Narciso Perales Vida y Textos
Narciso Perales Vida y Textos
Narciso Perales Vida y Textos
NARCISO PERALES
VIDA Y TEXTOS
Compilacin e introduccin de
Jos Luis Martnez Morant
Un aspecto en el que nunca he dejado de insistir durante toda mi vida es en que ni Jos Antonio es la
Falange ni la Falange es Jos Antonio. Son muchsimos los espaoles los que abrazaron la idea y obraron en
consecuencia. Hroes annimos, la mayora, que supieron estar a la altura de las circunstancias y cumplir con
su deber de manera patritica y responsable. Y entre esa gran masa annima una ejemplar plyade de
olvidados a los que bueno sera que furamos rescatando de las brumas del pasado so pena de convertirnos
en cmplices de la amnesia generalizada en la que, con demasiada frecuencia, chapoteamos los espaoles.
Aquellos falangistas que tambin fueron Falange no le van a la zaga en mritos humanos a Jos Antonio
Primo de Rivera. Pienso, por ejemplo, en Patricio Gonzlez de Canales, en Eduardo Ezquer, en Manuel
Hedilla, en Salvador Merino, en Luis Martnez de Egulaz, en Diego Mrquez o el propio Narciso Perales.
Falangistas, todos ellos, sin tacha y a los que debemos, entre otras cosas, que la Falange no sea, en 2006, un
vago recuerdo o, peor an, refugio de nostlgicos ociosos.
Jos Lus Martnez Morant
INTRODUCCIN .............................................................................................................. 2
1. SILUETA Y EMOCIN DE JOS ANTONIO FERVOR Y ADMIRACIN DE SUS
SEGUIDORES .............................................................................................................. 12
2. PRLOGO AL LIBRO DE BERNARD LEFEVRE EL OCCIDENTE EN PELIGRO ...................... 14
3. JOS ANTONIO, HOY ................................................................................................ 33
4. ENTREVISTA A NARCISO PERALES POR JOS CARLOS CLEMENTE
BALAGUER .................................................................................................................. 39
5. NARCISO PERALES Y HERRERO. "EL SINDICATO VERTICAL QUE
PROPUGNARA JOS ANTONIO EST COMPLETAMENTE INDITO" POR JOS
LUIS MUNIAN ET ALII .................................................................................................... 46
6. PRLOGO AL LIBRO DE JOS LUIS RUBIO APROXIMACIN A LA
REVOLUCIN PERUANA ................................................................................................ 51
7. DIONISIO Y LA FALANGE............................................................................................ 53
8. NARCISO PERALES: LA FALANGE ANTIFRANQUISTA POR JULIN LAGO .......................... 60
9. FALANGE AUTNTICA. PERALES: LA SOMBRA DE JOS ANTONIO POR
ANDRS CARABAOTES ................................................................................................. 64
10. 29 DE OCTUBRE ..................................................................................................... 67
11. A EDUARDO GUZMN, SOBRE JOS ANTONIO Y DURRUTI .......................................... 69
12. COMUNISMO O FALANGISMO ................................................................................... 71
13. LA HISTORIA SECRETA DE LA FALANGE ..................................................................... 77
14. ENTREVISTA A NARCISO PERALES POR RICARDO RBADE......................................... 85
BREVE SEMBLANZA DEL AUTOR ..................................................................................... 89
NARCISO PERALES: VIDA Y TEXTOS - Compilacin e introduccin de Jos Luis Martnez Morant
Introduccin
Jos Luis Martnez Morant
"La inteligencia es casi intil a aquel que no tiene ms que eso".
ALEXIS CARREL
Aunque lo parezca, no es ste un libro de ayer: es un libro de maana. Es ms, si no hubiese sido esa mi
pretensin primera, estas pginas tendran, a buen seguro, un inters muy limitado.
Este volumen, es cierto, compila un haz de textos y entrevistas sobre las que el paso del tiempo, en
algunos casos, ha dejado su huella, y, en otros, conservan una lmpida frescura; sin embargo, estn lejos de
constituir para m lo sustancial de este volumen. Narciso Perales, de hecho, no dice nada que otros camaradas
suyos no hayan dicho con anterioridad y probablemente con mayor elegancia dialctica. Absurdo sera y
hasta ridculo, empecinarnos en un peralelismo que no ha existido ni existir jams.
Lo que trasciende de Narciso Perales es, por encima de todo y, por supuesto, por encima de su verbo, lo
que yo considero la encarnacin de una asuncin cabal del lema del sindicato de los universitarios falangistas:
"Estudio y Accin". Narciso Perales, para quien no lo sepa, fue un profesional de la Medicina cuya fama
traspas fronteras 1 , hecho que jams entr en conflicto con su rebelda joseantoniana. En el particular
diccionario de Narciso Perales palabras como cicatera, tibieza, posibilismo u otras de similar cosecha nunca
tuvieron cabida. Quienes lo conocieron en vida no me desmentirn si digo que siempre puso las cartas sobre
la mesa, dijo quin era y a qu aspiraba, y en momento alguno dej de tender la mano ni al camarada
desvalido ni al adversario poltico que poda estar en las antpodas de sus posicionamientos polticos y sus
hondas convicciones religiosas.
Narciso Perales uni siempre a su limpia trayectoria profesional y a su falangismo sin trampa ni cartn, un
ejemplar sentido catlico de la vida. Asista puntualmente, una vez al mes, a la Adoracin Nocturna a la Virgen
que se celebraba en Vallecas, pasando toda la noche en vela y rezando. En cierta ocasin estamos a finales
de la dcada de los ochenta pidi al director de la obra de teatro La tigresa y otras historias, del dramaturgo
comunista italiano Daro Fo, en la que se insultaban aspectos concretos de la religin catlica, responder pblicamente y ante el pblico asistente. Invitado por el actor Manuel Barcel, Narciso Perales subi al escenario
y "en tono correcto, pero enrgico, critic que de forma tan desconsiderada y ofensiva se atentara contra
aquello que constituye la esencia de nuestro ser y nuestra identidad: la Fe cristiana. Que se ofendiera as, de
forma tan blasfema y cnica a la Sagrada Familia y al sentimiento catlico de la mayora del pueblo espaol",
acallando con sus palabras un conato de abucheo y dejando al pblico sumido en un tenso en silencio. Creo
que la ancdota es suficientemente elocuente, sobre todo en estos tiempos de tanto farisesmo y tanta
cobarda en el seno del rebao catlico espaol 2 .
1
En la publicacin Espaa Sindicalista, editada por el Movimiento Falangista de Espaa, n. 22, Madrid, junio
de 1985, pgs. 2-3, aparece un artculo sin firma y bajo el ttulo "Doctor Perales" que, partiendo de la noticia de
la concesin de la medalla de Oro de la Sociedad Espaola de Medicina del Trabajo, recoge su trayectoria
profesional y que aqu nos limitaremos a resumir. En 1943 y bajo el encargo del ministro de Trabajo, Girn de
Velasco, Narciso Perales funda el Instituto Nacional de Medicina, Higiene y Seguridad en el Trabajo, aunque
se ver relegado de su direccin por presiones polticas. Confinado a Linares donde durante seis aos estudia
los problemas higinico-sanitarios de los trabajadores de las minas de Arrayanes y cercanas. En 1948 fue
nombrado miembro titular de la Comisin Internacional Permanente para la Medicina del Trabajo, con sede en
Londres. En 1951, ya en Madrid, gana por concurso la plaza de Jefe de Departamento del Instituto del que
haba sido relegado en 1944. En 1956 se crean los Servicios Mdicos de Empresa para todos los centros
laborales de ms de 500 trabajadores, gracias al empeo puesto en esta ley por parte de Narciso Perales, ao
en el que es propuesto para para el cargo de Secretario de la Sociedad Espaola de Salud y Medicina del
Trabajo. Entre 1957 y 1958 ejerci como profesor y jefe de estudios de la Escuela de Medicina del Trabajo.
Narciso Perales presionar para que se baje el nmero de 500 a 100 trabajadores para que un centro laboral
disponga de Servicios Mdicos de Empresa, hecho que se consigue con el Decreto de 10 de junio de 1959.
Entre 1963 y 1969 ostentar la Vicepresidencia de la Comisin y Asociacin Internacional de Medicina del
Trabajo. En 1972 la OIT le ofreci el cargo de Asesor de Higiene y Seguridad en los pases de Centro y
Sudamrica, ofrecimiento que declin por razones de salud. Fruto de sus estudios por las cuencas mineras de
Linares, Asturias, Len, Galicia y Almadn, fund el Instituto Nacional de Silicosos. En 1975, en Brighton
(Inglaterra), fue elegido miembro honorario de la Comisin Internacional de Medicina del Trabajo. Narciso
Perales, miembro de varias de asociaciones nacionales y extranjeras, destac como conferenciante y director
de cursos en Espaa y varios pases hispanoamericanos Mxico, Venezuela, Puerto Rico..., y fue autor de
varias monografas y director de colecciones de libros sobre su especialidad.
2
La ancdota la recogi la revista Praxis poltica, n. 30, s.f. [1987?], pg. 2, editada por el Movimiento
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Un aspecto en el que nunca he dejado de insistir durante toda mi vida es en que ni Jos Antonio es la
Falange ni la Falange es Jos Antonio. Son muchsimos los espaoles los que abrazaron la idea y obraron en
consecuencia. Hroes annimos, la mayora, que supieron estar a la altura de las circunstancias y cumplir con
su deber de manera patritica y responsable. Y entre esa gran masa annima una ejemplar plyade de
olvidados a los que bueno sera que furamos rescatando de las brumas del pasado so pena de convertirnos
en cmplices de la amnesia generalizada en la que, con demasiada frecuencia, chapoteamos los espaoles.
Aquellos falangistas que tambin fueron Falange no le van a la zaga en mritos humanos a Jos
Antonio Primo de Rivera. Pienso, por ejemplo, en Patricio Gonzlez de Canales, en Eduardo Ezquer, en
Manuel Hedilla, en Salvador Merino, en Luis Martnez de Egulaz, en Diego Mrquez o el propio Narciso
Perales. Falangistas, todos ellos, sin tacha y a los que debemos, entre otras cosas, que la Falange no sea, en
2006, un vago recuerdo o, peor an, refugio de nostlgicos ociosos.
***
Quin fue Narciso Perales Herrero?
Narciso Perales el naci el 3 de septiembre de 1914 en la gaditana localidad de La Lnea de la
Concepcin, en el seno de una familia acomodada, situacin que le permitir acceder a los estudios
universitarios, privilegio que en aquellos aos slo estaba al alcance de muy pocos compatriotas. Curs
Medicina en Granada, con posterioridad en Sevilla, y en Valladolid acaba la carrera.
Pese a que su padre era de claras tendencias liberales, la ideologa no se superpuso nunca a un profundo
amor por la Patria. Desde bien joven, el nombre de Espaa est por encima de todos y de todo en el seno de
la familia Perales. Los primeros escarceos polticos de Narciso no fueron en las filas de la Falange, ya que
sta an no se haba fundado, sino en el Partido Nacionalista dirigido por el doctor Albiana. No tardar
Narciso Perales en darse cuenta del carcter meramente reaccionario de aquellos legionarios, henchidos de
patriotismo, s, pero hurfanos de una ideologa social avanzada y rigurosa. Siendo estudiante en Sevilla,
cuando tan slo tiene diecinueve aos, se adhiere, junto a su amigo Juan Domnguez, al Movimiento Espaol
Sindicalista, organizacin poltica precedente inmediato de lo que meses ms tarde ser Falange Espaola.
En las elecciones de 1933, en las que Jos Antonio se presenta junto a Jos Mara Pemn como
candidato por la circunscripcin de Cdiz, Narciso Perales acompaar al marqus de Estella a lo largo de la
campaa electoral, establecindose entre ambos una gran amistad. Aunque persuadido de las posibilidades
de Jos Antonio y atrado por tan irresistible personalidad, Narciso Perales ratificar sus presunciones cuando
tiene la oportunidad de or, en el acto poltico que tiene lugar el 12 de noviembre, un discurso en el que, dicho
sea de paso, quedan prefiguradas algunas de las que sern ideas-fuerza de la Falange que est a punto de
nacer.
El 4 de marzo de 1934, ya en Valladolid, Narciso Perales ser uno de los entusiastas asistentes al acto
que, celebrado en el Teatro Caldern, sellar la fusin de los partidos Falange Espaola y Juntas de Ofensiva
Nacional-Sindicalista, organizacin poltica creada por Ramiro Ledesma Ramos, en octubre de 1931.
Cuando se funda el Sindicato Espaol Universitario, en 1935, Narciso Perales se convertir en uno de sus
primeros miembros y ser en el seno de esta organizacin estudiantil, precisamente, donde conocer a la que
aos ms tarde ser su inseparable esposa y camarada: Justina.
Justina Rodrguez de Viguri, digamos de paso, fue una falangista de primera hora. Jos Antonio la tuvo
que incluir como militante con el nombre de Justino, debido a que por su edad no le estaba permitido militar en
ninguna organizacin poltica. Justina, sin que Narciso jams lo reconociera, ejerci una gran influencia sobre
su l. No faltaban entre ellos las discrepancias que, siempre en un tono entraable, ponan en evidencia el
amor que siempre se tuvieron. Narciso, que profesaba un catolicismo puro y duro, tema su despacho lleno de
crucifijos, cuadros de vrgenes y santos, adems de una Biblia que permaneca puesta con sumo cuidado
sobre la mesa. Pues bien, cuando reuna a sus camaradas en su despacho, Justina, fumadora empedernida,
depositaba el paquete de tabaco encima de la mesa. El, inmediatamente lo retiraba. La operacin se repeta
varias veces... y siempre con el mismo resultado.
Narciso Perales fue un hombre que actuaba a pecho descubierto y al que no atemorizaban los
enfrentamientos en una poca tan convulsa como lo fue la Repblica del 14 de abril. Los falangistas
sevillanos, en concreto, no slo tuvieron que hacer frente a las provocaciones y actos de fuerza de sus
enemigos, sino que hubieron de soportar las arbitrariedades del hostil aparato judicial republicano, de tal
manera que los agredidos no slo no soportaban la descarnada presin marxista, sino que adems tenan que
soportar la clausura de su centro y un rosario de multas, adems tener que pasar como pistoleros al servicio
Falangista de Espaa, en un artculo sin firma titulado "Narciso Perales espontneo contra Daro Fo".
Con cierta frecuencia aparecen en nuestra sociedad saltimbanquis muchos de ellos subvencionados desde
los poderes pblicos, cuyo nico mrito artstico consiste en insultar a la religin catlica, creyendo as hacer
una autntica machada. Sin embargo, a estos virtuosos de la mediocridad nunca los hemos visto ni los
veremos, pongamos por caso, en Tel-Aviv mofndose de Yavh ni en Tehern haciendo lo propio con
Mahoma... y tengo serias dudas de que se atrevieran en Madrid.
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NARCISO PERALES: VIDA Y TEXTOS - Compilacin e introduccin de Jos Luis Martnez Morant
Sobre los militantes falangistas de primera hora merecedores de la Palma de Plata, entre ellos Naciso
Perales, v. Elegidos para la Gloria. Palmas de Plata de la Falange, Jos Luis Jerez-Riesco, EDICIONES NUEVA
REPBLICA, Barcelona, 2003.
4
En 1973 Narciso Perales declar en una entrevista a Jos Luis Vila-San-Juan: "De haber estado yo en
Granada y no en el frente, le aseguro que lo de Garca Lorca no ocurre", mientras que el entrevistador
afirmaba que: "No hay duda de que no slo no fueron los falangistas, sino que, a mi modo de ver, el estpido
crimen fue, precisamente, producto de una maniobra contra Falange". V. Garca Lorca, asesinado: toda la
verdad, Planeta, Barcelona, 1975, passim.
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NARCISO PERALES: VIDA Y TEXTOS - Compilacin e introduccin de Jos Luis Martnez Morant
convirtieran, de un da para otro, en estructuras que, slo por los uniformes, los correajes y las banderas,
podramos calificar de falangistas. Muchsimos de los crmenes, pues, que se amontonan en el haber de la
Falange no pueden, en sentido estricto, atribursele. Es ms, los dirigentes autnticamente falangistas que
pudieron llegar a zona nacional, fueron muy sensibles al trato que haba que dar a las poblaciones
conquistadas y buen ejemplo de lo que decimos lo tenemos en el propio Manuel Hedilla Larrey o en Dioniso
Ridruejo.
El asesinato de Garra Lorca y otros macabros acontecimientos de similar catadura dejarn un amargo
sabor de boca en Narciso Perales. Su hostilidad a las nuevas autoridades va creciendo en la medida en que
puede comprobar de primera mano que el precio pagado por los falangistas en el frente de batalla no tiene y,
lo que es an ms grave, no va a tener contrapartidas en el marco de la poltica social revolucionaria a la que
aspira la juventud nacional-sindicalista. El conflicto se dibujaba a corto plazo.
En Crdoba, en una reunin donde se trataba del enfrentamiento habido entre Dionisio Ridruejo y
Francisco Franco son detenidos dos miembros del Consejo Nacional de la Falange, bajo la acusacin de
"preparar un complot" contra el propio Franco. Nada pudo demostrarse, pero acaso eso careca de importancia: la suerte empezaba a estar echada y la Falange no iba a resultar beneficiada en el envite.
En abril de 1937, Manuel Hedilla, que haba sido nombrado sucesor de Jos Antonio al mximo rgano
directivo de la Falange, se enfrenta abiertamente al Decreto de Unificacin urdido por Franco y su cuado
Serrano Ser. En la prctica, el Decreto de Unificacin supona, no slo su defenestracin poltica del
dirigente cntabro, sino la desaparicin de la Falange y su inclusin en un conglomerado de fuerzas
heterogneo, algunas de las cuales eran abiertamente hostiles al ideario revolucionario joseantoniano. Fue en
este ambiente donde incluso se propal un neologismo ofensivo contra los falangistas como era el de
failangistas, con el que se trataba de equiparar sus aspiraciones a las del ms srdido e irresponsable
comunismo libertario.
Narciso Perales muestra abiertamente su disconformidad con toda esta situacin y solicita ser relevado de
sus responsabilidades en Granada. Adems, est en completo desacuerdo con Raimundo Fernndez-Cuesta,
amigo personal de Jos Antonio, pero que se ha plegado a los deseos de Franco. A propuesta de FernndezCuesta, es trasladado a Mlaga y, en jimio de 1938, considera que la situacin en la retaguardia se ha hecho
tan irrespirable que, sin dudarlo, prefiere incorporarse, en calidad de mdico, como voluntario al frente de
Teruel.
Recin concluida la guerra, en 1939, ser nuevamente arrestado junto a sus camaradas Tito Melndez y
Eduardo Ezquer, bajo la acusacin de formar el triunvirato dirigente de una organizacin ilegal que opera bajo
el nombre de Falange Espaola Autntica.
No ser sta, sin embargo, la nica muestra de rechazo al Rgimen durante aquellos aos. Al margen de
esta iniciativa surgen otras, como la de la llamada Junta Poltica Clandestina, de la que formaron parte
destacados falangistas como Luis de Caralt, Prez de Cabo o Tarduchy, los cuales llegaron a planear, en
1941, el asesinato de Serrano Ser y del propio Franco, o la llamada Organizacin de Recobro NacionalSindicalista (ORNS), vertebrada en torno al general Yage, militar de evidentes simpatas hacia la Falange.
La alarmante carencia de cuadros polticos dirigentes hace que, pese a su ya bien merecida fama de
rebelde, Narciso Perales sea nombrado... gobernador civil de Len.
Fue all donde sucedern dos ancdotas que son dos buenos botones de muestra de su irresistible
personalidad. En su toma de posesin le indicaron que deba prestar juramento de obediencia a los principios
del Nuevo Estado. El, sin inmutarse, pregunt a su vez: "Estos principios no son los mismos que los de la
Falange?". "Por supuesto que s", le contestaron. "Entonces, si es as, yo ya los he jurado, por lo que no voy a
hacerlo dos veces", concluy ni corto ni perezoso.
Tambin es conocida la ancdota de la visita visita a la ciudad que el general Franco y su squito
realizaron a la capital leonesa. Como quiera que se quedaron a comer all, Narciso Perales tuvo la ocurrencia
de servirles un aguachirri con lentejas y pan negro y, ante la indignacin de algunos ayudantes de Franco, el
doctor se limit a afirmar: "Esto es lo que come la gente, Excelencia". Estas palabras, probablemente no
debieron caer en saco roto...
Era obvio que, pese al apoyo que alemanes e italianos prestaban al Rgimen franquista, no es menos
cierto que stos vean con mejores ojos a la Falange que al conglomerado de fuerzas derechistas que ya
haba tomado posiciones en el nuevo Rgimen. En concreto, el general italiano Gambara, insisti a Narciso
Perales sobre la imperiosa necesidad de una conversacin con el general Franco en esa direccin y que, para
los intereses espaoles e italianos, era ms importante un Rgimen con una poltica social avanzada, como el
que propugnaba la Falange, que no un Rgimen derechista y puramente represor. Ante la insistencia del
militar italiano, Narciso Perales accedi a entrevistarse con Franco, no sin antes advertirle que no esperaba
nada til del encuentro. La entrevista fue la ms larga que Franco haba concedido hasta la fecha y, despus
de escuchar atentamente todo lo que Narciso Perales le deca, le contest: "Todo lo que me cuenta sera
maravilloso ponerlo en la prctica, doctor Perales. Pero, no se da cuenta que caso de hacerlo, tendra que
mandar a fusilar a la mitad de los padres de los que hicieron la guerra con nosotros?".
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Determinados prohombres del Rgimen consideran que, pese al Decreto de Unificacin, algunos
destacados falangistas seguan, como Narciso Perales, incomodando ms de la cuenta. El 16 de agosto de
1942 se produce un acontecimiento que, a decir ste, ser clave en el proceso de domesticacin de la Falange
de postguerra. Ese domingo se celebraron en el bilbano Santuario de Nuestra Seora de Begoa unos actos
religiosos en sufragio por las almas de los requets muertos en la guerra civil. Dichos actos estaban presididos
por el general Vrela, un furibundo antifalangista. Al finalizar aqullos se produjeron unos enfrentamientos, en
el curso de los cuales estall una bomba que provoc varios heridos, atentado que se atribuy a los
falangistas. Los hechos, hbilmente manipulados por los sectores ms reaccionarios del nuevo Rgimen, llegaron a presentarse incluso como un ataque directo de la Falange al Ejrcito. Las detenciones indiscriminadas
no tardaron en producirse y Juan Domnguez, tras un proceso plagado de irregularidades y de falsas
acusaciones entre ellas, la de ser un agente secreto al servicio de Londres, fue condenado a muerte.
No slo aquellos sectores antifalangistas salieron con ventaja de la refriega, si no que el propio Franco
aprovech la ocasin para, en primer lugar, reafirmar su autoridad sobre todas las facciones polticas que lo
apoyaban y, en segundo lugar, enviarles un ntido mensaje: cualquier disidencia, por mnima que esta fuera,
iba a tener que pagar un alto precio.
Los esfuerzos realizados por varios falangistas de prestigio, entre los que hay que destacar los del propio
Narciso Perales, resultaron infructuosos. La diplomacia alemana, que vea con muy buenos ojos a los
falangistas disidentes, tambin fracas. En efecto, Adolf Hitler intent, in extremis, salvar a Domnguez
concedindole la Cruz de la Orden del guila Alemana, lo que, de alguna manera, vendra a desmentir que los
pretendidos servicios a Inglaterra eran una burda patraa.
Demasiado tarde. El 29 de septiembre Juan Domnguez es fusilado. Narciso Perales, todava gobernador
civil de Len, protesta vehementemente. Es destituido y confinado durante ms de un ao en el Campo de
Gibraltar. Para Narciso Perales impedir la muerte de su amigo Juan Domnguez habra tenido un doble
significado. Uno, obvio e inmediato: tratar de salvar su vida y evitar una clamorosa injusticia. El otro, posea
una enorme carga poltica: si los falangistas no eran capaces de evitar el fusilamiento de Domnguez, la
Falange quedara, para siempre, atada de pies y manos, su doctrina "bastardeada" en expresin del propio
Narciso Perales, y Franco se convertira en su indiscutible jefe.
La salida de Narciso Perales del Gobierno Civil de Len marcar un antes y un despus en su trayectoria
poltica. Narciso Perales rompe definitivamente amarras con el "partido nico" y, hasta donde le dejan sus
actividades profesionales, nunca se negar a colaborar en cuantas iniciativas surjan en pro de la
reconstruccin de la Falange al margen de los aparatos de poder franquistas.
Pocos meses despus, en plena segunda guerra mundial, Narciso Perales decide agradecer a las
autoridades alemanas el inters que se han tomado en salvar a su amigo Domnguez. Cmo? Matando dos
pjaros de un tiro: organiza un comando falangista cuyo objetivo es introducir explosivos en Gibraltar y
dinamitar instalaciones militares del Pen. Sin embargo, cuando la operacin estaba muy avanzada uno de
sus miembros, que tiene un familiar al otro lado de la frontera y teme por su vida, delata a sus camaradas de
aventura. La operacin es abortada y uno de los miembros del comando, que est en Gibraltar, es detenido y
ahorcado por las autoridades britnicas.
En 1944 Narciso es vuelto a confinar en Linares, acusado de intentar reorganizar la Falange fuera de la
disciplina del "partido nico". All, en esta comarca minera, tendr Narciso Perales la oportunidad de ver de
cerca los estragos que producen las enfermedades laborales, especialidad de la Medicina en el que acabar
convirtindose, repito, en una autoridad de prestigio nacional e internacional.
En 1945, pese a la condena que pesa sobre l, Narciso Perales forma parte de un grupo de treinta
falangistas, entre los que figura Patricio Gonzlez de Canales, y antiguos militantes de la prohibida
Confederacin Nacional del Trabajo (CNT), que se autodenomina Alianza Sindicalista. Redactan un manifiesto
fundacional y despus de una sola reunin el grupo ser denunciado a la polica. Pese a la prohibicin
expresa, la faccin azul seguir reunindose hasta primeros de la dcada de los cincuenta. Dicha faccin
lograr vertebrar pequeos grupsculos en algunas localidades espaolas y, durante un tiempo, contarn con
la colaboracin de falangistas de renombre como Dionisio Ridruejo.
A mediados de los aos cincuenta los intentos de falangistizar el Rgimen o, lo que es lo mismo, de
trabajar desde dentro se hacen de todo punto imposibles. De ello se dio perfecta cuenta el comit central del
entonces clandestino Partido Comunista que, en un documento fechado en 1956 y ampliamente difundido,
afirmaba que la Falange "ha perdido la mayora de sus miembros y se halla descompuesta y dividida en
diversos grupos, enfrentados violentamente entre s. Su fraccin ms activa e importante toma posicin contra
el dictador, al que acusa de haber traicionado los principios falangistas entregndose en manos de las fuerzas
capitalistas y reaccionarias. Y esa actitud se expresa a travs de una activa campaa de hojas y octavillas en
las que se preconiza la necesidad de una 'nueva revolucin'". Exagerado o no, lo cierto es que el propio
Franco, ante el cariz que estaban tomando los acontecimientos, tendr la oportunidad de confesar a Jos Luis
de Arese: "la Falange se nos est yendo de las manos".
A principios de 1957 Arese y Salas Pombo abandonan la Secretara General del "partido nico", e incluso
Jos Antonio Girn, un falangista de fidelidad sin fisuras a Franco, tiene que dejar la cartera de Trabajo ante el
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NARCISO PERALES: VIDA Y TEXTOS - Compilacin e introduccin de Jos Luis Martnez Morant
empuje de los llamados tecncratas, personajes vinculados en su mayora al Opus Dei y a grandes grupos
financieros y empresariales nacionales y extranjeros que, pese a guardar las formas, a duras penas pueden
ocultar un odio visceral a todo lo que huela a Falange o nacional-sindicalismo.
Para el Rgimen la Falange o, para ser exactos, lo que quedaba de ella, se ha convertido en un lastre. El
Frente de Juventudes, "obra predilecta" segn lleg a decir pblicamente el propio Franco, es liquidado sin
ms, ya que se haba convertido de fado en una factora de opositores al Rgimen. El Sindicato Espaol
Universitario, por su parte, es enterrado a plazos a travs de una serie de decretos que acaban conviertindolo
una estructura inoperante y perdida en la tupida y mastodndica burocracia del llamado Movimiento Nacional.
Qu oposicin poda hacer una esclerotizada estructura burocrtica frente al empuje de los nuevos
movimientos estudiantiles de izquierda que, ao a ao, se estn apoderando de las Universidades espaolas?
Cuando desde la historiografa antifalangista se presenta este combate como una suerte de heroicidad de la
oposicin de izquierdas, habra que recordarles que propinar patadas a un moribundo a un cadver, para
ajustamos a la realidad carece del ms mnimo valor.
Una considerable franja de falangistas que en un principio haba depositado su confianza en Franco,
empiezan a organizarse extramuros de del "partido nico".
Los Crculos Doctrinales "Jos Antonio" son una buena muestra de lo que decimos. Narciso Perales ser,
en 1959, uno de los firmantes que apoyarn la creacin de dicha organizacin. Sin embargo, no participar en
esta iniciativa por considerar que la tctica de las organizaciones falangistas de oposicin deban primar la
accin sindical y la bsqueda de apoyos en ambientes obreros, antes que tratar de rescatar lo que sin duda no
mereca, para l, mayor atencin.
Pese a estar firmemente convencido de esta estrategia, junto a Ceferino Maest y Patricio Gonzlez de
Canales, decide resucitar, en 1960, "La Ballena Alegre", la prestigiosa tertulia que Jos Antonio haba fundado
durante la Repblica. Un buen puado de falangistas volvan, de nuevo, a reunirse en el stano del Caf Lyon
de Madrid, pero bajo otras circunstancias histricas sensiblemente diferentes a la Espaa de la dcada de los
treinta. Los tertulianos estaban lejos de constituir un crculo cerrado, sino abierto a las distintas sensibilidades
de la Falange: desde el desengaado camisa vieja al visceral e impetuoso universitario, desde el falangista
que an ve posible una rectificacin del Rgimen a quien no duda en considerarse socialista... Todos tenan
cabida. Durante un ao se celebraron reuniones hasta que, por orden del Ministerio de la Gobernacin, "La
Ballena Alegre" fue prohibida.
Tres aos ms tarde, en 1963, Narciso Persales fund una organizacin clandestina denominada Frente
Nacional de Trabajadores (FNT), cuya rama estudiantil ser el Frente de Estudiantes Sindicalistas (FES), una
de las agrupaciones universitarias ms combativas y de ms larga pervivencia en el tiempo.
Al ao siguiente, Narciso Perales, junto a Ceferino Maest, Diego Mrquez y otros falangistas disidentes,
participan, en dos iniciativas muy interesantes y con una gran carga poltica que, sin embargo, no llegarn a
buen puerto.
La primera se desarrolla en las dependencias del Centro Social "Manuel Mateo", donde se rene un
puado de sindicalistas de todas las tendencias, antiguos anarquistas incluidos, y entre los que se encuentra
un ncleo comunista encabezado por Camacho y Ariza, que se presentan a la reuniones bajo la etiqueta de
"socialdemcratas", y que en realidad estn a punto de poner en marcha el embrin de las futuras Comisiones
Obreras, ya que la tctica de "oposicin sindical", atizada por la direccin carrillista en el exilio, se ha estrellado
estrepitosamente. Estas reuniones, infiltradas por la polica, no tardarn en ser prohibidas y el Centro
clausurado.
La segunda iniciativa la constituye la revista Sindicalismo, con periodicidad mensual que, en la prctica,
sala cuando la censura levantaba el freno. Una orden directa del Ministerio de Informacin y Turismo acab
con esta aventura. Sindicalismo tuvo, ciertamente, una vida efmera, pues slo conoci cinco nmeros, pero
sin duda estamos ante una publicacin excepcional en todos los sentidos. Desde mi punto de vista, marcaba
perfectamente qu rumbo deba seguir la Falange y haca una crtica demoledora del Rgimen basada, no en
posiciones viscerales y sectarias, sino en un anlisis riguroso de la realidad nacional, particularmente de la
situacin de la clase trabajadora espaola 5 .
No se equivoca el historiador norteamericano Stanley G. Payne cuando sostiene que la nica izquierda
poltica con la que cont Espaa en aquellas dcadas, fueron precisamente aquellos azules desencantados
que seguan soando con una Patria mejor.
No fue Sindicalismo la nica iniciativa de este campo editorial en el que intervendr Narciso Perales pues,
en 1965, comenz a dirigir la revista Juanprez, editada en Barcelona, con un marcado carcter anticomunista
y radical, lo que nos da una idea del carcter del doctor gaditano y que hoy calificaramos como transversal 6 .
5
Sindicalismo reapareci en plena transicin poltica, dirigida tambin por Ceferino L. Mest, concretamente
de abril de 1975 a mayo de 1977, editando un total de dieciocho nmeros. En esta ocasin ya no era de
tamao tabular y estaba impresa a dos tintas.
6
Narciso Perales dirigi Juanprez en dos perodos: desde sus inicios al nmero 25 y del 35 al 38. Desde
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NARCISO PERALES: VIDA Y TEXTOS - Compilacin e introduccin de Jos Luis Martnez Morant
NARCISO PERALES: VIDA Y TEXTOS - Compilacin e introduccin de Jos Luis Martnez Morant
refundada Central Obrera Nacional Sindicalista (CONS), de las Juntas de Oposicin Falangista (JOF), del
Frente Sindicalista Unificado (FSU), y la presencia de falangistas independientes, como es el caso Narciso
Perales, deciden, en mayo de 1976, celebrar un congreso en Madrid donde reclamarn para s el nombre y la
legitimidad histrica de la Falange, adelantndose as al llamado "Congreso de la Unidad", auspiciado por los
Crculos Doctrinales "Jos Antonio" y que se celebrar semanas despus, tambin en la capital de Espaa.
La concesin gubernamental de la denominacin Falange Espaola de las JONS a la organizacin
encabezada por Raimundo Fernndez-Cuesta, el Frente Nacional Espaol, obligar a aqullos a adoptar la
polmica denominacin de Falange Espaola de las JONS (autntica).
Los das 19, 20 y 21 de marzo de 1977 celebr FE de las JONS (autntica), en Madrid, su II Congreso
Nacional. Los ms de quinientos delegados provinciales nombraron un Consejo Nacional de 21 miembros, 7
de los cuales constituirn la Junta Poltica, rganos para los que es elegido presidente Narciso Perales y Jos
Mara Gussoni su secretario. El nuevo jefe nacional lo ser un antiguo militante del FNAL y amigo personal de
Manuel Hedilla, Pedro Conde Soladana, sindicalista que ha sufrido la represin del Rgimen y hombre de
integridad contrastada.
El 4 de diciembre de 1978, en plena campaa del referndum constitucional, un grupo de falangistas
autnticos encabezados por Narciso Perales ocup la emisora de Radio Nacional de Espaa en Madrid, para
difundir un comunicado de manera ilegal. Todos son detenidos aunque en su proclama apuestan por un "s" a
la nueva Constitucin. Si a Manuel Hedilla le cupo el honor de haber sido sentenciado a muerte por los dos
bandos en contienda durante la guerra civil de 1936-1939, Narciso Perales, se convertir en uno de los pocos
espaoles que han tenido el raro privilegio de haber sido detenido durante la Repblica, el franquismo y la
restauracin democrtica.
Todos los anlisis parecan indicar que FE de las JONS (autntica) iba consolidarse como organizacin
poltica. Su discurso es no est lastrado por nostalgia alguna, es gil y comprometido, y, por si esto fuera poco,
sus dirigentes, a diferencia del resto de grupos falangistas, apenas tienen dificultades para acceder a los
medios de comunicacin. El maridaje ente veteranos y jvenes parece augurar que esta organizacin
conseguir arrastrar al resto de facciones falangistas que, por contra, s han sufrido perceptibles erosiones
durante los primeros aos de la llamada transicin poltica.
Las primeras elecciones generales darn a FE de las JONS (autntica) cerca de cincuenta mil votos tras
haber presentado candidaturas en veintinueve provincias. Durante la campaa electoral, sin embargo,
aparecen las primeras tensiones en el seno de la organizacin. Narciso Perales dimite de sus responsabilidades e incluso hay un intento de abandono que, al final, reconsidera. Las discrepancias internas, lejos
de acallarse con la dimisin de Narciso Perales, crecen e incluso puede hablarse de un puado de tendencias
que, en febrero de 1978, desembocan en una escisin que casi un ao ms tarde, en enero de 1979, dar
origen a una nueva organizacin: Falange Espaola Autntica.
En la crisis provocada por la gestacin de esta nueva organizacin, Narciso Perales decidi apoyar a
Pedro Conde en su contencioso con la Junta disidente y la disparatada idea de proclamar jefa nacional a Ana
Mara Fernndez Llamazares. No ser yo el que analice, sic et nunc, lo que sucedi, entre otras cosas Porque
no son estas pginas el lugar adecuado. Prefiero quedarme con la ancdota. Citados los partidarios de Pedro
Conde a una asamblea en el Barrio de San Blas, bastin importante y belicoso de los autnticos, se invit a
Narciso Perales. En un momento tenso de la reunin, alguien advirti que, en una de las ventanas, haba una
caja de zapatos. La alarma fue instantnea. El primer pensamiento de la mayora, era que alguien de los
adversarios de Pedro Conde haba decidido reventar el evento con un explosivo. Ni que decir tiene, que la
mayora de los presentes decidieron salir del recinto. Narciso Perales que, por contra segua sentado en la
mesa presidencial del acto, se levant por fin y, con parsimonia y tomando la caja con sus manos, a la vez que
la abra deca con su peculiar gracejo andaluz: "Veamos la bomba...". La destap y ante la sorpresa de los
presentes, la caja slo contena... un par de zapatillas viejas.
La batalla por la denominacin autntica acababa de comenzar. El hecho de que aparecieron dos
falanges con el mismo apellido, encrespaba a Narciso Perales, de ah que la vspera del da de Reyes, llam y
orden que fueran a su domicilio a Lus Susaeta, Adela Corts, Romn Gmez Curiel y a la mujer de Pedro
Cantero, Mary Carmen Arroyo. Una vez all decidieron dirigirse a unas dependencias del Ministerio del Interior
situadas en los aledaos del Paseo de la Castellana. Una vez en la puerta del edificio, siempre siguiendo las
instrucciones de Narciso Perales y ante la sorpresa del polica de guardia, penetraron en el edificio, llegando
hasta el despacho del director de Poltica Interior, Sr. de la Oliva, irrumpiendo en tropel en el mismo. Sin
mediar palabra, Romn procedi a cruzar un armario en la puerta, impidiendo la entrada al despacho con el
evidente espanto del Sr. de la Oliva. Este tuvo que escuchar a Narciso Perales, que le inform de las
pretensiones del grupo que no eran otras que la redaccin de un escrito reconociendo y aceptando a FE de las
JONS (autntica) como nica formacin con derecho a ostentar el adjetivo de autntica, advirtindole de que
de all no se movera nadie mientras el mencionado escrito no obrara en su poder y que el mismo debera
reflejar con absoluta claridad lo demandado.
El Sr. de la Oliva algo repuesto del susto, manifest que esas no eran maneras de conseguir las cosas, al
tiempo que les pidi que depusieran su actitud. Slo entonces, tomara en consideracin las peticiones del
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grupo. Narciso, con mucha tranquilidad, le contest: "Mire usted, Sr. de la Oliva, yo tengo mucho trabajo y a
mis pacientes abandonados. Esta seora refirindose a Mary Carmen Arroyo ha dejado a sus hijos
abandonados en vsperas de Reyes. A esta seorita sealando a Adela Corts, la est esperando su
familia para la cena familiar, y a este seor Luis Suaeta su mujer. Por no decirle lo de este muchacho, que
es de los ms pacficos del partido, pero que si yo le ordeno que le tire a usted por la ventana, lo hace."
Romn que, efectivamente, tena un cuerpo como un armario ropero y, para colmo, era un consumado
karateka, al escuchar esto, se levant como un resorte diciendo: "A tus rdenes, Narciso". "No, Romn.
Espera un poco...", le fren Narciso Perales. El camarada experto en artes marciales debi impresionar tanto
al Sr. de la Oliva, que pidi a sus colaboradores que redactaran un documento mecanografiado y que se lo
hicieran llegar por debajo de la puerta. Mientras eso suceda, Narciso Perales rog al Sr. de la Oliva dejarle
utilizar el telfono para ponerse en contacto con algunos de sus pacientes. Ante la incredulidad del Sr. de la
Oliva y del resto de los asaltantes, Narciso Perales aprovech para hacer algunas recomendaciones y recetar
a algunos de sus pacientes.
El documento no tard en aparecer por debajo de la puerta. El Sr. de la Oliva lo recogi, lo ley y por
ltimo, hizo entrega del mismo a los falangistas. "Aqu tienen ustedes lo que queran. Ya pueden deponer su
actitud. Tome el escrito", dijo el Sr. de la Oliva a Narciso Perales. Este revis el papel y se lo devolvi a la vez
que le deca: "Esto no es lo que yo quiero, mire usted. Yo quiero que slo se nos reconozca a nosotros como
nicos candidatos con el nombre y aqu no dice eso. Por lo tanto, aqu seguimos y no nos vamos a ir. Y ya le
digo, que si ordeno a este muchacho que le tire por a ventana, lo va a hacer...". "A tus rdenes, Narciso",
reapareci intimidatorio Romn.
Pasaba el tiempo y por dos veces ms, sendos escritos fueron introducidos por la puerta, ledos y...
rechazados. Como es lgico, esta situacin, no poda seguir y varios nmeros de la polica arremetieron contra
la puerta y, apartando el armario, lograron entrar. De inmediato, ordenaron a los asaltantes que abandonaran
el despacho. Narciso Perales les contest que ellos, por su propio pie, no iban a hacerlo, por lo que tendran
que sacarlos. Al primero que fueron a sacar fue a Romn. Cuatro nmeros fueron necesarios para sacarlo,
mientras ste, a grandes voces, cantaba el Cara al Sol por los pasillos. Despus se dirigieron a Susaeta, que
no se levant de la silla y al que los policas se llevaron en volandas silla incluida. Susaeta decidi que el
momento tambin mereca unas cuantas estrofas, a grito pelado, de nuestro himno de amor y de combate. Al
ir a detener a Narciso Perales, un polica le pregunt: "Y a usted cmo le sacamos?". "A m, a la sillita de la
reina...". Y as, a la sillita de la reina, sacaron al genial y veterano falangista.
El episodio continu su curso. La polica decidi trasladar a los asaltantes a la comisara de la calle Miguel
ngel. Lo hicieron en un taxi. Frente a la comisara haba una buena algaraba, puesto que momentos antes se
haba procedido a la detencin de unos cuantos camaradas jvenes que haban sido sorprendidos haciendo
pintadas. Narciso dio instrucciones a todos de que tenan que declarar y pidi a Adela que rompiese su
combinacin, al objeto de que los jvenes pudiesen limpiarse de pintura las manos.
Cuando le toc a declarar a Narciso Perales por muy poco vuelve loco al comisario, al que se empe en
hacerle comprender lo perverso que era Martn Villa. El comisario le suplicaba: "Por favor, doctor Perales, no
me haga usted decir cosas de las que luego me tenga que arrepentir", a lo que Narciso Perales contestaba:
"No, usted no diga nada, tan slo escuche...". Una vez efectuadas las declaraciones, fueron puestos en
libertad y concluy lo que hoy, con el paso de los aos, nos parece un divertido episodio.
Con la disolucin de FE de las JONS (autntica), en diciembre de 1979, y los achaques propios de la
edad, Narciso Perales apenas si tendr papel alguno en los nuevos derroteros de la Falange postfranquista.
Su protagonismo poltico disminuye, es cierto; pero su cualidad de referente, no la perder nunca. Si el
despacho de su casa en el Barrio del Nio Jess en las dcadas sesenta y setenta en lugar de encuentro de
opositores al Rgimen franquista, sern ahora las nuevas hornadas de falangistas las que buscarn en las
deliciosas veladas que, una vez a la semana, se celebraban en la Casa de Socorro de la Carrera de San
Francisco, en pleno Madrid de los Austrias. All ofreca magistrales clases de historia contempornea y de
anlisis de las ideologas 9 .
Mientras tanto, los acontecimientos iban siguiendo su curso en Falange Espaola de las JONS. Al
veteransimo Raimundo Fernndez-Cuesta le suceda Diego Mrquez, el que fuera lder de los Crculos
Doctrinales "Jos Antonio". Tras la eleccin del nuevo Jefe Nacional se producir la salida de veinticuatro
consejeros nacionales, entre ellos Girn, Salas Pombo, Utrera Molina, Pilar Primo de Rivera y el propio
Fernndez-Cuesta, lo que no impedir la recuperacin de la identidad y unidad de los falangistas,
integrndose la prctica totalidad de las organizaciones. Buena prueba de ello es la incorporacin a la nueva
lnea marcada por Mrquez Horrillo de falangistas como Martnez Parra, procedente del FSR; Pedro Cantero,
procedente del Movimiento Falangista de Espaa (MFE); Luis Martnez de Egulaz, consejero privado de Manuel Hedilla; el que estas lneas escribe, que haba militado en el FNAL; as como amplios sectores de la ya
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Me hubiera gustado incluir ms trabajos. De hecho, es probable que en la revista Juanprez Narciso
Perales hubiera escrito artculos, particularmente los editoriales; sin embargo, curiosamente, no hemos
encontrado su firma en ninguno de ellos. La idea de atribuirle equivocadamente alguno me ha disuadido.
Hemos obviado, lgicamente, sus trabajos ligados a su profesin y especialidad mdica por entender que,
pese a su inters indudable, no se ajustan a nuestro objetivo ltimo.
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NARCISO PERALES: VIDA Y TEXTOS - Compilacin e introduccin de Jos Luis Martnez Morant
Este artculo vio la luz por vez primera en la publicacin malaguea Boinas Rojas, el 19 de noviembre de
1938, y aparece reproducido en el libro colectivo Dolor y memoria de Espaa en el segundo aniversario de la
muerte de Jos Antonio, Jerarqua, Barcelona, 1939, pgs. 371-374 (n. del c).
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El autor
Bernard Lefvre, autor de este libro, no es un economista, ni un filsofo, ni un poltico profesional, es
sencillamente un mdico; es decir, un hombre al que su vocacin condujo hacia el cuidado de los dems,
situndolo de paso en ese excepcional observatorio de la humanidad que constituye nuestra profesin. La
nica profesin que permite, o mejor, obliga a ver al hombre de ordinario en la intimidad de la desgracia y el
dolor, agobiado a menudo por la miseria, la inseguridad y el miedo, que son las causas ms comunes de la
debilidad humana. Bernard Lefvre pudo comprobar, as, en mil obligadas ocasiones, los problemas que
gravitan sobre el hombre contemporneo empequeecindolo, los desrdenes obrados por las condiciones
sociales y morales en que vivimos, las catstrofes profundas y muchas veces silenciosas de la desadaptacin,
la insuficiencia, el fracaso y la pobreza, la tragedia de la falta de fe, la infinita variedad de la sensibilidad
humana ante los daos propios y ajenos, las terriblemente injustas diferencias que se hallan demasiado
frecuentemente entre las gentes, tambin ante la enfermedad, la incapacidad o la muerte.
Sin duda, las conclusiones a que llega todo mdico no son las mismas ante el familiar espectculo. Muy al
contrario; hay un repertorio de conclusiones, que podran ser examinadas y catalogadas en otro lugar; pero
hay, sin duda, un pequeo nmero de profesionales que, sea por su preparacin apropiada o por su especial
sensibilidad, no se contentan con la simple observacin de los hechos; sino que deciden analizarlos, buscar
sus causas y proponer los remedios. Algunos llegan a ms y saltan a la actividad poltica. Pero sta, en rigor,
es otra vocacin. Aunque en su ejercicio tenga de comn, con la vocacin mdica la relacin y el trato con la
miseria humana; mas con ciertas y radicales diferencias. Ante todo, la miseria que el poltico toca es la miseria
del nima; es ms, es cierta miseria del alma, la vanidad, la envidia, la soberbia y la que otro mdico nuestro
Maraen llam la pasin de mandar. Pero lo grave es que ya no la contempla desde ningn observatorio,
sino que le rodea, le agobia y, a veces, puede contagiarle, y es que tambin los instrumentos a menudo
usados por los polticos la intriga, la infidelidad y la hipocresa entre ellos son repugnantes para la
honestidad. As ocurre las ms veces que el mdico que salt a la actividad poltica, al llevar sus conclusiones
a las ltimas consecuencias, titubea, vacila y, de ordinario, termina por reintegrarse a su actividad profesional.
Si resiste ser porque se haya envilecido o degradado irremediablemente o, tambin, porque la fuerza del
ideal, sea mayor que su repugnancia al medio ambiente. Pero entonces no ser un poltico; ser un
revolucionario.
Argelia
Pero adems, Bernard Lefvre naci en Argelia, en uno de los trece Departamentos norteafricanos de la
Francia de entonces; hijo de franceses, pero nieto de espaoles por la lnea materna, une a la claridad y la
lgica francesas, la intuicin, la sinceridad y las facultades de improvisacin tpicamente hispnicas. Los siete
aos anteriores han sido para l aos de angustia y de esperanza; al correr de los cuales fue testigo pasible
no inactivo, por cierto del desgarramiento paulatino de su Patria. Ahora, como tantos otros, la perdi; y con
ella, perdi tambin el campo de su actividad laboriosa y los escasos bienes reunidos legtimamente por el
prolongado trabajo personal, y la economa y el sacrificio familiares.
El Dr. Lefvre, revolucionario ya, es ahora tambin un desarraigado, un hombre al que el propio gobierno
de su nacin arranc de raz de la tierra en que naciera al lado de sus hermanos musulmanes muchos de
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Prlogo fechado en septiembre de 1962 al libro de Bernard Lefvre, El Occidente en peligro, Eds.
Acervo, Barcelona, 1962, pgs. I-XLVI. Este volumen, titulado en su versin original francesa L'Occident en
pril, fue traducido por Jos Mara Aroca. Su autor lo escribi entre agosto y octubre de 1960, en la Crcel de
la Sant. Bernard Lefvre fue uno de los lderes, junto a Pierre Lagaillarde, de la resistencia contra la
indedepen-dencia de Argelia que, el 24 de enero se alzaron junto a los estudiantes, los colonos, algunas
unidades militares y la milicia territorial contra el traidor entreguista De Gaulle que, el da 28, dio la orden de
liquidacin del movimiento insurreccional. Como consecuencia de la represin entreguista fueron detendidos
altos mandos del ejrcito, directores de peridicos, diputados y dirigentes patriotas. Entre los detendidos estn
Lagaillarde que al final lograr huir a Espaa, el propio doctor Lefvre, el que aos ms tarde sera lder
del partido poltico Front National Jean-Marie Le Pen, Biaggi, el general Chassin, August Arnould, Alain de
Serigny, Gastn Trouja, mientras que Joeph Ortiz huir a Alemania. El "patriota" De Gaulle destituy a los
generales Faure, Mirabeau, Gribius y al coronel Bigeard y a todos los ayudantes del general Jacques Massu,
disolvi todas las organizaciones profrancesas e incluso el Cuerpo de Tropas Territoriales, as como un buen
nmero de prefectos y alcaldes, e impuso como procurador de la Repblica en Argelia a Robert Schmelck, un
autntico psicpata que coadyuv a la entrega del territorio al FLN argelino. Sobre la participacin de Narciso
Perales en la OAS v. Gastn gura Valero, A la sombra de Franco: el refugio de los activistas franceses de la
OAS, eds. B, Barcelona, 2004 (n. del c).
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NARCISO PERALES: VIDA Y TEXTOS - Compilacin e introduccin de Jos Luis Martnez Morant
ellos verdaderos franceses hasta el trgico final de "los arreglos de cuenta" para entregarla a las bandas
confusas, militarmente derrotadas, de los ayer rebeldes y hoy dueos gratuitos de un nuevo pas de
momento hundido en la anarqua que se adivina irrevocablemente hostil al Occidente.
En su versin original, este libro fue escrito antes de los ltimos sucesos. El pensamiento del autor se ha
enriquecido por las ltimas experiencias, que parecen confirmar sus predicciones basadas en un examen
riguroso de la evolucin del pensamiento europeo y de la organizacin econmico-social del Occidente. Sus
tesis positivas se han ampliado uniendo en armoniosa sntesis la doctrina francesa de La Tour du Pin, Charles
Maurras y sus continuadores, con el sindicalismo nacional de Jos Antonio. El libro as fue completamente
revisado y refleja el actual pensamiento del autor.
Examinemos nosotros, aunque sea muy brevemente, sus tesis esenciales y llegaremos, como de la mano,
a resultados coincidentes.
La marcha de la historia
La situacin actual, como todas las situaciones anteriores, est encadenada en el largo proceso de la
historia. Hoy es consecuencia de ayer, pero causa de maana. Se ha dicho y se sostiene ampliamente todava
que este proceso avanza, como consecuencia de las contradicciones, siempre existentes, en las propias
condiciones materiales de la vida del hombre; pero es lo cierto que son las ideas, el motor decisivo, cuando no
es lo que cuenta la voluntad resuelta de hombres audaces o geniales. As, en las ideas expuestas por Lutero,
Descartes o Kant, podemos encontrar los grmenes lejanos del transnochado, aunque todava actual,
pensamiento poltico europeo, es decir, del liberalismo y del marxismo y, correlativamente tambin, hallaremos
la clave de los dos sistemas econmico-sociales que hoy se disputan, ya no la supremaca, sino la
supervivencia en el mundo.
Lutero y Descartes
Leonel Franca, al que seguiremos en nuestro examen, sita el comienzo del proceso desintegrador de la
Cristiandad y de la gran crisis de Occidente, en la irrupcin de Lutero; pero Lutero, dice, no irrumpi en la
historia sin antecedentes, y si es cierta su originalidad en el error tambin es cierto que ste ya estaba
preparado por "la degeneracin de la gran escolstica medieval, servida en su decadencia por inteligencias de
menor envergadura". Lutero fue discpulo del franciscano nominalista Occam, cuya influencia en su obra ha
sido precisada ampliamente por Guizard; pero es posible que la influencia decisiva en la elaboracin de su
demoledora tesis no pueda hallarse en ningn libro, sino en su personal problema de conciencia y en la
vehemente necesidad de justificacin. La concepcin de Lutero sobre la naturaleza humana es fatalista. Slo
la Fe puede salvarla, pero la fe de Lutero es una fe muerta, intil para orientar la conducta del hombre, incapaz
de dar frutos terrenales. El hombre est inclinado irresistiblemente al mal, sujeto al imperio de los instintos
"el libre albedro fue el Diablo quien lo introdujo en la Iglesia" confundido por la razn que debera guiarle a
la verdad y le conduce al error. La voluntad del hombre "es como un jumento". "Le cabalga Dios? Va adonde
Dios quiere. Monta encima el Diablo? Va adonde ste le conduce. Todo se realiza conforme a los decretos
inmutables de Dios. Dios obra en nosotros el bien o el mal." Para Lutero no existe ninguna posibilidad de
regeneracin. La Gracia redentora no renueva al hombre, pero puede salvarle. Mediante un acto de Fe, la
sangre de Cristo cubre nuestra maldad y nos justifica, aunque nos deje corrompidos y pecadores como nos
encontr.
Las consecuencias fueron terribles. Porque se consideran inevitables, se justifican con ella todos los
desrdenes, pecados y crmenes. Pero permitiendo la fcil salvacin y tranquilizando de paso las conciencias.
Podemos adivinar la fuerza proselitista de esta tesis en un tiempo en el que todava el hombre no haba vuelto
la espalda a la fundamental cuestin de su fin ltimo. Pero el error no estaba completo; ms tarde las
necesidades de la lucha emprendida por Lutero contra la Iglesia que le conden, le llevaron a negar su infalible
magisterio, proclamando la libre interpretacin de los Sagrados Textos. Proposicin que aceptada por muchos
conduca a la fragmentacin de la unidad cristiana en multitud de sectas sentando "teolgicamente" las bases
del individualismo.
En el campo filosfico, Descartes, el hombre que "quiso comenzar todo de nuevo, desde sus
fundamentos", supone una accin paralela. Su pretensin fue nada menos que "dar a cada cual los medios de
hallar en s mismo sin pedir nada a otras ciencias, las orientaciones precisas para su vida". Descartes no
examin las grandes cuestiones, porque necesitara "una inteligencia extraordinaria y la asistencia
sobrenatural para abordarlas", pero cre un sistema basado en tres ideas: la existencia de Dios, Ser perfecto;
las del yo pensante, "res cogitans", que da una primera certeza "cogito, ergo sum" y paraliza la duda, y la
nocin de extensin, "res extensa". El hombre "res cogitans" y "res extensa" a la par, est compuesto de alma
y de cuerpo. El alma comprende todas las facultades psquicas y sensoriales, el cuerpo es una mera extensin
geomtrica, sujeta al mecanismo universal. Del "contenido" del alma en Descartes proceden dos errores
posteriores: error de los que reducen el alma, incluyendo el psiquismo a las sensaciones, tesis del
materialismo sensual; error de los que reducen las sensaciones al psiquismo identificando el alma a ste, tesis
del idealismo puro.
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NARCISO PERALES: VIDA Y TEXTOS - Compilacin e introduccin de Jos Luis Martnez Morant
Los continuadores
La razn era en Lutero la p... 13 del diablo; sin embargo, paradjicamente, como una consecuencia del
examen libre de las Escrituras, de la prdida del respeto a la Verdad, nacen y se desarrollan los movimientos
racionalistas, que, destruida la fe en lo ya largamente discutido, tratan de encontrar un asidero en la "religin
natural", intento de reducir lo divino a lo humano y de someter lo sobrenatural a la razn, fuente del desmo
ingls, del filosofismo o enciclopedismo francs y del iluminismo alemn, facetas nacionales del gran
movimiento filosfico del que Kant, que quiso "someter la religin a los lmites de la razn pura", fue el
epgono. Si Descartes, dice Franca, "situ el problema del conocimiento en trminos idealistas, lo resolvi con
afirmaciones de un realismo macizo. El mundo extramental presenta toda la consistencia slida de una realidad independiente, que la inteligencia conoce, esto es, representa, con facilidad. En Kant el conocimiento pasa
a ser construccin del objeto. Si aun se afirma coherentemente la existencia de una cosa en s, es para
declararla totalmente inaccesible al espritu. El mundo del conocimiento slo alcanza apariencias fabricadas
por la proyeccin de formas subjetivas. El hombre se aisla as de la realidad externa y proclama su
independencia respecto a las exigencias objetivas de un orden universal. El centro del cosmos es l, y lo que
fuera de l existe o parece existir es mera construccin del espritu. Leyes del mundo fsico pura creacin de
su inteligencia leyes del mundo moral simple imposicin de su voluntad intangible en las prerrogativas de
una autonoma absoluta. En la filosofa de Kant, cada hombre, dice Ousset, es el dueo de su pensamiento y
de su conciencia, ser la sola fuente de su propia luz y de su propia moral. "Doble libertad, libertad de
pensamiento, libertad de conciencia, principio y fuente de todo el liberalismo moderno... cada uno debe ser
libre de actuar segn su inclinacin."
La va del error es, despus de Kant, ancha y fcil. Fichte suprime la "realidad incognoscible" que Kant
deja fuera del alcance del pensamiento y deja slo el "yo" y el mundo exterior, las cosas, el "no yo". Obligado a
confundirse el Pensamiento del individuo al "yo" con el mundo circundante el "no yo", se produce un
tercer trmino. Antecedente preciso, como seala Ousset, de la dialctica de Hegel y Marx, que se subraya
con el "dinamismo" que niega toda realidad estable que sea y permanezca, en la que como indica Daujat,
"perecen las formas permanentes del derecho y de la moral, quedando en pie solamente una accin abrazada
al dinamismo de la vida".
Liberado el hombre de las limitaciones impuestas por una doctrina revela-a Por Dios e interpretada por la
Iglesia con la Divina asistencia; autorizado a seguir sus propias interpretaciones de los Sagrados Textos con
Lutero y, ms tarde, a buscar otra interpretacin del universo con Descartes, y, sucesivamente, a inventar un
dios y una doctrina con las diversas escuelas racionalistas o, a admitirlo como un postulado de la razn
prctica con Kant, faltaba que el hombre sustituyera a Dios y despus que lo negara. La sustitucin la hace
Com-te con su "religin de la humanidad". La existencia de Dios carece de importancia para Comte, la
inteligencia humana debe dirigirse hacia la utilidad, es decir, hacia la mejora continua de su condicin; los
dems objetivos intelectuales sern clasificados como curiosidades intiles. Comte considera la moral cristiana
como una estructura necesaria al buen orden de la sociedad positiva y crey poder mantenerla poniendo en
lugar de Dios la "humanidad" y en lugar de la caridad cristiana "el altruismo humanitario"; la exaltacin de la
ciencia al altar de la humanidad constituye uno de sus ms duraderos errores.
La negacin de Dios corresponder a un genio poderoso y extraviado, satnicamente soberbio; "amigos,
quiero abriros mi corazn, si existiesen dioses cmo iba a soportar yo no ser Dios? luego, no hay dioses!,
deca Nietzsche en "As hablaba Zarathustra". Nietzsche quera una diablica subversin en la que el hombre,
el "superhombre", sera el elemento culminante. Dios le sobra, es ms, le puede y, como dice Franca, "no
niega la divinidad con la fuerza de argumentos racionales, sino que lo elimina con un gesto de orgullo
satnico". "Ahora Dios ha muerto hombres superiores, este Dios fue vuestro mayor peligro!!" Pero por qu
esa furia blasfema? Nietzsche lleva a sus postreras consecuencias el individualismo de sus antecesores. Es
ms coherente que ellos y ms apasionado. La exaltacin del hombre alcanza los ms altos trmolos en sus
escritos. Cree, como Kant, que el hombre goza de las prerrogativas de una autonoma absoluta; como
Feuerbach que la idea de Dios "aliena al hombre, le coarta, le disminuye"; como Comte piensa que no vale la
pena examinar si Dios existe, pero lo niega y lo combate para liberar al hombre a los mximos ejemplares
del tipo humanode toda coaccin interior y exterior y encuentra en la virtud, en la prctica de la doctrina
religiosa el mayor obstculo "como si la humildad, la castidad, la pobreza, en una palabra, la santidad no
hubieran hecho ms dao a la vida que otras cosas horribles". Corolario lgico de su interpretacin del mundo
"queris saber el nombre de este mundo? Este mundo es la voluntad de poder y nada ms". Exaltacin del
hombre en el estado de la naturaleza, porque es, en efecto, en este estado en el que todo le era permitido y el
impulso vital careca de frenos o limitaciones; es en este estado donde, inevitablemente, prevalece el "mejor
derecho", basado en la fuerza, origen y justificacin del derecho, cuando la moral no existe y tambin
consagracin de la libertad del fuerte, que presupone la esclavitud del dbil "un pueblo es la vuelta que da la
naturaleza, para producir seis o siete grandes hombres", dir en "Ms all del Bien y del Mal". Para los dems,
la moral de esclavos la obediencia, la laboriosidad, la humildad "porque la esclavitud pertenece a la
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NARCISO PERALES: VIDA Y TEXTOS - Compilacin e introduccin de Jos Luis Martnez Morant
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posible encontrar la clave del problema en el hombre abstracto de la filosofa, sino en el hombre concreto de la
sociedad y en sus condiciones de vida precisas. Para contrastar y probar esta tesis sera preciso encontrar
una alienacin econmica, que explicara la alienacin religiosa. Si era encontrada, el problema filosfico
estaba esclarecido y el hombre libertado de su ilusin nefasta. "La crtica de la religin dir ms tarde en su
"Contribucin a la crtica de la Filosofa del Derecho de Hegel" desengaa al hombre para que l piense,
atene, amolde su realidad como un hombre desengaado que volvi a la razn"; para que se mueva en torno
a s mismo, es decir en torno a su verdadero "sol" y ms adelante: "La crtica de la religin conduce a esta
doctrina; el hombre es para el hombre el ser supremo." Fue el mismo ao de su establecimiento en Bonn,
como Privatdocent, cuando conoci a Engels y cuando estableci contacto con los socialistas franceses y los
economistas ingleses. Poco despus afirmara en un famoso artculo publicado en "Deustche Franzosische
Jahrbcher", "la nueva revolucin ser realizada por la filosofa... La escuela que est en mejores condiciones
para llevar a cabo esta empresa es la de aquellos crticos germanos que han llegado a la conclusin de que el
hombre es lo ms importante para el hombre... es preciso destruir todo lo que convierta al hombre en un ser
degradado, vejado o separado de los dems".
El estudio de la economa, mediante la dialctica materialista el Mtodo de Hegel, invertido por
Feuerbach le conduce a formular su materialismo histrico, "el modo de produccin de los bienes materiales
determina de una manera general el proceso social, poltico y espiritual de la vida. La conciencia de los
hombres no condiciona su forma social de vida; sino que, al contrario, su forma social de vida es lo que
determina su conciencia". "Cuando han adquirido un cierto grado de desarrollo, las fuerzas materiales
productivas de la sociedad se encuentran en contradiccin con las relaciones de produccin
(Produktionsvhaeltnisser) que rigieron su uso hasta entonces. De instrumentos tiles estas relaciones se
convierten en obstculos, en trabas para el desarrollo de la produccin." Llegado este punto se inicia una era
de revolucin social. "Una forma social slo es destruida, cuando han llegado a su pleno desarrollo todas las
fuerzas productivas que puede contener."
El mecanismo dialctico rige en todo momento la evolucin de la humanidad para Marx; en principio la
naturaleza exige al hombre su trabajo, sin el que no le dar los medios de subsistencia; el hombre actuar
sobre la naturaleza, pero al hacerlo dejar sobre ella su huella en la cosa o bien obtenido. La actuacin del
hombre variar segn las condiciones de la produccin. En el Estado capitalista slo una parte de lo producido
va a parar a manos del trabajador, otra parte la plusvala ir a engrosar a una potencia extraa, el Capital;
un poder material que se hace a expensas del industrial y del obrero, pero arrebatndole o discutindole a ste
incluso lo necesario y dando al otro un cierto bienestar. Un aumento en la produccin del obrero servir slo
para acrecer la Monstruosa potencia del capital, para arruinar a los competidores menos aforrados y derrotar
la modesta competencia de los pequeos colonos, comerciantes y artesanos leyes de la concentracin de
capitales y de la proletarizacin de las masas, pero servir, sobre todo, para disminuir los ingresos obreros
mediante el paro y la oferta excesiva de mano de obra ley del bronce ando el "ejrcito industrial de
reserva". No olvida Marx los valores espirituales; pero la religin, la moral, el derecho y la filosofa sern para
l creacin inconsciente derivada de las relaciones de la produccin, "superestructuras ideolgicas" que se
pueden influir recprocamente y pueden influir a su vez sobre la "infraestructura econmica", pero sta seguir
siendo el factor determinante, el motor de la historia, que intilmente tendern a frenar las "ideologas" creadas
por las relaciones de la produccin en un momento dado de la evolucin. La religin, en tanto que es una
proyeccin dada por cierta fase vital de la "infraestructura", tender a justificarla y perpetuarla; ser
instrumento de los beneficiarios de la situacin que la determin; dicho de otro modo, ser un medio excelente
de los dominadores para adormecer a los explotados, o sea, terminologa marxista, "el opio del pueblo". He
aqu, por tanto, que la modificacin de las relaciones de la produccin destruir la ilusin religiosa y, por
consiguiente la "alienacin" del hombre. En consecuencia, Feuerbach est correa do y los ateos de todo el
mundo tienen en su mano un arma infalible en la lucha contra la religin que ya ni siquiera ser preciso
atacar directamente-y un ejrcito dispuesto a la victoria; el proletariado de todos los pases, unid en la
explotacin y, en consecuencia, tambin unidos en la lucha contra los explotadores. Si la lucha de clases es el
punto de arranque de todas las transformaciones sociales, en el rgimen capitalista se ha simplificado de tal
modo que la victoria definitiva del proletariado se hace inevitable y acabar de una vez por todas con la
explotacin del hombre, creando una Sociedad sin clases.
Marx no fue un pensador original, sus tesis esenciales las tom de otros, pero fue el constructor de una
sntesis extraordinariamente seductora para los espritus simples, y, sobre todo, fue autor de una certera crtica
del capitalismo cuyo desarrollo inicial observ en Inglaterra. Sus deducciones sobre el porvenir de ste han
sido slo parcialmente acertadas; pero ese acierto parcial evidente y el estilo brillante del "Manifiesto
Comunista" su obra ms conocida ejemplo definitivo de lo que debe ser en la forma la literatura
propagandstica de una tesis poltica constituye la clave de la trascendencia popular de una teora que ha sido
capaz de movilizar al margen de la lgica materialista a millones de hombres an cien aos despus de la
publicacin del manifiesto.
Marxismo-Leninismo
Jean Ousset ha estudiado mejor que ningn otro el pensamiento marxista-leninista la filosofa de Marx y
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Lenin distinguindola del comunismo, proyeccin poltico-social del marxismo, y del bolchevismo y titosmo
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, por los que entiende los problemas concretos derivados de la aplicacin de la teora en el interior y exterior
de una potencia comunista.
Sin duda, el aspecto menos entendido del marxismo, pero el ms trascendente, es el pensamiento
filosfico, y resulta sorprendente que sea as, si pensamos que la filosofa de Marx y de Lenin no es ms que
el desarrollo coherente lgico y definitivo de los principios vigentes hoy en este Occidente que se suele llamar
cristianismo, cuando se pretende defenderlo del comunismo, pero que, en realidad, constituye la negacin del
cristianismo, la llamada "civilizacin moderna" condenada por Po IX en el Syllabus.
El marxismo es, ante todo, accin. "La accin es la que instruye, la que explica, la que hace tomar
conciencia" en el sentido marxista de esta expresin, no como un acto de "comprensin intelectual", sino como
"una suerte de comprensin implcita, pragmtica" que sita al hombre, lo inserta, en el sentido en que avanza
el "movimiento de la historia". Para el marxismo no hay ninguna verdad estable, porque la verdad cambia
todos los das, ni una nocin del Ser, porque el Ser se hace a diario. No hay, por tanto, negaciones ni afirmaciones en el sentido ordinario; las habr en tanto que convenga al movimiento dialctico, como motores del
movimiento. El marxismo es, ante todo, una actitud prctica, cuya consecuencia no es el razonamiento, sino la
accin. De este modo, Engels, el primer colaborador de Marx, pudo decir: "Esta Filosofa dialctica disuelve
todas las nociones de verdad absoluta, definitiva, y de las condiciones humanas, absolutas, que les son
correspondientes. No hay nada de absoluto, de sagrado, ante ella; ella muestra la caducidad de todas las
cosas y que nada existe para ella, fuera del proceso ininterrumpido del devenir, de lo transitorio."
Seala Ousset como un ejemplo de la impregnacin de nuestra sociedad de estos conceptos,
ciertamente, elaborados, sistematizados en el marxismo, pero creados por l, la forma de reprobar ms comn
en nuestros das "eres de otra poca", "ya no se estila eso", "qu atrasado...", "eso ya no est de moda".
Expresiones que cortan en las conversaciones ordinarias toda discusin. "La verdad ya no es el acuerdo de
nuestro pensamiento, con el ser, con la realidad. La verdad est reducida a un fenmeno de Sincronismo entre
dos movimientos: el impulso de nuestro yo y el movimiento de la historia." Consecuencia de ello es el
desprestigio de la inteligencia, "incapaz de penetrar en una realidad perpetuamente fluida", destinada como
est a considerar el Ser como su objeto esencial. As pudo decir Etienne Rey: "la inteligencia se satisface tanto
de lo falso como de lo verdadero. Su ley no es la verdad, sino la lgica y sta se pone gustosa al servicio del
error". As Andre Malraux, el ministro de De Gaulle, puede definir la inteligencia en general como "la posesin
de los medios de obligar a las cosas y a los hombres".
Sorprende a muchos que el marxismo, heredero de Hegel, sostenga la identidad de los contrarios,
confunda el bien y el mal, el ser y la nada, pero como dice Ousset "qu significa nueve veces de cada diez,
esta otra frmula aceptada, sin embargo, universalmente, todas las opiniones son buenas?". Qu significa
que admitamos como ideas igualmente buenas las contrapuestas en filosofa, en poltica, en sociologa o en la
vida ordinaria, sino que no vemos diferencias entre unas y otras?
Las ideas no se valoran en relacin con una medida objetiva, sino por su espontaneidad, "ideas sinceras",
o por su capacidad motora, "ideas fuerzas". Las palabras se emplearn no en su verdadera acepcin, sino
segn su utilidad dinmica. "El marxista emplea las palabras pueblo, progreso, libertad, fascismo, democracia,
etc., slo para poner fuerzas en movimiento, pero sin que tengan para l ningn sentido real. Pero no ocurre
lo mismo con los tericos del anti-marxismo al uso? Qu sentido tienen realmente las palabras de civilizacin
cristiana, de libertad o de democracia para los corifeos del capitalismo, sino tambin la de movilizar las
opiniones en favor de una tesis que no tiene nada que ver con la democracia, la libertad o el cristianismo, y s,
en cambio, con sus propios y sucios intereses? No sirven las palabras para expresar el pensamiento.
Sirven para la accin". Pero no es el culto de la accin el signo de la "civilizacin moderna"?, pero no
constituye un verdadero elogio, quizs el ms deseado, el calificativo de hombre dinmico? pero no es lo
esencial en nuestra sociedad, la eficacia, el esfuerzo, la resistencia, la actividad, sin ninguna referencia a los
fines que pueden darle sentido?
Sin duda, la destruccin de los conceptos de la verdad y el ser, no son obra del marxismo, como tampoco
lo es el materialismo, que de ser un fenmeno aislado con Herclito en la filosofa griega fue ganando adeptos
en el curso de los siglos, hasta difundirse como norma prctica de la mayora en nuestro tiempo no es una
casualidad que el trmino "ateo prctico" sea del siglo pasado. En realidad el "espritu moderno" ofrece dos
soluciones lgicas a la humanidad: una, el anarquismo; otra, la tirana.
Nadie negar que si no hay un Ser supremo y una Ley Divina, y una Verdad inmutable; si el bien y el mal
se intercambian y se identifican, ningn hombre podr obligar a cumplir un precepto imaginado por l o por
otros hombres, como no sea mediante el uso de la fuerza. Ahora bien, quines aceptarn la coaccin, sino
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Narciso Perales se refiere a la tendencia desviacionista o revisionista as considerada por los comunistas
soviticos encabezada por el lder comunista yugoslavo Josip Broz Tito" (1892-1980), quien impregn a su
Rgimen comunista de una cierta tendencia nacionalista y de aceptacin de determinados resortes
econmicos de corte neocapitalista. El falangismo de izquierda y, en particular, el Frente Sindicalista
Revolucionario con muy buenos ojos las experiencias cooperativistas en la Yugoslavia del mariscal y estadista
balcnico (n. del c).
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los dbiles o los cobardes? Un hombre verdaderamente digno de este nombre tendr como aspiracin
suprema la anarqua absoluta, entendiendo! por sta la posibilidad de seguir los dictados de su capricho o
arbitrio.
La lucha contra toda autoridad, es decir, contra todo hombre que trate de imponerse y coartar a los
dems, ser el presupuesto de la libertad. Actitud lgica, pero imposible. La lucha contra la autoridad requiere
organizacin, dependencia y coordinacin de esfuerzos, lo que equivale a la creacin de una nueva autoridad.
La actitud anarquista es, sin duda, revolucionaria, mas no ser fecunda.
El marxismo, en cambio, que parte de la misma filosofa la doctrina de Marx, dice Lenin, es 'la
continuacin directa e inmediata de la doctrina de los representantes ms eminentes de la filosofa, la
economa poltica y el socialismo" ser, en cambio, ms sistemtica, ms completa y, sobre todo, ms eficiente. Facilita una explicacin del mundo y de todo lo que en l ocurre, aunque naturalmente toda la
explicacin sea falsa. En este sentido escriba Stalin: "el mundo por su naturaleza es material. Los mltiples
fenmenos del universo son los diferentes aspectos de la materia en movimiento. Las relaciones y el condicionamiento recproco de los fenmenos establecidos por el mtodo dialctico constituyen las leyes
necesarias para el desarrollo de la materia en movimiento. El mundo se desarrolla siguiendo estas leyes, sin
necesidad de ningn espritu superior".
Claro es que exige una disciplina de hierro para su triunfo; disciplina mental que determina la "toma de
conciencia" en los simpatizantes; disciplina total, automatismo consciente, en los militantes, cuya actuacin
debe precipitar el parto de la vieja sociedad grvida; que no obstante su fatalidad, es susceptible de ser
precipitado o retardado por la voluntad activa de los hombres.
Pero esta disciplina es fcil de imponer mediante el soborno, la "educacin psicolgica", el
adoctrinamiento y la violencia. Sin respeto ninguno a la persona humana. Despus de todo "el hombre, ser
supremo para el hombre" fue degradado de su calidad de hijo de Dios a una elaboracin de la naturaleza. Ved
cmo defina Lenin los conceptos, que para l "son el producto ms elevado del cerebro, que es a su vez el
producto ms elevado de la materia".
Proyecciones poltico-sociales
Se considera por muchos que la Edad Moderna comienza con la Reforma, con ella comienza la
desintegracin de la magnfica unidad espiritual de la cristiandad del medievo. En este sentido, la Reforma
marca, sin duda, una poca. poca que est ms individualizada por el hecho de que, comenzado el proceso
corrosivo, no se interrumpi prcticamente hasta haberse logrado su objetivo pleno.
La difusin de la tesis de Lutero y su favorable acogida en Alemania y en otras partes de Europa, haba de
dar comienzo al perodo de guerras religiosas, que, interrumpidas por episodios blicos puramente polticos,
llevaron al fortalecimiento de las nacionalidades o ms precisamente a la consolidacin de los llamados
"Estados o monarquas nacionales", y despus a la pugna entre las grandes naciones europeas de entonces
por la hegemona mundial. Mientras tanto, la secta de Lutero se divide en otras sectas ms o menos radicales
y moderadas, y la aparicin de Calvino y Zwinglio dio lugar a la formacin de nuevas Sectas. Con la
proliferacin de los nuevos grupos religiosos y ante la necesidad de convivir, nace la tolerancia en este campo
que no queran Lutero ni Calvino, la libertad de conciencia y la libertad de expresin. Libertad que,
entonces, ms que la desaparicin de las restricciones legales para las opiniones ms diversas, supona,
sobre todo, la anulacin de todas las restricciones interiores.
Preparse, de este modo, el triunfo del racionalismo, y as, los Estados europeos las monarquas
nacionales vencedoras del feudalismo y del discutido poder de los estamentos, derivaron primero al
absolutismo centralista y despus a travs de una etapa de transicin, ms o menos duradera, de despotismo
o absolutismo ilustrado, a la "ilustracin". Quiz fuera Rusia el nico pas europeo que quedara al margen de
tal evolucin. La "ilustracin" supuso por un momento la victoria completa de la tesis racionalista. Victoria que
culmin ms tarde en la adoracin de la diosa "razn" durante la Revolucin francesa.
El desarrollo de todas las posibilidades implcitas en la "ilustracin" haba de conducir a la democracia, al
gobierno imposible del pueblo, y con la democracia a la iniciacin de una nueva fase en el gobierno de las
naciones, caracterizada por la absoluta necesidad del engao sin el cual no es viable el sistema. Sistema cuya
vigencia se inicia en Inglaterra y en los nuevos EE.UU., pero que alcanza su mxima expresin en Francia y
es llevado despus a travs de Europa por las tropas napolenicas y los enciclopedistas.
"El hombre nace libre y por doquiera aparece encadenado" dir Juan Jacobo Rousseau, pontfice mximo
de la democracia en sus comienzos tericos. La libertad del hombre es irrenunciable, porque constituye su
propia condicin. El hombre no podr someterse ya a la autoridad consagrada por la tradicin o basada en una
supuesta designacin divina; sino slo a una convencin con los dems, a una especie de contrato social que
crea una voluntad superior, infalible y soberana. Voluntad de un pueblo que establece la Ley y la hace cumplir.
Pero esta voluntad del pueblo, que, cuando no se suplanta, se reduce a la voluntad de la mayora, necesita
tres tcnicas, una para despertar el inters popular, otra para expresar la voluntad, y otra, por ltimo, para
ejecutarla. Las tcnicas variaron con el tiempo, de acuerdo con el progreso. Veamos en qu consiste ahora.
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La primera tcnica requiere la propaganda electoral y el rgimen de los partidos. Es decir, la unificacin de
una tesis o motivos que constituyen los programas electorales, que luego hay que difundir, dependiendo el
xito de la habilidad, la elocuencia de los propagandistas, la falta de escrpulos de los dirigentes que
tcnicamente no deben ser parcos en las promesas y, sobre todo, los recursos econmicos de los
contendientes para difundirlos. Una vez investido con el ttulo de representantes temporales del pueblo, los
"padres de la patria" estarn en posesin de la verdad, ya no para cumplir el programa electoral, que puede no
cumplirse; sino incluso para decidir sobre todas las cuestiones que se plantearn. Sin temor a equivocarse y,
mucho menos, a contraer responsabilidades. Son la voz soberana del pueblo. Voz que no yerra. As decidirn
si Dios existe o no existe. Si la Patria debe ser pequea o grande o si debe desaparecer. Si el matrimonio es
indisoluble o puede disolverse tantas veces como deseen uno o los dos contrayentes, etctera. Slo una cosa
le estar vedada, decidir que el sistema no es bueno. Si as lo decidiera la mayora, y el representante que la
encabezara encarnase esta modificacin, perder los carismas democrticos, y se llame Hitler o Pern, se
convertir en un usurpador, un tirano, aunque su programa electoral consistiera precisamente en eso.
Pero tambin es necesaria una tcnica de expresin. Tcnica que en principio no supuso, como hubiera
sido lgico, el sufragio universal; sino el de los contribuyentes superiores a un determinado nivel los
gobiernos constituyen una delegacin de la burguesa para administrar sus negocios, dirn Marx y Engel y,
ms tarde, cuando el sufragio universal se hace inevitable por la presin de los partidos que creen que su
instauracin ampliar su clientela, se inventan las leyes electorales (de representacin proporcional, de
mayora simple, de distritos pequeos, de grandes distritos, etc.) destinadas todas ellas, las ms veces, a
favorecer a la mayora que las aprobase. As los "padres de la patria", confunden la adivinacin de la voluntad
popular, con su propia identificacin con ella y la investigacin de los mtodos ms eficaces para la expresin,
con los ms tiles para cada uno de los partidos triunfantes una vez.
La tcnica de ejecucin tambin es diferente en las distintas democracias. As se pueden dar los
regmenes parlamentarios, ms ortodoxos, en los que la voluntad soberana expresada ya en la designacin de
la mayora, se trenza nuevamente para expresarse, por delegacin en la voluntad de los representantes que
sealan infaliblemente a los mejores para ejecutarla, por un perodo de tiempo imprevisible. La alternativa
reside en los regmenes denominados "presidencialistas", en los que, bien directamente, o utilizando a otros
intermediarios, se delega ms o menos ampliamente la voluntad ejecutiva en un solo hombre durante un
tiempo previamente definido. Se supone, en este caso, que la voluntad popular, al elegir un mandatario ms o
menos absoluto, ha adivinado los ntimos secretos de su conciencia y puede descansar tranquilamente en su
fidelidad el tiempo sealado.
En cualquier caso, en el terreno prctico, es casi lo mismo, porque los gobernantes de cualquier pas
democrtico no son en lo esencial los designados por el cuerpo electoral, sino los grandes magnates de la
prensa y de los medios modernos de difusin que dirigen y forman la opinin soberana con tanta ms
facilidad cuanto que la ingenuidad popular atribuye a la libertad de prensa la virtud de conducir
necesariamente a sus orientadores hacia la sinceridad y la veracidad y por los grandes financieros que
determinan con sus inclinaciones benevolentes la cantidad y la calidad de los recursos tcnicos y econmicos
con que van a contar los bandos polticos en la prxima contienda electoral.
Adems, unos y otros, los magnates de la prensa y las finanzas pueden encumbrar o arruinar a los
polticos individuales, precisamente por la libertad de expresin y la fuerza del dinero, pudiendo tambin, en
especial los financieros, asegurar la situacin social y econmica de los polticos en sus peridicas vacaciones
del poder y tambin, naturalmente, en sus obligadas jubilaciones. (Ah, las tcnicas de las acciones liberadas,
los nombramientos de consejeros y las designaciones de directivos o asesores jurdicos o tcnicos!)
El ascenso social de la burguesa laboriosa, formada de comerciantes e industriales, que se produjo a
fines de la Edad Media en la mayor parte de Europa, fue consecuencia de una cierta prosperidad obtenida,
mezclada con la influencia de ciertos miembros de la clase dedicados a actividades financieras, prestamistas
de reyes y de prncipes. Por otra parte tambin la burguesa alcanz un cierto poder poltico al constituir para
los monarcas un apoyo decisivo en su lucha contra la nobleza. Pero esta situacin no dur mucho tiempo; las
guerras civiles europeas, religiosas o polticas, arruinaron a muchos y la instauracin del absolutismo
centralista, creando una nobleza cortesana ms fuerte que nunca, redujo la burguesa a su nivel anterior.
El resurgimiento nace dentro de la misma monarqua absolutista como una muestra ms de las
actividades organizadoras que caracterizaron la constitucin del Estado y de la sociedad en este perodo
histrico. La extensin de las ideas englobadas de la "ilustracin" hicieron el resto. Finalmente se produjo el
advenimiento de la democracia y con ella la abolicin de los privilegios de la sangre y la instauracin, frente a
las antiguas virtudes personales y sociales, de las que prcticamente quedaba poco en la nobleza del imperio
del dinero, fuente inagotable de la autoridad efectiva en adelante, y, consecuentemente, el triunfo del espritu
individualista, anticomunitario y mezquino, es decir, burgus.
En una palabra, se sustituye la vieja oligarqua degenerada por una nueva y pujante oligarqua
encabezada por los adoradores de Mammn. No en vano, el propio Rousseau haba escrito, en un momento
de clarividencia mental, "jams ha existido una verdadera democracia ni existir; es contra el orden natural
que los muchos gobiernen y los pocos sean gobernados".
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El Estado capitalista
Antes de la instauracin de la democracia, el tercer estado haba obtenido ya, con la riqueza, un poder sin
precedentes. Sin ella la Revolucin francesa no se hubiera producido. Pero esta nueva riqueza que comenz a
alumbrar en Inglaterra no se debi a una mayor laboriosidad o a un ms frtil ingenio de la clase. Se debi a la
suma de tres factores coincidentes, la ciencia, la tcnica y el espritu de aventura.
El afn de saber constituye una caracterstica de la especie humana. Una direccin hacia el infinito
inaprehensible en la tierra que puso Dios en la intimidad del alma. En virtud de este afn, el hombre observa y
estudia el medio circundante y trata de descifrar los secretos de la naturaleza. Pero sta no se revela sino
parcamente, despus de dura lucha y ante el esfuerzo sostenido de los hombres. La ciencia constituye una
ingente empresa colectiva en la que el protagonista no es nunca el hombre aislado. Las conquistas parciales
entrelazan a travs de los tiempos y el espacio a los hombres ms dispares que descubrieron algo, quedando
en el olvido otros hombres, menos afortunados, que entregaron el esfuerzo de sus vidas en oscuras proezas
estriles.
Al afn de saber corresponde, como en inferior jerarqua, la decisin de hacer y con ella la bsqueda del
"cmo", la invencin de instrumentos, la elaboracin de las tcnicas. La segunda mitad del siglo XVIII asiste al
comienzo de una etapa fecunda de realizaciones prcticas con el descubrimiento de las mquinas y su
introduccin en la industria textil inglesa. Comienza la revolucin industrial y la aplicacin de nuevas tcnicas
en progreso creciente, a las manufacturas industriales, al comercio y los transportes. Bruscamente el fruto del
esfuerzo laborioso del hombre se multiplica y su actividad econmica adquiere un perfil nuevo. Ya no es el
comercio la nica fuente de grandes beneficios. La industria mecanizada es una nueva fuente. Pero fuente
arriesgada por su novedad, que atrae ms a los aventureros codiciosos que a los burgueses respetables.
Nace as lo que podramos llamar con un eufemismo liberal, el perodo heroico de la "iniciativa privada".
La instalacin de una industria ya es una tarea compleja que requiere, ante todo, un capital para comprar
las edificaciones, las mquinas y el volumen de materias primas que pueden ser tratadas. Este capital slo
puede obtenerse por la venta de propiedades o por los crditos con altos intereses y a plazo fijo. En ambos
casos, lanzados a la aventura de la industria, la alternativa oscila entre el xito econmico ms rpido y
rotundo o la ruina total, si no se logran grandes e inmediatos beneficios. El objetivo es necesariamente ganar
dinero a todo trance. Comienza as para el trabajo humano una fase de despiadada explotacin. La sociedad
inglesa, imbuida en el espritu del liberalismo econmico, creado en principio por Adam Smith que confa en
los movimientos espontneos causados por el inters individual para obtener un armonioso desarrollo
econmico tard mucho tiempo en reaccionar, pese al esfuerzo de hombres meritorios.
Mientras tanto se produjeron fatalmente una serie de fenmenos. Las nuevas fbricas se instalaban
siguiendo el criterio lgico de la proximidad de las fuentes de energa y de materias primas y segn las
facilidades del transporte y su baratura, con frecuencia, fuera de las ciudades. Al principio faltaban obreros que
hubo que reclutar entre los campesinos y los artesanos con el seuelo de altos salarios. Cuando la produccin
creci pudo ofrecerse a ms bajo precio que la anticuada produccin artesana, lo que a su vez produjo el
cierre de talleres y el aumento de trabajadores para la industria. Rpidamente, alrededor de las nuevas
fbricas se constituyeron ncleos urbanos improvisados en los que vivan las familias obreras en condiciones
increblemente inhumanas.
El mecanismo infernal ya estaba en marcha. El invento de una nueva mquina o de un nuevo dispositivo,
la adopcin de un nuevo mtodo de trabajo, o simplemente el aumento de la produccin, o la rebaja de precios
promovida por la competencia, produca automticamente una nueva derrota para la artesana y un
incremento del nmero de obreros disponibles. Muy pronto, en las puertas de la fbrica apareci un gran
nmero de obreros sin ocupacin que rebajaban sus aspiraciones para librarse de la muerte por hambre, en
una competicin feroz. Los salarios descendieron paulatinamente. El perfeccionamiento en los mtodos de la
explotacin obrera condujo a una divisin increble de las operaciones industriales que permiti el empleo de
mujeres y de nios, es decir, de fuerzas de trabajo ms baratas. El Dr. Vuillerme, en 1838, vio devanar las
tramas en los talleres de la industria textil de Saint Mane Aux Mines, a nios desde los cuatro aos y medio. La
ausencia de leyes sociales que hubieran sido un freno para el desarrollo econmico permiti largusimas
jornadas de trabajo y el pago de jornales en especie o en vales para la tienda dependiente de la misma
Empresa. Huskisson, Ministro de Comercio ingls, denunci en la Cmara de los Comunes, en 1828, el
empleo de millares de nios en los talleres de seda britnicos en jornada de 16 horas desde las tres de la
maana a siete de la tarde, a cambio de un cheln y medio por semana. Las condiciones sanitarias de la
poblacin trabajadora alcanzaron un nivel bajsimo. Nadie se ocupaba de la higiene del trabajo en locales
infectos, cubiertos por el polvo y la suciedad, sin ventilacin, con altos grados de humedad. El nmero de
accidentes del trabajo era enorme, quedando los invlidos desamparados o entregados a la pobre
beneficencia de aquel tiempo. El promedio de vida de los obreros, segn un mdico ingls de la poca,
Stassen, era de 22 aos.
Un movimiento de horror, ante la situacin descrita, fue apareciendo en las capas ms sensibles de la
sociedad. Y fue este horror muy manifiesto en la Alemania de 1849, es decir, en la Alemania absolutista y
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romntica que combata la "ilustracin", donde se levant una voz autorizada, la voz del "Canciller de Hierro"
para decir: "La libertad industrial puede ofrecer al pblico algunas comodidades y produce mercancas
refinadas. Pero ese refinamiento lleva consigo la miseria y el dolor del obrero que camina a la ruina".
He aqu el pecado original del capitalismo, que no ser borrado por un bautismo imposible del sistema. Se
comprende que Le Play, pensador catlico francs de mediados del siglo pasado, prefiriera la industria casera
y artesana a la produccin industrial tcnica, que si favorece el amontonamiento de riqueza y acrece la
importancia mundial de una nacin, deca, hace caer a los trabajadores en el pauperismo, y a las clases
dirigentes en la corrupcin. Opinin acertada, pero intil. En la poca del capitalismo ninguna nacin tendra la
posibilidad de elegir, sino que todos veranse impulsados a adoptar los mtodos de produccin capitalista si no
deseaban perecer.
La evolucin de la economa
No es ste el lugar adecuado para tratar con detenimiento sobre la evolucin y organizacin econmica.
Diremos brevemente, sin embargo, que pronto el capitalismo industrial fue desplazado del primer lugar en
importancia por el capitalismo financiero, que ha perfeccionado de tal modo los mtodos de dominio que,
habindose extendido por todo el mundo "libre", se ha hecho casi invisible para el simple ciudadano que
soporta, no obstante, una esclavitud sin precedentes, encuadrada en un sistema inhumano que ni siquiera
comprende, en el que reinan fuerzas que desconoce.
En los comienzos de la revolucin industrial los partidarios no siempre desinteresados del
maquinismo esperaban de las mquinas la liberacin de la humanidad. Las ideas ms optimistas sobre el
porvenir prximo compensaban as la dolorosa experiencia diaria de la explotacin obrera. Las mquinas
realizaran los trabajos ms peligrosos o pesados. La multiplicacin del producto del esfuerzo humano
significara inevitablemente la disminucin de este esfuerzo. La facilidad de los transportes y de las
comunicaciones pondra a todos los hombres en condiciones de conocer las regiones ms remotas y de
percibir la unidad substancial del gnero humano. Pronto desapareceran las zonas atrasadas y aun las
fronteras nacionales, porque la facilidad de los intercambios culturales y econmicos pondra a disposicin de
todo el mundo los bienes creados por la civilizacin y la cultura. La ilusin del progreso indefinido, muy
extendida an hoy, apoyaba las ms esperanzadoras predicciones; mientras las deducciones de un
materialismo tcnico doctrinal que basaba solamente en las realizaciones materiales la evolucin espiritual de
la humanidad, anunciaban un cambio, tambin radical hacia la perfeccin de la moral humana.
De este mismo optimismo no se libraran ni aun los comunistas, que habiendo hallado en el proletariado la
anttesis del capitalismo esperaron de su crecimiento y de su desesperacin, como de un nuevo mesas, la
redencin definitiva del hombre y, como consecuencia, el nacimiento de una sociedad nueva en la que, con
palabras de Engels, "el libre desarrollo de cada uno determinara el libre desarrollo de los dems".
Las realidades han sido bien diferentes. Y si el progreso tcnico no ha interrumpido su camino,
redoblando su velocidad inicial esto no ha constituido sino un retroceso. Un retroceso moral y social. Un
aumento de la inseguridad, del malestar social, de la infelicidad en su mal. Un desconcierto de las conciencias.
Una degradacin del hombre. Y desde luego la miseria para muchos. Hoy, en efecto, hay ms hambrientos en
el mundo que en ninguna poca; mientras se cierne sobre la humanidad la terrible amenaza de las armas
nucleares, descubrimiento alucinante que incluso por azar y en otro caso fatalmente la destruir casi del todo
un da cercano. Ni siquiera esta evidencia dramtica, incontestable para cualquier persona reflexiva, operar
como fuente de regeneracin. Nadie vestir sayal de penitencia, ni se pondr ceniza en la frente, ante la proximidad de esta colosal calamidad pblica. Ni aun los responsables se movern hacia el arrepentimiento,
porque, lo que es peor, se ha perdido la nocin de la culpa. El mundo se encuentra as al borde de un abismo,
que no ven ni presienten los que en esta hora, como convidados a un nuevo festn de Baltasar, llevan la mejor
parte.
El capitalismo, "la carga de Occidente"
El Jefe del Estado espaol ha calificado certeramente al capitalismo de "carga de Occidente". Veamos,
someramente, en qu consiste esta carga que pesa sobre la humanidad, y al hacerlo no diremos nada que no
sepa todo el mundo.
El xito del capitalismo financiero supremo perfeccionamiento moderno de la organizacin y el arte de
los antiguos prestamistas reside en su propia naturaleza. En principio, el prstamo, con todas las garantas y
altos rditos, del dinero ajeno, recibido a cambio de un bajo inters, para su custodia, constituye una fuente
segura de beneficios. Por otra parte, la creacin de un capital, que puede llegar a ser enorme, no supondr
para los financieros un incremento indefinido del bienestar o de los placeres materiales, puesto que la
capacidad para el bienestar y el placer material personales, est estrechamente limitada. Supondr, en
cambio, necesariamente, un aumento del poder material a travs de un crecimiento constante del capital;
porque prcticamente las posibilidades de capitalizacin son indefinidas. Tericamente, un Banco dedicado a
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NARCISO PERALES: VIDA Y TEXTOS - Compilacin e introduccin de Jos Luis Martnez Morant
prestar slo, crece hasta el infinito con velocidad directamente proporcional al nmero de operaciones que
realice.
Ahora bien, los financieros estn expuestos a dos graves tentaciones; la especulacin y la inversin
industrial. La gama de especulaciones posibles muy provechosas cuando son felices, pero siempre
arriesgadas es variadsima. Va desde la especulacin del suelo y el juego de la Bolsa, hasta los prstamos a
los gobiernos inseguros, y la provocacin de revoluciones y de guerras. La inversin industrial, ms segura
que en el pasado siglo y desde luego mucho ms que la especulacin, aunque tambin menos productiva, es
la tentacin ms fuerte. Los ms importantes banqueros internacionales han sucumbido a ella y, como
consecuencia, poseen una buena parte de las empresas industriales y comerciales de todas las naciones.
Ahora bien, tanto para la especulacin como para el xito de las inversiones industriales o comerciales e
incluso para defender la autonoma y aun la propia supervivencia de la Banca privada, se hace precisa la
influencia poltica. Es igual que se trate de una gran democracia europea o de la autocracia de cualquier
pequeo pas africano subdesarrollado. Lo nico variable es la tcnica a emplear. A escala mundial, el
capitalismo financiero internacional debe poseer, para su defensa, las grandes agencias de noticias y el
dominio, lo ms considerable que sea posible, sobre los gobiernos de los pases ms influyentes. A escala
nacional, si se tratase de un pas democrtico, el capitalismo financiero debe poseer la prensa y los rganos
de difusin, penetrando adems en los partidos polticos y en los organismos legislativos y ejecutivos. Si se
tratara de una autocracia, ser igualmente preciso, si es posible, la posesin de la prensa; pero habr que
prestar gran atencin a la captacin y empleo de personalidades individuales.
Operacin delicada pero rigurosamente necesaria y siempre posible con el empleo de los mismos
mtodos (constitucin adecuada de los Consejos de Administracin, nombramientos de asesores, ayudas
oportunas para empresas de inters poltico o personal, etctera.)
Una actividad del capitalismo financiero estrechamente ligada con las actividades bancarias, est
constituida por la funcin aseguradora. En ella se parte igualmente de supuestos firmes. La ciencia actuarial
facilita los clculos indispensables para la fijacin de primas que dejen amplio margen, calculndose stas, de
ordinario, como si la moneda conservara el mismo valor a travs de los tiempos, pese a que una experiencia
constante prueba como una ley fsica el decrecimiento en el valor de los signos monetarios en el curso de los
aos. En general, la magnitud del xito de una compaa aseguradora depende de las relaciones econmicas
y polticas de la misma. Por lo cual se siguen las normas ya referidas, bien experimentadas, por el capitalismo
financiero.
Las empresas industriales montadas por la "iniciativa privada" constituyen la segunda lnea del
capitalismo. Es posible que existan empresas industriales privadas en las que el afn de lucro no eclipse
totalmente la conveniente visin del bien comn. Pero existe una "conciencia industrial" muy extendida, que se
sobrepone a la conciencia individual de los dirigentes que, por lo dems, puede ser impecable, segn la cual,
la empresa tiene la finalidad exclusivamente econmica a la que deben plegarse todas las consideraciones,
sea cual fuere el gnero a que pertenezcan.
A grandes rasgos existen dos orientaciones alternativas en la direccin de las empresas industriales.
Estas orientaciones podran ser denominadas, conservadora y progresiva. La primera, pobre, temerosa,
menos expansiva, sigue la poltica de la produccin graduada, los precios altos y los bajos salarios. Parte del
axioma de que un aumento de la produccin exige ms capital fijo y conduce a la baja de precios y al alza de
salarios. Produciendo, en consecuencia, menores beneficios relativos con mayor esfuerzo y ms grandes
riesgos. El factor humano y el inters social no cuentan mucho en esta orientacin. Las empresas que la
siguen pueden ser de propiedad realmente privada individual o familiar; no estn generalmente
interesadas en la competencia, siguiendo el lema de 'Vive y deja vivir". Su ideal es la proteccin arancelaria y
las medidas contra los monopolios.
La orientacin progresiva requiere, en las empresas que la siguen, mayores medios econmicos; adopta
la forma jurdica de la sociedad annima (el capitalismo colectivo), pero de ordinario es patrimonio y campo de
actuacin de los financieros, a los que, segn los clculos del autor de este libro -y dada la concurrencia
habitual de los pequeos accionistas que no acuden a las juntas generales o delegan en ellos su
representacin basta la tercera parte de las acciones para controlarla. La poltica pblica de las sociedades
annimas consiste en el aumento indefinido de la produccin y, naturalmente, de las ventas, aunque stas se
alcancen con la disminucin de los precios y el aumento de los gastos (capital fijo y variable y propaganda
comercial.) Este tipo de empresa est caracterizada por su audacia expansiva y, por tanto, por el espritu de
competencia, vigente en ellas hasta llegar al monopolio que constituye su ideal. En su desarrollo, al producir
ms bienes, aumenta la riqueza de la nacin o disminuye su pobreza. Suele elevar los ingresos previos del
obrero, combinando esta elevacin, siempre que puede, con una mayor exigencia de sus energas fsicas.
Durante el perodo de expansin, estas empresas que podran llamarse de vanguardia, aparecen como
meritorias a los ojos de la nacin. Su mayor contrapartida, en esta fase, estriba en la ruina de las industrias
conservadoras "empresas no rentables" en la terminologa de los expertos del sistema y en la desocupacin de sus obreros y, al aumentar las mquinas, en el empleo de un nmero proporcionalmente inferior
de trabajadores. Si la sociedad annima, al derrotar a la competencia, llega a su meta estableciendo, formal o
informalmente, el monopolio, adopta la poltica "conservadora" de los competidores derrotados. El monopolio
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NARCISO PERALES: VIDA Y TEXTOS - Compilacin e introduccin de Jos Luis Martnez Morant
se logra de dos formas. Por medio de la competencia o por el acuerdo de Entidades poderosas antagnicas.
Consecuencia de la primera forma, es el "trust"; de la segunda el "cartel". Los "trust" estn compuestos por un
nmero variable de Empresas que operan con diferentes productos y estn sometidos a una misma Direccin.
Los "cartel" operan de ordinario sobre productos nicos o sobre un nmero limitado de productos,
conservando cada Entidad su autonoma econmica. En todo caso, la actuacin de los monopolios supone
una intervencin del juego libre de la de la oferta y de la demanda, ley bsica del liberalismo econmico, en
beneficio dominadores del monopolio. Dada la fuerza extraordinaria de las entidades monopolsticas, resultan
invencibles en la economa liberal. Las repetidsimas medidas legales de los pases occidentales en su
inmensa mayora no se aplicaron nunca o se aplicaron parcialmente, resultando una prueba ms del
farisesmo capitalista.
La ocultacin de beneficios para la Hacienda pblica, comn a ambas tendencias, se perfecciona en la
"industria progresiva" y, a veces, quizs demasiado a menudo, se complementa con la ocultacin tambin a
los pequeos accionistas ajenos al grupo financiero, en beneficio del mismo. Esto se logra mediante el
concierto de operaciones ventajosas con sociedades controladas por el grupo (adquisicin de material y de
materias primas, gestin y utilizacin de crditos, plizas de seguro, crecidas remuneraciones a consejeros y
asesores, vinculacin familiar de los cargos provechosos, etctera).
Las coyunturas econmicas nacionales son siempre utilizadas por estas sociedades, o en rigor, por sus
verdaderos amos los financieros. Un perodo crtico que conduzca a una contraccin de las ventas y a una
disminucin de los crditos, puede ser un factor favorable para la derrota de la competencia. Un perodo de
desarrollo ser tambin una coyuntura favorable. El grupo siempre gana, aunque la situacin econmica de la
poblacin alterne entre los dos extremos. Incluso la introduccin de capital extranjero, que puede suponer la
supeditacin de la empresa y aun de la nacin a intereses extranacionales, conviene al grupo financiero que
acta habitualmente como intermediario. La sociedad annima no desdea el proteccionismo, mientras llega la
fase de internacionalidad, pero est interesada en una disminucin selectiva y temporal que puede ser un
excelente medio en la lucha contra la competencia.
Si la solvencia de un pas depende, segn los expertos internacionales, en la posesin de una fuerte
reserva de divisas, esto slo se alcanza mediante el aumento de las exportaciones sobre las importaciones, si
con la misma produccin aumentan las exportaciones, se arrebata as al mercado interior un determinado
nmero de mercancas, prescindiendo de importar equipos que aumentara la productividad del pas. Por otra
parte los exportadores reciben el pago de las mercancas en la moneda del pas, de donde resulta que
aumenta la moneda en circulacin en la medida exacta que corresponde al contravalor de las divisas. Es decir,
se produce la inflacin: la prdida del valor adquisitivo de la moneda, y en consecuencia la baja de los salarios
efectivos. Un alza compensadora restablecera la demanda interior, pero aumentara la inflacin y dificultara
las exportaciones. El fantasma de la inflacin nueva se utilizar para contener las peticiones de subida de
salario. De este modo la obtencin de una reserva de divisas se hace slo a costa de los ciudadanos no
capitalistas.
La pugna amable y sorda contra los poderes del Estado cuya independencia, en razn a su poder
econmico, puede poner en peligro, como denunci Monseor Olaechea se verifica por parte de las
sociedades annimas en condiciones ptimas, gracias al equipo de "asesores y colaboradores" interesados de
que disponen, frente a la inercia, la falta de inters y, frecuentemente, la sobrecarga de trabajo intil que
padecen crnicamente los verdaderos servidores del Estado moderno.
Ya en la fase del desarrollo del capitalismo progresivo, y muchos ms en la de monopolio, y aun ms
todava, en la completa internacionalizacin, se producirn dos enormes fallos en la produccin econmica de
cada pas; primero se desatendern por la "iniciativa privada" las necesidades de productos cuya elaboracin
no sea rentable, al menos hasta que lo sea merced a la "iniciativa complementaria" del Estado. Segundo,
aparecer el paro obrero progresivo, para cuyo remedio el Estado moderno tendr la "iniciativa
complementaria" tambin, si dispone de recursos (grandes obras pblicas, industrias de inters nacional, etc.)
o, si no los tiene, podr ofrecer los recursos nacionales al capital extranjero (medio predilecto de los pases
subdesarrollados) o habr de permitir y regular la exportacin de obreros, con el consiguiente dao moral y
familiar, o finalmente eligir el procedimiento paliativo siempre miserablemente paliativo de los seguros de
desempleo.
Comprar y vender, percibiendo por la mercanca vendida ms de lo que se hubiera abonado por ella,
parece una operacin simple y efectiva. Pero no todas las operaciones comerciales son seguras ni todas son
efectivas. Desde la ms remota antigedad, el comercio constituy la mayor fuente de capital; incluso parece
que en el antiguo Egipto, la incipiente actividad bancaria fue una rama del comercio. La aparicin del
capitalismo redujo a ste a una posicin ms modesta en la obtencin del lucro, exigindole el sometimiento al
capital financiero, cuando ste no le absorbe. Pero pese al grado de desarrollo del capitalismo en todos los
pases, todava existe hoy el comercio de propiedad individual, aunque va siendo derrotado con un ritmo
creciente por las poderosas Sociedades Annimas, que, gracias a su organizacin, al volumen de sus
intercambios y al aprovechamiento de todas las coyunturas econmicas (guerras, aislamientos, perodos de
escasez y de abundancia), se han convertido en competidores insaciables. As los grandes almacenes y
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NARCISO PERALES: VIDA Y TEXTOS - Compilacin e introduccin de Jos Luis Martnez Morant
supermercados van cerrando a diario los pequeos comercios, dejando sin los recursos tradicionales a una
numerosa y modesta, aunque en otra poca, satisfecha clase de pequeos comerciantes.
La resultante podra ser, a pesar de ello, beneficiosa para la generalidad de las poblaciones, si el
liberalismo econmico, como el liberalismo poltico, no fuera en realidad el campo ptimo para el triunfo de los
poderosos. Una muy importante compaa comercial o un grupo coaligado de grandes empresas, que llegue a
disfrutar en un pas del monopolio formal o informal (determinado esto ltimo por la importancia de sus
recursos que le conviertan en intermediario imprescindible), puede llegar a una verdadera intervencin de la
economa de la Nacin en su propio beneficio, regulando la demanda en origen y la oferta en el mercado de
consumo y, en consecuencia, determinando el verdadero nivel de vida de un pas.
La posesin de la tierra ha planteado siempre grandes conflictos, atribuyendo algunos historiadores a la
disputa por dicha posesin, las primeras guerras prehistricas. La forma jurdica de la propiedad territorial ha
evolucionado poco en el curso de los ltimos siglos; mientras que los mtodos de cultivo, especialmente en el
pasado prximo, se modificaron considerablemente. En la actualidad, todo el mundo sabe que el cultivo
racional de la tierra, el empleo de los recursos tcnicos apropiados y el inters inteligente de los agricultores,
determina, ms que los factores atmosfricos, el total de productos alimenticios de que puede disponer una
nacin, sin recurrir a las importaciones. Pero tambin depende, muy directamente, el nivel de vida de una
buena parte de la poblacin, relacionado en proporcin inversa, con el grado de industrializacin del mismo.
La propiedad territorial sigue estando inspirada en el concepto romano. En esos pases, el campo se
divide entre pequeos agricultores mal preparados tcnicamente, y escasamente dotados de recursos y
grandes terratenientes, tradicionales o nuevos, que a menudo desconocen las tierras que poseen, cuya
explotacin ceden a verdaderos agricultores, en condiciones insoportables, aunque el empleo de capitales en
labores campesinas, suele ser menos remunerador que su utilizacin en otras actividades. Consecuencia de
ello es que en este ltimo tipo de propiedades, tampoco se emplean los conocimientos y recursos tcnicos de
que se disponen, por razones anlogas a las atribuidas en el caso de los pequeos propietarios cultivadores.
Una sociedad moderna no debera descuidar las fuentes de su subsistencia; pero tampoco podr imponer,
contra sus dominadores capitalistas, normas de aplicacin forzosa realmente eficaces. Y as tenemos el
espectculo bien conocido de la labor de los campesinos que constituyen, en los pases atrasados o
semiatrasados, la mayor parte de la poblacin obligados a fecundar, con su esfuerzo, tierras incultivables
por su propia naturaleza o por la falta de medios tcnicos que la saquen de su agotamiento de siglos,
complementando los abonos empleados parcamente, con su sudor necesario y generosamente derramado, y
veremos tambin el menoscabo del pobre resultado producido, o del msero jornal que permite el producto,
unas veces por el capitalismo financiero que anticip los crditos precisos; otras por el capitalismo rural por el
que, en virtud de ciertos ttulos, inscritos en el registro de la propiedad, unos seores que no saben acaso
dnde estn sus fincas, que no entienden de su labranza como dijera Jos Antonio han obtenido el
derecho a cobrar unas ciertas rentas a los que estn en esas fincas y las cultivan.
Ciertamente, no es ste el caso en todos los pases capitalistas. En otros, en los que el cultivo de la tierra
es ms remunerador, se produce la invasin del campo por el capitalismo financiero impulsado por sus leyes
expansivas. El resultado es, fatalmente, la conversin de los agricultores en siervos de la gleba bajo el signo
de las sociedades annimas. En siervos de la gleba con desventajas, porque, como deca Jos Antonio hace
casi treinta aos: "hay por ah demagogos de izquierda que hablan contra la propiedad feudal y que dicen de
los obreros que viven como esclavos. Pues bien, nosotros, que no cultivamos ninguna demagogia, podemos
decir que la propiedad feudal era mucho mejor que la propiedad capitalista y que los obreros estn peor que
los esclavos. La propiedad feudal impona al seor, al tiempo que le daba derechos, una serie de cargas; tena
que atender a la defensa y aun a la manutencin de sus sbditos.
La sociedad capitalista es fra e implacable. En el mejor de los casos no cobra las rentas; pero se
desentiende del destino de los sometidos. Y en cuanto a los esclavos, stos eran un elemento patrimonial en
la fortuna del seor; el seor tena que cuidar de que el esclavo no se le muriera, porque el esclavo le costaba
dinero, como una mquina, como un caballo; mientras que ahora se muere un obrero y saben los grandes
seores capitalistas que tienen cientos de miles de familias esperando a la puerta para substituirle". Situacin
que no ha cambiado en estos aos con la seguridad social, en la que se arrebata a los obreros una parte de
sus parcos ingresos para que l mismo, en caso de enfermedad, o su viuda en caso de su muerte, perciban
una msera subvencin que al atenuar el desamparo justifique la perpetuacin del rgimen capitalista.
El ciclo cumplido
Bajo la hipcrita apariencia de la libertad poltica que destruye la unidad, lanzando a unos hombres contra
otros, para acabar con todas las creencias y todas las convicciones, situacin que hace posible el reinado
efectivo de los ricos por la corrupcin y otros medios tenebrosos, se introdujo la libertad econmica que, al
justificar la inhibicin del Estado, permite el sometimiento de los dbiles y acaba por la instauracin de una
frrea dictadura econmica perfectamente disimulada que pone en las manos de unos pocos la posibilidad de
explotar cientficamente a los ms. Pero la negacin de la verdad, el combate contra los valores del espritu, la
exaltacin del inters material, como motor exclusivo de los actos humanos y el consiguiente envilecimiento de
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NARCISO PERALES: VIDA Y TEXTOS - Compilacin e introduccin de Jos Luis Martnez Morant
los pueblos, le conducir a la destruccin de una tal sociedad demonaca, y el partido comunista, siguiendo el
mismo camino del error, ayudada por un profundo conocimiento de la tcnica revolucionaria, movilizando
ilusiones pasiones y sentimientos, la transformar inevitablemente en la sociedad comunista, si otras fuerzas
nuevas y frescas, cuyo vigor resida en la defensa de los valores del espritu no lo impiden, puesto que, al decir
de Jos Antonio, constituye "la versin satnica de un mundo mejor". Negados en la prctica diaria, mezclados
con los errores, combatidos pero tolerados por las conveniencias del sistema capitalista en el Occidente
materializado, persisten los valores del espritu. La inscripcin en las banderas de los "pases libres" para su
aprovechamiento tctico de "ideas-fuerza", del cristianismo, la dignidad y la libertad de la persona humana, el
culto a la virtud y a la fraternidad social, etc., supone en efecto la rigurosa necesidad de tolerarlos. Y tambin
el punto de partida de una Sociedad nueva.
El Comunismo
En el comunismo, es decir, en el implacable y completo desarrollo de los principios que alentaron el
materialismo individualista, los valores del espritu se niegan totalmente, convirtindose en superestructura "de
las relaciones econmicas". El hombre, producto material, es el instrumento animado de la produccin que
opera sobre l recrendole constantemente. El proletariado es solamente el medio eficaz hallado, para el
triunfo de una definitiva tesis filosfica. La sociedad debe ser el esquema racional deducido de los
movimientos de la historia. La moral es la utilidad social, y la utilidad social lo conveniente en cada momento
para el xito de los idelogos adoctrinados. La patria y la familia sern defendidas en cuanto sean tiles y
combatidas en cuanto retrasen la evolucin. Y con estas premisas, las "conquistas tcnicas del capitalismo"
llevadas hasta sus ltimos extremos, desde el campo econmico al campo familiar e individual. La
planificacin inventada por los expertos del capitalismo llevar as a la separacin de los padres y de los hijos
para la educacin comunista de estos ltimos, a la justificacin del matrimonio monogmico por "economa de
las fuerzas" (Makarenko, "moralista" sovitico), a la regulacin de las relaciones conyugales en las comunas
chinas. El descanso y el esparcimiento son tambin regulados por razones econmicas y aprovechados para
el adoctrinamiento poltico. El reloj del cronometrador y el "demostrador" capitalistas derivan a la gloria de
Stajanov; el trabajo es convertido en la nica finalidad del hombre ("mi marido es la mquina, mis hijos el fruto
de mi trabajo, mi padre y mi madre el partido", cancin de las jvenes obreras comunistas chinas). De las relaciones humanas del capitalismo tcnica perfeccionada para el engao obrero se deduce la "formacin"
psicolgica, que estriba en la sustitucin del pensamiento por los reflejos condicionados, degradndose los
descubrimientos de la escuela de Paulow. El "birth-control" y la "Family Planning" se transforman en una rama
de la medicina preventiva asociada a la proteccin maternal e infantil. La eliminacin fsica de los enemigos
polticos constituye la medida ms racional para la "seguridad de la sociedad".
Un mundo que considera a los seres humanos como animales sin alma en perpetua evolucin y lo somete
a las regulaciones planificadoras de los economistas, los bilogos y los expertos psiclogos y a la par a la
disciplina y el despotismo de una burocracia omnipotente. Un mundo horripilante de autmatas, cuya
estabilizacin slo pudo alcanzar hasta ahora, detrs de las "cortinas de acero" y de las "murallas de la
vergenza", en los recintos cerrados de cada pas comunista por el terror tcnicamente organizado mediante
la accin de la poltica, los espas y los tribunales sumarios para la aplicacin automtica de un cdigo
increble y tambin por la restauracin de la "moral" del egosmo individualista, esencialmente burguesa y la
creacin de "una nueva clase" formada por las remuneraciones diferenciales dentro de un amplsimo rango,
cuyos lugares ms altos los ocupan los dirigentes, los tecncratas, los jefes militares y los "demostradores" de
las fbricas. Y todo esto, despus del sacrificio de varias generaciones y mientras contina la ms sangrienta
revolucin y la guerra ms cruel, cuya dureza permite la comparacin ventajosa para Gengis Khan, con las
invasiones monglicas y la decapitacin sistemtica de las poblaciones vencidas arrodilladas a extramuros de
sus ciudades deshechas.
La lucha capitalismo-comunismo
La extensin mundial del comunismo no se producira nunca fuera de la lgica materialista puesta en vigor
por el capitalismo. No, no ser por el cumplimiento de vina ley econmica si faltan los supuestos de esa ley.
Pero si continan dndose si nadie rompe el mecanismo de un determinismo ciego creado por aquellos que
confiaron a la supuesta espontaneidad de los "hechos econmicos", movida por su oculta voluntad, la tarea de
"armonizar" a los hombres en su beneficio el comunismo triunfar. Mucho ms cuando ser posible la accin
combinada de la fuerza militar ms grande que haya existido nunca, con la excitacin y explotacin tcnica de
todos los resentimientos, de todos los deseos de venganza, de todos los complejos psicolgicos y de todas las
pasiones reprimidas de los que sufren y han sufrido en el mundo un hambre secular de pan y de justicia. Y con
la habilidosa tarea de movilizar las ilusiones de un mundo desgraciado, sin fe en el ms all, hacia un paraso,
cuyo secreto atractivo reside justamente en la perfecta ocultacin de su menguada realidad.
El capitalismo se resiste a morir, y lucha; pero podr vencer? No se ha demostrado incapaz de
despertar el entusiasmo popular, agitando insinceramente la vieja bandera de la libertad, querida y deseada
por todos los humanos? No ha probado ampliamente su ineptitud para la generosidad en los pases some27
NARCISO PERALES: VIDA Y TEXTOS - Compilacin e introduccin de Jos Luis Martnez Morant
tidos a su dictadura econmica? No ha convencido a todo el mundo de sus intenciones en los nuevos pases
"descolonizados" por l, sujetos en seguida otra vez por sus banqueros?
Lidell Hart, experto militar acreditado en la segunda guerra mundial afirma que la victoria en un conflicto
blico de nuestra poca la conseguir el bando que posea ms recursos y mejor equipo tcnico. He aqu una
visin puramente materialista. Pero aun dentro del orden material existen otros factores importantes y, en
primer lugar, la superioridad de las posiciones de partida, que en una guerra nuclear pueden tener carcter
decisivo. De donde la disputa actual de los dos bandos para alcanzar, en esta fase de preparacin, mejores
posiciones. Examinemos muy someramente algunos ingredientes de la situacin.
Pasemos por alto la "generosa" concesin de Roosevelt por la cual Stalin, jefe de un pas semivencido y
desangrado, consigui dominar media Europa y gran parte de Asia, pronto sometidas al despotismo del Polit
Bureau y del Estado Mayor soviticos. Al comenzar la paz el intervalo entre dos guerras, de Clausewitz el
capitalismo dispona de todo el territorio de occidente (Europa occidental, ambas Amricas y los antiguos
territorios coloniales). Pero no exista el mando nico ni el pleno dominio para el empleo racional de todos los
recursos de esta zona. Aos despus se inicia la ofensiva comunista con las guerras "revolucionarias" las
guerras justas de Mao-Tse-Tung comenzando con la guerra de Corea, y siguiendo con Indochina (Viet-Nam
y Laos), que fueron xitos parciales comunistas. Ante la amenaza comunista a las colonias, el capitalismo se
repliega, desistiendo de los antiguos mtodos, residuo de la poca del imperialismo poltico, y decidiendo
implantar los mtodos propios que le dieron la victoria en el interior de las viejas naciones, es decir, la
implantacin de la "libertad" poltica la independencia y la instauracin de la dictadura econmica. Un
descenso del precio de las materias primas da un amplio margen para la ayuda a los nuevos pases y asegura
clientes para la industria del pas que facilit la ayuda. Pero tambin sirve para la compra de votos en la ONU y
para el sometimiento de las nuevas oligarquas gobernantes. Las fuerzas polticas replegadas, dieron paso a
las fuerzas econmicas, para avanzar despus sobre las posiciones obtenidas por stas. Ahora bien, este
ltimo avance no se produce a la vista del pblico, sino secretamente; no es slido sino precario porque deja
margen a la penetracin del comunismo mediante la formacin de quintas columnas peligrosas y, adems,
puede conducir a un Congo o a una Argelia; pero es ladino, porque se presta a la maniobra. En la nueva
situacin de independencia creada, por su propia dinmica, alimentada hbilmente por la prensa y radio
mundiales, los nuevos pases se sentirn tan libres como los obreros del los pases democrticos, pero
estarn tan esclavizados como stos. Ahora bien, como stos, atribuirn su situacin fcilmente, no a la
dictadura econmica del capitalismo internacional, sino al gobierno nacional momentneo, de ordinario muy
defectuoso adems. Una buena informacin permite el oportuno cambio de frente del "apoyo capitalista" a la
fraccin gobernante debilitada, al "apoyo" a la oposicin ms potente en cuanto sta constituya una posibilidad
inmediata de gobierno. El mtodo, creado hace siglos con otras variantes por los estadistas imperiales
anglosajones y largamente experimentado en el ltimo tiempo en Hispanoamrica tiene un importante fallo
ahora con la presencia del comunismo. Este fallo se llama Fidel Castro.
La unificacin en el esfuerzo de las naciones antiguas es tarea ms fcil tericamente. No hay que
"liberarlas" porque esto se hizo ya incluso con Alemania y el Japn en la pasada guerra mundial. Ni hay que
exportar a ellas las ideologas democrticas, porque las tienen, o las han tenido en vigor. Se trata de pueblos
viejos, regidos por viejos polticos "hombres de mundo" que saben comprender, formados, adems, por
ciudadanos civilizados que leen, porque pueden leer, los horrores que les espera del enemigo prximo y,
peligro de esta amenaza "emotional engineering". No es difcil excitar el "sentimiento visceral" ms extendido,
el miedo, que en el viejo refrn castellano "guarda la via" y en todas las pocas prescribe la solidaridad con el
amigo poderoso.
El enlace del capitalismo financiero con el capitalismo indgena se verifica en la esfera financiera, y si
pudo encontrar en principio alguna resistencia por parte de este ltimo, esa resistencia ya ha sido vencida,
convirtindose en las organizaciones capitalistas nacionales, en vasallos tributarios bien recompensados. En
algunos pases, donde las normas democrtico-capitalistas no estaban en vigor enteramente, o estaban en
trance de desaparecer, el cerco y la presin acaban por producir serias necesidades econmicas que obligan
a la capitulacin, que se realiza bajo dictado de los informes de las comisiones de expertos. Las perspectivas
de una economa nacional independiente desaparecen con la capitulacin. Lo que supone tambin la
desaparicin o el aplazamiento indefinido de los propsitos de reforma profunda de la estructura social del
pas o pases, que quedan, a lo sumo, en retoques, necesario para atenuar las peores caractersticas del
sistema anterior y para acreditar y consolidar el sistema nuevo. Las veleidades europeas, debidas al deseo de
sus polticos de aparecer independientes y de construir proyectos personales, no son en esta situacin
gravemente peligrosas. Ni aun despus del Mercado Comn que puede fortalecer la economa capitalista y
mejorar transitoriamente la situacin, incluso de los ciudadanos postergados; pero contrarresta o retarda un
mando nico y la coordinacin de los esfuerzos militares.
El comunismo, en cambio, se fortalece empleando sistemticamente en los pases concedidos por
Roosevelt y Churchill el mtodo acreditado por su propia experiencia: la constitucin y el apoyo descarado
de los gobiernos satlites, el sometimiento absoluto de los planes econmicos y militares de los mismos, la
propaganda psicolgica y el adoctrinamiento poltico, la creacin de la "nueva clase" y la accin del terror
organizada. El fallo estriba en que merced al ostentoso "nacionalismo" de los pases satlites las
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constituciones comunistas son las que exaltan ms enrgicamente el concepto de la patria el patriotismo y
los valores del espritu producen una tendencia hacia la autonoma. El fallo as creado se llama Budapest.
Fuera de las nuevas fronteras de la URSS, en la China comunista, y dentro de ella en algunos puntos
marginales (Yugoslavia y Albania), tambin aparece el espritu de la independencia. En la China y en Albania
mediante una nueva acentuacin de los mtodos stalinistas regreso a la fase original, en Yugoslavia por
medio de la "humanizacin" del sistema intento de adivinar la fase prxima, es decir, por el revisionismo.
En el campo exterior la actuacin comunista se produce mediante el aprovechamiento de los errores del
capitalismo y la explotacin sistemtica de la inestabilidad de los gobiernos constituidos en los pases nuevos,
exaltando las "contradicciones" y aumentando la inseguridad, mientras constituye poderosas quintas
columnas. Este procedimiento permite al partido comunista la creacin peridica de "centros de condensacin"
de la guerra fra.
A ninguno de los bandos le interesan las soluciones intermedias y menos an la creacin y la existencia
de fuerzas situadas fuera del juego. Bastara recordar la oposicin de Marx al programa propuesto por Lasalle
al congreso socialista de Gotha. Como es sabido, esto inclua la constitucin por el Estado de cooperativas
obreras de produccin que, de haberse convertido en una realidad social, hubieran variado los supuestos de la
teora marxista de la lucha de clases necesaria. Y mucho ms recientemente podramos recordar la oposicin
unnime del capitalismo internacional al movimiento peronista, que era, y es sin duda, un intento de construir,
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al margen de la lucha capitalismo-comunismo, una fuerza nueva y un Estado justo .
La ventaja, no obstante, est del lado comunista. Tcnicamente los puntos de partido son ms firmes para
ellos y ms inestables para el capitalismo. Los errores de ste, son difcilmente reparados, mientras que los
comunistas pueden suprimir vigorosamente las consecuencias de los suyos. Pero, por otra parte, es cierto que
las contradicciones econmicas del "mundo libre" operan contra l.
La Revolucin necesaria
Se ha dicho que la historia se divide en edades clsicas y edades medias. Las edades medias son
perodos de ascenso, de iniciacin de un ciclo histrico cultural. Se caracteriza por la tendencia a la unidad.
Las edades clsicas discurren en la unidad, en el disfrute de los bienes de civilizacin y de cultura creados en
las edades medias, despus declinan en la disgregacin paulatina. Las edades clsicas acaban por
afeminacin, por consuncin de los pueblos que alcanzaron el cnit en su curso. Los pueblos debilitados
terminan, de ordinario, derrotados por otros pueblos, despus de lo cual, empieza una nueva edad media.
"Hay dos tesis" deca Jos Antonio "la catastrfica, que ve la invasin como inevitable y da por
perdido lo caduco y lo bueno; la que slo confa en que tras la catstrofe empiece a germinar una nueva edad
media, y la tesis nuestra, que aspira a tender un puente sobre la invasin de los brbaros; a asumir, sin
catstrofe intermedia, cuando la nueva edad hubiera de tener de fecundo y a salvar, de la edad en que
vivimos, todos los valores espirituales de la civilizacin". He aqu nuestra tesis. Tesis a la que no hemos
renunciado, porque nos negamos a aceptar la otra alternativa. Pero tesis de difcil triunfo. Tesis que cost a
Jos Antonio, primero la sorda persecucin de las derechas, despus la vida que le arrebataron los rojos,
frente al paredn de la crcel de Alicante; ms tarde la deformacin sistemtica de su doctrina, obra de
derechas y de izquierdas e incluso de viejos amigos infieles; finalmente, el olvido, la "negacin por la accin"
de los que quieren ignorarle. Tesis que cost a Espaa la muerte de sus mejores hijos.
Pero tambin tesis justa, exacta, que no ha sido derrotada, ni puede ser sustituida ms que por el triunfo
del "fatalismo de la historia".
Bastara desmontar el capitalismo y dar cauce al deseo de justicia que Dios puso en el alma del hombre
universal, para hacer imposible el comunismo y fundar una sociedad ms justa, ms humana, ms slida, pero
ser esto posible por la persuasin? Quin persuadir a los dominadores, que tienen sus bocas llenas de
palabras buenas, pero dentro de sus crneos mquinas calculadoras? Quin les convencer de que deben
renunciar a la ganancia para salvar los valores del espritu, que no podran contabilizar nunca? Qu razones
valdrn para hacerles descender buenamente de sus altos sitiales y mezclarse en la tierra con el comn de las
gentes?
Existen espritus timoratos que creen en la maldad esencial de todo cambio profundo. Durante cuatro
siglos el mundo ha venido cambiando, a veces bruscamente, de ordinario paulatinamente. Desde Lutero el
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Sorprende, en efecto, la inquina del comunismo internacional contra el peronismo, ya que el peronismo
siempre fue, en esencia, un movimiento antiliberal, anticapitalista y antinorteamericano y, en consecuencia, un
terico aliado. Pero tiene su lgica: desde el momento en el que un fuerte populismo regeneracionista se ha
manifestado de manera slida en algn pas de la Amrica hispana, el marxismo-leninismo se ha visto
reducido a la categora de secta vocinglera. Ni siquiera vale como ejemplo contrario el castrismo, ya que el
castrismo no surgi como un comunismo, sino como un movimiento nacionalista de liberacin que, si cay en
brazos del imperialismo sovitico, fue ms como consecuencia del injusto y criminal bloqueo norteamericano,
que por autoconvencimiento (n. del c.).
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NARCISO PERALES: VIDA Y TEXTOS - Compilacin e introduccin de Jos Luis Martnez Morant
cambio ha ido de la negacin de la unidad metafsica, de la unidad de Dios, hasta la negacin de Dios y la
proclamacin prctica y terica de la unidad exclusiva en la materia que es la disgregacin, la decadencia.
Ahora un cambio profundo, radical, autnticamente revolucionario, es absolutamente preciso. Pero este
cambio no puede suponer un paso atrs en lo transitorio, en aquello que por su naturaleza evoluciona, fluye
transformndose. Al contrario, en lo transitorio urge rectificar sobre la marcha, quemar las etapas peligrosas y
llegar a un punto en que otras generaciones puedan reanudar el paso sosegado. El cambio brusco, profundo,
que deseamos, consiste puramente en el restablecimiento de los eternos conceptos del ser y la verdad. Si
restablecemos esos conceptos, objetos de la inteligencia, toda creacin de sta lo transitorio, lo variable,
ir dirigida a su conocimiento y servicio y, por tanto, hacia la perfeccin, cumplindose el mandamiento Divino:
"Ser perfectos, como Nuestro Padre Celestial es perfecto".
La organizacin de la sociedad, su estructura administrativa, su rgimen econmico, sus leyes y sus
instituciones, deben dirigirse as, como todas las actividades humanas, hacia la perfeccin, aunque no la
alcancen nunca; variando, segn el grado de civilizacin y de cultura, de acuerdo con el progreso cientfico y el
desarrollo tcnico que abren nuevas posibilidades de avance para la humanidad.
La mezcla de los valores eternos con una determinada organizacin econmico-social, tanto para la
defensa, como para el ataque de alguna de sus partes, se produjo como una necesidad tctica de las grandes
fuerzas que se oponen en el mundo. Un autntico movimiento revolucionario que pretenda vencer a las dos
debe rechazar enrgicamente dicha interesada identificacin. La mezcla de la tesis filosfica materialista ms
coherente y completa que haya existido nunca, con el eterno ideal humano de justicia extrao a su esencia para su aprovechamiento como "idea motora", debe ser igualmente denunciada como una grosera
superchera.
La ideologa ms elevada de la humanidad para su propio perfeccionamiento es la que se deriva del
concepto de la hermandad entre los hombres, se inspira en Dios y se dirige a Dios, como principio y fin de todo
lo creado. La actuacin del hombre a la luz de este concepto slo puede ser para el hombre una actuacin
redentora. La revolucin necesaria debe ser, ante todo, una revolucin moral. Debe comenzar por la
reconstruccin del hombre, por su educacin religiosa y moral; pero tambin por la subversin de las
condiciones en que se desenvuelve.
Crear las condiciones sociales precisas para que la hermandad humana sea una realidad con poco
esfuerzo, ser una accin revolucionaria porque supone la necesaria destruccin de las condiciones actuales
que impulsan a la lucha de unos contra otros, al engao, recproco, a la explotacin de los dbiles y a la reaccin egosta de todos. Sustituir unas condiciones que hacen que el sentimiento de hermandad sea una rara
virtud y, en muchas ocasiones, herosmo, por otras en las que este sentimiento fluya espordicamente en la
mayora, ser cristianizar la sociedad, convertirla, y ser tambin disminuir las tentaciones, ayudar a la
salvacin del hombre.
Porque no es cierto que al hombre lo hagan "las relaciones de la produccin", ni siquiera el ambiente
circundante; pero s lo es que ste influye en el desarrollo de las posibilidades que cada hombre trae al nacer.
Que es ms fcil la prctica de la virtud con cierto bienestar material y ms difcil si este bienestar se convierte
en la abundancia o en la escasez extrema de medios materiales. Y tambin lo es que resulta ms fcil pecar
contra la caridad cuando el pecado es celebrado como muestra de ingenio y su resultado es la obtencin de
beneficios, que cuando supone la comisin de un delito y su consecuencia es la sancin de la sociedad.
Un movimiento revolucionario purificador, capaz de superar los antagonismos actuales -y no estamos
enunciando el programa de un partido poltico, ni unos puntos de vista originales, sino intuiciones populares
que estn en el ambiente y compartimos debe romper las fatalidades que pesan sobre los pueblos,
desarrollando cierto nmero de principios y decisiones vlidos para cualquier pas civilizado, con las naturales
modificaciones y diferencias accidentales que aconsejen las circunstancias nacionales.
La dignidad y la libertad del hombre dotado de un alma inmortal, ser racional, capaz de conocer las cosas,
de tener conciencia de s mismo y de actuar libremente, por encima de un ciego determinismo fsico o
econmico y de los impulsos instintivos; sujeto, moralmente, por la Ley del Creador, que debe libremente
aceptar porque Dios quiere la sumisin voluntaria y la premia, ya en la tierra, con la plenitud humana y por
las exigencias racionales que plantea el ejercicio de la libertad de los dems. En ningn caso debe ser
considerado lcito que la sociedad civil el Estado atente a la dignidad de la persona, y, slo para garantizar
la libertad de cada uno y la permanencia de la supremaca del Bien comn, le ser lcita la regulacin de las
libertades pblicas.
La definicin de la Patria como misin, como tarea de una sociedad, que la caracteriza y distingue de
otras en el curso de la historia, como unidad de destino en lo universal. La Nacin es el soporte fsico de la
Patria, sus pobladores componen la Comunidad nacional, unidad jurdica, cultural y laboral que exige la
estrecha solidaridad de los que la integran en la salud y en la enfermedad, en la prosperidad y en la desgracia.
El elemento fundamental de la Comunidad nacional es la familia, basada en el matrimonio indisoluble. El
cuerpo poltico de la Comunidad Nacional es el Estado, cuyos poderes se derivan de la Comunidad. El servicio
a la Comunidad es un honor y en ningn caso puede constituir un negocio para particulares, sino fuente
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exclusiva de beneficios para la Comunidad. Los servicios pblicos y los seguros debern ser de propiedad de
la Comunidad Nacional y administrados por el Estado.
La proclamacin del trabajo como instrumento de perfeccin individual y como medio de acrecer la
dignidad de la persona; pero socialmente como fuente de todos los bienes no gratuitos. Si el trabajo es una
obligacin individual por mandato Divino, anterior al pecado, es tambin una rigurosa obligacin social
deducida del concepto de la hermandad de los hombres y de la solidaridad que une a los miembros de la
comunidad nacional, puesto que su realizacin prctica, organizada y eficiente, condicionar el grado de
prosperidad de la sociedad. La inhibicin del esfuerzo colectivo la ociosidad y el aprovechamiento del
trabajo ajeno la explotacin del trabajo deben ser considerados como atentados contr la Comunidad. La
primaca del trabajo expresin directa de la persona humana debe asegurarse, mediante la subordinacin
del dinero que es slo un signo convencional que permite el intercambio de bienes y servicios y del
Capital que no es ms que la acumulacin de dinero, medio estrictamente material necesario para la
produccin en nuestro tiempo. Lo que slo puede lograrse mediante la nacionalizacin de la Banca y la
orientacin comunitaria de la poltica del crdito.
Poltica de extensin de la propiedad a todos los miembros de la Comunidad, difundiendo y extendiendo la
propiedad privada de los bienes de uso y consumo, fungibles y durables, de la tierra en los cultivos
susceptibles, de explotacin individual, familiar o cooperativa y de los instrumentos individuales de trabajo
en las labores artesanas, profesiones liberales y cualesquiera otras actividades productivas personales.
Sustitucin del contrato de trabajo por el de sociedad, que haga posible el acceso real a la propiedad de los
instrumentos de produccin colectivos, y facilite la verdadera congestin en las empresas pequeas.
Conversin de las grandes empresas industriales, comerciales y agrcolas cooperativas de produccin,
propiedad de los trabajadores. Abolicin de las Sociedades Annimas y direccin de las inversiones derivadas
del ahorro hacia "obligaciones" creadas al efecto por el Estado. Regulacin de las actividades econmicas por
medio de los Sindicatos.
Organizacin popular del Estado, mediante el establecimiento de un a) poder poltico comunitario, elegido
por los trabajadores de todas clases, miembros activos de la Comunidad, agrupados en municipios Cmara
de representantes polticos, formada por grupos orientados, segn diversas tendencias, dentro de la tesis
bsica de la Comunidad y en Sindicatos Cmara de representantes econmicos en la que se coordinen y
equilibren las aspiraciones e intereses de las distintas actividades; b) poder ejecutivo derivado de las dos
Cmaras de representantes y responsables ante ellas; c) movimiento poltico nico, como instrumento de
comunicacin entre los ciudadanos y representantes y como medio de colaboracin ciudadana con el poder
ejecutivo; d) Administracin general del Estado.
Reconocimiento de la unidad sustancial del gnero humano y, en consecuencia, desarrollo de las
tendencias a la creacin de unidades polticas regionales de la mayor extensin posible, como medio de
alcanzar la unidad entre todas las naciones, y al establecimiento de formas de cooperacin sinceras y viables
entre las naciones desarrolladas y las atrasadas, para extender a estas ltimas los bienes de la civilizacin y la
cultura.
Claro es que no basta disponer de un esquema deducido racionalmente de los eternos principios, para
remediar la situacin del mundo. Creemos en el valor del espritu, pero no desconocemos el valor material de
las fuerzas dominantes. Consecuentemente, deberemos preconizar la creacin de una fuerza, intransigente,
enrgica y ordenada, capaz de vencerlas.
En cualquier momento de la historia, sera posible precisar que la humanidad se divide en personas
capaces de entusiasmo y de generosidad, y, por tanto, del sacrificio que exige una empresa poltica
renovadora, y personas indolentes y acomodaticias, predispuestas slo a moverse por intereses inmediatos,
que, a lo sumo, podrn simpatizar con la tarea, pero no sacrificarn nada por ella. Este estado normal de la
humanidad se ha agravado en nuestro tiempo como en todos los momentos crticos de desmoralizacin social.
A pesar de esto, a pesar de que el grupo humano en que reside la capacidad de la sociedad para sostener una
Idea es ms pequeo, es suficiente todava para realizar grandes proezas o promover grandes catstrofes. Y
no es temeridad afirmar que una parte de estos hombres estn en los dos bandos opuestos, dndoles su
verdadera fuerza, como acusadores inconscientes de la falsedad materialista. Ellos, que no sus teoras, son
los verdaderos motores del extravo de la historia. Y lo sern maana, si no son rescatados del error o alguien
no les corta su camino.
La experiencia demuestra que, cuando aparece en el tablado de la historia la fase brusca o violenta de
una revolucin, sta se ha producido mucho tiempo antes, secreta o pblicamente, en la conciencia de los
hombres. Pero desgraciadamente no prueba que la revolucin aun eliminando los errores e injusticias que
mancha toda actuacin humana constituya autntico progreso o un acercamiento a la verdad. En nuestro
tiempo, y en todos los pases, hay ya muchos hombres que dentro de s han visto desvelarse las tinieblas y
creen llegada la hora, otra vez, de que el espritu se haga carne ante la atormentada humanidad de hoy
trayndole el sosiego y la esperanza.
Pero para que esto ocurra, ser preciso merecerlo. Y el primer quehacer es gritar nuestra verdad que es
la Verdad. Repetirla mil veces cada da. En todo lugar y por todos los medios. Propagarla hacia los cuatro
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NARCISO PERALES: VIDA Y TEXTOS - Compilacin e introduccin de Jos Luis Martnez Morant
puntos cardinales, Prender nuestro fervor en las almas capaces de fervor. Atraer la ayuda militante de las
personalidades vigorosas. Y traer tambin las simpatas de los que no saben dar ms. Convencer a todos de
la rigurosa exactitud de nuestro empeo. Entonces Dios nos conceda el tiempo! una fuerza nueva
surgir. La fuerza del espritu unida de nuevo a la materia dominada. Y la victoria ser segura en el combate.
Bernard Lefevre piensa as. Esta es la causa y razn de su libro y de su lucha. Que sea tambin causa y
razn de muchos libros y de muchas luchas paralelas en todos los pueblos del mundo, y se producir la gran
renovacin! Jos Antonio, hoy
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Texto de la conferencia pronunciada por Narciso Perales el 9 de marzo de 1968, en Barcelona, en los
locales cedidos por Fomento del Trabajo Nacional, dentro del ciclo de conferencias organizado por el Crculo
Doctrinal "Jos Antonio" de la Ciudad condal. Editado en forma de folleto (Grficas Juan Abelln, Barcelona,
1968), ocupa las pgs. de la 6 a la 15, mientras que la presentacin, de Jos Mara Pons Rovira, que no
hemos reproducido, ocupa las pgs. de la 3 a la 5 (n. del c.)
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defensores de los terratenientes, a los que se devolvieron sus tierras expropiadas y ahora (bien s que con
eficacia irregular) se les ayuda a explotarlas, cuando lo desean, con el dinero del Comn, cuando
propugnbamos una reforma agraria revolucionaria; patrocinadores benvolos de las grandes Compaa
Elctricas, Telefnicas y Constructoras, subastadores y arrendadores de autopistas, carreteras y tneles,
cmplices por omisin al menos, de los especuladores de solares; cuando habamos inscrito en nuestros
propios puntos iniciales el propsito de nacionalizar los Servicios Pblicos; autores o introductores de los
diversos procedimientos en uso en los que se maneja el dinero de la Colectividad para salvar o aumentar las
ganancias de los capitalistas, cuando fuimos severos censores de la simple socializacin de las prdidas;
fuerza partcipe de una alianza, conglomerado o lo que sea, cuando Jos Antonio denunci indignado a los
que nos creyeron "vanguardia, fuerza de choque o inestimable auxiliar de cualquier movimiento reaccionario".
Cuando con palabras de Jos Antonio de nuevo era ofensivo para la Falange, incluso la simple proposicin de tomar parte "como comparsas en un movimiento que no fuera a conducir a la implantacin del Estado
Nacional Sindicalista, sino a la restauracin de una mediocridad burguesa conservadora, orlada para mayor
escarnio deca con el acompaamiento coreogrfico de nuestras Camisas Azules".
Jos Antonio, el mejor espaol desde hace siglos, el hombre que superando los prejuicios de familia,
clase y profesin, fue capaz en solamente tres aos, de revelar con su palabra y con su ejemplo un nuevo
sentido de la vida y una doctrina nueva de validez universal, en medio de las apremiantes solicitaciones de la
accin poltica en la calle o en la crcel, cay joven, a los 33 aos, hace ya casi tantos como tema, muerto por
los fusiles de uno de los dos bandos enemigos; pero no cay, como se nos ha querido hacer creer, por esta
Espaa, sino por otra, por "una Espaa exacta, ligera, emprendedora, limpia de chafarrinones zarzueleros y de
mucha roa consetudinaria". "No de una Espaa para ensalzada en gruesas efusiones oratorias, sino para
entendida y sentida como ejecutora de una gran destino, de un destino envidiable en lo universal", que l
como veremos en seguida, sealada para nuestro tiempo en la sntesis de los valores que deben ser
conservados y salvados de la vieja civilizacin occidental y de los valores nuevos hasta entonces, y podemos
decir que hasta ahora negados, pero aportados, en la nueva civilizacin nacida en el Oriente de Europa.
Miles y miles de camaradas, como deca hace un momento Pons, fueron cayendo por todos los rincones
de la complicada geografa espaola, por esa misma Espaa de Jos Antonio que haba de devolverles la
alegra y el orgullo de ser espaoles, de tener por fin una Patria que no fuera Jos Antonio lo expresaba
as vana invocacin de cosas hinchadas, sino expresin de un gran contenido espiritual y humano, sin el
cual toda invocacin a la Patria, es patrioterismo, msica de charanga, con la que irnos cuantos privilegiados
tratan en vano de distraer al pueblo para que no se acuerde de sus apuros y de su miseria.
Y su doctrina, la Doctrina de Jos Antonio invocada, pero no servida, habr sido utilizada slo para
mantener algunos aos la esperanza popular, para lograr esta paz que va a resultar tregua que no paz y
este orden que si es visible en la calle, es en las dems esferas de la vida pblica confusin, desorden.
Ser posible que todo haya sido en vano? Hemos de volver al punto de partida? Se ha de perder la
sangre derramada y la solucin prometida?
Por lo pronto estamos asistiendo a la revisin terica de lo que ni siquiera se intent poner en prctica. Se
trata evidentemente de lograr que la estructura realmente creada y utilizada en defensa del Orden socioeconmico capitalista, pueda persistir, reparndose, modificndose o cambindose que en esto no hay
completo acuerdo solamente la fachada. Y es curioso comprobar como colaboran desde distintos ngulos y
con distintas frmulas los peridicos de la oposicin consentida, tolerada, los supuestos demcratas, los
defensores de los derechos del hombre vaya usted a saber de qu hombres! los progresistas no
comunistas y los integristas y reaccionarios de todos los matices, de la izquierda y de la derecha, incluyendo
por supuesto algunos que para escarnio nuestro, se llaman falangistas todava.
Cmo es posible esto? Hay una forma de combatir una Doctrina, mucho ms eficaz que el silencio y la
prohibicin: su falseamiento. Hay una sola forma de disolver a una fuerza poltica gigantesca: la sustitucin de
sus directrices conservando las formas. Suele tener xito, porque la fuerza poltica no se basa slo en la
razn, sino tambin en las fuerzas irracionales ms fciles de engaar que no obstante son las que mueven
decisivamente al hombre hasta la muerte: en el deseo de la justicia que Dios puso en el alma humana, en los
sentimientos ms nobles y sobre todo en la ilusin. Y la ilusin poltica es como el amor exigente en su
expresin, sutil y frgil en su esencia. Es difcil recuperar el amor cuando se pierde.
Todos sabis la historia.
La Falange Espaola de las J.O.N.S. tuvo una vida legal efmera. En sus tres aos escasos de vida antes
del 18 de julio, en pleno Rgimen Liberal, gobernando primero las derechas y luego las izquierdas, no tuvo sus
centros abiertos ni siquiera un ao. Finalmente, el Gobierno del Frente Popular encarcel a todos sus
Directivos conocidos a su alcance, disolviendo la organizacin, pese a la sentencia del Tribunal Supremo de la
Repblica que haba decretado su legalidad. Con el Alzamiento, la Falange reapareci pblicamente con las
armas en la mano y sus consignas se extendieron abiertamente por toda la zona nacional, jams ha habido
una fuerza poltica, solitaria, de tanta popularidad como la Falange. Pero en abril de 1937, desapareci de
nuevo para ser integrada, sin haber sido consultada, en una nueva Organizacin poltica que adopt una
extraa mezcla de nombres, himnos, emblemas y uniformes: La Falange Espaola Tradicionalista y de las
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J.O.N.S. Esta Organizacin, tuvo supuestamente, oficialmente como norma programtica, suprimido el
ms esencial, 26 de los 27 Puntos Iniciales o puntos de partida de Jos Antonio; pero fue sucedida, en fecha
no determinada por el Movimiento que a su vez sustituy su norma programtica proclamada, pero no
cumplida, por los principios del Movimiento hoy en vigor.
Racionalmente, no puede caber duda en la distincin, clara, clarsima distincin entre Falange y el
Movimiento.
Se puede preguntar ahora por qu fue aceptada la unificacin? Habra que volver a aquel tiempo.
Muchos creamos que no tenamos derecho a poner en peligro grave la suerte de la Guerra ni la vida y libertad
de nuestros camara- das, desatada la barbarie, por defender o imponer nuestras convicciones que cabra
hacer triunfar ms adelante. Probamos nuestro patriotismo y probamos nuestra ingenuidad. Aquella de que
hablara Jos Antonio al decir en su testamento "Dios haga que su ardorosa ingenuidad no sea nunca
aprovechada en otro servicio que en el de la Gran Espaa que suea la Falange". Cada uno de nosotros
podra explicar una experiencia amarga. Hedilla, el ltimo Jefe Nacional fue a la crcel y no fue solo. Otros nos
dedicamos a un forcejeo sordo y estril, sin experiencia, dada nuestra juventud y sin instrumentos, dada
nuestras posiciones. Personalmente en 1938, volv al frente y slo en 1941, planteado otra vez el forcejeo
sobre bases ms slidas en apariencia, volvimos a l, para abandonarlo definitivamente por intil un ao ms
tarde en 1942. No fue esta decisin inofensiva para m, me cost ms de un ao de confinamiento.
Se ha dicho ahora, y se ha dicho por los ms interesados en que esto fuera as, que la Falange tuvo su
razn de ser en una poca histrica y que esa poca histrica pas. Si un movimiento poltico no es slo la
creacin de un hombre, sino tambin el fruto de unas circunstancias, la Falange tiene ms razn para existir
hoy que ayer. No la tiene sin embargo, para los que nos creyeron fuerza de choque anticomunista y ahora,
convencidos de la universalizacin de los problemas, atribuyen a los "marines" norteamericanos el papel que
entonces nos asignaban. Pero si las razones histricas lo exigen y el pensamiento de Jos Antonio est ah,
aqu est la Falange como actitud, como tendencia irreprimible, ms viva en su esencia que ayer, ms
prometedora que nunca.
Yo no voy a negar las realizaciones del sistema. La poltica de los Seguros Sociales, aunque enclenque y
desarrollada 70 aos despus de Bismark, el fomento de la Vivienda, el Instituto de Colonizacin, el Instituto
Nacional de Industria, sobre todo en la concepcin de Suances, puesto que despus se ha ido convirtiendo en
centro de rehabilitacin de la iniciativa privada en quiebra, y no sabemos en qu terminar, ni el programa de
las grandes obras pblicas ni tantas realizaciones que aunque sumamente discutibles en su envergadura y
desarrollo han sido evidentemente progresivas en relacin con lo anterior; ni voy a negar que la paz y el orden
pblico, la introduccin de la tcnica moderna y la aportacin de capitales en divisas procedentes qu
pena! del ahorro de ms de medio milln de emigrantes, de los ingresos tursticos y de las inversiones
extranjeras, han restado una parte de su dramatismo al problema social; pero las diferencias entre los
privilegiados y los trabajadores se han magnificado y si hoy hay algunos que viven como los americanos ricos
y muchos como los europeos medios, hay muchos ms que viven todava como los africanos pobres. Y los
viejos problemas, que secularmente pesan sobre el pas, estn ah presentes, dispuestos a resucitar, ya no a
una fuerza del futuro, que como la nuestra se anticip 50 aos en sus formulaciones, sino a los propios
fantasmas del pasado muerto. Es la venganza de la Historia!
A veces cabe leer en los peridicos del Movimiento noticias de inters, as en uno de ellos, hemos ledo
hace muy poco que la Renta Nacional est distribuida de tal modo que la participacin de los trabajadores en
1965 y an siendo la inmensa mayora del pas, no alcanz ms que al 52,7 %, habiendo descendido en 1,9 %
en relacin con 1964. En 1960 los cinco primeros Bancos espaoles obtuvieron ganancias del 58 %, mientras
que los cinco primeros Bancos europeos, que no son por cierto crculos arcanglicos, se contentaron con un
18 %. Desde 1935 a 1960, teniendo en cuenta el poder adquisitivo de la peseta, los empleados de banca, no
obtuvieron ninguna mejora, mientras que los accionistas lograron el 243 % y los Consejos de Administracin el
444 %. El 2 % de los propietarios de tierras, siempre segn el mismo peridico rgano de los Sindicatos
actuales, percibe el 50 % de toda la renta agraria. Recordemos ahora a Jos Antonio en uno de sus textos:
"Nuestra modesta economa est recargada con el sostenimiento de una masa parasitaria insoportable:
banqueros que se enriquecen prestando a inters caro el dinero de los dems; propietarios de grandes fincas
que sin amor ni esfuerzo, cobran rentas enormes por alquilarlas; consejeros de grandes Compaas, diez
veces mejor retribuidas 50, 60, 100 veces diramos ahora que quienes con su esfuerzo las sacan
adelante; portadores de acciones liberadas a quieres las ms de las veces se retribuye a perpetuidad por
servicios de intriga; usureros, agiotistas y correveidiles". Qu dira ahora!
En tiempos de Luis Felipe en Francia, con el Ministro Duchatel, se inaugur la poltica de la socializacin
de las prdidas, ampliamente adoptada por los gobiernos capitalistas de todas las naciones, al decir
cnicamente en el Congreso "El Estado debe reservarse todos los riesgos de ruina para preservar de ellas a
las Compaas". Jos Antonio critic duramente esa poltica con las siguientes palabras: "Y as hemos visto
como las Instituciones ms fuertes se han acogido a la benevolencia del Estado o para impetrar protecciones
arancelarias o para obtener auxilios en metlico... el capitalismo tan desdeoso, tan refractario a una posible
socializacin de sus ganancias, en cuanto vienen las cosas mal, es el primero en solicitar la socializacin de
las prdidas. Debe advertirse que todava los franceses maestros de los espaoles y si no ah tenis a
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Servan Shkreiber que ha venido a Barcelona y a Madrid a explicarnos ahora lo que tenemos que hacer no
haban inventado la accin concertada ni los planes de desarrollo indicativos, gracias a los cuales se socializa
la aportacin de capitales; lo cual, con la de las prdidas, completa el ciclo de la socializacin en beneficio de
la oligarqua econmica, puesto que slo quedan inalienables las ganancias de los capitalistas.
Jos Antonio quera desmontar el capitalismo afirmando de este objetivo: "Esta no es slo una tarea
econmica, es una alta tarea moral". Pero se nos puede decir; pero eso tambin quiere hacerlo el comunismo.
No hemos tenido ningn inconveniente en admitirlo as; pero aadiendo en seguida que si podemos coincidir
en este propsito, no coincidimos en ninguna manera en lo dems. El comunismo se qued en un colectivismo
esclavista, en una dictadura permanente, es un rgimen ya reaccionario, mximo monumento al pantesmo del
Estado, al totalitarismo en su peor sentido. Y al negar el germen de un mundo mejor que llevaba en su
entraa, result ser por una parte heredero merecido del capitalismo, viniendo a empalmar por otra con el
comunismo de los hijos del sol peruanos o con el estado faranico del antiguo Egipto. Jos Antonio, no
obstante, vio claro lo que poda haber sido y lo que deba ser, odlo.
"Pero en las invasiones de los brbaros se han salvado siempre las larvas de aquellos valores
permanentes que ya se contenan en la edad clsica anterior. Los brbaros hundieron el mundo romano, pero
he aqu que con su sangre nueva fecundaron otra vez las ideas del mundo clsico. As ms tarde la estructura
de la Edad Media y del Renacimiento se asent sobre lneas espirituales que ya fueron iniciadas en el mundo
antiguo. Pues bien en la Revolucin rusa, en la Invasin de los brbaros a que estamos asistiendo, van ya
ocultos y hasta ahora negados los grmenes de un orden futuro y mejor. Tenemos que salvar esos grmenes
y queremos salvarlos".
He aqu la tarea. Realizar esta sntesis difcil que encuentra enemigos en los dos bandos. Enemigos
encarnizados; sin piedad. Hubiera sido un milagro ganar al primer empuje, siendo, como ramos fuerzas de un
solo Jefe, de un solo doctrinario, que haba de faltarnos adems en la hora precisa. Pero la empresa vale la
pena. Hay que insistir; volver a la carga. No darnos por vencidos. Queremos la victoria!, toda la victoria para
nuestra bandera! Por eso somos revolucionarios. No creemos en la evolucin. La evolucin es tericamente
otro camino; en la prctica se inicia siempre vigorosamente, languidece luego y combatida ms tarde, se
extingue pronto. Hara falta una raza especial de evolucionistas, suaves y tenaces, con el coraje de los
revolucionarios, la habilidad de los politicastros ms hbiles, la paciencia de Job y la perseverancia de la
santidad. Pero esta raza no se da en ninguna parte.
En la revolucin se cambian las estructuras bruscamente. Son necesarias energa y clarividencia, porque
de esta energa y de esta clarividencia, depende que una operacin como sta, delicada y difcil, no produzca
grandes perturbaciones en las necesidades inmediatas de la vida social. Hace falta la minora inasequible al
desaliento de Jos Antonio, la organizacin de revolucionarios dispuestos a sacrificarlo todo, incluso la vida,
por el ideal; pero tambin, perfectamente sincronizados y preparados para realizar los cambios con realismo
absoluto y con pulso firme. Se trata, en la hora precisa de poner en tensin todos los resortes de la
personalidad para rendir al mximo y sin vacilaciones. Lo cual biolgicamente es slo posible durante poco
tiempo; el tiempo de los grandes cambios.
Luego la rectificacin y el perfeccionamiento de las estructuras creadas requiere menor esfuerzo y puede
lograrse con el concurso de muchos y por supuesto, de los tcnicos de todas las escuelas. Finalmente rotos ya
los moldes opresivos, creadas las nuevas vas para el desarrollo de las fuerzas sociales, viene la etapa de la
educacin del pueblo, la reconstruccin del hombre, la puesta a punto para la libertad; porque como deca
Jos Antonio, slo los reaccionarios pueden preconizar una dictadura como instrumento permanente de
gobierno.
Qu debera hacerse para lograr la Revolucin pendiente? Exponer nuestras ideas con la debida
extensin quiz nos llevara ms tiempo del que disponemos y adems todos las conocis, pero resumo. Ante
todo, sera necesario un cambio radical en las estructuras econmicas y esto no porque lo material sea lo
importante sino porque la Justicia s lo es y reclama a voces una nueva Ordenacin de la Sociedad Espaola.
Basndonos por tanto en las ideas de Jos Antonio consideramos esencial: 1. Reforma del concepto de la
propiedad para extenderla en funcin de su utilidad social a todos los espaoles. Esto supondra la limitacin
de la propiedad individual a los bienes de uso y consumo y a los instrumentos personales de trabajo, con su
reafirmacin y defensa y la creacin de nuevas formas de propiedad familiar, sindical y comunal. Slo el trabajo debe ser titular de la propiedad. El Capital es un instrumento del trabajo y debe ser de la comunidad. Los
pequeos capitales individuales, fruto del ahorro, podran ser prestados a la Comunidad y recibiran a cambio
su salario, pero no daran derecho a la propiedad de los instrumentos de trabajo ajeno. Por otra parte, la
herencia sera gravada en forma tal que se extinguiera en la segunda generacin. 2. Reforma agraria con la
delimitacin del rea cultivable, devolviendo al pasto y a los montes las tierras casi estriles que todava se
cultivan, perpetuando el hambre de muchos de nuestros campesinos. Incremento de las obras hidrulicas.
Ordenacin racional de los cultivos. Instalacin revolucionaria de los campesinos sobre las tierras, delimitadas
en unidades de propiedad familiar o sindical, segn la naturaleza de las tierras. Reconstruccin del patrimonio
comunal de los ayuntamientos con las tierras dedicadas a pastos y bosques. 3. Nacionalizacin de la Banca,
de los Servicios Pblicos y de las Industrias bsicas mediante la creacin de empresas mixtas del Estado y de
los trabajadores por medio de los Sindicatos. 4. Colectivizacin de las Empresas, encuadramiento de las
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NARCISO PERALES: VIDA Y TEXTOS - Compilacin e introduccin de Jos Luis Martnez Morant
NARCISO PERALES: VIDA Y TEXTOS - Compilacin e introduccin de Jos Luis Martnez Morant
opresin. Por otra parte, conmovidas sus creencias, perdi toda perspectiva fuera de sus horizontes
inmediatos.
Una situacin as, pueden resolverla los tecncratas? Qu frmula tcnica podr ser til para que el
hombre se encuentre a s mismo y redescubra a Dios, Seor del Universo?
No; no creo en el crepsculo de las ideologas o, mejor an, no creo en el crepsculo vespertino de las
ideologas, sino en el matutino, en una nueva aurora que anuncia el florecimiento de ellas. Hay demasiados
ejemplos en el mundo actual para comprenderlo y para esperarlo. Lo que ocurre es que las dictaduras
capitalistas o comunistas, siempre "democrticas", hipcritas, suaves o brutales, segn los casos, puesto que
poseen todos los resortes del Estado moderno, obligarn a los idealistas a mayores esfuerzos y los expondrn
a mayores riesgos, incluyendo el del extravo. Ved sino los actuales movimientos estudiantiles en todo el
mundo, en los que late la bsqueda de nuevos ideales y el repudio de todos los vigentes.
Pero en la bsqueda de ellos, la humanidad tropieza con obstculos formidables, no es el menor el que
constituyen los pares disolucin espiritual y revolucin social de una parte y conservadurismo poltico social y
defensa de los proclamados valores del espritu de otra. Los dos bandos existen en el presente con muchos y
muy diversos nombres. Ambos se basan en una actitud irracional, impermeable a todas las explicaciones, que
obedece a la ley del todo o nada. No busquis la razn, que no la hay en el tutano de esta actitud; la hay, o
mejor las hay, en los reclutadores de ambos bandos y en los aprovechadores de todas las circunstancias; pero
en sus orgenes, no. No sera ms lgico el apoyo en los inmutables, eternos valores del espritu, para barrer
un orden corrompido, que hiede aunque resulte confortable para algunos y establecer en su lugar un poder
nuevo, exigente, justo y armonioso? Y por el contrario, es posible defender un orden viciado, monstruoso, en
nombre de unos valores que lo contradicen?
En el pasado ao, estuve en Yugoslavia por razones profesionales. Aquello parece ahora, rebasada la
etapa terrorista, una sociedad mejor, mucho mejor que la rusa que sigue estando jerarquizada fuertemente,
militarizada, sin lugar para la libertad y por supuesto que la capitalista. Pero es mejor en cuanto empieza a
basarse en la moral eterna y en cuanto respeta, algunos que no todos, los antiguos valores del espritu,
reforzando de paso la eficacia social. Aquello se parece de lejos a lo que la Falange pudiera haber hecho y
debe an. Pero Yugoslavia corre su aventura en medio de riesgos enormes. No haremos mencin de todos
ellos, pero sealaremos que los prejuicios marxistas de sus dirigentes, los impiden ver con claridad el camino.
Por otra parte est Cuba, la nacin hermana. Patria o Muerte es el lema de Fidel! Ser un lema marxista
la invocacin dramtica a la Patria o ha comprendido Fidel que en la Patria como tarea comn bien entendida,
est la clave de la transformacin social?
Fuimos los primeros y perdimos la primaca. Pero hemos ganado en la experiencia, con la nuestra y la
ajena. Ser posible todava o ser necesario, como dijo Juan Velarde, una nueva Fundacin? Lo que
importa, decamos al principio es la sustancia y no la forma. Y la sustancia est en el pensamiento de Jos
Antonio. Recordemos ahora lo que l dijo de la tradicin: "No es el nimo de copiar lo que hicieron los grandes
antiguos, sino de adivinacin de lo que haran en nuestras circunstancias".
Y nada ms camaradas, como podis fcilmente comprender, mi exposicin de esta tarde no ha sido ms
que una aclaracin. Queda mucho que decir y ms por hacer. El Crculo de Jos Antonio de Barcelona,
destaca por su inquietud y pretende sin duda la formacin de sus militantes en la Doctrina de Jos Antonio.
Creo que he contribuido en este propsito y espero que nuestro contacto no se acabe aqu.
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Esta entrevista, bajo el ttulo "Narciso Perales", la recogi el periodista Jos Carlos Clemente Balaguer en su
libro Conversaciones con las corrientes polticas de Espaa, DOPESA, Barcelona, 1971, pgs. 47-64, en el
captulo "Falangistas", que incluye, adems, entrevistas a Pilar Primo de Rivera, Jos Martnez Emperador,
Diego Mrquez, Ceferino L. Maest, Eduardo Ezquer y Sancho Dvila. Como quiera que reproduce
literalmente, en algunas de las respuestas, buena parte de la conferencia precedente, es de sospechar que
esta entrevista fuera contestada por Narciso Perales de manera escrita y no oral (n. del c.).
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NARCISO PERALES: VIDA Y TEXTOS - Compilacin e introduccin de Jos Luis Martnez Morant
Si se dice que la Falange no existe como ncleo y organizacin poltica, se dice bien. Si existiera, sera
ilegalmente. Todo el mundo sabe que slo hay una organizacin poltica legal, de singulares caractersticas,
que es el Movimiento.
Lo que existe es la Falange como aspiracin y doctrina, como modo de ser y como actitud. Los que
existen son los falangistas, que son muchos; unos, lo saben y lo dicen; otros los ms lo saben, pero no lo
dicen porque no desean confundirse con los militantes del Movimiento, que despus de todo, utiliz largamente el nombre. Algunos no lo saben; se creen socialistas, cristianos sociales o fidelistas; pero lo que dicen
coincide a grandes rasgos con nuestras convicciones esenciales, es decir, son falangistas sin saberlo.
La Falange Espaola y de las JONS, tuvo una vida legal efmera. En sus tres aos escasos de vida antes
del 18 de Julio, en pleno rgimen liberal, gobernando primero las derechas y luego las izquierdas, no tuvo sus
centros abiertos ni siquiera un ao. El Gobierno del Frente Popular, la disolvi finalmente encarcelando a todos
sus directivos conocidos a su alcance, en abril de 1936, pese a la sentencia del Tribunal Supremo de la
Repblica, que haba decretado su legalidad. Despus del Alzamiento, la Falange reapareci pblicamente; y
sus consignas se extendieron ruidosamente por toda la zona nacional y subrepticiamente por la zona roja.
Jams ha habido una fuerza poltica autnoma de tanta popularidad como la Falange. Pero en abril de 1937
desapareci de nuevo, para ser integrada, sin haber sido consultada, en una nueva organizacin poltica que
adopt una extraa mezcla de nombres, himnos, emblemas, uniformes y consignas: la Falange Espaola
Tradicionalista y de las JONS.
Identificar a la Falange con el Movimiento a estas alturas, no puede ser ms que una maniobra
interesada. Los que, histricamente o no, fueron falangistas y son del Movimiento, son del Movimiento pero no
son falangistas. Est claro que ser falangistas no es ser negros y lo digo con todos mis respetos para los
negros. Un negro nace negro, vive negro y muere negro; pero un falangista deja de serlo cuando deja de
serlo; es decir, cuando ya no "est dispuesto -y lo digo con palabras de Jos Antonio a dar su vida por la
Espaa que la Falange entiende y quiere, pero no por ninguna otra cosa".
Sin embargo, se dice que la Falange tuvo su razn de ser en una poca histrica. Cree usted que
esas razones continan existiendo?
Si un movimiento poltico no es slo la creacin de un hombre, sino tambin el fruto de unas
circunstancias, la Falange tiene ms razones para existir hoy que ayer. No las tiene, sin embargo, para los que
nos creyeron, como denuncia indignado Jos Antonio, vanguardia, fuerza de choque o inestimable auxiliar de
un movimiento reaccionario y ahora, convencidos de la universalizacin de los problemas, atribuyen a los
"marines" el papel que antao nos asignaban. No las tiene tampoco para los comunistas solapados que creen
que fuimos vencidos por domesticacin, desarmados por el tiempo y disueltos por el desaliento. Pero si las
razones histricas lo exigen y el pensamiento de Jos Antonio est ah, aqu est la Falange ms viva en su
esencia que ayer; ms prometedora que nunca.
La poltica de los seguros sociales, el fomento de las viviendas, el Instituto de Colonizacin, el Instituto
Nacional de Industria, sobre todo en sus comienzos (puesto que ltimamente se va convirtiendo en asilo o
centro de rehabilitacin de la iniciativa privada en quiebra), la creacin de Bancos oficiales, el programa de las
obras pblicas y tantas otras realizaciones, si discutibles en su envergadura y en su desenvolvimiento
evidentemente progresivas en relacin con lo anterior, ni voy a negar que la paz y el orden pblico, la
introduccin de la tcnica moderna y la aportacin de capitales procedentes del ahorro en divisas de los
emigrantes, los ingresos tursticos y las inversiones extranjeras, han restado una parte de su dramatismo al
problema social; pero las diferencias entre los privilegiados y las clases populares se han magnificado y si hay
hoy algunos que viven como los americanos ricos y muchos como los europeos medios, hay muchos ms que
viven todava como los africanos pobres. Y los viejos problemas que secularmente pesan sobre el pas estn
ah presentes dispuestos a resucitar ya no a una fuerza del futuro que como la nuestra se anticip cincuenta
aos en sus formulaciones, sino a los propios fantasmas del pasado muerto.
No sabe usted que la participacin de los trabajadores la inmensa mayora del pas en la renta
nacional fue slo del 52,7 por ciento en 1965 y descendi en un 1,9 % en relacin con 1964? Sabe usted que
en 1960 los cinco primeros Bancos espaoles obtuvieron ganancias del 58 %, mientras que los cinco primeros
Bancos europeos, que no son por cierto crculos anglicos, se contentaron con el 18 %? Sabe que desde
1935 a 1960 y teniendo en cuenta el poder adquisitivo de la peseta, los empleados de Banco no tuvieron
ninguna mejora, mientras los accionistas obtuvieron el 243 % y los Consejos de Administracin el 444 %?
Sabe que el 2 % de los propietarios de tierras perciben el 50 % de toda la renta agraria? Pues todos esos
datos los he ledo en el rgano de los Sindicatos actuales, en "Pueblo", y los escribi Blanco Piar en
"Incunable".
Mire, aqu tengo un texto de Jos Antonio: "Nuestra modesta economa est recargada con el
sostenimiento de una masa parasitaria insoportable: banqueros que se enriquecen prestando a inters caro el
dinero de los dems; propietarios de grandes fincas que, sin amor ni esfuerzo cobran rentas enormes por
alquilarlas; consejeros de grandes Compaas, diez veces mejor retribuidos cincuenta, cien sera ahora
que quienes con su esfuerzo las sacan adelante; portadores de acciones liberadas, a quienes las ms de las
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NARCISO PERALES: VIDA Y TEXTOS - Compilacin e introduccin de Jos Luis Martnez Morant
veces se retribuye a perpetuidad por servicios de intriga; usureros agiotistas y correveidiles", i Qu dira ahora
de ciertos constructores, de algunos importadores y de muchos financieros!
En tiempos de Luis Felipe, en Francia, el Ministro Duchatel inaugur la poltica de la socializacin de las
prdidas, ampliamente adoptada por el capitalismo al decir en el Congreso "El Estado debe reservarse todos
los riesgos de ruina para preservar de ella a las Compaas". Jos Antonio critic acervamente esta poltica.
Valo aqu: "Y si hemos visto cmo las Instituciones ms fuertes se han acogido a la benevolencia del Estado
o para impetrar protecciones arancelarias o para obtener auxilio en metlico..., el capitalismo, tan desdeoso,
tan refractario a una posible socializacin de sus ganancias, en cuanto vienen las cosas mal, es el primero en
solicitar la socializacin de las perdidas". Debe advertirse que todava los franceses no haban inventado la
accin concertada, es decir, la socializacin en la aportacin de capitales. Ahora ya el ciclo de la socializacin
en beneficio de la oligarqua est cumplido, puesto que lo nico privado que queda inalienable son las
ganancias de los capitalistas.
Jos Antonio quera desmontar el capitalismo afirmando este objetivo: "esta no es slo una tarea
econmica; esto es una alta tarea moral". Se nos puede decir: "Pero eso tambin quiere hacerlo el
comunismo". No tenamos, ni tenemos ningn inconveniente en admitirlo as; pero aadiremos en seguida que
si podemos coincidir en este propsito, no coincidimos de ninguna manera en los dems. El comunismo se
qued en un colectivismo esclavista y en una Dictadura permanente; es un rgimen ya reaccionario; se
convirti, petrificado, en el mximo monumento al pantesmo del Estado, al totalitarismo en su peor sentido,
supone un retroceso en la historia hasta empalmar con el comunismo de los hijos del sol peruanos o el estado
faranico del antiguo Egipto.
No obstante, no debemos negar lo que en algunos aspectos ha supuesto el comunismo; oigamos la voz
de Jos Antonio otra vez: "Pero en las invasiones de los brbaros se han salvado siempre las larvas de
aquellos valores permanentes que ya se contenan en la edad clsica anterior. Los brbaros hundieron el
mundo romano, pero he aqu que con su sangre nueva fecundaron otra vez las ideas del mundo clsico. As,
ms tarde, la estructura de la Edad Media y del Renacimiento se asent sobre lneas espirituales que ya
fueron iniciadas en el mundo antiguo".
Pues bien: en la revolucin rusa, en la invasin de los brbaros a que estamos asistiendo, van ya, ocultos
y hasta ahora negados, los grmenes de un orden futuro y mejor. Tenemos que salvar esos grmenes, y
queremos salvarlos. Esa es la labor verdadera que corresponde a Espaa y a nuestra generacin: pasar de
esta ltima orilla de un orden econmico social que se derrumba a la orilla fresca y prometedora del orden que
se adivina; pero saltar de una orilla a otra por un esfuerzo de nuestra voluntad, de nuestro empuje y de nuestra
clarividencia; saltar de una orilla a otra sin que nos arrastre el torrente de la invasin de los brbaros.
Fue en su tiempo partidario de la Unificacin?
No, no fui partidario de la Unificacin; pero cre, y como yo, creyeron entonces muchos, que no
temamos derecho a poner en peligro grave la suerte de la guerra, ni la vida y libertad de nuestros camaradas,
para mantener una actitud que cabra defender e imponer ms adelante. Probamos nuestro patriotismo y
nuestra ingenuidad. Aquella de la que hablaba Jos Antonio al decir en su testamento: "Dios haga que su
ardorosa ingenuidad no sea nunca aprovechada en otro servicio que en el de la gran Espaa, que suea la
Falange".
Cada uno de nosotros podra explicar su experiencia amarga. Hedilla, el ltimo Jefe Nacional, fue a la
crcel y no fue solo. Otros nos dedicamos a un forcejeo estril y sordo, sin experiencia, dada nuestra juventud,
y sin instrumentos, dadas nuestras posiciones. Personalmente, en 1938, volva al frente y slo en 1941,
planteado otra vez el forcejeo sobre bases ms slidas en apariencia, volvimos a l, para abandonarlo
definitivamente por intil en 1942. No fue esta decisin inofensiva para m.
Sigue siendo totalitaria la Falange?
La Falange no fue nunca totalitaria en el sentido que se dio a este trmino. El sexto punto inicial de la
Falange especifica: "Nuestro Estado ser instrumento totalitario al servicio de la integridad patria". Esta es la
nica vez que se cita la palabra totalitario en la doctrina familiar de la Falange; pues bien, s es preciso
explicarlo; para nosotros el Estado no el gobierno, el cuerpo poltico de la nacin, se identificara con la
sociedad espaola para ser el instrumento capaz de afirmar la unidad nacional, negarle validez a las fuerzas
destructivas y regular la relacin entre las regiones, de modo que todas, sin mengua de la personalidad, estn
subordinadas al destino superior de la comunidad histrica. Esto es lo contrario del cerrilismo centralista, que
quisiera uniformarlo todo. Por lo dems, es bien conocido el pensamiento de Jos Antonio sobre la
personalidad de las regiones y su opinin favorable a la descentralizacin administrativa, cuando sta no
sirviera de soporte o de refuerzo al separatismo perifrico.
Totalitario en el sentido ya peyorativo, es otra cosa; es eso que Jos Antonio llam "el pantesmo estatal",
la absorcin del individuo por el Estado. Frente a esta tendencia Jos Antonio afirm: "Nuestra revolucin
debe empezar por el hombre reducido hoy a una molcula pura, sin personalidad, sin contenido, ni sustancia".
El pantesmo estatal los Estados totales y absolutos como les llam l, es decir, los Estados Totalitarios,
constituyen segn deca la segunda reaccin a las prdidas de la armona entre el hombre y su contorno,
puesto que la primera es el anarquismo, y slo puede mantenerse por un violento esfuerzo y no por mucho
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NARCISO PERALES: VIDA Y TEXTOS - Compilacin e introduccin de Jos Luis Martnez Morant
tiempo, porque esta desarmona no puede, ni debe ser resuelta, anulando al hombre en holocausto del
Estado, sino hermanndolo, nuevamente, con su contorno, "por la reconstruccin de esos valores orgnicos,
libres y eternos, que se llaman, el individuo portador de un alma y la familia, el Sindicato y el Municipio,
unidades naturales de convivencia."
Cree usted que el Movimiento sigue la doctrina de Jos Antonio?
No.
En qu consiste la "revolucin pendiente" de la Falange?
Ante todo, en un cambio radical de las estructuras econmicas y sociales. No es que lo material sea lo
ms importante; es que la justicia s lo es, y reclama a voces una nueva ordenacin de la sociedad espaola.
Nosotros queremos a Espaa ardientemente, pero la queremos como Jos Antonio "no como vana invocacin
de falsas cosas hinchadas; sino como expresin entera de un contenido espiritual y humano".
Podra usted exponer en lneas generales en que hubiera consistido o consistira esa nueva
ordenacin?
En lneas generales s; para hacerlo minuciosamente, quiz no dispondra usted de espacio preciso.
Sustancialmente, la "Revolucin pendiente" consistira en la realizacin de los siguientes objetivos:
1. Reforma del concepto de la propiedad para extenderla en funcin de la utilidad social a todos los
espaoles. Esto supondra, no slo limitacin de la propiedad individual, de los bienes de uso y de consumo y
de los instrumentos personales de trabajo, con su reafirmacin y defensa, sino tambin la creacin de nuevas
formas de propiedad familiar, sindical y comunal. Slo el trabajo, debe ser ttulo de propiedad. Los pequeos
capitales frutos del ahorro, podran ser prestados a la comunidad y recibiran a cambio su salario, pero no
daran derecho alguno a la propiedad de los elementos de trabajo ajenos. Por otra parte, la herencia, sera
gravada en forma tal en las diferentes transmisiones, que se extinguira en la segunda generacin.
2. Reforma agraria con la delimitacin del rea cultivable, devolviendo al pasto y a los montes las tierras
casi estriles que todava se cultivan perpetuando el hambre de muchos de nuestros campesinos. Ordenacin
racional de los cultivos. Instalacin revolucionaria de los campesinos sobre las tierras delimitadas, en unidades
de propiedad familiar o sindical, segn la naturaleza de las tierras. Reconstruccin del patrimonio comunal de
los Ayuntamientos con las tierras dedicadas a pastos y bosques.
3. Nacionalizacin de la Banca, de los Servicios pblicos y de las industrias bsicas, mediante la
creacin de empresas mixtas, del Estado y de los trabajadores, por medio del Sindicato.
4. Colectivizacin de las empresas industriales y encuadramiento de las mismas en los Sindicatos por
ramas de la produccin.
5. Ordenacin de la economa, mediante la planificacin permanente por los Sindicatos formados del
modo indicado.
Naturalmente esto no es todo, pero he destacado lo que hasta ahora no ha sido muy viable del
pensamiento joseantoniano.
En qu forma y sobre qu bases deba realizarse una reforma sindical?
Para la Falange, los Sindicatos eran algo radicalmente distinto de los primitivos. Por una parte, eran un
sistema de organizacin econmica; por otra, la clave de la transformacin social espaola. Jos Antonio,
conceba a Espaa, en lo econmico, como un gigantesco Sindicato, en el que los productores espaoles
estaran encuadrados por Empresas y stas por ramas de la produccin. Estos eran los famosos y discutidos
Sindicatos Verticales. Diferentes,
por supuesto, de aquellos que definan el Fuero del Trabajo en su redaccin original, que son en realidad
Sindicatos Mixtos obreros-patronales.
El concepto de Vertical, lo tom Jos Antonio de Hugo Stinnes, terico alemn del verticalismo, del
solidarismo industrial. ste preconizaba un sistema de organizacin econmica, flexible y racionalizado, en el
que las empresas se agrupan por ramas de la produccin, desde las dedicadas a la extraccin de las materias
primas, hasta las comerciales de productos manufacturados. Este sistema permite una planificacin,
constantemente revisada sobre la marcha por los mismos productores, sin necesidad de comisiones extraas
y de planes cuatrienales o quinquenales.
Claro es que esto no era todo. Desde otro, y ms sustancial punto de vista, el Sindicato en la concepcin
de Jos Antonio, no es una Entidad meramente representativa, sino el instrumento mediante el cual, la
plusvala que en el Estado capitalista va a parar a manos de los que contratan el trabajo y en buena parte a la
de los financieros y en el rgimen comunista al Estado, vaya a parar a los propios trabajadores. Es decir, el
Sindicato, en Jos Antonio, es el medio de colectivizacin. Y los trabajadores incluyendo en este trmino a
todos los que trabajan en las empresas seran los propietarios de sus instrumentos de trabajo, constituyendo
la empresa, as colectivizada, la clula elemental del Gran Sindicato Vertical.
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NARCISO PERALES: VIDA Y TEXTOS - Compilacin e introduccin de Jos Luis Martnez Morant
Ahora bien, en un rgimen capitalista liberal, los Sindicatos no pueden ser, naturalmente, nada de eso.
Pueden ser, en cambio, de acuerdo con su origen decimonnico, agrupaciones profesionales para la defensa
de los intereses obreros. En este sentido, existen en el mundo dos tipos de Sindicatos: el apoltico, libre y
representativo, por supuesto de clase, y el poltico o revolucionario. El primero, se desinteresa del sistema
vigente, tratando de defender a veces con gran eficacia como ocurre en los Sindicatos Norteamericanos
los intereses obreros inmediatos; el segundo, sin desdear este objetivo, pretende modificar la sociedad segn
su ideologa. Ejemplo del Sindicato revolucionario fue la Central Obrera Nacional Sindicalista que dirigi
nuestro malogrado camarada Manuel Mateo, asesinado por los comunistas en la checa de Serrano.
Claro es que pienso que en el Sistema actual, no es viable ms que el Sindicato apoltico y representativo.
No creo que pueda insistirse en esa subespecie del corporativismo, que se llam Sindicato Vertical, con sus
secciones sociales y econmicas y la lnea poltica que representan el punto de vista del Estado, del que
podra decirse lo que Jos Antonio dijera del corporativismo ms perfeccionado, que conservando las
relaciones de trabajo capitalista, constituye un gnero de Jurado mixto.
Ve usted alguna salida al actual problema universitario?
Si se refiere a las huelgas y protestas estudiantiles enfoca uno de los efectos, quizs el ms ruidoso,
pero no las causas. Las causas estn en la propia Universidad.
No se debera tratar al menos todava de la introduccin masiva de la ciberntica de la enseanza,
cuya eficacia est por demostrar; sino de una profunda renovacin de la Universidad que creara la Escuela o
Facultades precisas para la enseanza de las nuevas carreras, grados y especialidades que las necesidades
sociales exigen; de la elaboracin de planes de enseanza ms racionales y prcticos, de mtodos docentes
eficaces a la luz de las adquisiciones de la pedagoga moderna. Se debera tratar de dar a los estudiantes
a
dentro de la Universidad, no la posicin de los escolares de 2. enseanza, sino la que corresponde a hombres
jvenes que deben responsabilizarse de su propia formacin desarrollando en ella todas las aptitudes
personales.
Por otra parte no olvide que la Universidad sigue siendo una institucin cerrada para muchos. En la misma
estadstica publicada en un peridico del Movimiento, a que alud antes, se afirmaba que slo el 3 % de los
estudiantes son hijos de trabajadores manuales. Y esto evidentemente no prueba la consabida igualdad de
oportunidades y va contra la justicia y los intereses de la comunidad social, puesto que deja sin el debido y
conveniente aprovechamiento la capacidad de muchos espaoles.
Si el planteamiento de la reforma de la Universidad pudiera hacerse eficazmente desde una asociacin
nica y libre de estudiantes, es posible que los grupos polticos no promovieran y encabezaran un movimiento
estudiantil que evidentemente cuenta con la adhesin de muchos estudiantes, que no la daran para otra cosa
por ahora; como es probable que si los grupos polticos contaran con posibilidades de actuacin
extrauniversitaria y siempre en el anterior supuesto renunciaran a toda accin perturbadora dentro de la
Universidad. En todo caso, es conveniente que se vincule oficialmente la protesta estudiantil a la accin de
dos pequeos grupos de paracaidistas del imperialismo chino y ruso? No es tanto como facilitarles los fines
propagandsticos que se proponen? o es que interesa defender el "statu quo" universitario con todos los
argumentos disponibles?
Cree usted que estamos en el crepsculo de las ideologas?
No creo en el crepsculo de las ideologas. En los ltimos cincuenta aos, hay una evolucin rpida, un
progreso tcnico en aceleracin creciente que ha creado nuevas condiciones de vida. Los medios de
comunicacin y transporte, la fibra sinttica, los plsticos, los modernos procedimientos para la construccin,
la mecanizacin de los procesos industriales, los nuevos productos qumicos, la electrnica, la
automatizacin... pero, por otra parte, la evolucin social y moral estn increblemente retrasadas. Las
antiguas Instituciones milenarias no han cambiado; simplemente se han deteriorado, persistiendo slo en sus
apariencias exteriores inmutables. Derrotada Alemania y hundido estrepitosamente el imperio britnico, las
naciones formadas en el curso de la historia perdieron su soberana, hoy en manos de los gigantes que se
disputan la hegemona mundial, chocando constantemente en la periferia de sus rbitas en pequeas guerras
hipcritas y crueles que amenazan con acabar, en algn momento, con el precario equilibrio del terror, del que
es fruto la paz de que dispone el mundo.
Las ciudades han crecido anrquica y monstruosamente invadiendo los antiguos espacios disponibles
para el esparcimiento de los nios. Por otra parte, el aumento del trfico hace indeseables los traslados
urbanos, ilusorios los juegos infantiles e incmoda la vida en la ciudad. Las familias en cuyo seno convivan
tres y a veces cuatro generaciones, se han quebrantado gravemente. Los viejos y los nios, perdido ya su
tradicional y aleccionador contacto, escuela de experiencia y cario, se consideran cargas insoportables que
se llevan a regaadientes. Y muchos viejos, que no tienen el atractivo de la herencia, viven solos en sus
hogares srdidos y mueren abandonados. La autoridad paterna y marital est en crisis; mientras, las
exigencias sociales, educativas y formativas, y aun los incentivos para el placer, son mayores que nunca para
la juventud. La amistad, ese sentimiento generoso a veces ms que fraternal, se va haciendo ms rara cada
da. Consecuencia de esta situacin son las toxicomanas, el aumento de los suicidios, la plaga de la
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delincuencia juvenil y las neurosis sociales, que incluso en nuestro medio, hasta hace poco resistente, se
pueden comprobar en mayor nmero cada da.
El hombre se siente solo y desgraciado ante la distancia que media entre sus necesidades, en parte
artificialmente creadas por la publicidad comercial y sus recursos siempre insuficientes. Cree que le toc vivir
una poca mgica en la que todo es posible para hoy o para maana, el trasplante de rganos y aun del
cerebro, la invasin de la tierra por los marcianos o la emigracin masiva a otros planetas, la resurreccin de
un cadver congelado a muchos grados bajo cero durante aos o la creacin artificial de la vida; pero
comprueba cotidianamente, que sus problemas son los de siempre y que la voluntad propia apenas vale para
resolverlo; desea seguridad y halla inseguridad, justicia y encuentra una injusticia, amor y tropieza con el
egosmo ajeno; fe, firmeza, tranquilidad, libertad, y slo ve a su alrededor escepticismo, inquietud, flojedad y
opresin. Por otra parte, conmovidas sus creencias, perdi toda perspectiva fuera de sus horizontes
inmediatos.
Una situacin as pueden resolverla los tecncratas?, qu frmula tcnica podr ser til para que el
hombre se encuentre a s mismo y redescubra a Dios, Seor del Universo?
No; no creo en el crepsculo de las ideologas; o mejor an, no creo en el crepsculo vespertino de las
ideologas; sino en el matutino, en una nueva aurora que anuncia el florecimiento de ellas. Hay demasiados
ejemplos en el mundo actual para comprenderlo y para esperarlo. Lo que ocurre es que las dictaduras
capitalistas o comunistas siempre "democrticas", hipcritas, suaves o brutales segn los casos, puesto que
poseen todos los resortes del poder, obligarn a los idealistas a mayores esfuerzos y los expondrn a mayores
riesgos, incluyendo el del extravo.
Cmo ve a la actual juventud espaola: idealista, interesada, escptica, conformista, "aburguesada...
?
Hay de todo. Y no s en qu proporcin. En trminos generales, la juventud espaola de estos aos, es
mejor de lo que fue la nuestra. Claro que a la hora de enjuiciarla no puede prescindirse del ambiente y de
todos sus ingredientes sociales y polticos. En estos aspectos, la juventud de los aos inmediatamente
transcurridos no tuvo ocasin de rebelarse. No hay que olvidar que encontraron estructuras tradicionalmente
viciadas a las que los aos han venido aadiendo nuevos vicios. Insertos en un orden aparentemente, en
estructuras socioeconmicas anrquicas, con el lgico corolario de la dominacin de los ms fuertes, los
jvenes han ido adaptndose, o mejor reformndose, como los dems ciudadanos. Pero me parece que los
jvenes de hoy, los menores de 25 aos ahora, son ms exigentes y de mejor calidad an y que tratarn de
transformar la sociedad para mejorarla. Dios quiera que no me equivoque, porque las esperanzas del
maana, no pueden ponerse en los hombres de ayer! Lstima que el magisterio de la experiencia nuestra
est tan dificultado!
Se acuerdan las clases dirigentes actuales del truncamiento de 1936?
Sinceramente creo que no.
Apoya usted el ingreso total de Espaa en el Mercado Comn?
Todava no he comprendido bien lo que puede hacer Espaa en la Europa de los banqueros. Ellos ya
tienen su campo de operaciones, su espacio protegido y slo admitirn a Espaa si es un buen negocio.
Bueno para ellos, se entiende. No creo en la generosidad de los banqueros europeos, ni de otros continentes.
Ellos no tienen "hermanos pobres", sino clientes. Espaa produce menos de lo que consume, qu podemos
ofrecer nosotros? Las playas y el sol? Ya los tienen, mientras lo deseen, a precios reducidos. Nuestros
trabajadores?: no tienen ya medio milln a domicilio y en buenas condiciones? Nuestros consumidores?,
arruinaremos la industria nacional que en buena parte ya no es nacional, pero que est dentro de nuestras
fronteras y nos endeudaremos. Tendr que aumentar la emigracin y los "incentivos" para los turistas y al final
no habr para pagar ms que las divisas de los emigrantes, los agrios y el dinero de los turistas mientras
vengan.
Qu le parece el Plan de Desarrollo?
La influencia francesa sobre la poltica espaola es cosa notable. Hay polticos que se creen
perfectamente informados de lo que ocurre en el mundo, porque leen "Le Monde" y no es difcil encontrar la
huella francesa en muchas de las disposiciones legales espaolas. Es esta una muestra de un vicio arraigado
en nuestro pueblo: el papanatismo nacional. El Plan de Desarrollo fue obra de los franceses, no materialmente
por supuesto, sino en tanto que en sus planes, ms o menos fracasados, est la inspiracin del primer plan
nacional.
Yo no soy economista, ni lo deseo, pero tengo sentido comn y pienso que una planificacin indicativa en
nuestro medio y probablemente en todos los medios en que rige el capitalismo liberal, ser un xito o un
fracaso, en funcin de los "incentivos" que contenga para la iniciativa privada, monopolizada por el capitalismo.
Si el incumplimiento de las indicaciones es ms rentable que su cumplimiento, que, adems, no es obligado,
es intil pensar que las indicaciones van a ser cumplidas. Por otra parte, si los "incentivos" fueran enormes,
aparte de que esto puede suponer la concesin de privilegios intolerables e inmediatos, a expensas del resto
de la poblacin, aunque a la larga puede redundar en beneficio de ella, queda el hecho de que ha habido y hay
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NARCISO PERALES: VIDA Y TEXTOS - Compilacin e introduccin de Jos Luis Martnez Morant
ciertas actividades econmicas que nunca podrn ser igualadas por los "incentivos" de la planificacin, aunque
fueran enormes. Me refiero, por ejemplo, a la especulacin de solares.
La pretensin de conducir a los capitalistas con exhortaciones y pequeas ventajas, al desarrollo
econmico de la nacin en la forma ms conveniente para ella, es parecida a la de llevar siete gatos con una
caa, como hacan con los pavos los antiguos paveros desde la plaza de Roma a la Puerta del Sol.
Por otra parte he ledo que la planificacin vinculante, la que se refiere a las inversiones pblicas,
inspiradas desde luego en el principio de subsidiariedad, debi suponer en la prctica, algo menos del 65 % de
lo previsto.
Pero qu hemos de hablar de otro Plan de Desarrollo! No vio cmo en vsperas de entrar en vigor el
segundo Plan ya preparado hubo que devaluar la peseta, segn se dijo, por la devaluacin de la libra, a pesar
de que todos los pases limtrofes o cercanos no devaluaron sus monedas?
Cree usted que tos ingleses nos devolvern finalmente Gibraltar?
No soy un profeta, pero nac a 500 metros de la bandera inglesa, en el suburbio de Gibraltar que era y
es La Lnea y creo que con los mtodos empleados hasta ahora no lo devolvern. Es posible, no obstante, que
dada la sensibilidad de los ingleses a lo econmico, se lograra avanzar con el cierre total de la frontera. Pero
ste requiere solucionar antes el problema de los trabajadores espaoles, en forma tal, que tengan los mismos
o mayores ingresos que los actuales. Mis paisanos no tienen por qu ser los nicos espaoles que se sacrifiquen por un objetivo nacional.
Lamentablemente hemos perdido el momento de crear un partido espaol entre los llanitos, que si no son
espaoles, tampoco son ingleses. "Rock scorpio" en la terminologa britnica familiar cuando yo era joven. No
tenemos la ayuda desde dentro, ni desde fuera. Desgraciadamente los acuerdos de la ONU son puras
monsergas. Recuerde adems las declaraciones del Almirante de la Sexta Flota americana. Y los ingleses
como las viejas ricas arruinadas se aferran a los restos del pasado glorioso. Por otra parte, resulta ms
barato y ms fcil conservar Gibraltar que conservar Adn.
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NARCISO PERALES: VIDA Y TEXTOS - Compilacin e introduccin de Jos Luis Martnez Morant
Esta entrevista apareci publicada en el libro de Jos Luis Munian, Alberto Otao y , Maribel Troncoso, Los
sindicalistas, s. ed., Bilbao, 1973, pgs. 187-197. En la pgina 188 aparece una sucinta biografa de Narciso
Perales que hemos omitido. Entre otros entrevistados aparecen Manuel Cantarero, Funes Robert, Carlos
Iglesias Selgas, Ceferino L. Maest, Dionisio Martn Sanz, Fermn Sanz Orrio, Jos Sols Ruiz y Emilio
Romero (n. del c).
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NARCISO PERALES: VIDA Y TEXTOS - Compilacin e introduccin de Jos Luis Martnez Morant
Efectivamente. El contrapeso seran los grupos o partidos polticos en los que cabra luchar por cambiar
el sistema. Pero son de verdad un contrapeso? Los ejemplos citados no prueban que lo sean. Entonces, no
sera ms hbil que los defensores del capitalismo como pretenden ciertos astutos progresistas dieran o
procuraran dar a los sindicatos oficiales ms resorte para que se prestigiaran y fuesen cuerpos vivos del
sistema? Ya s; ya s, que el espaol es muy radical y, por tanto, no me extraa que a nuestros capitalistas no
les convenza el procedimiento. Ellos quieren la defensa del capitalismo y el incremento de sus ganancias, sin
renunciar, por defender a aqul a renunciar a stas. No es cosa de lamentarlo. Ellos estn advertidos, no
dice la sabidura popular que la avaricia rompe el saco?
Qu papel juega el Sindicato Vertical en el sistema econmico capitalista?
Si se refieren al sindicato vertical que propugnara Jos Antonio, les dir que est completamente
indito. El sindicato vertical era otra cosa distinta a todas las conocidas en Espaa. Se trataba de coordinar las
empresas desde aquellas que obtienen o importan las materias primas, hasta las que venden los productos
finales en el mercado interior y el exterior. Era una forma de organizacin de la economa que permite una
planificacin eficaz, muy diferente de la importada de Francia con sus planes de desarrollo, cuyo verdadero
valor ya conocemos. El seor Martn Sanz sabe mucho de esto de los planes de desarrollo.
En otro aspecto, para Jos Antonio, el sindicato era el instrumento mediante el cual, la plusvala del
trabajo humano, que en el capitalismo perciben los organizadores del trabajo y los financieros, y en el
comunismo el Estado, la recibieran los propios trabajadores. Aunque hablo de memoria, creo que stas eran
sus palabras literales. Y, ahora, dganme: han conocido ustedes estos sindicatos?
Hasta qu punto han quedado plasmadas en la nueva Ley Sindical las coordenadas joseantonianas
sobre un sindicalismo que responda a la realidad del momento?
Lo que ustedes llaman coordenadas de Jos Antonio, nada tiene que ver con la Ley Sindical. Tambin
tienen ustedes que respetar la memoria de Jos Antonio, harto vilipendiada ya, al menos en mi presencia.
Usted ha dicho ms arriba que, en un Sindicato reivindicativo, la huelga es el arma ms importante con
que cuenta el trabajador. Esto est claro mientras subsista el sistema socioeconmico capitalista de empresas.
Cul es su juicio valorativo?
Ni ms ni menos que el que ya he apuntado. Mientras no se organicen las empresas comunitarias, la
huelga en los pases capitalistas y comunistas (no olvidemos que en los pases del Este y en China las
huelgas estn prohibidas), la huelga es el supremo argumento de los trabajadores para su defensa.
En los ltimos aos, el neocapitalismo ide un sindicalismo de participacin con el que se pensaba
destruir las contradicciones clasistas del capitalismo. La experiencia ka demostrado la inviabilidad del sistema
que propugnaban. Quiere esto decir que estas dos etapas estn ya superadas y que se va a una nueva
frmula de post-capitalismo; es decir, capital y trabajo unidos?
Ya haba odo hablar del sindicalismo de participacin. Un truco basado en la candidez; pero no s qu
es eso de la frmula post-capitalista de capital y trabajo unidos. El capital no es ms que un instrumento del
trabajo y mientras no tenga su sitio, que es se, no habr paz social.
Vamos a centrarnos en la nueva Ley Sindical. Cual ha sido su trascendencia?
No s.
Bien. Puede analizar, brevemente, la realidad sindical actual espaola de cara a la dcada de los
setenta y con miras a este ansia apresurada hacia una integracin a Europa ?
No soy capaz de adivinar el porvenir. Soy mdico, no pitonisa. Conozco eso que llama "ansia
apresurada de integracin en Europa" y los menguados resultados conseguidos hasta ahora con la Europa de
los diez. Tuve oportunidad de leer un buen trabajo del seor Daz Llanos sobre el acuerdo "preferencial", en
vigor hasta hoy. Yo creo que la Europa de los banqueros no est interesada en la integracin de Espaa. Por
qu habra de estarlo? Tienen lo que quieren a cambio de casi nada. No se trata de ideas polticas. Los
banqueros no tienen ideas de stas; tienen intereses. Ni mucho menos se trata de proteger y ayudar al pueblo
espaol. No es el corazn, sino la computadora la que gua sus actos.
Qu riesgos corre el capitalismo en el encuadre sindical europeo?
Los sindicatos, en los pases de la Europa Ocidental no son peligrosos para el "status" socio-econmico
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capitalista. Recuerden en Francia "el mayo revolucionario" . Los banqueros europeos lo saben. Parten de su
19
Esta apreciacin, un tanto despectiva, de Narciso Perales hacia "el mayo revolucionario'' de 1968 no es
balad. A pesar de toda la charlatanera sobre aquellos acontecimientos, lo cierto es que dichas jornadas
estuvieron, a pesar de los adoquines, las barricadas, las hoces y los martillos, y los retratos de Mao, muy lejos
de constituir revolucin obrera alguna. Fue, por el contrario, una parodia burguesa capitaneada por jvenes
burgueses disfrazados de guardias rojos donde, al fin y a la postre, el capitalismo sali remozado y reforzado.
En el "mayo del 68", como en la "transicin poltica" espaola de finales de la dcada de los 70, la burguesa y
el capitalismo, no hicieron otra cosa que aprovechar la coyuntura para mutar; esto es, para sucederse a s
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NARCISO PERALES: VIDA Y TEXTOS - Compilacin e introduccin de Jos Luis Martnez Morant
experiencia. As, los polticos a su servicio pueden alegar para excluir a Espaa que no es posible la
integracin de un pas autoritario (sin sindicatos libres, ni partidos polticos) en una comunidad democrtica. Lo
que no hay que esperar es que digan que Espaa no les interesa en trminos econmicos. Esto no es para
decirlo en pblico. La Espaa de los banqueros siente, en cambio, el ansia apresurada de integracin, pero,
mientras sea posible, sin prescindir del autoritarismo. Temen los cambios despus de las "vacas gordas". Es
decir, tambin parten de su experiencia. Qu va a ocurrir despus? No hace falta ser un adivinador para predecir que podrn los ms fuertes, que no son los de aqu, sino los de all. Al final, los de aqu de adaptarn. Ya
les deca que no soy pitonisa.
Pero, entonces, no cree usted interesante para Esparta su integracin al Mercado Comn?
No se trata de creer si es interesante o no. De esto habra mucho que hablar; se trata de saber si es
posible o no, en buenas condiciones. Yo no creo que sea posible en buenas condiciones. Me temo que tarde y
ms bien mal, tendremos otro tratado preferencial que ya sabemos lo que es extendido a las diez
naciones. Arduas negociaciones precedern al tratado y, al final, estaremos en peor situacin que ahora,
aunque quizs la Prensa el cuarto poder pondr de relieve la habilidad, la paciencia y el xito de los
negociadores.
Volviendo ahora al pas, de puertas adentro, y al tema que nos ocupa, es usted partidario de introducir
reformas en la nueva Ley Sindical?
Si en mi mano estuviera, la derogara.
Cul es su visin de los sindicatos, entonces?
En un rgimen capitalista o socialista, es decir, mientras haya asalariados y patronos (sean stos
personalidades individuales, sociedades annimas o limitadas, o esa gran sociedad annima que es el
Estado), los sindicatos deben ser los tradicionales a que nos hemos referido, dirigidos especialmente a la defensa de los intereses de los trabajadores en pugna con los intereses del patrono. Cuando las empresas sean
de los trabajadores, esos sindicatos ya no tendran sentido y deberan transformarse en organismos
representativos de las empresas comunitarias, agrupadas por ramas de produccin, dirigidos a organizar la
economa de comn acuerdo entre ellos con el arbitraje y control del Estado popular. Claro es que no todas las
empresas podran organizarse as. La industria bsica, la Banca, los transportes, las comunicaciones y las
grandes empresas de obras pblicas, deben ser nacionalizadas constituyndose en empresas mixtas, en la
propiedad y en la gestin, del Estado y los trabajadores y en stas, el sindicato tradicional tendra su papel;
mientras que, en las pequeas empresas familiares o cuasi-familiares, el contrato de trabajo debera ser sustituido por el contrato de sociedad.
Y, en el campo de la agricultura?
Ya trat esto Jos Antonio con gran extensin al hablar del asentamiento revolucionario de los
campesinos en las tierras cultivables. Los grandes cultivos de secano, deben ser de propiedad sindical; los
pastos y los bosques, comunales; los pequeos cultivos de regado, de propiedad familiar. En todas estas
empresas tendra un papel el sindicato; en las primeras, la propiedad y la gestin; en las dems, la orientacin
tcnica, la financiacin y la cooperacin.
Entonces, qu quedara de la propiedad privada?
El concepto romano de la propiedad toca a su fin. Ya lo deca tambin Jos Antonio. La propiedad
privada debe quedar limitada a los bienes de uso y consumo, a los instrumentos individuales de trabajo y a los
frutos del trabajo personal, que en su caso podran ser prestados, voluntariamente, al Estado. El resto de los
bienes debe ser de propiedad individual, a travs de las nuevas frmulas arbitradas. El Estado no debe
poseer, en exclusiva, ms que los servicios de la Administracin y ninguna persona debe poseer la propiedad
privada, los bienes de produccin colectivos, clave de la explotacin del hombre.
Pero, no es esto una utopa?
Les recuerdo que muchas realidades conocidas fueron antes utopas en la opinin de todos.
mismos. Sobre el "mayo del 68" no est de ms de recordar aqu, para corroborar la afirmacin de Narciso
Perales, lo que el cineasta italiano Pasolini, poco sospechoso de veleidades fascistas, escribi con tino al
respecto: "Hoy se ve claro que todo era producto de la desesperacin y de un inconsciente sentimiento de
impotencia. En el momento en que en Europa se dibujaba una nueva forma de civilizacin y un largo futuro de
'desarrollo' programado por el capital que realizaba as una verdadera revolucin interna: la revolucin de la
ciencia aplicada, igual en importancia a la primera siembra en la que se ha basado la milenaria civilizacin
campesina, se sinti que se iba perdiendo toda esperanza de revolucin obrera. Por eso se vocifer tanto el
nombre de revolucin (...). De ah el grito que reson en toda Europa, en el que predominaba, sobre cualquier
otra, la palabra marxismo. No se quera justamente aceptar lo inevitable. Los jvenes vivieron
desesperadamente los das de ese largo grito que era una especie de exorcismo y de adis a las esperanzas
marxistas" (Pier Paolo Pasolini, Escritos corsarios, Planeta, Barcelona, 1983, pg. 44) (n. del c.).
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NARCISO PERALES: VIDA Y TEXTOS - Compilacin e introduccin de Jos Luis Martnez Morant
A lo largo de la charla con Narciso Perales, nos vamos dando cuenta de que es un hombre de ideas fijas y
firmes convicciones. Una de ellas es su visible anticomunismo. Se refleja a travs de la conversacin que esta
idea le obsesiona. Su opinin queda resumida as:
Si el capitalismo, con libertad econmica y libertad poltica que ya saben todos los que significa, es
el mal y la opresin (ms an con libertad econmica y sin libertad poltica), el comunismo es la completa
alienacin del hombre. El hombre social ha desaparecido para convertirse en instrumento consciente o
inconsciente del partido de la oligarqua suprema. El Estado, como haba previsto Engels, se ha
convertido en un verdadero capitalista colectivo que explota a los trabajadores que, desde luego, siguen
siendo asalariados. Como deca Collinet en la terminologa hegeliana, la sustancia ha devorado a la
convivencia producindose, no el fin de la historia del hombre seamos optimistas, sino una interrupcin en
su historia en la que el hombre es absorbido por los monstruos que ha creado. La dialctica que habra de dar
lugar a un proceso continuo se ha trocado en reaccin feroz, mientras los intentos de mejorar se declaran
hereja y se les llama revisionismo. Ya s que ha habido un progreso; los cinco millones y medio de "kulaks"
deportados al extremo Norte de Rusia, segn dijo Molotov en el VII Congreso Panruso de los soviets, donde
perecieron en gran parte de hambre y de fro, tienen ahora menos sucesores. Es seguro que los dedicados a
trabajos forzados que, segn testimonios, como los de Ciliga, Kravchenko y otros, eran de nueve a doce
millones antes de la guerra, llegando al final de ella, de acuerdo con Collinet, a ms de veinte millones, son
ahora muchos menos. Cifras como aquellas citadas por Kruschev, de las vctimas de Stalin, no se dan. Ha
habido un cierto progreso en el dominio de los hombres. Y, en muchos casos, el dispositivo de enfermedad
20
mental sustituye al tiro en la nuca . Tambin ha progresado en esto el capitalismo que, por medio de lo que
alguien llam "las autoridades invisibles" el cine, la radio, la televisin, la prensa, etc. y, en otro plano, el
poliempleo o el trabajo a destajo y las compras a plazos, tambin enajenan al hombre en un verdadero totalitarismo, ms sutil, pero no menos efectivo que el sovitico. Pero al alternativa no es buena. "Tostadme del otro
lado, que ya estoy tostado de ste", deca San Lorenzo en la Parrilla.
Entonces, indquenos cul sera el punto medio, cmo podra transformarse la sociedad segn usted la
ve...
No lo s. Pero s que ser. Mi fe es infatigable. S tambin que toda alianza es mala -y la guerra en
dos frentes, tambin mala. Fidel Castro no era comunista cuando obtuvo la victoria; ahora, sin duda, lo es.
Los falangistas que figuraron o figuran actualmente, no eran capitalistas mientras fueron falangistas; ahora, no
cabe duda que lo son. En las alianzas polticas, los mejores son eliminados o autoeliminados por su propia
fidelidad: desaparecen siempre. Los otros son absorbidos y utilizados por los poderosos, por los que tienen la
fuerza, el dinero o las dos cosas.
Pero, y la Falange? No podr hacer nada en el futuro?
La Falange desapareci hace ya muchos aos. Fue primero mezclada integrada, se dijo, luego fue
depurada y, finalmente, disuelta, tan ladinamente que no s cundo ocurri; y todava, alguna vez, se ven
camisas azules en actos oficiales, se siguen usando los smbolos y, en actos populares, se canta el "Cara al
sol", no por supuesto en la radio y la televisin, que ya no es necesario. Pero ya no significan lo mismo para el
pueblo espaol. Son smbolos de otra cosa. Tres aos de lucha y elaboracin de una doctrina, y ms de treinta
y cinco de confusin, es demasiado. Ya habl Velarde, hace aos de una nueva fundacin, pero por ahora
tampoco es esto posible legalmente. Jos Antonio nos ense: "No se trata de hacer lo que hicieron los
grandes antiguos, sino de adivinar lo que haran en nuestras circunstancias".
Y termina la entrevista, esperanzadamente, el seor Perales:
Los sindicatos persistirn en una u otra forma mientras sea necesario el trabajo, hasta el fin de la
humanidad. Y es la propia lgica sindical, lejos de toda teora, la que les conducir, antes o despus que
todo puede retrasarse por la fuerza a la transformacin social; es decir, a un mundo de verdad mejor.
20
Un estremecedor balance sobre las prdidas humanas provocadas por el experimento comunista mundial a
lo largo del pasado siglo XX lo tenemos en El libro negro del comunismo, de Robert Laffont (ed.) (PlanetaEspasa, Barcelona-Madrid, 1998). Estar de acuerdo conmigo el lector, que la liquidacin de ms de cien
millones de seres humanos veinte millones en la antigua Unin Sovitica, disipara cualquier obsesin
anticomunista por parte de Narciso Perales (n. del c.).
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NARCISO PERALES: VIDA Y TEXTOS - Compilacin e introduccin de Jos Luis Martnez Morant
Ilustracin 1. Narciso Perales ante las cmaras de una cadena de televisin britnica.
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NARCISO PERALES: VIDA Y TEXTOS - Compilacin e introduccin de Jos Luis Martnez Morant
21
Prlogo al libro de Jos Luis Rubio Cordn, Aproximacin a la Revolucin Peruana. Eds. Acervo ,
Barcelona, 1974, pgs. 7-14. Rubio Cordn, como profundo conocedor de la realidad iberoamericana, public
varios libros sobre la cuestin. Durante esa poca estaba muv influido por el sindicalismo pestaista. De
hecho, durante la transicin poltica y junto a militantes procedentes del anarcosindicalismo y del falangismo
de izquierdas, sera uno de los refundadores del Partido Sindicalista, de efmera trayectoria y nula repercusin.
Rubio Cordn haba tenido una formacin falangista, como consecuencia de haber ingresado a los quince
aos, recin acabada la guerra civil, en la Organizacin Juvenil. Colabor activamente, entre otras revistas
falangistas, con Alfrez, aunque desde 1947 mantuvo posiciones muy crticas frente el Rgimen franquista. En
1956 fue profesor de la Facultad de Ciencias Polticas de la Universidad de Madrid y, aos ms tarde,
catedrtico de la Universidad Complutense. Desencantado del ideario falangista -"Falange me dio una
conciencia de tipo revolucionario, pero no una conciencia de libertad", dir se enrolar en la oposicin
antifranquista e incluso llegar a participar en el clandestino Frente de Liberacin Popular (FLP) (n. del a).
22
Narciso Perales, aunque nunca simpatiz con los militares golpistas chilenos que derribaron en 1973 al
gobierno de Allende, tampoco ocultaba su animadversin por ste, probablemente por la condicin de masn
del poltico radical (n. del c.).
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NARCISO PERALES: VIDA Y TEXTOS - Compilacin e introduccin de Jos Luis Martnez Morant
hubieran producido la creacin de una fuerza propia, la ocupacin fsica del pas y la imposicin de una
extraa bandera.
La razn de ser de un Ejrcito es la defensa de la independencia nacional; pero esta finalidad viene a
decir Jos Luis Rubio no se cumple hoy con los mismos medios que en otras pocas histricas. Unas
fuerzas militares con alta moral defensiva, perfectamente preparadas para rechazar cualquier ataque contra el
territorio patrio, bastaban en otros tiempos. Ahora esas mismas fuerzas con esta misma moral y esa misma
preparacin pueden permanecer invictas e intactas y encontrarse con que no tienen Patria que defender
porque esa Patria, celosamente guardada por ellas, ha sido transferida a manos extranjeras a travs de
simples transacciones comerciales. Los enemigos de la soberana nacional y de la independencia de los
pueblos, los imperialistas modernos que sirven slo a sus intereses materiales concretos emplean nuevas
armas; pero conforme se le est dando importancia con razn a la guerra subversiva mucho ms ruidosa y por
tanto fcil de advertir y an de neutralizar, se minus- valora la penetracin econmica, que muestra siempre su
lado bueno, pero que pone a la nacin de rodillas frente a los poderes extranjeros que deciden sobre su
economa y consecuentemente tambin sobre su poltica que se convierte de soberana en dependiente.
Aadamos aqu que las conocidas injusticias del rgimen capitalista incluso nacional, que reclaman por s
solas y airadamente, remedios radicales, no se esfuman; se refuerzan. La oligarqua nacional, se convierte en
oligarqua vasalla; pero lejos de debilitarse se fortalece apoyada por su cuenta y razn, por las fuerzas
metropolitanas, financieras y polticas.
A un Ejrcito le corresponde defender a la nacin le corresponder tambin defender al pueblo que
padece? Es evidente que en el Per la situacin era muy clara. Defender a la nacin y defender al pueblo eran
una sola y misma cosa. Pero el Ejrcito esper. El general Lenidas Rodrguez se lo expuso claramente a
Jos Luis Rubio: "Fernando Belande Terry el ltimo presidente constitucional con su programa de
renovacin signific un gran aliento. Le dimos todo nuestro apoyo, pero no cumpli". "Haban fracasado todas
las organizaciones polticas. Nos dimos cuenta entonces de que no haba otro grupo que pudiera hacer la
transformacin del Per ms que el Ejrcito". Y bastara slo el Ejrcito? El general Rodrguez, director del
SINAMOS, organismo enteramente civil salvo en su alta direccin, explica: "pero comprendimos que tenamos
que hacer participar a la poblacin en el proceso. Sin intervencin popular, no hay revolucin". Y Jos Luis
Rubio comenta: "una revolucin 'otorgada' al pueblo es algo sin cimientos. Slo el hecho de la intervencin
popular en las conquistas, hace que las conquistas sean populares".
Jos Luis Rubio ha hecho una descripcin objetiva. Seala las realizaciones, los xitos y los riesgos de la
revolucin militar y popular peruana. No hace predicciones. Pero su misma rigurosa objetividad convierte su
relato en elogioso muy a menudo, porque muy a menudo es elogiable la revolucin peruana.
No es la causa menor para el elogio el hecho de que la revolucin peruana se est haciendo como
subray recientemente el general Mercado, primer ministro del Per por la va pacfica. No se han disuelto
los partidos, no se ha decretado la prohibicin de reunin y asociacin, hay libertad de prensa. La vieja
"democracia" ha quedado arrumbada. Aquella "democracia" que en frase de Mercado Jarrn dur 150 aos,
"donde los partidos, en realidad los dirigentes de los partidos, eran los que manipulaban las elecciones,
prometiendo una reforma agraria que luego no se hara, no era una verdadera democracia".
El proceso contina. Es irreversible. Los militares lo saben y lo quieren. "Si nosotros quisiramos parar la
revolucin no podramos ya. Y nosotros hemos buscado esta situacin deliberadamente..." dijo el general
Rodrguez. "La Revolucin, que institucionalmente dirige la Fuerza Armada del Per dice Velasco
Alvarado ha sido siempre y siempre continuar siendo la experiencia salvadora y autnoma de un pueblo
que abre su propio camino". "Nuestra revolucin aade se dirige a crear una sociedad basada en la
transferencia del poder econmico y poltico a las instituciones libres y autnomas del pueblo, en la
participacin plena de sus hombres y mujeres en todos los asuntos de la vida econmica, social y poltica de la
nacin; en la predominante, aunque no exclusiva, propiedad social de la riqueza y en la existencia de una
verdadera democracia que surja desde la base popular".
"La posicin peruana se funda en el humanismo revolucionario como actitud y tiene al hombre, a la
persona humana, como alfa y omega de su actividad transformadora. Por eso concibe la libertad como
dimensin de la justicia y no transige con quienes de una o de otra manera, atentan contra la dignidad del
hombre. De aqu que recuse por igual al capitalismo y al comunismo. Y que no admita ser considerada como
una posicin eclctica entre ambos, como una posicin intermedia, tercerista" define Hernando Aguirre.
La experiencia se realiza en medio de grandes dificultades que el autor describe, breve, pero
certeramente. Los riesgos son muy grandes. El camino, arduo. Pero est siendo recorrido y el ideal prende en
el pueblo. Lo ms difcil qued atrs. Estar al final la solucin lista para otros pases y otros pueblos? Dios
quiera que sea as! Por lo pronto hay una luz, una potente luz en los Andes peruanos.
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NARCISO PERALES: VIDA Y TEXTOS - Compilacin e introduccin de Jos Luis Martnez Morant
7. Dionisio y la Falange 23
Nacido en Granada, Narciso Perales llega a la Falange desde el primer momento de su fundacin. Sus
estudios de medicina los comparte con la audacia en la Universidad, en la calle, pensando en falangistas y
actuando al servicio de la doctrina nacional sindicalista, que en aquellos momentos no haca sino esbozarse.
Gracias a l y a los primeros ncleos de estudiantes falangistas, la Falange crece en Andaluca
espectacularmente. En la primavera del 35, Jos Antonio le concede la Palma de Plata, mxima
condecoracin falangista por su entrega en los momentos ms difciles a la causa de la Falange. En 1936 se
encuentra mitineando en Palencia segn nos relata David Jato en su libro "La rebelin de los estudiantes".
Muy pronto se dar cuenta Narciso Perales de lo que se instalaba en 1939 en Espaa: un rgimen que volva
a estar de nuevo en manos de los partidos de derechas y con una oligarqua que se asentar definitivamente a
principios de los 50. Se impone en esos momentos, como seala Perales, la tctica de forcejeo en el partido
nico creado por decreto por Franco, donde los primitivos falangistas supervivientes a la guerra tienen que
enfrentarse (algunas veces con cados en las filas falangistas) a los derechistas y a tantos farsantes que estn
profanando la camisa azul. En 1945, Perales aclara la diferencia ya radical entre Falange (el primitivo proyecto
joseantoniano) y el Movimiento. Son aos difciles, donde se crean clandestinos proyectos para recuperar a la
autntica Falange Espaola de las JONS que haba desaparecido el 19 de abril de 1937. As existen la
clandestina F.E.A., o la Alianza de los Sindicalistas. En los aos 50, cuando la mentira y el olvido intentaban
sepultar a la Falange, surgen nuevos intentos, todos ellos muy efmeros, no slo por la frrea vigilancia del
rgimen que trata de evitar cualquier contestacin desde las filas falangistas, sino por el descrdito en que se
encuentra el simple nombre de Falange por la tergiversacin realizada por el franquismo (apropiacin de
smbolos, lemas, mutilacin doctrinal, etc. ). Son los aos 60 los que marcan definitivamente la lucha falangista
contra la mentira que fue el rgimen de Franco. As, Narciso Perales est presente en el F.E.S. (Frente de
Estudiantes Sindicalistas) que alcanza gran relieve en el mundo universitario, y que trata de recuperar la
esencia de la Falange. En un intento de alcanzar mayor simpata entre las filas revolucionarias, Perales forma
el F.S.R. (Frente Sindicalista Revolucionario) que conectar con el FNAL, fundado en 1968 por Manuel Hedilla,
II Jefe legtimo de Falange y que haba sido encarcelado en 1937 por oponerse a la desaparicin de la
Falange de Jos Antonio. FSR y FNAL sern los dos principales grupos joseantanianos que conseguirn
fusionarse tras la cada del franquismo y formar la Falange Autntica, cuyo objetivo fundamental era continuar
la labor doctrinal que fue interrumpida violentamente en 1937. En 1976 es elegido en Alicante, en el aniversario del 20 de noviembre por el recuerdo de Jos Antonio, III Jefe Nacional de la Falange Autntica.
Estos aos han coincidido de un lado con los problemas internos que han tenido los distintos grupos
joseantonianos que, por desgracia, no han conseguido llegar a la fusin definitiva. En ellos, Narciso Perales ha
tratado de defender a travs de su proyecto poltico: la Falange Autntica, la vigencia de la doctrina de Jos
Antonio. Por otro lado, la supuesta liberacin del franquismo no nos ha conducido a una liberacin social,
moral, nacional, etctera, que debera haber ocurrido si de verdad existiera una democracia profunda.
Dionisio y la Falange
En el plan de los editores de este libro, el captulo que debo escribir corresponda a Patricio Gonzlez de
Canales. Durante algn tiempo, all por la dcada de los cuarenta, muchos falangistas, fsicamente distantes,
confundan a Dionisio con Patricio y Narciso, no slo por la parecida fontica de los nombres, sino tambin por
la similitud de nuestra posicin poltica. Ahora que ha muerto tambin Patricio, despus de una larga, penosa
enfermedad, que soport, como Dionisio soport la suya, con entera resignacin, al tomar su relevo, no lo har
sin recordar su falta de malicia y su increble sensibilidad para los males ajenos.
Creo que fue durante una brevsima estancia en Salamanca, a principios de 1937, cuando tuve las
primeras noticias de Dionisio, del que hasta entonces no haba odo hablar a nadie. Nombrado jefe provincial
de Valladolid por la Junta de Mando, a propuesta de Girn que debi conocerle en alguna de sus visitas de
propaganda y arengas a los combatientes del Alto de los Leones, hechas desde Segovia, haba sido muy
bien acogido por los camaradas vallisoletanos. Todos lo elogiaban, con rara unanimidad, como un verdadero
descubrimiento, sobre todo Girn, que me invit a ir a Valladolid para presentrmelo. Nos reunimos en el
"Cantbrico", un caf entonces moderno, pero ya desaparecido, lugar predilecto de las tertulias falangistas. Me
impresion muy favorablemente. Poco mayor que yo, menudo, vivaz, hablaba con entusiasmo, pero tranquila y
razonablemente. Tena un evidente encanto personal que atraa a sus interlocutores y que me atrajo a m. Ya
haba estado en Valladolid desde el 18 de febrero de 1936 al 11 de julio de aquel ao, permaneciendo en la
23
Colaboracin de Narciso Perales en W.AA., Dionisio Ridruejo, de la Falange a la oposicin, Taurus, Madrid,
1976, pgs. 23-42. Entre otras aportaciones, figuran las de Ramn Serrano Suer, Luis Rosales, Antonio
Tovar y Pedro Lan Entralgo. En principio, fue reclamado para colaborar Patricio Gonzlez de Canales; sin
embargo, al morir ste sin haber dejado escrito alguno, el compilador pidi un original a Narciso Perales, buen
amigo y camarada dicho sea de paso de Patricio. Este mismo texto ser reproducido, con el ttulo de
Dionisio y la Falange, en forma de folleto por el colectivo falangista "Poesa que Promete" (Madrid, 1986, 26
pgs.) (n. del c).
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NARCISO PERALES: VIDA Y TEXTOS - Compilacin e introduccin de Jos Luis Martnez Morant
crcel unos dos meses y medio, por orden gubernativa, es decir, sin ninguna intervencin judicial, como fruto
de tres detenciones diferentes, pero estuvo tambin encargado de la Jefatura Provincial de Falange unos dos
meses y haba hecho el censo de los afiliados que slo en la capital, que debera tener por aquel tiempo unos
cuarenta mil habitantes, rebasaban los mil doscientos. En aquellos meses y singularmente en la crcel, en la
que llegamos a estar un centenar, tuvo ocasin de conocer muy bien a los camaradas de Valladolid y saba del
notable crecimiento de su nmero a expensas de la JAP y de la CEDA organizaciones democristianas de la
poca despus de la derrota electoral del 16 de febrero. Los nuevos afiliados constituan una importante
ayuda, pero tambin un pesado lastre que habr que digerir y asimilar. Cosa difcil de lograr en aquellas
circunstancias. Adems tena el temor de las presiones del ambiente que operaban en la misma direccin,
favoreciendo las desviaciones derechistas.
La guerra civil es siempre un factor prctico de unificacin del pensamiento, en tanto que divide a un
pueblo en amigos y enemigos, es decir, en dos bandos sin que quepan ms que distinciones difciles de
mantener dentro de cada uno de ellos. Estas distinciones se producen solamente en la medida en que pueden
acentuarse las ideologas y exteriorizarse stas con smbolos, consignas y actuaciones autnomas, siempre
dificultosas y especialmente en el bando nacional, donde todo lo simblico se haba generalizado.
Dionisio coincida conmigo enteramente en estos temores. Pronto me invit a que le expusiera mis
opiniones sobre lo que deba ser la revolucin falangista; invitacin que acept muy complacido. Mucho ms
cuando crea que, definitivamente ausente Jos Antonio, slo la preparacin de los jefes la minora, de la
minora inasequible al desaliento podra salvar a la Falange, teniendo en cuenta nuestra disciplina interna,
acentuada formalmente durante la guerra. En todo caso, la inversa, la impreparacin de los jefes o el nombramiento para serlo de personas sin preparacin terica, ni modo de ser falangista, contra lo que nos haba
prevenido Jos Antonio, sera la deformacin definitiva, precisamente por esta disciplina que se revelaba como
nuestro tendn de Aquiles.
Me oy con gran atencin. De vez en cuando me interrumpa para preguntarme alguna cosa a la que le
contestaba en seguida, parecindome que lo haca para confirmar nuestras coincidencias. Finalmente termin.
Entonces me sorprendi dicindome, poco ms o menos: "Sabes lo que te digo?" "No contest, dilo."
"Pues que t eres comunista", me replic. Me qued consternado. Me lo haba dicho sin tono acusatorio,
cariosamente, como querindome corregir de mis errores. Sera posible que un hombre como aqul pudiera
pensar as? Reflexion de prisa. Quiz Girn no le haba hablado suficientemente de m, e inmediatamente
empec a contarle mi historia de terico y de activista, parecindome que esto autorizara especialmente mi
argumentacin. Luego le increp: "Lo que pasa, Dionisio, es que t no eres falangista. T eres slo le dije,
para forzar la discusin un anticomunista, esto es, un reaccionario. Pero nosotros somos le dije
aproximadamente la revolucin verdadera, la que los comunistas no han sabido o no han querido hacer y
que debe hacerse, salvando lo que puede salvarse, que es poco, de la vieja sociedad. No nos movemos en el
plano del enfrentamiento, sino en el de la rivalidad revolucionaria, y si estamos en el movimiento nacional es
porque donde ellos ponen la planta no hay camino de vuelta. Adems conclu no queremos ser una
colonia rusa."
Yo no poda creer que Dionisio fuera un reaccionario. Me pareca simplemente que no estaba preparado.
As que haba que prepararlo. Sin parar, le cit frases enteras de Jos Antonio que me saba de memoria y
aad a continuacin todos los argumentos que me vinieron a la mente. Creo que cit a Panait Istrati que me
haba impresionado mucho y, no recuerdo bien, si a Marx, Lenin, Trotsky y otros que me haba estudiado,
como estudi la anatoma. Reviv delante de l mis viejas discusiones con los comunistas y anarquistas de
Sevilla, le habl de Juanito Orellana, candidato a diputado comunista, que vino de mi mano a la Falange (y fue,
segn supe despus, torturado y asesinado en la checa de la calle Serrano como Manuel Mateo, el lder de los
Sindicatos falangistas y buen amigo mo, y Matorras, tambin antiguos comunistas). Me pareca vital que aquel
hombre fuera un falangista bien formado y no slo fervoroso. Hablamos horas. Al final, estbamos de acuerdo.
Estbamos de acuerdo? Hace poco ms o menos un ao, le recordaba yo esta ancdota ante un
pequeo grupo de amigos y l, confirmndola, me contest: "Pero sa era tu Falange, no la de los dems
falangistas." Conclusin obtenida a posteriori, porque muchos falangistas pensaban as por entonces y l
mismo prob largamente con sus obras y con sus palabras, que aqulla era tambin la Falange suya.
Pas mucho tiempo sin que volviera a ver a Dionisio. Pero en marzo siguiente, supe de una de sus
intervenciones probatorias. En efecto, como la autoridad competente haba prohibido la difusin de un discurso
de Jos Antonio profundamente anticapitalista, Dionisio ocup militarmente la emisora de Valladolid y algunos
puntos claves de las calles, leyendo por la radio y distribuyendo ampliamente el citado discurso. A
consecuencia de ello fue detenido con otros camaradas, instruyndoseles un proceso sumarsimo. La presin
de los falangistas en las calles de Valladolid y de la Junta de mandos en Salamanca, tuvo como consecuencia
que fuera sobresedo el sumario y puestos en libertad despus de cuarenta y ocho horas de detencin en la
Academia de Caballera.
En abril de 1937 se iban a producir sucesivamente tres hechos importantes para la Falange; la destitucin
de Manuel Hedilla como jefe de la Junta de Mando y su posterior designacin como jefe nacional, el trgico
enfrentamiento del hotel Novelty de Salamanca, que ocurri en el entretanto y que cost la vida a Goya,
antiguo camarada de Santander, y del camarada Peral, antiguo directivo de la Juventud Socialista de Sevilla,
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NARCISO PERALES: VIDA Y TEXTOS - Compilacin e introduccin de Jos Luis Martnez Morant
de la que creo que fue presidente, y, finalmente, la unificacin decretada por Franco. Dionisio, que contaba ya
con un prestigio indiscutible, intervino de alguna manera en los acontecimientos. En efecto, l figuraba entre
los consejeros nacionales que proyectaba designar Hedilla y al mismo tiempo como miembro de la Nueva
Junta poltica al lado del camarada Juan Yage y de Pilar Primo de Rivera. El da 25 de abril, fecha de la
detencin de Hedilla, estaba junto a l, y cuando se produjo, se traslad al Cuartel General donde logr
entrevistarse con Franco, y ante l hizo las ms firmes protestas, tanto por la detencin del recin nombrado
jefe nacional como por la forma en que se haba hecho la Unificacin. Crea l, y as nos lo cont ms tarde,
que le salv de ser detenido en aquella ocasin la intervencin del general Monasterio, recin nombrado
entonces jefe nacional de las Milicias Unificadas. Evidentemente, en aquella ocasin, encarn, con indiscutible
gallarda, la rabia, la confusin y la tristeza de todos los falangistas. Tena Dionisio entonces veinticinco aos.
Poco despus fueron detenidos otros falangistas prominentes a los que se acusaba de hacer propaganda
negativa y de descrdito de la gestin y de la persona de Franco para "obligarle a resignar los poderes que
habran de pasar a un adicto incondicional de la Falange", como deca el auto de procesamiento. El 5 de jimio
siguiente tuvo lugar el Consejo de Guerra en el que se incluan todos, que conden a dos penas de muerte a
Manuel Hedilla, a una a Flix Lpez, a Lamberto de los Santos y al capitn Jos Chamorro, a cadena perpetua
a Flix Lpez y ngel Alczar de Velasco, a veinte aos de reclusin a Ricardo Nieto, a diez a Jos Rodiles y
ngel Inaranza y, finalmente, a dos aos de prisin correccional a un falangista desconocido que haba de
tener despus un lamentable papel, Jos Luis Arrese. No eran los primeros falangistas detenidos, ni iban a ser
los ltimos. Ahora bien, la crcel era un riesgo que haba que correr y, en su caso, aceptar. De modo que no
impresionaba demasiado a los falangistas. Conmutadas las penas de muerte por la inferior inmediata, la
relativa tranquilidad de los falangistas se restableci. Ms grave era la confusin en que estbamos todos por
la falta de direccin y la imposibilidad de discusiones pblicas y, consiguientemente, la formacin de multitud
de grupos y capillas.
Constituido el nuevo Secretariado Poltico de FET y de la JONS a la que muchos llambamos Falange
Espaola Tradicionalista de las JONS y de los Grandes Expresos Europeos por aquello de su
desnaturalizacin, la extraa mezcolanza de sus ingredientes y la longitud de su nombre, que se instal en
el Palacio Trilinge de Salamanca, se organiz casi espontneamente una especie de mando falangista en la
casa de Pilar Primo de Rivera, situada en un modesto piso de la plazuela de San Julin. All iban
constantemente Agustn Aznar y otros, as como todos los falangistas de provincias que desempearan algn
cargo o misin. En este lugar tuve la ocasin de encontrar a Dionisio de nuevo en las dos ocasiones en que
estuve en Salamanca. Por l supe de las gestiones que se llevaban a cabo por su mediacin con el Cuartel
General representado por Ramn Serrano Suer. En el curso de estas gestiones, Dionisio lleg a reconocer
en l valores positivos, si bien, como nos ocurra a todos, continuaba teniendo una gran desconfianza en l por
su procedencia cedista y por su parentesco con Franco y la confianza que ste le conceda.
En octubre de 1937 llegaba Raimundo Fernndez Cuesta a la zona nacional como consecuencia de un
canje de presos. La llegada de Raimundo constituy un gran acontecimiento para los falangistas.
Esperbamos de l la voz de mando que nos uniera a todos. Su prestigio indiscutido se deba principalmente a
su cargo de secretario general con Jos Antonio. No es sta ocasin de examinar las causas que iban a
promover despus la volatilizacin de nuestras esperanzas. Dionisio, que acababa de ser nombrado consejero
nacional y miembro de la Junta poltica del partido nico, fue el primer orador de un acto pblico celebrado en
Sevilla en el que Raimundo anunciaba un nuevo perodo para la Falange. Todava estoy seguro de que una
orden de Raimundo hubiera sido cumplida entonces sin vacilaciones por los falangistas, aunque fuera
contraria a las rdenes del autonombrado jefe de la Falange Unificada. A esto se debi seguramente su
designacin de secretario general del Partido nico, que a nosotros nos pareci como un reconocimiento
oficial de su antiguo nombramiento y como una promesa fiable de un cambio de rumbo.
En enero de 1938 se constituye el primer Gobierno de la Espaa Nacional en el que, aparte de Ramn
Serrano Suer, que era tambin presidente de la Junta Poltica (sobre el que segua pesando la desconfianza
de los camaradas), no haba ms que un falangista reconocido: Raimundo Fernndez Cuesta, que adems de
secretario general fue designado ministro de Agricultura. Tampoco es sta una oportunidad para hablar de lo
que significaron en la prctica estos nombramientos. En este Gobierno, Dionisio fue designado jefe de
Propaganda del Ministerio del Interior. Ganbamos as una importante posicin para la Falange; pero l perda
una parte de su prestigio ante los falangistas de la primera lnea que lo conocan mal. De otra parte y l,
como nosotros, se dara cuenta con el tiempo obtuvo con su actuacin el efecto paradjico de que al difundir
nuestras consignas, nuestras aspiraciones ideales y nuestras terminologas favoreca la movilizacin popular
falangista, pero camuflaba en proporcin directa a su eficacia, lo que empezaba a ser una empresa muy vieja,
la defensa de los intereses de los privilegiados. Claro es, que esto no era visible por entonces.
Dos batallas importantes fueron libradas y perdidas con el concurso de Dionisio. stas iban a
constituir una prueba rotunda del porvenir adverso. La primera fue la ordenacin sindical. Se redact un
proyecto por Javier Conde, Joaqun Garrigues y Dionisio, al que se enfrentaba otro del entonces ministro de
Accin Sindical, Pedro Gonzlez Bueno, caracterizadamente reaccionario. El primero fue defendido en el
Consejo de Ministros por Raimundo sin ningn xito, prevaleciendo en la prctica el de Gonzlez Bueno.
Como una compensacin se redact el Fuero del Trabajo, que result ser una simple "declaracin de principios", doctrinalmente ms que discutible. Por entonces se publicaron unas declaraciones de Fernndez
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NARCISO PERALES: VIDA Y TEXTOS - Compilacin e introduccin de Jos Luis Martnez Morant
Cuesta en las que se deca, ms o menos, que el Estado Nacional Sindicalista se caracterizara por la
organizacin de la economa por medio de los Sindicatos, pero que stos no tendran la soberana nacional ni
el Estado se basara exclusivamente en ellos. Menos mal, pensbamos, que nadie daba importancia a estas
declaraciones. En la vanguardia, la guerra absorba todas las inquietudes. En la retaguardia, ya se vea claro
que eran precisas todas las maniobras para sobrevivir como organizacin y si Raimundo lo deca... es que era
conveniente decirlo. Todo quedaba en rigor aplazado para despus de la victoria.
La segunda batalla fue la discusin de un proyecto de reorganizacin de FET y de las JONS que apoy
Dionisio en la Junta Poltica. Segn mis referencias de la poca, se discuti principalmente la posicin del
Partido en relacin con el Gobierno. Sostuvo Dionisio que, siendo el Partido anterior al Gobierno, debera estar
situado por encima de l, correspondindole la inspiracin poltica del mismo, mientras al Gobierno le
correspondera la administracin. No se trataba de una imitacin de lo que ocurra y sigue ocurriendo en
Rusia, sino ms bien, digamos, un expediente de urgencia inspirado en las palabras de Jos Antonio a
aquellos que nos reprochaban la falta de personas capacitadas para gobernar. Jos Antonio haba dicho
aproximadamente (hablo de memoria): los tcnicos en administracin son expertos individuales fciles de
reclutar. Lo que importa es tener claras en la cabeza las ideas de lo que hay que hacer.
La oposicin fue encabezada por Sainz Rodrguez, ministro de Educacin Nacional y hombre fuerte de la
derecha. La discusin se convirti en un amplio debate poltico en el que intervinieron varios de los miembros
de la Junta, formada por seis ministros y seis dirigentes del Partido. En el apoyo a Dionisio se distingui
Fernando Gonzlez Vlez, mdico rural de Santa Marina, de Len, hombre rudo, pero de palabra fcil, que se
enfrent duramente con Sainz Rodrguez. Segn me refirieron, ste lleg a decir: "De modo que los obreros
deben estar por encima de mis electores de Santander". "Naturalmente que s", le contest Vlez. "Pero, eso
es la revolucin", dijo don Pedro. "Pues de eso se trata", afirm Dionisio. Finalmente, Sainz Rodrguez
encontr el argumento decisivo. "En todo caso, lo que ustedes pretenden es una prueba de desconfianza en el
Gobierno." Esto decidi a Franco, que intervino: "Ms que desconfianza hacia el Gobierno, es desconfianza
hacia m." Dionisio se levant de su asiento, hubo un instante de violencia y despus unas palabras
conciliadoras de Franco... y el triunfo de la tesis de Sainz Rodrguez. El proyecto no pas de ah. Meses despus se produjeron algunas derivaciones de este enfrentamiento; Vlez y Aznar, que se marcharon al frente,
fueron detenidos bajo la acusacin de haber proyectado determinadas acciones y realizar no s qu acciones
conspiratorias, siendo trasladado Vlez primero a la crcel de Logroo, donde estaba yo encargado de
reorganizar la Falange, y despus a lugar ms seguro, en el Penal del Puerto de Santa Mara. Aznar, creo que
fue conducido a la crcel de Palencia y, ms tarde, al Penal del Dueso en Santander, en el que quise visitarle
en vano. Se me inform por el propio Raimundo que yo tambin estuve a punto de ser detenido no s en
realidad por qu, pero que me haba salvado la intervencin de Sancho Dvila.
Los acontecimientos me decidieron a abandonar la actividad poltica, cuyo rumbo ulterior me pareca
claro, y reincorporarme de nuevo a las milicias, continuando, ya destinado en Sanidad Militar al acabar la
guerra como oficial mdico asimilado, hasta bien entrado el ao de 1941. No obstante, estando destinado en el
Hospital Militar de Guadalajara, en noviembre de 1939, fui conducido a la Direccin General de Seguridad para
ser interrogado sobre mi supuesta pertenencia a un triunvirato de la Falange autntica, que desgraciadamente
no tuvimos ocasin de organizar. En el mes de julio de ese ao, mientras estaba con permiso en Madrid para
hacer unas oposiciones, tuve ocasin de or desde la calle las palabras de Ramn Serrao Suer
pronunciadas con ocasin de la declaracin de guerra de Alemania a Rusia: "Rusia es culpable." Hablaba
desde el balcn de Secretara General. Entr en el edificio, sub a la Delegacin Nacional de Sanidad, que
desempeaba Agustn Aznar, ya rehabilitado, y me inscrib como voluntario. Tambin fue voluntario Dionisio.
Recin nombrados nuevos ministros, caracterizados como falangistas, nos pareca que era una nueva ocasin
de forcejeo en mejores condiciones. Dionisio tuvo ms suerte que yo, o as me lo pareci entonces, porque fui
requerido por Aznar y Lima a abandonar mi propsito e incorporarme a una tarea de responsabilidad poltica.
Se trataba de rescatar la Falange, se me dijo, a travs de las Jefaturas provinciales. Das ms tarde y para
disipar mis dudas, me entrevist con Ramn Serrano en La Granja, donde veraneaba entonces. Mi entrevista
dur casi ocho horas. Llegu a la conclusin de que estaba sinceramente decidido a apoyar a Falange.
Finalmente acept, y el 31 de julio era designado Jefe Provincial de Len y tambin Gobernador Civil. Meses
despus, estaba claro que nuestros propsitos eran vanos. Y al regreso de Dionisio de la Divisin Azul, habl
con l largamente en Torrelodones, lugar que haba escogido para convalecer de una afeccin pulmonar.
Encontr en l una actitud desanimada. No le o ninguna afirmacin optimista en ninguno de los temas que
abordamos.
A finales de agosto siguiente se iba si producir el "incidente de Begoa", que no es ocasin de relatar
aqu, pero que habr que contar en alguna otra ocasin. Me toc a m por obra de las circunstancias y por mi
propia voluntad, en la esfera poltica, la defensa de la vida de Juan Domnguez Muoz, botones de una
compaa de seguros en Sevilla antes de la guerra, falangista por mi mediacin a fines de 1933, protagonista
de aventuras increbles y hombre de valor temerario. Mi gestin, que dur varios angustiosos das, fracas, y
se produjo el fusilamiento de Juanito. Muri como caba esperar, serenamente, despus de dirigir la palabra a
los soldados que haban de fusilarle, cantando el Cara al Sol. No pas de la primera estrofa. La vida de Juanito
era a mis ojos ms que la vida de un camarada extraordinario. Era tambin la moral de la Falange. Si sta
aceptaba su muerte sin protesta -y esto iba a ocurrir porque no haba ninguna posibilidad de hacer pblicos
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NARCISO PERALES: VIDA Y TEXTOS - Compilacin e introduccin de Jos Luis Martnez Morant
los hechos me pareci que haba acabado para siempre, porque la Falange no era ya ms que una posicin
moral, y en tanto que era eso, podra resurgir como fuerza poltica; pero si ni siquiera pareca ser eso... la
Falange habra pasado a la historia.
Vi a Dionisio el penltimo da de mis gestiones. Por entonces, l estaba fuera de Madrid, pero, alertado,
haba venido para el caso. Hablamos largamente. Dionisio, que haba dejado ya la Direccin de Propaganda
creo que en el mes de mayo anterior perteneca an al Consejo Nacional y la Junta Poltica y diriga una
revista Escorial que buscaba la apoyatura de los intelectuales a la Falange. Atravesaba una crisis,
convencido de la inutilidad de todo esfuerzo para enderezar las cosas. Me dijo que hada das que haba
enviado una carta a Ramn Serrano Suer para que se la hiciera llegar a Franco, explicando su decisin. Le
cont lo que ocurra y su probable desenlace. Su indignacin era comparable a la ma. Dionisio no quiso venir
a la reunin de Ministros falangistas y otros dirigentes, que yo promova en el despacho de Arrese, para
forzarlo a mantener una posicin enrgica que evitara el desenlace previsto. La consideraba completamente
intil, pero deleg su representacin en m como haba hecho Lima Melndez. Tena razn y yo lo haba
presumido. No haba nada que hacer, pero no me resign todava. Hasta las cinco de la maana estuve reunido despus con Serrano Suer en su casa, intentando convencerle de que hiciera una nueva gestin
disparatada para suspender el fusilamiento a ltima hora. Si se suspende, pensaba, no se realiza. A esta hora
yo estaba plenamente convencido de que Serrano no poda hacer nada. Me march al hotel y dorm tres
horas. A las nueve de la maana comunicaba mi decisin de abandonar mis cargos a Galarza, Ministro de la
Gobernacin y amigo del General Varela, que estuvo en el otro bando y a pesar de esto me tena en gran
estimacin. La entrevista fue muy curiosa. Fui a Len, me desped de todos sin recatar los hechos, que refer
tambin a los dos generales (Pacheco, Gobernador Militar, y Redondo, Jefe del Tercio de la Guardia Civil),
ambos buenos amigos mos. Mand una nota al peridico local bastante expresiva y sal para Madrid. Mi
despedida de los camaradas, con la presencia de los generales y del obispo Carmelo Ba- llester al que
tambin haba contado los hechos fue estimulante. Das despus llegaba en un viaje triunfal el Jefe del
Estado, siendo recibido con bastante frialdad y mucho desconcierto. Me contaron que hubo gritos de Viva
Yage!
Volv a Madrid y me reun de nuevo con Dionisio. Comimos con un camara- da en el que hasta entonces
habamos tenido mucha confianza y le invitamos a ayudarnos a organizar una Falange clandestina. Nos
contest que nos ayudara "desde dentro". Recuerdo bien que Dionisio le dijo: "Ahora todos queris ayudar
desde dentro." March a Linares a casa de mis padres. Cuando llegu, tema en la puerta un polica de da y
de noche. Fui informado despus, estaba confinado.
Dionisio, que reprodujo la carta dirigida al Jefe Nacional, envindola esta vez al Secretario General por
si Serrano no le daba el curso apetecido tambin fue confinado. El 4 de septiembre haba ya un nuevo
Gobierno, Serrano Suer haba cesado.
Confinados en distintos lugares, pasaron unos dos aos hasta nuestra siguiente entrevista. Proyectaba
Dionisio su viaje de bodas y le convenc de que variara su itinerario, pasando por Palma de Mallorca, donde
estaba Hedilla confinado, despus de su salida de la crcel. Como, dada su amistad con Serrano, podra
despertar la suspicacia de Manuel Hedilla (teniendo en cuenta la interpretacin equivocada que haca de la
actuacin de Serrano en su caso) le ped a Ricardo Nieto, que fue encarcelado con l y que haba salido del
presidio despus de tres aos, una carta de presentacin y respaldo, que con gusto le dio. Tratbamos de
recabar su colaboracin, que hubiera sido til. Poco despus, ramos confinados de nuevo los dos.
En los dos confinamientos, mal comunicados, no podamos pensar en una accin coordinada, pero ambos
trabajbamos por nuestra cuenta. En contacto con los mineros de Linares, descubra yo la Medicina del
Trabajo a la que iba a dedicar despus la mejor parte de mi actividad profesional. Pero no renunciamos a
nuestra tarea poltica especfica y a mi regreso a Madrid (1945) propona la constitucin de una "alianza
sindicalista", para lo cual celebramos una reunin demasiado numerosa en un ambulatorio del Puente de
Vallecas. Dionisio estaba en Catalua. Un nuevo intento de confinamiento no prosper, porque quien lo
plante un Jerarca Fetejonsista utiliz el intento como parte de una maniobra poltica en beneficio propio,
que no prosper.
Mucho despus, volv a ver a Dionisio, de vuelta de su permanencia en Italia como corresponsal de
Prensa. Empezaba a pensar de otra manera. No obstante, todava en 1955 haba de exponer una tesis
bastante coincidente con la nuestra en la conferencia que pronunci en el Ateneo de Barcelona en 1955, que
fue organizada por la Hermandad de Excombatientes de la Divisin Azul. Se inici contra l un proceso que
luego qued en nada, pero las tribunas pblicas se le iban a cerrar en adelante.
Aqu podramos considerar cerrado el ciclo falangista de Dionisio. Su itinerario ntimo lo describe l mismo
en el Prlogo de su libro Escrito en Esparta, editado por dos veces en Buenos Aires, en 1962 y 1964, que es
uno de los pocos libros serios que se han publicado sobre los problemas espaoles del pasado prximo y del
inmediato futuro que ya empieza a ser presente. Unas ideas muy claras, la sntesis entre los valores
nacionales y tradicionales y los valores sociales y revolucionarios le llevaron a inscribirse en la Falange. No
tuvo ocasin de contrastar estas ideas en Segovia, donde viva entonces, ms que en algunas polmicas con
sus amigos derechistas, que, sin que l nos lo diga, estoy seguro de que supo ganar. Conoci a Jos Antonio
fuera de los crculos falangistas, le impresion mucho, lo admir sin condiciones y lo tom como modelo y
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NARCISO PERALES: VIDA Y TEXTOS - Compilacin e introduccin de Jos Luis Martnez Morant
nunca dej de admirarle hasta su muerte, como l confiesa, "aunque muchos de sus pensamientos me
parezcan hoy inmaduros y otros contradictorios y equivocados", como dice en su citado prlogo, olvidando que
quien evolucion tanto desde el discurso del 29 de octubre de 1933 (en el que inclua algunos conceptos
reaccionarios que fueron mal acogidos por una pequea parte de los que figurbamos en la Falange primitiva)
hasta sus palabras y escritos de 1935 y 1936, totalmente revolucionarios, mal habra formulado por entonces
sus pensamientos definitivamente. En realidad, la atraccin que ejerci Jos Antonio sobre Dionisio se debi
principalmente a que encontr en l el espritu crtico y la duda. As dice "en verdad Jos Antonio no tena
aquella seguridad histrinica de los jefes fascistas e incluso no fascistas y pareca estar en actitud crtica
frente a s mismo, buscando lo que no acababa de encontrar" (el subrayado es mo).
El viento de la guerra inevitable y sus propias y excepcionales condiciones, que no su voluntad, hicieron
de l un Jefe falangista. Hombre de recta conciencia, se prepar para desempear ms que decorosamente
su papel y sirvi lealmente su causa, poniendo a su servicio sus extraordinarias dotes de orador, escritor y
poltico. Pero nunca lleg a ser un doctrinario. Le faltaron las vivencias que en Jos Antonio actuaron a travs
de su exquisita sensibilidad, y mucho ms modestamente en gran parte de los viejos falangistas, por el
contacto directo con los problemas sociales, que fueron, en la etapa anterior a la guerra, el mvil decisivo para
el hallazgo de las soluciones revolucionarias que exiga la trgica visin de "la Espaa corrompida por la
injusticia". Pero esto no le impidi servir fervorosamente a estas soluciones.
Dionisio, como todos los verdaderos falangistas, cay en la trampa de la guerra. Muchos, los mejores,
murieron en ella. Otros -y uno de los primeros, l nos encontramos durante algn tiempo entregados a un
forcejeo intil dadas las circunstancias, en el que desde el principio llevbamos las de perder y perdimos.
Todos estuvimos expuestos a la tentacin sansoniana, para emplear una de sus ms expresivas palabras, y, si
no camos en ella, fue y l lo saba muy bien por nuestro ingenuo patriotismo y nuestra infatigable
esperanza, aprovechados por otros. Acabada la guerra y consolidado por la victoria y los acontecimientos
posteriores el Gobierno de uno solo, y no precisamente de los nuestros, la Falange asisti impotente a su
propia disolucin interna y a la vez como nos haba prevenido Jos Antonio el 24 de junio de 1936 a la
reinstauracin "de una mediocridad burguesa conservadora (de la que Espaa ha conocido tan largas
muestras) orlada para mayor escarnio con el acompaamiento coreogrfico de nuestras camisas azules".
Hicimos lo que pudimos por salvar a la Falange escarnecida y expropiada de sus smbolos y de sus
hroes. Y pudimos muy poco. Muchos de los falangistas conocidos estuvimos sometidos a una doble prueba:
la persecucin o el soborno. La mayora resistimos. Algunos cayeron de buena fe y otros, calculado- ramente,
en la teora del bien-posible que tanto habamos reprochado a los bienpensantes, y con su continuada
presencia aumentaron ms la confusin. La mayora, desorientada, se desmoviliz polticamente ante la
impotencia y el desencanto. Otros persistimos durante bastantes aos, cada da con menos eficacia, y siempre
debajo del carro.
Mucho tiempo despus esto que habra que escribirlo aparte con detalle, cuando nos pareca que la
Falange no podra quitarse de encima las culpas que no eran suyas, cuando la "revolucin pendiente" se
convirti en un tpico risible, cuando se nos apareca como imposible, al menos durante el mando de Franco,
todo intento de deshacer un engao tanto tiempo mantenido, se produjo la crisis ms grave de Dionisio.
Como les ocurre siempre a los derrotados, no ramos capaces ya de distinguir en las causas de nuestro
vencimiento, los que se deban a los poderes que monopolizaron la victoria, de nuestros propios errores
juveniles, los defectos de la organizacin, el cambio del ambiente exterior o las supuestas deficiencias de una
ideologa que no se elabor en la tranquilidad de los gabinetes de estudio o en la paz de las bibliotecas, sino a
salto de mata, entre la persecucin y la lucha y en escasamente tres aos y por muy pocas personas, de las
cuales las ms notables, por no decir todas, desaparecieron trgicamente en acciones de guerra o ante el
paredn de los fusilamientos, como haban desaparecido en las mismas circunstancias ms del sesenta por
ciento de los falangistas primitivos.
Dionisio, angustiosamente, se plante el siguiente dilema sobre las actitudes posibles: "volver a la
democracia, cantando humildemente el mea culpa, o decidirse por la revolucin genuina, sin miramientos, era
lo que le quedaba" y aade "demasiado liberal por temperamento y reflexin para lo segundo yo,
honradamente, no poda estar sino en lo primero". Quiz por el ambiente de la apacible falange segoviana de
la anteguerra, por las agitadas circunstancias de la lucha poltica del 36 al 39 y por las derrotas de la paz,
olvidada en ese momento que ya estbamos, en lo que l llama la revolucin genuina, antes de que las
peripecias de la historia nos colocara delante la fatalidad de la contienda, que Jos Antonio quiso evitar
intilmente (por incomprensin del otro bando) tan pronto como supo el fracaso del golpe de Estado, como se
sabe pblicamente ya, por los "borradores secretos" de Jos Antonio que dio a conocer Prieto; pero que
nosotros conocimos en 1939 por el mismo sumario de la causa de Alicante (lo propuso a Martnez Barrios)
conservado cuidadosamente oculto, por Jos Mara Mancisidor y tardamente editado en 1963.
Pero, haba escogido finalmente Dionisio, impulsado por su carcter, el camino de la democracia
parlamentaria y burguesa?, sera verdad, como crea Herclito, que el carcter es el destino del hombre? o
no era ms cierto que, como pensaba Ortega, yo soy yo y mis circunstancias? En cualquier caso, sa fue su
honrada conclusin y repitindomela, precisamente el 5 de mayo de 1956 (lo recuerdo muy bien por otro
acontecimiento que no hace al caso ahora), me propuso que me encargara de la organizacin de su Partido,
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NARCISO PERALES: VIDA Y TEXTOS - Compilacin e introduccin de Jos Luis Martnez Morant
que por entonces no exista ms que en su cabeza, que llamaba Partido social de accin democrtica.
Pensaba l que no tena las especficas aptitudes que requieren las tareas de organizacin, pero l crea
poderla animar en cambio.
Le argument en defensa de la tesis revolucionaria, afirmando que era ms coherente con nuestra
ideologa sostenida tanto tiempo, que la tesis de la democracia burguesa. Ciertamente admit puesto que
venamos sostenindolo plenamente convencidos de que lo peor es la dictadura capitalista, pero segua
parecindome que la democracia burguesa era incapaz de resolver los problemas espaoles y sobre todo los
de los trabajadores que deberan ser los nuestros (como acaso haya ocasin de comprobar en los prximos
aos). No le negaba la eficacia del artificio de la democracia parlamentaria que permite a la burguesa y a sus
agentes dar la ilusin a un pas de que se gobierna por s mismo, mientras en realidad divide a los ciudadanos
y los fuerza dentro de las reglas que establece a cooperar con el gobierno incluso desde la oposicin,
haciendo prcticamente imposible la revolucin social necesaria. Un mecanismo similar, pero ms puro, podra
ser til despus del cambio, pero podra serlo antes? Defendi l la evolucin y de mi parte defend la
revolucin, puesto que la evolucin se extingue a la larga. Discutimos largamente y nos separamos aquel da
sin llegar a un acuerdo. Pero esto no debilit lo ms mnimo nuestra amistad.
Poco despus, sus conclusiones le haban lanzado a la actualidad poltica, porque l, a diferencia de los
nuevos demcratas que ahora proliferan por todas partes, supo ser consecuente entonces, arrostr los
peligros consiguientes, conoci la crcel en dos ocasiones y sacrific muchas de sus posibilidades como escritor y poeta. Y no se le oy; no quiso orle casi nadie. Y ahora, cuando le oiran las gentes, cuando al conjuro
de su potica y conmovedora elocuencia y al encanto de su "gesto y su prosodia" hubiera arrastrado
multitudes, desaparece. El hombre propone y Dios dispone. Y es, luego de su muerte, cuando alguien, con la
frialdad de un entomlogo clasificando insectos, pero no sin cierta admiracin contenida, lo cataloga como la
oposicin testimonial y hroe, con minscula, de nuestro tiempo. No sin subrayar como significativo lo
siguiente: "la audiencia real que tuvo entre los estudiantes, que luego con el paso del tiempo y la radicalizacin
de stos perdi", sin captar ni por un momento la realidad de aquella "audiencia", que uno no sabe si busc en
l experiencia, amparo o consejo; pero s est seguro de saber que no estaba formada por partidarios de sus
tesis, aunque l defendiera gallardamente a los que le acompaaron en su primer encarcelamiento en una
carta alegato de cincuenta y tres pginas, cuya copia conservo, que mandara en su tiempo a la Junta Poltica
Fetejonsista. El ilustre entomlogo se equivoca despus por segunda vez cuando afirma que "perdi toda la
base juvenil (...!) y, sin ganar ninguna otra, opt (;...!) por dirigir un partido de notables, menos an, una
agrupacin de profesores, cuyos nombres se enuncia, olvidndose algunos, para atribuirles como motivacin
de su aproximacin a Dionisio la mala conciencia y el lavado de culpas, cuando, por lo que conozco, no hay
nada de eso, sino el retorno o el emplazamiento en la verdadera posicin poltica que corresponda
ciertamente a cada uno de ellos y que esta vez estaba defendida y animada por las firmes convicciones, la
resuelta voluntad y el sereno valor de Dionisio Ridruejo.
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NARCISO PERALES: VIDA Y TEXTOS - Compilacin e introduccin de Jos Luis Martnez Morant
Esta entrevista de Julin Lago a Narciso Perales fue publicada en el semanario Intervi, 31, Barcelona, 1622 de diciembre de 1976, pgs. 26-28 (n. del c).
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NARCISO PERALES: VIDA Y TEXTOS - Compilacin e introduccin de Jos Luis Martnez Morant
Simplemente la experiencia.
Le parece que se dan, histrica y sociolgicamente, las mismas circunstancias para repetir hoy el
experimento?
No. Pero tampoco la Falange es la misma. El propio Jos Antonio, que parte de una concepcin
fascista, tiene una evolucin muy clara hacia un movimiento de creacin original. Y esto puede verse en sus
escritos de mil novecientos treinta y tres al treinta y seis.
No ser usted un nostlgico?
No. Yo vivo en funcin del futuro, pero no del pasado. Jos Antonio dijo: "El comunismo lleva en su
seno los grmenes de un mundo mejor hasta hora negado... Tenemos que saltar desde la orilla del orden
social que se derrumba a la orilla del orden nuevo prometedor que se adivina, ahorrndonos la etapa
intermedia". Qu es, consiguientemente, lo que debemos hacer? Ni ms ni menos lo que viene detrs del
comunismo.
No se considera a s mismo anticomunista?
No. Yo estoy ms all del comunismo. Yo estoy en el poscomunismo. Le siendo muy joven a Lenin y a
Marx. Creo que soy uno de los pocos espaoles que conocen "El capital".
Y qu es lo que no le gusta de la aplicacin de esta filosofa?
En primer lugar, Rusia. En segundo lugar, la burocracia. El partido es en los pases comunistas un
instrumento del imperialismo. Marx dice que el problema radica en la supresin de la propiedad privada y que
sta debe ser transformada en propiedad comn. Pero, claro, esto es una abstraccin. Porque la propiedad
comn la administra la burocracia y eso va contra la libertad del hombre que pasa a constituirse un nmero y a
ser mandado por el que ms posee.
Sin embargo, supngase que le dan a elegir entre una dictadura de izquierdas y una de derechas. Con cul
de ellas se quedara usted?
Me lo pone muy difcil. No s qu hara. Me ira de aqu o quiz me tirara al ro, porque ya hemos vivido
bastante tiempo durante una dictadura con Franco y eso no es nada agradable.
Cul ha sido el ms grave perjuicio que ste, segn su criterio, hizo a la Falange?
Sin duda, el falseamiento de su revolucin. Franco ha tenido en sus manos una Espaa de cera; pero a
l no le preocup ms que perpetuarse, como fuera, en el poder. No era inteligente, pero tuvo evidentemente
dos condiciones: el valor y la astucia. l saba que a la gente se la puede callar mediante el soborno o
mediante la persecucin.
A usted tambin le tent?
Tambin. Hace veinte aos, por iniciativa de Antonio Gallego, que era entonces director general de
Bellas Artes, me concert con l una audiencia que dur casi dos horas. Cuando sal de ella, Villavicencio me
pregunt: "De qu habis estado hablando? Te ha dedicado a ti ms tiempo que a nadie de todos cuantos ha
recibido en lo que va de ao". Y lo que yo le dije a Franco fue lo siguiente: "Mire, mi general, el comunismo
viene y es natural que venga, porque no se ha hecho lo que ha debido hacerse". "Y qu es lo que deba
haberse hecho?". "Sencillamente: la nacionalizacin de la Banca y su cogestin por parte de los bancarios,
para impedir que a los puestos directivos vayan los polticos fracasados, la nacionalizacin de los servicios
pblicos, de los funcionarios del Gobierno y de la industria bsica por el mismo sistema, la sindicalizacin de
las empresas medias y grandes para que fueran manejadas en rgimen de cooperativas obreras, la reforma
agraria...". De pronto, Franco me cort: "Perales, si hubiramos llevado a cabo todo eso hubiramos tenido
que fusilar a ms de la mitad de los padres de nuestros compaeros". "No, mi general le repliqu yo, tal
vez a algunos; pero, sin embargo, Espaa se ahorrara la sangre que luego se derramar". "No se apure
usted; maana viene la Monarqua", continu l. "La Monarqua? Eso puede ocurrir en Grecia despus de la
segunda guerra mundial y merced al apoyo del Ejrcito ingls, pero no aqu", le dije yo. Franco entonces me
contest: 'Usted se equivoca, porque la nuestra es una Monarqua social, catlica y representativa". "No, mi
general, esos son adjetivos que no significan nada, porque, a la hora de la verdad, la Monarqua es siempre la
Monarqua. Y de esa manera no se resuelve nada", conclu yo.
La Falange que usted representa es republicana?
Nosotros somos neutrales. No nos vamos a tomar ningn trabajo para atacar la Monarqua. No creo que
persista.
Tienen decidido actuar en la ilegalidad?
Actuaremos cmo y dnde podamos.
Le gustara que le dejaran entrar en el juego democrtico de las urnas?
Eso est por discutir en el congreso nacional de militantes que celebraremos.
Pero defiende o no el sufragio universal?
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NARCISO PERALES: VIDA Y TEXTOS - Compilacin e introduccin de Jos Luis Martnez Morant
En qu sentido...?
En el sentido de un hombre un voto.
Yo defiendo ms la competencia de cada hombre para resolver sus propios problemas. El poder no
debe ser concentrado en nadie, sino que debe ser distribuido entre todos.
No cree en las democracias liberales?
Hasta ahora ha sido un fracaso estrepitoso. Son, desde luego, mejor que una dictadura, porque, en
ltimo extremo, siempre supone un paso hacia la libertad.
Qu rgimen hay en el mundo que se aproxime ms al ideal que usted tiene en la cabeza?
En alguna medida, Yugoslavia. Pero Yugoslavia no es un pas, sino un "puzzle" de pases y constituye
una realidad falseada por el comunismo. Es ms, yo le dira que la suerte de Espaa es decisiva para el futuro
de Europa.
Le inspira confianza cmo est hacindolo el presidente Surez?
Ninguna! La reforma es una comedia que nos puede llevar a la tragedia. Cmo van a ser demcratas
hoy los que fueron franquistas y autoritarios ayer mismo? Cmo puede hablarse de libertad si en Alicante se
nos ha impedido manifestarnos? El Gobierno Surez habla ahora de partidos y de democracia para complacer
a los americanos. Y, frente a ellos, estn los comunistas y la expectativa, esperando que el destino de Espaa
se incline a favor del imperialismo de la URSS. Ambas superpotencias aspiran a lo mismo: no perder o imponer su supremaca. No somos ms que un campo experimental, que podemos acabar siendo un nuevo
Vietnam.
La va intermedia por la que usted aboga no se aproximar, salvando la distancia del tiempo, al ensayo
fascista de Mussolini?
No. Nosotros de lo que tenemos vocacin es de tercermundistas. Creemos que el tercer mundo va a
encontrar su propio camino, su propio entendimiento. Para m, la esperanza no est en la Espaa del mes de
febrero, sino en la Espaa de dentro de tres aos. Y la salvacin de la misma est en la Falange que tiene que
resurgir, que empieza a resurgir ya. Que, por supuesto, nada tiene que ver con el partido franquista, con la
Falange de Fernndez-Cuesta, con la Falange adulterada y desvirtuada de la extrema derecha. Que no es otra
que la Falange con la que so Jos Antonio.
Por qu, sin embargo, su hermana Pilar no est identificada con la suya?
La pobre Pilar en la Falange es un cero a la izquierda. Ella nunca entendi a Jos Antonio y ha tenido
una trayectoria desconcertante. Porque desde la postura que mantuvo en los cenculos de la plaza Juliana, de
Madrid, donde se lucha por la pureza frente a Serrano y contra la contaminacin franquista, se pasa al polo
opuesto y se entrega atada de pies y manos a Franco. Desgraciadamente, a los espaoles Franco les ha
engaado muchas veces y ahora resulta difcil hacerles distinguir entre la verdad y la mentira, entre lo
accesorio y lo fundamental, entre lo externo y lo profundo.
Usted no considera importante lo de la camisa azul?
Yo no la llevo.
Por qu?
Porque la llevan Blas Piar y Fernndez-Cuesta, que no son falangistas. Fernndez-Cuesta ha sido, sin
duda, quien ms dao ha hecho a la Falange. Siendo, como era, secretario general y el nico superviviente de
la Junta, Raimundo no hizo ms que poner la Falange a disposicin de Franco, disfrutando a cambio los
beneficios correspondientes a tal actitud. Y, al final, pretende identificar a Jos Antonio con Franco, que son
totalmente inidentificables. Todo por qu? Porque los dos mueren un veinte de noviembre?... Tambin
muri el veinte de noviembre Buenaventura Durruti, que tema dos hermanos viejos falangistas que los mataron
en zona roja, y otro, Manuel, que se inscribi en la Falange al comenzar la guerra y que fue muerto por los
derechistas en Len. Ms razn habra, pues, para por tal motivo declarar el veinte de noviembre el "Da de la
Concordia Nacional".
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NARCISO PERALES: VIDA Y TEXTOS - Compilacin e introduccin de Jos Luis Martnez Morant
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NARCISO PERALES: VIDA Y TEXTOS - Compilacin e introduccin de Jos Luis Martnez Morant
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Esta entrevista de Andrs Carabantes a Narciso Perales fue publicada en el semanario Cambiol6, 262,
Madrid, 19 de diciembre de 1976, pgs. 64-65 (n. del c).
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NARCISO PERALES: VIDA Y TEXTOS - Compilacin e introduccin de Jos Luis Martnez Morant
conglomerado inteligible. Y, sobre todo, somos iberoamericanistas, aunque no coincidamos con los regmenes
de la parte sur del hemisferio, pero s con sus pueblos. Es la voz de la sangre y de la lengua."
Abstencin
"El referndum? Preconizamos la abstencin. No confiamos en el Gobierno, ni en sus propsitos.
Nosotros presentamos antes la documentacin para ser reconocidos como la Falange verdadera y, sin
embargo, se lo dieron a Fernndez-Cuesta, uno de los responsables de que se reconozca a Falange como 'el
partido de Franco'. Podramos confiar en el Gobierno despus de eso?"
"No es de hoy nuestra oposicin a Franco. Yo dej la gobernacin civil, en 1941, cuando el fusilamiento
de Juanito Domnguez. Ya estaba en descomposicin el rgimen. El problema comenz con su enfrentamiento
entre tradiciona- listas y falangistas. En el santuario de Begoa, Bilbao, se hizo un acto que formaba parte de
un programa de agitacin tradicionalista. Haba en la calle pintadas como 'No queremos socialismo de Estado',
'Abajo la Falange', 'Muera Franco'. Durante el acto, presidido por el general Varela, entonces ministro del
Ejrcito, se produjo un encuentro entre Calleja y Berztegui, falangistas que protestaban por el carcter de los
gritos de los tradicionalistas, y otro grupo de stos. Pas en ese momento por all el coche donde Domnguez y
otros acudan al lugar y aument el tumulto. Uno de los del automvil, que regresaba de la Divisin Azul,
llevaba granadas de mano, de esas que caben en el puo, y arroj una al aire, lo que caus varios heridos.
Los falangistas fueron tan inocentes que denunciaron los hechos en la Comisara de Bilbao. Les metieron
presos, y comenz entonces uno de los procesos ms vergonzosos del rgimen."
Penas de muerte
"Varela dijo que el atentado haba sido contra el Ejrcito, personalizando en l. En el sumario se rechazan
testigos de la defensa. El caso es que en el sumario qued aquello como un atentado contra Varela. Se
conden a muerte a Juanito y a Calleja. ste se salv por ser gran mutilado, pero Domnguez fue fusilado. Yo
saba que esa iba a ser la gran derrota, y la desaparicin de la Falange por mucho tiempo. Vine a Madrid,
realic gestiones, y todo fue en vano. Domnguez fue acusado, incluso, de agente ingls, cuando haba
colaborado, por el contrario con los alemanes. Valentn Galarza, entonces ministro de la Gobernacin, me
recibi en mi carcter de gobernador civil de Len. Le comuniqu que renunciaba al cargo: 'Me voy porque
esto es una mierda', le dije. 'Bueno respondi, comprendo que un hombre como usted no puede actuar en
un clima prostituido como ste.' l tambin se marchaba de su puesto. Me abraz y me brind su amistad para
siempre. Corra el riesgo de ser acusado de abandono de cargo, pero me fui de la Gobernacin dando un
portazo.
"Desde casi el principio haba desconfiado. Fui el nico gobernador civil en la historia del rgimen que no
jur fidelidad a los principios del Movimiento y Leyes Fundamentales. Dije: 'Los principios del Movimiento son
los de la Falange no es as? Pues bien, yo ya los he jurado'. El desplante de dejar el cargo de gobernador me
cost varios aos de persecucin y confinamiento, incluso siete meses de arresto en un cuartel, porque era
mdico militar. Al confinarme en La Lnea, me hicieron un favor, porque estudi los problemas mdicos de los
mineros y eso fue decisivo para mi vida. Hice el estudio ms importante que se ha realizado sobre silicosis,
manganismo, enfermedades de los trabajadores del carbn, el plomo, y otras ramas. Soy autor principal del
Tratado Espaol de Medicina y Seguridad del Trabajo, y durante seis aos fui vicepresidente de la Comisin
Internacional de esa Medicina".
"La medicina del trabajo fue lo ms importante de mi vida, junto con la militancia en Falange. Tom parte
en el Alzamiento en Granada, en cuyos frentes estuve, hasta ser enviado a Crdoba, como delegado en la
Jefatura Territorial de Andaluca. En 1938 solicit y obtuve el cese en esas funciones por disconformidad con
la marcha de los acontecimientos, y me march al frente de Teruel, en una Bandera de Palencia, donde
permanec hasta el fin de la guerra."
El rebelde
"Eran tiempos muy difciles. Ya antes de la lucha se tomaron muchas medidas para proteger a los
camaradas. Por ejemplo, Jos Antonio no quera que se afiliaran mujeres, por ser ms indefensas ante la
situacin. Entonces, entre los fundadores del SEU, Sindicato Espaol Universitario, se inscribi un tal Justino
Rodrguez de Viguri, que era en realidad una mujer de nombre Justina. Al conocer la trampa Jos Antonio, se
decidi a admitir la afiliacin de las mujeres."
"Desde luego, nunca dej la poltica. Clandestinamente, particip del intento de creacin de la Alianza
Sindicalista, en 1945, y en otros intentos de reorganizacin con Eduardo Ezquer y con Dionisio Ridruejo."
"En los aos sesenta particip en el reflorecimiento falangista que se form alrededor de la tertulia de los
viernes en 'La Ballena Alegre', stano del caf Lyon de Madrid. Exponamos un tema y luego iba a debate
libre. Al ao, nos quitaron el permiso de reunin."
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NARCISO PERALES: VIDA Y TEXTOS - Compilacin e introduccin de Jos Luis Martnez Morant
"Ayud entonces a sacar la revista Sindicalismo, que diriga Ceferino Maest. Despus me traslad al
Crculo Manuel Mateo, de Madrid, donde form el Comit de Enlaces y Jurados que ms tarde se transform
en Comisiones Obreras, de donde luego nos retiramos. Venan Camacho y los otros. Yo saba que eran
comunistas, pero dejaba correr. Jos Sols, que era secretario del Movimiento, tena notas taquigrficas de lo
que all decamos. Seguramente pona un micrfono. Un da me cit y dijo que por el momento prohibira
aquellas charlas donde se hablaba demasiado contra el rgimen, pero que ms tarde las permitira; lo que no
cumpli nunca, claro est."
"En 1967, Manuel Hedilla se decidi a actuar nuevamente, y anduvimos un trecho juntos, pero tenamos
algunas diferencias doctrinales y yo me fui al Frentes Sindicalista Revolucionario, del que fui presidente y,
ahora, me retir para participar en esta tarea de reconstruccin de la Falange, al lado de los jvenes."
"Bueno, el futuro no ser fcil, pero ya estamos en la lucha. Hay que revalorizar a este partido. Hacer
comprender al pueblo que no somos la Francofalange, sino la Falange Autntica. Nuestra camisa es azul por
el color del mono de los obreros. Los smbolos son reemplazables si fuera necesario.
Futuro
Es decir, nuestro saludo, que es el saludo romano, con la mano abierta, no tiene nada de malo. Pero si un
da se planteara el cambio de algn smbolo porque as lo indique la realidad, Falange ser respetuosa del
fondo del pensamiento de Jos Antonio, y no de la forma aparente."
"Mi trabajo en el puesto que ocuparan, en otro tiempo, primero Jos Antonio y, luego, Manuel Hedilla, es
solamente el de enlace entre lo que pudo ser y lo que ser Falange en el futuro, Dios mediante."
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NARCISO PERALES: VIDA Y TEXTOS - Compilacin e introduccin de Jos Luis Martnez Morant
10. 29 de octubre 26
1933, 1934, 1935, 1936. He aqu los aos que enmarcan la vida poltica de Jos Antonio. Vida corta, pero
extraordinariamente fecunda, acabada brutalmente por las balas asesinas de Alicante, en el curso de la cual, y
no al principio, funda la Falange. Y si su trgica muerte a los 33 aos, nos lo dej y lo dej para la historia
eternamente joven, su pensamiento, su obra principal qued interrumpida para siempre. Es un error grave,
cuando no interesado fijar en el 29 de octubre la fecha de la fundacin de la Falange. La Falange, que ni
siquiera se llamaba as aquel da, ya estaba concebida por Jos Antonio antes en el Movimiento Espaol
Sindicalista, que no lleg a ser conocido pblicamente, y en alguna manera tambin, embrionariamente, en las
JONS organizadas por Ramiro y Onsimo. Pero un movimiento poltico no tiene una fecha precisa para su
nacimiento. En rigor est naciendo siempre, desde que se le concibe hasta que muere. El origen de su vida
est en el pensamiento de uno o de varios hombres que aciertan a recoger las necesidades populares,
interpretar y superar las exigencias de la historia y formular despus certeramente, con suficiente claridad, una
doctrina nueva. Esto era an ms difcil para Jos Antonio, que no se contentaba con ensear unas soluciones
para los problemas del momento, que aspiraba a aflorar y ensear una nueva manera de ser. La moderna
psicologa ha descrito, mucho despus de la muerte de Jos Antonio las diferencias entre las opiniones y las
convicciones. Aqullas se pueden ensear y aprender fcilmente. De hecho se puede fabricar la opinin
pblica disponiendo de medios, sin ms dificultades verdadero resorte de movilizacin de los hombres
requieren la combinacin de las opiniones con la estructura ntima del carcter. Lo cual hace necesario el
descubrimiento de aquellos que espontneamente lo tienen favorable o la formacin de ese carcter mediante
el ejemplo y la palabra. Luego el carcter es la gua.
As la fundacin de un movimiento no se reduce al pensamiento originario. Este, en contacto con las
realidades polticas cambiantes y compartido por otros, se perfecciona, se rectifica, cobra nuevas dimensiones,
se desarrolla incesantemente dentro de las lneas iniciales, en nosotros, garantizado siempre por el modo de
ser. La fundacin de la Falange no fue un acto, sino un proceso; un proceso que no puede interrumpirse por la
muerte del fundador mientras haya hombres que tengan ese modo de ser. Ya nos dijo l mismo, al hablarnos
de la tradicin, "que no es nimo de copiar lo que hicieron los grandes antiguos, sino de adivinacin de lo que
haran en nuestras circunstancias". Y cul sera la gua segura para acertar en la adivinacin?
Si, como se hizo, y no precisamente por los verdaderos seguidores de Jos Antonio, se toma como
decisiva su primera manifestacin pblica, se falsea, puesto que en el discurso del 29 de octubre faltan incluso
cuestiones esenciales citemos por ejemplo el papel revolucionario de los sindicatos en la organizacin de la
economa, mientras que, con el tiempo, sobran cuestiones tan temporales como la preocupacin de Jos
Antonio de no ser escuchado y seguido, a causa de su procedencia social y familiar, y la justificacin de su
postura popular y revolucionaria, ante l mismo y los dems.
"Camaradas, en el acto de la Comedia, del que se ha hablado aqu, esta maana, varias veces, fue un
preludio. Tema el calor y, todava, si queris, la irresponsabilidad de la infancia." As comenz Jos Antonio su
discurso sobre la revolucin, pronunciado el 19 de mayo de 1935 en el Cine Madrid. No es falsear a Jos
Antonio el fijarlo en el calor y para decirlo con sus mismas palabras en la posible irresponsabilidad de la
infancia de su pensamiento poltico? Pues esto fue lo que se hizo durante mucho tiempo repitiendo uno y otro
ao, y hasta hace muy pocos, el acto del teatro de la Comedia, leyndose, al parecer con voz engolada
siempre, el mismo discurso, es decir, el preludio de su pensamiento poltico. Congelar a Jos Antonio y
congelarlo en ese momento, era lo mejor que podan hacer nuestros enemigos. Algo as como ocurri con la
camisa azul. Antes de la guerra todos los partidos tenan su camisa las haba de todos los colores, desde
27
28
los japistas de la democracia cristiana de entonces, hasta los comunistas de la MAOC . Era una moda .
Luego fue fcil disfraz para los advenedizos de la derecha que podan confundirse fcilmente con los
falangistas y patear sobre sus cabezas. Ms tarde se nos dej a nosotros, y he aqu otra vez nuestra
ingenuidad, para que la usramos como en una moda retro.
Hasta la significacin del da se false y si para nosotros estaba claro que la fecha del fusilamiento de
Jos Antonio era la apropiada para recordar a los cados, Franco declar como en una traicin de su
inconsciente da de los cados el mismo 29 de octubre. Como si la Falange estuviera muerta, antes de
haber nacido del todo!
26
Artculo publicado en Patria Sindicalista, rgano de comunicacin de Falange Espaola de las JONS
(Autntica), s.n., Madrid, octubre de 1977, pg. 6.
27
Milicias Antifascistas Obreras y Campesinas (n. del c.).
28
Conviene subrayar aqu, siguiendo a Narciso Perales, que lo de "las camisas y los correajes", frase
demaggica muy utilizada durante un tiempo para desprestigiar a la Falange, no fue una moda exclusiva de
los movimientos fascistas o pseudofascistas de la Europa de entreguerras. Existen multitud de documentos
grficos en los que se pueden observar milicias antifascistas de distintos pases del continente, uniformadas y
desfilando a lo fascista. Ni qu decir tiene, que la izquierda espaola tampoco fue ajena a este fenmeno (n.
del c.).
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NARCISO PERALES: VIDA Y TEXTOS - Compilacin e introduccin de Jos Luis Martnez Morant
Nada de esto obsta para que nosotros celebremos el 29 de octubre como lo que es, nuestro punto de
partida. No como lo harn los cmplices de Franco, los francofalangistas, que acaso volvern a leer
inmutables el mismo discurso, sino con el dolor y la rabia sostenida durante tantos aos de traicin y de burla.
Tendremos que marchar como al principio, como siempre o quin sabe! ms que siempre, "sobre el cielo
y aun sobre las tripas de los picaros, tapndonos a cada momento las narices", pero marcharemos deprisa, sin
tregua ni descanso. Nos aguarda despus de tantos aos Espaa, esta Espaa tantas veces traicionada,
vendida, rota y deformada. Y nos aguarda tambin la tarea moral de desmontar el capitalismo para sustituirlo
por un orden sindicalista justo y armonioso. Tarea ya apremiante, inaplazable, ante un sistema que todo lo
envilece y lo explota y que ahora, sustituido el gran Valedor por otros de menor talla, todos ellos coincidentes
quin habla ya de revolucin?, conducen al pueblo a la ruina, el hambre y la miseria.
Aprisa, camaradas! Arriba Espaa!
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NARCISO PERALES: VIDA Y TEXTOS - Compilacin e introduccin de Jos Luis Martnez Morant
Texto publicado en la seccin "Opinin" del rotativo Diariol6, Madrid, 23 de diciembre de 1977, pg. 4.
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autentificar el poder de la sociedad mediante la dinamizacin de las unidades reales de vida, sindicatos,
agrupaciones familiares, municipios, regiones..., y en la bsqueda de la calidad de la vida, que naca de su
profundo respeto a la intimidad y a los valores del espritu, a la libertad, a la integridad y a la dignidad de los
hombres.
Protagonismo humano, politicismo profundo y calidad de vida configuran el pensamiento de Jos Antonio,
abierto al ms moderno humanismo. Por eso no entiendo qu quieres decir con lo del varo ideolgico. Si no
haba ni hay ahora un lder poltico con una ideologa tan original y completa como la suya!...
Narciso Perales
MADRID
Ilustracin 5. Portada del libro Aproximacin a la revolucin peruana, prologado por Narciso Perales.
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Esta intervencin de Narciso Perales en el celebrado y recordado! programa televisivo "La clave",
dirigido por Jos Luis Balbn, se recoge en un folleto, sin pie de imprenta, editado por el Movimiento Falangista
de Espaa, s.l. (Madrid?), s.f., pgs. 3-11. En las pgs. 13-14 aparece una sucinta biografa del doctor
gaditano que no hemos reproducido. El nombre de quien hizo la transcripcin no figura. Podra tratarse de una
reedicin de un opsculo que recoge la misma intervencin, editado por Ricardo Rbade Iraizoz, y titulado
Narciso Perales bajo el franquismo ("Poesa que Promete", Cuadernos del 50 aniversario, Madrid, 1986) (n.
del c).
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radicalmente diferente de todas las que se proponan, yo creo que la ms completa. Por otra parte, queramos
nacionalizar la banca y los servicios pblicos a travs de los sindicatos. Queramos transformar los sindicatos
de entidades representativas en instrumentos de participacin mediante los cuales, la plusvala que en el
capitalismo va a parar a manos de los organizadores del trabajo y los financieros son palabras literales de
Jos Antonio y en el marxismo al Estado, en una organizacin sindicalista a los trabajadores directamente.
Era una transformacin radical de la vida espaola. Era la construccin de una nueva sociedad. Entendamos
que eso era lo que necesitaba Espaa, y lo seguimos entendiendo as.
Yo estuve hablando con Franco en el ao 1956. Aquella entrevista me la dio Antonio Gallego, que fue
durante mucho tiempo director de Bellas Artes y amigo del alma. Aparte de amigo suyo fui su mdico. En
aquella ocasin, hablando con l largamente sobre esto, me propuso ir a hablar con Franco. Mira le dije
me parece intil. Me va a or y va a olvidar todo lo que le diga. No obstante, l con el Marqus de Mondjar,
jefe de la Casa Civil, tramit la entrevista y fui aceptado. La entrevista dur una hora y tres cuartos de hora.
Habl largamente, bueno y no pretendo repetir toda la conversacin... Pero s dir que le dije: Mi general, si se
hubiera pretendido vencer al comunismo se hubiera hecho lo que pretendamos: si se entregara la tierra a los
que la trabajan, si la Banca se hubiera nacionalizado incluso los seguros, si se hubiera transformado la organizacin de la sociedad, separado el poder poltico del econmico y entregado este poder econmico a los
trabajadores, si los sindicatos fueran instrumentos de participacin en la gestin y organizacin de las
empresas, el comunismo no podra vencer nunca: los valores permanentes se habran salvado. Me interrumpi
bruscamente y me dijo: Perales, si se hubiera hecho eso, habramos tenido que fusilar a ms de la mitad de
los padres de nuestros combatientes. Le dije: mi general, quizs a alguno, pero a Espaa le ahorraramos lo
que viene despus. Me dijo entonces: No se preocupe por eso, porque despus viene la Monarqua. Me sent
muy mal aquello: Yo he sido y soy republicano. Le dije: La Monarqua es la vuelta al pasado. Me interpuso:
pero la Monarqua nuestra ser la Catlica, Social y Representativa. Le dije: eso son palabras, la Monarqua
es la Monarqua. Bueno, yo debo decir que en aquella entrevista Franco estuvo muy benevolente conmigo. En
algunos momentos cre que se iba a interrumpir la misma. Por dos veces me ofreci que trabajara con ellos.
Yo le contest: mire, yo tengo dos opiniones, quiz le pase eso a todo el mundo... Yo tengo la opinin del
padre de familia que quisiera que la paz durase toda la vida, en ese sentido puede que yo quisiera esto; pero
yo tengo otra opinin, la opinin del viejo revolucionario que hubiera querido de verdad una Espaa mejor, y
sta no la es, mi general."
Tras la proyeccin del filme sovitico "Octubre", los diversos invitados opinaron sobre la pelcula en
cuestin. Narciso Perales coincidi con algn otro invitado (Sanroma, por ejemplo) en la calidad de la pelcula.
Se habl sobre la revolucin sovitica y se aportaron datos complementarios sobre el filme. En concreto,
Narciso Perales se refiri a la participacin de algunos personajes en la Revolucin y su posterior marginacin
poltica a travs de purgas y asesinatos, como el mismo Trotsky. Generalizando el tema, se mencion el
concepto entendido por "revolucin" y Narciso Perales precis:
NARCISO PERALES: "Yo quera decir que la Revolucin no es solamente eso. Jos Antonio deca muy
bien que la Revolucin no deba entenderse siempre con el motn, el tableteo de las ametralladoras, los
muertos y los heridos..., sino como el cambio del orden jurdico de la sociedad. En este sentido, por supuesto
que yo sigo siendo revolucionario."
A continuacin se fue profundizando en dos cuestiones: la primera, si habra sido necesaria una ruptura y
no un cambio como el que se hizo tras la muerte de Franco, y la segunda sobre el tratamiento desigual que
reciban las llamadas "opciones minoritarias". Respecto a estos dos temas, Narciso Perales dijo:
NARCISO PERALES: "Estoy de acuerdo con lo que ha dicho Eladio del Partido del Trabajo. Por supuesto
que no ha habido una igualdad de oportunidades expresando tu trmino. Quiero recordar simplemente que en
las ltimas elecciones nuestras candidaturas fueron proclamadas por las sentencias judiciales de 10
audiencias territoriales, por cierto bastante tardas. Un ejemplo concreto fue la de Madrid, que se public en el
Boletn Oficial el da antes de las elecciones. Las papeletas no las haba en las ms de las mesas electorales.
Es decir, en las Actas de escrutinio, sobre el recuento de los votos, hubo once folios que se dedicaban a
resear las impugnaciones a las lecturas de los resultados de las mesas electorales que se venan haciendo
(si no recuerdo mal eran 13 actas). Debo recordar, porque hemos aludido anteriormente a la ley electoral, que
la misma exige que el escrutinio se haga leyendo uno por uno los sobres correspondientes a la mesa. Pues
bien, en aquella ocasin se leyeron solamente el 10 % de los sobres. Fijaros si esto es grave. Es cierto, segn
se me dijo, que si se hubiera hecho leyendo cada papeleta se hubiera tardado mes y medio, pero la ley era
sa y la ley no puede ser alterada. Y as se lo dije al presidente de la Junta Electoral que creo que lo sigue
siendo ahora. Debo decir que l respondi que podamos impugnar las elecciones... Y lo hicimos. Lo hicimos
ante el Supremo, y tambin debo decir que antes que la sala segunda del Supremo respondiera, el presidente
Escudero, que lo era de la Junta central, proclam los resultados de las elecciones en Madrid. Luego perdimos
en la impugnacin. Y perdimos a pesar de que el secretario de la Junta, que creo que lo sigue siendo ahora, el
seor Valverde, dijo la verdad en su declaracin. Bueno, esa es otra cuestin que no voy a analizar ahora.
Pero quiero decir otra cosa. El cambio, el cambio y la importancia de las minoras. Los grandes cambios
los han hecho siempre minoras. Ser la vanguardia obrera de Lenin, ser la minora inasequible al desaliento
de Jos Antonio que no pudo hacer la Revolucin... Yo soy un viejo revolucionario: fundador de la Falange,
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Palma de Plata, 11 veces detenido en los gobiernos de Lerroux, Gil Robles y luego del Frente Popular. Dos
veces confinado en el franquismo, casi 2 aos, 6 meses arrestado en un cuartel. Dos, veces detenido en la
Monarqua la ltima en el Ministerio del Interior en enero de 1979..., pero claro, no se trata de examinar
mis mritos porque yo no voy a pasar factura de nada. Porque yo creo como me parece que era Fromm
que hay opiniones y hay convicciones. Las opiniones realmente se pueden aprender. Yo me aprend en mi
tiempo como me aprend la anatoma del intestino gran parte de los textos de Marx. Me daban una gran
capacidad de discusin con los comunistas. Pero esa no es mi opinin. Cuando la opinin se entrecruza con el
modo de ser de la persona, entonces se hace permanente, dura toda la vida. Naturalmente que la realizacin,
la aplicacin de esas convicciones dependern de las circunstancias. Qu ha debido haber despus de
eso?... En nuestra opinin, una revolucin. La puede hacer una minora?... Las minoras arrastran a veces a
las mayoras como pas en Rusia. Porque es verdad, como sabe Sanroma de esto, aunque yo creo que
tambin s, que los bolcheviques sacaron el 17 % de los votos en la Duma. Luego se disolvi sta. La mayora
la teman los mencheviques y los socialrevolucionarios si mi memoria no me es infiel. De todos modos, los
bolcheviques arrastraron a la mayora, a gran parte del proletariado y a una fraccin de los campesinos. Por
qu la nuestra no puede ser as?... La defensa legitima ese hecho, la existencia de las minoras y su respeto.
Y es sta una democracia? Es sta la democracia que necesitbamos? jAh!, eso sera objeto de otra
discusin muy larga."
A continuacin, tras la intervencin de otros invitados, Narciso Perales expuso la visin sobre la evolucin
econmica-social de Espaa en las ltimas dcadas.
NARCISO PERALES: "El capitalismo espaol se desarrolla. Hay un progreso material evidente, ya sea
por la inmigracin, por el turismo, por la venta de parcelas de Espaa, por la introduccin de tecnologa
extranjera pagada a buen precio..., pero es evidente que se produce un desarrollo material importante y el
capitalismo se consolida. Llega la Monarqua y no se pone en discusin el capitalismo. La izquierda, hablaba
Eladio de la izquierda, no propone una modificacin del sistema: que van a aumentar los impuestos, que
aumentarn las empresas pblicas... Bueno! Y qu?... Se conservar la mquina capitalista. Se le echar
arena en los cojinetes para que funcione peor..., habr ms paro, ms inflacin... Hay que cambiar el sistema!
Y me refiero al sistema econmico y social. Respecto al poltico, respecto a la democracia... Pero no est
claro!... En el rgimen de partidos... qu ocurre?: los partidos son listas bloqueadas y cerradas. Yo soy un
ciudadano y quiero votar a Prez, pero Prez est con Gmez, pero ste no me gusta. Pero tampoco puedo
borrar a Gmez..., tengo que votar la lista entera. Bueno, dnde est la representacin personal?
No se eligen personas, se eligen partidos... Y quines forman las listas, quines eligen los candidatos?:
los caciques de los partidos. Bueno, esto es una oligarqua... Y quin paga y respalda a los partidos?: la
Banca!..., otros ingresos en los que no me voy a meter, ni quiero ni me corresponde investigar eso... Los
partidos ricos se comen a los pobres. En fin, hace falta un aparato, hacen falta tcnicos de la publicidad... Es
ridculo pensar como pensamos nosotros!... Bueno, nos presentaremos a las elecciones! Nos presentaremos
para demostrar que somos algo distinto a la Francofalange, a lo que fue instrumento de Franco para hacer
llevar al ltimo rincn de Espaa sus rdenes y consignas. Nosotros somos otra cosa. Nos presentaremos.
Tendremos ocasin de transmitir nuestra doctrina... Como deca Eladio, en la ltima hora, cuando ya no
corresponda, cuando habamos sido proclamados por sentencia judicial y ya no haba tiempo para darnos un
espacio a una hora razonable... Utilizando los locales gratis que concede el Ayuntamiento a los partidos...
Bueno, eso es igual que combatir una epidemia de mosquitos matando a cada mosquito uno a uno... As no se
acaba nunca. Cmo vamos a difundir nuestra doctrina?... Ah!, nuestra democracia es distinta.
Jos Antonio deca son palabras de ideales joseantonianos que quizs recuerde nuestro amigo de aqu
al lado porque dice conocer y usar terminologa joseantoniana los expertos en la administracin son tcnicos
individuales fciles de reclutar... l crea en una democracia, pero deca: lo importante es tener clara en la
cabeza lo que hay que hacer... Qu quera hacer Jos Antonio?... a la larga una democracia libre y apacible
son palabras suyas tambin. Cmo?... Los ayuntamientos autnomos son la base. Se articularan a nivel
comarcal, a nivel regional y a nivel nacional. La Cmara Nacional, esa sera la cmara poltica. Luego hay una
cmara sindical. Los sindicatos en donde se articularan representadas a las empresas comunales, tambin
las empresas privadas reformadas y las empresas pblicas. Los sindicatos constituyen la Cmara Sindical. Y
la familia?, las sociedades naturales de convivencia que deca Jos Antonio. Bueno, ahora hay una
terminologa distinta. Franco hizo una caricatura de todo esto, de la representacin familiar. No se entendi o
no se quiso entender, no s... La Cmara familiar se formara por la eleccin de las familias. La familia
procedera segn la importancia de cada una. El final sera una cmara de los consumidores, una cmara de
la familia. Qu importa la familia?... importa la sanidad, importa la educacin, importa la nutricin, importa la
educacin fsica. Hay una cmara de los consumidores, hay una cmara de los productores, hay una cmara
de representantes..."
En estos momentos, Eladio Castro interrumpi la exposicin de Perales.
ELADIO CASTRO: "Bueno, una salvedad. Yo, con ese sistema de la representacin familiar he estado
aos sin poder moverme, sin poder hablar, en la crcel. Claro, entonces, mientras no se demuestre lo contrario
los partidos son la nica forma de representacin y si los grandes se comen a los chicos..."
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Narciso Perales interrumpi a Eladio Castro y le contest al verse que se haban interpretado mal sus
palabras:
NARCISO PERALES: "Perdname un momento, Eladio... djame hablar. Los partidos se convierten en los
entes que monopolizan el ser social y poltico del ciudadano. Por qu? Por qu? Nosotros creemos en tres
caminos: la familia, si yo soy el padre de ocho hijos y estoy de acuerdo con mi mujer tendramos 10 votos, si
soy viejo y no tengo hijos menores y estoy de acuerdo con mi mujer votaremos en conjunto que lo estoy desde
hace ms de 30 aos. Seran dos votos. Si tu eres soltero tendrs un voto... Por qu? Porque en la misma
proporcin tendrn los tuyos la sanidad, la educacin..."
ELADIO CASTRO: "Pero yo no vot hasta el 77."
NARCISO PERALES: "Cmo! Ni yo estoy defendiendo al franquismo! Ni lo he defendido nunca! Puedo
demostrarlo pblicamente que he estado confinado, sin poder expresarme. Hay que decir estas cosas para
que luego no se creen confusiones. Si queremos una democracia distinta, si queremos que el capitalismo se
desmonte... Habr que decirlo! Y si el capitalismo se consolida cada vez ms. Habr que decirlo... si
queremos decir que los Bancos son los dueos del pas... Hay que decirlo!, si los bancos son los que
subvencionan a los grandes partidos... Hay que decirlo de nuevo!"
A continuacin, el representante de IZ (cuyos miembros pertenecan por esas fechas a la UCD y al PSOE)
dijo:
"Bueno, yo no estoy de acuerdo, aunque quizs estara de acuerdo con el resultado final, con esa
organizacin corporativista del Estado, ni que esto es una broma que me hace mucha gracia, que una
mujer que est de acuerdo con su marido y tenga 8 hijos, tenga ya 10 votos. Tendr 2 votos, los hijos los
dejamos en paz..."
NARCISO PERALES: "Nuestro sistema es sindicalista y comunal. Y los hijos tienen derecho a ser
escuchados".
JOS SANROMA: "Anteriormente, Perales ha hecho una exposicin de anticapitalismo, y ha unido ese
anticapitalismo a una condena en bloque del sistema de partidos. Entonces he pensado la entrevista que tuvo
usted con el General Franco. Usted le dijo: Para vencer al comunismo, hay que dar la tierra, la empresa en
manos de los trabajadores. Pero cul es ah la real intencin: vencer al comunismo o dar la tierra..."
NARCISO PERALES: "Es muy interesante tu pregunta y te agradezco mucho. Mira..."
JOS SANROMA: "Vamos a ver, que es lo que hizo Franco: anular los partidos y crear uno a su servicio.
Lo mismo que Tejero forma un partido y se presenta al Congreso estos das. Hay que ver, por lo tanto, si los
partidos que presentan efectivamente muchos puntos flacos se convierten en simples chivos expiatorios, y
suponen una posibilidad para que se pueda luchar, unos para que venzamos al capitalismo y otros para
difundir sus ideas... Por el sistema de partidos hay posibilidad de luchar por sus ideas, cada uno por las suyas.
Claro, lo primero que somos es hijos de nuestros padres, pero despus somos ciudadanos y podemos formar
organizaciones..."
NARCISO PERALES: "S, pero tambin tenemos una familia, una ciudad..."
JOS SANROMA: "Efectivamente, pero como culminacin de todo eso somos ciudadanos que es la
mayor culminacin, como bien deca Aristteles..."
NARCISO PERALES: "La mayor es como hombres, y Aristteles tambin defenda la esclavitud..."
JOS SANROMA: "S, pero en aquella poca..."
NARCISO PERALES: "S, en aquella poca y tambin en la nuestra."
JOS SANROMA: "S, pero era otra poca, y termino y me contestas. Con esas ideas de que el mal est
en que haya partidos, y aparte de tu intencin revolucionaria de acabar con el capitalismo, posiblemente se
est convirtiendo en un chivo expiatorio a los partidos. La solucin es sencilla: que vemos un deplorable
espectculo sobre quin va primero y quin segundo, pues hay leyes para reformar ese sistema electoral. Y
tampoco creo que la solucin sea un sistema personal de eleccin, por el que se presentaban los que ms
renta tenan..."
NARCISO PERALES: "S, claro ese era el sistema censitario. Evidentemente no es el nuestro."
JOS SANROMA: "Bueno, termino para que contestes. Ahora parece, quin sabe, que va a triunfar el
PSOE. El PSOE no va a implantar el socialismo, pero va a tratar de mejorar la sociedad, y no se porqu quin
desee lo menos no puede querer lo ms, y el hecho de que el PSOE reciba subvenciones de la Banca no
quiere decir que ella mande sobre el PSOE, o sobre cualquier otro partido: Alianza Popular, el PCE, etc."
En estos momentos Balbn insisti en la falta de tiempo y en la necesidad de ser breves. Perales aclar:
NARCISO PERALES: "Un instante, telegrficamente te contesto. La Falange se propuso Jos Antonio
que lo era casi todo se propuso: Primero, hacer una revolucin social. Segundo, salvar los valores
permanentes. Qu son los valores permanentes?: La dignidad, la libertad, la integridad del hombre, concebir
Espaa como una Unidad de Destino de todos los pueblos que la integran en lo Universal. En lo econmico ya
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lo he dicho. No voy a entrar ms ni a repetirme. Buscaba una democracia diferente, otro modelo de
democracia, libre y apacible son palabras literales de Jos Antonio. Pero tu dices: y por qu no los partidos?,
y yo digo: y por qu no los partidos?... Pero, no los partidos como instrumento de participacin ciudadana!,
porque efectivamente, el ciudadano va a participar en cuanto lo que le interesa directamente como productor,
en cuanto le interesa como consumidor; tambin en lo que le interesa como ciudadano en general, a travs de
su Ayuntamiento que es la plataforma para la accin poltica... Que hay cmaras de ideas, partidos polticos...
Ah, estupendo!... que hay un Partido Comunista, otro ecologista y otro futurista... Es magnfico!... yo no me
opongo a eso... que deben tener libertad... evidentemente, y deben existir y tener su derecho..."
JOS SANROMA: "Pero ya tenemos sindicatos creados, asociaciones de consumidores, agrupaciones de
familias..."
NARCISO PERALES: "Ah!, perdn... Nosotros concebimos los sindicatos de otro modo, no como
entidades representativas sino como instrumentos de participacin, y lo digo con palabras literales de Jos
Antonio porque no quiero que se diga: sta es tu Falange, pero no la de Jos Antonio. Jos Antonio deca: Los
sindicatos sern los instrumentos mediante los cuales, la plusvala que en el sistema capitalista va a parar a
los organizadores del trabajo y a los financieros, y en el sistema comunista al Estado y su burocracia, en
nuestra organizacin sindicalista a los trabajadores directamente. Ese es el verdadero sindicalismo de
participacin."
A continuacin, el socilogo presente en el debate refut a Perales afirmaciones anteriores:
"Yo no estoy de acuerdo con lo anterior, al margen del respeto que me merecen sus ideas por la dignidad
con que don Narciso Perales las ha defendido a lo largo de toda su vida. No me parece aceptable el decir que
los lderes de los grandes partidos son unos caciques. Han cumplido, a mi juicio, una gran funcin y la estn
cumpliendo..."
NARCISO PERALES: "Si quiere le modifico la palabra, los que mandan en los partidos, los que los dirigen
verdaderamente..."
"No estoy de acuerdo tampoco. Imagino que los Bancos les darn prstamos y que los polticos se los
devolvern al cabo del tiempo..."
Tras estas palabras se procedi a las preguntas de los espectadores. A Narciso Perales se le formul una
en la que se le preguntaba por la existencia actual de la Falange y por sus posibilidades de cara a la unin con
algn otro partido. Narciso Perales contest:
NARCISO PERALES: "S, por supuesto que creo en la existencia de la Falange. No creo en la existencia
de la Falange organizada. Pero se organizar. Yo ya soy viejo... pero hay muchos jvenes que piensan las
ideas que yo he expuesto aqu esta noche. Ahora mismo, en estas elecciones hay un Movimiento Falangista
que propugna ms o menos estas ideas. Pero esto no bastar. Tendr que organizarse, resurgir despus de
tantos aos... Jos Antonio se adelant en 60, quizs 70 aos a su tiempo. La solucin est, usando trminos
hegelianos, en su sntesis superadora. S, pienso que s."
Con estas palabras de esperanza, Narciso Perales finaliz su exposicin en dicho programa. Debo decir
que acud a la visin del programa con la lgica emocin producida por ver a una persona por la que siento
una especial admiracin. De Narciso Perales haba odo hablar muy gratamente. Todava recordaba cuando
vea el programa las otras ocasiones en que haba aparecido espordicamente por televisin: en un programa
dedicado a las fuerzas polticas de 1977, o en los breves espacios electorales dedicados a Falange Autntica,
que se convertan en uno de los escasos medios con que contaba esta organizacin para llegar a una
audiencia masiva de personas. En su actuacin en "La Clave" Narciso Perales supo no slo mostrar una
magnfica elegancia dialctica sino vencer, en competencia revolucionaria, a sus interlocutores, demostrando
que en pleno 1982, ser falangista, viejo, maduro, joven o casi adolescente es una actitud absoluta ante la
injusticia y la mentira, algo que cmo dice l mismo "dura toda la vida, se hace permanente."
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Ilustracin 6. Portada de un nmero de la revista Juanprez, de la que Narciso Perales fue director.
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Segn ha llegado a nuestro conocimiento, La historia secreta de la Falange (Colecc. S.O.S. Libros, s.l.
[Madrid?], s.f. [2004?], 32 pgs.) constituira, originalmente, dos o tres entregas a una publicacin cuya
cabecera desconocemos. Tampoco sabemos, por razones obvias, la fecha en la que Narciso Perales la
redact (n. del c).
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Todo eran rumores. Pocas noticias claras y, por supuesto, ninguna pblica.
De la condena de Gaceo y Araoz yo no supe nada hasta aos despus.
Hedilla, condenado
Los falangistas estbamos desconcertados. Faltaban elementos de juicio y nadie saba qu deba
hacerse. No haba ningn falangista con prestigio nacional que pudiera convocar a las Milicias, ya
militarizadas, ni siquiera informarlas...
Algunos optimistas confiaban en Franco, mal conocido por entonces. Pero los ms desconfibamos y
pronto se vio que con razn. En cualquier caso, haba que esperar a maana, cuando terminara la guerra...
Pero ese maana nunca iba a llegar.
Muchas miradas se dirigieron a Yage, pero no crey oportuna ninguna actuacin inmediata. Pens que
haba que trabajar y esperar, posiblemente a causa de su amistad con Franco, y tambin por su mejor
conocimiento de la situacin militar.
Un ao despus, justamente en el primer aniversario de la Unificacin, Yage iba a hablar en un acto
pblico celebrado simultneamente en tres teatros de Burgos, que presidi el general Gmez Jordana. Su
discurso fue principalmente para pedir perdn y generosidad con los enemigos vencidos; para urgir a los
jueces a que pusieran en libertad a todos los que fuera posible. "Perdn y amor para los que sufren", creo
recordar que fue su frase preferida; perdn para los equivocados o envenenados, en un tiempo enemigos
nuestros, camaradas nuestros en el futuro, vino a decir.
Al final aadi: "Y si pido perdn para estos hombres, cmo no voy a pedirlo para los camisas azules,
que si han delinquido, puesto que estn condenados, habr sido de buena fe?". No fue sta la primera voz que
en nuestra zona se alzara en favor de la generosidad y del perdn pblicamente. Ya lo haba hecho Hedilla en
1936 y muchos de nosotros a escalas ms modestas. Pero era la primera vez que un militar de su categora
hiciera esta apelacin y hablara, adems, de los falangistas condenados. Desgraciadamente, su voz fue
acallada: Yage, que ya haba sido sancionado en otra ocasin, volvi a ser castigado.
Yo haba llegado a Salamanca el da que se produjeron los sucesos ya mencionados. Propuesto por
Sancho Dvila, formaba parte de una ponencia sobre organizacin de Sindicatos, aprobada por la Junta de
Mando, integrada, adems, por scar Prez Sols, que fue el primer secretario del Partido Comunista y estaba
de vuelta haca diez aos, y un falangista de Madrid, para m desconocido hasta entonces, que creo se
llamaba Ortega. La ponencia slo se reuni una vez.
Aquella noche, cuando volva de mi alojamiento en una fonda del extrarradio de Salamanca, acompaado
de un camarada, antiguo dirigente sindical, llamado Pedro Olivares, me encontr en la plaza Mayor con
Sancho Dvila rodeado de un numeroso grupo de falangistas de Sevilla. Me explic la destitucin de Hedilla y
el nombramiento del triunvirato, del que l formaba parte. Me sorprend dolorosamente. Le contest que me
pareca un gravsimo error, aunque entonces conoca muy poco a Hedilla. Cualquiera que sean sus
desaciertos, vine a decirle, es lo peor que podrais haber hecho para la Falange.
Sus argumentos no me convencieron y termin citndome para las nueve del da siguiente en la Junta de
Mando. Lo vi, en efecto, pero no a las nueve, sino a las doce, y no en la Junta de Mando, sino en el cuartel de
la Guardia Civil donde estaba detenido, con varios camaradas ms.
No asist al Consejo Nacional, puesto que yo no era consejero; pero de acuerdo con las rdenes
telefnicas de Martn Ruiz Arenado, jefe territorial de Andaluca en funciones, que, como dije antes, fue
designado en el segundo da del Consejo como juez instructor del expediente sobre los sucesos, lo esper en
Salamanca, segn me dijo, para ayudar con mis consejos y colaboracin.
En aquellos das tuve ocasin de conocer a dos personajes que iban a tener cierta importancia: Lpez
Basa, capitn de Ingenieros, hombre de buena fe, pero carente de toda preparacin falangista, muy estrecho
de mente, y Sergio Orbaneja, capitn mdico y "manager" entonces. Haban venido los dos de Mallorca,
donde Lpez Basa, nombrado delegado provincial de Sindicatos, haba intentado la instauracin de un cierto
corporativismo creando la CENS (Central de Empresarios Nacional-Sindicalista), que no haba existido nunca.
Verdadero precursor de los Sindicatos del Rgimen de Franco, haba sido cesado de la Junta de Mando desde
Salamanca, a donde acudi para exponer sus argumentos.
Pacientemente, les expliqu a los dos qu eran los sindicatos verticales. Naturalmente, ni me entendieron,
ni yo me entend con ellos.
Una esperanza llamada Fernndez Cuesta
Nada importante se produjo, sin embargo, hasta la llegada de Fernndez Cuesta a la zona nacional en
octubre de 1937, como consecuencia de un canje de presos. La llegada de Raimundo fue un gran
acontecimiento para los falangistas. Confibamos en l y esperbamos de su autoridad moral la voz que nos
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uniera a todos. Prcticamente recorri toda la zona nacional pronunciando discursos. En un mitin celebrado en
Sevilla tuvo una intervencin muy prometedora. Slo una cosa nos preocup: el ABC de Sevilla le elogi
demasiado. Y para nosotros, todo lo que elogiaba el ABC era, cuando menos, sospechoso.
Poco despus, en enero de 1938, se constituy el primer Gobierno de la Espaa nacional, en el que
figuraba como ministro de Agricultura y secretario de FET y de las JONS Raimundo Fernndez Cuesta.
Entonces cremos ver en su designacin como una rectificacin del rumbo de la Falange unificada, y en Raimundo a nuestro lder natural puesto en su sitio. Un hombre de toda nuestra confianza, de la confianza de
todos los falangistas, estaba a nuestro frente. El tiempo iba a demostrar que nuestras esperanzas las
esperanzas de todos eran equivocadas: l haba sido un buen secretario general con Jos Antonio y
probablemente hubiera seguido sindolo de sobrevivir Jos Antonio; pero iba a ser un psimo jefe.
Destinado a Granada
A primeros de febrero entr a colaborar directamente con Fernndez Cuesta, que me design delegado
extraordinario de la Secretara General en Granada. Esta ciudad, situada a muy pocos kilmetros del frente,
tema una organizacin muy deficiente que yo haba tenido ocasin de conocer, puesto que el Alzamiento me
sorprendi all y estuve en sus frentes algn tiempo.
Se me dijo que el general Gonzlez Espinosa era el principal enemigo de la Falange. Pero el general
result ser mi primer colaborador y mi mejor amigo. La tarea de reorganizacin de la Falange granadina me
llev varios meses. Finalmente la di por concluida a mediados de mayo de aquel ao, dejando al frente de la
organizacin, como jefe provincial, al arquitecto Prieto Moreno.
Recuerdo muy bien que en el mes de abril, creo que fue el da 10 de aquel mes, celebramos un acto
pblico en el campo de ftbol, totalmente abarrotado por falangistas de Granada y de los pueblos liberados. En
lnea recta estbamos a unos 12 kilmetros del frente. Como nica proteccin disponamos de un avin de
caza que sobrevol el campo durante el acto, impidiendo en ocasiones que se oyera bien a los oradores. Por
supuesto que la organizacin del mitin era una imprudencia. Si la aviacin enemiga lo hubiera decidido, nos
hubiera sido muy difcil salir del paso sin una verdadera hecatombe. Pero a estas cosas no se le daba
entonces mucha importancia.
Presidi el acto el general Gonzlez Espinosa, vestido con camisa azul. Intervinimos en l Gonzlez Vlez
y Agustn Aznar, ambos miembros de la Junta Poltica, llegados al efecto, y yo mismo en mi calidad de
delegado extraordinario de la Secretara General en Granada. Gonzlez Vlez, rudo, pero buen orador, habl
oscuramente, como si supiramos algo de lo ocurrido; l desvel a medias el incidente que quiero relatar
despus, ocurrido en una reunin de la Junta Poltica muy poco antes. Su discurso, muy bien expuesto, fue
poco entendido. De lo que dijo Aznar poco puedo comentar, porque ni yo mismo lo entend. Era un psimo
orador que hablaba muy deprisa. Concluido el acto empec a saber lo ocurrido realmente en la reunin de la
Junta Poltica, que iba a traer despus, meses ms tarde, algunas graves consecuencias.
Nueva misin en Logroo
Terminada mi labor en Granada, me reincorpor en Burgos a la Secretara General, encomendndome
Fernndez Cuesta algunas misiones. El 3 de junio march a Logroo con una tarea similar a la de Granada. El
problema, sin embargo, era diferente.
Estaba entonces como jefe provincial Norberto Santarem, un joven entusiasta lleno de vigor y
profundamente falangista. En cuanto llegu y habl con l largamente, me pareci que no haba otro problema
que el creado por el entonces gobernador civil de aquella provincia, Rivas y Jordn de Urres, que aspiraba a
ser como lo era Gamero en Sevillajefe provincial de FET y de las JONS, a la par que gobernador civil.
Me pareci muy pronto que la entrega de la Jefatura Provincial a Rivas y Jordn de Urres sera un mal
acontecimiento para la Falange, y as se lo comuniqu a Raimundo. Me dio instrucciones en el sentido de que
continuara el tiempo que me pareciera conveniente para que, si haba que ceder a las presiones que l reciba
y nombrar jefe provincial al gobernador civil, quedara la Falange intacta. Cumpl sus prescripciones con el
mayor entusiasmo, como era natural, pero mi trabajo fue interrumpido bruscamente en julio por un acontecimiento al que he aludido anteriormente al hablar del acto pblico de Granada.
Una maana, a ltima hora, el chfer de la Secretara General, que era un falangista gallego
extraordinario, interrumpi una reunin que celebraba para hablarme de algo muy urgente. Aparte me dijo que
acababa de saber por otro conductor de la Secretara General que Fernando Gonzlez Vlez estaba detenido
en la crcel de Logroo. El conductor, segn me expuso, haba trado a Luna, delegado nacional de Justicia y
Derecho por entonces, o Luna "el malo", como se le llamaba para distinguirlo de Lima Melndez, al que se
llamaba "el bueno".
La noticia me impresion. Suspend la reunin y me traslad con un pretexto al despacho del gobernador
civil, al que, despus de muchos circunloquios, logr sacarle una confirmacin de la noticia. No hizo ms,
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NARCISO PERALES: VIDA Y TEXTOS - Compilacin e introduccin de Jos Luis Martnez Morant
puesto que no me dijo que a la vez haba sido detenido Aznar, que, al parecer, estaba preso en la crcel de
Palencia.
Continu todava mi conversacin algunos minutos y me desped pretextando que deba continuar la
reunin, cuando lo que hice fue marchar rpidamente a Burgos. Llegu en un tiempo record. Entr en el
despacho de Raimundo y le pregunt la causa de aquel acontecimiento. Estaba muy deprimido. Me dijo que la
situacin era muy delicada y que incluso yo mismo haba estado a punto de ser detenido, salvndome la
intervencin con Serrano Ser, deca, de Sancho Dvila. Todo se deba, al parecer, a unas indiscreciones de
Gonzlez Vlez en una conversacin celebrada con Lpez Basa, de la que ste le haba precipitado a dar
cuenta.
Parece tambin que haban llegado algunas noticias del Servicio de Informacin Militar sobre reuniones y
conversaciones de Gonzlez Vlez en Oviedo, en cuyo frente haba estado como capitn mdico, y del frente
de Madrid, donde estaba Agustn Aznar, que era confirmatoria.
Se les acusaba de ciertos propsitos conspiratorios, en verdad inexistentes. As que le pregunt a
Raimundo por qu no dimita, y me explic que Sancho Dvila y otros le haban convencido de que deba
aguantar y esperar. En seguida me comunic su resolucin de nombrar jefe provincial de Logroo a Rivas y
Jordn de Urres, cosa que hizo l mismo por telfono sin esperar ms.
Fin de la guerra
Fue curioso, porque Rivas le pregunt por m y l dijo que yo haba sido informado ya y que llegara ms
tarde a confirmar su nombramiento. El hombre no las tena todas consigo y no deba tener una exacta nocin
del tiempo, porque le vino a decir que yo estaba en Logroo de donde haba salido, en efecto, hara poco
ms de hora y cuarto a lo que Raimundo contest: "No hay dos Perales. Perales est aqu y esta tarde
volver a confirmarte; pero t debes tomar posesin ahora mismo".
A continuacin le comuniqu a Raimundo que si me autorizaba yo dara a los jefes falangistas las rdenes
precisas para que continuaran considerando su jefe natural a Norberto Santarem. Me autoriz, pero lo habra
hecho en cualquier caso. Luego le comuniqu mi deseo de abandonar todo servicio poltico y marchar al
frente. Me cort: "As empez lo de Vlez y Aznar. Debes esperar. Vete, mientras, a Mlaga". Le expuse que
un hombre de mi edad tema entonces veintitrs aos no se justificaba en la retaguardia por una misin
as. Insisti: "En cuanto pueda ser, te autorizar a marchar al frente".
Pero as estuve algunos meses. Lo suficiente para asistir a un expediente que se hizo a mi novia y pronto
mi mujer, que era entonces jefe de la Escuela de Mandos de la Seccin Femenina instalada en Mlaga, por
supuestas actividades antifranquistas. Luego fui autorizado a reincorporarme a las milicias. Fui a Burgos y ped
que constara en el Boletn Oficial de FET y de las JONS mi cese voluntario, cosa que no tena precedente; le
ped a Raimundo un certificado de mis servicios, que conservo, y me present en el depsito de milicias ms
cercano, huyendo de ir a una bandera conocida para evitarme trato de favor y siendo destinado como
falangista mdico a la II Bandera de Palencia, 3 Divisin Navarra. Frente de Teruel. All acab la guerra.
En noviembre de 1939 fui conducido a la Direccin General de Seguridad para responder a la acusacin
de ser triunviro de la FEA, una organizacin inexistente, pero de la que se hablaba mucho. (Desgraciadamente
debo prescindir de detalles por razn de espacio, pero no renuncio a referirme a esto en otra ocasin). Meses
despus, no habiendo sido licenciado, porque los oficiales mdicos de la quinta del 33 en adelante fueron
retenidos varios aos por necesidades del servicio yo era del 35, fui destinado a Marruecos, donde estuve
un ao, y luego march voluntariamente al Campo de Gibraltar, donde nac.
En 1941 yo estaba con permiso en Madrid para unas oposiciones cuando estall la guerra germano-rusa.
Asist desde la calle a la arenga de Serrano Ser, pronunciada desde el balcn de la Secretara General de
FET y de las JONS.
Entonces sub y pregunt por la Delegacin Nacional de Sanidad para inscribirme como voluntario,
aunque como militar deba hacerlo despus en mi regimiento.
Vi a Aznar, rehabilitado ya, que me inform: "Debes ver a Lima nuevo vicesecretario general con
Arrese. Vamos a rescatar la Falange por abajo, desde las Jefaturas Provinciales. Y t irs a Cdiz". En
seguida baj al despacho de Luna, que estaba exultante. Contaba que era jefe de la Junta Poltica, con
Serrano Ser, al que, segn me dijo, "habamos combatido estpidamente". 'Tendr que hablar con Serrano
antes", le dije. Y en efecto, dos o tres das despus fui avisado. Charl con Serrano unas ocho horas seguidas
en La Granja, donde pasaba algunos das de descanso, que no lo eran del todo. Me dio todas las
explicaciones y el proyecto pareca vlido. As que con algunas vacilaciones, acept la propuesta: A primeros
de julio fui nombrado jefe provincial y gobernador civil de Len (no de Cdiz).
All desarroll una intensa labor administrativa y poltica; me puse a reconstruir la Falange y creo que hice
una buena labor en abastecimientos. Sin embargo, las noticias nacionales no eran estimulantes y el plan de
rescatar la Falange no lo vea por ninguna parte.
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NARCISO PERALES: VIDA Y TEXTOS - Compilacin e introduccin de Jos Luis Martnez Morant
En una de mis visitas a Madrid, se lo dije a Serrano, al que vea identificado con la causa falangista, pero
menos influyente que nunca. Juntos hicimos una visita a Dionisio Ridruejo en Torrelodones, donde a su vuelta
de Rusia convaleca de una enfermedad respiratoria. Y estaba tan desolado como yo.
Primeras noticias
Fue entonces cuando se produjo el famoso incidente de Begoa. Yo tuve las primeras noticias por el
general Moscard, jefe de milicias entonces, que visit un campamento de la Milicia Universitaria en Len. Al
final me pregunt: "Qu noticias tiene usted de Bilbao?". Contest que ninguna. l estaba medianamente
informado: vino a decir que unos falangistas de Valladolid haban tenido un encuentro con una manifestacin
"falcondista" contra Falange y Franco, y que los carlistas haban llevado su merecido.
Desped a Moscard y me puse a gestionar todas las informaciones que pudiera obtener. Al parecer, se
haba producido una manifestacin presidida por Varela en las proximidades del Santuario de Begoa contra
Falange, en la que no faltaron los gritos, pintadas y pancartas contra Franco. Algunos falangistas vascos
protestaron y fueron agredidos por los manifestantes, acudiendo en su auxilio otros falangistas de Madrid, que
pasaban en coche por all. Ante el ataque de la multitud, uno de ellos lanz una pequea granada de mano,
que produjo varios heridos; la gente corri despavorida y los falangistas acudieron a la Comisara a denunciar
los hechos. Y poco despus estaban detenidos.
As las cosas, establec contacto con Madrid. Pero Arrese estaba de ministro de Jornada en el Pazo de
Meirs, y Luna se encontraba en Bilbao. Al da siguiente, Serrano en el que confiaba ms cada da
llamaba desde Benicasim para decirme que cuando pasara Luna por Len le llamara. Por l me enter de los
dems detalles: Los falangistas de Madrid eran mandos del SEU, que haban ido a esperar la llegada de un
compaero que volva de la Divisin Azul, y al observar tanto movimiento, decidieron presenciar los hechos.
No hubieran intervenido, probablemente, de no ver la agresin a Verastegui y Calleja. Vare- la, que despus
de su casamiento con Casilda Ampuero, tradicionalista militante perteneciente a la alta burguesa vasca, se
haba inclinado por los tradicionalistas, asista al funeral. La leyenda desfigur los hechos y decan que se
haba tratado de un atentado contra Varela, quien, desde el atrio de la iglesia, haba prometido justicia.
Justicia o venganza?
Clara parcialidad
El sumario me pareci que no iba a ser imparcial, porque Varela era el ministro del Ejrcito. Le dije a Lima
que yo tena la suficiente experiencia como procesado para pensar que todo podra ir muy mal, aunque segn
su referencia, cierta desde luego, como pude comprobar despus, los camaradas haban procedido
correctamente al ayudar a dos que estaban en grave peligro. Y a pesar de que estos dos no hubieran hecho
otra cosa que protestar heroicamente frente a una multitud que atacaba, a la vez, a Franco y a la Falange, era
previsible que sin una intervencin aclaratoria de Franco en persona, o por intermedio de otro que bien pudiera
ser el mismo Lima, se acumularan papeles y ms papeles en que las cosas fueran de otro modo.
"Cuando haya un montn de papeles que oculten la verdad, qu va a pasar? Si te hubieras presentado
oficialmente en Bilbao, como enviado de Franco, puesto que, en cierto modo, lo eres, no sera distinto?" Lima
era un hombre de buena voluntad, pero no muy agudo. Militar profesional y falangista autntico, haba hecho
una campaa pblica franquista, en la creencia ingenua de que as ganara a Franco para la Falange. No le
segu por ese camino, pero comprenda que ante el fracaso de sus planes anteriores, probase este recurso
condenado al mismo fracaso.
March Luna y yo me qued confuso. No recuerdo bien si fue al siguiente da cuando recib un telegrama
circular para todos los gobernadores que nos enviaba Galarza, ministro de la Gobernacin y hombre de
Varela. El telegrama vena a decir poco ms o menos: "Difunda discretamente versin real hechos ocurridos
en Bilbao. Agentes al servicio de una potencia extranjera han perturbado la paz espaola con un atentado a la
salida funeral cados Tercio de Requets. La reaccin popular fue la adecuada y los autores han sido
detenidos".
Aquello aument mi alarma. Lima prometi informarme a su regreso a Madrid; pero Luna no llegaba. Y por
medio de un fiel informador, tuve noticia de la condena a muerte de los dos falangistas. Domnguez y Calleja, y
penas menores para los dems. La pena de Calleja haba sido conmutada por el capitn general de la Regin,
a causa de su condicin de mutilado de guerra tena amputado una extremidad inferior por el tercio superior
del muslo. Pero la pena de Domnguez haba sido confirmada. Llam a Luna, que acababa de llegar a Madrid
y haba visto al Generalsimo en Vigo, quien le habl sin grandes explicaciones de lo necesario de la unidad.
Su impresin era mala, pero no definitiva.
Al da siguiente, Salas Pombo, que era jefe provincial de la Corua, me llam por telfono y a medias
palabras me inform de que Arrese haba salido para Madrid. En su opinin, yo deba encontrarle lo ms
pronto posible, porque haban llegado a La Corua unos camaradas de Bilbao, que traan pruebas de
irregularidades capaces de rectificar la revisin de la causa seguida.
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NARCISO PERALES: VIDA Y TEXTOS - Compilacin e introduccin de Jos Luis Martnez Morant
Abordar a Franco
Entonces sal con direccin a La Corua para encontrar a Arrese; lo hall en Ponferrada, y me pareci
demasiado tranquilo. Le comuniqu el requerimiento de Salas Pombo, contestndome que no haba razn
para apurarse.
Mis palabras y mis argumentos no le hicieron ningn efecto. As que finalmente le dije: "T debes,
decrselo directamente a Salas, no yo". Accedi a hacerlo, pero desde Len, y le acompa en su coche.
Por el camino me habl de todo. Comentaba la necesidad de reconstruir los pueblos de Espaa, al
contemplar desde el coche algunos de los pueblos del trayecto, con casas de adobe, tristes, pardas como la
tierra. Era un viejo proyecto falangista que, como tantos otros, se qued sin hacer desde el Gobierno.
Y llegamos a Len. Aquella tarde recib el consabido telegrama cifrado, anunciando el paso de Franco
para el da siguiente. Decid abordar a Franco sin ms, aprovechando la parada que sola hacer para saludar a
las autoridades provinciales. Se acostumbraba a esperar en la puerta del cuartel de Artillera de Astorga.
Previne a los generales Pacheco, gobernador militar, y Redondo, jefe del Tercio de la Guardia Civil, a los que
refer todo, y prometieron apartarse para que yo pudiese hablar. Pero Franco no par. Su coche afloj su
marcha, salud muy amablemente desde la ventanilla y el coche aceler despus. Se haba perdido la
ocasin.
Viaje a Madrid
Llam de nuevo a Lima, pero no lo encontr en Madrid, luego, por la tarde, me llam y al no encontrarme
en el despacho, le encarg al secretario oficial del Gobierno Civil que me dijera que el asunto que yo conoca
estaba muy mal, y que deba ir a Madrid y ponerme en contacto con Ramn Serrano. Me falt tiempo para
coger el coche! Serrano me dijo que haba visto a Franco; pero que no haba nada resuelto definitivamente.
Tena que verlo otra vez. Me pregunt por Juanito: "Este Domnguez es falangista antiguo?" "Claro que s
le contest; un falangista excepcional". "Bueno, maana, a las tres y media de la tarde, te espero en el
Ministerio de Asuntos Exteriores". A la maana siguiente establea contacto con Luna y hablamos de las
pruebas contra los falangistas bilbanos. El capitn Ormaechea y Maz eran los testigos principales. Haba
grandes irregularidades en el sumario. Se haban rechazado testigos como el fotgrafo del diario Hierro, que
era esencial. En los testimonios, resultaba que haba sido todo un atentado contra Varela, pero como el
artefacto haba estallado en direccin contraria al atrio de la iglesia donde poda estar Varela, la cosa no se
explicara sin el brazo de un hroe que desvi al autor del atentado. Ahora bien, el hroe no apareca. El
testimonio contra Juanito era obra de un carlista militante que, al decir de los falangistas, haba tenido una
checa particular en Bilbao, por lo que haba sido perseguido. En su declaracin, las seas fsicas del autor del
atentado fueron absolutamente contrarias a las de Domnguez. No obstante lo reconoci en rueda de presos.
Haba reconocido a un falangista de los varios que haba, o realmente al autor del lanzamiento del artefacto?
Por ninguna parte aparecan los letreros o las pancartas de los manifestantes, ni el ataque a Calleja y
Verastegui, segn creo recordar. Uno de ellos, al menos, vive todava y quiz tenga en su poder las pruebas
obtenidas por una fcil complicidad.
Tambin visit a Miguel Primo de Rivera, en su casa de la colonia del Viso. "Vais a dejar que fusilen a un
falangista?" Se puso a mi disposicin, as que promet avisarle. Mi idea era lograr una accin concertada
contra las presiones de Varela. Por eso fui de nuevo a ver a Arrese, en el edificio de la Secretara General.
Arrese me dijo que le haban dejado solo. "Uno refirindose a Girn se ha puesto enfermo; otro
estaba en Pescola" (creo que dijo Pescola y no Benicasim). "Bien le dije; te ha tocado a ti la gran
batalla. Esto es una responsabilidad, pero tambin un honor. No se trata de Juanito, que ya sera suficiente.
Se trata de la Falange. Si Domnguez es fusilado, la Falange que ya no es nada desaparecer para
siempre". Entonces me dijo: "Eso se lo dirs a Serrano". 'Tambin le contest, y con estas palabras o con
otras ms duras, si se me ocurren". Y me fui temiendo que estuviera todo decidido ya. Cuando llegu al
Ministerio de la plaza de Santa Cruz no estaba Serrano. Pero me recibi muy afectuosamente, por cierto, su
secretario oficial, Santillana. El ministro haba salido para esperar a su esposa, que vena de Benicasim; pero
dej aviso que nos veramos aquella noche. Yo no las tena todas conmigo. "Vengo de ver a Arrese le dije.
Quiz maana est fusilado un falangista en Bilbao, y tambin l ser responsable, si no est hoy aqu". Me
pidi que le escribiera vina nota donde puse lo mismo que le haba dicho. Santillana me contest: "Yo no
puedo mandarle esta nota al ministro; es ofensiva". "Haga lo que quiera", respond. Santillana me pregunt sin
perder la compostura que yo empezaba a perder. "Dnde puedo llamarle si logro hablar con l? Voy a casa
de Girn, en la calle Goya".
Las gestiones de Girn
Girn viva entonces muy modestamente en una especie de "repblica" con varios de sus colaboradores,
antiguos falangistas de Valladolid. Me recibi en la cama: estaba realmente enfermo. Mi condicin de mdico
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NARCISO PERALES: VIDA Y TEXTOS - Compilacin e introduccin de Jos Luis Martnez Morant
me facilitaba la comprobacin: tena unas enormes anginas y fiebre alta, le cont todo: mi opinin y las
gestiones hechas, mostrndose conforme. Pero me dijo: 'Ya he hablado con Franco. Y cuando defend a
Domnguez, me advirti: 'Girn, no sea usted crdulo; ese es un agente del Intelligence Service'". Luego me
ense un informe confidencial. Me qued desconcertado un momento. Ya hara tiempo que perdiera de vista
a Domnguez. La ltima vez que lo vi y por una media hora fue en mi pueblo; iba con un inspector de
Polica, antiguo falangista de Algeciras, Mendoza. Me dijo que haba estado en La Lnea de la Concepcin para pasar a Gibraltar y comprar no s qu cosas. Sera verdad? Pero en seguida rechac la duda. "No es
posible le dije. No slo me lo hubiera dicho Arrese; tambin me lo hubiera contado Mendoza. Debo advertirle
que Domnguez era un tipo extraordinario. Sus hazaas no pueden referirse; sobre todo, las realizadas en la
guerra. Era un hombre sin miedo. Si acaso, sera oficial del Servicio de Informacin Militar". Girn, desde la
cama, indic a uno de sus colaboradores que llamara a un coronel que podra informarle. Pero no lo encontr.
Y como ninguno saba quin era el jefe del Servicio de Informacin Militar, la cosa resultaba imposible. Girn
dijo: "Entonces, t ests completamente seguro?". "S le dije. Lo estoy moralmente, y me temo que lo
fusilarn maana". "Llama al Pardo mand a un compaero. Voy a pedir una audiencia urgente. T me
acompaas, te presento y hablas". Por fin iba a hablar de este asunto con Franco! Pero una llamada
inoportuna lo impidi. Santillana me llamaba para decirme que el ministro me recibira a las diez de la noche
en su casa, y que no iba a pasar nada. Girn, tranquilizado, se volvi a la cama y yo me fui al hotel para
continuar mis gestiones.
Me dijeron que el padre de uno de los detenidos era director de un peridico deportivo, as que lo llam.
No pudo contarme nada nuevo; pero crea que Guitarte saba algo. Habl con l y me dijo que se trataba de un
infundio. "Yo puedo probarlo", "Prubalo", le contesto. "Maana te llevar un documento escrito. Dnde te
veo?". "Te espero a las once en la Secretara General en el despacho de Luna". Despus de cenar muy
deprisa, fui a ver a Serrano; hablamos varias horas. Me cont que Franco le haba mostrado una carta de
Varela en la que, ms o menos, le deca que se haba cometido un atentado contra el Ejrcito personificado en
l. Sin duda, Franco tema que su disentimiento sentara mal a un sector importante: adems, la causa lo
probaba, le dijo. Discutimos la causa y sus fallos garrafales. Insist repetidamente: si la Falange, que ya no es
ms que una fuerza moral, pasa por esto, Falange habr muerto para siempre; pero si esto no ocurre, la
Falange puede volver a ser lo que fue. No es slo por Domnguez; hay que dar la batalla por Falange.
La noticia de que Domnguez era agente ingls le pareci una aagaza sucia, y yo le promet las pruebas
de Guitarte. Quedamos en que cuando las tuviera, le vera de nuevo e insistiramos ante Franco. Alguien me
dijo que la mujer de Domnguez viva en la calle Fernn Gonzlez y fui a verla. Le cont todo lo que saba. Y
me dio una libreta con varios telfonos y nombres de amigos, que todava conservo. Luego, en un coche que
facilit Girn, se traslad a Bilbao. La desped en la puerta de su casa.
Domnguez, agente alemn?
Muy pronto me puse a llamar a los telfonos de la libreta de Juanito. Primero llam a un militar, pero no
contestaba el telfono. Luego record que ella me dijo que llamaba con cierta frecuencia a Paco; no deca ms
la libreta. Llamo entonces a Paco y una voz muy severa me contest al otro lado del telfono: "Pero no sabe
usted que ha muerto?" "No, no lo saba. Lo siento mucho", aad. "Quiere usted hablar con su hermano
Germn?" "S, desde luego". Una voz juvenil sustituy a la de la mujer. "Quin es?". "Bueno le dije, soy
un amigo de Juan Domnguez". Su inters creci: "Cmo va todo?" "Mal contesto". "Soy Narciso Perales".
"Dnde puedo verle?" "En Secretara General, a las diez y media, en el despacho del camarada Luna".
Guitarte trajo la prueba de que me haba hablado: un documento escrito en alemn donde se deca que
"Segn datos que obran en nuestro poder, es absolutamente imposible que el oficial espaol Juan Jos
Domnguez Muoz tenga ninguna clase de relacin con las potencias en lucha contra Alemania". Esto puede
probar pens que es un agente alemn; pero no es un mercenario y nosotros tenemos, adems, la
Divisin Azul luchando al lado de los alemanes.
Habl con los falangistas bilbanos y luego fui a ver a Serrano para entregarle el documento alemn.
Coment lo mismo que yo haba pensado. Pero aadi: "Esto es suficiente para probar la vileza de aquella
acusacin. Ver a Franco ahora mismo".
Despus comimos con Ridruejo y Aznar, que haban venido a Madrid por los rumores. Dionisio crea que
todo era intil. Ms tarde habl con Lima, que estaba desesperado y todo lo vea perdido. Entonces le propuse
que organizramos una reunin de ministros falangistas. Se mostr de acuerdo: "Yo delego mi representacin
en ti, como miembro de la Junta Poltica".
Aznar y yo buscamos a Miguel Primo de Rivera, que nos acompa sin discutir nada. Girn hizo lo mismo.
Y Arrese nos recibi con grandes prevenciones. Miguel comenz: "Yo s que no puede hacerse ms; pero
Perales cree que s, y yo no me puedo negar a nada en favor de la defensa de la vida de un falangista". Luego
habl Arrese, premiosamente, con voz montona: 'Yo creo que estbamos de acuerdo en que se haba hecho
todo. Claro, me refiero a los ministros, no a los jefes provinciales. Incluso aadi he mandado que le
dijeran a Domnguez si se le ocurra algo ms y l ha dicho que ya lo sabemos todo. Que hagamos lo que
debemos. Adems, este muchacho tiene malos antecedentes".
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NARCISO PERALES: VIDA Y TEXTOS - Compilacin e introduccin de Jos Luis Martnez Morant
Entonces ya no pude contenerme: "Has dicho que te pusiste de acuerdo con los ministros. Y yo podra
comentar lo que me dijiste ayer: pero no lo har. En cualquier caso, no te has puesto de acuerdo con los jefes
provinciales. Mira, soy un jefe provincial muy temporal, porque voy a dejar de serlo ahora mismo. Pero soy un
falangista que cuando no sabes cumplir con tu deber, se considera con capacidad para decrtelo. Y qu
malos antecedentes son esos de Juanito?". El que haba aguantado impvido mi rociada, contest: "Tiene dos
detenciones despus de la guerra. Una por usar documentacin falsa y otra por haber puesto un artefacto en
un barco ingls anclado en Algeciras".
Me acord de la visita que mencion Juanito, pero no recordaba que hubiera estallado ninguna bomba por
aquellos das en ningn barco ingls de Algeciras. As que respond: "El primer caso es una tontera, porque
yo he vivido con nombre y documentacin falsa de febrero a julio de 1938. Si el segundo es verdad, no me
parece que sea un mal antecedente". En fin, cont los servicios de Juanito, y emple todos los recursos que se
me ocurrieron.
Crisis ministerial
Arrese explic que vendra al Ministerio de la Gobernacin Blas Prez, y que Varela saldra, sustituido por
el general Asensio. Yo me levant indignado y no en silencio. "Qudate me dijo alguien. Tienes que llevarle
a Serrano lo que acordemos". "No me quedo ni un minuto ms. Ah os quedis!".
En la puerta me esperaba Germn Zimmerman, que haba traducido el documento alemn favorable a
Juanito. El haba intentado por su cuenta una gestin con la Embajada alemana y haba fracasado. No era
posible diplomticamente, le dijeron. En cambio, el embajador envi al Pardo una comunicacin informando
que el Gobierno alemn haba concedido la Cruz de la Orden del guila alemana al teniente provisional
espaol Juan Domnguez. A m, que me molestaba en esta ocasin la relacin de Juanito con los alemanes,
no me impresion, ni me pareci til. As que le dije: "Muy bonito, pero intil". Me march hundido. Fui en
busca de Serrano, porque me urga saber lo que hubiera resultado de su entrevista con Franco. Haba
fracasado y el fusilamiento se llevara a cabo. Estaba muy impresionado y se haba portado bien, aun sospechando que otros iban a usar de su intervencin para afirmar que Serrano pretenda ponerse al frente de la
Falange intransigente. Estuvimos hablando cinco o seis horas. Le propuse los ms disparatados recursos,
insistiendo en que si conseguamos aplazar la ejecucin, Juanito y la Falange se habran salvado. Pero
invariablemente me contestaba que no haba nada que hacer. Creo que me march a las cuatro de la maana.
No dorm. A las nueve de la maana siguiente estaba en el despacho de Galarza, quien me recibi sin
hacerme esperar. Se sent en un silln, frente a m, delante de la mesa. Sac una petaca de cuero y me
ofreci un cigarro. "Qu hay por Len? me dijo". "No lo s le contest". "Hace das que falto de all. Han
pasado en Bilbao otras cosas ms importantes que me han situado aqu". l estaba del otro lado. "Me puede
usted hablar de ellas?". "No, no hace falta. Estn demasiado recientes (yo supona, con razn, que Juanito
haba sido fusilado ya) para que no me resulte demasiado doloroso hablar de ellas. Vengo a decirle que me
voy". "Pero adonde va usted?" "A mi casa, o, mejor dicho, a casa de mis padres en Linares, porque casa no
tengo". "Pero no sabe usted que Franco dice que es el mejor gobernador que tiene y que va a Sevilla en la
prxima combinacin?". "Esto no hace variar mi decisin". "Aunque sea muy sucintamente, no me puede
explicar por qu se va?". "Me voy porque esto es una mierda". Por un instante me mir muy serio; luego, dijo:
"Comprendo que un hombre como usted no pueda aguantar este clima tan prostituido. Yo tambin me voy".
'Ta lo s respond. Viene a sustituirle Blas Prez". Entonces dijo: "No hace falta que hablemos ms". "Quiero
agradecerle toda la ayuda que me prest mientras he sido gobernador". Nos levantamos y me abraz,
diciendo: "Cualquiera que sean nuestras diferencias ideolgicas, donde quiera que est, all tiene un amigo".
"Yo tambin, siempre lo ser de usted", le dije. Y derrotados por la emocin, nos despedimos.
Fui a Len y le expliqu todo a los falangistas de confianza para que lo propagaran. Tambin habl
largamente con los generales y con el obispo de Len, don Carmelo Ballester, que me comentaba: "Pobre
Espaa! Pobre Espaa!". Y redact una escueta nota a los peridicos procurando que fuera lo ms expresiva
posible. Luego fui a casa, dorm un poco y casi de noche sal de all con mi mujer y mis dos hijas. Creo que era
la primera vez que suban a un coche oficial. A la puerta de casa me despidieron los dos generales, el obispo y
los cama- radas que supieron mi marcha. Fue una despedida emocionante.
En Madrid, paramos en una pensin. Al da siguiente com con Dionisio y otro camarada cuyo nombre no quiero
recordar. Los tres estbamos indignados. Propuse organizar la Falange clandestina. Dionisio se sum en seguida y el
otro aleg sus sufrimientos haba estado en presidio algunos aos y los de su familia. "Ayudar desde dentro",
concluy. Dionisio dijo: "Ahora todos querrn ayudar desde dentro". Aquella tarde sal para Linares.
Luego fui recibiendo noticias de Bilbao. Juanito, que muri cristianamente, conserv hasta el final su extraordinario
valor. Le permitieron dirigir unas palabras al pelotn de ejecucin, tal como haba solicitado, y vino a decirles que cuando
crea haber cumplido con su deber, se encontraba frente a ellos. Y con su ingenuidad de siempre, aadi que su muerte, al
menos, servira para que dos ministros reaccionarios saliesen del Gobierno, lo cual era til para la revolucin de la Falange.
Despus comenz a cantar el "Cara al Sol". Pero no pas de la primera estrofa.
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NARCISO PERALES: VIDA Y TEXTOS - Compilacin e introduccin de Jos Luis Martnez Morant
Esta entrevista, en tono muy distendido, la realiz en 1987 el entonces estudiante de quinto curso de
Periodismo, Ricardo Rbade Iraizoz, a Narciso Perales, en su casa de Madrid. Durante diecinueve largos aos
ha permanecido grabada en una cinta de cassette hasta su transcripcin y publicacin, por vez primera, para
este volumen. Hemos suprimido algunos dilogos que o bien son inaudibles o bien, a nuestro juicio, carecen
de inters (n. del c.).
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interpretacin siempre es subjetiva... Hay interpretaciones finalistas para demostrar algo... Has visto la
interpretacin de la guerra civil que hace la cadena Granada Televisin?... A m vinieron a entrevistarme... No
es excesivamente parcial aunque s muy lejos de lo que en Espaa se est haciendo, con interpretaciones
fuertemente escoradas...
Especialmente en lo que respecta a la Falange, a la que presentan como un partido derechista y
violento...
La verdad es que no me gusta ver la televisin, es un instrumento de manipulacin empleado con gran
habilidad... La gente se cree lo de los ochocientos mil puestos de trabajo de Felipe Gonzlez y luego la
realidad es que se ha generado ms del doble de paro, y aunque eso sea una verdad objetiva, hay gente a la
que se puede seguir engaando... No has ledo el libro de Gonzalo Fernndez de la Mora?
Cul?
Los errores del cambio... Es lo nico bueno que he ledo en cinco aos. Es un estudio de la transicin
desde la muerte de Franco, con multitud de datos... Ya va por la tercera edicin... Se trata de un libro objetivo,
analtico, con un anlisis fro, pero exhaustivo.
[...]
Me gustara ampliar algn dato, una mirada biogrfica tuya...
Yo no quiero pasar a la posteridad.
Pero me interesa a m.
No me interesa pasar a la posteridad, entiendes? Cree el individuo que est obligado a escribir unas
memorias. Dionisio Riduejo escribi casi unas memorias... He colaborado en un libro del cura Aguirre hoy
duque de Alba en homenaje a Ridruejo...
Lo conozco...
Iba a hacerlo Patricio [Gonzlez de Canales] pero ha muerto y me lo pidi a m. Por ah anda el libro...
S, lo de Ridruejo ya lo haba ledo en un folleto...
Las memorias de Ridruejo las conoces, en las que cita a Justina, mi mujer?
S, s...
Ricardo de la Cierva me cita en varias ocasiones...
S, te cita cuando ests en Granada... Y habla de ti bastante bien...
A Ricardo de la Cierva yo lo examin cuando era qumico. Este hombre, sin duda, tiene una formacin
importante y es muy inteligente. Sabe idiomas y entre otras licenciaturas tiene la de Ciencias Qumicas. Hubo
una convocatoria para una plaza de qumico en el Instituto Nacional de Medicina y Seguridad en el Trabajo y a
m me nombraron miembro del tribunal... Haba cinco o seis aspirantes y el ms listo y preparado era l
persona muy capaz y efectivamente fue qumico de aquel equipo. Ms tarde se hizo historiador de xito...
En La historia se confiesa habla de ti, te cita, te define bastante bien...
[...]
Los que tratamos de hacer la Falange quisimos encontrar una solucin de verdad. Jos Antonio deca
que quien diera con la palabra exacta se colocara a la cabeza del mundo. Y era verdad. Si la Falange hubiera
desarrollado su doctrina est claro que habra una alternativa que hoy no hay... El comunismo tiende al
dominio del mundo... Adems, van ganando, ao tras ao, sin apenas costo... Y, frente a l, nada pueden los
polticos con mentalidad de comerciantes, que no podrn evitar el dominio mundial del comunismo. Es
realmente extraordinario el pensamiento comunista, cmo una doctrina fracasada, absolutamente fracasada,
pueda llegar un da a dominar el mundo...
Gracias a su accin estratgica muy hbil...
No es eso. Es la torpeza de los otros... La descolonizacin tendra que haber constituido un proceso de
emancipacin de los pueblos. Qu ha sido en realidad? La entrega de esos pases a pequeos tiranuelos,
crueles, sanguinarios, peores que los antiguos colonizadores. Se hizo por cuestiones de mercado? Se hizo
por cuestiones propagandsticas? A lo mejor estaban convencidos de que hacan una obra buena... Cuando
durante la primera guerra mundial intervino el presidente Wilson, provoc un tratado inicuo, el fenmeno de la
Alemania nacionalsocialista no se entendera sin el tratado de Versalles... Te recomiendo el libro de Taylor,
que fue chairman en Oxford, titulado Los orgenes de la segunda guerra mundial. Aqu se tradujo la segunda
edicin y me parece que lo public Caralt. En l aparecen unas observaciones muy curiosas. Deca, frente a
las crticas que haba provocado su obra, que sta era la de un historiador que busca la verdad. Yo no he
escrito un libro a favor de los alemanes deca, a mi me gustara decir cosas ms agradables de mi patria,
a la que quiero, pero yo soy un historiador y debo decir la verdad y la verdad es lo que cuento. Taylor habla de
la fuerza de la leyenda y de la conferencia de Munich. Y la realidad es que la mayora de los ingleses
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pensaban que se haba cometido una iniquidad con el tratado de Ver salles. La conferencia de Munich fue
considerada como un xito de la diplomacia inglesa y que slo dos publicaciones britnicas criticaron a
Chamberlain, una de Manchester, el resto nada... En el prlogo de Orwell a su Rebelin en la granja explica la
autocensura en Inglaterra. Existe en todos los pases y existe aqu. Todos los peridicos nacionales
importantes, de derechas y de izquierdas, acaban en lo mismo... El ABC defiende a la institucin, a la
monarqua. El Ya defiende los intereses que representa... De ah que los ataques sean tmidos... Hay cosas
tremendas, como lo de Ramallo cuando la interpelacin por la reprivatizacin de Rumasa y habla de
centenares de miles de millones... Qu pas? Nada! Los peridicos pasaron por encima. Ya no se ha vuelto
a hablar... Pero, hombre!, si el caso del estraperlo, durante la Repblica, en el que hubo por medio un reloj de
oro o el asunto Nombela, como consecuencia del cual intervino Jos Antonio en el parlamento, no es nada
comparado con esto que es mucho ms gordo, como la compra en Sevilla del edificio "Presidente" por no s
cuntos millones ms de lo que corresponde... Cunto ha durado el escndalo? Un da? Despus, nada...
Cmo se puede lograr eso? Por la autocensura, los sobornos, las subvenciones... Lo que estn haciendo con
la prensa es tremendo... Mira lo que ha pasado con El Alczar. No es que me... pero tiene buenas plumas
como Vintila Horia, como lo es en tono menor Vizcano Casas, o lo es Blanco...
Diego Boscn...
Castro Villacaas que fue falangista y Rafael Garca Serrano, que tiene una buena prosa...
S, estuve entrevistndole hace un mes...
-Y...?
Estuve en su casa, est bastante enfermo.
Cmo han hundido a El Alczarl Me han contado no s si es verdad que hay un sindicato que se
llama FNT [Fuerza Nacional del Trabajo] que lo cre un supuesto partidario de Blas Piar...
Jaime Alonso, s.
Este Jaime Alonso era un agente de la Presidencia desde hace mucho tiempo. Me han dicho que el El
Alczar haba llegado a un acuerdo para cobrar cuatro o seis mensualidades, que no se le pagaron y que se le
deban, en doceavas partes en el curso de un ao, pero vino Jaime Alonso y los convenci de que no... Me
han dicho reiteradamente de que ste era agente de la Presidencia; esto es, el instrumento del gobierno para
liquidar El Alczar... Le haban negado el pan y la sal, la propaganda, las subvenciones para reformas como
ha sucedido con El Pas, Diario 16 y ahora suspenden el peridico a travs de este individuo. Cmo se puede
explicar esto? Qu clase de periodistas tenemos? Alguien dir: es inevitable, quiz el oficio lo exige. No lo s,
no lo s... Yo no pienso que los periodistas merezcan conjuntamente, como corporacin, un juicio malo, pero
ser un autntico periodista es muy difcil...
Lo estoy viviendo en mi propia carne...
Y tienes que navegar contracorriente, lo que cuesta mucho ms que dejarse llevar por la corriente.
Estamos en una hora oscura de la historia. No s si ser la ltima hora de Espaa, pero acaso no podra
ocurrir? Acaso no se resolver todo esto en unos nuevos reinos de Taifas? Canarias... que nos pidan Ceuta y
Melilla, las Vascongadas, quiz tambin Navarra arrastrada...
El ambiente donde vivo es bastante fuerte... Sin ir ms lejos un vecino mo era de ETA militar... El
ambiente est bastante radicalizado en la calle.
Qu quiere decir todo eso? Que es posible y que si acudes a la historia, y acudes al antiguo Egipto, a
los hititas, a Alejandro Magno, que lleg hasta la India y atraves el ro Indo, como dicen las sagradas
escrituras, "hasta los confines del mundo"... Todo desapareci. Desapareci el reino de los faraones... Todo
eso desapareci. Por qu no podra desaparecer Espaa? Para m sera terriblemente doloroso pensar que
pudiera desaparecer, todava me irrita la impotencia... Fernndez de la Mora demuestra que no hubo un
clamor pidiendo la ruptura. Recuerdo a Marcelino [Camacho] y [Julin] Ariza, en la habitacin de al lado, hasta
ocho ms, discutamos sobre la necesidad de estar unidos en un sindicato libre, democrtico... Para ir
dnde? Para ir donde no queremos? Me acuerdo de todo aquello, volv a hablar con Ariza, yo estaba en la
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Falange autntica y le invit a un debate pblico y no quiso, no le interesaba...
[...]
Quiz no quieras hablar mucho de la historia, pero t has sido un testimonio histrico...
S, pero no para escribir. Entiendes? No me importa recordar, confrontar recuerdos con los pocos
supervivientes de mi poca. [...] Intentamos la unidad de la Falange y para ello contbamos con Serrano
[Ser] y Agustn Aznar, que vena de la prisin del Dueso. Lo exig antes celebrar una entrevista con Serrano
y llegu a la conclusin de que no podra ser y Arrese me lo confirm... Qu hago recreando la Falange?
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Viejos conocidos de Narciso Perales, desde antes incluso de la fundacin de las clandestinas Comisiones
Obreras, tanto Ariza como Camacho saban de lo complicado que podra resultarles un debate, con luz y
taqugrafos, con el veterano doctor. No es de extraar que lo rehuyeran (n. del c.).
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Para qu? Haba vuelto Dionisio [Ridruejo] de la Divisin Azul, tena un problema pulmonar y estaba en
Torrelodones. Fui all a ver si solucionbamos lo de Juanito [Domnguez], pero no slo por l sino por el honor
y la supervivencia de la Falange. "Si la Falange acepta esto y lo va a aceptar, lo aceptar todo..." Se acab ya
todo. En las provinciales no haba nada que hacer. Y decid marcharme. Fui a ver a don Valentn Galarza. Lo
he contado tantas veces...
S, lo contaste en La Clave...
Termin dicindole a Galarza que me iba porque aquello era una mierda. Y as fue. Y ya no volv,
bueno... oficialmente. Pero, qu podamos hacer? Qu hicieron los dems? Qu hicieron los socialistas?
Nada! No existan. Aqu nos reunamos todos los domingos, eran los aos setenta, 1971, Juan Gmez Casas,
secretario de la CNT; Julin Gmez del Castillo, que estaba ligado al apostolado obrero pero estaba muy
politizado, fundador del Movimiento Obrero Autogestionario, que ms tarde fracas, escribe algunas veces en
el Ya, es inteligente; vena Ceferino Maest...
Que es el actual secretario de la Confederacin de Trabajadores Independientes...
S... Nos reunamos. Los comunistas ya no venan... Hablbamos. Hasta la transicin no hubo fuerzas...
Apareci la Platajunta y esos inventos de Calvo Serer y otras personas que ya han desaparecido de la escena
poltica... Muchos de esos polticos eran tolerados e incluso impulsados por las gentes de Franco, como Felipe
Gonzlez, becario de la Iglesia en Lovaina...
Y que incluso lleg a vestir la camisa azul...
Se ha dicho que el rey o el padre lo recomendaron a Willy Brandt...
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