Dialnet ElJuicioParticularDeFelipeIVDeLaCatedralDeBadajoz 107372
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DE LA CATEDRAL DE BADAJOZ
Mara Teresa Terrn Reynolds
Nuestro estudio se basa en el Juicio Particular de Felipe IV, obra que se encuentra ubicada en la Sala del Tesoro de la Catedral de Badajoz, bastante ignorada
a pesar de su excelente calidad artistica. Es un cuadrito de pequerias dimensiones
que contiene, sin embargo, un importante mensaje simblico-iconogrfico; por otra
parte, nos muestra el dominio tcnico de un artista plenamente capacitado.
Nada sabemos de su procedencia, ni de su posible autor, y no presenta firma
ni fecha alguna (Fig. 1).
Realizado al leo sobre lmina de cobre, mide 41 x 32,5 cms., y en l apreciamos tres niveles significativos: Cielo, Tierra e Infierno superponindose y dando ocasin a la representacin de tres grupos de personajes. En la parte superior la Trinidad, la Virgen y dos Santos intercediendo por el Rey, rodeados de coros anglicos
y grupos de santos, entre los que distinguimos a S. Ignacio, S. Francisco Javier, Santa Brbara y Santa Teresa, sobre el fondo de una gran masa nubosa. En el nivel terrenal, el rey Felipe IV, al que se sobrepone una corona, flanqueado por un ngel
y el demonio, constituyendo una psicomaquia. Tambin aparece la muerte, en forma de esqueleto que dirige su lanza amenazante hacia el rey. El paisaje de fondo
nos muestra una ciudad de grandes edificios y monumentos grandiosos, con perspectivas bien trazadas. En las afueras se desarrolla un banquete cortesano. El suelo
que pisan nuestros personajes se abre para dejarnos ver varias bocas infernales, hacia las que los demonios arrastran los cuerpos de los condenados. Una naturaleza
muerta minuciosamente trabajada completa el conjunto.
Nuestro cuadro entra de lleno en la tradicin moralista de la Esparia del Siglo
de Oro, preocupada por la formacin de sus principes, de la que nos habla Menndez Pidal un punto sustancial de la concepcin contrarreformista fue la idea del
principe cristiano. El principe era la encarnacin de la autoridad, y por consiguiente
el alma de la sociedad. Ejemplo de ello es la abundante literatura dedicada al tema
(Ribadeneyra, Juan de Mariana, Quevedo, Saavedra Fajardo y muchos ms dedicaron sus escritos a resaltar esta idea), en numerosas ocasiones, en forma de tratados
MENENDEZ PIDAL, Ramn: La Espaa de Felipe IV, Historia de Espaa, Tomo XXV, Madrid 1982, pg.583.
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2 SEBASTIAN, Santiago: Nueva lectura de las Hilanderas. La Emblemtica como clave de su interpretacin, Revista Fragmentos, n? 1, Madrid, 1984, p. 49.
3 SEBASTIAN, Santiago: Theatro Moral de la Vida Humana, de Otto Vaenius. Lectura y Significado de los Emblemas. Bolean del Museo e Instituto Camn Aznar, XIV, Zaragoza, 1983, p. 7 y ss.
4 NIEREMBERG, J.E.: Obras Christianas. De la diferencia entre lo Temporal y lo Eterno, Sevilla,
1986, p. 151.
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Figura 2. El caballero eristiano y su combate. Grabado de Urs Craft, en la ed. alemana del Enquiridion
(Basilea 1520).
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un manual de vida cristiana que presentaba la vida del cristiano como una continua
guerra, la cual se lleva a cabo contra los enemigos del alma: mundo, demonio y carne ". (Fig. 2).
Creemos que dichos enemigos pueden estar presentes de una y otra forma en
nuestra obra, el demonio aparece en un tipo iconogrfico que lo asimila a Pan, dios
mitolgico de los pastores de la Arcadia; es decir, con patas de cabra, torso de hombre y cuernos en la cabeza, tal y como aparece en el emblema LXXII de Alciato 19,
en el que se presenta como simbolo de la lujuria. La ciudad (seguramente el Madrid
de los Austrias) que vemos al fondo del cuadro, difuminados sus contornos por el
efecto de profundidad, debe aludir al mundo y sus vanidades. Hay que considerar
que la corte de Madrid nace como tal para satisfacer las necesidades de la Casa
Real y de una privilegiada lite cortesana 20 , que olvidaba los problemas de la sociedad agobiada por los reveses militares y la crisis econmica 2 '. En cuanto a la carne, puede entreverse una alusin a ella en el ngulo extremo del fondo, donde bellas
mujeres ataviadas con hermosos vestidos asisten a un banquete cortesano. Banquete
que presenta cierta similitud con el figurado en el lienzo El Arbol de la Vida, de
Ignacio de Ries, pintado en 1653 para la capilla de la Concepcin de la Catedral de
Segovia, alusivo a la futura e incierta hora de la muerte ".
En lo que a la figura del rey se refiere, vemos cmo sobre l aparece una corona
suspendida en el aire (Fig. 3). En la obra de Saavedra Fajardo Idea de un Principe
poltico-christiano, la corona es motivo para un emblema, y se explica que es una
circunferencia sin centro de reposo, simbolo de un perpetuo movimiento de cuidados ", y manifiesta las dificultades y peligros a que est sujeto el que ha de gobernar a todos: sus fatigas han de ser descanso del pueblo: su peligro seguridad y su
desvelo suerio.
Idea similar presenta Sebastin de Covarrubias, en el emblema 16 de la Centuria I 24:
El Sabio Rey de todos es tenido
Aca en la tierra, por divina cosa,
Y son amor reverencial temido,
El pueblo le obedece y el reposa:
Rige. su corazn esclarecido,
Del sumo Dios, la mano poderosa,
Y por su vigilancia, y su buen zelo,
Corona eterna le dar en el cielo.
18 LLOPART, Gabriel: En torno a la Iconografia Renacentista del Miles Christi, Traza y Baza,
n? 1, Palma de Mallorca, 1972, p. 67 y ss.
19 ALCIATO: Emblemas, Edicin a cargo de Santiago Sebastin, Madrid 1985, p. 108.
20 BROWN, J. y ELLIOT, J.H.: Un palacio para el rey. El Buen Retiro y la Corte de Felipe IV,
Madrid, 1981, p. 40.
21 Ibidem, p. VIII.
22 SEBASTIAN, S.: Contrarreforma y Barroco, Madrid, 1981, p. 123, reproduce el citado cuadro
en la portada de este libro.
23 SAAVEDRA FAJARDO, D.: Idea de un Principe Poltico-Christiano, Valencia, 1800, p. 174-5.
24 COVARRUBIAS, Sebastin de: Emblemas Morales, (Madrid 1610), Edicin de Madrid, 1978,
Centuria I, Emblema 16.
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Pero tambin cabe una interpretacin distinta. En la Vanitas de Valds Leal titulada Alegoria del arrepentimiento, de la Art Gallery de York, se representa a
un caballero rezando y haciendo oracin, mientras un ngel seriala una corona luminosa sobre su cabeza, rodeada de la leyenda Quia repromisit Deus. Prez Snchez " seriala su procedencia de la Epistola de Santiago el Mayor: Bienaventurado el varn que resiste la tentacin, pues, una vez probado, recibir la corona de
vida que Dios ha prometido a los que le aman. (Fig. 4).
La similitud de los gestos del ngel hace posible pensar en una posible relacin
significante. El rey debe atender al cumplimiento de los preceptos cristianos, que para l adquieren una dimensin ampliada, adems, por su responsabilidad como cabeza del Estado. Sin embargo, no parece que las tareas del gobierno pesaran mucho
en el nimo del monarca, aficionado al teatro, (y los placeres mundanos), y que para
satisfacer sus gustos convirti el Buen Retiro en escenario de espectculos y obras
teatrales, destacando entre ellas las de Caldern ". El ambiente disoluto de la Corte propicia el quebranto de la moral, y el que el Rey sucumbiera continuamente a
las tentaciones carnales, como es reflejado por Mararin de un modo magistral en
su trabajo sobre el Conde Duque de Olivares_ Pero ello no supone que el rey no fuera continuamente reprendido por su conducta. Asi lo har Sor Maria de Agreda,
religiosa que mantiene correspondencia con l durante largos arios, aconsejndole
y amonestndole. El epistolario del Rey muestra su contricin, pero casi inmediatamente, su caida en el pecado ". Pero no slo se reprende al Rey de forma tan directa. Segn S. Sebastin, el propio Velzquez se atreve a dar una leccin moral al
monarca con su cuadro Las Hilanderas, donde se lleva a cabo una alegoria sobre
los vicios y pecados del Principe, principalmente contra la lujuria y la soberbia, y
tanto la fbula de Palas y Aracne como la de las Sirenas pueden ejemplificar
lo que suceder el poderoso que se deje tentar por ellas ".
Nos queda por ver en este grupo central de personajes al esqueleto que personifica la muerte. Es una representacin que tiene ejemplos antiguos, ya desde las Danzas de la Muerte medievales; de un modo muy parecido a como lo vemos en el Juicio Particular lo encontramos en el emblema CLV de Alciato 29.
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Otro elemento que parece tener un significado simblico, aparte del meramente
espacial, son los montes que apreciamos a lo lejos; segn indica Zrate son la imagen de los poderosos (asimilada a la del Principe) como ya se tuvo desde el profeta
Ezequiel Montes de Israel, escuchad la Palabra del Serior Dios (Ez. 6,3). Horozco
reflejar este concepto en su Emblema IV: la montaria es la imagen de los principes,
pues su altura implica una elevacin hacia Dios ". Covarrubias " muestra similar
pensamiento en sus emblemas XVIII y XXIII de la Centuria II, identificando la montaa con los poderosos.
Completando el anlisis de nuestra obra, pasamos al primer plano, que nos muestra, a travs de una abertura en el suelo, la visin de los Infiernos a la izquierda y
de una naturaleza muerta a la derecha.
Una representacin de cierta similitud con esta se ve en el Trptico de Mdena
de El Greco, donde se muestra el infierno a manera de fauces que tragan a los condenados; iconografa frecuente en los Fresquistas del Monte Athos, que a su vez toma
como modelo el Juicio Universal de la Pequeria pasin de Durero, como indica
Frati 34.
Los infiernos se representan como cuevas abismales de las que emerge el resplandor del fuego. Los pecadores son arrastrados hacia all por los demonios y apreciamos el gesto pattico de los condenados. Es una imagen que de nuevo nos lleva
a S. Ignacio que en el Quinto Ejercicio recomienda: el primer puncto ser ver con
la vista de la imaginacin los grandes fuegos, y las nimas como en cuerpos gneos.
El segundo or con las orejas Ilantos, alaridos, blasfemias contra Christo nuestro Serior, traer a la memoria las nimas que estn en el infierno, unas porque no creyeron
el advenimiento; otras, creyendo, no obraron seg n sus mandamientos ".
Hay que resaltar la curiosa disposicin de estos infiernos, ya que se abren en
un primer plano que se ofrece al espectador pero no a la vista del monarca, apoyado
por encima de ellos. Para l, lo visible sera la naturaleza muerta que le es ofrecida
por Satn, y que deja ver un conjunto de objetos muy bien tratados en su naturaleza
plstica: una guitarra, el jarrn con flores, la mscara, un cofre repleto de oro y
varios objetos suntuosos, constituyendo un tema de vanitas, de resonancias peredianas, concretamente el Suerio del Caballero (Figuras 5 y 6).
J. Gllego ve en el jarrn lleno de flores que se deshojan el signo de la fragilidad, y en los cofres llenos de oro y joyas la representacin de las riquezas ilusorias ".
31 Ibidem, p. 131.
32 Ibidem.
33 COVARRUBIAS, Sebastin de: Op. cit., Centuria II, emblemas XVIII y XXIII.
34 FRATI, Tiziana: La Obra Pictrica Completa de El Greco. Barcelona, 1970, p. 90.
35 IGNACIO DE LOYOLA: Op. cit., p. 214.
36 GALLEGO, J.: Op. cit., p. 243.
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Figura 6. A. de Pereda: El Sueo del Caballero. (Detalle). Madrid. Real Academia de Bellas Artes de
San Fernando.
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