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Astenosfera

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Tema del da

Astenosfera: ser o no ser


Asthenosphere: To be, or not to be
Carlos Fernndez1, Francisco M. Alonso Chaves1 y Francisco Anguita2
1Departamento de Geodinmica y Paleontologa, Universidad de Huelva, 21071-Huelva. E-mail: fcarlos@uhu.es,
alonso@uhu.es

de Portugal, 3, 28011 Madrid. E-mail: anguita@geo.ucm.es

2Avenida

Resumen Este artculo contiene una revisin de la historia y contenido actual de un concepto, el
de astenosfera, clave en las modernas Ciencias de la Tierra. Definido por Barrell en 1914,
cuando Wegener diseaba su primer ataque a la Tierra inmvil, fue rescatado por los
geofsicos revolucionarios de la dcada de 1960 slo para ser secuestrado a continuacin
por algunos sismlogos y, por ltimo, devuelto al centro del escenario en la versin actual
de la tectnica de placas. Con los mejores datos geofsicos, la astenosfera se define hoy
como todo el manto superior no litosfrico. Los autores aprovechan esta revisin para
actualizar otros conceptos recientes sobre el interior de la Tierra, como son el motor de
las placas litosfricas o las avalanchas en el manto. Y destacan tambin las reas ms
inciertas, como son los procesos en la interfase manto superior-manto inferior y las
fuentes del calor interno de nuestro planeta.

Palabras clave: Historia de la Geologa, manto, astenosfera, geodinmica.


Abstract This paper aims to revise the history and present meaning of the asthenosphere
concept, a keystone in modern Earth Sciences. Defined by Barrell in 1914, at a time when
Alfred Wegener was outlining his first attack on the fixed Earth, it was rescued by the
geophysicist-revolutionaries of the 60s, only to be kidnapped right afterward by some
hurried seismologists, and at last brought back centre stage with the latest version of
plate tectonics. The best geophysical data currently define the asthenosphere as the
entire upper, non-lithospheric mantle. In addition to this historical account, the article
also contains revisions of other important concepts regarding the Earths interior, such as
the engine that propels the lithospheric plates or the avalanches that silently run through
the deep mantle. It also explores some poorly-defined areas of the planets innards: the
battlefield between the upper and lower mantle, and the still elusive heat sources that
move everything down there.
Key words: History of Geology, mantle, asthenosphere, geodynamic.

INTRODUCCIN
En un artculo publicado en el ao 2002 en esta
misma revista, uno de los firmantes de este trabajo
(F. A.) realizaba una crtica al concepto de astenosfera que se manejaba hasta esa fecha en muchos libros de texto y artculos cientficos y de divulgacin.
Conclua este autor su trabajo proponiendo que
se evitara el uso de tal concepto. Sin embargo, el
trmino ha sobrevivido, aunque con un sentido que
no era el que sistemticamente se le atribua en los
tiempos iniciales de la revolucin en las Ciencias de
la Tierra. Ello ha llevado a una situacin ambigua,
que se ha extendido de forma sin duda peligrosa a
las oposiciones del profesorado de Enseanza Se-

2 Enseanza de las Ciencias de la Tierra, 2013 (21.1)


ISSN: 1132-9157 Pags. 2-15

cundaria y a los exmenes de las P.A.U. (Selectividad). La intencin principal del presente artculo es
ofrecer a los lectores de Enseanza de las Ciencias
de la Tierra una versin actualizada y fiable de los
avatares (usamos esta palabra en su sentido original, porque el concepto se ha encarnado bajo muy
variados disfraces) de este trmino de larga y muy
curiosa trayectoria en las Ciencias de la Tierra. Para
ello extenderemos la reflexin inicial, amplindola a
las distintas acepciones que gelogos y geofsicos
han atribuido al trmino de astenosfera. En el presente artculo propondremos que el concepto ssmico de astenosfera debe ser desterrado de nuestra
literatura, y evaluaremos la racionalidad y vigencia
de otras definiciones del trmino.

La idea primitiva de astenosfera tena un marcado sabor mecnico, y fue propuesta originalmente
por Barrell (1914) con el objetivo de explicar los movimientos isostticos, esencialmente verticales. Al
no tener acceso directo al manto superior, los investigadores han buscado respuestas a las preguntas
sobre su composicin, estructura y comportamiento
mecnico mediante el uso de varias tcnicas. Una
de las ms exitosas es la ssmica. No es de extraar,
por tanto, que en el alborear de la nueva tectnica
global o tectnica de placas, se aprovechase la calidad de los experimentos ssmicos, entonces en pleno desarrollo, para encontrar pruebas de la existencia de la astenosfera (por ejemplo, Anderson, 1962).
La obsesin de algunos sismlogos por hallar un
nivel global de baja velocidad de las ondas ssmicas
en el manto superior se basaba en el hecho de que
tal descubrimiento indicara una menor rigidez de
los materiales que constituyen esa regin. En los
primeros aos de la teora de la tectnica de placas
eso supondra una notable aportacin: se habra
dado con una tcnica til para observar el nivel
plstico (la astenosfera) que tericamente permita
el deslizamiento de la litosfera y que dara explicacin causal a la ingente masa de observaciones
que probaban los movimientos tangenciales de la
misma y que sustentaban la teora. De este modo, la
idea de astenosfera, que haba dado sus primeros
pasos en la ciencia como un concepto puramente
mecnico, pasaba ahora a entenderse como un concepto ssmico (es decir, basado en ltimo trmino
en la teora de la elasticidad) y dirigido a explicar
o comprender los movimientos horizontales de las
placas litosfricas.
Puesto que, como escribi memorablemente
Friedrich Schiller, ante la estupidez humana los
propios dioses se muestran impotentes, los autores
no podemos saber si los sismlogos que estaban
planteando esta arriesgada apuesta eran conscientes del riesgo implcito en ella. Un nivel de baja
velocidad no universal, o de espesor muy inferior al
tericamente necesario, estara socavando la idea
misma de la existencia de la capa de despegue, y
por tanto maniatando a las evidentemente mviles
placas litosfricas. Intentaremos demostrar en este
artculo que todo el asunto responde a una confusin terminolgica entre los conceptos de elasticidad (al que se asocia el de rigidez, como veremos
ms adelante) y plasticidad, que el propio Anderson
(1962), en su trabajo The plastic layer of the Earths
mantle, basado en informacin ssmica, contribuy
decisivamente a propagar. El punto esencial al que
atender es el siguiente: rigidez no es el contrario
mecnico de plasticidad, sino de flexibilidad. Por
lo tanto, la inexistencia de un nivel universal de
baja velocidad ssmica (de baja rigidez) no implica
correlativamente la ausencia de un nivel plstico.
Veamos por qu.

SOBRE RIGIDEZ, PLASTICIDAD Y VISCOSIDAD


Las ondas ssmicas son ondas elsticas. Si el
material del manto que atraviesan dichas ondas
fuera homogneo e istropo desde el punto de vista
de la elasticidad, la velocidad de propagacin de

las ondas longitudinales (VP) y transversales (VS) a


travs de ese material seguira las conocidas expresiones:
,

donde K es el mdulo de incompresibilidad, m el


mdulo de cizalla o de rigidez y r la densidad. El
hecho de que el descenso de la velocidad, donde
se observa, afecte tanto a las ondas P como a las
S y en magnitudes equivalentes, descarta la incompresibilidad como parmetro efectivo y restringe la
causa del descenso de velocidad a la variacin en el
mdulo de rigidez. En efecto, dado que el aumento
de la densidad en la parte alta del manto superior
(debido al incremento de la presin confinante con
la profundidad o a otras causas, como variaciones
en la temperatura) es inferior a los cambios en los
mdulos elsticos, todo apunta a un descenso en el
mdulo de rigidez como la explicacin ms razonable del canal de baja velocidad del manto superior.
Ahora bien, el mdulo de rigidez es una constante
elstica del material que expresa el cociente entre
el esfuerzo de cizalla aplicado y la deformacin
angular resultante. Un menor mdulo de rigidez
significa que necesitamos aplicar menores esfuerzos de cizalla para obtener la misma deformacin
elstica. Curiosamente, fue el mismo Anderson,
basndose en resultados experimentales (Anderson
y Spetzler, 1970), quien se encarg de proporcionar
una de las hiptesis explicativas de dicho descenso
de rigidez: la presencia de pequeos porcentajes
de fundido (inferiores al 1% en peso) ubicados en
bordes de grano podra dar cuenta del fenmeno.
Desde entonces cal profundamente en la mente de
muchos cientficos de la Tierra la nocin de que la
astenosfera era esa capa de baja velocidad ssmica
en la que las rocas estaban parcialmente fundidas.
Poco import la constatacin abrumadora de que el
canal de baja velocidad no es un rasgo universal, de
que su espesor era muy inferior al requerido para
la astenosfera en el marco movilista, y de que la
presencia de material parcialmente fundido era
slo una de las posibles explicaciones de su menor rigidez. De hecho, algunos trabajos modernos
cuestionan seriamente la importancia mecnica de
la presencia de fundidos parciales en la astenosfera
(Karato, 2012). La llamada de atencin de Anguita
(2002) era, pues, oportuna y necesaria. Sin embargo, como vamos a ver, el adis a la astenosfera se
revel prematuro.
Qu papel desempean entonces en todo este
barullo los conceptos de ductilidad, plasticidad y
viscosidad? Lo que sigue puede encontrarse en
multitud de libros sobre mecnica de rocas: podemos citar el clsico texto de Jaeger y Cook (1969)
como ejemplo. Hay varios tipos bsicos, ideales,
de comportamiento de los materiales slidos (reolgicamente, aquellos que son capaces de trasmitir
esfuerzos de cizalla). Uno de ellos es el comportamiento elstico que, aplicado a las rocas, mide
generalmente deformaciones extremadamente pequeas. Si tratamos con cuerpos elsticos ideales
(hookeanos), dichas deformaciones son adems
recuperables. Esta es precisamente la teora de

Enseanza de las Ciencias de la Tierra, 2013 (21.1)

la que parte la inmensa mayora de aplicaciones


del estudio de la sismicidad natural o artificial y,
muy en concreto, el anlisis de la velocidad de las
ondas ssmicas y su variacin con la profundidad.
Las ondas ssmicas son, como se ha repetido anteriormente, ondas elsticas. En ellas, un esfuerzo
de duracin muy corta, instantnea desde el punto
de vista geolgico, afecta a un punto concreto del
interior de la Tierra produciendo una pequea
deformacin que se recupera prcticamente en el
mismo instante en el que el esfuerzo deja de actuar.
El tren de ondas produce una repeticin continuada
de este juego durante periodos de tiempo variables,
pero que pueden cifrarse en minutos u horas. Por
tanto, la informacin ssmica hay que ponerla en el
contexto de su significado fsico: es la respuesta de
las rocas a un esfuerzo de muy corta duracin que
da lugar a una pequea deformacin recuperable.
Aunque es una informacin muy valiosa, no podemos pretender que nos describa con precisin el
comportamiento mecnico del interior de la Tierra
ante enormes deformaciones que se producen
durante largos periodos de tiempo (millones de
aos) como consecuencia del lento movimiento de
las placas litosfricas (decenas de milmetros por
ao, aproximadamente la velocidad a la que crecen
nuestras uas). Para ello tenemos que acudir a otro
concepto, a otro tipo de comportamiento ideal. Y
es que la elasticidad tiene sus lmites. Cuando el
esfuerzo alcanza un cierto valor crtico, llegamos
al umbral de resistencia (el yield strength de la terminologa anglosajona), a partir del cual las rocas
adquieren una deformacin permanente (Fig. 1).
La deformacin se acumula en las rocas a lo largo
de periodos dilatados de tiempo, expresables en la
unidad bsica de medida del tiempo geolgico, el
milln de aos, y produce cambios finitos, observables, en la forma o geometra de los elementos que

Fig. 1. Valor crtico del esfuerzo (yield


strength) por debajo del cual el
comportamiento es elstico (lnea negra
gruesa inclinada). Una vez alcanzado
el esfuerzo crtico, si la deformacin
sigue la flecha indicada con la letra A,
el comportamiento es el de un material
plstico ideal.

Fig. 2. Ilustracin del comportamiento


frgil ideal. Una vez alcanzado el umbral de
resistencia elstica, se nuclea y crece una
fractura, producindose una cada brusca
en el nivel de esfuerzos y la liberacin de
la energa elstica almacenada en la roca
(flecha B).

4 Enseanza de las Ciencias de la Tierra, 2013 (21.1)

componen dichas rocas. El comportamiento dctil


(entendido en un sentido amplio, tanto el propio
de los slidos plsticos como el de los lquidos viscosos) est favorecido por valores elevados de la
presin y la temperatura, como los que se alcanzan
en la corteza inferior y gran parte del manto. Por el
contrario, tambin es posible observar el tipo de
comportamiento mostrado en la figura 2, denominado comportamiento frgil, y que tiene lugar en la
corteza superior donde las rocas se deforman a bajas
presiones y temperaturas. En l la roca, superado el
campo elstico, experimenta la nucleacin y propagacin de una discontinuidad en su interior, para dar
lugar a una fractura. La consecuencia de ello es una
cada sbita en el nivel de esfuerzos que puede soportar la roca (rama B descendente de la Fig. 2).
Lo interesante es que los experimentos con rocas en el laboratorio han permitido demostrar tres
puntos esenciales del comportamiento reolgico
de las mismas (recurdese que rheos en griego
significa flujo):
1.- Que el comportamiento dctil predomina frente
al frgil sobre todo cuando la rocas se deforman
bajo presiones confinantes y temperaturas altas,
y se ve favorecido por la presencia de esfuerzos
diferenciales y presiones de fluidos pequeos y
tasas de deformacin lentas (Fig. 3).
2.- Que, bajo comportamiento frgil, la resistencia
de las rocas (en este caso, su oposicin a fracturarse y a deformarse por desplazamientos relativos de los bloques separados por esas fracturas)
aumenta bsicamente con la presin.
3.- Que, para el comportamiento dctil, la resistencia de las rocas (en este caso, su oposicin
a fluir y registrar una deformacin continua
permanente y que se puede cuantificar como
el valor del esfuerzo diferencial crtico correspondiente al yield strength) se reduce notable-

Fig. 3. Esquema idealizado de los factores que favorecen


el comportamiento plstico o dctil, frente al frgil.
Como ejemplo, la transicin frgil-dctil se verifica a
una profundidad de entre 10 y 15 km para una corteza
grantica. Obsrvese cmo, sometidas las rocas a altos
esfuerzos diferenciales y/o deformaciones muy rpidas
(margen derecho del diagrama), el comportamiento frgil
puede predominar a elevadas presiones y temperaturas,
explicndose de este modo parte de la sismicidad profunda
del planeta.

mente al aumentar la temperatura (Fig. 4). La


presin no es tan determinante para modificar
la resistencia de las rocas ante la deformacin
dctil, al menos en la corteza y el manto superior (Karato, 2010).
Esta ltima observacin, crucial para entender el concepto mecnico de astenosfera, puede
demostrarse tambin tericamente. En efecto, la
ductilidad de las rocas est producida en ltimo trmino por el movimiento de los defectos cristalinos
(difusin de vacantes, lugares de la red cristalina
en los que falta algn tomo, y desplazamiento de
dislocaciones, defectos lineales en el cristal cuyo
movimiento permite que acabe deformndose) en
el interior de cada grano. De este modo, tenemos
mecanismos de deformacin dominados por el
movimiento de vacantes (diffusion creep) o por el
de dislocaciones (dislocation creep). Como tanto la
difusin inica en el interior de los cristales como
el movimiento de dislocaciones son fenmenos que
requieren la rotura de enlaces y formacin de otros
nuevos, se producen con mucha mayor facilidad al
aumentar la temperatura.
Obsrvese que la definicin mecnica de la
astenosfera como nivel dctil (plstico o viscoso)
no tiene ninguna relacin con la rigidez (parmetro elstico) de ese material. Las ondas ssmicas
(elsticas) describen un fenmeno puntual desde el
punto de vista del tiempo geolgico, y una deformacin extremadamente pequea y recuperable. A la
escala del cristal no requieren la rotura de ningn
enlace, sino nicamente una pequea distorsin en
las posiciones de tomos y molculas, que desaparece al eliminarse el esfuerzo que la caus. La ductilidad es, por tanto, el concepto ms adecuado para
abordar una definicin mecnica de la astenosfera
como nivel de importancia tectnica. Y dicha ductilidad deriva ineludiblemente del efecto que tiene en
el comportamiento de las rocas sometidas a esfuerzos de larga duracin y tasas de deformacin lentas
el aumento de la presin y de la temperatura con la
profundidad. Es decir, las condiciones tpicas del
movimiento de las placas litosfricas y de la conveccin en el manto.
Un ejemplo claro de la independencia que hay
entre el comportamiento elstico (el que investiga
la sismicidad) y el dctil o frgil de un mismo material lo proporciona la pasta de silicona (silicone
putty), una sustancia que se utiliza en muchos
laboratorios de simulacin analgica del comportamiento del interior de la Tierra. Si amasamos un
cierto volumen de ese material hasta formar una
bola y la arrojamos contra el suelo, rebotar como
si se tratase de una pelota de goma, y al recogerlo
comprobaremos que su forma esfrica no ha cambiado. Es factible describir el comportamiento de
ese material como elstico para esfuerzos de corta
duracin (el impacto contra el suelo). Ahora bien,
si colocamos esa bola sobre una mesa y dejamos
que pasen unos minutos, observaremos cmo,
sometida a la accin continuada de la fuerza de la
gravedad, se va aplastando hasta acabar formando
un pequeo charco que, llegado el caso, podra
deslizarse fuera de la mesa y caer al suelo. Este material es un buen anlogo para la astenosfera, que
es una sustancia elstica, que deja pasar las ondas

ssmicas (se observe o no gracias a ellas un canal


de baja velocidad), pero que responde fluyendo con
facilidad ante esfuerzos de larga duracin, es decir,
los que actan durante el movimiento de la litosfera. Otro anlogo valioso es el hielo de los glaciares.
Vibra o se rompe al golpearlo con un martillo, pero
fluye descendiendo por el valle cuando consideramos periodos de tiempo ms largos (meses, aos)
de aplicacin de los esfuerzos, en este caso los debidos a la gravedad.
En las siguientes secciones veremos cmo estas
nociones reolgicas son cruciales para entender y
valorar las distintas definiciones de la astenosfera
que se han aportado a lo largo del tiempo. Para
quien quiera profundizar en las definiciones y en el
desarrollo histrico de los conocimientos sobre el
comportamiento y propiedades mecnicas de las
rocas en el interior de la Tierra, y en su importancia
trascendental para entender la estratificacin mecnica del planeta y su estilo convectivo, podemos
recomendar la esplndida sntesis de Karato (2010).

Fig. 4. Resultados de una


serie de experimentos
realizados en la caliza
de Solenhofen que
muestran cmo el umbral
de resistencia de la roca
se reduce al aumentar la
temperatura. En el caso
de la caliza utilizada, y
para las condiciones de
los experimentos (tasa
de deformacin de 2.10-4
s-1 y presin confinante
de 0,1 MPa constantes),
la resistencia pasa de
ms de 600 MPa a 20 C
hasta menos de 200 MPa
a 600 C (modificado de
Weijermars, 1997).

LOS MODELOS RADIALES DE TEMPERATURA,


VELOCIDAD SSMICA, RESISTENCIA Y VISCOSIDAD DE LA TIERRA
La identificacin y definicin de un elemento
de tan gran importancia en las Ciencias de la Tierra
como es la astenosfera debe contar con un respaldo
observacional contundente. Lo inadecuado de las
evidencias sismolgicas que argument Anderson
(1962), entre otros, para redefinir la astenosfera,
ha llevado a diversos autores (Tozer, 1981; Panza
y Mller, 1981; Garetskii et al., 1996; Davies, 1999;
Anguita, 2002) a desconfiar de su existencia real.
Lo cierto es que fundamentar la demostracin de
la astenosfera en un argumento puramente sismolgico y adems incompleto, cuando no claramente
sesgado, como hicieron Anderson (1962) y muchos
otros, es una temeridad cientfica. Es importante
aclarar que este asunto no es en realidad un nuevo
captulo de la antigua controversia entre gelogos
y geofsicos que se inici con lord Kelvin, pero que
en nuestros das parece afortunadamente superada. La geofsica utiliza varias aproximaciones
independientes para llegar a conocer la distribucin
en profundidad de algunas variables y parmetros
significativos que resultan de gran ayuda para entender la evolucin geolgica de nuestro planeta.
Entre las tcnicas habitualmente empleadas para

Enseanza de las Ciencias de la Tierra, 2013 (21.1)

Fig. 5. A) Geotermas
tpicas del manto.
Lnea gruesa continua
(en rojo en la versin
electrnica): asumiendo
conveccin completa
del manto. Lnea gruesa
discontinua (en verde en
la versin electrnica):
asumiendo conveccin
parcialmente separada
entre el manto superior
y el inferior. Lnea
fina (en azul en la
versin electrnica):
geoterma de una lmina
subducente tpica.
Modificado de Schubert
et al. (2001). B) Perfiles
radiales de viscosidad en
el manto. Lneas negras:
modelo TBL1 (conveccin
global en el manto) de
Ranalli (1991). Lnea
continua: flujo debido al
mecanismo de powerlaw creep (plasticidad
intracristalina basada
en el movimiento de
dislocaciones, es decir,
defectos lineales de la
red cristalina). Lnea
discontinua: flujo
debido al mecanismo
de diffusion creep
(difusin de iones en
estado slido por el
interior y en los bordes
de los cristales, que da
lugar a una viscosidad
newtoniana). Banda
ancha (de color
anaranjado en la versin
electrnica): Resultados
de las inversiones del
ajuste isosttico glacial y
de datos de conveccin
en el manto basados en
informacin topogrfica.
La lnea continua
escalonada situada
dentro de la banda
ancha (de color rojo en la
versin electrnica) es la
solucin preferida para
el perfil de viscosidad
(segn Forte, 2007).

determinar la fluidez del manto se encuentran la


observacin de movimientos isostticos, como los
inducidos por la fusin de antiguos casquetes polares, la medida de las anomalas del geoide (tcnicas
gravimtricas), los abundantes datos geodsicos y
geolgicos sobre la cinemtica actual y pasada de
las placas litosfricas, los estudios de la deformacin de los minerales del manto que son sometidos
en el laboratorio a altas presiones y temperaturas,
y, obviamente, tambin la propagacin de las ondas
ssmicas (incluyendo las ms recientes tcnicas
tomogrficas, que permiten representar en tres
dimensiones los sectores del manto que muestran
similares valores de sus propiedades elsticas).
Modernamente, se ha incorporado la modelizacin
numrica a este caudal de tcnicas de investigacin
de la Tierra. Todas estas herramientas tienen sus
mrgenes de error y al ser, en la mayor parte de los
casos, tcnicas indirectas, la interpretacin de sus
resultados depende de una serie de supuestos de
partida que deben ser siempre tenidos en cuenta. A
pesar de ello, cuando se cruzan las predicciones de
dos o ms tcnicas, el resultado gana en robustez
cientfica. Por otro lado, los perfiles de variacin
con la profundidad de la temperatura, velocidad
ssmica, resistencia y viscosidad, que son los primeros productos de toda esa investigacin, varan
con la zona estudiada, y por ello existen mltiples
modelos de cada uno de esos parmetros. Es posible, no obstante, obtener un modelo general que
recoja las caractersticas medias del planeta. Eso es
precisamente lo que se muestra en las figuras 5 a
7. Recordamos que los perfiles de temperatura, viscosidad y resistencia se han obtenido utilizando informacin procedente de ms de una de las fuentes
de informacin geofsica detalladas anteriormente.
En alguno de los casos nos ha parecido importante
mostrar variantes regionales (como en el caso de la
velocidad de las ondas ssmicas, Fig. 7) o debidas
a distintos supuestos de partida (como en el caso
de las geotermas del manto o los perfiles de viscosidad, Fig. 5).
La variacin de la temperatura con la profundidad (geoterma) en el manto muestra claramente
dos zonas inequvocas de fuerte gradiente trmico
o thermal boundary layers. La primera se sita justo

6 Enseanza de las Ciencias de la Tierra, 2013 (21.1)

bajo la superficie de la parte slida de la Tierra, y


coincide aproximadamente con la litosfera. La segunda se localiza en la base del manto y corresponde a la todava mal conocida capa D. El problema
de calcular la distribucin de la temperatura en el interior de la Tierra reside en nuestras incertidumbres
acerca de las fuentes de calor y de las propiedades
fsicas que controlan su transferencia en los materiales del interior del planeta. La informacin geolgica, reolgica y geofsica disponible para el manto
superior nos permite asumir una serie de supuestos
razonables sobre todos estos factores, por lo que
es posible establecer una buena aproximacin a
la geoterma de ese nivel del manto (Fig. 5A). Sin
embargo, las temperaturas en el manto inferior deben
ser estimadas a partir de observaciones sismolgicas combinadas con informacin sobre fsica mineral. De acuerdo con esos datos, se ha sugerido que
el manto inferior muestra unos gradientes trmicos
muy suaves y, en alguno de los modelos, la diferencia trmica a travs de la mayor parte del mismo es
despreciable (lnea roja de la Fig. 5A), aspecto en el
que estn de acuerdo la mayora de los investigadores en la actualidad (por ejemplo, Karato, 2010). No
obstante, las incertidumbres en los datos ssmicos y
reolgicos dejan abiertas otras posibles geometras
para las geotermas. Una de ellas es la que considera una tercera zona de fuerte gradiente trmico en
la zona de transicin entre el manto superior y el
inferior (lnea verde de la Fig. 5B), que es una prediccin basada adems en considerar un modelo de
conveccin mantlica de dos capas relativamente
independientes (manto superior y manto inferior),
sobre el que se hablar ms adelante. La investigacin futura debe resolver la incgnita sobre el modelo de gradiente geotrmico del manto, a medida
que tengamos un mejor conocimiento de la citada
zona de transicin. Por otra parte, es significativa
la diferencia en las temperaturas entre la litosfera
ocenica subducida y el manto, que se mantiene
en varios cientos de grados hasta casi la capa D.
Son de notar los pequeos saltos visibles en la geoterma de dicha lmina subducida producidos en la
superficie exotrmica situada a los 410 km y en la
superficie endotrmica de los 660 km que, como se
ver ms adelante, suponen dos lmites en los que

las propiedades fsicas de las rocas que componen


el manto varan sustancialmente, por lo que desempean un importante papel en el funcionamiento de
nuestro planeta.
Por su parte, los perfiles de viscosidad del
manto (Fig. 5B), obtenidos mediante distintas
tcnicas geolgicas y geofsicas en buena medida
independientes de la geoterma considerada, son
el reflejo grfico de lo que la inmensa mayora de
los investigadores consideran hoy en da un hecho
suficientemente probado. En palabras de Schubert
et al. (2001): El manto superior es, en promedio,
menos viscoso que el manto inferior. La diferencia
en la viscosidad media puede ser de entre 3 y 30 veces () La viscosidad promedio del manto superior
(bajo la litosfera) es menor que el valor mantlico
estndar de 1021 Pa.s, y la viscosidad promedio del
manto inferior es mayor que ese valor. Por su parte, Ranalli (1995) indica que la comparacin de los
resultados de los modelos del nivel del mar relativo,
del geoide, de la deriva polar y los datos de las velocidades de las placas conducen a la conclusin de
que una litosfera resistente (elstica o viscoelstica
de alta viscosidad) se sita sobre un manto viscoso,
posiblemente, aunque no necesariamente, newtoniano (un fluido newtoniano es aqul en el que la
relacin entre el esfuerzo aplicado y la tasa de la
deformacin producida -variacin de la deformacin
con el tiempo- es lineal), con una viscosidad promedio de 1020 a 1021 Pa.s, que se incrementa en uno
a dos rdenes de magnitud en el manto inferior.
En los fluidos no newtonianos, dicha relacin no es
lineal, de modo que la tasa de la deformacin suele
relacionarse con el esfuerzo elevado a potencias
distintas de la unidad. Si se comparan las figuras
5A y B se comprueba que las principales variaciones
en la viscosidad del manto se relacionan: 1) con las
zonas de fuerte gradiente trmico, que coinciden
tambin con las regiones de importante variacin de
la viscosidad (litosfera, capa D); 2) con la transicin
de fase de los 660 km, en la que los silicatos con
estructura de espinela, minerales predominantes en
la base del manto superior, dan paso a una estructura ms empaquetada, de tipo perovskita, lo que
incrementa su resistencia. Dado el incremento de la
viscosidad con la profundidad a travs del manto,
la comparacin entre el comportamiento mecnico del manto superior y el inferior debe hacerse
mediante valores promedio de dicho parmetro. En
este sentido, las curvas de Ranalli (1991) indican
una diferencia de hasta entre uno y dos rdenes de
magnitud, mayor si consideramos el mecanismo de
deformacin mediante diffusion creep que mediante dislocation creep. Por otro lado, los resultados de
los estudios isostticos (por ejemplo, Forte, 2007)
muestran un incremento ms suave y continuado
de la viscosidad en el manto, aunque todava puede
observarse una diferencia de alrededor de un orden
de magnitud entre los valores promedio del manto
superior y los de la parte alta del manto inferior.
Hay dos aspectos remarcables en el modelo radial
de viscosidad de Forte (2007). El primero es la presencia de un nivel de baja viscosidad relativa justo
sobre la discontinuidad de los 660 km, mientras que
dicha discontinuidad supone un aumento brusco
de ms de un orden de magnitud en la viscosidad.

Dicho salto es patente en la inmensa mayora de los


modelos de viscosidad del manto (vase, por ejemplo, la Fig. 5B) y constituye un argumento ms para
la distincin mecnica entre el manto superior y el
inferior. El segundo aspecto interesante del modelo
de Forte (2007) es la presencia de un mximo de
viscosidad un poco por encima de los 2000 km de
profundidad. Dicho mximo constituye un elemento de primer orden para entender la dinmica de
la conveccin en el manto inferior, y es un aspecto
en el que se est investigando en la actualidad, con
importantes implicaciones en los modelos numricos de conveccin. Es muy significativa tambin la
franja de baja viscosidad en la base del manto inferior, que coincide con la llamada capa D, y que es
debida al fuerte aumento de la temperatura cerca
del contacto con el ncleo externo. Es indudable
que la capa D muestra tambin, como la litosfera,
la astenosfera o el resto del manto inferior, una individualidad mecnica, por lo que su estudio resulta
esencial para el establecimiento de modelos realistas de conveccin en el manto.
En cualquier caso, es evidente en la figura 5B la
diferencia mecnica (expresada como la facilidad de
fluir durante largos periodos de tiempo, superiores
a 104 aos segn Ranalli, 1995) entre la litosfera, el
manto superior sublitosfrico, y el manto inferior.
Este nivel dctil de baja resistencia es, como veremos ms adelante en este trabajo, el que es considerado como la astenosfera mecnica por la inmensa mayora de los investigadores. Su espesor no es
inferior a los 400 km, y puede llegar a superar los
600 km. Esta definicin de astenosfera no tiene, por
tanto, nada que ver con la definicin ssmica ni con
la presencia o ausencia de un pequeo porcentaje
de fundido en el manto (Karato, 2010).
Es conveniente abordar ahora con ms detalle la
explicacin del descenso brusco de la resistencia al
flujo que caracteriza la transicin entre la litosfera
y la astenosfera. Cuando se utilizan las ecuaciones
que describen el comportamiento frgil (tpico de
la parte superior de la corteza y, en algunos casos,
tambin de los kilmetros ms superficiales del
manto) y las del comportamiento dctil (plasticidad
y/o viscosidad, que caracterizan la corteza inferior y
la prctica totalidad del manto), es posible obtener
la variacin con la profundidad de la resistencia de
las rocas. En el campo frgil la resistencia aumenta
con la presin confinante (es decir, con la profundidad), una prediccin del criterio de fracturacin de
Navier-Coulomb y una consecuencia inevitable del
control sobre la fracturacin que tiene el ngulo de
rozamiento interno. Por el contrario, la resistencia
disminuye con la profundidad para las rocas en las
que predomina el comportamiento dctil. La razn
de este hecho reside en la fuerte relacin directa
entre la capacidad de fluir del material y la temperatura, relacin que hemos comentado previamente.
Si combinamos esta observacin con el fuerte gradiente de temperaturas que caracteriza a la parte
externa de la geosfera (Fig. 5A), resulta claro que
la resistencia debe descender rpidamente con la
profundidad a travs de la parte dctil de la litosfera. Ejemplos de esta afirmacin se muestran en la
figura 6. La definicin mecnica de litosfera (Tabla I)
suele establecer un lmite inferior arbitrario que,

Enseanza de las Ciencias de la Tierra, 2013 (21.1)

Fig. 6. A) Perfiles
reolgicos tericos de
litosferas ocenicas
de 30, 40 y 60 Ma de
antigedad (modificado
de Zheng y ArkaniHamed, 2002). En
cada caso se seala el
espesor aproximado de
la litosfera mecnica,
determinado a partir
del valor arbitrario
de resistencia de 1
MPa (Schubert et al.,
2001; Ribeiro, 2002).
B) Profundidad, en
kilmetros, de la
isoterma de 1200 C
entendida como lmite
basal arbitrario de la
litosfera continental
trmica de Europa
(modificado de Tesauro
et al., 2009). C a E)
Perfiles reolgicos
tericos de distintas
litosferas continentales
(modificado de Vauchez
et al., 1998): extendida
(C), de moderada
antigedad (D) y
cratnica (E). Comparar
los resultados del
espesor de la litosfera
mecnica (zonas
sombreadas en gris y
flechas discontnuas)
con los determinados en
Eurasia para las distintas
provincias geolgicas
y regiones de historia
tectnica contrastada
(B).

en algunos casos, se cuantifica en valores de resistencia de alrededor de 1 MPa. Tomando ese valor
como orientativo, la figura 6A permite visualizar una
litosfera ocenica cuyo grosor aumenta con la edad
(obsrvese el rpido descenso de la resistencia con
la profundidad en los segmentos curvos que caracterizan la parte dctil de la litosfera). Los modelos
trmicos de ese tipo de litosfera permiten predecir
que su espesor tiende asintticamente hacia un valor cercano a los 100 km. Los perfiles de resistencia

de la litosfera continental muestran importantes diferencias con los de la litosfera ocenica (Fig. 6 C a
E). Dependiendo de su edad y del rgimen tectnico
que la afecte, la litosfera continental siempre desde el punto de vista mecnico- puede mostrar espesores que varan desde unos pocos kilmetros (50
km en el caso de la Fig. 6C) hasta ms de 200 (unos
180 km en el caso de la Fig. 6E), lo que coincide con
los elevados valores de espesor litosfrico en cratones estimados mediante el uso de diversas tcni-

Definiciones de litosfera
Placa litosfrica

Parte de la corteza y del manto superior que se traslada coherentemente a lo largo del tiempo geolgico. Se trata de una definicin cinemtica de la litosfera. Por sus implicaciones tectnicas se la
llama tambin tectosfera. (Ranalli, 1995; Schubert et al., 2001; Ribeiro, 2002; Anderson, 2007)

Litosfera mecnica

Puede definirse como el volumen de rocas que no pueden ser deformadas ms del 1% durante
108 aos y bajo niveles de esfuerzos tpicos del manto (1 MPa). El espesor de la litosfera mecnica depende de la tasa de la deformacin considerada y del esfuerzo aplicado. Es concebida
como una capa viscoelstica. Puede distinguirse dentro de ella la esquizosfera frgil y la
plastosfera dctil. Esta ltima da paso progresivamente en profundidad a la astenosfera mecnica. La resistencia total de la litosfera permite la transmisin efectiva de esfuerzos a travs
de toda la placa, lo que es un factor clave en el movimiento de las placas tectnicas (Schubert
et al., 2001; Ribeiro, 2002; Kearey et al., 2009)

Litosfera trmica

Se concibe como la capa superior de la geosfera a lo largo de la cual se verifica un fuerte gradiente
trmico (UTBL, upper thermal boundary layer). Al mostrar una variacin continua de la temperatura con la profundidad, la definicin de su espesor es arbitraria. Como elemento de comparacin
puede establecerse dicho espesor como la profundidad a la que la temperatura es Ts+0,9(Tm-Ts),
donde Ts es la temperatura en superficie y Tm es la temperatura del manto por debajo de la UTBL.
Si esta temperatura iguala a la que determina la resistencia que define la base de la litosfera
mecnica, ambas litosferas coincidirn. (Schubert et al., 2001; Anderson, 2007)

Litosfera elstica o
flexural

Es la fraccin de la litosfera (generalmente la mitad superior) lo bastante rgida como para soportar esfuerzos elsticos sin eliminarlos durante periodos de tiempo de 109 aos. Responde
flexionndose cuando est sometida a cargas como las debidas a grandes volcanes o casquetes glaciares. El espesor elstico de la litosfera depende del esfuerzo aplicado y de la duracin
de la carga. (Schubert et al., 2001; Anderson, 2007)

Litosfera ssmica

Regin de alta velocidad ssmica situada sobre una zona de baja velocidad relativa (seismic lid).
(Anderson, 2007)

Litosfera qumica

El manto litosfrico puede tener una composicin distinta (harzburgtica, lherzoltica) a la del
manto infrayacente, lo que justifica hablar de una litosfera qumica en ciertos casos. (Anderson,
1995; 2007)

Tabla I. Definiciones de
litosfera.

8 Enseanza de las Ciencias de la Tierra, 2013 (21.1)

cas geolgicas y geofsicas por Eaton et al. (2009).


Estos resultados tericos pueden ser satisfactoriamente comparados con los datos de espesor de la
litosfera continental en distintas zonas del planeta
(por ejemplo, en Europa, Fig. 6B).
La resistencia de las rocas por debajo de la litosfera (continental u ocenica) es anlogamente
baja, y se mantiene as hasta, al menos, 660 km de
profundidad (Fig. 5B). Podemos concluir, por tanto,
que el lmite mecnico entre litosfera y astenosfera
no es una superficie neta (aunque se establezca
arbitrariamente un valor crtico de resistencia, nicamente para proporcionar un valor orientativo de
espesor litosfrico), sino una franja, de geometra
tridimensional ondulada, a lo largo de la cual va
disminuyendo la resistencia de las rocas a fluir a
medida que profundizamos. La mayor parte de los
gelogos estructurales visualizan dicho lmite como
una banda en la que se establece un gradiente de
velocidades, es decir, como una gran zona de cizalla dctil. Los patrones de anisotropa ssmica en
extensas regiones del manto superior por encima
de unos 400 km de profundidad son congruentes
con esta interpretacin. La anisotropa ssmica describe la diferente velocidad de propagacin de las
ondas ssmicas con la direccin. Debido a la propia
naturaleza de la materia cristalina, la velocidad de
las ondas elsticas vara con la direccin en los cristales individuales de la mayor parte de los minerales, entre ellos el olivino (mineral mayoritario en el
manto superior). Si la orientacin cristalogrfica del
conjunto de los granos de un agregado (una roca)
es aleatoria (es decir, cada cristal tiene una orientacin distinta, independiente de la orientacin de sus
vecinos), cuando las ondas ssmicas atraviesen ese
agregado, la anisotropa de cada cristal se cancelar con la de los cristales adyacentes y el resultado
ser, paradjicamente, el de una situacin cercana
a la isotropa ssmica. Por otra parte, es sabido que
el mecanismo de deformacin por dislocation creep
(movimiento de dislocaciones en el interior del cristal), descrito antes, es muy eficiente dando lugar
a una fuerte orientacin cristalogrfica preferente
del agregado. En este caso, dado que la mayora
de los granos de la roca orientan su red cristalina
en una determinada direccin preferente, la roca se

comporta casi como un solo cristal, de modo que las


ondas ssmicas que la atraviesen experimentarn el
fenmeno de la anisotropa. As, por ejemplo, Kubo
y Hiramatsu (1998) sugirieron que la anisotropa
ssmica observada en la astenosfera, debida a la
orientacin cristalogrfica preferente de los cristales de olivino que la constituyen, podra ser una
consecuencia de la deformacin de dichos cristales
debida al movimiento de la litosfera suprayacente,
especialmente cuando la velocidad de las placas
supera los 14 mm/ao. Trabajos modernos que
desarrollan tratamientos complejos de las seales
ssmicas, incluyendo el estudio de su anisotropa,
concuerdan en apuntar la importancia de dicha
anisotropa en la deteccin o no de una fuerte seal
ssmica en la transicin litosfera-astenosfera (Rychert
et al., 2012). Por otra parte, el mecanismo de la
deformacin basado en el movimiento de vacantes
en el interior de los cristales (diffusion creep) no
produce orientacin cristalogrfica preferente en la
roca que ser, por tanto, ssmicamente istropa. Se
ha argumentado que sta es la principal razn de la
isotropa ssmica que se observa en el manto inferior (Karato, 2010), y que constituye un argumento
ms para enfatizar su diferencia mecnica con la
astenosfera. Es importante resaltar que la capa D
vuelve a mostrar una marcada anisotropa ssmica.
Llegamos ahora a un punto clave de este trabajo. La figura 7 muestra una seleccin de modelos de
velocidad de ondas ssmicas de cizalla (ondas S) y
su variacin con la profundidad. Resulta evidente
que la famosa zona de baja velocidad de las ondas
ssmicas que algunos sismlogos hacen equivalente a la astenosfera no es un rasgo universal. Aparece marcada con cierta claridad bajo la litosfera
ocenica (donde la velocidad de las ondas ssmicas
presenta un mnimo bajo la litosfera ssmica, definida sta ltima como high-velocity lid), pero es
difcil, y a veces imposible, identificarla bajo litosferas continentales. Bajo Eurasia, por ejemplo, no
se observa ningn nivel semejante a travs de todo
el manto superior. La gran extensin relativa que
alcanzan las reas ocenicas (el 70% de la superficie de la Tierra) hace que el nivel de baja velocidad
aparezca bien marcado en modelos promedio como
el Preliminary Reference Earth Model (PREM, Fig. 7,

Fig. 7. Modelos de
perfiles de velocidad
de las ondas ssmicas
de cizalla (modificado a
partir de la compilacin
realizada por Gaherty et
al., 1999), asumiendo
un comportamiento
istropo de las rocas
atravesadas por dichas
ondas, para contextos
ocenicos (izquierda),
continentales (centro)
y promedio (derecha:
PREM, Preliminary
Reference Earth
Model). En gris claro
se seala la llamada
zona de transicin
entre el manto
superior y el inferior,
es decir, la regin
comprendida entre las
discontinuidades de
los 410 y los 660 km de
profundidad.

Enseanza de las Ciencias de la Tierra, 2013 (21.1)

Fig. 8. Representacin
idealizada de la divisin
geoqumica (izquierda)
y mecnica (derecha)
de la geosfera y,
especialmente, del manto
terrestre. Aunque no
es frecuente, tambin
recibe el nombre de
discontinuidad de
Gutenberg el lmite
ssmico litosferaastenosfera (Schmerr,
2012), como se puede
apreciar en la tabla II.
Los espesores indicados
para continentes y
ocanos representan
valores promedios del
espesor cortical. Esta
representacin es til
para entender de manera
sencilla, de un vistazo,
los grandes rasgos de
las principales unidades
qumicas y mecnicas del
interior del planeta, pero
debe notarse que no pasa
de ser un esquema muy
simplista y ofrece una
imagen excesivamente
organizada de la realidad.
Una visin ms ajustada
de la heterogeneidad
que parece dominar en el
manto puede obtenerse
de la lectura del texto y
de otras figuras de este
trabajo, especialmente la
figura 10.

derecha). Dado que la velocidad ssmica tiende a


aumentar a lo largo del manto superior (exista o no
zona de baja velocidad), alcanzndose rpidamente
valores superiores a los de la litosfera, se entiende
que algunos sismlogos, basndose exclusivamente en este tipo de informacin, defendiesen que
la astenosfera (ssmica) deba circunscribirse a la
zona de baja velocidad. Esta lnea de razonamiento
permita en consecuencia rechazar la existencia de
la astenosfera bajo extensas regiones, como gran
parte de Eurasia.
Si comparamos la figura 7 con las figuras 5 y 6
comprenderemos que no hay una sola definicin
de astenosfera. Podemos volver a argumentar que
la definicin ssmica de la astenosfera no puede,
por la propia naturaleza de la informacin que la
sustenta, explicar el comportamiento de las rocas
del manto superior durante los prolongados periodos de tiempo implcitos en la actividad de nuestro
planeta (conveccin, movimiento de placas litosfricas). Intentaremos acabar de clarificar este asunto
en la siguiente seccin.

DEFINICIONES DE ASTENOSFERA, LITOSFERA


Y MESOSFERA
Litosfera, astenosfera y mesosfera componen
una triloga que describe la divisin mecnica de
toda la envuelta slida por encima del ncleo terrestre (Fig. 8).
Ya nos hemos ocupado con anterioridad de las
distintas definiciones de litosfera (Tabla I). En la tabla 2 se han seleccionado y resumido algunas de las
definiciones clsicas de astenosfera que se han ido
aportando a lo largo del tiempo desde la primera propuesta del trmino realizada por Barrell en 1914. Pueden distinguirse dos grupos bien diferenciados. Por
un lado, tenemos textos que inciden en los aspectos
mecnicos del trmino, y que definen la astenosfera

10 Enseanza de las Ciencias de la Tierra, 2013 (21.1)

como la regin del manto superior (en realidad todo


el manto superior, excepto la parte integrada en la
litosfera) que muestra una baja resistencia relativa
y una tendencia a fluir con facilidad ante esfuerzos aplicados durante largos periodos de tiempo
(tpicamente, en lo que se refiere al movimiento
de las placas litosfricas, del orden de 1 Ma o ms;
Schubert et al., 2001). Esta definicin se encuentra, sobre todo, en textos de geologa estructural, tectnica
o mecnica de rocas y reologa. En el otro grupo estaran los autores que consideran que la astenosfera
coincide con el nivel de baja velocidad de las ondas
ssmicas en el manto superior. Obsrvese que, en
este segundo caso, se est haciendo referencia al
comportamiento de las rocas ante esfuerzos de
escasa duracin (segundos a horas; Ranalli, 1995).
Este segundo grupo corresponde principalmente a
textos geofsicos, especialmente enfocados en el
conocimiento sismolgico del interior de la Tierra.
Puede apreciarse que, en algn caso (Condie, 1997),
los autores reconocen que el nivel de baja velocidad
ssmica, cuando se observa, se situara en la parte
superior de la astenosfera mecnica. Con independencia de ello, es evidente que ambos grupos de
definiciones (astenosfera mecnica y astenosfera ssmica) parten de supuestos completamente distintos.
No es de extraar, por tanto, que cada uno conduzca
a conceptos de astenosfera muy diferentes en su posicin y dimensiones.
Por debajo de la discontinuidad de los 660 km
y hasta unos 300 km del lmite con el ncleo se
sita el manto inferior. Es todava muy desconocido,
aunque parece que muestra una uniformidad mecnica y qumica muy superior a la del manto superior
(Schubert et al., 2001). Su estructura y caractersticas pueden ser explicadas mediante una mezcla
de silicatos con estructuras de tipo perovskita
y magnesiowustita. Su viscosidad promedio
podra ser, como se ha comentado anteriormente,
de hasta 30 veces superior a la de la astenosfera
(segn Schubert et al., 2001). Eso quiere decir
que es capaz de fluir, aunque con ms dificultad
y lentitud que la capa superior. Una consecuencia
de ello es que la velocidad a la que se desplazan
las lminas subducidas y los penachos trmicos a
travs de ella sea varias veces (hasta un orden de
magnitud) inferior a la que muestran en el manto
superior. Por ello, se suele distinguir a esta regin
como una unidad mecnicamente diferenciada: la
mesosfera. No obstante, muchos gelogos y geofsicos suelen seguir refirindose a ella genricamente como manto inferior, y el trmino mesosfera
ha acabado siendo principalmente cinemtico, es
decir, que es empleado ante todo en los trabajos
en los que se expresan los desplazamientos absolutos de las placas (es decir, con respecto a la
mesosfera). Por debajo de ella, y hasta el lmite
con el ncleo externo, se sita la capa de fuerte
gradiente trmico (Fig. 5A) conocida con el nombre
de D. A diferencia de la mesosfera, su estructura
parece bastante compleja, y presentara una baja
viscosidad (Fig. 5B) como consecuencia del fuerte
incremento de temperatura hacia su base (como
se ha comentado anteriormente). Su importancia
para entender la conveccin en el manto es crucial;
de ello nos ocuparemos ms adelante.

Definicin mecnica de la astenosfera


Barrell (1914)

Definicin de la astenosfera como la esfera dbil necesaria para la compensacin isosttica. La litosfera sera 100 veces ms resistente que la astenosfera.

Cox y Hart (1986)

Bajo la litosfera se encuentra el nivel blando, fcilmente deformable del manto al que llamamos astenosfera.

Park (1988)

La plasticidad relativa de la astenosfera es debida principalmente al efecto que su elevada


temperatura tiene en la reologa del material que la compone.

Condie (1997)

La astenosfera, que se extiende desde la base de la litosfera hasta la discontinuidad de los


660 km, es comparativamente un nivel dbil, que se deforma fcilmente mediante creep.
Una regin de baja velocidad de las ondas ssmicas y de alta atenuacin de la energa de
dichas ondas, con un espesor de unos 50-100 km, puede ser observada a techo de la astenosfera. A profundidades inferiores a los 400 km son comunes grandes variaciones laterales
en la densidad y en la velocidad de las ondas ssmicas.

Schubert et al. (2001)

Debido a sus mayores temperaturas, las rocas por debajo de la litosfera pueden fluir por
creep viscoso en estado slido. Se denomina astenosfera a esta regin.

Turcotte
(2002)

Las rocas slidas bajo la litosfera estn lo suficientemente calientes como para ser capaces
de deformarse con facilidad; estas rocas constituyen la astenosfera, nivel con relativamente
baja resistencia situado bajo la litosfera.

Schubert

Doglioni et al. (2005)

La astenosfera, es decir, la capa de menor viscosidad del manto.

Kearey et al. (2009)

Se ha comprendido desde hace mucho que para que las grandes estructuras alcancen el
equilibrio isosttico, la capa exterior de la Tierra debe descansar sobre una capa dbil que se
deforme por flujo. Este concepto ha cobrado fundamental importancia desde que se puso en
evidencia que las subdivisiones de la Tierra que controlan los movimientos de las placas tectnicas deben ser de naturaleza reolgica, ms que composicional () La litosfera se sita
sobre la astenosfera, que es una capa mucho ms dbil y reacciona a los esfuerzos como un
fluido () y los movimientos relativos de las placas tienen lugar sobre la astenosfera () Se
piensa que la astenosfera se extiende hasta una profundidad cercana a los 700 km.

Braun (2010)

De acuerdo con los principios de la isostasia, la litosfera (la capa rgida, externa de la Tierra,
de unos 100 km de grosor) flota sobre la astenosfera menos viscosa, o manto superior.

Gutenberg (1926)

La astenosfera redefinida como la zona de baja velocidad ssmica situada bajo la litosfera. Se
atribuye la baja velocidad ssmica a la presencia de fusin parcial en el manto.

Anderson (1962); Hales


(1972)

El nivel de baja velocidad ssmica como fenmeno global.

Wilson (1968); Panza y


Mller (1981)

La astenosfera o nivel de baja velocidad de la sismologa.

Barruol et al. (1997)

La ausencia de una zona de baja velocidad bajo estas races de alta velocidad (en el Este
de Norteamrica) puede indicar que no hay astenosfera mecnica bajo el cratn. (Ntese
cmo, aunque en clave negativa, asimilan el concepto de astenosfera incluso su definicin
mecnica!- al del nivel de baja velocidad ssmica.)

Anderson (1995; 2007)

En un manto homogneo, debe haber un mnimo en viscosidad, densidad, velocidades de


las ondas ssmicas y conductividad trmica hacia los 100-200 km de profundidad. Esta regin
es conocida como la astenosfera. Bajo esta regin, la temperatura del manto se aleja de su
punto de fusin () La presin endurece el manto, eleva su punto de fusin y le hace ms
permeable a la conduccin de calor. Todos estos efectos permiten concentrar la deformacin
en el manto superior, y sirven para desacoplar, al menos parcialmente, el movimiento de las
placas del interior del planeta. Tambin explican por qu razn la zona de baja velocidad
ssmica es en lneas generales equivalente a la astenosfera. (Anderson, 2007, insiste en
hacer la astenosfera equivalente tanto al nivel de baja velocidad como a una zona de fusin
parcial en el manto, aunque en su trabajo de 1995 abra la posibilidad de que la zona de baja
velocidad se debiera a relajacin ssmica debida al movimiento de defectos lineales dislocaciones- en los minerales.)

Tabla II. Definicin


mecnica, ssmica
y qumica de la
astenosfera.

Definicin ssmica de la astenosfera (nivel de baja velocidad)

Definicin qumica de la astenosfera


Schilling (1973); Hart y
Staudigel (1989)

Capa homognea, bien mezclada y empobrecida geoqumicamente (depleted layer). Para muchos petrlogos y geoqumicos constituye la fuente de los MORB (mid-ocean ridge basalts).

El concepto mecnico de astenosfera es til


para explicar la evolucin tectnica del planeta, y
debe ser por tanto mantenido, porque las caractersticas que definen dicha capa ayudan a entender
aspectos esenciales del movimiento de las placas
litosfricas o, a mayor escala, de la conveccin en
el manto. La imagen de la Tierra como mquina trmica que se desprende del calor interno mediante
conduccin, radiacin, conveccin y adveccin, y

estratificada mecnicamente como consecuencia


precisamente de las distintas respuestas reolgicas de las rocas a las variaciones en temperatura
y presin, parece muy bien establecida. En esa
imagen (Fig. 8), la presencia de un manto superior (infralitosfrico) de menor resistencia y con
gran capacidad de fluir para tasas de deformacin geolgicas resulta ineludible; la astenosfera
corresponde precisamente a ese tramo dctil del

Enseanza de las Ciencias de la Tierra, 2013 (21.1)

11

manto superior infralitosfrico. La estructura de


los minerales que componen la astenosfera y sus
diferencias mecnicas (viscosidad) con las capas
suprayacente (litosfera) y subyacente (mesosfera)
justifican su reconocimiento. Ms an, tales caractersticas parecen tener una importancia de primer
orden en el patrn convectivo del manto.

COMENTARIOS FINALES: SOBRE LA CONVECCIN EN EL MANTO


No es el objetivo, ni entra dentro de las pretensiones de este trabajo, presentar un resumen completo
del estado actual de nuestros conocimientos acerca
de la conveccin en el manto. De hecho, desde hace
una dcada est desarrollndose a este respecto una
de las ms interesantes controversias geolgicas y
geofsicas desde la aceptacin mayoritaria de la teora de la tectnica de placas. En la pgina web www.
mantleplumes.org puede conseguirse informacin
muy completa y variada sobre esta polmica. Procuraremos aqu presentar algunas ideas comnmente
aceptadas hoy en da sobre conveccin mantlica,
evitando aspectos ms debatidos.
Que el manto terrestre est en conveccin es
un hecho que se deriva no slo de la observacin,
sino tambin del carcter supercrtico del nmero de
Rayleigh para el manto (el nmero de Rayleigh mide la
importancia relativa de los procesos que permiten la
transferencia de calor por difusin o por conveccin;
el valor crtico del nmero de Rayleigh describe la
situacin de igualdad entre ambos fennemos; se calcula que en el manto el nmero de Rayleigh es hasta
10.000 veces superior a dicho valor crtico, por tanto
domina por mucho la transferencia de calor por conveccin). Es conocida tambin la causa primera de la
conveccin, que no es otra que la liberacin del calor
interno originado a partir de dos fuentes principales:
1) el enfriamiento secular de la Tierra y la transferencia
de calor desde el ncleo; y 2) el calentamiento debido
a la desintegracin radioactiva de los istopos inestables de elementos como U, Th y K. Cmo elimina el
planeta todo este calor? De entre los distintos mecanismos disponibles (radiacin, conduccin, adveccin
mediante circulacin hidrotermal y magmtica, conveccin) predomina la conveccin. Esto es as gracias
al mecanismo de creep en estado slido (por difusin
o por movimiento de dislocaciones) que opera en
el manto (es decir, gracias a su ductilidad) y que da
lugar a las viscosidades relativamente bajas que lo
caracterizan (Fig. 5B). De hecho, ya a finales del siglo
XIX estaba generalmente aceptado que el interior del
planeta se comportaba como un fluido a escalas de
tiempo geolgicas, debido al hecho de que el geoide
y la superficie slida de la Tierra son casi coincidentes,
por lo que el interior debe encontrarse prcticamente
en equilibrio hidrosttico (Schubert et al., 2001). Cualquier conveccin trmica precisa de tres ingredientes,
los cuales se verifican en el manto: una capa fluida enfriada desde arriba y sometida a un campo gravitacional; valores de expansividad trmica positiva; y bajos
valores relativos de la viscosidad (para todo el manto,
aunque inferiores en la astenosfera que en el manto
inferior) y de la conductividad trmica. Dados estos re-

12 Enseanza de las Ciencias de la Tierra, 2013 (21.1)

quisitos, las variaciones en temperatura que disparan


el flujo convectivo se concentran en capas finitas de
fuerte gradiente trmico, de pequeas dimensiones
si las comparamos con el sistema completo (Fig. 5B).
Dichas capas de fuerte gradiente trmico son: la litosfera (cold thermal boundary layer) y la capa D (hot
thermal boundary layer). A partir de aqu, las interpretaciones sobre el patrn de conveccin en el manto divergen entre los que piensan que hay un solo sistema
convectivo que afecta a todo el manto, y los que defienden una estructura parcialmente compartimentada con dos subsistemas que coincidiran con el manto
superior y el inferior (curvas roja y verde, respectivamente, en la Fig. 5A). Estos ltimos proponen, como
se coment previamente, la presencia de una tercera,
hipottica, capa de fuerte gradiente de temperaturas
coincidente aproximadamente con la discontinuidad
de los 660 km. Ambas escuelas estn de acuerdo en
considerar que las fuerzas de la conveccin mantlica
son: 1) la fuerza debida al empuje hacia abajo de la
parte subducente de las placas de litosfera ocenica;
es un ejemplo de fuerza debida a la flotabilidad negativa de la litosfera fra (slab pull); 2) el empuje lateral
que se produce desde el extenso cinturn de dorsales
ocenicas, debido tanto al deslizamiento gravitacional
como al gradiente de presin asociado con al engrosamiento de la litosfera ocenica a medida que se separa de las zonas de dorsal (ridge push); y 3) heterogeneidades en la densidad, de gran escala, localizadas
principalmente en la base del manto inferior y en la
capa D. Adems de esas tres fuerzas principales, los
gradientes laterales de presin en la astenosfera que
pueden generarse localmente explicaran parte del
movimiento de las placas ms pequeas (Hink et al.,
2011). Por su parte, las fuerzas que intentan impedir la
conveccin son: 1) las fuerzas de friccin debidas a la
viscosidad del manto (menores cuanto menor sea esa
viscosidad); 2) las fuerzas friccionales en los lmites de
placas (causantes, en ltimo trmino, de buena parte
de la sismicidad); y 3) las fuerzas de flotabilidad de los
sectores de litosfera poco densa, actuantes principalmente en la litosfera continental. Estas fuerzas que
favorecen o resisten la conveccin son moduladas en
profundidad por los efectos trmicos y reolgicos que
se producen en las discontinuidades de los 410 y 660
km, cuya importancia se apuntaba anteriormente en
este trabajo. Esto permite definir una conveccin con
dos escalas superpuestas: un flujo principal originado
por la combinacin de lminas litosfricas que subducen y columnas ascendentes desde la capa D, y flujos
secundarios (que pueden afectar separadamente
al manto inferior y al superior) de acomodacin del
manto al flujo principal. En este modelo moderno de
conveccin no hay celdas cerradas que arrastren las
placas. Ellas son protagonistas directas de su propio
desplazamiento debido a las fuerzas de slab pull y
ridge push antes mencionadas. Tanto los numerosos
datos sobre la cinemtica de las placas (desde Forsyth
y Uyeda, 1975), como los campos de esfuerzos medidos en la litosfera, son satisfactoriamente congruentes con estas fuentes de esfuerzos (ver Richardson,
1992, entre otros muchos). En palabras de Schubert
et al. (2001), la flotabilidad negativa de las lminas
litosfricas descendentes es la principal fuerza para la
conveccin en un manto que se encuentra, en su ma-

yor parte, calentado internamente. En este sentido,


la antigua polmica sobre el origen del movimiento
de las placas, que acababa enmaraada con la propia definicin de astenosfera, queda anticuada. Las
placas, parte integral (activa, no pasiva) de la conveccin, se mueven en gran parte merced a sus propias
fuerzas, derivadas principalmente de los dos motores del planeta: la temperatura y la fuerza de la gravedad. De qu manera se incardina este movimiento
en el proceso convectivo general del manto es algo
que se est explorando en estos momentos, sin que,
por ahora, tengamos una respuesta satisfactoria. En
este sentido, la astenosfera, con independencia de
su estado convectivo, desempea un papel esencial.
Su baja viscosidad permite, por un lado, el deslizamiento de la litosfera en su superficie (es decir, no
impone fuerzas de friccin que restrinjan crticamente el movimiento de las placas), y, por el otro, el
descenso a las velocidades adecuadas (tectnicas)
de las grandes lminas de litosfera ocenica hacia el
interior de la Tierra. Dicho descenso se ralentiza en
algunas ocasiones, y parece cambiar de geometra
en todas, cuando la placa subducente comienza a
atravesar la mesosfera. Hablar de la astenosfera
como un nivel de despegue puede llevar a hacernos
una idea incorrecta del fenmeno. Si se quiere utilizar un anlogo ms adecuado podemos referirnos
a un balandro (litosfera) que se desliza sobre la
superficie de un lago profundo de aguas tranquilas
(astenosfera). Utilizando sus velas, el navo se mueve
por s mismo (aprovechando la energa del viento
que es el anlogo de la temperatura y fuerza de la
gravedad), no es arrastrado por ninguna corriente
que bulla en el agua. Y el barco desliza gracias a la
baja resistencia (escasa viscosidad) que el agua ejerce sobre su casco. Si el agua se congelase el barco
quedara varado. Hablaramos de nivel de despegue
para la superficie de contacto entre el barco y el agua
del lago, que se extiende decenas de metros por
debajo del navo? En el caso de que una va de agua
aumentase la densidad del barco, ste se hundira
en el lago (subducira), y sus aguas le dejaran paso
fluyendo con facilidad hacia los lados.

La tomografa ssmica ha mostrado la penetracin de las lminas litosfricas hasta la discontinuidad de los 660 km. En algunos casos la litosfera
queda estacionada a esa profundidad, en otros la
atraviesa sin aparente dificultad. Continuando con
el ejemplo del balandro, al hundirse y llegar al fondo
del lago encuentra una muy gruesa capa de lodo, una
especie de arenas movedizas, de modo que puede
quedar apoyado momentneamente sobre ella antes
de ser engullido o, si baja con la suficiente energa,
continuar hundindose sin solucin de continuidad,
aunque a menor velocidad que en el agua. En ambas
situaciones, la geometra de las lminas subducidas,
que, a pesar de los desgarros (Fig. 9) u otras modificaciones que sufre en su descenso a travs del manto superior, sigue siendo tabular, parece cambiar por
debajo de la discontinuidad de los 660 km, como
consecuencia de las nuevas condiciones de presin,
espacio disponible, temperatura de la lmina subducente, y resistencia del manto inferior, de modo
que la lmina se repliega, se desorganiza y puede
caer en forma de grandes columnas hacia la capa D
(Schubert et al., 2001; Morra et al., 2010). El hecho de
que las velocidades relativas de las columnas o penachos ascendentes en el manto inferior sea al menos
un orden de magnitud ms lento que los movimientos
de las placas, es compatible con un manto superior
(astenosfera mecnica) menos viscoso que el inferior.
Las dorsales ocenicas provocan, por su parte, un
patrn de circulacin somera del manto superior, forzada por el movimiento de las placas. Estos ascensos
del manto superior estn compensados, gracias a la
baja viscosidad de la astenosfera, por unos flujos de
retorno que se acomodan a la geometra cambiante
de las placas y a su eventual subduccin, formando
un patrn abierto de circulacin convectiva somera,
variable con el tiempo y condicionado cinemticamente (por ejemplo, Fig 9).
Todas estas observaciones sugieren que el
comportamiento mecnico diferenciado del manto
inferior y el superior son aspectos a tener muy en
cuenta en cualquier modelo general de conveccin.
La astenosfera, con su definicin mecnica tal y

Fig. 9. Modelo que


expresa la interpretacin
preferida por Stubailo
et al. (2012) para la
geomera de la parte
subducida de la placa
del Coco bajo la placa
Norteamericana en
Mxico. Basados en
datos de anisotropa
ssmica, los autores
deducen un par de
desgarros (tears) en
la lmina subducente y
un proceso continuado
de retroceso de dicha
lmina subducente
(slab rollback). Estas
complejas evoluciones
desplazan a la
astenosfera y la fuerzan
a fluir de distintas
maneras (flechas rojas:
flujo toroidal y flujo
en la cua de manto
situada sobre la placa
subducente). Ntese que
el bloque diagrama se
ha girado con respecto
al mapa para mostrar
con ms claridad las
estructuras que afectan a
la placa subdudente.

Enseanza de las Ciencias de la Tierra, 2013 (21.1)

13

Fig. 10. A) Esquema


del modelo convectivo
del manto que ms
consenso suscita en
nuestros das. Obsrvese
que la figura no guarda
la escala vertical con el
fin de poder expresar
con ms claridad
las caractersticas
de algunas capas
representativas, como
la litosfera. B) Modelo
numrico de columnas
de material caliente
ascendentes desde el
lmite ncleo-manto
(capa D) all donde
varias crestas (franjas de
tonos amarillos y rojos)
convergen. Las zonas
fras (colores azules)
representan las regiones
de cada de columnas
de material subducido
(Allen, 2011).

como aqu se ha presentado, sigue teniendo por


tanto un protagonismo esencial en el desarrollo de
los conocimientos sobre nuestro planeta.
Si la tomografa ssmica ha supuesto una revolucin en nuestra forma de entender la evolucin geolgica del manto, los modelos numricos constituyen
una manera excelente de comprobar las predicciones
de las distintas teoras sobre su conveccin. Las cadas (en ocasiones catastrficas, en forma de cascada)
de grandes volmenes de litosfera hasta la base del
manto, deforman la capa D, produciendo grandes
flujos laterales en ella (favorecidos por su relativa baja
viscosidad, Fig. 5B). El material caliente escapa desde
esas regiones, convergiendo hasta formar crestas. All
donde varias crestas se unen se forma una columna
ascendente de material caliente y poco denso.
La figura 10A ilustra la concepcin moderna
de la conveccin en el manto, tal y como ha sido
descrita en este trabajo. Un ejemplo cautivador de
cmo estas teoras pueden llegar a ser visualizadas
a partir de los modelos numricos se muestra en la
figura 10B, en donde grandes columnas de material
caliente ascienden desde las crestas de la capa D.
La principal limitacin de los modelos numricos
de conveccin es la complicada reologa de la litosfera. De este modo, por ejemplo, no ha sido posible
hasta ahora explicar aspectos tan esenciales del
funcionamiento del planeta como la forma esencialmente laminar del flujo descendente (la subduccin)
a travs de la astenosfera, ni el hecho de que la subduccin sea inherentemente asimtrica (slo una de
las dos placas que se enfrentan en un lmite convergente subduce). Ciertos modelos termo-mecnicos
modernos que consideran reologas ms realistas
para la litosfera estn siendo capaces de vencer algunas de tales limitaciones, llegando a dar una explicacin de la naturaleza asimtrica de la subduccin.
Los modelos numricos, junto con los avances en la
investigacin de la distribucin de los distintos parmetros fsicos en el interior del planeta y en la caracterizacin reolgica de los materiales terrestres, nos
prometen un futuro muy halageo en la bsqueda
de la piedra filosofal geolgica: encontrar el puado
de ecuaciones en las que se contenga la explicacin
de los aspectos ms importantes de la conveccin

14 Enseanza de las Ciencias de la Tierra, 2013 (21.1)

en el manto, tal y como ahora los conocemos. Y que


esas ecuaciones proporcionen predicciones verificables a partir de la informacin disponible hoy en da y
la que se vaya adquiriendo en el futuro.

CONCLUSIONES
No slo la biosfera evoluciona: tambin lo hace
la geosfera. El trmino astenosfera, definido ahora
hace cien aos, ha cambiado profundamente. Ya
no es el nivel de despegue de 100 o 200 kilmetros
de grosor extrapolado a base de datos ssmicos incompletos: ahora abarca todo el manto superior no
litosfrico, y su principal frontera, tanto fsica como
cientfica, es precisamente la interfase con el manto
inferior, un nivel clave (como lo es igualmente la base
del manto, el nivel D) sobre el que hemos de esperar
apasionantes novedades en el futuro inmediato.

AGRADECIMIENTOS
Este artculo es, en buena medida, el resultado
de la inquietud mostrada a lo largo de los ltimos
aos por los profesores de numerosos centros de
Enseanza Secundaria de todo el pas, quienes, de
una u otra manera, nos han ayudado a reflexionar
e intentar aclarar con ms precisin nuestras ideas
sobre la astenosfera. A ellos queremos dedicarles
este trabajo. Agradecemos el apoyo recibido por la
Universidad de Huelva para la redaccin del manuscrito. Los profesores Jos Mara Tuba, de la Universidad del Pas Vasco, Gabriel Gutirrez Alonso, de
la Universidad de Salamanca, y Luisa Quintanilla
(profesora del IES Ramiro de Maeztu, Madrid) han
enriquecido notablemente este trabajo con su constructiva revisin del manuscrito original.

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Fecha de recepcin del original: 09/01/2013


Fecha de aceptacin definitiva: 12/03/2013

Enseanza de las Ciencias de la Tierra, 2013 (21.1)

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