El Concepto de Estilo en Arqueología: Análisis Estilístico de Figurinas Antropomorfas Tumaco-La Tolita. Un Estudio de Caso.
El Concepto de Estilo en Arqueología: Análisis Estilístico de Figurinas Antropomorfas Tumaco-La Tolita. Un Estudio de Caso.
El Concepto de Estilo en Arqueología: Análisis Estilístico de Figurinas Antropomorfas Tumaco-La Tolita. Un Estudio de Caso.
El concepto de estilo
en Arqueologa:
62
Palabras claves
Antropomorfismo, anlisis de
estilo, figuras antropomorfas,
estilo.
Key words
Anthropomorphism, style
analysis, anthropomorphic
figurines, style.
Recibido:
2/03/2006
En revisin desde:
2/03/2006
Aceptado para publicacin:
8/09/2006
Resumen
Este documento se centra en el anlisis a la forma de registro de las figurinas
antropomorfas Tumaco-La Tolita pertenecientes a la coleccin del Museo
Arqueolgico Casa del Marqus de San Jorge. El objetivo de este trabajo es
presentar un modelo de ficha descriptiva para el anlisis estilstico de las
figurinas pertenecientes a este complejo arqueolgico, que funcione como
una base de datos que permita evaluar la relevancia de la informacin que fue
obtenida durante la descripcin y facilitara su manejo estadstico. La propuesta
de ficha, incluye la definicin de los componentes estilsticos de las piezas, la
presentacin de los tipos de figuras y el modelo de ficha descriptiva, como
una formulacin que no pretende agotar la discusin sobre el tema, sino por
el contrario, dar camino a muchas discusiones y elaboracin de nuevas
hiptesis con respecto a las figurinas antropomorfas.
Abstract
The main focus of this article is to analyze the registering method of TumacoLa Tolita anthropomorphic figurines, belonging to the collection of Museo
Arqueolgico Casa del Marqus de San Jorge. The objective of this paper is to
present an index card model for the stylistic analysis of this archaeological
complexs figurines as a database allowing relevance evaluation of the
information gathered during the description, facilitating its statistical
organization. This index card design includes the definition of stylistic
components of the pieces, presentation of types of figures and a model for an
index card as a formulation that doesnt wear out the discussion on the subject;
conversely, it allows varied debates and elaborations of new hypothesis relating
these anthropomorphic figurines.
Revista Inversa
63
de estos anlisis. Ambos casos contribuyen a generar posturas escpticas con respecto
a los resultados y las posibilidades de los estudios estilsticos en Arqueologa.
Una de las propuestas de trabajo desarrolladas por m1 y que expondr a lo
largo de de este artculo, dirige su atencin a la forma de registro de las figurinas
antropomorfas Tumaco-La Tolita pertenecientes a la coleccin del Museo
Arqueolgico Casa del Marqus de San Jorge. El objetivo era presentar un modelo de
ficha descriptiva para el anlisis estilstico de las figurinas antropomorfas pertenecientes
a este complejo arqueolgico2, que funcionara como una base de datos, que permita
evaluar la relevancia de la informacin que fue obtenida durante la descripcin y
facilitara su manejo estadstico.
En principio, el proyecto que sirvi como base para el desarrollo de esta
investigacin, pretenda explorar el papel desempeado por las figurinas femeninas
dentro de la iconografa de la estatuaria Tumaco-La Tolita tomando como muestra
de estudio las piezas cermicas antropomorfas pertenecientes al Museo Arqueolgico
Casa del Marqus de San Jorge, al Museo del Oro y al Museo Nacional3. Por desgracia,
son muy pocas las piezas que cuentan con la informacin bsica del lugar exacto de
procedencia con frecuencia ni siquiera con datos aproximados o medianamente
fidedignos, el contexto arqueolgico en el que fueron encontradas, o los elementos
y condiciones con ellas relacionados. Esta circunstancia representa un serio
inconveniente al momento de intentar una aproximacin al significado y la funcin
de estas representaciones. El estilo, como una herramienta analtica, est ligado a un
tiempo y un lugar especficos. Son las condiciones particulares en las que surge y
evoluciona, las que determinan y demarcan sus lmites y propiedades.
Los estilos pueden ser pensados culturalmente, estructurados o estandarizados en cierto sentido:
sus componentes son seleccionados dentro un cuerpo relativamente estrecho de tcnicas
interrelacionadas, alternativas temticas y estticas que son combinadas de acuerdo con una
serie de reglas (Rice, 1987: 244-245).
64
1
Este texto se basa en la
monografa titulada El concepto de
estilo en Arqueologa: anlisis
estilstico de figurinas antropomorfas
Tumaco-La Tolita, un estudio de caso.
Museo Arqueolgico Casa del
Marqus de San Jorge, presentada
en el ao 2003 por la autora para
optar al ttulo de Antroploga en
la Universidad Nacional de
Colombia, sede Bogot.
3
El cambio con respecto a la
dimensin de la muestra
seleccionada en un principio (las
colecciones Tumaco-La Tolita de tres
museos en Bogot), se debe
fundamentalmente a consideraciones
sobre el tamao de la muestra, el
estado de conservacin de las piezas
y el tiempo de trabajo requerido.
Pese a los pocos datos brindados por estas piezas con respecto a los contextos en
los cuales fueron halladas, no se puede pasar por alto la informacin potencial que
contienen, y su descontextualizacin, ms que resignacin y desconsuelo, es un
estmulo para desarrollar propuestas concretas de investigacin que, haciendo
conciencia de las limitaciones a las que se enfrentan, puedan aprovechar y validar la
informacin disponible y sus alcances.
Intentando encontrar opciones alternativas que permitieran amortiguar las
implicaciones impuestas a esta limitacin, lleg a contemplarse la posibilidad de
emplear la argumentacin analgica basada en datos etnogrficos sobre los contextos
en los que las representaciones humanas han sido fabricadas y usadas. El empleo de
las analogas etnogrficas es bien conocido dentro de las investigaciones arqueolgicas,
y ha cobrado un auge con el desarrollo de trabajos etnoarqueolgicos.
Para Watson, es posible obtener informacin valiosa sobre sistemas culturales
extintos, a travs de la comparacin de los restos materiales del registro arqueolgico
con datos de sistemas culturales mejor conocidos arqueolgica y etnogrficamente
(Watson y Gould, 1982). No obstante, la utilidad de aplicar un argumento por analoga
est condicionada por dos factores cruciales con respecto a la relevancia y la veracidad
de la analoga planteada: (1) debe demostrarse la continuidad histrica y cultural
entre los fenmenos observados arqueolgica y etnogrficamente; y (2) en ausencia
de la primera condicin, la relevancia del argumento puede ser justificada a partir de
analogas establecidas con culturas que manipulan en forma semejante,
medioambientes similares (Asher 1961 en Binford 1967).
Revista Inversa
65
I
Hacia una conceptualizacin del estilo ms all de los patrones
materiales
En el desarrollo de la investigacin arqueolgica, han sido mltiples los usos
dados al concepto de estilo (Carr y Neitzel, 1995; Conkey, 1990; Conkey y Hastorf,
1990; DeBoer, 1990; Hodder, 1990; Macdonald, 1990; Rice, 1987; Sackett,
1977; Voss y Young, 1995; Wiessner, 1990a y 1990b; Wobst, 1977). La diversidad
en las propuestas conceptuales depende de la forma en la cual el registro arqueolgico
y en particular, los objetos materiales son concebidos, y del papel ms o menos
significativo que se les otorga en el esfuerzo por acceder al conocimiento del pasado.
El estilo ms que una categora clasificatoria debe ser entendido como un intrincado
constructo que a travs de materializaciones concretas puede dar cuenta de principios
y normas sociales y culturales que conectan a los individuos con los sistemas a los
cuales pertenecen. En este apartado evalo la importancia de una discusin terica
66
En los dos primeros captulos de su libro The Uses of Style in Archaeology, Conkey y
Hastorf (1990) elaboran una revisin histrica acerca de los enfoques bajo los cuales
el estilo ha sido conceptualizado y de las repercusiones interpretativas que estas posturas
han tenido en el desarrollo de la investigacin arqueolgica. En este apartado resumo
los puntos esenciales de este trabajo.
Las primeras aproximaciones evolucionistas en el siglo XIX, conferan a los
artefactos un papel autnomo en tanto que, la variacin artefactual era interpretada
como efecto de los cambios culturales, mientras que el estilo de los objetos equivala
por s mismo a entidades histrico-culturales (Conkey y Hastorf, 1990: 8).
Desde la perspectiva histrico-cultural, el estilo sirvi para establecer y justificar la
existencia de cronologas y tipologas vinculadas con caractersticas estticas especficas
del material cultural, con base en patrones de similitud y diferencia, que a su vez eran
explicados en virtud de procesos de migracin y difusin. De esta forma el pasado
pudo ser dividido en unidades temporales y espaciales organizadas de forma coherente
(Conkey y Hastorf, 1990: 8).
Para algunos materialistas, el estilo se equiparaba con los elementos, formas y
distribuciones de los atributos de los objetos arqueolgicos en trminos puramente
descriptivos, dejando de lado cuestiones relevantes como las fuentes de variacin
formal, la intencionalidad de los artesanos y el papel de los objetos dentro de los
contextos culturales en los que fueron creados, manipulados y descartados (Conkey
y Hastorf, 1990: 2).
Para la Nueva Arqueologa, el estilo constitua una herramienta analtica que
actuaba como medidor de procesos culturales (en especial interaccin e intercambio
social), y que permita rastrear cambios significativos en las unidades sociales, en pos
del establecimiento de lmites espaciales y distribuciones temporales. El propsito
consista en encontrar similitudes anlogas que permitieran relacionar las actividades
artesanales y su funcionamiento dentro de los sistemas culturales. As se otorgaba
primaca al reconocimiento de patrones en los datos arqueolgicos como informacin
codificada que pudiera dar cuenta de la variacin y del funcionamiento de dichos
sistemas culturales. Desde este punto de vista, primero, todo artefacto es un correlato
material y como tal refleja fenmenos socio-culturales o ciertas etapas en la evolucin
de los sistemas culturales, y segundo, toda variacin artefactual (incluyendo por
supuesto la estilstica), se concibe como un lenguaje susceptible de ser decodificado
(Conkey y Hastorf, 1990: 9).
Ya en el decenio del 70, el concepto de estilo se involucr, adems de la variacin
formal, con la comunicacin, el intercambio de informacin y el establecimiento de
los lmites sociales. La cuestin estuvo centrada en la relacin, hasta el momento
disyuntiva, entre estilo y funcin, y la comunicacin apareci entonces como una de
las funciones del estilo (Sackett, 1977; Wobst, 1977), mientras que la variacin formal
fue vinculada con procesos de intercambio de informacin (Conkey y Hastorf, 1990:
9-10).
En la actualidad, el estilo sigue siendo un concepto bastante problemtico,
ambiguo, multivalente y elusivo, principalmente porque est ligado a contextos
culturales especficos, y conectado a un tiempo y un espacio en particular. El estilo no
es una entidad que el arquelogo pueda descubrir y capturar mediante la aplicacin
de un mtodo y/o una teora en especial. Esto no significa que no pueda ser usado
como una unidad analtica y conceptual en la prctica arqueolgica, es slo un
67
5
Esta concepcin est reforzada
por el paradigma del anlisis
estilstico convencional, en el que
el estilo es adquirido de forma
casi automtica antes de ser
aplicado sobre los artefactos
(procesos de enculturacin y
aculturacin y teora del
aprendizaje) y por supuesto, antes
de que dichos artefactos se
articulen con otros procesos
culturales.
6
Con respecto a factores
ambientales, sociales y culturales.
[] como aquella parte de la variabilidad formal en la cultura material que puede ser relacionada
con la participacin de los artefactos en procesos de intercambio de informacin (Ibd, Pg. 321).
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68
7
En especial, al considerar la
ejecucin de artefactos en
materiales de difcil consecucin y
que exigen mayor inversin de
energa durante la produccin,
distribucin, etc.
69
Los mensajes visibles ayudan a regular el contacto al servir de apoyo y sancin a la accin. Esta
gua a la accin acenta, en efecto, la intensidad de la interaccin y asegura as el resultado
exitoso, en el sentido adaptativo, de los inusuales encuentros sociales. Ello se logra al ofrecer lazos
de informacin que no requieran verse secundados por descripciones lingsticas precisas o por un
contacto regular entre los muy mvibles miembros de una poblacin regional (Gamble, 1990:
350).
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70
11
La diferencia a la que aludo, radica
en el grado de intencionalidad de los
individuos que manufacturan los
artefactos al momento de introducir
y manipular determinados mensajes
en sus productos (Sackett, 1966: 267268). En el transcurso de este escrito
volver sobre este punto en
particular.
12
Desde su publicacin en 1977, la
teora del intercambio de informacin,
adems de ganar adeptos tambin
ha sido objeto de crticas de ndole
diversa. Voss y Young presentan en
su artculo un aparte sinttico que
resume los reparos de distintas
tendencias tericas hacia el
planteamiento de Wobst. Las crticas
sealan que esta teora no consider
ciertos aspectos importantes con
respecto a la relacin entre el nivel
individual (conciencia expresable)
y el nivel de la sociedad operativa
(sociedad y cultura). En palabras de
Voss y Young (1995: 85) estos
aspectos son: (1) el significado
especfico cultural e individual de los
smbolos (Hooder), (2) la
manipulacin del estilo dentro de
unidades residenciales (Hooder), (3)
el impacto pasivo de la enculturacin
en el comportamiento decorativo
(Sackett), y (4) el componente ms
activo de retroalimentacin de la
enculturacin (Braun). Para una
discusin ms extensa sobre este
punto, es recomendable ver el
artculo original.
13
La perspectiva dicotmica entre
lo emic y lo etic proviene de los
trabajos del lingista Kenneth Pike, y
concierne tanto al punto de vista del
observador como al de los
participantes. Segn Harris, lo que
caracteriza las operaciones de tipo
emic es la elevacin del informante
nativo al estatus de juez ltimo de la
adecuacin de las descripciones y
14
Se refiere a las ltimas teoras en
el momento, esto es en el decenio
de 1970.
15
Alude en particular a lo que l
denomina del adjuntismo y a la
sociologa cermica. Segn Sackett,
tanto el uno como la otra, ubican
el estilo en la decoracin, en el caso
de los objetos no utilitarios, y en la
forma adjunta para el caso de los
objetos utilitarios. La forma adjunta
concierne a la variacin formal en
la cual la funcin principal se opone
a los fines particulares para los
cuales el objeto fue creado
(Sackett, 1977: 373).
71
Revista Inversa
72
Wiessner enfatiza en la
incapacidad humana para construir
una identidad individual, sin el
previo referente de una identidad
social derivada de las asociaciones
entre uno o ms grupos sociales
(1990a: 57).
17
18
Cuando la gente compara su
propia forma de hacer las cosas,
con la forma en la cual las hacen
los dems, puede decidir qu
posicin tomar: emularla, imitarla,
rechazarla o simplemente
diferenciada. Este tipo de actitudes
depende en gran medida de las
condiciones que denotan o inhiben,
acorde con las circunstancias, el
impulso de marcar la diferencia,
tales como la competencia (bien
sea individual o grupal), la
agregacin, el miedo, la necesidad
de cooperacin para alcanzar
determinadas metas, y la
imposicin de control poltico que
requiere accin grupal, entre otros
(Wiessner, 1990b).
Revista Inversa
Y ya que el estilo puede ser considerado como un medio a travs del cual individuos
y grupos sociales negocian su identidad frente a aquello que los rodea, entonces los
cambios efectuados en la cantidad de expresiones personales y sociales expuestas en
un artefacto21, puede proporcionar una medida aproximada de los cambios en las
condiciones sociales, econmicas y polticas (Wiessner, 1990b).
De acuerdo con Wiessner, los anlisis estilsticos pueden operar en dos niveles
distintos: el primero, se concentra en la expresin de similitud versus diferencia,
simplicidad versus complejidad y uniformidad versus diversidad, el segundo en cambio,
presta ms atencin al significado del simbolismo del estilo, con el propsito de
comprender la naturaleza de las relaciones sociales subyacentes. Alcanzar este objetivo
es posible gracias a dos propiedades del estilo: (1) su naturaleza relativa, que hace
factible conectar eventos individuales (identidad personal o grupal) con fenmenos
mayores (la identidad de la sociedad como un todo) y, (2) los aspectos multivalentes
e interpretativos, que permiten a la gente usar ciertos smbolos para expresar su
identidad relativa, a travs de la seleccin conciente o subconsciente de un estilo
(Ibd. 1990b).
73
20
Cuando la comparacin estilstica es
requerida, la probabilidad de que la
gente est dispuesta a esforzarse para
acceder a materiales de difcil
consecucin es ms alta. En
condiciones diferentes, los artesanos
probablemente emplearn materiales
de proveniencia local o cuya
adquisicin requiera menor esfuerzo
(Wiessner, 1985).
21
74
22
En esta medida, el estilo llega a
funcionar como un registro
dinmico y actualizado de las
relaciones sociales.
23
24
Tanto as que muchos de los signos
comunicativos del comportamiento
no verbal se derivan de sus
contrapartes funcionales (Wiessner,
1990b: 106).
75
25
II
Una perspectiva sobre la interpretacin de las figurinas antropomorfas
Revista Inversa
76
26
Trevi define un smbolo como
[] la dimensin que adquiere
cualquier objeto (artificial o natural)
cuando ste puede evocar una
realidad que no es inmediatamente
inherente (Trevi, 1996: 2). Ahora,
que de acuerdo con Lurker, el
smbolo no tiene slo funcin
comunicativa, tiene tambin una
funcin significativa. Significa algo
por cuanto que no slo se refiere al
significado de otra cosa, sino que
hace presente, representa su
significado y, en cierto sentido,
participa del mismo. De lo cual se
deriva el que tampoco puedan
inventar o rechazar los smbolos sin
ms ni ms, son algo que viene dado
y que tiene sus races en el fondo
de la experiencia colectiva humana
(Lurker, 1992: 20-21).
27
Estos mensajes intentan organizar
y cohesionar a los miembros de una
sociedad, al tiempo que pretenden
legitimar, reforzar y ratificar el orden
social establecido, as como las
estructuras sociales, polticas,
econmicas y religiosas creadas en
torno a l (Ardila, 1998; Bolger,
1996).
28
Segn Morris (1996), diferentes
medios pueden verse involucrados
en mltiples procesos y en
diferentes rangos de procesos,
dependiendo de los contextos de
uso y tradiciones de produccin.
31
Ya que los eventos ceremoniales
involucran el despliegue de
parafernalia ritual y de otros tipos
como bebida, comida y obsequios, los
anfitriones del evento deben contar
con los recursos suficientes para
mantener tales exigencias. sta es una
buena forma de ostentar su poder.
Los objetos arqueolgicos (en especial aquellos que hicieron parte de contextos
simblicos26) no son simples elaboraciones utilitarias surgidas a partir de la capacidad
humana para suplir las necesidades biolgicas bsicas, sino que responden a
requerimientos sociales e individuales definidos culturalmente, debido a que hacen
parte de un proceso dialogstico de intercambio continuo entre aquello que se plasma
en las cosas y los mltiples significados e interpretaciones que les son asignados por
parte de quienes hacen uso de ellas, de acuerdo con cdigos y patrones culturales. Y
ya que estos objetos participaron de contextos particulares dentro de los cuales
adquiran sentido y tomaban significado(s), deben ser entendidos primero, como la
materializacin activa de los sistemas de pensamiento que estructuran y regulan dichos
contextos y segundo, como medios de comunicacin, cuya funcin es transmitir
mensajes de ndole ideolgica27. A travs de estas expresiones materiales las ideas
pueden ser controladas y manipuladas de acuerdo con intereses y propsitos
particulares (DeMarris et al., 1996).
El proceso de materializacin responde a la consideracin de circunstancias como
la naturaleza de los mensajes que se pretenden transmitir, la manera en la cual estos
deben tomar forma y el grado de efectividad que se desea alcanzar a travs del medio
seleccionado28. Estos cuestionamientos son determinados por la evaluacin de otros
factores: (1) el costo de la inversin, en trmino de la materia, el tiempo y la energa
requeridos, en concordancia con la capacidad de quienes emiten los mensajes
(usualmente un segmento social dominante); (2) el pblico que se desea tenga acceso
a dichos mensajes29; (3) los alcances tanto espaciales como temporales de la o las
estrategias de materializacin; y (4) los requerimientos con respecto a la capacidad de
produccin y manipulacin del medio elegido.
De acuerdo con DeMarris (1996), las formas en las que la ideologa se materializa
son de cuatro rdenes: eventos ceremoniales, objetos simblicos e conos,
monumentos pblicos y paisajes, y sistemas de escritura. Cada uno de estos medios
genera un impacto diferente sobre la poblacin receptora. Los eventos ceremoniales,
permiten crear experiencias compartidas a travs de la participacin30. Su influencia
aunque poderosa, es transitoria, razn por la cual la eficacia de las ceremonias debe
estar garantizada por su repeticin cclica y por la inversin continua de recursos31.
Los objetos simblicos y los conos tienen considerables ventajas con respecto a
otras formas de materializacin. Comunican un mensaje estandarizado a muchos
individuos de manera simultnea y generan en ellos una experiencia vvida de la
ideologa, gracias al impacto visual que causan. Los objetos porttiles, facilitan la
comunicacin a larga distancia entre individuos, segmentos sociales, lites, aliados
polticos y/o grupos sociales, y funcionan como mecanismos de representaciones
narrativas. Los objetos simblicos pueden ser apropiados, heredados y transferidos,
caractersticas que los hacen marcadores propicios de la posicin individual, el status
social y el poder poltico. Adems, pueden adquirir un valor adicional, bien sea
porque se constituyen como bienes exclusivos de determinadas lites32 (Morris, 1996),
o bien porque tienen relacin directa con un linaje o deidad significativos. En este
caso, el valor y significado de los objetos depende ms de su contexto ideolgico que
de los costos de produccin (DeMarris et al., 1996).
Los monumentos pblicos cubren un mayor rango de espectadores y un alcance
temporal ms extenso. Pero a la par que deslumbran de manera ms abrupta por su
espectacularidad, demandan de una capacidad organizativa y de control (de las labores
y las materias primas) ms consistente y una mayor disposicin de recursos. Los
monumentos y modificaciones significativas sobre el paisaje, simbolizan la apropiacin
y territorializacin del espacio, organizando y materializando las relaciones y lmites
sociales (DeMarris et al., 1996)33.
Revista Inversa
Los sistemas de escritura son ms explcitos y directos. Los cdigos escritos son
sistemticamente aprendidos y enseados, al mismo tiempo que ofrecen una buena
oportunidad como estrategias de control, ya que mientras que el desarrollo de la
escritura ha jugado un papel primordial dentro de la evolucin y complejizacin de
las sociedades, tambin ha generado la consolidacin de grupos de especialistas
adiestrados (escribas e intrpretes), que tienen a su cargo el manejo restringido de
este tipo de materializacin ideolgica. La informacin transmitida a travs de este
medio llega tambin a ser controlada como una especie de conocimiento esotrico
codificado y manipulado por el grupo de especialistas34 (Morris, 1996).
Morris seala dos puntos principales con respecto al papel desempeado por los
smbolos y los signos visuales dentro de las sociedades que carecen de sistemas de
escritura, el primero se refiere a que el universo estilstico de una sociedad puede ser
expresado a travs de una variedad de medios cuya seleccin se relaciona con el
desarrollo tecnolgico alcanzado. El segundo y ms relevante punto, enfatiza en que
la naturaleza dinmica del estilo le confiere la capacidad de seleccionar los rasgos
estilsticos que simbolizan unidades sociopolticas, tnicas o unidades de gobernantes
y gobernados. De esta forma, los rasgos estilsticos no se cien estrictamente a patrones
de innovacin y repeticin artstica, sino que son una parte dinmica y primordial
de los procesos sociopolticos. En palabras de Morris, mucho de lo que nosotros
llamanos estilo, es el gran corazn del poder (Ibd. 432).
32
Esto puede tener que ver con el
uso y la consecucin de materiales
exticos, la circulacin restringida de
ciertos bienes y su valor dentro de
las redes de intercambio.
33
Morris reconoce en la arquitectura,
el ms pblico y directamente poltico
de los medios a travs de los cuales
el estado puede expresar sus
propsitos e ideologas, gracias a su
alta visibilidad e impresionabilidad.
Tanto la arquitectura como la
disposicin de las construcciones
dentro de los sitios pueden ayudar a
canalizar y estructurar la interaccin
social.
34
El funcionamiento de las sociedades
depende en gran medida de la
regulacin de la comunicacin y las
interacciones entre diferentes grupos
tnicos, sociales y econmicos. En
sociedades de gran complejidad, el uso
de la escritura permite ms precisin
en los cdigos que controlan los
comportamientos e interacciones
apropiados, de forma tal que la
enseanza y el aprendizaje de estos
lineamientos conductuales se hacen
ms sistemticos (Morris, 1995).
La materializacin de la ideologa confiere poder social en dos sentidos bsicos. Primero, una
lite con los recursos para extender su ideologa a travs de la materializacin promueve sus
objetivos y la legitimidad a expensas de grupos competidores que carecen de estos recursos. []
Segundo, la materializacin hace de la ideologa un elemento significativo de estrategias polticas.
Debido a que las ideas y significados son de difcil control, resulta imposible prevenir la existencia
de individuos que se opongan al grupo dominante para generar sus propias ideas sobre el mundo
e intentar convencer a los otros sobre su validez. La manipulacin del significado puede ser un
medio tanto para resistir como para legitimar la autoridad (DeMarris et al., 1996: 17).
77
78
Revista Inversa
79
Esta nueva perspectiva del gnero como construccin social dinmica, inmersa
en un proceso continuo de litigio y negociacin de acuerdo con las formas
particulares de entender el mundo en distintas pocas y lugares (Preucel y Hooder,
1996), ofrece varias ventajas: (1) quedan abiertas las posibilidades para entablar un
dilogo acadmico no necesariamente feminista que involucre mltiples variables
dentro del panorama de las relaciones de gnero y poder en diferentes niveles, que
abarcan desde la contemplacin de asuntos cotidianos hasta el entendimiento de
las polticas que establecen, legitiman, regulan y mantienen este tipo de relaciones;
(2) posibilita el seguimiento de las dinmicas de cambio en la forma en la cual se
efectan las relaciones entre hombres y mujeres como actores sociales y familiares
(Bolger 1996; Joyce 1993); (3) permite considerar no slo lo femenino y lo
masculino sino tambin, una multiplicidad de gneros consolidados en el momento
de edificar identidades sociales.
La Venus de Willendorf es una
estatuilla de un cuerpo femenino
hallada en 1908 por el arqueolgo
Josef Szombathy en una excavacin
realizada cerca de Krems (Austria).
La figurilla de 11,1 centmetros de
alto, se encuentra esculpida en
piedra caliza pintada en color ocre.
Actualmente se piensa que es una
representacin relacionada con la
fetilidad debido a lo voluminoso de
su vulva, abdomen, nalgas y mamas.
80
Leroi-Gourhan atribuye la
escasez de figurinas masculinas a las
diferencias de durabilidad de los
materiales usados en su fabricacin.
En el arte parietal predominan
tanto las figuras de hombres como
los smbolos masculinos sobre las
figuras de mujeres y los smbolos
identificados como femeninos
(Leroi-Gourhan, 1968).
38
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81
39
Segn Joyce, el anlisis de este
tipo de relaciones disyuntivas entre
la imaginera de gnero, precisa la
exploracin simultnea de las
similitudes y diferencias, debido a
que dichas imgenes no poseen un
significado inherente unitario, en
cambio, al ser constrastadas con
otras, pueden delinear dimensiones
especficas de diferenciacin social.
40
82
Tan fascinantes como enigmticas han resultado siempre las figuras en las cuales o
no estn representadas las caractersticas sexuales o se combinan atributos sexuales
femeninos y masculinos en una misma entidad, y que tambin hacen parte del registro
arqueolgico de diversas sociedades.
Ya que el gnero no slo concierne a los aspectos biolgicos sino que tambin
hace referencia a un constructo social, fluido y potencialmente inestable, no hay razn
para suponer que la no-representacin de los rasgos sexuales distintivos indique falta
de importancia o atencin sobre ellos. La representacin de figuras asexuadas muy
probablemente pueda estar relacionada con una intencin explcita de manifestar un
estado o condicin singular (Creen, 1997; Lleras, 2000; Preucel y Hooder, 1996).
Segn Lleras (2000), la existencia de figuras asexuadas no puede ser entendida a no ser
que se considere la flexibilidad del restablecimiento del equilibrio entre el par
femenino/masculino, gracias a la ambigedad proporcionada por el accionar de este
tercer gnero, que en ultimas funciona como el complemento en la conformacin de
una trada.
Revista Inversa
83
Este enfoque procura inferir el uso de las piezas antropomorfas dentro de los
sistemas sociales en los cuales operaban, a partir de datos suministrados por los
contextos de hallazgo (informacin sobre la manufactura, uso y descarte de las
figuras), referencias etnohistricas y analogas etnogrficas. Las estatuillas humanas
son concebidas como artefactos significativos dentro de la parafemalia simblica
en la ejecucin de diversos rituales: ritos de sanacin, comunicacin con los
antepasados, adivinacin, ofrendas votivas o rituales funerarios.
Como objetos rituales, estos artefactos adquieren un carcter ms simblico
sobre la forma en la cual la figura humana es entendida y representada, y sobre los
significados y poderes que les son asignados, ms all de caractersticas y distinciones
sexuales, y que en ltima instancia conectan el mundo material con el universo de
lo espiritual.
De acuerdo con sus investigaciones en Centroamrica, Marcus (1998) relaciona
la abundancia de pequeas figurinas femeninas cermicas con rituales domsticos
ejecutados por las mujeres para comunicarse con sus antepasados, durante el
formativo temprano y medio en el valle de Oaxaca. A continuacin resear los
resultados ms significativos de su trabajo, con el propsito de presentar las
posibilidades inferenciales que ofrece un estudio de las figurinas en relacin con su
43
Empoderamiento viene del ingls
empowerment,que literalmente traduce
permitir, capacitar u otorgar poder a
alguien. En espaol, esta palabra se ha
empleado bsicamente en dos
sentidos:(1) en relacin con un modelo
econmico que pretenda conferir
poder a los empleados para
implementar estrategias empresariales
(Havard Business Review, 1998); y (2)
en el marco de investigacin social, en
particular en estudios de gnero, en
los que si bien el significado de
empoderamiento no siempre es claro,
si puede vinculrsele con procesos de
reivindicacin y transformacin de los
procesos, estructuras y funciones
sociales (Len, 1997;Wieringa, 1997).
84
44
45
contexto: (1) ciertos rituales eran ejecutados para comunicarse con los antepasados,
enterarse de sus necesidades y recordarles sus obligaciones para con sus
descendientes. Mientras que los rituales masculinos de carcter ms exclusivo
se relacionaban con la comunicacin con los ancestros ms remotos sobre
cuestiones de inters social y se ejecutaban en construcciones pblicas; los femeninos
ms inclusivos tenan como propsito consultar a los antepasados recientemente
fallecidos sobre asuntos familiares y personales y se llevaban a cabo en la unidad
domstica y en los espacios cercanos a ella; (2) las mujeres eran quienes fabricaban
las figurinas, que dentro del ritual encarnaban a ancestros femeninos44, sirvindoles
de medio material a sus espritus para tomar forma dentro del mundo real; (3) las
figuras no necesitaban ser retratos realistas puesto que una vez se invocaba a los
espritus por su nombre, las piezas de arcilla adquiran sus caractersticas. Esto
explica la estandarizacin de los rasgos faciales; (4) es evidente la atencin puesta
en la representacin de los peinados. Segn Marcus, mientras que en las sociedades
igualitarias los peinados constituyen un medio eficaz para comunicar las diferencias
como persona social (rango de edad, status marital, etc.)45, en las sociedades
jerarquizadas, donde el rango social se hereda, los ornamentos son un buen
marcador del status social; (5) una vez terminado el ritual, las figurinas perdan su
valor y eran descartadas, por eso el gran nmero de piezas encontradas. En ocasiones,
las estatuillas eran mutiladas intencionalmente con el objeto de evitar que fueran
reutilizadas por personas ajenas a la unidad domstica, (6) las figurinas femeninas
deliberadamente incluidas dentro de los entierros de mujeres, denotan una mayor
cercana entre ellas y sus predecesoras muertas; (7) al parecer, las variaciones
cronolgicas ms representativas ocurren a nivel de los atributos y no de los tipos de
figurinas; (8) las figurinas asexuadas de la fase de Tierras Largas quizs comunicaban
su gnero a travs del uso de indumentarias elaboradas en materiales perecederos; (9)
el uso de pequeas figurinas empez a decrecer con el surgimiento del Estado Zapoteca,
ya que por un lado, se consolidaron los especialistas religiosos de tiempo completo, y
por el otro, los rituales a los antepasados se bifurcaron en una gran tradicin, en la
cual los ancestros nobles y reales eran honrados y representados en urnas funerarias,
efigies en alcarrazas, e incensarios antropomorfos, fabricados por artesanos
especializados, y una pequea tradicin, tendiente a la extincin, que recordaba a
los ancestros de la gente comn, materializados en menudas figurinas (Marcus, 1998).
Las conclusiones del trabajo de Marcus estn guiadas por los estudios
antropolgicos de gnero, que se interesan en las funciones sociales desempeadas
por hombres y mujeres y en la forma en la cual estas diferencias pueden ser rastreadas
dentro del registro material, de tal modo que los argumentos tericos puedan ser
sustentados con ejemplos basados en datos arqueolgicos.
Otras interpretaciones vinculan las figurinas femeninas con rituales relacionados
con las etapas de vida y las funciones de las mujeres dentro de la sociedad. Samaniego
(1971) por ejemplo, al referirse a las llamadas Venus de Valdivia, propone que la
llamada protuberancia flica de ciertas figuras, no es otra cosa que las manos de
jovencitas adolescentes cubrindose el pubis durante posibles rituales de virginidad.
Bolger (1996), interpreta las ptreas figuras femeninas del Calcoltico en Chipre,
como objetos rituales elaborados con el fin de ser apretados por las futuras madres
durante el parto.
El planteamiento de Biaggi (1991) es algo distinto. En su opinin las figurinas
de Malta no representan sacerdotes, sino sacerdotisas especializadas y consagradas
a ritos de adoracin dentro de un sistema religioso jerarquizado, en el que las
caractersticas femeninas estuvieron significadas por factores ajenos a los rasgos
biolgicos tales como la opulencia, la posicin corporal y los atuendos46. Las
1.
Como representaciones de espritus tutelares (hi), bien sea para nios o para
adultos48.
2.
3.
4.
47
48
Nios y bebs reciben de manos del
chamn una figura antropomorfa que
representa su espritu protector, y que
aunque es tratada por los pequeos
como un juguete, reviste gran
significacin para los mayores. Cuando
es un adulto quien desea obtener un
espritu no slo protector sino que
tambin desempee funciones
adquisitivas y de agresin, el proceso es
algo distinto. El interesado construye
un pequeo cuarto con hojas de palma,
lugar en el que dejar una figura
antropomorfa tallada acorde con las
indicaciones del chamn. Para
convertirse en espritu tutelar esta
figura exige, a travs del chamn,
ofrendas tales como carbn vegetal o
sangre humana. Al beber la sangre se
transforma en murcilago y muerde a
su protegido durante el sueo. En
adelante, la persona deber hacer
ofrendas peridicas a la figura que ahora
contiene su hi (Reichel-Dolmatoff,
1960: 120-121).
49
Estas figuras investidas de poderes
mgicos son simples y estandarizadas,
sin rasgos de individualidad y pueden o
no presentar caractersticas sexuales.
En primer caso, los genitales masculinos
son tallados en alto relieve, mientras que
los femeninos se manifiestan en una
incisin triangular (Reichel-Dolmatoff,
1960: 144-145). En el segundo caso
no existen indicaciones sexuales debido
a que el chamn puede atribuirles
diferentes sexos a sus figuras (ReichelDolmatoff, 1969: 234).
50
La forma en la cual las figurinas son
descartadas, vara de acuerdo con las
85
46
Biaggi (1991) basa este tipo de
afirmaciones en estudios comparativos
con piezas similares tales como las
Sacerdotisas Sumerias.
Revista Inversa
86
53
Por arte DeBoer entiende el
instrumental o conjunto de
elementos rituales del chamn. Sin
el conocimiento de los cantos y los
narcticos utilizados, el arte carece
de poder (DeBoer, 1998).
54
El primer par representa a un
hombre y una Chachi, el segundo,
est conformado por un hombre
desnudo, con el pene adherido al
abdomen y un sombrero de estilo
europeo, y una mujer tambin
desnuda, usualmente identificada
como negra, el tercer y ltimo par
son figuras que parecen autoridades
Revista Inversa
tamao de ciertas partes del cuerpo, y la insignificancia con la que otras han sido
materializadas. Al respecto, Leroi-Gourhan recalca que la mayor parte de la literatura
sobre las populares Venus Auriaciences, adolece de una sintomtica prdida
del sentido crtico por parte de los investigadores que ven en ellas representaciones
anatmicas fieles de las mujeres de la poca. En su opinin, responden ms bien
a construcciones figurativas propias de aquellos contextos, y en ello es que reside
su inmenso valor plstico (Leroi-Gourhan, 1994).
Existe una visin alternativa que se distancia de los enfoques que otorgan
significacin a las figuras femeninas desde un punto de vista exterior, y se centra en
la nocin de auto-percepcin y auto-representacin. Segn McDermott (1996), las
alteraciones en las proporciones de las figurinas del paleoltico superior, no
corresponden a una intencionalidad simblica o psicolgica, sino a la distorsin
relativa que implica contemplar el cuerpo sin ms ayuda visual que la proporcionada
por los propios ojos. De esta forma, la informacin se obtiene desde una perspectiva
egocntrica y auto-generadora que corresponde con la representacin de los atributos
caractersticos de estas figuras: cabezas sin rostro profundamente estandarizadas, en
las que el cabello es el nico rasgo manifiesto, senos, caderas y nalgas de proporciones
extraordinarias, y pantorrillas y pies diminutos o inexistentes. As las cosas, la
variabilidad estilstica entre las estatuillas de diferentes regiones, reflejara las diferencias
morfolgicas entre individuos y grupos humanos, la etapa del embarazo retratada, o
simplemente, la divergencia en las rutinas de auto-inspeccin entre las mujeres y en
trminos interpretativos, estas representaciones de mujeres en distintas etapas de su
vida, incorporan informacin ginecolgica y obsttrica y probablemente significan
un avance en el control auto-consciente de las mujeres sobre las condiciones materiales
de sus vidas reproductivas (McDermott, 1996: 227).
87
88
III
Apuntes sobre la historia de los alfareros de Tumaco-La Tolita
56
Salgado et al. (1995), proponen la
existencia de una frontera cultural
ms que ambiental, dada la ausencia
de evidencias de asentamientos
Tumaco-La Tolita ascendiendo el ro
San Juan y la presencia en esta zona
del estilo Catanguero.
57
El material arqueolgico encontrado
en la isla Gorgona,podra relacionarse
con los desarrollos cronolgicos
identificados en zonas aledaas como
Guapi, Timbiqu y Tumaco,
pertenecientes al complejo
arqueolgico Tumco-La Tolita. Sin
embargo, las evidencias hasta ahora
reportadas, no son del todo
contundentes ni esclarecedoras con
respecto a este punto (Casas 1988,
1990).
58
Revista Inversa
89
Mapa 1. Distribucin de sitios arqueolgicos Tumaco-La Tolita en la Costa Pacfica de Colombia y Ecuador (los sitios sealados en este mapa
corresponden a los lugares donde se han realizado excavaciones arqueolgicas para tratar de definir un rea de dispersin del complejo
arqueolgico Tumaco-La Tolita. N. de los E.)
90
Los resultados de la revisin bibliogrfica efectuada sobre este tema, pueden clasificarse
en dos grupos de acuerdo con la proveniencia de las fuentes de informacin que
utilizan y en consecuencia, con el tipo de observaciones que de ellas se deriva:
60
61
62
Patio (1999) asegura que las evidencias sobre las pautas de asentamiento,
la explotacin econmica, el intercambio, los bienes de prestigio y la
especializacin artesanal, entre otros, ofrecen el sustento suficiente para
admitir la existencia de cacicazgos en la fase Inguap II de Tumaco-La Tolita65.
4. Con base en la densidad y las caractersticas cualitativas del material66
arqueolgico recuperado, en la cantidad y tamao de las tolas, en el
establecimiento de reas de actividad especficas y en la ubicacin estratgica
del sitio, se ha propuesto la existencia de un centro poltico-ceremonial
localizado en la isla La Tolita67 (Alcina Franch, 1979, 1981; Alcina Franch y
Rivera, 1971; Alcina Franch et al., 1987; Bouchard, 1982-83, 1986, 1988, 1995;
65
En 1986, Alcina Franch ya haba
insinuado la existencia de jefaturas
complejas en La Tolita durante el
periodo de los desarrollos regionales,
pero no profundiza ni aclara nada al
respecto. Cuatro aos ms tarde,
Patio sugiere tambin el tipo de
organizacin cacical, sin embargo,
aclara que la informacin disponible
hasta el momento, no permita
afirmarlo con certeza. En 1995,
DeBoer, discutiendo la secuencia
cultural para la cuenca de los ros
Santiago y Cayapas (Provincia de
Esmeraldas, Ecuador) establece
varios ndices, como expresin
numrica de los datos disponibles
sobre asentamientos e intercambio,
que tienen como fin demostrar la
forma y la direccin del cambio de
una fase a otra en dicha secuencia.
Al analizar seis de estos ndices: ndice
de agregacin, ndice de intensidad
regional, de importaciones, de
elaboracin de cermica, distribucin
de sitios por cuencas y zonas de
influencia de La Tolita, DeBoer
concluye que de hecho, el patrn
de covariacin solamente sugiere
que estamos registrando el
surgimiento y la cada del tipo de
formacin que los arquelogos
usualmente llaman cacicazgo (1995:
127).
91
64
Bouchard resalta la necesidad de
considerar el fenmeno de
convergencia como una alternativa a
las tradicionales interpretaciones
difusionistas para explicar las
similitudes entre el material de esta
rea y el de Centroamrica. Adems,
mientras se ha hecho nfasis en
algunas analogas morfolgicas o
decorativas, obviamente jams se ha
considerado el conjunto total de las
figurinas. Si se le hubiera considerado,
las diferencias habran sido mucho
ms numerosas que las semejanzas
(1982-83: 327).
Revista Inversa
Cronologa
a.C.
XII
XI
IX
VIII
VII
VI
IV
III
II
INTEGRACIN REGIONAL
II
III
IV
VI
VII
VIII
IX
XI
XII
XIII
d.C.
Baha de
Buenaventura
Patio
(1988a)
Ros
Gaupi-Saija
Casas
(1990)
Isla Gorgona
Patio
(1989a)
Bajo Ro Pata
Cubillos
(1955)
Isla El Morro
Monte Alto
Bouchard
(1982-1983)
Baha de
Tumaco
Inguapi I
Reichel-Dolamtoff
(1965)
Ro Mataje
Nario
Ecuador
Isla La Tolita
DeBoer
(1995)
Cuenca
Santiago-Cayapas
Muelle Viejo
Buena Vista
Maina
Mataje I
Mataje II
Tiaone
Tchina
Balao
Atacames Temprano
Tolita temprano
Mafa
Indican intervalos de tiempo que los investigadores han definido como fases y periodos, y que
han sido establecidos con una fecha aproximada de inicio y otra de finalizacin
Representan ubicaciones temporales definidas bien sea por comparaciones entre el
material arqueolgico y que no tienen datacin, o bien, establecidas con base en una nica
fecha, y donde la duracin de la fase o periodo slo se aproxima.
Periodos o fases que han sido relacionados con el complejo arqueolgico T-T.
Sin fechar.
El complejo Nerete ha sido identificado por Bouchard (1982-1983) como una variacin local del
complejo El Basal.
Alcina Franch (1981) aclara que esta fecha es bastante dudosa puesto que coincide en el mismo
nivel con ms confiable de 770 d.C.
Bucheli
El Morro
Halsal (s.f)
1
Nerete (s.f)
Baha de
Atacames
Valdez
(1987)
La Cocotera
s.f
Las Delicias
Tamarindo
Cuenca del
Ro Esmeraldas
Alcina Franch
(1979)
Stemper y Salgado
(1996)
Cauca
Valle del
Cauca
Regin/Investigador
DESARROLLOS REGIONALES
FORMATIVO TARDO
Transicin
Tolita clsico
Selva alegre
Atacames tardo
Tolita tardo
Guadual
Tumbaviro
94
66
Aqu el papel de la iconografa
cermica, en especial de las figurinas
antropomorfas y zoomorfas, ha sido
considerado como crucial marcador
del status ostentado por un grupo
elite.
67
Bouchard (1988: 11), insina con
timidez la posible existencia de un
segundo centro poltico, comercial y
religioso, ubicado en la isla de Morro
en el actual municipio de Tumaco,
pero reconoce que el estado de
destruccin en el que se encuentra
este sitio debido a la construccin
del puerto, hace dudoso el propsito
de aclarar por ahora, el papel
desempaado por l. Patio (1992)
sugiere adems de la Tolita otros
centros poltico-econmicos: Mataje,
Monte Alto,Tumaco y la Cocotera.
68
Al punto de controlar los diseos
que deban usarse y las asociaciones
mticas que habran de tener, sobre
todo en el caso de figurinas y cermica
no domstica (Salgado et al., 1995: 14142).
69
Es conveniente anotar aqu, que
mientras que la mayora de los
investigadores que realizaron
excavaciones en la zona, estn de
acuerdo al afirmar que las
caractersticas de la cermica de las
fases posteriores al esplendor de la
tradicin Tumaco-La Tolita, van
mermando en calidad tecnolgica y
diseo artstico, los datos aportados
por los trabajos de Cubillos indican
una mayor y mejor elaboracin de la
cermica perteneciente al que l llam
periodo menos antiguo, con respecto
al periodo antiguo. Esta discordancia
fue referenciada ya en los primeros
trabajos de Reichel-Dolmatoff y de
Bouchard.
DeBoer, 1995, Echeverra, 1988; Meggers, 1966; Patio, 1989, 1992; Valdz,
1986, 1987; Villalba, 1996). Y si bien esta propuesta ha sido una constante en
los trabajos referenciados, la vaguedad ha sido el factor predominante en
planteamientos que fluctan desde concebir La Tolita como centro de difusin
cultural, hasta considerarla un punto mercantil importante; sin reparar
demasiado en evidencias concretas que den luces sobre factores como la
naturaleza y la estructura del poder que supuestamente se concentraba en este
sitio. No es sino hasta los trabajos de Valdz (1993) y Salgado et al. (1995), que
surgen nociones ms claras al respecto. Valdz, a grosso modo enfatiza en la
importancia regional de La Tolita, como lugar de peregrinacin ceremonial,
donde la importacin de bienes exticos rituales jugaba un papel determinante,
y que fue perdiendo protagonismo a la sombra del surgimiento de centros
locales menores. Salgado et al. siguiendo el modelo de anlisis de centroperiferia, plantean la existencia de un sector de la poblacin que sustentaba
un poder basado en la adquisicin competitiva de bienes de acceso restringido
(elaborados por especialistas, tambin residentes en la isla), que mantena el
control ideolgico68 y centralizaba el conocimiento esotrico que circulaba
entre el litoral y la sierra (1995: 140).
DiCapua se apoya en la propuesta de Coe para la isla de Jaina (Coe 1973 en
DiCapua, 1978) y en la representacin recurrente de temas como la enfermedad,
el sufrimiento y la muerte en la cermica encontrada en La Tolita para proponer
este lugar como una Isla de los Muertos o centro de culto mortuorio.
5. Variaciones en los rasgos estilsticos y tecnolgicos entre el material cermico
de algunas de las fases definidas en las distintas exploraciones arqueolgicas
han sido interpretadas como posibles hiatos culturales que suponen el paulatino
decaimiento de esta cultura69 (Bouchard, 1977-78, 1982-83, 1986, 1995; Patio,
1987, 1988a, 1989a, 1990, 1991, 1992; Reichel-Dolmatoff, 1986a; Valdz, 1987,
1993).
6. La cermica, en especial las figurinas antropomorfas y zoomorfas, ha sido
usada como el principal marcador de similitudes y diferencias estilsticas entre
los materiales arqueolgicos referenciados para la regin. Es en estas similitudes
y diferencias en las que las hiptesis tanto sobre la unidad estilstica para toda
zona, como sobre la supuesta ruptura cultural entre algunas de las fases
(periodos?) han encontrado su mayor asidero.
7. Pese a la abundancia de las representaciones antropomorfas, en su mayora
encontradas en basureros, y en menor medida en contextos funerarios (sobre
todo en territorio ecuatoriano), pocas son las hiptesis trabajadas en torno a la
funcin que desempearon dentro de la dinmica cultural de quienes las
produjeron, utilizaron y descartaron70. Para Salgado y colegas una gran parte
de las interpretaciones se han esforzado ms por encontrar el significado de
las figurinas que por su funcin, y segn ellos:
Se propone que las figurinas modeladas y moldeadas antropomorfas podran haber
sido usadas (1) por una parte de la poblacin para expresar sus vnculos con La Tolita y legitimar
su dominio; (2) en ceremonias y rituales de curacin; (3) como instrumentos
de diversin (Salgado et al., 1995: 139).
nariense), y que han sido abordadas desde la suposicin de una red bastante
amplia de intercambio comercial en esta regin71. Este tipo de hiptesis se
ha establecido con base en los numerosos objetos forneos encontrados en
sitios alejados de la costa y cuyo punto de origen sera el litoral72. En
contraste, en la zona costera Tumaco-La Tolita este tipo de objetos no
sobrepasan las esquirlas de obsidiana (Cubillos, 1955; Bouchard, 1977-78,
1982-83; Patio, 1988a, 1993, 1995; Valdz, 1987) de supuesto origen
serrano, y una figurina femenina sentada en un banquito y sin cabeza,
encontrada en el Basal, y que segn Bouchard (1982-83) podra relacionarse
con las figurinas del complejo Capul 73. Sin embargo, hay cierta
inconsistencia con respecto a la correspondencia cronolgica, puesto que
en el altiplano no existen dataciones anteriores al 800 d.C., fecha bastante
alejada del periodo de esplendor Tumaco-La Tolita (Bouchard, 1982-83).
95
73
Revista Inversa
71
Para Salgado et al.: [] es factible
que hayan existido contactos entre la
Costa Pacfica y el altiplano nariense
pero el papel que tuvo la produccin
de bienes utilitarios, distribucin y
manipulacin y circulacin de bienes
utilitarios y no utilitarios en el
desarrollo de las sociedades
complejas a nivel regional ha sido muy
poco estudiado (1995: 148-49).
96
75
Este planteamiento coincidira con
la propuesta de Bouchard con
respecto a la prdida del control
econmico y poltico en los centros
cacicales o ceremoniales y de
comercio (Bouchard, 1989 en Patio,
1992).
En la secuencia cronolgica
ecuatoriana, el pueblo de los
Atacames se ubica dentro del periodo
de integracin regional (500-1500
d.C.), an cuando se considera podra
ser adelantado a las ltimas etapas del
periodo de los desarrollos regionales
(Galvn y Marriuso, 1986).
76
97
IV
Descripcin y anlisis de las figurinas antropomorfas Tumaco-La Tolita
Revista Inversa
77
Son pocos los investigadores que
dentro de sus trabajos en el rea
definen los conceptos de los que hacen
uso al momento de referirse a las
taxonomas descriptivas de las
caractersticas del material arqueolgico,
entre ellos se encuentran Meggers
(1996), Patio (1988a, 1992) y Valdz
(1992).
98
78
al menos iconogrficamente, se puede plantear que antes, durante y despus del auge del centro
poltico ceremonial de La Tolita, un sector de la comunidad de La Bocana marcaba distinciones
sociales a travs de materiales diferentes al oro, cuatro siglos antes del primer indicio de orfebrera
en la regin [] (Salgado et al., 1995: 140).
Revista Inversa
99
79
Basndose en las hiptesis de
otros investigadores Gamboa
expone dos posibles rutas
migratorias: 1. Asia-Oceana-Sur y
Centroamrica, y 2. Asia-Kuro
Shiwo-Centro y Sudamrica
(Gamboa, 1962: 15). En esta medida,
las coincidencias entre los patrones
artsticos de las representaciones
humanas provenientes de sur y
mesoamrica quedaran explicadas.
Independientemente del sentido en
el que se efectuaron los contactos
entre stas dos reas, de sur a
norte o de norte a sur, las continuas
relaciones entre ellas son un tema
que da por sentado.
poco conocida, atendiendo incluso a una posible relacin entre ellas, y segundo, especificar
la funcin que cumplan las figurinas dentro de sus respectivas culturas (Snchez, 1981:
25).
Aunque su estudio est basado en colecciones particulares y de museos que
comprenden piezas Tiaone, Tachina, Atacames y Tumaco-La Tolita, las caracterizaciones,
interpretaciones e hiptesis con respecto a las culturas artfices de estas figuras tienen
como principal punto de partida los ejemplares Tumaco-La Tolita. Esto se debe a la
variedad, diversidad y cantidad en la que se encuentran, pero adems porque,
[...] de todas las culturas analizadas, consideramos que es la nica en la cual el rasgo figurilla gozaba de
la debida importancia dentro de la cultura como para ser algo verdaderamente relevante (Snchez
1981: 89).
100
80
Con el propsito de situar las figurinas en tiempo y espacio, Snchez las clasifica de
acuerdo con dos conceptos que funcionan a modo de unidades clasificatorias: estilo y
tipo. El primero agrupa diferentes piezas bajo una serie de caractersticas comunes de
fcil identificacin y adicionalmente, permite su adscripcin a determinada cultura80.
Un tipo (incluido dentro del estilo), es una unidad menor caracterizada por rasgos, que
en el caso de materiales de excavacin, pueden contribuir al establecimiento de
cronologas relativas, mientras que para el caso de ejemplares pertenecientes a museos,
facilitan la labor interpretativa (Snchez, 1981).
Como resultado de este estudio Snchez propone cinco categoras: figurillas tpicas,
grandes figuras, escenas de la vida cotidiana, placas y figuras ceremoniales. Para cada
categora establece una tipologa basada en elementos estilsticos que aluden a la tcnica
(forma de manufactura), la representacin (qu se representa y cmo se desarrolla esta
representacin en el espacio) y la ornamentacin. La descripcin y anlisis de las piezas
que conforman estos grupos conllevan a la caracterizacin de las figuras con respecto a
factores como la identificacin grupal, la marcacin del status, las actividades econmicas
y la organizacin social.
El tipo fsico representado en las estatuillas correspondera ms que a una caracterstica
real, a un recurso estilstico que confiere mayor inters a la cabeza, razn por la cual las
figurinas parecen rechonchas y cabezonas. La deformacin craneana por su parte es un
rasgo comn y generalizado, por lo que indicara una cualidad esttica antes que un
signo de rango o status (Snchez, 1981).
Los atuendos y ornamentos de mayor riqueza y complejidad as como la representacin
de objetos y rasgos asociados con el ejercicio del poder, corresponden a figuras masculinas.
Esto supondra la existencia de un grupo dirigente, cuya autoridad estara legitimada
por tales distintivos de rango. Las mujeres seran excluidas de las ceremonias, danzas y
cargos representativos y sus actividades se limitaran al cuidado de los nios y a trabajos
domsticos. En opinin de Snchez, es posible discriminar aditamentos y vestuarios
exclusivos para hombres y mujeres. Cuando no existen rasgos sexuales identificables
debido a que el cuerpo est cubierto por complicadas vestimentas, asume que se trata
de personajes masculinos. Entre tanto, las personas afectadas por cierto tipo de
enfermedades podran haber sido consideradas de manera especial, ya que es usual que
sean representadas con vestidos y aderezos muy elaborados (Snchez, 1981).
La representacin recurrente de lo que Snchez llama ornamentos cotidianos en
la mayora de las piezas, la conduce a pensar en ellos como elementos de afirmacin
de la identidad, mientras que los aditamentos de mayor complicacin serviran
adems para afirmar el rango social (1981).
De otro lado, pueden existir creencias y prcticas asociadas con ciertos animales
o con fuerzas con ellos relacionadas, debido a las habituales alusiones a felinos,
81
Snchez afirma que, al menos
durante la etapa de los desarrollos
regionales, se efectuaron contactos
peridicos por va martima entre
las culturas costeras, esto y las
similitudes estilsticas justificaran la
propuesta del estilo Tiaone como
una derivacin de Tumaco-La Tolita.
82
83
Hasta el momento en que se realiz
la investigacin sobre la cual se basa
este escrito, Snchez no tena noticias
de figurinas Tumaco-La Tolita en
contextos funerarios, en su totalidad
procedan de basureros, estaban
fragmentadas y mezcladas con
materiales de todo tipo (Snchez, 1981:
90).
101
Las figurillas pueden tratarse de instrumentos de socializacin que van recordando al individuo los
diferentes momentos por los que debe ir pasando para integrarse en su sociedad, o conmemorar esos
mismos momentos o incluso fijar ciertas normas de comportamiento que debe seguir indefectiblemente
(Snchez, 1981: 97).
Revista Inversa
102
86
Pese a la similitud DiCapua anota
una diferencia importante: mientras
que los ojos de las cabezas-trofeo
de las placas estn abiertos, las
cabecitas esfenoidales los tienen
cerrados, debido probablemente a
la extraccin del bulbo ocular. Sin
embargo, no descarta que estas
ltimas sean rplicas de las
verdaderas cabezas-trofeo.
Atributos morfolgicos
Categora
Forma
Tcnica
Rasgos particulares
Atributos decorativos
Categora
Forma
Tcnica
Elementos
Motivos
Configuraciones
Fase descriptiva
Determinacin de temas
y cruce de variables
Anlisis iconogrfico
Definicin de tipos de figurinas
Fase de interpretacin
Repertorio iconogrfico
y estilstico
Grfico No. 2 Fases del anlisis estilstico de figurinas antropomorfas Tumaco-La Tolita
87
Por razones de espacio, no puede
realizarse una descripcin detallada
de la base de datos realizada para
esta investigacin.
103
Fase de clasificacin
Revista Inversa
104
88
89
Segn Rice (1987), son tres los niveles en los que el significado del estilo puede
ser construido: en el primero, el estilo es percibido como reflejo de las preferencias
estticas, en el segundo, funciona como un espejo de rasgos significativos del medio
social y natural, y en el ltimo, el contenido del estilo (imgenes visuales y disposiciones
espaciales) es considerado como un cdigo simblico que refuerza las estructuras
sociales y cosmolgicas, las creencias y los valores. Estos niveles no son superados
necesariamente de forma consecutiva por un anlisis estilstico y corresponden ms
bien al alcance y las posibilidades particulares de cada estudio. Esta investigadora
presenta tres aproximaciones de anlisis estilsticos que varan entre si de acuerdo
con sus objetivos y connotaciones interpretativas:
El anlisis de elementos de diseo pretende aislar los elementos90 de ste y explicar
su ocurrencia espacial, en trminos del comportamiento social de los hacedores y
usuarios de la cermica (Rice, 1987: 252). La idea, es que el grado de similitud entre
elementos de diseo propios de determinados grupos humanos o an, de ciertas
unidades sociales, es directamente proporcional a la direccin y al grado de intensidad
de la interaccin social entre los miembros de dichos grupos o unidades. Este
postulado se basa en la teora de la interaccin social, cuyo fin es el de comparar patrones
de interaccin social y rastrear su cambio a travs del tiempo91 (Rice, 1987). Segn
Voss y Youn,
La teora de interaccin social predice: (1) que el grado de similitud estilstica entre comunidades,
unidades domsticas e individuos variar inversamente con respecto a la distancia fsica y social; y
(2) que la diversidad de estilos dentro de una regin disminuir con el incremento de la accin
intrarregional (1985: 81).
91
92
Estas lneas o puntos ejes del
movimiento pueden ser reales, como
parte de la estructura del diseo, o
bien imaginarios y trazados para los
propsitos del anlisis (Rice 1987:
261).
105
1.
2.
3.
4.
Un elemento es el componente
auto-contenido ms pequeo que es
manipulado o movido como una unidad
simple (Rice, 1987: 248). En este anlisis
hago uso de esta definicin por cuanto
se ajusta a los lineamientos de mi trabajo.
90
Revista Inversa
106
94
Las formas fueron tomadas de
distintas fuentes bibliogrficas, algunas
de glosarios de trminos arqueolgicos
(Castillo y Flrez, 1984; Rojas, 1993)
y otras de manuales para la descripcin
de materiales botnicos (Radford et
al., 1972).
95
En estos casos la denominacin se
hace ms complicada y una
descripcin detallada resultara por
dems intrincada y dispendiosa, por
lo cual decid ilustrar y numerar las
formas y presentarlas de manera
grfica.
96
Un motivo es definido como una
combinacin fija de elementos de
diseo que forman un componente
mayor de la decoracin (Rice, 1987:
248).
97
Por configuracin me refiero a
aquellas disposiciones de elementos y
motivos en formas estandarizadas y
caractersticas. Cada una de estas
configuraciones tambin fue ilustrada
y numerada. Esta definicin es una
adaptacin de lo que Rice denomina
como configuracin, es decir la
disposicin de motivos decorativos
en una vasija para llenar una divisin
espacial y formar el diseo (1987:
474).
107
93
Segn Rice, un atributo es un rasgo
o caracterstica del estilo, la forma o la
tecnologa de un artefacto que
constituye la base para el anlisis,
como en una clasificacin (Rice, 1987:
472).
Revista Inversa
En esta etapa de anlisis, la tipologa elaborada por Emma Snchez (1981) para la
figurinas del estilo Tumaco-La Tolita98, jug un papel decisivo por cuanto sirvi de
modelo referencial y comparativo, que hizo posible, (1) la identificacin de piezas
dudosamente antropomorfas, como lo que ella denomina personajes de
caracterizacin felnica y sus variantes vampricas; hombres-caimn, y variantes
simioides de figuras humanas (Lmina 1); (2) la caracterizacin de grupos de
representaciones de la coleccin del Museo Arqueolgico con base en la descripcin
de tipos y variantes de Snchez99; (3) la comparacin e identificacin de figuras de
coleccin, cuyos rasgos estilsticos no coinciden con los patrones tpicos de TumacoLa Tolita, con los tipos correspondientes a los estilos Atacames, Tiaone y JamaCoaque (Lmina 1) que hacen parte del registro arqueolgico ecuatoriano (Almeida,
1999; Meggers, 1966; Snchez, 1981; Valdz y Veintimilla, 1992).
108
98
Las tablas desarrolladas por Emma
Snchez pueden ser descargadas del
sitio www.inversa.unal.edu.co/
paginas_de_informacion_general/
numeros_publicados, dando clic
sobre el nombre de la autora de
este escrito.
N. del E.
99
Mi trabajo se bas en la tipologa
desarrollada por Snchez (1981), con
la intensin de buscar el mayor
nmero de correspondencias entre
sus datos y los mos, y de esta forma
refinar, precisar y enriquecer la
informacin disponible y no crear en
vano ms trminos y categoras.
Esta etapa del trabajo recurri a tres fuentes de informacin: el anlisis de las
caractersticas del material de la coleccin del Museo Arqueolgico, los datos aportados
por la investigacin de Snchez (1981) y la informacin colectada por otras
investigaciones. Los resultados de este proceso se presentan en una tipologa sencilla
estructurada de la siguiente forma: cada tipo es denominado con un nmero romano,
a esta nomenclatura le sigue un ttulo corto que refleja las propiedades ms
representativas de las piezas que conforman el tipo. Enseguida se describen las
caractersticas generales del grupo y en algunas oportunidades se incluyen anotaciones
y comparaciones importantes con respecto a la opinin de otros investigadores.
Luego vienen los rasgos particulares, que, de acuerdo con la relevancia de los cambios,
pueden ser simples enumeraciones, o bien dar lugar a la conformacin de variantes.
En el ltimo caso, cada variable es enumerada y descrita de manera independiente.
Para finalizar, se reserva un apartado donde se registran las relaciones (equivalencias y
divergencias) entre los datos de mi trabajo y los resultados de la investigacin de
Snchez (1981).
Para que el lector saque el mejor provecho de esta clasificacin, recomiendo la
consulta del anexo 2* y de las lminas 2a-2d que ilustran algunas de las piezas ms
representativas de la coleccin del Museo Arqueolgico.
2.
2.
3.
Revista Inversa
1.
2.
3.
109
1.
El Tipo C de Snchez se
caracteriza bsicamente por las
orejeras de doble anilla, y sus
variedades se establecen a partir del
grado de decoracin. En mi opinin,
estos rasgos no justifican la
conformacin de un nuevo tipo y
vasta con su inclusin dentro de las
variables de los tipos a los que ms
se asemejan.
100
que Snchez denomina de raya en medio (Forma 27). Los collares son de
varias vueltas, con decoracin lineal incisa y pendientes con flecos. Son
comunes los adornos nasales en forma de topo.
2.
3.
2.
110
3.
Esta impresionante mujer, sentada
en un banquito ceremonial, con
adornos y decoracin de mgicos
significados, admirable por el
extremo realismo, puede clasificarse
en las fases arqueolgicas que se
extienden desde la zona de
Colombia hasta el Ecuador, en el
litoral Pacfico. Fotografa y pie de
foto tomados de Barney-Cabrera
(1983b).
a.
b.
c.
2.
3.
2.
3.
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1.
2.
3.
2.
3.
2.
3.
112
Ramrez (2004)
1.
Caractersticas generales: este tipo tiene una gama de variacin bastante amplia
y la riqueza representativa de la cermica Tumaco-La Tolita permite
subdividirlo en cuatro etapas, de acuerdo con el desarrollo gestacional y el
proceso de crianza.
2.
Variaciones particulares:
a.
Variante 1. Figuras en estado de embarazo, cuyo abdomen abultado y
senos bien marcados delatan su gravidez. Este tipo de piezas pedestres,
llevan por lo regular faldas cortas y ceidas, lisas o decoradas
conmotivos geomtricos incisos, que resaltan la redondez del vientre
y dejan el ombligo al descubierto.
b.
c.
d.
3.
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3.
2.
113
2.
Ramrez (2004)
114
3.
a.
b.
c.
La interpretacin de figuras
siamesas referida ya para los
gemelos, es tambin aplicada a estas
piezas y al igual de lo que ocurre
con aquellas, esta interpretacin es
bastante dudosa.
101
2.
3.
2.
Variaciones particulares:
a.
Variante 1. Se trata de cabecitas que al parecer fueron moldeadas
como piezas independientes, y que representan rasgos deformes
como asimetra facial, bocas retorcidas y mejillas abultadas de forma
no convencional. En ocasiones, estas piezas pudieron ser parte de
recipientes.
b.
c.
d.
115
1.
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3.
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2.
3.
Relaciones con la tipologa de Snchez: los msicos hacen parte del apartado
de trabajos diversos, incluidos en las escenas de la vida cotidiana.
2.
3.
2.
Variaciones particulares: pese a que este grupo rene a figuras que comparten
la misma posicin corporal, existen variaciones importantes que ameritan
la conformacin de varios subgrupos.
b.
c.
117
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a.
102
d.
3.
2.
3.
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2.
b.
c.
2.
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a.
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3.
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1.
2.
3.
1.
2.
3.
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2.
3.
Relaciones con la tipologa de Snchez: Snchez llama a este tipo placas con
motivos de iniciacin.
3.
2.
121
2.
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1.
3.
Caractersticas generales: Valdez (1992) las llama cabezas con rictus de muerte,
y las vincula de forma hipottica con el ritual de las cabezas-trofeo. La
descripcin que l hace de estos rostros: ojos cerrados o muy abiertos y la
boca abierta en forma espasmdica y la lengua afuera, coincide ms con las
cabecitas esferoidales del primer grupo de DiCapua (que no son propiamente
cabezas-trofeo), que con las del segundo grupo (las verdaderas cabezas-trofeo).
Las cabecitas de ojos huecos del Museo Arqueolgico se ajustan a la
caracterizacin del primer grupo, y podran relacionarse ms con la
representacin de un culto especfico, con la concepcin general de la muerte,
en cuyo caso valdra la pena examinar con detenimiento las mscaras que
simulan calaveras y las piezas antropozoomorfas de ojos huecos y cuerpos en
forma de cocodrilo estilizado (lmina 1), que tambin hacen parte de la
estatuaria Tumaco-La Tolita.
2.
3.
122
2.
3.
Revista Inversa
123
La variedad dentro y entre los temas iconogrficos es evidente. Pero hay temas
que revisten especial inters, bien sea por la recurrencia con la que son representados,
o bien por el potencial informativo que encierran. Se destaca el inters suscitado por
temas como la maternidad, la infancia, la vejez y la enfermedad. Es curioso notar que
cuando se trata de nios, casi siempre aparecen en compaa de una figura adulta,
haciendo nfasis en las primeras etapas del desarrollo. Las mujeres en estado de
embarazo y los ancianos, se representan en posturas estandarizadas y con atavos y
ornamentos simples. Esta sencillez no debe entenderse como descuido o
rudimentariedad en la elaboracin, existen piezas de asombrosa calidad tcnica y
figurativa tanto en el Museo Arqueolgico como en otras colecciones.
En cuanto a la representacin de patologas y deformaciones, la descripcin
plstica es bastante diciente, lo que no est claro es si en realidad las personas que
padecan ciertas enfermedades gozaban de un status especial, si hacan parte de la
parafernalia ritual en ceremonias de curacin o si su constante ocurrencia obedece a
la curiosidad artstica o al inters mdico, que llama la atencin sobre rasgos no
convencionales. Determinar cul de estas propuestas resulta ms cercana a la realidad,
desborda los objetivos planteados y los resultados obtenidos en este escrito, sin
embargo, la informacin colectada me permite enunciar algunos puntos que podran
favorecer una propuesta sobre las otras. La estandarizacin de los rasgos, la elaboracin
no siempre cuidadosa de este tipo de piezas y los atavos sencillos y comunes con los
cuales son representados, hacen poner en duda el primer planteamiento, ya que
adems de los rasgos deformes estas figuras no ostentan atributos especialmente
llamativos que puedan ser considerados como marcadores de diferenciacin social.
Esas mismas caractersticas en cambio, podran favorecer la hiptesis de los ritos de
curacin, pero en este caso, hay una divergencia notoria en relacin con las evidencias
etnogrficas disponibles: las figuras que los chamanes emplean durante estas
ceremonias son representaciones figurativas de personas, sin mayor precisin en detalles
individuales y mucho menos, indicios especficos de las enfermedades que aquejan
al paciente. As las cosas, la opcin ms viable parece ser la tercera, aunque es evidente
que se necesita mucha ms informacin y que por ahora, esta es slo una de las
mltiples interpretaciones que estas figuras pueden suscitar.
Ciertas posiciones corporales, como la actitud de los llamados pensadores y
pensadoras, o la de las imponentes figuras sentadas en bancos, con los brazos
descansando sobre las rodillas, y que por lo general coinciden con personajes ataviados
de manera particular, hacen pensar ms que en la estandarizacin, en el establecimiento
de conos que aluden a conceptos y significados especficos que subyacen a la imagen,
y que a travs de ella logran comunicar sus contenidos.
Algunas representaciones humanas adoptan posturas que indican que pudieron
llevar un elemento adicional, elaborado en otro material. Desgraciadamente, es
probable que se tratara de materiales perecederos, por lo cual no figuran en el registro
arqueolgico. El conocimiento de tales objetos facilitara la labor de identificacin
de estas piezas. Aun cuando en las actuales condiciones estas figuras son catalogadas
por lo regular como guerreros, chamanes, danzantes y caciques, deben tenerse en
cuenta que no necesariamente corresponden a una categora social tan especfica,
sino que ms bien resaltan las evidentes diferencias con respecto a las representaciones
de personajes ms comunes.
Existen elementos especiales a los que tradicionalmente se les han atribuido
complejos simbolismos. Los banquitos, las mscaras y bastones zoomorfos y algunos
instrumentos musicales, ocupan un lugar privilegiado dentro del conjunto de
objetos que hacen parte de actividades rituales o ceremoniales 109. Estos
instrumentos evocan ideas de autoridad, sabidura y transformacin (Pineda, 1994;
Reichel-Dolmatoff, 1986b, 1988), razn por la cual, se apartan de su naturaleza
mundana y entran a participar del mbito de lo sagrado. Es comn que en este
108
124
109
Lmina 1. Piezas Tumaco-La Tolita que corresponden a algunos de los tipos zoomorfizados de Snchez (1981) y figuras cuyas
caractersticas iconogrficas se asemejan a las formas representativas de otros estilos, identificados en el material arqueolgico
ecuatoriano. Las caractersticas de las imgenes son de la fuente N. de. E.
Lmina 2a. Tipos de figurinas antropomorfas Tumaco-La Tolita. Tipos I-XII. Las caractersticas de las imgenes son de la
fuente N. de. E.
Lmina 2b. Tipos de figurinas antropomorfas Tumaco-La Tolita. Tipos XIII-XVIII. Las caractersticas de las imgenes
son de la fuente N. de. E.
Lmina 2c. Tipos de figurinas antropomorfas Tumaco-La Tolita. Tipos XIX-XXVI. Las caractersticas de las imgenes
son de la fuente N. de. E.
Lmina 2d. Tipos de figurinas antropomorfas Tumaco-La Tolita. Tipos XXVII-XXVIII. Las caractersticas de las
imgenes son de la fuente N. de. E.
Lmina 3. Tipos de tocado de figurinas antropomorfas Tumaco-La Tolita (parte I). Las caractersticas de las imgenes
son de la fuente N. de. E.
Lmina 2d. Tipos de figurinas antropomorfas Tumaco-La Tolita. Tipos XXVII-XXVIII. Las caractersticas de las
imgenes son de la fuente N. de. E.
Lmina 3. Tipos de tocado de figurinas antropomorfas Tumaco-La Tolita (parte II). Las caractersticas de las
imgenes son de la fuente N. de. E.
Lmina 4. Formas de penachos, yelmos y pectorales (parte I). Las caractersticas de las imgenes son de la
fuente N. de. E.
Lmina 4. Formas de penachos, yelmos y pectorales (parte II). Las caractersticas de las imgenes son de la
fuente N. de. E.
Lmina 2d. Tipos de figurinas antropomorfas Tumaco-La Tolita. Tipos XXVII-XXVIII. Las caractersticas de las
imgenes son de la fuente N. de. E.
Lmina 5. Figurinas Tumaco-La Tolita sexuadas y asexuadas. Las caractersticas de las imgenes son de la fuente
N. de. E.
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ver una ornamentacin recargada, lo que adems de su tamao las hace piezas bastante
llamativas, aunque no tan usuales. En opinin de Snchez, la baja ocurrencia de
estas figuras se debe a proporciones y a su factura hueca, factores que las hacen ms
susceptibles a la fragmentacin (1981: 42). Se podra pensar que las cabezas fracturadas
que sobrepasan los 18 centmetros de alto pertenecan a estas figuras de gran tamao.
Es probable que el gran tamao de las figuras tenga que ver con el uso diferencial
que se les dio. Como anot anteriormente, las miniaturas pudieron haber formado
parte de los accesorios ornamentales de la gente de Tumaco-La Tolita. Las figuras de
tamao medio, tienen caractersticas variadas que podran relacionarlas con distintos
usos. Por lo regular, las piezas que se conservan completas, pueden sostenerse en pie
por si mismas. Ciertas figuras antropozoomorfas tienen un orificio en la parte inferior
de su cuerpo, cuya funcin hipottica es que servan para insertar estas piezas en
algn tipo de soporte (Snchez, 1981: 90). Otras figuritas funcionan como
instrumentos musicales, como mscaras o hacen parte de piezas cermicas mayores
como vasos, alcarrazas o incensarios. Varias figuras (estatuillas y placas) tienen orificios
de suspensin, lo que permite suponer que eran colgadas en algn sitio, pero no
como aditamentos personales (Jijn y Caamao, 1997).
Las grandes figuras fueron hechas con el propsito de mantenerse exentas por s
solas. La elaboracin cuidadosa, la decoracin especial, la postura y por supuesto el
tamao, hacen pensar en que estaban destinadas a llamar la atencin y recalcar ciertos
valores iconogrficos. Estas son conjeturas de las que slo hago mencin, pues
rebasan los alcances de este trabajo.
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Las descripciones de piezas
Tumaco-La Tolita presentadas en
otras investigaciones, incluyen la
presencia de pigmentos verdes y
amarillos.
Existen cuatro categoras en las cuales las figurinas Tumaco-La Tolita pueden ser
clasificadas de acuerdo con sus caractersticas sexuales: figuras asexuadas, figuras de
sexo indeterminado, figuras femeninas y figuras masculinas (ver tabla No.1). En el
primer caso, no hay representacin de ningn rasgo sexual, es decir, que podra
presumirse una intencin expresa de relacionar la ausencia de marcadores sexuales
con ciertos personajes y caractersticas. En la coleccin del Museo Arqueolgico, las
figuras asexuadas no son muy frecuentes (0.7%) y coinciden por lo general con
piezas de ejecucin muy rstica en las que al parecer, se les prest poca atencin a la
representacin de rasgos morfolgicos y decorativos. Los datos de otras investigaciones
no ofrecen informacin sobre este tipo de figuras, lo que podra indicar que adems
de poco llamativas, son piezas de excepcional ocurrencia, que probablemente
correspondan a las primeras etapas de aprendizaje del arte alfarero, o a creaciones
de nios como parte de procesos didcticos. En otros casos, las piezas asexuadas
representan al parecer, infantes desnudos sin ningn indicativo sexual.
Un porcentaje abrumador (81.9%) corresponde a las figuras de sexo
indeterminado, lo cual no resulta extrao, ya que este grupo est compuesto por
cabecitas, fragmentos, piezas cuyos atuendos esconden los rasgos sexuales, primarios
y secundarios, o simplemente por figuras en las que no puede aseverarse que los
pequeos apliques sobre el pecho correspondan a senos o tetillas.
La identificacin de los rasgos sexuales no siempre es certera o evidente, en la
mayora de casos resulta ms bien problemtica. Los rganos sexuales son
representados explcitamente de manera excepcional (lmina 6), siete de las piezas
sealan con claridad el pene, mientras que slo en tres se representa la vulva. En el
caso de las figurinas femeninas, la vulva se demarca por medio de una incisin ovoidal
o rectangular, atravesada en su parte media por una pequea incisin lineal. En las
figuras masculinas el rgano viril erecto es representado bien como un aplique sin
mayores rasgos caractersticos, o bien como una parte corporal elaborada con sumo
detalle, en la que el glande adquiere relevancia y visibilidad.
Aunque los rasgos sexuales secundarios (senos y tetillas o pectorales) fueron
plasmados con relativa asiduidad, sus caractersticas son bastante ambiguas, por lo
que definir si una pieza corresponde a una figura femenina o masculina con base en
este nico criterio, es una tarea arriesgada y no muy confiable. As las cosas, no queda
otra alternativa que buscar indicativos indirectos del sexo que sirvan como referencia
comparativa. Dichos indicadores se clasifican en dos grupos, primero, los que son
identificados a priori, y segundo, aquellos que son definidos a posteriori de los
procedimientos estadsticos.
Nmero de figuras
Porcentaje
Indeterminado
1144
81.9
Asexual
11
0.7
Femenino
161
11.5
Masculino
80
5.7
147
Desde el punto de vista morfolgico, hay una evidencia indirecta que permite
determinar con certeza el sexo de las figuras. Se trata de las escenas de amamantamiento,
descritas en el apartado precedente. La constancia con la cual estas figuras aparecen
en la coleccin del museo, repercute en la superioridad porcentual de figuras
identificadas como femeninas (11.5%) con respecto a las masculinas (5.7%), lo cual
no significa que los ceramistas de Tumaco-La Tolita se hayan concentrado en la
produccin de representaciones de mujeres, slo quiere decir que hay ms rasgos
indirectos que ayudan a determinar que una figura es femenina o masculina.
Con respecto a los rasgos decorativos, es posible decir que faldas y taparrabos
actan como indicativos fiables del gnero de las piezas. Despus de confrontar las
prendas de vestir de las figurinas cuyo sexo pudo ser determinado, fue posible restringir
el uso de taparrabos a representaciones masculinas, mientras que las faldas son
distintivas de piezas femeninas. El problema est en que no siempre resulta sencillo
definir si una prenda es una falda o un taparrabo.
La representacin del embarazo tambin acta como un ndice obvio del sexo.
Se trata de figuras femeninas que estn de pie y que lucen una falda ceida y corta,
por la que sobresale un abdomen prominente y redondeado, en el que se marca con
claridad el ombligo. Hay que tener en cuenta que el vientre abultado no puede
considerarse en s mismo como un indicador contundente del sexo, ya que tambin
existen figuras masculinas, tanto antropomorfas como antropozoomorfas, cuyo
abdomen se nota algo abombado, razn por la cual deben buscarse asociaciones
adicionales, como las prendas de vestir, que suministran pistas ms lcidas al respecto.
Tabla No. 1
Distribucin de piezas antropomorfas
Tumaco-La Tolita de acuerdo con el
sexo
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Sexo
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fase de investigacin en su justa medida, es decir, como indicador del potencial valor
y no como prueba irrefutable, el manejo estadstico117 de los datos estuvo supeditado
a varias consideraciones importantes: (1) ya que gran parte de la muestra de anlisis
est compuesta por cabezas o fragmentos de figuras de rasgos sexuales ambiguos, el
nmero de piezas de sexo indeterminado es bastante alto en comparacin con los
dems, y el porcentaje de figuras sexuadas (masculinas y femeninas) es de tan solo
17.2%; (2) no todas las variables tienen la misma relevancia ni obedecen a los mismos
fines, algunas responden estrictamente a propsitos descriptivos y su utilidad radica
en la precisin y el grado de detalle en el que la informacin es discriminada, otras en
cambio resultan apropiadas como indicadores determinantes para el anlisis; (3) la
definicin de la importancia de cada variable es evaluada en trminos de su
homogeneidad o variabilidad y su representatividad dentro de la muestra; (4) algunas
variables se agrupan con otras, ya que por su cercana y similitud pueden resultar
compatibles, y (5) los porcentajes se establecen con base en el nmero de casos en los
que cierto rasgo es representado, y no sobre el porcentaje total de piezas que conforman
la muestra, as por ejemplo, la ocurrencia de los collares de clase 12 en piezas femeninas,
se mide con respecto al nmero de veces en el que los collares de esta clase son
representados en las figuras antropomorfas.
Variables como la posicin corporal, la posicin de los miembros superiores e
inferiores, la deformacin craneal y la forma de los ojos y de la boca, parecen no estar
determinadas por el sexo, excepto tal vez, por un rasgo en particular. Se trata
de la forma de boca circular silbante de la cual se registran 11 casos, en su
mayora cabecitas, 10 de ellos en piezas de museo de sexo indeterminado, y el
restante en una pieza masculina. Si bien en s mismas estas cifras no resultan
contundentes, hay un detalle llamativo que eventualmente, y considerando una
muestra mayor, podra llegar a ser importante, este tipo de boca aparece asociado a
cabecitas con la quijada prominente y un tocado alargado y decorado con lo que he
definido como lneas curvas incisas laterales, pero que Snchez (1981) describe
como arreglo de cabello en forma de glande.
Al comparar la forma de este tocado con la manera en la cual los falos son
representados, no slo en las figuras antropomorfas sino tambin como piezas
independientes, o como parte de algunos sellos o de los llamados altares (ver tipo
XXIV), la correspondencia es ms que evidente. La alusin a la forma del glande en
el tocado de estas cabecitas, podra reforzar la idea de virilidad, vinculada con
caractersticas especficas como la forma silbante, la quijada alargada, y en algunos
casos la decoracin exagerada del rostro y la presencia de orificios de suspensin.
Las variantes relacionadas con la vestimenta y la ornamentacin parecen ser un
poco ms dicientes con respecto a la diferenciacin sexual. Empezar por hablar de
las prendas de vestir. Las faldas son una prenda caracterstica de las figuras femeninas,
las hay sencillas y decoradas, pero nunca llegan a ser piezas recargadas o aderezadas
con exageracin. Las de apariencia ms compleja, es decir aquellas que son decoradas
con delicados motivos escalonados o geomtricos, y que en ocasiones tambin llevan
pintura, coinciden con representaciones de mujeres de cuidada elaboracin y gran
sobriedad en la decoracin. En el caso de los hombres sucede algo distinto, los
taparrabos de formas inusuales y ms decorados corresponden a figuras ataviadas de
modo especial, con gran profusin de adornos y a veces asociados con elementos
anexos como bastones e instrumentos musicales, lo cual no implica que todas las
piezas masculinas ataviadas de modo no convencional luzcan taparrabos complicados,
de hecho, muchas de ellas llevan simples taparrabos incisos rectangulares o
trapezoidales, esto incluye a las imponentes figuras sentadas sobre bancos tetrpodes,
en las que el rasgo decorativo ms sencillo es precisamente el taparrabo.
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149
Llama la atencin que las prendas de vestir de la figuras femeninas son decoradas
por medio de incisiones simples o ms elaboradas dependiendo del caso, mientras
que en las representaciones masculinas el vestuario se ornamenta bien por medio de
apliques de formas distintas, o bien por la combinacin de las tcnicas de incisin y
aplicacin.
Los falderines, pantalones, enterizos, ponchos y delantales son prendas de
excepcional ocurrencia y particular riqueza ornamental dentro de la coleccin del
Museo Arqueolgico. Solo en contadas oportunidades fue posible vincular
caractersticas sexuales con alguna de estas prendas. El primer caso corresponde a
una figura incluida en el tipo XIX, que viste un faldern bajo el cual se nota el
miembro sexual en ereccin y que adems luce un collar con apliques lanceolados,
pulseras muy decoradas, una nariguera grande que rodea la boca y un aplique de
forma no determinada sobre el pecho. Los otros casos son 4 figuras ornamentadas
de manera recargada y que lucen ponchos y taparrabos.
Los cinturones, como accesorios poco frecuentes (10 casos) se representan en la
mitad de las ocasiones, en figuras femeninas, y slo en una oportunidad en una pieza
masculina. Si bien se trabaja sobre un nmero nfimo de casos, este es un rasgo que
valdra la pena tener en cuenta al examinar colecciones mayores, para determinar si
obedece a una mera casualidad o si responde a un patrn iconogrfico especfico.
Con respecto a la decoracin de la cabeza, se nota una leve tendencia que relaciona
los tocados ms sencillos y de mayor popularidad con representaciones femeninas.
En el caso de las composiciones que combinan formas y rasgos decorativos particulares,
sucede lo contrario, de 75 figuras que lucen los tocados ms complejos (lmina 3),
slo 1 es femenina, 10 son masculinas y las 64 restantes corresponden a piezas de
sexo indeterminado. La proporcin de piezas de sexo indeterminado es tan alta en
relacin con la forma y la decoracin de los tocados, que esto slo puede considerarse
como un primer indicio iconogrfico.
Otros aditamentos como los adornos aplicados directamente sobre la cabeza, los
penachos, las mscaras y los yelmos, son parte exclusiva del atavo de personajes
masculinos. Por la ocasional representacin de estos elementos y por el modo en el
que son decorados, es fcil percatarse de que hacen parte de una parafernalia especial
que posiblemente estuvo relacionada con actividades de tipo ceremonial. Es curioso
observar que en una cantidad considerable de figuras antropozoomorfas, relacionadas
con rasgos felinos (mscaras y tocados zoomorfos), se marcan implcita o explcitamente
caractersticas masculinas, como falos y taparrabos, y en ningn caso se perciben
asociaciones con rasgos femeninos.
Las variables que conforman los campos de la decoracin facial se manejan como
grupos de adornos que comparten estrechas similitudes y cuya relacin con un sexo
en particular puede resultar significativa. En el caso de los adornos de las orejas, el
primer grupo est compuesto por las formas ms sencillas, es decir, diferentes clases
de topos (simples, en forma de dona o con aplique central circular), que son ms
frecuentes en figuras femeninas que en personajes masculinos. Las perforaciones
circulares a lo largo del pabelln auricular, que posiblemente sirvieron para insertar
joyas en otro material, conforman el segundo grupo. En la muestra del Museo
Arqueolgico, slo 6 de las 41 piezas que presentan este rasgo son femeninas, 35 de
sexo indeterminado y ninguna de sexo masculino. Sin embargo, en las figuras que
hacen parte de la muestra de referencia, s se dan casos en los que personajes masculinos
llevan el pabelln perforado. Las composiciones de topos en ramillete que conforman
el tercer grupo, son ms frecuentes en representaciones de mujeres, pero tambin
figuran en piezas masculinas. El ltimo grupo de aretes abarca las formas ms
sofisticadas (topos con pendientes largos, decorados y sin decorar; y topos con aplique
central circular, rodeado por apliques circulares y con pendiente largo decorado).
150
Estos ornamentos, vinculados con atuendos especiales o con figuras cuya elaboracin
evidencia gran cuidado, parecen ser de uso exclusivo de los hombres. Esta observacin
resulta vlida tambin en el caso de las piezas de la coleccin de referencia y coincide
con las apreciaciones de Snchez (1981).
Los adornos para la nariz representados en arcilla, parecieran ser ms populares
entre figurinas femeninas que entre las masculinas. Las distintas variedades de topos,
en especial los topos laterales, as como las argollas que perforan el septum, son de
comn ocurrencia entre las mujeres. Los adornos ms complicados (narigueras con
prolongaciones laterales en forma de U o de S, y apliques semilunares con o sin
topo central) aparecen en casos de piezas de sexo indeterminado, y muy ocasionalmente
se pueden relacionar con figuras masculinas.
Los adornos para la boca no exhiben mayor variabilidad, y en los casos en los
cuales fue posible vincularlos con alguna categora sexual, corresponden a la forma
ms simple, es decir, un topo incrustado bajo el labio inferior, justo en la mitad de
la boca. De las 66 figuras en las que aparece este tipo de adorno, 11 son femeninas,
1 masculina, y a las 54 restantes no pudo determinrseles el sexo. Comparando
estos datos con la informacin suministrada por otros trabajos, puede decirse que
los adornos en la boca si bien no eran una forma decorativa generalizada, s hacan
parte del repertorio ornamental comn entre hombres y mujeres. Estas observaciones
no pretenden ser de ninguna manera reglas definitivas, al contrario, son solamente
apreciaciones preliminares que pueden ser tiles en estudios futuros.
Dentro de la decoracin corporal, los collares resultan ser una variante llamativa
para los propsitos de este trabajo, y se manejan de igual forma que los rasgos
decorativos faciales, agrupndolas cuando las similitudes entre ellas lo permitan y las
consideraciones estadsticas lo requieran. Los collares compuestos por una, dos, tres
y cuatro bandas, y decoradas con incisiones lineales dispuestas en varias combinaciones
o motivos, parecen ser adornos habituales entre figuras de ambos sexos, sin embargo,
son poco ms frecuentes en las representaciones femeninas. Sucede lo mismo en el
caso de los collares que adems de las caractersticas del grupo anterior, cuentan con
colgantes cortos o dijes de varias formas. La distribucin por sexos de los collares en
forma de V con colgantes cortos o largos, favorece a las representaciones de mujeres,
mientras que en el caso de los collares de cuentas esfricas con colgantes cortos, se ve
bastante equitativa entre figuras de uno y otro gnero. Las combinaciones de collares
de varias bandas decoradas con incisiones lineales y collares en forma de V con
colgantes cortos, son ms comunes en piezas femeninas. Algunas formas nicas y
poco usuales de collares se presentan en figuras masculinas, este es el caso de los
collares de doble banda, decorados con incisiones y colgantes lanceolados o en
forma de flecos y borlas, o aquellos compuestos por placas trapezoidales. En breve,
tratndose de piezas femeninas, los adornos que exhiben mayor variabilidad son los
collares.
Los pectorales son adornos poco frecuentes pero bastante llamativos (lmina 4),
con decoraciones complejas que combinan las tcnicas de incisin y aplicacin, y
que no necesariamente acompaan a otro tipo de atavos complicados, al parecer,
por s mismos imprimen en las figuras un carcter notorio y especial. A simple vista,
los pectorales son ornamentos privativos de las figuras masculinas, ya que de un total
de 37 piezas que lucen pectorales, 13 son con certeza masculinas y el resto
corresponden a representaciones de sexo indeterminado, y en ningn caso a piezas
femeninas. Estas anotaciones coinciden con las apreciaciones de Snchez (1981).
Los adornos de los brazos, que se dividen en brazaletes y pulseras, son aditamentos
que se representan con alguna frecuencia, pero sobre los que no puede afirmarse que
sean de uso generalizado. Las formas ms sencillas son las ms populares y al parecer,
no reflejan diferencias sexuales importantes. Las pulseras de tres o cuatro bandas y
decoradas con incisiones lineales son ms comunes en figurinas masculinas, pero las
Revista Inversa
151
Las figurinas Tumaco-La Tolita pueden considerarse como parte activa dentro de un
sistema de comunicacin, que hace de los rasgos estilsticos plasmados en ellas, el recurso
material a travs del cual cierto tipo de informacin es transmitido. Los mensajes
involucrados en este proceso, pueden ser entendidos desde una perspectiva de categoras
opuestas, caracterizadas por repertorios iconogrficos especficos. En este ensayo, dichas
oposiciones son evaluadas en relacin con tres niveles distintos.
El nivel ms general atae a la separacin entre el dominio de lo profano y el mbito
de lo sagrado, el primero, tiene que ver con la representacin de escenas o actividades
propias de la vida domstica. Aqu se incluyen las piezas que reflejan con gran naturalidad
diferentes estados del ciclo vital y las figuras que representan personas en actitudes corrientes
y atavos comunes, y que constituyen la mayor parte del conjunto cermico Tumaco-La
Tolita. El segundo, agrupa las figuras que de una u otra forma se relacionan con actividades
rituales o simbolismos particulares118. Los personajes que hacen parte de esta categora
pueden interpretarse como elementos iconogrficos diagnsticos, tales como la
ornamentacin inusual o exagerada, las posturas particulares y/o la presencia de elementos
anexos vinculados con la autoridad y el ejercicio del poder en diferentes esferas.
El nivel intermedio concierne a las diferenciaciones sociales. La visibilidad, riqueza y
exclusividad representativa de ciertos rasgos, sumadas a la calidad en la elaboracin y el
esmero puesto en la decoracin de algunas piezas, pueden ser ledas como mecanismos
de transmisin de mensajes reiterativos sobre el orden social imperante entre la gente de
Tumaco-La Tolita.
El ltimo nivel hace referencia a las distinciones sexuales, manifiestas en la oposicin
entre lo masculino y lo femenino. Esta divisin va ms all de las caractersticas netamente
sexuales y se adentra en la construccin de categoras de gnero, que incumben al papel
que hombres y mujeres desempean como actores sociales. Las piezas asexuadas parecen
no tener mayor relevancia en esta dinmica de constante oposicin entre gneros.
Estos niveles no son impermeables, ms bien se intersectan en aspectos determinantes
que definen la manera en la cual se estructuran y funcionan para adquirir sentido dentro
del lenguaje iconogrfico:
118
1.
Es muy factible que exista una intencionalidad expresa por marcar algn tipo
de diferenciacin, mediante recursos tcnicos y estticos que evidencian el
contraste entre las formas figurativas corrientes y aquellas que sugieren
exclusividad. Las diferencias entre unas figuras y otras, comunicadas a travs
de la va estilstica, podran estar vinculadas con procesos de comparacin y
manifestaciones de identificacin de segmentos sociales y categoras de gnero,
dentro de las cuales los adornos son algo ms que simples detalles ornamentales.
2.
El esfuerzo por sealar distinciones visibles entre las figuras y lo que ellas
representan, implica una inversin mayor de tiempo, materia y energa en las
piezas ms elaboradas. Dicha inversin aumenta al considerar la inclusin de
elementos elaborados en materiales distintos a la cermica, y que se anexan
a algunas figuras como ornamentos.
3.
La relacin entre estos niveles llega a ser tan estrecha, que no resulta extrao que
en algunos casos, una sola pieza encarne cada una de las distinciones enunciadas
en ellos. En esta medida, las figuras antropomorfas pueden actuar como
catalizadores de las tensiones inherentes al sistema de oposiciones en el cual
operan.
V
Conclusiones generales de la investigacin
1.
2.
3.
4.
152
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Revista Inversa
162
Ficha descriptiva de figuras antropomorfas Tumaco-La Tolita. Coleccin Museo Arqueolgico Casa del Marqus de San Jorge 1
Ficha descriptiva de figuras antropomorfas Tumaco-La Tolita. Coleccin Museo Arqueolgico Casa del Marqus de San Jorge 2
Ficha descriptiva de figuras antropomorfas Tumaco-La Tolita. Coleccin Museo Arqueolgico Casa del Marqus de San Jorge 3
Ficha descriptiva de figuras antropomorfas Tumaco-La Tolita. Coleccin Museo Arqueolgico Casa del Marqus de San Jorge 4
Ficha descriptiva de figuras antropomorfas Tumaco-La Tolita. Coleccin Museo Arqueolgico Casa del Marqus de San Jorge 5
Ficha descriptiva de figuras antropomorfas Tumaco-La Tolita. Coleccin Museo Arqueolgico Casa del Marqus de San Jorge 6
Ficha descriptiva de figuras antropomorfas Tumaco-La Tolita. Coleccin Museo Arqueolgico Casa del Marqus de San Jorge 7
TIPOVARIANTE
CARACTERSTICAS
GENERALES
Figuras huecas, moldeadas,
manufactura fina
POSICIN CORPORAL
De pie con los brazos estiradosa los
lados del cuerpo, palmas de las manos
hacia abajo
RASGOS CORPORALES
Rasgos sexuales poco marcados, deformacin
craneal tabular-oblicua, rodillas marcadas,
pies grandes, senos pequeos
A1
RASGOS FACIALES
ATUENDO
ORNAMENTACIN
Sin ornamentacin, perforaciones en
el borde del pabelln auditivo,
posiblemente para insertar orejeras en
otro material
A2
Versin masculina de A1
Taparrabos
A3
Figuras femeninas
A4
A5
Figuras femeninas
Taparrabos
B1
Faldacorta y ceida
B4
Crneo deformado
Falda lisa
C3a
Variante masculina
C3b
D1
D3
Sedentes
C1b
C2b
Grandes
guerreros
Pierniabiertas
Figuras masculinas
E1
E2
Variante antropomorfizada
Barriga saliente
Ornamentacin caracterstica
Taparrabos pequeo
Representaciones de ancianos
OTROS
CARACTERSTICAS
GENERALES
Ojos perforados
Ambas desnudas
POSICIN CORPORAL
RASGOS CORPORALES
RASGOS FACIALES
ATUENDO
Variantes:
a. Grandes manos apoyadas en las
rodillas
b. Manos levemente alzadas,
sosteniendo algo
c. Anciano pensador
Trabajos
diversos
b. Sexo no manifiesto
a. Desnudos
b. Taparrabos
Erticas
Actitudes amatorias
a. Dos figuras femeninas
b. Parejas en actitud de coito
Facciones tpicas
Falda lisa
Tipo A
Tipo B
Tipo C
Ejemplar nico
Ancianos y
enfermos
Deformacin de la vertebral,
joroba.
OTROS
Desnudas
Facciones tpicas
ORNAMENTACIN
Escenas
domsticas
ORNAMENTACIN
Sedentes
Tipo D
Maternidad
ATUENDO
TIPOVARIANTE
RASGOS FACIALES
Desnudas
Ornamentacin destacada
RASGOS CORPORALES
Falda lisa
POSICIN CORPORAL
E3
C2a
C4a
A2
CARACTERSTICAS
GENERALES
A1
B3
TIPOVARIANTE
B2
C1a
OTROS
TIPOVARIANTE
Erticas
Inciacin
Tipo A
Tipo B
CARACTERSTICAS
GENERALES
Aparentemente femenina
Tipo D
Representacin ms naturalista, al
parecer una mujer de formas
opulentas
Tipo A
Tipo B
Tipo C
RASGOS CORPORALES
Posiblemente masculina
Tipo C
Familiares
POSICIN CORPORAL
ATUENDO
ORNAMENTACIN
OTROS
Sexo al descubierto
Abultamiento en el sexo
Atada a la altura de los hombros
por dos o tres bandas lisas como
ligaduras, y otra en la cabeza
RASGOS FACIALES
Desnudo
TIPOVARIANTE
Danzantes
Tipo A
CARACTERSTICAS
GENERALES
Ombligo marcado
ATUENDO
Figura exenta
Tipo C
Tipo A
Tipo B
Similar al anterior
Taparrabos
Sedentes o de pie
Recostadas
Variante 1, relacionada con las del
tipo A de las placas de inciacin:
hombre con el sexo abultado,
orejeras de doble anilla, collar de
cuentas redondas.
Variante 2, relacionada con el tipo
D de las de iniciacin: mujer de
formas rotundas, conserva los
rodillos bajo las piernas y el cuello.
El nio recostado al lado izquierdo
llava orejeras de dobre anilla y
collar
ORNAMENTACIN
"Alterego"
RASGOS FACIALES
RASGOS CORPORALES
Tipo B
POSICIN CORPORAL
Tipo C
De pie
Tipo A
Caractersticas humanas
OTROS
Caractersticas felinas
Variante 1: felina.
Variante 2: vampiresca
Tipo C
Hombre
caimn