Juan Vicente Gomez
Juan Vicente Gomez
Juan Vicente Gomez
agricultura, petrleo
y dependencia
Caracas, 2015
Coordinacin Editorial
Simn Andrs Snchez
Correccin
Miguel Ral Gmez
Diagramacin
Luis Alexander Gil
Diseo de portada
Luis Alexander Gil
Apoyo Grfico
Rmer Carrascal
Noelis Moreno
Colaborador
Alexander Torres Iriarte
Imagen de portada
Pozo de petrleo La Rosa, s/f. Coleccin Petrleo, Archivo Audiovisual de la Biblioteca Nacional.
GMEZ: Agricultura, petrleo y dependencia.
Luis Cipriano Rodrguez, Fondo Editorial Tropykos, Primera edicin, Caracas, 1983
GMEZ: Agricultura, petrleo y dependencia.
Luis Cipriano Rodrguez, Centro Nacional de Historia, Segunda edicin, Caracas, 2015
Depsito Legal: lf-22820159003481
ISBN: 978-980-419-013-1
ndice general
Presentacin...................................................................................................................7
Prlogo de la primera edicin.................................................................................11
Introduccin general..................................................................................................33
CAPTULO I: La gestin agraria..........................................................................39
Introduccin...................................................................................................................41
1. Los organismos para centralizacin y control.....................................................45
2. La transferencia de baldos a particulares............................................................51
3. La modernizacin rural..........................................................................................56
4. Contenido de clase..................................................................................................65
5. Alcance y sentido de la gestin agraria.................................................................70
6. Primeras conclusiones parciales............................................................................84
CAPTULO II: La gestin petrolera.....................................................................87
Introduccin...................................................................................................................89
1. La actividad petrolera..............................................................................................90
2. La conducta estatal................................................................................................105
3. El petrleo en la nueva dimensin administrativa
y comercial de Venezuela......................................................................................115
4. Segundas conclusiones parciales.........................................................................134
Anexo estadstico.........................................................................................................136
CAPTULO III: La acentuacin de la dependencia neocolonial..............143
Introduccin.................................................................................................................145
1. De la estructura tradicional a la estructura del petrleo..................................147
2. Terceras conclusiones parciales ..........................................................................165
Conclusiones generales...........................................................................................167
Fuentes y bibliografa............................................................................................. 169
Presentacin
Prlogo
de la primera edicin
Cul puede ser ese parentesco histrico entre Gmez y los monarcas de
Francia y Rusia? Hay que estar muy hipnotizado por el recuerdo del disfrute
palaciego y las fraternidades con los infinitos hijuelos del dictador para decir
semejante disparate. Si alguna gracia tuvieron esos monarcas europeos, pese
al derecho divino, a las infinitas crueldades de sus gobiernos y a la espesa
miseria que acumularon a la larga, fue la de haber consolidado a sus naciones
como verdaderos Estados nacionales. Proyectos que no solo desafiaron
el orden europeo conocido en el cual Holanda y Gran Bretaa oficiaban
de grandes tutores, sino que impulsaron un desarrollo autnomo dndole
apoyo a un brote capitalista osado y competitivo, que en el caso francs tuvo
en Jean Baptiste Colbert su estratega ms esclarecido. Mientras bajo esos
monarcas el desarrollo de la industria y la proteccin del mercado interno
se convertan en la pieza maestra del proyect nacional, en la Venezuela de
Gmez la economa petrolera era, como dijo Alberto Adriani, una provincia
extranjera enclavada en nuestro territorio y Venezuela entraba en su ms
agudo proceso de desnacionalizacin. Y no hagamos comparaciones en el
orden del desarrollo de la ciencia y la cultura entre aquellos despotismos,
especialmente el francs, y el despotismo patibulario de Gmez, de
anemia cultural, de zoologa desatada, acaso equiparable con el tiempo de
los grandes reptiles donde no hubo sino huellas de gigantescos animales.
Perdonen los lectores, pero es que tener que hablar de una comparacin
absurda no produce sino clera.
Recientemente la Contralora General de la Repblica ha publicado
una investigacin sobre las propiedades de Juan Vicente Gmez, donde
se hace un arqueo de su pavorosa avaricia personal que lo coloca fuera de
toda comparacin decente con nadie. Y mucho menos con los grandes
caudillos de la monarqua absoluta en Europa. Ese estupendo trabajo de la
Contralora a cargo de Crislida Dupuy se limit a rescatar de los registros
pblicos todos los documentos que ao tras ao, desde su llegada a Caracas
como lugarteniente de Cipriano Castro, asentaban los infinitos negocios
del dictador. Y pese a la aparente asepsia de enumerar uno tras otro, ao
tras ao, estado por estado, las compras de tierras, hatos, fundos, haciendas,
casas, solares, lotes de terrenos, minas, barcos, potreros, edificios, fbricas,
islas y por supuesto, concesiones petroleras, al terminar de leer el informe,
nadie queda neutral frente a semejante depredador.
Y cuando uno totaliza los nmeros, se encuentra con que el dictador
lleg a tener 551 casas aproximadamente, 445 haciendas de diversas
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el capital extranjero, como por el cierre del crdito exterior que forz al
gobierno a un mayor endeudamiento interno.
Pero el proyecto de los terratenientes de un banco agrcola rebrotar
durante el Septenio guzmancista, aunque Guzmn Blanco torear las
demandas, dndole largas, y usando a su anciano padre, pero an prestigioso,
para entretener la presin de los agricultores. Y durante el Septenio la
aspiracin terrateniente no va a lograrse. Sin embargo, con el ascenso de
Linares Alcntara, cuya crisis con Guzmn es ms interesante de lo que
se ha dicho hasta ahora, se avanza ms en la direccin del ansiado banco
agrcola. Y el 6 de diciembre de 1877 dicta un decreto, dando cumplimiento
a las promesas hechas a los agricultores, mediante el cual se ordena al Banco
Caracas que hiciera un apartado de 800 venezolanos diarios del Fondo de
Crdito Exterior, a fin de que el Congreso pudiese dictar una ley para el
establecimiento inmediato del Banco de Crdito Territorial, para atender
al bienestar y desarrollo de la agricultura, la cra y dems industrias. Un
proyecto que se frustr tanto por las presiones de capital extranjero y la
oligarqua mercantil como por la sorpresiva muerte de Alcntara. En el resto
del tiempo guzmancista, pese a la presin de los terratenientes, el proyecto
no fue objeto de nuevos replanteamientos.
Sin embargo, en la campaa electoral del 97, el candidato crespista,
general Andrade, hace una promesa referente al ya legendario Instituto
de Crdito Territorial. Promesa que no cuaja pues la crisis poltica que se
desata con el ascenso de Andrade y luego con su derrocamiento en 1899,
clausura toda posibilidad concreta.
Como puede observarse, el pedimento terrateniente de un banco
agrcola que preste a bajos intereses y a largos plazos es una constante
conflictiva a todo lo largo del siglo XIX. Y es, como ya hemos dicho, uno
de los asuntos ms conflictivos en los desajustes del sistema de dominacin
y en las tensiones y enfrentamientos entre comerciantes y terratenientes.
Y la no creacin de dicho banco es en primer trmino una consecuencia
de la correlacin de fuerzas en el sistema de dominacin. La hegemona
dentro del mismo de la oligarqua mercantil-usuraria, ms tarde mercantilbancaria, fue constante a todo lo largo del siglo XIX. Era un grupo social
cuya fuerza principal la daban las casas mercantiles, mayoritariamente
extranjeras, instrumentos de la presin metropolitana, defensora de la
estrategia librecambista y de los tratados de comercio impuestos a Venezuela
y devota de la ortodoxia liberal que alegando la no intervencin estatal en la
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La dictadura gomecista
y las mltiples determinaciones de lo interno
Otra contribucin importante que este libro dara se refiere a la
divulgacin de razones contra otra tesis que comienza a propagarse.
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del famoso monarca francs, se topar con su gran ministro Jean Baptiste
Colbert, gran estratega del industrialismo y de la consolidacin del
brote capitalista en aquella Francia imperial, personajes que nada tienen
que ver con ese siervo del imperialismo norteamericano que fue Juan
Vicente Gmez. Y por otro lado, apreciar que a pesar de las mltiples
determinaciones de lo interno, que nadie puede ignorar, el imperialismo
est all, el contexto capitalista est all y el tejido geopolttico dentro del
cual est apresada Venezuela, tambin est all; que la economa petrolera
no es una simple inocencia interna sino que tiene una vivsima relacin con
el imperio y su estrategia, y que las fuerzas sociales y niveles institucionales
que conforman el sistema de poder en lo interno tambin se enlazan dentro
de la misma relacin.
Simon Sez Mrida
Introduccin general
Durante los ltimos quince aos de la dictadura del general Juan Vicente
Gmez comprendidos entre 1920 y 1935 la nacin venezolana
comienza un proceso de relativas modificaciones en la estructura de su
economa, cuya dinmica tiene al petrleo como elemento principal de su
fuerza. Localizados fundamentalmente en el sector minero, tales cambios
configuran a Venezuela como pas donde la actividad agrcola decrece
mientras la riqueza petrolera se afianza, promoviendo un auge econmico sin
precedentes y un fortalecimiento del Estado como expresin e intrumento
de las clases que dirigen el acontecer nacional.
Junto con el inicio de estas modificaciones, el petrleo tambin impulsa
la acentuacin de la dependencia neocolonial de Venezuela. Como regin
que ahora se inserta ms intensamente al mundo del capitalismo, sus nexos
comerciales se orientan con mayor solidez hacia el mercado norteamericano,
a la vez que los recursos de capital provenientes de esa zona penetran
al pas bajo un marco estratgico de neto corte imperialista. El control
ejercido por los empresarios extranjeros tanto en los mecanismos de la
produccin petrolera como en los del comercio exterior son, para entonces,
las manifestaciones ms notables de este nuevo grado de subordinacin.
La actividad agrcola, que hasta esos aos haba constituido la base
econmica de la vida nacional, entra en una larga etapa de estancamiento
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CAPTULO I
La gestin agraria
Introduccin
La gestin agraria cumplida por la dictadura del general Juan Vicente
Gmez durante sus ltimos quince aos de ejercicio gubernativo, permite
hablar de una prctica antes que de una poltica referida al campo. Si
entendemos la expresin poltica agraria como un cuerpo coherente
y sistemtico de teoras, proyectos y tareas concretas para promover
modificaciones sustanciales en el sector rural del pas, resulta inadecuado afirmar
que su equipo administrativo cumpli con tales requisitos de funcionamiento.
En efecto, hasta donde sabemos, no hubo en esta materia una cuidadosa
elaboracin programtica mediante la cual el gobierno propusiera objetivos
y mecanismos operacionales bsicos para el cumplimiento de sus propsitos.
Ni hubo, consiguientemente, realizaciones capaces de evidenciar un
sentido de continuidad en el logro de semejante empresa. La estructura
caudillesca y ejecutivista del rgimen obstaculiz ambas cosas porque sus
procedimientos autocrticos no brindaban oportunidades para el frecuente
estudio crtico de los proyectos, aunado esto a la dificultad de obtener una
seleccin ms racional de cuadros que garantizaran la marcha eficaz de sus
propios acuerdos.
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La gestin agraria
1 No conocemos con exactitud el monto total de las propiedades del general Gmez; sin embargo,
tenemos datos aislados que podran dar una idea ligeramente aproximada de las mismas. Por ejemplo,
hay informaciones acerca de sus haciendas de cacao en Barlovento (EE.UU. de Venezuela, Memoria de
Salubridad, 1933, vol. III, p. 88); sus ganados (EE.UU. de Venezuela, Memoria de Fomento, 1923, p.
XXXI); algunas de sus haciendas del estado Aragua (EE.UU. de Venezuela, Memoria de Salubridad,
1934, vol. III, p. 32) experimentaciones agrcolas en fundos de su propiedad (EE.UU. de Venezuela,
Memoria de Fomento, 1925, vol. I, p. XXXI), etctera.
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En 1933, el director de la Estacin de Inmigracin y Colonizacin del Campo de San Jacinto, se refiere
a Gmez como ... el primero de los agricultores y criadores venezolanos... (EE.UU. de Venezuela,
Memoria de Salubridad, 1933, vol. III, p. 544).
Una comprobacin indirecta la hallamos en el siguiente aviso aparecdo en 1931:
AVISO. El Gobernador del Distrito Federal hace saber a los que soliciten trabajo, que el General Juan
Vicente Gmez, Presidente de los Estados Unidos de Venezuela, necesita, por ahora, de dos mil a tres
mil peones para sus haciendas, los cuales devengarn salarios de Bs. 5, Bs. 4 y Bs. 3 diarios, segn la
capacidad de cada quien.
Los interesados pueden ocurrir a inscribirse a la Prefectura del Departamento Libertador
y a obtener pasajes hasta Maracay. Caracas: 27 de agosto de 1931.
(El Nuevo Diario, Caracas, viernes 28 de agosto de 1931, Ao XIX. N. 6.720, Edicin
de 12 pp., p. 1).
Recientemente una informacin de prensa trajo noticias acerca de tierras que pertenecieron a J.V.G.,
ubicadas en el Distrito Capacho, estado Tchira (El Nacional, Caracas, lunes, 5 de octubre de 1970, p.
D-15); y en 1983, la Contralora General de la Repblica, ha publicado el trabajo de Crislida Dupuy.
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La gestin agraria
Para ello era indispensable elevar la tcnica aplicada a los cultivos, lo cual se
convirti en uno de los temas de ms viva referencia por parle de ministros y
funcionarios ligados directamente a tal problemtica. As, en 1931, el titular
de Salubridad y de Agricultura y Cria, al referirse a los proyectos inmediatos
de su recin fundado Despacho, hablaba de ello como cuestin fundamental:
... se propone este Ministerio expresaba laborar tesoneramente en el
implantamicnto de la agricultura sobre bases cientficas que permitan su ms
amplio y ventajoso desarrollo, por ser dicha industria una de las principales
fuentes de prosperidad nacional. A tal fin se iniciar una campafta de
propaganda racional sobre la conveniencia de establecer nuevos mtodos
de cultivo y la escogencia de determinados productos de inmediatos y
positivos resultados para el comercio venezolano [...]2.
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4 EE.UU. de Venezuela, Memoria de Salubridad, 1932, vol. I. p. XXV. Al respecto, hallamos una
informacin ms amplia en el Esquema de las actividades de la Direccin de Agricultura y Cra, del
mismo Despacho de Salubridad. Resumimos:
I) Proteccin de plantas y animales (prevencin y combate de enfermedades y plagas, proteccin de
animales y proteccin de bosques y aguas).
II) Investigaciones agrcolas, forestales y animales (servicio de investigaciones agropecuarias y fundacin
de Campos y Estaciones experimentales).
III) Fomento de las explotaciones agrcolas, forestales y animales (labores de divulgacin /Publicaciones,
enseanza ambulante, demostraciones en establecimientos oficiales, demostraciones en las propias
fincas particulares, etctera/; servicio de fomento agropecuario /Reparticin de semillas y plantas/,
fomento de los bosques, servicio gratuito de monta, concursos, inmigracin y colonizacin /Oficina
de Inmigracin, Colonizacin, Turismo y Deporte/. De estos ramos, el de Inmigracin y Colonizacin
tuvo escasa actividad). EE.UU. de Venezuela, Memoria de Salubridad, 1934, vol. III, pp. 9-10).
Ver tambin: EE.UU. de Venezuela, Memoria de Salubridad, 1935, vol. III, pp. 9-506, y Memoria de
Salubridad. 1936, vol. III. pp. 9-267).
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Y de inmediato agregaba:
... la magnitud de los beneficios que ofrece este Instituto con sus prstamos
amortizables a largos plazos y a mdicos intereses, y sus facilidades para el
despacho de las solicitudes y el pago de las cuotas, lo pone en evidencia el
hecho de haberse agotado el capital inicial, y de existir ya un considerable
nmero de solicitudes que han quedado pendientes en espera del nuevo
aporte de capital previsto por la Ley de la Institucin5.
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grado suficiente como para ofrecer datos y cifras con cierto margen de
fuerza probatoria17.
De todos modos, el negocio de las tierras baldas form parte de la prctica
agraria del gomecismo. No hubo en l una lnea ascendente referida al monto
de sus operaciones o de sus ingresos. Cada ao result diferente su dinmica. En
1926 fueron vendidas 47.322 hectreas por valor de Bs. 45.101,45, y asignadas
gratuitamente 4.395 hectreas18. De estas lneas de funcionamiento, la relativa
a ventas totaliz en 1930 la suma de Bs. 20.286,00 por concepto de 13.840
hectreas de segunda clase19; y Bs. 35.860,00 por 3.857 hectreas de diversa
calidad en 193120; mientras que durante 1935 solo se registraron dos operaciones:
una por Bs. 1.711,50 (1.711 hectreas) y otra por Bs. 3.746,00 (3.746 hectreas)21.
En lo tocante a entregas gratuitas (las cuales beneficiaron especialmente
a medianos agricultores y criadores), anotamos que del total de 24.669
hectreas concedidas en 192222 se baj cada vez ms en volumen, hasta
llegar a 2.000 hectreas en 193023. Solo el ao 1928 fue especial en este
orden de hechos. Para esa oportunidad el general Gmez alcanz a resolver
un antiguo y complicado litigio relativo a un lote de terrenos frtiles y
boscosos con superficie de 125.000 hectreas en el estado Falcn. Cultivado
por vecinos que lo consideraban zona baida, fue requerido por un nico
propietario, quien, al parecer, proyectaba usufructuarlo en forma exclusiva.
Fue entonces cuando el jefe del Gobierno orden su compra e inmediata
donacin a los distritos Silva, Federacin y Acosta, donde se hallaban
ubicados. Segn el documento respectivo, las municipalidades de dicho
distrito quedaban ... obligadas a conceder gratuitamente a ocupantes todas
las tierras que cubran actualmente sus haciendas y sus potreros cercados, y
tambin las que sean necesarias, habida cuenta de la situacin de los lugares,
para el ensanche natural de esos fundos [...]24.
Tal medida, evidentemente orientada a la proteccin de terratenientes de
esa rea, no exclua la posibilidad de contribuir a la formacin de medianos
17 EE.UU. de Venezuela, Memoria de Fomento, 1929, vol. I, p. XXIX.
18 EE.UU. de Venezuela, Memoria de Fomento, 1927, vol. I, p. XXVIII y vol. II, Direccin de Tierras
Baldas, Industria y Comercio, pp. 7-105; 286-291.
19 EE.UU. de Venezuela, Memoria de Salubridad, 1931, pp. 427-487.
20 EE.UU. de Venezuela, Memoria de Salubridad. 1932, vol. II, pp. 59-87.
21 EE.UU. de Venezuela, Memoria de Salubridad, 1936, vol. III. pp. 271-274.
22 EE.UU. de Venezuela, Memoria de Fomento. 1923, p. XIII.
23 EE.UU. de Venezuela. Memoria de Salubridad, 1931, pp. 488-489.
24 EE.UU. de Venezuela, Memoria de Fomento, 1929, vol. I, pp. XXV-XXVI.
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ello se sumaban las ventas, sobre todo, cuando por ser terrenos de primera
clase, aumentaban su precio de un modo considerable. Fue as como lo
percibido por estos conceptos, aun cuando notablemente inferiores a los
de los renglones antes mencionados, contribuy tambin a aumentar los
recursos del fisco34. Hubo, sin embargo, aos como el de 1928 durante los
cuales se ordenaron rebajas en algunos impuestos aplicados a productos
que, como el aceite de copaiba y el caucho, haban sufrido depreciaciones
efectivas en los centros de consumo35, por lo que result consiguientemente
afectado el volumen normal de los ingresos que el Estado derivaba por
tales conceptos.
De todos modos, no fue este un rengln vital y siempre ascendente en
el incremento del Tesoro Pblico. Y, a medida que el pas acentuaba sus
rasgos de productor minero, era ms notable la insignificancia de su aporte
en tal sentido.
3. La modernizacin rural
Volvamos a una de las ideas predominantes en los colaboradores del
general Gmez, la modernizacin rural. Parece claro que ellos pensaban
ms en hacer eficaces los medios y procedimientos de la produccin que en
cambiar las estructuras del campo o las relaciones inherentes a su proceso
productivo. Antes que promover ese tipo de modificaciones, les interesaba
mejorar la situacin de los propietarios y elevar la productividad de sus
fundos. Segn parece, una clara y urgida conciencia de clase orientaba
su comportamiento. Por tal razn y sin sospechar que a la larga esto
hubiera podido revertirse contra el sistema intentaban utilizar parte de
los recursos fiscales para mejorar aspectos tcnicos, educativos y sanitarios,
vinculados con el quehacer agropecuario. La creciente superacin de los
procedimientos tradicionales para el logro de mejores rendimientos internos,
era una de las tareas a cumplir.
En este sentido, el rgimen emprendera jomadas de cierta importancia
en el plano divulgativo, las cuales constituan los primeros ensayos de una
conducta oficial que ms tarde habra de caracterizarse por una mayor
y ms sistemtica participacin del sector pblico en la vida econmica
34 EE.UU. de Venezuela, Memoria de Fomento, 1931, vol. I, p. XLV.
35 EE.UU. de Venezuela, Memoria de Fomento, 1929, vol. I, p. XXXI.
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Comercio, pp. 187-210; Memoria de Fomento, 1929, vol. II, Direccin de Tierras Baldas, Industria
y Comercio, pp. 82-125 y 335-349, etc.
45 EE.UU. de Venezuela, Memoria de Fomento, 1923, p. XXII.
46 EE.UU. de Venezuela, Memoria de Salubridad, 1933, vol. III, p. 80.
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47 EE.UU. de Venezuela, Memoria de Fomento, 1925, vol. II, Direccin de Tierras Baldas, Industria y
Comercio, p. 206.
48 EE.UU. de Venezuela, Memoria de Salubridad, 1931, p. 533.
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4. Contenido de clase
Se ha observado ya que la obra proyectada y la parte cumplida por
Juan Vicente Gmez en esta materia no tuvo como meta el cambio de las
estructuras del campo, por cuanto ella, enmarcada en los lmites estrictos
del sistema, tenda en lo posible a modernizar la dinmica agropecuaria y
reducir, mediante el aumento de la propia produccin, el volumen de las
importaciones realizadas en estos aspectos. Por tales motivos, en ningn
63 Ibdem, vol. I, p. XXXVI.
64 Los primeros partieron hacia Puerto Rico, y los segundos hacia Uruguay (Ibdem, vol. I. p. XXXVIII).
65 dem. A nivel de proyectos y planteamientos tericos, hallamos algunas cuestiones de importancia,
aun cuando no llegaron a ser realizadas. Por ejemplo, en 1926, el general Gmez recomendaba a los
presidentes de estados y gobernadores de territorios federales, la fundacin de ... granjas modelos
donde los nios, en ntimo contacto con la naturaleza, aprendieran a cultivar la tierra y a encarrilar de
esa manera sus aspiraciones por los amplios caminos de lo prctico y de la sencilla expenencia (EE.
UU. de Venezuela, Memoria de Salubridad, 1931, p. 453).
Aos despus, en 1930, se insinuaba a las Asambleas Legislativas de los Estados ... la conveniencia de
fijar en la nueva Ley de Presupuesto, ... una suma mensual no menor de mil bolvares con el fin de ser
destinada exclusivamente al sostenimiento de un ingeniero agrnomo titular que se encargara en cada
Estado, bajo el control del Primer Mandatario Regional, de la enseanza agrcola y de la direccin y
administracin de la Granja Modelo establecida de conformidad con la previsora recomendacin dol
Benemrito General Juan Vicente Gmez.
De esta manera concluye el informe las Granjas Modelos [...] sern el asiento principal de
la enseanza rural en los Estados, la que efectuada directamente en el campo y de acuerdo con
las condiciones de cada regin y terreno, formar individuos prcticos que servirn ms tarde de
instructores o administradores conscientes de cualquiera explotacin agrcola (Ibdem, p. 454).
Finalmente, por disposicin del 31 de marzo de 1932, el ministro de Instruccin Pblica autorizaba
la enseanza de rudimentos de agricultura a los alumnos de escuelas primarias tanto oficiales como
privadas. Desconocemos los resultados de esta medida (EE.UU. de Venezuela, Memoria de Salubridad,
1933, Vol. III, pp. 185-191).
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Era esta una colaboracin oficial para varios dueos de fincas, interesados
en combatir el paludismo, convertido en amenaza constante de peones y
vecinos83. En esas circunstancias, era necesario resguardarles la salud para
evitar menguas en el rendimiento de sus faenas y, consiguientemente, en su
productividad como mano de obra. Los hacendados andinos necesitaban
conservar el buen estado de sus trabajadores, por lo que deban mantener
a raya toda posible amenaza de paludismo que pudieran traer quienes
procedan de las vecindades llaneras. A ello, pues, responda dicha remesa.
Mas lo revelador del hecho consiste en la gratuidad del servicio. El envo
de estas pastillas dice el ministro es un obsequio gratuito que les hace
nuestro Benemrito Jefe el General Gmez, y por lo tanto, ningn valor
tiene que cubrir al respecto, como usted lo sugiere...84. De suerte que
ante este afn de los terratenientes por defender sus bienes (mediante la
conservacin de la salud de su peonada), hallamos la mano obsequiosa del
Gobierno compartiendo tambin dichos afanes.
Es que en la zona andina la finca cafetalera poda ser considerada, en
cierta medida, como parte de la fundamentacin del rgimen, debido al
apoyo poltico regional que le prestaban sus dueos. All funcionaba una
mutua dependencia. El bienestar y la prosperidad de uno contribuan a la
estabilidad del otro. Y aunque el petrleo era ya el principal soporte de
la dictadura, las clases dominantes ligadas a la riqueza agropecuaria
sobre todo a la del caf contaban an como factores del poder poltico
constituido. Por tal circunstancia, nada ms lgico que esta correlacin de
ambas entidades.
Otro caso de apoyo indirecto a los hombres del campo lo hallamos
finalmente en el comportamiento de las autoridades sanitarias ante la prctica
monopolista de la Compaa Ganadera Industrial Venezolana. Esta empresa,
subsidiada entonces por el Gobierno, controlaba gran parte del mercado
caraqueo y ciudades cercaas. En mayo de 1935, al intentar la ampliacin
de su radio de competencia, denunciaba las fallas de algunos expendios
de carne ubicados en la capital. Era extrao para sus directores que tales
expendios no funcionaran como las carniceras modelos establecidas por
la compaa. Por lo tanto, sugeran su clausura para beneficio propio.
83 EE.UU. de Venezuela, Memoria de Salubridad, 1936, vol. I, p. 28.
84 dem. (Entre los propietarios estaban el general J. A. Gonzlez, el doctor Amenodoro Rangel L. y el
seor Marco Tulio Villamizar).
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Ms adelante agregaba:
Hay en la parte norte del estado Portuguesa, alrededor de 200.000 hectreas
del mejor terreno, en su mayor parte plano, alrededor de 100.000 de los
cuales son de fcil acceso para el trabajo, estando ocupadas en algunos
sitios por pastos y en otros por matorrales. Aqu puede cultivarse el arroz
a un costo bajo, preparando el terreno con maquinarias. Pueden usarse
tractores para arar el terreno y despus de rastrillado pueda sembrarse
el arroz sin incurrir en grandes gastos. El declive del terreno es suave y
el agua se desliza sobre l, fcilmente. En esta regin, la gente se dedica
a la cra de cerdos y gallinas, pero la industria principal es la ganadera.
Se encuentran algunas plantaciones de maz y caa de azcar, as como
tambin de algodn, pero este ltimo se cultiva junto con el maz, lo cual
est muy mal hecho. En trminos generales, hay muy poca agricultura en
este Estado, lo cual es lamentable ya que el terreno es muy frtil y estos
llanos hermosos estn desolados [...]89.
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Esa mentalidad era estimulada tambin desde el exterior por los agentes
de las empresas capitalinas. En efecto, desde las metrpolis se sola enviar
publicaciones donde se recomendaban los procedimientos ms adecuados
para cuidar cultivos y mejorar resultados durante los ciclos de siembra,
limpia, cosecha, etctera. En julio de 1933, por ejemplo, el Ministerio de
Salubridad y Agricultura Cra recibi varios ejemplares del Boletn Oficial
editado por la Direccin de la Oficina Internacional de Fabricantes de Cacao
y Chocolate. Un estudio all publicado bajo el ttulo La clase de cacao que el
fabricante desea, anotaba recomendaciones acerca de la variedad botnica
ms conveniente para el cultivo, e indicaba los procedimientos ms eficaces
para la recoleccin, limpieza, ensacado y transporte del fruto.
Ahora bien, cmo se explica esta conducta? Los autores aclaran:
En trminos generales, puede decirse que la preferencia del pblico para
ciertas especies de cacao en polvo y de chocolate, es la que determinan la
especie de habas de cacao que desea el fabricante. El consumo ser tanto
mayor a medida que los cultivadores puedan suministrar ms fcilmente
las habas de cacao que correspondan a la preferencia del pblico. Y un
aumento del consumo ser ventajoso para el cultivador y el fabricante99.
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cafeto] crecen y se desarrollan por su cuenta, sin que el hombre tenga que
hacer con ellos otra cosa que recoger el fruto ya maduro114.
Los mecanismos de financiamiento de este sector tampoco funcionaron
con la esperada eficacia, convirtindose en otro de los factores limitativos
de esta prctica gomecista. Aun cuando, con base en una meta muy clara,
el Banco Agrcola y Pecuario abra en 1928 una lnea de crditos a lo largo
del pas, sus fondos no llegaron a cubrir siempre todas las peticiones de los
urgidos propietarios. Recordemos que a raz de su fundacin sobrevino la
crisis mundial de 1929, cuyos efectos se sintieron muy pronto en la economa
venezolana. El mercado externo se contrae; los frutos de exportacin
bajan de precios y, en consecuencia, las actividades agrcolas y mercantiles
tienden a reducir su rea de operaciones115. Semejante desajuste agrava ms
el malestar del agro. Es entonces cuando el banco adquiere mayor sentido
114 EE.UU. de Venezuela, Memoria de Salubridad, 1933, vol. III, p.103.
En este mismo Informe, el agrnomo Hiplito I. Saltero completa los siguientes puntos:
1) Caf: ... Los conocimientos que sobre el cultivo del caf poseen los agricultores de esta zona [entre
Ciudad Bolvar, Upata y El Palmar] son muy rudimentarios, limitndose tan solo a practicar alguno
que otro desyerbo de vez en cuando [...].
Me di cuenta de que todos los rboles de caf necesitaban urgentemente una poda y por eso trat
de hacer ver a los agricultores la conveniencia de que podasen sus rboles y les instru sobre el modo
prctico y ms adecuado de efectuar la operacin.
Para hacer nuevas siembras, esto es, para levantar nuevas plantaciones, se utilizaban los arbolitos
que crecen debajo de los rboles en produccin, producidos por las semillas que caen al suelo. Esta
es una prctica mala, debido a que no hay una oportunidad para seleccionar semillas y mucho ms
cuando no se hace tampoco ninguna seleccin de los arbolitos que van a ser usados para hacer nuevas
siembras (dem).
2) Caa de azcar: En el cultivo de la caa se emplean mtodos muy primitivos. No se ara ni se prepara
el suelo en forma alguna. Las siembras se hacen en hoyos y las semillas se entierran un poco inclinadas
en el hoyo. No se le ofrece ningn otro cuidado a la plantacin hasta el momento de la cosecha.
Los agricultores parecen no tener una idea precisa del momento exacto en que la caa est madura
y la dejan florecer completamente. Pueden verse a menudo plantaciones enteras en las que todas las
caas han estado florecidas por tres o cuatro semanas y an no han sido cortadas. Esto representa la
prdida de una cantidad algo considerable de sacarosa. El agricultor tan solo se conforma con que la
caa sirva para hacer papeln o aguardiente (Ibdem, pp. 103-104).
3) Arroz: Los mtodos usados generalmente en el cultivo del arroz son muy inadecuados. Se
acostumbra echar a veces hasta 25 semillas por hoyito. Esto he tenido ocasin de comprobarlo
contando el nmero de plantas que crecen juntas en un hoyito en una plantacin ya establecida.
Adems la distancia usada entre cepa y cepa es excesiva. Debera reducirse con el objeto de obtener
mayor produccin (Ibdem, vol. III, p. 104).
115 Por ejemplo, refirindose solo a una parte de la regin occidental, el administrador del Ferrocarril
Nacional de La Vela de Coro, seor Augusto Bitter, dice:
... casi se puede decir que en el ao de la cuenta [1933] no ha habido exportacin: el caf,
las pieles y la boiga, cargas que le dan vida a la empresa, no tienen salida por los precios
bajos en el mercado exterior... (EE.UU. de Venezuela, Memoria de Obras Pblicas, 1934,
vol. I, p. 224).
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81
La gestin agraria
119 Esta observacin no ignora ni niega la certeza de algunos hechos cumplidos al margen del presupuesto
de las actividades del BAP. Por ejemplo, el 24 de julio de 1934, el general Gmez acord un crdito
adicional montante a diez millones de bolvares (Bs. 10.000.000,00) para ser distribuido entre los
agricultores de caf y cacao que tuvieran necesidades (EE.UU. de Venezuela, Memoria de Salubridad,
1935, vol. III, p. 844).
120 Aun as, todava quedaban funcionarios para quienes la agricultura deba ser objeto de la mejor
orientacin oficial, a travs de organismos como el BAP. Sin embargo, sus planteamientos tenan
escasa resonancia. Al respecto, y a ttulo ilustrativo, copiamos parte del Informe presentado por la
Junta Directiva de dicho banco en junio de 1930:
... Respetuosamente, y de acuerdo con la letra C del artculo 4 del Reglamento vigente,
proponemos al Ministerio a su digno cargo [Ministerio de Salubridad y de Agricultura
y Cra], como reforma conveniente a la Ley del Instituto, que un 40% de las utilidades
se destinen a formar el fondo de reserva, un 40% se coloque tambin en hipotecas, un
10% se destine a otras operaciones bancarias, y el 10% restante se emplee en el desarrollo
y mejoramiento de la agricultura y de la cra. En realidad, creemos que el Banco no debe
limitar sus actividades a la simple ayuda monetaria a agricultores y criadores sino que est
llamado en no lejano futuro a ser fuente inagotable que satisfaga todas las necesidades e
inicie y estimule todos los progresos de las industrias madres del pas, dedicando parte de
sus utilidades a obras de evidente conveniencia como son la ilustracin de agricultores y
criadores mediante publicaciones y propagandas encaminadas a mejorar con procedimientos
los sistemas de cultivo y de cra; la utilizacin de tcnicos que estudien en las diferentes
regiones del pas el mejoramiento de los cultivos y mtodos existentes, y la adaptacin de los
que sean ms cnsonos con la naturaleza del lugar, indicndolos en el campo mismo a los
interesados; la ayuda para la consecucin de semillas y razas que traigan benficos aportes a
la economa agropecuaria nacional y hasta el ofrecimiento gratuito de las mismas, etc. (EE.
UU. de Venezuela, Memoria de Salubridad, 1931, pp. 535-536).
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La gestin agraria
123 Una idea acerca de la concentracin de la propiedad territorial en Barlovento la ofrece el agrnomo
Jenarine Singh en su Informe presentado al Despacho de Salubridad y de Agricultura y Cra, el 29
de diciembre de 1933. De acuerdo con el cuadro que anexa, hacemos el siguiente resumen:
Total de propietarios: 32 (de los cuales 25 residan en la propia regin barloventea)
Superficie total de las haciendas: 7.369 hectreas
Total de matas de cacao: 5.764.000 unidades
Rendimiento total en kg: 2.028.500
Rendimiento anual en fanegas de 50 kg: 40.410
Rendimiento en fanegas, trmino medio por cada 1.000 matas: 239,2
(EE.UU. de Venezuela, Memoria de Salubridad, 1934, vol. III, p 138).
Por otra parte, con referencia a uno de los propietarios de esa zona, el agrnomo H. Martorell deca
en su Informe de 1932:
Estas haciendas [las de J. Boulton, en los distritos Acevedo y Brion] cubren una extensin
de 5.000 hectreas, y hay en ellas 1.000.000 de rboles de cacao, incluyendo rboles viejos,
nuevos y nuevas fundaciones. Estas haciendas dan una produccin fcil de 6.000 fanegas
anuales. El seor Boulton es el agricultor de Barlovento que tiene el mejor mercado para
su cacao y por lo tanto el mejor precio (EE.UU. de Venezuela, Memoria de Salubridad,
1933, vol. III, p. 86).
124 En el Informe acerca de su gira de inspeccin sanitaria realizada a mediados de 1934 por la zona de
Barlovento, el doctor F. Nez Ponte, demostrando un profundo desprecio por el pueblo deca:
... Los habitantes de los referidos lugares [Distritos Pez y Brion] minados de enfermedades
diversas, no viven sino para dormir, despreocupados e indolentes, no observan ningunos
cuidados para defenderse de la insalubre e insana regin que habitan: estn inundados a
profusin de variadas plagas en mosquitos chupadores y moscas, pulgas, chinches, piojos,
cochochos y ladillas, ratas y ratones; los primeros conviven amaados en la piel asquerosa
y enferma de aquellas gentes infelices, cedindoles abonado terreno insensibilizado y
licicado (sic) por el desaseo de sus mal olientes cuerpos barnizados por ceroza capa de sucio,
mezcla de sudor y tierra; y as se asoman ya, muy a la vista, las miles y tantas contagiosas
enfermedades del negro puro y de los pocos blancos de Barlovento; all abundan las llagas,
desde las superficiales escoriaciones hasta las lceras fagedmicas, deformantes, ftidas y
mutilantes de los miembros, monstruosas elefantiasis y paquidermis deformantes de los
miembros, del pene y del escroto, las micosis, actinomicosis del maxilar y los fenomenales
botones y cavernas del pie de madura, todas las mscaras sintomticas del parasitismo
intestinal, el pian y el carare, sealados como patognomnicas de todos sus moradores, la
sfilis y enfermedades venreas y todo un conjunto ms de tantas otras observadas en mi
recorrido, a vuelo de pjaro, para lograr el mejor xito en la Comisin Especial que ese
Ministerio me encargara (EE.UU. de Venezuela, Memoria de Salubridad y de Agricultura
y Cra, 1935, vol. I, p. 202).
84
CAPTULO II
La gestin petrolera
Introduccin
Por lo que se refiere al petrleo, la gestin de Juan Vicente Gmez fue
notoriamente distinta. En efecto, mientras su Gobierno se comportaba
ante la crisis agrcola como un agente capaz de ofrecerles paliativos o
soluciones a los terratenientes afectados, la conducta oficial respecto de
este hidrocarburo presentaba otras caractersticas. La compleja naturaleza
de tan costosa actividad lo colocaba en una situacin diferente, cumpliendo
por ello un papel secundario y pasivo. Frente a un negocio que requera
cuantiosas sumas de capital y alto nivel tcnico, la Venezuela agraria de 1914
se hallaba imposibilitada para emprender tareas o tomar iniciativas propias
en tal sentido. Su precariedad econmica y su insuficiencia tecnolgica
mediatizaban al Estado para actuar en funcin de empresario. Como en
sus manos no estaban los recursos que permitieran costear un proceso de
semejante envergadura, no poda programar sus gestiones ni proceder como
capitalista autnomo. En rigor, esto era ms un asunto de factibilidad que
de subjetividad, aun cuando ni siquiera esta condicin se haba dado en las
altas esferas sociales de entonces. Por lo tanto, su comportamiento habra
de ser limitado e indirecto: el de un socio menor que solo posee uno de
los factores del negocio.
89
La gestin petrolera
Entre tanto, con base en sus mltiples facultades, las compaas europeas
y norteamericanas se encontraban listas para extender sus operaciones
hacia esta periferia, y presentar las ofertas de sus posibilidades, experiencias
y vinculaciones internacionales. Representantes de un capitalismo en la
ms alta fase tcnico-financiera lograda hasta ese momento, las empresas
entraran, as, en tratos con un pequeo pas de caudillos rurales, carente de
un moderno aparato poltico-administrativo que pudiera concluir, del modo
menos oneroso, los trminos de una inevitable negociacin petrolera. En
estas condiciones y neutralizada la conducta relativamente nacionalista
que, hasta cierto lmite, haba representado Cipriano Castro el gobierno
opt por la alternativa ms til a sus intereses de clase: las de las concesiones
que le facilitaran medios eficaces para fortalecer su dominio poltico.
De esta manera, sin el menor sentido de lo propio, entraba en marcha el
otorgamiento de permisos y privilegios con base en los cuales, junto a las
especulaciones de contratistas criollos, el capital petrolero penetraba en
la economa venezolana y comenzaba a ejercer variados controles de sus
mecanismos. Los representantes del rgimen, en actitud subordinada y
obediente, consumaban la entrega de las nuevas riquezas, inicindose el
recorrido de un camino en cuyo trnsito la voz dominante sera, desde
ese instante, la del capital forneo y sus aliados internos. El Gobierno de
Gmez, como expresin de tales intereses, cumpla as el rol asignado por
tan novedosa dinmica.
1. La actividad petrolera
Ahora bien, este nuevo negocio que insertaba plenamente al pas en
la rbita del capitalisno universal125, halla en la dcada de los aos veinte
125 Esta insercin acenta el carcter dependiente del proceso histrico venezolano, con marcada evidencia
en el plano econmico. Ms de un especialista de la historia de la economa venezolana, ha reparado
en esta circunstancia. Ver, por ejemplo, los siguientes:
- Brito Figueroa, Federico. Historia econmica y social de Venezuela, vol. II, pp. 359-379.
- Malav Mata, Hctor, Petrleo y desarrollo econmico de Venezuela, pp. 73-82.
- Maza Zavala, D. F. Venezuela, una economa dependiente, p. 18.
- Mieres, Francisco. El petrleo y la problemtica estructural venezolana, pp. 177-179 (aunque se refiere
solo a las ltimas dcadas).
- Rangel, Domingo Alberto. Capital y desarrollo. El Rey Petrleo, pp. 110-111, etc.
Con relacin a este asunto, el doctor Maza Zavala, refirindose al cambio producido por el petrleo
en las relaciones econmicas internacionales del pas, dice:
90
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La gestin petrolera
gastado (Bs. 102.117.079,93). Tal diferencia, ... montante a Bs. 36.811.182,79, fue soportada por el
Fondo de Reservas del Tesoro, previsivamente conservado en depsito, el cual era para el 1 de enero
de 1921 igual a Bs. 72.866.513,83 habiendo quedado reducido para el 31 de diciembre del propio ao
a Bs. 36.055.331,04 (EE.UU. de Venezuela, Memoria de Hacienda, 1922, pp. B-Bl).
Para ver cmo la crisis afect 1a labor administrativa del Gobierno, vase, por ejemplo: EE.UU. de Venezuela,
Memoria de Obras Pblicas, 1923, vol. l, p. 3).
127 Ver cuadro N. 1.
128 Para una idea acerca de los fundamentos legales que sirvieron de base a estas transacciones, ver las Leyes
y Reglamentos de Minas correspondientes a dicho perodo. Hay varias publicaciones, por ejemplo:
EE.UU. de Venezuela, Ministerio de Fomento, Recopilacin de Leyes y Reglamentos de Hidrocarburos
y dems minerales combustibles. Caracas, Editorial Bolvar, 1937, pp. 514; Concordancia de Leyes
sobre Hidrocarburos y dems minerales combustibles, 1922-1925-1928-1936-1938, preparada para uso
particular, Standard Oil Company of Venezuela, C.A., Lago Petroleum Corporation, Compaa de
Petrleo Lago. Caracas, 1941, pp. 99.
129 EE.UU. de Venezuela, Memoria de Fomento, 1923, Direccin de Minas, pp. 8-19.
130 EE.UU. de Venezuela, Memoria de Fomento, 1925, vol. I, p. 316.
131 Ibdem. vol. I, p. 279.
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La gestin petrolera
94
petrolero. As, la Ley sobre hidrocarburos y dems minerales combustibles del 19 de junio de 1920
estableca en su artculo 6.:
La Nacin no garantiza en ningn caso la existencia del mineral mediante los contratos de
explotacin, ni queda obligada, en virtud de tales contratos, ni por el permiso de exploracin,
a saneamiento ni a indemnizacin de perjuicios por ningn respecto hacia el contratista ni
a los terceros a quienes lesiona el acto, quedando a estos a salvo su accin de nulidad y las
dems que proceden en resguardo de su derecho (Recopilacin de Leyes y Reglamentos de
hidrocarburos..., p. 54).
137 EE.UU. de Venezuela, Memoria de Fomento, 1925, vol. I, pp. 98-109. Vase tambin: EE.UU. de
Venezuela. Memoria de Fomento, 1927, vol. I, pp. VIII-IX, 34-45 y 48-52; EE.UU. de Venezuela,
Memoria de Fomento, 1935, vol. I, pp. Xlll-XlV, 22-27 y 38, etc.
138 EE.UU. de Venezuela, Memoria de Fomento, 1927, vol. I, pp. XII y 65-67.
139 Acerca del origen del Gobierno de Gmez, vase lo siguiente:
- Brito Figueroa, Federico: ob. cit. vol. II, pp. 366-367.
- Fuenmayor, Juan Bautista: 1928-1948. Veinte aos de politica, pp, 10-11.
- Gallegos Ortiz, Rafael: La historia poltica de Venezuela, pp. 93-117.
- Machado, Eduardo: Las primeras agresiones del imperialismo contra Venezuela, pp. 27-28.
- Mejia Alarcn, Pedro: Algunas notas sobre economa y poltica petrolera, pp. 5, 7, 25.
- Mieres, Francisco: ob. cit., 190-194.
- Rangel, Domingo Alberto: ob. cit., p. 111.
- Salcedo Bastardo, J. L.: Historia fundamental de Venezuela, pp. 609-612.
- Segnin, Yolanda. La consolidacin del rgimen de Juan Vicente Gmez, Caracas, 1982, pp. 180.
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La gestin petrolera
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La gestin petrolera
147 A principios de diciembre de 1930, el diario El Universal insertaba en su primera pgina la informacin
siguiente:
La Standard Oil Company of Venezuela pidi permiso al Gobierno nacional para importar
un aeroplano Fairchild para su uso.
En su solicitud la Standard Oil consider el avin como material exonerable de derechos
arancelarios de importacin.
El Ministerio de Fomento decidi que dicho artefacto no est comprendido entre los
artculos exonerables conforme a la Ley sobre Hidrocarburos, y por lo tanto neg la
exoneracin pedida (Nigase a la Standard Oil una exoneracin. El Universal, Caracas,
viernes 5 de diciembre de 1930, N. 7.756, p. 1).
148 Cita de Guillermo Zuloaga, Las Inspectoras Tcnicas de Hidrocarburos, El Farol, Caracas, julioagosto-septiembre 1970, N. 234, p. 31.
149 Recopilacin de Leyes y Reglamentos de Hidrocarburos..., p. 286.
98
... vigilar si los efectos introducidos como libres de derechos para el laboreo
de las operaciones llegan a su destino; y caso de que tuviera noticias de
que dichos efectos se destinan a cualquier otra forma no prevista por las
leyes o autorizada por las autoridades competentes, a usos distintos del
mencionado, lo advertirn, sin prdida de tiempo, al ministro de Fomento,
quien lo comunicar al de Hacienda, a fin de que por este se disponga lo
conducente a hacer efectivo el pago de los derechos exonerados [...]150.
99
La gestin petrolera
Miles de m3
73
230
355
688
1.451
Ao
1925
1926
1927
1928
1929
Miles de m3
3.169
5.669
9.606
16.846
21.639
- Ley sobre Hidorcarburos y dems minerales combustibles, 19 de junio de 1920, artculo 56, Ibdem
pp. 72-73.
- Ley sobre Hidrocarburos y dems minerales combustibles. 2 de junio de 1921, artculo 56, Ibdem
pp. 112-113.
- Ley sobre Hidrocarburos y dems minerales combustibles. 9 de junio de 1922, artculos 44, 45, 46,
47 y 48. Ibdem, pp. 142-143.
- Ley sobre Hidrocarburos y dems minerales combustibles. 18 de julio de 1925, artculos 44, 45,
46,47 y 48, Ibdem, pp. 186-188.
- Ley sobre Hidrocarburos y dems minerales combustibles. 18 de julio de 1928, artculos 45, 46, 47,
48 y 49. Ibdem, pp. 233-235.
- Reglamento de la Ley sobre Hidrocarburos y dems minerales combustibles. 7 de agosto de 1930,
artculos 62, 63, 64, 65, 66, 67, 68, 69, 71 y 72. Ibdem, pp. 284-289.
- Ley sobre Hidrocarburos y dems minerales combustibles. 17 de junio de 1935, artculos 45, 46, 47,
48 y 49, Ibdem, pp. 333-335.
- Reglamento de la Ley de Hidrocarburos y dems minerales combustibles. 4 de noviembre de 1935,
artculos 62, 63, 64, 65, 67, 68, 69, 71 y 72, Ibdem, pp. 381-385.
153 EE.UU. de Venezuela, Memoria de Fomento, 1927, vol. I, pp. VI-VII. Ver tambin, entre otras, las
siguientes: Memoria de Fomento, 1924, pp. V-VIII y Memoria de Fomento, 1929, vol. I, p. VII.
154 EE.UU. de Venezuela, Ministerio de Fomento. Anuario Estadstico de Venezuela 1947, p. 253.
100
101
La gestin petrolera
Miles de m3
21.502
18.581
18.560
18.729
102
103
La gestin petrolera
168 EE.UU. de Venezuela, Memoria de Fomento, 1933, vol. I, p. XIV. Ver tambin: Ibdem, vol. I, pp.
385-387.
169 Efectivamente, durante los aos anteriores (1920-1929), la produccin petrolera casi se duplicaba ao
a ao. Sin embargo, a partir de 1933, el proceso recuperativo fue lento:
Ao
Miles de m3 de petrleo producido
1933
18.792
1934
21.668
1935
23.612
(EE.UU. de Venezuela, Ministerio de Fomento, Anuario Estadstico 1947, p. 253).
170 Ver nota N. 160, sobre toda la afirmacin relativa a la dcada del treinta.
104
2. La conducta estatal
Hemos dicho que la dictadura gomecista fue, en buena medida, expresin
de los intereses petroleros del capitalismo norteamericano-europeo y de las
clases dominantes criollas. De igual manera hemos afirmado varias veces
que, por lo mismo, el Estado venezolano actuaba como ejecutor obediente
de la poltica econmica trazada por dichos intereses. En consecuencia, la
legislacin minera con base en la cual habra de adelantarse el negocio de los
hidrocarburos, fue concebida a tono con los deseos de los inversionistas. Ya
es bastante conocida la orden de Juan Vicente Gmez para dejar en manos
de abogados empresariales la formulacin de su contenido. De modo que
quien revise someramente tales leyes172 puede constatar el comportamiento
entreguista y tolerante tanto de sus redactores (profesionales venezolanos)
como de los funcionarios encargados de ponerla en vigencia. Hubo,
sin embargo, ciertos momentos de apreciable conducta nacionalista
cuando algunos colaboradores del rgimen intentaron limitar aspecto de
semejante conducta. El doctor Gumersindo Torres, varias veces ministro
de Fomento, destaca entre los ms consecuentes y honestos173. Su energa
y desvelo resultan verdaderamente excepcionales en una poca durante la
cual el Gobierno practicaba el ms desenfrenado liberalismo ante el capital
extranjero, tolerando incluso la violacin de sus ms ortodoxas e inofensivas
normas legales de funcionamiento.
Aunque Gumersindo Torres haba colaborado en la redaccin de leyes
y reglamentos anteriores, fue para 1930 cuando sus opiniones alcanzaron
171 EE.UU. de Venezuela, Memoria de Fomento, 1935, vol. I, pp. XI- XII.
Para una comparacin de las cifras, ver nota N. 169.
172 Ver nota N. 128.
173 Ver, por ejemplo, las siguientes obras:
- Balestriti, Csar. La situacin petrolera en Venezuela y el cuatricentenaria de Caracas, pp. 22-23.
- Lieuwen, Edwin. Petrleo en Venezuela, pp. 128-141.
- Meja Alarcn, Pedro. Algunas notas sobre economa y poltica petrolera, pp. 28-31.
105
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106
107
La gestin petrolera
108
control sobre estos asuntos. Por otra parte, al calor de estas disposiciones
iniciales hubo en el seno del Gobierno, aunque en forma poco sostenida,
cierta tendencia a recuperar la plenitud de algunos derechos cuyo adecuado
ejercicio haba sido imposible hasta entonces. As, en los primeros meses
de 1932, el Gobierno nacional se hall en condiciones de poder efectuar,
en principio, una inspeccin ms efectiva de la compaa The Bermdez
Company por cuanto desde ese momento, el encargado de supervisarla
ya no trabajara por cuenta de aquella sino a costa de la propia nacin.
En efecto, habindose acordado aos antes ... que la fiscalizacin de la
empresa se hara por un fiscal que, aun cuando de libre eleccin y remocin
por parte del Ejecutivo Federal, sera remunerado por la empresa misma...,
ahora se ordenaba que, en adelante, esta labor quedara ... encomendada
a la Inspectora Tcnica de Hidrocarburos que funciona en Quiriquire183.
Con ello el Estado venezolano cobraba, lgicamente, posibilidades para
emprender una relativa accin autnoma en tal sentido.
Este mismo orden de sucesos nos conduce a la Ley de Minas de 1934
la cual estableca una limitacin de rea y plazo de los contratos para hacer
exploraciones. Fundamentada en el deseo de agilizar este tipo de labores
atendiendo a la vez al mayor nmero de peticionarios, la iniciativa procuraba
que la tierra fuese aprovechada sin los perjuicios ocasionados por quienes
solan monopolizar los contratos y mantener ociosa gran parte de los
terrenos concedidos. Por lo tanto, el ministro Cayama Martnez la enfocaba
en los siguientes trminos:
Bastante previsora es la modificacin que hace el artculo 139, al autorizar
los permisos de exploracin exclusiva solo para zonas que no excedan
de cinco mil hectreas y con plazo que no pase de dos aos, dejando en
consecuencia, suprimidos los permisos especiales sobre zonas de hasta
cincuenta mil hectreas y con duracin de hasta diez aos, a que se refieren
los artculos 2 y 4 del artculo 133 de la Ley derogada, desde que los permisos
de esta clase daban ocasin a que se estancara, por largo tiempo, en pocas
manos, la exploracin de zonas de gran cabida, con manifiesto perjuicio
para la nacin y el desenvolvimiento de la industria en general184.
183 EE.UU. de Venezuela, Memoria de Fomento, 1933, vol. I, p. XXII. Tambin Ibdem, vol. I, pp. 71-77.
184 EE.UU. de Venezuela, Memoria de Fomento, 1931, vol. I, p. XVII.
109
La gestin petrolera
111
La gestin petrolera
112
Todo lo cual era grave y perjudicial para los intereses nacionales, aun cuando
... las compaas se han dado un poco de cuenta de la situacin y han cerrado
una cantidad de pozos que estaban demasiado cercanos unos a los otros y
han convenido en no taladrar a menos de 200 metros de un pozo a otro...188.
113
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191 EE.UU. de Venezuela, Memoria de Fomento, 1935, vol. I, pp. 268-275; 282-300; 317-322.
114
192 EE.UU. de Venezuela, Cuenta General de Rentas y Gastos Pblicos, 1928. Exposicin, p. e.
115
La gestin petrolera
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La gestin petrolera
Bolvares
2.537.655,70
3.014.894,04
5.145.768,37
10.099.571,73
17.110.077,73
20.332.282,02
46.417.166,33
118
205 EE.UU. de Venezuela, Memoria de Fomento, 1931, vol. I, p. XLV. Este ritmo ascendente contina. Ver
por ejemplo, lo siguiente: EE.UU. de Venezuela, Memoria de Fomento, 1933, vol. I, p. LIII; EE.UU.
de Venezuela, Memoria de Fomento, 1935, vol. l, p. LVII; etc.
206 Ver Anuario Estadstico de Venezuela, 1947, p. 477 (cuadro N. 307).
207 Ver cuadro N. 3.
119
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120
121
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122
217 EE.UU. de Venezuela, Cuenta General de Rentas y Gastos Pblicos, 1930, p. III.
218 EE.UU. de Venezuela, Cuenta General de Rentas y Gastos Pblicos, 1934, p. III.
219 EE.UU. de Venezuela, Cuenta General de Rentas y Gastos Pblicos, 1935, p. III.
220 Ver cuadro N. 4.
221 EE.UU. de Venezuela, Memoria de Hacienda, 1921, p. Gr.
222 Ibdem, p. H.
223 Ver cuadro N. 5.
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sin que se haya llegado a alcanzar todava la cifra de las exportaciones de petrleo en el ao 1929-1930
(EE.UU. de Venezuela, Memoria de Hacienda, 1933, p. C.),
b) 1933: La exportacin de petrleo y sus derivados durante el ao alcanz a la cantidad de Bs.
553.209.450,54, incluida en el valor de las exportaciones [Bs. 617.546.684,02] suma menor que las
de los dos aos anteriores (EE.UU. de Venezuela, Ministerio de Hacienda, 1934, p. C).
c) 1934: Incluido en las exportaciones [en total Bs. 671.942.699,09] est el valor del petrleo
y sus derivados, explotados en el pas y salidos para el exterior durante el ao, que alcanz a Bs.
608.431.508,85, cifra que excede a la de los aos 1932 y 1933 (EE.UU. de Venezuela, Memoria de
Hacienda, 1935, p. B).
d) 1935: Incluido en el de las exportaciones [que totalizaron Bs. 711.729.501,76] est el valor del
petrleo y sus derivados, que subi en el ao a Bs. 649.335.346,46, o sea, a Bs. 40.903.837,61 ms que
en el anterior (EE.UU. de Venezuela, Memoria de Hacienda, 1936, p. C).
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236 EE.UU. de Venezuela, Ministerio de Hacienda. Estadstica Mercantil y Martima, Semestre Juliodiciembre de 1913. p. 168. Ibdem, Semestre Enero-junio de 1914, p. 183.
237 Alemania no aparece en las estadsticas de ese ao econmico.
238 Ibdem, Semestre Julio-diciembre de 1917, p. 60.
Ibdem, Semestre Enero-junio de 1918, p. 54.
239 ... La rpida industrializacin de las otras partes del globo decan en 1930 algunas publicaciones
norteamericanas y cubanas ha hecho necesaria la exportacin de las materias primas. Los 25.000.000
de automviles norteamericanos necesitan gasolina barata, y aceite, lubricante, cauchos, acero, a poco
precio. La marina mercante americana tiene unos 9.000.000 de toneladas de barcos movidos por
esencia, y por esto se explotan los pozos de petrleo en Mxico, Venezuela, Colombia y otros lugares.
[...] (Cultura Venezolana, Caracas, noviembre de 1930, N. 107, seccin Revista de Revistas, p. 256).
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240 EE.UU. de Venezuela, Ministerio de Hacienda, Estadstica Mercantil y Martima, Semestre Juliodiciembre de 1920, p. 95. Ibdem, Semestre Enero-junio de 1921, p. 78.
241 Ibdem, Semestre Julio-diciembre de 192S, p. 125. Ibdem, Semestre Enero-junio de 1926, p. 138.
242 Ibdem, Semestre Julio-diciembre de 1929, p. 138. Ibdem, Semestre Enero-junio de 1930, p. 139.
243 Ibdem, Semestre Julio-diciembre de 1932, p. 11. Ibdem, Semestre Enero-junio de 1933, p. 12.
244 Ibdem, Semestre Julio-diciembre de 1932, p. 9. Ibdem, Semestre Enero-junio de 1933, p. 10.
130
Totales en Bs.
196.088.242,54
122.495.656,95
299.719.254,82
753.110.797,40
578.665.339,65
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263 Las exportaciones a Bonaire no experimentaron el mismo proceso ascendente de las efectuadas a
Curazao y Aruba; por el contrario, tendieron a bajar. En efecto, de kg 186.649.000 por el valor de Bs.
55.002,00 exportado en el ao econmico 1920-1921 (ibdem, Semestre Julio-diciembre de 1920, pp.
94-95, e Ibdem, Semestre Enero-junio de 1921, p. 78), se desciende a kg 16.674.000 por Bs. 6.204,00
en 1925-1926 (Ibdem, Semestre Julio-diciembre de 1925, p. 125, e Ibdem, Semestre Enero-junio de
1926, p. 138). Para los aos econmicos 1929-1930 y 1934-1935 no aparecen cifras relativas a dicha
colonia.
264 Ibdem, Semestre Julio-diciembre de 1913, pp. 204-205.
265 Ibdem, Semestre Julio-diciembre de 1919, pp. 132-133.
266 En efecto, los aos econmicos 1923-1924, 1924-1925 y 1925-1926 no aparecen registrados en las
fuentes estadsticas. Las exportaciones corresponden solo a los Semestres Enero-junio de 1922, Enerojunio de 1923 y Enero-junio de 1927.
267 En esa oportunidad las cifras totales fueron: kg 2.597.260.000 por Bs. 973.936,45 (Ibdem, Semestre
Enero-junio de 1922, p. 94; Ibdem, Semestre Enero-junio de 1923, p. 105; Ibdem, Semestre Enerojunio de 1927, p. 140).
268 Ibdem, Semestre Enero-junio de 1933, p. 12.
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Ao civil
Total en kg
Total en Bs.
1929
15.545.300,000
569.945,00
1930 435.988.070,000 12.763.127,00
1931
61.050.920,000
1.728.414,00
96.357.790,000
2.430.107,00
1932
1933
254.875.160,000
6.076.706,00
1934
185.218.000,000
4.909.000,00
1935
321.728.251,000
7.755.478,00269
269 Ibdem, Semestre Julio-diciembre de 1935, p. 384. Para procurar un conocimiento ms preciso acerca
de esta nueva situacin, ofrecemos en seguida las cifras totales de toda la exportacin venezolana
correspondiente a cada uno de los referidos lapsos:
Aos civiles
Total de la exportacin en kg
Total de la exportacin en Bs.
1909-1913
936.763.515,468
577.196.262,94 (a)
1914-1919
254.585.157,349
258.668.750,11 (b)
1920-1925
6.012.042.382,458
1.135.612.452,73 (c)
1926-1930 68.775.153.044,306 2.990.127.339,48 (d)
1931-1935 93.520.847.564,555 3.281.096.285,10 (e)
(a) Ibdem, Semestre Julio-diciembre de 1913, pp. 204-205.
(b) Ibdem, Semestre Julio-diciembre de 1919, pp. 132-133.
(c) Ibdem, Semestre Julio-diciembre de 1925, pp. 188-189.
(d) Ibdem, Semestre Julio-diciembre de 1930, pp. 210-211.
(e) Ibdem, Semestre Julio-diciembre de 1935, p. 380.
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Anexos estadsticos
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Anexos estadsticos
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Anexos estadsticos
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Anexos estadsticos
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CAPTULO III
Introduccin
El fenmeno de la dependencia, entendido como el nexo de
subordinacin de un pas perifrico respecto de otro integrante de la zona
desarrollada o centro capitalista, se acenta en Venezuela bajo la dictadura
gomecista cuando el petrleo se convierte en el nuevo factor dinmico de
la economa nacional. Tal fenmeno, cuya intensidad es difcil cuantifcar,
abarca y afecta un apreciable conjunto de planos de la vida venezolana,
hacindose evidente sobre todo en los rdenes econmico, tecnolgico
y poltico.
La relacin de la dependencia venezolana tiene una honda raz
histrica270. Desde los tiempos del descubrimiento y la conquista espaolas,
el territorio que ms tarde habra de constituir la Capitana General de
Venezuela entr en el marco del dominio peninsular a cuya dinmica
estuvo sujeto hasta 1810. Para entonces, esta relacin se caracteriz por ser
de naturaleza integral, con mayor acento en el plano poltico, pues era en
este donde el grado efectivo de dominio se mostraba con mejor perfil. La
presencia fsica de elementos representativos del Estado espaol en estas
regiones daba fuerza probatoria a dicha modalidad.
270 Rodrguez, Luis Cipriano: La nocin de dependencia y el estudio histrico de Amrica Latina,
Anuario, Instituto de Estudios Hispanoamericanos, 1978, Tomo II, pp. 59-73.
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Exportaciones
sin petrleo (Bs.)
167.364.480
121.807.918
122.129.677
127.991.129
147.972.565
192.502.230
148.799.585
163.299.610
142.612.714
184.950.191
128.439.012
103.846.184
96.623.705
64.337.065
63.447.730
62.394.155
Exportaciones
totales (Bs.)
170.644.156
133.559.883
137.844.353
156.704.196
213.486.434
329.999.019
395.403.253
444.114.803
609.554.962
778.560.087
762.494.232
651.618.047
628.259.171
617.546.683
671.942.838
711.729.501276
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limitada en s misma por la dinmica intrnseca de la estructura LatifundioMinifundio. El sector agrcola se vuelve progresivamente pasivo y, por varias
dcadas, permanecer en una situacin de crisis casi absoluta. Tal cuadro
es a la vez efecto inmediato y causa secundaria de la subordinacin a que
nos referimos.
La actividad petrolera acenta como ya hemos dicho el nexo de
la dependencia neocolonial con marcado predominio norteamericano.
Este hecho, que se pone de manifiesto sobre todo en el plano econmico,
adquiere mayor relieve en los campos de la inversin extranjera, la actividad
comercial y, consiguientemente, en la descapitalizacin del pas. Todos estos
niveles forman un cuadro caracterizado por el predominio de intereses
forneos cuya presencia resulta cada vez ms influyente en diversos aspectos
de la vida nacional.
El proceso de las inversiones se hace incondicional y francamente
activo cuando, una vez asentado Juan Vicente Gmez en el poder, abre
el pas a la voracidad de las compaas281. Despus de establecerse las
empresas britnicas, los capitalistas norteamericanos emprenden su carrera
competitiva por el mayor acceso a los permisos y contratos, logrando
posiciones significativas porque sus capitales invertidos crecen a lo largo
de la primera dcada del negocio:
... Las inversiones de este ltimo [dice Rmulo Betancourt al referirse al
dlar] crecan a saltos: $ 11 millones en 1924; $ 72 millones en 1925; $ 128
millones en 1926; $ 157 millones en 1928. Venezuela se haba inscrito como
el filn ms preciado en el imperio petrolero del To Sam282.
281 Para una idea de los contratos petroleros en tiempos de Gmez, ver:
- Betancourt, Rmulo. Venezuela, poltica y petrleo, pp. 25-44; 48-54. (Edicin de FCE, 1956).
- Lieuwen, Edwin. Petrleo en Venezuela, pp. 34-44; 46-56; 66-70; 73-80.
- Mieres, Francisco. El petrleo y la problemtica estructural venezolana, pp. 193-194.
Por otra parte, son suficientemente conocidas las condiciones que facilitaron la presencia de los
inversionistas extranjeros en el pas. En este sentido (aunque refirindose propiamente a la actividad
minera) el seor Toribio Muoz, guardaminas del estado Bolvar, deca en su Informe de 1928:
La paz impuesta a la Repblica por la sabia y enrgica administracin del general Juan
Vicente Gmez, y la garanta y proteccin que encuentran los capitalistas extranjeros en
un gobierno de regularidad y orden, son la causa inmediata y eficiente para el desarrollo
y animacin que vemos en toda la regin minera [...] (EE.UU. de Venezuela. Memoria de
Fomento, 1929, vol. I, p. 540).
282 Betancourt, ob. cit., p. 16. Es evidente que el sentido nacionalista de este prrafo (y de casi todo el
libro) fue negado en la prctica por el propio autor durante su ejercicio gubernativo de 1959 a 1963.
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Aos
Inversiones
en millones de bolvares
1916-1925 200
1926-1930 900
1931-1935 --- Total 1.100288
Ms recientemente, en informaciones que corresponden a un perodo
mayor, Domingo Alberto Rangel apunta que, hasta 1940, la inversin real
petrolera alcanzaba a 1.857,6 millones de bolvares, correspondiendo las
sumas ms altas a los aos 1926-1929289. Y al comparar estas cifras con las
asignadas a inversin real no petrolera290, expresa:
La inversin global de todos los sectores ajenos al petrleo equivale en
este perodo (1920-1940) a 1.634,2 millones de bolvares. Es ella inferior
a la que se registra en el petrleo. Esta simple comparacin refleja con
meridiana exactitud la deformacin ya entronizada en nuestra economa.
La suma de nuestras actividades no pudo invertir tanto como lo hiciera la
industria petrolera. La condicin de satlite alienado, cuya rbita la trazaba
un imperio ultramarino, salta aqu vvidamente [...]291.
152
293 Entre otros, Malav Mata, ob. cit., pp. 15-16. Muchos aos antes, 1931, Alberto Adriani escribi:
... En verdad que esta industria (del petrleo) aument el volumen de nuestra produccin
y de nuestra exportacin, acreci la productividad del trabajo nacional, apresur mejoras
en nuestras comunicaciones con el exterior y en nuestras facilidades para el comercio
extranjero. Sin embargo, por su ndole y por la estructura particular que ofrece en Venezuela,
esa industria es, desde el punto de vista econmico, una provincia extranjera enclavada en
nuestro territorio, y el pas no obtiene ventajas con las cuales podamos estar jubilosos, por
ms que sean, en cierto sentido, satisfactorias.
Hay que ver que gran parte de las sumas correspondientes a las exportaciones petroleras se
quedan en el extranjero para satisfacer ventas de capitales extranjeros invertidos, maquinarias
y aprovechamiento extranjeros, fletes de navios extranjeros, altos empleados extranjeros.
Repentinamente, sin consideraciones excesivas para nosotros, aun cuando tal vez con causas
justificadas, reducen un da sus explotaciones, dejando sin trabajo a millares de venezolanos
y sumidas en la crisis ricas regiones venezolanas (Alberto Adriani, La crisis, los cambios y
nosotros, Cultura Venezolana, N. 112, p. 102).
294 Betancourt, ob. cit., pp. 61-64. Rangel, ob. cit., p. 197.
295 Salcedo Bastardo, ob. cit., p. 611.
296 Rangel, ob. cit., p. 190.
153
Hasta 1927 la industria petrolera suministr al pas ms valores que los que
ella misma sustraa por medio de las utilidades y amortizaciones. A partir
de dicho ao, las proporciones se invierten para siempre. Los beneficios
netos y la amortizacin exceden ampliamente a las reinversiones que la
industria sigue practicando [...]297.
297 dem. Por su parte, y habida cuenta de las excelentes utilidades obtenidas por las empresas, Salcedo
Bastardo dice:
Desde la Compaa Guipuzcoana no hubo en Venezuela un negocio ms rendidor para
sus gestores ni menos justo para el pas. En el septenio 1923-1930 percibe la Repblica
por hidrocarburos Bs. 187 millones; en el mismo lapso ha dispensado derechos aduaneros
por Bs. 219 millones. El ministro de Fomento certifica la trgica verdad: Las compaas
se llevan al petrleo y el Gobierno de Venezuela les paga para que se lo lleven (Salcedo
Bastardo, ob. cit., p. 611).
298 Maza Zavala, Los pagos internacionales y la industria petrolera en Venezuela. En: Malav Mata, ob.
cit., pp. 283.
Las petroleras no solo controlaban el comercio externo sino que monopolizaban igualmente la venta
interna de los combustibles derivados del petrleo. Es as como se operaba tambin la desnacionalizacin
del mercado venezolano en materia de hidrocarburos. Adems, como efecto de tal monopolio, las
empresas vendan la gasolina a precios ms altos que en Estados Unidos (Betancourt, ob. cit., pp. 5556; Mieres, El petrleo y la problemtica... pp. 181-182).
299 Como sabemos, la importancia del petrleo, en este sentido, se hace ms evidente a partir de 1926.
Desde entonces, es mayor la descapitalizacin a que nos referimos.
154
155
Y agregaba:
La produccin de tales compaas, que para los meses de mayo y junio era
de 1.418.284 y 1.474.276 toneladas, fue reducida para los meses de julio
y agosto solamente a 1.298.192 y 1.263.730 toneladas mtricas, lo cual
manifiesta claramente que para la sobreexportacin en los das anteriores
a la imposicin de la tarifa, los productores hicieron amplio uso de sus
reservas almacenadas304.
156
306 EE.UU. de Venezuela. Ministerio de Hacienda. Estadstica Mercantil y Martima. Semestre juliodiciembre de 1913, Caracas, Lit. y Tip. del Comercio, 1914. pp. 104-205.
307 Estadstica Mercantil y Martima. Semestre julio-diciembre de 1919, Caracas, Empresa El Cojo, 1921,
pp. 132-133.
308 Estadstica Mercantil y Martima. Semestre julio-diciembre de 1925, Caracas, Tip. Americana, 1926,
pp. 188-189.
309 Estadstica Mercantil y Martima. Semestre julio-diciembre de 1930, Caracas, Tip. Americana, 1931,
pp. 210-211.
310 Estadstica Mercantil y Martima. Semestre julio-diciembre de 1935, Caracas, Tip. y Ut. Vargas, 1936,
p. 388.
311 Estadstica Mercantil y Martima. Semestre julio-diciembre de 1914, pp. 204-205.
312 Estadstica Mercantil y Martima. Semestre julio-diciembre de 1930, pp. 210-211 (Entendemos, desde
luego, las diferencias cualitativas entre bienes agrcolas y petroleros que explican muchas situaciones
nuevas, ms all de lo meramente cuantitativo).
313 dem.
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Conclusiones generales
Durante los ltimos quince aos de la dictadura del general Juan Vicente
Gmez, suceden en Venezuela diversos acontecimientos cuyo curso influye
en las modificaciones posteriores que experimenta la vida del pas. El inicio de
este proceso se debe fundamentalmente a las actividades petroleras, las cuales,
al cobrar un auge inusitado, introducen nuevas pautas en mltiples planos del
acontecer nacional. Las principales evidencias de dicho proceso son:
El sector agrcola registra signos de estancamiento no solo a nivel productivo
sino en cuanto a sus posibilidades tecnolgicas. El malestar de la agricultura
y la ganadera, la emigracin de mano de obra y la pervivencia del latifundio
constituyen los indicadores bsicos de tal situacin.
La obra administrativa adelantada en esta materia por el Gobierno dej sin
resolver dichos problemas. En efecto, con la fundacin del Banco Agrcola solo
se logr evitar la quiebra definitiva de algunos terratenientes, sin que el banco
tuviera recursos, programas ni inters sociopoltico para el cumplimiento de
tareas destinadas al logro de la justicia agraria y la modernizacin rural.
Entre tanto, el pas inicia el ciclo de su economa petrolera. Bajo la actitud
complaciente y sumisa de un Estado que era, en gran medida, expresin de
los intereses inversionistas, las compaas extranjeras participan plenamente
en dicho ciclo, financiando y dirigiendo todas las fases del mismo. El Estado
venezolano, aun cuando en ocasiones intenta con timidez el diseo de una
poltica nacionalista, entrega el petrleo a la voracidad del capital forneo. De
este procedimiento son responsables la oligarqua latifundista y la burguesa
comercial que detentan el poder a travs de Gmez y forman alianza con los
capitales forneos.
Fuentes y bibliografa
Libros y folletos
BALESTRINI, Csar: La industria petrolera en Venezuela. Caracas, Ediciones
del Cuatricentenario de Caracas, 1966, pp. 85.
BETANCOURT, Rmulo: Venezuela: poltica y petrleo. Mxico, FCE, 1956,
pp. 887.
BRITO FIGUEROA, Federico: Historia econmica y social de Venezuela. Una
estructura para su estudio. Caracas, Direccin de Cultura, UCV, Coleccin
Humanismo y Ciencia, 1966, 2 vols.
DOS SANTOS, Theotonio: Dependencia econmica y cambio revolucionario
en Amrica Latina. Caracas, Editorial Nueva Izquierda, Coleccin
Monografas, 1970, pp. 152.
GARCA, Antonio: La estructura del atraso en Amrica Latina. Buenos Aires,
Editorial Pleamar, 1969, pp. 382.
La dependencia de Venezuela. Aspectos terico-metodolgicos. Caracas,
Universidad Central de Venezuela, FACES, 1975, 2 vols.
L1EUWEN, Edwin: Petrleo en Venezuela. Caracas, Cruz del Sur Ediciones
C. A., 1964, pp. 264.
MALAV MATA, Hctor: Petrleo y desarrollo econmico de Venezuela. Caracas,
Ediciones Pensamiento Vivo, S. A., 1962, pp. 402.
MARTNEZ, Anbal R.: Cronologa del petrleo venezolano. Caracas, Ediciones
Librera Historia (Buenos Aires), 1970, pp. 261.
MAZA ZAVALA, Domingo F.: Venezuela, una economa dependiente. Caracas,
Instituto de Investigaciones Econmicas, Facultad de Economa, UCV,
1964, pp. 378.
Revistas y peridicos
ADRIANI. Alberto: La crisis, los cambios y nosotros. Cultura Venezolana.
Caracas, mayo-junio de 1931, Ao XIV, N. 112, pp. 87-112.
RODRGUEZ, Luis Cipriano: La nocin de dependencia y el estudio
histrico de Amrica Latina. Anuario. Instituto de Estudios
Hispanoamericanos. Caracas, UCV, Ediciones de la Fac. de
Humanidades, 1978, tomo lI, pp. 59-73.
ZULOAGA, Guillermo: Las inspectoras tcnicas de hidrocarburos. El
Farol. Caracas, julio-agosto-septiembre de 1970, N. 234, ao XXXII,
pp. 29-32.
El Nuevo Diario. Caracas, viernes 8 de agosto de 1931, ao XIX, N. 6.720
(edicin de 12 pp.).
El Universal. Caracas, viernes 5 de diciembre de 1930, N. 7.756 (edicin
de 16 pp.).
Documentos