Neoliberalismo en Argentina
Neoliberalismo en Argentina
Neoliberalismo en Argentina
Resumen
La estructura social, poltica y econmica de nuestro pas se ha modificado notoriamente a partir de 1976. El
impacto de las polticas (y el accionar criminal) implementados por aquel gobierno militar y la consolidacin de
ciertos elementos durante los gobiernos democrticos que les siguieron, reestructuraron las relaciones sociales.
Esta mutacin puede relacionarse, a nivel mundial, con el reinado de las propuestas defendidas por el
neoliberalismo. Aun cuando en el presente muchas de estas propuestas son cuestionadas (fundamentalmente en
Amrica Latina), creemos que subsisten aspectos importantes de las mismas. En ese contexto, el presente ensayo
se propone describir el proceso de individualizacin en nuestro pas bajo el convencimiento de que la continuidad
de esta tendencia resulta funcional a una sociedad profundamente desigual y discriminadora.
Palabras clave: Neoliberalismo individualizacin discriminacin.
1. Introduccin
La nueva etapa de acumulacin del capital que caracteriza al mundo desde hace algunos aos ha posibilitado,
entre otras cosas, la reestructuracin de las relaciones sociales y el cuestionamiento hacia los marcos de
regulacin colectiva asociados al Estado de Bienestar o al Estado Social. En nuestro pas este nuevo diseo de la
sociedad comenz con el genocidio iniciado a mediados de los 70, en funcin de la coincidencia de pensamiento
entre actores econmicos y militares. En este sentido, el planteo del equipo econmico dirigido por Jos Alfredo
Martnez de Hoz (y sustentado por los capitalistas ms poderosos que operaban en el pas) convenci a las fuerzas
armadas de que no poda reemplazarse el esquema poltico institucional vigente sin modificar el ordenamiento
econmico que le daba sustento.
Hasta aquel entonces, el eje fundamental de nuestra economa lo constitua la produccin industrial
(fundamentalmente orientada hacia el mercado interno) y se asuma que el crecimiento econmico y la inclusin
social eran objetivos irremplazables para superar las contradicciones sociales.
Desde la ptica de los militares, la aguda crisis social que viva nuestro pas evidenciaba una sociedad enferma e
indefensa frente a la probable penetracin del virus subversivo, ubicando los orgenes de esta desviacin en
1945, o incluso en 1930. Su objetivo de largo plazo era producir una transformacin completa del funcionamiento
de la sociedad argentina, tal que fuera imposible la repeticin de las experiencias populistas y subversivas.
Esta confluencia de posturas e intenciones se expres, desde las fuerzas armadas, a travs del asesinato y la
desaparicin de militantes y del desmantelamiento de las organizaciones que representaban a los trabajadores
como estandartes de un tipo de relacin social a exterminar. Los subversivos, que deban eliminarse, incluyeron
as a todos aquellos que desarrollaban prcticas cuestionadoras del orden capitalista y de las desigualdades que
ste generaba (y genera) y los miembros del gobierno militar eran quienes establecan arbitrariamente el
sealamiento de los que eran identificados en esa categora. Lo perverso de hacer desaparecer los cuerpos de
esas personas y de continuar negando sus asesinatos buscara entonces borrar de la memoria de la sociedad
aquellas prcticas solidarias y a quienes las llevaban a cabo.
Esta poltica se sustent tambin en las medidas impulsadas por el equipo econmico: la interrupcin de la
industrializacin y el predominio de la valorizacin financiera, a travs de la apertura del mercado de bienes y de
capitales. Se consolid as un nuevo patrn de acumulacin, que haca predominar claramente al capital sobre el
trabajo, y que se expresaba en niveles hasta el momento desconocidos respecto del nivel de exclusin social y de
la regresividad en la distribucin del ingreso.
Los gobiernos democrticos que siguieron a esta experiencia no dieron marcha atrs con esta tendencia, incluso en
algunos aspectos la profundizaron construyendo un proceso que deriva en los altos niveles de marginalidad,
desempleo y precariedad laboral que presenta hoy en da nuestro pas. Ms all de las diferencias de momentos y
partidos (1), las diferentes gestiones elegidas por la mayora contribuyeron a consolidar el esquema de un Estado
que reduce las contenciones y prestaciones para el conjunto de la sociedad subsidiando a los actores econmicos
ms poderosos. Las prebendas otorgadas por el gobierno de Ral Alfonsn a grupos econmicos locales y
conglomerados extranjeros, las privatizaciones del gobierno de Carlos Menem, la flexibilizacin laboral y los
sucesivos ajustes al gasto pblico durante la gestin De la Ra constituyen algunos hitos de este proceso.
2. El proceso de individualizacin y sus consecuencias
El contexto poltico mundial que consolidara estos cambios se encontraba signado por el colapso de los pases
socialistas de fines de los ochenta, que marcara el triunfo de la ideologa capitalista y el adis a la idea de un
mundo bipolar. La resolucin de la disputa poltico-ideolgica apareca, adems, en un momento de fuerte
cuestionamiento del modelo econmico, debido a ciertas seales negativas (crisis de acumulacin, recesin,
desempleo) (2).
La desaparicin del enemigo, entonces, allanara el camino a la nueva versin del liberalismo (neoliberalismo), y
a su autoproclamada nica manera de entender el mundo. Esta situacin permitira a los neoliberales aduearse de
la capacidad de interpretar el origen de las crisis econmicas de manera de encauzar la salida de las mismas de
acuerdo con sus intereses.
En oposicin al keynesianismo, los neoliberales entendan que las intervenciones del Estado interferan con la
libertad de las personas; hablaban de un Estado predador que saqueaba a sus ciudadanos para responder a grupos
de presin, situacin sta que permiti atacar las nociones de justicia social o redistributiva haciendo hincapi en
lo que denominaban un exceso de democracia. Esta postura defina a la libertad como la ausencia de obstculos
externos para la accin individual (libertad negativa).
Amparndose en los planteos de autores como Anthony Giddens o Ullrich Beck proponan la liberacin del hombre
de los enlaces con las estructuras de la sociedad industrial. Asociando individualizacin con reflexividad (en tanto
capacidad de apropiarse reflexivamente del saber y del cambio) y a la ausencia de marcos sociales reguladores con
la liberacin del hombre para estructurar su propio relato de vida, sostenan que el individuo deba tener el poder
de elegir, cambiar y mejorar. Se allanaba as el camino hacia la mercantilizacin de la vida social, esto es, el
traslado de la lgica del mercado (segn la cual cada individuo es dueo de su propio destino econmico) a las
relaciones sociales.
La propuesta exiga una reformulacin del rol del individuo en la sociedad. A partir de entonces, el bienestar ya no
constituira un derecho y pasara a depender en una dimensin estrictamente personal del trabajo y las
capacidades de los individuos. Sin embargo, es preciso analizar el contexto en que deberan darse esas elecciones
individuales, porque de nada sirve al sujeto el hipottico poder de construir su propio camino sin restricciones, si
sus condiciones de vida impiden en los hechos una libre eleccin.
En primera instancia, pareciera que tal proceso de individualizacin slo puede arrojar resultados positivos (si es
que los hay, y esto forma parte del debate) en sociedades donde los individuos al menos tienen garantizada su
supervivencia material. Por el contrario, en sociedades perifricas, caracterizadas por su debilidad y dependencia,
tal proceso slo puede generar la superposicin de nuevas desigualdades sobre las ya existentes.
En el contexto argentino por ejemplo, las dificultades para conseguir un empleo estable, la sucesin de empleos
precarios limitados en el tiempo y la incapacidad de desarrollar una carrera profesional reducen claramente el
abanico de posibilidades que mujeres y hombres pueden elegir para crear su propio camino. La independencia en
estos casos se asemeja ms a una falta de consistencia que a una emancipacin, como sugiere Robert Castel,
estos sujetos estn a tal punto individualizados que quedan demasiado expuestos. En ese contexto habla del
paradigma del vagabundo como alguien que, pertenecindose solo a s mismo, carece absolutamente de todo.
Podemos decir, entonces, que la individualizacin beneficia a los ms poderosos y perjudica a los ms vulnerables
(tal cual ocurre con la mano invisible del mercado en la economa). Por ello, en sociedades perifricas, la
desvinculacin de las estructuras de proteccin social y la crisis de los marcos de socializacin tienden a reforzar
las facetas negativas de las nuevas formas de individualismo (3). Los individuos son expulsados de las estructuras
normativas y sociales que orientaban sus conductas y los dotaban de certezas, quedando desafiliados, situacin
que los expone a la exclusin social, institucional y simblica.
Liberados supuestamente de todas las ataduras que las rgidas estructuras del Estado de Bienestar hacan pesar
sobre sus espaldas; individualizados a tal punto que han sido despojados de toda capa de proteccin y arrojados
(violentamente) a la arena del mercado, la consecuencia y la realidad que el neoliberalismo depara para estas
amplias capas de poblacin es que la sociedad ya no precisa ni siquiera de la fuerza de sus brazos. De ms e
intiles para la sociedad y el mercado, estos grandes grupos de seres humanos, que han sido despojados hasta
de las redes de proteccin mnimas e indispensables para la supervivencia y la reproduccin, van asemejndose a
aquellos vagabundos que nada tienen y a ningn lugar pertenecen. Situados en la periferia y en los mrgenes de
la sociedad, atemorizan con su presencia a los ganadores del modelo, siendo, las ms de las veces, objeto de
criminalizacin y estigmatizacin.
La fractura de la sociedad entre ganadores y perdedores es particularmente perversa por la propia lgica de la
individualizacin, que supone que cada uno es dueo de su destino y responsable nico del xito o fracaso. Esta
demanda de autorregulacin es procesada por aquellos que ocupan los lugares ms elevados de la estructura
social, favoreciendo la imagen de que el propio xito es exclusivo mrito suyo. Sentimiento que, en consonancia
con el ataque neoliberal a la figura del Estado, genera oposicin hacia los posibles intentos estatales de proteccin
de los desfavorecidos.
En el mismo sentido, aquellos jvenes que en funcin de esta evolucin han perdido la confianza en la educacin
y en la posibilidad de insertarse en la sociedad de una manera digna, y que eligen el camino de la delincuencia son
violentamente atacados por el discurso de la mano dura. Por ello no importa si permanecen en centros de
detencin infrahumanos durante aos sin condena, lo importante es que estn alejados de la sociedad normal (o
en el ms extremo de los casos, muertos). Nuestra sociedad los expulsa desde su nacimiento y luego los
estigmatiza responsabilizndolos por esa expulsin y lo que ella genera.
Por ltimo, nos interesara destacar que el proceso de individualizacin que, en los hechos, achica las funciones del
Estado debe ser considerado tambin como una redistribucin de recursos al interior de la sociedad. En efecto, el
Estado que antes recaudaba para repartir progresiva e indirectamente (por medio del gasto pblico social), ahora
recauda menos, beneficiando a aquellos que ms tienen y perjudicando a los ms desfavorecidos. La pauperizacin
de los sistemas pblicos de salud y educacin, la reduccin del empleo pblico, la privatizacin del sistema
previsional (que garantiza una jubilacin digna slo a quines pudieron mantener un sueldo alto y en blanco por
un mnimo de 30 aos) contribuyen a consolidar la imagen de que existen ciudadanos de segunda que merecen
menos que otros.
Sin embargo, todava se escuchan voces que cuestionan el gasto social y piden permanentemente su reduccin.
Muchas de estas voces provienen de organismos internacionales y economistas locales y extranjeros. Podr
discutirse si la redistribucin de recursos que practican los Estados es justa o injusta en sociedades centrales pero
la injusticia que la misma muestra en sociedades perifricas es indiscutible.
Sin dudas, esta vulnerabilizacin de los sectores ms desfavorecidos guarda relacin con el rol que la nueva
divisin internacional del trabajo reserva para pases perifricos. Para sealarlo claramente podemos tomar el
ejemplo de la Argentina. El modelo que se interrumpi a mediados de la dcada de 1970 mostraba una economa
sustitutiva de importaciones, con una gran masa de empleados (potenciales consumidores, lo que incida en el
nivel de sus remuneraciones), en la cual el mercado interno tena un rol destacado. Este modelo mostraba una
clase trabajadora con un poder (poltico, social y econmico) nada despreciable, que era contenida por un Estado
tambin fuerte.
Hoy da podemos observar cmo la Argentina aparece en el concierto internacional como una economa orientada
fundamentalmente a la explotacin de productos primarios con un bajo nivel de valor agregado, que por ende
descuida el mercado interno, con un alto nivel de desempleo, precariedad laboral y un nivel bajo de remuneracin
que incide en la regresiva distribucin del ingreso. Evidentemente, este modelo no podra sostenerse con una clase
trabajadora poderosa ni con una estructura estatal vigorosa.
Para finalizar, nos parece que la consolidacin del proceso de individualizacin recin descrito permite comprender
mejor el abismo que existe entre los distintos sectores sociales y la falta de solidaridad que deriva de esta
fractura. Indicios que se perciben si tenemos en cuenta que, en el contexto de una sociedad que muestra todava
un porcentaje importante de pobres, indigentes y desempleados, el principal problema para la opinin pblica lo
constituye la inseguridad. En el mismo sentido, podemos interpretar la violencia a la que son sometidos aquellos
que interrumpen el trnsito reclamando por derechos fundamentales incumplidos, cuando se pretende que se
priorice el derecho a circular libremente. El reflejo de pensar en s mismos antes que en los ms desfavorecidos se
expresa tambin con el desprecio que sufren quienes cartonean o limpian vidrios en los semforos para no morir
de hambre.
La crisis del rgimen de convertibilidad y la reaccin de gran parte de la sociedad ante los intentos del gobierno de
la Alianza (UCR-FREPASO) de continuar profundizando este proceso, marcada claramente ante el fallido plan de
Lpez Murphy en marzo de 2001, pusieron un freno a esta tendencia. La Argentina muestra hoy, en este sentido,
algunas seales positivas. Tal vez podamos aprovechar estos aos de bonanza para reconstruir parte del aparato
industrial destruido consciente y continuamente desde hace treinta aos y consigamos achicar los niveles de
pobreza, desempleo e indigencia revitalizando el mercado interno y mejorando las condiciones de vida de muchos.
Creemos, sin embargo, que es necesario reconstruir los lazos de solidaridad entre los diferentes sectores sociales,
y fomentar la participacin poltica y social de las mayoras de manera de evitar que un nuevo cambio en el
panorama internacional vuelva a poner en riesgo a los sectores populares (y a la sociedad entera).
Es claro que los representantes del capital concentrado prefieren una clase trabajadora disgregada, pobre,
manejable y aislada del resto de la sociedad, los extraordinarios beneficios que han obtenido en estos ltimos 30
aos as lo indican. Lo que es menos comprensible es que gran parte de los sectores medios contine siendo
funcional a estos intereses. Si los sectores medios y bajos no actan juntos por recuperar un esquema de pas que
incluya a todos, Argentina tender a convertirse en un territorio profundamente dominado por una pequea
poblacin acomodada y, en palabras de Len Gieco: de lo que queda, el 50 (%) slo come, y el resto se muere
sin saber por qu (4). En funcin de esto ltimo y bajo la creencia de la necesidad de discutir y comprender los
procesos sociales para actuar sobre ellos, este trabajo busca abrir el debate respecto de una preocupante
situacin.
Notas
(1) Y excluyendo al gobierno de Nstor Kirchner que, a pesar de mostrar algunos signos positivos, todava no permite un debate
acabado.
(2) Los principales indicadores del desempeo econmico en pases centrales entre 1973 y 1997 evidenciaban una disminucin promedio
de entre un 30% y un 50% con respecto al perodo 1950-1973 (NUN; 2000).
(3) Svampa, Maristella (2000) Desde abajo. La transformacin de las identidades sociales, Buenos Aires, Biblos-UNGS, p.17.
(4) Len Gieco, letra de Los salieris de Charly.
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Svampa, Maristella (2000), Desde abajo. La transformacin de las identidades sociales, Buenos Aires: BiblosUNGS.