Burke Peter La Cultura Popular en La Europa Moderna PDF
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Peter Burke
La cultura popular
en la Europa moderna
Version espanola
de Antonio Feros
Alianza
Editorial
INDICE
Lista de ilustraciones................................................................
Agradecimientos.................... ...................................................
Nota.... .. .................................... .. .............................................
lntroduccion a Ia edicion espanola...........................................
Prologo ....................................................................................
12
13
16
17
29
Primera parte.
33
35
61
61
1.
2.
3.
Scgunda parte.
68
77
85
92
114
115
129
143
-----------
In dice
10
4.
..---- -
145
146
158
167
173
Las formas tradicionales .... ....... ... ..... ................. ....... ...... .... 177
Los generos ................. ... ... .. ........_..... .. ........ .. .... ....... ... .. .. . 177
Temas y variaciones ............................. ............. ............. 188
El metoda de composici6n ......... ........... ,......................... 203
Heroes, rnalvados y bufones. .. ......... ...... ....... .... ... .............. 219
Prototipos y variaciones... ... ... .. ... .. ... ..... . .... .. ... ... ... . ...... .. . 220
Actitudes y valores populares........ .................... ......... .... . 246
El mundo del carnaval... ... ........ ...... .. .. ..... .......................... 257
Mitos y rituales .............. .. .. ..... ....................... .......... .... .. 257
El carnaval.................... ................................................. 262
El mundo al reves .. .. .. . .......... .. .. ...... ... .. ... ... .. .. .......... .. .... 267
Lo carnavalesco ................ " ................................... .... .. ... 274
~Control o pro testa social?.................. ....................... ..... 284
LISTA DE ILUSTRACIONES
5.
6.
7.
Tercera parte.
8.
293
295
295
316
331
343
350
362
376
390
Apendice I. El descubrirniento del pueblo: estudios y antologias escogidas, 1760-1846 .. .... .. .. .... .. .. .. .. .... .. .. .. .... .......... ..
Apendice II. Publicaciones escogidas ilustrativas de Ia reforma de la cultura popular, 1495-1664 .... ..... ........... ..............
34 3
397
399
401
423
431
2.
3.
11
.i I
AGRADECIMIENTOS
-l
'
A Sue.
\_
NOTA
Desde que este libro fue publicado hace ya una decada, Ia investigac~6n sobre Ia cultura popular ha pasado a serun tema de maximo
intefes~ tal y como se pone de manlfiesto e'W'1:a bibliografia complem:~ntaria. De hecho, desde el aiio de su edici6n han ido apareciendo
valiosas contribuciones a los _~pectos que se discuten en cada uno
de los capitulos de este libro 1 .:..>
En primer Iugar, se han dedicado a casi todos los paises europeos
un considerable numero de nuevos estudios. En el caso de Espana,
por ejemplo, estas investigaciones incluyen el trabajo de William
Christian sobre Ia religion popular, o como ei prefiere denominarla,
Ia religion local, los de Jaime Contreras, Jean-Pierre de Dieu, Ricardo Garcia Carcel y otros autores sobre las pesquisas que Ia Inquisici6n realiz6 en torno a las creencias populares, o Ia reinterpretaci6n de la obra de Goya llevada a cabo por Jutta Held, ademis de
16
17
.I
18
19
El problema de lo popular
Geremek (1978); Ginzburg (1979); Yeo y Yeo (1981); Van Diilmen y Schindler
(1984) ; Kaplan 1984); Bertrand (1985); Bruckner, Blickle y Breuer (1985) y Reay
(1985).
'
4
Para algunos ejemplos de esros recelos, ver Gombrich (1971) y los ensayos
recogidos en Vrijhof y Waardenburg (1979).
s Los materiales de este Congreso sobre China ya han sido publicados: Johnson,
N~_than Y ~awski, 1985. Los resultados logrados por este grupo sobre el sudeste
asJatJco, ~stan a punto d~ ser pubhca?os porIa Cambridge University Press, ed itados
por R. 0 Hanlon. Los htstonadores pponeses ya han mostrado en diversas ocasiones
su i~ten!s por el pueblo y Ia cultura popular de su pais (Gluck, 1979).
Burns ( 1980) situ a Ia cultura popular en el contexto de Ia lucha de clases durante
d. siglo XIX en Latinoamerica. Pereira de Queiroz (1978) nos ofrece un esbozo de Ja
htstoria del carnaval en Brasil.
7
Algunos ejemplos muy buenos de Ia aproximaci6n a Ia cultura popular desde
20
21
.illayoiJa'?e
aos--
11
oel
Harris (1988).
Fergusson (1959).
13
Johnson, en Johnson, Nathan y Rawski (1985), pag. 39.
14
Isherwood (1986), especialmeme el cap. 8. Cifr. Isherwood (1981), donde se
refiere a nuestro libro de una forma mas explicita.
12
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22
'J'
23
15
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24
cales e implican un intento de sustituir totalmente el concepto referido. Dos de ellas, las mantenidas por William Christian y Roger
Chartier 20 , son dignas de ser tomadas en consideraci6n.
En su estudio sobre los exvotos, las reliquias y los santuarios en
la Espana del siglo XVI, Christian seiiala que estas formas de religiosidad fueron <<tan caracteristicas de la familia real como de los campesinos analfabetos>> , raz6n por la que rehusa utilizar el termino
<<popular>>. En su Iugar recurre al concepto <<local, argumentando
que Ia inmensa mayorfa de lugares y monumentos sagrados solo
significaban algo para los habitantes de cada localidad>> 21 Esta insistencia en los distintivos locales de lo que generalmente es conocido como religion <<popular>> es, desde luego, importante, pero no
totalmente nueva. Lo que si es nuevo es Ia sugerencia de que debemos renunciar a un modelo binario -el de Ia elite y el pueblo- y
sustituirlo por otro -el del centro y la periferia-, un modelo que
ha sido utilizado crecientemente en los {I!timos aiios, tanto en Ia
historia econ6mica como en la politica e incluso en la del arte. Creo
que este modelo tiene un determinado interes y me ha parecido muy
valioso para analizar las reacciones de <<Roma>> a las presiones locales
para lograr determinadas canonizaciones 22 Sin embargo, estos modelos no estan exerltos de problemas y ambigiiedades. La noci6n de
centro>> , por ejemplo, es muy diffcil de definir, ya que centro geografico y centro de poder no siempre coinciden (pensemos en Londres, Paris, Pekin, etc.). En el caso del catolicismo, es bastante razonable suponer que Roma era el centro, pero tambien es bastante
obvio que estas devociones no oficiales eran tan normales en la ciudad santa como en otras partes. No cabe duda que en el camino
para allanar dificultades conceptuales, han aparecido otras nuevas.
El problema basico es que una <<cultura>> es un sistema con unas
lineas divisorias muy imprecisas. En este sentido tiene gran valor el
reciente ensayo de Roger Chartier sobre los <<usos de la cultura popular>>, en e1 que tiene presente de forma continua esta vaguedad.
En el, Chartier plantea que <<eS inutil tratar de identificar Ia cultura
popular a traves de una distribuci6n supuestamente especifica de
objetos culturales>>, tales como exvotos o la literatura de cordel, ya
que estos fueron utilizados en la practica 0 <<apropiados>> por dife2
21
22
25
rentes grupos sociales, nobles y clerigos, igual que artesanos y campesinos 23 . Siguiendo a Michel de Cerceau y Pierre Bordieu, el autor
indica que todo consumo es una forma de producci6n o creaci6n, y
ello implica que las personas atribuyan significados a los distintos
objetos, con lo que todos estarfamos comprometidos en una especie
de bricolage 24 . Chartier va mas alia en sus argumentos, al defender
que los historiadores deben estudiar no los elementos culturales
definidos como "populares", sino mas bien las vias espedficas por
las que estos son apropiados por los distintos grupos sociales.
Acepto y admiro los argumentos que Chartier deduce de su analisis de la Bibliotheque Bleue francesa, pero no creo necesario introducir cambios considerables en las conclusiones de este libro. De
hecho, lo que destaca Chartier al centrar su interes en los objetos,
es mas complementario que contradictorio con mis propios puntos
de vista sobre el analisis de los grupos sociales. Esto puede comprobarse en mis referencias a las elites de la Europa moderna como
biculturales, es decir, como participantes de la cultura popular
pero manteniendo su propia cultura; o, incluso, cuando defino cultura como Un sistema de significados, actitudes y valores compartidos, y de formas simb6licas [espectaculos y objetos] a traves de los
cualcs se exprcsa o se encarna>>. De cualquier forma, la noci6n de
<<cultura>> necesita un replanteamiento.
La noci6n de Cultura
Los problemas que se han creado por la utilizaci6n del concepto
<<CUltura SOn, despues de todo, incluso mas importantes que }os
provocados por los usos del termino <<popular. Una de las razones
de esta situacion es que al citado concepto se le han atribuido sentidos cada vez mas amplios en Ia ultima generaci6n, conforme los
historiadores y otros estudiosos han ensanchado sus intereses. En la
epoca del llamado <<descubrimiento del pueblo, el termino cultura>> era usado para referirse al arte, Ia literatura y la musica y, por
ello, no seria muy injusto describir a los folcloristas del siglo XIX
como aquellos que buscaban equivalentes populares de la musica
2
24
26
aquelio'' C(ue aiii:es se daoa como sup~_~sto;_ obvio, 11orrnai o 'de sentido comun, ahora es visto como algo que varia de urla 'sociedad a
Otra, de un sig}~ a OtTO y que es socialme11:te CreadO >> ,_pc)r }9 .<i~~
requiere una explicaci6n o interpretacion social e hist6rica. Esto explicaria que a esta nueva historia cultural se le haya derwminado
historia <<SOciocultural, para distinguirla de la historia mas tradicionaJ del arte, la literatura y la musica. '
En este sentido, nuestra primera definicion de cultura tomo en
considerac.i6n Iii vida coi:!diaiia; 'escogiei:ido dos -t~rminos-l>aj~95
CO!lJQ.. <~Qbjetos>> _ y especticulos>>, entcndiendolos en un sentido _r!lllY
~;{plio. Asi, la nocion de objetO >> incluia construcciones culturales
como las categorias d~ males, de suciedad, o de generos literarios o
politicos, al tiempo que extendia la noci6n de especticulo para que
pudiese cubrir formas culturalmente estereotipadas de comportamiento social, como los banquetes o la violencia. Sin embargo, debemos admitir que en la practica la investigaci6n se ha centrado en
un numero muy exiguo de objetos (especialmente imagenes, material
impreso y casas) y de actividades (la canci6n, la danza, la representaci6n de obras de teatro y los rituales ), y ello a pesar del in ten to
de situarlos en un amplio contexto social, econ6mico y politico. En
este sentido, la revuelta popular fue estudiada con un cierto detalle
pero, por el contrario, el sexo, el matrimonio y la vida familiar han
sido virtualmente omitidas 25 .
{Fue correcto, en la practica, optar por una definicion tan reducida de cultura? A comienzos de la decada de 1970, cuandocomence
esta investigacion, habian sido publicados muy pocos trabajos representatives de la nueva historia cultural, por lo que las condiciones
para abordar un estudio de sintesis mas completo no estaban aun
maduras. Se podria decir que el precio pagado por un libro con unas
ambiciones geograficas tan amplias -de hecho, se intenta examinar
toda E1.1ropa desde Irlanda y Portugal basta los Urales-, fue reducir
25
27
t
\
26
28
Ejemplos como estos nos sugieren que aunque puede ser positivo
distinguir el concepto de cultura>> del_ de ~<sociedad, esto no debe
seguir unas llneas tradicionales. Los htstonadores de la cult~ra deberian definirla, no en terminos de areas o <<ca~po~ paruculares
-tales como el arte, Ia literatura y la musica- smo mteresarse por
los valores y simbolos dondequiera que se encuentren.
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32
Primera parte
I
~
Capitulo 1
EL DESCUBRIMIENTO DEL PUEBLO
Fue entre finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, coincidiendo con la progresiva desaparici6n de !a cultura popular, cuando el
pueblo o el folk>> comenz6 a ser materia de inten!s para los intelectuales europeos. Sin duda, tanto los artesanos como los campesinos se vieron sorprendidos cuando vieron sus casas invadidas por
hombres y mujeres con trajes y hablas de clase media, quienes les
insistlan para que les cantasen sus canciones, o les narrasen sus cuen- .-.
tos tradicionales. Los nuevos conceptos son siempre una via como '
ninguna para el surgimiento de nuevas ideas y esta fue una epoca en
la que comenz6 a generalizarse -especialmente en Alemania- un
_grupo completo de nuevos terminos. Por ejemplo, Volkslied o ~ \
~.?.ularj. Johann G. Herder le dio el nombre de Volkslieder a las .
coleccmnes de canciones que realiz6 entre 1774 y 1778. Existen ter- :
minos como Volksmarchen y Volkssage, que a finales del siglo XVIII '
expresaban distintas clases de k<cuentos populatew Estaba el Volks.._ ;
buch, una palabra que lleg6 a ser muy popular a comienzos del
siglo XIX, despues que el periodista Joseph Gorres publicase un ensayo sobre el tema. Su equivalente mas proximo en ingles es el termino tradicional chap-book ( libreto de cuentos>> ). Existe otro termino como Volkskunde (a veces Volkstumskunde) original de co35
36
mienzos del siglo XIX, que podrfa traducirse como folklore (una palabra inglesa conocida por primera vez en 1846). Existe Volkspiel (o
Volkschauspiel), un termino que comenz6 a utili~arse alrededor de
1850. Palabras y frases similares comenzaron a emplearse en otros
pafses, generalmente un poco mas tarde que en Alemania. Asf, Volksleider era folkviser para los suecos, canti popolari para los italianos,
narodnye pesni para los rusos 0 nepdalok para los biingaros 1
~Que estaba sucediendo? En la medida que mucbos de los terminos referidos nacieron en Alemania, puede que sea posible encontrar en ella una respuesta. Las ideas que estan detras del termino
canto popular, son expresadas con fuerza en el estimable ensayo
de Herder, publicado en 1788, sobre Ia influencia de la poesfa en las
costumbres de los pueblos antiguos y modernos. Su idea central era
que Ia poesia habia tenido en alguna ocasi6n una efectividad (lebendigen Wirkung) ya perdida. En este sentido, la poesfa habria sido
muy efectiva entre los bebreos, los griegos o los antiguos pueblos
del Norte, a la que consideraban algo divino. Era el <<tesoro de la
vida (Schatz des Lebens); es decir, tenia unas funciones practicas.
Herder llegaba a sugerir que a Ia verdadera poesia le correspondia
un particular modo de vida, que posteriormente se defini6 como Ia
comunidad organica>> , al tiempo que escribfa con nostalgia sobre
los pueblos << que denominamos salvajes (Wilde), pero que a menudo
fueron mas morales que nosotros >>. La conclusion a la que llegaba
era que en el mundo posterior al Renacimiento, solamente la canci6n
popular conserv6 la efectividad moral de Ia antigua poesia porque
circulaba oralmente, se acompaiiaba con miisica y cumplia funciones
practicas. Por el contrario, la poesia culta era para los ojos, estaba
escindida de la musica y era mas -frfvola que funcional. Como su
amigo Goethe indicaba, << Herder nos ba enseiiado a concebir la poesia como propiedad comun de toda la humanidad, y no como la
posesi6n privada de unos pocos individuos refinados y cultos >> 2
La asociaci6n de la poesfa con el pueblo recibi6 un mayor enfasis
en la obra de los hermanos Grimm. En un ensayo sobre la saga de
I'
37
los Nibelungos (Nibelungenlied), Jakob Grimm seiialaba que .el autor del poema era desconocido, <<algo usual en todos los poemas
nacionales, y asf debe ser ya que pertenecen a todo el pueblo >>. Su
paternidad era comunal: << el pueblo crea>> (Das Volk dich tet). En
un famoso epigrama escribi6 que <<cada epica debe escribirse a sf
misma>> (gedes Epos muss sich selbst dichten). Nadie babia realizado
estos poemas; eran como los arboles, simplemente crecfan. De abi
que Jakob Grimm
_Q~2.<;!~~i~.~__l_a_
.P.~~i!__pop,uleLC.~!!!2~P2!:~!uJ.!.!.
------
3
Ia naturaleza>>_(N'!_t~oesit;L .
-LlSi<frn-de Herder y los bermanos Grimm alcanzaron una errorme influencia. Partiendo de ellas comenz6 a aparecer colecci6n tras
colecci6n de canciones populares >:-. Para mencionar solamente algunas de las mas importantes, estaba la colecci6n de Byliny o baladas
rusas, publicada en 1804 con el nombre de un tal Kirsha Danilov;
la colecci6n Arnim-Brentano de canciones alemanas, Des Kanaben
Wunderhorn, que se inspiraba en la tradiciqn oral y en grabados
populares y que fue editada entre 1806 y 1808; la colecci6n Afzelius-Geijer de baladas suecas, recogidas de la tradici6n oral de Vastergotland y publicada en 1814; las bala?as servias editadas por Vu~k
Stefanovic Karadzic, publicadas por pnmera vez en 1814 y ampltadas con posterioridad; las canciones finlandesas de Elias Lonnrot,
quien las recogi6 de la tradici6n oral sistematizandolas basta formar
un poema epico, la Kaleva/a, editada en 1835.
Los pafses mediterraneos mantuvieron un cierto retraso con respecto a este movimiento. Thomas Percy, clerigo de Northamptonshire y editor de Las reliquias de la poesia inglesa publi~ad~s en 1765,
fue menos pionero de lo que podria parecer. Estas <<reltqmas>>, como
el las llam6 con expresi6n deliberadamente arcaica, inclufan un numero de baladas famosas como Chevy Chase, Barbara Allen, El
conde de Murray y Sir Patrick Spence. Percy (quien tenia algo de
snob y cambi6 su apellido real de <<Pearcy >> para poder alegar ascendientes nobles), no crey6 que las citadas baladas tuviesen nada que
ver con el pueblo, ya que pensaba que aquellas babfan sido ~o-~
puestas por juglares que e_n su dia disfrutaro~ d~ una alta _roslClon
en las cortes medievales. Sm embargo, las Rebquzas fueron mterpretadas desde Herder basta nuestros dfas como una colecci6n de can-
38
39
que las viejas mujeres venden en Ia calle por uno o dos sueldos, porque
Sigfrido con cuernos, Los hijos de Aymon, El duque Ernesto y Genoveva,
poseen una inventiva mas genuina y son mas simples y validos que muchos
de los libros hoy de moda 8
40
/ Este interes por las distintas clases de literatura tradicional for/ maba parte de un movimiento mas amplio, que podriamos denomi', nar el descubrimiento del pueblo, y que incluia el hallazgo de Ia
\ religion popular. El arist6crata prusiano Arnim escribi6: Para mi,
' Ia religion del pueblo es algo extremadamente digno de respeto.
Mientras tanto, el arist6crata frances Chateaubriand incluia -en su
famoso libro sobre el <<genio de Ia cristiandad>>- un debate sobre
las devotions populaires, la religion no oficial del pueblo, a las que
veia como una expresi6n de Ia armonia entre religion y naturaleza 12
Pero, ademas, hay que tener en cuenta el descubrimiento de la fiesta
popular. Herder, que habia vivido en Riga en Ia decada de 1760, se
sintio muy impresionado por las fiestas veraniegas de Ia vigilia de
San Juan 13 . El mismo Goethe mostr6 un gran entusiasmo por el
carnaval romano, que presencia en 1788, al que valoro como una
fiesta en la cual el pueblo se entrega a si mismo 14 Esta admiracton por Ia cultura popular, motivo Ia investigaci6n hist6rica y la
aparici6n de libros como el de Strutt, sobre los deportes y otros
pasatiempos; el de Giustina Renier Michie!, sobre las fiestas venecianas, o el de I. M. Snegirov, sobre las festividades y ceremonias
del pueblo ruso 15 De Ia misma manera, se descubrio la musica
popular. A finales del siglo XVIII, V. F. Trutovsky (un rnusico de la
corte) publico algunas canciones populares rusas con sus respectivas
musicas. En la decada de 1790, Haydn arreglo cmciones tradicionales escocesas. Mas tarde, en 1819, un decreto del gobierno ordeno a
las autoridades locales de Ia Baja Austria que recopilasen las melodias populares a beneficia de Ia Socicdad de Amigos de Ia Musica.
Una coleccion de canciones populares de Galitzia publicada en 1833,
presentaba no solo las melodlas sino tambien los textos 16 . Asimis-
?e,
12 Arnim, citado por H. U. Lenz, Das Volkserlebnis bei L.A. von Arnim, Berlin,
1938, pag. 123; para Chateaubriand, ver su Genie du christianisme, Paris, 1802, 3.'
parte, cap. 6.
13
Clark (nota 2), pags. 51 y sigs.
14 J. W. von Goethe, ltalienische Reise (ed. de H. von Einem), Hamburgo, 1951,
pigs. 484 y sigs.
15 J. Strutt, Sports and Pastimes of the People of England, Londres, 1801; G.
Renier Michie!, Origine delle Feste Veneziane, Venecia, 1817; I. M. Snegirov, Ruskie
Prostonarodnye Prazdniki, Moscii, 1838 . Sobre el descubrimiento del pueblo en Rusia, P. Pascal, Civilisation Paysanne en Russie, Lausana, 1969, pags. 14 y sigs.
16 Sobre Trutovsky, G. Seaman, History of Russian Music, 1, Oxford, 1967, pags.
88 y sigs.; de Grove, el articulo Folk Music: Austrian ; K. Lipinski, Piesni Polskie
i Ruskie Ludu Galicyjskiego, Lwow, 1833.
________
41
__,~,
_____________
~--'----- -- --- -- --
42
e!
43
44
45
/ ...
46
28
Sabre Rousseau en este contexto, Cocchiara (1952), pdgs. 135 y sigs.; ejemplos
de campesinos noruegos en las porcelanas en Claus Rasmussen Tvede in Kunstindustri-Museet, Bergen.
29
}. Horak, jacob Grimm und die slawische Volkskunde, en Deutsche jahrbuch
fur Volkskunde, 9 (1963).
3
Cocchiara (1952), pigs. 231 y sigs.; L. L. Snyder, German Nationalism (1952);
2.' ed., Port Washington, 196_?, caps. 2 y 3.
47
Fue este ambiente politico-cultural cl que Lonnmt cncontr6 cuando asisti6 a la Univcrsidad de Turku, donde fue animado por su
profesor para que recopilase canciones populares, de donde surgiria
la Kaleva/a 33 .
\P?LO_!:!:_a_p_arte1 e,~~~~s~s~?por}~s.ctncione~ p?pul~res se inl
sert6 en un movtmtento ae ousqueda de la propta tdenttdad y dey'
f1]:,_e'r<~.ci6n nacigual. -La colecci6n de canciones populares griegas pu-1
blicada por Fauricl, se inspir6 en la revuclta contra los turcos en
1821. El palaeo Hugo Kollataj disen6 un programa de investigaci6n\
sobre la cultura popular desde la prisi6n en que se encontraba, por \
haber tornado parte en el levantamiento de Kosciuszko coqtra la '
ocupaci6n rusa, mientras que la primera de las recopilaciones de Lud
Polski (El Pueblo Palaeo), publicada por Gol~biowski, coincidi6 con
la revuelta de 1830. Niccolo Tommaseo, cl primer recopilador importante de canciones populares italianas, era un exiliado politico
31
].
48
. debido a su oposicion al gobierno austriaco en Italia. El belga Jan' Frans Willems, editor de canciones populares flamencas y holandejsas, es considerado como el padre del movimiento nacionalista fla; menco, el Vlaanse Beweging. Incluso en el caso de Escocia, donde
"~ \ era demasiado tarde -o demasiado temprano- para hablar de lilberacion nacional, Walter Scott declaro que hab1a recopilado sus
Cantos d. e la frontera escocesa como forma de ilustrar <<las peculiares
caract~isticas >> de la idiosincrasia y las costumbres de los escoceses 34 J Qesde muchos puntos de vista, el considerable alcance del
descubrimiento de la cultura popular fue debido a una serie de movimientos nativos, de intentos organizados por diversas sociedades
-que se encontraban bajo Ia dominacion extranjera- para hacer
revivir su cultura tradicionat)Las canciones populares pod1an evocar !; ,
un ;~E-~i~i_e~t~ ~~ ..s.~1!9ari~~~~~,-uil~-p-o~Ia.ci6-~ -dl-sp-et]i;-Y ~i~"Q!~ ~ J ,
dC msutucwnes nacwnales tr~diCwnales. Como. Von Armm seiiala- n
q,a, ....unia_n a . un Pl1~~JQ ..cJ.iyiqjgp,. ( ~;z.erstre~tes
Volk) 3 5 Paradojicamente, la idea de nacion>> provino de los intelectuales y fue impuesta al pueblo, con el que deseaban identificarse. De hecho, en 1800 tanto los artesanos como los campesinos
ten1an, en general, mayor conciencia regional que nacional.
.....
Desde luego, el significado pollticq <Jd .descubrirniento .de la cui- .
,} tu~a popula~ rio- fue similar. en cad a una .de las partes de .:Eu ~opa.
Para ilustrar la complejidad de este fenomeno puede ser util analizar
con mayor detalle un ejemplo concreto, el servio. Las canciones
populares de Servia fueron editadas por Vuk Stefanovic Karadzic,
figura de especial relevancia en la cultura de lo que hoy conocemos
como Yugoslavia. Karadzic proced1a de una familia campesina que
habitaba en la parte de Servia dominada por los turcos. Torno parte
en el levantamiento servio contra estos en 1804 y, cuando fueron
derrotados en 1813, cruzo la frontera que le llevaba al imperio austriaco, fijando su residencia en Viena. Alii encontro a Jernej Kopitar,
un eslovaco que era el censor imperial para las lenguas eslavas. Ko-
;;;;;melte---se;;
34
Sabre Poland, H. Kapefus y J. Krzy h nowsky (eds.), Dzieje Folklorystyki Polsk iej, Wrodaw, etc., 1970; sobre Willems, J. E. F. Crick,]. F. Willems, Antwerp,
probablemente 1946, y Scott, 1, pag. 175.
35
Arnim-Brentano, pigs. 886; cifr. R. Linton, Nativistic movements , en American A nthropologist, 45 (1943), y]. W. Fernandez, Folklore as an Agent of Nationalism , reimp. en L Wallerstein (ed. ), Social change: the colonial situation, Nueva
Yor, 1966.
49
Wilson.
50
37
51
52
53
ga, pocos aiios mas tarde, un recopilador co~paraba al pais con una
casa en llamas, insistiendo en que era el momento de salvar las
baladas antes de que fuese demasiado tarde 44 No cabe duda que
Von Arnim exageraba en sus apreciaciones, aunque los otros testigos
-que hablaban de regiones que conocian muy bien-, deben ser
tornados en serio. Incluso antes dela revoluci6n industrial el q:eci-'
mien to de las ciudades, el desarrollo de las vias de comunic;~i6n y ./
la d~f~si6n de la alfabetizaci6n estaban socavando la cultura popular \;::1
t~adt<:;JOnAt~n otras 12ala_br~s 1 el S~,tro estaba invadieng,2,ja pe~~fe- .j -r::
~ El proceso de cambio social hacia que los aescu6ridores-fueran
mas conscientes de la importancia de la tradici6n.
<,
- -si este desc.."-~imiento no hubiera tenido Iugar en esos moment~Ji~fu--~ -~~?o v~rtuafme~-t~e-- i-~p!)~}hle~~<:!'i.b.[; '~si:e]J>!.~-2=~-\ii![qQ"~r
o.tro estudio sohn~ la ciili:ura popular de Ia Europa moderua,,.Somos,
e11 este sentido, profundamente deudores de aquellos hombres que
salvaron todo lo que pudieron de Ia casa en llamas recopilando,
eoitando y describiendo. Nosotros somos sus herederos. Sin embarg~~ . es _necesario qu~ adopte~os una t\~~-~~-ra ?.3.ira~.': cri~i~::)hacia esta
h~_r:~~c1a, en Ia med1da que mcluye -JUnto a buenos textos e ideas
fructfferas- ciertas deformaciones y conceptos err6neos. Es dema- -~~
siado facil seguir viendo la cultura popular a traves de las lentes
1
romanticas y nacionalistas de los intelectuales de comienzos del si,:>
g!~)CIX.
Comencemos con los textos heredados. Fue una de las glorias de
esta era de descubrimientos el hecho de que los anticuarios fuesen
poetas y los poetas anticuarios. El helga Jan-Frans Willems y el
italiano Tommaseo eran simultaneamente poetas y editores de canciones populares. En Portugal, Almeida Garrett era a un tiempo el
innovador de la poesfa portuguesa y el redescubridor de las baladas
populares. Walter Scott tenia tanto de poeta como de anticuario,
llegando a combinar ambos intereses cuando escribio El canto del
ultimo juglar (1805), dedicado a una cultura en proceso de extinci6n.
Geijer, que era -al menos en su juvemud- poeta e historiador,
cscribi6 el equivaleme sueco del poema de Scott Den sista skalden
(El Ultimo skal, 1811) >:-.
J'-
44
M. B. Landstad, citado en 0. J- Falnes, National romanticism in Norway,
Nueva York, 1933, pag. 255.
'' Skal: compositor y recitador de poemas en Ia antigua scandinavia. La tematica
de sus composiciones estaba dedicada a honrar a los heroes y sus hazaiias. [N. del TJ
--~-------------- -- - -~
54
45
55
cion de numerosas canciones, pero tambien aiiadiendo pasajes propios. Se justificaba a si mismo de Ia siguiente manera:
Finalmente, cuando ningun cantante rumco podia ni por lo mas remota
compararse conmigo en su _conocimiento de las canciones, asumi que tenia
el mismo derecho, que en mi opinion la mayoria de los cantantes se reservaban para si mismos, de arreglar las canciones en la forma mas conveniente 46 .
56
bhcadas 52
Po~ I~tanto_,J~e~ ~I ~~xto de ~Il:a baJada~ ul1.<:11.<:0.E()_ l'()P~!<lr. ~
una tonada en una coleccwn de este periodo, es igual que mirar una
iglesia g6tica que al mismo tiempo haya sido restaurada. De este r-.
modo, u~on() puede estar segur() si esta mirando lo q~~ origi~ar- f ,
me~te extstia o .lo restaurado, aquello que el restaurador crefa que .
debta estar, o sunplemente lo que pensaba deberia conservarse en/
ese momento. No solo los textos o los edificios se sometieron a
<<:e~tauraci6n,. sino que tambien lo fueron las fiestas . Algunas tradiCwnales que todavia sobreviven, han tenido una existencia continuada desde la edad media 0 la epoca moderna, incluso desde tiempos anteriores, pero muchas otras no. El carnaval de Colonia fue
restablecido en 1823, el de Nuremberg en 1843 y el de Niza a mediados del siglo XIX 53 . La tradici6n de la concentraci6n de bardos
galeses no sobrevive desde el tiempo de los druidas. En realidad fue
recuperada por un cantero de Glamorgan, Edward Williams (Iolo
51
49
.
Pinkerton fue descubierto en 1784 por el inteligente e irascible estudioso Joseph
Ritson, sobre el que puede verse B. H. Bronson, f. Ritson, Scholar at Arms, 2 vols.,
Berkeley, 1938. Sobre Armm y Brcntano, F. Rieser, Des Knaben Wunderhorn und
Sezne Quellen, Dortmund, 1908, esp. pigs. 4, 5 y sigs.
.so Schoof; cifr. A. David-M. E. David, A literary Approach to the Brothers
Gnmm, en j ournal of the Folklore Institute, 1 (1964).
57
Seaman (nota 16), pag. 88; sobre Ia recopilaci6n de musica popular en Suecia
Jonsson, pags. 323 y sigs.
'
52
.
Simpson (1966), pig. XVI; W. Chappell (ed.), A Collection of National English
Azrs, 1, Londres, 1838, prefacio.
53
Sob~e Ia reco~strucci6n romantica del carnaval de Colonia por F. F. Wallraf,
Klersch, pags. 84 y s1gs.; sobre Nuremberg, Sumberg, pag. 180; sobre Niza, Agulhon
(1970), pags. 153 y sigs.
58
59
:I
60
Capitulo 2
UNIDAD Y DIVERSIDAD
EN LA CULTURA POPULAR
1 '
que en'
59
J.
p:ig. 323 .
.,
61
-1
62
Est;} ciescripcion simplificada o modelo>> tiene una cierta relevancia en la Europa moderna, al menos en aquellas regiones mas
remotas y pobres donde la nobleza y los eclesiasticos constituian una
minoria. ;Los estudiososde las baladas en Escocia o Servia, Castilla
binamarci,J)'ueden :_~lgunas veces- describir 1a <<balada comunitaria>>, como Ia denominan, en terminos similares a los aplicados
por los antropologos a las sociedades tribales 2 .
Sin embargo, es evidente que este modelo no puede aplicarse, en
el period,() ~studiado, a la I?ayoria de los lugares de Eur()pa. En esta
existia una clara estratificaci6n tanto cultural como social. Habia una
minoria que podia leery escribir, frente a una mayoria que no p()dia
hacerlo. lncluso, algunos de los que pertenecian a aquella minoria
educada sabian latin, la lengua de los instruidos. Esta\estratificacion
culturallnos permite recurrir a un modelo mas complejo, perot-aill:
bien r{-ias apropiado. Dicho modelo fue presentado -en la decada
de 1930- por el ~~~o.,eol()g~~,.~oci~Robert Redfield. Dentro de
algunas sociecia~des, sugeria, existian dos tradiciones culturales: la
<<gran-tradicion>> de unos pocos instruidos y la <<pequeiia tradici6n>>
del resto.
(~
I I
del 0Il1J!l1
Aplicando este modelo a la Europa moderna, podemos identificar sin ninguna dificultad la llarriada gran tradicion. Esta incluiria la
tradicion clasica, conservada y transmitida por las escuelas y univer-
II
'I
'
i
I
4
63
Sobre Ferrara, E. Welsford, The court masque, Cambridge, 1927, pag. 100;
sobre Paris, P. de l'Estoile, Memoires-journaux, 12 vols., Paris, 1875-92, 2, pag. 106;
sobre Nuremberg, Sumberg, pag. 59. Beerli (1956) seiiala que en Bern, durante el
siglo XVI, se celebraban dos carnavales -uno para los nobles y otro para los campesinos- con una semana de diferencia, pero esto parece ser un hecho excepcional.
J"
64
65
cion de chistes seiiala que va dirigida a cortesanos, nobles y mercaderes, en fin, a todos. Ivan el Terrible era, como nos informa un
viajero ingles, extremadamente aficionado a << bufones y enanos, a
hombres y mujeres que hacian piruetas delante de el y que luego
cantaban canciones al estilo ruso >> . Tambien era un espectador entusiasta de las luchas entre osos y perros, y acostumbraba a escuchar,
antes de dormirse, a ciegos narrando cuentos populares. Incluso a
finales del siglo XVIII, en Rusia los ciegos se anunciaban en los peri6dicos como narradores de cuentos para las familias patricias 8
Nobles y campesinos coincidian en sus gustos por los romances de
caballeria. En el siglo XVI un caballero normando, el senor de Gouberville, lela el Amadis de Gaula en voz alta a los campesinos durante los dias lluviosos. Satiras y libretos de cuentos populares eran
leidos por ricos y pobres, por educados e iletrados. Se ha aventurado
la tesis de que las estampas populares alemanas del siglo XVII (que
combinaban una presentacion visual simple con citas en latin) lograban el aplauso de todos. Copias de almanaques franceses han sobrevivido encuadernados en cuero y decorados con los escudos de nobles franceses. Los curanderos eran protegidos por las clases dirigentes. Asi, en Ia Suecia de 1663 solo habia veinte doctores en todo
el pais, por lo que los nobles debian recurrir a otros lugares o personas para ser tratados. Los nobles hicieron uso de objetos, actualmente descritos como productos del arte popular, como los Kasor
finlandeses y los tazones de madera usados para libaciones ceremoniales. Alguno de los ejemplares que han sobrevivido desde los siglos XVI y XVII, llevan los escudos de los nobles suecos pintados
sobre ellos 9
---tr No fueron unicamente los nobles los que participaron en la cultura popular. AI menos durante el siglo XVI, tambien los clerigos lo - ,
hicieron. Durante el carnaval, como nos recuerda un florentino,
~ Sabre Zan Polo, Lea, 1, pags. 247 y sigs.; sabre Tarleton, Baskervill (1929),
pags. 95 y sigs.; sabre Tabarin, Bowen, pags. 185 y sigs.; sabre Ivan, G. Fletchet,
The Russe Commonwealth (1951, ed . de A. J. Schmidt), Ithaca, 1966, pag. 147 (cifr.
Jakobsen, 1944, pag. 63).
9
Sabre Gouberville, E. Le Roy Laurie, Le territoire de l'historien, Paris, 1973,
pag. 218; sabre las hojas impresas alemanas, Coupe, pag. 19; sobre los almanaques
franceses, Bolleme (1969), pags. 15 y 27; sabre los curanderos suecos, Tillhagen (1962),
p:ig. 1; sabre los kasor, N . Cleve, Till Bielkekasornas genealogi, en Fataburen,
1964, una referencia que debemos a ]a. amabilidad de Maj Nodermann.
66
los hombres de Ia iglesia tienen permiso para poder divertirse. Los frailes
organizan juegos de pelota, representan comedias, se visten segun Ia c~s
tumbre, cantan, bailan y tocan diversos instrumentos. Incluso a las monJas
se les permite participar en las fiestas disfrazadas de hombres ...
Era bastante comun que los sacerdotes cantasen, bailasen u organizasen mascaradas en la iglesia, con ocasion de las fe~tividades
seiialadas, y eran los clerigos mas jovenes los que orgamzaban el
Festin de los Locos, una de las fiestas mas importances en algunas
partes de Europa. Un ejemplo extremo nos da una vision mas ajustada de esta situacion. Cuando Richard Corbet era doctor en teologia (nos cuenta Aubrey),
cantaba canciones a lo largo de Abingdon en los dias de mercado ... El
cantante de baladas se quej6 de que no tenia clientes y que no podia venderlas. El alegre doctor se quito el traje y se visti6 con Ia chaqueta de cuero
del otro y como era un hombre guapo y tenia una voz bella, vendi6 gran
cantidad de folletos y logr6 reunir a una gran audiencia.
67
'
f~estas sin .q u.e ell? su.po ng. a. que coincidiesen c.?. n. un d.e terminado \ \\\
S!.t~m;Lde creenctas. Del mtsmo modo, es postble que los nobles \j
l~ye. sen lo.s ~~. bretos de cueritos populares desde Ia posicion qe una .t
Clerta cunos1dad por la cultura popular, como podria tenerla un '
inte~':!at<:le nuestros dias. Esto es ciertamente posible y, de hecho,
taiinterpretacion se ajusta plenamente a lo que sucede durante la
centuria del siglo XVIII. Sinembargo, en losprimeros siglos del periodo que comprende este estudio :_los s.!glos XVI y XVII- es necesario recordar que muchos nobles y clerigos no sabian leer ni
escrib.ir, 'o lo hacian con mucha dificultad, tal y como les sucedia a
los C<}mJ?esinos~ En Ia zona de Cracovia bacia 1565, . mas del 80 por
100 ~~_ los nobles pobres eran analfabetos. El estilo de vida de algu- .
nos nobles y parrocos rurales no mostraba excesivas diferencias con
respect_o al de los ca~pesinos de su entorno.~ all;,~?- mo~?'--~~a- \
ban mas_o men~~~alepd~s de 1~ llamadag:~~__:r~~.~.fMudias de :
las ffiUJereS<I'efos not'les-ra:miJten- ro- -estaban, en Ia meatda que era
muy raro que tuviesen algun tipo de educacion. Es posible ver a
estas mujeres nobles como intermediarias entre el grupo al que pertenecian socialmente, Ia elite, y al que pertenedan culturalmente, las
clases bajas. Es interesante destacar que muchos de los mencionados
visbocker fueran recopilados por mujeres. Nobles educados mante-
nfan contacto con Ia cultura popular a traves de sus madres, herma- .
nas, esposas 0 hijas, y en muchos casos es probable que hubiesen ~\:'-\
tenido ayas campesinas que les cantaban baladas o les narraban cuentos populares 12 .
ElJ!l_?_delo de Redfield necesita pues ser modificado. Habia dos
tradiciones culturales en la Europa moderna, pero estas no corres-'"pondian de forma simetrica a los dos principales grupos sociales, Ia
cHit~ y el pueblo llano-tLa erimer~_p~r.ticipo_c:_~)<l. P~'l~e_fi.~-"-tr~~ici9n,~~
aungue
el pueblo
llano no .......lo hizo en Ia gran<f.~J Esta situaci6n de
-- ------ --
......
-- -- -~-
-- -~---~----~ ~-...-.-
12
Sobre el area de Cracovia, Wyczariski; entre las mujeres nobles que recopilaron
tJisbocker y que fueron editados en Noreen-Schck, debe incluirse a Barbro Baner y
Ia reina Sophia (Ia esposa sueca de un rey dam~s de finales del siglo XVI).
68
I
J
asimetria se produjo debido a que ambas _t!a_dicio_!les se. transmi' tieron de forma distinta. La grande, l~ a traves de las es-cuelas
de. gra~itica y las universidades. Fue, en este sentido, una tradicion
' cerrada en la medida que el pueblo estaba excluido de estas instituciones, que evidentemente no estaban abiertas a todos. En un sentido literal, hablaban diferentes lenguajes. Pero ademis, la pequeiia
trad~C16n se transmitfa por rnedios informales. Esta~a abi~rta a tod~s
y-para _s_u.~=~~pr(;!S~I}t;t(;ion se utiliiaban tanto _las i_gle~i<t.S _-com.O las
tabernas o los mer:c_a_g9s. Sugerimos, por lo tanto, que la diferencia
cult~ra1 -crud~f ~n la Europa moderna se dio entre la mayorla de la
poblaci6n, para quien la cultura popular fue la (mica, y aquella minorla que, teniendo acceso a la gran tradici6n, participo en la pequeiia como una segunda cultura. Er~-~r.)9__tanto ambivalentes,
bicultural,;:sy tambien9i!ipg\i.(:s. Donde la mayorfa del pueblo hablaba su dialecto regional y nada mas, la elite hablaba o escribla en
latin o en formas literarias de su lengua vernicula, siendo capaces de
hablar en dialecto, como una segunda o tercera lengua. Para la elite
-y solo para ellos- las dos tradiciones tenian diferentes funciones
psicologicas. La gran tradicion era seria, la pequeiia era como una
diversion. Una analogia contemporinea de esta situacion puede encontrarse en la elite angloparlante de Nigeria, cuya educacion occidental no la inhibe de participar en su tradicional cultura tribal 13
Esta situacion no se mantuvo estatica a lo largo del perlodo estudiado. Las clases dirigentes se alejaron gradualmente de la participacion en la pequeiia tradicion entre los siglos XVII y XVIII, un
movimiento que sera tratado en el capitulo noveno. Por eso, lo planteado basta aqul se presenta de un modo simplificado, como un
modelo general. Una objecion mucho mas seria al modelo que estamos comentando, es que falla de raiz al no distinguir a los diferentes
grupos dentro de lo que denominamos pueblo>>, cuyas culturas no
eran identicas. En la medida en que cultura popular es un concepto
residual, es importante que veamos como puede ser estructurado.
tenian como una s.egunda cultura. Del mismo modo, podia ser acusada de demasiado amplia. Hablar de pequeiia tradici6n >> en singular, nos sugiere inmediatamente que era relativamente homogenea,
algo que esta muy lejos de ser la norma en la Europa moderna.
Como Antonio Gramsci ha seiialado, el pueblo no es una unidad
culturalmente homogenea, sino que esta estratificado en un modo
muy complejo>> 14 Hay muchas culturaspopulares o muchas varie-\
dades de cultura popwar;- cos--ideas 'entre las que es dificil elegir, en
la medida que la cultura es un sistema con lfmites poco definidos
(algo--cori lo que Toynbee se ha encontrado al tratar de enumerar
las distintas civilizaciones del mundo), por lo que es diffcil decir
donde comienza una o termina la otra. Lo
nos~tros llam~mos ~ \
cautefo'samente cultura popular>>, fue a menudo la cultura de la
parte mas activa del pueblo, los YAMS (los jovenes varones), que
representaban al pueblo no mejor de lo que se podria identificar a
Estados Unidos de America con los WASPS (blancos protestantes
anglosajones ).
Para los descubridores de la cultura popular el <<pueblo >> eran los
campesinos. Estos conformaban entre el 80 y el 90 por 100 de la
poblaci6n europea. Eran sus canciones a las que Herder y sus colegas denominaban <<canciones populares >>, a sus bailes bailes populares>> , o a sus relatos <<cuentos populares>>. Pero, {era su cultura
uniforme? Observando a los campesinos hungaros, tal y como se
conocian en 1900, Zoltan Kodily estaba totalmente convencido que
no lo era:
que
1..
Seria, desde luego, peligroso aplicar -sin ninguna matizaci6neste esquema al periodo anterior a 1800 o a toda la Europa de esa
6poca. Kodaly escribia sobre una sociedad campesina tan consciente
de las distinciones sociales, que los hombres casados y los solteros
IC! sentaban en diferentes lugares en la iglesia, y comian en mesas
fCparadas 15 Sin embargo, hay razones que nos mueven a ~reer que
1
13
69
, aias.
h Kodaly, pag. 20.
70
el punta de vista expresado por Kodaly puede ser generalmente vilido para la Europa moderna.
La ~!:ll~~E~,_~ge com_Q_J?!QQ.YJ:Jo . dt_,YQ2i~.!~IP.~--c!.~.-.Yide...~C?.t_~~' y
los cameesinos . dej~_.fu!.!~<?l?,~. m2.~,~!:nit.Dil !Y..Y.ie..r1>n.cUA .f~J:iJR 4_vida
umforme.:...Algunos vivian en villas, como en Inglaterra; otros en las
ciudades, como en el sur de Italia, o en casas aisladas como sucedfa
en Noruega. ~ habfa una homogei_?ei~~~!i<:><;i:lcL Unos eran hombres libres y otros siervos, como fe sucedio a Ia mayoria de los
campesinos que habitaban la vasta area al este del rio Elba durante
los siglos XVI y XVII. Habia campesinos ricos, mientras otros eran
pobres. En regiones relativamente limitadas, como Beauvaisis en el
siglo XVII, la sociedad rural podia estar extremadamente estratificada,
con considerables diferencias en el estilo de vida entre los ricos laboureur (pequenos terratenientes que no trabajaban la tierra) y los
journalier pobres 16 . E..~ muchas _partes de Europa la distincion entre
campesinos ricos que tenian sus propias tierras y empleaban a otras personas, y los trabajadores de las granjas <<que no tenian tierras y que solo contaban con sus manos para sobrevivin>, fue muy prominente. Este
aspecto de la comunidad organica tradicional, no debe ser olvidado.
Es menos facil, sin embargo, decir si existia una estratificacion
cultural en el campesinado, al modo de lo vista para los aspectos
sociales. Como senalaremos en este capitulo, estamos investigando
sistemas con significados, a traves de un pequeno numero de senales
o indicadores, cuya lectura puede conducirnos muy facilmente al
error. Los campesinos ricos eran quiza mas cultos porque podian
dedicar tiempo a aprender a leer y a escribir, siendo mucho mas
posible que poseyesen libros de cuentos. Tambien tenian mas posibilidades de poseer platos y jarras pintadas, almohadas bordadas y
pendientes, bridas de cuero finamente repujadas o cofres nupciales,
todos ellos sfmbolos de riqueza y posicion social pero, tambien,
materializaciones de la cultura popular. Se ha sugerido, de forma
muy plausible, que lo que llamamos <<arte popular o << arte campesino es, realmente, el arte creado por la aristocracia del campesinado 17 . Sin embargo, decir que los campesinos pobres estaban privados culturalmente, no quiere decir que tuvieran una cultura alterna-
71
tiva; ellos podian aspirar a la creada por.la aristocracia del campesinado. Ya Kodaly encontro que los pudientes trataron de distinguirse de los mas pobres incluso en sus canciones, y muchas de las
canciones populares tradicionales solo pueden ser identificadas con
un unico grupo social, como los drangvisor escandinavos, o los cantos de los braceros, y los pigvisor, las <<quejas de los sirvientes
maltratados 18 .
- Si_~s__:re!~ad qu~_ la cultura Sl}rge de un ~.stilo complet_o_de vi~a,
es p()SIDle esperar que la cultura campesina varie tanto en relacion -a
las diferencias ambientales, como a las sociales. Un entorno ffsico
distinto supone diferencias tanto en la cultura materiarcol11"o -en- Tas
act!t~J.e~. La demostracion mas obvia
este purito se --da, - segura~
mente, en el contraste entre la cultura de las montanas y la de la
llanura. El doctor Johnson observo como las montanas tardan en
ser conquistadas y tardan lo mismo en ser civilizadas, conservando
habitos tradicionales durante mas tiempo que en las llanuras. Cuando las <<Zonas cultivadas >> (en ambos sentidos) cambian su lengua,
los mo~tanes~s pueden <<llegar a ser una nacion distinta, aislada -por
estas dtferenc1as en el habla- de sus vecinos , como es el caso de
los habitantes de las Highlands escocesas, los vascos o los <<dalecarlienses >> . Los montaiieses -continuaba- son << belicosos >> y tambien
<<ladrones , <<porque son pobres y no tienen industria ni comercio
y si llegan a enriquecerse solo pucde ser por la rapina; en cualquier
caso, el brazo de la ley diffcilmente puede alcanzarlos 19 .
Las ideas del doctor Johnson han sido elaboradas y reforzadas
por varios especialistas. Los arqueologos britanicos han fijado la diferencia entre las zonas de llanura y las tierras altas mas pobres y
conservadoras: diferencias de lenguaje, de tipo de vivienda y de otras
muchas manifestaciones de la cultura. En Andalucia, los montaneses
de las Alpujarras fueron los ultimos en convertirse al islam y tambien los ultimos en abandonarlo 20 Otmar tenia pues razon (supra,
pag. 45) al buscar cuentos populares tradicionales en las montanas
del Harz. Las zonas de tierras altas son el refugio mas seguro para
de
II
.~
18
Barley (1967), pags: 746 y sigs. (cifr. C. Fox, The Personality of Britain, Cartlrff, 1932; sobre las AlpuJarras, F. Braude!, The Mediterranean 1(trad. inglesa), Londres,_ 1972, pag. 35. (Hay trad . espanola, F. Braude!, / Mediterrdneo y el mundo
medzterrdneo en Ia epoca de Felipe II, FCE, Mexico, 1976.)
19
16
20
72
.
. .
pag. 225.
23
Cipolla, pags. 73 y sigs.;]. J. Darmon, Le Colportage de Ltbrame en France
sous le Second Empire, Paris, 1972, pags. 30 y sigs.; Vovelle (1975).
< Las tierras altas eran generalmente zonas de pastoreo, pero no todas las zonas
bajas eran cultivables. El ejemplo mas claro era Ia gran llanura hunga:a. [N. del A.}
24
Sabre Ia cultura de los pastores en Francia, Louis, pags. 151 y s1gs.; en Europa
central, Jacobeit; en Hungria, Fe!- Hofer, pags. 23 y sigs.; en Polonia, W. Sobisiak en
Burszta, 2, pags. 186 y sigs.; sobre su musica, el articulo bagpipe en Grove; sobre
sus canciones, Erk-Bohme, nums. 1471-1596.
22
J.
~I
73
caracter distintivo se simbolizaba en el tipo de vestidos y, en especial, en Ia blusa que solian llevar los pastores. Estos, aunque en
muchos casas originarios de pueblos granjeros, no perman:cian en
ellos durante largos periodos, dcbido a Ia necesidad de em1grar de
una zona a otra con sus ganados. En Espana, por ejemplo, los ganados pacian en las tierras altas que circundaban Soria, Segovia,
Cuenca o Leon, mientras que invernaban en las llanuras situadas mas
a! sur. Ademas , los pastores eran pobres y estaban aislados. Un
misionero jesuita que les visitaba en sus cabanas cerca de Eboli -al
sur de ltalia- les mostraba tan ignorantes que dudaba fuesen humanos: <<Cuando les preguntaba cuantos dioses habia, unos decfan
"cientos", mientras que otros hablaban de "miles" 25 Los pastores
eran tambien libres. En Polonia, donde los campesinos estaban sometidos a la servidumbre, encontrar a un pastor en esa situaci6n era
bastante excepcional. Estaban, por lo demas, bastante alejados de la
influencia de clcrigos, nobles u oficiales publicos. No debe extranar,
pues, que su modo de vida fuese ideali zado en Ia poesfa pastoril.
Disponian del suficiente tiempo como para dcdicarlo a tallar cayados, bastoncs para caminar o cuernos de p6lvora 26 . Podian escribir
musica, tocar Ia gaita -construida con Ia pic! del cordcro o de la
cabra y muy popular en las zonas donde habia muchos pastures,
dcsde las Highlands escocesas a Ia gran llanura hungara-, tocar Ia
flauta lenta y tristemente cuando perdian a un cordero y alegrementc
cuando lo cncontraban. Como decia un proverbio catalan (expresando quiza Ia envidia de los campesinos): Vida de pastor, vida regalada I cantat y sonant guanya Ia soldada :-. Del mismo modo, a los
pastores sc lcs reconocian poderes magicos, el conocimicnto de las
cstrellas - a las que tan bien pod ian observar (de ahi cl titulo de
calendrier des bergers)-, o la habilidad para cru:zar a hombres y
animales 2 7 . Desde luego, ni sus conocimientos ni su ignorancia parecian corresponderse con las que caracterizaban a los granjeros.
Como compensaci6n a su vida !aboral tan solitaria, los pastores
dcsarrollaron -al menos en Ia Europa central- un elaborado grupo
2
' S. Paolucci, Missioni de'padri della Compagnia di Giesii nel Regno di Napoli,
N;ipoles, 1651, pags. 21 y sigs .
26
Ejemplos del arte pastoril iberica en el siglo XVIII, Hansen, pigs. 138 y 150.
:- En castellano y catahin en el original. [N. del T .J
n Para los proverbios, Amades ( 1950-51 ), pag. 1030 (cifr. Hornberger, pag. 16);
~lam lo magico, Jacobeit, pags. 367 y sigs.
74
~~
75
(
76
32
Sobre Ia cultura de los mineros, H eilfurth (1959 y 1967), Schreiber (1962),
Sebillot (1894), y sobre su lenguaje, Ave-Lallemant, 3, pigs. 113 y sigs.
77
j.'
~
~Variedades
en
'
78
que
Yrkevisa).
W,_r~n~iaate~~~
f:s-Ci~~:~~r~g~;~!_-}:_:a~~i~~~~~~~f~{iease~~:in:~~Jcl~i{:~
algunos relativamente orgullosos y prosperos, al trabajar con materiales caros como Ia seda. Ademas, eran muy numerosos, llegando,
incluso, a dominar algunas ciudades como Norwich, Lyon o Segovia. El tipo de trabajo que desarrollaban les permitia leer, si lo deseaban, apoyando el libro sobre el telar. Por ejemplo, en el Lyon
del siglo XVIII, cerca de las tres cuartas partes de los trabajadores de
34
79
Ia seda sabian leer y escribir. Esta misma capacidad ayudaria a explicar el predominio de los tejedores en los movimientos hereticos
que caracterizaron a Inglaterra, Francia o ltalia a comienzos del siglo XVI. El movimiento de los lolardos apel6 en su ayuda a los trabajadores del paiio de Colchester, Newbury, Tenterden y otros lugares. El ejemplo ingles es el mejor a! que podemos recurrir, teniendo en cuenta que Inglaterra ocupaba una posicion hegemonica entre
las industrias textiles europeas. Thomas Deloney, el tejedor de la
seda que llego a convertirse en un escritor profesional, nunca dej6
de enorgullecerse de su pasado artesano. Su famosa obra jack de
New bury_, tenfa como principal protagonista a un heroe tejedor y a
lo~ t_rabaJadores del paiio, porque asf se destacaba la gran fama y
c:e.dtto que los h?mbres de este comercio tenian desd e tiempos pretentos. En los s1glos XVII y XVIII1 Ia obra de Deloney fue reeditada
en numerosas ocasiones, a veces en forma de pequeiios libretos populares. El no fue, sin embargo, el unico autor que atrajo Ia atenci6n
de los tejedores . El te6logo presbiteriano John Collinges, por ejemplo, puede ser considerado como un Deloney espiritual. Parroco de
Norwich, su obra El libro de bolsillo de los tejedores, esta dirigido
a los numerosos tejedores del estambre en Ia ciudad. Su proposito
era espiritualizar el artc de tej er, instruycndo a sus lectores sobre
como elevar meditaciones celestiales en los diversos momentos de
su_ trabajo. Almanaques cspeciales fueron cditados para uso de los
tejedores, y un poema, El tejedor triunfante, publicado en forma de
libreto a finales del siglo XV!l, se ocupaba a lo largo de sus tres
cantos de Ia antigi.iedad, Ia utilidad y la excelencia del oficio. De una
forma similar, el orgullo de los tejedores dellino era cantado en un
poema aleman, editado en 1737:
35
Una prueba todavia mas evidente sobre Ia existencia de una cultura de los tejedores, proviene de sus canciones de trabajo, entonadas al ritmo del telar. Muchas de elias fueron recogidas en el siglo XIX, de Lancashire o Silesia, en un momenta de evidente deca~ILo
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80
dencia del telar manual. Son todos ellos datos del siglo XVIII, aunque
probablemente de tradici6n anterior, lo que nos sugiere que Ia cultura de los tej edores tuvo un sella internacional 36 .
Otro bu~t;l.!_.~j!El_.P lo podrfa ser el caso de la cultura de los zapateros:7n]~ me.d ida>_q-ue :;:-;;.;bi~n- ste era u~ g~;.ip o -i;;s~trul"d(),"" ~onsciente de s~ropia identidad. El sesenta y ocho "j:)Or cierito de los
z-;pareros de Lyonener-sig!o-xvm podlan escribir sus nombres, lo
que les situaba inmediatamente detras de los tejedores. A los zapateros se dirigi6 Deloney en su paneglrico El gentil artesano, una
obra que debe verse como un intento de recoger literariamente las
tradiciones orales, y que posteriormente fue transformada en obra
de teatro por Dekker y Rowley. En estas historias, los zapateros
llegaban a ser santos y los hijos de los reyes no desdeiiaban Ia practica de un oficio tan <<gentih> y, por eso, noble. En todo el continente, los zapateros aparecen como heroes. En una famosa canci6n
francesa, Le petit cordonnier, es el zapatero el que consigne el amor
de la chica mas deseada. Muchas de las canciones y cuentos alcmanes
elogiando a los zapateros, han sobrevivido; lo mismo S)Jcedc con las
skomakarvisa escandinavas, canciones de trabajo de los zapateros, y
con una danz.a, Ia szewc, que ha sido recogida en Ia Pomerania polaca 37 . Como miembros de un ()ficio noble, los zapateros tambien
se identificaban con actitudes espccificas. El prototipo del zapatero
fil6 sofo tien e una tradici6n que llega, cuando menos, al tiempo de
Luciano en el siglo II, pcro es facil encontrar verdaderos ejemplos
de zapateros quienes durante Ia cpoca troderna no permanecieron
fieles a Ia religion oficial, prdiriendo abrazar Ia herejla. Jakob Boehme de Garlitz en Lusatia es, sin duda, el zapatero heterodoxo mas
famoso del periodo, seguido por cl portugues del siglo XVI, Gonc;alo
Il
81
-
. Se podrla
esta forma con todas y cad a una de las distintas corporaciones, sin que logrisemos observar de un modo ex
haustivo todas las complejidades de Ia cultura artesana. Estas corpora_ciones estaban dominadas por los maestros de los oficios, pero
oticiales y aprendices tambien tenian sus organizaciones y tradiciones. Los oficiales franceses, por ejemplo, tenfan sus compagnonnages
tlen1- '
;eguir .de
"" Sobre Portugal, D'Azevedo, pags. 19 y sigs., 27 y sigs., 36 y sigs. ; sabre las
Ccvcnnes, E. LeRoy Ladurie (1966), pag. 349; sabre Viena, E. Wangermann, From
Joseph 11 to the ]acobin Trials (2.' ed.), O xford, 1969, pags. 17 y sigs.
''' M. H . Dodds yR. Dodds, The Pilgrimage of Grace, 1, Cambridge, 1915, pag.
. 92; Soboul (1966), pag. 49.
'.:..
82
- \~
!:
! '
rlodo, incluyendo un genero especial -que los suecos Haman Veckodagsvisa-, que insistia sobre el trabajo que no habian hecho a lo
largo de la semana:
Vasdrnap bart iszom,
hetf6n nem dolgozom.
]6 kedden lefekudni,
Szeredan felkelni.
Cziitortok gy6gyulni,
Penteken szdmolni,
H ej! Szombaton kerdezni,
Mit fogunk dolgozni?
83
t "'
41
T. Gent, The life of Mr. T. Gent, Londres, 1832, pag. 16; Krebs, pags. 42, 68
y sigs.; las canciones alemanas en Schade, pags. 135 y sigs. y 247; Ia canci6n hungara
T. Kl~i~Y (<d.), H<< ffi><Jo..a mgy' ""rei, 1, 2 ' <d , Bodop<", 1966, pig. 68.
84
des -en Londres o Granada- a menudo incluian actores que llevaban carteles explicativos para hacer mas comprensibles las imagenes menos usuales. En Roma, desde comienzos del siglo XVI, la estatua de <<Pasquino>> estaba normalmente cubierta de versos satiricos con la intenci6n de que fuesen leidos y repetidos 44
Los vagabundos
A estas alturas puede ser util detenerse para realizar alguna consideraci6n. Se ha argumentado que h ctiltura popular fue. todo lo
contrario a algo homogeneo. La cultura de los artesanos y la de los
campesinos diferian en muchos aspectos. Lo mismo sl!cedia erJ.tre la
d~ !C>spastores i Ia de los min eros con respecto a Ia de losg;;~f~~os.
L~-~u-~~ti6n de cuan distinta es, se nos presenta co1llo Ia, pre-gunta
m~c~uci~l_y l_a~ mas dificil de responder. Las diversidades mas pintorescas no deben ser exageradas. Si los mineros tenian <<SUS>> santos,
sus canciones, sus espectaculos, danzas y leyendas, no es menos !J
cierto que estas eran seleccionadas del acervo comun de la cultura
popular. La especial devoci6n por Santa Ana, solo es importante
concebida dentro del contexto mas general de Ia devoci6n por los
santos, y en ningun caso los mineros monopolizaron su culto. La
idea de Cristo como <<Cordero de Dios>> o el Buen Pastor>>, o la
frase: El sentara a los corderos a su derecha y a las cabras a su
izquierda>> (Mateo 25.33), puede tener un especial significado para
los pastores, pero este dependia del sentido ordinaria que tales ideas
tenian en una cultura mas general. Pot"_t:flo,_ p_ara describir las diferencias e_nt~e _las canciones rituales o crencias de los -cuatro gr-~pos
mad imps>!'!:.r:_t~s, ~~ terrn~no t<~..u~cultur~_j puede se~ mas exacto que
el ~~l!.l:!t.a_>~LPorq~e nos sug1~re _gue estas canciones, ritual~s y
cr_:__e~Ias fueron parcial y no totalmente aut6nomas, distintas pero
no completam~nte separa~as _d~l resto de la c~ltura popular.LI;;,.a subcuill!f!.,.~JLS~st~IJ.l~..de sig~Ifi_S~~.?.~~.S~.~~!t14'i~J.J?2,l~U?i~as
que e_artiCl an de ellos tamb1en com arten Otros si nificados proce_gg:ites e~tura ,mi~ S!:.!!~~a~j-
un-a
42
G. Tassoni, "II Gergo dei Muratori di Viadana, en Lares, 20 (1954); D. Knoop
y G. P. Jones, The Genesis of Freemasonry, Manchester, 1947; J. M. Roberts, The
Mythology of the Secret Societies, Londres, 1972, cap. 2; para Manole el Mason, Amzulescu, num. 164, y Ortutay (1968), pags. 107 y sigs.
43
Hauser (1899), cap. 2; S. R. Smith, The London Apprentices as Seventeenth
Century Adolescents>>, en Pand P, 61 (1973); The Honour of the Taylors, Londres,
1687.
85
44
86
\QI. ,
~~~~3~~~[J:.~~~~~d~CE~~::~h:; i:~:S;ai~<?~~~frj~
46
-.. . . ...
o:.. -- ""'--- -
87
ex-
88
[Coro]
Ail Le, Le, Le,
Marujinho bate o pe.
[Solista]
0 ladrdo do dispenseiro
Furtou a rar;do do vinho.
El ladr6n de !a despensa
Rob6 Ia raci6n de vino.
[Coro]
Ail Le, Le, Le,
Marinheiro vira
a re.
\
Deberfamos aiiadir que el solista tenia, tradicionalmcntc, liccncia
' para improvisar lo que quisiese e insultar a los oficialcs con impunidad. Esta forma de dia.logo entre el solista y el coro, puede haber
estado influida por canciones tradicionales procedentcs de Africa, lo
que nos ilustraria sobre las influencias exoticas que ayudaron a hacer
tan caracteristica la subcultura de los marineros 48 .
L_os marineros se distingu!an de muchas maneras con respecto a
los hombres de tierra firme. En primer Iugar, por sus vestiduras. Al
marinero gascon del siglo XVI se le reconocia por su gorra roja, al
ingles del XVIII por su coleta, por el paiio a cuadros de su camisa y
por sus pantalones, alga poco usual en la epoca. Ademas se distingufan por el modo de hablar, al que los terminos tecnicos, jergas y
juramentos convertfan en un lenguaje privado. Terminos como <<pasador>> (instrumento de hierro afilado para separar ramales de cuerda
48
Articulo, Shanty en Grove; Davids, una referencia que -como el lector
pucde haber supuesto- debo al profesor C. R. Boxer; J. Leyden (ed.), The complaynt
of Scotland, Edimburgo, 1801, pig. 62; Braga (1867b), pig. 145; K. Weibust, Deep
Sea Sailors, Estocolmo, 1969; R. D. Abrahams, Deep the Water, Shallow the Shore:
Essays on Shatying in the West Indies, Austin-Londres, 1974, pigs. xm y 10.
89
Sobre los vestidos, Cunnington-Lucas (n. 35), pig. 58; para terminos maritimos
en nueve lenguas europeas, J. H. Riiding, Allgemeines Worterbuch der Marine 4
vols., Hamburgo-La Haya, 1794-98; E. Ward, The London spy, 1, Londres, 1706,
pags. 281 y sigs.
90
91
mena!g~s~fJ~<rr<>~~~~~O.Ei~r~r~_:-y-~~Yci~i~fa=enJa]ii~~'!t':lE~.Ei.<:~~ -?
res~~~-e_:p_e~I~~~.~~~~ ~~g el Y1;!~.1?'!4'!- 1~ 4lfcy:q_cbe d~ .Ma.t(;!9 Aleman 2- 'yen una <fe las I]._()Vel<!-_~_riempJars;_l) ~.. de -~~.r:y:~Q!~~~i!!:E_(}_~~-t.e.J'..__
c;or-
tqi:.t].~()..: Los valores de ladrones y mendigos profesionales (especialmente los de los falsos), fueron necesariamente distintos de aquellos
que caracterizaban a ese mundo normal al que explotaban. La separacion estaba claramente delimitada a traves del lenguaje~miigos )
y_ladron~~~.~~--s~. propio argot o j:ri_g?.n.?:a, terminos que idemi- (
i:Tl~it~~~:~~~~~~e~~~:~H~~~~~~~~~~~~~:
1~ ,
que
92
/'9.:.
I
(' ( I que a una subcultura a una << contracultura>>, ya que no solo se dJ-
... '-r- fer.enciabari del rnundoque lesrodeaba, sino que tambien lo recha-
podrla decirse de algunas- sectas . crist~anas, especi~lmente los anabaptistas de Alemania y los Paises Bajos; los hugonotes franceses; los cuaqueros en Inglaterra, un <<pueblo peculiar
cuya actitud contracultural era obvia, en Ia medida que afectaba a
su modo de hablar y de vestir, y los viejos creyentes en Rusia.
Mirando a Europa como un todo, desde 1500 a 1800 las diferencias
religiosas ocupan un Iugar privilegiado dentro del grupo de distinciones culturales. La Europa cristiana estaba dividida, ya en 1500,
entre cat6licos y ortodoxos. Unas divisiones que se agudizaron to-
! zalJan.To. misnio
,I
54
53
y 13; sobre Paris, F. de Calvi, Histoire generate des larrons, Paris, 1631, libro 1, cap.
17; sobre Londres, Aydelotte, pags. 95 y sigs.; sobre los estereotipos literarios, E.
von Kraemer, Le type de faux mendiant dans les litteratures romanes, Helsinki, 1944 .
...
---------- - -------- - - -
93
So~re_ Ia contracultura, Yinger (n. 45); articulo << Folk music: jewish, en Gro-
.
]. Caro Ba_
roja, Los "!oriscos del reino de Granada, Madrid, 1957, p:igs. 108 y
stgs.; Gallego, pags. 59 y stgs.; M. Ladero Quesada, Granada, Madrid, 1969, pags.
68 y sigs., 163 y sigs.
94
I
I
95
~s _t:J,i:>_ernas t~poco era para elias. Las diferencias culturales procede~ltes de dtstmtas ocupaciones profesionales, por ejemplo entre
gran}eros y pastores? mineros y marinos, pueden haber tenido poco
sentJdo para sus mUJCres. J\1 menos en el este de Europa las mujeres
ttmian .su~ pr~pi.as canciones. Una colecci6n de canciones populares'?._?>
de. G~litzJa, dtstmguia entre <<Canciones de mujereS>> (piesni zenskie),
prmc~palmente de tema amoroso, y << canciones de hombres >> (pi~sni
m~s~ze), sobre todo baladas. Karadzic hace Ia misma distinci6n para
Serv1a, aunque seiiala que los j6venes a veces tambien cantaban lo
que denomina <<canciones de mujeres . Las mujeres de los pueblos
franceses se reunfan en los veil/ees, donde podfan coser, cantar 0
contar historias (con Ia posible presencia de invitados masculinos).
Ademas tenian sus propias canciones de trabajo, como las de hilar,
las de batanear (para encoger el pano) y las de moler el grano. Si '
~.___~~~ na~: claro en este tema, es porque Ia cultura de las mujeres
fl1~.EJ:~S conservadora que Ia de los hombres, llegando a diferenciarse ,tod~yfamas de Ia de estos a medida que paso el tiempo. Las.mujeres
~:~~a~-~n grado de educaci6n menor que e1 de los hombres. En 1630
en Amsterdam, el 32 por 100 de las esposas podfan escribir su nombre, frente al 57 por 100 de sus maridos yen la totalidad de Francia
a finales de~ siglo XVII, Ia rclaci6n estaba entre un 14 y un 29 po;
100, respectivamente. De este modo, Ia palabra escrita debe aiiadirse
a Ia lista de los elementos culturales no compartidos por las mujeres,
que comenzaron a sustituir a los hombres como guardianes de la
tr.adici6n ?ral. Cu~ndo podian leer, las mujeres se interesaban por
dtversos tlpos de hbros, 0 para tener mas presentcs las evidencias
do~ume.n~a~es, algu~os escritores y editores de Inglaterra y los Paises
~aJOS dmg1an sus_ h?ros a una audiencia femenina. La religion, parucularn:~n~e Ia mJstlca, les daba un buen medio para expresarse. Asi,
"? es d1ftcJl encontrar mujeres predicadoras entre las sectas que surgicron durante Ia guerra civil en Inglaterra o entre los hugonotes del
Ccvennes 57
57
J.ercs. y folclor_e.': 1975; sobre. Galitzi_a, K. Lpinski (ed.), Piesni polskie ... , 1833. Sobre
Ser~ta, Karadztc (1824-3~), hbro 1, mtroducci6n; sobre canciones de trabajo de las
mujeres en Escocta, Collmson, pags. 67 y sigs.; sobre Ia educaci6n en Amsterdam
Ha~t; en Francia, Fleury-Valmary; sobre libros para mujeres, LB. Wright, pigs.
Y stgs., Y, Schotel (1873-74), cap. 7; sobre las mujeres y el extasis religioso, Bost
(1921), pag. 25, y K. V. Thomas, Women in the Civil War Sects, en Past and
109
96
97
P. Sn;ith en J. Thirsk (ed.), Agrarian History of England and Wales, 4, Cambridgt', 1967, pags. 767 y s1gs.; Bernard (n. 50), pag. 753, sobre los nombres de los barcos
hrctones; sobre Escandinavia, C. Norimann, Grandeur et liberte de !a Suede Parisl.ovain~, ~971, pags. 120 y sigs.; sobre Lituania, M. Mosvidius, Catechismus,(1547),
cd. fa~simii, Heidelberg, 1923, prefacio; S. Herberstein, Description of Moscow (1557),
trad. mglesa, Londres, 1969, pag. 36.
60
Sobre las variaciones regionales (con ejemplos yugoslavos ), Boskovic-Stulli sohre las baladas fronterizas, Reed.
'
98
99
l
I
100
101
66
102
que las tierras que van desde Irlanda a la India, forman una importante area de tradicion comun donde se encuentran las mismas historiaS>>. Cuentos populares arabes, como El libra de Sinazbad, y
cuentos indios (como los que se encuentran en el Panchatantra)
circularon por Europa con anterioridad a 1500. El teatro popular
tradicional turco inclufa un tipo de obras, orta oiunu, construidas
alrededor de dialogos comicos entre un senor y su sirviente bufon,
algo conocido en todo el mundo como Pantaleon y Polichinela. La
fiesta Holi en la India, en la cual los distintos roles sociales se intercambian y las autoridades locales son rociadas con agua -o con
algo peor- y obligados a cabalgar de espaldas sobre asnos, es -por
decirlo suavemente- carnavalesca. Uno esta tentado de seguir el
ejemplo de los lingiiistas del siglo XIX o de Jacobo Grimm, y pensar
en terminos de cultura indoeuropea 67 ~Es esto ir demasiado lejos?
No hay, por el momento, demasiados estudios serios que nos
ayuden a decidirnos. Que el area indoeuropea tiene elementos culturales comunes no puede ser precisado sin una comparacion sistematica con otras partes del mundo, por ejemplo, con el Japon. El
intento mas serio es, en este sentido, el realizado por Murdock en
su muestrario etnogrifico mundiah (referido tanto a las sociedades
como ala cultura tal y como nosotros utilizamos este termino), que
dividio el mundo en seis regiones. Una de elias serfa la Circunmediterranea, donde se incluirian Europa, el cercano Oriente y el norte de Africa, pero de la que se excluye a la India 68 Para que fuesen
convincentes, los estudios sobre Ia unidad y la variedad dentro de
lo indoeuropeo, tendrian que ser tan profundos -al menos- como
el trabajo de Von Sydow. Deberfan ser cuantitativos, tratando de
establecer que proporcion de cultura propia de una region convive
con la de sus vecinos.
Mientras esto no sea posible, parece recomendable que nos limitemos a Europa. Tambien lo es el sugerir que el nivel regional no
-4 1
' \ . es el unico en el que se debe estudiar la cultura popular y que es
67
Sobre el area de tradicion>>, Motif-index, introducci6n; N. N . Martinovitch,
The Turkish Theatre, Nueva Yor, 1933; M. Marriott, The Feast of Love , en M.
Singer (ed.), Krishna, Honolulu, 1966; sobre el concepto indoeuropeo, S. Poliakov,
The Aryan Myth (trad. inglesa), Londres, 1974, pigs. 194 y sigs.
68
R. Dorson (ed.), Studies in Japanese Folklore, Bloominghton, 1963, nos da una
primera impresi6n sobre el tema; G . P. Murdock, <<World Ethnographic Sample, en
American Anthropologist, 59 (1957); cifr. C. Kluckhohn, <<Recurrent Themes in Myth,
en H . A. Murray (ed.), Myth, Nueva York, 1960.
103
des4e
<"
S. Erixon (ed.), Atlas over Svensk Folkkutur, 1, Uddevalla, 1957; sobre las
baladas _rrovinciales, Seemann et al., pig. XVIIl (cifr. pags. 21 y sigs., donde distingue
'uatro areas de baladas: n6rd1ca, romance, balcanica y rusa); M. J. Herskovits, The
Human Factor in Changing Africa, Nueva York, 1962, pigs. 56 y sigs.
104
105
l/
erfy cua.!H~..5oiE_qgan_y.E..!}~OJe~e_~~~adod,s.S8!ll~~A~f, /
los !eie_d_<:>t~s hugonotes. en Spitalh-elds . durante. ef s1g. ~. 9. x_
Y
_.__U.l_,__e.r_an.. al ,\ _
rmsmo
tiempo parte de un grupo etnico, de uno rehg10s0 y de una q:\::
subciiliiirii-ocupacwnal, al igual que los zapateros judfos de_la Eu_ropa central. Incluso la Reforma pudo haber sido atractiva a algunos
grup"o's etnicos 0 laborales porque, de alguna forma, reforzaba su
sentido de identidad colectiva. No parece casual que en Transilvania,
donde convivfan tres grupos lingiifsticos distintos, los alemanes si-
71
Sobre las culturas de frontera, Angyal, Reed; Mavrogordato (ed.-trad.), Digenes Akritas, Oxford, 1956; H. Inalcik, The Ottoman Empire, Londres, 1973, pags. 6
y stgs.
.
..
72
P. Chaunu, <<Le Batiment dans l'Economte TradJttonelle, en J.P. Bardet (ed.),
Le Batiment, 1, Paris-La Haya, 1971, p:igs. 9 y sigs.; J. C. Peristiany (ed.), Honour
and Shame, Londres, 1965; cifr. Agulhon (1966), y Bennassar.
106
lnteracci6n
]
._ !
J I
..o-~.-S.~?.:~.- ~!e___m
__ a\ Ia creativid~d pr.oce.dfa __de . a.bajo. ' . d. el. pueblo. Losf_?lc.!._
. } n~c!!: com~_~Q_~_~l __~tglg__ f<:f.(_:-:-_-quienes discutieron -el tema de una
f.?.:~a. . I_Tl~s C-Qm.leta y_e)(pllcita::::-, retornaron a f~ii pfaiitea'ie~itl:s
1
; tn.~~!~)_<::_s_:_~o~~1!!a_l1_j~~ la . cultura de las clases baJaS (Unterschtcht)
\ er~_~__ LriJ)~~~ion anticitada-ae
de las dases altas-(Oberschicht).
\ Ill}~g-~I1e_s Lt~~s;=ca~~~-~~ei.~ :-~}Sioi-las ,;penetraba:l:t;, gi-ad-ualmeiii:e
\ -u~i!~~-~~d..?. _s_t.t_.<:l5P.t:.~~i9.~::-:.h~sta el fonaaae ra escala sociaf 74:
' -{Cual es la teoria correcta? .ETde6ate -se lia visto.complicadO' por
la existencia de diferencias en las definiciones, pero si seguimos utilizando terminos como cultura educada y cultura popular -tal
como fueron definidos a! comienzo del capitulo-, tranquilamente
--- podriamos decir que existe una mutua influencia entre elias. Como
indic6 Redfield, <<la gran tradicion y la pequeiia se han estado influyendo mutuamente durante mucho tiempo y continuan haciendolo.
Unos pocos ejemplos pueden clarificar esta cuestion 75 .
El arte popular ofrece numerosos ejemplos que hacen evidente
esa. <<pene~racion de la que hemos _hablado. ~os pequeiios propie~
tanos agncolas en !a Inglaterra de fmales del stglo XVI y comienzos
la
-'Y-'
73
J.
107
,.. r
J. Addison,
108
se .
109
q~11i.fi~_~_!:~~l1fl<l:. \'~?- m_as- est~ proceso de prestamo. Un ejemplo concreto de finales de nuestro perfodo, es el ascenso social del
vals. Otro ejemplo de esta <<ascension>>, es el de la fiesta cortesana
del Renacimiento. Las fiestas cortesanas se celebraban a menudo al
mismo tiempo que las populares, como era el caso del carnaval y las
navidades. En algunos casos, al menos a comienzos del periodo,
parece existir poca distincion entre ellas, a excepcion del estatus social de sus participantes. A lo largo del siglo XVI, las fiestas cortesanas sc hicieron mas privadas, mas elaboradas y formalizadas. Hadan uso de un mayor numero de accesorios , desarrollaban unidades
mas completas de la trama, llegando a requerir organizadores profesionales, como los maestros de ceremonias, en Inglaterra. El <<enmascaramiento informal se convirti6 en un enmascaramiento formal. Sin embargo, las fiestas cortesanas segufan marcadas por sus
orfgenes populares. La parodia del rey como seiior del mal gobierno, continuaba jugando un papel prominente; todavfa se usaban las
mascaras y se celebraban batallas fingidas. Tambien aquf podemos
ver un cierto prestamo y su transformacion creativa 81 .
Las fiestas cortesanas estan muy lejos de ser un ejemplo unico
de esta situacion. El gran poema epico hungaro del siglo XVII, La
catdstrofe de Sziget de Miklos Zrfnyi, recogia dos tradiciones: la que
procedia de la epica mas culta ala manera de Tasso -muy admirado
por Zrinyi- y la epica oral popular de los croatas, muy conocida
'
80
81
110
En otros casos se puede asegurar, de una forma bastante razonable, que un tema particular se movi6 entre las dos tradiciones a lo
largo de los siglos. Sabemos, por ejemplo, que Rabelais se sinti6
muy atraido por Ia cultura popular. La primera parte de su Pantagruel, en particular, se inspir6 en un libreto popular titulado Grandes et inestimables chroniques de l'enorme geant Gargantua. Por
otra parte, los c6micos del siglo XVII Bruscambille y Tabarin se inspiraron en Rabelais. En el siglo XIX, dentro de las tradiciones orales
bretonas se incluian numerosas leyendas sobre Gargantua, sin que
sea posible decir si esto se debia al impacto de la obra de Rabelais
o eran anteriores a ella 84 . Ariosto es otro claro ejemplo de este
trafico de influencias en ambas direcciones. Recogia sus historias de
Ia epica tradicional, transmitida oralmente por narradores de cuentos
italianos, y las reelaboraba (como haria mas tarde Zrinyi) de acuerdo
con ideas mas sofisticadas. Por lo demas, algunos de los cuentos de
su Orlando furioso volvieron a Ia cultura popular en formas sencillas
como libretos de cuentos populares. Las canciones francesas tuvieron un movimiento que comenzaba en las calles, llegando hasta la
corte para retornar de nuevo a las primeras. La poesia pastoril se
inspiraba en la cultura de los pastores, pero tambien podemos enontrar a genuinos pastores cantando canciones influidas por el ge"1 ,
I ss .
n~ro paston mas cu to
Uno de los ejemplos mas expresivos de este proceso de interacci6n entre la tradici6n culta y la popular es cl de la brujas. Jacob
Grimm pensaba que las creencias sobre las brujas venfan del pueblo.
Por el contrario, Joseph Hansen -ya a finales del siglo XIX- argiiia
que aquellas fueron elaboradas por te6logos utilizando para ello un
material recogido de las tradiciones clasica y cristiana. Investigaciones mas recientes dan la raz6n, al menos en parte, a ambos autores.
Se considera que la imagen que durante los siglo XVI y XVII se tenia
de la bruja reunfa a la vez elementos de ambas tradiciones. En primer Iugar, aquellos que procedian de la tradici6n popular, como las
\
:rr
82
T. Klaniczay, Zrinyi miklos, Budapest, 1964, pags. 127 y sigs.; ]. Playford, The
dancing master, Londres, 1652.
83
Sobre Gay, F. Kidson, The Beggars' Opera, Cambridge, 1922; sobre Perrault,
111
Soriano, pags. 479 y sigs.; Friedman (1961 a) esta interesado por Ia inf!uencia de lo
popular en Ia poesia sofisticada en Ia Inglaterra de 1600 a 1800.
84
Sebillot (1883), esp. Ia introduccion.
85
G. Bronzini, Tradizione di Stile Aedico dai Cantari al Furioso, Florencia, 1966,
quien discute las deudas de Ariosto con Ia tradicion popular; para una version de
Ariosto en libreto popular, British Library 1071, c. 63 (32); Para los pastores y lo
pastoril, Hornberger, pag. 207.
112
asr
---S,r
t,
a:r
rne-
carece.
/ \
113
los
86
87
,,
"" Sobre Croce, Guerrini; sobre Sachs, Balzer; sobre Deloney, Roberts; J. Timoncda, El Sobremesa y Alivio de Caminantes, Valencia, 1564 (cifr. cap. 5, n. 34).
Capitulo 3
UN PILON INACCESIBLE
115
Los intermediarios
114
116
Lis.
de
z:
117
F. Flamini, La Lirica Toscana del Rinascimiento, Pisa, 1891, pag. 187, nota.
Sobre los sermones, supra pags. 222 y sigs.
118
")r_.,)\ ~~~;~;~~~~-~~~-tt:~~~t~:d~~d~c-~~~~~:r~~-J~~?~r!:~,~~~:-;:~~~{~~
lo_s nuestr()S y los de los auto res de los documentos, qmenes mterhe-
1(e~- e~tre J1(?SOtros ylas pers()r:tas alas que estall1_()~ ~ra~~n~()-~_e. l_~J?~~
119
Sin embargo, es necesario recordar que Villon era un universitario con grado de doctor por la Universidad de Paris. Sus poemas no
solo hacian referencia a criminales o tabernas , sino tambien a escritores clasicos como Arist6teles y Vegecio, o a fil6sofos escolasticos
como Jean Buridan. Sus ballades son parte de una tradici6n culta y
aunque en uno de sus poemas haya proverbios populares, la totalidad del poema no lo es 7 .
El caso de Rabelais es muy similar. El no invento a Gargantua,
un gigante que ya existia en los libretos populares y en las tradiciones orales. Su estilo le debe mucho a la cultura popular, tal y como
ha indicado el sagaz critico ruso Mijail Bajtin, quien llamo Ia atenci6n sobre ellenguaje del mercado en Rabelais y el uso de formas
tipicas de las fiestas populares>>, y en especial de las carnavalescas.
Bajtin tiene toda la razon en sus apreciaciones, pero no debemos
olvidar que Rabelais era un hombre culto preparado profesionalmente en teologia y medicina, buen lector de los clasicos y muy informado en cuestiones de !eyes. El uso que bacia de Ia cultura popular
fue, mas que espontaneo, premeditado. Era muy consciente (como
recientemente ha sugerido un critico frances) de las << posibilidades
subversivas del libreto popular, al que imito para socavar Ia jerarquia tradicional de los generos literarios. Los lectores del siglo XX,
desconocedores tanto de Ia tradicion culta como de Ia popular en la
Francia del siglo XVl, es diffcil que vean cuando Rabelais esta utilizando una u otra, o cuando esta mezclando am bas 8
El error cs todavia mas facil de cometer con escritores menores
pertenecientes a Ia gran tradicion, que se inspiraron en la cultura
popular para sus propios fines. Carlos Garcia escribio un libro con
el que se proponia registrar una discusion en la prision entre el autor
y un famoso ladron, quien describe las distintas especialidades de su
profesion, los estatutos y las leyes con las qu e se gobernaban. Esta
obra no nos proporciona un acceso mas directo al mundo del picaro
que las obras mas claramente literarias de Cervantes, Mateo Aleman
o Quevedo. El Pentamarone, una coleccion de cuentos en dialecto
napolitano publicada en el siglo XVII, fue utilizada por los hermanos
Grimm como una de las fuentes para el estudio del folclore it;t!iano.
Sin embargo, esta obra fue escrita por Gianbattista Basile, miembro
7
120
~i~os sermones de los frailes, especialmente los de los franciscinos, tambien forman parte de las fuentes mas importantes para el
estudio de la cultura popular de la Europa cat6lica. No era infrecuente que muchos de estos monjes fuesen hijos de artesanos o campesinos. Abraham a Sancta Clara, gran predicador aleman de finales
del siglo XVII, era el hijo del criado de una posada. El modo austero
de vida que llevaban les mantenia muy pr6ximos al pueblo, y sus simpatias solian estar con el pobre frente al rico, con el desposefdo frente
al poderoso. A menudo tenian problemas por sus denuncias contra
prominentes laicos y clerigos, e incluso por incitar a la rebeli6n, como el dominico John Pickering durante Ia Peregrinaci6n de Ia Gracia.
Los frailes eran predicadores muy populares en la medida que
recurrian deliberadamente a los no instruidos, teniendo -por lo
general- una gran audiencia. Savonarola lleg6 a predicar a decenas
de miles de personas en Florencia. Ademas, generalmente predicaban
al aire libre hacienda que los hombres se subiesen a los arboles 0 a
los tejados para oirles. Despues de una visita de Olivier Maillard a
Orleans, se necesitaron sesenta y cuatro dias para arreglar los tejados
estropeados porIa multitud 10 . Los frailes se inspiraban en la cultura
oral de su tiempo. Predicaban en estilo coloquial hacienda uso de
juegos de palabras, rimas y aliteraciones, gritando y gesticulando,
utilizando los cuentos populares para ilustrar su mensaje o componiendo canciones para que las cantasen sus feligreses. No es sorprendente que los folcloristas hayan utilizado sus sermones para estudiar
los cuentos populares de este periodo 11
9
C. Garcia, La desordenada codicia de los bienes ajenos, Paris, 1619; sobre G.
B. Basile, B. Croce, Sagi sulla letteratura italiana del 1600, Bari, 1911; cifr. R. M.
Dorson, The Identification of Folklore in American Literature, en journal of American Folklore, 70 (1957).
10
Sabre el daiio a los tejados, J. Huizinga, The Waning of the Middle Ages,
Harmondsworth, ed. de 1965, pag. 13. (Hay trad. espanola, El otoiio de la Edad
Media, Alianza Editorial, Madrid, 1978.)
11
Moser-Rath (1964 y 1968); M. Michael, Die Volkssage bei Abraham a Sancta
Clara, Leipzig, 1933.
,
I
121
Todo esto esta muy bien, pero es necesario un poco de precauci6n. Los frailes eran como los anfibios, vivian de dos culturas, como
hombres universitarios y como hombres de plaza. A menudo reci?ian ensenanzas de filosofia escolastica y teologia, y generalmente
mcluian algunos elementos de Ia gran tradici6n en sus sermones.
Savonarola, por ejemplo, fue hijo de un medico y alumno de Teologia en la Universidad de Ferrara. En uno de sus sermones explic6
el universo a sus oyentes (siguiendo el modelo de Ptolomeo), comparindolo con una cebolla cuyo centro seria Ia Tierra y las distintas
capas que la componen cada una de las esferas cristalinas en las que
se movian los planetas. La imagen utilizada es muy sencilla, pero no
podemos asumir por ello que esta vision del mundo formaba parte
de Ia cultura de Ia mayoria del publico. De algun modo, lo que
Savonarola estaba hacienda era popularizar Ia ciencia. Thomas Murner, el franciscano que escribi6 panfletos contra Lutero en un tono
muy vivaz y coloquial, era academico. Doctor en ambos derechos>>
(can6nico y civil) y au tor de una introducci6n a Ia l6gica escolastica,
escribia en latin tan bien como podia hacerlo en aleman. Incluso en
estos ultimos trabajos Murner a veces utilizaba terminos tecnicos
como texto>> y <<glosa, donde <<glosa>> es el comentario escrito entre las lineas del texto. Abraham a Sancta Clara, cuyos panflctos eran
incluso mas vivaccs y coloquiales que los de Murner, era doctor en
teologia, formado en rct6rica y predicador de !a corte.
Por logencral, los monjes predicaban en un estilo coloquial, pero
esto lio- signiiica que fuesc su man era natural de habbr. La elccci6n
de este estilo era una opci6n literaria, conscientemente adoptada frente a otras posibilidades, como el estilo claro o el ornamental 12 . Cada
uno de cllos tenia sus propias reglas, conocidas por los predicadores,
pero no as! por el publico. Ademas, los frailes se inspiraban en temas
populares, pero a menudo los cambiaban. Contaban cuentos tradicionales para darles una moraleja que no era, necesariamente, tradicional. Usaban melodias populares, pero les anadian lctras nuevas.
Algunos de los elementos de sus representaciones procedian de la
cultura popular, pero -como en el caso de los proverbios de Villar Ia totalidad de ellas no eran populares.
(iii) \Si los sermones de los frailes no nos perrniten un acceso
dir~ctb a 1a cultura popular, quiza si puedan hacerlo las baladas o
los libretos populares. Sin embargo, tambien estos presentan diver12
J.
122
13
A. P. Moore, The Genre Possard and the French Stage of the eighteenth Century, Nueva York, 1935.
14
On Eulenspiegel,]. Lefebvre (1968), cap. 5.
123
124
teri!an esws
16 Sobre Ia Bibliotheque Bleue, Mandrou (1964 ), quien arguye que los libretos
populares reflejaban los valores del publico campesino. Algunas dudas sobre Ia audiencia de estos libros han sido reseiiadas por BoHeme (1965) y por H. J. Martin,
Livre, po.,voirs et societe, Paris, 1969, pags. , 955 y sigs,; algunas dudas sobre esta
reflexi6n en Gin zburg (1966), pags XI y sigs.
125
problemas que tuvo para convencer a las mujeres servias para que
cantasen, y como Ia mayorla de los recopiladores eran hombres, una
parte importantc de la cultura tradicional de estas se perdio.
Incluso un cantante o un narrador de cuentos individual podia
ser, en cierto sentido, un intermediario; porque en Ia Europa mo-
el campo;l~- peq~~iia.Y Ia \ 0 )
g;:~~"'tr_~?Tcton'. . ~oextsua~ )' s~.}Pf"!lltan mutuamente. Una sene de \
ejempios del siglo XX rios rimestran de una forma mas expresiva estas
interrelaciones. Un compilador americano tuvo grandes problemas
y gastos para visitar una remota region del sudoeste, con Ia intencion
de rccopilar canciones populares, y todo para descubrir ... que mucho de lo que habia recogido habia sido aprendido de las emisiones
de una radio del Este. En Yugoslavia, algunas de las canciones
recopiladas de Ia tradicion oral durante los aiios treima habian sido
previamente conocidas de las fuentes imprcsas, incluida la colecci6n
de Karadzic. Pf~~CIJ.l?Sasi C()nstatar como unfolclorista ayyg;t <l.G.rear
el _i~!0~-~<;J para gue postcriormente otros lore~opilen 17 .
Estc tipo de situacion puede documentarse ocasionalmcnte para
el periodo anterior a 1800. El ejemplo britanico mas clasico es el de
Mrs. Brown de las Falklands, una cantante que suministro versiones
de treinta y tres de las baladas recopiladas por Child y entre elias
cinco totalmente desconocidas. Sin embargo, Mrs. Brown no era una
campesina, sino la hija de un profcsor que conoda la obra de Ossian
y Percy. Es probable que estos conocimicntos afectasen a sus versiones y, en cualquier caso, su interes por lo sobrenatural, su sentimentalismo y su rechazo de todo lo er6tico, reflejaban las actitudes
de las clases medias de finales del siglo XVIII. Ella era, sin duda, un
intermediario. Lo que puede ser documentado en el caso de
Mrs. Brown, se intuye tambien para otros. Veintiun cuentos de la
coleccion de los hermanos Grimm procedlan de un unico informador, una mujcr Hamada <<Die Frau Viehmannin . Habfa nacido en
1755 y era descendiente de hugonotes, exiliados poco despues de la
revocacion del Edicto de Nantes. (Conocia la colcccion de Perrault?
<Son algunas de las coincidcncias entre esta y la de los hermanos
Grimm el resultado de una dependencia accidental con un informador particular? Isaac Walton recordo una vez haber oido cantar a
17
(>
126
una lechera, Ven a vivir conmigo y semi amor>>. {Cual era la fuente
4e esta tradici6n oral? Probablemente, una balada impresa 18 .
, v) ) i los primeros folcloristas no nos otorgan plena confianza
recopiladores de la tradici6n oral, quiza sf puedan hacerlo los
inquisid~~ Los juicios y las confesiones de los herejes y las brujas
son, obviamente, una fuente importante para el estudio de las actitudes populares. En las aetas de los procesos, el historiador puede
descubrir los giros lingiiisticos favoritos de los acusados y, casi, ofr
sus voces. Sin embargo, de nuevo nos encontramos con intermediarios, en Ia medida que las confesiones no eran -en la mayoria de
los casos- realizadas de forma espontanea. Las de las brujas, por
ejemplo, eran el producto de una situaci6n en la que un interrogador
-generalmente un fraile, un hombre culto- se enfrentaba con la
acusada cara a cara, mientras un escribano tomaba notas de todo lo
que se decfa. El historiador puede acceder en estos textos, a menudo
escritos en latin, a un dialogo en el cual el juez -que podia ser
nuevo en Ia region- con toda seguridad hablaba Ia lengua local de
un modo estereotipado, mientras que Ia acusada le replicaba en dialecto. Las posibilidades, por lo tanto, de que no se entendiesen, eran
considerables. El pesquisador habia sido informado previamente de
todo el caso y, des de luego, tam bien sabia muy bien lo que estaba
tratando de descubrir. Por el contrario, la acusada tenia dudas sobre
lo que sucedia y probablemcnte buscaba de forma ansiosa indicaciones y pistas que le aclarasen lo que querfan de ella. La situaci6n es
como una parodia de las entrevistas entre los actuales antrop6logos
y sus informadores en el campo: aquellos suelen preocuparse por la
posibilidad de que las respuestas que reciben sean, poco mas o menos, las que ellos mismos han sugerido inconscientemente al informante. Los interrogatorios de las supuestas brujas eran, todo lo mas,
una gufa poco fidedigna de sus verdaderas opiniones, porque el juez
tenia poder sobre Ia acusada y esta lo sabia, al tiempo que Ia tortura
podia usarse para lograr algunas confesiones. Como el famoso medico italiano Girolamo Cardano indic6 a mediados del siglo XVI, las
confesiones estindar no eran dignas de fe porque <<se dicen bajo Ia
tortura y los acusados saben que una confesi6n de este tipo pondra
que .
como
18
Estas dudas planteadas por B. H. Bronson, <<Mrs. Brown and the ballad,
reimpr. en Bronson, 1969; su veracidad defendida por Buchan (1972), cap. 19; sabre
Die Frau Viehmannin, Schoof, pigs. 62 y sigs.; H. V. Velten, <<Perrault's influence
on german folklore>>, en Germanic Review, 5 (1930); Friedman (196la), pig. 53.
127
I
I
~obre las c;videncias de las confesiones, Ginzburg (1966), pig. XI; Trevor-Roper, pags. 42 y s1gs., y Thomas (1971), pigs. 516 y sigs.
20
Para contrastar las interpretaciones sabre los levantamientos en Ia Francia del
19
128
siglo XVII, Porchnev, Mousnier yR. Mandrou, Vingt ans apres , en Rev11e Historique, 242 (1969), pigs. 29 y sigs.
21 Para el rexto del Code Paysanne, A. de Ia Borderie, La revolte du papier
timbre, Saint-Brieuc, 1884, pigs. 93 y sigs. ; su discusi6n en Mousnier, pags. 141 y
sigs.; E. B. Bax, German Society at the Close of the Middle Ages, Londres, 1894,
p:igs. 54 y sigs.
129
.....,
130
cion que tradicionalmente se asigna a los historiadores. Algunos documentos son menos fidedignos que otros y algunas de sus partes
menos creibles, como puede comprobarse si volvemos a examinar
las aetas de los juicios por brujeria.
I
Parte de los historiadores que trabajaban sobre la brujeria han
' aE~~!-~d.:~ _ie~ientemente riue"_as CO!lchisi()nes, _gracias_:l(o .t~?t?N~4-~~~
y cubrill1i~!1t<? de otro _ ~ipo de fuentes, como a la ,u,u l!zaopn dist_u;lt~
de E~ mismas. Un estudioso de los procesos italianos ha centrado
su at~~ci6~- en aquellos casos en los que el inquisidor mostraba su
desconcierto ante las respuestas del acusado, ya que implica una
cierta ruptura de los estereotipos inquisitoriales. En el Frijuli, en el
noroeste de Italia, las acusadas juzgadas durante la decada de 1570
declararon que no eran brujas, sino opuestas a elias contra las que
luchaban por las noches armadas con estacas de hinojo y las brujas
con estacas de mafz, <<y si nosotras ganamos sera un ano abundante,
pero si perdemos sera un ano de hambre. Dos historiadores de la
brujeria inglesa han utilizado las aetas procesales para responder a
cuestiones que no interesaban a los jueces, y que por lo tanto raramente fueron tergiversadas : el estatus social del acusado y del acusador, las relaciones entre ellos y Ia situaci6n en que se desarrollaron
las acusaciones. Si esto no nos aporta mas argumentos para acercarnos a la mentalidad de la bruja, si contribuye a iluminar la de sus
vecinos 24 .
\
La cuesti6n clave es que, seguramente, tengamos que aceptar que
\ no podemos aproximarnos a los artesanos y campesinos de Ia Eu-1--- / ropa moder11a de forma directa, sino a traves de.LR.re~icadores_, i~r
'L .\ xi~~~es_in<!ire~ta~
Una
Ginzburg (1966), pag. 9; Thomas (1971 ), esp. cap. 17; Macfarlane, caps. 10-16.
131
Sobre Ia idea de intermediarios culturales, E. Wolf, Aspects of group relations in a complex society, en American Anthropologist, 58 (1956) ; para el Sheale
Ma., T. Wright (ed.), Songs and Ballads, Londres, 1860.
u. B. Cellini, Autobiography (trad. de G. Bull), H armondsworth, 1956; G. C.
Croce, Descrizione della vita, Bolonia, 1600; J. Bunyan, Grace abounding, Londres,
1966; S. Bamford, Early days (nueva ed.), Londres, 1893.
"$..
132
~~ La iconograff~fue definida por uno de sus mas grande_s est~dio1 , .'' : sos, el fallecido Erwin Pano_fsky, co~o ." ~?:rama de la_ h~-~~!:_~~_ g_el
1 c~ { ar!e que _se oc\lpad~! _content~o o el st_gntftcado de las obras d.~ a~te,
.1; ?\ , ' prescmdtendo de la forma . Esto mcluye, desde luego, alg~nas
., : 1 tareas-menor-es- comora -~aentificaci6n de los santos por sus atnbu1'
tos. Pero, a un nivel de analisis mas profunda, lo que Panofsky
llam6 iconologia>> supone poder diagnosticar unas actitudes y u~10s
valores de los cuales las obras de arte son sus sintomas. Por ~~ctrlo
1
\ sencillamente, Ia iconograffa tiene relaci6n conA() .9o\l~ los__ C()~t~~~-?~
, .. ) sa6laDS.ObrelaiiObrasaearte-yTa-iconolog1a con lo que no cono_c.~an
1-o af 'inenos no sabemos si l~ conocian_:_ sobre si mismos. No
I existe __n.ing~~-; raz6n por la que no debamos estudiar tan profundamente la imagineria popular siguiendo este metoda -como se hace
con las obras de arte patrocinadas por principes y nobles-, ya s~an
las figuras de ceramica de Staffordshire, los grabados de madera pmtados a mano de Epinal o las pinturas campesinas de Dalarna.
Dado ~ los artesanos y los campesinos cl_e _los qu~ -':~s ocupamos ~-a meri';:id.0"analfaoetos y que usaban mejor sus manos que
n . \
sus palab~as, la aproximaci6n iconografica a sus actitudes y val ores
puede ser tnuy frt1ctifera. Los utensilios que pr?ducian son nuestro .
contacto mas directo con ese mundo desapareCJdo que tratamos de
reconstruir e interpretar, de tal forma que no es del todo correcto
denominar como indirecta a esta aproximaci6n. La raz6n para
hacerlo es sencilla: Ia historia es escrita y cuando un historiador de
la cultura interpreta un objeto convierte la pintura, la madera o Ia
piedra en palabras .
.
Esta intepretaci6n comporta siempre algo de presuntuostdad.
La cuesti6n es especialmente dificil en el caso del arte popular,
por la misma raz6n que es tan ne_cesaria debido ~ ~~ carencia _de
evidencias literarias fiables que nos mformen de la VISIOn que teman
del mundo los iletrados. No es sorprendente que descubramos que
hay pocas investigaciones en este campo: L?s o?~etos ~an sido reunidos en museos de arte popular, su dtstnbucwn cmdadosamente
indicada en los mapas, y muchos problemas iconograficos -en el
sentido estricto del termino- han sido solucionados, con lo que es
posible reconocer la caridad de San Martin, el molino de la juventud
0 el mundo al reves. Pero, (que significa el mundo al reves para el
2 7 E. Panofsky, Meaning in the Visual Arts, Nueva York, 1955, cap. L (Hay trad.
espanola, El significado de las artes visuales, Buenos Aires, 1970.)
'
133
/J
hasta ahara, de estas incursiones.
--La iconologia de li rebeli6~ puede acercarnos mas directamente
a las reivindicaciones de los soldados y oficiales, que las confesiones
de sus jefes. Cuando los campesinos alemanes de comienzos del
siglo XVI se rebelaban, marchaban tras un estandarte con Ia imagen
de un zapato, el Bundschuch: (que significaba exactamente para ellos?
En la Peregrinaci6n de la Gracia inglesa, destacaba el estandarte de
las Cinco Llagas. En la revuelta normanda de 1639 la bandera desplegada par los rebeldes representaba a San Juan Bautista. De la
misma forma, los participantes en estos acontecimientos, solian seguir a estandartes similares en las procesiones religiosas. Quiza estas
representaciones sacras servian como elementos legitimadoras de sus
protestas, que asf se transformaban en peregrinaciones y cruzadas.
La imagen de San Juan Bautista -que iba descalzo- era sin duda
una de las mas facilmente identificable con los pobres.
'
Toda_Ia cultura material es un sujeto potencial para el analisis ,
~?_?l~gico. Los vestidos, par ejemplo, formaban parte Je un siste- /
rna simb6lico. En una determinada comunidad --en la que los significados estaban compartidos-, existian ciertas reglas que regian lo
que podia ser llevado, por quien y en que ocasiones. De este modo,
los vestidos de un individuo transmitfan diversos mensajes a los
miembros de Ia comunidad. En un nivel iconogr:ifico, esto es evidente. Una mirada a una chica campesina nos podria indicar Ia villa
de la que procedia, lo pr6spera que era su familia y si estjlba casada.
(Puedc: un historiador hacer, al mismo tiempo, un estudio iconol6!;ico de los vestidos? Las fuertes variaciones regionales en las vestimerifas seiialan al observador que sus portadore~ estaban muy identificaclos con su region. Li. clara diferencia entre los dias laborables
y los_f~stivos se expresaba gracias a una neta distinci6n entreia-~opa
de trabajoy el <<traje de los domingos >> . Tambien es posible aproxirnarse iconol6gicamente a las casas, porque estas no son s6lo espacios para habitar, sino tambien el centro de un ritual. El hagar y el
umbra! eran lugares de importancia simb6lica y par eso, en las casas
de East Anglian durante los siglos XVI y XVII las botellas con hechizo se guardaban bajo ellos. Ademas, las casas estan destinadas a
134
Lis
\'. l'y 1
~No es inevitable que, en general, los hechos del pasado mas ~!stante son
\ tambien los mas oscuros? ~Como podemos escapar de Ia neces1dad de tra~ bajar partiendo de lo que conocemos mejor, para llegar a lo menos conoci,do? 29
135
I
,(
30
31
cmco anos, que Ia tema de su padre, qu1en habia nacido en 1793. Sobre Ia veracidad
de Ia tradici6n oral, ver J. Vansina, Oral Tradition (trad. inglesa), Londres, 1965.
_ ____________________....___________________
;ll
136
:I
I!
32 Orro pionero, ahora en Suecia, fue Nils Andersson (1864-1921 ), sobre el qu e
puede verse 0. Anderson, Spel Opp I Spelmanner, Estocolmo, 1958. Algunos recopiladores del siglo XIX mostraron un gran inten!s por las melodias populares, como
Ludwig Lindeman en Noruega, pero hacerlo con precision fue un problema hasta 1900.
33 Sobre Rybnikov y los byliny rusos, Chadwick, introducci6n; sobre Parry, Lord;
B. A. Rosenberg, The Art of the American Folk Preacher, Nueva York, 1970; sobre
los adivinadores franceses, M. Bouteiller, Sorciers et Jeteurs de Sort, Paris, 1958; sobre
los curanderos yugoslavos, Kemp, y sobre scandinavia ver Arv, 18-19 (1962-63).
137
C'f
I r. W. C. Sturtevant, Anthropology, History and Ethno-Historp>, en Ethno-Hzstory, 13 (1966); a lo que Bloch llama <<metodo regresivo, Sturtevant lo denomma <<contracornente. C1fr.]. Vansina, Oral Tradition Londres 1965
Ph h' _
34
Adams (1975).
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yt Jan
138
j turas
I,
I'
139
chado (turkey snipe) en caballero turco (<<turkish knight). Debemos aiiadir algo sobre el hecho de que algunas versiones recogidas
en el siglo XX fueron censuradas por parrocos locales, los omnipresentes intermediarios. Como un restaurador de cuadros que va descubriendo una a una las distintas capas de pintura, el historiador
reconoce al fin Ia estructura fundamental de Ia acci6n: Ia secuencia
de los combates, la muerte del heroe y su resurrecci6n 36 .
En este ultimo ejemplo, el metoda regresivo puede complementarse con otro de los metodos de aproximaci6n indirecta:t el comparativo.) Las formas mas tempranas y el posible significado de las
pantomimas inglesas, han sido reveladas gracias a Ia comparaci6n
con las obras de teatro que, teniendo a San Jorge como protagonista,
se representaban en Tracia a comienzos de este siglo. Estas ultimas
hicieron mas ficil el imaginar como podrlan haber sido las inglesas
antes de ser censuradas. Si estamos tratando de decidir a que epoca
se remonta la figura c6mica del medico, es util saber que un personaje similar se inclufa en las obras de teatro carnavalescas en Ia Alemania de los siglo XV y XVI 37
Puede ser conveniente que sigamos nuevamente a Marc Bloch\ :.t.
para distinguir dos posibles variedades en este metoda.
\II,.
- La prim era es aquella que se basa en comparar 7.onas pr6ximas. ;
La balada rn1mero 4 de Ia colecci6n de Child, Lady Isabel y el caballero duende es breve y confusa. Sin embargo, las versiones recogidas en los Pa!ses Bajos -donde Ia citada balada es conocida como
Heer halewjin- son mas completas y numerosas, con lo que nos
ayudan a interpretar la variante inglesa. El historiador de los rituales
tiene, incluso, una mayor necesidad de usar el metoda comparativo
que aquellos otros que estudian la~(baladas. Serfa dif!cil reconstruir
o interpretar los carnavales romanos del siglo XVI sin compararlos . .
C~)D
los de .F lor~?ci.a v_
:_n_ecia.. c__~. ~~~.<: ~as ~s~a.-.s_. a.s s .o n.. -~~~ ~v.id__~n- \ ) "~.~~'"'
c_u~s_.:_~ ...U_n..a . n;glon, _:nas uul es el__~mpleo Clel metod_? com.pa_r~t:.~o./
.0.'
~~
1_._-
36
Chambers (1933); Brody. Para otros ejemplos sobre Ia necesidad de encontrar
finales ya elaborados, Davis (1975), pags. 104 y sigs. (sobre el charivari en Francia),
y Soriano, pags. 148 y sigs.
37
R. M. Dawkins, <<The modern carnival en Thrace>>, en journal of Hellenic
Studies, 6 (1906); para las obras de teatro alemanas, Keller.
140
I i
141
los campesinos europeos como sistemas de signos, si con anterioridad el antrop6logo Pierre Bourdieu no hubiese hecho un analisis de
este tipo sobre la casa bereber de la moderna Argelia, describiendo
el contraste entre el espacio masculino y el femenino, entre la luminosa y noble parte superior de la casa, el Iugar de la cocina y Ia
oscura y nocturna parte baja de la casa, el espacio de los objetos
q son humedos, verdes o crudos>> 40 .
Aquellos antrop6logos transformados en historiadores etnicos,
tambien nos han provisto de dos claros ejemplos sobre el cuidado y
Ia prudente utilizaci6n que debe tenerse con el metodo regresivo.
Para valorar la influencia de Espana en la cultura de la America
Latina, George Foster intent6 reconstruir la cultura del campesinado
espanol del siglo XVI y para ello tom6 como base el siglo XX, haciendo de Espana su campo de trabajo e inspirandose en las investigaciones de los folcloristas. Georges Balandier ha escrito una historia del reino del Congo en los siglos XVI y XVII ..Para este periodo,
las fuentes documentales son los informes de los funcionarios blancos y de los misioneros, que, por lo tanto, representan sus propios
puntos de vista. Para completar estas fuentes, Balandier tuvo que
recurrir a las tradiciones orales recogidas durante los siglos XIX y XX.
Puede que las tradicioncs orales no nos aporten una narraci6n fiablc
de los acontecimientos, pero son insustituibles como evidencias de
las reacciones ante estos hechos y para verlos con los ojos de los
vencidos. No conviene insistir, por demasiado evidente, en Ia coincidencia entre los problemas que se le presentaron a Balandier y los
que se intcrponen ante cl historiador de Ia cultura popular en Europa 41.
. Elmetodo {!?mp_;rativo~ al igual que el tregresivJ supone un
c1erto grado de especulaCion. Si a! lector le parece demasiado especulativo, debcra recordar que este metodo no se emplea por sf mismo,
sino como complemento de otros y, en particular, tratandolo sobre
restos de evidencias y no como sustituto de estas. En alguna ocasi6n,
40
Sabre los ritos de Ia inversion, M. Gluckman, Customs and Conflict in Africa,
Oxford, 1956, y M. Marriott (cap. 2, n. 67); sobre Ia casa bereber, Bourdieu (n. 28).
41
Foster (1960); G. Balandier, Daily life in the kingdom of the Kongo (trad.
inglesa), Londres, 1968. Cifr. N. Wachtel, La vision des vaincus, Paris, 1971, sobre
cl Peru; ahora disponible en ingles, The vision of the vanquished. (Hay trad. espanola,
Los vencidos. Los indios del Peru frente a Ia conquista espanola {1530-1570}, Alianza
Editorial, Madrid, 1976.)
142
,-j\.
Segunda parte
Capitulo 4
146
~.
/ sus animales enfermaban y no tenian remedios caseros, podian recurrir a un <<hombre astuto>> o a una <<mujer sabia>>, en otras palabras
.
\ a curanderos semiprofesionales. Si necesitaba una herrall1ienta de me\ tal debia acudir al herrero local, un artesano profesional, o esperar
\que -un vended or ambulante llegase al pueblo. De vez en-cuando,
1
\ jugEil-es y actores itinerantes organizaban esi)ectaculos profesionales.
j En resumen, es uti! distinguir a los que el folclorista suizo Carl von
1Sydcrw1Eim6 ~~productores activo~ de las tr~jcion_e~- p~p~l;tre~ .~el
; resto .deTl poblacion~ re[itivamente pasiva. Es a esta minorfa
( de- p:roauct:ores de tradici6n, de los <<portadores >> , a los que esta
\ principalmente dedicado este capitulo, describiendo que tipo de per\ sonas eran, el ambiente social en el que actuaban e intentando, al
\mismo tiempo, determinar si fueron innovadores o simplemente
\, conservadores >> y <<guardianes >> de la tradici6n 2
Los profesionales
Es imposible sustraerse al problema de Ia definicion. ~Que es un
artista <<popular>>? La definicion mas utilizada es aquella que nos lo
\ presenta como un artista que trabaja principalmente para un publico
"de artesanos y campesinos. Segun esta, deberiamos excluir a, por
1
\.-ejemplo, Durero u Hogart, aunque algunas de sus obras graficas
tuvieran una amplia difusi6n. Un caso marginal seria Romeyn de
Hooghe, un grabador holandes del siglo XVII. Este (sobrino del pintor Pieter de Hooghe) era doctor en derecho. Sus grabados interesaron a las clases dirigentes, siendo ennoblecido por el rey de Polonia. Sin embargo, deberiamos incluirlo dentro del grupo de artistas
populares, ya que la mayoria de sus trabajos eran de tematica politica y tuvieron una gran difusi6n. Lo mismo sucede con el dibujante
ingles del siglo XVIII James Gillray. Sobre el resto de sus colegas hay
bien poco que decir. Conocemos sus nombres, pero muy poco mas.
Por ejemplo, a algunas de las familias de grabadores franceses que
trabajaban en Ia calle Saint Jacques de Paris produciendo grabados
populares: Ia familia Mariette (activa entre 1600 y 1774), la Jolain
(entre 1650 y 1738) o Ia Basset (entre 1700 y 1854), mejor conocida
que las anteriores porque uno de sus componentes realiz6 grabados
a favor de la Revoluci6n francesa. Es dificil saber si estas familias
2
')
147
eran contratistas, grabadores o artistas, aunque probablemente fueran un poco de todo. Podria decirse algo similar respecto a la familia
Abadal, quienes tr~ajaron en diferentes ciudades catalanas desde el
siglo XVII al XX, o de la familia Didier de la zona de Epinal en
Lorena, que ya en e siglo XVIII era un importante centro de imagerie populaire. Para hacernos una idea de esto bastara recordar que
Jean-Charles Didier dej6 a su muerte en 1772 un stock de 56.000
grabados 3 .
En Noruega y Suecia podemos conocer algo de los cientos de
artesanos que trabajaron en los distintos distritos del pais durante el
siglo XVIII, debido a que con frecuencia databan y firmaban sus trabajos, y porque las aetas locales nos informan de las fechas de su
bautismo, matrimonio o entierro, asi como sobre su grado de educaci6n, si conocian el catecismo o, incluso, el numero de muebles
de sus casas. Sobre algunos de ellos tambien han sobrevivido tradiciones orales. De estas surge la imagen de unos artesanos con unas
personalidades artisticas bien definidas y que gozaban de una considerable reputaci6n local. Eran hombres como Clemet Hakanson
de Smaland y Corporal Gustaf Reuter de Halsingland, dos de los
mayores exponentes de Ia bonadmaleri sueca, la decoraci6n de tapices; Kitil Rygg de Hallingdal y Ola Hanson de Telemark, lideres de
los pintores de rosetoneS>> en el este de Noruega; o Jakob Klukstad
de Gudbrandsdal, quiza el mas grande tallador de madera de la Nomega del siglo XVIII. Algunos de los pintores, escultores y tejedores
del siglo XVIII eran seguramente artistas profcsionales, pero al mismo
tiempo pudieron haber ejercido -como Corporal Reuter- otra profesi6n o tener su propia granja de la que extraer rentas. Muchas
veces eran trabajadores itinerantes que actuaban en las casas de sus
clientes. Por lo demas, su formaci6n era desigual. Los pintores, por
ejemplo, aumentaban su repertorio copiando o adaptando los temas
de las litograffas holandesas o alemanas, intentando al mismo tiempo
que sus hijos heredasen sus tecnicas. El hijo y el nieto de Clemet
Hakanson fueron pintores como el, mientras que el pintor suizo Per
Nilsson no solo tuvo hijos, sino nada menos que cinco hijas que
siguieron sus pasos, lo cual nos sugiere que la familia trabajaba en
equipo y produda las pinturas en su propio hogar. Algunas veces
las innovaciones eran originarias de artistas individuales. Por ejem3
Duchartre-Saulnier, p:igs. 44 y sigs., 88 y sigs.; Mistler (esp. Ia contribuci6n de
Blaudez).
148
plo, Erik Eliasson de Rattvik en Dalarna -que pintaba disefios florales sobre armarios- es reconocido como el inventor de los kurbits
o calabaza estilizada. No sabemos que pensaban los artistas y sus
clientes acerca de estas invenciones, y en el estado actual de Ia investigacion es todavla diffcil generalizar cualquier data relative al
redutamiento, el entrenamiento o el estatus de estos artesanos rurales 4
Sobre los fabricantes de utensilios populares en otros lugares,
solamente es posible hablar en terminos todavia mas vagos y generales. En las grandes ciudades podian ganarse la vida los pintores
especializados, como ios de carteles en Londres, quienes se agrupaban en Harp Alley, o los madonneri pintores de cuadros votivos a
la Madona en Venecia o Napoles. Otros pintores recorrian el pais
en busca de trabajo, ya fuese hacienda retratos o carteles. En algunas
regiones donde la arcilla era buena -como sucedia en las zonas
fronterizas de Italia-, se podian encontrar villas enteras de ceramistas semiprofesionales. En la mayorfa de los lugares, lo mas proximo
a un artista profesional era el herrero, ya que su trabajo no se limitaba a herrar caballos o a reparar herramientas, sino que tambien
fabricaban veletas y otras piezas decorativas en hierro fundido. En
Alsacia, en el sur de Alemania y en Austria los herreros producian
figuras votivas de hierro, y en Suecia -zona rica en cobre- construian monumentos funerarios utilizando este material 5 .
Pero hay mucho mas que decir acerca de los actores. Estos sucesores de los juglares medievales constituian un grupo muy heterogeneo y versatil 6 . Para usar tinicamente terminos corrientes en
Inglaterra entre 1500 y 1800, podemos hablar de cantantes de baladas, domadores de osos, bufones, charlatanes, payasos, comediantes,
espadachines, tontos, prestidigitadores, malabaristas, animadores, ministriles, saltimbanquis, actores, titiriteros, curanderos, sacamuelas
-incluso estos eran un tipo de actores que actuaban al aire !ibn:
rodeados de espectadores- y acrobatas. Muchos de estos nombrcs
4
Sobre los artesanos noruegos, Anker, esp. caps. 6 y 8; sobre los hombres d,
Dalarna, Svrdstrom (1949, 1957); nos han resultado muy beneficiosas las discusionc.
que sabre estos puntos hemos tenido con Peter Anker y Maj Nodermann.
5
Sabre los herreros, Hansen, pigs. 18, 106 y 118-119.
6
Sobre los ministriles, Salmen; en Francia, Petit de Julleville; en Espana, Mcni'"
dez Pidal (1924); en Inglaterra, Fowler, pags. 96 y sigs.; en Hungria, Leader, cap . .',
y en Rusia, Zguta.
149
coincidian con las funciones que ejerdan sus titulares. Todos estos
animadores profesionales ponfan en escena un espectaculo muy variado . Un <<CO~ediante>> no se limitaba a las partes comicas. Un
actor>> (termino"-comparable al aleman Spielman y al eslavo igrec)
debfa tocar instrumentos, recitar, hacer el bufon o todo ello ala vez.
Necesitaba ser un maestro de la mfmica y el transformismo. Las
compafiias inglesas de actores podian tener exito en sus giras continentales porque este no dependla de su lengua. En palabras de un
documento danes, los actores ingleses eran instrumentister och springere, musicos y acrobataS >>. Un bufon 0 un payaso debfa cantar,
improvisar versos, hacer de espadachfn, bailar sobre la cuerda floja,
acrobacias o juegos malabares. Tambien debia ser un cantante. Uno
de los pocus cantantes ingleses del siglo XVI cuyo nombre ha llegado
hasta nosotros, Richard Sheale (cuya version de la balada de Chevy
chase fue impresa en las Reliquias de Percy), se describfa a sf mismo
como un bribon feliz>>, es dccir, un bufon. El viejo terrhino espafiol
de cantante, juglar -ya muy en desuso en cl siglo XVI- nos recuerda que la misma persona podia contar historias o hacer malabaris- ,
mos; la palabra latina de la que procedc la anterior, joculator, bro- /
mista>>, nos sugiere que un cantante era un animador total. Lo que ,
hacian estos hombres creaba tal impresi6n, que malabarista>> lleg6 1
a tener e1 significado de m<igico>>, mientras que el termino conju- '
radon> -que originalmente era una persona que conjuraba los malos ; ;
espiritus- lleg6 a referirse durante el siglo XVIII a los que realizaban 1
prestidigitaciones y comian fuego, o a aquellos que extraian de sus
bocas cintas de colores. Muchas veces se lleg6 a creer que actorcs y 1
actrices tenian tratos con el demonio, el gran maestro de las ilusiones. j
Vayamos ahora con aquellos animadores>> que actuaban ayu- /
dandose de marionetas, reliquias, figuras de cera, monos y osos
amaestrados, o con dioramaS>> desde las que proyectaban imagenes
de batallas o de ciudades exoticas como Constantinopla o Pekin;
tambien con otro grupo de terminos que han llegado a utilizarse de
forma peyorativa: charlatan >>, <<saltimbanqui>> y curandero>>. Estos
terminos no siempre fueron usados as! durante los siglos XVI y XVII,
llegando incluso a tener un significado mucho mas preciso de lo que
sucedio con posterioridad >:. El charlatan u operateur, como a veces
se llamaban a sf mismos en Francia, era un vendedor ambulante de
'' El termino charlatan>> fue utilizado por J. B. Menckenius en 1715 para referirse
a falsos especialistas. [N. del A.]
I
La cultura popular en Ia Europa moderna
150
151
153
!54
'LI
155
citos europeos, los saboyanos se transformaron en vendedores ambulantes, violinistas, flautistas, organilleros, adivinadores o animadares con un diorama colgado a sus espaldas y una mascota atada
a una cuerda. Otros procedian del sur de ltalia, de la Basilicata por
ejemplo, donde los campesinos <<aprendian desde su infancia a sostener el azad6n con una mano y con la otra un silbato o una gaita,
y se les podrfa encontrar viajando por Italia, Francia e incluso Espana 14 .
AI igual que otros n6madas, estos viajeros populares no siempre
gozaban de buena reputaci6n a los ojos de las personas asentadas.
Los hijos de los actores en Alemania eran considerados unos unehrlich, <<carentes de honor>>, y por ello, no se les podia elegir para
formar parte de las corporaciones artesanas, al igual que les sucedfa
a los hijos de los verdugos o de los sepultureros. Ademas, los actores
alemanes eran acusados muchas veces de brujeria, tal y como les
sucedia a los skomorokhi, que tenian reputaci6n de hechiceros probablemente debida a sus trucos de ilusionistas 15 .
A menudo aparecian tambien como mendigos, por lo que ha sido
dificil distinguir a los cantantes profesionales que pasaban por momentos malos, de los mendigos que cantaban o tocaban porque no
deseaban vivir de Ia caridad y perderse el respeto a sf mismos. En
cualquier caso, esta dificultad para distinguirles pudo haber sido muy
significativa para los jueces, miembros sedentarios de las clases dirigentes y defensores de las virtudes del orden y el trabajo duro. Las
actitudes de estos se ven reflejadas en las conocidas leyes inglesas
para el <<Control de vagabundos publicadas en 1572, donde mezclaban a <<todos los espadachines, domadores de osos, actores c6micos,
de interludios y ministriles ... todos los malabaristas, buhoneros, caldereros y pequeiios revendedores, y se les prohibia a todos ellos
<<vagabundear por el pais sin la licencia de dos jueces de paz 16 .
Parece que muchos de estos animadores-vagabundos eran ciegos.
En Espana, por ejemplo, el nombre mas comun utilizado para definir a un cantante callejero era el de ciego. Tales terminos, a menudo
13 Sobre el Languedoc, Le Roy Ladurie (1966), pag. 130; sobre Francia, P. Coirault, Formation de nos chansons folkloriques, I, Paris, 1953, pags. 63 y sigs.; sobre
Italia, Levi, pags. 6 y sigs., y Buttitta, pags. 149 y sigs.; sobre Servia, Lord (cifr.
Cronia, introduccion); sobre Rusia, A. Rambaud, La Russie epique, Paris, 1876, pags.
435 y sigs.; sobre Espana, Caro Baroja (1969), pags. 46 y sigs., 179 y sigs., y Varey,
pags. 109 y sigs., 232 y sigs.; sobre Alemania, Riedel.
14
Salmen, pags. 52 y 55; E. Munhall, Savoyards in French Eighteenth Century
Art, en Apollo, 87 (1968), una referencia que debemos a Erica Langmuir; Ia cita de
H. Swinburne, Travels in the Two Sicilies, 1, Londres, 1783, pag. 377.
15
Danckert, pags. 221 y sigs.
16
Sobre los mendigos en Inglaterra, Aydelotte, pags. 43 y sigs.; sobre Francia,].
P. Gutton, La societe et les pauvres, Paris, 1971, pags. 184 y sigs.
156
Sobre Palermo, L. Vigo (ed.), Canti popolari siciliani, Catania, 1857, pags. 56
y sigs.; C. E. Kany, Life and Manners in Madrid (1750-1800), Berkeley, 1932, pags.
62 y sigs.; Karadzic cit. por Wilson, pags. 24 y 111.
18
D. O'Sullivan, Carolan, Londres, 1958.
157
l
158
Los aficionados
Los port~dores profesionales de Ia tradicion descritos basta ahara, solo eran Ia punta de un iceberg cuyos otros componenies apenas
21
Diderot a Sophie Volland, 5 de septiembre de 1762, en P. France (ed. trad.),
Diderot's Letters, Londres, 1972, pag. 119.
22
J. F. V. Nicholson, Vavasor Powell, Londres, 1961 (cifr. Hill, 1974), pags. 34
y sigs.); sobre Inglaterra, esp. Bunyan, Tindall; sobre Francia, Bost (1921), pags. 16
y stgs.
159
160
Sobre Inglaterra, Chambers (1903); sobre las abadias francesas, Davis (1975),
cap. 4; sobre Espana, Very; sobre Florencia, D'Ancona (1891), I, pags. 400 y sigs.;
sobre Siem, Mazzi, y sobre Nuremberg, Sumberg.
24
Sobre los Pafses Bajos, Stracten.
161
162
163
Sin contrar a los aficionados de las clases altas, de los que mas
sabemos es de aquellos semiprofesionales que procedian de los estratos mas bajos de la sociedad. De entre los chanteurs-chansonniers
del siglo XVIII en Francia, Alexandre era mason, Ayez un malquinier, mientras que Bazolle <<la joiye era o habia sido soldado. John
Grame de Sowport en Cumberland, fue descrito por Walter Scott
como <<de profesi6n limpiador itinerante de relojes de pared y pulsera>>. Todp _esto nos indica que en las principalesrutas, los que
dominaban eran los semiprofesionales reclutados generalmente entre
las profesiones itinerantes, entre las que debemos incluir a los sastres. Adam Fergurson llego a recopilar un poema heroico de un
sastre itinerante que trabajaba en Ia casa de su padre. Otro Meistersinger aleman del siglo XVI, Adam Puschman, tambien era sastre;
mientras que en la Rusia del siglo XIX fue fundamental la colaboracion de otro sastre, Leonty Bogdanovich, para que Rybnikov pudiese recuperar los byliny 28 Algunos de los que pertenecian a este
grupo, sobre todo aquellos que con posterioridad alcanzaron la fama
o se convirtieron en profesionales, nos han dejado detalles muy valiosos de su vida anterior. Estos sobresalen y se hacen visibles justo
en el momento en que estaban dejando de ser poetas populares. Asi,
Giovan Domenico Peri empez6 como un pastor que improvisaba
canciones mientras cuidaba el ganado y que aprendi6 su oficio de
Ariosto y Tasio. (Lo mismo sucedi6 con Diviria, la mujer campesina
analfabeta que Montaigne encontr6 cerca de Luca: tambicn ella habia aprendido a componer versos despues de cscuchar a su tlo leyendo a Ariosto.) Peri atrajo la atenci6n del archiduque Cosimo II
de Toscana, por lo que pudo publicar sus poemas y abandonar el
estilo popular. Lo mismo puede decirse de Stephen Duck, quien
aprendi6 el oficio de pocta estudiando a Milton mientras trabajaba
como trillador en Wiltshire y acab6 bajo la protecci6n de la reina
Carolina, para llegar posteriormente a ser clerigo. Piedro Fullone,
un minero de Palermo en el siglo XVII, fue una leyenda en vida por
la facilidad con que improvisaba versos, aunque hay una curiosa
contradicci6n entre esta fama y la poesia impresa que se le atribuye
que no tiene nada de popular. Otros poetas parecen, por el contra-
lleville, Les mysteres, 1, reimp. Ginebra, 1968, cap. 9, y sobre Italia, D'Ancona (1891),
pags. 258 y sigs.
28
Coirault, pags. 63 y sigs., refiere diversas cuestiones sobre ocho chanteurs del
sigJo XVIII.
:; Sobre Peri, Lazzareschi; sobre Fullone, Pitre (1872), y sobre Croce, Guerrini.
(1936) sobre Gales T G Jone
' 218
b
N' 1Sobre
J Ia sanachze, Jackson
.
'
'
s, pag.
; so re
apo es, ]. Blunt~ Vest1ges of Ancient Manners ... , Londres, 1823, pag. 290, y J. w
von Goethe, ltailemsche Reise (ed. de H . von Einem) Hamburgo 1951 3d
b
J~ 1786.
'
'
,
e octu re
I ~; '
164
I,
165
los sabios; en Espana como saludadores; en Sicilia, giravoli, <<Vagabundos, y asi en otros muchos lugares. Estos personajes trataban
a sus pacientes con hierbas o, como en Espana, con pan masticado
e impregnado con su saliva, remedios que se acompaiiaban con encantos, oraciones y rituales en los que las velas e incluso -en los
paises cat6licos- las hostias consagradas jugaban un papel importante. Algunos de ellos se especializaban en enfermedades rnuy particulares, como por ejemplo los giravoli con las mordeduras de serpientes, aunque la mayoria de ellos ejercian su oficio mas ampliamente al tratar tanto a personas como a animales. Otros se dedicaban a la adivinacion utilizandola para encontrar dinero perdido,
descubrir las caras de los ladrones -observando un barreno lleno
de agua (la utilizaci6n de bolas de crista! para estos menesteres no
se conoce hasta tiempos mas recientes)-, o averiguar sus nombres
sirviendose de los posos dejados en un tarniz que sostenido sabre
las puntas de unas tijeras giraba hacia uno u otro lado cuando el
culpable era nombrado.
La mujer curandera ejercla a menudo como comadrona tratando
a sus pacientes con formulas magicas u oraciones oficiales. Por lo
demas, los curanderos podian tener toda clase de ocupacioncs. Asi
en el norte de ltalia durante el siglo XVI, hay referencias de diversos
curanderos que eran, ademas, carnpesinos, curas, pastores, albaiiiles
o tejedores. En Suecia, entre los kloka solia incluirse a los lapones
--a quienes los suceos no consideraban totalmente humanos-, a los
clerigos, herreros y rnusicos, tres ocupaciones asociadas tradicionalmente a los poderes magi cos ':-. De hecho, algunos de estos curanderos sostenian que habfan nacido bajo la influencia de una constelaci6n favorable, o con sus cabezas cubiertas con el redaiio (un
trozo de la membrana amni6tica). Conocidos estos datos, es sin
embargo dificil saber como aprendieron su oficio. Probablernente
rnuchos de sus conocimientos los adquirieron en el seno de sus propias familias, complementados quiza por las enseiianzas de un charlatan urbana, sin duda un curandero a gran escala 33 .
:- Una balada del siglo XVIII (Child, 44) nos presenta tambien a los herreros
negros como el carbon como expertos en transformaciones m:igicas. [N . del A.]
33
Sabre lnglaterra, Thomas (1971), cap. 8, y Macfarlane, cap. 8; sobre Suecia,
Tillhagen (1962, 1969); sobre Espana, S. De covarrubias, Tesoro de la lengua caste/lana (1611); reimp. de Barcelona, 1943, Saludadores; sobre Sicilia, Blunt (n . 30), pig.
165; sobre Francia, F. Lebrun, Les hommes et la mort en Anjou aux 17' et 18' sii!cles,
Paris-La Haya, 1971, pig. 405, nota; sabre Lucema, Schacher, pigs. 98 y sigs.
167
Los escenarios
Para entender cualquier elemento de la cultura es necesario que
lo situemos en su contexto -fisico o social, publico o privado--,
para que sea cual sea nos ayude a estructurar los distintos acontecimientos que en el se suceden. La cultura popular, en la medida en
que se transmite en la casa, se cscapa virtualmente a la consideracion
del historiador. Solamente proycctando bacia atras las descripciones1
de las Situaciones de los cuentos>> descritos por los folcloristas ac- \
tUiles y yuxtaponiendo sobre ellas algunas reconstrucciones ficticias r
proceaentes de los siglos XVI y XVII, podremos imaginar los escena- .:
rios de la narrativa tradicional: el contador de cuentos en su silla l
-si habia alguna- ante cl fuego en una tarde de invierno 0 a un
grupo de mujeres reunidas en una casa para bailar o contar historias
mientras trabajaban . Con Ia casa propiamente dicha, tambicn debemas incluir al granero, escenario de Ia mayorla de las representacio,
nes realizadas por actores y predicadores itinerantes 37 .
Hay _mucho que decir sobre los escenarios publicos: la iglesia, la
taberna- o las plazas de los mercados. La iglesia se usaba muy a
me'i1iiao -en este periodo con prop6sttos seculares -como ya habia
sucedido en Ia Edad Media-, a pesar de las objeciones puestas por
cl clero tanto cat6lico como protestante. Los dramas sacramentales
/2..
5
"
Sobre Ramirez, L. P. Harvey; sobre Fagerberg, Edsman; sobre los curanderos
populares en Ia actualidad, A. Kiev, Curanderismo, Nueva York-Londres, 1968, esp.
(';\p. 8.
3
' Christie, pag. 178.
" Sobre las ocasiones para el cuento, L. Degh, Folktales and society, Bloomington -Londres, 1969, cap. 6; G , Massignon, Contes traditionnels des teilleurs de lin du
Trc:gar, Paris, 1965, introducci6n, y N . du Dail, Propos rustiques (1547), Paris, ed.
d( 1928, cap. 5.
168
eran representados en las iglesias mientras que los cementerios -incluidos en el territorio de estas- eran utilizados para bailar y festejar por los componentes de la abad!a del Senor del Malgobierno y
sus felices hombres. La misma iglesia era ellugar donde se celebraba
la vigilia>> parroquial (la veille francesa, o la veglia italiana). El d!a
central de Ia fiesta de su santo patron, por ejemplo, los feligreses
pod!an permanecer en ella toda Ia noche comiendo y bebiendo, cantando y danzando. El arraigo de estas costumbres dice mucho acerca
de Ia ausencia en las villas de facilidades sociales, pero tambien de
las actitudes populares ante lo sagrado, definido como mas fntimo
y familiar de lo que llegaria a ser con posterioridad. La iglesia, por
lo demas, fue especialmente importante como centro cultural en las
regiones de poblaci6n dispersa -por ejemplo en Noruega-, donde
carecian de otro Iugar de reunion 38 .
.cMas importantes eran, sin embargo, tanto en la ciudad c9mo _ en
2. el campo, Ia posada, la taberna o Ia cervecerfa. En el caso ingles,
entre EiOO y 1800, las evidencias son aplastantes. Las posadas eran
lugares donde se podfan ver luchas de gallos, jugar a las cartas, al
backgamon, a los dados o a los bolos. Ademas en las tabernas actuaban los ministriles y artistas, y en ocasioncs habia bailes, :;lgnnos
de ellos con disfraces de caballos. Las cervecerias eran otro de lc~
escenarios del arte popular. En estas casas >> , nos han conta<L, <<Se
podia ver Ia historia de Judith, Susana, Daniel en el foso ck los
leones, Dimas o cl milagro de Lazaro, todas elias pintadas sobre la
pared . La baladas satiricas eran muchas veces pintadas sobre Ia pared de las posadas, para que los clientes pudiesen cantarlas acompa-
iiando a! baladista. Ademas, los hosteleros y sus parroquianos hacian
circular rumores y chismes en los que se criticaba a las autoridades
y, durante Ia Reforma, discutian acerca de los Sacramentos o de las
innovaciones religiosas. Robin el Bueno, sus locas travesuras y sus
gestas felices, esta pintado en una hosteria de Kent en la que se
presenta al hostelero contando Ia historia al publico. En las hosterias
incluso podian encontrarse clerigos hablando de religion, aunque en
una habitacion privada para evitar interrupciones.
De forma particular, ciertas hosterias -y sus cuadras- de Lon7
dres eran importantes centros culturales con su dueiio actuando de
empresario o animateur. Todo el que queria vera osos acosados por
3 " Las <<vigilias>> y las Cervecerlas parro']uiales est:in mejor documentadas a par
tir de los intcntos que se hicieron para suprimirlas, supra, p:igs. 348 y 349.
169
:-ror
Sobr~ las funciones culturales de fa posada inglesa, F. G. Emmison, Elizabethan life: dtsorder, Chelsford, 1970, cap. 18 (sobre Essex); E. K. Chambers, The
~llzabeth~n stage, 2, Oxford, 1923, pags. 379 y sigs. (sobre Londres); S. Rosenfeld
(1960), pag. 76 (sobre el Queen's Arms en Soutwark); D. Lupton, London and the
County Carbonadoed (1623), cit. por]. Thirsk-].
Cooper (eds.), Seventeenth Centu_ry Economzc Documents, _Oxford, 1972, p:ig. 348 (sobre las pinturas), y Spufford,
pags. 231 y 246 (sobre lo p1adosos en las posadas).
40
,
Sobre Polonia,]. Burszta, Wies i k~rczma, _Varsovia, 1950, una referencia que
dcbo a Keith Wnghtson; sobre el cabaretzer frances, Berce (1974a), pags. 297 y sigs.;
wc:bre la guerra de los posaderos y los campesinos, E. B. Bax, The Peasant War in
(nmnany, Londres, 1899, p:igs. 11, 111, 113 y 116 (para el papel jugado por el
posadcro Franz Hass de Graz en los motines de 1790, supra, pag. 441 ).
39
r:
171
~---
--
----
- -
172
173
T radici6n y creatividad
Bartolomew Fair, Londres, 1859; S. Rosenfeld (1960) ; sobre los piadosos y las ferias,
Spufford, pigs. 261.
47
Sobre Ia individualidad en Ia tradici6n oral, Lord, pags. 63 y sigs., y M. Azadovsky, Eine siberische mdrchenerzahlerin, Helsinki, 1926.
174
lares para ver quie~ i~pro.~isaba los me~o.r~s versos, parec_e ~;her
sido una verdadera msutuCJon tanto en SKtha como en Japan .
Estudios actuales sobre los portadores de Ia tradici6n nos sugieren que algunos eran fieles basta la incomprension>>, prese~ando
frases que no entendfan, mientras qu~ otros -~ue no se se~uan tan
dominados par Ia tradici6n- se constderaban hbres para remterpretarla de acuerdo con sus preferencias personales. En muchos casos,
no se aprendian de memoria una canci6n o una hist~ria, sino que
las recreaban en cada actuaci6n, lo que daba un ampho campo a la
innovacion. Como observo el folclorista americana Phillips Barry,
. 1a me lod'ta, sm?
. ~eo
1 d'tas ~> 49
no hay texto, hay textos; no extste
Que esta era Ia forma en Ia que trabajaban los dtstmtos artlstas
en la Europa moderna, nos lo sugiere tambien el hecho d~ que las
baladas recopiladas en este perfodo -igual qu~ las recogtdas con
posterioridad-, tienen un gran numero de van~nte.s. , Uno de los
coleccionistas de finales del siglo XVIII, Otmar>>, mdiCo que los narradores variaban el contenido de las historias, dependiendo de Ia
audiencia 0 el clima. En el caso de algunos cantantes de finales del
periodo estudiado, por ejemplo Fili~. _Yisnji~, cuyas. actuacion.es fueron recogidas en detalle par Karadztc, ha stdo po~tble est~dtar con
cierta profundidad su propia idiosincrasia y las mnovacJOnes que
introdujeron. En otros casas, debemos confon~arnos con _vagos comentarios de sus coed.neos o de personas pr6xtmas en el uempo. El
actor italiano Silvio Fiorillo esta acreditado como el verdadero inventor de las caracteristicas de Polichinela, mientras que la transformaci6n del clasico papel de c6mico de Hanswurst realizada por Josef
Anton Stranitzky -que lo representaba en Salzburgo siguiendo Ia
costumbre campesina- ha permitido que se hable de el c~mo del
creador del drama popular vienes, aunque sus representacwnes se
destinaran sobre todo a Ia corte. No es inusual encontrar que la letra
y la musica de muchas canciones populares se hay~ atribuido ~ individuos concretos, especialmente en Ia segunda mttad del penodo
estudiado. Algunos ejemplos escoceses i~cl~irian L~ ~~erte de ~a
yegua del anciano atribuida a Patrick Btrme, un vwhmsta del stglo XVII, o El discurso de Macpherson, que se asegura la compuso
48 Sobre Tarleton, Bradbrook; sobre Carolan, O'Sullivan (n. 18), pags. 74 y sigs.,
y sobre la sfida siciliana, Pitre (1872), pags. 109 y sigs.
4 9 P. Barry, en M. Leach-T. Coffin (eds.), The Critics and the Balad, Carbondall',
1961.
175
-:::-------------------
176
Capitulo 5
Los generos
r>-/
52
177
178
El kola (el horo bulgaro y Ia hora rumana) tenia muchas variedades y era muy conocido en la zona de los Balcanes. Los bailes en
circulos, fuesen o no ejecutados de una forma tan frenetica, eran
tambien muy comunes en la Europa occidental. Los catalanes tenian
su sardana, mientras que los franceses practicaban la branle y, ya en
la decada de 1790, la carmagnole que se danzaba alrededor del arbol
de la libertad o de una guillotina. El faranduolo provenzal, en el que
los participantes se agarraban de la mana y bailaban en linea, puede
verse como una adaptaci6n de la danza en circulo a las largas y
estrechas calles de una cultura urbana traditional.
En el baile en drculo participaban hombres y mujeres, pero exis
tia otro tipo comun de danza coral en la que solamente participaba11
hombres. Nos referimos especialmente a la danza guerrera de hs
armas, cuyo argumento central era un combate simulado. Estaba,
por ejemplo, el morris ingles -donde se bailaba con estacas o espa
das- y que debia su nombre y sus formas a la morisca espanola,
1
Sobre la danza ver especialmente Guilcher, Louis y Sachs, y los diversos anin1
los sobre la musica popular nacional en Grove's
2
A. Fortis, Viaggio in Dalmazia, 1, Venecia, 1774, pigs. 93 y sigs.
179
donde se reproducian las batallas de <<moros y cristianos, o la zb6jnizki polaca o baile de los <<bandidos>>, en el que los participantes
llevaban largas hachas que golpeaban, lanzaban al aire y recogian
mientras bailaban. Los bailes de espadas parece que fueron particularmente comunes en las ciudades de habla alemana durante los siglos XVI y XVII, asociadas muy a menudo a corporaciones u qficios
particulares. As!, en Colonia eran los herreros los que bailaban; en
Lubeck, por el contrario, los protagonistas eran los panaderos y los
soldados; en Zwickau, Bohemia, los carniceros; en Leipzig, los zapateros; en Breslau (hoy Wroctaw, en Polonia), los peleteros, y en
Dantzig (la actual Gdansk) los marineros 3
Las danzas con un unico participante, como el hornpipe o el
balling noruego, ofredan a menudo la oportunidad de realizar acrobacias. Los bailarines noruegos daban saltos mortales y golpeaban
las vigas de los techos. Los bailes por parejas eran generalmente mas
tranquilos, al menos en los primeros movimientos. Sollan reproducir
los gestos del galanteo: el hombre se aproximaba ala mujer, que al
principia le alentaba para luego rechazarle; ella persegufa hasta que
finalmente ella se rendia. La forlana era un baile frenetico de este
tipo, y lo mismo le sucedia al Schuhplatter bavaro, en el que el
hombre golpeaba el suelo con sus pies, palmeaba sus muslos, daba
saltos mortales, giraba alrededor de la chica y saltaba sobre ella para
conseguir Hamar su atenci6n. La sarabande era otro baile de este
tipo, descrito por un estudioso actual como una <<pantomima sexual,
con unas sugerencias sin paralelo con otras; fue introducida en
Espana, posiblemente procedente del mundo arabe, a finales del
siglo XVI, siendo rapidamente condenada por los moralistas. Lo
mismo le sucedi6 al fandango, que lleg6 a Espana en 1700 procedente de America y que llev6 a un testigo a comentar: <<me parece
imposible que despues de este baile la chica pueda negarle algo
a su companero. El citado testigo debia saber muy bien de
lo que estaba hablando porque su nombre era Casanova 4 En el fandango las parejas no llegaban a tocarse. Sin embargo, en el volta
provenzal -tambien condenado por los moralistas-, las parejas se
abrazaban, daban vueltas y, todavia entrelazados, saltaban. Otros
bailes parecidos fueron tambien condenados en la epoca; incluian
el Dreher aleman, y sabre todo el Waltzer o vals, un baile campe3
4
180
181
182
La canci6n narrativa no tenia una longitud fija; Ia distinci6n entre Ia epica>> larga y Ia balada>> corta es actual. Algunas de elias
eran tan largas que debfan cantarse en varias etapas, tal como sucede
en Ia actualidad con algunos cantantes de cuentos yugoslavos. Que
esta era tambien una practica comun en varias zonas de la Europa
moderna, nos lo sugiere Ia division en cantos o CorteS>> de algunos
de los poemas populares narrativos -que han llegado hasta nosotros
impresos-, como Ia Gesta de Robin Hood inglesa (1.864 versos,
ocho cantos), El asedio de Eger hungaro (1.800 versos, cuatro cantos) o el Reali di Francia italiano (unos 28.000 versos, 94 cantos) 9 .
Los distintos cortes>> de los poemas ingleses, parecen responder a
actuaciones separadas, pues varios de ellos comienzan con una misma frase: Sientense y escuchen, caballeros>>. El primer canto del
poema italiano Reali di Fr-ancia finaliza asi:
Braccio valente,
vince omni gente.
Papa Martino
non vale un quattrino.
(Valiente Braccio,
vencclos a todos.
El papa Martin
no vale un cuartin)
10
11
185
Tres o mas actores estaban inmersos en formas c6micas mas elaboradas (conocidas a menudo como <<farsas ), que giraban alrededor
de un numero reducido de personajes: maridos, esposas, padres, criados, curas, doctores y abogados. La commedia dell'arte italiana era
simplemente ]a mas famosa y elaborada de las numerosas variedades
de farsas europeas. El teatro popular no comico era el religioso. La
triple distincion entre dramas sacramentales -con protagonistas
tomados de la Biblia-, obras de <<milagros --dedicadas a las vidas
de los santos- o las obras de alegorias <<moralizantes , no es una
division creada expresamente en el perfodo, aunque puede estar im
plicita en las mismas obras. En este sentido, se podria anadir que las
obras alegoricas podian estar relacionadas tanto con la teologfa como
con la moralidad, como en el caso de los autos sacramentales espanoles que trataban sobre el sacramento divino y otros temas religiosos 15
Cualquier lista de generos de la cultura popular quedarfa seriamente incompleta si omitiesemos Ia parodia, especialmente Ia que
satirizaba las formas religiosas. Dcntro del repertorio tradicional de
los c6micos sc encontraban sermoncs simulados y algunos de dlos
han llcgado basta nosotros, como cl Sermon joy eu.x de M. Saint
Hrneng, er,c << martir glorioso que fuc sacado del mar y Hevado a
Dieppe, o el Serrn6n en elogio de los !tuironcs, creado al pareccr por
un parroco, Haberdyne, como mandamicnto de cicrtos ladroncs
Jespues de que le hubiesen rohado cerca dt~ H artley Row en Hampshire 16 . Habia parodias del Catecismo, los Mandamicntos, cl Credo, las Letanias, los Salmos y, sobre todo, del Padre nuestro, dcsde
cl Patemostre du 'vin medieval, hasta la parodia polltica de la Reforma o de las guerras de religion. Un solo ejemplo nos bastara; el
enviado por los holandcses en 1633 al marques de Santa Cruz, comandante de las fuerzas espanolas:
Onsen Vader die te Brussel sijt,
Uwen Name is hier 7Jermalendijt,
Uwen Wille is nerghens van waerden,
Noch in den Heme! noch op der Aerden.
15
El termino italiano para cstas trcs clases de o bras de teatro era, simplemcnte,
rappresentazione sacrc, representacion e~ sagradas.
16
Saint Hareng, reimpreso en Pari3, 1830 (ci fr. Viollet-le-Duc, ntnns . 23 y 37) ;
el sermon de Haberdy ne en Salgado, pags . 381 y sigs.
186
187
mulados o en las parodias del Padre nuestro. Es como si los creadores de Ia cultura popular adoptaseil. -in~-l~~~-y; utilizados en la
c~!~~~-?f~~~~l_d~ l<!J.gl~i;t :() -~e_ lii ley_, p()~_que
ciertos objetivos
no contaban con formas tan apropiadas; un proceso que ilustraria
1~ ?:P.~!l4~~~i.a q1,1e .Ia.cultura popular .tenia dela mi11oria dCimiiiante,
ofrecien4<>nos asi una importante evidencia a favor de 1i i:e-o'ila de
l<l _P:.netraci6n (supra, pags. 108 y sigs.). Ademas, las formulas "I'eligiosas y legales tenian Ia gran ventaja de la familiaridad. El publico
c?nocia la estructura de un juicio o de una letania, con lo que -sab1endo lo que venia en cada momenta- podfan concentrarse en el
mensaje. Una formula nueva distraeria, sin embargo, Ia atencion sobre
este y con ello perderia parte del impacto que se intentaba conseguir.
.
Pero inspirarse en las formas utilizadas por Ia cultura oficial no
s~ponia la aceptacion sin mas de los significados generalmente asoCJados con elias. Las posibilidades subversivas de la imitacion no
deb~n menospreciarse; en algunos casos, cuando las formas eran pa~o_d~adas~ el mundo oficial se volvia al reves. Asi, las causes grasses,
JUICIOS s1mulados reprcsentados en el carnaval por los escribanos de
los abogados franceses, seguramente intentaban reirse de los procedimientos de sus superiorcs, que frecuentcmentc cran criticados como
i~i~teligibles en este periodo. En algunas versiones literarias o pictor~cas de Ia batalla entre don Carnaval y dona Cuaresma, los combauentes llevaban cacerolas en Iugar de cascos y luchaban con cucharas y tenedores: no es dificil ver en ello que los caballeros estaban
s~end? ri?ic~lizados. Mas dificil de interpretar es, sin embargo, la
hturg1a fmg1da que se encontraba en Ia Fiesta de los Locos. Vista
como blasfema por algunos contemporaneos (infra, pag. 338), podia
ser tanto una vision critico-festiva de lo cotidiano, como la burla contra
una liturgia incomprensible para los seglares. Nosotros no lo sabemos.
En las paginas anteriores, hemos intentado hacer un inventario:
de los g~nero_:;yc:>p_~la.rc:!s; p_c;ro.~l_ termino genera;, no debe ser\
entendidoen un sentido demasiado preciso. Los co~vencio;1alismos :
de hs-- diferentes _formas de cultura popular eran menos rfgidos que, '
por poner dos ejemplos, Ia tradicion clasica francesa 0 Ia epica literaria del Renacimiento. Sin embargo, sf existian ciertos convencionalismos, e ignorarlos nos conduciria a perder el significado de muchas imagenes, textos y representaciones 21 .
ra.i<l
21
_
Sob~e Ia relaci6n entre genero y significado, E. D. Hirsch Gr.), Validity in
znterpretatwn, New Haven, Londres, 1967.
188
una
22
1
j
189
mentaci6n, aunque cabe decir que los adornos tambien segufan una
serie de estereotipos 23 Sin embargo, cornponer melodias basandose
en elementos prefabricados puede parecer un procedimiento demasiado mecanico, el habito de la variaci6n constante lo contrarrestaba.
Cuando dos melodias contienen algunos motivos iguales ~ imposible decir si era o no una sola. En una region determinada, las que
estaban en circulaci6n se transformaban la una a la otra, y por lo
tanto no se puede afirmar con exactitud cuantas melodfas existian allL
Todas estas cuestiones son mas faciles de solventar con la musica
popular de la epoca de Cecil Sharpy de Zoltan Kodaly, que durante
la Europa moderna. Sin embargo, las pocas pruebas que sobreviven
de esta epoca nos indican la misrna direcci6n. Por ejemplo, un ingles
que a finales del siglo XVIII lleg6 a escuchar en Otranto a algunos
musicos itinerantes, comento que habian COnseguido embellecer )as
melodfas comunes con variaciones fruto de su propia imaginacion 24 .
Dos colccciones manuscritas de rnelodias procedentes de Eslovaquia
y fechadas en Ia decada de 1730, recopilan tonadas en formas esquematicas y abreviadas como si fuesen simplemente una base para Ia
futura improvisacion. Las mas de 750 melodias de estas dos colecciones (que contenfan mas de cien tonadas populares), pueden dividirsc en diferentes grupos de variantes entre los que no es dificil
idcmificar los motivos mas constantes 25 .
En la tradici6n oral, a los textos les sucedfa lo mismo q U(; a las
mclod!as; el mismo texto era diferente y distintos textos eran en
realidad el mismo. Asi lo comprobo la comisi6n de la Highland
Society (Sociedad para las Tierras Altas de Escocia), cuando investigaban la autenticidad del Ossian de Macpherson y encontraron
multitud de composiciones que nunca han sido fijadas por escrito,
sino transmitidas ... en recitaies orales de senachies o bardos 26 Demostrar esto en detalie para todas las regiones y generos es, desde
luego, imposible para un libro de estas caracteristicas, por lo que
ofrecemos solo el estudio de un caso, el de la balada inglesa tradicional, hacienda una breve referencia a otras regiones y gencros li-
191
192
193
=--
28
Ortutay (1968), pag. 125; cifr. Motif-index, E. 631.0.1., ramas gemelas crecen
desde las tumbas de los amantes.
29
Webber, apendice 2.
l
La cultura popular en Ia Europa moderna
194
Child que no tenga una analogia tematica con el resto de las recogidas en esta 0 en otras colecciones.
Si ellector esti llegando a Ia conclusion de que los cantantes de
baladas no eran creativos, o lo eran muy poco, el segundo punto
sobre formulas y motivos puede servir para acabar con esta impresion, y poner el acento sobre el nivel de flexibilidad y el nivel de
transformaci6n. Nadie deberia pensar excesivamente en que las frases, los versos, las estrofas o los episodios pasaban de una balada a
otra sin verse alterados, si bien esto puede haber sucedido como
simples sustituciones dentro de una estructura formal. En algunas
baladas tradicionales danesas nos encontramos, por ejemplo, con una
alta proporcion de Ia formula de medios versos:
195
/ -;
196
tivo a gran escala, una escena o un episodio que puede durar cientos de versos si esta convenientemente adornado y ampliado 31 . Asf.,
la balada 117 de Child, Una gesta de Robin Hood, tiene 1.824 versos, lo suficiente como para que pueda ser descrita como un poema
epico. El motivo de la fiesta o el banquete, presentado de forma
breve en las baladas, puede ahora ser desarrollado mucho mas fntegramente. No menos de seis cenas se describen en La gesta, de las
que cuatro -de contenidos similares- tienen Iugar en el bosque y
Robin Hood ocupa la posicion de anfitrion. Dos de estos episodios
-el primer y cuarto <<cortes del poema- tienen una estructura
particularmente parecida. En cada uno de los casos Little John sugiere que la banda cene, Robin Hood les envla a Watling Street para
buscar a un invitado, este llega, cena y luego se le pregunta sobre el
dinero que tiene, mientras que Little John extiende su capa sobre el
suelo para contarlo.
En el caso de la lfrica, una de las dos paradojas antes comentadas
tiene que ser forzosamente abandonada. No podemos decir que la
misma lfrica es diferente>>, solo porque la gente no hablaba de la
misma>> lirica en dos variantes, sino mas bien de dos liricas distintas. Por otro lado, siendo las formulas comunes, las diferentes lfricas son la misma>>. Un estudio de Ia lirica popular alemana de los
siglos XV y XVI, nos muestra decenas de rases que pueden encontrarse en una canci6n tras otra; la del amante describiendo a su
amada (hiibsch und fein), el momento del encuentro (an einem abend
spat), ellugar (so fern in gronem walde) o su reacci6n ante el rechazo
(mein hertz wil mir zubrechen). Como en el caso de las baladas,
formulismos de este tipo aparecen con gran frecuencia en la poesf.a
llrica, llegando a encontrarnos con estrofas de cuatro o seis versos
que son unicamente eso, formulismos. Sin embargo, estos son flexibles, a! igual que sucede con los que aparecen en las baladas. De
hecho, es diflcil hallar una repetici6n med.nica de frases como so
fern im gronem walde, sino un grupo de frases similares que se sustituyen las unas a las otras, tales como:
Lord, pag. 4.
Daur, passim.
32
197
En el caso de los cuentos populares volvemos a ver una multiplicidad de variantes sobre un mismo >> cuento. Cenicienta -conocida como Aschenputteh en la tradici6n alemana- es un ejemplo
evidente. Antes de que los hermanos Grimm publicasen su version
en 1812, se conocia ya una italiana, otra sueca y dos francesas, y
despues han ido apareciendo cientos de elias en lenguas romanicas,
germanicas, eslavas y celticas, siendo treinta y ocho el numero de
elias escritas solamente en frances 33 .
En cuanto a la segunda paradoja -diferentes cuentos son el
mismO >>-, parece que los formulismos son menos importantes en
los cuentos en prosa que en la poesia popular. Aquellos estan, mas
o menos, confinados al comienzo y al final de la historia, con frases
como Erase una vez >> y sus equivalentes (Es war amol, Cc' era'na
vota, etc.) o vivieron felices para siempre >> . En prosa no parece que
el ejecutante necesitase este tipo de formulismos que le ayudaran en
el desarrollo de su actuaci6n. Es tambien posible que los cuentos
populares del periodo moderno -los que han llegado hasta nosotros
gracias a diversas colecciones, como las de Straparola o Timoneda-,
perdiesen estos formulismos en el curso de la preparaci6n para su
publicaci6n 34 .
Los motivos son por otro lado particularmente obvios en este
genera. Se viene observando desdc hace tiempo que los cuentos populares son combinaciones inestablcs de elementos, que tenian una
existencia. semiindependiente y que pasaban de unos a otros. Para
seguirles la pista, el folclorista americana Stith Thompson ha compilado un indice masivo de motivos de cuentos populares, y su colega ruso Vladimir Propp ha sugerido que los cuentos de fantasia de
su pais estan inspirados en un conjunto de treinta y un motivos (o
funciones como el las denomina) ni mas ni menos, desde aquel
que se refiere a <<Un miembro de la familia que deja el hogan> basta
<<el del heroe que se casa y sube al tronO >>35 Si tomamos los cuentos
publicados por Straparola en 1550 y los comparamos con el fndice
de Thompson, pronto nos damos cuenta que contienen muchos te-
33
Bolte-Polivka, I, pigs. 165 y sigs.; P. Delarue y M. L. Teneze (ed.), Le conte
populaire franr;ais, 2, Paris, pags. 245 y sigs.
34
G. F. Straparola, Le piacevoli notti, 2 vols., Venecia, 1550-55; J. Timoneda, El
sobremesa y alivio de camina,;tes, Valencia, 1564 (cifr. J. W. Childers, Motif-index
of the Cuentos of juan de Timoneda, Bloomington, 1948).
35
Propp, pags. 31 y sigs., y Motif-index, passim.
198
199
200
39
Surgant (n. 38), 1." parte, cap. 8; Sermones dormi secure, Rutlingen, 1484 (solamente en la British Library, hay 25 ediciones de 1520)
40
Sobre Ia carta, Rosenberg (n. 38), pags. 29, 91-93, y G. R. Owst, Literature
and Pulpit in Medieval England, 2.' ed., Oxford, 1961, pag. 99; un estudio critico
de las metaforas mas utilizadas en los sermones en]. Eachard, Works, 11.' ed., Londres, 1705, pags. 38 y sigs.
201
tema era la Natividad y Ia adoracion de los pastores, han sido conservadas en muchas versiones 41
Diferentes obras de teatro son Ia misma. Los dramas tenfan sus
formulas y motivos, incluso aunque asumiesen formas distintas a las
de otros generos. Abundaban las verbales, desde el sencillo <<aquf
estoy>> de los enmascarados, hasta las frases mas estereotipadas de Ia
commedia dell'arte, en Ia que cada personaje tenia su propio repertorio de conceptos, Ia retorica de su papel. Capitano, por ejemplo,
tenia su bravure o baladronadas que parecfan formar un sistema de
formulismos marcado por el uso constante de Ia hiperbole y por Ia
utilizacion de unas pocas imagenes muy constantes; Capitano vefa
el mundo en terminos militares, y su sopa favorita era una mezcla
de limaduras de hierro y polvora 42
Sin embargo, en el drama popular las unidades basicas no eran
las palabras, .sino los personajes y las acciones. Los pfcaros ingleses
construfan sus obras alrededor de unos pocos personajes -San Jorge, el Caballero Turco, el Bufon y el Doctor- y las farsas francesas
del siglo XVI tenfan como protagonistas a maridos, esposas, suegras,
criadas y medicos. Las obras de Navidad en Espana tenlan su pastor
holgazan y las disputas entre los recien Casados. Por ultimo, las
estructuras mas complejas de Ia commedia dell'arte estaban organizadas alrededor de elementos similares: el sentencioso Pantaleon, el
pedante Gratiano, el fanfarron Capitano y el bufonesco, taimado y
agil Zanni. Sus personalidadcs y acento eran estereotipados (Venetian por Pantaleone, Bolognese por Gratiano, etc.) y servfan para
que el publico los identificase, una funcion similar a Ia que cumplian
los epftetos en Ia balada tradicional. Las acciones tambien estaban
estereotipadas. La commedia dell'arte tenia sus lazzi, piezas esquematicas de accion que tomaban de Ia literatura, como el ,<fazzo del
humo en el que Zanni escapa de un Capitano furioso utilizando el
humo para cubrirse 43 . Habfa escenas comunes de reconocimiento,
malos entendidos, luchas o disfraces. Las obras de teatro de muchas
partes de Europa tambien contenfan motivos muy constantes como
combates, galanteos, bodas, juicios, testamentos, ejecuciones y funerales, en motivos centrales o combinadas unos con otros.
41
E. C. Cawte, A. Helm y N. Peacock, English Ritual Drama, Londres, 1967;
Sokolov, pags. 499 y sigs., y Rae!, cap. 1.
42
F. Andreini, Le Bmvure del capitano Spavento, Venecia, 1607; cifr. Spezani.
43
Sobre los lazzi, Petraccone, pags. 63 y sigs., 191 y sigs., 263 y sigs.
202
203
trar momentos de <<estereotipo>> o de cliche>> en algo como el sentido original de unas metaforas muy trilladas. Otras composiciones
eran mas o menos fluctuantes. La imagen de un rey sentandose en
su trono y con una figura que se le aproximaba, podia ser usada
para ilustrar episodios muy diferentes. La misma composici6n festiva podia servir para mostrar la fiesta de Belshazzar, las bodas de
Canaam o la Ultima Cena. Una escena de batalla podia ser igual, tanto
si ilustraba el Viejo Testamento, como una novela de caballerfa 47
y desde luego, ya hemos visto como el mismo motivo de la procesi6n funeraria podia usarse en una variedad de contextos diferentes
(supra, pags. 208-209).
204
con sus brazos levantados listos para golpear (tim. 7). De forma
alternativa, las imagenes no se muestran paralelamente, sino en contraste. Por ejemplo, una bella mujer en un !ado del cuadro y en el
otro un esqueleto. En Ia propaganda luterana, Cristo y el Papa (qui en
era, desde luego, el Anti cristo) eran muy a menudo representados
de esta forma, tanto en pinturas individuales o en series como la
Passional Christi und Antichristi. Otros famosos ejemplos de esta
forma de <<antftesis nos lo dan las pinturas de Hogarth, donde se
nos muestran enfrentados a aprendices holgazanes y trabajadores 49
Una variante de este esquema alude a una balanza en la que un
objeto -que contaba con Ia aprobaci6n del espectador- pesaba mas
que otro. La Biblia, por ejemplo, podia mostrarse para sopesar el
trabajo de Santo Tomas de Aquino. Tambien podia introducirse el
elemento temporal, con lo que las dos imagenes representaban el
antes y el despues, o el crimen y el castigo 50 .
Como sin duda se espera, este esquema pict6rico tenia sus paralelos en la literatura. Despues de todo, Ia antitesis es una figura de
Ia ret6rica. A nivel de genero, tenemos el debate o contrasto (supra,
pigs. 204-205). AI nivel de la estrofa podemos encontrarnos un cuarteto opuesto al anterior, o la segunda mitad a Ia primera:
tradicional- y Ia <<ley del contraste>>, es decir, el habito de yuxtaponer figuras opuestas, tales como un alto y un bajo, un rico y un
pobre, Goliath y David, el rico Epul6n y el pobre Lazaro, San Jorge
y el dragon o Cristo y el diablo 51
La antftesis es, entre otras cosas, un media para conducir Ia repetici6n. Esta puede encontrarse en todos los trabajos artisticos y
sin ella no existiria una clara estructura, sabre todo en Ia cultura
popular donde la repetici6n es particularmente obvia y prevalente.
Un artista sueco del siglo XVIII pintarfa a los Reyes Magos como
tres jinetes galopando en fila, escena que un pintor del Renacimiento
integraria en una composici6n mas compleja y unitaria 52 . De nuevo,
hay mucha mas redundancia en Ia tradici6n oral que en aquellas
obras, impresas o no, encaminadas a ser leidas. Por ejemplo, las
construcciones con pleonasmos son muy comunes en el verso: <<Se
reia con una risa alta>>, sientensc y escuchen>> o llorando de los sus
ojos. Ya en Ia estrofa Ia rcpetici6n no es menos evidente:
49
Lutero us6 el termino <<antitesis para referirse a Ia Passional, en una carta del
7 de marz.o de 1521; cifr. Coupe, pags. 204 y sigs., y G. Fleming, <<On the Origin
of the Passional Christi and Antichristi, en Gutenberg }ahrbuch (1973).
50
George, pags. 4 y 25, y Kunzle, pig. 3.
205
51
206
53
,,
207
54
1
208
209
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sus
59
60
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212
213
tos -de los que han sobrevivido pocas evidencias sobre sus metodos- habia un tal Roman Ramirez, que recitaba poemas de caballeria y que explicaba a Ia Inquisicion que no conocia de memoria
los distintos textos, sino solo <<Ia sustancia>>; que podia ampliarlos o
acortarlos dependiendo de lo que sucedia durante su actuacion 65 .
~Es este un ejemplo tipico?
Si Ia respuesta es afirmativa, es decir, si los cantantes, los narradores de cuentos, los predicadores y actores de Ia Europa moderna
realizaban sus actuaciones tal y como hemos visto basta ahora, entonces podemos interpretar muchas de las formas tradicionales descritas al comienzo de este capitulo, como meros recursos que les
ayudaban en su trabajo. Las formulas pueden ser (como ha admitido
recientemente un predicador popular americano) un <<alto en el camino >>, o incluso -cuando lo usaba otro predicador- <<una forma
de ganar tiempO>>. La repeticion en una balada improvisada podia
dar al cantante un tiempo de respiro, un desahogo de Ia tension
creada por Ia continua composicion, una ocasion de pensar en lo
que iba a seguir. En Ia balada britinica el segundo verso de una
estrofa de cuatro, conocido como el <<relleno>>, era el Iugar indicado
para ese descanso en el camino, y en Ia commedia dell'arte eran los
lazzi. Porque cuando las frases o los motivos cstaban enlazados
-tanto por libre asociacion como utilizando csquemas preconcebidos-, cl ejecutor no dudaba sobre lo que seguiria: <<las cosas aparecen en mi mente como si las estuviese viendo, y antes de que una
palabra se acabe Ia siguiente ya esta preparada 66 .
Existian otros metodos para ayudar al actor en Ia representacion.
Vuk Stefanovic Karadzic seiialaba que un cantante de cuentos, un
tal Milija, <<no podia recitar las baladas en un orden correcto, sino
solo cantarlas. y no solo cso; no podia hacerlo sin ayuda de los
licores . Roman Ramirez contaba a Ia Inquisicion que <<Ieia sus
historias de una hoja en blanco o de <<Un libro que no trataba sobre
lo que leia, manteniendo sus ojos sobre ei sin pasar las paginas, para
que esto no distrajese su memoria y asi pudiese atender mejor a lo
que estaba leyendo>>. Es muy posible que los cantantes, los actores
63
teenth Century Pulpit, Oxford, 1969, pags. 164 y sigs.); sobre mister Brown, Buchan
(1972), cap. 7.
65
L. P. Harvey.
66
214
215
algunos actores italianos tenian libros de lugares comunes, un material que podian utilizar en actuaciones << improvisadas >> y lo hacian
tan hibilmente que lo que claramente era premeditado, parecia ser
el fruto de la improvisacion>> 68 . Los interpretes que no usaban notas
podian todavia -gracias a una prictica muy repetida-- haber creado
algo que no era ni completamente espontineo, ni totalmente memorizado, con lo que el grado de improvisacion variaba segun el individuo y el genero. La epica servocroata, por ejemplo, con su verso
de longitud variable y Ia carencia de rima permitia un mayor grado
de improvisacion que la balada britanica. La existencia de numerosas
variantes nos muestra que muchos interpretes no se aprendfan todas
y cada una de las palabras de Ia balada, sino que Ia ejecucion de Ia
misma balada por el mismo cantante no puede haber variado mas
que en minimos detalles. Es el caso de Ingierd Gunnarsdotter cuya
version de <<Essbiorn Prude och Ormen Starck fue registrada varias
veces en Ia dccada de 1670. En una ocasion este cantantc de baladas
sueco Ia comcnz6 con los heroes bebiendo vino en cl comedor y en
otra bcbicndo aguamicl 69
A cstas alturas cs posiblc volver a Ia prcgunta de Ia creacion
individual frentc a Ia crcacion comunitaria (supra, pigs. 192-193) y
considerarla desde un punto de vista claramente distinto. Lo individual es creative en el sentido de que cada objcto o actuaci6n es de
nueva creaci6n, algo distinta a sus prcdecesoras. Cada artesano o
interprete desarrolla su propio estilo, su propio idioma exprcsivo,
privilegiando algunos formulismos y temas - de los recogidos del
fondo comun- sobre otros. La variaci6n individual de Ia cultura
popular, como Ia variaci6n regional, debe ser vista primariamente en
terminos de selecci6n y combinaci6n. Combinar formulas y motivos
y adaptarlas a un contexte nuevo, no es un proceso mecanico. De
forma mas clara << toda buena improvisacion es un acto creativo>> 70 .
68
La cita de Perrucci (1699), en J'etraccone, pag. 94; sobre el concepto de <<improvisacion, Astakhova; sobre este tema me han sido muy utiles las discusiones con
Ruth Finnegan.
69
Sobre Ia balada inglesa, J. H . Jones; Friedman (1961' b) y Buchan (1972), cap. 7.
Para una controversia similar sobre las baladas espaiio las , Weber, Beattie y Norton Wilson, pags. 55 y sigs. Sobre Suecia, lngierd Gunnarsdotter y Jonsson, pags. 278 y
sigs. (cifr. A. Noreen [ed.], K. Bibliotekets visbok i 4:o, Upsala, 1915, nums. 42, 46,
51). Sobre Ia falta de distincion en Francia entre memorizacion y creacion, Coirault,
pags. 621 y sigs .
70
Gesemann (1926), p:ig. 96.
!lh
217
218
Capitulo 6
HEROES, MAL VADOS Y BUFONES
es parte
75
1
0 . E. Klapp, Heroes, Villains and Fools: the changing American-Character,
Englewoods Cliffs, 1962, pag. 17.
219
220
._)
'
221
Prototipos y variaciones
Aunque las historias pasan de un heroe popular a otro, es mas
uti! discutir los tipos mas generales que a los distintos heroes considerados individualmente. La L eyenda dorada, en no menor grado
que Ia coleccion Child, puede ser estudiada como un corpus de historias, en las que unas son simples variaciones de las otras: -~~i~!_e_n
cuatro tipos principales de heroes: el santo, d g~errer(), e.l. : !:?_()_!:~rL\ na~i~_ x.:.iLm<J:rgiD:a_do. -En muchos casos, no es muy difkil comprobar que aquellos que llegaron tardlamente a formar parte de Ia tra. dicion, fueron modelados teniendo en cuenta prototipos anteriores.
San Juan Bautista, por ejemplo, era el arquetipo de los ascetas, de
aquellos que vivian en el desierto, comlan langosta y miel y se cubrian con <<Vestidos de piel de camello >> (San Mateo 3, 1-4), mientras
que otros, como San Antonio Abad o San Humphrey (quien se dejo
crecer el pelo y la barba de una forma especialmente larga), fueron
recreados siguiendo el modelo de San Juan Bautista. Alejandro el
2
Sabre San Martin, Jurgensen; sabre San Nicolas, Meisen (1931); sa bre Bevis,
Greve; sabre los turcos, P. Belon, ,Observations, Paris, 1553, libro 3, cap. 42, y C
de Bruin, Reizen, Delft, 1668, pag. 125.
Sabre los santos, H. Delehaye, Les legendes hagiographiques; Bruse! as, 1905;
sobre Alexander, G. Cary, The medieval Alexander, Cambridge, 1956.
4
M._ Lutero, .Works, 53, ed. de U.S. Leopold, Filadelfia, 1965, pags. 214 y sigs.;
J. Crespm, Htstotre des martyrs; 3 vols., Toulousse, 1885-89; W. Haller, Foxe's Book
of Martyrs and the Elect Nation, Londres, 1963, esp. cap. 4; para Sacheverell, supra,
pag. 434.
222
223
y uno de los cahiers del tercer estado en 1789 se referia a Luis XVI
como el heredero del cetro y las virtudes de Luis IX, Luis XII y
Enrique IV>>. En otros cahiers se dice que el nombre de Enrique es
siempre conocido en el pais y siempre es repetido con emoci6n>>,
reconocia su subordinaci6n a Dios y al derecho, y que el mismo se
veia como el padre de su pueblo huyendo de todo aquello que aumentase su opresi6n 7 El emperador Maximiliano fue presentado,
en su epoca y despues, como un gobernante justo y clemente, siempre dispuesto a escuchar las peticiones de sus siibditos. En Hungrla,
la justicia del rey Matyas era muy notoria, y un proverbio decia que:
Meghalt Matyas kiraly, ada az igaz sag o, en el latin de los humanistas, Matthias obiit, justitia periit ( Si el rey Matyas muere, la
justicia se pierde>> ). Durante toda la epoca modern a, el rey Olav de
Noruega -un monarca del siglo XI- pervivi6 como un heroe popular, llegandose a la situaci6n de que todas las novedades que padecieron los campesinos fueron combatidas por estos en nombre de
la justicia del rey Olav>> 8 .
Otro de los temas comunes, es el que nos presenta al gobernante
viajando de incognito por el pais. Podrlamos denominarlas como el
tapas de Hariin a1-Rashid, gracias a las historias sobre este personaje
incluidas en Las mil y una naches. El Motif-index se refiere a este
tema como el del rey disfrazado para conocer los secretos de sus
siibditOS >> (K. 1812) -lo que nos da una infeliz impresi6n de espionaje-, donde se nos presenta al rey vigilando que la justicia esta
siendo correctamente aplicada, o compartiendo la vida diaria de la
gente corriente. Un gran niimero de baladas inglesas estan referidas
a este motivo, ocupandose de los encuentros del rey Eduardo con el
curtidor (Child, 273), del rey Enrique y el molinero, del rey Guillermo y el guardabosques o el del rey Ricardo con Robin Hood (Child,
151). Ellibreto popular del siglo XVII, La historia del rey y el zapatero remendon, nos cuenta que era costumbre del rey Enrique VIII
caminar disfrazado basta altas horas de la noche por toda la ciudad,
para observar si los policias y los vigilantes nocturnos cumplian con
su deber>>. En Escocia se decia que Jacobo V solia disfrazarse de
7
Berce (1974 a), pags. 391, 492, 608, 636; P. Goubert-M. Denis (eds.), 1789: Les
franr;ais ont La parole, Paris, 1964, pags. 41-42, 48, 204, 217; sobre Enrique IV, Rein-
hard.
8
Sabre Maximiliano, Waas, pags. 89, 136-137, 150; sabre Matias, Komorovsky,
pigs. 69 y sigs.; sabre Olav, Be, cap. 6.
224
que robasen el erario real; porque [decia] yo se el camino; mas uno de sus
compaiieros cerro el puiio y le asest6 un gran golpe en la cara diciendo:
<<Canalla, ,:por que nos ofreces robar a Su Majestad que es tan bueno con
nosotros?; robemos a un rico boyardo que ha defraudado a Su Majestad
9
cifras enormes. Ante esta reacci6n Ivan mostr6 un gran placer
3.
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del verdadero zan>, J. Billington, The Icon and the Axe, Nueva York, 1966, pigs.
198 y sigs.
11
Sobre Felipe II como fara6n, Kuiper, nota 145; sobre Enrique II, Bordier, pag.
209; sobre Enrique III como Herodes, Blum, pigs. 250 y sigs.; sobre e1 zar Maximiliano, Sokolov, pigs. 499 y sigs., y Billington (n. 10), pigs. 97 y 665.
226
12
Sobre Luis XIII, Porchnev, pigs. 135 y sigs., 279; sobre Luis XIV, F. Gaiffe,
L 'Envers du grand siecle, Paris, 1924, pag. 12, y Berce (1974a), pag. 609; sobre
Enrique VIII, M. H. Dodds-R. Dodds, The Pilgrimage of Grace, 1, Cambridge, 1915,
pag. 69; sobre Jorge II, Wearrnouth, pag. 24; sobre Jorge III, George, cap. 7.
227
(vive le roi, fie aux elus) 13 . De hecho, los rebeldes no querian reconocer que los impuestos habian sido autorizados por el monarca.
Con estos datos estariamos inclinados a concluir que los reyes habian heredado considerables reservas de afecto popular, que eran
vistos como benevolentes -incluso como heroes-, al menos hasta
que se demostrase lo contrario. Es como si la critica se hubiese
inhibido no solo por el temor al castigo, sino tambien gracias a una
suerte de autocensura que no siempre tuvo porque ser consciente.
Pero estas inhibiciones pudieron desaparecer debido a diversos sucesos, en cuyo caso los estereotipos de Alejandro y Salomon eran
facilmente sustituidos por los de Herodes o el faraon.
Si el estudio de los soberanos en su papel de heroes populares,
nos ayuda a descifrar las actitudes politicas del pueblo, otros heroes
-malvados y bufones- nos informan sobre los valores de los diferentes grupos que componian estas sociedades: el clero, la nobleza
y el <<tercer estado>>, en el que incluimos a los artesanos y los campesinos.( En muchos de los grabados de la epoca ?.d;en:J,Q~. ~I!c:on
trarnos c~rTirli~~Qtick l()S tres esta4()S: .al cura clicien<fo <<rezo_por
oa@~-al noble <<lucho por todos y al campesino <<trabajo por
todos 14
.- El clero \..'\ . 'Para encontrar una imagen heroica de los hombres de religion,
tenddamos _q~e .aZ~~~-amos a-TiS-Teyendasae-~T()Tsa~to~:
ascetas, por ejemplo las mortificaciones de San Antonio Abad, quienes ayunaban, rezaban y disciplinaban su carne en el desierto, lo que
les permitia captar la imaginacion popular. l.Jn segundo heroe extraido del clero era el del buen pastor, un hombre caritatiyo que se
ocupiba-defhenestar espiritual y material del pueblo comun. Los
ejemp1os..
numerosos. San Martin, obispo de Tours, dividio su
manto con un mendigo (<<La caridad de San Martin>>); San Benedicto
ayudo a un campesino que habia perdido su carro en un rio, haciendo que saliese a flote; San Nicolas, obispo de Mira y uno de los
santos mas populares, ayudaba a los marineros cuando su barco era
. ,Kstiri .los
sori-
13
Berce (1974a), pigs. 300 y sigs.; cifr. Koht (1926), cap. 12, sobre Noruega, y
A. Giraffi, Le Rivolutioni di Napoli, Venecia, 1647, pags. 16 y 19, sobre Napoles.
14
Ejernplos noruegos en Kont (1926), pigs. Z26 y sigs., y Anker, pig. 209.
22H
ces medievales de caballerla nos ofrecen un claro ejemplo de la-lii:eratura producida para y sobre la nobleza, no hay dudas sobre la
atraccion popular bacia estos romances en el perfodo estudiado, que
~~?11 - ~~~ogi~os en libre.tos de cu~ntos, en baladas o presentados
e~-..~~E<l-~ ~e .teatro entre las q\le se ~llcf\lyeidas de titeres. Los
ceses tenfan a su Rolando (conocido en Ii:alia como -Orlando), los
daneses a su Holger (conocido en Francia como Ogier), los ingleses
a Guy de _W'arwick, los esp~ii~l-es al Cid, los rusos a Ilya de Murom
y los servws a Marko Kraljevtc. El romance de Los cuatro hijos de
Aymon (representados a lomos del famoso caballo Bayardo) era muy
famoso en Francia, los Palses Bajos y Alemania, y el hermano mayor, Renaud de Montauban, sigui6 una carrera gloriosa e independiente en ltalia con el nombre de Rinaldo.
Iran:.\
17
15
229
-sz.Dl-
230
I
!
231
232
en las baladas del Mio Cid. El soldado fanfarr6n era una de las
figuras c6micas preferidas en los dramas sacramemales de la Resurreccion (los caballeros guardaban el sepulcro), en los espectaculos al
aire libre florentinos -donde tomaba la forma de un Landsknecht
aleman- o en la commedia dell'arte en la que aparecfa como un
capitan espaii.ol. El soldado fanfarr6n podia estar inspirado en el
miles glorisus del teatro disico, pero tambien era una figura muy
t6pica en una epoca de ejercitos mercenaries. Lo 9~no falt~Ja
literatura popular es Ia figura del noble como terrateniente. En este
-propietario se
caso:-ar-i-giiaique
beneficiaba de Ia presencia remota de esta categoria social en la vida
cotidiana del campesino. Eran los molineros y los alguaciles los que,
generalmente, recibfan el castigo por sus malas acciones. En un cuen-to popular italiano, no muy extendido sin embargo, se nos presenta
a un noble que se casa con una chica pobre para luego abandonarla,
o a un opresor que solo tras muchas dificultades es conducido ante
la justicia. En la balada catalana El compte Arnau, el fantasma del
conde nos indica que esta en el infierno per pagar mal les soldades.
Un conocido cuadro frances, fechado aproximadamente en 1789
(lam. 19), nos muestra a un noble sobre la espalda de un cam:1csino .
Puede ser relevante hacer notar que en la Europa del este, donde b
nobleza habia sometido a los campesinos a una segunda servidur,Jbrc:
durante la epoca moderna, solo muy raramente han sobrevivido evidencias de las actitudes populares. En Ia Alemania de 1525, algunos
campesinos declaraban que la <<nobleza de Keymen robaba el grano
a la gente pobre, mientras que en Mecklenburg se han recogido de
la tradicion oral una serie de historias cuyo tema es Ia tirania de los
terratenientes 22
oc.iiii!a-coii-er-rey: er-senor-c-om:o-
A.\\
La clase media\J , ,
233
Lo como todo en W. Bruckner (ed.), Populare Druckgraphik Europas, Munich, 1969, fi g. 105; A. Taylor (1921); Motif-index, X. 310-19; Guershoon, nums. 40
y 132; Hill (1972), en el indice bajo abogados.
234
235
2.\{,
237
----- --------'---------------- -
238
239
- ....
La cultura popular en Ia Europa moderna
240
~.J!J'_?Q'Cferos~~ ~e-~~F~r5.Jatafe'S 3 r:
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Los margma
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- - -r - - .......... . .................. ...... .... ----- --r . ... ..
como neroes:jiOs _groscrito~l]samos de una orma deliberada un
termiiio neutratproscriOO: (outlaw), para referirnos a todas aqllell~s formas de. vida que se oponfan a las autoridades establecidas.
AC:u.iando en el mar nos enco'ni:ramos al pirata Ingles o al zeeroover
holandes. En tierra estaban los salteadores de caminos ingleses, el
reiver escoces, el strassenrauber aleman, el bandito italiano (originalmente conocido como <<exiliado y posteriormente como bandi-~
31
Sobre los santos, Reau (n. 15); una obra de teatro sobre Susana en Keller,
num. 129 y baladas en Noreen ~ Schiick; un libreto popular danes sobre Griselda tuvo
a! menos trece ediciones, 1528-1799.
32
Sobre las mujeres como brujas: Thomas (1971), pags. 568 y sigs., Midelfort,
pags. 182 y sigs., y Monter, pags. 118 y sigs.; sobre sus engaiios, Motif-index, f. 585.1,
K. 443 .9 (cifr. Le malizie delle donne, Venecia, aprox. 1520, y otros trabajos en esc
genero).
l
Estructuras de Ia cultura popular
241
do), o el bandolero espaii.ol. Si nos atenemos a las evidencias aportadas por las baladas, el proscrito parece haber sido una figura mas
importante en Ia cultura popular de Ia Europa del este que en Ia del
oeste: el razboinik ruso, elloupeinik checo, el uskok croata, el betjar hllngaro o el hajduk de la Europa del sureste. La baja densidad
de poblaci6n y Ia relativa debilidad del poder central, permiti6 que
los proscritos proliferaran en mayor medida en el este que en el
oeste, a lo que hay que aii.adir que un campesinado mas pobre y
enfeudado simpatiz6 en mayor grado con ellos, al contrario de Ia
actitud seguida por un campesinado mas libre y pr6spero 33 .
Los proscritos se parecian mas a los soberanos que a los santos,
tendiendo a ser conocidos unicamente en las regiones donde actuaban. La reputaci6n de Robin Hood se circunscribla a Inglaterra, Ia
de Joan de Serrallonga a Cataluii.a y la de Stenka Razin a Rusia. Por
razones no muy claras, durante el siglo XVIII aparecieron nuevos y
numerosos heroes procedentes del grupo de los proscritos. Es probable que la causa de esta situaci6n se encuentre en Ia mayor difusi6n de las baladas y los libretos populares, lo que permiti6 inmortalizar unos nombres que de otra forma hubicran sido olvidados, y
fij6 las distintas proczas que con cl ticmpo serfan transferidas a otros.
En el siglo XVIII tcnemos al cosaco rcbelde Emilian Pugachev en
Rusia; en los Carpatos, a Oleks Doubus; en Eslovaquia, a Juraj
Janosik; en Andaluda, a Diego Corrientes, el bandido generoso;
en Napoles, a Angiolillo; en Inglaterra a! capitan Kidd (nacido en
Escocia), Rob Roy y Dick Turpin, salteador de caminos, escalador,
cazador furtivo y contrabandista. En Francia podemos encontrarnos
a Cartouche, quien lideraba una banda de ladrones en Paris, y a
Mandrin, el organizador del contrabando en el Dclfinado 34 . Que
los proscritos fueran creadores de mitos, nos sugiere que satistaerin~ ,
Ios--cre~?.-~reprlr~iaos;~permliie.n<Io qi.ieerr-ueE>r0-coffi6fi
;,;; ;~~g~;e-
33
Hobsbawm (1959 y 1969) son los estudios chisicos sobre los fuera de Ia ley,
en ingles ; cifr. Domokos, Eeckaute, Fuster e Y. Castellan, La culture serbe au seuil
de !'independence, Paris, 1967, pags. 125 y sigs.
34
Sobre Pugachev, Avrich, cap. 4, y Pascal (1971 ); sobre Janosik, Melichercik;
sobre Diego Corrientes, Caro Baroja (1969), cap. 17, y C. Bernaldo de Quir6s-L.
Ardila, El bandolerismo, Madrid, 1931; sobre Angiolillo, B. Croce, La rivoluzione
napolitana de/1799, Bari, 1912, apendices ; sobre Kidd, Bonner.
242
243
'J
era \
la de un blasfemo que renegaba de Dios y no como una persona \\ \
que tenia su propia religion. Ademas se les veia com~ s~nguinarios,
crudes y traidores. De hecho, cuando los soldados cnst1anos comedan algtiria atrocidad se les acusaba de comportarse como turcos .
El tiro al blanco practicado en la lnglaterra isabelina, era conocido
por <<disparando al turCO >> , porque Ia imagen de uno de estos era el
blanco preferido de las flechas. AI turco dificilmente se le consideraba como a un humano, siendo descritos -en Ia mayorfa de las
ocasiones- como lobos o perros. En Espana y Servia, donde los
musulmanes eran casi vecinos, a veces se lcs retrataba como enemigos honorables. El gobernador veneciano de Split informaba en 1574
que los habitantes siempre estan cantando baladas sediciosas; una,
en especial, compara al turco con una riada devastadora, entonandolas por Ia noche bajo las ventanas de nuestro palacio 37 .
36
Ellibreto sobre Ianot Poch en Ia British Library, 11450, e. 25 (3); sobre Kidd,
Bonner, pigs. 86 y sigs.; sobre las actirudes populares no favorables a los fuera_ de
Ia ley, A. Blok, The Peasant and the Brigand, en Comparatzve Studzes tn Soczety
and History, 14 (1972).
37 R. Schwoebel, The Shadow of the Crescent, Nieuwkoop, 1967, pigs. 19 y sigs.,
166 y sigs., 213; Hartmann, 2, nums. 110-114; J- Caro Baroja_, Los moriscos del reino
de Granada, Madrid, 1957, pigs. 131 y sigs., 176; J- G. W.Jkmson, Dalmatza and
Montenegro, Londres, 1848, pegs. 337.
I.
I
La cultura popular en Ia Europa moderna
244
The
38
J. Trachtenberg,
Devil and the jews, New Haven, 1943; C. Schwoebel,
La legende du juif errant, Paris, 1877; Coupe, pag. 132; V. Newall, The Jew as a
Witch Figure, en V. Newall (ed.), The Witch Figure, Londres-Boston, 1973; Liliencron, niims. 439-443; sobre Judas, The Lost and Undone Son of Perdition, WattonUnder-Edge, s. d. (cifr. BoHeme, 1971, pig. 224).
245
una creencia popular que hundia sus raices en la Edad Media e incluso antes, mientras que el estereotipo de la bruja como una blasfema, hereje y aliada del diablo fue una creencia solo gradualmente
aceptada por el pueblo. Un argumento que sustenta este punto de
~~~i !*;~ep~-~~J~j[;sia~:la~}~t~~~~~~~l~:~;o:~~~~o;
de hecho Rusia estuvo inmune a estos procesos. Sin embargo, en el
folclore ruso existe una figura de malvado que reline muchas similitudes con el prototipo conocido de la bruja. Se trata de Baba Yaga,
una horrible y vieja mujer con la nariz de hierro, que volaba montada en un mortero y comia niiios. De lo que carecia esta historia
era de la idea del pacto entre la vieja mujer y el diablo.
Otros dos malvados populares fueron creados en el curso de la
Reforma: el estereotipo catolico del perverso protestante y el estereotipo protestante del inicuo <<papista. Estas nuevas imagenes tenian mucho que ver con los estereotipos del judio y la bruja, de los
que tomaron numerosas caracteristicas. En la Francia del siglo XVI,
los cat6licos describian a los protestantes como cerdos, sacrilegos y
blasfemos -~por que si no ellos habian atacado las reliquias y las
imagenes sagradas ?-, como hechizados por la nueva religion, traidores o personas propensas a! infanticidio, el canibalismo o la promiscuidad sexual, alentados por sus ministros. De forma paralela, en
Ia Inglaterra del siglo XVII los protestantes veian a los cat6licos como
id6latras, seguidores del diablo y como conspiradores o traidores
que querian destruir la libertad inglesa para asi poder entregar el pais
a la tirania papal, espanola o francesa, por no mencionar a la lnquisicion.
El odio a los marginados era tan comun, que uno desea saber si
el pueblo era lo que los psicologos denominan personalidades autoritarias, que combinan el sometimiento a las autoridades establecidas, con la agresividad hacia las personas ajenas a su propio grupo 39.
39
Trevor-Roper; Cohn (1975), pag. 259, lo discute desde una perspectiva muy
interesante; sobre Baba Yaga, Ralston, pigs. 161 y sigs.; sobre los protestantes franceses: J. Estebe, Tocsin pour un massacre, Paris, 1968, pigs. 190 y sigs., y Davis
(1975), cap. 6; sobre los cat6licos ingleses: C. Wiener, The Beleaguerer Isle, en Past
and Present, 51 (1971 ), y R. Clifton, The Popular Fear of Catholics during the
English Revolution, en Past and Present, 52 (1971); T~dorno et al., The Authoritarian Personality, Nueva York, 1950.
24(,
monarcas,
4 0 Sobre Carlos V y Enrique IV en los cuentos populares, Berce (1976), pags. 36,
62, y Berce (1974a), pag. 608.
.
.
41
Para el termino cristalizaci6n, Schmidt (1963), pags. 306 y s1gs.; cifr. K. L.
Steckmesser, <<Robin Hood and the american Outlaw, en journal of America Folklore, 19 (1966 ).
247
alentaban la imaginacion de los cantantcs, los narradores o los pintares, hacienda que sus leyendas e imagenes circulasen ampliamente.
En el curso de este proceso, sus vidas y accioncs se iban asemejando
a los estereotipos prefijados aun conservando parte de sus caracterfsticas originales. Esta asimilacion se producia parcialmente debido
a diversas razones tecnicas ya discutidas con anterioridad (supra,
pigs. 236-237). Era mucho mas facil adoptar los formulismos verbales o pict6ricos a los nuevos heroes, que crear otras formas ex-presivas. En cualquier caso, la imagen tradicional suele responder a
las expectativas del publico.
Esta teoria es, desde luego, dernasiado arnbiciosa para alcanzar
su plena confirmaci6n, pero existen evidencias que pueden ayudar a
orientarnos. Si el rey tiene el rnisrno nombre que un heroe-gobernante, esto le ayuda a entrar en la tradici6n popular. Federico el
Grande hered6 algo del tradicional emperador Federico>>, una figura que a su vez fue el producto de asimilar a Federico II con su
antecesor Federico I. Si Luis XII de Francia goz6 de una reputaci6n
de justiciero durante los siglos XVII y XVIII, esto pudo deberse a que
habia sido equiparado con San Luis, Luis IX. Guillermo el Victorioso (Guillermo Ill de Inglaterra) fue comparado con Guillermo el
Conquistador. Si Martin Lutero fue vista como un santo protestante
-espccialmente en Ia famosa talla de Hans Baldung-, pudo deberse
a que San Martin ya era un heroe popular y, a Ia in versa, el culto a
San Martin pudo habcr sobrevivido en Ia Alemania evangelica gracias a que fue asociado con Martin Lutero.
Las propias acciones de un soberano podian, desde luego, ayudar
a que fuese visto en los terminos marcados por el estereotipo. Guillermo III y Carlos XII alcanzaron diversas victorias, Enrique IV trajo Ia paz, a Luis XII y al emperador Jose II se les asociaba con Ia
justicia y la reforma, mientras que Sebastian habia luchado contra el
infiel. Si Ia historia del soberano que no ha muerto -simplemente
permanece dormido-- esta ligada al rey Sebastian, es porque_ nadie
le vio morir y porque no lo hizo en su pais Portugal. Si el mtto del
topos de Harun al-Rashid se asocia con Pedro el Grande, es porque
este viaj6 de incognito, aunque lo hiciese por lnglaterra y la Republica Holandesa y no por Rusia.
Por ultimo, los desastres que sucedieron despues de sus muertes,
ayudaron a muchos de los gobernantes a convertirse en heroes, alentando al pueblo a que aiiorase los viejos y buenos dias de sus reinados. La invasion turca de Hungria en 1526, probablemente favo-
248
249
44
M. Bloch, The Royal Touch (trad. inglesa), Londres, 1973; para el rey Olav,
B0, cap. 4.
______________________________
__.
250
t
I.
251
como una mujer vieja a la que se podia mantener alejada del pueblo
si se realizaban los rituales apropiados. Carnaval era un hombre
gordo, mientras que la Cuaresma era una anciana flaca (infra, pigs.
301-302). En este contexto, no deben verse como muy plausibles los
intentos de los campesinos bretones de disparar contra Ia gabelle,
como si fuese Un perro rabioso>> (supra, pig. 136 ). En una hosteria
francesa en el siglo XVII, se podia leer un cartel que decia: No pedir
credito, podria ofenderos que no se os conceda>>, acompanado de un
dibujo representando a un hombre muerto con Ia leyenda Credit est
mort (lam. 9). Desde luego, este es el lenguaje de las imagenes en
todas las epocas -como nos lo puede revelar una simple ojeada a
los periodicos y a los carteles-, pero como nos sugiere el ejemplo
breton, esto era mas importante en el siglo XVII que en Ia actualidad.
De hecho, aunque ellos no creian totalmente en que la gabelle fuese
una persona, tampoco estaban totalmente convencidos de que no lo
fuese 47 El pueblo creaba cabezas de turco que pudiesen ser procesadas. No se atacaba al sistema, sino a los individuos, no ala corona
sino al rey y a sus consejeros.
Es por esta raz6n, entre otras, que las actitudes populares de este
periodo pueden ser descritas como conservadoras >> , o mejor como
. tradicionales. Que los artesanos y los campesinos adoptasen como
heroes a santos, soberanos y caballeros, nos esta diciendo que se
identificaban con los valores de la Iglesia, Ia realeza o la nobleza, o
que al menos habian estructurado su mundo con modelos aportados
por el grupo social dominante 48 . Un tetimonio de 1786 nos informa
que los campesinos de Telemark en Noruega, tenian un principia
basico: << Seguir el orden antiguo. Oponerse a todas las novedades
(FftJlg gammel Skik. Staae imod alle Anordninger). Esta formula se
repite en multitud de proverbios que insisten en <<no abandonar las
viejas costumbres por las nuevas>>, o como decian los catalanes, No
et deixis els costums vells pels novells; unas palabras que pueden
servirnos para describir resumidamente las actitudes del pueblo comun, siempre y cuando estas no sean malinterpretadas 49
Todos estos hechos no quieren decir que los artesanos y los
47
Sabre la plaga, Wilson, pag. 22, siguiendo a Karadzic; para Ia inscripcion Cnidit est mort en un meson de Lyon, T. Coryat, Crudities (1611), Glasgow, ed. de
1905, t, pag. 213.
48
Ardener (cap. 2, n. 57).
49
Pastor F. J. Wille, citado por Koht (1926), pag. 52; Amades (1950-51 ), pag. 1135.
.....
Estructuras de Ia cultura popular
252
campesinos estuviesen satisfechos con el arden social en el que vivian. En general, en la sociedad no veian armonia, sino conflicto,
quejandose de la pobreza, Ia injusticia, el desempleo, los impuestos,
los diezmos, las rentas y las prestaciones laborales. A menudo hacfan
referencias a Ia explotacion, o como seiialaban mas concretamente,
al << despellejamiento>>, al despedazamiento>> del pobre por el rico.
Los grabados populares suelen mostrarnos a grandes peces carniendose a los chicos, cuya interpretacion mas evidente (como referia el
pescador en el Pericles de Shakespeare) nos indica que los peces se
comportan en el mar como lo hacen las personas en Ia tierra. Los
artesanos y los campesinos eran muy conscientes -asf lo sugieren
los comentarios sabre jueces y abogados- de las dificultades para
obtener reparaciones legales a las injusticias cometidas contra ellos 50
(Que deberfa hacerse _o que podrfa hacerse -segun ellos mismos-_.._ contra estos males?. :Si relacionamos las evidencias que proceden cle -los textos -canciones, cuentos, proverbios--, y Lisque
han qu~dado de las numerosas revueltas y rebeliones delperiodo;-es
posible encontrar varias respuestas a Ia pregunta anterior; para-~eri. trar mejor el tema, es conveniente d_i.stiilguir cinco puntas co'n~i<:l:()s
\de un espectro de actitudes mas am plio: fatalismo, moralismo, tra;dicionalismo, radicalism a y milenarismo.
- -
La r~!:l-~ga f:tt~list~l ~nvisible en la accion, se expresa a traves
de laeansada sabiduria Jde los proverbios. Las cosas no pueden ser
diferentes a como son. Muchos de los proverbios comienzan --en
las mas variadas lenguas- con un El hecho es ... >> (II faut, man
muss, bisogna), Dios esta muy alto y el zar esra muy lejos >> dicen
los rusos, o Vivir es golpear o que te golpeen>>. Los holandeses
dicen, La gente pobre vive pobremente>>, o <<Dios lo da, Dios lo
quita>> 51 . Todo lo que se puede hacer en esta vida es sufrir, aguantar.
Sin embargo, otros creen que << Dios ayuda a los que se ayudan >> (un
proverbio tan corriente en la epoca moderna como en nuestros dias).
La respuesta fatalista se va transformando poco a poco en~.~
--que ve los problemas y las injusticias del mundo, no como el
producto de un orden social malo, sino como un sintoma claro de
la maldad intrinseca de Ia naturaleza humana. Esta no es, desde lue50
Strobach, nums. 1-3, 16-19; Coupe, pig. 144; Pericles, acto segundo, escena
primera.
51 Luthi (1970), p:igs. 11 y sigs.; Guershoon, nums. 88 y 1143; Jente, nums. 72
y 353 .
l
253
go, una actitud pasiva, ya que permite -alii donde sea posible- la
accion contra los malvados. Es la actitud representada por Ia figura
del vengador, el proscrito noble que ataca a los ricos y a los injustos,
y que ayuda a los pobres o a los perseguidos, sin tratar de reformar
el sistema social 52
La respuesta _moralistanos _lleva a la tradicionalig~, que supone
resist1rse '=en-nomb~e 'del ~;v~ejo ol:den>~ (1:'5 alte &::ht, stara pravda, gammel, skik, etc.)- a los cambios. En este caso, los ataques
suelen centrarse contra los individuos perversos que rompen con la
tradicion o contra las nuevas costumbres (o como solia decirse contra las nuevas << tendencias>> ). En todo caso, no se trata de un conservadurismo insensato, sino de la amarga conciencia de que el cambia suele realizarse a expensas del pueblo, acompaiiandolo de la necesidad de legitimizar Ia revuelta o la rebeli6n. Desde esta posicion
podemos entender que los campesinos alemanes que se levantaron
en 1525, declarasen que estaban defendiendo sus derechos tradicionales; que los campesinos normandos combatiesen en 1639 las demandas fiscales de Luis XIII, apoyandose en Ia justicia de Luis XII;
que las revueltas en la lnglaterra del siglo XVIII contra la carestia,
demandasen la imposicion de precios tradicionales y restricciones
contra los acaparadores; o que los campesinos de Telemark se opusiesen en 1786 a los nuevos impuestos, en nombre del derecho del
rey Olav 53 .
La respuesta tradicionalista nos conducea la radical. En 1675,
algunos --de'!();; c-ampesinos hre-tones en abiert~ . reoelion""~~clamaban
ordonnances noueveUes. No todas las demandas de los campesinos
alemanes en 1525 eran tradicionales, ni todas eran defendidas apelando a las viejas costumbres. Algunas pedian Ia abolicion de la servidumbre, porque Dios cre6 a todos los hombres iguales , o parque Jesucristo habia redimido a toda Ia humanidad. Michael Gaismair, dirigente del levantamiento del Tirol, creia en una completa
igualdad sabre la tierra>> (ain ganze Glaichait im Lande). Stenka
Razin proclamaba que todos los hombres debian ser iguales. Por lo
demas, si se reivindicaba un retorno a! pasado, este no era el mas
reciente sino una primitiva edad de oro:
52
H obsbawm (1959), pag. 24; contrastar con Melicherzik y otros investigadores
procedentes de Ia Europa del Este, quienes presentan a los fuera de la ley como
rebel des contra el feudalismo >>.
53
Franz (1933), pigs. 157 y sigs.; Mousnier, p:ig. 117; Thompson (1971 ), B0,
cap. 6.
2'i4
puntos
54
Sobre 1525, Blickle, pigs. 127 y sigs., 135 y sigs., 186 y sigs.; sobre Gaismair,
F. Seibt, Utopica, Duseldorf, 1972, pags. 82 y sigs.; el programa de Gaismair esta
impreso en Franz (1963 ), pags. 285 y sigs. ; Cuando A dan cavaba como eslogan en
Ia Alemania de 1525, ver Zins, pag. 186.
55
Bohm y Bockelson, citados por Cohn (1957), pags. 228, 265; Seibt (n. 53),
pags. 182 y sigs.; so bre el fatalismo, cifr. Kaplow, pag. 155, comparando a los pobres
parisinos del siglo XVIIl con Ia <<cultura de Ia pobreza, descrita por el antrop6logo
Oscar Lewis.
255
57
Sobre los habitantes de los pueblos turcos, D . Lerner, The Passing of traditional Society, Glencoe, 1958, pag. 132; el proverbio en Guershoon, n{tm. 149.
58
Sobre Ia inseguridad material, Galarneu y Thomas (1971), p:igs. 5 y sigs.; G.
Correas, Vocabulario de refranes, Madrid, ed. de 1924, pags. 44, 300; Jente, num. 42 ;
sobre los catorce protectores, Schreiber (1959).
Capitulo 7
EL MUNDO DEL CARNAVAL
Mitos y rituales
En el ultimo capitulo hemos intentado aproximarnos a las actitudes y valores populares a traves de los heroes. Una via que, sin
embargo, adolece del peligro de sacar a estos personajes de su con-~
texto. En la cultura tradicio_nal_ popul~r, europea el escenario mas ,
i_mportanie-e-r:r cl""de h fiesta: fiestas familiares, como las bodas ; \,
comunitarias, como las del santo patron en la ciudad 0 la parroquia \ ~
(fete patronale, Kirchen wihtag, etc.); fiestas anuales, comunes a la ,, ,_)
mayor parte de Europa, como la Pascua, el primero de mayo, San
Juan, navidades, ano nuevo y la Epifanfa, y, finalmente,lcl ~.-'l.<;.vall
Era en estas ocasiones cuando Ia gente dejaba de trabajar para comer, l
be5er -y agotarse ha.sta don de le permitfan sus fu~rzas. Ef parroco \
1
italiano Alberto Fortis observ6 con desaprobaci6n, en una de sus
visitas a Dalmacia, que << los morlacos, un pueblo pastoril de esta
region, no entienden muy bien las reglas de la economfa domestica;
en este sentido se parecen mucho a los hotentotes, quienes consumen en una semana lo que podrfa durar meses, simplemente porque
se les presente la ocasi6n de celebrar una fiesta 1 Dalmacia pudo
1
- -
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__,
2SH
habcr sido un caso extremo, pero sin duda ilustra muy bien cual era
cl Iugar que ocupaba Ia fiesta en una sociedad tradicional. En general, cstos actos se oponian a lo cotidiano, eran momentos de despil,,- farr~ rec~samerite-porque-~ra vlda-d1aria--estaEaCieJica<fa "al"anorro
,.-i cu!da<Foso:l_a -~~liJad especiaTde esi:as
era -simb6Iiada~por
eftipo"de vestidos, los mejores, que llevaban los que participaban
en elias. Un visitante ingles en Napoles destacaba que <<se necesita
muy poco para ir vestido como un Iazaro [el hombre pobre ], excepto en los dias de fiesta; en esos momentos se engalanan con oropeles,
chaquetas con encajes y medias de colores brillantes; sus hebillas son
de gran magnitud 2 Estos vestidos especiales eran la prueba de que
no se trataba de un dia cualquiera.
Algunos tipos de representaciones se celebraban unicamente durante las fiestas. Era los casos de los juegos de mayo en Inglaterra,
o su equivalente toscano el maggi o bruscelli; tambien el auto pastori/ espaiiol, que se celebraba durante las navidades, o los autos
sacramentales del Corpus Christi, sin mencionar las muchas formas
de teatro carnavalesco. Dentro de Ia casa, las jarras, los tazones y
los platos mas finamente decorados solo se usaban en los dias festivos, un hecho que ha permitido que sobrevivan en mayor numero,
lo que puede llegar a confundir al historiador -si no valora con
cuidado las evidencias- sobre Ia calidad de Ia vida cotidiana en el
pasado. De hecho, la mitad de la casa debia reservarse para las ocasiones especiales. En Suecia, por ejemplo, durante los siglos XVII
y XVIII la casa tipica era la parsturga, cuya caracteristica era Ia presencia de dos habitaciones principales, una para el uso diario y la
otra para recibir a los invitados y celebrar las fiestas. Si la casa solo
tenia un salon, este podia ser -llegada la ocasi6n- transformado
llenandolo de paneles pintados. Algunos de los temas populares,
como las bodas de Canaam o Ia visita de Ia reina de Saba a Salomon,
de esta bonadsmaleri, eran especialmente apropiados para estos momentos, ya que ayudaban a crear una imagen idealizada del anfitrion
y sus invitados 3
) Un soci6logo franc~s ha sugerido que, en las sociedade~ ,.;r.~?i
I (' cionales, el hombre vivf~ ' n:cordandola fiestapagday esper:a11do
I !a., .s..ig!Jiep~e. Thomas Gray defendia el mismo punto de vista cuando escribio sobre Turin en 1739: Este carnaval dura entre navidades
ocasi"oiies
_____ __________________________
Estructuras de Ia cultura popular
259
R. Caillois, L 'homme et le samf, Paris, ed . de 1963, pag. 125; T. Gray, Correspondence, ed. de P. Toynbee y L. Whibley, 1, Oxford, 1935, pag. 127 (Gray no paso
mas de un aiio en Turin).
5
Sobre Prato, R. Dallington, A survey of Tuscany, Londres, 1605, pag. 16; sobre
Barcelona, J. Townsend , A]ourney Through Spain, 1, Londres, 1791, pags. 106 y
sigs.; sobre Provence, C. de Ribbe, La societe provenr;ale a Ia fin du Moyen Age,
Paris, 1898, pags. 165 y sigs.
............ . . - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - 260
l
261
262
El carnaval \o
El ejemplo par excellence de Ia fiesta como un contexto de imagenes y textos es, seguramente, el carnaval. Este era, de forma particular en Ia Europa del sur, la fiesta popular mas importante del
;~o y el momento para poder decir, a! menos una vez y con relativa
impunidad, lo que a menudo se pensaba. Era tambien la ep_<;>_ca preferida para Ia represcntacion de obras teatrales, muchas de las cuales
no pueden entenderse sin conocer los rituales carnavalescos a los que
se aludia en numerosas ocasiones.
Antes de intentar interpretarlas es necesario que, partiendo de las
pocas evidencias que han sobrevivido, reconstruyamos un c_arnaval
tipico. Esta tarea es, inevitablemente, arriesgada. En la medt~a que
los carnavales italianos son mejor conocidos, corremos el pcltgro de
ver a! resto de Europa a traves de este modelo. La mayoria de las
fuentes se refieren a ciudades, con lo que es dificil que el carnaval
nos ayude a comprender Ia cultura campesina, aun a pesar de que
muchos campesinos vivian en las ciudades y a que otros muchos se
acercaban a estas durante su celebraci6n. Muchas de las informaciones que utilizamos proceden de extraiios, de turistas extranjeros, que
pudieron haber entendido mal aquello que veian y oian (supra, pag.
120). Ademas, ningun carnaval era exactamente igual a otro. Habia
9
C. Kluckhohn, Myths and Rituals, en Harvard Theological Reuiew, 35 (1942);
G. S. Kirk, Myth, Cambridge, 1970, cap.1; sabre el cerdo, Gaignebet (1974), pigs.
57 y sigs.; sabre Ia oca, Arnim-Brentano, p:ig. 608.
.i
263
].
265
26(,
267
El{i_s~~n evidencias que nos sugieren que las batallas entre Carnaval y Cuaresma no solo eran productos de la imaginacion de Bruegel, el Bosco u otros pintores, sino que algunas se escenificaron
piiblicame11~e. En Bolonia (1506), se produjo un torneo entre Carnaval sentado sobre un caballo gordo y <<Cuaresma>> sobre uno
delgado, los dos apoyados por un escuadron de seguidores. El ultirno.. acto de l _as fiestas a menudo era un drama en el cual <<Carnavah>
era sometido a juicio, confesaba sus .gelitos, hacia su testamento, se
le _ejecutaba -generalmente en Ia hoguera- y, por ultimo, se celebraba el funeral. Alternativamente, se decapitaba solemnemente a un
cerdo -como sucedla cada afio en Venecia- o se enterraba a una
sardina con todos los honores, como era el caso de Madrid 21 .
)-_
El mundo al reves
, (Que s~gnificaba el carnavalp~~~}.?~. CJ.l!e tomaban parte en eJ?
En un senudo, esta pregunta es in.neccsaria. ET cariiiv-aJ era-uii.a fiesta, un juego, que tenia -por lo tanto.....:.:. un "fin en sf mi5I;0 .. sin
;~.ecesi~~d d~ explicarlo .0 justif.!c~rlo,l"tii. 'un..ti.~p.Q,~Ji~. S.:JSt..~~i~.J.
. libs:rac~1 Sm embargo, por vanos mouvos debemos ampliar el numer? de tntcrrogantes. (Por que cl juego tomaba unas formas muy
p_arucularcs? ( Por que se disfrazaba Ia gente poniendose largas nances, se Ianza ban huevos o ajusticiaban a <<Carnavah>? Desde el momenta en que los contcmporineos no registraron sus ideas acerca de
est~ fiesta -para ellos todo debio ser obvio-, debemos proceder
mdwectamente, analizando los distintos temas y las asociaciones mas
comuncs 22 .
Lo~_}!:~~. . ~~~~~ ~~~--iffi.p()rt_a.llt~~<:n_ lo~--C.~rr~~vales -en su sentido
real e 1magmano- eran la comida, el sexo . !a vi-olen cia. El primero
de ellos, la comida, era e mas evidente: era esta la que ponia Ia
carne, la salsa a! carnaval. El consume exagerado de carne de cerdo,
?e vaca y de. otros animates era -desde luego- real, pero tam bien
JUgaba aun c1erto papel simb6lico en las distintas celebraciones carnavalescas. El personaje de <<Carnavah> llevaba colgados de sus ves21
Para las batallas fingidas, Gaignebet (1972); Toschi (1955), sobre Bolonia; sobre
Venecia, B. T. Maz~arotto, Le feste veneziane, Florencia, 1961, pags. 31 y sigs.; sobre
Madnd, Caro barop (1965), pag. 110.
22 Para dos brillantes pero cuestionables intentos de interpretar el carnaval, Bakhtin (esp. pags. 197 y sigs.) y Gaignebet (1975).
26!!
hechos, no parece exagerado que interpretemos como sfmbolos falicos los disfraces que tenfan largas narices o cuernos, y la gran
salchicha que llevaron en procesion por Koenigsberg. Tambien podrfamos llamar la atencion sobre elsignificado sexual de las siembras>>, en las que las mujeres solteras jugaban un papel. clave, o en
las mismas vejigas de los cerdos, usadas para hacer musica, jugar al
futbol o golpear a los espectadores. Tanto el gallo como el cerdo,
eran simbolos conocidos de lascivia, mjentras que los habitantes belludos de los bosques y los osos --ambos presentes en los carnavales, en los que podian secuestrar a mujeres- lo eran de la virilidad.
El carnaval no solo era una fiesta dedicada al sexo, sino que
tambien estaban presentes la agresion, la destruccion o la profanacton. Podriamos llegar a pensar que el sexo era una especie de intermediario que ligaba la comida con la violencia. Esta, como cl
sexo, estaba presente de forma mas o menos explfcita en cl ritual
carnavalesco. Durante su celebraci6n, la agresion verbal era tolerada
y los enmascarados podfan insultar al resto de sus convecinos o a
las autoridades. Era cl momento en el que se podia acusar al vecino de
haber sido engaiiado o golpeado por su esposa. En una de las procesiones del carnaval madrileiio de 1637, podia verse a una figura -que
parecia haber sido despellejada- llevando la siguiente inscripcion:
269
'
r+
24
270
271
25
Sobre Venecia, Dallington (n. 5), pig. 65; sobre Londres, Taylor (n. 11 ); sobrc
Sevilla, Blanco White, Letters from Spain, 2.' edici6n, Londres, 1822, pig. 237. (Hay
trad. espanola, Cartas de Espafia, Alianza Editorial, Madrid, 1972.)
rid_~;
26
272
viese el mundo patas arriba como algo malo. Cuando los campesinos
rebelde.s asaltaron en 1525 la sede de la Orden Teut6nica en Heilbronn, forzaron a los caballeros a cambiar su rol con ellos. Mientras
los invasores celebraban un banquete, los caballeros debfan permanecer rigidos alrededor de la mesa y con el sombrero en la mano.
<<Hoy, pequeiio Junker>>, dijo uno de los campesinos, <<nosotros seremos los caballeros (Heur, junkerlein, syn wir Teutschmeister). El
pueblo de Norfolk, durante la rebeli6n de Ket en 1549, declar6 que
los senores habian gobernado demasiado tiempo y que ellos lo harlan ahora. En 1670 en el Vivarais, los campesinos hicieron una
declaraci6n similar: <<Ha llegado el tiempo de la profecia, dijeron,
<<cuando la loza de barro romperia a la de hierro. Dos pinturas
populares circulaban despues de la Revoluci6n francesa; una de elias
representaba a un noble montado sohre un campesino y la otra al
campesino sobre el noble, con la siguiente inscripci6n: <<Se que mi
turno esta a punto de llegar 28 (Lims. 19 y 20). El mundo al reves
tambien esta asociado con la utopia popular de la tierra de Jauja, <<el
pais de los Necios o <a tierra del Preste Juan, donde las casas
tenian tejados cubiertos de tortas, la leche corria por los arroyos,
por todos los sitios habia cerdos asados con cuchillos clavados en
SUS lomOS y donde se celebraban Carreras que ganaban los uJtimos
que llegasen a la meta. Un poeta popular frances aiiadi6 sus propias
variaciones a este tema:
273
Jauja es Ia vision de una larga vida, como si esta fuese un carnaval, mientras que este serfa una Jauja temporal y de ahi la importancia de comer, heber y favorecer Ia inversion de todo lo existente.
El carnaval tambien era un tiempo de comedias, que a menudo reproducian situaciones contrarias a la realidad, en las que se detenia
al juez o donde la mujer triunfaba sobre su marido 30 . El disfraz
tambien permitfa que los hombres y las mujeres intercambiaran sus
papeles. Las relaciones entre los criados y su seiior podian invertirse;
en Inglaterra era muy tradicional la fiesta <<de la libertad de los criados durante el martes del carnavab. Lo~~iarios en la expre-/
si6n de los impulsos sexuales y agresivos, eran sustituidos"J?2~ la\ .,
promoci6n de estas cendem:ias~I c.2J]la.yJ'era,-enr~en , un pe- { ,__,
rfodo -deaesordeilinstltucioilalizado, un con}umoaem~essobre! '
lilnvefs16~- .del ..maoconoc1d0-:- Enesresentid-~~~-<kb~~maravi -1
lLlrnos q~e ~~~ contempo~i~~ode. llamasen el tiempo de la demencia>>, en el cual reinaba la locura. Suspendidas las reglas de Ia cultura,
los ejemplos a seguir eran los hombres salvajes, el bufon y <<Carnaval, quien representaba a Ia naturaleza o -dicho en terminos freudianos- al subconsciente. Como ya dijese el poeta italiano Mantuanus a comienzos del siglo XVI:
'
~---------------..-~-~
274
que participaba en la cabalgata simbolizaba a la fuente de la juventud. En 1514, otra en la que se vela a una mujer vieja devorada por
un diablo gigante. Es probable que el mundo desordenado al que
nos hemos referido, tambien fuese un sfmbolo del rejpy~necimiento,
del retorno a la licenciosidad de los aiios que preceden a la edad
madura 32 .
Cuando sir James Frazer escribio sobre el carnaval en su obra
Rama dorada, sugirio que esta fiesta era un ritual dirigido a hacer
crecer las mieses, e identifico no solo a las criaturas salvajes sino
tambien al mismo <<Carnavah, con los espiritus de la vegetacion.
Fuese cual fuese el origen de este ritual, no parece que este fuese el
sentido que tenfan para los participantes en los carnavales urbanos
de la Europa moderna. Sin embargo, seria un error desechar sm
otros comentarios las teorias de Frazer. La <<fertilidad es un concepto muy util para relacionar elementos, aparentemente tan dispares como los huevos, las bodas o los numerosos simbolos falicos.
Una salchicha podia ser el simbolo de un falo; pero, a su vez, este
podrfa simbolizar cualquier otra cosa fuesen o no conscientes de ello
sus contemporaneos. En este terreno, no podemos mas que especu33
lar . Logue esta. ~J~!'.<?c.~.s.<J.~:~e el E;l.!':l1ilY.aJ~ra polis ernie(),. ~ig~ificaba
cosas dlferente~ para personas dlstintas. Los significados cristianos
s~ ;~perp~s!eron sobre los paganos sin que estos fueran totalmente
eliminados. El resultado de todo clio, es que el carnaval tiene que
ser leido como si fuese un palimpsesto. Los rituales carnavalescos
transmitian mensajes simultaneos sobre Ia comida, el sexo, la religion
y Ia politica. La vejiga que llevaba un buf6n, por ejemplo, reproducia distintos significados; era una vejiga y por lo tanto estaba asociada con los 6rganos sexuales; procedia del cerdo, el animal carnavalesco par excellence, y la llevaba un tonto, cuya necedad>> era
simbolizada por la vejiga vacia.
Lo camavalesco
(J
El carnaval no tenia la misma importancia en toda Europa. Predominaba en el area mediterranea, Italia, Francia y Espana; era meSumberg, pags. 159, 162 y fig. 45.
Para Ia fertilidad (ademas de Wilhelm Mannhardt y sir James Frazer), Rudwin
(1920) y Toschi (1955), pags. 166 y sigs.; en contra de esta idea, Van Gennep, Von
Sydow (cap. 4, n. 2) y Caro Baroja (1965).
oL
33
275
276
por ejemplo en la Inglaterra anterior a la Reforma, la diversion tomaba una forma mas apacible en la fiesta del nino obispo >> o la
<<misa infantih>. De acuerdo con Ia orden que abolio, en 1541, estas
costumbres, las celebraciones incluian a niiios adornados de un
modo raro y aparejados para que pudiesen parecerse a los curas, a
los obispos y a las mujeres, y asi eran conducidos de casa en casa,
entre canciones y bailes, bendiciendo a la gente y recogiendo dinero,
al tiempo que los niiios cantaban misa y predicaban desde el pulpitO >> 34 . En el aniversario de la matanza perpetrada por Herodes, los
ninos tenian la oportunidad de vengarse.
La fiesta de los Santos lnocentes se celebraba en uno de los doce
dfas de las navidades,- y esfa es Ia razon de tratarla como una de !as
fiestas carnavalescas, porquc -si tenemos en cuenta el punto de
vista cristiano---- el nacimiento del hijo de Dios en un pesebre, era
un ejemplo espectacular del mundo al reves. Como en el carnaval,
las navidades era un buen momenta para comer y beber, representar
obras de teatro y realizar desgobiernos>> de diverso tipo. En Inglaterra era costumbre representar, el primer lunes despues de Ia Epi-fanfa, <<obras de labrantio>> donde podian incluirse bodas fingidas.
Tambien, aunque yael dia de aii.o nuevo, podia producirse <<un cambio de vestidos entre los hombres y las mujeres . Como en el carnaval, tambien se personificaba Ia estacion. La cabalgata >>, o procesion de Yule (el primer Papa Nod), y su esposa, era un gran acontecimiento en el York del siglo XVI, quienes arrastraban a un gran
numero de personas para verles , como admitia la corporacion municipal cuando aboli6 este ritual en 1572. En Italia era la Epifania la
que sufria la personificacion en forma de mujer vieja, !a Befana o
!a Vecchia, una suerte de vieja bruja - --con muchas similitudes con la
Cuaresma>>- ala que se podia quemar al finalizar las festividades 35
En Ia Rusia del siglo XVI, de acuerdo con un visitante ingles,
durante las navidades cada obispo preparaba en su catedral una
escenografia de tres niii.os en un horno, se bacia volar a un angel
desde el tejado de la iglesia, con gran admiracion de todos, y los
34
Las ciras estin sacadas de Tilliot, pag. 29, y]. Chandos, In god's Name, Londres, 1971, pigs. 39 y sigs.; cifr. Chambers (1903), I, pigs. 274 y sigs., y Kolve,
pag. 135.
35
Sobre los doce dias de Ia Navidad en Inglaterra, H. Bourne, Antiquitates v ulgares, N ewcastle, 1725, pags. 147 y sigs.; sobre Ia procesion de Yule, A. G. Dickens,
Tudor York, en P. M. Tillot (ed.), Victoria County History: the City of York,
Londres, 1961, pag. 152; sobre La Befana, Pola, pag. 87.
277
caldeos [como se les llama aqui] Ianza ban gran des bomhas de fuegos
artificiales, compuestos de resina y p6lvora, mientras corren por Ia
ciudad durante los doce dlas, disfrazados con chaquetas de actores y
realizando buenos juegos en honor del espectaculo del obispo . El
lado carnavalesco de estos ritos emerge con mayor claridad gracias
al relato de un aleman del siglo XVII, quien nos explica que estos
caldeos , asi llamados en recuerdo del pueblo convencido por Nabucodonosor para que lanzasen al <<horno ardiente a Shadrach, Mesach y Abed-nego (Daniel 3.8-30), eran
ciertas personas disolutas, que cada aiio recibian el permiso del patriarca
-por un periodo comprendido entre los ocho dias anteriores a Ia Navidad,
hasta ei de los tres Reyes Magos-, para co rrcr por las calles lanzando
fuegos artificiales especiales. A menudo llegaban a quemar las barbas de los
paseantes, especialmente las de los campesinos ... , y todos debfan estar pre-parados para pagar un copek. Iban vestidos como juerguistas carnavalescos
y sobrc sus cabezas llevaban sombreros de madera decorados.
-----
- - - - - - - - - - - - - - - - - - """"
278
donde --como nos informa una descripcion de finales del siglo XVI<<pasaban toda Ia noche participando en placenteros pasatiempos >> ,
regresando a sus casas con ramas de abedul y un arbol de mayo. En
otras palabras, los ritos de la primavera comportaban una cierta licencia sexual. En el Londres del siglo XVIII, ese mismo dia los deshollinadores se cubrian con harina, otro ritual relacionado con Ia
inversion. En Italia, los arboles de mayo eran conocidos como alberi
della cuccagna, <<arboles de Ia cucana>>, un evidente lazo con el carnaval. En Espana el primero de mayo era celebrado, como el carnaval, con batallas y bodas imaginarias, por ejemplo << una suerte -como
las describe Covarrubias en su diccionario-- de obra de teatro representada por chicos y chicas, quienes colocan a un nino y a una
nina sobre un !echo matrimonial, lo que simboliza a la boda>> 37 .
Tarnbien el verano tenia sus carnavales, especialmente las fiestas
del Corpus Christi y de San Juan. La del Corpus Christi, difundida
por Europa aproximadamente desde el siglo XVIII, era un dfa de
procesiones y representaciones teatrales. En la Inglaterra Baja medieval, este era el momento elegido para representar dramas sacramentales en las plazas de los mercados de Chester, Coventry, York
y otros lugares. Tambien en Espana eran muy caracteristicas estas
representaciones, pero aqui se mezclaban con elementos carnavalescos. Las carrozas, en muchos casos muy elaboradas, eran conducidas
a traves de las calles llevando imagenes de santos, gigantes y - lo
mas importante de todo- un enorme drag6n que en terminos cristianos representaba a Ia Bestia del Apocalipsis, mientras que Ia mujer
montada sobre el se suponia que era la meretriz de Babilonia. Ademas, los oidos de Ia multitud eran asaltados por las explosiones de
los fuegos artificiales, la miisica de las gaitas, de los tambores, castanuelas, bombos y trompetas. Los demonios tambien jugaban un
importante papel en la obra, dando volteretas, cantando y atacando
a los angeles en batallas simuladas. El c6mico tambien tenia su propio Iugar, golpeando a los espectadores con vejigas de cerdo 38
Y a hemos dicho que Ia vigilia de San Juan, celebrada a mediados
37
Sobre el manes del empeiio en Coventry, Phytian Adams (1972), pags. 66 y
sigs.; sobre los juegos de mayo, Chambers (1903), 1, pags. 174 y sigs., y P. Stubbes,
Anatomy of Abuses, Londres, 1583, pags. 94 y sigs.; sobre Londres, P. J. Grosley,
Londres, Lausana, 1770, pag. 321; sobre Italia, Pola, 3, pags. 334 y sigs., y Toschi
(1955), p:igs. 16 y sigs., 44 y sigs.; Covarrubias, citado por Palencia-Mele, p:ig. 45.
38
Sobre Inglaterra, Kolve; sobre Espana, Varey y Varey-Shergold.
279
280
cos entretenimientos; un violinista tocaba el violin mientras los demas comian hasta llenar sus panzas, para luego entrar en el granero
y bailar sobre el suelo de madera hasta empaparse de sudor, y alli
tambien habia un gran barril de cerveza a disposici6n de todos y
una pieza de tabaco para cada uno>>. Esto sucedia en Cardingshire
en el otoiio de 1760. Pocos aiios despues en Sicilia, un visitante
frances contaba que <<despues de recoger Ia cosecha, los campesinos
celebran una fiesta popular, una especie de orgia>>, b11il~n~o al son
de los tambores; Una mujer vestida de blanco y monddi ;sobre un
asno ... es rodeada por hombres a pie, quienes llevan haces de trigo
sobre las cabezas y los brazos, con los que parecen rendir homenaje
a Ia mujer>>. Tambien en Inglaterra podemos encontrarnos con comportamientos que recuerdan el igualitarismo carnavalesco. En la cena
de Ia recolecci6n, nos cuenta un observador del siglo XVIII, los criados y su patron son semejantes y se hace todo con igual libertad.
Se sientan en Ia misma mesa, charlan entre ellos y el tiempo que
resta lo consumen en bailar, cantar, etc., si ningun tipo de diferencia
o distinci6n>> 40
Otros momentos donde el ritual de Ia comida y la bebida se hacia
presente, eran las fiestas otoiiales de San Bartolome (25 de agosto)
y San Martin (11 de noviembre). San Bartolome, de quien se decia
que habia sido desollado vivo, era un patron adecuado -aunque
algo siniestro- para los carniceros. Tanto en Bolonia como en Londres, el dia de San Bartolome se convertia en Ia ocasi6n perfecta para
celebraciones carnavalescas. En Bolonia se Ia llamaba ,,fiesta del cerdo>>, al que se llevaba triunfalmente antes de matarlo, asarlo y distribuirlo. En Londres, el mismo dia se celebraba Ia feria de San
Bartolome en Smithfield, el centro londinense del mercado de Ia
carne. Un drama de Ben Johnson nos describe con agudeza los principales ingredientes de esta fiesta: el cerdo Bartolome (que se vendfa
en los puestos que tenfan una cabeza de cerdo como seiial), pan
de jengibre, espectaculos de marionetas y varios dfas de desorden
autorizado. En Francia, Alemania y los Paises Bajos, el dia de San
Martin se convertia en una gran ocasi6n para que Ia gente obedeciese
alegremente Ia recomendaci6n de Ia canci6n: <<Bebe el vino de San
Martin y come Ia oca>> (Trinck Martins wein und gens isz), lo mas
alegremente que puedas, porque en algunos lugares -como en Gro40
Lewis Morris, citado porT. G . Jones, pag. 155;]. Houel, Voyage pittoresque,
4 vols., Paris, 1782-87, 3, pag. 17; Bourne (n. 35), pag. 229.
281
ningen a comienzos del siglo XVII- era costumbre que los mesoneros pusieran gratuitamente a disposici6n de sus clientes oca asada 41 .
El repertorio de rituales publicos tambien estaba presente en
determinados eventos que no formaban parte del ciclo anual de fiestas. Ejecuciones publicas, Ia entrada solemne de personajes importantes en Ia ciudad, Ia celebraci6n de victorias (o coronaciones, o
nacimientos de infantes reales) y -al menos en la Inglaterra del
siglo XVIII-- las elecciones parlamentarias, todo adquiria tonos carnavalescos. Las elecciones, especialmente para Westminster, fueron buenos momentos para comer, cantar, beber y Juchar por las calles,
finalizando todo con un ritual del triunfo: llevar a hom bros al candidato vencedor. La violencia y el extasis que provocaban estos acontecimientos, fue recogida y preservada para nosotros por Hogarth.
Las victorias significaban banquetes, fuegos artificiales y hogueras.
Las entradas reales comportaban Ia erecci6n de arcos triunfales, mitines, batallas simuladas, fuentes por las que manaba vino y monedas
lanzadas a Ia multitud.
Un ritual mucho mas comun en Ia Europa moderna, era el de Ia
ejecuci6n; un acto publico cuidadosamente manejado por las autoridades para mostrar al pueblo que el delito no tenia ninguna compensaci6n. Esto es lo que cxplicarfa las objeciones del doctor Johnson a los intentos de abolir los ahorcarnicntos publicos:
Sci'i.or, las cjecuciones riene como objeto atraer cspectadores. Si no lo hacen,
no cumplcn con su proposito.
282
283
__________________________.....________________________
284
cobradores de tributos eran expulsados de las ciudades con un charivari. "A!ternativamente, algunas figuras impopulares podian ser, siguiendo el modo utilizado con Carnavah>, colgados o quemados en
efigie. Un registro, si pudiesemos realizarlo, de todos aquellos que
fueron destruidos en efigie entre 1500 y 1800, nos aportaria muchos
datos sobre Ia cultura popular de la Europa moderna. En esta lista
destacarfan: Judas, Maquiavelo, Guy Fawkes, el cardenal Mazarino,
Tom Paine y, desde luego, el Papa 44
Es logico que todas las fiestas fuesen un carnaval en miniatura,
ya que este . e~a l1tii excu~a~ para"-efdeso~de~--x--p.o"ique "reunli'" un
~~.E.~t9_ri~ _si1]1jl!!I ckJormas t~!!~i~i()f1.<1Jesl entre las que destacaban
). procesiones, carrera_s1 batallas! bod as y ejecuciones fingidas (supra,
pags. 206 y 207). Usando el t~rmii1o carnavah!sco, no pretendemos
I decir que los festejos caracterfsticos del manes de carnaval fuesen el
. \ origen del resto. Lo que tratamos de sugerir es, simplemente, que
\ las fiestas mas importantes del aiio tenfan rituales comunes y que,
\ en este sentido, el carnaval reunfa un numero importante de estos.
\ Esta mas cerca de Ia verdad ver las fiestas religiosas de la Europa
\moderna como pequeiios carnavales, que como los tranquilos y graves rituales de la actualidad.
Hasta ahora hemos estudiado lo que significaban las fiestas populares para los que participaban en elias, pero esta no es la unica
aproximacion posible al tema. Los antrop6logos sociales, estudiosos
de los mitos y los rituales en muchas zonas del mundo, han llamado
Ia atenci6n sobre el hecho de que estos juegan unas determinadas
funciones sociales, ya sean sus participantes conscientes o no de tal
hecho. ~Podemos decir lo mismo de la Europa moderna? ~Cuales
eran, por ejemplo, las funciones del carnaval? Algunas de las funciones de estas fiestas populares son, desde luego, bastante obvias.
Er;m simples entretenimientos, un respiro agradecido a Ia lucha diaria por el sustento. Todas les daban al pueblo la oportunidad de
44
La definicion Ia da R. Cotgrave, A Dictionary of the French and English Tongues, Londres, 1611. Entre los estudios recientes sabre e1 charivari se incluyen Pinon;
Davis (1975), cap. 4, sabre Francia; sabre Inglaterra, E. P. Thompson (1972). Sabre
el recolector de impuestos, Berce (1974a), p:ig. 180.
.,
\ i.
285
286
287
(Sirven estos analisis para estudiar Ia Europa moderna? Seguramente si. Al igual que las chicas zulues, las venecianas tambien se
vestian de hombres una vez al aiio. Del mismo modo que a los
swazis, a los espaiioles se les permitfa criticar a las autoridades en el
curso de determinadas festividades. Si el mundo al reves era representado regularmente, (por que lo permitian las clases dirigientes?
Es como si estas fuesen conscientes que una sociedad como la suya
-con profundas desigualdades en la riqueza, el poder y el estatusno podria sobrevivir sin una valvula de seguridad, a traves de la cual
las clases subordinadas purgasen sus resentimientos y viesen compensadas sus frustraciones. Es claro que los contemporaneos no usaban el termino <<valvula de seguridad -las calderas no fueron equipadas con este mecanismo hasta comienzos del siglo XIX- , pero sf
utilizaban metaforas tecnicas sencillas que significaban lo mismo.
Algunos clerigos franceses llegaron en 1444 a defender Ia Fiesta de
los Locos con estas palabras:
Hacemos estas cosas como burla y no en serio, siguicndo Ia antigua usan za,
y asi una vcz a! ano Ia locura innata en nosotros puede salir y evaporarse.
,:No revientan algunas veces los pellejos y barriles de vino, si cl respiradero
(spiraculum) no es abicrto de vcz en cuando? Nosotros tambien somos viejos barrilcs ...
flict in Africa, Oxford, 1956, cap. 5; V. Turner, The Ritual Process, Londres, 1969,
cap. 5.
49
La voz valvula de seguridad del Oxford English Dictionary, seiiala que William Homes us6 est a met:ifora en 1825 para referirse a las fiestas populares; el texto
de 1444 (sobre el que llam6 Ia atenci6n Bakhtin), en H. Denifle (ed .), Chartularium
universitatis parisiensis, 4, Paris, 1897, pags. 652 y sigs.; sobre Roma, Lassels (n. 14),
p:ig. 188.
288
289
t.
S J Sobre Palermo, V. Avria, citado por Pitre (1889), 1, pag. 10; el termino alteraci6n de los c6digos se lo debo a Ranajit Guha de Ia Universidad de Essex; sobre
Napoles, A. Giraffi, Le rivolutioni di Napoli, Venecia, 1647, pag. 7; sobre fiesta y
revuelta, Berce (1976), Cobb, pags. 18 y sigs., Davis (1975), pag. 97, 131, y P. Weidkuhn, Fastnacht, Revolte, revolution , en Zeitschrift fur Religios- und Geitstesgeschi:chte, 21 ( 1969).
10
~a
290
no eran unicamente rituales, sino claros intentos de actuar directamente y no solo simb6licamente. Sin embargo, los rebeldes y amotinados utilizaban tanto el ritual como el sfmbolo para legitimar sus
actos. Como nos recuerda su nombre, Ia rebelion de los ciudadanos
del norte de Inglaterra en 1539, tomo la forma de una peregrinacion,
la Peregrinaci6n de Ia Gracia (Pi/grimace of Grace), en la que los
rebeldes marcharon detras de un estandarte que llevaba representada
las Cinco Llagas de Jesucristo. Del mismo modo, en Ia Normandfa
de 1639 los amotinados marcharon tras un estandarte con Ia imagen
de San Juan Bautista. De forma especial, muchos motines se inspiraban en los rituales del charivari y el carnaval, ya que Ia deposicion,
la destrucci6n y Ia difamaci6n -quemar la efigie, por ejemplo-,
concordaban perfectamente con el tipo de protestas que se querfan
realizar. Sin embargo, los protagonistas de estas acciones no siempre
se detenfan en las efigies; en el Napoles de 1585, ellinchamiento de
un oficial impopular fue precedido de una procesion burlesca en Ia
que el acusado fue llevado por las calles <<caminando de espaldas y
con la cabeza descubierta>> (con le spalle voltate e senza berretta),
como si fuese Ia victima de un charivari 52 .
Los motines y las rebeliones se producian frecuentemente durante la celebraci6n de las fiestas mas importantes. En Ia ciudad de
Basel, durante mucho tiempo se recordo Ia masacre que tuvo Iugar
el martes de carnaval de 1376, conocido como bose Fastnacht, <<mal
carnaval>>; los londinenses tambien recordaban el <mal primero de
mayo >> de 1517, que se convirti6 en un motfn contra los extranjeros.
El carnaval de 1513 en Berna se transformo en una revuelta contra
los campesinos. Durante las guerras de religion francesas, era muy
facil que las fiestas se viesen caracterizadas por la violencia. En Romans, en la region del Delfinado, los bailes y las farsas organizados
por uno de los reinos >> para el carnaval de 1580, llevaban el mensaje
de que los ricos de la ciudad se habian enriquecido a costa de los
pobres, y la ocasi6n devino en una masacre, primero en las ciudades y luego en el campo, donde los terratenientes locales Se dedicaron a Ia caza por las aldeas, matando a los campesinos como si
fuesen cerdos>>. Este tipo de ejemplos podrfan ser multiplicados fa52
291
53
Sobre Berna, Beerli (1953), pag. 369; sobre las guerras de religion, Davis (1975),
cap. 6; sobre Romans, LeRoy Ladurie (1966), pags. 393 y sigs.; cifr. Berce (1976),
pags. 75 y sigs.; las citas proceden de E. Piemond, Memoires, ed. deJ. Brun-Durand,
Valence, pags. 88 y sigs., y sobre Dijon, Porchnev, pags. 135 y sigs.
Capitulo 8
EL TRIUNFO DE LA CUARESMA: LA REFORMA
DE LA CULTURA POPULAR
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295
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296
'i para
II
'
297
yerd, en una de sus intervenciones en la Casa de los Comunes (House of the Commons) en 1628, decla que habfa lugares en el norte de
lnglaterra y Gales pocos versados en cristiandad y donde Dios era
poco mejor conocido que entre los indios 3 .
''Los reformadores se oponfan con especial intensidad a ciertas
formas de religiosidad popular, tales como las representaciones de
tematica religiosa (misterios y milagros), los sermones populares y,
sobre todo, a las fiestas religiosas, ya fuesen estas las celebraciones
de los d!as de los santos o las peregrinaciones. Tambien se oponian
a un gran numero de elementos de Ia cultura popular secular. Una
amplia lista de todos ellos adquiriria proporciones formidables, y de
hecho una nomina reducida incluiria a los actores, las baladas, las
luchas de perros y osos, las corridas de toros, los naipes, los libretos
populares, los charivaris, los charlatanes, los bailes, los dados, las adivinaciones, las ferias, los cuentos populares, los echadores de fortuna,
los mago*s, las mascaras, los juglares, los titiriteros, las tabernas o Ia
brujerfi Muchos de estos productos o actores de la cultura popular
solian estar asociados con el carnaval, por lo que no debe extraiiarnos
que los reformadores concentrasen sus ataques en esta fiesta. Pero
sus repulsas no eran unicamente verbales, ya que tambienlprohibian
--o quemaban- libros, destruian imagenes, cerraban teatros, derribaban arboles de la cucai1a 0 dispersaban a las abadias del malgobierno.
La reforma cultural no solo se limitaba a lo popular, en la medida
que los piadosos desaprobaban toda forma de espectaculo. Sin embargo, Ia impresi6n que nos queda de este movimiento es que los
dardos mas afilados de su ataque fueron dirigidos contra las formas
de diversion populal~ As!, cuando el jesuita italiano Ottonelli censuraba a los actores, tenia mucho cuidado en distinguir entre los
commedianti -quienes actuaban en las casas particulares de los
miembros de las clases elevadas- y los ciarlatani -quienes lo hacian en los mercados- para los que reservaba sus desaprobaciones
mas imensas 4 . Todas las danzas deblan ser quemadas, pero algunos
bailes tradicionales -a los que deberiamos Hamar <<bailes populares >>- fueron distinguidos para sufrir una condena particular.
(Que es lo que era incorrecto, desde el punto de vista de los
3
Sobre Huelva, A. Dominguez Ortiz, The Golden A!(e of Spain (trad. inglesa),
Londres, 1071, nota de Ia p:ig. 323. (Hay trad. espanola.) Rudyerd, citado por Hill
(1974), pag. 19.
4
Ottoneli, citado por Lea, 1, p:ig. 311.
299
J. Stopford,
.lOO
301
col. 985; Giberti, citado por A. Grazioli, G. M. Giberti, Verona, 1955; cifr. Schannat,
en el indice bajo dabulosa et vana non immiscenda concionibus; W . Perkins, The
Whole 11eatise of the Cases of Conscience, Londres, 1632, pag. 344; H . Est!Cnne,
Apologie pour Herodote (1566), caps. 34-36.
1-'._, El obispo de Evora, citado por Braga (1867a), pag. 48.
.
~. Sobre la mentalidad mas antigua, J. Huizinga, The Waning of the mtddle Ages,
Harmondsworth, ed. de 1965, pags. 151 y~-
__________________________......._______________
..
302
ejecutantes la oportunidad de tener <<obscuras tentaciones, e inmundos tocamientos, lo que servia como <<introducci6n a la fornicaci6n,
como preparativo a la licenciosidad y ~ todo ~ipo de. las~ivia>>. -0-lgunos bailes eran objeto de una denunCia especral. El jesurta espanol
Juan de Mariana fue particularmente critico con la zarabanda, lo
mismo que Fran<;ois de Caulet, obispo de Pamiers en el Lang~e~oc,
contra la volta, la voltereta. Lo mas desagradable de esta ultrma
danza puede deducirse de Ia ordenanza que mand6 publicar .el. senescal de Limoux -tambien en el Languedoc- en 1666, prohJbrendo aquellos bailes en los que los chicos lanzaban al aire a sus parejas,
<<en una forma tan infamante, que permite a los participantes y espectadores ver aquello que la vergiienza nos dice que debe ir mas
h"
13
cu,rerto .
.,
.
.
. .,
' Ademas de la acusacwn de mdecencra, extsua otros argumentos
morales. Tenemos, po.r:. ejemplo, la idea de que los juegos y las fiestas
provocaban violencia.'.lfhomas Hal~ indicaba, en este senti.do, q~e
<<un dicho muy comun es que las frestas no lo son tanto sm algun
tipo de pelea y un estudio del carnaval en particular nos prue?a
que esto era asi (supra, pags. 304-305). Stubbe~ atacaba ~on los mrsmos argumentos a los pan@gs..de.JU.tbol, << Un JUego asesmO>> o <<Una
amigable forma de lucha. Su argumento contra los combates e11~re .
OSQS..J"P~.!IQ.S se basaba en la idea de la crueldad: <<Se abusa de Dws
cuando se maltrata a sus criaturas, Ia misma valoraci6n a la que
llegaba Mariana en su oposici6n a las corridas de taros. En ellimite
entre Ia moral y la politica, nos encontramos con el argumento de
que las canciones populares presentaban -con demasiada frecuencia- a los criminales como si fuesen heroes. Asi lo subrayaba Robert Crowley en una carta fechada en 1537 y dirigida a Thomas
Cromwell, en la que se quejaba de que <<los arpistas >> y <<los rimadares eresentasen los robos COn orguJlo, C~H}lO si luesen <<VaJentonadaS). La asociaci6n entre fiesta y revuelt[ '(supra, pags. 328-329)
tambien era evidente en estas criticas y asi -por ejemplo- la famosa sociedad de la Mere Folie de Dijon fue abolida en 1630 porque
ofendfa el <<reposo y la tranquilidad de la .c~udad ~41"
.
Otro de los argumentos morales mas utrhzados contra las drversiones populares se basaba en que estas eran simplemente <<Vanida13 P. Stubbes, Anatomy of Abuses, Londres, 1583, pigs. 98 y sigs; cifr. Perkins
(n. 10); Doublet (1895a), pigs. 369 y sigs.; Dejean, nota de Ia pig. 3_2.
4
1 Hall (n. 6), pig. 10; sabre Ia Mere Folie, Tilliot, pigs. 111 y stgs.
I
'
303
304
Hasta ahora hemos estado describiendo el movimiento de reforma de Ia cultura popular como algo que afect6 a todr Europa, a
pesar de Ia existencia de diversas creencias religiosas. 1A mediados
del siglo XVII, los teatros fueron cerrados tanto en el Madrid cat6lico
como en el Londres protestante, y en ambos lugares por razones
similares. Para un historiador occidental es, desde luego, mas interesante cruzar las fronteras de Ia religion ortodoxa, aunque hay razones que nos mueven a creer que tambien en Rusia se estaba produciendo una reforma parecida 17 Jl( \D~:-1\u. P-~ '~:{\
Un famoso Concilio de Ia Iglesia rusa, el de Stoglav o el de <<los
cien capftulos, celebrado en 1551, denunci6 los juegos de origen
griego y de invenci6n demonlaca que se celebraban en Ia vigilia de
Ia fiesta de San Jua\\ Bautista o durante el perfodo navideiio (supra,
pag. 314). Ademas,\e prohibia a Ia genre que consultase a los curanderos o magos popularef.>tos Skoromokhi sufrfan un ataque especial, porque en su profesi6n los hombres se vestfan de mujeres y
las mujeres de hombres, y llevaban osos en los espectaculos para
Seducir a la gente sencilla 18
Sin embargo, el momento mas algido del movimiento reformista
ruso parece haberse producido a mediados del siglo XVII, asociado
con los llamados filoteistas >> o fanaticos >>, como el arcipreste Neronov y su discipulo -tambien arciprestre Avvakum, cuya biografla
lo co~\'ierte en una de las figuras mejor conocidas del siglo XVII en
Rusia. El zar Alejandro apoy6 a los fanaticos, publicando en 1648
un edicto sobre el enderezamiento de Ia moral y Ia abolici6n de Ia
superstici6n y dirigido contra los bailes, los violinistas, Ia magia,
los disfraces, los juglares (skoromokhi) y la yegua diab6lica>>, una
referencia a! caballo que iba de casa en casa durante los dias de
Navidad 19 / I
Pero, (hasta que punto existfa un paralelismo entre Ia Europa del
este y Ia del oeste? Para ayudarnos a encontrar una respuesta a esta
pregunta es conveniente que comparemos los siguientes pasajes, ambos referidos al impacto de Ia reforma en los pueblos.
305
Llegaron a mi pueblo con osos que danzaban al son de los tambores y los
laudes y yo, aunque soy un miserable pecador pero celoso del servicio a
Dios, los expulse, rompi Ia mascara del c6mico y los tambores ... y me lleve
a dos osos grandes; a uno lo deje sin sentido pero revivi6 y al otro lo deje
irse por el campo abierto.
Los dos pasajes reproducidos fueron escritos a mediados del siglo XVII. El primero lo fue por el cura parroco de Nanterre, que en
esas fechas todavia era una aldea campesina; el segundo procede de
Ia autobiografla del arcipreste Avvakum. Por lo demas, ambos fragmentos dan Ia impresi6n que las compaiiias ambulantes de bateleurs
y skomorokhi tenfan muchas cosas en comun, pero tambien los reformadores que estaban tratando de suprimirlos 20 .
~" Teniendo en cuenta estos datos, es importante que veamos al
movimiento reformista como a un todo, pero no al precio de hacerlo
aparecer como monolitico; es este, por lo tanto, el momento de
hablar de las variaciones. Avvakum, por ejemplo, fue un reformador
desde el comienzo de su carrera, pero apoy6 a Ia religion popular
tradicional en contra de las reformas liturgicas introducidas por su
viejo aliado Nikon, despues de que este fuese nombrado patriarca de
Moscu 21 ~\Los rcformadores cat6licos y protestantes no mostraron
Ia misma hostilidad hacia Ia cultura poP.Vlar, ni sus posiciones estuvieron fundadas en las mismas razones~ La reforma cat6lica tendi6
a identificarse con modificaci6n, mientras que Ia protestante lo hizo
con abolicior/.4 Algunos argumentos utilizados en Ia reforma de la
cultura popular eran especificamente protestantes, como aquel de que
las fiestas eran reliquias papistas. Esta posicion no solo les llevaba a
querer abolir las festividades santorales mas seiialadas, sino todas las
fiestas en general y, de hecho, se opusieron tanto al carnaval como
20
--,
306
307
los
24
Rue[ von dem Hey ligen Ritter S. Gergen, Augsburgo, 1621; C. Hole, English
Folk Heroes, Londres, 1947, pags. 27 y sigs.
30S
ciones excesivas puede ser tltil que tracemos una breve historia del
movimiento reformador desde 1500 hasta, aproximadamente, 1650.
A comienzos del siglo XVI ya existfan unos cuantos reformadores
mas o menos famosos, como Sebastian Brant.-al que hemos mencionado con anterioridad-, o su amigo Jo~~~!LG~!1t:LAt!Kaisers
berg, un parroco de Estrasburgo. Este ultimo se habia opuesto a la
costumbre de comer, beber, danzar o jugar durante las festividades
religiosas, unas actividades que consideraba como <<la ruina del pueblo (des gemeinen Volks Verderbnis). Geiler era, por lo demas,
particularmente hostil a la costumbre local de 1a Roraffe, la cual
consistia en que el dia de Pentecostes un buf6n se escondia detras
de una estatua con esc nombre en la catedral de Estrasburgo, cantando y haciendo el payaso durante la celebraci6n de la misa. Casi
al mismo tiempo, Girolamo Savonarola estaba tratando de introducir
reformas similares en Florencia; as!, pocos dias antes del carnaval de
1496 en uno de sus sermones, sugiri6 que los niiios debian recolectar limosnas para los pobres respetables, en vez de hacer travesuras malvadas, como lanzar piedras o participar en las carrozas 25
Estos ataques a las diversiones populares no eran, sin embargo,
totalmente nuevas en 1500. A comienzos del siglo XV, San Bernardino de Siena habia denunciado la costumbrc de celebrar la Navidad,
J can Gerson la Fiesta de los Locos y Nicolas de Clamangcs los
velatorios en las iglesias: Los que participan en estos, mantienen la
vigilia pcro lo hacen mal y sin ningun tipo de vergiienza. En muchas
iglesias algunos bailan y cantan canciones obscenas, otros ... juegan
a los dados>>. Podemos incluso retroceder todavia mas en el tiempo.
En el siglo XIII, Robert Grosseteste reprobaba a los clerigos que
organizaban <<representaciones de lo que se llama milagros, y otras
a las que denominan entradas de mayo o del otoiio. Un siglo antes,
Gerhoh de Reichersberg habia atacado a todos los tipos de representaciones religiosas. Las criticas rusas a los skomorokhi seguian los
trazos de los antecedentes bizantinos; aun podemos ir mas lejos
llegando hasta los mismos padres fundadores de la Iglesia, como San
Agustin a quien le impresionaba ver a la gente vestida con pieles de
animales el dia del aiio nuevo, o a Tertuliano quien criticaba la participaci6n de los cristianos en los spectacula (las exhibiciones de gla25
309
I. Origo, The world of Saint Bernardino, Londres, 1963, pag. 166; sobre Gerson y Clamanges, P. Adam, La vie paroissiale en France au XIV' siixle Paris 1964
~ags. 264 y sigs.; Grosseteste, citado por Baskervill (1920), pag. 43; ej~mplo~ ante~
nores en Chambers (1903 ), 2, apendice N.
27
Torno el termino <<resistencia de R. Hoggart, The Uses of Literary, Harmondsworth, ed. de 1958, pag. 264.
310
,f
311
28
Sobre el protestantismo y Ia cultura popular, hay un ensayo bibliografico c11
Bruckner (1974), pags. 23 y sigs.; sobre Lutero, Clemen (1938), Klinger y Kohler.
Sobre Osiander, Roller, pags. 140 y sigs., y Sumberg, pags. 176 y sigs. T. Naogcor
gus, Regnum papisticum, s.l., 1553. Sobre !a Suecia luterana, Granberg.
29
Sobre Zuinglio y Ia cultura popular, Triimpy (cifr. C. Garside, ZwinKli a111/
i
I
- -
- - - -
l
111
de llenar los zapatos de los niiios con toda suerte de dukes y cosas
sin sentido>> (met allerley snoeperie ende slickerdemick), durante la
fiesta de San NicoLis 31 .
En ellado cat6lico, la tradici6n impuesta por Geiler y Savonarola
tuvo sus seguidores en la primera mitad del siglo XVI. Estaba Erasmo, mucho mas estricto que Lutero en todo lo relativo a la cultura
popular, y -entre los reformadores mas activos- el obispo de Verona, Gian Mateo Giberti. Si los ejemplos de medidas que se oponian ala cultura popular son muy escasos con anterioridad a 1550, no
fue esta la situaci6n despues del Concilio de Trento, cuyas ultimas
sesiones -sin duda las mas importantes- tuvieron lugar durante
1562 y 1563. En sus intentos de contener las herejfas de Lutero y Calvino, los obispos reunidos en Trento promulgaron varios decretos
dirigidos a reformar la cultura popular. Aunque se defendia la tradici6n de colocar imagenes en las iglesias, el concilio declaraba que:
En !a invocacion de los santos, la veneracion de las reliquias y el uso sagrado
de las im:igenes, debe ser eliminada todo tipo de superstici6n, todo intento
inmundo de ganancia y abolida toda !a lascivia, con lo que las im:igenes no
podr:in ser pintadas o adornadas con seductores adornos, y !a celebraci6n de
los santos o !a visita a las reliquias no deben verse pervertidas por el pueblo
en fiestas ruidosas y alcoh6licas, como si aquellas pudieran celebrarse con
jolgorio y sin ningun sentido de !a decencia 32
Para hacer efectivos estos decretos tridentinos en todos los territorios, se celebraron -ya desde la segunda mitad de la decada de
1560- una serie de sfnodos y concilios provinciales en toda la Europa cat6lica, desde Reims a Praga, desde Haarlem a Toledo. Con
anterioridad a estas fechas, este tipo de concilios se habian dedicado
-sobre todo- a condenar las faltas contra la moralidad cometidas
por el clero, o c~mo denuncia de los abusos en la administraci6n de
los sacramentos~ Lo que apareci6 como una novedad a partir de la
decada de 1560, fue la atenci6n que se daba a todo lo que estaba
relacionado con la reforma de las fiestas y las creencias del pueblo
iletrado>> (indocta plebs). Los indices de libros prohibidos a finales
del siglo XVI tenian como preocupaci6n central las obras de teologia
31
Wirth, p:igs. 174 y sigs.; R. D. Evenhuis, Ook dat was Amsterdam, 2, Amsterdam, 1967, pags. 117 y sigs.
32
La sesi6n veinticinco del Concilio de Trento, en E. C. Holt (ed.), A Documentary History of Art, 2, Nueva York, 1958, pags. 64 y sigs.
313
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315
316
La cultura de lo piadoso
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317
318
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319
43 S b
, . cateosmo
.
o ~e eI termmo
(usado en una instrucci6n oral por Augustine
sobre _un hbro de Lutero), J.. Geffcken, Der Bildercatechismus des 15. jahrhunderts,
L~ipzlg, 185_
5 ; sobre. Ale;nama, Strauss, pigs. 38 y sigs.; sobre Suecia, Pleijel (1955,
pags. 17 y s1gs.; 1965, pags. 64 y s1gs.) y Johansson (1969), pags. 42 y sigs.; dos de
los hbros ed1tados con mas frecuencia en Inglaterra antes de 1640, fueron el catecismo
de Nowell y el de Egerton.
320
Sobre las lecturas publicas calvinistas, F. M. Higman, The Style of john Calvin,
Oxfo"rd, 1967, A pen dice A.
321
45
.
Para los himnos de Lutero, versus Werke (n. 36), pigs. 411 y sigs.; para los
hnnnos luteranos, Wackernagel, esp. vols. 3-5.
II
322
c, !c,
J
323
son buenos para su salud, mientras que el texto de la Sagrada Escritura la cura de inmediato. En Berna (1525), la gente pudo contemplar El vendedor de indulgencias, un tema satfrico muy comun, escrito por el pintor y poeta Niklas Manuel. Por su p arte, Thomas
Naogeorgus adapt6 los tradicionales dramas sacramentales a los objetivos protestantes en su Pammachius (1538), que trata de un papa
corrompido por el poder. El arbol de las Escrituras, en la que se
ataca al clero catolico y a las supersticiones, fue representada durante 1539 en Middelburg, una ciudad de los Pafses Bajos. La primera generaci6n de reformadores sabia muy bien que, entre el pueblo comun las cosas entran antes por los ojos que por los oidos, y
recuerdan mucho mejor lo que ven que lo que oyen >>; este era el
punto de vista de un ingles del reinado de Enrique VIII, que a continuaci6n sugeria que se organizase una fiesta anual -que incluiria
hogueras y procesiones- para conmemorar Ia ruptura con Roma 47 .
Sin embargo, a largo plazo los protestantes fueron perdiendo el
interes por las obras de teatro. Las razones no son claras. Quiza ya
habfan cumplido con su funci6n, o el nivel de educaci6n de la gente
se habia clevado o aquellos reformistas mas estrictos -los que consideraban que los dramas eran algo esencialmentt malo- acabaron
por imponer su voluntad a los mas moderados'. La historia de la
imagen p~pular en la cultura popular protestante, sigui6 Ia misma
tendencia. Durante la primera gcneraci6n de Ia Reforma, los grabados fueron un instrumento de propaganda importante~,..-Podemos
mencionar el taller de Cr.rnach y en La Pasion de Cristo y el Anticristo (supra, pig. 230), pero hay otros muchos ejemplos. Sin embargo, despues <;le estos primeros aiios los grabados fueron perdiendo importancia~ En la Europa luterana habfa, desde luego, un Iugar
para las imagenes sagradas: cuadros de Lutero, ilustraciones de los
distintos episodios de la Biblia (especialmente del Nuevo Testamento), emblemas como los de las obras de Arndt, La 'uerdadera cristiandad y El jardin del Paraiso -que inspiraron numerosos frescos
de las iglesias alemanas y suecas-, e incluso cuadros con escenas
del juicio final o las penas del infierno~Por el contrario, en la Europa calvinista las paredes de las iglesias simplemente fueron blanqueadas y desprovistas de todo tipo de adornos.~Los techos, los
1
47
Un ingles;,, probablemente Richard Morrison; S. Anglo, An Early Tudor
Programme for Plays and other Demonstrations against the Pope, en ]WCI, 20
(1957).
324
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'.)
...
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48
Sobre Ia iconografia luterana, Christie, H aebler, Lieske, Scharfe (1967 y 1968)
y Svardstri.im (1 949), pags. 93 y sigs. No parece que haya nada parecid sobre los tem ples calvinistas; sin embargo, hay un fino ejemplo de un pulpito con decoracion floral
en el temple de Kolozsvaar (C iui) en Transilvania y de un techo con emblemas (entre
los que se induye el craneo) en Ia iglesia de un pueblo cercano a Korosfo.
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,,
I
325
Bossuet no explica en que consistia la diferencia entre las hogueras eclesiasticas y las ordinarias, pero -desde luego- la tecnica de
la acomodaci6n aparece con toda rotundidad en sus palabras 50 .
\\ Para cornplicar todavia mas la situaci6n, durante este periodo los
reformistas cat6licos luchaban en dos frentes: contra los protestantes
-cuyas reformas habfan ido demasiado lejos- y contra la inmoralidad y Ia << supersticionK: En este sentido, la cultura de la Contrarreforma lleva las marcas de estas dos batallas. Para precisar mejor
49
Gregorio, citado por Bede, Ecclesiastical history (trad. inglesa), H armondsworth,
1955, libro 1, cap. 30; R. de Nobil i, Premiere apologie (1610), trad. frnncesa, Paris,
1931 , esp. pag. 67.
50
Sobre Granada, Dominguez Ortiz (n. 3), pag. 323; J. B. Boss uet, Catechisme
du diocese de Meaux, Paris, 1690, pags. 363 y sigs.; cifr. Lanternari.
326
la situaci6n, puede ser util que tratemos por separado los tres elementos constitutivos de esta cultura: lgs rituales, las imagenes y los
textos reformados.
'' Los reformistas cat6licos eran conscientes de la utili dad del ritual. Podfan utilizarlo para convencer a sus pueblos que los protestantes vjvfan en el error, o que eran unos malvados, o ambas cosas
a la vez'."Una efigie de Zuinglio fue quemada en el carnaval celebrado
en 1523 en Lucerna, mientras que la de Lutero lo fue regularmente
en la Alemania cat6lica hasta comienzos del siglo XIX. Durante la
vigilia de San Juan, los herejes eran obligados a retractarse publicamente, o en caso contrario quemados, como sucedi6 en los famosos
autos de fe celebrados en Valladolid y Sevilla a comienzos del reinado de Felipe II; tambien los libros corrfan la misma suerte, desde
Montpellier a Vilna. Por su lado, Savonarola atac6 la fiesta del Carnaval, utilizando rituales claramente carnavalescos. La famosa quema
de Vanidades>> en Florencia, fue una sustituci6n deliberada de la
costumbre de encender hogueras o de quernar carrozas durante el
carnaval, y --al menos en una ocasi6n- el mismo Carnavab, <<bajo
la forma de un monstruo inmundo y abominable>>, fue aiiadido a la
pira; en este caso una clara ejecuci6n burlesca al estilo tradicional,
pero ya con un nuevo significado. En Milan, San Carlos Borromeo
prohibi6 que se celebrasen representaciones teatrales durante el carnaval, pero en sustituci6n organiz6 diversas procesiones. La devoci6n de las cuarenta horas>> -muy extendida en la segunda mitad
del siglo XVI y que solfa incluir fastuosos efectos de luz y sonido-,
tom6 prestadas muchas de las caracterfsticas de las fiestas populares,
con la intenci6n de sustituirlas en el coraz6n de los fieles 51 .
\'Estos nuevos rituales pueden verse en su forma mas dramatica,
durante las misiones que organizaban los jesuitas y otros monjes en
las ciudades y el campo durante el siglo XVII~_;En Bretaiia, por ejemplo, los misioneros representaban un supuesto dialogo entre los vivos y las almas del purgatorio, pero tambien procesiones donde se
ilustraban las estaciones del via crucis. Las misiones organizadas en
el reino de Napoles en la decada de 1650, fueron todavfa mas teatrales. En estas, l.Qs sermones ocupaban un papel importante'?como
lo demuestra el hecho de que fuesen organizados al alba o al atardecer para permitir la presencia de los trabajadores en ellos. En ge51
Sobre Savonarola, Landucci (n. 25), pags. 124, 163; cifr. Manzoni, pag. 216.
Sobre las Cuarenta Horas, ver infra, nota 55.
,,
II
327
'!!' ,.
,..neral su tema principal era el fuego del infierno, dando a los predicadores la posibilidad de mostrar una calavera con la que afectar los
sentimientos de su auditorio; por ello, <<en ocasiones los predicadores se vefan obligados a dejar de hablar durante casi un cuarto de
hora, debido a los lamentos y suspiros del publicO>>. Aun eran mas
importantes las procesiones -especialmente las de hombres, no hay
que olvidar que estamos en el sur-, que inclufan a penitentes con
coronas de espinas sobre sus cabezas, cuerdas alrededor de sus cuellos y en sus manos huesos, cabezas de la muerte o pequeiios crucifijos, y que iban descalzos y semidesnudos por las calles; en ocasiones, otros participantes arrastraban grandes cruces o se mortificaban mientras caminaban. Tras los penitentes marchaban las reliquias y las efigies seguidas por mas seglares, cerrando la procesion miembros del clero con cestas llenas de libros prohibidos, canciones de amor o instrumentos de magia, el combustible de otra
hoguera de las vanidades 52 .
Algunos de estos misioneros predicadores -como Le Nobletz o
Maunoir en Bretaiia-, se servian de elementos visuales o de imagenes para ilustrar, por ejemplo, la vida de San Martin, el Padrenuestro, cl Santisimo Sacramento o las penas del infierno 53 . Bossuet
recomendaba a los sacerdotes de su diocesis que colgasen imagenes
en el pulpito, para lograr con sus palabras una mayor influencia
sobre los feligreses.\ 'Los reformistas cat6licos, a diferencia de los
cat6licos, segufan promoviendo una religi6n de las imagenes y no
una de textos, sin que sepamos si esto fue la causa o era la consecuencia de que las zonas cat6li9s tuviesen un menor grado de alfabetizaci6n que las protestantes:/ Aquella sugerencia de Gregorio el
Magno de que las imagenes eran los libros de los iletrados, todavia
seguia teniendo mucha influencia en el mundo cat6lico" Los reformistas no querian trabajar sin ayudarse de estos elementos visuales,
aunque en ocasiones encontraban que algunas de estas imagenes re\
ligiosas populares no eran muy recomendables.
En sustituci6n de aquello que debia ser reformado,' la Iglesia
ofrecia nuevos santos cat6licos y nuevas imagenel"'A Sa!2....!.~cio de
LoJ::Qk_-canonizado en 1622- se le mostraba como un hombre
con barba que sostenfa un libro abierto, la regia de su orden, y con
52
S. Paolucci, Missioni de'padri della Compagnia di Giesu nel regno di Napoli,
Napoles, 1651, pags. 19 y sigs., 23, 42 y sigs.
53
H. Le Gouvello, Le venerable MichelLe Nobletz, Paris, 1898, pags. 187 y sigs.
.,
328
las siglas JHS (jesu Hominum Salvador, Jesus Salvador de los Hombres) sobre su pecho. San~eresa de Avila -canonizada el mismo
aiio-- a menudo fue representada con aura de extasis, siguiendo el
modelo de la famosa escultura de Bernini, y con el corazon atravesado por una flecha lanzada por un angel. Juan Nepomuceno, fue
una figura importante en la Europa central y su
se extendio
en el siglo XVII, aunque no fue canonizado hasta 1729 54 Hubo otros
cambios importantes en el enfasis devocionario~Santa Marfa Magdalena se convirtio en una figura mas importante de lo que lo habfa
sido antes de la Contrarreforma, y lo mismo sucedio con San Jose. 1i
Durante la Baja Edad Media, a este se le habfa visto como una figura
comica, una suerte de santo cornudo: Jose el tonto Uoseph le
rassote). Sin embargo, el clero intento que sus fiel~s se lo tomasen
mas en serio. La consecuencia de esta camp ana fue')a fundacion de
numerosas cofradfas que lo adoptaron como patron, produciendo-se al mismo tiempo la creciente sustitucion de las imagenes de la
Virgen y el Nino, por otras en las que se representaba a Ia Sagrada
Familia:'fPor lo demas se dio mas enfasis, en comparacion con lo
sucedido en la Edad Media, al culto de la Eucaristfa, y -de hecho-el nacimiento de la devocion de las <<cuarenta horas>> seria u daro
indicador de este cambio 55
Todas estas mutaciones parecen haber sido el rcsultado de L
polftica oficial de la Iglesia cat6lica. El culto a la Sagrada Fan .ilia,
como el dirigido a San Isidro Labrador (canonizado con San Ignacio
y Santa Teresa en 1622), se parece mucho a un intento deliberado
de atraerse a los Jaicos mas sencillos. Las canonizaciones de San
Ignacio, Santa Teresa y San Carlos Borromeo, tendrfan como fin
insistir en los exitos de la reforma catolica. El culto a la Eucaristfa
serfa la respuesta a los ataques de los protestantes contra Ia transubstanciacion, el rito de la misa o el papel privilegiado que se concedfa
a los sacerdotes. De forma similar, el nuevo culto a Marfa Magdalena
(generalmente representada como una penitente llorosa) y a San Juan
de Nepomuceno (un sacerdote que fue ejecutado por negarse a revelar secretos recibidos en confesi6n), fueron parte de Ia respuesta
cufto
54
E. Male, L 'art religieux ... apres le Concile de Trente, Paris, 1951, pags. 100 y
sigs.; cifr. Arnades (1947), 2, figs. 218-219.
55
Sobre San Jose, Huizinga (n. 12), pag. 164, y Male (n. 52), pags. 309 y sigs.;
sobre las cuarenta horas, M. S. Wei!, <<The Devotion of the Forty Hours and Roman
Barroque Illusions, en JWCI, 37 (1974).
329
Cornparar los ejemplos de Male con B. Malinowski, Magic Science and Religion, Nueva York, 1954, pags. 101, 107, 144.
330
57
331
me~ievales,
~u~ho
57
D' Ancona (1872), 2, pag. 129; Wardropper, piig. XXVI; A. Boschet, Le Parfail
Missionaire, ou la Vie du Rhil!rende Fere Julien Maunoir, Paris, 1697, esp . pag. 96.
5 8 C. Sommervogel, Bibliotheque de La Compagnie de Jesus, vols. 1 y 2, Bruse
las-Paris, 1890-91, articulos Bellarmine y Canisius; sobre el catecismo en Francia,
Dhotel y J. R., en Images du peuple.
!a
59
.
I..
- - ------------------------------.::------------------------------------~
II
La cultura popular en la Europa moderna
332
333
.1'/'
Puede ser rnuy util que sigarnos estudiando con mas detalle estas
zonas marginales: el Languedoc. A finales del siglo XVII ejerdan en
esta region dos energicos obispos reformistas, Nicholas Pavilion
--obispo de Alet y que estaba inspirado en San Carlos Borromeo-y Fran<;ois-Etienne Caulet, obispo de Pamiers, quien tom6 sus ideas
de Pavilion. De los papeles de estos dos obispos podemos deducir
que en las tierras altas del Languedoc, el trabajo reformista estaba
todavia por hacer. Ambos personajes relataban su horror ante los
violentos charivaris, los bailes indecentes en los dias festivos, los
adivinadores, los actores ambulantes y la ignorancia general de la
religion. El mismo Caulet debio prohibir al clero que estaba bajo su
jurisdiccion, que frecuentasen las representaciones teatrales, los bailes o las mascaradas, como si Ia t-dorrna catolica nunca se hubiese
producido. Sin embargo, las montaiias no eran los (micas obstaculos
que separaban a los habitantes de Alet y Pamiers de lo que estaba
sucediendo en otros lugares. Pavilion llamaba la atencion sabre la
necesidad de un catecismo en lengua vulgar>> para sus feligreses,
porque estos no entendian el frances. Fue esta reclamacion Ia que,
sin duda, provoco que Bartholome Amilha -un canonigo de Pamiers nombrado por Caulet-- publicase su Cuadra de La vida de un
cristiano perfecto (1673) en occitano. Sus versos son una vibrante
exposicion de las ideas de los reformadores y en elias se previene a
los que lo leian o escuchaban, contra los peligros de Ia danza, el
juego, frecuentar aquelias casa de inicuidad>> que son las tabernas
y, sobre todo, contra los riesgos del carnaval.
334
335
I~
~~--------------..------------~~~--~---~~--~
336
65
J. Molanus, De Picturis et lmaginibus Sacris, Lovaina, 1570, esp. caps. 1, 16,
26, 59 (Antony) y 71 (Martin); el archidi:icono cit. por Ferte, nota de Ia pig. 104;
para el arzobispo de Orleans en Sennely, Bouchard, p:ig. 299.
66
Sobre Noruega, Bo, cap. 4; sobre Escocia, T. C. Smout, A History of the Scottish
People (1560-1830), Londres, ed. de 1972, pag. 80, cifr. M. Martin, A Description of
the Western Islands of Scotland (1703), ed. de D. J. Macleod, Stirling, 1934.
337
\'
338
La reforma dentro de la Reforma en la Europa protestante supuso --de forma paralela al jansenismo entre los cat6licos-- el asce~s~ del pietismo>>. En Alemania, este movimiento -liderado por
Phillipp Jakob Spener- redamaba una vue!ta a las teorias de Lutero
aunque insistia no tanto en la reforma de los rituaJes o las creencia;
-unos temas que preocuparon a Lutero--, sino en la idea de una
reforma mas interior o moral. Los escandinavos participaron directamente en este_ movimie~to pietista, y el renacimiento religioso en
Gales se produJO en el m1smo perfodo y, probablemente, mamuvo
estrechos contactos con el. En Ia Inglaterr; de la decada de 1690, se
fundaron numerosas sociedades dirigidas a Ia reforma de las maneras>>. Estas sociedades promovian medidas contra las ferias, los juegos, ~as mascaradas, las representaciones teatrales, las tabernas, las
prostttutas y las baladas obscenas >>. Este interes de los reforrnadores
por la " P,rofanaci6~ del dfa del Senor>>, les relacionaba con la primera
generacwn de puntanos, pero su preocupaci6n esencial era Ia moral
y no Ia teologfa, la licenciosidad y no Ia superstici6n. De hecho
la etica de la respetabilidad era mas visible que en periodos anterio~
~es. El ataque _de los eva_ngelistas contra las diversiones populares
mglesas a med1ados del s1glo XVIII , debe ligarse con esta tradicion.
En Francia, Ia Compaiifa del Santa Sacramento -con ramificaciones
en ~:rfs, Marsella, Toulouse y otros lugarcs-- fue otro grupo de
preswn preocupado por la rdorma de las maneras, que luchaba contra cl carnaval o invcstigaba la vida y Ia moral de adivinadoras v
'
funambulistas.
Una caracterfstica sorprendentc de esta segunda fase de Ia rcforma, fue el papel preponderantc que jugaron los laico'f." La Compaiifa
del Santo Sacramento era un grupo donde coincidfan clerigos y seglares. En Inglaterra, muchos Jaicos -desde Guillermo III hasta numer~so_s jueces de paz rurales~ tomaron parte junto al clero en el
mov1m1ento de reforma de las maneras, uniendose a sociedades lo~~les cuyo objeti~o. eJ.a impone_r los ideal~s reformistas en todos los
cnbunales de JUStlcla.WLos predtcadores la1cos fueron dominantes en
el renac~miento religioso en Inglaterra y scandinavia. En Noruega,
uno de estos -!""fans Hauge- no solo quemaba violines o predicaba
contr_a, las c~ncwnes, lo_s c~tentos y las danzas populares, sino que
tamb!en ped1a a su audltono que pensasen por sf mismos en la religion sin limitarse a escuchar al clero 68 .
6
"
339
mclman consideraciOnes esteucas. Johan Christoph Gottsched, profesor de poesfa en Leipzig, atacaba al teatro popular de sus dias -el
de Hans Wurst y Arlequin- en nombre no de la moral, sino del
buen gusto (der gute Geschmack). Gottsched se quejaba de que ,,eJ
pueblo comun siempre disfruta mas con las bufonadas y las injurias
mas vastas (Narrenpossen und garstige Schimpfreden), que con las
c_~sas serias~~mbien se oponia al teatro que no cumplfa las reglas
f11adas por Anst6teles y a los actores que se tomaban demasiadas
libertades con el texto"f--es decir, contra aquellos que actuaban al
modo tradicional-, de lo que resultaban obras solamente buenas
para entretener a do mas bajo de Ia plebe (des untersten Pobels ).
Con estas criticas, Gottsched consiguio el exito al desterrar a Arleq~in, de los escenarios alemanes a partir de 1731. El equivalente
v1enes de Gottsched fue Josef von Sonnenfels, cuyas cartas sobre el
t~at~o vienes,_escritas en la decada de 1760, iniciaron una gran polemica conooda como la Hanmmrst-Streit. Como Gottsched, Sonnenfels encontraba al teatro popular muy procaz -a ambos les hab_rfa gustado censurar no solo los textos, sino tambien las gesticulac!~ncs que los a~ompaiiaban-, y su teatro ideal era aquel que partlclpaba de la umdad de tiempo, Iugar y accion, al modo del drama
clasico de la antigua Grecia o de la Francia del siglo XVII 69 .
Otra de las diferencias mas notables );:ntre las dos fases de Ia
rcforma tien~\.que ver con lo sobrenatura( Los reformadores de la
cultura popular mas tempranos, como Calvina o San Carlos Borromeo, crefan en la eficacia de la magia a la que denunciaban como
diabolica; incluso deberiamos incluir en esta situaci6n a Ia caza de
bruj~s, que alcanzo su maxima intensidad a finales del siglo XVI y
comtenzos del XVII coincidiendo con esta fase de la reforma. Sin
embargo, algunos de los refori?adores que prota_t;onizaron la segunda fase, no se tomaron en seno estos fenomenot.' En la diocesis de
caps. 6 y 7, sugiriendo que el ataque sistematico y principal contra las diversiones
populares no comenz6 basta mediados del siglo XVIII); sobre Escandinavia, Pleijel
(1965), pags. 19 y sigs., y (sobre Hauge) Koht (1926), cap. 23; sobre Francia, Allier
(1909 y 1914).
69 J. C. Gottsched, Versuch einer .Critische Dichtkunst (1730), incluido en sus
Werke, Berlin-Nueva York, 1973, esp. Ia 2.' parte, cap. 11; J. von Sonnenfels, <<Briefe
uber die Wienerische Schabiihne , en sus Gesammelte Shcriften, 10 vols., Viena,
1783-87, vol. 5, pags. 189 y sigs.; Rommel, pags. 384 y sigs.
340
Sobre Pavilion, Dejean, esp. nota de Ia pig. 31; sobre Bekker, W. P. C. Knuttel, B. Bekker, La Haya, 1906.
71
Sobre Inglaterra, 0. E. D., articulo <<Superstici6m>; sobre Italia, G. Cocchiara,
Sul concetto di superstizione, Parlemo, 1945; sobre Francia, J. B. Thiers, Traite des
superstitions, Paris, 1704, especialmente cap. 9; para Ia formaci6n clisica, A. Momigliano, Popular Religious Beliefs and the Late Romans Historians, en Cuming-Baker.
72
,
Sobre Francia, M~ndro~ (1968), 3.' parte; sobre Inglaterra, Thomas (1971), esp.
pag. 570; sobre Alemama, Mtlde!fort; sobre Polonia, Baranowki.
341
La segunda fase de Ia refoma puede ser analizada con m:is claridad si nos fijamos en la Espana del siglo XVIII, quiza porque la
tradicional cultura popular habra sido poco afectada en la primera
fase, a pesar de la existencia de Mariana y Alcocer. El movimiento
comenz6 con Benito Feijoo, un monje benedictino cuyos ensayos
-publicados bajo el titulo de El teatro critico universal-- suponian
una crftica sistematica de los errores mas extendidos, en especial los
del pueblo comun (la plebe, la multitud o el vulgo, como Cl mismo
los denominaba). Con un estilo calmado, moderado, cauto y racional, Feijoo arremete contra la adivinaci6n, los curanderos populares>>, los supuestos milagros y las tradiciones populares>>, considerando a todas estas creencias simples irracionalidades, credulidades, extravagancias 73 .
\.\ En la siguiente generaci6n, un grupo de reformistas espanoles
desarrollo una serie de argumentos -desde luego seculares- contra
las corridas de toros, las baladas callejeras o los autos sacramentales
de Calderori:?Las obras de este autor ya habfan sido criticadas con
anterioridad, por mezclar y confundir lo sagrado y lo profano>>,
pero en 1762 el noble Nicolas Fernandez de Moratin lo hizo utilizando argumentos esteticos. Como ya hablan planteado Gottsched
y Sonnenfels en sus pafses, para Moratin las obras de Calderon rompian las reglas de la raz6n y el buen gusto, es decir Ia unidad de
tiempo, espacio y acci6n, con lo que las obras fueron condenadas
como irregulares, caprichosas y extravagantes. Moratln tambien escribi6 contra Lope de Vega, al que acusaba de corromper el teatro
y de escribir barbaramertte, por dar gusto al pueblo, y la representaci6n publica de los autos durante Ia fiesta del Corpus Christi fue
prohibida por Carlos III en 1870 14
Gaspar de Jovellanos y Juan Melendez Valdes avanzaron nuevos
argumentos morales y politicos. Jovellanos pensaba que el teatro
daba mal ejemplo al pueblo, al mostrarle el crimen como algo afortunado, en vez de presentar escenas de <<amor a! pais, amor a! soberano, amor ala Constitucion>>. Melendez Valdes expuso argumentos similares contra las baladas callejeras en un discurso pronunciado
73
B. G. Feijoo, Teatro Critico Universal, Svols., Madrid, 1733, esp. 1, ensayo 1;
2, ensayos 3-5; 3, ensayos 1, 6, y 5, ensayo 16.
74
<<Mezclando y confundiendo, citado por A. A. Parker, The Allegorical of
Calderon, Oxford-Londres, 1943, pig. 20; N. Leandro de Moratfn, Desengaiios al
teatro espaiiol, Madrid, 1762, pigs. 10 y sigs., 21; Very, pigs. 106 y sigs.
-~
342
75
---~-
Capitulo 9
La revoluci6n cornercial
En el ultimo capitulo discutimos una larga serie de intcntos parcialmentc exitosos, dcsarri:lllados por micmbros de Ia minoriactt!ta
con objeto de reformar Ia cultura de los artesanos y los campesinos.
Sin embargo, es bastante claro que no siempre se produ)eron los
cambios porque estos lo deseascn.:;En efecto, entre 1500 y 1800 Ia
cultura popular se vio alterada en diversas formas, que en algunos
casos no fueron conscientes de los cambios que se estaban produciendo. Las variaciones econ6micas, sociales y politicas mas importantcs del periodo tuvieron influencia sobrc la cultura de la epoca,
por lo que sc haec necesario tratarlas aunque sea breve y esquematicamente. D
Uno de los ca:mbios mas evidentes fue el del crecimienro de Ia
po bGci6n. ~ri 15DO habia uiios sb Il1illones ~ d~ personas viviendo en
Europa, un numero que se habia mas que doblado -cera Ae 190
1
millones- en 1800. Este ,crecimiento de la poblacion permitio un
incferiiento-Cle las ciudades, debido a que la carencia de tierra
cultivable empujo a muchas personas a emigrar bacia aquella:. En la
Europa de 1500 solo habia cuatro ciudades con una poblacion su-
mayor
343
-~
--
,.---------.........-.-
344
_ _ ______
1
345
.... --- -
----- .
2
Braude! (n. 1), passim; cifr. C . T. Smith, An Historical Geography of Western
Europe, Londres, 1967, cap. 10 .
_.._
346
de tapicerla, un salero de plata, una copa para el vino [y probablemente todo un servicio] y una docena de cucharas que completaban
sus pertenencias>>. Lo mas espectacular de todo es que la Inglaterra
rural fue reconstruida entre finales del siglo XVI y comienzos del XVII.
Para Alsacia, tambien los siglos XVI y XVII fueron la gran epoca del
arte de los artesanos rurales, y de la construccion y adorno de casas
cubiertas parcialmente de madera 3 .
En otra partes de Europa occidental, el siglo XVIII parece haber
sido el momenta en que se produjo este cambio decisivo. En FriesIan, los campesinos adquirian schoorsteen kleden (tejidos decorados
para las repisas de las chimeneas ), cortinas, espejos, relojes y cucharas de plata. En Artoi~, los cazos y cazuelas hechas de madera o
terracota fueron sustituidos por otros de ceramica mas fina 0 de
peltre. El inventario de los bienes de Edme Retid -granjero de
Borgona (y padre de Retif de la Bretonne)--- nos muestra que en
1764 poseia, entre otras casas, doce sillas, dos grandes camas, objetos de plata y un reclinatorio. En Noruega y Suecia es facil encontrar
cofres y arcones tallados o pintados, copas y platos del siglo XVIII,
pero diflcil encontrar objetos de siglos anteriores que proccdan de
las casas campesinas. Las pinturas noruegas con motivos florales y
los cuadros suecos son del siglo XVIJJ, un momento en el que los
fuegos abiertos (el humo salia a traves de un agujero abierto en el
techo) fueron sustituidos por las estufas. Los rdojes de pendulo
tambien aparecieron en las granjas durante el siglo XVIII, tanto en
Suecia como en Gales 4 .
El incremento en la cantidad (y quiza en Ia calidad) de los muebles y utensilios de las casas campesinas durante este periodo, se
debio a dos razones diferentes. En algunas regiones, los campesinos
mas ricos prosperaron y esto supuso nuevos niveles de confort. En
lnglaterra fue la clase de los ricos labradores (yeoman) los que se
beneficiaron de la comercializacion de Ia agricultura, que invirtieron
en construir nuevas casas y adquirir <<un fino aderezo de peltre. En
Alsacia, los vinicultores estaban encontrando nuevos mercados y
3
Sobre Inglaterra, Harrison (1577), citado por Hoskins; cifr. Barley (1961 y 1967);
sobre Alsacia, Riff (1945), pags. 4 y sigs .
4
Sobre Firesland, de Vries (quien seiiala que los comienzos de estos desarrollos
se sit1ian en el siglo xvu), pag. 415; N. Retif de Ia Bretonne, La vie de Man Pere,
editado po: G. Rouger, Paris, 1970, pigs. XXX-XXXI; sobre Noruega, Anker, cap. 8;
sobre Suecta, Svardstrom (1949).
347
l
348
349
ton).
Plumb (1973); P. Egan, Boxiana, Londres, 1812, pags. 48 y sigs. (sobre Brough-
350
?e
Desde que el amor al dinero se ha instalado entre nosotros, las nob~es virtudes han sido arruinadas y arrinconadas; y dcsde cntonccs, el engano y Ia
hipocresia han traido a nuestra tierra una vida mercenaria y esclava, y Ia
mas SOrdida avaricia II.
,,
351
352
cisas, aunque fragmentarias. En cuanto a la estructura de Ia alfabetizacion, se ha descubierto que en Narbona y su condado a finales
del siglo XVI, un 65 por 100 de los artesanos podian leer, frente a
un 20 por ciento de los campesinos; y que en la Francia de finales
del siglo XVII, el 14 por ciento de las novias podian firmar el registro
matrimonial, muy por debajo del porcentaje alcanzado por los novios (aproximadamente, un 29 por ciento). Los escandinavos, los
holandeses y los ingleses -todos los protestantes de Ia Europa occidental-, tenfan los mejores indices de alfabetizacion de Ia Europa
moderna. En Ia Rusia de 1850 habia un 10 por ciento de los adultos
que sabian leer, en Espana e Italia un 25, cifras muy bajas comparadas con el 70 por ciento de Inglaterra, el 80 por ciento de Escocia
y el 90 por ciento de Suecia 14
Teniendo en cuenta los cambios que se produjeron en los distintos momentos, durante la primera mitad del periodo -entre 1500
y 1650- se produjeron importantes incrementos en los niveles de
cducacion en, por ejemplo, partes de Italia o Inglaterra. En Venecia,
aproximadamente en 1450, un 61 por ciento de los testigos judiciales
podia firmar con su nombre, aunque Ia proporcion se incremento al
98 por cicnto en 1650. En 1570 el 20 por ciento de los testigos
seglares que pasaban por el tribunal consistorial de Durham podian
leer y escribir (aunque menos del 20 por cicnto entre los artesanos
y casi el 0 por ciento los campesinos); en 1630 la cantidad se habia
elevado al 47 por ciento. En otras partes de Europa, fue en Ia segunda mitad del periodo -desde 1650 a 1800- cuando se produjeron los incrementos mas importantes. En Francia, el porcentaje
medio de alfabetizaci6n subio entre los hombres del 29 por ciento
en 1960, al 47 por ciento en 1970; en Inglaterra paso del 30 por
ciento en 1642, al 60 por ciento en Ia segunda mitad del siglo XVIII.
Los estudios sobre regiones mas limitadas, a veces nos cuentan una
historia mas sorprcndente. En Amsterdam, la tasa de alfabetizados
entre los hombres era del 57 por ciento en 1630, pero se elevo hasta
el 85 por ciento en 1780. En Marsella, era del SO por ciento entre
1700 y 1730, pasando al 69 por ciento en 1790. En Normandia,
crecio del 10 al 80 por ciento durante el siglo XVIII. En zonas de
Suecia, donde las evidencias son mas completas y directas, el incremento que se produjo es el mas destacable de todos. En la parroquia
14
Sobre Narbona, Le Roy Ladurie (1966), pag. 333; sobre Francia, Fleury-Valmary; las cifras de 1850 en Cipolla, cuadro 24.
353
Los
15
Sobre Venecia Cipolla, pags. 58 y sigs.; sobre Durham, M. James, Family
Lineage and Civil Society, Oxford, 1975, pags. 105 y sigs.; sobre Francia, FleuryValmary; sobrc lnglaterra, Stone (1969) y Schofield (1973); sobre Amsterdam, Hart ;
sobre Marsella, Vovelle (1973), pags. 378 y sigs., y sobre Suecia, Johansson (1969 y
1973).
16
G. de Jovellanos, Obras escogidas, Madrid, i955, 1, pag. 71.
- -
354
- - -
355
ban en. sus sacos eran muy pequeiios -libretos mas que libros en
el ser:udo actual del term~no-, y a menudo con pocas paginas, 32,
24 e m.cluso ocho. ~stos hbretos ya eran editados en Espana 0 Italia
a comtenzos del stglo XVI y podian ser encontrados en la mayor
parte de Europa en el XVIII zo.
.
El segundo problema es el del acceso econ6mico. c:Podlan los
~rtesanos y los campesinos comprar materiales impresos? En una
epoca en 1~ que el coste del papel intervenia en el precio final en
mayor medt.da que en _Ja actualidad, los libros pequeiios eran baratos.
En Ia FrancJ.a de ~os s1glos XVII y XVIII, estos libros se imprimian en
papel de. ~aJa cahdad, se envolvian con papel azul del mismo tipo
que el uuh.za~o p,ara empaquetar el pan de azucar (y de ahi el nombre de << Btblw.t heque. Bleue>>) y los vendian por uno o dos sous,
cuando el salano ~edw de un trabajador era de quince o veinte sous
a la semana y Ia libra de pan costaba dos sous. En 1700, los almanaq~es costa ban ~res so us. En. Suecia, los libretos llegaron a ser conoct~os como skzllmgtryck, hteratura del chelin, porque a finales
del s1glo XVlll cada uno de ellos costaba un ski/ling, la moneda mas
pequeii.a del p~is. En Ia Ingl.aterra del siglo XVII, los almanaques costaban dos ~emques y los phegos sucltos uno; ellibro de 24 paginas,
que en el SI~Io XVIII alcanz6 una distribuci6n regular, tambien cos-
taba un pemque. Con cstos datos parcce posible decir que los cuadern~s ~e baladas y los libretos estaban dcntro de las posibilidades
econo~Jcas de .algunos artesanos y campesinos, y por el testimonio
d.e los mventanos sabemos que en Lyon y en Grenoble durante el
stgl<? XVIII, unos pocos artesanos poseian una considerable cantidad
de hbros 21 .
Un ultimo problema es el del acceso lingiifstico: c: estaban las
bala?as y los libretos escritos con Ia suficiente sencillez para que
pudtesen entenderlos hombres y mujeres con una formaci6n muy
Darm~n, Le colportage de librairie en France sous le second empire, Paris, 1972, pags.
30 y stgs.
20
Sobre Inglaterra, ]. Ashton; sobre Francia, Bolleme (1969 y 1971) y Mandro u
(1964); sobre los Pafses Isaj.os del Norte, Scho tel (1 873-74) ; sobre los Pafses Bajos del
Sur, Van Heurck; sobre Dmamarca, Jacobsen, 13; sobre Espana, Caro Baroja (1969),
y sobre Rusia, Ovsyannikov (1968).
21
Sobre _los precios franceses, Mandrou (1964 ), pag. 1.8; sobre los precios ingleses,
J. Ashton, pag. Vlll; un skzllmg weco era una cuadragesimoctava parte de un riksdaler
ver Heckscher (n. 6), pag. 198. Sobre Lyon, Garden (cap. 2, n. 36), pigs. 459 y sigs.:
y sobre Grenoble, Sole.
- - - - - - -- - - - --------------------~__.L..._ _ - - - - -
- --
- -- -- ----- -- - - - - - - -
356
basica? Todo aquel que hoy dia lea estas obras, encontrara que su
lenguaje es generalmente simple, el vocabulario relativamente escaso
y las construcciones gramaticales nada sofisticadas. No parece que
presenten ningun problema, incluso para las personas que leen lentamente y con dificultad. Los problemas lingiiisticos mas importantes se producen en las regiones mas alejadas de los centros de pr?duccion de la literatura popular (generalmente zonas con rnuy baJO
nivel de alfabetizacion), como el este de Europa o el sur de Italia.
La Biblioteque Bleue pudo haber significado rnuy poco en Ia Baja
Bretaiia o en el Languedoc, donde el frances era todavla un idiorna
extrafio.
Resumiendo, Ia obra irnpresa era accesible a un buen numero de
artesanos y carnpesinos en cste periodo, incluso aunque no podarnos
decir si este <<buen nurnero >> es superior 0 inferior al 50 por cicnto,
o no podamos calcular -dada su fragilidad- el nurnero de cuadernos de baladas y libretos populares que circularon en Ia epoca. Se
ha podido calcular que el nurnero de peri6dicos ingleses de cornienzos del siglo XVII (igual de fragiles, pero nurnerados) que ha sobrcvivido, es de solarnentc el 0,013 por ciento 22 . El hccho de que miles
de cuadernos de baladas y librctos populares publicados entre 1500 y
1800 hayan llegado hasta nosotros, deberia perrnitirnos asumir Ia importancia de este material y dedicarnos a estudiar cual fue su significado. En otras palabras, ,:que irnpacto tuvieron sobre la cultura popular? ( Cuales fueron las consecuencias de una creciente alfabetizaci6n.
El paralclismo entre los cuadernos de baladas o los libretos populares y Ia << cultura de los medios de comunicacion >> del mundo
contemporaneo, es un hecho sorprendente para un lector actual. Este
notari el creciente proceso de estandarizacion del formato, sera sensible a la astucia aplicada para atraer a los cornpradores, como por
ejemplo los tltulos sensacionales o Ia pretension (muchas veces falsa)
de que lo narrado es <<Cornpleto , <<fie],,, <<Verdadero>> o nuevo>>. El
hecho de que muchas ejecuciones o visitas reales apareciesen irnpresas antes de celebrarse, parece una reminiscencia de nuestro <<falso
acontecirnientO >>. Adernas, somos conscientes de la presencia del empresario (la familia Bindoni en la Venecia del siglo XVI, Ia Oudot en
la Troyes del XVII, la Dicey en el Londres del XVIII), que estaba
convirtiendo la literatura popular en un negocio 23 . Sin embargo,
22
23
I~
f
I
357
todavfa no es facil decir como influyeron estos cambios en los actores y sus audiencias.
Para el cantante o el narrador profesional, Ia hoja impresa o el
libreto popular pudieron significar una bienvenida extension de su
repertorio o Ia obtenci6n de un ingreso suplementario. Ya en 1483,
<<Bernardino el charlatan compr6 a un impresor florentino veinticinco copias de un misrno poema, Lasala de Malagigi, seguramente
con la intencion de venderlo despues de su actuaci6n 24 . Sin embargo, a largo plazo el libro era a Ia vez un peligroso competidor y un
aliado traicionero. El libro fue un peligroso competidor, porque el
comprador del texto irnpreso podia evitar asistir al espectaculo, perdia todos los incentives para permanecer en la plaza escuchando a
un cantante itinerante. La expansion de Ia alfabetizacion coincidi6
con la decadencia de la epica en la Europa occidental, mientras que
esta convivi6 con el analfabetismo en Sicilia, Bosnia o Rusia. Pero
ademas, el libro fue un aliado traicionero, porque los textos impresos afectaban a Ia naturaleza de la actuacion , favoreciendo la repetici6n -opuesta a la recreaci6n- del cuento o Ia canci6n. Se ha sugerido que la alfabetizacion atrofia Ia capacidad para improvisar, al
tiempo que elirnina algunos de los incentives que Ia favorecen. Esta
tesis es bastante dificil de comprobar para los tiempos mejor documentados, e imposible para la epoca moderna; pero si fuese cierta,
nos darla otra posibilidad de explicar la aparente importancia de los
cantantes de baladas ci egos, sugiriendo que su inmunidad a Ia letra
irnpresa les permitfa conservar sus poderes creativos. Es rnuy probable, entonces, que el texto impreso favoreciese una division de
trabajo entre d actor, quien cantaba lo que le ofredan los editores,
y el autor de nuevas canciones e historias. Este, quien nunca veia al
publico y que no tenia que representar lo que habia compuesto, se
emancipo de la tradicion oral y de las presiones del publico, pudiendo inventar -o plagiar-- todo lo que eligiese. Pero esta nueva libertad fuc -excepto para los autores de mayor talento- un regalo
peligroso; Ia mayoria de nosotros necesitamos el soporte de una
tradicion. De hecho, no es sorprendente comprobar que las nuevas
baladas casi nunca igualaron a sus predecesoras tradicionales 25 .
va York, 1962, caps. 1-2 (un ejemplo isabelino en Shaaber, pag. 294). Sobre Ia familia
Oudot, Mandrou (1964), y sobre Ia familia Dicey, Shepard (1973), pags. 28 y sigs.
24
E. Nesi (ed.), Il diario della stamperia di Ripoli, Florencia, 1903, pa1;s. 97, 114.
25
Sobre el atrofiamiento de Ia improvisaci6n, Lord, cap. 6.
.
358
359
cultos eran tradicionales 27 . El contenido del material popular impreso no nos sugiere una ruptura radical en la continuidad cultural.
Muchos de los temas que fueron impresos, habfan formado parte del
repertorio de los actores que estaban dentro de Ia tradicion oral y,
desde luego, llevaban las marcas de su origen: baladas y dialogos,
sermones fingidos y dramas sacramentales. Ante esta situacion quiza
deberiamos invocar Ia fuerza de Ia inercia, pero Ia continuidad puede
ser debida a los usos del material impreso, dedicado no tanto a Ia
lectura privada -una lectura silenciosa- como a una lectura publica
en voz alta, dirigida a aquellos vecinos o familiares con menor formacion. Un historiador que lea distintas series de libretos publicados
entre 1500 y 1800, se sentira impresionado por la importancia de Ia
tradicion; vera los mismos generos, los mismos textos. Los funcionarios que arrestaban a algunos revendedores y podfan comprobar
Ia mercancfa que llevaban, tambien llegaron a la misma conclusion.
En una fecha tan tardfa como 1812, a uno de estos vendedores ambulantes en Alemania se le encontraron treinta y seis libros, entre
ellos uno sobre la interpretacion de los sueiios, Ia vida de Genoveva
de Brabante, el romance de los cuatro hijos de A ymon y las gestas
de Till Eulcnspiegel. Otro vcndedor, ahora frances, arrestado en 1825,
tenia veinticinco libros entre los que sc incluian un 1ibro sobre los
suenos, Los cuatro hijos de Aymon, Pierre de Provence y El gato con
botas 28 Los almanaques, unos de los libros mas populares del periodo, cambiaban muy poco de aiio en aiio, e incluso de siglo en
siglo, ofreciendo los mismos consejos astrologicos, medicos, agrfcolas o similar instrucci6n religiosa 29 . Uno empicza a preguntarse si
el libro impreso no solo preservaba la cultura popular, sino que
incluso Ia extcndfa a otros lugares en vez de destruirla. ~ Cuantas
baladas habrfan seguido existiendo para que los recopiladores Ia retomasen de Ia <<tradicion oral>> en el siglo XIX, si no hubiese sido por
Ia existencia de estos cuadernos o libretos? 30
Una vision mas profunda sobre el tema, no solo no destruye esta
primera impresion, sino que en cierto modo Ia califica todavia mas.
Los viejos temas no desaparecieron entre 1500 y 1800, y ademas
27
Lockridge, esp. pags. 33 y sigs. La crftica realizada por Margaret Spufford
contra estos argumentos permanece inedita.
28
Schenda (1970), pags. 250, 253.
29
BoHeme (1969), Bosanquet (1917 y 1930) y Svensson (1967).
30
Shepard (1973), pag. 45 .
360
nas que estaban resentidas por los ataques del clero contra las creencias y las costumbres tradicionales 32 .
En su sentido mas tenue, secularizacion puede ser definida como
la creciente expresion de las esperanzas y los miedos en terminos
mundanos, Ia decadencia de lo sobrenatural o, como la definio We~er, el <<desencanto del mundo (Die Entzauberung der Welt). Los
hbret?s populares nos ofrecen alguna evidencia positiva sobre este
cambw. En Inglaterra, algunas de las historias eran leidas como sustitutos seculares de los Iibras de devocion. El Robinson Crusoe de
Defoe y Querida Flandes -ambas editadas numerosas veces en version. abreviada y en forma de libreto durante el siglo XVIII- pueden
ser mterpretados como un progreso en el camino de la secularizacion, ya q~e destacan el exito y la obtencion de riqueza y estatus
como un s1gno de salvaci6n, e incluso como la salvacion misma.
Hocus Pocus, otro libreto reimpreso en multitud de ocasiones, desvela los trucos de los malabaristas e ilusionistas, demostrando que
era Ia destre~a manual y no la magia la que les guiaba. Tales ejemplos nos sug1eren que muchos de los cambios que se produjeron en
Ia cultura de los educados -notablemente esos complejos cambios
que pueden resumirse en la frase ,<Ja revoluci6n cientifica- estaban
tenicndo impacto sobre la cultura popular 33 Un reciente estudio
sobre los ah_nanaques franccses del siglo XVIII, nos indica que cstaban menos mtcresados en lo sobrenatural que sus predecesores en
el siglo XVII. La historia de Bonhomme Misere, en Ia version publicada en forma de libreto durante el siglo XVIII, se lee como si las
re~e:encias a lo sobrenatural hubieran sido censuradas torpemente.
~1sere obtenfa su deseo despues de ser visitado por <<deux particuhers nommes: Pierre et Paul>>, quienes nunca son identificados con
los santos originales 34 .
Las esperanzas y los miedos que tradicionalmente habian sido
expresados en terminos religiosos, ahora necesitan otro modo de
expresion, que cada vez mas intensamente se encontr6 en Ia politica.
32
Le Bras, 1, pags. 267 y sigs.; Delumeau, pags. 293 y sigs.; B. Plongeron, Consctence reltgteuse en revolution, Paris, 1969, cap. 2, y Vovelle (1973).
33
Es muy dificil precisar por que es tan duro estudiar los libretos populares, a
menudo no fechados, como series temporales, descontando los almanaques.
34
BoHeme (1969); Campfleury, De La litterature populaire en France, Paris, 1861.
.
31
10-11.
361
362
La politica y el pueblo
Otro cambio importante en las actitudes populares entre 1500 y
1800, puede ser descrito como la politizacion>> de la cultura popular, o como la extension de la conciencia politica. ~Como podemos
decir si el pueblo era o no consciente polfticamente? Con esta pregunta nos enfrentamos a dos problemas, uno conceptual y el otro
emplrico. {Que es politica? Para los comienzos del periodo moderno
puede ser conveniente definirla como asuntos de Estado, no acontecimientos locales, sino aquellos que preocupaban a los gobernantes: la sucesion, la guerra, los impuestos y los problemas economicos
y religiosos que podfan atraer la atencion de los gobiernos . La conciencia politica puede ser definida cG>mo el conocimiento de estos
problemas y sus posibles soluciones, surgiendo una <<opinion publica >> y una actitud critica (que no necesariamente hostil) hacia los
gobiernos. El problema empirico se refiere a la notoria incapacidad
del historiador para interrogar a los muertos y al peligro deducible
de tener que analizar el tema desdc cvidcncias negativas , cuando
sabemos tan poco de los artes:mos y los campesinos de este periodo;
no sabemos de lo que hablaban en las tabernas, en los mercados o
en sus casas. Todo lo que podcmos hacer cs combinar las cvidencias
que proceden de los movimientos r Ia literatura popuiar, y ver si
surge un modelo definible. Dcsdc luego, cste modelo se parece a un
crecimiento continuo de Ia concicncia politica. AI menos en la Europa occidental entre la Rcforma y la Revolucion francesa, los artesanos y los campesinos tuvieron un mayor intercs en las acciones de
los gobiernos y sintieron un mayor compromiso que antes con la
politica.
.
Cuando Lutero apel6 a los principes y nobles de la << nacion alemana, lo que hab!a sido un debate teologico se convirti6 en politico: los gobernantes debian decidir que actitud adoptarian hacia la
Reforma. Lutero tambien apelo a <<Herr Omnes, al <<hombre comiin como cl le llamaba, y sus oponentes hicieron lo mismo. En
Ia clecada de 1520 se publicaron multitud de panfletos dirigidos a
persuadir al pueblo de que Lutero tenia razon, o estaba equivocado,
y los grabados satiricos llevaron este mensaje a las casas. El mismo
Lutero era consciente del valor propagandistico de la imprenta. << Sobre las paredes -escribio en una ocasion- sobre todo tipo de papel
y de naipes, debe retratarse a los sacerdotes y monjes de tal forma
que el pueblo se muestre disgustado cuando vea o escuche al clero >> .
363
364
365
38
H. G. Koenigsberger, The Organisation of Revolutionary Parties in France
and the Netherlands, reimp. en sus Estates and Revolution, Ithaca-Londres, 1971;
T. Wittman, Quelques problemes relatifs a la dictadure revolutionnaire des grandes
villes deFlandre, Budapest, 1960; J. H. Salmon, The Paris 16th century>>, en journal
of Modern History, 44 (1972), quien seiiala que el Comite de los Dieciseis fue dominado en un primer momento por miembros de las clases dirigentes, que con posterioridad se retiraron.
39
J. H. Salmon, French Society in Crisis, Londres, 1975, pags. 139, 209, 298; Le
Roy Ladurie (1966), pag. 393.
40
Sobre las hojas irnpresas, Coupe; para las canciones, Erk-Bohme, nums.
303-316, y Ditfunh (1882), nums. 3 y 4 (sobre Khlesl); para las profec!as, R. Haase,
Das Problem der Chiliasmus und der Dreissig jdhrige Krieg, Leipzig, 1933.
41
Dahl (1939 y 1946).
iii
366
Hay mucho que decir sobre el hecho de que, entre 1618 y 1648,
un mayor numero de europeos occidentales se preocupasen por los
acontecimientos politicos. Los asuntos de Estado afectaban cada vez
mas las vidas de la gente, y la informacion acerca de la politica
circulaba a mayor velocidad que en tiempos anteriores. En la Republica de Holanda, hubo gran cantidad de panfletos, grabados y canciones relacionados con los distintos acontecimientos, como por
ejemplo el conflicto entre el principe Mauricio -hijo y sucesor de
Guillermo el Taciturn(r-- y Jan van Oldenbarnevelt, quien fue ejecutado por traicion en 1618. En la Italia de 1621 se decia que incluso los barberos o los artesanos mas viles (gli altri piu viii artefici)
estan discutiendo sobre Ia raz6n de Estado en sus lugares de trabajo
y de reunion, un testimonio muy plausible si tenemos en cuenta
que entre 1636 y 1646 se fundaron periodicos semanales en al menos
seis ciudades italianas 42
En la Francia y la Inglaterra de la decada de 1640 no hubo una
corriente de panfletos, sino una riada. En Francia, la Fronda -una
rebeli6n contra el cardenal Mazarin(r-- supuso la publicaci6n de
unas 5.000 mazarinades, algunas de elias simples pliegos de noticias,
otras de contenido satirico . Muchas de elias estaban escritas con un
verso vigoroso y simple, para que todos pudiesen entenderlo. Vendidas al precio de un cuarto o medio sou cada una, estas mazarinades eran mas baratas que los libretos de la Bibliotheque Bleue, dando
asi mas fuerza a la afirmacion de uno de los textos de que todos
estaban contra Mazarino:
367
----------"""'!"-----~-----------------
!-.
r.
368
Como sucediera en los Paises Bajos o en Francia durante el siglo XVI, las opiniones mas radica!es surgieron durante la guerra civil.
Los niveladores expresaron Ia idea de que <<las leyes debian ser iguales>> y que el pueblo (entendiendo con ello a los pequenos propietarios, ya fuesen rurales o urbanos) debia elegir parlamentos, con
el argumento de que <<todo el poder esta original y esencialmente en
el cuerpo complete del pueblo. Es dificil saber cuanto apoyo consiguieron los niveladores o cuan ampliamente eran conocidos sus
argumentos, pero del mismo modo es muy dificil resistirse a Ia conclusion de que la Inglaterra de mediados del siglo XVII era la sociedad mas consciente politicamente de toda Europa 45 .
En la segunda mitad del periodo, los textos y las imigenes politicas fueron parte de Ia vida diaria y no solo una respuesta a unas
condiciones extraordinarias como la guerra civil. La restauracion de
Carlos II no fue sucificiente para eliminar esa nueva preocupacion
por los problemas politicos. En su intento por excluir a Jaime (duque de York) de la sucesion, los whigs organizaron peticiones, publicaron baladas y grabados y dirigieron grandes manifestaciones de
la escala del especticulo del Lord Mayor. Que el termino <:mob
(multitud desordenada y tumultuosa) comenzase a utilizarse a finales
del siglo XVII, podria reflcjar el hccho de que las clases dirigentes
conocian -y temian- Ia conciencia politica popular. En la Inglaterra del siglo XVIII, las baladas y los panfletos se convirtieron en un
importante medio de comunicaci6n politico y de uno de los sermones del reverendo de tendencia conservadora Henry Sacheverell, se
vendieron 40.000 copias en unos pocos dias (diez veces mas que el
planfleto de Lutero, A Ia nobleza cristiana, vendido en Alemania
doscientos anos antes). Los rituales politicos populares alcanzaron
su punto mas algido a finales de la decada de 1760, coincidiendo con
las manifestaciones de apoyo a John Wilkes. La imagen de Sacheverell fue reproducida en Ia ceramica de Staffordshire, la del almirante
Vernon en medallas (lam. 11); el inquietante rostro de Wilkes aparecia sobre cucharas, jarras, flautas o botones. Los grabados comenzaron a editarse de forma mas regular, convirtiendo a las tiendas
donde se vendian en instituciones politicas, con multitudes con sus
caras pegadas contra las ventanas para poder ver el ultimo comendres, 1908, y J. Frank, The Beginnings of the English Newspaper (1620-1660), Cambridge, Mass., 1961.
45
Sobre los niveladores, Hill (1972), cap. 7.
369
tario sobrc los hechos del dia, ya fuese la Burbuja del Pacifico o Ia
Revoluci6n americana. De uno de estos grabados,. La procesion funeraria de miss Americ Stamp, se vendieron 16.0000 copias 46 .
Si algo <;:olaboro especialmente en convertir a la polltica en parte
de la vida diaria del pueblo comun -al menos en las ciudades- en
la Inglaterra del siglo XVIII, esto fue el peri6dico, que recibi6 un gran
impulso con la Licensing Act. de 1695 que abolfa la censura previa.
Desde ese momento comenzaron a aparecer numerosos peri6dicos
entre los que poder elegir: The Observator, de tendencia whig, que
se publicaba dos veces por semana des de 1702; The Rehearsal, un
periodico conservador fundado por Charles Leslie en 1704, y The
Review, editado por Defoe y que se publico dos o tres veces por
semana desde 1704 a 1713. Como en el caso de los libretos populares, necesitamos preguntarnos si estos peri6dicos eran accesibles a
los artesanos y a otros trabajadores, pero la respuesta parece ser <<SI.
Un testimonio que debe ser tornado en consideraci6n es el del propia Leslie, quien decfa que aunque <<Ia gran mayoria del pueblo ...
no sabe leer, sin embargo Se rcunen alrededor de uno que si sabe
y escuchan lo que dice un Observator o un Review [como yo lo he
visto haccr en las calles]. En cuanto al problema de su coste --en
este pcriodo un peri6dico costaba dos peniques- podia ser resuelto
siguiendo algunos de los caminos descritos por un suizo que visit6
Londres en 1726:
La mayoria de los artesanos comienzan el dia yendo a Ia cafeteria para leer
los peri6dicos. A menudo he visto a limpiabotas y otras personas de su
clase, crear una sociedad para comprar un ejemplar de estos por un liard y
despues leerlo juntos.
Ellos tenian una buena raz6n para mostrar su interes en este aiio
de 1726, ya que The Craftsman, un peri6dico de la oposici6n, comenzo a aparecer. Tres anos mas tarde, este mismo periodico resumia la situaci6n con las siguientes palabras: <<Estamos convirtiendonos en una naci6n de estadistas. Si esto fuese verdad, al historiador
le faltarian palabras para describir la situacion en la decada de 1760,
cuando se compraban muchos mas peri6dicos 47 .
46
Para las baladas, Rollins (1929-32), y Perceval; para Wilkes, Rude (1974), pigs.
222 y sigs. , y Brewer, cap. 9; para los grabados, George, pigs. 65 y sigs.
47
Plumb (1968); Brewer, cap. 9; el visitante suizo era C. de Saussure, Lettres et
voyages, Lausana, etc., ed. de 1903, pig. 167. Un liard era un cuarto de sou, muy
370
371
Dinamarca y Noruega tuvieron tambien su propio Gortz a finales del siglo XVIII, en Ia persona de J. F. Struensee, quien era medico
del rey Christian VII, el amante de Ia reina y el verdadero gobernante de los dos reinos hasta su caida en 1772. Un ingles que pocos
aiios despues visit6 la ciudad de Setran en Noruega, encontr6 en Ia
cabana de un campesino <<Un grabado del desafortunado Struensee
en prisi6n, atormentado por el diablo: estos grabados, sospecho,
estuvieron cin.: ulando en el momenta de su cafda y eran recibidos
con verdadcra ansiedad par el pueblo comUll>>. Los ultimos aiios del
siglo XVIII tambien fue el momenta de dos levantamientos, lo que
nos sugiere que los campesinos noruegos estaban alcanzando una
mayor conciencia politica. El primero fue el Strileking en 1765, cuando Ia zona de Bergen se rebel6 contra unos nuevas impuestos, y
posteriormente el de Lofthus en 1786, que se inici6 como una protesta contra el propietario de una fabrica que habia recortado los
salarios, pero que nipidamente se extendi6 a otras provincias. De
este modo en Escandinavia y los Paises Bajos, asi como en lnglaterra, los sistemas liberales democraticos que se establecieron en el
siglo XIX, tenfan algunas de sus raices en Ia cultura politica popular
del siglo anterior 48 .
Es mas dificil cncontrar evidencias de una conciencia politica
entre los artesanos y los campesinos de otros lugares de Europa, al
menos con anterioridad a 1790, cuando la situacion cambi6 repentinamente despues de Ia Rcvoluci6n francesa. En realidad, en la misma Francia el hielo habfa comenzado a derretirse, o al menos a
presentar ciertas fracturas, un poco antes. Aproximadamente en 1780
-nos recuerda un observador- los panfletos atacando a los ministros eran pregonados abiertamente en las calles de "Paris, y las conversaciones en los cafes versaban principalmente sabre politica. Despues de 1789, la cultura popular francesa se politiz6. Aparecieron
peri6dicos populares, y uno de ellos -el Pere Duchesne de Herbert,
escrito en un tono vigoroso y coloquial- alcanz6 unas ventas pr6ximas al mill6n de ejemplares. Los catecismos y los almanaques tamI
48
Sobre los grabados holandeses, J. van Kuy k, Oude politieke spotprenten, La
Haya, 1940, pigs. 21 y sigs.; sobre los lideres campesinos suecos, E. Ingen, B~nden
i svensk histoire, 2, Estocolmo, 1948, pags. 24 y sigs.; la balada de Gortz en Htlderman, pags. 80 y sigs.; sobre Struensee, W. Coxe, Travels into Poland, Russia and
Sweden, 3, Londres, 1790, pag. 168 ; los levantamientos han sido descritos por Koht
(1926), caps. 21 y 22.
372
bien se politizaron. En 1792, el Almanach de Ia Mere Gerard publico los derechos del hombre y del ciudadano escritos en vaudevilles, es decir en versos populares 49 .
Los analfabetos podian seguir todo lo que estaba pasando no
solo escuchando 0 leyendo los distintos mltines, sino tambien mirando imagenes. Los grabados politicos, como la famosa representaci6n de un campesino llevando a un noble y a un sacerdote sobre
su espalda (lam. 19), sc unlan ahora a las imagenes piadosas que se
producfan en Epinal y otros lugares. Los platos, especialmente los
que se manufacturaban en Nevers, llevaban inscripcioncs como Vive
Ia liberte, Vivc le tiers Etat (lam. 18), y los abanicos llevaban decoraciones del general Lafayette o de la calda de la Bastilla. Tambien
se idearon nuevos rituales, algunos de cllos inspirados en los tradicionales. Plantar el arbol de Ia libertad, era una version politica de
los que sucedfa con los arboles de mayo. En Reims, el 14 de julio
se conmemor6 la toma de Ia Bastilla de una forma carnavalesca,
asediando y conquistando un castillo prefabricado que estaba protegido por muiiecos de paja 50 .
Como habia sucedido en la Inglaterra de la decada de 1640, la
participaci6n popular en la politica en Ia Francia de Ia decada de
1790, permiti6 el surgimiento de ideas radicales. En efecto, los sansculottes tenian bastante en comun con los niveladores. Ambos grupos creian en Ia soberania del pueblo, cntendido estc como la
comunidad de pequeiios propietarios; y las dos tendencias fracas aron en su intento de imponer sus puntos de vista a los lideres de la
revoluci6n. Una de las diferencias entre ellos t:ra seguramente importante: los sans-culottes estaban mejor organizados y muy preocupados por Ia educaci6n polftica de sus seguidores, ya fuese a traves
de sociedades populares o por medio de asambleas generales. Tambien los campesinos franceses parecen haber sido muy conscientes
49
El observador es S. Mercier, Tablea.u de Paris, I, Paris, 1782, pags. 68 y sigs.,
90; sobre Pere Duchesne, J. Godechot, en C. Bellanger et al (eds.), Histoire genemle
de Ia presse fraru;aise, 1, J>aris, 1969, pags. 456 y sigs.; sobre los almanaques politicos,
Soboul (1966 ), pags. 217 y sigs.
50
Para los platos, Champfleury, Histoire des faiences patriotiques sous la Revolution, Paris, 1867; sobre un frances que vendia los abanicos en Bilbao durante
1790, R. Herr, The Eighteenth Century Revolution in Spain, Princeton, 1958, p:ig.
251 (hay trad. espanola: Espana y la revolucion del siglo XVIIf, Madrid, 1988); sabre
Reims, M. Crubellier, Histoire culturelle de la France, Paris, 1974, pag. 43 (cifr. Ozouf
[I 976, esp. cap. 9] y Tiersot).
373
politicamente de la Revoluci6n. Su hostilidad contra los terratenientes, especialmente hacia los que vivian en las ciudades, comenz6 a
expresarse mas abiertamente que antes: il y a assez longtemps que
.
.
51
ces bougres de- bourge01s nous mena1ent>> .
Las noticias de la Revoluci6n francesa tuvieron un considerable
impacto en otras partes de Europa, animando al pueblo comun a
pensar que sus reivindicaciones tambien podian resolverse. No es
sorprendente ver que esto sucedi6 en Holanda o en Inglaterra, donde con anterioridad ya existia una larga tradici6n de cultura polltica.
En los Paises Bajos, muchos panfletos fueron introducidos de contrabando desde Francia y se crearon numerosas sociedades para discutirlos; del mismo modo, los scguidores holandescs de la Revoluci6n francesa comenzaron a llevar gorras frigias, a plantar arboles de
la libertad y a bailar a su alrededor. En Inglaterra, los cornentarios
de Tom Paine sobre la Revoluci6n -los Derechos del Hombre- se
convirtieron con rapidcz en un exito de ventas, llegando a vender
unas 200.000 copias unicamente en 1793. Se crcaron numerosas sociedades cuyo objetivo era la reforma del Parlamento y conseguir el
derecho de voto para todos los hom I)res cu1tos 52 .
Es todavia mas significativo, especialmente porquc no habla precedcntcs, el impacto de la Revoluci6n en paises como Austria, Italia
o Espana. En Austria, como observaba tristemente el jefe de Ia polida en 1790, el material inadecuado que publican algunos peri6dicos, tan baratos que pueden comprarlo hasta las clases mas bajas,
estin creando un efccto pernicioso entre sus lectores. Incluso los
campesinos tenian su propio peri6dico, el Bauernzeitung o Noticias
Campesinas, que se publicaba en Graz. Los campesinos habian oldo
sobre la derogaci6n del feudalismo en Fr.ancia y de inmcdiato comenzaron a reclamar la abolici6n de sus propios dcberes feudales.
Un mesonero de Graz llamado Franz Haas lider6 una campaiia para
lograr una representaci6n politica mas amplia, y un noble de la misma
zona coment6 en 1792 que el pueblo comun de aqui habla muy alto
ahora. En Viena, durante 1792, se produjo un levantamiento de oficiales artesanos sin trabajo, claramente influidos por Ia Revoluci6n 53 .
51
Soboul (1958); P. Bois, Paysans de l'Oueit, Le Mans, 1960, p:igs. 594 y sigs.
P. J. Blok, History of the People of the Netherlands, S(trad. inglesa), Nueva
York, Londres, 1912, caps. 12-16; E. P. Thompson (1963), p:igs. 89 y sigs., 104 y sigs.
53 E. Wangermann, From joseph II to the jacobin Trials, 2.' ed., Oxford, 1969,
p:igs. 32, 47, 77 y sigs., 81; L. Schmidt (1971), num. 31.
52
374
375
54
Godechot; Herr (n. 50), pag. 294; Turi; G. Cingari, Giacobini e Sanfesdisti in
Calabria ne/1799, Mesina-Fiorencia, 1957, csp. pags. 283 y sigs.
55
A. Corvisier, L'armee franr;aise, Paris, 1964, pag. 151; G. Rude, Europe in the
Ei?,hteenth Century, Londres, 1972, pag. 216.
376
57
377
siguientes paginas intentan explicar esta tesis de la renuncia, respondiendo a varias preguntas: (quienes se retiraron?, (de que se retiraron? y ( por que lo hicieron?
El clero, Ia nobleza y la bur~uesia tenian sus propias razones
para abandonar Ia cultura popular: En el caso del clero, esta retirada
fue parte de las reforrnas cat6lica y protestante. En 1500, la rnayoria
de los curas parrocos tenian 1.m nivcl social y cultural muy proximo
al de sus feligreses. Los reforrnadores no estaban muy ,~ontentos con
esta situaci6n y pronto dernandaron un clero instruido": En las zonas
protestantes este solia proceder de las universidades, y en los paises
cat6licos -despues del Concilio de Trento-- los sacerdotes cornenzaron a ser educados en los seminarios; en las zonas ortodoxas estos
carnbios no fueron tan perceptibles. Ademis, los reforrnadores cat6licos insistieron en la dignidad del sacerdocio; San Carlos Borromeo, por ejemplo, decfa a sus sacerdotes que conservasen la gravedad y el decoro alii donde estuviesen. Aquel viejo parroco que llevaba una mascara y bailaba en la iglesia durante las fiestas o que
contaba chistes desde cl pulpito, fue sustituido por otro que estaba
mejor educado, con un estatus social mas alto y considerablernente
separado de sus fcligreses 59 .
Para los nobles y los burgueses, la Reforma fue rnenos importante
que el Renacimiento. Los nobles estaban adoptando maneras mas
;, rcfinadas , y un nuevo y propio comportamiento inspirado en los
manuales de cortcsia, siendo el mas hrnoso El cortesano de Castiglione. Ademas, aprendieron a ejercitar el autocontrol, a comportar-
se con una estudiada indiferencia, a cultivarse con un cierto sentido
de clegancia y a moverse con maneras dignas, como si estuviesen
tomando parte en un ballet. Tambien se multiplicaron los tratados
sabre la danza y los bailes de la corte se diferenciaron cada vez de
los del pais. Los nobles dejaron de corner en grandes salas acompanados de su servidurnbre, para hacerlo en comedores separados (recordar que el terrnino ingles drawing-rooms, <<salones, procede de
withdrawing-rooms, <<habitaciones separadas ). Adem as dejaron de
organizar cornbates con sus carnpesinos, como sucedfa en Lornbardia, o de rnatar toros en publico, como habian hecho en Espana.
Aprendieron a hablar y a escribir Correctamente, de acuerdo con
el cual reune los tradicionales sentidos de vernacular>> y maleducado. Para el aleman, ver Ia definicion de Stieler en 1691, Colonia-Berlin, 1966, pag. 113.
59 Sobre el clero cat6lico, Delumcau, pags. 72 y sigs., 271 y sigs.
378
60
Para Ia lucha libre, B. Castiglione, II_ cortegiano (1528) (hay trad. espanola, El
cortesano); sobre el autocontrol, N. Elias, Uber den Prozess der Zivilisation, 1, Basel,
1939 _(hay trad. espanola, El proceso de civilizaci6n, F.C.E., Mexico, 1988); cifr. R.
zu L1ppe, Naturbeherrschung am Menschen, 2 vols., Frankfurt, 1974 (especialmente
sobre Ia danza).
61
R. Kelso, Doctrine for the Lady of the Renaissance, Urbana, 1956, recoge 891
tratados sobre esta materia.
379
65
64
381
M. Reeves, The Influence of Prophecy in the Later Middle Ages, Oxford, 1969,
pag. 508; P. Hazard, La crise de la conscience europeenne, Paris, 1935, 2.' parte,
cap. 2; H aase (n. 40); C. W. Roldanus, C. van Beuningen, La Haya, 1931 ; E. Labrousse, P. Bayle, 2, La Haya, 1964; sabre Inglaterra, Thomas (1971), pags. 427 y
sigs.; B. Cappa, The Fifth Monarchy Men, Londres, 1972 (espec. Ia conclusion) ; F.
Manuel, Isaac Newton Historian, Cambridge, 1963, pags. 144 y sigs., y sabre Joanna
Southcott, E. P. Thompson (1963), pags. 382 y sigs.
....
3H2
finales del siglo XVI y comienzos del XVII, se convirtio en el momenta mas algido de la <<Caza de brujaS>>, con un numero de juicios
y ejecuciones superior a cualquier epoca anterior. Sin embargo, desde 1650 el numero de juicios comenzo a decaer, al menos en la
Europa occidental. Esto no fue debido a que las personas comunes
dejasen de acusar a otras de brujeria, sino a que los instruidos dejaron de creer en ella. Su escepticismo no era tanto bacia la idea
general de brujeria, como hacia algunas de las acusaciones mas especificas. En Francia, los jueces del Parlamento de Paris dejaron de
tomarse en serio todas las acusaciones de brujeria desde 1640, seguidos algo mas tarde por los magistrados de los parlamentos provinciales. Tambien durante el siglo XVII, la aristocracia local que pertenecfa al Alto Tribunal (Gran Jury) de Essex, rechaz6 unas acusaciones de brujeria con el veredicto ignoramus, aunque los habitantes de
los pueblos todavia seguian castigando a las presuntas brujas sumergiendolas en el agua. AI igual que los laicos, el clero tambien comenzo a cambiar su mentalidad en este tema. En 1650, por ejemplo,
el cardenal Barberini escribio a uno de los inquisidores en Aquileia
para referirse a un caso de brujeria, que estaba lleno de Iagunas
[molto diffectuoso}, sobre todo porque nada de lo que ha sido confesado ha sido verificado>>, un criterio por cl que no se habian preocupado los jueces de procesos anteriores. La diferencia de actitud
entre un pastor instruido y sus feligreses durante el siglo XVIII, emerge con claridad en una de las historias de Boswell. Cuando Johnson
y el estaban visitando las islas Hebridas, un ministro les conto que
383
) t
Trevor-Roper, pa~s. 97 y sigs.; Caro Baroja (1961), cap. 4; Mandrou (1968),
caps. 7.-9.; Macfarlane, ?ags. 57, 88; Thomas (1971), caps. 18 y 22; Midelfort, cap. 6.
Barbenm, CJtado por Gmzburg (1966), pag. 137; el ministro citado por Boswell (cap. 1,
n. 19), pag. 266.
66
67
Para ejemplos florentinos, ver Guasti, pag. 72; para ejemp!os romanos, ]. Delumeau, L'Italie de Botticelli d Bonaparte, Paris, 1974, pdg. 328; sobre el siglo XVIIl,
F. Venturi, -Enlightenment versus the Powers of Darkness, en su Italy and the
enlightenment, Londres, 1972; L. Parinetto, Magia e ragione, Florencia, 1974.
384
385
una distinci6n implkita entre poesfa vulgar>>, creado por el instinto de la naturaleza (y que inclufa desde las canciones de los
indios del Peru, a las baladas tradicionales inglesas) y la poesia
artificial creada por los instruidos. El caballero-ensayista sir William Cornwallis escribi6 sobre la cultura popular con una mezcla
de curiosidad, imparcialidad y desprecio:
los panfletos, las falsas noticias e historias, los poetas de dos peniques a
todos deberia conocerles, pero me cuido mucho de relacionarme con ellos:
mi costumbre es leerlos y a veces hago uso de ellos porque los tengo en mi
gabinete ... No me siento avergonzado de haber expuesto mis oidos a un
cantante de baladas ..., ver a los mundanos satisfechos con esta materia tan
burda ... , ver cu:in profundamente son afectados los espectadores, a que gestos tan extraiios se abandonan y que materia tan afectada sale de su poeta.
386
II
J
387
P. Cazin, Le prince-eveque de Varmie, Paris, 1940, pag. 131, sobre los romances en Polonia; sobre las brujas, Baranowski. B. Szabocsi, A Concise History of Hungarian Music, Londres, 1964, pags. 37, 4.3; Kodaly, p:ig. 16.
.IHX
las familias decentes les abucheaban y les prohibian la entrada en sus casas,
hasta que poco a poco desaparecieron; y esto es asf, aunque unos pocos
hayan sido vistos durante el aiio de 1800 y otros.
skazki -cuentos infantiles-, que le lefan sus sirvientes. Esto tambien sucedfa con los mercaderes y los funcionarios, quienes todavfa
en 1800 se reunfan por las tardes para escuchar las baladas tradicionales 73
Aunque este alejamiento de la cultura popular se produjo a distintas velocidades en las varias zonas de Europa, sin embargo las
tendencias principales patecen bastante daras. De forma similar, la
explicacion para estos cambios --a pesar de los matices locales y de
que sea importante tornados en consideracion- tambien parece bastante sencilla; la raz6n fue un rapido cambio de la cultura de los
instruidos entre 1500 y 1800, la epoca del Renacimiento, la Reforma
y la Contrarreforma, la revoluci6n cientffica y la Ilustraci6n (todas
elias palabras que resumen un movimiento que no solo fue comple-
jo, sino que estuvo cambiando continuamente). Desde luego, la cultura popular estuvo muy lejos de ser un mundo estatico durante
estos trescientos aiios, pero no cambi6, e incluso no podia evolucionar tan rapidamente. Como hemos visto, hubo todo tipo de contactos entre la cultura de los instruidos y la popular. Los vcndedores
de libretos distribufan obras y panfletos de Lutero y Calvino, Voltaire y Rousseau; los pintores campesinos imitaban las formas del
barroco y el rococo, copiando estos motivos de tallas 0 grabados.
Sin embargo, todo esto no fue suficiente para evitar que se abriese
la brecha entre ambas culturas; en este sentido, la cultura popular
estaba basada en unas tradiciones orales y visuales, con lo que no
podia absorber con rapidez los cambios o, para variar de metafora,
la cultura popular estaba acostumbrada a recoger lo nuevo y transformarlo en algo que se parecia mucho a lo ~iejo (supra, pag. 246).
Una cultura popular que evolucionase con rapidez, suponiendo que
hubiese alguien que lo quisiese, serfa imposible en una Europa moderna que carecfa de las bases econ6micas e institucionales para que
esto se produjese. Aunque hubiesen podido fundarse todas las escuelas y pagar a todos los maestros que se necesitasen, muchos artesanos y campesinos no hubieran podido vivir sin contar con la
Es probable que los nobles rusos fueran casi los ultimos en abandonar sus tradiciones populares, y ello a pesar de los intentos para
<<occidentalizarlos dirigidos por Pedro el Grande. (Su gusto por los
bufones y las bufonadas nos sugiere que el tampoco estaba muy
occidentalizado ). Se ha sugerido que los aristocratas dejaron de leer
los lubok, ellibreto ilustrado, ya en el siglo XVII y que comenzaron
a usar el frances, lo que significarfa un alejamiento consciente de la
cultura popular. Sin embargo, parece evidente que este proceso no
se complet6 hasta 1800. Los lectores de Guerra y paz y otras novelas
rusas, podran recordar que los nobles segufan teniendo bufones
y enanos en sus casas, y que las mujeres de la nobleza segufan venerando a los iconos y a los tontos sagrados de la misma forma
que los campesinos. Aksakov, uno de estos nobles rusos, nos recuerda en sus memorias que su abuelo para irse a dormir escuchaba
72
Scott, 1, pag. 13; sobre los enmascarados ingleses, Robertson (n. 7), pags. 118
y sigs.; J. Beattie, Scotticisms, 1787; J. Rae, Life of Adam Smith (1895), reimp., Nueva
York, 1965, pag. 369; una discusi6n general en D. Craig, Scottish Literature and the
Scottish People (1680-1830), Londres, 1961, caps. 1-2
389
73
Sobre Ia alienaci6n>> de los nobles rusos de su cultura tradicional, M. Raeff,
Origins of the Russian Intelligentsia, Nueva York, 19~6, pags. 74 y sig.s.; ~obre los
bufones de Pedro el Grande, Welsford, pags. 182 y stgs.; sobre Ia audtenCJa de los
lubok, Ovsyannikov (1968), pag. 17; sobre las pervivencias tradicionales, R. Pip.es,
Russia under the Old Regime, Londres, 1975, pag. 187; S. T. Aksakov, A Ruman
Gentleman (trad. inglesa), Londres, 1917, pag. 289, y Chadwick, pag. XIII.
390
De !a renuncia al descubrimiento
A medida que crecfa la brecha entre las dos culturas, algunas
personas instruidas comenzaron a ver las canciones, creencias y fiestas populares, como exoticas, pintorescas, fascinantes, dignas de ser
recogidas y registradas.
Los primeros recopiladores podrian ser descritos como hombres
de <<mentalidad pre-cismatica>>. Crelan que las baladas y los proverbios que transcribian y luego publicaban, era una tradicion que pertenecia a todos y no solo al pueblo. Esta era la actitud, por ejemplo,
de Heinrich Bebel y Sebastian Franck. El primero, el hijo de un
campesino suabo, se convirtio en un humanista reconocido y en
profesor de Tubinga. En 1508 publico una coleccion de proverbios
alemanes y una antologia de historias comicas, las dos traducidas al
latin. En ambas colecciones, Bebel se inspiraba en Ia tradicion oral
y muchas de sus historias se desarrollaban en Ia misma Suabia. En
algunas ocasiones se ha tendido a presentarlc como un folclorista
renacentista, aunque esta descripcion es, en ciertos aspectos, erronea.
Bcbel ofrecia sus proverbios como ejemplos de la tradicional sabi-~
duria alemana, sin sugerir que ellos perteneciesen a los campesinos
en particular. Sus libros de casas jocosas incluye alguna historia que
podriamos denominar cuentos populares>>, pero para Bebel simplemente eran cuentos. Unos puntos de vista similares eran los que
defendia Sebastian Franck, quien tambien publico una coleccion de
proverbios (aunque esta vez en aleman) y una Weltbuch, la descripci6n de los pueblos del mundo, sus creencias, costumbres y ceremonias. Franck tambien ha sido descrito como un folclorista, pero ei
no haec, al igual que Bebel, ningun tipo de distincion entre Ia cultura
de los instruidos y la popular. Creia que sus proverbios recogian la
sabiduria de la humanidad, y su Weltbuch describe diferentes naciones sin distinguir grupos sociales dentro de elias. En el mundo de
habla germanica, el interes por la cultura popular como algo distinto
a la cultura de los instruidos es mucho mas tardio, cuando menos
~-----~------JL_
391
_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _
392
J. Aubrey, <<Remains>>,en Three Prose Works, Fontwell, 1972, pag. 132; sobre
este autor, R. Dorson, The British Folklorists, Londres, 1968, pags. 4 y sigs.
76
).
!
393
I ,
394
una colega le encontro tumbado sobre la cama y cantando una cancion popular, D'ou venez-vous Jeanne? A mime hubiera gustado
mas haber escrito esta canci6n>>, le dijo Malherbe, que todos los
trabajos de Ronsard>>. Ademas, cuando le preguntaban sobre sus
puntos de vista en torno al lenguaje (algo que sucedia bastante a
menudo ), Malherbe siempre les dirigia a sus maestros: los trabajador.es portuarios de Port-au~Foin. Su ideal en cuanto allenguaje y
la hteratura era que ambos tuesen de simplicidad natural; una simplicidad que, como la gracia del cortesano de Castiglione, necesitaba
un duro esfuerzo para poder conseguirla. Desde esta perspectiva, si
una canci6n popular ejemplificaba estos ideales, Malherbe la elogiaba, ~unque ei no estaba interesado en lo popular como tal. Lo que
hubwra hecho una cantante de baladas tradicional -o los portuarios
de Port-au-Foin- con los poemas de Malherbe es muy dificil de
imaginar. 78
Los cuentos populares, a! igual que sucedi6 con las canciones,
tarnbien atrajeron a algunos intelectuales de la Francia del siglo XVII.
En la corte de Luis XIV, los cuentos de hadas fueron una verdadcra
moda. Como consecuencia de ello, incluso algunos escritores publicaron sus propias versiones: madame D'Aulnoy, mademoiselle Lheriticr y un importantc funcionario del gobierno, Charles Perrault
(quien, sin emhargo, no puso su nombre en Ia portada de Ia primera
edici6n). En la siguiente generaci6n, csta tradicion fuc continuada
por el conde de Caylus, fundador de Ia Academia de los Buhoneros>>, que edit6 diversas historias que le contaron varias mujeres
mientras pelaban guisantes. Perrault y los otros no se tomaban en
serio estas historias, o al menos nunca adrnitieron tal cosa; sin embargo, las encontraban fascinantes. Es como si los instruidos empezasen a sentir que necesitaban un cierto escape de este mundo dcsencantado, de este universo cartesiano en el que habitaban. Fue
precisamente lo no cientifico, lo maravilloso, lo que les condujo a
los cuentos populares, del mismo modo que estos atrajeron a los
historiadores de la supersticion>> 79 .
La actitud de Joseph Addison hacia Ia cultura popular, esta a
78
Montaigne, Essais, 1, cap. 54; sobre Malherbe, G. Tailemant des Reaux Historiettes, ed. de A. Adam, 1, Paris, 1960, pag. 119.
'
79
Sobre Ia moda, M. E. Storer, La mode des contes de fees (1685-1700), Paris,
1928; sobre Caylus, A. P. Moore, The Genre Poissard and the French Stage of the
Exghteenth Century, Nueva York, 1935, pags. 96 y sigs.
395
medio camino entre la de Malherbe y Perrault. En tres de sus ensayos publicados en El Espectador de 1711, Addison sorprendi6 a
sus lectores a! discutir sobre dos baladas: Chevy Chase y Los dos
niiios del bosque. Como otros escritores de su epoca, Addison creia
que la buena literatura obedecia a unas reglas universales, lo que le
llev6 a presentar a Chevy Chase como si fuese un poema heroico
y a compararlo con La Eneida. Lo que mas le habia impresionado
era la majestuosa simplicidad del poema, en claro contraste con lo
que el mismo denominaba <a manera g6tica de escribir, es decir,
los estilos metafisico y barroco; poco le falt6 para asegurar que estas
baladas eran claros ejemplos del clasicismo. AI mismo tiempo, Addison confesaba --si bien a modo de excusa- un interes general por
la literatura popular:
Cuando viajo, tengo un placer especial en oir las canciones y las fabulas que
van pasando de los padres a los hijos, y que estan muy en voga entre Ia
gente comun de los paises por los que paso; por eso es imposible que todo
pueda ser admirado y aprobado por una multitud de personas, porque ellos
son solamente Ia chusma de una naci6n, Ia cual no tiene ninguna aptitud
para agradar y gratificar Ia mente del hombre.
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112,341.
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Calvino, Jehan (1509-64), reformador frances: 310, 320, 320n, 339.
cambaleo (espaii.ol), grupo de actores
itinerantes: 153.
Cambry, J. de (1749- 1807), folclorista fram~es: 50. 51n.
Camoes, Luis de (aprox 1524-80),
poeta portugues: 87.
Canis ius, Peter (1521-97), jesuita holandes: 329.
cantastorie (italiano ), cantante de
cuentos: 154.
cantimbanchi (italiano ), cantantes
sobre bancos: 150.
Caracciolo, Roberto, fraile italiano
del siglo XV: 158.
Cardano, Girolamo (1501-76), medi co milanes: 127.
Carlomagno: 220, 225, 229.
Carlos V, emperador: 246.
Carlos XII, rey de Suecia: 222, 370.
carmagnole (frances), baile en
circulo: 178.
Carolan (1670-1738), arpista iriandes: 156, 174.
Carto uche, Louis-Dominique
Indice analitico
435
E
D
Dante Alighieri (1265-1321 ), poeta
toscano: 107.
Davenson>> (H. I. Marrou), investigador frances contemporaneo: 52,
52n, 406.
F
Fabri, Felix, saccrdote del siglo XV :
86.
Fagerberg, Catharina, curandera
sueca del siglo XVIII: 166, 167n.
fandango (espai1ol), baile por parejas: 180.
famnduolo (provenzal), baile en fila:
178.
farsantes (espaiiol), actore ~: 153.
Fauriel, Claude (1772-1844), investigador frances: 38, 38n, 58, 398.
Fausto: 248, 248n.
Federico, emperador: 224, 247:
Federico el Grande, rey de Prusia:
222, 247, 248.
Feijoo, Benito (1676-1764 ), benedictine espaiiol: 341, 341n.
Felipe II, rey de Espaiia: 225, 364,
367.
Fernandez de Moratin, Nicolas
G
Gaal, Georg von (1783-1855), folclorista hungaro: 39, 39n.
Gaismair, Michael (aprox.
1491-1532), lider de los campesinos austrfacos: 253, 254n.
gangarilla (espanol), compaiifa de actores: 154.
Garcia, Carlos, escritor espaiiol del
siglo XVI: 91, 92n, 119.
rndice analitico
437
H
Hadorph, Johan (1630-93), anticuario sueco: 391.
hajduk, bandido de la Europa del
Este: 75, 240.
Hakansson, Clemet (1729-95), pintor sueco: 146.
Hall, Thomas (1610-65), te6logo ingles: 298, 302, 399.
I
Ignacio, San (1491-1556) : 328.
Ilya de Murom, heroe guerrero ruso:
230.
Isabel, reina de Espana: 64, 64n, 161.
4:\H
J
Jack de Newbury, heroe mercader:
78, 236.
Jakobson, Roman, lingiiista contemporaneo: 217, 411.
James, Richard (1592-1638), te6logo
ingles que viaj6 por Rusia: 114.
Janosik, Juraj, bandolero eslcivaco
del siglo XVIII: 241, 241n.
Johnson, Samuel (1709-84 ), escritor
ingles: 35, 39 y sigs., 49, 54, 69,
319, 463, 484.
Jolain, familia, grabadores franceses
de los siglos XVII y XVIII: 156-157.
Jones, Griffith (1684-1761), predicador inconformista gales: 389.
Jorge, San: 139, 219~249, 250n,256,
278, 306.
Jorge II, rey de lnglaterra: 226.
Jorge Ill, rey de Inglaterra: 226.
jose, San: 328 .
Jovellanos, Gaspar de (1744-l!r'11),
estadista espaiiol: 342, 342n, 353.
Juan Bautista, San: 132, 159, 220,
248, 279, 304, 326.
Juan Nepomuceno, San: 328.
juglar (espaiiol), cantante: 149.
K
kaleki (ruso ), <<tullidos>>, cantantes
de canciones religiosas: 154.
Kampfgesprach (aleman), debate dramatizado: 184.
Karadzic, Vuk Stefanov ic
(1787-1864), folclorista servio: 36,
lndice analitico
L
<<Lasca>>, ver Grazzini.
Latimer, Hugh (aprox. 1485-1555),
obispo de Worcester: 201.
laude (italiano), poemas laudatorios :
182.
lazzi (italiano), trama: 201, 201n.
Le Nobletz, Michel (1577-1652), misionero frances: 327.
Lermontov, Mikhail (1814-41), escritor ruso: 107.
43~
M
Macaulay, Thomas (1800-59), historiador ingles: 40.
Mac Gregor, sir James (aprox. 1500):
64 .
Macpherson, James (1736-96), poeta
escoces: 45, 54, 189, 397.
j
_1,__
HO
Mazarino, Jules (1602-61 ), cardenal:
284, 365.
Mededovic, A vdo, guslar yugoslavo
contemporineo: 210 .
Medici, Lorenzo de (1449-92): 63,
110, 161.
Meistergesang (aleman), obra artisti ..
ca maestra: 160.
Melendez Valdes, Juan (1754-1817),
escritor espaiiol: 341, 342n.
Mendelssohn, Felix (1809-47), compositor aleman: 45.
Mendoza, Daniel (1764-1836 ), boxeador ingles: 169, 349.
menetriers (frances), actores: 164.
Mercurio, Scipione, medico italiano
del siglo XVII: 380, 380n.
Merton, ver Thoms.
Michelet, Jules (1798-1874), historiador frances: 41, 41n, 398.
Michie!, Giustina Renier
(1755-1832), anticuario veneciano:
40, 398.
Misere, Bonhomme, heroe popular
frances: 237, 254, 362.
Moe, J orgen (1813-82), folclorista
noruego: 39, 41, 398.
Moliere (Jean Baptiste Poquelin,
1622-73 ), dramaturgo france s :
217.
Mompesson, sir Giles (1584-aprox.
1651 ), monopolizador del derecho
a expedir licencias para abrir cervecerias: 234.
Montaigne, Michel de (1533-92), escritor frances: 115, 163, 211, 349,
393, 396.
Montesino, Ambrosio, monje espaii.ol del siglo XVI: 162, 330.
Morganwg, ver Williams.
morisca (espaii.ol), baile de combate:
178.
Muntzer, Thomas (aprox.
N
Nachtigall, v er "Otmar.
Naogeorgus, Thomas (Kirchmair,
1511 .. 63), dramaturgo bivaro:
298, 310, 323, 399.
Neronov (a. 1591), arcipreste ruso:
304.
Nicolas, San: 90, 97, 219, 227, 248,
311, 414 (Meisen).
Nikon (1605-81), patriarca de Moscu: 304.
Nilsson, Per, pintor sueco del siglo XVIII: 148.
0
Ogier el Danes (Holger Danske),
229.
Olav, San, rey de Noruega: 223 , 249,
249n, 336.
Olrik, Axel (1864-1917), folclorista
danes: 203, 415.
Orlando, ver Roland.
Osiander, Andreas (1498-1552), teologo aleman: 310, 310n, 315.
Ossian>> (ver tambien Macpherson): 45, 45n, 125, 350.
441
Indice analitico
R
Rabelais, Fran<;ois (ap r o x .
1494-aprox. 1553), escritor frances : 111, 119, 119n.
Ramfrez, Roman (aprox. 1540-99),
contador de cuentos, monsco:
166, 167n, 213.
442
s
Sacheverell, Henry (aprox .
1674-1724), te6logo ingles: 220,
368 .
443
Indice analitico
T
Tabarin (Antoine Girard, m.
1626), charlatan frances: 65, 111,
150, 154, 212, 380.
Tarleton, Richard (m. 1598), comico
ingles: 65, 65n, 151, 169, 173n,
174.
Tasso, Torquato (1544-95), poeta
italiano: 107, 110, 163.
Taylor, John (1580-1653), escritor
ingles: 163.
Teresa de Avila, Santa (1515-82):
328.
Thiers, Jean-Baptiste (1636-1703),
sacerdote frances: 392, 393n.
Thomason, George (m. 1666), librero ingles: 367.
Thompson, Stih, folclorista americano contemporaneo: 198.
Thoms, William (<<Merton,
1803-85), folclorista ingles: 52n.
Thor, dios escandinavo: 97.
Tieck, Ludwig (1773-1853), escritor
aleman: 38, 38n, 43, 45.
Timoneda, Juan (aprox. 1500-83),
escritor espaiiol: 113, 113n, 197,
197n.
Tinodi, Sebastyen (aprox. 1505-56),
bardo hiingaro: 64, 116, 116n,
152.
Tommaseo, Niccolo (1802-74), escritor italiano: 48, 50, 52, 398.
Topham, Thomas (aprox. 1710-49),
forzudo ingles: 169, 348.
Toynbee, Arnold, historiador ingles:
69, 99.
trollskotter (sueco ), ungi.ientos: 167.
. -- -- -- --~~~---------
H4
u
uskok (servocroata), pirata: 240.
v
Vaclav, ver Wenceslao.
Vaugels, Claude Favre de
(1595-1650), crftico frances : 383.
v eckodagsvisa (sueco), canci6n de
los dfas de Ia semana: 82.
Vedel, Anders (1542- 1616), anticuario danes : 391, 391n.
v eglia (italiano), velatorio: 168.
v eillee (frances), velatorio: 96 .
verbunkos (hungaro), musica de reclutamicnto: 86.
Vernon, Edward (1684-1757), almirante ingles: 231, 368.
Vichmannin, Frau (1755-1835 ), na
rradora alemana: 125, 126n, 145.
vielle (frances), zanfoiia : 154.
Villemaique, T. H . C.Hersart de la
(1815-95), folclorista breton : SO,
SOn, 398.
Villon, Fran<;ois (1431-aprox. 1463),
poeta frances : 110, 118.
Vir:ig, Benedek (1754-1830), poeta
hungaro: 387.
v isbocker (sueco), cancioneros: 67.
Visnjic, Filip (1765-1835), poeta de
Bosnia : 156, 174, 174n.
w
Walton, Izaak (1593-1683), escrito r
ingles: 125.
Waltzer (aleman), baile campesino:
180.
War, Ned (1667-1731), escritor ingles : 89n, 172.
\Venceslao, San: 224 .
Wharton, Thomas (1648-171S), polftico ingles: 162.
lndi c<
e~naliti co
z
zambra (cspanol) , baile por parejas:
93.
Zan Polo (1504-33), c6mico veneciano: 64, 65n, 151.
zapis (servocroata), talisman escrito:
101.