Becquer CARTA II
Becquer CARTA II
Becquer CARTA II
En mi anterior te dije que la poesa eras t, porque t eres la ms bella personificacin del
sentimiento, y el verdadero espritu de la poesa de otro.
A propsito de esto, la palabra amor se desliz en mi pluma en uno de los prrafos de mi carta.
De aquel prrafo hice el ltimo. Nada ms natural. Voy a decirte el porqu. Existe una
preocupacin bastante generalizada, aun entre las personas que se dedican a dar formas a lo que
piensan, que, a mi modo de ver, es, sin parecerlo, una de las mayores.
Si hemos de dar crdito a los que de ella participan, es una verdad tan innegable que se puede
elevar a la categora de axioma el que nunca se vierte la idea con tanta vida y precisin como en el
momento en que sta se levanta semejante a un gas desprendido y enardece la fantasa y hace
vibrar todas las fibras sensibles, cual si las tocase alguna chispa elctrica.
Yo no niego que suceda as. Yo no niego nada; pero, por lo que a m toca, puedo asegurarte que
cuando siento no escribo. Guardo, s, en mi cerebro escritas, como en un libro misterioso, las
impresiones que han dejado en l su huella al pasar; estas ligeras y ardientes hijas de la sensacin
duermen all agrupadas en el fondo de mi memoria hasta el instante en que, puro, tranquilo, sereno
y revestido, por decirlo as, de un poder sobrenatural, mi espritu las evoca, y tienden sus alas
transparentes, que bullen con un zumbido extrao, y cruzan otra vez por mis ojos como en una
visin luminosa y magnfica.
Entonces no siento ya con los nervios que se agitan, con el pecho que se oprime, con la parte
orgnica natural que se conmueve al rudo choque de las sensaciones producidas por la pasin y
los afectos; siento, s, pero de una manera que puede llamarse artificial; escribo como el que copia
de una pgina ya escrita; dibujo como el pintor que reproduce el paisaje que se dilata ante sus ojos
y se pierde entre la bruma de los horizontes.
Todo el mundo siente. Slo a algunos seres les es dado el guardar como un tesoro la memoria viva
de lo que han sentido. Yo creo que stos son los poetas. Es ms: creo que nicamente por esto lo
son.
Efectivamente, es ms grande, es ms hermoso, figurarse el genio ebrio de sensaciones y de
inspiracin, trazando a grandes rasgos, temblorosa la mano con la ira, llenos an los ojos de
lgrimas o profundamente conmovidos por la piedad esas tiradas de poesa que ms tarde son la
admiracin del mundo; pero, qu quieres?, no siempre la verdad es lo ms sublime.
Te acuerdas? No hace mucho que te lo dije a propsito de una cuestin parecida.
Cuando un poeta te pinte en magnficos versos su amor, duda. Cuando te lo d a conocer en
prosa, y mala, cree.
Hay una parte mecnica, pequea y material en todas las obras del hombre, que la primitiva, la
verdadera inspiracin desdea en sus ardientes momentos de arrebato.
Sin saber cmo, me he distrado del asunto. Comoquiera que lo he hecho para darte una
satisfaccin, espero que tu amor propio sabr disculparme. Qu mejor intermedio que ste para
con una mujer?
No te enojes. Es uno de los muchos puntos de contacto que tenis con los poetas, o que stos
tienen con vosotras.
S, porque lo s, aun cuando t no me lo has dicho, que te quejas de m, porque al hablar del amor
detuve mi pluma y termin mi primera carta como enojado de la tarea.
Sin duda, a qu negarlo?, pensaste que esta fecunda idea se esteriliz en mi mente por falta de
sentimiento. Ya te he demostrado tu error.
Al estamparla, un mundo de ideas confusas y sin nombre se elevaron en tropel en mi cerebro y
pasaron volteando alrededor de mi frente, como una fantstica ronda de visiones quimricas. Un
vrtigo nubl mis ojos.
Escribir! Oh! Si yo pudiera haber escrito entonces, no me cambiara por el primer poeta del
mundo.
Mas... entonces lo pens y ahora lo digo. Si yo siento lo que siento, para hacer lo que hago, qu
gigante ocano de luz y de inspiracin no se agitara en la mente de esos hombres que han escrito