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66 Nuevos Modelos Narrativos

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TEMA 65.

- NUEVOS MODELOS NARRATIVOS EN ESPAA A PARTIR DE


1940.
1.- La novela en los aos cuarenta. La Generacin del 36.
El exilio de muchos novelistas y la rgida censura gubernamental dej a
la Espaa de la postguerra desorientada intelectualmente: los maestros no
estaban presentes, sus lneas no pueden ser imitadas por prohibicin y los
experimentos de la novela deshumanizada quedan fuera de lugar en un
ambiente para nada festivo. Tal vez sea Po Baroja el nombre que sirve de
modelo til con sus estudios narrativos de una Espaa parecida a la de estos
aos.
El hecho de que la realidad se impusiera brutalmente hizo que muchos
autores orientaran su esttica hacia una imitacin de la realidad circundante.
Sin embargo, los nuevos autores buscarn otras formas de realismo alejedas
del modelo decimonnico.
Dos son las novelas que inauguran esta nueva corriente: Camilo Jos
Cela, con La familia de Pascual Duarte (1942). En ella el autor gallego
introduce el tremendismo, una manera agria de retratar la realidad,
seleccionando lo ms duro de la vida de postguerra. La otra novela es Nada
(1945), premio Nadal, de la joven de veintitrs aos Carmen Laforet. En el
libro, la tambin joven protagonista plasma el ambiente familiar de
mezquindad y de ilusiones frustradas con un estilo desnudo y objetivo, pero
sin el tremendismo de Cela.
A esta lnea narrativa se unirn autores como Miguel Delibes con La
sombra del ciprs es alargada (1948) y otros en los aos cincuenta. A esta
generacin de autores se le llamar Generacin del 36, o de la guerra. Todos
ellos tienen en comn el reflejo amargo de la vida cotidiana desde un punto de
vista existencial: la existencia es un sucesin de vacos donde el hombre se
siente solo, frustrado y sin esperanza. Y sa es la tipologa de los personajes
que aparecen: marginales, desarraigados, ...
Todava no hay una denuncia explcita a las injusticias por miedo a la
censura, pero lo que s hay es un testimonio delator del malestar por la
situacin social espaola del momento: se cuenta lo que es injusto, aunque no
se opine sobre ello.
2.- El realismo social en la novela de los aos cincuenta: la Generacin
del medio siglo.
De nuevo es Cela quien abre esta etapa con La colmena (1951), junto al
autor de La noria, Luis Romero, escrita el mismo ao. Ambas obras tienen una
gran urbe como fondo donde desfila un protagonista colectivo. stas marcan
las pautas de una novela que se llama social porque selecciona la parte de la
sociedad que ms objetiva las injusticias de la postguerra: se retratan los
grupos de oprimidos y de opresores por igual: es la sociedad por completo (y

no un solo personaje como en la etapa anterior) el verdadero protagonista.


A partir de 1954 se empiezan a unir mltiples novelistas a esta
generacin: Ignacio Aldecoa, Ana M Matute, Rafael Snchez Ferlosio, Juan
Garca Hortelano, Jos Manuel Caballero Bonald o Carmen Martn Gaite.
Todos ellos sern autores de una enorme trascendencia en la narrativa
espaola de nuestro siglo.
Igualmente empiezan a aparecer ensayos que cobran valor de
manifiestos de la nueva esttica: Jos M Castellet, en La hora del lector
(1957), y Juan Goytisolo, con Para una literatura nacional popular y Problemas
de la novela (ambos de 1959) proponen una declaracin de principios. En sta
se dice que el escritor debe comprometerse con la realidad con la intencin
de cambiarla y hacerla ms justa: hay que denunciar implcitamente la
sociedad en las novelas, pues los medios de comunicacin y el manifiesto
poltico estn atados por la censura.

Hay autores que aparentemente no intervienen como narradores que


opinen en la novela: se limitan a plasmar lo que ven: es lo que se conoci
como objetivismo (as lo hace, p. ej., Snchez Ferlosio en El Jarama, de 1956)
Hay otros que s intervienen denunciando situaciones injustas mediante la
opinin del narrador (aunque sin traslucir un discurso poltico claro): a esta
tcnica se le llam realismo crtico. Un tercer tipo, ms minoritario, es el
realismo lrico, cultivado, entre otros, por Ana M Matute: en l se refleja la
misma realidad triste y deprimida pero desde un punto de vista ms tierno y
sugestivo, tratando de un modo ms potico los aspectos ms desagradables
de la realidad.
3.- La sociedad espaola como tema narrativo.
Por los manifiestos de Castellet y Goytisolo sabemos que los autores han
de preocuparse no tanto por lo personal como por lo colectivo. Por eso la
sociedad no es ya un teln de fondo donde les suceden cosas a los
protagonistas: el protagonista es la sociedad misma. De un modo ms o menos
claro, el novelista se mostratar solidario con las clases derrotadas, no slo en
la guerra, sino tras ella: los menos favorecidos, independientemente de su
ideologa, han salido perdiendo. Slo variar el marco de esta situacin:
- El mbito rural: se ofrece la dura vida del campo, donde pervive la
animalidad y el caciquismo, como en Dos das de setiembre (1962), que
transcurre en la Jerez vitivincola de postguerra.
- El medio urbano: donde se explayan el hambre, los suburbios, el ir y
venir sin rumbo de multitudes sin esperanza, ... como en las ya citadas La
Colmena y La noria.

- Ambos mundos pueden unirse por el denominador comn del desolador


ambiente sociopoltico y laboral de los marginados, como en Central elctrica
(1958), de Lpez Pacheco.
El mundo gris y frustrado de la burguesa tambin aparece retratado
como un crculo gris, estancado y ablico en novelas como Nuevas amistades
(1959), de Garca Hortelano, o Entre visillos (1957), de Carmen Martn Gaite.
Por razones evidentes la misma Guerra Civil no fue muy abordada, salvo
como evocacin en la inocencia de los nios, quienes padecen los terribles
efectos de la contienda, as aparece, por ejemplo, en mltiples cuentos de Ana
M Matute.
4.- Las tcnicas narrativas.
Ante la urgencia de contar la realidad hubo un predominio del contenido
sobre la forma; ahora bien: no es admisible, salvo en algunos casos, la
acusacin de novela pobre o de mala calidad.
En la estructura del relato predomina la linealidad temporal, pero no
siempre: a veces, para mostrar la monotona de los das, el autor desordena el
tiempo: es como si no importara en qu orden se cuenten las cosas: siempre
sucede lo mismo.
Temporalmente es comn a todas ellas el tiempo reducido: es un tiempo
que se toma de muestra (p.ej. uno o dos das). Ello obliga al autor a trabar
muy bien los hechos.
Las descripciones son delatoras del ambiente injusto y gris y su funcin
es la presentacin de tales ambientes.
Tienen preferencia por un personaje colectivo, representante de la
sociedad , como vimos. Aunque tambin se da el personaje representativo de
un determinado grupo social: un campesino, p. ej., como muestra de la
situacin del medio rural. Se rechaza la novela psicolgica, que trata de
ahondar en las almas de los personajes: aqu los personajes importan porque
son representativos de un estrato social, no como personas en s mismas. Esta
tcnica del personaje colectivo no era nueva: ya la utilizaron ciertos autores
en los aos veinte: John Dos Passos, en Manhattan Transfer, Aldous Huxley en
Contrapunto, o Thomas Mann, en La montaa mgica; incluso puede verse
cierto precedente en El ruedo ibrico, de Valle-Incln.

De ah que lo que les interese sea ver cmo se comporta el personaje


desde fuera: el narrador raramente opina: se limita a plasmar lo que sucede
en el marco de la realidad que ha seleccionado. Es lo que se llama tcnica
conductista o behaviourismo, es decir, la tcnica por la que el narrador
desaparece para retratar, como si de una grabadora o una camara se tratase,
la realidad. No obstante esta objetividad no es del todo cierta, pues el autor

no da cuenta de toda lo real, sino que elige la parte injusta de la que desea
dar testimonio.
Por ese afn de objetividad predominan tanto los dilogos en detrimento
del partes narrativas. Los personajes hablan como si hubieran sido grabados:
predomina el lenguaje coloquial con muletillas o intervenciones cortas e
insustanciales que reflejan el vivir montono de la vida representada. Tambin
hay que destacar el inters por registrar cmo hablan determinados grupos
sociales: la mojigatera de la burguesa, las vulgaridades de los habitantes de
los suburbios, ...
Argumentalmente, suelen ser novelas abiertas, es decir no tienen un
desenlace preciso: no sabemos qu ocurrir con los personajes cuando los
despidamos en la ltima pgina. Esta tcnica subraya que la vidas tratadas
quedan sujetas a la deseperanza e incertidumbre de sus propias existencias.
A partir de 1960 se irn agotando este tipo de narrativa en favor de una
que apostar por unas renovaciones formales ms creativas y experimentales.
La nueva etapa la abrir, en 1962, Tiempo de silencio, de Luis Martn Santos.

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