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Nuevos Modos de Leer

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NUEVOS MODOS DE LEER1

JESS MARTN BARBERO


La posicin ms erguida es an la que centra el sentido del debate en
oponerlos: los libros seran el ltimo resquicio y baluarte del pensar vivo,
crtico, independiente, frente a la avalancha de espectacularizacin y
conformismo que los medios audiovisuales arrastran. El libro sera el espacio
propio de la razn y el argumento, del clculo y la reflexin, el mundo de la
imagen audiovisual por el contrario sera el espacio de las identificaciones
primarias y las proyecciones irracionales2 , de las manipulaciones consumistas
y la simulacin poltica. Mientras en la escritura se habra gestado el espacio
pblico, en la imagen electrnica se gestara la masificacin y el repliegue a lo
privado. Como los atajos y las medias verdades esas oposiciones no son slo
peligrosas sino tramposas: ahorrndose la trama de continuidades y rupturas
de que est hecha la historia y las ambigedades del presente, se acaba
convirtiendo a los medios audiovisuales en la causa ltima de la crisis de la
lectura y del empobrecimiento cultural. Un argumento que si sirve de consuelo
a los adultos dice bien poco de las generaciones ms jvenes que, inmersas
desde nios en la cultura, subcultura o incultura audiovisual viven como propia
no la experiencia excluyente y desgarradoramente maniquea de sus maestros,
sino otra: la del desplazamiento de las demarcaciones y las fronteras entre
razn e imaginacin, ciencia y arte, naturaleza y artificio, la hibridacin cultural
entre tradicin y modernidad, entro lo culto, lo popular y lo masivo. Mirando
desde ah lo que se gana no es optimismo sino la oscura certidumbre de que la
crisis del libro y la lectura remiten a un mbito ms ancho de cambio cultural,
el que conecta las nuevas condiciones del saber 3 con las nuevas formas del
sentir, de la sensibilidad4 , y ambos con los nuevos modos de juntarse, es decir
con las nuevas figuras de la sociedad 5 .

1 Fragmento del texto realizado para el seminario Mito o realidad del libro, que
se llev a cabo en Bogot en la V Feria Internacional del Libro. Jess Martn
Barbero. Universidad del Valle, Cali, Colombia. Tomado de: Magazn Dominical,
El Tiempo, s.f. pp. 19 a 20.
2 M Rita Kehl. Imaginar e pensar, en Rede Imaginaria: televisao e democracia.
Compania das Letras, Sao Paulo. 1991.
3 J. F. Lyotard. La condicin postmoderna Informe sobre el saber, Ctedra,
Madrid, 1984; C. Ginzburg y otros. Crisis de la razn: nuevos modelos en la
relacin entre saber y actividad humana. Siglo XXI, Mxico, 1983.
4 R. Rorty. Contingencia, irona y solidaridad. Paids, Barcelona, 1991; G.
Vattimo, La sociedad transparente. Paids, Barcelona, 1990.

En el movimiento de esos cambios lo que la crisis del libro traduce no es


ciertamente la cercana de su muerte, sino su descentramiento, su dejar de ser
el centro del universo cultural 6 y la pluralizacin de sus oficios. Lo que a su vez
implicar que la lectura pierda su localidad desplegando y diversificando sus
mbitos y sus funciones.

Oralidad que perdura y visualidad electrnica


Hubo un tiempo en que el camino real de la emancipacin el acceso al
saber, pasaba por la escritura fontica, pero qu entender por alfabetizacin 76
hoy?: cuando mucha de la informacin que da acceso al saber pasa en una
forma y otra por imgenes, por las diversas redes y tramas de la imagen: y
aqu: en pases en los que gran parte de la poblacin no pas por la escritura y
cuya escuela incompleta y atrasada convive con una intensa interconexin del
mundo simblico de masas8 . Cmo pueden entenderse las problemticas del
libro y la lectura en Amrica Latina sin plantearse la profunda compenetracin
-la complicidad y complejidad de relaciones- entre la oralidad que perdura
como experiencia cultural primaria9 y la oralidad secundaria que tejen y
organizan las gramticas tecnoperceptivas de la radio y el cine, la televisin y
el video? Cmo seguir pensando separados la memoria y la modernidad - y la
modernidad ilustradamente anclada en el libro- cuando en Amrica Latina la
dinmica de las transformaciones que calan en la cultura cotidiana de las
mayoras proviene mayormente de la desterritorializacin y las hibridaciones
culturales que propician y agencian los medios masivos, y de la persistencia
de estratos profundos de la memoria colectiva sacados a la superficie por las
bruscas alteraciones del tejido social que la propia aceleracin modernizadora
comporta?10
5 M. Maffesoli. El tiempo de las tribus. Icaria, Barcelona, 1990; M. Douglas, B.
Isherwood. El mundo de los bienes Hacia una antropologa del consumo.
Grijalbo, Mxico, 1990.
6 U. Eco y otros. La revanche des libres. Dossier Le nouvel observateur No.
1406, Pars, 1991.
7 Silviano Santiago. Alfabetizaao, lectura e sociedade de massa. En Rede
imaginaria, ya citada.
8 J. J. Brunner, Medios, modernidad, cultura, en Telos No. 19. Madrid, 1989
9 A. Ford. Culturas orales, culturas electrnicas, culturas narrativas, en David
y Goliat, No., 58. Buenos Aires. 1991.
10 G. Marramao. Palabra clave metapoltica: ms all de los esquemas
binarios, en Razn, tica y poltica. Anthropos. Barcelona. 1989.

La escritura atraviesa hoy una situacin en cierto sentido homloga a la que


vive la nacin. Esta se halla atrapada entre el redescubrimiento de lo
local/regional como espacio de identidad y toma de decisiones y las dinmicas
transnacionales de la economa-mundo y la interconexin universal de los
circuitos comunicativos va satlites e informtica. Pensionada entre el doble
movimiento de lo local y lo trasnacional, la nacin se ve exigida de redefinir su
propia funcin y sus modos de relacin con un adentro fragmentado y un
afuera que deja de serlo, pues la atraviesa replanteando radicalmente el
sentido de las fronteras. Tambin la escritura se ve atrapada en nuestros pases
entre la fuerza local de una oralidad que es modo de comunicacin cotidiano,
organizador y expresivo de unas particulares maneras de relacin con el
mundo y de unas modalidades de relacin social y el poderoso movimiento de
desterritorializacin de las sensibilidades y los comportamientos impulsados
por los medios audiovisuales y los dispositivos de informacin desde el mbito
de los modelos de narracin 11 y desde el ms general de los modos de
produccin y difusin de textos12 .
Quiz sea oportuno recordar aqu que tambin el libro es un medio de
comunicacin y como tal no se define nicamente por la forma o la
materialidad de su estructura, sino por las modalidades de relacin e
intercambio que instaura, modalidades que conectan los cambios en el medio
con las transformaciones generales en la sociedad y en las culturas. El
descentramiento que sufre el libro en el mundo de hoy encuentra su sentido en
una larga historia, bastante ms larga de la que suelen trazar los manuales. Un
proceso que har del libro sucesiva, y tambin recurrentemente, modo de
comunicacin con la divinidad e instrumento de poder de las castas
sacerdotales, reserva de saber y medio de reenseanza, expresin de la
riqueza del prncipe y archivo de negocios, pliego de cordel e instrumento de
incorporacin social de las clases populares, modo de expansin y expresin de
la desgarrada conciencia del individuo y registro del clculo, industria cultural y
bestseller. Lo que a su vez implica la necesidad de mirarlo desde el otro lado
del proceso: el de los diversos modos de leer13 . Pues la lectura privada, la de
el individuo en su soledad de que habla W. Benjamn a propsito de la
novela, no es ms que la lectura que privilegia la modernidad, a ella la
precedieron mltiples formas de lectura colectiva: desde la disciplinadora
lectura de los conventos y las crceles hasta la relajada lectura de las veladas
populares, en las que, segn cuenta El Quijote cuando es tiempo de la siega
11 A. Piscitelli y otros. Cambiar la mirada. David y Goliat, No. 58. Buenos
Aires. 91: B. Sarlo, Representaciones postpolticas y anlisis cultural, en
Punto de vista No. 40. Buenos Aires. 1991.
12 R. Argullol y otros. Hacia un nuevo renacimiento. Telos No. 24. Madrid.
1991: J. Cueto y otros. Cultura y nuevas tecnologas. Madrid: Procesos 1986.
13 2 H. R. Jauss. A literatura e o lettor. Paz e terra. Ro de Janeiro. 1979: N.
Robine. La lectura. En Hacia una sociologa del hecho literario. Madrid. 1974.

se recogen durante las fiestas muchos segadores y siempre hay alguno que
sabe leer, el cual coge alguno de estos libros (de caballera) en las manos y
rodemosnos de l ms de treinta y estmoslo escuchando con tanto gusto
que nos quita mil canas; desde la lectura que practicaban en el siglo XIX los
anarquistas andaluces que compraban el peridico an sin saber leer para
juntarse con otros correligionarios y buscar alguno que se lo leyera, hasta la
que se haca en las fbricas de tabaco en Cuba bien entrado el siglo XX, en las
que mientras, los obreros y obreras torcan las hojas de tabaco se lean relatos
polticamente edificantes y folletinescos 14 una prctica de lectura que est sin
duda en la base de la ficcin y la sensibilidad que gestaron las radionovelas
cubanas. Quiz la actual crisis de la lectura entre los jvenes tenga menos que
ver con la reduccin que ejercen las nuevas tecnologas y ms con la profunda
reorganizacin que atraviesa el mundo de las escrituras y los relatos y la
consiguiente transformacin de los modos de leer, es decir, con el desconcierto
que entre los ms jvenes produce la obstinacin de seguir pensando la lectura
nicamente como modo de relacin con el libro y no con la pluralidad y
heterogeneidad de textos y escrituras que hoy circulan. El viejo miedo a las
imgenes se carga hoy de un renovado prestigio intelectual: el que ha cobrado
ltimamente la denuncia de la espectacularizacin que ellas producen y la
simulacin en que nos sumen. Denuncia que aun siendo bien certera, en su
totalizacin15 corre el riesgo de impedirnos asumir la envergadura real de los
cambios. Pues si ya no se puede ver ni representar como antes, tampoco se
puede escribir ni leer como antes. Y ello no es reductible ni al hecho
tecnolgico ni a la lgica industrial y comercial. Pues es toda la axiologa de
los lugares y las funciones de las prcticas culturales de memoria, de saber, de
imaginario y creacin la que hoy conoce una seria reestrcuturacin 16. Ya que la
visualidad electrnica ha entrado a formar parte constitutiva de la visibilidad
cultural, esa que es a la vez entorno tecnolgico y nuevo imaginario capaz de
hablar culturalmente- y no slo de manipular tecnolgicamente de abrir nuevos
espacios y tiempos para una nueva era de lo sensible 17.

14 Lily Livak. Musa literaria. Arte, literatura y vida cultural del anarquismo
espaol (1880 1913). Antoni Bosch. Barcelona. 1981; F. Ortiz. Contrapunteo
cubano del tabaco y el azcar. Barcelona: Ariel, 1973.
15 J. Baudrillard. Las estrategias fatales. Anagrama. Barcelona. 1984; del
mismo autor. La transparencia del mal. Barcelon: Anagrama, 1991.
16 A. Renaud. Comprender la imagen hoy. En Videoculturas de fin de siglo.
Madrid: Ctedra, 1990.
17 Ibdem.

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