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Los Signos Del Despojo

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Memoria y olvido del despojo

Sobre la novela de Burgos Cantor


Carlos Nicols Olvera Trujillo
En un apartado de la novela La ceiba
de

la

memoria

(2007)

del

escritor

colombiano Roberto Burgos Cantor, un


narrador latinoamericano, durante una visita
al museo de Auschwitz, reflexiona sobre la condicin de la memoria: Aqu, en las paredes
de ese color verde infructuoso que no sosiega la inquietud, su nico signo es el despojo.
Desprovistos de todo. Expropiados de s. Sombra de un perfil genrico. Alusin vaga a lo
humano. () Parece que las catstrofes presentes potencian las desdichas pasadas y
aparecen otra vez desde los fondos de olvidos de los tiempos sin expiacin donde se apilan
los crmenes, las vctimas y el dolor desconsolado que no encuentra reposo ni descanso
eterno. El narrador habla de la memoria annima de la tragedia judo-alemana, desde el
museo donde aparecen pilas de maletas y valijas, y una pila de cabellos cortados; habla del
malestar y de la culpabilidad que permanecen en quien es testigo de los signos del despojo
y de un tiempo detenido, que no logra borrar los rastros del sufrimiento. Posteriormente, el
narrador visita un mercado callejero en Mosc, donde tambin la memoria de la antigua
Unin Sovitica sobrevive como baratijas y antigedades, fotografas annimas y recuerdos
familiares. Son como fragmentos de una historia colectiva, ahora lanzada al vrtigo del
anonimato y de una inminente desaparicin bajo el peso de una historia que se construye
sobre un pasado doloroso. Sobre este paralelo, entre la historia europea y la cartagenera, se
plantea uno de los ejes de la novela: la reconstruccin de una historia individual, de una
experiencia histrica literaria, en un campo donde la imaginacin (como recreacin de esa
experiencia) representa un espacio colectivo y una historia comn que desmitifica o, ms
acertadamente, da un panorama mayor y ms complejo de los procesos que la conformaron.
La reconstruccin del pasado que quiere persistir en su nombre, ms bien, luchar por su
nombre contra el olvido, como Benkos Bioh (Mi nombre, Pedro, es Benkos Bioh), da
una idea sobre el alcance esttico-poltico de la propuesta de Burgos Cantor. Sus personajes
participan en la experiencia histrica de la esclavitud como una situacin que atae a todas

las circunstancias de la vida y no se presenta como un fenmeno aislado y fcilmente


objetivable. La ausencia de la voz de las instituciones y los poderes que impusieron el
rgimen esclavista, bajo un discurso de superioridad y dominacin, permite la
representacin de los matices de lo marginal que en ningn caso en esta novela se
presenta como marginal, sino como reconstruccin de unos acontecimientos que lanzan al
lector a la experiencia directa del horror y el dolor ajeno. La historia debe ser repensada por
aquel que la escribe y por quien la lee, si se quiere entender su presente entre nosotros: la
novela de Burgos Cantor acerca la literatura a la historia gracias a la reconstruccin de un
espacio y una memoria colectiva. Gracias a su estructura polifnica, que reconstruye
vivencias particulares de reiterados episodios (la traslacin, la permanencia y la rebelin),
se forma un campo semntico de cada existencia particular en un lugar colectivo. Y cada
personaje, en cierta medida, representa una forma del despojamiento y de reflexin: Benkos
y Analia, en la constante rememoracin de su tierra y adaptacin dramtica a la nueva;
Dominica de Orellana, una mujer librepensadora, solcita con los esclavos y testigo de las
contradicciones internas, tanto de las relaciones del reino con las Indias, como de una nueva
formacin social; Pedro Claver y Alonso de Sandoval, ambos postrados por la enfermedad,
contemplan y reflexionan constantemente sobre su papel, sobre la verdadera naturaleza de
la solicitud y de la imposicin de la fe como salvacin y la posibilidad del uso de la
libertad. Por otro lado, Thomas Bledsoe, el novelista que se sita a principios del siglo XX,
y el narrador annimo que visita Europa oriental y el museo de Auschwitz, reflexionan, a su
vez, sobre la condicin de la memoria, estableciendo un paralelo entre la historia europea y
la cartagenera, en el entramado de la novela.
La constante reiteracin (vale decir: experiencia vuelta al lenguaje una y otra vez) del viaje
de los esclavos a Amrica es una tentativa, cada vez, por acercarse a algo perdido,
sumergido en la memoria particular y colectiva. Por devolver, por medio de las palabras
otorgadas, y ante el vrtigo frente a la historia, la dignidad humana y el dolor sobre los que
se erigen una ciudad, una sociedad, y en cierta medida, una memoria cultural que
permanece anegada; y que se manifiesta, formada, en la msica, en algunas palabras, en los
rostros, en las comidas, en los cantos (el grito de Benkos, o la ausencia de la palabra escrita,
es una metfora de estas manifestaciones).

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