Asamblea de Conejos
Asamblea de Conejos
Asamblea de Conejos
gustaba jugar, correr y saltar, por lo que resultaba prcticamente imposible mantenerlos
encerrados.
Un topo, que se encontraba en la reunin por casualidad, pidi la palabra.
Por qu no hacan como l? Eran decenas de conejos y entre todos podan organizarse
para trabajar sin descanso. Si excavaban tneles para comunicar las madrigueras entre s,
las cras podran correr y jugar entre ellas como hasta ahora, y solo tendran que salir a
buscar comida cuando, al ponerse el sol, los cazadores regresasen a sus casas.
La Abuela Coneja, que todava no haba abierto la boca y se haba limitado a mover las
orejas como un radar para captar el mayor nmero de opiniones posible, dijo:
Podramos tambin excavar una zona ms amplia que sirviese de lugar de reunin y
de cantina. Los pequeos no se pueden pasar todo el da sin comer. Si ya para nosotros, que
somos adultos resulta difcil, imaginad para ellos.
La Abuela tiene razn exclamaron varias madres al unsono.
Tras unos minutos de silencio, uno de ellos pareci encontrar la solucin. Los adultos
iran en busca de comida, que llevaran a las madrigueras y repartiran entre los conejitos.
Para no arriesgar la vida de todos al mismo tiempo, formaran grupos y haran turnos
durante el da.
Y as lo hicieron. Se pusieron patas a la obra y excavaron la tierra, cortaron las races
que les dificultaban la tarea y abrieron pequeas entradas de aire que, escondidas por los
matorrales, les serviran para poder respirar sin problemas.
Los pequeos aprovecharon los ltimos das de libertad para correr por los campos y
roer todos los perales y manzanos que se cruzaron en su camino.
Quince das despus, cuando la ciudad subterrnea ya estaba construida, aparecieron
de madrugada hombres con escopetas y perros rastreadores.
Ese ao murieron menos conejos que de costumbre y ningn cazador regres a su casa
con piezas pequeas.
El da que finaliz la temporada de caza todas las cras salieron de las madrigueras
para celebrar su libertad. Los campos se llenaron de conejos y, si alguien hubiera estado
observando desde lo alto los hubiera visto saltar y correr con una alegra poco habitual.
Lo que no saban era que durante los meses de cautiverio se haban hecho adultos y
que, al ao siguiente, seran ellos los encargados de realizar el trabajo que sus padres
haban llevado a cabo para protegerlos.
Cristina Norton