Informe de La CIDH
Informe de La CIDH
Informe de La CIDH
Informe
sobre
la
situacin
de
los
derechos
humanos
en
Argentina
INTRODUCCIN
A. Antecedentes
B. Actividades Desarrolladas
Observacin in loco
por
la
Comisin
durante
su
C. Mtodo Empleado
B. Rgimen Carcelario
C. Inspecciones en Crceles y Otros Centros de Detencin
D. Apremios Ilegales y Torturas
E. Sanciones a los Responsables de Torturas y Otros Apremios Ilegales
C. La Situacin Sindical
CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES
A. Conclusiones
B. Recomendaciones
Introduccin
Informe de la CIDH - 14 de Diciembre de 1979
A. Antecedentes
1. La CIDH ha recibido en los ltimos aos, antes y despus del pronunciamiento militar de
marzo de 1976, denuncias de graves violaciones de derechos humanos en Argentina, a las
cuales ha dado el trmite reglamentario. Expres, adems, en diferentes oportunidades, a
representantes del Gobierno argentino su preocupacin por el nmero cada vez mayor de
denuncias y por las informaciones recibidas de distintas fuentes que hacan aparecer un
cuadro de violaciones graves, generalizadas y sistemticas a derechos y libertades
fundamentales del hombre.
2. Ante esta situacin, la CIDH resolvi elaborar el presente Informe y al comunicar al
Gobierno argentino esta decisin le hizo saber el inters que tena en visitar la Repblica
Argentina para practicar una observacin in loco, por considerar que ste es el medio ms
idneo para establecer con la mayor precisin y objetividad la situacin de los derechos
humanos en un determinado pas y momento histrico.
3. El Gobierno argentino por nota de 18 de diciembre de 1978, extendi a la CIDH una
invitacin para realizar esta observacin in loco, en un todo de acuerdo con las normas
reglamentarias pertinentes, la cual originalmente se fij, de comn acuerdo, para el mes de
mayo de 1979. Sin embargo, en razn de los cambios que se produjeron en la CIDH como
consecuencia de la entrada en vigencia de la Convencin Americana sobre Derechos
Humanos, fue necesario aplazar esta visita, la cual se efectu en definitiva entre el 6 y el 20
de septiembre de 1979.
Igualmente se realizaron entrevistas con el Jefe de la Polica Federal, General Juan Bautista
Sasiai; el Director del Servicio Penitenciario Federal Coronel Jorge A. Dotti; y con el Jefe
de la Polica de la Provincia de Buenos Aires, General Ovidio P. Riccheri. Finalmente se
mantuvieron entrevistas con los directores de los establecimientos carcelarios que la
Comisin visit.
Los Miembros de la Comisin expusieron a todos los funcionarios los objetivos de la
Misin y recibieron por parte de las autoridades el ms amplio ofrecimiento de
cooperacin.
b) Ex-Presidentes de la Repblica
La Comisin consider oportuno visitar a todos los ex-Presidentes de la Nacin, con el
propsito de dialogar sobre la situacin de los derechos humanos en la Argentina. A partir
del da sbado 8 de septiembre se realizaron entrevistas con el Doctor Arturo Frondizi;
Teniente General (Retirado) Roberto M. Levingston; Teniente General (Retirado) Alejandro
Agustn Lanusse; el Doctor Hctor J. Cmpora asilado en la Embajada de Mxico, y la
seora Isabel Martnez de Pern, quien se encontraba sujeta a arresto domiciliario en una
quinta ubicada en San Vicente, Provincia de Buenos Aires.
El ex-Presidente Arturo Illa se encontraba fuera del pas y el Teniente General (Reitrado)
Juan Carlos Ongana se excus de recibir la Comisin.
c)
f) Asociaciones Profesionales
La Comisin llev a cabo un intercambio de opiniones con la Federacin Argentina de
Colegios de Abogados y con la Asociacin de Abogados de Buenos Aires. Estas entidades
recibieron a la Comisin en sus respectivas sedes los das 8 y 13 de septiembre,
respectivamente.
En sus oficinas, la Comisin recibi la visita de un grupo de Abogados Defensores y de un
grupo de Abogados Sindicalistas, con quienes se dialog sobre variados aspectos de la
profesin.
De otra parte, se realizaron entrevistas con la Sociedad Central de Arquitectos; la
Confederacin Mdica; el Crculo de Ingenieros; la Asociacin de Siquiatras de la Capital
Federal; un grupo de Mdicos cesantes; la Asociacin de Siclogos de Buenos Aires y la
Comisin de Sicologa por los Derechos Humanos.
g)
h.)
i.)
j.)
k) Centros de Detencin
La Comisin visit las crceles de Villa Devoto; Caseros; Resistencia; Rawson; Unidad 9
de La Plata; Olmos y los centros militares de detencin denominados Magdalena, cerca de
La Plata y la Rivera en Crdoba. Tambin se visit la crcel de Crdoba y la Unidad 21
conocida como Instituto de Resocializacin.
Por otra parte, la Comisin visit la Superintendencia de Seguridad Federal o Coordinacin
Federal, la Escuela de Mecnica de la Armada y la Comisara N 9 de Buenos Aires.
l) Recepcin de Denuncias
La Comisin, en el comunicado de prensa inicial, invit a todas las personas que
consideraban que alguno de los derechos establecidos en la Declaracin Americana les ha
sido desconocido, a que presentaran su correspondiente denuncia.
En la ciudad de Buenos Aires se atendi al pblico (en las oficinas de la Avenida de Mayo
760) desde el da viernes 7 de septiembre hasta el da sbado 15 de septiembre. En Crdoba
se recibieron las denuncias en el Hotel Crilln del da 10 al 14 de septiembre y en la ciudad
de Tucumn en el Hotel Versalles, los das 14 y 15 de mismo mes.
El nmero total de denuncias recibidas asciende a 5580, de las cuales son nuevas 4153, que
se encuentran en proceso de tramitacin de acuerdo con las disposiciones reglamentarias;
1261 comunicaciones se referan a casos registrados y oficialmente en trmite y 166 se
referan a temas no relacionados con violaciones de derechos humanos.
Todas las personas que quisieron formular sus denuncias fueron debidamente recibidas.
4. El Gobierno argentino prest su permanente cooperacin a la Comisin, le brind todas
las facilidades para el cumplimiento de sus labores y reiter su compromiso de no adoptar
represalias en contra de las personas o instituciones que suministraron a la Comisin
informaciones, testimonios o pruebas de cualquier naturaleza.
Asimismo, la Comisin desea dejar constancia de su agradecimiento por la cooperacin que
le brindaron los medios de comunicacin, las distintas instituciones representativas de la
comunidad argentina y, en general, el pueblo argentino.
5. El jueves 20 de septiembre la Comisin en pleno se reuni por segunda y ltima vez con
el Presidente de la Nacin Teniente General Jorge Rafael Videla, quien estuvo
acompaado por los Ministros del Interior y de Relaciones Exteriores y Culto. En esta
ocasin y dada su importancia, la Comisin le hizo entrega de un documento de
Recomendaciones Preliminares, cuyo texto se transcribe a continuacin:
RECOMENDACIONES
DE LA COMISIN INTERAMERICANA
AL GOBIERNO DE ARGENTINA
DE
DERECHOS
HUMANOS
II. Detenidos a disposicin del Poder Ejecutivo Nacional y derecho de opcin para salir
del pas:
Aquellas que sin causa razonable y por tiempo prolongado se encuentran detenidas para que la detencin
no se convierta en pena, que slo el Poder Judicial puede imponer;
c)
ii.
Los que han sido absueltos o que ya han cumplido sus penas;
iii.
Los que son elegibles para gozar de libertad condicional, en caso de haber sido condenados.
Que se restablezca a plenitud el ejercicio del derecho de opcin para salir del pas, a efecto de que el trmite de las solicitudes no sufra dilaciones que
Que se investiguen a fondo las denuncias acerca de la utilizacin de torturas y otros apremios ilegales en los procedimientos de investigacin de las personas
detenidas, que los responsables de actos de esa naturaleza sean sancionados con todo el rigor de la ley y se tomen las medidas necesarias para prevenir la
aplicacin de tales mtodos.
Tomar las medidas pertinentes para que los detenidos en algunos centros penitenciarios no sigan privados de condiciones elementales para su
salud fsica y psquica, tales como la luz solar, lectura y ejercicios fsicos, reducir el tiempo excesivo de permanencia en las celdas y evitar la
imposicin de castigos por faltas triviales.
V. Jurisdiccin Militar:
En lo referente a las personas que se encuentran procesadas o sentenciadas por la jurisdiccin militar, la Comisin recomienda lo siguiente:
a) Asegurar a las personas sometidas a juicio ante los tribunales militares, las garantas del debido proceso legal, especialmente el derecho de defensa por un
abogado elegido por el procesado.
b)
Designar una comisin de juristas calificados para que estudie los procesos llevados a cabo por tribunales militares durante la vigencia del Estado de
Sitio, y que en los casos en que se hayan omitido las garantas inherentes al debido proceso haga las recomendaciones pertinentes.
VI.
En relacin con las garantas procesales y de la defensa en juicio, la Comisin recomienda los siguiente:
a)
Que se den las seguridades y facilidades para que los jueces procedan a investigar, en forma efectiva, los casos de las personas detenidas en virtud de las
leyes de seguridad.
b) Que se otorguen las garantas indispensables para la eficaz defensa que corresponde ejercer a los abogados que patrocinan a los procesados.
Buenos
Aires,
Capital
Federal
20 de septiembre de 1979
6. Ese mismo da la Comisin dio por concluida la observacin in loco en Argentina. En esa fecha, la Comisin emiti el ltimo Comunicado de Prensa. 4
C. Mtodo empleado
1. Para la elaboracin de este Informe la CIDH ha utilizado bsicamente los elementos de juicio que ha obtenido por sus propios medios, antes, durante y
despus de la observacin in loco. De una manera especial, se han considerado las denuncias, los testimonios y las informaciones recibidas por la CIDH o por
la Comisin Especial que visit la Argentina, fuentes esas que han sido utilizadas en la elaboracin de este documento, aunque, por cierto, no es el presente
informe el resultado de la mera suma de tales denuncias, testimonios e informaciones.
Ha sido tambin, desde luego, objeto de cuidadoso estudio la legislacin de la Repblica Argentina, la jurisprudencia de sus tribunales y las normas
internacionales aplicables en materia de derechos humanos. La CIDH ha consultado, asimismo, diversos documentos que tratan directa o indirectamente de la
situacin de los derechos humanos en la Repblica Argentina o que de alguna manera permiten conocer y comprender mejor la historia contempornea de este
pas, entre ellos, algunos preparados por el Gobierno argentino y por diferentes entidades argentinas.
2. La CIDH desea tambin dejar constancia que durante la observacin in loco, adems de las informaciones que le proporcionaron autoridades
gubernamentales, recibi y oy a personeros de instituciones representativas de todos los sectores de la sociedad argentina y a todas las personas que quisieron
presentar quejas o testimonios sobre la situacin de la Argentina en materia de derechos humanos.
3. El presente Informe toma en consideracin las observaciones y comentarios formulados por el Gobierno de Argentina en su nota de 29 de febrero de 1980
al Informe Preliminar que la Comisin aprob el 14 de diciembre de 1979 y que con esa misma fecha entreg al Gobierno argentino.
En relacin a tales observaciones, la Comisin considera oportuno exponer algunos criterios generales, especialmente en relacin con los casos o denuncias
individuales que se incluyen en el presente Informe.
La utilizacin de estos casos, a juicio de la Comisin, son ilustrativos de los diferentes temas y situaciones que se tratan en el Informe, buscando a travs de
ellos presentar con la mayor objetividad la situacin de los derechos humanos en la Repblica Argentina.
La Comisin desea aclarar que la presentacin de esos casos individuales, cuando su tramitacin no ha concluido, no implica necesariamente un
prejuzgamiento definitivo sobre ellos. Cada denuncia individual que se menciona en el presente Informe ha seguido o seguir el correspondiente trmite
reglamentario, el cual, si an no ha finalizado, terminar con un pronunciamiento o resolucin sobre el fondo de la materia que ha sido objeto de la denuncia.5
En algunos casos individuales que se incluyen en el presente Informe, la CIDH ya ha adoptado la correspondiente resolucin. Aquellas en las cuales el
Gobierno argentino ha solicitado una reconsideracin, han sido objeto de un cuidadoso estudio a la luz de las nuevas informaciones suministradas por el
Gobierno; si an as se han incluido, ello se debe a que, a juicio de la Comisin, la reconsideracin del caso no se justificaba.
En los casos en que la Comisin ha decidido incluir una denuncia, cuya tramitacin an no ha terminado, ello se ha debido a que los elementos de conviccin
de que ha dispuesto la Comisin le han permitido estimar prima faciesu veracidad, especialmente cuando las observaciones presentadas por el Gobierno
argentino no permiten desvirtuar el contenido de tal denuncia.
Por otra parte, el Informe no slo contiene denuncias individuales sino que tambin hace referencia a informaciones y documentos recibidos durante la
observacin in loco, la cual se efectu precisamente para recoger tales elementos de conviccin que permitan reflejar fielmente la situacin del pas en materia
de derechos humanos.
Respecto de estas informaciones y documentos recogidos durante la observacin in loco, la CIDH consider que el momento procesal adecuado para ponerlos
en conocimiento del Gobierno era, desde luego, el Informe Preliminar mismo, con lo cual se dio oportunidad as al Gobierno para que a travs de sus
observaciones pudiera responder a la Comisin lo que estimara pertinente.
Cabe, asimismo, sealar que la CIDH en todos y cada uno de los casos registrados como denuncias individuales los que aparecen identificados en este
Informe con un nmerose dio conocimiento al Gobierno argentino con anterioridad a la aprobacin del Informe y que, en todo caso, ha tenido una
oportunidad procesal para formular los comentarios y observaciones que ha estimado procedentes.
Notas
1 Artculo 1 del Reglamento sobre Observaciones in loco.
2 El primer Comunicado de Prensa es el siguiente: El da de hoy ha iniciado sus actividades en territorio argentino, la Comisin Interamericana de Derechos
Humanos integrada por su Presidente, Doctor Andrs Aguilar, y por los Miembros Doctores Luis Demetrio Tinoco Castro, Carlos A. Dunshee de Abranches,
Tom Farer, Marco Gerardo Monroy Cabra y Francisco Bertrand Galindo. Acta como Secretario el Doctor Edmundo Vargas Carreo, Secretario Ejecutivo de
la Comisin, asistido de personal profesional, tcnico y administrativo de la misma. El propsito de la visita es realizar una observacin relativa al respeto de
los derechos humanos, a las denuncias acerca de violaciones a dichos derechos y estudiar y analizar la situacin de la materia a efecto de preparar un informe
sobre la vigencia de tales derechos, de conformidad con las disposiciones normativas que rigen la Comisin. Durante su permanencia en Argentina, la
Comisin sostendr entrevistas y audiencias con autoridades, entidades y personas representativas de los distintos sectores que conforman la sociedad
argentina, entre otros, de carcter poltico, profesional, religioso, empresarial, gremial, estudiantil, laboral, humanitario, y medios de comunicacin colectiva.
El Gobierno de Argentina formul la invitacin correspondiente a la Comisin para efectuar la visita, y le ha dado amplias seguridades de que dispondr de
libertar irrestricta para visitar centros o sitios de detencin, para poder entrevistar a todas las personas e instituciones que la Comisin estime necesario y de
que las personas e instituciones que deseen comunicarse con la Comisin podrn hacerlo sin obstculos de ninguna clase y de que no se adoptarn represalias
contra ellas. La Comisin realizar sus actividades de acuerdo con el programa preparado al efecto, tanto en la ciudad de Buenos Aires, Capital Federal, como
en otras localidades del pas, entre ellas, Crdoba, Tucumn, La Plata, Trelew y Resistencia. En todos estos lugares la Comisin atender, segn el caso, a
personas y entidades que deseen exponer sus problemas y plantear, para su trmite reglamentario, denuncias referidas a los derechos humanos. La Comisin
espera que durante su permanencia en Argentina, las personas que estimen han sufrido violaciones de derechos humanos as como representantes de entidades
que integran la sociedad argentina, le presten su cooperacin, con el objeto de coadyuvar a una mejor comprensin de la realidad argentina en el campo de los
derechos humanos. La Comisin tendr sus oficinas en la forma siguiente: 1. Buenos Aires, Capital Federal: Avenida de Mayo 760 Del 7 al 15 de
septiembre. 2. Crdoba: Hotel Crilln Del 10 al 14 de septiembre. 3. Tucumn: Hotel Versalles Del 14 al 15 de septiembre. Buenos Aires, Capital Federal,
6 de septiembre de 1979.
Hoy concluy la observacin in loco sobre la situacin de los derechos humanos en la Repblica Argentina que por invitacin del Gobierno realiz la
Comisin Interamericana de Derechos Humanos a partir del da 6 de septiembre. Durante su permanencia en el territorio de la Repblica Argentina, la
Comisin se entrevist con el Presidente de la Nacin, miembros de la Junta Militar de Gobierno, Presidente de la Corte Suprema de Justicia, Ministros del
Interior, de Relaciones Exteriores y Culto, de Justicia, y de Cultura y Educacin, as como con otras autoridades civiles y militares, tanto nacionales como
provinciales. Tambin la Comisin tuvo la oportunidad de reunirse con ex-Presidentes de la Repblica, el Presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, y
representantes de diversas instituciones polticas, religiosas, culturales, de defensa de los derechos humanos, de los medios de comunicacin colectiva,
profesionales, cientficos, empresariales, sindicales y estudiantiles, de todas las cuales recibi su importante testimonio acerca de la situacin de los derechos
humanos en la Repblica Argentina. La Comisin visit igualmente los recintos penitenciarios de Caseros y Villa Devoto, en Buenos Aires, las Unidades 1 y 8
en Olmos, la Unidad 9 de La Plata y las crceles de Crdoba, Resistencia y Rawson, as como los centros militares de detencin de La Rivera, en Crdoba, y
de Magdalena, en la Provincia de Buenos Aires. Asimismo, la Comisin recibi en Buenos Aires, Crdoba y Tucumn las denuncias que se le formularon por
presuntas violaciones de derechos humanos. Tales denuncias sern tramitadas de conformidad con el Estatuto y el Reglamento de la Comisin. El Gobierno
argentino, por su parte, se ha comprometido con la Comisin a no tomar ningn tipo de represalias respecto de las personas que presentaron denuncias a la
Comisin, as como tambin en relacin a las entidades e instituciones que le proporcionaron informaciones o testimonios. Tanto en las ciudades de Buenos
Aires, Crdoba, Rosario y La Plata, la Comisin realiz diversas actuaciones tendientes a esclarecer ciertos hechos que le haban sido denunciados. La
Comisin, desde luego, no puede adelantar ninguna opinin en cuanto a la situacin de los derechos humanos en la Repblica Argentina. Ella se reunir en su
sede de Washington durante el curso del mes de noviembre y tomando en consideracin la valiosa informacin recogida durante su observacin in loco y los
documentos e informaciones que le han sido solicitados al Gobierno y que ste se ha comprometido a suministrar dentro de breve plazo, as como las otras
fuentes de que dispone, elaborar su correspondiente informe, el cual ser transmitido al Gobierno para que ste presente las observaciones que estime
oportunas. Una vez analizadas tales observaciones, la Comisin transmitir al rgano correspondiente de la OEA y lo har pblico. Sin perjuicio de lo
anterior, por su urgencia e importancia, la Comisin ha entregado al seor Presidente de la Nacin hoy da, un documento contentivo de recomendaciones
preliminares sobre aquellos asuntos que requieren de una pronta atencin. La Comisin desea dejar constancia de las facilidades que tuvo de parte del
Gobierno para el cumplimiento de su misin y agradecer la cooperacin que le brindaron las autoridades, los medios de comunicacin, las distintas
instituciones representativas de la comunidad argentina y, en general, el pueblo argentino. Buenos Aires, 20 de septiembre de 1979.
5 Cuando la CIDH recibe una denuncia que reune los requisitos reglamentarios, es decir, una comunicacin firmada y con la direccin del remitente, en la
cual se alega una violacin de parte de un Gobierno miembro de la OEA de alguno de los derechos reconocidos en la Declaracin Americana de los Deberes y
Derechos del Hombre y en cuyo caso se hayan agotado los recursos legales de la jurisdiccin interna, cuando ello es procedente, la Comisin transmite las
partes pertinentes de la comunicacin al Gobierno aludido, omitiendo el nombre de la persona que ha presentado la denuncia. El Gobierno entonces dispone
de un plazo de 180 das para presentar a la Comisin sus observaciones. Esta informacin a su vez se traslada al reclamante para que pueda contestar la
respuesta del Gobierno. Cuando se ha cumplido con este aspecto del proceso, la CIDH toma una decisin final sobre el caso, la cual puede resultar en la
adopcin de una resolucin presumiendo como probados los hechos denunciados
Captulo I
El sistema poltico y normativo Argentino
Informe de la CIDH - 14 de Diciembre de 1979
sin que evento alguno que lo haya interrumpido, pueda ser motivo de que se le complete
ms tarde. Entre otras, el Presidente tiene la atribucin de declarar el estado de sitio en caso
de conmocin interior pero slo cuando el Congreso se encuentre en receso y con las
limitaciones establecidas en las propias disposiciones constitucionales.4
El Poder Judicial de la Nacin es ejercido por la Corte Suprema de Justicia y por los dems
tribunales inferiores que el Congreso establezca en el territorio nacional. Los jueces del
mximo rgano judicial y de los tribunales federales inferiores son nombrados por el Poder
Ejecutivo con acuerdo del Senado, pero en ningn caso el Presidente de la Nacin puede
ejercer funciones judiciales, arrogarse el conocimiento de causas pendientes o restablecer
las fenecidas. A la Corte Suprema de Justicia y a los tribunales inferiores de la Nacin, les
corresponde el conocimiento y decisin de todas las causas que versen sobre puntos regidos
por la Constitucin y por las leyes de la Nacin, con las reservas y distinciones que se
sealan en el propio ordenamiento jurdico fundamental.5
2. A partir de 1930 se vive una prolongada etapa de inestabilidad poltica y social que ha
dado lugar a crisis institucionales profundas, a la instauracin de gobiernos irregulares o de
facto, al implantamiento del estado de guerra interno, del estado de sitio y de la ley marcial,
a tentativas de orientacin totalitaria o corporativa, a alteraciones en los procedimientos de
organizacin de los poderes del Estado, a la promulgacin de legislaciones represivas y,
especialmente en los ltimos diez aos, al creciente surgimiento de la violencia terrorista de
extrema izquierda y de extrema derecha, con mtodos de lucha armada, todo ello en
detrimento de la vigencia del Estado de Derecho.
En los ltimos cincuenta aos, solamente dos gobernantes han concluido su mandato
constitucional: el General Agustn P. Justo de 1932 a 1938 y el General Juan Domingo
Pern de 1946 a 1952. Los pronunciamientos militares han impedido la terminacin de los
dems mandatos legales en ese mismo perodo de tiempo y, desde 1952, ningn gobierno
ha completado su gestin constitucional originada en la consulta electoral.
Las circunstancias sealadas han repercutido directamente en la vigencia del ordenamiento
jurdico constitucional, y han obstaculizado la realizacin prctica del sistema
representativo y republicano de gobierno consagrado en el Artculo 1 de la Constitucin de
1853.
3. La organizacin poltica del Estado Argentino, a la que se ha hecho una sucinta
referencia en los prrafos precedentes, se ha visto sustancialmente alterada por el
pronunciamiento militar del 24 de marzo de 1976, fecha en la cual las Fuerzas Armadas,
"visto el estado actual del pas", procedieron a "hacerse cargo del Gobierno de la
Repblica", de acuerdo con la Proclama hecha pblica. Para el logro de ello, resolvieron
adoptar medidas relativas a la organizacin y funcionamiento de los poderes pblicos, en el
Acta para el Proceso de Reorganizacin Nacional, entre otras, las siguientes: a) constituir
una Junta Militar con los Comandantes Generales de las Fuerzas Armadas, "la que asume el
poder poltico de la Repblica"; b) declarar caducos los mandatos del Presidente de la
Nacin y de los Gobernadores y Vicegobernadores de las Provincias; d) disolver el
Congreso Nacional, las legislaturas provinciales, la Sala de Representantes de la Ciudad de
Buenos Aires y los Consejos Municipales de las provincias u organismos similares; d)
La Constitucin Nacional
del pueblo y peticione a nombre de ste, comete delito de sedicin; y el de que las
declaraciones, derechos y garantas que enumera la Constitucin, no deben entenderse
como negacin de otros derechos y garantas no enumerados, que nacen del principio de la
soberana del pueblo y de la forma republicana de gobierno.10
La Constitucin consigna derechos civiles, sociales, garantas individuales, y de otra
naturaleza, as como los derechos, privilegios e inmunidades inherentes al ttulo de
ciudadano, en un contexto normativo amplio y sistematizado. As, figura la proteccin
relativa a los siguientes derechos fundamentales: la libertad religiosa y de cultos; de
investigacin, opinin, expresin, imprenta y difusin; de residencia y de trnsito; a la
educacin; de peticin, de reunin y de asociacin; al trabajo y a una retribucin justa; al
descanso y la recreacin; a la seguridad social; de jornada y vacaciones pagadas; salario
mnimo y proteccin contra el despido arbitrario; estabilidad del empleado pblico y
organizacin sindical; prohibicin de la esclavitud; a la libertad; igualdad ante la ley;
derecho a la propiedad y su inviolabilidad y abolicin de la confiscacin de bienes no
pudiendo ningn cuerpo armado hacer requisiciones ni exigir auxilios de ninguna especie;
inviolabilidad y circulacin de la correspondencia, proteccin contra la detencin arbitraria;
proceso regular; integridad personal y abolicin de la pena de muerte por causas polticas;
proteccin a la honra y dignidad; proteccin y garanta de los extranjeros; derecho de
opcin y reglamentacin del estado de sitio.11
2. Con el pronunciamiento militar de 1976, el ordenamiento jurdico constitucional fue
alterado por disposiciones emitidas por el nuevo Gobierno, las que afectan la plena
observancia y ejercicio de los derechos humanos, no obstante que en el Acta del 24 de
marzo de ese ao, por la que se fija el propsito y los objetivos bsicos para el Proceso de
Reorganizacin Nacional, se establezcan entre sus objetivos, la "vigencia de los valores de
la moral cristiana, de la tradicin nacional y de la dignidad del ser humano", y la "vigencia
plena del orden jurdico y social".
3. Cuando se produjo el cambio de Gobierno en marzo de 1976, el pas se encontraba en
Estado de Sitio, en aplicacin de lo previsto en el Artculo 23 de la Constitucin, lo que
facilit la implementacin de severas medidas en la conformacin del rgimen de seguridad
nacional para lograr el propsito de erradicar la subversin. El Estado de Sitio, con la
suspensin de las garantas constitucionales, haba sido declarado durante el Gobierno de la
seora Mara Estela Martnez de Pern, por Decreto 1368 de 6 de noviembre de 197412;
prorrogado por Decreto 2717 de 1 de octubre de 1975; y aclarada su vigencia en relacin
al ejercicio de derechos constitucionales, por Decreto 642 de 17 de febrero de 1976. La
Junta Militar, en la fecha de su instauracin, emiti unos 28 Comunicados.13
4. Por Acta Institucional de 18 de junio de 1976, la Junta Militar asume "la facultad y
responsabilidad de considerar la conducta de aquellas personas que hayan ocasionado
perjuicios a los superiores intereses de la Nacin", en virtud de causales tan genricas como
la "inobservancia de principios morales bsicos en el ejercicio de funciones pblicas,
polticas, gremiales o actividades que comprometan el inters pblico".14
Con base en el Acta mencionada se han promulgado diferentes leyes especiales que por la
discrecionalidad de los poderes que otorgan han dado lugar a la aplicacin de medidas
arbitrarias las que han causado intimidacin e incertidumbre.
La inhabilitacin para el ejercicio de cargos pblicos y para el desempeo de cargos
honorficos, la prohibicin de ejercer la profesin para la que se est legalmente facultado,
y la prohibicin de administrar y disponer de bienes por actos entre vivos, as como la
interdiccin de los mismos o su confiscacin transfirindolos al patrimonio del Estado, son,
entre otras, catalogaciones que en la prctica pueden traducirse en serias violaciones de los
derechos humanos, por cuanto en algunos casos, dan lugar a la creacin y funcionamiento
de organismos especiales no pre-existentes con facultades jurisdiccionales, a la aplicacin
de la ley con carcter retroactivo, y a una ostensible transgresin del derecho al debido
proceso legal, invocndose, a tenor del Acta referida, "la responsabilidad de aquellos que
por su accin u omisin han facilitado el incremento de la subversin disociadora".15
5. El ordenamiento jurdico establecido a partir del 24 de marzo de 1976, que en parte
complementa algunas disposiciones de excepcin que ya se encontraban vigentes,
configura un rgimen que afecta la proteccin de derechos tan fundamentales como el
derecho a la vida, a la libertad personal, a la integridad y seguridad fsicas, a la justicia y al
proceso regular y otros derechos a los que se har referencia en los diversos Captulos que
se contienen en este Informe.
La naturaleza y extensin de este Informe no permite incluir un anlisis exhaustivo del
voluminoso conjunto de disposiciones que integran el sistema normativo vigente en
Argentina a partir del 24 de marzo de 1976. No obstante, en las partes pertinentes de los
Captulos de este documento, se har tambin referencia a las disposiciones legales
correspondientes que pueden tener incidencia en la observancia de los derechos
humanos.16
D.
E.
1. Desde el instante mismo en que la Comisin tom contacto con autoridades argentinas
para expresarles su preocupacin por la situacin de los derechos humanos en ese pas o
para, posteriormente, realizar una observacin in loco, stas vincularon la consideracin del
tema de los derechos humanos con la necesidad de reprimir el terrorismo y la subversin
como medio para preservar la seguridad nacional.
En una entrevista que la Comisin sostuvo en noviembre de 1977 con una delegacin
argentina encabezada por el entonces Subsecretario de Relaciones Exteriores, Capitn de
Navo, seor Walter O. Allara, ste expres que el problema de los derechos humanos no
poda en Argentina analizarse fuera del contexto socio-poltico en el cual actuaba el
terrorismo. Similares conceptos expres a la Comisin el seor Ministro de Relaciones
Exteriores y Culto, Vicealmirante Oscar A. Montes, con ocasin de una entrevista que
sostuvo con la Comisin el 20 de julio de 1978, oportunidad en la que le expres tambin a
la Comisin que las medidas de excepcin adoptadas por el Gobierno argentino tuvieron
que ser dictadas "para el ejercicio del legtimo derecho a la defensa frente al ataque del
terrorismo".
En las entrevistas sostenidas durante la observacin in loco, prcticamente todas las
autoridades, comenzando por el Presidente de la Repblica, los Miembros de la Junta
Militar de Gobierno, el Ministro del Interior, y el Ministro de Justicia manifestaron a la
Comisin que el problema de la observancia de los derechos humanos en Argentina no
poda ser considerado con prescindencia de la situacin provocada por el terrorismo y la
subversin. Varias de esas autoridades proporcionaron a la Comisin diversos antecedentes
respecto de las acciones causadas por grupos terroristas y subversivos. El Ministro del
Interior General Albano E. Harguindeguy, incluso hizo entrega a la Comisin de un
voluminoso documento en el cual se exponen diversos hechos de tipo terrorista que, a
criterio de las Fuerzas Armadas, determinaron que stas "asumieran el poder poltico en la
Repblica Argentina junto con la responsabilidad de contener la disolucin progresiva del
Estado, el caos generalizado y la situacin de extrema indiferencia social..."18
La Comisin tambin tuvo oportunidad de discutir este tema durante su observacin in loco
con las diversas entidades polticas, sociales, religiosas, de defensa de los derechos
humanos, sindicales, empresariales, con las que se entrevist. Si bien entre tales entidades
pudo advertir una discrepancia en cuanto a su interpretacin de la legitimidad de los
mtodos empleados para reprimir el terrorismo y la subversin, a la vez, pudo constatar una
amplia coincidencia en cuanto a la existencia del fenmeno terrorista y a los daos
causados por sus acciones.
2. A travs de todas estas entrevistas y de las propias investigaciones que ha efectuado la
Comisin ha llegado a tener un adecuado conocimiento de la violencia e inseguridad social
b)
Notas
1 La Constitucin Nacional de 1853 fue reformada en 1860, en 1866 y en 1898. En el presente siglo, fue objeto de reformas en 1949, en 1957 y en 1972.
2 El Artculo 5 de la Constitucin, establece que cada provincia dicta para s una Constitucin bajo el sistema representativo republicano, de acuerdo con los
principios, declaraciones y garantas de la Constitucin Nacional, e igual procedimiento se dispone en el Artculo 106. Por su parte, el Artculo 6 determina
que el Gobierno Federal interviene en el territorio de las provincias para garantizar la forma republicana de gobierno.
3 Las consideraciones expuestas, referentes al Poder Legislativo, encuentran su origen en los Artculos 36, 37, 46, 67 y 68 de la Constitucin, con las
reformas pertinentes contenidas en el Estatuto Fundamental del 24 de agosto de 1972.
4 Los aspectos indicados, referentes al Poder Ejecutivo, figuran en los Artculos 23, 74, 75, 77, 78, 81 y 86 de la Constitucin.
5 Los aspectos mencionados, referentes al Poder Judicial, figuran en los Artculos 86, 94, 95 y 100 de la Constitucin.
6 El Acta para el Proceso de Reorganizacin Nacional y la Proclama, fueron adoptadas el 24 de marzo de 1976. El Acta fue publicada el 29 del mismo mes y
ao.
Oscar
Jos
Alfredo
Alberto L. Rocamora"
Lpez
Gmez
Ivanissevich
Rega
Morales
13 Mediante Comunicado N! 2, de 24 de marzo de 1976, la Junta Militar recuerda la vigencia de la parte relativa al derecho de opcin para salir del pas del
Artculo 23 de la Constitucin, lo cual complement el 29 del mismo mes, con la Ley N! 21.275, por la que dispuso: "Quedan automticamente sin efecto
todas las solicitudes de opcin para salir del pas que se hayan presentado durante la vigencia de ese derecho, cualquiera sea la etapa en que se encuentre su
tramitacin". El Artculo 23 referido, establece que al declararse el Estado de Sitio se suspenden las garantas constitucionales, y que durante esa suspensin
no puede el Presidente de la Repblica condenar por s ni aplicar penas, limitndose su poder en tal caso respecto de las personas, o a arrestarlas o trasladarlas
de un punto a otro de la Nacin, "si ellas no prefieren salir fuera del territorio argentino".
14 El Acta indicada seala, adems, las causales siguientes: negligencia grave en el ejercicio de funciones pblicas, polticas, gremiales o actividades que
comprometan el inters pblico; incumplimiento del mandato que por inters pblico o social, les fuere otorgado; acciones u omisiones que hayan facilitado la
subversin disociadora; tolerancia de la corrupcin administrativa o negligencia que la facilitara. La Junta Militar asume la facultad de determinar quines
estn comprometidos en dichas causales, y la de aplicarles las siguientes sanciones: a) prdida de los derechos polticos o gremiales; b) prdida de la
ciudadana, a los argentinos naturalizados; c) expulsin del pas a los extranjeros y argentinos naturalizados; d) inhabilitacin para ejercer cargos, empleos y
comisiones pblicas y para desempearse en cargos honorficos; e) internacin en el lugar que determine el Poder Ejecutivo Nacional mientras permanezcan a
su disposicin y prohibicin de administrar y disponer de sus bienes por actos entre vivos, hasta tanto justifiquen la legitimidad de la adquisicin de los
mismos y de ejercer la profesin para la que estuvieren facultados legalmente, en su caso, durante aquel lapso. La aplicacin de estas medidas segn el
Artculo 4 del Acta no impide el procesamiento o condena de los afectados por los delitos de que se los encuentre responsables.
15 Por Ley 21.670 de 19 de octubre de 1977 se reglamentan las Actas de 18 de junio de 1976 y de 3 de febrero de 1977 sobre prohibiciones e inhabilitaciones
para administrar y disponer de bienes patrimoniales. Por Decreto N 3245 de 21 de octubre de 1977 se cre la Comisin Nacional de Responsabilidad
Patrimonial para aplicar la Ley 21.670. A partir del 18 de junio de 1976 se han dictado varias resoluciones que en lo correspondiente a bienes patrimoniales
han afectado a una considerable cantidad de personas tanto naturales como jurdicas.
16 A partir de la fecha del pronunciamiento militar, se han adoptado, entre otras, las siguientes disposiciones: Acta para el Proceso de Reorganizacin
Nacional de 24 de marzo de 1976, por la que se sustituy a las autoridades civiles tanto a las electas por el pueblo como a las nombradas concernientes a los
Tres Poderes del Estado; se suspendi la actividad de las organizaciones polticas y gremiales a distinto nivel y de distinta clase; y se emitieron decretos para
efectivizar tales medidas; se dej sin efecto la parte correspondiente del Artculo 23 de la Constitucin, que consagra el derecho de opcin para salir del pas
en casos de Estado de Sitio. Asimismo, en el mes de marzo de 1976, se promulgaron leyes sobre expulsin de extranjeros, suspensin del derecho de huelga,
derogacin de disposiciones legislativas a favor de asociaciones profesionales; determinacin de sanciones de privacin de libertad que van de 10 aos a
tiempo indeterminado y pena de muerte; determinacin de competencia de los Consejos de Guerra Especiales Estables y del procedimiento sumario contenido
en el Cdigo de Justicia Militar para ciertos delitos; prohibicin de la actividad de diversas entidades polticas; Ley 21.272 que impone penas severas a los que
cometan violaciones contra personal militar, policial, de seguridad y penitenciario, que van de reclusin de hasta 15 aos a tiempo indeterminado y pena de
muerte; Ley 21.275 que deja automticamente sin efecto todas las solicitudes presentadas con anterioridad, de opcin para salir del pas; Ley 21.274 por la
que se da de baja al personal de administracin pblica, lo que es dispuesto por delegados de la Junta Militar y por otras autoridades gubernamentales
superiores; Ley 21.276 sobre prohibicin de determinadas actividades en los centros universitarios. En el mes de abril se modific el Cdigo de
Procedimientos en lo Criminal afectndose la excarcelacin, libertad bajo fianza y exencin de prisin; se declararon ilegales y disueltas algunas
organizaciones polticas y gremiales; se clausuraron sus locales y se incautaron sus bienes; Ley 21.323 que establece sanciones carcelarias para los que violen
disposiciones referentes a la suspensin de partidos polticos. En el mes de junio de 1976: Ley: 23.325 que ampla la disolucin de entidades polticas as
como las sanciones para los que infrinjan tales disposiciones; Ley 21.338 que modifica el Cdigo Penal e impone la pena de muerte en relacin a la asociacin
ilcita y a delitos calificados de subversivos; Acta N 5 mencionada, para considerar la conducta de personas responsables de ocasionar perjuicios a los
superiores intereses de la Nacin, aplicada por diversas Resoluciones. En los meses de septiembre, octubre y noviembre de 1976: Ley 21.400 que establece la
suspensin de medidas de fuerza por parte de trabajadores y empleadores; Ley 21.461 que da facultades a fuerzas armadas, de seguridad y policiales, para la
investigacin de delitos subversivos, con potestades para interrogar, arrestar y obtener pruebas para la provisin sumarial; Ley 21.959 relativa a la imposicin
de penas carcelarias y a los conflictos labores que hayan sido declarados ilegales. Otras disposiciones: Leyes relativas a suspensin del derecho de huelga,
sanciones para los que atenten o pongan en peligro a personas y bienes; personal sometido a jurisdiccin militar; intervencin de la Confederacin General del
Trabajo; derecho de opcin, plazo de vigencia de la suspensin, prrroga y establecimiento del mismo; procedimiento para detenidos a disposicin del Poder
Ejecutivo Nacional; Consejos de Guerra Especiales Estables; reglamentacin del Acta Institucional de 1 de septiembre de 1977; modificaciones del Cdigo
Procesal Penal y del Cdigo de Justicia Militar; Consejos de Guerra; Rgimen Penitenciario. Ley 21.313 que extiende la jurisdiccin de los jueces nacionales
a lugares de detencin de personas a disposicin del Poder Ejecutivo Nacional; Ley 21.744 que extiende hasta el 31 de diciembre de 1978 las disposiciones
legales sobre cesanta de maestros de enseanza privada involucrados en actividades subversivas; y Ley 21.766 que modifica el Cdigo
Penal. Decretos relativos a nombramiento de interventores en provincias y en otros territorios; prohibicin de actividades de organizaciones gremiales
designadas especficamente; intervencin de la Confederacin General Econmica; transporte de armas de fuego; creacipon de la Comisin Nacional de
Responsabilidad Patrimonial. Instrucciones a los Comandos Militares sobre detencin de personas; y otorgando facultades legislativas a los Gobernadores de
provincias. Comunicados sobre delitos de prensa. Disposiciones especiales sobre prohibicin de publicaciones relativas a noticias referentes a la
subversin. Estatutos que otorgan facultades e inmunidades a los Gobernadores de provincias. Resoluciones sobre conducta de personas consideradas
responsables de lesionar los supremos intereses de la Nacin; sanciones a personas naturales e inhabilitaciones de personas jurdicas.
17 El Estado argentino ha firmado, ratificado o aprobado, segn el caso, entre otros, los siguientes instrumentos jurdicos internacionales referentes a los
derechos humanos: 1. Convencin para la prevencin del crimen de genocidio: 9 de diciembre de 1948. 2. Convencin Suplementaria relativa a la abolicin
de la esclavitud, de la trata de esclavos e instituciones prcticas anlogas a la esclavitud: 7 de septiembre de 1956. 3. Convencin para la represin del trfico
de personas y de la explotacin de la prostitucin de otros: 21 de marzo de 1950. 4. Convencin de la OIT, N 29, concerniente al trabajo forzoso: 1930. 5.
Convencin de la OIT, N 105, concerniente a la abolicin del trabajo forzoso: 25 de junio de 1957. 6. Convencin relativa al status de los aptridas: 28 de
septiembre de 1954. 7. Convencin relativa al status de los refugiados: 28 de julio de 1951. 8. Protocolo relativo al status de los refugiados: 31 de enero de
1967. 9. Convencin de la OIT, N 87, concerniente a la libertad sindical y a la proteccin del derecho sindical: 9 de julio de 1948. 10. Convencin de la OIT,
N 98, concerniente a la aplicacin de principios de derecho de organizacin y negociacin colectiva: 1 de julio de 1949. 11. Convencin sobre los derechos
polticos de la mujer: 31 de marzo de 1953. 12. Convencin sobre la nacionalidad de la mujer casada: 20 de febrero de 1957. 13. Convencin sobre el
consentimiento del matrimonio, edad mnima para contraer matrimonio y la inscripcin de los matrimonios: 10 de diciembre de 1962. 14. Convencin
Interamericana sobre la concesin de derechos polticos de la mujer: 2 de mayo de 1948. 15. Convencin Interamericana sobre la concesin de derechos
civiles a la mujer: 2 de mayo de 1948. 16. Convencin de la OEA sobre la nacionalidad de la mujer: 26 de diciembre de 1933. 17. Convencin de Ginebra
para mejorar la suerte de los heridos y de los enfermos de las fuerzas armadas en campaa: 12 de agosto de 1949. 18. Convencin de Ginebra para mejorar la
suerte de los heridos, de los enfermos y de los nufragos de las fuerzas armadas del mar: 12 de agosto de 1949. 19. Convencin de Ginebra relativa al
tratamiento de los prisioneros de guerra: 12 de agosto de 1949. 20. Convencin de Ginebra relativa a la proteccin de las personas civiles en tiempos de
guerra: 12 de agosto de 1949. 21. Convencin Internacional sobre la eliminacin de todas las formas de discriminacin racial: 21 de diciembre de 1965. 22.
Convencin de la OIT, N 100, concerniente a la igualdad de remuneracin entre la mano de obra masculina y la mano de obra femenina por un trabajo de
valor igual: 29 de junio de 1951. 23. Convencin de la UNESCO concerniente a la lucha contra la discriminacin en la educacin: 14 de diciembre de 1960.
24. Protocolo instituyendo una Comisin de Conciliacin y Buenos Oficios para solucionar disputas que surjan entre Estados Partes de la Convencin de la
UNESCO concerniente a la lucha contra la discriminacin en la educacin: 10 de diciembre de 1962. 25. Convencin de la OIT, N 111, concerniente a la
discriminacin en materia de empleo y ocupacin: 25 de junio de 1958.
19 Entre los muchos ejemplos de acciones terroristas, perpetradas tanto por organizaciones
de extrema izquierda como de extrema derecha, pueden citarse las siguientes: el secuestro y
asesinato del ex Presidente de la Nacin Argentina Teniente General (RE) don Pedro E.
Aramburu, llevado a cabo el primero el 29 de mayo y la ejecucin el 1 de junio de 1970; el
asesinato del dirigente obrero Jos Alonso, en agosto de 1970; el secuestro y asesinato del
Dr. Oberdam Sallustro, destacado industrial argentino y Director General de la FIAT
Concord, el 21 de marzo de 1972; el asesinato del General Juan Carlos Snchez,
Comandante del II Cuerpo del Ejrcito, llevado a cabo el 10 de abril de 1972; el asesinato
del dirigente sindical Jos Ignacio Rucci, Secretario General de la Confederacin del
Captulo II
El derecho a la vida 1
Informe de la CIDH - 14 de Diciembre de 1979
A.
Consideraciones Generales
proveniente del interior de tal finca, la que ocasion la muerte in situ- de Rosa Ana
FRIGERIO. En el mismo procedimiento falleci el otro detenido y sufri graves heridas un
oficial. Cabe hacer presente que ni una ni otra circunstancia fueron comunicadas en su
momento a travs de los medios normales por la vigencia de medidas tcticas de
contrainformacin.
A posteriori, las autoridades informaron a la familia de Rosa Ana FRIGERIO sobre el
hecho y le comunicaron el lugar de sepultura de su cuerpo. Cabe hacer notar que el Juez
Federal de Mar del Plata autoriz el 25 de abril de 1979 a la familia para retirar el cadver
de Rosa Ana FRIGERIO y llevarlo al cementerio que considerasen ms conveniente, sin
que hasta la fecha se haya verificado tal traslado.
Este lamentable episodio, propio de una agresin no convencional como la que vivi la
Argentina, debe ser interpretado dentro del marco de la lucha que debi afrontar todo el
pueblo argentino junto a sus autoridades, contra el flagelo terrorista.
La Comisin, el da 9 de abril de 1980, en su 49 perodo de sesiones estudi este caso, a la
luz de las informaciones obtenidas durante la observacin in loco y de las que ya obraban
en su poder, as como de la respuesta del Gobierno argentino antes citada, adoptando una
Resolucin la que en sus partes considerativas y resolutivas expresa:
CONSIDERANDO
1. Que a la luz de los antecedentes sealados se desprende que la seorita Rosa Ana
Frigerio fue detenida por fuerzas legales el 25 de agosto de 1976, y se encontraba en tales
condiciones cuando muri el 8 de marzo de 1977.
2. Que la respuesta del Gobierno argentino no esclarece los hechos denunciados ni
desvirtua las alegaciones del denunciante.
3. Que el Gobierno argentino no ha suministrado a la Comisin ninguna informacin que
permita concluir, que se adelantaron las investigaciones legales del caso, a fin de verificar
los confusos hechos en que falleci la seorita Rosa Ana Frigerio.
LA COMISIN INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS,
RESUELVE:
1. Observar al Gobierno de Argentina que tales hechos constituyen gravsimas violaciones
al derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad e integridad de la persona (Art. I); al
derecho de justicia (Art. XVIII) y al derecho de proteccin contra la detencin arbitraria
(Art. XXV), de la Declaracin Americana de los Derechos y Deberes del Hombre.
2. Recomendar al Gobierno de Argentina: a) que disponga una investigacin completa e
imparcial para determinar la autora de los hechos denunciados; b) de acuerdo con las leyes
de Argentina, sancione a los responsables de dichos hechos; y c) que informe a la
Comisin, dentro de un plazo mximo de 60 das, sobre las medidas tomadas para poner en
prctica las recomendaciones consignadas en la presente Resolucin.
3. Comunicar esta Resolucin al Gobierno de Argentina y a los denunciantes.
4. Incluir esta Resolucin en el Informe Anual a la Asamblea General de la Organizacin de
los Estados Americanos de conformidad con el Art. 9 (bis), inciso c, iii del Estatuto de la
Comisin, sin perjuicio de que la Comisin, a la luz de las medidas adoptadas por el
Gobierno, pueda reconsiderar la decisin adoptada.
3.
e) Si bien los procesos no estn concluidos, por lo pronto se puede afirmar, que no ocurri
una "detencin" de RUIVAL y MARANDET, en el interior de su domicilio mientras
descansaban, como pretende la denuncia, sino que hubo un intercambio de disparos de
armas de fuego entre aquellos y Fuerzas Policiales. Es presumible que este intercambio de
disparos tuviera lugar no solo en el interior de la casa de la calle Fergamino N 397, Capital
Federal, sino tambin fuera de la vivienda, puesto que result herido un oficial de la Polica
Federal que cubra servicio en las proximidades.
Ello se avala en razn de que en el lugar en que habra cado abatido Eduardo RUIVAL se
hall una pistola con tres cpsulas servidas, adems de diverso material subversivo.
Todo indicara, por lo dems, que Adriana Claudia MARANDET de RUIVAL habra
logrado fugar en el curso del tiroteo, no tenindose hasta el presente ms noticias de ella.
Durante la observacin in loco, la Comisin investig los hechos en referencia basada en la
respuesta del Gobierno y en testimonios recibidos, encontrando:
a) Que el operativo en el cual perdi la vida el seor Eduardo RUIVAL y desapareci su
esposa, fue efectivamente realizado por fuerzas oficiales.
b) Que segn los testimonios recibidos, el tiroteo en el cual perdi la vida el seor Ruival
se habra producido dentro de la casa, y que la aprehensin del Comando de su esposa se
habra producido a continuacin.
c) Que el cadver del seor Ruival fue entregado a sus familiares por disposicin del
Comando del 1er. Cuerpo del Ejrcito.
d) Que los resultados de los procesos que instruy el Consejo de Guerra Estable N 1,
para esclarecer los hechos, no han sido remitidos por el Gobierno a esta Comisin.
e)
Que familiares de las vctimas posteriormente afirman haber sido objeto de amenazas.
habitacin y comenzaron una bsqueda de armas, sin resultado alguno, destruyendo gran
parte de las cosas de la casa, llevndose todo lo que haba de valor. Cuando agotaron la
bsqueda y las cosas, se lo llevaron sin exhibir ningn tipo de credencial; desde entonces
intiles han sido todos los trmites realizados para encontrarlo.
La Comisin, al verificar la lista de desaparecidos entregada por el Ministerio del Interior, a
la cual se har referencia en el Captulo III, encontr que segn los datos de ese Ministerio
el seor Lucantis est muerto.
Posteriormente, por comunicacin de 11 de octubre de 1979, la Comisin recibi la
siguiente informacin de parte del denunciante:
El da 21 de septiembre de 1979, fui citada en el Palacio de Justicia de Capital Federal, sito
calle Talcahuano 550, Juzgado Dr. VALDOVINO, Sria. Dr. SAGASTA,
Informacin que me ley el Dr. Sagasta:
CARLOS
ALBERTO
LUCANTIS
C.I.
3810920
Hijo
de:
Carlos
Lucantis
y
Ana
Mara
Negri
de
Registra
ficha
cadver
137.339,
en
rollo
214
Falleci
el
6
de
junio
de
1976
muerte
dudosa
Intervino Comisara Haedo (Morn 2)
Ante esta dudosa informacin, ya que teniendo un cadver identificado, no se me inform,
en su momento, ni se nos entreg el cuerpo a los familiares, slo he obtenido esta noticia,
como les digo anteriormente, despus de 3 aos y 4 meses.
He presentado en el mismo juzgado un escrito en el que pido una ampliacin de la
informacin.
La Comisin transmiti la anterior informacin al Gobierno argentino. Mediante nota
recibida por la CIDH el 27 de marzo de 1980, el Gobierno respondi a la Comisin en los
siguientes trminos:
Segn manifestaciones de sus familiares, el causante habra sido secuestrado de su
domicilio, sito en Santiago del Estero 1550 de la localidad Martnez, Pcia. de Buenos Aires,
el da 20/05/76, por un grupo de personas no identificadas.
Los distintos recursos de habeas corpus interpuestos, as como el pedido de paradero
practicado con fecha 07/06/76 arrojaron resultado negativo, ya que se estableci que el
mismo no haba sido detenido por autoridades competentes.
No fue posible hacer saber a los recurrentes ante el Ministerio del Interior estos trmites, ya
que la correspondencia remitida con fecha 04/03/77 a la seora Ana Mara Negro de
LUCANTIS fue devuelta por el servicio de correos, con indicacin que la destinataria se
haba mudado del domicilio al que se diriga la carta.
Por tal razn cuando en 1979, a raz de una informacin registrada por la Polica Federal, se
tom conocimiento que el causante habra fallecido, no se pudo comunicar la noticia a los
familiares, ya que no se les conoca otro domicilio. No obstante cabe sealar que hubieran
podido enterarse de ella en caso de haber concurrido a las oficinas de dichos organismos
oficiales.
En cuanto a la informacin existente sobre el fallecimiento de LUCANTIS, solo puede
informarse por el momento lo conocido por la Polica Federal, segn la cual ese hecho se
habra producido el 06/06/76, en circunstancias dudosas, y fuera de la zona jurisdiccional
de esa Institucin.
En consecuencia, se procura actualmente reunir los antecedentes del hecho, a fin de
esclarecer la veracidad de dicha noticia y en su caso, las circunstancias respectivas.
La Comisin contina la consideracin del caso y espera una ampliacin de las
investigaciones adelantadas, pues a su juicio la respuesta dada por el Gobierno no esclarece
suficientemente los hechos denunciados relacionados con la muerte del seor Lucantis.
5. Caso 4802 - Mario LERNER
La Comisin recibi esta denuncia durante la observacin in loco, procediendo a dar a este
testimonio el trmite establecido en su Reglamento y solicitando al Gobierno la
informacin correspondiente. La denuncia expresa:
Mario Lerner fue asesinado en el tercer piso de su casa, siendo luego arrojado al primer
piso, el da 17 de marzo de 1977, a las 9.15 p.m., por fuerzas de la polica. Durante cinco
das su padre trat de que le entregaran el cadver. Fue un procedimiento de las fuerzas
conjuntas; la polica entr al edificio con el pretexto de encontrar una bomba que all haba;
la bala que mat a su hijo son a los diez o quince minutos de entrar la polica; su hijo
estaba vestido con blue-jeans "Lee" y una camisa, no tena armas ni hubo lucha; una vecina
que vio dijo que el polica que haba disparado contra l era joven y de barba. El informe
oficial del hecho dice que su hijo fue abatido en la esquina de la casa. Se llevaron varias
cosas y destrozaron una biblioteca de ms de tres mil volmenes. No violaron la puerta para
entrar, pues entraron a travs del apartamento de al lado, por el balcn que une los dos
apartamentos. Al entrar los dueos del apartamento, encontraron dos botellas vacas sobre
la mesa de la biblioteca, lo cual indica que estuvieron bebiendo.
Mara del Carmen Reyes, estaba en la casa del Seor Mario Lerner. Durante el
procedimiento en que lo asesinaron, a ella la sacaron vendada y la metieron en un auto de la
polica. A las cuatro de la maana de esa misma noche, en la Comisara 10, un oficial de la
polica le dijo al padre del seor Lerner que su hijo estaba muerto y que "la piba se haba
escapado" cosa que ellos no creen porque ella estaba atada y en el lugar haban 30 o 40
policas y cerca de 60 soldados.
Los hechos ocurrieron el jueves en la noche. El viernes fue el seor Lerner con su esposa a
reconocer el cadver de su hijo, y le dijeron que ste estaba a disposicin del Ejrcito; para
retirarlo tuvieron que llevar autorizacin oficial, como tambin para sepultarlo en el
La Comisin vena conociendo este caso bajo el nmero 1980, referente a la situacin de
Abogados Defensores de Presos Polticos, pero en vista de haber recibido informacin
adicional, decidi continuar su consideracin como un caso individual. Las partes
pertinentes fueron comunicadas al Gobierno mediante nota de 24 de enero de 1979.
La denuncia original transmitida al Gobierno expresaba:
Hugo Vaca Narvaja (h), tambin abogado, detenido desde el mes de diciembre de 1975 a
disposicin del Poder Ejecutivo Nacional en la Crcel Penitenciaria de Crdoba, sin estar
por ende sometido a proceso alguno. El Dr. Vaca Narvaja (h), en el momento de su
detencin, era apoderado legal y judicial del Partido Autntico y actuaba, al igual que su
padre, como defensor de presos polticos. En ejercicio de un derecho constitucional, no
pesando sobre l imputacin alguna, opt por salir del pas y, a tal efecto, cumpli ante el
Gobierno de Isabel Martnez Pern todas las gestiones necesarias para trasladarse a Francia.
En el ltimo perodo de este Gobierno, so pretexto de reglamentacin, se suprimi de hecho
el derecho de opcin conferido por el Art. 23 de la Constitucin Nacional Argentina y el Dr.
Vaca Narvaja no pudo salir del pas antes del golpe militar. Producido ste, el derecho de
opcin fue lisa y llanamente suprimido por decisin de la Junta Militar y, por ende, el Dr.
Vaca Narvaja qued alojado en las peores condiciones, junto a cientos de otros ciudadanos,
hombres y mujeres, en la aludida Crcel Penitenciaria. Finalmente, el Dr. Vaca Narvaja (h),
el 12 de agosto de 1976, fue vilmente asesinado por fuerzas militares junto a otros dos
jvenes detenidos en la misma crcel, Gustavo Adolfo de Breuil y Alfredo Toranzo, el
primero dirigente estudiantil y el segundo dirigente obrero. Estos dos jvenes estaban,
desde el ao anterior, sometidos a proceso judicial por ante el Juez Federal de Crdoba,
imputados por la presunta comisin de concretos delitos polticos que habran consumado
mucho tiempo antes del 24 de marzo de 1976, fecha de acceso al poder de la Junta Militar.
El comunicado oficial del III Cuerpo del Ejrcito, con asiento en Crdoba y jurisdiccin
sobre el centro y todo el nor-oeste argentino, bajo la firma del Gral. Menndez, inform que
estos tres "delincuentes subversivos" mientras eran trasladados desde la Penitenciara hasta
el Comando Militar "para ser sometidos a interrogatorio por el Consejo de Guerra"
circunstancia imposible porque cuando fueron detenidos no existan los consejos de guerra
y porque dos de ellos de Breuil Toranzoestaban sometidos a proceso judicial y Vaca
Narvaja nicamente a disposicin del Poder Ejecutivo, sin que pesara imputacin penal
alguna en su contra--, el vehculo que los transportaba sufri una avera consistente en la
rotura del tren de direccin y se produjo un principio de incendio. Fue en esa ocasin,
segn el comunicado militar, que los tres "delincuentes subversivos" se refugiaron detrs de
unos arbustos, fueron intimidados y acto seguido "ultimados".
No es casual as, que uno de los prisioneros elegidos como vctima de este crimen haya sido
el Dr. Vaca Narvaja (h), abogado defensor de presos polticos, apoderado legal de un
partido popular proscripto por la Junta Militar, detenido sin proceso desde antes del golpe
militar, con opcin en trmite para salir del pas con destino a Francia, cuyo padre, adems,
fuera secuestrado das antes del golpe y cuya familia, en nmero de 26 personas, entre
mayores y nios, debiera asilarse en la Embajada de Mxico en Buenos Aires uno o dos
das antes del 24 de marzo de 1976.
solo objeto de desprestigiar a las autoridades argentinas, en un punto respecto del cual
existe una declaracin oficial, como es la comunicacin emitida por el Tercer Cuerpo del
Ejrcito, la que fuera difundida por los medios periodsticos al da siguiente de los sucesos.
Al respecto se reitera que los hechos acontecieron como oportunamente se informara en
forma oficial.
En oportunidad de su traslado de la unidad carcelaria del Consejo de Guerra para ser
interrogado; el vehculo en el cual era transportado sufri la rotura de la direccin
precipitndose a la banquina.
Esta situacin fue aprovechada por los detenidos transportados intentar huir, siendo
perseguidos por la tropa e intimados a rendirse; no acataron la orden, por lo que se debi
abrir fuego, dndose muerte a Miguel Hugo VACA NARVAJA, Gustavo Adolfo de Breuil e
Higinio Arnoldo Toranzo.
Por otra parte, la CIDH durante la observacin in loco recibi testimonios que le permiten
confirmar la denuncia, por lo cual contina la tramitacin reglamentaria del caso, esperando
se amplen las investigaciones para esclarecer suficientemente los hechos denunciados.
2. Caso 2424 - Osvaldo DE BENEDETTI
En nota del 30 de mayo de 1979 la Comisin transmiti al Gobierno argentino la siguiente
informacin:
Osvaldo E. de Benedetti, que segn consta en los archivos de la Comisin de Derechos
Humanos de la OEA figuraba como detenido en el penal de Rawson, en el ao 1978, fue
abatido al intentar fugarse el 21 de julio de 1978 en Tucumn, segn se inform en el
Comando del 3er. Cuerpo de Ejrcito en Crdoba.
En el informe suministrado a la OEA se menciona el hecho de que Osvaldo particip en el
secuestro del Sr. Sallustro (ao 1972) y por el cual fue amnistiado el 25 de mayo de 1973.
De modo que, obviamente, se le volvi a juzgar y fue eventualmente condenado a muerte
por hechos sometidos anteriormente a proceso y que haban concluido en su libertad.
Es lcito que denuncie el hecho de que Osvaldo presentaba una horrible herida en el centro
del pecho que por su caracterstica indicaba soy mdico- que haba sido causada por un
arma de gran calibre a quemarropa.
El Gobierno argentino en comunicacin recibida por la Comisin el da 27 de marzo de
1980 informa lo siguiente:
Al respecto se hace saber que en efecto el nombrado fue abatido en la fecha indicada, a las
08,20, en una picada que une las localidades de Caspichango con Fras Silva y Potrero
Negro, al sur de la Ciudad de Tucumn, al intentar fugar, cuando era conducido para que
individualizara un presunto depsito clandestino de material de guerra.
Su cadver fue trasladado al Hospital Militar de Tucumn, a disposicin del Juez Federal
para su posterior entrega a la familia, la que procedi a su retiro.
Con relacin al traslado de la Unidad 6, Rawson, cabe destacar que De Benedetti fue
llevado el 3/2/78, hasta el Comando del Tercer Cuerpo de Ejrcito con asiento en la Ciudad
de Crdoba, de donde regres el 2/5/78, siendo alojado en la U.2, Sierra Chica y luego, el
5/6/78, trasladado nuevamente a dicho Cuerpo de Ejrcito, con jurisdiccin en la Provincia
de Tucumn, a los efectos ya indicados, y que culminaron con su muerte.
Lo expuesto, pone en evidencia la mala fe que gua al presentante ante esa Comisin,
pretenden atribuir a las Fuerzas Armadas la presunta ejecucin de una no dictada condena a
muerte, por un hecho que fuera suministrado oportunamente.
En cuanto a la herida que presentaba el cadver, es obvio que habiendo sido producto de
disparos provenientes de armas de guerra, como lo eran las que portaba la patrulla militar
que conduca a De Benedetti, las lesiones orgnicas fueran claramente visibles.
Por otra parte, si existe duda acerca de las circunstancias en que se produjo el hecho, se
debi poner la misma en conocimiento de la autoridad judicial, a fin de la investigacin
pertinente y dilucidacin de las responsabilidades, que pudieran existir a criterio del
denunciante.
La Comisin contina la consideracin del caso y espera se le informe de las
investigaciones adelantadas, pues a su juicio la respuesta del Gobierno no esclarece
suficientemente los hechos denunciados relacionados con la muerte del seor De Benedetti.
3.
bronquial". En razn de ello fue sometido a vigilancia y control mdico, con la terapia
adecuada a su caso.
Con motivo de ese control mdico, el 15 de septiembre se comprob que el Dr. AMAYA
sufra un estado de "crisis asmtica acompaada de hipertensin arterial" lo que dio lugar a
su inmediata internacin en la Seccin Asistencia Mdica de la Unidad.
Debido a que el cuadro sealado, en los siguientes das, cedi slo parcialmente ante la
medicacin y tratamiento dados, de acuerdo a lo aconsejado por el servicio mdico del
Penal, se procedi a trasladar al causante para una mejor atencin al Hospital Penitenciario
Central (sito en la Unidad 2 Villa Devoto- de la Capital Federal). Ingres en este
nosocomio el da 28 de septiembre de 1976. Tal traslado se efectu con las precauciones
que indicaba el estado del paciente.
Las secuencias reseadas se encuentran debidamente documentadas.
En el Hospital Penitenciario Central el Dr. AMAYA fue sometido a un tratamiento
intensivo, segn se desprende del "cuadro evolutivo" del interno que, para una mejor
ilustracin de esa Comisin se remite en fotocopia (original manuscrito y versin
dactilogrfica), como "anexo 3".
IV.- Fallecimiento del Dr. AMAYA
El estado del causante experiment una considerable mejora, para agravarse luego y
culminar, el da 19 de octubre de 1976, en un paro cardaco que motiv su deceso.
De lo reseado, as como de las constancias que emanan de la historia clnica que se
acompaa, se deduce que ningn nexo causal ha existido entre el arresto del Dr. Mario Abel
AMAYA y su enfermedad, puesto que sta databa de su infancia, o su fallecimiento, ya que
ste acontece como consecuencia de un episodio agudo de su estado patolgico, el que ya
exista al ser arrestado.
No puede soslayarse la circunstancia de que, desde el momento mismo de su liberacin,
subsiguiente a su secuestro, fue objeto de atencin mdica.
La incidencia que aquel episodio el secuestro sufrido desde el 17 de agosto hasta el 10 de
agosto de 1976- y sus alternativas, puedan haber tenido en la agravacin de la enfermedad
del Dr. AMAYA es algo que escapa totalmente a la responsabilidad de las autoridades
argentinas. En efecto: aquel hecho delictivo ces mediante la accin de la Polica Federal
argentina e investigado por el Magistrado competente del Poder Judicial, estando
subsistente an el reclamo de captura de sus autores.
En sntesis el Dr. AMAYA fue liberado de manos de sus secuestradores delincuentes no
individualizados-, arrestado luego a disposicin del Poder Ejecutivo Nacional, situacin en
la que se le brinda todos los cuidados que su dolencia preexistente haca necesarios. Por
Notas
1 La Declaracin Americana en su Artculo 1, establece: "Todo ser humano tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona".
2 Ley N 21.264: "El que atentare en cualquier forma contra los medios de transporte, de comunicacin usinas, instalaciones de gas o agua corriente, u otros
servicios pblicos, ser reprimido con reclusin por tiempo determinado o muerte".
"El que envenenare, o contaminare o adulterare, con peligro para la poblacin, agua o
sustancias alimenticias o medicinales, ser reprimido creclusin por tiempo determinado o
muerte".
"El que mediante incendio, explosin u otro medio anlogo, creare un peligro comn para
personas y bienes, ser reprimido con reclusin por tiempo determinado o muerte". (Arts. 2,
3 y 4 respectivamente)
Ley 21.272: "El que cometiere cualquier violencia contra personal militar, de las fuerzas de
seguridad o de las fuerzas policiales y penitenciarias nacionales y provinciales, que se
hallaren o no en el ejercicio de sus funciones, ser reprimido con reclusin hasta quince
aos. Si de resultas de ello se causare lesiones graves, gravsimas o la muerte a dicho
personal, la pena a imponer ser de reclusin por tiempo indeterminado o muerte".
"El que atentare con armas contra un buque, aeronave, cuartel o establecimiento militar, o
de las fuerzas de seguridad, fuerzas policiales o penitenciarias nacionales o provinciales, o
sus vehculos o sus puestos de guardia, ser reprimido con reclusin hasta quince aos. Si
de resultas de ello se causare lesiones graves, gravsimas o la muerte a alguna persona, la
pena a imponer ser de reclusin por tiempo indefinido o muerte". (Arts. 1 y 2
respectivamente).
Ley 21.338: Reformas al Cdigo Penal del 25 de junio de 1976. "Modifcase el Cdigo
Penal de la Nacin (ley 11.179) en la forma establecida a continuacin: sustityese el Art. 5
por el siguiente:
"5. Las penas que este Cdigo establece son las siguientes: Muerte, reclusin, prisin,
multa e inhabilitacin".
"5 bis. La pena de muerte ser cumplida por fusilamiento y se ejecutar en el lugar y por las
fuerzas que el Poder Ejecutivo designe, dentro de las cuarenta y ocho horas de encontrarse
firme la sentencia, salvo aplazamiento que ste podr disponer, por un plazo que no exceda
de diez (10) das". (Art. 1)
El Artculo 80 bis indica a quienes se les impondr la pena de muerte.
Ley 21.634: "sustityese el Art. 225ter. del Cdigo Penal, sancionado por ley 21.338 por el
siguiente:
"Art. 225ter. El que atentare con armas contra un buque, aeronave, cuartel o
establecimiento militar, o de las fuerzas de seguridad, policiales o penitenciarias, o sus
vehculos, o sus puestos de guardia, o su personal, ser reprimido con cinco a quince aos
de reclusin o prisin.
Si resultare la muerte o lesiones gravsimas pra alguna persona, ser reprimido con pena de
muerte o reclusin perpetua".
El Cdigo de Justicia Militar en sus Artculos 476 y 529 establece la forma de aplicacin de
la pena de muerte.
Igualmente establece en su Artculo 528 que los delitos militares sern reprimidos con
penas aplicadas por sentencia de Consejo de Guerra, entre las cuales se incluye la muerte.
La Ley 21.461, crea los Consejos de Guerra Especiales Estables, que determina el Artculo
483 del Cdigo de Justicia Militar sealando que quedarn sometidos al juzgamiento de
estos tribunales militares las personas que incurrieron en una serie de hechos o situaciones
calificadas como delictivas enumeradas en esta Ley, entre ellas, las referentes a delitos
sancionados con la pena de muerte. El Decreto N 2963 promulgado en 1976, estableci en
el Art. 1, la entrada en vigencia de esta Ley a partir de las cero horas del da 29 de
noviembre de 1976.
Ley 21.463 del 23 de noviembre de 1976. Esta ley a partir de la vigencia de la Ley 21.461
mencionada anteriormente deroga las Leyes 21.264, 21.268 y 21.272. Los casos en trmite
por la aplicacin de las leyes derogadas continuarn atendindose en los Consejos de
Guerra que en ellos hubieran o debieran haber intervenido, y conforme a dichas normas
legales, hasta su terminacin.
3 Todos los textos que aparecen indentados en el presente Informe hacen referencia a las partes pertinentes de la denuncia presentada por el reclamante de un
caso individual.
4 La CIDH, recibi informaciones segn las cuales se indic que tambin en el cementerio de Olivos, hay secciones con tumbas NN.
Captulo III
El problema de los desaparecidos
Informe de la CIDH - 14 de Diciembre de 1979
A. Consideraciones Generales
1. La CIDH en los tres ltimos aos ha recibido un nmero apreciable de denuncias que
afectan a un grupo considerable de personas en la Repblica Argentina, en las cuales se
alega que dichas personas han sido objeto de aprehensiones en sus domicilios, lugares de
trabajo, o en la va pblica, por personal armado, en ocasiones uniformado, en operativos
que por las condiciones en que se llevaron a cabo y por sus caractersticas, hacen presumir
la participacin en los mismos de las fuerzas pblicas. Con posterioridad a los hechos
descritos, las personas aprehendidas desaparecieron sin que se tenga noticia alguna de su
paradero.
La Comisin, de acuerdo con sus disposiciones reglamentarias, ha venido tramitando los
casos individuales correspondientes a las denuncias presentadas, transmitiendo al Gobierno
de Argentina las partes pertinentes y solicitndole que suministre la informacin respectiva.
La Comisin considera de vital importancia, en relacin a la observancia de los derechos
humanos, presentar en este Captulo un anlisis de este fenmeno, cuyas implicaciones
morales, familiares, sociales y jurdicas estn afectando hondamente a la sociedad
argentina.
Obran en poder de la Comisin listas con nombres, fechas y otros datos, y varios estudios
sobre este problema. Sin entrar, por ahora, a precisar una cifra exacta del nmero de
personas desaparecidas, las informaciones obtenidas ponen de manifiesto la existencia de
una situacin de extrema irregularidad que requiere de un tratamiento y anlisis especial.
2. Ya en su Informe Anual a la Asamblea General correspondiente a 1977, la Comisin dio
cuenta del fenmeno de los desaparecidos, y expres su honda preocupacin en los
siguientes trminos:
Son muchos los casos, en diferentes pases, en que el Gobierno niega sistemticamente la
detencin de personas, a pesar de los convincentes elementos de prueba que aportan los
denunciantes para comprobar su alegato de que tales personas han sido privadas de su
libertad por autoridades policiales o militares y, en algunos casos, de que los mismos estn
o han estado recludos en determinados sitios de detencin.
Las personas afectadas por estos operativos y que figuran en las listas que obran en poder
de la CIDH, son en su mayora hombres y mujeres entre los 20 y 30 aos de edad, aunque
tambin han desaparecido personas mayores y menores de esas edades. Algunos nios
secuestrados con sus padres han sido luego liberados, entregndolos a parientes o
dejndolos abandonados en la va pblica. Otros nios, sin embargo, continan como
desaparecidos.
Segn las informaciones que tiene la Comisin el fenmeno de los desaparecidos afecta a
profesionales, estudiantes, sindicalistas, empleados de diversos ramos, periodistas,
religiosos, conscriptos, comerciantes, es decir a la mayora de los diversos estamentos de la
sociedad argentina.
c) La Desaparicin
2. Una vez ocurridas las dos etapas anteriores, el fenmeno adquira caracteres dramticos
al no tenerse noticia alguna acerca del paradero de las personas. Slo un porcentaje
reducido ha sido posteriormente liberado. La Comisin presentar en una seccin especial
de este Captulo algunos testimonios de personas aparecidas4 que sealan las condiciones
de vida de los desaparecidos; los constantes traslados a que fueron sometidos y los sistemas
de vigilancia y atencin de que fueron objeto.
3. Las personas que han aparecido reflejan un estado fsico y sicolgico de gran deterioro,
viven atemorizados, y, en algunos casos, han tenido que someterse a tratamientos mdicos
para su recuperacin. Dada la experiencia vivida un porcentaje elevado de ellos ha
abandonado el pas.
Hasta el momento, las personas desaparecidas bajo las circunstancias y modalidades
descritas permanecen en su calidad de tales.
Como comentario tambin, pues no nos consta, parece ser que DIANA E. TERUGGI fue
ametrallada al empezar el enfrentamiento, mientras trataba de escapar por los fondos de la
casa, llevando a su nenita en los brazos. La partieron en dos, y al caer, la criatura qued
baada en la sangre de su madre y sin conocimiento, pero ilesa. De all, habra sido llevada
envuelta y entregada a alguien importante que dispuso de ella.
Por lo tanto, lo que se sabe es:
1. Que la sacaron de su casa viva.
2. Que se la llevaron las fuerzas intervinientes, por lo tanto son responsables de la vida de
la criatura, pero tampoco lo podemos demostrar.
3.
En los peridicos del 25/11/76 figuran los nombres de los jefes militares y policiales que
estuvieron presentes mientras se atacaba la casa de DANIEL. Creo, como es lgico, que
ellos deben saber el destino de CLARA ANAH. Y tambin pensamos que recuerdan bien
el hecho pues ha sido el de mayor duracin, uno de los ms cruentos y creo que el nico
donde al final utilizaron una bomba que genera 2000 grados de calor, para terminar con
toda resistencia. (Esto lo dijeron en la Polica Federal de La Plata).
Como novedades en la bsqueda de CLARA ANAH MARIANI, caso 2553, todo sigue en
el mismo punto: se ignora su paradero, a pesar de innumerables presentaciones que se han
efectuado. Hemos llegado a la Directora Nacional de la Minoridad; al Director Provincial
de Menores, entrevistamos a todos los Jueces de Menores de la Provincia de Buenos Aires.
La Suprema Corte de Justicia de la Nacin tom los casos con mucho inters, para
finalmente declararse incompetente.
Asimismo, la Comisin recibi del denunciante en nota del 18 de agosto de 1978, la
siguiente informacin adicional:
Se tuvo esperanzas de encontrar a CLARA ANAH a travs de la Direccin Nacional de la
Minoridad, pero dicen que no existe su legajo en sus archivos. All continan revisando las
adopciones de estos dos ltimos aos, a nuestro pedido. No se sabe hasta qu punto eso
puede dar resultados; ojal permitiera localizar a alguna de las quince criaturas que estamos
buscando.
La Comisin, mediante comunicacin de 30 de agosto de 1978, transmiti al Gobierno de
Argentina las observaciones del denunciante, solicitndole la informacin correspondiente.
El Gobierno de Argentina, en nota SG 235, de 18 de septiembre de 1978, dio respuesta a las
observaciones del denunciante, omitiendo referirse a los hechos denunciados que le fueron
transmitidos y limitndose a informar en los trminos siguientes:
Corresponde hacer presente que en ningn momento los delincuentes subversivos hicieron
saber sobre la presencia de la menor en la finca en cuestin. Actitud sta que hubiera sido
lgica teniendo en cuenta de que su propia madre se encontraba en el lugar participando
activamente en el tiroteo y que de haberse producido el aviso, se habra procedido a la
evaluacin de la menor al igual que de similares caractersticas.
Cabe reiterar, que despus de allanado el lugar en l no se encontr a ninguna menor. Esta
aseveracin ha sido terminante y unvoca por parte de las Fuerzas intervinientes y
corroborada por los vecinos.
Durante la visita, la Comisin tuvo oportunidad de dialogar con familiares de la menor
quienes a pesar de todos los esfuerzos realizados no han podido ubicar el paradero de la
nia. Entre otras cosas manifestaron que les resulta extraa la respuesta del Gobierno por
cuanto ellos tienen la seguridad de que la menor se encontraba en la casa y adems no se
explican cmo el Gobierno reconoce la muerte de su madre a la Comisin y, sin embargo,
hasta la fecha oficialmente nunca se le ha hecho entrega del cadver y no fue posible darle
cristiana sepultura.
La Comisin analiz en su 49 Perodo de Sesiones el pedido de reconsideracin
presentado por el Gobierno, decidiendo reabrir el estudio del caso y dada su importancia,
acord solicitar al Gobierno argentino informacin adicional.
El Gobierno argentino en cable recibido por la Comisin el 10 de abril de 1980 respondi
en los siguientes trminos:
Tengo el honor de dirigirme a Vuestra Excelencia en respuesta a su telex fechado el 8/4/80Washington, referente al Caso 2553-Clara Anah Mariani, en tal sentido, informo a Vuestra
Excelencia que testimonios que se mencionan en el Punto IX de nota de este Gobierno N69 de abril de 1979 fueron prestados ante la polica de la Provincia de Buenos Aires para
responder al requerimiento formulado con relacin a la Resolucin N 31/78 de esa
Comisin, se hace saber a Vuestra Excelencia que se desconoce a la fecha los resultados de
las investigaciones referidas.
A la luz de las informaciones suministradas por el Gobierno, la CIDH ha decidido mantener
en todas sus partes la Resolucin mencionada, por no encontrar elementos de conviccin
que desvirten los hechos denunciados.
7. En informaciones entregadas a la CIDH durante la observacin in loco por parte de la
Agrupacin "Familiares de Menores Desaparecidos", se anota:
La mayor parte de las desapariciones de menores adolescentes tuvo lugar en el ao 1976
(entre los meses de mayo y diciembre).
En la mayora de los casos en que la detencin se llev a cabo en el domicilio de la vctima
y su familia, el horario del procedimiento fue en el perodo que va desde las 23 horas a las 2
o 3 de la madrugada, momentos en que las familias estaban entregadas al reposo.
La mayora de los menores cuya desaparicin fue denunciada ante la Justicia llevaban una
vida regular: vivan con sus padres, cursaban estudios en colegios a los que concurran
normalmente--, o trabajaban. Todos posean documentos autnticos de identidad. Estos
documentos les fueron exigidos en el momento de detencin y ante sus familiares.
Surge de la declaracin de los familiares que muchos de los menores adolescentes haban
pertenecido a la Unin de Estudiantes Secundarios (U.E.S.), en los aos en que esta
organizacin era legal, o haban participado en 1973 en "temas" de colegios. En 1973 esos
jvenes tenan entre 13 y 15 aos de edad.
En varios de los casos cuando el menor fue requerido por las fuerzas actuantes y no se
encontraba en su domicilio, se oblig a algn familiar hermano, uno de los padres o
ambosa que condujeran a los actuantes al lugar en que estaba la vctima.
En todos los casos en que las vctimas del hecho fueron detenidas ante testigos, stos
coinciden en sealar que los procedimientos fueron llevados a cabo por hombres que no
vestan uniformes identificables, que se conducan en varios vehculos, que iban
fuertemente armados, que operaban en grupos de entre cinco a once o ms hombres y que
no exhibieron credencial alguna.
La duracin de dichos procedimientos vari de quince minutos a dos horas. En esos
perodos de tiempo, y a pesar de permanecer los vehculos estacionados a la puerta del
domicilio de la vctima e incluso en algunos casosde haber desviado las fuerzas
actuantes el trnsito en la zona, ninguna fuerza policial intervino para impedirlo.
En ninguno de los casos en que los padres pidieron acompaar a sus hijos, esto les fue
permitido. Tampoco, en general, se les dio explicaciones sobre los motivos de la detencin.
S, en cambio, en algunos casos, se les dijo que los menores eran llevados para un
interrogatorio o averiguacin, llegando los actuantes a indicar reparticiones policiales o del
ejrcito donde la familia deba requerir por ellos horas despus. Estas informaciones
demostraron ser totalmente falsas.
En ningn caso las denuncias presentadas ante la justicia y organismos oficiales dio
resultado alguno para dar con el paradero de los menores desaparecidos. La respuesta a los
"habeas corpus" reiterados es que los menores no estn detenidos ni hay orden de detencin
en su contra.
La Comisin ha recibido un volumen considerable de denuncias referidas a menores.
Algunos ejemplos son:
8. Caso 3871 - Alfredo Narciso AGUERO
La CIDH recibi durante la observacin in loco el siguiente testimonio, cuya denuncia
original haba sido transmitida al Gobierno el 1 de junio de 1979:
El 29 de agosto de 1977, a las 1930 horas, se presentaron nueve personas de civil armadas,
en el negocio de restaurante y bar del padre de la vctima. Dijeron ser policas pero no
exhibieron credenciales. Encerraron a los padres de la vctima, dos de sus hijos, la esposa
de uno de ellos y dos nietitos de uno y tres aos de edad. Preguntaron el nombre de los
hijos del matrimonio Aguero. Cuando nombraron a Alfredo Narciso, manifestaron que iban
a llevrselo detenido. Como no estaba en la casa sino en casa de un pariente, el hermano
mayor, Daniel, los acompa a buscarlo. Ya en casa del pariente, sin dejar bajar a Daniel
del coche, llamaron a la puerta y, sta abierta, ordenaron a Daniel que llamara a Alfredo.
Cuando ste apareci lo tomaron de un brazo y lo introdujeron en un automvil Ford
Falcon, color blanco, chapa N B 1 125 951, en el cual tambin estaba su hermano Daniel.
Mientras a ste ltimo le ponan una capucha, a Alfredo lo hicieron entrar al bal del
automvil. Partieron y despus de unos veinte minutos Daniel oy que abran una puerta
grande y que el coche se detena. Daniel se levant la capucha y pudo ver cuando a su
hermano lo sacaban del bal, le ponan una capucha y lo hacan entrar a un lugar que
reconoci como la Brigada de Morn (calle Salta 2466, San Justo). A Daniel lo llevaron de
vuelta a su casa. Cuando el procedimiento empez hicieron que el seor Aguero cerrara el
negocio, despus lo obligaron a abrirlo.
Ocho das despus, en la misma Brigada anteriormente citada, el seor Aguero reconoci a
uno de los secuestradores de su hijo.
Dos das despus ste admiti, a la puerta de la Brigada, ante Daniel Aguero, que Alfredo
Narciso haba permanecido ah durante dos das y que despus se lo haba llevado personal
del Comando Zona 1. Esta misma versin fue despus ratificada ante el padre de la vctima
por el Jefe de Inteligencia. El Comisario de la Brigada de Morn, tambin admiti ante el
seor Aguero que era de esa Brigada la comisin que detuvo a su hijo, quien posteriormente
habra sido entregado a fuerzas del Comando 1.
Un ao y tres meses ms tarde, un oficial de polica expres al padre de la vctima que a su
hijo "Se lo haban ajusticiado". Se neg a ponerlo por escrito. Esto ocurri en la Jefatura de
La Plata, Seccin Investigaciones.
El Gobierno argentino en nota recibida por la Comisin el 27 de marzo de 1980 respondi a
la solicitud de informacin, anotando entre otras cosas:
Que consultados los rganos competentes resulta que el causante no ha sido detenido por
orden legtima de autoridad alguna y, que respecto del mismo, no existen orden de
detencin. Esta circunstancia ya ha sido puesta en conocimiento de las personas que se
interesaron por Alfredo Narciso AGUERO.
Por otra parte y, habida cuenta que en la comunicacin cursada, el denunciante afirma que
el nombrado fue llevado por fuerzas de seguridad que se presentaron vestidos de civil, cabe
igualmente expresar que ello se encuentra desvirtuado en las actuaciones judiciales
referidas, de donde surge que los posibles autores del hecho en ningn momento se
acreditaron como tales.
actuando en representacin de ste en tales supuestos, cada una de las tres Fuerzas
Armadas, bajo cuya jurisdiccin se desempeaban las vctimas.
Por otra parte, por el hecho mismo de que las vctimas permanecan en establecimientos u
oficinas militares, se encontraban sometidas a todas las reglas y procedimientos de
disciplina, control y vigilancia, ordinarios y extraordinarios, estando asimismo fsicamente
a merced de los jefes mediatos o inmediatos.
Ms adelante se agrega:
En la accin represiva que ha afectado a los soldados conscriptos se ha procedido como en
todos los dems casos, a travs de mtodos paralelos y secretos, aunque naturalmente con
adaptacin a las circunstancias particulares en que se encontraban las vctimas. El sistema
adoptado permiti que las unidades militares donde prestaban servicio los afectados
pudieran quedar como deslindadas de responsabilidades en los hechos sobrevinientes a la
par que se satisfaca el objetivo central de la desaparicin, es decir permitir que la
investigacin y las sanciones quedaran fuera de cualquier cuadro legal pblicamente
conocido.
Y finalmente se seala:
Cuando no medi detencin en los domicilios, se utiliz sin excepciones el argumento de
que las vctimas haban recibido comisiones o francos y luego nada se haba sabido de ellas.
Ningn familiar logr que se le proporcionaran datos precisos acerca de las circunstancias
concretas de la comisin o el franco que acompaaron a las desapariciones. Con frecuencia
adems, las versiones recibidas de los jefes y oficiales de las unidades fueron incoherentes
y contradictorias. Casi todos los familiares pudieron advertir que en las primeras reuniones
en que trataban los hechos eran sometidos a preguntas de evidente objetivo inquisitorio. En
la mayora de los casos, con posterioridad a estas primeras reuniones se les negaban nuevas
entrevistas.
En casi todos los casos, se dio por desertores a los afectados.
11. Caso 4089 - Alfredo Mario THOMAS
La CIDH recibi la siguiente denuncia:
El da 5 de junio de 1976 mientras Alfredo Mario THOMAS, L.E. 10798595 gozaba de 10
das de licencia de donde cumpla el Servicio Militar obligatorio en dependencia del grupo
Artillera Blindada 1, Batera B de la ciudad de Azul, Provincia de Buenos Aires, se
present en su casa a las 19:30 hrs. personal del Ejrcito del GADA 801 de la ciudad de
Mar del Plata, sito en la calle 25 de Mayo N 8261, preguntando por el que en esos
momentos no se encontraba.
Al da siguiente fuimos a informarnos sobre lo sucedido y saber las causas, y lo nico que
dijeron fue que Alfredo Mario estaba incomunicado. Continuamos insistiendo, hasta que se
nos comunic que una Comisin de la Ciudad de Azul a cargo de un oficial lo trasladara a
dicha ciudad.
As fue que despus de varios das nos trasladamos a dicha ciudad y lo vimos en un
calabozo con su uniforme de soldado, hicimos averiguaciones y nos informaron que estaba
detenido por averiguacin de antecedentes (estuvo 25 das).
El da 14 de junio de 1976 cuando se fue a visitar dijo que no saba el motivo por el cual
estaba detenido. Le faltaban 10 das para terminar con el Servicio Militar.
El 1 de julio de 1976 cuando nos trasladamos a verlo, ya no se encontraba en esa
dependencia, y comunicaron que se le haba dado de baja el da 30 de junio de 1976 a las
22 horas.
Segn sus compaeros, los otros soldados, a las 22 horas se lo sac de donde estaba
alojado, y nadie ms lo vio, a pesar de todos los trmites y averiguaciones que se hicieron,
hasta el da de la fecha, no tenemos noticias del paradero de Alfredo Mario.
El Gobierno argentino en nota recibida por la CIDH el 27 de marzo de 1980, respondi
sealando:
Los familiares del causante requirieron de las autoridades competentes su bsqueda dado
que carecan de noticias del mismo, segn sus dichos desde el 30/06/76.
Debido a ello, tanto los organismos judiciales como administrativos practicaron
indagaciones tendientes a establecer si el nombrado se encontraba detenido a disposicin de
alguna autoridad. Determinado que ste no se encontraba en tal situacin, en sede judicial
se desestimaron los recursos de habeas corpus interpuestos en su favor.
Por otra parte, y dada la posibilidad que la falta de noticias respecto a THOMAS se debiese
a la comisin en acto delictivo en su perjuicio, se instruye sumario por la presunta comisin
del delito de privacin ilegtima de libertad.
La Comisin contina actualmente el trmite reglamentario del caso. Sin embargo, la
Comisin considera que la respuesta del Gobierno no desvirta el contenido de la denuncia.
12. Caso 2735 - David Horacio VARSAVSKY
La CIDH recibi la siguiente denuncia:
David Horacio Varsavsky, C.I. 6.879.027, DNI 12.549.136, Maure 2239 6p. A, Capital
Federal, argentino 18 aos (18-9-58), soltero estudiante egresado secundario como tcnico
electrnico. Preparando el ingreso a la Facultad de Ingeniera. Trabajaba en arreglo de
radios y televisores. El 17-2-77 a las 9 hrs., deba presentarse a cumplir con el llamado
Servicio Militar.
El 16-2-77 a las 1.30 hrs. cuatro civiles armados y uno de uniforme se presentaron en el
domicilio citado, diciendo pertenecer a la polica. Luego de revisar el mismo, procedieron a
retirar a David Varsavsky. Al interrogar a dichas personas acerca del por qu empleaban ese
proceder respondieron ser procedimiento "de rutina" y que lo llevaban para interrogarlo,
retirando en esa oportunidad una fotografa de l. Cuando se pregunt por el lugar donde lo
llevaban respondieron que fuera a buscarlo al Comando de Dorrego y Baez a las 9 hrs., y
con los documentos de identidad.
Llegando al lugar indicado, encontr que se trataba de una dependencia militar, donde se
me inform que all no haba detenidos y luego de tomar mis datos personales, me
indicaron me dirigiera al Ministerio del Interior. Con igual suerte recorr toda la zona
recabando igual informacin en todas las dependencias militares que encontr.
En nota del 16 de junio de 1978 el Gobierno respondi:
C. Personas sobre las que no se registran antecedentes de detencin y son objeto de
bsqueda policial centralizada por el Ministerio del Interior:
51. VARSAVSKY, David Horacio.
El Gobierno argentino en nota del 26 de noviembre de 1979, respondi a la Comisin en
los siguientes trminos:
Se refiere en la parte pertinente de la denuncia que el 16.2.77, a las 01.30 horas, cuatro
civiles armados y uno de uniforme que dijeron pertenecer a la Polica, procedieron a
"retirar" al arriba mencionado. Se agrega que al ser interrogado acerca de su conducta, las
referidas personas manifestaron se trataba de un procedimiento "de rutina" y que lo
llevaban para interrogarlo, pudiendo ir a buscarlo al Comando de Dorrego y Baez a las
09.00 horas, con los documentos de identidad. Habiendo concurrido a dicho lugar se
verific se trataba de una dependencia militar, donde se comunic que all no haba
detenidos.
Del hecho relatado se tom conocimiento el da 17 de febrero de 1977, en razn de una
presentacin efectuada por la madre del presunto detenido, razn por la cual de inmediato
se requiri informes a la Polica Federal y al Comando en Jefe del Ejrcito, quienes al
responder dieron cuenta que VARSAVSKY, no se encontraba detenido en el mbito de sus
jurisdicciones, ni existan antecedentes acerca de su paradero, lo que se comunic a la
recurrente.
Asimismo, la institucin nombrada en primer trmino, hizo saber de la interposicin de
cuatro recursos de Habeas Corpus en su favor, al igual que la existencia de una orden de
captura del causante, emanada del Juzgado Federal N 6, Seccin Leyes Militares, por
infraccin al Artculo 44 de la Ley 17531 (de Servicio Militar obligatorio).
La misma noche fue detenida la esposa de Sergio, Laura del Duca Tarnopolsky, domiciliada
en Pasaje Urutay 1335.
Hugo Tarnopolsky es Qumico Industrial; Blanca Edelberg de Tarnopolsky es Profesora de
Pedagoga; Betina Tarnopolsky, de 16 aos de edad, estudiante secundaria; Sergio
Tarnopolsky, de 21 aos, estudiante de psicologa, casado con Laura del Duda de
Tarnopolsky.
En nota del 29 de septiembre de 1977 el Gobierno respondi:
D. Personas sobre las que no se registran antecedentes de detencin y son objeto de
bsqueda policial centralizada por el Ministerio del Interior:
71.
DEL
DUCA
DE
TARNOPOLSKY,
75.
EDELBERG
DE
TARNOPOLSKY,
145.
TARNOPOLSKY,
146.
TARNOPOLSKY,
147. TARNOPOLSKY, Sergio
Laura
Blanca
Betina
Hugo
La Comisin recibi el testimonio pblico de la esposa del Dr. Falicoff que contiene la
denuncia de la detencin, prisin y tortura del seor Falicoff, por parte de las Fuerzas de
Seguridad. El mencionado hecho fue llevado a cabo en su residencia, en presencia de su
esposa, quien igualmente fue detenida y posteriormente liberada. La seora Falicoff es la
firmante del testimonio.
El jueves 25 de noviembre de 1976, a las 18 horas, tocan el timbre del departamento en que
viva con mi esposo, el Dr. ALBERTO SAMUEL FALICOFF y mi hijo ALFREDO
FALICOFF, quien tena entonces dos aos de edad. Veo por la mirilla a cuatro hombres de
civil contra la pared, quienes al darse cuenta de mi presencia tocan la puerta, me dicen que
abra o tiran; como el nene estaba sentado mirando televisin en direccin a la puerta, yo
abro. Rpidamente entran y me sujetan de los brazos. Me asusto y grito. Me dicen "cllese,
por el nene" y me preguntan dnde est mi marido, a lo que respondo que trabaja en una
clnica. Entonces comienzan a recorrer y examinar la casa, encerrndome con mi hijo en su
dormitorio. Registran el living-comedor, desarman la estufa y las persianas y sacan los
cuadros. Eso lo veo porque el nene pide para ir al bao y me dejan llevarlo. As pas una
media hora, hasta que me ordenan preparar la cena al nene. El trato conmigo era bueno y
me dicen que saben que yo no hago nada y que vienen a buscar a mi esposo. Al rato traen al
portero y tambin lo encierran en el departamento. Segn ellos para evitar que alerte a mi
marido. Lo mismo hacen con el vecino que vino porque crey que se trataba de ladrones. El
portero que era muy viejito estaba muy asustado. Como a las dos horas lleg mi marido,
quien abre la puerta con sus llaves. Al sentir el ruido del ascensor me mandan de nuevo al
dormitorio de mi hijo. De inmediato se encierran con mi esposo en el nuestro y comienzo a
sentir ruidos de lucha, empujones y golpes. Luego llega un oficial de Servicio de
Inteligencia del Ejrcito y con l, otro ms.
Todos estaban muy bien vestidos con traje, corbata y un aparato de comunicacin tipo
walkie talkie. Suban y bajaban tranquilamente y, en una oportunidad, le trajo golosinas y
figuritas al nene, que se portaba muy bien con ellos porque le dejaban tocar los revlveres.
Me hacen preparar ropa para el nene ya que deciden llevarme. Yo pido que lo dejen
despedirse de su padre y me lo conceden. Entonces veo a mi esposo con las manos atadas
con un cable. Explico al nene que lo van a llevar en auto a la casa de la abuela y les suplico
que lo hagan. Les doy la direccin de mi madre en el Chaco y el nmero de telfono.
Inmediatamente nos llevan a nosotros. Se llevaron el dinero que tenamos en los bolsillos y
las alhajas se las guardaron los que iban encontrando. A m me dicen que si tengo algn
remedio que tomo habitualmente me lo lleve. As lo hago. Bajo en el ascensor junto con mi
esposo y tres de ellos. Me pusieron lentes de sol con papel pegado en la parte interior de los
vidrios. Mi esposo iba con las manos atadas. Eran las 21.30 horas. Nos llevan en distintos
autos. A m en uno color amarillo huevo flamante. Al salir voy sentada atrs con uno de
ellos, los otros de adelante no haban entrado al departamento y le preguntan, despacio, por
qu no me atan las manos. El de atrs contesta: "esta no es problema". Las primeras cuadras
voy sentada y trato de ver el camino, de Patricios doblan por Martn Garca y luego por
Almirante Brown, all se dan cuenta de que espo y me ponen la cabeza sobre las piernas
del que va a mi lado, con un revlver apuntndome. Luego de andar a gran velocidad
durante aproximadamente 20 minutos, llegamos a un lugar. Queda el auto y me hacen bajar
y caminar unos 30 metros. Vienen otros y dicen que por qu no entran con el auto.
Contestan que se les trab el cambio de luces y estn con la alta y que no van a entrar con
luz alta. Entramos a un edificio con una puerta muy grande (de garage o, quiz, mucho ms
an). Por lo poco que puedo ver se trata de un saln muy grande donde no hay nada. Me
llevan por una escalera en caracol a un subsuelo. All me hacen cerrar los ojos y me colocan
un antifaz muy ajustado con elstico atrs que inmediatamente, me produce un intenso
dolor de cabeza. Me colocan las esposas en las manos y grillos en los pies unidos por una
cadena con candados en ambos grillos. stos son muy ajustados y de bordes filosos. De all
me pasan a una especie de celda; este lugar est lleno de ellas. Es decir, son pequeas
habitaciones de aglomerado o cartn prensado, con sillas y un pequeo escritorio. All me
dejan un rato y puedo escuchar, en la de al lado, que estn interrogando a mi esposo, pero
no alcanzo a distinguir qu dicen.
El interrogatorio y el encierro: Pronto me llevan a otra habitacin mucho ms alejada y me
dicen que recuerde que mi nmero es el 103. Despus de una media hora entra una persona
y me dice si voy a decir algo o prefiero que me den de entrada. Yo digo que no s
absolutamente nada. Comienzan preguntndome nombre, nmero de documento, nombre
de mis padres, hermanos, de mi esposo, sus padres y hermanos, fecha y lugar de
nacimiento. Se van y al rato vuelven, y me preguntan lo mismo. Ms tarde, otra vez, pero
ya me piden que les cuente qu haca mi esposo en Crdoba. Respondo que, por su
actividad como mdico se haba vinculado con pacientes cuyos padres estaban presos y, de
a poco, haban empezado a pedirle colaboracin con dinero, muestras de leche, etc. y me
consta que slo haca eso, puesto que siempre traa a casa tarros de leche, ropa usada, libros
y otros alimentos para la crcel. Luego decidimos trasladarnos a Buenos Aires. En ese
punto del interrogatorio entran otras personas, no me dan importancia y se van todos.
Comienzo a sentirme totalmente agotada y me duermo sentada. Cuando vuelven comienzan
a preguntarme otra vez nmero de documento. Yo ya, realmente, no los recuerdo de tan
agotada que me siento y se los digo. Entonces se van. Al rato comienzo a sentir mucho
ruido de agua a travs de una de las paredes que es de material y enseguida los gritos de mi
esposo que los insulta y les repite "asesinos" constantemente. Esto se repite,
aproximadamente cada hora o quiz menos. Es evidente que la sala de tortura est al lado.
Al da siguiente supongome sacan y me llevan a un pasillo en el mismo piso. Entonces
tengo las piernas tan hinchadas que los grillos comienzan a cortarme la piel. Viene el
enfermero, me los afloja y me pone algodn alrededor. Un guardia le dice "porque hace
eso" y el enfermero contesta "y... es para no tener que curarla despus". Me pregunta que
cmo, siendo mdica, estoy metida en esto, que l no lo puede entender, que con tanta plata
que podramos ganar venir a terminar as. Agrega que cualquier cosa que necesite, pida
hablar con Pedro el enfermero, ya que hay otros Pedros. En el pasillo haba, a cada lado,
sillas contra la pared, una muy cerca de la otra. Me dicen que cierre los ojos, me sacan el
antifaz y me ordenan abrir los ojos. No veo nada ya que me sacan fotos y el flash no me lo
permite. Se acerca uno de los que fue a mi casa y me pone una capucha de tela gruesa y
blanca. Me aclara que, teniendo esa capucha, no me van a molestar. Eso es porque van
llevando la gente a la sala de torturas de acuerdo al orden de las sillas. Se nota, porque la
puerta est cerca y, cada vez que se llevan a uno, al rato comienzan a escucharse los ruidos
del agua y los gritos de dolor desesperado, a pesar de que, permanentemente, hay prendido
un grabador con todo tipo de msica, muy fuerte. Hay unas canciones en especial, que son
las que ms repiten y cuya letra, a pesar de lo gastado de la cinta se entiende que dice, ms
o menos as: "y ahora qu son, dnde estn, qu son sus ideales, etc.". Me pregunta qu
problema tengo, por qu tengo las piernas tan hinchadas. Digo que sufro del corazn, que
tengo insuficiencia cardaca y, por lo tanto, mala circulacin. Me ponen otra silla al frente,
para apoyar las piernas. Me pregunta si lo conozco por la voz y le digo que es uno de los
que estuvo en mi casa y le pregunto por el nene y me dice: "Quedate tranquila. Ya le
avisamos a tu familia y vino a buscarlo". Despus noto que, en la silla de al lado, traen a mi
marido ya que reconozco su pantaln y sus zapatos. Durante todo el tiempo que estoy all
escucho los mismos ruidos: grabador fuerte, gritos de dolor, ruido de agua. Los guardias all
usan botas de goma. Supongo que paso all todo un da y una noche pues se interrumpe la
msica en dos oportunidades en que traen comida y sirven a los guardias y personal
superior. Consumen stos bastante vino, ya que mandan a los guardias a traer ms. Adems
se les siente el olor. El Jefe mximo viene y pregunta cmo va la cosa. Le comentan que se
les murieron tres personas, dos hombres y una mujer. El Jefe dice que tengan ms cuidado,
que es mucho para un da. Ese da llevan a mi esposo en varias oportunidades y puedo
reconocer sus gritos. Por dos veces escucho que tiene dificultad para respirar y es como si
se tragara la lengua. Paran la msica y llaman por micrfono al mdico urgente. Se sienten
corridas y despus, al mdico que dice que si lo quieren vivo hasta por ahora, que no va
ms. Luego me llevan a m a una de las habitaciones. Esta vez me sacan la capucha y veo
que estn varios de los que fueron a mi departamento y otro a quien no conozco. Ahora me
tratan mal, me preguntan nuevamente los datos y entra un torturador que lleva vaqueros,
chomba roja y botas de goma; es rubio, cara colorada y les dice "yo le doy". Y a m me
dice: "dale, estoy apurado, dec si sabs algo, o te doy con la picana de 6 puntas". Los otros
quieren apurarme, yo lloro y digo que es cierto, que yo no s nada, que no milit y que
como eso no me gustaba siempre trat de no saber nada. Me preguntan con qu dinero
vivimos y digo que con el nuestro. Me mandan de nuevo al pasillo. Despus de unas
cuantas horas, a muchos de los que estbamos all, nos hacen formar una fila, uno con las
manos sobre los hombros del de adelante. Seramos, quiz, unos diez, y nos hacen caminar,
subir una escalera y, despus, un ascensor. Subimos probablemente cinco pisos y all nos
hacen agachar y nos indican cmo estirarnos sobre una colchoneta. Al lado mo hay uno
que no se acomoda bien y lo tienen aproximadamente una hora a patadas y trompadas.
Inmediatamente quedo profundamente dormida. Me senta completamente agotada, ya no
me importaba lo que me sucediera. Tanto que cuando me llevaban me manosearon y ni
siquiera me asust. Cuando me despierto sirven sandwiches, me hacen sentar y como unos
bocados y no puedo ms. Sigo durmiendo, creo que todo el da, no pude precisarlo. A la
maana me despierto y estn repartiendo, por orden, un cazo de cocido. Me siento
descansada, trato de espiar un poco. Escucho que los que se encuentran igual que yo llaman
al guardia para ir al bao. Yo hago lo mismo y pronto uno me hace levantar y me doy un
golpe en la cabeza con una viga. Me doy cuenta que el techo est muy bajo. En el bao el
guardia me saca la capucha, me pregunta cuntos aos tengo, si soy casada y si tengo hijos.
l es un pibe de, aproximadamente, 17 aos. Se porta muy atento y me dice que lea lo que
dice en mi capucha y veo escrito con fibra sobre la tela "posible franco". Le pregunto qu
significa y me dice que me van a largar. Me pregunta que porqu estoy ah y digo que es un
error. Su nica misin es cuidar que los prisioneros no hablen, no levanten la capucha y, a
los que lo hacen, puede pegarles a gusto hasta matarlos. Les ensean karate, defensa
personal, les hacen leer libros tipo PAPILLON y odiar a los prisioneros, de quienes lo nico
que conocen es que "son enemigos de la patria, que la quieren destruir, destruyendo al
ejrcito". Son pibes entre 15 y 20 aos. A veces los llaman infantes pero, en general, tienen
nombre de pila. Por las noches les pasan botellas de vino y, entonces, se ponen muy
violentos. Este guardia me cuenta que a algunos de ellos los llevan a acciones, a veces
como atencin especial o premio a mritos. Se sienten orgullosos de ello. Por ejemplo, me
cont que el da anterior le haba tocado ir a una casa que alguien haba denunciado, que
corresponda a la descripcin y que, como los dueos trataron de escapar, tuvieron que tirar
y mataron a una mujer joven con un nio de unos dos o tres aos. Que despus pudieron
comprobar que no tenan nada que ver y que eso a l le haba hecho mal pero de que toda la
culpa la tiene quien denuncia a gente inocente. Me llev de nuevo a mi lugar, all contino
espiando y puedo ver que se trata de una larga habitacin en forma de ""le"" que est
improvisada sobre la terraza del edificio, ya que las paredes exteriores apenas tienen un
metro de altura. Desde all comienzo un techo a dos aguas que tiene su parte ms alta en la
mitad de la habitacin, que es donde andan los guardias, y que en el ngulo de la "ele"
tienen una mesa grande donde comen y tienen un botiqun y un pequeo fichero, nosotros
estamos ubicados a ambos lados en una especie de cajones de aglomerado de
aproximadamente un metro de alto. Los cajones que a m me tocan estn improvisados, lo
que permite moverlos cuidadosamente. El rectngulo est formado por cuatro partes
independientes y, a la vez, cada una de ellas tiene forma de "ele". Este detalle tiene para m
mucha importancia por lo que cuento ms adelante. Ese da me doy cuenta que traen a
alguien al cajn de mi lado izquierdo, que despus escucho que se queja apenas, como si
estuviera muy mal. Me parece que es mi esposo, entonces me muevo y voy desplazando
una de las paredes y cambio de posicin (estamos acostados en el suelo sobre una
colchoneta y una manta. Esto es todo lo que tenemos). As consigo ver a mi esposo sin
camisa, est todo marcado por las picanas. Llama la atencin que no tiene ms de dos
centmetros seguidos de piel sana, transpira mucho y pide agua, agua; pero su voz es muy
dbil y tiene dificultad para mover la lengua ya que no le salen las palabras. Viene un
guardia y le dice que no moleste, que no pueden dar agua porque de lo contrario se morira.
Nos hacen sentar y nos dan un sandwich y una botellita con agua y un vaso con caldo.
Escond la botellita y, cuando pasan a retirarla no se dan cuenta de su falta. Entonces,
siempre alerta paso mis manos al cajn de mi esposo y puedo tocarlo. Me doy cuenta que
tiene fiebre. l trata de tocar mis manos. En ese momento le paso el agua, se la toma toda,
lo mismo al da siguiente. En los prximos das le permiten comer y le dan agua. Poco a
poco se va recuperando. En una oportunidad en que los guardias se descuidan hablamos un
poco, me dijo que haba salido en auto con ellos dicindoles que iba a llevarlos a una cita
cerca del Hospital Italiano, en un descuido se tir del auto y un mnibus fren sobre su
cuerpo, alcanz a gritar su nombre para que avisen a su familia, inmediatamente lo subieron
nuevamente al auto y despus de traerlo lo torturaron ms que antes. Trat de alentarme y
me dijo que estaba muy orgulloso de m. El mes que pas all fue con todos sus das
iguales, siempre acostada, con los grillos permanentes. A veces me sacaban las esposas por
algunos das y la capucha permanentemente. Siempre con la luz elctrica y la msica muy
fuertes. Una vez por da, despus de mucho pedir me llevaban al bao. En tres
oportunidades a baarme y cambiarme la ropa que ellos me daban. En tales circunstancias,
los guardias abran la puerta cuando queran. Haba que desvestirse, baarse y estar
vestidos en 3 minutos. Para el bao nos sacaban las esposas, cadenas y grillos. La comida
siempre fue la misma: por la maana un vaso de cocido, a medioda un sandwich de carne
y, a veces un vaso de caldo. Por la noche, lo mismo. Algunos das nos supriman una o dos
comidas. No s exactamente cunta gente estaba all pero calculo que seran unas 50. Las
embarazadas, hay muchas, tienen un rgimen especial de comidas: por la maana caf con
leche, a medioda y noche, bife con pur y a la tarde caf con leche. A veces les daban
vitaminas. Todos los das los guardias castigan a dos o tres personas. Con cualquier excusa:
porque se les movi la capucha mientras dorman, porque no estaban bien acostados;
porque sospechan que espiaban o por cualquier otro motivo. Los castigos consisten en
patadas y trompadas durante horas hasta quedar inconscientes. El pnico es permanente.
Una sola vez la situacin se invirti: se haba cortado la luz y, asustados, los guardias
salieron huyendo. Luego se dan cuenta del papeln y regresaron, con las armas en la mano
diciendo "todos quietos, sin moverse" pero se nota que les tiembla hasta la voz. Otra vez se
cort la luz sera el 20 de diciembrey se pudo escuchar un desfile de tropa. En los
primeros das hicieron una revista preguntando el nombre y el nmero de cada uno. A mi
lado est mi esposo, con el 104; yo, 103; al lado, con el 102, un abogado que sacaron de un
estudio en la zona de Palermo, apresado en la misma fecha que nosotros. Lo pude ver de la
misma forma que vi a mi esposo, tena la piel mate, pelo negro ondulado y barba,
constitucin normal. Llevaba un antifaz. Despus pude escuchar que haba un veterinario y
su hermano, una maestra que haba sido trada un mes antes y que segn supeera recin
casada, con un viudo con hijos y que la tenan hasta que aparecieran sus hermanos, de quien
ella no saba dnde estaban. La sacaron de la habitacin unos das antes de salir yo,
supongo que la largaron. Haba, entre los prisioneros, una persona a quien le decan "pata
de palo"; estaba muy cerca mo y, por la voz, pareca ser una persona mayor o muy
debilitada. Una noche los guardias se emborracharon y empezaron a hacer apuestas entre
ellos de que lo iban a hacer parar sobre la pata de palo. Lo llevan al medio de la habitacin
y lo ordenan hacerlo. l suplica, dice que es imposible, que se va a caer. Entonces
comienzan a pegarle trompadas y patadas y lo paran ellos. Por supuesto, se cae. Lo vuelven
a parar, le vuelven a pegar y as casi toda la noche. Fue un espectculo de lo ms macabro.
Los guardias enloquecidos, pegando sin descanso, y el pobre hombre suplicando. Ruidos de
golpes en pulmones, en el abdomen, ruido de huesos rotos. Terminan cuando ya est
inconsciente. Despus se lo pas delirando durante dos o tres das hasta que llaman al
mdico: dice que tiene muchos huesos fracturados y ordena que lo lleven. No lo escucho
ms. Los primeros das de diciembre se produce un traslado. Aparentemente se llevan a las
personas que hace ms tiempo que estn all. Sin embargo, entre ellos, llaman al abogado
que est al lado mo. En total: unas cuarenta personas; les ajustan las esposas, los grillos,
las capuchas; los forman y los llevan cuando se siente el ruido de un avin, como si hubiese
aterrizado muy acerca. (Aclaro que el ruido de aviones es muy frecuente. Tambin se
escucha un tren y el helicptero, dos o tres veces casi todos los das). Al rato se oye el ruido
del avin otra vez y nada ms. Un guardia pregunta a otro adnde se los llevan y le
contestan: "Carne para los pescados". Quedamos muy pocos en el saln y nos cambian de
lugar. Por suerte mi esposo y yo seguimos juntos por el nmero seguido. Pero aclaro que
all hay tres o cuatro del nmero 100, otros del 400; 700; 900; etc. Al da siguiente
comienzan a traer muchsima gente nueva y as en los das sucesivos hasta tener que
ponernos en el suelo, en los pasillos de los guardias. A muchos los sacan por la noche y los
mandan a vestirse. Parece que los largan. Tambin, cuando llueve muy fuerte (escucho la
lluvia a pesar del ruido porque el techo est sobre nuestras cabezas), sacan gente como para
dejarla en libertad. Se fijan de que est bien vestido y, si es una mujer, de arreglarla en lo
posible. Ahora no puedo ver a mi esposo, ni hablarle porque mi nuevo cajn tiene madera
completa. Pero l se hizo amigo de un guardia ocasional es decir uno que no trabaja all
pero que viene a cubrir lugares porque hay mucha gente de vacacioneseste muchacho es
realmente muy bueno y, arriesgndose l, nos lleva al bao y nos deja charlar sin las
capuchas. Claro est que con su presencia, as que slo podemos hablar de nosotros. Mi
esposo tiene el hematoma muy reducido pero la luxacin ya le dijo el mdico que no se le
van a arreglar porque sera indispensable una anestesia general que relaje los msculos y
all no se puede hacer. Que para ello tendran que trasladarlo y que un traslado es imposible.
Aclaro que el enfermero para cada dos o tres das, pero nunca tocan a nadie, aunque suelen
dar algn remedio, en general laxantes, antiespasmdicos y gotas oculares, ya que por la
capucha y el antifaz todos tenemos conjuntivitis. Las gotas las tienen los guardias y, a
veces, cuando uno dice que tiene que colocarla es el mismo guardia quien lo hace. Yo haba
empezado a sentirme mal; a tener pesadillas con mi hijo todas las noches ya que, a pesar de
haberme dicho que lo tenan mis padres, yo no les creo. Todo esto se debe a que me han
sacado la capucha blanca y me pusieron una de greseta, igual a la de todos los dems.
Adems, en funcin del tiempo transcurrido, me doy cuenta de que tengo pocas
posibilidades de que me larguen, ya que a los que llevan es a los que hace muy poquito que
estn. Lo comento con mi esposo y l trata siempre de alentarme. Me paso el da pensando
en cmo salir de all. Planeo una, pero empiezo por ver cmo hacer para conocer el lugar.
As, empiezo por decirle al guardia que me lleve al bao que, con el agua que nos dan nos
morimos de sed (cosa que, adems era cierta) que yo me ofrezco para cargar las botellas
cuantas veces sea necesario, as como para hacer cualquier trabajo, limpiar, etc., ya que de
tanto estar acostada comienzo a sentirme dbil y que tengo miedo de no poder andar bien
cuando me lleven a mi casa la semana prxima (eso es todo cuento). Lo cierto es que el
guardia comienza a llevarme a lavar platos, al bao y ya me dejan sin esposas, cargar las
botellas con agua, limpiar los baos. En algunos cubiertos y vasos hay un sello del Ejrcito
Argentino. As, pasan los das. El bao no tiene ventanas pero hay una puerta cerrada con
llave que es el guardacosas de los guardias. Un da lo encontr abierto, entr y vi que all
haba ropa de civil de los guardias y una ventana cubierta con una manta. La levant y vi un
vidrio grueso y una tela metlica tambin gruesa por fuera. Se ven muchos rboles altos, y
ms all alambre tejido alto, una pick up y una especie de garage. Lo de la ventana se
podra arreglar rompiendo el vidrio y cortando la tela metlica. No estamos muy alto,
seguramente un 4to. o 5to. piso. Haran falta mantas para bajar. Pero el alambre tejido,
estar electrizado? Y, ms all, qu habr? No puedo ver. Adems, tendramos que sacarnos
la cadena. Cuando nos van a baar abren los candados con una llave maestra que tiene el
jefe de los guardias y que slo se las da en esas oportunidades. Me doy cuenta de que mi
esposo est muy dbil para todo eso, adems tiene un hombro luxado. Pero, ser cuestin
de seguir pensando. Un da mientras estaba lavando los platos me trajeron para lavar
paales y una bombacha de goma. Me impresion mucho porque comprend que all haba
nios, del otro lado de donde estbamos. En otra ocasin, escuch la voz de nios de unos
cuatro aos preguntando a los guardias por qu el padre tena puesta esa cosa en la cabeza.
Le pregunt al guardia cmo era posible que hubiera nios all. Me dijo que slo estaban
ellos, que los trajeron con los padres y no tenan dnde dejarlos, pero al da siguiente se los
iban a llevar. Tambin otro da me llevaron a la ropera para que acomodara la ropa que
traen del lavadero segn sexo y tamao. Vuelvo a ver all ropa de nios. Andando por esos
lugares escucho voces de mujeres que se ocupan de la cocina y de coser la ropa rota. Los
guardias, cuando terminan su turno, comentan que van a la pileta. Al otro da me bajan y
me hace pasar a uno de los boxes. Me sacan la capucha y me dejan sola un momento. Miro
las paredes del box y me impresiona la cantidad de manchas de sangre que tiene. Algunas
muy altas. No me explico cmo fue que se hicieron, ya que son grandes y alrededor ms
pequeas, como salpicaduras, monstruosas. Vuelve y me dice que le hable de algo, le digo
que yo no s nada y que en lo nico que pienso en ese momento es en mi marido y mi hijo,
que tengo pesadillas con el nio y que si no me largan me sacar la capucha y entonces yo
s bien que eso significa que los guardias me van a matar. Que me larguen, que no s para
qu me tienen all. Me dice que es muy probable que salga. Le dicen a un guardia que me
lleve nuevamente arriba. En uno de los descuidos del guardia le digo a mi marido que es
probable que salga y que est atento en los descuidos de los guardias para que hablemos.
Pero nos vigilaban, especialmente desde esa noche hasta la salida. A la noche siguiente
viene el jefe de guardia, me hace levantar y me ponen las esposas con las manos atrs,
levantan mi colchoneta y revisan mi cajn. Me palpan los senos y entre las piernas, me
tienen a los empujones y me cambian de cajn. Durante el interrogatorio anterior se me
haba informado que, si bien se ha comprobado que no tengo participacin en las
actividades que determinaron mi arresto, es mucho el tiempo que ha transcurrido, de mi
presencia en ese lugar de detencin y que, en estas circunstancias, no puede salir nadie. Les
digo que no pueden cometer una injusticia que se sume a la de por s arbitraria detencin de
mi persona y, previo un intercambio de opiniones entre ellos, proceden a interrogarme
exhaustivamente sobre todas las circunstancias que pudiere haber observado durante mi
permanencia en ese lugar. As, fui interrogada respecto de cul era mi opinin en relacin al
trato que reciban los prisioneros, si opinaba que all se torturaba, si tena alguna idea de
dnde me encontraba, como asimismo, a qu autoridad de seguridad correspondan los
procedimientos all realizados. A todo este interrogatorio respondo que ignoro totalmente
los detalles que se me requieren y que entiendo que el tratamiento era adecuado. Me
preguntan qu saba de mi marido y respond que s que estaba vivo, negando haberlo
visto. Soy conducida nuevamente a mi lugar habitual de permanencia en donde los guardias
me esposan a la espalda a la vez que, atentamente vigilan si trato de realizar alguna
comunicacin con mi marido. Esa tarde me mandan a baar y a cambiarme de ropa.
Aparece el que me haba dicho que iba a salir y me dice que voy a viajar a Resistencia, a la
casa de mi madre. Est tan borracho que me da miedo y vuelven a ponerme las esposas con
las manos atrs y me mandan a un cajn. A mi lado hay una chica con un ataque de asma y
tambin la esposaron con las manos atrs. Est enloquecida pues, con capucha, se ahoga
ms an. Tiene una mscara para respirar a su lado, pero con las manos atrs no puede
ponrsela y pide a los guardias que se la pongan. No la escuchan. Al rato me hacen
levantar, me sacan las esposas y grillos y viene el borracho y me lleva abajo. Pronto me doy
cuenta, por el fresco, que estoy afuera. Se acerca un auto y me hacen subir. Llueve, me hace
sentar en el asiento de adelante. Me da un montn de vueltas. Supongo que en el parque del
mismo edificio ya que se nota que el camino es barroso y el auto va de un lado a otro.
Adems, me parece que est dando vueltas en el mismo lugar. As, durante un rato. Luego
salimos al asfalto y anduvimos un par de horas hasta que me hace sacar el antifaz que me
haba cambiado por la capucha antes de salir. Estamos en la General Paz. Estoy sola con el
curda. Me dice que estoy en absoluta libertad, pero que no me comunique con mis suegros,
que no viaje nunca a Crdoba. Que por unos meses no aparezca en Buenos Aires. Me
reitera que todos mis movimientos van a ser muy vigilados y que recuerde que con ellos
queda mi esposo. Le digo que me voy a ir del pas y me dice que, si lo hago, deje pasar
mucho tiempo, que de lo contrario voy a tener problemas. Son las 5 de la maana del 24 de
diciembre de 1976. Me entrega un documento, la cdula de la Polica Federal, con una foto
de las que me haban sacado all, con un nmero que no corresponde con la ma autntica y
una firma imitada. Me dice que ni bien llegue al Chaco lo queme y gestione los mos
duplicados. Me da tres millones de pesos, me dice que vaya a la ventanilla de Austral, que
tengo reservado un pasaje de parte del seor Ramos, que si no hay lugar me van a llegar en
la cabina de los pilotos y que le compre a mi hijo un karting para Navidad. Me deja en la
entrada del Aeropuerto. A las 9.20 sali mi avin. Me doy cuenta que hay dos hombres, un
pibe de 18 aos y otro de unos 40 que me vigilan hasta que subo al avin. En el Chaco hay
casi siempre, sobre todo de noche, distintas parejas en diferentes lugares de la calle en
autos, por la calle de la casa de mi madre y nunca me doy cuenta de que me sigan, aunque
apenas si sal a la puerta durante meses.
Producida mi liberacin estuve en mi casa en el Chaco. Cuando concurr al departamento
central de Polica a tramitar el pasaporte, luego de largas tramitaciones y presiones
psicolgicas, se me dijo que exista all una denuncia de mi desaparicin. Interrogada
respecto de quin la haba formulado, contest que la misma fue realizada por mi madre.
Seguidamente se me hizo firmar una declaracin segn la cual yo me haba ausentado de
mi domicilio voluntariamente y por razones particulares. Luego de haber suscrito esa
declaracin se me hizo entrega del pasaporte, advirtindome "vos del pas, con estos
antecedentes, no podes salir si no firmas esta declaracin".
Notas:
1 Algunos de los lugares mencionados en las denuncias en las que se alega han estado personas que figuran como desaparecidas son: Campo de Mayo;
Superintendencia de Seguridad Federal; Puente 12 en el Camino de la Cintura; Base Naval de Mar del Plata; Brigada Guemes; Escuela de Mecnica de la
Armada; El Pozo de Arana en la Ciudad de La Plata; Guardia de Infantera en Palermo; Regimiento militar "La Tablada"; Comisaras de Polica; y Regimiento
Militar "La Rivera", en Crdoba, y varios otros ms que se mencionan en el Captulo V.
2 En el Captulo V referente a la Integridad Personal, seccin D, se hace mencin a los diferentes sistemas de torturas aplicados.
3 Un ejemplo es el de Alvaro Aragn, detenido bajo el PEN, caso 3999. El seor Aragn afirma en las declaraciones ante el juez que conoce de la causa en
favor de Adolfo Rubn Moldaswky, caso 2398, que estuvo en esta etapa de su detencin con l, que hablaron en varias ocasiones hasta que fueron separados,
sin conocerse hasta el momento el paradero del seor Moldaswky.
4 Vase la seccin D.
En casi todos los casos los detenidos fueron visitados por sus familiares, y cuando la
detencin fue prolongada, estaban sujetos al rgimen normal de visitas.
En un nmero pequeo de casos de la categora "c", la detencin fue muy breve y los
familiares no tuvieron acceso al detenido, pero en todos ellos fueron informados por
funcionarios a cargo de la dependencia que la persona requerida haba estado all detenida,
an cuando no siempre dijeron con precisin hasta qu fecha y porqu ya no estaba.
Los casos de traslados sucesivos hasta que se pierde todo rastro son frecuentes.
El momento de la presunta puesta en libertad no coincide nunca con la presencia de los
familiares en la dependencia, ni se les informa al respecto con anticipacin, pese a concurrir
stos asiduamente en busca de informacin. En uno de los casos, a raz de haber ledo el
Decreto de caso de arresto de su hija, ambos padres se turnaron durante 60 horas en
dependencias de Coordinacin Federal a la espera de que el mismo se concrete. Pero al
cabo de ese plazo les informaron que la detenida "acababa de salir por la otra puerta".
Dicho testimonio contina afirmando:
En un nmero importante de casos las autoridades penales, policiales o militares aducen
que el detenido sali en libertad a altas horas de la noche, escudndose en normas de
procedimiento (actualmente modificadas) que establecen la obligacin de hacer efectiva la
libertad antes de la medianoche de la fecha fijada en el Decreto u orden judicial. Pero esas
mismas disposiciones no prohiban proceder a la liberacin en horas tempranas, cuando
poda haber testigos presenciales, a la salida de las dependencias aludidas. Mxime
teniendo en cuenta la ubicacin de algunas de ellas, alejadas de todo centro poblado.
En el caso de los detenidos a disposicin del P.E.N. o de los demorados en dependencias
policiales, que han sido visitados por familiares, el simulacro de puesta en libertad se hace
necesario para que puedan pasar a la categora de "desaparecidos" sin dar lugar a reclamos
legales.
Algunos de los ejemplos de este tipo de denuncias recibidas son:
17. Caso 3410 - Carlos Hugo CAPITMAN
La CIDH recibi la siguiente denuncia:
El da 28 de marzo de 1976, siendo aproximadamente las 15 horas, encontrndose junto con
Laura Noem Creatore,6 Alicia Amelia Arriaga y Carlos Alberto Spadavecchia, en la puerta
de la casa de la calle Sarmiento N 1426, Buenos Aires, fueron detenidos por una comisin
policial y militar. Los cuatro mencionados fueron conducidos a diversos lugares
encapuchados y maltratados segn relato posterior de dos de ellos--; siendo negados a sus
familiares, quienes conocieron la detencin a travs de la informacin que suministr el
encargado del edificio de Sarmiento 1426, testigo del hecho.
Infructuosa fue la bsqueda de los cuatro jvenes pero aproximadamente a los veinte das,
aparecieron nicamente Alicia Amelia Arriaga y Carlos Alberto Spadavecchia, quienes
fueron dejados abandonados, de madrugada, lejos de la Capital, en un lugar desolado. Se
supo que durante su cautiverio fueron torturados y que en el mismo momento en que a ellos
los haban sacado del lugar de detencin, lo mismo haban hecho con Carlos Hugo
CAPITMAN y Laura Noem CREATORE, siendo conducidos en distintos vehculos.
Al no tener noticias de los desaparecidos: Carlos Hugo CAPITMAN y Laura Noem
CREATORE, se inici sendos recursos de habeas corpus ante los tribunales de la Capital
Federal, quienes requirieron del Poder Ejecutivo Nacional informacin sobre si los
mencionados se encontraban detenidos. La respuesta fue afirmativa, por Decreto N 39, del
6 de abril de 1976, no indicando el lugar de detencin. Ante esta situacin, se solicit ante
el Juzgado pertinente que se indicara el lugar de arresto, negndose el Juez de Primera
Instancia a requerirlo por entender que no era obligacin del Poder Ejecutivo mencionar el
mismo. Este fallo fue apelado y la Cmara de Apelaciones mantuvo el mismo criterio de
negativa de informacin. Ante esta situacin se inici por Carlos Hugo CAPITMAN, en el
Juzgado de Primera Instancia en el fuero Federal un recurso de amparo.
Durante la tramitacin del mismo el Ministerio del Interior acompaa copia del Decreto de
detencin N 39, del 6 de abril de 1976.
Asimismo, luego de diversos requerimientos del Juez, Dr. Sarmiento, para conocer el lugar
de detencin, el Ministerio del Interior informa que: ha quedado sin efecto el arresto a
disposicin del P.E.N. de Carlos Hugo CAPITMAN y Laura Noem CREATORE
por Decreto N 1907, del 3 de setiembre de 1976, figurando Carlos Hugo CAPITMAN en
el 13 lugar, de ese Decreto de 62 personas que han cesado de estar a disposicin del
P.E.N., y Laura Noem CREATORE en el 12 de esa misma lista.
Ante esta situacin de incertidumbre el Juez, Dr. Sarmiento, con fecha 22 de febrero de
1977 8 meses despus de iniciado el recurso de amparoda un fallo por el cual da lugar a
la accin de amparo e intima al Ministerio del Interior para que en el trmino de 10 das se
informe al Juzgado las circunstancias de modo, tiempo y lugar demostrativas de la libertad
decretada en favor de Carlos Hugo CAPITMAN. Se acompaa copia. Este fallo fue apelado
por el fiscal y por ende pas a consideracin de la Cmara Nacional de Apelaciones en lo
Federal, institucin que con fecha 8 de mayo de 1978 15 meses despus del fallo de
primera instanciaen sus considerandos y fallos determina que: este Tribunal observa en
esta actuacin la contradiccin existente en cuanto al da en que la orden de libertad fue
dada por el P.E.N. en virtud del Decreto N 1907 del 3.9.76, y los informes agregados a
fojas 29, 32 y 75, los que no pueden dejarse de tener en cuenta, pero pudiendo ser
responsables de un hecho ilcito, personal militar en actividad o policial dependiente en lo
funcional de las fuerzas armadas, corresponde hacer conocer el hecho a la justicia
castrense, para que la misma juzgue la existencia o no de un hecho ilcito cometido, por las
mencionadas fuerzas.
Posteriormente, en el mismo mes de mayo, la Asamblea Permanente por los Derechos
Humanos de la Argentina, publica en el diario "La Prensa" de Buenos Aires, una carta
En relacin a este caso, la Comisin ha considerado til incluir dos comunicaciones en las
cuales, una de ellas, afirma la detencin y en la otra la niega.
En la primera de ellas se expresa:
Al Juez Nacional de Primera Instancia de Instruccin N 16, Dr. Gustavo Mitchel,
Secretara Jos U. Martnez Sobrino.
... En contestacin a su telegrama de 06 Set. 76, relacionado con la causa N 4649, Recurso
de Habeas Corpus, informo a U.S. que Jorge San Vicente se encuentra detenido y a
disposicin del Consejo de Guerra Especial Estable N .
Fdo.
Jorge
Carlos
General
2
Comandante
Mayor
Comando Cuerpo Ejrcito
Olivera
de
y
Jefe
Rovere
Brigada
Estado
Al respecto, cabe sealar que el causante fue detenido y puesto a disposicin del Poder
Ejecutivo por Decreto Nro. 1843 del 31 de agosto de 1976, por entenderse que su accionar
pona en peligro la paz interior, la seguridad y el orden pblico a mrito de las facultades
acordadas al Presidente de la Nacin por el Art. 23 de la Constitucin Nacional.
Posteriormente, habiendo cesado las causas que motivaron su arresto, el Poder Ejecutivo
resolvi por Decreto Nro. 162 del 26 de enero de 1978, dejar sin efecto la medida,
recuperando Segalli su libertad, la que se efectiviz el 2 de febrero de 1978, a la
medianoche. No se posee informacin en relacin con su ulterior paradero.
La CIDH contina la consideracin de este caso. Advierte, sin embargo, que la respuesta
del Gobierno no aporta suficientes elementos de conviccin para desvirtuar los hechos
denunciados.
20. Caso 2271 - Nlida Azucena SOSA DE FORTI
Este caso reviste especiales caracteres. En relacin a l, la CIDH el 18 de noviembre de
1978, en su 45 perodo de sesiones, adopt la siguiente resolucin:
1. En comunicacin del 29 de mayo de 1977 se denunci lo siguiente:
NLIDA AZUCENA SOSA DE FORTI, C.I. 9.728.076 P.F., y cinco hijos, detenidos
2.18.77 Ezeiza, haban embarcado avin Aerolneas Argentinas vuelo 284, destino
Venezuela. Tenan documentacin en orden. Comandante avin, funcionario migraciones,
los desembarca, motivo problema documentacin. Detenidos por grupo individuos vestidos
ropas civiles, armados, conducidos vehculos sedan. Presos siete das sin cargos. Nios
separados de madre, abandonados ciudad Buenos Aires, informados madre conducida
Tucumn. Paradero seora desconocido.
2. La Comisin en telegrama del 13 de junio de 1977, transmiti las partes pertinentes de
esta denuncia al Gobierno de Argentina, solicitndole que suministrase la informacin
correspondiente.
3. Mediante comunicacin telegrfica del 23 de junio de 1977, el Gobierno de Argentina
respondi a la Comisin, omitiendo referirse a los hechos denunciados que le fueron
transmitidos, informando en los trminos siguientes:
Le informo que autoridades nacionales competentes no registran antecedentes de detencin
de la seora Nlida Azucena Sosa de Forti. Se realizan gestiones a los efectos de determinar
su paradero. Toda novedad sobre el particular se la comunicar de inmediato.
4. Se transmitieron al denunciante, en carta del 27 de junio de 1977, las partes pertinentes
de la respuesta del Gobierno, invitndolo en la misma a que formulara observaciones a
dicha respuesta.
de proteccin contra la detencin arbitraria (Art. XXV); y al derecho a proceso regular (Art.
XXVI), de la Declaracin Americana de los Derechos y Deberes del Hombre.
3. Recomendar al Gobierno: a) que de inmediato tome las medidas necesarias para liberar a
la seora Nlida Azucena Sosa de Forti; b) que sancione de conformidad con las leyes
argentinas a los responsables por los hechos denunciados; b) que realice una investigacin
completa e imparcial sobre los hechos denunciados; y c) que informe a la Comisin, dentro
de un plazo mximo de 30 das, sobre las medidas tomadas para poner en prctica las
recomendaciones contenidas en esta resolucin.
4. Comunicar esta Resolucin al Gobierno de la Repblica Argentina y a los denunciantes.
5. Incluir esta Resolucin en el Informe Anual a la Asamblea General de la Organizacin de
los Estados Americanos e conformidad con el Art. 9 (bis), inciso c, iii del Estatuto de la
Comisin.
El Gobierno argentino, fuera del plazo establecido en la propia Resolucin, en nota del 17
de octubre de 1979, present sus observaciones. La respuesta gubernamental expresa en
algunos de sus ms importantes prrafos:
De las investigaciones practicadas posteriormente, puede determinarse que las personas que
se constituyeron en el Aeropuerto de Ezeiza invocando pertenecer al Ejrcito, entre ellos el
supuesto Oficial que las diriga, no formaba parte de esa Fuerza, ni de ninguna otra, como
tampoco de cualquier Fuerza de Seguridad, nacional o provincial. Asimismo, se comprob
que no haban existido requerimientos y rdenes de captura autnticas emanadas de
autoridades competentes, ya fuesen militares o civiles, tendientes a procurar la detencin
del matrimonio FORTI.
A raz de las indagaciones efectuadas para esclarecer el hecho y sus motivos, pudo tambin
establecerse que el matrimonio FORTI se haba relacionado en la Provincia de Tucumn
con elementos pertenecientes a las organizaciones terroristas, con los cuales colabor en
aspectos sanitarios y logsticos. La seora de FORTI habra tomado un mayor grado de
compromiso con algunos integrantes de la banda "Montoneros" durante 1976, decidiendo
luego retirarse de tales actividades e irse del pas, por temor a ser descubierta. Ello habra
dado lugar a que dicha agrupacin la considerase como desertora, razn por la cual orden
su "detencin".
Presumiblemente, el traslado de la seora de FORTI a Buenos Aires se habra motivado en
su intento de evitar ese apresamiento. Sin embargo, los hechos sucedidos en el Aeropuerto
el da en que se efectuara su salida del pas, evidencian que la organizacin tena
conocimiento de esas circunstancias, posibilitndose as la ejecucin de la orden impartida
por sus dirigentes.
En efecto, slo esta hiptesis puede explicar porque un grupo de personas, en una misin
casi suicida, se present invocando una aparente autoridad para retener a quien pretenda
burlar las reglas de una banda que, ya tambaleante, necesitaba demostrar a sus miembros
una omnipotente facultad de sancin, aunque para ello debiese arriesgar a varios de sus
integrantes.
Los sucesos posteriores, curiosamente mostrados a los hijos de la "desertora", evidencian el
segundo aspecto de la accin: mostrar una supuesta "prisin secreta" que permitiera
imputar la "detencin" al Gobierno argentino. As, se lograba un doble objetivo: en lo
interno, amedrentar a quienes quisiesen abandonar la organizacin; en lo externo,
desprestigiar a los Poderes Pblicos, atribuyndoles el arresto de quien, obviamente, no se
encontraba bajo jurisdiccin de autoridad alguna.
Por cierto que los medios usados, as como el "modus operandi" fueron idneos para
engaar al Jefe de Turno del Aeropuerto, y an a las propias vctimas que, al parecer, no
opusieron reparos a la presunta "detencin", en la conviccin de que efectivamente se
trataba de un procedimiento oficial.
Ntese, en efecto, que la seora Forti haba obtenido, con varios das de anticipacin, su
pasaporte por ante las autoridades de la Polica Federal, sin objecin a cuestionamiento
pasando, ya en el Aeropuerto de Ezeiza, el control de la Direccin Nacional de Migraciones
sin dificultad. Es evidente que en caso de habrsele querido detener, ello se habra hecho
efectivo al comparecer la nombrada ante la autoridad policial a tramitar su documento de
viaje, puesto que este trmite implica, en todos los casos, la consulta del legajo prontuario
respectivo.
Precisamente las circunstancias en que se materializa la privacin de libertad de la seora
Sosa de Forti y sus hijos excluye una intervencin directa o indirecta de organismo oficial.
El uso de documento fraguado, la falsa atribucin de autoridad, la invocacin de orden de
detencin inexistente, la urgencia con que el "procedimiento" se realiz, en lugar y
oportunidad totalmente inslitos, son muestras inequvocas de un actuar delictivo que,
justamente, trat y consiguiinducir a error a las autoridades del Aeropuerto. El rodear
un episodio ilegal de visos de legalidad es caracterstica habitual en las tentativas, o
realizaciones, de todo tipo de delitos: la maniobra ardidosa que posibilita la consumacin
del engao.
La Comisin desea formular algunos comentarios a esta respuesta del Gobierno argentino.
Llama la atencin, en primer trmino, que la supuesta vinculacin de la seora Forti con la
subversin se mencione por primera vez en esta nota, ms de dos aos despus de la
transmisin de la denuncia al Gobierno y despus de haber vencido el plazo fijado en la
Resolucin de la CIDH antes transcrita. Es de observar que sobre este caso, por sus
caractersticas muy especiales, se solicit reiteradamente antes y durante la observacin in
loco, la atencin de las ms altas autoridades de la Repblica Argentina, quienes en ningn
momento insinuaron siquiera la posibilidad de que el secuestro de la seora Forti y de sus
hijos pudiese ser obra de grupos subversivos. Llama igualmente la atencin que en ningn
momento, la CIDH recibi informaciones acerca de las averiguaciones practicadas con el
objeto de establecer la forma como se produjo este secuestro.
El Dr. Antonio Bautista Bettini, argentino, de sesenta aos de edad, abogado y fiscal federal
durante 30 aos, actual catedrtico de derecho, fue detenido el 28 de marzo de 1977. Este
tremendo atropello fue consumado en presencia de su hijo poltico Jorge Alberto Daniel
Devoto, Oficial de la Marina de Guerra Argentina con el grado de Teniente de Fragata, por
personas armadas, no uniformadas, al retirarse ambos de la Polica Federal donde haban
concurrido a realizar gestiones atinentes a su cargo.
El Teniente Devoto, como nico testigo del acontecimiento concurri el 21 de marzo de
1977, a la sede del Comando en Jefe de la Armada arma a la cual perteneceen la Capital
Federal, a presentar la denuncia correspondiente siguiendo el consejo de sus superiores,
desapareciendo a partir de ese momento sin que se hayan tenido noticias de su paradero, y
arrojando las gestiones en su favor igual resultado negativo que en el caso de su suegro.
El Gobierno argentino, en nota del 25 de octubre de 1977, respondi:
C. Personas sobre las que no se registran antecedentes de detencin y son objeto de
bsqueda policial centralizada por el Ministerio del Interior:
18. BETTINI, Antonio Bautista.
D. Personas sobre las que se han iniciado gestiones para determinar su paradero, pues las
autoridades nacionales no registran denuncias de desapariciones anteriores a las presentadas
por la CIDH:
62. DEVOTO, Jorge Daniel
La CIDH actualmente sigue el estudio reglamentario del caso. Advierte s que la respuesta
del Gobierno no aporta elementos significativos que permitan aclarar el desaparecimiento
de los seores Bettini y Devoto.
24. Caso 2248 - Mario Gerardo YACUB
La Comisin recibi la siguiente denuncia:
Mario Gerardo Yacub, de nacionalidad argentina, de treinta y nueve aos de edad,
domiciliado en Espinosa 1458 de la Capital Federal, casado, de profesin abogado, titular
de la libreta de enrolamiento N 5.815.507.
El nombrado fue aprehendido el da 1 de noviembre de 1976 por un grupo de personas que
prima facie actuaban en ejercicio de alguna forma de autoridad y que ejercan en el
momento del secuestro una fuerza material irresistible. En la fecha indicada Mario Gerardo
se encontraba en el estudio jurdico del que era titular, sito en Talcahuano 638, piso 6, Of.
"F", Capital Federal. Siendo aproximadamente las 10.30 horas, se present una persona
diciendo ser un cliente que vena a requerir sus servicios profesionales. As, le fue
franqueada la entrada a tal persona, que a su vez posibilit el ingreso de un grupo de cuatro
o cinco individuos. stos, esgrimiendo inmediatamente armas de fuego, redujeron a Mario
Gerardo y al personal del estudio; posteriormente, luego de revisar las instalaciones de las
oficinas, lo sacaron del edificio, encerrando al resto de las personas en el bao de las
mismas. A partir de ese momento, no se han tenido noticias concretas sobre su paradero.
Todas las gestiones realizadas hasta el presente ante autoridades policiales, administrativas
y judiciales han dado resultado negativo, desde que ellas informan sin ms trmite que el
beneficiario del presente recurso no consta registrado como detenido.
El Gobierno argentino respondi a la CIDH en los siguientes trminos:
Se ha denunciado que el abogado Mario Gerardo YACUB, habra sido secuestrado el da 8
de noviembre de 1976 en su oficina de calle Talcahuano 638 en la ciudad de Buenos Aires.
Sin perjuicio de sostener, ab-initio, que dadas las caractersticas del hecho, el Gobierno
argentino es totalmente ajeno al mismo, pues no es la forma de operar de las fuerzas
legales, se han requerido informes a las autoridades competentes las que han manifestado
que sobre el Dr. YACUB no pesaba orden de detencin alguna y que no est ni estuvo
detenido en ningn momento.
Cabe hacer presente adems, que a la fecha de ocurrencia del presunto secuestro, an
operaban, si bien ya en escala reducida, bandas delincuentes terroristas de distintos signos
que ejercan indiscriminadamente actos de violencia sobre la poblacin por lo cual es obvio
que, no teniendo el Gobierno ningn cargo que formular al Dr. YACUB y por consiguiente
no pesando sobre l orden de detencin, el hecho debe atribuirse a las mencionadas bandas
terroristas.
La CIDH actualmente contina el trmite reglamentario del caso, aunque debe sealar que,
en su concepto, la respuesta del Gobierno no aclara suficientemente el desaparecimiento del
Dr. Yacub.
25. La CIDH se entrevist en Buenos Aires con grupos de familiares de personas
desaparecidas de Chile, Paraguay y Uruguay, quienes presentaron sus reclamos por la
desaparicin de parientes en la Argentina. Algunos de ellos se encontraban viviendo en
Argentina, y otros viajaron especialmente de sus respectivos pases con el fin de entregar su
testimonio. Asimismo, la Comisin, en Washington y en Buenos Aires, recibi de parte de
varias embajadas europeas informaciones o denuncias sobre desaparecimientos de sus
nacionales. Entre los varios casos de extranjeros, se describen algunos a continuacin:
26. Caso 2576 - Sor Alice DOMON y Sor Leonie DUQUET
El 26 de diciembre de 1977 la CIDH recibi esta denuncia:
Sor Alice Domon, de 40 aos, originaria de Charquemont, Doubs, Francia y con diez aos
de residencia en la Argentina, fue detenida el 8 de diciembre de 1977, al salir de la iglesia
catlica de Santa Cruz, en la ciudad de Buenos Aires. En dicha iglesia se acababa de rezar
una misa, ordenada por el Movimiento Ecumnico de los Derechos Humanos, por los miles
de desaparecidos que hay en la Argentina y sobre los cuales el gobierno se niega a dar
Inmediatamente comenzaron a llevar hacia la planta alta, a la que se llega por una escalera
interior, a algunas de las personas que se encontraban detenidas conmigo, para
interrogarlas. Por los gritos desgarradores que se oyen constantemente puedo darme cuenta
que los estn torturando brbaramente, lo que confirmo cuando siento que los bajan
nuevamente al lugar donde yo me hallo, en la planta baja. Hasta all llegan arrastrados por
los guardias, entre quejidos. Se los arroja sobre el piso de cemento, con prohibicin de que
se les alcance agua por "haber estado en la mquina", segn dicen.
La noche siguiente me toca a m ser conducido a la planta alta, donde se me interroga bajo
tortura, como a todos los dems hombres y mujeres que estuvimos all. Se me desnuda
completamente y colocndome los brazos hacia atrs se me cuelga por las muecas, hasta
unos 20 o 30 centmetros del suelo. Al mismo tiempo se me coloca una especie de
taparrabos en el que hay varias terminaciones elctricas. Cuando se lo conecta, la vctima
recibe electricidad por varios puntos a la vez. Este aparato, al cual llaman "mquina", se
conecta mientras se efectan las preguntas y se profieren amenazas e insultos, aplicndose
tambin golpes en las partes ms sensibles. El suelo, debajo del lugar donde se cuelga a los
detenidos, est profusamente mojado y sembrado de cristales de sal gruesa, con el fin de
multiplicar la tortura si la persona consigue apoyar los pies en el piso. Varias de las
personas que estaban detenidas junto conmigo se desprendieron del aparejo de colgar y se
golpearon contra el piso, producindose serias heridas. Recuerdo en especial el caso de
quien despus supe que era Edelweiss Zahn de Andrs, la que sufri profundos cortes en la
sien y en los tobillos, que despus se infectaron.
Mientras se me tortura se me formulan preguntas sobre las actividades polticas de mi hijo
y sobre mi participacin en el Partido por la Victoria del Pueblo, al que, segn ellos, mi hijo
perteneca. Es en ese cuarto donde puedo ver, en un momento en que por la copiosa
transpiracin se corre algo la venda, que en la pared hay colgado un retrato de Adolfo
Hitler, de regular tamao.
No puedo precisar con exactitud durante cunto tiempo se me tortur. Creo que en mi caso
no fue ms de media hora, pero en la mayora de los casos duraban de dos a tres horas,
segn mi estimacin.
Luego de sufrir ese tratamiento, se me reintegr a la planta baja y permanec all hasta el
da en que fui trasladado al Uruguay. Las condiciones higinicas del lugar son lamentables,
parece un taller mecnico abandonado por la suciedad de grasa y tierra caracterstica de
stos y existe slo un pequeo retrete para las casi 30 personas detenidas all. Durante este
perodo, en muchas oportunidades se escuchan voces de otras personas secuestradas en la
planta alta, solicitando ir al bao, agua o comida.
Entre esas voces reconozco claramente la de Gerardo Gatti Antua a quien conozco desde
hace mucho tiempo, como dirigente sindical de los obreros grficos en el Uruguay. Por
comentarios de otros secuestradores en momentos de descuido de los guardias podemos
cambiar algunas palabras en voz bajame entero que otra de las voces escuchadas en la
planta alta es la de Hugo Mndez, otro sindicalista uruguayo que haba sido secuestrado en
Buenos Aires en el mes de junio.
Con el paso de los das puedo darme cuenta por el contenido de las conversaciones y los
modismos que empleanque la gran mayora de los que participaron en el operativo del
secuestro y todos quienes nos custodian, son argentinos. Los guardias, por el tratamiento
que se dan, parecen pertenecer al ejrcito argentino, mientras que quienes participan en los
operativos no dan esa impresin. Entre ellos se distingue un hombre de unos 35 aos de
edad, sumamente corpulento, que responde al sobrenombre de "Paqui" (contraccin de
"Paquidermo") y acta con brutalidad y exhibicin de fuerza, jactndose de que puede
derribar toda clase de puertas.
En los interrogatorios y torturas participan directamente oficiales del ejrcito uruguayo.
Algunos dicen pertenecer a un grupo llamado OCOA (Organismo Coordinador de
Operaciones Antisubversivas) y se distinguen, en el trato entre ellos, con el nombre de
OSCAR, seguido de un nmero ordinal. OSCAR 1, es un oficial de lata graduacin, que
podra tener unos 45 aos, de estatura mediana, grueso, de pelo blanco, el que tambin
llaman por el sobrenombre de "El tordillo". Alcanzo a oir alrededor de diez nmeros,
correspondientes a oficiales con grado de capitn o superiores. Varios de ellos parecan, por
sus comentarios, residir habitualmente en la Argentina.
Junto a los miembros de OCOA actan oficiales pertenecientes al Servicio de Inteligencia
de Defensa (SID), miembros de lo que se nos dice que es la "Divisin 300". El Jefe de esta
divisin es un Coronel que se distingue con el N 301. El Jefe Operativo de la Divisin es
el encargado directamente de conducir las torturas, junto con quien se hace llamar OSCAR
1. La Divisin 300 est compuesta aparentemente por unas 60 personas, entre oficiales y
tropas.
En el local donde permanecamos secuestrados haba personal de tropa de la Divisin 300.
Los dos principales se distinguan con los seudnimos de "Daniel" (un sargento) y
"Drcula" (soldado de 1a.). Eran quienes se ocupaban del acondicionamiento y embalaje de
todo lo robado en los allanamientos segn decan era "conquistado en el campo de batalla"
para su posterior traslado al Uruguay.
Entre todo lo robado haba autos desarmados, heladeras, televisores, mquinas de escribir y
calcular, artculos electrodomsticos, vajilla, bicicletas, libros, etc.
El da 15 de julio condujeron al local a otras tres personas. Al identificarse y por las
conversaciones de los guardias pude enterarme que se trataba de la abogada Manuela
Santucho, Carlos Santucho, (ambos hermanos de Mario Roberto Santucho) y una cuada de
ste cuyo nombre no retengo y a la cual los guardias se referan como "Beba"" no s si en
forma despectiva o por ser ese su apodo.
El da 19 de julio de 1976 nos anuncian la muerte de Mario Roberto Santucho, en un
encuentro armado, insultando soezmente a sus familiares. A esa altura, tanto Carlos
Santucho como su cuada, parecen haber perdido la razn a causa de las brutales torturas
de que han sido objeto. La doctora Manuela Santucho, a pesar de que tambin ha sido
brbaramente torturada, an se mantiene lcida.
Alrededor de las 18 horas de ese da comenzaron a llenar un gran tanque de agua, que han
colocado entre las personas secuestradas. Se siente fluir el agua. Mientras tanto oficiales y
guardias insultan y castigan a los secuestrados, hacindonos responsables de la muerte de
un capitn, ocurrida en ese encuentro armado, diciendo que en ese tanque "nos van a
limpiar la cabeza a todos". En la noche, con el pretexto de que Carlos Santucho deliraba
constantemente, se abalanzan sobre l y lo atan con cadenas, ya que se siente el ruido
caracterstico de stas. Previamente han colgado sobre el tanque, sujeto del techo, un
aparato corredizo, explicando minuciosamente su uso. Por ese aparato pasan una cuerda
que atan a las cadenas con que han envuelto a Santucho, mientras nos explican esta
maniobra tambin detalladamente.
En esos momentos un oficial argentino trae un ejemplar del diario CLARN de Buenos
Aires, donde se narra la forma en que fue muerto Mario Roberto Santucho, obligando a
Manuela Santucho a que nos lo lea en voz alta. Mientras tanto Carlos Santucho es
introducido y sacado del tanque lleno de agua entre risas e insultos siendo golpeado con
saa, cada vez que emerge. Sufri este trato durante largo rato, lo que nos sorprendi por
cuanto segn comentarios odos a los propios guardias nunca haba tenido actividad
poltica. Luego al parecer advierten que el cuerpo no da ya seales de vida. Lo desatan, lo
introducen en un vehculo y se lo llevan. Manuela Santucho y su cuada permanecieron un
par de das ms con nosotros, y luego fueron conducidas a otro lugar, que desconozco.
El jefe del destacamento argentino es un oficial de alta graduacin, al que sus subordinados
menciona, entre ellos, como "el jova" o "el jovato", lo que en argot bonaerense significa "el
viejo". Al llegar al local en que permanecamos detenidos fue l quien nos pidi los datos
de identificacin. Pude apreciar a travs de la bolsa que me cubra la cabeza que es un
hombre de entre 50 y 55 aos de edad, alrededor de 1.75 de estatura, complexin fuerte,
rasgos marcados, pelo recortado y algo canoso. Vesta botas, pantalones de montar y ropa
de abrigo tpicamente militar.
El local en que estuve secuestrado tiene como ya dijeuna puerta amplia con una cortina
metlica de enrollar, lo que se notaba en cada entrada o salida de vehculos. La entrada de
vehculos era anunciada previamente por radio al personal de guardia, con varios minutos
de anticipacin, con el nombre en clave de "operacin ssamo". El saln de la planta baja
es amplio. Tiene entre 6 u 8 metros de ancho por 25 o 30 de profundidad. A cierta altura se
ha hecho una divisin con arpillera encalada. Sobre la pared que queda a la derecha, al
entrar, est ubicado un pequeo retrete, con una WC sin taza y un pequeo lavabo. Al cabo
del retrete hay una pileta de lavar. La escalera por la cual se sube a la planta alta est
ubicada al lado del retrete. Tiene una base de cemento y escalones de tabla gruesa. Esta
escalera parece de construccin posterior al resto de la casa. En la planta baja hay por lo
menos tres habitaciones y una cocina, existiendo una pared hecha de bloques, al parecer
tambin de construccin posterior.
Desde el fondo e la casa, a determinadas horas, llega el ruido caracterstico de un recreo
escolar, lo que me permite afirmar que en las proximidades funciona una escuela. Por el
frente de la casa, a poca distancia, pasa una va de ferrocarril. Segn comentarios de la
guardia, en una oportunidad, en la esquina prxima existe un taller mecnico de
automviles.
El da 25 de julio se nos dijo que nos preparramos para ser trasladados. Ya lo haban dicho
tres das antes pero en esa oportunidad, segn comentarios de la guardia, el avin en que
debamos viajar no lleg por la fuerza tormenta de ese da, por lo que se posterg la
operacin. Se nos coloc tela adhesiva en los ojos y la boca y todos los secuestrados, menos
yo, fueron esposados con las manos atrs. En mi caso no lo hicieron as porque tena una
gran inflamacin en la mueca izquierda, al haberse infectado una herida producida por las
esposas. Me ataron entonces con tela adhesiva. Nos hicieron subir a la caja de un camin y
sentarnos en el piso. Sobre nuestras cabezas, apoyadas en los laterales del camin se
colocaron tablas, formando una especie de doble fondo. Sobre esas tablas cargaron gran
cantidad de bultos y cajones con objetos robados. Segn comentarios de los guardias, se
haban realizado otros 4 viajes con este tipo de carga. Finalmente partimos de la casa en
que habamos permanecido secuestrados. En ese momento quedaron en ella Gerardo Gatti,
Len Duarte y Hugo Mndez, sobre cuyo destino nunca ms supe nada.
El camin en que se nos trasladaba iba fuertemente custodiado, a juzgar por el ruido de
numerosas motos y automviles a nuestro alrededor, que hacan sonar sirenas en los cruces,
para interrumpir el trnsito. Nos condujeron a la Base Militar contigua al Aeroparque de la
ciudad de Buenos Aires. Pude darme cuenta al descender ya que en la transpiracin
producida por el encierro y la llovizna que estaba cayendo en esos momentos la tela
adhesiva se haba desprendido algo, dejando cierta visibilidad.
Una vez descendidos del camin se nos hizo subir a un avin "Fairchild" de los que utiliza
la Fuerza Area Uruguaya y estn afectados a los servicios de TAMU (Transporte Areo
Militar Uruguayo) y PLUNA (Lnea Nacional de Aeronavegacin). Algunas de las personas
que viajaban conmigo pudieron apreciar el distintivo de PLUNA en bolsas de polietileno
puestas en el bolsillo de los asientos. Viajamos sentados y el vuelo dur alrededor de una
hora, segn mi estimacin. Al aterrizar y descender pude advertir que estbamos en la Base
Area Militar N 1, contigua al Aeropuerto Nacional de Carrasco, en las afueras de
Montevideo.7
Notas
3. Caso 2271 - Testimonio de los hijos de la Sra. Nlida Azucena SOSA de FORTI
En relacin a la detencin y secuestro de la Sra. Sosa de Forti, caso ste que ha sido
analizado anteriormente,8 sus hijos que se encontraban con ella presentaron a la Comisin
el siguiente testimonio:
Antecedentes de la detencin
A principios de diciembre de 1976, en la oficina de ventas ubicada en la calle Crisstomo
Alvarez N 471, telfono 23640, de la ciudad de Tucumn, Repblica Argentina,
adquirimos los pasajes areos de la compaa estatal de aviacin comercial Aerolneas
Argentinas para el vuelo Buenos Aires-Caracas N 284, del da 18 de febrero de 1977, a las
9 P.M.
Los cinco de nosotros que viajaramos con Mam nos trasladamos a Buenos Aires junto con
ella el 15 de diciembre, con el propsito de permanecer all hasta el momento de la partida
y ultimar los trmites pendientes, entre ellos obtener la renovacin de los pasaportes de
Alfredo Waldo y Mam en la Polica Federal Argentina. Los dems los habamos
gestionado y obtenido en la ciudad de Tucumn en julio de 1976.
El 18 de febrero de 1977 nos presentamos en la estacin de Aerolneas Argentinas de la
ciudad de Buenos Aires, de donde parten los transportes que se encargan del traslado de los
pasajeros hacia el aeropuerto de Ezeiza. La empresa "Manuel Tienda Len", que tiene a su
cargo ese servicio nos entreg los comprobantes de la entrega de maletas Nos. 548693,
548694, 548695, 548696, 548697, 548698 y 548699, fotocopias que adjuntamos.
A las 7:40 A.M. aproximadamente, llegamos al aeropuerto de Ezeiza donde realizamos los
trmites previos al embarque, presentando nuestros pasajes y pasaportes, en los que
constaba la visa de transentes que nos haba otorgado el Gobierno de Venezuela a travs
de su Consulado en Buenos Aires.
Concluidas las gestiones de embarque con la empresa Aerolneas Argentinas nos dirigimos
a la Oficina de Migraciones, all luego de revisar y visar la documentacin, el empleado
que nos atendi retuvo el permiso paterno de viaje para los menores sin darnos ninguna
explicacin. Cumplimos con el pago de las tasas y nos ubicamos junto a los dems
pasajeros en la sala de espera, desde donde fuimos trasladados en un autobs hasta el avin.
Instalados en los respectivos asientos, faltando escasos minutos para el despegue se
escuch por los altoparlantes que el comandante solicitaba la presencia del seor Alfredo
Forti. Ante el llamado concurri Alfredo Waldo, que fue recibido en la parte delantera del
avin por el comandante capitn Gmez Villafaa, un oficial uniformado de la Fuerza
Area Argentina, el empleado de migraciones que se haba quedado con el permiso paterno,
dos azafatas y dos hombres ms al igual que el empleado de migraciones vestan ropas
civiles.
La detencin
El oficial de la Fuerza Area pregunt a Alfredo Waldo por nuestro padre y al decirle que se
encontraba ste en Caracas a la espera de nuestro arribo, le pidi que llamara a mam. Al
presentarse ella le comunic que no podamos viajar y por lo tanto procederan a
desembarcarnos.
Este dilogo se desarroll ante los pasajeros ubicados en los primeros asientos. Hasta ahora
hemos podido tomar contacto con dos de ellos, dispuestos a brindar su testimonio. Ellos
son: Juan Gally Coll y Juan Manuel Serrano, ambos funcionarios del Ministerio de
Hacienda, Oficina Nacional de Presupuesto, quienes viajaban acompaados de sus
respectivas esposas.
El oficial uniformado orden que bajramos todos de la nave. En la escalerilla del avin
estaban cinco personas de civil, armadas, que se identificaron como policas bajo las
rdenes de las Fuerzas Armadas. Estas personas nos hicieron subir al autobs que nos haba
transportado de la sala de esperar hasta el avin.
Uno de los civiles le pidi a Alfredo Waldo los tickets de las maletas y se los entreg a un
funcionario de Aerolneas Argentinas quien las baj de la bodega del avin. Despus le
devolvi los tickets. Cargaron las maletas y nos llevaron enseguida en el autobs hacia la
salida del aeropuerto despus de haber conferenciado durante algunos minutos con el
capitn y dems funcionarios que lo acompaaban, a los que se le agregaron personal
uniformado de Aerolneas Argentinas.
En la salida del aeropuerto nos hicieron descender del autobs y subir a dos automviles
particulares mientras ramos custodiados por los civiles y personal masculino y femenino
uniformado de la Polica Federal Argentina. Al salir de la zona del aeropuerto, en los autos
guiados por los civiles, pasamos todos los controles, tanto de la Fuerza Area como de la
Polica sin ser detenidos.
Relato de los seis das de detencin del grupo familiar
De los cinco civiles que nos llevaban, dos, uno de ellos el que daba las rdenes, iban en uno
de los automviles marca Peugeot con Mario, Renato, Nstor y Guillermo y en el otro
marca Falcon iban nuestra madre y Alfredo Waldo, acompaados por los tres civiles
restantes, dos ubicados adelante y uno atrs.
Una vez que salimos de la zona del aeropuerto, despus de andar unos diez o quince
minutos y habernos alejado de la carretera principal, en un camino secundario de tierra se
detuvieron los dos automviles, y el que obraba de jefe orden que todos bajaran. Era una
zona de campo y no se vean construcciones. En ese momento a Alfredo Waldo le llam la
atencin ver a cierta distancia un automvil estacionado en la banquina con las puertas
abiertas y algunas personas al lado.
La persona que orden que descendiramos nos dijo que nos vendaran los ojos, al decir
esto los dos nios ms pequeos comenzaron a llorar desconsoladamente aumentando su
llanto cuando vieron vendada a mam con la cara cubierta por una prenda. Mis hermanos
en su llanto decan que nos iban a matar a todos, esto provoc por parte del jefe una
reprimenda dirigida a nuestra madre dicindole: "Seora, por qu sabe tanto el chico?, por
algo debe ser, no?". Nuestra madre le respondi que los nios se sentan aterrorizados por
los acontecimientos.
Pasado este incidente, sin contemplacin alguna, fuimos vendados todos. Nos subieron a
los autos en la misma ubicacin que venamos y en vista de que Guillermo, el menor
entonces de 8 aos de edad, continuaba llorando vendado, el jefe del grupo lo traslad del
automvil Peugeot donde estaba al automvil Falcon junto a mam, dicindole a ella: "... y
conste seora que estamos actuando lo ms humanamente posible".
En estas condiciones, todos con los ojos vendados, retomamos la marcha, Alfredo Waldo a
quien le haban colocado mal el pullover que le tapaba la vista, pudo observar la parte de la
carretera y vio claramente que el automvil que haba divisado a la distancia sobre la
banquina era un patrullero policial y las personas que lo rodeaban eran tres policas
uniformados que estaban lavndolo. Al acercarnos interrumpieron su trabajo parndose al
costado de la carretera saludando con sonrisas y gestos amistosos a quienes nos llevaban,
cuando pasamos al lado de ellos uno de los que iba junto a nosotros les grit: "!
Trabajen.....!", y una obscenidad. Esta misma persona al darse cuenta que estaba floja la
prenda que le cubra los ojos se la ajust impidindole seguir viendo.
Continuamos un extenso recorrido de aproximadamente una hora en el que, por los ruidos
que escuchbamos, bamos por alguna autopista bastante concurrida, provocando las
demoras de algunos automovilistas, con ese motivo y seguramente para abrirse paso hacan
sonar sirenas.
Llegamos a un lugar en el que entraron los automviles, tuvimos la impresin varios de
nosotros, confirmada por un hermano que vio, de que se trataba de un garage, all se
bajaron el supuesto jefe y otro civil ms, que al parecer fueron a hablar con alguien pues a
los pocos minutos estuvieron de vuelta y salimos de ese lugar, siempre en los mismos
automviles, para andar unos quince o veinte minutos ms y entrar en otro o tal vez el
mismo garage, donde nos bajaron de los vehculos.
A nosotros nos llevaron, siempre con los ojos cubiertos, escaleras arriba, pasando por una
habitacin donde se escuchaban ruidos de mquinas de escribir y murmullos de personas,
hasta una oficina con sillones, un escritorio y dos armarios, en donde nos quitaron las
vendas y permanecimos custodiados por unas tres personas que se turnaban para vigilarnos.
Despus de haber permanecido all unas tres o ms horas, fuimos trasladados esta vez sin
vendas en los ojos pero mirando al suelo a unos calabozos donde nos encontramos con
mam que haba estado en otra oficina pero vendada al mismo tiempo que nosotros, antes
de ser trasladada al calabozo.
El lugar donde estaban los calabozos consista en un patio rectangular de unos 4 metros de
ancho por unos 7 metros aproximadamente de largo, rodeado den dos de sus lados por seis
celdas de 1.50 mts. Por 2 mts. Aproximadamente, y un bao de iguales dimensiones. El
patio estaba cerrado por altas paredes en los lados donde no haba celdas, en una de esas
paredes estaba la puerta de acceso al patio que no tena techo una gran reja lo cubra. Desde
el patio que ocupbamos se observaba parte de la fachada del edificio, que por sus
caractersticas son fcilmente distinguibles desde el exterior. Otro punto de referencia es
que veamos durante el da aviones que pasaban con bastante regularidad, algunos de ellos
de lneas comerciales argentinas y otros de aspecto militar, segn nuestros clculos en
direccin este-oeste.
Nos dejaron con las puertas de los calabozos abiertas.
Una persona nos comunic que al otro da vendra el "Coronel" y le explicara a mam la
razn por la cual estbamos all.
Pas el sbado 19, domingo 20 y lunes 21 y el coronel no llegaba. En esos das que
pasamos sin saber siquiera porqu nos haban detenido, ni dnde estbamos,
imaginndonos el estado de desesperacin de nuestros familiares, especialmente de pap
que nos esperaba en el aeropuerto de Caracas.
En el piso superior al que nos encontrbamos haba ms celdas en las que estaban seis
mujeres jvenes, que manifestaron ser estudiantes universitarias de la ciudad de La Plata,
una de ellas estaba embarazada de seis meses, otra haca dos meses haba tenido un hijo.
Estas muchachas nos dijeron que en las celdas del piso superior al de ellas haba varones,
algunos de ellos esposos y amigos de ellas. Algunos de estos detenidos haca hasta cuatro
meses que se encontraban all. Las muchachas manifestaron que se consideraban
"desaparecidas". Desde el patio donde nos encontrbamos nosotros hablamos con ellas,
pudindolas ver en una oportunidad.
El sistema de vigilancia consista en guardias de 24 horas, a cargo de un llamado "cabo de
guardia" (as lo llamaban los dems detenidos), secundado por dos ayudantes que
mantenan entre ellos un trato tpico militar; estas personas nos traan el desayuno, el
almuerzo y la cena. El almuerzo y la cena generalmente eran un guiso de lentejas con papas
o polenta y un pan. Una vez un guardia nos coment que estbamos comiendo la misma
comida que los soldados. Haba "tres cabos de guardia" o jefes de guardia ya que estuvimos
dos veces con cada uno de ellos en seis das.
En la madrugada del martes 22 de febrero sacaron a mam con los ojos vendados mientras
dormamos y la llevaron a hablar con el que se identific como el "Coronel". Esta persona
le notific a mam que realmente no tena conocimiento de la causa por la cual estbamos
all, dijo que ellos nos haban detenido cumpliendo "rdenes superiores" y por lo poco
informado que estaba, l crea que se trataba de un "problema de documentacin, que se
solucionara en unos das". Tambin le dijo que tendramos que viajar todos a Tucumn
(ciudad del interior donde vivimos durante los ltimos cuatro aos) y que a ella la llevaran
en un avin mientras que a nosotros en tren.
En la maana del siguiente da, mircoles 23, la llevaron a mam a dialogar nuevamente
con un ayudante del Coronel, quien le pregunt dnde habamos estado viviendo en Buenos
Aires, mam le respondi mencionando los nombres de familiares y amigos donde
estuvimos. El ayudante le dijo que haba pensado que era conveniente que nosotros
quedramos con algunas de las familias mencionadas y que ella sola fuera a Tucumn.
As fue como ese mismo da por la noche nos vendaron los ojos a todos y nos ataron las
manos a la espalda, nos subieron a un auto en el que bamos con el conductor y un
acompaante los cinco hermanos, y en otro vehculo que vena junto al nuestro al parecer
llevaban a mam. Anduvimos por espacio de una hora aproximadamente cuando se
detuvieron ambos autos, del otro se baj una persona que al parecer mandaba y habl con
Alfredo Waldo, dicindole que no nos preocupramos, que a mam la llevaran a Tucumn
y en cinco das estara de vuelta para viajar todos juntos a Venezuela. Dicho esto nos
hicieron descender de los autos, siempre con las manos atadas y ojos vendados, dejndonos
al costado de la calle junto a unos bultos de ropa sacadas del equipaje, envueltos en
sbanas; slo nos entregaron las cdulas de identidad y partieron a gran velocidad.
Conseguimos sacarnos las ataduras, siendo que estbamos a 2 cuadras de la casa de una
familia amiga, hacia donde nos dirigimos.
Desde ese momento no volvimos a saber nada de mam. A los pocos das lleg a Buenos
Aires el Presbtero Alfonso Naldi, enviado por Critas Venezolana, con motivo de las
gestiones de nuestro padre. Con el Padre Alfonso y la ayuda de Monseor Emilio Gracelli,
de la Vicara Castrense, conseguimos que la Polica Federal nos extienda nuevos
pasaportes, otorgados el 9 de marzo de 1977. Por intermedio de Monseor Gracelli nos
comunicaron que la Polica Federal no tena conocimiento de nuestra detencin y que en
prontuario de nuestra madre no haba ningn pedido de captura.
2. Los allegados a personas desaparecidas, vale decir, los parientes y amigos cercanos, han
hecho uso prcticamente de todos los diferentes procedimientos legales con el propsito de
conocer el paradero de sus seres queridos. Los recursos ms utilizados han sido el Habeas
Corpus; las denuncias por privacin ilegtima de la libertad ante los tribunales de justicia o
la polica; y las gestiones administrativas a travs de los trmites establecidos en el
Ministerio del Interior.
En todas estas gestiones, muchas veces reiteradas, miles de personas no han obtenido
resultado alguno, por cuanto el Poder Ejecutivo Nacional ha respondido persistentemente
que no se registran antecedentes de detencin, las investigaciones siempre han fracasado y
el Poder Judicial de la Nacin, por regla general, ha rechazado, como se ver ms adelante,
los recursos interpuestos o ha sobresedo en la causa.
Las familias en su angustia han acudido tambin a la jerarqua Catlica y a otras
autoridades religiosas, solicitando su ayuda e intervencin, as como a los organismos
internacionales de proteccin de los derechos humanos, entre ellos, la CIDH, la que ha
recibido millares de denuncias y ha procedido a tramitar los casos individuales, solicitando
del Gobierno las informaciones correspondientes, segn lo establece su propio Reglamento.
3. Es necesario tambin destacar la solidaridad surgida entre los familiares de
desaparecidos, quienes alrededor de las entidades de derechos humanos argentinas han
adelantado una accin coordinada a nivel administrativo y judicial en procura de obtener
una respuesta de las autoridades. Como ejemplo de lo anterior debe sealarse a la
agrupacin "Madres de la Plaza de Mayo", que se reunan todos los jueves frente a la Casa
de Gobierno en demanda de informacin sobre el paradero de sus familiares, en especial de
sus hijos.9
En la entrevista sostenida durante la observacin in loco, una de las madres que habl en
representacin de sus compaeras, entre otros conceptos expres:
Hace ms de dos aos, cuando me ocurri lo que a tantas, dirig yo tambin mis pasos a
Plaza de Mayo, con mi dolor fresco y sin amilanar. Como estos hechos venan ocurriendo
haca tiempo, alentaba la ingenua esperanza de que estbamos llegando al final de este
drama. Como a toda recin venida se me pregunt quin era mi "desaparecido" y cunto
tiempo haca. A mi respuesta quebrada por el llanto: "Una hija y mi yerno...hace un ao",
"A m una hija, era invlida, hace ocho meses...", "A m mis padres y mi hermana...estaba
embarazada". Y entonces, la realidad que yo crea prxima a su fin, la vi proyectarse en
cantidad y en tiempo. Y hoy, aqullas que entonces eran las primeras que haban ido a Plaza
de Mayo, llevan tres aos largos sin saber nada sobre el destino de sus hijos y hay otras que
estn hoy en la punta inicial del espinel. Pero si tener el consuelo y la fortaleza que nos dio
a otras Plaza de Mayo.
En esa rueda haba una palabra rechazada, pero incansablemente repetida "desaparecido".
Ella es sntesis y definicin de nuestra situacin.
Cuando explicbamos a los transentes de Playa de Mayo el sentido de nuestro andar, con
una sorpresa se pona nuestra realidad en la zona nebulosa del mito, nos preguntaban:
"Desaparecidos?", "Pero Uds. Los ven, saben dnde estn..." "No!" "Eso es lo que
queremos saber". "Pero no estn en crceles, no los juzgan?" "No!, esto es lo que
pedimos". Y cada jueves y cada da, cuando se presentaba la ocasin, explicbamos esta
realidad que, por inslita, ni nuestros compatriotas comprendan sino haban sido tocados,
directa o indirectamente, por ella.
EL Gobierno ni caracterizaba la situacin ni pronunciaba la palabra "desaparecido". (Ms
an, en alguna solicitada se nos hizo corregir el texto por incluirla). En las referencias
oficiales a hechos de poltica interna o externa se habl slo de la "guerra sucia o de la
guerra no declarada", considerando que en esta sola referencia estaba la razn suficiente de
su accionar.
La experiencia que nos dio esta lucha diaria, menuda en sus logros, nos hizo madurar.
Comprendimos que "cada caso" era "todos los casos", que de lo individual debamos pasar
a lo genrico. Si todos los casos tenan connotaciones similares poda llegar a darse una
definicin de lo que era un "desaparecido". Es tan nueva esta acepcin de la palabra que al
usarla la encomillamos. Urge pues precisar el trozo de realidad que se cubre con este nuevo
uso del trmino "desaparecido". Y pasar as de la norma al sistema.
Queda ahora abierto el camino para que las instituciones que salvaguardan el cumplimiento
de los derechos humanos puedan pronunciarse, no ya sobre un caso particular, sino sobre la
organizacin de las desapariciones como sistema de represin. En nuestro pas stas se
cuentan por millares. La lista confeccionada por las instituciones humanitarias, slo con los
datos denunciados ante ellas, alcanza a ms de 5.500 desapariciones. ndice que si lo
leemos acompaado de sus respectivos testimonios nos paraliza el pulso por los horrores
que encierran.
Seores Miembros de la Comisin: estamos en presencia de una violacin masiva al
derecho humano por antonomasia: el derecho a la vida que nuestra Constitucin, la
Declaracin Universal de los Derechos Humanos y la Iglesia ponen bajo su salvaguarda.
Seores Miembros de la CIDH, las madres aqu presentes, en nombre de las madres de cada
"desaparecido" ruegan a Uds. que encuentren una solucin viable para este problema.
Que tengan derecho a los archivos de listas; que obtengan las listas de los que se entregaron
voluntariamente (aunque deben darla en secreto a sus familiares); que tengan las listas de
los prisioneros y desaparecidos a las que hace mencin el seor Presidente; que les
entreguen las listas de las personas que las fuerzas conjuntas llevaron a sus cuarteles; que se
entreguen las listas de las personas muertas en enfrentamiento cuyos nombres no han
aparecido en los diarios y cuyos cadveres no fueron entregados a sus familiares.
Repetimos: por favor instrumenten ustedes cuanta medida pueda llevar a traer una solucin
a este pavoroso problema.
Porque cada ciudadano argentino debe tomar conciencia de ella. Unos, lo hemos hecho por
el dolor; otros lo harn por el conocimiento. Pero debemos asimilar esta verdad porque es
nuestro compromiso con las generaciones futuras. Si no quedar por siempre una sombra de
ese valor de la vida, puede decirle al pas: Hemos cumplido nuestra misin. Esa es su nica
y creemos suficiente explicacin. El precio el pas lo conoce y el Ejrcito tambin. Esta
guerra, como todas, deja una secuela, tremendas heridas que el tiempo y solamente el
tiempo, puede restaar. Ellas estn dadas por las bajas producidas; los muertos, los heridos,
los detenidos, los ausentes para siempre. El Ejrcito lo sabe, lo sabe y lo siente, porque no
es inhumano ni insensible... La delincuencia terrorista crey con desmedida soberbia que
asesinando poda quebrar la voluntad de vencer de los hombres de armas y de la inmensa
mayora de la poblacin. Lamentablemente estaba integrada por hombres y mujeres,
circunstancialmente nacidos en este suelo generoso. Se engaaron ellos, engaaron y
ensombrecieron el suelo de su cuna. Engaaron a los suyos, cuya ansiedad ellos provocaron
y nadie hoy puede legtimamente consolar. Esa circunstancia, a no dudarlo, ensancha la
brecha de las secuelas de la guerra, porque las familias afectadas sin culpa, por el dolor son
tambin argentinas. El Ejrcito lo sabe y lo siente. Su nica explicacin es la libertad que la
Patria le encomend asegurar.
7. Anteriores expresiones, unidas a la vivencia obtenida por la Comisin durante la
observacin in loco y el reconocimiento expreso del Gobierno de que la guerra ha
finalizado y de que actualmente existe seguridad y paz en las calles, lleva inevitablemente a
la reflexin de que el Gobierno ahora debera utilizar todos los medios a su alcance para
llevar paz y tranquilidad a las miles de familias que continan preguntndose dnde estn
sus seres queridos.
c) Las respuestas del Gobierno a la CIDH
8. En relacin con la actitud del Gobierno argentino, un acpite especial merecen las
respuestas que ste ha venido dando a las peticiones de informacin que la Comisin le ha
requerido. Por regla general, las notas de respuesta han sido redactadas en algunos de los
siguientes trminos:
Personas que no registran antecedentes de detencin y son objeto de bsqueda policial
centralizada en autoridades del Ministerio del Interior
..........
Personas sobre las que se inicia trmite de investigacin de paradero y eventual situacin
por no registrarse denuncias anteriores a las formuladas por esa Comisin.
...........
Lista de nombres sobre los que no se puede iniciar gestiones por resultar incompletos los
elementos bsicos para comenzar las averiguaciones pertinentes. A los efectos de dar curso
a las investigaciones correspondientes a cada caso, es imprescindible contar con nombres y
apellidos completos, documentos de identidad, domicilio y muy especialmente de tiempo y
lugar en que se produjo la desaparicin, as como otro dato que pueda contribuir al
esclarecimiento del hecho.
9. A partir del mes de octubre de 1978, el Gobierno dej de responder por un largo perodo
a las solicitudes de informacin que sobre casos individuales en trmite requera la
Comisin, contestando, en cambio, nicamente las resoluciones adoptadas por la Comisin.
A partir de agosto de 1979, la Comisin ha venido recibiendo nuevas contestaciones, las
cuales, a pesar de no permitir la ubicacin de los desaparecidos, son ms detalladas que las
anteriores, explicando en muchas de ellas cules han sido las investigaciones efectuadas o
los resultados, regularmente infructuosos, de los recursos de Habeas Corpus presentados
por los familiares y, en algunos casos, proporcionando antecedentes penales o
vinculaciones subversivas de los afectados.
10. A pesar de que en las Resoluciones 315, 371 y 445 adoptadas por la Asamblea General
de la OEA en sus sptimo, octavo y noveno perodos ordinarios de sesiones,
respectivamente, se recomienda a los Estados miembros que cooperen plenamente con la
Comisin, proporcionndole la informacin necesaria para facilitar su labor, el Gobierno
argentino ha respondido, generalmente, a juicio de la Comisin, en forma insatisfactoria y,
en algunos casos, hasta contradictoriamente.10 Tan slo a partir de agosto de 1979 ha venido
proporcionando una informacin ms abundante que la Comisin espera sea expresiva de la
preocupacin del Gobierno por aclarar la situacin de los desaparecidos.
d) El Poder Judicial
11. Los miles de recursos de Habeas Corpus interpuestos ante el Poder Judicial en favor de
los detenidos desaparecidos no han producido resultados efectivos. Inicialmente, ante la
interposicin de tales recursos, los jueces federales solicitaron a las autoridades
correspondientes generalmente el Ministro del Interior, el Jefe de la Polica o los
Comandantes en Jefes de las Fuerzas Armadasun informe para precisar si las personas
estaban o no detenidas bajo alguna jurisdiccin. Como las respuestas sealaban que no se
registraban antecedentes de detencin, los tribunales optaron por rechazar los recursos.
Posteriormente, los denunciantes, a medida que obtenan mayores elementos de juicio que
hacan presumir la intervencin de fuerzas estatales en los operativos a que se ha hecho
mencin en este Informe, fueron presentando mayores pruebas en los recursos. A pesar de
ello, los resultados continuaron siendo negativos, sin que el Poder Judicial asumiera un rol
ms activo en la investigacin de la situacin de detenidos desaparecidos. En algunas
oportunidades los tribunales competentes optaron por remitir los casos a los jueces de
instruccin con el fin de iniciar procesos por privacin ilegtima de la libertad, pero este
camino tampoco result fructfero en la solucin del problema y la gran mayora de las
causas han finalizado en un sobreseimiento provisional debido a la dificultad con que se
encontraban los jueces al no obtener los debidos informes de las autoridades militares o
policiales.
12. Esta lenta evolucin ha sufrido ltimamente un cambio a travs de algunos fallos
emitidos por la Corte Suprema, como el recado en la causa de Ins Ollero, y en las tres
causas caratuladas "Prez de Smith y otros", en especial en el ltimo de los fallos de 21 de
diciembre de 1978. En esa oportunidad el mximo tribunal de la justicia expuso las razones
de su incompetencia para conocer la situacin en referencia; pero sin embargo anot:
poderes han de brindar toda su asistencia a los rganos del Poder Judicial, para que stos
puedan hacer efectivos los derechos y garantas instituidos por el citado Estatuto.
Que dado que la privacin de justicia antes mencionada obedece a causas ajenas a las
funciones y competencia especficas de los magistrados quienes no estn en condiciones de
remediarla por su mera actividad jurisdiccional, esta Corte considera un deber inexcusable
ponerla en conocimiento del Poder Ejecutivo Nacional yexhortarlo urja las medidas
necesarias a su alcance a fin de crear las condiciones requeridas para que el Poder Judicial
pueda llevar a cabal trmino la decisin de las causas que le son sometidas, en salvaguarda
de la libertad individual garantizada por la Constitucin Nacional, sin que ello importe,
desde luego, preterir los objetivos de unin nacional, paz interior y defensa comn
perseguidos tambin por la voluntad constituyente de la que no es lcito se desve el poder
constituido.11
13. A raz de este fallo innumerables recursos de Habeas Corpus volvieron a presentarse,
tropezando con dificultades en los jueces de primera instancia, quienes continan
recibiendo los mismos informes del Poder Ejecutivo, lo que hace que la va judicial para los
detenidos desaparecidos contine siendo inoperante.12
La Corte Suprema de Justicia ha reconocido la existencia de la privacin de justicia al no
poder cumplir los jueces de los tribunales de las jurisdicciones correspondientes con el
mandato que les confiere la Constitucin, por circunstancias que escapan al control del
Poder Judicial de la Nacin y ha urgido al Poder Ejecutivo que disponga de las medidas
necesarias para ejercer con efectividad el derecho, garantizndose as a los ciudadanos una
respuesta adecuada a sus peticiones que permita esclarecer la situacin de los
desaparecidos.
As, pues, el recurso de Habeas Corpus, elemento bsico para el respeto de la integridad de
la persona humana, no ha tenido frente a las personas desaparecidas una efectiva vigencia.13
e) La opinin pblica
14. A pesar de la importancia y significado que encierra este problema, el estado de la
informacin pblica no ha permitido que dentro del mismo pas exista una conciencia
generalizada de las implicaciones de lo ocurrido.
Inicialmente, la mayora de los peridicos se negaron a publicar noticias que hicieran
referencia al tema e inclusive llegaron a negar la reproduccin de avisos pagados que
mencionaran en su redaccin la palabra "desaparecidos". Sin embargo, como consecuencia
de los numerosos reclamos y de la persistencia de las entidades de defensa de los derechos
humanos, se han publicado algunas solicitadas, denuncias y listas concretas de personas
desaparecidas.
15. Algunos peridicos con ocasin de la visita de la Comisin expresaron su preocupacin
por el tema, anotando la necesidad de resolverlo y sealando que en el campo de los
derechos humanos el fenmeno de los desaparecidos constituye la mayor preocupacin. La
Comisin pudo palpar durante la visita cierta indiferencia y en ciertos casos hasta
familiares, ni los Obispos que tantas veces han intercedido, informacin alguna sobre
ellos;14
17. Durante la observacin in loco, la Comisin se entrevist con el Presidente de la
Conferencia Episcopal, Cardenal Ral Primatesta, quien expres que en documentos de la
Iglesia Catlica Argentina se haba destacado su preocupacin por el problema, a efecto de
que haya un esclarecimiento de esos hechos.
18. Es importante, asimismo, evocar las expresiones de preocupacin que sobre el
problema de los desaparecidos en la Argentina, present su Santidad el Papa Juan Pablo II,
el da 28 de octubre de 1979, en una alocucin ante ms de 70.000 feligreses, despus de
haber recibido a los Obispos argentinos.
sin identificar en enfrentamientos, muertos ajusticiados entre los mismos terroristas, que se
enjuiciaban entre s, personas que salieron clandestinamente al exterior, y otras que se
encuentran en la clandestinidad en el propio pas para actuar contra la seguridad del Estado.
El Ministro de Justicia en la entrevista con la Comisin, contestando observaciones acerca
de la intervencin del Ministerio Pblico, de que el procedimiento no es contencioso y de
que el plazo se considera breve, expres que los redactores de la ley lo hicieron con sentido
humanitario por los problemas que se han presentado en relacin a los desaparecidos, y que
sus fines son tan slo patrimoniales, ya que la Ley est hecha para terceros, para los
familiares. Agreg que la sentencia es de aquellas que la doctrina seala como de "en
cuanto ha lugar a derecho", es decir, en tanto no se demuestre lo contrario; pero no excluye
bajo ningn punto de vista que si el sujeto vive la sentencia no caiga. Evidentemente dijo
est previsto que un fiscal por cualquier circunstancia inicie la accin, pero quien desee
interponer un recurso de Habeas Corpus puede hacerlo. Reiter que la sentencia no declara
sino en cuanto ha lugar a derecho, la muerte de la persona, y en lo que concierne a que se
elimine la intervencin del Ministerio Pblico, que tal inquietud l la llevara al seor
Presidente de la Repblica.
El Ministro del Interior, General Albano Harguindeguy, respondi a inquietudes de la
Comisin sobre el tema, expresando que l sabe de la reaccin mundial ante la Ley sobre
presuncin de fallecimiento, refiri en forma amplia antecedentes que sobre esta materia
recoge el derecho positivo de Argentina. Manifest, adems, que el juicio tiene tan slo un
efecto social, no coarta que se contine con los Habeas Corpus y con los dems trmites, y
que lo que se ha pretendido al establecerse que el procedimiento no es contencioso, es que
debe seguirse aqul que marca la Ley, la cual fue promulgada para dar solucin a los
problemas familiares y sociales que se presentaban a las personas que crean ser vctimas de
esta situacin, y que por ello lo nico que se pretendi fue acortar los trminos para hacer
ms rpido el procedimiento. Asimismo, el Ministro del Interior expres que, en cuanto a la
intervencin de oficio del Estado, a travs del Ministerio Pblico, sta nunca se ejercera
arbitraria o abusivamente, sino slo en circunstancias muy excepcionales. Finalmente, el
Ministro del Interior entreg a la Comisin un documento que contiene un estudio al
respecto, el cual fue hecho pblico por el Gobierno argentino el 21 de septiembre de 1979
con el carcter de "Fundamentos de la intervencin del Estado en la materia que rige la Ley
22.068".
d) Los Fundamentos de la Ley sobre Presuncin de Fallecimiento por Desaparicin,
segn el Gobierno
10. El documento entregado a la Comisin por el Ministro del Interior, a que se ha hecho
referencia, contiene lo que a juicio del Gobierno argentino constituyen los fundamentos de
la Ley 22.068, los cuales, en forma resumida, son bsicamente los siguientes:
i) La posibilidad de que el Estado intervenga para iniciar el procedimiento de ausencia con
presuncin de fallecimiento, se fundamenta en la necesidad de dar solucin a los casos de
menores, hurfanos o desamparados, cuyos padres pueden haber fallecido en acciones de
carcter subversivo. No slo pueden existir bienes a nombre de los padres fallecidos, sino
tambin que la declaracin de ausencia con presuncin de fallecimiento ser condicin
ineludible para que se abran, en favor de los menores, los eventuales derechos de previsin
social que la ley les otorga.
ii) La Ley N 14.394 de 1954, dispona que "cuando una persona hubiere desaparecido del
lugar de su domicilio o residencia, sin que de ella se tenga noticias y sin haber dejado
apoderado, podr el juez, a instancia de parte interesada, designar un curador de sus bienes
siempre que el cuidado de stos lo exigiere""y estableca, adems, que ""podrn pedir la
declaracin de ausencia y el nombramiento de curador el Ministerio Pblico y toda persona
que tuviere inters legtimo respecto de los bienes del ausente". El Ministerio Fiscal
representa al Estado y ejerce las acciones judiciales que a l le competen.
iii) La intervencin del Estado en este tipo de situaciones es prcticamente universal en la
legislacin comparada.
iv) La Ley 1893 de Organizacin de los Tribunales, seala que corresponde a los agentes
fiscales intervenir en todo asunto en que haya inters fiscal y en todos los dems asuntos en
los que el Ministerio Pblico deba ejercer funciones segn lo dispongan los cdigos de
fondo. Uno de los aspectos esenciales donde debe intervenir el Ministerio Pblico, en
representacin del Estado, es en los juicios referentes a las personas individuales y a los
derechos de familia.
v) La Ley 14.394 dispone que "la ausencia de la persona del lugar de su domicilio,
residencia en la Repblica, haya o no dejado apoderado sin que de ella se tenga noticias por
el trmino de tres aos, causa la presuncin de su fallecimiento". La Ley sancionada
recientemente abrevia el plazo con respecto al rgimen comn, partiendo de la presuncin
ms convincente de la vinculacin de la ausencia con los hechos terroristas acaecidos en el
pas. El Artculo 24 de la Ley 14.394 habilita a solicitar la declaracin de ausencia con
presuncin de fallecimiento a "todos los que tuvieren algn derecho subordinado a la
muerte de la persona de que se trate".
vi) Universalmente se le reconoce al Estado un inters fundamental sobre toda esta materia
y la legitimacin del Ministerio Pblico para actuar en estos casos no es sino la
consagracin de ese principio. El juez es quien en definitiva, acepta o rechaza la accin
promovida. La declaracin de ausencia con presuncin de fallecimiento no implica una
declaracin definitiva e irrecurrible, y la propia ley comn establece qu es lo que ocurre
cuando el ausente reaparece, en qu forma quedan sin efecto las medidas adoptadas
respecto a su patrimonio y cul es el resultado de las relaciones de familia.
vii) El Cdigo Civil argentino, en sus Artculos 110 a 125, sustituidos por la Ley 14.394, ya
estableca el rgimen de la ausencia con presuncin de fallecimiento. El Artculo 113 de
dicho Cdigo dispona que "pueden pedir la declaracin judicial del da presuntivo del
fallecimiento el cnyuge del ausente, los presuntos herederos legtimos... el Ministerio
Fiscal y el Cnsul respectivo si el ausente fuese extranjero".
viii) Se hace referencia al Cdigo Civil suizo, que en su Artculo 35 establece que "si el
fallecimiento de una persona desaparecida en peligro de muerte o del cual no se tenga
noticia despus ... el juez puede declarar la ausencia por requisitoria de aquellos que tienen
derechos subordinados a su deceso" y se indica que tal frmula ha sido utilizada, al igual
que en Argentina, por la gran mayora de los legisladores del mundo.
ix) Se expresa que todas las legislaciones actualmente en vigor contemplan y regulan la
institucin de la declaracin de ausencia con presuncin de fallecimiento.
x) Todas las decisiones que recaen en los procedimientos relativos a la declaracin de
ausencia con presuncin de fallecimiento o de presuncin de fallecimiento simplemente, no
producen efecto de cosa juzgada, por no derivar de un juicio contradictorio propiamente
dicho, y puede volverse sobre el asunto cuantas veces sea necesario.
xi) La declaracin judicial hecha por un Juez en lo Civil sobre la presunta muerte de una
persona, no implica en modo alguno que sus familiares no puedan iniciar o continuar
acciones de tipo penal para lograr la investigacin sobre la desaparicin de dicha persona,
ni implica que se vean privados de la va del Habeas Corpus, en caso de considerar que
dicha persona se encuentra detenida. Ambos procedimientos se mantienen inclumes frente
a una declaracin judicial de esa naturaleza, la cual solamente tiene efecto de carcter civil.
e) La opinin de la Comisin
11. La Comisin ha analizado objetivamente los documentos que ha recibido del Gobierno
de Argentina y aquellos que le han sido presentados por sectores vinculados con el
problema de los desaparecidos. Sobre la base de tales documentos y del examen mismo que
la Comisin ha hecho de las leyes en referencia, quisiera adelantar una opinin sobre esta
importante materia.
La cuestin fundamental, a juicio de la CIDH, es la averiguacin y oportuna comunicacin
a los familiares de la situacin en que se encuentran las personas desaparecidas. Es
necesario establecer con toda certeza si estas personas viven o han muerto; si estn vivas,
dnde se encuentran, y si han muerto, dnde, cundo y en qu circunstancias perdieron la
vida y dnde fueron inhumados sus restos.
12. Hecha esta fundamental precisin, la Comisin quisiera agregar que las leyes mismas,
especialmente la N 22.068, no dejan de causarle ciertas preocupaciones, con
independencia de los criterios que han sido esgrimidos para fundamentarlas o del
compromiso que ante ella, a travs del Ministro del Interior, asumi el Gobierno de que no
seran nunca aplicadas arbitraria o abusivamente.
Preocupa a la Comisin, por ejemplo, que en los casos en que el Estado, de acuerdo al
Artculo 2 de la Ley 22.068, se encuentra legitimado para promover la accin de
declaracin de muerte presunta por intermedio del ministerio pblico se pudiese excluir
cualquier oposicin a tal gestin, como podra ser la del cnyuge o la de los padres del
desaparecido, especialmente si se considera que el procedimiento no tiene carcter
contencioso y se interpreta que, en ese caso, la accin es privativa del Estado.
Igualmente no deja de causarle inquietud el que con posterioridad a la sentencia judicial los
familiares del desaparecido no pudiesen intentar proseguir acciones de carcter penal o
recurrir alHabeas Corpus con el fin de investigar la desaparicin. Tal posible interpretacin
encuentra asidero en virtud del carcter declarativo de la sentencia de fallecimiento
presunto, lo que podra significar que dichos familiares ya no tendran derecho a accionar
en nombre de quien es legalmente considerado como fallecido.
13. La Comisin confa en que tales interpretaciones no encuentren asidero en la prctica.
Pero sera deseable que en la propia ley se dejase constancia expresa de ello; y espera que
esas leyes, que significan un explcito reconocimiento oficial de la existencia del problema
de los desaparecidos, jams puedan llegar a obstaculizar la necesaria investigacin de este
dramtico problema que, tarde o temprano, el Gobierno y las Fuerzas Armadas debern
encarar.
En tal sentido, la Comisin no puede sino adherir al siguiente prrafo de la Resolucin 445,
adoptada por el noveno perodo ordinario de sesiones de la Asamblea General de la OEA:
3. Exhortar a los Estados en los que hayan desaparecido personas para que se abstengan de
dictar o aplicar leyes que pudieran dificultar la investigacin de tales desapariciones.
presuncin de que quienes intervenan obraban con la plenitud operativa que es propia del
uso de la fuerza pblica".
En la referida lista no se incluye a las personas cuyas familias no han presentado un
testimonio ante las entidades que la confeccionaron, por lo que, en concepto de stas y de la
Comisin no abarca a la totalidad de los desaparecidos.
Durante la entrevista que la Comisin celebr con el General Harguindeguy, ste seal
que el Ministerio a su cargo haba analizado cuidadosamente la lista en referencia y que de
la nmina que en ella se contiene se haban denunciado la desaparicin al Ministerio del
Interior de 3.447 personas; 2.092 figuraban sin antecedentes; 172 nombres estaban
repetidos; 16 personas se encontraban actualmente detenidas a disposicin del Poder
Ejecutivo Nacional; 73 haban aparecido bajo diversas circunstancias; y 18 haban
fallecido.
4. Cualquiera que, en definitiva, sea la cifra de desaparecidos, su cantidad es impresionante
y no hace sino confirmar la extraordinaria gravedad que reviste este problema.
Por otra parte, la falta de aclaracin del problema de los desaparecidos ha afectado a
numerosas familias de la comunidad argentina. La incertidumbre y privacin de todo
contacto con la vctima ha creado graves trastornos familiares, en especial en los nios que,
en algunos casos, han sido testigos de los secuestros de sus padres y los maltratos de que
stos fueron objeto durante los operativos. Muchos de esos nios no volvern a ver nunca a
sus padres y heredarn as, por el recuerdo de las circunstancias de su desaparecimiento,
una serie de trastornos psicolgicos.
Por otro lado, numerosos hombres y mujeres entre los 18 y 25 aos, estn siendo afectados
por la angustia y la marcha del tiempo sin conocimiento de la suerte de sus padres y
hermanos.
Los cnyuges, los hombres y mujeres que han sido violentamente separados, viven en
medio de graves perturbaciones afectivas, acentuadas por los diversos problemas
econmicos y jurdicos que tal separacin les depara. Hay muchos hombres o mujeres que
no saben actualmente si son viudos o casados. Muchos de ellos, no recuperarn la paz, la
armona o la seguridad en s mismos por el desgaste que les ha producido el tratar de llevar
adelante un hogar donde cada da se siente la ausencia fsica y moral del padre o de la
madre.
Estos y otros problemas no pueden ser resueltos mientras no se aclare definitiva y
responsablemente la situacin de todas esas miles de personas desaparecidas.
5. La Comisin tom especial inters en agotar todas las posibilidades para conocer, a
ciencia cierta, la verdad de la situacin actual de "los desaparecidos". Al efecto, inquiri en
los establecimientos penitenciarios, militares, en los registros de cementerios, en el centro
de resocializacin, y en todos aquellos lugares en donde pudo presumir que exista
posibilidad de que se encontrasen internados, o hubiesen sido inhumados, las personas
Notas
8 Vase pgina N 89.
10 Como ejemplo de este tipo de respuestas pueden citarse el caso que afecta a Nlida Azucena de Forti (Caso 2271) que fue analizado anteriormente y el
caso 2209 referente a Mnica Mara Candelaria Mignone. Segn la respuesta del Gobierno a dicho caso, contenida en la nota de respuesta de 29 de septiembre
de 1977, la Srta. Mignone se encontraba dentro de las "Personas sobre las que se inicia gestiones para determinar su paradero pues las autoridades nacionales
no registran denuncias de desapariciones anteriores a las presentadas por la Comisin Interamericana de Derechos Humanos". Sin embargo, el reclamante
demostr documentadamente a la Comisin haber requerido noticias de ella al Ministerio del Interior, el Ministerio de Defensa, a los Comandos en Jefe del
Ejrcito, la Armada y la Aeronutica, la Polica Federal, la Polica de la Provincia de Buenos Aires, la Gendarmera Nacional y la Prefectura Martima. Ante
esa evidencia, el Gobierno, un ao y medio ms tarde, por nota de 27 de febrero de 1979, reconoci su error, pero sin llegar a proporcionar ningn antecedente
sobre la situacin o el paradero de Mnica Mara Candelaria Mignone.
11 La Comisin ha recibido informes recientes acerca de una nueva presentacin ante la Corte en el caso "Prez Smith y otros". A la fecha de aprobacin de
este Informe no se ha conocido la decisin de la Suprema Corte. En esa nueva informacin se seala que el Poder Ejecutivo, transcurrido un ao y medio, no
ha hecho saber a la Corte cules han sido las medidas adoptadas para esclarecer la situacin de los "desaparecidos".
12 El Caso de Ins Ollero (Caso 4326) es para la Comisin un ejemplo bastante significativo. Este caso ser analizado por la Comisin con mayor extensin
en la parte correspondiente al Recurso de Habeas Corpus del Captulo VI.
13 Este problema volver a ser analizado en el Captulo VI cuando se trate el recurso de Habeas Corpus.
14 Conferencia Episcopal Argentina. Los Caminos de la Paz. Buenos Aires. Editorial Claretiana y Ediciones Don Bosco, 1978. Pgs. 18 y 19 (Maestros de la
Fe, 31).
15 Los Artculos del 28 al 32 de la Ley 14.394 regulan los procedimientos judiciales relacionados exclusivamente con la liquidacin de los bienes del presunto
fallecido y la habilitacin de su cnyuge para contraer nuevo matrimonio, quedando disuelto el vnculo nupcial anterior. La Ley 14.394 modific y derog en
determinadas disposiciones el Cdigo Civil de 1 de enero de 1871 relativo al rgimen legal sobre "las personas ausentes con presuncin de fallecimiento". La
Ley 22.068, en cuanto a efectos civiles, no contiene ninguna disposicin expresa, nicamente la remisin en ese aspecto a la Ley 14.394.
16 El Artculo 3 de la Ley 22.062 establece lo siguiente: "En los supuestos previstos en la presente ley la pensin, o la prestacin no contributiva en su caso,
se abonar a partir del da siguiente al del ltimo da de los primeros SEIS (6) meses de ausencia. Transcurrido el plazo de TRES (3) aos desde el momento
en que se comenz a percibir la pensin o la prestacin no contributiva, ser requisito para continuar en el goce del beneficio, acreditar la promocin del
trmite judicial para declarar la presuncin de fallecimiento del ausente, con arreglo a la Ley 14.394"; el Artculo 4 de la misma Ley dispone que: "Si
posteriormente se acreditare la muerte del ausente o se declarare judicialmente su fallecimiento presunto, la pensin o prestacin no contributiva se reliquidar
en funcin de la fecha de la muerte o del da presuntivo de fallecimiento fijado judicialmente, sin perjuicio de la aplicacin, si correspondiere, de las normas
atinentes a prescripcin. Si acordada la pensin o prestacin no contributiva en los trminos de esta ley se presentare el ausente o se tuviere noticia cierta de su
existencia, aqulla se extinguir".
17 Posteriormente, en noviembre de 1979, aproximadamente 700 familiares de desaparecidos presentaron al Juez Nacional en lo Civil y Comercial Federal
una demanda contra el Gobierno de la Nacin Argentina, "tendiente a obtener que se declare por el Poder Judicial de la Nacin Argentina la
inconstitucionalidad total de la norma 22.068...". Igualmente en dicha demanda se ha solicitado que: "se dicte medida de no innovar a fin de suspender la
posible aplicacin de la norma y hasta tanto el poder jurisdiccional se expida sobre la validez o repugnancia constitucional de la misma".
18 Esta profunda conviccin moral se robustece con los conceptos contenidos en el discurso de despedida pronunciado en la Junta Interamericana de Defensa,
por el Jefe de la Delegacin de Argentina ante la misma, General de Divisin Santiago Omar Riveros, el 24 de enero de 1980, algunos de los cuales son los
siguientes:
"... Hicimos la guerra con la doctrina en la mano, con las rdenes escritas de los Comandos Superiores, nunca necesitamos, como se nos acusa, de organismos
paramilitares, nos sobraba nuestra capacidad y nuestra organizacin legal para el combate frente a fuerzas irregulares en una guerra no convencional... Es
simplemente no conocer o no saber que esta guerra nuestra la condujeron los Generales, Almirantes y Brigadieres en cada fuerza. No fue conducida por un
dictador o dictadura alguna como se pretende confundir a la opinin pblica mundial. La guerra fue conducida por la Junta Militar de mi Pas a travs de los
Estados Mayores...".
19 La Comisin ha recibido informaciones que las siguientes personas han sido detenidas y posteriormente desaparecidas durante el curso del ao 1979:
ABRUZZESE, Julio Csar, detenido el 11 de abril; ABRALES, Hctor, detenido el 22 de enero; AGUILERA, Horacio, detenido el 9 de enero; BARREIRO,
Roberto Marcelo, detenido el 12 de marzo; BEITONE, Noem Graciela, detenida el 13 de mayo; JARA DE CABEZAS, Telma, detenida el 30 de abril;
MANZA, Julio Martire, detenido el 8 de enero; MARRERO, Mario, detenido el 20 de abril; MALOSOWKY, Hugo Armando, detenido el 13 de mayo;
MARTNEZ, Hctor, detenido el 5 de febrero; MOLINA, Donaldo David, detenido el 8 de enero; PAREDES de BARREIRO, Mara Rosa, detenida el 12 de
marzo; PREZ BRANCATO, Jorge, detenido el 13 de mayo; PREZ, Carlos Alberto, detenido el 13 de mayo; PRADO, Angel Alberto, detenido el 3 de
enero; RODRGUEZ, Elvio Jos, detenido el 23 de abril; RODRGUEZ, Juan Antonio, detenido el 8 de enero; RODRGUEZ, Mario, detenido en marzo;
RODRGUEZ, Mario Germn, detenido el 6 de enero; ROMOLI, Ana Mara, detenida el 7 de enero; SASSO, Mario Antonio, detenido el 4 de enero;
SCHIPANI de SASSO, Norma Alicia, detenida el 4 de enero; SILBER de PREZ, Mirtha, detenida el 13 de mayo; SIUCA de RUIZ, Palmira Amelia,
detenida en enero; SZNAIDER, Jorge Vctor, detenido el 13 de mayo.
20 Se trataba de la familia Gonzlez Castao. El 13 de septiembre de 1979, en horas de la noche, un nmero aproximado de veinte hombres vestidos de civil
penetraron en el domicilio de dicha familia ubicado en Ituzaing 4640 Munro, Capital Federal, llevndose encapuchada a la seora Mara Consuelo Castao
de Gonzlez y a sus hijas menores, Delia Teresa de 5 aos, Eva Judith de 4 aos y Mariana de 3 aos,. Segn la denuncia recibida el marido y padre Regino
Adolfo Gonzlez desapareci, sin vrsele salir de su domicilio, desconocindose su actual paradero.
El ltimo da de la observacin in loco de la Comisin, las autoridades informaron a sta que la seora Castao de Gonzlez y sus hijas efectivamente haban
sido detenidas en el operativo sealado; pero que, despus de los interrogatorios del caso, seran dejadas en libertad. Pero anteriormente, en el recurso de
Habeas Corpus, las autoridades requeridas informaron, como en todos los casos, que la vctima no se encontraba detenida. En cuanto al seor Regino
Gonzlez se inform que ste era un dirigente montonero y que se desconoca su paradero.
Posteriormente, la Comisin fue informada de que las hijas menores haban sido entregadas en custodia a sus abuelos; que un Consejo de Guerra haba
condenado a 18 aos de prisin por sus "actividades terroristas" a Mara Consuelo Castao de Gonzlez y que sta, hasta la fecha de la aprobacin del
presente Informe, no ha podido ser visitada por ningn familiar o abogado defensor. En cuanto a Regino Adolfo Gonzlez, contina desaparecido sin que ste
haya establecido contacto alguno con ninguno de sus familiares.
El caso de la familia Gonzlez Castao se encuentra registrado en la Comisin bajo en nmero 4600.
Captulo IV
El derecho a la libertad 1
Informe de la CIDH - 14 de Diciembre de 1979
A. Consideraciones Generales
1. En el Prembulo de la Constitucin de la Nacin Argentina se consagra como uno de los
objetivos de la carta fundamental, "asegurar los beneficios de la libertad, para nosotros,
para nuestra posteridad, y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo
argentino".
Asimismo, en el Artculo 15 de la Carta Fundamental se estipula que en la Argentina no hay
esclavos y se condena como crimen toda venta o compra de personas. En su Artculo 28, se
establece que nadie puede ser arrestado sino en virtud de orden escrita de autoridad
competente.
El Artculo 23 del ordenamiento constitucional, precisa que durante la vigencia del Estado
de Sitio, se suspenden las garantas constitucionales; pero el Presidente de la Repblica no
podr condenar por s, ni aplicar penas, pudiendo solamente, respecto de las personas
comprometidas en las causas que originan la declaratoria del Estado de Sitio, arrestarlas, o
trasladarlas de un punto a otro de la nacin, si ellas no prefiriesen salir fuera del territorio
argentino.
2. A partir de la llegada al poder del actual Gobierno, se han dictado normas que afecten el
derecho a la libertad.
Entre esas disposiciones restrictivas cabe sealar, en primer lugar, el Estatuto del 18 de
junio de 1976 referente a la conducta de las personas responsables de lesionar los supremos
intereses de la Nacin, por el cual se establece que la Junta Militar de Gobierno determinar
a quines es aplicable el Estatuto y las medidas a tomar; dentro de stas, figura la
internacin en el lugar que determine el Poder Ejecutivo Nacional mientras las personas
estn a su disposicin.
Posteriormente, se dict el Acta Institucional de 1 de septiembre de 1977, mediante la cual
se dispone en su Artculo Tercero, que "el arresto dispuesto por el Presidente de la Nacin
en ejercicio de las facultades que le confiere el Artculo 23 de la Constitucin Nacional,
podr cumplirse:
a) En establecimiento penal o carcelario.
civil o militar y, sin embargo, siguen detenidos a rdenes del Poder Ejecutivo. Lo mismo
acontece cuando las personas han cumplido la condena y a pesar de ello continan
detenidas sine die. En todos estos casos, debe entenderse que si bien el Artculo 23 de la
Constitucin Nacional otorga al Presidente de la Repblica la facultad de ordenar la
detencin de personas cuando considere que constituye un peligro para el orden pblico, sin
embargo este poder no puede ser discrecional sino que debe estar limitado al tiempo
necesario para investigar los antecedentes y luego poner a dicha persona a la orden de la
justicia civil o militar competente, segn el caso. Sostener que el Poder Ejecutivo puede
prolongar indefinidamente la detencin de una persona, sin sujetarla a proceso legal
implicara convertirlo en Poder Judicial y terminar as con la separacin de los Poderes
Pblicos que es una caracterstica del sistema democrtico.
La Corte Suprema de Justicia y la Cmara Federal de Apelaciones en lo Criminal y
Correccional de la Capital Federal, en varias sentencias han reiterado la opinin de que se
debe utilizar el criterio de la "razonabilidad" para determinar si la detencin es o no
indefinida y sin justificacin y si la persona ha podido ejercer su derecho de defensa. En
este sentido han exhortado a los jueces a que pidan informes a las autoridades competentes
no slo de las diligencias efectuadas para indagar la situacin de los desaparecidos, sino
tambin para verificar si existen o no cargos concretos en contra de las personas detenidas a
disposicin del Poder Ejecutivo Nacional.
Se seala, asimismo, como flagrante violacin de los derechos humanos el trato recibido
por el Diputado Amaya y por el Dr. Solari durante el tiempo de prisin. Como consecuencia
de los golpes y torturas que se suministraron el diputado Amaya hall la muerte y la salud
del Dr. Solari sufri un serio deterioro.
14. Mediante nota de 4 de agosto de 1978, la Comisin transmiti al Gobierno de Argentina
las partes pertinentes de la informacin adicional suministrada por los denunciantes. Hasta
la fecha el Gobierno no ha respondido.
CONSIDERANDO:
1. Que a la luz de los antecedentes arriba mencionados se desprende que el seor Hiplito
Solari Yrigoyen fue detenido y torturado por las autoridades argentinas;
2. Que el Gobierno de Argentina en nota de 11 de enero de 1977, expres a la Comisin que
informara oportunamente cuando el Dr. Solari fuera llamado a comparecer ante los
tribunales de la Nacin, sin que hasta la fecha tal informacin haya sido suministrada.
3. Que el seor Solari Yrigoyen, por falta de garanta a la integridad y seguridad de su
persona, se vio obligado a abandonar el territorio de su patria y fue autorizado para tal fin
por el Gobierno mediante decreto Ejecutivo 1098 de 1977.
LA COMISIN INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS,
RESUELVE:
1. Observar al Gobierno de Argentina que tales hechos constituyen gravsimas violaciones
al Derecho a la libertad, a la seguridad e integridad de la persona (Art. I); al Derecho de
residencia (Art. VIII); al Derecho de Justicia (Art. XVIII); y al Derecho de proteccin
contra la detencin arbitraria (Art. XXV) de la Declaracin Americana de los Derechos y
Deberes del hombre.
2. Recomendar al Gobierno de Argentina: a) que disponga una investigacin completa e
imparcial para determinar la autora de los hechos denunciados; b) que de acuerdo con las
leyes de Argentina, sancione a los responsables de dichos hechos, y c) que informe a la
Comisin, dentro de un plazo mximo de 30 das, sobre las medidas tomadas para poner en
prctica las recomendaciones consignadas en la presente Resolucin.
3. Comunicar esta Resolucin al Gobierno de Argentina y a los denunciantes.
4. Incluir esta Resolucin en el Informe Anual a la Asamblea General de la Organizacin de
los Estados Americanos de conformidad con el Art. 9 (bis), inciso c, iii. Del Estatuto de la
Comisin.
Este Gobierno aprecia en alto grado el empeo puesto de manifiesto, en todo momento y
circunstancia, por esa Comisin Interamericana en la proteccin y defensa de los derechos
humanos y su accesibilidad a las denuncias e informaciones que se le hacen llegar en el
mbito de sus funciones, as como el esmero demostrado por esclarecer cabalmente las
situaciones elevadas a su criterio y juicio.
Ello nos conduce a una justificada expectativa de que se evalen los cargos que se tuvieran
como antecedentes de la resolucin 18/78 cargos no siempre veraces o notablemente
enderezadosas como las informaciones que ut supra quedan consignadas.
Estima el Gobierno argentino que estas ltimas configuran pautas de referencia veraces y
documentadas que tornan factible e imperiosa una revisin de los trminos de los tres
considerandos de la resolucin mencionada e incluso, y en consecuencia de lo anterior, de
los puntos de la propia resolucin.
En relacin con las observaciones del Gobierno argentino respecto al caso del ex-Senador
Hiplito Solari Yrigoyen, la Comisin considera que no hay mrito para revocar la citada
Resolucin 2088A por las siguientes razones:
a) El secuestro del Sr. Hiplito Yrigoyen presenta las mismas caractersticas de la mayora
de operativos militares que se practicaron en Argentina por fuerzas que actuaban con
conocimiento de las autoridades del Gobierno.
b) Si bien el Sr. Solari Yrigoyen no denunci a las autoridades argentinas las torturas de que
fue objeto, sin embargo es un hecho evidente que no existan garantas suficientes para
formular tales denuncias. La Corte Suprema de Justicia en el caso "Prez de Smith y otros"
afirm que exista una efectiva privacin del derecho de justicia por causas ajenas al Poder
Judicial.
c) Si bien el Gobierno dice que el 30 de agosto de 1976 la Polica Federal logr la
liberacin del Sr. Solari Yrigoyen, sin embargo no disfrut de la libertad ya que fue
conducido a una dependencia judicial y el 1 de septiembre de 1976 mediante Decreto 1878
fue puesto a disposicin del PEN quedando detenido hasta que se le concedi la opcin
para salir del pas.
d) Se afirm que el Sr. Solari Yrigoyen estuvo vinculado a actividades subversivas, pero en
un proceso que se le abri fue sobreseido y sin embargo sigui detenido sin cargos hasta
cuando se le otorg la opcin para salir del pas; y
e) El mismo Gobierno de Argentina en su respuesta a la Comisin reconoce que si el doctor
Solari Yrigoyen regresa lcitamente a Argentina seguir detenido a menos que se deje sin
efecto su arresto, lo que significa violacin al derecho de residencia, mxime cuando el
doctor Solari fue sobresedo por el Juzgado Federal de Primera Instancia y no tiene proceso
en su contra.
4. Caso 2353 - Jorge Alberto Taiana
de un ao, ello es totalmente falso y a la vez que contradictorio, por cuanto de lo contrario
no tendra explicacin, que hubiera podido por s misma ejercitar el derecho de opcin
citado.
La CIDH contina la consideracin de este caso.
6. Caso 2127 - Gustavo WESTERKAMP
La Comisin adopt sobre este caso una Resolucin en su 46 Perodo de Sesiones. Los
antecedentes del caso expresan lo siguiente:
1. En comunicacin de noviembre 17 de 1976, la Comisin recibi una denuncia acerca de
la detencin, prisin y malos tratos del seor Gustavo Westerkamp, por parte de las
autoridades argentinas.
2. El Gobierno de Argentina, ante un pedido verbal de la Secretara Ejecutiva de la CIDH,
adelant la informacin del caso, por nota de 4 de febrero de 1977, comunicando lo
siguiente:
Con respecto al caso del ciudadano argentino Gustavo Westerkamp el mismo se encuentra a
disposicin del Poder Ejecutivo Nacional por Decreto 3076 del 23.10.75, en razn de estar
involucrado en actividades que afectan la paz interior y los intereses esenciales del Estado.
3. La Comisin, en nota de 24 de mayo de 1977, transmiti al reclamante las partes
pertinentes de la respuesta del Gobierno de Argentina, solicitndole en la misma que
formulara observaciones a dicha respuesta.
4. La Comisin, decidi transmitir oficialmente al Gobierno de Argentina las partes
pertinentes de esta denuncia y, con fecha 30 de junio de 1977 se dirigi al Gobierno,
solicitndole que suministrase la informacin correspondiente.
5. El Gobierno de Argentina, en nota de 29 de septiembre de 1977, respondi a la Comisin
en los trminos siguientes:
A) Personas integrantes de bandas terroristas subversivas ERP y Montoneros a disposicin
del Poder Ejecutivo Nacional por comisin de delitos de terrorismo, tenencia ilcita de
armas y municiones de guerra, asociacin ilcita y otros delitos subversivos terroristas
contemplados en el articulado de la Ley 20.840 sobre seguridad del Estado.
.....
(17) WESTERKAMP, Gustavo: PEN Dto. 3076 del 23.10.75.
Alojado en Sierra Chica.
Es verdad que Gustavo haba sido detenido previamente, el 14 de marzo de 1974, acusado
de asociacin ilcita. Pero de este cargo fue sobresedo por el Juez Federal el 17 de junio del
mismo ao, razn por la cual su actual arresto carece de todo fundamento legal y de la ms
elemental razonabilidad.
8. La Comisin, en nota de 10 de agosto de 1978, transmiti al Gobierno de Argentina la
anterior informacin adicional, solicitndole que suministrase los informes
correspondientes. Hasta la fecha el Gobierno no ha dado respuesta.
9. En comunicacin de 2 de diciembre de 1978, el reclamante informa a la Comisin, que el
seor Westerkamp ha sido trasladado nuevamente de la Unidad Carcelaria de La Plata a la
Unidad de Sierra Chica; ha cumplido tres aos y dos meses bajo disposicin del PEN, sin el
debido proceso legal y que le ha sido denegado un segundo pedido de opcin para
abandonar el pas.
10. La Comisin, en nota de 30 de junio de 1977 al solicitar la informacin relativa a los
hechos, pidi al Gobierno de Argentina cualquier elemento de juicio que le permitiera a la
Comisin apreciar si se haban agotado o no los recursos de la jurisdiccin interna; y del
silencio del Gobierno al respecto se puede establecer que no han quedado por agotar
recursos de la jurisdiccin referida.
La Comisin recomend poner en libertad al seor Westerkamp y que el Gobierno inicie
una investigacin para determinar la autora de los hechos denunciados referentes a los
malos tratos.
El Gobierno argentino, por nota del 20 de marzo de 1979, respondi explicando que la
prolongada detencin se deba a las normas excepcionales que la Constitucin Argentina
reconoce al Poder Ejecutivo durante la vigencia del Estado de Sitio. Igualmente, expuso los
motivos por los cuales le ha sido repetidamente negado el Derecho de Opcin de Salida del
pas.
Posteriormente, en nota del 17 de octubre de 1979, el Gobierno ampli la informacin en lo
referente a los malos tratos que haban sido denunciados, dando a conocer los resultados del
Recurso de Amparo y de la investigacin ordenada para aclarar los supuestos ilcitos
denunciados. El Tribunal sobresey provisionalmente la causa por aplicacin de lo previsto
en el Artculo 435, inc. 1 del Cdigo de Procedimiento en lo Penal, que establece: "Ser
provisional: 1) Cuando los medios de justificacin acumulados en el proceso no sean
suficientes para demostrar la perpetracin del delito".
La CIDH tuvo oportunidad de visitar al seor Westerkamp en su lugar de reclusin,
actualmente la Crcel de Rawson, y tambin de verificar que hasta la fecha contina
detenido exclusivamente bajo el PEN, sin causa ni proceso.
El causante fue detenido el 19.6.75, en la ciudad de Salta a raz de sus vinculaciones con
organizaciones terroristas, fundamentalmente, aquellas que operaban en la Universidad
Nacional de Salta.
Fue arrestado a disposicin del Poder Ejecutivo Nacional mediante Decreto del Gobierno
Nacional N 1876 de fecha 10.8.75, fundndose la medida en la necesidad de garantizar la
paz social, seguridad pblica y orden institucional del pas.
Asimismo, fue procesado judicialmente por infraccin a la Ley 20.840 con intervencin del
Juez Federal de la Provincia de Salta, quien lo absolvi de culpa y cargo con relacin a la
concreta actividad delictiva imputada, siendo confirmada la sentencia por la Cmara de
Apelaciones de la Ciudad de Tucumn.
A la fecha, contina a disposicin del Poder Ejecutivo Nacional por entenderse que no han
desaparecido las causas y razones que llevaron a adoptar tal temperamento.
Cierto que Belsuzari, en ejercicio de la facultad que le acuerda el Artculo 23 de la
Constitucin Nacional, ha optado por salir del territorio del pas contando con visas
expedidas por las Embajadas de Espaa y Suecia ante el Gobierno, habindosele denegado
en una oportunidad aquella posibilidad mediante Decreto N 15 de fecha 3.1.79.
Dicha negativa de este Gobierno, no resulta antojadiza ni carente de fundamento, sino que
es el resultado del legtimo derecho de la Nacin a analizar la posibilidad y conveniencia de
acceder al pedido y responde a la normativa impuesta por la Ley 21.650, que reglamenta el
ejercicio del derecho de opcin. De ese modo, este Gobierno, analizados los antecedentes
del causante, ha concluido en la conveniencia de no acceder al pedido de aquel, en la
inteligencia que la solucin contraria implicara permitir que el detenido recuperada su
libertadcontinuase con el accionar subversivo incorporndose a las bandas terroristas que
actan an desde el exterior y cuya existencia no ignoran los Sres. Miembros de esta
Comisin.
Por lo dems, asiste al detenido la posibilidad de recabar judicialmente el control de la
razonabilidad de estas medidas administrativas; sealndose que en no pocas oportunidades
la Corte Suprema de Justicia de la Nacin ha actuado en tal sentido, aceptando este
Gobierno sus decisiones.
La Comisin actualmente tramita el caso de acuerdo a lo establecido en su Reglamento.
Segn nota del Gobierno argentino del 4 de diciembre de 1979, el seor Belsuzari sali del
pas con destino a Suecia.
6. Detenidos a disposicin del PEN a pesar de haber cumplido la condena
Entre las denuncias recibidas por la CIDH de personas que no obstante haber cumplido la
condena impuesta, continan detenidas, pueden sealarse las siguientes:
10. Caso 3422 - Jos Luis MEDELA
Esta respuesta exige un comentario de la CIDH. Considerar que una persona que ha sido
condenada; que ha cumplido su sentencia, no puede ser puesta en libertad porque "si bien
es un derecho humano de Perie gozar de libertad, tambin es un derecho humano ya no de
uno sino de muchos millares de argentinosvivir en paz", es una interpretacin poco
afortunada del Artculo XXVIII de la Declaracin Americana de los Derechos y Deberes
del Hombre. Precisamente, millares de argentinos, no podran "vivir en paz", ante la falta
de seguridad jurdica que se ocasionara al no respetar las decisiones del Poder Judicial de
la Nacin.
e) Detenidos a disposicin del PEN, que han sido condenados
Durante la observacin in loco, la Comisin entrevist en las diferentes crceles que visit,
a un grupo de detenidos que inicialmente estuvieron a disposicin del Poder Ejecutivo
Nacional, siendo luego juzgados y condenados por Tribunales Civiles o Militares. Un
ejemplo significativo es el que a continuacin se expone:
13. Caso 3917 - Horacio Oscar SARAGOVI
El 22 de febrero de 1979 se denuncia:
El da 27 de mayo de 1976, a las 20.10 horas, en la Avda. Daz Vlez al 4200, de la Capital
Federal Argentina, varias personas que an no han sido identificadasrompieron el vidrio
de un negocio tirando una botella conteniendo nafta (que no produjo ningn otro dao) y
arrojaron panfletos referentes al "Cordobazo", luego de lo cual huyeron en distintas
direcciones.
El joven Horacio Oscar Saragovi, argentino de 17 aos de edad, estaba casualmente en la
vereda de enfrente de dicho negocio, esperando un colectivo para dirigirse a un club judo y
al ver lo que estaba pasando se aleg del lugar enseguida, como tambin lo hacan otras
personas, pues se trata de una zona de mucho movimiento pblico. En la cuadra siguiente,
un polica vestido de civil detuvo a una de ellas el joven Saragoviporque era uno de los
que vendran de la direccin de los hechos. El polica estaba a unos 130 metros del lugar de
los hechos, era de noche, y el polica o llevaba puestos los anteojos que usa habitualmente.
Luego, cuando lleg un coche policial, hizo detener a otras dos personas por el mismo
motivo.
De los tres detenidos uno fue liberado en la comisara ese mismo da, otro fue puesto a
disposicin del Poder Ejecutivo Nacional y luego de 4 y medio meses fue liberado porque
estaba demostrado fehacientemente que en el momento de los hechos estaba en un bar de la
esquina. El polica tuvo que admitir que se equivoc en ambos casos.
Pero el joven Saragovi qued a disposicin del Poder Ejecutivo Nacional y sometido al
Consejo Militar de Guerra Estable N 1/1, a pesar de no tener antecedente alguno y ser
menor de edad (17 aos al momento de los hechos). En el expediente formado qued
probado con claridad que el polica minti, lo mismo que el testigo puesto por l, ambos se
contradicen y no fueron testigos presenciales, guindose por simples suposiciones.
Adems se sabe que 3 miembros del Consejo, antes del juicio, emitieron expresiones
antisemitas contra el joven Saragovi, son ellos: el auditor, el secretario y el fiscal.
Fallos que se emitieron:
FALLO I: El juicio dur un solo da, y al da siguiente, 17.11.76, se dict el fallo
condenando al joven Saragovi a 6 aos de reclusin por "alteracin del orden pblico" y
"violencia contra personal de las fuerzas policiales".
Se lleg a este juicio con un endeble sumario policial, conteniendo slo las declaraciones
del polica y un testigo puesto por ste (que a pesar de decir ambos que no se conocan
entre s, el testigo result ser el portero de la casa de departamento donde vive el polica), y
sin pruebas.
El nico testigo verdaderamente presencial, que declar, no reconoci a Saragovi como uno
de los autores.
Slo se tom declaracin a cinco de los testigos de la defensa, que propuso a doce testigos,
y los cinco declararon a favor de Saragovi.
La nica vez que se tom declaracin a Saragovi fue durante el mismo da del juicio, al
finalizar ste, encontrndose el detenido en deficientes condiciones fsicas pues durante las
48 horas previas a su declaracin no se le proporcion alimentos ni agua ni descanso ni
acceso a servicios sanitarios, al parecer por error u olvido.
El polica, recin el da del juicio, 7 meses despus de la detencin, expres haber sido
"agredido con un bolso por Saragovi", cosa que antes nunca lo haba dicho, ni an en el
sumario policial. Sin embargo, por esta extempornea manifestacin, el joven Saragovi fue
condenado por "violencia contra las fuerzas policiales", delito del que no haba sido ni
siquiera acusado por el fiscal, y por lo mismo tampoco pudo ser defendido de esta
acusacin. De esa manera, esa cuestin aparentemente sin trascendencia, vino a constituirse
en el hecho ms importante a pesar de que el polica mismo lo calific de "algo sin
importancia". Adems dicho bolso de mano jams fue presentado en el juicio ni se haba
hecho "acta de secuestro", lo que significa que faltara el presunto cuerpo del delito.
Tampoco hubo pericia mdica de supuestas lesiones, porque no hubo lesin alguna.
Hay que destacar que debi asumir la defensa un militar en actividad, que ni es abogado ni
intervino nunca en un juicio, ni tampoco se le dio licencia ni otro elemento para tener
tiempo de preparar la defensa. Tampoco los miembros del Tribunal son abogados, slo lo es
el auditor.
Para no prolongar esta exposicin de arbitrariedades jurdicas en la sentencia y falta de
defensa en el juicio, slo se detallan algunas de las que se cometieron.
FALLO II: Apelado el fallo anterior el 23.12.76, el Consejo Supremo de las Fuerzas
Armadas anul dicho fallo, por "advertirse errores substanciales que afectan la validez del
procedimiento seguido", y para "arbitrar los medios que permitan arribar a un fallo justo".
FALLO III: De tal forma el expediente fue devuelto para dictarse nuevo fallo. Pero volvi
justamente nada menos que al mismo tribunal que antes lo haba juzgado. El defensor pidi
la recusacin del Tribunal solicitando que pase a otro, pero no le aceptaron.
El 28.3.77, en dos horas de juicio, dictaron un fallo igual al anterior (fallo N 1) y con igual
condena.
FALLO IV: Apelado por el defensor, el expediente volvi nuevamente al Consejo Supremo
de las Fuerzas Armadas, pero segn el Cdigo de Justicia Militar, no existen facultades
prcticamente para anular por segunda vez un fallo militar. Tampoco hay atribuciones para
entrar a considerar las pruebas. Cuando el Consejo declara "que algo est irrevocablemente
probado", no hay nada que hacer.
Esta vez el Consejo Supremo no poda hacer otra cosa, y ratific el fallo de primera
instancia. De este fallo ni el defensor militar ni los padres del acusado fueron notificados
oficialmente. Los padres nunca fueron notificados de nada.
El 13 de septiembre de 1977 se interpuso recurso extraordinario ante la Suprema Corte
Nacional de Justicia, pero pocas esperanzas hay puesto que no puede entrar a estudiar las
pruebas ni las cuestiones de hecho por aquello de que "est irrevocablemente probado...".
Se hace notar lo desmedido de la pena, aun en el supuesto caso que se hubieran cometido
los hechos imputados (y esto es un supuesto), mxime que debi aplicarse la Ley de
Menores, que corresponde, a quienes no han cumplido los 18 aos al momento de los
hechos imputados, que es el caso del joven Saragovi, nacido el 5 de junio de 1958.
La Ley de Menores, que no se aplic, establece un rgimen especial recomendando una
serie de recaudos por no tener los menores las mismas responsabilidades que los mayores.
Esta Ley establece la posibilidad de suspender la sentencia y dar un perodo de prueba de
un ao para determinar la readaptabilidad social cuando se lo considera culpable, poniendo
al menor bajo un rgimen de libertad controlada y vigilada. Nada de esto se ha hecho en el
caso del Joven Saragovi, por el contrario la condena es a reclusin en vez de prisin.
En resumen, no ha habido acceso a un proceso justo por causa de la atmsfera de
intolerancia, odio y hostilidad existente en el pas. Se le ha creado al joven Saragovi una
causa sin pruebas y sin acceso a una defensa jurdica vlida. Lo ms triste de este caso es
que el joven Saragovi es genuinamente inocente de los cargos imputados.
La Suprema Corte Nacional de Justicia, no hizo lugar a la apertura del recurso de queja,
porque dijono estaba fundamentada. Con ello qued concluida toda otra posibilidad de
recurso.
detenido permanezca por un tiempo excesivamente largo privado de su libertad, y por otra
parte, una vez que la opcin es otorgada, se prolonga esta forma de exilio, por cuanto de un
derecho voluntario se convierte en una imposicin forzada mientras se mantenga el estado
de sitio a nivel nacional.
Cabe agregar que el Gobierno ha afirmado, y as lo expres a la Comisin durante la
observacin in loco, que la accin subversiva ha sido derrotada y que el pas goza de
tranquilidad y de seguridad, razn suficiente sta para que no se justifique la prolongacin
indefinida del estado de sitio. A ello cabe agregar que de acuerdo con las reglamentaciones
referidas, la persona que haya optado por ejercer la opcin para salir del pas, lleva sobre s
la amenaza de que, en caso de regresar, sea sancionada con penas de reclusin.
3. Por Estatuto del 24 de marzo de 1976, se suspendi el ejercicio del derecho de opcin
consagrado constitucionalmente, y cinco das despus, el 29 de marzo, se dejaron sin
vigencia las solicitudes presentadas con anterioridad. Posteriormente, la suspensin fue
prorrogada, el ejercicio de la opcin restablecido, y luego condicionado, a travs de un
conjunto de reglamentaciones que ponen en evidencia la ostensible violacin de este
derecho reconocido constitucionalmente.6
4. La Comisin tiene en su poder suficiente informacin de casos de personas detenidas que
han hecho repetidas solicitudes para usar el derecho de opcin para abandonar el territorio
argentino, las cuales han sido retrasadas o denegadas en reiteradas oportunidades. Existen,
asimismo, casos de personas que han cumplido la condena, y que luego han sido puestas a
disposicin del Poder Ejecutivo Nacional, para que continen encarcelados, y que en tales
condiciones han pedido la opcin varias veces, no sindoseles concedida.
Durante la observacin in loco, la Comisin pudo verificar, a travs de la investigacin
respectiva, casos como los que se mencionan, tanto mediante documentos y testimonios que
le fueron presentados, como durante las visitas que realiz a diferentes centros carcelarios
del pas. Entre otros ejemplos, se sealan los siguientes:
a) Alberto Schprejer, detenido en 1976, se encuentra en la Unidad 9 de La Plata a
disposicin del Poder Ejecutivo Nacional. No le ha sido resuelta la solicitud de opcin de
salida del pas, teniendo visa otorgada por el Gobierno de los Estados Unidos de Amrica.
b) Luis Jorge Toledo, detenido en 1976, se encuentra en la Unidad 9 de La Plata. Tiene
vista para trasladarse a Estados Unidos de Amrica, pero el plazo para el pedido de opcin
venci en septiembre de 1979 sin que le fuera resuelto.
c) Rubn Alberto Rizzi, detenido el 21 de octubre de 1976, habiendo permanecido varios
aos en la penitenciara de la Provincia de Mendoza. No se le ha resuelto la solicitud para
salir del pas, teniendo visa de Espaa.
d) Hebe Margarita Tizio, detenida a disposicin del Poder Ejecutivo Nacional en la crcel
de Mujeres de Villa Devoto. Le ha sido denegado el pedido de opcin para salir del pas.
7. La Comisin, durante la observacin in loco, trat este tema con las autoridades
argentinas. El Presidente Videla expres a la Comisin que el derecho de opcin estuvo
restringido, pero que en el futuro ser ms generoso y ms expeditivo. El Ministro de
Justicia, doctor Alberto Rodrguez Varela, refirindose a las limitaciones planteadas por la
Comisin, sostuvo que hay gente que sale del pas y regresa en muchos casos
clandestinamente y sigue siendo militante de la subversin, y que quien debe pronunciarse
acerca de la constitucionalidad sobre este aspecto, es la Corte Suprema de Justicia.
En la entrevista con el Ministro del Interior, General Harguindeguy, la Comisin puso
nfasis en la necesidad de que se haga ms viable la reglamentacin del uso del derecho de
opcin para salir del pas, a efecto de que se facilite su tramitacin y se haga efectiva la
disposicin contenida en el Artculo 23 de la Constitucin argentina. En el anlisis sobre el
tema, el Ministro del Interior expres que al principio fueron muy pocas las opciones que se
concedieron, pero que con el tiempo se han ido ampliando, y que existe una Comisin que
trata dos veces por semana los casos que se van presentando. Agreg que la limitacin est
dada por la peligrosidad del individuo y por razones de seguridad, y que por ello se acta
considerando el distinto grado de control que los diferentes gobiernos de los pases
receptores puedan tener sobre las personas a las que se confiere la opcin para abandonar el
territorio argentino.
D. El arresto domiciliario
1. El arresto domiciliario es una forma de detencin, regulada por el Acta Institucional del
1 de septiembre de 1977, que se aplica por el Presidente de la Nacin en uso de las
facultades excepcionales del Artculo 23 de la Constitucin Nacional, teniendo en cuenta
los antecedentes personales del detenido y las circunstancias especiales del caso.
De acuerdo con las informaciones pblicas suministradas por el Ministerio del Interior el
da 6 de septiembre, a esa fecha doce personas se encontraban bajo arresto domiciliario. En
el transcurso de la observacin in loco la Comisin visit a tres de ellas: la ex-Presidente
Isabel Martnez de Pern, el periodista Jacobo Timerman y el dirigente sindical Lorenzo
Miguel.
2. Isabel MARTNEZ DE PERN
La ex-Presidenta se encuentra detenida en una quinta ubicada en San Vicente, Provincia de
Buenos Aires, a disposicin de la Junta Militar y de la Justicia Federal en lo Penal.
Con anterioridad, sus lugares de detencin fueron la Residencia "El Messidor" situada en la
Provincia de Neuqun y el "Arsenal Naval Azopardo" ubicado en la localidad de Azul,
Provincia de Buenos Aires.
Segn informes obtenidos por la Comisin, inicialmente la Sra. de Pern estuvo bajo
incomunicacin total, siendo objeto de interrogatorios. Actualmente se le permite una visita
por semana de algunos familiares y de su abogado.
La Junta Militar, a travs del "Acta para considerar la conducta de aquellas personas
responsables de ocasionar perjuicios a los superiores intereses de la Nacin", y de la
Resolucin N 1, le impuso un conjunto de sanciones que incluyen fundamentalmente la
detencin; la prdida de derechos polticos y gremiales; inhabilitacin para ejercer cargos,
empleos y comisiones pblicas y para desempearse en cargos honorficos; y prohibicin
de disponer y administrar sus bienes por acto entre vivos, obligndola a dar razn de la
adquisicin de los mismos dentro de los 10 ltimos aos.
Asimismo, cinco procesos penales se desarrollan en la Justicia Federal Penal de Buenos
Aires. El abogado defensor solicit la nulidad de los procesos, los incidentes de nulidad
fueron rechazados en primera instancia y actualmente se encuentran bajo la consideracin
de la Corte Suprema de Justicia. Los procesos penales continan su trmite legal.7
3. Lorenzo MIGUEL
Destacado dirigente sindical, se encuentra detenido bajo la forma de arresto domiciliario en
su casa, por aplicacin del Acta de 18 de junio de 1976, mediante resolucin de la Junta
Militar. El seor Lorenzo Miguel fue Secretario General de la Unin Obrera Metalrgica,
considerada como uno de los gremios ms poderosos del pas.
Durante la observacin in loco, la Comisin lo visit en su residencia. En el garage de la
misma, un oficial indic las restricciones que existen para las visitas, pudiendo constatar
efectivamente el control policial, al cual est sometido.
Inicialmente Lorenzo Miguel estuvo detenido en un barco en el Puerto de Buenos Aires,
siendo trasladado luego a la Crcel Militar de Magdalena en la que permaneci por espacio
de dos aos y medio. En la actualidad lleva un ao de arresto domiciliario lo que, segn
expres, tiene muchas restricciones que perjudican no slo a l, sino tambin a su familia,
obstaculizando el normal desenvolvimiento del grupo familiar. Tiene las 24 horas del da
custodia policial, controlndolo a l y a su casa y dificultando la vida de sus hijos. Slo
puede recibir visitas de sus familiares cercanos los das sbados y domingos, sufriendo sus
hijos las mismas restricciones.
El seor Miguel sostuvo que durante su detencin en el barco y en la Prisin de Magdalena
no fue sometido a malos tratos. Agradeci la visita de los Miembros de la Comisin y
present a su esposa, madre, hermana e hijos, el menor de 4 aos.8
4. Caso 2502 - Jacobo TIMERMAN
El 16 de octubre de 1977, se recibi la siguiente denuncia:
El Periodista Jacobo Timerman fue detenido en abril de 1977 y luego puesto a disposicin
del Poder Ejecutivo Nacional segn anuncio de los diarios del 23 de abril de este ao. El
seor Timerman era director del diario La Opinin de Buenos Aires, el que frecuentemente
se haca eco del problema de los derechos humanos en la Argentina.
El Gobierno argentino, en nota del 21 de abril de 1978, inform a la CIDH "que desde el
da 17 del corriente mes, el seor Jacobo Timerman cumple su detencin a disposicin del
Poder Ejecutivo Nacional en su domicilio particular".
La Comisin, en notas del 17 de julio de 1978 y 18 de mayo de 1979, solicit nuevos
informes al Gobierno argentino. Con posterioridad a la observacin in loco, el da 2 de
octubre de 1979, se recibi la siguiente comunicacin del Gobierno:
Seor Presidente:
Tengo el agrado de dirigirme a Vuestra Excelencia con el objeto de remitirle para su
conocimiento, junto a la presente, una copia del fallo de la Corte Suprema de Justicia de
fecha 17 de septiembre de 1979 respecto de los autos: "TIMERMAN, Jacobo s/recurso de
Habeas Corpus".
Asimismo, la Junta Militar dispuso aplicarle la medida de prdida de la ciudadana
argentina, lo que implica que el causante deja de ser ciudadano argentinonaturalizado,
quedando con su nacionalidad de origen rusa, por cuanto es nacido en la ciudad de BARURS.
Cabe agregar que tambin se dispuso su expulsin del pas, la que se hizo efectiva el da
25.9.79 en el vuelo 116 de Aerolneas Argentinas con destino a Israel.
Saludo a Vuestra Excelencia con mi ms alta y distinguida consideracin.
Durante su permanencia en Argentina, la Comisin visit al Sr. Jacobo Timerman en el
rgimen de arresto domiciliario en la Capital Federal, que inclua la presencia de un
comisario y de varios policas turnndose la custodia en forma rotativa, con estricto control
de visitas, llamadas telefnicas y correspondencia. En lo que respecta a su condicin de
periodista, el seor Timerman explic a la Comisin que tiene 30 aos de ejercer el
periodismo poltico e independiente, y que desde las pginas del peridico combati la
subversin tanto de los Montoneros de izquierda como de la "Triple A" de derecha. Agreg
que 10 das antes de su arresto, el Ministro del Interior le reclam por publicar varios
Habeas Corpus en relacin con la desaparicin de personas, ya que su peridico haba
tomado muy en serio la promocin de los derechos humanos en el pas.
Al Sr. Timerman se le aplic el Acta Institucional del 18 de junio de 1976, mediante
Resolucin N 6 de la Junta Militar de Gobierno de noviembre de 1977, y adems fue
sometido a disposicin del PEN por Decreto 1093/77. El Acta Institucional mencionada,
incluye entre otras medidas, la prohibicin de ejercer la profesin para la que se estuviera
facultado, en ese caso, el ejercicio del periodismo.
La Comisin verific las condiciones bajo las cuales el Sr. Timerman se encontraba
detenido. En su opinin, tenan carcter punitivo, en el sentido de que ellas excedan
considerablemente las condiciones mnimas para la seguridad del detenido.
eventual problema. Sin embargo, anot, que la nica causa de detencin de las personas
exclusivamente bajo el PEN es el Artculo 23 de la Constitucin, haciendo un anlisis de
aspectos jurdicos sobre la extensin de esas medidas de excepcin, entendiendo que el
Poder Ejecutivo est sometido al control de razonabilidad de la Corte. El Sr. Ministro
indic tambin que, en su criterio, no existe un tiempo fijo puesto que el rgimen de
excepcin se dicta por razones de seguridad y mientras ellas subsistan le es permitido al
Poder Ejecutivo mantener detenida a una persona. Tambin anot que cada semana la
Comisin Asesora creada para este efecto se rene y resuelve muchos de estos casos.
Por su parte, el Ministro de Justicia seal que en el grueso de la poblacin argentina no es
una gran preocupacin que existan o no personas bajo el Poder Ejecutivo o condenados;
pero en el exterior la presin ha sido fuerte por este tema. Si se paga el precio de mantener
a esos detenidos, expres el Ministro, es porque se trata de gente muy peligrosa que sale
dispuesta a matar. Agreg, tambin, que este es un Gobierno en que se garantiza la
independencia de los jueces y sus decisiones son respetadas.
4. Tanto en la entrevista con el Presidente de la Corte Suprema de Justicia como con
miembros de la Cmara Federal de Apelaciones, se expuso a la Comisin la teora de la
razonabilidad en las detenciones prolongadas, sealndose que en la actualidad la mayora
de los jueces solicitan al Gobierno que clarifique o ample su informe sobre las causas por
las cuales se mantiene la detencin, y si el referido informe no es satisfactorio los miembros
del Poder Judicial deciden conceder la libertad.
Asimismo, expresaron que en la Constitucin no hay lmite para las detenciones y que la
tradicin jurdica argentina indica que no se puede controlar el tiempo de detencin porque
implicara una intromisin del Poder Judicial en el Poder Ejecutivo; pero que actualmente y
gracias a la jurisprudencia de la Corte basada en la teora de la razonabilidad, se ha
avanzado a travs del sistema sealado en cuanto al lmite de tiempo de la detencin
prolongada.
5. La CIDH desea reiterar su posicin al respecto, indicando que a pesar de que las
Constituciones de los pases americanos, incluida la de Argentina, facultan en perodos de
anormalidad la suspensin temporal de ciertos derechos, como es el caso de la garanta
contra la detencin arbitraria, si existe un peligro para la paz interior o la seguridad exterior
del Estado, ello debe aplicarse en la medida necesaria y en plazos determinados, y
exclusivamente para conjurar las causas que motivaron la suspensin.
Asimismo es claro que las normas jurdicas en materia de proteccin internacional de
derechos humanos contemplan esta misma situacin; pero no se conocen normas del orden
jurdico internacional que justifiquen la detencin prolongada, invocando las facultades
excepcionales del Estado de Sitio, y menos an, para mantener en prisin a las personas sin
que se les formulen cargos por presuntas violaciones a leyes de seguridad nacional o de
otro tipo y sin que tengan derecho a ejercer las garantas del debido proceso regular.
Notas
1 La Declaracin Americana de los Derechos y Deberes del Hombre expresa: Artculo I Todo ser humano tiene derecho a la vida, a la libertad y a la
seguridad de la persona.
Artculo XV - Nadie puede ser privado de su libertad sino en los casos y segn las formas establecidas por leyes preexistentes. Nadie puede ser detenido por
incumplimiento de obligaciones de carcter civil.
Todo individuo que haya sido privado de su libertad tiene derecho a que el juez verifique sin demora la legalidad de la medida y a ser juzgado sin dilacin
injustificada, o, de lo contrario, a ser puesto en libertad. Tiene derecho tambin a un tratamiento humano durante la privacin de su libertad.
2 El 1 de septiembre de 1977, se crea tambin, mediante Acta de la Junta Militar, una Comisin Asesora del Presidente, con el objeto de analizar y aconsejar
sobre la situacin de aquellos arrestados a disposicin del Poder Ejecutivo. Est integrada por un representante de cada una de las Fuerzas Armadas; por los
Subsecretarios del Interior, de Justicia y por el Subsecretario "A" de la Secretara de Inteligencia del Estado. Preside esta Comisin el Ministro del Interior.
3 Ms adelante se considerarn los conceptos emitidos por la Corte Suprema de Justicia y la Cmara Federal de Apelaciones referente al criterio de la
razonabilidad para determinar la justificacin de las detenciones sine die que declara el Poder Ejecutivo.
4 Durante la observacin in loco, la CIDH visit los principales centros carcelarios del pas dialogando ampliamente con los detenidos. En las crceles de La
Plata y Caseros se recibieron un total de 600 notas, las cuales han sido analizadas por la Comisin. En la mayora de ellas se hace mencin a su situacin
jurdica, a las pocas posibilidades que han tenido de ejercer las garantas constitucionales, como el derecho al debido proceso; el derecho a la defensa, el
derecho de opcin para salir del pas, y al trato que han recibido durante la detencin. Un nmero considerable de cartas se refiere a las detenciones bajo el
PEN, sin causa judicial, ni proceso alguno.
5 El Artculo 23 de la Constitucin establece: "En caso de conmocin interior o de ataque exterior que ponga en peligro el ejercicio de esta Constitucin y de
las autoridades creadas por ella, se declarar en estado de sitio la provincia o territorio en donde exista la perturbacin del orden, quedando suspensas all, las
garantas constitucionales. Pero durante esta suspensin no podr el Presidente de la Repblica condenar por s ni aplicar penas. Su poder se limitar en tal
caso respecto de las personas, a arrestarlas o trasladarlas de un punto a otro de la Nacin, si ellas no prefiriesen salir fuera del territorio argentino".
6 Estatuto de 24 de marzo de 1976: se suspende la vigencia del derecho de opcin para salir del pas. Ley 21.275 de 29 de marzo de 1976: deja sin efecto
todas las solicitudes de opcin durante la vigencia de dicho derecho, cualquiera que sea la etapa en que se encuentra la tramitacin. Ley 21.448 de 27 de
octubre de 1976: establece un plazo de 180 das para la vigencia de la suspensin del derecho de opcin. Ley 21.499 de 27 de octubre de 1976: dispone que
las personas detenidas bajo el Poder Ejecutivo Nacional pueden solicitar hacer uso del derecho de opcin, pero que el PEN slo lo conceder exclusivamente a
los detenidos que considere no pondrn en peligro la paz y la seguridad de la Nacin, en caso de permitrseles salir del territorio nacional. Agrega que el PEN
debe resolver las solicitudes dentro de los 90 das de su presentacin, y las denegar cuando no llenen las condiciones mencionadas; y que el interesado,
cuando se le niegue el derecho, podr presentar una nueva solicitud una vez que hayan transcurrido seis meses de la solicitud anterior. Esta misma ley
establece que a la persona que usa de ese derecho y salga del pas le queda prohibido regresar hasta que se levante el estado de sitio, salvo que el Poder
Ejecutivo Nacional lo autorice expresamente o que la persona se constituya detenida ante la autoridad inmigratoria o policial en el momento del reingreso,
agregando que la violacin de dicha prohibicin ser reprimida con prisin de 4 a 8 aos. Ley 21.568 de 30 de abril de 1977: prorroga por 150 das a partir del
1 de mayo de ese ao, la suspensin del derecho de opcin. Estatuto de 1 de septiembre de 1977: levanta la suspensin del derecho de opcin, y establece
que el arrestado a disposicin del Poder Ejecutivo Nacional puede hacer uso del derecho, pero que el Presidente de la Nacin puede denegar dicho derecho
cuando, a su juicio, el arrestado pudiera poner en peligro la paz y la tranquilidad del pas en caso de permitrsele la salida del territorio argentino. Acta
Institucional del 1 de septiembre de 1977: crea la Comisin Asesora del Presidente de la Nacin, con el objeto de analizar y aconsejar sobre la situacin de
los arrestados a disposicin del Poder Ejecutivo Nacional, estando presidida por el Ministro del Interior e integrada por un representante de cada una de las
Fuerzas Armadas, por los Subsecretarios del Interior y de Justicia y por un Subsecretario de la Secretara de Inteligencia del Estado, correspondindole, entre
otras funciones, aconsejar la libertad del arrestado o que se haga lugar a la opcin para salir del pas. Ley 21.650 de 26 de septiembre de 1977: reglamenta el
Acta Institucional del 1 de septiembre del mismo ao y dispone que los arrestados a disposicin del Poder Ejecutivo Nacional, despus de 90 das de la fecha
del decreto de su detencin, podrn presentar pedidos de opcin para salir del pas, debiendo tramitarse ante el Ministerio del Interior. Asimismo, esta Ley
reglamenta los siguientes requisitos: a) la solicitud debe indicar el pas de destino, debiendo tener agregada la certificacin de la autoridad diplomtica de
dicho pas en que conste que se acepta al arrestado; b) el Presidente de la Nacin resolver o denegar las solicitudes dentro de los 120 das siguientes de su
recepcin en el Ministerio del Interior; c) seis meses despus de la denegacin, se puede presentar una nueva solicitud; yd) las peticiones anteriores a la
vigencia de dicha Ley, que se ajusten a lo dispuesto en la Ley 21.449, sern tramitadas y resueltas de acuerdo a sus disposiciones. Estas diversas disposiciones
legales tienen su antecedente ms cercano en varios decretos promulgados antes del 24 de marzo de 1976, entre ellos, los siguientes: Decreto 807 de 1 de
abril de 1975: establece normas para ejercer el derecho de opcin. Decreto 642 de 17 de febrero de 1976: establece normas sobre el ejercicio del derecho de
opcin y seala que no se autorizar dicho ejercicio cuando se haya escogido a un pas del continente americano. Decreto 1078 de 23 de marzo de 1976:
establece el plazo para presentar informes sobre el derecho de opcin, los cuales deben ser recabados por el Ministerio del Interior y canalizados a travs de la
polica Federal.
7 La CIDH visit a la Sra. de Pern en su residencia. La ex-Presidenta, en esa ocasin, hizo un pronunciamiento pblico. Dada la significancia poltica de la
Sra. de Pern, la Comisin ha considerado pertinente incluir su caso en este informe, a pesar de no tener registrada oficialmente una denuncia acerca de su
actual situacin.
8 La CIDH desea sealar que sobre este caso tampoco se ha recibido una denuncia formal; pero debido a la trascendencia pblica del mismo, se presenta en
este informe como informacin general.
10 El Estatuto de 1 de septiembre de 1977, establece en el Artculo 2 que el arresto dispuesto por el Presidente de la Nacin se puede cumplir, entre otras
formas, "en el lugar que en cada caso se determine, fijando los lmites de desplazamiento del arrestado, bajo un rgimen de libertad vigilada". La Ley de 1 de
septiembre de 1977 otorga a la Comisin Asesora del Presidente de la Nacin, entre otras facultades, la de "aconsejar la forma de cumplimiento del arresto
dispuesto por el Presidente de la Nacin". La Ley 21.650 de 26 de septiembre de 1977, reglamenta, en los Artculos 5 y 6, los diversos requisitos a que debe
sujetarse el cumplimiento del arresto bajo la forma de libertad vigilada.
11 "Maestros de la Fe" - Los Caminos de la Paz (Conferencia Episcopal Argentina) Ediciones Don Bosco, Argentina y Editorial Claretiana, Buenos Aires,
1978, pg. 20.
Arrestos
Ceses
584
Desde 24 Marzo
diciembre 76
31 3464
1505
1275
1879
386
1069
54
842
8275
5879
al
Ao 1977
Ao 1978
Ao 1979
Totales
Captulo V
Derecho a la seguridad e integridad personal 1
Informe de la CIDH - 14 de Diciembre de 1979
A. Consideraciones Generales
1. El presente Captulo se refiere a dos aspectos de la mayor importancia relativos a la
efectividad del derecho que toda persona tiene a su seguridad e integridad fsica. Esos dos
aspectos son el rgimen carcelario y la aplicacin de apremios fsicos y torturas.
La Constitucin de la Nacin argentina garantiza el derecho a la seguridad e integridad
personal: "Quedan abolidas para siempre la pena de muerte por causas polticas, toda
especie de tormento y los azotes. Las crceles de la Nacin sern sanas y limpias, para
seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas, y toda medida que a pretexto de
precaucin conduzca a mortificarlos ms all de lo que aquella exige, har responsable al
juez que la autorice".2
2. La legislacin penal argentina contiene disposiciones de la mayor claridad tendientes a la
salvaguarda de la seguridad y de la integridad de los detenidos. En tal sentido, el Cdigo
Penal al reglamentar los delitos contra la libertad individual establece sanciones de distinto
grado para los que reduzcan a las personas a servidumbre o a otra condicin anloga as
como para los que cometan violaciones o amenazas con fines religiosos, raciales o de
venganza, ocasionen graves daos a la persona, a la salud o a los negocios del ofendido,
cuando se cause la muerte de la vctima, cuando se prolongue indefinidamente la detencin,
sin que el detenido sea trasladado al juez competente, cuando al detenido se le coloque en
lugares del establecimiento de detencin que no sean los sealados al efecto, cuando se
cometa cualquier severidad, vejacin o apremio ilegal contra las personas detenidas,
cuando se imponga a los presos cualquier especie de tormento. La sancin de los
responsables de tales hechos se eleva al mximo cuando la vctima es un perseguido
poltico y cuando como consecuencia de las torturas inferidas se produzca la muerte del
prisionero.3
3. Durante la observacin in loco en Argentina, la Comisin puso especial inters en
comprobar las denuncias que haba recibido y que hacen relacin a la violacin del derecho
a la seguridad e integridad personal. Para tal fin, la Comisin despleg la actividad que
consider necesaria, para lo cual cont con las facilidades que requiri del Gobierno
argentino. Visit distintos centros de detencin, habl con los prisioneros en diferentes
crceles, obtuvo el testimonio directo de vctimas de violaciones al derecho a la seguridad e
integridad personal, que se encuentran guardando prisin o que han recuperado su libertad,
B. Rgimen carcelario
1. El rgimen carcelario en Argentina se encuentra regulado, con carcter general, por la
Ley Penitenciaria Nacional que es complementaria del Cdigo Penal. De conformidad con
sus disposiciones, la ejecucin de las penas privativas de libertad tienen por objeto la
rehabilitacin social del condenado, debiendo utilizar el rgimen penitenciario, de acuerdo
con las necesidades peculiares de cada caso, los medios de prevencin y de tratamiento
correctivo, educativo, asistencial, y de cualquier otro carcter de que puede disponerse, en
base a los progresos cientficos que se realicen en la materia. La ejecucin de las penas
estar exenta de torturas o maltratos, as como de actos o procedimientos vejatorios o
humillantes para la persona del condenado.
El personal penitenciario que ordene, realice o tolere tales excesos se har pasible de las
sanciones previstas en el Cdigo Penal, sin perjuicio de las penitenciarias que
correspondan. Las normas de ejecucin que contiene dicha ley y sus reglamentaciones,
sern aplicadas sin hacer entre los internos otras discriminaciones o diferencias que las
resultantes del tratamiento individualizado a que deben ser sometidos. El rgimen
penitenciario que debe aplicarse al condenado, cualquiera que fuere la pena impuesta, se
caracterizar por su progresividad y consta de un perodo de observacin, de un perodo de
tratamiento, y de un perodo de prueba. La persona condenada o sujeta a medida de
seguridad que se aloje en establecimientos penitenciarios se denominar interno, al que se
le citar o llamar "nicamente por el nombre y apellido".4
2. A raz de la instauracin del actual Gobierno, el 24 de marzo de 1976, se emitieron
disposiciones especficas para los detenidos por razones vinculadas con el orden pblico o
seguridad del Estado, y se reiter el Decreto que aprob el Reglamento del Instituto de
Seguridad, el que posteriormente fue modificado y extendido en su aplicacin a los
detenidos a disposicin del Poder Ejecutivo Nacional, en cualquier establecimiento del
servicio penitenciario federal, dentro de la legislacin de seguridad nacional para enfrentar
la subversin.5
como detenidos oficiales por el Gobierno militar, fueron o han sido utilizados, de acuerdo
con las informaciones, mapas y organigramas tentativos que obran en poder de la
Comisin, para interrogatorios y torturas en la fase previa a la detencin oficial y que
algunos denunciantes identificaron con la denominacin de chupaderos. Las declaraciones
recibidas durante la observacin in loco o con anterioridad a la misma, y las conversaciones
sostenidas con algunos detenidos en distintas crceles del pas o con personas que se
encuentran en libertad dentro y fuera de Argentina, despus de haber sufrido detenciones
breves o prolongadas o de haberse encontrado desaparecidas, hacen referencia a lugares
donde habran sido objeto de interrogatorios, apremios ilegales y torturas, los cuales
presentan caractersticas coincidentes, en la mayora de los casos, con algunos de los
centros clandestinos o secretos de detencin que se han mencionado.
Durante la observacin in loco, en relacin a este tipo de centros especiales de detencin, y
dentro de las posibilidades permitidas por el tiempo de permanencia en Argentina, la
Comisin visit algunos de ellos, entre otros, en la Capital Federal, la Superintendencia de
Seguridad Federal o Coordinacin Federal, donde inspeccion los calabozos estrechos
llamados tubos; la Escuela Mecnica de la Armada, con algunas partes en proceso de
reconstruccin; la dependencia policial localizada en un antiguo terminal de tranvas, sin
identificacin externa, en la Avenida Olivera y Calle Ramn Falcn, donde pudo ver
muchos automviles Ford Falcon con o sin identificacin policial; y la Escuela
Penitenciaria de la Nacin, cerca de la Ruta 205 y del Aeropuerto Internacional de Ezeiza,
donde pudo apreciar, incluso, los interiores de una vieja edificacin adyacente que
prcticamente se encuentra abandonada. En Crdoba la Comisin observ las barracas
militares usadas por paracaidistas, en el lugar llamado La Perla; algunos viejos y
aparentemente abandonados edificios en el camino que conduce al lugar mencionado; y la
prisin militar llamada La Ribera.
Durante las visitas referidas, la Comisin realiz una inspeccin en trminos generales, sin
haber encontrado en ninguno de los lugares visitados evidencia o indicios de la existencia
de detenidos.
3. Entre los meses de marzo y julio de 1979, la Comisin recibi informaciones en las que
se indicaba que el Gobierno, con motivo de la observacin in loco, estaba procediendo a la
reubicacin y concentracin de los presos por delitos subversivos y bajo distintos
regmenes, en un nmero determinado de crceles del pas, tales como en Villa Devoto y
Caseros en la Capital Federal; la Unidad 9 en La Plata; la crcel militar de Magdalena en la
provincia de Buenos Aires; la crcel de Rawson en la Provincia de Chubut; y la crcel de
Resistencia en la Provincia del Chaco. Estos lugares oficiales de detencin, como se
expresar ms adelante, fueron visitados por la Comisin, como tambin otras crceles que,
segn las informaciones de que dispona la Comisin, estaban destinadas nicamente a
presos comunes. Asimismo, la Comisin visit el denominado Instituto de Resocializacin.
4. Durante las visitas a las crceles o centros de detencin, la Comisin realiz tambin
inspecciones oculares de los pabellones de detenidos comunes y convers con reclusos en
ese carcter, pudiendo establecer que las condiciones y el rgimen que les es aplicado es
relativamente mejor que las condiciones y el rgimen a que se encuentran sometidos los
detenidos por razones vinculadas al orden pblico o seguridad del Estado.
La Comisin, por lo general, en las visitas a las crceles y otros centros legales de
detencin, puso en prctica el siguiente procedimiento: a) conversaciones con las
autoridades del respectivo centro penal, a las que formul preguntas, escuch
explicaciones, y recibi documentos; b) inspeccin generalizada de las crceles con sus
respectivas instalaciones; c) inspeccin de los pabellones destinados a presos comunes y
plticas con algunos de ellos; d) entrevistas colectivas, por pabelln, con los presos
detenidos por razones vinculadas al orden pblico o seguridad del Estado; e) entrevistas
individuales con un nmero especfico de presos detenidos por razones vinculadas al orden
pblico o seguridad del Estado, de los cuales la Comisin llevaba los antecedentes y el
nmero de caso registrado por la misma; y f) entrevistas con presos detenidos por razones
vinculadas al orden pblico o seguridad del Estado, designados en el terreno, por
sugerencia de la Comisin, por los integrantes de cada pabelln con el fin de que
formularan planteamientos generales a nombre de sus representados.
En las entrevistas indicadas, tanto en las colectivas como en las individuales, la Comisin
explic con toda claridad los objetivos de la visita y sus fines humanitarios; recab datos
sobre el estatus legal de los detenidos, sobre el rgimen de salud, el rgimen alimenticio, las
condiciones carcelarias y otros aspectos; y puso nfasis en la necesidad de que las
conversaciones se hicieran con toda franqueza y apego a la verdad y en que el Gobierno
argentino, haba asumido el compromiso de que no se tomaran represalias de ningn tipo
derivadas de la observacinin loco.9
La apreciacin de cada uno de los establecimientos de detencin visitados por la Comisin,
es la siguiente:
a) Crcel de Villa Devoto
5. Esta crcel se encuentra ubicada en la ciudad de Buenos Aires, Capital Federal, y
consiste en una edificacin de grandes dimensiones con instalaciones espaciosas de diverso
tipo, que fue construida, de acuerdo a las informaciones proporcionadas, en el ao de 1927.
La Comisin visit esta crcel por varias horas, habiendo dialogado con las autoridades y
con las personas detenidas. Est destinada para presos comunes, y para mujeres detenidas
acusadas de delitos subversivos.
En Villa Devoto se encuentra el hospital penal considerado el ms importante del pas, que
fue recorrido por la Comisin habiendo inspeccionado la sala de internacin, la sala de
ciruga, la sala de Rayos X; el consultorio de ginecologa y el fichero mdico que contiene
las historias clnicas de los presos. Tiene una escuela primaria a la que asisten los presos
comunes que no han terminado el sexto grado; as como patios especiales de concreto y la
Capilla para oficios religiosos destinados a los reclusos.
Las mujeres acusadas de delitos subversivos, se encuentran instaladas en pabellones
totalmente independientes del sector de los presos comunes. El mayor nmero de las
mujeres se encuentra a disposicin del Poder Ejecutivo Nacional, otras con causa abierta y
tambin a disposicin del Poder Ejecutivo Nacional y un nmero menor condenadas por
tribunales ordinarios o por tribunales militares y tambin a disposicin del Poder Ejecutivo
Nacional.
Los informes presentados por las autoridades del penal indicaron que al principio se
encontraban muchas mujeres embarazadas y que los nios fueron entregados a los parientes
o, en defecto de ellos, intervino el juez de menores para decidir su destino en centros
especiales para tal efecto.
Las detenidas se encuentran distribuidas en pabellones, y ubicadas segn el rgimen que les
es aplicable. El rgimen 1 es el ms severo y para pasar al rgimen 2 o al rgimen 3 se
deben llenar determinados requisitos vinculados con la conducta observada. Existen los
llamados calabozos de castigo o de emergencia, que se encuentran en el stano, sumamente
estrechos, donde los castigados cuando cometen una falta grave a juicio de las autoridades
del penal, permanecen totalmente incomunicados hasta por treinta das. Una de las
autoridades de la crcel explic que en la prctica se les mantiene en dichos calabozos por
un trmino medio de hasta doce das. Los calabozos presentan un estado de humedad y slo
por la noche se les entrega a los sancionados un colchn liviano para acostarse.
La Comisin pudo apreciar en esta crcel diferentes tipos de celdas. Para el caso, existen
celadas amplias en las que se encuentran varias detenidas en forma colectiva y a las que se
les permite cocinar algunos alimentos. Aquellas detenidas que se encuentran bajo un
rgimen ms estricto, son ubicadas en celdas llamadas celulares. La Comisin inspeccion
el Pabelln N 2, de este tipo, que tena a esa fecha 23 celdas con un total de 83 reclusas.
En el rgimen celular mencionado, cada celda mide aproximadamente 2.50 x 3.50, con
camas rsticas en forma de camarotes. Estas celdas son sumamente estrechas y estn
completamente cerradas y cubiertas por gruesas puertas sin ninguna comunicacin hacia el
pasillo interno respectivo, y algunas de ellas fueron abiertas a pedido de la Comisin.
Tienen estas celdas una letrina a ras de suelo y la Comisin pudo ver cmo las reclusas se
encontraban comiendo en el suelo en un estado de incomunicacin absoluta. Por otra parte,
a las detenidas, segn el rgimen que se les aplique, se les permiten visitas de sus familiares
a travs de locutorios y no de contacto, escribir a sus familiares espordicamente y leer en
forma limitada algunos libros y revistas, previa censura.
De las declaraciones proporcionadas por las reclusas a la Comisin, se deduce que la
alimentacin es precaria y que el da de la visita de la Comisin les dieron una comida
especial; que el tratamiento mdico, aunque no exista la atencin preventiva, puede
calificarse como regular, aunque algunas veces se limita a calmantes; que en los das
previos a la visita de la Comisin se instalaron algunos televisores y mquinas de coser;
que no pueden hacer ejercicios fsicos ni deportes y que pasan enclaustradas 19 horas
diarias; que proceden de diferentes lugares del pas y que en su mayora son jvenes,
algunas estudiantes universitarias y otras profesionales; que han estado encarceladas en
diferentes centros de detencin y trasladadas de un lugar a otro; que algunas permanecieron
como desaparecidas o tienen a sus esposos, padres o hermanos desaparecidos, y en algunos
casos a toda su familia; que otras tienen a sus esposos, compaeros, hermanos u otros
familiares presos en otras crceles de Argentina; que algunas han solicitado la opcin para
salir del pas y les ha sido negada reiterativamente; que un elevado porcentaje de las
entrevistadas, entre un 70 y un 75%, fueron objeto de torturas en la primera fase de su
detencin; que en algunos casos han sido sobresedas para continuar en cautiverio al ser
puestas a disposicin del Poder Ejecutivo Nacional; y que son objeto de sanciones como
encierro en las celdas de castigo por motivos triviales, tales como bordar dentro de la celda
El rgimen de visitas para los detenidos por razones vinculadas con el orden pblico o la
seguridad del Estado, es el contemplado en las reglamentaciones especiales promulgadas
por el Gobierno militar, no existiendo relacin de contacto en dichas visitas, las que se
efectan a travs de locutorios. El Director del penal lo calific como un centro de mxima
seguridad. El hospital incluye servicios odontolgicos y se permite la lectura de libros,
previamente aprobados, e inclusive el intercambio de los mismos entre los detenidos, tal
como lo constat la Comisin.
Esta crcel fue visitada en dos ocasiones por la Comisin, habiendo conversado
ampliamente con las autoridades del penal y teniendo entrevistas individuales y colectivas
con los detenidos. De las declaraciones formuladas por stos se deduce lo siguiente: que
existen en la crcel algunos detenidos que se encuentran enfermos como consecuencia del
prolongado cautiverio en distintos centros de detencin, para el caso un detenido ha perdido
el 25% de la vista, no oye por un odo y padece del corazn; que los detenidos no han sido
objeto de malos tratos en la crcel, salvo los castigos provenientes del rgimen
disciplinario; que consideran que el tratamiento en esta crcel es mejor que el de las otras
donde les ha tocado estar; que la atencin mdica no la consideran del todo suficiente ni la
alimentacin plenamente satisfactoria; que las lecturas que les permiten se encuentran
censuradas y que en la prctica la prohibicin de libros incluye los de Pablo Neruda; que un
elevado porcentaje de los detenidos fueron torturados en la etapa de los interrogatorios en
otros centros de detencin; que a muchos de los detenidos en varias oportunidades les han
rechazado la solicitud para hacer uso del derecho de opcin; que hay varios detenidos
extranjeros, acusados de delitos subversivos; que algunos ya han cumplido las condenas
pero tienen varios aos ms de detencin al encontrarse a disposicin del Poder Ejecutivo
Nacional; que en 1978 algunos detenidos fueron llevados a los calabozos de castigo por
haber hablado con delegados de la Cruz Roja Internacional que los visitaron; que el
rgimen carcelario para los detenidos acusados de subversin en Argentina ha sido
transformado para destruir fsica y squicamente a los prisioneros; que un preso cuando le
toc estar en la crcel de Sierra Chica, permaneci siete das en un calabozo con un tiro en
la pierna pero que despus fue operado en el hospital de dicha crcel; que el nuevo
Reglamento Penitenciario no se cumple en forma cabal y por ello en algunos casos la
situacin ha empeorado; y que en lo que se refiere concretamente al penal de Caseros el
reclamo generalizado es la falta de sol y aire y de ejercicios fsicos y deporte, as como lo
limitado de los recreos, consistentes en hora y media por la maana y en hora y media por
la tarde.
c) Unidad 9 de La Plata
7. La Unidad 9 es una crcel de hombres que se encuentra ubicada en la ciudad de La Plata,
siendo un establecimiento de reclusin en que la mayora de los detenidos lo son por
razones vinculadas al orden pblico o seguridad del Estado, ya sea que se encuentren
procesados o condenados por consejos de guerra o por la justicia ordinaria, o simplemente,
como ocurre en la mayora de los casos, porque se encuentran a disposicin del Poder
Ejecutivo Nacional.
Los detenidos estn recluidos en pequeas celdas, generalmente de a dos personas en cada
una de ellas, las cuales estn distribuidas en diferentes pabellones, habiendo en cada
que se refiere a detenidos por razones vinculadas con el orden pblico o seguridad del
Estado, la Comisin entrevist en el hospital a uno de ellos, que se encuentra a disposicin
del Poder Ejecutivo Nacional sin proceso y acusado de realizar actividades gremiales, quien
haba sido trado haca pocos das de la Unidad 9 de La Plata. La Comisin constat que se
encontraba con serias alteraciones nerviosas. La crcel tiene doce pabellones con un
relativo buen servicio de aire y ventilacin.
En la Unidad 8 de Olmos, la Comisin recorri extensamente las instalaciones, habiendo
apreciado el campo de deportes, dormitorios de distinta dimensin con cuatro o seis camas
cada uno, los baos colectivos, la biblioteca, la escuela y el pabelln de las madres donde
permanecen con sus hijos hasta que stos cumplen dos aos. Asimismo, la Comisin
convers con algunas de las detenidas que lo son por delitos comunes, encontrndose
solamente una detenida acusada de actividades subversivas, con la cual la Comisin platic
en privado. Esta seora se encontraba embarazada y haba sido llevada a dicha crcel con el
objeto de que tenga el hijo para luego ser enviada al centro penal de Villa Devoto en la
Capital Federal.
La Comisin pudo comprobar que, en general, las condiciones de reclusin en esta Unidad
son satisfactorias y el personal profesional de servicios les presta a las reclusas un
tratamiento eficiente y humano.
e) Prisin de Magdalena
9. Se trata de un establecimiento de carcter militar ubicado en la Provincia de Buenos
Aires, con una poblacin penal de 240 internos. Los detenidos en esta Unidad son aquellos
miembros del personal militar que han cometido infracciones de dicha naturaleza, los
cuales durante la etapa de detencin participan de las tareas de distinta ndole que se
desarrollan en esta Unidad, tales como aprender un oficio para su preparacin en la vida
normal, realizacin de tareas administrativas, trabajos agropecuarios como cultivo de
huertas y labores de carcter fabril.
El establecimiento militar de Magdalena acredita las condiciones de un centro modelo de
detencin, ya que tiene instalaciones amplias y cmodas con patio de deportes, local para
exhibicin de pelculas, imprenta, biblioteca, talleres de distinta clase, rgimen de visitas
todos los fines de semana, asistencia espiritual y un rgimen alimenticio que se estima es el
mejor de todos los penales del pas, as como un eficiente servicio mdico. Cada pabelln
tiene su comedor y cuarto de higiene, y las puertas de las celdas individuales por lo general
se mantienen abiertas.
Los detenidos por delitos comunes o por causas distintas a aquellas vinculadas al orden
pblico o seguridad del Estado, tienen acceso a los campos de deportes y gozan de otras
prerrogativas, entre ellas, salida del penal siempre que se cumplan determinadas
condiciones, lo cual no les est permitido a los detenidos por razones vinculadas al orden
pblico o seguridad del Estado. Con detenidos de esta ltima categora, alojados en este
establecimiento militar, se entrevist la Comisin, que pudo comprobar que reciben un
tratamiento generalmente satisfactorio. La Comisin habl con el doctor Jorge Taiana,
mdico, ex-Ministro de Cultura y Educacin y Profesor universitario; con el seor Diego
Sebastin Ibaez, que fuera Secretario General del gremio petrolero; y con los seores Julio
Csar Perlinger, militar, y Jorge Cepernic, ex-Gobernador de la Provincia de Santa Cruz,
ambos detenidos desde hace varios aos a disposicin del Poder Ejecutivo Nacional.
El doctor Taiana se encuentra en una celda muy amplia con su cuarto de bao y tiene ms
de tres aos de encontrarse detenido por aplicacin del Acta Institucional de la Junta Militar
de 18 de junio de 1976. En su cautiverio se ha dedicado a escribir libros, ya que es un
cientfico de prestigio internacional. En su conversacin con la Comisin expuso sus puntos
de vista sobre la situacin que vive el pas y sobre su evolucin poltica. Tiene a un hijo
detenido en la crcel de Rawson. Expres que no ha sido torturado, que constituye una
necesidad el restablecimiento del estado de derecho y que comparte el criterio del escritor
Ernesto Sbato de que "no hay violacin de los derechos humanos que se pueda justificar".
f) Penitenciara provincial de Crdoba
10. La Comisin visit los once pabellones de esta institucin que est construida en forma
circular. Cada pabelln est dividido en celdas que se comunican con un rea comn, donde
los internos pueden permanecer en determinados horarios. Los pabellones y celdas visitadas
estaban, en general, limpios.
Este centro penitenciario tiene una enfermera con sala de operaciones y equipo de rayos X
y tambin una clnica dental. Los presos con los que habl la Comisin, manifestaron que
los servicios de la enfermera eran buenos; pero se quejaron de la alimentacin. No
obstante, la Comisin inspeccion la cocina y la panadera, que se encontraban limpias y
ordenadas, la carne se hallaba depositada en reas de refrigeracin. La prisin tambin tiene
una pequea biblioteca. Dispone igualmente, en local separado, de aproximadamente 15
habitaciones especiales con bao privado destinadas a encuentros familiares. Hay una
seccin destinada a menores, donde haba cerca de 150 internos, entre 16 y 19 aos de
edad.
A pesar de lo antiguo de la construccin y de ciertas limitaciones materiales, el rgimen
puesto en prctica por la actual direccin de la penitenciara contempla algunas
innovaciones recomendadas por la moderna ciencia penitenciaria tales como:
i) la facultad de los internos de tener a sus esposas o compaeras, peridicamente, por todo
un da, en las habitaciones especiales donde pueden gozar de la indispensable intimidad;
ii) la separacin de los internos homosexuales de los dems internos;
iii) servicios de siclogos, asistentes sociales y sacerdotes.
La Comisin, como resultado de su inspeccin, constat la existencia de 40 detenidos
llamados "prisioneros especiales", cuyos nombres no se encontraban incluidos en la lista
oficial que le fuera entregada previamente. Dicha lista mostraba algunos prisioneros a
disposicin del Poder Ejecutivo Nacional y otros a disposicin de Consejos de Guerra o de
jueces militares o federales, aunque en algunos casos, sin ningn cargo. Haban tres de los
detenidos que simplemente se indicaba que estaban a disposicin del "rea 31" referida a la
zona militar. Muchos estaban detenidos en la penitenciara desde 1974 o 1975 sin haber
sido sentenciados. Slo uno de los cuarenta prisioneros haba sido sentenciado. Estos presos
especiales estn sometidos a un rgimen ms estricto de visitas.
La Comisin pudo inspeccionar sin limitaciones el pabelln 14, que es el ms nuevo de los
pabellones, y donde se encuentran los detenidos acusados de actividades subversivas o
"presos especiales". Dicho pabelln consta de celdas individuales, las que durante el da
permanecen abiertas permitiendo a los internos comunicarse en el rea comn entre dichas
celdas. Las celdas estaban limpias pero son pequeas e incmodas y sus ventanas han sido
selladas en tal forma que los detenidos no pueden ver hacia afuera, pero los internos pueden
tomar sol, durante cierto horario, en el espacio interno de la penitenciara.
Todos los hombres que integraban el referido grupo de "prisioneros especiales"
manifestaron deseo de hablar con la Comisin y fueron odos en privado. Sus declaraciones
sobre apremios y otras violaciones sufridas estn reflejadas en la correspondiente seccin
de este Captulo, pero ninguno denunci malos tratos en la penitenciara, salvo prohibicin
de recibir revistas, peridicos u otro material de lectura.
Asimismo, la Comisin visit el Pabelln 13, donde se encuentran las mujeres
pertenecientes al grupo de "prisioneros especiales", dos de las cuales estaban
incomunicadas intentndose por las autoridades sustraerlas a la inspeccin de la Comisin.
La Comisin, sin embargo, alcanz finalmente a hablar en privado con todas las detenidas
en ese pabelln, despus de superar los obstculos que impedan el acceso a las celdas
donde se encontraban esas dos personas incomunicadas.
g) Campo La Ribera en Crdoba
11. Durante la permanencia de la Comisin en Crdoba, visit la prisin militar
denominada Campo La Ribera, que en muchas de las denuncias recibidas se le menciona
como centro de interrogatorios y torturas en los primeros meses del Gobierno militar. La
Comisin platic con los presos en un patio cerrado resguardado con paredes altas.
Los presos tienen una apariencia buena y no expusieron quejas de seriedad, estando la
mayora de ellos detenidos por infracciones militares. No obstante, algunos de los
entrevistados hicieron referencia a que en otro tiempo all se mantena a prisioneros civiles.
Uno de los detenidos es miembro de la secta religiosa Testigos de Jehov, y se encontraba
recluido por haber rehusado hacer el servicio militar obligatorio.
h) Crcel de Rawson
12. La crcel de Rawson se encuentra ubicada en la localidad del mismo nombre, en la
Provincia de Chubut, en la Patagonia, al sur del pas, aproximadamente a 2.000 kilmetros
de la Capital Federal. Es consideraba la crcel de mayor seguridad de Argentina y en ella se
encuentran alojados los detenidos acusados de actividades subversivas, a los cuales el
Gobierno cataloga como de mayor peligrosidad.
La Comisin visit esta Unidad carcelaria por varias horas, habiendo conversado
inicialmente con las autoridades de la misma, las que expresaron lo siguiente: que se
encuentran 279 detenidos subversivos y 55 reclusos por delitos comunes; que los
subversivos permanecen en celdas individuales, y no les es permitido trabajar; los recluidos
por actividades subversivas se encuentran procesados, condenados o a disposicin del
Poder Ejecutivo Nacional; que los mismos tienen dos horas de recreo al da por pabelln y
que a las ocho de la noche se les apaga la luz y empieza la etapa del silencio; que las visitas
se rigen por el Reglamento aprobado por el Decreto N 780 y que consisten de una hora por
seis das consecutivos, cada 45 das, a travs de locutorio y no de contacto, y que este
procedimiento se refiere a los que tienen familiares a ms de 300 kilmetros de distancia
del penal; que la calefaccin para los reclusos consiste en pequeas estufas colocadas en el
pasillo central de cada pabelln y que en pleno invierno la temperatura llega a dos, tres y
hasta ocho grados bajo cero.
Este centro penitenciario fue originariamente una colonia penal, y en 1974 se destin para
prisioneros acusados de delitos subversivos. La Comisin inspeccion las diferentes
instalaciones del penal, incluyendo las que corresponden a los detenidos por delitos
comunes, que se encuentran en celdas colectivas amplias, habiendo apreciado que para los
detenidos subversivos el rgimen aplicable es ms rgido y que se encuentran ubicados en
celdas individuales. Los detenidos por actividades subversivas estn distribuidos en 8
pabellones que tienen de 35 a 44 celdas cada uno. Todos ellos fueron recorridos por la
Comisin, que pudo verificar que en las celdas, sumamente estrechas, no existen sanitarios
sino "tazas de noche" y que los prisioneros no tienen ninguna clase de deportes, pueden leer
algunos libros en forma limitada y slo se les permite el peridico de la localidad.
Este centro es de un aislamiento absoluto, construido en un sector donde soplan fuertes
vientos en forma constante. Los pabellones de la crcel son accesibles a travs de gruesas y
numerosas puertas de hierro llenas de barrotes con cadenas y candados. Las autoridades de
la Unidad informaron a la Comisin que a los detenidos se les permiten juegos de
entretenimiento, identificando como tales el domin, pero no en la celda ni en los
pabellones sino en unas pequeas tablas clavadas sobre postes bajos en el patio, al que
llegan con frecuente impacto los vientos. No obstante ello, la Comisin pudo leer en los
pabellones unos anuncios escritos a mquina en los que se expresaba que a partir del 20 de
agosto de 1979 estaban prohibidos los "juegos de entretenimiento".
La Comisin tuvo entrevistas colectivas, por pabelln, con los detenidos, muchos de los
cuales presentaban rostros plidos y demacrados. Asimismo, entrevist individualmente a
un nmero considerable de ellos, designados para tal fin por iniciativa de la Comisin en
representacin de sus compaeros del respectivo pabelln, en uno de los patios del penal
donde, en algn momento, la emocin de los entrevistados se tradujo en llantos y
vacilaciones.
En las declaraciones hechas por los detenidos a la Comisin, se hicieron constar situaciones
como las siguientes: que en Rawson no han sido torturados, pero s son sometidos hasta
varias semanas a aislamiento en los calabozos de castigo; que existe una destruccin fsica
y squica impuesta primordialmente por las circunstancias de confinamiento que se derivan
de las caractersticas del propio penal y del rgimen de disciplina cuartelaria prevaleciente
en el mismo; que no se les permite radios porttiles ni peridicos y que muchas veces hay
un trato agresivo, insultante y vejatorio, bajo pretextos tan intrascendentes como no
acomodar bien la ropa que tienen; que en el invierno la situacin se vuelve desesperante por
el fro exagerado; que pasan recluidos en las celdas individuales hasta quince horas
consecutivas sin hacer nada, viendo las paredes de la celda estrecha acostados sobre las
camas rsticas; que casi todos ellos fueron torturados en las etapas de interrogatorio en los
primeros meses de detencin y han permanecido en cautiverio en distintas crceles del pas;
que han estado en lugares secretos de detencin y que tienen a parientes cercanos
detenidos; que en algunos lugares, como en Crdoba y La Plata, se enteraron de
fusilamientos de decenas de detenidos; que la asistencia mdica no es del todo satisfactoria
y que en algunos casos la misma es a travs de las rejas y no en un consultorio y que no
existe tratamiento psiquitrico; que la comida es precaria tanto en calidad como en
cantidad; que a algunos se les ha rechazado reiteradamente la solicitud para ejercer el
derecho de opcin para salir del pas; que hasta hace algn tiempo se les limitaba fumar y
que ahora se pueden comunicar ms con presos de otros pabellones; que tanto en Rawson
como en los otros centros oficiales de detencin donde han estado, es humillante el
procedimiento de requisas diarias.
i) Crcel de Resistencia
13. La Comisin visit la crcel de Resistencia, en la ciudad del mismo nombre en la
Provincia del Chaco, clasificada como un centro de reclusin de mxima seguridad.
Esta crcel se encuentra ubicada en un sitio un tanto alejado de la localidad mencionada, y
consiste en una especie de ciudadela amurallada cuya proteccin se extiende hasta
aproximadamente mil metros del lugar donde empiezan las edificaciones de concreto. Al
irse acercando a las instalaciones, se divisan en el camino casetas instaladas en lugares
distantes y cercas de alambre que impiden el acceso a la prisin por lugares diferentes a los
resguardados por las citadas casetas de observacin y control.
Esta Unidad penitenciaria est estructurada en locales antiguos pero que han sido
remodelados hace pocos aos. Dentro de los mismos, los detenidos estn separados en dos
sectores: el destinado a los presos comunes y el destinado a los presos acusados de delitos
subversivos. Dentro de la prisin se han construido dos pabellones nuevos que albergan a
ambas clases de detenidos. Las instalaciones presentaban muestras de haber sido pintadas y
reacondicionadas en fecha reciente.
La Comisin habl con los detenidos por delitos comunes y entrevist a los detenidos
vinculados con el orden pblico o seguridad del Estado. Entre los problemas expuestos
manifestaron quejas por la mala alimentacin y desatencin mdica y sanitaria, as como
por el prolongado encierro de 18 a 20 horas diarias; la imposibilidad de practicar deportes y
la prohibicin de recibir noticias periodsticas, or radio y ver televisin. Las visitas de los
familiares son difciles y al efectuarse se realizan en lugares cerrados y sin contacto. Los
visitantes son objeto de requisas por parte de los guardianes del penal. Les es permitido
enviar una carta semanalmente y no hay comunicacin entre uno y otro pabelln. Las
celdas son pequeas, y la humedad del medio constituye la condicin menos salubre de las
2. Muchos son los medios que para la aplicacin de apremios ilegales y para la ejecucin de
la tortura tanto fsica, como squica y moral, se habran puesto en prctica en lugares
especiales de detencin donde las personas fueron llevadas para interrogatorios y que se
conocen como chupaderos, e inclusive, en algunos casos, en los propios centros carcelarios
del pas. Estos procedimientos de tortura se prolongaron en muchas ocasiones hasta por
varios meses en forma continua, en las llamadas sesiones para interrogatorios. Entre esas
modalidades, analizadas y escogidas por la Comisin de los muchos testimonios que obran
en su poder, figuran los siguientes:
a) Golpizas brutales en perjuicio de los detenidos, que han significado en muchas ocasiones
quebradura de huesos y la invalidez parcial; en el caso de mujeres embarazadas la
provocacin del aborto; y tambin, segn determinadas alegaciones, han coadyuvado a la
muerte de algunas personas. Este tipo de palizas han sido proporcionadas con diferentes
clases de armas, con los puos, patadas y con instrumentos metlicos, de goma, madera o
de otra ndole. Hay denuncias que refieren casos en que la vejiga ha sido reventada y han
sido quebrados el esternn y las costillas o se han producido lesiones internas graves;
b) El confinamiento en celdas de castigo, por varias semanas, de los detenidos, por motivos
triviales, en condiciones de aislamiento desesperante y con la aplicacin de baos de agua
fra;
c) La sujecin de los detenidos, maniatados con cadenas, entre otros lugares en los
espaldares de camas y en los asientos de los aviones o de los vehculos en que han sido
trasladados de un lugar a otro, hacindolos objeto, en esas condiciones, de toda clase de
golpes e improperios;
d) Simulacros de fusilamiento y en algunos casos el fusilamiento de detenidos en presencia
de otros prisioneros, inclusive de parientes, como ha sucedido, entre otras denuncias, en
Crdoba, Salta y en el Pabelln de la Muerte de La Plata;
e) La inmersin mediante la modalidad denominada submarino, consistente en que a la
vctima se le introduce por la cabeza, cubierta con una capucha de tela, de manera
intermitente, en un recipiente de agua, con el objeto de provocarle asfixia al no poder
respirar, y obtener en esa forma declaraciones;
f) La aplicacin de la llamada picana elctrica, como mtodo generalizado, sujetndose a la
vctima a las partes metlicas de la cama a efecto de que reciba elevados voltajes de
electricidad, entre otras zonas del cuerpo, en la cabeza, las sienes, la boca, las manos, las
piernas, los pies, los senos y en los rganos genitales, con el complemento de mojarles el
cuerpo para que se faciliten los impactos de las descargas elctricas. De acuerdo con las
denuncias, en algunos casos de aplicacin de la picana se mantiene un mdico al lado de la
vctima para que controle la situacin de la misma como consecuencia de los "shocks" que
se van produciendo durante la sesin de tortura;
g) La quemadura de los detenidos con cigarrillos en distintas partes del cuerpo, hasta
dejarlos cubiertos de llagas ulcerosas;
cuando mantiene a una persona detenida a disposicin del PODER EJECUTIVO lo hace en
ejercicio de las facultades previstas expresamente en el Art. 23 de la Constitucin Nacional,
sancionada en 1853 y reglamentada oportunamente, teniendo en consideracin la necesidad
de garantizar el derecho a vivir en paz, libertad y dignidad que tiene el grueso de la
poblacin, durante ms de una dcada afectada por la constante y permanente agresin de
elementos terroristas y subversivos y tales detenciones no son, como a veces se pretende,
efectuadas por "motivos ideolgicos" sino fundadas en la necesidad de proteger a la
sociedad Argentina de elementos potencialmente peligrosos.
Por lo dems, el Gobierno Argentino niega que la actividad seguida con el Sr. Alfredo
BRAVO configure violacin alguna de derechos humanos, sino que se halla encuadrada
dentro de los procedimientos legales vigentes.
La Comisin contina la consideracin del presente caso.
5. Caso 2502 - Seor Jacobo TIMERMAN, ex-Director del diario "La Opinin". Expres a
la Comisin lo siguiente:
Fui arrestado con fusiles a las tres de la maana. Me robaron joyas, etc. Luego fui esposado
y me pusieron una pistola en la cabeza. Durante un mes fui objeto de interrogatorios diarios
de hasta 16 horas. Desnudo, vendado, "tapiado", atado en un catre de lona, mojndome el
cuerpo y aplicndome descargas elctricas. Un mdico en forma permanente, durante las
torturas, me tomaba el corazn y otro me meta plomo en la boca cuando gritaba del dolor
por los "shocks". Me dola ms la cabeza que los rganos genitales.
Despus de dos horas de torturas empezaba el interrogatorio formal. Estuve en una celda
hmeda, muy angosta y no me permitan ir al servicio sanitario. Me tenan varios das de
rodillas. Luego me llevaron a la Polica Federal y despus a otro lugar estando esposado en
una cama, todo esto entre abril y agosto de 1977.
Me tuvieron desaparecido en un lugar llamado Puesto Vasco entre Buenos Aires y La Plata
y en otro lugar llamado Caty de Martnez; en este ltimo lugar estuve con Rafael Perrota,
periodista, director de "Crnica" que nunca apareci. Lo vi por primera vez en julio de
1977. Por error lo pusieron en una celda conmigo; estaba loco. La familia de Perrota pag
una gran cantidad de rescate pero nunca apareci.
A m me tortur un comisario y podra identificar hasta el lugar. Creo que o me mataron
porque mis captores crean tener al "Sabio de Sin" en Argentina.
El Gobierno Argentino en nota recibida por la CIDH, el 27 de marzo de1980, refirindose a
las condiciones en que se cumpli el arresto y seala:
Con relacin al modo en que cumpli su arresto el causante, es imprescindible puntualizar
que rgimen de detencin domiciliario instituido por la Ley 21.650, constituye, sin duda,
una forma de atenuar las limitaciones ocasionadas por el lugar en que ste se verifica.
Ello es as, pues de lo contrario la detencin debe hacerse efectiva en cualquiera de los
establecimientos carcelarios de la Repblica, lo cual evidentemente produce mayores
privaciones, a las que no se vio sometido TIMERMAN en virtud de lo expuesto
precedentemente.
La CIDH contina la consideracin de este caso.
6. Caso 4674 - Seor Sergio Hugo SCHILMAN, estudiante de Ciencias Econmicas de la
Universidad Nacional de Rosario. La Comisin recibi en Argentina la denuncia sobre el
arresto arbitrario, malos tratos y torturas, del joven Sergio Hugo Schilman, quien haba sido
detenido el 22 de agosto de 1979, en Rosario, lugar de su domicilio, por personas que se
identificaron como pertenecientes a la Unidad Regional II de la Polica de la provincia.
Asimismo, la Comisin recibi copia de la carta que el padre de la vctima remiti al
Comandante en Jefe del Ejrcito argentino, Teniente General Roberto Eduardo Viola,
denunciando los hechos, expresando que se haba presentado recurso de Habeas Corpus, y
que su hijo haba sido posteriormente liberado, en estado muy grave, debatindose entre la
vida y la muerte, por lo que fue trasladado a un sanatorio siendo internado en terapia
intensiva.
En consideracin a ello, la Comisin se traslad a Rosario el martes 18 de septiembre de
1979, habiendo tenido entrevistas con el Jefe de la Unidad Reginal II de la Polica de la
Provincia, con el Comandante del Segundo Cuerpo del Ejrcito, y con el Juez Federal, a
cuyo cargo se encontraba el proceso judicial referente a la vctima. La Comisin sostuvo
una prolongada entrevista con el joven Sergio Schilman, y pudo constatar su estado
lamentable. Su testimonio, en las partes pertinentes, es el siguiente:
El mircoles 22 de agosto venamos de ver un espectculo aqu cerca de casa, en el circo de
Mosc, volvamos con mis padres, mi hermana y mi cuado; estbamos por entrar a casa y
se aproxim un grupo bastante numeroso de personas que haban estacionado un auto
obstaculizando la entrada del garage; ellos no estaban en el auto, estaban en los alrededores
y cuando vieron acercarse el auto en que regresbamos se amontonaron en la puerta de la
casa; yo vi que uno se identific como personal del Servicio de Informacin de la Polica,
nadie alcanz a ver bien la credencial, la mostr nada ms; pidi los documentos, yo le
alcanc los mos y al verificar que yo era Sergio Hugo Schilman, me detienen solamente a
m, inclusive mi cuado estaba sin documentos, que eso no es una cosa aconsejable en
nuestro pas en estos momentos, a l no lo llevaron, o sea el inters parece que era
detenerme a m; me introducen en el automvil que estaba parado ah; tres personas vienen
conmigo, con un "pullover" mo me encapuchan, me atan las manos hacia atrs, me
esconden en el auto. Yo calculo que el viaje habr durando unos quince o veinte minutos,
pues al parecer dieron varias vueltas; cuando llegamos a destino, todava encapuchado, me
hacen descender, inclusive una de las personas que viajaba conmigo en el automvil, con
un cuerpo bastante grande, me toma en sus brazos y me sube por la escalera; era una
dependencia que queda en la "ochava" de las calles Torrero y San Lorenzo de la Jefatura de
Polica; esto ltimo lo alcanc a ver al otro da, es decir la calle, por una de las mirillas,
porque la Jefatura ocupa toda una manzana.
amenaz, tir contra el piso y nos pidi los documentos. Despus de entregarle nuestros
documentos, tir en el aire y vino otro seor a ayudarle. Nos subieron en el vehculo y nos
llevaron hasta la Comisara 36 de la Polica Federal de Villa Soldati.
All nos encapuch enseguida. Me tomaron los datos y cuando les pregunt por qu me
haban detenido, me dijeron que iban a ver. Me revisaron toda la ropa, me esposaron, me
hicieron sentarme en una silla y comenzaron a darme muchos golpes, sobre la cabeza, en la
cara, en los testculos, pisando los pies. Cuando gritaba, ellos silbaron, hicieron ruido para
tapar los gritos. Despus me llevaron al calabozo y dentro de un rato me vinieron otros a
decir que iba a los militares, que iba a ver que los Romanos no saban nada cuando
perseguan a los primeros cristianos, en comparacin con los militares argentinos. Que
haban llegado unos 30 soldados de Tucumn y que iban a disfrutar de la chica Cabrera.
As me sacaron, siempre encapuchado, y me pusieron en el bal trasero de un coche. Como
soy grande, tuvieron bastante problema en hacerme entrar. Escuch los sollozos de Cabrera
en el asiento trasero, pero muy pronto llegamos a algn lugar. El coche empez a girar
mucho, dando vueltas muy bruscas y despus par.
Me bajaron y como estaba muy golpeado, uno pregunt al otro si me haban dado
electricidad y l dijo que no saba. Me hicieron entrar en un edificio y all me pusieron otras
esposas, amarrndome contra la pared al nivel del piso con las manos extendidas. Se
escuchaba mucho trfico, tanto que pareca que la casa estaba en medio de una autopista.
Pero el trfico iba a gran velocidad. Las luces estaban siempre prendidas. Dentro de poco
tiempo vinieron dos personas, me soltaron y me llevaron a una pieza al lado y me hicieron
sentar sobre una camita que tena un colchn grueso de goma de pluma. Me sacaron los
trapos que me hicieron de capucha, amenazndome no mirar y me pusieron una capucha de
lona amarilla que llegaba hasta la mitad del cuerpo pero que tena una cuerda al nivel de la
garganta. Empezaron a interrogar, acusndome de estar colaborando con los terroristas y
preguntndome por personas que estn vinculadas a miembros de estos grupos, en la Villa,
o en otras villas.
Yo les expliqu que era un sacerdote que trabaja all pastoralmente pero que pasaba la
mayor parte del da trabajando en una obra de construccin en Avenida La Plata/Estados
Unidos y que no saba nada de lo que preguntaban.
Uno me dijo entonces que me acostara, (tena las manos esposadas detrs). Apenas estuve
en esa posicin cuando uno que estaba sentado al lado me empez a golpear sobre el
cuerpo, a meter algo duro como una pistola contra el cuerpo, etc. Les pregunt quines
eran, para tratarme as, y me dijeron que eran las tres A. Luego me dijeron que iban a
limpiarme la boca y uno me agarr de la cabeza y la nariz mientras mediante una manguera
o una pava empezaron a meterme agua en la boca hasta que me asfixiaban. Despus de un
largo tiempo (no s si haba perdido el sentido), me pusieron unas esposas tambin en los
pies. Me hicieron parar y me queran hacer caminar, pero me ca y as me arrastraron de
vuelta a la pieza. Esta vez me ataron sencillamente los pies esposados a la pared. As estuve
todo el da; les ped ir al bao y me baaron en agua fra, y cada rato me golpeaban y
baaban con agua. Finalmente vinieron, me desataron, que era un gran alivio y me llevaron
de vuelta a la pieza. Me hicieron acostar en la cama con toda la ropa puesta y muy mojada.
Me ataron las manos y los pies y conectaron algunos cables. Me cambiaron la capucha por
una venda muy chiquita, y de repente sent torcerme el cuerpo sin control y en medio de
muchos chispazos como de soldadura de arco. Tanto que me desat totalmente de la cama.
Entonces me ataron muy fuertemente y siguieron dndome electricidad y diciendo que
deba decir lo que saba. Despus me dejaron.
Escuch los gritos de Ftima Cabrera en la misma pieza, a quien tambin le administraron
electricidad. Despus de un tiempo, llamaron a una persona que era mdica y le dijeron que
revisara a Ftima, porque parece que dejaba de respirar. Ella recomend un remedio y uno
mand a otro a buscarlo diciendo que "estaba cerca la Facultad de Medicina". Mientras
tanto empezaron a interrogar a la mdica, que parece que haba venido de Crdoba a
Buenos Aires a buscar trabajo en la polica. Queran saber sobre todo si tena parientes o
amigos militares, y cuando les dijo que no tena muchos contactos, quedaron dudando entre
ellos sobre sus intenciones. Tambin le preguntaron qu pensaba de los derechos humanos
y la democracia. Ella les dijo que pensaba que deben ser respetados aunque su familia no
tena afiliacin poltica, estaba de acuerdo con la democracia. Despus dijeron que estaban
ya cansados de nosotros. Le dieron una pastilla a Ftima y luego empezaron a echarme
agua encima y a darme mucha electricidad, esta vez tambin sobre distintas partes del
cuerpo. Haba un olor a quemado en la pieza. Trajeron a Ftima en una silla, era de muy
baja estatura, y empezaron a darnos electricidad juntos. Luego me pusieron un cable sobre
la cabeza y qued como paralizado. Me dijeron que era muy fuerte, que podra resistir
mucho, pero por culpa ma iban a destrozar a Ftima. Me dejaron atado all, mientras uno
limpiaba el piso y preparaba caf. Siempre tenan msica muy fuerte como de un radio de
coche.
Finalmente me desataron, me hicieron parar y con una goma detrs en que apoyarme entre
los dos caminaba de vuelta a la otra pieza. All me ataron pero me dejaron un largo rato con
la venda chiquita y pude mirar la pieza. Haba unas siete personas todas con capuchas
amarillas y un nmero encima. Haba ventanas chiquitas arriba y pude ver as la luz del da
de afuera. Despus me encapucharon de vuelta, y poco despus empec a escuchar los
gritos de Ftima. Esto segua por todo el da a intervalos. Como me desesperaba con estos
gritos levantaba la capucha para ver donde estaba ella, y cuando me vieron me ataron con la
cuerda, y me sofocaba. Creo que perda el sentido porque no me acuerdo cuando me
sacaron la cuerda. Finalmente me dejaron ir al bao, me dieron un poquito de agua para
tomar, despus de asegurar que en las 24 horas antes no me haban dado electricidad.
Luego me vinieron a buscar. Me sentaron en la cama y me ofrecieron unos cigarrillos.
Apenas pude inhalar a uno. Me dijo uno, que era un oficial militar, que haca 8 horas que
estaba detenido (esto era jueves). Me reiteraron las acusaciones y las negu. Me dijeron que
sto era peor para m pero que l iba a informar a sus superiores. Me llevaron de vuelta y
me ataron. Luego vinieron dos que con mucha gentileza me sacaron y me pusieron en el
bal del coche y me llevaron. Mientras bamos en el coche ellos hablaron, silbaron y
parecan felices. Antes de salir uno les dijo que traiga de vuelta la capucha porque estaban
perdiendo muchas ltimamente. Llegamos despus de bastante a algn lugar. Subimos en
un ascensor. Despus supe que era la Coordinacin Federal de Calle Moreno. Uno me
interrog al llegar y me dieron unos golpes muy fuertes en la barriga, tanto que me ca.
All me pusieron en una celda y haba unos 6 presos en el mismo pasillo en otros calabozos,
otros 4 muchachos en una celda grande y otras tantas mujeres en otra celda grande. Haba
una cruz swstika pintada en la pared del fondo (con la plancha del "fingerprint"). Los otros
presos me aseguraron que no tena que temer nada. El da despus lleg Ftima al mismo
lugar. Me coment que la haban golpeado mucho con bolsas de arena, que se sinti muy
mal de la columna, que sufra de asma y por eso le haban dado unos remedios, pero que la
haban sacado cuatro veces en total para darle electricidad y las otras veces sacndole toda
su ropa. Finalmente recibieron una orden que como "las Naciones Unidas pedan por ella",
tenan que hacerla recuperar pronto y le administraron muchos remedios.
All fue examinado por un mdico que recet algn tratamiento de antibiticos. All
siempre se tiene que andar con los ojos vendados. Luego me interrog una persona, que me
preguntaba cmo haba recibido las heridas que tena. Le dije lo que me haba pasado y me
contest que de ahora en adelante me haba cado por una escalera. Si no deca esto iba a
terminar en el fondo del ro en un pedazo de hormign. Despus me sacaron una
declaracin que firm.
El lunes 19 de octubre, me sacaron, me afeitaron (con navaja), me perfumaron el pelo y me
llevaron a ver a mi Embajador, Mr. Lennon (Irlanda). Justo antes de entrar a verlo me
sacaron la venda y l y su Secretario (Justin Harmann), se alegraron mucho al verme pero
se asustaron al verme en la condicin en que estaba. Les expliqu lo que me haba pasado
pero que tal vez no era en el mejor inters mo que en este momento tomara estado pblico.
Me asegur que pronto iba a estar libre y nos despedimos.
La comida en Coordinacin Federal consista en mate cocido sin leche ni azcar, con un
poco de pan a la maana, fideos hervidos a veces sin sal y pan a medio da y polenta
(tambin sin sal) y pan a la noche. A veces ponan sal con salsa pero raras veces. Haba dos
mujeres embarazadas que pidieron permiso para ir al bao. Segn me comentaron, algunos
guardias abusaban de las mujeres all. Haba dos tipos de presos, legales e ilegales. Un
ilegal Guillermo Lpez, estudiante de medicina residente en el oeste de la Capital Federal,
fue sacado una maana cuando fuimos trasladados un grupo grande a Villa Devoto, y no
lleg a Villa Devoto. Algunos haban estado presos unos 80 das all, y uno deca que antes
sacaban gente para matarlos. Inclusive uno me testimoni que la noche anterior al hallazgo
de 30 cadveres en Pilar, haban sacado treinta presos de Coordinacin Federal.
En Villa Devoto estuve detenido poco tiempo, una semana ms o menos antes de ser
trasladado a La Plata (Unidad 9). All haban 3 presos de Santa Fe (trasladados de Coronda,
2 sacerdotes, Ral Troncoso y Rafael Yacuzzi y otro, Osvaldo Cambiasso) que haban sido
tan golpeados que les negaron admisin en La Plata. Cambiasso particularmente presentaba
muchos golpes en todo su cuerpo.
Tanto en La Plata como en Villa Devoto, haba muchas cosas que se hacan a los presos
para humillarlos y castigarlos. El llamado rgimen de castigos, (muy duro en La Plata, con
baos fros, golpes con goma, etc.), el sistema de requisas, particularmente humillante en
Villa Devoto. Como sacerdote nos era negado o hecho prcticamente imposible el acceso a
la Biblia o libros religiosos, aunque en La Plata haba un buen servicio de capellana
organizado por la crcel. En todas las crceles al entrar, fui revisado por algunos mdicos.
condenados por abuso de funciones; que hay muchos policas sancionados por secuestro,
inclusive algunos por muerte; que las Fuerzas Armadas, la Polica, estn integradas por
hombres; que las fuerzas de seguridad de todo el mundo caminan en la cornisa donde abajo
est el fango, lo malo de la sociedad, permanentemente bajan y se mezclan y es mucho
mayor la cantidad de miembros de la polica que caen y se contaminan con los que estn al
margen de la ley; que al entrar a la lucha anti-subversiva, sus propios oficiales se vieron
tambin envueltos y ms de uno qued sumergido en el fango, muchos estn presos, otros
bajo sumario, otros dados de baja, que frecuentemente aparecen involucrados en este tipo
de casos; y que durante este ao 290 individuos fueron separados de la institucin por tal
razn.
El Ministro de Justicia, expres a la Comisin que el Gobierno es proclive a evitar abusos y
que un gran nmero de policas se encuentran procesados, detenidos y sancionados, aunque
los delitos cometidos por la polica son en s materia de prueba difcil, pero que existen
controles administrativos y judiciales que hay que acentuar para evitar tales abusos.
2. Con posterioridad a la observacin in loco, la Comisin ha recibido informaciones que
establecen que se han aplicado sanciones, en algunos casos, a agentes policiales que
despus de las investigaciones correspondientes se les ha encontrado culpables de delitos en
perjuicio de los derechos humanos, entre ellos apremios ilegales.12
Por nota de 20 de noviembre de 1979, el Gobierno argentino, aunque sin proporcionar
nombres, inform que entre los aos 1973 a 1979, en todo el pas, un total de 1.751 agentes
de la autoridad pblica (federal y provincial) han sido sometidos a juicio o sancionados
administrativamente por actos de abuso de poder. Pero el Gobierno no ha suministrado
ninguna informacin sobre la naturaleza de los abusos, el tipo de sanciones y la poca en
que ocurrieron tales abusos.
3. La Comisin espera que tales sanciones signifiquen el inicio de una poltica
gubernamental progresiva que permita las ms amplias investigaciones y el castigo, con
todo el rigor de la ley, de los responsables de atropellos al derecho de seguridad e
integridad personal. Asimismo, la Comisin confa que cuando se haya iniciado un proceso
contra responsables de torturas y apremios ilegales, como en el caso del seor Sergio Hugo
SCHILMAN, tal accin se lleve hasta sus ltimas consecuencias y se informe a la
Comisin de su resultado.
La aplicacin de sanciones severas, si han ocurrido, significara el deseo de suprimir la
tortura. No obstante, subsiste el hecho de que por lo menos en los ltimos tres aos, ha sido
utilizada la prctica sistemtica de torturas por autoridades pblicas.
Los mtodos de esta naturaleza, que revisten caractersticas similares, la generalizacin de
los mismos en todo el pas, el gran nmero de casos que han sido denunciados, y el traslado
organizado de los detenidos de un sitio a otro, lleva inevitablemente a la conclusin de que
estas prcticas no eran ignoradas por personas que ejercen las ms altas posiciones del
Gobierno y de las Fuerzas Armadas.
Cualquiera que sean las medidas iniciadas por el Gobierno para impedir la tortura, stas han
sido lamentablemente ineficaces.
Notas
4 Ley Penitenciaria Nacional complementaria del Cdigo Penal, Artculos 1, 2, 3, 4, 5, 15 y 16. Decreto Ley N 412/58, ratificado por Ley N 14.467.
Buenos Aires, 14 de enero de 1958. La Ley Penitenciaria Nacional comprende, adems de las disposiciones citadas, otras referentes a normas de trato,
disciplina, conducta y concepto, trabajo, educacin, asistencia espiritual, relaciones sociales, asistencia social, asistencia post-penitenciaria, patronatos,
establecimientos penitenciarios, personal penitenciario, contralor jurisdiccional y administrativo de la ejecucin, e integracin del sistema penitenciario
nacional.
5 Por Decreto N 2.023 de 26 de diciembre de 1974 se aprob el Reglamento del Instituto de Seguridad (U.6), el cual fue modificado y extendido a los
detenidos a disposicin del Poder Ejecutivo Nacional en cualquier establecimiento del Servicio Penitenciario Federal, por Decreto N 955 de 16 de junio de
1976.
7 Artculos del Decreto del Poder Ejecutivo Nacional N 780/79 que aprueba el Reglamento mencionado, el cual, en sus Disposiciones Generales, regula lo
referente a libros y revistas, los que sern requisados minuciosamente para verificar que no existen impedimentos que afecten la seguridad de la Unidad; lo
referente a peridicos y sus restricciones, as como la prohibicin de recepcionarse, por ningn concepto, encomiendas remitidas a los "DT" detenidos. El
"DT" detenido menor de edad de acuerdo al Artculo 73 del Reglamento-, de diecisis (16) a veinte (20) aos, ser alojado en secciones especiales e
independientes, en Establecimientos para mayores. El Reglamento contiene como anexo la nmina de artculos de uso y consumo autorizado para su tenencia
en la celda, y el cuadro sinptico demostrativo del grado de parentesco del "DT" con familiares que, adems del cnyuge, lo pueden visitar
reglamentariamente.
8 De acuerdo con las Normas aludidas, la calificacin de conducta y concepto ser formulada conforme a la siguiente escala: 1. POSITIVA, que comprende:
a) BUENA, equivalente a CINCO (5) y SEIS (6) puntos. 2. NEGATIVA, que comprende: a) REGULAR, equivalente a TRES (3) y CUATRO (4) puntos. b)
MALA, equivalente a DOS (2) y UNO (1) puntos. c) PSIMA, equivalente a CERO (0) puntos. La clasificacin de conducta y concepto de los DT detenidos
correr paralelamente, pero pueden no ser coincidentes. La clasificacin de los DT detenidos se efectuar segn sea el grado de adaptabilidad de cada uno de
ellos, clasificndoselos segn los siguientes parmetros: 1. GRUPO 1: Difcilmente adaptables. a) Caractersticas actuales. 1) Actividad negativa, con rigidez
frente a las opciones de cambio y rechazo de la realidad. 2) No presentan signos de rehabilitacin. 3) Indciles frente a la accin reeducativa. 4) Reiteradas
sanciones disciplinarias, particularizando las individuales de las colectivas. 5) Integran grupos o ejercen liderazgo. 6) Presentan un fuerte vnculo de
pertenencia a las bandas DT. 7) Estn en continuo antagonismo con las autoridades penitenciarias. b) Caractersticas socioculturales. 1) Frecuente rechazo o
falta de contacto con la familia que vive y trabaja legalmente en el pas. 2) Relacin con la familia en el extranjero que acta en OPM u organizaciones
paralelas. 3) Frecuentes casos de ruptura de su matrimonio y desinters por sus hijos. 4) Larga actuacin ideolgica en favor de los mtodos violentos y
terroristas. 5) Falta de predisposicin para realizar actividades profesionales y laborales para reiniciar una vida normal (estudios universitarios interrumpidos
por una militancia, carencia de oficio o profesin en individuos que provienen de familias con nivel medio o superior). 6) Inexistencia de bienes o casahabitacin propia, que pueda significar arraigo en el mismo nivel familiar. 2. GRUPO 2: Posiblemente adaptables. a) Caractersticas actuales. 1) Actividad
variable. 2) Falta de claridad en su actitud en contra o favor de las OPM y su actuacin. 3) Actuacin previa relevante y grave que ponga en duda su buena
conducta actual. b) Caractersticas socioculturales. 1) Nivel cultural que les permita disimular su convencimiento ideolgico en favor del terrorismo. 2)
Relaciones formales con la familia sin signos de compromiso afectivo con ella. 3. GRUPO 3. Adaptables. a) Caractersticas actuales. 1) Rechazo explcito de
las OPM y de vinculacin con ellas. 2) Buena conducta y colaboracin con las autoridades penitenciarias. 3) Inters por su propia rehabilitacin y reingreso en
la sociedad. 4) Buenas relaciones familiares. b) Caractersticas socioculturales. 1) Familia bien constituida que mantiene contacto regular y frecuente con el
encarcelado. 2) Breve actuacin en la OPM. 3) Oficio o profesin que le asegure buenas posibilidades de ocupacin. 4) Prcticas religiosas.
9 La Comisin recibi en el mes de octubre de 1979, informaciones que indican un caso de represalia en la persona del detenido Enrique Perelmuter, de la
Unidad 9 de La Plata, que fue sometido a un procedimiento de ostensible rigurosidad y arbitrariedad carcelaria, que se alega tuvo su origen en haber prestado
testimonio a la Comisin. El 18 del mismo mes, la esposa de la vctima present un recurso de Habeas Corpus tendiente a la suspensin del procedimiento. En
lo pertinente, dicho recurso expresa lo siguiente: "En el da de ayer mi letrado patrocinante visit a Enrique Perelmuter en el lugar donde se encuentra
detenido (U-9) de La Plata, y recibi del nombrado las siguientes referencias sobre el rgimen al que se encuentra sometido y hechos sobrevinientes a la
reciente visita a dicho establecimiento de miembros de la Comisin Interamericana de Derechos Humanos: a) cinco das despus de haber prestado testimonio
como detenido ante los miembros de la CIDH que se constituyeron en dicho establecimiento carcelario, Perelmuter fue trasladado al Pabelln 16 B (designado
en la jerga interna de la crcel como el "pabelln de los irrecuperables"), quedando desde ese momento privado de la lectura de diarios y de la prctica de
ejercicios fsicos; b) es caracterstica del rgimen que se aplica que cuando un detenido es notificado de una sancin, debe firmar la nota pertinente en la que
se le designa como "delincuente terrorista"; d) esta circunstancia ha permitido comprobar que la abreviatura DT contenida en el ttulo y disposiciones del
Decreto 780 del P.E.N. (B.O. 9-IV-79) no es, como se supona, una abreviatura convencional de la palabra DETENIDO, sino la sigla de la calificacin oficial
como DELINCUENTE TERRORISTA de los detenidos que se encuentran a disposicin del Poder Ejecutivo Nacional, para quienes se pretende haber
sancionado una reglamentacin benvola, cuando en realidad ella parte de la gravsima imputacin y ofensa al honor del detenido que surge, como acabo de
decir, del ttulo mismo de tal decreto; e) este rgimen genrico, ms la extrema arbitrariedad de los castigos en la lbrega celda que constituye "la crcel
dentro de la crcel", est produciendo un creciente deterioro de la personalidad fsica y psquica de mi esposo, y crea el peligro de que sufra el "perjuicio
irreparable" a que alude el artculo 623 del Cdigo ritual. A todo ello debe agregarse la acentuada sordera que los golpes aplicados a mi esposo durante los
primeros das de su secuestro le han producido, con el consiguiente crculo vicioso de dificultad de escuchar rdenes y consecuentes castigos por no
cumplirlas estrictamente. Esto no es el arresto del que habla el art. 23 de la Constitucin Nacional, sino un mundo ajeno al Derecho que V.E. debe excluir de la
vida argentina".
10 En el discurso de inauguracin, pronunciado por el Ministro de Justicia, se contienen, entre otros, los siguientes conceptos: "En estos aos difciles en los
que, despus de derrotar a la subversin, los argentinos queremos consolidar la paz y asegurar la vigencia plena del Estado de Derecho, tal como lo expresan
los documentos bsicos del Proceso de Reorganizacin Nacional, la inauguracin de un establecimiento modelo como esta unidad constituye una afirmacin
tangible de principios fundamentales de nuestra organizacin poltica. Esta crcel, con sus modernas instalaciones, que permiten al interno dedicar sus horas
de encierro al trabajo, al estudio, la meditacin o el deporte, sin mortificaciones adicionales que agraven innecesariamente la privacin de su libertad,
constituye un testimonio explcito de fe en el hombre, en su condicin de imagen y semejanza del Altsimo, en su carcter de sustancia individual, racional y
libre, en la posibilidad de su redencin temporal y sobrenatural, y en su irrenunciable vocacin de eternidad".
12 El diario "La Razn" de Buenos Aires, en su edicin de 6 de octubre de 1979, informa lo siguiente: "Mar del Plata Tres funcionarios policiales de esta
ciudad fueron condenados a prisin por el juez en lo Penal, doctor Pedro Hooft, quien los encontr culpables de los delitos de privacin ilegtima de la libertad
y apremios ilegales agravados. La pena alcanza al oficial inspector Marcelino Blaustein y a los cabos Hugo Di Giovanni y Francisco Hernndez, que fueron
condenados el primero a cuatro aos y seis meses de prisin y tres aos para los restantes. Adems, les aplic a los tres procesados la pena accesoria de
inhabilitacin absoluta y perpetua, tal como lo dispone el artculo 144 del Cdigo Penal, medida que importa la prdida del empleo o cargo pblico y la
incapacidad de desempear toda otra funcin pblica en el futuro. Los ahora condenados Blaustein, Di Giovanni y Hernndez, luego de detener a la vctima
cuyo nombre no fue suministradola condujeron a un lugar apartado, donde la sometieron a todo tiempo de vejmenes y torturas, luego de lo cual, la
ingresaron en deplorable estado fsico a la seccional policial a la que pertenecan. Denunciados los hechos a la justicia y comprobados los apremios ilegales
por parte de mdicos oficiales inclusive de la Suprema Corte de Justicia--, el juzgado instruy el sumario con el resultado conocido. El fallo ha sido apelado
por el abogado defensor de los procesados, doctor Juan Carlos Rodrguez, y el expediente ingres a la Cmara de Apelaciones, cuyo pronunciamiento
definitivo se aguarda ahora".
El diario "La Nacin" de Buenos Aires, en edicin del 14 de octubre de 1979, informa lo
siguiente: "Crdoba La Cmara quinta del crimen juzg a los agentes de la polica
provincial Jos Andrs Snchez, Jos Luis Faras y Nicols Marcelino Reynoso a quienes
se atribuan los delitos de apremios ilegales, exacciones ilegales y defraudacin, entre otros,
condenndolos con diferentes penas. De acuerdo con la requisitoria fiscal, el primero de los
hechos se habra cometido en circunstancias en que Juan Jos Parra se encontraba detenido
en la seccional tercera de polica, imputado por robo, procedimiento que llev a efecto el
agente Jos Andrs Snchez en julio ltimo. El detenido fue sacado por Snchez de la celda
donde se encontraba y llevado a una habitacin donde ste y Marcelino Reynoso, tambin
empleado de la reparticin, le colocaron un palo en la comba de las rodillas, obligndolo a
sentarse, lo que le produca un intenso dolor, tratando de que Parra confesara su
intervencin en hechos delictuosos. Posteriormente, y como el detenido negara su autora,
lo golpearon y sometieron a otros actos vejatorios, al igual que a Marcelo Jorge Ferreyra,
detenido tambin como consecuencia del arresto de Parra. A raz de los malos tratos
recibidos durante su permanencia en el local, ste ltimo sufri lesiones que demandaron
varios das de curacin. Los restantes hechos llevados a juicio y acreditados durante el
debate, fueron cometidos por los policas Snchez y Faras con motivo de la detencin de
Jorge Elvio Rahjy, a quien se indicaba como autor de delitos contra la propiedad. En esa
oportunidad, y pese a resultar infructuosa la bsqueda, puesto que no se produjo el
secuestro de ningn objeto de origen doloso, procedi a detenerse al imputado en
averiguacin de antecedentes, siendo alojado tambin en dependencias de la seccional
tercera. Acreditada la autora y responsabilidad de los acusados en los hechos que se les
atribua, el tribunal conden a Jos Andrs Snchez a siete aos de prisin e inhabilitacin
absoluta y perpetua para desempear cargos pblicos, como autor de apremios ilegales,
lesiones leves y defraudacin; a Jos Luis Faras, a cinco aos de prisin e inhabilitacin
Captulo VI
Derecho de justicia y proceso regular 1
Informe de la CIDH - 14 de Diciembre de 1979
A. Consideraciones Generales
1. La administracin de justicia, segn la Constitucin de la Nacin Argentina, corresponde
al Poder Judicial, cuya organizacin y funcionamiento se encuentra contemplado en la
Seccin Tercera, Captulos 1 y 2, bajo el titular: "Del Poder Judicial". En los artculos
pertinentes se dice:
Artculo 94. El Poder Judicial de la nacin ser ejercido por una Corte Suprema de Justicia,
y por los dems tribunales inferiores que el Congreso estableciere en el territorio de la
Nacin.
Artculo 95. En ningn caso el Presidente de la Nacin puede ejercer funciones judiciales,
arrogarse el conocimiento de causas pendientes, o restablecer las fenecidas.
Por su parte, el Artculo 100 establece que corresponde a la Corte Suprema de Justicia de la
Nacin y a los dems tribunales inferiores resolver todas las causas que les sean sometidas
a su decisin.
2. Concordante con los citados artculos constitucionales, la Ley N 27, de 16 de octubre de
1862, que reglamenta la naturaleza y funciones generales del Poder Judicial Nacional
argentino, seala en su Artculo 1, que "La justicia nacional proceder siempre aplicando
la Constitucin y las leyes nacionales..."; expresa en su Artculo 3, que "Uno de sus
objetos es sostener la observancia de la Constitucin Nacional, prescindiendo, al decidir las
causas, de toda disposicin de cualquiera de los poderes nacionales, que est en oposicin
con ella"; y puntualiza, en su Artculo 21, que: "Los Tribunales y Jueces Nacionales en el
ejercicio de sus funciones procedern aplicando al Constitucin como Ley Suprema de la
Nacin, las leyes que han sancionado o sancione el Congreso, los tratados con naciones
extranjeras, las leyes particulares de las Provincias, las leyes generales que han regido
anteriormente a la Nacin y los principios del Derecho de Gentes, segn lo exijan
respectivamente los casos que se sujeten a su conocimiento, en el orden de prelacin que va
establecido".
3. Como rgano superior del Poder Judicial se encuentra la Corte Suprema de Justicia, la
que est integrada por cinco miembros y ante la cual acta el Procurador General de la
Nacin, a cuyo cargo se encuentra el Ministerio Pblico.
Para aplicar el derecho federal, que surge del Artculo 100 de la Constitucin, en la
actualidad existen en el interior del pas cerca de cincuenta juzgados federales de primera
instancia y ocho cmaras de segunda instancia. Por su parte, en la Capital Federal existe
una compleja organizacin judicial, dividida en distintos fueros que conocen segn la
materia implicada, la que se encuentra constituida por varios centenares de juzgados
unipersonales de primera instancia y por cmaras de segunda instancia.
Adems de la justicia federal, cada provincia, de conformidad con el Artculo 5 de la
Constitucin, debe asegurar su administracin de justicia para lo cual cuenta con su propia
organizacin judicial y sus propias leyes de procedimiento.
4. En vista de la especial incidencia que para la vigencia de los derechos humanos tienen
una adecuada administracin de justicia y un debido proceso, la Comisin, durante su
observacin in loco, sostuvo extensas conversaciones sobre esas materias con el Presidente
de la Corte Suprema de Justicia, los Ministros del Interior y de Justicia, miembros de la
Cmara Federal de Apelaciones, jueces de la Capital Federal y de Rosario, la Federacin
Argentina de Colegios de Abogados, la Asociacin de Abogados de Buenos Aires y con
varios abogados defensores tanto de Buenos Aires como de ciudades del interior que
concurrieron a entrevistarse con ella.2
Los jueces de la Corte Suprema y de los tribunales inferiores de la Nacin conservarn sus
empleos mientras dure su buena conducta.
Frente al texto constitucional, el Acta para el Proceso de Reorganizacin Nacional, dispuso
en su Artculo 5:
Remover a los miembros de la Corte Suprema de Justicia de la Nacin, al Procurador
General de la Nacin y a los integrantes de los Tribunales Superiores Provinciales.
Por su parte, el Estatuto para el Proceso de Reorganizacin Nacional, dispuso:
Artculo 9 - Para cubrir vacantes de jueces de la Corte Suprema de Justicia, Procurador
General de la Nacin y Fiscal General de la Fiscala Nacional de Investigaciones
Administrativas, el Presidente de la Nacin convalidar las designaciones efectuadas por la
Junta Militar.
Los nombramientos de jueces de los tribunales inferiores de la Nacin, sern efectuados por
el Presidente de la Nacin.
Artculo 10 - Los miembros de la Corte Suprema, Procurador General de la Nacin, Fiscal
General de la Fiscala de Investigaciones Administrativas y jueces de los tribunales
inferiores de la Nacin gozarn de las garantas que establece el Artculo 96 de la
Constitucin Nacional, desde su designacin o confirmacin por la Junta Militar o
Presidente de la Nacin, segn corresponda.
3. La remocin y puesta en comisin antes referida posibilit a la autoridad militar el
nombramiento de una nueva Corte Suprema y Procurador General, de nuevos Tribunales
Superiores, y Procuradores provinciales y la renovacin de una buena parte de los juzgados.
Los nuevos magistrados debieron, en todos los casos, jurar fidelidad y acatamiento a las
Actas y Objetivos del Proceso Institucional dictadas por la Junta Militar.
4. Durante su entrevista con el Sr. Presidente de la Corte Suprema de Justicia, Dr. Adolfo
Grabielli, la Comisin tuvo oportunidad de referirse a esta materia. El Presidente de la
Corte Suprema confirm a la Comisin el origen de las designaciones judiciales; pero,
agreg, que stas en la mayora de los casos, haban recado en personas con comprobados
antecedentes morales y profesionales, y generalmente, con varios aos de experiencia como
magistrados.
Sostuvo tambin el Dr. Grabielli, que la Corte Suprema, al velar por el mantenimiento de la
Constitucin y las leyes, haba demostrado en muchos casos ser independiente del Poder
Ejecutivo y, al respecto, cit, como ejemplos de esa conducta, las sentencias recadas en los
casos Prez de Smith, Ollero3 y Giorgi. Agreg tambin el Presidente de la Corte Suprema,
que dentro de pocos das la Comisin tendra oportunidad de conocer una nueva expresin
de su independencia, aludiendo, por cierto, al caso Timerman, en el que la Corte Suprema
ordenara su libertad.4
5. Sin embargo, por otra parte, la Comisin ha tenido conocimiento de muchos casos de
personas que llevan un largo perodo de detencin sin proceso o que han sido sobresedas
por los tribunales o han cumplido su condena, en las que los tribunales no han requerido su
libertad por el solo hecho de as haberlo dispuesto o solicitado una autoridad del Poder
Ejecutivo Nacional. Varios de esos casos han sido analizados anteriormente en el Captulo
relativo a la libertad personal5 y la Comisin tendr la oportunidad de volver a referirse a
esta anmala situacin cuando estudie, en este captulo, el recurso de Habeas Corpus.
A los encausados se les ha negado la libre escogencia de los abogados defensores y se les
ha impuesto defensores militares de oficio que no son letrados. La circunstancia apuntada,
y el hecho de que civiles sean sometidos a la jurisdiccin militar dentro de la legislacin de
excepcin imperante, importa una seria limitacin al derecho de defensa inherente al
debido proceso.
Esta preocupacin fue expuesta por la Comisin a las autoridades del pas y, asimismo,
recibi planteamientos de sectores especializados vinculados con la materia, los que
coincidieron en afirmar que, tanto los tribunales militares como los procesos en los que
asumen responsabilidad, son inconstitucionales, no conocindose casos en que se permita
que abogados civiles intervengan en el desarrollo de los mismos. Estas situaciones
transgreden disposiciones bsicas de la Constitucin, tales como el Artculo 18, en lo
referente a proceso regular y a que ningn habitante del pas puede ser juzgado por
comisiones especiales, o prescindindose de los jueces designados por la ley antes del
hecho de la causa; y el Artculo 95, antes citado, relativo a la naturaleza del Poder Judicial,
que establece lo siguiente: "En ningn caso el Presidente de la Nacin puede ejercer
funciones judiciales, arrogarse el conocimiento de causas pendientes o restablecer las
fenecidas".
autoridades policiales del lugar donde ocurri el hecho de la detencin. Casi siempre los
organismos contestan expresando que no se registran antecedentes de detencin de esa
persona. Con la respuesta recibida, el juzgado pasa la vista al Fiscal y a las partes y, a
continuacin, procede a dictar sentencia, que por lo general se manifiesta en el sentido de
que la persona no se encuentra detenida; que el recurso no procede y, en consecuencia, ste
es rechazado. Antes de archivar definitivamente el expediente, los jueces federales remiten
copia de lo actuado al juzgado penal en la localidad en donde se sostiene se produjo la
desaparicin de la persona en cuyo nombre se ha recurrido de Habeas Corpus, para que se
investigue la desaparicin de dicha persona. En el juzgado penal los expedientes se
caratulan como "averiguacin por privacin ilegtima de la libertad de ...".
Si la familia o la parte interesada apela a la Cmara Federal, dicho organismo, sobre la base
de los elementos que constan en el expediente, resuelve, casi sin excepcin, declarando
confirmado lo resuelto por el Juez Federal y rechazando, por lo tanto, el Habeas Corpus.
Finalmente, si se intenta una apelacin a la Corte Suprema mediante la presentacin de un
recurso extraordinario ante la misma Cmara Federal, solicitndose la elevacin del
expediente a la Corte Suprema, ocurre que la Cmara Federal no lo concede, manifestando
que tal apelacin es improcedente.
Frente a la denegatoria, algunas personas interponen un recurso de queja que se presenta
directamente ante la Corte Suprema. En estos casos, la Corte Suprema solicita el expediente
a la Cmara Federal resolviendo que la denegatoria a la interposicin del recurso de
apelacin ha sido resuelta en forma correcta.
No obstante esta forma de resolver los expedientes de Habeas Corpus en los casos de
desaparecidos, ocurre que la circunstancia de que los tribunales se limiten a sealar
que hasta el momento no figura el recurrido como detenido, determina que muchas
personas, desesperadas por establecer el paradero de sus seres queridos o, finalmente
deseosas de saber la verdad sobre el paradero del desaparecido, reiteran una y otra vez su
solicitud de Habeas Corpus, con el mismo resultado negativo.
Cabe hacer notar que la resolucin que recae en el Habeas Corpus no causa instancia, por lo
que el interesado tiene derecho a recurrir nuevamente ante el mismo u otro tribunal cuantas
veces as lo decida y hasta que la desaparicin sea esclarecida.
5. Si bien el recurso de Habeas Corpus slo procede en caso de detencin ilegal, en la
situacin de los desaparecidos, teniendo en cuenta que las autoridades militares negaban
toda informacin y habida consideracin de que tales personas haban sido aprehendidas
por quienes aparentemente ostentaban investidura militar, la nica va legal que les qued a
los familiares de los desaparecidos fue la del recurso de Habeas Corpus. En efecto, con tal
recurso buscaban saber si los desaparecidos estaban o no detenidos y el lugar de detencin
para ejercer el derecho de defensa. La razn por la que se intentaron varios recursos
de Habeas Corpus con respecto de una misma persona fue, segn se ha explicado a la
Comisin, la esperanza de que sta, despus de la primera negativa hubiera aparecido como
detenida por alguna autoridad militar. No se da el caso de que presentaran los interesados
denuncia por delito de secuestro ante las autoridades judiciales debido a que la captura
aparentemente no era efectuada por grupos privados sino ms bien por autoridades
militares, dado que los llamados "operativos" duraban un tiempo prolongado y ninguna
autoridad militar interfera sus acciones sino que ms bien contaban siempre con toda
libertad para el cumplimiento de tales actos los cuales tenan casi invariablemente las
mismas caractersticas en su desarrollo.
Lo anterior hace concluir a la Comisin que el recurso de Habeas Corpus era el nico
medio al que se poda acudir para tratar de garantizar no slo la libertad sino la vida misma;
pero que en la gran mayora de casos, no fue un instrumento idneo para lograr que los
jueces ordenaran el perfeccionamiento de investigaciones exhaustivas sobre el paradero de
los desaparecidos.
6. Esta ineficacia de los jueces en la investigacin de los desaparecidos pretendi ser
remediada por la Corte Suprema, la que al pronunciarse sobre un recurso de hecho
determin que los jueces deban extremar la investigacin adoptando medidas necesarias
para esclarecer la situacin de una persona desaparecida.
En sentencia de 25 de abril de 1978, la Corte Suprema en el recurso de hecho deducido por
Csar Ollero en la causa "Ollero, Csar s/Habeas Corpus", interpuesto a favor de su hija
Ins Ollero, dispuso lo siguiente:
Considerando:
1) Que la Cmara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional de la Capital
confirm la sentencia del Juez de Primera Instancia, que rechaz el pedido de Habeas
Corpus interpuesto por su padre a favor de Ins Ollero, en razn de que de los informes
recibidos de los pertinentes organismo de seguridad surga que la nombrada no se
encontraba privada de su libertad por ninguna de las autoridades consultadas. Contra ese
procedimiento interpuso el presentante recurso extraordinario que, al ser denegado por el a
quo, dio motivo a la presente queja.
2) Que existe en autos cuestin federal, tanto por la naturaleza del asunto cuanto por la
alegacin de haberse lesionado la garanta de la defensa en juicio, al omitirse la
consideracin de algunas pruebas y no haber proseguido la investigacin segn lo exigan
las constancias de la causa.
3) Que si bien es exacto que de los informes obrantes en autos resulta que los organismos
de seguridad no habran adoptado medidas restrictivas de la libertad de la Srta. Ollero y que
sta no se encuentra a disposicin de los citados organismos, no lo es menos que existen en
autos probanzas que fundan una serie presuncin de que la nombrada integraba un grupo de
personas pasajeras de un colectivo, a cuyo respecto se desarroll un operativo de control y
que todas aqullas fueron trasladadas a la Comisara N 49. Ello surge del mensaje militar
de fs. 24, informe de fs. 45 y declaraciones testimoniales de fs. 29, 30/31 y 32, coincidente
en varios aspectos, incluso en cuanto al nmero interno del colectivo aunque no en el de la
lnea a que perteneca.
4) Que, frente a ello, el Sr. Juez debi extremar la investigacin adoptando las medidas
necesarias que exigan las constancias de autos referidas, a fin de esclarecer debidamente lo
relativo al estado y situacin personal de la nombrada y la verdad de lo acontecido, toda
vez que de las citadas probanzas surga "prima facie" que aqulla estuvo privada de su
libertad por obra de funcionarios pblicos.
Ello es as por cuanto la institucin de Habeas Corpus, enderezada esencialmente a restituir
la libertad en forma inmediata a quien se encontrare ilegtimamente privado de ella, exige
se agoten los trmites judiciales que razonablemente aconsejan las circunstancias a fin de
hacer eficaz y expeditiva la finalidad del referido instituto establecido por la Constitucin y
por la ley.
5) Que no obsta a la conclusin expuesta el hecho de que el Sr. Juez haya remitido
fotocopia de actuaciones a fin de que, por quien correspondiere, se investigara la posible
comisin del delito de privacin ilegal de la libertad de la Srta. Ollero. Esta medida no
subsanaba ni reemplazaba las exigencias ineludibles a que se ha hecho referencia en el
considerando precedente. Adems, a la fecha de la sentencia de Cmara que confirm el
recurso de Habeas Corpus (fs. 65) el Juez que entenda en las actuaciones relativas al citado
delito ya haba sobresedo provisionalmente en la causa (cf. Fs. 57 vta. Del expediente
agregado), con lo que la suerte de la Srta. Ollero quedaba en total incertidumbre.
Por ello, odo el Sr. Procurador General, se hace lugar a esta queja y no siendo necesaria
otra substanciacin se revoca la sentencia de fs. 65 del principal, debiendo volver los autos
al juzgado de origen a fin de que se contine el trmite de la causa conforme a lo
establecido.
No obstante los trminos categricos de la sentencia transcrita y las investigaciones
realizadas por el Juez de la causa, lo cierto es que, hasta la fecha de la aprobacin del
presente Informe, la Srta. Ollero contina desaparecida.9
Las evidencias acumuladas llevaron posteriormente a la Corte Suprema, en la tercera
presentacin relativa al caso "Prez de Smith y otros", a reiterar en su sentencia del 21 de
diciembre de 1978, que existe una situacin de efectiva prdida de jurisdiccin a la que los
jueces no pueden poner remedio.10
7. Cabe, en efecto, reconocer que la responsabilidad principal de esa situacin de efectiva
prdida de jurisdiccin compete a los organismos que centralizan el ejercicio monoplico
de la fuerza del Estado. An as ha de sealarse, en este Captulo referido a la
Administracin de Justicia y al debido proceso, que los jueces no han instado medidas de
excepcin que permitieran esclarecer las situaciones de privacin de jurisdiccin que han
debido enfrentar. En ninguno de los casos registrados, los jueces se han constituido en las
sedes de los organismos que ejercitan la direccin y control del aparato de fuerza para
constatar in situ la veracidad de los informes que se les brindaban. Tampoco han dispuesto
especiales medidas de investigacin, a pesar de la conciencia de la magnitud de los casos
comprendidos, ni han sometido a proceso a ningn funcionario pblico que haya podido
tener participacin en los operativos de desaparecimiento de personas. No es admisible y
en particular no debiera serlo para los juecesque tantos miles de casos de desaparecidos
queden sin esclarecer y sin que ningn funcionario haya debido responder por esa
ineficacia de quienes han asumido el ejercicio de la autoridad del Estado y que importa,
entre otras obligaciones, la de garantizar la seguridad de la comunidad.
8. En los casos de Habeas Corpus presentados en favor de personas detenidas a disposicin
del Poder Ejecutivo Nacional, los resultados han sido, hasta el momento, igualmente
ineficaces.
En estos casos el juez solicita informes al Poder Ejecutivo Nacional, el cual, en respuesta,
remite al Juzgado por intermedio del Ministerio del Interior, una copia del decreto de
arresto suscrita por el Presidente de la Repblica. En dicho decreto se expresa que la
medida se ha tomado en uso de las facultades otorgadas por el Artculo 23 de la
Constitucin.
Estos decretos son casi todos del mismo tenor, variando nicamente la formulacin
conforme sea de las emanadas bajo el Gobierno de la ex-Presidente Mara Isabel Martnez
de Pern, o de los del actual Gobierno. En ambos casos, los decretos abarcan, bajo una
misma enunciacin, a numerosas personas que por lo general no tienen entre s otra
vinculacin que la de una fecha comn de arresto.
En los informes que acompaan la remisin de la copia del decreto de arresto, emanados
del Ministerio del Interior, tambin se utiliza una frmula cuya parte sustantiva expresa que
el arresto del beneficiario del recurso obedece "a su vinculacin con la subversin
producida en el pas".
Visto el decreto de detencin, el Juez rechaza el Habeas Corpus expresando que el Poder
Ejecutivo Nacional est autorizado para proceder a detener a la persona en cuestin en uso
de las atribuciones que le confiere el aludido artculo constitucional.
Las Cmaras de Apelaciones, en la gran mayora de los casos, se han adherido al mismo
criterio, limitndose a verificar que el arresto ha sido ordenado por el PEN y
autoexcluyndose del ejercicio del control de constitucionalidad del acto de arresto.
9. Esta uniformidad se quebr en abril de 1977 con el fallo que dict la Cmara Federal de
Apelaciones en lo Criminal y Correccional de la Capital Federal, acogiendo un recurso
de Habeas Corpus presentado en favor del abogado, Carlos Mariano Zamorano. 11 La
Cmara, aplicando la teora de la razonabilidad en relacin con su detencin prolongada
bajo el PEN, sostuvo, entre otros considerandos que:
El Tribunal, preocupado por las excepcionales condiciones del caso, ya que se trata de un
ciudadano cuya detencin data del 28 de noviembre de 1974, y a los fines de recoger la
informacin colectada por el Poder Ejecutivo a travs de tan largo perodo y contar con los
elementos de juicio para resolver en definitiva, se procedi a librar oficio telegrfico al Sr.
Ministro del Interior para que informara si an subsisten las causas por las cuales haba sido
privado de la libertad el precitado Zamorano y en su caso se diera razn de las mismas.
Contina el fallo:
En cuanto al fondo de la cuestin cabe consignar que esta Sala, ya en pronunciamientos
anteriores, ha declarado que el Poder Judicial es parte integrante del Gobierno de la
Repblica y por tanto comparte la conduccin del Estado en su organizacin jurdicoinstitucional, actuando dentro de la esfera de su competencia.
Por ello es su deber ineludible asegurar los derechos y garantas consagrados en la
Constitucin Nacional y que enfticamente fueran afirmados por las Actas Institucionales,
que son el sustento del actual proceso de Reorganizacin Nacional.
Como se ha venido sosteniendo, no es dable admitir la tesis de que el Presidente de la
Repblica sera el nico facultado para evaluar la situacin de quienes se hallan detenidos a
su disposicin. Si bien es ajeno al mbito de actividad jurisdiccional lo concerniente a
cuestiones eminentemente polticas y no judiciales, no es menos cierto que compete al
Poder Judicial de la Nacin analizar en casos excepcionales como el presente la
razonabilidad de las medidas que adopta el Poder Ejecutivo, lo que halla sustento en el
propio Artculo 25 de la Constitucin Nacional y en los Artculos 29 y 95 de la Ley
Fundamental.
Debe tambin armonizarse el inters general y la libertad individual, de modo tal que no es
posible siquiera suponer que quienes se hallan privados de su libertad a disposicin del
P.E., queden librados a su suerte y al margen de todo control por parte de los Jueces de la
Nacin, sea cual fuere el tiempo durante el cual se prolongue el arresto.
Va de suyo que si a la vuelta de ms de dos aos de privacin de la libertad de un
ciudadano, el Poder Administrador slo puede exhibir el Decreto por el que se ordena la
detencin como nico fundamento, si tan prolongado lapso no ha sido diligentemente
utilizado para reunir pruebas, de cargo o de descargo, respecto del detenido, este Tribunal
debe concluir que en el presente caso, por no existir constancias respecto de la peligrosidad
de Carlos Mariano Zamorano y en atencin al tiempo transcurrido desde su detencin,
resulta irrazonable y carente de sustento prolongar tal situacin.
Termina el fallo diciendo:
... Frente a la necesidad de optar entre la libertad individual y la hipottica y no demostrada
peligrosidad (del detenido), lo hacemos por la primera corriendo los riesgos que ello
impone, en salvaguarda de un valor a que ningn argentino ha renunciado.
La Cmara Federal orden la libertad al Poder Ejecutivo; pero la sentencia no fue
cumplida. Ante la apelacin por parte del Agente Fiscal, la Corte Suprema, en el mes de
agosto de 1977, requiri una respuesta ms detallada al Poder Ejecutivo, y aceptando los
argumentos presentados por el Gobierno, decidi que la detencin bajo el Poder Ejecutivo
Nacional poda mantenerse, ya que el citado informe era ahora asertivo y concreto respecto
de la vinculacin entre las causas del estado de sitio y la detencin del Dr. Zamorano.12
10. En todos los posteriores casos en que los tribunales aplicaron la doctrina del caso
Zamorano, conforme los trminos de la sentencia de la Cmara Nacional de Apelaciones en
lo Criminal y Correccional Federal de Buenos Aires, de fecha 23 de abril de 1977, la Corte
Suprema, al conocer de la peticin de Habeas Corpus por recurso del Agente Fiscal, ha
revocado la orden de libertad.13
Slo en la resolucin de 20 de julio de 1978, 14 recada en el caso Timerman y que compete
al arresto a disposicin del PEN, la Corte Suprema acudi a la fundamentacin del caso
Zamorano, adoptando su pronunciamiento del 9 de agosto de 1977, cuyos considerandos
aplic ntegramente.
De all la falta de certeza del resultado final de la accin de Habeas Corpus.
11. A la luz de los antecedentes expuestos, la conclusin que cabe extraer es que se ha
frustrado el recurso de Habeas Corpus y que esa frustracin ha transcurrido al margen de su
normatividad. No se trata, por ello de que la Comisin recomiende una mejora tal vez
posiblede la normatividad del Habeas Corpus, sino de reclamar por el cese del modo de
proceder en la detencin o secuestro, que es sobre cuya base opera la frustracin de la
garanta jurisdiccional del derecho a la vida, a la libertad y a la integridad fsica de todos los
habitantes de Argentina.
Es sobre la certeza de su impunidad que los organismos que centralizan el ejercicio de la
fuerza del Estado contestan a los jueces, sin ms, que el beneficiario del recurso no se
encuentra afectado por una orden restrictiva de su libertad.
En sntesis, el Habeas Corpus en Argentina ha significado una verdadera frustracin de este
derecho, lo que ha quedado en evidencia con el hecho de que en las miles 15 de
presentaciones judiciales en que se ha invocado, ningn Habeas Corpus ha logrado rescatar
con vida siquiera un desaparecido y que, tratndose de detenidos sin proceso, slo muy
pocos Habeas Corpus, si es que alguno, fuera del interpuesto en favor de Jacobo Timerman,
ha logrado la libertad del beneficiario.
F. El Recurso de Amparo
1. El Recurso de Amparo es una accin judicial que la Ley N 16.986 de fecha 18 de
octubre de 1966 establece "contra todo acto u omisin de autoridad pblica que, en forma
actual o inminente, lesione, restrinja, altere, o amenaza, con arbitrariedad o ilegalidad
manifiesta, los derechos y garantas explcita o implcitamente reconocidas por la
Constitucin Nacional, con excepcin de la libertad individual tutelada por el Habeas
Corpus.
Notas
3 La Comisin ya se ha referido a la actividad de la Corte Suprema en estos casos en el Captulo III. En lo que respecta al caso de Ins Ollero, volver a
referirse en este Captulo, en la seccin E. relativa al Habeas Corpus.
4 A pesar de ello, en forma coetnea con lo dispuesto por la Corte Suprema, el Gobierno procedi a aplicarle al Sr. Timerman la medida de prdida de su
nacionalidad argentina y a expulsarlo del pas.
5 Vase en el Captulo IV los casos relativos a Jorge Taiana, Jos Luis Medela, Hugo Rubn Perie, Gustavo Westerkamp, Ral Hctor Cano, Norberto Ignacio
Liwsky y Mario Ral Belsuzari.
6 La Ley 21.264 establece que el personal militar, de seguridad y policial, hagan uso de las armas en caso de que la persona incursa en alguno de los delitos
previstos en la misma, sea sorprendida in fraganti, no se entregue a la primera intimidacin o haga armas contra las autoridades. Los delitos contemplados en
esta ley incluyen la incitacin a la violencia colectiva y alteracin del orden pblico; atentados contra medios de transporte y otros servicios pblicos;
acciones contra el agua, los alimentos y las medicinas; e incendio, explosin u otro medio anlogo que perjudique personas y bienes.
7 Ley 21.267 de 24 de marzo de 1976. La jurisdiccin militar que establece se refiere a las infracciones delictivas y/o disciplinarias en que el personal de las
fuerzas mencionadas, pudiera incurrir durante o en ocasin del cumplimiento de las misiones que les imponga el comando militar respectivo.
8 Ley 21.461 de 19 de noviembre de 1976. Por Decreto 2963 se puso en vigencia la ley sealada. Asimismo, la Ley 21.463 publicada en el Boletn Oficial el
1 de diciembre de 1976, se refiere a esta materia.
10 Los correspondientes prrafos de dicha sentencia han sido transcritos en el Captulo III. Vase pgs. 119 y 120.
11 El caso del Sr. Carlos Mariano Zamorano se encuentra registrado con el N 1980, referente a la situacin de los Abogados Defensores en Argentina,
tramitndose de conformidad con el Reglamento de la Comisin.
12 El Dr. Zamorano se encuentra actualmente bajo el rgimen de libertad vigilada a disposicin del PEN.
13 Como ejemplo de ese proceder de la Corte Suprema puede citarse la sentencia recada en el caso relativo a Castro, Fidel Angel; Feldman, Sajario;
Perelmuter, Enrique; y La Rizza, Jos; citada en la Seccin B. de este Captulo.
14 Cabe aclarar que el dictado de esta sentencia no aparej la libertad efectiva del beneficiario porque, adems, Timerman estaba comprendido por una
Resolucin de la Junta Militar en ejercicio de un Acta Institucional, la que tambin importaba privacin de libertad. Esta resolucin recin se anul en el
segundo recurso de habeas corpus, conforme a la sentencia de fecha 17 de septiembre de 1979. Como se seala en otras partes de este Informe, el seor
Timerman, a pesar de la orden de libertad de la Corte, fue expulsado del pas y despojado de su nacionalidad. Sin embargo, el pronunciamiento de la Corte
abre una esperanza para la efectividad de los mecanismos legales de proteccin contra la detencin arbitraria.
15 Segn informaciones proporcionadas por el Gobierno a la Comisin, entre el 1 de abril de 1976 y el 30 de junio de 1979, se haban interpuesto 7.066
recursos de Habeas Corpus ante juzgados federales, provinciales, locales y de la Capital Federal (el Gobierno no dio informaciones sobre los resultados de los
recursos). Es posible que en la cifra dada por el Gobierno manifiestamente inferior a la que la Comisin ha recibido de otras fuentesno haya contabilizado
slo un recurso interpuesto cuando ste ha sido en favor de varias personas, o que cuando una misma persona ha sido objeto de varios recursos de Habeas
Corpus se haya contado, en esos casos, slo uno.
16 Segn informaciones proporcionadas por el Gobierno a la Comisin, de 702 recursos de amparo interpuestos ante juzgados de primera instancia federales,
provinciales, locales y de la Capital Federal, desde el 1 de enero de 1976 hasta el 30 de junio de 1979, fueron rechazados 309; se acogieron 13; hubo
desistimiento en 12 de ellos; se encuentran tramitndose 37; y en 188 el correspondiente tribunal se declar incompetente.
17 Para tal efecto la Comisin abri el caso N 1980. Posteriormente, algunos de los abogados que figuran en ese caso, fueron desglosados a casos que se
tramitan individualmente bajo una diferente numeracin.
18 Vase al respecto en el Captulo II, la pgina 41; y en el Captulo III, en la seccin C., pgs. 96-100, la situacin de varios abogados desaparecidos.
19 De acuerdo con las informaciones recibidas por la Comisin, los siguientes abogados
defensores se encuentran detenidos: Acosta, Jos Leonardo; Acosta, Osvaldo; Acosta Mena,
Juan de Dios; Altmark, Daniel; Arguello, Mara; Arroyos, Cristina; Asberg, Jorge; Ashut,
Enrique; Asuad, Ariel; valos, Alberto; Benamo, Vctor; Barentein, Rubn; Borella Lpez,
Liliana; Brower de Koning, Jos; Cceres, Oscar; Calabr, Elba; Canada, Carlos; Celada,
Rolando; Chvez, Hctor; Ciaravino, Norberto; Chorni, Manuel; Diebenberg, Jacobo;
Divinsky, Daniel; Epstein, Mauricio; Fachini, Eduardo; Falcone, Norma; Favila, Saturnio;
Fernndez, Isabel; Ferreyra, Oscar Alfredo; Fidalgo, Andrs; Foresti, Norberto; Fragale de
Anguita, Wanda Josefa; Garrai, Horacio Anbal; Giordano Cortazzo, Hctor; Gerchunoff,
Salomn; Gervasoni, Rito Julio; Gigliano, Alejandro; Goggi, Alejandro Ernesto; Gonzlez,
Hctor Ral; Gordillo, Silvia; Hairabedian, Carlos; Horane, Eduara; Ipuche, Ricardo;
Izaguirre, Estela; Jarana, Emilio Mara; Jozami, Eduardo Ricardo; Kunkel, Carlos Miguel;
Laplasa, Rafael; Lava, Horacio; Lpez, Simn; Lpez Forastier, Leopoldo; Llanos, Juan;
Maccio, Ana Mara; Mansur, Julio; Marca, Jorge Mario Domingo; Marchesini, Vctor;
Mercado Luna, Ricardo; Melucci, Mara Teresa; Montalvo, Mara Luisa; Molteni, Hugo;
Palacio, Dante Luis; Pallardini, Jorge; Panza, Jos; Pea, Jos; Prol, Luis Mara; Quiroga,
Juan Facundo; Rafaghelli, Luis Anbal; Rearte, Ana Luca; Repetto, Santiago; Ripodas,
Ricardo; Rodrguez, Luis; Rojo, Juan Ardeo; Romero, Carlos; Rossi, Roberto; Ruiz
Taboada de Corvaln, Mara Eugenia; Salvo, Ada; San Martn, Rafael; Santos, Jess;
Schenfelde, Enrique; Senan, Elas; Serra, Luis; Soria, Jos Arturo; Toms, Julio Emilio;
Tomasevich, Luis Alberto; Torres, Hugo Francisco; Torres Molina, Ramn Horacio; Vara,
Carlos Mara; Vargas Alvarez, Jos; Vzquez, Jos Mara; Verges, Juan F.; Vernier, Carlos;
Villa Acevedo, Carlos; Zappia, Jorge; Zareceansky, Mario; y Zieschank, Carlos Manfredo.
Captulo VII
Derecho a la libertad de opinin, expresin e informacin 1
Informe de la CIDH - 14 de Diciembre de 1979
A. Consideraciones Generales
1. La Constitucin Argentina de 1853 es categrica al declarar que todos los habitantes de
la Nacin gozan del derecho "de publicar sus ideas por la prensa sin censura previa", y que
"el Congreso Federal no dictar leyes que restrinjan la libertad de imprenta o establezcan
sobre ella la jurisdiccin federal".2 Pero estos preceptos han sido frecuentemente
irrespetados, y perdido prcticamente su vigencia con la proclamacin del Estado de Sitio
en 1974, y en especial desde que se produjo el pronunciamiento militar del 24 de marzo de
1976. En esta fecha, en efecto, la Junta de Comandantes Generales en su Comunicado N
19, hizo saber que sera "reprimido con la pena de reclusin por tiempo indeterminado al
que por cualquier medio difundiere, divulgara o propagara comunicados o imgenes
provenientes o atribuidos a asociaciones ilcitas o a personas o grupos notoriamente
dedicados a actividades subversivas o de terrorismo"; "reprimido con reclusin de hasta 10
aos al que por cualquier medio difundiere, divulgara o propagara noticias, comunicados o
imgenes con el propsito de perturbar, perjudicar o desprestigiar la actividad de las fuerzas
armadas, de seguridad o policiales".
2. Ms grave que esas restricciones, quizs aceptables como medidas temporales durante el
estado de emergencia que viva el pas, fue la accin represiva de diversos cuerpos militares
o policiales, que allanaron diversas empresas periodsticas en distintas localidades del pas,
deteniendo y encarcelando a directores, redactores y reporteros de distintos medios de
comunicacin social; interviniendo militarmente a la Federacin Argentina de Trabajadores
de la Prensa y a los sindicatos de periodistas de distintas ciudades del pas; clausurando o
prohibiendo la circulacin de determinadas revistas y peridicos; expulsando a
corresponsales de agencias extranjeras de prensa y radio; y haciendo incinerar numerosos
libros y revistas. Las medidas que afectaron a organizaciones polticas o gremiales
repercutieron, adems, en el libre ejercicio del derecho a la libertad el pensamiento, por
cuanto las leyes especficas adoptadas por el Gobierno, establecieron penas de prisin que
oscilan entre tres y ocho aos para aquellas personas que llevaran a cabo la difusin
ideolgica, la exhibicin, impresin, edicin, reproduccin, distribucin o propagacin de
material relativo a las entidades mencionadas, lo que puede decirse tambin de las
disposiciones especficas dictadas como medidas de seguridad nacional, puesto que ellas
castigan toda actividad tendiente a alterar o suprimir el orden institucional y la paz social y
como tal entienden las autoridades que ser comprendida toda publicacin que ellas
consideren peligrosa.3 Buen ejemplo de esto lo ofrece el caso sucedido al Director del
diario Buenos Aires Herald, seor Robert Cox, quien fue detenido por haberse reproducido
en aquel una informacin publicada en Roma sobre una conferencia dictada all por un
opositor del Gobierno.
Notas
3 Ver Artculo 212 del Cdigo Penal y Leyes Nos. 21.322 y 21.325 de 2 de junio de 1976; as como la Ley N 21.459 de 18 de noviembre de 1976 que
modifica la Ley N 20.840 de 30 de septiembre de 1974.
4 Medidas Inmediatas de Gobierno de ndole poltica interna, 1.8, del Documento Bases para la intervencin de las Fuerzas Armadas en el Proceso Nacional,
Anexo 1.
5 El arresto domiciliario del seor Timerman ces al ser expulsado del pas y cancelrsele la nacionalidad argentina. Ver Captulo IV sobre DERECHO A LA
LIBERTAD.
6 Por Decreto N 210, en 1977 haba sido prohibida la circulacin del N 31 del Diario "La Opinin" a la vez que se prohibi, asimismo, el N 259 de la
Revista del CIAS, Compaa de Jess, por publicar un artculo relativo a los derechos humanos, que el Gobierno consider tenda a desprestigiar la imagen de
las Fuerzas Armadas de la Nacin.
7 En la visita que la Comisin hizo a la Crcel de Rawson, constat la detencin bajo acusacin de delitos subversivos, de personas que ejercieron el
periodismo: Mario Eduardo Quintana, alojado en el Pabelln 8. Cuando fue detenido trabajaba para la Agencia Informativa INTERPRESS, y su caso ha sido
denunciado ante la Sociedad Interamericana de Prensa. Se encuentra procesado y detenido bajo el PEN por Decreto 791/98. Eduardo Jozami, alojado en el
Pabelln 6, detenido desde 1975, es abogado y periodista, y al ser detenido se desempeaba como Secretario General de la Federacin de Periodistas de
Buenos Aires. Est condenado a 8 aos de reclusin por un Consejo de Guerra. Jos Estigarribia, alojado en el Pabelln 1, detenido desde 1975, cuando se
dedicada al ejercicio del periodismo. Se encuentra procesado y detenido bajo el PEN por Decreto 3168. Es de nacionalidad paraguaya y lleg a Argentina
como refugiado poltico, siendo su esposa e hijos argentinos. Ha sido declarado refugiado por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas. En el Hospital
Penitenciario de Villa Devoto, la Comisin pudo constatar la detencin del Sr. Felleri Vogelius, de 61 aos de edad, habiendo informado que era director y
dueo de la revista "Crisis" de Buenos Aires. En el establecimiento carcelario Unidad 9 de La Plata, la Comisin constat la detencin de Plutarco Antonio
Schallar, bajo el Poder Ejecutivo Nacional y con proceso, quien fue privado de su libertad el 24 de marzo de 1976. Como periodista trabajaba en el diario "El
Independiente".
Captulo VIII
Derechos laborales
Informe de la CIDH - 14 de Diciembre de 1979
A. Consideraciones Generales
1. La Constitucin de Argentina reconoce el derecho al trabajo y el derecho de asociarse
con fines tiles; y garantiza en sus diversas formas los derechos laborales, asegurando al
trabajador condiciones dignas y equitativas, jornada limitada, descanso y vacaciones
pagadas, retribucin justa, salario mnimo vital mvil, participacin en las ganancias de las
empresas, con control de la produccin y colaboracin en la direccin, proteccin contra el
despido arbitrario, estabilidad del empleado pblico, y organizacin sindical libre y
democrtica, reconocida por la simple inscripcin en un registro especial.
Asimismo, el rgimen constitucional argentino garantiza a los gremios la concertacin de
convenios colectivos de trabajo, recurrir a la conciliacin y al arbitraje, y el derecho de
huelga, estableciendo que los representantes gremiales gozan de las garantas necesarias
para el cumplimiento de su gestin sindical y las relacionadas con la estabilidad en el
empleo. De acuerdo con las normas fundamentales, el Estado otorga los beneficios de la
seguridad social con carcter integral e irrenunciable, que conlleva el seguro social
obligatorio y otros beneficios sobre la materia.1
2. La Declaracin Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, consagra los
derechos al trabajo y a una justa remuneracin, al descanso y su aprovechamiento, a la
seguridad social, as como los derechos de reunin y de asociacin.2
Las decisiones citadas contradicen objetivos bsicos fijados por el propio Gobierno, como
son el de "obtener el bienestar general a travs del trabajo fecundo, con igualdad de
oportunidades y un adecuado sentido de justicia social"; y "relacin armnica entre el
Estado, el capital y el trabajo, con fortalecido desenvolvimiento de las estructuras
empresariales y sindicales, ajustadas a sus fines especficos".4
2. Entre las medidas tomadas por el Gobierno que han afectado a organizaciones sindicales
y gremiales, y que han restringido sus derechos constitucionalmente reconocidos, figuran
las siguientes:
i) Suspensin por decreto de la actividad gremial de las entidades de trabajadores,
empresarios y profesionales, y la prohibicin en todo el territorio nacional de las
actividades de la entidad denominada "62 Organizaciones";
ii) La suspensin, a nivel nacional, del derecho de huelga y de toda otra medida de fuerza,
paro, interrupcin o disminucin del trabajo o su desempeo en condiciones que afecten la
produccin por parte de los trabajadores, empresarios y de sus respectivas organizaciones,
con el establecimiento de sanciones y procedimientos de aplicacin, remitidos al aparato
normativo de Seguridad Nacional;
iii) La disolucin y declaracin de ilegalidad de varias organizaciones de carcter sindical,
retirndoseles la personera jurdica, clausurndoseles sus cuentas bancarias e
incorporndose al patrimonio del Estado sus bienes y acciones;
iv) El otorgamiento al Poder Ejecutivo Nacional de la atribucin de suspender la
realizacin de mtodos de accin directa, por parte de empleadores y trabajadores, tales
como el "lock out", interrupcin o disminucin del trabajo, y el establecimiento de penas de
crcel de hasta diez aos, as como la prdida, por parte de los trabajadores, de
remuneraciones, pudiendo ser suspendidos sin indemnizacin o declarndose sin efecto sus
contratos individuales de trabajo cuando fueren puestos a disposicin del Poder Ejecutivo
Nacional, con amparo o sin amparo del fuero sindical.5
3. En el Acta Institucional para considerar la conducta de personas responsables de lesionar
los supremos intereses de la nacin, se precisan, entre otras, como causales, la
inobservancia de los principios morales bsicos o negligencia grave en el ejercicio de
funciones gremiales, atribuyndose la Junta Militar la facultad de determinar y de sealar a
los que han acreditado este tipo de conducta de concepcin genrica, as como de
aplicarles, entre otras sanciones, la de la prdida de sus derechos gremiales.6
C. La situacin sindical
1. Preocupa a la Comisin que desde hace varios aos, pero especialmente a partir del 24 de
marzo de 1976, dirigentes sindicales han sido apresados en centros industriales del pas sin
orden judicial, detenidos a disposicin del Poder Ejecutivo Nacional, o han desaparecido.7
Por otra parte, las principales entidades obreras han sido intervenidas, como es el caso de la
Confederacin General del Trabajo. Aunque se ha permitido la existencia de la Comisin
Nacional de Trabajadores, que agrupa a unos 50 gremios y de la Comisin de los 25
Gremios, integrada por igual nmero de entidades, stas no han gozado de una plena
libertad. Cuando esta ltima, por primera vez desde el pronunciamiento militar de 1976,
convoc en el mes de abril de 1979 a un paro laboral de 24 horas en protesta por la poltica
econmica y salarial del Gobierno, las autoridades prohibieron la medida e hicieron arrestar
a los dirigentes de la referida Comisin. As sucedi tambin despus de la "Jornada de
Protesta" de mayo de 1979.
2. Con los procedimientos que han quedado sealados, el Gobierno ha desconocido,
adems, las obligaciones aceptadas por el Estado argentino, como miembro de la
Organizacin Internacional del Trabajo, de reconocer y mantener determinadas medidas de
proteccin y para beneficio de los trabajadores en general y de grupos especiales en
particular, mereciendo indicarse, por la importancia que tienen sus disposiciones, el
desconocimiento que se ha hecho de los Convenios 87 y 98 de la OIT.
3. Varias instituciones internacionales, entre ellas el Comit Sindical de la Organizacin
Internacional del Trabajo, han efectuado investigaciones de las que resulta evidente la
represin de los sectores gremiales y sus actividades, y la promulgacin de un conjunto de
disposiciones que debilitan el amplio sistema de proteccin a los trabajadores existente en
la Argentina al producirse el pronunciamiento militar, en perjuicio de los derechos y
beneficios que tenan adquiridos conforme a la Constitucin Nacional y la legislacin
vigente entonces.
4. Durante la observacin in loco la Comisin recibi el testimonio de los seores Alfredo
Bravo, Eduardo Jozami, Carlos Enrique Correa Gutirrez, Diego Sebastin Ibaez y
Alberto Piccinnini, estos ltimos en los centros de reclusin en donde se les tiene detenidos,
y el del seor Lorenzo Miguel en su casa de habitacin, en la que guardaba el arresto
domiciliario a que fue sometido. Todos ellos corroboraron los informes recibidos sobre las
circunstancias de su detencin y las actividades que cada uno desempeaba en el gremio o
sindicato a que pertenecan.
5. La Comisin recibi, asimismo, a los directivos de la asociacin denominada
Conduccin nica de Trabajadores Argentinos (CUTA), que precisamente en ese mismo
mes de la visita acordaron fundar, fusionndose, la Comisin Nacional de Trabajadores y la
Comisin de los 25 Gremios, para el cumplimiento de sus fines sindicales. La Comisin
pudo constatar entonces que el movimiento gremial argentino conserva su tradicional vigor,
no obstante las medidas restrictivas impuestas por el Gobierno, y que la clase trabajadora
siente gran preocupacin por la poltica econmica adoptada por los gobernantes, que
consideran que hace recaer sobre ella, perjudicando desde luego sus intereses, el mayor
peso de los sacrificios que se demandan a la Nacin para sacarla de su difcil situacin.
Notas
3 Por Ley N 21.270 de 24 de marzo de 1976 se formaliz la intervencin militar de la Confederacin General del Trabajo, bloquendose sus fondos, cuentas
bancarias y bienes patrimoniales; y por Decreto N 11 de 24 de marzo de 1976, se formaliz la intervencin militar de la Confederacin General Econmica,
bloquendose sus fondos, cuentas bancarias y bienes patrimoniales.
4 Acta fijando el propsito y los objetivos bsicos para el Proceso de Reorganizacin Nacional, numerales 2.6 y 2.7, del 24 de marzo de 1976.
5 Decretos Nos. 9 y 10 de 24 de marzo de 1976; Ley N 21.261 de 24 de marzo de 1976; Ley N 21.322 de 2 de junio de 1976; Ley N 21.325 de 2 de junio
de 1976; Ley N 21.400 de 3 de septiembre de 1976. Otras Leyes sobre este aspecto, son las siguientes: N 21.263 que lesiona el fuero sindical especial; N
21.297 que lesiona la contratacin laboral y otras conquistas sobre la materia; N 21.476 que modifica la contratacin colectiva; y Nos. 21.459 y 21.461 que
reglamentan la aplicacin de penas por la transgresin de prohibiciones referentes a la clase trabajadora y a las organizaciones sindicales.
6 Acta Institucional de 18 de junio de 1976; literales a) y b) del Artculo 1; y literal a) del Artculo 2.
7 Entre los numerosos dirigentes y activistas sindicales que han sido vctimas de la
situacin expresada deben mencionarse al profesor Alfredo Bravo, Secretario General de la
Confederacin de Trabajadores de la Educacin, que estuvo desaparecido, luego detenido,
ms tarde sujeto a un rgimen de libertad vigilada y despus de varios meses puesto en
libertad; a Lorenzo Miguel, Secretario General de la Unin Obrera Metalrgica, y de la
entidad denominada "Las 62 Organizaciones", quien fue detenido y luego puesto bajo el
rgimen de arresto domiciliario y en el que an se le mantiene; Alberto Piccinnini,
Secretario General de la Unin Obrera Metalrgica de Villa Constitucin detenido desde
1975 en la aislada crcel de Rawson, destinada a presos calificados de mayor peligrosidad;
Eduardo Jozami, abogado, Secretario General de la Federacin de Periodistas, detenido
desde 1975, actualmente en Rawson, condenado a ocho aos por un Tribunal Militar;
Francisco Virgilio Gutirrez, Delegado General del Gremio Metalrgico, detenido desde
1975, habindosele negado el derecho de opcin de salida del pas, a pesar de que su causa
fue sobreseda por la Cmara Federal de La Plata; Juan Remigio Arguello, Luis Francisco
Iglesias y Jorge Varela, dirigentes del sector bancario; Miguel Angel Barrionuevo y Hctor
Candepads, detenidos en la Unidad 9 de La Plata; Carlos Enrique Correa Gutirrez,
antiguo Secretario General de la Asociacin de Trabajadores del Estado, quien fue detenido
y puesto a disposicin del Poder Ejecutivo Nacional en junio de 1976, y condenado despus
a siete aos de prisin en la Unidad Carcelaria de Caseros; Diego Sebastin Ibaez,
Secretario General del gremio petrolero, arrestado en marzo de 1976, y desde entonces
recluido en la crcel militar de Magdalena; Jos Palacios, miembro directivo del
Departamento de Laicos del CELAM y miembro del Consejo del Movimiento Mundial de
Trabajadores Cristianos de Bruselas/Blgica, desaparecido en Caseros, Provincia de Buenos
Aires, el 11 de diciembre de 1975; Jorge Di Pascuale, Secretario General de la "Asociacin
de Empleados de Farmacia", desaparecido en Buenos Aires el 29 de diciembre de 1975;
Roberto Repetto, miembro directivo de la "Unin del Personal Civil de la Nacin" (UPCN),
desaparecido en Buenos Aires el 25 de marzo de 1978; Oscar Smith, Secretario General del
"Sindicato de Luz y Fuerza" de Buenos Aires, desaparecido en Buenos Aires en febrero de
Captulo IX
Derechos Polticos 1
Informe de la CIDH - 14 de Diciembre de 1979
A. Consideraciones Generales
1. La existencia, y desde luego la supervivencia de un rgimen democrtico representativo
de gobierno no es posible sin el reconocimiento efectivo e irrestricto del derecho de los
ciudadanos a constituir agrupaciones polticas y a afiliarse a aquellas cuyos idearios y
programas polticos correspondan mejor a sus ideales, conscientes o subconscientes, de
gobierno; y del derecho de tales agrupaciones a existir y realizar, sin indebidas
restricciones, actos de propaganda y proselitismo; a participar en la vida poltica de la
nacin haciendo pblicas sus opiniones sobre asuntos de Estado cuando estimen
conveniente hacerlo; y a presentar candidaturas propias, o en fusin con otras agrupaciones,
para las elecciones por sufragio de funcionarios pblicos.
2. La Constitucin Nacional de la Repblica Argentina reconoce el derecho al sufragio y a
la participacin en el juego electoral y en el gobierno de la Nacin, y consagra su adhesin
al rgimen democrtico al adoptar la forma de gobierno representativo republicano, tanto
en el orden federal como provincial, y al establecer que el pueblo slo delibera y gobierna
por medio de sus representantes y las autoridades sealadas por la Constitucin; y que las
declaraciones, derechos y garantas que enumera sta no sern entendidos como negacin
de otros aspectos y garantas no enumerados, pero que emanan del principio de la soberana
del pueblo y de la forma republicana de gobierno. Al tenor de la Constitucin, el derecho al
sufragio se hace efectivo en la estructuracin de los poderes del Estado, al disponer que el
Presidente y el Vicepresidente de la Nacin, el Senado y la Cmara de Diputados, as como
determinados funcionarios y rganos provinciales, son elegidos por los ciudadanos de la
correspondiente circunscripcin electoral.2
popular, han sido desconocidos del todo por el actual Gobierno de facto de la Repblica
Argentina.
3. No obstante las disposiciones referidas, la vida poltica no ha desaparecido del todo en la
Repblica, manteniendo las diferentes agrupaciones sus cuadros directos centrales por lo
menos, con la tolerancia de las autoridades. La Comisin pudo comprobar en efecto un
comportamiento gubernamental flexible, de aparente inobservancia de las rgidas normas
legales que restringen el ejercicio de los derechos polticos, lo que le permiti recibir en
audiencias separadas a representantes y directivos de las principales organizaciones
polticas, y sostener entrevistas sin obstculos de ningn orden con dirigentes polticos de
diez diferentes tendencias.4
Las organizaciones polticas del pas expusieron a la Comisin por medio de sus
representantes, el juicio que cada una se ha formado sobre la problemtica poltica en s, y
la situacin de los derechos humanos en particular; y algunas de ellas, adems emitieron
pronunciamientos pblicos contentivos de severas crticas al Gobierno militar.
Notas
3 Actas para el Proceso de Reorganizacin Nacional de 24 de marzo de 1976; Acta fijando los propsitos y objetivos bsicos del Proceso de Reorganizacin
Nacional de igual fecha; Estatuto para dicho Proceso de 26 de marzo de 1976; Decreto N 6 de 24 de marzo de 1976, que suspendi la actividad poltica y de
los partidos polticos a nivel nacional, provincial y municipal; Ley N 21.269 de 24 de marzo de 1976 que prohibe las actividades de partidos polticos; Ley
N 21.325 de 2 de junio de 1978 que declara disueltas a las siguientes entidades: 1) Partido Comunista Revolucionario; 2) Partido Socialista de los
Trabajadores; 3) Partido Poltica Obrera; 4) Partido Obrero Trotskista; 5) Partido Comunista Marxista-Leninista; 6) Movimiento de Defensa del Patrimonio
Nacional (MODEPANA); 7) Movimiento Argentino Antiimperialista de Solidaridad Latinoamericana (MAASLA); 8) Coordinadora del Movimiento de Ayuda
a Chile (COMACHI); 9) Unin de Productores Agropecuarios (UPARA); 10) Encuentro Nacional de los Argentinos (ENA); 11) Juventudes Polticas
Argentinas (JPA); 12) Movimiento de Orientacin Reformista (MOR); 13) Tendencia Universitaria Popular Antiimperialista Combatiente (TUPAC); 14)
Frente de Agrupaciones Universitarias de Izquierda (FAUDI); 15) Juventud Universitaria Socialista de Avanzada (JUSA); 16) Movimiento Nacional
Reformista (MNR); 17) Agrupacin Universitaria Nacional (AUN); 18) Frente Estudiantil Nacional (FEN); 19) Concentracin Nacional Universitaria (CNU);
20) Movimiento Argentino de Solidaridad Argentina con Vietnam; 21) Movimiento de Unidad y Coordinacin Sindical (MUCS); 22) Comisin de Familiares
de Presos Polticos, Estudiantiles y Gremiales (COFAPPEC); 23) Foro de Buenos Aires por la Vigencia de los Derechos Humanos; 24) Frente Patritico
Democrtico y Antiimperialista; 25) Vanguardia Comunista (VC); 26) Frente Unido de la Juventud (FUJ); Ley N 21.322 de 2 de junio de 1976, que declara
disueltas las 22 entidades siguientes: 1) Movimiento Sindical de Base (MBS); 2) Frente Antiimperialista por el Socialismo (FAS); 3) Movimiento Inquilinos
Peronistas (MIP); 4) Junta de Coordinacin Revolucionaria Internacional (JCR); 5) Tendencia Argentina Revolucionaria (TAR); 6) Movimiento Villero
Peronista (MVP); 7) Movimiento Antiimperialista por el Socialismo en la Argentina (MASA); 8) Frente Nacional de Liberacin (FNL); 9) Bloque Sindical del
Peronismo Autntico; 10) Juventud Trabajadora Peronista (JTP); 11) Unin de Estudiantes Secundarios (UES); 12) Corriente Universitaria por la Revolucin
Socialista (CURS); 13) Juventud Peronista (JP); 14) Movimiento Socialista Revolucionario (MSR); 15) Tendencia Estudiantil Revolucionaria por el
Socialismo (TERS); 16) Tendencia Revolucionaria Peronista (TRP); 17) Juventud Guevarista (JG); 18) Agrupacin y/o Movimiento Peronista Autntico
(MPA); 19) Comisin Peronista de Solidaridad (COPESOL); 20) Agrupacin Evita (AE); 21) Corriente Obrera Socialista (COS); 22) Juventud Universitaria
Peronista (JUP).
4 Unin Cvica Radical del Pueblo, Partido Justicialista, Federacin Demcrata Cristiana, Partido Federalista Argentino, Partido Intransigente, Partido
Socialista de los Trabajadores, Partido Socialista Popular, Partido Socialista Unificado, Confederacin Socialista, Partido Comunista.
5 Acta de 24 de marzo de 1976 que fija el propsito y los objetivos bsicos del Proceso de Reorganizacin Nacional.
El dilogo se orientar a lograr una participacin responsable, amplia y continua, para que
partiendo de la coincidencia en las ideas bsicas se afiancen las condiciones cvicas y el
acceso creciente de la ciudadana a la actividad partidaria y a la direccin poltica. Los
partidos polticos como institucin esencial del sistema poltico, sern la escuela formativa
principal de la actividad poltica y el instrumento idneo para canalizar la que desplieguen
los ciudadanos".
Captulo X
Derecho de libertad religiosa y de cultos 1
Informe de la CIDH - 14 de Diciembre de 1979
A. Consideraciones Generales
1. La Constitucin argentina consagra en el Artculo 14, el derecho que tienen todos los
habitantes de la Nacin "de profesar libremente su culto"; y lo reitera en el Artculo 20, al
consignar que los extranjeros gozan en el territorio de la Nacin de todos los derechos
civiles del ciudadano, entre ellos el de "ejercer libremente su culto". Por otra parte, y sin
perjuicio de la libertad de cultos, la Constitucin declara que "el Gobierno federal sostiene
el culto catlico apostlico romano".
2. Durante la visita de observacin in loco la Comisin pudo verificar que en Argentina, en
trminos generales, existe libertad religiosa y de cultos, pero que, no obstante, el Gobierno
ha adoptado determinadas medidas que si bien van ms directamente dirigidas a las
actividades de determinada confesin religiosa, y a otros hechos relacionados con la
materia, puede decirse que constituyen limitaciones al ejercicio pleno de este derecho.
Particularmente, tales limitaciones se refieren a la secta religiosa "Testigos de Jehov".
Asimismo, se han aducido como restricciones a estas libertades, ciertas acciones
emprendidas contra los judos, a las que se referir la Comisin en este captulo.
El 7 de septiembre de 1979 hizo exactamente tres aos que el Poder Ejecutivo prohibi el
ejercicio pblico de nuestra religin. Lo hizo por intermedio del Decreto N 1867/76, que
entre otras cosas nos acus de "sostener principios contrarios a la nacionalidad, a
instituciones bsicas del Estado y a preceptos fundamentales de su legislacin". Adems, en
los considerandos del citado Decreto se dijo que nosotros "atentamos contra el orden
pblico, la seguridad nacional, la moral o buenas costumbres". El da de la promulgacin
del Decreto en algunos casos, varias semanas antesla polica y el ejrcito con gran
despliegue de armas y efectivos clausur las dependencias oficiales e imprentas de la sede
central de los Testigos de Jehov en la Argentina y alrededor de 600 salones de reunin de
los Testigos en todo el territorio nacional, dejando as a ms de 60.000 personas sin
posibilidad de congregarse libremente en sus lugares de culto. De ah en adelante se
sucedieron cientos de arrestos, detenciones, encarcelamientos (que fueron desde un da
hasta varios meses), a veces acompaados de malos tratos y golpes, allanamientos de
hogares privados, expulsiones de nios de las escuelas primarias y secundarias, cesantas de
maestros y empleados pblicos (casos ENTEL) y la confiscacin y destruccin de grandes
cantidades de material de lectura bblica privada y personal. Durante estos tres aos, en que
se arrestaron a centenares de hombres, mujeres y nios mientras lean pacficamente en sus
hogares, no se pudo probar una sola vez que atentaran contra el orden pblico, la seguridad
nacional, o contra la moral y las buenas costumbres. Lo mismo fue el caso con los nios
expulsados de las escuelas, 5 nios de 5 aos, 20 nios de 6 aos, 60 nios de 7 aos, 51
nios de 8 aos y 61 nios de 9 aos, (siento sta slo una lista parcial sin querer detallar a
los nios de hasta 14 aos). En el caso de los cerca del millar de nios expulsados de los
cuales varios cientos o han podido volver a la escuelalo nico de lo que se les acusa es
que se negaron a reverenciar los emblemas patrios y a entonar el Himno Nacional, pero en
ningn caso se prob que hubiera falta de respeto segn lo confirm el fallo de la Corte
Suprema de fecha 6 de marzo de 1979. Tambin tenemos a ms de 250 jvenes purgando
condenas que van desde dos aos y medio hasta cinco aos, en distintas prisiones militares,
por ser objetores de conciencia al servicio militar. Por no estar nosotros reconocidos como
una religin estos jvenes, que no son desertores pues se presentan a la llamada de su clase,
no se pueden beneficiar de la excepcin que la ley acuerda a los religiosos y/o seminaristas.
Por ms de treinta aos hemos querido explicar nuestra posicin cristiana a las autoridades
supremas de la Nacin, pero siempre hemos chocado contra una barrera infranqueable. La
imagen que el Ejecutivo tiene de nosotros est formada en base a los informes
suministrados por los organismos castrenses y educacionales, pero nunca escuch una
exposicin nuestra. En estos ms de treinta aos siempre se nos acus y atac, pero nunca,
repetimos, nunca se nos dio la oportunidad de defendernos o hablar. Siempre
fuimos condenados antes de ser juzgados. Una medida tan arbitraria como la del Decreto
1867/76 que se dict sin celebrar un solo juicio previo, es la que ha privado a ms de
60.000 habitantes de la Repblica (entre hombres, mujeres y nios) de su libertad de culto,
de conciencia, de reunin, de expresin y de prensa. Se nos han confiscado ms de 300.000
LIBROS, (solo en una ocasin confiscaron 225.709 libros segn inventario) que incluyen a
centenares de biblias y manuales para ensear a leer y escribir. En la actualidad nuestra
sede central sigue clausurada al igual que muchos salones de reunin, nuestra literatura
sigue confiscada y prohibida y a pesar del fallo favorable de la Corte Suprema, se contina
expulsando de las escuelas a los nios y tambin se intenta expulsar del pas a extranjeros
por el solo hecho de ser Testigo de Jehov.
Notas
3 La parte dispositiva de esta Resolucin, expresa lo siguiente: "Hacer un llamamiento a los Estados miembros para que no impidan el ejercicio del derecho a
la libertad de credo y de culto de conformidad con sus respectivas disposiciones jurdicas, y de acuerdo con la Declaracin Americana de los Derechos y
Deberes del Hombre. En lo concerniente a los Testigos de Jehov y sus filiales instar al restablecimiento de su derecho a la libertad de credo y de culto, de
conformidad con la precitada Declaracin".
Captulo XI
Situacin de las Entidades de Derechos Humanos
Informe de la CIDH - 14 de Diciembre de 1979
A. Consideraciones Generales
1. El funcionamiento y las actividades de las entidades de derechos humanos en Argentina,
se han visto obstaculizados y amenazados por el Gobierno a travs de diferentes medidas
tendientes a impedir el cumplimiento pleno de sus finalidades.
Esta actitud del Gobierno argentino se ha traducido en violaciones de distintos derechos
humanos consagrados constitucionalmente y revelan un comportamiento contrario a la
obligacin de tutelar el cumplimiento de aquellas actividades tendientes a promover la
observancia y el respeto de los derechos inherentes a la dignidad humana, consignadas en
diversos instrumentos internacionales, entre ellos, los que rigen el Sistema Interamericano.
2. Las dificultades a que se ha hecho referencia, tuvieron una manifestacin ms evidente
con las incautaciones y allanamientos de las entidades mencionadas, y que se ejecutaron
poco antes de la observacin in loco que la Comisin llev a cabo en territorio argentino.
Dichas entidades son las siguientes: La Asamblea Permanente por los Derechos Humanos
que fue creada en 1976, antes del pronunciamiento militar, con una participacin pluralista
que ha producido una accin coordinada y solidaria en favor de la justicia, la paz y los
derechos humanos. El Movimiento Ecumnico por los Derechos Humanos que est
integrado por representaciones debidamente acreditadas de distintas congregaciones
religiosas en el denominador comn de la defensa de los derechos humanos. La Liga
Argentina por los Derechos del Hombre que tiene ms de 40 aos de existencia en
Argentina y est dedicada a la defensa e imperio de los derechos del hombre. Y la Comisin
de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Polticas.
justicia y dio las direcciones de quienes le prestaban asesoramiento para presionar a las
autoridades nacionales e impresionar a los organismos internacionales;
c) Como consecuencia de lo anterior se orden el allanamiento y secuestro en las entidades,
y los elementos secuestrados demuestran la existencia de una organizacin sistemtica
sobre hechos que no son ciertos, o que no estn reconocidos como reales. La
documentacin secuestrada es objeto de anlisis, de clasificacin;
d) En lo concerniente a la observacin que hiciera la Comisin de que tales documentos le
haban sido enseados por el Jefe de la Polica de la Provincia de Buenos Aires, el Juez
Anzotegui expuso que para efectuar el anlisis y la clasificacin de los mismos, haban
sido enviados a organismos tcnicos especializados, entre ellos la Polica Federal, porque el
Poder Judicial puede encomendar estudios de esa naturaleza a entidades tcnicas de
inteligencia, administrativas, etc., que ayudan a establecer la verdad de la investigacin;
e) El Juzgado a su cargo va a investigar todo lo que "huela a hecho delictuoso". Se ha
detectado cierto nmero de personas que figuran en las listas como desaparecidas y estn en
el exterior o detenidas. Se est investigando posible fraude judicial, engao a la justicia. Si
se analiza el escrito de Habeas Corpus, todos dicen lo mismo, pero no todos son ratificados
al tratar de establecerse los requisitos exigidos;
f) No existe de parte de l inters de incautar el material por tiempo indeterminado. Adems
se estn investigando las denuncias sobre desaparecidos que figuran en los Habeas Corpus;
g) La seora recurrente, antes mencionada, es derivada a una oficina, donde se le dice el
trmite a seguir y se le asesora en la preparacin del Habeas Corpus en formulario
previamente impreso. Para aclarar esos hechos, fue detenida una empleada de una de las
entidades de derechos humanos la seorita Mnica Crdobay puesta en libertad cuatro
horas despus;
h) Lo que interesa es la presentacin de Habeas Corpus reales. En los ltimos meses ha
cesado la presentacin simultnea de recursos iguales en un da determinado de cada mes.
Cuando el juez tenga un informe completo, tiene previsto dar a conocer la lista depurada de
personas desaparecidas. Esto es importante y de inters.
i) En lo referente a la actuacin que involucraba la direccin de las oficinas de la OEA en
Buenos Aires, el Juez manifiesta que cuando, adems de la denuncia original, se juntaron
varios informes, la recurrente mencion: Avenida de Mayo 760; y que al determinarse que
se trataba de la sede de un organismo internacional, de inmediato se suspendi toda
diligencia, y que igual cosa sucedi al referirse a la citacin para declarar, en relacin a la
direccin de la OEA, al seor Edmundo Vargas Carreo, al advertirse que se trataba del
Secretario Ejecutivo de la Comisin Interamericana de Derechos Humanos;
j) Se hizo inventario del material incautado en los allanamientos y no hubo demostracin de
fuerza. Para no romper cerraduras de los locales se dej un vigilante. No tiene informes de
que las entidades tengan personera jurdica pero se han presentado reclamando el material
incautado. Se est haciendo un cotejo de las listas de las diferentes entidades y se les ha
dicho que se est investigando el asunto.
2. La Comisin se permite hacer las siguientes observaciones en cuanto al procedimiento
utilizado por el Juez Anzotegui:
a) Es extrao que toda la documentacin incautada en los allanamientos a las entidades de
derechos humanos haya sido enviada a la Jefatura de Polica de Buenos Aires, por cuanto
tales elementos deban estar a disposicin del Juez que investiga la causa;
b) Si la denuncia se refera a una instigacin al falso testimonio en cuanto a una de las
entidades de derechos humanos, no se entiende la causa por la cual la orden de
allanamiento se extendi a los locales ocupados por las entidades dedicadas a los derechos
humanos;
c) El allanamiento se verific no slo respecto a los formularios impresos para los recursos
de habeas corpus, sino tambin comprendi la incautacin de todos los objetos y
documentos que tenan tales entidades, lo que obstaculiz y sigue impidiendo el normal
desarrollo de las actividades de tales organizaciones;
d) La Comisin espera que con toda la documentacin disponible, el citado Juez tramite los
recursos de Habeas Corpus por su propia iniciativa y solicite de las autoridades
competentes la informacin indispensable para averiguar la desaparicin de todas las
personas cuyos nombres figuran en las listas a disposicin de dicho Juez; y
e) Igualmente, la Comisin espera que habiendo transcurrido varios meses, se ordene la
devolucin de los objetos incautados y las autoridades del Gobierno argentino garanticen el
normal desarrollo de las actividades de las entidades que se dedican a la defensa y
promocin de los derechos humanos y no se ejerzan represalias contra los dirigentes e
integrantes de las mismas.
Notas
3 Las rdenes de allanamiento fueron dirigidas al Jefe del Departamento de Delitos Federales de la Superintendencia de Seguridad Federal y/o personal que el
mismo designe, y en su texto se lee como objeto del mismo, proceder al secuestro de todos aquellos elementos que resulten de inters a la investigacin que se
practica impresos, manuscritos, ficheros, instrumentos, etc.conforme a las indicaciones del Secretario de Actuacin en cada caso, pudiendo hacer uso de la
fuerza pblica y habilitar horas en caso que fuera necesario. Al efectuarse los allanamientos los Comisarios responsables, dependientes del Departamento de
Delitos Federales, extendieron constancias de los materiales y elementos secuestrados, que incluyen comunicados de prensa, impresos, nminas de personas
desaparecidas, ficheros, muebles metlicos de compartimientos, cuadernos de distintos tamaos, carpetas, sobres con fichas de detenidos, impresos referentes
a modelos de presentacin de recursos de Habeas Corpus por personas desaparecidas, formularios en cartulina, biblioratos y sus contenidos, documentos
elaborados en base a fallos judiciales, talonarios relativos a bonos contributivos, folletos con pie de imprenta, testimonios individuales sobre personas
detenidas y desaparecidas, etc. En la constancia correspondiente al 14 de agosto de 1979, se lee adems lo siguiente: "Se procede a identificar asimismo una
mquina Rod Print, Modelo RA45, no procedindose a su secuestro debido a la imposibilidad fsica para su traslado".
Conclusiones
Recomendaciones
A. Conclusiones
1. A la luz de los antecedentes y consideraciones expuestos en el presente informe, la
Comisin ha llegado a la conclusin de que, por accin u omisin de las autoridades
pblicas y sus agentes, en la Repblica Argentina se cometieron durante el perodo a que se
contrae este informe 1975 a 1979numerosas y graves violaciones de fundamentales
derechos humanos reconocidos en la Declaracin Americana de los Derechos y Deberes del
Hombre. En particular, la Comisin considera que esas violaciones han afectado:
a) al derecho a la vida, en razn de que personas pertenecientes o vinculadas a organismos
de seguridad del Gobierno han dado muerte a numerosos hombres y mujeres despus de su
detencin; preocupa especialmente a la Comisin la situacin de los miles de detenidos
desaparecidos, que por las razones expuestas en el Informe se puede presumir
fundadamente que han muerto;
b) al derecho a la libertad personal, al haberse detenido y puesto a disposicin del Poder
Ejecutivo Nacional a numerosas personas en forma indiscriminada y sin criterio de
razonabilidad; y al haberse prolongado sine die el arresto de estas personas, lo que
constituye una verdadera pena; esta situacin se ha visto agravada al restringirse y limitarse
severamente el derecho de opcin previsto en el Artculo 23 de la Constitucin,
desvirtuando la verdadera finalidad de este derecho. Igualmente, la prolongada
permanencia de los asilados configura un atentado a su libertad personal, lo que constituye
una verdadera pena;
c) al derecho a la seguridad e integridad personal, mediante el empleo sistemtico de
torturas y otros tratos crueles, inhumanos y degradantes, cuya prctica ha revestido
caractersticas alarmantes;
d) al derecho de justicia y proceso regular, en razn de las limitaciones que encuentra el
Poder Judicial para el ejercicio de sus funciones; de la falta de debidas garantas en los
procesos ante los tribunales militares; y de la ineficacia que, en la prctica y en general, ha
demostrado tener en Argentina el recurso de Habeas Corpus, todo loo cual se ve agravado
por las serias dificultades que encuentran, para ejercer su ministerio, los abogados
defensores de los detenidos por razones de seguridad y orden pblico, algunos de los cuales
han muerto, desaparecido o se encuentran encarcelados por haberse encargado de tales
defensas.
2. Con respecto a otros derechos establecidos en la Declaracin Americana de los Derechos
y Deberes del Hombre, la Comisin seala que si bien su falta de observancia no ha
revestido la gravedad de los anteriores, las limitaciones a que se encuentran sujetos afectan
tambin la plena vigencia de los derechos humanos en la Repblica Argentina. En relacin
a estos derechos la Comisin observa lo siguiente:
a) que el ejercicio pleno de la libertad de opinin, expresin e informacin se ha visto
limitado, en diferentes formas, por la vigencia de ordenamientos legales de excepcin que
han contribuido a crear, incluso, un clima de incertidumbre y de temor entre los
responsables de los medios de comunicacin;
b) que los derechos laborales se han visto afectados por las normas dictadas al efecto y por
la aplicacin de las mismas, situacin que ha incidido particularmente en el derecho de
asociacin sindical debido a actos de intervencin militar y a la promulgacin de estatutos
legales que vulneran derechos de la clase trabajadora;
c) que los derechos polticos se encuentran suspendidos;
d) que, en general, no existen limitaciones a la libertad religiosa y de cultos; aunque la
Comisin s pudo comprobar que los Testigos de Jehov tienen graves restricciones para el
ejercicio de sus actividades religiosas y que, si bien no existe una poltica oficial antisemita,
en la prctica, en ciertos casos, ha habido un trato discriminatorio en contra de algunos
judos.
3. Asimismo, la Comisin considera que las entidades de defensa de los derechos humanos
han encontrado y encuentran injustificados obstculos para el cumplimiento de la labor que
han venido desarrollando.
4. La Comisin observa que con posterioridad a su visita a la Repblica Argentina, en el
mes de septiembre de 1979, han disminuido las violaciones de los derechos a la vida, a la
libertad, a la seguridad e integridad personal y al derecho de justicia y proceso regular y
que, particularmente desde el mes de octubre de este ao, no ha registrado denuncias por
nuevos desaparecimientos de personas.
B. Recomendaciones
En virtud de las conclusiones expuestas, la Comisin estima prudente formular al Gobierno
de Argentina las recomendaciones siguientes:
1. En relacin a aquellas muertes que han sido imputadas a autoridades pblicas y a sus
agentes, abrir las investigaciones correspondientes y enjuiciar y sancionar, con todo el rigor
de la ley, a los responsables de esas muertes.
presente en uno y otro caso las normas mnimas para el tratamiento de personas privadas de
libertad, aceptadas internacionalmente.
9. Adoptar las siguientes medidas relativas a las garantas procesales y de defensa en juicio:
a) Asegurar a las personas sometidas a juicio ante los tribunales militares, las garantas del
debido proceso legal, especialmente el derecho de defensa por un abogado elegido por el
procesado.
b) Designar una comisin de juristas calificados para que estudie los procesos llevados a
cabo por tribunales militares durante la vigencia del Estado de Sitio, y que en los casos en
que se hayan omitido las garantas inherentes al debido proceso haga las recomendaciones
pertinentes.
c) Que se den las seguridades y facilidades para que los jueces procedan a investigar, en
forma efectiva, los casos de las personas detenidas en virtud de las leyes de seguridad.
d) Que se otorguen las garantas indispensables para la eficaz defensa que corresponde
ejercer a los abogados que patrocinan a los procesados.
10. Dar toda la cooperacin al Poder Judicial para asegurar la efectividad e los recursos
de Habeas Corpus y de Amparo.
11. En lo que respecta al derecho de opinin, expresin e informacin, derogar, o en su caso
modificar, aquellas leyes, como la 20.840 y otras, que significan limitaciones al ejercicio de
este derecho.
12. En lo que corresponde a los derechos laborales, tomar las medidas necesarias para
asegurar su efectiva observacin y, en materia de asociacin sindical, garantizar los
derechos de las organizaciones de trabajadores derogndose, o en su caso modificndose,
las disposiciones legales que impidan su normal desarrollo.
13. En lo que respecta a los derechos polticos, dar los pasos necesarios orientados al
restablecimiento de la actividad y participacin de los partidos polticos en la vida pblica
de la nacin, as como garantizar los derechos polticos de los ciudadanos.
14. En lo que corresponde al derecho de libertad religiosa y de cultos, derogar el Decreto
N 1867 de agosto de 1976 que prohibe todo tipo de actividad a los Testigos de Jehov, e
investigar y sancionar cualquier discriminacin en contra de los judos.
15. En lo que respecta a las entidades de defensa de derechos humanos, dar garantas y
facilidades necesarias para que puedan contribuir a la promocin y observancia de los
derechos humanos en la Repblica Argentina.
Notas