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CmaraFederaldeCasacinPenal

Sala III
Causa N FTU 16/2012/CFC1
Carrizo Salvadores, Carlos E. D.
V. y otros s/recurso de casacin

AodelBicentenariodelaDeclaracindelaIndependenciaNacional

Registro nro.: 740/16

//la ciudad de Buenos Aires, a los 9

das del mes de junio

del ao dos mil diecisis, reunidos los integrantes de la Sala


III

de

la

Cmara

Federal

de

Casacin

Penal

integrada

por

Eduardo Rafael Riggi como presidente, Liliana E. Catucci y Ana


Mara Figueroa como vocales, asistidos por el Prosecretario de
Cmara, Walter D. Magnone, con el objeto de dictar sentencia
en

la

causa

nro.

16/2012

del

registro

de

esta

Sala,

caratulada: Carrizo, Salvadores, Carlos Eduardo del Valle y


otros s/recurso de casacin. Interviene en representacin del
Ministerio Pblico Fiscal, el doctor Javier A. De Luca. Ejerce
la

defensa

particular

de

Carlos

Eduardo

Del

Valle

Carrizo

Salvadores el propio condenado (fs. 2883) y el doctor Lucio


Miguel Montero, la de Mario Nakagama el doctor Lucio Miguel
Montero,

la

de

Jorge

Exequiel

Acosta

el

doctor

Osvaldo

Alfredo Viola.
Efectuado el sorteo para que los jueces emitan su
voto,

result

establecido

el

siguiente

orden:

Figueroa,

Eduardo Rafael Riggi y Liliana E. Catucci.


VISTOS Y CONSIDERANDO:
La seora jueza doctora Ana Mara Figueroa dijo:
PRIMERO:
I) Llegan las presentes actuaciones a conocimiento de
esta Alzada a raz de los recursos de casacin deducidos a fs.
4000/4030 vta. y 4031/4045, por el doctor Carlos Eduardo Del
Valle Carrizo Salvadores, por derecho propio, en conjunto con
el doctor Lucio Miguel Montero en representacin del nombrado
y Mario Nakagama; y por el doctor Osvaldo Alfredo Viola en
representacin

de

Jorge

Exequiel

Fecha de firma: 09/06/2016


Firmado por: LILIANA E. CATUCCI, JUEZ DE CAMARA FEDERAL DE CASACION PENAL
Firmado por: EDUARDO R. RIGGI, JUEZ DE CAMARA FEDERAL DE CASACION PENAL
Firmado por: ANA M. FIGUEROA, JUEZA DE CAMARA FEDERAL DE CASACION PENAL
Firmado(ante mi) por: WALTER D. MAGNONE, PROSECRETARIO DE CAMARA

Acosta,

respectivamente,

#169083#155067258#20160609103444279

contra

la

Criminal

sentencia

Federal

dictada

de

por

Catamarca,

el

en

Tribunal

la

que

Oral

con

en

lo

de

fecha

octubre de 2013, fall: I) CALIFICAR los hechos objeto de


este proceso como constitutivos de delitos de Lesa Humanidad
(consecuentemente

imprescriptibles

inamnistiables),

comprendidos en el Derecho de Gentes; Estatuto de Nremberg


1.945;

Resoluciones

(I)

del

13/02/1.945

95

(I)

del11/12/1.946 de la Asamblea General de la Organizacin de


las Naciones Unidas; Convencin sobre la Imprescriptibilidad
de los Crmenes de Guerra y Lesa Humanidad del ao 1.968,
aprobada

por

Leyes

24.584

25.778

Art.

118

de

la

Constitucin Nacional, conforme se considera.-


II) CONDENAR a CARLOS EDUARDO DEL VALLE CARRIZO SALAVADORES;
MARIO

NAKAGAMA

JORGE

personales

que

constan

PERPETUA,

con

ms

EXEQUIEL
en

ACOSTA

autos,

inhabilitacin

de

la

las

condiciones

pena

absoluta

de
y

PRISION
perpetua,

accesorias legales y costas (arts. 5, 19 y ccdtes., 40 y 41


del C.P.), por considerarlos coautores penalmente responsables
de la comisin del delito de Homicidio Doblemente Agravado por
ser con alevosa y con el concurso premeditado de dos o ms
personas -catorce hechos- en concurso real, previsto y penado
por los arts.80 inc. 2 y 4 -actual 6-, 45 y 55 del C.P. (Ley
N 11.179, ley fe de errata N 11.221 y ley 20.642 vigentes al
tiempo de comisin de los hechos) y arts. 530, 531 y ccdtes.
del C.P.P.N., conforme se considera, en perjuicio de MARIO
HECTOR LESCANO; JUAN DE OLIVERA (A) HCTOR MORENO; ROGELIO
GUTIERREZ; JOS MARIA MOLINA; LUIS SANTIAGO BILLINGER; CARLOS
MARIA ANABIA; RAL EDUARDO SAINZ ; JUAN CARLOS LESCANO; LUIS
ROQUE

LOPEZ;

SILVERIO

PEDRO

ORBANO;

ROBERTO

DOMINGO

JEREZ;

Fecha de firma: 09/06/2016


Firmado por: LILIANA E. CATUCCI, JUEZ DE CAMARA FEDERAL DE CASACION PENAL
Firmado por: EDUARDO R. RIGGI, JUEZ DE CAMARA FEDERAL DE CASACION PENAL
2
Firmado por: ANA M. FIGUEROA, JUEZA DE CAMARA FEDERAL DE CASACION
PENAL
Firmado(ante mi) por: WALTER D. MAGNONE, PROSECRETARIO DE CAMARA
#169083#155067258#20160609103444279

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RUTILIO DARDO BETANCOUR ROTH; ALBERTO ROSALEZ y HUGO ENRIQUE


CACCIVILLIANI CALIGARI.-
II.
concedidos

Los

mentados

fs.

4049/4049

recursos
vta.,

de

casacin

mantenidos

fueron
en

esta

instancia a fs. 4064 y 4065.


III. a) Recurso deducido por la defensa de Carlos
Eduardo del Valle Carrizo Salvadores y Mario Nakagama.
En

primer

encuadramiento
humanidad.

En

ocurrieron

lugar,

efectuado
ese

los

sobre

sentido
hechos

el
los

refiri
de

recurrente
hechos

que

autos,

en

critic
como

la

exista

de

fecha
un

el
lesa

en

que

gobierno

constitucional, el que lejos de tener un plan sistemtico de


represin, haba dictado la amnista el 25 de mayo de 1973 y
el nico instrumento legal para impedir, (ni siquiera para
combatir

el

ERP)

la

ACTIVIDAD

DISOLVENTE

del

ERP,

fue

el

Decreto 1454 de fecha 23 de septiembre de 1973, que declaraba


ilegal su actividad y estableca como responsable de impedir
su actividad disolvente a la Polica Federal Argentina, que es
lo que se aplic en el caso de Catamarca ya que el Regimiento
actu a pedido del gobierno provincial, una vez superada la
Polica de la Provincia, y hasta que lleg la Polica Federal
que se hizo cargo del operativo. Es ms, entre el Decreto 1368
de

de

noviembre

de

1974,

por

el

cual

el

Gobierno

Constitucional en uso de sus facultades dict el Estado de


Sitio

(que

fueron

tres

meses

con

posterioridad

estos

hechos); no existe ningn instrumento dictado por el gobierno


constitucional que permita siquiera considerar mnimamente la
existencia de un plan sistemtico de represin en contra de la
poblacin civil, lo que demuestra en forma contundente que los
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hechos investigados en autos no pueden ser considerados como


delitos de lesa humanidad. (fs.4004vta.).
A

ello

agreg,

las

Fuerzas

Armadas,

durante

el

gobierno constitucional de Mara Estela Martnez de Pern, en


el ao 1974 no tenan ningn control sobre ninguna parte del
territorio

argentino,

ni

podan

moverse

libremente

en

el

mismo, debiendo advertirse que, con ese razonamiento falaz, el


Tribunal Oral Federal, parte de hacer pasar a las Fuerzas
Armadas,

como

independiente

una
del

organizacin

Estado

completamente

Nacional,

en

donde

se

ajena

adoptaban

decisiones a su antojo, lo que se encuentra totalmente alejado


de las constancias de la causa, en donde todos los testigos
coinciden en afirmar que el Regimiento de Infantera 17, el
da lunes 12 de agosto de 1974, luego de haber transcurrido
ms de 36 horas (recordar que el primer enfrentamiento fue la
noche del da sbado 10 de agosto), recin sali a realizar
operaciones militares, LUEGO DE RECIBIR LA ORDEN DEL PODER
EJECUTIVO NACIONAL, debido a que la polica de la provincia
haba sido superada por el poder de fuego de los integrantes
del ERP que el da 12 de agosto en horas de la maana matan al
oficial de la polica de apellido Acevedo. (fs. 4008).
Por otra parte, los integrantes del Regimiento de Infantera
17 operaron contra los guerrilleros del ERP hasta que lleg la
Polica Federal Argentina y se hizo cargo del operativo ya que
eso

estaba

Septiembre

dispuesto
de

1973

en

que

el

Decreto

ordenaba

1454
la

de

fecha

Polica

23

de

Federal

la

aplicacin de las medidas tendientes a IMPEDIR LAS ACTIVIDADES


del ERP (fs. 4008).
Sostiene

el

recurrente

que

los

actos

investigados

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deben

ser

parte

de

una

poltica

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Carrizo Salvadores, Carlos E. D.
V. y otros s/recurso de casacin

previamente

concebida,

expresando que los hechos deben de estar conectados con alguna


forma de poltica que tenga una orientacin o directiva que
establezca normas de conducta o reglas de actuacin de las
personas del aparato estatal en las esferas de su competencia
ya que el acto inhumano aislado llevado a cabo por un solo
agente queda fuera de la definicin de lesa humanidad (fs.
4008 vta.).
A ello agreg que las acciones deben ser llevadas a
cabo con la tolerancia, aquiescencia o participacin del poder
poltico encarnado en el Estado o en una organizacin con
rasgos similares (al mismo Estado) que NO SON PRECISAMENTE
LAS

FUERZAS

ARMADAS

YA

QUE

ELLAS

ESTABAN

INTEGRADAS

SUBORDINADAS AL PODER POLTICO (FS. 4009).


En virtud de ello, sostuvo que no se cumplen los
requisitos previstos para que los actos aqu investigados sean
considerados

de

lesa

humanidad

por

cuanto

no

existi

una

poltica estatal generalizada y no se le pudo atribuir a las


Fuerzas Armadas una actuacin sistemtica contra la poblacin
civil, independiente del Estado Nacional.
En referencia al ataque generalizado contra la poblacin civil
destac que dicho requisito ha sido denominado como clusula
umbral

por

la

doctrina,

establecindose

as

el

grado

de

gravedad necesario que debe tener la conducta realizada para


que

los

hechos

cometidos

sean

susceptibles

de

considerarse

crmenes contra la Humanidad.


De este modo remarc que son estos elementos en
conjunto los que definen al crimen de lesa humanidad: Que se
trate de un ataque contra la poblacin civil, el cual debe
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tener el carcter sistemtico o generalizado de las acciones;


sumado

la

aquiescencia,

tolerancia

participacin

del

estado, del poder pblico, o de organizacin similar, en su


ejecucin (POLICITY ELEMENT): lo que los lleva a exceder los
marcos de lo tolerable en el Derecho Internacional; y, por
otro lado, las conductas sealadas deben trascender el campo
de la afectacin particular para convertirse en una lesin o
puesta en peligro a la humanidad. (fs.4011 vta.).
En relacin a los integrantes del ERP consider que
siguiendo el Informe sobre Terrorismo y Derechos Humanos de la
Comisin Interamericana de Derechos Humanos (22/10/2002), no
pueden ser considerados civiles. Para ello, destac que en los
considerandos 67, 69 y 107 de dicho informe se da cuenta de
una clasificacin que permite distinguir la poblacin civil de
aquellos considerados combatientes legtimos e ilegtimos,
siendo estos ltimos as considerados an cuando tienen una
dedicacin parcial. Bajo estos parmetros remarc que una
vez que una persona es calificada como combatiente, no puede
volver, a voluntad, al status civil o alternar entre el status
civil y el de combatiente (en ese sentido cit tambin el
precedente Carranza Latourbesse, CSJN).
De

este

modo,

relat

que

en

las

operaciones

antiterroristas, los agentes del Estado podran recurrir al


uso de la fuerza letal contra sospechosos terroristas. Tal es
as que, segn continu, el Estado tiene el derecho y el deber
de

garantizar

la

seguridad

de

todos

esto,

en

algunas

circunstancias, implica el uso de fuerza letal.


Tambin cit de manera complementaria los Convenios
de Ginebra de 1979, donde en el artculo 48 se vuelve a hacer
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una distincin entre poblacin civil y combatiente.


En consonancia con ello solicit la aplicacin del
Estatuto de Roma que forma parte del ius Gentium y materializa
el principio de legalidad o de juridicidad, que mediante la
interaccin de las distintas fuentes del derecho internacional
permite

la

seguridad

jurdica

taxatividad

que

permite

recoger nicamente aquellos delitos sobre los que existe un


amplio consenso para ser considerado delito de lesa humanidad.
Por otro lado, consider que se aplicaron errneamente los
principios de la prescripcin al fundar la sentencia en la
inconstitucionalidad de las leyes de Obediencia Debida y Punto
Final, sin advertirse que las mismas se refieren a aquellos
oficiales

jefes,

subalternos,

suboficiales

tropas

que

actuaron entre el 24 de marzo de 1976 y el 26 de septiembre de


1983.
A

ello

agreg

que

slo

son

imprescriptibles

los

delitos de lesa humanidad que son incluidos en el Estatuto de


Roma y que cumplen con sus requisitos.
Critic

tambin

el

cambio

del

modo

en

el

que

se

imput a los condenados primero en base a la autora mediata,


mediante del empleo de aparatos organizados de poder y luego
en base a la teora del dominio funcional del hecho.
Sostuvo adems que el a quo no tuvo en cuenta el
precedente Persic del Tribunal Penal Internacional para la
antigua

Yugoslavia,

donde

se

indica

que

la

figura

de

la

participacin exige que exista siempre una accin que est


direccionada especficamente a la comisin de los delitos de
lesa humanidad o de crmenes de guerra Esto supone, segn el
tribunal, que haya conocimiento pleno por parte del presunto
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partcipe de que la ayuda o colaboracin que presta tiene que


ver, directa y especficamente, con la comisin de delitos de
lesa humanidad (fs. 4019vta.).
En

consonancia

con

ello,

cit

tambin

el

fallo

Tadic del TPIY, La Tablada de la Cmara Federal de San


Martn y el fallo F., T. S/recurso de casacin (Tribunal de
Casacin de la Provincia de Buenos Aires, 26/9/13).
Con relacin a los hechos refiri que el testigo Jos
Fernando Gambarella, incurri en una serie de contradicciones
en torno a los horarios y lugares en los que estuvo, no slo
en lo que respecta a sus dichos ante el Juez Federal y el
Tribunal

Oral,

sino

tambin

al

compararlo

con

su

cargo

puesto de desempeo, por lo que consider que el nombrado no


estuvo en el lugar de los hechos y que el acto de rendicin
y

posterior

encuentra

fusilamiento

debidamente

del

probado

12
y

de

agosto

slo

se

de

1974,

sustenta

no
en

se
las

suposiciones del Secretario de DDHH y en la declaracin del ex


soldado Gambarella.
Sostuvo que es falso que Mario Nakagama fuera quien
ubic a los Combatientes del ERP en la zona de las lomadas
desde

un

ubicados

helicptero,
por

detenidos

la

los

toda

Polica

integrantes

vez

que

Provincial,
de

la

los

luego

fraccin

mismos
de
de

fueron

haber

sido

delincuentes

terroristas Paz y Videla, alrededor de las 08:45 hs del da 12


de agosto de 1974 y que por intentar su localizacin fuera
abatido
Acevedo,

el
en

Agente

(Ascendido

inmediaciones

de

pos
la

Morten)
citada

Oficial

capilla

Ayudante
(fs.

4027

vta.).
Que el entonces capitn CARLOS EDUARDO DEL VALLE
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CARRIZO

SALVADORES,

se

desempeaba

como

S1

oficial

de

Personal y Ayudante del Jefe de Regimiento y que cumpliendo


con ese rol de combate concurri a Capilla del Rosario. Que
por esa razn jams estuvo a cargo de ninguna fraccin ni
imparti

retransmiti

Regimiento,

menos

fusilamiento

de

an

los

ninguna
alguna

orden

que

combatientes

emanada

contuviera
del

ERP.

del
la

Que

jefe

de

orden

de

el

Coronel

HUMBERTO EDUARDO CUBAS en funcin de la orden recibida del


Comandante de la IVta Brigada de Infantera Aerotransportada
General Antonio Vaquero, condujo, la operacin e imparti las
rdenes de combate pertinentes en forma personal, tal como lo
hizo cuando le imparti la orden de rastrillaje al Jefe de la
1ra

Seccin

de

la

Compaa

Subteniente

GIMENEZ

LUCHINI,

sealndole que si tena que entrar en combate lo hiciera,


para lo cual deba avanzar la columna de tiradores por la
media pendiente a ambos lados de las lomadas del caadn, con
las armas cargadas y en seguro. (fs. 4027vta.).
A ello agreg que: El Capitn CARRIZO SALVADORES
cumpli con sus funciones de Ayudante del Jefe de regimiento,
no concurri a la zona de combate ubicada a 1.300m al oeste de
la Ruta Provincial N1 y siempre, de acuerdo a lo registrado
en

varias

vieron

declaraciones

desplazndose

personal,

pero

de

sobre

nadie

le

testigos
la

obrantes

citada

consta

ruta

con

la

en

autos,

lo

hablando

con

el

certeza

que

es

necesaria en este caso, que esa conversacin significara de su


parte la imparticin de alguna orden (fs.4028).
Por ltimo, remarc que las rdenes para que los
efectivos
Humberto

salieran
Eduardo

del
Cubas

Regimiento
Jefe

Fecha de firma: 09/06/2016


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de

17

fueron

la

Unidad

dadas

Coronel-,

#169083#155067258#20160609103444279

por
en

cumplimiento de una orden de la seora Presidente y Comando en


Jefe de las Fuerzas Armadas, retransmitida a travs de la
cadena de comando por el Comandante de la IVta Brigada de
Infantera Aerotransportada General Antonio Vaquero, con la
misin de ejecutar operaciones militares hasta la llegada de
la Polica Federal bajo el mando del Comisario General Villar.
Agreg,

que

dichas

rdenes

fueron

la

respuesta

del

Estado

Nacional al intento de copamiento de la Unidad por parte de


efectivos del ERP y ante la incapacidad de la Polica de la
Provincia

de

Catamarca

para

hacer

frente

dicho

acto,

resaltando que los mismos haban demostrado capacidad para el


combate al enfrentarse con una patrulla policial y dar muerte
de un disparo al Oficial Acevedo.
En

virtud

de

lo

expuesto

solicit

se

case

la

sentencia recurrida, requiriendo el envo de la presente al


tribunal a quo para que dicte una nueva resolucin con arreglo
a la ley y doctrina aplicable, o bien, resuelva declarando la
nulidad del acto atacado.
b) Recurso de casacin interpuesto por la defensa de
Jorge Exequiel Acosta.
La defensa marc contradicciones en la descripcin
del hecho por parte de la acusacin, la que se refiri a las
vctimas como una agrupacin armada no oficial encontrndose
dicha

descripcin

lejos

de

ser

compatible

con

poblacin

civil sino ms bien con combatientes.


Ms

all

de

ello,

resalt

que

tanto

la

prueba

colectada, como los testimonios de Gambarella, Yapur y las


declaraciones indagatorias de los otros dos condenados, sitan
a

su

defendido

casi

km.

del

lugar

de

los

hechos,

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bloqueando la ruta para impedir la fuga por lo que no pudo en


modo alguno haber participado en los hechos que se le imputan.
Por otra parte, advirti que su defendido nunca fue intimado
por

un

delito

indagatoria,
delitos

de

ni

de

Lesa

en

el

lesa

Humanidad,

ni

requerimiento

humanidad

se

en

fiscal,

encuentran

la

declaracin

en

tanto

los

tipificados

definidos en nuestra legislacin penal positiva mediante el


Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional Ley 25.390,
promulgada
26.200,

el

de

promulgada

Enero
el

de
de

2001
Enero

e
de

implementado
2007,

por

vigente

Ley

ya

al

momento de dichos actos procesales que naturalmente devienen


en nulos al afectar la defensa en juicio. Hay un decreto de
imputacin que va a marcar el curso del procedimiento penal de
incriminacin. Este decreto declar y puso como sustento la
normativa del derecho penal argentino y no declar que se
trata de delitos de lesa humanidad como tampoco declar que se
tratara

de

delitos

imprescriptibles.

Por

lo

tanto,

la

intimacin dio como consecuencia la informacin a mi asistido


de

un

delito

del

Cdigo

Penal

Argentino

con

lo

que,

implcitamente como dice Kelsen, existen normas de aplicacin,


que

en

este

expulsin

caso

que

sera

sera

la

la

norma

norma

nacional,

del

derecho

normas

de

internacional

pblico, que no integra el contenido intrnseco de ese decreto


de imputacin como tampoco del decreto de intimacin (fs.
4035vta./4036).
Por otra parte, En lo que respecta especficamente
al planteo de violacin a los principios de legalidad en tanto
los tipos penales achacados, y por los que mi defendido fuera
indagado, son en s prescriptibles y en caso de pretenderse lo
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contrario debi haberse formulado la imputacin en base al


Estatuto de Roma, ms beneficioso para el imputado, no sobre
conductas descriptas en nuestro Cdigo Penal (fs. 4036).
Esta norma vigente, es ley penal ms benigna en
relacin

Acosta

por

lo

tanto

debe

retroactivamente

aplicarse al mismo. Sus delitos son imprescriptibles y no los


del

Cdigo

de

1922

con

sus

modificatorias

por

lo

tanto

conforme a sus tipos delictivos debi ser requerido e intimado


Acosta, cosa que no ocurre y afecta gravemente el PRINCIPIO DE
LEGALIDAD (fs. 4036vta.).
Continuando

con

el

razonamiento

explic

que

las

reglas de la participacin, funcionan de modo distinto en el


derecho internacional, as como tambin lo hacen las reglas de
tipificacin, de dolo y culpa. En este sentido, afirm que
aplicar

la

sancionada

figura
por

el

domstica
derecho

para

tipificar

internacional,

la

conducta

implica

la

construccin de un hbrido inexplicable.


La causalidad debe llegar por va de constituirse
en un desarrollo lgico y previsible y no, en una especie de
responsabilidad ultra vires, que llega a todos los miembros
del grupo por haber participado en su formacin original. Como
consecuencia necesaria de ello, la accin individual de los
miembros del grupo para que pueda serle imputado un crimen
como crimen contra la humanidad, debe superar la mera calidad
de miembro del grupo (TRIAL, 262268) (fs. 4038vta.).
Sin perjuicio de ello sostuvo que una Convencin o
Tratado, para ser norma de ius cogens, requiere ser aceptada y
reconocida por la Comunidad internacional de Estados en su
conjunto.
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La

Convencin

sobre

Imprescriptibilidad

de

los

Crmenes de Guerra y Crmenes de Lesa Humanidad, no tiene, a


su entender, tal carcter toda vez que las dos terceras partes
de los pueblos del mundo no la han ratificado, entre ellos
estados Unidos, China, Brasil, Israel, etc.
En

definitiva,

nicamente

el

23%

del

total

de

estados que conforman las Naciones Unidas, estn de acuerdo en


la

imprescriptibilidad

de

los

delitos

de

lesa

humanidad.

PUEDE SERIAMENTE ASEGURARSE QUE SE TRATA DE UNA NORMA DEL JUS


COGENS?
En esa informacin oficial del Alto Comisionado, el
consentimiento por adhesin de la Repblica Argentina, NO HA
SIDO RESGISTRADO; lo que nos hace dudar con respecto a que se
hayan

completado

validez.

No

los

existe

trmites

diplomticos

posibilidad

de

conocer

para
en

el

que

tenga

Servicio

Exterior de la Nacin, esa informacin.(fs. 4042).


IV. En la etapa procesal prevista en los arts. 465
del C.P.P.N., y en la oportunidad del art. 466 ibdem, la
representante

del

Ministerio

Pblico

Fiscal,

doctora

Irma

Adriana Garca Netto, luego de analizar los agravios de los


recurrentes, solicit el rechazo de los recursos deducidos por
las defensas.
V. A fs. 4176 se dej constancia de haberse superado
la etapa prevista en el artculo 468 del C.P.P.N.., ocasin en
las que las defensas presentaron breves notas, y de haberse
celebrado las audiencia de visu.
SEGUNDO:
I. Contexto histrico y Lesa humanidad.
a) A los fines de encuadrar los hechos sucedidos el
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11 y 12 de agosto de 1974 que son materia de estudio en los


presentes

autos,

corresponde

en

primer

lugar

efectuar

un

recorrido por el contexto histrico en el que se sucedieron.


A tal efecto, resulta menester recordar que a partir de la
primer fractura del orden constitucional del ao 1930 se hizo
cada vez ms frecuente la instauracin de gobiernos de facto,
que

hicieron

que

tanto

durante

stos

como

durante

la

vigencia de los gobiernos de jure, que empezaron a hacer ms


precarios

efmeros,

se

implementara

el

estado

de

guerra

interno, el estado de sitio, y hubiera intentos de orientacin


totalitaria

corporativa,

con

alteraciones

en

los

procedimientos de organizacin de los poderes del estado, con


promulgacin
y,

de innumerables leyes de persecucin ideolgica,

especialmente

partir

de

fines

de

los

aos

`60,

el

surgimiento creciente de la violencia (Marcelo A. Sancinetti


y Marcelo Ferrante, El derecho penal en la proteccin de los
derechos

humanos,

ed.

Hammurabi,

Buenos

Aires,

1999,

pg.

77). Etapa que con el advenimiento de la democracia el 10 de


diciembre de 1983 ha quedado superada.
Con
presidencia

fecha
de

facto

10
del

de

octubre

general

de

Juan

1966,

durante

la

Carlos

Ongana,

se

sancion la ley 16.970, la que se corresponda con la doctrina


de la Seguridad Nacional, permitiendo que en el orden interno
del pas las Fuerzas Armadas se inmiscuyan para asegurar el
orden pblico y la paz interior, preservar los valores de la
civilizacin

occidental

cristiana,

mantener

las

instituciones republicanas y ser el sostn de los derechos y


garantas esenciales de la Constitucin.
Se establecieron as, las bases jurdicas, orgnicas
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Sala III
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V. y otros s/recurso de casacin

y funcionales con el fin de lograr y mantener la seguridad


nacional necesaria para el desarrollo del pas, en procura de
sus objetivos nacionales (art.1, ley 16.970). Para ello, se
estructur

determin

un

rgimen

funcional

de

la

Defensa

Nacional que permiti que los mandos de las Fuerzas Armadas


ejercieran un control sobre las decisiones de las autoridades
polticas y del presidente de la Nacin, impidiendo que ste
los conduzca conforme las exigencias constitucionales. Para
ello se utiliz el sistema nacional de planeamiento y accin
para la seguridad, el cual fue concebido y elaborado para
apoyar un rgimen autoritario, que aseguraba el cumplimiento
de

las

rdenes

que

el

colectivo

armado

entenda

como

intereses vitales de la Nacin, sin respetar la soberana


popular (ver causa no. 16.857, Merlo, Eduardo Omar y otros
s/recurso de casacin, Sala I, Reg. 21.824, rta. el 30/8/13).
Los postulados de la antigua Doctrina de Seguridad
Nacional (ley 16.970) se transformaron entonces en prcticas
ilegtimas,
que,

orientadas

mediante

la

combatir

sancin

de

la

diversas

subversin.
leyes,

Fue

as

comenzaron

ejecutarse operaciones destinadas a neutralizar y eliminar el


accionar subversivo.
En ese sentido, conforme lo seal el tribunal a
quo, se fue sancionando sucesivamente la siguiente normativa:
- La ley 16.984 por medio de la cual se prohbe la
circulacin postal de todo tipo de difusin de la ideologa
comunista.polticos,

La

ley

partidos

17.401

(B.O.

polticos

29/08/1967),

prohibidos,

de

partidos

represin

comunismo.Fecha de firma: 09/06/2016


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del

- La ley 18.262 (B.O. 02/07/1969) que declaraba el


estado de sitio en todo el pas.- Ley 19.053 (B.O. 01/06/1971) de Creacin de la
Cmara Federal en lo Penal de la Nacin, llamada a juzgar en
instancia nica y juicio oral todos los delitos de ndole
federal que se cometan en el territorio nacional y lesiones
que

tiendan

vulnerar

constitucional

la

principios

seguridad

bsicos

de

las

de

organizacin

instituciones

des

estado.- La Ley 19.081 del 16/06/1971 que dispona en su


art.

1:

Facltase

al

Poder

Ejecutivo

Nacional

emplear

durante la vigencia del estado de sitio en el territorio de la


Nacin, en sus aguas jurisdiccionales y su espacio areo, las
fuerzas

armadas

que

considere

conveniente

en

operaciones

militares, a fin de prevenir y combatir la subversin interna,


el

terrorismo

dems

hechos

conexos,

en

su

art.

Sin

perjuicio de lo dispuesto en el artculo anterior, facltese


al Poder Ejecutivo Nacional a emplear las Fuerzas Armadas en
la

prevencin

investigacin

militar

de

los

delitos

de

competencia de la Cmara Federal en lo Penal de la Nacin.,


El

Poder

Ejecutivo

Nacional

dispondr

el

empleo

de

las

Fuerzas Armadas conforme a los artculos anteriores, mediante


las rdenes e instrucciones que les imparta, en ejercicio de
las facultades que le competen como Comandante en Jefe de las
Fuerzas Armadas (art. 3) y en el art. 7 deca: En el caso de
que como consecuencia de las operaciones militares previstas
en los artculos precedentes se produjeren detenciones, las
personas

detenidas,

junto

con

los

elementos

probatorios

obtenidos, sern puestas a disposicin de la Cmara Federal en


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lo Penal de la Nacin o de la justicia militar cuando ello


correspondiere.- La Ley 19.594 (B.O. 05/05/1972), por la que se
dispone el control operacional de las Fuerzas Armadas sobre
las

unidades

detenidos,

carcelarias

procesados

destinados

condenados

al

por

alojamiento

hechos

de

de

carcter

subversivo, terroristas o conexos. De la nota de elevacin del


proyecto

de

ley

al

P.E.N.

surge

que

las

Fuerzas

Armadas

iniciaron operaciones de lucha antisubversiva a partir de la


sancin de la ley 19.081 a consecuencia de lo cual se han
producido

sucesivas

detenciones

de

personas

incursas

en

la

comisin de delitos de competencia de la Cmara Federal en lo


Penal

de

la

Nacin,

las

que

han

sido

condenadas

se

encuentran bajo proceso del Tribunal o a disposicin del PEN.


- La Ley 19.797 (B.O. 23/08/1972) incorpora el art.
212 del CP que deca El que por cualquier medio difundiere,
divulgare o propagare comunicaciones o imgenes provenientes
de o atribuidas o atribuibles a asociaciones ilcitas o a
personas

grupos

notoriamente

dedicados

actividades

subversivas o de terrorismo ser reprimido con prisin de 6


meses a 3 aos.- La ley 19.799 por medio de la cual estableca a la
Cmara

Federal

en

lo

Penal

de

la

Nacin

como

rgano

jurisdiccional competente y de instancia nica para entender


en el delito previsto en el art. 212 del CP incorporado por la
Ley 19.797.- (fs. 3946/3948).
Junto con dichas normas, surgieron adems reglamentos
y

directivas

que

habilitaron

las

fuerzas

armadas

seguridad para poder desempearse de manera autnoma:


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de

- El Instructivo RV-150-10, del ao 1969, titulado


Instruccin

de

Luchas

Argentino

estableca

capacitar

todos

Contra

que

los

la

las

Guerrillas

instruccin

combatientes

en

del

tendr

estas

Ejrcito
por

fin

operaciones

ponerlos en condiciones de ofrecer a la accin irregular un


idntico procedimiento de combate
- La Directiva N 02/71 de la Junta de Comandantes
en Jefe, Para el pasaje a la ofensiva en la lucha contra la
subversin de la que puede extraerse que el PEN ha resuelto
atacar la subversin en las bases de su accionar, mediante la
incentivacin de medidas concretas en todos los campos del
quehacer
Poder

nacional

Militar.

en

particular

Consideraba

las

con

la

intervencin

Fuerzas

Enemigas

organizaciones para-militares, de ideologa

del
las

marxista en su

mayora y con conexiones internacionales, operan con creciente


eficiencia desde hace tiempo en el pas. Y que es misin,
asumir de inmediato la ofensiva con las Fuerzas Armadas y de
Seguridad

contra

el

enemigo

subversivo,

ante

la

materializacin de las hiptesis de Guerra A Variante 1,


tomando

la

organizacin,

iniciativa
poltica,

para

detectar

administrativa,

destruir

neutralizar

su
sus

elementos superficiales y apoyos internos y externos a fin de


mantener el orden preservar la vida y seguridad de los bienes
de

las

personas

del

estado

recuperar

el

apoyo

de

la

poblacin. Por su parte en las medidas especiales dispona que


se requerir del P.E.N. la adopcin de medidas que aseguren el
estricto cumplimiento de lo establecido en la Ley 19.053 de
"Creacin de la Cmara Federal en lo Penal de la Nacin".(fs. 3997 vta./3998).
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V. y otros s/recurso de casacin

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Este es el contexto que gest y permiti las graves


violaciones a los derechos humanos producidos antes y durante
la ltima dictadura, donde los grupos castrenses utilizaron el
aparato del Estado, diseando una organizacin, divisin en
zonas y subzonas, grupos operativos, inteligencia y espionaje
interno contra los ciudadanos.
Lo que se vio reflejado no slo en varios testimonios
que surgen de la presente causa en donde se da cuenta de la
utilizacin de diversos tipos de torturas y del uso de la
llamada droga de la verdad (pentotal sdico) en aquellos que
fueron capturados -ver testimonios de Rodolfo Giardino (fs.
3891/3894),

Mario

Miguel

Paz

(fs.

3894/3898vta.),

Alfredo

Hiplito Mustaf (fs. 3934vta./3936vta.), Ramn Pablo Videla


(fs. 3898vta./3903) y Lila Nora Macedo (fs.3907/ 3911vta.)-,
sino tambin en el exceso del despliegue y uso de armas por
parte de las fuerzas, el que ms adelante se examinar (ver
punto III. c)).
En ese sentido, corresponde recordar lo sostenido por
la

Corte

Zambrano

Interamericana
Vlez

de

otros

Derechos

donde

Humanos

observ

que

en

el

la

caso

amenaza

`delincuencial, `subversiva o `terrorista invocada por el


Estado como justificacin de las acciones desarrolladas puede
ciertamente constituir una razn legtima para que un Estado
despliegue sus fuerzas de seguridad en casos concretos. Sin
embargo,

la

lucha

desarrollarse
procedimientos
pblica

como

de

dentro
que
el

los
de

estados
los

permitan

pleno

contra

lmites
preservar

respeto

los

el

crimen

conforme

tanto

la

derechos

debe

los

seguridad
humanos

de

quienes se hallen sometidos a su jurisdiccin. Las condiciones


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del pas, sin importar qu tan difciles sean, no liberan a un


Estado Parte en la Convencin Americana de sus obligaciones
establecidas en ese tratado, que subsisten particularmente en
casos

como

importar

el

las

presente.
condiciones

prohibicin

absoluta

forzadas

de

Es

las

de

necesario

de

la

cada

tortura,

ejecuciones

insistir

Estado,
de

las

sumarias

que,

sin

existe

una

desapariciones

extrajudiciales,

prohibicin que constituye una norma inderogable de Derecho


Internacional (N. Espejo Yaksic y C. Leiva Garca Digesto de
jurisprudencia

de

la

Corte

Interamericana

de

Derechos

Humanos, Santiago de Chile, 2015, pgs. 260/261 y sus citas).


Por

otra

parte,

en

respuesta

los

planteos

defensistas, y en cuanto a la categorizacin de estos hechos y


el

carcter

de

las

vctimas,

debe

recordarse

que

se

entender por `crimen de lesa humanidad cualquiera de los


actos siguientes cuando se cometa como parte de un ataque
generalizado o sistemtico contra una poblacin civil y con
conocimiento de dicho ataque (art. 7 del ER).
Es as que conforme se ha examinado al comenzar el
presente acpite los hechos aqu investigados fueron parte de
un

plan

preconcebido,

provisto

de

una

estructura

organizacin evidenciada en la magnitud y despliegue de los


actos de violencia llevados a cabo (ver TIYP Prosecutor v.
Kunarac,

judgment,

systematic

22/2/2001:

signifies

the

Parg.

organised

429

nature

of

the
the

adjetive
acts

of

violence and the improbability of their random ocurrece, en


similar

sentido

ver

tambin

Prosecutor

v.

Blakic,

Judgement, 3/3/2000, parg. 203; and Prosecutor v. Tadic,


Opinion and Judgement, 7/5/1997, parg. 648, Prosecutor v.
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Akayesu, Judgement, 2/9/1998, parg. 580, entre otros). Ello,


permite su encuadramiento dentro de un ataque sistemtico que
mediante el aprovechamiento de la estructura orgnica y el
contexto socio-poltico descripto y por supuesto, con un claro
fin poltico, hizo uso de sus recursos materiales y personales
para combatir la subversin privando a las catorce vctimas
de sus derechos ms fundamentales, en clara contravencin con
el derecho internacional.
Por otra parte, en alusin a las crticas efectuadas
por

los

recurrentes

poblacin
sealado

civil,

que

debe

en

torno

al

corresponde
efectuarse

alcance

destacar

una

del
que

concepto
el

interpretacin

de

TIYP

ha

amplia

del

concepto poblacin civil toda vez que las reglas del derecho
humanitario

que

prohben

los

crmenes

contra

la

humanidad

estn pensadas con el fin de resguardar los valores humanos


bsicos

de

las

posibles

atrocidades

dirigidas

contra

la

dignidad humana. Bajo este orden de ideas, el encuadre que


pretenden

hacer

los

recurrentes

sobre

el

carcter

de

combatientes de las vctimas no se aprecia fundado por dos


motivos. Primero porque los hechos que aqu se investigan no
se

dieron

en

el

internacional,

marco

sino

en

de

un

conflicto

el

marco

de

armado

una

nacional

persecucin

ni

anti-

subversiva sin lmites; y segundo, porque las presentes reglas


poseen un alcance y propsito mucho ms amplio que aquellas
que

regulan

los

crmenes

de

guerra,

siendo

contrario

al

derecho internacional consuetudinario una interpretacin ms


restrictiva (ver en este sentido Prosecutor c. Krupeskic y
otros rta. 14 de enero de 2000. Parg. 547 y

caso Barbie

de la Corte de Casacin Francesa, rta. el 20 de diciembre de


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1985).
En adicin a ello debe recordarse que si bien los
combatientes, en el sentido tradicional del trmino, no pueden
ser

vctimas

de

un

delito

contra

la

humanidad,

dicha

connotacin no resulta aplicable a las personas que, en un


momento determinado, llevaron a cabo actos de resistencia. Es
que conforme ha sealado la jurisprudencia internacionl, si
bien parece evidente que el artculo 5 del Estatuto del TIYP
se aplica en primer lugar a la poblacin civil, es decir,
personas que no son combatientes, sin embargo, esto no debe
llevar a conclusiones incorrectas relativa a personas que en
un momento en particular portaron armas (ver cita 807, del
parg. 547 de fallo Prosecutor c. Krupeskic y otros).
b)

Teniendo

ello

en

cuenta,

encontrndose

los

presentes hechos encuadrados dentro de la categora de lesa


humanidad debe resaltarse, contrariamente a lo sostenido por
la defensa de Jorge Exequiel Acosta, que el concepto de delito
de

lesa

humanidad

constituye

el

producto

de

una

ardua

elaboracin de la jurisprudencia y la doctrina en el marco de


la comunidad internacional de los Estados, que culmin con un
complejo

proceso

de

positivizacin

de

la

costumbre

internacional y de cierta normativa que de forma incipiente


pretenda
crmenes

denotar

las

(Declaracin

de

particularidades
San

Petersburgo

de

este

tipo

de

de

1868;

clausula

Martens incorporada a las Convenciones de La Haya de 1899 y


1907; Declaracin formulada por Francia, Gran Bretaa y Rusia
en 1915; informe de la Comisin instituida al trmino de la
Primera Guerra Mundial en 1919; Estatuto de Nremberg del 8 de
agosto de 1945; Ley N 10 del Consejo de Control para Alemania
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Sala III
Causa N FTU 16/2012/CFC1
Carrizo Salvadores, Carlos E. D.
V. y otros s/recurso de casacin

AodelBicentenariodelaDeclaracindelaIndependenciaNacional

del 20 de diciembre de 1945; Resoluciones N 3, 95 y 177 de la


Asamblea General de las Naciones Unidas del 13 de febrero y 11
de

diciembre

de

respectivamente;
Comisin

de

Estatuto

1946,

del

Principios

Derecho

del

de

21

Penal

noviembre

Nremberg

Internacional

Tribunal

de
de

de

las

de

1950

Naciones

Internacional

1947,
de

la

Unidas;

para

la

Ex

Yugoslavia del 25 de mayo de 1993; Estatuto del Tribunal Penal


Internacional para Rwanda del 8 de noviembre de 1994; art. 2
del Tribunal Especial para Sierra Leona, entre muchas otras).
Existe un catlogo de delitos de lesa humanidad en
la acepcin general de la expresin-, plasmado en diversos
tratados,

convenciones

resoluciones

de

rganos

internacionales.
Resulta

ilustrativo

mencionar,

sin

pretensin

de

taxatividad, las cuatro Convenciones de Ginebra de 1949 y sus


dos Protocolos Adicionales de 1977; la Convencin sobre la
Prevencin y el Castigo del delito de Genocidio de 1948; la
Convencin sobre Imprescriptibilidad de Crmenes de Guerra y
de

los

Crmenes

de

Lesa

Humanidad

de

1968;

la

Convencin

contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o


Degradantes de 1984.
Es de notar que la jurisprudencia de los tribunales
internacionales
tratados

contribuy

anteriormente

conductas,

la

en

la

mencionados.

jurisprudencia

interpretacin

de

As,

en

internacional

torno

los
estas

clarifica

el

criterio de que, mas all de su inclusin en los estatutos de


los tribunales ad hoc mas recientes, ya de antao integraban
el derecho internacional consuetudinario (cfr. TIPY, Delali
et al.; I.T.-9621; Celebici, rta. el 16-11-98, parag. 587 y
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588).
Bajo

estos

parmetros

corresponde

sealar

que

el

Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional (suscripto


por

el

Estado

Argentino

el

17-07-98,

aprobado

por

ley

no

25.390, ratificado el 16-01-01, implementado mediante ley no


26.200

sancionada

Oficial

el

el

9-01-07),

13-12-06
enumera

publicada

como

uno

de

en
los

el

Boletn

crmenes

de

competencia de esa
Corte al delito de lesa humanidad (art. 5.1.b. del
instrumento

de

mencin)

sealando,

en

su

art.

7,

que

se

entender por tal 1. [] cualquiera de los actos siguientes


cuando

se

cometa

como

parte

de

un

ataque

generalizado

sistemtico contra poblacin civil y con conocimiento de dicho


ataque:

a)

Asesinato;

b)

Exterminio;

c)

Esclavitud;

d)

Deportacin o traslado forzoso de poblacin; e) Encarcelacin


u otra privacin grave de la libertad fsica en violacin de
normas fundamentales de derecho internacional; f) Tortura; g)
Violacin, esclavitud sexual, prostitucin forzada, embarazo
forzado,

esterilizacin

forzada

otros

abusos

sexuales

de

gravedad comparable; h) Persecucin de un grupo o colectividad


con identidad propia fundada en motivos polticos, raciales,
nacionales,

tnicos,

definido

el

en

reconocidos

culturales,

prrafo

como

3,

religiosos,

otros

inaceptables

con

motivos

de

gnero

universalmente

arreglo

al

derecho

internacional, en conexin con cualquier acto mencionado en el


presente prrafo o cualquier crimen de la competencia de la
Corte; i) Desaparicin forzada de personas; j) El crimen de
apartheid; k) Otros actos inhumanos de carcter similar que
causen

intencionalmente

grandes

sufrimientos

atenten

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gravemente contra la integridad fsica o la salud mental o


fsica. 2. A los efectos del prrafo 1: a) Por ataque contra
una poblacin civil se entender una lnea de conducta que
implique

la

comisin

mltiple

de

actos

mencionados

en

el

prrafo 1 contra una poblacin civil, de conformidad con la


poltica de un Estado o de una organizacin de cometer esos
actos o para promover esa poltica (Videla, Jorge Rafael
s/recurso de casacin, causa no14.571, reg. no 19.679, rta.
el 22/6/2012; Bustos, Pedro Nolasco; Olivier, Jos Filiberto
y

Worona,

no16.179,

Jorge
reg.

Vicente

no21.056,

s/recurso
rta.

el

de

casacin,

15/5/2013;

causa

Harguindeguy,

Albano Eduardo s/recurso de casacin, causa no699/13, reg.


no23.925, rta. el 5/8/14).
En dicho sentido, las cuestiones planteadas por las
defensas,

ya

han

sido

homogneamente

resueltas

por

la

jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nacin


(Fallos: 327:3312; 328:2056), por las cuatro salas de esta
Cmara (cfr. Sala II, Barcos, Horacio Amrico s/recurso de
casacin, causa no 12652, rta. el 32/3/2012, reg. no 19754 y
Losito,

Horacio

otros

s/recurso

de

casacin,

causa

no

10431, rta. el 18/04/2012, reg. no 19853); Sala III, causa no


9896,

Menndez,

Luciano

Benjamn

otros

s/recurso

de

casacin, rta. el 25/08/2010, reg. no 1253/10; Sala IV causa


no

647/2013,

Luera,

Jos

Ricardo

otros

s/recurso

de

casacin, rta. el 12/3/15, reg. no 325.15.4, causa no 12821


Molina,
17/02/12,

Gregorio
reg.

Etchecolatz,

no

Rafael

s/recurso

162/12

Miguel

inconstitucionalidad,

Sala

Osvaldo
rta.

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el

de

casacin,

in

re:

s/recurso
18/05/2007,

causa

de
reg.

rta.
no

7896

casacin
no

el
e

10488;

25

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causa no 7758 Simn, Julio Hctor s/recurso de casacin,


rta. el 15/05/2007 y causa no 9517 Von Wernich, Christian
Federico s/recurso de casacin, rta. el 27/03/2009E, reg. no
13516,

Bustos,

Pedro

Nolasco;

Olivier,

Jos

Filiberto

Worona, Jorge Vicente s/recurso de casacin, causa no16.179,


reg. no21.056, rta. el 15/5/2013 donde tuve oportunidad de
sostener esta posicin y por el derecho penal internacional
(cfr. estatutos de los tribunales militares de Nremberg y
para

el

Lejano

Oriente;

mas

tarde

los

instrumentos

constitutivos de los tribunales ad-hoc de las Naciones Unidas


para la ex Yugoslavia y Rwuanda; la regulacin 15/2000 de la
administracin de transicin de las Naciones Unidas para el
Timor Oriental, el estatuto de la Corte Penal Internacional de
Justicia y la importante jurisprudencia de la C.I.D.H. en los
casos:

Barrios

Altos

vs.

Per

-14/3/2001-,

Goiburu

vs.

Paraguay -22/9/06-; Almonacid Orellano vs. Chile -29/9/06-;


La Cantuta - 29/11/06-, Masacre de Rio Negro vs Guatemala
-4/9/12-, entre otros).
En ese sentido, seal en mi voto en Bustos, Pedro
Nolasco;

Olivier,

Jos

Filiberto

Worona,

Jorge

Vicente

s/recurso de casacin (causa no16.179, reg. no21.056, rta. el


15/5/2013) que Desde el inicio de nuestro Estado de Derecho
en

1853,

civiles,

se
en

consagraron
1949

los

constitucionalmente
derechos

econmicos,

los

derechos

sociales

culturales, que al derogarse por decreto militar en 1956 dicha


Constitucin, despus del golpe de Estado de 1955, el gobierno
de

facto

llama

proscripciones

una

polticas

convencin
mediante-

constituyente
se

incorpora

con
a

la

Constitucin restituida de 1853 el artculo 14 bis, donde se


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vuelven a incluir algunos derechos sociales y recin con la


reforma

de

1994,

derechos

polticos

se
y

incorporan
las

constitucionalmente

normas

del

derecho

los

internacional

sobre derechos humanos -DIDH-, en sus artculos 37, 38, 39, 40


y 75 incisos 22, 24 entre otros-, por lo que actualmente
poseen

jerarqua

constitucional

los

derechos

civiles

polticos; econmicos, sociales y culturales; de los pueblos y


sus garantas. Debemos advertir que desde 1853 en nuestro
sistema constitucional -en el artculo 99, posteriormente en
el artculo 102 de la Constitucin de 1860 y en el actual 118
a

partir

de

la

reforma

de

1994-,

incluimos

el

derecho

de

gentes, el principio de extraterritorialidad, la aplicacin de


la justicia universal y su competencia federal. Dicha norma se
ha mantenido inalterable a travs de las referidas reformas.
Paralelamente a los cambios polticos y jurdicos
internos,

operaron

transformaciones

internacionales

que

obligan a nuestro pas y le generan responsabilidades ante su


incumplimiento.
En el siglo XX, con la `Carta de Naciones Unidas
-1945- y la `Declaracin Universal de los Derechos Humanos
-1948-,

naci

el

nuevo

paradigma

jurdico

de

los

derechos

humanos. Las declaraciones, pactos, tratados que se aprobaron


internacionalmente

que

nuestro

pas

ha

ratificado,

han

constituido una nueva legalidad internacional y del derecho


Cmara Federal de Casacin Penal interno, a partir de la cual,
este

sistema

exgenas

jurdico
del

convencionales
sociedad,

complejo

derecho
y

interno,

competencias,

travs

de

conformado

sus

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otorgan
que

por

las

nuevos

posibilitan

ciudadanos,

controlen

normas

derechos
que
a

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la
los

gobernantes y al derecho, por lo que puede afirmarse que ya no


habr ningn acto de poder que pueda ser admitido ni aceptado
como legtimo, si no pasa el test de los estndares mnimos en
derechos

humanos.

Estos,

sirven

para

hacer

frente

las

mayores concentraciones del poder, para su equilibrio, para la


defensa

de

los

seres

humanos

como

sujetos

de

derecho

internacional, cuando dentro de los lmites de su pas padecen


violaciones a sus derechos".
Se ha dicho que: la extrema gravedad de ciertos
crmenes, acompaada por la renuencia o la incapacidad de los
sistemas

penales

nacionales

para

enjuiciarlos,

son

el

fundamento de la criminalizacin de los crmenes en contra de


la

humanidad

Temas

de

segn

Derecho

el

Derecho

penal

Internacional

internacional

(Ambos,

europeo,

Kai;

Marcial

Pons, Madrid, 2006, pg. 181).


De otro lado, se ha afirmado que se trata de un
mandato de justicia elemental, siendo que la impunidad de
las

violaciones

impunity)es

una

de

los

causa

derechos

humanos

importante

para

(culture
su

of

constante

repeticin (cfr. Werle, Gerhard; Tratado de Derecho Penal


Internacional, Tirant lo Blanch, Valencia, 2005, p. 84).
En efecto, la categora que hoy cuenta con una
codificacin penal (el Estatuto de Roma) y un cuerpo jurdico
de

interpretacin

en

constante

crecimiento,

es

tambin

el

producto de una evolucin histrica que, al menos desde la


segunda guerra mundial, ha incorporado con claridad las graves
violaciones de los derechos humanos cometidas a travs de la
actuacin
humanidad

estatal
(del

en

el

dictamen

catlogo
del

de

delitos

Procurador

de

General

lesa
doctor

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Esteban

Righi

en

Derecho,

Rene

Jess

s/incidente

de

prescripcin de la accin penal, del 1o de septiembre de


2006).
En este orden de ideas, es del caso sealar que sin
perjuicio de que la plataforma fctica trada a estudio desde
el mas reciente desarrollo de la categora jurdica delitos
de lesa humanidad, esa circunstancia no importa asentir que
al tiempo en que habran ocurrido los hechos, crmenes de tal
entidad

no

formaran

parte

del

derecho

internacional,

no

fueran receptados por el ordenamiento jurdico domstico y que


sus

consecuencias

tuvieran

plena

tales

como

vigencia,

su

mas

imprescriptibilidad,

no

del

de

all

distinto

nivel

positivizacin de sus normas respecto del alcanzado hoy en da


en la comunidad internacional o en el mbito penal nacional,
pues

el

Estatuto

encontraba

vigente

tan

solo

(ius

reconoci

cogens)

en

una

norma

funcin

que

del

se

derecho

internacional pblico de origen consuetudinario.


Nolasco;

Conforme

sostuve

Olivier,

Jos

en

mi

Filiberto

voto
y

en

Worona,

Bustos,
Jorge

Pedro
Vicente

s/recurso de casacin, que el contenido de las normas del


DIDH, se encuentran basadas en un consenso universal, poseen
un

positivismo

convencional

regulado

en

el

texto

de

los

artculos respectivos en cada instrumento, que tienen en el


caso de Argentina jerarqua constitucional, si se trata de los
instrumentos contenidos en el artculo 75 inciso 22 de la
Constitucin

Nacional

once

instrumentos

reconocidos

en

la

Convencin Constituyente en 1994 y dos posteriormente, por el


mecanismo

que

la

propia

CN

determina-,

con

jerarqua

superior a las leyes internas conforme el artculo 75 incisos


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22 y 24 CN-, de manera que todas las normas y actos de los


poderes del Estado se deben adecuar a stos, de lo contrario
la

CSJN

deber

resolver

sobre

su

constitucionalidad

en

ejercicio jurisdiccional del control de constitucionalidad y


convencionalidad

de

las

leyes

actos

de

gobierno.

Lo

completa el derecho internacional consuetudinario o derecho de


gentes, que a modo de ejemplo cabe recordar que los cuatro
Convenios de Ginebra del 12 de agosto de 1949, determinan la
vigencia del derecho de gentes, aun cuando se denunciare el
Convenio. Al respecto vase Los Convenios I artculo 63; C II
artculo 62; C III artculo 142; C IV artculo 158; Protocolo
Adicional I artculo 1 y Protocolo Adicional II cuarto prrafo
del

Prembulo.

(causa

no16.179,

reg.

no21.056,

rta.

el

15/5/2013).
Tambin corresponde aplicarse el derecho de gentes,
conforme surge del artculo 43 de la Convencin de Viena del
derecho de los Tratados, al establecer el deber de los Estados
de cumplir las obligaciones enunciadas en los tratados, o de
las que surjan del derecho internacional independientemente
del tratado. Se refuerza con el artculo 53 al regular la
nulidad de los tratados que se opongan a una norma imperativa
del derecho internacional general.
En dicho anlisis, expres que el cumplimiento del
derecho

de

gentes,

dentro

de

nuestro

sistema

jurdico

lo

encontramos adems en el artculo 15 del Pacto Internacional


de

Derechos

Civiles

Polticos

-PIDCP-,

al

regular

el

principio de legalidad penal internacional, que establece: 1.


Nadie ser condenado por actos u omisiones que en el momento
de cometerse no fueran delictivos segn el derecho nacional o
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internacional.; completando con: 2. Nada de lo dispuesto en


este artculo se opondr al juicio ni a la condena de una
persona por actos u omisiones que, en el momento de cometerse,
fueran delictivos segn los principios generales del derecho
reconocidos por la comunidad internacional; reafirmando que
las

graves

cogens,

infracciones

imponen

sancionar

la

todos

de

derecho

obligacin
los

de

Estados,

internacional

investigar,

acarreando

de

ius

enjuiciar

los

compromisos

estaduales de: inderogabilidad de juicio; deber de procesar o


extraditar;

imprescriptibilidad

de

los

delitos;

inaplicabilidad de excepciones de inmunidad, incluyendo a los


jefes de Estado; exclusin de cualquier mecanismo legislativo,
poltico

judicial

para

obediencia

debida,

irritas

fraudulentas-;

punto

perpetrar
final,

la

impunidad

indultos,

obligatoriedad

cosas

de

-leyes

de

juzgadas

aplicacin

en

tiempos de guerra o de paz; no habilitando su derogacin ni


suspensin con excepcionalidades constitucionales -tales como
estado de sitio, conmocin interna, leyes marciales, estado de
guerra- y correspondiente la aplicacin de la competencia de
la justicia universal.
En consonancia a ello ha sostenido la Corte Suprema
de

Justicia

de

la

Nacin,

en

particular

referencia

la

viabilidad en la aplicacin de instrumentos internacionales en


materia de derechos humanos respecto de hechos acaecidos con
anterioridad a su entrada en vigor, que no se fuerza la
prohibicin de irretroactividad de la ley penal, sino que se
reafirma

un

principio

instalado

por

la

costumbre

internacional, que ya tena vigencia al tiempo de comisin de


los hechos [Y] desde esta perspectiva, as como es posible
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afirmar

que

la

costumbre

imprescriptibles
anterioridad

los
la

internacional

crmenes

contra

convencin,

tambin

ya

la

consideraba

humanidad

esta

con

costumbre

era

materia comn del derecho internacional con anterioridad a la


incorporacin

de

la

convencin

al

derecho

interno

(considerandos 28 y 29 del voto de la mayora en Arancibia


Clavel, Enrique Lautaro

s/homicidio

calificado

y asociacin

ilcita y otros, causa no 259, del 28 de agosto de 2004,


Fallos: 327:3312).
As pues, de acuerdo con lo expuesto y en el marco
de esta evolucin del derecho internacional de los derechos
humanos,

puede

decirse

Imprescriptibilidad
Humanidad,

ha

de

que

los

representado

la

Convencin

Crmenes

de

nicamente

sobre

Guerra

la

de

la
Lesa

cristalizacin

de

principios ya vigentes para nuestro Estado Nacional como parte


de

la

Comunidad

Internacional

(considerando

32

del

voto

mayoritario en fallo citado precedentemente).


Ello as por cuanto en nuestro ordenamiento jurdico
no se determina la exclusin del derecho de gentes. En la
medida en que ste sea aplicable para la adecuada solucin del
caso,

tal

aplicacin

ser

inexcusable

para

el

juzgador

en

funcin de lo dispuesto por el art. 21 de la ley 48, pues debe


contemplarse
derecho

la

circunstancia

internacional,

de

que

convencional

como

toda

regla

de

consuetudinaria,

un

tratado no se aplica en vaco sino en relacin con hechos y


dentro de un conjunto ms amplio de normas que integran el
sistema

jurdico

interpretacin
parte

en

tiene

(considerando

vigor
lugar

15

del

en

el

del

cual

voto

momento
del

no

es

doctor

en

que

la

ms

que

una

Bossert

en

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CmaraFederaldeCasacinPenal

Sala III
Causa N FTU 16/2012/CFC1
Carrizo Salvadores, Carlos E. D.
V. y otros s/recurso de casacin

AodelBicentenariodelaDeclaracindelaIndependenciaNacional

Priebke,

Erich

s/solicitud

de

extradicin,

causa

no

16.063/94, del 2 de noviembre de 1995, Fallos: 318:2148).


En punto a eso, nuestro Mximo Tribunal ha sealado
que

los

desaparicin
otro

tipo

delitos
forzada
de

actos

como
de

el

genocidio,

personas,

dirigidos

el
a

la

tortura,

homicidio

perseguir

y
y

la

cualquier
exterminar

opositores polticos pueden ser considerados crmenes contra


la humanidad, porque atentan contra el derecho de gentes tal
como lo prescribe el art. 118 de la Constitucin Nacional
(considerando 16 del voto de la mayora en Arancibia Clavel,
Enrique

L.

s/homicidio

calificado

asociacin

ilcita

otros, Fallos: 327:3312).


En este sentido, he sostenido en el caso Bustos,
Pedro Nolasco; Olivier, Jos Filiberto y Worona, Jorge Vicente
s/recurso de casacin, que aquellas normas que describen y
condenan una accin que atenta contra el llamado derecho de
gentes, son de carcter imperativo, de ius cogens, pudiendo
emanar de cualquier fuente de derecho internacional, toda vez
que

constituyen

valores

fundamentales

de

la

comunidad

internacional y que ningn Estado puede dejar de lado excepto


por otra norma de igual carcter (art. 53 de la Convencin de
Viena

de

1969

sobre

el

Derecho

de

los

Tratados),

caractersticas que determinan como consecuencia, la apertura


de la jurisdiccin universal (causa no16.179, reg. no21.056,
rta. el 15/5/2013; ver tambin Videla, Jorge Rafael s/recurso
de

casacin,

causa

no14.571,

reg.

no

19.679,

rta.

el

22/6/2012).
En ese contexto, a modo de conclusin, se observa
que cuando los rganos jurisdiccionales de nuestro pas dicen
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Firmado por: LILIANA E. CATUCCI, JUEZ DE CAMARA FEDERAL DE CASACION PENAL
Firmado por: EDUARDO R. RIGGI, JUEZ DE CAMARA FEDERAL DE CASACION PENAL
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33

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aplicar

tratados

internacionales

en

materia

de

derechos

humanos ratificados con posterioridad a los hechos ilcitos


investigados, lo que estn plasmando en sus resoluciones no
slo

es

derivacin

tambin

es

momento

la

de

de

una

aplicacin

tales

fuente
del

sucesos

internacional,

derecho
que,

de

interno

sino

que

vigente

acuerdo

al

al

texto

constitucional de 1853 de nuestra Carta Magna, se hallaba en


el artculo 102 (actual 118, luego de la reforma introducida
en el ao 1994).
De otra parte, y en lo atinente al principio de
legalidad

irretroactividad

de

la

ley

penal,

considero

necesario efectuar una aclaracin sobre los efectos dimanantes


del

reconocimiento

del

llamado

derecho

de

gentes

en

la

Constitucin Nacional, particularmente en lo que respecta al


principio consagrado en el artculo 18 de nuestra Carta Magna,
frente

la

aplicacin

de

instrumentos

internacionales

en

materia de derechos humanos por los que el Estado argentino se


ha obligado ex post facto.
Sobre este tpico, la Corte Suprema de Justicia de la
Nacin ha entendido que el principio de legalidad consagrado
en

el

mbito

nacional

-al

menos

en

lo

referente

la

aplicacin de la regla de la irretroactividad de la ley penal


derivada

de

aquel-,

queda

desplazado

por

la

normativa

internacional positivizada y de origen consuetudinario frente


a la comisin de delitos de lesa humanidad (Arancibia Clavel,
Enrique

L.

s/homicidio

calificado

asociacin

ilcita

otros, Fallos: 327:3312).


En este sentido, se ha rechazado, en la aplicacin
del

derecho

domstico,

la

retroactividad

de

disposiciones

Fecha de firma: 09/06/2016


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penales posteriores al hecho que impliquen un empeoramiento de


las condiciones de los encausados (Fallos: 287:76), pero se ha
declarado que la excepcin a esta regla, est configurada
para

aquellos

actos

que

constituyen

crmenes

contra

la

humanidad, ya que se tratan de supuestos que no han dejado de


ser vivenciados por la sociedad entera dada la magnitud y la
significacin que los atae. Ello hace que no slo permanezcan
vigentes para las sociedades nacionales sino tambin para la
comunidad

internacional

misma

(considerando

21

del

voto

mayoritario en el fallo citado en el prrafo precedente).


Ello

as

internacionales
reconocimiento

en
de

toda
materia

una

vez
de

norma

que

derechos

ya

vigente

los

instrumentos

humanos
(ius

importan

cogens),

el

cuya

funcin primordial es proteger a los Estados de acuerdos


concluidos en contra de algunos valores e intereses generales
de la comunidad internacional de Estados en su conjunto, para
asegurar el respeto de aquellas reglas generales de derecho
cuya inobservancia puede afectar la esencia misma del sistema
legal (cfr. considerandos 28 y 29 del voto de la mayora).
De esta manera, tomando en cuenta que el Estado
argentino ha asumido frente al orden jurdico interamericano
no

slo

tambin

un
un

disposiciones

deber
deber
de

de

respeto
de

los

garanta

derecho

derechos
la

interno

humanos,

aplicacin
sobre

sino

de

las

prescripcin

constituyen una violacin del deber del Estado de perseguir y


sancionar, y consecuentemente, compromete su responsabilidad
internacional (conf. CIDH, caso Barrios Altos, sentencia del
14 de marzo de 2001, considerando 41, serie C N 75; caso
Trujillo Oroza vs. Bolivia - Reparaciones, sentencia del 27
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de febrero de 2002, considerando 106, serie C N 92; caso


Benavides Cevallos - cumplimiento de sentencia, resolucin
del

de

septiembre

de

2003,

considerandos

7)

(considerando 36 del voto mayoritario).


A modo de corolario, resulta esclarecedor sobre este
aspecto

el

voto

del

Ministro

Maqueda

en

el

citado

fallo

Arancibia Clavel, en punto a que la consagracin positiva


del

derecho

de

gentes

en

la

Constitucin

Nacional

permite

considerar que exista -al momento en que se produjeron los


hechos

investigados

proteccin

de

en

la

presente

derechos

causa-,

que

un

resultaba

sistema

de

obligatorio

independientemente del consentimiento expreso de las naciones


que las vincula y que es conocido actualmente -dentro de este
proceso evolutivo- como ius cogens. Se trata de la ms alta
fuente del derecho internacional que se impone a los Estados y
que

prohbe

la

comisin

de

crmenes

contra

la

humanidad

incluso en pocas de guerra. No es susceptible de ser derogada


por

tratados

tribunales

en

contrario

internos

de

los

debe

pases

ser

aplicada

por

independientemente

de

los
su

eventual aceptacin expresa (considerando 27), obligaciones


que los constituyentes de 1853 ya haban considerado para el
Estado argentino en el texto del art. 102 a que se hiciera
referencia supra.
Este deber, que se erige como imperativo jurdico
para

todos

disposicin

los
en

Estados,
contrario

tiene
de

los

primaca

sobre

cualquier

ordenamientos

jurdicos

locales, ocupando por tanto la posicin ms alta entre todas


las otras normas y principios, an las del derecho interno
(Bustos,

Pedro

Nolasco;

Olivier,

Jos

Filiberto

Worona,

Fecha de firma: 09/06/2016


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Jorge

Vicente

s/recurso

de

casacin,

causa

no16.179,

reg.

no21.056, rta. el 15/5/2013).


En

este

punto,

resulta

de

especial

relevancia

destacar que respecto de hechos como los investigados en la


presente
Estado

causa,

el

Argentino

internacional

que

Cimero
debe
lo

Tribunal

-de

ha

puntualizado

conformidad

vincula-,

garantizar

con
su

el

que

el

derecho

juzgamiento,

puesto que se trata de delitos de lesa humanidad y que el


incumplimiento de tal obligacin compromete la responsabilidad
internacional

del

Estado

Argentino

(Fallos

328:2056

330:3248) cuestiones que, sumadas al dictado de la ley 25.779,


echan por tierra todo tipo de argumentacin atinente a la
violacin al principio de cosa juzgada.
Por

lo

argumentado

corresponde

afirmar

que

la

imprescriptibilidad de los crmenes de guerra y de los delitos


de lesa humanidad no deriva de una categorizacin ad hoc y ex
post facto como sugieren las defensas y en suma, conllevan a
descartar tanto los planteos de prescripcin como el de todas
aquellas consideraciones que se yerguen en la afectacin al
principio de legalidad en general. Porque las normas que lo
rigen constituyen el Corpus Iuris internacional, al que el
Estado Argentino se oblig a respetar desde la sancin de la
Constitucin Nacional en 1853, al incorporar al derecho de
gentes desde el inicio de nuestro Estado Liberal de Derecho.
Del anlisis efectuado se advierte finalmente que las
defensas no han logrado demostrar la arbitrariedad que alegan,
limitndose a reeditar sus discrepancias respecto del perodo
histrico examinado, el que se encontraba teido de violencia,
luchas y persecuciones.
Fecha de firma: 09/06/2016
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Es por ello que contrariamente a lo pretendido por


los

recurrentes,

debe

descartarse

tanto

el

enfrentamiento

alegado, como as tambin la suposicin de que los sucesos


fueron

simples

hechos

aislados

de

violencia,

debiendo

ubicrselos en un contexto de violencia, caracterizados por


ciertas prcticas y procedimientos represivos y de persecucin
de grupos opositores polticos, que operaban fuera de la ley
desde el aparato estatal.
Efectuadas

tales

aclaraciones,

entiendo

que

corresponde rechazar los planteos aqu analizados, toda vez


que dada la especial calidad de delitos de lesa humanidad que
nos ocupa, las garantas en cuestin no solo ceden frente a la
obligacin

del

Estado

de

investigar

dar

una

respuesta

jurdico-penal en los casos concretos de graves violaciones a


los derechos humanos, sino tambin ante el derecho que tiene
la

comunidad

internacional

de

que

estos

hechos

no

queden

impunes.
II. Imputacin cuestionada por la defensa de Jorge
Exequiel Acosta
a) La defensa de Jorge Exequiel Acosta advirti que
su

defendido

Humanidad,

nunca

ni

en

fue
la

intimado

por

declaracin

un

delito

indagatoria,

ni

de
en

Lesa
el

requerimiento fiscal, en tanto los delitos de lesa humanidad


se encuentran tipificados y definidos en nuestra legislacin
penal positiva mediante el Estatuto de Roma de la Corte Penal
Internacional Ley 25.390, promulgada el 8 de Enero de 2001 e
implementado por Ley 26.200, promulgada el 5 de Enero de 2007,
vigente

ya

naturalmente

al

momento

devienen

en

de

dichos

nulos

al

actos
afectar

procesales
la

defensa

que
en

Fecha de firma: 09/06/2016


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juicio. Hay un decreto de imputacin que va a marcar el curso


del procedimiento penal de incriminacin. Este decreto declar
y puso como sustento la normativa del derecho penal argentino
y no declar que se trata de delitos de lesa humanidad como
tampoco declar que se tratara de delitos imprescriptibles.
Por

lo

tanto,

informacin

la
mi

intimacin

asistido

dio

de

un

como

delito

consecuencia
del

Cdigo

la

Penal

Argentino con lo que, implcitamente como dice Kelsen, existen


normas

de

aplicacin,

que

en

este

caso

sera

la

norma

nacional, y normas de expulsin que sera la norma del derecho


internacional pblico, que no integra el contenido intrnseco
de

ese

decreto

de

imputacin

como

tampoco

del

decreto

de

intimacin (fs. 4035vta./4036).


b) De la lectura de la declaracin indagatoria tomada
con fecha 4 de marzo de 2011, se observa que se le atribuyeron
a Jorge Exequiel Acosta los siguientes hechos: el da 11 de
agosto del ao 1974 en horas de la noche, aproximadamente a
las veintitrs y quince, polica de la Provincia habra tomado
conocimiento a travs de un llamado de carcter reservado, que
a la altura de Polcos, al lado de Banda Varela, de esta ciudad
capital,

aproximadamente

tres

kilmetros

de

la

Ruta

Provincial n62, se encontraba estacionado un mnibus y al


lado del mismo, individuos en actitud sospechosa y vestidos
con ropa oscura, que despus se supo que el total de personas
que transportaba el rodado de mencin, ascendan a cuarenta y
cuatro,

que

formaban

parte

de

una

agrupacin

armada

no

oficial y que se haban trasladado desde la ciudad de Tucumn


a esta provincia de Catamarca. Una vez llegado el personal
policial

al

lugar,

se

logra

Fecha de firma: 09/06/2016


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constatar

las

circunstancias

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aludidas y el Oficial Principal Ren Rolando Romero se habra


dado a conocer como integrante de la Polica de la Provincia,
exhortando a los integrantes del vehculo a que descendieran,
pero estos lejos de acatar lo ordenado, abrieron fuego en
contra de la patrulla policial, lo que produjo que se llevara
a cabo un intercambio de disparos entre estos grupos que dej
como saldo el de dos extremistas fallecidos y dos policas
heridos. A raz de este episodio los integrantes del grupo que
estaban en el mnibus se dispersaron tomando algunos por la
ruta que va a la localidad de Las Pirquitas, camino a la
provincia de Tucumn; otros deambularon por las inmediaciones
de la zona y algunos llegaron hasta la ciudad capital, siendo
la mayora de ellos luego aprehendidos por las fuerzas de
seguridad; pero, entre un grupo de alrededor de diecisis
tambin integrante del grupo armado-, se internaron en la zona
aledaa

conocida

como

ubicada

en

Collagasta,

lomadas

de

departamento

Capilla

Fray

del

Mamerto

Rosario,
Esqui

de

esta Provincia, guarecindose all. Ya al otro da, es decir


el da 12 de agosto del ao 1974 y alertadas ya todas las
fuerzas

de

seguridad

de

la

provincia,

esto

es

Policas

Provincial y federal y Ejrcito, se trasladaron al lugar donde


presuntamente haban quedado este grupo de personas a fin de
localizar

neutralizar

estos,

organizando

un

operativo

rastrillo, integrado por las fuerzas de seguridad combinadas


entre

la

Polica

de

la

Provincia

el

Ejrcito

local,

al

parecer apoyados tambin por aire, por un helicptero; esta


misin logra avistarlos en una hondada distante a unos tres
kilmetros de la Capilla del rosario. Previo a ello, parte de
este

grupo

de

insurgentes

habra

atacado

una

patrulla

Fecha de firma: 09/06/2016


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policial y el otro grupo de no ms de diecisis personas que


lo hacan armadas, se internaron en el monte y all ubicados
por

quienes

los

buscaban,

luego

de

resistir

un

tiempo

prudencial la embestida de las fuerzas del Ejrcito, habran


sido rodeados y cercados, habindose rendido. Encontrndose
presuntamente detenidos los mismos y estando ya desarmados y
sin posibilidad de resistencia alguna, habran sido abatidos
y/o ejecutados con rfagas sostenidas de disparos provenientes
de

armas

de

repeticin.

Este

episodio

lo

habra

tenido

usted, en calidad de integrante del Ejrcito con el grado de


Teniente Primero

que en ese entonces revesta y como Jefe de

la Compaa B de la fuerza, como uno de los responsables de


ese

accionar,

implementando

las

medidas

dando

rdenes

personal subordinado a usted, culminando con la muerte de los


insurgentes

en

las

condiciones

de

tiempo,

modo

lugar

reseados. La conducta desplegada en la emergencia por usted,


es decir estos hechos, son considerados como delitos de lesa
humanidad,

universalmente

por

lo

tanto

aceptado

imprescriptible,

como

serios

actos

concepto
de

este

violencia

degradantes para la condicin humana, ya que prcticamente se


habra

equiparado

un

fusilamiento

y/o

ejecucin

sumaria

(art. 80, inc. 2 y 6 y 45 del C.P.) (fs.2379/2379vta.) (el subrayado me pertenece).


Mientras que el representante del Ministerio Pblico Fiscal en
el requerimiento de elevacin a juicio, luego de analizar el
material probatorio, la intervencin de los condenados y el
encuadramiento

de

los

hechos

como

homicidio

doblemente

agravado por ser con alevosa y con el concurso premeditado de


dos o ms personas, catorce hechos en concurso real, establece
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#169083#155067258#20160609103444279

que

dichos

humanidad,

homicidios
por

ende

son

considerados

imprescriptibles,

delitos

dado

que

de

los

lesa

mismos

fueron realizados en un contexto de un ataque generalizado por


funcionarios del estado en contra de un grupo de vctimas que
formaban parte de la poblacin civil (fs. 2692vta.).
Se observa entonces que contrariamente a lo sostenido por la
defensa la imputacin fue clara y precisa, no slo respecto de
los

hechos

la

participacin,

sino

tambin

respecto

del

encuadramiento en la categora de delito de lesa humanidad,


por lo que no observndose la afectacin invocada corresponde
rechazar

en

lo

que

aqu

respecta

el

recurso

de

casacin

incoado.
III. Anlisis de los hechos y el material probatorio
a)

El

tribunal

tuvo

por

probado

los

siguientes

hechos: que el da 12 de agosto de 1974, en una horario que


podra

estar

comprendido

entre

las

13:00

15:30

horas

aproximadamente, en una hondonada distante a unos 1500 metros


de

la

Capilla

del

Rosario,

Dpto.

Fray

Mamerto

Esqui

de

nuestra Provincia, los imputados Carrizo Salvadores, Nakagama


y Acosta, en cumplimiento de un plan sistemtico de exterminio
en contra de la poblacin civil, tomaron parte activamente, en
la ejecucin de los ciudadanos MARIO HECTOR LESCANO LE N
6.843.808; JUAN DE OLIVERA (A) HECTOR MORENO, L.E N4.587.199;
ROGELIO GUTIERREZ; JOSE MARIA MOLINA, LUIS SANTIAGO BILLINGER
MI N5.881.897; CARLOS MARIA ANABIA; RAUL EDUARDO SAINZ DNI
N10.727.061; JUAN CARLOS LESCANO MI N8.135.435, LUIS ROQUE
LOPEZ; SILVERIO PEDRO ORBANO MI N8.837.330; ROBERTO DOMINGO
JEREZ; RUTILIO DARDO BETANCOUR ROTH; ALBERTO ROSALES Y HUGO
ENRIQUE

CACCIAVILLANI

CALIGARI,

quienes

se

encontraban

Fecha de firma: 09/06/2016


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desarmados

sin

posibilidad

de

resistencia

alguna

(fs.

3949vta.).
Para
probatorio:

ello

1)

se

Expte.

analiz
N

el

6047,

siguiente

caratulado

material

Homicidio,

lesiones graves, asociacin ilcita e infraccin a los arts.


189 bis, 292, 229 y 213 del C.P, legajo que est compuesto
por 17 cuerpos; 2) Denuncia de Mirtha Clerici luciente a fs.
17/24; 3) Requerimiento de instruccin obrante a fs. 26/28; 4)
fotocopias

de

fotografas

lucientes

originales

se

encuentran

reservados

Tribunal

Oral;

municipal

5)

obrantes

Fotografas
a

fs.

de

fs.

en

caja

parcelas

142/147;

6)

69/79,

cuyos

fuerte

del

Copias

del

cementerio
del

libro

histrico del Regimiento de Infantera N 17, correspondiente


al ao 1974 lucientes a fs. 785, fs. 787 y tambin a fs.
1101/1128; 7) informe de la Direccin de Asuntos Humanitarios
del

Ejrcito

Argentino

sobre

la

nmina

de

oficiales

suboficiales de la compaa B, luciente a fs. 1504/1505; 8)


informe remitido por la Polica Federal y Ejercito Argentino,
donde se informan los respectivos jefes y subjefes que se
desempearon en Catamarca en el ao 1974 en Catamarca, obrante
a

fs.

45/47

Franco

respectivamente;

Arnoldo

Tapia

9)

luciente

declaracin
a

fs.

testimonial

379/vta.;

10)

de

auto

interlocutorio N 304 de fecha 06/09/06, que ordena la entrega


del cuerpo identificado como Rutilio Dardo Betancourt Roth,
luciente a fs. 441/449; 11) declaracin testimonial de Manuel
Saturnino Domnguez, obrante a fs. 454/457; 18) declaracin
testimonial de Luis Daniel Coronel luciente a fs. 496/502; 19)
declaracin testimonial de Ren Rolando Romero obrante a fs.
503/507;

20)

informe

de

Fecha de firma: 09/06/2016


Firmado por: LILIANA E. CATUCCI, JUEZ DE CAMARA FEDERAL DE CASACION PENAL
Firmado por: EDUARDO R. RIGGI, JUEZ DE CAMARA FEDERAL DE CASACION PENAL
Firmado por: ANA M. FIGUEROA, JUEZA DE CAMARA FEDERAL DE CASACION PENAL
Firmado(ante mi) por: WALTER D. MAGNONE, PROSECRETARIO DE CAMARA

Polica

Federal

luciente

43

#169083#155067258#20160609103444279

fs.

655/656;

22)

informes

del

Ejrcito

Argentino,

obrantes

fs.197 y 809; 23) informes de laboratorio inmunogentica y


diagnstico molecular LIDMO, obrantes a fs. 1009/1023; y fs.
1139/1155; 24) auto interlocutorio N 994 de fecha 23/11/07,
por

el

que

Alberto

se

hace

Rosales,

entrega

el

cual

del

luce

cuerpo
fs.

identificado

1042/1049;

29)

como
auto

interlocutorio N 738 de fecha 11/11/08, donde se hace entrega


del cuerpo de Hugo Enrique Cacciavillani Caligari; 26) copias
de reglamento del ejercito luciente a fs. 1335/1344; 27) auto
interlocutorio
procedimiento
ejrcito

de

luciente

argentino

227
a

de

fs.

luciente

fecha

05/06/09,

1448/1470;
a

fs.

28)

auto

informe

1504/1505;

29)

de
del
auto

interlocutorio N 365 de fecha 24/07/09, auto de procesamiento


luciente a fs. 1613/1640; 30) dictamen del MPF N 1443 DEL
26/11/10

luciente

fs.

1879/1882;

donde

se

adjunta

declaracin testimonial de Jorge Teodoro Ramrez; 31) dictamen


del MPF N 1482 de fecha 09/12/10 obrante a fs. 1916/1926; 32)
copias

de

la

declaracin

testimonial

de

Liliana

Beatriz

Callizo luciente a fs. 2054/2095; 33) declaracin testimonial


de

Carlos

copias

Eusebio

de

la

Villegas

declaracin

luciente

testimonial

fs.
de

2153/2155;

Piero

di

34)

Monti,

obrante a fs. 2162/2295; 35) auto interlocutorio N 74 de


fecha 17/03/11, obrante a fs. 2406/2435; 36) resolucin de la
Cmara de apelaciones N 1447/10 de fecha 17/09/10, luciente
en

incidente

52736/2009

que

corre

por

cuerda.

(fs.

3949vta./3950vta.).
A
incorporado

ello
durante

debe

sumarse

el

debate:

el

material

Versin

probatorio

taquigrfica

de

declaracin testimonial rendida el 25/06/2013 en autos expte.


Fecha de firma: 09/06/2016
Firmado por: LILIANA E. CATUCCI, JUEZ DE CAMARA FEDERAL DE CASACION PENAL
Firmado por: EDUARDO R. RIGGI, JUEZ DE CAMARA FEDERAL DE CASACION PENAL
44
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V. y otros s/recurso de casacin

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136/09

por

ante

el

T.O.F

de

Crdoba

del

ex

soldado

Antonio Aybar; copia certificada de sentencia definitiva n


16/2012, causa N 79 Sosa, Luis Emilio; Mayorga, Horacio
Alberto;

Paccagnini

Rubn

Norberto;

Del

Real

Emilio

Jorge;

Bautista Jorge Enrique; Maradino, Carlos Amadeo s/ infraccin


arts. 42; 45; 55; 80 incs. 2 y 6 C.P y 277 C.P-; Legajo
personal y sumario instruido por la polica de Catamarca s/
muerte polica Francisco Ramn Acevedo; versin taquigrfica
de declaracin de Hctor Pedro Vergez (ex militar) rendida
ante el T.O.F N 1 de Crdoba en causa 136/2009; un CD con la
versin digitalizada del libro yo fui Vargas de autora del
testigo mencionado; libro titulado Memorias in-sur-gentes en
Catamarca (Historias de detenidos y desaparecidos 1974/1977),
impreso por Editorial Brujas Agosto 2012- Crdoba, Argentina;
legajo personal del Coronel Carrizo Salvadores, Carlos Eduardo
del Valle; reportaje realizado por el testigo Gustavo Molina
al ex militar Luis Manzanelli, documental presentada por el
testigo en audiencia de debate el da 23 de Septiembre; carta
a los soldados -clase 1954- escrita por el comandante jefe del
E.R.P

Roberto

Revolucionario

Santucho
del

en

Pueblo

1975;

de

programa

agosto

de

del

1972;

Ejrcito

libro

Los

traidores intimidades de la guerra revolucionaria- de Carlos


Manuel Acua, editorial liber Liberat; publicacin de revista
Estrella Roja N 38 y N39 de Agosto de 1974; publicaciones
N 7, 8 y 9 de revista Causa Peronista y publicaciones N 39
y 40 de revista El Caudillo (fs. 3950vta./3951).
b) La defensa tcnica de Carlos Eduardo del Valle
Carrizo Salvadores y Mario Nakagama sostuvo que el testigo
Jos

Fernando

Gambarella,

Fecha de firma: 09/06/2016


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incurri

en

una

serie

45

#169083#155067258#20160609103444279

de

contradicciones en torno a los horarios y lugares en los que


estuvo, no slo en lo que respecta a sus dichos ante el Juez
Federal y el Tribunal Oral, sino tambin al compararlo con su
cargo

puesto

de

desempeo,

por

lo

que

consider

que

el

nombrado no estuvo en el lugar de los hechos y que el acto de


rendicin y posterior fusilamiento del 12 de agosto de 1974,
no se encuentra debidamente probado y slo se sustenta en la
suposiciones del Secretario de DDHH y en la declaracin del ex
soldado Gambarella.
Consider falso que Mario Nakagama fuera quien ubic
a los Combatientes del ERP en la zona de las lomadas desde un
helicptero, toda vez que los mismos fueron ubicados por la
Polica

Provincial,

luego

de

haber

sido

detenidos

los

integrantes de la fraccin de delincuentes terroristas Paz y


Videla, alrededor de las 08:45 hs del da 12 de agosto de 1974
y que por intentar su localizacin fuera abatido el Agente
(Ascendido

pos

Morten)

Oficial

Ayudante

Acevedo,

en

inmediaciones de la citada capilla (fs. 4027 vta.).


Que el entonces capitn CARLOS EDUARDO DEL VALLE
CARRIZO

SALVADORES,

se

desempeaba

como

S1

oficial

de

Personal y Ayudante del Jefe de Regimiento y que cumpliendo


con ese rol de combate concurri a Capilla del Rosario. Que
por esa razn jams estuvo a cargo de ninguna fraccin ni
imparti

Regimiento,
fusilamiento

retransmiti
menos
de

an

los

ninguna
alguna

orden

que

combatientes

emanada

contuviera
del

ERP.

del
la

Que

jefe

de

orden

de

el

Coronel

HUMBERTO EDUARDO CUBAS en funcin de la orden recibida del


Comandante de la IVta Brigada de Infantera Aerotransportada
General Antonio Vaquero, condujo, la operacin e imparti las
Fecha de firma: 09/06/2016
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rdenes de combate pertinentes en forma personal, tal como lo


hizo cuando le imparti la orden de rastrillaje al Jefe de la
1ra

Seccin

de

la

Compaa

Subteniente

GIMENEZ

LUCHINI,

sealndole que si tena que entrar en combate lo hiciera,


para lo cual deba avanzar en columna de tiradores por la
media pendiente a ambos lados de las lomadas del caadn, con
las armas cargadas y en seguro. (fs. 4027vta.).
A

ello

agreg:

El

Capitn

CARRIZO

SALVADORES

cumpli con sus funciones de Ayudante del Jefe de regimiento,


no concurri a la zona de combate ubicada a 1.300m al oeste de
la Ruta Provincial N1 y siempre, de acuerdo a lo registrado
en

varias

vieron

declaraciones

desplazndose

personal,

pero

de

sobre

nadie

le

testigos
la

obrantes

citada

consta

ruta

con

en

autos,

lo

hablando

con

el

certeza

que

es

la

necesaria en este caso, que esa conversacin significara de su


parte la imparticin de alguna orden (fs.4028).
Por ltimo, remarc que las rdenes para que los
efectivos salieran del Regimiento 17 fueron dadas por Humberto
Eduardo Cubas Jefe de la Unidad Coronel-, en cumplimiento de
una orden de la seora Presidente y Comando en Jefe de las
Fuerzas

Armadas,

retransmitida

travs

de

la

cadena

de

comando por el Comandante de la IVta Brigada de Infantera


Aerotransportada

General

Antonio

Vaquero,

con

la

misin

de

ejecutar operaciones militares hasta la llegada de la Polica


Federal bajo el mando del Comisario General Villar.
Agreg, que dichas rdenes fueron la respuesta del
Estado Nacional al intento de copamiento de la Unidad por
parte de efectivos del ERP y ante la incapacidad de la Polica
de la Provincia de Catamarca para hacer frente a dicho acto,
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resaltando que los mismos haban demostrado capacidad para el


combate al enfrentarse con una patrulla policial y dar muerte
de un disparo al Oficial Acevedo.
Por su parte la defensa de Jorge Exequiel Acosta
resalt que tanto la prueba colectada, como los testimonios de
Gambarella,

Yapur

las

declaraciones

indagatorias

de

los

otros dos condenados, sitan a su defendido a casi 4 km. del


lugar de los hechos, bloqueando la ruta para impedir la fuga
por lo que no pudo en modo alguno haber participado en los
hechos que se le imputan.
c) De la lectura de la sentencia puesta en crisis, se
observa que a los fines de determinar los hechos acaecidos el
12/8/74 el tribunal ha ponderado de modo crtico el plexo
probatorio, valorndose en su debida dimensin los dichos de
los

testigos

como

un

medio

ms

para

arribar

aquella

finalidad de averiguacin del suceso histrico.


Es que ms all del denodado esfuerzo de las defensas
que actuaron en este proceso, no se advierte arbitrariedad ni
fisuras en los principios que rigen en la materia, que le
permiti a los jueces crear en su intelecto el convencimiento
de que los hechos no pudieron haber ocurrido de otra manera,
aplicando las reglas de la experiencia, del sentido comn y la
razn,

explicando

cul

fue

el

razonamiento

lgico

que

los

llev a adoptar la decisin en cuestin, lo que denota que se


realiz un adecuado razonamiento deductivo-inductivo a partir
de la prueba producida.
De este modo surge de las copias del libro histrico
del Regimiento de Infantera n17 que el 11 de agosto de 1974,
la

polica

de

la

provincia

de

Catamarca

advertida

de

la

Fecha de firma: 09/06/2016


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presencia de un mnibus estacionado con individuos en actitud


sospechosa, se acerc al mismo producindose un intercambio de
disparos, que dej como saldo 2 miembros de ERP fallecidos y
dos policas heridos (ver fs. 785/787).
Ante

dicha

situacin,

la

polica

provincial

superada (conforme surge de fs. 1120) dio aviso al ejrcito,


para

que

Aauque,

ste

acte

Mndez,

en

colaboracin

Antonio

Hiplito

(ver

testimonios

Chazarreta,

Coronel y Fernndez Surez). Es as que

Luis

de

Daniel

el Regimiento de

infantera Aerotransportado 17, establece un cerco [con ayuda


de dos helicpteros] en la zona de Banda de Varela a fin de
aniquilar mediante un posterior rastrillaje a los individuos
esparcidos en dicho lugar. En la zona se encuentran equipos y
armamentos abandonados por los extremistas. (fs. 785). Al da
siguiente

se

informa

que

dentro

del

cerco

efectuado

por

efectivos del Regimiento, un grupo desprendido de la 1ra Sec


de la Ca B se enfrenta en una quebrada al N de la Capilla
del

Milagro,

un

grupo

de

extremistas,

producindose

un

intenso tiroteo que culmina con la muerte de 16 extremistas


(fs. 787).
Las
incorporada

muertes
a

fs.

fueron

69/71

probadas

del

por

Expte.

la

documental

6047/74

-placas

fotogrficas N 7- en donde se visualiza el cadver de una


persona

identificada

fotogrfica

8-

como

cadver

Luis

Santiago

identificado

Billinger;
como

-placa

Carlos

Mara

Anabia; -placa fotogrfica N 9- cuerpo identificado como Ral


Eduardo Sainz; -placa fotogrfica N 10- donde se visualiza el
cuerpo

identificado

fotogrfica

14-

como
donde

Fecha de firma: 09/06/2016


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Juan
se

Carlos

puede

Lescano;

observar

el

-placa
cadver

49

#169083#155067258#20160609103444279

identificado como Silverio Pedro Orbano; -placa fotogrfica N


15- donde se puede ver al cuerpo identificado como Roberto
Domingo Jerez. A ello cabe agregar, los informes periciales de
fs.

84/111

del

Expte.

6047/74

que

dan

cuenta

de

las

causales que produjeron el deceso de los prenombrados a causa


de

disparos

de

armas

de

fuego

recibidos,

determinndose

especficamente la zona de impacto en sus cuerpos. Tambin


surge de las actuaciones labradas a fs. 130 y vta., la entrega
del cuerpo de Mario Hctor Lescano a su progenitor, Sr. Albino
Hortensio Lescano; a fs. 132 y vta. la entrega del cuerpo de
Roberto Domingo Jerez a su progenitor, Sr. Jess Marie Jerez;
a fs. 134, la entrega del cuerpo de Luis Roque Lpez a su
progenitor,

Sr.

Luis

Antonio

Lpez;

fs.

136

vta.

la

entrega del cuerpo de Rogelio Gutirrez a su esposa, Sra.


Gloria Raimunda Daz. Tambin se observa en las actuaciones
labradas

en

caratulado

el

Expte.

Mirtha

16/12,

Clerici

otros

de
s/

origen

4144/04,

solicitan

medidas

procesales, a fs. 1050, el acta de entrega de los restos de


Alberto Rosalez y acta de defuncin del prenombrado a fs.
1052; acta de defuncin de Hugo Enrique Caciavilliani Caligari
de fs. 1186 y acta de entrega de sus restos luciente a fs.
1194; auto interlocutorio N 304 de fecha 06/09/06 mediante la
cual se ordena la entrega del cuerpo identificado como Rutilio
Dardo Betancourt Roth, cuya tramitacin consta de fs. 441/449.
Por

otra

parte,

se

advierte

en

la

declaracin

testimonial

rendida en la audiencia de debate por el Sr. ngel Belisario


Gutirrez quein expresamente reconoce en la foto N 10 a Juan
Carlos

Lescano

profesor

de

educacin

fsica-

entre

preguntas manifiesta que su hermano Carlos Gutirrez venia en


Fecha de firma: 09/06/2016
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el contingente a Catamarca con el fin de recuperar armas, que


cree que el muri aqu y que sus padres vinieron a Catamarca y
los restos de su hermano les fueron entregados.Por otra parte, los ms de treinta sobrevivientes que
iban en el mnibus se dispersaron por las inmediaciones de la
zona, siendo algunos de ellos posteriormente aprehendidos por
el personal de las fuerzas de seguridad y sometidos a torturas
e interrogatorios para luego ser encarcelados (ver testimonios
de

Ral

Isidro

Lescano

Alfredo

Hiplito

Mustaf,

entre

otros).
Cabe destacar que los hechos anotados en el libro
histrico del Regimiento n17 son contestes tambin con los
testimonios de Jorge Mario Domingo Marca quien record que
se entera por comentarios del abogado Marcolli que hubo un
incidente

con

gente

que

estaba

en

un

mnibus,

que

unos

ciclistas ponen en conocimiento de la polica, que hubo un


tiroteo y heridos, un desbande de gente y que algunos son
prisioneros
testigo

dice

por

que

tratan

ponerse

en

de

fugarse

contacto

()

con

Toro

es
y

as
le

que

pide

el
que

interceda, por lo que este se pone en contacto con el jefe del


regimiento y le comenta que hablo con Cubas y le ha dicho que
es imposible el arreglo, que hay un grupo que sale con la
orden de aniquilar, y que segn tiene entendido, en el caadn
de

los

Walther

se

encontraba

el

grupo

rodeado,

dice

que

concurre un pelotn y terminan aniquilados. Contina el relato


diciendo

que

luego

pudo

ver

las

fotos

de

los

integrantes

muertos, todos tenan la cabeza destrozada (). (fs. 3865).


Similar

resulta

el

recuerdo

del

testigo

Humberto

Carlos Barrionuevo quien indic: que haba helicpteros en


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#169083#155067258#20160609103444279

la zona, que esto fue en horas de la tarde, que por lo menos


un helicptero bajaba a 3 mts. aproximadamente del asfalto y
arrojaban los cuerpos de los chicos muertos, que los cuerpos
tenan heridas profundas, que eran chicos jvenes, que los
uniformes

eran

trasladaban

en

nuevos

camioneta,

que

una

vez

en

posiblemente

el
la

pavimento

los

morgue.()

que

pudo ver los cuerpos a dos metros, que eran chicos con heridas
grandes, profundas y que algunos tenan las viseras colgando.
()

Por

ultimo

dice

que

los

cuerpos

eran

arrojados

del

helicptero en una secuencia en el intervalo de una hora en


varias oportunidades. (fs. 3866).
Coincidentemente con ello el testigo Jos Fernando
Gambarella manifest que en agosto del 74 estaba haciendo el
servicio militar y que el da 12 de agosto recuerda haber
estado en Capilla del Rosario, que llegaron hasta banda de
Varela, descendieron, les informaron que se iba a hacer un
rastrillaje
encuentran

en

la

zona()

con

la

plana

Que
mayor

al
del

llegar

ejrcito

Capilla
que

se

tenan

informacin de donde se encontraban estos guerrilleros por lo


que se form un grupo para salir hacia la montaa,() que se
escuch unos disparos y a los seis o siete minutos salan unos
jvenes con las manos en alto y ah se produjeron disparos y
que el testigo por verlos a ellos no prest atencin del lado
de donde se disparaba pero que vio a este hombre que mova un
fusil, expresa que eran jvenes y que vio caer a cuatro y que
de ah se hizo para atrs porque era la primera vez que vea
eso. Que despus de este hecho tenan que prestar colaboracin
para

sacar

los

cuerpos,

despus

haba

que

cargarlos

al

helicptero para llevarlos a la ruta, que l ayud con un


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cuerpo que estaba ensangrentado y luego regresaron a la ruta


donde

todava

haba

cuerpos

que

se

trasladaban

hacia

la

capital, dice que le llam la atencin el hecho de que estaba


prestando servicio y les enseaban que un paracaidista haba
que esperar que llegue a tierra y matarlo, no antes, por lo
que si los guerrilleros se rindieron, porque los mataron y no
los tomaron prisioneros?. Dice que luego fue perseguido en
virtud

de

haber

expresado

estas

manifestaciones,

que

vio

cuerpos destrozados, ms de los que se publicaron y recuerda


que se los trataba peor que un animal para trasladarlos. Dice
que l trataba de hacer las cosas bien, pero que la orden era
de

matarlos

todos,

dice

que

es

consciente

que

si

se

enfrentaba, se tena que defender, pero no matarlos si se


rendan como se los mat. La orden de matar se la dieron en
banda de Varela () Relata que en banda de Varela les dijeron
que eran mal vivientes y que haba que matarlos a todos y que
si era posible los traigan colgados de la punta de la bayoneta
del fal. () Prosigue relatando que la persona que dijo no nos
mate, simplemente lleg con las dos manos arriba y despus
baj una para cubrirse pero ninguno de los cuatro tena nada.
() Continua exponiendo y dice que esa maana fue un grupo
reducido

despus

se

bastantes

Capilla,
separaron

pero

desproporcin
muchos

()

que

habrn

para

hacer

cuntos,

que

no

sabe

entre

el

ejrcito

Que

l,

en

sido

un

momento

200

soldados

rastrillaje,
el

porque

que

eran

pero

que

haba

gran

ERP,

que

ellos

eran

pregunto

qu

hacan

si

encontraban a alguien y les dieron la orden de que tenan que


matarlos, fusilarlos. ()
Manifiesta que al tiroteo lo empieza el ejrcito, que
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el testigo vea a los guerrilleros y no a los que disparaban,


que esto fue tipo 15:00 (), que los malvivientes salan uno
con manos en la nuca y otros con las manos en alto () (fs.
3868/3871 vta.)
Numerosos fueron los relatos que coincidieron con los
testimonios
Jorge

detallados,

Pedro

entre

Varagnolo,

los

que

quien

se

encuentran

refiri

que

el

de

siguiendo

instrucciones llev los cadveres a la morgue (fs. 3872vta.);


el de Jos Eduardo Aroca, quien record que los disparos eran
impactos

que

parecan

de

rendicin

porque

estaban

en

las

axilas (fs.3876, ver tambin testimonio de Hctor Omar Vzquez


a

fs.

3922),

los

de

Julio

Magn

Cabur,

Miguel

ngel

Ferreyra, Pedro Alejandro Vega, Juan Carlos Durdos, Rodolfo


Giardino,

Mario

Miguel

Paz,

Antonio

Nicols

Mndez,

Jos

Antonio Leguizamn y ngel Belisario Gutirrez, entre otros,


quienes

dieron

cuenta

de

que

los

hechos

investigados

sucedieron conforme el tribunal los tuvo por probado.


Por otra parte, con el fin de desvirtuar las crticas
efectuadas por los recurrentes que insisten en la existencia
de un enfrentamiento, cabe destacar que en
armas

que

supuestamente

portaban

las

relacin con las

vctimas,

el

testigo

Jorge Mario Domingo Marca record: que no haban podido tomar


contacto con el camin que traa las armas, que eran armas de
mano,

no

largas

(fs.

3865

vta.).

En

ese

sentido,

Jos

Fernando Gambarella record que los guerrilleros estaban sin


municiones

porque

nicamente

haba

costado

estaba

despus
pistolas
abierto,

ellos
que

recogieron

tenan

que

no

el

las

armas,

cargador

tenan

que

hacia

el

municiones.

El

testigo Juan Carlos Durdos, por su parte, de modo coincidente


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con

Rodolfo

Giardino,

dijo

que

los

guardias

se

rean

del

armamento que tenan y le decan que era obsoleto y viejo


(fs.3888),

agregando

que

nunca

llegaron

entregarles

las

armas que venan en un camin aparte (ver tambin testimonios


de Mario Miguel Paz y Ramn Pablo Videla). Finalmente, Pablo
Alejandro Vega record que los guerrilleros no tenan armas,
y,

teniendo

los

militares

fusiles

FAL

era

previsible

el

resultado (fs. 3886) - (ver tambin testimonio de Antonio


Hiplito Chazarreta).
Se

advierte

entonces

la

diferencia

cualitativa

cuantitativa en la que se encontraban las fuerzas por sobre


los militantes, la que se observa en relacin a la estructura
y

organizacin

bsica

que

posean

los

casi

cincuenta

militantes del ERP que se encontraban en el mnibus rumbo a


tomar el Regimiento n17, sin o con armamentos obsoletos, sin
municiones y afectados fsicamente toda vez que se encontraban
sin comer, dormir y agotados por la huida (ver testimonios de
Mustaf, Gutirrez, Lescano, Paz, Videla, Durdos, Giardino). Y
en

contraposicin

ello

la

organizacin

que

posean

las

fuerzas de seguridad que no slo contaban con mayor nmero de


personal, adems preparado, sino tambin con helicpteros y
armamento

en

condiciones

ptimas

que

les

permitieron

aprovechar, sin mayor esfuerzo, el estado de indefensin de


las

vctimas

distancia,

efectuando

situacin

que

disparos
fue

mltiples

descripta

por

y
el

corta
testigo

Marcalli, quien destac que varios cuerpos tenan heridas de


bala a corta distancia en las manos, en la tetilla, en la
garganta, en la cabeza, en la frente y en la mueca (fs.
3923/3926vta.); y por el testigo Vzquez quien record que los
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disparos podan ser compatibles con un enfrentamiento o un


fusilamiento

(fs.

3923),

toda

vez

que

las

heridas

en

su

mayora estaban ubicadas en el trax, abdomen y cabeza (fs.


387). Descripcin que a su vez es coincidente con los informes
labrados a fs. 85/115 donde se observa que en todos los casos,
excepto uno, las heridas de bala se dirigieron directamente a
la cabeza y el pecho.
Bajo estas circunstancias se observa que existi por
parte del ejrcito una decisin que poco tuvo que ver con un
enfrentamiento que impidiera la toma del Regimiento n17, sino
por el contrario, con un aniquilamiento y con una orden de
exterminio de los militantes disidentes conforme lo expresaron
los

testigos

intento

por

Mario

Domingo

apaciguar

la

Marca

quien

situacin,

record

Cubas

que

dijo

en

un

que

es

imposible el arreglo, que hay un grupo que sale con la orden


de aniquilar (fs. 3865), como as tambin lo hizo el testigo
Jos

Fernando

Gambarella,

perteneciente

al

ejrcito,

quien

refiri que la orden era de matarlos a todos [y que l] en


un momento pregunt que hacan si encontraban a alguien y les
dieron la orden de que tenan que matarlos, fusilarlos (fs.
3869 y 3870vta.); en igual sentido lo remarcaron los policas
de

la

provincia

de

Catamarca,

Pedro

Alejandro

Vega,

quien

asegur que lo que vio podra ser calificado como una matanza
(fs. 3886), Antonio Nicols Mndez, quien narr que Mller
decidi salir y entregarse y les dijo me entrego, por favor
no me maten, dice que tuvo miedo, cuenta que quien lo detiene
pregunta que hago con este, y le respondieron liquidalo y
es all que se siente el disparo en la cabeza (fs. 3906vta.),
y Antonio Hiplito Chazarreta, quien expres que respecto a
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la persona que encontraron vivo, lo nico que lleg a decir


fue hdp, y de ah abrieron fuego los milicos que vio los
cuerpos de los muertos, algunos que no estaban muertos del
todo los terminaron de matar (fs. 3914).
Teniendo
similar

fue

el

ello

en

cuenta,

razonamiento

del

no

puede

quo

soslayarse
al

que

ponderar

el

testimonio del testigo Jorge Mario Domingo, quien destac que


una vez tomado conocimiento a travs de una radio policial
instalada en el estudio jurdico del Dr. Alberto del Valle
Toro, por ese entonces Ministro de Gobierno de la Provincia de
Catamarca y a su vez, socio del Dr. Marca (abogado), de que un
grupo de integrantes del PRT/ERP se encontraba esparcido en la
zona denominada Capilla del Rosario y que en principio no
intervendra el ejrcito a los fines de su captura por los
hechos acaecidos el da 11 de agosto a ltima hora, Marca
acude a entrevistar al Dr. Toro a los fines de mediar y/o
parlamentar por la salud y la vida de los integrantes del ERP
y

evitar

derramamiento

de

sangre.

De

la

declaracin

testimonial rendida por Simn Gmez surge que este, en su


calidad

de

integrante

del

partido

de

frente

de

izquierda

popular intercede a los fines de que cree una comisin de


partidos polticos a los efectos de mediar con los integrantes
del ERP y evitar derramamiento de sangre. De la declaracin
testimonial del Dr. Julio Marcolli (abogado defensor de los
detenidos el da 12 de agosto a primera hora), surge que este
acude a la zona de Capilla del Rosario a los fines de actuar
como

mediador,

ofrecindose

inclusive

ingresar

en

ropa

interior a la zona donde se encontraban los integrantes de ERP


y

parlamentar

con

ellos

una

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solucin

sin

derramamiento

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de

sangre. Ninguna de estas propuestas de intermediacin tuvieron


acogida alguna, la nica respuesta que se obtuvo por parte del
entonces Ministro de Gobierno (Dr. Toro) fue la que se le
brind

al

mencionado

funcionario

mediante

comunicacin

telefnica con personal jerrquico del RIA17 fue `hable con


Cubas

este

me

dijo

que

es

imposible

cualquier

tipo

de

arreglo porque est por salir ya un grupo del ejrcito con


indicaciones de aniquilar, respuesta sta que le fue dada al
Dr. Marca. Con respecto a la propuesta del testigo Gmez, el
Dr.

Antonio

Saadi,

Vice-gobernador

quien

se

encontraba

cargo de la gobernacin-, le contest `yo maana me voy a


apersonar en el lugar para ocuparme de esto, a lo que Gmez le
respondi don Antonio, no le parece que maana puede ser
tarde?, recibiendo como respuesta que a la tarde ira entonces
. Respecto a la propuesta efectuada por el Dr. Marcolli, un
oficial

del

imputados)
problema

ejrcito

le

contest

que

se

(que
que

retirara

no
`no
de

era
se

ninguno
metiera,

inmediato

de
que

del

los
no

tres

era

lugar

su

(fs.

3953vta./3954).
d) Analizado el plexo probatorio que permiti tener
por probados los hechos ocurridos los das 11 y 12 de agosto
de

1974,

corresponde

examinar

la

participacin

que

los

condenados Carlos Eduardo del Valle Carrizo Salvadores, Mario


Nakagama y Jorge Exequiel Acosta tuvieron en los mismos.
Carlos Eduardo del Valle Carrizo Salvadores:
Revesta al momento de los hechos el cargo de Capitn
del Ejrcito y asistente del Jefe del Regimiento n17.
Fue

visto

como

responsable

del

operativo

por

el

testigo Humberto Carlos Barrionuevo quien lo sindic como el


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responsable de no permitir el ingreso al lugar de civiles (fs.


3866),

por

Jorge

Pedro

Varagnolo

quien

al

igual

que

Luis

Mercado, dijo que sabe que el domingo a la maana l estaba


a cargo en un operativo porque lo vio (fs.3872vta.).
Tambin tomaron conocimiento sobre su participacin
durante el operativo Gustavo Antonio Molina quien destac que
Carrizo Salvadores se encontraba al mando del operativo junto
con Nakagama (fs. 3938), y siendo visto a su vez en el lugar
de los hechos por los testigos Jos Fernando Gambarella quien
afirm que l fue quien les dio la orden de matar, dando
tambin las rdenes sobre que iban a hacer todos (fs. 3869) y
Jos Eduardo Aroca quien record que Carrizo Salvadores entr
al monte junto con Nakagama y Cubas y volvieron para mandar a
otros (fs. 3877).
Es as que los testigos mencionados dan cuenta de
que quien estaba a cargo del operativo en principio fue el
Coronel Cubas y que ante la imposibilidad de acceder a la zona
de

montaa

dicha

actividad

recay

en

el

encartado

Carrizo

Salvadores, quien retransmita las ordenes a los grupos que


accedan a la zona de conflicto y estos, a su vez, le hacan
conocer al nombrado como se iban sucediendo los hechos. (fs.
3956).
Dichos testimonios son a su vez contestes con lo
registrado en el libro histrico del Regimiento n17 donde
surge adems que el 11 de agosto Carrizo Salvadores estuvo
encargado del operativo rastrillaje.
Por lo que conforme se analiz, no caben dudas de que
Carrizo Salvadores fue quien retransmiti las rdenes de sus
superiores

dirigiendo

el

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operativo

que

tuvo

como

fin

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el

aniquilamiento de los 14 militantes del ERP, organizando los


grupos que despus suban al monte conforme lo destac tambin
el testigo Humberto Carlos Barrionuevo.
Mario Nakagama:
Al

momento

de

los

hechos

era

Jefe

de

la Seccin

Morteros pesados del Regimiento de Infantera Aerotransportado


n17.
Se desprende de las copias del libro histrico y de
los testimonios de Gambarella, Barrionuevo, Mercado y Molina
que l fue quien sobrevol la zona en un helicptero para
poder ubicar a las vctimas que luego seran ejecutadas.
En ese sentido Jos Fernando Gambarella asegur que
vio al condenado descender de un helicptero, creyendo que l
era la persona encargada de hacer el patrullaje areo en busca
de las vctimas debido a que estaba bien instruido y conoca
bien la zona (fs.3869).
Tambin fue visto en el lugar de los hechos por el
testigo Jos Eduardo Aroca y Gustavo Antonio Molina (quien se
refiri a l como jefe del operativo, fs. 3938vta.).
Sin perjuicio de ello, no puede soslayarse que el
nombrado

custodi

conforme

lo

relat

los

cuerpos

en

el

el

testigo

Julio

Cementerio
Marcolli,

Municipal

quien

fuera

amenazado, junto al Dr. Curuchet por Nakagama. Situacin que


tambin fue mencionada por la testigo Lila Nora Macedo, quien
record que Marcolli le cont que cuando estaban por comenzar
la autopsia son interrumpidos por un hecho inslito; entran
en patota, corriendo y en forma violenta, profiriendo gritos,
exhibiendo armas largas, se ven interrumpidos y salen con las
manos en alto al encuentro con esta gente, que una vez all,
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se identifican, muestran autorizacin judicial, dice que a la


cabeza de toda esta patota vena Nakagama, quien les apunta
(fs. 3907vta.).
La misma testigo dio cuenta de que los militantes
Samojedni y Mustaf fueron amenazados a punta de pistola por
Nakagama quien le solicit a ambos que los mirar a la cara
para que reconozcan quien haba sido el autor de las muertes
de sus compaeros (fs.3908vta./3909).
Por lo que en vista del material probatorio recabado,
se advierte que la intervencin de Mario Nakagama fue activa,
siendo su rol el de determinar la ubicacin de las vctimas
para que luego sean ultimadas por sus consortes de causa.
Jorge Exequiel Acosta:
Al momento de los hechos era Jefe de la Compaa B
del Regimiento de Infantera Aerotransportada n17.
Segn se desprende del libro histrico el da de los
hechos se dio intervencin a la compaa B, siendo Acosta
como Jefe de la Compaa B, el encargado de imposibilitar el
acceso de extraos a la zona, conforme fue destacado tambin
por el testigo Cruz Arsenio Luna (fs. 1120, 1122 y 3874).
Del

mismo

libro

surge

que

dentro

del

cerco

efectuado por efectivos del regimiento, un grupo desprendido


de la 1ra Sec de la Ca B se enfrenta en una quebrada al N de
la

CAPILLA

DEL

MILAGRO,

un

grupo

de

extremistas,

producindose un intenso tiroteo que culmina con la muerte de


16 extremistas (fs.1122).
Situacin
testigos

Piero

que

talo

su

vez,

Argentino

Di

fue

corroborada

Monte,

Gustavo

por

los

Antonio

Molina y Liliana Callizo, quien escuch que [Acosta] haba


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estado

en

Catamarca

en

el

operativo

en

que

haban

sido

fusilados los que estaban en fuga, el relato deca que era el


ao 74, que eran 16 o 17 que haban sido fusiladas, en un
operativo de cerco y seguimiento en el que haba participado.
Que estos se haban rendido y que haban sido fusilados. Dice
que

haca

hincapi

en

cmo

haba

sido,

recuerda

que

era

teniente en ese entonces, y que estaba al mando de lo que era


el batalln Catamarca. Manifiesta la testigo que la persona a
la que ella se refiere como Acosta se encuentra en la misma
sala que ella. Expresa que Acosta lo cont como un relato
personal su participacin en el fusilamiento, que mencion que
haba

un

jefe

directamente,

que

que

comandaba
hacan

el

pelotn,

relatos

que

minuciosos

particip
porque

se

sentan orgullosos. Que las personas haban sido cercadas, que


luego se haban rendido, y que luego se decidi fusilarlas,
dice que desconoce si estaban armadas. Continua deponiendo que
el Capitn Acosta sola caminar por la cuadra de La Perla, y
sola detenerse a contar un dialogo sobre los operativos en
los que participaba, y se dio en esa circunstancia que el
cont lo que haba vivido en Catamarca. (fs.2931).
Por lo que l como jefe de la compaa B puso a
disposicin
enfrentamiento

del
el

operativo
personal

que
y

pretendi

armamento

simular

suficiente

para

un
la

instrumentacin de los homicidios de los militantes del ERP.


e) Se advierte entonces, conforme lo hizo el a quo,
que

los

fusilamientos

fueron

ordenados

desde

los

mandos

superiores y ejecutados por los tres encartados en co-dominio


del hecho. En definitiva, los efectivos militares (soldados o
suboficiales

que

ejecutaron

materialmente

el

evento)

lo

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hicieron bajo las rdenes y actuando conjuntamente con estos


tres oficiales, quienes incumplieron su deber especial por tal
carcter, en cuanto debieron garantizar la integridad fsica
de personas que, no obstante sus propsitos iniciales respecto
al

Regimiento,

encontraban

al

momento

indefensos

de

no

que

se

les

oponan

diera

muerte

resistencia.

se

(fs.

3958vta.).
Ahora, determinar el grado de intervencin de los
autores y partcipes en los hechos sucedidos en el marco de un
delito de lesa humanidad resulta complejo toda vez que este
tipo de delitos implican, por lo general -y como sucede en el
presente

caso-,

la

participacin

de

un

gran

nmero

de

personas. Ello se debe a que la magnitud del ilcito slo es


posible de ser llevado a cabo mediante una organizacin que ha
tomado la estructura y los recursos que slo un Estado tiene a
su alcance proveer.
En vista de ello, y para un correcto anlisis del
caso

trado

estudio,

constitucionalidad
responsabilidad

del

efectuando

el

debido

convencionalidad

Estado

argentino

control

de

atento

la

comprometida

ante

crmenes de derecho penal intencional, debe acudirse a las


normas y jurisprudencia internacionales que rigen la materia.
A tal efecto, resulta menester recordar que ya los
tribunales

militares

internacionales

de

Nremberg

Tokio

establecieron un conjunto inicial de reglas sobre autora y


participacin en el marco de la comisin de los delitos de
genocidio, lesa humanidad y crmenes de guerra. Luego, a la
luz

de

las

particulares

internacionales,

los

caractersticas

estatutos

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de

los

TPIY

de
y

los
TPIR,

delitos
y

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los

proyectos de Cdigo de Crmenes contra la Paz y Seguridad de


la

Humanidad

intentaron

de

la

Comisin

redefinir

dichas

de

Derecho

reglas

(cfr.

Internacional
Hctor

Olsolo

Alonso, Tratado de autora y participacin en derecho penal


internacional, Tirant lo Blanch, Valencia, 2013, pg. 51).
Es que Como la sentencia de apelacin de TPIY en el
caso Tadic ha sealado, los delitos previstos en el derecho
penal internacional `no derivan de la propensin de individuos
particulares

cometer

delitos,

sino

que

constituyen

manifestaciones de criminalidad colectiva: dichos delitos son


con frecuencia llevados a cabo por grupos de individuos que
actan

en

ejecucin

de

un

plan

criminal

comn

(Hctor

Olsolo Alonso, Tratado de autora y participacin en derecho


penal internacional, pg. 60 y sus citas)
Por su parte, el Estatuto de Roma de la Corte Penal
Internacional ha recogido los principios generales de derecho
penal internacional, intentando para algunos autores reflejar
el

desarrollo

del

concepto

de

responsabilidad

penal

individual en derecho internacional tal como ha tenido lugar


en

Nuremberg,

mientras

que

para

otros,

se

trata

de

un

conjunto de reglas que forman parte casi en su integridad del


derecho internacional consuetudinario (Hctor Olsolo Alonso,
Tratado

de

autora

participacin

en

derecho

penal

internacional, pg. 52 y sus citas).


De este modo, cabe destacar que el Estatuto de Roma,
en

su

art.

30,

exige

el

elemento

de

intencionalidad,

as

dispone que 1. Salvo disposicin en contrario, una persona


ser penalmente responsable y podr ser penada por un crimen
de la competencia de la Corte nicamente si los elementos
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Sala III
Causa N FTU 16/2012/CFC1
Carrizo Salvadores, Carlos E. D.
V. y otros s/recurso de casacin

materiales del crimen se realizan con intencin y conocimiento


de los elementos materiales del crimen. 2. A los efectos del
presente

artculo,

se

entiende

que

acta

intencionalmente

quien: a) En relacin con una conducta, se propone incurrir en


ella; b) En relacin con una consecuencia, se propone causarla
o es consciente de que se producir en el curso normal de los
acontecimientos. 3. A los efectos del presente artculo, por
conocimiento se entiende la conciencia de que existe una
circunstancia o se va a producir una consecuencia en el curso
normal de los acontecimientos. Las palabras a sabiendas y
con conocimiento se entendern en el mismo sentido.
A

partir

Internacional

de

regula

ello,
las

el

Estatuto

distintas

de

clases

la Corte
de

Penal

intervencin

penalmente relevantes en un crimen de derecho internacional,


estableciendo un conjunto de reglas sobre las diversas formas
de intervencin punibles, que forman parte de los principios
generales

de

derecho

penal

internacional.

Es

as

que,

establece en su art. 25.3 que ser penalmente responsable y


podr

ser

penado

por

la

comisin

de

un

crimen

de

la

competencia de la Corte quien: a) Cometa ese crimen por s


solo,

con

penalmente
comisin

de

otro

por

responsable;
ese

crimen,

conducto
b)
ya

de

Ordene,
sea

otro,

sea

proponga

consumado

o
o

ste

no

induzca

la

en

grado

de

tentativa; c) Con el propsito de facilitar la comisin de ese


crimen, sea cmplice o encubridor o colabore de algn modo en
la comisin o la tentativa de comisin del crimen, incluso
suministrando los medios para su comisin; d) Contribuya de
algn otro modo en la comisin o tentativa de comisin del
crimen

por

un

grupo

de

personas

Fecha de firma: 09/06/2016


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Firmado por: EDUARDO R. RIGGI, JUEZ DE CAMARA FEDERAL DE CASACION PENAL
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Firmado(ante mi) por: WALTER D. MAGNONE, PROSECRETARIO DE CAMARA

que

tengan

una

finalidad

65

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comn. La contribucin deber ser intencional y se har: i)


Con el propsito de llevar a cabo la actividad o delictivo del
grupo, cuando una u otro entrae la comisin de un crimen de
la competencia de la Corte; o ii) A sabiendas de que el grupo
tiene

la

intencin

de

cometer

el

crimen;

e)

Respecto

del

crimen de genocidio, haga una instigacin directa y pblica a


que se cometa; f) Intente cometer ese crimen mediante actos
que supongan un paso, importante para su ejecucin, aunque el
crimen

no

se

consume

debido

circunstancias

ajenas

su

voluntad. Sin embargo, quien desista de la comisin del crimen


o impida de otra forma que se consuma no podr ser penado de
conformidad

con

el

presente

Estatuto

por

la

tentativa

si

renunciare ntegra y voluntariamente al propsito delictivo


En

vista

de

ello,

en

los

precedentes

Lubanga

Katanga, la Corte Penal Internacional se aparta de la visin


objetivo-formal y subjetiva del autor (propia de la doctrina
jurisprudencial del TPIY y TPIR), opta por un modelo dualista
basado

en

rechaza,

la
de

distincin
esta

entre

manera,

el

autora
concepto

participacin

unitario

de

autor

originariamente adoptado en los estatutos de los tribunales


militares

internacionales

de

Nremberg

Tokio

(Hctor

Olsolo, El desarrollo en derecho penal internacional de la


coautora

mediata,

Derecho

penal

contemporneo,

Revista

Internacional,
http://www.revistaslegis.com/BancoMedios/Documentos%20PDF/penal
%2027%20%2871-95%29.pdf,

pg.

77).

As,

establece

que

son

autores aqullos que dominan la comisin del hecho delictivo,


en el sentido de que son los portadores de la decisin de si
el hecho ser llevado a cabo y del modo en que suceder.
Fecha de firma: 09/06/2016
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En

consonancia

con

ello,

la

Sala III
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Carrizo Salvadores, Carlos E. D.
V. y otros s/recurso de casacin

Sala

de

Cuestiones

preliminares I ha afirmado en el caso Katanga y Ngudjolo que


la teora del dominio del hecho es: una que sintetiza los
componentes objetivos y subjetivos, desde que: ()la doctrina
del dominio sobre el hecho es una evolucin de las teoras
subjetiva y objetiva, de modo tal que efectivamente representa
una sntesis de opiniones previamente opuestas y sin duda debe
su

amplia

aceptacin

esta

reconciliacin

de

posiciones

contrarias (cfr. Hctor Olsolo Alonso, Tratado de autora y


participacin en derecho penal internacional, pg. 82 y sus
citas).
As, las decisiones de confirmacin de cargos en
los casos Katanga y Lubanga han subrayado que el dominio del
hecho es un concepto abierto, que se desarrolla en tres lneas
principales:

(i)

en

la

autora

directa

inmediata

como

`control de accin; (ii)en la autora mediata como `control


de

la

voluntad

(iii)

en

la

coautora

como

`codominio

funcional del hecho (cfr. Hctor Olsolo, El desarrollo en


derecho

penal

internacional

de

la

coautora

mediata,

pg.

85).
El autor directo, no presenta complejidades puesto
que se trata de aquel que comete el delito

por s solo

considerndose que tiene el control y dominio de la accin al


ser l mismo quien lleva a cabo el hecho delictivo.
La comisin conjuntamente con otros, por su parte,
exige que el autor conozca la naturaleza del plan implementado
y que acte con la intencin de mantenerlo. En efecto, debe
existir una aportacin a la realizacin del plan comn, pero
no es cualquier tipo de aporte dentro del plan el que sirve
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para fundamentar la autora, sino que slo debe alcanzar a


aquellos

que

han

prestado

una

aportacin

importante

en

la

comisin del crimen, quedando excluidas aquellas que tengan


una

importancia

secundaria

(las

que

debern

ser

analizadas

bajo la categora de colaboracin prevista en el art. 25.3.d


del Estatuto de la CPI). De este modo, se considera que la
aportacin debe ser considerada esencial cuando sin ella el
resto de coautores no pueden realizar el plan comn (Gerhard
Werle, Ob. Cit., pg. 298/299 y sus citas).
Como la SCP I ha afirmado en los casos Katanga y
Lubanga, el concepto de coautora `tiene su origen en la idea
de que cuando la suma de las contribuciones realizadas de
manera coordinada por una pluralidad de personas resulta en la
realizacin de todos los elementos objetivos de un delito,
cada

una

de

las

personas

que

realiza

una

contribucin

es

tambin responsable de las contribuciones de los dems y, por


lo tanto, se le puede considerar como autor del delito en su
conjunto

(cfr.

Hctor

Olsolo,

El

desarrollo

en

derecho

penal internacional de la coautora mediata, pg. 86 y sus


citas).
En la autora mediata, por su parte, el dirigente no
necesita ejecutar por si mismo los elementos objetivos del
delito para cometerlo, sino que es suficiente con que dichos
elementos

sean

realizados

por

la

persona

utilizada

como

instrumento para llevar a cabo el delito.


En

este

sentido

se

ha

expedido

la

SCP

en

la

confirmacin de cargos en el caso Katanga y Ngudjolo, la que


sostuvo siempre que un dirigente controle la voluntad de
quien realiza los elementos objetivos del delito, de manera
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que

conserve

cometido

el

poder

cmo

ha

de

de

decidir

ser

si

el

delito

ha

cometido,

se

considera

de
que,

ser
en

ltima instancia, dicho dirigente es quien realmente comete el


delito;

la

persona

que

realiza

materialmente

los

elementos

objetivos es utilizada como un mero instrumento a travs del


cual se ejecuta la decisin del dirigente de llevar a cabo el
delito (cfr. Hctor Olsolo Alonso, Tratado de autora y
participacin en derecho penal internacional, pg. 179).
Por supuesto que Cuando el delito es cometido a
travs de una estructura organizada de poder (como las fuerzas
armadas,

los

cuerpos

de

polica,

ciertos

grupos

armados

jerrquicamente organizados), la decisin de llevarlo a cabo


es normalmente adoptada por sus dirigentes, que normalmente se
encuentran lejos de la escena del crimen. Esto complica la
investigacin

protagonistas

del

identificacin
delito,

puesto

de
que

los

principales

quienes

finalmente

realizan materialmente sus elementos objetivos no intervienen


en la adopcin de la decisin inicial de cometerlo, ni en la
planificacin y preparacin de su ejecucin, que se lleva a
cabo en los distintos niveles de la estructura organizada de
poder. En realidad, los autores materiales simplemente reciben
la orden de ejecutar el delito de una manera determinada.
(cfr.

Hctor

Olsolo

Alonso,

Tratado

de

autora

participacin en derecho penal internacional, pg. 178/189).


As,

contina

Olsolo

Alonso,

los

protagonistas

principales son los dirigentes que planean la comisin del


delito, instruyen a las estructuras organizadas de poder que
controlan para que se ejecute, supervisan cmo los superiores
de nivel medio definen con mayor detalle el plan por ellos
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#169083#155067258#20160609103444279

orquestado,

hacen

menor

seguimiento

miembros

de

rango

realizan

materialmente

de

los

la

la

manera

organizacin

elementos

en

lo

objetivos

que

los

ejecutan
del

delito

(Ob. Cit, pg.189).


La

jurisprudencia

internacional

ha

determinado

entonces cuales son los elementos indispensables para que la


autora mediata en aparatos organizados de poder pueda ser
considerada como tal. En ese sentido se ha establecido que (a)
el

sospechoso

organizacin;

debe
(b)

haber

la

tenido

el

organizacin

control

debe

sobre

consistir

de

la
una

aparato de poder jerrquico y organizado; (c) la ejecucin de


los delitos deber estar asegurada a travs del cumplimiento
casi

automtico

con

las

rdenes

del

sospechoso;

(d)

el

sospechoso debe poseer todos los elementos subjetivos de los


delitos;

(e)

el

sospechoso

debe

ser

consciente

de

las

circunstancias fcticas que le permiten ejercitar su dominio


del

hecho

por

conducto

de

otro

en

el

caso

de

la

autora

mediata (cfr. CPI, SCP I, Prosecutors Pursuante to Article


58 as to Muammar Mohammed Abu Minyar Gaddafi, Saif Al-Islam
Gaddafi y Abdullah Al-Senussi, 27 de junio de 2011, y sus
citas).
En

definitiva,

la

decisin

de

confirmacin

de

cargos en el caso Katanga entiende que la organizacin no es


sino una inmensa maquinaria que es activada por el dirigente
para ejecutar los delitos. Para el dirigente es irrelevante
qu subordinado en particular es finalmente el autor directo
de

los

mismos,

pues,

sus

ojos,

sus

subordinados

son

fungibles en el sentido de que si uno se niega a cumplir con


sus rdenes habr otro que las lleve a cabo. Es desde esta
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perspectiva desde la que se puede afirmar que el dirigente


ostenta el control de la voluntad del autor directo. Por su
parte, desde la perspectiva de los subordinados que reciben
las rdenes, estos mantienen su autonoma y control material
sobre

los

delitos,

en

cuanto

que

si

deciden

finalmente

llevarlos a cabos ser por voluntad propia puesto que, en


principio,

tienen

la

posibilidad

de

negarse

cumplir

las

rdenes del dirigente. Es precisamente por esta razn por la


que

dirigente

subordinados

pueden

ser

simultneamente

considerados responsables de los delitos a ttulos de autor


(mediato el dirigente, y directo los subordinados que ejecutan
sus rdenes) (Hctor Olsolo, El desarrollo en derecho penal
internacional

de

la

coautora

contemporneo,

mediata,

Derecho

Revista

penal

Internacional,

http://www.revistaslegis.com/BancoMedios/Documentos
%20PDF/penal%2027%20%2871-95%29.pdf, pg. 92).
Visto ello, se advierte que las diferencias no
son

sustanciales

con

el

derecho

penal

argentino,

ya

que,

concordantemente con la descripcin efectuada al momento de


analizar el derecho penal internacional, en lo que al caso
interesa,

hay

coautora

funcional

cuando

cada

uno

de

los

autores tiene en sus manos el dominio del hecho a travs de


una funcin especfica en la ejecucin

del suceso total,

porque como el plan concreto incluye su aporte, si l no hace


su parte el hecho fracasa (Donna, E. A., Derecho Penal -parte
general-, primera edicin, reimpresin, actualizada, Santa Fe,
2013, Tomo V,
Es

pg.359).
as

que

en

la

divisin

de

las

tareas,

los

coautores complementan entre s sus aportes en pos de obtener


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el

plan

comn

delictivo,

de

modo

tal

que

la

falta

de

segmentacin del trabajo descarta la consecucin del ilcito.


A tal efecto, se exige un acuerdo en la ejecucin
comn

del

hecho

subjetivamente

que

implica

coportador

que

de

cada

la

autor

ha

decisin

de

ser

comn

y,

objetivamente, completar con su aportacin los aportes de los


dems, configurando un hecho unitario (Donna, E. A., ob. Cit.
pg 360).
Por

otra

parte,

en

lo

que

respecta

la autora

mediata, la doctrina y jurisprudencia nacional se ha encargado


de receptar las pautas establecidas por la costumbre y derecho
penal internacional de modo uniforme.
concepto

Es

as

de

autor

que,

R.

que

E.

surge

Zaffaroni
de

cada

explica

tipo

penal

que
y

del
que

se

obtiene por aplicacin del criterio del dominio del hecho (que
aparece all en el modo de dominio de la accin), la base
legal para considerar que el cdigo penal se funda en este
criterio y abarca los casos de dominio funcional del hecho en
la forma de reparto de tareas (coautora por reparto funcional
de la empresa criminal) y de dominio de la voluntad (autora
mediata), se halla en el art. 45, cuando se refiere a los que
tomasen parte en la ejecucin del hecho y a los que hubieren
determinado

otros

cometerlo.

(Derecho

Penal,

parte

general, Ed. Ediar, 2 edicin, Buenos Aires, 2002, pags.778).


En este sentido, E. A. Donna, agrega, en lo que al
caso respecta que Las posibilidades de autora mediata no se
agotan con las dos formas bsicas, esto es, la voluntad de
dominio del inspirador o manipulador que descansa sobre una
coaccin o sobre un error del manipulado, sino que hay otra
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modalidad del dominio mediato de las acciones, caracterizada


por

la

circunstancia

de

que

el

inspirador

tiene

su

disposicin personal un `aparato -generalmente organizado por


el Estado- con cuya ayuda puede consumar sus delitos sin tener
que transferir a los ejecutores una decisin autnoma sobre la
realizacin (Derecho Penal, Parte general, Rubinzal Culzoni,
Santa Fe, 2013, Tomo V, pg.378/379)
Siguiendo

esta

lnea

de

ideas,

R.

E.

Zaffaroni,

refiere que aqu el determinado no opera como una persona


individual, sino que acta -con su aporte- como parte de un
engranaje mecnico, de modo tal que cuanto ms alejado el
ejecutor se encuentra de las vctimas, ms cerca se encuentra
de

los

rganos

intervencin

ejecutivos

se

acontecimientos

proyecte
(Derecho

de

poder,

lo

directamente
Penal,

que

al

parte

hace

centro

general,

que
de

su
los

Ed.

Ediar,

como

factor

Buenos Aires, 2 edicin, 2002, pags.780).


En
decisivo

este

en

una

supuesto,

el

agente

estructura

acta

compleja,

regulada

jerrquicamente organizada, en la que, a medida de que se


desciende desde el factor decisivo (el tambin llamado hombre
de arriba) hacia quienes funcionan como ejecutores de propia
mano, la identidad de los factores va perdiendo relevancia
para

la

definicin

del

hecho.

Al

menos

en

un

punto

de

jerarqua los factores son totalmente fungibles (Sancinetti,


Marcelo

A.

Ferrante,

Marcelo;

El

derecho

penal

en

la

proteccin de los derechos humanos, Hammurabi, pgina 204).


Bajo

esta

tesitura

es

la

fungibilidad

del

autor

directo la que otorga el dominio del hecho al autor mediato,


puesto que no necesita de una persona determinada para que su
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orden

sea

cumplida,

ya

que

ella

ser

irremediablemente

ejecutada por alguna cualquiera persona. De esta manera, el


autor directo aunque responsable del cumplimiento de la orden
en el sentido jurdico penalmente relevante, se convierte en
un

mero

instrumento

sustituirlo

el

inmediatamente

circunstancia
absoluto

para

genera

dominio

que

del

autor

de

aqul

hecho

mediato,

ser

ello

que

puede

necesario.

imparte

recurdese,

quien

la

orden

riesgo

Esta
tenga

de

ser

repetitivo, que la negacin del autor directo de ejecutar la


orden

no

implicar

su

inejecucin,

sino

que

ser

inmediatamente sustituido por alguien dispuesto a ejecutarla.


Si definimos como autor a aqul que tiene dominio sobre el
hecho,

la

inclusin

del

supuesto

en

estudio

dentro

del

concepto de autor es innegable (conforme Videla, Jorge Rafael


s/recurso de casacin, Sala IV de la CFCP, causa n 14.714,
reg

16.032,

Etchecoltaz,

rta

21/11/2011;

Sala

I,

causa

en

igual

n7896,

reg.

sentido

ver

10.488,

rta.

18/5/2007 y Videla, Jorge Rafael s/recurso de casacin, causa


n14.571, reg. n 19.679, rta. el 22/6/2012, entre otros).
De igual modo se ha resuelto en la causa 13/84, donde
la

Cmara

Correccional
mediata,

Nacional

de

Federal

sealando

Apelaciones

aplic

la

por

en

primera

aplicacin

al

lo

Criminal

vez

la

caso

del

autora

Cdigo

de

Justicia Militar, expresando que el artculo 514 dispona que:


"Cuando se haya cometido delito por la ejecucin de una orden
del servicio, el superior que la hubiere dado ser el nico
responsable,

slo

ser

considerado

cmplice

el

inferior,

cuando ste se hubiera excedido en el cumplimiento de dicha


orden". En virtud de ello, entendieron que, al establecer que
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en

los

delitos

cometidos

en

la

ejecucin

de

una

orden

de

servicio el nico responsable era el superior que la haba


dado, la ley estaba dando a ste el carcter de autor, ya que
no puede haber delito sin autor, y concluyeron que la ley
adoptaba un criterio material basado en la especial relacin
de subordinacin existente en el mbito militar (ver tambin
Videla, Jorge Rafael s/recurso de casacin, Sala IV de la
CFCP, causa n 14.714, reg. 16.032, rta 21/11/2011).
Bajo

este

orden

de

ideas,

concluyeron

que

la

legislacin argentina recepta la autora mediata prevista en


el artculo 514 del C.J.M., cuando considera exclusivamente
responsable

al

superior

en

algunos

casos,

junto

sus

subordinados en otros, en oportunidad de cometerse un delito


en ejecucin de un acto de servicio.
En ese sentido, el doctor Fayt, en la sentencia que
confirm la resolucin de la causa 13/84, seal que Ese
dominio

del

curso

de

los

acontecimientos

por

el

superior

limita el campo de decisin autnoma del subordinado y reduce


a proporciones mnimas la posibilidad de acceder a la licitud
o

ilicitud

obediencia,

de

la

orden

fundamento

emitida,
de

los

mxime

si

ejrcitos,

el

deber

constrie

de
al

subordinado a riesgo de sanciones explcitas. ()Que se est


ante una forma de autora mediata claramente diferenciada del
dominio basado en el miedo insuperable y del dominio basado en
el error. El ejecutor, para el que tiene el dominio de la
accin, es una figura annima e intercambiable. Una rueda en
el engranaje del aparato. () No se trata del hombre que est
atrs

sino

del

superior,

del

que

ocupa

el

cargo

de

mayor

jerarqua, el que est en la cspide de la pirmide. El no


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induce ni castiga. Dispone, decide, manda, con la seguridad de


ser

obedecido

()

Que

la

legislacin

nacional

recepta

la

autora mediata en el art. 514 del Cd. de Justicia Militar


cuando

considera

algunos

casos,

exclusivamente
y

junto

sus

responsable

al

subordinados

superior

en

otros,

en

en

oportunidad de cometerse un delito en ejecucin de un acto de


servicio. Que tambin la autora mediata est contemplada en
el art. 45 del Cd. Penal; al regular la participacin castiga
como

autor

los

que

hubieran

"determinado

otro",

sin

adscripcin a posicin dogmtica alguna, lo que hizo posible


una

proficua

elaboracin

doctrinaria.

Al

margen

de

los

conceptos elementales de autor, instigador y cmplice, la ley


penal

instituye

cooperador

los

necesario

conceptos
y

de

cooperador

ejecutor,
no

determinador

necesario,

estos

dos

ltimos en realidad cmplices, primarios los unos, a los que


pena como autores; secundarios los otros, a los que reduce la
pena
A la luz de lo hasta aqu expuesto se advierte que la
intervencin de Jorge Exequiel Acosta, Mario Nakagama y Carlos
Eduardo del Valle Carrizo Salvadores no tuvo que ver con la
autora mediata que permite un aparato organizado de poder.
Aqu los nombrados coordinaron una tarea de aniquilimiento,
estuvieron

en

el

lugar

de

los

hechos

se

encargaron

de

distribuir y hasta de ejecutar ellos mismos las rdenes que


venan de sus superiores.
La divisin de roles fue en el presente caso esencial
para

conseguir

el

objetivo

que

poco

tuvo

que

ver

con

un

enfrentamiento, conforme se explic en el punto III.c), sino


que tuvo que ver con una decisin de exterminar a los seres
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humanos considerados elementos subversivos disidentes con la


poltica que en aqul momento se estaba llevando a cabo.
Es
encargado

as

que

ltimo

de

mientras
coordinar

Carrizo

el

Salvadores

operativo,

era

Nakagama

el

deba

ubicar a las vctimas desde un helicptero y por su parte,


Acosta puso a disposicin a los miembros de la Compaa B
que estaba a su cargo para que se internen en el monte con el
nico fin de aniquilar a las vctimas (fs. 3959vta.).
Por

lo

que

en

respuesta

las

crticas

efectuadas

por

la

defensa de Carrizo Salvadores y Nakagama en cuanto al modo en


el

que

se

imput

los

condenados,

corresponde

destacar

primero que no se advierte cual es la afectacin reclamada, no


habiendo la defensa logrado explicar de qu manera se ha visto
desbaratada la estrategia adoptada por la parte en el juicio,
ni tampoco de qu planteos se la ha privado de efectuar; y
segundo que no debe olvidarse que el grado de intervencin que
los

condenados

tuvieron

en

los

hechos

investigados

puede

variar, conforme el rumbo que haya tomado la investigacin en


conformidad con el material probatorio recolectado a lo largo
de la tramitacin de la causa.
Sin perjuicio de ello, y para despejar toda duda al
respecto, debe destacarse que la imputacin fctica atribuida
a los ahora condenados no ha variado (conforme se desprende de
fs. declaracin indagatoria de Mario Nakagama -fs.1300/1303 y
2348/2349-, de Carlos Eduardo del Valle Carrizo Salvadores
fs.

1592/1598

-2406/2435-2672/2693-),

y
no

2360/2360vta.-,

requerimiento
se

advierte

de

auto

de

elevacin

violacin

al

procesamiento
a

juicio

principio

de

congruencia, no habindose conculcado ninguno de los derechos


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que le asistan a los imputados, ni alterado las reglas de


juzgamiento, dado que el hecho correspondiente a la condena
dictada fue oportunamente introducido en el proceso, y existe
entre el pronunciamiento y los diferentes actos judiciales de
importancia,
sentencia

la

debida

recurrida

identidad
debe

fctica,

ser

por

lo

calificada

que

como

la
acto

jurisdiccional vlido.
En este sentido se advierte que la plataforma fctica
descripta

tanto

en

las

indagatorias,

como

en

el

auto

de

procesamiento, en el requerimiento de elevacin a juicio, en


el

dictamen

Fiscal

durante

el

debate

oral

al

dictar

sentencia el a quo, no sufri modificaciones de ningn tipo.


La

descripcin

observndose

que

encuadramiento

si

del

del

bien

tipo

el

de

hecho

se

tribunal

participacin

mantuvo
a

quo

inclume,

modific

solicitado

por

el
el

seor Fiscal, conserv las circunstancias de tiempo, modo y


lugar

desarrolladas

en

los

actos

procesales

de

importancia

sindicados.
Se observa entonces que la descripcin efectuada en
la acusacin final result suficiente para que los imputados
conozcan el hecho por el que se los incrimin, por lo tanto la
posibilidad de ejercer una defensa en juicio eficaz se mantuvo
inalterada en el caso, ya que no se redujo la posibilidad de
una estrategia defensiva exitosa a travs de la cual se haya
podido discutir durante el proceso, y especficamente durante
el desarrollo del debate, la participacin de Mario Nakagama y
de

Carlos

Eduardo

del

Valle

Carrizo

Salvadores

la

calificacin legal que por ello corresponda adoptar.


De acuerdo con lo expuesto corresponde sealar que no
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fue violado el derecho de defensa en juicio que asiste a los


condenados, ya que su defensa tuvo conocimiento de los hechos
imputados a su asistido, tanto en la indagatoria, en el auto
de procesamiento, en el requerimiento de elevacin a juicio,
como en el alegato brindado por el Fiscal y tuvo oportunidad
de rebatirlos durante el debate oral, de lo que se desprende,
tal

como

se

indic

en

prrafos

precedentes,

que

no

puede

sostenerse el planteo recursivo relacionado con la supuesta


vulneracin al principio de congruencia.
En efecto, frente a la plataforma fctica que precede
al

juicio

no

se

advierte

de

qu

manera

el

tipo

de

participacin asignada por el Fiscal durante el debate la que


se refiri expresamente a coautora por dominio funcional del
hecho-, por la que, adems, finalmente se conden a Mario
Nakagama y Carlos Eduardo del Valle Carrizo Salvadores, pudo
haber afectado el principio de congruencia cuando es evidente
que el Tribunal se expidi sobre el mismo hecho imputado a lo
largo de todo el proceso, no variando el sustrato material del
reproche.
El artculo 18 de la C.N. en cuanto reza: Ningn
habitante de la Nacin puede ser penado sin juicio previo es
inviolable

la

defensa

en

juicio

de

la

persona

de

los

derechos y el artculo 75 inciso 22 de la C.N. que otorga


jerarqua constitucional, entre otros instrumentos internacionales,

garantas

la

C.A.D.H.

judiciales

y
de

al
los

P.I.D.C.P.,
imputados

que

consagran

-artculos

las
14,

respectivamente-, mencionan el derecho a ser odo y a recibir


detallada comunicacin de la acusacin formulada, los que en
el presente caso han sido respetados.
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Segn regula el primer prrafo del artculo 401 del


ordenamiento ritual, En la sentencia, el tribunal podr dar
al hecho una calificacin jurdica distinta a la contenida en
el auto de remisin a juicio o en el requerimiento fiscal,
aunque deba aplicar penas ms graves o medidas de seguridad,
dejando de este modo claramente establecido que la identidad
no se refiere a la clase de delito imputado y probado, sino a
los elementos de hecho objetivos y subjetivos. Como corolario
de esta garanta constitucional se encuentra la necesidad de
que entre la acusacin intimada (originaria o ampliada), y la
sentencia

debe

mediar

una

correlacin

esencial

sobre

el

hecho, la que impide condenar al acusado por uno diverso o


intempestivo del que fuera objeto de la imputacin formulada
(ne est iudex ultra petita partium).
En este sentido Cafferata Nores sostiene sobre el
artculo 414 del Cdigo Procesal Penal de Crdoba -similar
a

nuestro

artculo

401-,

la

necesaria

correlacin

entre

acusacin y sentencia, que establece la regla de dicha norma


en su prrafo segundo, supone que la base fctica contenida en
el documento acusatorio sea trasladada sin alteracin de sus
aspectos esenciales a la sentencia. Legalmente se justifica
por la circunstancia de que el hecho que se atribuye a los
encartados marca el lmite de la jurisdiccin del tribunal de
juicio, y tambin

porque la sentencia debe fundarse en el

contradictorio, el cual desaparece si se condena por un hecho


diverso y del cual el imputado no pudo defenderse, probando y
alegando lo que consideraba que haca a su derecho, por no
haber sido oportunamente informado.
La Cmara Federal de Casacin Penal ha dicho que:
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para

que

se

viole

el

derecho

de

defensa

en

juicio,

debe

encontrarse afectado el principio de congruencia fctica.().


Para que se conmueva la garanta constitucional de defensa en
juicio,

es

necesario

que

se

haya

producido

una

mutacin

esencial entre el hecho intimado y la base fctica contenida


en

el

documento

acusatorio,

con

el

hecho

juzgado,

producindose un menoscabo en la facultad de la refutacin por


parte de los imputados. Tal perjuicio slo concurre cuando la
diversidad fctica le restringe o cercena la factibilidad de
presentar pruebas en su inters o si la diversidad comprometi
la estrategia defensiva (Sala III, causa n 2939, Rivero,
Jorge H. y otros s/recurso de casacin, reg. n 89/04 del
5/3/2004).
Asimismo, el artculo 347 del C.P.P.N. prescribe la
necesidad

de

que

la

presentacin

contenga

una

relacin

clara, precisa y circunstanciada del hecho que supone una


descripcin

del

mismo

-respetndose

la

base

fctica

de

la

intimacin realizada tanto en la declaracin indagatoria como


en el auto de procesamiento-, mediante la mencin detallada de
todas las circunstancias de tiempo, lugar y modo en que la
conducta

imputada

se

exterioriz

cualquier

otro

dato

de

inters para el encuadramiento legal del hecho. Pues slo de


ese modo se asegura la satisfaccin del principio -no slo
legal, sino constitucional- que impone la existencia de una
imputacin criminal de la que el imputado pueda defenderse. Al
respecto, vale recordar lo expuesto por Maier en relacin a la
descripcin a la que se refiere la ley procesal en cuanto a
que se trata de la afirmacin de un hecho concreto, singular,
de

la

vida

de

una

persona.

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Ello

significa

describir

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un

acontecimiento

-que

se

supone

real-

con

todas

las

circunstancias de modo, tiempo y lugar que lo ubiquen en el


mundo

de

los

proporcionen

hechos

su

(temporal

materialidad

espacialmente)

concreta;

el

lenguaje

y
se

le
debe

utilizar como descriptivo (Derecho procesal penal. Tomo I.


Fundamentos. 2 Edicin. 1996, p. 553).
En este sentido que la Corte Suprema de Justicia de
la Nacin ha desestimado recursos extraordinarios interpuestos
en queja, atento que el recurrente no haba logrado demostrar
variacin alguna de la situacin fctica que sustentara la
acusacin ni perjuicio concreto al ejercicio de su derecho de
defensa (Recurso de hecho deducido por el defensor general de
la

Provincia

del

Chubut

en

la

causa

Antognazza,

Mara

Alexandra s/p.s.a. abandono de persona calificado -causa N


19.143/2003-, A. 1318. XL., rta. el 11/11/07, entre otros).
En el precedente citado, la C.S.J.N. hizo suyos los
argumentos vertidos por el Seor Procurador General, en cuanto
sostuvo que: el apelante alega la afectacin al principio de
congruencia slo con base en el cambio de calificacin legal
dispuesto por el a quo y en el anlisis que

ese tribunal

realiz acerca de ambas figuras penales, mas omite referirse a


los hechos que constituyeron la materia del juicio, e indicar
en qu consisti la variacin que -en su opinin- habran
sufrido, a pesar de que esta ltima circunstancia es la que
importa y decide la cuestin (conf. Fallos: 242:227 y 456,
310:2094)

Por

modificacin
agravio
provoque

de

otra
la

parte,

bien

calificacin

constitucional,
el

si

en

desbaratamiento

en

legal

la

medida

de

la

ciertos

podra
en

que

estrategia

casos

la

importar

un

dicho

cambio

defensiva

del

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acusado,

impidindole

formular

319:2959,

voto

doctores

de

los

sus

descargos

Petracchi

(Fallos:

Bossert),

la

omisin en que incurri el apelante al dejar de exponer cules


son

las

defensas

que

aquel

proceder

le

habra

impedido

articular, y en qu medida habran influido en la solucin


adoptada.
f) Como corolario de este acpite puede concluirse
que la valoracin de la prueba realizada en la sentencia por
los magistrados sentenciantes ha sido de conformidad con las
normas de fondo y forma.
En

ese

sentido

puede

afirmarse

que

se

ha

dado

cumplimiento a la finalidad del proceso penal, es decir la


reconstruccin

histrica

de

los

sucesos

presuntamente

delictivos, que constituyen su objeto procesal. Se observa que


la prueba en que se fund la decisin del tribunal fue la
misma que tuvieron a disposicin las partes. Se advierte un
examen crtico del plexo probatorio, valorndose en su debida
dimensin los dichos de los testigos como un medio ms para
arribar

aquella

finalidad

de

averiguacin

del

suceso

histrico.
Por

otra

parte,

cabe

destacar

que

se

han

de

desestimar las crticas defensistas dirigidas a la valoracin


de los testimonios rendidos en la audiencia oral y pblica
pues la arbitrariedad alegada no puede ser atendida ya que, si
bien

de

Casal,

acuerdo

el

Tribunal

Alto

la

doctrina
ampli

sentada
el

en

marco

el

precedente

tradicional

del

recurso de casacin, sealando la necesidad de profundizar en


esta instancia el anlisis de cuestiones de hecho y prueba,
agotando al mximo la funcin revisora, tambin indic que las
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ntimamente asociadas a la inmediacin constituyen el lmite


de lo que no es revisable por este cuerpo.
En el presente caso se observa que, la veracidad de
las declaraciones testimoniales producidas en la audiencia de
debate fue evaluada por los jueces del tribunal oral y les fue
otorgada

fuerza

convictiva

suficiente

para

sustentar

la

conclusin a la que se arrib, por lo que en funcin del


principio

de

inmediacin

no

corresponde

efectuar

una

valoracin distinta de aqulla que se otorg a las que se


escucharon en la audiencia de debate oral y pblico.
Asimismo,
aparte

de

la

declaracin

debe

persona

merece

tenerse
del

tambin

en

consideracin

testigo,
un

el

atento

que,

de

su

contenido

examen:

cuanto

ms

verosmiles parezcan los hechos, ms en armona estn con el


resultado que las dems pruebas y circunstancias de la causa
arrojan, y mayor derecho tiene el Juez a prestarles fe (Karl
Mittermaier,

Tratado

de

la

prueba

en

materia

criminal,

Argentina, diciembre de 1993, pg. 401).


No debe perderse de vista entonces que el juez penal
tiene la obligacin de investigar la verdad real, objetiva,
sustancial
llegar

de
ese

probatorios,

los
fin
que

intelectualmente

hechos
dispone
son

sometidos
de

los

un
que

acontecimientos

enjuiciamiento;

amplio
le
del

catlogo

permiten
pasado,

de

para

medios

reconstruir
esto

es,

la

existencia o no del hecho que se investiga y, en su caso, la


participacin de los imputados en l. Prueba es, entonces,
todo elemento o dato objetivo que se introduzca legalmente en
el proceso y sea susceptible de producir en el nimo de los
sujetos procesales un conocimiento cierto o probable acerca de
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V. y otros s/recurso de casacin

los extremos fcticos de la imputacin delictiva; es la fuente


legtima de conocimiento

de la verdad real o efectiva

(en

oposicin a la verdad formal o aparente) que el proceso penal


aspira a descubrir (finalidad inmediata) para dar base a la
actuacin justa de la ley sustantiva, que es la finalidad
mediata del proceso (cfr. Ramrez, Carlos Alberto s/recurso
de casacin, Sala I, causa n 7410, reg. n 9824, rta. el
22/11/06, y sus citas).
De la exigencia de que la prueba est constituida por
elementos

objetivos,

deriva

la

necesidad

que

la

misma

provenga del mundo externo; ello as pues las decisiones del


rgano jurisdiccional principal destinatario de la prueba no
pueden basarse vlidamente en un conocimiento privado de los
elementos probatorios, ni en meras conjeturas o impresiones
que surjan de su imaginacin, o en opiniones carentes de base
externa.
El vicio de una resolucin de estas caractersticas
afectara al mismo tiempo los principios fundamentales sobre
la verdad real y la inviolabilidad de la defensa en juicio
(artculo 18 de la Constitucin Nacional). La prueba en que se
funda la decisin del tribunal debe ser la misma que tuvieron
a disposicin las partes. La evaluacin de la prueba no es
obra exclusiva del juzgador. Ella importa un examen crtico
que

el

Ministerio

Pblico

las

partes

deben

estar

en

condiciones de efectuar. Los destinatarios de la prueba son


todos los sujetos de la relacin procesal, aunque el principal
sea, el juez. Todos deben tener la posibilidad de valorarlos,
aunque la discusin no sea perfecta o exhaustiva. Por eso se
habla del nimo de todos, aludindose as a un aspecto de la
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comunidad

de

la

prueba

(cfr.

Vlez

Mariconde,

Alfredo;

Derecho Procesal Penal, 2da. edicin, Tomo I, Buenos Aires,


1969, pg. 344).
Es que ms all de los denodados esfuerzos de las
defensas

que

actuaron

en

este

proceso,

no

se

advierte

arbitrariedad ni fisuras en los principios que rigen en la


materia,

arribando

sustentar

un

valoracin

la

certeza

pronunciamiento

de

distintos

de

apodctica
condena

elementos

requerida

partir

probatorios,

de

para
la

precisos,

concordantes y unvocos, por lo que los jueces tuvieron la


conviccin de que los hechos sucedieron de determinada manera,
con la certeza del tipo penal, las participaciones y la pena
impuesta.
Cabe advertir que la obligacin legal que tiene el
tribunal de fundar su decisin no incluye el deber de refutar
todos y cada uno de los planteamientos y peticiones de las
partes, sino que se satisface con que el juzgador exponga
precisamente las razones que tiene para resolver del modo en
que

lo

hace,

circunstancias

circunscribiendo
que

estima

su

conducentes

anlisis
para

la

aquellas

solucin

del

caso (cfr. Sala I in re Muchevicz, Hctor Miguel s/recurso de


casacin, causa n 7749, reg. n 10266, rta. el 30/3/07 y sus
citas).
En

definitiva

-an

extremando

las

posibilidades

revisoras de esta Cmara, de conformidad con lo decidido por


C.S.J.N. en el fallo Casal- en autos no se advierte que se
hayan considerado en forma fragmentaria y aislada las pruebas,
o que se haya incurrido en omisiones y falencias respecto de
la verificacin de hechos conducentes para la solucin del
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litigio, ni se ha prescindido de una visin de conjunto, ni


que concurran en el pronunciamiento vicios de fundamentacin
que lo tornen nulo.
En orden a lo expuesto, propicio al acuerdo:
Rechazar los recursos de casacin deducidos por las
defensas de Carlos Eduardo Del Valle Carrizo Salvadores, Mario
Nakagama y Jorge Exequiel Acosta, con costas (arts. 530 y 531
del C.P.P.N.).
El seor juez doctor Eduardo Rafael Riggi dijo:
No

compartimos

la

postura

esgrimida

por

la

distinguida colega que nos precede en el orden de votacin.


En

efecto,

tal

como

trataremos

de

explicar

seguidamente, conceptuamos que los hechos que constituyen el


objeto procesal de las presentes actuaciones no pueden ser
considerados como constitutivos de delitos de lesa humanidad
toda vez que no se ajustan a las consideraciones que la Corte
Suprema

de

particular,

Justicia

de

la

Nacin

concretamente

en

los

(Fallos

327:3312),

(Fallos

330:3248)

interpretativas

Simn
donde

casos

(Fallos

se

han

consecuencias

ha

seguido

sobre

Arancibia

328:2056)

el

Clavel
Mazzeo

trazado

las

directrices

jurdicas

que

corresponde

asignarle a esa categora de delitos, que no advertimos que se


encuentran presentes en estos obrados.
En este marco, adelantamos desde ya, que a nuestro
modo

de

ver,

el

tribunal

oral

federal

ha

realizado

una

interpretacin no slo errnea sino antojadiza y subjetiva del


marco histrico-poltico de la poca de los hechos materia de
juzgamiento, ubicando para esa fecha la existencia de un plan
sistemtico de persecucin y aniquilamiento de un sector de la
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poblacin civil, que en realidad no se encuentra acreditado


por ningn medio de prueba, o directamente no exista, si por
lo dems se repara como veremos- en que para ese entonces
estaba

debidamente

instalado

un

gobierno

constitucional

elegido por ms del 60 por ciento de los votos del padrn


electoral.
Para

explicar

autosuficiencia

la

nuestro

presente

criterio

ponencia,

otorgar

primer

lugar,

en

habremos de referenciar cules son los hechos que constituyen


el

objeto

procesal

del

juicio,

la

par

que

pondremos

de

relieve, cmo esos acontecimientos fueron tergiversados por el


tribunal

de

supuesto

juicio

plan

inexistente,

al

ser

sistemtico

ubicado

para

contextualizados
de
el

dentro

desaparicin
ao

1974,

de

es

de

un

personas

decir,

con

anterioridad al perodo correspondiente a la ltima dictadura


militar
a

raz

causa

(1976-1983), donde s qued determinada su existencia


de
13

las
y

humanidad

consideraciones

cuya

con

sus

volcadas

conceptualizacin
derivaciones

en

como

jurdicas

la

conocidsima

delitos
fue

de

lesa

receptada

establecida por el Alto Tribunal a partir del fallo Simn,


precedente

que

ciertamente

abri

la

va

que

habilit

el

juzgamiento de esa clase de ilcitos cometidos durante ese


ltimo gobierno de facto.
1) Hechos materia de juzgamiento en esta causa.
As, surge del requerimiento de elevacin a juicio
formulado por el Ministerio Pblico Fiscal (fs. 2672/93), que
en el marco de la presente causa, se imputaron a Carlos Del
Valle

Carrizo

Salvadores,

Mario

Nakagama

Jorge

Exequiel

Acosta, los siguientes acontecimientos: El da 11 de agosto


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del ao 1974, en horas de la noche, aproximadamente a las


veintitrs y quince, polica de la provincia [de Catamarca]
habra tomado conocimiento a travs de un llamado de carcter
reservado, que a la altura de Polcos, al lado de Banda Varela,
de esta ciudad capitalina, aproximadamente a tres kilmetros
de la Ruta Provincial N 62, se encontraba estacionado un
mnibus y al lado del mismo, individuos con actitud sospechosa
y vestidos con ropas oscuras, sabiendo con posterioridad que
el total de personas que transportaba el rodado de mencin,
ascenda

la

suma

de

cuarenta

cuatro

personas

que

formaban parte de una agrupacin armada no oficial y que se


haban trasladado desde la ciudad de Tucumn a esta Provincia
de Catamarca. Una vez llegado el personal policial al lugar,
se logran constatar las circunstancias aludidas y el oficial
principal Ren Rolando Romero se habra dado a conocer como
integrante de la Polica de la Provincia, exhortando a los
integrantes del vehculo que descendieran, pero estos lejos de
acatar

lo

ordenado,

abrieron

fuego

contra

la

patrulla

policial, lo que produjo que se llevara a cabo un intercambio


de disparos entre estos grupos, que dej como saldo el de dos
extremistas fallecidos y dos policas heridos. A raz de este
episodio los integrantes del grupo que estaban en el mnibus
se

dispersaron

localidad

de

tomando

Pirquitas,

algunos
camino

por
a

la

la

ruta

que

provincia

de

va

la

Tucumn,

otros deambularon por las inmediaciones de la zona y algunos


llegaron hasta la ciudad capital, siendo la mayora de ellos
luego aprehendidos por las fuerzas de seguridad. Pero entre un
grupo de alrededor de diecisis tambin integrantes del grupo
armado-, se internaron en la zona aledaa y conocida como
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lomada

de

Capilla

del

Rosario,

ubicada

en

Collagasta,

Departamento Mamerto Esquiu de esta Provincia, guarecindose


all. Ya al otro da, es decir el da 12 de agosto de 1974 y
alertadas ya todas las fuerzas de seguridad de la provincia,
esto

es

Policas

Provincial,

Federal

Ejrcito,

se

trasladaron al lugar donde presuntamente haban quedado este


grupo de personas a fin de localizar y neutralizar a estos,
organizando un operativo rastrillo, integrado por las fuerzas
de seguridad combinadas entre la polica de la Provincia y
Ejercito Local, al parecer apoyados tambin por aire, por un
helicptero.

Esta

misin

logra

avistarlos

en

una

hondada

distante a unos tres kilmetros de la Capilla del Rosario.


Previo

ello,

parte

de

este

grupo

de

insurgentes

habra

atacado a una patrulla policial y el otro grupo de no ms de


diecisis personas que lo hacan armadas, se internaron en el
monte

resistir
cercados,

all
un

ubicados
tiempo

por

quienes

prudencial,

habindose

rendido.

los

buscaban,

habran

sido

luego

rodeados

Encontrndose

de
y

presuntamente

detenidos los mismos y estando ya desarmados y sin posibilidad


de resistencia alguna, habran sido abatidos y/o ejecutados
con rfagas sostenidas de disparos provenientes a repeticin,
los

ciudadanos

Mario

Hctor

Lescano

();

Juan

Olivera

(A)

Hctor Moreno; Rogelio Gutirrez (); Jos Mara Molina, Luis


Santiago

Billinger

();

Carlos

Mara

Anabia;

Ral

Eduardo

Sainz (); Juan Carlos Lescano (); Luis Roque Lpez; Silverio
Pedro

Orbano

();

Roberto

Domingo

Jerez;

Rutilio

Dardo

Betancour Roth; Alberto Rosalez y Hugo Enrique Cacciavillani.


Se desprende tambin de la lectura del referido requerimiento
que en este episodio habra intervenido Carlos E. Del Valle
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Carrizo Salvadores, en calidad de integrante del Ejercito con


grado de Capitn, comandando una compaa de la fuerza; Mario
Nakagama en calidad de integrante del Ejercito con el grado de
Subteniente y como jefe de una de las compaas de la fuerza;
y Jorge Exequiel Acosta, en calidad de integrante del Ejercito
con

el

grado

de

teniente

primero

quien

por

ese

entonces

revesta como jefe de la compaa b. Los nombrados fueron


ubicados

acusados

implementando

las

como

medidas

responsables
y

dando

del

rdenes

accionar,
a

personal

subordinado a ellos, para llevar adelante el procedimiento que


culmin

con

la

muerte

de

los

ciudadanos

mencionados

precedentemente.
2)

Marco

histrico

poltico

de

esta

causa.

Su

correcta conceptualizacin.
Sentado lo anterior y ms all de si realmente puede
considerase probado o no el hecho as narrado, particularmente
si

existi

una

rendicin

previa

fusilamiento

de

insurgentes cuestin que abordaremos ms adelante-,

los

en la

sentencia cuestionada se aprecia que existe un acpite que el


tribunal

titul

Humanidad,

Marco

donde

acontecimientos
exterminio

como
en

contra

Histrico

ponder
un

plan

un

sector

la

Delitos

ocurrencia

sistemtico
de

la

de

de

Lesa
estos

generalizado

poblacin

al

de

que

se

en

la

identificaba como enemigo por razones polticas.


Para

arribar

dicha

conclusin,

se

lee

sentencia que el tribunal comenz explicando que si bien la


ruptura total y completa del Estado de derecho puede datarse
con

precisin

el

24

de

marzo

de

1976,

mltiples

normas

prcticas anteriores a esa fecha dan cuenta de un progresivo


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deterioro
corre

de

las

parejo

garantas

con

un

constitucionales,
creciente

fenmeno

incremento

que

de

la

autodeterminacin de las fuerzas de seguridad especialmente


militares- al margen del gobierno constitucional, proceso este
ltimo que fue el que torn factible y precipit la usurpacin
total y completa del poder legtimo. Tanto es as que ya a
fines de la dcada del 60 se inici en nuestro Pas la lucha
de las fuerzas armadas y de seguridad a efectos de combatir la
llamada subversin.
Continu

el

tribunal

ilustrando

amn

de

otras

consideraciones histricas- que [e]special anlisis merece el


hecho histrico conocido como El devotazo, en referencia a
la amnista dispuesta por ley del Congreso el 25 de mayo de
1973 y que provoc la salida de las crceles (no slo de Villa
Devoto, aunque se la referencia con el nombre de esa unidad
penitenciaria)
detenidas

de

subversivas.

todas

condenadas
En

este

las

personas

bajo

punto

el
los

que

rtulo
jefes

se

encontraban

de

actividades

militares

deciden

apartarse de los procesos judiciales del Estado de Derecho. A


partir

de

perodos

esa
de

fecha,

facto

sin

anteriores

perjuicio

de

(masacre

de

otros

hechos

Trelew)

en

amplios

sectores de las fuerzas armadas comenzaron a realizar un plan


sistemtico y generalizado de persecucin de un sector de la
poblacin civil, por su accin poltica sin ajustarse nunca
ms a los procesos judiciales y se dispona, cuando fuera
posible,

el

sometimiento

fatal

de

los

enemigos,

aunque

estuvieran indefensos o desarmados.


As consideraron los jueces del tribunal a quo que
las Fuerzas Armadas pusieron en prctica, antes incluso del
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rgimen de facto establecido a partir del 24 de marzo de 1976,


un plan sistemtico y generalizado contra una parte de la
poblacin civil integrada por todos aquellos que tenan ideas
polticas que ellos consideraban peligrosas, consistente en su
eliminacin por supuestas razones de seguridad y apartndose
de las normas sustantivas y procesales del Estado de Derecho,
resultando ilgico pensar que si esta establecido en numerosos
fallos judiciales que el plan sistemtico y generalizado dio
inicio claramente a modo de terrorismo de estado el 24 de
marzo de 1976, dicho plan debi ponerse en evidencia y as lo
demuestra el hecho de esta investigacin, tiempo antes.
En tales condiciones, entendieron que al momento
de los hechos puede establecerse los mismos comprendidos bajo
la

temtica

complemento

de
de

lo

delitos
dicho

de
por

lesa

humanidad,

miembros

de

este

ello

como

Tribunal

en

causas anteriores dejndose claramente establecido que no debe


confundirse la posicin unnime de doctrina y jurisprudencia
que en la materia histrica-jurdica indica el nacimiento del
llamado terrorismo de Estado el 24 de marzo de 1976, siendo
que para la fecha indicada la totalidad de los Tribunales que
intervienen en las causas que fueron reabiertas luego de la
anulacin de las leyes de punto final y obediencia debida, as
lo

han

dicho.

En

este

sentido

este

Tribunal

quiere

dejar

expresamente establecido que si bien como se dijo, el proceso


de reorganizacin nacional involucr al Estado en su conjunto
en

la

lucha

sistemtico

contra

la

subversin

generalizado

de

formalizando

violaciones

masivas

un

plan
a

los

Derechos Humanos, aos antes se haban comenzado a producir


hechos que bajo idntico pretexto fctico fueron realizados
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por el Ejrcito Argentino con una mnima injerencia de las


autoridades

constituidas,

denominar

de

finalmente

fue

tipo
el

conformando

autoritario
germen

del

un

poder

que

podemos

tradicionalista,

quebrantamiento

que

del

orden

constitucional y legal.
Ahora
fundamentos

bien,

del

se

fallo,

aprecia
que

la

de

la

lectura

existencia

de

de
ese

los
plan

sistemtico de aniquilamiento previo al golpe militar del ao


1976 no existe ms que en la exclusiva subjetividad de los
seores magistrados y que carece por ende de todo sustento en
las pruebas incorporas al debate.
En efecto, y sin perjuicio de la cita de distintas
normas

que

militares

se

dictaron

previos

al

tanto
referido

en

gobiernos
golpe

de

civiles

como

estado

para

contrarrestar la actividad de la denominada subversin, no


existe en todo el pronunciamiento ni tampoco se desprende de
las pruebas rendidas en el juicio, un solo elemento o dato
objetivo que permita afirmar que el gobierno constitucional
del ao 1974, indebidamente influido por las Fuerzas Armadas,
implementara un plan sistemtico y generalizado de exterminio
contra un sector de la poblacin al que se identificaba como
enemigo

por

razones

polticas.

Tampoco

se

explica,

ni

se

advierte, de dnde surge y en qu se sustenta la afirmacin de


que las Fuerzas Armadas comenzaron con este plan antes del ao
1976 y que lo ejecutaban durante esas pocas previas con una
mnima injerencia de las autoridades constituidas.
Va de suyo que aqu no se pretende desconocer que
para la fecha de los hechos materia de estudio, exista un
claro

evidente

clima

de

violencia

poltica

donde

se

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perpetraban

crmenes

atentados

cometidos

por

distintas

agrupaciones o bandas y como contrapartida probables excesos


en la forma de enfrentar y reprimir dichas conductas de parte
de las fuerzas de seguridad.
Pero lo que no es posible afirmar, al menos, con
datos objetivos serios, es que para ese entonces existiera el
mentado plan de ataque sistemtico contra la poblacin civil,
que s se desprende de las masivas violaciones a derechos
humanos que se tuvieron por ciertas en la causa 13 y que a
partir de la reapertura de las causas de derechos humanos como
derivacin de lo establecido en el fallo Simn hubo de ser
considerado en numerosos precedentes de tribunales federales
de todas las instancias del pas, pero siempre en relacin a
hechos cometidos con posterioridad al 24 de marzo de 1976, es
decir, al golpe que marc el comienzo del denominado proceso
de reorganizacin nacional.
En

esta

acontecimientos

que

coyuntura,
se

la

pretendi

visin

histrica

dar

la

en

de

sentencia

los
para

encuadrar los sucesos como parte de un plan sistemtico de


exterminio, slo encuentra apoyatura en la mera subjetividad
de

los

jueces

no

se

corresponde

con

la

inveterada

jurisprudencia que se ha trazado en la materia.


Quiz

realmente

los

magistrados

integrantes

del

tribunal a quo estn ntimamente convencidos de que ese plan


existi antes del golpe de Estado y que los hechos integraron
parte de ese designio criminal; sin embargo, en el marco de un
proceso penal, una sentencia de condena no puede fundarse en
la sola voluntad de los jueces, sino que las afirmaciones que
ella contenga deben apoyarse en elementos de conviccin que
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permitan

reconstruir

certeza,

cuestin

los

que

en

extremos
el

caso

de
no

la

imputacin

apreciamos

que

con
haya

ocurrido, al menos para sostener que durante el ao 1974 se


haba

puesto

en

marcha

el

mentado

plan

sistemtico

generalizado de exterminio contra un sector de la poblacin


civil.
Notamos antojadizo y arbitrario el anlisis efectuado
por el tribunal a la hora de describir el contexto-histrico,
pues tom el propio hecho que deba juzgar para tratar de
demostrar la existencia del supuesto plan de exterminio.
En
tribunal

efecto,

dijo

que

vimos

el

plan

que

en

parte

sistemtico

de
y

su

relato

generalizado

el
dio

inicio claramente a modo de terrorismo de estado el 24 de


marzo de 1976, [pero] dicho plan debi ponerse en evidencia y
as

lo

demuestra

el

hecho

de

esta

investigacin,

tiempo

antes.
Aqu queda claro el preconcepto que los magistrados
tenan

del

evento

que

deban

juzgar

como

lo

enmarcaron

dentro de un plan que no exista o al menos no se prob en el


debate.
Es

que,

precisamente,

para

intentar

acreditar

ese

plan, tomaron como base el episodio objeto del proceso, para


luego sostener que ese mismo evento fue cometido dentro del
referido plan y as poder considerarlo como delito de lesa
humanidad.
Como se aprecia, el razonamiento es circular

por

ende carece de entidad suficiente para comprobar que el hecho


que hoy nos toca juzgar se halla cometido dentro de un ataque
previo, masivo y generalizado contra la poblacin civil.
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Este ltimo extremo, insistimos, no se ha probado en el debate


y ello es lo que impide considerar que el episodio analizado
rena los requisitos para ser considerado un delito de lesa
humanidad,

con

todas

las

consecuencias

jurdicas

que

ello

comporta.
3)
contexto

Los

delitos

durante

la

de

lesa

poca

de

humanidad.
los

El

hechos

verdadero

materia

de

juzgamiento.
Para continuar con nuestro anlisis resulta oportuno
recordar

que

la

calificacin

de

los

delitos

contra

la

humanidad no depende de la voluntad de los Estados nacionales


sino

de

los

principios

del

ius

cogens

del

Derecho

Internacional (conf. arg. Fallos: 318:2148, considerando 4),


lo

que

pone

en

evidencia

que

sea

plenamente

aplicable

el

sistema de fuentes del derecho propio de aqullos. () Que, de


acuerdo

con

lo

internacional

expresado,

imperativo

las

fuentes

consideran

como

del

derecho

aberrantes

la

ejecucin de cierta clase de actos y sostienen que, por ello,


esas actividades deben considerarse incluidas dentro del marco
normativo

que

procura

la

persecucin

de

aquellos

que

cometieron esos delitos (CSJN, causa Simn, Julio Hctor y


otros

s/

XXXVIII.,

privacin
rta.

el

ilegtima

de

14/06/2005,

voto

la

libertad,

del

doctor

S.

Juan

1767.
Carlos

Maqueda, considerandos 56 y 57).


Ahora bien, deviene de vital importancia contar con
un criterio objetivo y general que sirva de parmetro a la
hora de determinar la naturaleza de las conductas delictivas
sometidas a juzgamiento de los Tribunales, para de ese modo
evitar

que

delitos

comunes

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perpetrados

exclusivamente

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en

perjuicio

de

bienes

jurdicos

individuales,

se

vean

indebidamente enrolados en la categora de crmenes contra la


humanidad.
En tal sentido, el Estatuto de Roma de la Corte Penal
Internacional incorporado a nuestro derecho interno mediante
ley n 25.390, en su artculo 7 apartado primero, establece
el concepto de delito de

lesa humanidad en los siguientes

trminos: cualquiera de los actos siguientes cuando se cometa


como

parte

poblacin

un

civil

Asesinato;
traslado

de
b)

ataque
y

con

generalizado
conocimiento

Exterminio;

forzoso

de

c)

sistemtico

de

dicho

Esclavitud;

poblacin;

e)

d)

contra

ataque:

a)

Deportacin

Encarcelacin

otra

privacin grave de la libertad fsica en violacin de normas


fundamentales

de

derecho

internacional;

f)

Tortura;

g)

Violacin, esclavitud sexual, prostitucin forzada, embarazo


forzado,

esterilizacin

forzada

otros

abusos

sexuales

de

gravedad comparable; h) Persecucin de un grupo o colectividad


con identidad propia fundada en motivos polticos, raciales,
nacionales,

tnicos,

definido

el

en

reconocidos

culturales,

prrafo

como

3,

religiosos,

otros

inaceptables

con

motivos

de

gnero

universalmente

arreglo

al

derecho

internacional, en conexin con cualquier acto mencionado en el


presente prrafo o cualquier crimen de la competencia de la
Corte; i) Desaparicin forzada de personas; j) El crimen de
apartheid; k) Otros actos inhumanos de carcter similar que
causen

intencionalmente

grandes

sufrimientos

atenten

gravemente contra la integridad fsica o la salud mental o


fsica (el resaltado nos pertenece).
Asimismo,

en

su

apartado

segundo

la

norma

citada

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aclara que Por ataque a una poblacin civil se entender


una lnea de conducta que implique la comisin mltiple de
actos mencionados en el prrafo 1 contra una poblacin civil,
de

conformidad

organizacin

con

de

la

poltica

cometer

esos

de

actos

un
o

Estado
para

de

una

promover

esa

poltica.
En

esa

direccin

adquiere

relevancia

la

postura

asumida por el Mximo Tribunal en el precedente Derecho, Ren


Jess s/ incidente de prescripcin de la accin (D. 1682.
XL., causa N 24.079, rta. el 11/07/2007), en el que la Corte
Suprema

puntualiz

-mediante

remisin

al

dictamen

del

Procurador General de la Nacin- que los crmenes de lesa


humanidad,
implican

al

igual

ambos

la

que

lesin

los

delitos

de

derechos

contra

las

personas,

fundamentales

de

los

seres humanos. La distincin tiene su punto de partida en que


los crmenes de lesa humanidad no lesionan slo a la vctima
que ve cercenados por el delito sus derechos bsicos, sino que
tambin implican una lesin a toda la humanidad como conjunto.
Esta es la caracterstica que fundamenta, entre otras cosas,
la jurisdiccin universal de este tipo de crmenes.
Partiendo de tal tesitura, en el referido fallo se
destacaron

las

caractersticas

distintivas

de

los

crmenes

contra la humanidad, a saber: a) que se trate de uno de los


actos enumerados en el apartado primero del artculo 7 del
Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional; b) que hayan
sido llevados a cabo como parte de un ataque generalizado o
sistemtico;

c)

que

se

encuentre

dirigido

una

poblacin

civil; d) que el ataque haya sido realizado de conformidad con


una

poltica

de

un

Estado

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de

una

organizacin,

para

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promover esa poltica.


Resultan

especialmente

ilustrativas

las

consideraciones efectuadas en el precedente citado, en cuanto


a que el requisito ms relevante para que un hecho pueda ser
considerado un delito de lesa humanidad consiste en que haya
sido llevado a cabo como parte de un ataque que a su vez y
esto es lo central sea generalizado o sistemtico. () Por
otra

parte,

conformidad
organizacin.

el

ataque

debe

con

la

poltica

En

efecto,

haber
los

sido

de

llevado

un

estado

hechos

cabo

tienen

de

que

de
una

estar

conectados con alguna forma de poltica, en el sentido del


trmino

que

significa

las

orientaciones

directrices

que

rigen la actuacin de una persona o entidad en un asunto o


campo

determinado

(RAE,

vigsima

primera

edicin).

No

es

necesario que esta poltica provenga de un gobierno central.


Esencialmente, este requisito sirve tambin a la exclusin de
la categora de delitos de lesa humanidad de actos aislados o
aleatorios.
Trasladando la doctrina reseada al caso de autos,
queda claro que los sucesos que se produjeron en la localidad
de

Capilla

del

Rosario,

no

pueden

ser

encuadrados

en

la

categora de delitos de lesa humanidad, pues precisamente se


carece de elementos que permitan aseverar que el obrar de las
fuerzas

de

seguridad

obedeci

un

plan

sistemtico

generalizado de ataque contra la poblacin civil.


En este sentido, debe tenerse presente, en primer
trmino, que no se encuentra controvertido en el legajo, que
los hechos materia de juzgamiento, tuvieron su origen cuando
un grupo armado arrib a la Provincia de Catamarca con el
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objetivo de tomar el Regimiento A 17 para obtener armas para


sus fines polticos particulares. Esta aseveracin, no slo se
desprende del contenido de la causa 6047 labrada en el ao
1974, sino que adems fue expresamente reconocido por los ex
integrantes de esa faccin que declararon en el juicio oral y
pblico

celebrado

en

este

expediente,

entre

ellos,

Durdos,

Mustaf y Lescano, quienes sin el menor pudor reconocieron


haber

procurado

copar

esa

unidad

militar

para

obtener

armamento.
Por ello, aun cuando en el marco de la respuesta a la
agresin

que

los

integrantes

del

grupo

de

extremistas

pretenda llevar adelante contra el regimiento de Infantera


nro. 17 puedan haberse cometido o no excesos extremo sobre el
cual volveremos de seguido-

no es factible de ningn modo

sostener que la represin de ese intento de copamiento en el


marco

de

un

enfrentamiento

armado,

constituya

un

ataque

sistemtico y generalizado contra la poblacin civil propio


y caracterstico de un delito de lesa humanidad.
Ms an, de las circunstancias fcticas que rodearon
estos particulares hechos, se aprecia que ya siquiera puede
hablarse de un ataque por parte de las fuerzas armadas, sino
ms bien de un acto de defensa de los poderes constitucionales
vigentes tanto de la Nacin como de la Provincia de Catamarca,
ante el intento de un grupo fuertemente armado de insurgentes
que

pretenda

tomar

un

regimiento

para

obtener

armas

para

alcanzar sus objetivos propios. Esto ltimo, como ya dijimos,


fue reconocido por algunos de los integrantes de esa faccin,
que brindaron testimonio en el juicio.
Tal fue la magnitud de la accin beligerante que este
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grupo

armado

descubiertos

pretendi
y

llevar

sorprendidos

por

cabo,
el

que

personal

cuando

fueron

policial,

los

insurrectos no dudaron en abrir fuego, hirieron a dos policas


y emprendieron la fuga en distintas direcciones. Adems, al
producirse la dispersin del conjunto, algunos se enfrentaron
contra otra patrulla y lograron escapar hacia la Provincia de
Tucumn a bordo de un mvil policial. Ello no slo permite
afirmar que estas personas estaban armadas, sino adems que su
voluntad y aptitud para combatir era ciertamente elevada, a
punto tal que lograron hacer frente con relativo xito en dos
ocasiones a la polica provincial, que se vio superada por
ende por la situacin que se le presentaba.
Incluso,
qued

comprobado

no

puede

que

la

perderse

de

intervencin

vista,
del

que

tambin

personal

del

Regimiento A 17 para enfrentar al grupo de insurgentes que se


haba apostado para resistir dentro del monte, fue adoptada
precisamente

por

orden

de

los

gobiernos

constitucionales

provincial y nacional, es decir, de las autoridades legtimas


elegidas por el voto popular, que as haban decidido proceder
cuando

se

ataques

producan

de

bandas

hechos

que

de

excedan

esta
los

naturaleza,
delitos

es

comunes

decir,
y

que

podan poner en peligro el orden institucional y democrtico


vigente.
En

efecto,

ilustrativa

resulta

en

este

punto,

la

declaracin del por entonces gobernador de la Provincia de


Catamarca, seor Hugo Alberto Mott, quien en el debate explic
que [e]n principio fue un hecho fortuito con la presencia de
polica,

inmediatamente

de

eso

manej

la

situacin

el

regimiento A17 por supuesto con subordinacin de la polica al


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regimiento
comunes,

para

el

dice

caso

que

en

que

se

den

definitiva

estos

los

hechos,

no

gobernadores

los

haban

acordado que el ejrcito se encargaba de estas situaciones.


Eso fue en un acto que se realiz en la casa Rosada, para
garantizar

el

institucional

tema
del

de

pas

la

seguridad

la

que

supuestamente

continuidad

pretenda

ser

quebrada por los grupos guerrilleros ver fs. 3918/18vta.-.


Y ms adelante reiter que en la casa Rosada se
hizo

una

agresin

reunin
todas

donde

las

se

estableci

fuerzas

de

que

en

seguridad

caso

de

una

conformaban

una

unidad, ac, el supuestamente agredido era el regimiento y


este

era

la

cabeza

del

operativo

en

toda

la

nacin.

Que

respecto a la solicitud de intervencin del ejrcito dice el


testigo que no puede dar un dato categrico, pero que no le
caben

dudas

de

que

el

ministro

de

gobierno

informo

al

regimiento para que tome el mando operativo -fs. 3921-.


Y agreg que respecto al objetivo que tena el ERP,
el

testigo

tambin

se

lo

pregunta,

porque

estaban

en

democracia por lo que no entendan, si haban luchado para que


vuelva Pern, porque pasaba esto, dice que ac se termin
hablando de desunin, de la muerte, etc, que la nica va
normal es la democracia y el voto, que en agosto de 1974 no
haba ninguna limitacin al ejercicio de los derechos de los
ciudadanos,

dice

que

se

siente

orgulloso

de

haber

sido

gobernador en esa poca, donde todos los problemas, tanto las


organizaciones

polticas,

acompaaban

gobernador

al

organizaciones
para

defender

sociales,
los

etc,

intereses

de

Catamarca, dice que no haba diferencias polticas que todos


eran

hermanos

()Por

ltimo,

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manifiesta

que

la

gente

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de

Catamarca, en su gran mayora, pensaba en el enfrentamiento,


que Catamarca es muy pacfico, que no entendan que haba
pasado, que por todo eso tuvo en su despacho la presencia de
varias organizaciones, como legisladores, que se solidarizaban
con

el

gobierno

de

la

Provincia

con

el

gobierno

de

la

esfuerzos,

la

Nacin (ver fs. 3921vta.).


Como

podr

observarse

sin

mayores

declaracin testimonial del gobernador constitucional de la


poca,

sirve

existiera

de

un

basamento

ataque

para

masivo

descartar

de

plano

generalizado

contra

que
la

poblacin civil, a la par que resulta elocuente para apreciar


los hechos en su justa dimensin: ante una accin deliberada
de un grupo de insurgentes que tena entidad para poner en
vilo

al

orden

constitucional,

las

autoridades

democrticas

haban optado por darle intervencin al ejrcito para operar


en casos que excedan claramente lo que puede considerarse un
delito comn.
Esta
calificado,
verdadero

deposicin,

adems,
contexto

proveniente

permite
histrico

tambin
que

de

un

conocer

rodearon

testigo

entonces
los

el

episodios

sometidos a nuestro conocimiento.


Es que la reunin de la que hablara el gobernador en
la

casa

Rosada,

evidencia

que

durante

el

perodo

constitucional y democrtico de ese entonces, las autoridades


civiles

elegidas

preocupacin

por

por
el

el

voto

accionar

popular,
de

estas

abrigaban
bandas

una

armadas

gran
que

evidentemente no cesaron en su actividad an con la llegada de


la democracia.
Ms an, el testigo Carlos Horacio Fernndez Surez,
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integrante

del

consonancia

con

17,

las

dio

cuenta

explicaciones

especficamente

del

gobernador

en

Mott

avalando los dichos de los aqu imputados- que la orden al


ejercito de proceder a intervenir militarmente fue dispuesta
por el Poder Ejecutivo Nacional constitucional y democrtico
por cierto-, y que si bien en un principio se mand a una
patrulla

se

dispuso

un

primer

rastrillaje,

la

salida

definitiva de los miembros del Regimiento recin se produjo el


da lunes 12 de agosto a la maana, es decir, 48hs despus de
acaecido

el

primer

enfrentamiento

con

los

insurgentes,

partir del evidente desborde que el accionar de este grupo


armado haba generado en las fuerzas locales.
Sobre el particular, expuso el testigo la noche
del da sbado 10, se encontraban reunidos cada uno en su
departamento, cuando lleg la orden de regresar al cuartel
porque

haba

habido

un

intento

de

ataque

al

mismo,

en

la

madrugada del da 11 nos acuartelamos () Que la polica pide


ayuda al Regimiento, el Jefe del RIA 17 no sale, pero manda
una patrulla para que persiga a ese grupo de gente que se
escap a Tucumn. Que el regimiento ordena que se persiga a
esa

gente,

la

orden

de

eso

recae

sobre

Carrizo,

con

resultado negativo regresaron a las 08am. Que el Jefe del RIa


17 ordena a las 08.30 que se vayan a Banda de Varela para
hacer

un

cerco

rastrillaje.

Que

las

09am

llegaron

de

Crdoba el Gral Della Croce y Vaquero, y orden el repliegue


de la tropa al cuartel. Porque la orden era dentro del cuartel
todo, pero fuera nada.

Que ese domingo transcurri en calma y

se encontraban alistados por si surga algo en horas de la


tarde. Que al da siguiente no hubo novedades. Que el da
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lunes 12, a la maana temprano, tuvieron la novedad de que en


piedra blanca haba dos personas que vestidas con borcegues y
pantaln militar, fueron detenidos, y dijeron que haba ms
gente

en

capilla.

Acudieron

mviles,

se

produjo

un

enfrentamiento, y que all muere un polica. Que el gobierno


de la provincia pide al RIA 17

que salga, y Cubas se niega.

Que el gobierno de Catamarca pide autorizacin al P.E.N. y se


ordena

que

el

RIA

17

saliera

(ver

acta

de

debate

fs.

3780/80vta).
Queda claro, entonces, que ante un ataque de una
banda

armada

que

durante

48hs

puso

en

vilo

el

orden

institucional, ante la insuficiencia de la polica local, el


Poder

Ejecutivo

Nacional

dispuso

la

intervencin

del

regimiento.
Esa realidad que pusieron de manifiesto estos dos
testigos en esta causa, es la verdadera que operaba en la
poca

de

los

hechos

investigados,

pues

es

de

pblico

notorio, que durante la presidencia iniciada por el General


Juan Domingo Pern y los meses que gobern su esposa luego de
su

fallecimiento,

existieron

un

sinnmero

de

acciones

criminales perpetradas por grupos armados de similar carcter


a la investigada en autos, que realmente causaban estupor e
indignacin a las autoridades democrticas, a la par que las
dejaban casi sin respuestas para su debido enfrentamiento.
Para

comprender

fcilmente

que

estamos

diciendo,

basta repasar el discurso que all por el mes de enero de 1974


brind el por entonces Presidente Constitucional Juan Domingo
Pern en ocasin de expedirse sobre lo sucedido con el intento
de copamiento del Regimiento de la localidad de Azul, en un
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hecho de similares caractersticas al presente, y que haba


sido ejecutado por el mismo grupo guerrillero, tan slo unos 5
meses antes del que hoy nos toca conocer.
Me
bochornoso

dirijo

hecho

que

todos

acaba

los

de

argentinos

ocurrir

en

la

frente

al

provincia

de

Buenos Aires, en la localidad de Azul, en el Regimiento de


Tiradores

Blindados

terroristas

C-10,

realizara

un

donde
golpe

una
de

partida

mano,

de

asaltantes

mediante

el

cual

asesinaron al jefe de la unidad, coronel don Camilo Gay, y a


su seora esposa, y luego de matar alevosamente a soldados y
herir a un oficial y suboficial, huyeron llevando como rehn
al

teniente

Coronel

Ibarzbal.

Hechos

de

esta

naturaleza

evidencian elocuentemente el grado de peligrosidad y audacia


de los grupos terroristas que vienen operando en la provincia
de

buenos

aires

autoridades.

El

ante

la

gobierno

evidente
del

desaprensin

pueblo,

de

respetuoso

de

sus
la

constitucin y la ley, hasta hoy ha venido observando una


conducta

retenida

frente

esos

desbordes

guerrilleros

que

nada puede justificar en la situacin que vive la Repblica.


Tampoco

desde

nuestro

movimiento

hemos

querido

producir

un

enfrentamiento, desde que anhelamos la paz y propendemos a la


unin y solidaridad de todos los argentinos, hoy ocupados en
la reconstruccin y liberacin nacional. Pero todo tiene su
lmite. Tolerar por ms tiempo hechos como el ocurrido en Azul
donde se ataca una institucin nacional con los ms aleves
procedimientos, est demostrando palmariamente que estamos en
presencia
para

de

luchar

infiltran

verdaderos
en

con

fuerza

enemigos
contra

aviesos

el

fines

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de

la

patria,

Estado,

al

organizados

que

insurreccionales.

la

vez

Nuestro

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ejrcito,

como

el

resto

de

las

fuerzas

armadas,

que

han

demostrado su acatamiento a la Constitucin y a la ley en


provecho

de

una

institucionalizacin,

no

merecen

sino

el

agradecimiento del pueblo argentino que, frente a lo ocurrido,


deba sentirse herido en lo ms profundo de sus sentimientos
patriticos. Ya no se trata slo de grupos de delincuentes,
sino

de

una

organizacin

que,

actuando

con

objetivos

direccin forneos, ataca al Estado y a sus instituciones como


medio de quebrantar la unidad del pueblo argentino y provocar
un

caos

que

impida

la

reconstruccin

liberacin

en

que

estamos empeados. Es la delincuencia asociada a un grupo de


mercenarios

que

polticos

tan

actan

mediante

la

inconfesables

simulacin

como

de

mviles

inexplicables.

En

consecuencia ni el gobierno que ha recibido un mandato popular


claro y plesbicitario ni el pueblo argentino que ha demostrado
con

creces

su

deseo

de

pacificacin

liberacin,

pueden

permanecer inermes ante estos ataques abiertos a su decisin


soberana, ni tolerar el abierto desafio a la autoridad, que
pone

en

peligro

la

seguridad

de

la

ciudadana,

cada

da

expuesta a la accin criminal de esta banda de asaltantes. No


es

por

casualidad

que

estas

acciones

se

produzcan

en

determinadas jurisdicciones. Es indudable que ellos obedecen a


una impunidad en la que la desaprensin y la incapacidad lo
hacen posible, o lo que sera an peor, si mediara, como se
sospecha, una tolerancia culposa. En consecuencia, el gobierno
nacional, en cumplimiento de su deber indeclinable tomar de
hoy en ms las medidas pertinentes para atacar al mal en sus
races,

echando

movilizando

mano

todos

los

todo

el

medios

poder

de

necesarios.

su

autoridad

El

movimiento

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nacional

justicialista

movilizar,

asimismo,

sus

efectivos

para ponerlos decididamente al servicio del orden y colaborar


estrechamente

con

las

autoridades

empeadas

en

mantenerlo.

Pido, asimismo, a todas las fuerzas polticas y el pueblo en


general,

que

tomen

partido

activo

en

la

defensa

de

la

Repblica, que es la afectada en las actuales circunstancias.


Ya no se trata de contiendas polticas parciales, sino de
poner coto a la accin insolvente y criminal que atenta contra
la existencia misma de la Patria y sus instituciones, que es
preciso destruir antes de que nuestra debilidad produzca males
que

pueden

igualmente

llegar
a

los

ser

irreparables

compaeros

en

trabajadores

el

futuro.

una

Pido

participacin

activa en la labor defensista de sus organizaciones, que tanto


ha

costado

llevarlas

al

clima

magnfico

de

su

actual

funcionamiento. Esas organizaciones son tambin objeto de la


mirada codiciada de estos elementos, muchas veces disfrazados
de

dirigentes.

Cada

trabajador

tiene

un

poco

de

responsabilidad en esa defensa, y espero confiado, porque lo


conozco, que las sabrn defender como lo han hecho en todas
las

ocasiones.

El

aniquilar

cuanto

antes

este

terrorismo

criminal es una tarea que compete a todos los que anhelamos


una

patria

justa,

perentoriamente

libre

soberana,

movilizarnos

en

su

lo

que

defensa

nos
y

obliga

empearnos

decididamente en la lucha a que de lugar. Sin ello ni la


reconstruccin nacional ni la liberacin sern posibles. Yo he
aceptado el gobierno como un sacrificio patritico porque he
pensado que podra ser til a la Repblica. Si un da llegara
a persuadirme de que el pueblo argentino no me acompaa en ese
sacrificio, no permanecera un solo da en el gobierno. Entre
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las pruebas que he de imponer al pueblo es esta lucha. Ser


pues la actitud de todos la que impondr mi futura conducta.
Ha pasado la hora de gritar Pern; ha llegado la hora de
defenderlo.
El

discurso

Constitucional

Pern

caractersticas

al

resulta

un

realmente

dato

por

ante

objetivo
en
y

el

entonces

un

producido

reinaba

constitucionales

del

hecho

meses

de

despus

1974

democrticas

donde

quedaban

similares

en

incontrastable

ao

Presidente
Catamarca,

del
las

clima

que

autoridades

inermes

ante

el

accionar de estas bandas criminales.


Otra prueba del verdadero contexto que se evidenciaba
ante

el

obrar

democrtico,

lo

de

estas

constituye

facciones
la

durante

felicitacin

el

gobierno

cursada

por

el

Presidente del Bloque Justicialista de la Cmara de Diputados


a los integrantes del Regimiento A 17, por la neutralizacin
del foco de resistencia de los insurgentes ver fs. 791-; como
asimismo la que curs la propia Presidenta de la Nacin y su
ministro de Defensa ver fs. 792-. Estos elementos denotan la
clara y evidente preocupacin y consternacin que hechos de
esta

naturaleza

constituidas

que

provocaban
las

en

llevaban

las
a

autoridades

punto

tal

legalmente

de

reconocer

expresamente la tarea de las fuerzas en este caso, luego de


ser

vctimas

de

un

ataque-

que

lograban

su

reduccin

neutralizacin.
4) La sustancial diferencia entre los hechos de esta
causa y aquellos en que se han considerado acreditadas masivas
violaciones a derechos humanos.
El por dems claro contenido del referido discurso de
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Pern y su debida contextualizacin, aunado a la felicitacin


de las autoridades constitucionales por la desarticulacin del
foco guerrillero y a las propias caractersticas de los hechos
investigados en estas actuaciones, demuestran que la situacin
que se present en la Provincia de Catamarca en el mes de
agosto de 1974 resulta sustancialmente diferente y no guarda
ningn

tipo

de

relacin

con

otros

hechos

causas

que

fueron calificados como delitos de lesa humanidad, producidos


en el marco del perodo de facto 1976-83, donde nos ha tocado
intervenir

confirmar

innumerables

pronunciamientos

condenatorios de personal del ejrcito por violaciones a los


derechos humanos, a lo largo y ancho del pas, siguiendo la
doctrina

fijada

por

el

Alto

Tribunal

en

el

citado

fallo

Simn.
En

efecto,

hemos

confirmado

pronunciamientos

condenatorios por hechos producidos en el perodo de facto en


la

provincia

de

Tucumn,

en

la

causa

n.

13.085/13.049

Albornoz, Roberto y otros s/recurso de casacin, resuelta el


8 de noviembre de 2012, registro n 1586/12; en la Provincia
de Santa Fe, en la causa n 14.321 Amelong, Juan Daniel y
otros s/recurso de casacin e inconstitucionalidad, resuelta
el

de

diciembre

de

2013,

registro

2337/13;

en

la

Provincia de Mendoza en la causa n 14.328 Labarta Snchez,


Juan Roberto y otros s/recurso de casacin, resuelta el 8 de
febrero de 2013 registro n 38/13; y en esta Capital Federal y
la

Provincia

de

Buenos

Aires,

en

el

expediente

14.235

caratulado Miara, Samuel s/recurso de casacin, resuelta el


28 de octubre de 2014, registro n 2215/14, esta ltima de la
Sala IV, por los hechos conocidos como circuito AtlticoFecha de firma: 09/06/2016
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#169083#155067258#20160609103444279

Banco-Olimpo; entre muchas otras.


Cabe destacar que en esos expedientes, ya en el marco
del

gobierno

actuaciones

de

facto,

abarcaban

los

sucesos

innumerables

que

integraban

conductas

las

delictivas

llevadas adelante por integrantes de las fuerzas de seguridad,


entre ellas, allanamientos ilegales, privaciones ilegtimas de
la libertad, torturas a detenidos, homicidios y desapariciones
masivas de personas, a la par que se prob la existencia de
centros clandestinos de detencin en el territorio nacional
donde los agentes operaban en la clandestinidad y con total
impunidad garantizada por los militares que haban usurpado el
poder

as

cometer

sistemticas

masivas

violaciones

derechos humanos; todo ello en consonancia con las directrices


jurisprudenciales fijadas por el Alto Tribunal.
Tambin podemos citar, otro de los fallos donde nos
toc intervenir para juzgar los hechos que constituyeron la
mega causa conocida como Plan sistemtico de robo de bebes,
donde se acredit que en el marco de la represin ilegal,
muchsimas

vctimas

dieron

luz

fueron

mientras

despojadas

estaban

de

las

detenidas

criaturas
en

que

condiciones

infrahumanas en los centros clandestinos de detencin, donde


se

montaron

en

algunos

casos

verdaderas

maternidades

clandestinas, a la par que a los nios se les suprima la


identidad

eran

entregados

militares,

integrantes

de

fuerzas de seguridad o familias por ellos conocidas; todo ello


amparado por el poder del Estado usurpado por las autoridades
de

facto

(conf.

17.052

Acosta,

Jorge

Eduardo

otros

s/recurso de casacin e inconstitucionalidad, resuelta el 14


de mayo de 2014, registro n 753/14).
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Muy contrariamente a la situacin que se produca en


tales expedientes y que s deban considerarse delitos de lesa
humanidad de conformidad con la doctrina del fallo Simn ya
citado y Gualtieri Rugnone de Prieto, Ema Elidia y otros
s/sustraccin de menores de 10 aos causa n 46/85 A-, del
11/8/2009 ste ltimo para los casos de robo de bebes-, en
las presentes actuaciones, el hecho que nos toca juzgar, se
produjo en el marco de un Estado Democrtico de Derecho, donde
la

agresin

claramente

insurgentes

que

algunos

sus

de

fue

pretenda
ex

comenzada

atacar

tal

integrantes

en

el

por

una

como

lo

banda

de

confesaron

juicio

oral-

una

institucin de la Repblica, como lo era el Regimiento A 17,


para

apoderase

de

material

blico

en

aras

de

cumplir

sus

objetivos polticos particulares, desafiando a las autoridades


constitucionales

elegidas

por

el

voto

popular.

se

trat

adems de un grupo armado, que por los menos en dos ocasiones


logr superar a las fuerzas policiales y donde las autoridades
militares intervinieron ante la necesidad de terminar con el
foco de esa agresin que represent los 14 extremistas que
pretendieron resistir internndose en el monte, y con un claro
conocimiento

bajo

las

rdenes

de

los

poderes

ejecutivos

legalmente constituidos.
Queda claro pues que entre las causas donde hemos
confirmado condenas por delitos considerados de lesa humanidad
cometidos

durante

investigados

en

el

este

perodo
expediente,

de

facto,

no

existe

los

ningn

sucesos
tipo

de

relacin, semejanza o parangn que permita calificarlos como


integrantes
humanidad

de

esa

toda,

categora
es

por

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de

ello

delitos
que

la

que

afectan

sentencia

la

recurrida

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#169083#155067258#20160609103444279

presenta un dficit de fundamentacin a la hora de analizar y


contextualizar el objeto procesal de esta causa, que a esta
altura resulta insanable.
Ms an, ntese que a contrario de lo que suceda en
el perodo de facto donde no rega el Estado de Derecho y las
garantas

individuales

estaban

restringidas

anuladas, los guerrilleros que en

el

marco

directamente

de su accionar

optaron por procurar la fuga y que luego resultaron detenidos


por fuerzas policiales distinguindose as de aquellos que
pretendieron resistir militarmente internndose en el monte-,
fueron

puestos

procesados

disposicin

condenados

por

de
los

la

justicia

hechos

federal,

delictivos

que

cometieron, habiendo recuperado finalmente la libertad aos


despus. Al respecto, cabe remitirse a cuanto se desprende de
la

causa

original

nro.

6047,

labrada

por

los

hechos

en

cuestin producidos en Catamarca en agosto de 1974 y a las


declaraciones de los propios ex guerrilleros que depusieron en
el debate.
Este dato resulta revelador de la inexistencia de un
plan sistemtico y generalizado de persecucin a la poblacin
civil por razones polticas durante el perodo constitucional;
pues aquellos extremistas que decidieron huir luego de los
enfrentamientos o no entrar en combate con el ejrcito, al ser
capturados, quedaron sometidos a la justicia penal del estado
de derecho y fueron juzgados y sentenciados por los puntuales
hechos ilcitos que cometieron, lo que marca una sustancial
diferencia con la suerte que habitualmente se ha acreditado
corran aquellas personas que durante el perodo de facto 7683

ejecutaban

acciones

similares

incluso

se

limitaban

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expresar su discrepancia con el rgimen.


Aqu no se pretenden negar ni los excesos ni los
enfrentamientos que por razones polticas se producan en la
poca.

Sino

simplemente

poner

de

manifiesto

la

clara

indudable diferencia que existe entre los hechos que fueron


cometidos durante la ltima dictadura militar y que segn ya
defini

el

humanidad

Alto
por

Tribunal

resultar

deben

parte

ser
de

considerados

un

plan

de

lesa

sistemtico

generalizado de ataque a un sector de la poblacin

civil;

respecto de aquellos puntuales y desgraciados episodios que


tuvieron

lugar

durante

el

gobierno

constitucional

democrtico que de manera alguna pueden encuadrarse en aquella


categora

de

delitos

conjunto.

Mxime

en

que

afectan

supuestos

como

la
el

humanidad
analizado

en
en

su
este

legajo, donde qued puesto de manifiesto que el origen del


enfrentamiento
voluntaria
atacar

una

que

se

exclusiva

institucin

produjo,
de

una

oficial

obedeci

banda

armada

en

marco

el

la

decisin

que

pretendi

de

un

perodo

constitucional y democrtico, con objetivos particulares pero


distintos a los plasmados en nuestra Constitucin Nacional.
5) La inaplicabilidad de la jurisprudencia que se
desprende de la causa conocida como Masacre de Trelew a los
hechos que integran este expediente.
Por otra parte, tampoco es posible trazar un paralelo
entre el objeto procesal de las presentes actuaciones y los
hechos analizados y juzgados en el precedente de esta Sala III
con otra integracin y sin la intervencin del suscriptoPaccagnini, Norberto Rubn y otros s/recurso de casacin,
causa n 17.004,resuelta el 19 de marzo de 2014, registro n
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346/14, relativo a los acontecimientos popularmente conocidos


como Masacre de Trelew y que fueran considerados delitos de
lesa humanidad.
Y ello es as, por la simple razn de que en el
referido expediente, se tuvo por probado no solamente que los
guerrilleros detenidos fueron sacados de la intervencin del
magistrado que previno, sino que adems esa orden provino del
Presidente de facto General Lanusse, lo que evidencia que el
contexto

poltico

era

diametralmente

opuesto

al

que

se

verifica en este proceso. Fue entonces que en el marco de un


rgimen de facto, con sustraccin de las personas detenidas de
las normas legales, y por orden de una autoridad ilegtima, se
produjeron los fusilamientos.
En ese orden, segn los hechos que se tuvieron por
acreditados

en

el

precedente

Paccagnini

antes

citado,

un

grupo de 19 personas que se haba fugado previamente del penal


de Rawson, ocuparon dicho aeropuerto, reteniendo a distintas
personas y luego de una negociacin conducida por el jefe de
las

fuerzas

militares

que

rodearon

el

lugar,

Capitn

de

Corbeta Luis Emilio Sosa, se rindieron con condiciones a las


autoridades, ocasin en que tambin se encontraba presente el
Jefe de la Base Aeronaval Almirante Zar, Capitn de Fragata
Rubn

Norberto

Paccagnini.

Dicha

negociacin

incluy

la

rendicin de las 19 personas y la entrega de sus armas a


condicin

de

que

fueran

revisados

por

un

mdico

para

certificar su buen estado de salud, que hizo el Dr. Atilio


Viglione y regresar a sus alojamientos en el penal de Rawson,
[siendo]

garantes

de

las

negociaciones

el

acuerdo,

el

entonces Juez Federal Dr. Godoy, el Dr. Amaya y periodistas


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all

presentes,

quienes

recibieron

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manifestaciones

de

los

voceros fugados en improvisada conferencia de prensa, filmada


por Canal 3 de Trelew. Surge asimismo de la lectura del fallo
que [e]ntregadas las armas fuera del aeropuerto, se acerca el
vehculo de la Base para el traslado, dando el Capitn Sosa
las instrucciones respectivas y tambin ascendieron al mnibus
de

la

Armada

Argentina,

el

Dr.

Mario

Abel

Amaya,

el

Subdirector del Diario El Chubut Adolfo Samyn, el periodista


Hctor Gabriel Castro, el Director del Diario Jornada, Sr.
Feldman,

el

Juez

Federal

Dr.

Alejandro

Godoy

otros

militares, pero antes de ponerse en movimiento, el Jefe de la


Base Aeronaval Almirante Zar, Capitn de Fragata Paccagnini,
le hizo saber al Capitn Sosa y al Juez Godoy que debido a una
disposicin del entonces Comandante en Jefe de las Fuerzas
Armadas y Presidente de facto de la Nacin, Teniente General
Alejandro Agustn Lanusse, se haba declarado el estado de
emergencia y ordenado el traslado de los detenidos a la Base
Aeronaval, a lo cual el Juez Godoy protesta y les record a
los jefes militares lo convenido, apoyado por los periodistas
testigos
siendo

de

una

las

negociaciones,

orden

del

contestando

Comandante

en

Jefe

Paccagnini
de

las

que

Fuerzas

Armadas, como militar deba cumplirla y llevarlos a la Base y


el

Juez

Godoy

solicit

comunicarlo

personalmente

los

detenidos y que con el Dr. Amaya y los periodistas tambin


iran en el mnibus, lo que hicieron, no sin antes expresar
los diecinueve detenidos que teman por su seguridad y vida si
iban all. Llegaron a la Base Aeronaval Almirante Zar de
Trelew, alrededor de la medianoche del 15 al 16 de agosto de
1972 ingresando los cautivos al edificio de guardia del lugar
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y en la entrada o guardia externa, un oficial de la Marina les


dijo a los civiles que no corresponda que permanecieran all
y volvieron a la ciudad de Trelew () El 22 de agosto de 1972,
en las primeras horas de la madrugada, aproximadamente a las
3:30 horas, cuando estaban en las celdas descansando todos los
detenidos,

llegaron

al

lugar

armados

el

Capitn

Sosa,

el

Capitn Herrera, el Teniente Del Real, el Teniente Bravo y


otro suboficial y le indicaron al Cabo Marandino, de guardia
armada all, que abriera las celdas y as hizo y despertaron
abruptamente
llevar

los

depositar

prisioneros,

ordenadamente

la
las

mayora

les

colchonetas

hicieron
y

mantas

provistas para dormir, desde cada calabozo al hall central del


comienzo del pasillo, luego les ordenaron alinearse en fila
con la cabeza gacha, en el pasillo divisor de los calabozos y
a la altura del que corresponda a cada uno, dando frente al
hall de acceso. Instantes despus a poco ms de tres metros de
distancia,

los

efectivos

navales,

dispararon

promiscuamente

desde varias bocas de fuego, ametralladoras PAM y pistolas


calibre 45 (equivale a 11,25 mm), rfagas y breves disparos
aislados.
Como

se

aprecia

de

la

simple

lectura

de

las

transcripciones efectuadas, los acontecimientos probados en el


marco de dicho expediente presentan diametrales diferencias
con los investigados en esta causa. Es que en el precedente
Paccagnini,

exista

un

gobierno

militar,

los

detenidos

fueron sacados de la tutela del juez que previno por orden de


un Presidente de facto y fueron ejecutados luego de estar 6
das detenidos en una base naval en una situacin de clara y
absoluta

indefensin.

Por

el

contrario,

en

las

presentes

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actuaciones, no hay dudas de que nos encontrbamos ante un


gobierno

democrtico

que

el

origen

de

la

intervencin

militar en el monte Catamarqueo no slo fue realizada con


conocimiento y autorizacin de las autoridades legtimas, sino
que

adems

tuvo

voluntaria

de

su

un

gnesis

grupo

en

armado

la

que

accin

consciente

pretendi

asaltar

y
una

institucin de la repblica y en la decisin de parte de ese


conjunto de resistir militarmente hasta el final.
6) Sobre la materialidad de los sucesos que conforman
el objeto procesal de las actuaciones.
Establecido

pues

que

los

hechos

materia

de

juzgamiento y atribuidos a los acusados no pueden considerarse


cometidos dentro

de

un

plan

sistemtico

de

ataque

masivo

contra la poblacin civil, y por aadidura que no pueden ser


catalogados como delitos de lesa humanidad y determinado que
tampoco

guardan

ningn

tipo

de

relacin

con

los

eventos

investigados y sentenciados en el precedente Paccagnini de


la

Sala

realmente

III,
se

corresponde

ha

comprobado

verificar
que

los

de

todos

guerrilleros

modos,

si

finalmente

abatidos en el monte Catamarqueo lo fueron producto de un


fusilamiento luego de haberse rendido o, por el contrario, su
deceso

se

produjo

consecuencia

del

propio

enfrentamiento

armado con las fuerzas legales del ejrcito y policas que


participaron

del

rastrillaje

final

en

busca

del

foco

de

insurgentes.
El anlisis de la prueba tendiente a determinar si
hubo fusilamiento o enfrentamiento armado, resulta en el caso
fundamental,

pues

ello

nos

permitir

establecer

si

puede

sostenerse que haya habido aunque puntual- alguna violacin


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grave a los derechos humanos que recaiga bajo el estndar que


sobre el particular ha establecido la Corte Interamericana de
Derechos Humanos en numerosos precedentes (as, por ejemplo,
C.I.D.H. casos Barrios Altos, sentencia del 14/3/2001, serie
C nro. 75; Masacre de Mapiripn sentencia del 15/9/2005,
serie C nro. 134; Masacre de Pueblo

Bello sentencia del

31/1/2006, serie C nro. 140; Bulacio sentencia del 18/9/2003


Serie C n 100, Bueno Alves sentencia del 11/5/2007 Serie C
n164 , Bayarri sentencia del 30/10/2008 Serie C n 187,
entre

muchos

otros),

que

imponen

el

deber

Estatal

de

investigar judicialmente de manera seria, completa e imparcial


la verdad real de los hechos y eventualmente sancionar a sus
responsables,

an

costa

de

las

disposiciones

de

derecho

interno que puedan resultar un obstculo para la persecucin


penal.
Ingresando, pues a esta tarea, notamos que en la
sentencia puesta en crisis, el tribunal a quo para sostener
que el da 12 de agosto de 1974 se produjo el fusilamiento de
los insurgentes, tuvo en cuenta que cuando el ejrcito tom el
mando de las operaciones con la colaboracin de la polica de
la provincia y los integrantes del ERP fueron localizados,
stos se encontraban afectados fsicamente, dado que estaban
sin comer, dormir [y] desarmados. Esta ltima aseveracin, la
prob con cita de las declaraciones de Mustaf, Gutirrez,
Lescano, Paz, Videla, Durdos y Giardino.
Sin

embargo,

conceptuamos

que

las

manifestaciones

de

los

testigos mencionados, en modo alguno tienen entidad suficiente


para aseverar con certeza y ms all de toda duda razonable,
que

los

insurgentes

que

se

apostaron

en

el

monte,

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efectivamente estuvieran desarmados.


Y ello es as, por dos cuestiones bsicas de sentido
comn. La primera es que los testigos precitados, no slo
integraban

las

interesada

en

filas
el

del

pleito,

ERP

sino

por

que

ende

adems

resultan
a

parte

excepcin

de

Gutirrez que nunca fue detenido porque pudo escapar- fueron


condenados

por

la

justicia

copamiento

del

Regimiento,

federal
mediante

por

el

intento

de

pasada

en

sentencia

autoridad de cosa juzgada dictada con fecha 27 de marzo de


1987, es decir, tambin durante un perodo democrtico. De
all

que

el

valor

de

sus

manifestaciones

carecen

de

la

objetividad necesaria para tenerlos como indicativos de una


verdad irrefutable.
En

efecto,

surge

de

la

causa

original

que

se

sustanciara con motivo de los hechos cometidos por el grupo


armado expediente nro. 6047- que corre por cuerda, que Mario
Miguel Paz, Ral Isidro Lescano, resultaron condenados por los
delitos

de

homicidio

en

ria,

lesiones

graves

en

ria,

lesiones leves, asociacin ilcita calificada, tenencia y uso


de

documentos

apologa

del

falsos,

contra

la

seguridad

delito,

robo,

tenencia

comn,

ilegtima

sedicin,
de

armas,

municin de guerra y explosivos, a la pena de 14 aos de


prisin.

En

la

misma

pieza

se

conden

Alfredo

Hiplito

Mostaf, Rodolfo Giardino, Ramn Pablo Videla y Juan Carlos


Durdos, en orden a los delitos de lesiones graves en ria,
lesiones leves, asociacin ilcita calificada, tenencia y uso
de

documentos

apologa

del

falsos,

contra

la

seguridad

delito,

robo,

tenencia

comn,

ilegtima

sedicin,
de

armas,

municiones de guerra y explosivos, a la pena de 10 aos de


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prisin fs. 2939/51- (sic).


Pero adems, la insuficiencia de sus manifestaciones
sobre el extremo a dilucidar queda revelada, a poco que se
repara

en

que

ninguno

de

los

nombrados

poda

conocer

si

efectivamente los insurgentes que se encontraban en el monte


estaban

desarmados, por la sencilla razn de que ellos no

estuvieron en ese momento presentes en el lugar del hecho. Es


que estos testigos, fueron parte de aquellos que luego del
primer

enfrentamiento

direcciones

fueron

agosto

de

1974

estuvo

internado

con

polica

capturados

salvo
en

la

Gutirrez

el

monte-,

huyeron

detenidos
que

por

en
el

escap,
lo

que

distintas
da

pero

11

de

tampoco

desconocen

los

pormenores de lo sucedido al otro da con sus compaeros que


optaron por internarse en las sierras y resistir. En otras
palabras, son testigos de odas y sus dichos no constituyen
prueba directa del estado de los combatientes, es decir, si
estaban

armados

no

menos

an

si

se

produjo

no

un

enfrentamiento ni cuales fueron eventualmente sus pormenores.


Otras de las pruebas que el tribunal ponder en su
afn

de

demostrar

declaraciones

los

mentados

testimoniales

de

fusilamientos,
los

abogados

fueron

Jorge

las

Domingo

Marca y Julio Marcolli (abogado defensor de los detenidos del


grupo ERP) y del seor Simn Gmez (integrante del partido de
frente

de

izquierda

popular),

quienes

habran

procurado

interceder y negociar antes de que se produjera el ingreso al


lugar de las fuerzas conjuntas.
Ms all de que las particulares intenciones de los
testigos resultaran infructuosas, apreciamos que lo nico que
sus

dichos

eventualmente

pueden

probar

es

que

existi

una

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decisin de ingresar al monte para neutralizar al grupo de


insurgentes

que

se

encontraban

all

internados

luego

del

intento de copamiento de una institucin del Estado en un


perodo democrtico que haba puesto en vilo a la Provincia.
Ms

en

modo

suficiente

alguno

para

conceptuamos

acreditar

como

que

sirvan

errneamente

de
lo

basamento
tomara

el

tribunal- que ese grupo estuviera desarmado y, menos an, que


sus integrantes fueran fusilados una vez que se rindieran y
sin producirse enfrentamiento militar alguno entre las partes.
Incluso, no podemos dejar de observar que el gobernador Mott,
que depuso en el juicio, expresamente destac que no tom
conocimiento de la intervencin de personas por mediar por la
vida de estas personas (ver acta de debate a fs. 3761). Y ms
an

especific

[Ministro

de

fusilamiento,
armada

()

su

segn

estado

cuando

gestin]

cree

enfrentamiento,
haber

que

que
la

que

en

el

no

todo

lleg
le
se

informacin
para

hablar

lugar,

inform

la

respecto

desarroll
que
de

Provincia
desde

Toro

ningn

una

lucha

tiene

el

testigo

fue

masacre

el

tendra

que

entonces

es

todo

una

opinin

personal, hubo enfrentamiento sic- (fs. 3762vta./3763 de la


referida acta).
Notamos asimismo que el tribunal tambin pretendi
valorar como prueba de los fusilamientos y de la decisin del
ejrcito de no parlamentar, lo que surge del libro histrico
del RIA17, en cuanto se consigna en la Seccin Acciones de
Guerra que el Regimiento de Infantera Aerotransportado 17,
establece un cerco en la zona de Banda de Varela a fin de
aniquilar mediante un posterior rastrillaje a los individuos
esparcidos en dicho lugar.
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En este punto, se hizo hincapi en lo declarado por


el testigo Carlos Horacio Fernndez Surez, quien a la fecha
de los hechos se desempeaba como Mayor del Ejercito en el
RIA17,

particularmente

en

cuanto

sostuvo

que

llevaba

el

parte de guerra en el cual se van narrando los sucesos y que


si bien dijo no recordar haber escrito la palabra aniquilar,
apunt que no obstante as est escrito y que no desconoce
el documento.
Parecera ser entonces que el a quo para sostener la
hiptesis

de

un

fusilamiento

de

los

insurgentes,

pretendi

hacer especial nfasis en el vocablo aniquilar como si esa


palabra por s sola implicara sin ms la decisin de fusilar a
personas desarmadas.
Semejante conclusin amn de resultar antojadiza y
subjetiva, advertimos que no se compadece con otras pruebas
producidas

en

el

debate

que

fueron

parcializadas

bien

olmpicamente omitidas a la hora de efectuar la valoracin


probatoria.
En ese sentido, ya de la propia declaracin del Mayor
Fernndez Surez citada por el tribunal, se aprecia que el
nombrado,

cuando

explic

los

recuerdos

que

tena

de

lo

sucedido con el intento de ataque al regimiento, dijo que en


la madrugada del da 11, a las 08:30hs recin se dio la orden
de salir a rastrillar a los sujetos. Adems despus hubo la
orden de replegarse. Dice que el gral. Della Croce vino el
domingo a las 09am y que la reunin fue con Cubas y con el 2do
jefe,

Barufaldi.

que

en

ningn

momento

se

habl

de

fusilamiento ni nada, se trataba de salir a tomar prisioneros


(fs. 3941vta. de la sentencia, el resaltado nos pertenece).
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Aqu
parcialmente
tomando
haber

el

se
la

pues

declaracin

mero

plasmado

aprecia

del

reconocimiento
en

el

que

el

tribunal

ponder

testigo

Fernndez

Surez,

que

libro

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V. y otros s/recurso de casacin

realiz

de

el

novedades

nombrado
la

de

palabra

aniquilar, pero omitiendo valorar que a la vez explic que


durante las operaciones nunca se habl de fusilamientos y que
incluso se trat de salir a buscar prisioneros.
Pero hay ms, porque el valor que como prueba de
cargo el tribunal pretendi asignarle a un documento por el
slo

hecho

aniquilar,

de

que

queda

consignara

desterrado

la

tan

poco

que

mentada
se

palabra

repara

en

la

declaracin testimonial que en el debate prest el militar


retirado y oficial del estado mayor egresado de la escuela
superior de guerra Hctor Evaristo Snchez, quien sobre el
concepto referido expuso el aniquilamiento es el efecto que
se busca para destruir fsicamente o moralmente al oponente o
enemigo, pero eso no significa que se busque una destruccin
indiscriminada, sino fundamentalmente se busca que el enemigo,
a travs de la disminucin de sus dispositivos pueda afectar
su

espritu

moral

en

la

lucha.

El

aniquilamiento

es

el

efecto supremo o final de cualquier combatiente, pero en las


operaciones de combate se busca, no solo eliminar fsicamente,
sus propiedades o materiales, sino disminuir su capacidad de
lucha. Un ejemplo muy claro, San Martn para conseguir el
poder del virreinato del Per, entrando a Lima sin disparar un
solo tiro. Dice que el trmino aniquilamiento est incorporado
en

la

terminologa

castrense

de

las

FFAA

(ver

fs.

3942yvta/43).
Esta

prueba

que

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descarta

la

hiptesis

de

que

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el

termino

aniquilar

implique

necesariamente

la

decisin

de

fusilar gente desarmada o la inexistencia de un enfrentamiento


entre grupos antagnicos, fue omitida por el tribunal a la
hora

de

ponderar

el

plexo

probatorio,

lo

que

constituye

claramente otro supuesto de arbitrariedad en la valoracin de


las pruebas.
Ms an, ntese que en el discurso del Presidente
constitucional Juan Domingo Pern que hemos citado ms arriba
y que brind con motivo de los lamentables sucesos acaecidos
meses

antes

necesidad

de

en

la

localidad

aniquilar

el

Azul,

tambin

accionar

de

se

estas

menciona

la

bandas;

sin

embargo, nadie racionalmente se atrevera a sostener que con


esa manifestacin el General Pern estaba dando la orden de
matar indiscriminadamente a todo integrante de esas facciones
an cuando estuvieran desarmados.
Por

otra

parte,

siempre

en

la

misma

lnea,

advertimos que el tribunal tambin ponder la declaracin de


Antonio

Mndez

para

acreditar

la

existencia

de

dos

asesinatos, en un primer momento, cuando un miembro del ERP al


intentar escapar por un arroyo, lo rematan por la espalda dos
militares sin darle la voz de alto, y en un segundo momento,
cuando el polica Chazarreta tuvo un incidente con un miembro
del ERP quien se encontraba vivo, resultando posteriormente
asesinado.
Sin embargo, la conclusin del tribunal no es del
todo

acertada,

depuesto

por

pues

Mndez,

si
se

nos

atenemos

advierte

que

al
los

contenido

de

extremistas

lo
que

fueron abatidos an estaban dispuestos a seguir combatiendo,


lo que evidentemente deba como contrapartida llevar a los
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integrantes

de

las

fuerzas

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constitucionales

reaccionar

rpidamente si es que pretendan preservar sus vidas, ms an


cuando momentos antes, durante un primer rastrillaje, el cabo
Acevedo haba sido ejecutado con un disparo en la cabeza por
los insurgentes.
En efecto, Mndez relat que durante el operativo,
mientras sacaban algunos cuerpos de personas ya fallecidas,
uno de los supuestos extremistas estaba en el suelo y lo vio
que quiso tomar una pistola 45 y no sabe quien pero ah le
dispararon; agreg que de repente dieron la voz de alto de
que una persona se fuga y comenzaron a dispararle con fusiles
FAL, que eran soldados y le arrojaron varias granadas. Con
relacin

al

episodio

de

Chazarreta,

expres

que

mientras

sacaban a los abatidos uno estaba vivo, que el testigo lo


lleva del brazo izquierdo y en la parte superior los reciban.
En ese momento, este hombre le pega y cae sobre los cuerpos,
todava

calientes,

le

arrebata

casi

le

arrebata

la

escopeta itaca a un sargento Chazarreta, y alguien, no vio


quien fue, se sac la pistola con rapidez y le peg un tiro en
la cabeza (fs. 3903/vta. y 3904).
Como se advierte del relato del testigo y ms all de
la confusin que se genera sobre

si se trataron de dos o tres

episodios, lo cierto es que el tribunal parece haber obviado


que en el primer caso, el extremista abatido pretendi tomar
una pistola 45 en evidente actitud de seguir combatiendo; que
en el segundo supuesto hubo voz de alto; y que en el tercero,
la

persona

finalmente

abatida

le

arrebat

pretendi

hacerlo- una itaca a un sargento antes de ser ultimado.


Se

presenta

natural

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en

el

marco

de

un

operativo

127

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blico,

luego

de

dos

das

desde

el

inicio

de

los

enfrentamientos que frustraron el intento de compamiento del


Regimiento,

cuando

en

esas

horas

previas

los

insurgentes

haban herido a dos policas, reducido patrullas policiales e,


inclusive,
integrantes

haban
de

asesinado

las

de

fuerzas

de

un

balazo

seguridad

que

uno

de

los

ingresaron

al

monte, que la actitud combativa de pretender apoderarse de una


pistola 45 o de una itaca, no iba a ser respondida con una
mera advertencia o llamado de atencin. Una interpretacin de
esa

naturaleza,

resultara

contraria

las

ms

elementales

pautas de la lgica, razn y sentido comn.


Conceptuamos

entonces

que

aqu

una

vez

ms,

el

tribunal no slo parcializ la prueba testimonial precitada,


sino que descontextualiz los hechos, pretendiendo fundar una
versin

de

los

acontecimientos

absolutamente

antojadiza

subjetiva, que no se corresponde con la realidad que puede


presentarse en el marco de un conflicto militarizado como el
que lamentablemente se produjo en el monte Catamarqueo.
Finalmente,
fusilamiento
declaracin

de

notamos

los

que

para

extremistas,

testimonial

del

ex

el

tener
a

por

quo

conscripto

cierto
ponder

Jos

el
la

Fernando

Gambarella quien en su declaracin testimonial como en la


inspeccin ocular llevada adelante en el lugar de los eventos
disvaliosos manifest cmo cuatro personas que se encontraban
con

las

manos

perteneciente

en
al

alto,

fueron

ejrcito,

ultimadas

quien

les

por

un

dispar

individuo

con

un

fal

automtico (afirmacin del tribunal contenida en la sentencia


recurrida a fs. 3954/vta.).
Sin

perjuicio

de

la

dudosa

credibilidad

de

las

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manifestaciones del testigo mencionado que se desprende de la


circunstancia de ser prcticamente la nica persona que, 40
aos despus de sucedidos los hechos, ha relatado una escena
explcita de fusilamiento y que como veremos ms adelante no
se han mantenido inalterables durante el proceso-, lo cierto
es

que

los

dichos

cuestionados
ponderados

por

de

as

otra

manera

volcados
serie

de

conjunta,

se

presentan

elementos
permiten

de

cuanto
prueba

controvertir

menos
que,
o

al

menos cuestionar la existencia de los fusilamientos y, por


aadidura, parecen reafirmar la hiptesis de concurrencia de
un verdadero enfrentamiento.
Y esos elementos, precisamente, se desprenden de las
constancias

documentales

incorporadas

en

la

causa

original

nro. 6047 que se formara con motivo del intento de copamiento


del regimiento, de las cuales surge no slo que el grupo de
insurgentes se encontraba fuertemente armado, sino que adems
sus integrantes estaban decididos a combatir hasta el final, y
que as lo hicieron en las reiteradas ocasiones en que se
vieron frente a las fuerzas del orden.
En efecto, de la lectura del expediente 6047 del ao
1974, se desprende que ya desde el primer momento en que el
personal policial se acerc al mnibus con los insurgentes y
se los exhort a que descendieran del vehculo stos lejos
de

acatar

comandada

lo
por

ordenado
el

abrieron

suscripto

fuego

[Oficial

contra

Principal

la
Rene

patrulla
Rolando

Romero], por tal motivo se intercambi por espacio de una hora


numerosos disparos, que oblig a los extremistas a replegarse
hacia el interior de la Banda de Varela, dndome oportunidad
para recorrer los tres kilmetros distantes de la Ruta 62 en
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donde tom un automvil de alquiler el que se acertaba a pasar


por las inmediaciones conducindome hasta la entrada de Banda
de Varela, en donde se acertaba pasar un coche patrullero,
desde donde me puse en contacto con el Comando Radioelctrico,
alertndolo de lo ocurrido a la vez que le manifest que por
lo menos dos de nuestros hombres se encontraban heridos (fs.
1).
La
policial,

circunstancia

los

de

extremistas

que

ante

abrieron

la

fuego

mera

presencia

primeramente,

se

encuentra corrobora por la declaracin testimonial del chofer


del colectivo que los trasladaba al lugar. El mnibus haba
sido primigeniamente contratado por los guerrilleros y luego
tomado

por

los

prcticamente
Vctor

integrantes

secuestrado.

Amicci,

relat

del

grupo

Ciertamente,

ver

fs.

con

el

19/24-,

el

chofer

conductor
en

lo

que

Luis
aqu

interesa, que despus de la una el copamiento era a la


dos-, se acerca uno de los centinelas a Santiago [ste era
aparentemente

el

lder

del

grupo]

de

que

avanzaban

dos

vehculos, cuando estos entran en el rea visual, reconocen


que eran vehculos de la Polica, por lo que Santiago dispone
que todos se agachen e incluso el declarante tambin. Minutos
despus, una persona desde la puerta del mnibus, ordena que
todos los ocupantes del mismo deban bajar, que eran ellos de
la Polica, por lo que Santiago orden abrir fuego en contra
de ellos y as lo hicieron.
Debe

tenerse

presente,

que

el

colectivo

que

trasportaba a los insurgentes haba sido contratado en Tucumn


por

vas

legales,

guerrilleros

lo

pero

una

desviaron

vez

hacia

a
su

bordo

del

objetivo,

mismo,
quedando

los
el

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chofer Amicci como una surte de rehn que slo poda obedecer
las directivas que se le indicaban.
Explicitado

ello

continuando

con

el

relato

del

testigo, Amicci aclar que se produjo un intenso tiroteo e


incluso dio cuenta de que uno de los integrantes del grupo
comenz a gritar nos rendimos, pero en realidad al parecer
fue nada ms que una treta, porque segundos despus comenzaron
a disparar". Tambin Amicci puso de manifiesto la llegada de
dos vehculos de apoyo, un Ford 350 tipo furgn y una pick up
ford,

de

los

cuales

vio

descender

personas

transportar

bolsas, como asimismo dio cuenta de la dispersin que luego


emprendieron

los

insurgentes,

quedando

as

en

evidencia

la

capacidad de fuego y el grado de organizacin de la banda de


extremistas, que reciba en forma coordinada apoyo logstico
material y humano.
Cabe destacar asimismo, que se dej constancia en la
causa que, de este primer enfrentamiento, resultaron heridos
el

Oficial

Carlos

Sub-Ayudante

Alberto

Muller,

Elpidio
el

Jaime

primero

con

el

un

Agente

disparo

chofer
de

bala

posiblemente itaka en la pierna izquierda, mientras que el


segundo con un balazo en el cuello (ver fs. 4/vta).
La efectiva ocurrencia de las gravsimas lesiones que
presentaban
informes

los

mdicos

uniformados,
adunados

quedaron
esa

causa.

probadas
As

con
fs.

9,

los
se

acredit respecto de Elpidio Jaime que El herido entr a la


guardia en estado de shock hipervolmico por la hemorragia
abundante. Presenta en la cabeza una herida por arma de fuego
que

alcanz

regin

rozar

occipital

lastimar

izquierdo

Fecha de firma: 09/06/2016


Firmado por: LILIANA E. CATUCCI, JUEZ DE CAMARA FEDERAL DE CASACION PENAL
Firmado por: EDUARDO R. RIGGI, JUEZ DE CAMARA FEDERAL DE CASACION PENAL
Firmado por: ANA M. FIGUEROA, JUEZA DE CAMARA FEDERAL DE CASACION PENAL
Firmado(ante mi) por: WALTER D. MAGNONE, PROSECRETARIO DE CAMARA

un

el

cuerpo

orificio

cabelludo
que

de

la

perfora

el

131

#169083#155067258#20160609103444279

pabelln auricular izquierda. Una herida de bala que atraviesa


el tercio inferior del muslo izquierdo con orificio de entrada
en la cara posterior interna y salida en la parte anterior
externa. El proyectil en su trayecto ha producido la fractura
del fmur con hemorragia grave. Por su parte, a fs. 11 se
comprob

respecto

de

Juan

Alberto

Muller

que

Presenta

un

disparo por arma de fuego en el crneo con orificio de entrada


a nivel ngulo () occipital y con orificio de salida a 1 cm a
la izquierda de la lnea media () sin haber atravesado la
tabla sea, labrando un tnel por debajo del cuero cabelludo.
El disparo al parecer fue de corta distancia.
Asimismo,

del

acta

de

fs.2/3vta,

se

desprende

el

altsimo poder de fuego que tena el grupo guerrillero para


este primer enfrentamiento, de acuerdo al material blico que
en esa ocasin se secuestrara dentro del colectivo luego del
intercambio

de

disparos.

Ciertamente,

surge

del

acta

lo

siguiente: Siguiendo con la inspeccin de visu del rodado,


notase gran cantidad de sangre en los asientos y piso del
mismo, como as cantidad de balas servidas, predominando tanto
las de FAL, calibre 11.25 y 9mm respectivamente. Asimismo se
produce la incautacin de los siguientes efectos: un revolver
marca Smith y Wesson, el mismo, lleva N 581457, una pistola
cal.

11,25,

automtica

que

se

lee

Ejrcito

Argentino

22141, y en la empuadura presenta un nmero N45990, una


pistola calibre 45, Ballester Rigaud, N 13831 y que en la
empuadura lleva el N 7539, en la corredera se lee Ejrcito
Argentino, una pistola colt, 11,25 que se lee Polica de la
Provincia

N4528,

adems

se

lee

Polica

Federal

Colt

Automtico- y tiene la efigie de un caballo Gobernmet ModeloFecha de firma: 09/06/2016


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C233009, con manchas de sangre; una pistola ametralladora PAM


N1,

cal.

9mm

15941,

con

una

correa,

otra

pistola

ametralladora PAM cal. 9 mm N 12469, con correa y ambas con


escudo

EA,

seis

pelotitas,
denominado

fabricacin

FAL

encontraban

granadas

con

cal

de

mano,

cuatro

militar,

7.62,

cargadores

un

52452.

con

alargadas

fusil

Todas

proyectiles

dos

ametrallador

estas

armas

colocados

se
los

mismos para abrir fuego. Asimismo se deja constancia de que se


procede al secuestro de cargadores de las armas mencionadas,
que aun con diferentes numeraciones, estn colocadas en las
armas y son N 18663, 52851, y 1133, estos con cargadores para
FAL. Asimismo se procedi a la incautacin de cinco cargadores
para pistola ametralladora PAM cal 9 mm, cuya numeracin es
16292, 16293, y tres sin numeracin de identificacin. Adems
diez

cargadores

101334,

39182,

para
y

pistola
los

colt

45,

restantes

cuya
sin

numeracin

es:

numeracin

de

identificacin visible. Asimismo se ha encontrado abandonado


en el interior del mnibus y alrededores, cartucheras para
pistola cal. 45, en un total de cuatro, dos sin cinturn y dos
con

cinturn,

tipo

militar,

sin

marca

ni

numeracin,

aclarndose que una tiene adems porta-cargador y bandolera,


tambin un porta-cargador para pistola 9mm, con cinturn y
bandolera,

una

funda

para

pistola

de

loneta,

con

gancho,

cuatro hierros con ua y palanca respectivamente, un juego de


cuchillo y tenedor en un estuche. La cantidad de doscientos
nueve

cartuchos

9mm

que

se

recepcionaron

de

distintos

cargadores; doscientos un cartuchos para fusil FAL, sesenta y


nueve cartuchos cal. 11,25, diez vainas de igual calibre, un
cartucho cal. 12 grande, para Itaka, diecisis vainas cal. 9mm
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y diez vainas cal. 7.62. Adems como se puntualiza, en el


interior

del

vehculo,

se

han

encontrado

dos

proyectiles

revestido de bronce, uno de los cuales se encuentra aplanado


y el otro con sangre. Se ha encontrado en los revlveres 38 y
bolsas de plstico, la cantidad de treinta y cinco proyectiles
calibre 38 largo.
El podero de fuego de los asaltantes no termin
all, pues del acta de fs. 4, y a partir de la dispersin de
los miembros del grupo por distintos lugares luego del primer
enfrentamiento, surge que a la altura del kilmetro cuatro y
medio de la Ruta n 62, se procedi al secuestro del siguiente
armamento: un fusil FAL (fm) n 18888, con tres cargadores
para el mismo, N 18912, 18915 y 15735, una pistola itaka N
2631, con tres cartuchos, tres granadas F.M., con detonantes
con

seguros,

N03814,

un

un

fulminante

cargador

para

para

dinamita,

pistola

45,

un

fusil

99541,

FAL,

ciento

cuarenta y tres proyectiles cal. 762mm, treinta proyectiles


cal. 38 largo.
Pero adems, tambin surge de las actuaciones que los
distintos

sub

grupos

de

esta

banda

dispersados

por

la

provincia, tambin se encontraban armados y tenan una clara


capacidad

para

enfrentar

las

fuerzas

de

seguridad.

En

efecto, del acta de fs. 4/vta, se aprecia que a raz del


ataque del que fuera objeto el personal de la polica de la
provincia,
atacaron

por
a

parte

fuerzas

de

elementos

policiales

subversivos,
de

la

los

regional

mismos
N

2,

desvistindolos, apoderndose de sus armas reglamentarias y de


los mviles en los que se conducan y que llevaban los nmeros
mvil 51 y mvil 59, respectivamente..
Fecha de firma: 09/06/2016
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Tambin se nota que los extremistas no tenan reparo


en cometer delitos respecto de civiles que habitaban en el
lugar, pues de la misma acta surge que los mismos elementos
en

la

localidad

de

La

Puerta,

se

apoderaron

adems

de

un

citroen propiedad del sacerdote de aquella parroquia y de otro


automvil propiedad del Dr. Luis Alberto Guzmn Gaivizzo en
circunstancias en que era conducido por su esposa.
Pero el cmulo de armamento existente no termin all, pues
del

repaso

de

la

causa,

se

aprecia

que

otros

grupos

de

insurgentes que resultaron detenidos cuando se dispersaban por


distintos

lugares

fuertemente

de

armados

la
y

de

zona,
ello

tambin
dan

se

encontraban

cuenta

las

actas

respectivas.
En ese orden de ideas, a fs. 39 surge que en un
procedimiento en la ruta 38 se produjo la detencin de tres
ciudadanos que dijeron llamarse Jorge Ramrez, Alfredo Mustafa
y

Juan

Carlos

determin

con

Durdos.
el

cotejo

Estos,
de

en

fichas

realidad,
y

lo

tal

explic

como
el

se

Fiscal

interviniente en dicha causa al formular su acusacin, eran


Ramn Pablo Videla, Carlos Jos Samojadny y Rodolfo Gilardino
(ver fs. 60 y sstes y fs. 1569 y vta). Los nombrados, al
momento de ser aprehendidos, tenan en su poder una pistola
colt c/11,25, n 107214, una pistola colt, calibre 11,25 n
107164, tres cargadores para el uso de stos y 35 proyectiles
11,25;

una

pistola

brownin

n01579,

calibre

9mm,

con

su

respectivo cargador y nueve proyectiles.


Asimismo de las actuaciones obrantes a fs. 43, se
advierte
detencin

que
de

en

la

Jorge

terminal
Teodoro

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de

mnibus,

Ramrez,

Juan

se

procedi

Carlos

Durdos

135

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la
y

Alfredo Hiplito Mustaf, procedindose a incautar, en poder


de los nombrados, el siguiente armamento: una (1) pistola
Ballester molina N 11.524, con la inscripcin del Ejrcito
Argentino;

una

(1)

pistola

marca

colt

82.468,

con

la

inscripcin de la polica de la Provincia de Buenos Aires; una


pistola colt sin nmero, ya que la misma se encuentra limada
en la parte que suele llevar la numeracin, las tres pistolas
apuntadas
completo

son

calibre

para

pistola

11,25;

tres

11,25,

con

cargadores
la

uno

siguiente

de

ellos

numeracin

24.984, 97.405 y 28.309 y tres (3) cargadores vacos de igual


calibre sin numeracin.
Las constancias objetivas reseadas, que dan cuenta
del cmulo de armamento incautado como asimismo de la actitud
de los integrantes de la banda durante el primer tiroteo con
la patrulla policial donde participaron todos, como asimismo
de

aquella

asumida

por

los

distintos

sub

grupos

toma

de

patrullas, apoyo logstico, robo de automviles, dispersin


por distintos lugares de la provincia fuertemente armados-,
impiden descartar de plano que aquellos insurgentes que se
internaron en el monte estuvieran dispuestos a rendirse sin
combatir,

pues

la

predisposicin

de

los

insurgentes

al

enfrentamiento con las fuerzas del orden qued demostrada con


sus

reiteradas

acciones

por

el

material

blico

que

detentaban.
Es

que

las

pruebas

detalladas,

aunadas

las

versiones de los imputados que siempre hablaron de un combate,


como asimismo a las declaraciones de los testigos que tambin
hicieron

referencia

que

lo

que

se

produjo

en

el

monte

catamarqueo fue un enfrentamiento ya citadas- bastaran para


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sembrar una duda razonable sobre los dichos del nico testigo
de cargo que estuvo en el lugar Gambarella- quien recin 40
aos

despus

dice

haber

presenciado

el

fusilamiento

de

insurgentes.
Ntese que incluso si se tuviera por cierta sin ms
la versin de Gambarella a contramano por cierto de todas las
constancias

objetivas

ya

detalladas-

cabra

preguntarse

entonces el motivo por el cual, todos los policas, jueces y


fiscales que intervinieron en la causa original, no fueron
perseguidos penalmente por haber encubierto los tan mentados y
supuestos fusilamientos. Ms an resultara inexplicable la
razn por la que solamente se encuentran imputados Carrizo
Salvadores, Nakagama y Acosta, cuando como hemos visto en el
procedimiento

llevado

cabo

en

el

monte

participaron

oficiales del ejrcito y miembros de la fuerza policial local.


Incluso,

tampoco

se

explicara

por

qu

razn

no

se

han

vinculado a esta causa las personas que ordenaron al Ejercito


que

actuara,

como

los

jefes

del

Regimiento,

hasta

las

autoridades civiles y la propia Presidente de la Nacin, que


desde la referida reunin con gobernadores haba acordado la
intervencin

de

las

fuerzas

armadas

para

hechos

de

esta

naturaleza.
El absurdo al que se llegara habla por s mismo, a
la par que impide tener por cierta una versin de los hechos
acuada en los dichos de un testigo que recin 40 aos despus
viene

poner

en

jaque

toda

persona

que

en

su

momento

intervino para neutralizar un ataque contra las instituciones


legales y constitucionales.
Pero adems, no podemos dejar de observar tampoco que
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si quiera el relato de Gambarella se ha mantenido inclume


durante todo el proceso, lo que siembra un manto de duda ms
acerca

de

las

aseveraciones

que

formulara

tendientes

sustentar un fusilamiento.
Ciertamente, notamos que en su primera deposicin en
la instruccin, Gambarella y una vez que les fue informado que
deban

ir por la quebrada

identific

la presencia en

el

lugar de un cabo Primero de la Polica Federal-, como una


persona

portea,

[que]

vesta

ropa

de

civil,

era

de

tez

clara, alto, el que al sacarse la camisa pudimos observarle


varias

cicatrices.

Continu

relatando

que

este

seor

Porteo, le pide a un soldado que le d la camisa del


uniforme () y tambin le pide un cinturn y los cargadores y
el fal[]. Asimismo expuso que una vez que se encontraba
vestido de esta manera el porteo dijo que lo acompaaran
cuatro o cinco, que no haca falta que fueramos todos, que l
iba a sacar a los hijos de puta esos, luego se fue y mas o
menos a los treinta metros se dio vuelta y dijo que se mande
un grupo por el otro lado por si acaso se escaparan, que en
ste

momento

ya

diriga

el

operativo,

yo

me

qued

aproximadamente habran pasado unos 30 o 40 minutos empezamos


a sentir unos disparos, y despus al terminar los disparos
vimos salir unas cuatro personas, de las cuales dos estaban
sin camisa otra con camisa a cuadros, se produce un tiroteo
entre

estos

el

grupo

que

diriga

el

porteo,

luego

aparecen esos cuatro jvenes (eran personas jvenes), con las


manos en alto, y el porteo, con el fal[] automtico empez a
dispararles,

que

esto

habra

sido

como

las

tres

de

la

tarde (ver fs. 281 y vta.).


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Ms

an,

ante

una

pregunta

concreta

del

Fiscal

Federal actuante, respondi Que en un determinado momento,


pudo observar que los supuestos malvivientes salan con las
manos

en

la

nuca,

aparentemente

rendidos,

de

pronto

se

escuch un disparo, y pudo observar que este polica porteo


le dispar a mansalva a los cuatro con un fal ver fs. 282 y
vta.Sin perjuicio de que el contenido de este relato
parecera poner a el porteo a cargo del operativo lo que
dejara

de

imputados-,

lado
lo

la

capacidad

cierto

es

que

de
en

decisin
esta

de

primera

los

aqu

declaracin

Gambarella no dud en aseverar, primero, que se produjo un


inicial

enfrentamiento,

segundo,

que

fue

este

polica

federal quien fusil a cuatro de los integrantes del ERP.


Sin embargo, en el debate Gambarella si bien hizo
referencia a una persona con tonada portea, quien toma el
mando

organiza

todo,

sostuvo

que

los

seis

siete

minutos salan unos jvenes con las manos en alto y ah se


produjeron disparos y que el testigo por verlos a ellos no
prest atencin del lado de donde se disparaba, pero que vio a
este hombre que mova un fusil fs. 3868 y vta-.
Como se aprecia las contradicciones y discordancias
temporales en la deposicin del testigo resultan elocuentes.
Durante la instruccin, sin dudar, y en dos ocasiones, relat
que

el

polica

porteo

fue

quien

ejecut

los

cuatro

insurgentes con un fal. Durante el debate, en cambio, dijo que


por mirar hacia los militantes no prest atencin desde donde
salan los disparos.
Ante

este

panorama,

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pues,

resulta

cuanto

menos

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temerario pretender fundar, 40 aos despus de sucedidos los


hechos, y a contramano de todas las constancias objetivas ya
relatadas

que

permiten

sostener

la

existencia

de

un

enfrentamiento particularmente todas aquellas incorporadas a


la causa 6047 original que corre por cuerda-, la supuesta
existencia de un fusilamiento en base a los dichos de un nico
testigo

supuestamente

presencial,

que

ha

resultado

contradictorio en el punto sustancial del caso, esto es, quien


produjo los supuestos disparos a gente desarmada.
Va de suyo que, por lo dems, ese polica federal
porteo jams podr ser ubicado ni identificado pues segn
el propio Gambarella, apareci muerto en un bote en Buenos
Aires, segn pudo enterarse - fs. 282vta-. Los comentarios
huelgan.
Incluso, no se alcanza a comprender tampoco por qu
razn el tribunal afirm como hemos visto- en su sentencia a
fs.

3954/vta,

personas

que

Gambarella

haban

perteneciente
automtico;

sido

al

en

sostenido

ultimadas

ejrcito,

cuando

haba

quien

realidad

por

les

que

un

dispar

conforme

cuatro

individuo
con

hemos

un

visto

fal
este

particular testigo durante la instruccin hizo referencia al


polica
prestado

federal

porteo

atencin

acerca

en

del

el

debate

lugar

en

afirm

que

no

provenan

haber
los

disparos.
Lo expuesto pone en evidencia una vez ms el dficit
de fundamentacin que se observa en el fallo a la hora de
motivar un supuesto fusilamiento que motivara tres condenas a
prisin perpetua, en base a manifestaciones contradictorias o
incluso

que

no

se

corresponden

con

las

efectivamente

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prestadas.
Por lo dems, de ninguna manera conceptuamos que

los

testimonios de Mndez, Vega y Chazarreta, puedan ser citados


para corroborar los contradictorios dichos de Gambarella, pues
en

ellos

no

explcito

de

slo

no

gente

se

hizo

desarmada

referencia

un

fusilamiento

perteneciente

al

ERP

en

los

trminos en que lo expuso el ltimo de los nombrados, sino


que, por el contrario, si se repara especficamente en el
contenido completo de sus declaraciones se apreciar cul ha
sido el verdadero sentido de tales deposiciones; las cuales,
muy lejos estn de ser pruebas coincidentes o que avalen las
expresiones testimoniales de Gambarella y, consecuentemente,
la hiptesis acusatoria.
a)
Mndez,

amn

sentencia

de

Respecto
de

haber

condena,

la
sido
en

deposicin

de

parcializada
modo

alguno

Antonio

como

Nicols

vimos

acuerda

en

la

respaldo

probatorio a los fusilamientos.


Nos estamos refiriendo a la parte en que el polica
Mendez en relacin a su colega dice lo siguiente:

Mller

decidi salir y les dijo me entrego, por favor no me maten,


dice que tuvo miedo, cuenta que quien lo detiene pregunta que
hago con este, y que le respondieron liquidalo y es all
donde siente el disparo en la cabeza (fs. 3906vta).
Este relato, no hace referencia a un fusilamiento de
insurgentes sino que, en las antpodas de ello, revela el
intento de asesinato que sufri el polica provincial Muller,
cuando tras entregarse y, ser capturado, el primer grupo de
guerrilleros le dispar en la cabeza.
Ciertamente, Mendez explic con claridad que como integrante
Fecha de firma: 09/06/2016
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de

la

polica

de

adiestramiento

la

provincia

especfico

de

no

recuerda

lucha

haber

antisubersiva,

tenido
que

la

situacin fue sorpresiva, en tanto que algunos se entregaron,


como en el caso de Muller, a quien le dispararon desde atrs
en la cabeza Y aadi que lo de Muller se lo cont ste
personalmente porque era amigo suyo; que la bala entr por la
parte superior del odo y le sali por el costado sin tocar
masa enceflica.
Por

todo

lo

expuesto,

sin

duda

alguna,

inequvocamente corresponde descartar y rechazar frontalmente,


la existencia de esta prueba para avalar la versin de la
existencia

del

fusilamiento

de

extremistas.

Muy

por

el

contrario, apreciamos que en todo caso, ello solo conduce a


tener por acreditada la tentada ejecucin del polica Muller;
y

asimismo,

que

dispuestos

inclusive,

que

los

insurgentes

combatir
no

iban

al
a

atacantes

extremo
dudar

de
en

estaban

armados,

llegar

matar

o,

asesinar

oficiales

desarmados que ya se haban entregado, an cuando stos como


en el supuesto de Muller- rogaran por sus vidas.
b) Tampoco tiene valor convictivo en este punto el
testimonio del polica Pablo Vega que calific al
matanza,

no

slo

porque

el

nombrado

no

hecho como

estuvo

presente

durante el desenlace final de los hechos, sino porque adems


aclar especficamente que mencion esa calificacin porque
segn

versiones

posteriores

(que

no

le

constan)

los

guerrilleros no tenan armas, y, teniendo el ejrcito FAL, era


previsible el resultado (ver acta de debate a fs. 3729/vta).
c)

Por

su

parte,

con

relacin

al

testimonio

de

Chazarreta, debe repararse que sus manifestaciones se hicieron


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en el contexto del relato donde confirm el evento donde l


mismo se trab en lucha con un insurgente quien le salt y
lo

golpe-

que

fue

recin

ah

cuando

los

militares

dispararon. Por ende, en ese episodio concreto, esa actitud de


combatir

demostrada

por

el

guerrillero,

naturalmente

slo

poda ser respondida de una forma eficaz y suficiente; mxime


si se repara, tal como se viene explicando, reiteramos, que
desde

un

inicio

durante

las

48hs

previas,

la

banda

de

atacantes demostr acabadamente su predisposicin al combate,


su alto poder de fuego y su determinacin para cumplir con sus
objetivos hasta el final, a la par que para ese entonces ya
haban

herido

gravemente

enfrentamiento

matado

a
al

dos

policas

cabo

durante

Acevedo

en

el

el

primer

primigenio

rastrillaje que se produjo en el monte.


En definitiva, surge de lo explicitado ut supra, que
los testimonios analizados e interpretados en su contexto, de
ninguna

manera

sostienen

ni

corroboran

las

fluctuantes

deposiciones del testigo Gambarella.1


De todas maneras, las constancias y elementos que
hacen dudar del supuesto fusilamiento no terminan aqu, pues
del acta de fs. 40 que se labrara en la causa original, no
slo surge que existi un enfrentamiento y que luego de ste
se

incautaron

armas

que

pertenecan

los

extremistas

internados en el monte, sino que adems, en el marco de dicho


combate fallecieron dos integrantes de la fuerza de seguridad
durante el desarrollo de las operaciones.
Efectivamente, a fs. 40 se encuentra incorporada el
acta

policial

labrada

con

motivo

del

operativo

rastrillaje

realizado en el monte que dice, en lo que aqu interesa, lo


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siguiente: a los efectos de proceder a la bsqueda del


resto de la banda de extremistas que se ha dispersado en los
lugares de la loma denominada Capilla del Rosario en el
Dpto. de F.M.E. de esta provincia, lado oeste, a la altura del
campo hpico de Piedra Blanca, se ha organizado un operativo
rastrillo, integradas por fuerzas de seguridad combinadas
con

las

del

Ejercito

local,

apoyado

por

aire,

por

un

[h]helicptero y avin. Se deja constancia que horas antes los


subversivos haban atacado a una patrulla policial, hiriendo
de

muerte

Informaciones,

un

polica

FRANCISCO

de

ACEVEDO,

civil,
hecho

del

servicio

ocurrido

al

de

frente

mismo de la Capilla de la Virgen del Rosario de aquel Dpto. Es


as que al poco de avanzar por esa zona y siendo apoyada por
las

mquinas

ya

descriptas,

se

puede

localizar

en

una

hondonada, distante a unos tres o cuatro kilmetros desde la


Capilla, tomndola a sta como punto de referencia, hacia el
oeste,

un

ascenderan
actitud

grupo

entre

belicosa,

de

diez
a

personas
a

quince,

quienes

se

del

sexo

fuertemente
les

imparti

masculino
armadas
la

que
y

en

orden

de

rendirse, respondiendo a ello con una nutrida descarga con las


armas largas que portaban, por lo que la fuerza de seguridad y
ejrcito inmediatamente se desplegaron en abanico y arbustos
para

evitar

ser

blanco

de

las

balas.

Esta

situacin

se

prolong por espacio de un par de horas, y los extremistas que


vestan uniforme tipo militar, color verde oliva, no trataron
de

huir

ni

alejarse

del

lugar,

sino

por

el

contrario

se

colocaron en situacin de combate y continuaron descargando


sin cesar sus armas, por lo que se contest la agresin en
igual forma. Es as que nuestras fuerzas lograron abatir al
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grupo extremista, y pasado un tiempo prudencial de cesado el


fuego se acercaron al lugar, con la debida cautela comprobando
que aparentemente catorce guerrilleros yacan sin vida, con
sus cuerpos e[s]parcidos en distintas posiciones y lugares,
siempre

en

las

inmediaciones,

con

impactos

de

balas

en

distintas partes del cuerpo. De inmediato se dio aviso a las


otras fuerzas que operaban sobre la ruta que conduce desde la
ciudad a la localidad de Pirquitas, precisamente a la entrada
del hipdromo de Piedra Blanca, donde se haba improvisado una
pista de aterrizaje para los [h]helicpteros, para que estas
mquina[s]

inicien

Previamente,
FRANCO

un

TAPIA,

Ejrcito

las

operativo

[h]helicptero
Ofic.

CARLOS

sufrieron

el

Ayte

recogi

MANUEL

BARRIONUEVO

esquirlas

rescate

de

de
al

los

cadveres.

Comisario

Ppal.

DOMINGUEZ,

Cabo

soldados

ms,

quienes

una

granada,

dos

la

explosin

de

del

recibiendo heridas de distinta gravedad, a tal punto que el


Cabo 1, falleci en el lugar de combate. Como ya oscureca y
el [h]helicptero no poda seguir operando, y por otro lado el
lugar

en

el

dificultad

que

para

su

se

encontraban

rescate,

los

nicamente

cuerpos
se

presentaba

pudieron

recoger

cuatro cadveres, quedando otros diez para ser rescatados en


las primeras horas del da siguiente. No se dej vigilancia en
el

lugar,

porque

resultaba

sumamente

peligroso,

ya

que

nuestros hombres podan ser sorprendido[s] en la oscuridad de


la noche y vctima[s] de un ataque en la que se pondra en
serio peligro su integridad fsica (). Se deja constancia de
que se ha procedido al secuestro general de los siguientes
efectos:

Una

escopeta

c/12,

marca

Bataan,

con

numeracin

limada, una pistola P.A.M.N 1, N 22217, una pistola PAMI, N


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16296, un revlver c/38 largo, sin nmero Made In Usa; un


revlver

marca

Tauro,

166461,

dos

cargadores

para

ametralladoras PAMI, Ns: 11735 y 16296 dos cargadores para


igual arma sin numeracin. Un cargador para fsil fal, n
12230;

cuatro

cartuchos

para

escopeta

Bataan;

un

porta-

cargador para ametralladora PAM.1, una pistolera para pistola


45, marrn; un cinturn militar negro, un cinturn igual que
el anterior; dos casquetes militares; una bolsa conteniendo
proyectiles nueve mm. un cargador de pistola 9 mm..
Las armas que resultaron habidas en el monte, que
incluan cargas de municiones an sin detonar, sumadas a todas
las pruebas acumuladas y a la evidente actitud combativa del
grupo

demostrada

provincia

de

lo

largo

Catamarca,

de

toda

su

permiten

expedicin

sostener

que

la
el

enfrentamiento pudo haber razonablemente ocurrido tal como se


plasm en el acta y, como contrapartida, generan una duda
insuperable que impide afirmar con la certeza necesaria para
dictar una condena la supuesta ocurrencia de un fusilamiento
de personas desarmadas.
En este orden de ideas, no alcanzamos a comprender el
motivo por el cual, el tribunal ha tomado por ciertos los
testimonios

de

ex

integrantes

del

ERP

condenados

por

la

justicia en democracia y de otras personas, que no estuvieron


presentes en el lugar donde se produjo el desenlace final y
por ende no presenciaron lo que all sucedi, para fundar un
supuesto
otros

fusilamiento,

testimonios,

de

cuando
igual

tambin
o

mayor

existen
valor

en

que

la

causa

avalan

la

hiptesis del combate, como ser las propias versiones de los


acusados y los dichos de policas que ya desde la instruccin
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hicieron

referencia

la

existencia

del

enfrentamiento

tiroteos as, por ejemplo, ver testimonios de Antonio Nicols


Mendez

(fs.

155),

Manuel

Saturnino

Domnguez

(fs.

454vta)-

postura que como vimos encuentra correlato en las constancias


objetivas obrantes en la causa original nro. 6047, en varios
de los testimonios reproducidos en el juicio que ya hemos
citado y adems en lo que surge del propio libro histrico del
regimiento donde se inform que recin luego de un intenso
combate se produjo la muerte de los insurgentes fs. 787 y
1122-.
En ese mismo orden, tampoco podemos comprender la
virtualidad que le ha acordado el a quo a los testimonios
referenciados y que en modo alguno haya considerado, no slo
todo lo expuesto precedentemente, sino tambin lo sealado en
la

publicacin

Revolucionario

Estrella
del

Pueblo,

Roja,

rgano

del

glosada

1414/20

fs.

Ejrcito
donde

especficamente se seala: No conocemos en su totalidad la


nmina de los compaeros cados en el combate de Catamarca.
Pero todos ellos murieron combatiendo heroicamente contra el
enemigo as como lo hicieron en Villa Mara son ya HERORES DEL
PUEBLO-fs. 1415-.
Smese
Hctor

Omar

que

Vzquez,

tampoco
jefe

se

de

la

ponder

la

declaracin

de

Unidad

de

sanidad

la

de

polica de Catamarca, encargado de revisar los cuerpos de los


insurgentes abatidos, quien ante una pregunta concreta sobre
si los disparos que observ pueden ser compatibles con un
enfrentamiento, respondi que Si, pueden ser compatibles con
un enfrentamiento conf. acta de debate, fs. 3764-.
Todo

lo

detallado

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en

nuestro

criterio

contribuye

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cuanto
arribar

menos
a

la

generar

certeza

esta

duda

necesaria

insuperable

para

que

sostener

impide

una

condena

penal, por un hecho que lejos est de ser probado en los


trminos exigidos por la normativa procesal y constitucional.
Y ello es as, pues queda claro entonces, que existen en autos
numerosas

pruebas

concordantes
catamarqueo

objetivas

que
se

parecen
produjo

un

indicios

reafirmar

serios
que

enfrentamiento

precisos

en
y

el

que

monte

siembran

cuanto menos un manto de duda acerca de la hiptesis que se ha


trazado en esta causa -40 aos despus- sobre el fusilamiento
de personas que previamente se haban entregado.
Si existe incertidumbre acerca de si verdaderamente
se produjo el fusilamiento, entonces no es posible afirmar con
certeza y ms all de toda duda razonable ni que se haya
cometido delito alguno como as tampoco que se haya verificado
una

grave

violacin

los

derechos

humanos

que

amerite

exceptuar las reglas del derecho interno.


La duda que emerge sobre el punto derivada de la totalidad de
consideraciones realizadas ut supra, debe naturalmente jugar a
favor de los imputados por estricta aplicacin del art. 3 del
CPPN.
Mxime cuando, como en el caso, las penas impuestas
por

una

versin

de

los

hechos

de

dudosa

comprobacin,

ha

desembocado en tres condenas a prisin perpetuas respecto de


integrantes de las fuerzas regulares del ejrcito que con aval
de los gobiernos constitucionales provincial y nacional- de
la poca tuvieron que desarrollar operaciones de tipo militar.
Aqu cabra preguntarse, qu actitud era exigible a los hoy
imputados Carrizo Salvadores, Nakagama y Acosta, cuando a raz
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del accionar de una banda de insurgentes que realmente haba


desbordado a las fuerzas policiales locales y puesto en vilo
la

tranquilidad

la

seguridad

de

la

provincia,

les

fue

ordenado con conocimiento y por disposicin de las autoridades


constitucionales
neutralizar
actuar,

al

sin

condenados

que
foco

duda
por

realizaran

operaciones

guerrillero.

alguna

Si

tambin

desobedecer

una

se

hubieran

hubieran
orden

militares
sido

en

su

para

negado

juzgados

condicin

de

soldados y negarse a defender la Constitucin y la Repblica.


En este sentido, no podemos dejar de observar que
de

Justicia

Militar

aplicable

la

poca

de

el Cdigo
los

hechos-

castigaba al delito de traicin con las penas de difamacin


pblica y muerte, y especficamente, estipulaba como actos de
traicin,

entre

parcialmente

una

otros,
orden

el

Dejar

oficial,

de

cumplir

alterarla

total

de

una

manera

arbitraria, para beneficiar al enemigo (art. 622 inciso 5to).


Ello

sin

perjuicio

de

la

mcula

moral

que

les

hubiera

representado como oficiales del ejrcito el negarse a cumplir


con

una

orden

de

actuar

emanada

de

las

autoridades

constitucionales de la Nacin.
Pero adems, encontrndose obligados a operar, dado
el contexto de los hechos que ya hemos descripto, no parecera
tampoco

razonable

esperar

que

el

ingreso

al

monte

para

neutralizar a un grupo que demostr estar fuertemente armado y


dispuesto a combatir, se iba a producir en condiciones de
desigualdad que alertaran sobre su ubicacin fsica y pusieran
en grave riesgo sus vidas, ya sea no contestando los disparos
que

provenan

iniciado

el

de

las

fuerzas

enfrentamiento

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atacantes

reiterando

la

bien

luego

primigenia

voz

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#169083#155067258#20160609103444279

de
de

alto el fuego.
Se trataba de una operacin militar, ordenada durante
un gobierno de autoridades legtimas y que se dispuso en la
emergencia recin cuando las fuerzas policiales haban sido
superadas, a la par que estaba especficamente delimitada a
reponer el orden institucional alterado y dirigida contra ese
exclusivo grupo armado que voluntariamente decidi atacar una
unidad militar y, al huir, ingresar y resistir en el monte.
La

propia

vida

de

los

que

como

soldados

estaban

obligados a ejecutar las rdenes recibidas estaba en juego; y


como consecuencia de todo lo referenciado y aportado a nuestro
punto

de

vista

no

se

nos

presenta

tampoco

razonable

ni

equilibrado que 40 aos despus reprocharles su accionar en el


marco del operativo que debieron realizar para cumplir lo que
les fue ordenado por las autoridades legalmente constituidas.
Ntese

que

amn

fusilamientos

de

opera

no
aqu

haberse
una

probado

diferencia

como

dijimos

sustancial

con

los
los

hechos que se consideran de lesa humanidad o grave violacin a


los derechos humanos. La decisin de operar militarmente se
tom

por

disposicin

de

las

autoridades

ante un ataque deliberado previo

constitucionales

y voluntario de un grupo

insurgente fuertemente armado que desbord a la fuerza local


de seguridad. Ninguna relacin hay pues entre estos hechos,
con aquellos que dentro de un plan sistemtico se perge por
parte de autoridades ilegales para perseguir sin lmites a
disidentes polticos como ocurri, conforme se ha comprobado
con la causa 13, durante la ltima dictadura militar.
En otro orden, debe tenerse presente tambin, y por
otro lado, que descartado que el suceso denunciando constituya
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un delito de lesa humanidad o que se ha probado una grave


violacin a los derechos humanos, tal como ya se ha visto no
mediara en el caso obstculo legal para analizar asimismo la
posible extincin de la accin penal, acatando las directrices
que

en

Suprema

materia
de

de

derechos

Justicia

de

humanos
la

han

Nacin

seguido
y

los

la

Corte

tribunales

internacionales.
En definitiva, por todo lo expuesto, entendemos que
corresponde: I) HACER LUGAR, sin costas, a los recursos de
casacin deducidos por las defensas; II) ANULAR la sentencia
recurrida; y, en consecuencia, III) ABSOLVER de culpa y cargo
en esta instancia a Carlos Del Valle Carrizo Salvadores, Mario
Nakagama y Jorge Exequiel Acosta (arts. 470, 530 y 531 del
CPPN.),

debiendo

necesarios

para

el

tribunal

proceder

a
la

quo

realizar

inmediata

los

libertad

trmites
de

los

imputados.
Tal es nuestro voto.
La seora Juez, Dra. Liliana Elena Catucci, dijo:
1. El ajuste del caso a crmenes de lesa humanidad y
consecuentemente
anlisis

fin

al
de

derecho

penal

determinar

si

aplicable,

ese

ajuste

es

impone

su

propio

del

suceso o no.
En esa lnea de revisin conviene remarcar que en la
sentencia recurrida se dio por probado que el 12 de agosto de
1974, en un horario que podra estar comprendido entre las 13
y las 15,30 horas aproximadamente, en una hondonada distante a
unos 1500 metros de la Capilla del Rosario, Dto. Fray Mamerto
Esqui de nuestra Provincia (en referencia a Catamarca), los
imputados Carlos Del Valle Carrizo Salvadores, Mario Nakagama
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y Jorge Exequiel Acosta en cumplimiento de un plan sistemtico


de exterminio en contra de la poblacin civil, tomaron parte
activamente, en la ejecucin de los ciudadanos Mario Hctor
Lescano; Juan De Olivera (A) Hctor Moreno; Rogelio Gutirrez;
Jos

Mara

Molina;

Luis

Santiago

Billinger;

Carlos

Mara

Anabia; Ral Eduardo Sainz; Juan Carlos Lescano; Luis Roque


Lpez;

Silverio

Pedro

Orbano

Mi;

Roberto

Domingo

Jerz;

Rutilio Dardo Betancour Roth; Alberto Rosalez y Hugo Enrique


Cacciavillani Caligari, quienes se encontraban desarmados y
sin posibilidad de resistencia alguna.
Por la descripcin fctica del suceso anotado en la
sentencia

dos

temas

se

desprenden

como

determinantes,

en

principio, para avalar o no la conclusin anunciada.


Me refiero, pues, a la correspondencia del hecho al
cumplimiento a un plan sistemtico de exterminio masivo en
contra

de

poblacin

la

poblacin

civil

estaban

civil,

desarmadas

que
y

esas

sin

vctimas

de

posibilidad

de

resistencia alguna.
Posteriormente y segn sea la conclusin que se vaya
extrayendo de esos dos tems, se analizar la naturaleza de
ese lance y an en ese caso se deslindar lo que puede darse
por probado.
Segn surge de la causa los miembros del ERP estaban
dispuestos

tomar

el

Regimiento

de

Infantera

Aerotransportado nro. 17 de Catamarca, accionar considerado


por los jefes del Regimiento como una accin de Guerra. As
surge del libro del Regimiento y de la clara declaracin del
Mayor Carlos Horacio Fernndez Surez, del Cuerpo de Comando
que llevaba el parte de guerra correspondiente.
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Carrizo Salvadores, Carlos E. D.
V. y otros s/recurso de casacin

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Guerra que no habra comenzado en Capilla del Rosario


sino

que

se

vena

desarrollando

al

menos

desde

que

los

insurgentes descendieran del micro y se enfrentaran con la


polica, el 11 de agosto de 1974, alrededor de las 23 horas a
la altura de Polcos, al lado de la Banda de Varela de la
ciudad de Catamarca, aproximadamente a tres kilmetros de la
Ruta Provincial N 62.
Resultado del ataque terrorista fueron dos de ellos
fallecidos

dos

policas

heridos

graves,

el

Oficial

Sub-

Ayudante Elpidio Jaime en la pierna izquierda y en la cabeza


producto del disparo de municin posiblemente de Itaka, y el
Agente chofer Alberto Muller una herida de bala en el crneo
(cfr. informe mdico de fs. 9).
De ah se dispersaron en diferentes grupos y rumbos.
Ese
horas

antes

raid
de

terrorista

iniciar

el

no

se

interrumpi,

operativo

de

sino

rastrillaje

en

que
el

monte, ms precisamente frente a la Capilla de la Virgen del


Rosario,

los

policial,

subversivos

dando

haban

muerte

al

atacado

polica

una

patrulla

Francisco

Acevedo,

resultado al que se acopl el fallecimiento del Cabo 1 del


Ejrcito,

Carlos

Barrionuevo,

raz

de

las

esquirlas

producidas por la explosin de una granada (fs. 40/vta., causa


6047).
Ahora bien no existen pruebas de que a consecuencia
de

ese

desmembramiento

en

diversos

grupos

se

hubieran

desprendido de todas las armas.


Esta
existencia

de

prueba
armas

negativa
en

su

se

poder,

controvierte
lo

que

se

con

comprob

la
en

oportunidad del secuestro posterior a la altura del kilmetro


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4 y medio de la Ruta N 62, de un fusil FAL (FM) n 18888,


con tres cargadores , N 18912, 18915 y 15735, una pistola
Itaka Nro. 2631, con tres cartuchos, tres granadas FM, con
detonantes con seguros, un fulminante para dinamita, un fusil
FAL, N 03814, un cargador para pistola 45 N 99541, ciento
cuarenta

tres

proyectiles

calibre

7,62

mm.

treinta

proyectiles cal. 38 largo (cfr. causa original nro. 6047, acta


de fs. 4/vta.).
Acta de la que adems se desprende que a raz del
ataque subversivo al personal de la polica de la provincia,
el

mismo

regional

grupo
N

2,

haba

atacado

desvistindolos,

fuerzas

policiales

apoderndose

de

sus

de

la

armas

reglamentarias y de los mviles oficiales en que se conducan


(nros. 51 y 59).
Asimismo en otro procedimiento sobre la ruta 38 se
produjo la detencin de tres personas que dijeron llamarse
Jorge Ramrez, Alfredo Mustafa y Juan Carlos Duros quienes
resultaron ser Ramn Pablo Videla, Carlos Jos Samojadny y
Rodolfo Gilardino que tenan en su poder una pistola Colt
calibre 11.25, n 107214, un pistola colt, calibre 11,25 n
107164, tres cargadores para su uso y 35 proyectiles 11,25;
una pistola Browning nro. 01579, calibre 9mm., con su cargador
y nueve proyectiles (cfr. acta de fs. 39 de la misma causa
original).
A su vez en la terminal de mnibus detuvieron a Jorge
Teodoro
Mustaf,

Ramrez,

Juan

Carlos

secuestrndoles

tres

Durdos

pistolas

Alfredo
calibre

Hiplito
11,25

(Ballester Molina N 11.524, con la inscripcin del Ejrcito


Argentino; Colt N 82.468, con la inscripcin de la polica de
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la Provincia de Buenos Aires; y Colt con numeracin limada) y


tres cargadores con municin completa y tres vacos (acta de
fs. 43, causa 6047).
En

este

repaso

para

determinar

si

estaban

no

armados, se cuenta tambin con el acta policial de fs. 40, de


la causa original citada, que da cuenta que en la hondonada se
procedi al secuestro de una escopeta calibre 12, marca Bataan
con numeracin limada, una pistola

P.A.M. N 1, N 22217, una

pistola PAM1, N 16296, un revlver, calibre 38 largo, sin


nmero, Made in USA, un revlver marca Tauro, nro. 166461, dos
cargadores para ametralladoras PAM1, N 11735 y 16296, dos
cargadores para igual arma sin numeracin, un cargador para
fsil FAL, N 12230; cuatro cartuchos para escopeta Bataan; un
porta-cargador para ametralladora PAM1; una pistolera marrn
para pistola calibre 45; dos cinturones militares negros; dos
casquetes militares; una bolsa conteniendo proyectiles 9 mm. y
un cargador de pistola 9 mm. (fs. 41, causa 6047).
Pero elocuente resulta en el sentido de averiguar si
tenan armamento o no, lo expresado por el entonces polica
Antonio Nicols Mndez quien en el lugar del suceso, en la
zona de la herradura, vio entre los abatidos a uno con vida,
que quiso tomar una pistola calibre 45 y ah le dispararon
(fs. 3903/3907).
Por lo expuesto y verificable documentadamente las
vctimas no estaban desarmadas como se lee en la sentencia,
sino todo lo contrario.
Hiptesis que adems de haber sido contrarrestada por
pruebas, tampoco era asistida por la lgica, el sentido comn
y el modus operandi de esos grupos.
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Grupos que a la sazn no formaban parte de una mera


poblacin civil sino de un grupo terrorista bien pertrechado y
que

contaba

desarmando

entre

fuerzas

sus
del

planes,
estado

ya

comenzados,

punto

de

que

seguir

el

prximo

no

estaban

objetivo era precisamente copar ese Regimiento.


La
armados,

desvirtuacin

acarrea

la

imposibilidad

de

equivocadamente

por

probatoria

de

que

misma

conclusin

acerca

de

resistir,

supuestos

ambos

tenidos

ciertos

en

el

fallo,

de

los

la

cuales

posteriormente volver a ocuparme.


Por lo que se viene exponiendo qued claro que no era
una

faccin

adiestrada

civil

determinados

rebelde,

disciplinada
a

combatir

sino
modo

fuerzas

una

bien

militar,

estatales,

con

ello

pertrechada
objetivos
durante

un

perodo constitucional.
El repaso del episodio investigado advierte que el
accionar

ordenado

por

la

presidente

cargo

del

Poder

Ejecutivo Nacional, a las fuerzas armadas, bajo su comandancia


(artculo

86,

inc.

15

de

la

Constitucin

Nacional

de

esa

poca), y operado por los integrantes del Ejrcito, Carlos E.


Del Valle Carrizo Salvadores, en su carcter de Capitn, Jorge
Exequiel

Acosta,

como

Teniente

Mario

Nakagama

como

Subteniente, no se adscribe a los crmenes de lesa humanidad


en la concepcin doctrinal de la Corte Suprema de Justicia de
la Nacin ni de la internacional, citada en el voto del Dr.
Riggi.
Mal podra interpretarse de esa manera una accin
concertada en un gobierno constitucional y ordenada por la
Presidente

en

auxilio

de

fuerzas

en

inferioridad

de

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condiciones.
Y no se adecua a ellas porque tampoco parece haber
respondido a un preordenamiento planificado.
Ni su gnesis ni su desarrollo se avienen a esa concepcin.
El momento histrico, pese a que no es decisivo al efecto que
se examina, en el caso lo resulta atento que la orden de
colaboracin
policiales,

dada

al

Regimiento

17,

atento

su

insuficiencia

con

para

las

operar,

fuerzas
lleg

travs de los Ministros del Gobierno Nacional y Provincial y


parti de la seora Presidente de la Nacin. Lo fue para ese
caso concreto y no en forma general.
Particularizacin que desencaja de los tantos crmenes de lesa
humanidad tratados.
No es esto lo nico que se desajusta.
Es la forma de desarrollo del suceso lo que tampoco
condice con las caractersticas de aqullos.
En efecto, las secuencias de esos enfrentamientos entre las
fuerzas

del

Estado

con

los

terroristas,

tambin

son

diferentes.
Represe que ni siquiera los miembros de la polica y
del Ejrcito actuaron siempre en forma conjunta, sino que se
acoplaban
que

les

desacoplaban

iban

dando

segn
que

se

las

rdenes

derivaban

de

contrardenes
la

reconocida

insuficiencia de las fuerzas policiales para enfrentar a un


agresivo grupo terrorista procedente de Tucumn, que estaba
operando en la zona, a punto de que ya haban dado muerte al
Oficial Acevedo, de la polica de Catamarca.
Conviene tambin destacar que fueron los de ese grupo
armado

los

que

iniciaron

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las

agresiones

ilegtimas

con

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el

posible objetivo de copar precisamente ese Regimiento 17 del


Ejrcito Argentino, lo que permite sealar que se trataba de
un combate singular, desvinculado de cualquier planificacin
previa por parte de las fuerzas del Estado.
Singularidad que de por s aparta el caso de aquella
significacin enraizada en el derecho de gentes.
La derivacin que se viene desarrollando encuentra
otro

punto

intervencin

de

apoyo

conjunta.

en
Ntese

las
que

particularidades
el

de

primigenio

pedido

esa
de

colaboracin al Jefe del Regimiento, recibe en principio una


respuesta negativa que slo se controvierte con el llamado del
Ministro del Interior Dr. Bentez quien previa comunicacin
con la seora Presidente de la Nacin le anticipa al Ministro
de Gobierno de Catamarca que daran orden para la intervencin
del Regimiento 17 en refuerzo de la Polica de Catamarca hasta
tanto llegaran los propios de la Polica Federal que se haran
cargo de las operaciones en Capilla del Rosario.
Es

necesario

poner

de

manifiesto

que

previo

al

desenlace mortal que dio origen a esta causa, los ilegales


grupos armados ya haban tenido enfrentamientos con la polica
a punto que haban dado muerte a alguno de ellos, lo que
tambin es indicativo de la existencia de un combate.
Advirtase que los jefes militares teman el ataque
al Regimiento y no pareciera que hubieran estado desacertados
porque das antes haban desarmado y desvestido a un grupo de
policas.
Los detalles que se vienen exponiendo terminan de
desenfocar el episodio de marras de los comprendidos en la
calificacin del epgrafe.
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Si bien pueden asimilarse acontecimientos anteriores


a la ruptura del Estado de Derecho del 24 de marzo de 1976,
como propios de esta poca, las constancias causdicas revelan
que el que est bajo examen no es uno de ellos.
Sin desconocer que el resultado letal de muerte de
los individuos que no lograron huir como sus compinches es lo
que

llev

percibir

crmenes

de

lesa

humanidad,

esa

concepcin no puede asentarse en el resultado sino en todas


las circunstancias que permitieron apreciar las diferencias
con aqullos.
La

iniciativa

agresora

de

los

terroristas,

los

ilegales mviles que desencadenaron los sucesivos episodios


armados que protagonizaron, que la orden de participar de ese
regimiento
emitida

al

que

pertenecan

los

encausados

hubiera

sido

por la seora Presidente de la Nacin en auxilio de

las fuerzas policiales, razn por la cual en esa ocasin el


Ejrcito

se

avino

colaborar

con

las

fuerzas

policiales,

detentan la diferencia.
Por lo que se viene sealando el caso dista mucho de
otros tantos ya resueltos, sentido en el cual es suficiente su
lectura (cfr., C.F.C.P., Sala I, in re: Simn, Julio Hctor
s/recurso de casacin, causa n 7758, Reg. n 10470, rta. el
15/5/07; Etchecolatz, Miguel Osvaldo s/recurso de casacin e
inconstitucionalidad,
18/5/07;

y,

en

esta

n
Sala

7896,
III,

Reg.
in

re:

10.488,

rta.

Paccagnini,

el

Rubn

Roberto s/recurso de casacin, causa n 9803, Reg. n 1782,


rta. el 4/12/09; Menndez, Luciano Benjamn y otros s/recurso
de casacin, causa n 9896, Reg. n 1253, rta. el 25/8/10;
Albornoz, Roberto y otros s/recurso de casacin, causa n
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13.085/13.049,

Reg.

1586/12,

rta.

el

8/11/2012;

Paccagnini, Rubn Roberto s/recurso de casacin, causa n


17004, Reg. n 346/14, del 19 de marzo de 2014; Muoz, Jorge
y otros s/recurso de casacin, causa n 552/2013, Reg. n
1241/14, rta. el

2/7/2014; Sa, Tefilo y Espaadero, Carlos

s/recurso de casacin, causa n FCR 91001251/2013/TO1/CFC1,


Reg.

785/15,

rta.

el

5/5/2015;

Fano,

Osvaldo

otro

s/recurso de casacin, causa n 1470/13, Reg. n 1127/15,


rta.

el

29/6/2015;

casacin,
2055/15,

causa

rta.

el

Camicha,
FRE

Juan

Carlos

s/recurso

960002002006/TO1/2/1/CFC1,

30/11/2015;

y,

ms

de

Reg.

in

re:

recientemente,

Martel, Osvaldo Benito y otros s/recurso de casacin, causa


n FMZ 41001077/2011/TO1/4/CFC2, Reg. N 222/16, rta. el 16 de
marzo del corriente, entre muchas otras).
Hasta ac quedaron desvirtuados tres basamentos del
fallo, cuales son 1) la correspondencia del suceso con los del
plan

sistemtico,

2)

que

se

trataba

de

un

grupo

civil

desarmado y 3) que no tenan posibilidad de resistir.


2. Desacoplado de esa concepcin, cabe examinar la
posibilidad de que el hecho se integre a esa categora como
grave

violacin

los

derechos

humanos,

por

la

forma

del

desarrollo del episodio.


Categora esta tan propia de esa calificacin como la
que qued descartada.
Se est haciendo referencia en este punto al deber de
investigar derivado de la obligacin general que tienen los
Estados partes en la Convencin de respetar y garantizar los
derechos
obligacin

humanos

consagrados

establecida

en

el

en

ella,

artculo

es

1.1.

decir,
del

de

la

tratado

en

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conjunto con el derecho sustantivo que debi ser amparado,


protegido

garantizado

(Corte

Interamericana

de

Derechos

Humanos, Caso de la Masacre de Mapiripn. Sentencia de 15 de


septiembre de 2005. Serie C N 134).
Se alude a la proteccin integral del derecho a la
vida, en el marco de cumplimiento del artculo 4, relacionado
con el 1.1. de la Convencin Americana alineado con el deber
de garantizar el pleno y libre ejercicio de los derechos de
todas las personas bajo su jurisdiccin (Corte Interamericana
de Derechos Humanos, Caso: Juan Humberto Snchez. Sentencia
del 7 de junio de 2003. Serie C. N 99).
Sentido en el cual tambin se ha expedido la Corte
Europea de Derechos Humanos indicando que la salvaguarda del
derecho a la vida requiere implcitamente la existencia de una
forma de investigacin oficial efectiva cuando personas mueren
como resultado del uso de la fuerza por parte de agentes del
Estado (cfr. Eur. Court H.R., Case of Hugh Jordan v. the
United Kingdom. Judgment of 4 de May 2001, para. 105; Case
of iek v. Turkey. Judgment of 27 February 2001, para. 148;
Mc Cann and Others v. the United Kingdom. Judgment of 27
September 1995, Series A. N 324, para. 161; Kaya v. Turkey.
Judgment

of

19

February

1998,

Reports

of

Judgments

and

Decisions 1998-I, prr. 105).


Es

decir,

ha

de

agotarse

la

investigacin

para

determinar si hubo o no una grave violacin de los derechos


humanos

en

Interamericana

el

sentido

(Caso,

de

Barrios

la

doctrina

Altos,

de

la

sentencia

del

Corte
14

marzo de 2001. Serie C. N 75).

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de

En esos trminos y con la seriedad que exige este


caso se lo ha de analizar tambin bajo esa ptica.
En esa lnea de examen debe partirse por recordar que los aqu
considerados
capturados

vctimas

momentos

formaban

antes

parte

fueron

del

mismo

condenados

grupo

por

el

que,

Juzgado

Federal de Catamarca a las penas de diez y catorce aos de


prisin,

por

varios

delitos,

entre

los

cuales

merece

destacarse el de homicidio en ria, lesiones graves en ria,


asociacin ilcita calificada, tenencia y uso de documentos
falsos,

sedicin,

robo,

tenencia

ilegtima

de

armas,

municiones de guerra y explosivos (fs. 2939/51, expte. nro.


6047).
De

ah

procesalmente

que

los

testimonios

cuestionables,

han

de

en

razn

de

esos

quedar

condenados,
en

el

caso

excluidos de valoracin.
En

principio

porque

de

esa

condena,

se

desprende que no fueron testigos presenciales del suceso que


nos ocupa, sino que se haban dado a la fuga y a raz de su
captura, fueron juzgados y condenados y, en segundo trmino,
porque resultan precisamente afectados por esa condena.
En efecto, el artculo 249 del Cdigo Procesal Penal
dice en su primer prrafo: Antes de comenzar la declaracin,
el

testigo

ser

instruido

acerca

de

las

penas

por

falso

testimonio y prestar juramento de decir verdad, con excepcin


de

los

menores

inimputables

de

los

condenados

como

partcipes del delito que se investiga o de otro conexo.


En el comentario a esa norma, seala Ral Washington
Abalos en Cdigo Procesal Penal de la Nacin, pgs. 595/6,
Ediciones Jurdicas Cuyo,

1994, Los menores de 14 aos estn

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eximidos de prestar juramento, igual que los condenados como


partcipes del delito que se investiga o de otro conexo, por
razones

de

incapaces

seguridad,

para

dado

testificar,

que

estas

personas

valorndose

sus

se

dichos

presumen
luego

de

prestada la declaracin. La relatividad de esas declaraciones


encuentra su respaldo en la valoracin que de ellas haga el
Juez, pues para ello, las reglas de la libre conviccin lo
facultan

para

convencerse

no

de

la

sinceridad

de

sus

testimonios.
La norma no proscribe las declaraciones de quienes
se encuentren comprendidos en su enunciado, sino que la deja
librada a la prudente ponderacin del Juez. Las inhabilidades
slo

tienen

relevancia

cuando

resulte

que

ellos

estn

inspirados en inters, afecto u odio (C.N. Crim. y Correc.,


28-2-64; ED, 7-558). Las inhabilidades de los testigos son
siempre

relativas

existen

en

cuanto

stos

puedan

ser

inspirados por intereses, afecto u odio, o cuando se funden en


una presuncin de parcialidad (C.N. Crim. y Correc., Sala IV,
10-9-76).
No puede dejar de considerarse que los condenados por
el hecho que aqu se juzga bajo una ptica que directamente
los

afecta

en

sus

intereses

emocionales,

tie

de

tal

parcialidad sus dichos, que no resultan valiosos como piezas


de ponderacin.
Tambin he de prescindir de los testimonios de Jos
Fernando Gambarella porque a poco que se lean se advierten
apreciaciones equvocas que no se compadecen con la verdad que
podra contar un testigo omnipresente, trmino que se aviene a
cualquiera de las dos acepciones dadas por el Diccionario de
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la Real Academia Espaola, en tanto surge de sus dichos que el


da del episodio estaba a la vez lejos del lugar pero lo pudo
ver.
A

su

respecto,

la

debilidad

de

sus

dichos

qued

expuesta en el voto del Dr. Eduardo Riggi del que hago mrito.
Quedaran slo por analizar los dichos de los defensores del
grupo

terrorista

ERP,

Dres.

Jorge

Domingo

Marca

Julio

Marcolli, que lejos pueden tomarse como testigos imparciales,


por su relacin con el grupo y por haber sido negociadores
entre

los

militares

sus

asistidos.

Pero

adems

tampoco

haban estado en la zona de los sucesos.


Precisamente esa mediacin en la que intervinieran los antes
nombrados, revela por las reglas de la experiencia y por el
sentido comn que no estaban desarmados, situacin en la que,
de haber estado, ni siquiera les hubiera permitido conversar
las reglas de una rendicin.
Es decir si hubieran estado desarmados, y no hubieran
aceptado rendirse, el hecho deba haberse concebido como un
suicidio colectivo.
Pero como ya se ha visto estaban armados y seguan
combatiendo,

con

lo

cual

se

termina

de

desvirtuar

la

descripcin fctica anotada en el fallo de que se enfrentaron


con una camarilla indefensa y desarmada (cfr. ut supra y el
voto del Dr. Riggi).
En el conjunto de las circunstancias que se vienen
exponiendo y en el curso de acciones de guerra, por ambos
bandos, debe interpretarse el trmino aniquilar anotado por
el Mayor Carlos Horacio Fernndez Surez en el Libro Histrico
del RIA 17. Sin embargo, y en la bsqueda del sentido de esa
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CmaraFederaldeCasacinPenal
AodelBicentenariodelaDeclaracindelaIndependenciaNacional

Sala III
Causa N FTU 16/2012/CFC1
Carrizo Salvadores, Carlos E. D.
V. y otros s/recurso de casacin

expresin, se olvida que l mismo aclar que en ningn momento


se

hizo

referencia

un

fusilamiento

algo

similar.

Significacin tambin aclarada por el oficial del estado mayor


Hctor

Evaristo

Snchez

en

el

sentido

de

disminuir

su

capacidad de lucha.
El anlisis objetivo del trgico suceso autoriza a
enfocarlo de una manera bien diferente a la anotada en el
fallo, a la que se ha llegado sobre la estricta ponderacin de
los elementos de juicio recolectados a tenor de las reglas de
la sana crtica, bajo la tnica marcada por la Corte Suprema
de Justicia de la Nacin in re: Casal, Matas Eugenio y otro
s/robo simple en grado de tentativa, -causa n 1681-, del 20
de septiembre de 2005.
Ese preciso control de la valoracin de esas piezas
de conviccin a la vez que conducen a una solucin diferente a
la anticipada, dejan expuestos los defectos de la adoptada por
el tribunal oral.
Apreciacin que pone de manifiesto que las acciones
ordenadas

por

militares

en

un

gobierno

defensa

de

constitucional
un

Regimiento

y
del

desplegadas
estado

por
para

colaborar con fuerzas policiales, que ya en ese momento se


encontraban en inferioridad de condiciones, fueron examinadas
con parcialidad, despreciando y tergiversando los asesinatos,
lesiones, desarme a fuerzas policiales y acciones semejantes
en una visin caprichosa y sesgada de los hechos, alejada de
un anlisis lgico y razonado plasmado en errores de juicio
que

ha

arrojado

valoracin

una

probatoria

conclusin
(art.

398,

contraria
prrafo

la

debida

segundo,

C.P.P.N.).
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del

Sobre esa misma lnea de error fueron evaluados los


sedicentes

testimonios

de

quienes

estaban

desprovistos

de

imparcialidad segn las reglas procesales antes indicadas y


afectados

por

sentimientos

emocionales

propios

de

quienes

haban sufrido las consecuencias de esos mismos episodios.


Ese

apartamiento

valoracin

de

probatoria

descalifica

el

las

leyes

decanta

fallo

en

como

del
un

razonamiento
juicio

acto

en

la

arbitrario

que

jurisdiccional

vlido

sancionable con la nulidad (art. 123 a contrario sensu, y 404,


inc.2 del Cdigo Procesal Penal).
Ahora

bien,

despojados

de

testimonios cuestionables, el resto


deja

un

margen

considerable

de

credibilidad

del material

incertidumbre

los

probatorio
que

impide

arribar a un juicio de condena, a la vez que impone en el caso


y respecto de los tres enjuiciados la absolucin por duda
(art. 3 del cdigo de forma).
En consecuencia, me adhiero al voto del Dr. Eduardo
Riggi para: I. HACER LUGAR, sin costas, a los recursos de
casacin deducidos por las defensas; II. ANULAR la sentencia
recurrida; y, en consecuencia, III. ABSOLVER de culpa y cargo
en esta Instancia a Carlos del Valle Carrizo Salvadores, Mario
Nakagama y Jorge Exequiel Acosta (arts. 470, 530 y 531 del
C.P.P.N.), debiendo el tribunal a quo disponer la inmediata
libertad de los encausados, en esta causa.
Tal es mi voto.
Tercero:
Por todo lo expuesto, y en mrito al acuerdo que
antecede, el Tribunal RESUELVE:

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CmaraFederaldeCasacinPenal

Sala III
Causa N FTU 16/2012/CFC1
Carrizo Salvadores, Carlos E. D.
V. y otros s/recurso de casacin

AodelBicentenariodelaDeclaracindelaIndependenciaNacional

Por

mayora,

I.

HACER

LUGAR,

sin

costas,

los

recursos de casacin deducidos por las defensas; II. ANULAR la


sentencia

recurrida;

y,

en

consecuencia,

III.

ABSOLVER

de

culpa y cargo en esta Instancia a Carlos del Valle Carrizo


Salvadores, Mario Nakagama y Jorge Exequiel Acosta (arts. 470,
530 y 531 del C.P.P.N.), debiendo el tribunal a quo disponer
la inmediata libertad de los encausados, en esta causa.
Regstrese y notifquese. Comunquese a la Direccin
de Comunicacin Pblica de la Corte Suprema de Justicia de la
Nacin (Ley 25.856 y C.S.J.N. Acordadas N 15 y 24/13), a
travs

de

la

Secretara

de

Jurisprudencia

de

esta

Cmara.

Oportunamente, remtase.
Sirva la presente de atenta nota de envo.

Ante m:

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