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Del Amor Profano Al Amor Sublime

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josé enrique briceño berrú

José Enrique Briceño Berrú nació el


16 de Julio de 1946 en Chulucanas,
cálida tierra del Norte peruano en el
Departamento de Piura. Cursó estudios
de Letras en la Universidad Nacional
de Trujillo (Perú) (1964-1965) y de
Derecho en la Universidad Nacional
Mayor de San Marcos de Lima en don-
de en 1970 se gradúa de Bachiller en
Derecho y al año siguiente obtiene el
título de Abogado. En 1971 viaja a
Italia para seguir estudios de postgrado
en la Universidad de Roma. De 1973 a
1976 alterna sus actividades entre el
ejercicio de la profesión de abogado en
Lima y la docencia universitaria (Pro-
fesor de Derecho en la Universidad Na-
cional Mayor de San Marcos de Lima
y en la Escuela Naval del Perú en el
Callao).
En Octubre de 1976, becado por el
Gobierno Italiano (y sucesivamente
por el Instituto Italo Latino America-
no) viaja nuevamente a Italia en donde
sigue estudios de perfeccionamiento en
Derecho Internacional en la Universi-
dad Católica de Milán (1976-1978) y
lleva a cabo una serie de investigacio-
nes jurídicas en la Universidad Nacio-
nal de esa ciudad. Entre 1978 y 1984
sigue estudios de Economía y Ciencias
Políticas en Milán y de Doctorado en
Derecho en Barcelona. Autor de diver-
sos estudios jurídicos, actualmente resi-
de en Milán en donde se desempeña co-
mo investigador en la Universidad Na-
cional y desde donde colabora con di-
versas revistas especializadas latinoame-
ricanas y europeas.
Esta colección de poesías de José Enrique Bri-
ceño Berrú "Del Amor Profano al Amor Sublime"
nos ofrece una nueva ocasión para comprender que
la poesía es esencialmente un don que comunica un
mensaje universal} porque ella no se limita a proponer
un particularísimo estado de ánimo de un hombre
sino el que cada hombre ha probado} prueba y pro-
bará. En todo caso debemos relevar que la poesía es
una respuesta al problema vital del t decir' la propia
interiorización a través de una apertura al diálogo
que implica dos mundos: el del poeta y el del lector.
Por esta razón: breves deben ser las palabras para
presentar la poesia que} siendo la expresión humana
más exigente} necesita siempre una relación directa}
única e irrepetible. En efecto} el lector indaga por el
significado y el valor de la poesía} y se embelesa}
cuando ésta es auténtica} en el placer que se traduce
primero en relectura y luego en memoria que no re-
presenta la " historialización" del vate} pero sí su posi-
bilidad de permanecer como acto que suscita la ima-
ginación poética} cautivando ejemplarmente al lector
en el mundo de la verdadera fruición poética.
Los versos de José Enrique Briceño Berrú nos
permiten entrar verdaderamente en el corazón mismo
de un poeta para recoger los "motivos" que han
acompañado su vida en los momentos más bellos y
en los más tristes} todos ellos vividos con la intensi-
dad del sentimiento que es "como una gota de agua /
en el desierto candente" en este mundo huérfano de
los afectos más puros.
José Enrique Briceño Berrú nos conduce a través
de los temas de su inspiración: "espirituales, venu-
sinas, mundanas, supramundanas" )' la corona con
un grupo de "elegías" en donde el canto del bardo
se revela en su plenitud. Es por lo tanto necesario
dejarse transportar) desde la primera dedicatoria') en
t

el mundo poético de Briceño Berrú para comprender


y hacer nuestros el sentido y las palabras de la inspi-
ración lírica que impregna todas las composiciones)
de manera tal que podamos decir) en el futuro) de
este poeta "Nuevamente sin la exaltación de tu pre-
sencia; nuevamente la amarga sensación de tu au-
. ".
senCla
No me queda más que invitaras a disfrutar de
este mundo de plenos y sinceros sentimientos.
"DEL AMOR PROFANO
AL AMOR SUBLIME"
A Mélida Imelda Berrú Calle, autora de mis
días, cuyo amor y abnegación por sus hijos,
le confirieron por derecho natural y divino
el tan profanado título de Madre.
A la mujer, como sentimiento y afecto,
signos de su ternura infinita.
Vivir significa
tener tus ojos delante mío.
Vivir significa
dar te un beso cada mañana
y mil besos por la noche
en las sombras del misterio.
Existir significa
tej er en tu alma
mil sueños de fantasía
y vagar por los confines
de tu imaginación.
Existir significa
hacer juntos el camino,
porque unidos
las espinas serán
coágulos del pasado,
y las flores
palomas blancas
del porvenir. .
Ay! días fatales éstos,
sucumbir vieron la ilusión querida
de un futuro jamás llegado.
Los vuelos furtivos
de un ave blanca que se va
por las rutas tortuosas de la vida.
No quiso el destino
que su pico bebiera de mis aguas,
y a morir hacia aguas turbias
triste se fue.
Pajarilla de ala herida,
avecilla en busca de nido
volando del azul caída,
ven a mis ríos
por tu resurrección.
Aquí, tu quebranto
encontrará el remanso
que la vida impía te negó.
Nuevamente sin la exaltación
de tu presencia;
nuevamente la amarga sensación
de tu ausencia.

No tus ojos apacibles,


lagunas de amor;
no tus manos sensibles,
bálsamos del dolor.

Ni la ternura de tu mirada,
ni de tu voz el calor;
ni tu boca nacarada,
ni tus labios color.

Tampoco el remolino
de tu cabellera;
tampoco el camino
de tu quimera.

Porque eres un ala rota


en los hondos espacios de mi vida,
porque eres un ave ignota
cuyo pico causóme una herida.
Contemplando impaciente
cómo el devenir de las cosas
transcurre silente,
ya sin lirios sin rosas,

Te pasas los días tristes,


longevos, taciturnos;
de congoja tu alma vistes
con tus cantos nocturnos.

Desde el filo de la noche,


desde el ángulo del día,
la observas sin reproche
pensando que quizás te quería.

Ella, lejana y silenciosa,


absorta en sus memorias;
tú, en la ruta misteriosa
recordando sus glorias.

Ah! cómo la querías,


en la cima de tu vida,
cómo la recuerdas en tus frías
tardes, en tu honda herida.
Ya no canta el gallo mañanero en tu alma,
ya no trina el pájaro azul en tu corazón,
el ave blanca ya no vuela en tu calma,
la chiroca amarilla no entona ya tu canción.

Tus ojos que brillaron al compás de la esperanza,


son dos velas apagadas todavía humeando,
con acentos misteriosos de añoranza,
que vertieron sus lágrimas amando.

Ya la flor que llevabas en tu pecho


abierta al frescor del rocío matinal,
el invierno de tu alma la ha deshecho
como estigma de tu sino y de tu mal.

Ya no cantas, ya no ries, ya no amas,


ya no gozas ni sientes los hilos del placer;
ya no estás, ya no eres ni serás
el amigo amoroso, del día el nacer.

¿Por qué amante del arte y de la vida,


tu corazón tornóse oscuro y taciturno?
¿No ves que nos duele tu partida,
tu dolor, tu tristeza y mutismo?

Una pena letal te consume,


la mujer que adorabas se aleja,
y en nuestra alma tu ausencia resume
el vacío que tu pena nos deja.
Allá, en las tierras de tu ausencia,
por tus ojos claros transcurren
paisajes ya idos.
Lejanos, fugados al tiempo,
desbordan las perlas fragantes
del recuerdo,
los ríos profundos
del dolor.
El viento te arrastra,
cabellos que vuelan,
vestidos fugitivos
que ondulan los aires
del mundo azulino.
Vuelas por las altas cimas,
alondra que sigue un destino,
que intrépida cae
víctima en vuelo.
Cayó en mi palma
una pluma de tus alas,
cayó en mi boca
una gota de tus ojos,
cayó en mi alma
el pico de tus ansias.
y me inflamé de amor
por tí;
y tu viento me atrajo
al misterio;
y tus ríos me llevaron
al abismo de tu mundo.
Pues, soy las gotas de tus
OJos,
las plumas de tus
alas.
y tú ... el agua de mis
ríos
y el vuelo eterno de mis
plumas.
Tus lágrimas me duelen,
tu pico me consuela.
Paloma del olvido,
tus alas me transportan
y me llevan a tu ausencia
que se vuelve ya presencia
en esta reclusión del tiempo,
en esta infinidad de espacio.
Quiero sembrar
en el huerto de tu alma
las semillas selectas
de mi amor.
Que crezcan los árboles
y pasen furiosos
los mil vendavales
del odio del mundo;
que este amor
tan inmenso
y tan puro,
crecerá más lozano,
más rebelde y sano,
fuerte y resistente
a las furias del mundo;
que este amor
que me inunda
es producto oh! amada
del cultivo glorioso
de nuestro árbol de amor.
La flor redime a la vida
la vida redime a la flor;
y aquí oh! amada,
creció una flor
en el árido campo
de mi corazón.

¿Que cómo pudo ser?


Pusiste su simiente
regándola con tu aliento,
y nació la flor;
tu mirada, suave calor,
y creció la flor;
tus palabras santas
cuales gotas de rocío
la fortificaron.

Y ahora ...
sólo un beso amada
para hacerla eterna
y cumplir tu obra .
... Sólo un beso amada
...y la irnrnortalidad.
He aquí
que mi corazón
ha llorado por tu amor.
Bastó el tránsito fugaz
del alabastro de tu cuerpo
melancólico y sereno
por las playas solitarias
de mi alma;
y verte y no poderte
alcanzar;
y ver te huir tristemente
con un resquemor en el alma,
con una ilusión frágil
en tu corazón;
y verte y llamarte
con ansias;
y no poder detenerte
para brindarte las aguas
de mis fuentes de amor.
La vida se fue
como una gotita de agua
bailando en una hoja verde;

siempre aburrida,
siempre agitada,
siempre fascinada;

entre la nada concreta


de su gran realidad
y el todo infinito
de una gran idealidad.

La vida se fue
como una gotita de agua
cayendo agitada en el aire;

tan desamparada,
tan temerosa,
tan rencorosa;

entre el miedo terrible


de perderse en el mundo
y el sentirse una tonta
suspendida en el aire.
La vida se fue
como una gota de agua
en el desierto candente;

así aventurera,
así solitaria,
así perecedera;

entre un mundo
de glorias soñado
y el continente pequeño
de su gran soledad.
Hoy tus ojos mansos
me han mirado,
y tus labios tiernos
una sonrisa de ángel
me han regalado.

Hoy, un mundo
de felicidad
inundó mi soledad
cuando tus ojos dulces
en los míos se posaron.

Hoy he podido comprender


cómo es posible amar
con las manos blancas del amor,
cómo es posible mirar
la claridad del alma con el alma.

Hoy he llegado a comprender


que ya no dejaré de amarte
por todos los tiempos,
que eres la única dueña
del oscuro recinto de mi ser.
Mañanas inverna1es
que llenáis el alma
de melancolía;
mañanas furibundas
que tocáis la miseria
de los hombres;
mañanas tristes,
faltas de luz
y amor;
sois mis hermanas,
porque tenemos
rocío en el alma
y soledad
en el corazón.
Porque eres un ave de amor,
eterna flor del alma;
porque no te envanece tu belleza
en esta relatividad del tiempo;
porque eres perseverante
como un apóstol
y el mundo no te pierde
con sus halagos;
porque eres belleza intemporal,
dulce belleza del alma
que es la belleza inmortal,
por eso tierna muchacha
te amo yo.
Me pides que te olvide,
pero este corazón
no obedece a razones.
¿Cómo acceder a tu pedido
si mientras tu mirada eludo
mis ojos lloran tu ausencia
y mis manos tiemblan
por recorrer las magnitudes
de tu cuerpo amado?
Aunque al mirarte
me invade extraña fiebre
y aunque tus manos
deleitan mis manos
en un pacto de amor
... yo debo olvidarte.
No hay sentencia más cruel,
no hay sino más trágico
para este cautivo de tu amor.
¿Cómo olvidarte cuando
siento tu alma en la mía?
¿Cómo olvidarte cuando
somos dos espíritus en uno?
Dime entonces la fórmula
que rompa este contraste.
Porque debo olvidarte
y no puedo ignorarte;
porque clamo tu renuncia
con ira y con dolor
y lo vivido me trae tu recuerdo
manso como el cielo azul.
¿ Cómo decirte que no te amo?
¿ cómo ocultar mi amor?
¿ cómo anhelar tu odio?,
cuando siento un rocío
de amor en mi pecho,
cuando llega un torrente
y arrastra mis flores,
cuando llega el viento
y seca mis lágrimas,
cuando un voz lejana
me dice burlona
que no serás mía jamás,
pero la voz de mi conciencia
te siente en mis entrañas?
Cómo pues, dime,
poder olvidarte?
Una gota cristalina de agua
que cuelga de alguna: verde hoja.
Un gallo en lontananza que amengua
la monotonía con sinfónicas notas.
Una tarde serena en un pueblecito,
arrullado por cuculíes de ser bendito.
Un cielo arrebolado en mil colores
como fondo de un campo de flores.
Un horizonte inmensan1ente azul
rodeado de hadas vestidas de tul.
Una inmensa naranja que se oculta
en la lejanía inmensurable del occidente.
Dos enamorados que se abrazan
bajo un árbol del campo fructífero.
Dos palomas que revolotean en el aire
buscando su nido de amor.
Arroyuelos de agua sobre tierra húmeda
después de una tarde de lluvia.
Leves palmadas de amor
en los suaves cabellos de un niño.
Saborear complacido una roja sandía
entre plantas de fruto carmín.
Un campanario lejano y constante
que llama a las almas a orar.
Oh1 Poder Supramundano,
cómo puede el hombre estar condenado
a vivir en cubos de insectos y de humo,
a vivir en áreas de ruido y putrefacción.
La excusa saltante y perpetua:
« Es mi mundo, en él nací y me crié »
...Y se nutrió de su odio y desamor;
y escasamente palpó la felicidad
en la contemplación del mundo natura.
En esta tarde invernal
p1ásmanse en mi cerebro
oh! amada
momentos de estupor carnal.
Yo sé que cualquier día
tendré el amor
que yo quería
liberado del inmundo
albañal.
Será el día de nuestra
conjunción:
mil pájaros una canción
entonarán en sus
jardines.
Ese día surgirán
de los huecos profundos
los gusanos del dolor
inmundos,
y en nada y calma
se han de convertir.
Liberados para siempre
de la carne,
del dolor y la perfidia,
volaremos en galaxia s
transparentes
respirando siempre
sólo fluidos de
esencia divina.
Le dirás las suaves sinfonías
que sabías decirme de amor;
le dirás cuánto me querías
que por perderte sentirá temor.

Pero el dulzor de tu boca de flor


amenguará su sed de certeza,
en tanto que yo muera por el temblor
que habrá destrozado mi firmeza.

y tu cuerpo cual virgen desnuda


en tu mansión de amor danzará,
y tal vez como un ave herida y muda
tu recuerdo a mi corazón invocará.

y yo que no quise sufrir el tormento


de privarme de tu gran amor,
no podré escucharte en mi silencio,
en la nada y en mi gran dolor.
A la mujer, como belleza corpórea,
símbolo del arte refinado.
Ahí hay una rosa,
le das un beso,
se marchita;
le das otro beso,
se tuerce;
un beso más,
y cae;
el último beso,
y muere.
Cuánto veneno
llevabas
en tu alma.
Tus ojos inquietos me miraron
auscultando el arcano de mi ser.
Tus labios de púrpura moviéronse
al compás de las notas de tu voz,
y eran tan bellos y sensuales
que la pasión prendió en mi corazón.
Tu cintura de fresca doncella
parecióme una onda divina,
un arco pulido de amor,
y mis manos despertaron su deseo
por tocar esa fuente
de vida y valor.
Vi tus senos y mis ojos recorrieron
la hermosura de sus formas,
y pareciéronme dos perlas gigantes,
dos frutos fecundos de amor.
Las olas inmensas de tu cabellera
caían cuales cascadas de espuma
sobre las peñas de tus hombros
y la playa fervorosa de tu espalda.
Tu cuerpo alabastrino,
privado de atuendos
hizo volar mi pensamiento
hacia bosques encantados
en donde tú ... diosa voluptuosa,
dirigías te a mi ser volcanizado.
Vi de pronto ondas inmensamente negras
cuales olas gigantes del mar enfurecido;
Oh1 si alguien más hubiera podido vedas,
¿ quién garantizara no habría padecido?

Eran esas olas el océano de tu cabellera


desplazada por los vientos juguetones,
en cuyas aguas el marino espera
regocijado las aventuras a montones.

y mi alma que vaga de tiempos atrás


con la angustia de las aves vencidas
no quiere otra tumba para su ser montaraz
que la profundidad de sus aguas venusinas.

Miré además el asiento de ese mar


y antojóseme tu frente inmaculada,
una playa de coral en dulce despertar
reflejando una silueta de hada enamorada.

y¡ tu nariz sedújome con su gracia


como al niño seduce una gota de miel,
y cual rebosante flor violácea
representéla del nardo novia lie!.

y allí tus mejillas sonrojadas,


suaves, mórbidas, candentes,
eran símil de granada en dos tajadas,
dos luceros gemelos, refulgentes.

Para que la pupila de tus ojos


el volumen de los mios acariciara,
era necesario hundirme en sus enojos
y golpear su fuente para que despertara.

y así, surgiendo el manantial divino


entre tus ojeras de ondina frágil,
arrojarme como un pez muy fino
para vivir eterno en tu recuerdo de ángel.

Bajé los ojos y curiosos se fijaron


en dos pañuelos de carne palpitante,
tus labios eran que tentaban
la delicia de los cielos un instante.

y movíanse convulsos en su zona


como mueven su pico las palomas al nacer,
esperando inquietas la caricia dulzona
de la madre que alimenta y da placer.

y allí entre el zafiro fulgurante de tus pelos.


la columna alabas trina de tu cuello,
sostén del atalaya de tus celos,
eterno guardián de tu destello.

y qué decir oh! diosa del erotismo


del bamboleo de tus senos de ángel,
que como la inconstancia de un espejismo
nos extasía con ansias de beber en él.

Semejan ellos dos conejillos


con la blancura de los armiños,
que ligados a tu ser por dos ovillas
agítanse en juego de niños.

Pensar que el rocío matinal de las palmeras


sus aguas depositó con afán ferviente
en el canal de tus senos que, entre las eras
de tus carnes firmes llevó como un torrente,

llegando todas a una dulce fuente,


apetecible manantial de amor:
el ombligo de tu ser vehemente
donde los ósculos matan el dolor.

Vi tus brazos blancos y volubles


removerse en el espacio de tu estancia,
y pareciéronme dos largas nubes
vagando en un cielo de fragancia.

y entre ellas las dos palomas de tus manos


llevadas insistentes por el volcán de tu ser,
de las profundidades de los arcanos
a los amplios espacios del querer.

Cómo corrías entre las fuentes,


los árboles, los ríos y las aves,
ah! las curvas de tus caderas fuertes
calmas laderas de los andes.

La desnudez de tus muslos de virgen


diome la dicha de apreciar la onda
trémula de tus carnes, donde convergen
los átomos felices de tu esencia honda.

y como tus pies pareciéronme


dos pececillos ágiles y multicolores,
las inquietudes hiciéronme
hundir en su medio de amores.

Así pude llegar a contemplarte,


a vivir intensamente tu vida,
así pude llegar a cantarte
introduciéndome en tu alma querida.

y así pude hacerte mía en mis ansias,


y así pude penetrar en tu integridad,
para unidos, recorrer las estancias
multiformes de la falsía y la verdad.
De repente sentí unos deseos locos
de llamarte a gritos, profundamente,
de introducirme en tu alma
buscando el venero de tus aguas
y embriagarme en el néctar de tus fuentes.
De repente, así desesperado por tu ausencia,
por este olor a muerte y a flores marchitas,
por esta estancia vacía y solitaria,
decidí trasladarte de tu lejanía junto a mí,
y poseerte ardientemente
bajo los altos árboles de la selva de mi ser,
entre las candentes moléculas de mi sangre enfurecida,
entre la abrasadora fiebre del éxtasis supremo de mis
[ansias.
y anhelaba confundirme en el mar de tus cabellos,
y anhelaba aplacar la sed infernal de mi ser
entre las carnes concupiscentes de tus labios
y entre las honduras del remanso de tus senos tur-
[gentes,
y acallar el bramido de mis furias salvajes
confundiendo mi sangre con tu sangre
y mi carne con tu carne.
y así, cual etéreo signo del amor profundo,
vagar por las inmensidades inconstantes de la vida,
ansiando y siempre ansiando la candencia de tu ser,
y el fulgor de tus entrañas palpitantes.
y cruzar la línea voraz entre el sufrir y el placer,
entre la angustia y el remanso de tu ser,
entre la miseria humana y las delicias de tu alma.
y tú viviendo por todos los tiempos
en los plenos espacios de mi consistensia humana.
Cuando miras con tus ojos venusínos
la vetusta argamasa de mi mal,
convulsionas a mi alma en mil sinos
despreciando el placer del bien carnal.

Cuando auscultas con tus ojos de gitana


la fogata profunda de mi ser,
la avivas de mi amor por su ventana
y escondida me sofoca al arder.

Cuando posas tus manos de alabastro


sobre el espacio de mi cabellera,
mi cerebro circula y rota como astro
en busca de una ruta aventurera.

Cuando cantas tus dulces melodías


en tus horas más tristes o más bellas,
las aves cantan sus cuitas y agonías
o se elevan con tu canto a las estrellas.

Cuando tocas con tu palma mi corazón,


no retumba sino duerme embelesado
en un éxtasis de amor, y con razón,
pues siente que al fin ha sido amado.

Cuando posas tus labios purpurínos


en los míos ya fríos y sedientos,
sólo escucho de las aves sus trinos
y el silbido añorado de mil vientos.
Tus ojos me miraron tentadores
y en ellos vi el amor al instante,
las chispas de tu ternura constante
en medio de tu ser de amores.

Tus labios carnosos se entreabrieron


mostrando de tus dientes la blancura,
y al instante adiviné en mi locura
que mucho pero mucho amor quisieron.

Mis piernas temblorosas me guiaron


a la estancia engalanada por tu ser
al par que tus ojos a los míos quemaron.

Fue un instante de felicidad intensa


en que vi con deleite tu querer
y pude palpar la dicha inmensa.
Al hombre) como género humano) signo de
la angustia en que se debate hoy. A mis
hermanos) infatigables luchadores.
Pasado ...
sensación de tiempo
que no ha de volver.
Futuro ...
sensación de tiempo
que no te dice jamás
lo que nos ha de traer.
Presente ...
extraña conjunción
del tiempo
que nunca antes existió
y nunca más existid,
porque él simplemente
existe para no existir.
Vida que te traslumbras
cual frágil lengua de fuego
que se extingue
en la tristeza pálida
de las tinieblas.
¿Para qué - te preguntas -
izas tu bandera
de color ceniza
en un campo en donde
aun los huesos
continúan moviéndose
convulsos de tanta muerte?
Vida, no te condueles
de los humanos
que cuales ridículos fantoches
continúan contorsionándose
sin rumbo ni objetivo,
intoxicados de sus excreciones.
¿Para qué creaste un Dios
si éste no te compadece siquiera?
¿Para qué diste forma de mujer
a tanta esencia de moléculas
estupendas,
si la contagias del óxido
de su vanidad,
de su crueldad;
fatuos caprichos innobles
que te hacen menos bella
y más puta.
Quien sabe
si no te convino ser
un árbol o una flor del cosmos
reflejada en la blancura
del espacio sidéreo,
como un oasis incandescente,
imperturbable al tiempo
y a los fantasmas
de imperfectos
proyectos de hombre.
Comprende hermano
la razón de mi insistencia
y por qué te extiendo la mano
reclamando tu presencia.
Te pido no un pedazo de pan
para el pordiosero que insultas
y que todos golpean con afán
ufanándose de personas cultas.
Te pido hermano mío
un poco de amor para el mendigo
cuyos sueños rotos en mi alma crío
para tejer con ellos un abrigo.
No me tuerzas por favor los ojos,
no me saques tu lengua nauseabunda,
ni escupas el dolor de tus abrojos
entre mis cansadas plantas errabundas;
porque convertirás las aguas en lagaña
y las tierras en pútridos despojos
de la efímera ilusión que nos despeña
en un torrente de líquidos rojos.
No me punces el alma con tus sadismos,
porque soy el limosnero que se alimenta
con las sobras de tus excelsos egoísmos,
prolijos cuidados de tu vida vana.
No me rasgues con la espina de tu sarcasmo,
porque soy el árbol seco que aún seco
te dará la sombra para tu marasmo.
No me digas que me odias,
porque aunque me odies tengo
para tí,
un pan seco en la aliorja de mis días,
y un vaso de agua en mis lágrimas mantengo.
Un hombre llega y te dice:
« Muerto de hambre »;
otro llega y te espeta:
« vago del diablo »,
y otro más aun te agrega:
« anda te a la misma eme ».
Oscuros hombrecillos,
indolentes satisfechos
de la carroña del mundo
con las tripas putrefactas
de la muerte.
¿Cómo decir que los hombres
son hermanos, hijos de Dios?
que se aman todos como
los pajarillas del bosque?,
cuando llega uno
y te estrangula,
cuando llega otro
y te patea en el estómago,
y otro aún
te atraviesa un puñal
en las cálidas entrañas
de tu esencia.
Yo no conozco humanos más mediocres,
yo no conozco gente más ruin,
yo no conozco vida más muerta
que esta vida humana del hombre.
Yo erigí un mundo de esperanza
para matar alodio con el amor;
ceguera cruel, ¡qué malandanza!,
no pude con los duendes del dolor.

Yo erigí un castillo de ilusiones


como suelen hacer los enamorados
cuando piensan libres de pasiones,
con el verbo puro de los bien amados.

Yo era un niño, ignorante del mundo,


del color del hombre, del sabor del hombre,
del amargo escozor, del terror profundo;
yo era un niño, ignorante y pobre.

Hasta que el pisotón del hombre hombre,


hasta que el escupitajo del hombre cobre,
me dio dolor en la llaga de su indiferencia,
me dio veneno en las gotas de su odio cruel.

Entonces dejé de ser niño, y caí en su trampa:


caterva de pasiones malsanas, afanes vanos,
epilepsia de emociones nulas, alacranes, sabandijas,
dromedario de espinas empapadas en cicuta.

y como un torbellino, golpeando fui golpeado,


llorando me arrastré en el barro inmundo;
lagrimeando sangre y sudor, revolcado ...
te llegué a comprender humano asesino,
odiador, loco inconcluso, bastardo ser.
Aquí, cuando mis ojos lloran
lágrimas del mundo encadenado,
y tus ansias santas imploran
por la dicha de un bien despojado;

cuando recuesto mi cabeza triste


sobre la árida piedra del desierto,
y tu alma clara del dolor se viste,
en el fuego de tu holocausto despierto.

Aquí, aquestos mis brazos plenos,


amantes de tu augusto seno
de perennes afanes lleno,
aléjanse silentes de su cieno.

Cuando el cielo no detenta


los rayos luminosos de su sol,
cuando el campo no presenta
el grano y las mieses, la humilde col;

¿para qué oh! mar inmenso,


oh! constelaciones estelares,
ciervos, peces, pájaros del universo,
campos, aires y profundos mares ...

si existe UIla gacela herida,


un pez agonizante en el harpón,
un ave de púrpura teñida,
en todos los confines de mi corazón?

Yo busco un desierto libre,


para que los camellos de mi mundo
en pletórica danza canten, y la liebre
corra con sus ansias y su amor profundo.

Yo busco un mar aún no habido,


para que los peces de mi vida naden,
y las velas de mi pensamiento herido
naveguen sin patrón que las comanden.

Yo busco un poco de tu aire cielo,


un espacio sin monóxido ni dueño,
donde mis ideas se desplacen en tu velo,
como un áureo color de un dulce sueño.

Si tu precio es la sangre de mis venas, dime;


si contigo yo gozo un deleite infinito de verdad
y tu alcance y sabor mi alma redimen,
muéstrame la via de tu esencia oh! augusta libertad.
Otrora fuimos hermanos,
recorrimos el mundo
cogidos de la mano.

Otrora fuimos amigos,


bebimos el vino
junto a la chimenea roja
de nuestro hogar;
recorrimos el mundo
bajo el cielo azul
de nuestras ilusiones.

Otrora fuimos camaradas,


recorrimos el mundo
plenos de amor
por el hombre,
predicando amor
por doquier.

Hoy ...
Somos la sombra
del hombre que se fue.
Pedazos de carne que vagáis por el mundo,
cerebros ambulantes en busca de un destino,
manos perdidas que palpáis la obscuridad
y hacéis lo que no debéis;
colas invisibles de estrépito terrible,
ombligos silentes, pretéritas vías de vida;
conjuntos uniformes en un mundo multiforme,
conjuntos de angustia, de pena y dolor.
Sois lo que no debisteis ser.
Continuaréis vagando por el mundo,
silenciosos como los satélites astrales.
Seguiréis buscando un destino,
seguiréis tropezando en tinieblas.
Continuad jugando con el fuego,
porque las colas tornarán
y no las volveréis a perder
hasta que vuestros ombligos
dejen de ser vías de vida.
Seréis entonces conjuntos multiformes
de un mundo uniforme,
y seguiréis nadando en pena y en dolor.
Porque
sois lo que no debisteis ser.
Las palomas huyen
cuando alguien apunta
el rifle de su índice
señalando un pasado
que nunca vino
y un futuro
que ya se fue.
Los conejos saltan
y las liebres corren
cuando un cigarrillo
brilla en los labios
de un viandante;
y los búhos caen
de los altos árboles
cuando una luciérnaga
pasa ante sus ojos
aturdida por su propio
brillo.
El pájaro azul,
con sus vuelos furtivos
perdió la fe en el hombre;
el hombre hambriento
con su fusil humeante
perdió la fe en el conejo
.., y se quedó eternamente
convertido en niño malo.
El hombre muere
cuando sus manos heladas
buscan calor
en el corazón de su madre,
y no halla más que
un pedazo de hielo.

El hombre muere
cuando sus manos heladas
buscan calor
en el seno de su amante,
y no halla más que
un hilillo de agua fría.

El hombre muere
cuando sus manos heladas
buscan calor
en el vientre de su hermano,
y no halla más que
un vacío sepu1cra1.
Un mendigo marcado con el
distintivo de la incógnita,
suspendiendo su mano microbiana
sobre el respiro del hombre,
levanta sus ojos secos
y distingue en el cielo negro
una fosforescencia moribunda,
ceniza como la tempestad
de sus cabellos sucios,
rojiza: como el coágulo
milenario de su sangre
cien mil veces muerta,
y ve el amor
huyendo con cara de vergüenza,
como un rescoldo del pasado,
que le dice:
adiós... hermano cruel.
- « Señora Pérez, ¿cómo está usted? »
y la dulce señora no responde
al saludo gracioso de su vecina.
- « Señora Pérez, ¿cómo está usted?
¿Ha recibido noticias de su hijo? »
y la tierna señora, con la cara
melancólicamente cabizbaja,
derrama unas lágrimas amargas
que encierran el misterio del dolor.
- « Señora Pérez ... » Y la madre
le extiende un papel llegado
del frente de batalla:
« CON GLORIA SU HIJO MURIO
EN EL CAMPO DE HONOR ».
Calló la preguntona, clavó
sus palabras en la garganta.
y esta vez es la madre quien pregunta
con la mirada perdida en el espacio:
- « ¿Qué es el campo de honor ... ? ».
Más allá de las fronteras,
en el pueblo arrasado por la guerra,
un niño dice a su madre: «tengo hambre ».
La mujer desespera, se angustia,
y entre las cosas viejas,
de polvo y humo,
busca con amargura
un pedazo de pan;
y no lo encuentra;
y sus manos sangran
y su hijo llora;
lo besa, 10 abraza,
y mancha con sangre
y con lágrimas su cara,
y el niño lame esa sangre
y esas lágrimas.
De pronto, una explosión terrible
y la casucha vuela en mil pedazos,
y la madre y el hijo desaparecen.

¿Eran pólvora los panes


que el Señor de los cristianos
bendijo? se pregunta el hombre;
¿ son éstos los panes
que sus hijos se merecen?
Diablo es el hombre,
diabla es la vida.
Baila en el fuego fatuo
de su ceguera absurda.
Un día, por descuido,
comerá el pan negro definitivo.
Lástima no más
que sus tripas esparsas
contaminen los campos.
j Cómo es de horrenda
la parte inicua
del celebérrimo hombre
evolucionado!
Su mal se difunde
más allá de su muerte.

LIMA, 19-6-1969
MILAN, 14-12-1982
¿ Por qué el hijo coge un fusil
y marcha resuelto a la guerra?
¿ Por qué marcha para matar a su hermano
si es que éste no lo mata antes?
¿ Por qué tiene la madre
que destrozar su corazón,
sabiendo que su hijo en la guerra
ha muerto, por una bala
atravesada en el corazón?

Las lágrimas de una madre,


de un hermano, de un hijo,
de un amigo, son simples gotas
de agua que riegan la ambición
desmedida del hombre .
...y no nos podemos explicar
el por qué misterioso de este actuar.
oo.El hombre ha enfermado gravemente.
Faltaban muchas horas
para el momento fatal del adios,
y entre áureas corolas
de un mundo de flores,
se abría el camino profundo,
la senda maldita del jamás.
Por las frágiles pupilas, fulgurantes,
la amargura en lágrimas brotaba .
... El desierto era infinito,
y en este mundo mal hecho
nos faltaba mucho por recorrer.
Los árbitros humanos,
sañudos, los dardos nos lanzaban,
y nosotros, condenados
por los jueces
del odio y del desamor,
palpamos en un mirar infinito,
lo terrible de la separación:
... « adios hermano » ...
Una cruz, un féretro, un adiós,
y un olvido fatal que los destruye.
Las sombras del pasado
opácanse rencorosas por el vivir
del momento ...
por el goce pasajero de los hombres.
El podre, el escozor, la amargura.
Una lágrima flotante
que penetra entre los labios,
un rictus de dolor entre la boca,
una arruga inadvertida en la frente,
un golpe en un punto ignoto del corazón,
y allí acaba el mundo,
porque el mundo,
no es tal
para un ex humano ...
para un cadáver que sirvió de refugio
a las alas fulgurosas del esplín ...
para un algo que fue cueva de pasiones,
de odio y desventura.
Felicitemos tal fin con una copa
amarga de veneno.
El cómico, con su risa forzada y maestra,
de cuántas almas ha arrancado carcajadas,
para luego pasada la escena,
sentarse en un banco a llorar.

Cuánto tiempo ha pasado solitario


en la brusca soledad de su existir,
cantando su loco desvarío,
gimiendo su doliente sentir.

Ha llorado muy triste muchas veces,


por el infausto hombre juguete del destino,
y el tiempo ha acumulado en su existencia
los dolores que encuentra en el camino.

El vago fin, incierto destino del hombre,


se ha encumbrado en el misterio más profundo.
¿ Qué es el hombre en su fugaz existencia?
« ... un conjunto doliente de misterios ».

Los destellos inseguros del amor,


avivan la esperanza de este loco,
que al final sólo encuentra dolor;
así es el hombre en su fiero ser de lodo.

Como el niño, inseguro, ah! la niñez,


el hombre temeroso en su vejez,
se sienta locamente a llorar,
y para consuelo a Dios adorar.
Al hombre, como eterna búsqueda de su
verdadera esencia. A mi padre, energia trans-
migrada en sus hijos.
ir.'¡'
Tus lágrimas,
gotas del tiempo
cuajadas en tu
existencia inmóvil,
el color ceniza
de tus ojos mustios,
golpearon los
péndulos de mis
entrañas hondas.

Tu sonrisa paterna,
tu cara amistad,
tus canas de plata,
tu frente absoluta,
me reflejaron
en el tiempo ido,
los días augustos,
los tiernos momentos,
las cálidas charlas,
las noches de vida,
las brisas nocturnas,
los cuentos de amor,
tus hijos pequeños,
tus hijas queridas,
tus hermanos idos,
y las tardes tibias
del hogar formado
entre surcos de fervor.

Ah! la esencia honda


de tu vida,
los largos caminos
de tu peregrinación,
los niños formados,
moldeados por tus
manos maestras,
cariñosas manos
que nunca supieron
del castigo,
que se pasaron la vida
cincelando hombres.

¡Niños del mundol


cómo habéis crecido,
cómo habéis perdido
en vuestros espacios
íntimos,
la dulce sonrisa,
el verbo inmortal,
el cincel de plata,
los himnos de amor.

Padre, tus lágrimas,


ríos claros
en la pradera de tu
rostro,
me arrancaron
el corazón,
y removieron en los
vericuetos
de mi esencia pobre,
el lienzo perdido,
intacto y con polvo
de tu vida amada.
Te observé al año
de mi presencia
en este mundo;
te miré al lustro
de mi miseria
en la tierra;
te contemplé
a la década de
mi paso por la vida,
y te escruté
en el redondo
montículo de mis
veinte años juveniles.

y en tus ojos,
siempre la imagen
de tus hijos;
y en tu boca,
siempre la oración
de la vida;
y en tus manos
siempre la luz
eterna de la verdad
vertida en la memoria
de tus niños pobres.

Ay! cómo me has dolido


en esta tarde padre;
en tu triste silencio,
en tu ojos lánguidos,
en tus lágrimas tibias,
en tu boca trémula,
y en tu universo
convulso,
reclamándole amor a la vida,
reclamándole vida al amor,
recordando a tu mujer
y a tus hijos,
tus niños queridos
de tardes lejanas,
de cuentos amenos,
de cantos felices,
jardines floridos
y juegos perdidos.
Querrías ser un ave
gigante y fuerte como el cóndor,
y cruzar las montañas,
las selvas y los desiertos del mundo,
los ríos y los mares
llevando un mensaje a cada pueblo
dejando una luz en cada hogar,
dejando un pan en cada casa.

Quisieras ser un mensajero


misterioso,
invisible al hombre,
y llevar en tu cuerpo
un granero infinito,
y como una paloma mensajera,
penetrar tu pico
en el corazón de cada hombre,
e inundarlo de amor
con la semilla del amor.

Quisieras ser un gamo


para cruzar los campos
más ignotos
en busca del hombre perdido,
y como un gato juguetón,
lamer sus llagas de miseria
y robar una sonrisa
a su dolor.

Quisieras ser un niño


con piernas de atleta infatigable,
y reunir a todos los niños del mundo,
formando un reino de niños
y dando a todos su misión:
Recorrer el mundo
portando a los « duros » hombres
la olvidada lección de amor.

Quisieras ser un astro,


un Quetzacoatl,
y arrojado en el fuego purificador
surgir impulsado
hacia la infinidad de los espacios,
para, convertido en estrella,
iluminar eternamente al hombre.
Con una sonrisa cruel
en sus labios mundanos,
me dijeron que habías muerto;
hecho símil
jamás tuve por cierto,
y para comprobado Miguel,
vine a buscarte a lo incierto.
Vine a buscarte ...
donde el hombre mediocre
no osa llegar por sí mismo
criticando cobardía,
y en donde el hombre normaloide
no tiene prisa en llegar.

Me dijeron que habías muerto


en ese mundo de vivos.
Pobrecitos Miguel. ..
¿ Podía un muerto morir?
¡Resucitaste de la inmensa
tumba terráquea!

Míralos Miguel... Cómo corren,


como hormigas homicidas.
Observa a ese imbécil
con qué deleite hunde el cuchillo.
Mira a ese otro tonto cómo gira
en la carretera.
Los cuerpos, el caucho, los humos.
Los huesos, las carnes, las sangres.
¿ Recuerdas cómo le decían a esto
en la Tierra?
¿Accidente? ¿Choque? ¿Colisión?
Bah! ... Pero si es un juego tonto.

Allá, en la parte Sur Oeste:


Otro palurdo fustigando pieles.
¿Cómo? ¿ Quiénes? ¿Cargadores?
Oye, ¿cómo se llamaban?
¿Trabajadores? ¿Obreros? ¿Esclavos?
¡No! Siervos, amigos, hombres.
Atención! ¿Y ese?
¿El amo? ¿El patrón? ¿El jefe?
¡No! El Director. El protector.
Mira cómo camina moviendo
su culo cuadrado.
Observa su curiosa ancha panza.
¿Qué llevará adentro?
¿Tripas? ¿Comidas? ¿Manjares?
¿Monedas de oro? ¿Perfumes? ¿Lombrices?

Ya llegó. Míralo. ¡Hum!


Uno que le abre,
otro que le quita el saco,
otro que le quita el polvo.
Mira, otro le hace la venia
y le besa la mano,
¡y otro se arroja de alfombra!
¿ Cómo se llamaba Miguel a este pedante?
¿Rico? ¿Multimillonario? ¿Poderoso?
Bah! No importa. Es un estulto más.

Pero ¿qué hace ése?


Le estruja los senos.
Le atraviesa la ...
Gritan, se menean.
Lloran, gimen ...
PJhora descansan.
j Oye! ¿era eso el sexo?
PJh! Sí! Disculpa.
PJhora duermen.
¿Qué es eso? Allá, allá.
¿Qué hace ése allí sentado?
¿Por qué puja?
¡Juan! Has estado ayer no más
en el mundo de los hombres.
PJh! sí. Me había olvidado del ayer.
Ay! Mira. ¿Qué hacen?
Juegan a la guerra.
¿Por qué?
Porque son tarados.
Oye Miguel. PJhora comprendo
por qué no regresan los muertos
en su segunda muerte.
Todo es tan estúpido,
todo es tan simple,
todo es tan mierda,
que da vergüenza regresar.
Sí. En cambio acá:
Todo es tan divertido
en este palco de ese
gran teatro continuado,
tan variado, tan ameno,
tan ...
!Bammm!
!Miguel! oo, !Miguel! ¿Dónde estás?
!Bammm!
!Oh! ... !Ohhh ... !
Nos han matado otra vez !Carajo!
Oh ....IQ' ue vaClO.
'1 j Q'h
ue orror. 1
¡Miguel! ... Ahhh! Nuevamente tú.
¿Qué sucede? ¿Dónde estamos Juan?
¿En la Tierraaaaaa ... ?
¡Noooooo! ¡Noooooo! ¡Noooooo!
No quiero regresar. No quiero regresar.

Adiós hermanos,
jamás se burlen
de los muertos.
Pero ... ¿Qué pasa Rafael?
jNo puedo ver a los hombres!
A ver, déjame ver.
Quita, quita tu mano
de esa luna. Pero ...
¿Por que está obscura,
nublada? ¿Por qué ese humo?
iLeafar! Estos microbios
humanos
se están matando.
Verdad. Pero... ¿y sus invenciones?
¿Y sus adelantos? ¿su civilización?
Pero qué lentos que van,
pero qué torpes que son.
jOh! Observa con atención
la pobre Tierra.
Parece un cedazo.
Le están chupando su sangre,
el calor de sus entrañas.
Rafael, observa,
ya no me reflejo en el mar.
¿Qué le has hecho al mar? Qué ... ?
Qué le han hecho ellos dirás.
Pues ¿Por qué te sorprendes
de los huecos que han hecho,
del color que le han dado
a su cielo,
y del hermoso marrón de su mar?
Como todo cáncer
acabarán por comerse a sí mismos.
. , de la Tierra!
no mas o
iLástlma
Tendremos que llevarla al muse .

MILAN, 8-12-1979
¡Guerra! ¿Escuchaste Rafael?
Hablan de guerra esta vez.
¡Cómo son de tercos!
De estúpidos dirás;
se han quemado ya las manos
quién sabe cuántas veces,
y peor que los niños,
insisten en querer
la llama coger.
¿Qué tendrán en su cabeza?
Respóndete a tí mismo;
quizá les pusiste,
como a las cabras,
un gusano enorme
en el cerebro.
Pues ... No estoy seguro .
... En todo caso
se introdujeron inadvertidamente.
¿Qué hacemos? ¿Los dej amos
que se achicharren entre sí?
Quizás sea mejor así.
Los próximos hombres que haremos
no tendrán gusanos en la cabeza.
A los que han dejado este mundo, que aunque
ya nO gocen de sus maravillas, tampoco se
avergüenzan de su miseria. A mis hermanos
idos: Eduardo, Miguel y Jorge.
Un clavo clavado en el pecho,
un tajo que sangra y no acaba,
un hueco impreciso y maltrecho
a través del corazón que te amaba.
Es esto Oh! hermano querido
la sensación que me invade
al adquirir atroz conciencia
de lo definitivo de tu ausencia.

Que la vida se acabe


es norma natural del mundo,
mas que la vida te la acaben
asesinos viles de ser nauseabundo,
no encuentra en la mente cabida
porque no es justicia,
porque te hace concebir la vida
como imperio de inmundicia.

y te hace ver
cada vez más lejana
del humano ser
la aspiración buscada:
La conquista del mundo
por el Dios del amor,
la luz infhiÍta,
el celeste del cielo,
explosión de alegrías,
rocío en el alma
reino sin fron tetas.
Sí, te escucho ...
me dices que tu muerte
no debe dar motivo
para llorar tu suerte.

y que tu inesperada ausencia


es sólo extinta materia,
pues inmensa es tu presencia
del mundo en su miseria.

Querría decirte:
no seas cruel hermano,
pero no quiero herirte
pues no eres más humano.

Eres mucho más,


eres inmortal,
y quizás reirás
del terreno mal.

Sí, sé que tienes razón,


que nuestras lágrimas
no darán consolación
a nuestras ánimas.

Pero no me pidas
por favor,
que po llore porque te vas,
oh! cantor.

Porque es humana
condición,
llorar por la vana
ilusión

de querer detener
en un presente· eterno
10 que jamás ha de volver
a curar al corazón enfermo.
Con tus brazos fuertes
de atleta espartano
el camino te abriste
machete en la mano.

y de la selva agreste
con tu trotar incansable
un calvero llenaste
de amor incomparable.

Por tus hijos tiernos


que en tu dolor amaste
para abrirles los senderos
que siempre deseaste.

Ay! tu mente lúcida


cuántos acertijos descifró
para anegar la pútrida
inclemencia que el mundo te mostró,

y dar más luz aún


a la mujer que amaste
en los álgidos momentos
que en la vida encontraste.

y porque supiste
derrotar el vicio,
y al mal diste
por fin el precipicio.

Porque fuiste incomparable


trovador de la vida,
y del dolor del miserable
lavaste la herida.

Porque tu música
provenía del dolor de la vida
y sublimaba la rústica
existencia humana.

Yo te canto Oh1 hermano mío


estas trovas, cadencias de tu alma,
que en mi corazón encontraron abrigo
y que ahora te circundan en la eterna calma.
« Ya no tiene remedio »
te dice la gente insensible,
« ya no tiene remedio »,
y te clava un dardo invisible
sobre la herida profunda
que por la muerte de un hermano
sangra todavía abierta
en e~razón desesperado.

Yo no sé por qué a veces la gente


creyéndose sabia sandeces te dice,
y ajenos sentimientos
comandar pretende.

Quien jamás ha visto la luz,


del natural mundo maravillarse no puede.
Quien jamás la música
ha palpado
en las cuerdas íntimas del alma,
no puede hablarte de la ternura.

A quien el materialismo insano


ha emponzoñado el corazón,
las puertas del amor tocarás en vano.
No habiéndose abierto nunca
ignoran que el amor existe .
...y nunca podrán saber
que el amor no tiene dimensiones,
que el amor no es invención humana
sino esencia íntima del alma,
semilla de mil valores;
que el amor es algo concreto
que se forma y se construye
en el penoso camino de la vida;
que el amores una mirada dulce,
es un abrazo fraterno,
una palabra de consuelo,
una pena compartida,
un pan comido a dos o más,
un dar más que un recibir,
un diálogo al calor del hogar,
un cuento de un padre a sus hijos,
un jugar juntos de niños
y un charlar juntos de viejos,
un crecer juntos a través
de las vicisitudes de la vida.

Cosas como éstas


son la síntesis del mundo,
aspiración lejana
y a la vez cercana
del mísero humano
que busca por caminos espinosos
lo que tiene al alcance de la mano.
Porque no quiere quitarse la venda
y soportar la bofetada
de su propria iniquidad;
caro precio, humano insensato.
para saborear una gota de miel.
Te arrancaron las alas
cuando en busca de la libertad
emprendías el vuelo de la liberación.
Te hundieron traicioneramente
el puñal de su iniquidad
cuando tu brazo fuerte
combatía del mundo su mezquindad.
Vertieron hasta la última gota de tu sangre
que tiñó las tiernas almas de tus hijos
con el mustio manto de la horfandad.

Pero no lograron destruirte la verdad


que es la hoz de su propria mendacidad.
Pero no lograron destruir tu honor
que defendiste siempre con tenaz ardor.
Pero no lograron infundirte miedo
que tu espíritu antaño hundió en el cieno.
Pero no lograron apagar jamás tu amor
que en tu corazón combatió al dolor.

Porque la verdad, tu sabia filosofía,


penetró en nuestras mentes sedientas.
Porque tu honor es nuestro honor,
la orgullosa honra de tu vida amada.
Porque el miedo es falacia de la vida
e invento del mediocre y ruin.
Porque tu amor fue una semilla humilde
que cayó en el fecundo corazón de tus hijos
y se difundió en un mundo sin confines.

y no lograron apagar
ni siquiera tu misma vida,
no obstante tu cuerpo matar
con la pérfida herida.

Porque tú vives aún en tus hijos


y en tus hermanos que te amaron tanto
y que te aman a través del disco
informe de la terrena vida,
para confundirte en las incandescentes
moléculas de tu adimensional existencia.
Porque te has plasmado
con letras de fuego
en el corazón de tu madre,
en el pecho de tus hijos,
en la sangre de tus hermanos,
en la mente de tus amigos
y en la universal memoria
del mundo que te conoció
y que te amó,
que compartió tus tristezas y amarguras
que saboreó de tus triunfos y alegrías,
y que ahora te siente en su humanidad,
cerca, muy cerca,
como un sol que nos ayuda a iluminar
el camino,
como un hermano
y amigo.
La poética de José Enrique Briceño
Berrú está hecha de impresiones fugaces
y arrebatadoras - de un renovado
estupor frente al mundo - que él con-
fía a versos tiernos pero sarcásticos, des-
deñosos pero también dolorosísimos.
Ellos transmiten al lector una represen-
tación del proprio "estar-aquí" que no
es la común experiencia padecida sino
la de un corazón que grita sus palabras
más íntimas y alcanza de este modo su
verdadera esencia. No por nada el au-
tor es también un jurista.

LUCIANO PETTOELLO MANTOVANI


INDICE

Pago
PRESENTACION 1

I - ESPIRITUALES 5
1. Motivos . 7
2. Fatalidad 8
3. Lejanía 9
4. Nocturno 10
5. Vacío 11
6. Divagación 12
7. Arbol 14
8. Osculo 15
9. Tránsito 16
10. Fuga 17
11. Plenitud 19
12. Blanco 20
13. Impoluta 21
14. Dilema 22
15. Privación 24
16. Nirvana . 26
17. Mutismo . 27

29
18. Una rosa. 31
19. Espejismo 32
20. Tu ser 33
21. Exaltación 37
22. Arrobamiento 39
23. Caricia 40

41
43

93
pago
25. Títeres 44
26. Persistencia 46
27. El gnomo 48
28. Epilepsia. 49
29. La búsqueda 50
30. Los terrícolas . .52
31. Sátira 53
32. Incertidumbre 54
.33. Agonía 55
34. Rescoldo. 56
35. Gloria impalpable. 57
36. Pan . 58
37. Galimatías 60
38. El adiós . 61
39. El fin 62
40. Incógnita 63

41. Padre
42. Reguero de amor.
43. Los muertos
44. Microbios
45. Testarudez

46. Aspiración deshecha


47. Imploración .
48. Cadencias del alma
49. Ironías
50. Jorge
La representación de e upido como un mno caprichoso que
vuela de aquí para allí no se adapta por cierto a la poesía de Bri-
ceño Berrú. El amor es para él un dios maduro, una presencia y
una ausencia de fuerzas poderosas y subterráneas que ligan con
hilos invisibles la vida de hombre. Su poética se funda en este
eterno conflicto espiritual entre el pleno y el vacío, precisamente
entre presencia y ausencia, en esta perenne tensión que el hom-
bre lleva consigo, viviente monumento doloroso de la propia al-
ma, reclinado sobre sí atento a escuchar el más evanescente su-
surro que dé testimonio de su paso por este mundo. Es una poe-
sía fuerte y austera, sin aflojamientos o zonas de sombra, sus pa-
labras excavan en lo profundo por estar impregnadas de senti-
mientos y sensaciones primarias. Es sin duda una poesía de
amor, mejor aún, el amor es para Briceño Berrú la única fuerza
inmensa y desbordante capaz de crear poesía. Y no es sólo el
amor por la mujer, que no obstante predomina, ya que es madre
y de ella brota la vida; es un amor por todo lo que existe, un pre-
potente amor por la vida y sus miles e indistintas caras. También
por todo aquello que la vida se toma, en revancha, de nosotros.
Mas el hombre, en la poética de Briceño Berrú, es victorioso,
porque de todo esto puede hacer arte y volver a crear, dentro de
sí, con la fuerza de sus palabras, la armonía turbada por la vida.
Lo sublime, que llega a ser tal sólo si antes atraviesa todos los
estadios de la desesperación, del abatimento, del dolor, nace en-
tonces de esta luz que el alma proyecta a su alrededor,· vencedora
de la obscuridad, para dominar a la muerte.

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