Truyol. El Derecho y El Estado en San Agustín
Truyol. El Derecho y El Estado en San Agustín
Truyol. El Derecho y El Estado en San Agustín
SAN AGUSTIN.
(Antonio Truyol y Serra)
NDICE DE MATERIAS
PRLOGO
Captulo II.
Agustn.
1.
2.
3.
4.
Captulo III. L A
Y LA LEY NATURAL.
1.
2.
INTERPRETACIONES DE LA
POLTICA AGUSTINIANA.
109
1.
2.
3.
4.
5.
6.
1.
2.
del Estado.
2.
3.
140
146
149
157
162
ESTADO A LA LUZ DE LA
1.
133
135
155
justicia.
Captulo IV. LA
127
169
FILOSFICAS ...............................................................................................
195
13
125
desconcertada
humanidad,
sumida
en
profundsima angustia y en el apocalptico fragor
de inauditas contiendas; que, por tanto, el mensaje
de siglos del doctor africano conserva su valor
para el mundo de hoy, ms necesitado que nunca
del fuego abrasador de la caridad entre los pueblos
y los hombres, unidos por el indisoluble vnculo de
una comn naturaleza he aqu afirmaciones que
no pueden hallar su debida justificacin en unas lneas preliminares de introduccin; pero es esperanza nuestra que brotarn como conclusin
espontnea de la exposicin misma del pensamiento de San Agustn.
En todo caso, podemos ver un indicio de la recia
actualidad de este pensamiento en la extraordinaria riqueza de la bibliografa agustiniana, tupidsima selva que floreci, principalmente, en tierras alemanas y francesas. Por
desgracia, es escassima en ella la aportacin de
nuestra patria. Ya el P. Camilo Alonso Vega, O. S.
A. benemrito de los estudios agus- tinianos en
Espaa por su excelente traduccin de las
Confesiones (1) y su Introduccin a la
(1) Madrid, Nueva biblioteca filosfica, de Espasa-Calpe, vols.
LIX y LX.
PRLOGO
16
PRLOGO
Tal ha sido tambin l principio que constantemente nos ha guiado en nuestros trabajos. Lo
cual, lejos de excluir la meditacin personal y la
labor investigadora propia, les da, por el contrario,
una base ms firme, contrastada y fecunda. Por
ello, quisiramos nosotros poder aplicar al presente
libro las palabras que al suyo refiriera el citado
agustino: Sntesis, crtica, investigacin: he ah,
pues, las tres cualidades principales que habr de
reunir nuestro humilde ensayo (p. XIII). Logrado o
no, ste ha sido nuestro propsito.
Por lo que toca a las citas latinas, hemos seguido
el texto de las Opera omnia editadas por los
benedictinos de la Congregacin de San Mauro. Nos
complace hacer constar aqu la amplia
comprensin manifestada por la Editorial Revista
de Derecho Privado con respecto a la conveniencia
de reproducir la mayor parte de los textos
originales a los que en el libro se alude, a pesar de
las dificultades que ello entraa, principalmente en
orden al aumento del precio de coste del libro. Pero
creemos prefdrible este sistema al de las simples
referencias, pues permite brindar al lector una
pequea antologa de textos frecuentemente
dispersos n la ingente produccin literaria de San
Agustn.
En las citas castellanas de las Confesiones,
adoptamos la ya mencionada traduccin del P.
Vega, admirable en su fidelidad al original.
Finalmente, hemos sentido muy vivamente,
por Jo que atae al estudio sobre La idea del
17
A. T.
P
R
L
O
G
O
1
9
I
SUPUESTOS Y CONCEPTOS
FUNDAMENTALES DEL
PENSAMIENTO JURDICO* DE SAN
AGUSTN
I
SUPUESTOS ANTROPOLOGICOS DEL
PENSAMIENTO AGUSTINIANO (*)
1. El ambiente histrico.2. La evolucin espiritual de San
Agustn.3. La universalidad de su accin.4. Breve caracterizacin del genio agustiniano.
(*)
NOTA
BIBLIOGRAFICA. En
esta
la
com posicin
del
trabajo,
y,
por
excepcin en algn caso, obras de importancia de las que tenemos amplias referencias.
(Par s,
1918).-M.
pensadores,
edit.
por
la
Revista
de
I,
p.
Christianisme
299-335.Cu.
et
Bo-
n oplatonisme
YKR
dans
:
la
I
290-293.
II.
Mausbach
Augustinus.
:
2.
Die
a
Ethik
edici n
des
heiligen
(Friburgo
de
de
Vacant-Mangenqt,
th ologie
catholique
(Paris,
de
1902).*G.
CAPITULO PRIMERO
T R U Y O L
S E R R A
San Agustn, como Fichte, es de aquellos espritus en que la dimensin subjetiva invade hasta
los ltimos resquicios de los problemas que
abordan, enraizados profundamente en alguna
vivencia personal: espritus de los que Unamuno
afn a ellos en este aspecto hubiese dicho que
23
A N T O N I O
T R U Y O L
S E R R A
26
29
A N T O N I O T R U Y O
R R
30
cosmogona
fantstica de los maniqueos, al hacer
EL DERECHO Y EL ESTADO EN SAN AT.USTIN
del mal un principio independiente y primario,
pareca salvaguardar la bondad y perfeccin de
Dios, si bien a costa de su omnipotencia. Por otra
parte, la crtica maniquea del Antiguo Testamento
despertaba en Agustn el eco de sus propias
dudas y reservas en esta materia. Finalmente,
cabra aadir que la secta slo impona un rigor
asctico a los electji, no teniendo necesidad los
audientes Agustn nunca pas de dicha
categora de cambiar sus anteriores
costumbres.
Mas un espritu tan preclaro como el de
Agustn haba de percibir pronto el vaco que se
ocultaba tras las fbulas maniqueas. Su contacto
con Fausto, uno de los hombres ms destacados
de la hereja, le convenci definitivamente de la
falsedad
del
camino
emprendido
(10).
Desalentado, adems, por la indisciplina de los
estudiantes de Cartago, Agustn se traslad a
Roma, esperando poder ejercer all sus funciones
docentes en condiciones ms ventajosas. Su crisis
interior le hace abrazar algn tiempo el
escepticismo de los acadmicos (11). Pero de
todas las posibles actitudes mentales, el
escepticismo era la ms incompatible con el ansia
de verdad que lata irreprimible en el alma de
Agustn , para el cual, segn veremos, la certeza
era condicin absolutamen(10)
(11)
Conf., V, 6 v 7.
Conf., V, 10.
31
A N T O N I
1. S
E R R A
te necesaria de la felicidad. Por ello es de brevsima duracin el episodio de la duda sistemtica, y el primer contacto con la filosofa
neoplatnica abre nuevos y amplios horizontes,
Solicita y obtiene Agustn una ctedra en Miln, y
sobreviene entonces el hecho decisivo de su vida:
su encuentro con la noble y serena personalidad
de San Ambrosio, obispo de la ciudad (383). Los
sermones de San Ambrosio ensearon a Agustn
a resolver las dificultades de aquellos pasajes
oscuros del Antiguo Testamento, que si antes le
haban parecido inve rosmiles, era porque los
interpretaba, segn palabras del Apstol (2 Cor.,
III, 6), siguiendo la letra, que mata (12). De San
Ambrosio aprendi, pues, San Agustn el mtodo
de la interpretacin alegrica (en sentido espiritual), que ms tarde habra de aplicar tantas
veces, aunque no siempre con las reservas de
rigor. Pero aun no haba logrado deshacerse de
su concepcin de Dios como sustancia material
infinita, y -del mal como principio positivo y real.
La lectura de los neoplatnioos, sobre todo de
Plotino, que San Agustn conoci en traducciones
latinas, le permiti, finalmente, superar este restp
de materialismo. La filosofa neoplatnica seail
a Agustn el camino que conduce al mundo
interior del alma, le hizo concebir a Dios como
puro ser inmaterial, y al mal, como algo negativo,
como privacin de algn bien. Quedaban
derribados de esta suerte los obstculos
intelectuales que antes se opusieran a la adhesin
plena al cristianismo. Ley Agustn con nuevo
(12) Ibid., V, 14, 24.
32
espritu
las Escrituras, principalmente las
EL DERECHO Y EL ESTADO EN SAN AT.USTIN
epstolas de San Pablo, hallando en ellas lo que
tanto buscara. Sinti en su alma el resplandor de
una nueva claridad: las palabras con que el santo
termina este relaito expresan con fuerza la
intensidad del cambio operado en l: Haba
considerado tus obras, y me senta fuera de m
(13).
Mas, vencida la inteligencia, Agustn tena que
conquistar an el ltimo reducto: su corazn.
Lucha violenta, porque Agustn no haba logrado
deshacerse an de los fuertes lazos que le ataban
a la mujer: rota una primera unin ilcita con una
mujer de Cartago, de la que tuvo un hijo,
Adeodato, haba iniciado otra en Miln. Todo el
libro VIII de las Confesiones vibra de la angustia
que precede al abandono de arraigadas
costumbres, y de la esperanza de una nueva vida
liberada de las cadenas de la sensualidad; y sus
pginas figuran entre las ms autnticamente
conmovedoras de la literatura universal. Los
ejemplos
de
conversiones
de
famosos
contemporneos suyos, el relato de la vida de San
Antonio, preparan el momento culminante de la
vida de San Agustn. Los acen(13) Conf., VII, 21, 27. Sobre esta fase de la evolucin espiritual
de San Agustn, vanse los captulos 10 y sigs. del libro VII.
A N 1 O N 1 O I R U V O L S K R R A
tos de su voz adquieren, al evocar la crisis suprema en el huerto rnilans, su timbre ms humano (14). Hasta cundo diferira, Seor, la
entrega incondicional de s mismo? El canto
providencial de un nio en una casa vecina, el
33
34
V EL ESTADO
EN SAN AGUSTINhay de unitario
zar EL
lo DKREdHO
que, pese
a las apariencias,
en el pensamiento de San Agustn. Segn ha
observado Hans Eibl, el Apstol de las gentes
representa de un modo preeminente aquel tipo
religioso que modernos autores han llamado el de
los dos veces nacidos, es decir, de aquellos que
slo se elevan hacia Dios mediante una ruptura
interior (16). Hubo en el alma de San Pablo una
mutacin repentina y radical, un tornarse otro
hombre, un trnsito brusco de las tinieblas a la luz,
que el mismo Apstol quiso subrayar cambiando
su anterior nombre de Saulo por el de Pablo. San
Agustn pertenece, por el contrario, a otro tipo de
religiosidad, a la religiosidad de los nacidos una
vez, que se acercan paulatinamente a Dios por un
camino ms o menos accidentado, pero continuo y
seguro. Rompe tambin con su pasado San
Agustn, pero la ruptura no es tan completa,
porque su conversin no es ms que el punto
finail puesto por la gracia a una trayectoria firme,
por ella sabiamente preparada. Leyendo las
Confesiones nos invade, en efecto, el sentimiento
de que Dios llama desde lejos a Agustn, y que su
voz suena ms cercana a cada
primera pgina de su libro, resume incomparablemente, para nosotros, esta vocatio divina, que
no sufrir interrupcin: Mas T mismo le excitas
a ello habla San Agustn de s mismo ,
haciendo que le deleite el alabarte, porque nos has
hecho para Ti, y nuestro corazn est inquieto
hasta que descanse en Ti. El perodo que va del
bautismo de San Agustn a su muerte puede
resumirse, a los efectos de nuestro estudio, en
pocas palabras. San Agustn puso sus ingentes
dotes de inteligencia y corazn al servicio de la
Iglesia. Ordenado sacerdote, fu elevado pronto a
la sede episcopal de Hipona, e intervino
activsimamente en las enconadas luchas
dogmticas de la poca, sobre todo en la
controversia pelagiana sobre la gracia y en la
controversia donatista sobre la naturaleza de la
Iglesia y la eficacia de los sacramentos. Despus
de haber desarrollado en todos los rdenes de la
vida eclesistica una asombrosa actividad, muri
San Agustn el 28 de agosto del ao 430, en la
ciudad de Hipona, sitiada por los vndalos.
(17) Escritas estas lneas, las hemos visto confirmadas por la
autorizada pluma de J. M A U S B A C H , autor de la monografa ms
completa so bre la tica agustiniana: Die Bekehrung Augustins ist
auch, was die Art der Gnadenwirkung angeht, nie auf eine Stufe
gestellt worden etwa mit der Umwandlung eines Saulus zum Paulus.
Gerade aus den Bekenntnissen lernen wir die allmhliche, stufenweise
Vorbereitung des Umschi- wungs kennen. (Op. cit., I, pg. 9.)
36
aseveracin
de Eucken, segn la eual hay
EL DERECHO Y EL ESTADO EN SAN AT.USTIN
momentos en los que Agustn, con su subjetividad
e iniciativa, se acerca ms a nosotros que Hegel o
Schopenhauer (18). Pero a este concepto de
modernidad aplicado a San Agustn hemos de
atribuir un valor relativo: expresa tan slo la
universalidad del pensamiento agustiniano vista
desde nuestro horizonte propio. En realidad, todos
los siglos que mediaron entre el obispo de Hipona
v nosotros pudieron con igual fundamento llamarle
suyo. Por ello cree conveniente el mismo
Eucken generalizar su anterior afirmacin,
reconociendo que es mejor no clasificarle dentro
de una poca o grupo determinado, sino reconocer
en l a una de las pocas personalidades de las que
se nutren las generaciones y por las que se
orientan en tareas que estn por encima de los
cambios de los tiempos (19). En efecto, ningn
pensador ha ejercido sobre la posteridad un influjo
comparable al suyo ni en extensin ni en
profundidad. Cuando Stckl proclam a San
Agustn el ms grande doctor del mundo
(18)
(19)
38
EL DERECHO
EL ESTADO
EN SAN
AT.USTIN
Agustn
es Ypara
Harnack
el inspirador, el
restaurador de la piedad cristiana. Si Toms
inspira los cnones de Trento, Agustn,
prescindiendo de que ha formado al propio Toms,
inspira la vida ntima de la Iglesia, es el alma de
todas las grandes reformas realizadas en su seno
(24). En el campo filosfico y en el de la cultura,
en sus diversos aspectos, advertimos un doble
influjo paralelo - intelectual y vital . Si antes
vimos que toda poca pudo considerar como suyo
al Aguila de Hipona, podemos aadir ahora que en
ningn aspecto del saber o del obrar dejaron
nunca de seguirse sus imborrables huellas. Y nada
podra sintetizar mejor, a nuestro juicio, esta
presencia constante y multiforme de San Agustn
en lo ms ntimo de la con(23) Loe. cit., col. 2.317. El artculo de P O R T A L I es, por su calidad cientfica y expositiva, por su dominio de las fuentes y su
extensin, un estudio magistral de la personalidad de San Agustn y
de su pensamiento, especialmente de su teologa. Ha sido objeto de
unnimes elogios, y lo han utilizado numerosos autores.
(24) Loe. cit., col. 2.456.
N T O M O 'ante
1 ' R Ula Y imagen
O L S E del
R R Estado
A
sentase Aedificado
cristiano universal, los Papas de la Edad Media y
los filsofos del Estado del Renacimiento
buscaron inspiraciones en la Ci- vitas Dei (25).
40
EL DERECHO Y ELes
ESTADO
SAN AT.USTIN
contemplarse:
un ENbien
del que hay que
apoderarse. Hay que amarlo y vivir en l... (27).
En este aspecto, es innegable, a nuestro juicio, el
parentesco espiritual que, por encima de los
siglos y de las diversidades de sus respectivas
doctrinas, existe entre San Agutn y Platn, y no
es casual que de ste tomara el santo ms de una
fecunda inspiracin. Para San Agustn la religin
no es una simple teora; el cristianismo, una serie
de dogmas: es tambin una vida, como decimos
41
A N T ON r O TRU YOL S ER R A
EL DERECHO Y
EL ESTADO hubo
EN SAN de
AT.USTIN
especulacin
platnica
ser frenado, en la
Grecia antigua, por la meditacin ms sosegada de
un Aristteles, tambin el mpetu de San Agustn
necesitaba ser hasta ciertf) punto contrarrestado
por una reflexin ms objetiva. Yernos aqu
escribe Portali el papel de los espritus ms
fros de la escolstica. Toms de Aquino era un
correctivo necesario del doctor de Hipona: era
menos grande, menos original y, sobre todo,
menos viviente. Pero la calma didctica de su
intelectualismo le permite corregir, mediante una
crtica rigurosa, las exageraciones de Agustn,
dar a los trminos mayor justeza y precisin;
preparar, en una palabra, el diccionario gracias al
cual se podr leer al doctor africano sin peligro
(31).
Estas observacones no disminuyen, naturalmente, la gloria de San Agustn. Lo extrao,
siendo Agustn un hombre mortal, sera que no
tuviese imperfeccin alguna. El propio santo nos
ensea que la mente humana, por su con- gnita
limitacin, no puede nunca en esta vida
aprehender todo el caudal de la eterna verdad.
Por otra parte, el cristianismo es ms que una
filosofa. Expres una gran verdad Esteban Gilson
uno de los mejores conocedores del
(SI.) Loe. cit M col. 2.457.
A N T O N I O T
R U Y O L
S E R R A
43
1 NOTA BIBLIOGRAFICA.Cl. BAEUMKER : Die patristische Philoso-phie, en la Allgemeine Geschichte der Philosphie de la serie Die
a
a
Kultur der Gegenwart, 2. impr. de la 2. ed. (Leipzig y Berlin, 1923), p. 290306. M. BAUMGARTNER: LOC. cit., p. 359-379, 386-389. H. EIBL: Op. cit., p.
291-301, 314-321, 342-344. E. GILSON : Introduction l' tude de
Saint Augustin (Paris, 1929), p. 177-198, 279-307. M. GRABMANN :
Filosof a medieval, trad. esp. de S. Minguijn (Barcelona, 1928), pginas 1222. J. MARTIN : Saint Augustin, 2. a ed. (Paris, 1923), p. 32-48, 174-211.
J. MAUSBACH: Op. cit., t. I, p. 51-58, 88-128; t. II, p. 139-258. H. MEYER :
Thomas von Aquin. Sein System und seine geistesgeschichtliche
Stellung (Bonn, 1938), p. 320-324. E. PORTALI : Loe. cit., col. 2.328 y sigs.
V. STEGEMANN : Augustins Gottesstaat (Tubinga, 1928) pginas 4-18, 6480. UEBERWEG: Grundriss der Geschichte der Philosophie, tomo II, a
a
cargo de J. GEYER : Die patristische und scholastische Philosophie, 11.
ed. (Berlin, 1928), p. 102-116. H. WEINAND : Die Gottesidee der Grundzug
der Weltanschauung des hl. Augustinus (Paderborn, 1910).
44
CAPITULO SEGUNDO
1. En vano buscaremos en los escritos de San
Agustn una filosofa moral, jurdica y poltica
sistemtica y autnoma, que forme un cuerpo de
doctrina orgnicamente trabado, con perfil propio
en la economa general de la obra. No hay en sta
libro alguno que corresponda, por ejemplo, a las
Eticas o a la Poltica aristotlicas, a la prima
secundae o la secunda secundae de la Suma
teolgica de Santo Toms. Ni siquiera el libro XIX
de la Ciudad de Dios, que recoge buena parte de
las opiniones del santo en la materia, ofrece una
exposicin cerrada de las mismas. Ello 110 quiere
decir que San Agustn carezca de un pensamiento
moral, jurdico y poltico unitario. La ndole
misma de su especulacin determinada por las
vivencias de un alma que en la bsqueda de la
verdad buscaba su autntica y propia felicidad
haba de conducir su mirada con especial predileccin hacia los problemas del hombre, y, por
consiguiente, tambin hacia los problemas de la
sociedad. De hecho, San Agustn los aborda en
A N T O N I O
T R V O L
S E R R A
49
52
la
existencia
de
54
57
parium dispariumque
M EYER :
p. eit., p. 320-324.
58
rerumsua
de
orcen
cuique
en
la
SantoToms,
en
y descendiendo de lo ms
sublime a lo ms nimio, sin sufrir interrupcin
alguna, es un himno de alabanza al Seor (53). En
el aspecto externo, la nota ms destacada del
orden del universo es su belleza (54).
4. Ahora bien, toda consideracin teleol- gica
60
eiones... es como si alguien quisiera, ver las tinieblas u or el silencio (62). Si el mal, en general, es privacin, el pecado es, >en la voluntad,
la ausencia del amor debido a Dios.
En su significacin ms honda y en la intencin
de sus autores, el pecado original implicaba una
subversin del orden de la creacin, por cuanto la
criat,ura haba pretendido igualarse a su Creador.
Pero en definitiva, lejos de traer consigo un
menoscabo imposible desde luego de la
omnipotencia de Dios, las consecuencias de la
falta recayeron sobre el propio Adn y su estirpe.
La idea de culpa postula necesariamente la de
64
el
lo
de
la
tn, por el contrario, falta este fundamento metafsico de un orden natural autnomo. Con
acierto subray Gilson que no se encuentra en l
definicin alguna de lo que la esencia metafsica
del hombre pudo haber implicado como
perteneciente de derecho a su naturaleza; el punto
de vista en que se sita constantemente San
Agustn es en cierta manera histrico y
puramente fctico. Dios ha creado al hombre en un
cierto estado de naturaleza; si lo hubiese creado
en otro estado, aun inferior, hubiese ste sido
otro estado de naturaleza (67). De ah que la
naturaleza posterior al pecado sea, se- gvin San
Agustn, una naturaleza corrompida. Pero en
definitiva, tanto para el A quina- tense como para
el doctor africano, el pecado marca el paso de una
67
A N T O K I O T R U Y O L S E * R A
68
69
III
CAPITULO TERCERO
1.
Si, segn la definicin agustiniana citada en el
captulo anterior, el orden es una adecuada
disposicin de cosas semejantes o dispares en
funcin de un fin, implica necesariamente un
principio regulativo que reduzca a unidad los
elementos singulares, haciendo de ellos partes de
una totalidad. Este principio es la ley. Los conceptos
de orden y ley guardan, pues, ntima relacin entre
s: el orden, en cierto modo, no es sino la
realizacin de la ley, y sta, expresin o cifra del
orden (70). Por consiguiente, la consideracin de un
universo ordenado hubo de apuntar a la idea de un
principio supremo de la actividad del cosmos, de una
ley universal que rige el movimiento de todos los
seres que lo integran. Tal idea recorri en la cultura
antigua
una
trayectoria
triunfal,
jalonada
esencialmente por los mismos nombres de quienes
supieron aprehender la in-
A N T O N !
S E
74
a todos comn. Con ello, Herclitp haba encontrado un fundamento objetivo a las leyes
humanas, que se nutren del logos y de l reciben su fuerza obligatoria (73). Esta genial
intuicin fu desarrolada por el estoicismo, cuya
fsica tanto debe (74) al solitario coloso de Efeso.
Segn los estoicos, la Divinidad informa el mundo
como un soplo que por todo se extiende, como un
fuego que configura las cosas artsticamente
segn fines, como el alma y la razn del todo
(75). La Divinidad se manifiesta, en un aspecto,
como inflexible destino (SIIMP|SVY)) que determina
entre todas las partes del universo una conexin
necesaria, y en otro, como providencia (npvoi),
en cuanto se presenta como potencia sapientsima
que lo ordena todo de la mejor manera. Al igual
que en la concepcin heraclitiana, el hombre participa del logos divino, y en su recta razn (peo?
xyos> est nsito el conocimiento del bien y del
mal. El testimonio ms sugestivo de esta visin
estoica de un cosmos regido segn una ley
unitaria -y en este caso, adems, pollina
Divinidad representada como persona es, sin
duda, el magnfico himno de Clean(73) Recurdese el clebre fragmento 114 en H. D I E L S , Die
Fragmente der Vorsokratiker, tercera ed. (Berln, 1912), t. I, pg. 100.
(74) Como consecuencia de su concepcin monista materialista del
mundo, los estoicos incluan en la fsica la teodicea.
(75) F R . U E B E R W E G : Grundriss der Gcschichte dor Philosophie, to
tno I; Die Philosophie des Altertums, 12.a e d., de K. Praechter (Berl n, 1926), p gs. 419-420.
A N T O N I O
H R
76
A N T O N I O
79
A N T O K i O T R U V O I, S E R R A
el autor sagrado la personalidad, los hbitos literarios, el estilo, etc.
lev cierta y crculo redondo, cercaba los abismos... Cuando circunscriba al mar su trmino, y
pona ley a las aguas para que 110 pasasen sus
lmites... Con El estaba yo concertndolo todo...
(84).
2.
La simple lectura de los textos antes
citados pone de relieve la diferencia radical que
separaba la teora estoica y neoplatnica de ley
eterna, de la idea bblica del orden universal. La
primera fu siempre de impronta pan- testa,
pues aun el Zeus cantado por Cleantes es
pensado, segn subraya un reciente historiador de
la filosfa griega, como inmanente al mundo (85).
Destaca en la segunda, en cambio, la accin
consciente de un Dios personal, que ya no es
simple ordenador, sino creador, y, por ende,
seor del cosmos en el ms autntico sentido de
la palabra. Enriquecer la construccin de la
filosofa clsica con la funda- mentacin l^estica
propia del cristianismo: tal fu el gran empeo y el
gran ttulo de gloria de San Agustn.
La dependencia antes sealada del orden dei
universo respecto de una ley eterna que lo determina, fu claramente subrayada por San
Agustn cuando caracteriz la ley eterna, como
aquella segn la cual es justo que todo est
3.
80
(84)
Trad. esp. de Scio de San Miguel; La Biblia vulgata latina,
a
ed. (Madrid, 1818), t. VIII dei Antiguo Testamento.
(85) W. KRANZ, op. cit., pdg. 304.
81
ANTONIOTRUYOLSERKA
83
A N T O N. I O T R U Y O L S E R. R A
8.4;.
A N T O N. I O T R U Y O L S E R. R A
omnia mutablia pulcherrima gubernatione moderetur.
8.4;.
ANTONIO
TRUYOL
SERRA
87
ANTONIO
TRUYOL
SERRA
88
8>
ANTONIO
TRYOL
90
dio, y para evitar un exceso de citas, ser suficiente trazar las grandes lneas de su concepcin. La ley natural est transcrita en el alma
racional, para que los hombres conserven en sus
costumbres las imgenes de las ideas morales que
les fueron comunicadas (107). Es la lex intima, ley
interior, de la que el hombre trata con frecuencia
de huir, teniendo por misin la ley exterior hacerle
volver a ella (108). Su carcter de inmediata
evidencia explica el que sea comn al gnero
humano. Todos los pueblos, verigracia, admiten
que el adulterio es pecaminoso, y no lo es porque
lo prohban las leyes humanas no han llegado
stas, en ocasiones, a prohibir el culto del
verdadero Dios % sino que, por el contrario, las
leyes humanas lo prohben por su intrnseca
maldad (109). Tambin otros muchos delitos llevan
en s mismos la razn de su condenacin por las
leyes positivas: el hurto es castigado por la ley de
Dios grabada en el corazn del hombre de tal
modo que no hay maldad que baste para borrarla:
porque, qu ladrn hay que tolere que otro le
robe a
(107) De div. quaest., 53, 2 : ... quasi transcripta est naturalis lex
in animam rationalem, ut in ipsa vitae hujus conversatione moribusque
terrenis homines talium distributionum imagines servent.
(108) Enarr. in ps., 57, 1: Judicas enim malum esse in eo quod
pati non vis: et hoc te cogit nosse lex intima, in ipso tuo corde conscripta. Y: ... data est etiam conscripta lex: non quia in cordibus
scripta non erat ; sed quia tu fugitivus eras cordis tui, ab illo, qui
ubique est comprehenderis, et ad te ipsum intro revocaris. Propterea
scripta lex quid clamat eis qui deseruerunt legem scriptam in cordibus
suis (Rom., II, 15)? Redite praevaricatores ad cor (Isai., XLVI, 8).
(109) Vase la clebre discusin de esta cuestin en De lib. arb., I,
3.
91
ANTON1O
TRUYOL
SERRA
93
ANTONIO
T81IYOL S E R R A
95
ANTONIC)
TRUYOL
97
ANTONIO
'J'
SER
aparece, por tanto, en el mbito de la lex naturalis, la tendencia de San Agustn a absorber la
naturaleza en la sobrenaturaleza: una prueba ms
de la unidad profunda de su pensamiento en
funcin
de
sus
concepciones
teolgicas
fundamentales.
4. Ya Herclit) y los estoicos, ya Cicern y
Plotino, segn tuvimos ocasin de sealar, haban
puesto de manifiesto la eminente participacin en
la ley eterna de la criatura racional, por cuya
virtud halla sta en el interior de s misma la
norma de su recto obrar y pueden los legisladores
promulgar reglas justas para ordenar las
relaciones sociales. Consecuencia de ello fu la
gran relevancia que en el mundo helenstico y
romano lleg a tener la idea de la lex naituralis,
que, recogida no sin ciertas confusiones por los
juristas romanos, pas a formar parte ya en
forma de jus naturale, ya en la de jus gentium,
conceptualmente afn de las conquistas
definitivas de la jurisprudencia (124).
Pero la creencia en una justicia natural nsita en
<el corazn del hombre fu quiz ms fir(124) Recurdense los clebres textos de Paulo, Gayo, Ulpiano,
Hermogeniano.
Fueron
especialmente
perniciosas,
para
el
pensamiento posterior, las vacilaciones de los juristas romanos en la
caracterizacin del jus natur le y el jus gentium. Vase sobre el
particular, en la gran obra de R. W. C A R L Y L E y A. J. C A R L Y L E , cit-, el
tomo I, de A. J. C A R L Y L E , 2. a parte, captulos III y VII.
98
99
A NT ONI O T R U V G L
EK
10
1
107
CAPITULO PRIMERO
1. La doctrina de San Agustn acerca de la
esencia y la justificacin del Estado (*) ha sido
objeto modernamente de interpretaciones muy
dispares, que dificultan sobremanera la recta
comprensin de la opinin autntica del santo en
la materia. El hecho 110 sorprender a quienes
tengan presente la ingente riqueza y complejidad
del pensamiento de San Agustn, la falta en l de
una filosofa poltica tratada con carcter
autnomo, y la ndole a veces poco sistemtica
de su exposicin, sin olvidar la intencin polmica
de buen nmero de escritos suyos, acentuada por
su temperamentp apasionado. Todos estos
factores, y sobre todo la naturaleza teocntrica
caracterstica de la especulacin del doctor de
Hipona, hacen imposible una certera aprehensin
de las facetas parciales de la misma sin una
referencia constante a lo que, por debajo de la
diversidad aparente, asegura la profunda unidad
del
conjunto:
sus
premisas
teolgicas
fundamentales (1).
(*) Aunque en sentido estricto el trmino Estado designe tan
slo la forma de existencia poltica propia de la edad moderna, lo
empleamos aqu, siguiendo un uso muy arraigado, en su acepcin
genrica de sociedad poltica con poder de autodeterminacin. En
consonancia con la realidad poltica del mundo antiguo, San Agustn
se sirve preferentemente de los conceptos de civitas, respublica,
regnum.
(1) Nos hemos ocupado de ellas en la primera parte de este libro.
ANTONIO
TRUYOL
SERRA
siempre una consideracin sub specie universitatiscuando no prejuicios de escuela o actitudes sectarias: he aqu lo que ha contribuido
esencialmente al abigarrado espectculo que
ofrece la moderna investigacin agustinia- na.
Porque las discrepancias, lejos de limitarse a la
poltica, se extienden a no pocos aspectos de la
teologa y la filosofa de San Agustn, habiendo
dado lugar a enconadas disputas sobre el
verdadero sentido y alcance de muchas doctrinas
particulares.
Prescindiendo
de
cuestiones
tradicionalmente
controvertidas,
como
la
predestinacin y la gracia, baste mencionar aqu,
a ttulo de ejemplo, en un sector muy vecino del
que nos ocupa, el problema de la valoracin tica
del imperialismo romano en San Agustn, resuelto
tambin muy diversamente por los modernos
expositores (2).
Por lo que atae al importante problema de la
esencia y la justificacin del Estado segn San
Agustn, las divergencias en los pareceres de los
autores giran principalmente en torno a la relacin
que el Estado guarda con el pecado. Segn la
ndole que a tal relacin atribuyan, cabe dividir las
interpretaciones en interpretaciones pesimistas
y optimistas, de(2) Cf. el meditado estudio del P. G E R O S A , SantAgostino e Vimperialismo romano, en Miscellanea agostiniana, t. II : Studi agostiniani
(Roma, 1931), (especialmente el anlisis de los mltiples juicios
formulados sobre la cuestin, pgs. 980-990).
113
ANTONIOTRUYOL
SERR
114
AXTONiOTRUVOLSERRA
Augustinische Studien (Gotha, 1887), pg. 138. Ct. por J. Maus- bach, op. cit., I,
pg. 334.
116
F.
J.
C.
H EARN-
ANTONIO
TRO
YOL
SERRA
L A R E Z ,
(Mapacto
fines
de la
,119
ANTONIO
TRUYOL
SERRA
120
ANTONIO
TRYOL
SERRA
122
canzado tal amplitud que su eco no se ha extinguido todava. Ante esta situacin, no nos ha
parecido intil el intento de dar aqu un esbozo
sistemtico de la materia, a la luz de las
valiossimas aportaciones de los ltimos decenios
y de nuestras modestas meditaciones personales.
Dada la complejidad de los textos correspondientes, el mtodo ms adecuado para la
realizacin del fin propuesto habr de consistir
primeramente en un exposicin de la doctrina de
San Agustn sobre la esencia del Estado y su
justificacin, como se desprende del conjunto de
sus concepciones, y, en segundo trmino, en el
anlisis de los textos que parecen contradecir
esta doctrina. Dicho anlisis nos conducir, en
particular, al examen de la relacin entre el
Estado y la justicia. Finalmente, insertaremos la
problemtica filosfico- poltica en cuestin
dentro del marco, ms amplio, de la teologa
agustiniana. de la historia, ya que slo esta
insercin, en opinin nuestra, permite caracterizar
exactamente el papel que en definitiva el Estado
est llamado a desempear segn San Agustn y
la relacin que guarda con la civitas terrena, que
tantas veces fuera confundida con l.
123
II
LA ACTITUD DE CONJUNTO DE SAN AGUSTIN
ANTE EL PROBLEMA DE LA ESENCIA Y LA
JUSTIFICACION DEL ESTADO
1. El hombre como ser naturalmente sociable.2. La familia como
primera sociedad natural.3. El Estado como institucin natural
al servicio de la paz social.4. La autoridad: su justificacin y sus
formas en relacin con el pecado.-5. Los lmites de la
justificacin del Estado como institucin natural. 6. La libertad
natural del hombre y el problema de la servidumbre.
II
CAPITULO SECUNDO
I. Ya, la energa con que San Agustn proclama reiteradamente el principicio de la sociabilidad natural del hombre, bastara para
conmover la suposicin de que el origen del
Estado haya de buscarse en el pecado. Es el suyo
un acento aristotlico cuando dice, por ejemplo, al
comienzo de su opsculo El bien del matrimonio,
que cada hombre en concreto es una porcin del
gnero humano y la misma naturaleza humana es
de condicin sociable (26). No faltan,
ciertamente, discordias entre los hombres, mas no
logran extinguir la necesidad que todos tienen del
comercio con sus semejantes: porque no hay
linaje tan desavenido por sus vicios, ni tan
sociable por naturaleza. como el linaje humano
(27). Ya en el
(26) De bono conjugali, 1 : Quoniam unusquisque homo humani
ge- neris pars est, et sociale quiddam est humana natura, magnumque
ha- bet et naturale bonum, vim quoque amicitiae.... En catellano,
adoptamos con algunas pequeas modificaciones, la traduccin del P.
Flix Garca O. S. A. (Madrid, 1943).
(27) De civitate Dei, XII, 27, 1 : Nihil enim est quam hoc genus
tam discordiosum vitio, tam sociale natura. En catellano, seguimos
en generalhacindola ms literalla versin de J. C. Daz Bavral
revisada por padres de la Compaa de Jess, 3 a id. (Madrid, 1941).
ANTONIO
TRUVOL
SERRA
128
T29
ANTONIO
TRUVOL
SERRA
130
131
ANTO
N 1 Oque
I R li Y O
L
S E R irraciales
R A
trao (35).
Lo
entre
los
es
producto de la necesidad, tiene, pues, en el
hombre, una motivacin racional.
132
A N' TO Mu
T. R U YOL S R R R A
el pecado.
Es imposible
sostener afirmacin
134
milla, la primera sociedad a que el hombre per tenece, es totalmente independiente de la cada
original.
3. Ahora bien, la familia es para San Agustn la
clula de la que nace la ciudad: La unin del
marido y la mujer, por lo que toca al linaje de los
mortales, es el semillero de la ciudad (41). La
ciudad, concorde multitud de hombres (42),
multitud de hombres unida por cierto vnculo de
sociedad (43), multitud de seres racionales
vinculada por la sociedad de una lej^ (44), surge
del progresivo desarrollo de la famila. Y as,
hablndonos de la ciudad que segn la Escritura
fund Can, y a la que di el nombre de su
primognito, nos dice San Agustn que la familia
de aquel hombre creci t/anto, y hubo nmero tal
de vecinos, que pudo fundar efectivamente la
ciudad (45). T)e ah brota la ntima relacin entre
la familia y la ciudad, que se comportan
(41) De cid. Dei, XV, 16, 3: Copulatio igitur maris et feminae,
quantum attinet ad genus mortalium, quoddam seminarium est
civitatis.
(42) Espit., CLV, 3, 9: Cum aliud civitas non sit, quam concors
hominum multitudo.
(43) De civ. Dei , XV, 8, 2: ... civitas, quae nihil aliud est quam
hominum multitudo aliquo societatis vinculo colligata...
(44) Quaest. evangeliorum, II, 46: Est enim civitas, non quorumlibet animantium, sed rationalium multitudo, legis unius societate devincta.
(45) De civ. Dei, XV, 8, 2: Sed cum illius hominis familia tanta
numerositate cresceret, ut haberet jam populi quantitatem, tunc potuit
utique fieri, ut et constitueret, et nomen primogeniti siii constitutae
imponeret civitati.
138
ANTONIC)
TRYOL
SERRA
cepto de pax, consecuencia necesaria del concepto de orden, que sustenta toda la filosofa
jurdica y poltica del Aguila de Hipona. La paz es
la tranquilidad del orden, y el orden la disposicin
de cosas semejantes o dispares que atribuye a
cada una el lugar correspondiente (50). Todos los
hombres buscan la paz. Pues hasta los mismos
que desean la guerra no desean sino vencer, y,
guerreando, llegar a una gloriosa paz. % Qu otra
cosa es la victoria sino la sujecin de los
contrarios? Lo cual conseguido, sobreviene la paz.
. . Hasta los que quieren perturbar la paz en que se
hallan no es porque aborrecen la paz, sino para
tenerla a su albedro. No quieren, pues, que deje
de haber paz, sino que haya la que ellos desean.
Y, recogiendo lina idea de abolengo platnico, seala San Agustn cmo los mismos bandoleros que
perturban la tranquilidad pblica desean la paz con
sus compaeros, para tener ms fuerza y
seguridad; y cmo en las sediciones y contiendas
civiles los adversarios se agrupan en bandos en
cuyo seno ha de reinar la paz, si quieren conseguir
lo que pretenden (51). Por
(50) Ibid., XIX, 13 : Pax omnium rerum, tranquillitas ordinis. Ordo
est parium dispariumque erum sua cuique loca tribuens dispositio.
(51) Ibid., XIX, 12, 1 : Quod enim mecum quisquis res humanas
na- turamque communem utcumque intuetur agnoscit, sicut nemo est
qui gaudere nolit, ita nemo est qui pacem habere nolit. Quandoquidem
et ipsi qui bella volunt, nihil aliud quam vincere volunt: ad gloriosam
ergo pacem bellando cupiunt pervenire. Nam quid est aliud victoria,
nisi subjectio repugnantium? quod cum factum fuerit, pax erit. Nam et
illi qui pacem, in qua sunt, perturbari volunt, non pacem oderunt, sed
eam pro arbitrio suo cupiunt commutari. Non ergo ut sit pax nolunt,
sed ut ea sit quam volunt. Denique etsi per seditionem se ab aliis
separaverint, cum
ANTONIO
TRUYOL
SER
RA
141
14!
143
A NT O N I O
TRUVOL
141
145
ANTONIOTRUVOL
SE
ANTONIO
RUY
'O
148
tado politesta que, abusando de sus atribuciones, quiso impedir el culto del verdadero Dios. En
las materias estrictamentje temporales, los .justos
quedan sometidos a las mismas leyes que los
infieles; mas como su comunidad reconoce un solo
Dios que debe ser reverenciado y servido con
aquella servidumbre que en griego llaman latrea,
y que no se debe prestar sino a Dios, no podan
ser comunes a ella y a la ciudad no cristiana las
leyes tocantes a la religin, y por ello fu preciso
disentir y no conformarse con ella, y ser
aborrecida de los que opinaban lo contrario, sufrir
sus odios y el mpetu de su persecuciones, a no
ser rara vez, cuando refrenaba los nimos de los
adversarios el miedo que les causaba su
muchedumbre, y siempre el favor y la ayuda de
Dios (74). Como observa Baumgartner, el Estado
ya no es un bien absoluto, como en el mundo
antiguo, sino que aparece articulado en un sistema
de problemas y valores religiosos ms altos (75).
6. Ha llegado el momento de ocuparnos de un
texto importante, alegado por los partida(74) De civ. Dei, XIX, 17 : coelestis autem civitas unum Deum solum colendum nosset, eique tantummodo serviendum servitute illa,
quae graece Xocxpela. dicitur, et non nisi Deo debetur, fideli pietate
censeret : factum est, ut religion's leges cum terrena civitate non
posset habere communes, proque his ab ea dissentire haberet
necesse,i atque oneri esse diversa sentientibus, eorumque iras et odia
et persecutionum impetus sustinere, nisi cum animos adversantium
aliquando terrore suae multitudinis, et semper divino adjutorio
propulsaret.
(75) Loc. cit., pdg. 391.
TRUVOL
154
111'.
CAPITULO TERCERO
1. A una nueva imprecisin terminolgica
dbese la aparente contradiccin del pensamiento
agustiniano en orden al problema de la relacin
entre el Estado y la justicia. Algunos de los textos
que el gran obispo dedic a esta materia sirvieron
tambin de base a la interpretacin pesimista.
Pero del examen de los mismos y de la
consideracin de las conexiones de ideas en que
se hallan insertos, se desprende, por el contrario,
una confirmacin de lo que hemos presentado
como la concepcin propia del santo.
Sabido es que para Cicern a quien San
Agustn debe mucho en cuestiones jurdicas y
polticas repblica es cosa del pueblo,
entendiendo por pueblo no a todos los hombres de
cualquier modo congregados, sino a la reunin
fundada en el consentimiento del derecho y en la
utilidad comn (80). Nos asegura
(80) De rep blica, I, 28 : Est res publica res populi; populus
autem non omnis hominum coetus, quoquo modo congregatus, sed
coetus multitudinis juris consensu et utilitatis coinmunionc sociatus.
157
ANTONIO
TRUYOL
SERRA
159
A N 'I O N I O T R U V O L
SERRA
160
carecera entonces de sentido toda la fundamentacin iusnaturalista del Estado que, segn
vimos, mantiene San Agustn?
La actitjud del santo en la disyuntiva en que
desemboca nos da la clave de su pensamiento:
para escapar, precisamente, a la inexorable con
secuencia que supone la aplicacin del concepto
cristiano de justicia a la definicin ciceroniana de
la repblica y del pueblo, modifica San Agustir.
esta definicin, eliminando de ella la referencia a
la justicia. El pueblo puede caracterizarse como
reunin de una multitud racional unida por la
comunin y la conformidad de los objetos que
ama (85). Menos precisa que la del polgrafo
romano, esta definicin permite, sin embargo,
reconocer al Estado una justificacin natural,
independiente de la que el cristianismo pueda, a su
vez, conferirle. Con arreglo a ella, Roma y, en
general, los Estados no cristianos, son verdaderos
Estados: Conforme a esta nuestra definicin
lice expre smente San Agustn, el pueblo
romano es pueblo, y su asunto principal sin duda
alguna es la repblica; aadiendo: Lo que he
dicho de este pueblo y de esta repblica,
entindase dicho de la de los atenienses, o de otra
cualquiera de los griegos, y lo mismo de la de los
egipcios y de aquella primera Babilonia de los
(85) Ibid., XIX, 24 : Populus est coetus multitud : nis rationalis,
rerum quas diligit concordi communione sociatus.
161
ii
ANTONIO
TRUYOL
SERRA
162
163
ANTONIO
TRUYOL
SERRA
sunt
regna,
ANTONIO
TRUYOL
SERRA
167
ANTONIO
communem aequitatem custodiat.
168
TRUYOL
SERRA
CAPITULO CUARTO
17)
ANTONIO
TRUYOL
SERRA
ANTONIO
TRUYOL
SERRA
174
ANTONIO
TRUYOL
SERRA
de vincular a los simblicos nombres de Jerusaln y Babilonia, cuyos reyes son, respectiva176
EL
ANTONIO
TRUYOL
SERRA
178
ANTONIO
TKUYOL
SERRA
180
eia, contra la enemistad hacia Dios, que se manifiesta en todo tiempo y lugar, y por ello tambin
en el seno de la forma emprica de la ciudad de
Dios, y asimismo en el seno de la Iglesia. Como
quiera que la predestinacin no queda asegurada
por la simple pertenencia externa a la Iglesia, se
encuentran en la Iglesia emprica ciudadanos de la
ciudad de Dios y de la ciudad terrena. La ciudad
terrena, como tendencia, es el apartamiento de
Dios, y obra dentro y fuera de la Iglesia
organizada. Para poder manifestarse, necesita
adoptar el armazn del Estado natural. Su
manifestacin emprica es el Estado pagano
(113).
Por sugestiva que sea esta interpretacin del
profesor de Yiena, no nos parece reflejar con
absoluta fidelidad el conjunto de la concepcin
agustiniana. No cabe, a nuestro juicio, hablar de un
Estado natural como simple tendencia, pues al
examinar la cuestin de la definicin de la
repblica hemos visto que San Agustn
reivindicaba expresamente la calidad de tal para
los pueblos politestas, y que incluso les
encomendaba la realizacin de la justicia natural.
El valor de la caracterizacin de Eibl nos parece
residir principalmente en la acentuacin de la
doble dimensin ideal y emprica de los
conceptos de civitas Dei y civitas terrena. Pero
nosotros preferimos ha(113) H. EIBL, Augustin und die Patristik (Munich, 1923), pgs. 357-358.
181
ANTONIO
TRUYOL
SERRA
ANTONIO
TRUYOL
SERRA
184
ANTONIO
TRUYOL
SERRA
innegables rasgos sombros y los juicios pesimistas, que no faltan, ciertamente, en la visin
agustiniana de lo poltico. Si la historia pudo
merecer el elogioso calificativo de maestra de la
vida, no es menos cierto que ba nutrido tambin
todos los escepticismos, o que, por lo menos, ba
sido implacable escuela de moderacin y cautela
en la formacin de los juicios de valor. Cuando la
pupila de Agustn, despus de dirigirse hacia el
para nosotros inaccesible cosmos intemporal de
187
ANTONIO
TRUYOL
SERRA
188
189
ANTONIO
TRUYOL
SERRA
190
191
ANTONIO
TRUYOL
SERRA
192
193
I N D I C E
111
Bruto, 186.
Can, 135, 139 y 173.
Calvino, 69.
Canan, 152.
Carlomagno, 40.
Carlyle (A. J.), 71, 98, 99,
100, 104, 116, 117,
159
y 168.
Carlyle (R. W.), 71, 98, 117 y
159.
Cathrein (V.), 71, 74, 81 y
132.
Cicern, 74, 76, 98, 102,
139, 144, 157 y 158.
Cipriano (San), 27.
Cleantes, 75, 76 y 80.
C l e m e n t e de Alejandra
(San), 100.
Combs (G.), 50, 71 y 145.
Bossuet, 40.
Boyer (Ch.), 21.
I.
PIERO CALAMENDRRI,
DEMASIADOS
ABOGADOS,
por
Profesor de la Universidad de Florencia. En
reimpresin.
II.
REVOLUCION
Y CIENCIA DEL
DERECHO, por el Profesor H. HERRFAHRDT, de la Universidad de
Greifswald.
12,50 pesetas
.
III.
Agotado.
ENJUICIAMIENTO EN EL DERECHO
JUAN
DE
15 pesetas.
XII.
NUEVOS
HECHOS, NUEVO DERECHO
DE SO
CIEDADES ANONIMAS, por J. GARRIGUES, Catedrtico de la
Universidad Central.
Agotado.
XIII.
DERECHOY POLITICA, por HAROLD LASKI, Profesor de la Universidad de Londres.
XIV.
LA TEORIA PURA DEL DERECHO, por
HANS KEL- SEN, Profesor exc. de la Universidad de Colonia.
Versin del alemn por L. LEGAZ y LACAMBRA, Catedrtico.
En reimpresin.
199
XVII.
JUECES
Y
TRIBUNALES
EN
INGLATERRA, FRANCIA Y ALEMANIA, por R. C. K. ENSOR. 8,75
ptas.
XVIII.
NATURALEZAJURIDICA
DE
CEMENTERIOS
Y SEPULTURAS (Historia y problemas jurdicos), por Re- CAREDO
FERNNDEZ DE VELASCO, Catedrtico de Derecho Administrativo.
15
pesetas.
XIX.
LAS
SERVIDUMBRES
PERSONALES (Ensayo de
sistematizacin), por JUAN OSSORIO MORALES, Catedrtico de Derecho
civil.
10 pesetas.
XX.
LA MEJORA, por MANUEL ANTONIO ROMERO VIITEZ,
Catedrtico de Derecho civil.
10 pesetas.
XXLDERECHO CONSTITUCIONAL INTERNACIONAL, por el
Profesor B. MIRKINH-GUETZEVITCH. Prlogo de NICOLS PREZ SERRANO,
Catedrtico.
17,50 pesetas.
XXIII.
EL
DE
LOJENDIO.
XXIV.
ROMANO,
BREVE
por
GIOVANNI PACCHIONI.
HISTORIA
14 pesetas.
DEL
IMPERIO
20
pesetas.
XXV.
HERENCIAS
EN FAVOR DEL
ALMA EN EL DERECHO ESPAOL, por JOS MALDONADO. 25
pesetas.
SERIE B
(4.)
I.
LA SIMULACION DE LOS NEGOCIOS JURIDICOS
(Actos y Contratos), por FRANCISCO FERRARA, Abogado y Pro. fesor de
la Universidad Real de Pisa.Traduccin de RAFAEL ATARD y JUAN A.
a
DE LA PUENTE, Doctores en Derecho (2. edicin.
En reimpresin.
II.
LA INTERPRETACION DE LOS NEGOCIOS JURI
DICOS (Contratos, Testamentos, etc.), por E. DANZ, Profesor que
fu de la Universidad de Jena.Traduccin de la tercera edicin
a
alemana y concordancias en el Derecho espaol (2. edicin). En
reimpresin.
III.
LA POSESION DE BIENES MUEBLES, por R. SALEILLES, Profesor que fu de la Universidad de Pars.Notas
y concordancias con la legislacin espaola y las iberoamericanas, por JOS CASTN, Catedrtico, Magistrado del Tribunal
Supremo.
En reimpresin.
IV.
RECARE200
LOS
F. DE VELASCO.
En reimpresin.
V.
LOS
DAOS CIVILES Y SU REPARACION,
por H. A. FISCHER, Profesor de la Universidad de Jena. En
reimpresin.
VI.
LA CONDENA EN COSTAS, por G. CHIOVENDA, Pro
fesor de la Universidad de Roma.Con notas del Derecho
espaol.
25 pesetas.
VII y VIII.USUFRUCTO, USO Y HABITACION (dos tomos), por
G. VENEZIAN, Profesor que fu de la Universidad de Bolonia.
Anotada por J. CASTN, Catedrtico, Magistrado del Tribunal
Supremo.
56,25 pesetas.
DO
IX.
TEORIAJURIDICA DEL DINERO. El dinero en la
teora y en la prctica del Derecho alemn y extranjero, por A.
NUSSBAUM , Profesor de la Universidad de Berln.Traduccin y
notas por Luis SANCHO SERAL, Catedrtico de la Universidad de
Zaragoza.
En reimpresin.
X.
LA
TEORIA DE LA CAUSA (arts. 1.131-33
del Cdigo
civil belga; 1.275 del espaol), por J. DABIN, Profesor de a
Universidad de Lovaina.Traduccin y notas por el doctor
FRANCISCO PEBSMAEKER, Catedrtico de la Universidad de Sevilla.
En reimpresin.
XI.
TRATADO DE DERECHO HIPOTECARIO ALEMAN,
por A. NUSSBAUM.
25 pesetas.
XII.
XV.
EL CONTRATO DE ARRENDAMIENTO DE COSAS,
por R. FUBINI, Profesor de la Universidad de Turn.Traduccin
de R. SNCHEZ JIMNEZ, Abogado del Estado
201
XVI.
LA
COMPRAVENTA CIVIL Y MERCANTIL,
por
C. GASCA.Traduccin de J. SANTA CRUZ, Doctor en Derecho por la
Universidad de Bolonia, y A VICENTE GELLA, Abogado del Estado,
Profesor de la Universidad de Zaragoza, y notas de este ltimo.
En reimpresin.
XVII.
LAS
PRESUNCIONES EN EL DERECHO, por
J. W. HEDEMAN, Profesor de la Universidad de Jena.Traduccin de
L. SANCHO SERAL, Catedrtico de la Universidad de Zaragoza. 22,50
pesetas.
XVIII.
DERECHO MATRIMONIAL CATOLICO, por
A. KNECHT, Profesor de la Universidad de Munich.Con notas de
Derecho espaol
e
hispanoamericano.
37,50
pesetas.
XIX.
EL CONTRATO DE CUENTA CORRIENTE, por
A. MORANDO.Traduccin de AGUSTN V. GELLA, Abogado del Estado.
18,75 pesetas.
XX.
EL
REASEGURO, por
E. EHRENBERG
SERIE C
(4.)
I.
INSTITUCIONES DE
DERECHO
PRIVADO, Historia
y Sistema, por R. SOMH.
En reimpresin.
II.
INTRODUCCION A LA CIENCIA DEL
DERECHO, por G. RADBRUCH, Profesor de la Universidad de
Heildelberg.
25 pesetas.
III.
PRINCIPIOS
DE
DERECHO
MERCANTIL, por
A. Rocco, Profesor de la Universidad de Roma, Ministro de
Justicia de Italia. Prlogo de J. GARRIGUES, Profesor de la
Universidad Central.
31,25 pesetas.
IV.
ELEMENTOS
DE
DERECHO
PROCESAL CIVIL,
por W. KISCH, Profesor de la Universidad de Munich. Traduccin
a
de L. PRIETO CASTRO, Catedrtico de laUniversidad de Zaragoza (2.
edicin).
30 pesetas.
V.
INTRODUCCION
AL
ESTUDIO
DEL DERECHO CIVIL, poi el Profesor D. DE B.
En reimpresin,
VI.
SISTEMA
ESPAOL
DE
DERECHO CIVIL INTER
NACIONAL E INTERREGIONAL, por MANI EL DE LASA- LA LLANAS,
Catedrtico de Derecho Internacional en la Universidad de
Zaragoza y Miembro honorario de la Academia Nacional de
Jurisprudencia y Legislacin.
31,25 pesetas.
202
16
pesetas.
En reimpresin.
XIV.
INSTITUCIONES
DE
DERECHO PROCESAL CIVIL, volumen I, por GIUSEPPE CHIOVENDA,
Profesor de la Universidad de Roma.Traduccin de la segunda
edicin italiana y notas de Derecho espaol, por E. GMEZ ORBANEJA.
En reimpresin.
XV.
INSTITUCIONESDE
DERECHO
PROCESAL CIVIL, volumen II, por G. CHIOVENDA.
30 pesetas.
XVI.
INSTITUCIONESDE
DERECHO
PROCESAL CIVIL, volumen III, por G. CHIOVENDA.
35 pesetas.
XVII.
TEORIAGENERAL DEL DERECHO, por
fesor F. CARNELUTTI.Traduccin de CARLOS G. POSADA.
25 pesetas.
XVIII.
HISTORIA UNIVERSAL DEL DERECHO
el Pro
MER
203
22
pesetas.
SERIE D (8.)
I.
III.
CONCEPTO,
DESARROLLO
Y
FUNCION DE LA CIENCIA POLITICA, por el profesor HERMANN
HELLER.
Agotado.
IV.
SOBRE
CONTRATO
DE
SEGURO
TERRESTRE,
por el Profesor M. M. TRAVIESAS, Cat. de la Universidad de Oviedo.3,75 pesetas.
V.
LAREFORMA
DE
LA
CASACION
PENAL, por F
LIX ALVAREZ-VALDS, Secretario de la Sala Segunda del Tribunal
Supremo.
Agotado.
VI.
ARIAS
DE
VE-
LASCO .
Supremo.
3,75 pesetas.
Vil.EL VALOR PROCESAL DE LA LLAMADA TIPI- CIDAD.3,75 pesetas.
VIII.
PROGRESION HISTORICA DE LA
PENA DE
MUERTE EN ESPAA.
3,75 pesetas.
IX.
ELTESTAMENTO, por M. MIGUEL TRAVIESAS, Catedrtico. En
X.
EL TRATAMIENTO MEDICO PREVENTIVO DE LA
DELINCUENCIA Y PROSTITUCION DE MENORES, por el doctor
E. BONILLA.
Agotado.
XI.
LA PERSONALIDAD TURIDICA DE LAS COMPAIAS Y SOCIEDADES MERCANTILES.
15 pesetas.
XII.
DEL
CONTRATO A LA RELACION DE
TRABAJO,
por A. POLO.
7,50 pesetas.
XIII.
MISION
Y SENTIDO DE LA NUEVA
LEY DE
COOPERACION, por A. POLO.
10 pesetas.
XIV.
EL CONCEPTO DEL DERECHO CIVIL, por
A. HERNNDEZ GIL.
15 pesetas.
SERIE E (8.)
reimpresin.
FENELON.
15 pesetas.
VII.
EL PROGRAMA
ECONOMICO
DE
ROOSEVELT,
por DOUGLAS, BROWN, SCHUMPETER y otros.
Agotado.
VIII.
EL
CARBON,
por IVOR THOMAS.
12,50
pesetas.
IX.
LOS
MOVIMIENTOS
ANORMALES
DEL
CAPITAL
Y LA CRISIS, por M. FANNO.Traduccin de la primera edicin
italiana, ampliada por el autor, por JOS VERGARA DONCEL, Ingeniero
Agrnomo. Del Instituto de Estudios Polticos.
10 pesetas.
X.
ECONOMIA INDUSTRIAL, por A. MARSHALL.
En reimpresin.
XI.
HISTORIA ECONOMICA
UNIVERSAL,
por E. SIEVEKING .
35 pesetas.
XII.
E. BARONE.
por
pesetas.
205
IV.
EN ESPAA.
206
LA
CONTRIBUCION INDUSTRIAL
4.40 pesetas.
SERIE G. (4.)
a
I-II y III.DERECHO ROMANO (dos tomos), 2. ed. por J. ARIAS
RAMOS, Catedrtico de Derecho romano.
105 pesetas.
IV.
HACIENDA PUBLICA, por Po BALLESTEROS,
Magistrado del Tribunal Supremo.
30 pesetas.
VI.
por
ECONOMIA
ARRIGO
SERPIERI.Traduccin
de
POLITICA
CORPORATIVA,
Agrnomo. 35
pesetas.
VII.
HISTORIA
DE
LAS
DOCTRINAS
POLITICAS, por
G. MOSCA.Traduccin de Luis LEGAZ.
28 pesetas.
VIII.
DERECHO
PROCESAL CIVIL ESPAOL,
por MANUEL DE LA PLAZA, Magistrado del Tribunal Supremo. Vol. I.
En reimpresin.
IX.
DERECHO
PROCESAL CIVIL ESPAOL,
por MAnuel de la Plaza, Magistrado del Tribunal Supremo. Vol. II.
80 pesetas.
X.
DERECHO
PROCESAL
ADMINISTRATIVO,
por JOS
MARA VILLAR y ROMERO.
XI.
ESPAA, por
40 pessetas
SERIE H
(4.)
II.
EL HOMBRE Y LA SOCIEDAD EN LA EPOCA DE
CRISIS, por KARL MANNHEIM.
15pesetas.
III.
20 pesetas.
SERIE J
(4.)
ILOS SEGUROS SOCIALES OBLIGATORIOS EN ESPAA, por
CARLOS G. POSADA.
25pesetas.
II.
EL COADYUVANTE EN LO CONTENCIOSO-ADMINISTRATIVO, por L. LPEZ ROD.
25pesetas.
III.
LA AUSENCIA EN EL DERECHO ESPAOL, por
J. SERRANO Y SERRANO.
40
pesetas.
IV.
207
LA
TUTELA, por
ELOY ESCOBAR
DE LA
RIVA. 25
pesetas.
V.
OPERACIONES
DE
ANTONIO RODRGUEZ
SASTRE.
BOLSA,
45
por
pesetas.
VI.
EL
IMPUESTO DEL TIMBRE EN
LA INDUSTRIA
Y EL COMERCIO, por F. SINZ DE BUJANDA. 50 pesetas.
SERIE K
I.
TEJADA.
(8.)
EL HEGELISMO JURIDICO ESPAOL, por F.
15
pesetas.
ELAS
DE
EXCLUSIVAS DE ADMINISTRACIN :
LLORNS, Cat.,
L. LLORNS, Cat.,
12,50 pesetas
.
3,15 pesetas.
SCIALOJA.
25 pesetas.
30 pesetas.
208
EDICIONES PEGASO
PADRE GRATRY,
Profesor de la
Un volumen, 20 pesetas.
LOGICA, por STANLEY JEVONS.
Un volumen, 20 pesetas.
DE CORCEGA A SANTA ELENA : NAPOLEN.
Un volumen, 16 pesetas.
EL PROGRESO EN LA HISTORIA UNIVERSAL, por Turgot.
Un volumen, 14 pesetas.
LA CRISIS DE LA CONCIENCIA EUROPEA, por Pal
HAZARD,
por GILSON.
Coleccin Historian
210
MANUEL
BaLLESTEROS
EL SENTIDO DE LA HISTORIA,
LA FILOSOFIA
DE
LA HISTORIA,
rstica, 50 pesetas.
MR. ROOSEVELT, por COMPTON MACKENZIE,
Coleccin La cultura del siglo xx
LA LITERATURA ESPAOLA,
literario del diario Ya.
Crtico
Un volumen, 25 pesetas.
SANZ EGAA, Director del
Un volumen, 32 pesetas.
LA ARQUITECTURA, por
JUAN
DE
ZAVALA, Arquitecto.
211
EDICIONES PEGASO
Seguidamente :
ALABANZA DE ESPAA, por SANTIAGO MAGARIOS.
PINTURA, por ENRIQUE AZCOAGA, Crtico de Arte.
EL SECRETO
DE LA
EL CINE, por
RAIMUNDO
DE LOS
REYES. Crtico
LA VIDA SOCIAL,
cinematogrfico.
por
Juan Antonio
LA LITERATURA EXTRANJERA,
por
A.
MARAVALL.
MARICHALAR
Acaban de aparecer :
EL LEGADO DE GRECIA, editado por R. W. LIVINGSTONE.
EL LEGADO DE ROMA, seleccionado y coordinado por CYRIL BAILEY.
EL LEGADO DEL ISLAM, armonizados y coordinados los trabajos
por SIR THOMAS ARNOLD y el Profesor ALFRED GUILLAUME.
C.
G.
Seguidamente :
EL LEGADO DE EGIPTO, coordinado por S. R. K.
GlanVILLE.