Té de Jazmín, Julieta Marchant
Té de Jazmín, Julieta Marchant
Té de Jazmín, Julieta Marchant
T de jazmn
T de jazmn
Julieta Marchant
Registro de propiedad intelectual: 191.240
Derechos de esta edicin:
Marea Baja Ediciones.
Serrano N 415 of. 22, Santiago.
Texto compuesto en tipografa Palatino Linotype
Imagen portada: Detalle de Kurrf de Rodrigo Rojas.
Primera edicin, Junio 2010.
Impreso en Chile.
T de jazmn
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Lo perpetuo o lo fugaz, ya no importa.
Las viejas teclas de un piano, el pedal como una huella
anclndose a las terminaciones de la que pareciera ser la ltima nota.
En la msica estn las seales, en el ritmo interno que urgente recorre
la ciudad, el territorio de lo ajeno que hicimos propio
perdidos y abiertos a metforas que decan viento, agua o nube.
Las diferencias tenues, las historias construidas en la arena
que cayendo sobre s formaba olas simultneas, el oleaje de la arena
su composicin misma, ya no importa.
El da es uno solo, inmutable y desbordado recibe golpes de rboles arquendose,
simulando el contorno de los sauces, la memoria de los sauces,
sus enormes biografas intactas, anclados al costado de los ros,
signos de lneas divisorias o mensajes de prdidas, ya no importa.
Ni la lluvia ni tu mano, una sola de tus manos resistindose al diluvio,
la negacin absurda a las huellas en el cuerpo,
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El despegue urgente y repentino, ese despegue
acorazado incluso, igual de violento que el sonido de la cada
nos recuerda el vaco personal contenido en las palabras.
El despegue es la urgencia misma de verse cayendo
en la mitad del asfalto, dispuestos a dejarse abrir, a ser rajados
con los brazos simulando alas que siempre se deshojan
en la posibilidad de volar. El despegue impdico que divis desde el balcn,
la cada exacta, los pjaros que asustados del golpe, torpes y abrumados, huyeron.
Desovillo esa tarde desde un lenguaje prestado, sus fibras impropias,
sus leves ilusiones, su luz incluso que es tan breve, te desovillo
buscando en el cuerpo que tenas esa tarde un lugar para mi mano
escribindose a s misma o desarmndose, no importa.
Esa tarde violeta y naranja entr en la pieza cuando abriste las cortinas
para contemplar el mapa de las sbanas, su marea inmensa.
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Mirar tu casa vaca desde ac, esa casa de vidrio
que como un cuerpo transparente exhibe su estmago.
Contemplarla tomada por todos los objetos
que alguna vez te rodearon y que ahora abandonaste.
Tus pertenencias naufragando en el centro del acuario,
intentando salvarse se agrupan para reconocerse
en lo que antes cargaron de ti. Suturo desde afuera los olvidos tuyos,
los bordes de los libros que florecen, los lpices despuntados,
una taza oscurecida por dentro, tus papeles voraces comindose la mesa,
la ventana entreabierta por la cual se desliza la tarde
naranja y violeta, otra tarde sobre las dems, todas las tardes en sta.
Esa casa que cre nube por estar ms arriba que las otras,
desprovista de races pero arriba, girando a veces
sus muros delgados dejndose atravesar por el deseo
del giro otra vez no importa nada, tu casa liada a tus rituales,
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An el sabor del t en la garganta, el aire que ingresa
para aliarse a la calidez que dej en nosotros, su dulzura
a cuentagotas y luego todos los canales invadidos, como una enredadera
el t ech sus races delgadas, sus espigas. Todas las tardes
sumergidas en esa taza y, sin embargo, nada sucede.
La casa enmalezada, los tallos largos hasta la cintura,
desde afuera se ven cadas puntas verdes brotando,
la imagen abierta de la falta se deja or,
su msica en este piano, en el crujir del pie sobre el pedal.
En la ciudad nuestra isla, cargada y vegetal, el diluvio azotando otras casas,
la nuestra tambaleante, pero anclada a la tierra,
cosida en una nica puntada se entrega a su vaivn, a su flotar extrao.
Nado, sumergida a la mitad, mi cuerpo nada
en un ro que cruza en diagonal desde la puerta,
un ro grisceo y rojo, sus olas de acuarela entrndome,
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Trenzadas desde sus fisuras, estas palabras cargan con su propia historia.
Tu mano la que resisti jams podr despejarlas,
sus espaldas pesadas se encorvan, anochecen sus grafas.
En medio de estas ruinas no podrs. Tampoco el cuerpo,
porque siempre nos quedamos atrs o adelante, nunca adentro,
a pesar de los golpes sobreviene el desfase, el acceso tardo
a un centro que se desplaza cuando pensamos llegar.
Y yo resisto, atada a este peasco, resisto.
Falta de motivos sigo ah, tiesa soporto la lluvia,
sabiendo que importa nada repito esa frase, no importa,
mi cuerpo rodando por las piedras, todo derrumbe
contiene en s la leve posibilidad del aire,
del viento en su rebase. La dureza del cemento,
en esta ciudad la furia plena del agua desatando el orden,
siguiendo instrucciones nos perdimos en detalles,
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Nuestro tiempo circular con la forma de los espirales
se entierra en el suelo, devorado por la maleza, se hunde y desciende.
Podra haber dicho o gritado imponindome al ruido de la lluvia, podra
haber confiado en los tejidos que parecen unir una letra con otra
o en tu palabra que intent retenerme, podra quedarme entre el estambre
atravesada y quieta, transformada en cicatriz o cordn.
No es el nombre, es la misma frase que multiplicndose
regresa y se abre espacio para decirse a s misma.
Tu casa ya no es tu casa, tu hogar acuario
dej entrever el imposible jardn que alguna vez evocaste,
tragando tu t ansioso, entrampado en sus hojas que colaste lentamente.
Mi casa tampoco es ma, pero cargo con ella como si fuera un cuerpo
o el eco del pasado que retorna antiguos refugios a la memoria,
abre zanjas al unsono en la piel.
Las huellas que deja el tiempo son imborrables
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Agradecimientos
A Sofa Muoz Carneiro que presenci el movimiento de cada ola, lanzando salvavidas, entera en su
grandeza. A su msica tambin, al piano que atraviesa este poema.
La presente edicin de
T de jazmn se imprimi
durante el mes de Junio
del ao 2010 con un tiraje de 50 ejemplares.