mucho... Esta gente saltea en las otras islas, que traen las mugeres que
pueden haber, en especial mozas y hermosas, las cuales tienen para su
servicio, para tener por mancebas, traen tantas que en 50 casas ellos
no parecieron, y de las cativas se vinieron ms de 20 mozas. Dicen tambin estas mugeres que stos usan de una crueldad que parece cosa
increble; que los hijos que en ellas han, se los comen, que solamente
cran los que han en sus mugeres naturales. Los hombres que pueden
haber los que son vivos llevnselos a sus casas para hacer carnicera
dellos, y los que han muerto luego se los comen. Dicen que la carne del
hombre es tan buena que no hay tal cosa en el mundo; y bien parece
porque los huesos que en estas casas hallamos todo lo que se puede roer
todo lo tenan rodo, que no haba en ellos sino lo que por su mucha
dureza no se poda comer. All se hall en una casa cociendo en una olla
un pescuezo de un hombre. Los mochachos que cativan crtanlos el
miembro, srvense de ellos fasta que son hombres, y despus cuando
quieren facer fiesta mtanlos comenselos, porque dicen que la carne
de los mochachos de las mogeres no es buena para comer. Destos
mochachos se vinieron para nosotros huyendo tres, todos tres cortados
sus miembros.39
Que esos caribes devoraban a los hombres que cogan en la guerra,
asegralo tambin el padre Du Tertre, cuyo testimonio es ms autoriza-

50\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

do que el de Labat, no slo porque residi muchos aos en aquellas


islas, sino porque las conoci cuando estaban menos alteradas las primitivas costumbres de aquellos brbaros por su contacto con los europeos. Ese religioso hceles completa justicia, pues, sin desnaturalizar
su carcter, refiere que eran dulces y afables, que compadecan con frecuencia los males de los franceses hasta derramar lgrimas, y que no
eran crueles sino con sus implacables enemigos.40 El modo de matar a
stos y comrselos descrbelo el mismo misionero Du Tertre,41 Rochefort42 y otros autores.
Los ms antiguos y encarnizados enemigos de los caribes eran los
aruages que habitaban en la Guayana; pero as stos como los prisioneros de guerra pertenecientes a otras naciones, todos corran la misma
suerte. El enemigo vencido en el combate perteneca de derecho al caribe
que lo tomaba; y, en vez de matarle en el acto, procuraba atarle bien para
que no se le escapase, y, vuelto a su isla, guardbale en su casa, hacindole ayunar cuatro o cinco das, presentndolo despus en la fiesta pblica y
solemne en que deba ser devorado. Apenas compareca ante sus enemigos, y sabiendo ya que haba de morir, empezaba a insultarlos, amenazndolos con la venganza de sus compatriotas, y mostrando en todo la mayor
arrogancia y desprecio de sus enemigos. Cansados stos de tanta insolencia, uno le quemaba los costados con un tizn encendido; otro le haca
profundas y dolorosas heridas en las espaldas y todo el cuerpo, penetrando hasta los huesos, y derramndole un lquido terrible preparado con
pimientos. Divertanse en dispararle flechas y cada uno se complaca en
buscar un nuevo tormento, hasta que le mataban descargndole en la
cabeza un golpe tremendo con la maza. Lavaban entonces su cadver,
cortndolo en pedazos, hacan hervir una parte de ellos y asar la otra en
unas parrillas de madera destinadas para este uso. Despus dividanse
los fragmentos en tantas porciones cuantas eran las personas, regalndose todas con feroz venganza y brbara alegra en devorar la carne de sus
semejantes. En estas escenas atroces sealbanse las mujeres, pues laman con horrible avidez las parrillas untadas con la grasa de la vctima.
Esa grasa recogase con mucho cuidado por los caribes y conservbase
en calabazos por el mayor tiempo posible para derramar algunas gotas
en la comida de sus pblicos festines, y dar nuevo pbulo al odio y venganza contra sus enemigos.
No son nuevos en la historia de la humanidad los horribles ejemplos
de comer carne humana. Antropfagos fueron tambin los antiguos
escitas.43 Los persas acosados del hambre se comieron unos a otros,44 y
lo mismo hicieron los indios asiticos.45 (Ver a Herodoto.)
Pero aun sin subir a pocas tan remotas, los cruzados que fueron en
la Edad Media a rescatar el sepulcro del Salvador, a veces comironse
unos a otros para satisfacer el hambre que los mataba.46

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Villan, historiador italiano, refiere los horrores que ocasionaron los


trtaros, cuando en 1238 invadieron la Polonia y la Hungra; cuyos pases quedaron tan asolados, que para no morir de hambre hubo madres
que se comieron a sus propios hijos.47 Y la misma atrocidad menciona el
monje Juan Durano, cuando describe los estragos que causaron los turcos en Hungra en 1241.48
Los mismos espaoles en la conquista del Nuevo Mundo hubo veces, como en su oportuno lugar se dir, que se alimentaron de carne
humana.
A vista, pues, de tan terribles ejemplos dados por pueblos civilizados
y cristianos, qu extraeza debe causar que los caribes y otras muchas
tribus del Nuevo Mundo hubiesen sido antropfagos, ya por hambre, ya
por feroz venganza contra sus enemigos, ya, en fin, por un sanguinario
fanatismo religioso? Si grande es la fuerza del ejemplo y la costumbre
en el hombre civilizado, eslo mucho ms en el salvaje, porque careciendo de la ilustracin necesaria para discernir el bien y el mal moral, imita
instintivamente a sus padres y antepasados, cometiendo sin repugnancia, y hasta con placer, aun los actos ms sanguinarios y feroces.
Ocrreseme aqu una dolorosa reflexin. Los hechos que acabo de
mencionar, no dejan duda que el hombre civilizado y cristiano, hostigado del hambre se ha comido, en muchos casos, a sus semejantes. Si vuelto la vista a los tigres y leones, observo que se alimentan de la carne de
otros animales; pero si pregunto a la ciencia zoolgica si esas fieras atormentadas por el hambre se devoran unas a otras, ella no me sabe responder. Por ventura est bien probado por experiencias repetidas que
un len o un tigre hambriento, si no hallan qu comer, matan a otro len
o a otro tigre para alimentarse? Si en tal caso lo hacen, como lo ha hecho
el hombre, ste en tan terribles circunstancias, es igual a esas dos fieras; pero si stas, aun en medio de los tormentos del hambre, no devoran a los individuos de su propia especie, triste es confesar que el hombre es ms feroz que ellas, pues que devora a sus semejantes.
Todos los historiadores que hablaron de la toma de Antioqua, estn
acordes en describir los horrores del hambre que all sufrieron los cristianos; pero Guillelmo de Malmesbury refiere una circunstancia que no
mencionan los otros, y es que los cruzados que se alimentaban de carne
humana, se retiraban a las montaas, lejos del campamento, para que el
olor de ella cuando se asaba no ofendiese al resto del ejrcito.49
Apoderados de Antioqua, fue tan grande la miseria que afligi a los
peregrinos, que mataban a los sarracenos para alimentarse de ellos.
Este acto dice Baudri, arzobispo de Dol,50 no se les imputaba a
crmen, porque sufran el hambre por la causa de Dios, y porque de ese
modo continuaban haciendo la guerra a sus enemigos con las manos y
con los dientes.

52\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

El hambre cruel que sufrieron los cruzados durante el sitio de la


ciudad de Marrah, aumentose despus que la tomaron, pues llegaron
hasta el extremo de comerse los cadveres de los sarracenos, ya corrompidos, y que yacan por dos semanas, y an ms, en los fosos de aquella
ciudad. Esto infundi tal terror en los mismos mahometanos, que decan: Quin podr resistir a esa nacin tan obstinada y tan cruel, que
durante un ao no desisti del sitio de Antioqua, ni por el hambre, ni
por la presencia de ningn peligro, y que ahora se alimenta de carne
humana?51 Por lo dems, en sentir de Alberto de Aix, no hay de que
asombrarse, porque el hambre causa dolores ms agudos que la punta
de una espada.52 Mas, no pens as Raoul de Caen, pues al saber que
los cristianos hacan hervir jvenes sarracenos y asaban hombres y nios para devorarlos como bestias feroces, exclama: Me avergenzo de
contar lo que he odo decir, y lo que he sabido de los autores mismos de
estos hechos vergonzosos.53
Sin necesidad de ir los cruzados al Oriente, la Europa nos ofrece
esos ejemplos atroces en los tres aos de hambre que sufri despus de
la destruccin del templo de Jerusaln. Oigamos a Glaber, monje de
Clun: Los furores del hambre renovaron esos ejemplos de atrocidad
tan raros en la historia, y los hombres devoraron la carne de los hombres. El viajero asaltado en los caminos sucumba bajo los golpes de sus
agresores, y sus miembros eran despedazados, asados al fuego y devorados. Otros huyendo de su pas por evitar el hambre reciban la hospitalidad en los caminos, donde sus huspedes los degollaban durante la
noche, para alimentarse con ellos. El mismo autor habla de un hombre
que os llevar carne humana al mercado de Tournus, y de otro habitante de la floresta de Chatenai, cerca de Macon, en cuya casa se encontraron 48 cabezas de hombres que haba degollado, y cuyas carnes se haba
comido.54

Notas
1

Copia de esta carta se halla en la Coleccin M.S. Muoz, tomo LXXXIX.

Tratado que el obispo de la ciudad de Chiapa D. Fray Bartolom de las Casas, compuso por comisin del Consejo Real de las Indias, sobre la materia de los indios que se
han hecho en ella esclavos. Este opsculo, con otros del mismo autor, fue publicado en
Sevilla en el ao de 1552.

Carta al emperador de los primeros oidores de la Audiencia de Mjico, ya citada. Muoz,


Colec. M. S. t. LXXIX.

Tratado que el obispo de la ciudad real de Chiapa D. Fray Bartolom de las Casas,
etctera.

JOS ANTONIO SACO

/53

Antonio Len Pinelo, hablando de ciertos indios, dice: stos avian de servir por Naborias,
Tapias, que era servicio de uno dos aos i despus por otros dos, i asi temporalmente. Confirmaciones Reales, part. 1, cap. I.

Tratado que el obispo de la ciudad real de Chiapa, D. Fray Bartolom de las Casas,
etctera.

Las Casas, Brevsima Relacin de la Destruccin de las Indias, captulo de la Costa de


las Perlas.

Tratado que el obispo de la ciudad real de Chiapa, D. Fray Bartolom de las Casas,
etctera.

Tratado ya citado.

10 Escribano de racin era un oficio de la Casa Real de Aragn, que equivala a contador
mayor de la Corona de Castilla. El original de esta carta existe en el Archivo de Simancas
y se public por D. Martn Fernndez de Navarrete, en su Coleccin de los viajes y
descubrimientos que hicieron por mar los espaoles desde fines del siglo xv, tom. 1,
p. 167. Edicin de Madrid de 1825 a 1837.
11 Esta carta, escrita en espaol por Coln, fue traducida en latn por el literato Leandro
de Cozco a 25 de abril de aquel ao; y Fernndez de Navarrete la insert en ambas
lenguas en el tomo 1 de su Coleccin de Viajes y Descubrimientos, etc., ya citada.
12 Primer Viaje de Coln, inserto por Navarrete, tomo 1 de la citada Coleccin de Viajes
y Descubrimientos, etctera.
13 Provisin Real de Barcelona en agosto de 1493.
14 Herrera, dc. 1, lib. 11, cap. V.
15 Carta, encargando al obispo de Badajoz complazca en todo al hermano del Almirante, y
escriba a ste en trminos agradables que borren cualquier resentimiento que pueda
tener. (Registrada en el Archivo de Indias en Sevilla.)
16 Instruccin de los Reyes Catlicos al Almirante D. Cristbal Coln, as para el viaje que
iba a hacer a las Indias, como para el buen gobierno de la nueva colonia, expedida en
Barcelona a 29 de mayo de 1493.
17 Carta del doctor Chanca al Ayuntamiento de Sevilla, ya citada en otra parte. Charlevoix,
Histoire de Lsle Espagnole ou de S. Domingue, tom. 1, lib. I.
18 Primer viaje de Coln en 1492, publicado por Martn Fernndez de Navarrete en su
Coleccin de los Viajes y Descubrimientos, etc., tom. I.
19 Primer Viaje de Coln, ya citado por Navarrete, tom. I.
20 Ibdem.
21 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. 11, cap. VI.
22 Herrera, dc. 1, lib. VII, cap. V.
23 Herrera, dc. 1, lib. 11, cap. XIII.
24 Histoire Naturelle et Morale des les Antiles de lAmerique, lib. II, cap. VII.
25 Labat, Nouveau voyage aux les dAmerique; part. 2, chap. II.
26 Bancrofts, History of Guiana, p. 259.
27 Rochefort., lib. II, cap. VII. Vase la nota 94 de Robertson, History of Amrica.
28 Du Tertre, Histoire generfale des Antilles habites par les francois, tom. II, tratado 7,
cap. I, 2.
29 Du Tertre, tom. II, tratado 7, cap. I, 2.

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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

30 Du Tertre, ibdem.
31 Labat, Nouveau voyage etc., tom. V, cap. VII.
32 Rochefort, Histoire Naturelle et Morale des Antilles, lib. II, chap. IX.
33 Rochefort, Histoire Morale des les Antilles, liv. II, chap. 23.
34 Rochefort, Histoire, etc., liv. 2, chap. 23.
35 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. III, cap. V.
36 Carta ya citada del doctor Chanca al Ayuntamiento de Sevilla.
37 Labat, Nouveau voyage, etc., tom. V, chap. 7.
38 Rochefort, liv. 2, chap. 9.
39 Carta ya citada del doctor Chanca al Ayuntamiento de Sevilla.
40 Du Tertre, Histoire Generale des Antilles, tom. II, traite 7, cap. I, 1.
41 Du Tertre, Histoire Generale des Antilles, tom. II, traite 7, cap. I, 11.
42 Rochefort, Histoire Naturale et Morale des Antilles, liv. 2, chap. 21.
43 Herodoto, lib. IV, 64 y 106.
44 Herodoto, lib. III, 25.
45 Herodoto, lib. III, 99 y 100.
46 Vase la nota al final de este captulo.
47 Istorie Fiorentine de Giovanni Villani, tom. XIII.
48 Johannis, Vita Duran chronicou. Esta obra se halla en una coleccin histrica intitulada: Godefredi Guglielm Seibnite accesiones historicae, 2 vol., in 4, au 1700, Hanovre.
49 Wilielm monachi Malmesmuriensis de gestis regum Anglorum libri quinque.
50 Historie hierosolymitana Baldrici archiepiscopi Dolensis. [Historia de la toma de Jerusaln, por Baudri, arzobispo de Dol. Biblioteca de Cruzadas, tom. I, p. 25, palabras
francesas.]
51 Raimondi de Agiles, canonici Podiensis, Historia Francorum qui ceprunt Hierusalem.
[Historia de los francos que tomaron a Jerusaln, por Raymundo de Agiles, cannigo
de Puy.]
52 Historia Hierosolimatanae expeditionis, edita ab Alberto canonico ac custode Aquensis
ecclessiae. (Historia de la expedicin de Jerusaln, por Alberto, cannigo de la Iglesia
de Aix.) Sobre el hambre del sitio de Marrah, vase tambin la obra Fulcherii
Caruotensis Gesta peregrinantium Francorum cumarmis Hierusalem. purgentium.
(Hechos de los francos que van armados en peregrinaje a Jerusaln, por Foucher de
Chartres.)
53 Gesta Tancredi principis in expeditione Hierosolimitana, auctore Rodulpho Cadomeni,
ejus familiari. (Tomo V, Los hechos del prncipe Tancredo en la expedicin de Jerusaln,
por Raoul de Caen, su familiar.)
54 Glabri Rodulphi, Clumacegsis monachi, Historiarum sui temporis. Libri V, ab electione
Hugonis Capeti in regem, ad annum usque MXLVI. (Duchesne, tom. 3, p. 1 et suiv.)

Libro Tercero
CMO EMPEZ EL TRFICO DE ESCLA
VOS INDIOS
ESCLAV
EN EL NUEV
O
MUNDO
NUEVO

Isabela fue el nombre que en honor de la reina que entonces ocupaba el trono de Castilla, dio Coln al primer pueblo europeo que fund en
La Espaola, y el primero tambin que existi en el Nuevo Mundo. All
entreg en 30 de enero de 1494, a Antonio de Torres, comandante de la
flota que deba partir para Espaa, un memorial para los Reyes Catlicos, en el cual les daba cuenta del estado de la colonia, y de lo que deba
proveerse para su incremento. Con Torres envi tambin los hombres,
mujeres y nios tomados en las islas Caribes, que acababa de descubrir,
para que aprendiendo el castellano, volviesen a servir de lenguas, pues
aunque los indgenas de todo lo descubierto hasta entonces parecan
entenderse entre s; haba mucha diferencia, no slo entre las lenguas
de diversas islas, sino en las diversas provincias y pequeos distritos de
La Espaola. Daba Coln la preferencia a los caribes, de los que pensaba tomar muchos para intrpretes, porque como asaltaban todo el archipilago, eran en su concepto los ms versados en esos idiomas, y por
lo mismo, ms a propsito para difundir la cultura y la religin que adquiriesen, renunciando a sus brbaras costumbres con el trato y enseanza de los castellanos.
Propuso tambin Coln, en el citado memorial, que sera muy conveniente enviar a Castilla como esclavos cuantos caribes se pudiese;
que se habilitasen buques para introducir anualmente en La Espaola
todas las cosas necesarias para su fomento, las cuales se podran pagar
con esos esclavos; y que el gobierno podra tambin cobrar por ellos
algn derecho al introducirlos en Espaa. Fundbase Coln en que los
caribes seran mejores esclavos que otros indios; que convertidos al cristianismo seran otras tantas almas que se salvaran, y que al ver los
indios mansos, enemigos de los caribes, que a stos se les esclavizaba,
cobraran afecto a los espaoles como sus defensores; mientras que, por
otra parte, el exhausto erario de Castilla adquirira cuantiosos recursos

56\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

para satisfacer las grandes necesidades de la naciente colonia que de


todo careca.
A pesar de la deferencia de los Reyes Catlicos por Coln, y de que
ste trataba de esclavizar, no a los indios mansos, sino a los caribes, la
reina Isabel no acept su propuesta.1
Volvi Antonio de Torres a La Espaola con la respuesta de los
catlicos monarcas a los captulos contenidos en el memorial de Coln; pero el destino haba decretado que ese mismo Torres tornase
despus a Castilla, llevando esclavos, no caribes, sino indios de la misma Espaola.
Cuando Coln descubri en su primer viaje esa isla, dej all una
pequea colonia de 39 castellanos, los cuales ya no encontr2 a su vuelta, a fines de noviembre de 1493. Haban perecido todos a manos de
los indios, no por maldad de stos, sino por los ultrajes y violencias
cometidos contra ellos. Este trgico suceso fue el preludio de las desgracias que haban de caer sobre los indios. Aumentronse los males
con la ausencia de Coln, pues sali de La Espaola en 1494 a descubrir nuevas tierras. Recios trabajos padeci en ese viaje, y vuelto a La
Espaola, estuvo enfermo cuatro meses, sin poder cuidar del gobierno de la colonia. Mozen Margarit, jefe de la tropa enviada a ella, dejola
en desorden con su fuga a Espaa, y quedando los soldados sin direccin
ni freno que los contuviese, crecen dice Muoz, las insolencias
hasta el punto de hacerse intolerables a los vecinos de la Vega. Los
soldados sin cabeza que los adune y contenga, corren divididos por
varias partes, entregndose a cuanto les dicta la necesidad, la pasin y
el antojo. Cansados de sufrir los miserables indios, pasan del terror a
la desesperacin.3
Para reprimir estos males, resuelve Coln hacer la guerra a Guatiguasa, cacique de Macoriz, ligado con otros caciques, que tenan en
grande aprieto al capitn Luis de Arriaga, y matando a unos, esclaviz
a otros. stos, en nmero de 500 de ambos sexos, y desde la edad de 12
aos hasta la de 35, poco ms o menos, fueron enviados a Sevilla en
cuatro naves que al mando del referido Torres partieron en 24 de febrero de 1495, para que fuesen vendidos en aquella ciudad.4
Llegados que fueron esos esclavos a Sevilla, el obispo Fonseca lo
particip a los Reyes Catlicos, y stos expidieron en 12 de abril de 1495
una Real Cdula en que se leen estas palabras: parecenos que se podrn vender all mejor en esa Andalucia que en otra parte, debeislos
facer vender como mejor os pareciere.5
Apenas expidieron los Reyes Catlicos esa cdula, cuando les asaltaron dudas sobre la justicia de la esclavitud de los indios, enviados a
Castilla, y por eso escribieron en 16 de abril de aquel ao una carta al
obispo Fonseca, ordenndole que afianzase el producto de la venta de

JOS ANTONIO SACO

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esos esclavos, mientras se oa el parecer de jurisconsultos, telogos y


canonistas, y llegaban las cartas de Coln que se estaban esperando,
para ver si haba motivos fundados de esclavizar a los indios y venderlos
legtimamente.6
Procediose, sin embargo, a la venta de ellos,7 los cuales murieron
despus casi todos con el cambio del clima.8
Mientras estas cosas pasaban, Coln, para someter a los caciques
sublevados, y en particular a Caonabo, el ms valiente de ellos, prosigue la guerra; y el 24 de marzo de 1495 las armas castellanas, en nmero de 200 de a pie, 20 de a caballo y otros tantos perros carniceros,
vieron en la Vega Real sobre 100 000 indios reunidos, segn dicen los
historiadores espaoles. Horrible fue la matanza, y la muchedumbre
que se tom a vida fue condenada a esclavitud.9
Siempre inquieta la timorata conciencia de la reina Isabel, escribi
de nuevo a Fonseca, desde Arvalo, en junio de 1495, dicindole:
Hemos mandado ver varios letrados lo de los indios, si pueden
venderse por esclavos: esperamos podroslo hacer saber ntes que partan las caravelas, porque lo sepa el Almirante si podr enviar ms: los
que en su nombre pide Berardi10 ddselos en confianza, dicindole en
secreto lo que se trata: despus se entender sobre si dehe haberlos el
Almirante segun lo asentado y otorgado en Barcelona.
De los indios depositados en Fonseca, mand el gobierno en 13 de
enero de 1496, que a Juan Lescano, capitn de la Real Armada, se entregasen 50 de la edad de 20 a 40 aos, para el servicio de las galeras
que mandaba, bajo la condicin de que si los indios eran declarados libres, pues que todava nada se ha decidido sobre este punto, devolviese
los que de ellos tuviera vivos; pero si eran declarados esclavos, los retuviese a cuenta de los sueldos que se le deban.11
Las calumnias de sus enemigos y los intereses de La Espaola obligaron al Almirante a venir a Castilla, dejando de gobernador interino al
adelantado12 don Bartolom, su hermano, persona de valor y de capacidad para el mando que le confi. Nombr tambin de alcalde mayor
para que administrase justicia en toda la isla, a Francisco Roldn su
antiguo criado, hombre de claro entendimiento, astuto y que haba desempeado bien otros cargos con que el Almirante le haba honrado;
pero despus se mostr turbulento, ambicioso e ingrato con su protector. Parti el Almirante de La Espaola el 10 de marzo de 1496, y entr
en la baha de Cdiz el 11 de junio del mismo ao.13 Dos aos dur su
ausencia, y en ese tiempo environse de La Espaola a Castilla nuevos
indios esclavizados.
Como el adelantado don Bartolom haba informado a los Reyes
Catlicos, que algunos caciques mataban a los castellanos, mandsele
que enviase a Espaa a los delincuentes. Hzolo as en 1496 con 300

58\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

esclavos, los cuales llegaron a Cdiz en tres naves al mando de Per Alonso
Nio.14 De este nmero remitironse 24 a Sevilla, y murieron diez en el
ro Guadalquivir.15
Cierto cacique, que en concepto de Las Casas era el de la Vega Real,
no pudiendo cumplir el servicio personal que a l y a sus indios se les
haba impuesto, huyronse a los montes; mas, perseguidos, muchos fueron enviados a Espaa como esclavos en cinco naves,16 y 200 de ellos
fueron dados a los maestres en pago de sus fletes.
En las nuevas revueltas de los indios de La Espaola, en 1498, ocasionada por la desenfrenada conducta de los castellanos, los infelices
que escaparon con vida, fueron en gran nmero reducidos a esclavitud
por el adelantado don Bartolom Coln.17
Ya por este tiempo haba el Almirante tornado a La Espaola, y en
algunas de las naves en que lleg, envi a Castilla los ltimos indios
esclavizados por su hermano. Daba l gran importancia a este trfico, y
calculando las ventajas que al Tesoro le rendira, lo mismo que el del
palo del Brasil, escribi en 1498 a los Reyes Catlicos, dicindoles:
De ac se pueden, con el nombre de la Santa Trinidad, enviar todos
los esclavos que se pudiesen vender, y brasil, de los cuales si la informacin que yo truje es cierta, me dicen que se podrn vender 4 000, y que
poco valer valern 20 cuentos; y 4 000 quintales de brasil que pueden
valer otro tanto, y el gasto puede aqu ser 6 cuentos; as que prima az
buenos seran 40 cuentos si esto saliese as.18
Propuso tambin Coln, que los maestres de los buques pudiesen
recibir esclavos de los colonos, para venderlos en Sevilla, y que despus
de deducidos los gastos de su transporte y manutencin, comprasen con
el dinero restante todos los artculos que los colonos les encargasen.
Esta idea tuvo un principio de ejecucin, porque dos o tres maestres
de naves pusieron carteles anunciando que llevaran a Sevilla por 1 500
maraveds cuantos esclavos se les diesen para venderlos all y cobrar su
flete. Alegrronse mucho todos los vecinos de La Espaola, y el Almirante prometi dar carga para los buques.19
Suplic, por ltimo, a los Reyes Catlicos que los castellanos de La
Espaola pudiesen servirse de los indios por un ao o dos, mientras se
enderezaban los negocios de la isla.20
Crtica era la situacin del Almirante en La Espaola, pues durante
su permanencia en Castilla, Francisco Roldn haba sublevado con sus
intrigas la mayor parte de los espaoles, y ponindose a la cabeza de la
rebelin, despreci la autoridad del Adelantado, y aun puso acechanza a
su vida. Creyendo el Almirante que el atentado de Roldn no se diriga
contra l, sino contra su hermano don Bartolom, trat al principio de
desarmarle por medios pacficos; pero fuerte Roldn con el apoyo de los
castellanos que en gran nmero le seguan, cada da era ms insolente

JOS ANTONIO SACO

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en sus pretensiones. Sin fuerzas Coln para castigar a los revoltosos,


pues que luchaba con dos enemigos formidables, la envidia y su condicin de extranjero entre los espaoles, viose forzado a transigir con
Roldn, y una de las duras condiciones que ste exigi por el convenio
ajustado en 16 de noviembre de 1498,21 fue que cada uno de sus partidarios que prefiriese volver a Espaa, recibiese de Coln cierto nmero
de esclavos indios, con la facultad de sustituirlos por otras tantas indias
de las que algunas tenan en cinta o paridas.22
Adems, deseando el Almirante sosegar a tan peligrosos enemigos
de la colonia, dispensoles una nueva gracia, permitindoles que se quedasen en la isla cuantos quisiesen, ya a sueldo del rey, ya tomando esclavos
y tierras, segn a cada uno conviniese.23
No fue, por cierto, la intencin del Almirante que los Reyes Catlicos ejecutasen el convenio ajustado con Roldn, y despus de exponerles las angustias y sinsabores que haba pasado, pidioles que castigasen
los delitos de aqul y sus secuaces, luego que llegasen a la corte, y que
a todos se tomasen los esclavos, las mancebas indias, entre ellas algunas hijas de caciques, el oro de que era fama llevaban gruesas sumas, y
otras cualesquiera cosas robadas o mal habidas.24 Pero Roldn y la
mayor parte de los facinerosos que le seguan, no deseaban volver a
Castilla, y valindose de infundados pretextos, aspiraron a nuevas condiciones, tan injustas como violentas.
Estrechado el Almirante por la ms triste necesidad, consinti de
nuevo en dar esclavos a los que a Castilla se marchasen, concediendo a
los que prefiriesen quedarse en La Espaola, que eran los ms, no slo
indios esclavos, sino libres, para que cultivasen las tierras que entonces
se les asignaron.25 De todo inform Coln a sus Reyes: escribioles en
los trminos que ya he dicho; entreg el proceso de los conjurados a
Abarrantes y Ballester, que iban de apoderados suyos en la corte; y 15
de aqullos, cual con uno, cual con dos, y cual con tres esclavos, partieron para Castilla a principios de octubre de 1499.26
Cuando estos lamentables sucesos llegaron a los odos de la reina
Isabel, prorrumpi indignada en aquellas memorables palabras: Quin
ha facultado a Coln para repartir mis vasallos con nadie?
Si la clera de la reina Isabel fue por los indios esclavizados que se
enviaron entonces a Castilla, clera infundada fue, porque el Almirante
le haba escrito que el aprieto de las circunstancias en que se hallaba, le
haba obligado a dar tales esclavos, y que as, los quitase a quienes los
llevaban, castigndolos por sus maldades cometidas en La Espaola.
Esa clera, pues, hubo de ser porque al repartir Coln aquellas
tierras, dio a los castellanos indios que las cultivasen, sin pagar a stos
jornal ni ofrecerles retribucin alguna, para lo cual no estaba Coln
autorizado.

60\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

Sin prdida de tiempo mandose pregonar en Granada, donde a la


sazn estaba la corte, en Sevilla y en otras partes, que todos los que
tuviesen esclavos indios dados entonces por el Almirante, los restituyesen a La Espaola so pena de muerte; pero esta devolucin no se extenda a otros indios antes introducidos en Espaa, porque la Reina estaba
informada de que eran habidos de buena guerra.27
De esa real orden de Granada resultan dos cosas: una, que los telogos y juristas a quienes se haba consultado si eran libres o esclavos los
indios enviados a Espaa en aos anteriores, ya haban opinado que en
general eran libres; otra, que esta libertad no comprenda a los indios
cogidos en buena guerra, porque eran esclavos. Pero fue justa la ltima parte, de esta decisin? Es siempre fcil conocer cuando es justa
una guerra para esclavizar al hombre fundndose en ella? Respecto de
los indios, puede asegurarse que fueron injustas cuantas les hicieron
los europeos. stos invadironles sus tierras; despojronles de ellas;
quitaron sus esposas a los maridos, y las hijas a sus padres; obligaron a
todos a que trabajasen gratuitamente en provecho exclusivo de los
usurpadores; quemronles sus propiedades e incendironles sus pueblos, y como si tanto no bastara, redujeron a la ms terrible esclavitud a
la raza que antes era libre y duea del pas. Y cuando esos infelices, sin
poder resistir a la ms cruel tirana, se alzaban alguna vez desesperados contra ella, disparando algunas flechas, dirase que la cruda guerra
que entonces se les haca era una guerra justa y un justo ttulo para
esclavizarlos?
A consecuencia de la mencionada real cdula, expedida en Granada, mandose por la posterior de 20 de junio de 1500, que Pedro de
Torres entregase los esclavos que tena en depsito, a Francisco de
Bobadilla, comendador de Calatrava que iba a La Espaola, de pesquisidor y gobernador. Entregolos en efecto; pero su nmero slo fue
de 16 varones y tres hembras, sin haber podido acompaar en su viaje
a Bobadilla un indio que qued enfermo en Sanlcar, y una nia en
casa de un Diego Escobar.28 Si ya no haba en Castilla ms indios que
los mencionados, que no es probable, forzoso es admitir que los dems
haban perecido en pocos aos, por la extraeza del clima y por los
trabajos de la esclavitud.
Aqu es de observar, contra la opinin comn de los historiadores,
primero: que el trfico de esclavos entre el Nuevo y el Viejo Mundo no
empez llevndolos de ste a aqul, sino trayendo de aqul a ste como
esclavos a los indios libres; segundo: que este trfico comenz tan temprano, que a los 28 meses de haber hecho el descubrimiento del Nuevo
Mundo, ya se enviaron a Castilla como esclavos algunos indios de La
Espaola; y tercero: que los primeros hombres que sufrieron el yugo de
la esclavitud impuesto por los europeos en aquellas regiones, fueron los

JOS ANTONIO SACO

/61

indgenas, y no los negros importados del continente africano o de otros


pases.
A pesar de que Coln fue el primero que esclaviz indios, no por eso
puede tachrsele de cruel con ellos. En el siglo XV y aun en los posteriores, tvose la esclavitud por legtima, a lo menos, en muchos casos. Veala
Coln existir a la sombra de las leyes en Italia su patria, en Espaa, en
Portugal, en el medioda de Francia y en otras naciones. En Portugal,
pas donde hizo una larga residencia, hubo de familiarizarse con la idea
de la esclavitud, porque el trfico de esclavos negros haba tomado gran
vuelo con los descubrimientos de la costa occidental de frica, hechos
en el siglo XV por los portugueses. El Tesoro espaol estaba exhausto
por las guerras con los moros, y mil dificultades encontr el gobierno en
equipar las pocas naves que pasaron a Indias en los primeros viajes.
Los enemigos de Coln, envidiosos de su gloria, esparcan la voz de que
sus descubrimientos, en vez de ser provechosos, ocasionaban gastos intiles; y l, para acallar la maledicencia, busc en la esclavitud de los
indios uno de los medios que podan derramar algn dinero en las vacas arcas nacionales. A estos sentimientos de mundano inters juntronse otros ms puros y sublimes. Coln era hombre muy religioso,
su alma entusiasta quera derramar la luz evanglica entre todas las
gentes de las tierras que acababa de descubrir; y la esclavitud, poniendo al indio bajo la estrecha dependencia de los cristianos, era en su concepto un beneficio, porque le proporcionaba el bien inefable de su conversin. Error funesto, que si es disculpable en Coln por sus piadosas
intenciones, el gnero humano debe llorarlo con lgrimas de sangre,
porque ha servido de pretexto hasta nuestros das, para cubrir con el
velo hipcrita de la religin los hechos ms atroces que el mundo jams
ha visto!
An no eran corridos cuatro aos de la dominacin castellana en la
isla Espaola, y ya en 1496 haba perecido en ella la tercera parte de los
indios. Tal estado era muy alarmante. Coln luchaba por hacer productivo a los monarcas de Castilla el nuevo pas que gobernaba; y como
hasta entonces no se haba prohibido expresamente esclavizar a los indios alzados, l calculaba en 1498, segn se ha visto ya, en 4 000 el nmero de los que podan reducirse a servidumbre, sacndose de ellos un
provecho semejante al de los portugueses con los negros de Guinea.29
La esfera en que los espaoles haban de esclavizar a los indios,
hubirase ensanchado desde el principio, a no haberse prohibido en mayo
de 1493 que nadie fuese al Nuevo Mundo ni llevase mercaderas, sin
permiso real o del Almirante y del arcediano de Sevilla Juan Rodrguez
de Fonseca;30 pero inflamados, por una parte, los castellanos con el oro
descubierto en aquellas regiones, y el deseo, por otra, de aprovecharse
el gobierno de las riquezas que contenan, impidiendo que cayesen en

62\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

poder de los extranjeros, sobre todo, de los portugueses, que eran entonces sus formidables rivales, los Reyes Catlicos cambiaron de poltica, levantando aquella prohibicin. Quisieron, pues, iniciar una nueva
era, y por la Real Provisin de Madrid del 10 de abril de 1495, diose
licencia a todos los castellanos para que fuesen a descubrir y traficar en
el Nuevo Mundo; mas, no pudiendo el gobierno romper de un golpe con
todas las mezquinas ideas del sistema prohibitivo que entonces prevaleca en Europa, someti a ciertas reglas y condiciones la misma libertad
que conceda.
Todas las naves que hubieran de salir para esas expediciones, deban partir de Cdiz, y no de otro punto alguno de Espaa, con obligacin de presentarse los armadores, antes de partir, a los oficiales reales
de aquella ciudad.
Los que fuesen a La Espaola deban dar al rey las dos terceras
partes del oro que all cogiesen, y el dcimo de todas las dems cosas
en que negociasen, entregando lo uno y lo otro al receptor de aquella
ciudad.
Los que salan para otros puntos de las Indias, deban pagar la dcima parte de cuanto rescatasen en su viaje, entregndolo a los oficiales
reales a su retorno a Cdiz, y para que en esto no hubiese fraude,
exiganles all fianzas competentes, antes de hacerse a la vela.
Todo buque deba llevar a bordo una o dos personas nombradas por
los dichos oficiales reales de Cdiz, y adems, la dcima parte de las
toneladas de su porte con el cargamento que quisiese el gobierno, sin
estar obligado ste a pagar flete alguno; bien que tan dura condicin
limitose a las naves que partieran para La Espaola, nico punto hasta
entonces colonizado en aquellas regiones.
Por ltimo, como segn las capitulaciones concertadas por el gobierno con el almirante don Cristbal Coln, a 17 de abril de 1492, ste
poda cargar en cada uno de los bajeles que fuesen a las Indias la octava
parte de su porte;31 ahora tambin se impuso a los armadores la obligacin de que de cada seis navos, el dicho Almirante pudiese cargar uno
por su cuenta sin pagar flete alguno.
En virtud de la licencia general concedida por la anterior real provisin, algunos navegantes se dispusieron a gozar de ella; pero la demora
en armar sus expediciones, y las reclamaciones del almirante Coln
contra ese permiso, por considerarlo contrario a lo que l haba capitulado con el gobierno, frustraron por entonces los proyectos de los espaoles que intentaban ir a traficar y a descubrir.
Los Reyes Catlicos, haciendo justicia a Coln, no slo le confirmaron de nuevo todas las condiciones del referido asiento ajustado con l,
sino que revocaron la Real Provisin de 10 de abril de 1495 en todo
aquello que pudiese perjudicarle.32

JOS ANTONIO SACO

/63

Qued, pues, encerrada la esclavitud de los indios dentro de los estrechos lmites que tena; pero un hecho glorioso, acaecido en 1498, rompi las barreras que existan, abriendo un campo inmenso a la codicia de
los conquistadores y a la esclavitud de la raza indiana.
No por casualidad, sino con intencin decidida de buscar el continente, sali Coln de la barra de Sanlcar con seis naves el 30 de mayo
de 1498. Luego que lleg a la Gomera, una de las islas Canarias, envi
tres de sus naves directamente a La Espaola con los bastimentos que
juzg necesarios, y con las otras tres prosigui su viaje. La primera
tierra del Nuevo Mundo que entonces vio fue una isla a la que dio el
nombre de Trinidad, y siguiendo su navegacin, entr en el golfo de
Paria, donde por la inmensa cantidad de agua dulce que en l derramaba el caudaloso ro del Orinoco, infiri con razn que se hallaba en un
gran continente, siendo sta la primera vez que realmente lo descubri.
Yo estoy dijo a su tripulacin, yo estoy credo que sta es tierra
firme, grandsima de que hasta hoy no se ha sabido, y la razn me ayuda
grandemente de este tan grande ro y mar que es dulce.33
Saliendo de aquel golfo reconoci la isla que llam Margarita, y las
isletas a que dio los nombres de Concepcin, Testigos, Guardas,
Cubagua, Coche o Cochem y otras.34
Bien quera Coln continuar ese descubrimiento; mas, fuele imposible, porque su quebrantada salud; el cansancio de la tripulacin; el porte de los buques demasiado grande para un viaje de exploracin; pues
tuvo que ocultar a su gente el designio que llevaba de descubrir, por
temor de que le pusiesen algn estorbo; el vehemente deseo que tena
de enviar a su hermano don Bartolom a que continuase el descubrimiento que dejaba comenzado, y, sobre todo, el triste presentimiento de que
su presencia era necesaria en La Espaola, obligronle a meter proa
hacia ella, donde llega el 22 de agosto de 1498.35
El oro y perlas descubiertas entonces, y las brillantes pinturas que a
Castilla llegaron del magnfico pas descubierto por Coln, inflamaron a
los castellanos. stos, pues, apresurronse a obtener licencias de la corte
para descubrir a sus propias expensas ms all de lo conocido, dando al
gobierno la cuarta o quinta parte de todo lo que rescatasen. Si ideas de
justicia y de lcita ganancia hubieran animado a esos expedicionarios,
los hijos del Nuevo Mundo no habran sufrido tantas calamidades; pero
los castellanos que entonces aparecieron en aquel inmenso teatro, aunque, de una parte, mostraron, en medio de los mayores peligros, una
audacia sin lmites y una heroica constancia; de otra, se mancharon con
una codicia insaciable y con espantosas crueldades. Tales son los rasgos
que distinguieron a la generalidad de los conquistadores espaoles, pero
al misma tiempo, justo es tambin decir, que el gobierno de la metrpoli
siempre conden tal conducta, y que no faltaron nobles pechos castella-

64\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

nos, que reprobando las maldades de sus compatricios, defendiesen con


admirable abnegacin la santa causa de los indios.
El primer castellano que sobre el nuevo continente se lanz, siguiendo el derrotero de Coln, fue el famoso Alonso de Ojeda, natural
de Cuenca, y uno de los que acompaaron al Almirante en su segundo
viaje. Con la proteccin del obispo Fonseca, obtuvo licencia para armar en Sevilla cuatro naves, con las cuales parti para la baha de
Cdiz el 18 o 20 de mayo de 1499; llevando por piloto al bien conocido
vizcano Juan de la Cosa, y por mercader al impostor florentino Amrico
Vespucio,36 que tan infamemente pretendi robar a Coln la gloria de
sus descubrimientos.37
Cay Ojeda sobre el continente por las costas de Surinam, ms al
sur de lo que haba descubierto Coln. En sus correras y exploraciones
toc en varios puntos, y en el puerto de Chirivichi, que llam Puerto
Flechado, tuvo un encuentro con los indgenas, matronle un hombre, e
hirironle 20, sin que hubiese podido coger a ninguno de sus enemigos.
Prosiguiendo su viaje entr en el gran golfo de Coquibacoa, al que
dio el nombre de Venecia porque en su costa oriental vio una gran poblacin a semejaza de la ciudad de Venecia, cuyas casas estaban artificiosamente asentadas sobre el agua, y comunicndose unas a otras en
canoas.38 El golfo de Venecia recibi en aos posteriores, de la compaa alemana de los Belzares, el nombre de golfo de Venezuela, de donde
vino que as se llamase tambin a las tierras que formaron aquella provincia. En estas aguas tuvo Ojeda una refriega con los indios, matando
20, hiriendo muchos y cautivando slo dos hombres y dos mujeres.39
El 24 de agosto entr en el lago de Maracaibo, al que llam de San
Bartolom, por ser ste el santo que reza la Iglesia en ese da, y all
cogi algunas indias muy hermosas, pues fama de tales tenan ms que
las de otras partes del continente.40 El cabo de la Vela fue el trmino de
su navegacin; pero los acontecimientos que ocurrieron antes de llegar
a Castilla, no pueden describirse con la exactitud que los anteriores.
Segn Herrera, cediendo Ojeda a las instancias de ciertos indios con
quienes haba contrado amistad, resolvi hacer la guerra a los de una
isla que los cautivaba y coma. Parti de las costas del continente, y
encontrando en su camino a los siete das muchas islas que deban ser
las Caribes, lleg a la que buscaba, y despus de haber peleado con los
indgenas, cogi 25, de los cuales dio tres hombres y cuatro mujeres a
los indios amigos que le haban acompaado, y que desde all se volvieron a su tierra. Prosiguiendo Ojeda su viaje, arrib a La Espaola, y
despus de haber tenido en ella altercados muy desagradables con Francisco Roldn, sali para Castilla, tom al pasar por la isla de Puerto
Rico 222 indios, y entrando en la baha de Cdiz en 1500, vendi all
como esclavos a los que sobrevivieron.41

JOS ANTONIO SACO

/65

Este relato de Herrera concuerda en parte con la relacin del primer viaje que el impostor Amrico Vespucio supuso haber hecho por
orden de don Fernando, el Catlico, pues aunque dice que lleg a Cdiz
con 222 esclavos, calla el paraje en que los cogi. No guarda, empero, el
mismo silencio en su carta a Pedro Segundo de Mdicis,42 en la que
cuenta que navegando desde La Espaola, descubri 200 leguas hacia
el norte ms de mil islas, y que en una de ellas cogi 232 esclavos. Esas
islas no pudieron ser otras que las Lucayas, aunque Vespucio exagera
su nmero, pues se sabe que no son tantas.
Fernndez de Navarrete43 pretende probar que Ojeda no pudo llevar a Cdiz el nmero 222 o 232 indios esclavizados.
Las naves de Ojeda no tenan capacidad para contenerlos; pero es
de notar que Navarrete ignora los toneles que medan, y por lo mismo,
es muy aventurada su aseveracin. Supone que eran de 50 a 60 y que
con tales dimensiones era imposible dar cabida a la tripulacin y a los
mencionados esclavos. Aun admitiendo la suposicin de que cada nave
slo fuese de 60 toneles, bien se conoce que Navarrete prescinde de los
hechos que pasaban en las pirticas expediciones de los aventureros
espaoles, pues stos amontonaban en un pequeo espacio a los infelices indios que cogan, pudiendo a veces tenerlos sobre cubierta, principalmente cuando no se luchaba con los rigores del invierno.
En nuestros das hemos visto que los contrabandistas negreros han
llevado de frica a la Amrica, centenares y centenares de esclavos en
buques que no podan contener cmodamente ni aun la mitad de su humana mercanca; y si Navarrete hubiera conocido la historia del trfico
africano, no se habra servido de un argumento de que se ha burlado la
codiciosa crueldad de tantos armadores.
Antes de haberse prohibido en este siglo el trfico africano por las
naciones europeas, el Gobierno espaol en muchos de los asientos que
ajust con los traficantes portugueses para introducir esclavos en sus
colonias del Nuevo Mundo, seal a cada tres de stos el espacio de una
tonelada.
Si de esto hacemos aplicacin a las naves de Ojeda, aun suponiendo
seguro a Navarrete, que cada una fuese de 60 toneles, resultar que
como cada tonel representaba una capacidad mayor que una tonelada,
los 60 de cada nave equivaldran a 72 toneladas; es decir, que cada nave
podra contener 216 esclavos, y las dos, 432; pero siendo solamente 232
el nmero mayor de los esclavos, es evidente que las dos referidas naves que quedaron a Ojeda, tuvieron sobrada capacidad, no slo para
esos indios, sino para toda la tripulacin y otras cosas.
Ni tampoco es de olvidar que uno de los objetos de esas expediciones
era el de robar hombres para venderlos como esclavos, y que por lo
mismo, antes de hacerse a la vela calculaban el espacio ms o menos

66\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

grande que deban dejar en los bajeles, para colocar la presa que pudieran hacer. En prueba de que as era, insertronse en algunos asientos
clusulas en que se permita la importacin de ciertos esclavos en Espaa. En el que se ajust con Rodrigo de Bastidas en 5 de junio de 1500,
estipulose que de los esclavos negros loros que en los reinos de Castilla
eran habidos y reputados por esclavos, as como de todo lo dems de
cualquiera especie que fuese, pagase al gobierno la cuarta parte, despus de sacados todos los gastos de la expedicin:44 y clusula semejante se estamp tambin en la capitulacin hecha con el comendador Alonso
Vlez de Mendoza, para ir al descubrimiento de las islas y Tierra Firme
en las Indias, en 20 de julio del mismo ao de 1500.45 Quizs se extraar, que cuando en todos los asientos que para descubrir y comerciar se
ajustaban entonces, se prohibiese expresamente que fuesen a las posesiones portuguesas en frica, que era de donde se podan traer a Castilla, y se hablase tambin de stos como si existieran en el Nuevo Mundo; pero tal extraeza debe cesar, si se reflexiona que ste an estaba
desconocido, y que en la ignorancia general que reinaba, bien pudo creerse que hubiera all gente negra.
2 Dice Navarrete que tampoco podan llevarse en dichas naves los
vveres y aguada necesarios para tanta gente. Ftil razn: los indios
eran muy sobrios, y bastbales una escasa racin para alimentarse.
Adems, los malvados que los esclavizaban, muy poco se cuidaban de su
alimento, y por eso moran en gran nmero, as como murieron muchos
de los que Ojeda llevaba. En cuanto al agua suceda lo mismo, sin que
por esto se olvide la facilidad con que ella poda renovarse en muchos de
los puntos en que tocaban, y de recogerla en alta mar de las lluvias que
cayesen. Ni es esto una simple conjetura, pues acerca de la alimentacin de los indios embarcados, viene en mi apoyo lo que dice el padre
Las Casas:
Es esta averiguada verdad que nunca traen navio cargado de indios
as robados y salteados como he dicho, que no echan la mar muertos la
tercera parte del de los que meten dentro con los que matan por tomallos
en sus tierras. La causa es porque como para conseguir su fin es menester mucha gente para sacar ms dineros por ms esclavos: y no llevan
comida ni agua, sino poca por no gastar los tiranos que se llaman armadores: no basta apenas sino poco ms de para los espaoles que van
en el navio para saltear: y ass falta para los tristes: por lo qual mueren
de hambre y de sed: y el remedio es dar con ellos en la mar. Y en verdad
que me dijo hombre dellos que desde las islas de los Lucayos donde se
hicieron grandes estragos desta manera hasta la isla Espaola que son
60 o 70 leguas, fuera un navio sin aguja y sin carta de marear, guindose
solamente por el rastro de los indios que quedaban en la mar echados
del navio muertos.46

JOS ANTONIO SACO

/67

3 Invoca tambin Navarrete la cdula que los Reyes Catlicos expidieron en Sevilla a 20 de junio de 1500, para que se pusiesen en libertad
los indios enviados por Coln y vendidos en Andaluca. Y si tales son
sus palabras con el almirante no tuvieron consideracin en este asunto, es creble que la tuviesen con unos aventureros que haban tomado
por fuerza y reducido a esclavitud a tanto miserable? Fundado en esto,
cree que como Ojeda lleg a Cdiz en el mismo en que ya se haba expedido aquella real cdula, no era posible que se le hubiese permitido la
venta de tales esclavos. Aqu es preciso advertir que la cdula de los
Reyes Catlicos no fue general, sino especial, y tan especial, que se limit a ciertos indios enviados por Coln y que tena en depsito Pedro
de Torres.47
Verdad es que a esa fecha ya los Reyes Catlicos haban mandado
pocos meses antes, que slo fuesen esclavos los indios de La Espaola
cogidos en buena guerra; pero estas ltimas palabras abran la ms
ancha puerta a la codicia y maldad de los aventureros, porque en diciendo que los esclavos trados a Castilla haban sido hechos en justa guerra,
ya quedaba removido el obstculo que se presentaba.
Por otra parte, equivcase mucho Navarrete, figurndose que los
sbditos castellanos cumplan las rdenes de sus monarcas en los asuntos de Indias. Todo era disimulo, engao y corrupcin, y sin salir de ese
mismo ao de 1500 que l cita, armador hubo, como pronto se ver en el
viaje de Pinzn, que lleg a Andaluca con indios robados en el Nuevo
Mundo y mantenidos en esclavitud.
La cuarta y ltima razn en que se funda Navarrete, es que en los
extractos que hizo Muoz de los antiguos libros de Indias, nada se halla
tocante a estos esclavos. ste es un argumento negativo, y los de esta
especie poca fuerza tienen en general, sobre todo, cuando se refieren a
negocios de poca importancia como en el presente caso; porque un descuido, o una inadvertencia puede pasarlo por alto. Si Muoz no habl de
ellos, otro cronista, exacto tambin, cual fue Antonio de Herrera, y que
tuvo a la vista todos los documentos de aquella poca, no slo dice que
Ojeda llev aquellos indios a Cdiz, sino que indica el paraje en que los
cogi. Por lo dems, al impugnar yo las razones de Navarrete, no es mi
nimo sostener que Ojeda hubiese llevado los tales esclavos, sino tan
slo manifestar la debilidad de las razones en que Navarrete se funda
para negarlo.
A pocos das de haber salido Ojeda de la baha de Cdiz, parti tambin de la barra de Saltes Per Alonso Nio, natural de Moguer, compaero de Coln en algunos viajes, y piloto conocido en la carrera de Indias. Careciendo de recursos, cedi el mando a Cristbal Guerra,
hermano de un mercader llamado Luis, quien dio el dinero para armar
con 33 hombres una carabela de 50 toneles.

68\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

Siguiendo lo mismo que Ojeda el derrotero de Coln, lleg al continente ms arriba de la provincia de Paria, y corriendo hacia el poniente,
sin esclavizar ningn indio, porque quizs se lo impona la poca gente
que llevaba, trafic con ellos hasta el puerto de Chirivichi, recogiendo
en cambio de bujeras algn oro y ms de 150 marcos de perlas. Los
indios quedaron muy contentos, pues creyeron en su ignorancia que los
cristianos iban engaados.48 Haba entre las perlas algunas del tamao
de avellanas, y tan hermosas como las mejores del Oriente. Con este
rico cargamento hizo Per Alonso rumbo para Espaa en febrero de 1500,
y al cabo de 61 das de penosa navegacin arrib al puerto de Bayona en
Galicia.
Grande fue la sensacin que este viaje caus en toda Espaa, por la
cantidad de perlas introducidas; y aunque es verdad que ningn indio
fue entonces esclavizado, he debido hacer mencin de este viaje, porque
despertando la codicia de los espaoles, armronse nuevas expediciones, que fomentaron en el nuevo continente la esclavitud de sus hijos.
Vicente Yez Pinzn, uno de los valerosos compaeros del primer
viaje de Coln, arm con licencia real y con ayuda de su sobrino y de
otros parientes, cuatro carabelas que salieron del puerto de Palos a principios de diciembre de 1499.
En sus correras lleg en 1500 hasta las bocas del gran ro de las
Amazonas:49 all visit algunas isletas bien pobladas de gente muy pacfica; pero en recompensa de la buena acogida que le dieron, esclaviz a 36 personas; y despus de haber tocado en otros puntos, torn a
Palos el 30 de septiembre de aquel ao con una parte de los indios que
cautiv, pues los dems perecieron en la navegacin.50 Yo no s si esos
esclavos fueron vendidos o repartidos entre los ladrones que los cogieron; pero, de un modo o de otro, es indudable que uno de ellos toc
a Vicente Yez Pinzn. Cuando ste y sus sobrinos fueron a descubrir, prometieron a un Diego Prieto, vecino tambin de Palos, que de
los esclavo que trajesen de aquel viaje le daran uno. Mas, no habindole
cumplido su promesa, y hallndose en la corte, Prieto en su ausencia
les tom un esclavo indio que tenan en Palos. Luego que ellos lo supieron, acudieron al rey para que Prieto les devolviese el esclavo, pues
les era muy til en razn de que hablando ya la lengua castellana,
poda entenderse con los espaoles y con los indios. Para facilitar su
devolucin, ofrecieron pagar a Prieto el valor de otro esclavo comn, y
el rey mand que as se hiciese.51
A fines de diciembre del mismo ao de 1499, y muy poco despus de
la salida de Pinzn, parti con dos naves del referido puerto de Palos
Diego de Lepe, y navegando sobre las mismas aguas de su antecesor,
dobl el cabo de San Agustn, desembarcando en varios puntos de la
costa hasta el ro de las Amazonas. En uno de esos parajes escribi su

JOS ANTONIO SACO

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nombre en el tronco de un rbol tan grueso, que no pudieron abarcarle


16 hombres, asidas las manos y extendidos los brazos. Luego que lleg
a las isletas situadas en las bocas de aquel gran ro, encontr a los indios
que las habitaban muy alborotados por la piratera de Pinzn, y trabando lucha con ellos, hiri a muchos, esclaviz a otros, e hizo lo mismo en
la costa de Paria.52
En compaa de su hermano Luis emprendi Cristbal Guerra su
segundo viaje al Nuevo Mando, puesto que ya haba hecho el primero
con Per Alonso Nio. Parti de Sanlcar o de Cdz en dos carabelas,
lleg a Paria, despus a la isla Margarita y al golfo que forma con la
Tierra Firme. En algunos de aquellos parajes cometi violencias, esclaviz muchos indios, rob oro y perlas,53 y entr con su cargamento en
Espaa a principios de noviembre de 1501;54 pero como los esclavos no
fueron hechos en buena guerra, que eran los nicos que segn la orden
ya publicada podan hacerse, Guerra fue preso y condenado a que a
costa suya y de sus compaeros fuesen los indios restituidos como libres a su tierra.55
Por este tiempo, Rodrigo de Bastidas, vecino de Sevilla, hizo tambin un viaje para descubrir con dos bajeles, segn asiento que ajust
con el gobierno en 5 de junio de 1500.56 Sali de Cdiz a principios de
enero de 1501,57 y luego que lleg a Tierra Firme, empez a traficar con
los indios, recibiendo 40 marcos de oro. Sigui hasta el cabo de la Vela,
trmino del viaje de Ojeda, y corriendo hacia el occidente, descubri el
puerto de Zamba, los Coronados, porque all todos los indios llevaban
grandes coronas; Caramari, llamado despus Cartagena, las islas de
San Bernardo, las de Bar, y las de Arenas, frente y cerca de Caramari.
Descubri tambin la isla Fuerte, la de Tortuga, el puerto de Zen, y,
por ltimo, la punta de Caribana que est a la boca del golfo de Urab,
en el que entr y permaneci algunos das, tornando de all a Jamaica y
a La Espaola.58 En el golfo de Urab cogi ciertos indios de color moreno, pero no como esclavos, sino tan slo para que sirviesen de muestra, pues entre todos los descubridores de aquel tiempo, Bastidas fue
uno de los menos duros con los indios. Curioso es de notar que los portugueses tuvieron noticia del descubrimiento de Bastidas, pues en 13 de
julio de 1503 lleg un correo a la corte de Espaa con la noticia de que
buques de Portugal haban ido a la tierra descubierta por l, y trado
esclavos indios y palo del Brasil.59
En el mismo ao juntose el clebre piloto Juan de la Cosa con algunos de sus amigos, y con licencia de los Reyes Catlicos armaron cuatro
carabelas para continuar los descubrimientos. Hicironse a la vela, tocaron en la Gran Canaria y en la isla Margarita, y llegaron, por ltimo,
a Cartagena, donde encontraron otras cuatro naves al mando, segn
dice Oviedo, de Luis Garca o Guerra, por muerte de su to Cristbal;

70\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

debiendo advertir que Oviedo les da unas veces el primer apellido, y


otras el segundo.60 Yo creo que los dos Garca o Guerra de que habla
Oviedo, no eran to ni sobrino, ni tampoco Garca, sino los dos hermanos
Cristbal y Luis Guerra, de quienes se ha hecho mencin en algunos de
los viajes anteriores; y afrmome en este juicio, porque Cristbal capitul de nuevo con el gobierno en 12 de julio de 1503 para ir a descubrir,
y lo mismo aparece de la carta que l escribi a don lvaro de Portugal,
presidente del Consejo Real y contador mayor de sus altezas, sobre las
condiciones concertadas y el apresto para su nuevo viaje.61
Juan de la Cosa asalt una noche la isla de Codego, a la entrada del
puerto de Cartagena, y esclaviz 600 indios, de los cuales solt algunos
nios, hombres y mujeres, no por compasin, sino por flacos o viejos.
Los dems entregolos al mencionado Luis Guerra para que los llevase a
Espaa, segn convenio que con l haba hecho.62
Parti Juan de la Cosa para el golfo de Zen, pensando esclavizar
all tambin; pero al sentir los indios a los castellanos, abandonaron la
poblacin. Prosiguieron stos hacia el golfo de Urab, e informndose
all de algunos indios que tomaron, dieron en un pueblo cerca del ro del
Darin, cogieron algunos indios y 40 marcos de oro. Al hablar de estos
saltos, el cronista Oviedo confiesa que los tales descubridores con ms
razn se podran llamar alteradores y destructores de la tierra, pues
que su fin no era tanto de servir a Dios ni al rey, como de robar, y que
esa manera de descubrir y rescatar, mejor se poda decir asolar.63
Pero el justo cielo a veces castigaba las maldades de esos hombres,
pues Juan de la Cosa y sus compaeros sufrieron en sus correras
inmensas desgracias que a muchos costaron la vida; y tan hostigados
del hambre se vieron, que algunos de ellos mataron un indio que tomaron asaron el asadura la comieron; pusieron cocer mucha
parte del indio en una grande olla para llevar qu comer en el batel
donde iban los que esto hicieron. Y como Johan de la Cosa lo supo,
derramles la olla que estaba en el fuego a cocer aquella carne humana, ri con los que entendian en este guisado afendoselo; mas quitado de all, se crey que no tan bien castigados como hambrientos, no
dejarian perder aquel bastimento.64
Ni fue sta la nica vez, como en otras partes se ver, que en sus
aventuras por el Nuevo Mundo comieron carne humana los espaoles.
Coln era el hombre a quien, con su inmortal descubrimiento, deba Espaa todas las riquezas que en el Nuevo Mundo haba encontrado; pero la envidia que siempre persigue al mrito, derram su veneno
contra l. Las calumnias propagadas por sus enemigos llegaron a la
corte, y los Reyes Catlicos, para investigar la verdad, nombraron de
pesquisidor y gobernador de La Espaola al comendador de la Orden
de Calatrava Francisco de Bobadilla, hombre indigno de tan honrosa

JOS ANTONIO SACO

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comisin. Apenas pis aquella isla en 1500 ultraj las canas y los eminentes servicios de Coln, echndole un par de grillos, lo mismo que a
sus hermanos el adelantado don Bartolom y don Diego, y envindolos presos a Castilla, a donde llegaron en noviembre de aquel ao.65
Nunca pensaron los Reyes Catlicos que el infame Bobadilla llegase a
tanto extremo, y desaprobando su conducta, relevronle, nombrando
en 1501 a Nicols Ovando, comendador de Lares y caballero de la Orden de Alcntara. Tena ste fama de honesto en palabras y obras,
sencillo en su trato, prudente, justiciero, y no codicioso;66 pero su conducta posterior en el mando de La Espaola, desminti las buenas
prendas que se le atribuan.
Entre las facultades que a Ovando se dieron, una fue que tomase
residencia a su antecesor Francisco de Bobadilla y a sus oficiales. sa
fue la primera que se mand hacer en el Nuevo Mundo, y desde entonces hasta el da se ha seguido practicando con los gobernadores de la
Amrica espaola.
La provisin comisionando a Ovando para residenciar a Bobadilla,
est en Navarrete, tomo III, pgina 517, nmero 46.
El 13 de febrero de 1502 zarp Ovando de Sanlcar de Barrameda
para su destino, con una flota de 31 naves al mando de Antonio de
Torres, llevando a su bordo 2 50067 o 3 000 personas68 nobles en su
mayor parte.
Iba entre ellas un joven sin reputacin alguna, pero que ms adelante haba de ser el ms valiente defensor de los indios, y uno de los hombres ms grandes que figuran en la historia del Nuevo Mundo. Como ya
le he citado algunas veces, y muchas ms le citar, es preciso decir quin
fue varn tan esclarecido.
De una familia francesa establecida en Sevilla desde el tiempo de
su conquista por San Fernando, en el siglo XVIII, naci en aquella ciudad Bartolom de las Casas, en 1474. Tal es la opinin comn, porque
habiendo muerto en 1566, y dndosele entonces generalmente 92 aos
de edad, es muy fundada la creencia de que naci en aquel ao. Su
apellido era Casaus o Casas, y l usaba indistintamente los dos en sus
escritos; pero al fin prevaleci el ltimo, bajo del cual es como le conoce la historia.
Siendo cursante de Derecho en la Universidad de Salamanca, en cuya
ciencia se gradu de licenciado, trjole de Amrica su padre Francisco
Casaus, compaero de Coln en su segundo viaje, un indiecito esclavo
de los que en La Espaola reparti aquel descubridor entre algunos
castellanos y que fueron mandados restituir a su patria por orden de la
reina Isabel. Capricho raro del destino, que empezase por tener un
esclavo indio a su servicio el mismo que consagr despus toda su vida a
la defensa de la libertad de esa raza!

72\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

Sigui la carrera eclesistica, y en la ciudad de la Vega de La Espaola celebr ocho aos despus de su llegada la primera misa que se
cant en el Nuevo Mundo; siendo de notar, como dice el cronista Herrera,
que los clrigos que ella se hallaron, no bendecian; conviene saber,
que no se bebi en toda ella una gota de vino, porque no se hall en toda
la isla, por haber dias que no habian llegado navios de Castilla.69
Ni fue slo Bartolom de las Casas quien para consuelo de los indios
pas entonces con Ovando a las tierras del Nuevo Mundo; que acomparonle tambin algunos religiosos.
Al tratar de la suerte de los indios, no es posible prescindir del poderoso influjo que en su bien y conservacin ejercieron algunas rdenes
monsticas.
Dgase lo que se quiera de los frailes en Espaa durante el siglo XVI,
lo cierto es que en medio del furor de la conquista del Nuevo Mundo,
muchos de ellos fueron los ms valientes y constantes defensores de la
libertad de los indios. Si de la Orden de Santo Domingo sali el inquisidor Torquemada, que tantas lgrimas y sangre hizo derramar en Castilla,
grato es recordar que de su seno tambin salieron muchos hijos que
fueron en el Nuevo Mundo el amparo y consuelo de muchos millones de
indios. Esta importante consideracin manifiesta la necesidad de indicar aqu la primera entrada de los religiosos en aquellas tierras.
Una de las instrucciones que los Reyes Catlicos dieron en 15 de
junio de 1497 a Cristbal Coln cuando se preparaban para su tercer
viaje, fue que se procurase llevar algunos clrigos y religiosos de buenas costumbres, para que administrasen los sacramentos a los castellanos y convirtiesen los indios a la fe catlica;70 pero estos deseos no pudieron realizarse sino en aos posteriores.
Los primeros religiosos que pasaron al Nuevo Mundo fueron diez de
la Orden de San Francisco, en compaa del gobernador Ovando, para
que fundasen en La Espaola un monasterio, llevando por prelado a
fray Alonso del Espinar, varn respetable y de virtud.71
A estos religiosos siguieron los dominicos en 1510, cuyo viaje se debi a la inteligente iniciativa del venerable doctor fray Domingo de
Mendoza, hermano de fray Garca de Loaiza, despus confesor de Carlos V, cardenal, arzobispo de Sevilla y presidente del Consejo de Indias.
Conferenci aqul sobre de esta materia con dos de los frailes dominicos que le parecieron ms dispuestos a abrazar su pensamiento: uno fue
fray Pedro de Crdoba, natural de la ciudad de ese nombre, de noble
estirpe, joven de 28 aos, pero de gran prudencia, conocimiento y vida
ejemplar.
Otro, fray Antonio Montesino, buen predicador. Estos dos ganaron
a su propsito a fray Bernardo de Santo Domingo, que aunque poco
versado en los negocios del mundo, era de muchas letras y devocin. En

JOS ANTONIO SACO

/73

este estado, el Mendoza marchose a Roma para obtener del Maestro


General de la Orden el permiso de que pasasen a las Indias; y tornando
a Espaa con l, quedose en Castilla por asuntos importantes de su
religin; mas, partieron para La Espaola con licencia del Rey Catlico
fray Pedro de Crdoba, que iba de vicario de sus otros dos compaeros
y de un fraile lego. Llegaron a su destino en el ao mencionado, y como
entonces todas las casas que haba en aquella isla eran de paja y estrechas, alojronse en una choza que les ofreci un hombre generoso, llamado Pedro de Cumbreras, vecino de La Espaola.
Dioles por alimento cazabi, algunos huevos, de vez en cuando pescado, berzas sin aceite con frecuencia, y algn aj o pimiento de la
tierra, pues la grande escasez de bastimentos que entonces se padeca
en la isla, no permiti a Cumbreras extenderse a ms. A pesar de esta
mala comida, ayunaban muchos das conforme a su regla. Vestan de
jerga y una tnica de lana mal cardada y dorman en un lecho de varas
con paja seca por colchn. Fcil es de concebir el asombro de los indios al aspecto de unos hombres tan extraamente vestidos, de vida
tan austera y penitente, y que por su humildad y dulzura formaban
tan admirable contraste con los dems espaoles sus tiranos. Hasta
en sus mismos compatricios produjeron al principio una impresin
saludable, porque confesando y predicando, cortaron el abuso de las
usuras y otros desrdenes.
A los tres religiosos mencionados juntronse poco despus fray Domingo de Mendoza con 11 ms escogidos que le acompaaban: de manera que ya la comunidad se compona de 15 religiosos. Trataron entonces
de aadir algunas nuevas reglas a las viejas constituciones de su Orden
para vivir con ms austeridad, y una fue el abstenerse de pedir limosna
de pan, vino y aceite, menos en caso de enfermedad.
Pasaron tantos trabajos en La Espaola, guardando rigorosamente
esta regla, sobre todo, mientras vivi su vicario fray Pedro de Crdoba,
que hubo da en que slo tuvieron de comer berzas sin aceite, sazonadas
con sal y aj.72 Tales fueron durante algunos aos los primeros religiosos dominicos que en el Nuevo Mundo se presentaron, y bien era de
inferir que esos hombres no podan permanecer espectadores tranquilos de la crueldad con que los castellanos trataban a los indios de La
Espaola.
Pero antes de exponer sus loables esfuerzos en favor de aquellos
infelices bajo los sucesores de Ovando, volvamos a ste para ver lo que
durante su gobernacin se hizo en punto de esclavitud.
La prohibicin de que ningn espaol esclavizase indios en sus entradas en las islas y en el continente, era muy contraria a sus intereses.
Trataron, pues, de eludirla y encontraron el medio ms fcil en sus mismas iniquidades. Con ellas haban llenado de pavor las tierras ya descu-

74\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

biertas; los indios los miraban como sus formidables destructores, y por
doquiera que los vean aparecer, o se armaban para combatirlos, o despavoridos huan a los montes. En los asaltos de Pinzn; de Cristbal
Guerra y de otros aventureros en diversos puntos del continente, principalmente en Cartagena, los indios haban matado en su defensa algunos castellanos; stos clamaron por venganza, cuando eran los verdaderos agresores; dijeron al gobierno que aquellos indios eran canbales; y
horrorizada la reina Isabel de esta idea y de la pintura que de sus feroces costumbres le hicieron, dio facultad por la Provisin de 30 de octubre de 1503 para hacer la guerra y esclavizar a los canbales rebeldes de
Cartagena, y de las islas entonces llamadas Bura o Bar, Fuerte, y San
Bernardo, pudiendo servirse de ellos, o venderlos donde quisiesen.
Fundose este permiso en que dichos indios hacan guerra y se coman a otros indios que estaban bajo la dominacin de Espaa; en que
no queran convertirse a nuestra religin ni admitir en sus tierras a los
cristianos, y en que haban matado muchos de stos. Por ende dice la
Provisin, por la presente doy licencia facultad todas cualesquier personas que con mi mando fueren, as las islas Tierra Firme
del dicho mar Occano que fasta agora estn descubiertas, como los
que fueren descobrir otras cualesquier Islas Tierra Firme, para que
si todava los dichos Canbales resistieren non quisieren rescibir
acoger en sus tierras los capitanes gentes que por mi mando fueren
facer los dichos viages, oirlos para ser dotrinados en las cosas de
nuestra Santa Fe Catlica estar en mi servicio s mi obediencia, los
puedan cautivar cautiven para los llevar las tierras islas donde
fueren, para que los puedan traer traigan estos mis Reynos
Seorios, otras cualesquier partes logares do quisieren por bien
tobieren, pagndolos la parte que dellos nos pertenezca, para que los
puedan vender aprovecharse dellos, sin que por ello cayan nin incurran en pena alguna, porque trayndose estas partes servindose
dellos los cristianos, podran ser ms ligeramente convertidos traidos
nuestra Santa F Catlica.73
Para ms estimular el espritu descubridor de los castellanos,
pregonose en Sevilla en 1504 una Real Cdula, mandando que a los que
hiciesen la guerra a los indios rebelados, se les diesen como esclavos las
cuatro partes de cuantos cogiesen, reservndose los restantes para el
gobierno.74
Desde la citada Provisin de 30 de octubre de 1503, aquellos pases
lo mismo que otros, so color de que estaban habitados por caribes, quedaron ms expuestos que antes al saqueo y al incendio de los castellanos que de La Espaola los asaltaban para robar, matar y esclavizar a
los indgenas. Si el cielo hubiera conservado por ms tiempo la vida de
la reina Isabel, a su noticia habran llegado tantos crmenes como se

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cometan, y hubirales puesto algn remedio; pero su muerte, acaecida


en 26 de noviembre de 1504, consum la desgracia de los indios, desapareciendo para ellos hasta la esperanza de consuelo. Al abandonar la tierra
aquella buena mujer, no se olvid de los infelices hijos del Nuevo Mundo; pues en su testamento dej consignados los votos que siempre haba
hecho para su salvacin y ventura. Por cuanto dice, al tiempo que
nos fueron concedidas por la Santa Sede Apostlica las islas y Tierra
Firme del mar Occano, descubiertas y por descubrir. Nuestra principal intencin fu al tiempo que lo suplicamos al Papa Sexto Alejandro
de buena memoria que nos hizo la dicha concesion: de procurar de inducir y traer los pueblos dellas y los convertir nuestra Santa F Catlica, y enviar las dichas islas y Tierra Firme prelados y religiosos, y
clrigos, y otras personas doctas y temerosas de Dios: para instruir los
vecinos y moradores dellas en la F Catlica, y los ensear y dotar de
buenas costumbres, y poner en ello la diligencia devida (segun ms largamente en las dichas letras de la concesion se contiene) por ende suplico al Rey mi seor muy afectuosamente: y encargo y mando a la dicha
Princesa mi hija y al dicho Prncipe su marido que as lo hagan y cumplan; y que este sea su principal fin: y que en ello ponga mucha diligencia: y no consientan ni den lugar que los indios vecinos y moradores de
las dichas Indias y Tierra Firme ganadas y por ganar reciban agravio
alguno en sus personas ni bienes: ms manden que sean bien y justamente tratados y si algun agravio han rescibido lo remedien y provean,
por manera, que no excedan cosa alguna de lo que por las letras apostlicas de la dicha concesion nos es injungido y mandado.75

Notas
1 Memorial que para los Reyes Catlicos dio Cristbal Coln en la ciudad Isabela, en la
isla Espaola, a 30 de enero de 1494 a Antonio Torres, sobre el suceso de su segundo
viaje a las Indias, publicado por Navarrete, tomo 1, pgina 225. El original de este memorial existe en el Archivo General de Indias en Sevilla, en el Libro de Cdulas y Provisiones de Armadas, legajo 1 de diferentes materias.
2 Las listas de los colonos dejados por Coln en La Espaola, dicen unas que fueron 37
personas, otras que 38 y otras que 39. (Muoz, Historia, del Nuevo Mundo, lib. III,
38.) Navarrete publica otra lista de la que resultan 40, sin contar a Diego de Arana que
qued por gobernador, ni a sus tenientes Pedro Gutirrez y Rodrigo de Escobedo. (Coleccin de Navarrete, tom. II, documentos nm. 13.)
3 Muoz, Historia del Nuevo Mundo, lib. V, 25.
4 Historia Indita de los Reyes Catlicos, por Andrs Bernldez, cura de los Palacios,
cap. CXX. Herrera, dc. 1, lib. II, cap. XVI. Muoz, Historia del Nuevo Mundo, lib. V,
26 y 27.

76\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

Real Cdula de 12 de abril de 1495, cuyo original existe en el Archivo de Indias en


Sevilla.

Carta del obispo de Badajoz a 16 de abril de 1495, impresa en la Coleccin... de Navarrete, tomo II, nmero 92, cuyo original existe en el Archivo de Indias en Sevilla.

Muoz, Historia del Nuevo Mundo, lib. V, 34.

Historia de los Reyes Catlicos, por Andrs Bernldez, cap. CXX.

Herrera, dc. 1, lib. II, cap. XVII. Muoz, Historia del Nuevo Mundo, lib. V, 27.

10 stos eran nueve esclavos que le entreg Coln para que viniesen a Espaa a aprender
la lengua y sirviesen despus de intrpretes (Carta de los Reyes Catlicos al obispo
Fonseca y a Juanoto Berardi en 2 de Junio de 1495.)
11 Orden de los Reyes Catlicos, comunicada al obispo Fonseca desde la ciudad de Tortosa
a 13 de Enero de 1496.
12 El primer adelantado que pas al Nuevo Mundo, fue D. Bartolom Coln. Las Leyes de
Partida explican el significado de esa dignidad. La 22, ttulo 9, partida 2 dice: Adelantado tanto quiere decir como home metido adelante en algun fecho sealado por mano
del rey, et por esta razon el que antguamente era as puesto sobre alguna grande tierra
llambanlo en latin presaes provinciae; et el oficio deste es muy grande, ca es puesto
por mano del rey sobre todos los marinos, tambien sobre los de las cmaras et de los
alfoces, como sobre todos los otros de las villas.
De los adelantados habla tambin, aunque no tan extensamente, la ley 1, ttulo 4, partida 3.
Sin referirse al adelantado don Bartolom Coln, pues que habla de tiempos posteriores,
Bartolom de las Casas explica en un sentido irnico lo que eran los adelantados que
pasaban al Nuevo Mundo. Dice: Entre otras mercedes que se les hacian era comunmente
hacellos Adelantados, y porque se adelantaban en hacer males y daos tan gravisimos
gentes pacficas que ni los habian offendido, ni algo les debian, con los mismos adelantamientos que procuraron, hallaban, y hallaron su muerte, como la gallina escarvando el
cuchillo. (Las Casas, Historia General de las Indias, lib. III, cap. CXVII.)
13 Herrera, dc. 1, lib. III, cap. II.
14 Muoz, Historia del Nuevo Mundo, lib. VI, 4. Herrera, dc. 1, lib. III, cap. V.
15 Muoz, Colec., tom. LXXV.
16 Herrera, dc. 1, libro III, cap. XIII.
17 Muoz, Historia del Nuevo Mundo, lib. VI, 35 y 36.
18 Las Casas, Historia General de las Indias, tom. III, cap. CL. Herrera, dc. 1, lib. III,
cap. XIII.
19 Las Casas, Historia General de las Indias, tom. III, cap. CLV y CLVI.
20 Las Casas, Historia General de las Indias, tom. III, cap. CLV y CLVI.
21 Las bases de este convenio se hallan en la Vida del Almirante por su hijo don Diego
Coln, cap. LXXX.
22 Muoz, Historia, del Nuevo Mundo, lib. V, 46. Herrera, dc. 1, lib. III, cap. XV.
23 Muoz, Historia del Nuevo Mundo, lib. VI, 46.
24 Muoz, Historia del Nuevo Mundo, lib. VI, 47.
25 Muoz, Historia del Nuevo Mundo, lib. VI, 50.
26 Herrera, dc. 1, lib. III, cap. XVI.
27 Las Casas, Entre los Remedios presentados por mandato del Emperador Rey, Remedio VIII, Razn 1. Herrera, dc. 1, lib. IV, cap. VII.

JOS ANTONIO SACO

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28 Muoz, Colec., tomo LXXV.


29 Herrera, dc. 1, lib. III, cap. XIII.
30 Carta patente expedida en Barcelona a 23 de Mayo de 1493, impresa en la Coleccin...
de Navarrete, tomo II, nmero 35.
31 Real Provisin de 10 de Abril de 1495, previniendo lo que se deba observar en cuanto
a los que queran ir a establecerse en las Indias, y en lo tocante a los que deseaban ir a
descubrir nuevas tierras. Original en el archivo del duque de Veragua, registrado en el
sello de Corte en Simancas, y copias legalizadas en el de Indias en Sevilla. Esta Real
Provisin se halla impresa en la Coleccin... de Navarrete, tomo II, nmero 86, pgina 165.
32 Provisin Real de 2 de Junio de 1497, expedida en Medina del Campo, para que se
guarden al Almirante sus privilegios y mercedes, etc., impresa en la Coleccin... de
Navarrete, tomo II, nmero 113.
33 Las Casas, Historia General de las Indias, lib. I, cap. CXXXVIII. Gonzalo Fernndez de
Oviedo, no siempre muy exacto en las fechas, supone por un error muy grave que Coln
hizo este descubrimiento en 1496 (Historia (...) de las Indias, lib. XIX, cap. I); pero el
tercer viaje del mismo Coln en que descubri esas regiones, el testimonio de Bartoloms
de las Casas, el del cronista Herrera y todos los documentos contemporneos, fijan ese
descubrimiento en el ao de 1498.
34 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XIX, cap. I. Herrera, dc. 1, lib. III, cap. IX, X
y XI.
35 Herrera, dc. 1, lib. III, cap. XII.
36 Las Casas, Historia General de las Indias, lib. I, cap. CLXIV y CLXV. Herrera, dc. 1,
lib. IV, cap. I. Oviedo, Historia General y Natural de las Indias.
37 Este vil impostor, con el culpable fin de privar a Cristbal Coln de la gloria de sus
descubrimientos, tuvo la osada de afirmar que l haba descubierto el Nuevo Mundo, y
que al intento hizo cuatro viajes: los dos primeros por orden de don Fernando, el Catlico y los dos ltimos por la de don Manuel, rey de Portugal. Indias fue el nombre que
dio Coln a las tierras que descubri, y ese mismo continu dndoseles en Espaa por
mucho tiempo. Cuando aquel admirable mareante emprendi su primer viaje inmortal,
no estaba en su mente descubrir un Mundo Nuevo. A fines del siglo XV haban logrado
los portugueses llegar a la India, navegando desde Portugal hacia el oriente, y por eso
llamaron Indias Orientales, a las tierras que all descubrieron. Coln crey con la fuerza de su genio que si l navegaba hacia el poniente en contrario rumbo a los portugueses, llegara al trmino de la India por su camino ms corto; y como esa navegacin la
hizo dirigindose hacia el occidente, llam Indias Occidentales a los pases que descubri. Las pocas comunicaciones que entonces haba entre Espaa y los otros pases,
contribuyeron a que en stos se diese crdito a los fraudes y mentiras maosamente
propagados fuera de Espaa por el florentino Amrico Vespucio, cuyos viajes
publicronse en latn por primera vez en Strasburgo en 1509, por el impresor Juan
Gruniger, cuyo apellido verdadero era Reinhart o Reinard. Esos viajes reimprimiolos
tambin en latn con su versin castellana Fernndez de Navarrete en el tomo III de su
Coleccin. El ttulo de esa obra fue el siguiente:Cosmographiae introductio: cum
quibusdam Geometraiae ac Astronomiae principiis ad eam rem necessariis.
Insuperquator Amrici Vespucci navgationes.Universalis Cosmographae descriptio
tan in slido quam plano, eis etiam insertis quae, Ptolomaeo ignota nuperis reperta
sunt. [Introduccin a la Cosmografa con algunos principios de Geometra y Astronoma necesarios para ella. Adems, las cuatro navegaciones de Amrico Vespucio. Descripcin de la Cosmografa Universal as en slido como en plano, con insercion tambin

78\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD
de las cosas que desconocidas a Ptolomeo, fueron encontrados por los nperis]. El autor de la introduccin fue Martn Ilacomilo, seudnimo de Waldseemller, quien dedic
la obra al emperador Maximiliano desde la ciudad de Saint Di exoppido divi Deodati,
que segn Navarrete corresponde hoy a Tata o Dolis, ciudad de la Hungra inferior;
pero me parece que se equivoca, pues Saint Di es una ciudad que est en Francia en el
departamento de Vosges. De que ese libro impreso fue el primero en que al Nuevo
Mundo se dio el nombre de Amrica, no cabe duda alguna, al leer ciertos pasajes en l
contenidos. Tratando en el captulo IX, de las tres partes del mundo ya conocidas, y de la
cuarta que se supone descubierta por Amrico Vespucio, se dice: que no hay razn para
no dar el nombre de Amrica, a las tierras descubiertas por Amrico. Y en el captulo VII
que habla de los climas, se dice: y la cuarta parte del Mundo, por haber sido descubierta por Amrico, es lcito llamarla Amrige o Amrica como tierra de Amrico. Este
nombre empez a repetirse desde entonces en los tratados de cosmografa y geografa
escritos e impresos en las naciones extranjeras, en las cuales al fin prevaleci. El nombre de Amrica nadie lo usaba todava en Espaa. Martn Fernndez de Enciso, compaero de Ojeda en su ltimo viaje, llam Indias al Nuevo Mundo, en la Suma de
Geografa que imprimi en 1519; y ese nombre sigui emplendose en Espaa por el
gobierno y por los escritores. No faltaron espaoles que reclamasen contra la injusticia
del nombre de Amrica, dado al Nuevo Mundo. Fernando Pizarro y Orellana en su obra
Varones Ilustres del Nuevo Mundo [Pref., p. 2] propuso llamarle Fer-Isablica, en memoria de los Reyes Catlicos, bajo cuyo cetro fue descubierto y conquistado; pero otros
ms interesados en la gloria de Coln, queran que se denominase Colonia o Columbiana.
[Cron. del Gran Cardenal, lib. 1, cap. 62, 1, y Monarqua de Espaa, lib. 3 cap. 11].
Hay en el norte del continente americano, sobre las costas del mar Pacfico, un territorio llamado Oregn o Columbia; y as tambin se llama el pequeo distrito federal en
que est asentada la capital de la repblica norteamericana. Pero es de sentir que los
hijos de ella, al constituirse en nacin independiente, no hubiesen reparado el culpable
olvido de los pasados siglos, dando a su repblica, en vez del nombre de Estados Unidos del Norte Amrica, el de Estados Unidos del Norte Colombiano. Ideas ms elevadas que esos orgullosos republicanos tuvieron las provincias de Venezuela, Nueva Granada y Ecuador, pues luego que hicieron su independencia llamaron Colombia, a la
nueva nacin que formaron; pero roto despus el lazo poltico que las una, cada una de
ellas recobr su antigua denominacin, perdindose el nombre de Colombia que a todas
comprenda. Hijo de Cuba, digo con placer que cuando las cenizas de Coln fueron
trasladadas de la ciudad de Santo Domingo a La Habana, a fines del pasado siglo,
recibiselas all con gran pompa y solemnidad. Aludiendo a la injusticia de que el Nuevo
Mundo descubierto por Coln no llevase su nombre, sino el de Amrica, el digno sacerdote cubano, doctor don Jos Agustn Caballero, que pronunci la oracin fnebre en
las exequias que se le hicieron, dijo lo que transcribo:
...Levntate, t grande Almirante; levntate de ese sueo augusto de la muerte: sal de
esa noche eterna, y ven a reclamar tus derechos violados, tus mritos desatendidos y
tus trabajos premiados en ajena cabeza: sal de ese majestuoso panten, y reclama la
injusticia con que estos continentes descubiertos a fuer de tus meditaciones, de tus
desvelos y de tus afanes, llevan hoy el nombre de un viajero intruso y envidioso, que los
visit siete aos despus que t. Injusta, desagradecida antigedad! Por qu no llamaste a estas islas las Colombinas, si Coln fue quien las descubri? Por qu con una
sola palabra has ajado el primer laurel de su corona, le has usurpado todo su gloria?
Me permits decir lo que quiero? Quisiera que las naciones todas congregadas en pleno
consejo, tratasen de restituir a Coln este derecho imprescriptible a la verdad por ms
que los hombres pronuncien siempre Amrica: yo quisiera que reproduciendo la sentencia definitiva pronunciada por el Supremo Consejo de Indias el ao de 1508... Pero
a qu me detengo en intiles exclamaciones y vanos esfuerzos, si el mismo nombre

JOS ANTONIO SACO

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Amrica recordar siempre la injusticia de su aplicacin y los merecimientos del Almirante, como los ha recordado a mi memoria slo el haber proferido Amrico Vespucio?
38 Simn, Noticias Historiales, part. 1, noticia 2, cap. III.
39 Herrera, dc. 1, lib. IV, cap. II.
40 Enciso, Suma de Geografa. Simn, Noticias Historiales, noticia 2, cap. III, p. 61.
41 Herrera, dc. 1, lib. IV, cap. III y IV.
42 Viaggi dAmerigo Vespucci con la vita, lelogio la dissertazione giustificativa di questo
celebre navigatore, del Padre Stanislao Canovai, delle scuole pei, publico professore di
Matematica. Opera postuma. Firenze, 1817.
43 Coleccin de los Viajes y Descubrimientos, tom. III, sec. 1, p. 10, nota 3.
44 Asiento con Rodrigo de Bastidas, para descubrir por el mar ocano, inserto en la Coleccin... de Navarrete, tom. II, no. 133, p. 244.
45 Esta capitulacin se halla ntegra en la Coleccin de documentos de Navarrete, tom. II,
no. 135, p. 247.
46 Las Casas, Brevsima Relacin de la Destruccin de las Indias.
47 Dicha cdula est en la Coleccin del mismo Navarrete, tomo II, pgina. 346.
48 Las Casas, Historia General de las Indias, lib. 1, cap. 171.
49 Llmase tambin Maran u Orellana, por ser este ltimo el nombre del espaol que
naveg por sus aguas desde el interior hasta el mar.
50 Herrera, dc. 1, lib. IV, cap. VI.
51 Real Cdula al Corregidor de Palos, expedida en Granada a 29 de Junio de 1501. Insertola
Navarrete en su Coleccin de Viajes y Descubrimientos, etc., tomo III, nmero 43.
52 Herrera, dec. 1, lib. IV, cap. VII.
53 Las Casas, Historia General de las Indias, lib. I, cap. CLXXII.
54 Fernndez de Navarrete, Coleccin de los Viajes, etc., tom. III, sec. 1a, p. 25.
55 Fernndez de Navarrete, Coleccin de los Viajes, etc., tom. III, sec. 1a, p. 25.
56 Este asiento se halla en la Coleccin de Navarrete, tomo II, nmero 133.
57 Gonzalo Fernndez de Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. III, cap. VIII, y Francisco Lpez de Gomara, que muchas veces le sigue ciegamente [Historia General de las
Indias, cap. LVII], se equivocan cuando dicen que Bastidas sali de Espaa en 1502.
Adems de no ser probable que hecho el asiento de Bastidas en junio de 1500, l hubiese dejado transcurrir dos aos sin emprender su viaje, Herrera, autor ms exacto que
Oviedo y Gomara, dice positivamente que Bastidas sali para su expedicin a principios
de enero de 1501. (Herrera, dc, 1, lib. IV, cap. XI).
58 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. III, cap. VIII. Herrera, dc. 1, lib. IV, cap. XI.
59 Muoz, Colec., tom. LXXV.
60 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXVII, cap. I y II.
61 Esta carta se halla en e1 Archivo de Indias en Sevilla, Patronato Real, legajo 8, de
donde la tom Navarrete para insertarla en su Coleccin, tomo II, nmero 149, pgina.
292 y ss.
62 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXVII, cap. I.
63 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXVII, cap. I.
64 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXVII, c. II.
65 Herrera, dc. 1, lib. IV, cap. VIII y X.

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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

66 Herrera, dc. 1, lib. VI, cap. XI.


67 Herrera, dc. 1, lib. V, cap. I.
68 Las Casas, Remedio 8, Razn II.
69 Herrera, dc. 1, lib. VII, cap. XII.
70 Instruccin de los Reyes Catlicos al Almirante don Cristbal Coln, etc., dada en Medina
del Campo a 15 de Junio de 1497. Impresa en la Coleccin... de Navarrete, tomo II,
nmero 115.
71 Herrera, dc. 1, lib. V, cap. I.
72 Herrera, dc. 1, lib. VII, cap. XII.
73 Provisin de 30 de Octubre de 1503 para poder cautivar a los canbales rebeldes. Este
documento existe en el Archivo de Simancas, y Navarrete lo public en su Coleccin,
tomo II, Apndice, pgina 414, nmero 17.
74 Muoz, Colec., tom. LXXV.
75 Las Casas, Remedio 8, Razn 5, 12. La clusula de este testamento la citan tambin
Herrera y otros autores. Carvajal en sus Anales, el editor valenciano de Moriana y
Dormer en sus Discursos Histricos, insertan el testamento ntegro.

Libro Cuarto
INTRODUCCIN DE ESCLA
VOS INDIOS
ESCLAV
AN
TO RICO
EN LA ESP
AOLA,
EN
SAN
JU
ESPAOLA,
JUAN DE PUER
PUERTO
Y EN CUBA. REALES CDULAS
QUE LA A
UTORIZARON. FAMOSO REQUERIMIENTO
AUTORIZARON.
A. FUNEST
A INFL
UENCIA
DE ALONSO DE OJED
OJEDA.
FUNESTA
INFLUENCIA
DE LA A
UDIENCIA DE SANTO DOMINGO
AUDIENCIA
EN LA SUER
TE DE LOS INDIOS
SUERTE

Haba la reina Isabel dejado en su testamento la mitad del producto


neto de las rentas del Nuevo Mundo a su esposo el rey don Fernando, y
ste, para mejor aprovecharlas, nombr de tesorero general de las Indias a Miguel de Pasamonte, removiendo a Bernardino de Santa Clara,
ladrn escandaloso y despilfarrador, a quien Ovando haba elegido para
administrar la tesorera de La Espaola.1 Pasamonte, aragons como el
rey, criado suyo, muy celoso de los intereses de su amo, envidioso, de
daada intencin, soberbio y fuerte con el favor del monarca y de otros
poderosos de la corte, lleg a La Espaola en noviembre de 1508.2 A
Ovando convena marchar de acuerdo con hombre tan influyente, y por
eso manifestaron los dos al rey don Fernando la disminucin de los indios en aquella isla, en la respuesta y despacho que le dirigi desde
Valladolid a 3 de mayo de 1509, se expresa as: Decis que hay pocos
indios en esta isla y ser bien traer de otras; ya mand al Gobernador
que provea para las minas todos los que sean menester.3
Para remediar tanta escasez de brazos, el almirante don Diego, luego que lleg a La Espaola, permiti en virtud de las instrucciones que
el Rey Catlico le haba dado, importar en ella no slo indios caribes,
sino otros que no lo fuesen, con tal que hubiesen hecho resistencia con
las armas, y procediesen de pases donde haba minas, dndose al rey la
cuarta parte de todos los introducidos. Permiti tambin que esos esclavos fuesen declarados naborias; y para que sus amos no los recargasen
de trabajo en las minas, mandose que el primer ao no pagasen el tributo de 1 castellano, segn estaba mandado, sino medio castellano.4

82\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

Ya por ese tiempo haban los jurisconsultos, telogos y canonistas


espaoles opinado que se poda hacer la guerra, y esclavizar legtimen a
los indios que, resistiendo con la fuerza a los conquistadores, no abrazaban la fe catlica despus de considerrseles con ella y con la paz.
Conformose con este parecer el Consejo Real de Castilla, y entonces mand el rey que se extendiese uno de los documentos ms curiosos
y extraordinarios que ha producido la historia; documento cuya redaccin se confi a la pluma del doctor Palacios Rubios, jurisconsulto de
gran fama en aquella edad. Antes de apoderarse los castellanos de las
tierras y personas de los indios, deba leerse a stos ese documento, que
se llam Requerimiento, escrito en castellano, y del que ellos, si alguna
vez podan comprender perfectamente su letra, valindose de intrpretes, jams su espritu, porque se les hablaba de cosas muy superiores a
su inteligencia.
Intimados de esa manera, para que obedeciesen lo que en l se les
mandaba, si no lo hacan, eran declarados enemigos de la Corona de
Castilla, y como tales esclavizados.
Yo no he podido encontrar la fecha exacta del Requerimiento; pero
como el primer conquistador que hizo uso de l fue el clebre Alonso
de Ojeda cuando fue a Caramari o de Cartagena en 1509, claro es
que lo que ms tarde se extendi fue en el ao referido. He aqu el
Requerimiento:
Notificacion requerimiento que se ha de hacer los moradores de
las Islas tierra firme de mar oceano que aun no estn sugetos al Rey
Nuestro Seor.
De parte del muy alto muy poderoso muy Catolico defensor de
la Iglesia siempre vencedor nunca vencido el grand Rey D. Hernando
el quinto de las Espaas, de las dos Sicilias, de Hierusalem, de las
Islas tierra firme del mar oceano &. Domador de las gentes brbaras; de la muy alta muy poderosa Seora de la Reyna D Juana su
muy cara muy amada hija nuestros Seores: Yo su criado y mensagero
y capitan vos notifico hago saber como mejor puedo, que Dios nuestro
Seor uno eterno cri el cielo la tierra, un hombre una muger, de
quien nosotros vosotros todos los hombres del mundo fueron son
descendientes procreados todos los que despues de nosotros vinieren;
mas por la muchedumbre de la generacion que destos ha subcedido desde cinco mil ms aos quel mundo fue criado fue necesario que los
unos hombres fuesen por una parte y otros por otra se dividiesen por
muchos reinos provincias porque en una sola no se podrian sostener ni
conservar.
De todas estas gentes Dios nuestro Seor dio cargo uno que fue
llamado Sant Pedro para que de todos los hombres del mundo fuese

JOS ANTONIO SACO

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Seor superior, quien todos obedesciesen, fuese cabeza de todo el


linage humano donde quier que los hombres viviesen estoviesen, en
qualquiera ley secta creencia, dile todo el mundo por su reino
seoro juredicion.
como quier que le mand que pusiese su silla en Roma como en
lugar mas aparejado para regir el mundo, mas tambien le permiti que
pudiese estar poner su silla en cualquier otra parte del mundo, judgar
governar todas las gentes, Cristianos, Moros, Judios, Gentiles, de
cualquier otra secta o creencia que fuesen.
A este llamaron Papa, que quiere decir admirable mayor poderoso
guardador porque es padre y guardador de todos los hombres guarda
dador ques padre goverdador de todos los hombres.
A este Sant Pedro obedecieron tomaron por Seor Rey superior
del universo mundo los que en aquel tiempo vivian, as mismo han
tenido a todos los otros papas que despues del fueron al Pontificado
elegidos ans se ha fecho y continuado hasta agora se continuar hasta
que el mundo se acabe.
Uno de los Pontfices pasados que en lugar deste subcedi en aquella silla dignidad que he dicho, como Seor del mundo, hizo donacion
destas Islas tierra firme del mar oceano los dichos Reyes de sus
sucesores que son estos Reyes NN.SS. con todo lo que en ellas hay
segund se contiene en ciertas escripturas que sobrello pasaron, segund
dicho es, que podis ver si quisieredes: as que sus Altezas son Reyes e
Seores destas Islas tierra firme por virtud de la dicha donacion;
como tales Reyes Seores algunas Islas tierras casi todas quien
esto ha sido notificado, han recibido sus Altezas, les han obedescido
servido sirven, como sbditos lo deben hacer, con buena voluntad
sin ninguna resistencia luego sin dilacion como fueron informados de lo
susodicho para que les predicasen enseasen la santa fe todos ellos
de su libre agradable voluntad, sin premia ni contradiccion alguna se
tornaron Cristianos lo son sus Altezas los recibieron alegre
beninamente, as los mand tratar como los otros sus sbditos
vasallos: vosotros sois tenidos obligados haceraquesto mesmo.
Por ende como mejor puedo vos ruego requiero, que entendais
bien esta que vos he dicho, tomeis para entenderlo deliberar sobrello
el tiempo que fuere justo, reconozcais, a la Iglesia por seora superiora del universo mundo, al Sumo Pontfice, llamado Papa, en su nombre, al Rey la Reyna nuestros Seores en su lugar como superiores Seores Reyes destas Islas tierra firme por virtud de la dicha
donacion; consintais deis lugar que estos padres Religiosos vos declaren prediquen lo susodicho.
Si ans lo hicieredes hareis bien aquello que sois tenidos obligados, sus Altezas, yo en su nombre, vos recibirn con todo amor

84\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

caridad, vos dejarn vuestras mugieres, hijos hacendas libres sin


servidumbre para que dellas y de vosotros hagais libremente todo lo
que quisieredes per bien tovieedes, no vos compeleran que vos
torneis cristianos salvo si vosotros informados de la verdad os quisieredes
convertir nuestra Santa Fe Catolica como lo han hecho casi todos los
vecinos de las otras Islas: allende desta su Alteza vos dar muchos
previllejos esenciones vos har muchas mercedes.
Si no lo hicieredes no lo haciendo, en ello dilacion maliciosamente
pusieredes, certificoos que con el ayuda de Dios. Yo entrare poderosamente contra vosotros, vos har guerra por todas las partes manera
que yo pudiere, vos subgetar al yugo obedencia de la Iglesia de
sus Altezas, tomar vuestras personas de vuestras mugeres hijos,
los har esclavos como tales vender disporne dellos como su
Alteza mandar, vos tomar vuestros bienes, e vos far todos los males daos que pudiera, como vasallos que no obedecen ni quieren
recebir su Seor le resisten contradicen.
E protesto que las muertes daos que dello se recrecieran sean
vuestra culpa, no de su Alteza ni mia, ni destos cavalleros que con
migo vienen. de como lo digo requiero pido al presente escribano
que me lo de por testimonio signado los presentes ruego que dello
sean testigos.
Firmado del Obispo de Palencia, del Obispo Frey Bernaldo, de
los del Consejo, de los Feiles Domnicos.
Simancas en un tomo en folio per descubrimientos y poblaciones. 7.
(Muoz, tomo LXXV, de su Coleccin.)
Este Requerimiento difiere en muchos pasajes del que trae Herrera,
dcada 1, libro VII, captulo XIV, pgina 197.
Aun suponiendo que los indios hubieran podido entender a los intrpretes que en su lengua les hablaban, imposible era que comprendiesen
el sentido de la teologa y jurisprudencia del Requerimiento.
No hay lector sensato que deje de reconocer lo injusto y absurdo de
tal documento, y con gusto me entregara yo a tan fcil tarea, si ya no la
hubiese desempeado el clebre Bartolom de las Casas, con aquella
fuerza y valenta que caracterizan sus escritos en defensa de los indios.5
Aunque absurdo y ridculo, el Requerimiento agrav la desgracia de
los indios, porque en l se fundaron los conquistadores para esclavizarlos
con la apariencia de un justo ttulo. Agregronse a esto las nuevas disposiciones del gobierno, pues como muchos castellanos estaban dispuestos a armar naves para importar esclavos indios en La Espaola, mand el rey en 1509 al almirante don Diego Coln que se introdujesen a la
mayor brevedad, porque haba gran falta de ellos, y que los que al monarca tocasen, se repartiesen entre los castellanos a razn de medio
peso por cabeza.6

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Del permiso concedido para llevar indios de guerra a La Espaola,


abusaron tanto los castellanos, que en naves armadas salan para cogerlos en partes pacficas, diciendo que eran de guerra.
Sabido esto por el rey, orden al almirante en 1510 que no se sacasen
indios de la isla de la Trinidad, de Cuba, Jamaica, ni de las vecinas a
ellas, ni a la de San Juan de Puerto Rico, sino de las del norte, y de las
que estuviesen en guerra. Mandose publicar esa real determinacin para
que todos pudiesen introducir indios, con tal que no fuesen de las islas
prohibidas, dando al rey solamente la cuarta parte de ellos.7
Aunque esa prohibicin comprenda a la isla de Trinidad, la codicia
de los castellanos haca vacilar con sus falsos informes la buena intencin del gobierno; y empezando ste a dudar si los indios de aquella isla
eran o no caribes, envi desde Sevilla en 6 de junio de 1511 un despacho
al almirante de La Espaola, encargndole que se anduviese con mucho
tiento en capturar como esclavos a los indios de aquella isla. Como stos
padecan notablemente mandndolos de una parte a otra, ordensele
tambin, que si en la Trinidad haba oro, sera mejor emplearlos all,
pudiendo en caso contrario hacer lo que tuviese por conveniente. Pero
los castellanos y sus gobernantes se burlaban de tales rdenes, y muchos indios libres, as de la Trinidad como de otras partes, fueron llevados a La Espaola como esclavos, herrados y vendidos al precio de 60 a
100 castellanos.8
Hasta entonces, el hierro con que se marcaba a los esclavos, era un
acto que proceda de la voluntad de los conquistadores, sin autorizacin
del gobierno; pero huyndose aqullos con frecuencia, y no siendo fcil
averiguar despus de capturados si eran o no libres, el rey don Fernando y su hija la reina doa Juana, accediendo a los deseos de los vecinos
de La Espaola, ordenaron al almirante en 1511, que los indios introducidos en aquella isla fuesen herrados en las piernas o brazos; bien
que se recomend que al hacerles esta operacin, se les ocasionase el
menor dao posible.9 No se mostr el Rey Catlico tan compasivo con
los indios de Puerto Rico, pues en 23 de febrero de 1512 escribi desde
Burgos a Juan Ponce de Len, gobernador de aquella isla, una carta en
que se leen estas palabras:
Tengoos en servicio lo que habeis trabajado en la pacificacin, y lo
de haber herrado con una F en la frente a los indios tomados en guerra,
hacindolos esclavos, vendindolos al que ms di y separando el quinto
para nos.
Fernando, pues, no slo particip de esos esclavos, sino que aprob
se les marcase en el rostro con la letra F, inicial de su nombre. Crueldad que no puede disculparse y que forma un doloroso contraste con la
del emperador Constantino, que aunque recin convertido al cristianismo, y todava semi-pagano, prohibi que a los esclavos se les herrase en

86\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

el rostro, para no afear con una marca ignominiosa la imagen del hombre que Dios cre a su semejanza.
La codicia de los traficantes fue estimulada con las nuevas concesiones que el gobierno les hizo. Por cuanto dijo el rey, en nuestro
Consejo se resolvi ser del servicio de Dios y nuestro que de las Indias
donde no hay oro se traigan indios La Espaola para servir los cristianos, ser instruidos en la F, y apartados de sus vicios idolatras,
dimos facultad para ello con tal que se nos pagase el quinto. Aora sabiendo los muchos gastos que hay para traellos, damos facultad para
que todos puedan hacerlo sin pagar nada, con licencia del Almirante y
Oficiales de las islas que ellos sealaren.10
Esa misma real cdula concedi igual facultad y merced a los castellanos que introdujesen indios esclavos en la isla de Puerto Rico, pero
no en Cuba, porque an no estaba conquistada.
Pens el rey en aos anteriores introducir en Castilla esclavos de las
Indias, y por eso, en un despacho de 3 de julio de 1510, pregunt al
tesorero Pasamonte y a Luis de Lizarazu, factor de La Espaola nombrado en 1508, qu ganancias habra en enviar esclavos para venderlos
en Espaa. Pero la extraordinaria disminucin de los indios de La Espaola forz al rey a cambiar de opinin; y por la citada Real Cdula de
21 de julio de 1511, mand al almirante Coln que ninguno llevase esclavos indios del Nuevo Mundo a Castilla, fundndose en que ni quera
despoblar aquellas tierras, ni que sus hijos muriesen en Europa con la
mudanza de temperamento. Y como los espaoles se burlaban de esas
prohibiciones, segn costumbre, renovronse en Burgos a 12 de agosto
de 1512, so pena de perder los indios introducidos en Espaa y 50 000
maraveds de multa; prohibiciones que siempre despreciadas, repitironse por las Reales Cdulas de Madrid en 22 de abril, y de Toledo en 4
de diciembre de 1528, y con duras y nuevas penas en 25 de septiembre
de 1543 y en 21 del mismo mes, en 1556.11
Ms cercano Puerto Rico a las islas Caribes que La Espaola, Jamaica y Cuba, estuvo mucho ms expuesto a sus frecuentes asaltos;
bien que los indgenas se defendieron comnmente con valor. 12
Quejbanse stos de que los caribes de la Dominica y de otras islas vecinas los invadan con el nico objeto de cogerlos para comrselos; y
como a pesar de las intimaciones que se les haban hecho para que desistiesen de tan brbara costumbre y abrazasen el catolicismo, an persistan en sus atrocidades, el rey Fernando dio licencia en 1511 para que
los castellanos de Puerto Rico les hiciesen la guerra y esclavizasen.13
Insoportable a los indios de ella la dominacin espaola alzronse en
1511, y su gobernador Juan Ponce de Len tuvo que sostener una guerra
para subyugarlos.14 Vencdos que fueron, tomronse algunos por esclavos; pero temiose que naciesen los mismos inconvenientes que en La

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Espaola. Cuando los indios de sta se alzaron, muchos de los cogidos


en guerra como esclavos huyronse a los pueblos y asientos de los caciques a quienes pertenecan, y habiendo ido sus amos a buscarlos,
sacronlos por fuerza de entre sus padres, madres y deudos, lo cual
ocasion un nuevo levantamiento hasta de los mismos caciques. Deseando, pues, el rey que esto no se repitiese, dio licencia para que los indios
de Puerto Rico tomados en aquella guerra se trocasen por otros esclavos de La Espaola, sirviendo as los de una isla en otra sin peligro.
Caso que sus amos no lo hiciesen, mand que no pudiesen ir a buscar ni
coger a los que se les huyesen, sino que quedasen libres en San Juan
como en La Espaola; y para que en ello no hubiese fraude, mandose
registrar todos los indios esclavos de la primera isla, notificndose esa
orden a sus vecinos, sin que llegasen a entenderlo los indios.15
Enemigos los caribes de los castellanos de Puerto Rico, mand el
Rey Catlico desde Burgos en 23 de febrero de 1512, que el almirante y
oficiales reales de La Espaola pusiesen la mayor diligencia en destruir
los caribes, y que hiciesen de ellos los ms esclavos que pudiesen.
Esclavizronse algunos, y para reconocerlos en caso de fuga, mandseles
herrar a todos en una pierna.
Habindose Cristbal de Mendoza sealado en la guerra contra los
caribes, nombrsele gobernador de la isla de Puerto Rico en 1514. A
poco de haber tomado su mando, aquellos brbaros invadieron unas
estancias de castellanos, de los cuales fueron heridos algunos. Cuando
estas ocurrencias llegaron a noticia del Mendoza, ya los caribes se
haban ausentado; mas, persiguindolos en una carabela y dos barcas
con 50 hombres, alcanzolos cerca de la pequea isla de Bieque, y matando a unos, cautiv a otros.16 En el asalto de los caribes muri de un
flechazo un perro llamado Becerrillo, cuya muerte fue muy sentida de
los castellanos por los grandes servicios que les prestaba en sus guerras
con los indios. Este perro dice Herrera haca en los indios estragos admirables, y conoca los que eran de guerra como si fuera una
persona; por lo qual temian ms los indios de diez castellanos con el
perro, que de ciento sin l, y por esto le daban parte y media de lo que
se ganaba como un ballestero, as de oro como de esclavos y otras
cosas, y lo cobraba su amo. Dijronse cosas notables de este perro, y
entre ellas fu, que habiendo acordado de echar una india vieja este
perro, el capitan la di una carta, para que la llevase ciertos castellanos que estaban cerca de all: la india tom su carta, y en saliendo de
entre la gente, la echaron el perro; y vindole ir sobre ella tan feroz,
sentse; y hablando en su lengua, mostrbale la carta diciendo: Seor perro, io voy llevar esta carta los Cristianos, no me hagas
mal, perro seor, porque los indios truecan las palabras: parse el
perro muy manso, y comenzla oler, i alz la pierna, y orinla, como

88\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

lo suelen hacer los perros la pared, de que los castellanos quedaron


admirados.17
Pacificada la isla de Cuba, empez a prosperar. Fund en ella Diego
Velzquez, su conquistador, algunas poblaciones. Descubranse diariamente minas de buen oro, y para fomentar su explotacin, Pnfilo de
Narvez, el capitn principal de Diego Velzquez, pas a la corte con
poderes de los colonos de Cuba y de su gobernador, para pedir al rey
que se le permitiese comprar y hacer esclavos en diversas partes del
Nuevo Mundo.18
Las concesiones hechas a La Espaola y Puerto Rico para introducir esclavos indios, sin pagar el quinto al rey, indujeron a Cuba a pedir la
misma gracia por medio de su procurador el referido Narvez, y de su
adjunto Antonio Velzquez. Pero el gobierno les respondi que sobre
esto se entendiesen con los padres jernimos, que a la sazn se hallaban
en La Espaola con amplios poderes para arreglar las importantes cuestiones que entonces se agitaban en el Nuevo Mundo.19
La Espaola era un abismo que devoraba, no slo a sus propios hijos, sino a los esclavos que de fuera le llevaban; y buscndolos ansiosa
por todos los horizontes, no pudo escaparse el fecundo semillero de las
islas de las Lucayas.
Descubierto por Coln en su primer viaje ese grupo numeroso; y
asentado en el gran banco de Bahama, aun fuera de l, empieza en el
arrecife de Matanilla a los 27 50 de latitud norte y 79 5 longitud occidental del meridino de Greenwich, corriendo hasta las islas Turcas a los
21 23 latitud norte y 71 5 longitud occidental del referido meridiano.
Este espacio comprende algunos centenares de islas, islotes y arrecifes
de roca o arena.
En la geografa del siglo XVI, considerronse las Lucayas de tres especies, segn la descripcin del cronista Antonio de Herrera. La primera
comprenda las islas de Bahamas, que dieron nombre al famoso canal
descubierto en 1519 por el piloto Antn Alaminos: la segunda abrazaba
las islas que se llamaron de los rganos; y la tercera, los arrecifes de los
Mrtires que confinan hacia el poniente, fuera del banco de Bahama en la
costa meridional de la Florida, con los cayos de las Tortugas.20
Corrieron algunos aos despus de colonizada La Espaola, y dejose
vivir en paz a los lucayos y a los habitantes de otras islas; pero la espantosa disminucin de los indios de La Espaola, fue el fatal precursor del
pronto exterminio de los indgenas circunvecinos.
Antes de referir lo que con ellos pas, forzoso es hablar del origen de
la primera audiencia del Nuevo Mundo, establecida en La Espaola,
por la funesta influencia que ejerci en la suerte de los indios.
Apoyado el tesorero Pasamonte en la amistad y proteccin que el
Rey Catlico le dispensaba, pretenda gobernar muchas cosas de las

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Indias, y hallbase a la cabeza de un partido contrario al almirante don


Diego Coln. Deseando el monarca impedir las deplorables disensiones
que despedazaban La Espaola, nombr en 1511 tres jueces de apelacin, el licenciado Marcelo de Villalobos, Juan Ortiz de Matienzo y Lucas
Vzquez de Aillon, para que a ellos se apelase de las decisiones del almirante, de sus alcaldes mayores y tenientes.21
Las atribuciones de la Audiencia de La Espaola que resida en la
ciudad de Santo Domingo, no solamente fueron judiciales sino gubernativas; y en 1521, mandose que en adelante despachase cartas y patentes con sello real, lo mismo que las otras cancilleras reales de Espaa, y que conociese de todas las causas de Tierra Firme en grado de
apelacin.
Esos jueces y el tesorero Pasamonte, vindose favorecidos del rey
don Fernando, y que ste haca cuanto ellos queran, escribironle que
en la inmediacin de La Espaola haba muchas islas intiles y que era
provechoso que sus habitantes fuesen transportados a ella, para que
sirviesen a los cristianos con provecho de sus almas y del Real Tesoro.
Esas islas eran las de los lucayos, la de los gigantes, la de los barbudos
y otras. Concedida que fue la licencia por el monarca, armronse varias
naves, y los primeros espaoles que salieron, engaaron a los lucayos.
Tenan stos, en medio de su barbarie, un vago instinto de la inmortalidad del alma, o a lo menos de la conservacin del cuerpo bajo ciertas
formas. Valironse astutamente de estas ideas los castellanos, y cuando
por primera vez se les presentaron en aquellas islas para esclavizarlos,
dijronles que iban de la isla Espaola a donde las nimas de sus padres y parientes, y de los que bien queran, estaban en holgura y que si
queran ir a verlos, los llevaran en aquellos navos... con esta persuasin se metieron en los navos muchos hombres y mujeres.22
Cuando ya no pudieron los castellanos usar de este engao para
arrancarlos de sus islas y esclavizarlos, apelaron a la violencia, y en el
corto espacio de cuatro aos, introdujeron en La Espaola 40 000
lucayos esclavizados,23 sin poder alegar ni aun el pretexto de que eran
caribes, o que estaban de guerra, pues siempre fueron mansos y de
ndole pacfica. Viose entonces el doloroso espectculo de que en ms
de 50 islas segn dice Las Casas, algunas mejores que las de Canarias, que estaban llenas como una colmena, no dejaron sino slas 11
personas: de las quales somos testigos, que un buen hombre que se
llam Pedro de Isla y agora es fraile de San Francisco, movido de piedad hizo un vergantin y embi rebuscar todas las dichas islas: y estuvieron en escudriarlas y en rebuscarlas ms de dos aos: y no hallaron ms de las dichas 11 personas que con nuestros ojos vimos. 24
Como el objeto de los castellanos era tener esclavos de cualquier
modo que fuese, el tesorero Pasamonte escribi de La Espaola al rey

90\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

Fernando sobre el trfico de los lucayos, y ste, en carta de 4 de abril de


1514, djole: En lo de traerse indios de las islas del norte y venderse
por esclavos, se ver la provisin dada en el caso y se remediar.25
Pero los castellanos, para remediarse, no aguardaban las provisiones
del monarca, y as continuaron exportando esclavos de aquellas islas.
Tantos escndalos y maldades llamaron al fin la atencin del gobierno. Hallbase ste en 1516 en manos del cardenal Jimnez de Cisneros,
regente del Reino, quien deseando que hubiese en la corte una persona
que mirase por el bien de los indios, fij los ojos en el virtuoso Bartolom
de las Casas, y nombrole en aquel ao Protector Universal de ellos.
Investido de este carcter pidi justicia para sus protegidos, y logr en
1516 que se suspendiese la importacin de los lucayos, mientras se trataba mejor el asunto.
Las Casas pas a La Espaola, y no satisfecho de lo que entonces se
haca, intent all una acusacin criminal contra la Audiencia de aquella
isla, como culpable de los saltos y pirateras cometidos por los castellanos en las Lucayas.26 El licenciado Alonso de Zuazo, hombre recto y de
firme carcter y talento, que haba ido a La Espaola de juez de residencia en 1517, en virtud de nombramiento hecho el ao anterior por el
cardenal Jimnez de Cisneros, para que tomase cuentas a los oficiales
reales y residenciase a los jueces de apelacin de aquella isla,27 admiti
la acusacin de Las Casas. Acontecimiento tan extrao enfureci a esos
jueces y a sus muchos y poderosos cmplices, y temiendo los padres
jernimos, de quienes ya he hablado, las malas consecuencias que pudieran resultar, procuraron suspender o cortar la acusacin, fundndose en que por su gravedad no era para ser tratada en una residencia
ordinaria, sino que deba decidirse por el monarca con sus ministros.
Zuazo replicaba que ellos no tenan que mezclarse en asuntos de justicia, y naciendo de aqu agrias contradicciones que paralizaban el curso
de la acusacin unos y otros representaron a la Corte con un acaloramiento acaso impropio de su situacin y carcter respectivo.
La destruccin de los lucayos estaba decretada, y el mismo Zuazo,
testigo ocular de lo que entonces pasaba, escribi al gobierno desde La
Espaola en 1518, dicindole: habiendo estado las dichas islas desde
que Dios form el mundo llenas de gente, muy tiles, que ninguna
cosa les faltaba para sus necesidades, hicieron relacion que eran intiles, para despoblarlas matar cuantos indios habia en ellas [como dicho
tengo] dejndolas yermas, para que las habiten los animales brutos
aves del cielo, sin ningun provecho ans para lo que concierne al servicio de Dios como al de sus Altezas.28
Continuaban las hostilidades entre espaoles y caribes. Tratose de
perseguirlos, y hallndose en la corte Juan Ponce de Len, dironsele
en Valladolid a 27 de septiembre de 1514 las instrucciones siguientes:

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1 Que arreglase con los oficiales reales de la Casa de la Contratacin de Sevilla el nmero de buques, gente y lo dems necesario, procurando la brevedad, as para la seguridad de la isla de San Juan, como
para proveer de esclavos a La Espaola.
2 Que de los caribes cautivados entregase dos tercios a los oficiales
reales de La Espaola, para que los vendiesen y aplicasen su producto
a los gastos de la armada; y el tercio restante lo repartiese entre los que
fuesen en ella, en lugar de sueldo. Si no se hallaba quien fuese con ese
partido, agregase al tercio, el sueldo ms corto que se pudiese, con acuerdo de los oficiales reales de Sevilla.
3 Que fuese con la armada derechamente a las islas de los caribes
que ms dao haban hecho a la de Puerto Rico, para destruirlos y cautivarlos todos a la mayor brevedad.
Sali, pues, de Sevilla Juan Ponce de Len con tres naves en mayo
de 1515: desembarc en la isla llamada Guadalupe por Coln; pero emboscados los caribes, matronle la mayor parte de la gente. Este suceso
produjo, al fin, la licencia general del gobierno para esclavizar a todos
los caribes; pero imponiendo al mismo tiempo la pena de muerte, a todo
espaol que esclavizase indios que no lo fuesen:29 pena ilusoria, porque
nunca se aplicaba; y aunque seriamente se hubiese tratado de imponerla, no era fcil conocer en muchos casos, si los indios apresados eran
verdaderos caribes.
De 1 200 de stos ya introducidos en La Espaola, dijeron al gobierno los jueces y oficiales reales de ella, en 6 de septiembre de 1515, que
haban muerto muchos por comer hovos30 en los campos, y que otros se
huan en canoas. Por lo dems, eran mucho mejores para el trabajo que
los lucayos, y moran menos.31
Todava en aos posteriores existan en La Espaola esclavos lucayos.
Deseando sacarlos de tal estado, los frailes los entregaron por naborias
para que sirviesen a los castellanos que los tomaban por 6 pesos; mas,
habiendo los oidores y oficiales reales de aquella isla declarndolos
naborias perpetuos, result que, como deca el obispo de Santo Domingo en 1532, haban sido vendidos y heredados muchas veces, y algunos
ms de 20: por lo cual pidi al emperador don Carlos que los diese a
todos por libres; pues de ello vendra gran provecho a la tierra, y descargara la conciencia Real de S.M.32
No bastaban las Lucayas a la codicia de los castellanos de La Espaola y Cuba; y teniendo noticia de que al poniente de ellas haba algunas islas pobladas de indios pacficos, dirigironse a ellas para hacerlas
correr la misma suerte que a las Lucayas.
Poco ms o menos apartadas de la costa del continente, y entre el
puerto de Honduras y el de Caballos, estn esas islas; y como una de
ellas, frontera ocho leguas a Trujillo, se llamaba Guanaxa, disele en

92\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

otro tiempo a ese mar el nombre de golfo de Guanaxa, y a las islas en l


situadas, el de Guanaxas.33 Adems de la as llamada, y de otra muy
pequea junto a ella, cuntanse tambin las de Utila, Helen, Guaydua y
San Francisco. Una de stas, la ms grande de todas, pues que tiene 45
kilmetros de largo y 13 de ancho, es la que hoy se conoce con el nombre
de Roatan.
Estas islas fueron desde muy temprano el teatro de las pirticas
incursiones de los castellanos en La Espaola, y principalmente de los
de Cuba, as por la prosperidad de que sta entonces gozaba, como por
su menor distancia a ellas. Permiti, pues, Diego Velzquez, su gobernador, el armamento de buques para importar en Cuba esclavos de las
Guanaxas, que explotasen las minas de ella.34
De Santiago de Cuba salieron en 1516 una carabela y un bergantn,
con 70 u 80 espaoles; y en dos de aquellas islas esclavizaron cuantos
indios pudieron. Metironlos en la carabela, dejaron en el bergantn
25 castellanos para que siguiesen explorando las otras isletas, pues
aunque descubiertas por Coln desde 1502 eran desconocidas para
ellos; y haciendo rumbo hacia Cuba, llegaron al puerto de La Habana35 en la costa del norte. Saltaron en tierra los castellanos para divertirse, dejando la nave con slo ocho o nueve que la guardasen; mas, los
indios que estaban en la bodega, conociendo por las pisadas y el silencio de la cubierta que haba poca gente, forzaron la escotilla, mataron
a los espaoles, apoderndose del buque, y hacindose a la vela, cual
si fueran expertos navegantes, volvieron a su patria que distaba ms
de 200 leguas.
All encontraron muy descuidados en tierra a los 25 castellanos que
haban quedado en el bergantn; y asaltndolos con las lanzas y otras
armas que estaban en la carabela, los apretaron de manera que no pudiendo resistir, los obligaron a recogerse al bergantn, y para dejar memoria de ellos, hicieron con un cuchillo en un rbol que estaba junto al
mar, una cruz y una inscripcin que deca: Vamos al Darin.
Luego que Diego Velzquez supo la matanza hecha en los espaoles,
envi dos naves bien tripuladas, no slo para perseguir a los indios prfugos del puerto de La Habana, sino para socorrer a los 25 castellanos
del bergantn y seguir descubriendo aquellas islas.
Llegaron a ellas, vieron la seal puesta en el rbol por los castellanos del bergantn, encontraron la carabela quemada en la isla de Santa
Catalina, y cogiendo en ella y en la de Utila hasta 500 indios de ambos
sexos, echronlos en el fondo de las naves; y creyndose ya seguros,
desembarcaron casi todos para recrearse. Los indios encerrados en uno
de estos buques, advertidos de esta novedad, subieron a la cubierta, y
echando mano de las lanzas, rodelas, palos y piedras que en l haba,
acometieron con tanto mpetu a los espaoles, que matando a unos y

JOS ANTONIO SACO

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forzando a otros a echarse al mar, apoderronse del buque. Al ver esto,


los castellanos que se hallaban en tierra, acudieron a la otra nave, y
cargando con ella a la de los indios, trabose un combate tan encarnizado, que peleando hombres y mujeres durante dos horas, asombraron a
los espaoles; pero al fin triunfaron stos y tornaron con casi 400 personas esclavizadas al referido puerto de Carenas.36
Despobladas quedaron en pocos aos algunas de las Guanaxas; y
como sus indgenas eran pacficos, faltaba el pretexto para esclavizarlos;
pero los traficantes cohonestaban su maldad, diciendo que los compraban en la costa de Honduras a los castellanos que los esclavizaban en la
guerra.37
Aqu es de mencionar un incidente notable, y es que, cuando Bernal
Daz del Castillo estuvo en Cuba, antes de la expedicin de Corts a
Mjico, se opuso lo mismo que otros aventureros, al proyecto de Diego
Velzquez, de que fuesen a las Guanaxas, a esclavizar indios. Dice:
Concertamos con un hidalgo, que se deca Francisco Hernandez de
Crdova, que era hombre rico, y tena pueblos de indios en aquella isla,
para que fuesse nuestro capitan, y nuestra ventura buscar, y descubrir tierras nuevas, para en ellas emplear nuestras personas; y compramos tres navos, los dos de buen porte: y el otro era un barco, que hubimos del mismo Gobernador Diego Velazquez, fiado, con condicion, que
primero que nos le diesse nos habamos de obligar todos los soldados
que con aquellos tres navios habamos de ir unas isletas que estn
entre la isla de Cuba y Honduras, que ahora se llaman las islas de los
Guanajes, y que habamos de ir de guerra, y cargar los navios de indios
de aquellas islas, para pagar con ellos el barco, para servirse dellos por
esclavos. Y desque vimos los soldados, que aquello que peda el Diego
Velzquez no era justo, le respondimos, que lo que deca no lo mandaba
Dios ni el Rey; que hicisemos los libres esclavos. Y desque vi nuestro intento, dixo, que era bueno el propsito que llevbamos, en querer
descubrir tierras nuevas, mejor que no el suyo: y entonces nos ayud
con cosas de bastimento, para nuestro viaje.38
Esto prueba, que no era el espritu del siglo, como se alega por disculpa, sino la perversidad de muchos espaoles, la que los indujo a esclavizar indios. Y prueba tambin lastimosamente la inconstancia de los
hombres, pues ese Bernal Daz del Castillo que en Cuba reprob el salteo de los indios de la Guanaxa, ese mismo, pocos aos despus, fue uno
de los que en Mjico se mancharon con el crimen de esclavizar y herrar
brutalmente a los indgenas.
En tierras hasta entonces desconocidas hicieron los castellanos una
correra para esclavizar indios. Dos nave salieron de La Espaola en
1520, y ora por algn temporal, ora porque no encontrasen presa en el
primer punto a que se encaminaron, metieron proa despus hacia el

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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

norte y fueron a dar a los 32 del continente a una tierra desconocida,


llamada falsamente Chicora por un indio que enga a los espaoles,39
y que despus se denomin cabo de Santa Elena, y ro Jordn, por llamarse as uno de los capitanes de las naves. Los indios asombrados
tomronlas por peces monstruosos, echaron a huir, y los castellanos
pudieron alcanzar un hombre y una mujer. Vistironlos a la espaola,
regalronles pan y vino, y pusironlos en libertad. El cacique de aquella
comarca envi entonces a las naves 50 indios con bastimentos; a los espaoles que desembarcaron dioles guas para que viesen el pas; por
todas partes fueron bien recibidos y obsequiados, hicieron aguada, y
convidaron mucha gente del pas para que visitase los buques. Incautamente entraron muchos indios en ellos, y alzando las anclas, los espaoles, llevronselos por esclavos. Pero Dios permiti que se perdiese uno
de los buques en el camino, y que los ms indios del otro se muriesen de
hambre y tristeza, porque no queran comer, bien que en llegando a La
Espaola se nutrieron de perros, asnos y otras carroas. Esto se mir
muy mal y tratose de castigar severamente; mas, algunos dicen que no
se hizo, ya por contemplaciones que se guardaron, ya por haberse ignorado en la corte.40 Y yo aado que, aunque se hubiese sabido, los delincuentes habran quedado impunes, como de costumbre, porque las autoridades encargadas de cumplir las rdenes del Supremo Gobierno casi
nunca las ejecutaban.
Las noticias de ese descubrimiento indujeron poco despus a Lucas
Vzquez de Aillon, a Juan Ortiz de Matienzo, oidores de la Audiencia
de La Espaola, y al escribano de ella Diego Caballero, a enviar dos
carabelas de su propiedad para que navegasen por aquel rumbo, y
efectivamente lograron descubrir nuevas tierras entre los 35 y 37 de
latitud septentrional. Entonces, el mencionado, Vzquez de Aillon ajust asiento con el gobierno en 1523 para proseguir aquel descubrimiento, y por una de sus clusulas permitisele los indios esclavizados por
otros indios en las guerras que constantemente se hacan y llevarlos a
La Espaola o a otras islas para disponer de ellos como quisiese, sin
pagar derecho alguno.41
Al cabo de largas demoras sali Aillon del puerto de Plata con seis
naves en 1526. Encontr las tierras que buscaba, comenz a poblar a los
33 de latitud en punto que l llam Guadalupe; mas, el clima y las flechas de los indios frustraron la expedicin, costando la vida a su jefe
Vzquez de Aillon.42
En medio de los asaltos de las islas Lucayas y Guanaxas, nunca perdieron de vista los castellanos a los caribes. En 1514 pidieron al gobierno que se diese por esclavos, no slo a los caribes de todas las islas, sino
a los del continente. En cuanto a los primeros decret el rey que se
guardasen las provisiones establecidas; respecto de los segundos negolo,

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como se ignoraba si all los haba, era de temer que los indgenas se
alborotasen con las entradas de los espaoles, resultando grandes inconvenientes para la colonizacin.43
Las costas de Cuman y otras de aquellas partes del continente,
llamada entonces Costa de las Perlas, fueron para los espaoles un semillero ms fecundo de esclavos que las islas Guanaxas y Caribes. No
hubo medio por horrible que fuese de que no se valieran los espaoles
para esclavizar indios; y para reprimir tantos males, prohibi el gobierno que los espaoles fuesen a traficar a aquella regin; mas, no faltaron
hombres que lo hiciesen.
Un Juan Bono de Quexo, natural de Vizcaya, sali de La Espaola
en 1516 para la isla de la Trinidad, acompaado de 60 o 70 hombres. Los
indgenas al verle llegar se aprestaron para la guerra; mas, habindoles
dicho que iba de paz y que deseaba vivir entre ellos, tuvieron no slo la
necedad de creerle, olvidndose de las incursiones que por all se repetan, sino la de recibirle afectuosamente, ofrecindole fabricar bohos
donde habitase con su gente, y darles de comer a todos en abundancia,
como realmente lo hicieron. Dejemos a Las Casas que cuente este trgico suceso:
Hazenles una gran casa de madera en que morassen todos: porque
assi la quisieron los espaoles: que fuesse una no mas para hazer lo que
pretendian hazer y hizieron. Al tiempo que ponian la paja sobre las varas, madera y avian cobrido obra de dos estados: porque los de dentro
no viessen los de fuera, so color de dar priessa que se acabasse la
casa: metieron mucha gente dentro della, y repartironse los espaoles:
algunos fuera, al derredor de la casa con sus armas para los que saliessen:
y otros dentro. Los quales echan mano las espadas y comienzan amenazar los yndios desnudos que no se moviessen: sino que los matarian: y
comenzaron atar y otros que faltaron para huyr: hizieron pedazos con
las espadas. Algunos que salieron heridos y sanos y otros del pueblo
que no avian entrado: tomaron sus arcos y flechas: y recgense otra
casa del pueblo para se defender donde entraron 100, 200 dellos y
defendiendo la puerta: pegan los espaoles fuego a la casa y quemarlos
todos bivos. Y con su presa que seria de 180 200 hombres que pudieron atar, vanse su navio y alzan las velas y van la ysla de San Juan
donde venden la mitad por esclavos: y despus La Espaola donde
vendieron la otra. Reprehendiendo yo al Capitan desta tan insigne
traicion y maldad: la sazon en la misma isla de San Juan: me respondi; anda Seor que assi me lo mandaron y me lo dieron por instruccion
los que me enbiaron: que quando no pudiesse tomarlos por guerra que
los tomase por paz. Y en verdad que me dixo que en toda su vida avia
hallado padre ni madre: sino en la isla de la Trinidad: segun las buenas
obras que los yndios le habian hecho.44

96\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

Pero quines fueron los malvados que tan atroces instrucciones le


dieron?
Segn confes el mismo Juan Bono al licenciado Casas, no fueron
otros que los oidores de la Audiencia de La Espaola, pues le encargaron que esclavizase indios sin reparar en los medios.
Los padres jernimos levantaron en 1517 la prohibicin que exista
de que nadie fuese a comerciar a la Costa de las Perlas; pero exigieron
que las personas a quienes se diese la licencia, fuesen pacficas y de
quienes se tuviese confianza de que procedieran bien: pudiendo recibir
en cambio de sus mercaderas, los esclavos que los mismos indios les
diesen y no otros, bajo la condicin de que los tratasen bien y doctrinasen
en la fe.45 Los religiosos dominicos de La Espaola que tenan en este
asunto ms experiencia que los jernimos, pidieron a stos que no se
introdujesen en ella indios esclavos procedentes de aquellas costas, pues
sobre no serlo muchos, cometanse crueldades en trfico tan criminal.46
Al mismo tiempo que los jernimos suspendieron aquella prohibicin, dudaron de la justicia con que se esclavizaba a los caribes, y sometiendo esta materia al estudio de la Audiencia de La Espaola, prohibieron entretanto que se les tocase; mas, aquel tribunal nada decidi.
La Espaola continuaba siendo la tumba ms espantosa de los indios, y en 1518 volvi a pedir que los caribes de Tierra Firme se introdujesen en ella como esclavos. Pidi tambin que se hiciese lo mismo con
los indios que eran all esclavos de otros indios; y que como naborias o
criados se dejasen entrar en La Espaola a los indgenas de las Lucayas,
Gigantes, llamada despus Curazao, y de otras islas que tenan por intiles. Pero nada bastaba a llenar el inmenso vaco que dejaba la muerte,
y en carta al emperador, de 20 de mayo de 1519, dcele el Ayuntamiento
de Santo Domingo que la mayor parte de los indios de La Espaola
haban muerto de viruelas; mortandad que los padres jernimos exageradamente calcularon para el ao anterior casi en la tercera parte de los
indgenas.47 No fue, pues, extrao que en 1519 hubiese accedido el gobierno a lo que La Espaola le haba pedido en el ao anterior.48
Con la disminucin de los indios, de una parte, y, de otra, con el descubrimiento de los ricos pases del continente, corran a bandadas
hacia l, no slo los vecinos de La Espaola, sino los de Puerto Rico,
Jamaica y Cuba.
Reducida estaba la primera a tan deplorable estado, que el licenciado Rodrigo de Figueroa, nuevo juez de residencia y de apelaciones
en la Real Audiencia de aquella isla, dijo a Carlos V en carta que le
dirigi desde Santo Domingo el 6 de julio de 1520, que La Espaola
casi no tena ms trfico que el de los buques que llevaban caribes o
indios que se declaraban como tales, y que si por esto no fuese no
hubiera tras que parar ac las gentes. Y en otra comunicacin del

JOS ANTONIO SACO

/97

mismo Figueroa al emperador, fechada en Santo Domingo a 17 de agosto de aquel ao, le escribe estas palabras: Poco poco van trayendo
de Tierra Firme caribes y ilotas de los que comen carne humana, sin
reyerta de los PP. Dominicos.
Estas ltimas palabras prueban que los frailes dominicos estaban
siempre dispuestos a defender la libertad de los indios.
Despus de La Espaola, Cuba era entre todas las islas la que ms
esclavos quera, y no contenta con los que importaba de fuera, buscolos
tambin en su propio seno, pues peda que se esclavizase a los libres
indgenas que se fugaban a los campos y a los montes, y esa peticin
hizo no slo entonces, sino en aos posteriores.
Desde la muerte de Diego Velzquez, su gobernador, acaecida en
1524, hubo en ella partidas de indios alzados. Pidiose que los cogidos
fuesen esclavos; mas, el emperador orden que los religiosos y otras
personas fuesen a persuadirles que volviesen a la obediencia de S.M.;
que si no lo hacan, se les formase proceso jurdicamente para justificar
la causa y despus se les hiciesen tres requerimientos en forma; y que si
an no se sometan dentro del trmino que se les sealase, pudiese
declarrseles la guerra como vasallos rebeldes y tomarlos por esclavos.49 Yo no creo que las autoridades de Cuba ejecutaron lo que el monarca mandaba; y as fue, que los indios continuaron alzados por muchos aos, huyendo de la opresin que los destrua.
En los trminos de la villa de la Asuncin, o Baracoa, haba un cacique llamado Guam a quien se juntaron ms de 60 indios de otras partes; y en los lmites de la ciudad de Santiago y algunas villas, hubo tambin indios prfugos que hacan mucho dao. No teniendo los pueblos
de la Isla con qu pagar cuadrillas que los persiguiesen, su gobernador
Manuel de Rojas pidi al emperador en 1532, que a fin de estimular los
vecinos a la persecucin de los indios alzados, mandase que fuesen esclavos de quienes los prendiesen como antes se haba hecho.50 Pero el
emperador informado de la sencillez de aquellos indios, temi los abusos de los espaoles y neg la licencia que Rojas solicitaba.51
Rojas renov su peticin al gobierno en 1535.52 Tres meses despus,
Gonzalo de Guzmn, nuevo gobernador de Cuba, reiter la misma splica, fundndose, como su antecesor, en que no habiendo dinero con qu
pagar cuadrillas que persiguiesen a los indios, era preciso darlos por
esclavos a quienes los capturasen en recompensa de sus trabajos.53
Como los alzamientos parciales de los indios de Cuba continuaban,
renovose la peticin de que se formasen cuadrillas contra ellos, dndolos por esclavos a sus perseguidores en premio de sus fatigas.
As lo pidieron tambin al emperador en 1540 los procuradores de
las poblaciones de la isla de Cuba que anualmente se reunan en Santiago, su capital; y al intento deseaban que el soberano enviase una real

98\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

provisin, pues entonces era ms necesaria que antes.54 En el mismo


asunto insistieron esos procuradores congregados en 1542;55 y al ver
tantas instancias hechas al monarca, no cabe duda en que las autoridades y corporaciones de Cuba buscaban un ttulo en que legitimar la esclavitud de los indios alzados. Pero se abstuvieron ellas de esclavizarlos
cuando los capturaban? No, por cierto, porque los que caan en su poder
arrastraban el yugo de la ms pesada esclavitud.
Cuando los Reyes Catlicos permitieron en 1503 que los caribes fuesen esclavizados, sealaron los pases donde podan cogerse; pero sin
limitarse a ello los espaoles, su codicia les abri un vasto campo en las
regiones del continente ya descubiertas. Teatro eran ellas de sus pirticas
incursiones, y especialmente las costas comprendidas entre el golfo de
Paria y ms all de la provincia de Venezuela. Tres especies de granjeras encontraban en ellas: oro, perlas y esclavos. stos, o los compraban a los indios, o los cogan en son de guerra, o so color de que eran
caribes. Para resolver las dudas que con frecuencia ocurran sobre si lo
eran o no, el licenciado Rodrigo de Figueroa, en virtud de instrucciones
que recibi del gobierno, y despus de haberse informado largamente
de religiosos, pilotos, capitanes, maestros y marineros que conocan las
costas de Tierra Firme e islas descubiertas en el Mar Ocano, public
en La Espaola a fines de 1520 una Declaratoria, determinando los
pases cuyos indios deban tenerse por caribes, o por guatidos o guatiaos,
que era como se llamaba a los amigos de los cristianos.
Fueron, pues, declarados caribes, comedores de carne humana, todos
los habitantes de las islas no pobladas de cristianos, excepto las Lucayas,
Barbudas, Gigantes, la Trinidad y la Margarita. De las tierras del continente hasta entonces conocidas en la costa septentrional, fueron tambin declaradas caribes: 1 Una provincia frontera a la de Arruaca,
bajando de la de Paracuria o Paracuya por la costa hasta el golfo de
Paria. 2 La provincia de Uriapana. 3 La situada en la costa del
golfo de Paria, por la cual pasaba un ro llamado Taurapes. 4 Ms
abajo, la provincia de Olleros u Oleros en la ensenada del dicho golfo. 5
La provincia de Maracapana hasta la de Cariaco, yendo por la misma
costa. 6 Los indios de la tierra adentro desde la provincia de Uriapana
hasta el cabo del Isleo Blanco, que est cerca del puerto de la Codera.
Tales fueron las provincias del continente declaradas entonces por
caribes, quedando las dems en clase de guatiaos o guatidos, excepto
algunas que por no tenerse noticia exacta de su condicin, reservose
para ms adelante darlas por caribes o por guatiaos.
Esa Declaratoria fue muy inexacta, no slo por el poco conocimiento que entonces se tena de aquellos pases, sino porque los conquistadores espaoles dieron equivocadamente el nombre de caribes a todos
los indios que coman carne humana, as en las islas como en el conti-

JOS ANTONIO SACO

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nente, pero tal denominacin fue errnea, porque haba muchos indios
que coman carne humana, teniendo lengua, usos y costumbres del todo
diferente a los caribes.
Segn la Declaratoria de Figueroa, los cristianos no podan esclavizar caribes sin licencia de las autoridades espaolas, llevando en su compaa al veedor o veedores que deban darles las justicias u otros empleados del gobierno, y adems de los guatidos de las islas y partes
comarcanas a los dichos caribes, para que stos viesen que los cristianos no hacan mal a los indios pacficos. A los espaoles que esclavizasen indios no caribes, impsoles aquella Declaratoria pena de muerte y
de perdimiento de bienes, aplicndose dos tercios al fisco y lo restante a
la persona o personas que denunciasen o acusasen a los infractores.
Pero los espaoles nunca cumplieron lo que en bien de la raza indgena se les mandaba, y nadie expres mejor esta triste verdad, que el
venerable Las Casas en las palabras que escribi en 1552, y que yo repito ahora.
Nunca jams hasta hoy los espaoles guardaron mandado, ley, ni
orden, ni instruccin que los Reyes Catlicos pasados dieron: ni una ni
ninguna de su Magestad en esto de las guerras, ni en otra cosa que para
bien de los indios proveido se oviese: y por una sola que se oviese guardado ofrecera yo a perder la vida. Para prueba de esto, vanse las
residencias de todos los gobernadores pasados, y las probanzas que unos
contra otros han hecho, y las informaciones que cada hora aun en esta
corte se pueden hacer, y hallar vuestra Alteza que uno ni ningun gobernador ha habido, ni hoy lo hay (sacado el visorey D. Antonio, y el
Licenciado Cerrato de los presentes, y el Obispo de Cuenca D. Sebastian
Ramirez en los pasados) que haya sido cristiano, ni temido Dios, ni
guardado su ley, ni la de sus reyes, y que no haya sido destruidor, robador,
y matador injusto de todo aquel linaje humano.56

Notas
1 Herrera, dc. 1, lib. VII, cap. III.
2 En 1511 nombr el rey dos oficiales reales ms para La Espaola; de contador a Gil
Gonzlez Dvila, y de factor a Juan de Ampues. (Herrera, dc. 1, lib. VIII, cap. XVII).
3 Muoz, Colec., tom. XC.
4 Herrera, dc. 1, lib. VII, cap. VIII.
5 Vase el juicio que Bartolom de las Casas hizo del famoso Requerimiento en su Historia General de las Indias lib, III, cap. LVII, y en el Apndice XII a su vida, por
Quintana.
6 Cdula del Rey Catlico al Almirante Don Diego Coln en 22 de Octubre de 1509.

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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

Real Cdula de Monzn a 15 de Junio de 1510. Herrera, dc. 1, lib. VIII, cap. IX.

Muoz, Colec., tom. LXXV.

Real Cdula expedida en Tordesillas a 25 de Julio de 1511.

10 Real Cdula de Sevilla de 21 de Julio de 1511.


11 Recopilacin de Leyes de Indias, lib. VI, tt. I, ley 16.
12 Herrera, dec. 1, lib. VII, cap. IV.
13 Herrera, dc. 1, libro VIII, cap. XII.
14 Herr., dc. 1, lib. VIII, cap. XIII.
15 Real Orden al Almirante Gobernador de La Espaola y a los oficiales reales de San
Juan de Puerto Rico, fecha en Logroo a 12 de Diciembre de 1512.
16 Herrera, dc. 1, lib. X, cap. X.
17 Herrera, dc. 1, lib. VII, cap. XIII.
18 Herrera, dc. 1, lib. X, cap. XII.
19 Herrera, dc. 2, lib. II, cap. VIII.
20 Herrera, dc. 1, lib. IX, cap. XII.
21 Herrera, dc. 1, lib. VIII, cap. XII.
22 Herrera, dc. 1, lib. VII, cap. III.
23 Herrera, dc. 1, lib. VII, cap. III.
24 Las Casas, Remedio 8 Razn 6.
25 Muoz, Colec., tom. LXXV.
26 Las Casas, Historia General de las Indias, lib. III, cap.
cap. xv.

XCIV.

Herrera, dc. 2, lib. II,

27 Herrera, dc. 2, lib. II, cap. VI.


28 Carta del licenciado Zuazo a Monsieur de Chievres, escrita en Santo Domingo a 22 de
Enero de 1518.
29 Herrera, dc. 2, lib. 1, cap. VIII.
30 Hovo es una fruta silvestre de las Antillas, semejante en su tamao y color amarillo a la
ciruela.
31 Muoz, Colec., tom. LXXV.
32 Carta al emperador, del obispo de Santo Domingo. 1532. (Muoz, Colec.)
33 Herrera, dc. 4, lib. VIII, cap. IV.
34 Herrera, dc. 1, lib. X, cap. XII.
35 La primera poblacin llamada Habana fundose en la costa del sur, pero desde 1515
empezose en la costa del norte otra poblacin con el mismo nombre o con el de San
Cristbal, o Puerto de Carenas (Bernal Daz del Castillo, Historia. Verdadera de la
Conquista de Nueva Espaa, cap. I, II y XXIII.)
36 Herrera, dc. 2, lib. II, cap. VII.
37 Herrera, dc. 3, lib. IX, cap. X.
38 Bernal Daz del Castillo, Historia Verdadera de la Conquista de Nueva Espaa, cap. I.
39 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXXVII, cap. I.
40 Herrera, dc. 2, lib. X, cap. VI. Oviedo, Historia (...) de las Indias.
41 Real Cdula de 12 de Junio de 1523, que contiene el asiento capitulado con Lucas Vzquez

JOS ANTONIO SACO

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de Aillon para proseguir el descubrimiento principiado en buques suyos y de otros por


los 35 a 37 N.-S. de la isla Espaola, para buscar un estrecho, etc. Esta cdula se halla
en la Coleccin... de Navarrete, tomo III, nmero 46 a la pgina 153, y el original existe
en el Archivo de Sevilla, legajo 2 de Descubrimientos de Nueva Espaa, pgina 1527
a 1638.
42 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXXVII. Herrera, dc. 3, lib. VIII, cap. VIII.
43 Herrera, dc. 1, lib. X, cap. X.
44 Las Casas, Brevsima Relacin de la Destruccin de las Indias, captulo de la Costa de
las Perlas y de Paria y la isla de Trinidad.
45 Herrera, dc. 2, lib. II, cap. XXII.
46 Carta 1 de los Padres Jernimos.
47 Carta de los Padres Jernimos al emperador en 10 de Enero de 1519.
48 Libro de licencias de esclavos de 1518 a 1519.
49 Herrera, dc. 3, lib. X, cap. X.
50 Informacin fecha en Santiago de Cuba por mandado del Teniente y Repartidor Manuel de Roxas, 1532.
51 Herrera, dc. 5, lib. II, cap. V.
52 Carta a la emperatriz, de Manuel de Rojas en Santiago de Cuba a 13 de Septiembre de
1535.
53 Carta de Gonzalo de Guzmn al emperador, fecha en Santiago de Cuba a 15 de Diciembre de 1535.
54 Carta de los procuradores de la isla de Cuba al emperador, fecha en Santiago a 17 de
Marzo de 1540.
55 Lope Hurtado al Emperador, en la ciudad de Santiago de Cuba a 16 de Abril de 1542.
Vanse peticiones al emperador por los procuradores de las Villas, de la isla Fernandina,
acordadas en Junta de ellos celebrada en la ciudad de Santiago a 28 de Abril de 1542.
56 ste es un Tratado que el Obispo de la Ciudad Real de Chiapa, D. Fray Bartolom de
las Casas, o Casaus, compuso por comisin del Consejo Real de las Indias sobre la
materia de los indios que se han hecho en ella esclavos. El cual contiene muchas razones y autoridades jurdicas: que pueden aprovechar los lectores para determinar
muchas y diversas questiones dudosas en materia de restitucion y de otras que al presente los hombres de el tiempo de agora tratan. Ao 1552. Fue impresa la presente obra
en la muy noble muy leal ciudad de Sevilla en casa de Sebastin Trujillo.

Libro Quinto
DESCRIPCIN DE LA ISLA DE CUBAGU
A. LA PESC
A
CUBAGUA.
PESCA
A
DE LAS PERLAS EN EST
A
ISLA
FOMENT
ESTA
FOMENTA
LA ESCLA
VITUD DE LOS INDIOS. ORIGEN
ESCLAVITUD
DEL CONSEJO DE INDIAS. PROYECTOS
DE LAS CASAS SOBRE COLONIZACIN
DE UNA P
AR
TE DEL CONTINENTE. FER
VOR
ARTE
FERV
PAR
CON QUE FUERON ACOGIDOS
POR LOS PREDIC
ADORES DEL REY
PREDICADORES
REY.. INTERESANTE
ESCENA DE ESTOS EN EL CONSEJO DE INDIAS.
SE FIRMA AL FIN SU ASIENTO EN LA CORUA, A 19
STCULOS CON QUE TROPIEZA
DE MA
YO DE 1520. OB
MAYO
OBSTCULOS
EN LA PRCTIC
A. DESASTRES EN CUMAN. XITO
PRCTICA.
FATAL DE LA EMPRESA DE LAS CASAS. DECDESE
A TOMAR EL HBITO DE LA ORDEN DE SANTO
DOMINGO
DOMINGO.. EXPEDICIN DE JCOME DE CASTELLN
A CUMAN. REAL PRO
VISIN DE 17 DE NO
VIEMBRE
NOVIEMBRE
PROVISIN
DE 1526

Entre todas las islas que descubri Coln en 1498, Trinidad fue la
mayor, y aunque careca de oro y perlas, influy en la esclavitud de los
indios por estar ventajosamente situada para sus relaciones mercantiles con el fronterizo continente. Despus de la Trinidad, Margarita fue
la segunda en tamao; pero ni esas dos, ni ninguna de las cuatro Grandes Antillas, fomentaron tanto el trfico de esclavos indios, como una
isleta rida, despoblada, y frontera a las costas de Cuman. Cubagua,
que tal era su nombre, ocup en el siglo XVI un lugar muy importante; y
como ya hoy es casi desconocida, bien merece recordarla y describirla.
Baja apenas tres leguas; con muy poca vegetacin y sin agua dulce,
reciba sta del ro de Cuman, siete leguas distante, y la lea de la isla
de la Margarita, situada una legua hacia el norte. Despoblada por su
aridez, los indios que a ella acudan, era tan slo para coger perlas. No

JOS ANTONIO SACO

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haba aves terrestres, ni ms cuadrpedos que algunos conejos; y dcese


que a los puercos introducidos de Castilla, crecironles pronto las uas
hacia arriba, casi un jeme o medio palmo.1
Vnole a Cubagua su importancia de los bancos de ostras de perlas
que se hallaron en sus costas; perlas que vio Coln por primera vez en
1498 sirviendo de adorno a las indias que navegaban en el golfo de Paria,2 y al que por eso l llam golfo de las Perlas. Violas tambin en
mayor cantidad y hermosas, cuando descubri entonces a Cubagua, y
asombrado de tal descubrimiento, prorrumpi en aquellas palabras que
dirigi a la gente que le acompaaba: Dgoos que estais en la ms rica
tierra que hay en el Mundo, y sean dadas Dios muchas gracias por
ello.3 Ni fue slo all donde aqullas se encontraron, que descubrironse
tambin en Maracapana, Puerto Flechado, Curiana y otros puntos comprendidos desde el golfo de Paria hasta el cabo de la Vela;4 viniendo de
aqu, que aquellos parajes donde ms abundan, llamronse Costa de las
Perlas.
Desde entonces encendiose en los castellanos el deseo de aprovecharse de aquellos tesoros, y por eso el rey don Fernando mand en
1509 al gobernador de La Espaola, punto de donde salan las expediciones para la pesca de las perlas, que se poblase la isla de Cubagua;
pero su nica poblacin, llamada la Nueva Cdiz, no se fund sino algunos aos despus.5
La pesca de las perlas dio gran impulso a la esclavitud, no slo por el
nmero de indios que se emplearon en cogerlas, sino porque afluyendo
a Cubagua los espaoles, desde all se lanzaban al vecino continente
como tigres carniceros.
Tan productiva era esa granjera en Cubagua, que a pesar de los
grandes fraudes que se cometan, aos hubo en que slo el quinto del
rey ascendi a 15 000 ducados y an ms.6 En tan recio y mortfero
trabajo empleronse muchos indios esclavos, especialmente lucayos, llevados de La Espaola, y que por ser grandes nadadores llevaron a venderse hasta en 150 ducados.7
Para mejor sumergirse hasta el fondo del mar y permanecer en l
ms tiempo, atbanse con una cuerda dos piedras, una a cada lado del
cuerpo, las cuales arrojaban fcilmente de s cuando queran subir a la
superficie.8
Las ostras estaban tan pegadas al suelo y unidas entre s, que era
menester gran fuerza para arrancarlas, sin poder muchas veces conseguirlo. Ponanse los indios unas talegas al cuello, en las que echaban las
conchas que cogan; y si entre los antiguos fue raro que una tuviese
cuatro o cinco perlas, los espaoles encontraron en el Nuevo Mundo
muchas de ellas con 10, 20 y 30, y algunas hasta con ms de 100, bien
que menudas.9 Estos buzos bajaban cuatro, seis, y aun diez estados de

104\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

profundidad, y comprimiendo la respiracin ms o menos tiempo, haba


algunos que estaban una hora y ms bajo del agua. As lo dice Gonzalo
Fernndez de Oviedo en las siguientes palabras: Pero no es aquesto
que est dicho, lo que puede maravillar de la habilidad, que los indios
tienen por este exercicio, sino que muchos de ellos se estn debajo del
agua una hora, y algunos ms tiempo y menos, segn que cada uno es
apto, y suficiente para esta hacienda.10
De esta aseveracin dejo toda la responsabilidad a Fernndez de
Oviedo.
La vida miserable que estos infelices pasaban, descrbela con dolorosa verdad el virtuoso Bartolom de las Casas:
La tirana que los espaoles exercitan contra los indios en el sacar
pescar perlas, es una de las crueles y condenadas cosas que pueden
ser en el Mundo. No hay vida infernal y desesperada en este siglo que
se le pueda comparar: aunque la del sacar el oro en las minas sea en su
gnero gravsima y psima. Mtenlos en la mar en tres y en cuatro y en
cinco brazas de hondo desde la maana hasta que se pone el Sol: estn
siempre debajo del agua nadando sin resuello arrancando las ostras
donde se crian las perlas, salen con unas redezillas llenas dellas lo alto
y a resollar: donde est un verdugo espaol en una canoa, barquillo: y
si se tardan en descansar les d ocho puadas y por los cabellos los echa
al agua para que tornen pescar. La comida es pescado y del pescado
que tienen las perlas y pan cazabi y algunos mahiz (que son los panes de
all) el uno de muy poca sustancia: y el otro muy trabajoso de hacer de
los cuales nunca se hartan. Las camas que les dan la noche es echallos
en un cepo en el suelo: porque no se les vayan. Muchas veces zabullense
en la mar su pesquera, ejercicio de las perlas, y nunca tornan salir
(porque los tiburones y marrajos, que son dos especies de bestias marinas crudelissimas que tragan un hombre entero) los comen y matan.
Vease aqu si guardan los espaoles: que en esta grangera de perlas
andan desta manera: los preceptos divinos del amor de Dios y del
proximo, poniendo en peligro de muerte temporal y tambien del nima:
porque mueren sin fe y sin sacramentos sus proximos por su propia
cudicia. Y lo otro dandoles tan horrible vida hasta que los acaban y consumen en breves dias. Porque vivir los hombres debaxo del agua sin
resuello es imposible mucho tiempo: sealadamente que la frialdad
contnua del agua los penetra. Y as todos comunmente mueren de echar
sangre por la boca: por el apretamiento del pecho que hazen por causa
de estar tanto tiempo y tan continuo sin resuello: y de camaras que
causa la frialdad. Convirtense los cabellos siendo ellos de su naturaleza negros: quemados como pelos de lobos marinos: y saleles por las espaldas salitre: que no parecen sino monstruos en naturaleza de hombres, de otra especie. En este insoportable trabajo, por mejor decir

JOS ANTONIO SACO

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ejercicio del infierno: acabaron de consumir todos los indios Lucayos


que haba en las islas: cuando cayeron los espaoles en esta grangeria:
y valian cada uno 50 y 100 castellanos y los vendan pblicamente aun
aviendo sido prohividos por las justicias mesmas aunqu, injustas por
otra parte, porque los Lucayos eran grandes nadadores. Han muerto
tambien all otros muchos sin nmero de otras provincias y partes.11
Ni se diga que tan horrible pintura son exageraciones del padre Las
Casas. Miguel de Gaviria, veedor de la isla de Cubagua, hablando de la
pobreza a que se vean reducidos los vecinos de ella, por las pocas perlas
que ya se sacaban, dice al emperador Carlos V, que no era sta la nica
causa, sino la grande dimisin de los indios, pues que en los dos ltimos
aos haban muerto muchos, sin contar 12 que cada uno vala 200 pesos,
y que en pocos das haban sido devorados por los tiburones.12
Oigamos tambin al cronista Antonio de Herrera: Sucedi en este
tiempo un caso notable, que zabullndose un indio para pescar las conchas, adonde estn las perlas, vi cerca de si un pescado, que llaman
marrajo, que es muy grande, y tiene gran boca: subise huiendo de l, y
de all un rato volvi zabullirse, y el marrajo, que le estaba aguardando, tragle: el sobre-estante de los indios ech de ver que haba ruido en el agua, mat de presto un perrillo, psole un anzuelo grande de
cadena, que comunmente traen para estos pescados echlo al agua, y
prendi al marrajo, llam gente, que le aiudase, y sacando la bestia, con
hachas, y piedras y con lo que pudieron, lo mataron: abrieron el vientre,
y hallaron al desdichado indio, y sacronlo, y luego di dos, o tres resuellos, y acabo de espirar.13
Tantos horrores no fueron ignorados del monarca, y por eso, cuando
a fines de 1528 se descubri otra abundantsima pesquera de perlas en
la isleta de Coche o Cochem,14 a cuatro leguas de la de Cubagua, dict
Carlos V varias medidas generales que aliviasen el trabajo de los indios
empleados en las pesqueras. Tan rica era la de Cochem que slo en el
mes de enero de 1529 se cogieron ms de 1 500 marcos de perlas, y as se
esperaba coger por ao como 12 000 marcos.
Mand igualmente aquel emperador que slo se pescase en verano,
en das de bonanza muy templados, no ms de cuatro horas en cada uno,
y que cuando en los ostrales ricos hubiesen de bajar los indios desde
cinco hasta ocho brazas, slo trabajasen tres horas, sin ocuparlos en
ninguna otra cosa en el resto del da, dejndolos adems descansar enteramente los domingos y fiestas. Orden tambin que se les diese buen
alimento y medio cuartillo de vino diario, porque esa bebida los confortaba mucho; que no durmiesen en tierra, sino en camas o hamacas, y
que se les diesen dos camisas y calzones, para mudarse cuando saliesen
del mar; y, por ltimo, que habiendo bastantes mujeres en aquellas partes, se procurase casarlos para que viviesen como cristianos, lo cual se

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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

recomendaba particularmente a los religiosos.15 En aos posteriores,


dict el mismo emperador una ley extensiva a todo el Nuevo Mundo,
imponiendo pena de muerte al que por fuerza hiciese pescar perlas a
ningn indio libre; pero como la libertad de que stos gozaban era nominal, aquella ley, como tantas otras promulgadas en favor de los indios,
fue completamente ilusoria.
Los esclavos indios que hacan los espaoles en las costas del continente, fronteras a Cubagua, ya comprndolos a los mismos indios, ya
saltendolos, que era lo que comnmente hacan con achaque de ser
caribes, llevbanlos a Cubagua donde residan los oficiales reales encargados de percibir los tributos de la corona; pues a sta se le pagaba
la quinta parte, as del oro y perlas como de los esclavos.
Marcbase a stos con un hierro encendido en el rostro y en los brazos, ponindoles la letra C, para indicar que eran caribes. A veces, los
mismos capitanes que los cogan jugbanlos a la llegada de los buques
espaoles, por harina, vino, galletas, y otras cosas necesarias. Los compradores llevbanlos a La Espaola y a otras partes para venderlos, sin
que de esta suerte se escapasen ni aun las indias fecundadas por los
mismos castellanos.16
Tanta inmoralidad y tantos delitos llenaron de dolor desde muy temprano el alma piadosa de los religiosos dominicos; y para disminuir esos
males, fray Pedro de Crdoba, prelado de esa Orden en La Espaola,
obtuvo licencia del rey don Fernando en 1511 para enviar a la Tierra
Firme ms cercana, algunos misioneros que fundasen un monasterio,
dndoseles cuantos auxilios necesitasen. Aunque todava no se haba
asentado ninguna poblacin en la provincia de Cuman, fijronse los
ojos en ella por su inmediacin a Cubagua, y escogiose para la fundacin del monasterio al padre presentado fray Francisco de Crdoba, a
fray Antonio Montesino, y a fray Juan Garcs. ste, antes de tomar el
hbito, fue un vecino principal y rico de la ciudad de la Vega en La Espaola, que habiendo matado a su mujer por adulterio, anduvo huyendo
cuatro aos de la justicia y cansado de errar por los montes, presentose
al convento de los dominicos para que le recibiesen de fraile lego.
Dio tantas muestras de arrepentimiento, que entr en aquella Orden, y la vida austera y penitente en que viva, hizo que fuese uno de los
tres religiosos escogidos para predicar el Evangelio a los indios.17
Salieron de La Espaola, y tocando en Puerto Rico, quedose all
gravemente enfermo, fray Antonio Montesino, prosiguiendo sus dos
compaeros hasta las costas de Cuman, donde desembarcaron
en 1513.18
Acogidos benvolamente de los indios, proporcionronles sustento y
habitacin; y bajo de tan buenos auspicios empezaron los dos misioneros a ejecutar sus proyectos, viviendo con los indios en la mejor armo-

JOS ANTONIO SACO

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na. Transcurrido algn tiempo, arrib all uno de los muchos buques
que iban a coger perlas a Cubagua. Los indios escarmentados de las
maldades de los castellanos, huan a la vista de sus naves; pero esta vez
confiados en la proteccin de los religiosos, aguardronlos y proveyronlos de bastimentos. Todos estuvieron de paz, hasta un da en que
aqullos convidaron al cacique del pueblo con su mujer a que fuese al
buque a comer. Siempre receloso, consult a los religiosos, y con su aprobacin, porque stos nada sospechaban de sus compatricios, acept el
convite: metiose en la barca con su mujer y 17 personas ms, que quiz
seran sus parientes, y al instante que entraron en la nave, alzaron las
velas y tiraron de las espadas, para que no se echasen al agua. Los indios del pueblo indignados de esta traicin corrieron a matar los frailes,
considerndolos cmplices de ella. Excusbanse stos, mientras los indios lloraban la prdida de sus compaeros. Pudieron, al fin, los frailes
aplacar el tumulto con la promesa de que todos seran restituidos dentro de cuatro meses. Afortunadamente apareci entonces por all otra
nave castellana, cuya gente enterada del caso, ofreci llevar la fatal nueva
a La Espaola y entregar al prelado de los dominicos, fray Pedro de
Crdoba, las cartas que le enviaban los dos religiosos, para que los librase de la muerte con la devolucin del cacique y dems indios robados. El buque pirata lleg a aquella isla, y antes que los indios hubiesen sido vendidos, echaron sobre ellos los jueces de apelacin, so pretexto
de que haban sido cautivados sin licencia, y repartinronselos entre s
por esclavos o por naborias. A pocos das lleg tambin la otra nave con
las cartas. El malvado salteador viendo su crimen descubierto, refugiose
en el recin fundado convento de la Merced, tomando el hbito de aquella Orden para escapar de la justicia. El prelado de los dominicos en La
Espaola, manifest a los jueces de apelacin el riesgo inminente que
corran los dos frailes de Cuman; pidi que al instante se fletase un
buque para restituir al cacique y sus compaeros. Pero aquellos jueces
se mantuvieron impasibles, conservaron los indios en su servicio, y vencido el trmino fatal de los cuatro meses, los dos religiosos perecieron a
manos de los indios.19
A pesar de la frialdad con que Herrera narra generalmente las maldades de los conquistadores del Nuevo Mundo, la atrocidad de este caso
anima algn tanto su pluma. Aprovecharon poco as dice, los ruegos, clamores y requerimientos que se les hicieron, ni la cierta muerte
de los religiosos, ni la infamia de la cristiana religion, ni la honra del
Rey, y sentimiento que habia, con razon, de tener de tal caso, que les
representaron, porque todo lo pospusieron, por no dejar las personas,
que cada uno habia cabido de aquel robo: y as se consumieron, el
Cacique, y los suyos, en los trabajos, y servicio de aquellos Jueces: y los
indios, pasados los cuatro meses, mataron los Frailes.20

108\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

Cuatro aos pasaron sin que se hubiese alzado una sola voz pidiendo
el castigo de tanta maldad. Cuando Las Casas acus criminalmente a
los jueces de apelacin de La Espaola de cmplices de las atrocidades
cometidas contra los indios lucayos, acusolos tambin de causantes y
autores del asesinato de los frailes que acabo de narrar; mas, por los
motivos que expuse en otra parte, no se dio curso en La Espaola a la
acusacin intentada por Las Casas, y remitido el negocio a la corte, el
gobierno mand al licenciado Zuazo que hiciese informacin de quines
eran los delincuentes, y a los padres jernimos que an estaban en La
Espaola, que descubriesen el paradero del cacique y compaeros, para
restituirlos a su tierra.21 Pero los indios se consumieron en la esclavitud, el pirata que los rob, se qued en su convento de la Merced, y los
tres jueces de apelacin Marcelo de Villalobos, Juan Ortiz de Matienzo
y Lucas Vzquez Aillon, aunque tan criminales como el mismo pirata,
permanecieron impunes en el ejercicio de sus empleos.
Digna es de admiracin la conducta de los religiosos de aquella poca en el Nuevo Mundo, pues animados de su celo apostlico que llega al
herosmo, arrostraban la muerte por la salvacin de los indios. Lejos de
desalentarse por el sacrificio que fray Francisco de Crdoba y fray Juan
Garcs sufrieron en Cuman, salieron en 1518 para aquella tierra algunos padres dominicos y franciscos, en compaa de otros religiosos
que de Picarda haban llegado a Castilla; y con su trabajo personal y la
ayuda de algunos marineros, fabricaron dos monasterios,22 uno de dominicos llamado Santa Fe, junto a Maracapana en el puerto de Chirivichi;
y otro de franciscos, siete leguas ms al Oriente a un tiro de ballesta del
mar, cerca de la ribera del ro de Cuman.23 Los indios no les fueron
hostiles; y como esos buenos hombres procuraron atrarselos, pronto
se establecieron entre ellos amistosas relaciones. Sus trabajos no eran
sin fruto: habanse sosegado enteramente los indios; y un solo espaol
como dice Las Casas, base cargado de rescates tres y cuatro leguas la tierra dentro, y se volvia solo cargado de lo que habia rescatado, y los mismos que sto hicieron me lo afirmaron.24 Oviedo, a
pesar de no ser amigo de Las Casas, no slo corrobora esta aseveracin,
sino que la ampla, cuando asegura que Estuvo la provincia y tierra
que hay desde Pria hasta Unar (que sern 100 leguas de costa en la
Tierra Firme), tan pacfica que un christiano dos la andavan toda, y
tracctaban con los indios muy seguramente.25 Merced al celo de aquellos buenos religiosos tampoco se hacan entradas en Cuman para esclavizar indios, pues ellos denunciaban a los infractores de las leyes que
prohiban estos saltos. Pero de aqu naci otro mal; y fue, que como los
indios conocan la aficin de los castellanos a comprar esclavos, iban a
cogerlos a otras partes para vendrselos;26 trfico que tambin lograron cortar los padres.

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Todo presagiaba un porvenir halageo hasta que Alonso de Ojeda,


no el famoso compaero de Coln en su segundo viaje, y tantas veces
mentado en esta obra, sino un pecador de hombre, que mandaba la isleta de Cubagua, arm un buque y dirigiose al puerto de Chirivichi donde
estaba el convento de los dominicos. Al desembarcar all, los castellanos
slo hallaron al vicario y a un lego, porque los dems haban ido a predicar y confesar a Cubagua. Los dos padres se alegraron de la visita de
sus compatriotas y gustosos los obsequiaron. Ojeda dijo, que quera
hablar al cacique del pueblo, que era hombre bien advertido; mandsele
buscar, presentose, y Ojeda pidi entonces al vicario sacerdote papel y
escribana, quien se lo dio sin la mayor malicia. Retirose entonces Ojeda
con dos castellanos ms, preguntando al Maraguay, que as se llamaba
el cacique, cul era la gente de su comarca que coma carne humana?
Sobresaltado, y penetrando las intenciones de Ojeda, respondiole enojado en su lengua: no, no, carne humana, no carne humana: y recelando que contra l y su gente se maquinaba alguna cosa, marchose sin
ms hablarles, a pesar de que procuraron tranquilizarle. Embarcose
Ojeda con su gente, e hizo rumbo hacia el pueblo de Maracapana, cuatro leguas ms abajo, cuyo cacique se llamaba Gil Gonzlez. Algunos
indios en signo de amistad con los espaoles solan tomar el nombre de
ellos; y como un contador de La Espaola, llamado Gil Gonzlez, haba
obsequiado mucho a ese cacique cuando estuvo en aquella isla, vino de
aqu que tomase su nombre. El cacique recibi a Ojeda cordialmente
como acostumbraba con todos los que a su tierra llegaban y diole de
comer con sus compaeros. Manifest Ojeda el deseo de ir a comprar
maz a los tagares que habitaban en la sierra a tres leguas de distancia.
Parti con 20 castellanos, dejando a los dems en la nave para que la
cuidasen, fue recibido amigablemente; comproles 50 cargas de maz, y
pidiole igual nmero de hombres para que se las llevasen a Maracapana, en donde las pagara con su acarreo. Todo le fue concedido; los
indios llevaron las cargas a la plaza del pueblo, echronse a descansar, y
estando as descuidados, crcanlos disimuladamente los castellanos,
desenvainan las espadas y empezaron a atarlos. Algunos se escaparon
aunque heridos; pero 36 fueron cautivados y conducidos a la nave. Esto
aconteci en un viernes. El cacique Gil Gonzlez trat de vengarse,
psose de acuerdo con Maraguay, y entrambos convinieron en matar, el
primero a los castellanos del buque, cuando saltasen en tierra el prximo domingo para divertirse segn tenan de costumbre; y el segundo a
los frailes, a quienes consideraban cmplices del atentado, por el papel
y escribana que dieron a Ojeda. ste sin aguardar al domingo desembarc confiadamente con 12 hombres; sali Gil Gonzlez a recibirle con
afectada alegra, y cayendo su gente de improviso sobre l, matronle
con seis de sus compaeros. Los otros seis se refugiaron al buque, y

110\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

aunque asaltados por los indios pudieron defenderse y salvarse.


Maraguay, teniendo seguras sus dos vctimas en el convento, esper
que llegase el domingo, y encaminndose a l, mat al lego al abrirle la
puerta, y despus al sacerdote que estaba ya en el altar para decir misa,
descargndole un hachazo en la cabeza. Los indios exasperados quemaron el convento, quebraron la campana, despedazaron un crucifijo cuyos fragmentos pusieron por los caminos, talaron la huerta, y a flechazos
mataron un caballo que tiraba un carretn de que los frailes se servan.27 Estas cosas pasaron en 1520.
El gobernador y la Audiencia de La Espaola, en vez de aplacar el
incendio por medios justos y prudentes, apelaron a la fuerza brutal,
armando en aquel ao una expedicin de cinco naves con 300 hombres
al mando de Gonzalo de Ocampo. Ordenronle expresamente que esclavizase a cuantos indios pudiese, que diese muerte a los ms culpables y
que despoblase la tierra. Ocampo para engaar mejor a los indios,
presentose en 1521 en Maracapana con slo dos buques, dejando los
otros tres en Cubagua; y aun en aqullos ocult la gente bajo de cubierta, quedando arriba solamente cinco o seis marineros para que los indios creyesen que iban de Espaa.
Desconfiados stos al principio, mantuvironse a cierta distancia;
y cuando preguntaron que de dnde iban, de las naves les respondieron: de Castilla. No Castilla, Hait, que as llamaban a la isla Espaola, contestaron ellos. Brindronles pan y vino, y con este incentivo,
pues que mucho les gustaba, fueron acercndose poco a poco, hasta
que entraron muchos a bordo, quedndose, sin embargo, receloso en
su canoa el cacique Gil Gonzlez. La gente que estaba escondida sali
entonces de tropel, y los aprision; y lanzndose desnudo sobre Gil
Gonzlez un marinero muy atrevido y buen nadador, que al intento
tena Ocampo, apercibido, abrazose con l, ambos cayeron al agua, y
auxiliado de otros marineros, matronle a pualadas. A muchos de los
presos ahorc Ocampo de las antenas para que fuesen vistos de tierra:
llam los tres buques que haba dejado en Cubagua, atac y saque el
pueblo, hizo gran carnicera, y despus de haber ahorcado y empalado
a muchos, expidi a La Espaola las naves llenas de esclavos: quedndose l con casi toda su gente para fundar media legua ms arriba de
la boca del ro Cuman, el pueblo de la Nueva Toledo,28 que fue destruido poco despus.
Algunos historiadores celebran el castigo que Ocampo impuso a los
indios; pero aqul fue tan injusto como brbaro, porque stos en vez de
agresores, fueron vctimas de la perfidia de Ojeda y sus compaeros. Si
la Audiencia y el gobernador de La Espaola hubieran entendido sus
deberes, habran devuelto libres a su tierra los 36 indios violentamente
esclavizados, e impuesto un severo castigo a los piratas castellanos que
ocasionaron la muerte de aquellos dos religiosos.

JOS ANTONIO SACO

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Esta fatal expedicin destruy los grandes proyectos que el padre


Las Casas haba concebido para pacificar y poblar las costas de Cuman;
mas, como esos proyectos tenan tan ntimo enlace con la esclavitud de
los indios y aun de los negros africanos, preciso es que nos detengamos
a desenvolver plenamente las vastas ideas de Las Casas.
Las contradicciones que ste experimentaba en los castellanos y
gobernantes de La Espaola, hicironle conocer que en aquel terreno
poco o nada adelantara en favor de los indios. Volvi, pues, su pensamiento a otras partes, donde libre de la presencia de los espaoles, pudiese alcanzar sus frutos ms sazonados, aprovechndose de las novedades ocurridas en el Gobierno de Espaa.
Muerto el rey don Fernando en 23 de enero de 1516, recay la corona en su nieto el prncipe don Carlos, y como ste se hallaba en Flandes,
su abuelo nombr en su testamento por nico regente del Reino al clebre cardenal y arzobispo de Toledo fray Francisco Jimnez de Cisneros,
hombre ya casi octogenario, pero de vasta capacidad, austeras virtudes
y gran firmeza de carcter.
Presintiendo Carlos la prxima muerte del Rey Catlico, envi a
Espaa pocos meses antes que aqulla acaeciese, a su preceptor
Adriano, natural de Utrecht y den de la Universidad de Lovaina, para
que luego que su abuelo falleciese presentase los poderes secretos que
l le haba dado, confindole la regencia de Espaa durante su ausencia;
pero la aversin de los espaoles al gobierno de un extranjero, y la
inmensa diferencia que haba entre la capacidad de Jimnez y la de
Adriano, hubieran hecho fracasar completamente la misin de ste, si
aqul no hubiera influido en que se le admitiese por respeto a su soberana. Hubo, pues, dos regentes; mas, en realidad Jimnez fue el nico
gobernador, pues Adriano no haca ms que firmar, asociando su nombre al del primero.
Esta regencia ces con la llegada de Carlos a Espaa en 1517, y el
gobierno de la nacin cay entonces en manos extranjeras, porque el
monarca se present joven de 16 aos, rodeado de ministros flamencos.
Confironse los negocios de justicia y gobernacin de Castilla y de las
Indias con el ttulo de Gran Canciller, no conocido antes en Espaa, al
entendido jurisconsulto Juan Selvagio, y los de Estado al ayo y camarero mayor de Carlos, Guillermo de Croy, seor de Chievres, en el Hainault,
y despus marqus o duque de Aarschot. A este personaje llamronle
generalmente Chievres los escritores contemporneos, y Xebres los
espaoles. Fue hombre de talento, de claro juicio, de fcil elocucin,
diligente en los negocios y fecundo en recursos para bien despacharlos,
cuando haba dificultades. Tena tambin gran valimiento con el rey el
Sumiller de Corps Mr. Laxao, cuya voz se dejaba or en los Consejos de
aquel monarca.

112\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

Si el gobierno de estos extranjeros fue funesto a Castilla por su rapacidad, pues hay autor contemporneo que los acusa de haber enviado a
Flandes 1 100 000 ducados,29 fuerza es confesar en honor de la justicia,
que fue de mucho ms beneficio para los indios que el del rey Fernando.
Habase mandado que todo espaol residente en el Nuevo Mundo,
pudiese escribir al gobierno cuanto tuviese por conveniente, y que tambin viniese a Espaa a dar sus informes de palabras o por escrito. Como
los oficiales reales ponan estorbos por su inters al cumplimiento de
esa orden, repitiose en 1521, so graves penas a los que impidiesen su
ejecucin.30 Esta facultad concedida a los castellanos fue de mucha importancia en un tiempo en que an no exista la imprenta en Amrica,
porque abra al gobierno el nico camino por donde podan llegar a su
noticia las ocurrencias del Nuevo Mundo.
No es, pues, extrao que Las Casas adquiriese mucha influencia con
unos ministros tan dispuestos a favorecer a los indios, y principalmente
con el gran canciller Selvagio, cuya muerte en Zaragoza privole de un
apoyo poderoso para la defensa de los indios. Sucediole Mercurino
Gattinara, natural de Miln, persona muy instruida, que figur en muchos de los acontecimientos polticos de aquella poca, y que supo tambin apreciar el mrito y virtudes de Las Casas.31
Pero si sus nobles pretensiones encontraron protectores decididos
en los ministros flamencos de Carlos, no aconteci lo mismo con una
corporacin respetable, compuesta de espaoles, y que intervenan en
el despacho de todos los negocios importantes del Nuevo Mundo. Claro
es que aludo al Consejo de Indias, de cuyo origen debo dar aqu una
breve idea.
Ya hemos visto que desde el principio del descubrimiento del Nuevo
Mundo, sus negocios corrieron bajo la direccin del obispo de Burgos
Juan Rodrguez de Fonseca, y aunque despus entendironse en ellos
varias personas nombradas por orden del rey, stas no formaron un consejo especial, sino una junta compuesta por lo comn de miembros de
otros consejos. Esa junta a la que impropiamente empez a drsele desde el principio el nombre de Consejo de Indias, formose en 1517, y no
antes, porque en un Parecer annimo presentado en 1516 a la reina doa
Juana, se leen las siguientes palabras:
Si hubiese de haber Consejo de Indias, los Oidores sean sin
pasion, y ni ellos, ni el Escribano tengan cosa en Indias, y as no
habr pasin.32
No fue pura la primera idea que dio origen a la formacin de esa
junta. Debiose a las injusticias y venalidades que se cometieron en el
repartimiento de indios, hecho en La Espaola por Rodrigo de
Alburquerque en 1514, pues para ocultarlas, sus cmplices propusieron
al rey que formase un consejo aparte para la Amrica.

JOS ANTONIO SACO

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Estrechsima amistad mediaba entre el secretario de Indias Francisco de los Cobos, el obispo de Burgos y su hermano Alfonso de Fonseca,
Seor de Coca y Alejos. Supo el segundo sacar partido de esas relaciones,
y logr que el monarca mandase formar una junta especial para los negocios de las Indias, compuesta del referido obispo de Burgos; su presidente, de Hernando de Vega, comendador mayor de Castilla; de don Garca
de Padilla; del licenciado Zapata; del milans Pedro Mrtir de Anglera;
del secretario Francisco de los Cobos, cuya influencia iba creciendo cada
da, y de Lope Conchillos, a quien se nombr de escribano.33
Esa junta, empero, no existi definitivamente como verdadero Consejo de Indias con presidente y ministros propios, hasta el ao de 1524,
en que por el extraordinario incremento de los negocios de Amrica,
juzg el emperador que deba nombrar un consejo especial que despachase, como los otros consejos, eligiendo en 4 de agosto de dicho ao
por presidente a fray Garca de Loaiza, general de la Orden de Santo
Domingo su confesor; y a primero del mismo mes expidironse los ttulos de consejeros al obispo de Canarias y al doctor Gonzalo Maldonado;
bien que ya eran miembros de l el mencionado Pedro Mrtir de Anglera
proto-notario, y otros.34
Trazados brevemente el origen y organizacin del Consejo de Indias, volvamos a los proyectos de Las Casas sobre la pacificacin y colonizacin de una parte del continente.
Propuso al gobierno en 1519 que se le diesen 100 leguas de costa en
Tierra Firme, donde no entrasen soldados ni gente de mar que turbasen la predicacin de los religiosos dominicos que l llevara para convertir los indios; pero esta propuesta fue mal acogida; no tanto por nacer de un hombre a quien odiaban algunos miembros del Consejo de
Indias, sobre todo, su presidente el obispo Fonseca, cuanto porque no
ofreca ventaja alguna ni al gobierno ni a ningn particular. Las Casas,
pues, retir la primer propuesta, y en el mismo ao present otra de
mayor importancia, prometiendo grandes provechos a la Real Hacienda sin que sta gastase nada. Esto, sin duda, influy en que fuese aceptada de los ministros flamencos de Carlos V y del nuevo gran canciller
Mercurino Gattimara, recin llegado a Espaa.
Quera Las Casas que se le diesen 1 000 leguas de costa desde el ro
Dulce, 100 leguas arriba de Paria, hasta el punto de occidente en que
aquellas terminasen, llevando en esto la mira de echar de Castilla del
Oro, a Pedrarias Dvila su malvado gobernador; pero por la contrata
que firm despus con el gobierno, dironsele solamente 260 leguas de
costa desde la provincia de Paria inclusive hasta los lmites de Santa
Marta; aunque por la tierra adentro se le concedi cuanto quiso.35 Peda
tambin que se le entregasen, para restituir a su pas natal, todos los
indios que de la tierra de su jurisdiccin se haban introducido en La

114\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

Espaola y en otras islas; que se les permitiese llevar 12 religiosos dominicos y franciscos para la predicacin evanglica, y diez de los mdicos
de La Espaola que quisiesen ir voluntariamente a servir de intrpretes; que le acompaasen 50 castellanos escogidos por l, vestidos de
pao blanco con cruces rojas como las de Calatrava, y ciertos ramillos
harpados en cada brazo, para que los indios creyesen que eran gente
distinta de La Espaola que hasta entonces haban visto, y a la que
tanto teman por las maldades que contra ellos haban cometido.
Como no era fcil encontrar sin estmulo ni recompensa esos 50 hombres, Las Casas propuso que se les diese la duodcima parte de las rentas que se sacasen de los lmites de aquella tierra, y que la gozasen
todos sus descendientes; pero esta concesin se restringi por la contrata, a slo cuatro generaciones. Propuso igualmente que se les armase Caballeros de Espuela Dorada, se les diese escudo de armas, con
otros privilegios y exenciones, trasmisibles a sus herederos, y que con
permiso del Papa y del rey pudiese ms adelante fundar, con ellos, una
hermandad militar y religiosa.
Pidi as mismo, que cuando muriese alguno de esos 50 caballeros, l
pudiese elegir otro en su lugar, y que los indios pacificados dentro de los
lmites de su jurisdiccin, jams fuesen esclavizados, ni encomendados
a ningn otro gnero de servidumbre.
Obligose a fundar tres pueblos con fortaleza cada uno, a explorar los
lugares y ros que en la tierra tuviesen oro, informando de ello a S.M.; y,
por ltimo, a que tres aos despus de haber entrado en ella, el rey
percibiese una renta de 15 000 ducados que le tributaran los indios ya
pacificados; 15 000 ms al cuarto ao; otro tanto al quinto y as progresivamente, hasta que al dcimo ao llegase a 60 000 ducados.
Si el gobierno acogi favorablemente el proyecto de Las Casas, no
as los espaoles cmplices de la esclavitud de los indios. Imposible es
concebir sin trasladarse a aquellos tiempos, la violenta oposicin que
aquel proyecto encontr, pues la envidia de unos, los bastardos intereses de otros, y las srdidas pasiones que siempre se haban agitado contra
Las Casas, hicieron prorrumpir a muchos de sus enemigos en rabiosas
imprecaciones; mientras otros se burlaban del vestido blanco y cruces
rojas de los caballeros, llamndolos sambenitos, que era la seal ignominiosa con que la Inquisicin marcaba entonces a sus condenados.
En medio de ese clamor general, slo hubo un hombre que de buena
fe y apreciador del mrito de Las Casas, criticase con espritu evanglico su proyecto, no por el santo fin a que se encaminaba, sino por las
ventajas pecuniarias que al gobierno ofreca. Ese hombre fue el devoto
licenciado Aguirre, inquisidor, miembro del Consejo Real de Castilla y
albacea de la reina Isabel. Reconvenido Las Casas por l, acerca de los
ofrecimientos de dinero que haca en su contrata, aqul le respondi:

JOS ANTONIO SACO

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Seor, si visedes maltratar nuestro Seor Jesucristo, y que ponian


en l las manos y le denostaban y afligian con muchos vituperios, no
rogarades con mucha instancia y con todas vuestras fuerzas que os le
diesen, para lo adorar y servir y regalar y hacer con l todo lo que como
verdadero cristiano debirades de hacer?S por cierto.Y si no os lo
quisiesen dar graciosamente, sino vendroslo, no lo comprarades sin
alguna duda?S comprara.Pues de esa manera, seor, he hecho yo:
porque yo dejo en las Indias Jesucristo nuestro Dios azotndolo y
afligindolo y abofetendolo y crucificndolo, no una, sino millares de
veces, cuanto es de parte de los espaoles, que asuelan y destruyen
aquellas gentes... He rogado y suplicado muy muchas veces al Consejo
del rey que las remedien, y les quiten los impedimentos que se les ponen su salvacion Propuse la ida de Frailes, y hanme dicho, que eso
seria tener ellos ocupada la tierra sin ventaja del Rey. Desque v que me
querian vender el Evangelio y por consiguiente Cristo, acord comprarlo, proponiendo muchas rentas y riquezas temporales para el Rey
de la manera que habeis visto.36
Los ministros de Carlos acordaron que se publicase el proyecto de
Las Casas y que pasase al Consejo de Indias, en cuya corporacin l
tena poderosos enemigos; bien que pudo neutralizar su perniciosa influencia con su actividad y energa, con la recta intencin de sus fines y
con el aprecio que le dispensaba el gran canciller Gattimara. Muy pronto empez Las Casas a sentir la malevolencia del obispo de Burgos,
presidente de aquel Consejo, y de otros de sus miembros; pues a pesar
de sus instancias, su asunto no se despachaba. Ocurri a la sazn, que el
Gran Canciller y Monsieur de Chievres pasaron a la frontera de Francia para tratar de la paz con los enviados del monarca francs; y como
tardasen dos meses, Las Casas, pensando que careca del favor necesario para triunfar de las dificultades que le rodeaban, busc nuevos apoyos, y encontrolos muy firmes en los predicadores de Carlos V, pues
entonces era costumbre que los soberanos los tuviesen. Expsoles con
el candor que le caracterizaba la justicia de lo que peda, y penetrados
de la importancia de su proyecto, resolvieron abrazarlo con todo el calor que mereca.
Ocho eran aquellos predicadores, y sus nombres respetables, a excepcin de dos, trasmitiolos Las Casas a la posteridad. Helos aqu: el
doctor fray Miguel de Salamanca, catedrtico de Teologa de aquella
Universidad, y despus obispo de Cuba; el doctor La Fuente, de la Universidad de Alcal y clebre en tiempo del cardenal Jimnez de Cisneros;
los famosos hermanos coroneles maestros fray Luis y fray Antonio,
doctores de la Universidad de Pars; fray Alonso de Len, gran telogo
franciscano, y fray Dionisio, elocuente predicador de la Orden de San
Agustn.

116\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

Estos padres asociados de Las Casas y de uno o dos ms, entre los
cuales se contaba uno que se deca hermano de la reina de Escocia, y
que haba llegado a Espaa en 1516, o 1517 con 13 religiosos franceses
de San Francisco procedentes de Picarda,37 formaron en silencio una
junta; y en una de sus sesiones, el noble fraile escocs que en Cuman
observ la conducta de los espaoles con los indios, propuso una grave
y trascendental cuestin diciendo que Con qu justicia o poder se
pudo entrar en las Indias de la manera que los espaoles entraron en
ellas?38
Congregose varias veces esta junta, y al fin acord que estando obligados por la ley divina a poner remedio a los males de las Indias, todos
trabajaran hasta lograr el xito de la empresa, juramentndose a guardar el plan que deban seguir. ste fue el de la forma evanglica de
fraternal correccin; para lo cual exhortaran primero al Consejo de
Indias; si nada se lograba, amonestaran despus al Gran Canciller; si
esto no bastaba, amonestaran a Monsieur de Chievres; si ste tampoco
corresponda, dirigiranse al emperador y tambin le amonestaran; y si
todos estos pasos fuesen intiles, entonces predicaran pblicamente
contra todos ellos, dando su parte de la culpa al rey.39
A los pocos das presentronse los otros predicadores en la Sala de
la Junta que ya tambin se llamaba Consejo de Indias, con gran asombro de sus miembros, y tomando la palabra fray Miguel de Salamanca,
expuso todo lo que a su intento convena. El obispo Fonseca, presidente
del Consejo, respondi al fraile, echndole en cara su grande atrevimiento en ir con tal pretensin: djole, que los predicadores del rey no
tenan para qu meterse en las cosas que ste haca por sus Consejos;
que el monarca les daba de comer para que le predicasen el Evangelio,
y no para el asunto que los llevaba, en el cual deba de andar el licenciado Las Casas. El doctor La Fuente, uno de los ocho predicadores, replic al obispo de Burgos:
Que no se movian por Casas, sino por la Casa de Dios, cuyos oficios
tenian, i por cuya defensa eran obligados, y estaban aparejados poner
las vidas: y que no le deba de parecer atrevimiento, ni presuncion, que
ocho Maestros en Teologa, que podian ir exortar todo un Concilio
General, en las cosas de la F, y del regimiento de la Universal Iglesia,
fuesen exortar los Consejos del Rey, en lo que mal hiciesen, porque
era su Oficio mucho mejor, que el Oficio de ser del Consejo del Rey, y
que por tanto havian ido all persuadir, que se enmendase lo muy errado, injusto, que en las Indias se cometa: y que si no lo enmendasen,
predicarian contra ellos, como contra quien no guardaba la Ley de Dios,
ni hacia lo que convenia al servicio del Rey y que esto era cumplir y
predicar el Evangelio. Tom despus la mano don Garca de Padilla y
miembro del Consejo y dijo: Este Consejo ha hecho lo que debe, y ha

JOS ANTONIO SACO

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proveido muchas y muy buenas cosas, para el bien de aquellos indios,


las cuales se os mostrarn, aunque no lo merece vuestra presuncion,
para que veais cuanta es vuestra temeridad, y soberbia. Volvi a replicar el mismo doctor De la Fuente: Mostrarsenos han, seores, las
provisiones hechas, i s fuesen justas, las loaremos, y si no, las maldeciremos, y quien las hizo, y no creemos, que vuestras Seoras, y Mercedes querran ser de estos.40
Despus de tan extraordinaria escena, el Consejo mand llamar otro
da a los predicadores para leerles muchas leyes y ordenanzas que desde los primeros aos del descubrimiento hasta el da se haban hecho
sobre el buen tratamiento de los indios.
Pasados algunos das, los predicadores presentaron al Consejo un
largo escrito que contena su opinin acerca del remedio de los males
que deploraban; y recibido benvolamente por el Consejo, ste les ofreci examinarlo, y dictar las medidas ms convenientes; aprovechndose
de sus indicaciones.41
Desde el ao de 1519 en que acaeci esta escena al de 1869 en que
dicto estos renglones, corridas van cabalmente tres centurias y media:
y de seguro que hoy, ni los predicadores, si los hubiese, de ningn monarca espaol, ni ningn convento entero de frailes, se atrevera a dar
un paso tan atrevido como el de aquellos religiosos. Muchos atribuiran
esta diferencia al fanatismo de aquellos tiempos y a la civilizacin de
nuestros das; pero ni aqul ni sta bastan para explicar su verdadera
causa. El Consejo de Indias sentase culpado, pues no slo patrocinaba
los abusos que en el Nuevo Mundo se cometan, sino que era cmplice
de ellos, aprovechndose sus miembros principales de los indios que en
Amrica tenan encomendados. Por otra parte, los predicadores no podan ignorar que los ministros extranjeros de Carlos se alegraban de
encontrar faltas en los empleados espaoles.
Reflexinese tambin que an haba en aquellos tiempos grandes
virtudes en los claustros de los monasterios, y cuando aqullas se practican en un pueblo de profundas creencias religiosas, adquieren un poder inmenso y una fuerza prodigiosa. Esto saban aquellos frailes, y
esto fue lo que los movi a la noble conducta que debe aplaudir la imparcial posteridad.
No obstante las promesas del Consejo de Indias a los predicadores,
Las Casas conoca las nuevas dificultades con que haba de tropezar,
pues por su influjo se haban quitado los repartimientos de indios al
obispo Fonseca y a otros de sus miembros.
De aqu naci, que ya por inspiracin propia, ya por insinuacin de
otros, recus a todo el Consejo; y en especial a Fonseca, su presidente.
El emperador con consulta del Gran Canciller admiti la recusacin, y
mand formar una junta compuesta de sus ministros, de miembros de

118\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

otros Consejos, y del cardenal Adriano que era entonces inquisidor


general.42
Constituida la Junta y examinado el negocio para que se haba formado, ordenose que se hiciesen los despachos del asiento ajustado con
Las Casas. Sabido esto por algunas personas que haban llegado de
Amrica, y entre ellas el cronista e historiador Gonzalo Fernndez de
Oviedo,43 presentaron memoriales al Gran Canciller contra aquella contrata. Determinose entonces llamar a Las Casas para que respondiese
ante la Junta.
Su triunfo, como dice su ilustre bigrafo,44 era seguro en estas
ocasiones.
El raudal de sus palabras, el celo de que se revesta, el concepto
inatacable de sus virtudes y desinters, su conocimiento y experiencia
de las cosas de Indias, y la notoriedad de los atentados y violencias de
que acusaba a sus contrarios, no dejaban estorbo alguno a la persuasin
y al convencimiento, que salan de sus labios y razones con una fuerza
irresistible.
Objecionbasele tambin la falta de responsabilidad como clrigo;
mas, l ofreci fianzas llanas y abonadas en 20 y 23 000 ducados, de
cumplir cuanto prometa en su asiento. De esperar era que ya no hubiese ms obstculos, pero el Consejo de Indias, constante en su propsito
de contrariar a Las Casas, present nuevas objecciones en un papel que
entreg al Gran Canciller, quien pasndolo a Las Casas para que lo contestase, hzolo tan victoriosamente, que el mismo Consejo no pudo menos de reconocer por completo la fuerza de sus razones. Las Casas, por
fin, triunf de sus adversarios, y su asiento fue firmado en la Corua a
19 de mayo de 1520.45
Preparose alegremente a ejecutar su grandiosa y benfica empresa;
pero el infeliz no saba las amarguras que le aguardaban. Sin demora
parti para Sevilla; all escogi 200 labradores; tom de sus amigos cuanto
dinero prestado pudo; el obispo Fonseca, temiendo nuevas reclamaciones y el descontento de los ministros de Carlos I, mand que los oficiales reales de la Contratacin, le fletasen tres naves, con mucha abundancia de bastimentos y los dems auxilios que necesitase. A punto ya
su armada, hzose a la vela de Sanlcar para Puerto Rico el 11 de noviembre de 1520. En aquella isla supo la piratera de Ojeda, el alzamiento de los indios de Cuman y de otras comarcas vecinas, la muerte de 80
castellanos que andaban esparcidos por ellas, el asesinato de los religiosos dominicos y la destruccin del convento de Santa Fe, base principal
en que se fundaba para realizar su proyecto.46
Fcil es concebir cun profunda y dolorosa sera la impresin que
en su alma produjeron tan tristes acontecimientos; pero sin desalentarse, determin aguardar en Puerto Rico la ya narrada expedicin

JOS ANTONIO SACO

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que al mando de su amigo Gonzalo de Ocampo haba salido de La Espaola, por orden de aquella Audiencia, para castigar a los indios de
Cuman.
No tard Ocampo muchos das en llegar, presentole Las Casas sus
reales provisiones, intimole que no pasase adelante, pues a l le haba
encomendado el rey el pas a donde iba a hacer la guerra; y que si los
naturales estaban alzados, slo a l corresponda pacificarlos y sosegar
la tierra. Ocampo le respondi, que acataba las reales disposiciones;
pero no poda menos de cumplir lo que el almirante y la Audiencia le
mandaban, y que ellos le sacaran a salvo, como ejecutor de sus rdenes. Con esta excusa y con palabras muy graciosas, pues era gran decidor,
prosigui su cruel y destructora expedicin, cuyos deplorables resultados ya hemos expuesto ms arriba. En tan lamentable situacin, Las
Casas resolvi ir a La Espaola, a notificar al almirante y a la Audiencia
sus reales provisiones; mas, antes de marcharse, compr un buque en
500 pesos; y a los 200 labradores que haba sacado de Sevilla, repartiolos
de cuatro en cuatro, y de cinco en cinco, en las haciendas de los espaoles que voluntariamente se ofrecieron a sustentarlos.47
Lleg Las Casas a La Espaola, y en aquel teatro de sus continuas
contradicciones, fue recibido como era de esperar, bien por pocos y mal
por muchos. Dbase all el nombre de Consulta a una junta de diez
empleados, compuesta del almirante gobernador, de los jueces de apelacin y de los oficiales reales. Ante ella, pidi Las Casas la ejecucin de
sus reales provisiones; y sin mucha dificultad hicironlas pregonar en el
paraje ms pblico de la ciudad de Santo Domingo, capital de La Espaola. Requiri tambin a la Consulta para que le mandase desembarazar la tierra que llevaba encomendada, que tornase Gonzalo de Ocampo,
y que se le prohibiese continuar la guerra a los indios, pues la Consulta
no estaba facultada por el rey para darle tal autoridad. A fin de ganar
tiempo, respondisele que el asunto se examinara.
No falt quien denunciase como inservible el buque que Las Casas
haba comprado en Puerto Rico, y mandado reconocer por expertos,
declarsele intil y echsele ro abajo.48
As se iba demorando y comprometiendo ms cada da la empresa de
Las Casas. l instaba por su despacho, y viendo que se retardaba amenaz a la Consulta con ir a Espaa a quejarse de su conducta. No queriendo la Consulta renovar sus hostilidades con un hombre tan temible
como Las Casas, busc el medio de contestarle. Hzose, pues, compaa
con l, y ajustronse las capitulaciones siguientes: de 24 partes que se
ganasen, seis seran para la Real Hacienda; seis, para Las Casas y sus
50 Caballeros de Espuela Dorada; tres, para el almirante; cuatro, para
los cuatro oidores; tres, para los tres oficiales reales, figurando en primera lnea el malvado Miguel de Pasamonte; y las dos ltimas, para los

120\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

dos escribanos de cmara de la Audiencia. Estos socios contribuyeron


proporcionalmente para los gastos de la empresa; y siendo Las Casas la
cabeza de ella, acordose, que se le diese la armada de Gonzalo de Ocampo,
con 120 hombres escogidos, a sueldo, licencindose a los dems que la
componan. Esa tropa deba estar al mando de Gonzalo de Ocampo, que
se hallaba todava en Cuman, fundando a un tiro de ballesta de la boca
de ese nombre, un pueblo llamado la Nueva Toledo; y, por ltimo, se
impuso a Las Casas la condicin de averiguar mejor que antes, cules
indios de aquella tierra coman carne humana o no queran paz con los
espaoles, ni recibir los sacerdotes que les enseasen la fe catlica, pues
a todos stos se les deba hacer la guerra con la gente castellana puesta
bajo las rdenes de Ocampo.49
Cun duro debi de ser a Las Casas encontrarse asociado con hombres que siempre haban contrariado sus benficos proyectos en favor
de los indios! Pero el destino por vas misteriosas permite a veces, que
los hombres de las ideas y sentimientos ms opuestos, se vean forzados
a concurrir en una misma empresa. Hallbase Las Casas en el terrible
dilema, o de aceptar la nueva contrata que se le impona, o de renunciar
enteramente a la que antes haba celebrado con el gobierno. Opt, pues,
por el primer partido, reservndose en ciertos puntos la facultad de
obrar segn su recta conciencia. As es que al hablar de la guerra que
sus consocios queran que se hiciese a los caribes para esclavizarlos, l
nos dice: Y era tanta su ceguedad, que no advirtieron que habiendo
andado cinco seis aos el Clrigo (como todos sabian) trabajando y
muriendo, yendo y viniendo Castilla porque no hiciesen esclavos, y los
que tenian hechos los libertasen, aunque fuesen de los Caribes que
comian carne humana, oyndole afirmar que hacellos aquellos esclavos
era tirana, que as se engaasen s mismos, que pensasen que el Clrigo habia de ser causa de aquellas guerras.50
Despachado el negocio de Las Casas en Santo Domingo entregronsele las tres naves bien armadas y abastecidas de cuanto necesitaba. En
julio de 1521 parti de aquella ciudad para recoger en la isla de Puerto
Rico los 200 labradores que haba dejado; mas, stos ya se haban esparcido por diferentes puntos de ella. Aunque privado de este socorro,
prosigui su viaje, y cuando lleg a la costa de Cuman, encontr a Gonzalo de Ocampo en la Nueva Toledo, y a su gente muy descontenta, porque habindose retirado los indios de aquellas cercanas, los espaoles
que nunca labraban la tierra para mantenerse, sentan ya los rigores
del hambre; verificndose aqu aquellas palabras de Las Casas: Sin los
indios nunca los espaoles por todas las Indias se vieron hartos.51 Muy
pocos, pues, quisieron permanecer all con Las Casas. Ocampo, su amigo, consolose del modo que pudo; abandon la Nueva Toledo con los
castellanos de su expedicin, y hacindose a la vela para La Espaola.

JOS ANTONIO SACO

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Las Casas quedose solo con algunos amigos, criados suyos, y otros que
quisieron permanecer a sueldo.52
Estaba en aquel punto el convento franciscano de que arriba hemos
hablado, y del que era guardin fray Juan Garceto. A espaldas de la
hermosa huerta que tenan all los religiosos, fabric Las Casas una
atarazana para guardar los vveres, municiones y mercancas de rescate que llevaba. Por el rgano de los frailes y de una india llamada doa
Mara, que entenda algo el castellano, hizo saber a los indios las benficas intenciones que le animaban, y la buenaventura que deban prometerse bajo del nuevo monarca que reinaba en Castilla. Para que los
hechos correspondiesen a las palabras, empez a ganarse a los indios
con los regalos que les haca. Adems, comenz a levantar una fortaleza
en la boca del ro de Cuman, no slo para asegurarse de algn asalto de
los indios, sino para reprimir los desrdenes de los espaoles de Cubagua.
stos comprendieron muy pronto las miras de Las Casas, y conociendo
que si las realizaba, ya no podran saltear aquella tierra, sedujeron al
maestro que construa la fortaleza, para que no la continuase.53
Cubagua, como yo he dicho, careca de agua potable, y forzados los
castellanos a ir a buscarla al ro de Cuman, continuaron con su acostumbrada insolencia el pernicioso trato que tenan con los indios.
Amaban stos el vino hasta el exceso, y los espaoles se lo daban en
cambio de oro, mujeres y muchachos esclavizados. Agregbase a esto
que no sabiendo, o no queriendo los indios templar el vino con agua,
embriagbanse con frecuencia riendo entre s y matndose con sus
flechas envenenadas. Las Casas pas entonces a Cubagua a pedir al
alcalde mayor que la gobernaba, que atajase los males que los castellanos le ocasionaban, pues le impedan la pacificacin de la tierra. Torn a
Cuman; pero desengaados l y los religiosos de que era intil esperar
remedio alguno de Cubagua, tom la resolucin de ir a buscarlo a la
corte o a La Espaola. Prefiri a sta por tenerla ms a mano; pero
antes de partir, nombr por capitn de la gente que all dejaba, a Francisco de Soto, con encargo especial de que por ningn motivo permitiese que se apartasen del puerto de Cuman las dos naves que en l haba,
para que en cualquier evento desgraciado pudiesen salvarse en ellas.
Embarcose Las Casas para La Espaola, y despreciando Soto sus rdenes, envi las dos naves a diferentes partes de la costa, en busca de
perlas, oro y esclavos.
Esta situacin era favorable a las maquinaciones de los indios: no
las ignoraban los espaoles, y habiendo llegado a la sazn un buque de
los que andaban traficando por aquella costa, fueron a acogerse a l los
religiosos y la dems gente castellana, pero su capitn y tripulacin ms
crueles que los caribes, no quisieron recibirlos. A los 15 das de haber
salido Las Casas, los indios asaltaron la atarazana y el monasterio de

122\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

los franciscos, pegronles fuego, mataron algunos espaoles, y stos sin


ms recurso que la fuga, pudieron salvarse en una canoa con grande
riesgo de sus vidas, acogindose a dos buques que cargaban sal en la
Punta de Araya; siendo vctima del furor de los indios el religioso fray
Dionisio, que no pudo escaparse. (Dcada 3, libro II, captulos IV y V.)
As terminaron los monasterios de Cuman, y los grandes proyectos
que Las Casas haba concebido en favor de los indios y de la futura
suerte del Nuevo Mundo.
Los prfugos espaoles llegaron a Cubagua, y cobrando con su fuga
los indios nuevos bros, preparronse para asaltar aquella isla. Apoderose
tal terror de los castellanos que la habitaban, que aunque eran 300 en
nmero y bien armados, abandonaron, como dice Oviedo, cobardemente sus hogares, con mucha cantidad de vino y otras cosas de valor, refugindose en La Espaola y esparciendo en ella la fatal noticia de los
desastres de Cuman. Al ver los indios a Cubagua sin habitantes, cayeron sobre ella, aprovechndose de los bastimentos que encontraron, y
destrozando lo que no pudieron llevarse. Las Casas, entretanto, luchaba con las olas del mar que tambin se haban conjurado contra l.
Equivocados los marineros en su navegacin, llevronle al puerto de
Yaquino 80 leguas ms abajo del de Santo Domingo, punto de su destino. Forcejeando estuvo all dos meses contra las fuertes corrientes, y
cansado de tan largo viaje, desembarc en la costa para ganar el pueblo
de la Yaguana, nueve leguas tierra adentro, y seguir de all hasta Santo
Domingo.54
Luego que lleg a esta capital acab de conocer el abismo insondable en que se haban hundido hasta sus ltimas esperanzas; y no teniendo ya recursos para trasladarse a Espaa, inform al gobierno del xito
fatal de su empresa. Inmensa era la desventura de Las Casas, y nadie la
comprendi mejor que su bigrafo Quintana, cuando dice:55 Su hacienda y la de sus amigos estaba ya consumida, la del Rey intilmente gastada, sus proyectos destruidos, sus esperanzas deshechas, sus mulos
triunfantes, l vilipendiado de todos como un hombre sin seso y sin cordura, entregado, vanas ilusiones, cuya realizacin desatinada habia
sacrificado tantos hombres y tantos caudales. El cielo su parecer se le
venia encima y la tierra le faltaba.
Hay circunstancias en la vida, en que aun los hombres de ms fortaleza se rinden a la desgracia, y yo creo que en la larga carrera de Las
Casas, sa fue la nica vez en que flaque, y en que quizs pens abandonar para siempre la santa causa de los indios. En su inmensa pesadumbre no hall entonces ms consuelo que el de los religiosos dominicos, sus antiguos y constantes amigos; y cediendo a los deseos del
venerable fray Domingo de Betanzos,56 decidiose a tomar el hbito de
aquella Orden en 1522. Apartose, pues, de los negocios del mundo, y

JOS ANTONIO SACO

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enterrndose en la humilde celda del monasterio de Santo Domingo, en


La Espaola, no sali de ella sino al cabo de algunos aos, para consagrarse de nuevo a la defensa de los indios y adquirir en la historia del
Viejo y del Nuevo Mundo una gloria y un nombre imperecederos. Sin la
piratera de Ojeda, origen de tantas desgracias, puede asegurarse que
la empresa de Las Casas no se hubiera malogrado, y que sus felices
consecuencias habran probablemente cambiado la suerte del continente hispanoamericano; pues pacificados los indios de Cuman por medio
de la predicacin evanglica, este ejemplo habra encontrado imitadores.
Exentos entonces los indios de la dura esclavitud y de las pesadas encomiendas a que sus conquistadores los condenaron, hubiranse conservado, y dedicndose entonces a satisfacer las necesidades de una
colonizacin bien dirigida, no hubiera sido menester llamar para reponerla a la raza africana, que tantos males ha causado en el mundo descubierto por Coln.
Desbaratados los grandes proyectos de Las Casas, libre qued el
campo a los aventureros espaoles para continuar sus asaltos en la provincia de Cuman y en regiones ms distantes. El gobernador y la Consulta de La Espaola, en vez de atribuir las desgracias acaecidas a la
mala conducta de los castellanos, armaron una expedicin al mando de
Jcome de Castelln, para que fuese a castigar a los indios de Cuman.
Parti este capitn de aquella isla con cuatro o cinco naves, y segn las
instrucciones que se le dieron empez a fundar la Nueva Cdiz, en
Cubagua, cuya ciudad fue de corta duracin, porque los espaoles la
abandonaron luego que ces la granjera de las perlas. Sin demorarse
en Cubagua ms tiempo que el necesario, pas Castelln al ro de
Cuman, y asegur a los vecinos de aquella isleta el agua de que carecan, asentando en su boca una fortaleza en el mismo punto donde Las
Casas comenz a levantarla.57 Envi Castelln cuadrillas para saltear
los indios del interior, y como dice Gomara: Guerre los indios, recobr
la tierra, rehizo la pesquera, hinch de esclavos Cubagua y an
Santo Domingo.58
Tal fue el castigo que por orden superior impuso Castelln a los hijos de Cuman; y esto, sin embargo, se llamaba entonces pacificar la
tierra.
Aun antes de estos dolorosos acontecimientos, ya era bien deplorable el estado de aquella provincia, cuyos males lamentaba Miguel Castellanos, que fue con Las Casas a Cuman de contador real en 1521. De
lo cual as dice es muy notorio fueron ocasion los cristianos por los
ir correr y facer guerra, tomndolos por esclavos ellos y sus mugeres hijos por las partes donde los frailes estaban convirtiendo... V a
muchos que menosprecindoles fueron con armadas, facian guerra
los indios, y traan algunos esclavos para los vender v otras desrde-

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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

nes... V en La Espaola que en obra de dos meses se trajeron ms de


600 esclavos de do haba de ir Casas y venderlos por los Oficiales en
Santo Domingo.59
Continuaban las invasiones de los caribes de algunas islas en Puerto
Rico para comerse a los que capturaban. En abril de 1521, cinco piraguas de ellos dieron en unas estancias de los castellanos, de los cuales
mataron algunos, llevndose cautivos a muchos castellanos para devorarlos.60 Mirbase, pues, con horror a los caribes, y de ste sentimiento
participaban los religiosos fray Toms Ortiz y otros dominicos y
franciscos, quienes aconsejaban que se diese por esclavos a todos esos
indios.
Habiendo aqullos presentado un parecer extendido por fray Pedro
de Crdoba, prelado de la Orden de Santo Domingo, el presidente Loaiza
quiso que fray Toms Ortiz expusiese ante el Consejo las ideas que tena para pedir que los caribes fuesen esclavizados. Hzolo as, y lanz
contra ellos la ms terrible acusacin, imputndoles los vicios ms asquerosos y los crmenes ms horrendos.
Que comian carne humana: que eran sodomticos ms que generacin alguna: y que ninguna justicia habia entre ellos: que andaban desnudos i no tenian vergenza: eran como asnos abobados, alocados, i insensatos, y que no tenian en nada matarse, ni matar; ni guardaban
verdad. (Seguir con lo que dice Herrera, dcada 3, libro VIII, captulo X,
pgina 245, columna 1.)
De las acusaciones fulminadas por el padre Ortiz contra los caribes,
unas son ridculas, y otras comunes a casi todos los salvajes; mas, a
pesar de esto, tuvieron gran fuerza ante el Consejo de Indias, y Carlos V
de acuerdo con l, declaroles esclavos en 1525.
Agravose esta situacin en aos posteriores con los nuevos asaltos
que los aventureros espaoles hacan. Como la isla de la Margarita no
tena oro, ni tampoco se encontraron perlas en sus costas, sino muchos
aos despus de su descubrimiento, descuidose su colonizacin. La primera vez que de ella se trat fue en 1525, en que el licenciado Marcelo
de Villalobos, uno de los malvados oidores de la Audiencia de La Espaola, ajust asiento con el gobierno para poblarla de castellanos.61 Desde entonces comenz a adquirir alguna importancia por estar poco distante de las costas de Cuman; importancia que se aument con el
descubrimiento de sus ostrales de perlas en 1538.62 No fue, pues, ya
slo de Cubagua y la ciudad de la Nueva Toledo que Castelln haba
empezado a fundar, de donde era asaltada la Costa de las Perlas, sino
de la Margarita y de un pueblo que asentado despus en el puerto de
Maracapana por los vecinos de Cubagua, slo se compona de gente
de guerra, que con frecuencia sala a esclavizar indios, so pretexto de
impedirles que invadiesen aquella isleta.63

JOS ANTONIO SACO

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El gobierno del emperador siempre procur reprimir tan graves


escndalos; y desde 1524 aprob una declaracin de la Audiencia de La
Espaola, en que dio por libres ciertos indios llevados de Tierra Firme,
no obstante que ellos mismos confesaron ser canbales; y mand que
esta disposicin se guardase, mientras otra cosa se proveyese, porque
la suavidad era el mejor medio de apartarlos de aquella horrible costumbre, y traerlos al gremio catlico.64 sta era la senda por donde debi
haberse siempre marchado; pero los falsos informes de que los castellanos se valan para extraviar al gobierno, la punible proteccin que encontraban en algunos personajes de la corte, y las preocupaciones de
aquella poca, daban ocasin a dudas y vacilaciones, triunfando a veces
la iniquidad de la razn y la justicia.
A pesar de la Declaratoria hecha en 1520 por el licenciado Rodrigo
de Figueroa sobre los indios que deban tomarse o no por caribes, la
conciencia de Carlos V no qued del todo tranquila, pues dudaba si esos
mismos caribes podan ser esclavos, conforme a la ley divina y humana.
Recomend, pues, el grave asunto a fray Garca de Loaiza, obispo de
Osma y presidente entonces del Consejo de Indias, encarecindole mucho que se informase de personas doctas y honradas que entendiesen
las cosas del Nuevo Mundo.
Pero la esclavitud que los espaoles imponan entonces a los indios,
no pesaba solamente sobre los caribes, sino sobre otros muchos que no
lo eran. Deseando aquel monarca reparar tantos agravios y reprimir
esa iniquidad, expidi una Provisin Real a 17 de noviembre de 1526,
ordenando a la Audiencia de Santo Domingo, y a todos los gobernadores y justicias del Nuevo Mundo que ejecutasen cuanto en ella se dispona. El encabezamiento de esta cdula es muy importante, porque el
monarca mismo reconoce las maldades que sus sbditos espaoles cometan en el descubrimiento y conquista de las Indias.
Dice as:
Por cuanto nos somos certificados y es notorio que por la desordenada codicia de algunos de nuestros sbditos que pasaron las nuestras
islas Tierra Firme del mar Ocano, por el mal tratamiento que ficieron
los indios naturales de las dichas islas Tierra Firme, ans en los
grandes y escesivos trabajos que le daban, tenindolos en las minas para
sacar oro, y en las pesqueras de perlas, y en otras labores y grangeras,
fascindolos trabajar escesiva incmodamente, no les dando el vestir
ni el mantenimiento que les era necesario para sustentacion de sus vidas, tratndoles con crueldad y desamor, mucho peor que si fueran esclavos; lo cul todo ha sido fu causa de la muerte del gran numero de
los dichos indios naturales de ellas, y que otros huyesen, se fuesen,
los montes otros lugares para salvar sus vidas y salir de la dicha
sujeccion y mal tratamiento, lo cul fu tambien grande estorbo la

126\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

conversion de los indios nuestra Santa Fe Catlica... y ans mismo


somos informados que los capitanes y otras gentes que por nuestro
mandado y con nuestra licencia fueron descubrir y poblar alguna de
las dichas islas Tierra Firme... movidos con la dicha codicia, olvidando
el servicio de Dios nuestro Seor nuestro firieron mataron muchos
de los dichos indios en los descubrimientos conquistas, y les tomaron
sus bienes sin que los dichos indios les hobiesen dado causa justa, ni
hobiesen precedido ni hecho las amonestaciones que eran tenidos de les
facer, ni fecho los cristianos resistencia ni dao alguno para la
predicacion de nuestra Santa Fe; lo cul dems de haber sido en grande ofensa de Dios nuestro Seor, di ocason y fu causa que no solamente los dichos indios que recibieron las dichas fuerzas, daos agravios, y otros muchos comarcanos que tobieron de ello noticia sabidura,
se levantaron juntaron con mano armada contra los cristianos nuestros sbditos mataron muchos de ellos, an a los religiosos personas eclesisticas que ninguna culpa tuvieron, y como mrtires padecieron predicando la Fe cristiana; por lo cul todo suspendimos
sobreseimos en el dar de las licencias para las dichas conquistas
descubrirnientos, queriendo proveer placticar, ans sobre el castigo de
lo pasado como en el remedio de lo venidero.
Para remediar Carlos V los males que deplora, mand: 1 Que se
averigase con toda la posible diligencia, cules eran las personas que
haban matado, robado, esclavizado, o cometido otros excesos contra los
indios, y que las autoridades enviasen al gobierno relacin de la culpa
con el parecer del castigo que deba imponerse a los delincuentes. 2
Que las justicias investigasen quines tenan indios esclavos, sacados
de sus tierras, para que volviesen libres a ellas, siempre que lo deseasen
y pudiesen hacer sin inconveniente; pero la ltima parte de esta medida
no alcanzaba a los que ya eran cristianos, por temor de que apostatasen
tornando a su pas natal. 3 Que en caso de no poder tornar a sus
tierras los que an no eran cristianos, se les dejase como libres, tratndolos y gobernndolos bien, sin recargarles de trabajo, y atendiendo a
su provecho segn su capacidad. 4 Que cada descubridor llevase a
bordo de su nave por lo menos dos sacerdotes, con aprobacin del Consejo, no slo para instruir a los indios en la fe catlica, sino para defenderlos y ampararlos, dando cuenta de todo a S.M. 5 Que cuando los
descubridores hubiesen de desembarcar en alguna isla, no lo hiciesen
sino con aprobacin de los referidos sacerdotes y de los oficiales reales.
6 Que luego que llegasen a las tierras que iban a descubrir en el
continente, lo primero que hicieran, fuese explicar a los indios, por intrpretes la buena intencin de S.M., para que se convirtiesen y apartasen de sus abominaciones, leyndoles, segn estaba mandado, el Requerimiento de que ya se ha hablado; pues slo en caso de no querer

JOS ANTONIO SACO

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abrazar la religin catlica y de no someterse a la dominacin de Castilla,


resistindose con las armas, podran los espaoles en su propia defensa
declararles la guerra, y tenerlos por esclavos; pero esto no poda hacerse sin el acuerdo y unnime parecer de los clrigos y religiosos, los cuales deban firmarlo con sus propios nombres. 7 Que si para convertir
los indios y apartarlos de sus abominables vicios y brbara costumbre
de comer carne humana, no quedaba otro remedio que el de someterlos
al poder de los espaoles, se les encomendasen para que tratndolos
como libres, se lograsen los fines que el monarca deseaba.65
stas fueron las disposiciones fundamentales de la Real Provisin
de 1526; y si bien honran la memoria de Carlos V por la buena intencin
que le anim, forzoso es reconocer que en nada mejoraron la condicin
de los indios, porque los esclavos se quedaron esclavos y los que no llevaban este nombre, corrieron la misma suerte.
Es curioso observar que ya por ese tiempo exista una corriente contraria de emigracin e inmigracin entre las cuatro Grandes Antillas y
algunas partes del continente. La primera era de los espaoles que salan de aqullas para ste; y la segunda, de los indios esclavizados que
de ste se llevaban a aqullas. Queriendo el gobierno mantener la poblacin castellana en las referidas Antillas, impuso en Granada a 17 de
noviembre de 1526 la terrible pena de muerte y de confiscacin de bienes a todos los espaoles que las abandonasen para establecerse en el
continente o en otras islas.66 Esta pena fue injusta, porque privaba al
hombre de la libertad de mudar de domicilio segn convenga a sus intereses: ineficaz, porque en el estado de aquellas islas no era posible retener en ellas a los que deseaban abandonarlas para buscar fortuna en el
continente: contradictoria, porque al paso que les impeda salir de aquellas islas, no les negaba la facultad tantas veces concedida de armar
expediciones en ellas, para ir al continente: y brbara, en fin, por la
crueldad del castigo que indistintamente les impona.
La continua repeticin de las rdenes dictadas por el gobierno sobre
el buen tratamiento de los indios, es la prueba ms completa de que
nunca se ejecutaban; y no obstante el empeo que siempre mostraron
los monarcas de Castilla en favorecer a los indios, no les fue dado vencer los obstculos que encontraron, porque, como dice fray Antonio de
Remesal, la distancia de las tierras, y la libertad de conciencia y cudicia de los espaoles que las habian de guardar, no davan lugar su
execusion, principalmente no haviendo quien los apremiase ella, y por
esta causa se veia claramente la perdicion de las Indias, la destruicion
de sus naturales, y el dao que la Corona de Castilla se le seguia de lo
uno y de lo otro.67
Deseaba Carlos V que los indios fuesen libres, y como muchos eran
violentamente esclavizados so color de ser caribes, habase restringido

128\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

el nmero de las expediciones que salan contra stos. De aqu result,


que cobrando nuevos bros, no slo asaltaban a La Espaola, Puerto
Rico y otras islas, sino a ciertas partes del continente, robando los ganados, y matando la gente o llevndosela para comerla. La irrupcin
que hicieron en la isla de Puerto Rico en octubre de 1528, ocasion graves daos en las personas y en las propiedades. Movido entonces el gobierno del mal que causaban los caribes, dio licencia para que con parecer y aprobacin de la Audiencia de La Espaola, los vecinos de ella, de
las mencionadas islas, y otras partes, pudiesen armar contra esos indios
para cogerlos y esclavizarlos.68 Nuevo estmulo dio a la guerra contra
ellos la memorable invasin que 500 caribes hicieron en Puerto Rico en
1530, pues asaltando la parte del Daguago, que era donde haba ms
hacienda, saquearon la de Cristbal de Guzmn, matndole a l y a todos
los espaoles, indios, negros, caballos y perros bravos que haba en ella;
llevndose adems vivos 25 indios y negros para comrselos como tenan de costumbre. Esta invasin infundi tanto terror, que los hombres estaban en continua centinela, y las mujeres y nios dorman de
noche en las iglesias y monasterios.69
Un rayo de esperanza luci para los indios con la ley o provisin que
el emperador don Carlos promulg en Madrid a 2 de agosto de 1530,
pues dijo:
Hasta tanto que espressamente revoquemos suspendamos lo contenido en esta nuestra carta haziendo espressa mincion della ningun
nuestro governador ni capitan ni alcayde ni otra persona de qualquier
estado diidad y oficio y condicion que sea en tiempo de guerra, aunque
sea justa y mandada hazer por nos por quien nuestro poder uviere
sean osados de cautivar los dichos indios de las dichas Indias islas y
Tierra Firme del mar Ocano descubiertas ni por descubrir ni tenerlos
por esclavos.70
Las palabras estampadas al principio de la ley que he transcrito,
manifiestan que el monarca no estaba ntimamente convencido de la
justicia o poltica de lo que mandaba, porque se reservaba el derecho
de revocarlo o suspenderlo segn las circunstancias. Esa ley, pues,
debi considerarse como interina o transitoria sin tener un carcter
de perpetuidad. Pero tan acostumbrados estaban los castellanos a esclavizar indios, que no respetaron esa misma ley en muchas partes del
Nuevo Mundo, ni aun en los primeros das de su publicacin. Esta
triste verdad aparece de una comunicacin que hizo al emperador el
obispo de Santo Domingo, a 11 de agosto de 1531, en la que le dijo lo
siguiente:
Porque por experiencia parece que hacer a los indios esclavos,
contratar con ellas para que den esclavos, despuebla y alborota la tierra,
mande V.M. prohivir cualquier descubridor poblador que no los haga

JOS ANTONIO SACO

/129

esclavos ni permita que se compren de los indios esclavos, porque si se


alzan resisten, no es suficiente castigo ni remedio dallos por esclavos,
salvo procurar de tomar al Cacique y los capitanes si algunos tuvieren,
y proceder contra ellos porque el castigo fecho en el Cacique los castiga
mucho estos y si se levantan es por voluntad de su Cacique quien
tienen suma obediencia.71
No fue perdida, por cierto, la voz del obispo de Santo Domingo, como
tampoco la de otros esclarecidos varones; y el emperador siempre dispuesto a mirar por el bien de los indios, expidi en Medina del Campo a
13 de enero de 1532 una nueva orden tambin general como la del 2 de
agosto de 1530, para que ni por compra, ni por trueque, ni por razn de
guerra, ni por otra causa pudiesen ser habidos por esclavos so gravsimas
penas que para ello se impusieron. Esa orden fue extensiva a todo el
Nuevo Mundo, y, por tanto, mandose publicar en todos los pases ya
poblados: debiendo conocerse por esta determinacin el desinters y
humanidad del monarca, pues ya quedaba privado del quinto de los esclavos que se hacan. Esta fu segn dice Herrera, una Santa Ordenanza, con la cual se escusaron infinitos abusos y pecados: y se hubieran escusado muchos ms, si del principio se hubiera establecido,
especialmente en Cubagua, Santa Marta, y la Margarita, donde hacian
inestimables daos corriendo la Tierra Firme y cautivando la gente, sin
distinguir la buena de la mala.72
Triste ilusin la de Herrera!, pues ese infame trfico continu, y
nada menos que en el mismo ao de 1532 los vecinos de Cubagua introdujeron en Puerto Rico muchos esclavos de la costa de Tierra Firme.73
Esa ordenanza o provisin fue la causa, segn el mismo Herrera,74
de que comenzase a declinar la importancia de la ciudad de la Nueva
Cdiz en Cubagana; pero en mi concepto hubo otro motivo ms poderoso, cual fue la disminucin de los ostrales de perlas que ya desde entonces se senta.
Habitada la isla de la Trinidad por indios belicosos que peleaban con
flechas envenenadas, permaneci muchos aos sin ser conquistada por
los espaoles. El primero que ofreci al rey pacificarla y poblarla, fue
Antonio Sedeo, contador de la isla de Puerto Rico, para lo cual ajust
asiento con el gobierno en 1530,75 y no obstante las condiciones que se
le impusieron, su conducta con los indios fue semejante a la de los dems conquistadores.
A juzgar por sus palabras, parece que estaba decidido a cumplir los
trminos de su asiento, porque hallndose en el golfo de Paria en 1530,
dijo ser la voluntad de S.M. que en ninguna parte se hiciesen esclavos, y
que ni l ni otros gobernadores lo consintiesen so graves penas no slo
de los indios que estaban declarados por esclavos, pero ni de aquellos
que los dichos indios tenan entre s por esclavos.76

130\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

Los acontecimientos posteriores fueron contrarios a los indios de la


Trinidad. No haba sido ella comprendida entre las islas caribes, segn
la mencionada Declaratoria hecha en 1520 por el licenciado Rodrigo de
Figueroa, ni realmente lo era; pero sus hijos eran valientes y peleaban
con flechas envenenadas. Sedeo tuvo el dolor de experimentarlo en
1532, pues en dos recios encuentros que con ellos tuvo, perecieron cruelmente muchos castellanos. De esa refriga l dio cuenta al gobierno desde Cubagua en 28 de enero de 1533, y de ella aparece el terror que las
flechas envenenadas de aquellos indios infundieron a Sedeo y a la gente que capitaneaba.
Fecho este castigo recog los heridos en los navios, los sanos en
tierra la lengua del agua frontero dellos, en donde podian estar seguros, dentro de ocho dias murieron de los heridos ocho espaoles, unos
dentro de 24 horas otros dentro de tres das quatro, y el que ms al
seteno, y algunos dellos rabiando, que era cosa de mucha compasion,
porque ovo yerva tan mala como la ms ponzoosa de estas partes, lo
qual puso tanto escndalo en los espaoles que conoscieron bien la fuerza de los indios y el peligro de lo que acometieron.
Porque segun lo que he entendido de la tierra de la ferocidad
osada de los indios della, conociendo como conocen el temor que tenemos la ponzoa de sus flechas y el dao que facen con ella; es tan
conveniente cosa dar los que los conquistaren tanta manera de intereses en ellos y en la tierra que este les faga aventurar la vida por los
subjetar, y plega Dios que en estas partes y an en esos Reinos se
halle gente para ello por razon de la yerva aunque S.M. as lo provea,
porque en verdad digo a V.S que se ha de comprar con sangre, que si
no se matan echan de la tierra las dos partes de la gente de guerra
toda, que no se ha de subjetar antes se han de dejar quemar, quando
llegaren esta necesidad creo que no mnos ha de ser el dao de los
espaoles que el suyo, y aunque no dubdo que la mayor parte dellos
vernan de paz pero esta tngola por mayor guerra para los espaoles
por la osada con que acometen qualquier maldad, la qual les dara
aliento qualquier descuido que en ellos hoviese con la paz, el cual de
necesidad le havia de haver, para la seguridad desto solo basta la
subjecion que les cabse temor... Desta Isla de Cubagua 28 de enero de
1533. Antonio Sedeo.77
La muerte de los castellanos al mando de Sedeo arranc al emperador la orden de que se esclavizase a los indios de la Trinidad como
caribes, traidores, inhumanos y bestiales.78 A poco asaltaron dudas
acerca de la justicia de esta determinacin, y el Consejo de Indias, obedeciendo a los deseos del monarca, convoc una junta de los principales
telogos de Espaa, para que examinasen de nuevo el asunto; y despus de largas discusiones, fallaron que los indios de la Trinidad deban

JOS ANTONIO SACO

/131

de ser esclavos. Las razones que expusieron para tan dura sentencia,
revelan las ideas de aquella poca; y para bien apreciar su valor, es conveniente recordar el gran poder que haban los Papas adquirido en la
Edad Media.
Distinguidos jurisconsultos hubo entonces en Espaa que juzgaron
no ser necesaria la confirmacin ni donacin del Pontfice, para poseer
justamente las tierras recin descubiertas en el Nuevo Mundo; pero
siendo muy piadosos los Reyes Catlicos, y cediendo a la creencia general que ningn monarca poda adquirir legtimamente, sin tal autorizacin de la Iglesia, los pases que descubriese o conquistase, ocurrieron a
la Santa Sede, suplicndole que se dignase conceder a la Corona de
Castilla y de Len los pases descubiertos, y que en adelante se descubriesen. No fue est la primera vez que los soberanos ocurrieron al trono pontificio con iguales pretensiones. Cuando Enrique II de Inglaterra
intent la conquista de Irlanda en el siglo XII, envi a Roma al monje
Juan de Salisbury para obtener la aprobacin del papa Adriano IV.79
Del pontfice Martino V obtuvo tambin bula de concesin en 1420,
el rey de Portugal, cuando comprendi sus gloriosos descubrimientos
en la costa occidental de frica; y despus que stos se extendieron en
el curso del siglo XV hasta el cabo de Buena Esperanza, y una parte del
Asia, el monarca portugus alcanz de los pontfices Nicols V y Calixto III nuevas bulas para legitimar sus ttulos a las tierras que haban
cado bajo su dominacin.
Llevada Espaa de estos ejemplos, y de las creencias que entonces
existan, acudi igualmente al Papa, para que en virtud de su gran poder sancionase el dominio de los nuevos pases que acababa Coln de
descubrir; y Alejandro VI, que era entonces el pontfice reinante, concedi por las bulas de 3 y 4 de mayo de 149380 a los Reyes Catlicos, don
Fernando y doa Isabel, la peticin que le hicieron. Considerndose,
pues, al Papa como dueo supremo de todas las tierras pertenecientes a
los infieles, y habiendo concedido aqul a los Reyes Catlicos las del
Nuevo Mundo, en virtud de la mencionada bula, muy lgico era que los
telogos espaoles congregados en la referida junta de 1533, hubiesen
opinado del modo que lo hicieron. Fundronse en que si por derecho de
gentes, los infieles pueden tener dominio y jurisdiccin, sin pecado, y
sin que ningn cristiano tenga derecho de quitrselos; sin embargo, como
el Sumo Pontfice es sucesor de San Pedro y vicario de Jesucristo sobre
fieles e infieles, aunque todos no estuviesen al presente bajo la obediencia de la Santa Iglesia, infirese de este poder del Pontfice, que los
infieles, que no tienen ms ley que la natural, si algo hiciesen contra
ella, el Papa, no slo poda lcitamente castigar a los idlatras y gentes
que viven contra esa ley natural, sino que estaba obligado a hacerlo,
privndoles de sus tierras como injustos poseedores, y que en caso de

132\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

no admitir, ni consentir que entre ellos se predicase el Evangelio, el


Papa, hechas las amonestaciones convenientes por personas religiosas,
poda y deba castigarlos, invocando el brazo seglar. Y como los reyes
espaoles haban recibido este poder y facultad de los sumos pontfices,
los telogos que formaron aquella junta dijeron y concluyeron: la guerra
que se hacia los indios, as por concurrir en ellas las cosas referidas, y
ser idlatras, molestos y nocivos los cristianos, y haber muerto muchos de ellos, y que no dejan libremente predicar el Santo Evangelio, y
dilatar nuestra Santa Fe, que es la principal pretension nuestra, y por
los muchos gastos que la Corona Real ha hecho se les podia, y debia
hacer la guerra rigorosa.81
Sin duda que hoy estas razones son ridculas y absurdas; pero en los
siglos XV y XVI tenan tanta fuerza, como la que en nuestros das se da a
la soberana nacional.
La real orden o provisin de Medina del Campo publicada en 1532
para que no se hiciesen ms esclavos indios, dej de cumplirse en muchas
partes, no slo por la infraccin de los castellanos, sino por orden del
mismo emperador. Una de las causas que influyeron en su revocacin
fueron las crueldades de los caribes, pues yendo a la Costa Firme en
1535 dos religiosos franciscanos con el objeto de convertir los indios,
asaltronlos aqullos en unas piraguas, cerca de la Margarita, y los
mataron con 40 cristianos e indios que los acompaaban, de los cuales,
slo escap uno que dio la fatal nueva en la punta de Araya. Esta atrocidad y otros daos que cometieron, obligaron al monarca a mandar a
los religiosos Francisco de Villa Corta, al eclesistico protector de los
indios de la Margarita, al guardin del monasterio de San Francisco de
la Nueva Cdiz en Cubagua, y a los alcaldes ordinarios de aquella ciudad, que como cosa que tanto importaba al servicio de Dios, procurasen
descubrir con toda diligencia los autores de aquellos delitos, y de cmo
se haban perpetrado; y que cerciorados de ello, si los caribes sin querer
or la predicacin del Evangelio, estaban dispuestos a repetir semejantes maldades, declarasen que se les poda hacer guerra; y que declarada
sta, daba licencia a los cristianos, para que se la hiciesen por mar y
tierra, pudiendo esclavizar a los que en ella cogiesen, y herrarlos como
esclavos, con tal que el hierro estuviese en poder del protector de los
indios, para que no se usase mal de l, enviando, adems, cada ao al
Consejo de Indias razn de los que cautivasen y herrasen.82 Ved aqu ya
plenamente revocada en punto a caribes la clebre provisin de Carlos V, expedida en enero de 1532.
Ya por este tiempo y aun poco antes haba sonado de nuevo la enrgica voz de Bartolom de las Casas, que silencioso haba permanecido
algunos aos en el humilde monasterio de la ciudad de Santo Domingo
en La Espaola. Dirigi desde all una carta al Consejo de Indias en
1531, en que penetrada su alma del ms intenso dolor, le dice:

JOS ANTONIO SACO

/133

Porque los que ac bienen mandar, luego se hacen atrevidos,


pierden el temor Dios, la Fe fidelidad su Rey, la vergenza
las gentes, y luego hacen pacto con el Diablo quien dan luego el alma,
porque les deje robar para dejar Mayorazgos, porque veen quel Rey
est lejos su Consejo que los ha de castigar.
Y en otra parte de la misma carta, prorrumpe con apostlica elocuencia, en estas sublimes palabras:
Ya llegan al Cielo los alaridos de tanta sangre humana derramada:
la tierra no puede ya sufrir ser tan regada de sangre de hombres: los
ngeles de la paz, y an el mismo Dios, qreo que ya lloran: los infiernos
slos se alegran.83

Notas
1

Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XIX, cap. II. Herrera, dc. 1, lib. VII, cap. IX.

Tercer Viaje de Cristbal Coln, publicado en el tomo primero de la Coleccin... de


Navarrete.

Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XIX, cap. I.

Herrera, dc. 1, lib. VII, cap. IX.

Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XIX, cap. I. Herrera, dc. 1, lib. VII, cap. IX.

Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XIX, cap. II. Herrera, dc. 1, lib. VII, cap. IX.

Herrera, dc. 1, lib. VII, cap. IX.

Relacin sumaria de la Historia General y Natural de las Indias, compuesta y dirigida


al emperador Carlos V por el capitn Gonzalo Fernndez de Oviedo. Hllase impresa
en el tomo primero de la Coleccin de los Historiadores Primitivos de las Indias Occidentales, por Andrs Gonzlez Barcia.

Francisco Lpez de Gomara, Historia de las Indias, cap. CXVIII.

10 Relacin sumaria de Oviedo acabada de citar.


11 Las Casas, Brevsima Relacin de la Destruccin de las Indias, captulo de la Costa de
las Perlas y de Para, etc.
12 Muoz, Colec., tom. LXXVIII.
13 Herrera, dc. 3, lib., II, cap. V.
14 Herrera, dc. 4, libro, VI, cap. XII.
15 Herrera, dc. 4, lib. VI, cap. XII.
16 Herrera, dc. 5, lib. VI, cap. XV; libro IX, cap. VII, y lib. X, cap. XVI.
17 Herrera, dc. 1, lib. VIII, cap. XI.
18 Herrera, dc. 1, lib. IX, cap. XIV. Oviedo se equivoca cuando dice que esto fue en 1516.
(Historia [...] de las Indias, lib. XIX, cap. III.)
19 Brevsima Relacin de la Destruccin de las India, por fray Bartolom de las Casas.
20 Herrera, dc. 1, lib. IX, cap. XV.

134\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

21 Herrera, dc. 2, lib. III, cap. VII.


22 Herrera, dc. 2, lib. III, cap. VII.
23 Herrera, dc. 3, lib. II, cap. III.
24 Las Casas, Historia General de las Indias, libro III, cap. CLVI.
25 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XIX, cap. II.
26 Herrera, dc. 3, lib. II, cap. IV.
27 Gomara, Historia de las Indias, cap. LXXVI, en Barcia, tomo II. Las Casas, Historia
General de las Indias, cap. CLVI del lib. III. Herrera, dc. 2, lib. IX, cap. VIII y IX. Oviedo,
Historia (...) de las Indias, lib. XIX, cap. III. Este ltimo autor narra esos sucesos con
tanta parcialidad y mala fe, que ningn hombre amante de la verdad puede leerlos sin
indignacin, pues falsifica con descaro la historia, callando intencionalmente los hechos
que debiera mencionar.
28 Herrera, dc. 2, lib. IX, cap. VIII, IX. y XVI.
29 Pedro Mrtir de Anglera, Epstola 608.
30 Herrera, dc. 8, lib. I, cap. XIV.
31 Las Casas, Historia General de las Indias, M.S., lib. III, cap. CXXXII.
32 Parecer annimo dirigido a S.A. en 1516 sobre los daos que padecen las cuatro islas
Espaola, Cuba, Jamaica y San Juan. M.S. Archivo de Simancas (Descubrimientos y
Pobladores. Legajo 7). Vase el Cedulario de la isla de Cuba coleccionado por Domingo del Monte.
33 Herrera, dc. 2, lib. II, cap. XX.
34 Herrera, dc. 3, lib. VI, cap. XIV.
35 Las Casas, Historia General de las Indias, lib. III, cap. CLIV.
36 Las Casas, Historia General de las Indias, lib. III, cap. CXXXVIII.
37 Las Casas, Historia General de las Indias, M.S., lib. III, cap. CXXXIII.
38 Las Casas, Historia General de las Indias, M.S., lib. III, cap. CXXXIII.
39 Las Casas, Historia General de las Indias, lib. III, cap. CXXXIII.
40 Herrera, dc. 2, lib. IV, cap. II.
41 Del papel presentado por los predicadores hablar en otra parte de esta Historia, porque menos trataba de la esclavitud de los indios que de su repartimiento o encomiendas.
42 Herrera, dc. 2, lib. IV, cap. III.
43 Oviedo, movido y patrocinado por el perverso obispo Fonseca, present entonces un
Memorial contra el asiento de Las Casas; y de aqu result la controversia que ste
refiere en el captulo CXXXVIII y siguientes de la tercera parte de su Historia General de
las Indias. Siento que los lmites de esta obra no me permitan entrar en el examen de
las razones alegadas por Las Casas; pero s dir que Oviedo fue en general apasionado
e injusto con su respetable y virtuoso antagonista.
44 Vida de Fray Bartolom de las Casas, por don Manuel Jos Quintana.
45 Este documento se halla en la Coleccin indita..., de Muoz, quien lo tom del libro de
provisiones y cdulas de Paria desde 1520 hasta 1554, del Archivo de Contratacin
de Cdiz. De ah lo sac Quintana para publicarlo por apndice en la interesante vida de
Las Casas que escribi.
46 Herrera, dc. 2, lib. IX, cap. IX.
47 Herrera, dc. 2, lib. XI, cap. IX.

JOS ANTONIO SACO

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48 Herrera, dc. 2, lib. IX, cap. XVI.


49 Herrera, dc. 3, lib. II, cap. III.
50 Las Casas, Historia General de las Indias, M.S., cap. CLVI.
51 Las Casas, Historia General de las Indias, lib. III, cap. CLVII.
52 Herrera, dc. 3, lib. II, cap. III.
53 Herrera, dc. 3, lib. II, cap. III.
54 Herrera, dc. 3, lib. II, cap. V.
55 Quintana, Vida de Fray Bartolom de las Casas.
56 Un Padre llamado fray Domingo de Betanzos, religioso en virtud y religin sealado,
ste le di muchos tientos que fuese fraile. (Las Casas, Historia General de las Indias,
lib. III, cap. CLIX.)
57 Herrera, dc. 3, lib. II, cap. V, y lib. IV, cap. X.
58 Lpez Gomara, Historia General de las Indias, cap.
cap. V.

LXXVIII.

Herrera, dc. 3, lib. II,

59 Relacin de Miguel Castellanos, tomada de la Coleccin... de Muoz.


60 Herrera, dc. 3, lib. I, cap. XIV.
61 Herrera, dc. 3, lib. VII, cap. II.
62 Herrera, dc. 6, lib. V, cap. VIII.
63 Herrera, dc. 4, lib. VII, cap. VI.
64 Herrera, dc. 3, lib. VI, cap. I.
65 Provisin Real sobre el buen tratamiento de los indios, fecha en Granada a 17 de Noviembre de 1526. De este documento se insert una copia en la confirmacin de la capitulacin del licenciado Villalobos con el gobierno en 1527; y tambin en la capitulacin
de ciertos alemanes en 1528, lo cual existe en el Archivo de Simancas. Esta provisin
publicose al fin en Madrid, en la Coleccin de Documentos Inditos para la Historia de
Espaa, tomo I, nmero 2, perteneciente a noviembre de 1841. Debo advertir que esta
publicacin difiere en algunos pasajes de las dos copias que acabo de mencionar.
66 Herrera, dc. 3, lib. X, cap. XI.
67 Fray Antonio de Remesal, Historia de la Provincia de Chiapa y Guatemala, lib. IV,
cap. X, 4.
68 Herrera, dc. 4, lib. v, cap. IX.
69 Correspondencia oficial de las autoridades de Puerto Rico. (Muoz, Colec., tomo LXXVIII.)
70 Vasco de Puga, Provisiones, Cdulas Instrucciones de su Magestad: Ordenanzas de
difuntos y Audiencia, para la buena expedicin de los negocios, y administracin de
justicia: y governacion desta Nueva Espaa: y para el buen tratamiento y conservacion
de los indios, desde el ao 1525 hasta este presente de 1563. En Mjico en casa de
Pedro Ocharte, 1563.
71 Al emperador Episcopus Santi Dominice. De Santo Domingo a 11 de Agosto de 1531.
72 Herrera, dc. 4, lib. X, cap. V.
73 Carta a la emperatriz de los oficiales reales Francisco Manuel de Laudo, Baltazar de
Castro, Manuel Equiluz y Juan de Lapuente, fecha en Puerto Rico a 2 de junio de 1532.
(Muoz, Colec.)
74 Herrera, dc. 4, lib. X, cap. VII.

136\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

75 Herrera, en la dcada 5, libro II, captulo I, supone que este asiento se ajust en 1532,
pero en la dcada 4, libro VI, captulo XI, refirindose a los acontecimientos de 1531, dice
que Antonio Sedeo tena ya a la isla de la Trinidad bajo su gobierno.
76 Testimonio autntico de como en la carabela nombrada Trinidad, de Antonio Sedeo
gobernador de la Trinidad en 15 de Noviembre de 1530, estando en el puerto del
Aquiribano Tucipiari en el golfo de Paria. (Muoz, Colec.)
77 Muoz, Colec., tom. LXXIX.
78 Herrera, dc. 5, lib. II, cap. I.
79 Sane Hiberniam et omnes insulas, quibus sol justiciae Christus illuxit... ad jus. S. Petri
et sacrosanctae Romanae ecclesiae non est dubium pertinere. [Chart. Adriani. Leg.
Sax. 349.] Omnes insulae de jure antigvo, ex Donatione Constantini, qui eam fundavit
et dotavit dicuntur ad ecclesiam Romanain pertinere. [Joan Saris. Metalog. IV. 42.]
Keating pretende que los prncipes irlandeses dieron en 1092 la soberana de la isla al
papa Urbano II, por enemistad a Donchad OBrian, rey de Munster; pero Donchad fue
expulsado en 1047, y los irlandeses en su Memorial a Juan XXII, no admiten que sus
monarcas reconocieron jams un superior en lo temporal antes de la invasin inglesa.
Ford, XIL 26. Vase la historia de Inglaterra por Lingard, tomo I, captulo XII.
80 La primera de esas bulas insertola en latn Navarrete en su Coleccin de Viajes y Descubrimientos, etc., tomo II, nmero 17, pgina 23; y tambin la segunda a continuacin
acompaada de la traduccin castellana que public don Juan de Solrzano en su Poltica Indiana, libro VII, captulo X.
81 Herrera, dc. 5, lib. V, cap. VII.
82 Herrera, dc. 5, lib. IX, cap. XI.
83 Carta de Fray Bartolom de las Casas al Consejo de las Indias en 1531. (Muoz,
Colec.)

Libro Sexto
PRO
VINCIAS DE PARIA, CUMAN, VENEZUELA
PROVINCIAS
TA
Y SANT
A MAR
SANTA
MART

Cuando pasaban las cosas en el anterior captulo narradas, ya Espaa haba descubierto y colonizado gran parte del continente. Las regiones comprendidas entre las bocas de las Amazonas y la provincia de
Cartagena, no fueron, por cierto, las primeramente colonizadas; pero
como desde su descubrimiento fueron asaltadas por los castellanos para
coger oro, perlas y esclavos, y stos se sacaron de ellas sin interrupcin
durante la mitad del siglo XVI, forzoso es, para no cortar el hilo de los
acontecimientos, tratar de esos pases antes que de otros que fueron
primero colonizados.
De 1521 a 1530 ajustronse diversos asientos con el gobierno para
pacificar y poblar las provincias de Paria, Cuman, Venezuela y Guayra,
llamada despus Santa Marta por los espaoles.
Empezando por la ms oriental, vemos que Diego de Ordaz, uno de
los famosos capitanes de Hernando Corts, hizo asiento con el gobierno
en 1530 para conquistar y poblar las tierras que se tienden desde las
bocas de las Amazonas, sin tocar en nada a la dominacin portuguesa,
hasta el lmite occidental de la tierra que entonces se llamaba provincia
de Paria. Preparado su armamento, sali de Sevilla a principios del
siguiente ao, en el que lleg de su gobernacin, llevando por alcalde
mayor al licenciado Gil Gonzlez Dvila, por veedor de fundiciones a
Hernando Sarmiento, por tesorero a Jernimo Ortal y por contador a
Hernando de Carrizo.1
Por un artculo de su capitulacin con el gobierno permitisele hacer
la guerra a los caribes de la provincia de Paria con provisin de la Audiencia de La Espaola, encargndosele al mismo tiempo la conversin
y libertad de los indios pacficos; pero olvidndose de sus instrucciones,
empez a esclavizar violentamente, y a chocar con Antonio Sedeo, que
por tener la gobernacin de la isla de la Trinidad, haba construido una
casa fuerte en las tierras del cacique Uripari, en el vecino continente.2

138\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

La muerte priv en breve de su gobernacin a Diego de Ordaz, y


para sucederle en el mando de Paria nombr el rey en 1533 al tesorero
Jernimo de Ortal, con las mismas instrucciones que su antecesor;3 pero
desprecindolas ste, como era costumbre en casi todos los gobernantes, empez a desolar aquel pas.
Francisco Castellanos, nico oficial real que en propiedad exista
entonces en la Margarita, porque los otros eran sustitutos, escribi al
emperador desde aquella isla en 12 de julio de 1535, noticindole que
Ortal haba partido de ella y ocasionado graves daos en la provincia de
Paria, con la muchedumbre de esclavos que haba llevado a vender a la
Margarita y a otras partes. Esos indios eran amigos y guardaban de
caribes las fronteras. Atemorizados los que de entre aqullos no cogi,
huyronse a tierras lejanas, quedando despoblada la provincia. Castellanos prosigue en su carta: Creemos lo hizo porque ciertos indios le
mataron tres cristianos, y no fuera justo que por seis indios culpados,
que lo pagasen 10 000. Ha sido gran dao para esta isla Margarita que
estamos en buena contratacin con ellos; y si alguno de las pesqueras
se hua, no volvan.4
Los oficiales reales de la ciudad de la Nueva Cdiz en Cubagua, dijeron al emperador en carta de 5 de mayo de 1536, que Ortal iba quemando pueblos para que Antonio Sedeo no pudiese seguirle por falta del
mantenimiento, y que haba herrado como esclavos tantos indios que
haba acabado de hacer la tierra de guerra.5
De las maldades que segua cometiendo Ortal, quejose tambin al
emperador la ciudad de Nueva Cdiz, y de la carta que ella le dirigi en
27 de febrero de 1537, tomo los siguientes fragmentos:
Despues que Ortal vino desbaratado de Paria con cierta gente, se
entr en la Provincia de Cumanagoto y Rio de Neveri herrando indios,
so color de ir de descubrir Meta siendo jurisdiccion desta Ciudad.
Tom adems ciertos caballos y gente de Sedeo que venia con 400
500 hombres al mismo descubrimiento. ste asent Real en Maracapana,
Neveri, y Cumanagoto de est h ms de un ao destruyendo la tierra,
cativando indios, y envindolos de 400 en 400 San Juan (Puerto Rico)
sin herrar ni examinar, y haciendo otras vejaciones indios que esta
Ciudad tena de paz, y los vecinos della quando van por mantenimientos y rescatar esclavos; tmanselos, hacen justicia &. sin que lo podamos estorvar.6
La criminal conducta de Ortal, y tambin de su antagonista Sedeo,
que muri en Venezuela en 1538, confirmada por la comunicacin que el
licenciado Francisco de Castaeda, juez de residencia y de cuentas para
la isla de Cubagua, hizo al emperador desde Santo Domingo en 22 de
julio de 1539, pues en ella le deca, que cuando l lleg a Cubagua, hall
que todos los indios de la costa y del interior de Tierra Firme estaban

JOS ANTONIO SACO

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alzados por las crueldades que con ellos haban cometido Ortal, que fue
el primero que entr all, y despus Sedeo: que ambos esclavizaron
muchos indios libres, exportndolos para otros pases: que slo encontr de paz un cacique de Maracapana; pero que ya haba logrado pacificar la costa hasta el ro de Onare.7
Esas costas como otras ms al oriente y al poniente que haban sido
teatro de pirticas incursiones, continuaron sindolo en aos posteriores. En una informacin sobre el estado de varias gobernaciones de
Indias, hecha en Sevilla por mandado del licenciado Gregorio Lpez,
visitador de la Casa de la Contratacin, en cumplimiento de real cdula
expedida al intento, depusieron varios testigos, y entre otros es digno
de atencin lo que declar en 20 de junio de 1543 el clrigo bachiller
Luis Morales.
Mas, para bien comprender su testimonio, necesario es decir antes,
quin fue don Sebastin Ramrez de Fuenleal. Fue ste uno de los hombres ms dignos y honrados que pasaron al Nuevo Mundo, obispo de la
Concepcin en La Espaola, fue nombrado en 1528 presidente de
la Audiencia de aquella isla.8 Dironsele particulares instrucciones sobre el buen tratamiento de los indios; encargsele que impidiese los abusos que se cometan en hacer esclavos a los libres, no slo en las islas, sino
en Nueva Espaa, y que se informase tambin del hierro con que se marcaba a los indios esclavizados.9 Vengamos ahora al testigo Morales.
Haba ste residido 18 aos en diferentes pases de Amrica y de 10
a 12 en Santo Domingo como beneficiado. Dice que all, a ttulo de
naborias, se servan de los indios como esclavos; pero que don Sebastin
Ramrez los dio por libres para que sirviesen do quisiesen y a quien
mejor les pagase, hizo un pueblo de ellos con su trmino, tierras y un
clrigo, aunque puso uno u otro en personas honradas y de buena vida.
Declara que de toda la costa de Maracapana hasta Venezuela y de otras
provincias se llevaban a La Espaola muchos indios herrados con el
hierro del rey, donde se vendan pblicamente en cambio de ropas y
otros artculos. Al ver la cantidad de indios introducidos y que las costas
de Tierra Firme se despoblaban, la Audiencia mand cesar ese trfico;
mas, a pedimento de la ciudad de Santo Domingo, necesitada de esclavos para sus haciendas, diose licencia por los aos de 1533 a 1535 a ciertas carabelas para que fuesen con su capitn, veedor y tesorero con
instruccin que les obligaba a hacer sus requerimientos a los indios, a
esperar cierto tiempo la deliberacin de stos, y a cumplir con las dems formalidades que estaban mandadas. Este testigo fue enviado para
que viese como se haca, y vio que los espaoles andaban a caza de
indios, y cogido alguno con amenazas le obligaban a que les mostrase su
pueblo en el cual se echaban a media noche, tomaban la gente, y robaban cuanto oro, plata, etc. haba. Ni serva que los indios de algn pue-

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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

blo los recibiesen de paz, y les diesen mantenimientos, porque con engaos les hacan entrar en las carabelas y hacanlos cautivos. Hincheron
asi las carabelas. Por ceremonia hacian los requerimientos los indios,
teniendolos atados bajo cubierta y hacian que el escribano diese fee de
haverse hecho. Porque el deponente no quera firmar las diligencias hubo
de haber un motin, y firm forzado. Decian que iban ganar de comer
como quiera que fuese. Ni los indios pudieran entender tal requerimiento
aunque estuviera en su lengua, que ni conocer Dios, Papa ni Rey. Vista
mi relacion mand la Audiencia volver todos los indios sus naturalezas
costa de Capitan y armadores; pero sin efecto, pues luego hubo concierto que se depositasen sirviesen por seis aos fuesen libres. No
cree este testimonio que se acordaran dellos pasado ese tiempo.
Uno de los puntos de donde entonces salan ms expediciones para
saltear indios, era la Margarita, isla que Bartolom de las Casas llam
una ladronera; y todava en 1544 arribaban a La Espaola naves cargadas de indios esclavizados en las tierras de Paria y Cuman.10
De las atrocidades que se cometan en Cuman, hcenos una relacin dolorosa un italiano, llamado Jernimo Benzoni, natural de Miln,
que embarcndose en Cdiz en 1541, a la edad de 22 aos, anduvo ms
de 14 viajando por las Antillas y el nuevo continente. Public en italiano
una historia del Nuevo Mundo, la que tradujo en buen latn e ilustr con
notas el ingls Urbano Calveton, y que despus insert Teodoro de Bry
en su famosa Coleccin adornada de lminas.
Cubagua fue el primer punto a donde lleg Benzoni; y como su objeto no slo era conocer el Nuevo Mundo, sino hacer fortuna,11 acept la
invitacin que le hizo el gobernador de aquella isla, para que formase
parte de la expedicin que haba de salir para una provincia del interior,
llamada El Dorado. Poco despus arrib tambin a Cubagua, Pedro de
Herrera, gobernador de la Margarita, con dos bergantines y 30 espaoles, para pasar a la Tierra Firme y esclavizar indios. Puestos de acuerdo
aquellos dos jefes, Benzoni los acompa en su criminal empresa.
Desembarcaron en la boca del ro Cuman en el mismo sitio donde
estuvo el destruido monasterio de los franciscanos; y tirando de all hacia el oriente a lo largo de la costa del golfo de Cariaco, valironse de
algunos indios principales, tristes restos de la antigua poblacin, quienes
por una camisa, por un cuchillo, un poco de vino, u otra bagatela, dieron
a los espaoles, guas que los condujesen a la tierra de indios enemigos.
De este modo, asaltndolos ms de noche que de da, cogieron ms de
300 indios, hombres, mujeres, muchachos y nios.12 Con esta presa tornaron al punto de su salida, encaminndose pocos das despus al pueblo de Maracapana, que era una guarida de 400 piratas espaoles para
saltear indios en aquellas tierras. Estando all, Benzoni vio llegar una
expedicin con ms de 4 000 esclavos procedentes de largas distancias,

JOS ANTONIO SACO

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y la impresin que tan triste espectculo produjo en su alma, descrbela


en estos trminos:
Mientras que estbamos en este lugar [Maracapana] lleg a l el
capitan Pedro de Cdiz, con ms de 4 000 esclavos, habiendo cogido
muchos ms; pero as por falta de sustento, y por las fatigas y trabajos,
como por el dolor de abandonar su patria, sus padres, madres e hijuelos, haban ya muerto en el viaje; y si algunos no podan andar, para que
no quedasen detrs a hacer la guerra, los espaoles los mataban clavndoles las espadas en los costados y en el pecho. Causaba verdaderamente gran compasin ver conducir a esas criaturas miserables, desnudas,
cansadas, estropeadas: debilitadas por el hambre y enfermas. Las infelices madres, con dos y tres hijuelos a las espaldas y al pescuezo, anegadas y afligidas en llanto de dolor: todos, todos atados con cuerdas y
cadenas de hierro al cuello, brazos y manos, sin haber una sola doncella
que no hubiese sido violada por los ladrones, y a fuerza de tanta lascivia,
haba espaoles tales que todos quedaban arruinados o desainados.13
Ao memorable en la historia del Nuevo Mundo fue el de 1542, pues
entonces se hicieron unas leyes que se llamaron Nuevas, de cuyo origen
y consecuencias tratar ampliamente en otra parte de esta obra. Pero
como entre esas leyes hubo dos, la 21 y la 23, que se referan a la esclavitud, debo insertarlas aqu por ser ste su propio lugar.
La 21 que prohiba que en adelante se hiciesen nuevos esclavos, dice
as:
Ordenamos y mandamos que de aqu adelante por ninguna causa
de guerra ni otra alguna aunque sea s ttulo de rebelion, ni por rescate
ni de otra manera no se pueda hazer esclavo Indio alguno: y queremos
que sean tratados como vasallos nuestros de la Corona de Castillas,
pues lo son.
La 23 orden que se pusiesen en libertad a todos los esclavos, cuyos
amos no presentasen justo ttulo para poseerlos. He aqu sus palabras:
Como avemos mandado proveer que de aqu adelante por ninguna
va se hagan los indios esclavos ans en los que hasta aqu se han hecho
contra razon y derecho, y contra las provisiones instrucciones dadas.
Ordenamos y mandamos que las Audiencias, llamadas las partes sin
tela de juicio sumaria y brevemente sola la verdad sabida los pongan en
libertad si las personas que los tuvieren por esclavos no mostraren ttulo como los tienen y poseen legtimamente. Y porque a falta de personas
que soliciten lo susodicho los indios no queden por esclavos injustamente. Mandamos que las Audiencias pongan personas que sigan por los
indios esta causa, y se paguen de penas de Cmara y sean hombres de
confianza y diligencia.
Las Nuevas Leyes fueron extensivas a todos los pases que Espaa
posea en el Nuevo Mundo, y para su mejor ejecucin nombr el gobierno diferentes comisionados.

142\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

A la Costa de las Perlas y a Venezuela cupo la suerte de que fuese


enviado el licenciado Luis Cerrato, uno de los hombres ms benemritos que en aquellos tiempos pasaron al Nuevo Mundo. Este digno magistrado no ocult al gobierno la dificultad de la empresa, pues francamente dijo al emperador desde Santo Domingo en 1545:
Es negocio este muy trabajoso y odioso. Examinar de donde y como
vinieron, imposible. No hay ms razn, ni ttulos que estar herrados, y
la compra y posesin.14
Pero como el emperador estaba ausente, su hijo el prncipe don Felipe, contest en calidad de gobernador de Espaa, que desde luego se
pusiesen en libertad todas las mujeres y los nios menores de 14 aos.
Respecto de los dems mand que si el poseedor no probaba que los
esclavos fueron habidos en justa guerra y en que precedieron los requisitos y diligencias establecidos, se diesen por libres, aunque estuviesen
herrados y los amos presentasen cartas de compra. Por ltimo, orden
que si los libertados eran de los que constase haberse pagado un quinto
al rey, se abonase de la Real Hacienda.15
Las Nuevas Leyes se ejecutaron en las islas de La Espaola y Cuba.
En la primera dio el licenciado Cerrato libertad a los indios esclavizados,16 nmero que algunos elevan a 6 000, no indgenas, pues que stos
estaban ya muy reducidos, sino los importados de otros pases. Lo mismo se hizo en la segunda, no obstante de haber sido comprados, herrados con el hierro del rey, y de haberse pagado el quinto de almojarifazgo.
Esta determinacin que el licenciado Chvez calific de destructora de
Cuba,17 ocasion all, como en las dems regiones del Nuevo Mundo, las
ms graves turbulencias: turbulencias que forzaron al gobierno a suspender y revocar las Nuevas Leyes. Continuose, pues, haciendo nuevos
esclavos y los salteados en las costas de las Perlas vendanse en muchas
de las islas y hasta en Espaa. As lo afirma el mismo licenciado Cerrato
en una comunicacin al gobierno a fines de 1547.
Contra el mandado de Vuestra Magestad se sacan indios, especialmente mujeres, y se venden pblicamente en Sevilla, y de d llevan
muchos es de Tierra Firme d se venden en almoneda. De consentirlo
en Sevilla nace el atrevimiento de aqu.18
Que no ces el trfico de esclavos indios en Amrica, prubalo evidentemente la Real Cdula de 1544, pregonada en Sevilla, por la cual se
repiti la prohibicin de herrar esclavos indios.19
Saliendo de las provincias de Paria y Cuman entremos en la de Venezuela, cuyos lmites eran entonces muy diferentes de los que despus
se le dieron.
En 1526, Juan de Ampues, factor de La Espaola, pidi a la Audiencia de ella licencia para poblar las islas de Orava, Curac y Uninore
situadas a 14 leguas de la costa firme, frente a los parajes de Coquibacoa

JOS ANTONIO SACO

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y Gachoa.20 Obtenido aquel permiso bajo de ciertas condiciones, fuele


confirmado por el gobierno. En 1527, la Audiencia de La Espaola
nombrole capitn de la Tierra de Coro, que los indios llamaban Coriano.
Lleg a ella en dicho ao, con 60 hombres y diose tan buena maa, que
ganndose la amistad del cacique Manaure, seor de toda aquella comarca, pudo poblar a Coro.21
Todos los asientos hasta aqu ajustados para poblar en el Nuevo
Mundo, haban sido con espaoles; pero esta prctica se interrumpi
en 1528.
Desde el principio del descubrimiento cerrose la puerta para que a
l pasasen, no ya los extranjeros, pero aun los mismos espaoles que no
pertenecan a los reinos de Castilla y de Len, pues habindose hecho
aquel descubrimiento a nombre y expensas de doa Isabel, soberana de
aquellas dos coronas, excluidos quedaron los sbditos de la de Aragn
de que era rey don Fernando, su marido.
Por eso fue necesario un permiso especial para que algunos aragoneses pasasen al Nuevo Mundo; y tal fue el que se concedi en 17 de
noviembre de 1504 a Juan Snchez de la Tesorera y natural de Zaragoza y vecino de Sevilla, para que pudiese llevar a la isla Espaola las
mercaderas y otras cosas que eran permitidas a los naturales de
Castilla.22
A veces, tambin se levant esa prohibicin en favor de algunos extranjeros, y en 6 de septiembre de 1513 dio el rey licencia en Madrid a
Agustn de Vivaldo y Nicasio de Grimaldo, mercaderes genoveses residentes en la corte, para que no obstante su calidad de extranjeros, pudiesen comerciar en Indias por s o por sus factores.23
Las ideas de algunos empleados y vecinos de La Espaola eran ms
liberales que las del gobierno de la metrpoli. El licenciado Alonso de
Zuazo,24 juez de residencia en aquella isla, pidi que se diese libre entrada a los extranjeros en ella y lo mismo pidieron tambin los padres
jernimos,25 all residentes.
Los procuradores de las ciudades y villas de La Espaola reunidos
en Santo Domingo su capital, en abril de 1518, pidieron igualmente al
gobierno que no slo se diese libertad general de comercio en todos los
puertos de Espaa e Indias, aun a extranjeros pagando sus derechos,
sino que a todos ellos se les permitiese avecindarse en esa isla, excepto
genoveses y franceses; pero el gobierno jams abri la mano en asunto
tan importante; bien que las circunstancias particulares en que entonces se hallaba Espaa, modificaron algn tanto las primitivas ideas de
su poltica exclusiva.
Con la muerte de los Reyes Catlicos subi al trono su nieto don
Carlos, quien revocando la prohibicin de su abuela doa Isabel, dio
licencia general en 1526, para que todos los sbditos de reinos y seo-

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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

ros de sus coronas en Espaa, y todo lo dems de su vasto imperio,


pudiesen pasar al Nuevo Mundo, establecindose y traficando en l como
lo hacan los naturales de la Corona de Castilla y de Len.26 Empero, no
se crea que por esta concesin el Gobierno espaol renunciase a su poltica exclusiva, pues procur mantenerla con tanta fuerza, que en aos
posteriores lleg a imponer hasta la pena de muerte a los extranjeros
que sin su licencia traficasen en sus dominios de Amrica.27
Aun antes de la licencia general concedida por Carlos V en 1526,
sentase en la corte la influencia extranjera, ya por el origen del monarca, ya por el de los ministros que con l entraron en Espaa, ya, en fin,
por los auxilios que algunos extranjeros le proporcionaban para sus
guerras.
Los alemanes Ambrosio Alfinger y Bartolom Sayller, en nombre de
la compaa de los Belzares, sus principales, ofrecironse a conquistar
y poblar la provincia y golfo de Venezuela, pas del que se prometan
sacar grandes provechos por las ricas minas de oro que encerraba.
Ajustose, en efecto, asiento con ellos en 1528 y sealseles por lmites
de su gobernacin hacia el oriente el cabo de la Codera, y hacia el occidente el cabo de la Vela, que parta trminos con la provincia de Santa
Marta; y de norte a sur, las tierras comprendidas de mar a mar con
todas las islas de la costa septentrional, excepto las que estaban encomendadas a Juan de Ampues.28
De las condiciones pactadas con los Belzares, una fue, que ellos, ya
por s, ya por sus agentes Ambrosio Alfinger y Enrique Cinquer, pudiesen conquistar y poblar en Venezuela: otra, que no slo pudiesen tomar
por esclavos los indios rebeldes, que siendo amonestados y requeridos
segn estaba mandado, no quisiesen obedecer, sino comprar esclavos
de los indios de la tierra, con tal que verdaderamente lo fuesen, y con
intervencin de los religiosos y oficiales reales, pagando de ellos al rey
la cuarta parte.
Para impedir las violencias que pudieran cometerse, diose al padre
Antonio Montesino, fraile dominico, el ttulo de protector y defensor de
los indios en la gobernacin de los alemanes, encargndole su conversin y buen tratamiento;29 pero los alemanes portronse mal desde el
principio, pues no teniendo otra mira que su provecho, empezaron a
robar y esclavizar a los indios, sin hacer caso de clrigos ni religiosos.
De tal conducta quejronse en 1530 los oficiales reales que ya haba en
Venezuela;30 mas, hicironlo, no por amor a la justicia, sino porque no
podan participar del botn.
Para no caer en graves errores, debo advertir aqu que si mientras
dur el asiento de los Belzares, los gobernadores de Venezuela fueron
siempre alemanes, la gente que a sus rdenes tenan, y con la que hicieron sus entradas en tierra, fueron todos espaoles. Ambrosio Alfinger,

JOS ANTONIO SACO

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teniente de los Belzares, sali de Coro en 1529 con una expedicin en


pos de oro: anduvo tres aos en sus largas correras, y al tornar a Coro,
muri en el camino, vctima de una flecha envenenada.31
Ocurrieron en esa entrada algunos incidentes horrorosos, que aunque raros, ya se haban visto en otras partes. Mand Alfinger al capitn
igo de Vazcua con otros espaoles a sus rdenes, que tornasen a la
ciudad de Coro con cierta cantidad de oro que haba cogido. Grandes
trabajos pasaron estos castellanos, y algunos de los que se rezagaron en
la marcha, vironse forzados del hambre a matar un indio y a comrselo,
llevando consigo alguno de sus pedazos para que de alimento les sirviesen por algunos das. Lo mismo hicieron en otras dos ocasiones con un
muchacho y un hombre indios.32
Largas correras hizo tambin Jorge Espira, sucesor de Alfinger;
pero ni ste ni aqul pudieron hacer entonces todos los esclavos que
deseaban, ya porque a veces encontraban indios que valerosamente se
defendan, ya porque teniendo que correr centenares de leguas en diferentes direcciones en busca del oro que tanto ansiaban, ni era fcil
custodiarlos para que no se les escapasen, ni posible alimentarlos, cuando ellos mismos frecuentemente carecan aun de lo ms necesario para
la vida. A fin de tener los jefes alemanes ms expeditos a los espaoles, para llevarlos ac y all, a coger oro y esclavos, ni repartieron las
tierras de su gobernacin como se les haba mandado, ni menos trataron de poblar a Venezuela, pues oro y esclavos era lo nico por que
suspiraban.33
Las Casas dice que los alemanes no hicieron otra cosa durante muchos aos, sino hacer esclavos en aquella regin, embarcndolos en
muchas naves que al intento tenan y vendindolos en otras partes.34
El cronista Antonio de Herrera, censurando con razn la mala conducta de los alemanes,35 atribyela a su calidad de extranjeros; mas,
acaso portronse mejor que ellos los espaoles en sus conquistas? No
hubo, por el contrario, muchos de stos ms crueles con los indios que
los alemanes? Bien se conoce que Herrera, cerrando los ojos a la evidencia y olvidndose de todo lo que haba escrito en sus mismas dcadas, dejose arrastrar de un sentimiento de parcial nacionalismo.
Imposible es averiguar el nmero de indios esclavizados por la compaa alemana. Lo nico exacto que sabemos, es que de 1529 a 1534
condenronse por esclavos en aquella gobernacin 1 005 indios de ambos sexos, y que el valor del quinto que toc al rey, ascendi a 1 499
pesos, 1 tomn y 11 granos.36
De esto aparece, que en el referido quinquenio esclavizronse en
ao comn 201 indios, y tomando en nmero redondo la cantidad de 1
499 pesos que como quinto toc al rey, resulta que el valor de cada esclavo fue por trmino medio de 7 pesos... Pero es cierto que los indios

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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

esclavizados en aquellos cinco aos fueron 1 005 solamente? Yo no lo


creo, porque sabido es que los gobernadores y empleados, as en Venezuela como en otras partes del Nuevo Mundo, robaban escandalosamente a la Real Hacienda; y que si elevo al duplo en cada ao el nmero
de indios esclavizados, en vez de exagerarlo, me quedo muy corto.
Don Rodrigo de Bastidas, den de la Catedral de la ciudad de Santo
Domingo, fue el primer obispo nombrado para Venezuela, con el cargo
de protector de los indios en aquella gobernacin, de la que era Coro su
cabecera.
Ese prelado dirigi al emperador algunas cartas interesantes, exponindole la situacin de aquel pas.
Haba aquel monarca dado licencia para llevar a La Espaola indios
de Tierra Firme, pero no de las partes donde haba gobernadores. Salieron de aquella isla tres carabelas, dirigironse a la gobernacin de los
Belzares que estaba de paz, y tornaron a La Espaola con 500 esclavos.
Bastidas, que se hallaba en Santo Domingo, reclam ante aquella Audiencia como obispo y protector de los indios de Venezuela; mas, lo nico
que consigui, fue que se vendiesen en 6 castellanos cada uno, no como
esclavos, sino como naborias, obligados a servir seis aos; es decir, a
soportar una esclavitud disfrazada.37
En otra carta de principios del ao de 1535 dcele que el gobernador
y los castellanos de Venezuela opriman a los indios, por cuya causa haban disminuido mucho, y que si no quera destruirlos enteramente era
menester favorecerlos; lo que en justicia deba hacerse, porque todos
los que l haba visto, eran muy buena gente y dispuestos para imprimir
en ellos cualquiera virtud por buenos tratamientos, y no por los medios
que se empleaban.38
Dos aos despus djole tambin que en punto de hacer esclavos
pasbanse grandsimos trabajos, porque las justicias y el gobernador
de Venezuela siempre obraban a su antojo, sin guardar la forma e instrucciones prescritas por el monarca.39
Por ltimo, en 1538, no vacila en manifestarle respetuosamente, que
sin atreverse a condenar las provisiones reales para que se hiciesen esclavos indios, procurara con sus clrigos disminuir todo el mal que pudiese; pero tiene la franqueza de decirle que mientras los espaoles de
aquella tierra se cebasen con esos indios, no podran tener buen obispo
ni buen gobernador.
Y prosigue con estas palabras:
Los oficiales [reales] que debieran mirar por el bien de la tierra,
son los que ms contratan en indios herrndolos y vendindolos por
esclavos. Es grande mi trabajo en defender estos pobres naturales de
quienes usan como quien vende o contrata bueyes o vacas. Una carabela vino de Cabagua por esta costa, y hizo mucho dao en las islas de

JOS ANTONIO SACO

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Arub y Curazao, y llev de all indios; y en la costa de Tierra Firme 30


leguas deste puerto mas a barlovento, con engaos cautiv un cacique
que era de Paragoachoa, y los llevaron. V.M. mande que los vuelvan a su
costa a su pueblo quien los llev, y que sea castigado el capitn.40
Conformndose con este deseo, mand el emperador que esos indios
fuesen entregados al obispo a costa de quien los haba sacado de su
tierra.
Respecto de los indios de Curazao de que habla Bastidas en su carta,
pidi al emperador que como eran de buena ndole, deban de ponerse
en cabeza de la corona: a lo cual contest el monarca, que el obispo diese
las rdenes que juzgase convenientes para efectuarlo; que les impusiese el tributo que en su concepto deban pagar a la corona, y que de todo
informase al gobierno.41
Tan lamentable era la situacin de Venezuela, que hubo trastornos y
guerras civiles entre los mismos espaoles, y el tirano Juan de Carvajal
fue condenado a muerte por el licenciado Juan Prez de Tolosa, juez de
residencia de aquella gobernacin, cuya sentencia fue ejecutada en Coro
en 1546.42
A Bastidas sucedi otro obispo, y en una comunicacin que ste hizo
al gobierno desde Coro en 1550, le refiere los abusos de las autoridades
de Venezuela contra los indios, la esclavitud que injustamente les imponan los espaoles, y los ultrajes que stos le hacan, porque como protector de los indgenas los amparaba: no pocos dice, no pocos alborotos he pasado y paso, porque como los soldados y justicias son
absolutos en los robar, maltratar y embiar fuera de la tierra, sienten
par de muerte que se les impida, y como todos estn pobres, y la materia de indios todo toca, andan tan desasosegados, que menudo desean que oviese un repiquete de alteracion; porque defiendo los indios,
todos se me van las barbas, y me dicen palabras de gran decomedimiento; y porque jams no se deberguenzen los recibo en paciencia.
Cuenta tambin ese obispo que de la ciudad de Coro sali el alcalde
Miguel de Barrientos, con algunos soldados en busca de cierta gente
que vena de un pueblo, y que para evitar que se hiciese dao a los
naturales, nombrole por su protector; mas, luego que se encontraron
las dos partidas encaminronse juntas a un pueblo de paz y amigo de
los espaoles; robronlos, prendironlos y distribuyronselos entre s
como esclavos.
Del actual gobernador que estaba all a nombre de los Belzares
quejose con razn, pues habiendo ido a la provincia de Maracapana con
algunos soldados, llam de paz [palabras son del obispo] ciertos principales hasta nmero de seis, los quales binieron con muy grand cantidad
de indios naborias, y los dos principales, hizo asar en una barbacoa y

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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

todas sus naborias herr, y bendi trueco de vino, puercos, y ropa a


vecinos de la Margarita....
A otro de esos seis principales que de paz se le present, tvole
preso hasta que le di muchos indios indias que herr como esclavos,
y que tambien fueron vendidos los vecinos de la Margarita por caballos, yeguas, ropas y negros....
Fecho esto se parte para este pueblo de Coro que hay cerca de 300
leguas, y todos los indios y indias de los pueblos que en el camino top
fueron tomados y robados; pensar en ello, y en las muertes que los soldados hicieron, pone espanto.43
Corriendo hacia el occidente llegamos a la tierra de Santa Marta,
que por ser muy rica de oro, los aventureros espaoles saltearon sus
costas desde 1498 para robar a los indios y esclavizar a los que cogan.44
Rodrigo de Bastidas, vecino de la ciudad de Santo Domingo en La
Espaola y padre del obispo de Venezuela, antes citado, se comprometi por asiento ajustado con el gobierno en 15 de diciembre de 1521 a
fundar en ella dentro de dos aos un pueblo de 50 vecinos a lo menos.45
Dironsele, segn Herrera, por lmites de su gobernacin 70 leguas
de largo y ancho, comprendidas entre Cartagena y el ro de el Hacha;46
pero esta delimitacin no es tan clara y precisa como la de Oviedo, quien
le traza por trminos hacia el oriente el cabo de la Vela, y hacia occidente el Ro Grande de la Magdalena que entonces la separaba de la provincia de Cartagena, de norte a sur y se extenda corriendo tierra adentro, no de mar a mar, sino tan slo hasta cierto espacio indeterminado47
por el poco conocimiento que entonces se tena de esos pases.
Como Bastidas andaba remiso en la ejecucin de su asiento, requiriole
el gobierno en 1525 para que lo cumpliese.48 Lleg, pues, a Santa Marta
en dicho ao; pero en vez de declarar la guerra a los indios, procur
tener relaciones amistosas con los de su vecindad, y haciendo muy pronto
una entrada en Bouda, a seis leguas de aquel punto, obtuvo de los naturales una cantidad considerable de oro a trueque de artculos de Castilla.
Queran los espaoles que l les repartiese todo el oro; y como les
dijese que era justo sacar primero los gastos de la armada que los haba
conducido a Santa Marta, amotinronse, y dironle de pualadas, de
cuyas resultas muri a poco tiempo en la isla de Cuba.49
Tal es el relato de Herrera; pero el de Oviedo50 y de Lpez Gomara51
honran ms a Bastidas, pues dicen que en la entrada que hizo hasta el
pueblo de Taybo, donde haba mucho oro, mand so graves penas, que
ningn espaol lo tomase a los indios, porque primero quera pacificar
la tierra que entender en otros intereses.
Oviedo acusa a Bastidas de haber mandado saltear la isla de Codego,
a la entrada de Cartagena, que estaba fuera de su gobernacin, y cogido
all ms de 10 o 12 000 pesos de oro y 500 indios, chicos y grandes de

JOS ANTONIO SACO

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ambos sexos, los cuales fueron vendidos como esclavos en La Espaola


y en otras islas.52
De sentir es, que siendo tan minucioso este historiador aun en cosas
insignificantes, no hubiese mencionado aqu, ni el ao en que este salto
se hizo, ni el nmero de buques que envi Bastidas, ni el nombre de los
capitanes que los mandaban, pues con estas noticias, su aseveracin
cobrara ms fuerza, y se disiparan las dudas que al crtico lector pueden ocurrir. Mas, sea de esto lo que fuere, lo cierto es que Bastidas no
debe confundirse con aquellos feroces conquistadores que tan crueles
fueron con los indios; y las palabras que el virtuoso Bartolom de las
Casas consagr a su memoria, son el ms justo elogio de ese hombre
desgraciado.
Tuve mucha conversacion y amistad con el dicho Rodrigo de
Bastidas, y siempre le cognoci ser para con los indios piadoso, y que de
los que les hacian agravios blasfemaba, tuve concepto dl que cerca dello
andando por all en aquellos tiempos y tratos sera moderado.53
En lugar de Bastidas nombr la Audiencia de La Espaola de gobernador interino de Santa Marta a Pedro de Vadillo, vecino rico de
aquella isla, mientras el emperador otra cosa determinaba; mas, fue
relevado en 1528 por Garca de Lerma, criado que haba sido del almirante don Diego Coln y que al ao siguiente se present en Santa Marta con real despacho de gobernador.54
Como los castellanos residentes en esa provincia haban tomado algunos indios, diciendo que eran esclavos, el rey encarg a Lerma que
averiguase si eran tales, y que en caso contrario, los tornase a los puntos de donde se les haba sacado a costa de sus introductores en Santa
Marta. Para refrenar la codicia de los pobladores, nombrose en ese mismo ao de protector de los indios en aquella provincia al religioso dominicano fray Toms Ortiz, encargndosele que pusiese particular cuidado en su conversin, y que se informase de los que haban sido
injustamente esclavizados, para que les restituyese su libertad.55
Si Lerma cumpli sobre este punto las rdenes del gobierno, cosa es
de la que no encuentro noticia alguna en la historia; pero no vacilo en
afirmar, que no las ejecut, porque fue uno de los peores gobernantes
que al Nuevo Mundo pasaron. Por mandato suyo hizo Pedro de Lerma,
un sobrino, una entrada en el valle de Eupari y de Zazari, en la que
esclaviz algunos indios, lo mismo que otros muchos que no quisieron
or las predicaciones del mencionado religioso; bien que muy poco dur
la armona entre ste y Lerma, el cual en sus correras por aquella tierra
procedi como los malos conquistadores.56
Hablando Oviedo de l, dice:
Por no perder el tiempo ni vacar en la buena gobernacin vuelta
de su fausto, procur de adquirir oro por todas las vias que l pudo con

150\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

justa injusta forma, y en perjuicio de su conciencia, y en deservicio de


Dios y de sus Magestades, y en dao de aquella tierra y ofensa de quantos
pobladores christianos indios all avia, escepto de algunos particulares, hechos su apetito, y que robaban para l y para s. Justicia no la
avia, sino muchas fuerzas y ultrages muchos: a causa de lo cual los
oficiales de Sus Magestades, que eran el thessorero Antonio Teller de
Guzman y el contador Lope Idiaques, fueron destruydos y los ech de
la tierra porque le yban la mano y le acordaban sus tiranas y el servicio de Dios y del Rey; y porque le decian la verdad, los aborreci. Finalmente, l fu un notorio insoportable tirano, y desta Real Audiencia
de La Espaola, se enviaron jueces contra l, causa de las muchas
quexas que cada dia llegaban, pidiendo justicia; pero los jueces que se
enviaron todos hicieron poco.57
Para residenciar a Lerma en Santa Marta fue nombrado por la Audiencia de La Espaola el doctor Rodrigo Infante, uno de sus oidores,
pero mientras se le tomaba la residencia, Lerma muri, y, por consiguiente, ces aqulla.58
Sucediole en el mando de Santa Marta don Pedro Fernndez de Lugo,
adelantado de Canarias, gobernador y justicia mayor de las islas de
Tenerife y La Palma.59 Por el asiento que ajust con el gobierno, obligose
a no entrar en los trminos de las provincias que ya dependan de otros
gobernadores. Recomendsele acerca de la esclavitud de los indios lo
que tantas veces se haba mandado a todos los descubridores y conquistadores;60 pero si el adelantado no esclaviz todos los indios que deseaba, fue porque stos se defendieron valerosamente en los encuentros
que con sus tropas tuvieron.61 Tanto ansiaba el adelantado por esclavos,
que en 1536, ao en que lleg a su gobernacin,62 l y 73 soldados vecinos de Santa Marta firmaron y elevaron al emperador una exposicin,
suplicndole que revocase una real provisin en que se mand, que no
se diesen por esclavos, sino por naborias las mujeres y nios cogidos en
guerra. Alegaron muchos motivos de ningn valor, y entre ellos, que los
nios y las mujeres preparaban el veneno de las flechas, y que si a los
conquistadores se les privara del derecho de hacerlos esclavos, desmayaran y abandonaran la tierra.63
El adelantado Lugo mand en abril de 1536, descubrir por tierra y
agua aquellas regiones a su teniente el licenciado Gonzalo Jimnez de
Quesada, con 500 hombres de a pie y de a caballo, y con cinco bergantines tripulados de gente. Tres aos emple Jimnez en esta expedicin,
en la que hizo importantes descubrimientos de tierras muy ricas de oro
y esmeraldas.
A estos pases habitados por indios que se decan moxas o muyscas,
y en los que seoreaban el gran cacique de Bogot y el de Tunja, dioles
Jimnez el nombre de Nueva Granada; no slo porque l era natural de

JOS ANTONIO SACO

/151

esa ciudad en Andalucia, sino porque el sitio se asemejaba a ella, por


estar entre sierras y montaas, ms fros que calientes. La tierra que
desde entonces se llam Nueva Granada, empezaba despus de las
sierras de Opom y estaba en la vecindad de los indios panches comedores de carne humana. Vivan stos entre el Ro Grande de la Magdalena
y la tierra de Bogot, y andaban desnudos por el calor del clima, eran
muy belicosos y peleaban con flechas, hondas, dardos y macanas a manera de espadas; tenan rodelas, comanse unos a otros aun crudos, pues
no se cuidaban mucho de asar ni cocer la carne humana, aunque fuese
de los individuos de su misma nacin y pueblos. Entre ellos y los indios
de Bogot haba crueles guerras, y si los primeros cogan a los segundos, los mataban y, con frecuencia, se los coman.64
La extensin de la Nueva Granada en aquel tiempo, se computaba
poco ms o menos en 130 leguas de largo, y en 30 de ancho por partes,
siendo por otras de 20 y hasta menos.65
Las riquezas que el licenciado Jimnez recogi en su expedicin,
ascendieron a 191 294 pesos de oro fino, 37 288 pesos de oro bajo, de
otro todava ms bajo a 18 290 pesos, y 1 815 esmeraldas de varias especies. De todo esto apartose el quinto del rey, y lo dems se reparti
entre la gente, tocndole a cada uno 510 pesos de oro fino, 57 de oro
bajo, y cinco esmeraldas.66
Como los indios llamados moxas o muyscas que habitaban en la comarca de los caciques de Bogot y Tunja fueron, despus de los peruanos y mejicanos, los ms civilizados que los espaoles encontraron en el
Nuevo Mundo, bien merece que nos detengamos algunos momentos para
dar de ellos una buena idea.
No coman carne humana como sus vecinos los panches. Fabricaban
sus casas de madera, cubrindolas con paja larga; y las de los seores
eran en forma de alczares, con molduras de bulto y pinturas, con grandes patios y muchas cercas alrededor, a manera de laberinto.
Saban tejer el algodn, del que vestan las mujeres unas mantas
blancas, negras y de otros colores, ajustadas al cuerpo de los pechos a
los pies, y ponindose otras encima de los hombros, en lugar de capas:
adornaban sus cabezas de guirnaldas con rosas y flores de algodn, de
varios colores.
Entre la gente principal, ciertos hombres usaban tambin bonetes
de algodn; del que era todo su vestido, y algunas mujeres llevaban
cofias de red.67
De pozos hechos a mano sacaban agua salada, e hirvindola extraan
mucha sal, con la que formaban panes a manera de los de azcar, de una
arroba y hasta dos de peso, que se exportaban para otras partes en
tanta abundancia, que los espaoles en algunos lugares vieron casas
con ms de 300 panes y otras enteramente llenas de ellos.68

152\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

Encontrronse tambin en sus edificios piedras para moler y labrar


el oro con que hacan algunas de sus joyas.69
Haban los moxas llegado a cierto grado de cultura moral, pues imponan la pena de muerte por el homicidio, hurto y pecado nefando, del
que eran muy limpios segn frase de Herrera; aplicando a otros delitos
menos graves la amputacin de manos, narices y orejas; castigos que,
aunque hoy nos parezcan brbaros, hanlo usado hasta poco tiempo los
pueblos ms civilizados de Europa. Debe llamar la atencin que tuviesen penas de vergenza para las personas ms principales, pues en vez
de castigos corporales, cortbanseles los cabellos y rasgbanseles los
vestidos.70
Conocan la poligamia, pero estaba prohibido el matrimonio en primer grado, y en algunas partes en segundo. En punto a herencias, no
heredaban los hijos, sino los hermanos; y sino haba hermanos, los hijos
de los hermanos muertos; y a stos, como tampoco los heredaban sus
hijos, sino sus mismos sobrinos, o primos, viene a ser todo una cuenta
con lo de Castilla; salvo que van por estos rodeos.71
Aun posean los muyscas algunos conocimientos astronmicos, pues
tenan un calendario lunar con signos jeroglficos que representaban el
orden en que se hacan las intercalaciones que llevaban el principio del
ao a la misma estacin en que se hallaba.
Ese calendario estaba esculpido en piedras, y por l arreglaban los
sacerdotes muyscas la divisin del tiempo, pues los jeroglficos contenan
los nmeros y los das lunares. Debiose tan precioso descubrimiento a
don Jos Domingo Duquesne de Madrid, natural del Nuevo Reino de
Granada, y cannigo de la catedral de Santa Fe de Bogot, habiendo sido
antes vicario muchos aos de un pueblo de indios situado en la llanura de
la antigua Cundinamarca. Sus largas relaciones con los indgenas descendientes de los muyscas, y su laboriosidad en recoger todas sus tradiciones anteriores a la conquista de los espaoles le proporcionaron la fortuna de adquirir uno de los calendarios, cuyos jeroglficos pudo descifrar
al cabo de largas investigaciones, consignando el fruto de ellas en una
memoria que lleva por ttulo: Disertacin sobre el Calendario de los
Muyscas, Indios Naturales de Nuevo Reino de Granada.
Cuando el barn de Humboldt estuvo en Santa Fe de Bogot en 1801,
vio el manuscrito de esa memoria que le comunic el distinguido botnico espaol don Jos Celestino Mutiz.72
Idlatras eran esos indios, pues adoraban al sol y a la luna, considerndolos como creadores del mundo. Tenan lagunas y bosques consagrados, en que hacan algunos sacrificios: veneraban muchos dolos, no
slo en sus templos y santuarios, sino en sus casas. Sus sacrificios eran
de agua, tierra, fuego y sangre. Los de agua consistan en derramarla
en sus templos con ciertas ceremonias.

JOS ANTONIO SACO

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Sacrifican con tierra dice Oviedo, tomndola en las manos con


muchas ceremonias, metiendo debajo della los sactuarios casas de
adoracion dellos por unos caos conductos que hacen y meten debajo
de tierra, por d echan el oro y esmeraldas para sus sacrificios.
Inmolaban tambin con fuego, echando sahumerios y quemando esmeraldas. Hacase el sacrificio de sangre derramando en el templo la de
muchas aves que se mataban y que se dejaban all colgadas.
Inmolaban finalmente vctimas humanas, aunque en corto nmero,
sirvindose para ese sacrificio de nios que compraban fuera de sus
tierras, o de los prisioneros que cogan en sus guerras con los panches;
bien que si stos eran hombres, eran degollados y puestas sus cabezas
en sus orculos; y si muchachos, llevbanlos vivos a su tierra, subanlos
a los cerros altos, y haciendo all con ellos ciertas ceremonias, y cantando muchos das al sol, los sacrificaban, pues crean que la sangre de esos
muchachos era ms aceptable al sol que la de los hombres.73
Tales fueron los muyscas de la Nueva Granada. Volvamos ahora a
los espaoles.
Por muerte del adelantado de Canarias don Pedro de Lugo, la Audiencia de La Espaola dio la gobernacin interina de Santa Marta en
1537, mientras el rey dispona otra cosa, a Jernimo Lebrn de Quiones,
vecino de la ciudad de Santo Domingo,74 de quien hizo muchos elogios el
cronista Oviedo; bien que desconfiado por el mal ejemplo de tantos
gobernadores, tema que, a pesar de sus buenas cualidades, la codicia le
cegase.75
Anhelando siempre por esclavos los espaoles, la ciudad de Santa
Marta escribi al emperador en 20 de noviembre de 1537, pidindole
que revocase la orden all recibida en das anteriores para que no se
esclavizase a los indios ni indias menores de 14 aos, aunque fuesen
tomados en buena guerra; porque si se cumpla, la tierra no poda apaciguarse, puesto que los de mayor edad se cogan difcilmente, y en Santa Marta no haba ms granjera que la de los esclavos hechos en buena
guerra, por lo cual deba permitrseles que los hiciesen y vendiesen en
otros pases.
Sucedanse unos a otros los gobernantes; pero la suerte de los indios
no mejoraba. El obispo de Santa Marta don Juan de Angulo, al ver la
perversidad con que se les esclavizaba, escribi al emperador desde
aquella ciudad en 20 de mayo de 1541, suplicndole que por ningn motivo
se hiciese esclavo indio alguno, y que se prohibiesen las entradas de los
espaoles en aquella tierra, pues todas las relaciones con los indgenas
deban reducirse a comerciar con ellos. Lamntase de la extrema pobreza en que l y su iglesia estaban; que habiendo ido a cobrar algo de
su escasa renta al cabo de la Vela, y visitado como protector a los indios
de las pesqueras de las perlas, hall algunos vendidos por esclavos en
Cubagua, donde haba en esto gran soltura.

154\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

Deplora la suerte de los infelices indios empleados en coger perlas,


los cuales jams salan del agua o de la crcel; y por esto rogaba a Sus
Majestades que mandasen que esos desgraciados slo trabajasen cuatro das en la semana. Manifistale tambin, que en el Nuevo Reino de
Granada se haban vendido pblicamente muchos indios exportados del
Per, y que los castellanos que all tenan repartimientos vendan sus
indios, sacando otros muchos para Castilla con el objeto de servirse de
ellos, todo lo cual se haca con facultad de los que gobernaban.
Diose en propiedad el gobierno de la provincia de Santa Marta al
adelantado de Canarias don Alonso Luis de Lugo, hijo del primero; mas,
como ya se haban descubierto las ricas tierras llamadas Nuevo Reino
de Granada, agregronse a su gobernacin. Lleg a ella en 1541; y por
no guardarse all la prohibicin de hacer esclavos, mandole el rey so
graves penas, que no se hiciesen en adelante, aunque los indios fuesen
tomados en guerra.76
Pero este gobernador, lejos de cumplir lo que se le orden, fue uno
de los ladrones ms descarados, pues en los tres aos de su mando rob
a los indios, al rey, y aun a los mismos espaoles de su gobernacin.77
Ni es slo el cronista Oviedo quien esto dice, que tambin lo asevera
con el calor de la verdad Bartolom de las Casas en una carta que desde
la ciudad de Santo Domingo escribi al emperador en 1544.
Venidos aqu hemos hallado muchas nuevas de las obras destos cristianos viejos y nuevos, no menores que las que ntes a Vuestra Alteza y
primero Su Magestad hemos referido como testigos de vista, que ponen en gran peligro el nima de Su Magestad y destruye estas sus tierras
y talan las gentes dellas juntamente con infernalles las nimas y provocan Dios que no alze su ira que justamente tiene sobre estos Reynos
de Castilla.
Uno de los ms crueles tiranos y ms irracional y bestial hombre de
poco seso y peor conciencia que la de Barba Roja, es don Alonso de
Lugo, Adelantado de Canarias, que dicen concuno del Comendador
Mayor de Leon, cuado de Doa Mara de Mendoza su mujer: este tirano ha echo ac despues que vino, lo quel hizo estando ac su padre y
cosas increibles, mas porque ha tenido absoluto tiempo y lugar ha hecho lo que yo dige Su Magestad y Vuestra Alteza que havia de hacer,
y al mismo Comendador Mayor y toda esa Corte hinchi de esta profesa:
ha robado la honra Su Magestad y Vuestra Alteza los dineros que ha
podido, y indios y cristianos desollado los pellejos no dejando un slo
peso de oro en todo el Nuevo Reyno de Granada que no robe para s, las
gentes de indios que por su ambicin y codicia morirn hasta que Dios
le quite la vida Vuestra Alteza lo haga quartos. Veamos quien dar la
estrecha cuenta que ha de tomar Dios, y yo creo verdaderamente que la
ms dura y rigurosa ha de ser la que dar el Comendador Mayor de

JOS ANTONIO SACO

/155

Leon y ms que l: aquellos que en este Real Consejo solian estar que
tanto respeto tenan al Comendador Mayor porque conociendo quien
era don Alonso de Lugo, por testimonio del proceso que su mismo padre
hizo de sus tirnicos insultos sabiendas y con tanto propsito tornaron
dar el cuchillo de la justicia un hombre tan frentico como aquel, y
porque el Licenciado Serrato envia a Vuestra Alteza la relacion de sus
nefarias obras, no quiero decir ms.78
A las violencias cometidas en la Nueva Granada sobre el modo de
esclavizar a los indios, es indispensable agregar las crueldades que all
perpetr el capitn Francisco Martnez Pedroso.
En los palenques y pueblo de Sarrazar entr de guerra, y los indios
huyendo se retiraron a ciertas casas, que mand quemar con ms de 70
indgenas, cautivando a 250 que reparti entre su gente, de los cuales
murieron los ms en la jornada que hizo aquel capitn.
Para sacar oro, cort narices a unos, aporre a otros; y como los
indios se alzasen para resistir a sus crueldades, hzoles guerra con el fin
de matar a unos y esclavizar a otros. Con estas y otras atrocidades ocasion grandes males y despoblacin en aquella tierra.79

Notas
1

Herrera, dc. 4, lib. X, cap. ix.

Muoz, Colec. M.S. Herrera, dc. 4, lib. X, cap. IX y X.

Herrera, dc. 5, lib. V, cap. VI.

Muoz, Colec., tom. LXXX.

Muoz, Colec., tom. LXXX.

Muoz, Colec.

Muoz, Colec., tom. LXXXI, cap. I, p. 560. Col. Doc. inditos de Indias. (V. M. y M ).

Herrera, dc. 3, lib. I, cap. XIV.

Herrera, dc. 4, lib. IV, cap. x y XI.

10 Carta al emperador de fray Bartolom de las Casas, fecha en Santo Domingo a 15 de


Septiembre de 1544. Su manuscrito indito hasta ahora se conserva en el Archivo de
Simancas, y Muoz insert una copia en su Coleccin..., tomo LXXXIII. Se ha publicado despus en el tomo VII de la Coleccin de Documentos Inditos del Archivo de
Indias, Madrid, 1867, pgina 431. (V. M. y M.)
11 Benzoni, Storia del Mondo Nuovo, lib. I, cap. I.
12 Benzoni, Storia del Mondo Nuovo, lib. I, cap. II.
13 Benzoni, Storia del Mondo Nuovo, lib. I, cap. III. Ved aqu el texto italiano:
Mentre che noi stemmo in questo luogo [Amaracapana] vi arrivo il Capitan Pietro di
Cadice [Cdiz], con piu di quattro mila schiavi, &. molti pi ne haveva presima tanto

156\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

per mancamento di vettovoglia, fatiche, &. travagli, quanto per lo dolore dabbandonare
la patria, i padri, le madri, &. i figli noli, erano per lo viaggio morti, &. se alcuni non
poterano caminare, accioche non restassino dietro a far guerra, gli spagnoli gli
cacciavano ne fianchi, &. nel petto lespade, &. gli conmazzavano; cosa veramente molto
compafsionevole da vedere la condutta di quelle meschine creature nude, stanche,
stropiate; alletanti per la fame, infermi, &. spediti. Le infelici madri con due &. tre
figlioli su le espalle, & in collo, colme di pianto &. di dolore attrite, legati tutti tutti da
corde, &. di catene di ferro al collo, alli braccia, &. alli mani, &. non vera pulzella che
non fosse stata violata dai predatori, onde per tanto lussuriare, verano tali spagnoli,
che tutti guasti restavano. (Benzoni, lib. I, cap. III.)
14 Muoz, Colec., M.S., tom. LXXXIV.
15 Muoz, Colec., tom. LXXXIV.
16 Carta al emperador de fray Bartolom de las Casas, fecha en Santo Domingo a 15 de
Septiembre de 1544.
17 Carta del licenciado Chvez al emperador, escrita en Santiago de Cuba a 27 de Septiembre de 1547.
18 Carta al emperador en el Consejo del Licenciado Cerrato, fecha en Santo Domingo a
18 de Diciembre de 1547.
19 Real Cdula de Valladolid de 9 de Septiembre de 1554.
20 Herrera, dc. 3, lib. IX, cap. II. Vase la capitulacin en el tomo XXIII de la Coleccin de
Documentos Inditos del Archivo de Indias. (V. M. y M.)
21 Herrera, dc. 4, lib. VI, cap. I.
22 Real Cdula expedida en Medina del Campo a 17 de Noviembre de 1504, a favor del
aragons Juan Snchez. (Archivo de Simancas, libro general de Cdulas nmero 9.)
23 Memorias y Peticiones Cam. Legajo 27. (Muoz, tom. LXXV.)
24 Carta del licenciado Alonso de Zuazo, fecha en Santo Domingo a 22 de Enero de 1518.
Impresa en el tomo II de la Coleccin de Documentos Inditos para la Historia de
Espaa de los seores Salv y Baranda.
25 Vase la convocatoria de los padres jernimos, gobernadores de las Indias a los procuradores de las villas de La Espaola, para la eleccin de procurador a Cortes; en el
primer apndice de la Coleccin pstuma de papeles cientficos, histricos, polticos y
de otros ramos sobre la Isla de Cuba por don Jos Antonio Saco, impresa en La Habana
en 1881. (Nota de Vidal Morales.)
26 Herrera, dc. 3, lib. X, cap. XI. Provisin Real sobre el buen tratamiento de los Indios.
Granada, 17 de Noviembre de 1526. Coleccin de Documentos Inditos, tom. I. Real
Cdula expedida en Granada a 9 de Noviembre de 1526. Cedulario de Puga, tom. I,
p. 18. (V. M. y M.)
27 Recopilacin de Leyes de Indias, lib. III, tt. 13, ley 8 de Felipe II, hecha en Valladolid
a 6 de Junio de 1556; y ley 7, lib. IX, tt. 27 del mismo Cdigo. Recopilacin de Leyes de
los reinos de las Indias, Ley 7, tt. 27, lib. IX.
Que en las Indias no se admita trato con extranjeros, pena de la vida y perdimiento de
bienes.
Ordenamos y mandamos que en ningn puerto ni parte de nuestras Indias Occidentales,
Islas y Tierra-Firme de los mares del Norte y Sur, aunque sea por va de rescate cualquier otro comercio, pena de la vida y perdimiento de todos sus bienes los que
contravinieren esta nuestra ley, de cualquier estado y condicion que sean, aplicados por
tercias partes nuestra Real Cmara, Juez y denunciador, y que por los excesos y delitos
que se hubieren cometido por lo pasado contraviniendo esta prohibicion en cualquier

JOS ANTONIO SACO

/157

puerto isla de las Indias, aunque por ello hayan tenido indulto perdon, se les castigue
si hubieren vuelto reincidir como si no les estuvieran perdonados. Y ordenamos los
Virreyes, presidentes y oidores de nuestras Audiencias reales de las Indias, Islas y
Tierra-Firme del mar Occeano que en sus distritos y jurisdicciones lo hagan guardar y
cumplir, deponiendo luego de sus cargos y oficios los gobernadores, ministros y cabezas
principales que hubieren sido culpados en los dichos tratos, pudindolos estorbar no lo
hubieren hecho, las cuales dichas penas se han de ejecutar irremisiblemente.
28 Oviedo, Historia (...) de las Indias, tom. II, lib. XXV, cap. I. Herrera, dc. 4, lib. IV,
cap. VIII, y dc. 8, lib. II, cap. XIX. La capitulacin que se tom con Cinquer y Sayller,
para la pacificacin de la provincia de Santa Marta, puede verse en el tomo XXII, pgina 251 de la Coleccin de Documentos del Archivo de Indias. (V. M.y M.)
29 Herrera, dc. 4, lib. IV, cap. VIII.
30 Herrera, dc. 4, lib. VII, cap. VI.
31 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXV, cap. V.
32 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXV, cap. VI y VII.
33 Herrera, dc. 5, lib. II, cap. II, y lib. IX, cap. V; dc. 6, lib. V, cap. VII.
34 Brevsima Relacin de la Destruccin de las Indias.
35 Herrera, dc. 5, lib. II, cap. II, y lib. IX, cap. V; dc. 6, lib. V, cap. VII.
36 Rentas Reales de la Gobernacin de Venezuela. Archivo de Simancas. Cartas, legajo 22.
(Muoz, Colec., tom. LXXXI.)
37 Carta al emperador del obispo Bastidas, fecha en Santo Domingo de La Espaola a
16 de Abril de 1534. (Muoz, Colec., tom. LXXX.)
38 Carta al emperador del obispo Bastidas, fecha en Santo Domingo a 20 de Enero de
1535. (Muoz, Colec., tom. LXXX.)
39 Carta al emperador del obispo Bastidas, desde Santo Domingo a 8 de Junio de 1537.
(Muoz, Colec.)
40 Carta al emperador del obispo de Venezuela, en Coro, a 8 de Octubre de 1538. (Muoz,
Colec., tom. LXXXI.)
41 Carta del emperador del obispo de Venezuela, acabada de citar.
42 Herrera, dc. 8, lib. II, cap. XVIII.
43 Carta del obispo Miguel Jernimo Ballesteros de Venezuela, escrita en Coro a 20 de
Octubre de 1550. (Muoz, Colec., tom. LXXXV.)
Venezuela, Michael, Episcopus Chorensis. De Coro veinte de Octubre de 15505.
Hall en seis pueblos de Indios de nacion Caquetros comarcanos la Cibdad de Coro,
hasta 400 Indios y Indias y entre ellos muchos que haban recibido agua de bautismo, y
otros casados ley, y bendicion. Y en estos pueblos tambien hall Indios cristianos
amigados con Indias infieles, y Indias cristianas con Indios infieles que todos usan de
sus ritos y ceremonias, que jams habian oido la dotrina cristiana ni misa, y queriendoles
compeler que viviesen en servicio de Dios, me dijeron los mesmos Indios quellos eran
viejos y no podian ser buenos cristianos que si de su vivir y ceremonias les quitaba, que
se irian los montes do los tigres y caribes los matasen, pidiome el regimiento y vecinos
que los dejase como estan hasta dar relacion V.M. y asi lo he hecho; con estos no hallo
remedio que se tenga; porque decir que sus hijos sern buenos cristianos no los tienen
ni mugeres mozas en quien procrear, que las entradas que se han hecho las acabaron y
las pocas Indias que hay si se emprean toman yerbas para los matar diciendo que no
quieren que sus hijos padezcan en poder de los Espaoles, los trabajos que ellos y sus
compaeros han padecido.

158\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

El Prncipe mi Seor me di aviso por su real cdula que me haba enviado V.M. provision
de protector mandndome, tuviesen especial cuidado en el buen tratamiento, y
combersion de los naturales hasta agora no ha venido mi poder ni he podido saber que
se haya fecho por bertud desta Real cedula me present en el cabildo de Coro y me
recibieron por Protector que no poco les ha pesado, porque como ven que con toda
voluntad de servir Dios, y V.M. procuro de amparar los pocos Indios que han quedado, sienten muy deberas haber recibido, que no pocos alborotos he pasado, y paso porque los soldados, y Justicias son absolutos en los robar, maltratar y envar fuera de la
tierra sienten par de muerte que se les impida, y como todos estn pobres, y la materia de Indios todos toca andan tan desasosegados, que amenudo desean que obiese un
repiquete de alteracion, porque defiendo los Indios todos se me van las barbas, y me
dicen palabras de gran decomedimiento, y porque ms no se desverguencen lo recibo
en paciencia, y para que V.M. sepa el poco temor de Dios y de V.M. questa gente tiene
contar un crmen, y gran maldad que nuevamente se ha fecho.
Desta Cibdad de Coro sali un Alcalde Miguel de Barrientos con ciertos soldados en
busca de cierta gente que venia del nuevo pueblo de Borburuata, y para que no se
hiciese dao los naturales le nombr por Protector, y topada la gente que iba buscar
van un Pueblo de paz repartido amigo de los Espaoles, y prenden todos los Indios y
Indias que hallaron y los robaron sus haciendas, y repartieron entre los que los tomaron
el principal la sazon no estaba en el pueblo tomronle un hijo como vino pedia su hijo
los Espaoles diciendo que tomasen todo lo que habian robado y ciertos rescates que
de nuevo le daban y que le diesen su hijo: tomaron al principal los rescates que le traia,
y dijronle que les diese oro y le darian su hijo, el cual dicho principal fu, y trajo el oro
que tenia, y desta manera le dieron el hijo.
Como Protector mand dar ciertos pregones y al teniente hize un requerimiento en
razon de que los pocos Indios que han quedado en los pueblos de nacion Caquetros no
fuesen sacados dellos ni los indios de la dicha nacion que sirven los Espaoles fuesen
llevados fuera de la comarca desta ciudad, pues es cierto que sacados de su naturaleza
mueren y enferman, y ansi mesmo otro pregon para que no echasen en prisiones ni
acotasen los Indios de su servicio ansi los herrados como los que no lo eran, pues todos
son libres vasallos de Vuestra Magestad, respondime el teniente instancia de este
Regidor en lo tocante al acotar y echar en prisiones los Indios; yo no ser juez para lo
mandar y en lo dems dando entender que dejar sacar Indios; y por otra parte este
Regidor haze otro escrito, por mejor decir libelo de grande alboroto y le hizo presentar en nombre de la Repblica un procurador general que de manga tiene fecho,
diciendo que debia mandar reponer los mandos, pregones y requerimientos que habia
mandado dar en favor de los Indios; pues yo no tenia juridicion, ni poder, para lo mandar, y otras cosas de grande escndalo como V.M. ver por el requerimiento que me fu
hecho que con esta envio con todos los mandos, requerimientos y pregones que para
conservacion de los Indios tengo fechos, y creyendo salir con su intento de llevar los
Indios fuera de su natural apelan de todos estos mandos, la cual apelacion les he denegado, y les torn mandar de nuevo lo que tenia mandado so las penas en los mandos
fechas ser V.M. cierto que mi posible ninguno Indios sern sacados y entre otras
palabras desacatadas, este Regidor me dijo que si Vuestra Magestad daba relacion
del pregon que no echasen en cadenas los Indios; que me habia de levantar un falso
testimonio; porque sepa V.M. con que gente trato en todo mande V.M. proveer lo que
fuere ms de su real servicio.
La tierra adentro en el tocuyo dejo por teniente a un Juan de Villegas ques la persona
que los Belzares agora de nuevo nombran por Gobernador, que de ello no poco estoy
maravillado, y los que del tienen noticia por el dao que en esta gobernacin dize que ha
fecho; en esta manera quisiendo justicia fu a la provincia de Maracapana con ciertos
soldados, y llam de paz ciertos principales hasta nmero de seis los quales vinieron con

JOS ANTONIO SACO

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muy grand cantidad de Indios sus naborias, y los dos principales hizo asar en una
barbacoa, y todas sus naborias herro, y bendi trueco de vino, puercos y ropa
vecinos de la Margarita, dicese que uno destos principales que hizo venir paz fu
socolor que le temose pescado en una laguna que cerca de alli estaba cebndoles con
botija de vino, y tenia puesto en zelada metidos en un monte para los prender mucha
gente de caballo como lo hicieron sin quedar ninguno, otro principal sin estos seis
llamado Juanillo Riberos que vino a l de paz le tubo preso que le di muchos Indios, y
Indias que herr; fecho esto, contrata con vecinos de la Margarita que llevasen la tierra
adentro yeguas, caballos y ropas, ya trueco les darian esclavos como lo hicieron que se
prendieron y hicieron esclavos gran cantidad de inocentes y los vendieron; unos tomaban debajo de paz, y otros en sus pueblos, y desta manera vinieron cargados de yeguas, y caballos y algunos negros; fecho esto se parte para este pueblo de Coro que hay
cerca de 300 leguas, y todos los Indios y Indias de los pueblos que en el camino top
fueron tomados, y robados, pensar en ello, y en las muertes que los soldados hicieron
pone espanto. El Licenciado Frias Juez de residencia que de La Espaola aqu vino
como lo hall absente, procede contra l, y le conden en 200 azotes, y destierro para las
galeras y en 1 000 pesos para la Cmara de V.M. Venido el Licenciado Tolosa sin le
prender le di por libre, y se dice por cierto quel mesmo Juan de Villegas hacia contra si
los escritos del fiscal que era un sobrino del Licenciado Tolosa.
Por las informaciones que los jueces de residencia han embiado Vuestra Magestad
ser informado de las grandes muertes y daos que contra los naturales han sucedido
unos fechos esclavos y llevados de la tierra siendo amigos y de paz y otro llevados las
entradas donde han muerto y los que quedaban que tenian hijos y mujeres se iban los
montes porque no se las tomasen do los tigres muchos han comida y los caribes otros
muerto es gran lstima, y pensar en ello estoy fuera de mi de manera que en la Comarca
de la Cibdad de Coro con 50 leguas de costa arriba y abajo la tierra adentro no se
hallarn de paz mill animas.
Juntamente les debe de mandar V.M. que compren destas islas de San Diego y San
Juan hasta 30 negros mineros para que descubran las minas, y secretos de la tierra y
que estos negros se les prometa libertad si descubren las minas porque desta manera
se har todo bien.
Al rio de la Acha se llevaron antes que yo viniese muchos Indios y Indias libres, y otros
herrados socolor de esclavos, y despues que yo vine urtiblemente un soldado llev una
India libre embiado cartas de Justicia del Teniente de aqui para que las justicias de
alli embiasen esta Gobernacion todos los Indios, y Indias della pues Dios y V.M. son
dellos serbidos todo lo disimulan que ninguna cosa cumplen V.M. probea sobresto lo que
mas fuere su real servicio porque se venden y contratan Indios en aquel Pueblo como
negros en las gradas de Sevilla.
A esta Gobernacion no se han embiado las nuevas leyes hechas por V.M. suplico a V.M.
sea servido de me las mandar embiar, o lo menos lo tocante la libertad de los Indios
y un buen tratamiento dellos y como no hay Indios esclavos, sino todos dados libres por
V.M.
44 Las Casas, Brevsima Relacin de la Destruccin de las Indias, captulo de la Provincia de Santa Marta.
45 Herrera, dc. 3, lib. I, cap. XIV. Oviedo en su Historia (...) de las Indias, libro XXVI,
captulo II, pospone equivocadamente la fecha de aquel asiento al ao de 1524. El primer asiento se celebr en marzo de 1503. Vase en el tomo II de la Coleccin de Documentos Inditos de Indias. (V. M. y M.)
46 Herrera, Descripcion de las Indias Occidentales, cap. XVI.
47 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXVI, cap. I.

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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

48 Herrera, dc. 3, lib. VII, cap. II.


49 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXVI, cap. V. Herrera, dc. 3, lib. VII, cap. IX.
50 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXVI, cap. II.
51 Lpez Gomara, Historia General de las Indias, cap. LXXI.
52 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXVI, cap. III.
53 Las Casas, Historia General de las Indias, lib. II, cap. II.
54 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXVI, cap. VII. Herrera, dc. 4, lib. IV, cap. VIII.
55 Herrera, dc. 4, lib. IV, cap. VIII.
56 Herrera, dc. 4, lib. V, cap. XI, y lib. VII, cap. VII.
57 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXVI, cap. VIII.
58 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXVI, cap. VIII.
59 ste es el dictado que le da Herrera; pero Oviedo le llama Adelantado de Tenerife.
(Historia [...] de las Indias, lib. XXVI, caps. VIII, IX y otros).
60 Herrera, dc. 5, lib. IX, cap. III y IV. Vase este asiento en el tomo XXII, pgina 406 de la
Coleccin de Documentos inditos de Indias. (V. M. y M.)
61 Herrera, dc. 5, lib. IX, cap. V. Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXVI, cap. XI.
62 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXVI, cap, XI.
63 Muoz, Colec.
64 Carta a S.M. de fray Luis de San Martn y Antonio de Librija, escrita en Santa Marta y
Nuevo Reino de Granada de 1536 a 1539. (Muoz, Colec.)
65 Carta al emperador de los oficiales reales de Santa Marta, dando cuenta del viaje del
licenciado Gonzalo Jimnez por las tierras de Bogot y Tunja. Insertola Oviedo en su
Historia (...) de las Indias, libro XXVI, captulo XI.
66 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXVI, cap. XIX y XXII. Herrera, dc. 6, lib. V, cap.
VI.
67 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXVI, cap. XIX.
68 Herrera, dc. 6, lib. V, cap. VI.
69 Herrera, dc. 6, lib. V, cap. VI.
70 Herrera, dc. 6, lib. V, cap. VI.
71 Herrera, dc. 6, lib. V, cap. VI.
72 Humboldt, Recherches, tom II.
73 Carta a S.M. de fray Juan de San Martn y Antonio de Librija, escrita en Santa Marta
y Nuevo Reino de Granada de 1536 a 1539. Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib.
XXVI, cap. XI y XXVIII. Herrera, dc. 6, lib. V, cap. VI.
74 Herrera, dc. 6, lib. III, cap. XV.
75 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXVI, cap. IX.
76 Herrera, dc. 7, lib. I, cap. IX.
77 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXVI, cap. XVI y XVII.
78 Carta al emperador de fray Bartolom de las Casas, obispo de Chiapa, fecha en Santo
Domingo a 15 de Septiembre de 1544. (Manuscrito, Archivo de Simancas. Cartas.)
79 Captulos de malos tratamientos que hizo a los indios, el capitn Francisco Martnez
Pedroso, presentados en la Audiencia del Nuevo Reino de Granada a 28 de Noviembre
de 1553, a tiempo que el fiscal de ella haba acusado al mencionado Pedroso. (Muoz,
Colec., tom. LXXXVI.)

Libro Sptimo
DARIN O CASTILLA DEL ORO Y CAR
TAGENA
CART

El famoso Alonso de Ojeda, siempre dispuesto a las aventuras y difciles empresas, fue el primero que en 1508 pidi desde La Espaola
donde resida, que se le facultase poblar a sus expensas en el nuevo
continente, eligiendo para ello el pas del Darin, as llamado por el ro
que desemboca en el golfo de Urab, o golfo Dulce. Disele este ltimo
nombre, porque cuando Rodrigo de Bastidas, su descubridor, entr en
l en 1502, encontr en baja mar, dulce el agua, por el espacio de ms de
12 leguas de largo, y cuatro y hasta seis de ancho: efecto del derrame de
las aguas de aquel caudaloso ro, que Bastidas no lleg a ver.1
Hallbase en la corte, procedente de La Espaola, Diego de Nicuesa, y teniendo noticia de las pretensiones de Ojeda, pidi que tambin se le permitiese colonizar a su costa en la provincia de Veragua
descubierta por Coln desde 1502. Ajust, pues, el gobierno asiento
con ellos en Burgos a 9 de junio de 1508, dando a Ojeda por lmites de
su gobernacin, desde el cabo de la Vela hasta la mitad del golfo de
Urab; y a Nicuesa desde la otra mitad hasta el cabo de Gracias a
Dios, fin de la tierra de Veragua.2 A la gobernacin de Ojeda diose el
nombre de Nueva Andaluca, el cual pronto desapareci, aplicndolo
despus a gran parte de la Guayana;3 y a la gobernacin de Nicuesa
llamose del Darin.
Las condiciones que el gobierno pact con Ojeda y Nicuesa, fueron:
que por diez aos pudiesen gozar de las minas que descubriesen, pagando al rey el primer ao, la dcima parte; el segundo, la novena; el tercero, la octava; el cuarto, la sptima; el quinto la sexta, y en los cinco aos
restantes, el quinto: que pudiesen llevar consigo de La Espaola 40 indios mineros para ensear a otros: que a cada uno de 1os dos gobernadores se les diese pasaje franco desde Castilla para 200 hombres, y desde La Espaola para 600, pudiendo fletar en esa isla cierto nmero de
naves para su empresa, y hacer tambin en ella como en Jamaica sus
provisiones; pero al mismo tiempo se les prohibi que llevasen extran-

162\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

jero alguno en sus naves: que tanto Ojeda como Nicuesa y otros capitanes que se les asociasen quedasen exentos de pagar alcabala, ni otro
derecho alguno durante cuatro aos, bien que de todo lo que ganasen en
el primero, de cualquier manera que fuese, deban dar al rey la quinta
parte, y la cuarta en los tres aos siguientes: que fabricasen dos fortalezas cada uno en su gobernacin, de las cuales se les daran las tenencias: que fuese lugarteniente y alguacil mayor de Ojeda el capitn Juan
de la Cosa, pues por ser pobre aqul, ste haba costeado toda la expedicin. Finalmente, que Ojeda y Nicuesa manifestasen a las personas nombradas por el rey todo el oro habido del trfico con los indios, o de otra
manera; obligndose tambin a dar fianzas de cumplir todo lo que haban capitulado con el gobierno.4
Empleose algn tiempo en armar en Castilla las dos expediciones,
las cuales no salieron para La Espaola hasta 1509; habiendo llegado
primero la de Ojeda al mando de Juan de la Cosa, por estar aqul en
dicha isla; y la de Nicuesa algunos das despus, quien al pasar por la
isla de Santa Cruz salte ms de 100 indios que vendi como esclavos en
La Espaola, diciendo que eran caribes.5
An necesitaba de algunos auxilios la expedicin de Ojeda, hallolos
en el bachiller Martn Fernndez de Enciso, vecino de Santo Domingo,
el cual compr una nave, quedndose en La Espaola para cargarla de
bastimentos y seguir a Ojeda con alguna gente, en calidad de alcalde
mayor en su gobernacin, segn nombramiento que le haba hecho.
Graves altercados tuvieron en aquella isla Ojeda y Nicuesa sobre los
lmites de las gobernaciones que iban a poblar; y aunque mal avenidos
todava, Ojeda se hizo a la vela para el continente el 10 de noviembre de
1509, con dos carabelas, dos bergantines, 300 hombres y 12 yeguas.6
Aqu es de notar, que le acompaaba Francisco Pizarro, que tanta celebridad adquiri despus en la conquista del Per y hubirale acompaado tambin el famoso Hernn Corts, si no hubiese estado enfermo
de una postema en una pierna.7
A punto de fracasar estuvo la expedicin de Nicuesa, porque habiendo contrado para acabar de prepararla, algunas deudas en Santo Domingo, los acreedores lo detuvieron, y sin la fianza de un escribano,
hubiranlo metido en la crcel; pero al fin se salv, y lev las anclas para
Veragua el 22 de noviembre del referido ao de 1509, con cuatro grandes naves, dos bergantines, otro buque que compr en Santo Domingo,
700 hombres lucidos y seis caballos.8
A pocos das de su salida de La Espaola lleg Ojeda a Caramari o
Cartagena. Eran los indios de aquella comarca de buena y grande estatura; los hombres con los cabellos hasta las orejas, pero las mujeres los
tenan muy largos, siendo aqullos y stas excelentes flecheros. Al ver a
los castellanos, aparejronse a resistirles, pues las maldades cometidas

JOS ANTONIO SACO

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contra ellos desde el principio del descubrimiento, habanlos puesto de


guerra.
Para someter pacficamente a los indios, llev Ojeda por orden del
monarca, religiosos en su expedicin, y tambin indios de La Espaola
que entendiesen su lengua.9 Entonces fue cuando se introdujo el Requerimiento en el Nuevo Mundo; siendo Alonso de Ojeda el primero
que lo puso en prctica al pasar por Caramari a fines de 1509.
Ledo ese documento a los indios de aquella comarca, tratose de traficar con ellos, dndoles por su oro algunas cosillas de Castilla; pero
como eran valientes y estaban irritados por los daos que haban sufrido de otros aventureros, empezaron a manifestar signos de guerra. Juan
de la Cosa aconsej a Ojeda que, como aquella gente era belicosa y tiraba con flechas emponzoadas, sera mejor que fuesen a poblar a la costa
de Urab, dejando para ms adelante el volver sobre ellos con ventaja;
pero Ojeda, que nunca conoci el miedo y que confiaba en que nadie le
haba sacado una gota de sangre en las largas aventuras de su vida,
resolvi atacarlos, y cayendo sobre ellos, mat muchos y cautiv algunos. Internndose despus cuatro leguas hasta el pueblo del cacique
Catacapa, dio de improviso sobre los indios, matando y esclavizando
cuantos encontraba, y aun quemando ocho, que se encerraron en una
casa de paja que mand incendiar. En esta refriega cogi, segn Herrera,
60 personas que envi a las naves como esclavas; mas, segn Oviedo,
fueron 100 y la mayor parte mujeres.10
Continuando Ojeda sus proezas, sigui el alcance a los que huan, y
llegando a un pueblo llamado Yurbac, no encontr ningn indio, porque todos se haban acogido a los montes. Pero el justo cielo permiti
esta vez que descuidados los castellanos, y desparramados por el pas
los indios dieran en ellos, y de los 70 hombres que a sus rdenes llevaba,11 slo l y otro se salvaron de la muerte, pues pereci hasta Juan de
la Cosa. Si Ojeda se escap de la refriega, debiolo a que siendo pequeo
de cuerpo y de una destreza admirable, a veces se hincaba para cubrirse
con su rodela en la que se encontraron sobre 300 marcas de las flechas
envenenadas que le tiraron.12
Luego que Ojeda se reuni con Diego de Nicuesa en las aguas de
Cartagena, y que ste se olvid generosamente de los disgustos que con
l haba tenido en La Espaola, tomaron los dos la ms espantosa venganza de aquellos indios, haciendo en ellos una horrible carnicera, pues
a ninguno quisieron coger como esclavo,13 ni con vida. Concluida esta
sangrienta jornada, despidiose Ojeda de Nicuesa, y alzando las velas
para el golfo de Urab, trmino de su gobernacin, cogi algunos indios
y oro en una isleta a 35 leguas de Cartagena.
Desde que lleg de Urab empez a poblar sobre unos cerros situados hacia la banda oriental de aquel golfo, dando al pueblo el nombre de

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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

San Sebastin, que fue el segundo asentado en el nuevo continente; pero


condenado estaba a sufrir la misma suerte que el primero fundado por
Coln en las mrgenes del ro Beln en la provincia de Veragua. Desde
San Sebastin expidi Ojeda una nave para La Espaola con el oro y
esclavos que haba cogido en sus saltos anteriores, para que all se vendiesen, y con su producto se le enviasen algunos auxilios.14
No es del caso referir minuciosamente los inmensos trabajos y miserias que padecieron Ojeda y sus compaeros. Los indios de aquella
comarca no slo eran valientes y guerreros, sino que mataban a los
espaoles con flechas herboladas. Martn Fernndez de Enciso, que
desde La Espaola debi seguir a Ojeda, no acababa de llegar; hambreaban y moran los castellanos, y en tan calamitosa situacin, Ojeda
viose forzado a partir para La Espaola en busca de socorros; entregando el mando a Francisco Pizarro, con encargo que si dentro de 50
das no tornaba, daba a la gente licencia para que despoblase y se
fuese a donde quisiese.15
Pero eclipsada ya su estrella de una vez, muri pobre y miserable en
La Espaola, mostrando hasta su ltimo suspiro la ferviente devocin
que siempre le haba animado. Equando se vido al cabo de la vida,
pidi el hbito de la Orden, en que no persever el conde Guido, por el
cual dixo: Yo fuy hombre de armas y despues fuy cordelero, significando la Orden de Sanct Francisco, porque los religiosos se cien la cuerda.
E assi Hojeda, de capitan e hombre guerrero, se convirti en devoto
frayle de la observacion, pero hzolo mejor que aquel conde Guido, puesto
que persever en la orden y se hizo frayle para pocas horas, y fue enterrado en el monasterio de Sanct Francisco de aquesta ciudad, en el
qual hbito muri acab como cathlico, haciendo mas loable fin que
no han hecho otros capitanes en estas partes.16
Las Casas, al hablar de la muerte de este valiente conquistador,
prorrumpe en las siguientes palabras: Plega haya placido Dios de
haberle dado conoscimiento ntes de la muerte de haber sido pecador y
los males que hizo indios.17
La gente de Urab ignoraba la muerte de Ojeda, y transcurridos los
50 das que l haba fijado para su vuelta, los castellanos trataron de
abandonar aquella tierra; pero los dos bergantines que les quedaban,
no podan llevarlos a todos, y hubieron de esperar hasta que las enfermedades, el hambre y las flechas envenenadas de los indios disminuyesen su nmero. Esto aconteci muy en breve, embarcndose entonces
en los dos bergantines para La Espaola, uno al mando de Pizarro, y
otro al de un Valenzuela partironse de aquellas costas tan funestas
para ellos. El buque de Valenzuela naufrag a 20 leguas de la isla Fuerte, pereciendo toda su gente, y Pizarro fue a refugiarse al puerto de
Cartagena. Al entrar en l descubri dos naves, que eran cabalmente

JOS ANTONIO SACO

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los refuerzos de Enciso. Cuando ste supo las desgracias acaecidas,


llenose de asombro; y encontrando en la gente de Pizarro gran resistencia para volver a Urab, fuele preciso emplear halagos y aun amenazas para que tornasen, pues muertos ya Juan de la Cosa y Ojeda, l
como alcalde mayor, era el jefe de la expedicin y de la colonia. Pudo al
fin persuadirlos, y haciendo rumbo las tres naves para San Sebastin
naufrag a la entrada del golfo Urab aquella en que iba Enciso, y aunque los castellanos se salvaron, perdironse todos los animales que llevaban y casi todas las armas y bastimentos. Desembarcados los espaoles, empezaron a sentir el hambre, hostigbanlos sin tregua los indios,
quemaron la fortaleza y las 30 casas de que San Sebastin se compona,
y reducidos a la ltima miseria, exclamaban: Dejemos estas costas
mortferas de donde el mar, la tierra, el cielo y los hombres nos rechazan. En tan terrible situacin oyose salir de entre ellos la voz de un
hombre oscuro que en los siguientes trminos les habl: Yo me acuerdo que los aos pasados viniendo por esta costa con Rodrigo de Bastidas
a descubrir, entramos en este golfo, y a la parte occidente saltamos en
tierra donde encontramos un gran ro, y a su orilla vimos un pueblo
asentado en tierra fresca y abundante, y habitado por gente que no pona hierba en sus flechas.
Con estas palabras abrironse a la esperanza todos los corazones.
Pero quin fue ese mensajero de consuelo y de salvacin para los
castellanos?
Al salir Enciso de La Espaola embarcose furtivamente en su nave
un hombre a quien perseguan sus acreedores por las deudas que haba
contrado en Santo Domingo. Dicen unos que se escondi en una pipa, y
otros, en los pliegues de una vela enrollada del buque. Cuando ste se
hallaba ya en alta mar, el prfugo fue descubierto; y tal fue la indignacin de Enciso que jur echarle en la primera isla despoblada que encontrase; y hubiralo quiz hecho, si a la profunda humillacin de Balboa
no se hubiesen juntado los ruegos de algunos castellanos. Ese prfugo
llambase Vasco Nez de Balboa, natural de Xerez de Badaxoz, con
quien entr Enciso en el golfo de Urab, sin pensar entonces que llevaba en su nave el instrumento escogido por la Providencia para salvar a
los castellanos de una muerte inevitable.
En las crticas circunstancias que acabamos de describir, Enciso y
Balboa saltaron en los dos navichuelos que les quedaban, y seguidos
primero de 100 castellanos, y despus de los restantes, cruzaron el golfo
y encontraron en la costa opuesta la tierra que buscaban, cual se les
haba anunciado. Aprestronse los indios a poner resistencia, y como
los castellanos creyesen equivocadamente que envenenaban sus flechas,
encomendronse antes de acometerles a Nuestra Seora del Antigua,
tenida en gran devocin en Sevilla, haciendo el voto de dar ese nombre

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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

al primer pueblo que en aquella tierra fundasen; y as lo hicieron luego


que alcanzaron la victoria.18
Desde entonces, Vasco Nez adquiri mucho prestigio entre sus
compaeros, y Enciso qued expuesto a las secretas pretensiones de un
hombre enrgico, astuto, muy capaz para el mando, ambicioso y que
despus de Coln y de Corts, es el espaol ms grande que figura en
las conquistas del Nuevo Mundo, pues que a su valor y constancia se
debe la sumisin de aquellas ricas provincias y el descubrimiento del
mar Pacfico.
Formronse en la colonia tres partidos: uno quera a Enciso por jefe;
otro, a Nez de Balboa, y otro, a Diego de Nicuesa. Este ltimo partido era el nico que tena la razn y el derecho de su parte, porque hallndose la colonia dentro de los lmites de la gobernacin de Nicuesa, l
y no otro deba ser su gobernador.
Las desgracias que Nicuesa haba experimentado despus que parti de Cartagena para Veragua, fueron quiz mayores que las de Ojeda.
No cumple a mi propsito trazar aqu el cuadro doloroso de tantas
miserias; pero habindose sabido en Santa Marta del Darin que l se
hallaba en Nombre de Dios, a poca distancia de Portobelo, envisele
una comisin para que fuese a tomar el mando de la colonia. El infortunio suele alterar el carcter de los hombres, y de suave, liberal y aun
jocoso que era Nicuesa, habase transformado en spero, duro y violento. Lejos de recibir con jbilo y agasajo a los comisionados que de Urab
haban ido a buscarle, para ponerle a su cabeza, habloles con altanera,
amenazando con castigos y quitar el oro a los que sin su autorizacin lo
haban cogido. Desgraciadamente para l, estas noticias llegaron a la
colonia del Darin antes de su arribo, y cuando pocos das despus se
present en ella, la gente castellana estaba tan indignada contra l, que
no le permiti desembarcar; y no obstante sus ruegos para que le dejasen en la colonia, aun en calidad de preso, forzronle a partir para La
Espaola, y hoy todava se ignora el triste fin que tuvo, pues unos dicen
que muri a manos de los indios de Cuba, y otros con ms probabilidad,
que pereci ahogado, o vctima del hambre.19
En la desgracia de Nicuesa cupo una parte principal a Vasco Nez
de Balboa; y con su astucia e intrigas pronto se desembaraz tambin
de Enciso, pues formndole causa y confiscndole sus bienes, hzole
embarcar para Castilla, quedndose l con el gobierno exclusivo del
Darin.20
Libre ya de rivales, empez sus entradas por aquellas tierras, no
slo para conocerlas, sino para descubrir el oro que contenan. Contiguo al cacicado de Careta estaba el de Comogre sobre la costa del norte,
y recibiendo su cacique amigablemente a Vasco Nez de Balboa, hzole
su primognito un regalo de 70 esclavos y 4 000 pesos de oro, del cual se

JOS ANTONIO SACO

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apart la quinta parte para el rey de Espaa, repartindose lo dems


entre los castellanos, pero no sin disputas ni querellas.21
Los indios que esclaviz en 1512 en una de sus refriegas con diversos
caciques, enviolos al Darin para que trabajasen en las labranzas de los
castellanos, en cuya ocupacin y en llevar cargas de un punto a otro
empleronse no slo aquellos esclavos, sino los dems que se cautivaban cuando salan a ranchear.22
A continuar en tan criminales empresas alentolos el gobierno sin
culpable intencin. Haba el rey don Fernando promulgado en Burgos a
22 de febrero de 1512 una cdula, para que los vecinos de La Espaola
pudiesen coger, todos los indios rebeldes de aquella comarca, y tenerlos
perpetuamente por naborias, lo mismo que a sus descendientes, sin pagar nada por ellos. Con la misma fecha y en la misma ciudad promulgose
otra cdula semejante a favor de los espaoles que habitaban en el
Darin, quienes aprovechndose de la autorizacin que se les daba, convertan no en naborias, sino en esclavos a cuantos indios cogan.
A igual fin propendi tambin una de las mercedes concedidas en
1514 a los vecinos de la villa de Nuestra Seora del Antigua del Darin,
pues se permiti a los oficiales reales de ella que se aprovechasen de los
indios herrados como esclavos, sin pagar ningn derecho; concesin que
los alentaba a favorecer los asaltos de los castellanos para esclavizar
indios.
En la captura de stos represent un gran papel un perro de Vasco
Nez, llamado Leoncico, y del que Oviedo nos ha dejado la siguiente
noticia.
Asi mismo quiero hacer mencion de un perro que tena Vasco Nez,
que se llamaba Leoncico y que era hijo del perro Becerrico de la isla de
San Juan, y no fu menos famoso que el padre. Este perro gan a Vasco
Nez en esta y otras entradas ms de 2 000 pesos de oro, porque se le
daba tanta parte como un compaero en el oro y en los esclavos cuando se partian. Y el perro era tal que lo merecia mejor que muchos compaeros soolientos. Era aqueste perro de un instinto maravilloso, y as
conocia al indio bravo y al manso, como le conociera yo otros que en
esta guerra anduvieran tuviera razon. despues que se tomaban
rancheaban algunos indios indias, si se soltaban de dia de noche, en
diciendo al perro: Ido es, bscale, as lo hacia y era tan gran ventor que
por maravilla se le escapaba ninguno que se les fuese los cristianos. Y
como lo alcanzaba, si el indio estaba quedo asiale por la mueca; la
mano, traiale tan ceidamente sin le morder ni apretar como se pudiera traer un hombre; pero si se pona en defensa hacale pedazos. Y era
tan temido de los indios, que si diez castellanos iban con el perro, iban
ms seguros que 20 sin l. Yo v este perro, porque cuando lleg Pedrarias la tierra el ao siguiente de 1514, era vivo, y le prest Vasco Nez

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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

en algunas entradas que se hicieron despus, y ganaba sus partes como


he dicho: y era un perro bermejo, y el hocico negro, y mediano, y no
alindado, pero era recio y doblado, y tenia muchas heridas y seales de
las que haba habido en la continuacin de la guerra, peleando con los
indios. Despues por invidia, quien quiera que fu, le di al perro comer con que muri. Algunos perros quedaron hijos suyos, pero ninguno
tal como l se ha visto despues en estas partes.23
Supo Vasco Nez que el tesorero Pasamonte, residente en La Espaola y hombre de mucha influencia con el rey Fernando, estaba enojado con l, y que trataba de destruirle, ligndose con el bachiller Enciso
su enemigo. Pasamonte escribi al rey manifestndole la necesidad de
preparar una armada, y de enviar un nuevo gobernador al Darin.
A noticia de Vasco Nez lleg lo que en su ruina se maquinaba, y
como deseaba conservar el poder que haba adquirido por medios no
muy legtimos, trat de captarse el favor de Pasamonte. Enviole, pues,
un rico presente de oro, alhajas y muchos hermosos esclavos indios.
Este regalo supo agradecer Pasamonte, y luego como dice el licenciado Zuazo, escribi todo al contrario de lo que antes habia escrito
haciendo saber al Rey Catlico que Vasco Nez era muy servidor de
su alteza, la mejor persona que ms habia trabajado en su servicio
de cuantas ac habian pasado, pero como el camino es tan largo, no
pudo llegar tan presto esta carta que ya el armada no estaba hecha, y
Pedrarias con ella en Sevilla para se embarcar.24
Si Vasco Nez esclaviz algunos indios en sus entradas, debe
hacrsele la justicia de que el fin principal que le anim, no fue el de
esclavizar a los indgenas, sino el de conocer la tierra y descubrir el oro,
y otras riquezas que encerraba.
Verdad es, que a nombre de sus gobernados pidi al rey Fernando
en enero de 1513, que se esclavizasen indios; pero fue tan slo a los de
ciertas comarcas. Tales fueron los que habitaban en el fondo del golfo
de Urab, en los anegadizos del ro Grande de San Juan y en otros alrededor de dicho golfo, que se extendan hasta entrar en la tierra llana de
la provincia de Davaive.
Fundbase para ello en que esos indios no eran de provecho alguno,
porque ni tenan labranzas, ni se alimentaban de otra cosa que de pescado, parte del cual permutaban por maz. Adems, eran perjudiciales a
los cristianos, porque mataban algunos al pasar el ro San Juan asaltndolos con sus canoas, y porque tambin en aquellas tierras se refugiaban los indios de muchas partes a la redonda.
Pidi tambin que se diesen por esclavos los indios canbales de la
punta de Caribana hasta 20 leguas tierra adentro, no slo porque la
mala calidad de aquel pas no permita sacar de l ningn provecho, sino
porque en varias ocasiones haban matado y devorado muchos cristia-

JOS ANTONIO SACO

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nos: por lo cual deca: tienen bien merecido mil veces la muerte (...) y
no digo darlos por esclavos segn es mala casta, ms an mandarlos
quemar a todos chicos y grandes, porque no quedase memoria de tan
mala gente.25
A la verdad que este pasaje no revela en Vasco Nez humanos sentimientos hacia los indios, y si de las palabras pasamos a los hechos,
encontraremos que aqullas no fueron vanas, pues en esa misma carta,
al hablar del oro que encerraban algunas partes de aquella tierra, dice
al monarca: Lo he sabido en muchas maneras y formas, dando a unos
tormento y a otros por amor y dando a otros cosas de Castilla. Pero
ms grave es todava el siguiente pasaje de Las Casas: Escribi Vasco
Nez al almirante, que haba ahorcado 30 caciques, y haba de ahorcar
cuantos prendiese, alegando que, porque eran pocos, no tenan otro remedio hasta que les enviase mucho socorro de gente.26
Y sin embargo, tal era la ndole de los conquistadores, que ese mismo Vasco Nez figura como uno de los menos crueles en la historia del
Nuevo Mundo.
Pidi igualmente al monarca que permitiese a los castellanos sacar
indios de las partes de Veragua, desde el golfo llamado San Blas, a 50
leguas de Santa Mara del Darin por la costa abajo. Propuso tambin,
que as los esclavos de Veragua como los de Caribana, se exportasen
para quitarles la fcil ocasin de huirse y esconderse en sus tierras; y
que se llevasen a Jamaica, Cuba y otras islas pobladas de cristianos, en
las cuales se trocaran por otros indios que desconociendo el nuevo pas
en que se introducan, seran ms provechosos que los indgenas, porque no podran fugarse con tanta facilidad.27
Uno de los rasgos que ms afearon la conducta de los castellanos en
la poca de la conquista del Nuevo Mundo, fue la insubordinacin a sus
jefes, la envidia, el odio, la calumnia y la venganza con que mutuamente
se despedazaban. De tales armas no pudo librarse Vasco Nez de
Balboa, pues sus enemigos enviaron contra l siniestros informes a la
corte. Perjudicole mucho tambin la bastarda conducta que tuvo en la
expulsin de Nicuesa; pero ms todava la enemistad del bachiller Enciso,
a quien haba procesado en el Darin, remitindole a Castilla. Todos
estos elementos se conjuraron contra l; y como el rey nunca haba sancionado el poder que ejerca en el Darin, nombr a otro en su lugar
desde el 27 de julio de 1513. Tal vez hubirale expedido el monarca el
ttulo de gobernador del Darin, si a su noticia hubiese llegado el gran
descubrimiento que hizo del Mar del Sur; pero esto era imposible, porque cuando Balboa se puso en marcha para tan famosa empresa en septiembre de 1513, ya haba sido relevado. Sin embargo, es forzoso reconocer que el rey Fernando desatendi los eminentes servicios que ya
haba prestado Balboa en la conquista del Darin, y tanto ms cuanto

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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

que le quit su gobernacin para darla a un hombre que le era en todo


inferior, menos en vicios, latrocinios y crueldades.
Cuando Vasco Nez fue relevado del mando del Darin, ya haba
pacificado toda aquella tierra, pues estaba en buena amistad con casi 30
caciques y con todos sus indios, a tal punto que poda ir seguro 100 leguas, y en todas partes no slo le daban los indios mucho oro de su
voluntad, sino sus hermanas e hijas para que las casase o usase de ellas
como quisiese. A la sombra de esta paz crecan en gran manera las rentas del gobierno, y tan buenos resultados consigui, no tomando de los
indios ms de lo que le queran dar, y ayudndolos en sus granjeras.28
El sucesor de Vasco Nez fue el sevillano Pedro Arias Dvila, o
Pedrarias por abreviacin, a quien llamose comnmente en Castilla el
Galn y el Justador, por sus proezas en las justas de aquellos tiempos.
Ensanchronse los lmites de la gobernacin que se le dio, pues de oriente
a occidente era desde el cabo de la Vela hasta la provincia de Veragua, y
de norte a sur comprenda todo el espacio encerrado entre los dos mares con las islas que pudieran encontrarse.29
A esa gobernacin mand entonces el rey Fernando que se la llamase Castilla del Oro, y tal nombre le corresponda por la abundancia de
ese metal que en ella haba.
En las instrucciones que se dieron a Pedrarias en 2 de agosto de
1513, no se olvid el punto esencial de la esclavitud de los indios.
Por el artculo tercero encargsele que si poda, sin estorbo ni tardanza de viaje, leyese el Requerimiento a los indios de las islas canbales, que eran la isla Fuerte, Buin, San Bernardo, Santa Cruz, Gira,
Cartagena y Caramarico de G; y que si despus de ledo, no queran
abrazar la fe catlica ni someterse al vasallaje de Castilla, tomase por
esclavos a cuantos pudiese, envindolos a los ofciales reales de La Espaola para que all los vendiesen.
Por el artculo cuarto ordensele, que de cuanto se tomase en mar o
en tierra, as de esclavos, como de cualquiera otra cosa, se diese al rey la
quinta parte.
Por los artculos 3 y 10 recomendsele especialmente que se tratase muy bien a los indios, sin consentir que se les hiciese ningn dao,
y castigando a los contraventores. Y por el artculo noveno se dispuso
que si por esa va no queran someterse a la obediencia real, y se les
hubiese de hacer guerra, procurase que sta por ningn motivo se les
declarase cuando ellos no fuesen los agresores, ni hubiesen hecho, ni
tratado de hacer algn mal a la gente castellana, debiendo intimarle
de parte del monarca los requerimientos una, dos, tres y cuantas ms
veces fuese necesario para que reconociesen la dominacin espaola.
Y como se consideraba que con Pedrarias iran algunos cristianos, y
que en Castilla del Oro los habra que supiesen la lengua, se les diese

JOS ANTONIO SACO

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a entender el bien que les resultara de ponerse debajo de la obediencia real y el dao y muertes que les ocasionara la guerra, especialmente a los que se tomasen vivos, pues seran esclavizados: de todo lo
cual haban de tener entera noticia para que no pudiesen alegar ignorancia, porque sin ello ni los indios podan ser esclavos, ni los cristianos tenerlos con segura conciencia.30
stas fueron algunas de las instrucciones que dio el rey a Pedrarias
Dvila; pero fuerza es decir que entre los gobernantes que en aquellos
tiempos pasaron al Nuevo Mundo, ninguno las quebrant con ms imprudencia y escndalo.
El 12 de abril de 1514 sali Pedrarias de Sanlcar para su gobernacin, con 15 naves y 1 500 hombres, segn Herrera,31 nmero que eleva
Oviedo a 2 000 o ms;32 expedicin despus de la de Oviedo a La Espaola, la ms lucida que hasta entonces haba partido de Espaa para las
Indias. Acompabanle su teniente general Juan de Ayora; fray Juan
de Quevedo, primer obispo del Darin; Gaspar de Espinosa, alcalde
mayor; el bachiller Enciso, alguacil mayor; Diego Mrquez, contador;
Alonso de la Puente, tesorero; Juan de Tavira, factor, y veedor y escribano general, Gonzalo Fernndez de Oviedo, el historiador que tantas
veces he citado en esta obra.
Seal Pedrarias los primeros pasos de su carrera en el Nuevo Mundo con la esclavitud de los indios, pues habiendo tocado en Santa Marta,
que estaba dentro de los lmites de su jurisdiccin, intimoles el Requerimiento que sus instrucciones le prevenan, cuya lectura hizo Gonzalo
Fernndez de Oviedo como escribano general. Convencido ste de la
inutilidad del documento ledo a los indios, pues que ellos acababan de
tener un recio encuentro con los castellanos, se expresa en estos trminos burlescos:
mand el gobernador [Pedrarias] que yo llevase el requerimiento scriptis que se haba de hacer a los indios, y me lo di de su mano
como si yo entendiera los indios para se lo leer, tuvieramos all quien
se lo diese entender querindolo ellos oir, pues mostrarles el papel en
que estaba escripto poco hacia al caso... Y en presencia de todos yo le
dije: Seor, paresceme que estos indios no quieren escuchar la teologa
de este requerimiento, si vos teneis quien se la d entender: mande V.
guardarle hasta que tengamos algunos de estos indios en la jaula para
que despacio lo aprendan, y el seor obispo se lo d a entender: dile el
requerimiento, y el le tom con mucha risa de l todos los que me
oyeron... Yo pregunt despues el ao de 1516 al doctor Palacios Rubio
[porque l haba ordenado aquel requerimiento], dijome que s, si se
hiciese como si quedaba satisfecha la conciencia de los cristianos con
aquel requerimiento, el requerimiento dice. Mas parceme que se rea
muchas veces cuando yo le contaba lo de esta jornada y otras que algu-

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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

nos capitanes despues habian hecho: y mucho ms me pudiera y reir


de l y de sus letras (que estaba reputado por gran varon, y por tal tena
lugar en el Consejo Real de Castilla) si pensaba que lo que dice aquel
requerimiento lo habian de entender los indios sin discurso de aos
tiempo.33
All en Santa Marta esclaviz Pedrarias un hombre y 11 mujeres,
entre las cuales una principal o cacica.34 Herrera aumenta este nmero,
pues dice que fueron esclavizados todos los nios y mujeres del primer
pueblo en que entr;35 y esclavos tambin hizo en la isla Fuerte a 50
leguas del Darin.36
Salt en tierra el 30 de junio de dicho ao en el pueblo de Santa
Mara del Darin, y tomando posesin del gobierno, empez su gente a
prepararse para enriquecerse con el oro que haba pensado coger con
redes, segn las exageradas noticias que haban llevado de Espaa. Pero
cun triste desengao tuvieron en breve! Sin provisiones en el pas para
alimentar tan numerosa expedicin; corrompidas por el mar las que
sacaron de Castilla; quemadas muchas, y quizs de mala fe, para ocultar los robos ya hechos; apocadas las raciones que se les suministraban;
y expuestos a la perniciosa influencia del lugar bajo, sombro y cenagoso en que se hallaban, comenzaron a sentir el hambre y las enfermedades, creciendo la calamidad en tanto grado, que muchos caballeros daban un sayn de seda carmes, y otros ricos vestidos por una libra de
cazabi, pan de maz, o bizcocho de Castilla: otros que haban dejado
empeados en ella sus mayorazgos, moran pidiendo pan, vestidos de
seda y de brocados que valan muchos dineros. Un caballero de los principales iba por una calle clamando que pereca de hambre, y delante de
todo el pueblo cay muerto en el suelo. Otros, en fin, se salan al campo,
y como si fueran bestias coman las yerbas y races que ms tiernas
encontraban.37
En un solo mes murieron 700 personas, y otras muchas obtuvieron
permiso de Pedrarias para trasladarse a La Espaola, Cuba, Jamaica,
Puerto Rico y Castilla:38 de manera que a los pocos meses de su arribo,
su brillante armada qued reducida a algunos centenares; con stos y
con los antiguos pobladores empez a enviar diferentes expediciones al
mando de sus capitanes; no para que pacificasen y poblasen aquella
tierra, sino para que la asolasen acabando con los indios.
El primero que sali fue su teniente general Juan de Ayora, con el
objeto de fundar algunos pueblos, y coger todo el oro que se hallase en
aquellos pases, sin respetar la fe y amistad de Vasco Nez, que haba
jurado a varios caciques con quienes haba vivido en paz. Embarcose
con 400 hombres en cuatro o cinco naves, y desembarc en la costa norte en un puerto de las tierras del cacique Comogre, 25 o 30 leguas al
poniente de Santa Mara del Darin. Ese cacique, lo mismo que los de

JOS ANTONIO SACO

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Ponce y Pocorosa, recibironle amistosamente, hacindole regalos de


oro y de comida; mas, en recompensa de tan buenas obras, esclavizoles
sus mujeres, cometiendo otras crueldades. Con presentes de oro tambin le recibi el cacique de Tubanam, pero nunca satisfecha su insaciable codicia, llevole tambin sus mujeres y cuantos indios pudo por
esclavos. A este propsito dice Oviedo:
En este camino Johan de Ayora, no solamente dex de hacer los
requerimientos amonestaciones, que se debian hacer los indios, antes de les mover la guerra; pero saltebanlos de noche, los caziques
indios principales atormentbanlos, pidindoles oro, unos assaban,
otros hazian comer vivos de perros, otros colgaban, en otros se
hizieron nuevas formas de tormentos, demas de les tomar las mugeres
las hijas, hacerlos esclavos prisioneros, repartirlos entre s, segun
la manera que Johan de Ayora le parezi cada uno de los otros
capitanes, por donde anduvieron. en esta caza monteria infernal, se
detuvo esta gente algunos meses.39
El licenciado Zuazo refiere la crueldad con que el tirano Ayora trat
a otro de los caciques, amigo de Vasco Nez de Balboa. Al acercarse
los espaoles a su pueblo, y creyendo los indios que aqul vena a su
cabeza, prepararon muchos venados asados, pavos, gran abundancia de
diversos pescados, con otros manjares de la tierra, bollos de maz y vino
de la misma planta para festejarlos. Cuando Ayora lleg, l y su gente
sentranse en este banquete que bastaba para 600 personas: pero no
viendo el cacique a Vasco Nez, pregunt dnde estaba el tiba o jefe de
los cristianos. Sealronle a Juan de Ayora; mas, l replic que se no
era el tiba, porque l conoca muy bien a Vasco Nez. El pobre cacique
pronto debi conocer la diferencia ms claramente, porque despus de
la comida Juan de Ayora le mand buscar y le orden que le diese oro, a
menos que quisiese ser quemado, o echado a los perros. El cacique le
present todo el oro que tena, cuya cantidad no satisfizo al capitn espaol. Entonces, el infeliz cacique, que estaba atado, mand a sus sbditos que le trajesen todo el oro que tenan; pero cuando lo presentaron,
Juan de Ayora no qued satisfecho, y exigi ms. El cacique le suplic
que se contentase, pues le haba presentado todo el oro que tena; mas,
Juan de Ayora, con todo el furor implacable de un ladrn que encuentra
escaso el botn que esperaba, mand quemar al desventurado indio.40
Confirma esa autoridad Bartolom de las Casas, quien dice: No
contento con esto prendieron al dicho Seor y atanlo un plo sentado
en el suelo y estendidos los pies: ponenle fuego ellos porque diese ms
oro y l envi su casa y traxeron otros 3 000 castellanos [de oro]:
trnanle dar tormento y l no dando ms oro porque no lo tena,
porque no lo queria dar, tuvironlo de aquella manera hasta que los
tuetanos le salieron por las plantas y assi muri.41

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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

Pasaba el tiempo e ignorbase el paradero de Juan de Ayora. Para


averiguarlo, envi Pedrarias, con consejo del obispo Quevedo, a Bartolom Hurtado, alguacil mayor que haba sido bajo la gobernacin de
Balboa. Encontrole y torn al Darin con ms de 100 indios robados,
parte de los cuales haba pedido prestados al cacique Careta, so pretexto de que llevasen algunas cargas, por estar muy fatigados los otros que
las traan. Como an no estaba concluida su residencia, procur adquirirse buenos apoyos, dando a Pedrarias seis esclavos, otros seis al obispo, cuatro al tesorero, cuatro al contador, cuatro al factor, e igual nmero al alcalde mayor. Desde entonces se estableci la costumbre de dar al
gobernador, al obispo Quevedo y a los oficiales reales una parte de los
esclavos que se salteaban en las expediciones.
Si culpable fue la conducta del gobernador y oficiales reales, fuelo
ms todava la del obispo Quevedo, no slo por la santidad de su ministerio, sino por la hipocresa con que ocultaba su maldad a los ojos del
monarca, pues le escribi dicindole:
Los Caciques indios de la parte de Tubanam i Panam como se
han visto maltratar, matar i destruir; de corderos que eran, se han hecho tan bravos que mataron todos los cristianos que estaban en Santa
Cruz, y cuantos hallaron derramados por la tierra. Los Caciques que
antes eran enemigos se han confederado.42
De los esclavos que rob Hurtado, toc el quinto al rey, los cuales
fueron vendidos en pblica almoneda, herrados, y en su mayor parte
transportados a La Espaola y a otras islas.43 La de Cuba recibi entonces y despus muchos de Castilla del Oro, y slo en el primer ao del
gobierno de Pedrarias llegaron a ella nueve buques con mercancas, y
algunos con esclavos indios que fueron all vendidos, cobrando la Real
Hacienda el 7 % de su valor.44
Ni el gobernador, ni los dems partcipes de los indios esclavizados
por Hurtado, ignoraban la violencia con que ste los haba cogido, pues
en vez de leerles el Requerimiento antes de declararles la guerra, como
estaba mandado, empez por encadenarlos, y tenindolos en este estado, leyoles ese documento sin intrprete que se lo explicase. Reducidos
as a la ms violenta esclavitud, echolos por delante, dando de palos a
los que no andaban pronto.45 Ese modo de requerir a los indios de Castilla
del Oro introducido por Hurtado, extendiose despus a otras partes del
continente. Adems del testimonio de Oviedo, asevranlo as otros espaoles contemporneos a la conquista, y entre ellos, un religioso dominico residente en San Juan de Puerto Rico; pero que bien informado de
las ocurrencias de Castilla del Oro bajo la gobernacin de Pedrarias, no
slo acusa a ste y a los oficiales reales, sino hasta al mismo obispo de
aquella tierra.46

JOS ANTONIO SACO

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Al fin volvi Juan de Ayora al Darin, y cuando el gobernador Pedrarias debi castigarle severamente por las atrocidades que cometi
contra los indios, aprob y aplaudi su conducta, influyendo en ello el
obispo Quevedo por unos esclavos indios que Ayora le regal. De las
maldades de ste hablan Oviedo como testigo ocular,47 otros contemporneos48 y el cronista Herrera.49
A pesar del favor que Ayora tena con Pedrarias, tantas fueron las
maldades que cometi en su expedicin, que temiendo que todas se descubriesen, huyose en una carabela para Espaa, llevndose cuanto oro
pudo robar y realizando as sus deseos de vivir en su casa en tierra de
Crdoba.50
Despus de la fuga de Ayora llegaron al Darin los capitanes que le
haban acompaado en su expedicin, y aunque no tan criminales como
l, cometieron tambin muchas crueldades; pero como haban sido absueltos Hurtado y Ayora, paresciera mal condenar los que, en comparacion dessos, no habian peccado, aunque no les faltaban culpas, y
como daban partes presentaban ndios al gobernador obispo offiziales, todos eran absueltos, y estaba esto en tanta costumbre, que quassi
por ley lo tenan todos los capitanes. desta causa, por el interesse
destas partes, que se daban los gobernadores obispo offiziales en
los indios.... y en el oro de cada entrada... continuaron enviar capitanes unas partes otras de la tierra... y quando tornaban, cargados
de oro y de indios que avian tomado para esclavos, daban al gobernador
dos partes en todo, los offiziales avian sendas en los indios.51
El provecho de oro y esclavos que de esas expediciones sacaban el
gobernador y los oficiales reales, indjoles a fomentarlas, y as se desparramaron por toda aquella tierra los satlites de Pedrarias para que
no quedase ninguna sin dolor.
Uno de ellos fue el capitn Francisco Becerra, quien hizo dos entradas. Dirigiose en la primera hacia las costas del Mar del Sur, llegando
hasta las tierras de los caciques Suegro, Quemado y otros. Vinieron
esos dos nombres de que cuando los castellanos llegaron all, sus capitanes tomaron al primer cacique, o el les dio de temor, tres o cuatro hijas
que tena: por este hospedaje adulterios de los yernos, qul no quisiera, le llamaron el suegro, cuyo nombre propio era Mahe. El otro
cacique llamose Quemado, porque no habiendo podido dar todo el oro
que le pedan, quemronle efectivamente.52
Prosigui Becerra sus correras y torn al Darin con oro en abundancia y muchos indios esclavizados en los pueblos, cuyos caciques le
haban recibido amistosamente. Al referir Oviedo la expedicin de Becerra, dice: este era uno de los soldados antiguos primeros en la tierra
y en estas islas, conoszia mejor la simplizidad de los indios, hizo

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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

ms crueldades que ninguno de los passados. no fue reprehendido


ni castigado.53
Sali Becerra la segunda vez con ms de 200 hombres escogidos, a
desolar las tierras de la provincia del Cen al oriente del golfo de Urab;
pero divididos l y sus compaeros al pasar un ro, perecieron todos por
las flechas envenenadas de los indios que se haban emboscado en sus
mrgenes. De esta catstrofe llev la noticia al Darin un criado indio
de un castellano, que pudo escapar de la refriega.54
Antes de la desgraciada expedicin de Becerra, haba Pedrarias enviado al Cen a su sobrino del mismo nombre, con 400 hombres en busca del oro que segn fama encerraba aquella provincia. All tuvo varios
encuentros con los indios, de los cuales esclaviz 500 que fueron vendidos en las islas a muy buen precio.55
Creyendo Pedrarias que por tener el bachiller Enciso mejor conocimiento que su sobrino de la provincia del Cen, podra obtener mucho
oro, pues que a ella se llevaban a enterrar los muertos desde largas
distancias, y era costumbre echar en las sepulturas junto con los cadveres cuanto oro y joyas les pertenecan, enviole en busca de esos tesoros. Luego que lleg Enciso al Cen, ley el Requerimiento a dos caciques, para que se sometiesen al rey de Castilla; y habindoles explicado
su contenido, respondironle: Que en lo que decia, que no haba sino
un Dios, que gobernaba el cielo y la tierra, les pareca muy bien, y que
as deba de ser; pero que el Papa daba lo que no era suyo, y que el rey
que lo peda y lo tomaba, deba de ser algn loco, pues peda lo que era
de otros; que fuese a tomarlo, y le pondran la cabeza en un palo, como
tenan otras de sus enemigos, las que mostraron a Enciso en prueba de
que haran lo mismo con la suya; y que siendo seores de su tierra, no
necesitaban de otro seor.56 Requirioles de nuevo amenazndolos con la
guerra, la muerte y la esclavitud; pero no queriendo obedecerle los caciques, apel a las armas, tomoles el pueblo, y prendi a uno de ellos, bien
que en la refriega le mataron dos castellanos con flechas envenenadas.57
Luis Carrillo, otro de los capitanes de Pedrarias, invadi las provincias de Abraybe y Teruy, llevando por segundo de su expedicin a Francisco Pizarro. Tenan aquellos indios sus moradas encima de grandes
rboles plantados en cinagas y lagunas; pero los espaoles, ayudados
de perros feroces que consigo llevaban, destrozaron a muchos, esclavizando en aquellas tierras, y en otras que recorrieron, ms de 400 indios
que Carrillo reparti entre la gente que le segua.58
Haba Nez de Balboa pedido al Rey Catlico en 1513, que los indios esclavizados en el Darin se sacasen de all y vendiesen en las islas.
Accediendo o no el gobierno a esta peticin, lo cierto es que ya en 1515,
sino antes, exportronse muchos de esos esclavos para La Espaola,
Cuba y otras islas pobladas de cristianos; mas, no falt entonces em-

JOS ANTONIO SACO

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pleado que a ello se opusiese, a pesar de haber prestado antes su consentimiento.


Para mudar de opinin, aleg ese empleado que sin haberse enviado
todava de Castilla del Oro esclavo alguno a La Espaola y a otras islas,
ya l haba conocido que eso era muy grande error y causa para despoblarse aquel pas, porque los indios, sabiendo que los transportaban a
otras tierras, huiran ms que antes, y nunca se podra tenerlos seguros; resultando de aqu que no habra quien trabajase en las minas ni en
otras haciendas, y que los castellanos no cuidaran de descubrir aqullas, ni menos permaneceran en el pas. Por estas y otras razones que el
referido empleado no expone, dice que requiri al gobernador y a otras
autoridades para que no consintiesen enviar esclavos a La Espaola ni
a otras partes, y que se conformaron con ese requerimiento, pues tan
escandalizados y tan temerosos estaban los indios, que en llegando una
carabela a las aguas de aquella costa, todos se iban si no los tenan en
prisiones.59
Fundadas parecen las razones anteriores; pero si se atiende a la conducta que tenan los empleados de Castilla del Oro, fcilmente se conocer, que slo se trataba de retener en la tierra a los indios esclavizados
para aprovecharse de ellos.
ste fue tambin uno de los motivos que tuvo el obispo Quevedo
para oponerse a la saca de esclavos indios del Darin, pues deca que su
exportacin paralizara el trabajo de las minas, que tan provechosas
eran.60 Fundose, adems, en lo ilcito de aquel trfico; pero esta consideracin sienta muy mal en la boca de aquel prelado, porque ya hemos
visto que reciba de los aventureros de Pedrarias, parte de los indios
que esclavizaban.
En contrario sentido, y por miras particulares, Rodrigo de Colmenares, regidor de Castilla del Oro, pidi a Carlos V, en 1517, lo que antes
haba pedido Vasco Nez de Balboa, a saber: que todos los indios que
all se esclavizasen, fuesen vendidos en La Espaola y en otras islas.
Suplicole tambin que cuando cada vecino de Castilla del Oro fuese a
Espaa, pudiese llevar dos indios y dos indias de los que tena de criados en sus casas, pues dejndolos en ellas, la experiencia enseaba que
se huan; y como saban las cosas de los cristianos, ocasionaban mucho
dao. Pidiole, adems, que los indios libres que no quisiesen servir a los
espaoles de buena voluntad, fuesen todos esclavizados, pues de no serlo,
ni el monarca ni los cristianos tendran provecho.61
Todos los espaoles que llevaban a Espaa indias esclavas, tenanlas
por mancebas, y para reprimir esta inmoralidad, el licenciado Surez
Carvajal pidi en Madrid al Consejo de Indias en 1536, que los
importadores fuesen obligados a venderlas a persona honesta. Si la india era libre y tena relaciones carnales con el espaol, ste deba depo-

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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

sitar 10 o 15 000 maraveds, y los oficiales reales hacer que fuese


doctrinada, para despus casarla, o ponerla en un monasterio. Si el espaol trataba la india honestamente, entonces deba dejrsela en su
poder. A esta peticin, el monarca, de acuerdo con el Consejo, accedi
en todas sus partes.62
Algunos meses antes de la llegada de Pedrarias al Darin, ya Vasco
Nez de Balboa haba descubierto el Mar del Sur y las Islas de las
Perlas, situadas en el golfo que l llam San Miguel. La noticia de esas
riquezas inflam la codicia de Pedrarias, y envi a recorrer aquellas y
otras regiones a su criado y primo Gaspar de Morales, quien se mostr
en esa expedicin digno capitn de tal jefe. Lo que pas en la correra
que entonces hizo el cruel Morales, dejo que lo refiera Vasco Nez de
Balboa en una carta que dirigi al monarca desde Castilla del Oro.
Y en esta entrada sepa V.M. que se hizo una crueldad la mayor que
nunca se ha hecho entre rabes y cristianos ni otra ninguna generacion,
y fue que vinindose ya de camino este capitan con los cristianos que le
habian quedado, traian hasta 100 indios e indias, la mayor parte mujeres y muchachos, y trayndole atados en cadenas hicos,63 mand el
capitan, que se dice Gaspar de Morales (es criado del gobernador), que
todos les cortasen las cabezas y les diesen de estocadas, y ans se hizo
que ningun indio ni india de las que traian escap, escepto los que traian
el capitan y algunas indias que eran de la isla rica de las Perlas; y pasado esto, venindose de camino, dieron en un cacique y todos cuantos
indios all pudieron tomar los mataron muy crudamente.64
Martn Fernndez de Navarrete, afectando una imparcialidad de que
muchas veces carece, pretende invalidar el testimonio de Nez de Balboa
para paliar, o a lo menos disminuir, los robos y atrocidades que Pedrarias
y sus capitanes cometieron en el Nuevo Mundo.65 No soy yo quien declarar inocente a Nez de Balboa; pero cierto y muy cierto es todo lo que
dice contra Pedrarias en el pasaje que acabo de citar, y otras maldades
que no menciona. Confrmanlas el virtuoso Bartolom de las Casas y otros
testigos contemporneos; y pues que se quiere poner en duda la atrocidad denunciada al rey por Balboa, preciso es invocar el testimonio de
personas exentas de la sospecha que Navarrete le imputa.
Un religioso dominico, escandalizado de los horrores que contra los
indios cometan Pedrarias y sus capitanes, elev su voz al monarca para
denunciarle el crimen de Morales.
Notoria crueldad dice aquel religioso, fue, y no pequea, la que
us el capitn Gaspar de Morales, primo del dicho Pedrarias, fue que
con cierta gente pas la isla de las Perlas, que es en la mar del sur de
all de la tierra recogi sobre 300 indios indias nios de teta: algunos se viniendo con ellos salieron al camino una cantidad de indios por
cobrar sus mujeres hijos parientes: ved como les habia sido fecho el

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requerimiento Real ddoseles entender, desque el dicho Gaspar


Morales vido aquesto hizo degollar matar todos los indios indias
nios que as traia presos, en lo cual se us una gran crueldad semejante aquella de Herodes.66
De observar es que si Vasco Nez solamente eleva a 100 el nmero
de indios e indias asesinados por Morales, el religioso dominico dice que
las vctimas fueron como 300, sin escaparse ni aun los nios de pecho.
Adems del mencionado religioso, acus tambin a Morales, del mismo crimen, Gonzalo Fernndez de Oviedo que a la sazn se hallaba en
Castilla del Oro. Y esta acusacin la fulmin no slo en su Historia General y Natural de las Indias, sino en un Memorial que antes de escribir sta present a Carlos V y al Consejo de Indias en 1524, cuando la
corte se hallaba en Vitoria, en el cual denunciaba las maldades cometidas en Castilla del Oro bajo el gobierno de Pedrarias Dvila.67 Oigamos
lo que dice este historiador sobre la expedicin.
con mucho oro perlas esclavos, tornndose rico, lleg la
provincia del cacique de Chochama, teniendo sentado su real en la
ribera de un rio, vieron mucha gente de indios que venian de guerra
cobrar, si pudieran, sus mujeres hijos parientes, que este capitan les
llevaba robados: y el capitan ovo su consejo con Andrs de Valderrbano
con un mancebo que se decia el capitan Pealosa, pariente de la mujer
de Pedrarias, acordaron de degollar en cuerda todos los indios que
estaban presos atados, no perdonando mujer ni nio chico ni grande
de todos ellos, imitando la crueldad herodiana, para que los indios que
venian de guerra contra ellos se detuviesen all, viendo contemplando
aquel crudo espectculo; assi se puso por la obra, degollaron de esta
manera sobre 90 100 personas. Pero en fin, este crudo ardid fue causa
de quedar los chripstianos con las vidas; porque entre tanto que los
indios se detuvieron mirar llorar los muertos, tan extrao caso, el
capitan Gaspar de Morales con su gente se puso en salvo, se fu su
camino ms que andar. En fin, l lleg al Darin, donde fu tractado
dissimulado con l, por primo criado del Gobernador; sin castigo ni
pena, ni otra reprehension, de cosa que mal oviese fecho en su viaje, en
el cual ovo muchas perlas.68
A descubrir tambin por la Mar del Sur en vuelta del poniente, envi
Pedrarias al capitn Antonio Tllez de Guzmn, el cual hizo lo que los
otros o peor, pues cometi ms crueldades y ms pblicas; pero favorecido del contador Diego Mrquez, y repartiendo entre ste, los otros
dos oficiales reales y el gobernador Pedrarias parte del oro que robaba
y de los indios que esclavizaba, qued impune como de costumbre.69
Por las tierras del Mar del Sur hizo tambin correras de orden de
Pedrarias, el capitn Gonzalo de Badajoz, llegando hasta Nata y Escoria. Donde quiera que entraba robaba oro y esclavizaba cuantos indios

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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

poda. En las tierras del cacique Paris perecieron muchos de stos devorados por el fuego, pues como iban encadenados, fueles imposible huir
para salvarse. Sali Badajoz de las tierras de aquel cacique, y entrando
en otras, rob casi 22 000 pesos de oro y redujo muchos indios a esclavitud; mas, como de todo cupiese una parte al gobernador y oficiales reales, no se le impuso castigo ni se habl de sus crueldades, aunque fueron
muchas y no falt quien las dijese.70
A pesar de que Pedrarias y los oficiales reales eran cmplices de las
maldades de tantos capitanes, uno de aqullos, el tesorero Alfonso de la
Puente, tuvo la audacia de escribir al rey una carta en 23 de noviembre
de 1515, en la que se leen estas notables palabras:
Los capitanes de Pedrarias han robado i alterado los indios: dicen
convenir esto en las entradas para sostener la gente: as les saltean y
toman todo el oro y perlas i todos los esclavos que les dan de indios de
otros caciques que prenden: indios principales, sus mujeres hijos toman por esclavos. Los requerimientos ni los entienden ni cumplen: los
espaoles no tienen otro fin en las entradas que traer mucho oro i volverse Castilla: nadie piensa poblar, y as no se consigue el fin de S.A.71
A juzgar por este pasaje, cualquiera podr creer que el tesorero
Alonso de la Puente era un fiel servidor del gobierno y un amigo de los
indios. Pero el testimonio de Oviedo, el de Herrera y el de todos los
contemporneos que no tenan inters en ocultar la verdad, contestes
estn en condenar la conducta de ese empleado y de sus compaeros.
Otro de los ladrones fue Diego de Albitez, quien entr en el Darin
con gran cantidad de oro y muchos esclavos que haba hecho en la costa
de Nombre de Dios y de las provincias de Chagre y de Veragua.72
Antes de esa expedicin, ya el licenciado Espinosa, alcalde mayor,
haba derramado mucha sangre en sus correras en los aos de 1515 y
1516, y vuelto a Santa Mara del Darin, cargado de mucho oro robado
y de ms de 2 000 indios esclavizados.73
Reducida la quinta parte de los que tocaron al rey, se hizo la reparticin general,74 y ricos con el botn, ya no jugaban en cada azar sino uno,
dos, tres y ms esclavos, y el mismo Pedrarias jug una vez 100. Para
contener este vicio, que tan generalizado estaba entre los conquistadores del Nuevo Mundo, publicose una ley, mandando que en cada da
natural nadie pudiese jugar ms del valor de 10 pesos.
A noticia del cardenal Jimnez de Cisneros, regente del Reino, llegaron las maldades cometidas en sus entradas por los capitanes de Pedrarias y por otros aventureros; y para que los indios libres no fuesen
injustamente esclavizados, renovose en 1516, la orden de que ningn
castellano fuese a descubrir ni a comerciar a la Tierra Firme, sin llevar
un religioso a lo menos, para impedir que los marineros y soldados robasen y esclavizasen a los indios; pues lo que se deseaba era que se les

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instruyese en la fe y se les diese buen tratamiento.75 Nobles deseos que


siempre aplaudir la posteridad: pero que frustr la codicia de los descubridores, de cuya conducta hizo la ms negra pintura la pluma del
licenciado Alonso Zuazo, en la carta que escribi a Monsieur de Chievres.
Y sepa vuestra ilustre seora que uno de los grandes daos que
ac ha habido en estas partes, ha sido querer su alteza al rey catlico
dar algunos facultad para que so color de descubrir fuesen con armadas su propia costa, entrar por la Tierra Firme las otras islas:
porque como los tales armadores se gastaban para hacer las dichas armadas, llevaban terrible codicia para sacar sus expensas, gastos,
propsito de doblallos si pudiesen; y con estas intenciones queran cargar de oro los navos, de esclavos, de todo aquello que los indios
tenan de que pudiesen hacer dineros, para venir este fin no podan
ser los medios sino brbaros, sin piedad, sin cometer grandsimas
crueldades, abominables, crudas muertes, robos, asar los hombres
como a San Llorente, aperreallos, escandalizar toda la tierra. hemos
visto casi todos los que de esta manera han entrado su costa morir
muy crueles muertes, como fu Diego de Nicueza, el capitan Becerra,
otros muchos. En conclusion, muy magnfico seor, que las cosas de
Tierra Firme estn agora de esta manera esperando la venida del fator
del Rio-Grande para haber cada uno de all su parte. Suplico vuestra
seora que d de esto conocimiento S.M., porque irn muchos se
ofrecer su costa descubrir, porque el tal descubrir ntes es soterrar
las tierras provincias debajo de la tierra, ntes oscurecerlas que
aclararlas descubrirlas.76
Nueva expedicin emprendi el licenciado Espinosa en aos posteriores hacia el poniente del Mar del Sur. A darle crdito, descubri por
aquel rumbo 400 leguas de costa; pero o verdad o mentira, lo cierto es,
que en sus largas correras, rob mucho oro, esclaviz muchos indios y
cometi grandes crueldades.77
Cuando en 1520 lleg a las islas llamadas del Zebaco, pregunt a los
indgenas si haba oro; mas, ellos le respondieron que lo encontrara en
abundancia en el paraje del continente que le sealaron con el dedo.
Ese punto eran las sierras comarcanas de Veragua, en la que seoreaba
un cacique llamado Urraca. Pas Espinosa a buscar con su gente la
meta que tanto deseaban; pero Urraca, defendindose de Espinosa, de
Pedrarias y de otros capitanes, sostuvo con una constancia heroica guerra
de nueve aos contra los espaoles.
No pudiendo stos destruirle con las armas, Francisco Compaon
apel a la traicin y halagndole con grandes ofrecimientos, logr que
el indio le visitase. Entonces, dice Herrera: quebrantndole la palabra
y deseando de haber sus tesoros, le reprehendi, y cargndole de hierros,
le envi a Nombre de Dios desterrado, y aun pues no le quem, no fu

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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

poco bien el que le hizo. Urraca pudo escaparse al cabo de algunos


meses, e indignado del infame tratamiento que haba sufrido, junt
muchos indios de los que habitaban en las riberas del mar del norte y
del sur, y haciendo cruda guerra a los castellanos, pele contra ellos
hasta su muerte, a pesar de haberle abandonado muchos de los suyos.78
Volviendo a la expedicin de Espinosa, acompaole en ella el religioso franciscano fray Francisco de San Romn, pues aquel malvado quera aparentar que guardaba las rdenes del monarca en punto a la instruccin y buen trato que a los indios deba darse. Y tan buenos se los
dio, que el mencionado religioso asegura haber visto matar en las expediciones de aquel capitn en Castilla del Oro, sobre 40 000 indios, metindolos a espada, quemndolos vivos y echndolos a perros bravos, y
atormentndolos con diversos tormentos.79
Por espantoso que ese nmero sea, no debe tacharse de embustero
al fraile San Romn, pues horrible fue la mortandad que Pedrarias y
sus capitanes causaron a los indios de Castilla del Oro. igase a Vasco
Nez de Balboa en la carta que escribi al rey desde el Darin a 16 de
octubre de 1515:
Y si al primer capitan que fu entrar, que fu Juan de Ayora, le
castigaran por los daos que hizo, que fueron muchos, en los caciques
que estaban de paces, no hovieran tenido atrevimiento los Capitanes
que despues han ido entrar, cometer, y hacer otros muy grandes
excesos y daos. que despues han hecho por la tierra, matando muchos
caciques indios por les robar, y trayendoles las mujeres hijos, sin
haber causa legtima para ello en muchas partes que los caciques estn
de paces y no han acometido cosa porque dao debiesen recibir, antes
en muchas partes les han dado oro de presentes, y no contentos con
esto, estando de paces los indios, les van saltear las mugeres hijos, y
tomarles el oro que les queda: porque de verdad certifico V.M. que
ha acaecido en partes venir los caciques con oro de presentes, y traer
una vez dos tres oro los capitanes y traerles de comer, y mandar
por otra parte donde tenian las mugeres y naborias y su oro, y robarselo
todo, y sin ninguna conciencia herrarlos por esclavos: y ha acaecido de
traer veces un cacique 8 000 pesos de oro, y enviar al capitan por otra
parte y tomarle otros 3 000 pesos de oro y las mugeres y hijos y naborias,
y hacerles esclavos: y todas estas cosas y otras muy graves se pasan sin
castigo, por donde ha sido causa que no hay cacique ni indio de paces en
toda la tierra, sino es el cacique de Careta, que est media cara porque est cerca de aqu.80
Dirase que lo contenido en el pasaje anterior naci de la rivalidad
que haba entre Vasco Nez y Pedrarias? Por fortuna que otros contemporneos hablaron en el mismo sentido que Balboa, y entre ellos
citar, al adelantado Pascual de Andagoya, uno de los que pasaron con

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Pedrarias a Castilla del Oro en 1514, y que tom parte en los descubrimientos y conquistas que por orden de stos se hicieron.
Visto como la gente se moria, comenzaron enviar capitanes unas
partes y otras del Darien, y estos no iban poblar sino ranchear y
traer los indios que pudiesen al Darien... [Vasco Nez, etc., pgina 396,
tomo II.] Las capitanas y gente que hacia aquella parte [la Mar del
Sur] salieron, por ser tierra mas sana y mas poblada, hicironse de los
espaoles que iban hcia aquella parte la tierra, y traian grandes
cabalgadas de gente presos en cadenas, y con todo el oro que podian
haber, esta rden se tuvo cerca de tres aos. Los capitanes repartian los
indios que tomaban entre los soldados, y el oro llevaban al Darien: junto
y fundido daban de cada uno su parte, y los oficiales y obispo que
tenian voto en la gobernacion, y al gobernador les llevaban sus partes
de los indios que les cabian y como proveian por capitanes por el favor
de los que gobernaban, deudos o amigos suyos, aunque hubiesen hecho
muchos males, ninguno era castigado; y desta manera cupo este dao
la tierra hasta ms de 100 leguas del Darien. Todas estas gentes que se
traan, que fu mucha cantidad, llegados al Darien los echaban las
minas de oro, que habia en la tierra buena, y como venian de tan luengo
camino trabajados y quebrantados de tan grandes cargas que traian y
la tierra era diferente de la suya, y no sana, moranse todos: en todos
estas jornadas nunca procuraron de hacer ajustes de paz, ni poblar, solamente era traer indios y oro al Darien, y acabarse all.81
Tal fue el resultado de las expediciones y aventuras de los espaoles
en aquellas tierras bajo la gobernacin de Pedrarias y de otros jefes; y
a fomentar una parte de esas desgracias en Castilla del Oro, algo influy la Real Provisin de Burgos a 6 de septiembre de 1521, prorrogando
por cuatro aos la licencia que dio Pedrarias para vender fuera de su
gobernacin los indios que se decan legtimamente esclavizados.
A noticia de la corte llegaron las maldades de Pedrarias, y los informes que contra l dio Gonzalo Fernndez de Oviedo hicieron que se
nombrase de gobernador de Castilla del Oro a Lope de Sosa. Lleg ste
al Darin en 1519;82 pero el destino, favoreciendo al malvado Pedrarias,
permiti que al saltar aqul en tierra para tomar el mando de su gobernacin, muriese repentinamente. Continu, pues, Pedrarias en Castilla
del Oro; y tal era la perniciosa influencia que tena en Espaa, que no se
le nombr sucesor hasta el ao de 1525.
Si en Castilla hubiese reinado la justicia, habranle impuesto el severo castigo que mereca por sus robos y crueldades; mas, lejos de ser as,
disele en 1527 la gobernacin de la provincia de Nicaragua, donde abus de su poder lo mismo que en Castilla del Oro. Perder por ahora de
vista a ese tirano para encontrarme con l ms adelante; imposible me
es proseguir sin consignar aqu que la voz de la historia se alza con fuer-

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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

za para mirar a Pedrarias como uno de los azotes ms crueles que al


Nuevo Mundo pasaron, no slo contra los indios, sino aun contra los
mismos castellanos.
Pedro de los Ros tom posesin del mando de aquella tierra, en julio
de 1526 con las mismas instrucciones y facultades que se dieron a Pedrarias;83 bien que con alguna disminucin de territorio.
Pedro de los Ros, sin ser tan malo como su antecesor, mostrose desde el principio muy codicioso, ladrn y, a veces, violento.84 Durante su
gobernacin continuaron los saltos para esclavizar indios. Sucediole en
el mando el licenciado Antonio de la Gama que haba ido a residenciarle;
y en 1531 publicose la ley general de Carlos V de 2 de agosto del ao
anterior, prohibiendo que en ningn pas se esclavizase a los indios aun
por justa guerra, mientras expresamente no se ordenase lo contrario.
Los vecinos de Castilla del Oro condenaron como dura esa ley, fundndose en que si no se tomaban por esclavos los rebeldes con quienes de
ordinario se tena guerra, ni sta se acabara jams, ni los soldados acudiran a ella con tanta voluntad para domar a los insurrectos.85
Gobernaron tambin en Castilla del Oro Francisco de Barrionuevo y
otros capitanes; mas, todos se mancharon permitiendo la esclavitud de
los indios.
Tan grandes eran los desrdenes que contra stos se cometan en
Castilla del Oro y en los dems pases ya conquistados, que en 1535 se
repiti la Real Orden de que ninguna persona pudiese llevar indios a
Espaa ni vender a los libres como esclavos en el Nuevo Mundo, so
pena de nuerte.86
La crueldad haba exasperado a muchos indios en Castilla del Oro y
sublevados estaban varios caciques; pero como el rey deseaba que hubiese los menos esclavos posible, mand en 1535 a las autoridades de
Panam, que antes de hacerles la guerra, se les requiriese con la paz
una y muchas veces, asistiendo al requerimiento un escribano y religioso, prometindoles que fielmente se les hara todo buen tratamiento; y
que slo en el caso de persistir en su rebelin, se les podra declarar la
guerra y tomar por esclavos. Se dice que el obispo de aquella tierra,
fray Toms de Berlanga, trabaj cuanto pudo por reducir a esos indios;
pero que no habiendo conseguido nada, declarseles la guerra y todos
perecieron.87
Para la buena gobernacin de Castilla del Oro y otros pases, fundose
en Panam en 1538 una Audiencia y Cancillera, cuyos oidores fueron el
doctor Robles, el licenciado Alonso de Montenegro, y el licenciado
Villalobos, a los cuales se les recomend como cargo de conciencia el
buen tratamiento de los indios de la jurisdiccin concedida a esa Audiencia, porque no slo se extendi a Castilla del Oro, Nicaragua,
Cartagena, Carabaro, sino a Nueva Castilla, Nuevo Toledo que eran

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reinos del Per, y hasta las provincias del Ro de la Plata y estrecho de


Magallanes. Para que la administracin de justicia no sufriese graves
retardos a causa de las enormes distancias, ordenose que un oidor visitase cada ao todos los lugares y poblaciones de castellanos del reino
que entonces se llamaba de Tierra Firme.88
Luego que el doctor Robles lleg a Panam, escribi al emperador y
al Consejo de Indias con fecha de 20 de octubre de 1539, dicindoles que
hall establecida la costumbre de vender y comprar indios con la ms
amplia latitud; que a los introducidos sin expresa licencia de los gobernadores, o sin obligacin de volverlos a su tierra, habalos declarado
libres, y encomendado algunos a vecinos pobres para que los cuidasen
bien; pero no a ricos: quienes por esto se quejaban de l, y aun escriban
al gobierno, acusndole de mala conducta. So color de celo, dijo tambin
al gobierno que haba visitado los buques destinados al trfico de esclavos, para ver si encontraba algunos escondidos en ellos; y como varios
caciques se haban alzado y muerto a sus encomenderos, preguntaba si
podra esclavizarlos; a lo cual respondiole el gobierno que no, sino castigar a los dems culpantes en la rebelin, segn las leyes de nuestro
reino.
Los oidores de la Audiencia de Panam elevaron al emperador en 27
de abril de 1541 una queja contra el obispo de Castilla del Oro, fundndola en que no habindose recibido all la real cdula por la cual se mandaba que cuando algn indio pidiera su libertad, el obispo lo hiciese
examinar, y si el dueo no probaba que lo posea por justo ttulo, se le
sacase de su poder y remitiese la causa a la Audiencia para hacer justicia; pero que el obispo sin tomar informacin, y sin someter la causa a la
Audiencia, daba por libres a los indios. La queja de aquel tribunal es un
indicio de su mala fe para mantener a los indios en esclavitud; porque
confesando los oidores que no haban recibido la real cdula en que se
prescriban los trmites de proceder, y siendo, por otra parte, el obispo,
protector de los indios, claro es que no estaba obligado a conformarse
con lo mandado en una real cdula que no se haba recibido en aquel
pas. Veamos ahora lo que el mencionado obispo deca al emperador desde
Panam en 4 de mayo del mismo ao de 1541.
Despus de mencionar la visita que hizo en Acla a los indios hasta la
distancia de 20 leguas, y de haber encontrado muchos vendidos por esclavos tanto all como en Panam, aade: Yo los di por libres y los oidores
se han resentido. Las cdulas se ahogaron en el mar. Suplico vengan
otra vez muy especificadas: entre tanto crea poderlo hacer por mi oficio de protector en descargo de la real conciencia. En todo el trmino de
Acla los indios sern hasta 100. (De negros se mantienen ms los vecinos). El doctor Robles se tom para s muchos indios de los que traan
en algunas naos. Provey V.M. se pusieran en libertad y el doctor

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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

Villalobos no ha cumplido la provisin. A esta carta del obispo, el emperador respondi: que d razon por qu no ha cumplido, que S.M. se
da por deservido, y la cumpla al instante pena de privacin de oficio y
perdimiento de la mitad de sus bienes.
Pero esas penas y esos mandatos a tan larga distancia del centro
del poder eran siempre ilusorias, pues el remedio que se pona a los
males de los indios deba ser ejecutado por las mismas manos que los
ocasionaban.
Entr de nuevo gobernador en aquella tierra Sancho de Clavijo, y
dndose aire de justiciero, inform al emperador que los moradores de
ella se servan de indios libres como esclavos, vendindolos y contratndolos a su antojo. Para cortar este abuso mand que todos le presentasen dentro de ciertos das los indios que tuviesen, y al paso que lo hacan, l los depositaba, y a veces en los mismos que los posean. A muchos
espaoles solteros quitoles las indias mozas que les servan de mancebas
y psolas en poder de casados y de mujeres de buena fama, para que
aprendiesen otro modo de vivir. Apunt en un libro todos los depsitos,
y dict penas contra los que dispusiesen de algn indio hasta que no
llegase orden del monarca, fulminando la de muerte y perdimiento de
bienes al que usase venderlos.89 A esta comunicacin, el emperador contest que se enviase a Clavijo la cdula de la libertad de los indios para
que la guardase.
Si la pesca de las perlas fue en Cubagua una de las causas que fomentaron el trfico de esclavos indios, fuelo tambin en las aguas de
Panam donde se encontraron en abundancia. Ya he dicho que el primer
castellano que all las descubri, fue Vasco Nez de Balboa, pues navegando en 1513 por el golfo de San Miguel, obtvolas del cacique Tumaco.90
Dos aos despus, el ya citado Gaspar de Morales visit en aquel golfo
las islas donde se cogan, y que por eso llamronse desde entonces Islas
de las Perlas. Entre esas islas, la mayor, conocida por los indios con el
nombre de Terarequi, era donde se hallaban las ms hermosas, y por
eso los castellanos para distinguirla de las otras, llamronla Isla Rica
de las Perlas.91
La suerte de los indios empleados en tan recias tareas fue tan lamentable como la de los de Cubagua; y en los aos posteriores fue mucho peor que en los primeros, porque entonces solan cogerse las perlas
en dos brazas de agua, mientras que despus no se hallaban ni aun en
diez de do algunos indios salan ahogados, siendo, por otra parte, tan
corto el provecho de la Real Hacienda, que parece no llegaba a 500 pesos.92 Movido de estas consideraciones un piadoso obispo de Tierra Firme, pidi al gobierno desde Panam en 1549, que se quitasen los indios
de las Islas de las Perlas a los que los tenan, porque siendo libres, eran
esclavizados sin darles buen trato, ni menos instruccin religiosa.93

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Ese mismo obispo lamenta tambin la suerte de los otros indios, pues
los libres eran hurtados y vendidos como esclavos. Tan profundos eran
los males que aquel prelado deploraba, que para bien conocerlos debo
insertar un fragmento de la relacin que l envi al gobierno.
Las cartas y provisiones que ac Vuestra Seora envia y el Prncipe y Su Magestad, las esconden las pierden, las rasgan las desprecian, y no se guardan ms de quanto hace al propsito de la ganancia
de los jueces y sus amigos... De los indios con toda mi diligencia que
pongo: los indios se venden ac los libres, y se hurtan para venderse y
para tenerlos en las estancias por esclavos y peor, y pasan ac cosas con
ellos sobre de tener vida de peores que esclavos vendidos. La isla de las
Perlas, que es de Vuestra Seora y de S.M., es la ms pobre de indios
que hay en las islas porque han sido maltratados. Todas las cdulas que
en favor de los indios Vuestra Seora S.M. S.A. han dado para ac,
no hay ninguna ni se puede hallar, son perdidas.94
Algo influyeron en el gobierno los clamores de su prelado, pues el
licenciado Melchor Gmez de Buitron, teniente del gobernador Clavijo,
present en Panam en 7 de octubre de 1550 la Real Cdula de Valladolid de 4 de septiembre de 1549.
Mandose por ella a dicho gobernador cumplir la ley sobre indios que
como esclavos se tenan en Tierra Firme, y que ora fuesen naturales de
all, ora llevados de la pesquera del cabo de la Vela, no se retuviesen en
esclavitud a menos que el amo probase que los posea por justo ttulo.
Respecto de las mujeres y nios cogidos aun en justa guerra, ordenose
que sin examen alguno se les diese libertad. Pregonada all esta real
cdula, mandose a todo poseedor de indios que se presentase al gobernador dentro de diez das, si era de la ciudad, y dentro de 20 si de las
islas para proveer lo conveniente. Aunque algunos vecinos suplicaron
de esta determinacin, disele cumplimiento; y en 14 de noviembre del
mismo ao habase declarado libres de 500 a 600, la mayor parte de
Cubagua, y todos a la sazn en Panam. Pero, los dems indios gozaron tambin del mismo beneficio? Y aun esos mismos que haban sido
declarados libres, disfrutaron plenamente de su libertad?
La conducta del gobernador Sancho de Clavijo fue contradictoria en
Castilla del Oro, pues si en unas partes cumpli y aun aplaudi las rdenes del gobierno, en otras no procedi de la misma manera. Respecto de
Panam escribi al emperador en septiembre de 1551.
....Quanto los indios ha hecho una grande obra Vuestra Magestad
en libertar esta poca desamparada nacion que queda en Panam y Nata.
Los Espaoles los tenian tan jure como los Negros de Guinea, y sienten desprenderse. Ando escogiendo sitios, y pienso tenerlos poblados
principios de 52 y en la cercana de Panam d pueden ser visitados y
amparados.95

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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

No us Clavijo del mismo lenguaje cuando se refera a Nombre de


Dios, pues si bien dijo al emperador que haba pregonado la provisin
de no hacer entradas ni rancheras, y que haba cumplido la real cdula
sobre la libertad de los indios que se tenan por esclavos en aquella provincia, no as con los que estaban en poblado, pues esperaba la respuesta de lo que acerca de ellos haba consultado al gobierno. Deca tambin
que el encargo de que los religiosos trajesen de paz a los indios de guerra,
era impracticable, porque sera enviarlos al martirio, y no los haba de
tanto espritu.96
Castilla del Oro fue uno de los pases que sintieron con ms fuerza
los horrores de la esclavitud. A la llegada de Pedrarias en 1514, los indios que haba en aquella gobernacin, pasaban, segn Oviedo, de 2
millones, o eran incontables;97 pero el mismo historiador asegura que
en 1548, o sea, en el espacio de 34 aos, ya aquel nmero haba perecido,
pues la tierra estaba casi yerma y sin indios.98 A la misma triste conclusin llega Bartolom de las Casas, quien dice que Pedrarias y sus capitanes destruyeron ms de 800 000 nimas. Los otros tiranos gobernadores que all sucedieron hasta el ao de 33, mataron y consintieron
matar con la tirnica servidumbre, que las guerras suscedi, los que
restavan.99
Pero como todava hay muchos espaoles que acusan al benemrito
Las Casas de exagerado, embustero y aun calumniador, fuerza es que
yo cite en apoyo de ese testimonio lo que dijo en 1552 el venerable obispo de Tierra Firme.
En Panam, Nata, Nombre de Dios y Acla de los indios que hay
muchos son de Per, Nicaragua, Venezuela, Santa Marta. Acla est quasi
despoblada por mal govierno. En Panam salvo la isla de V.M. y otras
dos tres en que habr 60 Familias no quedavan naturales. En Nombre
de Dios de Indios naturales habr ocho diez y la poblacion que all hizo
Clavijo ya est deshecha y la di por solar un fraile. En Panam, quitadas las islas, no havia 30 que fuesen naturales. En las dos islas de
Otoque y Taboga habria 40 piezas de indios estrangeros con los quales
han puesto otros estrangeros, que unos no se entienden otros....100
Antes de salir de Castilla del Oro, no quiero dejar en olvido la tierra
de Veragua. Sin la desgraciada expedicin de Nicuesa muy probable es
que aquella provincia se hubiese poblado desde entonces, y corrido a la
par de otras muchas; pero su nombre casi no vuelve a sonar hasta el ao
de 1536, en que fue a poblarla Felipe Gutirrez, habindosele dado por
lmites desde donde acaban los de Castilla del Oro hasta el cabo de Gracias a Dios hacia el poniente. Ajustose el asiento con los mismos captulos y condiciones que se acostumbraban en semejantes conquistas; pero
aadiose una clusula que generalmente se envi a todas las partes de
las Indias, y era la orden tantas veces repetida de que ninguna persona

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trajese indios a Espaa, ni en Amrica los pudiese vender por esclavos,


siendo libres, so pena de muerte.101
La empresa de Gutirrez tampoco logr su objeto; y si bien por esta
causa no fueron esclavizados los indios, repitironse en ella horrores
que ya se haban perpetrado en otras partes. Consumidos los vveres
que llevaron los castellanos a Veragua bajo las rdenes de Gutirrez, y
no bastndoles para matar el hambre que padecan, ni sus caballos, ni
las hierbas del campo, comironse a uno de sus compaeros que estaba
enfermo.102
Habiendo otro castellano dado muerte en su clera a un indio suyo
que llevaba, y encontrado su cadver dos de los cristianos que se llamaban Diego Gmez y Johan de Ampudia, natural de Ajofrin, cometieron
la atrocidad que as describe Oviedo:
Paresciendoles que se les aparejaba buena cena, acordaron de pasar all aqulla noche celebrar las obsequias de aquel indio y sepultarle en sus mesmos vientres... El caso es que por saciar su hambre
nescessidad, hicieron fuego hartaronse de la carne de aquel indio, bien
mal assado.
Otro da siguiente otros dos hombres otros que no yban menos
flacos hambrientos, llegaron con los postreros otros buhios, donde
ninguna cosa avia que comer y perescian de hambre: aquellos dos que
ya avian cenado el indio, mataron un cristiano que se decia Hernand
Dianes, natural de Sevilla, que en su compaia yba doliente, comieron
dl estos dos malos hombres, ayudronles ello un gentil hombre
catalan, llamado Johan de Maymon, otro que se deca Johan de Guzman,
natural de Toledo, Johan Becerra de Truxillo, Diego de Ecija otros
hasta en nmero de diez, juraron todos de no le descubrir. Despues
que ovieron comido aquel pecador, durmieron all aquella noche. El dia
siguiente se partieron, caminando, fueron tener la noche otros dos
buhios que estaban ya legua media dos leguas del real pueblo de
la Concepcion, donde el gobernador estaba; y essa noche los mesmos
dos hombres, Johan de Ampudia Diego Gomez, que eran caudillos en
este manjar de carne humana, otro tal como ellos, mataron otro espaol que estaba doliente se deca Alonso Gonzlez, natural de Ronda, y
ellos los otros siete se lo comieron assi mesmo: aquellos matadores
ovieron malas palabras sobre qual dellos avia de comer los sesos, y venci el Johan de Ampudia, que era el peor ms crudo de todos, aquel
los comio, aun el mismo debate tuvieron del higado.103
Mas, para honra de la humanidad, este horrible crimen no qued
impune, pues temiendo Juan de Guzmn, uno de los ms culpados, que
se descubriese, determinose a revelarlo al gobernador de la provincia
despus de haber obtenido la promesa de que lo perdonara. Descubierta la verdad procediose contra los reos, y el alcalde mayor Marcos de

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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

Sanabria, poniendo en libertad a Juan de Guzmn, segn la promesa


que el gobernador le haba hecho, conden a Juan de Ampudia y Diego
Gmez a que fuesen quemados como principales delincuentes; y a los
otros siete hizo herrar con la letra C aplicadas con fuego en la cara, y a
que sirviesen al Fisco como esclavos durante su vida.104
Para encontrar atrocidad semejante en la conquista del Nuevo Mundo, es menester subir hasta la desgraciada expedicin de Pnfilo de
Narvez a la Florida en 1528, pues hubo espaoles que se comieron
unos a otros.
Cargaron dice Herrera tantos los frios y tempestades, que ya
los indios no podian coger las raices, ni pescar; y faltando la comida, y
por ser las casas muy desabrigadas, la gente perecia; y cinco cristianos,
que en un rancho se mantenian en la costa, llegarron tal extremo que
se comieron unos otros, hasta que qued uno, que no hubo quien le
comiese. Estos eran Sierra, Corral, Palacio, Diego Lpez y Gonzalo Ruiz,
que quisiera ms la muerte, que verse vivo en tan miserable estado: y
los indios con ser brbaros, se escandalizaron mucho de este caso.105
Una estrella fatal pesaba sobre Veragua, o mejor dicho sobre los
espaoles que intentaban poblarla. Cedida esa provincia por el emperador y haciendo duque de ella al almirante don Luis Coln, nieto del gran
descubridor, trat de colonizarla, y en 1546 envi de capitn general y
gobernador de ella a un hidalgo de experiencia y valor, llamado el capitn
Cristbal de Pea; pero esta expedicin menos numerosa que las anteriores, fracas tambin como ellas, pues solamente escaparon 15 o 20
hombres que fueron a Nombre de Dios con el referido Pea.106
Cuando Pedrarias Dvila fue nombrado gobernador de Castilla del
Oro, dironsele por lmites de su jurisdiccin de oriente a occidente las
tierras que hay desde el cabo de la Vela hasta la provincia de Veragua;
pero esta limitacin mudose a pocos aos, pues la provincia de Cartagena
fue convertida en una gobernacin diferente. Diose sta desde temprano a Gonzalo Fernndez de Oviedo, quien nunca tom posesin de ella,
porque hallndose en Castilla del Oro con Pedrarias Dvila, supo que
Rodrigo de Bastidas, gobernador de Santa Marta, haba salteado la isla
de Codego, llevndose muchos indios como esclavos. Esto dice Oviedo
que le oblig a renunciar aquella gobernacin,107 cuando otros quiz
seran los motivos.
En 1532, don Pedro de Heredia, natural de Madrid y que ya haba
estado en las Indias, obtuvo del rey la gobernacin de Cartagena, cuyo
pas an no estaba conquistado, porque los indgenas eran muy belicosos y usaban de flechas envenenadas. Dironsele por lmites de aquella
gobernacin, desde el ro Grande de la Magdalena hasta el ro Grande
del Darin, que seran como 70 leguas de costa, extendindose en la
tierra adentro hasta el Ecuador.

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En 29 de septiembre de aquel ao sali de Sanlcar de Barrameda,


y lleg en enero del ao siguiente a un puerto de su gobernacin, llamado Calamar por los indios, y que por su semejanza al de Cartagena en
Castilla, con una isla a la entrada, dicha Codego, diole el nombre de
Cartagena, cuya ciudad fundaron los espaoles en esa isla.108
Desde que Heredia salt en tierra, empez sus correras, para que
los indios le diesen oro y reconociesen la autoridad de Castilla.
En esta empresa quem algunos pueblos que no queran someterse,
y esclaviz en uno de ellos a indias y muchachos que mand vender a
Jamaica, para que con su importe le comprasen algunos caballos y
bastimentos que necesitaba.109
En breve y con razn empezaron a quejarse los espaoles de Heredia,
y llegaron a la corte contra l muchas acusaciones;110 siendo una de
ellas, que se vendan indios libres a mercaderes que los sacaban de sus
tierras para otras partes.111
Los oficiales reales de Cartagena, en carta de 27 de mayo de 1535,
escribieron al emperador, que en una de las entradas que hizo Heredia,
enga a los soldados que le acompaaban, ofrecindoles que se quedaran en el Per, donde hallaran buhos todos de oro. Con esta mentira
logr vender a muy subidos precios los esclavos, caballos y otras cosas.
Hecho esto, l se qued casi solo en el Cen, para mejor aprovecharse
de cuatro cuadrillas de negros que tena. Pero los oficiales reales que
hacan esas acusaciones contra Heredia, fueron leales servidores del
gobierno? Lejos de serlo, bien puede asegurarse que cometieron muchos fraudes en perjuicio del Real Tesoro.112
Nombr el gobierno de primer obispo y protector de los indios de la
provincia de Cartagena al religioso dominico fray Toms de Angulo, a
quien Herrera da en varias partes de su obra el apellido de Toro.113 Al
despedirse ese obispo del emperador Carlos V, ste le dijo en presencia
del cardenal de Sigenza, del comendador mayor Cobos, y otros: Mirad que os he echado aquellas nimas a cuestas, parad mientes que dis
cuenta dellas a Dios, y me descargueis a m.
Estas palabras pusieron al obispo en la estrecha necesidad de informar al monarca en 1535 de lo que haba visto y odo en algo ms de dos
meses despus de su llegada; y no queriendo yo alterar ni desvirtuar su
relato, transcribrelo aqu literalmente en su parte ms esencial.
La mayor parte de la tierra est alzada, y los Indios muy escandalizados causa de las crueldades... de los Cristianos, los quales por donde
quiera que van queman con sus pies las yerbas y la tierra por d pasan,
y ensangrientan sus manos matando y partiendo por medio nios, ahorcando Indios, cortando manos, y asando algunos Indios Indias, por
que los llevan por guias y les yerran el camino, porque no les dicen
dnde hallarn oro; que ste es su apellido, y no el de Dios y V.M. Y ans

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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

se despuebla toda esta tierra, que no hay en ella sino muy poquitos pueblos de Indios que estn de paz: y aun estos cada da viendo las opresiones de... los Cristianos... se revelan, que ni los unos ni los otros pueden
oir el nombre de Cristiano mas de demonios basiliscos. Son tan grandes las severidades y malos exemplos que los Cristianos les hacen y les
dan, que con gran dificultad se convertirn la Santa F Catlica. No
han cesado los Cristianos hasta agora de traer Indios Indias, nios y
nias quantos pueden haver por todas las partes donde andan vendindolos aqu mercaderes, los quales los llevan y embian Santo
Domingo para bolverlos vender... Heles ido agora la mano, que muchos que han trado no se los he consentido vender: de lo qual... todos...
estn muy despechados... Si estas cosas... no se remedian... quedar toda
esta tierra despoblada de Indios, como lo est La Espaola donde se
contaron dos cuentos114 de nimas cuando all entr el Almirante, y no
se hallarn agora 200 Indios... En Santa Marta y toda esta Costa de
Tierra Firme pasa lo mesmo. Y no hay necesidad de abrir la puerta
que ms Cristianos vengan, antes hay necesidad de sacar... muchos de
los que hay porque ellos estn perdidos y mueren de hambre, y ans
para sustentarse roban las haciendas y comidas de los Indios: y ansi
ellos como los Indios perecen de hambre, en tanta manera que muchos
Cristianos son muertos por los caminos; y en los arcabuces... no hay
quien pueda sufrir el mal olor de los cuerpos muertos(...)
La carestia de la tierra es tal que un huevo vale medio real, un pollo
1 ducado, una gallina 2 pesos, la bota de harina 25, de vino 50. Esto en
Cartagena. En el Cen, un queso 40 pesos, un pernil de tocino 50.115
En 1536 haba tan pocas granjeras en la provincia de Cartagena,
que apenas pudieron rematarse en 90 pesos los diezmos de un ao, ni en
muchos se esperaba mejorar de condicin, pues segn el obispo de aquella tierra, los espaoles se haban dado mucha prisa en maltratar los
indios, tomarles haciendas y mantenimientos y venderlos como esclavos a mercaderes sin facultad para ello, dando por excusa que en Santa
Marta los herraban a todos. As se hace dice el obispo, pero yo no
s qua lege vel qua ratione, siendo libres.116
Para remediar los males que se imputaban al gobernador Heredia,
mand el gobierno al licenciado Juan de Vadillo, oidor de la Audiencia
de La Espaola, que fuese a tomarle residencia, averiguando entre otras
cosas, si se haban hecho esclavos injustamente, y venddolos fuera de
la provincia:117 pero tal andaban los negocios en Cartagena, que pronto
acudieron tambin quejas contra el juez de residencia, nombrndose al
intento al licenciado Santa Cruz.118 Mas, cuando ste lleg a Cartagena,
ya Vadillo haba seguido a una gran expedicin, entrando por las sabanas de Urab, para descubrir las ricas minas de oro del Dabaybe y de
otras partes.119 En cuanto a Heredia, envisele preso a Espaa; mas

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segn costumbre, fue absuelto, y con el ttulo de adelantado, torn a su


gobernacin de Cartagena en 1541.120 Este resultado no lo extraar
quien conozca la historia del Nuevo Mundo, porque absolucin completa lograron tambin hombres mucho ms culpables que el gobernador.
En las dos mrgenes del ro Magdalena vivan indios que contrataban entre s y con las islas intermedias. Los de Santa Marta inquietaban y robaban a los de la banda occidental, impidindoles la labranza y
contratacin con otros indios y aun herrndolos y vendindolos como
esclavos.121 Estas cosas pasaban antes y despus de 1541.
En 26 de diciembre de ese ao pregonronse en San Pedro por orden del justicia mayor, y capitn general de guerra de Celis, algunas
reales cdulas cuyo espritu es el siguiente:
1 Que ningn cacique esclavizase a indio alguno, ni comprase indios
esclavos. Estas prohibiciones se extendieron a los cristianos sin excusa
ni pretexto.
2 Todo indio hecho esclavo o comprado como tal, deba obtener su
libertad sin estar obligado a servir ni aun en calidad de libre.
3 Que nadie pudiese vender, traspasar ni enajenar de modo alguno a los naborias, ya solos, ya con la hacienda en que trabajasen; y al
que los retuviese como esclavos, impsosele la pena de perder cuanto
vendiera.
Pero estas disposiciones corrieron la suerte de otras muchas: y sin
detenerme ms tiempo en la provincia de Cartagena, pasar a contemplar lo que ya haba ocurrido hacia la parte occidental del continente.

Notas
1

Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. III, cap. VIII, y lib. XXVI, cap. II.

Herrera, dc. 1, lib. VII, cap. VII. Oviedo, Historia (...) de las Indias lib. XXVII, cap. III.

Herrera, dc. 4, lib. X, cap. VII.

Herrera, dec. 1, lib. VII, cap. VII.

Herrera, dc. 1, lib. VII, cap. XI.

Herrera, dc. 1, lib. VII, cap. XI.

Herrera, dc. 1, lib. VII. cap. XIV.

Herrera, dc. 1, lib. VII, cap. XI.

Herrera, dc. 1, lib. VII, cap. XIV.

10 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXVII, cap. III.


11 Oviedo dice que los muertos y heridos fueron 100. Oviedo, Historia (...) de las Indias,
lib. XXVII, cap. III.
12 Herrera, dc. 1, lib. VIII, cap. XV.

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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

13 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXVII, cap. III. Herrera, dc. 1, lib. VII, cap. XVI.
14 Herrera, dc. 1, lib. VIII, cap. XVI.
15 Herrera, dc. 1, lib. VIII, cap. IV.
16 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXVII, cap. IV.
17 Las Casas, Historia General de las Indias, M.S., lib. II, cap. LXI.
18 Herrera, dc. 1, lib. VIII, cap. V y VI.
19 Herrera, dc. 1, lib. VIII, cap. VIII.
20 Herrera, dc. 1, lib. IX, cap. I.
21 Pedro Mrtir de Anglera, De Orbe Novo, dc. 2, cap. III. Herrera, dc. 1, lib. IX, cap. II.
22 Herrera, dc. 1, lib. IX, cap. VI.
23 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXIX, cap. III.
24 Carta del licenciado Alonso de Zuazo a Mr. de Chievres, fecha en Santo Domingo a 22
de Enero de 1518. (Muoz, Colec., tom. LXXVI.)
25 Carta dirigida al rey por Vasco Nez de Balboa, desde Santa Mara del Darin a 20 de
Enero de 1513, pidiendo los auxilios necesarios para asegurar la poblacin y adelantar
los descubrimientos en aquellas tierras. Insertola Navarrete en su Coleccin de Viajes
y Descubrimientos, tomo III, seccin 3, nmero 4.
26 Las Casas, Historia General de las Indias, lib. III, cap. XLII.
27 Carta dirigida al rey Fernando por Vasco Nez de Balboa, acabada de citar.
28 Carta del licenciado Alonso de Zuazo a Mr. de Chievres, fecha en Santo Domingo a
22 de Enero de 1518.
29 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXIX, cap. I.
30 Instruccin dada por el rey a Pedrarias Dvila para su viaje a la provincia de Castilla
del Oro, en Valladolid a 2 de Agosto de 1513. Insertola Navarrete en su Coleccin...,
tomo III, seccin 3, nmero 2.
31 Herrera, dc. 1, lib. X, cap. XIII.
32 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXIX, cap. VIII.
33 Oviedo, Historia (...) de las Indias, 1ib XXIX, cap. VII.
34 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXVI, cap. X, y lib. XXIX, cap. VII.
35 Herrera, dc. 1, lib. X, cap. XIII.
36 Herrera, dc. 1, lib. X, cap. XI.
37 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXIX, cap. IX. Herrera, dc. 1, lib. X, cap. XIV.
38 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXIX, cap. IX. Herrera, dc. 1, lib. X, cap. XIV.
39 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXIX, cap. IX.
40 Carta del licenciado Alonso de Zuazo a Mr. de Chievres, fecha de Santo Domingo a
22 de Enero de 1518.
41 Las Casas, Brevsima Relacin de la Destruccin de las Indias, captulo de la Tierra
Firme.
42 Carta al rey del obispo fray Juan de Quevedo, escrita en el Darin a 2 de Enero de 1515.
(Muoz, Colec., tom. LXXV.)
43 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXIX, cap. IX.
44 Carta a S.A. del gobernador y oficiales de la Fernandina, Cuba, a 1 de Agosto de 1515.
M.S. Archivo de Indias de Sevilla.

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45 Oviedo, Historia (...) de las Indias, 1ib. XXIX, cap. IX.


46 Mand S.A. para la justificacin de su Real conciencia que antes todas cosas antes que
se hiciese guerra los indios se les hiciese un requerimiento que ac ordenaron ciertos
telogos, e que se les diese termino para lo entender e responder e que si despues de
fecha esta diligencia no viniesen reconocer la iglesia quanto a lo espiritual, al Rey en lo
temporal que les fuese hecha la guerra.
La forma que se tuvo en esto fue, que primero eran salteados los indios que requeridos: despues que los tenian atados leianles el dicho requerimiento, e atabanlos e traianlos
donde el Governador e Obispo e oficiales estaban e declaravanlos por esclavos, e
repartanlos entre el Capitan e la gente que havia ido hacer esta fuerza: e primero
apartaban dos partes as del oro como de los dichos indios para el Gobernador e para el
Obispo e para cada oficial sendas partes: estas havian de ser muy buenas, porque si no
lo eran, desdeaban al tal Capitan e no lo tornavan a enviar a otros viages e entradas.
(Muoz., Colec., tom. LXXV.)
47 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXIX, cap. IX.
48 Muoz, Colec.
49 Herrera, dc. 1, lib. X, cap. XV.
50 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXIX. Herrera, dc. 2, lib. I, cap. II.
51 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXIX, cap. IX.
52 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXIX, cap. X.
53 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXIX, cap. X.
54 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXIX, cap. X. Herrera, dc. 2, lib. 1, cap. VI.
55 Herrera, dc. 2, lib. I, cap. II. Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXIX.
56 Enciso, Suma de Geografa. Herrera, dc. 2, lib. 1, cap. II.
57 Herrera, dc. 2, lib. I, cap. II.
58 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXIX, cap. X. Herrera, dc. 2, lib. I, cap. I.
59 Documento remitido de Castilla del Oro en 1515 e intitulado: Las cosas que habis de
informar vos Toribio Zintado Maestre-Sala al Rey nuestro seor. (Muoz, Colec.)
60 Herrera, dc. 2, lib. I, cap. III.
61 Muoz, Colec.,, tom. LXXVI.
62 Memorial del licenciado Surez Carvajal para el Consejo visto por S.M. Madrid a 11 de
Enero de 1536.
63 Hico es una cuerda.
64 Carta dirigida al rey por Vasco Nez de Balboa desde Santa Mara del Darin a 16 de
Octubre de 1515, informndole de varios acontecimientos y del gobierno de Pedrarias
Dvila. Esta carta se conserva en el Archivo de Indias de Sevilla y se ha publicado en el
tomo II de la Coleccin de Documentos Inditos del Archivo de Indias, Madrid, 1864.
(V. M. y M.)
65 Coleccin de los Viajes y Descubrimientos que Hicieron por Mar los Espaoles, etc.,
tom. III, p. 385, nota.
66 Muoz, Colec., tom. LXXV.
67 El original de este Memorial existe en el Archivo de Simancas, Patr. Real, rea de
Indias, legajo 7, y hllase una copia de l en la Coleccin... de Muoz en el tomo LXXVI.
A. 103. Como este documento es muy precioso para la historia de Amrica, y hasta
ahora se ha conservado indito, yo lo publico ntegro en el apndice.

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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

68 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib, XXIX, cap. X.


69 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXIX, cap. X. Herrera, dc. 2, lib. I, cap.
y XIII .

VI

70 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXIX, cap. X. Herrera, dc. 2, lib. II, cap. I y II.
71 Muoz, Colec., tom. LXXV.
72 Herrera, dc. 2, lib. II, cap. XIV.
73 Las Casas, Historia General de las Indias, lib. III, cap. LXXII, tom. I, p. 412, nota 2.
74 Relacin dirigida a Pedrarias Dvila, Gobernador General de la Castilla del Oro, por
su Alcalde Mayor Gaspar de Espinosa, de la expedicin que hizo por su orden en el
istmo de Panam para castigar los caciques que se haban sublevado contra los cristianos. Publicada en francs, Los Archives des Voyages Collection dAnciennes Relations
Inedites, par HTernaux Compans, tom. I, Pars, 1840. Vase tambin Herrera, dc. 2,
lib. II, cap. IX y X. Esa Relacin debe ser la misma insertada en el tomo XXVI de la
Coleccin de Documentos Inditos Archivo de Indias. (V. M. y M.)
75 Carta primera de los Padres Jernimos al cardenal Jimnez de Cisneros, y Herrera,
dc. 2, lib. II, cap. VIII.
76 Carta del licenciado Zuazo a Mr. de Chievres, escrita en Santo Domingo a 28 de Enero
de 1518.
77 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXIX, cap. XIII.
78 Herrera, dc. 2, lib. IX, cap. XVI, y dc. 3, lib. IV, cap. IX.
79 Las Casas, Brevsima Relacin, etc., captulo de la Tierra Firme.
80 Carta de Vasco Nez ya citada, que se halla en Navarrete, Coleccin de Viajes, etc.,
tom. III.
81 Relacin de los sucesos de Pedrarias Dvila en las Provincias de Tierra Firme Castilla
del Oro, y de lo ocurrido en el descubrimiento de la Mar del Sur, etc., escrita por el
adelantado Pascual de Andagoya. El documento original existe en el Archivo de Indias
de Sevilla.
82 Herrera, dc. 2, lib. III, cap. XV. Segn Oviedo, la muerte de Sosa debi acaecer a principios de 1520, o muy a fines del ao anterior. Historia (...) de las Indias, lib. XXIX, cap.
XI.
83 Herrera, dc. 3, lib. VIII, cap. XIV.
84 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXIX. cap. XXV. Herrera, dc. 4, lib. IV, cap. IX,
y lib. VI, cap. II.
85 Herrera, dc. 4, lib. X, cap. VII.
86 Herrera, dc. 5, lib. IX, cap. XI.
87 Herrera, dc. 5, lib. IX, cap. XI.
88 Herrera, dc. 6, lib. V, cap. III.
89 Al emperador en el Consejo, Sancho de Clavijo, en la ciudad de Nombre de Dios a 22 de
Abril de 1549. (Muoz, Colec.)
90 Herrera, dc. 1, lib. X, cap. II.
91 Herrera, dc. 2, lib. I, cap. IV. Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXIX.
92 El gobernador Sancho Clavijo al emperador en el Consejo. Panam a 28 de Diciembre
de 1549.
93 Relacin del obispo de Tierra Firme, fecha en Panam en 1549. (Muoz, Colec.,
tom. LXXXV.)

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94 Relacin del obispo de Tierra Firme, fecha en Panam en 1549. (Muoz, Colec.,
tom. LXXXV.)
95 Carta al emperador en el Consejo del gobernador Sancho de Clavijo, en Panam a 27 de
Septiembre de 1551. (Muoz, Colec.)
96 Carta al emperador en el Consejo del gobernador Sancho de Clavijo en Nombre de
Dios a 28 de Marzo de 1551. (Muoz, Colec.)
97 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXIX, cap. IX.
98 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXIX, cap. X, XXV y XXXIV.
99 Las Casas, Brevsima Relacin de la Destruccin de las Indias, captulo de la Tierra
Firme.
100 Al Prncipe desde Panam en 1,552, Fr. Paulus Episcopus Continentis. (Muoz, Colec.)
101 Herrera, dc. 5, lib. IX, cap. XI. Vase este artculo en la pgina 383 del tomo XXII de
la Coleccin de Documentos Inditos del Archivo de Indias. (V. M. y M.)
102 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXVIII, cap. VI. Herrera, dc. 5, lib. IX, cap. XI.
103 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXVIII, cap. VI.
104 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXVIII, cap. VI.
105 Herrera, dc. 4, lib. IV, cap. VII.
106 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXVII, cap. VIII.
107 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXVII, cap. V.
108 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXVII, cap. V. Herrera, dc. 5, lib. II, cap. III.
Ver de la capitulacin celebrada con Heredia en el mismo tomo XXII de la citada Coleccin de Documentos..., pgina 225. (V. M. y M.)
109 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXVII, cap. VI.
110 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXVII, cap. IX. Herrera, dc. 5, lib. IX, cap. XI.
111 Herrera, ibdem.
112 Herrera, dc. 5, lib. IX, cap. XI.
113 Herrera, dc. 5, lib. II, cap. III, y lib. IX, cap. XI; dc. 6, lib. III, cap. XX.
114 Este nmero est muy exagerado.
115 Carta al emperador de fray Toms de Angulo, obispo de Cartagena, fecha en el pueblo
de Calamari, nombrado de Cartagena, a 7 de Mayo de 1535. (Muoz, Colec., tom. LXXX.)
116 Carta al emperador de fray Toms de Angulo, obispo de Cartagena, a 1 de Enero
de 1536.
117 Herrera, dc. 6, lib. III, cap. XX.
118 Oviedo, Historia (...) de las Indias, libro XXVII, cap. IX.
119 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXVII, cap. X, XI y XII.
120 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXVII, cap. XIII.
121 Carta al emperador de don Pedro de Heredia, adelantado y gobernador de Cartagena,
escrita en la villa de Santa Cruz de Mopox, a 3 de Julio de 1541.

Libro Octavo
ESCLA
VITUD DE LOS INDIOS EN NUEV
A ESP
AA
ESCLAVITUD
NUEVA
ESPAA

Algunos aos antes que la esclavitud de los indios hubiese tomado


la extensin que aparece de algunos captulos anteriores, ya haban
ocurrido en la extremidad occidental del nuevo continente acontecimientos de extraordinaria magnitud, que si, por una parte, eran gloriosos para la Corona de Castilla; por otra, fueron para los indios de la
ms fatal trascendencia, pues que la conquista lejos de mejorar, empeor su condicin.
Cuando Hernando Corts arrib en 1519 a las playas del magnfico
pas llamado Nueva Espaa por los castellanos, ya haban sido descubiertas sus costas. Juan Daz de Sols y Vicente Yez Pinzn navegando al occidente de Cuba en 1506, descubrieron una parte de las costas
de Yucatn, sin haber tomado tierra en ningn punto de ellas,1 ni hchose
tampoco en algunos aos nuevas tentativas para descubrir por aquel
rumbo.
Francisco Hernndez de Crdova, vecino rico de Cuba, en consorcio
de otros espaoles all establecidos, arm una expedicin compuesta de
tres naves y de 110 hombres, llevando por piloto al clebre Antn Alaminos. Su objeto era descubrir tierras donde sus compaeros pudieran
enriquecerse ms pronto y con ms facilidad que en Cuba. Bien quiso
Diego Velzquez, su gobernador, que esa expedicin fuese a las islas
Guanaxas para esclavizar indios y llevarlos a Cuba; pero habindose
opuesto los armadores, desisti de ese proyecto.2 Salieron, pues, de
Santiago de Cuba, haciendo escala por la costa del norte en La Habana,
para tomar un eclesistico que los acompaase, y partieron de all el 8
de febrero de 1517. Aqu es de advertir, que ya entonces haba dos Habana, una, que fue la primera, en la costa del sur, y otra en la del norte,
comenzada despus, pero ms conocida entonces con el nombre de Puerto
de Carenas.
Vino este nombre de que cuando Sebastin de Ocampo bojaba en
1508 aquella Isla, para saber si lo era, o parte del continente, entr en

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un puerto de la costa del norte a carenar sus buques, y por eso se le


llam Puerto de Carenas, y despus Habana.
Navegando hacia el oeste, la primera tierra del continente que encontraron, fue el cabo de Catoche en la costa de Yucatn. Llamronla
as, porque oyeron repetir a los indios muchas veces las palabras Con es
cotoch, Con es cotoch, es decir, Andad ac a mis casas, pues lo convidaban a desembarcar, aunque no con buena intencin.3
El nombre de Yucatn provino de que no entendiendo los indios lo
que los castellanos les preguntaban, respondieron en su lengua, Yucatan,
Yucatan, que quiere decir, no entiendo, no entiendo. Pensaron, pues, los
espaoles que los indios respondan que se llamaba Yucatn, y as se
qued impropiamente a aquella tierra el nombre de Yucatn.4
No es sa la significacin que otros dan a la palabra Yucatan, dervanla de otras voces. Dice [palabras son de Herrera] Bernal Daz del
Castillo, natural de Medina del Campo, que se hall en esta jornada, i
en las otras que se hicieron despues, que preguntando estos indios, si
hava en su tierra aquellas raices, que llaman Yuca, de que se hace el
pan cazab: respondian, ilatli, por la tierra en que se planta; y que de
Yuca, juntado con ilatli, se dixo Yucatla, y de all Yucatan. Pero otros
dicen, que hablando estos primeros descubridores con los indios de la
costa, quando les preguntaban, respondan, Toloquitan, sealando con
la mano, pensando que les preguntaban por algun pueblo, y los castellanos entendieron Lucatan, i de esto dijeron aquella provincia Yucatan, la
qual nunca tuvo nombre general, porque hasta la llegada de los castellanos estuvo dividida en diversos Seores y Caciques, que governaban
sus pueblos.5
Del cabo de Catoche prosiguieron ms al oeste hasta Potonchan en
la baha de Campeche, y en el espacio que recorrieron, hicieron algunas
entradas; pero como en todas perdieron mucha gente por las armas de
los indios y trabajos que sufrieron, tornaron las naves a Santiago de
Cuba sin esclavos.6
Para proseguir los descubrimientos de Francisco Hernndez de
Crdova, arm Diego Velzquez otra expedicin de cuatro naves y 240 o
250 hombres que puso al mando de Juan Grijalba. Parti ste del puerto
de Santiago de Cuba el 5 de abril de 1518, toc en Matanzas, y prosiguiendo su viaje, las naves fueron arrojadas por las corrientes hacia el
sur, siendo la isla de Cozumel la primera tierra que hall, y a la que
llam Santa Cruz, por ser ese el da en que la descubri.
Tomando Grijalba desde all la direccin de su antecesor, no slo recorri las mismas costas que l, sino que pasando mucho ms adelante,
entr en el ro Tabasco, y sigui descubriendo las playas del golfo de
Mjico hasta la provincia de Panuco.7 Entonces fue cuando asombrados
los espaoles de ver aquellos indios mucho ms civilizados que los que

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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

antes haban conocido, y que habitaban en casas de cal y canto, dijo


Grijalba, que aquel pas era una Nueva Espaa: nombre que desde entonces se aplic a Mjico. Estos descubrimientos y las ricas muestras
de oro que vio Grijalba, inflamaron los deseos de los castellanos de Cuba;
y Diego Velzquez, su gobernador, empez entonces a preparar otra
armada mucho ms considerable que las anteriores.8
Despus de varios incidentes que no es del caso referir, psola al
mando de Hernando Corts; mas, ste, faltando a la confianza con que
le haban distinguido,9 alzose con las naves y fugose del puerto de Santiago de Cuba el 18 de noviembre de 1518. Para completar su armamento detvose en Trinidad y en La Habana situada en la costa del sur. De
all hizo rumbo para Nueva Espaa en febrero de 1519,10 con una expedicin compuesta de 11 naves, 508 soldados, 110 maestres, pilotos y
marineros, 13 escopeteros, 32 ballesteros, cuatro falconetas y 10 piezas
de artillera de bronce.11 Con estas fuerzas apareci Corts en el imperio de Moctezuma, para asombrar al mundo con el valor y osada que
mostr en tan grandioso teatro.
Los primeros encuentros que tuvo en Nueva Espaa, fueron con los
naturales de Tabasco; y hechas las paces recibi de los caciques de aquella
tierra un presente de oro y 20 esclavas que reparti entre sus capitanes
y personas principales que le acompaaban;12 pero esas esclavas no fueron, como se deja ver, cogidas por las armas castellanas, sino un presente que aqul le hizo, y que utilsimo les fue por cierto, pues la esclava
Marina que toc a Alonso Hernndez Portocarrero, y que despus fue
concubina de Corts, Sirviole ms adelante de fiel intrprete en sus
conquistas.
En su marcha atrevida a la capital de Mjico, y en los combates que
tuvo con la repblica de Tlaxcala, no esclaviz a los indios vencidos, ya
porque su inters era asegurar la paz con ese Estado, ya porque entonces los esclavos deban de ser un obstculo peligroso para la marcha de
su ejrcito. Pero si entonces no esclaviz indios en Tlaxcala, cometi
algunos actos atroces, pues hizo cortar las manos a 50 tlaxcaltecas que
entraron en su campamento como espas.13 Logr al fin penetrar de paz
en Tlaxcala y sin ser este gran guerrero uno de los ms crueles castellanos con los indios; fue el primero que empez a esclavizarlos en el pas
de sus conquistas. Sus rpidos triunfos en el imperio mejicano eclipsronse por un momento. Viose obligado en 1520 a evacuar la ciudad de
Mjico, y al saber esta noticia, los indios de la provincia de Tepeaca
sublevronse matando 10 o 12 espaoles que de Veracruz pasaban a la
capital del imperio. Corts, con sus capitanes reunidos en consejo de
guerra decidi que aquellos indios fuesen castigados. 14 Atacolos,
venciolos, hizo varias correras por aquella tierra, y ms de 2 000 fueron
herrados como esclavos, marcndolos con la letra G que significaba

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guerra, salvo las mujeres y los nios; y despus de haber sacado el quinto
del rey, dio una parte a sus soldados, y otra a la repblica de Tlaxcala, su
aliada. Esta reparticin ocasion mucho descontento entre los espaoles, y oigamos cmo la describe uno de los mismos soldados de Corts.
Acord Corts con los oficiales del Rey, que se herrasen las piezas, y esclavos que se avian avido, para sacar su quinto, despues que
se huviesse primero sacado el de su Magestad, y para ello mand dar
pregones en el Real, villa, que todos los soldados llevassemos una
casa que estava sealada para aquel efecto, herrar todas las piezas
que estuviessen recogidas, y dieron de plazo aquel dia que se pregon,
y otros: y todos ocurrimos con todas las indias muchachas, y muchachos que aviamos avido, que de hombre de edad no nos cuiadamos de
ellos, que eran malos de guardar, y no aviamos menester su servicio,
teniendo nuestros amigos los tlaxcaltecas. Pues ya juntas todas las
piezas, y hecho el hierro, que era una G como esta, que queria dezir
guerra, quando no nos catamos, apartan el real quinto, y luego sacan
otro quinto para Corts; y dems desto, la noche antes, quando metimos las piezas, como he dicho, en aquella casa ya avian escondido y
tomado las mejores indias, que no pareci all ninguna buena y al tiempo
de repartir, davamos las viejas y ruines, y sobre esto huvo muy grandes murmuraciones contra Corts, y de los que mandavan hurtar, y
esconder las buenas indias; y de tal manera se lo dixeron al mismo
Corts, soldados de los de Narvaez, que juravan a Dios, que no avian
visto tal, aver dos Reyes en la tierra de nuestro Rey y Seor, y sacar
dos quintos (...) y que agora el pobre soldado que avia echado los bofes, y estaba lleno de heridas, por haber una buena india, y les avian
dado enaguas y camisas, avian tomado y escondido las tales indias; y
que quando dieron el pregon, para que se llevassen herrar, que crey, que cada soldado volverian sus piezas, y que apreciarian que tantos pesos valian, y que como las apreciasen, pagassen el quinto Su
Magestad, y que no avra ms quinto para Corts, y dezian otras murmuraciones peores que estas; y como Corts aquello vi, con palabras
algo blandas, dixo, que jurava en su conciencia (que aquesto tenia
costumbre de jurar) que de all en adelante no seria ni se haria de
aquella manera, sino que buenas, malas indias, sacadas, al almoneda, y la buena, que se venderia por tal y la que no fuese, por menos
precio, y de aquella manera no tenan que reir con l.15
La dolorosa escena del repartimiento de esclavos en que la crueldad competa con el inters y la mala fe, presentose ms de una vez en
el campamento de Corts, situado entonces en la ciudad de Tezcuco.
Desde all, y mientras l se preparaba en 1521 para el sitio de la ciudad de Mjico, envi a Gonzalo de Sandoval, uno de sus capitanes, con
Zulapeque situado en las fronteras de Tlaxcala, por haber dado muer-

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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

te a unos castellanos que iban de Veracruz a reforzar su ejrcito.


Sandoval cumpli su comisin, y matando a muchos, esclaviz gran
nmero de mujeres y nios.16
Levant Corts su campamento de Tezcuco, y habindolo trasladado a Tamanalco, asalt unos peones en que estaban fortificados los
indios. Muchos de stos perecieron en aquella jornada, y gran nmero
de mujeres y muchachos prisioneros fueron esclavizados.17
Muy curioso es leer los fraudes que se cometan en el repartimiento
de estos esclavos y la imprudencia con que los refiere el mismo Bernal
Daz, cmplice de ellos.
Como hubo llegado Gonzalo de Sandoval con gran presa de esclavos, y otros muchos que se dado, que luego se herrassen, y de que se
huvo pregonado, que se llevassen herrar una casa sealada, todos
los mas soldados llevamos las piezas que aviamos avido para echar el
yerro de Su Magestad... segun y de la manera que lo teniamos de antes
concertado con Corts, segn hemos dicho en el capitulo que dello habla, creyendo que se nos avia de volver despues de pagado el Real quinto, que las apreciassen, quanto podia valer cada pieza: y no fu ansi,
porque si en lo de Tepeaca se hizo muy malamente, segun otra vez dicho
tengo, muy peor se hizo en esto de Tezcuco, que despues que sacavan el
Real quinto, era otro quinto para Corts, y otras partes para los capitanes: y en la noche antes, quando las tenian juntas, nos desaparecieron
las mejores indias. Pues como Corts nos havia dicho, y prometido, que
las buenas piezas se habian de vender en almoneda por lo que valiesen,
y las que no fuesen tales, por menos precio: tampoco huvo buen concierto en ello; porque los oficiales del Rey, que tenian cargo dellas, hazian lo
que querian: por manera, que si mal se hizo una vez, esta vez peor: y
desde all adelante muchos soldados, que tomavamos algunas buenas
indias, porque no nos las tomassen como las pasadas, escondiamos, y no
las llevavamos herrar, y deziamos, que se avian huido, y si era privado
de Corts, secretamente las llevaban de noche herrar, y las apreciaban en lo que valian, y les echavan el hierro, y pagaban el quinto, y otras
muchas se quedaban en nuestros aposentos, y deziamos que eran
naborias, que avian venido de paz de los pueblos comarcanos, y de
Tlaxcala.18
Sols, historiador espaol, calific de abuso e inhumanidad el hierro que se pona a los esclavos;19 pero abuso e inhumanidad tanto ms
culpables, cuanto se cometan por hombres que llevaban el ttulo de
cristianos.
El valor del quinto de los esclavos que toc al rey en la provincia de
Peaca, en 1520, ascendi a 3 146 pesos; y la mitad del de los indios de
Tezcuco a 1 020; sin contar otras cantidades que de la venta de los indios
esclavos pertenecieron al rey.20

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Apoderados los espaoles, despus de un largo sitio, de la ciudad de


Mjico en agosto de 1521, esclavizaron muchos hombres y mujeres,21 y
gran parte de ellos reparti Corts en la ciudad de Cuyoacan, habiendo
separado antes el quinto del rey.22 La provincia de Tututepec, fronteriza a la del Pnuco, alzose en 1522; Corts reuni a los indios, ahorc al
seor de Tututepec y al jefe del ejrcito, y esclaviz y herr hasta 200
personas que fueron vendidas en almoneda y pagado el quinto al rey.23
En diciembre de 1523 envi aquel famoso capitn una expedicin
desde Mjico, a las rdenes de Diego Godoy, contra los pueblos situados
entre Chiapa y Guatemala; y durante ella, Godoy esclaviz algunos muchachos y mujeres.24
Rodrigo de Rangel, otro capitn de Corts, fue enviado por l segunda vez, en 1524, contra los zapotecas que hacan mucho dao a los indios
sus vecinos, amigos de los espaoles. Rangel, ms afortunado ahora que
en su expedicin del ao anterior, hzoles muchas amonestaciones y requerimientos para que se sometiesen; mas, no dndoles odo, declaroles
la guerra matando a muchos, y esclavizando a otros en gran nmero,
que fueron vencidos.25
Ya por entonces se cometan grandes abusos en la exportacin de los
esclavos de Nueva Espaa, y para cortarlos, mandose desde 1522, que
se diesen por perdidos todos los que de ella se introdujesen sin licencia
en La Espaola.26 Prevnose tambin a Corts en 1523, que como los
espaoles deseaban y provocaban la guerra para tener esclavos, sta
nunca se hiciese sino en el caso de ser los indios los agresores, y de
haber hecho dao a los castellanos, encargndosele que aunque hubiesen cometido algn exceso, les hiciese, antes de hostilizarlos, los requerimientos de estilo, y cuantas veces creyese conveniente, por medio de
intrpretes cristianos.
Como los seores de aquella tierra esclavizaban a los prisioneros de
guerra sacrificndolos a sus dioses, y comindoselos despus, permitiose
en 1523, que para evitar tamaa atrocidad, se diese licencia a los pobladores para que comprasen esos esclavos a sus dueos los indios.27 Pero
ste fue el pretexto de que entonces se valieron los espaoles para tener
esclavos indgenas; y tantos fueron los excesos cometidos en aos posteriores, que por la Provisin Real de Toledo de 6 de diciembre de 1536,
mandose, que ni en Nueva Espaa, ni en parte alguna de las Indias,
ningn espaol pudiese por ninguna va comprar ni haber esclavo alguno de los pertenecientes a los indios, ni que ningn cacique ni seor
principal pudiese hacer esclavos indios, ni venderlos ni comprarlos a
nadie.
Resueltas las graves cuestiones que mediaban sobre el mando de
Mjico entre Hernn Corts y Diego Velzquez, gobernador de Cuba,
expidi el emperador despachos en Valladolid, a 15 de octubre de 1522,

204\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

declarando a Corts por capitn general y gobernador de Nueva Espaa. En ese mismo ao nombrronse oficiales reales para aquella provincia. Siendo tesorero Alonso de Estrada, hijo natural de Fernando, el
Catlico; contador, Rodrigo de Albornoz, que era el secretario del emperador;28 factor, Gonzalo de Salazar, y veedor de las fundiciones, Pedro
Almindez Cherinos;29 pero estos empleados no llegaron a Mjico hasta
el ao de 1524.30
Al talento de Corts no poda esconderse la importancia de la conversin de los indios, y apenas conquistado Mjico, l y los consejos de
las villas de Nueva Espaa suplicaron al emperador que se proveyese
de obispos o de otros prelados, y de religiosos de buena vida y ejemplo.
Todo esto pidi Corts desde su primera carta a Carlos V; pero en la
cuarta del 15 de octubre de 1524, ya pens de otra manera respecto de
los obispos y otros prelados, pues slo quera que se enviasen a Nueva
Espaa monjes virtuosos. Las razones en que se fund, lense en el
siguiente pasaje:
Porque habiendo Obispos, y otros Prelados, no dejarian de seguir
la costumbre, que por nuestros pecados hoy tienen, en disponer de los
bienes de la Iglesia, que es gastarlos en pompas, y en otros vicios: en
dejar Mayorazgos sus Hijos, Parientes; y aun sera otro mayor mal,
que como los Naturales de estas partes tenian en sus tiempos Personas
Religiosas, que entendian en sus Ritos, y Ceremonias, y estos eran tan
recogidos, as en honestidad, como en castidad, que si alguna cosa, fuera de esto, alguno se le sentia, era punido con pena de muerte. si
agora viessen las cosas de la Iglesia, y servicio de Dios, en poder de
Cannigos, y otras Dignidades; y supiessen, que aquellos eran Ministros de Dios, y los viessen usar de los vicios, y profanidades, que agora
en nuestros tiempos en essos Reynos usan, seria menospreciar nuestra
Fe, y tenerla por cosa de burla: y seria tan gran dao, que no creo
aprovecharia ninguna otra predicacion que se les hiciese; y pues que
tanto en esto v, y la principal intencion de V.M. es, y debe ser, que estas
gentes se conviertan, y los que ac en su Real nombre residimos la debemos seguir, y como christianos tener de ellos especial cuidado, he
querido en esto avisar Vuestra Cesrea Magestad y decir en ello, mi
parecer.31
A vista de este pasaje no ha faltado quien atribuyese a Corts sentimientos de protestantismo, o que quiz lo escribi por odio al obispo
Fonseca, protector de Diego Velzquez, su enemigo; pero yo no creo ni
lo uno ni lo otro, sino que Corts, conociendo la corrupcin del clero
seglar de Espaa y la conducta de los obispos en general, juzgaba que
no eran el medio ms a propsito para la conversin de los indios.
El arzobispo de Mjico, don Francisco Lorenzana, que imprimi con
notas algunas cartas principales de Corts a Carlos V en su obra ya

JOS ANTONIO SACO

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mencionada, conviene con l en la poca disciplina eclesistica del alto


clero espaol en el siglo XVI; pero reconoce, al mismo tiempo, que ya se
haba remediado gran parte de los vicios que l deploraba, y que habindose declarado intestables a los obispos, stos no podan dejar mayorazgos ni bienes a sus hijos o parientes. Lorenzana fue un arzobispo
muy ilustrado, y lejos de indignarse contra Corts, dice en una nota
puesta al pasaje que acabo de citar:
Parece Corts un Misionero Apostlico, ms que un Militar, y me asombra, y admira siempre su celo en el mayor servicio de Dios y de el Rey.
Y razn tena Lorenzana, porque Corts fue siempre un verdadero
catlico como lo manifiestan las mismas palabras del pasaje en que habla de los obispos, pues se expresa as: He dicho Vuestra Alteza el
aparejo, que ai en algunos de los Naturales de estas partes para se convertir nuestra Santa F Catlica, i ser Christianos.32
A pesar de lo que Corts escribi a Carlos V contra los obispos, la
experiencia demostr que muchos fueron buenos defensores de la libertad de los indios, y que los dos primeros de Nueva Espaa fray Juan de
Zumrraga y fray Julin Garcs son una prueba de lo que digo.
Llevado el gobierno, no tanto de la solicitud de Corts, cuanto de sus
propios sentimientos, procur remediar las necesidades espirituales de
Nueva Espaa. Tan estrecho enlace hay entre la suerte de los indios y
la conducta que siguieron algunas rdenes religiosas, que prescindir de
ellas sera mutilar esta historia. Franciscanos fueron los cinco primeros
religiosos que entraron en Nueva Espaa en 1522: dos eran espaoles,
y tres, flamencos: pronto murieron los primeros; mas, no los segundos,
en cuyo nmero iba fray Pedro de Gante, no hijo de Carlos V, como equivocadamente crey el barn de Humboldt,33 pues que era de su misma
edad, pero s uno de los hombres que prestaron los ms eminentes servicios a la conversin y civilizacin de los indios de Nueva Espaa.
Por orden del Consejo de Indias y a expensas del gobierno, partieron de Castilla en 1524 para fundar monasterios en Nueva Espaa, 12
religiosos franciscanos, cuyo prelado era fray Martn de Valencia y 11
dominicos, por haberse mandado detener para tratar de asuntos importantes a las Indias a fray Toms Ortiz, que iba de vicario general de los
religiosos de su Orden. Juntos llegaron todos a La Espaola: quedronse
en ella los dominicos; mas, prosiguiendo su viaje los franciscanos, desembarcaron en Veracruz en el mismo ao de 1524.
Puestos en marcha para la capital detuvironse en Tlaxcala, y al ver
los indios a esos religiosos descalzos, vestidos de un modo tan diferente
a los dems espaoles, y con hbitos remendados, dijronse unos a otros:
Motolinia, Motolinia, que significa pobre.
Uno de los religiosos llamado fray Toribio Paredes de Benavente,
por ser natural de esta ciudad en Espaa, pregunt la significacin de

206\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

aquella palabra, y luego que la supo, dijo: ste es el primer vocablo


que s en esta lengua, y porque no se me olvide, ste ser de aqu en
adelante mi nombre.34
Este religioso fue uno de los que tuvieron mejores costumbres y
austeridad de vida, siendo tanta su liberalidad con los indios, que les
daba cuanto posea, y a veces se quedaba sin alimento por repartir
entre ellos el que reciba para s. Aprendi la lengua mejicana; puso
gran empeo en conocer las costumbres y antigedades de los indios;
explic la rueda astronmica o calendario de 52 aos, de que los mejicanos se servan;35 consagrose a la enseanza de los indios; bautiz
segn se dice como 400 000 de ellos; e imprimi una doctrina cristiana
en lengua mejicana, y un libro intitulado De Moribus Indorum. Y, sin
embargo, en medio de tan sealados servicios hechos a la civilizacin
y a la humanidad manchose con un borrn tan feo, que deshonra su
memoria, pues fue uno de los que ms descaradamente calumniaron
las puras intenciones y eminentes virtudes del gran Bartolom de las
Casas. Luego que llegaron al Nuevo Mundo los Opsculos que ste
hizo imprimir en Sevilla en 1552, enfureciose Motolinia, y con achaque
de defender a los gobernadores, conquistadores, encomenderos, y traficantes de indios, hizo al emperador a principios de 1555 una representacin en que trat a Casas como el ltimo de los hombres. Ese
asqueroso documento an permanece indito en su totalidad, pues
Quintana en su vida de Casas solamente public algunos extractos en
el apndice dcimotercero. Podemos, pues, decir que no era verdadera humildad evanglica la que profesaba aquel fraile en medio de tanta pobreza, y sin duda que se esconda un alma ruin y envidiosa bajo
del tosco sayal que llevaba. Yo no s, si Casas tuvo conocimiento de
tan desvergonzado escrito, pero si lo tuvo, supo despreciarlo con la
misma grandeza de alma que otras muchas calumnias vomitadas contra
l por la envidia y otras ruines pasiones.36
Luego que los religiosos franciscanos llegaron a la ciudad de Mjico,
sali Corts a recibirlos a la cabeza de los empleados y caballeros espaoles; y arrodillndose delante de cada uno de ellos; besoles las manos
con la ms profunda reverencia.
Este acto deba de producir la ms profunda impresin en el nimo
de los indios, pues vean que el gran conquistador de su pas, doblaba
las rodillas ante unos hombres tan humildes y tan pobres; y este rasgo
por s solo desmiente la imputacin de protestantismo, hecha a Corts,
por haber pedido en una de sus cartas, como ya he dicho, que no se
enviasen a Nueva Espaa obispos ni otros prelados.
Permanecieron los dominicos en La Espaola hasta que se juntaron
con fray Toms Ortiz, su vicario; y aunque tres de ellos haban muerto,
parti con los restantes en febrero de 1526, no habiendo llegado a la

JOS ANTONIO SACO

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capital de Mjico hasta julio del mismo ao. As, entre esos religiosos,
como entre los franciscanos, hbolos de virtudes ejemplares, pues no
slo se dedicaron a convertir a los indios, sino a civilizarlos, ensendolos a leer, escribir, y a emplearse en varias industrias.
Entre esos religiosos distinguiose fray Pedro de Gante, a quien ya
he mencionado, y que se incorpor a sus hermanos franciscanos despus que llegaron a Nueva Espaa.
Este hombre extraordinario conoca muy bien la lengua mejicana, y
sola predicar en ella a falta de sacerdotes, pues l era lego. Fue el primero que ense los mejicanos a leer, escribir, pintar, cantar, tocar instrumentos msicos y ocuparse en las artes, fundando al efecto escuelas
y talleres. Estableci cofradas entre los indios; destruy muchos templos e dolos mejicanos; fabric ms de 100 iglesias; y en los 50 aos, que
vivi en Nueva Espaa, contribuy poderosamente a la propagacin del
cristianismo.37
Tantas virtudes y beneficios hicieron exclamar un da a don fray
Alonso de Montfar, de la Orden de Predicadores, y primer arzobispo
de Mjico: Yo no soy arzobispo de Mxico, sino Fray Pedro de Gante,
lego de San Francisco.38
Acabo de decir que fray Alonso de Montfar fue el primer arzobispo
de Mjico; mas, esto es, porque aunque el obispo su antecesor fue promovido al arzobispado de aquella ciudad, no lleg a ponerse el palio por
haber muerto.
Suelo fecundo para las rdenes religiosas fue el de Nueva Espaa,
pues en 1559 la de los franciscanos ya tena 80 casas con 380 frailes; la
de los dominicos, 40 de las primeras y 210 de los segundos; y la de San
Agustn, 40 casas con 212 religiosos: es decir, que en todo haba 160
casas y 802 frailes.39
Envi Corts a Cristbal de Olid en 1523 para que fuese a descubrir
y poblar en las tierras de Honduras. Rebelose all Olid contra su jefe, y
ste viose forzado a partir de Mjico en octubre de 1524 para castigar
aquella rebelin. En su marcha difcil y peligrosa hizo la guerra en 1525
a los indios de la provincia de Tapayegua o Tapayeca, y esclaviz ms de
una centena de ellos.40 Pero tales eran las maldades de los espaoles
contra los indios, que este mismo hombre que esclavizaba y mandaba
esclavizar, veces hubo en que se vio forzado a condenar la conducta de
sus compatriotas.
Antes de marchar Corts contra Olid, nombr para el gobierno de
Nueva Espaa, durante su ausencia, al tesorero Alonso de Estrada y al
contador Albornoz. ste fue muy pronto infiel a Corts. Pedro Mrtir
de Anglera, miembro del Consejo de Indias, y que a la sazn escriba
sus Dcadas del Nuevo Mundo, menciona las cartas en cifras en que
Albornoz acusaba a Corts de astucia, de avaricia insaciable y de pro-

208\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

yectos casi manifiestos de usurpar el seoro de Mjico.41 Pedro Mrtir


envi al Papa una de esas cartas, cuya fecha es de 20 de octubre de 1525.
En otras escritas en letras por Albornoz, y sin mentar a Corts, atcalo tambin indirectamente, denunciando los abusos que durante su gobierno se haban cometido para esclavizar a los indios. En la de 15 de
diciembre de 1525 dice al emperador, que en las entradas que se hacan
en varias partes de aquella tierra, no se guardaba lo establecido en punto
a requerimientos, pues sin ellos eran los indios esclavizados; que a veces
stos se presentaban de paz a dar la obediencia, y que los espaoles los
asaltaban con las armas en la mano, para matarlos y esclavizarlos: que el
permiso concedido por el gobierno para comprar a los indios los esclavos
que tenan como tales, muy rara vez se efectuaba, porque los espaoles,
adems del oro que pedan a los caciques, exiganles 100 o 200 esclavos de
los que posean; y si no los tenan, entonces les entregaban como esclavos
un nmero igual de sus vasallos libres, los cuales con frecuencia eran
herrados; y por la gran obediencia que tributaban a sus caciques, jams
decan que eran libres, aunque los matasen: que ya los esclavos empezaban a disminuir, no tanto por el exceso de trabajo que se les impona,
cuanto por la mala costumbre de sacarlos de tierra caliente a tierra fra, y
al contrario: que de los esclavos que los caciques daban a los espaoles,
solamente se herrasen aquellos que eran de guerra, o cuyos padres eran
tambin esclavos; pero no los que entre los indios haban cado en esclavitud por faltas leves, los cuales, entrado que hubiesen en poder de los cristianos, permaneciesen siempre en l, para impedir que los indios los vendiesen a otros; y a fin de que fuesen mejor tratados, se les declarase por
naborias, llevando el contador un registro en que constase su nmero y el
nombre del espaol que los posea.42
Estas y otras cosas dijo el contador Rodrigo de Albornoz; pero djolas,
para recomendarse con el monarca y desacreditar a Corts, pues el tal
Albornoz era un ladrn, lo mismo que los otros oficiales reales sus compaeros, y casi todos los empleados que en Nueva Espaa se hallaban.
Desde el principio de la conquista de aquella tierra acostumbraron
los espaoles esclavizar y herrar a los indios que les resistan, o que
cogan en la guerra, so color de que lo mismo hacan los indgenas entre
s. Pero convencido el emperador de los grandes abusos que en esto se
cometan, mand por Real Cdula expedida en Granada a 9 de noviembre de 1526, que en adelante nadie tuviese por esclavo ningn indio natural de Nueva Espaa, ni se permitiese herrarle en el rostro ni en otra
parte; y que cuando esto se hiciese fuese en presencia de los oficiales
reales, con pruebas suficientes de que era esclavo llevado de fuera, no
natural de la tierra, ni tampoco de los prohibidos, bajo pena de muerte
y perdimiento de bienes a los infractores.43 Pero la proteccin que esa
ley pens dar a los indios, mandando que no se les herrase sino ante los

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oficiales reales, fue cabalmente lo que desvirtu la misma ley, porque


esos oficiales eran enemigos de los indios y cmplices de las maldades
de los espaoles sus compatricios.
Tratose tambin entonces de reprimir otro abuso.
Prohibido estaba que del Nuevo Mundo se llevasen indios a Espaa,
pues el clima les causaba mucho estrago; pero tal era el exceso que haba en transportarlos de Mjico a Castilla, por culpa de los oficiales reales de aquella ciudad, que el gobierno orden en 1526, por una disposicin general a todo el Nuevo Mundo, que cuantos indios se encontrasen
en Espaa fuesen restituidos a su tierra natal, y tratados como libres y
vasallos de S.M.44 Con infraccin de lo mandado, lleg a Castilla en 1527
una nave procedente de Nueva Espaa con algunos indios, los cuales
fueron tomados por los oficiales de la Casa de Contratacin de Sevilla,
en cumplimiento de las rdenes que se haban dado. El emperador mand
que los que constase eran esclavos, fuesen restituidos a sus dueos, y
que los libres, si queran volver a su tierra, tornasen a ella a costa de los
introductores: en caso de que no quisiesen volver, se les dejase en Espaa; bien que los importadores deban otorgar fianzas de que los llevaran a su pas cuando ellos quisiesen, y el rey lo mandase.45
Las denuncias y acusaciones de que Corts intentaba alzarse en
Mjico con el poder soberano, haban hecho profunda impresin en el
nimo de Carlos V; y una de las medidas que se juzgaron ms eficaces
para frustrar sus proyectos, en el caso de ser ciertos, fue la creacin de
una Audiencia para Mjico, investida del gobierno de Nueva Espaa,
as como se haba hecho creando otra en La Espaola, para despojar del
gobierno poltico a don Diego Coln, hijo y sucesor del almirante don
Cristbal. Procediose, pues, con toda brevedad a la formacin de aquella audiencia, nombrando de oidores a los licenciados Martn Ortiz de
Matienzo, Alonso de Parada, Diego Delgadillo y Francisco Maldonado.46
Estos cuatro ministros partieron de Sevilla a fines de agosto de 1528 y
llegaron a la Veracruz el 6 de diciembre del mismo ao.47 La presidencia interina de esa Audiencia diose a Nuo de Guzmn, que a la sazn se
hallaba de gobernador del Pnuco: nombramiento infeliz, pues recay
en uno de los capitanes ms crueles que afligieron al Nuevo Mundo.
El primer obispo que pis el suelo de Nueva Espaa fue en 1526, el
de Tlaxcala, fray Julin Garcs, de la Orden de Santo Domingo;48 y el
segundo fue el de Mjico, fray Juan de Zumrraga, religioso franciscano, en cuya ciudad entr en 1527. A fines de mayo del siguiente ao
desembarc Corts en Espaa, pues con este viaje quera dar al monarca una prueba de su lealtad, desmintiendo las acusaciones de sus
calumniadores.
La presencia en la corte de tan alto personaje no poda ser estril para
Nueva Espaa; y no slo los informes que dio, sino el parecer de los obis-

210\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

pos de Mjico y Tlaxcala, y el de los religiosos dominicos y franciscanos,


pasaron a la consulta del Consejo de Indias, de cuyo examen emanaron
en 1518 varias disposiciones sobre los indios de Nueva Espaa, as esclavos como libres encomendados. Contrayndome ahora a los primeros,
porque de los segundos tratar largamente en otra parte, resolviose, que
todos los espaoles que tuviesen esclavos los presentasen dentro de un
corto plazo, ante la Audiencia de Mjico, o a las justicias de los pueblos,
con el ttulo por el cual constase que eran esclavos, asentndose en el
registro del escribano; y si la autoridad declaraba que efectivamente lo
eran, se les diese un certificado de la tal declaracin: que se castigase a
los que supiesen que algunos indios estaban en injusto cautiverio, y no lo
manifestasen dentro de cierto trmino: que nadie pudiese herrar su esclavo sin licencia de la justicia, en cuyo poder, y no en el del amo, ni de
otra persona, deba estar el hierro; y que quien lo tuviese y herrase esclavo sin la referida licencia, lo perdiese junto con la mitad de sus bienes
aplicados al fisco: que los comisarios examinasen todas las provisiones
por las cuales se haba autorizado a los espaoles para hacer la guerra y
esclavizar a los indios de algunos pueblos y provincias situados en la jurisdiccin de la Audiencia de Mjico, informndose de las entradas hechas en ellos por los cristianos, de los daos ocasionados, y del nmero de
indios reducidos a esclavitud; y si conociesen que se proceda con injusticia, revocasen las tales provisiones, y prohibiesen la guerra; pero si la
consideraban justa, la dejasen continuar; bien que deban tenerse por
libres todos los indios que voluntariamente se sometiesen; dndose cuenta de todo al Supremo Consejo de Indias.
La vigilancia del cumplimiento de estas y otras disposiciones, encargose
al obispo de Mjico fray Juan de Zumrraga, y al de Tlaxcala, fray Julin
Garcs, pues ambos haban sido nombrados protectores de los indios en
sus respectivos obispados, por Real Provisin expedida en Burgos a 24 de
enero de 1528. Y a fin de que en ningn caso quedasen desamparados
aquellos infelices, mandose que por muerte o ausencia de los referidos
obispos, ejerciesen las funciones de protectores, los prelados de las rdenes de Santo Domingo y San Francisco de Nueva Espaa.49
He dicho que cuando Nuo de Guzmn fue nombrado presidente
interino de la primera Audiencia de Mjico, hallbase gobernando el
Pnuco; y para bien apreciar su conducta en el nuevo destino que se le
dio, importa conocer las maldades que all cometi.
Pnuco fue el nombre que al tiempo de la conquista tena el pas
situado hacia el fondo del golfo mejicano, y que lindaba por el norte con
el Nuevo Reino de Len y con una parte de la Audiencia de Guadalajara,
por levante con el golfo o seno mejicano, por el medioda con la provincia de Tlaxcala y la de Mjico y por el poniente con el reino de
Michoacn.50

JOS ANTONIO SACO

/211

No formaba parte de los dominios de Moctezuma, pero en 1520


subyugole Corts, con quien sus caciques se confederaron. Su primer
gobernador fue el citado Guzmn, a donde lleg en 1528, y desde que
tom el mando, fue uno de los ms crueles azotes de los indgenas, y aun
de los mismos castellanos.
A poco de su llegada dio cuenta al emperador del estado en que se
hallaba aquel pas; y dcese que trat de reprimir la demasiada licencia
que haba en dar cdulas para comprar indios, por quien no tena facultad para ello, las cuales siendo cada una de 100, 200, 300, 500 y ms
esclavos, l las limit ordinariamente a 20 para los peones y a 30 para
los de a caballo, pues si algunas llegaron a 100, fueron muy pocas, concedidas a personas benemritas, y bajo de condiciones tales que slo
recayesen en indios verdaderamente esclavos. Manifestole tambin, que
como no se le haba prohibido la exportacin de esclavos, permitiola
para las islas en cambio de ganados; con lo cual se obtenan dos ventajas: una, que sacando los indios de su tierra y llevndolos a morar entre
cristianos, se convertiran ms fcilmente a la fe catlica: otra, que el
Pnuco se poblara de los ganados introducidos a trueque de esos esclavos. Expuso, al mismo tiempo, que los que de entre stos se herraban
para enviarlos a Mjico, se vendan entonces a peso de Tepuz por cabeza, y que pocos meses antes se haban sacado para aquella capital ms
de 4 000; por lo cual orden que el precio de cada esclavo en el Pnuco
fuese de 4 pesos de minas, pagaderos en ganados, y no en ropas, vino ni
otros artculos; pero suplicaba a S. M. que prohibiese la exportacin de
los esclavos para la ciudad de Mjico, porque siendo el Pnuco tierra
caliente y aqulla fra, de 100 no se salvaban diez. Inform, por ltimo,
que siendo all costumbre el dar 100 esclavos por un caballo, haba mandado que solamente se diesen 15.51
Pero este malvado sac del Pnuco dentro de poco tiempo ms de
4 000 esclavos, y sigui exportndolos hasta casi despoblar la tierra.52
Muchos de ese nmero introdujronse en La Espaola y otras islas,
especialmente en la de Cuba, que despus de la primera era entonces la
que ms clamaba por esclavos. As fue que en las instrucciones que dio
en 1528 a los procuradores de la ciudad de Santiago enviados a la corte,
encargseles que pidiesen al rey el permiso de introducir en aquella
Isla esclavos indios de los que tenan por tales los caciques de Santa
Marta, Tierra Firme, Hibueras, Yucatn, Nueva Espaa, Pnuco y Ro
de las Palmas.53 Negado fue este permiso; pero, como ya hemos visto,
ese trfico se haca sin ninguna autorizacin superior; y no obstante, los
oficiales reales de Cuba cobraban derechos por los esclavos, pues en
1530 informaron al gobierno que haban percibido el 7 % del valor de
los importados de Mjico, lo mismo que de los negros introducidos de
Castilla.54

212\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

Que de muchos de los parajes mencionados se llevaban esclavos indios a Cuba, confrmalo tambin su teniente de tesorero Pedro de
Avedao en la comunicacin que hizo a la emperatriz en 1532 por estar
ausente de Espaa su esposo el emperador.55
Sedienta Cuba de esclavos pidi de nuevo licencia al gobierno en
1534, para introducirlos de Yucatn y de Pnuco.56 Y al ver la insistencia con que peda ese permiso, bien pudiera creerse que lo necesitaba
para introducir esclavos, cuando en realidad esto se haca sin ninguna
autorizacin del gobierno. Ni se contentaba con eso; que tambin quiso
en aos posteriores que los esclavos entrasen en ella libres de derechos
como en todos los dems pases, fundndose en que por este motivo los
armadores se retraan de llevarlos a Cuba, a pesar de la necesidad que
haba de ellos.57
La culpable conducta de Nuo de Guzmn en el Pnuco mereci la
censura del electo obispo de Mjico fray Juan de Zumrraga; y digno es
de transcribirse aqu el principio de una carta importantsima que aquel
prelado elev al emperador en 27 de agosto de 1529.
Luego como esta ciudad llegu, muy poderoso seor, fu informado que la provincia de Pnuco que tiene en gobernacin Nuo de Guzman,
estaba destruida y asolada causa de haber sacado della el dicho Nuo
de Guzman, vendidos para las islas, mucha cantidad de indios libres
naturales della herrados por esclavos; y querindome ms informar de
la cosa porque me pareci ser muy daosa y agena de la Real intincion
de V.M., he hallado y podido averiguar con verdad, que luego que fu
recibido Nuo de Guzman aquella gobernacin, di licencia en general todos los vecinos de aquella provincia para que pudiesen sacar
della para las islas 20 y 30 esclavos, lo cual se hizo; y como esta
contratacion viniese noticia de los mercaderes y tractantes que por
estas islas andan y viesen que era buena granjera, ocurrieron la provincia de Pnuco as por su propio interese, como llamamiento del
dicho Nuo de Guzman, que envi fletar navos al puerto desta Nueva
Espaa para ello; y desta manera est tan rota la cosa, que aquella provincia est disipada, destruida y asolada, causa de haber sacado della
9 o 10 000 nimas herradas por esclavos, y envindolos las islas; y de
verdad, aun yo creo ser mas, porque han salido de all 21 navos y ms
cargados, que son estos.El navo de Andrs de Duero, que se dice la
Bretona; el navo de Hernando Zuazo; el navo de Vara, que sali cargado dos veces; el navo de Madrid, vecino de La Habana; el patax de
Nuo de Guzman, que sali cargado tres veces; el navo de Cristbal
Bezar; Juan Perez de Gijon, mayordomo de Nuo de Guzman, ha sacado dos navos cargados; Juan de Urrutia ha sacado tres navos cargados, con otro de Juan Escudero; Rodrigo de Holvain otro, y Miguel de
Ibarra ha sacado cinco navos cargados, y est cargando Alonso Valiente un navo en el puerto de Pnuco; y desta manera han salido otros

JOS ANTONIO SACO

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navos, de que ha sucedido tanto dao en la Provincia y admiracin y


temor en los indios naturales della, que han propuesto y tomado por
mejor remedio, y as esta mandado entre ellos por sus mayores, que
despueblen sus pueblos y casas, y se vayan los montes, y que ninguno
tenga participacion con su mujer, por no hacer generacion que sus
ojos hagan esclavos y se los lleven fuera de su naturaleza; y los vecinos
espaoles de aquella villa as lo tienen dicho y depuesto en cierta
informacion que Alonso de Estrada segundo Gobernador de aquesta
Nueva Espaa hizo en esta ciudad para enviar V.M. juntamente con
otros delictos que el dicho Nuo de Guzman haca en aquella gobernacion,
cosa absurda y tan nueva, que jams oy ni vi.58
Tal fue Nuo de Guzmn en el Pnuco. Veamos ahora lo que fue,
cuando pas a Mjico de presidente de la primera Audiencia. Este nuevo puesto, por ser interino, no le priv de la gobernacin del Pnuco; y
as dilatose desde entonces el teatro en que haba de ejercitar sus maldades. Ese teatro fue la vasta regin de Nueva Espaa, cuya significacin es necesario fijar aqu, para saber las provincias que en aquel tiempo comprenda.
Haba entre los descubridores y conquistadores altercados y escndalos sobre los lmites de sus gobernaciones, y para removerlos, mand
el gobierno en 1528, con parecer de Corts, que en adelante se diese el
nombre de Nueva Espaa no slo a todas las provincias que pertenecan a la gobernacin de Mjico, sino al Pnuco, provincia del Ro de las
Palmas, Yucatn, Cozumel, Guatemala, con todo lo contenido en sus trminos y gobernaciones.59
Llegado a Mjico, Nuo de Guzmn ligose con los dos oidores que
sobrevivan, pues los licenciados Parada y Maldonado murieron a los
pocos das de su llegada. Guzmn envi desde all muchos esclavos al
Pnuco para que fuesen herrados; y vez hubo en que de los introducidos
en esta provincia herrronse de un golpe ms de 1 500.60 En breve se
elevaron a la corte contra l gravsimas acusaciones, pues temase que
Mjico corriese igual suerte a la del Pnuco, cuyo pas estaba ya casi
despoblado.
Hombre tan malo como Nuo de Guzmn, apandillado con los perversos oidores de la Audiencia de Mjico, agrav la suerte infeliz de los
indios de aquella tierra; porque abriendo Guzmn la mano a las licencias que a l y a los oidores se les pedan de todas partes, ya no hubo
indio seguro de conservar su libertad.
Con tanto escndalo procedi Guzmn, que dio de aguinaldo una
cdula de un pueblo, llamado Guazpaltepeque, al contador Rodrigro de
Albornoz, cuando torn de Castilla a Mjico, casado con una seora que
se deca doa Catalina de Loaysa.61 De las cdulas que entonces se concedan para comprar indios, he aqu una muestra curiosa:

214\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

Por la presente se da licencia a vos Gregorio de Vega para que fuera


de los Pueblos que teneis depositados podais resgatar 50 esclavos de los
que los indios tienen, e tratan por esclavos, segund e por la orden que
ellos se tienen en se captivar; con tanto que luego como les hayais
resgatado parezcais ante la persona que tengo sealada para entender
en el esmen de los dichos esclavos para que juntamente con el escribano de la Governacion los esamine, al qual mando que tenga registro
dellos e que si hallare que son justamente esclavos los yerren con el
hierro e marca Real. Fecho a tres de Marzo de mil, e quinientos y veinte
y nueve aos.Nuo de Guzmn.Por mandado del Capitan general y
Governador e Presidente mi seor.Juan de Torquemada.
Tan grande fue el abuso de conceder estas licencias, que an no eran
corridos ocho meses de la llegada a Mjico del presidente y oidores, ya
stos haban dado ms de 1 500 cdulas para traficar en esclavos, y
muchas de ellas, o las ms a sus amigos, criados y mozos de espuelas en
pago de sus servicios. Esas cdulas jugbanse y vendanse, y con tanta
urgencia era necesario atajar el mal, que como deca el obispo Zumrraga
si hay dilacin segn la prisa se han dado, presto no ser menester
remedio.62
Al abuso criminal de las licencias aadanse otras dos maldades. Una,
la de estar el hierro con que se marcaban los esclavos en poder de personas confabuladas con los gobernantes para herrar a muchos indios
libres.63 Otra, que los oidores de aquella Audiencia mandaron pregonar
que ningn indio fuese osado de ir a quejarse al obispo Zumrraga so
pena de muerte, ni ningn espaol so pena de prendimiento de los indios que poseyesen. Adems mandaban traer indios, y sin examen los
herraba el doctor Hogeda, que era quien tena el hierro, y de la parcialidad de los oidores.64
Las justas reclamaciones del obispo de Mjico en favor de los indios,
enfurecieron al presidente y oidores de la Audiencia de Mjico. Vomitaron stos contra l atroces calumnias, pues no podan perdonarle que
predicase en sus sermones que se convirtiese y conservarse a los indios,
suspendiendo las suntuosas obras que continuamente hacan a costa de
ellos; que no los robasen ni matasen como suceda; y que deban restituirse
a la libertad, tantos millares de indios injustamente esclavizados.65
Bajo el nombre de chichimecas existan al poniente de Mjico, extendindose por largo espacio de norte a sur, unas tribus o naciones a
las que Corts haba mandado hacer guerra y esclavizar, si despus de
requeridas rehusaban someterse a la dominacin de Castilla.66 Tales
rdenes no pudieron tener cumplida ejecucin, e indmitos permanecieron esos pueblos durante algunos aos. Luego que Nuo de Guzmn
supo por cartas de Espaa que se haba nombrado nueva Audiencia para
Mjico, y que a l se le haba quitado su presidencia,67 resolvi hacer la
guerra a los chichimecas para alejarse de aquella capital, y contra ellos

JOS ANTONIO SACO

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march despus de haber nombrado por su teniente para la gobernacin del Pnuco a Lope de Mendoza. Devast campos, cort narices y
orejas, y quem indios y pueblos. Uno de aquellos fue el cacique
Cazonci,68 y otro un indio que andaba vestido de mujer y que confes
ganar su vida, prestndose con los hombres a las funciones del sexo
femenino.69 Guzmn dio tambin por esclavos los naturales de Xalisco o
Nueva Galicia y los de otras partes de aquella tierra. Por su mandado,
Gonzalo Lpez esclaviz en septiembre y diciembre de 1530 en algunos
pueblos 1 000 hombres, mujeres y nios, habindolos herrado. ste,
despus de deducido el quinto del rey, repartiolos entre su gente, exigiendo por cada indio 1 peso, que l deca ser para el fisco, pues cada
uno fue apreciado en 5 pesos.70
Las Casas eleva su nmero a 4 560 entre hombres, mujeres y nios
desde 1 ao a los pechos de sus madres hasta menos de catorce; siendo
de advertir que algunos le salieron a recibir de paz.71
La opresin de los indios y los desrdenes cometidos por la primera
Audiencia de Mjico haban llegado a su colmo. Quitose al fin su presidencia a Nuo de Guzmn. Nombrse otra Audiencia compuesta de los
licenciados Alonso, Maldonado, Vasco de Quiroga, Francisco Ceynos, y
Juan de Salmern, dndose la presidencia al dignsimo obispo don Sebastin Ramrez de Fuenleal, que a la sazn ocupaba la misma plaza en la
Audiencia de La Espaola.72 Partieron los oidores de Sevilla el 15 de
septiembre de 1530, y llegaron a Mjico a principios de 1531; pero como
Ramrez se hallaba en Santo Domingo, lleg a Nueva Espaa poco despus que sus compaeros.
Esta nueva Audiencia no fue un simple tribunal investido solamente
de atribuciones judiciales; que disele tambin, a semejanza de la de
Santo Domingo, un gran poder poltico y administrativo para dirigir los
arduos asuntos de Nueva Espaa, pues receloso el gobierno de la conducta de Corts, aunque el emperador le recibi afectuosamente y premi sus eminentes servicios con el ttulo de marqus de Oajaca y con
otras liberalidades, no se le concedi la gobernacin de Nueva Espaa,
sino tan slo el nombramiento de capitn general en los negocios militares, cuyas funciones desempe despus que torn a aquel pas.
Importantes fueron las instrucciones que llev a aquella Audiencia,
y entre ellas se le orden, que para impedir los males que en Nueva
Espaa se cometan en el modo de hacer esclavos, no se hiciesen en
adelante por ninguna va ni causa; que se empadronasen todos los de
Nueva Espaa, para que no se sacasen ni vendiesen de una provincia a
otra; y que esas rdenes se publicasen y ejecutasen con el mayor cuidado, bien que no eran extensivas a los esclavos que los indios tenan entre
s, segn su antigua usanza, pues sobre esto deba la Audiencia tomar
particular informacin y proveer lo que juzgase ms conveniente.73

216\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

El presidente Ramrez de Fuenleal cumpliendo con rectitud y firmeza las rdenes del gobierno, no slo proscribi el uso brbaro del hierro,
sino el de hacer esclavos.74 Esta medida, aunque contrada solamente a
Nueva Espaa, honrosa fue a Carlos V; pero justo es reconocer que sin
los nobles sentimientos y acrisolada probidad de don Sebastin Ramrez
de Fuenleal, jams se hubiera ejecutado; pues luego que l sali de
Mjico, los males renacieron con todos sus antiguos horrores.
El cronista Antonio de Herrera dice, que desde entonces ya en Nueva Espaa no hubo ms esclavos, ni tomados en guerra ni por otra causa75 Yo me asombro de tamaa aseveracin, porque el mismo Herrera
en sus Dcadas ofrece las pruebas de lo contrario, segn se ver en la
narracin de los futuros acontecimientos de Nueva Espaa.
Sin la entereza del presidente Ramrez de Fuenleal, la Audiencia de
Mjico no hubiera cumplido el decreto que prohiba se hiciesen esclavos
en Nueva Espaa, pues el licenciado Salmern, uno de los oidores de
ella, escribi al Consejo de Indias, en carta de Mjico de 1531, que convendra dejar algn arbitrio para hacer esclavos que sirviesen en las
minas a los que despus de sometidos sublevasen sin causa.76
Como entonces se hallaba Nuo de Guzmn en la guerra contra los
chichimecas, enviole la nueva Audiencia de Mjico la provisin real para
que no hiciese ms esclavos. La misma remiti tambin al gobernador
del Pnuco, donde toda la granjera consista en vender esclavos a Cuba
y a otras islas.77
No se rompe de un golpe con los abusos profundamente arraigados
y sostenidos por el inters. As fue que la ciudad de Compostela en la
Nueva Galicia pidi al gobernador Nuo de Guzmn que consintiese
esclavizar a los indios de guerra que se rebelaran; pero ya l haba
acudido a la emperatriz por ausencia del emperador, desde dicha ciudad a 12 de junio de aquel ao, hacindole igual peticin. Expsole
que la real provisin sobre la libertad de los esclavos se haba pregonado donde era posible; mas, no en la villa de San Miguel que distaba
110 leguas de Compostela, por no estar bien pacfica; y alegando otras
razones, continuaba:
Dr lo que siento en esto. An no hay pueblos formados, pues andamos en ranchos disponiendo hacer casas, y ya se quieren establecer
leyes como en la Nueva Espaa conquistada ha 12 aos con puerto y
comercio de Castilla, y mucho oro y plata. No se hagan esclavos por va
de guerra. Cmo quiere V.M. que se puedan conquistar estas partes si
los contumaces y rebeldes no han de tener castigo, y los que trabajan,
premio fruto de sus trabajos en alguna cosa? Y cmo se han de pacificar los conquistados si se rebelan, sino tienen temor de la pena? Y
cmo han de querer ir los cristianos reducillos obediencia si algun
interese no tienen de su trabajo? Con qu quiere V.M. que compren el

JOS ANTONIO SACO

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caballo que les matan y las armas, y el comer, el vestido, y calzar y otros
gastos muchos que se ofrecen? Y las heridas que les dan, con qu las
han de curar? Especialmente de guerra y conquista que tan poco interese se ha havido, y con gente tan indmita y sin razon, y que tambien
merece cualquier pena, cmo irn de buena gana una y dos y tres veces
si ningun premio han de haber ni los culpados castigos?78
Llegamos a la poca de los virreyes en Nueva Espaa. Don Antonio
de Mendoza, hermano del marqus de Mondejar, fue el primer nombrado en 1535; y por las instrucciones que se le dieron en Barcelona a 25 de
abril de aquel ao, mandsele que viese el modo de esclavizar que tenan los caciques, gobernadores y capitanes espaoles; que si las medidas anteriormente dictadas para no cargar con exceso a los indios no
bastaban a impedirlo, l ordenase lo conveniente atendiendo al buen
tratamiento y conservacin de ellos, y al aumento del trato y comercio
de la repblica; que sobre el modo de hacer la guerra y esclavizar a los
indios cogidos en ella, se haban dado muchas disposiciones; que averiguase si se cumplan, y as se le encarg como cosa muy importante al
servicio de Dios e nuestro, e que deseamos mucho acertar y por descargo de nuestra Real conciencia cerca dello me embieis relacion verdadera de lo que en esto pasa y de lo que os parece y conviene que en ello se
provea para reducir los naturales de aquella provincia nuestra santa
f, y ponerlos en nuestro seoro y obediencia; por manera que cesen
las muertes e robos e otras cosas indebidas que se han hecho en la dicha
conquista, y en captivar y haber por esclavos los dichos indios.79
Preocupada la atencin del virrey con el asunto de la esclavitud de
los indios de Nueva Espaa, propuso al obispo Zumrraga dos dudas,
pidindole francamente su parecer. El obispo contestole: quanto la
primera dubda, si es justo que se hagan esclavos de rescate en esta
tierra, digo que hasta agora yo no s ley Divina, natural, ni positiva, ni
humana, eclesistica, ni civil, por donde estos naturales desta tierra,
segn su condicin, sean al presente as hechos esclavos y pierdan la
libertad rebus stantibus ut nunc.
En cuanto a la segunda duda sobre si deban hacerse esclavos de
guerra, respondi en los trminos siguientes: digo que si tuviese poder
hara que no se pudiesen hacer, y esto sera escusando y aun vedando
hacer guerra los indios que no nos la hacen, y nunca han entendido y
aun quiz odo de la F, y creyendo que la buena guerra conquista,
sera la de las almas, enviando Religiosos ellos como Cristo envi sus
Apstoles y discpulos de paz, que poco poco penetrasen sus tierras y
moradas yendo edificando Iglesias y no entrando de golpe entrellos,
como se ha visto por experiencia de los que fueron con Narvez... por lo
qual plega Nuestro Seor que yo no vea ni oya en esta Nueva Espaa
ni otros indios hacer guerra qual hasta agora comunmente se ha he-

218\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

cho, que ms propiamente se puede llamar carnicera, ni segn la condicin de los que conquistan tengo esperanza que sera ms justificada la
que de aqu adelante se hiciese, porque ya que las instrucciones de S.M.
son cathlicas y justas, la gran cobdicia de los que hacen la guerra no
deja guardarlas.80
El virrey Mendoza, cumpliendo con sus deberes, inform al gobierno, que Nuo de Guzmn hizo herrar en Nueva Galicia a muchas mujeres y nios contra lo mandado por el emperador; que compraba a bajo
precio los esclavos del quinto de S.M. para revenderlos con provecho
suyo; que tomaba para s el sptimo de todos los esclavos. Y finalmente
que se serva de indios libres en las minas, reduciendo a esclavitud a los
que de Mjico se llevaban.81
Permaneca ese malvado en la gobernacin de la Nueva Galicia, pero
tan numerosas fueron las quejas que de sus maldades llegaron a la corte, que el gobierno le quit el mando en 1536, sometindole a un juicio
de residencia. Por auto de la Audiencia de Mjico prendisele y secuestrronsele los bienes. All estuvo ms de un ao hasta que lleg la orden
de que bajo de fianza pasase a Espaa y se presentase al Consejo de
Indias con su residencia; pero como segn dice el cronista Herrera
, en la Corte no faltan poderosas intercesiones, no pag sus culpas, como
mereca.82 En aos posteriores, cuando por segunda vez torn a Espaa Hernn Corts, pudo conseguir que su enemigo Nuo de Guzmn
fuese de alguna manera castigado, y efectivamente condensele en 1541
a pagar muchos millares de ducados.83
Los que queran esclavizar a los indios, invocaron sin saberlo, desde
el principio de la conquista, la mxima en que Aristteles se fund para
decir que haba esclavos por naturaleza. La torpeza e incapacidad de los
indios era el gran argumento de los conquistadores para esclavizarlos,
pues alegaban que por s solos no podan convertirse ni gobernarse; y
aun hubo algunos que pretendieron negarles hasta la calidad de hombres, la civilizacin que los espaoles encontraron en los indgenas de
Nueva Espaa oponase a tales ideas; mas, esto nada importaba al inters de los conquistadores. En contradiccin con ellos estaban el gobierno, los religiosos y los obispos de Nueva Espaa, y uno de stos, cual
fue el de Tlaxcala fray Julin Garcs, escribi al pontfice Paulo III en
1536 una larga carta en elegante latn en que le manifestaba la aptitud
de aquellos indios para abrazar el cristianismo y adquirir los dems conocimientos que se quisiese inculcarles. Esa carta y los informes que
dio al mismo Papa fray Bernardino de Minaya, comisionado cerca de su
santidad, a instancias del virtuoso fray Domingo de Betanzos y del prelado de los religiosos dominicos de Nueva Espaa, indujeron a Pablo III
a expedir sin demora en junio de 1537 una Bula de eterna memoria,
para que se ejecutase en todos los pases del Nuevo Mundo. Dice as:

JOS ANTONIO SACO

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Paulo, Papa Tercero, todos los Fieles Christianos, que las presentes Letras vieren, salud, y bendicion Apostlica. La misma verdad, que
ni puede engaar ni ser engaada, quando embiaba los Predicadores de
su F, exercitar este Oficio, sabemos que les dixo: Id, y ensead
todas las Gentes. A todas (dixo) indiferentemente, porque todas son
capaces de recibir la enseanza de nuestra F. Viendo esto, y embidiando
el comun enemigo de el Linage Humano, que siempre se opone las
buenas obras, para que perezcan, invent un modo, nunca antes oido,
para estorvar, que la Palabra de Dios, no se predicase las Gentes, ni
ellas se salvasen. Para esto movi algunos Ministros suios, que deseosos de satisfacer sus codicias, y deseos, presumen afirmar cada paso,
que los Indios de las partes Occidentales, y los de el Medioda, y las
dems Gentes, que en estos nuestros tiempos han llegado nuestra
noticia, han de ser tratados y reducidos nuestro servicio, como Animales Brutos, ttulo de que son inhbiles para la F Catlica, y so
color, de que son incapaces de recibirla, los ponen en dura servidumbre,
y los afligen, y apremian tanto, que aun la servidumbre en que tienen
sus Bestias, apenas es tan grande, como la con que afligen esta Gente.
Nosotros, pues, que aunque indignos, tenemos las beces, de Dios en la
Tierra, y procuramos con todas fuercas hallar sus Obejas, que andan
perdidas fuera de su Rebao, para reducirlas l, pues es este nuestro
Oficio, conociendo que aquestos mismos Indios, como verdaderos Hombres, no solamente son capaces de la f de Christo, sino que acuden
ella, corriendo con grandsima promptitud, segun nos consta, y queriendo proveer en estas cosas de remedio conveniente, con Autoridad
Apostlica, por el tenor de las presentes, determinamos, y declaramos,
que los dichos indios y todas las dems Gentes, que de aqu adelante
vinieren noticia de los Christianos, aunque estn fuera de la F de
Christo, no estn privados, ni deben serlo de su libertad, ni de el dominio de sus bienes, y que no deben ser reducidos servidumbre, declarando, que los dichos Indios, y las dems Gentes, han de ser atraidos, y
combinados la dicha F de Christo, con la Predicacin de la Palabra
Divina, y con el exemplo de la buena vida. Y todo lo que en contrario de
esta determinacion, se hiciere, sea en s de nngun valor, ni firmeca no
obstantes qualesquier cosas en contrario, ni las dichas, ni otras en
qualquier manera. Dada en Roma, Ao de 1537, los nueve de Junio, en
el Ao, tercero de nuestro Pontificado.84
Cuando esta bula lleg al Nuevo Mundo, hallbase Las Casas en
Guatemala, y su placer fue tan grande, que del latn la tradujo en castellano, y enviola a los religiosos que se hallaban en muchas de aquellas
provincias, para que la comunicasen a los pobladores espaoles.
Tan interesado estaba Paulo III en la libertad de los indios, que adems de la bula anterior dirigi un Breve al cardenal arzobispo de Toledo,

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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

primado de Espaa, don Juan de Tabera. Ha llegado le dijo,


nuestros oidos, que nuestro muy amado hijo en Cristo, Carlos, l siempre Augusto Emperador de Romanos, y tambien Rey de Castilla y de
Len, a fin de reprimir los que devorados por la codicia, tienen una
inhumana intencion contra el gnero humano, ha prohibido por un edicto pblico todos sus sbditos que esclavicen priven de sus bienes
los indios Occidentales o Meridionales.85 Pero esta bula corri la misma suerte que las leyes dictadas por el Gobierno espaol en favor de los
indios, pues la esclavitud sigui pesando sobre ellos, as en Nueva Espaa como en las dems colonias.
En la provincia de Tabasco como en otras partes, herraban a los
esclavos indios que se compraban. Esto ocasion graves males, pues
por toda la jurisdiccin de aquella tierra andaban los espaoles, comprando con cacao y otros artculos, no indios esclavos, sino libres, que
despus de herrados los embarcaban para Veracruz, muriendo en la
navegacin todos, o la mitad.86
Ms lamentable era todava la suerte de Yucatn. Francisco de Montejo87 con el ttulo de adelantado pas a gobernar aquella provincia en
1527, y como careca de minas, dironse l y su gente al trfico de esclavos indios, pues siendo tierra muy poblada sacaban gran provecho de su
venta. Acudieron muchas naves al olor de ese comercio y permutbanse
los esclavos por vino, vinagre, aceite, caballos y otros artculos que necesitaban los espaoles. Entre 50 o 100 muchachas indias, o igual nmero de varones, escoga el comprador el que mejor le pareca, dando por
l una arroba de vino, de vinagre, de aceite, o un tocino; y casos hubo en
que se vendi un muchacho indio por un queso y 100 por un caballo. Con
tanta insolencia e inmoralidad se haca ese trfico, que un castellano se
jact una vez de decir delante de un respetable religioso, que l trataba
de fecundar cuantas indias poda, porque as las venda a ms caro precio.88
En cierta ocasin quejose Montejo al emperador de que se le hubiesen declarado libres, no slo los esclavos que haba enviado a Nueva
Espaa en un bergantn para comprar algn herraje con su importe,
sino aun a todos los que cuatro aos antes, haban sido herrados por
esclavos,89 no obstante de haber expuesto al presidente y oidores de la
Audiencia de Mjico, que por uno de los artculos de la capitulacin que
l haba ajustado con el gobierno, estaba autorizado para hacer esclavos
de guerra y comprarlos a otras personas. Y conclua manifestando que
no habindose encontrado oro en Yucatn, la gente castellana que haba
pasado tantos trabajos en aquella tierra durante siete aos, desmayara
al verse privada de esclavos, nico provecho que sacaba.
El trfico de esclavos en Yucatn dur en toda su fuerza hasta el ao
de 1535 en que permaneci Montejo en esa provincia, habiendo partido

JOS ANTONIO SACO

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para Mjico, ya por haber muerto mucha de la gente que haba llevado,
ya por haberse marchado otra al Per atrada de la fama de sus riquezas. Pero no se crea que la salida de Montejo de Yucatn fuese el trmino de la esclavitud de sus naturales, pues ella sigui lo mismo que antes.90 Los religiosos de Yucatn informaron tambin al emperador que
el licenciado Herrera, nombrado por el gobierno para ejecutar las Nuevas Leyes en aquella gobernacin, ni quiso dar libertad a los esclavos, ni
tasar tributos; y que entonces estaban los indios como 11 aos antes, en
cuyo tiempo no haban tenido persona que por ellos mirase.91
Dolorosa era igualmente la situacin en otras partes de Nueva Espaa. La Audiencia de Mjico escribi al emperador en julio de 1541,
que los espaoles que tenan naborias, no slo se servan de ellos como
esclavos, sino que los vendan por tales: mal que deba remediarse. Entonces tambin se le pidi que ningn cacique esclavizase a sus indios,
ni los vendiese. Tres aos y medio despus, o sea el 11 de marzo de 1545,
el licenciado Tejada escribi al emperador desde Mjico manifestndole la necesidad de castigar el delito muy comn que en Nueva Espaa
cometan los principales y mercaderes indios, hurtando a los libres, y
vendindolos de una parte en otra como hacan con sus mantas y maz.
Ya hemos visto que Nuo de Guzmn sali de Nueva Galicia. Sucediole
de gobernador en 1538 Francisco Vzquez de Coronado, y aunque no
tan cruel con los indios como su antecesor, tratolos siempre mal, a pesar
de las instrucciones que el virrey Mendoza le dio, inspiradas por humanos sentimientos del padre Las Casas. stos empezaron a prevalecer
en los ulteriores descubrimientos que en la Nueva Galicia se hacan, no
por gente armada, sino por algunos religiosos; pero como la conducta
de los espaoles contrariaba las buenas intenciones de los misioneros, y
los indios haban sido vctimas de los primeros, no tard mucho en que
se sublevasen, ligndose con los chichimecas. Mataron entre espaoles
y negros hasta 30, siendo uno de ellos un fraile de San Francisco; derribaron dos monasterios, quemaron las cruces y profanaron las imgenes.92 Alzados los pueblos, la Audiencia de Nueva Espaa, a pedimento
de los vecinos de la villa de Guadalajara, mand hacer a los sublevados
guerra a fuego y sangre, declarando esclavos a cuantos de ellos se cogiesen, excepto las mujeres y nios de 14 aos abajo.93
Tom esta insurreccin tan grandes proporciones, que el virrey
Mendoza prepar un ejrcito de 50 000 indios aliados y de muchos castellanos, con los cuales march desde Mjico en octubre de 1542 a sofocar la rebelin. Muchos indios de la Nueva Galicia fueron entonces
matados o hechos prisioneros, de los cuales no quiso el virrey que ninguno fuese esclavizado;94 pero no as respecto de los chichimecas, pues
la refriega habida con ellos, los presos de 14 aos arriba fueron declarados por esclavos y repartidos entre la gente, no obstante que los

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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

religiosos se opusieron, a quienes dijo el virrey, que no poda impedirlo,


ya por el ejemplo que deba darse, ya por los atroces delitos que los
chichimecas haban cometido, si no se les castigaba.95 Entonces fue cuando Bartolom de las Casas escribi en latn un tratado, que an se conserva indito, sobre los esclavos hechos en esa guerra: tratado en que
lejos de aprobar, censuraba la conducta del virrey Mendoza.96
La 21 de las Nuevas Leyes, inserta en otro captulo, prohibi que se
hiciesen esclavos indios en las colonias del Nuevo Mundo. Para la ejecucin de esas leyes97 en Nueva Espaa, comision el gobierno al licenciado don Francisco Tello de Sandoval, miembro del Consejo de Indias, y
digno de tal encargo; pero tan grande fue la resistencia que aquellas
leyes encontraron en los conquistadores, que fue necesario suspenderlas
o revocarlas. Para impedir turbulencias mientras llegaba la resolucin
del monarca, convoc Sandoval en la ciudad de Mjico un snodo o junta
de prelados y personas doctas a la que tambin fue llamado fray
Bartolom de las Casas, que a la sazn se hallaba de obispo en la ciudad
de Chiapa. Congregada esa junta en 1546, de la que dar ms amplia
noticia cuando trate de las encomiendas, discutironse diversos puntos, y aunque favorables a los indios, Las Casas no qued satisfecho,
porque no se trat de la esclavitud de ellos con la seria atencin que l
deseaba, pues a pesar de haberlo propuesto diferentes veces, siempre
se haba eludido su examen. Manifest su descontento al virrey Mendoza,
quien francamente le contest que aquello se callaba por razn de estado, y que l mismo haba mandado se dejase sin resolver. Guard
Las Casas silencio por entonces; mas, predicando pocos das despus
delante del virrey, cit aquel pasaje de Isaas en que representa al pueblo de Israel descontento de que le sealen el buen camino, y rehusando
or su ley, y diciendo a los que ven que no vean, a los que miran que no
miren lo que es bueno, y a los que le hablan que le hablen cosas agradables.98 Coment estas palabras con tan persuasiva elocuencia, que el
virrey, haciendo justicia a las eminentes virtudes de Las Casas, que siempre haba respetado, no slo permiti que en su convento se congregasen todas las juntas que quisiesen para tratar de la esclavitud de los
indios y de cuantos ms puntos juzgase conveniente al bien de ellos,
sino que le ofreci recomendar al rey los acuerdos de la junta para que
se ejecutasen. En consecuencia volvieron a reunirse los mismos individuos de la anterior, excepto los obispos, y en ella se declar, que los
esclavos deban considerarse como ilegalmente hechos: que sus poseedores eran tiranos; y que estaban obligados a libertarlos. Pero como
estas decisiones no tenan fuerza de ley, contentronse sus miembros
con dar entender a los espaoles la verdad, y dezirles lo que les era
necesario para su salvacion, que no estaban obligados ms.99 Tratose
tambin en esta junta de los requerimientos, los cuales fueron condena-

JOS ANTONIO SACO

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dos como una de las ms grandes injusticias cometidas con los indios; y
entonces fue cuando uno de los miembros de la junta expuso, como testigo de vista, la manera que se hacan. A la noche dijo con un tambor en el real entre los soldados deca uno de ellos: a vosotros los indios
de este pueblo os hacemos saber que hay un Dios, un Papa, y un rey de
Castilla, a quien este Papa os ha dado por esclavos, y por tanto os requerimos que vengis a dar la obediencia, y a vosotros en su nombre, so
pena de que os haremos guerra a sangre y fuego. Al cuarto del alba
daban en ellos cautivando los que podan con ttulo de rebeldes, y a los
dems los quemaban o pasaban a cuchillo: robndoles la hacienda, y
ponan fuego al lugar.100
Disuelta la junta, embarcose Las Casas para Espaa a principios de
1547, donde renunci despus al obispado de Chiapa para consagrarse
con ms fruto a la defensa de los indios.
El 2 de diciembre de 1547 falleci Hernn Corts en el pueblo de
Castilleja de la Cuesta, cerca de Sevilla, habiendo otorgado su testamento en esta ciudad a 11 de octubre del mismo ao. Intil es decir que cuando tantos espaoles tenan indios esclavos, l no los tuviese tambin; pero
honroso es a su memoria recordar que le asaltaron escrpulos antes de su
muerte, pues en su testamento insert la clusula siguiente:
tem. Porque acerca de los esclavos naturales de dicha Nueva Espaa, as de guerra como de rescate, ha habido y hay muchas dudas y
opiniones s se han podido tener con buena conciencia no, y hasta ahora no est determinado: Mando que todo aquello que generalmente se
averiguase, que en este caso e debe hacer para descargo de las conciencias en lo que toca a estos esclavos de la dicha Nueva Espaa, que se
haya y cumpla en todos los que yo tengo, encargo. Y mando D. Martin,
mi hijo subcesor, y los que despues dl subcedieren en mi Estado, que
para averiguar esto hagan todas las diligencias que conbengan al descargo de mi conciencia y suyas.101
Segn esta clusula, Corts dudaba de la justicia de la esclavitud de
los indios, y para la tranquilidad de su conciencia hubiera sido ms acertado que hubiese declarado libres a cuantos esclavos indios posea, sin
aguardar ulteriores informaciones, pues l no poda ignorar que los religiosos de las rdenes de Santo Domingo, San Francisco y San Agustn
en la Nueva Espaa, todos haban unnimemente concertado no absolver a ningn espaol que tuviese indios por esclavos, sin que primero
los llevase a examinar ante la Real Audiencia conforme a las nuevas
leyes.102
La esclavitud de los indios de Nueva Espaa era objeto de algunas
dudas de parte de la Audiencia de Mjico. Haba sta consultado al
monarca en aos anteriores la incertidumbre en que se hallaba, porque vista la flaqueza de los indios y su facilidad en delinquir, si bien no

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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

poda dejrseles impunes, tampoco era justo ejecutar con ellos todo el
rigor de la ley: por lo cual ella opinaba que en los delitos que legalmente deban castigarse con la muerte, esta pena se conmutase en la
de esclavitud, herrando a los que incurriesen en ella. Esta consulta
fue acogida por el emperador, aprobada la propuesta de la Audiencia.
Publicose despus la ley ya mencionada prohibiendo que de ninguna
manera se esclavizase en adelante a los indios. Aquella Audiencia hizo
entonces nueva consulta en 17 de marzo de 1545, porque si se impona
la pena de muerte, cometera una crueldad en ciertos casos; y si para
no cometerla, condenaba al culpable a esclavitud, quebrantara la nueva
ley. De esta manera, aquella Audiencia so color de humanidad abogaba indirectamente por la esclavitud. Esforzaba sus dudas en otra consulta que hizo en 1548, pues aada: que ningn espaol quera ir a la
guerra contra indios alzados sin poderlos esclavizar, especialmente a
Nueva Galicia, donde aqullos eran muy pobres. Deca tambin que
no pudiendo condenarse a muerte los indios delincuentes por la razn
que haba expuesto, ni tampoco esclavizarlos por prohibirlo la ley, eran
condenados a servicio; pero como ya no podan ser herrados, huanse
todos sin haber medio de conocerlos para recobrarlos. De esta manera, los delitos quedan sin castigo, y los que arrendaron el servicio,
defraudados de lo que dieron.
A esta consulta contest el emperador, que se guardasen las leyes
del reino, y que la Audiencia procurase, conformndose a ellas, aumentar o disminuir las penas segn la calidad de las personas. Esta respuesta indica la perplejidad en que el monarca se hallaba, pues sin resolver nada decisivamente, todo lo dej al arbitrio de aquella
Audiencia.103
Pregunt ella tambin entonces lo que deba determinar acerca de
los esclavos herrados que pedan su libertad sin probar que eran hijos
de padres libres, mientras que el poseedor mostraba el ttulo de compra: porque si se les daba libertad en ese caso, el monarca estara obligado a satisfacer al dueo el valor que dio, puesto que se herraron con
el hierro del rey, y ste goz de los quintos y derechos. A todo esto
contest el emperador que se estuviese a lo acordado.104
Con desprecio de las leyes segua pesando la esclavitud sobre los
indios de Nueva Espaa, y esta triste verdad aparece de una carta que
el doctor Quesada, oidor de la Audiencia de Mjico, elev al emperador
en 30 de octubre de 1550. Dice en uno de sus fragmentos:
De las minas de Tasce, Gultepeque, y Gumpango Izmiquilpa, y
Ayuteco, y otras partes vienen cada dia pedir libertad muchos indios
tenidos por esclavos. Lo corriente es si estn herrados, dejarlos en depsito los dueos segun lo piden mientras se conoce de la causa.
Llvasele y por lo comun alli acaba la causa y el indio queda como ntes

JOS ANTONIO SACO

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y peor por la enemistad que la queja caus en el amo. Con estas y otras
vas indirectas estorban el cumplimiento de las justas provisiones de
V.M. Mndese no pueda sacarse de la ciudad indio sobre cuya libertad
se trata, y que sus causas sean sumarias, etctera.105
Las minas de que habla el doctor Quesada, as como las de otros
pases, fueron la tumba ms espantosa de los indios libres y esclavos.
Toribio de Motolinia, hablando de las de Nueva Espaa, pinta la mortandad que ocasionaban en los indios como una plaga asoladora.
Y destos, y de los esclavos que murieron en las minas fue tanto el
hedor que caus pestilencia, en especial en las minas de Guaxacan, en
las quales media legua la redonda y mucha parte del camino apenas se
poda pisar sino sobre hombres sobre huesos. Y eran tantas las aves y
cuervos que venan comer sobre los cuerpos muertos que hacan gran
sombra el Sol.106
Para castigar los malos tratamientos de los indios, mand el monarca que el licenciado Diego Ramrez visitase ciertas provincias de Nueva
Espaa.107 El segundo virrey, don Diego Luis de Velasco, que lleg a
Mjico en 5 de diciembre de 1550, nombr tambin una comisin para
que visitase los distritos de los obispados de la Nueva Galicia y de
Mechoacn. De una carta que el licenciado Diego Ramrez escribi al
emperador en 1551, aparece que el licenciado De la Marcha, uno de los
cuatro oidores de la primera Audiencia de la Nueva Galicia, a pesar de
la visita que hizo, no puso en libertad a ningn indio esclavo ocupado en
las minas en excesivos servicios personales, o en otras tareas, ni tampoco a los naborias que servan como esclavos.108
Ms triste es todava la relacin que de la Nueva Galicia hizo en 4 de
mayo del mismo ao, el religioso franciscano fray Rodrigo de la Cruz.
Escuchmosle: Es indecible el dao que los Espaoles han hecho en
este Reyno con tanta muchedumbre de esclavos que herraron, y con
tantos servicios y mal tratamiento.
El valle de Vanderas cerca del mar, as llamado, porque cuando los
cristianos entraron, sali gran multitud de indios con vanderas
recibilles, se ha ido disminuyendo hasta lo sumo; pueblo hay que ha 3
aos era de 600 hombres, y ahora de 70. El valle de Mazconlan de mucha gente ha venido un solo pueblo de 300 hombres. As es en toda la
tierra, de cuya gran poblazon dan seas las sierras aun las estriles que
labravan para pan.109
Cuando estas cosas pasaban, ya Carlos V haba fulminado un nuevo
anatema contra la esclavitud de los indios de Nueva Espaa; y queriendo esta vez que sus rdenes se ejecutasen mejor que antes, dirigi una
carta circular en Valladolid a 7 de julio de 1550 a los religiosos de la
Orden de San Francisco en esta Nueva Espaa, para que ellos avisasen
a los indios esclavos que acudiesen a pedir su libertad. Documento

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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

importantsimo en que aparece todo el empeo que aquel monarca tena en sacar de la esclavitud a los indgenas de Nueva Espaa.110
Muy laudables eran las intenciones del gobierno y a pesar de los
esfuerzos de los religiosos franciscanos por secundarlas, encontraron
graves dificultades, pues el inters de los amos buscaba subterfugios
para mantener a los indios en la esclavitud. De aqu naci la consulta
que como protector, procurador o proveedor de ellos hizo el doctor
Melgarejo al emperador, en 1551, sobre ciertas dudas que se reducan a
si en la Nueva Espaa haba habido esclavos bien hechos, o todos mal
hechos, y si en este caso, todos indistintamente debieran libertar. Del
tenor de esa consulta aparece que el doctor Melgarejo era partidario de
la esclavitud, pues ataca a los enemigos de ella en las siguientes palabras. Han querido decir, fundar y sustentar que no haya esclavos de
derecho divino, ni los pueda haber, y que esta tierra V.M. la ha tenido y
tiene tiranizada, y por consiguiente todos los esclavos que en ella se
hicieron tiranizados y mal hechos, contra los quales y as contra el obispo don fray Bartolom de las Casas y contra sus consortes y secuaces, y
contra sus falsos errneos herticos fundamentos....111
Si en el asunto de la esclavitud de los indios hubiese habido justicia y
buena fe en los gobernantes del Nuevo Mundo, dirimdose hubieran todas las cuestiones con la Real Cdula de 1553 enviada a la Audiencia de
Mjico. Dice as: Las Audiencias de Indias, llamadas las partes, sin
tela de juicio, sumaria, y brevemente, sola la verdad sabida pongan en
libertad a los indios, que se hubiesen hecho esclavos contra razn y derecho, y contra las provisiones, e instrucciones por nos dadas, si las
personas que los tienen por esclavos, no mostrasen incontinenti ttulo
de como los tienen, y poseen legtimamente, sin esperar ms probanza,
ni haver otro ms ttulo, y sin embargo de cualquier posesion que haya
de servidumbre, ni que estn herrados, aunque no se pruebe por los
Indios cosa alguna, y tengan carta de compra, otros ttulos los poseedores de ellos: porque estos tales por la presumpcion, que tienen
delibertad en su favor, son libres como vasallos nuestros.112
Esta cdula fue general para todas las Indias, y no obstante de ser
tan terminantes sus palabras, esclavos quedaron indios que debieron
ser libres.
La mencionada consulta del doctor Melgarejo dio margen a graves
abusos que an existan en 1554; ao en que el virrey Velasco escribi al
gobierno en 7 de febrero, manifestndole que la Real Orden de 3 de
septiembre de 1552, en que se mandaba que los indios esclavos sobre
cuya libertad haba litigio, se depositasen en sus mismos amos, siendo
vecinos de Mjico, ocasionaba engaos y malos tratamientos de parte
de stos; pues algunos se concertaban con los esclavos para que les sirviesen por cierto tiempo, como de uno a cinco aos dndoles de comer y

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8 reales al mes; y si eran casados, alimentando a sus mujeres y gratificndolas con 4 reales mensuales. Pero lo notable es que, a pesar de haber denunciado Velasco esos fraudes, confiesa que tanto l como las dems autoridades de Mjico los toleraban y consentan.
Muchos que eran tenidos por esclavos, haban pedido y alcanzado su
libertad; y como adems de estar herrados, se alegaba que todos o la
mayor parte de sus dueos los haban posedo con ttulo y buena fe; y
otros los haban comprado en pblica almoneda y pagado al rey el quinto
de su valor, habiendo dado por ellos algunos oficiales reales 20O y 300
pesos, de cuyo producto se sustentaban; suscitronse contrarios pareceres sobre si se condenara a los amos que de ellos se haban servido a
pagar salarios. Por este motivo, aquella Audiencia suplic al gobierno que
le enviase expresa declaratoria, no slo sobre lo que ya estaba sentenciado, sino sobre lo que en adelante se hubiese de sentenciar. A esta consulta
provey el monarca que los que hubiesen tenido los tales indios con justo
ttulo, no deban ser condenados en pena alguna, ni tampoco a pagar salarios sino desde el da de la contestacin de la demanda.113
Pero todos los indios que geman en Nueva Espaa bajo el yugo de
la esclavitud, alcanzaron desde entonces su libertad? No se hicieron ya
nuevos esclavos en aquel vasto pas? A estas preguntas, yo no puedo
dar una respuesta satisfactoria. Mas, admitiendo que la esclavitud ces
en Nueva Espaa en 1558, resultar que habiendo empezado en 1519
cuando los caciques de Tabasco regalaron 20 esclavos a Corts, su duracin solamente fue de 39 aos.
Cruel y destructora la esclavitud de los indios, fuelo menos en Nueva Espaa que en otros pases del continente;114 y las causas de esta
diferencia parceme que consisten en las peculiares circunstancias que
favorecieron a aquel pas. Entre todos los conquistadores del Nuevo
Mundo, Corts fue el de ms capacidad poltica para gobernar, y muy
pronto conoci cuan necesaria era la conservacin de los indios para la
prosperidad de sus conquistas. Tampoco fue cruel como Pedrarias y otros
contemporneos, y aunque cometi ciertos actos que puedan tacharse
de crueldad, efecto fueron, no de su ndole perversa, sino de un fin poltico para atemorizar la raza conquistada. Cupo tambin a Nueva Espaa la fortuna de tener a su cabeza en aquellos tiempos a hombres como
el digno presidente de la Audiencia de Mjico, don Sebastin Ramrez
de Fuenleal y al virrey don Antonio de Mendoza, que sin compararse en
todo el primero, fue en verdad un buen gobernador, y cuanto en su abono puede decirse, es que mereci el elogio de Las Casas. Pero lo que
ms poderosamente contribuy a conservar los indios, fueron los primeros obispos y religiosos dominicos y franciscanos que desde su llegada a Mjico defendieron con celo apostlico a la raza conquistada: y
para mejor alcanzar su fin, muchos de aquellos esclarecidos varones

228\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

aprendieron la lengua de los pueblos vencidos, convirtindose en misioneros, inicindolos en los principios de la civilizacin cristiana: principios que prontamente se difundieron en los indgenas de aquella tierra
por la clara inteligencia de que estaban dotados, y por su polica superior a casi todas las dems naciones que entonces poblaban el nuevo
continente.

Notas
1

Herrera, dc. 1, lib. VI, cap. XVII.

Bernal Daz del Castillo, Historia (...) de la Conquista de la Nueva Espaa, cap. I.

Bernal Daz del Castillo, Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva Espaa,


cap. XX.

Navarrete, Salv y Sanz de Baranda, Coleccin de Documentos Inditos para la Historia de Espaa, tom. I, p. 418. Madrid, 1844.

Herrera, dc. 2, lib. II, cap. XVIII.

Bernal Daz del Castillo, Historia (...) de la Conquista de la Nueva Espaa, etc., cap.
IV y VII. Herrera, dc. 2. lib. II, cap. XVII y XVIII.

Bernal Daz del Castillo, Historia (...) de la Conquista de la Nueva Espaa, cap. VIII y
XVI

Herrera, dc. 2, lib. III, cap. I, II, IX, X y XI.

Los historiadores no estn acordes en el juicio que forman acerca de la conducta de


Hernando Corts con Diego Velzquez. El objeto de esta obra no me permite entrar en
una disertacin crtica sobre esta materia; pero si Dios me conserva la vida, podr exponer mis ideas cuando escriba la Historia de la Isla de Cuba.

10 Bernal Daz del Castillo, Historia (...) de la Conquista de Nueva Espaa, cap. XXV.
11 Bernal Daz del Castillo, Historia (...) de la Conquista de Nueva Espaa, cap. XXIII y
XXVI. Herrera, dc. 2, lib. IV, cap. VI.
12 Bernal Daz del Castillo, Historia (...) de la Conquista de Nueva Espaa, cap.
Herrera, dc. 2, lib. IV, cap. XII.

XXXVI.

13 Bernal Daz del Castillo, Historia (...) de la Conquista de Nueva Espaa, cap LXX.
Carta segunda de Corts al emperador Carlos V a 30 de Octubre de 1520, 8. Esta
carta, segn el arzobispo Lorenzana, imprimiose en Sevilla por el alemn Jacobo
Crombeger a 8 de noviembre de 1522, poca en que el arte de la imprenta empezaba en
Espaa. Dicha carta y la tercera y cuarta de Corts a Carlos V, imprimironse en el
primer tomo de la obra de don Andrs Gonzlez Barcia intitulada Historiadores Primitivos de las Indias Occidentales, y tambin en la Historia de Nueva Espaa escrita
por su esclarecido conquistador Hernn Corts, aumentada con otros documentos y
notas por el ilustrsimo seor don Francisco Antonio Lorenzana, arzobispo de Mjico.
Mjico, ao de 1770. De esas cuatro cartas no pudo imprimirse la primera ni en Barcia
ni en Lorenzana, porque se tena por perdida. Crese generalmente que Corts slo
escribi a Carlos V esas cuatro cartas; lo que es un error, porque fueron muchas las que
le dirigi; y es sensible que no se haya hecho todava una compilacin y publicacin de

JOS ANTONIO SACO

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todas ellas, pues existen esparcidas en la Coleccin de documentos manuscritos por


Muoz, perteneciente a la Biblioteca de la Real Academia de la Historia de Madrid.
Entre las colecciones modernas de las Relaciones de Corts, citaremos la publicada
en el tomo XXII de la Biblioteca de Autores Espaoles, en Madrid, por Rivadeneyra,
bajo la direccin de don Enrique de Vedia, y la coleccin hecha por don Pascual de
Gayangos en 1866, que en nuestro concepto es la ms completa. Vanse tambin una
noticia bibliogrfica de dichas cartas de relacin en el tomo I de la Coleccin de documentos para la historia de Mjico, publicada por don Joaqun Garca lcazbelceta; el
tomo XII de la Coleccin de Documentos del Archivo de Indias y la coleccin formada
para servir de complemento a las cartas de relacin; o sea, los escritos sueltos de Corts, publicados en la Biblioteca Histrica de la Iberia, tomo XII. (Nota de V. M. y M.)
14 Carta segunda de Corts a Carlos V, 47. Bernal Daz del Castillo, Historia (...) de la
Conquista de Nueva Espaa, cap. CXXX. Lpez Gomara, Crnica de Nueva Espaa,
cap. CXIV. Herrera, dc. 2, lib. X, cap. xv y XVII.
15 Bernal Daz del Castillo, Historia (...) de la Conquista de la Nueva Espaa, cap. CXXXV.
16 Carta tercera, 8, de Corts a Carlos V, fecha en la ciudad de Cuyoacan, a 15 de Mayo
de 1522.
17 Carta tercera de Corts a Carlos V, 17 y 18.
18 Bernal Daz del Castillo, Historia (...) de la Conquista de la Nueva Espaa, cap. CXLIII,
y lo mismo repite en el captulo CXLVL.
19 Sols, Historia de la Conquista de Mjico, lib. V, captulo III.
20 Relacin de lo que toc al rey en Nueva Espaa, firmada por Hernando Corts en 16 de
Mayo de 1522.
21 Decima tercia relacion de la venida de los espaoles y principio de la ley evanglica,
escrita por D. Fernando Alba Ixtlilxchitl, y publicada como suplemento a la Historia
del padre Sahagn, por don Carlos Mara Bustamante. Mxico, 1829.
22 Carta tercera de Corts a Carlos V, 41.
23 Carta cuarta de Corts a Carlos V, 4, fecha en la ciudad de Temixtitan a 15 de Octubre
de 1524. En la coleccin de Cayangos est Temixtitan. (V. M. y M.)
24 Relacin de Diego Godoy a Hernn Corts sobre el descubrimiento de diversas ciudades y provincias y guerra que tuvo con los indios, publicada en Barcia, tomo I.
25 Herrera, dc. 3, lib. V, cap. XI.
26 Herrera, dc. 3, lib. IV, cap. XII.
27 Herrera, dc. 3, lib. V, cap. III.
28 Es muy interesante para la Historia de la esclavitud de los indios la carta que el contador Albornoz escribi al emperador a 15 de diciembre de 1525, desde la ciudad de
Temixtitan. Se halla en el tomo I, pgina 484 de la Coleccin de Documentos para la
Historia de Mjico del seor Icazbelceta. Es sensible que nuestro ilustre Saco no la
conociese. (V. M. y M.)
29 Herrera, dc. 3, lib. IV, cap. III.
30 Herrera, dc. 3, lib. V, cap. XIV.
31 Carta cuarta de Corts al emperador, 22.
32 Carta cuarta de Corts a Carlos V, 22, fecha en la ciudad de Temixtitan a 15 de Octubre de 1524.
33 Ensayo Poltico de Nueva Espaa, tomo II, cap. VIII.
34 Torquemada, Monarqua Indiana, tom. III, lib. XV, cap. X, y lib. XX, cap. XXV.

230\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

35 Torquemada, Monarqua Indiana, tomo II, lib. X, cap. XXXIV, XXXV y XXVI.
36 Vase una interesantsima noticia de vida y escritos de fray Toribio de Motolinia por
don Jos Fernando Ramrez, en el tomo I de la Coleccin de Documentos para la Historia de Mjico, publicada por don Joaqun Garca de Icazbelceta, en cuya obra se halla
tambin la carta de que Saco hace mencin. (V. M. y M.)
37 Torquemada, Monarqua Indiana, tom. III, lib. XX, cap. XIX y XX.
38 En este punto no estn de acuerdo Saco e Icazbalceta. Este ltimo, que es una autoridad muy respetable en la historia mejicana, dice que fray Juan de Zumrraga fue el
primer obispo y arzobispo de Mjico. Mendieta, en su Historia Eclesistica Indiana,
publicada por el mismo Icazbelceta, dice lo mismo. No debe, pues, dejrsele de contar
en el catlogo de los arzobispos mejicanos, porque no llegara a ponerse el palio.
(V. M.y M.)
39 Carta de los provinciales de las tres rdenes referidas fecha en Tlaxcala a 1 de mayo de
1559. (Muoz, Colec.)
40 Relacin ya citada.
41 Pedro Mrtir de Anglera, De Orbe Nobo, dc. 8, cap. X.
42 Carta de Rodrigo de Albornoz a Carlos V, desde la ciudad de Temixtitan a 15 de Diciembre de 1525. Su original se conserva en el Archivo de Simancas, Patronato Real, Indias,
legajo 8; y hay una copia de ella en la Coleccin... de Muoz, tomo LXXVII. Despus se
ha publicado en el tomo XIII, pgina 45 de la Coleccin de Documentos Inditos del
Archivo de Indias. (V. M. y M.)
43 Herrera, dc. 3, lib. X, cap. VII.
44 Herrera, dc. 3, lib. X, cap. VIII.
45 Herrera, de. 4, lib. II, cap. I.
46 Bernal Daz del Castillo, Historia (...) de la Conquista de Nueva Espaa, cap.
Herrera, dc. 4, lib. IV, cap. III.

CXCVI.

47 Bernal Daz del Castillo, Historia (...) de la Conquista de Nueva Espaa, cap.
Herrera, dc. 4, lib. iv, cap. III.

CXCVI.

48 Torquemada, Monarqua Indiana, lib. XIX, cap. XXXI. Gran letrado y pauprrimo en
su persona, y servicio, dice de l Mendieta en su Historia Eclesistica Indiana. (V. M.
y M.)
49 Herrera, dc. 4, lib. IV, cap. III.
50 Antonio de Alcedo, Diccionario geogrfico de las Indias Occidentales o Amrica, Madrid, 1788.
51 El documento indito del que he tomado estas noticias hllase en la Coleccin... de
Muoz, tomo LXXVII.
52 Bernal Daz del Castillo. Historia (...) de la Conquista de Nueva Espaa, cap. CXCVI. El
gran nmero de esclavos que Nuo de Guzmn vendi en las islas y en otras partes
consta de la informacin, que en virtud de la Real Cdula de Madrid a 21 de agosto de
1528, se hizo en Temititan en 1529 ante Juan Velzquez, notario apostlico, etc. La informacin hecha al gobernador Nuo de Guzmn por el licenciado Salmern, sobre la
guerra que hizo a los indios, puede verse en el tomo XVI, pgina 363 de la Coleccin de
Documentos Inditos del Archivo de Indias. (V. M. y M.)
53 Muoz, Colec., tom. LXXVIII.
54 Carta al emperador de los oficiales reales Lope Hurtado, Paz y Castro, fecha en Santiago a 15 de Septiembre de 1530.

JOS ANTONIO SACO

/231

55 Carta a la emperatriz del teniente tesorero Pedro de Avedao, fecha en la ciudad de


Santiago en Marzo de 1532. (Muoz, Colec.)
56 Carta de Manuel Rojas, gobernador de Cuba, a 10 de Noviembre de 1534.
57 Carta al emperador de Gonzalo de Guzmn, gobernador de Cuba, fecha en Santiago a
28 de Agosto de 1539. Respecto de la cantidad de indios que cada uno deba poseer;
vase la carta del mismo Guzmn al emperador, fecha en Santiago de la isla Fernandina
a 8 de Marzo de 1529, tomo XIII, pgina 91 de la Coleccin de Documentos Inditos del
Archivo de Indias. (V. M. y M.)
58 Carta al emperador de Fray Juan de Zumrraga, electo Obispo de Mjico, fecha en la
ciudad de Temixtitan a 27 de Agosto de 1529. Muoz, Colec., tomo LXXVIII. (Nota del
autor.) Se ha publicado despus en el tomo XIII de la Coleccin de Documentos Inditos del Archivo de Indias, y el distinguido historiador mejicano seor Icazbelceta la ha
insertado en el apndice de su magnfica biografa de don fray Juan de Zumrraga,
primer obispo y arzobispo de Mjico. (V. M. y M.)
59 Herrera, dc. 4, lib. IV, cap. II.
60 Herrera, dc. 4, lib. VII, cap. I.
61 Bernal Daz del Castillo, Historia (...) de la Conquista de la Nueva Espaa, cap. CXCVI.
62 Carta ya citada de fray Juan de Zumrraga, obispo electo de Mjico.
63 Carta de Zumrraga, etctera.
64 Memorial al Consejo de Indias de Gernimo Lpez, vecino y conquistador de Nueva Espaa que vino a la corte a informar en 1530. Muoz, Colec., tom. LXXVIII. Este memorial
aparece con fecha distinta, de 1537, en el tomo II de la Coleccin de Documentos para la
Historia de Mjico, publicada en Pars en 1840, por Ternaux-Compans. (V. M. y M.)
65 Documento citado del ao de 1530 en la Colec... de Muoz, tomo LXXVIII.
66 Relacin de Corts a Carlos V, en 3 de Septiembre de 1526, publicada en la Coleccin
de Documentos Inditos para la Historia de Espaa, tom. IV, no. 2, mayo de 1844,
Madrid.
67 Bernal Daz del Castillo, Historia (...) de la Conquista de Nueva Espaa, cap. CXCVII.
68 Bernal Daz del Castillo, Historia (...) de la Conquista de la Nueva Espaa, cap. CXCVI.
Relacin que Nuo de Guzmn envi al emperador, de la guerra contra los chichimecas
fecha en Omitiln provincia de Mechoacan a 8 de Julio de 1530. Este documento se halla
en la Coleccin... de Muoz, tomo LXXI. Despus se ha publicado en el tomo XIII,
pgina 356 de la Coleccin de Documentos Inditos del Archivo de Indias. (V. M. y M.)
69 Instruccin formada contra Nuo de Guzmn. (Muoz, Colec., tom. LXXIX.)
70 Instruccin contra Nuo de Guzmn. (Muoz, Colec., tom. LXXIX.
71 Tratado que el obispo de la ciudad real de Chiapa don fray Bartolom de las Casas
compuso por comisin del Consejo Real de las Indias sobre la materia de los indios
que se han hecho en ella esclavos. Sevilla. En casa de Sebastin Trujillo, 1552.
72 Bernal Daz del Castillo, Historia (...) de la Conquista de la Nueva Espaa, cap. CXCVI
y CXCVIII. Icazbelceta: fray Juan de Zumrraga. Mjico, 1881. (V. M. y M.)
73 Herrera, dc. 4, lib. VII, cap. VIII.
74 Herrera, dc. 4, lib. IX, cap. XIV.
75 Herrera, dc. 4, lib. IX, cap. XIV.
76 Muoz, Colec., tom. LXXIX. Esta carta de 30 de marzo de 1531 se insert en el
tomo XIII, pgina 195 de la Coleccin de Documentos Inditos del Archivo de Indias.
(V. M. y M.)

232\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

77 Carta de la Audiencia de Mjico a la emperatriz, en 30 de Marzo de 1531. Muoz, Colec.,


tom. LXXIX. Esta carta fue publicada en francs por Ternaux-Compans y hoy puede
verse en castellano en la magnfica obra del seor Icazbelceta sobre el obispo Zumrraga,
pgina 249. Apndice. (V. M. y M.)
78 Carta de Nuo de Guzmn a la emperatriz, escrita en Compostela a 12 de Junio
de 1532.
79 Captulos XXI y XIV de las instrucciones dadas al virrey don Antonio de Mendoza en
Barcelona a 25 de Abril de 1535. Se hallan en el tomo XXIII, pgina 426 de la Coleccin
de Documentos Inditos del Archivo de Indias (V. M. y M.) Vase tambin a Herrera,
dc. 5, lib. IX, cap. II.
80 Dictamen del obispo de Mjico fray Juan de Zumrraga al virrey don Antonio de
Mendoza, Muoz, Colec., No he podido averiguar la fecha exacta de ese documento;
pero como aquel virrey no lleg sino en 1535, el dictamen de Zumrraga no puede ser
anterior a ese ao. (Nota de Saco.) El seor Icazbelceta lo ha publicado en su estudio
biogrfico y bibliogrfico de don fray Juan de Zumrraga, pgina 150 del Apndice, y
conviene con Saco en que es posterior al ao de 1535. (V. M. y M.)
81 Relacin del virrey don Antonio de Mendoza, dirigida a Juan de Smano, secretario de
las Indias.
82 Herrera, dc. 6, lib. I, cap. IV.
83 Herrera, dc. 7, lib. II, cap. X.
84 Esta bula se halla en latn y en castellano en la obra de Torquemada, Monarqua Indiana, tomo, III, libro XVI, captulo xxv, pgina 198. Hllase tambin un extracto de ella en
Solrzano, Poltica Indiana, tomo I, libro II, captulo I, pgina 58. (V. M. y M.)
85 Archivo de Simancas. Arca de Indias. Legajo 2. Remesal, Historia de Chiapa y Guatemala, lib. III, cap. XVII.
86 Comunicacin de Baltasar Guerra al Virrey de Nueva Espaa, desde la villa de San
Cristbal a 15 de Febrero de 1537.
87 Vase su relacin en el tomo XIII, pgina 86 de la Coleccin de Documentos Inditos
del Archivo de las Indias. (V. M. y M.)
88 Las Casas, Brevsima Relacin de la Destruccin de las Indias, captulo del Reino de
Yucatn.
89 Herrera, dc. 4, lib. X, cap. V.
90 Carta al prncipe de fray Bartolom de las Casas, obispo de Chiapa, y fray Antonio de
Valdivieso, obispo de Nicaragua, fecha en Gracias a Dios a 26 de Octubre de 1545. (Muoz,
Colec., tom. LXXIV.) Esta carta se halla inserta en la pgina 13 de la lujosa coleccin de
Cartas de Indios, publicadas por primera vez por el Ministerio de Fomento en Madrid,
Imprenta de Manuel G. Hernndez, 1877. (V. M. y M.)
91 Carta al emperador de fray Luis de Villalpando Custodio, fray Diego de Bejar, fray
Miguel de Vera, escrita en Campeche, puerto y villa de Yucatn a 29 de Julio de 1550.
(Muoz, Colec.)
92 Peralmindez Chirinos al secretario Juan de Smano, en carta que le escribi desde
Mjico a 28 de Julio de 1541.
93 Mandamiento de la Audiencia de Nueva Espaa, dado en Mjico a 31 de Mayo de 1541.
94 Herrera, dc. 7, lib. V, cap. I.
95 Herrera, dc. 7, lib. V, cap. II.

JOS ANTONIO SACO

/233

96 Debe ser el conocido memorial de los Remedios para las Indias, de que slo se encuentra impreso el octavo. (V. M. y M.)
97 Las famosas Nuevas Leyes fueren debidas a las gestiones del padre Las Casas ante el
emperador y la Junta de Valladolid. El seor Icazbelceta en su biografa de fray Juan de
Zumrraga (Mjico, 1881), trae un interesantsimo captulo acerca de ellas. Las insert
tambin, precedidas de una noticia bibliogrfica, en el tomo II de la Coleccin de Documentos para la Historia de Mjico. As mismo, se encuentra, plagadas de erratas, en el
tomo XVI de la Coleccin de Documentos Inditos del Archivo de Indias. (V. M. y M.)
98 Populus enim ad iracundia, provocans est, et filii mendaces, filii nolentes audire,
legem Dei.
Qui dicunt videntibus: notile videre; et aspicientibus: nolite aspicere nohis es, quae
recta sunt: loquimini nobis pacentia, videte nobis errores.
Auferte me viam, declinate me semitan... Isaas, cap. XXX, V, IX y ss.
99 Remesal, Historia de Chiapa y Guatemala, lib. VII, cap. XVII.
100 Remesal, Historia de Chiapa y Guatemala, lib. VII, cap. XVII.
101 Testamento de Hernn Corts, M.S. Hllase en el Archivo de Indias de Sevilla; y una
copia de l exista en la importante Coleccin de Vargas Ponce. Este testamento ha
sido publicado por Humboldt; por don Jos Mara L. de Mora en el tomo III de su obra
Mjico y sus revoluciones, y por don Lucas Alamn en el tomo II de sus Disertaciones. (V. M. y M.)
102 Tratado que el obispo de Chiapa fray Bartolom de las Casas compuso por Comisin
del Consejo de Indias sobre la materia de los indios que se han hecho en ella esclavos.
103 Carta de la Audiencia de Mjico al emperador, en 20 de Febrero de 1548.
104 Carta de la Audiencia de Mjico al emperador, en 20 de Febrero de 1548.
105 Carta del doctor Quesada, oidor de Mjico, a S.M. a 30 de Octubre de 1550. (Muoz,
Colec.)
106 Carta indita de fray Toribio de Motolinia, escrita a don Antonio Pimentel en 1541.
107 Herrera, dc. 8, lib. VIII, cap. III.
108 Carta al emperador en el Consejo de Diego Ramrez Poncillan en la Nueva Galicia a
4 de Abril de 1551. (Muoz, Colec., tom. LXXX.)
109 Carta al emperador de fray Rodrigo de la Cruz, religioso franciscano, en Aguacatlon
en Nueva Galicia a 4 de Mayo de 1551. Cartas de frailes de Nueva Espaa. (Muoz,
Colec., tom. LXXXVI.)
110 Esta carta circular puede verse en Torquemada, Monarqua Indiana, tomo III, libro
XVII, captulo XIX, pgina 264, columna 2.
111 Consulta del doctor Melgarejo al emperador en Mjico a 14 de Mayo de 1551.
112 Cdula de 1543 enviada a la Audiencia de Mjico, inserta en el tomo I, pgina 62 de la
obra de Solrzano, Poltica Indiana, Imp. Real, Madrid, 1776.
113 Real Cdula expedida en Valladolid a 7 de Septiembre de 1558.
114 Las Casas, Brevsima Relacin de la Destruccin de las Indias, captulo de la Nueva
Espaa.

Libro Noveno
HONDURAS, NIC
ARAGU
A Y GU
ATEMALA
NICARAGU
ARAGUA
GUA

Dironse los nombres de Honduras o Hibueras al golfo de una misma provincia. El de Hibueras, porque al pasar por all las naves de los
primeros castellanos, que costeaban la tierra, hallaron en aquel mar
muchas calabazas, producidas por aquel pas; y como en Santo Domingo se llamaban hibueras, y al rbol que las produce, hibuero; he aqu la
etimologa de ese nombre.1 Djose tambin Honduras, porque deseando los primeros navegantes tomar puerto en una poblacin llamada
Guaymura, empezaron a sondear junto a un cabo que haban de doblar,
y aunque llegaron cerca de tierra, o no hallaron fondo o era tan profundo, que cuando lo encontraron, dijeron: Bendito Dios, que hemos salido
de estas Honduras. De donde vino, que as aquel cabo, como toda la
costa llamose Honduras.2 Esta provincia parta trminos, por una parte, con Nicaragua hacia la Nueva Segovia; y con Guatemala, por la villa
de la Nueva Xerez, y las ciudades de San Miguel y San Salvador.3
Con el achaque de que los indios haban matado algunos espaoles
en el valle de Ulancho, Diego Lpez de Salcedo ahorcaba a unos, y enviaba otros a vender como esclavos fuera del pas, con gran dolor de sus
padres y hermanos, que desesperados, huan a los montes, y all moran
de hambre. En su marcha a Len de Nicaragua se detuvo un mes en
aquel valle, y despus de haber ahorcado muchos inocentes, llam a los
pueblos pacficos, y les dijo: Que era voluntad del rey, que fuesen tratados bien los que estuviesen amigos de los castellanos, y que se hiciese
guerra a los otros, hasta matarlos, o venderlos por esclavos. Alterado
profundamente el pas, el hambre se present: los indios se sorteaban
unos a otros para comerse, y los espaoles, para satisfacer sus necesidades, alcanzaron licencia para vender esclavos en Panam.
La historia del Nuevo Mundo nos presenta a los espaoles durante
la conquista, insubordinados, turbulentos, disputndose el poder,
robndose y degollndose unos a otros, y aun encendiendo guerras civiles. Mientras Diego Lpez permaneca en Nicaragua, estall en Trujillo

JOS ANTONIO SACO

/235

una de aquellas frecuentes rebeliones, y depuestas las autoridades, y


nombradas otras, recay la eleccin de teniente gobernador en un abogado Vasco de Herrera de nombre.
Sin guardar las rdenes del monarca, vivan los de Trujillo desvergonzadamente; no miraban por la Real Hacienda, y tenan por enemigo
al que no se conformaba con aquella forma de gobierno. Ningn vicio se
castigaba. So color de tomar el Puerto de Caballos hizo Vasco de Herrera
una entrada en aquella tierra con 50 hombres; cogi 150 indios, y
herrolos, no con el hierro real, sino con otro hecho por su autoridad.
Hostiliz, adems, algunos caciques, sin preceder el debido examen de
su justicia, turbando as la tierra, destruyndola, y herrando a muchos
indios libres como esclavos, no slo con el hierro real, sino con otros dos
que mand hacer.4
Fama tena Honduras de tierra frtil, rica y muy poblada de gente
casi tan entendida como los mejicanos. Esta consideracin, por una parte,
y el deseo, por otra, de obedecer las rdenes del emperador para que se
buscase el paso de la mar del norte a la del sur, pues se pensaba que en
Puerto de Trminos haba un ancn, que si no atravesaba todo el continente, a lo menos faltara muy poco; indujeron a Corts a enviar una
expedicin en 1523 al mando de Cristbal de Olid, que siempre haba
sido uno de sus ms fieles amigos y valientes capitanes. Diole, pues,
cinco naves y un bergantn artillados, 400 espaoles y 30 caballos.
Mandole a La Habana para que all tomase ms gente, y comprase armas, caballos y cuanto ms necesitase. Curioso es saber la escasez que
entonces padeca en La Habana, y el alto precio a que se compraron
varios artculos para la armada: una fanega de garbanzos vala 9 pesos
de oro; la de frijoles o frisoles, 4; la de maz, 2; una ristra de ajos, 2; una
arroba de vinagre, 4: la de aceite, 3, la de velas de sebo, 9; la de jabn, 9;
un quintal de estopa, 4; un cuero de vaca, 12; un par de zapatos, 1 peso
de oro; una lanza, 1 peso; un pual, 3; una espada, 8; una ballesta, 20, y
una escopeta, 100 pesos. Con estos precios elevados, Corts gast 30 000
castellanos en La Habana para completar la armada que confi a Cristbal de Olid.5
Cuando ste sali de aquel puerto para Honduras, ya los amigos de
Diego Velzquez, que era enemigo de Corts, haban influido en su nimo para que se alzase contra l. Lleg con su armada a aquella tierra en
1524; tom posesin de ella en nombre del emperador; fund 14 leguas
ms abajo del Puerto de Caballos, una villa que se llam el Triunfo de
la Cruz; nombr por alcaldes, regidores y oficiales del Consejo a los
mismos que Corts le haba sealado, bien que los bandos se pregonaban en nombre del rey, y en el suyo. Esta conducta era un claro indicio
de que ya Olid se apartaba de la obediencia de Corts; y para mejor

236\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

lograr sus intentos, empez por tratar bien a los indios y atraerse a la
gente castellana, ya por temor, ya por recompensas.6
No era Corts hombre a quien podan sublevrsele impunemente
sus capitanes; y luego que supo la traicin de Olid, fue tan grande su
clera, que se le inflaron las venas del pescuezo y dilataron los conductos de la nariz.7 Envi, pues, contra l a Francisco de las Casas,
caballero de Trujillo, y casado con una prima hermana suya. Adems
de esto, Corts, ignorando que Olid haba sido ya asesinado en Honduras por algunos castellanos, resolvi marchar en persona contra l;
y entonces fue cuando emprendi desde Mjico por tierra el 12 de
octubre de 1524, una de las expediciones ms difciles, y que ms le
han inmortalizado.
Lleg por fin Corts a Honduras, y sin entrar, porque no es del caso,
en la narracin de todo lo que all hizo, mencionar que en 1525 supo
que de Cuba y Jamaica salan nuevos armamentos, para llevarse como
esclavos los pocos indgenas que en las Guanajas quedaban. Con el objeto, pues, de impedirlo, envi una nave para que en nombre del monarca espaol se opusiese a sus depredaciones. Encontrose efectivamente
una carabela cargada de indios, al mando de un Rodrigo Merlo; quien
habiendo mostrado a Corts las licencias que llevaba del gobernador de
Cuba, no pudo darle ningn castigo, contentndose solamente con restituir aquellos indios a las islas que habitaban.8
All mismo supo tambin Corts que un Pedro Moreno, vecino de La
Espaola, haba llegado al puerto de Honduras con una carabela.
Rogronle a ste los nuevos colonos que socorriese sus necesidades,
pero l les contest que no haba ido a eso, y que no les dara cosa alguna, sino se lo pagaban inmediatamente en metlico o en esclavos.9 Constreidos por la miseria, aceptaron cuantas condiciones les dict Moreno, y saltando ste en tierra con mucha gente armada, todos juntos
hicieron una entrada, cogieron algunas mujeres y muchachos, herrronlos como esclavos, y Moreno se dio a la vela con ellos.10 Corts escribi desde Trujillo a la Audiencia de La Espaola para que se devolviesen los indios robados por Moreno, y que ste le fuese entregado para
castigarlo.11 Pero la Audiencia nada hizo; y aunque tarde, el rey mand
que se le castigase severamente, que los indios que haba robado fuesen
restituidos a sus tierras, y que le quitasen los esclavos que haba llevado, aunque constase que lo eran.12
Al tornar Corts de Honduras a Nueva Espaa en 1526, dispuso que
si los indios de aquella comarca se revelaban, fuesen esclavizados. Para
hacerlo as, no necesitaban de tal orden los espaoles, pues casi sin comercio con la metrpoli y las Antillas, rehusando por su pereza labrar la
tierra para mantenerse, a pesar de su asombrosa fertilidad, y no queriendo tampoco los indios cultivarla por haberse imaginado que el ham-

JOS ANTONIO SACO

/237

bre forzara los conquistadores a abandonar el pas, stos libraron su


subsistencia en los esclavos que apresaban y vendan.13
Habindose facultado a la Audiencia de La Espaola para que nombrase el gobernador de la provincia de Honduras, eligi en 1526 a Diego
Lpez de Salcedo, sobrino de Nicols de Ovando, antiguo gobernador
de aquella isla; y en las instrucciones que se le dieron, recomendsele el
buen trato de los indios, y que castigase severamente a los castellanos
que los ofendiesen. Pero estas recomendaciones que siempre se hacan
a los gobernadores del Nuevo Mundo, rara vez se ejecutaban; y Salcedo
fue, por cierto, uno de los que ms las quebrantaron.
Luego que tom el mando, escribi al emperador desde Trujillo, capital de Honduras, anuncindole que de los indios que haban dado la
obediencia, algunos haban sido esclavizados, en especial los que despus se haban revelado; y que tambin se traficaba en los que los caciques vendan como tales, a los cuales, lo mismo que a los anteriores, se
les herraba en el rostro. Salcedo deca que les era imposible impedir ese
trfico, porque no teniendo los espaoles de Honduras otra cosa de que
subsistir, los trocaban por vveres que reciban de las islas; vveres entonces tan caros, que una arroba de carne salada vala 4 pesos, 4 una
fanega de maz; el mismo precio la arroba de vinagre y de vino, 6 la de
casabe y aceite, y as en proporcin los dems artculos.14
Salcedo confiesa que los indios de las Guanajas eran pacficos, y que
sirviendo bien a los cristianos, quejbanse con razn de las violencias
que contra ellos cometan los espaoles de Cuba. Por esta causa, algunos se haban refugiado a Honduras; y al ver que las Guanajas estaban
ya casi despobladas, Salcedo escribi a Gonzalo de Guzmn, gobernador de Cuba, para que mientras llegaba la resolucin del monarca a
quien de todo haba informado, impidiese las expediciones que de all
salan contra las Guanajas. Y no contento con esto, deseaba que los indios injustamente esclavizados fuesen restituidos a su pas natal.
A juzgar por lo que precede, pudiera creerse que Salcedo trataba de
cumplir las rdenes del monarca; y como prueba de la recta intencin
que aparentemente le animaba, citar aqu la instruccin que algunos
meses despus de su llegada dio a Diego Mndez de Inostrosa, su teniente en la villa de Trujillo.
No se haga esclavo indio ni india sin ser primero examinado por vos
los alcaldes si lo era, y siendolos herrarlos con el hierro de S.M. ante
los oficiales que cobrarn 1/5. Este exmen con los que dieren los caciques; con los de guerra ha de hacerse proceso, y enviarmelo para que yo
resuelva. No consintais vender indios i indias no errados, en los que ha
habido mucho desorden en dicha villa.
El orden en hacer esclavos es, el que confiesa serlo de padre y madre que los caciques dan, se hierra en el rostro, y estos se venden y

238\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

contratan como esclavos; el que no lo es de padre y madre, sino que esos


le han vendido, se hierra en el muslo, y sean naborias perpetuas. Esto
en tanto que S.M. provee. De los ltimos ninguno se saque fuera de la
tierra, pena de 100 azotes, 100 ps. y perderle.15
Si Diego Lpez de Salcedo dio a Inostrosa la precedente instruccin,
y en su referida carta al emperador de 1526 deplor tambin la esclavitud
de los indios de su gobernacin, no fue por sentimientos de humanidad,
sino por miras interesadas, pues tan opresor fue de los indgenas como
casi todos los empleados que administraban el Nuevo Mundo.
A los indios que consideraba culpados, castigbalos, ya con la horca,
ya con la esclavitud, envindolos a vender fuera de la tierra con grande
dolor de sus padres y hermanos, que desesperados se fugaban a los
montes.16
La codicia de aquellos conquistadores arrastr a Salcedo a salir de
su gobernacin y entrar en la de Nicaragua, dejando por su teniente en
Trujillo al capitn Francisco de Cisneros. En este viaje perecieron muchos indios que llevaba cargados con sus mercancas y otras cosas; y
como algunos hubiesen dejado sus cargas, hzolos cruelmente matar.
Detvose un mes en el valle de Ulancho, y so color de castigar las muertes de los castellanos en aquel lugar, no slo ahorc muchos indios, sino
que llam a los pueblos pacficos, y les dijo: que era voluntad del rey,
que fuesen tratados bien los que estuviesen amigos de los castellanos;
pero que se hiciese guerra a los otros, hasta matarlos, o venderlos por
esclavos.17
Acostumbrados los de Trujillo a tumultos y sediciones desobedecieron y arrestaron al capitn Cisneros, por lo cual Salcedo envi de nuevo
teniente a Diego Mndez Inostrosa; pero aunque le admitieron, poco
dur la obediencia, pues conjurados los revoltosos le prendieron y nombraron de teniente gobernador a un hombre turbulento llamado Vasco
de Herrera. Con el pretexto de tomar posesin del Puerto de Caballos
sali a la cabeza de 50 castellanos en 1527, y en esa entrada cogi ms
de 150 indios, con los cuales torn a Trujillo, herrndolos como esclavos, no con el hierro real, sino con otro que l hizo.18 Declar tambin la
guerra ms injusta a varios caciques, y en ella esclaviz y herr muchos
indios libres, haciendo lo mismo en el valle de Naco.19
Por la mediacin de algunos religiosos y de otras personas
arreglronse las desavenencias que la entrada de Salcedo en Nicaragua
haba suscitado entre l y Pedrarias Dvila, nombrado gobernador de
aquella tierra en 1527. Salcedo torn a Trujillo, y para que aqullas no
se renovasen, sealronse lmites a las gobernaciones que tenan los
dos.20 Las frecuentes entradas que hacan los castellanos en territorios
ajenos, agravaban la condicin de los indios, pues que eran vctimas no
slo de los conquistadores que tenan dentro de sus provincias respecti-

JOS ANTONIO SACO

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vas, sino de los que iban de fuera. Por eso fue que cuando los espaoles
que con Salcedo marcharon a Nicaragua, y volvieron a Honduras en
1529, trajeron con licencia a Pedrarias Dvila 102 esclavos y 107 naborias,
los cuales se repartieron, ya a cuatro, ya a 20, y an ms entre los 28
castellanos compaeros de Salcedo; debiendo advertirse que entre aquellos indios hubo hombres, mujeres y nios.21
Tan grande era el desorden que haba en Honduras, que en una comunicacin que hizo Garca de Lerma al emperador desde Santa Marta
en 26 de octubre de 1531, refiere algunas cosas de que fue testigo cuando en aos anteriores pas de Honduras a Nicaragua.
Dice que en aquellas partes era costumbre herrar y vender indios
por esclavos; que los castellanos los pedan a los caciques; que apaleaban a stos si no se los daban, y que para impedir ese castigo, se vean
forzados a entregarles sus propios hijos. Dice tambin que aunque el
gobernador saba esta maldad, la disimulaba por ser el ms culpable de
todos. Aade que sin ningn motivo declarbase estar de guerra una
provincia de 50 000 almas, y asaltndola, cargbanse las naves de indios
como de ovejas. Pensaba Garca de Lerma que tantos males se remediaran poniendo en cada provincia una persona que anduviese de cacique
en cacique, examinando cmo se trataba a los indios, y que ella no pudiese tenerlos so pena de muerte.22 Pero este remedio era del todo ineficaz. Ya otras veces se haba ensayado sin producir ningn resultado,
pues no haba personas que cumpliesen con el deber que se les impona.
Diego Lpez de Salcedo muri en Trujillo en enero de 1530, no sin
sospecha de veneno. Nombr de gobernador interino al contador Andrs de Cereceda, mientras el monarca otra cosa proveyese; pero aquella gente acostumbrada a sediciones, rehus a admitirle. Viose, pues,
forzado a compartir el mando con el ya referido Vasco de Herrera. ste
y los de su bando esbribieron al emperador para que le diese la gobernacin de Honduras;23 y lo mismo hizo Andrs de Cereceda, quejndose de que aquellos castellanos no le hubiesen dejado ejercer el mando
interino que Salcedo le haba confiado.
Tenanme as le deca, odio mortal porque he procurado y estorbado poner estanco en el sacar de los esclavos de la tierra.24
Entre tales hombres no era posible la concordia, y los males de tan
deplorable situacin no slo pesaban sobre los indios, sino sobre los
mismos castellanos. Las guerras europeas en que estaba envuelto el
monarca espaol y sus frecuentes ausencias de Espaa, hacan descuidar tanto el gobierno de algunas provincias de Amrica, que los pobladores de Honduras, en medio de sus levantamientos y asesinatos, decan en 1532 que estaban desamparados del rey y de su Consejo, pues
en tres aos no haban recibido orden, ni cdula, ni otra cosa, por la cual
pudiesen entender qu se acordaban de ellos. As fue que mientras en

240\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

otras partes se trataba de cumplir la ley sobre la libertad de los esclavos, all se declaraba la guerra a los indios, y se les amenazaba con la
esclavitud.25
Nombrose por fin de gobernador a Diego de Albitez, el cual llev a
Honduras una provisin para que en ninguna manera, ni por ningn
caso, se hiciesen indios esclavos, ni se tuviese el uso de ellos, aunque
fuesen rebeldes. Albitez muri a los pocos das de su llegada, y el gobernador interino Andrs de Cereceda manifest al gobierno que haba
muchos inconvenientes para ejecutar esa provisin.26
En una relacin de aquella provincia que el mismo Cereceda hizo al
emperador en la villa de Buena Esperanza, en el valle de Naco, a 31 de
agosto de 1535, dijo, que S.M. deba mandar que los indios desobedientes, o que hubiesen cometido delitos, o que anduviesen alzados, fuesen
esclavizados y vendidos, puesto que ningn dao poda seguirse de sacar de aquella tierra 2 000 esclavos, Esto demuestra que Cereceda gobernador haca lo mismo que reprobaba en otros, cuando no lo era, pues
ahora peda la exportacin de esclavos, mientras que antes se quejaba
de ser odiado, porque se opona a ella. Pero esta contradiccin sentaba
bien a un hombre tan cruel como Cereceda, pues cuando no mataba o
esclavizaba a los indios, cortbales las manos, y colgbaselas al cuello,
como hizo cuando fue en demanda del valle de Naco.27
La injusta esclavitud que a los indios de Honduras se impona, motiv
la Real Cdula de Valladolid de 7 de julio de 1536, por la cual se mand
abrir informacin para que se pusiese en libertad a los indios all esclavizados y vendidos contra lo dispuesto, y que se castigase a los cmplices de
ese delito. Pero diose cumplimiento a la real cdula anterior? Jernimo
de San Martn escribi al emperador que no se ejecutaba por contentar la
gente castellana, y que tambin se esclavizaba y herraba a las mujeres
tomadas de guerra lo mismo que de los hijos menores de 15 aos, pues de
lo contrario, los soldados mataban a aqullas y a stos.28
Ni era posible que esa cdula de Valladolid se cumpliese, porque al
mes de haberse expedido, el cabildo de la villa de San Pedro del Puerto
de Caballos dio a Francisco Cava y Nicols Izrraga, vecinos de ella, y
sus procuradores en corte, un poder general para que pidiesen mercedes conforme a las instrucciones que llevaban. Una de ellas fue, que se
revocase la provisin por la cual se prohiba que de ninguna manera se
herrasen ni esclavizasen indios; que se concediese herrar a los tomados
en guerra; despus de hechos los debidos requerimientos, como tambin a los que eran tenidos por tales entre los indios, o que se dieron en
tributo a encomenderos; y que tambin se concediesen los hierros de
guerra y compra, como se haba hecho en Guatemala; acerca de estas
peticiones, contest el gobierno que se proveera cuando nombrase prelado y provisor.29

JOS ANTONIO SACO

/241

Poco despus nombrose de obispo de Honduras al licenciado don


Cristbal Pedraza, y a su llegada encontr la tierra en tan deplorable
estado que pidi al gobierno que se hiciese una larga informacin sobre
la destruccin de los indios. Procediose a ella en Trujillo a 13 de noviembre de 1539, y el interrogatorio que entonces se form, es una breve
historia de los desrdenes cometidos en aquella provincia.
En recompensa de los trabajos y prdidas que haba sufrido en
Yucatn el adelantado Francisco de Montejo, disele en 1537 la gobernacin de Honduras;30 y por un convenio que en 1539 celebr con el
adelantado de Guatemala Pedro de Alvarado, y aprobado despus por
el gobierno, Montejo cedi al segundo su gobernacin, quedando desde
entonces incorporada la provincia de Honduras en la de Guatemala,31
de manera que todo lo que en Honduras se dir, desde 1530 en adelante,
ya no ser como gobernacin independiente, sino como formando parte
de Guatemala.
Montejo sigui las huellas de sus antecesores, pues desde su entrada en Honduras dio licencia por cuatro meses para herrar como esclavos a las mujeres de 15 aos arriba, y pidi al emperador que la prorrogase por seis ms. Suplicole, al mismo tiempo, que no teniendo los vecinos
de Honduras otra cosa de que aprovecharse, se les permitiese herrar
los esclavos que compraban a los indios, sin registrarlos, segn mandaba la real provisin. Pero el gobierno orden que sta se guardase con
prohibicin del trfico que se peda.32
Las maldades de Salcedo, de Cereceda y de otros gobernadores, confrmalas el respetable testimonio del obispo de Honduras don Cristbal de
Pedraza, quien escribi al emperador en 1 de mayo de 1547, dicindole.
Por los malos tratamientos y destruimientos que los gobernadores
pasados hicieron en esta ciudad y en los trminos della, especialmente
Diego Lopez de Salcedo y el Corregidor Cereceda sacando desta tierra
barcadas los indios para venderlos en las islas, y atados Nicaragua,
muchos se huyeron a las tierras do murieron en gran cantidad. De manera que siendo esta tierra tan poblada como Mjico y el Per, como
podr decir el Marqus del Valle quando vino poblar esta ciudad de
Trujillo, que al rededor habia pueblos de 3 000 casas, de 2 000, de 1 000,
de 800 y de 600; no quedaron ni hay en todos los trminos desta ciudad
150 indios 180.33
Nicaragua
El gran descubrimiento del Mar del Sur por Vasco Nez de Balboa
abri un vasto campo a las empresas de los castellanos en las regiones
meridionales y occidentales del Nuevo Mundo. El intrpido piloto Andrs Nio, muy conocedor de la costa del Darin, obtuvo licencia de la

242\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

corte para hacer una expedicin a las islas de la Especera. Gil Gonzlez
Dvila, contador de La Espaola, psose a la cabeza de ella, y en las
naves construidas con inmensas dificultades por Balboa, los compaeros salieron en enero de 1522 de las islas de Tezarequi, llamada Isla Rica
de las Perlas, en el golfo de San Miguel. En vez de hacer rumbo hacia el
sudeste para encontrar las islas que buscaban, dirigironse por su ignorancia geogrfica hacia el noroeste, y de esta manera descubrieron, sin
pensarlo, toda la costa de Nicaragua hasta la baha de Fonseca, nombre
que le puso Gil Gonzlez en honra de su favorecedor el malvado obispo
de Burgos.
Al explorar aquellas costas, Gil Gonzlez hizo algunas entradas en el
pas, y en una de ellas encontr un cacique muy principal, llamado Nicaragua, que viva en un pueblo cerca de un lago, a tres leguas de la mar,
y cuyo nombre se dio por los espaoles al lago y a aquella tierra. No
eran esos indios de los ms civilizados, pero tampoco de los ms brbaros, bien que desgraciadamente coman carne humana.34
Torn Gil Gonzlez a Panam, en junio de 1523, y aunque no hizo
esclavos, cogi mucho oro, lo que bastaba para dar gran importancia a
su descubrimiento. Todo esto acaeci cuando la gobernacin de Castilla
del Oro estaba todava en las manos del feroz Pedrarias Dvila, y como
el licenciado Espinosa haba descubierto pocos aos antes hasta el cabo
Blanco en Costa Rica, pretenda Pedrarias, sin ningn fundamento, que
el pas de Nicaragua recin descubierto entraba en el territorio de su
jurisdiccin. Con este motivo envi en 1524 a Francisco Hernndez de
Crdova, su capitn principal, a que tomase posesin de l, y as lo hizo
fundando en Nicaragua las ciudades de Bruselas, Granada y Len. De
aqu resultaron conflictos entre Gonzlez Dvila, su descubridor, y Pedrarias; y sin que sea del caso referirlos, basta decir que aqul se retir
a Honduras, donde muri, y que Francisco Hernndez de Crdova fue
degollado en 1526 por orden de Pedrarias, acusndole de traicin y aspiraciones a la dominacin de Nicaragua.
Diose el gobierno de sta a ese tirano en 1527; y por las instrucciones que expidi el monarca, encargsele especialmente el buen trato y
libertad de los indios para lograr su conversin;35 pero la obra de iniquidad comenzada de antemano continu con todos sus horrores.
En 1528 fue Martn Estete por orden de Pedrarias a descubrir el
Desaguadero del lago de Nicaragua con 150 hombres. Deseando esclavizar a cuantos pudiese, llevose el hierro de los esclavos, que estaba en
Granada en una arca bajo de tres llaves, segn mandato del rey: y efectivamente esclaviz a su antojo, cometiendo otras crueldades en los indios, aunque ojal que l hubiese sido el nico que las perpetrase.
Una de las ms horribles, y que se ejecutaba en otras partes del
Nuevo Mundo, era la de echar perros bravos a los indios para que los

JOS ANTONIO SACO

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devorasen. Gonzalo Fernndez de Oviedo, hallndose en Nicaragua,


presenci en 1528 una de esas sangrientas escenas, cuya pluma la describe en estos trminos:
Despues Pedrarias Dvila envi un capitan con gente buscar los
malhechores, prendieron dellos 17 18 indios caciques indios principales, mandoles Pedrarias aperrear que los comiessen ellos perros.
un martes, 16 das de Junio de aquel ao [de 1528], en la plaza de
Leon, los justiciaron desta manera: que le daban al indio un palo que
tuviese en la mano, decianle con la lengua interprete que se
defendiesse de los perros los matase el palos: cada indio se echaban cinco o seis perros cachorros (por emponellos sus dueos en essa
monteria), como eran canes nuevos, andaban en torno del indio, ladrndole, y el daba algun coscorron alguno. cuando a l le parescia que
los tenia vencidos con su palo, soltaban un perro o dos de los lebreles
alanos diestros, que presto daban con el indio en tierra, cargaban los
demas lo desollaban destripaban comian del lo que querian.
desta manera los mataron a todos 18 malhechores, los quales eran del
valle de Olocoton de su comarca.36
Con las turbulencias acaecidas entre los capitanes de Nicaragua y
las ambiciones de los gobernadores de aquella y otras provincias, era
tan deplorable el estado de los indios, que haca dos aos que stos no
cohabitaban con sus mujeres, para que no pariesen esclavos que sirviesen a los castellanos.37
Con tanta insolencia se haca el trfico de esclavos en Len de Nicaragua, que en 5 de octubre de 1529 quejose el licenciado Francisco
Castaeda al emperador don Carlos, de que en ese ao haban arribado
al puerto de Len dos naves, cuyos capitanes no las dejaron visitar a los
oficiales reales, y cargndolas, sin consentimiento de stos, de indios
libres y esclavos, llevronselos a Panam. Y para agravar estos desrdenes, Castaeda dijo tambin al emperador que todo se haba hecho
con beneplcito del gobernador de Nicaragua.38
A vista de los escndalos y calamidades que pasaban en aquellas
tierras, quin podr tachar de injusto y exagerado el lenguaje de Las
Casas cuando afirma que Pedrarias entr en aquella tierra como lobo
hambriento de muchos das entre muy inocentes y mansas ovejas y corderos: y como el mpetu del furor y ira de Dios: y hizo tantas y tales
matanzas y extragos: tantos robos y tantas violencias y crueldades con
toda la gente espaola que llev: y despobl tantos pueblos y habitaciones que hervan de gentes, que jams se vi ni oy, ni se escribi por
ninguno de quantos oy historias hicieron... Contar los estragos que hizo
en particular en toda aquella tierra, y a la postre en la felice provincia
de Nicaragua: vuestra magestad se espantara: y si fuere servido nosotros lo diriamos.39

244\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

Pedrarias muri en 1530; y aunque los indios se libraron entonces de


tan cruel azote, sus males continuaron bajo el mando de sus sucesores.
Uno de stos fue el referido licenciado Francisco Castaeda, quien
escribi al emperador desde Len de Nicaragua en 1 de mayo de 1533,
pidindole que diese licencia para hacer esclavos, porque de ese modo
se impedira que la gente se marchase al Per. Por otra parte, los pobladores quejbanse de la poca atencin que prestaba el gobierno de la
metrpoli a los negocios de aquella provincia, cuya poblacin indgena
haba menguado mucho por la mortandad y exportacin de indios esclavizados a otros pases, pues de ese trfico sacaban gran provecho los
gobernadores, los oficiales reales y otros empleados.
Luego que lleg a Nicaragua la real provisin ya otras veces citada
para que no se herrasen ni esclavizasen ms indios, encontr all tan
fuerte oposicin, que fue desobedecida como en las dems partes del
Nuevo Mundo. En vano, algunas personas de conciencia clamaron contra
la infraccin de las leyes: en vano prohibi el rey, que de los esclavos
existentes ninguno se sacase de Nicaragua, ni adelante se hiciesen por
ningn motivo: en vano orden que se le enviase un registro de todos los
que haba: en vano, en fin, mand a los gobernadores de Panam y del
Per, que si algunos esclavos de Guatemala, Nicaragua y de otras provincias se llevasen a aquellas gobernaciones, o indios libres, no los dejasen desembarcar, sino que inmediatamente los restituyesen a sus
tierras.40 Todo, todo fue intil, pues aquellos infelices siguieron arrastrando las mismas cadenas que en aos anteriores.
Ya la ciudad de Granada, en Nicaragua, represent al emperador en
1535, que la cdula que haba dado para que se herrasen esclavos bajo
de ciertas condiciones, se haba comenzado a aplicar en Len; pero que
era tan perjudicial, que se destruira la tierra porque ningunas condiciones se guardaban.41
En el mismo ao, uno de los primeros pobladores de Nicaragua, que
a la sazn se hallaba de escribano del cabildo de Granada, escribi al
emperador dndole noticias muy importantes sobre los males de aquella tierra.
En 12 aos que se pobl esta provincia no ha habido quien mirase
por ella: mil agravios, residencia ninguna; as ha ido siempre de mal en
peor. Fundaronse en ella ciertos pueblos que ha venido resumirse en
dos Ciudades. Es la provincia mejor y ms abundosa de Indias: la tierra
llana, carnes de muchos generos, frutas todo el ao. Tuvo y tiene an
muchos naturales de buen servicio y mucha razn. Se han disminuido
4/5 por muchas crueldades que con ellos hemos usado; 1/3 dellos se han
hecho esclavos, no siendolo ninguno, y como se herravan se vendian
fuera, que era darles muerte. Sin duda no son vivos 1/20 de los sacados
a Panam, Per & que ha sucedido sacar 400, en un navo, y antes de

JOS ANTONIO SACO

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acabar el viage no quedar 50. Hasta 20 navios andan de trato de aqu


con el Per: por lo que est perdida una tierra digna de tanta fama como
aquella, y la tendra si hubiera justicia42
Haba el padre Las Casas pasado de Mjico a Nicaragua en 1535 con
licencia del rey para convertir a los indgenas con sola su predicacin; y
mientras estuvo all, se opuso enrgicamente a que el gobernador
Rodrigo de Contreras hiciese entradas en el interior contra los indios.
De aqu nacieron graves conflictos entre Las Casas y el gobernador,
pues ste deca que aqul le amotinaba la gente y los soldados.
Llegaron las cosas a tal extremo, que se intent a Las Casas en 1536
una causa criminal, segn consta en dos informaciones hechas a pedimento de Rodrigo de Contreras: una empezada en Len en 23 de marzo
de aquel ao ante el obispo de Nicaragua don Diego lvarez Osorio, la
cual se suspendi por su muerte, pues el provisor Pedro Garca Pachecho
no quiso que siguiese. La otra informacin empezose tambin en Len
en 30 de junio de 1536 ante el alcalde ordinario; pero sta tampoco tuvo
resultado. Las Casas, convencido de que entonces no poda alcanzar
ningn fruto en aquella tierra, marchose con otros religiosos sus compaeros para Guatemala,43 a donde le haba llamado con sus cartas el
obispo de aquella ciudad don Francisco Marroqun.
La oposicin de Las Casas a tales entradas era muy justa, pues se
cometan en ellas grandes atrocidades. Salan los espaoles a caballo a
saltear indios pacficos, y como la tierra era llana; ni podan huir ni esconderse en los montes.
A los que entonces cogan, agregbase otro mal, porque acostumbrando los espaoles llevar a esas correras muchos indios con sus cargas, encadenbanlos por el pescuezo para que no se les escapasen. Vez
hubo que de 4 000 indios que se sacaron cargados, no volvieron seis
vivos a sus casas, pues todos quedaron muertos por los caminos.
quando algunos se cansavan, y se despeavan de las grandes cargas, y enfermavan de hambre, trabajo, y flaqueza; por no desensartarlos de las cadenas les cortavan por la collera la cabeza, caya la
cabeza un cabo, y el cuerpo otro.
Vase qu sentirian los otros.44
Ni fueron las entradas el nico azote de los indios; pues su exportacin como esclavos a otras tierras, segn se ha dicho antes, influy poderosamente en acabarlos.
Contra las maldades de los gobernadores de Nicaragua alz tambin su voz Guillermo de Ampies, antiguo criado que haba sido de la
Casa Real. Quejose al emperador de que los gobernadores no cumplan
las rdenes reales, y de la justicia y pasin con que procedan. Maravillbase de que los del Consejo no viesen lo que pasaba despus de tan
larga experiencia. Deca que cualquier gobernador hallaba testigos para

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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

cuanto quera, y aunque bien conocidos stos, no se castigaban los perjuicios. En su concepto, de continuar la indulgencia que se usaba con los
gobernadores, resultaran graves daos a las tierras.45
En apoyo del testimonio de Ampies viene el de Las Casas, quien
dice, que la pestilencia ms horrible que principalmente asol la provincia de Nicaragua, fue la licencia concedida a los espaoles para pedir
esclavos a los caciques de los pueblos, pues en el espacio de 14 aos
haban perecido tantos indios que ya no quedaban sino 4 o 5 000.46
Tan cierta es la despoblacin que sufri Nicaragua con la dura esclavitud que se impuso a sus hijos, que confrmanla Gonzalo Fernndez de
Oviedo47 y Pascual de Andagoya, uno de los compaeros de Pedrarias, y
que conoci muy bien las maldades de sus compatricios en aquel pas.
ste dice:
Esta tierra [Nicaragua] es pobre de oro: no se han hallado minas
sino es 70 leguas de Leon, y llevando la gente de aquella Provincia que
es tierra llana y caliente, sacar oro tan lejos y en sierras altas, y llevando los mantenimientos desde all que haban de comer para los que
sacaban el oro, se acab muy gran parte de la gente de aquella tierra; y
no las pudiendo sostener, las despoblaron, y despues no teniendo de que
se aprovechar la tierra, comienzan hacer esclavos de los indios que se
revelaban y apremiar los Seores que les diesen esclavos; y ellos por
no ser maltratados, hacian decir su gente que lo eran, no lo siendo, y
destos sacaron vender Panam y al Per muy gran cantidad, y estas
dos cosas fueron causa para que aquella tierra quedase muy despoblado de los naturales.48
Tal fue la situacin de Nicaragua, situacin que deplor su venerable obispo fray Antonio de Valdivieso, y que como hombre de conciencia
expuso francamente al gobierno.49
Consumada la conquista de Mjico, el genio activo y emprendedor
de Corts no pudo permanecer tranquilo, y empujado por la ambicin y
el amor a la gloria, lanz, como ya hemos visto, algunas expediciones a
pases ms o menos distantes del centro de su gobierno. Una de ellas
fue al mando de su capitn Pedro de Alvarado para que conquistase a
Guatemala. March ste de Mjico el 6 de diciembre de 1523, con 200
infantes, entre ellos muchos ballesteros y escopeteros; ms de 80 caballos; cuatro caones y muchos indios mejicanos.50
Su primera batalla fue en las fronteras de la provincia de Soconusco,
en la que muri el rey o jefe superior de Zacpula. De all pas a la
ciudad de este nombre, y despus a Quezaltenango y Utatlan. En las
inmediaciones de esos pueblos y en otros puntos tuvo sangrientos combates, mat muchos indios, y esclaviz a otros en gran nmero, dando al
rey la quinta parte que fue vendida en almoneda.51 Terrible fue la venganza que tom en Utatlan.

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Tena esta ciudad las calles muy estrechas, y slo dos entradas. Los
indios fingindole amistad, rogronle que se quedase en ella, con intencin de destruir a todos los espaoles; mas, conociendo Alvarado el peligro que corra en calles tan estrechas, sali inmediatamente de la ciudad y en su retirada recibi algn dao de indios en gran nmero
apostados en torno de ella. Disimulando su clera, procur atraerlos
con ddivas y buenas maneras; mas, luego que tuvo en su poder a los
jefes, los quem vivos. como as escribi Corts conosc de ellos
tener tan mala voluntad; al servicio de su Majestad; i para el bien i
sosiego de esta Tierra, yo los quem i mand quemar la Ciudad, i poner
por los cimientos; porque es tan peligrosa, i tan fuerte, que ms parece
Casa de Ladrones, que no de pobladores.52
Alvarado en sus combates no consider a esos indios como valientes
que peleaban en defensa de su patria, sino como rebeldes y traidores a
la Corona de Castilla, pues haba empleado, para que se le sometiesen,
los requerimientos de costumbre, y como si siguiera un juicio contencioso con alguno de sus compatricios ante un tribunal espaol, dcenos
con una conciencia segura y con una seriedad que raya en lo burlesco.
Yo hice proceso contra ellos, y contra los otros, que me havian dado la
guerra, y los llam por pregones, y tampoco quisieron venir; y como v
su rebelda, y el proceso cerrado, lo sentenci, y d por traidores, y
pena de muerte a los Seores que de estas Provincias, y todos los
dems, que se hoviesen tomado, durante la guerra, y se tomasen despues,
hasta en tanto, que diesen la obediencia su Magestad, fuesen esclavos
y se herrasen, y de ellos, de su valor se pagasen 11 caballos, que en la
conquista de ellos fueron muertos, y los que de aqu adelante matasen,
y ms las otras cosas el de Armas, y otras cosas necesarias la dicha
conquista.53
La conducta de Alvarado con los indios de Guatemala, y aun de Nicaragua, confrmala el adelantado Pascual de Andagoya.
Dice: Alvarado hizo en ellas muchas crueldades, pacific la tierra
con mucho dao della: sac mucha gente para el armada que hizo al
Per, y esclavos que consinti hacer, as como en Nicaragua, de donde
ha venido mucha disminucin de gente en la tierra.54
Deseando Alvarado sustraerse de la dominacin de Corts, pas a
Espaa donde cas con doa Beatriz de la Cueva, hija de la casa de los
seores de Bedmar. Con sus servicios anteriores y con la fuerte proteccin de su mujer, obtuvo la gobernacin de Guatemala en 1527. En ese
mismo ao hizo en Burgos a 15 de diciembre una contrata con el secretario Cobos, y el doctor Beltrn del Consejo de Indias; obligndose a
introducir en su gobernacin 600 esclavos para explotar las minas, tomando todos tres partes iguales del oro, y pagndose anualmente de las
tercias del secretario Cobos y del doctor Beltrn, 10 pesos de cada 300

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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

maraveds de oro que se cogiese, por cada esclavo de sus partes.


Alvarado, despus de su llegada a Guatemala, hall que los esclavos
valan menos, y por esto no quera sino 3 pesos por cada uno de ellos, y
el tercio de las herramientas empleadas en la explotacin. Esta modificacin de la contrata fue formada en Guatemala, el 28 de julio de 1530.55
Esta contrata manifiesta no slo la codicia de Alvarado, que era uno
de sus grandes pecados, sino la corrupcin de ciertos personajes de la
corte; pues cuando un ministro de la corona y un miembro del Consejo
de Indias hacan tales contratas con el rapaz gobernador de una rica
provincia del Nuevo Mundo, ya se deja conocer que estaban dispuestos
a consentir las crueldades que contra los indios se cometan para enriquecerse a costa de sus vidas.
Del mal proceder de Alvarado dieron cuenta al emperador los oficiales reales de Guatemala, pues le dijeron:
Trae aqu en minas 1 500 esclavos herrados, de que en la fundicion
de San Juan huvo 12 000 pesos. Dos provincias que tiene en Mexico,
Izucar y Suchimilco, le producen anualmente 4 000. Su quitacion de
Gobernador son 2 000 ducados. En un ao ha hecho ms de 3 000 esclavos de rescate. Entretanto no tiene V.M. ni una casa de fundicion:
de manera que esta tierra solo tiene de V.M. el nombre; el provecho es
todo del Gobernador... V.M. ha mandado que no se hierren los indios,
ni se saquen de una tierra otra, ni se les cargue como sola. En Mxico todo se observa en gran beneficio de los indios. Aqu insiste el Gobernador que ha de llevar en la armada los principales con 1 000
2 000. La experiencia ha mostrado que si van 2 000 indios la guerra,
no vuelven 500, porque aunque son crueles y carniceros que se comen
unos otros, son por otra parte tan miserables y de poca complision,
que con pequeo trabajo mueren. Qu ser llevndolos 1 000 2 000
leguas por mar?56
La orden que llev la nueva Audiencia de Mjico para que no se
hiciesen esclavos en Nueva Espaa, fue comunicada por ella a la de
Guatemala en 1531, en cuya provincia se acostumbraba mucho el herrar
y cargar a los esclavos.57 Pero no haciendo ningn caso de esa ley los
espaoles que all moraban, siguieron esclavizando. Con este motivo, la
Audiencia de Nueva Espaa escribi al emperador desde Mjico en 5 de
agosto de 1533, manifestndole, que por carta de fray Francisco
Marroqun, obispo de Guatemala nombrado en aquel ao, tena la certeza de haberse concedido el hierro de rescate para hacer esclavos, lo
que deba remediarse para impedir la total perdicin de aquella tierra.
Y en 8 de agosto del mismo ao, el obispo de Mjico escribi tambin al
emperador, dicindole que el haberse concedido hierro a Guatemala,
era acabar con ella. En estas cartas se consigna el hecho curioso de que
cuando en 1532, los esclavos valan en Nueva Espaa, 40 pesos, en Gua-

JOS ANTONIO SACO

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temala valan 2 en 1533;58 prueba evidente de la grande abundancia que


haba de ellos.
Ni slo fueron la Audiencia de Nueva Espaa y el obispo Marroqun
quienes elevaron sus quejas al emperador sobre la suerte infeliz de los
indios de Guatemala; que tambin alzaron en su favor una enrgica voz
los religiosos franciscanos que entonces residan en la ciudad de Mjico.
A pesar del mal estilo en que est escrita su exposicin al monarca,
dijronle la verdad con un espritu tan evanglico y con tal franqueza e
independencia, que su lenguaje forma un notable contraste con el de
tantos malos espaoles y aduladores cortesanos.59
El licenciado Cristbal Pedraza, obispo que fue de Honduras, vio de
mal ojo la destruccin que Alvarado caus en los indios aches de Guatemala. Sin acusarle, y aun suponiendo que ignoraba muchos males, dice
al emperador que haba varias cuadrillas de espaoles derramadas por
el pas haciendo esclavos para las minas de Guatemala; y hombre hubo
en esa ciudad, que enviando un criado suyo a tales correras, llevole 120
esclavos herrados. Pide al gobierno facultad especial para compeler a
los que tienen indios de Honduras esclavizados, a restituirlos a su naturaleza: y lamntase por ltimo de la gran disminucin de los naturales
de aquella tierra, pues poblada a semejanza de Mjico, ya apenas tena
15 000 indios.60
El mismo obispo volvi a escribir al emperador desde la ciudad de
Santiago, capital de Guatemala, en 20 de noviembre de 1539; y despus
de darle las gracias por el nombramiento de protector de indios que
acababa de recibir, dcele que la cdula que tena Alvarado para que
cada espaol de su armada pudiese llevar dos esclavos, ocasionara graves daos, pues muchos libres seran llevados como esclavos, y todos
moriran en breve, como suceda. En esta carta clama perfectamente
contra la iniquidad y codicia de los espaoles en tomar y vender esclavos; y as pide que se averige cules son los injustamente hechos para
que se les liberte. Habla tambin de la mortandad de los indios y de los
fundados temores de que se acabasen; cosa tanto ms dolorosa, cuanto
que Guatemala haba estado ms poblada que el imperio mejicano. Cuando Alvarado fue a la conquista de Guatemala, dijo a Corts: Desde esa
Ciudad de Mjico hasta lo que y he andado, i conquistado, ai 400 leguas: y crea Vuestra Merced que es ms poblada esta Tierra, y de ms
gente que toda la que Vuestra Merced hasta agora ha gobernado.61
La gobernacin de Alvarado en Guatemala dur hasta el ao de 1541
en que muri, guerreando con los indios de la Nueva Galicia, adonde
haba sido llamado, en ausencia de Corts, por el virrey de Nueva Espaa don Antonio de Mendoza, para que reprimiese el alzamiento de los
chichimecas. Trgica fue su muerte, pues batiendo un pen en que estaban los indios, cay uno de los caballos delanteros, y encontrndole en

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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

su cada, arrojole en un precipicio,62 del que le sacaron destrozado, y


llevndole a Guadalajara, expir a los tres das en marzo de aquel ao63
con muestras de gran arrepentimiento de sus pecados. En medio de los
profundos suspiros que daba, preguntole uno de sus amigos que a su
cabecera estaban: cul era la parte que ms le dola? Y l respondi: el
alma. Como no pudo hacer testamento por su situacin, dio a uno de sus
hermanos y a su amigo el obispo Marroqun de Guatemala amplios poderes para que lo otorgasen; y desempeando ste su comisin, dej a
la historia un documento que es la condenacin del gobierno de Alvarado
en Guatemala.
En la primera clusula declar el obispo que Alvarado haba dejado
en un valle inmediato a la ciudad de Guatemala una hacienda o labranza
con muchos esclavos casados, que en su concepto no haban sido esclavizados con segura conciencia; y por eso dijo en la misma clusula: En
los aos primeros de la poblacin de la dicha labranza, el dicho Adelantado llam los Seores principales de los dems pueblos que el dicho
Adelantado tenia en encomienda, les hizo cierta pltica, y les pidi
cada seor de cada pueblo que le diessen tantas casas con sus principales para las poner juntar en la dicha labranza. Los quales como le
tuviessen por seor, averlos l conquistado se las dieron assi como las
pidi. Esse herr por esclavos los ms dellos sin preceder otro exmen.
para descargo de la conciencia del dicho Adelantado, y conforme lo
que y con l tena comunicado platicado, y lo que sabia de su voluntad, digo: que dex por libres todos los indios esclavos que estan en la
dicha labranza milpa: sus mugeres hijos.64
Esa labranza o hacienda en que trabajaban los referidos esclavos, fue
transformada en una encomienda, con cuyo producto fund el obispo dos
capellanas para que sus capellanes dijesen cierto nmero de misas por el
alma de Alvarado y de su mujer doa Beatriz de la Cueva. Dispuso, adems, que si sobraba alguna renta, se repartiese en los pobres de Guatemala, y en dotar a las hijas hurfanas de los conquistadores.
Como Alvarado tena tambin en las minas esclavos injustamente
hechos, el obispo dispuso en otra clusula lo siguiente: Por cuanto el
dicho Adelantado (que en gloria est) dej muchos esclavos sacando oro
en las minas, lo que era gran cargo para su alma pues los haba pedido
los indios que tena en encomienda, y ellos se les habian dado del mismo
modo que se ha referido en la clusula anterior; sobre cuya injusticia yo
le habl muchas veces, y l la reconoci; pero como tena muchas deudas, no se atrevi a hacer lo que convena para la seguridad de su conciencia. Y el referido Adelantado siempre me dijo que cuando estuviese
libre de deudas libertara esos esclavos.
Fundado en estas consideraciones, el obispo declar que esos esclavos fuesen libres despus que hubiesen ganado lo suficiente para pagar

JOS ANTONIO SACO

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las deudas del difunto adelantado; y dejar alguna cosa que pudiese darse a sus hijos naturales; porque mientras llegaba ese da, se les tratase
bien e instruyese, ponindolos despus en la mencionada labranza.
Por ltimo, el testamento contena otra clusula relativa a las conquistas de Alvarado, en las cuales haba hecho mucho mal a los indios;65
pero como ese dao no poda apreciarse, y la conciencia de Alvarado
deba quedar exonerada, el obispo dispuso que se enviasen a Castilla
500 pesos de oro para la redencin de cautivos. Sin negar yo que este
legado tena un fin piadoso, mejor hubiera sido destinarlo al bien de
algunos indios, o a obras de beneficencia en Guatemala.
Luego que el virrey de Nueva Espaa don Antonio de Mendoza supo
la muerte de Alvarado, comunicola a su viuda doa Beatriz de la Cueva.
Sumiola tan fatal nueva en el ms profundo dolor, y son tan curiosos los
incidentes que ocurrieron, que same permitido referirlos brevemente
en gracia de su extraeza.
Entregada a la desesperacin negose por algunos das a todo alimento: hizo pintar su casa de negro por dentro y por fuera: a nadie
quera ver ni or, y retirada al fondo de una pieza oscura, all prorrumpa
en sollozos y lamentos. Condolido de su situacin fue a consolarla el
venerable religioso fray Pedro de Angulo, y con un espritu evanglico
le dijo que Dios castigaba a los hombres con dos especies de males, unos
grandes, y otros pequeos; que los grandes eran cuando Dios los privaba de su gracia en esta vida, o del cielo en la futura; y que pequeos eran
aquellos en que los privaba de las cosas terrenales, como las haciendas,
mujeres, hijos, o maridos. Al or estas palabras doa Beatriz salt como
una vbora pisada, y exclam: Vyase Ud. Padre, y no vuelva aqu con
estos sermones: por ventura tiene Dios ms mal que hacerme, despus
de haberme quitado al adelantado mi seor.66
Nadie hubiera pensado que en medio de tan terribles circunstancias
esa mujer abrigase en su corazn los sentimientos que manifest, pero
como dice fray Antonio Remesal: Con todos estos extremos [alude a su
dolor] exceda su ambicin a las lgrimas, y el deseo de mandar la falda
de mongil y pliegues de la toca.67
Alvarado, al salir de Guatemala para combatir a los chichimecas en
Nueva Espaa, dej por su teniente a su cuado el licenciado don Francisco de la Cueva; y cuando aqul muri, el virrey de Mjico nombr a
ste de gobernador interino, mientras el emperador ordenaba otra
cosa;68 mas, doa Beatriz deseaba el mando, y pasados que fueron los
nueve das que duraron las exequias de su marido, llam a su casa al
obispo, a los alcaldes y regidores para instarles que le nombrasen gobernadora. Juntose el ayuntamiento el 9 de septiembre de 1541, y despus de una larga discusin, accedi a sus deseos por un voto casi unnime, pues slo se opuso enrgicamente Gonzalo Ortiz, uno de los alcaldes.

252\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

Hecha que fue su eleccin, ella nombr por su teniente al mencionado


don Francisco, su hermano. Ejemplo extrao de gobierno, no slo por
la persona en quien recay, sino por su cortsima duracin, pues al cabo
de dos das doa Beatriz y centenares de personas, perecieron en las
ruinas de Guatemala destruida por un terremoto acompaado de la erupcin de un volcn de agua, que estaba en su vecindad.69
Muchos aos antes de la muerte de Alvarado, y desde 1530, fundose
una audiencia en Guatemala, cuyo distrito empezaba en los ltimos trminos de Tecoantepec acabando en los de Costa Rica. Sin contar las
provincias menores, estaba dividida en 13 principales, que eran Chiapa,
Soconuso, Suchitepec, Cuatemalan, Vera-Paz, Calcos, San Salvador, San
Miguel, Honduras, Chuluteca, Nicaragua, Taguzgalpa, y Costa Rica.70
Como esa Audiencia estaba situada en los lmites confinantes de
Guatemala, Nicaragua, Honduras y Yucatn, llamsela Audiencia de
los Confines.
Entre esas provincias erigiose despus en obispado la de Chiapa.
Como Casas haba sido el alma de las Nuevas Leyes, el gobierno fij los
ojos en l para que aceptase el obispado de aquella provincia, donde era
necesaria la presencia de un hombre de su carcter y autoridad; y aunque poco antes haba rehusado por razones poderosas el obispado del
Cuzco, viose obligado a aceptar el de Chiapa que se hallaba vacante por
muerte de don Juan de Arteaga, su primer obispo.
Acompaado de algunos religiosos parti de Sanlcar para su nueva
dicesis en 10 de julio de 1544, y lleg a Santo Domingo el 9 de septiembre del mismo ao, donde sufri mil desaires y amarguras de los castellanos all establecidos. Continu su navegacin con inmensos trabajos
y no pudo llegar a Ciudad Real, capital de Chiapa, hasta febrero de
1545. Recibironle con grandes festejos y alegra, pensando los castellanos que con estos halagos ablandaran el temple enrgico de Las
Casas; ms, pronto conocieron su error, y los aplausos y obsequios que
le tributaron, convirtironse en invectivas y ultrajes.
Uno de los objetos principales de su misin era hacer cumplir las
Nuevas Leyes, pues el trfico de esclavos continuaba y en slo el pueblo
de Tecucitlan haban los espaoles de Guatemala esclavizado 700 indios.71
Cuando l vio la obstinada resistencia de aquellos hombres, y que ni
sus pblicas predicaciones ni sus consejos y privadas amonestaciones
producan efecto alguno en su grey, apel a las armas espirituales, privando de los sacramentos a cuantos retuviesen a los indios en esclavitud; y para lograr su fin, suspendi a todos los confesores de la ciudad,
excepto al den y un cannigo de la catedral a quienes les dio un memorial de casos que reservaba para s, y que casi todos se reducan a actos
de injusticia contra el prjimo. Dura, por cierto, era esta medida; mas,
no faltaban motivos poderosos para dictarla. Oigamos a Remesal:

JOS ANTONIO SACO

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A escondidas de sus amos se le entraba la indiezuela en casa, toda


baada en lgrimas, y asida sus pies le deca. Padre mo y gran seor,
yo soy libre, miradme, no tengo hierro en la cara, y mi amo me tiene
vendida por esclava: defindeme, que eres mi padre, y aada estas
otras razones de gran ternura que las mujeres indias son muy sentidas
y significan con extremo su dolor. Los hombres acudian ms amenudo,
por que era ms ordinaria su desgracia, y los unos y los otros continuaban la compasion del piadoso pastor, y le encendan en fervorosos deseos de poner remedio a tantos males.72
Temblaron los castellanos de esta censura espiritual a que no estaban acostumbrados, y valindose de la mediacin del den y de los padres mercedarios, pretendieron mitigar al obispo para que revocase la
orden que haba fulminado. Mas, hallndole inflexible en el cumplimiento
de su deber, pasaron a requerirle con la bula del Papa sobre las Indias,
a lo cual respondi el que en la bula no haba nada de guerra, ni de
facultad para hacer esclavos, y sobre todo que el Papa no le poda mandar que diese los Sacramentos a los que no slo no tenan propsito de
enmendarse del pecado, pero que ni dejaban de pecar. Volvironle a requerir formalmente por ante escribano para que diese licencia de absolverlos, amenazndole que de lo contrario, se quejaran de l al arzobispo de Mjico, al Papa, al rey, y a su consejo, como de un hombre
alborotador de la tierra, inquietador de los cristianos y su enemigo, y
favorecedor y amparador de unos indios feroces. Oh ciegos respondi l, y como os tiene engaados Satans! Qu me amenazais
con el arzobispo, con el Papa y con el rey? Sabed que, aunque por la ley
de Dios estoy obligado a hacer lo que hago, y vosotros a hacer lo que os
digo, tambin os fuerzan a ello las leyes justsimas de vuestro rey, ya
que os preciis de ser tan fieles vasallos suyos. Entonces sac las Nuevas Leyes, y leyndoles las que trataban de la libertad de los esclavos:
Ved les dijo, si soy yo quien se puede quejar mejor de lo mal que
obedecis a vuestro rey. De esas leyes tenemos ya apelado dijo uno, y
no nos obligan mientras no venga sobrecarta del Consejo.Eso fuera
bien replic el obispo, si no tuvieran embebida en s la ley de Dios,
y un acto de justicia tan grave como la libertad de un inocente tan injustamente opreso y cautivo, como lo estn todos los indios que se compran
y venden pblicamente en esta ciudad.73
Terminada esta escena tan desagradable, repitiose a pocos das otra
sumamente escandalosa. Faltando el den a la confianza con que Las
Casas le haba honrado, empez a absolver y a dar los sacramentos a
muchos espaoles poseedores de esclavos, y que traficaban en ellos.
Convidole el obispo a comer a su casa para reconvenirle fraternalmente; acept el den, pero no asisti. Con este motivo, Las Casas le mand
llamar y l se excus, metindose en cama como enfermo. Llamado de

254\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

nuevo, dio la misma excusa; vindose obligado el obispo, despus de


amenazas y censuras, a librar contra l un mandamiento de prisin. Lo
que entonces acaeci, dejo que lo refiera el imparcial bigrafo de Las
Casas.
Fuele forzoso al Den seguir al alguacil y clrigos que fueron
prenderle; y hallando la calle llena ya de gente que habia acudido la
novedad, empez decir voces que le ayudasen, y que l los confesara todos y los absolvera. Un alcalde en vez de sosegar el tumulto, lo
inflam con las imprudentes voces de: Favor al rey y la justicia!
acudi todo el pueblo en armas, y mientras los unos sacaban al Den
de las manos de los clrigos, los otros acudieron tomar la puerta de
los frailes dominicos para que no saliesen del convento, y los otros en
tropel gritando furiosos: Aqu del Rey! inundaron las habitaciones
del Obispo.
Los que estaban en las primeras salas procuraron sosegarlos; pero
el Obispo, que estaba en su aposento, oyendo las voces, sali hablarles: y aunque un religioso dominico que se hallaba all la sazon, temiendo algun atropellamiento, le volvi dentro del aposento, all se
entraron con l los cabezas del alboroto, descomponindose en ademanes y en acciones y haciendo alguno de ellos propsito y juramento
de matarle. l lo miraba y escuchaba todo con intrepidez y sosiego, y
las razones que les dijo fueron tales, y su compostura y ademan tan
venerables y persuasivos, que salieron confundidos en el momento que
quiso despedirlos.
El Den aquella misma noche se sali de la ciudad. Uno de los alcaldes se present armado al Obispo, ofrecindose ir a buscarle y traerle
preso a sus pies: l no lo consinti, y se content con privarle de la facultad de confesar, y declararle incurso en excomunion.74
Sosegado el alboroto, los padres dominicos convencidos de que haba de repetirse, y temiendo por la vida de Las Casas, aconsejbanle
que se ausentase; pero l les responda: y a dnde queris que vaya?
A dnde estar seguro tratando el negocio de la libertad de estos
pobrecitos? Si la causa fuera ma de muy buena gana la dejara para que
cesaran estos miedos y se sosegaran todos; pero es de mis ovejas, es de
estos miserables indios, oprimidos y fatigados con servidumbre injusta
y tributos insoportables que otras ovejas mas les han impuesto. Aqu
me quiero estar, sta es mi iglesia, y no he de desampararla. ste es el
alczar de mi residencia, quirole regar con mi sangre, si me quitaren la
vida, para que se embeba en la tierra el celo del servicio de Dios que
tengo, y quede frtil para dar el fruto que yo deseo, que es el fin de la
injusticia que la manda y posee. Y para alentarlos aada: Son antiguos
contra m estos alborotos y el aborrecimiento que me tienen los conquistadores: ya no siento sus injurias, ni temo sus amenazas; que segn

JOS ANTONIO SACO

/255

lo que ha pasado por m en Espaa y en Indias, esta gente estuvo muy


contenida el otro da.
Traspasado el corazn de Las Casas con las miserias que padecan los
indios, determinose a ir a la Audiencia de los Confines para exponer ante
ella la necesidad de remedio a tantos males. Parti, pues, en junio de
1545, para la ciudad de Gracias a Dios, donde estaba a la sazn aquel
tribunal, y al que tambin haban acudido entonces con el mismo fin los
obispos de Guatemala y Nicaragua. Las Casas, luego que lleg, present
a la Audiencia un largo memorial, refiriendo los males que sufran los
indios, proponiendo su remedio y pidiendo su libertad en cumplimiento
de las leyes recin publicadas. Pero all le aguardaban nuevos desaires y
ultrajes; pues los magistrados de aquella Audiencia, cuando le vean en
ella, solan decir: echad de ah a ese loco. Entre esos jueces sealose
por su insolencia e ingratitud, el licenciado Maldonado su presidente, quien
haba por la influencia de Las Casas obtenido tan elevado puesto. Arrebatado un da llamole en su frenes bellaco, mal hombre, mal fraile, mal
obispo, y que mereca un severo castigo. A este torrente de injurias, Las
Casas, reportado y sereno, ponindose la mano en el pecho, mirndole
fijamente, e inclinando un poco la cabeza, slo le contest : yo lo merezco
muy bien todo eso que V.S. dice, seor licenciado Alonso Maldonado; con
lo cual daba a entender, que habiendo sido l quien propuso a hombre
semejante para tal empleo, de nadie tena que quejarse.
Al fin, aquellos oidores, o por libertarse de las reclamaciones de Las
Casas, o convencidos de que algo deban hacer en su cumplimiento de
las Nuevas Leyes, acordaron que fuese uno de ellos a visitar la provincia de Chiapa. Entonces, Las Casas torn a Ciudad Real, y a su llegada
los espaoles asaltaron armados el convento de la Merced en que se
haba alojado, ultrajronle hasta con las ms groseras palabras, y aun
amenazronle de muerte. Pero aquella turba desenfrenada pas como
por encanto del furor a la calma, y al cabo de tres horas echose a sus
pies, pidindole perdn de lo que haba hecho, sacndole en solemne
procesin por las calles y festejndole al siguiente da con un juego de
caas. A pesar de estas alegres demostraciones, l resolvi abandonar
una grey tan turbulenta, pues como la raz del mal exista sin que le
fuese dado arrancarla, saba que las pasiones populares exaltadas por
el inters personal, haban de ocasionarle nuevos ultrajes y amarguras.
Trat, pues, de acelerar su partida de una tierra que tan mal le haba
recibido, y como a la sazn fue llamado por el visitador de Mjico don
Francisco Tello de Sandoval para que asistiese a una junta de prelados
que en aquella ciudad se haba de reunir, segn ya he dicho en otra
parte, marchose para Mjico en 1546.
Habindose cometido en Guatemala tantas injusticias bajo la gobernacin de Alvarado, que los restos de los indios de Tlaxcala y Mjico

256\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

que con l fueron a la conquista de aquella provincia, elevaron al emperador en 1547 un memorial, manifestndole los agravios que haban sufrido; pues adems de haberles impuesto a todos enormes tributos, fueron esclavizados los que no haban muerto. Los pocos que quedaban en
nmero de 40 a 50, pidieron al monarca que se les devolviese su libertad; peticin que no fue desatendida, pues al dignsimo licenciado Cerrato
que de la Audiencia de Santo Domingo haba pasado a la presidencia de
los Confines, mandsele que examinase el asunto, y que hiciese justicia
desagraviando a esos indios. Al pie del memorial no aparece firma alguna; mas, hubo de ser obra de algn religioso, y como hasta ahora ha
permanecido indito, insrtole por nota.75
Habase dado un gran paso en favor de la libertad de los indios, pues
mandose en 1548 a la Audiencia de los Confines, que en las provincias
de Guatemala, Chiapa, Nicaragua y Honduras se declarase libres a todas las mujeres de cualquier edad que fuesen, y a todos los varones que
no tenan 14 aos al tiempo de haber sido esclavizados, no obstante que
fuesen en guerra, entrada, o rancheras hechas en tierras de indios
amigos o enemigos, porque stos no pudieron ser tomados por esclavos,
ni aun en caso de rebelin. En cuanto a los esclavos de mayor edad
hechos en la guerra, ordenose que el poseedor probase, que el indio fue
cogido en guerra justa, y que en ella se guardaron todos los requisitos
exigidos por las leyes, pues de lo contrario deban darse por enteramente libres, aunque estuviesen herrados, por tener en su favor la presuncin de libertad. Si entre esos esclavos haba alguno, que pareciera ser
vendido como perteneciente al quinto del rey, la Audiencia oyese a su
fiscal; y siendo as, la Real Hacienda pagase al comprador el precio que
haba dado. Respecto de los dems esclavos que no lo eran por va de
guerra, y que reclamaban su libertad, mandose a la Audiencia, que oyendo a los esclavos y compradores, hiciese breve y sumaria justicia, conforme a la ley ltimamente promulgada sobre los esclavos.76
Justas eran esas disposiciones, y para que se cumpliesen, hallbase
todava a la cabeza de aquella Audiencia el ya mencionado Cerrato. No
es, pues, extrao que ese benemrito magistrado hubiese escrito al
emperador desde Gracias a Dios en 28 de septiembre de 1548, anuncindole que de la costa de Guatemala haban llevado al Per ms de
6 000 indios libres por esclavos: de manera que ya estaba despoblada
aquella costa.77 Y no fue en vano su queja, porque el gobierno le contest, que castigase aquellos delitos con todo el rigor de justicia.
Empeado el monarca en que ni en Guatemala, ni en ninguna otra
provincia del Nuevo Mundo se atentase contra la libertad de los indios,
repiti en Castelln de Ampurias a 24 de octubre del mismo ao de 1548
la orden general de que en ninguna parte se esclavizase a los indios, aun
en caso de guerra justa y mandada hacer por la legtima autoridad; que

JOS ANTONIO SACO

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tampoco nadie pudiese tener por ningn ttulo esclavos aun de los mismos que los indios entre s tenan por tales y que todos los que contraviniesen a esta ley, incurriesen en perdimiento de todos sus bienes aplicados a la Real Cmara y Fisco, restituyendo el indio o indios esclavos a
sus propias tierras, con entera y natural libertad, a costa de los que los
cautivaron, o tuvieron por esclavos.78
Al salir de Guatemala echar una rpida ojeada sobre la regin que
se halla entre sus confines y la pennsula de Yucatn. Vivan en ese espacio diferentes naciones o tribus no conquistadas, siendo las principales los itzaes, lacandones, petenes, mopanes, cheaques, choles,
chinamitas, cabojes, uchines, ojoyes, tirampies y otras muchas.79 Como
todas eran indmitas, tratose de convertir algunas de ellas; mas, habiendo los lacandones dado muerte a dos misioneros, y llegado a la corte esta noticia, expidiose una Real Cdula en 1558 para que la Audiencia
de Guatemala tratase de someterlos por medios suaves; pero que si no
poda conseguirlo, se les declarase la guerra, esclavizando a los prisioneros, no obstante la prohibicin general de hacer esclavos promulgada
en aos anteriores por el rey don Carlos.
Publicose aquella Real Cdula en Guatemala el 3 de enero de 1559 y
en su consecuencia environse tropas contra los lacandones, a quienes
cogieron los espaoles como 200 que fueron esclavizados y llevados a
Guatemala, a pesar de las reclamaciones del obispo que entonces resida en Chiapa y que no era, por cierto, el gran Bartolom de las Casas.80
Empeose el gobierno en someter los indios que componan las referidas naciones; pero como sa fue obra de la segunda mitad del siglo XVI y
parte del XVII en que ya haban triunfado las benficas ideas del padre
Las Casas y de otros amigos de los indios, aquella conquista, o no los
dio, o si los dio, fue en corto nmero, porque se hizo ms por la predicacin evanglica que por las armas.81
Cruzando el golfo de Mjico, y entrando en la Florida, veamos rpidamente lo que all aconteci en punto de esclavitud, pues aunque su
conquista fue posterior a la de otros pases situados en el hemisferio
meridional, conviene seguir aqu el orden geogrfico ms bien que el
cronolgico para dar ms unidad a esta narracin.

Notas
1

En la isla de Cuba llmanse higeras, con la hache aspirada, cuyo sonido es jigeras, y
al rbol que las produce se le dice Gira.

Herrera, dc. 4, lib. VIII, cap. III.

258\
3

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

Herrera, dec. 4, lib. VIII, cap. VIII.

Herrera, dc. 4, lib. I, cap. VII.

Herrera, dc. 3, lib. V, cap. VII.

Herrera, dc. 3, lib. V, cap. XII.

Super Christofori Oliti, de quo lata mentio facta est in superioribus, inobservantia,
Cortesium tanta rabies invasit; ut vivere ulterius nolle videretur Olito impunito, cum
marium et venarum gutturis summo tumore prae ira, saepe dedit de tanta animi
perturbatione signa, neque verbis id significantibus abstinuit. (Peter Martyr, De
Orbe Novo dc. 8, cap. X.)

Relacin quinta de Corts a Carlos V, en 3 de Septiembre de 1526, publicada en la


Coleccin de Documentos inditos para la Historia de Espaa, tom. IV, no 2, mayo de
1844, Madrid.

Relacin quinta acabada de citar.

10 Relacin quinta acabada de citar. Bernal Daz del Castillo, Historia (...) de la Conquista
de la Nueva Espaa, cap. CLXXXIII. Herrera, dc. 3, lib. VI, cap. X.
11 Herrera, dc. 3, lib. VIII, cap. IV.
12 Herrera, dc. 4, lib. II, cap. V.
13 Herrera, dc. III, lib. IX, cap. X.
14 Carta de Diego Lpez de Salcedo al emperador desde la villa de Trujillo en Honduras a
31 de Diciembre de 1526. Este documento existe en el Archivo de Simancas, y una copia
de l se halla en la Coleccin... de Muoz, tomo LXXVII. Herrera, dc. 4, lib. I, cap. VI.
15 Instruccin de Diego Lpez de Salcedo a Diego Mndez de Inostrosa en el cargo que
lleva de su Teniente de la villa de Trujillo, fecha en la ciudad de Len a 20 de Agosto de
1527. (Muoz, Colec., tom. LXXVIII.)
16 Herrera, dc. 4, lib. I, cap. VII.
17 Herrera, dc. 4, lib. I, cap. VII.
18 Carta de Francisco de Barrientos, veedor de Honduras, escrita en Trujillo al emperador en 29 de Marzo de 1530. Carta de Andrs de Cereceda a Hernando de Castro,
factor de S.M. en la isla de Cuba, fecha en Honduras en 1530. Estas dos cartas se hallan
en la Coleccin... de Muoz. Vase tambin a Herrera, dc. 4, lib. I, cap. VII.
19 Herrera, dc. 4, lib. I, cap. VII.
20 Herrera, dc. 2, lib. III, cap. IV.
21 Lista de los indios esclavos y naborias hechas por mandado de Diego Lpez de Salcedo
en Trujillo a 28 de Febrero de 1529. (Muoz, Colec.)
22 Muoz, Colec.
23 Herrera, dc. 4, lib. VII, cap. III y IV, y dc. 5, lib. I, cap. IX.
24 Comunicacin de Andrs de Cereceda al emperador y al Consejo de Indias en Trujillo a
31 de Marzo de 1530. (Muoz, Colec., tom. LXXVIII.)
25 Herrera, dc. 5, lib. I, cap. IX.
26 Herrera, dc. 5, lib. I, cap. X.
27 Herrera, dc. 5, lib. IX, cap. VIII. Vase tambin la dcada 6, libro I, captulo VIII, en que
el fro Herrera dice, que la crueldad de Cereceda exceda a toda humana prudencia.
28 Carta al emperador de Jernimo de San Martn fecha en San Pedro a 23 de Abril de
1537.

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29 Poder general del Cabildo de la villa de San Pedro del Puerto de Caballos, dado a sus
procuradores en Corte a 12 de Agosto de 1536.
30 Herrera, dc. 6, lib. III, cap. XIX.
31 Oviedo, Historia (...) de las Indias, tom. IV, lib. XLI, cap. I. Herrera, dc. 6, lib. VII,
cap. IV.
32 Carta al emperador del Adelantado D. Francisco de Montejo, fecha en Naco en la provincia de Hibueras, a 28 de Julio de 1537.
33 Este documento se halla en la Coleccin... de Muoz. Vase tambin para ilustracin de
estos asuntos las dos cartas del adelantado D. Francisco de Montejo al emperador sobre varios asuntos de la gobernacin de Honduras en el tomo II de la Coleccin de
Documentos Inditos del Archivo de Indias. (V. M. y M.)
34 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib XLII, cap. XI.
35 Herrera, dc. 4, lib. IV, cap. IX.
36 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XLII, cap. XI.
37 Herrera, dc. 4, lib. III, cap. II.
38 Relacin al emperador don Carlos del licenciado Castaeda fecha en Len de Nicaragua a 5 de Octubre de 1529.
39 Casas, Remedio 8, Razn 11.
40 Herrera, dc. 5, lib. VII, cap. II.
41 Ciudad de Granada (Nicaragua) al emperador en 30 de Julio de 1535. (Muoz, Colec.)
42 Al emperador Francisco Snchez, uno de los primeros pobladores de Nicaragua y de
poco ac escribano de Cabildo de Granada. Granada 2 de Agosto de 1535. (Muoz,
Colec., tom. LXXX.)
43 As consta de las dos informaciones citadas en el texto y que se hallan en la Coleccin...
de Muoz.
44 Las Casas, Brevsima Relacin de la Destruccin de las Indias, captulo de la Provincia de Nicaragua.
45 Carta al emperador de Hiermo de Ampies en fecha en Granada a 30 de Junio de 1538.
(Muoz, Colec., tom. LXXXI.)
46 Las Casas, Brevsima Relacin de la Destruccin de las Indias, captulo de la Provincia de Nicaragua.
47 Oviedo, Historia (...) de las Indias, en diferentes partes del libro XLII.
48 Relacin de los sucesos de Pedrarias, ya citada.
49 Las vidas [dice] de los espaoles son las ms corruptas que jams se vieron entre
cristianos: no las podemos correjir, ni se nos da favor para ello, ni an los clrigos que
tenemos en nuestras iglesias. Las Iglesias estn en grandsima opresion y subjesion y
menosprecio. De todo lo que hemos de dar estrecha cuenta Dios y perdemos nuestras
nimas, si ello se pierde en nuestras manos, y estamos obligados dar nuestros oficios
viendo que no conseguimos el fin dellos, ni podemos hacer lo que debemos... Si las
probisiones y cdulas que en favor desto V.A. da, ac se obedeciesen y cumpliesen, no
andara este negocio como anda. Y as es menester que el favor que se nos diere no
dependa sino del Real Consejo. (Al Prncipe para el Consejo fray Antonio de Valdivieso
obispo de Nicaragua Gracias a Dios, 10 de Noviembre de 1545.) (Muoz, Colec.,
tom. LXXXIV.)
50 Carta cuarta de Corts, 8, al emperador, fecha en la ciudad de Temixtitan, a 15 de
Octubre de 1524.

260\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

51 Relacin primera de Pedro Alvarado a Hernando Corts, en Barcia, tom. I.


52 Relacin de Alvarado a Corts, en Barcia, tom. I, p. 159.
53 Relacin segunda de Pedro Alvarado a Hernn Corts en que se refieren las guerras y
batallas para pacificar las provincias de Chapotulan, etc., publicadas en Barcia, tom. I.
Bernal Daz del Castillo, cap. CLXIV. Herrera, dc. 3, lib. V, cap. VIII y X.
54 Relacin de los sucesos de Pedrarias Dvila en las Provincias de Tierra Firme, etc.,
por Pascual de Andagoya. Navarrete, tom. III.
55 Muoz, Colec., tom. LXXV.
56 Carta al emperador del contador Zurrilla, del tesorero Francisco de Castellanos, y del
factor Gonzalo Ronquillo, Oficiales Reales de Guatemala, fecha en esta ciudad a 28 de
Septiembre de 1531. (Muoz, Colec.)
57 Carta de la Audiencia de Mjico a la emperatriz a 31 de Marzo de 1531. (Muoz, Colec.,
tom. LXXIX.)
58 Muoz, Colec., tom. LXXIX.
59 Esto decimos por el yerro de recate que se enbi para la desdichada provincia de
Gutimala, desdichada decimos porque en su conquista fue muy sin misericordia destruida, y agora que estava pacfica donde havia de ser faborecida para que se restaurase, vinole el hierro conque del todo se acabe de consumir. Mal conforman las mercedes
que ac se prometen los que su Rey se subjetan con las obras que agora de mano de
su Prncipe reciben; de una cosa hacemos cierto V.M., que no estar muy ocioso vuestro adversario porque este hierro le dar almas artas que lleve, que segun la cobdicia es
grande, la priesa que dan los Espaoles rescatar no es pequea, la poca resistencia
de los naturales y la misericordia de los mineros no muy crecida, bien creemos que cada
dia tiene bien que llevar: la feria anda ya tan encendida que 2 pesos vale cada alma,
ans se venden los esclavos: de una cosa se podr alabar V.M. que tienen renta del mas
precioso oro que hay en el mundo porque lo de otro es oro de tierra, y lo otro es oro de
almas. O Catlico Prncipe, y este es el galardon que de vuestras reales manos esperaban vuestros vasallos? y este es el tesoro que la Iglesia esperaba de las ovejas vos
encomendadas? No podemos alcanzar con que spiritu fu movido el que tal relacion fue
a dar vuestro consejo para que tan grand crueldad concediese, ni podemos imaginar
quan perentorias fueron las razones de aquel que ans pudiese convencer la sabidura
de tan claros varones como hay en vuestro alto consejo para que tal cosa otorgasen, y
ans creemos que devio ser muy stil y engaosa la plida ocasion que di de algun gran
provecho para la tierra el que esto pidi, pues que asistencia tan Catlica conmovi,
porque la concesion del hierro es contra la ley divina, la qual no consiente que los libres
se hagan esclavos, aunque en la tal servidumbre entrevenga autoridad real, pero podrn decir los de vuestro Real consejo que ellos no dan autoridad para herrar sino los
que son justamente esclavos: esto decimos que ac no se hierran sino libres, la razon
es porque los Espaoles tienen sobrada cobdicia e importunan sus Caziques que les
rescaten esclavos trueco del tributo que les han de dar, los tristes por verse libres
danles de sus macicales libres por esclavos, los quales por miedo no osan alegar libertad, y como el hierro se encomendo quien lo procur, no cura de hacer larga examinacion
que si el tal hierro se encomendara otro tal efecto reprobado como el de Mxico, no
tubieramos mucha pena. Lo segundo la tal concesion es contra vuestro imperial oficio,
el cual es amparar la Iglesia libertar los injustamente cautivos: y como Seor el
sacro leo con que fuistes ungido por coadjutor de Dios fu para afiar vuestro real
cochillo contra los inocentes pupilos. Para contra los tiranos os concedi l esto, que el
Vicario de Cristo el dia de vuestra imperial coronacion os dio, que no para contra los
tristes vasallos vuestros: Ampare de V.M. la Iglesia la cual vaya camino del Guatimala y

JOS ANTONIO SACO

/261

remediala con tiempo, porque en otra manera no proseguir su camino, por que cuando
llegare no havra quien predicar sino las casas desiertas y los animales del monte
segun la priesa hay en esta triste feria. Lo tercero contra la condicion conque V.M.
recibi del Romano Pontfice estas tierras, que fue para que convertiesedes estas gentes que no para que las vendiesedes. Lo quarto es contra toda ley de buena gobernacion
la cual quiere que las tierras Reynos se conserven y aumenten y no que se destruyan,
si la obligacion de vuestro imperial oficio y la condicion conque estas tierras recibistes
no os mueben que V.M. tan grande mal remedie, muvaos la conservacion de vuestra
hacienda puesto que nuestra querella va enderezada contra V.M. Bien sabemos que no
tiene la culpa sino vuestra ausencia y por tanto nos querellamos V.M. que nos haga
justicia de si mismo por que se nos fue, y pues que ya la divina clemencia os trajo
donde nuestras flacas oraciones pedian, remedie con tiempo esta heredad que el Seor
os encomend y consolad nuestra angustiada tristeza. Crea V.M. que mas esperavamos
que mandaran libertar los esclavos que tienen los naturales, porque son injustamente
hechos, que no que mandara herrar de nuevo: en las confesiones que hacen les hemos
mandado algunos que dejen los esclavos para que sean verdaderos cristianos, y lo han
hecho: pues no es razon que vean que nosotros Espaoles Cristianos los hacen. Desta
su grand cibdad de Mxico postrero de Julio de 1533.Pobres capellanes siervos de
V.N.Fray Jacobo de Tastero custodio y siervoFray Antonio de Ciudad Rodrigo.
Fray Garca de Cisneros.Fray Arnaldus de Basatzio.G. F. Alfonsus de Guadalupe.F. Cristoval de Zamora.F. Alonso de Herrera.F. Andrs de Olimpos.F. Francisco Ximenez.F. Gaspar de Burguillos.Motolinia (Fray Toribio). (Muoz, Colec.,
tom. LXXIX.)
60 Carta del licenciado Pedraza al emperador fecha en Gracias a Dios a 18 de Mayo de
1539. (Muoz, Colec.)
61 Relacin segunda de P. Alvarado, en Barcia, tom. I, p. 165.
62 Herrera dice en la dcada 7, libro II, captulo XI que muri de un gran golpe que le dio
en el pecho un caballo que rodaba por la montaa.
63 Herrera, dc. 7, lib. II, cap. XIII.
64 Remesal, Historia de Chiapa y Guatemala, lib. IV, cap. VII.
65 Remesal, Historia de Chiapa y Guatemala, lib. IV, cap IX.
66 Remesal, Historia de Chiapa y Guatemala, lib. IV, cap. III.
67 Remesal, Historia de Chiapa y Guatemala, lib. IV, cap. III.
68 Herrera, dc. 7, lib. II, cap. XI.
69 Sobre esta catstrofe vase a Gonzalo Fernndez de Oviedo en su Historia General y
Natural de las Indias, libro XLI, captulo III; a Herrera, dcaca 7, libro II, captulos
XIII y XIV, y a Remesal, Historia de Chiapa y Guatemala, libro VII, y a Juarros, Historia de Guatemala, tomo II, tratado 6.
70 Herrera, dc. 4, lib. VIII, cap. VIII.
71 Informacin hecha en Tecucitlan en 2 de Julio de 1545, a pedimento de fray Pedro de
Angulo, vicario de los dominicos que residan en aquel pueblo. (Muoz, Colec.)
72 Remesal, Historia de Chiapa y Guatemala, lib. VI, cap. II.
73 Vida de Fray Bartolom de las Casas, por don Manuel Jos Quintana.
74 Vida de Fray Bartolom de las Casas, por Quintana.
75 He aqu el memorial:
Los Indios de Tlaxcala con todas sus comarcas y Mexicanos que habitamos en Guatemala decimos que venimos conquistar esta provincia bajo el yugo pesado del Adelan-

262\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

tado Alvarado, y D. P Puertocarrero ms de 1 000 combatientes con grandes trabajos


de hambres, sed, pestilencia, y malos tratamientos de los Espaoles que ahorcaron y
mataron muchos de nosotros, sobre hacernos tributar esclavos ms de 400 gallinas, axi,
alpargates. Y no obstante la esclavitud en que nos tenan, les ayudamos con personas y
armas. Perecimos gran numero, y los que quedamos se partieron como esclavos entre
capitanes y su gente 20, 10, 5. No qued entre nosotros Cacique ni principal en libertad. Ya pacificada esta tierra aflojaron nuestros trabajos aunque siempre fuimos tratados como esclavos, ni cumplieron ninguna de las promesas de hacernos cabezas de Indios de aqu para que arraigasemos en la tierra. Pasados aos fu Alvarado Castilla, y
vino hecho Adelantado y comenz hacer grande armada para descubrir tierras nuevas: donde comenzaron crecer nuestros trabajos en tributos, cortar madera, hacer
pez, maromas, carbon para hacer naos. En esto perecimos muchos. Despues han minorado los trabajos, y ahora hemos venido quedar 40, 50, de cada parte de Tlaxcala y
Mexico. Suplicamos nos mande dar libertad, de modo que no conozcamos ni tributemos
otro que V.M. Y venga Provision firmada del Real nombre porque ya hay Cedula
para nuestra libertad, y no la cumplen las justicias destas provincias, antes ellos son la
causa de todo nuestro mal; Guatemala, 15 Marzo 1547. (Muoz, Colec.)
76 Herrera, dc. 8, lib. V, cap. V.
77 Carta al emperador escrita por el licenciado Cerrato desde Gracias a Dios, en 28 de
Septiembre de 1548. (Muoz, Colec., tom. LXXXV.)
78 Recopilacin de Leyes de Indias, lib. VI, tt. 2, ley 1.
79 Juan de Villagutierre Soto-Mayor, Historia de la Conquista de la Provincia de ltza,
Reduccin y progresos de la del Lacandon, y otras naciones de indios brbaros de la
mediacion del reino de Guatemala, las Provincias de Yucatan, en la Amrica
Setentrional, lib. I, cap. IV. Edicin de Madrid, 1701.
80 Villagutierre, Historia de la Conquista de la Provincia de Itza, etc., lib. I, cap. X y XI.
81 Los que deseen adquirir una extensa noticia acerca de los indios de la provincia de Itza
y de otras que estaban situadas entre Guatemala y la pennsula de Yucatn, pueden
consultar la obra ya citada de don Juan de Villagutierre Soto-Mayor, Historia de la
Conquista de la Provincia de Itza, etctera.

Libro Dcimo
RO DE LA PLA
TA Y PARAGU
AY1
PLAT
PARAGUA

Haba sospechado el almirante don Cristbal Coln que al travs del


nuevo continente exista un paso estrecho para ir de un mar a otro. Llevado el Rey Catlico de esta idea y deseando que sus naves llegasen por
el camino ms corto a las islas Molucas o de la Especera, envi en 1512
a Vicente Yez Pinzn y al piloto Juan Daz de Sols, que navegasen la
vuelta del sur del nuevo continente para ver si se encontraban el estrecho que se buscaba; y entonces fue cuando por primera vez se descubri
por los 35 y 36 de latitud la boca de un gran ro que los indgenas
llamaban Paran guaz, que significa Paran Grande.2 Aunque Herrera
refiere ese viaje al ao de 1512, cree, sin embargo, que no se hizo sino en
1515; pero como su opinin es contraria a la de otros historiadores contemporneos, y no la funda en razones ni documentos, yo no la seguir.
Si respecto del ao de ese viaje caben dudas, no hay ninguna acerca
del que despus emprendi el mismo Sols. En virtud de las noticias que
dio al rey de su descubrimiento, mand ste que aquel experto mareante continuase la obra comenzada. Parti Sols de Lepe con dos naves el
8 de octubre de 1515, y despus de haber recorrido la costa oriental del
continente lleg por fin al mencionado ro, que en espaol se llam Sols,
como su descubridor, y ms adelante Ro de la Plata, cuyo nombre le
vino de que Diego Garca recibi all, en 1527, cierta cantidad de ese
metal que le dieron los indgenas, procedente de lo que los indios guarans
llevaban en planchas y otras piezas grandes de las provincias del Per.
Como sa fue la primera plata que del Nuevo Mundo se introdujo en
Espaa, llamose por eso Ro de la Plata al descubierto por Sols.3 ste
tuvo en sus mrgenes una triste refriega que le cost la vida, lo mismo
que a los espaoles que con l desembarcaron. No pudiendo ya las dos
naves continuar su viaje, volvieron al cabo de San Agustn, donde antes
haban tocado, y cargando all de palo del Brasil, tornaron a Castilla.4
Herrera en el pasaje citado, Lpez Gomara en su Historia General
de las Indias, captulo LXXXIX; el jesuita Lozano en su Historia Manus-

264\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

crita del Paraguay, libro II, captulo I, y Antonio Len Pinelo en una
representacin que hizo en 1623 al Consejo de Indias, dicen que Sols y
los espaoles que con l desembarcaron en el Ro de la Plata, no slo
fueron asesinados, sino asados y comidos por los indios; pero Oviedo no
menciona esta ltima atrocidad, aunque asegura que Sols y sus compaeros murieron, y que la barca en que saltaron en tierra, fue cogida,
quebrada y quemada por los indios.5 Esta desgracia fue ocasionada por
los indios charonas en la ribera septentrional del Ro de la Plata, junto
a la boca de un arroyo entre Montevideo y Maldonado, y que an conserva el nombre de Arroyo de Sols. Que esos espaoles fuesen asados
y comidos, tampoco lo cree un autor espaol que acab de escribir la
historia del Ro de la Plata en el ao de 1806;6 y fndase para ello en que
no habiendo cosa tan durable como las costumbres entre los brbaros,
si lo hubiesen hecho, lo haran y no es as, ni conservan memoria de
semejante comida. Esta voz la esparcieron sin duda un hermano de Sols
y su cuado Francisco Torres, que iban de pilotos y fueron testigos del
desgraciado suceso, del que quedaron tan atemorizados, que al instante
tomaron la vuelta de Espaa, donde hicieron del caso y del pas la pintura tan triste y fea, que por algunos aos quitaron a otros la tentacin
de repetir el reconocimiento de aquel ro.7
Durmieron las cosas del Ro de la Plata durante algunos aos, hasta
que arm una expedicin el veneciano Sebastin Caboto.
Este clebre navegante estuvo primero al servicio de Enrique VII,
rey de Inglaterra, y en 1497 descubri por la parte norte el nuevo continente. Llamado por el Gobierno espaol se estableci en Espaa, donde
entonces se abra un campo de gloria a todos los buenos mareantes.
Sealsele sueldo de capitn y de cosmgrafo, dndole despus el ttulo
de piloto mayor del rey. Con esta reputacin muchos comerciantes de
Sevilla, en cuya ciudad resida, le proporcionaron los recursos necesarios para el viaje que capitul con el rey en 4 de marzo de 1525. Se hizo
a la vela desde Sevilla con cinco naves el 3 de abril de 1526, y despus de
haber tocado en diversos puntos, lleg al ro de los Patos, hambrienta la
tripulacin, por lo cual, y por otras cosas, se le tach de no haberse
mostrado ni experto navegante, ni tampoco buen capitn.
Los indios que all habitaban, surtieron las naves de bastimentos;
pero Caboto pagoles la buena recepcin que le hicieron, llevndose cuatro hijos de los indios principales contra su voluntad. Prosigui su navegacin, entr en el Ro de la Plata en 1526,8 explor parte del Paran y
Paraguay, y volvi a Castilla arribando a la boca del Guadalquivir el 22
de julio de 1530,9 sin haber dejado los cuatro indios principales que cuatro aos antes haba robado en el Ro de los Patos, de los cuales pasaron
tres al poder del condestable de Sevilla.10

JOS ANTONIO SACO

/265

Hallndose todava Caboto en el Ro de la Plata, ajustaron asiento


con el gobierno del conde don Fernando de Andrada; Cristbal de Haro,
factor de la Casa de la Contratacin de la Especera que se hallaba en la
Corua, y dos personas ms, para armar una expedicin. Nombraron
por su capitn al portugus Diego Garca, vecino de la villa de Moguer,
y por piloto a Rodrigo de rea,11 facultndose al primero para que hiciese esclavos de buena guerra a los indios que no se le sometiesen.
Sali Diego Garca de Espaa en 1526 con cuatro naves, y lleg al Ro
de la Plata en 1527. Movido de codicia flet en ese viaje el buque mayor
que tena un bachiller portugus, para que del puerto de San Vicente
llevase a Portugal 800 esclavos.12
A los espaoles que tanto se entregaron al trfico de esclavos indios,
castigolos una vez la Providencia con el yugo de la esclavitud. Ocho de
los que formaron parte de la expedicin de Magallanes a las islas Molucas,
fueron llevados de la de Cebut para ser vendidos en China; y de otros
castellanos que haba en otra isla llamada Candieta, rescat dos don
lvaro Saavedra por 60 pesos de oro en 1527.13
Sebastin Caboto y Diego Garca introdujeron en Espaa en 1530
indios esclavizados; cogidos unos por ellos en el Ro de la Plata, otros
comprados de los indios y otros a los portugueses del Brasil. Con este
motivo, el gobierno mand abrir una informacin en Sevilla a 4 de abril
de 1530 para que a esos indios se les diese libertad.14
Pasaron algunos aos sin que se enviase nueva expedicin al Ro de
la Plata; mas, en 1535 ajust asiento con el gobierno don Pedro de
Mendoza, caballero de Guadix y gentil hombre de la Casa Real, para ir
a poblar aquellas provincias a su costa. Obligose a llevar 1 000 hombres
en dos viajes, con los mantenimientos necesarios para un ao, y 100
caballos y yeguas. Los lmites de la gobernacin que se le dio, extendironse, por una parte, a toda la tierra que pudiese descubrir hasta llegar
al mar Pacfico, y, por otra, a 200 leguas de costa, hacia el estrecho de
Magallanes, pudiendo conquistar y poblar las provincias comprendidas
en ese espacio. A los colonos que llevaba, concedieron todas las franquezas que ya era de costumbre dispensar a los que iban a poblar las
Indias. Proveyose por tesorero a Rodrigo de Villalobos, por contador a
Juan de Cceres, por factor a don Carlos de Guevara, y por veedor a
Gutierre Laso de la Vega; habindose tambin nombrado por regidor
para la primera, segunda y tercera poblacin que se hiciese, a 30 castellanos, los cuales deban presentarse a servir sus regimientos, dentro
de 15 meses. Encarg tambin el rey al Mendoza y psole en conciencia
el cuidado particular que haba de tener en el buen tratamiento de los
indios y en su conversin, para lo cual se le mand que llevase ocho
religiosos.15

266\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

Sali Mendoza de Sanlcar en agosto de 1535, con una lucida armada compuesta de 11 naves y 800 hombres. Lleg al Ro de la Plata en
aquel ao, y all dio principio a la poblacin que se llam Nuestra Seora de Buenos Aires.
Las esperanzas concebidas por Mendoza pronto se desvanecieron.
Los vveres empezaron a escasear, y para buscarlos envi a su hermano
don Diego con algunos espaoles; pero en la entrada que hicieron, todos
perecieron a manos de los indios.16 El hambre y las enfermedades se
declaron entre la gente castellana; comanse las yerbas, lagartos, ratones, culebras, y hasta la carne de dos o tres espaoles que fueron ajusticiados.17 Para remediar tantas miserias, Mendoza orden a su capitn
Juan de Ayolas, que saliese ro arriba con tres buques y 270 hombres a
buscar bastimentos donde los hallase. No es del caso referir aqu las
aventuras y descubrimientos de Ayolas en ese viaje, en el cual no pudo
esclavizar indios por lo difcil y peligroso de su situacin. Pero s conviene decir, que habiendo enfermado don Pedro de Mendoza, nombr por
su heredero y segundo en el mando al referido Ayolas, y embarcndose
para Espaa muri en la navegacin.18
Sabida en Espaa la muerte de Mendoza, y no tenindose noticia del
paradero de Juan de Ayolas, que haba quedado por su teniente en la
gobernacin del Ro de la Plata, deseaba el monarca poner remedio a la
confusin en que podan hallarse los castellanos de aquella tierra.
Ofreciose continuar a sus expensas la conquista de ella lvar Nez
Cabeza de Vaca, ajustando asiento con el rey en 1540, pero bajo la condicin que si Ayolas viva, se lo dejase el mando en jefe, y Cabeza de
Vaca fuese su teniente.
Sali de Cdiz con su expedicin el 2 de noviembre de 1540,19 lleg a
la isla de Santa Catalina en 29 de marzo del ao siguiente,20 y enviando
desde all sus naves a Buenos Aires, l sigui por tierra en rumbo de la
Asuncin, ciudad fundada en las mrgenes del Paraguay por don Pedro
de Mendoza y su capitn Juan de Salazar, donde luego que lleg tom
posesin del mando en jefe por haber perecido ya Juan de Ayolas a manos
de los indios, en una entrada que hizo.21
Desde la Asuncin parti Cabeza de Vaca ro arriba del Paraguay
con una numerosa expedicin, y habiendo llegado hasta el lago de
Xareyes, hizo all un pueblo que se llam Puerto de los Reyes. En este
viaje, dice Oviedo, se tuvo noticia de ciertas mujeres flecheras, e hizo
desde aquel asiento y pueblo guerra a los indios de la comarca, en que
destruy muchos de los naturales, en especial de una isla que est en el
ro y tena una poblacin de 900 casas, y los di por esclavos a los que
escaparon de la muerte.22
Esas mujeres flecheras o amazonas de que habla Oviedo no existieron all; pero en cuanto a los indios esclavizados, aunque lvar Nez

JOS ANTONIO SACO

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no hace expresa mencin de ellos, es de creerse que los hubo, porque l


mismo refiere en sus Comentarios que aquellos indios le haban matado
y comido repetidas veces muchos cristianos, y que habindolos requerido para que le entregasen los que tenan, rehusaron hacerlo, y que entonces determin romperles las hostilidades y declararlos por enemigos.23 Ms explcito en este punto es Hulderico Schimidel, uno de los
soldados de aquella expedicin, pues dice que all cautivaron cerca de
2 000 muchachos y muchachas.24
A pesar de esto, la justicia me obliga a reconocer que aquel hombre fue uno de los pocos conquistadores que no fueron crueles con
los indios. Tratolos bien en todas partes; trafic con ellos, hacindoles ddivas de las cosas de Castilla, o trocndolas por las suyas, ganose
la amistad de muchas tribus, y aun en caso de guerra restituy a
veces su libertad a los indios prisioneros, hacindoles adems algunos regalos. 25
Tal conducta no poda agradar al capitn Domingo de Irala, hombre
malo, que ambicionaba el poder, y que lo haba ejercido despus de la
muerte de Ayolas; ni tampoco a los espaoles que deseaban esclavizar
indios, ni menos a los oficiales reales, gnero de hombres perniciosos,
segn dice Herrera, y que en todas las Indias, so color de la Real Hacienda, usaron de muchas insolencias.26 Contrayndose este cronista a
Cabeza de Vaca, se expresa as: Y como este Gobernador havia reformado muchos abusos i iba la mano estos Oficiales de la Real Hacienda, y se vian sujetados, i puestos en obediencia, cuanto el Gobernador hacia bueno, malo, todo lo atribuan mala parte, i buscaban modos,
por informar en Castilla lo que les pareciese.27
A los 15 das de haber vuelto lvar Nez a la Asuncin del viaje
que hizo ro arriba del Paraguay, sus enemigos amotinaron la gente que
haba en ella, y empleando la violencia, quitronle el mando, tuvironle
preso 11 meses, y a pesar de estar flaco y enfermo, embarcronle de
noche en un bergantn y le enviaron a Espaa en 1545. Para informar al
gobierno, acomparonle en la misma nave dos de los oficiales reales:
Alonso de Cabrera y Garci-Vanegas y tambin Lope de Ugarte, uno de
los principales alborotadores y perseguidores del gobernador, enviado
a Espaa por Irala para negociar en su favor. Pronto llegaron a la corte,
y aunque pudieron informar lo que quisiesen, desaparecieron, so pretexto de ir a sus casas. Garci-Vanegas muri desastradamente. Alonso
Cabrera enferm en Loja, perdi el juicio, y en este estado mat a su
mujer. A Lope de Ugarte no se le permiti volver al Ro de la Plata, por
ms que lo procur. lvar Nuez fue absuelto y declarado inocente por
el Consejo de Indias, aunque para no resucitar la memoria de sus ofensas y de tantos escndalos, no se juzg conveniente que volviese a su
gobernacin.28

268\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

Si la muerte no hubiese acelerado la vida del clebre don Sebastin


Ramrez de Fuenleal, que a la sazn era presidente del Consejo de Indias, seguro que aquellos oficiales reales no hubieran quedado impunes,
pues conocedor de las maldades que esos empleados cometan en el
Nuevo Mundo, deca, que no tena remedio, sino castigando sus delitos
con sangre y no con penas pecuniarias.29
Con la expulsin de lvar Nez Cabeza de Vaca, Domingo de Irala
alcanz sus deseos, pues usurpando el poder y queriendo conservarlo,
permiti a los castellanos sus licencias y desmanes.30 Por ms que Irala
quiso disimular sus tiranas, llegaron a noticia del gobierno, y ste en
1547 hizo merced a Juan de Sanabria, natural de Medelln, de la gobernacin y capitana general del Ro de la Plata, el cual se oblig a llevar a
su costa 100 casados, 250 soldados, y a poblar en ciertos parajes, con
otras muchas condiciones que ofreci. Disele el ttulo de adelantado, la
tenencia de las fortalezas que edificase, el alguacilazgo mayor, y la facultad para repartir tierras, nombrndose por tesorero de aquella provincia al ya mencionado capitn Juan de Salazar. Mientras Sanabria
solicitaba en Sevilla su partida, muri; mas, su hijo Diego sustituyendo
a su padre, llev adelante la empresa, y lleg al Ro de la Plata a principios de 1548, en cuya boca se perdieron las dos naves que llevaba.31
Malograda esta expedicin, Irala tuvo la fortuna de continuar en la gobernacin de aquella tierra hasta que muri en 1557.
Desde que los espaoles empezaron a asentar un pie firme en el Ro
de la Plata, ya tambin empez a caer sobre los indgenas el yugo de la
esclavitud; y el autor principal de esta calamidad fue Domingo de Irala
con sus correras y conquistas, sin que dejasen a veces de tener alguna
parte los portugueses establecidos en el Brasil. El mencionado capitn
Juan de Salazar escribi al prncipe en 1 de enero de 1552; dicindole
que haba hallado despoblada la isla de Santa Catalina, con diez leguas
alrededor, porque como haba mucho tiempo que los espaoles no iban a
ella, los portugueses que contrataban all con los indios, habanse llevado muchos por esclavos y venddolos en varios ingenios de azcar de la
costa del Brasil.32
El mismo capitn Salazar, en carta al prncipe escrita en San Vicente y Puerto de Santos a 30 de junio de 1553, dice:
Acaban de venir de la Asuncin algunos Portugueses de los que fueron con D. Pedro de Mendoza. Traen indios de aquella tierra y de otras
a do han hecho entradas solo para traer esclavos que vender. Lo mismo
suelen hacer castellanos diciendo haverlos declarado esclavos el capitan
Domingo de Irala con los oficiales. Con dichos esclavos compran aqu
Bacas y hierro.
Van tambien alla Portugueses y los compran, bien del mismo Irala
y sus amigos en la Ciudad bien sin llegar a ella de Espaoles que andan
robando en la Comarca. Pongase remedio alla y aqui.33

JOS ANTONIO SACO

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Desde la salida de lvar Nez Cabeza de Vaca, cometironse tantas opresiones y crueldades con los indios, que la tierra se levant, resultando de aqu guerras, incendios, hambre, esclavitud, muerte, y destruccin de muchos indgenas.34
La esclavitud pes con gran fuerza sobre las indias, porque como los
espaoles carecan all de mujeres de su raza, tomaron muchas indgenas como concubinas, gran parte de las cuales eran tambin esclavas.
Sacbanlas de sus tierras, llevbanlas de sus casas, maltratndolas y
azotndolas. Desesperadas de no ver ms a sus hijos y maridos, muchas
se ahorcaban, y las que esto no hacan, hartbanse de comer tierra para
morir. Otras vivan tan encerradas que ni aun el sol podan ver, y ya por
celos de sus amos, ya por otros motivos, matbanlas o quembanlas.
Despus de la prisin del gobernador lvar Nez Cabeza de Vaca,
computbase el nmero de las indias llevadas a la Asuncin en ms de
50 000, de las cuales no quedaban en 1556 sino 15 00035 Tan horrible fue
la mortandad que sufrieron en el espacio de pocos aos!
Un eclesistico, testigo de las crueldades que all se perpetraban,
escribi al monarca, dicindole que lo que ms pavor le infunda, era ver
lo libre bendello por cautivo y es ansi que ha sucedido bender Indias
libres naturales desta tierra por caballos, perros y otras cosas y ansi se
usa dellas como en esos reinos la moneda y no tan solamente esto se ha
visto jugar una India digo una aunque muchas son pero esta en pena de
su mal oficio tubo el candil y lumbre mientras la jugaban despues de
jugada la desnudaron sin vestidola embiaron con el que la gan porque decia no haber jugado el bestido que traia. Esto sucedia algunas
veces en presencia del que mandaba por el concertar le aconteci l
hacer el tal concierto porque no se desconcertasen. Y no por esto las
dejaban de dar y daban en dote y casamiento quando casaban sus hijas
y ansi mesmo pagaban deudas que debian con algunas personas con las
dichas Indias al tiempo de su muerte.36
Los indios del Ro de la Plata y del Paraguay corrieron en el siglo XVI
suerte semejante a la de los otros del continente hispanoamericano; pero
desde el siglo XVII tom su dominacin una forma diversa, especialmente los del Paraguay, porque los misioneros jesuitas que pasaron a l,
reunieron a los indgenas en pueblos que llamaron reducciones, de cuyo
asunto se tratar en otra parte, porque no cabe en el cuadro que estoy
trazando sobre la esclavitud de los indios.

270\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

Notas
1

Aunque el autor, al terminar el anterior captulo, anuncia que en ste va a contar la


historia de la esclavitud de los indios en la Florida, entre sus papeles no se ha encontrado ese captulo. Este y el siguiente son los dos ltimos de la obra. (V. M. y M.)

Francisco Lpez de Gomara, Historia General de las Indias, cap. Lxxxix. Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXI, cap. II, y lib. XXIII, cap. I. Herrera, dc. 1, lib. IX,
cap. XIII.

Herrera, dc. 4, lib. I, cap. I.

Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXIII, cap. I. Herrera, dc. 2, lib. I, cap. VII.

Oviedo, en el pasaje citado.

Flix de Azara, Descripcin e Historia del Paraguay y del Ro de la Plata, tom. II,
cap. XVIII. Obra pstuma publicada por su sobrino don Agustn de Azara, en Madrid,
1847.

Flix de Azara, Descripcin e Historia del Paraguay y del Ro de la Plata, tom. II,
cap. XVIII. Obra pstuma publicada por su sobrino don Agustn de Azara, en Madrid,
1847.

Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXIII, cap. II. Herrera, dc. 3, lib. IX, cap. III.

Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXIII, cap. IV. Herrera, dc. 4, lib. VIII, cap. XI.

10 Memorial de la navegacin que desde la Corua hizo Diego Garca al Ro de la Plata.


11 Herrera, dc. 3, lib. X, cap. I.
12 Herrera, dc. 4, lib. I, cap. I.
13 Herrera, dc. 4, lib. I, cap. I. Muoz, Colec., tom. LXXVII.
14 Muoz, Colec., tomo LXXXVII.
15 Herrera, dc. 5, lib. IX, cap. X.
16 Herrera, dc. 5, lib. IX, cap. X. Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXIII, cap. VI.
17 Hulderico Schimidel, Historia y Descubrimiento del Ro de la Plata y Paraguay, cap. IX.
Herrera, dc. 5, lib. IX, cap. X.
18 Hulderico Schimidel, Historia y Descubrimiento del Ro de la Plata y Paraguay,
cap. XIV. Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXIII, cap. VI. Herrera, dc. 6, lib. III,
cap. XVII y XVIII.
19 Comentarios de lvar Nez Cabeza de Vaca, sobre lo sucedido durante su gobierno
del Ro de la Plata, cap. I, impresos en el tomo I de la obra de Barcia, intitulada Historiadores Primitivos de las Indias Occidentales. Herrera, dc. 7, lib. II, cap. VIII. Oviedo,
(Historia [...] de las Indias, lib. XXIII, cap. XI) dice que lvar Nez sali de Espaa
en septiembre de 1541.
20 Comentarios de lvar Nez Cabeza de Vaca..., cap. XVII.
21 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXIII, cap. XI. Comentarios de lvar Nez
Cabeza de Vaca..., cap. IX a XV. Herrera, dc. 7, lib. II, cap. VIII.
22 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXIII, cap. XVI.
23 Comentarios de lvar Nez Cabeza de Vaca..., cap. LXXI.
24 Hulderico Schimidel, Historia y Descubrimiento del Ro de la Plata y Paraguay,
cap. XXXIX.
25 Comentarios de lvar Nez Cabeza de Vaca..., cap. XXVI y XXXI. Herrera, dc. 7,
lib. IV, cap. XIV y XV. Al leer el relato de Herrera, se conoce que tuvo a la vista los

JOS ANTONIO SACO

/271

Comentarios de lvar Nez Cabeza de Vaca..., porque emplea palabras y frases que
estn en ellos.
26 Herrera, dc. 7, lib. IV, cap. XIV.
27 Herrera, dc. 7, lib. VI, cap. XIV. El relato de Herrera en este y otros puntos, concuerda
con los Comentarios de lvar Nez Cabeza de Vaca..., sobre lo sucedido durante su
gobierno del Ro de la Plata, impresos por Barcia en el primer tomo de su obra Historiadores Primitivos de las Indias Occidentales.
28 Comentarios de lvar Nez Cabeza de Vaca..., cap. LXXIV a LXXVII y LXXXIII a LXXXIV.
Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XXIII, cap. XVI. Herrera, dc. 7, lib. IX, cap. XI
y XIII. Debo advertir, que el ltimo nmero de este captulo est equivocado en Herrera,
pues debe de ser el XII.
29 Herrera, dc. 7, lib. IX, cap. XIII.
30 Muoz, Colec., Herrera, dc. 7, lib. X, cap. XIV.
31 Herrera, dc. 8, lib. V, cap. II.
32 Muoz, Colec.
33 Muoz, Colec.
34 Carta al rey del capelln Martn Gonzlez, fecha en la ciudad de la Asuncin a 25 de
Junio de 1556. (Muoz, Colec., tom. LXXX.)
35 Carta al rey del capelln Martn Gonzlez, fecha en la ciudad de la Asuncin a 25 de
Junio de 1556. (Muoz, Colec., tom. LXXX.)
36 Carta al rey del capelln Martn Gonzlez, fecha en la ciudad de la Asuncin a 25 de
Junio de 1556. (Muoz, Colec., tom. LXXX.)

Libro Decimoprimero
POC
A EN QUE CES LA ESCLA
VITUD
POCA
ESCLAVITUD
DE LOS INDIOS EN LOS DOMINIOS ESP
AOLES
ESPAOLES
HAST
A CUNDO DUR LA ESCLA
VITUD
HASTA
ESCLAVITUD
DE LOS INDIOS EN LAS ISLAS
Y EN EL CONTINENTE?

A pesar de todas las disposiciones dictadas por los reyes de Castilla


para que no se esclavizase a los indios, su esclavitud continu, ya porque
los espaoles quebrantaron continuamente aquellas leyes, ya porque, a
veces, los mismos monarcas permitieron que se les esclavizase en ciertos casos.
Que esa esclavitud exista en la segunda mitad del siglo XVI, aparece
de las mismas leyes. Sin repetir aqu nada de lo que he dicho en esta
Historia para comprobar mi aseveracin, empezar por mencionar la
ley de Felipe II hecha en Madrid a 25 de enero de 1569, por la cual se dio
licencia a los vecinos de las islas de barlovento para hacer guerra a los
indios caribes que las asaltaban, y esclavizar a los que cogiesen, con tal
que no fuesen menores de 14 aos, ni mujeres de cualquiera edad. Todava existi la esclavitud en aos posteriores, y queriendo abolirla de una
vez el mismo Felipe II, public en 8 de febrero de 1588, la siguiente ley:
Prohibimos y defendemos los Caciques, y Principales tener, vender, trocar por esclavos los indios que les estuvieren sujetos, y asmismo
los Espaoles podrselos comprar, ni rescatar, y el que contraviniere,
incurra en las penas establecidas por la ley antecedente, quedando libres
los indios, que as fuesen tenidos, vendidos cambiados.1
Pasando al siglo XVII an damos con la esclavitud de los indios.
Acostumbraban los espaoles pasarse de unos a otros los indios,
enajenndolos como esclavos por va de venta, donacin, testamento,
paga, trueco, o de otras maneras, con las minas, haciendas, ganados y
otras propiedades.
Para reprimir estos abusos, Felipe III hizo en Aranjuez a 26 de mayo
de 1609, una ley, prohibiendo tales enajenaciones y castigando al con-

JOS ANTONIO SACO

/273

traventor, si era de baja condicin con pena de vergenza pblica y destierro perpetuo de las Indias: y si persona de calidad o estado, en
perdimiento de los indios enajenados, en incapacidad de recibir ningn
repartimiento de este gnero y en 2 000 ducados, aplicados por tercias
partes, las dos para el juez y denunciador, y la tercera para los indios
enajenados.2
Costumbre era entre los indios guaycures de Tucumn, Ro de la
Plata y Paraguay, hacer la guerra a otros, para cautivarlos y venderlos.
Lo mismo hacan otras tribus; y los espaoles perdidos los hurtaban y
sacaban de unas partes a otras para venderlos como esclavos. Llegaba a
tal punto el escndalo de este trfico, que hasta los negros y mulatos se
mezclaban en l. Por estos motivos, Felipe III orden en Madrid a 10 de
octubre de 1618 lo que transcribo:
...Mandamos que no haya, ni se permita tal comercio, ni trato, llamado rescates, pena de que el indio quede libre, y el precio aplicado
nuestra Cmara, Juez y denunciador, y prohibimos que el comprador
pueda servirse de l, o tenerle en su casa, charca, estancia, ni Pueblo,
aunque el indio quiera; y cualquier Espaol, Mestizo, que le vendiere,
jugare, trocare cambiare, si fuere de baxo estado, sea condenado a
seis aos de Galeras, otro servicio equivalente; y siendo de ms consideracin, sirva el mismo tiempo en el Reyno de Chile; y al Negro,
Mulato, se le imponga la dicha pena de Galeras.3
La solicitud de los monarcas espaoles por extinguir la esclavitud de
los indios, mostrose tambin en el castigo que procuraron imponer a los
extranjeros que esclavizaban a los indgenas de sus dominios.
Llevaban los portugueses a vender en ellos los esclavos indios que
cogan en el Brasil, en la India Oriental, y en otras tierras de la demarcacin de Portugal. Para venderlos mejor, decan que los haban sacado
de entre moros, y que seguan la religin de Mahoma, o que estaban
infectos de ella. Sobre este punto, el monarca de Castilla despach cdulas severas en 1550 y en 1570, que entre cosas decan:
Como teneis entendido NOS tenemos mandado, que no se hagan
esclavos ningunos indios en sus tierras por ninguna va, y asi no havemos
de permitir, ni dar lugar, que indios algunos lo sean; sino libres, aunque sean de otra demarcacion. Y estareis advertidos, que si los Moros,
viniesen dogmatizar su secta Mahomtica, hacer guerra vosotros, los indios que estn NOS sujetos, nuestro Real servicio,
los podreis hacer esclavos. Mas a los que fuesen indios, y hubieren tomado la secta de Mahoma, no los hareis esclavos por ninguna va, ni
manera, que sea; sino procureis de hacerlos convertir, y persuadir por
buenos, y lcitos medios nuestra Santa F catlica.
Los naturales de las islas de Mindanao, adyacentes a las Filipinas,
rebelronse, hicironse mahometanos, confederronse con los enemi-

274\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

gos de Espaa, y ocasionaron graves daos a sus sbditos. Para facilitar su castigo, mandaron Felipe II en 4 de julio de 1570, y Felipe III en
29 de mayo de 1620, que se esclavizase a los prisioneros de guerra, procediendo, con tal distincin que si los mindanaos eran puramente gentiles, no se les diese por esclavos; pero si eran moros de nacin y naturaleza, e iban a otras islas a propagar la secta de Mahoma, o a hacer guerra
a los espaoles o indios, que estaban sujetos a la Corona de Castilla, o a
su real servicio, en este caso pudiesen ser esclavizados: mas dice la
ley, a los que fueren indios y hubieren recibido la sexta no los harn
esclavos, y sern persuadidos por lcitos y buenos medios, que se conviertan a nuestra Santa Fe Catlica.4
Los portugueses de la villa de San Pablo, en el Brasil, iban anualmente a la provincia del Paraguay a cautivar los indios de ella, para
llevarlos y venderlos como esclavos en el Brasil. Deseando Felipe IV
reprimir esta maldad, hizo en Madrid a 12 de septiembre de 1628 la ley
6, ttulo 2, libro VI, que se halla en el Cdigo de Indias.
Entrado era el ao de 1631, y aun no haba cesado la esclavitud de
los indios, porque pesaba sobre ellos as en Amrica, como en Filipinas.
Y para que todos gozasen de libertad, Felipe IV orden en 26 de marzo
de aquel ao, que los virreyes presidentes de todas las reales audiencias
nombrasen un ministro u otra persona de satisfaccin y buena conciencia, que visitase y conociese de esas causas en cada provincia, porque no
siendo la esclavitud permitida por derecho y leyes espaolas, la diese
por nula, y pusiese a los indios en su libertad natural, sin embargo de
cualquiera posesin.5
El pas del Nuevo Mundo donde dur ms tiempo la esclavitud de
los indios fue Chile, pues an exista en la segunda mitad del siglo XVII,
como nos demuestran las importantes leyes de 9 de abril de 1662, y de
1 y 5 de agosto de 1663, hechas en Madrid por Carlos II y la Reina
Gobernadora. Esas leyes trataron entonces de abolir la esclavitud a que
haban estado sujetos los indios chilenos, y grato es repetir aqu sus
palabras.
...Ordenamos y mandamos, que los virreyes del Per, Gobernadores, Capitanes Generales, y Audiencia de aquellas Provincias, guarden,
cumplan, y executen las rdenes dadas sobre no permitirla, y que todos
los varones hembras, que con pretexto de esclavitud se hubieren vendido, y sacado fuera de aquellas provincias la Ciudad de los Reyes,
otras cualesquiera del Per, se recojan, y sean reducidos sus tierras,
con efecto, reservando, como reservamos, los poseedores actuales su
derecho salvo contra los vendedores, que los enagenaron, teniendo
entendido, que este, ni otro cualquier derecho no ha de embarazar, ni
retardar la reduccin de los dichos indios, porque se ha de ejecutar
inviolablemente, sin ninguna dilacion. Y ordenamos al Virey del Per y

JOS ANTONIO SACO

/275

Gobernador de Chile, que como se fueren reduciendo, los entreguen


sus Encomenderos. Y todo lo contenido en esta nuestra ley se guarde
por ahora, y entre tanto que otra cosa proveemos.6
El gobernador de Chile suspendi al efecto de la resolucin anterior
con varios pretextos, y fundndose en la buena fe de los poseedores,
deposit algunos indios en ellos, para que los tuviesen con buen tratamiento. La esclavitud de los chilenos mandada abolir por Carlos II y la
Reina Gobernadora, mantenase con infraccin de las leyes; y para que
stas se cumpliesen, el mismo monarca expidi en Madrid a 12 de junio
de 1679 una nueva ley que dice entre otras cosas.
...Visto en nuestro Consejo, y con NOS consultado, hemos resuelto, que lo referido en esta nuestra ley se guarde, cumpla y execute
precisa y puntualmente, sin permitir ni dar lugar que se vaya, ni
pase contra lo dispuesto en ella por ninguna causa, y porque en adelante con ningun pretexto, motivo de justa guerra, otro cualquiera,
no puedan quedar por esclavos, ni venderse por tales los que se
aprehendieren en guerra, fuera de ella, ni los que llaman de servidumbre, ni de la usanza, y todos los que ahora viven en esclavitud, y
sus hijos, y descendientes queden con efecto libres de todos tres gneros, de guerra, servidumbre y usanza: Mandamos que esto se pronuncie por ley general en los Reynos del Per y Nueva Espaa, y se inserte en esta Recopilacion. Y para obviar el inconveniente de que los indios
de las dichas Provincias de Chile abusen de esta libertad, y vuelvan
la idolatria, y a incorporarse con los enemigos, mandamos los Gobernadores, que los hagan transportar todos la Ciudad de los Reyes
en cada ocasion que se hubiere de ir por el situado, que est sealado
en las Caxas Reales de ella, para el sustento del Exrcito de aquel
Reyno, sin embargo de estar ordenado, que todos los indios, varones,
y hembras, vendidos en aquel Reyno, y otras partes, fueren reducidos
sus tierras, por quanto nuestra voluntad es que como va espresado
se transporten a Lima, pues llevndolos mejor temple de tierra, irn
sin riesgo de su salud, y vida.7
Tales fueron las leyes dictadas por los monarcas espaoles en favor
de la libertad de los indios nacidos en sus dominios de Amrica: pero
ellos tambin publicaron otras sobre los importados de otras partes del
Nuevo Mundo y aun del Asia. Ya desde el 21 de septiembre de 1556,
ordenaron el emperador don Carlos y la princesa gobernadora, que lo
resuelto acerca de la libertad de los indios de sus dominios, se entendiese, guardase y ejecutase, aun con los del Brasil, llevados a los pases
espaoles.8
Lo mismo decret Felipe III por la ley que hizo en Madrid a 10 de
octubre de 1618 con los indios de las islas Molucas introducidos como
esclavos en las provincias de Tucumn, Ro de la Plata y Paraguay.9

276\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

Todas las leyes hasta aqu mencionadas prueban la humanidad de


los reyes espaoles para con los indios, y el empeo que pusieron en
restituirles su libertad. Pero cundo ces la dura esclavitud que les
impusieron los conquistadores? Ya hemos visto que la de los chilenos
dur ms que ninguna otra y como ellos no alcanzaron definitivamente
su libertad hasta el ao de 1679, bien puede asegurarse que la esclavitud de los hijos del Nuevo Mundo, sometidos a la Corona de Castilla,
desapareci desde fines del siglo XVII.

Notas
1 Recopilacin de Leyes de Indias, lib. VI, tt. 2, ley 3.
2 Recopilacin de Leyes de Indias, lib. VI, tt. 2, ley 11.
3 Recopilacin de Leyes de Indias, lib. VI, tt. 2, ley 7.
4 Recopilacin de Leyes de Indias, lib. VI, tt. 2, ley 12.
5 Recopilacin de Leyes de Indias, lib. VI, tt. 2, ley 4.
6 Recopilacin de Leyes de Indias, lib. VI, tt. 2, ley 14.
7 Recopilacin de Leyes de Indias, lib. VI, tt. 2, ley 16.
8 Recopilacin de Leves de Indias, lib. VI, tt. 2, ley 5.
9 Recopilacin de Leyes de Indias, lib. VI, tt. 2, ley 8.

APNDICE1

Seor:
Al tiempo que ves las Reales manos de su Magestad, le dige como
yo le Sirvia de Veedor en Tierra-firme does Gobernador Pedro Arias
que venia desde alla adar noticia su Magestad de como aquella tierra
est perdida destruida robada han pasado pasan en ella muchas
crueldades de que Dios Su Magestad se dessirven la tierra se pierde
siendo como en la verdad es lo mejor de lo descubierto, todo esta escondido ocultado S.M. su consejo que es la causa porque no se le
embian dineros de sus rentas pues los ai ha havido por ende que S.M.
me oyese quando servido fuese, o mandase decirme quien mandava
que yo diese razon de todo esto para que informase S.M. de todo.
dijome Su Magestad que Vuestra Magestad hablase le dijese todo
aquello que savia me pareciese de las cosas de aquella tierra de donde
vengo para que Vuestra Merced le informase. que S.M. lo mandaria
luego remediar proveer como conviniese; cumpliendo con el mandamiento de S.M. con lo que debo su real servicio, mi conciencia;
digo as: Primeramente ha de saber Vuestra Merced que la mucha edad
de Pedrarias su cobdicia poca constancia no son de Calidad que as
en poco espacio se puedan decir ni el dao quel servicio de Dios del
Emperador aquella tierra han recibido por su culpa mala gobernacion
porque ningund Zelo ni otra se conosce deste hombre para semejante
cargo, todo su fin es adquirir dineros perlas para si por quel-quier via
que ser pueda sin otro respecto.
Dineros no ai pensamiento de embiar ningunos aunque despues que
yo parti de Barcelona se han fundido ante mi sobre 150 ducados castellanos como parecer por los libros de la fundicion e del contador esto
sin otros muchos pesos de oro que en todo el ao de 1522 despues ac
se han fundido en Panama asi que muy bien pudiera haver embiado oro
S.M. pero no lo han gana el ni los oficiales porque no falten para sus
salarios.
Vusca Pedrarias los otros oficiales que tienen mano en la Hacienda
formas para gastos estraordinarios y para poderlo haser fundanse sobre un capitulo de una Carta mensagera que el Rey Catlico en dias

278\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

pasados les escrivio por el qual capitulo paresce quellos havian aca
escripto que por ser el camino largo atender a lo que S.A. proveyese
en algunas cosas necesarias se perdian los negocios; el Rey pensando
que aquello hera asi les escrivi en el dicho capitulo que juntos pudiesen
acordar; proveer las cosas que su servicio buena governacion conviniese de que se esperase peligro en atender la consulta de S.M. y ellos
entendiendo mal el dicho capitulo no usando bien del arbitran por all
cuanto les parece asi desta forma tomaron sin dar partes aquel interese de las entradas asi en el oro como en los esclavos Indios que en ellas
se tomavan; el gobernador tomaba dos partes aun quel Gobernador
tiene cedulas para que govierne solo los oficios no tenga voto ni parecer en la Gobernacion, por no alzar la mano del dinero poder destribuir
con parescer de los oficiales lo que les paresce de la Hacienda Real los
admite govierna con su parescer por queste Capitulo los conforma
luego aunque rian.
Ai si que Seor desta forma se quedan alla los dineros para sus salarios como es dicho para poder gastar en lo que les paresce, como el
governador reparti los Indios los que di los oficiales cada vez que
querian los mudava su contentamiento, asi el dicho governador por
poder gozar en la destribucion de la hacienda, tener entrada en ella no
obstante la cedula que manda que los oficiales no se entremetan ni tengan voto en la gobernacion dicho gobernador los admite.
Ha dado da los Indios mugeres muchachos mercaderes
clrigos personas que no nos los han ganado ni conquistado ni los
devian aver en especial gentes de la calidad que Vuestra Merced
dixe aun rescates de oro, asi mismo les ha dado los tales.
Ha repartido de manera los Indios que havia para servicio que se
han perdido sobre 1 millon de ducados, de todo ha perdido S.M. sus
derechos quinta porque los amos que les davan heran muchos los
Indios de poco nmero para aquellas personas questavan sealados
no les cavian sino a una pieza dos pocos mas desta manera
perdianse los Indios los Cristianos perdian el tiempo la Hacienda
el Rey los quintos porque en los que as venian su poder no havia
cantida para cuadrilla.
Ha permitido aun que tacitamente Indios libres vendidos como esclavos que se vendan o trespasen por dineros muchos caciques Indios
de encomiendas lo cual es muy perjudicial muy peor questo venderse
muchos Indios libres navorios que no son esclavos venderlos el mismo Gobernador abominable y peor questo dejar sacar naborias de la
tierra para las Islas, otras partes personas que los han vendido por
esclavos no lo seyendo, siendo baptizados.
Ya vuestra merced sabe como el Rey Catlico mand para justificacin de su conciencia real de los conquistadores que fueron con Pedro

JOS ANTONIO SACO

/279

Arias que primero se hiciese los Indios cierto requerimiento se les


diese entender tiempo para respondere ver su acuerdo antes que
les fuese fecha guerra esto hace fecho desta manera que primero heran
salteados, e despues de presos atados se les leia con esto erandados
por esclavos repartidos vendidos nunca hasta hoy se ha fecho ni
guardado la fuerza de dicho requerimiento para ver si esto es as llamen tomen el indio que mejor entienda nuestra lengua verase que
ninguna cosa entiende del requerimiento ni aun lo entendian los que lo
leyan.
Dio el dicho gobernador la isla de Terare-que que por otro nombre se
llama de las perlas quest en la mar del sur para que fuese de S.M. el
Cacique de all hiciese sacar perlas a sus Indios para S.M. porque alli han
parescido, se han allado las mayores mas ricas perlas que se han visto
en el mundo, despues de aver entregado el dicho Cacique Isla al Tesorero para que en nombre de S.M. como Hacienda Real lo grangease
procurase torn despues tomarse la dicha Isla para si no obstante quel
tiene tenia otra Isla donde asi mismo ay perlas que se llama la Isla de
Otoque se las tiene entramas con muchos Indios demas allende de otros
dos tres Caciques que tiene sotitulo de su muger D Isabel de Bobadilla
de su hijo Diego Arias porque fue alla traer el dinero quel dicho Pedro
Arias havia a llegado, sin duda estos Caziques e islas valen son de
mayor interese que uno de los buenos estados que tienen Seores en
Castilla. Quanto mas; que en su mano est hurtarse los quintos al Rey
esconderse las perlas muy ricas que nunca se aya razon ni se sepa verdad de la pesquera dellas lo qual todo redunda en dao de la Hacienda
Real de los otros pobladores que no pueden pescar perlas por averse el
dicho Gobernador tomado las dichas Islas para si.
Estan los vasallos de S.M. encarcelados que hombre que aquella
tierra vaya no puede salir de ella sin licencia diciendo socolor que es
razon que se sepa primero de los libros del Rey si deve algo S.M.
porque le paresce al Gobernador que hay poca gente despues no osan
pasar aquella tierra por estos muchos que alla irian: tomanse las
cartas, y no se dan quien van; las que de alla vienen tomasen porque
S.M. ni su Consejo no sepa verdad asi no osan escribir ni avisar de
cosa que all pase. los que dejan venir libremente son gentes de
una de dos maneras, personas que aunque aca vengan no hablaran
en cosa que S.M. conbenga ni se ocuparan en mas de su hacienda lo
que les cumple; hombres que si hablaren sea lo que Pedrarias quiere
en su fabor que ac diga que ha fecho maravillas sepa mejor engaar al Rey con sus relaciones falsas sus criados propios para el mismo efecto.
A poder de esclamaciones Dios lleg las orejas de S.M. de los
gobernadores que en Espaa quedaron, estando en Flandes S.M. la sin

280\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

razon agravio que se ha fecho en se llevar las partes que Gobernador


e oficiales han llevado de las entradas, e proveieron los dichos Gobernadores que los oficiales bolviesen las partes que habian llevado de las
entradas que no las bolviesen el gobernador. los oficiales viendo
aquesto tampoco quisieron tomar las suyas asi por que dijeron tales
palabras que les parescio al gobernador que era bien callar como porque de lo que manda S.M. en aquella tierra no se hace todo.
Al tiempo que se pregon la residencia que hizo Pedrarias luego en
ese instante hizo publicar que queria reformar los repartimientos de los
Indios como muchos estavan sin ellos otros querian trocarlos que
tenian otros mejorarlo aunque havia muchos quejosos del dicho gobernador, no le osaron pedir ninguna cosa ni demandar justicia contra
l porque en lo de los Indios no les daase ademas de esos porque
veyan que se havia de quedar con cargo de la gobernacion, podria
despues destruir quien quisiese algo le obiese pedido.
Puedese muy bien provar que cuando Pedro Arias fu tierra firme
estava muy mas de paces que agora muy poblada la tierra de mar
mar todo lo que ay desdel Darien Panam lo qual todo al presente
esta quasi yermo despoblado acabsa de los robos crueldades que los
capitanes hicieron con muy sealadas exorvitancias, todo se qued sin
castigo si lo de Morales Primo, criado del dicho gobernador quando
hizo matar 300 personas atadas en cuerda no perdonando asta los nios
de teta, como los de Tello de Guzman, otras muchas cosas semejantes que en esto se pueden decir.
Un capitan que se llama Benito Hurtado pasando por el cacique de
Careta, traiendo ciertos Indios mal ganados pidi al dicho Cacique
que estava de paces que le diese algunos Indios que le ayudasen llevar
las cargas, el dicho cacique le di ciertos Indios un principal con ellos
en llegando al Darien, di por quinto l Rey los Indios de pazs
principal de Careta, di al gobernador Obispo oficiales ocho
diez piezas seio de servicio, e por les ganar las boluntades: otro
Capitan poco ha que hizo herrar un Cacique dos Indias de repartimiento libres para que fuesen esclavos, por tales las vendi el dicho
Capitan, aunque lo uno, lo otro supo el gobernador, todo se qued sin
castigo, no solamente aquesto pero agora poco tiempo ha que un Pedro de Crdenas as por su placer dos mugeres de repartimiento la
pena fue que al que lo hizo le desterraron para Castilla.
De hacer comer perros, Indios otras muchas crueldades; mucho
se podria decir lo qual se deja por evitar proligidad. En el dar las licencias para rescatar sus criados otros en lo secreto si tiene su parte
no, si parte con ellos; ya dije Vuestra Merced quand publico fu en
aquella tierra que parti con un Joan Tello; con Pedro de Encinasola e
con otros; lo que se hizo en la farcia que compr de los vergantines del

JOS ANTONIO SACO

/281

Rey que llev Lopez de Losa, la qual se pas cuestas de Indios la


mar del Sur, e primero la tubo rebendida que la pagase al Rey.
El dicho Pedro Arias Procurado desacer el Darien porque queriendose desde alli venir Espaa nunca aquella cibdad le dej diciendo que primero lo havia de saber S.M. havia de proveer su Alteza de
Gobernador de quien le tomase residencia, por eso ha procurado de
destruir aquel Pueblo por que el no le hizo seiendo como es lo mejor
que S.M. tiene en aquellas partes por quest en la frontera de los
Caribes dondel dicho Gobernador no ha fecho ni seido para hacer cosa
que sea como havia de ser porque algunas veces el dicho Pedro Arias
ha savido que de aca embiavan, se queria embiar Gobernador para
aquel cargo vienen agora sus fatores fundados de dar entender S.M.
las personas que en su real consejo estan que seria mucho incombimiento remober del cargo al dicho Gobernador diciendo que cual queria
que vaia antes que lo entienda lo havr estragado: lo qual es muy grand
burla fraude porque ninguna podria haber estado ay ni podria ir que
no lo hiciese muy mejor de lo questa fecho se hace.
En la administracion de la Xusticia es muy parcial no haze en ella
mas de su boluntad como se vido en lo de un Francisco de Medina que
vendi en aquella tierra ciertos Cristianos havia venido de saltear Indios, hacerlos comer perros sin causa ninguna, la paga que se le
dio por los dichos Cristianos fu del dinero del Rey en fraude de su
hacienda; haviendose de quedar en la tierra sin que le dieran cosa
ninguna los dichos Xpanos gente que el alli dej; porque los navios no
podian navegar.
No se maraville Vuestra Merced que Pedrarias sufriese las crueldades que los Cristianos Capitanes han fecho pues aorc Santmartin
su criado sin causa en la lsla Dominica desde seis meses en el Darien
le hizo el proceso pues hizo degollar Vasco Nez, los otros que con
el padescieron lo qual diria el proceso original no otro traslado ni
escriptura estando presente quien le sepa apuntar.
La cibdad de Fonseca de vila ya dije Vuestra Merced la qual causa del titulo, nombre della, quan mal ordenados estan a quellos Pueblos que es la causa porque va teniendolos; que interese se le sigue
de ello causa de los Rescates quan poco combiene tal forma, como
es para despoblar no poblar ni consentir ni sustentar la tierra.
Dije al principio que hera inconstante el dicho Gobernador, asi puede
Vuestra Merced creer que cada dia del mundo da muchas cedulas encontra
unas de otras de que muchos incombinientes pleitos nascen entre los
vecinos pobladores de aquellas partes asi quando encomienda Indios de
repartimiento naborias como en otras casas de otras calidades.
Entre las culpas que hall Vasco Nez para le degollar, es aver
tomado el dicho Vasco Nez una marca de los con que marcan el oro

282\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

su suegro de Verdugo que era veedor en la dicha tierrafirme, que creo


que le llaman Silvestre, pero no obstante eso embi el dicho Gobernador Pedro Arias desde Panama al Darien por un cuo de los tenia el
veedor Gonzalo Fernandez de Oviedo lo tubo en su poder el tiempo
que le paresci lo pudo hacer, marcar pudo el oro que le paresciese
ascondidamente.
Porque se dijo de suso algo de la muerte de Vasco Nez. Digo que
ya dije Vuestra Merced otra causa por do se presumia que lo hizo
matar desde quel Rey Catlico le embi las provisiones de adelantado
de la mar del Sur de la Gobernacion de Coiba Panama se le trat la
muerte, aun se puso en votos entrel Gobernador oficiales si se le
darian los titulos, provisiones reales del dicho adelantamiento non
obstante que el Rey de Gloriosa memoria se los embiase, si se le dieron fu porque el Obispo Fray Juan de Quevedo le fu faborable, porque bot el primero que se le diesen, no os el dicho Gobernador dejar
de darlas.
Al tiempo que fu Pedro Arias aquella tierra luego compr la casa
del dicho Vasco Nez le di por ella muy pocos dineros, valia mas de
renta que no dio el por ella de Compra la qual el dicho Vasco Nuez no
se la diera sino porque le tomaban residencia, por aplacar contentar
al dicho Pedro Arias.
Al tiempo quel dicho Gobernador reparti los Indios, Indias
naborios quel dicho Vasco Nuez tenia despues que la degollaron
repartiolas entre D Isabel de Bobadilla sus criados, quien quiso
por no las vender con la hacienda como se suele hacer en aquella tierra
en las Islas dems del dao notorio de las dichas naborias perdi la
Hacienda del Rey el fisco mas de 2 000 Castellanos lo menos todo
lo que mas se diera e baliera la hacienda del dicho Vasco Nuez de lo
que valio vendida sin las dichas naborias. Las pagas que se le hacen de
gente serian escusadas pues ninguna tiene ni la ay para ninguna
nescesidad por razon de las dichas pagas asi hascense copias vanas,
por aquellas libra el contador paga el Thesorero, seria mejor ya que
las obiese de llevar darsele de salario que por esta va: que paresce que
es untarse la Cebada su dueo; destotra forma seria merced sonaria
mejor el salario siendo mayor.
Al tiempo que descabezaron Vasco Nuez, sus consortes valieron
los bienes, escripturas que entraron en poder de Martin Estete 3 000
tantos pesos de oro sin causa, haviendo Thesorero que los havia de
cobrar por el Rey sin otro nuebo salario por aiudar su criado diole el
diezmo de lo que cobrase, o pagase tal maa se di el dicho Estete
escribanos quel ellos se llebaron de los dichos 3 000 castellanos mas de
los 2 000 dellos pagando solamente con papeles sin cobrarlos ni pagar
en dineros.

JOS ANTONIO SACO

/283

En el Darien no ha consentido que alli se haga regimiento sin estar


presente su persona del dicho gobernador, su Theniente aunque ha
sido requerido lo qual se presume ques porque no se de aviso S.M. de
su maa de Gobernacion de aquellas cosas que en aquellas partes pasan las quales por esta incombiniente ha dias que S.M. no las sabe ni
agora se supieran si no fuera yo el que las digese porque me paresce
ques inumanidad Callarlas mi Rey pues tengo jurado su servicio.
Es bien que sepa Vuestra Merced de noticia desto S.M. despues
que Gil Gonzalez tent por muchas vias su despacho de do estava Pedro
Arias para seguir su viaje porque conformas le pareci que se les
estorvaba, que queriendo el dicho Pedro Arias luego se podria poner
en obra acord de le comprar un negrillo bolteador quel dicho Gobernador tenia en 300 castellanos no valiendo 100, que esta quantia toviese
en la dicha armada el dicho Pedro Arias para que al respecto por rata
gozase en lo que adelante procedieza de la dicha Armada con como
esto fue fecho luego se puso en efecto en camino se fue, le dio licencia
para llevar gente de la que all estava en mas cantidad de la licencia
quel dicho Gonzalez tenia para sacar gente de alli.
Dura muy poco la amistad que tiene con ninguno de los oficiales antes trae por grangearia rebolberlos porque nunca estan conformes el
mismo reposta dice los unos lo que dicen los otros en secreto de que
se yan seguido cizaas discordias entrellos de que ningun servicio
Dios ni S.M. ni bien los pobladores se seguido antes mucha parcialidad, que los unos tengan muy conocidos algunos por sus allegados,
los otros otros e asi anda la cosa muy la descobierta que ya se
conoce vee quales acuestan la parte del Gobernador, quales la del
Thesorero quales la del Contador.
Algunas escripturas registros originales que queria tener en su
poder es necesario que se le den por que el que se las impide no se halla
bien dello si da conoscimiento dellas es de muy mala gana no le da.
As que para lo de tierra-firme combiene que S.M. determine una de
dos cosas y son perderlo ganarlo; para perderlo ninguna cosa se podria
buscar ni pensar ni proveer mijor que dejarlo estar de la forma manera quello se est; para ganarlo atajar tantos daos dar orden como
Dios S.M. sean servidos la tierra remediada hase de proveer quel
que Gobernare aquella tierra sea ombre de buena sangre que tenga
celo fin principal del Servicio de Dios del Rey, que sea amigo de
Justicia, ombre para trabajar por su persona non de sobrada cobdicia
ni cargado de hijos de edad combenible para el seso para los trabajos; que este tenga doquiera que tobiere una dos personas de buena
conciencia, letras que por su persona visite amas costas, los pueblos dellas si nescesario fuere, que si es comucho torne tomar las
residencias los Juezes pasados que no seran de poco interese para la

284\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

Hacienda de S.M. que demas deso tenga siempre en el Darien un Teniente que sea persona de letras pueblos del Norte: otro en la Costa
Pueblos la Costa, pueblos del Norte: otro en la Costa Pueblos del
Sur, diciendo verdad los que agora ay que son el Licenciado Selaya,
el Licenciado de Alarconcillo son personas muy suficientes para ello si
les dejase Pedrarias libremente usar de sus oficios en las cosas de Justicia; en lo que toca los Indios de repartimiento de las naborias;
mandar dar por ninguno aquel capitulo por donde acull consultan
gastan muchas cosas estraordinarias mandar tomar quenta al
Thesorero Alonso de la Puente que ge la tome quien sepa vien que
cosa es quenta, porque en aquel tiento de quenta que le tom Gil Gonzalez
de vila no se liquidaron muchas cosas ni se ablo en otras algunas de
calidad precio proveer como las Islas de las Perlas que son la de
Otoque Terareque, no sean de Pedrarias, sino que todos los Cristianos
puedan pescar en ellas, que se haga una torre en la de Terareque que
es la principal, se funde alli un pueblo de Cristianos quien se encomienden los Indios della porques aparejada para se poblar, para ganados los Cristianos que alli estubieren estan mas seguros, fuertes que
en parte de toda la tierra desde alli se puede mejor conquistar descobrir la costa de levante ay aparejo para los navios, puerto, muy
buenas pesqueras ase de mandar, que libremente puedan ir tomar
de aquella tierra los que all fueren, tratar libremente como en los
otros reinos despaa, que puedan libremente armar rescatar por las
costas los vecinos dellas, no otros ni los de la una costa rescatar en la
otra salve cada uno en la costa questobiere la poblacion do vive, dar
por esclavos los Caribes que son desde la tierra nevada al Darien sin
quintos ni derechos algunos asi como estan dados algunos por el Catolico
Rey D. Fernando, que demas desto se provean mande S.M. que se
despachen los capitulos que particularmente he dado para lo que toca
la Cibdad de Santa Maria del Antigua del Darien, porque lo mas importante, mijor cosa que ay en Castilla del oro si el que gobernare aquella
tierra quisiere atender al Servicio de Dios de S.M.
Con lo questa dicho he satisfecho lo que debo al Servicio de Dios
de S.M. soyobligado por mi conciencia; en lo demas Vuestra Merced
mire la suya pues S.M. me remite . Vuestra Merced para que le informase, se proveyese lo que su real serbicio fuese, como aquella tierra
no se acabe de perder, quando vuestra merced demas de lo ques
dicho me pidiere mas larga, particular relacion de qualquier capitulo
de los que atras quedan escriptos, vuestra merced lomande que yo lo
satisfar complidamente, crea Vuestra Merced que aquestas son las
verdades, lo que pasa todo lo que en contra se dijese es vicioso,
falso.

JOS ANTONIO SACO

/285

Notas
1 Memorial de Gonzalo Hernndez de Oviedo (sic). Simancas. Patronato. Real Archivo de
Indias. Legajo 7. Muoz, Colec., vol. LXXVI. Vase la pgina 195 de esta Historia. El
original de este Memorial existe en el Archivo General de Simancas, Patronato Real,
Arca de Indias, legajo 7. En la Colecin... de Muoz, perteneciente a la Real Academia
de la Historia de Madrid, se halla una copia de l en el tomo LXXVI, A. 103.

Historia
de los
repartimientos o encomiendas
de indios

Hemos considerado sealar al lector de la nueva edicin de esta


obra, lo siguiente:
A la publicacin de 1883, Vidal Morales y Morales expuso una
advertencia, en la cual indica que Pronto publicaremos tambin
el tomo sexto y ltimo, o sea la Historia de los Repartimientos o
Encomiendas de Indios, de no menor inters que los otros. A ello,
al editarse estos volmenes en 1945, su editor anot que, por ser
un verdadero complemento de la Historia de la esclavitud de los
indios en el Nuevo Mundo..., se le incorporaba al final tan importante trabajo, el cual viera la luz por vez primera en la Revista
de Cuba, en 1883.
Casi seis dcadas despus, al quedar an inconcluso el proyecto
de Jos Antonio Saco para esta Historia de los
Repartimientos..., lo mantenemos como anexo por sus valores,
pues nunca lleg a constituir el ltimo tomo de la monumental
Historia de la esclavitud... (N. del E.)
Jos Antonio Saco

Libro Primero
DESDE EL PRINCIPIO DE LA COLONIZACIN
O MUNDO
ESP
AOLA EN EL NUEV
ESPAOLA
NUEVO
MUNDO,,
HAST
A LAS ORDENANZAS DE VALLADOLID DE 1513
HASTA

Nunca debe confundirse la esclavitud de los indios de que he tratado hasta aqu, con las encomiendas o repartimientos. En la mente del
legislador, estos dos estados fueron del todo diferentes. La esclavitud
slo pesaba, segn la ley, sobre los indios canbales y sobre aquellos que
sin serlo, se sublevaban contra el poder de Castilla, o se resistan, en
sentir de los conquistadores, a recibir el bautismo: de manera que la
esclavitud que se les impona, era un castigo. Pero los indios pacficos,
sometidos a la autoridad de los espaoles, sos deban conservar su libertad; mas, sin quitrsela, el gobierno engaado, y procediendo de buena fe, crey que se les haca un bien, repartindolos o encomendndolos
a los conquistadores. Ante la ley, pues, los indios encomendados fueron
libres; pero de hecho fueron tan esclavos como los otros indios a esta
pena condenados.
Subyugados ya por Coln los pueblos de La Espaola, y deseando
ste que sus descubrimientos fuesen desde el principio provechosos a la
Corona de Castilla, para embotar de este modo los tiros con que la maledicencia y la envidia le heran como extranjero, impuso en 1495, a nombre de los Reyes Catlicos, un tributo sobre todos los indios; ordenando
que los de 14 aos arriba, vecinos de la provincia de Cibao, y los de la
Vega Real y los comarcanos a las Minas, pagasen cada tres meses un
pequeo cascabel lleno de oro, y todos los dems una arroba de algodn.1 Calculose obtener de cada paga 20 000 pesos, pero tan equivocado
fue este clculo, que de las tres primeras apenas se sacaron 200; y an
fue ms corto el rendimiento de dos o tres que se quisieron cobrar.2
Para conocer los indios sometidos al tributo, mandose que todos llevasen al cuello una medalla de cobre o latn, con cierta seal, que se
mudara cada vez que aqul se pagase.3 Como el oro no tena valor entre aquellas gentes, nunca se haban dado a la trabajosa explotacin de

290\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

las minas, y el poco metal que alguna vez recogan, eran las partculas
que las aguas arrancaban de los ros o de las montaas. Por esto se ver
cun terrible fue el tributo que se les impuso; porque ni saban bajar a
las entraas de la tierra a coger el oro, ni el poco que encontraban en su
superficie, era bastante para satisfacer la codicia de los castellanos.
Conociendo el rey o cacique de la Gran Vega Real, llamado Guarionex,
la imposibilidad de pagar en oro el tributo que se le impona, ofreci en
cambio, hacer una gran labranza para pan casabe desde la ciudad de
Isabela hasta Santo Domingo, que bien podra ser una distancia de 55
leguas; pero como el Almirante son palabras de Herrera era forastero, slo, i desfavorecido de los ministros de los Reyes catlicos, i
como prudente conocia, que lo que le havia de conservar eran las Riquezas que embiase, dabase priesa por el Oro, porque en lo demas era
mui Christiano y temeroso de Dios, i asi moder el tributo, porque vi,
que no se podia cumplir: por lo qual, algunos se huan los montes, i
otros se iban de unas Provincias otras vagamundos.4
Siendo esta carga insoportable, sustituyose por otra, tambin muy
opresiva. Incapaces los conquistadores por su fuerza de sacar todo el
partido que les brindaban aquellas tierras feraces, mandose desde 1496,
que para aficionarlos al nuevo pas que habitaban, algunos pueblos de
indios hiciesen las labranzas de las poblaciones de los castellanos, como
acostumbraban con sus caciques. Este trabajo no slo deban hacerlo
sin ninguna recompensa, sino que si lo rehusaban, eran azotados, y si se
huan, se les esclavizaba.5
Tan atroz injusticia fue fatal precursora de los repartimientos de
indios; y a ellos llegose muy en breve con la divisin de las tierras; porque en todos tiempos y lugares, luego que los conquistadores han impuesto su yugo a los pueblos vencidos, stos han corrido casi siempre la
suerte de aqullos.
A peticin de algunos pobladores de La Espaola, haba mandado el
gobierno en julio de 1497,6 que el almirante Coln repartiese en propiedad entre los castellanos las tierras de aquella isla. Esta orden no pudo
ejecutarse entonces, porque Coln se hallaba en Castilla; mas, vuelto a
La Espaola en 1498 encontrola muy alterada con la sedicin promovida y capitaneada por Francisco Roldn.7 Sosegadas estas turbulencias,
Roldn present a Coln en octubre del ao siguiente un memorial, en
que le deca, que l y 102 castellanos ms de los que le haban seguido,
queran tomar vecindad; y accediendo Coln a sus deseos, dioles tierras
e indios que las cultivasen; pero no juntos en Jaragua como pretendan,
pues era peligroso que gente tan desmandada e insolente permaneciese
unida; mayormente cuando el Almirante no tena fuerzas para contenerla. Distribuyolos, pues, maosamente dndoles tierras e indios en el
Bonao, Santiago de la Vega, y en otros pueblos. Ms largo fue con Roldn,

JOS ANTONIO SACO

/291

pues adems de haberle dado de los criaderos del rey dos yeguas, dos
vacas, dos becerros, 20 puercas y quizs muchas gallinas, le concedi
tambin algunas heredades en la Vega Real, y en los trminos de la
Isabela; facultndole para que los indios del gran cacique Behechio le
cultivasen las tierras que se le sealaban para su mantenimiento.8
Pero Coln no se limit entonces a repartir tierra e indios entre
Roldn y sus secuaces, porque deseando ganar la confianza de los castellanos residentes en La Espaola, hzoles la misma concesin. Tal fue
el origen de los repartimientos en 1499, y que despus se extendieron a
otras regiones del Nuevo Mundo; pero repartimientos que lejos de haber sido hechos por orden de la reina Isabel, fueron desaprobados por
ella, pronunciando aquellas memorables palabras que debo repetir aqu:
Quin ha facultado a Coln para repartir mis vasallos con nadie?
Cuando Coln reparti en La Espaola tierras e indios, us en las
cdulas que otorgaba de estas palabras: que daba en tal cacique tantas
mil Matas Montones, y que aquel Cacique, sus gentes labrasen, para
quien les daba aquellas tierras.9 Los nombres Matas o Montones de
que se habla equivalan a cepas de via en Europa, con la diferencia de
que stas tienen vida mucho ms larga, y aqullas eran de la planta
llamada yuca (Jatropha manihot) de que los indios se servan para hacer casabe, equivalente a nuestro pan.10
Oviedo, autor parcial y no muy exacto, afirma que Coln reparti
todos los indios de La Espaola;11 pero ni Las Casas ni los cronistas
Antonio de Herrera y Juan Bautista Muoz, que tuvieron a la vista todos
los documentos de aquella poca, dicen tal cosa: ni era posible que as
fuese, porque los castellanos, por su corto nmero, solamente ocupaban
entonces una parte de la isla Espaola. Mas, cuntos fueron los indios
repartidos por Coln? Cuntos los que encerraba aquella isla en su
totalidad? A la primera pregunta yo no puedo responder; y en cuanto a
la segunda, lo que se sabe es que al caer Hait bajo la dominacin espaola, toda la isla perteneca a cinco reyes o caciques principales, que
tenan bajo su obediencia otros caciques inferiores. Los nombres de
aqullos eran Guarionex, Caonabo, Behechio, Guacanagari y Cayacoa.
Guarionex posea todo el llano, y seoreaba ms de 60 leguas en el centro de la isla. Caonabo dominaba en las sierras, cuya posicin y extensin le hacan muy fuerte. Behechio ocupaba la parte occidental de la
isla y la provincia de Xaragua. Guacanagari era dueo de la parte del
norte, en cuya tierra asent Coln la primera colonia de 38 castellanos,
cuando descubri la isla. Cayacoa dominaba la parte oriental hasta la
ciudad de Santo Domingo, y hasta casi el punto donde el ro Yuna entra
en el mar. Este cacique era uno de los ms poderosos entre los cinco, y
sus indios los ms valientes de todos por su vecindad a los caribes, cuyas invasiones tenan que resistir.12

292\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

La poblacin de esa isla computbase entonces en 1 milln, a lo menos; es mi opinin dice Oviedo de muchos que la vieron hablan
en ello, como testigos de vista, que fall el Almirante, quando estas islas
descubri, 1 millon de indios indias ms, de todas edades, entre
chicos grandes.13 No vendr yo a discutir aqu la exactitud de ese
nmero; pero cualquiera que fuese, es innegable que cuando el Almirante hizo su repartimiento, ya los indios haban menguado mucho, as
por las guerras con los castellanos, como por el hambre que sufrieron.
Vino despus el repartimiento, el azote ms cruel que cay sobre los
hijos del Nuevo Mundo; y sin pensarlo Coln, su primer repartidor, ni
quererlo la buena reina Isabel, aquellos infelices fueron entregados desde
entonces a los verdugos que haban de sacrificarlos.
Los alborotos de La Espaola y las calumnias derramadas en la corte por los enemigos del Almirante, haban engendrado en el nimo del
gobierno injustas sospechas contra l. Removido del mando de la isla,
nombrose para sucederle a Francisco de Bobadilla, de quien ya he hablado en otra parte.14 Este villano reparti indios contra la voluntad de
su reina; y como mand que del oro que se cogiese no se pagase al rey
sino de 11 pesos 1, empleronse esos indios ms bien en la explotacin
de las minas que en la agricultura.15
A Bobadilla sucediole en la gobernacin de La Espaola el comendador Nicols de Ovando y Ovando, y entonces fue cuando se hizo el
primer repartimiento general. Sali Ovando para aquella isla en 1502
acompaado de 2 5000 a 3 000 personas.16 Desembarcaron en la ciudad
de Santo Domingo, y en vez de ponerse a trabajar para buscar el sustento, encerrronse en ella sin las provisiones necesarias, empezando
en breve a sentirse el hambre, las enfermedades y la muerte.17 Bien
quisiera Ovando repartir los indios entre su gente; pero las rdenes que
tena en contrario, eran terminantes; pues en una de las clusulas de
sus instrucciones, la reina Isabel le haba recomendado especialmente
que todos los indios de La Espaola fuessen libres de servidumbre y
que no fuessen molestados de alguno, sino que viviesen como vasallos
libres, gobernados y conservados en justicia como lo eran los vasallos de los reinos de Castilla; y que procurase. que en la Santa F Catlica fuessen instruidos: porque su intencion era, que fuessen tratados
con amor y dulzura, sin consentir, que nadie les hicesse agravio; porque
no fuessen impedidos en recibir nuestra Santa F; y por que por sus
obras no aborreciessen los Christianos. Y que, para que mejor
pudiessen ser doctrinados, se procurases, que se comunicassen con los
Castellanos, tratando con ellos, y ayudndolos unos a los otros.18
De algunas palabras de esa instruccin, supo Ovando aprovecharse
con destreza, y conociendo todo el inters de la reina por la conversin
de los indios, la enga dicindole entre otras cosas: que no podian

JOS ANTONIO SACO

/293

averlos indios para predicarles la f y doctrinarlos en ella, y que causa


de la mucha libertad huian y se apartavan de la conversacion de los
Christianos: por manera que aun querindoles pagar sus jornales no
querian trabajar sino andar vagabundos, y que por esto convenia que
tuviesen comunicacion con los cristianos.19
La reina, sorprendida por las arteras de Ovando, entreg los indios a
la ms horrenda opresin, pensando hacerles un bien. Expidi una Provisin en Medina del Campo, a 20 de diciembre de 1503, y en ella dice:
Por lo cual mando vos el dicho nuestro Gobernador que del dia
que esta mi carta viredes en adelante compelais y apremieis los dichos Indios que traten y conversen con los cristianos de la dicha isla, y
trabajen en sus edificios en sacar y coger oro y otros metales, y en faser
granjeras y otros mantenimientos para los cristianos, vecinos y moradores de la dicha isla, y fagais pagar a cada uno el dia que trabajare el
jornal y mantenimiento que segun la calidad de la tierra y de la persona
y del oficio vos pareciese que debieren haber, mandando cada Cacique
que tenga cargo de cierto nmero de los dichos Indios para que los haga
ir trabajar donde fuere menester, y para que las fiestas y dias que
pareciese se junten oir y ser doctrinados en las cosas de la fe en los
lugares deputados; y para que cada cacique acuda con el nmero de
Indios que vos le sealaredes la persona personas que vos
nombraredes, para que trabajen en lo que las tales personas les
mandaren, pagndoles el jornal que por vos fuere tasado, lo cual hagan
cumplan como personas libres como lo son, y no como siervos: faced
que sean bien tratados los dichos Indios, lo que dellos fueren cristianos mejor que los otros: non consintades ni dedes lugar que ninguna
persona les haga mal ni dao ni otro desaguisado alguno: los unos ni
los otros no fagades ninfagan ende al por alguna manera, so pena de la
mi merced y de 10 000 maravedis para la mi Cmara cada uno que lo
contrario ficiere.20
Verdad es que en este fatal documento se habla de jornales que se
haban de pagar al indio por su trabajo; verdad tambin que se habla de
enseanza religiosa, de buen trato y de libertad; pero estas saludables
disposiciones se quedaron escritas en el papel, y cuando de las piadosas
intenciones de la reina de Castilla pasamos a los hechos de sus sbditos
en el Nuevo Mundo, la voz enrgica de la historia se alza para proclamar a la faz del cielo y de la tierra, que el universo jams ver esclavitud
tan horrorosa como la indgena americana.
Roto ya el nico dique que se opona a la servidumbre de los indios,
diose prisa Ovando a repartirlos como si fuesen rebaos. Deshace los
grandes pueblos que avia y da un Espaol 100, y a otros 50, y otros
mas, y a otro menos, segun la gracia que cada uno con l alcanzava y l
quera: y d nios y viejos, mugeres preadas y paridas, y hombres

294\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

principales y plebeyos, y los seores naturales de los pueblos y de la


tierra dvalos en uno de los repartimientos que hazia al Espaol quien
el mas honrra y provecho quera hacer.21
Como al repartirlos us Ovando de la frmula A vos fulano, encomiendanseos en el Cacique fulano, tantos indios para que os sirvais
dellos en vuestras minas y grangerias con la persona del Cacique,22
diose desde entonces a esa reparticin el nombre de encomienda, el de
encomendados a los indios repartidos, y el de encomendaderos a los
espaoles que los reciban, sin que por eso se hubiese abolido la palabra
repartimiento, pues sta y la de encomienda se usaron, indistintamente, para expresar una misma cosa.
Deseando Bobadilla complacer a los castellanos, porque de este modo
crea conservar la gobernacin de La Espaola, concedioles la franqueza
de coger oro, la cual fue revocada luego que se dio a Ovando el mando de
aquella isla, ordenndose que los conquistadores pagasen por lo pronto la
tercera parte del oro cogido, conforme a lo dispuesto por el almirante
Coln, y ms adelante la mitad.23 Los indios trabajaron, al principio, en
las minas seis meses solamente; mas, en 1503 ordenose que fuesen ocho,
lo cual llamose una demora, debiendo llevarse todo el metal cogido a la
casa de fundicin, del que los oficiales reales tomaban la parte que tocaba
al rey, y daban lo dems a los dueos de los indios encomendados.24
Establecidos ya los repartimientos, hallbase perplejo el gobierno
con la muchedumbre de relaciones contradictorias que reciba sobre la
manera de convertir los indios. Crey conseguirlo mandando que a cada
uno se diese un pedazo de tierra para que fuese propietario; que se procurase juntarlos en pueblos para que ms pronto se civilizasen, que en
cada uno de stos se pusiese una persona que les suministrase justicia,
y no permitiese que nadie se sirviese de ellos contra su voluntad, y sin
pagarles, ni les ocasionase dao en sus personas, familias o bienes; que
se les persuadiese a usar de vestidos; y que en cada pueblo se fabricase
una iglesia, nombrando un eclesistico que les dijese misa y les ensease la religin.25 Pero Ovando nada hizo, nada obedeci, y echando los
indios a las minas, pronto encontraban all su muerte. Quitbalos a unos
castellanos para completar a otros de sus favoritos el nmero que les
faltaba, y en este cambio de unas manos a otras, se repitieron y arraigaron los repartimientos.26
A Ovando, pues, le toc la fatal celebridad de generalizar y dar consistencia en el Nuevo Mundo a tan funesta institucin; institucin que
ningn escritor ha calificado con tanta verdad como Bartolom de las
Casas.
Con la muerte de la reina doa Isabel, acaecida en Medina del Campo el 26 de noviembre de 1504, agravose la suerte de los indios, pues
stos perdieron a su nica protectora; y a los sentimientos verdadera-

JOS ANTONIO SACO

/295

mente cristianos y elevadas ideas que hasta entonces haban presidido


a la gobernacin del Nuevo Mundo, sustituyronse miras interesadas y
egostas. No quiso pasar aquella reina de esta tierra al cielo sin recomendar la suerte futura de sus queridos indios, y por eso consign en su
testamento una clusula inmortal en su favor.27 Pero Fernando, el Catlico ni cumpli los votos expresados por su esposa en su ltima voluntad, ni tampoco se mostr rey justiciero. Habale ella dejado la mitad de
todo lo que rindiese el Nuevo Mundo, y como ste era patrimonio exclusivo de la Corona de Castilla, porque a nombre de ella fue descubierto,
el rey de Aragn slo atendi a sacar las ganancias posibles, sin cuidarse de la equidad y justicia con que aquellos pases deban ser administrados. Su ausencia a Npoles, el desgobierno en que dej a Castilla,
sus apuros pecuniarios, su vejez y los achaques a ella inherentes, aumentaron el desorden, y si Ovando hasta aqu slo haba repartido indios entre sus amigos de La Espaola, ahora empezaron a adquirirlos,
aunque con alguna insistencia suya, y cediendo a rdenes superiores,
algunos criados de la Casa Real. As lo dice el cronista Herrera;28 pero
el licenciado Zuazo, aunque censor severo de la conducta de Ovando,
asegura que ste en todo el tiempo de su gobernacin, nunca consinti
que ningn privado del rey, ni otra persona que residiese en los reinos
de Castilla, tuviesen indios en La Espaola, pues siempre suplicaba de
cuantas cdulas y provisiones reales se le enviaban al intento.29
Las minas de oro de aquella isla llegaron a producir durante algunos
aos 460 000 pesos de oro;30 pero este producto no se logr sino con la
sangre de los indios.
De Npoles regres Fernando a Castilla en 1507, y su vuelta empeor el estado de los indios. El Nuevo Mundo cay desde el principio de su
descubrimiento en las manos de Juan Rodrguez de Fonseca, el obispo
de que tantas veces he hablado en la historia de la esclavitud de los
indios y en la de la raza africana; pero a este hombre perverso juntronse
despus otros dos, que, formando con l un triunvirato, fueron el azote
ms cruel de aquellas regiones. El primero de esos dos fue el contador
Lope Conchillos, a quien nombr el rey de secretario en los negocios de
Indias por muerte de Gaspar de Gricio, que haba desempeado esas
funciones; y el segundo, Miguel de Pasamonte, que lleg a La Espaola
en noviembre de 1508 en calidad de tesorero general con orden de que
se le diese muy buen repartimiento,31 pues a su arribo a aquella isla
contaba todava 6 000 indios.32
Al obispo Fonseca y a Lope Conchillos encarg el monarca el despacho de todos los negocios del Nuevo Mundo, ordenando al gobernador de La Espaola Nicols Ovando y a los oficiales de la Casa de
la Contratacin de Sevilla, que en adelante dirigiesen a ellos toda su
correspondencia. 33

296\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

Ovando, queriendo aparentar justicia, nombr en La Espaola visitadores para que viesen como los castellanos que tenan repartimientos,
trataban a los indios. En estos nombramientos ninguna intervencin
tuvo la corona hasta el ao de 1508, en que ella adjudic algunos indios
a un espaol, mediante el regalo de una mula que ste hizo a un personaje influyente en la corte. Entonces se declar que los visitadores no
tuviesen jurisdiccin alguna sobre los indios, sino que se limitasen a
investigar si stos eran bien tratados, participando a las autoridades
competentes las faltas contra ellos cometidas.34 Tales fueron las funciones legales que los visitadores deban ejercer, pero las que stos se
arrogaron y la manera con que las desempearon, descrbelas el celoso
defensor de los indios, el gran Bartolom de las Casas: Y en las Villas
y lugares de los espaoles tenia el governador ciertas personas las ms
honrradas del pueblo, que puso por nombre visitadores, quien por
solo el officio dava y sealava como por salario y fin el ordinario repartimiento de Indios que le avia dado y 100 indios para que le sirviesen.
stos eran los verdugos mayores del pueblo y ms crueles que todos:
ante los quales todos los Indios que los alguaziles del campo traian
monteados se presentaban, i iva el acusador de all, que era aqul que
los tena de encomendados y acusados diziendo que aquel Indio indios
eran unos perros que no le querian servir y que cada da se le ivan los
montes por ser haraganes y vellacos que los castigase. Y luego el visitador los ataba un poste y el mismo con sus propias manos tomaba un
rebenque alquitranado, que llaman en las galeras anguilla, que es como
una verga de hierro; y dvales tantos de azotes y tan cruelmente, que
por muchas partes les salia la sangre y los dexavan por muertos y nuestros ojos vieron muchas veces muy grandes crueldades, etc., etctera.35
El rey pidi a Ovando en 1509 que diese razn del modo con que
haba hecho los repartimientos para conocer las personas, que no teniendo heredades ni labor de minas, alquilaban los indios.36 En dicho
ao ces Ovando en el mando de La Espaola; volvi a Castilla, y ningn castigo se le impuso por su mala conducta. De su crueldad con los
indios, claro testimonio dan las palabras del licenciado Zuazo, juez de
residencia en La Espaola.
Despues de este el comendador Bobadilla vino otro Comendador, que llamaron de Lares, y este era hombre orgulloso, aunque por
otra parte tenia algunos buenos respetos, y este embi gente la Provincia de Higuei donde hizo matar por mano de un criado suyo Juan de
Esquivel natural de Sevilla 7 8 000 indios so color que aquella Provincia diz que se queria levantar, que son gente desnuda que solo un cristiano con una espada basta para 200 Indios. Hizo hacer otra grandsima
matanza crueldad en la Provincia de Jaragua, donde la sazon prendi una gran seora entre los Indios que se llamaba Anacaona, con

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todos los principales Caziques de aquellas partes. Di Indios quitlos


muchas personas, dilos sus criados otros de cuya mudanza se
morian infinitos dellos.37
Antes de partir Ovando de La Espaola, declarose almirante y
nombrose gobernador de las Indias a don Diego Coln, hijo del inmortal descubridor. Hzole el rey prevenciones, ya de palabra, ya por escrito, recomendndole especialmente que cuidase del buen trato de los
indios, sin que sus caciques los molestasen, ni los castellanos les hiciesen ningn agravio, castigando a sus ofensores, que se les ensease con
dulzura la doctrina cristiana para convertirlos al catolicismo, poniendo
en cada pueblo un eclesistico, con sueldo, que entendiese en ello, procurando apartarlos de sus idolatras y ritos, poco a poco, con mucha
maa y sin escandalizarlos, que no se diesen ms indios a los curas para
impedir que faltasen al desempeo de su ministerio: que los espaoles
no les vendiesen armas, ni se les permitiese poseerlas: que viviesen en
poblaciones, teniendo cada uno aparte su mujer, hijos, casa y heredad:
que no se les dejase vender sta, ni trocarla por poco valor como sola
hacerse: que tuviesen sus consejos con sus regidores y oficiales, puestos por los caciques, los cuales ejerceran la jurisdiccin, para reducirlos a buen gobierno y civilizarlos: que los consejos tuviesen propios: que
no se hiciese trabajar de valde a los indios, sino que se les pagase un
salario, segn estaba mandado por disposiciones anteriores: que stas
se ejecutasen en cuanto al vestido de los indios, para que no anduviesen
desnudos: que se diese licencia para llevar a La Espaola indios caribes
o de los que hubiesen hecho resistencia, con tal que procediesen de pases en que no haba minas, y pagndose al Fisco la cuarta parte de los
importados, los cuales deban declararse despus como naborias, que
eran una especie de criados: que siendo muy grande la mortandad en
las minas de los indios introducidos en aquella isla, slo se les impusiese
un trabajo moderado, y que sus dueos en el primer ao no pagasen
ms de medio castellano de tributo, para que no los recargasen tanto.
Por ltimo, ordenose que no se diesen licencias a los castellanos de La
Espaola para ir a descubrir y comerciar, sino bajo la condicin de que
otorgasen fianzas de no hacer dao a los indios.38 Si estas prevenciones
se hubieran cumplido, habrase, sin duda, mejorado la condicin de los
indios.
Facultose tambin al nuevo almirante para reformar los repartimientos hechos por Ovando, ajustndose a los trminos de la Real Cdula
expedida en Valladolid a 14 de agosto de 1500, la cual dice as:
Por quanto el repartimiento de Indios se ha hecho hasta el arbitrio
del Gobernador que ha sido de La Espaola, y no se ha guardado la
justa proporcion, ni se ha hecho el uso que debiera de los Indios emplendolos en labores y minas, sino tomando este por page, al otro por

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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

mozo de espuela para holgar con ellos: mandamos que en adelante no


sirvan sino para las labores, y se repartan en esta razon. A los Oficiales
y Alcaydes provistos por m y mi hija se darn 100 al caballero que
llevase su mujer, 80 al escudero con su muger, 60; al labrador con muger
30. Si ansi repartidos sobraren o faltasen Indios, se les aumentarn
disminuirn al dicho respecto. Las personas quienes se encomendaren
Indios, deberan instruirlos en la f, darles vestuario y otras cosas segun
costumbre. No se podrn quitar nadie sino por delito que merezcan
perdimiento de bienes. En tal caso las personas que quisieren gozar de
los Indios confiscados, pagarn anualmente la Cmara 1 peso de oro
por cada cabeza de Indio. Este tributo ces por el Tratado de mercedes, franquezas y libertades concedido a La Espaola en 26 de septiembre de 1513.
No contento el monarca con estas prevenciones hechas al nuevo almirante don Diego, mand al mismo tiempo a su amigo y confidente el
tesorero Miguel de Pasamonte, que tuviese mucho cuidado en ver si en
el repartimiento que deba hacerse se guardaba todo lo que l haba
dispuesto.39
La mencionada Real Cdula de 14 de agosto de 1509, introdujo algunas novedades en los repartimientos:
1 Que los indios no se empleasen en las minas, sino slo en las
labranzas.
2 Que se determin la calidad de las personas a quienes debieran
darse, y el nmero de indios que deban caberles.
3 Que a ningn encomendero pudiera quitarse los indios si no por
delito que mereciese perdimiento de bienes.
4 Que el nuevo encomendero que quisiese gozar de los indios as
quitados, pagare anualmente a la Cmara 1 peso de oro por cada uno de
ellos.
Habindose conocido despus, que ese tributo redundaba en perjuicio de los indios, porque los encomenderos, para indemnizarse, los recargaban de trabajo, aboliose por el mencionado Tratado de mercedes,
franquezas y libertades, concedidas a los vecinos y moradores le la isla
Espaola, en 26 de septiembre de 1513.40
El rey, accediendo a la peticin de Gil Gonzlez Dvila, contador de
La Espaola, dijo a ese empleado desde Valladolid en 14 de agosto de
1509, que los espaoles a quienes se repartiesen indios, pagasen anualmente 1 castellano por cabeza, sin que por esto se entendiese que aqullos se daban de por vida, sino por uno, dos tres aos, y pasados estos
por otros tantos, pues lo contrario parecera hacerlos esclavos, y era
cargo de conciencia. Al lado de esta razn humanitaria haba otra de
inters, porque acortndose el plazo de los repartimientos, el monarca
aumentaba su tesoro con la renovacin de ellos.

JOS ANTONIO SACO

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La orden anterior comunicada a Gil Gonzlez, no lo fue al almirante


gobernador; y por eso mandole el rey en 22 de octubre del mismo ao de
1509, que si los espaoles que tenan indios encomendados deseaban
seguir con ellos, pagasen 1 castellano por cabeza; y que los importados
de las islas comarcanas en La Espaola, se repartiesen a otros pagando
medio castellano por cada uno. Pero ese tributo de 1 castellano por cabeza fue tambin suprimido por la cdula de franquicias y libertades a
favor de los vecinos, mercaderes, y tratantes de Indias, expedida en
Sevilla a 14 de octubre de 1511.
Luego que lleg a La Espaola don Diego Coln en julio de 1509,
procedi a efectuar el repartimiento que se le haba encargado; y en la
distribucin general que hizo de aquellos indios, no se olvid de tomarlos para s, dndolos tambin a su mujer doa Mara de Toledo, a su
hermano, tos y a otros a quienes la corte haba concedido cdulas para
obtenerlos.41
Al adelantado, su to don Bartolom, tocole la isla de la Mona, y esta
encomienda fuele confirmada por el rey en 1511, no slo con los indios
que en ella haba, sino con 200 ms de que el monarca le haba hecho
merced.42 Como la cdula que autoriz al almirante don Diego para reformar los repartimientos en La Espaola no expresaba el tiempo que
haban los castellanos de tenerlos, mandose por una Declaracin hecha
en Valladolid a 12 de noviembre de 1509, que solamente gozaran de
ellos mientras fuese la voluntad del monarca.43
El almirante envi a la corte la relacin del repartimiento que hizo;
pero el rey no qued satisfecho, y mandole desde Burgos a 23 de diciembre de 1511 que enviase otra, poniendo el nmero de caciques con
sus nombres; los indios que cada espaol tena as para minas como
para naborias, sealando los que no eran de servicio por vejez o niez;
que indicase las personas que tenan indios por cdula real, y cules no,
aadiendo las condiciones, vida, fama y otras cosas de dichas personas.
En el repartimiento que hizo el almirante don Diego, quit muchos
indios a quienes Ovando los haba dado, y esta mudanza, como la de los
repartimientos anteriores, fue fatal a la vida de los indios. Dejemos aqu
la palabra al licenciado Alonso de Zuazo.
Como los dichos repartimientos se hicieron de junta general de todos
los caciques indios, los indios que eran de la provincia de Higuei hacan ir Jaragu y la Zabana, que son lugares que distan de Higuei al
pi de 100 leguas, y ansi por el consiguiente en todos los otros lugares,
de manera que como muchos de estos indios estaban acostumbrados
los aires de su tierra, beber aguas de jageyes, que as llaman las
balsas de agua llovediza, otras aguas gruesas, mudndolos donde
habia aguas delgadas de fuentes de ros frios lugares destemplados, como andan desnudos, hanse muerto casi enfinito nmero de in-

300\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

dios, dejados parte los que han fallecido del muy inmenso trabajo
fatiga que les han dado tratndolos mal.44
Algunos religiosos que haban pasado a La Espaola, manifestaron
dudas acerca de la justicia de los repartimientos, y el tmido monarca
para aplacar los escrpulos de su conciencia, mand que los indios no
fuesen repartidos de por vida, sino que sirviesen como tapias o naborias,
nombres que se daban a los que, sin ser esclavos, estaban obligados a
servir por un ao o dos; despus por otros dos y as sucesivamente.45
Pero los encomenderos poco se cuidaban de esas diferencias, porque
bajo de cualquier nombre que se diese a los indios, ellos siempre los
trataron como esclavos.
Orden el rey en 1519 que al tesorero Pasamonte se le diesen 100 indios, adems de los que ya tena.46 Nombrronse al ao siguiente dos
oficiales reales ms para La Espaola, habiendo recado el nombramiento
de contador en Gil Gonzlez Dvila, y el de factor en Juan de Ampues,
sealndoseles 200 indios de repartimiento en parte de su salario.47
Cuando en 1511 se fund la primera Audiencia en La Espaola, diose a
cada uno de los jueces de apelacin que la formaron, adems del sueldo
que se les seal, un repartimiento de 200 indios. Mercedes semejantes
hicironse tambin de 100, de 60 y 50 indios a criados de la Casa Real,
miembros del Consejo, muchos cortesanos, y a otras personas que sin
residir en La Espaola gozaban de sus encomiendas por medio de mayordomos que al efecto tenan en aquella isla.48
Deseoso el rey de que se tratase bien a los indios, mand que nadie
tuviese ms de 300 para que se les atendiese mejor en lo temporal y
espiritual; encargando al almirante y oficiales reales de La Espaola
que diesen ejemplo a todos en doctrinar bien los indios, pues el servicio
de Dios era su principal objeto. Para remediar la falta de brazos que ya
en La Espaola se senta, orden tambin que todos los indios importados en ella perteneciesen al introductor y sucesores, para que as los
cuidasen mejor.49
La plaga de los repartimientos, que haba estado circunscrita a La
Espaola, por ser el nico punto poblado de castellanos, se fue extendiendo a otras islas.
En 1502 diose facultad a don Cristbal de Sotomayor para que escogiese en la isla de San Juan de Puerto Rico, ya reconocida por Juan
Ponce de Len, un cacique con los indios que le pertenecan.50 En 1510,
el mismo Juan Ponce empez a repartir los indios de aquella isla; pero
no queriendo ellos someterse a tan cruel servidumbre, alzronse y mataron muchos espaoles.51 Vencidos al fin, doblaron la cerviz al yugo
que se les impona, y corrieron suerte igual a los de otras islas.
Injusticias, como era de costumbre, cometi Juan Ponce al repartir
los indios entre los pobladores, de donde naci entre ellos multitud de

JOS ANTONIO SACO

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quejas y resentimientos. De ese repartimiento sealronse muchos al


rey para que trabajasen en sus minas y haciendas o granjeras, cuya
administracin se confi al mismo Ponce; pero no habiendo ste correspondido a las esperanzas del monarca, quitsele su administracin, lo
mismo que el gobierno de la isla, encomendndose aqulla a los oficiales
reales que acababan de llegar, y en junio de 1513 a slo uno de ellos, cual
fue el tesorero Haro.52
Ni fueron el monarca y los particulares quienes solamente tuvieron
indios en Puerto Rico; que aqul mand en 1511, que a cada uno de los
hospitales fundados en aquella isla se le diese un repartimiento de 100
indios.53
El almirante don Diego Coln, en virtud de sus atribuciones, nombr de lugarteniente para la isla de Puerto Rico a Juan Ceron, natural
de Ecija, y de alcalde mayor a Miguel Daz que haba sido criado de su
to, el adelantado don Bartolom.54 En 22 de julio de 1511 se les facult
para que hiciesen un nuevo repartimiento en aquella isla, recomendndoseles que favoreciesen a los que se haban distinguido en la guerra de
Puerto Rico. Efecturonlo de 1511 a 1512; pero quedaron tan descontentos los numerosos amigos y partidarios de Juan Ponce, que el almirante se vio obligado a reconocerlos.55
Juan de Esquivel entr en Jamaica en 1510: empez a poblarla, y al
repartir los indios, encontr alguna resistencia, pues se fugaron a los
montes, y los caciques se pusieron en armas; pero habiendo matado
algunos, subyug a los dems, repartindolos a sus dueos: ocupronlos
principalmente en labranzas de bastimentos y algodn, cuya planta era
muy provechosa y abundante en aquella isla.56
Con el rey don Fernando ajust asiento Francisco de Garay, para entender a medias en las granjeras de ganados y haciendas que aqul
tena en Jamaica; y entonces fue cuando se nombr de tesorero de all y
repartidor de sus indios a Juan de Mazuelo.57 Con este motivo dijo al
rey en 12 de abril de 1513: Los indios han sido muy maltratados con
palos y azotes, quemados, y otros martirios; si as siguiese, no habra
indios para dos aos. Sobre esto hall algunos presos, y al que ms se
ech pena de 6 castellanos... Se har el repartimiento con justicia: algunos tienen ms indios que V.A. que son el almirante y su teniente que
tienen cada uno 1 600.58
Verificose ese repartimiento, y dironse indios no slo a muchos pobladores, sino a los oficiales reales por orden del monarca, a quien tambin se consignaron 2 000 para sus granjeras. Hallronse entonces en
aquella isla 14 636, a saber:59
Caciques ..............................................................................
Naborias repartidos a cristianos .....................................

8 600
1 500

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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

Viejos y viejas .....................................................................


566
Nios y nias ...................................................................... 3 970
Total ..................................................................................... 14 636
Repartimientos hizo tambin Diego Velzquez en Cuba, y el primero, aunque corto, fue cuando desembarc en la provincia oriental de
Mais a fines de 1511; pues los indios que le opusieron una dbil resistencia, fueron entregados a los castellanos que le acompaaban para
que les sirviesen, pero no como esclavos.60
Suerte ms dura corri Hatuey, cacique de aquella provincia, pues
aunque se fug a los montes, fue cogido y brbaramente quemado por
orden de Velzquez. Nombr ste por su lugarteniente a Pnfilo de
Narvez, quien marchando contra los indios de la provincia de Bayamo,
en breve los subyug; y as ellos como los dems fueron repartidos con
el progreso de la conquista, segn ms adelante se ver.
Al estado a que haban llegado las cosas del Nuevo Mundo, parece
que ya en la tierra no haba una sola voz que se interesase por los indios.
Pero esta voz consoladora sali de las celdas miserables que ocupaban
en La Espaola los religiosos de Santo Domingo.61 Penetrados de los
tormentos que sufran aquellos infelices, trataron de poner pronto remedio a tanto mal. Desde la ctedra de la verdad tron contra los opresores fray Antonio Montesino, en un sermn que predic en 1511 en la
ciudad de Santo Domingo, estando presentes el almirante gobernador,
los oficiales reales, otras personas notables, y los dems espaoles.
Muy importante es ese sermn, que se halla en los captulos III y IV
del libro II de la Historia General de las Indias escrita por Bartolom
de las Casas.62
De su terrible como justo lenguaje, dironse todos por ofendidos, y
en particular, los oficiales reales por ser los ms culpables. Llenos stos
de indignacin fueron en el mismo da a casa del almirante, para persuadirle que deba reprenderse a aquel fraile, que tan libremente haba
predicado contra el rey. De all pasaron al convento de aquellos religiosos que an era un edificio de paja, para pedir a su vicario fray Pedro de
Crdoba, o que Montesino se retractase en el plpito, o que toda la Orden saliese de la isla. El vicario, despus de haberlos aplacado con su
prudencia, les dijo que lo que fray Montesino haba predicado, fu de
comn consentimiento y aprobacin del convento, y que no pensaban
haba hecho en ello, sino mucho servicio a Dios y al rey. Convnose, al
fin, en que el predicador modificara su lenguaje en el sermn del siguiente domingo; pero Montesino era hombre entero y de alma bien templada. Subi de nuevo al plpito y cuando todos esperaban una retractacin, insisti con ms vehemencia que antes en los abusos que haba
denunciado. La irritacin lleg entonces al colmo. Acudieron al rey los

JOS ANTONIO SACO

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oficiales reales, dndole cuenta de lo ocurrido y sealndose en sus quejas el tesorero Pasamonte por la alta influencia que tena con el monarca y con el secretario Conchillos. Enterado aqul de lo ocurrido, mand
llamar al provincial de la Orden en Castilla y le dijo, que remediase el
escndalo causado en La Espaola por sus frailes, predicando cosas
contra su servicio. Pasamonte envi adems a la corte para que apoyase
la denuncia contra los dominicos, a fray Alonso del Espinar, de la Orden
de San Francisco, hombre de buena conciencia, pero ignorante; verificndose con esto el dicho de Las Casas: que trabajaron de enviar frailes contra frailes por meter el jueco, como dicen, a barato.63 Los dominicos, a su vez, enviaron al mismo Montesino para que defendiese la
justicia de sus ideas, y con el objeto de que le ayudase en tan santa
empresa, nombraron despus al varn prudente y entendido fray Pedro
de Crdoba, vicario de aquella Orden en La Espaola.
De estas ocurrencias naci la rivalidad que en punto a repartimiento
y libertad de los indios hubo entonces entre los religiosos franciscos y
dominicos de La Espaola: rivalidad que si contraria al piadoso instinto
que profesaban los primeros, cubri de honra y de gloria a los segundos. Cuando se estudia la causa de esta divergencia, parece encontrarse
en miras interesadas, pues como a los dos conventos de franciscanos
que ya haba en La Espaola, se les haban sealado dos repartimientos
de indios, cabe la fundada sospecha de que las opiniones que manifestaron fueron hijas del inters.64
A su llegada a la corte encontrola Montesino muy prevenida contra
l; y queriendo presentarse al rey para informarle de todo, no le era
dado conseguirlo: pero burlando un da la vigilancia del portero, se entr hasta donde estaba el monarca, dicindole que le suplicaba, que le
oyese lo que tena que decirle por su servicio. El rey le contest con
mucha dulzura: que dijese lo que quisiese; informle de cuanto haba
pasado en La Espaola, de los fundamentos que haba tenido para predicar aquel sermn, que haba sido firmado de su prelado y de todos los
letrados telogos de su convento; y l se lo haba mandado por obediencia, y suplicle que luego fuese servido de poner remedio. El rey respondi, que le placa y que con diligencia mandara luego entender en
ello.65
En cumplimiento de su palabra, mand el rey en 1511 que se reuniese en Burgos, donde a la sazn se hallaba, una junta de miembros de su
Consejo y de telogos. Por aqul asistieron Fonseca, ya obispo de
Palencia, y que tanta parte tena en los negocios de Indias; Hernando
de Vega, seor de Grajal; el licenciado Luis Zapata, a quien por su gran
valimiento con el rey llamaban algunos el rey chiquito; el licenciado
Sosa, que despus fue obispo de Almera; el licenciado Santiago; el licenciado Moxica, y el doctor Palacios Rubios. Los telogos fueron los

304\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

tres religiosos dominicos, fray Pedro de Covarrubias, el maestro fray


Toms Durn, y fray Matas de Paz, catedrtico de Salamanca; el licenciado Gregorio, predicador del rey, y el ya citado Alonso del Espinar,
siendo de extraar, que al padre Montesino no se le hubiese dado lugar
en la Junta, ni que aun se le hubiese llamado para orle.6 6
Los procuradores enviados por algunas islas pidieron a la Junta, que
los indios fuesen dados a perpetuidad, o por tres vidas; esto es, por la de
los actuales encomenderos, y por las de dos de sus herederos. Fundbanse en que los indios no podan gobernarse por s solos, que necesitaban de tutores; que eran en extremo holgazanes; que cuando ya se les
crea domesticados, se desnudaban y se huan a los bosques como bestias; y, por ltimo, que siendo incapaces de toda razn, deban estar sometidos al cuidado de los castellanos.6 7
La Junta tom en consideracin todas estas peticiones, y despus de
haberse reunido ms de 20 veces, sus miembros nunca pudieron entenderse. El rey, vista la diversidad de opiniones, mand a fray Alonso del
Espinar, a Pedro Garca de Carrin, natural de Burgos, y al bachiller
Enciso, que haban estado en las Indias, que se juntasen en el convento
de San Francisco y por captulos hiciesen unas ordenanzas para que los
indios fuesen y viviesen como cristianos. Juntronse en efecto, y tomando por base la clusula del testamento de la reina doa Isabel, en la que
se declar libres a todos los indios, acordaron: que ningn castellano
pudiese tener encomendados ms de 80 indios ni menos de 40; que stos
se diesen a hombres casados para que las islas quedasen pobladas con
sus hijos; que los restantes se repartiesen entre los que las haban conquistado; y, por ltimo, que no se diesen indios a los que estaban en
Castilla, ni tampoco a los oficiales reales ni jueces que residan en aquellas islas.
Estas ordenanzas fueron entregadas al rey, y aprobadas por l y por
los telogos y dems miembros de la primera Junta, imprimironse y
environse a las Indias para su cumplimiento.6 8 Tales son las que se
llamaron Leyes de Burgos.
A pesar de ellas, la crueldad de los castellanos continuaba contra
los indios. Insistan en decir que los repartimientos eran necesarios
para corvertirlos y civilizarlos; porque si se les dejaba vivir por su
cuenta, ni abrazaran el cristianismo, ni los ya convertidos permaneceran en l, pues de nuevo volveran a su vida salvaje y a sus nefandos
vicios. Esta fatal argumentacin, aunque tantas veces repetida, nunca
dejaba de producir el perverso fin que los castellanos se proponan;
pero, al mismo tiempo, los religiosos dominicos de La Espaola oponanseles enrgicamente.
En medio de estos ardientes debates, los encomenderos alcanzaron
un triunfo sealado contra aquellos religiosos, pues de orden del rey

JOS ANTONIO SACO

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djoseles en 1513: que cuando se mandaron repartir los indios, se juntaron, con los del Consejo, muchos letrados, telogos, y juristas y que
vista la gracia y donacin apostlica y otros fundamentos, haban acordado, en presencia del arzobispo de Sevilla, que entonces era, que se
deban de dar los indios en repartimiento, y que era conforme a derecho, divino y humano: y que si cargo de conciencia poda haber en ello,
era del rey, y de quien se lo haba aconsejado, y no de quien tena los
indios: y que as, para adelante podran los Padres Dominicos moderarse ms en este caso, y proceder con ms suavidad.6 9
Esta resolucin fue una sentencia terrible contra los indios, porque
sancionado el sistema de los repartimientos, nada importaba que se les
llamase libres, pues que los encomenderos los trataban como esclavos,
y esclavos que nada les haban costado. A pesar de esto, respetando el
monarca las slidas virtudes de los religiosos dominicos fray Pedro de
Crdoba y fray Antonio Montesino que haban venido a la corte a defender tan noble causa, quiso darles una muestra de su aprecio, ordenando que volviesen al Nuevo Mundo a continuar su misin apostlica
en provecho de los indios.7 0
Para acallar los clamores que siempre alzaban los defensores de los
indios, mand el rey que se reuniese en Valladolid una nueva Junta, de
cuya deliberacin nacieron unas ordenanzas en 35 captulos aprobadas
por el rey en la misma ciudad a 23 de enero de 1513: pero entre ellas y
las Leyes de Burgos hubo la notable diferencia de que stas eran generales para todos los pases ya poblados de espaoles en el Nuevo Mundo, mientras que las Ordenanzas de Valladolid eran solamente aplicables a la isla de San Juan de Puerto Rico y a La Espaola.
Por cuanto dice el rey don Fernando en el prlogo de esas Ordenanzas yo mi muger siempre deseamos el provecho espiritual de los
indios de la isla de San Juan hicimos algunas ordenanzas para ello por
nos, las quales aadieron otras Bovadilla, Ovando, y el Almirante
D. Diego, y vuestros Oficiales de all. Pero la experiencia ha mostrado
que todas no son bastante para lograr el deseado fin atendida la
inclinacion al cio y los vicios que se observa en los indios, principalmente teniendo sus asientos con sus caziques distantes de las poblaciones de Espaoles, donde se retiran el tiempo que estn desocupados
del servicio. Porque aunque se les haya dado instruccion mientras
servian, la olvidan luego y buelben su olgazaneria y vicios, sin querer
oir al espaol que va con ellos para instruirlos por no temerle ni respetarle. Siendo esto tan contrario la Fe, y NOS obligados poner remedio: consulta de algunos del Consejo, dictmen de personas doctas y
piadosas, informe de otras que tienen conocimiento de Indias; ha parecido conveniente que las estancias y asientos de los Caciques indios
se pongan cerca de las poblaciones. Con lo cual podrn asistir las igle-

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HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

sias, oir las plticas, conversar frecuentemente con los espaoles, recibir luego los Sacramentos etc., y adems en lo temporal se evitar que
les roven sus hijos y mugeres, y se les hagan otros daos que algunos
se han atrevido por pillarlos ljos de donde residen las justicias. Por
estas y otras causas fu acordado de mudar sus estancias cerca de los
pueblos de Espaoles, donde se guardar con ellos lo siguiente.
Y lo siguiente fue, que con motivo de mudarse las estancias de los
indios junto a las de los espaoles, todo encomendero deba hacer para
cada 50 de aquellos cuatro bohos de 30 pies de largo y 15 de ancho, y
tenerles 3 000 montones de yuca, 2 000 aves, 250 pies de aj, y 50 de
algodn, a satisfaccin del visitador, el cual cuidara de que sembrasen a
su tiempo media fanega de maz, y que el encomendero diese a cada uno
12 gallinas y un gallo para que se aprevechase de sus huevos y pollos.
Recomendose que los indios de la isla de San Juan de Puerto Rico fuesen llevados de sus antiguas estancias a las nuevas suavemente y con
halagos. Todo encomendero deba fabricar en su hacienda una casa para
iglesia, a la que ira diariamente con todos sus indios al amanecer y
anochecer para rezar con ellos, cuidando de corregir al que se equivocase. Cuando hubiera cuatro o cinco estancias en el espacio de una legua,
se fabricara una iglesia en la del centro, a donde iran los indios todas
las fiestas a or misa y sermn con su encomendero; pero en caso de no
haber clrigo que les predicase, siempre deberan asistir a la iglesia
para orar y rezar, so pena de 10 pesos al encomendero que contraviniese. Si fuera de dicha legua haba alguna estancia, harase all otra iglesia para no obligar a los indios a ir lejos. Siempre solcito el monarca de
la instruccin religiosa de los indios, impuso al encomendero la obligacin de ensearles la doctrina cristiana, y de tomarles cuenta cada 15
das de lo que les enseaba, so pena de 6 pesos de oro.
Los prelados que cobraban diezmos de esas estancias, deban proveer de clrigos para decir misa, confesar a los que pudiesen hacerlo y
ensear a los que no. Cuando haba muchos indios empleados en las
minas, haranse en stas una iglesia, guardndose todo lo ordenado para
las de las estancias.
Todo encomendero que tena 40 o ms indios, deba ensear a un muchacho de entre ellos a leer, escribir y la doctrina cristiana; obligacin que
tambin se impuso a los que servan de muchachos indios por pajes.
Recomendose el cuidado con los enfermos, a quienes deba confesar
gratuitamente el clrigo respectivo; y si moran ir al entierro con la
cruz, sin paga alguna. El encomendero que no daba sepultura al indio
que tena, era multado en 4 pesos. Impsose tambin al encomendero la
obligacin de bautizar el indio nacido dentro de ocho das, y si no haba
clrigo, l lo hara por s en caso de necesidad. El contraventor incurra
en la multa de 3 pesos para la iglesia donde se bautizara.

JOS ANTONIO SACO

/307

Deba darse a los indios algn tiempo para que holgasen antes de
anochecer, privndose al encomendero de aquel a quien no se le permitiese. Tampoco se les impediran sus aretos en los domingos y das de
fiesta ni en otros fuera de las horas del trabajo.
Ningn indio poda ser cargado, sino slo con sus mantenimientos, y
eso en el caso de mudarse de un lugar a otro, so pena de 2 pesos y de
perder el encomendero el indio para el hospital del lugar a que perteneca. Los indios no trabajaran en las minas ms de cinco meses: despus
holgaran 40 das en los que el encomendero debera instruirlos en la
doctrina cristiana, sin que en ese tiempo pudiese mandarles otra cosa
que sacar sus mantenimientos de la yuca y otros comestibles.
Obligbase a los encomenderos a tener provisin suficiente de casabe, aves y aj, para que los indios comiesen con abundancia, lo que se
encarg que hiciesen sus bohos. Adems, deba drsele a cada uno en
los das festivos, una libra de carne o de pescado: alimento que haba de
suministrarse diariamente a los empleados en las minas, pena de 2 pesos al encomendero infractor. Recomendose que inculcasen a los indios
la idea de tener una sola mujer, con la que deban casarse segn la Iglesia. Ordenose que todos los hijos de los caciques se entregasen a la edad
de 13 aos a los frailes franciscanos para que les enseasen a leer, escribir, y la doctrina cristiana; y que pasados cuatro aos los volviesen a
quien estaban encomendados para que sirviesen de maestros a los otros
indios, mejor que los espaoles. Las indias embarazadas de cuatro meses no podan ser enviadas a minas, ni sembrar yuca, sino tenerse en
casa para servicios de poco trabajo: paridas, se hara lo mismo durante
tres aos en que criasen a sus hijos, so pena de 6 pesos por cada infraccin. Obligose al encomendero a dar a cada indio una hamaca en que
durmiese, cuidando los visitadores que ni les faltase, ni la cambiasen.
Deba tambin el encomendero dar anualmente a cada indio 1 peso de
oro para vestirse, del cual tendran el cacique y su mujer 1 real para
vestirse mejor. Nadie podra servirse ni admitir en su estancia indios
ajenos, bajo la multa de 6 pesos por primera vez, 12 por la segunda, y 3
ducados por la tercera.
A fin de que los caciques fuesen mejor tratados, sealseles para su
servicio dos indios al que tuviere 40; tres al que 70; y seis al de 104 a 160.
En cuanto al cacique, solamente podra emplersele en cosas ligeras,
para evitar su ociosidad. Era deber del encomendero dar al visitador
razn de los que nacan, moran, o iban de La Espaola o de otras partes a Puerto Rico, bajo la pena de 2 ducados de multa por cada uno si no
lo haca. Deber era tambin de los visitadores asentar en su registro
todos los indios de cada poblado con sus nombres, manifestndolo en
cada fundicin a los oficiales reales, y stos al rey, para saber si los indios aumentaban o disminuan. Prohibiose que nadie diese azote, ni palo

308\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

ni otro castigo a los indios, pues en caso de faltas deba acusrseles ante
el visitador para que lo corrigiese. Quien a esto contravena, pagaba
una multa de 5 pesos de oro. Todos los encomenderos deban llevar a las
minas, a los menos, la tercera parte de sus indios, salvo los vecinos de la
Gavaa, y de la villa nueva de Yaquimo, en La Espaola, por estar muy
distantes de aqullas, los cuales los emplearan en hacer hamacas, criar
puercos, etc. Los que no tuvieran haciendas cerca de las minas, podan
hacer compaa con quien las tuviese, poniendo uno los indios y otro los
mantenimientos; pero sin que hubiese en esto ningn alquiler de aqullos, bajo las penas mencionadas. Los indios introducidos de las islas
comarcanas en la de San Juan haban de ser gobernados del mismo modo
que los de sta; y aunque si eran esclavos se le permita al dueo tratarlos como quisiese, recomendsele que fuese con amor y blandura, y
doctrinndolos en la fe. Para que no se mudasen las estancias de los
indios fijados en ellas, mandose que si vagasen por muerte o delito del
encomendero, aquel a quien se hiciese la merced de ellos, comprase la
estancia tasndola dos personas nombradas por el almirante, jueces de
apelacin y oficiales reales.
En cada pueblo de aquella isla habra dos visitadores que celasen
el buen trato de los indios, su instruccin y el cumplimiento de estas
Ordenanzas. Esos visitadores seran nombrados a juicio del almirante, jueces de apelacin y oficiales reales, con tal que fuesen de los vecinos ms antiguos; dndoseles por su oficio algunos indios adems de
los que tenan de repartimiento; pero si eran negligentes, sobre todo,
en punto a comida y hamaca para dormir, deban quitrseles hasta los
indios propios que tenan. Deban los visitadores recorrer los lugares,
estancias y mineros de su cargo, al principio y a la mitad de cada ao,
uno cada vez, para que lo que se escapase a uno, observase el otro. Los
visitadores no podan llevar a sus haciendas ningn indio perdido o
huido, sino depositarlo en persona de responsabilidad para que lo recogiese su amo cuando se encontrase, so pena de perder otro indio
suyo, adems del que deba entregar a su dueo. Los visitadores deban tener copia de estas Ordenanzas firmadas por el almirante, jueces de apelacin y oficiales reales, y acompaadas de una instruccin
de los mismos para su gobierno. Deber era del almirante, de dichos
jueces y oficiales reales enviar cada dos aos a Puerto Rico persona
que residenciase a los visitadores, los cuales deban darle relacin cumplida de los indios nacidos y muertos en su distrito en los referidos dos
aos, para que el monarca fuese informado de todo. Por ltimo,
mandose que ningn vecino de La Espaola pudiese tener ms de 150
indios de repartimiento, ni menos de 40.
Estas Ordenanzas mandronse pregonar en La Espaola, y
encargose al almirante, jueces de apelacin y oficiales reales de ella que

JOS ANTONIO SACO

/309

las guardasen e hiciesen guardar, so pena de perdimiento de los indios


que tuviesen encomendados.
Publicadas que fueron esas Ordenanzas, informose al gobierno que,
aunque eran muy intiles, haba necesidad de declararlas y moderarlas
para la isla de Puerto Rico. Entonces la reina doa Juana y su padre el
rey don Fernando, el Catlico, mandaron juntar en Valladolid algunos
miembros del Consejo Real, varios religiosos dominicos, y a otras personas prudentes y entendidas en los negocios de Indias; y despus de
haberlas odo, acordose hacer en el mismo ao de 1513 algunas modificaciones de las referidas Ordenanzas, para mejorar la suerte de los indgenas de Puerto Rico.
Ordenose, pues, que las indias casadas con indios encomendados, no
fuesen compelidas a ir ni a servir con sus maridos en las minas ni en
otros trabajos; bien que se las obligase a trabajar en sus propias haciendas y de sus maridos, o en las de los espaoles, pagndoles los jornales
que con ellas o con sus maridos se conviniesen, salvo si las tales mujeres
estuviesen embarazadas: que los nios y nias menores de 14 aos, no
se empleasen en trabajos recios, sino solamente en los ligeros, propios
de su edad, y en las haciendas de sus padres, o de los que en su poder los
tuviesen; que los mayores de 14 aos permaneciesen hasta su mayor
edad bajo el poder de sus padres, o de sus guardadores, si de aqullos
careciesen, pudiendo emplearlos en trabajos que no quebrantasen sus
fuerzas, alimentndolos bien, y pagndoles sus jornales conforme a la
tasa establecida por los jueces de apelacin. En todos estos casos, los
tutores de estos nios deban instruirlos en la fe catlica, y procurar
que los de mayor edad aprendiesen algn oficio. Ordenose tambin, que
las indias no casadas y que estuviesen bajo el poder de sus padres, trabajasen con ellos en sus haciendas, o en las ajenas, convinindose con
aqullos, y que las que no viviesen bajo el poder de alguno, fuesen obligadas a trabajar en las haciendas de los indios o de los espaoles,
pagndoseles sus jornales como a los castellanos, para impedir su ociosidad y corrupcin: que dentro de dos aos los hombres y las mujeres
anduviesen vestidos; y, por ltimo, mandose una cosa de tanta importancia, que debo transcribir aqu las mismas palabras del documento en
que est consignada: Por quanto poda acaecer que andando el tiempo
con la doctrina y con la conversacin de los cristianos se hagan los Indios tan capaces y tan aparejados ser cristianos, y sean tan polticos y
entendidos que por s sepan regirse, y tomen la maa de la vida que all
viven los cristianos, declaramos y mandamos y decimos que es nuestra
voluntad que los que ans se hicieren biles para poder vivir por s y
regirse vista y arbitrio de nuestros juezes que agora en la dicha Isla
estn estuvieren de aqu adelante, que les den facultad que vivan por
s, y les manden servir en aquellas cosas que nuestros vasallos ac sue-

310\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

len servir, las que all conocieren semejantes la calidad de las de ac,
para que sirvan paguen el servicio que los vasallos suelen dar e pagar
los Prncipes.
A los castellanos que no cumpliesen las prevenciones hechas en la
mencionada Declaracin de Valladolid deba castigrseles con la prdida de sus bienes muebles, y la de los indios que tuviesen encomendados,
sin que en adelante se les pudiesen encomendar otros.7 1
A pesar de tantas leyes dictadas y de tantas recomendaciones del
gobierno para mejorar la condicin de los indios, estos infelices quedaron tan oprimidos como antes. Y no deja de ser extrao que en medio de
tantas juntas y deliberaciones sobre los graves asuntos que entonces
agitaban el Nuevo Mundo, el monarca no hubiese acudido a las Cortes
para que se ocupasen en resolverlos; pero esta extraeza debe cesar
cuando se recuerde que aquellos cuerpos polticos ya estaban muy menguados; y no obstante que se congregaron varias veces en Castilla bajo
el reinado de Fernando y de Isabel, jams estos monarcas se acordaron
de las Cortes para someter a su conocimiento los negocios del Nuevo
Mundo.

Notas
1

Las Casas, Remedio 8, Razn 11.

Herrera, dc. 1, lib. II, cap. XVII.

Herrera, dc. 1, lib. II, cap. XVII.

Herrera, dc. 1, lib. II, cap. XVII.

Herrera, dc. 1, lib. III, cap. XIII.

Carta patente, etc. (Vase a Navarrete, tom. II, p. 215.)

Vase el libro III de la Historia de la Esclavitud de los Indios.

Herrera, dc. 1, lib. III, cap.


prrafo 50.

Herrera, dc. 1, lib. III, cap. XVI.

XVI.

Muoz, Historia del Nuevo Mundo, tom. I, lib. VI,

10 Vase a Oviedo, lib. VII, cap. II, y a Las Casas, Apologtica historia, cap. x. (V. M. y M.)
11 Oviedo, Historia (...) de las Indias, libro III, cap. VI.
12 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. III, cap. IV.
13 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. III, cap. IV.
14 Vase el libro IV de la Historia de la esclavitud de los Indios.
15 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. II, cap. V. Herrera, dc. 1, lib. IV, cap. XI.
16 Las Casas, Remedio 8, Razn 11. Herrera, dc. 1, lib. V, cap. I.
17 Herrera, dc. 1, lib. V, cap. XVII.

JOS ANTONIO SACO

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18 Las Casas, Remedio 8, Razn 11. Herrera, dc. 1, lib. IV, cap. XI y XII.
19 Las Casas, Remedio 8, Razn 11.
20 Navarrete, Coleccin de Viajes y Descubrimientos, etc., Provisin mandando al comendador Ovando que compela a los indios a tratar con los cristianos, tom. II, p. 299.
21 Las Casas, Remedio 8, Razn 11.
22 Las Casas, Remedio 8, Razn 11. Herrera, dc. 1, lib. V, cap. XI.
23 Herrera, dc. 1, lib. IV, cap. XII.
24 Herrera, dc. 1, lib. V, cap. XI.
25 Provisin de Medina del Campo, a 8 de Enero de 1504.
26 Herrera, dc. 1, lib. V, cap. XI.
27 Vase esta clusula en la Historia de la Esclavitud de los Indios, al fin del libro III,
pgina 75.
28 Herrera, dc. 1, lib. VIII, cap. XVII.
29 Carta del licenciado Zuazo de M. de Xievres del Consejo del emperador Carlos V, desde
Santo Domingo a 22 de Enero de 1518.
30 Herrera, dc. 1, lib. VI, cap. XVIII.
31 Herrera, dc. 1, lib. III, cap. III.
32 Herrera, dc. 1, lib. X, cap. XII.
33 Herrera, dc. 1, lib. VII, cap. I y XII.
34 Herrera, dc. 1, lib. VII, cap. V.
35 Las Casas, Remedio 8, Razn 11.
36 Herrera, dc. 1, lib. VII, cap. VIII. Provisin de Valladolid de 14 de Agosto de 1509, y
12 de Noviembre del mismo ao.
37 Carta del licenciado Zuazo a Mr. de Chievres, del Consejo pblico y secreto del emperador Carlos V, fecha en la ciudad de Santo Domingo a 22 de Enero de 1518. (Muoz,
Colec., tom. LXXVI.)
38 Instruccin del rey catlico don Fernando al almirante don Diego Coln en 3 de Mayo
de 1509. El original de este documento existe en el archivo del duque de Veragua, descendiente de Coln, y publicose en la Coleccin... de Navarrete, tomo II, pgina 327.
Vase tambin a Herrera, dc. 1, lib. VII, cap. VIII.
39 Carta del rey en 15 de Agosto de 1509 al tesorero general de Indias Miguel de Pasamonte,
contestando gratamente a otra suya, y hacindole algunas prevenciones. Archivo de
Simancas, libro general de cdulas nm. 7, impresa en la Coleccin... de Navarrete,
tomo III, suplemento 1, n 68.
40 Publicado en la Coleccin... de Navarrete, tomo II.
41 Herrera, dc. 1, lib. VII, cap. X.
42 Real Cdula de 10 de Julio de 1511, impresa en la Coleccin... de Navarrete, tomo LI.
43 Muoz, Coleccin..., tom. XC.
44 Carta del licenciado Alonso de Zuazo a Mr. de Chievres, escrita desde la ciudad de
Santo Domingo en 22 de Enero de 1518. (Muoz, Coleccin, tom. LXXVI.)
45 Captulo de la carta de Valladolid de 14 de Agosto de 1509, citado por Len Pinelo,
Tratado de Confirmacin, etc.

312\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

46 Herrera, dc. 1, lib. VIII, cap. IX.


47 Herrera, dc. 1, lib. VIII, cap. XII. El mismo Herrera dice en el captulo IX de la misma
dcada y libro, que los indios dados a esos oficiales reales fueron 100. A estas divergencias estaba expuesto.
48 Herrera, dc. 1, lib. VIII, cap. IX.
49 Cdula del rey al almirante y oficiales reales de La Espaola, hecha en Burgos a 23 de
Febrero de 1512.
50 Herrera, dc. 1, lib. VII, cap. VII. Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XVI, cap. II.
51 Herrera, dc. 1, lib. VII, cap. XIII. Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XVI, cap. IV
y V.
52 Muoz, Colec.
53 Herrera, dc. 1, lib. VIII, cap. XII.
54 Herrera, dc. 1, lib. VII, cap. X. Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XVI, cap. II.
55 Muoz, Colec.
56 Herrera, dc. 1, lib. VII, cap. XIII. Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XVIII, cap. I.
57 Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. XVIII, cap. I.
58 Muoz, Colec., tom. LXXV.
59 Comunicacin al rey de Pedro Mazuelo y del gobernador Francisco de Garay en 16 de
Octubre de 1515.
60 Herrera, dc. 1, lib. IX, cap. IV. Vase tambin el Memorial de D. Antonio Velzquez de
Bazn acerca de la Merced que pide a Su Majestad como pariente ms prximo y heredero del Adelantado Diego Velzquez, por los servicios que este hizo en Amrica.
Publicose en la Coleccin de Documentos Inditos para la Historia de Espaa, tomo
IV, n 3, junio de 1844, Madrid.
61 Herrera, dc. 1, lib. VII, cap. XII.
62 Las Casas, Historia General de las Indias, tom. III, p. 365. Madrid, 1875. (V. M. y M.)
63 Las Casas, Historia General de las Indias, lib. III, cap. V.
64 Las Casas, Historia General de las Indias, lib. III, cap. V.
65 Herrera, dc. 1, lib. VIII, cap. XI.
66 Herrera, dc. 1, lib. VIII, cap. XII.
67 Herrera, dc. 1, lib. VIII, cap. XII
68 Parecer annimo dirigido a S.A. en 1516, sobre los daos que padecen las cuatro islas
Espaola, Cuba, Jamaica y San Juan. M.S. Archivo de Simancas. (Descubrimientos y
pobladores, legajo 7.) Vase tambin a Herrera, dc. 1, lib. VIII, cap. XII.
69 Herrera, dc. 1, lib. IX, cap. XIV.
70 Herrera, dc. 1, lib. IX, cap. XIV.
71 Declaracin y moderacin de las Ordenanzas de Valladolid, hecha en la misma ciudad a
28 de Julio de 1513 por la reina doa Juana y por su padre don Fernando, el Catlico.
(Archivo de la Casa de la Contratacin en Sevilla.)

Libro Segundo
REP
AR
TIMIENTOS O ENCOMIEND
AS DESDE 1513,
REPAR
ARTIMIENTOS
ENCOMIENDAS
AL DA EN QUE BAR
TOLOM
DE
LAS CASAS
BARTOLOM
CONSAGR SU VID
A A LA DEFENSA DE LOS INDIOS
VIDA

Apenas hechas las Ordenanzas de Valladolid, los favoritos del rey le


pidieron repartimientos. Al obispo Fonseca, mandronsele dar 800 indios en las islas Espaola, Puerto Rico, Jamaica y Cuba; a Lope de
Conchillos, su compaero, 1 100; a Hernando de la Vega 200, y as a
otros muchos, ya en ms, ya en menos nmero: todos los cuales enviaron all sus mayordomos para que los administrasen.1 La experiencia
haba demostrado, que los indios sometidos a la frula de stos, eran los
peor tratados, porque trabajaban, como dice Oviedo, para los de ac y
los de all. Y como eran personeros Ministros de hombres tan favorecidos, aunque mal hiciesen, no los osaban enojar.2 Prohibiose, por tanto, que los espaoles que no residan en Indias, pudiesen tenerlos, salvo
Lope Conchillos y otros que se mencionan en el prrafo segundo de la
pgina 362 del tomo II de Navarrete. Pero esas excepciones se multiplicaron despus con la influencia o el favor de los que aspiraban a
repartimientos. Prohibiose igualmente que los adquiriesen los extranjeros residentes en La Espaola que no fuesen casados, y los hijos y
nietos de quemados por la Inquisicin, de reconciliados, de indios y de
moros, y que en caso de tenerlos se los quitasen.3 Esta ltima prohibicin, fruto de la intolerancia y del odio espaol a toda creencia religiosa
que no fuese la suya, estaba en consonancia con el fin que el gobierno y
la nacin se haban propuesto. No era aqul, la conversin de los indios
a la fe catlica? Cmo, pues, entregarlos a personas enemigas de ella, y
que tanta sangre haban hecho derramar en Espaa?
En 23 de enero de 1513, el rey don Fernando priv al almirante don
Diego Coln de la facultad de repartir los indios de San Juan de Puerto Rico, y orden al tesorero de La Espaola, Miguel de Pasamonte,
que hiciese otro para corregir los defectos del que haban ejecutado
Juan Ceron y Miguel Daz. El mismo rey mand desde Valladolid, en

314\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

27 de septiembre de aquel ao, que el repartidor de San Juan sealase


para las haciendas y granjeras del monarca 500 indios de los mejores,
y los naborias necesarios: todos los cuales fueron entregados despus
al tesorero Andrs de Haro, administrador de ellas. Pasamonte deleg sus poderes en el licenciado Sancho Velzquez, fiscal de la Audiencia de Santo Domingo, quien pas a Puerto Rico en septiembre de
1514, no slo como repartidor, sino como teniente gobernador y encargado de residenciar a los oficiales reales. De esa fecha a abril de 1515
efectu Velzquez el repartimiento, pues en 27 del mismo mes escribi
al Rey Catlico, dicindole:
Va el repartimiento que se ha hecho: sacado los indios de V.A. y
oficiales, no hay 4 000. Muchos se han quedado sin ellos y se quejarn.
Se han hecho 35 vecinos en cada pueblo. Hall la tierra en tirana
como se ver por la residencia que envio.4
Confirma esta relacin el tesorero Haro en 30 del referido abril de
dicho ao, pues dice:
El Licenciado Velazquez tom residencia los Oficiales del Almirante; hizo el repartimiento y han quedado en cada pueblo 25 vecinos
sin algunos naborias que se dieron a particulares. Para V.A. se sealaron en Puerto-Rico 200 y San German 300.5
De este repartimiento dio Sancho Velzquez a Lope Conchillos 200
indios por el oficio de fundidor y marcador que haba obtenido. La cdula que le expidi en 13 de marzo de 1515, deca entre otras cosas: Por
ende yo en nombre SS.AA. encomiendo a vos el dicho Seor Secretario
Lope Conchillos el Cacique Francisco Jamayca Aracibo con 200 personas de sus indios naborias para que los hagais doctrinar ensear en
las cosas de nuestra Santa F Catlica mantener de las cosas necesarias su sustentacin, vos os ayudeis y aprovecheis dellos en vuestras
haciendas, minas grangerias conforme las Ordenanzas, no de otra
manera, s las penas en ellas contenidas, sea cargo de la conciencia
de vos el dicho Seor Secretario si lo contrario hicieredes no de la de
SS.AA. porque su voluntad es de los encomendar con las condiciones
susodichas no de otra manera por descargo de sus Reales conciencias
se espresan en la manera susodicha para que SS.AA. queden libres de
todo cargo de conciencia.6
Toda esa vana palabrera estaba calculada para encubrir la tirana
que los gobernantes del Nuevo Mundo ejercan con los indios.
Dividida la isla de Puerto Rico en parcialidades que mutuamente
se despedazaban, y disminuidos los indios sobre manera, pues que
ya slo haba 4 000, no era posible que Velzquez contentase a todos
los que aspiraban a tener indios de repartimiento. As fue, que muchos alzaron el grito y elevaron a la corte fuertes acusaciones contra
el repartidor.

JOS ANTONIO SACO

/315

Sancho de Arango, vecino de aquella isla, acusole de que para proceder con toda arbitrariedad en el ejercicio de sus funciones, nombr procurador y visitadores, eligiendo tambin otro alcalde y regidores: dio y
quit indios de repartimientos y naborias sin guardar ms regla que sus
intereses. A muchos vecinos que podan alimentar a sus indios, quitseles
para darlos a otros que ofrecan partir con l el fruto del trabajo de
aquellos miserables. A la ciudad despojola tambin de todos los indios
que tena para obras pblicas.
Cuando quera favorecer a alguno, entregbale 150 o 200 indios
diciendo en la cdula de encomienda, que slo eran 100 o menos; mientras que a otros que nada le importaba agraciar, dbale 100, siendo los
ms de los alzados, y que nunca poda coger. Estableci una tarifa,
exigiendo por cada cdula de encomienda 1 peso y medio; por un mandamiento para recoger los indios medio peso; cantidad igual por una
memoria de las naborias encomendadas, y 4 reales por las Ordenanzas
que le daba.7
Acusaciones semejantes fulminaron otros vecinos de Puerto Rico
contra Sancho Velzquez, y despus de habrselas examinado todas, el
cronista e historiador don Juan Bautista Muoz concluye con estas palabras: En otros extractos de enero de este ao [1516] slo se contienen chismes de unos contra otros. El licenciado Velzquez y la ciudad
estaban unidos, y as piden confirmacin del repartimiento; Ponce y
Sedeo al contrario.8 Pero en medio de dichos tan contradictorios, yo
creo que haba algo de verdad en las injusticias que se imputaban a
Velzquez, porque en su difcil situacin y deseando complacer al secretario Conchillos y a otros personajes, no le era fcil escapar a la parcialidad con que se vea forzado a repartir algunos indios.9
As como el rey don Fernando quit al almirante don Diego Coln
las facultades de repartir los indios de Puerto Rico, lo mismo hizo respecto de los de Cuba, confiando su repartimiento al gobernador Diego
Velzquez por la Provisin expedida en Valladolid a 8 o 13 de mayo,
cuyas notables palabras son:
Por cuanto vistos los privilegios del almirante se ha declarado pertenecer a Nos solo el repartir los indios, os cometo a vos Diego Velazquez
el repartimiento de Cuba, cuanto mi toca y atae y os nombro el repartidor cuanto mi voluntad fuere. As desde luego repartid mirando
primero nuestros Oficiales, despues los primeros pobladores y descubridores, luego los que tuviesen cdulas de Nos y ltimamente los
que mejor vos pareciesen, y que mejor les enseen y traten.10
Con esa misma fecha mand el rey dar un repartimiento de 80 indios
a un vecino de vila, sobrino de otro del mismo nombre, contador de la
isla Espaola: bajo la condicin de que se casase dentro de dos aos y
llevase su mujer a Cuba.11

316\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

No necesit Velzquez de la mencionada provisin para empezar a


repartir los indios de la parte oriental de Cuba, porque como algunos
vecinos de la Asuncin le pedan licencia para La Espaola, l, para que
no se marchasen, comenz a darles indios, mirando tales son sus
palabras que los de un pueblo sirviesen juntos, y a dar a cada vecino
un pueblo, segun su mrito, y a otros algunos indios sueltos por cierto
tiempo, para que los ayudasen en sus granjeras, conucos y labranzas,
con que les pagasen y diesen de comer.12
Parti Velzquez de la Asuncin el 4 de octubre de 1513 para recorrer y asegurar las partes de la Isla ya conquistadas y llegando a la
provincia de Bayamo, contigua a la de Guacanayabo, recibi all las provisiones reales que le autorizaban para repartir los indios, las que hizo
pregonar en la Asuncin y en la villa de San Salvador del Bayamo que
empezaba entonces a fundar. El 18 de diciembre del referido ao embarcose en el puerto de Manzanillo, y recorriendo varios pueblos de indios
en la costa del sur, lleg al puerto de Xagua, haciendo repartimientos en
todos los puntos que poda, cuya operacin no acab de practicar sino
en 1514. Ni fueron slo los particulares quienes alcanzaron indios; que
Velzquez tambin los dio al monarca para que trabajasen en las granjeras que les seal.13
Con tanta dureza fueron tratados los indios repartidos por aquel
gobernador, que Bartolom de las Casas, residente entonces en Cuba,
dice haber visto con sus propios ojos que de 300 indios encomendados a
un oficial real, ste mat en tres meses, a fuerza de trabajo, 270.14
Como los indios se iban acabando rpidamente en La Espaola, preciso era renovar de cuando en cuando los repartimientos para nivelar
las porciones que deban tener los pobladores. La facultad de hacerlos
fue una prerrogativa inherente a los gobernadores de La Espaola hasta 1514, en que se dio a Rodrigo de Alburquerque, alcaide de una fortaleza en aquella isla.
Volvi a la corte con el dinero que malamente haba ganado, y comprando el oficio de repartidor de indios, en aquella isla, se le autoriz
para hacer un repartimiento general, con intervencin de Miguel de
Pasamonte, el hombre de confianza del rey. El almirante don Diego, en
calidad de gobernador, quejose del despojo que se le haca de sus prerrogativas; mas, todo fue en vano. Alburquerque se present en La Espaola, public sus poderes, dijo descaradamente que lo que quera era
dinero, y por dinero empez a repartirlos y quitarlos a quienes no lo
daban. Viose entonces por primera vez repartir los indios por dos vidas,
pues as aparece de las cdulas que Alburquerque otorg, y de las cuales inserto ntegra como muestra, una que trae Las Casas en su Historia General de las Indias y es como sigue:

JOS ANTONIO SACO

/317

Yo Rodrigo de Alburquerque, repartidor de los Caciques e Indios


en esta isLa Espaola por el Rey y la Reina, nuestros seores: por virtud de los poderes reales que de sus altezas he y tengo para hacer el
repartimiento y encomendar los dichos caciques indios y naborias de
casa los vecinos y moradores de esta dicha isla, con acuerdo y parecer,
como lo mandan sus Altezas, del Sr. Miguel de Pasamonte, tesorero general en estas islas y Tierra Firme por sus altezas; por la presente encomiendo vos Nuo de Guzman, vecino de la villa de Puerto de Plata,
al cacique Andrs Guaibona con un nitaino suyo, que se dice Juan
Banona, con 38 personas de servicio, hombres 22, mujeres 16.
Encomendndosele en el dicho cacique 7 viejos, que no registro, que no
son de servicio. Encomendndosele en el dicho cacique 5 nios que no
son de servicio, que registro. Encomendndosele asimismo dos naborias
de casa que registro, los nombres de los cuales estn declarados en el
libro de la visitacion y manifestacion que se hizo en la dicha Villa ante
los visitadores y alcaldes della; los cuales vos encomiendo para que os
sirvais de ellos en vuestras haciendas y minas y grangeras, segun y
como sus altezas lo mandan conforme sus ordenanzas, guardndolas
en todo y por todo, segun y como en ella se contiene, y guardndolas,
vos los encomiendo por vuestra vida y por la vida de un heredero hijo o
hija, si lo tuviereis; porque de otra manera sus altezas no vos los
encomiendan; con apercibimiento que vos hago que no guardando las
dichas ordenanzas, vos sern quitados los dichos indios. El cargo de la
conciencia del tiempo que los tuvieredes y vos sirviredes de ellos vaya
sobre vuestra conciencia, y no sobre la de sus altezas; dems de caer
incurrir en las otras penas dichas y declaradas en las dichas ordenanzas. Fecha en la ciudad de la Concepcin, 7 dias del mes de diciembre
de 1514 aos. Rodrigo de Alburquerque. Por mandado de dicho seor
repartidorAlonso de Arce.15
Todas las recomendaciones y amenazas hechas en la cdula anterior,
era una forma tan ilusoria como ridcula, porque los castellanos, en vez
de cumplir los deberes que se les imponan en los repartimientos, maltrataban y atormentaban los indios hasta matarlos.16
Alburquerque recibi de sus protectores en Espaa la orden secreta
de que no cumpliese las Ordenanzas, y como esto cuadraba perfectamente a sus miras interesadas, reparti los indios a su antojo, pues dio
a personas que estaban en Castilla 200 y 300 a cada una, y Conchillos
alcanz ms de 600; al gobernador le tocaron 300 en cada una de las
cuatro islas principales, o sea un total de 1 200; al tesorero Pasamonte
ms de 500; a los otros oficiales reales y jueces de apelacin 200 y 300 a
cada uno; 100 a cada escribano, y los dems fueron repartidos, no a
casados ni a conquistadores segn estaba mandado, sino a los que con
dinero los haban comprado.17

318\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

Amargas quejas acudieron a la corte contra Alburquerque, no por


las enormes injusticias que haba cometido, sino porque muchos de los
espaoles se quedaron sin los indios que deseaban tener sin merecerlos.
Pero deudo Alburquerque del consejero Zapata, que tena gran valimiento con el monarca, se le hizo firmar a ste una cdula en la que con
la mayor impudencia se aprobaba el repartimiento, se suplan de podero real las faltas en l cometidas; y se impona silencio para que no se
hablase ms de l.18
Herrera dice, que al tiempo de este repartimiento los indios de La
Espaola estaban ya reducidos a 14 000;19 pero esta cifra est desmentida por la que aparece del mismo repartimiento como pronto se ver, y
por las comunicaciones que los padres jernimos hicieron al gobierno
desde La Espaola en 1516, en las cuales consta tambin que los castellanos residentes entonces en aquella isla eran 715.
He aqu el repartimiento segn las poblaciones:
Indios
repartidos

Concepcin .......................................................................... 2 082


Santiago ............................................................................... 2 224
Puerto de Plata ..................................................................
587
Santo Domingo ................................................................... 1 483
Salvador de Higuey ........................................................... 1 198
Azua .....................................................................................
813
Buenaventura ..................................................................... 1 513
Bonao ................................................................................... 1 055
Puerto Real .........................................................................
839
Guahava ...............................................................................
467
Maguana .............................................................................. 1 529
Vera Paz ............................................................................... 1 266
Zavana .................................................................................
900
Xaquimo .............................................................................. 1 039
En otros varios poblados .................................................. 4 000

Total ..................................................................................... 20 995 20


Pueblos

Esta suma no comprende a los caciques ni a los viejos y nios que


ascendieron a 4 545, pues si se hubiesen agregado a la anterior, el total
hubiera sido de 25 540 indios.
En los pueblos que menciona el estado anterior, hubo en el primer
repartimiento que hizo el segundo almirante 33 523 indios; mientras
que los ahora repartidos por Alburquerque, ya no llegaron sino a 20 995;

JOS ANTONIO SACO

/319

es decir, una disminucin de 12 533 en el corto espacio de cuatro aos


que mediaron entre esos dos repartimientos. Y tan grande era la disminucin, que segn el licenciado Zuazo, juez de residencia en La Espaola, ya en enero de 1518, o sea, tres aos despus del repartimiento de
Alburquerque, no haba en aquella isla 11 000 indios. Espantosas son
las palabras que transcribo.
Ansi que concluyendo, digo que lo que se alcanza de los
repartimientos pasados, dende el tiempo del Almirante viejo hasta hoy,
se hallaron al principio que esta isla Espaola se descubri un cuento
130 000 indios; agora no llegan 11 000 personas por las causas que
arriba digo; y creerse por lo pasado que de aqui tres cuatro aos no
habr ninguno de ellos si no se remedia.21
Los indios repartidos por Alburquerque dironse por dos vidas a los
encomenderos, y en confirmacin del pasaje que acabo de citar, Las
Casas asegura que an no haba corrido la media vida, cuando ya los
tenan todos muertos.22
Ofendido el almirante gobernador del despojo de repartidor que se
le haba hecho con el nombramiento de Alburquerque, pas a la corte a
quejarse. Su llegada empez a descubrir las maldades cometidas en aquel
repartimiento, y conocindose al fin la verdad, el monarca volvi en s y
trat de reparar los agravios. Nombrose, pues, en 1515 al licenciado
Ibarra, oidor de la Audiencia de Sevilla, para que fuese a La Espaola a
investigan cmo se haban cumplido las rdenes relativas al buen trato
e instruccin religiosa de los indios, a castigar los abusos cometidos, y a
repartir aqullos de nuevo, reparando los agravios que se haban inferido a los castellanos con el repartimiento de Alburquerque. Dironsele
tambin despachos para Diego Velzquez, gobernador de Cuba, para
Francisco Garay, de la Jamaica, y para el de la isla de Puerto Rico, en
los cuales el Rey Catlico, despus de informarles del parecer de las
juntas anteriormente celebradas y de la necesidad de mantener a los
indios al lado de los espaoles, para convertirlos a la fe catlica y apartarlos de los hbitos de su vida salvaje, mand que se encomendasen a
los vecinos que hubiesen ido o que fuesen a poblar aquellos pases; pero
que, al mismo tiempo, se dejase a los indios tener sus haciendas conforme a las Ordenanzas al intento dictadas. Mas, Ibarra no pudo cumplir
su comisin, porque muri, y no sin sospechas de veneno.23
Para reemplazarle, nombrose al licenciado Lebrn, pero no con las
mismas facultades, sino limitndolas a la residencia y al repartimiento
de los indios, encargndole que no se impidiesen los matrimonios de los
espaoles con las indias, pues sobre ser stos favorables a la moral, influan poderosamente en la conversin y civilizacin de aquellas gentes.
Estas cosas pasaban en 1515, y como los indios de La Espaola disminuan espantosamente, y aun haba menos en Cuba, los castellanos resi-

320\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

dentes en la primera isla pidieron al rey que mandase exportar para ella
alguna parte de los de la segunda. Por fortuna, Diego Velzquez su gobernador gozaba entonces de buen concepto con el monarca, el cual no
quiso acceder a lo que se le peda, sin or antes a Velzquez,24 cuyo parecer hubo sin duda de ser contrario al de los vecinos de La Espaola,
pues que sus deseos no se realizaron.
No quera la Providencia que los indios quedasen sin amparo. Cuando Diego Velzquez sali de La Espaola en 1511 para conquistar a
Cuba, acompaole el licenciado Bartolom de las Casas por el crdito
que ya gozaba.
Grandes fueron los servicios que entonces prest, y para recompensarlos, diole Velzquez en 1514 uno de los mejores repartimientos que
entonces se hicieron, cerca de la baha de Xagua, en un pueblo llamado
Canarreo. Contigua al de Las Casas estaba el que se dio a su amigo Pedro
de la Rentera, hombre prudente y honrado, por lo cual hicieron compaa. Aunque Las Casas trataba a los indios con humanidad y dulzura,
empez a aprovecharse de ellos, en los trabajos del campo y de las minas,
pues l mismo reconoce con una franqueza que le honra, que en aquella
materia tan ciego estaba por aquel tiempo el buen padre, como los seglares todos que tena por hijos.25 Mas, poco le dur esta ceguedad.
La Pascua de Pentecosts se acercaba, y no habiendo en toda la Isla
otro sacerdote que l, tocbale ir a decir misa y predicar en Baracoa,
capital entonces de la isla de Cuba. Con este motivo empez a preparar
su sermn, y recorriendo algunos textos de la Sagrada Escritura, dio
casualmente con el captulo XXXIV del Eclesistico, donde ley: Que es
mancillada la ofrenda del que hace sacrificios de lo injusto: que no recibe el Altsimo los dones de los impos, ni mira los sacrificios de los malos; que el que ofrece sacrificios de la hacienda de los pobres, es como el
que degella a un hijo delante de su padre: que la vida de los pobres es
el pan que necesitan, aquel que lo defrauda es hombre sanguinario: que
quitar el pan del sudor, es como el que mata a su prjimo: quien derrama sangre y quien defrauda al jornalero, hermanos son.26
Esas santas verdades conmovieron profundamente su espritu, y
conociendo desde entonces la injusticia de los repartimientos, trat de
renunciar al instante la tierra y los indios que Velzquez le haba dado.
Bien saba Las Casas que al dejarlos, esos infelices caeran en poder de
quien los oprimira y castigara hasta matarlos. Pero aunque segn
l deca les hiciera todo el buen tratamiento que padre pudiera hacer
a hijos, como l predicaba no poderse tener con buena conciencia, nunca le faltaran calumnias diciendo: Al fin tiene indios: por qu no los
deja, pues afirma ser tirnico? Acord totalmente dejallos.27
Sin prdida de momento manifestole sus ideas al gobernador
Velzquez. Sorprendido ste de tan extraa resolucin, y desendole su

JOS ANTONIO SACO

/321

bien porque le amaba, le dijo: Mirad, Padre, lo que haceis, no os


arrepintais, porque por Dios que os quera ver rico y prosperado, por
tanto, no admito la dejacion que haceis de los indios, y porque mejor lo
considereis, yo os doy 15 dias para bien pensarlo, despus de los cuales,
e podeis tornar a hablar de lo que determinredes. Respondi el padre
clrigo: Seor, yo recib gran merced en desear mi prosperidad con
todos los dems comedimientos que V.Md. me hace; pero haced, seor,
cuenta que los 15 das son pasados, y plega Dios que si yo me arrepintiese de este propsito que os he manifestado, y quisiese tener los indios, y por el amor que me teneis quisiredes dejrmelos, de nuevo
drmelos, y me oysedes, aunque llore lgrimas de sangre, Dios sea el
que vigorosamente os castigue, y no os perdone este pecado. Slo suplico V.Md. que todo esto sea secreto, y los indios no los deis ninguno
hasta que Rentera venga, porque su hacienda no reciba dao.28
Con tan firme resolucin nada qued a Velzquez que esperar, y como
Rentera estaba a la sazn en Jamaica, Las Casas le escribi anuncindole la resolucin que haba tomado; pero Rentera era hombre tan justo y tan humano, que abrazando completamente las ideas de Las Casas,
renunci tambin gustoso al repartimiento que tena. Accin digna de
eterna memoria, y que debe inmortalizar al hombre que supo sobreponerse a las sedientas pasiones de oro y sangre que en aquella poca
devoraban a sus compatricios!
Libre Las Casas desde entonces del peso que le abrumaba, empez
a predicar contra los repartimientos. Los espaoles le oan atnitos, y si
bien admiraban el desprendimiento y virtud de aquel sacerdote, ninguno se sinti con fuerzas para imitarle. Desde entonces abraz Las Casas
la defensa de los indios, y consagrando su larga vida a tan santo fin,
pudo salvar, si no en las islas, a lo menos en el continente, muchos restos
de aquella raza infeliz.

Notas
1

Herrera, dc. 1, lib. IX, cap. XIV.

Oviedo, Historia (...) de las Indias, lib. III, cap. VI.

Traslado de las mercedes, franquezas y libertades, concedidas a la isla Espaola en 26


de Septiembre de 1513, inserto en la Colecin... de Navarrete, tomo II.

Muoz, Colec.

Muoz, Colec.

Muoz, Colec.

322\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

Estas noticias las he tomado de un Memorial de Sancho de Arango, vecino de San Juan,
dirigido al cardenal Jimnez de Cisneros, despus de muerto el Rey Catlico, contra los
abusos del referido Sancho Velzquez; y hllase en la coleccin indita de Muoz. Esto
concuerda con una probanza que al secretario Conchillos present lvaro de Saavedra,
vecino tambin de dicha isla.

Muoz, Colec.

De este repartimiento, y no en trminos favorables a Sancho Velzquez, habl tambin


Oviedo en su Historia (...) de las Indias, libro. XVI, captulo XII. (J.A.S.) Vanse tambin para ilustracin de este particular los captulos X y XI de la Historia de Puerto Rico,
por Fr. igo Abad y Lasierra, anotada por don Jos Julin de Acosta y Calbo. Puerto
Rico 1866. (V. M. y M.)

10 Cdula Real del rey catlico D. Fernando, fecha en Valladolid a 8 de Mayo de 1513,
autorizando a Diego Velzquez para el repartimiento de los indios de Cuba. MS. Casa
de la Contratacin de Sevilla. El anterior nombramiento de repartidor de los indios de
Cuba hecho a favor de Diego Velzquez en 1513, fue confirmado por la Real Provisin
de Zaragoza a 13 de noviembre de 1518.
11 De esta cdula tomose razn en la Casa de la Contratacin de Sevilla por los oficiales
reales de ella.
12 Carta de Diego Velzquez al rey catlico don Fernando, fecha en 1 de Abril de 1514.
(Muoz, Colec., tom. LXXV.) Inserta en el tomo XI de la Coleccin de Documentos
Inditos del Archivo de Indias. (V. M. y M.)
13 Carta de Velzquez al rey catlico, ya citada.
14 Las Casas, Remedio 8, Razn 11.
15 Las Casas, Historia General de las Indias, lib. III, cap. XXXVI, Quintana, Vida de las
Casas, Apndice 2.
16 As ha sido, con muy mayor verdad que los ejemplos puestos notifican, lo que se ha
hecho encomendando los indios los espaoles, ponindoles leyes y penas y haciendo
en ellos amenazas, alharacas, porque nunca se quitaron los indios quien era manifiesto que los mataban, y las penas otras no se ejecutaban, y que se ejecutara era un
castellano dos, y cosa de escarnio, y si fueran mayores, y aunque les pusieran horcas
cabe sus casas, que en murindoseles el indio de hambre trabajos, los hubieran de
ahorcar, con estas condiciones los tomran, porque la cobdicia y ansia de haber oro era
y es siempre tanta que ni la hambre del lobo, ni la pasion del mozo enamorado, ni el
frenesi del loco se le puede igualar. Esto est ya en estas islas bien averiguado. Y lo ms
gracioso de esta cdula, por mejor decir, mayor seal de insensibilidad, fu lo que dice
que sea cargo de la conciencia del que los indios matare, y no de SS.AA., como si
dando los reyes tan contra ley y razon natural los indios libres los espaoles, aunque
no los matran, como los mataban y mataron no fueran reos de todos los trabajos y
angustias y privacion de su libertad que los indios padecian: cuanto ms que veian y era
manifiesto en Castilla como ac que los indios por darlos los espaoles perecian y se
acababan, y asi no eran escusables, pues no los libertaba. Por este nombre de reyes
entiendo los del Consejo del rey, los cuales tenian y tuvieron toda la culpa, pues tirania
tan extraa sustentaron y aprobaron, ponindoselo el rey en sus manos, y as el rey sin
duda ninguna qued de este tan horrible y enormsimo pecado libre como arriba queda
declarado... muy grande agravio Alburquerque hizo los que, por dallos otros, quitaba y dejaba sin indios. Y as hacales injuria injusticia, y era contra ley y razon natural,
en la cual el rey dispensar ni suplir los defectos no podia. Otros defectos iniquidades
puede cualquier discreto varon del dicho repartimiento que Alburquerque hizo colegir. (Las Casas, Historia (...) de las Indias, lib. III, cap. XXXVII.) Vase el tomo IV,

JOS ANTONIO SACO

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pginas 60, 61 y 62 de la Historia General de las Indias, escrita por fray Bartolom de
las Casas y publicada en la Coleccin de Documentos Inditos para la Historia de
Espaa, por el marqus de la F. S. del Valle y don Jos Sancho Rayon. (V. M. y M.)
17 Parecer annimo sobre los daos de las islas Espaola, Jamaica, San Juan y Cuba,
dirigido a la reina doa Juana en 1516. MS. Archivos de Simancas. (Descubrimientos y
Pobladores, legajo 7.) Este Parecer, aunque reprueba las injusticias cometidas por
Alburquerque, aboga por los repartimientos segn manifiestan las palabras siguientes:
Si alguno dice que no es lcito encomendarse los indios, no lo crea S.A. que lo es guardando las Ordenanzas dichas. Si se les d libertad, volvern a idolatrar.
18 Las Casas, Historia General de las Indias, lib. III, cap. XXXVI. Herrera, dc. 1, lib. X,
cap. XII.
19 Herrera, dc. 1, lib. X, cap. XII.
20 Este requerimiento se halla en la Coleccin... de Muoz, tomo LXXVI.
21 Carta del licenciado Alonso de Zuazo a monsieur de Chevres, escrita en Santo Domingo
a 22 de Enero de 1518. Muoz, Colec., tom. LXXVI. Impresa en el tomo II de la Coleccin de Documentos Inditos de Salv y Baranda. (V. M. y M.) Tan horrible mortandad
la confirma Gonzalo Fernndez de Oviedo en su Historia (...) de las Indias, libro III,
captulo VI, y lib. IV, cap. III.
22 Las Casas, Remedio 8, Razn 7.
23 Herrera, dc. 2, lib. 1, cap. XI.
24 Herrera, dc. 2, lib. 1, cap. XI.
25 Historia General de las Indias, lib. III, cap. XXXII. Herrera, dc. 1, lib. X, cap. XII.
Vase el tomo IV, pgina 38 de la edicin de Las Casas por el M. de la F. S. del Valle y
J. S. Rayon. (V. M. y M.)
26 Immolantts ex iniquo oblatio est maculata... Dona inicuorum non probat Altissimus
nec respicit in oblationes iniquorum... Qui offert sacrificium ex substantia pauperum,
quasi qui victimat filium in conspectu patris sui. Panis egentium vita pauperis est: qui
defraudat illum homo sanguinis est. Qui aufert in sudore panem, cuasi qui occidit
proximium suum. Eclesistico, cap. XXXIV.
27 Las Casas, Historia General de las Indias, lib. III, cap. LXXIX, Tomo IV, pgina 255 de
la edicin publicada. (V. M. M.)
28 Las Casas, Historia General de las Indias, lib. III, cap. LXXIX. Pgina 256, tomo IV de
la edicin citada. (V. M. y M.)

Libro Tercero
DESDE LA SALID
A DE LAS CASAS DE LA ISLA
SALIDA
DE CUBA EN 1511, HAST
A SU SEGUNDO VIAJE
HASTA
A CASTILLA, Y EL REGRESO DE LOS P
ADRES
PADRES
JERNIMOS A ESP
AA EN 1518
ESPAA

Las Casas parti de Cuba para La Espaola, asiento principal entonces del gobierno de las Indias, y a su llegada encontrola en peor
estado que cuando la dej a fines de 1511. Los diferentes gobernadores
que en ella haban mandado, fueron sembrando divisiones y discordias
entre sus pobladores, porque llevando cada uno un squito ms o menos
numeroso con quien repartan sus favores, los dems castellanos que no
los alcanzaban, declarbanse enemigos de la autoridad que los dispensaba y de los agraciados. El repartimiento de los indios fue la causa
principal de tan graves males, porque cada gobernador, para contentar
a sus protegidos, quitaba los indios a sus antiguos poseedores.
Cuando Las Casas lleg a La Espaola, dos bandos la despedazaban
bajo los nombres de servidores y deservidores del rey.1 Uno capitaneado por el segundo almirante don Diego Coln, en cuyo nmero haba
algunos de los antiguos pobladores, partidarios de su padre don Cristbal; otro acaudillaba el tesorero Miguel de Pasamonte, bajo cuya bandera marchaban los dems oficiales reales y los oidores de la Audiencia.
Estos bandos odibanse mutuamente: ningn sentimiento elevado ni
noble idea los mova; y arrastrados de bajas pasiones y viles intereses
slo aspiraban a medrar y enriquecerse con el sudor de los indios. En
medio de tan lamentable situacin, Las Casas acometi con el celo ms
ardiente la gran empresa de libertar a los indios: dirigase a todos, a
todos hablaba: en pblico y en privado, en conversaciones y en el plpito combata la iniquidad de los repartimientos; pero aquellos hombres
endurecidos ninguna atencin prestaban a las razones y ruegos del defensor de los indios, quien al fin desengaado de que nada conseguira
en aquella malhadada isla, resolvi marcharse a Espaa para ver si encontraba algn apoyo en la corte del monarca.

JOS ANTONIO SACO

/325

Cuando Las Casas desembarc en Sevilla a fines de 1515, habanle


ya precedido los calumniosos informes del malvado Pasamonte y otros
enemigos; pero l con su incansable actividad y energa, psose en marcha para hablar al monarca, llevando cartas de recomendacin del arzobispo de aquella ciudad fray don Diego Deza, de la Orden de Santo Domingo. Encontr al rey en Plasencia, de camino para Sevilla, y all logr
de l una audiencia, en la que brevemente le expuso el estado de las
Indias y la triste suerte de sus hijos. Oyole Fernando con aquella benevolencia que Las Casas saba captarse cuando se le escuchaba con imparcialidad, y prometiole ms larga audiencia luego que llegase a Sevilla. Antes de volver Las Casas a esta ciudad, visit al religioso dominico
fray Toms de Matienzo, confesor del rey, quien le aconsej que viese al
obispo Fonseca y al secretario Conchillos, pues por sus manos pasaban
todos los negocios de Indias. Presentose a ellos: el primero, recibiole
speramente; mas, el segundo, con afabilidad cual diestro cortesano.
Apenas lleg Las Casas a Sevilla, cuando supo que el rey haba muerto
en Madrigalejos el 23 de enero de 1516.
Sucediole en el trono su nieto Carlos I; mas, como estaba ausente, la
regencia del reino recay en el cardenal Jimnez de Cisneros, y en
Adriano, den de la Universidad de Lovayna; bien que ste no era ms
que un regente nominal, pues Cisneros era quien todo lo despachaba.
Las Casas pens entonces partir para Flandes a informar al nuevo monarca del objeto de su misin; mas, habindose avistado antes en Madrid con el ya regente cardenal Jimnez de Cisneros, y comprendiendo
ste, como hombre de ideas elevadas, toda la importancia y grandeza
del proyecto de Las Casas, disuadiole del viaje que intentaba hacer,
prometindole que l pondra pronto remedio a los males de las Indias.
Oyole al efecto varias veces en presencia del corregente Adriano, del
licenciado Zapata, de los doctores Palacios Rubios y Carvajal y del obispo de vila, religioso franciscano como Jimnez. De aqu result que
ste mandase a Las Casas y al doctor Palacios Rubios que conferenciasen entre s acerca del modo de gobernar bien a los indios, conservndoles su libertad sin arruinar a los castellanos.2
Pero Las Casas no se atuvo a estas explicaciones verbales; para que
mejor lograr su objeto present dos memoriales importantes, uno en
que expona los padecimientos de los indios y otro en que propona el
remedio a tantos males.
En el primer Memorial deca: que a pesar de la amistosa acogida
que los indios de Cuba hicieron a los espaoles cuando pasaron a ella,
dironles tanto trabajo en coger oro y tan poco mantenimiento, por no
haberse podido labrar la tierra con la conquista, que en tres o cuatro
meses murieron 7 000 indios. Menciona la falta de alimento y mortandad de los nios, muchachos y mujeres, por haberse llevado a sus pa-

326\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

dres y maridos a trabajar en las minas. Las bestias de que los castellanos se servan eran los indios, a quienes cargaban con pesos de dos arrobas, dos y media y ms, hacindolos andar 40, 50 y hasta 100 y 200 leguas, dndoles muy escaso alimento. Qujase de que no se cumplan las
leyes hechas en favor de los indios, y que stos no podan trabajar para
s ni aun los domingos y das festivos. Quitbanles los espaoles sus
mujeres, cometan otras inmoralidades,3 azotbanlos, hacanles respirar humo por la nariz y aplicbanles otros tormentos, sin osar quejarse
a los visitadores por la poca piedad que encontraban en ellos. Todo esto
aconteca en Cuba; pero Las Casas asegura que lo mismo y cosas peores se hacan en La Espaola, San Juan de Puerto Rico y Jamaica. De
los indios sealados al rey moran ms que de los otros, porque se les
alimentaba menos, y se les haca trabajar ms para enviar ms oro y
congraciarse con el monarca. Los deudores daban los indios encomendados en pago de sus deudas. Acostumbraban echar a los indios perros
bravos que los desgarraban, y que se vendan a caro precio en Cuba.
Habla de la despoblacin de las islas de los lucayos, en algunas de las
cuales hubieran podido levantarse templos a Dios, y sacar el gobierno
grandes provechos de sus naturales si no los hubieran destruido. Por
estas crueldades, tan aborrecido era el nombre de cristianos a los indios, que preferan ir al infierno y no al paraso con ellos. Atribua la
mortandad de los indios en las islas a dos causas principales: el poco
alimento y el excesivo trabajo que les impona la codicia de los espaoles.4
Este Memorial se pas a la consulta de algunas personas entendidas
en las cosas de Indias, y fueron el obispo Fonseca, el licenciado Santiago, el doctor Palacios Rubios, el licenciado de Sosa, el licenciado Gregorio,
el maestro fray Toms Durn, fray Pedro de Covarrubias y fray Matas
de Paz, cuyas personas dieron un Parecer que en sustancia es como
sigue:
1. Que pues los indios son libres y sus Altezas que hayan Santa
Gloria, los mandaron tratar como libres, que as se haga.
2. Que sean instruidos en la fe como mandaron el Papa y sus Altezas.
3. Que se les puede mandar que trabajen, pero que el trabajo sea de
tal manera, que no sea impedimento a la instruccion de la f, sea provechoso ellos la repblica, S.A. sea aprovechado servido por
razon al seoro servicio que le es debido, por mantenerlos en las cosas de nuestra santa f en justicia.
4. Que este trabajo servicio sea tal que ellos lo puedan sufrir, dndoles tiempo para recrear, ansi entre da como entre el ao en tiempos
convenibles.
5. Que tengan casas hacienda propia, lo que pareciese los que
gobernaren que se les d tiempo para que labren tener conservar
la dicha hacienda su manera.

JOS ANTONIO SACO

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6. Que se d rden como siempre tengan comunicacin con los pobladores que all van, porque con esto sern mejor y ms presto instruidos en las cosas de nuestra santa f catlica.
7. Que por su trabajo se les d salario, conveniente, y esto, no en
dineros, sino en vestidos, y en otras cosas para su casa.
Haban el gobernador Diego Velzquez y los espaoles de Cuba nombrado de procuradores a Pnfilo de Narvez y Antonio Velzquez para
que fuesen a Castilla a pedir entre otras cosas la perpetuidad de los
repartimientos. Hallbanse en la corte esos personeros cuando Las Casas
present su Memorial, y sobre l dijeron al gobierno en 30 de junio de
1516, lo que hasta ahora ha permanecido indito.
Muy Poderosos Seores.Pnfilo de Narvaez Antonio Velazquez,
procuradores de la isla de Cuba, diremos, que nuestra suplicacion
pedimento, V.A. nos mand dar traslado de ciertos agravios espresados
por Bartolom de las Casas, clrigo, que dice, que se hacen los indios
de la dicha isla y otros que son comarcanos ellas. decimos que este
clrigo es una persona liviana, de poca abtoridad crdito: habla en lo
que no sabe ni vi por razones que ellas mismas se contradicen. Aqu
[en Madrid] hay personas de abtoridad crdito de quien V.A. sabr
verdad en contrario de todo lo quel suso dice. V.A. tiene en aquellas
partes Juezes particulares, Consejo comun, donde se veen proveen
las cosas necesarias la tierra, ese castigan los delitos como conviene al
servicio d Dios de V.A. Por d parece que de el oficio de tales tantos
como en las dichas Indias residen faciendo justicia, no deber ser creido
uno tan sin crdito abtoridad; tal que ni es parte, ni tiene derecho
proseguir lo que dice; sin un liviano pensamiento, que piensa de proseguir prelacia mando, por la mormuracion en que se pone, creyendo
que le daran la reformacion de los daos que manifiesta. Por tanto pedimos suplicamos V.A. que habindole por tal persona, cometa la inquisicin castifo de lo que dice, otras personas, cual V.A viese que
conviene para su servicio: porque tanto recibiremos mayor merced, cuanto por ms personas VV.AA. fueren certificados del trabajo gastos con
que hemos acrescentado su servicio: no d lugar que dichas Indias
sus procuradores hagamos gastos sin necesidad, la dicha isla se despoblara.
porque la dicha isla de Cuba es muy diferente de todas las otras
islas, pedimos suplicanios V.A. que brevemente oiga la relacion verdadera satisfaccin los agravios quel suso dicho declara.5
Cuando se recuerda que Pnfilo de Narvez y Antonio Velzquez tenan en Cuba indios de repartimiento y que haban pasado a la corte solicitando su perpetuidad para mejor aprovecharse de ellos, fcilmente se
descubre el mvil que los impulsaba contra el licenciado Las Casas, quien
sobreponindose a los intereses y srdidas pasiones de sus compatricios,

328\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

slo deseaba el bien y libertad de los indios. En prueba de las aseveraciones de Las Casas bien pudiera yo citar aqu multitud de documentos;
pero me limitar a slo uno, por ser del mismo ao de 1516 en que Las
Casas present su Memorial, y por referirse a las cuatro islas que l menciona: Las islas dice el documento a que aludo estan perdidas, se
disminuyen de cada dia; y si no se remedia, en breve fallescer la renta
los indios, an los cristianos, que en ellas estn.6
El segundo Memorial presentado por Las Casas contena los remedios de las Indias, y fueron los siguientes:
Que mientras no se impidiesen los indecibles daos de las islas Espaola, Jamaica, San Juan de Puerto Rico y Cuba, se mandase suspender la pestfera costumbre de servirse de indios los espaoles.
Que siendo los repartimientos la causa principal de la mortandad de
tantos indios, se mandase formar una comunidad en cada pueblo de espaoles en que ninguno de stos tuviese indios conocidos ni sealados,
sino que todos los repartimientos estuviesen juntos, haciendo conucos o
labranzas juntos tambin, con mayordomos, recuas, hatos y todo gnero de animales y dems cosas necesarias en comn; pagndose del producto a los ministros de la comunidad un salario, diezmo a la Iglesia,
quinto del oro al rey, etctera.
Que a los vecinos que tuviesen repartimiento de indios, se les pagase
cierta parte a proporcin del nmero que poseyesen.
Que a cada pueblo de cristianos se enviasen 40 labradores espaoles, casados, o menor nmero si otra cosa no poda ser, dndose a cada
uno cinco indios por compaeros, para que stos y aqullos cultivasen
juntos la tierra; y que de su producto se diese una mitad al espaol y la
otra a los cinco indios, pues viendo stos trabajar a aqullos, lo haran
mejor; y manejando dinero, se haran ms capaces, segn ya se haba
visto en muchos. Propuso tambin que los indios pudiesen casarse con
hijas de labradores espaoles, y al contrario, pues de este modo aumentara mucho la poblacin.
Que inmediatamente se hiciese saber a los naturales, por medio de
intrpretes, que ya no serviran como antes; cuya noticia los reanimara
impidiendo que muchos muriesen, ya de pesadumbre, ya envenenndose desesperados.
Que en cada una de las cuatro islas ya colonizadas se pusiese una persona religiosa y celosa del siervo de Dios, que ejerciese la justicia y gobernacin en todo lo concerniente a indios, sin dependencia de otro alguno.
Que a slo esa jurisdiccin, estuviesen sometidos los mayordomos y
todos los empleados de las comunidades.
Que ninguno de ac ni de all que hubiese tenido algn cargo para
ordenar o proveer alguna cosa tocante a indios, pudiese entender en
nada de dichas comunidades.

JOS ANTONIO SACO

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Que como al formar las leyes hechas en tiempo del Rey Catlico se
consult a algunos espaoles que tenan indios en las islas, ahora se
mandasen abolir las daosas a los indgenas, y que las dems fuesen
ejecutadas bajo de penas gravsimas por los mayordomos y procuradores de las comunidades.
Que el rey no tuviese indios sealados ni por sealar, pues lo ms
que se deba permitir, era que cada comunidad le mantuviesen algunos
negros.
Que para evitar las graves faltas hasta entonces cometidas, ningn
clrigo fuese cura de cristianos no siendo letrado.
Que ningn indio se llevase de una isla a otra, salvo algunos lucayos
del modo que se dir.
Que los indios puestos en cada pueblo de espaoles se hiciesen otros
pueblos formados cada uno de cuatro o cinco caciques y de 1 000 indios,
segn lo mandado por una de las Leyes de Burgos: situando aqullos a
cinco, siete, o a lo ms 20 leguas en torno de la villa o ciudad de espaoles, en la cual habra un hospital con 200 camas para enfermos. Esos
pueblos distaran entre s cinco, seis, o siete leguas para que tuviesen
trminos donde labrar, criar ganados y aumentar su poblacin: que para
el buen gobierno de cada uno de esos pueblos se estableciese un superior en cada una de las cuatro islas, habiendo adems clrigos, mdicos,
farmacuticos, maestros de gramtica castellana, procuradores, mayordomos, mineros, estancieros y otras profesiones tiles a la comunidad.
Para la multiplicacin de los indios propona tambin, que se casasen los de 20 a 25 aos de edad, y que a los mayordomos y procuradores
se les diese 1 tomn por cada criatura hasta los 10 aos, y tomn y medio
hasta los 15, para que cuidasen de su conservacin en la tierna edad. Si
a este deber faltaban, peda que se les castigase severamente. Quera
que a los indios se les diese bien de comer, y mucho mejor cuando trabajaban que cuando holgaban. Si este trabajo era en las labranzas, deban
ejecutarlo durante dos meses, descansando otros dos; de manera que
slo trabajaran seis meses al ao, holgando los otros seis del modo que
se ha dicho; y procurando adems tener los mantenimientos necesarios
para las mujeres, nios y viejos. En los das de trabajo descansaran
cuatro horas, desde las 10 en que coman hasta las 2. El mismo reposo
diario deba darse a los empleados en las minas, bien que este trabajo
no haba de hacerse por los menores de 25 aos, ni por los mayores de
40, ni tampoco por todos a la vez, sino por mitades, con el intervalo de
dos en dos meses, para que mientras unos trabajaban, holgasen los otros:
holganza que era general para todos sin que en nada se ocupasen en los
dos meses que duraba la fundicin. Ninguno deba ir a minas a ms de
15 o 20 leguas de su pueblo, y el que un ao trabajase en ellas, al siguiente
se emplease en la agricultura. En sta solamente se serviran de aza-

330\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

das, azadones y hachas de hierro, pero no hachas de piedra ni de coas


que eran unos palos de puntas agudas que empleaban para cavar la
tierra en sus labranzas. Recomendaba que se prohibiese absolutamente
el cargar a los indios y que a los pueblos se diesen yeguas en que anduviesen aqullos para lo que fuere menester. Como no quera privar repentinamente del servicio de indios a los espaoles que los tenan, propuso que a cada uno se les dejase provisionalmente cuatro hombres y
mujeres que de entre los naborias escogiesen, pero pagndoles un salario, alimentndolos y vistindolos bien, y sin emplearlos en ningn trabajo recio, sino cuando ms en hacer cazabi, y sembrar maz.
Deseando Las Casas interesar al pblico en la santa causa de los
indios, pidi tambin que se imprimiesen las obras que acerca de ellos
escribieron el doctor Palacios Rubios y el maestro Matas de la Paz,
catedrtico de Valladolid, pues en ellas se prueba que los indios son hombres libres, y que como tales deban tratarse. Importa advertir aqu,
que las ideas del doctor Palacios Rubios en punto de indios, haban ya
cambiado mucho, porque la obra, cuya impresin recomendaba Las
Casas, era lo contrario de lo que el mismo doctor haba escrito en aos
anteriores, cuando extendi el famoso Requerimiento que sirvi de pretexto para esclavizar y matar a tantos indios ya expuesto. Adems de
los remedios generales, Las Casas propuso otros particulares a algunas
de las islas.
Para La Espaola pidi que se anulase el psimo repartimiento de
Rodrigo de Alburquerque. Lo mismo pidi para el que hizo Sancho
Velzquez en San Juan de Puerto Rico, pues aquellos encomenderos
eran destructores de los indios. Igualmente pidi que en Jamaica se
deshiciese la compaa de S.A. con Francisco de Garay su gobernador,
quien, a ttulo de aprovechar a S.A., haba causado gran disminucin de
indios.
Como en Cuba se trataba de hacer un nuevo repartimiento, pidi
que se retirase la licencia que al intento se enviaba, porque luego que
all supiesen la muerte del Rey Catlico, lo atribuiran a mudanza, y
temiendo otra, acabaran con los indios para sacar mucho provecho en
poco tiempo. Propuso que la entonces villa de la Asuncin o Baracoa,
primer pueblo de Cuba, situado entre sierras agrsimas, y en costa de
mar muy brava, se destruyese, porque no poda sustentarse sino con
sangre de indios.
Respecto de las islas de las Lucayas y a otras donde no podan hacerse pueblos de espaoles, ni haber comunidad, deseaba que sus naturales se llevasen a la tierra ms cercana; y para impedir los saltos y
pirateras que se estaban cometiendo contra ellos, propuso que no se
sacasen de sus islas, sino yendo a rogrselo dos religiosos, uno dominico
y otro francisco, acompaados de 20 o 30 espaoles. Esos indios seran

JOS ANTONIO SACO

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llevados a Cuba para situarlos en un punto muy abundante de provisiones, cual era entonces la llanura de Puerto Prncipe donde se haba
empezado a fundar la poblacin de este nombre, estableciendo all un
monasterio de seis frailes dominicos o franciscos que los cuidasen, enseasen, y atendiesen a su mantenimiento por un ao, en el cual holgaran,
trabajando tan slo moderadamente por va de ejercicio; y pasado el
ao se daran por compaeros a los labradores castellanos. Propona
igualmente que podra hacerse lo mismo con los indios de los islotes
llamados Jardines del Rey y de la Reina, al norte y al sur de las costas
de Cuba, cuyos habitantes por ser pescadores, y alimentarse casi siempre slo de pescado, trabajaran menos que los lucayos. Lo mismo recomendaba para los indios de la extremidad occidental de Cuba, los cuales dice son como salvajes que en ninguna cosa tratan con los de la
Isla, ni tienen casas sino estan en cuevas contino sino es quando salen
pescar: llmanse Guanahacabeyes. Otros hay que se llaman Cibuneyes,
que los indios de la misma isla tienen por sirvientes, y casi son as todos
los de los dichos Jardines.
De esos indios da tambin una triste idea Diego Velzquez, porque en una carta que escribi al rey don Fernando en 1514, se expresa con estas palabras: Estos ltimos que son los postreros son manada de salvajes: no tienen casa, asiento, ni pueblos, ni labranzas: no
comen sino tortugas, pescado y algunas salvaginas que toman por
los montes. 7
Luego que los interesados en las maldades del Nuevo Mundo tuvieron noticia de estos acontecimientos, empezaron, de acuerdo con sus
amigos residentes en la corte, a contrariar los proyectos de Las Casas,
tachndole de exaltado e imprudente, y repitiendo contra los indios sus
antiguas acusaciones.8
Pero los defensores de los indios no permanecieron en silencio; y en
un Memorial que los frailes franciscanos de La Espaola remitieron a
Jimnez, decan:
Que pues S.Rma.S ha pensado remediar el dao de Indias, no consienta que otro gane tan gran corona. El remedio es el siguiente.
No vayan religiosos sino in omni religione probati et instructi in
sacra Scriptura, porque no se sigan algunos escndalos semejantes
los pasados, que uno escandaloso y malo destruye todo lo bueno.
Los indios se pongan en libertad, pues son libres iure divino,
canonico et humano. Por haberse repartido han muerto 1 100 000 en
solo La Espaola. Los encomenderos impiden la conversin.
Del mismo sentir fue fray Cristbal del Ro, comisario general de los
franciscanos, pues en el voto que present al cardenal Jimnez, le dice
que los indios son libres, y que en ninguna manera es lcito que sean
encomendados.9

332\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

Estas opiniones de los religiosos franciscanos prueban que ya ellos no


pensaban como antes, y que estaban conformes con los frailes dominicos.
Por el mismo tiempo enviose tambin a la corte otro Memorial annimo con un proyecto para salvar la vida de los indios, sin que se despoblasen de espaoles las islas y con aumento de las rentas reales.
Deca as:
Ponellos en libertad y que como sirven vecinos sirvan todos S.A.
porque ninguna cosa los mata sino la tristeza del espritu de verse en tal
servidumbre y cautiverio y del mal tratamiento que les hacen tomndoles las mujeres y las hijas que lo sienten mucho, y hacerles trabajar
demasiado y poco comer. Los mozos de soldada los maltratan y como los
indios no pueden servir por testigos, no se hace justicia.
Para ponerlos en libertad, propona que los gobernadores convocasen a los caciques de cada isla y les dijesen que ya no haban de servir a
ningn castellano, sino que estuviesen a placer como solan, y que diesen a S.A. el oro que daban a los encomenderos, pero en menor cantidad
que el que stos les exigan. De este modo trabajaran con alegra y en
la mitad del tiempo sacaran el oro sin riesgo de la salud.
A la objecin de que los indios no eran capaces de vivir por s y de
dar oro a SS.AA., contesta el autor del annimo, que l se obligaba a
que cumpliesen cuanto se les mandase sin premio; que tenan capacidad, y ms si fueran libres; que seran buenos cristianos, lo que ahora
no: y que se mandase a los religiosos que anduviesen continuamente
entre ellos, ensendolos y defendindolos.
A la otra objecin de que los espaoles se iran de la tierra si les
quitaban los indios, se responde: muchos se sostienen sin ellos, con
esclavos negros, caribes, y lucayos; y si algunos no los tienen pueden
dejarles algunos indios hasta tanto que se provean.
Propnese tambin que a La Espaola se llevasen a expensas del
gobierno hasta 8 000 caribes, repartindolos al fiado entre los vecinos, y
cobrndose el gobierno ms tarde su valor.
Pdese igualmente que se d licencia general para llevar negros; que
los que tenan merced de indios, fuesen recompensados con otra cosa; y
que para informar sobre los negocios del Nuevo Mundo no se llamase a
ninguno que tuviese inters en Indias. Concluye el annimo diciendo, que
mientras duren los repartimientos no podrn guardarse las Ordenanzas,
y segn sus palabras: son tales los clamores de los vecinos que tienen
indios cuando se los quitan, que si viera el gobierno la publicacin del
repartimiento pasado, pudiera ver el espanto del juicio venidero.
Dije ms arriba que entre el doctor Palacios Rubios y el licenciado
Las Casas se haban entablado por orden del cardenal Jimnez conferencias para tratar del remedio de los indios. De ellas result un plan
que los dos presentaron a Jimnez; pero la gran dificultad consista en

JOS ANTONIO SACO

/333

encontrar personas, que sordas a todo inters y extraas a todo partido, ejecutasen con rectitud y prudencia la alta misin del gobierno.
En medio de los bandos en que ardan los castellanos de La Espaola, slo estaban acordes en oprimir a los indios bajo el pretexto de hacerlos cristianos. Inspiracin feliz fue la de Jimnez en ir a buscar a los
claustros de un monasterio los rbitros de la suerte de los hijos del Nuevo
Mundo; y aunque absurda y ridcula a primera vista, no era dable en
aquellas circunstancias hacer eleccin ms acertada. No deba sta recaer en seglares, porque siendo la conversion de los indios el fin principal que todos se proponan, a lo menos en apariencia, era de esperar
que mejor lo conseguiran personas investidas del carcter sacerdotal.
Tampoco se poda nombrar a los dominicos ni franciscanos, porque habindose mezclado en las contiendas anteriores, y discordando en la
cuestin fundamental, sus determinaciones se miraran como apasionadas en un sentido o en otro. Era, pues, necesario elegir personas que no
habiendo tomado parte alguna en aquellos debates, conservasen todo el
prestigio que les aseguraba su imparcialidad.10
stos fueron los motivos que tuvo Jimnez para depositar su confianza en los religiosos jernimos, cuya Orden era entonces una de las
ms recogidas y mejor gobernadas de Espaa.
Tomada esta determinacin, fray Cardinals y los dos regentes
Jimnez y Adriano escribieron una carta a nombre del rey y de la reina
desde Madrid a 8 de julio de 1516 a fray Pedro de Mora, general de los
jernimos en Espaa, que resida en el monasterio de San Bartolom
de Lupiana, para que sealase los religiosos de su Orden a quienes se
poda confiar el gobierno de las Indias con las facultades y poderes que
se les diesen.
Esta carta era una credencial a favor del tesorero de Baza, para que
lo que ste le dijese pusiese dicho general por obra. La instruccin que
llev dicho tesorero, es del tenor siguiente y cumple mucho su insercin
al propsito de esta Historia, porque ella es una prueba irrefutable de
la verdad con que Las Casas y otros buenos espaoles acusaban a los
opresores de los indios.
11 Es credencial a favor del Tesorero de Baza, para que lo que ste
le dijese ponga por obra.
Instruccin que llev el tesorero de Baza del tenor siguiente: Que
SS.AA. han sido informados que en las cosas de las Indias no ha havido
hasta agora tan buena rden como fuera razon, as para convertir los
indios nuestra santa f catlica instruirlos y ensearlos en las cosas
della, como en el buen tratamiento de los dichos indios: cuya causa han
venido en mucha disminucin, tanta que si no se remedia luego, diz que se
acabarn de despoblar las principales Islas de aquellas partes. De lo qual
todo diz que ha sido causa la desordenada codicia de los que han ido

334\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

poblar destos reinos aquellas tierras, y de las personas que se han enviado las dichas Indias para gobernacion dellas, as en las cosas de Justicia,
como en las de Hacienda. Y que SS.AA. como cristianos dolindose de un
tan gran dao como ste, deseando remediarlo, principalmente en lo espiritual, y despues en lo temporal, visto que non se puede bien proveer
sino veyendo la tierra y conociendo la condicion manera de los naturales, y que ninguna persona se ha enviado hasta agora las dichas indias
en quien no haya reinado la codicia ms de lo que fuera razon, como dicho
es, han acordado embiar para el remedio de lo susodicho, personas religiosas en quien no pueda caber codicia. Y parecindoles que en ninguna
religion se hallaran personas tan hbiles para poner en la rden que
combenga las dichas Indias como en la suya, as en lo espiritual como en
lo temporal, ni que con mejor voluntad lo hagan, han acordado que las
personas que han de ir sean de su religin.
Y por esto SS.AA. les ruegan mucho que escojan luego dos personas... para que juntamente con ellas entendamos en la forma que se
tern para que los dichos indios sean combertidos nuestra Santa f
catlica instruidos en las cosas della, que es lo que principalmente
desean SS.AA. y se conserven multipliquen los que hoy hay, las rentas de SS.AA sean aprovechadas... que en esto harn grand servicio... y
SS.AA, lo recibirn en muy sealado servicio... nosotros seremos sus
procuradores... solicitud al dicho General para que luego nombre dichos religiosos, los haga venir con vos... Fecha en Madrid 8 de julio de
1516,.
Enterado del asunto el general de los jernimos, reuni a los religiosos del Captulo privado de su Orden en agosto del mismo ao, y despus de haber conferenciado entre s, contestaron al cardenal Cisneros,
con dos priores de la Orden, que fueron fray Gonzalo de Fras, prior de
Santa Mara del Armedilla, y fray Antonio de Santa Cruz, prior de la
Sista. La respuesta fue franca y digna de hombres tan virtuosos, y yo
me complazco en publicarla, aunque slo sea en sustancia. Dice as:
Gracias por el buen concepto de nuestra orden... En el captulo se
han ofrecido dudas que no pueden resolverse sin comunicar con
V.Rma.Sria. Parece ordenarse la ida de los religiosos, principalmente
para instruir informar los indios en la f y para que ellos sean multiplicados, y aprovechada la Real Hacienda. Para lo primero, ofrecemos
nuestros religiosos, hacindoseles monasterios do puedan tener observancia, no sea que, por ganar las nimas agenas, pierdan las suyas propias. Cuanto lo segundo, bien que asunto mero secular, ya lo procuraran los religiosos, por servir al reyno y V.S. Mas no se compadesce
multiplicarse los indios, aprovechar las rentas Reales, porque al presente trabajando los indios todo lo posible y no dndoles muy cumplido
mantenimiento las rentas Reales tienen su cierta cuanta, la que se dis-

JOS ANTONIO SACO

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minuira luego que se tratase de quitarles parte del trabajo y mejorarles el mantenimiento, etc. La empresa parece imposible, que no se podra desempear, y se dara ocasion de creer no se cumpla. Pero lo cierto es, que nuestros religiosos no sabrn hacer bien este negocio, que si
religiosos han de ser, mejores sern los que tienen all monasterios y
autoridad. Otras varias razones de excusa. No obstante si absolutamente se nos manda, ah van cuatro compulsorias que V.S. henchir en quien
gustare; mas prevenimos ser, bien no se les fuerze, sino se les llame
primero, porque vayan de buena voluntad.
Convencido el cardenal Jimnez de que nadie poda desempear con
tanta rectitud la gran comisin que se les confiaba, insisti en su propsito y no quiso admitir las excusas que se le daban. Muy honorfica fue
para los jernimos la respuesta de Jimnez: No en menos les dijo
tenemos, Padres, vuestras discretas escusas, que la buena voluntad que
siempre habeis tenido, teneis al servicio de sus RR.AA., porque las
escusas son de personas cuerdas, que miran con mucha prudencia el
peso de las cosas. Y tanto ms nos convidais encomendaros el negocio
sobredicho de las Indias, cuanto ms conocemos en vuestras escusas
vuestra mucha suficiencia y habilidad para todo lo que se os quiere encomendar.12 Obedeciendo la Orden, su general convoc a todos los
priores de la provincia de Castilla, para que celebrasen captulos, y sealasen 12 de los religiosos ms capaces, para que Jimnez escogiese.13
Escogiolos en efecto, y stos fueron fray Luis de Figueroa, prior de
la mejorada de Olmedo, a quien se nombr prelado de sus compaeros;
fray Bernardino de Manzanedo, profeso de San Leonardo, y el prior de
San Jernimo de Sevillas;14 el cual no habiendo podido ir eligiose en su
lugar a fray Alonso de Santo Domingo, prior de San Juan de Ortega de
Burgos;15 yendo adems por compaero del prior de la mejorada fray
Juan de Salvatierra, profeso del mismo monasterio. Y aqu conviene
advertir que por encargo del cardenal Jimnez, Las Casas vio y habl a
esos religiosos sobre el asunto de los indios en que tanto se interesaba.
Bien deseaban los opresores del Nuevo Mundo que los jernimos no
pasasen a l; pero firme Jimnez en su propsito, mand que se procediese a la formacin de las instrucciones que deban llevar. Dobles fueron stas: unas, para el caso en que los jernimos juzgasen conveniente
la abolicin de todos los repartimientos; y otras, para el caso en que
dejndolos subsistir, fuese necesario modificar las leyes anteriores para
el bien de los indios.
Las instrucciones de la primera especie mandaron: que inmediatamente se quitasen los indios repartidos en las islas al obispo Fonseca, al
secretario Conchillos, a Hernando de Vega, a todos los del Consejo y
criados del rey, y a cuantos residan en Espaa; con prohibicin de que
en adelante nunca tuviesen indios los miembros del Consejo, ni otros

336\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

ministros. Que luego que llegasen a La Espaola, abriesen una informacin pblica, llamando a su presencia a todos los antiguos y nuevos
pobladores para manifestarles los motivos de su ida, interrogndoles
sobre todas las ocurrencias que haban turbado aquella tierra: que al
mismo tiempo hiciesen una investigacin secreta para mejor descubrir
la verdad; que llamasen tambin a los principales caciques de la isla, y
les dijesen de parte del gobierno, que pues eran libres, cristianos y sbditos de S.S.AA., entendiesen que los padres jernimos iban a averiguar los daos que haban sufrido, a castigarlos, y a poner remedio para
que no se repitiesen, que as lo manifestasen a los dems caciques y a
sus indios, y para que stos creyesen lo que se les deca, tuvieran consigo, cuando se les hablase, algunos de los religiosos de la isla que mereciesen su confianza, y entendiesen su lengua: que los espaoles conferenciasen entre s, lo mismo que los indios, para ver si con estas mutuas
plticas se hallaba algn medio provechoso a unos y a otros y a la tierra
en que vivan.
Ordenose tambin a los padres jernimos que averiguasen escrupulosamente el tratamiento que las justicias y los encomenderos haban
dada a los indios repartidos, asentando por escrito las noticias que sobre esto adquiriesen: que los religiosos, que consigo llevaban, visitasen
personalmente en cuanto les fuese dado las dems islas, para saber lo
que en ellas pasaba: que viesen si en la vecindad de las minas se podan
hacer pueblos con bohos en buena tierra para labranzas, y cerca de
ros, pues as padeceran menos los indios que las explotaban: que esos
pueblos fuesen de 300 vecinos, con plaza, iglesia, una casa para el cacique, mayor que las otras, y un hospital: que para los indios que habitaban lejos de las minas, as en La Espaola como en las dems islas,
hiciesen tambin pueblos en sus tierras criando ganados, sembrando
algodn, yuca, y otros comestibles, pagando al rey el tributo que se juzgase conveniente, sin que se les trasladase de una isla a otra por el inmenso dao que sufran; bien que a dichos pueblos podan llevarse los
caciques e indios ms cercanos, cuando voluntariamente se prestasen.
Mandose igualmente que cada pueblo tuviese sus trminos, por el aumento que pudiera tener, repartindolos entre los indios y su cacique, a
quien se dara una parte igual a la de cuatro de aqullos; y que si sobrante hubiera se dedicase a ejidos y a pastos. Creose entonces el empleo de administrador, al que se dio grande importancia, pues era de
nombramiento real, debiendo recaer en espaol de recta conciencia,
casado para impedir desrdenes con las indias, salvo si tal persona fuere,
de quien aun sin serlo pudiese confiarse; y que siempre hubiese tratado
bien a los que tena encomendados. Sealose un sueldo pagado, la mitad
por el gobierno y la mitad por el pueblo o pueblos de su cargo; y llevar
un registro en el que constasen los nombres de todos los indios de sus

JOS ANTONIO SACO

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pueblos respectivos, para saber si algunos se ausentaban o faltaban a


sus obligaciones. Antes de ejercer sus funciones, deba jurar que las
desempeara fielmente, y de no hacerlo, los jueces podran deponerlo
y castigarlo. Su vigilancia de administrador no se circunscriba siempre
a un solo pueblo, sino a los dos o tres que se le sealasen, los cuales
deban visitarlos para ver si los indios vivan ordenadamente en sus casas con sus familias; y a fin de alejarlos de la ociosidad, podan emplearlos
a trabajar moderadamente en las minas, en las crianzas, labranzas, o en
otras obras, sin permitirles ms armas que las necesarias para montear.
Que en cada pueblo hubiese un clrigo o religioso que los instruyese en
la fe catlica, dicindoles misa en la iglesia sin estar mezclados los hombres con las mujeres; predicndoles, administrndoles los sacramentos,
y advirtindoles la obligacin de pagar los diezmos y primicias para los
gastos del culto y el mantenimiento de los clrigos que los bautizaban,
enseaban, casaban y enterraban. Que hubiese un sacristn entendido,
para que adems del servicio de la iglesia, ensease a los indios la lectura y gramtica castellana. Que los pueblos proporcionasen fondos para
sostener el hospital en que deban recibirse los enfermos, nios hurfanos y ancianos desvalidos. Que el administrador y el clrigo cuidasen
de que los indios anduviesen vestidos, durmiesen en camas, no comiesen por tierra y tuviesen una sola mujer sin abandonarla, y en caso de
que sta fuese infiel, el marido pudiese acusarla ante el cacique para
que a ella lo mismo que al adltero se les impusiese la pena de azotes,
con consentimiento del administrador y del clrigo o religioso.
Por la superioridad del cacique impsose a sus indios la obligacin
de trabajar 15 das al ao en su hacienda, cuando l lo quisiese, sin darles de comer, ni pagarles salario. Los caciques inferiores deban obedecer al cacique superior segn la antigua costumbre, el cual haba de
gobernar el pueblo junto con el clrigo o religioso y con el administrador; facultndose a estas tres personas para que nombrasen en cada
pueblo los regidores, alguaciles y otros empleos semejantes. Autorizose
tambin a los caciques, para que en el lugar donde eran superiores, pudiesen castigar a los indios y a los sbditos de otros caciques inferiores,
bien que deban hacerlo con consejo del cura, y slo en los casos en que
mereciesen pena de azotes, pues fuera de ellas la jurisdiccin tocaba a
la justicia ordinaria. Recomendose a sta, que castigase a los espaoles
que hiciesen mal a los indios, pudiendo stos ser testigos, al arbitrio del
juez, en las causas que se formasen.
En punto de minas y haciendas dictronse acertadas medidas, pues
como esos parajes eran la tumba de los indios, prohibiose que los espaoles fuesen estancieros y mineros, pudiendo solamente serlo aqullos.
Mandose que hubiese 12 castellanos mineros, con sueldo pagado, mitad
por los indios y mitad por el rey, que se empleasen en descubrir minas y

338\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

que luego que las encontrasen las dejasen a los indios, sin que permaneciesen all, ni ellos, ni ningn otro espaol, ni sus criados. El oro
que los tales mineros cogiesen, al descubrir las minas, se repartira entre el rey y los indios; y de no hacerlo, incurran en graves penas. En
adelante no deban los indios trabajar en las minas sino por terceras
partes, a placer del cacique, de dos en dos meses, y slo los hombres
desde la edad de 20 aos hasta la de 50, sealndoles horas fijas para el
trabajo y descanso. De estas faenas quedaban exentas las mujeres, a no
ser que las abrazasen por su propia voluntad o la de sus maridos, segn
estaba mandado por la Declaracin de 28 de julio de 1513. Todo el oro
sacado de las minas ira a manos del minero indio, el cual, junto con el
administrador y el cacique principal lo llevaran a la fundicin, que haba de efectuarse de dos en dos meses, y del producto se haran tres
partes, una para el rey, dos para el cacique y los indios, debiendo pagarse de estas dos las haciendas, los ganados que se diesen para la fundacin de los pueblos y los dems gastos de la comunidad: lo restante haba de partirse igualmente por casas o bohos, dndose al cacique seis
partes y dos al minero; aplicndose el sobrante, si lo hubiese, en comprar ropa para vestir y gallinas para criar. Estas compras haban de
hacerse por el cacique, el administrador y el cura, los cuales deban
rendir cuenta de estas operaciones.
Como los espaoles no vivan de su trabajo, sino del sudor de los
indios, mandose, que en caso de abolirse los repartimientos por los padres jernimos, aqullos viviesen, ya del empleo de administradores de
los pueblos, ya de las haciendas que se les haban de comprar para la
fundacin de stos, ora del salario de mineros, ora de la facultad que se
les diese para sacar oro, pagando del que cogiesen, uno de siete, si eran
solteros, y el diezmo los casados si tenan consigo sus mujeres; y, en fin,
de las licencias que se les concediesen para introducir mercancas y esclavos con tal que fuesen caribes y no otros, so pena de muerte.16
Tales fueron las instrucciones que se dieron a los padres jernimos
para el caso en que ellos juzgasen indispensable la supresin de los
repartimientos; pero como al mismo tiempo se les autoriz para que,
segn su juicio, los conservasen, mandose al efecto que aplicasen a todas las Indias las Ordenanzas hechas para Puerto Rico y La Espaola
en Valladolid a 23 de enero de 1513, y las aadidas en la misma ciudad a
28 de julio del dicho ao, declarando o moderando las antecedentes;
pero como ya he tratado de unas y otras en el captulo primero de los
repartimientos, no hay necesidad de repetirlas aqu.
Entonces fue cuando el licenciado Las Casas propuso que en la corte deba siempre haber una persona de ciencia y conciencia que mirase
por los indios; y abrazando el cardenal Jimnez esta idea, nombr de
protector universal de ellos al mismo Las Casas con el sueldo anual de

JOS ANTONIO SACO

/339

100 pesos de oro, que entonces no era poco: como no se hubiese descubierto el infierno del Per, que con la multitud de quintales de oro ha
empobrecido y destrudo a Espaa.17
Extendidos ya los despachos puso el gobierno a disposicin de los
jernimos un buque que los condujese a su destino, y como al mismo
tiempo mand a Las Casas que fuese tambin a las Indias, l pretendi partir con ellos; mas, sabiendo los venerables padres cuan odiado
estaba de los castellanos en La Espaola, y que su compaa poda
comprometer la imparcialidad con que deseaban presentarse en el
Nuevo Mundo, no le admitieron, excusndose cortsmente con la falta
de comodidades del buque, para obsequiarle como quisieran. Ordenose
igualmente para ms seguridad, que no se dejase partir antes de su
salida ningn navo, ni que fuesen cartas a La Espaola, porque habindose esparcido en Castilla la voz de que se iban a quitar los repartimientos, podran ocasionarse turbulencias en aquella isla. 18
Hicironse, pues, a la vela del puerto de Sanlcar los padres jernimos,
el 11 de noviembre de 1516, y despus de haber tocado en Puerto Rico,
llegaron a la ciudad de Santo Domingo en La Espaola el 20 de diciembre del mismo ao, adonde desembarc tambin 13 das despus
el licenciado Las Casas.19
Dieron principio a su comisin, quitando los indios a cuantos residan en Castilla, y depositndolos en poder del factor Juan de Ampues,
con encargo de que los hiciese instruir en la fe catlica, y les proveyese
de cuanto necesitasen. Y para que no recibiesen dao los que antes tenan encomendados esos indios, ordenaron que les comprasen las haciendas para que de ellas fuesen mantenidos, dndoseles su justo valor.
Empero, no quitaron inmediatamente los repartimientos de los jueces
de apelacin y oficiales reales, porque habindoseles dado en parte de
sus sueldos, privarles de ellos sin una compensacin, parecioles que no
podan hacerlo sin consultar antes al Supremo Gobierno;20 mas, luego
que ste decidi que se los quitasen, ellos lo ejecutaron.
Para resolver, pues, tan gran materia, mandaron abrir la informacin pblica y secreta que les prevenan sus instrucciones. Contradictorios fueron los pareceres, y el de los dominicos en La Espaola, que
entonces eran fray Pedro de Crdoba, su provincial; fray Toms de
Berlanga, superior; fray Juan de Tavira; fray Toms de Santo Jacobo;
fray Toms de Toro; fray Paulus de Troxillo, fray Pedro de la Magdalena, fray Pablo de Santa Mara y fray Domingo de Betanzos, todos sacerdotes, dijeron: que los repartimientos eran ilcitos, y que los indios
deban ser puestos en libertad, bien estuviesen en pueblos por s o entre
los espaoles; y que aun cuando ni uno ni otro se hiciese, antes que
encomendarlos deba dejrseles ir a sus Yucayegues a pesar de que no
fuesen cristianos, pues as no moriran como ahora. Que los espaoles

340\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

estaban obligados a restituir lo habido con indios, y que para quitar


escrpulos, convendra dar cuenta de sus excesos al Papa, para que proveyese de remedio a las conciencias. Que se atajasen las idas de espaoles islas Tierra firme porque son fuego que todo lo abrasan, y
que fuesen slo religiosos a convertir segn estaba obligado el rey por
la bula de Alejandro VI no slo en La Espaola, sino en las dems islas,
segn se haba mandado.21
No hicieron lo mismo con los repartimientos que tenan los conquistadores y pobladores, pues antes de dar paso tan grave, queran proceder con pleno conocimiento de la materia. Lo que sentimos decan,
de la capacidad de los indios, y si ser para ponerlos en pueblos, lo que
dellos se deba hacer no lo escribimos al presente hasta que con ms
madura informacion conozcamos las cosas dellos y de los vecinos de
Espaa que ac estn, y la disposicion y la calidad de la tierra, porque
como la negociacion es tan grave y ponderosa hay necesidad de mirarla
mucho antes que de ella se hable22 y concluan diciendo: VV.RR. se
acuerden quan grande y quan peligroso negocio es este y como agora
llegado ser puesto en sus manos ha de quedar en lo uno en lo otro,
provean en que no quede despues de hecho perpetuas angustias para
sus conciencias.
Pero como la inmensa mayora de los informantes que los jernimos
llamaron a declarar, no tenan el desinters y caridad de los frailes dominicos, result de ese informativo, compuesto de 13 testigos de los vecinos ms antiguos y caracterizados de la isla, que 12 de ellos se expresaron en el siguiente lenguaje: el ms hbil de ellos los indios era
ms idiota que el ms rstico labrador de Espaa: por manera que la
libertad sera perjudicial para sus cuerpos y almas. De estos 13 testigos, slo uno fue de opinin, que estando los indios en libertad, multiplicaran mucho, y que encomendados pereceran todos brevemente por
ms ordenanzas que se hiciesen.
Adems de todos los informes remitidos de Santo Domingo a la corte, tomronse otros en Espaa. Juan Lpez, contador mayor de la Contratacin de Sevilla, opin que los indios no se repartiesen, ni echasen a
minas, ni a otros recios trabajos, e inclinndose a su libertad, propuso
que a lo menos se probase por una temporada.
El padre franciscano fray Pedro Mexa, que haba venido a Espaa,
crey que se deban quitar los repartimientos. Parece dice inhumanidad quitrselos, y por otra parte si no se quitan acabarn de perecer todos los indios... Se quiten los indios a todos excepto los que tienen
dos, tres y seis naborias como hijos de casa. Pide que se junten bajo
cinco o seis caciques; y que no se les ponga a coger oro, sino algodn.
Dice que haba entonces en La Espaola 15 000 indios; que el algodn
vala muy caro all, y en Espaa a peso y medio la arroba, de suerte que

JOS ANTONIO SACO

/341

l calcula que podan coger aquellos indios ms de 60 000 arrobas al ao


y que con este ejercicio multiplicaran los indios. A los encomenderos
as prosigue, dles el rey por cada cinco indios que se les quiten, un
esclavo macho o hembra; si 10, dos; si 100, 20, y sean suyos propios para
sus hijos y descendientes. Ser mejor para esto que el rey compre 2 000
esclavos, mitad hembras, mitad varones que puestos aqu podrn costar
medio marco de oro que son 50 000 pesos de oro.
Como el obispo Fonseca saba ya que no poda tener indios encomendados, quiso darse el mrito de informar, que ni l, ni el rey, ni ningn
residente en Castilla pudiese gozar de repartimientos, y que se quitasen a los jueces de La Espaola, pero al mismo tiempo pidi que se
mantuviesen los repartimientos, encomendando los indios por el ms
largo tiempo posible y que no pudiesen quitarse a sus poseedores, sino
por mal tratamiento o delitos.23
En medio de las eminentes virtudes de Las Casas, y de que ya contaba 43 aos de edad, me parece que an no conoca bien el corazn
humano y que careca del tacto necesario para llevar a buen trmino,
con flexibilidad y prudencia, un asunto tan delicado. Haba credo que
luego que los jernimos llegasen al Nuevo Mundo, quitaran los
repartimientos a todos los castellanos; mas, viendo que procedan en
esto y otros asuntos con lentitud y circunspeccin, empez a disgustarse y prorrumpir en quejas contra todos; sin perdonar ni aun a los mismos jernimos, tachndolos de negligentes y parciales, pues que a los
parientes que tenan en La Espaola los haban enviado a Cuba para
que Diego Velzquez les diese repartimientos de indios.24 Si algunos
disculpaban su vehemencia en gracia de su celo y acrisoladas virtudes,
otros en gran nmero le odiaban y como l supiese que queran matarle,
recogase de noche al seguro asilo del convento de Santo Domingo. Lejos de intimidarse con estas acechanzas, la justicia de la santa causa que
defenda inspirbale nuevo aliento, y como an estaban en La Espaola
los primeros jueces de apelacin nombrados desde aos anteriores,
acusoles criminalmente ante el licenciado Zuazo, juez de residencia recin llegado a Santo Domingo,25 de cmplices de los asaltos y pirateras
de los castellanos contra los indios lucayos,26 y de homicidas y autores
del asesinato que en 1513 cometieron los indios de la costa de Cuman
en los dos misioneros dominicos fray Francisco de Crdova y fray Juan
Garcs, de cuyo trgico suceso ya di cuenta en uno de los captulos de
esta historia. Este paso atrevido de Las Casas caus en La Espaola la
ms profunda sensacin; y mirndosele como un perturbador de la pblica tranquilidad, sus implacables enemigos que ya haban escrito a la
corte, como l tambin lo hizo, aunque parece que sus cartas fueron
interceptadas en Sevilla, lograron que el gobierno le mandase salir de
aquella isla; mas, l, o sabindolo, o sospechndolo, empez a publicar,

342\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

antes que llegase la orden de su expulsin, que se marchaba a Castilla


para informar al gobierno de todo lo ocurrido.
Bien quisieron impedir su partida, y cuando el licenciado Zuazo, con
quien siempre haba estado de acuerdo, anunci a los jernimos que Las
Casas volva a la corte, fray Luis de Figueroa, sorprendido, contest: no
vaya porque es una candela que todo lo encender.27 Pero como Las
Casas, adems de ser clrigo, tena cdula real para venir a Espaa cuando quisiese, embarcose, sin que nadie se lo estorbase en mayo de 1517.
En estas circunstancias vinieron en apoyo de Las Casas, no slo los
frailes dominicos, sus buenos amigos, sino tambin los franciscanos. Fray
Pedro de Crdoba, viceprovincial de los religiosos de aquella Orden,
residentes en las Indias, dirigi al rey, una carta fechada en la ciudad de
Santo Domingo a 28 de mayo de 1517. Despus de ponderar en ella
aunque en un tono ms templado que el de Las Casas, los daos cometidos, dice: Por los cuales males y duros trabajos los mismos indios
escogian y han escogido de se matar; que vez ha venido de matarse 100
juntos. Las mujeres fatigadas de los trabajos, han huido al concebir y al
parir porque siendo preadas o paridas no toviesen trabajo sobre trabajo; en tanto que muchas estando preadas han tomado cosa para mover
han movido las criaturas. Otras despues de paridas, con sus manos
han muerto sus propios hijos, por no poner ni dejar en tan dura servidumbre. Ya estas pobres gentes no engendran ni multiplican, ni hay de
ellos posteridad que es cosa de gran dolor....28
Contemporneamente a la carta anterior, los dominicos de mancomn con los franciscanos de aquella isla escribieron otra en mal latn a
los gobernadores de Espaa, en la que pintan la horrible mortandad,
que haban causado los repartimientos, pues de ms de 1 milln de indios que haba en La Espaola, ya apenas quedaban de 10 a 12 000:
piden que se pongan en pueblos, o por s, o con los cristianos; que no
sirvan a nadie, ni se les imponga ms trabajo que el que ellos mismos
quieran hacer para su mantenimiento o para su recreo; que despus de
la llegada de los jernimos moran lo mismo que antes, y an ms; que
era preferible dejarlos vivir en sus lugares nativos, llamadas en su lengua Yucayegues, aun sin ser cristianos; resuelven las dudas acerca del
modo de doctrinarlos y alimentarlos; y, por ltimo, concluyen recomendando a Las Casas como lo haba hecho fray Pedro de Crdoba, viceprovincial de los dominicos.29
Conociendo los jernimos toda la actividad y energa de Las Casas,
enviaron a Castilla a su compaero fray Bernardino de Manzanedo para
que informase al gobierno de todas las medidas que haban tomado.
Lleg Manzanedo a Espaa, oyole bien Carlos I en Zaragoza; mandole
que se entendiese con el obispo Fonseca; pero mal recibido de ste, renunci a su comisin y retirose a su monasterio.30

JOS ANTONIO SACO

/343

Digna es de alabanza la conducta de los jernimos, pues adems de


lo que ya he mencionado, repararon las injusticias cometidas contra los
ms benemritos pobladores en el repartimiento de Alburquerque. Penaban segn su culpa a los que maltrataban a los indios que tenan encomendados. Quitbanlos a unos y depositbanlos provisionalmente en
otros, que por los informes que tomaban, trataran bien a los indios, y
tenan haciendas con que alimentarlos sobradamente. Pidieron al gobierno que en caso de quedar stos encomendados, de ninguna manera
se diesen a los residentes en Espaa.
Para corregir abusos, hacan visitar con frecuencia los lugares en
que estaban los indios, enviando no slo a los visitadores, sino a los religiosos de La Espaola; y aun ellos mismos recorrieron una parte de la
tierra, viendo casi todas las minas que entonces se explotaban.
Vendieron las haciendas o estancias que el rey tena; porque el robo
de los administradores las haca ms costosas que productivas.
Moderaron los derechos de la fundicin del oro, porque eran excesivos los que se pagaban. Mandaron que los mineros, que lo sacaban con
los indios, estuviesen a sueldo sin tomar parte del oro, para que no los
recargasen de trabajo. Prohibieron las entradas contra caribes, mientras los oidores de la Audiencia de La Espaola, a quienes haban mandado estudiar el asunto, no decidiesen si era lcito esclavizarlos segn
derecho; aunque permitieron a los castellanos que iban a traficar a la
Costa de las Perlas que recibiesen de los indios los esclavos que ellos
tenan como tales, bajo la condicin de que los tratasen bien y doctrinasen
cual si fuesen indios libres.
Mandaron hacer en La Espaola 25 o 26 pueblos do se recogiesen
los pocos indios que haban quedado con mucha yuca sembrada para
su mantenimiento, la cual pasaba de 800 000 montones o pies con que
podan alimentarse 7 000 personas en un ao. Deban tambin criarse
ganados para su alimento en los terrenos adyacentes a esos pueblos; y
cada uno de stos deba contener hasta 400 o 500 personas, contando
viejos y nios; pero cuando tan benfico proyecto empezaba a plantearse, frustrolo la peste asoladora de viruelas que estall entre los indios.
Procuraron aumentar la poblacin de aquellas tierras, y en una de
sus comunicaciones al gobierno decan: el fundamento para poblar es
que vayan muchos labradores y trabajadores: trigo, vias, algodones,
etctera. Darn con el tiempo ms provecho que el oro. Convendr pregonar libertad para ir a aposentar all a todos los de Espaa, Portugal y
Canarias. Que de todos los puertos de Castilla puedan llevar mercaderas y mantenimientos sin ir a Sevilla. Mande S.A. que vayan a poblar
las gentes demasiadas que hay en estos reinos, etc.31
En este punto, acordes estaban los jernimos con el licenciado Zuazo;
y ora ste hubiese tomado de ellos esas ideas, ora ellos de ste, como

344\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

pretenden algunos, poco importa para la utilidad que deban sacar las
Indias de tal propuesta.
Ocupronse tambin en hacer ingenios de azcar cerca de los puertos de mar para la facilidad de su embarque, pues juzgaban con razn
que eso levantara el nimo abatido de los pobladores; y para lograr la
empresa, ellos les facilitaban algunos recursos del Tesoro. Fomentaron
as mismo el cultivo de la caafstola, y propusieron que se plantasen
algunas vias y sembrase trigo en los parajes donde podan prosperar.
Dictaron, en fin, otras providencias que juntas a las ya mencionadas, merecen todas por cierto un grato recuerdo de la posteridad;32 y
cuando se contempla que tanto hicieron en cortsimo tiempo y en muy
difciles circunstancias, preciso es tributarles un justo homenaje de admiracin, pues no es mentira sino verdad lo que ellos mismos dijeron en
una de sus cartas al cardenal Jimnez. Lo otro y quarto de donde mucho bien depende es pacificar los pechos desta gente castellana que ac
biene, que tienen tan daados unos con otros, que pensamos que todas
las medicinas materiales deste mundo no bastaran para los curar, sino
fuere solo gracia divina, o ya hacer algo de lo que en otras cartas a
Vuestra Seora tenemos apuntado.33
Verdad es que no abolieron los repartimientos; pero esto puede atribuirse a que habiendo permanecido poco tiempo en el Nuevo Mundo, no
pudieron preparar el terreno para medida tan radical. Pudieron tambin creer, que aun conservando los repartimientos y sometindolos a
ciertas reglas, se hallara algn medio para mejorar la condicin fsica y
moral de los indios. A estas consideraciones debe aadirse la muy poderosa de que ellos temieron, con mucha razn, un levantamiento general
de los castellanos en los pases ya conquistados, y que careciendo enteramente de fuerza para reprimirlo, ocasionaran inmensos daos, no
slo a la raza indgena que intentaban favorecer, sino a la Corona de
Castilla.
Sin la muerte del cardenal Jimnez, acaecida algunos meses despus de haber ellos comenzado a ejercer sus funciones, y sin la entrada
en Espaa del nuevo rey, muchas de las cosas propuestas por ellos,
habranse planteado en Amrica y cogdose en breve algn sazonado
fruto; pero desatendindolas el nuevo gobierno, no por indiferencia a
materia tan grave, sino ms bien por aversiva a la poltica anterior de
los ministros espaoles, y sin el debido miramiento a sus virtudes, tino y
pureza con que desempearon su comisin, mandoles en 1517, bajo la
perniciosa influencia del obispo Fonseca, que siempre fue contrario a su
nombramiento, que regresasen a Castilla:34 orden que les fue reiterada
en 1518.35 Cuando a Espaa tornaron en este ao,36 quisieron obtener
del rey una audiencia en Barcelona, para informarle de la situacin de
las Indias, y de los inmensos males que a La Espaola ocasionaba el

JOS ANTONIO SACO

/345

tesorero Pasamonte; pero sin conseguir que se les oyese, a pesar de


cuantos esfuerzos hicieron, cansronse de esperar y retirronse al silencio de sus claustros, dejando el Nuevo Mundo entregado a sus implacables opresores.

Notas
1

Carta del licenciado Alonso de Zuazo a Mr. de Chievres, escrita en Santo Domingo a
22 de Enero de 1518. Muoz, Colec., tom. LXXVI; tomo II de la Coleccin de Documentos Inditos de Salv y Baranda. (V. M. y M.) Oviedo, Historia (...) de las Indias,
lib. IV, cap. I.

Herrera, dc. 2, lib. II, cap. III.

Lo que dice Las Casas era muy comn en aquellos tiempos, y un religioso que de Indias
lleg a Espaa en 1512, present al gobierno un papel en que propona, entre otras
cosas, que a los indios se diesen mujeres porque en esto deca ha habido y hay
grande defecto, y es que los cristianos que crian las indias todas, algunas las toman para
camareras, y estos son los nobles y los clrigos; otros las toman para cocineras, y estos
son los ganaderos y trabajadores, que muchos dellos son en Castilla casados, y all
estan con las indias; otros las toman, y es peor, para imponellas que sepan servir y
vestirse, y aun buscar de comer de muy mala manera, y despues de impuestas las venden vaqueros y mineros para el mal uso. Parecer de un religioso venido de Indias
por los aos de 1512, sobre la conservacin de los indios y el acrecentamiento de las
cuatro islas Espaola, San Juan, Cuba y Jamaica, en lo temporal y en lo espiritual.
Manuscrito de 3 pliegos. Archivo de Simancas. Arca de Indias, Caja 1, legajo 7. Muoz,
Colec., tom. LXXV.

Memorial de los agravios sin razones que Bartolom de las Casas, clrigo, dize que se
hazen en los indios por los espaoles que aquella tierra han pasado. Archivo de
Simancas, Patronato Real de Indias, legajo 8.

Memorial y relacin de Pnfilo de Narvez y Antonio Velzquez procuradores de Cuba


a SS.AA., fecha en Madrid a 30 de Junio de 1516. M. 1. Archivo de Simancas, legajo 8,
Arca Indias.

Parecer annimo dirigido a S.A. sobre los daos que padecen las cuatro islas Espaola,
Cuba, Jamaica y San Juan. M. 1. Archivo de Simancas, Descubrimientos y Pobladores,
legajo 7.

Carta de Diego Velzquez al rey catlico don Fernando en el puerto de Jagua en la isla
de Cuba, en l de Abril de 1514. Muoz, Colec., tom. LXXV. Coleccin de Documentos
Inditos del Archivo de Indias, tom. XI, p. 424. (V. M. y M.)

Herrera, dc. 2, lib. II, cap. III.

Este voto y el Memorial anterior se hallan en la coleccin indita de Muoz.

10 Herrera, dc. 2, lib. II, cap. III.


11 Muoz, Colec., tom. LXXV.
12 Respuesta del cardenal, en presencia del embajador y del obispo de vila, estando
adems entre otros presente el prior del Armedilla, el prior de San Leonardo y el prior
de la Sista.

346\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

13 Extractos de Muoz, sacados de la Coleccin Diplomtica de la Real Academia de la


Historia de Madrid.
14 Herrera, dc. 2, lib. II, cap. III.
15 Herrera, dc. 2, lib. II, cap. VI.
16 Para todo lo concerniente a las instrucciones hasta aqu mencionadas, vase a Herrera,
dc. 2, cap. IV y V. Vase tambin el tomo XI, pginas 256 y 258 de la Coleccin de
Documentos Inditos del Archivo de Indias, en donde estn dichas instrucciones. (V.
M. y M.)
17 Las Casas, Historia General de las Indias, lib. III, cap. LXXXIX. No fueron, por cierto,
los quintales de oro del Per los que empobrecieron a Espaa, como dice Las Casas, y
aun repiten hoy muchos espaoles. Si ella hubiera tenido agricultura, fbricas, comercio y un buen gobierno, el oro del Nuevo Mundo, lejos de haberla empobrecido, habrala
engrandecido extraordinariamente.
18 Herrera, dc. 2, lib. II, cap. VI.
19 Carta primera de los PP. Jernimos al cardenal Jimnez de Cisneros. Tomo I, pgina
264 de la Coleccin de Documentos Inditos del Archivo de Indias. (V. M. y M.)
20 Carta primera de los PP. Jernimos al cardenal Jimnez de Cisneros.
21 Herrera, dc. 2, lib. II, cap. XVI y XXII.
22 Carta primera de los PP. Jernimos al cardenal Jimnez de Cisneros.
23 Muoz, Colc., tom. LXXV.
24 Herrera, dc. 2, lib. II, cap. XV.
25 Hombre de gran talento, de excelentes miras y uno de los caracteres ms respetables
que entonces pasaron al Nuevo Mundo, dice Quintana, al hablar de l en su Vida de Las
Casas. Vase su biografa en el tomo II de la Coleccin de Documentos Inditos para la
Historia de Espaa. (V. M. y M.)
26 Herrera, dc. 2, lib. II, cap. XV.
27 Las Casas, Historia General de las Indias, lib. III, cap. XCIV.
28 Extracto de una carta del padre fray Pedro de Crdoba, vice-provincial de los frailes de
Santo Domingo en Indias, al rey. Fecha 28 de Mayo de 1517. Apndice VI de la Vida de
Las Casas por Quintana.
29 Vase el citado Apndice VI de la Vida de Las Casas por Quintana.
30 Herrera, dc. 2, lib. II, cap. XXI.
31 Memorial manuscrito de fray Bernardino de Manzanedo, entregado en Febrero de 1518.
32 La verdad de esta aseveracin, consignada est en las numerosas cartas que los padres
jernimos escribieron desde La Espaola al cardenal Jimnez de Cisneros y al emperador don Carlos.
33 Carta al emperador de los PP. Jernimos, fecha en Santo Domingo a 22 de Junio de
1517.
34 Herrera, dc. 2, lib. II, cap. XXI.
35 Herrera, dc. 2, lib. III, cap. VIII.
36 Herrera, dc. 2, lib. III, cap. XIV y XX.

AD
VER
TENCIA1
ADVER
VERTENCIA

Cuatro tomos van ya publicados de la Historia de la Esclavitud desde los Tiempos ms Remotos hasta Nuestros Das por don Jos Antonio Saco. Los tres primeros constituyen una obra completa acerca de la
esclavitud en el antiguo continente. El cuarto, o sea el primero de la Historia de la Esclavitud de la Raza Africana en el Nuevo Mundo, y en
Especial en los Pases Amrico-Hispanos, slo comprende la poca
transcurrida desde el descubrimiento hasta fines del siglo decimoctavo.
Este primer tomo, que abarca uno de los perodos ms interesantes de
la historia de la humanidad, desgraciadamente no pudo terminarse por
su distinguido autor, como no lo fue tampoco el quinto que ahora publicamos, y que se refiere a la Historia de la Esclavtud de los Indios en el
Nuevo Mundo.
Es de lamentar que el seor Saco no hubiera empezado la publicacin de su obra monumental por donde pens haberla concluido, por la
parte referente a Amrica, que era la que mayor inters nos ofreca. De
haberlo hecho as, se hallara sta completa, hubiera sido esmeradamente revisada por l, como lo fueron los anteriores tomos, y la historia
de Cuba en la que incidentalmente pensaba detenerse, hubiera sido la
que mayores ventajas habra obtenido por la realizacin de este plan.
El tomo quinto se refiere, como hemos dicho, a la Historia de la
Esclavitud de los Indios en el Nuevo Mundo, trabajo importantsimo
en el cual su autor contina revelando la misma erudicin benedictina
que en los anteriores. Aunque en la narracin de los sucesos que abraza
no comprende el drama de la esclavitud indgena en el vasto territorio
que hoy ocupan Estados Unidos del Norte de Amrica, el Canad, Per,
Bolivia, Nueva Granada, Ecuador, Chile, las Antillas Menores, el Brasil
y Patagonia, no deba permanecer indito. Por la imparcialidad del historiador y por la novedad de los documentos, casi todos inditos o raros
que se citan, y que fueron consultados por l y por el inolvidable
americanista don Domingo del Monte, honra y prez de las letras nacionales, lo creemos del mayor inters para los que se consagran al estudio
de la historia americana, bajo todos sus aspectos.

348\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

Nuestra tarea al publicarlo primeramente en las pginas de la acreditada Revista de Cuba del doctor don Jos Antonio Cortina, y ahora en
un volumen, ha consistido en corregir escrupulosamente las pruebas de
la impresin, comprobar las citas hechas, cotejar los documentos que se
copian y agregar algunas notas aclaratorias, que nos han parecido oportunas. As hemos credo honrar la memoria del seor Saco y la literatura de nuestra querida patria.
Pronto publicaremos tambin el tomo sexto y ltimo; o sea la Historia de los Repartimientos o Encomiendas de Indios, de no menor inters que los otros.
Antes de concluir, slo nos resta advertir que la obra no estaba todava preparada para darla al pblico cuando muri el seor Saco, y que si
nos hemos quiz apresurado a darla a la estampa, ha sido con el laudable propsito de salvarla del olvido, prestando as un servicio a los que
estudian la historia de Amrica. Si se nota algn descuido en el estilo,
que nosotros hemos procurado respetar, debe imputarse a que el autor,
casi ciego y continuamente achacoso en los ltimos das de su azarosa
existencia, no pudo consagrarse a la revisin y correccin de sus borradores trazados por amanuenses, casi siempre poco hbiles, que le causaban perpetua desesperacin.
Vidal Morales y Morales
Marzo de 1883.

Notas
1 Hemos credo conveniente publicar aqu esta Advertencia que aparece al principio de
la primera edicin de este tomo, impresa en La Habana en 1883. Las referencias que
hace en ella Vidal Morales y Morales a la numeracin de los tomos estn de acuerdo con
el orden cronolgico de lo publicado por l. Nosotros hemos seguido el sealado por Jos
Antonio Saco en la introduccin del primer tomo.
Por ser un verdadero complemento de la Historia de la Esclavitud de los Indios en el
Nuevo Mundo acompaamos al final de sta la Historia de los Repartimientos o Encomiendas de Indios, impresa por primera vez en la Revista de Cuba el ao 1883. (Nota
del editor.)

NDICE ONOMSTICO

A
AARSCHOT, MARQUS O DUQUE DE. VER CROY, GUILLERMO DE.
ABARRANTES: 59.
ADRIANO IV, PAPA: 31.
ADRIANO VI: 111, 118, 325, 333.
AGUIRRE,

LICENCIADO:

114.

AILLON. VER VZQUEZ DE AILLON, LUCAS.


AIX, ALBERTO

DE:

52.

ALAMINOS, ANTN: 88, 198.


ALARCONCILLO, LICENCIADO: 284.
ALBA, FERNANDO.VER IXTLIXCHITL.
ALBITEZ, DIEGO

DE:

4, 180, 240.

ALBORNOZ, RODRIGO

DE:

204, 207, 208, 213.

ALBURQUERQUE, RODRIGO
ALEJANDRO VI,

PAPA:

DE:

112, 316, 317, 318, 319, 322, 330, 343.

75, 131, 339.

350\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

ALFINGER, AMBROSIO: 6, 144, 145.


ALFONSO DE SOUSA, MARTN: 23.
ALMINDEZ CHERINOS, PEDRO: 204.
ALMIRANTE.VER COLN, CRISTBAL.
ALONSO NIO, PER: 58, 67, 68, 69.
ALTSIMO.VER DIOS.
ALVARADO, PEDRO

DE:

241, 246, 247, 248, 249, 250, 251, 252, 255, 262.

LVAREZ OSORIO, DIEGO: 245.


LVARO DE PORTUGAL: 70.
AMPIES, GUILLERMO
AMPUDIA, JOHAN
AMPUES, JUAN

DE:

DE:

DE:

245, 246.

189, 190.

142, 144, 300, 339.

ANACAONA: 297.
ANDAGOYA, PASCUAL

DE:

ANDRADA, FERNANDO

182, 246, 247.

DE:

265.

ANDRS GUAIBONA, CACIQUE: 317.


ANGULO, JUAN DE: 153.
ANGULO, PEDRO DE: 251.
ANGULO, TOMS DE: 191.
ANTIGUA, NUESTRA SEORA DEL: 165.
ANTONIO, FRAY: 115.
ANTONIO, VISORREY: 99.
APOLO: 15.
ARANA, DIEGO DE: 75.
ARANGO, SANCHO DE: 315, 322.
ARCE, ALONSO

DE:

REA, RODRIGO

317.

DE:

265.

ARIAS DVILA, PEDRO: 113, 167, 168, 170, 171, 172, 174, 175, 176, 177, 178,
179, 180, 181, 182, 183, 184, 188, 190, 227, 239, 242, 243, 244, 246,
277, 279, 280, 281, 282, 283.
ARIAS, DIEGO: 279.

JOS ANTONIO SACO

/351

ARISTTELES: 218.
ARRIAGA, LUIS

DE:

ARTEAGA, JUAN

56.

DE:

252.

AVEDAO, PEDRO

DE:

AYOLAS, JUAN

266, 267.

AYORA, JUAN

DE:
DE:

AZARA, AGUSTN

212.

171, 172, 173, 174, 175, 182.


DE:

270.
B

BADAJOZ, GONZALO

DE:

179, 180.

BALBOA. VER NEZ DE BALBOA, VASCO.


BALLESTER: 59.
BARBA ROJA,

PIRATA:

154.

BARRIENTOS, MIGUEL

DE:

147, 158.

BARRIONUEVO, FRANCISCO DE: 184.


BESATZIO, ARNALDUS DE: 261.
BASTIDAS, RODRIGO

DE (OBISPO):

BAUDRI,

51.

ARZOBISPO:

66, 69, 79, 146, 147, 148, 149, 161, 165, 190.

BECERRA, FRANCISCO: 175, 176.


BECERRA, JOHAN: 189.
BEDMAR,

SEORES DE:

BECHECHIO,
BELTRN,

CACIQUE:

DOCTOR:

247.
291.

247.

BELZARES (LOS): 64, 144, 145, 146, 147, 158.


BENZONI, JERNIMO: 140.
BERARDI, JUANOTO: 57.
BERLANGA, TOMS

DE (FRAY):

184, 339.

BERNARDO, FRAY: 72, 84.


BETANZOS, DOMINGO

DE:

122, 218, 339.

BONO DE QUEXO, JUAN: 95, 96.


BRETON, RAIMUNDO: 43.

352\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

BRY, TEODORO

DE:

140.

BURGUILLOS, GASPAR DE: 261.


C
CABALLERO, DIEGO: 94.
CABALLERO, JOS AGUSTN: 78.
CABEZA DE VACA. VER NEZ CABEZA DE VACA, LVAR.
CABOTO, SEBASTIN: 264, 265.
CABRERA, ALONSO
CCERES, JUAN
CDIZ, PEDRO

DE:

DE:
DE:

267.

265.
141.

CAEN, RAOUL DE: 52.


CALINAGO: 43.
CALIXTO III, PAPA: 131.
CALVETON, URBANO: 140.
CANOABO, CACIQUE, 57, 291.
CRDENAS, PEDRO

DE:

CARDINALS,

333.

CARETA,

FRAY:

CACIQUE:

280.

174.

CARLOS I DE ESPAA: 21, 91, 111, 112, 115, 117, 118, 128, 143, 257, 272, 305,
342, 346.
CARLOS II DE ESPAA: 274, 275.
CARLOS V DE ALEMANIA: 17, 34, 96, 105, 113, 115, 124, 125, 126, 127, 132,
144, 177, 179, 184, 191, 204, 205, 209, 216, 225, 243.
CARRILLO, LUIS: 176.
CARRIZO, HERNANDO DE: 137.
CARVAJAL, JUAN

DE:

147, 325.

CASAS, BARTOLOM DE LAS: 7, 17, 34, 35, 37, 38, 58, 66, 71, 72, 76, 77, 84, 89,
90, 95, 96, 99, 104, 108, 111, 112, 113, 114, 115, 116, 117, 118, 119,
120, 121, 122, 123, 124, 132, 140, 145, 149, 154, 164, 169, 173, 178,
188, 206, 219, 221, 222, 223, 226, 227, 243, 245, 246, 252, 253, 254,
255, 257, 291, 294, 296, 302, 303, 316, 319, 320, 324, 325, 326, 327,
328, 330, 331, 332, 333, 335, 338, 339, 341, 342, 345, 346.

JOS ANTONIO SACO


CASAS, FRANCISCO

DE LAS:

/353

236.

CASAUS, FRANCISCO: 71.


CASTAEDA, FRANCISCO

DE:

138, 243, 244.

CASTELLANOS, FRANCISCO: 138.


CASTELLANOS, MIGUEL: 123.
CASTELLN, JCOME

DE:

CATACAPA,

163.

CACIQUE;

123, 124.

CAVA, FRANCISCO: 240.


CAYACOA,

CACIQUE:

291.

CAZONCI,

CACIQUE:

215.

CERECEDA, ANDRS

DE:

239, 240, 241.

CERON, JUAN: 301, 313.


CERRATO, LUIS: 99, 142, 155, 256.
CEYNOS, FRANCISCO: 215.
CINQUER, ENRIQUE: 144.
CISNEROS, FRANCISCO

DE:

238.

CISNEROS. VER JIMNEZ DE CISNEROS, FRANCISCO.


CIUDAD RODRIGO, ANTONIO DE: 261.
CLAVIJERO, FRANCISCO JAVIER: 13, 17, 18.
CALVIJO, SANCHO

DE:

186, 187, 188.

COATIMUCIN: 34.
COBOS, COMENDADOR MAYOR: 191.
COBOS, FRANCISCO

DE LOS:

COLMENARES, RODRIGO

DE:

113, 247.
177.

COLN, BARTOLOM: 57, 58, 63, 71, 76, 299, 301.


COLN, CRISTBAL: 3, 26, 38, 39, 40, 41, 48, 49, 53, 55, 56, 57, 58, 59, 60, 61,
62, 63, 64, 67, 68, 70, 71, 72, 75, 76, 77, 78, 79, 86, 88, 91, 92, 103,
107, 109, 123, 131, 161, 164, 166, 209, 263, 289, 290, 291, 292, 294,
311, 319, 324.
DIEGO, COLN: 71, 76, 81, 84, 149, 209, 297, 298, 299, 301, 305, 313, 315,
324.

354\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

COMOGRE, CACIQUE: 4, 172.


COMPAON, FRANCISCO: 181.
CONCHILLOS, LOPE: 113, 295, 303, 313, 314, 315, 317, 322, 325, 335.
CONSTANTINO: 85.
CONTRERAS, RODRIGO

DE:

CRDOBA, PEDRO

72, 73, 106, 107, 108, 124, 302, 303, 305 339, 342.

DE:

CRDOVA, FRANCISCO

DE:

245.

341.

CORRAL: 190.
CORTS, HERNN: 5, 7, 9, 13, 34, 93, 137, 162, 166, 198, 200, 201, 202, 203,
204, 205, 206, 207, 208, 209, 211, 213, 214, 215, 218, 223, 227, 228,
235, 236, 246, 347, 249.
CORTS, MARTN: 223.
COSA, JUAN

DE LA:

64, 69, 70, 162, 163, 165.

COVARRUBIAS, PEDRO

DE:

304, 326.

COZCO, LEANDRO DE: 53.


CRISTO. VER JESUCRISTO.
CROY, GUILLERMO

DE:

CRUZ, RODRIGO DE
CUEVA, BEATRIZ

LA:

111, 115, 116.


225.

DE LA:

CUEVA, FRANCISCO

247, 250, 251.

DE LA:

CUMBRERAS, PEDRO

DE:

251, 252.

73.
CH

CHANCA,

DOCTOR:

26, 49, 54.

CHARLEVOIX, PEDRO FRANCISCO JAVIER DE: 23.


CHVEZ,

LICENCIADO:

142.

CHIEVRES, MONSIEUR DE. VER CROY, GULLERMO DE.


D
DARAIRE,

CACIQUE:

26.

DELGADILLO, DIEGO: 209.


DEZA, DIEGO: 325.

JOS ANTONIO SACO

/355

DIABLO: 133, 253.


DIANES, HERNAND: 189.
DAZ

DEL

DAZ

DE

CASTILLO, BERNAL: 30, 93, 199, 202.

SOLS, JUAN: 198, 263, 264.

DAZ, MIGUEL: 301, 313.


DIONISIO, FRAY: 115, 122.
DIOS: 15, 51, 70, 75, 82, 84, 86, 90, 93, 94, 99, 103, 104, 115, 116, 126, 130,
132, 140, 150, 154, 157, 158, 159, 164, 165, 176, 191, 200, 204, 205,
217, 219, 223, 228, 234, 243, 251, 252, 253, 254, 259, 260, 265, 277,
279, 283, 284, 290, 300, 302, 320, 321, 326, 327, 328.
DUERO, ANDRS

DE:

212.

DUQUESNE DE MADRID, JOS DOMINGO: 152.


DURANO, JUAN: 51.
DURN, TOMS: 304, 326.
DU TERTRE, JUAN: 42, 43, 49, 50.
E
ECIJA, DIEGO

DE:

189.

ENCINASOLA, PEDRO

DE:

280.

ENCISO. VER FERNNDEZ DE ENCISO, MARTN.


ENRIQUE II DE INGLATERRA: 131.
ENRIQUE VII DE INGLATERRA: 264.
ESCOBAR, DIEGO: 60.
ESCOBEDO, RODRIGO DE: 75.
ESCUDERO, JUAN: 212.
ESPINAR, ALONSO

DEL:

ESPINOSA, GASPAR

DE:

72, 303, 304.


171, 180, 181, 182, 242.

ESPIRA, JORGE: 145.


ESQUIVEL, JUAN DE: 296, 301.
ESTETE, MARTN: 242, 282.
ESTRADA, ALONSO
EUSEBIO: 15.

DE:

204, 207, 213.

356\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

F
FELIPE II

DE

FELIPE III

ESPAA: 142, 217, 274.

DE

ESPAA: 272, 273, 275.

FELIPE IV DE ESPAA: 274.


FERNNDEZ

DE

ENCISO, MARTN: 78, 162, 164, 165, 166, 168, 171, 176, 304.

FERNNDEZ

DE

LUGO, PEDRO: 6, 150, 153.

FERNNDEZ DE NAVARRETE, MARTN: 26, 53, 65, 66, 67, 71, 75, 77, 78, 79, 80,
101, 136, 178, 194, 313.
FERNNDEZ DE OVIEDO, GONZALO: 4, 26, 27, 41, 47, 69, 70, 77, 79, 104, 108,
118, 122, 133, 134, 148, 149, 153, 154, 160, 163, 167, 171, 173, 174,
175, 179, 180, 183, 188, 189, 190, 196, 243, 246, 264, 266, 282, 291,
292, 313.
FERNANDO II, EL CATLICO: 26, 38, 39, 40, 55, 56, 57, 58, 59, 62, 65, 67, 69, 70,
71, 72, 73, 75, 77, 78, 81, 82, 85, 86, 87, 88, 89, 90, 98, 99, 103, 106,
111, 112, 131, 143, 167, 168, 170, 176, 204, 263, 277, 278, 282, 284,
289, 290, 295, 301, 305, 309, 310, 313, 314, 315, 319, 322, 325, 329,
330, 331.
FERNANDO, SAN, REY DE FRANCIA: 71.
FIGUEROA, LUIS

DE:

335, 342.

FIGUEROA, RODRIGO

DE:

96, 98, 99, 125, 130.

FONSECA, ALFONSO DE. VER RODRGUEZ DE FONSECA, ALFONSO.


FONSECA. VER RODRGUEZ DE FONSECA, JUAN.
FRANCISCO JAMAYCA ARACEBO, CACIQUE: 314.
FRAS, GONZALO DE: 334.
FRAS,

LICENCIADO:

159.
G

GAMA, ANTONIO DE LA: 184.


GANTE, PEDRO

DE:

GARAY, FRANCISCO

205, 207.
DE:

301, 319, 330.

GARCS, JUAN: 106, 108, 205, 209, 210, 218, 341.


GARCS, JULIN. VER GARCS, JUAN.

JOS ANTONIO SACO


GARCETO, JUAN: 121.
GARCA, CRISTBAL. VER GUERRA, CRISTBAL.
GARCA

DE

CARRIN, PEDRO: 304.

GARCA

DE

CISNEROS: 261.

GARCA

DE

LERMA: 149, 150, 239.

GARCA

DE

LOAIZA: 113, 124, 125.

GARCA

DE

PADILLA: 113, 116.

GARCA, DIEGO: 263, 265.


GARCA, LUIS. VER GUERRA, LUIS.
GARCILASO DE LA VEGA, INCA: 16.
GARCA PACHECO, PEDRO: 245.
GARCI-VENEGAS: 267.
GATTINARA, MERCURINO: 112, 113, 115.
GAVIRIA, MIGUEL

DE:

105.

GLABER, MONJE: 52.


GODOY, DIEGO: 203.
GOMARA. VER LPEZ GOMARA, FRANCISCO.
GMEZ DE BUITRON, MELCHOR: 187.
GMEZ, DIEGO: 189, 190.
GONZLEZ, ALONSO: 189.
GONZLEZ DVILA, GIL: 137, 242, 283, 284, 298, 299, 300.
GONZLEZ DE VILA, GIL. VER GONZLEZ DVILA, GIL.
GONZLEZ, GIL, CACIQUE: 109, 110.
GRAN CANCILLER. VER SELVAGIO, JUAN.
GREGORIO, LICENCIADO: 304, 326.
GRICIO, GASPAR DE: 295.
GRIJALBA, JUAN: 199, 200.
GRIMALDO, NICASIO DE: 143.
GRUNIGER, JUAN. VER REINHARD, JUAN.
GUACANAGARI, CACIQUE: 41, 291.

/357

358\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

GUADALUPE, ALFONSO DE: 261.


GUAM, CACIQUE: 97.
GUARIONEX,

CACIQUE:

290, 291.

GUATIGUASA, CACIQUE: 56.


GUERRA, CRISTBAL: 67, 69, 74.
GUERRA, LUIS: 67, 69.
GUEVARA, CARLOS

DE:

265.

GUIDO, CONDE: 164.


GUTIRREZ, FELIPE: 188, 189.
GUTIRREZ, PEDRO: 75.
GUZMN, CRISTBAL DE: 128.
GUZMN, GONZALO DE: 97, 237.
GUZMN, JOHAN: 190.
GUZMN, NUO

DE:

209, 210, 211, 212, 213, 214, 215, 216, 218, 221, 317.
H

HARO, ANDRS

DE:

301, 314.

HARO, CRISTBAL DE: 265.


HATUEY: 302.
HEREDIA, PEDRO
HERNNDEZ

DE

DE:

190, 191.

CRDOVA, FRANCISCO: 93, 198, 199, 242.

HERNNDEZ PORTOCARRERO, ALONSO: 200.


HERNANDO V DE ESPAA.VER FERNANDO I, EL CATLICO.
HERODES: 179.
HERODOTO: 50.
HERRERA, ALONSO
HERRERA,

DE:

261.

LICENCIADO:

221.

HERRERA, PEDRO

DE:

140.

HERRERA, VASCO

DE:

235, 238, 239.

HERRERA Y TORDESILLAS, ANTONIO DE: 7, 17, 65, 67, 72, 79, 84, 87, 88, 105,
107, 129, 136, 145, 148, 152, 160, 163, 171, 172, 175, 180, 190, 191,

JOS ANTONIO SACO

/359

199, 216, 218, 258, 263, 267, 270, 271, 290, 291, 295, 318.
HOBO: 16.
HOGEDA,

DOCTOR:

214.

HOLVAIN, RODRIGO DE: 212.


HORNIUS: 42.
HUMBOLDT, ALEJANDRO DE (BARN): 152, 205.
HURTADO, BARTOLOM: 174, 175.
HURTADO, BENITO: 280.
I
IBARRA, MIGUEL

DE:

212, 319.

IDIAQUES, LOPE: 150.


INFANTE, RODRIGO: 150.
INOSTROSA. VER MNDEZ DE INOSTROSA, DIEGO.
IRALA, DOMINGO DE: 267, 268.
ISABEL I, LA CATLICA: 38, 39, 40, 55, 56, 57, 58, 59, 62, 67, 69, 70, 71, 72, 74,
75, 78, 81, 98, 99, 114, 131, 143, 289, 290, 291, 292, 294, 304, 310.
ISAAS: 222.
ISLA, PEDRO DE: 89.
IXTLIXCHITL: 17.
IZRRAGA, NICOLS: 240.
J
JESUCRISTO: 39, 50, 115, 131, 217, 219, 220, 260.
JMENEZ DE CISNEROS, FRANCISCO: 90, 111, 115, 180, 204, 322, 325, 331, 332,
333, 334, 335, 338, 344.
JIMNEZ DE QUESADA, GONZALO: 6, 150, 151.
JUANA, LA LOCA: 82, 85, 112, 309.
JUAN XXII, PAPA: 136.
JUAN BANONA: 317.
JUAN, PRNCIPE: 39.

360\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

JPITER: 15.
K
KEATING: 136.
KRONOS: 15.
L
LABAT, PADRE: 42, 48, 50.
LA FUENTE,
LARES,

DOCTOR:

115, 116, 117.

DE (COMENDADOR):

296.

LASO DE LA VEGA, GUTIERRE: 265.


LAXAO, MR.: 111.
LEBRIJA, ANTONIO DE. VER NEBRIJA, ANTONIO DE.
LEBRN DE QUIONES, JERNIMO: 153, 319.
LEN, ALONSO DE: 115.
LEN PINELO, ANTONIO DE: 53, 264.
LEPE, DIEGO DE: 68.
LERMA, PEDRO

DE:

149.

LERMA. VER GARCA

DE

LERMA.

LESCANO, JUAN: 57.


LINGARD: 136.
LIZARAZU, LUIS

DE:

LOAYSA, CATALINA

86.

DE:

213.

LPEZ

DE

LOSA: 281.

LPEZ

DE

SALCEDO, DIEGO: 5, 234, 237, 238, 239, 241.

LPEZ, DIEGO: 190.


LPEZ GOMARA, FRANCISCO: 17, 79, 123, 148, 263.
LPEZ, GONZALO: 215.
LPEZ, GREGORIO: 139.
LPEZ, JUAN: 339.
LORENZANA, FRANCISCO (OBISPO): 27, 204, 205.
LOZANO, PEDRO: 263.

JOS ANTONIO SACO


LUGO, ALONSO LUIS DE: 154, 155.
LUGO, PEDRO DE. VER FERNNDEZ DE LUGO, PEDRO.
LUIS, FRAY: 115.
LL
LLORENTE, SAN: 181.
M
MABOYA: 48.
MADRID: 212.
MAGALLANES, FERNANDO DE: 23, 265.
MAGDALENA, PEDRO
MAHE,

CACIQUE:

DE LA:

339.

175.

MAHOMA: 273, 274.


MALDONADO, ALONSO: 255.
MALDONADO, FRANCISCO: 209, 213, 215.
MALDONADO, GONZALO: 113.
MAMACONAS,

VRGENES:

16.

MALMESBURY, GUILLERMO DE: 51.


MANAURE,

CACIQUE:

143.

MANUEL DE PORTUGAL: 77.


MANZANO, BERNARDINO DE: 335, 342.
MARAGUAY,

CACIQUE:

MARCHA, DE
MARA,

LA (LICENCIADO):

DOA:

MARIANA

DE

MARIANA

109, 110.
225.

121.

AUSTRIA: 274, 275.

MALINCHE: 7, 200.

MRQUEZ, DIEGO: 171, 179.


MARROQUN, FRANCISCO: 245, 248, 249, 250.
MARTE: 14.
MARTNEZ PEDROSO, FRANCISCO: 155.
MARTN, FRANCISCO: 6.

/361

362\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

MARTN, ILACOMILO.VER WALDSEEMLLER, MARTN.


MARTINO V,

PAPA:

MRTIR

ANGLERA, PEDRO: 113, 207, 208.

DE

131.

MATIENZO, TOMS

DE:

325.

MAYMON, JOHAN DE: 189.


MAXIMILIANO: 78.
MAXTLA: 10.
MAZUELO, JUAN DE: 301.
MDICIS, PEDRO SEGUNDO
MEDINA, FRANCISCO

DE:

DE:

65.

281.

MELGAREJO, DOCTOR: 226.


MNDEZ

DE INOSTROSA,

MENDOZA, ANTONIO

DIEGO: 237, 238.

DE:

217, 218, 221, 222, 227, 249, 251.

MENDOZA, CRISTBAL

DE:

MENDOZA, DIEGO

266.

DE:

87.

MENDOZA, DOMINGO DE: 72, 73.


MENDOZA, LOPE

DE:

215.

MENDOZA, MARA

DE:

154.

MENDOZA, PEDRO

DE:

265, 266, 268.

MERCURIO: 14.
MERLO, RODRIGO: 236.
MEXA, PEDRO: 339.
MINAYA, BERNARDINO

DE:

218.

MOCTEZUMA I: 9, 13, 200, 210.


MOCTEZUMA II: 9, 10.
MOLOCH: 14, 16.
MONDEJAR,

MARQUS DE:

217.

MONTE, DOMINGO DEL: 134.


MONTEJO, FRANCISCO
MONTEL, MR.: 48.

DE:

220, 221, 241.

JOS ANTONIO SACO

/363

MONTENEGRO, ALONSO DE: 184.


MONTESINO, ANTONIO: 72, 106, 144, 302, 303, 304, 305.
MONTFAR, ALONSO DE: 207.
MORALES, GASPAR

DE:

178, 179, 186.

MORALES, LUIS: 139.


MORALES PRIMO: 280.
MORA, PEDRO

DE:

333.

MORENO, PEDRO: 236.


MOXICA,

LICENCIADO:

304.

MOZEN MARGARIT: 56.


MUOZ, JUAN BAUTISTA: 56, 67, 84, 134, 291, 315, 322.
MUTIZ, JOS CELESTINO: 152.
N
NARVEZ, PNFILO

DE:

88, 190, 200, 217, 302, 327.

NAVARRETE. VER FERNNDEZ DE NAVARRETE, MARTN.


NEBRIJA, ANTONIO DE: 27.
NEZAHUALCOFOTL: 7.
NEZAHUELPILLO, CACIQUE: 10.
NICARAGUA, CACIQUE: 242.
NICOLS V, PAPA: 131.
NICUESA, DIEGO

DE:

161, 162, 163, 166, 169, 181, 188.

NIO, ANDRS: 241.


NUESTRO SEOR. VER DIOS.
NEZ CABEZA

DE

VACA, LVAR: 266, 267, 268, 269, 270.

NEZ DE BALBOA, VASCO: 4, 26, 165, 166, 167, 168, 169, 170, 177, 178, 179,
182, 183, 186, 241, 242, 281, 282.
O
OAJACA, MARQUS DE.VER CORTS, HERNN.
OBRAIN, DONCHAD: 136.
OCAMPO, GONZALO

DE:

110, 119, 120.

364\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

OCAMPO, SEBASTIN DE: 198.


OJEDA, ALONSO DE: 64, 66, 67, 68, 69, 78, 82, 109, 119, 123, 161, 162, 163,
164, 165, 166.
OLID, CRISTBAL: 5, 207, 235, 236.
OLIMPOS, ANDRS
ORDAZ, DIEGO

DE:

DE:

261.

137, 138.

ORTAL, JERNIMO: 137, 138, 139.


ORTIZ

DE

MATIENZO, JUAN: 89, 94, 108, 209.

ORTIZ, GONZALO: 251.


ORTIZ, TOMS: 124, 149, 205, 206.
OVANDO Y OVANDO, NICOLS DE: 71, 72, 73, 81, 237, 292, 293, 294, 295, 296,
297, 298, 305, 311.
OVIEDO. VER FERNNDEZ DE OVIEDO, GONZALO.
P
PEDRARIAS. VER ARIAS DVILA, PEDRO.
PALACIO: 190.
PALACIO RUBIO,

DOCTOR:

PARADA, ALONSO
PAREDES
PARIS,

DE

DE:

82, 171, 304, 325, 326, 330, 332.

209, 213, 215.

BENAVENTE, TORIBIO: 205, 206, 225, 261.

CACIQUE:

180.

PASAMONTE, MIGUEL DE: 81, 88, 89, 119, 168, 295, 298, 300, 303, 313, 314,
316, 317, 324, 325, 345.
PAULO III, PAPA: 218, 219.
PAZ, MATAS

DE:

304, 326, 330.

PEDRARIAS DVILA. VER ARIAS DVILA, PEDRO.


PEDRAZA, CRISTBAL
PEDRO,

SAN:

DE:

241, 249.

82, 83, 131.

PEA, CRISTBAL

DE:

190.

PEALOSA, CAPITN: 179.


PREZ DE GIJN, JUAN: 212.
PREZ DE TOLOSA, JUAN: 147, 159.

JOS ANTONIO SACO


PINZN.VER YNEZ PINZN, VICENTE.
PIZARRO, FRANCISCO: 22, 162, 164, 165, 176.
PIZARRO Y ORELLANA, FERNANDO: 78.
POCOROSA, CACIQUE: 4, 173.
PONCE

DE

LEN, JUAN: 85, 86, 90, 91, 300 301, 315.

PORPHIRO: 15.
PTOLOMEO: 78.
PRESCOTT, GUILLERMO: 17, 27.
PRIETO, DIEGO: 68.
PROVIDENCIA. VER DIOS.
PUENTE, ALONSO

DE LA:

171, 180, 284.

PUERTOCARRERO, P.: 262.


Q
QUEMADO, CACIQUE: 175.
QUESADA,

DOCTOR:

QUEVEDO, JUAN

DE:

224, 225.
171, 174, 175, 177, 282.

QUINTANA, MANUEL JOS: 99, 122, 134, 206.


QUIROGA, VASCO

DE:

215.
R

RALEIGH, WALTER: 42.


RAMREZ

DE

FUENLEAL, SEBASTAN (OBISPO): 99, 139, 215, 216, 227, 268.

RANGEL, RODRIGO

DE:

203.

REINA GOBERNADORA.VER MARIANA DE AUSTRIA.


REINHARD, JUAN: 77.
REMESAL, ANTONIO
RENTERA, PEDRO

DE:

127, 251, 252.

DE LA:

320, 321.

REY CATLICO. VER FERNANDO I, EL CATLICO.


REY DE ARAGN. VER FERNANDO I, EL CATLICO.
REYES CATLICOS. VER FERNANDO I, EL CATLICO, E ISABEL II, LA CATLICA.
RIBEROS, JUANILLO: 159.

/365

366\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

RO, CRISTBAL DEL: 331.


ROS, PEDRO

DE LOS:

184.

ROBERTSON, GUILLERMO: 9, 15, 16.


ROBLES,

DOCTOR:

184, 185.

ROCHEFORT: 42, 46, 50.


RODRGUEZ COLMENARES: 4.
RODRGUEZ DE FONSECA, ALFONSO (SEOR DE COCA Y ALEJOS): 39, 113.
RODRGUEZ DE FONSECA, JUAN: 39, 56, 57, 61, 64, 112, 113, 116, 117, 118, 134,
295, 303, 313, 326, 335, 341, 342, 344, 346.
ROJAS, MANUEL

DE:

97.

ROLDN, FRANCISCO: 57, 58, 59, 64, 290, 291.


RUIZ, GONZALO: 190.
S
SAAVEDRA, LVARO: 265, 322.
SAHAGN, BERNARDINO (FRAY): 11.
SALAMANCA, MIGUEL

DE:

115, 116.

SALAZAR, GONZALO DE: 204.


SALAZAR, JUAN

DE:

266, 268.

SALCEDO. VER LPEZ DE SALCEDO, DIEGO.


SALISBURY, JUAN DE: 131.
SALMERN, JUAN DE: 215, 216.
SALVADOR. VER JESUCRISTO.
SALVATIERRA, JUAN DE: 335.
SANABRIA, DIEGO

DE:

268.

SANABRIA, JUAN DE: 268.


SANABRIA, MARCO

DE:

189-190.

SNCHEZ, JUAN: 143.


SNCHEZ, RAFAEL: 38.
SANDOVAL, GONZALO DE: 201, 202.
SAN MARTN, JERNIMO DE: 240.

JOS ANTONIO SACO


SAN MARTN, JUAN DE: 27.
SAN ROMN, FRANCISCO DE: 182.
SANTA CLARA, BERNARDINO DE: 81.
SANTA CRUZ, ANTONIO DE: 334.
SANTA CRUZ, LICENCIADO: 192.
SANTA MARA, PABLO DE: 339.
SANTNGEL, LUIS DE: 38.
SANTIAGO, LICENCIADO: 304, 336.
SANTMARTIN: 281.
SANTO DOMINGO, ALONSO DE: 335.
SANTO JACOBO, TOMS DE: 339.
SARMIENTO, BERNARDO: 137.
SATANS. VER DIABLO.
SATURNO: 15.
SAYLLER, BARTOLOM: 144.
SCHMIDEL, HULDERICO: 267.
SEDEO, ANTONIO: 129, 130, 136, 137, 138, 139, 315.
SELAYA, LICENCIADO: 284.
SELVAGIO, JUAN: 111, 112, 115, 116, 117, 118.
SEPLVEDA, JUAN GINS DE: 17.
SEOR. VER DIOS.
SIERRA: 190.
SILVESTRE: 282.
SOLS. VER DAZ DE SOLS, JUAN.
SOLS Y RIBADENEYRA, ANTONIO DE: 202.
SOLRZANO, JUAN DE: 136.
SOSA, LOPE

DE:

183, 304, 326.

SOTO, FRANCISCO DE: 121.


SOTOMAYOR, CRISTBAL DE: 300.
SUREZ CARVAJAL,

LICENCIADO:

177.

/367

368\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

SUEGRO, CACIQUE. VER MAHE, CACIQUE.


T
TABERA, JUAN

DE:

220.

TATERO, JACOBO DE: 261.


TAVIRA, JUAN
TEJADA,

DE:

171, 339.

LICENCIADO:

221.

TLLEZ DE GUZMN, ANTONIO: 150, 179, 280.


TELLO DE GUZMN. VER TLLEZ DE GUZMN, ANTONIO.
TELLO DE SANDOVAL, FRANCISCO: 222, 255.
TELLO, JOAN: 280.
TEZCATLIPOCA: 21.
TLALOC: 19, 20.
TLALOCATECUHTLI. VER TLALOC.
TOLEDO, MARA

DE:

299.

TOLOSA. VER PREZ DE TOLOSA, JUAN.


TORO, TOMS DE: 339.
TORQUEMADA, JUAN: 9, 17, 19, 27, 214.
TORQUEMADA, TOMS

DE:

TORRES, ANTONIO

39, 55, 56, 71, 75.

DE:

72.

TORRES, FRANCISCO

DE:

TORRES, PEDRO

60, 67.

DE:

264.

TROXILLO, PAULUS DE: 339.


TUMACO, CACIQUE: 186.
U
UGARTE, LOPE

DE:

267.

URBANO II, PAPA: 136.


URIPARI,

CACIQUE:

139.

URRACA,

CACIQUE:

181, 182.

URRUTIA, JUAN DE: 212.


V

JOS ANTONIO SACO

/369

VADILLO, JUAN DE: 192.


VADILLO, PEDRO

DE:

149.

VALDIVIESO, ANTONIO DE: 246.


VALENCIA, MARTN

DE:

205.

VALENZUELA: 164.
VALIENTE, ALONSO: 212.
VALVERDE, VICENTE

DE:

17.

VARA: 212.
VAZCUA, IGO: 145.
VZQUEZ DE AILLON, LUCAS: 89, 94, 108.
VZQUEZ DE CORNADO, FRANCISCO: 221.
VEGA, GREGORIO

DE:

VEGA, HERNANDO

214.

DE LA:

VELASCO, DIEGO LUIS

DE:

113, 303, 313, 335.


198, 225, 226, 227.

VELZQUEZ, ANTONIO: 88, 327.


VELZQUEZ, DIEGO: 88, 92, 93, 97, 199, 200, 203, 204, 228, 235, 302, 315,
316, 319, 320, 321, 322, 327, 331, 341.
VELZQUEZ, SANCHO: 314, 315, 322, 330.
VLEZ DE MENDOZA, ALONSO: 66.
VERAGUA,

DUQUE DE:

77, 311.

VESPUCIO, AMRICO: 64, 65, 77, 78, 79.


VILLA CORTA, FRANCISCO DE: 132.
VILLALOBOS, MARCELO

DE:

89, 108, 124, 135, 1284, 186.

VILLALOBOS, RODRIGO DE: 265.


VILLEGAS, JUAN DE: 158, 159.
VILLAN, GIOVANNI: 51.
VIVALDO, AGUSTN DE: 143.
W
WALDSEEMLLER, MARTN: 78.
X

370\

HISTORIA DE LA ESCLAVITUD

XIMNEZ, FRANCISCO: 261.


Y
YNEZ PINZN, VICENCE: 67, 68, 69, 74, 198, 263.
Z
ZAMORA, CRISTBAL

DE:

261.

ZAPATA, LUIS: 113, 303, 318, 325.


ZUAZO, ALONSO DE: 90, 108, 143, 168, 173, 181, 296, 298, 319, 341, 342, 343.
ZUAZO, HERNANDO: 212.
ZULAPEQUE: 201.
ZUMRRAGA, JUAN

DE (OBISPO):

17, 205, 209, 210, 212, 214, 217, 232.

NDICE

L IBRO P RIMERO
ESCLAVITUD

ENTRE LOS INDIOS DEL

NUEVO M UNDO,

DESCUBRIMIENTO Y CONQUISTA POR LOS EUROPEOS

MUCHO ANTES DE SU

................................

L IBRO S EGUNDO
E SCLAVITUD

N UEVO M UNDO BAJO LA DOMINACIN


.........................................................................................

DE LOS INDIOS DEL

ESPAOLA

33

L IBRO T ERCERO
CMO EMPEZ EL TRFICO DE ESCLAVOS INDIOS EN EL NUEVO MUNDO .............

55

L IBRO C UARTO
INTRODUCCIN DE ESCLAVOS INDIOS EN LA ESPAOLA, EN SAN JUAN DE PUERTO
RICO Y EN CUBA. REALES CDULAS QUE LA AUTORIZARON. FAMOSO
REQUERIMIENTO DE A LONSO DE O JEDA. FUNESTA INFLUENCIA DE LA
AUDIENCIA DE SANTO DOMINGO EN LA SUERTE DE LOS INDIOS ..............

L IBRO Q UINTO
DESCRIPCIN DE LA ISLA DE CUBAGUA. LA PESCA DE LAS PERLAS EN ESTA ISLA
FOMENTA LA ESCLAVITUD DE LOS INDIOS. ORIGEN DEL CONSEJO DE INDIAS.
PROYECTOS DE LAS CASAS SOBRE COLONIZACIN DE UNA PARTE DEL
CONTINENTE . F ERVOR CON QUE FUERON ACOGIDOS POR LOS OCHO
PREDICADORES DEL REY. INTERESANTE ESCENA DE STOS EN EL CONSEJO
DE INDIAS. S E FIRMA AL FIN SU ASIENTO EN LA CORUA, A 19 DE MAYO

81

1520. OBSTCULOS CON QUE TROPIEZA EN LA PRCTICA. DESASTRES


CUMAN. XITO FATAL DE LA EMPRESA DE LAS CASAS. DECDESE A
TOMAR EL HBITO DE LA ORDEN DE S ANTO D OMINGO. EXPEDICIN DE
J C O M E D E C A S T E L L N A C U M A N . R E A L P R O V I S I N D E 17
DE NOVIEMBRE DE 1526 ..................................................................
107
DE
EN

L IBRO SEXTO
PROVINCIAS DE PARIA, CUMAN, VENEZUELA Y SANTA MARTA ........................

137

L IBRO SPTIMO
DARIN O CASTILLA DEL ORO Y CARTAGENA ...................................................

161

L IBRO O CT
AV O
CTA
ESCLAVITUD DE LOS INDIOS EN NUEVA ESPAA ................................................

198

L IBRO N OVENO
HONDURAS, NICARAGUA Y GUATEMALA ...........................................................

234

L IBRO DCIMO
RO DE LA PLATA Y PARAGUAY ........................................................................

263

L IBRO D ECIMOPRIMERO
POCA

EN QUE CES LA ESCLAVITUD DE LOS INDIOS EN LOS DOMINIOS

.......................................................................................

272

APNDICE .....................................................................................................

277

ESPAOLES

H ISTORIA

DE LOS REP
AR
TIMIENTOS O ENCOMIEND
A DE INDIOS
REPAR
ARTIMIENTOS
ENCOMIENDA
L IBRO P RIMERO

DESDE EL PRINCIPIO DE LA COLONIZACIN ESPAOLA EN EL NUEVO MUNDO, HASTA


289
LAS ORDENANZAS DE VALLADOLID DE 1513 .......................................

L IBRO S EGUNDO
REPARTIMIENTOS O ENCOMIENDAS DESDE 1513 AL DA EN QUE BARTOLOM DE
313
LAS CASAS CONSAGR SU VIDA A LA DEFENSA DE LOS INDIOS .................

L IBRO T ERCERO
DESDE

LAS CASAS DE LA ISLA DE CUBA EN 1511, HASTA SU


SEGUNDO VIAJE A CASTILLA Y EL REGRESO DE LOS PADRES JERNIMOS A
ESPAA EN 1518 .............................................................................. 324
LA SALIDA DE

ADVERTENCIA ...............................................................................................

347

......................................................................................

349

NDICE

ONOMSTICO

SUMARIO

Volumen I
E NSAYO

INTRODUCTORIO

LA ESCLAVITUD Y SU HISTORIA ........................................................................

L IBRO P RIMERO
INTRODUCCIN - EGIPTO - ETIOPA - HEBREOS - FENICIOS ...............................

29

L IBRO S EGUNDO
INDIA - CHINA ...............................................................................................

77

L IBRO T ERCERO
ESCITAS - ASIRIOS - MEDOS - BABILONIOS - LIDIOS - PERSAS - PARTOS CARTAGINESES .................................................................................. 121

L IBRO C UARTO
ORGENES DE LA ESCLAVITUD EN GRECIA ........................................................

142

L IBRO Q UINTO
SIERVOS EN GRECIA .......................................................................................

196

L IBRO S EXTO
INFLUJO DE LA ESCLAVITUD EN GRECIA ............................................................

218

L IBRO S PTIMO
ORGENES DE LA ESCLAVITUD EN ROMA ...........................................................

243

L IBRO O CT
AV O
CTA
TRATAMIENTO DEL ESCLAVO EN ROMA POR EL AMO Y POR LA LEY .......................

310

APNDICES ...................................................................................................

351

NDICE ONOMSTICO .......................................................................................

381

Volumen II
L IBRO NOVENO
MANUMISIONES, PATRONES, LIBERTOS Y CAUSAS QUE LAS PRODUJERON EN ROMA,
DURANTE LA REPBLICA Y PRINCIPIOS DEL IMPERIO ................................

L IBRO DCIMO
MALES DE LA ESCLAVITUD EN ROMA ...............................................................

36

L IBRO D ECIMOPRIMERO
EL CRISTIANISMO Y LA ESCLAVITUD EN LOS CINCO PRIMEROS SIGLOS DEL IMPERIO
ROMANO ............................................................................................

87

L IBRO D ECIMOSEGUNDO
LA

LEGISLACIN DEL IMPERIO, INSPIRADA POR LA FILOSOFA Y EL CRISTIANISMO,


MEJORA LA CONDICIN DEL ESCLAVO Y MENGUA LA ESCLAVITUD

..............

116

L IBRO D ECIMOTERCERO
TRANSFORMACIN

PARCIAL DEL TRABAJO ESCLAVO EN TRABAJO LIBRE EN LAS

CIUDADES Y EN LOS CAMPOS DEL IMPERIO ROMANO

...............................

154

L IBRO D ECIMOCUARTO
INVASIONES DE LOS BRBAROS DEL NORTE EN EL IMPERIO ROMANO, CONSIDERADAS
CON RELACIN A LA ESCLAVITUD, ANTES Y DESPUS DE LAS DESTRUCCIN
202
DEL IMPERIO DE OCCIDENTE ..............................................................

L IBRO D ECIMOQUINTO
BREVES NOTICIAS

HISTRICAS DE LA LEGISLACIN DE LOS PUEBLOS GERMNICOS

QUE CONQUISTARON EL IMPERIO DE OCCIDENTE ....................................

241

L IBRO D ECIMOSEXTO
LOS GERMANOS DESPUS QUE CONQUISTARON EL IMPERIO DE OCCIDENTE, TUVIERON
266
VARIOS MODOS DE ESCLAVIZAR Y COMERCIARON EN ESCLAVOS .................

L IBRO D ECIMOSPTIMO
MANUMISIONES

DE LOS ESCLAVOS Y DIFERENTES MODOS DE HACERLAS BAJO LA

DOMINACIN GERMNICA .....................................................................

323

APNDICES ...................................................................................................

361

NDICE ONOMSTICO .......................................................................................

375

Volumen III
L IBRO D ECIMOCT
AV O
ECIMOCTA
CONDICIONES DE LOS ESCLAVOS BAJO LA DOMINACIN GERMNICA EN LAS NACIONES
QUE SE FORMARON SOBRE LAS RUINAS DEL IMPERIO DE OCCIDENTE .......

L IBRO D ECIMONOVENO
SUERTE

QUE CORRI EL COLONATO DESPUS DE LA DESTRUCCIN DEL IMPERIO


DE

O CCIDENTE .................................................................................

49

L IBRO V IGSIMO
EL MAHOMETISMO Y LA ESCLAVITUD ................................................................

98

L IBRO V IGESIMOPRIMERO
LAS CRUZADAS, LAS REPBLICAS ITALIANAS Y OTROS PUEBLOS DEL MEDITERRNEO,
136
CONSIDERADOS CON RELACIN A LA ESCLAVITUD EN LA EDAD MEDIA ....

L IBRO V IGESIMOSEGUNDO
CONTINUACIN DE LA ESCLAVITUD EN EL IMPERIO GRIEGO BAJO LOS SUCESORES
191
DE J USTINIANO ..................................................................................

L IBRO V IGESIMOTERCERO
NUEVAS

EDAD BRBARA HASTA FINES DE LA MEDIA Y


MODERNA MENGUARON LA ESCLAVITUD EN EUROPA .... 205

CAUSAS QUE DESDE LA


PRINCIPIOS DE LA

L IBRO V IGESIMOCUARTO
CONTINUACIN DE LA ESCLAVITUD EN ESPAA EN TODA LA EDAD MEDIA .........

225

L IBRO V IGESIMOQUINTO
POCA EN QUE CESARON ENTERAMENTE LA ESCLAVITUD PERSONAL Y LA SERVIDUMBRE
253
DE LA GLEBA EN TODA LA EUROPA CRISTIANA .......................................

L IBRO V IGESIMOSEXTO
ESCLAVITUD Y SERVIDUMBRE EN RUSIA ...........................................................

314

APNDICES ...................................................................................................

341

IMPORTANTE ............................................................................

348

NDICE ONOMSTICO .......................................................................................

349

ADVERTENCIA

Volumen IV
ADVERTENCIA

IMPORTANTE ............................................................................

L IBRO P RIMERO
ESTE LIBRO SE REFIERE AL CONOCIMIENTO QUE LA ANTIGEDAD Y LA EDAD MEDIA
TUVIERON DEL FRICA, Y A LOS DESCUBRIMIENTOS QUE EN LAS COSTAS
OCCIDENTALES DE ELLA HICIERON LOS PORTUGUESES EN EL SIGLO XV ......

L IBRO S EGUNDO
ESTE LIBRO TRATA DEL ORIGEN DE LOS ESCLAVOS NEGROS EN EL NUEVO MUNDO, DE
LAS TENTATIVAS QUE SE HICIERON PARA COLONIZAR LA ESPAOLA CON
BLANCOS, DE INVESTIGAR SI BARTOLOM DE LAS CASAS FUE O NO EL PRIMER
PROMOVEDOR DEL COMERCIO DE ESCLAVOS NEGROS EN AMRICA Y DE LA
PARTE QUE L TUVO EN ESTE TRFICO ..................................................

42

L IBRO T ERCERO
EN ESTE LIBRO SE TRATA DE LOS PRIMEROS ASIENTOS DE NEGRO EN EL SIGLO XVI, Y
DE LA PROPAGACIN DE LA RAZA AFRICANA A TODAS LAS COLONIAS ESPAOLAS

94
L IBRO

C UARTO

ESTE LIBRO SE REFIERE A LAS NUEVAS Y PROFUNDAS RACES QUE LA ESCLAVITUD DE


LA RAZA AFRICANA SIGUI ECHANDO EN EL IMPERIO HISPANO-ULTRAMARINO
142

L IBRO Q UINTO
ESTE LIBRO CONTIENE LOS NUMEROSOS ASIENTOS QUE SE AJUSTARON DE FINES DEL
SIGLO XVI A FINES DEL XVII ..................................................................
202

L IBRO SEXTO
ESTE LIBRO CONTIENE TODO EL ESPACIO COMPRENDIDO DESDE EL ADVENIMIENTO
DE FELIPE V AL TRONO DE ESPAA HASTA LA CESACIN DEL MONOPOLIO
DEL COMERCIO DE NEGROS ESCLAVOS ...................................................
244
APNDICES ...................................................................................................

303

NDICE ONOMSTICO .......................................................................................

349

Volumen V
L IBRO S PTIMO
CAUSAS QUE ROMPEN EL MONOPOLIO AFRICANO .................................................

L IBRO O CT
AV O
CTA
ABOLICIN DEL TRFICO DE ESCLAVOS .............................................................

37

APNDICES ...................................................................................................

85

NDICE ONOMSTICO .......................................................................................

327

Volumen VI
L IBRO P RIMERO
ESCLAVITUD

ENTRE LOS INDIOS DEL

NUEVO MUNDO,

DESCUBRIMIENTO Y CONQUISTA POR LOS EUROPEOS

MUCHO ANTES DE SU

................................

L IBRO S EGUNDO
ESCLAVITUD DE LOS INDIOS EN EL NUEVO MUNDO BAJO LA DOMINACIN ESPAOLA .......

33

L IBRO T ERCERO
CMO EMPEZ EL TRFICO DE ESCLAVOS INDIOS EN EL NUEVO MUNDO .............

55

L IBRO C UARTO
INTRODUCCIN DE ESCLAVOS INDIOS EN LA ESPAOLA, EN SAN JUAN DE PUERTO
RICO Y EN CUBA ...............................................................................

81

L IBRO Q UINTO
DESCRIPCIN

DE LA ISLA DE

CUBAGUA. LA

PESCA DE LAS PERLAS EN ESTA ISLA

FOMENTA LA ESCLAVITUD DE LOS INDIOS

..............................................

107

L IBRO S EXTO
PROVINCIAS DE PARIAS, CUMAN, VENEZUELA Y SANTA MARTA ......................

137

L IBRO S PTIMO
DARIN O CASTILLA DEL ORO Y CARTAGENA ..................................................

161

L IBRO O CT
AV O
CTA
ESCLAVITUD DE LOS INDIOS EN NUEVA ESPAA ...............................................

198

L IBRO N OVENO
HONDURAS, NICARAGUA

GUATEMALA .........................................................

234

L IBRO DCIMO
RO DE LA PLATA Y PARAGUAY .......................................................................

263

L IBRO D ECIMOPRIMERO
POCA EN QUE CES LA ESCLAVITUD DE LOS INDIOS EN LOS DOMINIOS ESPAOLES .......

272

APNDICE .....................................................................................................

277

H ISTORIA

DE LOS REP
AR
TIMIENTOS O ENCOMIEND
AS DE INDIOS
REPAR
ARTIMIENTOS
ENCOMIENDAS

L IBRO P RIMERO
DESDE EL PRINCIPIO DE LA COLONIZACIN ESPAOLA EN EL NUEVO MUNDO HASTA
289
LAS ORDENANZAS DE VALLADOLID EN 1513 ........................................

L IBRO S EGUNDO
REPARTIMIENTOS O ENCOMIENDAS DESDE 1513 AL DA EN QUE BARTOLOM DE
313
LAS CASAS CONSAGR SU VIDA LA DEFENSA DE LOS INDIOS .....................

L IBRO T ERCERO
DESDE LA SALIDA DE LAS CASAS DE LA ISLA DE CUBA EN 1511, HASTA SU SEGUNDO
VIAJE A CASTILLA Y EL REGRESO DE LOS PADRES JERNIMOS A ESPAA
324
E N 1518 .........................................................................................
ADVERTENCIA ...............................................................................................

347

......................................................................................

349

NDICE

ONOMSTICO

OBRAS P
UBLIC
AD
AS
PUBLIC
UBLICAD
ADAS

1997
FLIX VARELA. OBRAS
(3 VOLMENES)
Seleccin de
Eduardo Torres-Cuevas
Jorge Ibarra Cuesta
Mercedes Garca Rodrguez

1999
OBISPO

ESPADA. PAPELES
(VOLUMEN NICO)

DE

Ensayo introductorio, seleccin y notas


Eduardo Torres-Cuevas

JOS AGUSTN CABALLERO. OBRAS


(VOLUMEN NICO)
Ensayo introductorio, compilacin y notas
Edelberto Leiva Lajara

FELIPE POEY Y ALOY. OBRAS


(VOLUMEN NICO)
Ensayo introductorio, compilacin y notas
Rosa Mara Gonzlez Lpez

2000
FELIPE POEY Y ALOY. ICTIOLOGA CUBANA
(3 VOLMENES)
Transcripcin, conjuncin y edicin cientfica
Daro Guitart Manday

LA POLMICA FILOSFICA CUBANA. 1838-1840


(2 VOLMENES)
Ensayo introductorio, compilacin y notas
Alicia Conde Rodrguez

2001
JOS ANTONIO SACO. OBRAS
(5 VOLMENES)
Ensayo introductorio, compilacin y notas
Eduardo Torres-Cuevas

JOS DE LA LUZ Y CABALLERO. OBRAS


(5 VOLMENES)
Ensayo introductorio, compilacin y notas
Alicia Conde Rodrguez

2002
DOMINGO DEL MONTE. CENTN EPISTOLARIO
(4 VOLMENES)
Ensayo introductorio, compilacin y notas
Sophie Andioc

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