Manifiesto Inaugural Grupo Latinoamericano de Estudios Subalternos
Manifiesto Inaugural Grupo Latinoamericano de Estudios Subalternos
Manifiesto Inaugural Grupo Latinoamericano de Estudios Subalternos
Grupo Latinoamericano
de Estudios Subalternos
Introduccin
El
investigativos legitimados por ellos. Es el reconocimiento de este papel activo del subalterno, el
modo en que altera, curva y modifica nuestras estrategias de aprendizaje, investigacin y
entendimiento, lo que inspira la sospecha frente a tales paradigmas disciplinarios e historiogrficos.
Paradigmas que se encuentran ligados a proyectos de orden nacional, regional o internacional
manejados por lites que, en su despertar, administraron o controlaron las subjetividades sociales,
buscando filtrar las hegemonas culturales a lo largo de todo el espectro poltico: desde las lites
mismas hasta las epistemologas y los discursos de los movimientos revolucionarios, ejerciendo su
poder en nombre del "pueblo".
1. El subalterno en los estudios latinoamericanos
Los lmites de la historiografa elitista en relacin al subalterno no constituyen una sorpresa terica
para los Estudios Latinoamericanos, que desde hace mucho tiempo han trabajado con el supuesto de
que la nacin y lo nacional son conceptos totalizantes de carcter no popular. El concepto y la
representacin de la subalternidad desarrollados por el Grupo Sudasitico de Estudios Subalternos
no encontraron viabilidad sino hasta los aos ochenta, mientras que los Estudios Latinoamericanos
haban estado trabajando con conceptos similares desde su establecimiento como rea de
investigacin en los aos sesenta. La constitucin de este campo de estudios (y de la Asociacin de
Estudios Latinoamericanos - LASA - como su soporte institucional) en tanto que formacin
necesariamente interdisciplinaria, corresponde al modo en que el grupo sudasitico conceptualiza al
subalterno como un sujeto que emerge en los intersticios de las disciplinas acadmicas, desde la
crtica filosfica de la metafsica o la teora literaria y cultural contemporneas, hasta la historia y
las ciencias sociales. Sin embargo, detrs del problema del subalterno se encuentra la necesidad de
reconceptualizar la relacin entre el estado, la nacin y el "pueblo" en los tres movimientos que han
inspirado y dado forma a los Estudios Latinoamericanos (y a Latinoamrica misma): las
revoluciones mexicana, cubana y nicaragense.
Quisiramos esbozar la relacin entre la emergencia de los Estudios Latinoamericanos y el
problema de la conceptualizacin de la subalternidad en trminos de tres grandes etapas, desde
1960 hasta el presente.
Etapa primera: 1960-1968
Como es bien sabido, aunque la mayora de los pases latinoamericanos ganaron su independencia
en el siglo XIX, los estados nacionales resultantes fueron gobernados predominantemente por
criollos blancos que establecieron regmenes coloniales internos con respecto a los indios, los
esclavos descendientes de africanos, el campesinado mestizo y mulato, o los nacientes
proletariados. La revolucin mexicana marc una desviacin con respecto a este modelo blanco,
patriarcal, oligrquico y eurocntrico de desarrollo, pues se fundaba en la agencia de los indios y los
mestizos, no slo como soldados sino tambin como lderes y estrategas del levantamiento
revolucionario. No obstante, durante el Mxico postrevolucionario, en un proceso que ha sido
ampliamente estudiado, este protagonismo fue bloqueado a nivel econmico, poltico y cultural - en
favor de la emergente clase mestiza, alta o media - mediante la supresin de las comunidades y
lderes indios, as como por la resubalternizacin del indio, que dej de ser visto como un sujeto
histrico-poltico para convertirse en artefacto "cultural" vinculado al nuevo aparato estatal (p. e. en
el muralismo mexicano).
La revolucin cubana represent una recuperacin parcial del impulso hacia la emergencia del
subalterno, en particular gracias al acento que otorg al problema del carcter no europeo (o posteuropeo) de los sujetos sociales en Amrica Latina en el contexto de la descolonizacin,
levantndose as frente a la primaca de la historiografa eurocntrica y frente a los paradigmas
culturales establecidos. La relectura que hizo Roberto Fernndez Retamar de Franz Fanon y del
discurso de liberacin nacional en su ensayo Calibn es ejemplo de una nueva conceptualizacin de
la historia y la identidad latinoamericanas. Este impulso afect no solamente a escritores del Boom
como Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes y Gabriel Garca Mrquez, sino tambin a cientficos
sociales como Andr Gunder Frank y los tericos afiliados a la escuela de la dependencia. Ambos
representa tan solo un elemento, crucial sin embargo, al interior del campo emergente y mucho ms
amplio de los estudios culturales latinoamericanos; 2) en la nueva situacin de globalizacin, el
significante "Latinoamrica" hace referencia tambin a un conjunto de fuerzas sociales al interior
de los Estados Unidos, que se han convertido ya en la cuarta o quinta (entre veinte) nacin de habla
espaola ms grande del mundo.
2. Conceptos bsicos y estrategias
Lo que establece las pautas de nuestro trabajo es, principalmente, el consenso respecto a la
necesidad de construir un mundo democrtico. Creemos que la naturaleza tica y epistemolgica de
este consenso y el destino de los procesos de democratizacin en Latinoamrica estn unidos de tal
forma, que imponen nuevos retos y exigencias a nuestra labor como acadmicos y educadores. Esto
implica, por un lado, una mayor sensibilidad frente a la complejidad de las diferencias sociales y,
por el otro, la creacin de una plataforma plural, aunque limitada, de investigacin y discusin en la
que todos puedan tomar parte. Las configuraciones tradicionales de la democracia y el estadonacin han impedido que las clases sociales subalternas tomen parte activa en los procesos polticos
y en la constitucin del saber acadmico, sin reconocer sus contribuciones potenciales como capital
humano (excepto para explotarlo).
Lo que queda claro en el trabajo del Grupo Sudasitico de Estudios Subalternos es el axioma de que
las lites representadas por la burguesa nacional y/o la administracin colonial son responsables de
haber inventado la ideologa y la realidad del nacionalismo. Su forma de mirar las cosas se ubica en
el punto de interseccin creado entre el antiguo poder colonial y el futuro sistema poscolonial del
estado-nacin, en donde ellas ocuparan un papel hegemnico. El problema central de la
poscolonialidad es lo que Guha llamase "la incapacidad histrica de la nacin para realizarse a s
misma", incapacidad debida al liderazgo inadecuado de las lites gobernantes. La nueva economa
poltica global trae consigo la necesidad conceptual de deconstruir los paradigmas de la nacin y la
independencia, lo cual explica los cambios que viene experimentado ltimamente la terminologa
de las ciencias sociales. Conceptos tales como "pluralismo", "democracia", "consenso",
"subalternidad", "desplazamientos de poder", "nuevo orden mundial" y "Gran rea" son ejemplos
de tal mutacin. Ellos han sustituido a conceptos como "modernizacin", "dictadura", "partido",
"revolucin", "centro-periferia", "desarrollo", "nacionalismo" y "liberacin nacional". Uno de
nuestros propsitos centrales es rastrear el modo en que los conceptos mudan, y lo que significa la
utilizacin de una determinada terminologa.
Adems de conceptualizar la nacin como un espacio dual (lites metropolitanas / lites criollas;
lites criollas / grupos subalternos), el estudio de la subalternidad en Amrica Latina incluye otras
dicotomas estructurales. Al ser un espacio de contraposicin y colisin, la nacin contiene
mltiples fracturas de lengua, raza, etnia, gnero, clase, y las tensiones resultantes entre asimilacin
(debilitamiento de las diferencias tnicas, homogenizacin) y confrontacin (resistencia pasiva,
insurgencia, manifestaciones de protesta, terrorismo). El subalterno aparece entonces como un
sujeto "migrante", tanto en sus propias representaciones culturales como en la naturaleza cambiante
de sus pactos con el estado-nacin. De acuerdo a las narrativas del marxismo clsico y del
funcionalismo sociolgico respecto al "modo de produccin", el sujeto migrante aparece
cartografiado como formando parte de los estadios de desarrollo de la economa nacional. En tales
narrativas, la participacin de las clases subalternas y su identificacin con categoras econmicas
sirven para enfatizar el crecimiento de la productividad, que es el signo del progreso y la
estabilidad. La pregunta por la naturaleza del pacto social entre el subalterno y el estado resulta
fundamental para la implementacin de un gobierno eficaz en el presente, as como para la
planeacin de su eficiencia en el futuro.
La des-nacionalizacin es, simultneamente, el lmite y el umbral de nuestro proyecto. La "desterritorializacin" del estado-nacin bajo el impacto de la nueva permeabilidad de las fronteras y del
flujo de capital-trabajo repite simplemente los procesos genticos de implantacin de las economas
coloniales en Amrica Latina durante los siglos XVI y XVII. No se trata solamente de que ya no
podemos operar exclusivamente con el prototipo de la nacionalidad, sino que el concepto de nacin,
atado al protagonismo de las lites criollas en su afn de dominar o administrar a otros grupos
sociales, ha oscurecido desde el comienzo la presencia y realidad de los sujetos subalternos en la
historia latinoamericana. Desde este punto de vista, necesitamos mirar hacia atrs para reconsiderar
aquellas formas pre-nacionales de territorializacin precolombina y colonial, pero necesitamos
tambin mirar hacia adelante para pensar en nuevas formas emergentes de subdivisin territorial,
fronteras permeables, lgicas regionales, y sobre conceptos tales como el Commonwealth y el
Panamericanismo.
Llamar a juicio el concepto de nacin equivale, a su vez, a cuestionar determinadas
representaciones "nacionales" sobre las lites y los grupos subalternos. Garantizadas legalmente por
el estado, las polticas de inmigracin o de reubicacin demogrfica en Amrica Latina (y ahora
tambin en los Estados Unidos) se han impuesto artificialmente sobre formaciones sociales y
econmicas ya existentes y, consecuentemente, sobre la representacin y el protagonismo del
subalterno. Cules son las fronteras de Amrica Latina si, por ejemplo, consideramos a Nueva
York como la mayor ciudad puertorriquea y a Los Angeles como la segunda metrpoli ms grande
de Mxico? O si consideramos a la poblacin afro-americana y angloparlante de la costa norte de
Nicaragua, que se consideran a s mismos "criollos" y cuyas preferencias culturales incluyen la
msica country norteamericana y el reggae jamaiquino?
Esta insistencia en mirar al subalterno desde el punto de vista de la posmodernidad no significa que
rehusemos perseguir los rastros que han dejado anteriores hegemonas culturales en la formacin
del subalterno y de las correspondientes lites locales. Podemos hallar al subalterno nicamente en
los linderos articulados por antiguas prcticas socioculturales, epistemolgicas y administrativas, en
la hibridacin histrica de mentalidades culturales y en los pactos contingentes que se dan cada vez
que ocurre un empalme transicional. De acuerdo a la narrativa de las elites, el nacionalismo es una
aventura idealista conducida por ellas mismas, guiada en parte por el ideal "literario" de la
nacionalidad. Pretendiendo altruismo y auto-abnegacin, las lites criollas, con su antagonismo
frente al colonizador, invocaron la bondad del pueblo y de las clases subalternas en lugar de buscar
los medios para su promocin social. La historia de las burguesas nacionales se convierte as en la
(auto)biografa espiritual de las elites, hecho que contribuye decisivamente a la formacin poltica y
cultural de los subalternos (es el caso, por ejemplo, de la resistencia frente a la cultura letrada del
idioma espaol en algunas reas indgenas, y frente a la "cultura alta" en general por parte de los
grupos subalternos). El no reconocimiento de la contribucin del subalterno a la creacin de su
propia historia revela la pobreza de la historiografa [ilustrada] y seala las razones por las cuales
fracasaron los programas nacionalistas de promocin popular. El transnacionalismo del subalterno
es registrado nicamente como un problema de ley y orden, o, positivamente, como una respuesta al
carisma de los lderes de la elite, es decir, como una movilizacin vertical (a travs de la
manipulacin massmeditica y populista) por parte de ciertos grupos y facciones.
Representarse la subalternidad en Amrica Latina cualquiera que sea la forma en que ella aparece
(nacin, hacienda, lugar de trabajo, hogar, sector informal, mercado negro), encontrar el locus en
donde ella habla como sujeto poltico y social, requiere una exploracin de las mrgenes del estado.
Insistimos en nuestra premisa bsica: la nacin, como espacio conceptual, no es idntica a la nacin
como estado. Nuestro aparato conceptual adquiere, por ello, una connotacin ms geogrfica que
institucional. Y nuestra estrategia de investigacin nos obliga a realizar un trabajo arqueolgico en
los intersticios abiertos por las formas de dominacin (ley y orden, poder militar o policial) e
integracin (aprendizaje y escolaridad). Empero, desde la perspectiva del subalterno ambas cosas, la
polica y el maestro, pudieran aparecer como estrategias muy bien coordinadas al interior de un
proyecto transnacional de expropiacin econmica y administracin territorial. Al conceptualizar la
subalternidad debemos, por ello, tener mucho cuidado en no colocarnos a nosotros mismos en la
posicin de letrados subalternos (muy comn en articulaciones previas del discurso de "liberacin
nacional", por ejemplo en algunas formas del nacionalismo puertorriqueo o del arielismo literario
latinoamericano), es decir, en la posicin de transcriptores, traductores, intrpretes o editores; de
evitar, en otras palabras, la construccin de una intelligentsia poscolonial ubicada en los centros
culturales hegemnicos. Con esto no queremos obviar el problema, sino simplemente indicar que
permanecer enfocados en la actividad de la intelligentsia y en sus prcticas caractersticas
(centradas en el cultivo de la escritura, la ciencia, etc.) nos dejara todava en aquel espacio de
"ceguera" y de prejuicio historiogrfico que Guha criticara en sus estudios sobre la insurreccin
campesina.
En la medida en que la nacin y lo nacional sean repensadas como categoras variopintas que
oscilan entre el criollo y el mestizo, entre el mestizo y el mulato hasta el negro o el indio, entre el
hombre y la mujer, nos acercaremos ms a la idea de territorialidad (espacios, reas, geografas) que
buscamos dibujar. En otras palabras, el sujeto social desinstitucionalizado e internacionalizado es el
que confirma las estructuras de globalizacin y de control de la poblacin (tanto poltico como
biolgico). Reconocer la presencia de este sujeto es importante para ver de qu manera los sujetos
subalternos entran a formar parte activa, como seres vivientes de carne y hueso, en las estructuras
administrativas y en las prcticas de dominio. Debido a que las epistemologas coloniales y
"nacionales" les haban otorgado el status de puros objetos, la actividad del subalterno aparece
ahora como "eruptiva", como una ruptura con modelos tradicionales de movilizacin vertical y de
control social que cuestiona las formas hegemnicas de representacin y que obliga al estado y a
sus agentes (incluyendo a los profesores universitarios y a las instituciones de investigacin
cientfica) a negociar unas polticas sociales y de investigacin que tengan en cuenta su propio
proyecto de hacer historia.
Sin embargo, no estamos buscando dejar de lado el problema de lo "nacional" y otras formas de
nacionalismo y de movilizacin "nacional-popular", como por ejemplo en el caso de la revolucin
sandinista en Nicaragua (estamos influenciados aqu por la obra de Carlos Vilas y su tesis sobre la
identidad del sujeto social de la revolucin (cf. Vilas 1986). Tampoco queremos establecer una
fisura entre lo poltico y lo terico. El subalterno no es una sola cosa. Se trata, insistimos, de un
sujeto mutante y migrante. Aun si concordamos bsicamente con el concepto general del subalterno
como masa de la poblacin trabajadora y de los estratos intermedios, no podemos excluir a los
sujetos "improductivos", a riesgo de repetir el error del marxismo clsico respecto al modo en que
se constituye la subjetividad social. Necesitamos acceder al vasto y siempre cambiante espectro de
las masas: campesinos, proletarios, sector formal e informal, subempleados, vendedores
ambulantes, gentes al margen de la economa del dinero, lumpen y ex-lumpen de todo tipo, nios,
desamparados, etc.
Quisiramos concluir este Manifiesto reconociendo, sin embargo, los lmites de la idea de "estudiar"
al subalterno. Nuestro proyecto, conformado por un equipo de investigadores (pertenecientes a
universidades norteamericanas de elite) que quieren extraer de ciertos documentos y prcticas
hegemnicas el mundo oral de los subalternos, es decir, la presencia estructural de un sujeto que los
letrados no habamos reconocido y que nos interpela para mostrarnos qu tanto estbamos
equivocados, debe confrontarse con la resistencia del subalterno frente a las conceptualizaciones de
la elite. No se trata, por ello, de desarrollar nuevos mtodos para estudiar al subalterno, nuevas y
ms eficaces formas de obtener informacin, sino de construir nuevas relaciones entre nosotros y
aquellos seres humanos que tomamos como objeto de estudio. Las palabras de Rigoberta Mench al
final de su famoso testimonio son relevantes en este contexto: "Conservo todava secretos que nadie
puede conocer. Ni siquiera los antroplogos y los intelectuales, no importa cuntos libros hayan
escrito, pueden descubrir todos nuestros secretos" (Mench 1984).
BIBLIOGRAFA
Guha, Ranajit. "Preface", en: Guha, Ranajit / Spivak, Gayatri (eds.). Selected Subalternal
Studies. New York: Oxford University Press, 1988.
Guha, Ranajit. "On Some Aspects of the Historiography of Colonial India", en: op.cit.
Mench, Rigoberta. I, Rigoberta Mench: An Indian Woman in Guatemala. London: Verso,
1984.
[Fuente: Santiago Castro-Gmez y Eduardo Mendieta, editores. Teoras sin disciplina (latinoamericanismo,
poscolonialidad y globalizacin en debate). Mxico: Miguel ngel Porra, 1998.]