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SANACION

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INTRODUCCION

MINISTERIO DE SANACIN.
Jess envi a los doce, con estas instrucciones:
"ID Y PREDICAD QUE EL REINO DE DIOS EST CERCA.
CURAD A LOS ENFERMOS, RESUCITAD A LOS MUERTOS,
LIMPIAD A LOS LEPROSOS, ECHAD A LOS DEMONIOS". (Mt. 10, 7 y 9).
Y Marcos, al final de su evangelio nos dir:
"ELLOS FUERON A PREDICAR POR TODAS PARTES. EL SEOR
COOPERABA CON ELLOS Y CONFIRMABA SU DOCTRINA CON LOS
PRODIGIOS QUE LOS ACOMPAABAN."(Mc. 16,20)
"La evangelizacin de Jess comprenda dos aspectos fundamentales:
El anuncio de la Palabra
Y la confirmacin de esa Palabra con la sanacin de los enfermos"
Las seales, los prodigios y los milagros son signos que manifiestan que
JESS ESTA VIVO, HOY Y SIEMPRE, y vienen a confirmar la proclamacin
de la Palabra.
Es una de las caractersticas que distinguen al autntico apstol.
El tema es de la mayor importancia en el da de hoy, si pretendemos
presentar a nuestra sociedad un JESUS VIVO Y REAL.
"VAYAN POR TODO EL MUNDO Y PROCLAMAD LA BUENA NUEVA A
TODA LA CREACIN.
ESTAS SON LAS SEALES QUE ACOMPAARN A LOS QUE CREAN:
EN MI NOMBRE EXPULSARN DEMONIOS,
HABLARN EN LENGUAS NUEVAS,
AGARRARN SERPIENTES EN SUS MANOS
Y AUNQUE BEBAN VENENO NO LES HAR DAO;
IMPONDRN LAS MANOS SOBRE LOS ENFERMOS Y STOS SE

PONDRN BIEN."(Mc.16, 15-18).


Estamos perfectamente sabedores, con todo, que el tema es sumamente
amplio y no siempre bien entendido. Ello nos dar pie, a travs de artculos
mensuales, a desarrollar, copiar, sintetizar lo que se ha escrito sobre
sanacin fsica, sanacin interior y sanacin espiritual. Igualmente tendrn
cabidas, temas como la intercesin
Comenzaremos presentando, en NOVIEMBRE, 2001, la INSTRUCCIN
SOBRE LAS ORACIONES PARA OBTENER DE DIOS LA CURACIN,
emanada de la Congregacin para la Doctrina de la Fe, de la Santa Sede.
Nos centraremos en los aspectos doctrinales, que sern como base de las
posteriores enseanzas.

MES DE NOVIEMBRE DEL 2001.


INSTRUCCIN SOBRE LAS ORACIONES PARA OBTENER DE
DIOS LA CURACION.
INTRODUCCIN.
El anhelo de felicidad, profundamente radicado en el corazn humano, ha sido
acompaado desde siempre por el deseo de obtener la liberacin de la
enfermedad y de entender su sentido cuando se experimenta. Se trata de un
fenmeno humano que, interesando de una manera u otra a toda persona,
encuentra en la Ig1esia una resonancia particular. En efecto, la enfermedad se
entiende como medio de unin con Cristo y de purificacin espiritual y, por parte
de aquellos que se encuentran ante la persona enferma, como una ocasin para el
ejercicio de la caridad. Pero no slo eso, puesto que la enfermedad, como los
dems sufrimientos humanos, constituye un momento privilegiado para la
oracin: sea para pedir la gracia de acoger la enfermedad con fe y aceptacin de
la voluntad divina, sea para suplicar la curacin.
La oracin que implora la recuperacin de la salud es, por lo tanto, una
experiencia presente en toda poca de la Iglesia, y naturalmente lo es en el
momento actual. Lo que constituye un fenmeno en cierto modo nuevo es la
multiplicacin de encuentros de oracin, unidos a veces a celebraciones
litrgicas, cuya finalidad es obtener de Dios 1a curacin, o mejor, las curaciones.
En algunos casos, no del todo espordicos, se proclaman curaciones realizadas,
suscitndose as esperanzas de que el mismo fenmeno se repetir en otros
encuentros semejantes. En este contexto a veces se apela a un pretendido carisma
de curacin.
Semejantes encuentros de oracin para obtener curaciones plantean adems la
cuestin de su justo discernimiento desde el punto de vista litrgico, con
particular atencin a la autoridad eclesistica, a la cual compete vigilar y dar
normas oportunas para el recto desarrollo de las celebraciones litrgicas.
Ha parecido, por tanto, oportuno publicar una Instruccin, que, a norma del can.
34 del Cdigo de Derecho Cannico, sirva sobre todo para ayudar a los
Ordinarios del lugar, de manera que puedan guiar mejor a los fieles en esta
materia, favoreciendo cuanto hay de bueno y corrigiendo lo que se debe evitar.
Era preciso, sin embargo, que las disposiciones disciplinares tuvieran con punto
de referencia un marco doctrinal bien fundado, que garantizara su justa
orientacin y aclarara su razn normativa. Con este fin, la Congregacin par 1a
Doctrina de 1a Fe, simultneamente a 1a susodicha Instruccin, publica una Nota
doctrinal sobre la gracia de la curacin y las oraciones para obtenerla.
I. ASPECTOS DOCTRINALES
1- Enfermedad y curacin: su sentido y valor en la economa de la sa1vacin.
"El hombre est llamado a la alegra, pero experimenta diariamente tantsimas
formas de sufrimiento y de dolor". (1) Por eso el Seor, al prometer la redencin,
anuncia el gozo del corazn unido a la liberacin del sufrimiento (cf. Is 30,29;

MES DE DICIEMBRE DEL 2001.


SANACION Y SUFRIMIENTO.
En el ministerio de sanacin, dos ideas fundamentales hay que tener claras. Son
las que vamos a presentar en este trabajo.
A. DIOS QUIERE LA SALUD DEL HOMBRE TOTAL.

Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento "afirman que nuestra humanidad es


una por esencia; cuerpo y alma son dos aspectos diferentes del conjunto de
nuestro ser. En otros trminos, el acento se pone en la unidad de nuestra
naturaleza (unidad ciertamente compleja) y no sobre sus partes constitutivas.
Hombres y mujeres son seres enteramente integrados ms que coleccin de
compartimentos. (Gen.1, 26-27; 2,7; I Tes.5,23-24). Puesto que somos una unidad
estrecha,en la que entran diversos niveles de la persona humana, podemos
afirmar que Dios quiere sanar todos y cada uno de ellos, ya que entran a formar
la realidad total del hombre".
El plan de Dios sobre el hombre no es otro que el de su salvacin. Y la salvacin
no es otra cosa que el encuentro de Dios con el hombre. En ese encuentro el
hombre consigue su felicidad.
El hombre se separa de Dios por el pecado y entonces pierde

La gracia santificante
La salud; el hombre se encuentra con las enfernmedades como
fruto del pecado.

Jess vino a restablecer lo que el hombre haba perdido por el pecado; no solo a
perdonar sus pecados, sino tambin a reparar los efectos del pecado. Viene a
dar vida plena en abundancia (Jn.10,10) Cristo redime al hombre total, y ste no
solo es espritu y alma sino tambin cuerpo. San Mateo nos dice:
"Jess...proclamaba la buena nueva del Reino y sanaba toda enfermedad y toda
dolencia" (Mt. 9,35).
"Las curaciones de Jess son signo de su misin mesinica (cf.Lc.7,20-23). Ellas
manifiestan la victoria del Reino de Dios sobre todo tipo de mal y se convierten
en smbolo de la curacin del hombre entero, cuerpo y alma" (Cf. Mc. 2, 1-12)
(Instruccin Santa Sede).
Las cuaraciones de Jess, pretenden adems,

Acrecentar nuestra fe. A Jairo Jess le dice: "No temas; basta que
tengas fe y se curar" (Lc.8, 50).
Que nos apartemos del pecado: Dice Jess: "Mira, has sido curado.
No peques ms, para que no te suceda algo peor" (Jn. 5, 14).
Atraer a la gente para hablarles del Reino de Dios.

Resumiendo. DIOS DESEA QUE EL HOMBRE GOCE DE LA PLENITUD DE LA

SALVACIN.
B- EL SUFRIMIENTO EN EL PLAN DE DIOS.
Si bien la enfermedad y el sufrimiento que conlleva, es fruto del pecado, con
todo, no siempre la enfermedad es fruto del pecado personal.
El sufrimiento puede estar en el plan de Dios para ser cooperador a la aplicacin
de la Redencin de Cristo. Y es ah, en donde se convierte en causa de
salvacin, de purificacin, de santidad.
"Pero la enfermedad se manifiesta con un carcter ambivalente, ya que por una
parte se presenta como un mal cuya aparicin en la historia est vinculada al
pecado y del cual se anhela la salvacin, y por otra parte puede llegar a ser
medio de victoria contra el pecado."
(Instruccin de la Santa Sede)
Difcilmente podremos penetrar en los planes de Dios, y menos cuando se trate
del sufrimiento en el mundo. Estos modos divinos nos dejan perplejos, nos
escandalizan.
Los apstoles se escandalizaron cuando Cristo les anuncia su pasin (Lc.18,34).
No entendan cuando les deca: "Si a m me han perseguido, tambin os
persiguirn a vosotros" (Jn.15,20) y "Os aseguro que vosotros llorareis y
gimeireis" (Jn.16, 20).
Ypor otro lado nos preguntamos: Por qu permiti la muerte de Lzaro,
pudiendo haber ahorrado el dolor a esa familia que tanto le amaba? Por qu el
sufrimiento del justo y del inocente?
No es fcil dar respuestas a nuestro desconcierto ante el sufrimiento. Es en el
Nuevo Testamento donde encontramos una respuesta plena a tantos
interrogantes. "En efecto, el mismo Cristo, que no cometi ningn pecado, sufri
en su pasin penas y tormentos de todo tipo, e hizo suyos los dolores de todos
los hombres, cumpliendo as lo que de l haba escrito el profeta Isaas (cf. Is
53,4-5)". (4) Pero hay ms: "En la cruz de Cristo no slo se ha cumplido la
redencin mediante el sufrimiento, sino que el mismo sufrimiento humano ha
quedado redimido. (. . .) Llevando a efecto la redencin mediante el sufrimiento,
Cristo ha elevado juntamente el sufrimiento humano a nivel de redencin.
Consiguientemente, todo hombre, en su sufrimiento, puede hacerse tambin
partcipe del sufrimiento redentor de Cristo". (Juan Pablo II)
Pablo nos da un claro ejemplo con sus palabras: "Completo en mi carne lo que
falta a las tribulaciones de Cristo, a favor de su Cuerpo, que es la Iglesia" (Col.
1,24). Y, como San Pablo, tambin "muchos enfermos pueden convertirse en
portadores del "gozo del Espritu Santo en medio de muchas tribulaciones" (I Ts.
1,6) y ser testigos de la Resurreccin de Jess". (Juan Pablo II).
La historia est llena de estos ejemplos, desde los mrtires que derramaron su
sangre hasta tantos cristianos (verdaderos mrtires) que desde la enfermedad,
el sufrimiento, el dolor se han santificado y han llevado la salvacin de Cristo
hasta los ltimos rincones del mundo.

Resumiendo. LA CRUZ ES UN MISTERIO. Solamente a la luz del misterio de


Cristo se nos esclarece. Fuera de Cristo, el problema del mal y del dolor es
inexplicable, sigue siendo, como la cruz "ESCNDALO PARA LOS JUDIOS, Y
LOCURA PARA LOS PAGANOS, PERO PARA LOS LLAMADOS...PODER Y
SABUDURA DE DIOS" (1 Cor. 1, 23-24).
Dios tiene un Plan sobre el hombre, y el hombre, como criatura libre, debe
colaborar con ese Plan para que le reporte la mayor felicidad. ste ser el tema
del prximo mes.

MES DE ENERO DEL 2002.


Y EL HOMBRE, QU?
Todo el plan de Dios sobre el hombre mira a todo su ser. No habr
salvacin plena hasta que venga "un cielo nuevo y una tierra nueva... y no
habr ms muerte, ni luto, ni llanto, ni pena, porque el primer mundo ha
desaparecido". (Ap. 21, 1-4)El hombre, como persona libre, debe colaborar
con el plan de Dios para llegar a esa salvacin plena. Y lo debe hacer en
todos los planos en que se mueve el hombre: a nivel espiritual, a nivel
psquico y a nivel fsico,
Nivel espiritual:
Vida de fe.
Sacramentos.
Conciencia recta.
Nivel psquico:
Perdonar y pedir perdn.
Sanacin de viejas heridas .
Nivel fsico:
Llevar una vida sana.
Acudir a tiempo a los profesionales sanitarios.
Y en todos los casos, buscar la sanacin a travs de la oracin,
supeditndola, siempre, a la Voluntad de Dios.
Como se ve a travs de este breve esquema, son muchas las facetas y
medios a travs de los cuales el hombre tiene que ir caminando a su
salvacin plena. Nosotros, intentaremos desarrollarlos en los prximos
meses, desde esta pgina Web. Dios quiera bendecir este trabajo y le
daremos infinitas gracias si puede ser de utilidad, para gloria de Dios.

Hoy nos centraremos en dos puntos que, en todo momento, debemos


tener presente:
1)- El hombre debe buscar su sanacin integral.
Si Dios quiere la salvacin integral del hombre, tambin el hombre debe
buscar esa salvacin en todo orden, a todo nivel de su persona.
Hay que tener una idea clara y precisa si queremos caminar hacia la
felicidad:
EL HOMBRE FORMA UNA UNIDAD DENTRO DE LA COMPLEJIDAD
QUE TIENE CON SU CUERPO, ALMA Y ESPRITU. Cualquier parte de
este complejo que est daado, repercutir en todo el resto, algo parecido
a lo que se sucede cuando golpeamos a una telaraa.Dicho en otras
palabras. Conseguir mi felicidad cuando todo mi ser est sano. Si bien
esa felicidad no ser plena en este mundo, s que puedo caminar hacia la
misma, intentando trabajar en todas las reas de mi ser. Mis esfuerzos no
conseguirn frutos si no busco sanar todas las heridas que tengo en
cualquier rea. Esta es la razn de la tan conocida pregunta: "Por qu no
termino de sanarme?".
Veamos unos ejemplos.
En la mayor parte de los milagros de Jess, la sanacin
va condicionada a la fe de la persona. Por el contrario,
Jess no pudo obrar signo alguno de sanacin en
Nazaret, por la falta de fe de sus paisanos. (Mc. 5, 2134).Vemos tambin que Jess sana y pide conversin de
vida: "No peques ms".Los mdicos confirman que las
personas de fe se sanan con ms facilidad.Muchas
enfermedades de artrosis graves se han curado a travs
del perdn.La alabanza, poniendo la vista en Dios, libera
de muchas preocupaciones.La falta de perdn o la noaceptacin de un contratiempo, repercute en el sistema
nervioso y en el organismo, incluso desarrollando el
cncer.El encerrarse, buscando solo la sanacin fsica,
es causa de obsesin y agrava el mal.Una vida de fe y
sacramental, alivia las mismas enfermedades y pone en
el corazn y en los labios una alegra que el mundo no
puede entender.
La lista se podra alargar y no cabe duda que muchos tendris
experiencias al respecto. A nosotros solamente nos cabe aadir que, si
somos uno en la diversidad de facetas que tenemos, no olvidemos lo
siguiente:
Vivamos una vida espiritual, llena de fe, apoyada en una
vida sacramental. Que el amor gue todos nuestros
pasos cuando nos relacionemos con los dems.
Llevemos una vida sana y equilibrada.En una palabra,
que nos sintamos hijos de Dios y que descansemos
confiadamente en los brazos de nuestro Padre, a quien
le debemos llamar, con todo cario, "ABBA", Padre

querido. (Mt. 6, 25,26; 31,33).


2). - Otro punto a tener muy en cuenta, responde al famoso dicho: "A
Dios rogando y con el mazo dando". En general, somos muy propensos
a pedir y no a dar; a exigir que Dios nos sane y no poner los medios, de
nuestra parte, para sanarnos. Deseamos que los dems nos mimen,
mientras nosotros nos encerramos; vemos la mota en el ojo ajeno y no
vemos la viga en el nuestro; pedimos la sanacin fsica y nos olvidamos de
nuestra sanacin interior porque nos exige renuncias. En una palabra,
acudimos a la oracin de sanacin como una receta mgica; que ella lo
haga todo, pero que me deje tranquilo en el proceder de mi vida.En la parte
espiritual, la sanacin, tanto fsica como interior, siempre debe ir unida a
una renovacin, a un cambio de vida. Jess sana a un enfermo y le pide:
"No peques ms". Jess se queja de los nueve leprosos a los que ha
sanado y que no han vuelto a dar gracia y a alabar a Dios. Si no
entendemos que toda sanacin conlleva algo ms de nuestra parte, es
posible que ello mismo sea un freno a cualquier sanacin.En la parte
humana, Dios no rechaza lo natural para conseguir nuestro bienestar.
Sera un absurdo no ir al mdico, porque vamos a las misas de sanacin,
pensando que Dios est por encima de todos y esto basta. Dios se puede
valer del mdico o de cualquier otro medio natural para sanarnos; siempre
ser l el artfice ltimo de la sanacin. Debemos orar confiadamente por
nuestra sanacin, pero nunca debemos dejar los medios humanos y lcitos
que estn a nuestro alcance.Jess manda a los diez leprosos que se
presenten a los sacerdotes. Al ciego, Jess le pone barro en los ojos y le
dice que vaya a lavarse a la fuente Silo. Eliseo manda a Naamn, el sirio,
a baarse siete veces en el ro Jordn, si quiere sanar de la lepra; lo hizo y
san.Que el Espritu nos haga entender que Dios quiere nuestra salvacin
integral, pero que tambin nosotros debemos procurarla.

MES DE FEBRERO DEL 2002.


EL SACRAMENTO DEL BAUTISMO,
FUENTE DE SANACIN.
Un da, en la mayora de los casos, siendo pequeos, recibimos las aguas
bautismales, y tambin en la mayora de los casos, ah qued eso. Lo hemos
recordado, a lo mximo, y muy pocas veces el sentido del bautismo lo hemos
revivido, salvo cuando hemos asistido a un acto en donde se han renovado
las promesas bautismales.
Hemos olvidado que por el bautismo, los hombres, "libres del poder de las
tinieblas, muertos, sepultados y resucitados con Cristo, reciben el Espritu de
los hijos de adopcin y celebran con todo el pueblo de Dios el memorial de la
muerte y resurreccin del Seor". (Vat. II. Ad gentes, n 14)
As, pues, por el bautismo los hombres reciben la ms grande de las
sanaciones, los liberan del poder del mal, les perdona todo pecado y quedan
puros e inmaculados, convertidos en nueva criatura por el agua y el Espritu
Santo.
No hay momento, en la vida del hombre, ms grande que el de su bautismo,
porque a travs del mismo recibe la mayor de las sanaciones. Pero hay ms;
el bautismo imprime carcter, seal indeleble, es fuente perenne, para que
perdure a travs de la vida, lo que se recibi en un momento dado.
Que actualicemos cada da nuestro bautismo, depender de nosotros.
Que recibamos la sanacin del bautismo cada da, ser nuestro reto.
Siento con pena que los cristianos no nos aprovechamos del tesoro que
tenemos en nuestras manos, y no obstante corremos desesperados hacia
otras aguas buscando sanacin.
Pretendemos ayudar a nuestros hermanos, hacindoles descubrir el valor del
bautismo, presentando y comentando algunos textos del rito del bautismo.
El acto del bautismo es un acto libre de la persona, que dar su
consentimiento personalmente o a travs de sus padres y padrinos. Es un
punto muy importante a tener en cuenta; Es el primer paso en el rito
bautismal.
A continuacin se ora por los que se van a bautizar y por sus padres y
padrinos, por la responsabilidad que van a contraer.
Antes de entrar en la liturgia del sacramento, el sacerdote dice una oracin
de exorcismo con estas palabras:
"Dios todopoderoso y eterno, que has enviado a tu Hijo al mundo, para

librarnos del dominio de Satans, espritu del mal, y llevarnos as,


arrancados de las tinieblas al Reino de tu luz admirable; te pedimos que este
nio (o esta persona) lavado del pecado original, sea templo tuyo, y que el
Espritu Santo habite en l. Por Cristo nuestro Seor. Amen."
Otra frmula de la oracin de exorcismo dice as: "...Por la fuerza de la
muerte y resurreccin de tu Hijo, arrncalos del poder de las tinieblas y,
fortalecidos con la gracia de Cristo, gurdalos a lo largo del camino de la
vida."
Con estas oraciones, el sacerdote, en nombre de la Iglesia, est pidiendo
que los que se van a bautizar se vean libres de todo pecado para que sean
templo del Espritu Santo, y esto a lo largo del camino de la vida. La
sanacin que se pide es para todos los das de la vida.
Para que lo entendamos mejor, haremos una oracin pidiendo la sanacin de
una enfermedad fsica. "Dios todopoderoso, por la fuerza de la muerte y
resurreccin de tu Hijo, arranca el cncer que invade y est pudriendo este
cuerpo y devulvele la salud completa para todos los das de su vida". Cul
no sera nuestro asombro si esto se realizase! Y no nos damos cuenta que el
bautismo hace algo mucho ms grande, con toda la eficacia y siempre.
Y para cubrir de fortaleza al nuevo bautizado, prosigue el celebrante:
"Para que el poder de Cristo Salvador te fortalezca, te ungimos con este leo
de salvacin en el nombre del mismo Jesucristo. Seor nuestro, que vive y
reina por los siglos de los siglos. Amen".
Se hace la uncin en el pecho con el leo de los catecmenos, consagrado
por el obispo en Semana Santa.
La liturgia del sacramento nos presenta un elemento esencial: el agua. El
agua que es vital para la vida de las plantas, de los animales y del mismo
hombre. El agua, pura y cristalina, que lava y limpia toda suciedad. Esa
misma agua es escogida en el sacramento del bautismo como el smbolo de
lo que realmente hace el bautismo en el hombre: limpia toda mancha y da
vida nueva. Por eso el celebrante, antes de proseguir el acto, recuerda a
todos los presentes la admirable providencia de Dios, que ha querido
santificar el alma y el cuerpo del hombre por medio del agua.
La bendicin del agua bautismal, que se hace en estos momentos, viene a
recordar los diversos momentos de la historia de Israel (el diluvio, el paso del
mar Rojo, Jess bautizado con el agua del Jordn) en donde el agua fue
protagonista y smbolo de lo que se iba a realizar a travs de Cristo. Termina
con esta oracin, mientras el celebrante toca con su mano derecha el agua:
"Te pedimos, Seor, que el poder del Espritu Santo, por tu Hijo, descienda
sobre el agua de esta fuente para que los sepultados con Cristo en su
muerte, por el Bautismo, resuciten con l a la vida. Por Jesucristo nuestro

Seor. Amn".
Hay un momento muy importante en la liturgia del sacramento. Dios, por
Cristo, va a realizar una obra admirable en el bautizado, que solo l lo puede
realizar. Pero Dios no actuar, en ningn momento, contra nuestra libertad y
es ah en donde se le pide:

Renunciar a Satans, a sus obras y seducciones para que Dios


pueda liberarlo de todo pecado y culpa.

Realizar una triple profesin de fe, creyendo en Dios Padre, en


Dios Hijo Y en Dios Espritu Santo, para que Dios pueda darle
nueva vida y hacerle hijo suyo.

Tanto la renuncia como la profesin de fe, ciertamente no puede hacerla


personalmente cuando quien se bautiza es un nio, por eso los padres y los
padrinos lo hacen en su nombre, y adems se comprometen a guardar y a
cultivar esa nueva vida que brota del amor de Dios. Los padres y padrinos
debern esforzarse en educarle en la fe con su palabra y con su ejemplo, de
tal manera que esta vida divina quede preservada del pecado y crezca en
ellos de da en da.
Confirmado, una vez ms, el deseo de recibir el bautismo en la fe de la
Iglesia que acaba de profesar, el celebrante procede al rito del bautismo,
dicindole al bautizado por su nombre:
"yo te bautizo en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espritu Santo", al
mismo tiempo que le derrama por tres veces el agua sobre su cabeza. El
bautismo se puede realiza, tambin, por inmersin. Un detalle; al final de la
frmula no se dice "Amn"; "amen" indica un deseo, una splica, de que as
se cumpla, as sea. Pero las palabras del bautismo son eficaces, el pecado
queda borrado y la gracia se derrama automticamente; no cabe ya ningn
deseo ni splica.
Acto seguido del bautismo, sigue un rito de la mayor importancia, que tiene
la mayor trascendencia. Se unge con el Santo Crisma al nuevo cristiano. La
uncin es un llamado, una consagracin. Se unge a los reyes, se unge a los
sacerdotes, se unga a los profetas y se ungen tambin las iglesias que van
a ser consagradas. El celebrante unge en la coronilla del bautizado y dice:
"Dios todopoderoso, Padre de nuestro Seor Jesucristo, que os ha liberado
del pecado y dado nueva vida por el agua y el Espritu Santo, os consagre
con el Crisma de la salvacin para que entris a formar parte de su pueblo y
seis para siempre miembros de Cristo, sacerdote, profeta y rey. Amn".
Cmo no celebrar con jbilo, cada da, la vivencia de nuestra consagracin
formando parte del pueblo de Cristo e injertados para siempre como
miembros del cuerpo de Cristo! Cmo no recordar cada da nuestra

dignidad!
Viene a continuacin tres ritos que son tres signos que manifiestan lo que ha
sucedido en el bautizado.
Se le impone la vestidura blanca como signo de la dignidad del
cristiano y para decirle que la conserve sin mancha hasta la vida
eterna.
b. Se le entrega una vela encendida en el cirio Pascual (smbolo de
Cristo) y se le dice: "Recibid la luz de Cristo". Caminad siempre
como hijos de la luz.
a.

c.

El celebrante toca con el dedo pulgar los odos y la boca del


bautizado y le dice: "El Seor Jess, que hizo or a los sordos y
hablar a los mudos, te conceda, a su tiempo, escuchar su
Palabra y proclamar la fe, para alabanza y gloria de Dios Padre.
Amn".

La alegra de todos los presentes en el acto se une a la alegra de recin


bautizado. Ha recibido la dignidad de hijo de Dios y se une a todo el pueblo
santo. Por ello es el momento en que todos juntos se pueden dirigir a Dios
como Padre, con la oracin del PADRE NUESTRO QUE ESTS EN LOS
CIELOS...
Termina el rito del bautismo con la bendicin del sacerdote. Bendice a las
madres por el fruto de sus entraas. Bendice a los padres para que, junto
con sus esposas, sean los primeros que den testimonio de la fe ante sus
hijos. Bendice a todos los presentes para que siempre y en todo lugar, sean
miembros vivos del pueblo de Dios y que la paz reine en sus corazones.
Y finalmente dice:
"La bendicin de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espritu Santo, descienda
sobre vosotros. Amn."
Para terminar hay que aadir que el bautismo, al mismo tiempo que es una
sanacin integral del hombre principalmente a nivel espiritual, realiza
tambin sanacin fsica en muchos casos. "Si es capaz de sanar de raz el
mal del hombre, cmo no ser eficaz para curar toda otra consecuencia
como la enfermedad?" El P. Daro Betancourt, en su libro "Fuentes de
Sanacin" cita varios casos en los cuales, los nios estando enfermos y sin
esperanzas, recibido el bautismo "in extremis", se recuperaron y se salvaron.

MES DE MARZO DEL 2002.


MINISTERIO DE SANACIN
Un hombre, enfermo, haca treinta y ocho aos que estaba junto a la piscina
Bezat, esperando entrar en la piscina cuando las aguas se moviesen y ser
curado. "Jess, lo vio echado y, sabiendo que llevaba mucho tiempo, le dijo:
Quieres curarte? El enfermo le respondi: Seor, no tengo a nadie que, al
agitarse el agua, me meta en la piscina". (Jn. 5, 6-7)Cuantos enfermos,
hoy da, podran repetir a Jess la misma queja! El enfermo, ms que nadie,
necesita que le ayuden a encontrar a Jess, que es quien sana. El ministerio
de sanacin responde a esta llamada y a esta necesidad. Este ministerio no
es fcil ni es apto para todos; se necesitan ciertas "aptitudes", conforme a los
carismas que Dios distribuye para que sirvamos a la comunidad.El Seor
necesita de personas que, llenas de la misericordia y la compasin de Jess,
se entreguen a los ms necesitados, siendo canales abiertos del amor de
Dios. El Seor necesita de personas entregadas que se acerquen a los
enfermos y oren por ellos, bien directamente, bien en el ms estricto
anonimato.Hay que saber de antemano, que este ministerio conlleva mucha
delicadeza y rectitud de criterio y al mismo tiempo saber que no siempre es
bien entendido y comprendido por los dems. No es de extraar; tambin
Jess tuvo mucho oposicin cuando lo ejerca y los apstoles Pedro y Juan
fueron perseguidos, arrestados y encarcelados por haber curado a un cojo,
en el nombre de Jess. "Es muy importante aclarar que una cosa es el
ministerio de sanacin y otra cosa es el carisma de sanacin. El ministerio no
es otra cosa que poner en prctica el carisma. Por el bautismo todos
tenemos este don. El Seor Jess dijo: Todo el que crea en m, imponga las
manos sobre los enfermos y se sanarn. (Mc. 16,18) Sin embargo no todos
tenemos el ministerio. San Pablo dice: Dios ha dado cargos especiales a
algunos en la Iglesia: en primer lugar, los apstoles... despus los que sanan
enfermos... tienen todos poder para sanar enfermos? (1 Cor. 18, 30)." (P.
Daro Betancourt. Seminario de Sanacin)Quines pueden ejercer el
ministerio de sanacin?.Los sacerdotes y mdicos tienen el carisma de
sanacin en plenitud y sin lmites. Los laicos lo tienen limitado. Los esposos
lo tienen con fuerza especial, el uno para el otro, y al mismo tiempo para sus
hijos y familia.Los laicos pueden ejercitarlo tambin para ciertos casos,
siempre que sean discernidos por los pastores y confirmados por la
comunidad. Pueden darse casos de laicos a quienes Dios llama al ejercicio
de la sanacin en plenitud y sin lmites; stos no son mucho.Otro punto muy
importante del ministerio de sanacin lo tenemos en la Palabra de Dios, en la
parbola del Samaritano. Un hombre est gravemente herido y abandonado.
Un sacerdote lo vio, y pas de largo. Un levita lo vio, y pas de largo. Un
samaritano lo vio, y se conmovi sin mirar la clase y condicin del herido.
Pero el samaritano no se queda en la mera compasin; l acta en la medida

de sus posibilidades y no escatima ni siquiera medios materiales. Pone todo


su corazn y se puede afirmar que se da a s mismo.La parbola es
narrada por Jess y es para nosotros. Toda persona en el ministerio de
sanacin debe tener la actitud del samaritano; actitud que solo se puede
conseguir siendo sensible al sufrimiento ajeno y sintiendo en la propia carne
la misericordia y compasin de Jess hacia los hombres.Para profundizar en
las actitudes que se requieren en el ministerio de sanacin creemos muy til
y necesario copiar un resumen de la enseanza de Philippe Madre en el
Seminario de Sanacin de San Giovanni Rotondo (1995) y publicado en el n
41 de la revista Nuevo Pentecosts.
LA SANTIDAD EN EL MINISTERIO DE SANACIN.
La santidad de vida ayuda al anuncio de salvacin y
a la intercesin por los enfermos. Hay personas muy
heridas que necesitan un encuentro profundo con el
mdico espiritual santo. Necesitan este encuentro las
personas que han sufrido abortos. El
acompaamiento a los que van a morir del SIDA
exige carismas de sanacin y santidad. Estos
carismas de sanacin con santidad se pueden dar a
personas aisladas o a todo un grupo o equipo.
.

Marta Robin, mujer de Dios, que llevaba en su


corazn a la Renovacin y a los enfermos, me dijo
que haba que atreverse a pedir a Dios grandes
cosas, porque pronto vendra la hora de Dios para
hacer milagros. El carisma de curacin est en la
Iglesia. Es un don gratuito, que no santifica al que lo
ejerce. Cuando el don se repite va convirtindose en
ministerio de curacin. La exigencia de la propia
santificacin es el lugar para vivir este ministerio de
curacin, - interna o externa -, que est vinculado a
nuestra vida y a nuestro crecimiento espiritual y se
debe vivir con la sabidura y el discernimiento de
Dios para que tenga ms frutos.
Seis puntos de reflexin
1 Punto: Es necesario vivir santamente este
ministerio con una vida contemplativa e interiorizada.
No hay evangelizacin que dure si no se funda en un
cimiento contemplativo. Hay que tomar tiempo para
estar a solas con Dios y escuchar lo que nos dice y a
dnde nos llevan las mociones de su Espritu. Esto
es muy importante para la calidad de los ministerios
carismticos, que sin la atencin a las mociones del
espritu, decaen.

2 Punto: El que ejerce el ministerio de curacin


necesita una comunidad de hermanos y hermanas
que oren con l.
El carisma no madura en ministerio sin el apoyo de
los hermanos en la fe.
3 Punto: Se requiere tambin en el ministerio de
curacin el apoyo de la vida sacramental. La
Eucarista y la Reconciliacin han de convertirse en
celebraciones evangelizadoras de la vida de Jess,
que se nos da y nos santifica.
4 Punto: El que ejerce un ministerio de sanacin
necesita de un gua espiritual, que le asesore en los
momentos de lucha espiritual.
Hay cinco tentaciones principales ligadas al
ministerio de sanacin:
1. Tentacin de orgullo, porque nos atribuimos

lo que Dios realiza a travs de nuestra accin


humana.
2. Tentacin de desaliento. Es muy cansado
este ministerio, tiene fracasos aparentes y se
cae en la tentacin de abandonar. Entonces
tambin necesitamos un gua espiritual.
3. Tentacin de ejercer dominio espiritual

sobre el enfermo, tanto al actuar como mdico


o como sanador. Hay que respetar al enfermo
sin someterlo a nosotros.
4. Tentacin de voluntarismo espiritual.

Queremos que Dios cure sin atender


verdaderamente a lo que Dios quiere hacer en
ese momento concreto.
5. .
1. Tentacin de relacin afectiva-emocional

con el enfermo. As, se paraliza la accin


primordial de Espritu Santo y se termina
cayendo en una relacin afectiva desordenada.
La presencia de un gua espiritual ayuda a
evitar estas tentaciones .
.5 Punto: Vivir en el amor a Jess y a su Palabra no

slo ayuda a nuestra santidad, sino que fomenta


carismas relacionados con el ministerio de sanacin.

.6y ltimo Punto: El don de fuerza del Espritu

Santo nos lleva a mayor unin con Jess; pero


tambin nos fortalece para el combate espiritual en
el ministerio de curacin. Es importante pasar de la
intercesin a la compasin, acogiendo al Espritu en
nosotros para que nos ponga en comunicacin con
el enfermo, nos haga crecer en el amor y trasmita
alivio a los enfermos.
.Vivamos, pues santamente el ministerio de

sanacin.

MES DE ABRIL DEL 2002.


EVANGELIZACIN Y SANACION.
Hoy ms que nunca se siente la necesidad de evangelizar, ante grandes masas
de cristianos que se van retirando de la iglesia. Nunca como hoy, estn
surgiendo grandes planes de pastoral, con mucha profundizacin teolgica y
una gran estructuracin. Son maravillosos.
Todo ello es fruto de la reiterada llamada del Papa Juan Pablo II a una nueva
evangelizacin: nueva en su ardor; nueva en sus mtodos y nueva en su
expresin.
Deseamos fijarnos en la tercera, nueva en su expresin, para ver si realmente la
empleamos adecuadamente, ya que las frmulas que estamos usando no
siempre nos dan los resultados apetecibles.
El P. Emiliano Tardif, que evangeliz en 72 pases y siempre ante grandes masas,
saba muy bien del tema y por eso nos vemos obligados a reproducir sus
palabras. ("Jess es el Seor" cap. 5).
" Nueva en su expresin
Para entender esto debemos mirar fijamente a la persona de
Jess, el primer y ms grande evangelizador, para darnos
cuenta cmo transmita la Buena Nueva de la salvacin.
Jess presentaba el Evangelio de una manera muy sencilla.
San Mateo resume maravillosamente la actividad de
Jesucristo en un texto muy hermoso:
Jess recorra toda fa Galilea enseando en sus sinagogas,
proclamando la Buena Nueva del Reino y sanando toda
enfermedad y dolencia en el pueblo.

Mt 4,23. y 9,35.
La evangelizacin de Jess comprenda dos aspectos
fundamentales: el anuncio de la Palabra y la sanacin de los
enfermos.
a.- Anuncio de la Palabra
Hoy en da algunos piensan que basta el testimonio de vida y
que ya no es necesario proclamar la Palabra. Sin embargo, no
ha existido testimonio de vida ms autntico que el de Jess,
y l de todos modos anunciaba la Palabra, recorriendo
pueblos y aldeas.
El nmero 22 de la Evangelii Nuntiandi afirma que aunque el
testimonio de vida es la primera forma de proclamar la Buena
Nueva, es insuficiente y debe ser acompaado por la Palabra
de vida.
No hay verdadera evangelizacin mientras no se anuncie el
Nombre, la doctrina, la vida, las promesas, el Reino y el
misterio de Jess, Hijo de Dios. El mensaje es la persona de
Jess.
b.- Curacin de enfermos
Jess realizaba signos y prodigios que congregaban
multitudes, y a esas turbas les diriga la Palabra de salvacin.
Existen personas que sostienen que lo importante es
proclamar la Palabra y que los signos milagrosos no son
necesarios. Sin embargo, muchos templos estn vacos
porque a la gente no le basta or la Palabra; quiere constatar
la eficacia de la misma. Necesita manifestaciones que revelen
el triunfo de Cristo Jess sobre el pecado, la enfermedad y la
muerte.
Cuando anunciamos la Palabra con signos, se congregan
multitudes no slo para escuchar, sino ver que se cumple la
Palabra de Jess, y entonces estn ms abiertas a responder
al mensaje de salvacin con un acto de adhesin a la persona
de Jesucristo como Salvador y Seor.
Cuando predicamos de esta manera suceden cosas como las
relatadas en El Diario de Asuncin, Paraguay, el 22 de abril de
1985, en su artculo titulado: "La fe convoc a ms de 40.000
fieles".
"Con un poder de convocatoria inslito, teniendo en cuenta la
no promocin de la venida del sacerdote carismtico
canadiense a nuestro pas, se congregaron ms de cuarenta
mil personas en el estadio del Club Cerro Porteo.
La campaa de evangelizacin de la Renovacin Carismtica

a travs de la predicacin del Padre Tardif, signific un gran


espectculo de fe en Cristo Jess. El referido local fue
pequeo para la gran cantidad de personas que lleg con
deseos de participar en la ceremonia; mucha gente qued
afuera. Miles de personas siguieron el acto a travs de la
transmisin de televisin.
Puede decirse con toda honestidad que el Canal 13 bati el
rcord en lo que se refiere a estima, segn los comentarios
surgidos en la vspera.
En la actualidad la Iglesia Catlica tiene un gran poder de
convocatoria para todos los fieles, ya que sin un gran
despliegue promocional, el pas entero estuvo pendiente de
su mensaje y de sus oraciones.
Cabe sealar, adems el auge que va teniendo en la
actualidad el Movimiento de Renovacin Carismtica Catlica
en el pas y el mundo. En forma silenciosa va extendiendo su
influencia de manera sorprendente. Este movimiento dentro
de la Iglesia se ocupa de reivindicar el poder de la fe en el
mundo cristiano".
Los signos acompaan la proclamacin del Kerygma, pero
nunca hemos visto signos que acompaen las tesis
teolgicas, ya que estas se sostienen con sus argumentos
mismos. Ahora, al volver a predicar el Kerygma vemos estos
signos que convocan tanta gente que crean problemas que
deben ser solucionados con visin del futuro.
Cuando la Palabra va acompaada de signos, el problema no
es cmo hacer para que la gente venga, sino qu hacer con
tantos que llegan. Es curioso el telegrama que me enviaron el
4 de mayo de 1986 de Elizabeth, New Jersey, (Estados
Unidos), que deca lo siguiente:
Favor de no venir a predicar en el evento del 13 al 18 de mayo
de 1986. No podemos encontrar un lugar lo suficientemente
grande para toda la gente que desea escuchar la Palabra del
Seor.
Sinceramente. Padre Roberto Trabold.
Las sanaciones y los milagros no son apndices secundarios
en la evangelizacin, ya que a travs de ellos se muestra la
eficacia de la Palabra proclamada. Antiguamente se deca que
los milagros eran para probar la veracidad de la doctrina. Sin
embargo, tienen una funcin todava ms importante: mostrar
actuando al Dios que predicamos. Es la salvacin en acto.
As pues, los signos milagrosos y las sanaciones se nos
presentan como una maravillosa oportunidad de manifestar la
accin de Dios, y no slo hablar de un Dios a quien nadie

puede ver ni constatar su accin.


En un congreso ecumnico, un Obispo de Pakistn nos deca
muy convencido:
Llevo ms de 25 aos trabajando en Pakistn. Puede que yo
sea la persona que ha convertido ms musulmanes: unos
1.000 en todo mi ministerio.
Al final de mi carrera me doy cuenta que si a los musulmanes
no les predicamos el Evangelio con los signos y prodigios
que muestren que nuestra religin no es una ideologa, sino
una realidad, se perdera el tiempo al ministrar entre ellos,
pues son una cultura anticristiana, pero no anticristo.
Por su lado, un delegado de Irlanda aadi:
Antes, el hombre levantaba su mirada al cielo ante cualquier
problema y dificultad. Frente a una epidemia, se haca una
cruzada de oracin. Si no llova, la gente organizaba jornadas
de intercesin para suplicar a Dios el agua. Hoy da las
vacunas y las presas nos han hecho olvidar a Dios. Pero lo
peor es que se prescinde de l en otras esferas ms
trascendentes. A veces se quiere construir el Reino con
simples tcnicas y organizacin. Pero si es cierto que entre
los musulmanes se necesita esta clase de signos, yo
afirmara que para el mundo occidental y desarrollado son
an ms necesarios.
El hombre vive a expensas de sus propias fuerzas y necesita
experimentar que existe el poder de lo Alto: la fuerza del
Espritu Santo.
Personalmente creo que la nueva expresin para predicar el
Evangelio, sera que la Palabra fuera acompaada de signos
de poder.
As predicaba Pablo (1Tes 1,5). Incluso los milagros
autentificaban su ministerio apostlico (2 Cor 12, 12). Como
que no puede haber verdadero o completo apstol sin estos
signos.
Yo creo que Jess no ha cambiado su pastoral y por eso hoy
da sigue manifestndose con poder frente al hombre
contemporneo. Jess no ha cambiado su mtodo pastoral
porque es eficaz.
El no necesita congresos de Pastoral o semanas de
"aggiornamiento" o "reciclaje" porque su mtodo todava
funciona y no hay nada mejor que lo pueda suplantar. Sigue
curando, convoca multitudes, se predica la Palabra y, quienes
se abren a la fe, se convierten.
El 23 de diciembre de 1987 me escribi el Padre Paul

Pegeaud, de Issia, Costa de Marfil, diciendo:


La jornada de evangelizacin ha dejado una profunda huella
en la parroquia. Me lamento de no haber convocado a ms
paganos: ya que cada pagano curado ha llegado a ser un
catecmeno.
Ha habido curaciones espectaculares como la de un nio
jorobado de cuatro aos. l estaba en los brazos de su pap,
que es mdico. Cuando comenz la oracin por los enfermos,
comenz a sudar abundantemente. Cay a tierra y se agitaba
como si estuviese en una olla de agua hirviendo.
Luego sinti que algo lo estir de la cabeza y las manos y se
levant por s mismo.
Entonces le dijo a su pap: "Pap, t s que eres un buen
mdico". Su padre le respondi emocionado: es que yo no te
cur. Ha sido Jess de Nazaret...". Cuando regresaba a su
casa el pap intent tomar un poco de licor, pues era muy
afecto a l, pero su boca rechaz el sabor y de esa manera
qued libre del alcoholismo.
Tenemos otros casos muy hermosos de reconciliacin
familiar y de perdn.
Nosotros les habamos predicado muchas veces que Jess
haba resucitado y daba vida, pero ahora tenemos muchos
testigos que as lo confirman. Nosotros habamos ledo y
predicado muchas veces las curaciones que narra el
Evangelio, pero ahora ellos las han visto con sus propios
ojos. El Evangelio ha cobrado un nuevo valor para los
creyentes y ha sido un asombro para los paganos.
Hay quienes critican las exageraciones en el ministerio de
sanacin. Yo tambin lo hago, porque a veces existen. Pero
los que sealan los extremos tambin deberan referirse a los
que exageran por defecto, es decir a quienes jams toman en
cuenta este aspecto evanglico. Para m es ms peligrosa
esta ltima exageracin, pues nos lleva a olvidarnos que
existe el poder de Dios para manifestar la salvacin al hombre
de hoy.
A veces, por visin miope se piensa que la curacin es todo y
no se descubre su valor. No se perciben los alcances que
tiene un signo como este: la curacin suscita una reaccin en
cadena en diferentes reas de la vida de la persona y de
quienes la rodean, como se muestra en el siguiente caso:
En Santiago de los Caballeros, Repblica Dominicana, el
otoo de 1987 ocurri una sanacin muy grande. Oscar Lama
tuvo un accidente de automvil, a raz del cual qued en
estado de coma durante dos meses. Lo llevaron a un famoso
hospital de Pittsburg, en los Estados U nidos, donde pas

varias semanas.
Luego, cuando constataron que nada se poda hacer, pues se
le haba desprendido la masa enceflica, lo devolvieron a su
patria. Si lograba salir del estado de coma tendra vida
vegetal, sin ninguna caracterstica humana.
En una Misa de sanacin en la Catedral de Valverde, su pap
nos pidi que furamos a su casa a orar por su hijo. Fuimos
el prroco de la Catedral y yo. Oramos unos cinco u ocho
minutos al Seor para que lo sanara. Era impresionante ver
aquel ser humano totalmente inmvil, que no reaccionaba
ante ningn estmulo ni tena el menor movimiento propio.
Al otro da, por la maana, Oscar llam a sus padres. Fue una
emocin muy grande orlo hablar. A la semana miraba los
programas deportivos de televisin y recordaba el nombre de
los futbolistas famosos que l conoca. Le regresaron la
memoria y las dems facultades mentales.
Luego se levant y gracias a una intensa terapia y ejercicio
comenz a caminar. Hoy en da Oscar Lama realiza su trabajo
profesional con toda normalidad.
Esa sanacin ha sido para la familia entera una llamada a la
fe; incluso un amigo muy ntimo de l que iba a visitarlo,
quiso confesarse conmigo. Cuando Oscar regres a la Iglesia,
su amigo hizo su primera comunin junto con l. Toda la
familia fue tocada espiritualmente a travs de esta sanacin.
Pas lo que en las Bodas de Can donde San Juan dice:
"Jess manifest su gloria y sus discpulos creyeron en l".
Este signo despert la fe en los que le rodeaban. La sanacin
se convirti en un instrumento de evangelizacin."

MES DE MAYO 2002


LA ORACION DE INTERCESION.(I)
Ante la perspectiva de la destruccin de Sodoma y Gomorra, se nos
presenta la figura de Abraham, que, enternecido, se presenta ante Dios,
entrando en una buena ley del regateo, intercediendo por esas ciudades.
(Gnesis, 18, 22-32)
El pueblo de Israel est luchando contra los Amalecitas. Mientras tanto,

Moiss, en la cima del monte, oraba con las manos en alto. El ejrcito de
Israel ganaba mientras Moiss tena las manos alzadas, pero el ejrcito de
Israel perda cuando Moiss bajaba las manos. (Exodo 17,8-16)
Pero la figura preeminente del intercesor se encuentra en Jess, cuando en
la cruz, extendidos sus brazos, grita: "Padre, perdnales porque no saben lo
que hacen" (Lc 23,34)
Nadie, por poca sensibilidad que tenga, puede mirar al mundo de hoy, con
sus problemas y horrores, sin preguntarse: "Qu hacer?
Esta misma pregunta se haca Mons. Alfonso Uribe Jaramillo, (Revista
ALABANZA, N 96) despus de dar un vistazo a los males que nos aquejan.
"La humanidad vive actualmente una hora
apocalptica. La violencia es cada da ms
destructora y ciega.
La droga est aniquilando a millones de hombres,
especialmente a los jvenes.
La inmoralidad en todas sus formas est
predominando cada da con ms descaro y est
destruyendo la familia, arruinando las mentes y los
cuerpos de gran parte de la juventud.
Un dolo, llamado dinero y bienestar, quiere ser
dueo del mundo.
El pecado se apodera de las conciencias y la virtud
es objeto de desprecio y vilipendio.
Las obras de la carne aparecen por todas partes con
abundancia creciente y arrecia el combate espiritual
descrito por San Pablo (Efesios 6,10 ss.)
Con angustia vemos a millones de nios asesinados
antes de nacer o tratados injustamente por padres
carentes de afecto.
Mujeres sometidas al ultraje, a la prostitucin y a
trabajos inhumanos.
Esposas traicionadas y hogares deshechos por el
vicio y la incomprensin. Ciudades y campos
manchados con sangre humana derramada por
hombres violentos que no tienen ningn respeto por
la persona.

Vivimos en una hora de tinieblas y en un mundo que


va perdiendo el amor y se va sumiendo en los
horrores del odio".
Qu hacer, se pregunta Mons. Uribe Jaramillo, frente a tantos males y a
tantos peligros?
Los hombres se esfuerzan en buscar soluciones y a planificar grandes
proyectos; pero es muy poco lo que consiguen. Se revisten de fuerza y poder
y todo es en vano. Lo que consiguen es acrecentar su poder por encima de
otros pueblos a travs de la fuerza.
No entienden la Palabra de Dios que por boca del Profeta Zacaras nos dice:
"NO

POR EL PODER DE LAS ARMAS NI POR LA


VIOLENCIA, SINO POR MI ESPRITU, DICE YAHVE".
(Zacaras, 4,7)
"Solamente un ejrcito de intercesores que se una a la intercesin de Jess
podr vencer a los ejrcitos del mal que avanzan por todas parte."
a.

LA INTERCESIN DE JESS..
"La carta a los Hebreos nos dice que Cristo est siempre
vivo para interceder a favor nuestro. (Hebreos 7,25) Lo
que hace ahora en el cielo como Sumo Sacerdote
glorificado, lo hizo a lo largo de su vida mortal. Los
evangelios nos hablan con frecuencia de la oracin de
intercesin de Jess.
Motivo de profundo aliento y consuelo en medio de los
males que nos aquejan es saber que Jess resucitado y
exaltado a la diestra del Padre es el Pontfice eterno que
intercede continuamente por nosotros".
"Tres textos nos revelan especialmente esta gran verdad.
1 - San Pablo escribe a los Romanos: Cristo Jess, el
que muri; ms an el que resucit, el que est a la
diestra de Dios, y que intercede por nosotros.
(Romanos 8,34.
2 - En la carta a los Hebreos leemos: Pero Jess posee
un sacerdocio perpetuo porque permanece para
siempre. De ah que pueda tambin salvar
perfectamente a los que por l se llegan a Dios, ya que
est siempre vivo para interceder por nosotros.

(Hebreos 7, 24-25).
3 - San Juan escribe: Si alguno peca, tenemos a uno
que abogue ante el Padre: Jesucristo, el justo. l es
vctima de propiciacin por nuestros pecados y
tambin por los del mundo entero. (1 Juan 2, 1-2)".
a. NUESTRA INTERCESIN.
Pero Cristo Sacerdote es la Cabeza sacerdotal del cuerpo
sacerdotal que es su Iglesia, a la cual pertenecemos desde
el bautismo.
Por ello a nosotros se nos dice:
Vosotros sois linaje escogido, sacerdocio real, nacin
consagrada, pueblo de su propiedad, para anunciar las
grandezas del que os ha llamado de las tinieblas a su
luz maravillosa. (1 Pedro, 2,9).
Cada uno de nosotros, por el bautismo, comparte el sacerdocio de Cristo de
una manera singular. Jess, como Sumo Sacerdote, est intercediendo por
todos nosotros. Nosotros, al compartir el sacerdocio de Cristo, tenemos que
estar en intercesin por todo el mundo, y esta intercesin debe estar
asociada a la cruz de nuestro Seor Jesucristo.
Nuestra intercesin es tanto un derecho como un deber. Nadie que se
sienta verdadero cristiano, est exento de este deber. Nadie puede estar
identificado con Jess, sin estar identificado con su misin intercesora ante
el Padre. La intercesin no est reservada a los sacerdotes, o religiosos o a
los que tienen un ministerio especial. La responsabilidad de la intercesin
recae sobre cada miembro individual. Solo podremos cumplir el segundo
precepto, Amars a tu prjimo como a ti mismo, cuando entendamos que
la salvacin es para todos y cuando cada uno de los creyentes sea un
instrumento de intercesin.
No caben discursos ni palabras ni razonamientos para entender la necesidad
de la intercesin y sentir el acicate de este ministerio. La oracin de
alabanza, le meditacin de la Palabra de Dios, junto con la splica al Espritu
Santo, nos har penetrar en el Corazn de Jess, desbordante de
compasin y misericordia hacia todos los hombres, y nos har sentir la
necesidad de ser canales de su amor, a travs de la intercesin. Interceder
es lo propio de un corazn conforme a la misericordia de Dios. Si no hay una
vivencia continua con Cristo Jess, difcilmente entenderemos la intercesin
y menos la practicaremos.
Ser intercesor es ser uno en Cristo, es unirse a Cristo en su intercesin como
el nico intercesor ante el Padre a favor de todos los hombres. Este es un

principio fundamental del intercesor.


La oracin de intercesin consiste en una peticin a favor de otro. No conoce
fronteras y se extiende hasta los enemigos; por todos los hombres, por todos
los constituidos en autoridad, por los perseguidores, por la salvacin de los
que rechazan el evangelio.
Las primeras comunidades cristianas vivieron intensamente esta forma de
participacin. En las dificultades, en la evangelizacin, en el desarrollo de la
comunidades, siempre la oracin de intercesin preceda y acompaaba
cualquier accin.
(Catecismo de la Iglesia Catlica, nmeros 2634 - 2636; 2647)
Volviendo a mirar los graves males de la humanidad, se siente la premura
del momento. Y surge la pregunta:

CUL ES MI RESPUESTA?
CUL ES TU RESPUESTA?
Tal vez te pueda ayudar a tomar una decisin, la siguiente
oracin
Padre, simplemente vengo
a ti.
Vengo como soy en toda
mi pobreza.
S que puedo venir a ti no
importa como est.
Vengo a buscar tu
misericordia y tu gracia de
nuevo.
Perdname mis errores y
fracasos, las veces que me
he perdido cuando mis
prioridades no han
seguido el orden correcto.
Vuelvo a aceptar el don
gratuito de tu amor, que
me ofreces.
El don gratuito de la vida
eterna por medio de tu hijo

Jesucristo.
Reconozco de nuevo a
Jess como Seor y
Salvador de mi vida.
Padre, quiero empezar de
nuevo hoy.
Enva tu Espritu Santo
para llenar mi corazn otra
vez.
Que el fuego de tu espritu
purifique mi corazn.
Prende mi corazn en el
fuego de tu Amor.
Ven Espritu Santo como
en el Cenculo, ven en tu
poder y dale poder a mi
vida.
Libera en m los dones que
tienes para mi vida.
Incita el deseo ferviente de
comulgar contigo a diario.
Libera el don de la oracin
verdadera y perseverante.
Utilzame como
instrumento para la
construccin de Tu Reino.
En el Nombre de Jess, te
ruego por esto.
Amn.
(La anterior oracin es de Kim Kollins de la "Zarza Ardiente").
En prximos meses ampliaremos y desarrollaremos otros temas sobre la
"oracin de intercesin". El Seor desea la salvacin de todos los hombres
y que estemos sanos de cuerpo y alma. Y en este deseo entra tambin
nuestra colaboracin.
.

MES DE JUNIO DEL 2002.


LA ORACION DE INTERCESION (II)
"El Seor est sanando a su pueblo, deca el P. Emiliano Tardif, y si le

damos permiso y si oramos, l no solo va a sanar a dos o tres, sino a


cientos, no solamente en el cuerpo sino en el subconsciente, las heridas
emocionales..."
Vimos en la primera parte de la ORACION DE INTERCESIN la
importancia que ella tiene en la vida de la Iglesia, y que todos, por el
sacerdocio recibido en el bautismo, tenemos el poder y el deber de
interceder por todo el mundo, unindonos a la intercesin de Cristo ante el
Padre.
Vamos a dar un paso ms.
Condiciones para ejercer el ministerio de intercesin.
Hay que insistir en dos puntos importantes.
1.- LA FE ES NECESARIA. Pero el que ora en la intercesin no pone su
confianza en su propia fe ni en este o aquel don, sino en Jesucristo;
as lo dice el P. E. Tardif, el P. Mac Nutt. "Yo no tengo fe en mi propia fe,
sino en Jesucristo; l es el que sana y el que cura. Y qu pena cuando
vemos a una persona que tiene el ministerio de Sanacin y que dice al
enfermo: "t no te sanas porque no tienes fe!" Qu pena! Este enfermo
ya tiene bastante con sufrir su enfermedad, adems se le acusa de no
tener fe...!"
El P. Emiliano recordaba su propia enfermedad y cmo se san. Cuando
unos hermanos fueron a orar por l, le preguntaron si crea que el Seor le
poda sanar, "claro que Dios puede sanar", contest, pero creer que Dios
te puede sanar y creer que te va a sanar, es muy distinto; l no crea que
se iba a sanar, pero los hermanos s crean y oraron por l. Y el P. Emiliano
se san de tuberculosis de los dos pulmones muy avanzada, sin que los
mdicos se lo pudiesen explicar.
Por eso el P. Emiliano predic constantemente: "El Seor sana con la fe
que tenemos, porque yo no tena mucha fe, tena fe en que existe, pero no
crea que me iba a sanar. Hay que tener fe en su amor, hay que tener fe en
que l lo quiere hacer y l nos dice: "pedid y se os dar", y cuando
tomamos la Palabra de Dios en serio, Dios nos toma en serio, y este es el
secreto. Nosotros no tomamos en serio lo que dice el Seor cuando nos
manda a proclamar su Evangelio y nos dice: "Vayan por todo el mundo
anunciando mi Evangelio y he aqu los signos que acompaarn a los que
creen: en mi Nombre impondrn las manos a los enfermos y stos
quedarn curados". Y lo que l dice lo cumple, porque l es fiel a su
promesa, pero l quiere que lo aceptemos y esta fe hay que pedirla porque
no la tenemos; pero l sana con la fe que tenemos".

MES DE JULIO DEL 2002.


LA ORACION DE INTERCESION (III)
En esta tercera parte de la oracin de intercesin, deseamos centrarnos
en dos puntos muy importantes, para orientar el ministerio de intercesin.
Para trabajar en este ministerio se necesitan tener ideas muy claras para
no desvirtuarlo. Hemos tomado como base de esta enseanza, un
artculo de Monseor Ramn de la Rosa Carpio, publicado en la revista
"Alabanza", n 96.
a) La intercesin se sita en estos conceptos:La intercesin se coloca en
la misma lnea de la vida de Cristo, cuya misin fue mediar e interceder
por la salvacin de los dems. Es uno de sus ministerios y es toda su
vida ministerial.

Or por los dems.


Dio su vida por la salvacin de todos.

Tom la condicin humana para poder mediar (Hebreos 10)

b) Se sita, igualmente, en la lnea de la solidaridad que Dios pide a


los hombres entre s: el bien y el mal de otros nos afecta; de la
colaboracin que el mismo Dios pide a los hombres en Su plan de
perfeccin de la creacin y de la salvacin del gnero humano:
Dios acepta que cuando un hombre no ora, otro ore por l y el
Seor acepta la oracin de intercesin como si fuera propia del que
no ora; de la mediacin humana para toda obra de Dios.

c)La intercesin est colocada en el corazn mismo de la


redencin: comprar con oracin, con sangre lo que perteneca al
demonio. Pagar un precio. Reparar el dao que otros han hecho;
rescatar lo que estaba perdido: sin intercesin, sin mediacin
humana, Dios no salva.
HERRAMIENTAS PARA EL INTERCESOR.

En cualquier oficio, el hombre necesita herramientas adecuadas para


realizar su trabajo. El albail, el carpintero, el agricultor, el soldado, etc.
sin herramientas es prcticamente intil. Y cuando ms adelantamos en
tecnologa, ms imprescindible es la herramienta correspondiente: el

ordenador, el microscopio, redes digitales, etc.


De la misma manera podemos hablar de las herramientas del intercesor;
sin ellas nuestra intercesin quedara muy pobre. Son cinco las
herramientas principales del intercesor y cada una de ellas debe ser
motivo de reflexin.
LA ORACION es el camino ms a mano para la intercesin y uno
de los ms eficaces. Es nuestro compromiso orar por los dems.
Tenemos que estar conscientes de la fuerza poderosa que hay en
la oracin. Dios conoce todas nuestras necesidades; pero l quiere
que se las digamos una a una.
2. EL AYUNO: Cuando ayunamos nos privamos de bienes materiales
para adquirir bienes espirituales. El ayuno fortalece nuestra oracin.
Jess nos dice que hay demonios que solo se expulsan con oracin
y ayuno. Cada cual debe descubrir su modo de ayunar. Pedir ayuda
al Espritu para ser guiados en esto y luego ofrecer cada ayuno
especficamente por alguna necesidad de una persona o pas.
1.

3.

EL SUFRIMIENTO: Es el ms eficaz y poderoso camino de


intercesin. Dios hizo del desecho humano, del estircol, de la
basura de la vida (el dolor y el sufrimiento) la ms potente fuerza de
la salvacin, de la redencin. Cuando el sufrimiento se acepta libre
y gozosamente y se le da una dimensin redentora se convierte en
sacrificio y lo que era estircol se convierte en abono vivificador.
Hay pecados y situaciones que no se resuelven si no es dando la
vida misma para salvar. Es un camino que est diariamente en
nuestras manos. Es una riqueza que se desprecia: Seor, te
ofrezco.
Unos contemplan a Dios en el sufrimiento; otros lo contemplan en
el Sagrario. Tenemos que unir nuestros sufrimientos a los
sufrimientos de Cristo.
Algunas personas estn llamadas a una vida de sufrimiento
continuo, que ofrecido a Dios se convierte en un dolor redentor. Son
almas escogidas. La mayora de nosotros sufre por tiempos, y son
estos momentos los que tenemos que aprovechar para ofrecerlos a
Dios como armas para interceder.
Hemos descubierto el valor de la oracin. El da que descubramos
el valor del sufrimiento ofrecido habremos descubierto un tesoro.

4.

LA LIMOSNA: Hay situaciones que no se resuelven si no es con la


limosna. El mundo de hoy, endurecido por la idolatra del dinero y el
apego a las riquezas, necesita la intercesin de la limosna. Cuando
nos encontramos con hermanos que no se convierten a pesar de
nuestras oraciones y nuestro ayuno, demos limosna en sus
nombres.

5.

LA EUCARISTA: Por ltimo, tenemos la Eucarista. Es el camino


ms poderoso porque encierra los cuatro caminos anteriores: es
oracin, es sufrimiento y es limosna. La Eucarista es la fuente y
culmen de toda intercesin. Colocamos en el sacrificio de la
Eucarista nuestros sufrimientos y nuestros dolores en Jess que
se presenta como nico mediador.

MARIA, MODELO DE TODO CREYENTE QUE INTERCEDE.


El ministerio de intercesin es algo as, como un oficio. Todo el que desea
aprender un oficio necesita de un maestro que le ensee y de un modelo
para aprender cmo debe actuar. Jess es el maestro para todo
intercesor, ya que es l, el nico intercesor vlido ante el Padre. Por el
contrario, Mara es nuestro modelo en la intercesin, porque supo
aprender bien de su Hijo y aprovech cualquier circunstancia y necesidad
para actuar.
Mara est atenta a las necesidades que la rodean, las necesidades
humanas, para interceder. En Can, cay en la cuenta de que el
vino se haba acabado.
b. Mara acta. Su corazn de madre no puede ver la necesidad sin
preocuparse; su corazn es un corazn compasivo. Se acerca a
Jess y le dice: "No tienen vino".
a.

c.

Mara permanece firme en la intercesin a pesar de la respuesta de


Jess: "Mujer, a ti y a m, qu?" Como Abraham, cuando or por
Sodoma y Gomorra; como Moiss cuando intercede por el pueblo
de Israel en su testarudez. Oraron a Dios con confianza y
presentaron sus propias intenciones y puntos de vista.

d.

Mara no se cansa de interceder: sigue intercediendo desde el


cielo, igual que todos los santos, nuestros intercesores.

A MODO DE CONCLUSION.
Los hermanos que desarrollan una autntica intercesin, no tienen
palabras para expresar lo que les sucede como fruto de la intercesin.
Casi todos terminan con esta frase: "Jams imaginaba que se pudiese
recibir tanto!" En la intercesin se descubre que, cuanto ms prodigas los
tesoros de Cristo sobre otros, ms inundas tu propia vida y tu corazn
con ellos. Al interceder por los otros, ests enriquecindote a ti mismo.

MES DE AGOSTO DEL 2002.


INTRODUCCION A LA SANACION.
EL SACRAMENTO DE LA RECONCILIACIN.
Sabemos que el hombre es uno, es un ser cuyo cuerpo y alma estn ntimamente
unidos en la unidad de la persona, y cuando l se enferma es la persona que es
atacada por el mal, cualquiera sea la esfera (fsica, psquica, espiritual) que es
directamente atacada. Si deseamos hablar de sanacin debemos tener claro esta
unidad del hombre, pero tambin tener en cuenta estos tres estados o niveles del
hombre. San Pablo ya nos lo nombra en la carta a los Tesalonicenses: "Todo lo
que es vuestro, espritu, alma y cuerpo, se conserve irreprochable para la
venida del Seor". (5,23)
En las oraciones de sanacin comunitarias, no hacemos distingos entre curacin
fsica, psquica y espiritual. Rezamos por la persona enferma. Llamamos a
domicilio al Mdico divino, y el Mdico divino sabr dnde poner las manos y
cmo obrar para devolver la salud a la persona que sufre.
Como nos mueve dar a comprender la sanacin misma y la dinmica que la
acompaa para ayuda de los que estn en este ministerio, vamos a tratar la
sanacin en los diversos niveles. En primer lugar veremos las diversas
enfermedades que el hombre contrae y cmo el equipo de sanacin debe
enfrentarse con una persona que pide oracin. Seguimos una exposicin del P.
Emiliano Tardif.
Acordmonos que hay:
1). - La enfermedad de nuestro espritu, causada por nuestros pecados.
2). - La enfermedad emocional, causada por heridas emocionales a travs de
nuestras relaciones interpersonales o por la ansiedad o por traumas del pasado...
3). - La enfermedad fsica, causada por un mal o por un accidente...
Pero, adems, cualquiera de estas tres enfermedades (pecados, problemas
emocionales, enfermedades fsicas) puede ser causada por una opresin diablica.
Y en este caso, siendo una causa distinta, se requiere un tratamiento distinto: la
oracin de liberacin o el exorcismo.
Entonces, son tres enfermedades clsicas, pero cuatro clases de oracin.
a). La oracin de arrepentimiento, para sanar el espritu, el alma.

b). La oracin para la sanacin interior, por la curacin de los recuerdos, de las
heridas emocionales, las heridas psicolgicas.
c). La oracin por la curacin fsica, para las enfermedades del cuerpo.
d). La oracin de liberacin.
La oracin de liberacin, cuando se trate de casos de influencias de espritus
malignos, la dividimos en dos:
1). Hay una que se hace a travs de un exorcismo litrgico que hace el sacerdote
delegado por el obispo, en casos de posesiones diablicas.
2). La otra, es la simple oracin de liberacin que se usa para liberarnos de
opresin diablica, cuando hay una influencia maligna en el cuerpo, o de
liberarnos de obsesin diablica cuando es en la mente. Por ejemplo, alguien que
sufre de una obsesin sexual, necesita de una oracin de liberacin de una
obsesin diablica. Alguien que sufre de un "espritu de enfermedad" necesita una
oracin de liberacin tambin, pero el Seor le libera de una opresin diablica.
Hoy veremos la enfermedad de nuestro espritu, causada por nuestros pecados y
su sanacin, a travs de
LA ORACION DE ARREPENTIMIENTO Y
EL SACRAMENTO DE LA RECONCILIACIN.
La enfermedad que invade ms profundamente al hombre es el pecado; ella es la
que toca al hombre en su espritu. Y al mismo tiempo es la que desencadena todas
las dems enfermedades, tanto psquicas, como fsicas. Nunca podremos valorar
los tremendos daos que obra el pecado, sobre todo cuando es inveterado: la
ceguera de la mente que oscurece la fe, la sordera a la voz de Dios y a la
conciencia que embota la esperanza, la dureza del corazn que extingue la
caridad; vuelve al hombre incapaz de relacionarse con Dios por haber resentido
profundamente su organismo sobrenatural.
Solo Dios puede llegar al espritu del hombre para sanarlo.
Tomo unos pensamientos de "La plegaria para la curacin" de Matteo la Grua.
La sanacin espiritual implica una conversin. sta puede ser instantnea -y
entonces es un milagro - y puede ser gradual - y entonces es un proceso por
etapas -, pero sobre una lnea continua. Es la penetracin del Espritu Santo en el
espritu del hombre, es el camino de Dios en la vida del hombre, que cambia su
modo de ser. Es una transformacin en la mentalidad del hombre, en el
pensamiento del hombre, en la voluntad del hombre, en el mundo afectivo del
hombre, a los que el Espritu los lleva a una nueva vida en Cristo.
Esta conversin, o sanacin espiritual, ocurre por va sacramental a travs del
sacramento de la reconciliacin; o por va extrasacramental, en un contexto de
oracin en el Espritu Santo.
Siempre el punto central de esta sanacin radica en el sacramento de la

reconciliacin, donde es el Seor mismo el que recibe al penitente y lo inserta


profundamente en su vida divina, hacindolo pasar por su muerte y su
resurreccin, mediante el Espritu.
En este contexto, hay que tener presente dos cosas importantes.
La primera es que la confesin que desemboca en una curacin del espritu es
generalmente el ltimo estadio de un proceso interior de conversin iniciado por
Dios; es el eplogo de una intervencin de Dios, a menudo resistido por la
persona, que finalmente rompe el yugo que tena sobre sus hombros. Sin estos
signos de Dios sera dudosa que la confesin desemboque en una efectiva
curacin.
La otra, es la importancia que tiene la oracin, principalmente comunitaria, hecha
en el Espritu. Esta oracin es importante para reclamar que el Espritu penetre en
el corazn del hombre para que d el primer paso de conversin; tenemos
entonces, la oracin de arrepentimiento que dirige su plegaria contra la
ceguera para recobrar la vista espiritual a travs de la Palabra de Dios; que dirige
su plegaria contra la dureza de corazn, que hace hincapi sobre la bondad de
Dios; y que dirige su plegaria contra la sordera espiritual para que oiga la Palabra
de Dios. En la oracin de arrepentimiento, los instrumentos humanos
(razonamientos, discusiones, reflexiones, persuasiones, exhortaciones, llamadas
al corazn) no sirven de mucho. Slo la gracia de Dios puede sanar; gracia que
podemos canalizar a travs de la Palabra de Dios, pero que debemos hacer
descender desde el cielo a travs de la oracin humilde y constante, que atraviesa
las nubes y llega hasta el trono de Dios.
La oracin es tambin muy importante como apoyo y sostn de la confesin, al
tiempo que sta se realiza. Si respalda al ministro y al penitente una comunidad
en plegaria, es decir, la Iglesia orante, Dios dispensar abundantes gracias de luz,
de buena voluntad, de fuerza, para que ese acto sacramental seale la iniciacin
de una nueva fase de vida espiritual.
La grandeza del Sacramento de la Reconciliacin no se comprende si no entramos
en el corazn de Dios, lleno de misericordia y compasin hacia sus hijos. Una de
las figuras ms claras de este sacramento lo encontramos en la parbola del hijo
prdigo que Lucas nos relata en su evangelio.
Para entender mejor este sacramento y para sacarle el mayor provecho, veamos
tres momentos de gracia de Dios que se dan en el sacramento de la
Reconciliacin. Para ello, seguimos al P. Daro Betancourt, en su libro "Fuentes
de sanacin".
a). El momento de "perdn" cuando Jess perdona a la persona.
b). El momento de "liberacin" cuando Jess desata a la persona.
c). El momento de "sanacin" cuando Jess pasa su mano sanadora sobre la
persona, curando todos los recuerdos malos del pasado y sanando todas las
heridas causadas por la experiencia desagradable durante y despus del pecado.
a). Momento de perdn.

El primer momento de la gracia de Dios que acta en una persona es cuando la


persona decide pedir perdn al Padre. Aunque este momento es simplemente el
comienzo de un proceso de reconciliacin, la persona que pide perdn y tiene la
intencin de confesar su pecado ya est en camino de ser sanada. El Seor nos
invita primero a pedir perdn y perdonar a los dems. Es el comienzo de
restablecer relaciones entre personas y entre ellas y Dios.
Un ejemplo lo tenemos en la historia de la mujer samaritana (Jn.4, 1-42) La
condicin que Jess present a la mujer samaritana para ser perdonada (arreglar
la situacin con su marido), es la misma condicin que nos ofrece a nosotros. En
el sacramento de Reconciliacin l exige perdn antes de todo. Normalmente no
habr liberacin y sanacin hasta que haya perdn verdadero, perdn pedido por
nosotros por nuestros propios pecados, y el perdn por los que pecaron contra
nosotros.
Pedir perdn, perdonar a los dems, perdonarnos a nosotros mismos, es obra de la
gracia de Dios; gracia, que a travs de la oracin, debemos pedir con toda
humildad.
Muchas personas, por falta de perdn, no llegan a liberarse de un pecado, de un
vicio de pecado, a pesar que lo confiesan semana tras semana.
b) Momento de liberacin.
No podemos quedarnos con slo pedir perdn y perdonar, porque el Seor nos
perdona. Debemos tambin confesar nuestros pecados para ser libres de ellos. Por
eso el apstol S. Juan dice: "Si confesamos nuestros pecados, l es fiel y justo
para perdonarnos los pecados y limpiarnos de toda iniquidad".
Un buen mdico solo necesita para sanarnos que le declaremos nuestra
enfermedad; no pide que le enseemos a curarnos. Hagamos, pues, simplemente
que Jess vea bien desnuda nuestra llaga, y que sepamos que lo dems lo har l.
Por grandes que sean nuestros pecados, nuestra fe nos asegura que su
misericordia es mayor.
Podra ocurrir que la simple confesin de los pecados no bastara para ayudar a
liberar totalmente a una persona. En estos casos, si el sacerdote confesor sospecha
algo, se le aconsejara que ejercitase ms frecuentemente el simple y privado
exorcismo, acordndose de las palabras del Seor: "En mi nombre sacarn los
demonios...".
c). Momento de sanacin.
Cuando una persona ha sido perdonada por Jess y se efecta una liberacin de
sus pecados en el sacramento de Reconciliacin, falta a veces una tercera parte en
el proceso de reconciliacin. Es cierto que la persona est perdonada con la
absolucin del presbtero en confesin, pero la obra de Cristo no termina ah. En
un sentido la obra especial de redencin est apenas comenzando.
Sera el momento de la confesin en donde el sacerdote ayude al penitente a
descubrir la raz de su pecado y a ensearle el camino de su nueva vida. Este
momento sera como guiar a la persona hacia su pentecosts personal, despus de

experimentar una liberacin, sea de pecado o de un espritu maligno. Este


pentecosts debe ser un proceso que dura hasta que no haya duda de que la
persona enferma ha cambiado su vida, y pueda vivir la vida cristiana sin mucha
perturbacin.

MES DE SEPTIEMBRE DEL 2002.


LA SANACION INTERIOR.
Con este captulo entramos en el tema de la Sanacin interior, tema muy
amplio y a la vez complejo. Por ello le vamos a dedicar varios captulos.
"Amars al Seor tu Dios, con todo tu corazn, con toda tu alma y con
toda tu mente. Este es el primer mandamiento. El segundo, es semejante
a ste: Amars a tu prjimo como a ti mismo". (Mt.22,37-40)
Muchas veces hemos ledo este pasaje de la Escritura y hemos intentado
vivir este mandamiento.
Y en esta bsqueda y esfuerzo para amar a Dios y amarnos a nosotros
mismos de una manera ms completa, tenemos varios accesos para
llegar a ello, mediante la sanacin interior.
Un ejemplo, citado por Robert De Grandis, lo tenemos en el Apstol
Pablo.
Pablo combati y persigui a los cristianos, creyendo que deba hacerlo
ya que tena los poderes recibidos de los Sumos Sacerdotes, hasta que
un da, de camino a Damasco, oye una voz que le llama y le pregunta por
qu le persigue; y a continuacin le dice, que entre en la ciudad y all le
diran lo que deba hacer. (Hch. 9,1-9)
Ananas le impuso las manos y recibi el Bautismo en el Espritu Santo.
Al llenarse del Espritu, Pablo comenz su sanacin interior.
Al final de su vida, Pablo nos habla de un hombre transformado:

A travs de muchos aos de oracin.

De leer las Escrituras.

De ser Ministro del evangelio.

Y de llevar diariamente su cruz.

Y pudo decir al final: "Y no soy yo quien vive, sino es Cristo


que vive en mi."
Pablo iba dando testimonio, llevando el Reino de Dios, y
habla de Jesucristo, nuestro Seor, a los mismos que l
haba perseguido y odiado y rechazado tanto; pero
evidentemente, Pablo estaba sanado de sus sentimientos
negativos hacia ellos, y ahora solo senta amor, y quera
compartirles la Buena Nueva de Nuestro Seor Jesucristo.
Este es Pablo, el hombre que pas por un proceso de
sanacin interior, y esta sanacin la fue recibiendo,
caminando con Jess, dejndose guiar por Jess, y as fue
sanado y tuvo los mismos sentimientos de Cristo. (Fil. 2,5)
La sanacin es un proceso y cuando vamos por ese camino
como lo hizo Pablo, nos transformamos a la imagen de
Nuestro Seor Jesucristo, y vamos teniendo los mismos
sentimientos de Cristo, convirtindonos en una nueva
creacin a travs de l.
Como conclusin, podemos decir que en el consciente y
subconsciente se encuentra lo principal de nosotros, que
quiz nunca conozcamos o conozcamos muy poco, y es aqu
donde se realiza la sanacin interior.
Pero es necesario abrirnos a la mirada de nuestra conciencia
y buscar la curacin del Seor, pero esto suele ser muy difcil.
A veces puede aflorar por medio del dilogo. Otras, por medio
de la palabra de conocimiento. Y otras ser necesario acudir
a la psiquiatra, que puede ayudar a traer a la superficie lo
guardado en nuestro inconsciente.
Pero sobre todo, tenemos que tener en cuenta que no se
trata de convertirse en psicoterapeutas; stas son pautas
para poder conocer y saber la importancia que pueden llegar
a tener en nuestro comportamiento, los acontecimientos de
nuestra vida, almacenados en lo ms profundo de nuestro
ser, y que solo el amor, la gracia, la compasin del Seor
pueden sanar, liberar y ordenar.

CAMINOS DE LA SANACIN INTERIOR.


Tomamos unas ideas de Benigno Juanes, de su libro
"Iniciacin a la sanacin interior".
A veces nos preguntamos: Dnde se realiza la curacin
interior?
El hombre, mediante el saber, puede tener lo que llamamos
"vivencias", vivir sus propios actos. Y por medio de esa
"conciencia", puede proyectarse hacia esos actos propios, o
sobre el "yo" , y transformarse en el sujeto de las vivencias.
La persona, por tanto la conciencia, se comunica con el
mundo material y otros seres a travs de las vivencias. Aqu
entramos en una nueva realidad: El lmite del cuerpo y del
psiquismo, o de lo orgnico y lo psquico. Aqu se encuentra
una zona no muy clara: El inconsciente, llamado as por Jung.
Segn el pensamiento de Freud, los diferencia de la siguiente
manera: El consciente, el subconsciente y el inconsciente.
Otros autores suprimen el vocablo "subconsciente" y lo
consideran como inconsciente alto e inconsciente bajo.
Segn Jung, ambos constituiran, segn su teora, "EL
INCONSCIENTE".
Este subconsciente es como un depsito que "guarda" todos
los traumatismos, las heridas, los rechazos, los bloqueos de
la primera infancia, y los conserva mucho ms nublados en
forma de complejos, cuanto se remontan ms all de esta
edad.
Este inconsciente bajo, que para los psiquiatras y
psicoterapeutas es el lugar de accin, es tambin el lugar de
la sanacin interior. Porque estas heridas que vienen de la
primera infancia o de una edad posterior (aun adulta) tienen
repercusiones sobre el organismo espiritual.
Los traumas interiores profundos pueden bloquear totalmente
la vida espiritual. Si una persona, por ejemplo, ha odiado a su
padre durante su infancia, por malos tratos recibidos, no
llegar a vivir una libertad con Dios. Se encontrar con una
barrera poco menos que insuperable, humanamente, hasta
que no intervenga la curacin interior. Las personas que han
odiado a su padre tienen dificultad en tener una idea de la
verdadera imagen de Dios-Padre, y menos an sentir Su
amor Paternal.
En el proceso de la sanacin interior, no basta dominar los

aspectos psicolgicos; pueden ayudar, a nivel humano, pero


sin rebasar el propio campo. Se requiere a nivel sobrenatural,
ser utilizado por el Seor para que El vaya restaurando la
personalidad profundamente herida y bloqueada. Esta
sanacin debe ir empapada de la "compasin" del Seor;
esto es lo fundamental. Por lo tanto, la ayuda al enfermo tiene
que ir acompaada y revestida de la misma compasin de
Cristo, ya que ese amor penetra y cura las capas ms
profundas del subconsciente.
LUGAR DE LA LIBERACIN.
La relacin entre la persona y el mundo espiritual y
sobrenatural se realiza por medio del Espritu. "Este radar ha
sido puesto en marcha por el Espritu en el momento el
Bautismo."
Tambin en el lmite de lo psquico y espiritual, existe una
zona oscura, difcil de precisar. Es all donde van a repercutir
las heridas profundas de la vida psquica, las acciones que
vienen de lo espiritual y tambin los bloqueos espirituales
perjudiciales. A esta zona, "inconsciente alto (ms profundo),
lugar de las ilusiones del pseudo espiritual, van a repercutir
las consecuencias de las idolatras. Este inconsciente es la
zona donde se producen las ataduras causadas por la
frecuentacin de las corrientes idoltricas o el ocultismo.
Hablamos de "ataduras" cuando el bloqueo se realiza en las
potencias afectivas por formas espirituales malas.
Cuando el bloqueo se realiza a nivel de la voluntad o de la
libertad psicolgica, se habla de "posesin", "opresin"
(obsesin) segn los casos. Jung, repetidamente, nos dice
que esto se produce al nivel del "inconsciente alto" o
"inconsciente religioso".
En este campo no se puede ver claro solo con el
razonamiento, sino que se necesita el carisma de
discernimiento de espritus. Slo la oracin y el Espritu Santo
hacen entrar en ese discernimiento. No se puede llegar con el
razonamiento porque est fuera del campo psicolgico. El
inconsciente alto es el lugar de las ms altas actividades
msticas, y hay peligro de confundir el inconsciente alto
espiritual con el inconsciente bajo psicolgico.
El hecho de existir dos inconscientes, no quiere decir que
haya dos realidades independientes. Generalmente se
interaccionan las angustias, las lgrimas de la persona
(Inconsciente bajo), con el arrepentimiento (inconsciente

alto).
Esta teora de R. Halter, no coincide con el de otros autores,
al indicar el lugar de la curacin. Para W.Johnston, lo "bueno"
y lo "malo" de nuestra persona: angustias, odios,
depresiones, rebeliones, cleras (reacciones afectivas
negativas) conviven con las experiencias positivas.
Por eso, penetrar en este mundo del consciente y del
subconsciente ha de ser, para un cristiano, en compaa del
Seor, que puede sanar la herida acallando la actividad
destructiva de otras experiencias negativas.

MES DE OCTUBRE DEL 2002.


LA SANACION A TRAVS DEL PERDON.
Todos deseamos la salud y cuando nos enfermamos, buscamos la
sanacin tanto acudiendo a los mdicos como pidiendo que oren por
nosotros. Y no siempre vemos resultados en ello; ms an, con el tiempo
los males se agravan. "Hay pocas cosas que sean una barrera mayor
para la sanacin que la falta de perdn. Muchas veces la gente con poca
fe se sana por la tremenda fe de la comunidad, pero si las personas por
las cuales se ora albergan falta de perdn, no sern sanadas hasta que
no hayan perdonado. El poder sanador de nuestro Seor Jesucristo no
puede penetrar a travs de la falta de perdn". ("Ministerio de sanacin"
del P. Roberto De Grandis.)
De la misma manera, en nuestra vida espiritual sentimos sequedades,
noches obscuras, poca atraccin en la oracin y a pesar de nuestros
esfuerzos, poco o nada adelantamos. Es cierto que muchas veces las
sequedades y el no sentir gusto en la oracin, son una prueba de Dios;
pero en la mayora de los casos, es porque tenemos bloqueos en nuestro
interior que no nos dejan abrirnos al amor de Dios.
Una de las races de nuestras enfermedades tanto fsicas como
espirituales, la encontramos en la falta de perdn.
Ante alguien que nos ataca, que viene para hacernos dao, tanto en

forma real como desde nuestra percepcin subjetiva, surge en nosotros el


miedo, el enojo, el creernos culpables, el replegarnos dentro de nosotros
mismos para defendernos. "Cuando hemos sufrido, conscientemente o
no, hemos culpado a alguien por nuestro dolor o por nuestro fracaso. Y la
falta de perdn a ese que culpamos es lo que ha trastocado nuestra
armona interior, y sigue siendo una espina que no nos deja vivir libres. El
perdn es lo que desata el nudo interior y libera al hombre angustiado."
("Sanar un amor herido" de Vctor Manuel Fernndez).
"Cmo manejo el enojo, o la culpa? El enojo y la culpa son buenos en
tanto me ayuden a odiar el mal en una situacin dada, de modo que
pueda cambiar lo que deba ser cambiado. Pero el enojo y la culpa me
pueden enfermar si me llevan tambin a odiar ms que a perdonar al que
hace el mal. Si me enojo necesito perdonar al otro, y si me siento
culpable necesito perdonarme a m mismo. El perdn es la clave para la
salud fsica y emocional.". ("Curso de oracin" de los hermanos Linn).
EFECTOS DE LA FALTA DE PERDN.
Estn bien reconocidos tanto por psiclogos como por directores
espirituales.
a.

A nivel espiritual. Toda la vida espiritual gira alrededor


del amor de Dios. S. Juan, en su primera carta (4, 7-10), nos
manifiesta que el amor nos viene de Dios y no que nosotros
hayamos amado a Dios.
Cuando no perdonamos, cuando negamos nuestro amor al
hermano, estamos poniendo trabas al amor de Dios, y
entonces nos quedamos secos de amor y por ms que
hagamos y luchemos, no adelantamos. "Al estar llenos de
odio hacia nuestros semejantes, no podemos recibir el amor
de Dios que nos llega por medio de ellos. Jess est all en
nuestro prjimo (Mat. 24, 45), y al alejarnos del prjimo nos
alejamos de Jess". (Hermanos Linn)
En donde ms se nota en este alejarnos de Jess es en la
oracin. Hay mucha dificultar para orar y cuando se ora no
vemos respuestas; y no solo en el pedir nos encontramos a
obscuras, sino tambin en la alabanza, en donde se traduce
en un repetir frases de boca y nada ms; nuestro corazn
queda cerrado por la falta de perdn.
El mayor bloqueo que ponemos en nuestra vida espiritual es
la falta de perdn, aunque no tengamos conciencia de esa
falta de perdn. Oigamos las palabras de S. Juan: "Quien no
ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor". No
olvidemos que solo tendremos una vida espiritual viviendo en

Dios y con Dios. Cmo podremos tener contacto con Dios si


no lo conocemos? Podremos volver a orar y recibir de nuevo
el amor sanador del Padre cuando podamos perdonar.
b.

A nivel fsico. La falta de perdn engendra odio,


venganza, resentimiento, tristeza y ellos envuelven toda
nuestra vida emotiva. Tal estado produce tensin en nuestro
sistema nervioso y a travs de los aos esta tensin influye
en nuestra parte fsica; muchas enfermedades son fruto de
estos estados de tensin y sufrimiento. No hay que olvidar
que el hombre forma una unidad en su parte fsica, espiritual
y psquica; cualquier parte de ellas que est enferma,
repercute en las dems. En la prctica lo vemos cada da,
cuando alguien dice: "Se me encoge el estmago cuando
pienso en mi marido, o cuando pienso en mi mujer, o cuando
pienso en esta o aquella persona"; el recuerdo de una
persona que nos ha herido y no la hemos perdonado nos
revuelve las entraas y nos afecta la parte fsica.
Muchas personas continuamente estn pidiendo oracin por
sus enfermedades fsicas y no encuentran resultados
positivos. Pero cuando se han abierto al perdn, vieron con
sorpresa que sus enfermedades fsicas tambin sanaban.
Incluso de artrosis profundas se han visto librados cuando a
travs de Jess han perdonado, tal como transcribe un
testimonio el P. Emiliano Tardif en su libro "Jess est vivo".
La deduccin es clara; estas enfermedades estaban
causadas por la falta de perdn.

NECESIDAD DE PERDONAR PARA SANAR.


El perdn es la clave para la salud fsica y espiritual. Qu triste es ver a
tantas personas que viven y conviven con odio, con rencor, sin perdonar
a los que en un momento de su vida les ofendieron y les causaron dao.
Pero mucho ms triste es ver que esas mismas personas rezan
continuamente el Padre nuestro que Jess nos ense, sin tomar en
cuenta sus palabras. "Perdnanos nuestras ofensas, as como nosotros
perdonamos a los que nos ofenden". No podemos recibir el perdn de
Dios, su amor, si nosotros no perdonamos. Bien claramente nos lo dice
Jess: "Cuando os pongis a orar, si tenis algo contra alguien,
perdondselo, para que tambin vuestro Padre celestial os perdone
vuestros pecados. Pues si vosotros no perdonis, tampoco vuestro Padre
celestial os perdonar vuestras culpas." (Mc. 11, 25-26)
El Seor nos habla con gran claridad. Si no perdonas, sers incapaz de
recibir perdn por estar resistiendo a la Luz. No perdonar es permanecer

en la obscuridad y sin amor con lo que se impide obtener el perdn de


Dios.
La relacin de nuestros pecados y ofensas que nosotros cometemos
contra Dios no tienen nada que ver en magnitud con las ofensas que un
hermano nos puede causar. Y a pesar de ello, Dios nos perdona nuestros
pecados que son mucho ms grandes, con tal que nosotros perdonemos
a nuestro hermano, en cosas tan pequeas. El mismo Jess nos da un
ejemplo prctico para que mejor lo entendamos, cuando nos presenta
aquel seor que perdona a su siervo una deuda inmensa que no poda
pagar, solo porque se lo pidi, y este mismo siervo no es capaz de
perdonar a un compaero que le deba una suma irrisoria. Conocemos
cual fue la reaccin del seor: que su siervo sea llevado a la crcel hasta
saldar su cuenta, hasta siempre. (Mt. 18, 23-35))
Perdonar, perdonar, perdonar siempre y ante cualquier circunstancia y
ofensa. Jess, dndonos ejemplo, desde la cruz perdon a sus verdugos:
"Padre, perdnalos, porque no saben lo que hacen". (Lc. 23, 34) Y Jess
era completamente inocente. Y yo soy siempre inocente ante la ofensa
de otro?
"Muchos piensan que perdonar es perder y no se dan cuenta que es
ganar porque nos libera de nuestros odios y resentimientos; nos asemeja
a Jess que am y perdon a sus enemigos y nos abre el perdn y la
gracia de Dios. Perdonar es resucitar en nosotros la nueva vida trada por
Jess. Perdonar y pedir perdn es como un relmpago que anuncia una
lluvia fecunda". (P. Emiliano Tardif).
QU DEBEMOS HACER PARA PERDONAR?
La respuesta nos la da el mismo Jess; "Amad a vuestros enemigos;
haced el bien a los que os odian; bendecid a los que os maldicen; orad
por los que os calumnian" (Lc.6, 27 - 28). Cuando captamos la necesidad
de perdonar estas son las tres cosas que hay que hacer, segn Jess:
Amar, hacer el bien a la persona y orar.
a.

El primer paso es amar. El amor no significa un

sentimiento superficial y efusivo; el amor es una decisin. No


resulta fcil amar a quien nos caus dao; a nivel humano es
casi imposible. Es posible, con todo, si amamos con Jess,
tal cual l la ama.
b. El siguiente paso, es hacer algo, a la persona
que nos da, con amor junto con Jess. Pronto nos
daremos cuenta que lo que no desebamos hacer antes,
empezamos a desearlo.
c.

El tercer paso, es orar compartiendo nuestro


corazn con Jess y tomando el suyo para hacer el bien de

esa persona y de nosotros.


"Mientras ms hagamos esto, ms agradecidos estaremos,
no por el mal mismo sino por el desarrollo que se genera o
puede generarse de l, cuando amamos sin egosmos y sin
esperar recompensa. En el grado en que sabemos
agradecer un dao, somos sanados". (Hermanos Linn)
A QUIEN DEBEMOS PERDONAR?
En el fondo de toda herida interior hay un sufrimiento que nos hace culpar
a alguno de ese mal. Pueden ser los propios padres, hermanos, personas
allegadas; puede ser igualmente que a quien culpamos sea el mismo
Dios; Y muchas veces nos culpamos a nosotros mismo.
a.

Perdonar al prximo. En nuestra relacin unos con


otros, cada da nos herimos y nos daamos. Y cada da nos
debemos perdonar unos a otros para que no se vayan
acumulando en nuestro interior bloqueos y ataduras.
Perdonar no significa dejar de ser hombres y perder la propia
psicologa, o convertirse en un ngel. No hay que entender el
perdonar como una anulacin del pasado y de la propia
sensibilidad. A una madre a quien le han matado a su hijo no
se le puede pedir que tenga cario por el asesino, si bien es
una meta a la que se llega despus de un largo camino.
El perdn es un acto de la voluntad y no del sentimiento. Por
eso el primer paso que hay que dar es "querer" perdonar. Hay
que rechazar todo sentimiento de odio, de venganza, de
rencor, de desear el mal a quien nos ha herido, que pague,
que no pase inadvertido lo que nos hizo. Mientras quede un
mnimo y velado deseo de venganza, ser como un veneno
que nos carcome lentamente, nos quita la alegra de vivir, nos
deja sin fuerzas para luchar, no permite que maduremos, que
demos amor, etc.
Debemos pedir a Dios la gracia de salir de esa crcel
asfixiante, pedir la gracia de "querer" perdonar.
Muchas veces el perdn es superficial, solo aparente, no
brota del corazn. Ese perdn no libera, Sabremos que no
hemos perdonado de verdad si deseamos que la persona que
nos hizo dao le vaya mal, trato de criticarlo, no soporto que
hablen bien de l, no quiero recordarlo, me molesta mucho si
lo veo pasar o lo encuentro en una reunin.
El verdadero perdn cristiano es incondicional; es liberar al
otro de tener que sufrir por lo que me hizo. El perdn
autntico incluye la decisin de amar al otro tal cual es.

(Extracto del libro "Sanar un amor herido" de V. M.


Fernndez).
b.

Perdonarse a s mismos. Muchos cristianos pueden


perdonar fcilmente a otros, pero no a s mismos. Tal vez ste
sea uno de los aspectos ms difciles para algunos. Aunque
comprenden que Jess les ha perdonado, no son capaces de
perdonarse a s mismos por sus pecados y ofensas; por
errores cometidos, por haber sido infieles a los propios
ideales, por haber defraudado a otros, por haber fracasado
en algo, por no ser perfectos, etc.
La situacin se agrava, si en nuestra infancia o adolescencia
se burlaron de nosotros y ahora queremos demostrarnos que
somos superiores.
Para recuperar el equilibrio interior es necesario perdonarse a
s mismo. Para ello hay que reconocer que no somos
perfectos, que cometeremos errores, que somos limitados,
que tenemos luz y tinieblas, que no somos ngeles, etc. Pero
tambin hay que reconocer que somos una criatura creada
por Dios y que l nos ama, que nos ha llenado de dones y
cualidades, y que nos debemos amar como l nos ama,
aceptar como l nos acepta, perdonar como l nos perdona.
El amar a Dios incluye no olvidarse de s mismo, dndonos
los pequeos y sanos gustos de la vida.

c.

Perdonar a Dios. Otro de los obstculos en la oracin


de sanacin es el resentimiento subconsciente hacia Dios.
Esto es ms comn de lo que imaginamos. Si bien
reconocemos que Dios es perfecto y que no puede
equivocarse, sin embargo subjetivamente nos revelamos
contra l cuando, ante ciertas circunstancias de la vida, lo
vemos injusto, malo con nosotros, castigador. Ante la muerte
de un ser querido o de una persona joven, cuando nuestra
oracin creemos que no es escuchada, ante una enfermedad
o una contrariedad, principalmente si nos creemos buenos y
creemos injusto lo que nos hace.
Tambin en este aspecto necesitamos perdonar. Para ello
nos puede ayudar lo siguiente. Dios nunca manda cosas
malas, solo las "permite". Dios respeta el curso natural de las
cosas, y ordinariamente no hace milagros. Que muchas de
las cosas malas que nos suceden son obra de nuestra
condicin humana y que Dios no las quiere. Que hay cosas
negativas en la vida que a la larga pueden producir algo
bueno, aunque nosotros no lo veamos. Y sobre todo, pensar
que Dios nos ama con el ms puro amor de Padre y que l

todo lo ordena para nuestro bien, siempre que nosotros no lo


desviemos.
No permitamos quedarnos con el sentimiento de que Dios es
injusto. Presentmonos ante Dios y digmosle que nos
sentimos "ofendidos". Vayamos a l como amigo y digmosle
las cosas claras porque sabemos que con el amigo todo tiene
una solucin. Si no somos sinceros no podremos sanarnos y
nuestra relacin con Dios se ir debilitando. Dios mismo nos
invita a presentarle nuestras quejas, a discutir con l.
"Vengan y discutamos, dice Yahv" (Is. 1, 18)
Seor Jess, derrama tu Espritu sobre m, para que pueda entender
la necesidad de perdonar y dame la fuerza necesaria para que yo, en
Tu nombre, "quiera" perdonar a los que tanto me han ofendido.
Amn.
Si te puede ayudar para pedir perdn, te presento una oracin que
presenta diversas circunstancias de la vida en donde pudo haber ofensa,
pero t djate llevar por el Espritu para que te gue a personas o grupos
que tu necesitas perdonar.
PINCHA AQU.
Para terminar, transcribimos un testimonio que trae el P. Roberto de
Grandis en "Sana a tu hermano". En l se ve el poder sanador del perdn
en nombre de Jess.
"Querido Padre: Hace dos das, se me pidi ir a orar con una seora que
ha estado enferma por varios aos; su condicin se iba haciendo cada
vez peor. Ella haba sido operada, y en ese tiempo estaba bajo estricto
control mdico para permanecer de espaldas en cama lo ms que
pudiese. Tena serios problemas domsticos en su hogar. "Cuando llegu
a la casa de la seora, estaba echada de espaldas con fuertes dolores en
la cabeza, la columna y las rodillas. Hizo esfuerzos para sentarse llorando
y con tanto dolor, que tuvieron que ayudarle a echarse de nuevo con
mucha suavidad. Sabiendo que tena problemas domsticos comenc a
orar por su sanacin psicolgica. Estaba llena de resentimientos acerca
de muchas cosas y a pesar de encontrar difcil perdonar a su esposo y a
sus hijos que la trataban mal, despus de usar la imaginacin creadora y
de pedirle que pensara en el Seor Jess, amndoles y perdonndoles, e
invitndole a que ella hiciese lo mismo, ella por fin pudo perdonarles.
Pero cuando llegamos al momento de perdonar a la mujer con la que su
esposo estaba viviendo, ella empez a temblar y a rechinar sus dientes
fuertemente. Tambin se quej de que los dolores de cabeza se hacan
ms intensos. No poda decir "yo perdono" a aquella mujer. Cuanto ms
resista en perdonarla temblaba ms fuertemente y sus dientes
rechinaban aun ms, y sus gritos por su dolor de cabeza eran ms altos.
Yo or para que ella se liberara del espritu de falta de perdn y de sus

resentimientos, y slo despus de diez minutos, ella empez a sollozar y


finalmente dijo: "Yo te perdono porque Jess te ama". Inmediatamente se
tranquiliz, y entr en lo que pareca ser un sueo profundo.
Or para que el Seor le sanara, le devolviese la integridad de su salud y
para que el Seor la llenase de paz, y pocos minutos despus le pregunt
cmo se senta. Todos los dolores de cabeza, de la columna y de las
rodillas haban desaparecido. Se levant de su cama, nos sirvi refrescos
y en ese momento particip lo que haba sentido. Alabado sea Dios.
"Yo he estudiado Consejera aplicada a la Pastoral en los Estados
Unidos, en verdad yo puedo decir que lo que se realiz all por el poder
del Seor y por medio de la sanacin interior, hubiese tomado por lo
menos veinte a veinticinco horas de consejera para lograr la sanacin.
ALABADO SEA DIOS.
Hna. Paul, O.P.".

MES DE NOVIEMBRE DEL 2002.


.

LOS PASOS DE UNA ORACION DE SANACION


No siempre resulta fcil entrar en una dinmica de oracin para sanar heridas que
tenemos en nuestro interior. Siempre que no haya experiencia y prctica,
necesitamos que alguien nos ayude, que nos d ciertas pautas para desarrollar
adecuadamente la oracin de sanacin. Y ello vale tanto para las personas que
dirigen la oracin como para uno mismo.
Por este motivo creemos bueno copiar "Los pasos de una oracin de sanacin" del
P. Vctor Manuel Fernndez en su libro "Sanar un amor herido".
"Para llegar al perdn profundo y a la sanacin, normalmente hay que seguir un
proceso. A continuacin veremos los pasos de ese proceso. Pero esto no significa
que en todos los casos ste sea el orden ms conveniente, ya que la sanacin no

funciona como una operacin matemtica. Todos los seres son distintos y hay que
evitar establecer las leyes absolutas, como suelen hacer algunos "falsos maestros"
que dicen: "Si no hace esto no se sanar". No podemos encasillar a Dios en
nuestros esquemas y en nuestras experiencias, ni podemos pretender que todas las
personas se ajusten a nuestros moldes.
Para algunas personas es ms clave uno de los momentos de este proceso de
sanacin, y para otra persona es ms importante otro de los pasos. Incluso, podra
repetirse alguno de los pasos porque se descubre que se logr una mayor apertura
para profundizarlo ms. Por ejemplo: luego del perdn al hermano se puede
volver al perdn a s mismo, porque haba un sentimiento de inferioridad por no
haber recibido amor de otra persona. Luego de haber perdonado a esa persona, se
puede lograr con ms sinceridad el perdn a s mismo, la autoaceptacin.
De todos modos, vamos a proponer un posible orden en la oracin de sanacin,
que podra ser til en la generalidad de los casos:
a. Invocar insistentemente al Espritu Santo.
.Adems, intentar liberarse de las distracciones y centrarse en el

Seor. Distender el cuerpo. Puede ser bueno respirar profundo varias


veces, y tambin cantar algo agradable. Permitir as poco a poco que
el Espritu Santo vaya tomando posesin de todo nuestro ser y ore
en nosotros.
b. Recordar cosas que nos ayuden a reconocer el amor de Dios.
.Experimentar que el propio ser est sostenido porque Dios lo crea a

cada instante por amor, que Dios ama mi existencia y por eso estoy
vivo. Recordar que l me ama as como soy, porque soy obra suya y
l me plane as desde toda la eternidad. Pero quiere que yo logre
ser ms feliz.
Recordar los textos bblicos que hablan sobre el amor de Dios.
Cantar, para lograr al menos mnimamente gozar del amor de Dios.
c. Descubrirse "reconocido " por Dios.
Para hablar con otro hay que saber que el otro est atento a lo
que le digo, que me mira, que tiene inters en escucharme,
que no est distrado ni lejano. De otro modo sera como
hablar con una pared o como hablar con uno mismo, no con
l.
Por eso, si quiero de verdad hacer una oracin de sanacin y
no simplemente una terapia psicolgica o una tcnica
superficial, tengo que disponerme a orar, a dialogar con otro,
con Dios. Pero para lograrlo, primero tengo que sentirme
descubierto, reconocido por l, que me ama, que me mira con

amor y respeto. Cuando Mara Magdalena fue al sepulcro, vio


a Cristo resucitado, pero no lo reconoci hasta que Cristo le
dijo: "Mara!". Es decir, cuando se sinti reconocida. Lo
mismo sucede en nuestra oracin. Lo primero es entrar en la
presencia del Seor que nos conoce y nos reconoce, que est
atento a nuestras palabras. Slo as podemos reconocerlo
nosotros a l y dialogar.
d. Dialogar sinceramente y de corazn.
Si queremos tener un verdadero dilogo de amigos con Dios,
eso me exige tratarlo como amigo: con absoluta sinceridad.
Pretender ocultarle algo de lo que llevamos dentro es una
ilusin. Por lo tanto, una seal de confianza es decirle
sinceramente lo que sentimos hacia l. Porque aunque
sabemos que l es puro amor y que no hace dao, nosotros
podemos "sentirnos" defraudados por l, que nos abandon,
que no se preocupa de nosotros. Pero hay que decrselo en
oracin tal como lo tenemos dentro. As descargamos nuestro
interior revuelto, sabiendo que a l no lo daamos, y le damos
la oportunidad, con nuestra sinceridad, de convencernos de su
amor. Con nuestra sinceridad le damos la posibilidad de
dialogar con nosotros, de "seducir" nuestro interior y
atraernos hacia l. Slo as es posible reconciliarnos y
recuperar la paz con l.
e. Y si hemos podido discutir con Dios, tambin tenemos que llegar a
'perdonarlo ".
Toda reconciliacin culmina cuando podemos decir con todo
el corazn: "Yo te quiero", "yo te perdono". Por eso, tambin
en esta oracin, tenemos que lograr decir sinceramente a
Dios: "Yo te perdono".
Sabemos con nuestro intelecto que l no es culpable, pero no
somos slo intelecto. Nuestros sentimientos a veces lo sienten
culpable. Por eso, tenemos que destruir esos sentimientos
negativos, y desde los sentimientos decir a Dios: "yo te
perdono", y abrazarlo espiritualmente con un beso de
reconciliacin.
Tambin cabe aqu pedirle perdn por haberlo culpado
injustamente y no haber dado lugar a su amor.
f. Perdn a s mismo
Luego de reconciliar nuestros sentimientos con Dios, tenemos
la base para poder aceptarnos y perdonarnos a nosotros

mismos.
Recordamos una vez ms el amor del Seor, nos imaginamos
abrazados por Cristo con toda su ternura, y nos decimos a
nosotros mismos: "Juan (tu nombre), yo te acepto as como
eres, porque tu ser es obra del Seor; y yo te perdono por no
haber sido perfecto, por no haber sido siempre bueno, y
especialmente por (mencionar algo que nos lleva a culparnos
a nosotros mismos); y con el amor de Jess te quiero".
Abrazarme con ternura a m mismo sabiendo que a travs de
ese abrazo Cristo mismo me acepta y me da su amor.
g. Perdn al otro
Ahora trato de perdonar uno por uno a los que me
desilusionaron o me hicieron dao.
Pido a Cristo la gracia de querer perdonar y de amarlos con su
amor.
Es til recordar las motivaciones que tenemos para perdonar.
Cuando me sienta dispuesto, hago en voz alta la oracin de
perdn, imaginando el rostro de la persona, diciendo su
nombre, y diciendo qu es lo que le perdono. Es importante
agregar que lo libero de tener que sufrir por lo que me hizo y
que acepto compartir con l la felicidad del cielo, y decir todo
esto a Jess como una respuesta al amor que l me dio en la
cruz.
Finalmente, expresar este perdn orando por esa persona y
pensando algn gesto de amor que podr hacer para que se d
cuenta de que no le guardo rencor.
Si se trata de una persona que no acepta darme un amor que
yo le reclamo, es importante darle un abrazo imaginario, lleno
de cario, y decirle que lo libero de tener que darme su amor.
Si no puedo hacerlo, no se trata aqu de una falta de perdn,
sino de liberarme de una obsesin afectiva, cosa que no
podemos tratar aqu, pero puede indicar que no hemos abierto
el corazn sinceramente al amor de Dios. l ha estado
llamando a mi puerta para llenarme de su amor y llenar mis
huecos afectivos, pero ese lugar est ocupado por una
obsesin afectiva que no quiero abandonar y el Seor no entra
en los lugares que no le permitimos ocupar."
.

MES DE DICIEMBRE DEL 2002.


LA SANACIN DE LOS RECUERDOS
Decimos vulgarmente que cada persona es un mundo, por aquello de que su
interior es de una complejidad tal, que resulta muy difcil de esclarecer. Y no
andamos equivocados. Cada uno ha recibido, desde su concepcin e infancia,
gran cantidad de sensaciones de toda ndole, tanto positiva como negativas, y ello
en forma muy particular. No es de extraar que no encontremos dos personas
iguales en su forma de reaccionar, de ver las cosas, de juzgar. Todos llevamos en
nuestro interior un mundo de informaciones, de sensaciones, que a travs de la
vida hemos recibido, lo cual nos hace reaccionar de una manera o de otra.
Para conseguir la mayor paz y felicidad en nuestro interior, es bueno entrar dentro
de nosotros mismos, para sanar aquello que nos hace dao. Ante la complejidad
de cada persona y ante la diversidad de unos con otros, lo iremos estudiando por
partes.
En la presente enseanza queremos poner la mirada en los RECUERDOS que
todos arrastramos.
DIVERSIDAD DE RECUERDOS.

A) LOS RECUERDOS Y EL OLVIDO.


Hay muchas heridas de la vida son tan amargas que la conciencia no soporta
retenerlas y las enva al subconsciente.
Por eso muchas situaciones desagradables se olvidan.
B) OLVIDOS FALSOS.
Alguna vez, como de paso, resurgen al ver a alguien, pero no queremos
complicarnos e inmediatamente ignoramos y olvidamos ese recuerdo.
Estos son recursos para mantener la paz interior. Ese olvido no hace que las
heridas se hagan inofensivas. Son falsos olvidos que se transforman en una gran
espina que nos convierte en susceptibles, temerosos, competitivos, celosos,
envidiosos, y ansiosos.
C) DOLOR ESCONDIDO
Las malas experiencias a las que nos hemos enfrentado y no han sido sanadas a
tiempo, quedan escondidas y lastiman por lo bajo, produciendo sensaciones
desagradables y difusas.
Por lo mismo, puedo llegar a herir a otro como yo fui herido.
Hay pequeeces que ahora parecen infantiles, pero que cuando las recordamos
nos producen dolor.
Podemos ser:
1) Aquel nio que sufri y an no fue sanado.
2) O aquel adolescente desilusionado que an est clamando un S.O.S dentro de
s.
En consecuencia, si esto no lo voy sacando, ir acumulando desperdicios dentro
del corazn.

CONSECUENCIAS DE RECUERDOS NO SANADOS.


Los recuerdos no sanados nos pueden acarrear situaciones no agradables y
difciles. En otras palabras. Cuando veamos caracteres raros, reacciones extraas,
estados de nimo tristes, abatidos, cabizbajos, etc. podemos sospechar que algn
recuerdo no querido hay en el subconsciente de la persona.
Cada sentimiento, desde la concepcin da por resultado recuerdos
que estn grabados en el subconsciente.
b. Estamos afectados emocional y fsicamente por los recuerdos que
a.

recibimos desde los sentidos.


c.

Asociamos experiencias presentes con las pasadas.

d.

Los recuerdos dolorosos negativos, tienden a hacernos negativos e


infelices. Ejemplo. Un padre bebedor, y su falta de amor con sus
hijos, o la falta de amor en la relacin entre sus padres, traer a los
nios fuertes recuerdos negativos, resentimiento hacia el padre
bebedor.

e.

Experiencias traumticas cuyo resultado es el resentimiento y la


culpabilidad.

Experiencias traumticas.
- Alcoholismo en la familia.
- Muerte de los padres o de otros miembros de la familia a temprana edad.
- Inesperada separacin de los padres o de la familias, divorcio o ausencia de los
padres.
- Defectos del cuerpo, o de la mente o del espritu, del cual se tiene conciencia,

por ejemplo, al ser llamados "gordo" "chico" "piernas largas" etc.


- Ataques a la integridad de la persona, por ejemplo "t eres tonto" "t no haces
nada bien" "t no sirves para nada".
- Culpa de los pecados del pasado. (Muchos saben que Dios les ha perdonado,
pero ellos no se pueden personar a s mismos)
- Miedo, resentimiento, de uno de los esposos o padres, lstima de s mismos.
- No haberse sentido amado, querido, necesitado o apreciado por los dems.
En una palabra, cualquiera de una de las anteriores cosas puede conllevar un
carcter agrio, falta de generosidad, de libertad, y en consecuencia, falta de
felicidad.
.
BUSCANDO LA SANACIN DE LOS RECUERDOS.
A) LA AYUDA SICOLGICA
La sicologa racionaliza el pasado y le anima a aceptar los recuerdos dolorosos o
bien ayuda a aprender a vivir con ellos.
Los siclogos ponen nfasis en el dilogo con ellos. Todo esto es a un nivel
intelectual, cuando en realidad la dificultad se centra en lo emocional.

Los recuerdos son la base para nuestra vida emocional estable.


B) TODO BAJO LA MIRADA AMOROSA DE CRISTO.
No se trata de estar a cada rato recordando dolores pasados. Si estamos atentos a
toda tristeza que nos aparezca dentro, terminaremos obsesionados.
Tampoco se trata de darles vueltas interiormente, sino de reconocer cosas viejas,
que empujan desde dentro hacia fuera, hacia la luz.
Cuando deseemos entrar en nuestros recuerdos, (no olvidemos que nos podemos
encontrar con algunos muy dolorosos) nunca debemos hacerlo solos sino
acompaados siempre de Cristo Jess.
Se trata de revivir hechos dolorosos ante la mirada de Cristo, y luego olvidarlos,
confiando en la obra sanadora del Seor.
No debemos permitir que quede ninguna parte de nuestra vida, fuera de la mirada
y de la luz del Seor.
Puede tratarse de cosas que nos den vergenza, o que nos hagan sentir culpables,
pero para alcanzar la paz, es necesario no esconderlas ms.
La mirada de Jess no hace dao; no nos hace sufrir; no busca lastimarme. Solo
busca mi felicidad, mi sanacin y mi liberacin.
Justamente un signo de que hemos sanado la herida, es que podemos presentar
serenamente aquel hecho ante la mirada del Seor.
l conoce el hecho, no se lo podemos ocultar. Pero es necesario presentrselo, y
permitirle que entre all, para poder sanarme.
Es muy til imaginarse ese momento del hecho doloroso, slo y sufriendo; pero
imaginar que en aquel momento se acerca Jess, me abraza, consuela y acaricia
mi herida. (Vctor Manuel Fernndez)
C) LA PAZ DEL REINO DE DIOS.
"La paz os dejo, la paz os doy". Bellas palabras del Evangelio. Pero estas palabras
deben ser una reflexin que los cristianos debemos hacernos.
Entregamos nuestras vidas a Dios, y no siempre gozamos de una profunda y
verdadera paz interior. La santidad a que Cristo nos ha llamado es una armona
entre cuerpo, mente y espritu. Una integracin de los tres elementos.
Sabemos de la influencia que tiene en el hombre los recuerdos sensoriales.
Si los recuerdos son positivos y agradables, tendremos una persona positiva y
feliz.

Si los recuerdos son negativos y dolorosos, la persona ser negativa e infeliz.


El 90% de la mente humana es subconsciente, y all est almacenada todas las
experiencias de nuestra vida.
Los recuerdos tienen influencia en nuestra vida emocional, mente y cuerpo.
E) LA ORACIN CRISTIANA.
Puede sanar para siempre el dolor que producen los recuerdos.
Segn personas experimentadas en sanacin interior nos dicen que un resultado
valioso de la identificacin de los recuerdos es la posibilidad de orar
especficamente por recuerdos bien identificados.
El orar por todos los recuerdos en general, no parece tan efectivo.
El sacerdote puede hacer algo de esto en el sacramento de la reconciliacin.
El psiquiatra Hugh Missaldine, M.D., afirma que todos tenemos dentro de
nosotros mismos al pequeo nio que fuimos, viviendo en nosotros con todas sus
tensiones, odios, resentimientos, orgullo, dolores, amor propio, etc.
Muchos de los problemas de los adultos resultan de estos sentimientos y
emociones negativas ocurridas en la niez.
En esta oracin de sanacin del hombre interior, pedimos al Seor que sane estos
recuerdos negativos profundos para que la persona sea libre de esas ataduras.
Ejemplo. Si un hombre tuvo padres perfeccionistas, conservar la tendencia al
perfeccionamiento en todo lo que haga. Aunque las cosas estn bien hechas, l
siempre tender a perfeccionarlas ms, y esto le causar tensiones, dejndole un
profundo sentimiento de imperfeccin.
Por medio de la oracin, el Seor le sanar de esta conducta compulsiva hacia el
perfeccionismo exagerado.
De la misma manera suceder con los otros recuerdos dolorosos de la niez como
son los padres "severos", "poco amorosos", "posesivos", "tolerantes",
"hipocondracos", etc.
(Padre De Grandis.)
Si te puede servir en tu ministerio, te presento la ORACION DE SANACIN DE
RECUERDOS, del P. Emiliano Tardif.
PINCHA AQU.

MES DE ENERO DEL 2003.

EL BAO DE LUZ
En la sanacin interior hay circunstancias que obligan a proceder de diferente
manera. Sentimos la necesidad de transcribir EL BAO DE LUZ que nos
presentan el P. Daro Betancourt y Blanca Ruiz. Creemos que en muchos casos
puede ayudar a las personas, como se demuestra en tantsimos ejemplos y que
ellos, muy a menudo, han experimentado en su larga trayectoria evangelizadora.
Textualmente as lo explican.
1. QUE ES
Un bao de luz no es otra cosa que, con la ayuda del Seor Jess, tratar de
encontrar:
- Una respuesta a algo que nos molesta y nos hace sufrir.
- Una razn a aquello que nos impide ser felices y no nos permite progresar
espiritualmente.
- La causa a un bloqueo o trauma.
- Una luz para aquella oscuridad que produce una parlisis en la vida espiritual.
Ejemplo: Una persona que vive siempre agresiva, malhumorada, todo le disgusta,
nada le agrada, etc. Este estado tiene una causa, pero en muchas ocasiones no se
sabe cul es. Entonces se le pide al Seor que la manifieste, la ilumine, la saque a
flote. Jess, que es luz viene a iluminar y sanar. La presencia de Dios es sanadora.
Para ilustrar mejor lo que es un "Bao de luz" trasmitimos el caso de una religiosa
que haca treinta y dos aos estaba en el convento.
Durante los primeros veinte aos viv muy feliz. Pero durante

los ltimos doce aos sufr un infierno. No quera a nadie, ni


nadie me quera. Ped ayuda para remediar mi mal y me
aconsejaron un bao de luz.
Por la noche, estando en la capilla, le dije al Seor:
- Seor Jess: ilumname cul es la causa por la cual vivo
tan aburrida en el convento por estos ltimos doce aos?
Vi entonces que del sagrario sala el Seor Jess e iba
acercndose muy sonriente y muy amoroso. Me qued
mirndole y cuando ya le tuve cerca le volv a preguntar:
- Seor. Por qu vivo tan aburrida en mi vida religiosa?
Seor, por qu no tengo la alegra del principio?
El Seor me contest:
- Qu relacin hay entre esas revistas que ests leyendo y
yo? Por qu pasas tanto tiempo entretenida hojendolas?
Le respond:
- Seor, pero esas revistas no son pornogrficas. . .
y el Seor me dijo:
- Precisamente porque no son pornogrficas las lees, pero te
estn llenando del mundo de vanidades que te vacan de m y
te disipan, separndote de m. T me has sacado de tu
corazn. T ya no sientes lo que antes sentas por m. Ni lo
mo te enamora, ni te atrae. Esta es la razn por la que vives
tan aburrida en la vida religiosa.
Esta religiosa haca exactamente doce aos que estaba leyendo revistas del
mundo que en vez de llevarla a enamorarse del Seor cada vez ms, lo que hacan
eran distraerla y separarla de su amor, y le haban arruinado su vida de oracin. El
Bao de luz le hizo conocer el origen de su problema.
En un retiro en Guatemala, mientras haca el bao de luz uno de los asistentes
narr la siguiente experiencia:
Cuando sent la presencia del Seor empec a hablarle y, me
sent muy disgustada con l y le reclam llorando que no me
amaba y nunca me haba amado. El Seor me contest.
- Yo siempre te he amado.
Entonces yo le reclam:

- Yo no creo que t me ames, porque si t me hubieras amado,


ni me hubieras quitado mi madre a la edad de ocho aos.
En ese momento sent cmo el Seor me recostaba contra su
pecho y con mucho cario y amor me acariciaba y me sec
las lgrimas. Mirndome me dijo:
- Crees que no te amo porque me llev a tu madre? Sabes?
Cuando vine a buscarla era porque ya haba cumplido la
misin que le haba confiado y esa misin era la de darte la
vida. Yo estoy satisfecho con ella y quise traerla conmigo
para darle el premio que le tenia prometido o crees que
hubiera sido mejor que ella estuviera hoy contigo pasando
estos aos paralizada y enferma como estaba?
Sent que Jess me colocaba sobre los brazos de la Santsima
Virgen y me deca:
- Mira hija, s has tenido madre. No has estado sola nunca. Mi
madre que tambin es tu madre ha estado contigo y te ha
acompaado siempre.
Sent que la Virgen me abrazaba y me acariciaba, a tiempo
que me cubra con su manto y me deca:
- Hija, siempre he estado contigo. Te amo mucho. Eres ma.
Entonces sent que mi vida se llenaba de alegra. Luego Jess
me mir y me dijo:
- Por qu no me entregas a tu mam? Puedo llevarla
conmigo?
Por primera vez puse a mi madre en las manos del Seor y la
record con profunda paz.
Luego el Seor me dijo:
- Voy a mostrarte que s te amo y que nunca te he olvidado y
siempre he estado contigo. Quieres ver cmo te amo? No te
has dado cuenta que te di un esposo y unos hijos que te aman
y se preocupan por ti?
No eres feliz en tu hogar? Hija, yo amo a los mos dndoles
lo que necesitan.
Entonces sent que me abraz y me dijo: "Yo soy tu verdadero
Padre. Mi madre y yo te amamos y estamos siempre contigo".
Comenc a llorar, pero de gozo y con paz. Nunca haba

sentido tanto amor en mi vida. Por primera vez pude perdonar


al Seor por este resentimiento tan fuerte que haba en mi
corazn y nunca haba apreciado el amor, cario,
comprensin y bondad de mi esposo y de mis hijos.
2. DIFERENCIA CON LA SANACION INTERIOR
A. La sanacin interior es para sanar una herida especfica que se sabe y se
conoce. El bao de luz es para pedirle al Seor que ilumine el por qu de algn
mal, su razn o causa. Es algo desconocido.
B. La sanacin interior necesita la ayuda y discernimiento de otra persona que ore
por nosotros.
El Bao de luz se lo puede hacer la persone misma. Esta es la diferencia ms
peculiar.
En el siguiente testimonio encontramos a una persona que necesitaba luz en sus
relaciones interpersonales.
Durante el "bao de luz" le pregunt al Seor:
- Jess, por qu me cuesta tanto trabajo dar el primer paso de
reconciliacin y siempre espero que sea la otra persona quien
lo haga?
- Porque t te ves a ti y no a m. T siempre te juzgas bueno,
que no tienes la culpa y no te fijas que yo, inocente, tom la
iniciativa para perdonar a los pecadores. Si en esos
momentos, en vez de sealar culpables y condenarlos, me
miraras a m y me preguntaras qu hara yo en ese caso,
encontraras la respuesta.
3. TEXTOS BIBLICOS.
Algunos textos bblicos nos iluminan maravillosamente en qu consiste el bao
de luz. .
Jess, luz del mundo (Jn 12,46) ilumina a todo hombre (Jn 1,9) para que el que
crea en El no permanezca en tinieblas (Jn 12,46) sino que tenga la luz de la vida
(Jn 8,12). Quien rechaza la luz se cierra a la salvacin gratuita ofrecida por Dios
(Jn 3,19-21).
As como Dios lo primero que cre fue la luz (Gen 1,3), as para re-crearnos,
hacernos nuevas criaturas (2 Cor 5,17) ha hecho brillar su luz en nuestros
corazones para transformarnos, en Cristo, en luz para los dems; es decir, agentes
de salud y salvacin. (2 Cor 4.6).
No hay nada que pueda quedarse escondido a la luz de Dios. No hay secreto que

no llegue a saberse (MC 4,22). Si con fe y sobre todo con sinceridad le pedimos
al Seor Jess que nos ilumine y sane nuestros males no hay nada que El no
quiera y pueda hacer.
Cuando todas las cosas son puestas al descubierto por la luz, todo queda en
claro, porque la luz lo descubre todo. Por eso se dice: Despirtate, t que
duermes, levntate de entre los muertos, y Cristo te alumbrar. ( Efe 5,13-14).
El que se acerca a la luz queda iluminado, como el que se acerca al calar se
calienta, o el que se acerca al fro se enfra.
Por las entraas de misericordia de nuestro Dios, nos visitar la luz que viene
de lo alto para Iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte y
guiar nuestros pasos por el camino de la paz. ( Lc. l 1,78-79).
Este texto es clarsimo para ver qu es el bao de luz: ilumina una tiniebla, un
problema, una dificultad y como consecuencia gua, lleva y da la paz.
Otros textos muy ricos sobre el tema de la luz de Dios que ilumina para sanar son:
Lc 1,78-79 Jn 1,4-5 Hch 9,3 Am 13,1114 2C04,3-6 Ef5,8-9 CoI1,1O-14 1Ts 5,2-9
Stg 1,17 1Jn 1,5-7 Ap 21,23-24 SI18,29. Especialmente es de excepcional belleza
el verso 1 del Salmo 27(26) que dice: Yahveh es mi Luz y mi salvacin, A
quin temer? Yahveh es el refugio de mi vida, por qu he de temblar?
Un da, en un retiro, una persona me dej un mensaje en el altar. Me impresion
tanto que lo guard para orar por ella. Deca as.
Desde hace muchos aos estoy muy enferma, debido a la
traicin de un mdico.
De este incidente me vino insomnio y un nerviosismo que me
mata todava. Por esta causa me vino la alta presin arterial.
Para curarme me pusieron una dieta que result muy daosa
para m. Por necesidad, me vi obligada a hacer limpieza en un
lugar seco, sucio, lleno de lana y polvo. Esto me hizo contraer
una bronquitis que desde hace un ao me ha puesto tan mal
que una noche la pas casi sin respirar ya que tena las narices
tapadas.
Por no recibir inmediatamente la atencin adecuada del
hospital sufr un infarto. Por esta razn, padezco invalidez.
Hace muchos aos me hicieron un maleficio: jams puedo
baarme, ni mojarme siquiera. Una persona "muy piadosa",
me ha hecho ese mal tan grave en mi salud y en otras reas de
mi vida.
Soy vieja, pero jams sent la vejez como ahora: enferma del
corazn, bronquitis crnica y unos dolores terribles que
entiendo son en las arterias del trax, pues me dan por delante

y por la espalda; son dolores matones. Adems, terrible


asfixia por las noches. Ahora s parezco una vieja. Me da
pena estar tan fea y tan intil, molestando a todo mundo. Me
muero de miedo, siempre he sufrido miedo y vergenza.
Permanentemente tengo la nariz tapada y sufro tambin de
otros muchos males.
Pido ayuda, de otro modo ya no estara viva. Afectsima
amiga N.N."
Poco tiempo despus de ese retiro donde les sugerimos que escribieran al Seor,
me lleg esta bellsima carta:
Padre, yo soy la persona que le envi un escrito y se lo dej
sobre el altar contndole que un mdico haba abusado de m.
Pues durante el bao de luz le pregunt al Seor por qu viva
tan enferma del alma y del cuerpo. l me dijo:
Querida hija:
Es cierto que la causa de tus males comienza con la
deshonestidad de ese mdico, pero tambin debes saber que
mi ley es amar y perdonar hasta los enemigos. As soy yo. Si
se aman los unos a los otros el mundo va a saber que ustedes
son mis discpulos. Este es el nico signo por el que los van a
identificar como mos.
Date cuenta muy clara de que hay que amar y perdonar a los
enemigos porque as lo hice yo que los am a ustedes cuando
todava eran malos y pecadores.
Aunque t ya te has confesado del incidente con el mdico,
sin embargo lo odias inconscientemente en tu corazn.
Perdnalo pero ojal se lo dijeras personalmente, dicindole
al mismo tiempo que yo lo amo por sus debilidades y
pecados; que se vuelva a m para sanarlo.
Yo te amo mucho y te tengo en mi corazn. Jess. " Padre
Daro quiero que sepa que lo hice y no puedo expresarle lo
que sent. Nunca antes haba tenido tanta paz, todo se ha
transformado, amo mucho, hasta el punto de que todo me
parece lindo, hasta las personas de mi mismo sexo me
parecen hermosas todas. Todo me gusta, todo me agrada.
Bueno estoy de luna de miel con Jess. Pero lo ms
importante era decirle que estoy sana de todos los males
fsicos y espirituales. Hasta la cara como que se me
desarrug.

Alabado sea Jess.


Con afecto.
Una agradecida con Jess.
Respuesta inmediata
Los testimonios recibidos certifican que nuestro Dios nos responde
inmediatamente cuando le pedimos que nos bae con su luz.
Si la luz recorre 300 mil kilmetros por segundo, la luz divina es todava ms
veloz para darnos vida en abundancia.
Una seora que tena problemas por infidelidades constantes de su esposo le
pregunt al Seor:

Seor, qu debo hacer con tanta infidelidad de mi esposo?


- Perdn.
- Pero. Seor, ya le he perdonado una y mil veces y no
mejora.
- Perdn.
- Lo que pasa es que perdonndolo se aprovecha de mi
perdn. Ya me cans de perdonarlo.
- Cuando te digo "perdn" no me refiero a que le perdones
sino a que le pidas perdn por no ser la mujer que l anda
buscando y no encuentra. Pdele perdn por no atenderlo
como l necesita. Pdele perdn por juzgarlo y condenarlo,
por no ser solcita y cariosa como lo eres con otras personas.

4. COMO SE HACE
Es hacer lo que Jess hizo en el huerto de los Olivos en Getseman:
.-A. Lugar tranquilo.
Se necesita ante todo un lugar tranquilo que invite a la oracin, al dilogo. En
Mc 5,37 -40 vemos cmo el Seor Jess se qued solo en la habitacin con los
padres de la nia y algunos de sus discpulos. Es decir, hizo un ambiente de
recogimiento para orar. Es muy importante calmar el espritu para entrar en
oracin.
B. Jess muy humano.
Se debe imaginar al Seor Jess de una manera muy humana, algo as como se

apareci a sus discpulos despus de su resurreccin, y aunque su cuerpo ya est


glorioso, no debe verse con rayos o luces, sino sonriendo y con sus llagas en sus
manos y sus pies, como invitndonos a meter nuestros dedos en sus llagas, como
lo hizo con su apstol Toms. Es necesario representarnos la persona del Seor de
la manera ms imaginativa y positiva posible.
. Brbara Shlemon, en su libro "La Oracin que Sana" escribe: El empleo de la
imaginacin en la oracin, puede ayudarnos a. "creer que ya lo logramos".
En el New York Times (agosto, 1973) se cita al Doctor Walter Ghase, Director del
Departamento de Investigacin y Jefe del Departamento de Ciencias Bsicas
Visuales de la Escuela de Optometria del Southern California College en
Fullerton:
"Lo que se ve con la mente es tan real, en un sentido, como lo que se ve por una
ventana. No hay mucha diferencia fisiolgica entre las seales que transmite la
mente y la que transmite el ojo".
Por tanto la imaginacin no es componente pasivo de nuestro ser, sino que puede
convertirse en un elemento activsimo de nuestra oracin.
C. Dilogo
La oracin se desarrolla con un dilogo a solas entre dos personas: el Seor Jess
y t. Nadie ms debe venir a la escena. Los dos solos.
D. Dilogo de amor
Es un dilogo amoroso con el Seor. El ejemplo mejor para el dilogo que se
debe sostener con el Seor durante el bao de luz es el que encontramos narrado
en Jn 4, 1-26 cuando Jess habla con la samaritana y mientras habla con ella la va
sanando del odio racial. El bao de luz es poner en prctica la verdad de que
Cristo est en nosotros y l es la esperanza de la gloria que tendremos.
E. Silencio
Hacer silencio. Para escuchar las respuestas del Seor es necesario guardar
silencio. Muchas veces no escuchamos a Dios porque no le damos tiempo a que
nos responda. Siempre estamos hablando y volvemos la oracin un monlogo y
no un dilogo.
5. ESCRIBIR EN VEZ DE HABLAR
Hay personas a las que no les es fcil hablar con el Seor, pero s pueden
expresarse ms fcilmente por escrito. Para esto, es buena cosa escribir una carta
al Seor comentndole el problema y pidindole respuestas a las preguntas.
Mientras el Seor responde, se debe permanecer en oracin y silencio y una vez
que comience a responder se debe escribir. Presentamos tres cartas de stas.

En un retiro en Uruguay una mam le escriba al Seor:


"Seor Jess, yo tengo un serio problema con mi hija. Ella no tiene
amor por t como yo deseo. Qu puedo hacer? Yo, Seor, con
cario espero tu respuesta porque mi hija tampoco me entiende.
Confo en que t me vas a ayudar". Petrona.

A los pocos minutos ella misma consign la respuesta del Seor:


"Petrona, ten paciencia. Confa. Sguele hablando de m.
Cmo quieres que ella crea en m si t antes no le habas
hablado?" Jess.

En un retiro en la Argentina un joven le escribe al Seor:


"Seor Jess: Yo te pido que me des paciencia para que no sea
impetuoso y conteste con groseras como lo hice hoy. Por qu habl
tan fuerte si no era eso lo que quera hacer? Seor, contstame
Aydame". Oscar.

Jesucristo le contest:
Aprende a consultarme. Aprende a orme ms, no slo en los
apuros sino tambin en todos los momentos de tu vida, de
cada da. Ofrceme todo. Ama ms. "T tienes que cambiar.
Te dejas llevar por tus impulsos como fuiste siempre. Usa
ms palabras de amor como las que usas con Virginia. Saca
todo eso que tienes dentro que es lindo y me gusta". Jess.

En un retiro en Ciudad Obregn, Mxico, una seora escribi:


"Seor Jess, dime qu debo hacer en mi problema con mi esposo.
Yo te platico a ti, Jess amado. Hoy te pregunto: Qu hago? Porque
a ti no puedo engaarte y t lo sabes que tengo siete aos con este
problema sin ver la solucin y siempre he estado esperando en ti y
no he sentido tu respuesta. Slo tu silencio. Siento la soledad. Siento
que me has abandonado en todos mis sufrimientos. He sentido todas
las acusaciones sobre m; se han hecho juicios muy severos y yo,
Cristo Jess, me siento inocente de lo que se me acusa y tambin
arrepentida de mi pecado. Qu hago? Hoy no me salgo de tu
presencia hasta que me digas qu debo hacer y llevar tu respuesta.
No quiero verte ensangrentado y crucificado por los pecados de mi
compaero. Hoy quiero la solucin y s que me la dars". Margarita.

El Seor le contest:
"Hija ma: Ven a m. Hoy en este momento y da te doy la
solucin a tu problema. Unicamente tienes que hacer esto:
declarar a tu esposo inocente delante de Dios. Estas dos
personas que tanto dao te han hecho ponlas todos los das en

la presencia de mi Padre que est en el cielo y declralos


inocentes y vers realizada la obra y planes de Dios que tiene
sobre esta familia que l est purificando". Jess.
6. CUANTAS VECES SE HACE.
Tantas veces cuantas sean necesarias hasta recibir una respuesta del Seor a la
necesidad pedida, hasta que l ilumine la causa del mal. Se puede hacer en cada
rea de la vida que se necesite, para una circunstancia concreta o para sanar las
heridas de ese da.
No existe tiempo preciso en cuanto a su duracin. Vara mucho, de acuerdo a las
circunstancias.
7. RESULTADO
Al descubrir la causa de nuestros males, el resultado lgico ha de ser que si
ponemos en prctica lo que el Seor nos dice, va a realizarse en nosotros una
transformacin notoria. Si seriamente queremos saber la causa de nuestros males,
Dios la revelar, y entonces:
- Seremos como un espejo que refleja la gloria del Seor, y as nosotros mismos
llegaremos a ser ms y ms como Cristo porque cada vez tendremos ms y ms
de su gloria (2 Cor 3, 18), y la gloria que reflejaremos ser la gloria del rostro de
Cristo que es la misma gloria de Dios, el Padre.
- Brillaremos con la luz de estrellas en medio de este mundo oscuro (Filp 2, 15)
porque somos luz del mundo (Mt 5,14).
- Irradiaremos paz, tanto para nosotros como para los dems.
Terminamos con la siguiente carta que nos lleg del Caribe: 14/1/85
Estimados hermanos Blanca y Daro:
Me dirijo a ustedes para que sean portadores de la maravilla
que el Seor ha hecho en m en el retiro llevado a cabo este
fin de semana.
Soy mdico y tengo 20 aos de matrimonio, durante los
cuales fui muy infeliz e hice infeliz a mi esposo a causa de
una frigidez sexual, que estaba arruinando nuestro
matrimonio.
Pero el Seor ha tenido misericordia de nosotros despus de
tantos aos de sufrimiento.
Comienzo dicindoles que si no hubiese sido mdico, la
fortuna que hubiese gastado en honorarios no la hubiera
tenido, pues visit gineclogos y endrocrinlogos, los cuales

me refirieron al psiquiatra, psiclogo, psicometrista, y stos


ltimos me refirieron al sexlogo, pues todos los test que se
me hacan indicaban que tena un trauma sexual, el cual, el
nico que podra resolverme el problema era el sexlogo.
Despus de hacerme todas las pruebas aqu en el pas, me las
hicieron en los Estados Unidos, pero todas resultaban
infructuosas al igual que los tratamientos indicados, pues yo
segua con el mismo problema de frigidez.
Al conocer al Seor (hace 10 aos) puse m enfermedad en
sus manos. En varias ocasiones me mostr esta escena que vi
a la edad de 5 aos (ahora tengo 45 aos):
Una seora tena dos hijas y se dedicaba a comercializar con
ellas. Estaba yo en mi casa y vi cuando una de ellas sala
corriendo, y detrs un hombre. La madre haba hecho trato
con el hombre, pero la joven no quera y sali huyendo; esto
dio lugar a que l la tomara e hiciera el acto en pleno patio en
la presencia de varias personas que en ese momento pasaban
por el lugar. Esta escena se me presentaba en varias
ocasiones.
Cuando Blanca Ruiz nos puso a hacer el bao de luz, yo dije:
Le voy a preguntar al Seor por qu la frigidez est acabando
con mi matrimonio. Cuando ya iba a hacer mi pregunta, de
improviso, se me present la escena anteriormente citada.
Entonces le dije: Seor, por qu veo esto si no es eso que
quiero saber?
l me contest porque esa es la causa de la frigidez que t
tenias. Yo me sorprend al or "que t tenias", y me sorprend
doblemente cuando verdaderamente me di cuenta que ya no
haba tal frigidez. El sbado en la noche, al regresar del retiro
mi esposo y yo nos unimos en el acto conyugal y esta vez
todo fue distinto a lo ocurrido en ocasiones anteriores,
Estamos viviendo una verdadera luna de miel, pero una luna
de miel distinta a la comn pues nuestros queridos hijos estn
saboreando tambin de ella, porque ya no ven los padres de
caras amargadas, sino sonrientes y una madre que se ve y se
siente libre, y no aquella madre de cara dura, ya que no poda
esconder lo que me pasaba.
Se me olvidaba contar que en la escena vi, cuando el Seor
coga de la mano a la madre, a la joven y a mi mam, y le
pregunt
- Seor, a dnde las llevas? l me contest:

- "A perdonarlas y a llenarlas de amor"; y le pregunt de


nuevo:
- Y por qu mi madre, Seor? "Porque en tu interior, el
rechazo que tenias a tu madre era debido a que t la culpabas
por no atenderte debidamente en ese tiempo". Mi madre
estaba atendiendo en ese momento una tienda con la cual
ayudaba a mi padre para nuestro sustento (5 hijos en esa
ocasin).
Luego pregunt:
Y el hombre que sedujo a esa joven?
l me dijo: "Lo tengo entre mis brazos".
Vi la imagen de Jess como si tuviera un nio en los brazos
mecindolo. Escribo este testimonio que no poda darlo ante
el pblico. La gloria y alabanza para el Seor que libera a los
oprimidos y a los hogares, y para ustedes bendiciones del
Seor para que los siga utilizando en su via.
Una liberada por el Seor.

MES DE FEBRERO DEL 2003.


SANACION DE LA PROPIA IMAGEN.
Cuantas veces, mujeres preciosas pueden sentirse feas y hombres jvenes y guapos
pueden sentirse dolorosamente inferiores, mientras que una persona menos atractiva
puede tener una gran confianza y una buena imagen de s misma.
Reconocernos tal como somos, y sobre todo, amarnos tal como el Seor nos ha
hecho, es de la mayor importancia para nuestra vida. La paz del espritu, pasa muchas

veces por esa sanacin de nuestra propia imagen.


Queremos entrar en esta parcela de la sanacin, de la mano del P. Robert de Grandis y
Betti Tapscott, en su libro "SANACIN DE LA PROPIA IMAGEN". Intentaremos
hacer un resumen de dicho libro, ya que puede ayudar a muchas personas.
Hemos dicho que es de suma importancia amarnos tal como somos, por aquel
precepto que nos dio el Seor: "Amars a tu prjimo como a ti mismo". Si no nos
amamos a nosotros mismos cmo vamos a pretender amar a nuestros hermanos, a
los dems?
Muchas veces tenemos el presentimiento de que amarse a s mismo es estar llenos de
orgullo y vanidad (y puede darse el caso); nos referimos a amarnos a nosotros
mismos desde una manera sana y cristiana; y esto ya no es tan fcil porque nos
resulta difcil incluso gustarnos a nosotros mismos.
"Dios quiere que nos gustemos del modo que l nos hizo. Quiere que nos amemos a
nosotros mismos. Hacer eso indica aceptacin de uno mismo, y una buena imagen de
uno. Esta es una de las reas ms importantes de nuestra vida. La idea que tenemos y
lo que pensamos de nosotros mismos, determina la forma en que respondemos a la
gente de nuestro alrededor. Por ejemplo, si yo creo que no sirvo, que soy inferior,
intil, feo, que no tengo ningn valor, ni merezco ser amado, encontrar difcil amar a
otros. Encontrar imposible amarme a m mismo, y lo ms probable es que
encontrar difcil amar al Seor y aceptar su Amor."
Los psiquiatras nos dicen que la "foto" que tenemos de nosotros mismos est formada
por lo que los dems dicen de nosotros. Si las cosas que nos dicen son buenas,
tenderemos a ser positivos; de lo contrario, tenderemos a ser negativos. La vida de
toda persona ha pasado por circunstancias y ambientes de todo tipo y a travs de
ellos, uno ha ido forjando la propia imagen. La manera en que un nio ha sido
educado en su propia casa, en la escuela, quedar impreso en su mente para toda la
vida. Palabras que tantas veces se dicen, incluso, inconscientemente, como estpido,
tonto, perezoso o bien, feo, gordo, delgaducho, patoso, hieren profundamente.
Igualmente cuando se les compara negativamente con los hermanos y sienten que no
fueron deseados. Todo ello suena, como una grabadora, a travs de los aos y estas
palabras resquebrajan esa cosa tan delicada llamada la propia imagen. Esto mismo
sucede, una vez casados, si el marido o la mujer es dominante. Y en el trabajo, si un
jefe exigente te humilla ante los dems o te pone en ridculo.
Esta es la imagen que se nos ha creado a travs de los aos, imagen, generalmente
peyorativa. Esta es la imagen que debe ser sanada para que ella no entorpezca nuestra
relacin con los dems y con nuestro Dios. Adems, la buena imagen propia y la
autoestima es una de las mayores necesidades de la persona. Una persona puede
sobrevivir sin poder y sin placeres, pero no puede subsistir si pierde el orgullo de ser
una persona. Nuestra autoestima - grande o pequea - abarca todos los campos de
nuestra vida. Cristo nunca rebaj a un ser humano, por pecador que fuese. l edifica,
redime y santifica a la persona y a la personalidad. Al descubrir que Dios nos acepta
y nos ama con defectos y todo!... las mscaras que hemos usado durante aos se van
quitando lentamente en su presencia. El mandamiento de Jesucristo es que nos

amemos los unos a los otros como l nos ha amado. Podramos decir: "mate a ti
mismo como Yo te he amado". La caridad empieza en casa. El amor empieza con uno
mismo.
PROBLEMAS DE UNA BUENA IMAGEN.
Hay tres problemas principales que nos alejan de tener una buena imagen de nosotros
mismos: el rechazo, la culpabilidad y el perfeccionismo.
1 ) EL RECHAZO.

Ya hemos visto antes, cmo el nio que no ha sido deseado o que ha


sido molestado o vejado, arrastra durante su vida la imagen que le
dieron. Es comn en los jvenes, al sentir que sus padres queran ms a
sus hermanos o hermanas que a ellos, encontrarse inseguros. En el
corazn del nio y del joven se van imprimiendo, como en cera blanda,
esas situaciones de rechazo, recibidas de mil formas y esto queda
moldeado para toda la vida. Pero la Buena Nueva es que JESS
PUEDE SANAR ESAS HERIDAS.
2 ) LA CULPABILIDAD.
Sentirse culpable es otra razn para tener una pobre imagen de uno mismo. Esto
ocurre especialmente si no podemos perdonarnos a nosotros mismos y sentimos que
Dios no nos perdonar por los pecados cometidos. Pero Dios nos dice en Hebreos,
10,17: "Y de tus pecados e iniquidades no me acordar ya". Cuanto ms admitamos
nuestras propias faltas y admitamos que somos dbiles, entonces podremos
aceptarnos mejor a nosotros mismos.
La razn por la que una persona puede no gustarse a s misma es debido, muchas
veces, a tanta negatividad, procedente de un gran sentimiento de culpa. Y cuando ello
se une a una falta de perdn, el sentimiento de indignidad va creciendo mas y ms.
Es importante que entreguemos toda nuestra culpabilidad al Seor, porque l es el
nico que puede cambiar la imagen que tenemos de nosotros mismos
verdaderamente. Ningn psiclogo o psiquiatra puede cambiar con profundidad la
imagen que tenemos de nosotros mismos. Solo el Seor puede retroceder en el
tiempo: "Jesucristo es el mismo, ayer, hoy y siempre" (Hebr.13,8) l puede
perdonar todos los pecados que hemos cometido y darnos la gracia para perdonarnos
y sanar la herida y el dao causados.
3)PERFECCIONISMO.
Se nos ha hecho creer que una cosa si no es perfecta, no tiene valor. As la mujer, si
no es "Mis Mundo", si no es una buena ama de casa, si no cocina a la perfeccin, etc.,
se puede sentir inferior. Y al hombre le pasa algo parecido; cuantas veces cree que su
imagen depende del coche que tenga, del lugar en donde viva, de su xito, de su
cuenta bancaria. El Seor nos insiste en que seamos perfectos y muchos esperan,
dentro de la Iglesia, ser perfectos, ser buenos, para poder actuar. Cmo puedo recibir
del Seor su amor si yo no soy bueno, si no cumplo, por todo lo que he hecho?

Y no digamos, cuando nos comparamos con los dems. No es extrao que la gente de
espritu perfeccionista no pueda sentirse bien consigo misma, porque nunca llegan a
dar la talla.
Alguien dijo: "Todo el mundo derrama leche alguna vez"; todo el mundo comete
errores, falla, y eso duele. Te encuentras apurado. El sentirse que no todo lo has
hecho bien, te puede llevar a una mala imagen de ti mismo. Pero, qu maravilloso
ser cuando consigamos llegar a rernos de nuestras propias faltas! Todos
necesitamos de una buena dosis del sentido de humor.
FORMAS BBLICAS PARA DESARROLLAR UNA BUENA IMAGEN.
Toda herida produce dolor y necesitamos ser sanados para sentirnos felices y en paz.
La falsa imagen que tenemos de nosotros mismos es fruto de muchas heridas que a
travs de la vida hemos recibido; necesitamos, pues, sanar esas heridas para recuperar
la imagen que Dios nos plasm y as superar los miedos, la negatividad en nuestro
obrar.
Nos podr ayudar en gran manera unas formas bblicas que te presentamos.
Recuerda a diario: SOMOS HIJOS DE DIOS. Y DIOS NOS AMA.
"ERES PRECIOSO A MIS OJOS, ERES ESTIMADO, Y YO TE
AMO" DICE EL SEOR. (Isaas, 43, 4) "CON AMOR ETERNO TE
HE AMADO, POR ESO HE RESERVADO GRACIA PARA TI" (Jer.
31, 3)
2. No importa cual sea la situacin, ni lo abrumador que sea el trabajo.
Repite diariamente: "TODO LO PUEDO EN AQUEL QUE ME
CONFORTA" (Fil. 4, 13)
1.

3.

Cuando el miedo y la timidez te invadan, piensa que las palabras de


Dios dicen: "PORQUE NO NOS DIO EL SEOR A NOSOTROS UN
ESPRITU DE TIMIDEZ, SINO DE FORTALEZA, DE CARIDAD Y
DE TEMPLANZA". (2 Tim. 1, 7.) "EL AMOR PERFECTO
EXPULSA EL TEMOR" (1 Juan 4, 18); "...EL SEOR ES MI
AYUDA, NO TEMER. QU PUEDE HACERME EL HOMBRE"
(Hebr.13, 6)

4.

Proclama diariamente amabilidad, amor, bondad, compasin y amistad,


porque segn repartes - al plantar semillas de bondad - recogers esa
cosecha. "FRUTOS DE JUSTICIA SE SIEMBRAN EN LA PAZ
PARA LOS QUE PROCURAN LA PAZ". (St. 3, 18).

5.

Sin orgullo o egosmo, piensa en las cosas que haces bien y entonces da
gracias a Dios por ayudarte a hacer esas cosas para su gloria. "QUE
CADA CUAL PONGA AL SERVICIO DE LOS DEMS LA GRACIA
QUE HA RECIBIDO, COMO BUENOS ADMINISTRADORES DE
LAS DIVERSAS GRACIAS DE DIOS." (I Pedro, 4, 10)

6.

Cuando te sientas abrumado por sentimientos de inferioridad, rechazo,


culpabilidad, miedo, timidez, fracaso, desesperacin, indignidad, falta

de perdn, date cuenta de que esos sentimientos vienen del enemigo que
te quiere bien atada y amordazada. Si has pedido perdn a Dios y en
nombre de Jess has perdonado a otros, ten presente siempre: "TUS
PECADOS TE SON PERDONADOS; VETE EN PAZ" (Lucas, 7,
48-.49).
7.

Mantn una actitud de alabanza en tu boca y en tu mente. Cuando t


ests alabando a Dios, tiendes a mantener la vista alejada de ti mismo (y
tambin de cualquier sentimiento de fracaso, insuficiencia o pena) y
puesta sobre Jess. "ESTAD SIEMPRE ALEGRES. ORAD
CONSTANTEMENTE. EN TODO DAD GRACIAS, PUES ESTO ES
LO QUE DIOS, EN CRISTO JESS, QUIERE DE VOSOTROS." (I
Tesal.5, 16-18).

8.

Haz que tu apariencia externa se lo mejor posible, estando bien pulcra y


aseada: tanto tu pelo, tu cuerpo como tu ropa. "...PORQUE NADIE
ABORRECI JAMS SU PROPIA CARNE; ANTES BIEN, LA
ALIMENTA Y LA CUIDA CON CARIO, LO MISMO QUE CRISTO
A LA IGLESIA, PUES SOMOS MIEMBROS DE SU CUERPO"
(Efesios 5, 29-30)

9.

Mantnte activo haciendo bien tu trabajo, el que sea.

10. No

dejes que los celos, un espritu de competicin, o el compararte a


otros, arruinen, monopolicen o controlen tu vida. "PUES LOS CELOS
Y EL EGOISMO NO SON EL TIPO DE SABIDURA DE DIOS"
(Sant.3, 15) "NO BUSQUEMOS LA GLORIA VANA
PROVOCNDONOS LOS UNOS A LOS OTROS Y
ENVIDINDONOS MUTUAMENTE" (Gal. 5,26). "NADA HAGAIS
POR RIVALIDAD NI POR VANAGLORIA" (Fil.2, 3)

SOLO DIOS PUEDE SANAR LA PROPIA IMAGEN.


Dios nos cre a su imagen y la vida y nuestros pecados, esa imagen perfecta la hemos
desfigurado. Dios desea reparar esa imagen suya. Por ello necesitamos pedrselo, para
que haga ese gran trabajo de sanacin. l nos ha lavado con su sangre y nos ha
redimido. Nos ha salvado a travs de su muerte en la cruz. l muri por nosotros.
Cuando el Padre nos mira, ve a Jess, porque eso es lo que le costamos, JESS!
Somos estupendos, somos bellos, somos la obra de sus manos, de su REDENCIN.
Entonces puedo decir con voz alta: YO SOY ALGUIEN. Esto borra mis
sentimientos de inferioridad de una vez por todas, y tengo una base espiritual slida
para el nacimiento de una propia imagen positiva.
No puedo resistir a la tentacin de transcribir la siguiente poesa del Dr. Schuller, tan
maravillosa, al mismo tiempo que profunda.
Puedo ser joven, puedo ser viejo,
Pero soy alguien,

Pues soy hijo de Dios.


*
Puedo ser educado, puedo ser ineducado.
Pero soy alguien,
Pues soy hijo de Dios.
*
Puedo ser negro, puedo ser blanco,
Pero soy alguien,
Pues soy hijo de Dios.
*
Puedo ser rico, puedo ser pobre,
Pero soy alguien,
Pues soy hijo de Dios.
*
Puedo ser gordo, puedo ser flaco,
Pero soy alguien,
Pues soy hijo de Dios.
*
Puedo ser casado, puedo ser divorciado,
(Puedo ser soltero, puedo ser viudo)
Pero soy alguien,
Pues soy hijo de Dios.
*
Puedo tener xito, puedo ser un fracasado,
Pero soy alguien,
Pues soy hijo de Dios.

*
Puedo ser un pecador, puedo ser un santo,
Pero soy alguien,
Pues soy hijo de Dios,
Porque Jess es mi Salvador,
Yo soy hijo de Dios.
"Porque soy alguien, puedo hacer ms de lo que jams hubiera pensado".
Cualquiera que sea la situacin en la que te encuentres, si te sientes apaleado,
magullado, sacudido y herido emocionalmente; si te preguntas: "Quien soy yo?" O si
dices: "No soy nadie", quiero que sepas que:
Jess slo est esperando convertirse en TU salvador personal. Todo lo que tienes que
hacer es pedir perdn por tus pecados e invitarle a que entre en tu corazn.
Jess slo est esperando a sanarte, fsica y emocionalmente. l quiere vendar tus
heridas emocionales.
El Seor slo est esperando a decirte que T ERES SU HIJO y que T ERES
ALGUIEN.
Si deseas, puedes entrar AQU y encontrars una oracin de sanacin de la propia
imagen. Est escrita para un grupo, pero puedes aplicrtela personalmente.
Y no olvides lo que el Seor te dice:
"ERES A MIS OJOS PRECIOSO Y DE GRAN ESTIMA Y TE AMO".
T ERES ALGUIEN,
PORQUE DIOS NO HACE PORQUERAS!

MES DE MARZO DEL 2003.

SANACIN DE LOS MORIBUNDOS.


Tal vez suene algo extrao hablar de la sanacin de alguien que inevitablemente va a
morir. Muchas veces, o la mayora de ellas, evitamos hablar de la muerte. Pero
evidentemente tendremos que enfrentarnos a ella, en el momento precisado por Dios.
No es un tema que se pueda tratar a la ligera, y por ello hemos querido basarnos en
las experiencias de 3 hermanos dedicados a la oracin de sanacin, Mary Jane Linn,
Matthew Linn, y Dennis Linn, reconocidos en el tema de la sanacin.
Las palabras y los hechos de Jess cuando muri, son las que mejor describen, no
slo lo que Jess necesitaba, sino lo que cada hombre necesita antes de morir.
Puesto que era Dios y hombre, necesitaba vivir como hombre plenamente "sanado"
antes de estar preparado a morir. Las ltimas siete palabras y actos de Jess lo
ayudaron a su sanacin absoluta.
A travs de la experiencia de los autores, veremos cmo acompaar a los
moribundos, para que sean llevados por Jess, en sus ltimas siete palabras o actos, a
fin de que tambin ellos mueran plenamente realizados y sanados.
PRIMERA PALABRA:
"PADRE PERDNALES PORQUE NO SABEN LO QUE HACEN"
(Lucas,23,34)
Esta primera palabra hizo que Jess fuera un hombre de completo perdn, un hombre
logrado y sanado en el rea del perdn.
El moribundo necesita, tambin, ser un hombre sanado en el rea del perdn, para
verse libre y liberado. Es una necesidad natural para lo cual hay que intentar
ayudarle.
Para poder entender el mundo de los moribundos, comienza t a enfrentarte al propio
miedo a la muerte.
PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR
Estas preguntas ayudarn a concientizar nuestros sentimientos sobre el tema.
1. -Hay alguien a quin ahora necesito perdonar?
2. -En qu aspectos de mi vida necesito el perdn?
a. Estas reflexiones se pueden realizar haciendo una lista de los que
piensa, que le hubieren daado. Padres, hermanos, hijos, maestros,
patrones, empleados, mdicos, enfermeras, amigos, etc.etc
b. Cuando recuerde un rostro por quin no siente gratitud, dgale a Jess

por qu se siente as. Luego pdale el don de poder amar a esa persona
como l lo hace.
c.

Intente visualizar los ojos de Jess crucificado e interiorizarse en ellos,


unindose a los que le han herido. "Padre, perdnales, porque no saben
lo que hacen "

d.

Vase abrazando a esa persona con el amor de sanacin de Jess, y


pdele que bendiga a esa persona.

e.

Esto reptalo con la siguiente persona.

ORACIN
Seor Jess, an aquellos a quienes curaste, gritaron "crucifcalo", y te clavaron en la
cruz de pies y manos. Tus doce mejores amigos te traicionaron, te negaron o se
escabulleron hacia los vrtices seguros de la multitud mofante. Pero aun cuando te
escupan, tratabas de amar ms a aquellos que se encontraban tan heridos e inseguros
que no dejaban de darte golpes. Y cuando las ondas dolorosas sacudan tu cuerpo
desafiaste el amor del Padre para curar a los resentidos que ni siquiera lo podan
entender. "Padre, perdnales porque no saben lo que hicieron". Jess, concdeme
decirlo contigo hasta que me sienta capaz de abrazar a cada persona que te hiri
dentro de m. Entonces deja que los sostenga y los llene con tu amor de sanacin,
hasta que realmente sepan que t y yo daramos nuestras vidas por ellos.
SEGUNDA PALABRA:
"HOY ESTARS CONMIGO EN EL PARASO" (Lucas 23,43)
Jess entreg el paraso, antes de morir, al Ladrn que se sacrificaba a su lado; no
pudo hacerlo ni a Pedro, ni a ninguno de sus discpulos, sino al ladrn, ante una
peticin que ste le hizo: "acurdate de m, cuando ests en tu reino"; y le dio la vida
eterna.
Me he dado cuenta, nos dice el autor, al estar con los moribundos, de que antes de
que puedan morir, deben, por decirlo as, reunir su paraso y drselo a alguien. La
persona necesita vaciarse de lo que constituye su paraso. Para cada persona este
paraso es algo distinto; puede ser su vida cultural, su trabajo, creatividad, arte, e
incluso una oracin para su familia. Y lo quieren expresar a alguien que les entienda;
pero no siempre pueden escoger a quin se lo entregue. La mayora de las veces,
como en el caso de Jess, lo entreg a quin tena a su lado. Y al entregarlo, queda un
vaco que Jess lo llena con la vida eterna.
PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR
1.- Qu Paraso me pertenece para poder darlo?
2.-A Quin se lo dar?
3.- Qu he recibido de alguien que haya muerto?

Pide a Jess que te muestre lo que te ha dado, para que t lo pases ms


adelante.
b. Pdele que puedas ver los rostros de los que necesitan lo que t puedas
dar.
a.

c.

Deja que Jess te muestre cundo y cmo has de dar lo que te pide que
des.

d.

Repite este ejercicio con otras cosas o encargos que Jess quisiera que
t pasaras ms adelante.

ORACION
Jess, en tu ltimo da, entregaste muchas cosas. Diste tu casa del Paraso a un
ladrn, tus vestidos a unos soldados, y hasta tu retrato a la Vernica que te limpi el
rostro. En la ltima cena diste tu vida y tu misin de reunirnos en un solo Cuerpo, y
lavaste nuestros pies para que unos con otros hiciramos lo mismo.
Jess, mustrame qu es lo que puedo pasar a otro: mis tesoros, una palabra
alentadora, los pocos medios con los que puedo servir y con los que puedo animar a
otros a servir.
No permitas que slo vea a mis amigos, sino tambin el rostro del extrao ladrn que
necesita lo que pueda compartir con l. Aydame a dar un poco de paraso hoy
mismo.
TERCERA PALABRA:
"MUJER, AH TIENES A TU HIJO. AH TIENES A TU MADRE" (Jn19,27)
Muchas veces no sabemos, o creemos no necesaria nuestra presencia junto al
hermano moribundo. Momentos en que, tal vez, seamos depositarios de los deseos y
"tesoros" del moribundo y que l quiere entregar. O puede ser la peticin de ver a un
familiar para decirle algo, o simplemente verlo.
PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR
1. - Quin est esperndome?
2. -A quin voy a esperar?
3. -Qu espero decirles?
4. -Qu espero que me digan?
Pide a Jess que te muestre los rostros de los que te han amado y
moldeado a travs de los aos. Da gracias por el regalo que es cada uno
de ellos para ti.
b. De entre esos rostros escoge a la persona a quien ms difcilmente
dejars. En tu interior toma de la mano a esta persona y comparte con
a.

Jess lo mucho que la quieres.


c.

Despus de todo eso, pon esa mano en las de Jess y Mara, y pdeles
que cumplan con los deseos de tu corazn.

d.

Cuando sientas que Jess y Mara aman a esta persona an ms de lo


que t puedes, permteles que le tomen bajo su proteccin y cuidado.

e.

Repite esto con la siguiente persona que te parezca ms difcil de dejar.

ORACIN
Jess, tu madre Mara fue la primera y la ltima que te am. Conserv siempre en su
corazn los recuerdos de tu sonrisa, y medit cada una de tus palabras. Conoci tus
secretos como cuando convertiste el agua en vino, a pesar de que todava no llegaba
tu hora. Vivi solo para ti. No haba nadie que te amara tanto o se condoliera tanto
cuando colgabas de la Cruz. T quisiste darle tu ms grande tesoro en la tierra y le
entregaste a Juan, tu mejor amigo, para que t le siguieras amando en la forma que ya
no podas hacerlo. "Hijo, he ah a tu madre, Madre, he aqu a tu hijo". Jess,
permteme ver los rostros de los que me han amado a travs de los aos. Ensame a
los que ren cuando yo ro, a los que lloran cuando lloro, a los que ms me extraan.
A quin me doler ms dejar? Mara y Jess, les doy a esta persona, mi tesoro.
Permteme que les diga cmo quiera que amen y protejan a mi amigo. Mustrame
cmo sostendrn sus manos para siempre.
CUARTA PALABRA:
"DIOS MIO, DIOS MIO, PORQU ME HAS ABANDONADO? (Mateo 27,46)
Cuando Jess mora, se angusti, y su angustia deba ser escuchada.
Esta es la angustia que sufre quin est a punto de morir. El miedo a morir, la
depresin mental, la tristeza y el desaliento que experimenta, el sentirse debilitado
progresivamente, hace que le surjan autoacusaciones y torturas interiores.
Quienes estn, en esos momentos cruciales, ayudndoles, escuchndoles, recibiendo
sus sentimientos de miedo, de ansiedad, de angustia, de soledad, orando junto a ellos,
en situaciones fsicamente desagradables, pueden llegar a sentir, rechazo,
repugnancia, cansancio, deseos de no volver ms, porque experimentan tambin
ellos, ese momento final. Ese sentimiento de repugnancia es lo que hace a muchas
personas no acercarse a los moribundos. Son momentos de sacar fuerzas del dulce
nombre de Jess, Jess, Jess, para poder conseguir nuevamente la paz interior. Es
tambin necesaria una oracin, pidiendo al Seor que libere al enfermo del miedo,
angustia, etc. y le conceda la gracia del amor y de la paz.
De esta manera hemos ayudado a expirar al hermano, compartiendo su debilidad, sin
juicio ni condenacin. Esta manera de ayudar a otro a pasar por el trance de la
muerte, ha sido estudiada por la doctora Elizabeth Kubler-Ross, que afirma: Cuando
ayudamos a las personas a expresar sus sentimientos sin juzgarlos, y cuando estos
sentimientos son escuchados por alguien que quiere orlos, entonces pueden pasar
rpidamente por el trance de la muerte. Nuestra presencia es tremendamente

necesaria.
No ser que la muerte resulte repulsiva para el agonizante? Cmo podramos huir
de alguien que est experimentando su propia repulsividad? El demonio es el que
desea que huyamos y dejemos sola a la persona. Pero Jess es victorioso; una oracin
profundamente sincera, hecha en nombre de Jess, puede mandar al demonio a su
lugar. El hecho de pedir a Jess la liberacin del miedo, la ansiedad, el dolor, para un
moribundo, mientras nos mantenemos vigilantes, es frecuentemente para terminar
con todo aquello que vaya contra el descanso y la paz de la persona.
PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR
1. -Cundo he tenido ms miedo?
2. -Qu conflictos me disgustan ms?
3. -En donde encuentro paz cuando me siento as?
-A qu tipo de muerte le tienes ms miedo? Selalo con una palabra:
dolor, soledad locura, desahucio, parlisis, etc.
b. Ante Jess crucificado, exhala el aire de tus pulmones, mientras dices la
palabra sealada, vacindote de ese miedo, al tiempo que echas fuera la
ltima porcin de aire. Toma aire diciendo "Jess", y absorbe su poder
para que cambie lo que puede ser cambiado, y para que puedas soportar
lo que debe ser soportado (2 cor.12,8-10)
a.

c.

Contina haciendo esto, hasta que ya no tengas que echar fuera ningn
miedo.

d.

Comunica el poder y el amor de Jess a otros que estn enfrentndose a


estos miedos. Ve diciendo el nombre de la persona: "Juan...... Ana......
Pedro......."

ORACIN
Jess, T te enfrentaste a todos tus sufrimientos. Cuando tu cuerpo se sacuda por el
dolor y tus amigos se escondan, pareca que an el Padre no se preocupaba.
Preguntaste: "Dios mo, Dios mo, por qu me has abandonado?" Por qu te
enfrentabas a tanto, t solo?
Jess, cuando me llegue la muerte, djame enfrentarme a la angustia para poder as
compartir con el Padre todos mis temores. Hazme capaz de ver cun enferma pueda
estar, de modo que pueda as recibir todas las atenciones que Tu Padre vaya a tener
conmigo. Protgeme del dolor, de la soledad, de la parlisis y de la falta de lucidez, a
las que tengo tanto miedo pues he visto a tantos morir. Si algo tengo que enfrentar,
camina junto a m, para que mis sufrimientos se hagan tuyos. Soy un cobarde.
Tmame de la mano.
QUINTA PALABRA:

TENGO SED (Jn 19,28)


Jess tuvo sed y atendieron a sus necesidades fsicas. As tambin los enfermos
anhelan comodidades para su cuerpo. Anhelan su propia cama, su cuarto, sus
pertenencias, estar con sus familiares. Hay quienes sufren de enfermedades
terminales muy dolorosas, y saben que su fin est prximo, de all, su deseo de
abandonar el centro hospitalario para estar con quienes han vivido o han disfrutado
durante toda la vida, y quieren encontrar la paz y sosiego para su espritu y su cuerpo
dolorido.
Estos enfermos necesitan que se les atienda en sus necesidades corporales, darles el
calor de nuestra mano, en una oracin callada para que la paz contine an ms all.
Estos enfermos parece que saben cuando les llega el momento. Y cuando se sienten
preparados para morir, solo desean pequeas cosas, como un cojn predilecto, una
taza de t, el calor de una mano amiga. En esto podemos cifrar "tengo sed".
.
PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR
1. En donde quiero morir?
2. Quines me gustara que estuvieran all?
3. Qu me gustara que estas personas hicieran por m?
4. Qu cosas me gustara que estuvieran cercanas a m?

a) - Imagnate agonizante en la forma en que te gustara morir, en donde quieres estar,


con qu amigos, diciendo tal o cual cosa, habiendo hecho lo que sueas hacer. Qu
es lo que necesitas hacer para morir as? Comparte esto con Jess.
b). - Dile a Jess que te ayude a saber lo que, a la hora de tu muerte, te gustara haber
hecho ahora
ORACIN
Jess, al perder tu sangre te deshidrataste y padeciste una sed frentica. Pero tenas
una sed an ms profunda, la de tu Padre y tus amigos, por lo que rehusaste beber.
Aorabas el cielo y dijiste," no beber de nuevo del fruto de la vid, hasta que llegue
mi Reino" (Mat.26, 29).
Jess, djame compartir contigo no slo mi miedo a la muerte sino tambin mi sed de
morir a gusto, morir, en dnde quiero morir, y a quin necesito tener a mi lado, y la
forma en que me gustara pasar mis ltimas horas. Jess, cmo te gustara que
muriera?.
Para adquirir la libertad de escoger la voluntad de Dios, a San Ignacio le gustaba
imaginarse en su lecho de muerte para ver as las decisiones que tomara.

SEXTA PALABRA:
TODO EST CONSUMADO (Jn 19,30)
Estos son los momentos en que mirando la trayectoria de la vida, nos detenemos
frente a lo vivido, a los planes cumplidos y los no cumplidos; en una palabra
escribimos nuestra autobiografa.
PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR
- Si te dieran la oportunidad de vivir la vida nuevamente. Qu
escogeras otra vez?
2. - Vamos a omitir entrar en detalles.....Qu quiero que los dems
recuerden de m?
1.

a) - Imagnate sentado con Jess, ante una fogata, en una noche fra. Escucha el
crepitar de las brasas, y a Jess que te pregunta. Cules fueron los momentos ms
felices de tu vida? Con gratitud comparte con Jess las escenas que vengan a la
memoria.
b) - Cuando lo hayas compartido suficientemente, pregunta a Jess: Cul consideras
que fue el mejor momento de mi vida?.
c) - Termina dando gracias a Jess y dicindole lo que est en tu corazn.
ORACIN
Jess, no teniendo ya ms fuerzas para vivir, agradeciste al Padre todas las ocasiones
en que tuviste la oportunidad de escoger la vida. En qu momentos viviste con
mayor plenitud?Fue cuando abrazaste a Lzaro despus de su resurreccin, o cuando
celebrabas con todos en Canan tu primer milagro? Fue tambin cuando mostraste
tu completo amor a los dems y les lavaste los pies y tambin cuando les diste tu
cuerpo y tu sangre en la ltima Cena? Cundo te sentiste ms amado? Qu te
impulsa a decir que tu vida tuvo un sentido y que entonces todo estaba consumado?
Jess, mustrame los momentos ms logrados de mi vida, las ocasiones en que he
amado y he sido amado. Cundo fui ms feliz? Ms compasivo, ms generoso, ms
agradecido? Mustrame quin me am ms, y cmo tal persona cautiv mi mirada
como para hacerme feliz y sentirme realizado. Si me dieran la oportunidad de vivir
nuevamente, qu escogera repetir otra vez?. Permteme, Seor, agradecerte las
ocasiones en que pude realmente escoger la vida.

SEPTIMA PALABRA:
PADRE EN TUS MANOS ENCOMIENDO MI ESPRITU (Lc. 23,46)
Llegado el final del sufrimiento, se han ido cumpliendo las palabras que Jess
pronunci al final de su vida. Ya no quedan mas fuerzas, solo abandonarse en los

brazos del Padre, del amor del Padre. Ahora solo queda una oracin para el momento
de la muerte "Padre, en tus manos encomiendo mi espritu".
1. - Sintese o acustese en un clido medioda relajante, como en el amor del Padre.
2. - Empezando por la frente, pngala primero tensa y luego reljela diciendo "Padre"
y somtale todo aquello que la pone tensa y todo lo que su mente pueda hacer.
Despus baje hacia los ojos y haga con ellos lo mismo. Vaya despus, parte por parte,
con sus odos , cara, cuello, etctera, hasta que llegue a los pies. Con todo su cuerpo
ya relajado inspire y expire el amor del Padre.
3. - Cuando termine, diga lentamente el Padre Nuestro.
PAZ, COMO MI PADRE ME ENVI, AS OS ENVO YO. (Jn, 20,21)
Despus de la muerte de un ser querido, se vierten muchas lgrimas, y se hacen
muchas preguntas.
Por qu mi padre tuvo que morir tan desgastado y destruido por el cncer en la
garganta, dificultndole sus ltimas palabras? Por qu los mdicos no se lo
diagnosticaron antes, de modo que hubiera vivido algunos aos ms? Hubiramos
sido tan amigos y mis nios se hubieran balanceado en sus rodillas. Por qu no
poda abrazarlo, aunque su cncer fuera tan repulsivo? Me haba dado todo lo que
pudo y yo ni siquiera me preocup por atenderlo. Por qu lo tom como un hecho
consumado? Por qu nunca le dije que me apenaba por ello?. Si por lo menos se lo
hubiera dicho... si por lo menos me hubiera abrazado y me hubiese dicho..... Morir
yo de la misma manera, del cncer en la garganta, tan presente en mi familia?
Estas preguntas brotan de una mordiente soledad y gran vaco.
Los autores de la Sanacin de los Moribundos, los Hnos. Linn, experimentaron la
prdida de sus seres queridos, la angustia, el dolor, la soledad, el vaco, etc. y
trabajaron y oraron por la sanacin de otras personas, que se encontraban paralizadas
por la prdida de un ser querido.
Nos dicen que en una ocasin, un joven empez a rezar despus que haba muerto su
padre, y se vio libre de la homosexualidad que comenz cuando perdi el amor de su
padre.
Una madre con 4 hijos se vio libre del insomnio y de las pesadillas, cuando se
perdon a s misma de la culpa que tena por haber contribuido al alcoholismo de su
hermano y a su muerte. Otro se vio liberado del dolor que le causaba un malestar
crnico de un nervio del cuello, cuando le entreg al Seor la carga que le agobiaba
un sentimiento de culpa por no haber estado presente en la muerte de su padre. Tuvo
que perdonar a su padre, quin le haba dicho "me dejaste en un asilo para hacerme a
un lado", y tuvo que perdonarse a s misma porque realmente lo haba querido hacer a
un lado cuando le colm la paciencia. Para ella como para otros, el alivio vino
cuando fueron capaces de poder perdonar y ser perdonados a travs de Jess.

Al orar, con ocasin de la prdida de un ser querido, la oracin de sanacin sigue a


menudo un esquema dialogal.
1. - Pido a Jess que la persona muerta se me haga presente a travs del corazn de
Jess.
2. - Comparto con el desaparecido todo lo que estoy sintiendo ahora y todo lo que
deseo haber dicho o echo cuando l viva
3, - Escucho lo que Jess me dice o hace por m, y espero para que el ser querido me
conduzca a Jess.
Quiz parezca extrao, que seamos capaces de pedir a Jess y a nuestros seres
queridos desaparecidos que se nos hagan presentes, cuando la Escritura nos prohibe
(sin Jess) consultar a los muertos para saber el futuro. (Dt.18) La Escritura misma
nos da el ejemplo de estar amorosamente presentes con los difuntos cuando nos narra
cmo Jess y Pedro estuvieron presentes en la aparicin de Moiss y Elas en la
Tranfiguracin (Mc 9,2-8)
De la misma forma, con Jess mediador, nosotros tambin podemos hacernos
presentes a nuestros seres queridos para decirles lo mucho que les queremos y
perdonamos.
Al orar podemos decir "Jess, djame escuchar slo lo que quieres decirme cuando
ests presente en Jos... Rosa... quin me ama". Puesto que el amor va mas all de
la muerte (1Cor.13) en el grado en que no amemos y perdonemos a nuestros difuntos,
les impedimos que amen y sean amados por Jess, quin est en nosotros. Como
Moiss con su rostro cubierto ante Dios, as ellos al mirar a Jess, sienten tambin la
vergenza de herirlo en nosotros, hasta que les perdonamos y liberamos.
Puesto que todos formamos parte en el Cuerpo de Jess, podemos ayudarnos
mutuamente, por medio de este amor y perdn, como la mano derecha ayuda a la
izquierda.
La tradicin de la Iglesia nos alienta a orar amorosamente por los difuntos. Jess
vivi en el mundo judo en que los macabeos haban llevado al pueblo "de modo
noble y excelente" a ofrecer oraciones y sacrificios por los soldados muertos, a fin de
que fuesen librados de sus pecados (2 Mac.12,42,46
Jess or por los difuntos, como en el caso del hijo de la viuda de Naim (Luc
7,11,17), y Lzaro (Jn 11). .
Tenemos como seguidores de Jess a San Cipriano, que se refiere a las misas para
difuntos desde el tiempo de los apstoles.
Tertuliano que en el siglo III insista en la necesidad de orar por la muerte de los
difuntos.
Santa Mnica, que pidi durante 16 aos por la conversin de S. Agustn, le dijo en

sus ltimas palabras: "deposita este cuerpo donde quieras; no te preocupes de su


cuidado. Slo te pido, que donde quiera que ests, me recuerdes en el Altar del Seor.
(Confesiones IX, cap. 11). Y otros santos como Santa Teresa de Avila, el Cura de Ars,
y Santa Perpetua vieron a las almas del purgatorio, oraron por ellas, y las vieron
arribar a la Vida Eterna. Santa Perpetua vio, en su oracin, a su difunto hermano
Dincrates herido y padeciendo en un desierto. Despus de algunos das de orar por
l, volvi a verlo curado y agradecido con ella. E incluso la muerte no nos puede
separa del amor de Dios, el cual podemos comunicar a otros por la oracin en Jess.
(Rom.8, 38-39).
Podemos suponer que un amigo difunto ha decidido separarse de Jess por la
eternidad.
Por ejemplo, una persona que se haya suicidado, la conclusin general suele ser que
mereca la condenacin eterna. Pero las presiones que llevan a una persona a
suicidarse, o a una vida criminal, generalmente no permiten que la libertad rechace en
forma total a Cristo, que quiere llevar a todos los hombres a El (Jn.12,32).
Conocemos la existencia de la condenacin, pero como San Francisco de Sales lo
aclara, no tenemos derecho a concluir que un pecador est condenado, sino que
debemos respetar el secreto de Dios que quiere salvar a todos. No hemos sido
llamados para ser jueces, sino slo para orar por los difuntos en los espacios que stos
dejen abiertos para el amor de Jess en nosotros.
Si podemos, a travs de Jess, amar a los difuntos y reconciliarnos con ellos, cmo
podemos saber que realmente omos a Jess ms bien que a nuestros propios
pensamientos? Cmo sabe una madre lo que su pequeo de tres meses le est
diciendo? Ama tanto a su nio que est alerta para cualquier seal de que el beb
necesita descanso, comida, un cambio, movimientos, o slo su cariosa atencin.
Puede que escuche el llanto del nio o que lo vea chupndose el pulgar en seal de
hambre, o percibir su cansancio, o tener el presentimiento de que se encuentra en
peligro.
Por tanto para escuchar a alguien en oracin, me basta con amarlo hasta que tenga la
impresin de que est dicindome o haciendo conmigo.
Cmo saber realmente si esto viene de Jess? Me condujo el difunto ms cerca de
Jess, como Moiss y Elas llevaron a Pedro en la Transfiguracin? S que he estado
escuchando la mente y el corazn de Jess si empiezo a actuar como Jess. Si mi
oracin me hace ms compasivo, generoso, agradecido, confiado, y me llena de los
frutos del espritu (Gal.5,22), entonces encontr a Jess en mi difunto amigo.
Encuentro a Jess en el grado en que salgo de m mismo para amar a Jess, al Padre,
al prjimo y a m mismo.
La sanacin llega cuando entregamos los difuntos en los amorosos brazos de Jess, y
amamos entonces a Jess y a los que ya partieron con el mismo amor que les puedo
llevar a la soledad.
Los autores, comparten una experiencia. "Recientemente estuve con un amigo que
agonizaba de cncer de los huesos. Su familia oraba con l diariamente para que se

viese libre del dolor de modo que, en su plenitud mental, pudiese amar a travs de su
muerte. Sus oraciones fueron escuchadas, y pas sus ltimos das reuniendo a su
familia en la reconciliacin e incluso planeando su propio funeral. Por las tardes
peda a su esposa que fuese a terminar su formacin como enfermera para que
pudiese continuar al cuidado de los enfermos con el mismo amor que haba tenido
para con l. Hoy en da, un ao despus, su esposa no vive deprimida y desesperada
sino que es una enfermera compasiva, y cuyas atenciones tienen mucha demanda.
Tiene el don especial de ayudar a los que estn a punto de morir, haciendo a un lado
sus temores de que el amor termina con la muerte.
A travs de cada persona que muere, Jess espera la oportunidad de preguntarnos lo
que le pregunt a Mara Magdalena, " mujer, por qu lloras?, A quin buscas? (Jn
20,15)
Si le decimos lo que est en nuestros corazones, Jess nos llamar por nuestro
nombre y nos dir que no nos apeguemos a los seres queridos que se han ido, sino
que amemos a quienes amaron. Entonces oiremos con nuestros corazones sus
palabras llenas de vida y sanacin. "Paz. Como el Padre me envi, as los envo".
Reciban el Espritu Santo. "A quienes perdonen sus pecados les quedarn
perdonados. A quienes se los retengan, les quedarn retenidos" (Jn.20.21,23). Cada
amigo que ha muerto dice estas mismas palabras esperando que lo perdonaremos y
continuaremos con su misin. Qu decimos nosotros?.
- Ve a Jess que te ama. Pdele que te haga presentes a los seres
queridos, en el Corazn de Jess.
2. Comparte con ellos todo lo que sientes, y lo que deseas haber dicho o
hecho.
1.

3.

Ve a Jess abrazndolos, y llnalos con la vida que hubieses querido


darles.

4.

Ve como ellos quieren amarte tambin. Fjate en lo que Jess te dice o te


hace, y en cmo los seres queridos te conducen a Jess.

5.

Ve a Jess y a los dems que te sonren y te bendicen mientras


desaparecen. Termina con esta oracin.

ORACIN
Jess, despus de tu muerte volviste para decirnos: "Paz. No tengan miedo. Como el
Padre me envi, as los envo. Reciban el Espritu Santo para perdonar y ser
perdonados. T no quieres que tu amor termine con la muerte sino que contine a
travs de nosotros hacia todos los que amaste.
Jess, te entrego mi amor que me hace estar solo y que llama al que se ha ido para
que vuelva. Haz que el dolor me lleve a amar a los que am y a completar lo que dej
inconcluso. Qu hara si estuviese vivo todava?. Aydame a amar a los amigos que
ha dejado y a evitar tenerlos como "amigos", con los que realmente no comparto
nada. Jess, quin necesita el amor que ya no puedo darle?

Seor, haz de m un instrumento de tu paz.

MES DE ABRIL DEL 2003.

EUCARISTIA Y SANACIN.
* Una palabra tuya bastar para sanarme
* La mujer que le recibi en su casa.
Permitidme que comparta con vosotros el hermoso descubrimientos que he tenido en
esta ltima temporada de mi vida.
En cuaresma cay en mis manos el retrato espiritual de Marta Robin, escrito por el
acadmico francs Jean Guitton, amigo personal de Pablo VI y el nico laico catlico
presente en el concilio Vaticano II por deseo y autorizacin del Papa.
Marta Robin naci en 1902, en la aldea francesa de Drme y muri en 1981 en su
misma casa paterna de la que nunca haba salido.
Durante treinta aos, esta sencilla y humilde campesina no tom ningn alimento ni
ninguna bebida. Y durante ese tiempo sufri cada viernes los dolores de la Pasin del
Seor, cuyos estigmas o llagas tambin tena. Todo ello no le impidi fundar ms de
sesenta Hogares de la Caridad.
Miles de visitantes pasaron por la casa de Marta. En su pequea y oscura habitacinno poda resistir la ms mnima claridad y no poda estar ms que incorporada en la
cama, debido a su rara enfermedad- reciba, escuchaba, rezaba y aconsejaba con
pequeas frases a obispos, mdicos, o cientficos y sencillos campesinos o amas de
casa... Evocando a la otra Marta evanglica que hosped al Seor, Marta fue una
mujer que pas su vida recibiendo en su casa.
Si os comparto este hallazgo y lo traigo con motivo de nuestro tema, Eucarista y
Sanacin, es porque de entre las personas que Marta Robn reciba a diario en su
casa, cada tarde de los martes reciba a Jess en la comunin que su prroco le
administraba.
Jean Guittn le dijo en una ocasin:
- Permteme hacerte una pregunta indiscreta. Querra saber qu sientes el martes

cuando te dan la comunin, que es tu nico alimento, tu sola bebida.


- Es cierto, responde Marta. Yo no me alimento ms que de eso. Se me humedece la
boca, pero no puedo tragar. La hostia pasa a m, yo no s cmo. Ella me produce
entonces un efecto que me es imposible describir. Esto no es una comida ordinaria, es
una cosa diferente. Es una vida nueva que penetra en mis huesos. Cmo decirlo? Me
parece que Jess est en todo mi cuerpo... como si yo resucitara... Despus no hago
pie; estoy desligada del cuerpo, libre con relacin al cuerpo.
El 16 de Agosto de 1946 dijo: Tengo deseos de gritar a los que me preguntan si como,
que yo como ms que ellos, pues yo me alimento en la Eucarista de la sangre y de la
carne de Jess. Tengo deseos de decirles que ellos impiden en s los efectos de este
alimento. Bloquean sus efectos.
Bloquean sus efectos... Hermanos, estas palabras resuenan en mi mente, muchsimos
das cuando celebro la misa y distribuyo la comunin. Es Jess mismo quien viene!
Es a Jess mismo a quien recibimos... pero no le damos tiempo para que haga sus
efectos, su sanacin, su santificacin, su obra en nosotros!.
Hoy tenemos tiempo. Hoy podemos recibir sus efectos. Por el amor de Dios, recibid
hoy en vuestra casa a Jess.
Sugiero una breve oracin: perdn por ser tan maleducados... tan faltos de atencin...
vienes, pero lo siento, ya me iba...
Y un acto de fe: Jess, hoy quiero recibirte en mi casa... estoy llamando, si alguno me
abre, entrar y cenaremos juntos... Te abro, Jess, qudate conmigo, en mi casa, que
es tuya... Gracias por venir... sin avisar!. Eso demuestra el cario y la confianza que
tienes conmigo.
No soy digno de que entres en mi casa
Todos los das nosotros nos mostramos con Jess casi ms santos que las "martas"
que le recibieron en sus casas. Nosotros, aparentemente al menos, le decimos que no
somos dignos de que entre en nuestra casa... cuando el sacerdote nos lo muestra en el
pan convertido en su cuerpo.
Esa antigua oracin que la Iglesia pone a disposicin de los creyentes en su liturgia
eucarstica, sabemos muy bien de dnde procede.
Tanto el evangelista San Mateo como San Lucas nos cuentan el episodio de un
centurin romano - un pagano, por tanto- que tena un criado muy enfermo y al que
estimaba mucho e intercedi ante Jess por su curacin. Ante la intencin de Jess de
ir a su domicilio para curarle, el centurin exclam:
Seor, yo no soy digno de que entres en mi casa, pero di una sola palabra y mi criado
quedar sano.
Ms explcito todava San Lucas, nos cuenta que el centurin envi ancianos de los
judos como embajadores y, al saber que Jess estaba cerca de su casa, envi unos
amigos para que le dijeran:
Seor, no te molestes. Yo no soy digno de que entres en mi casa, por eso no me he
atrevido a presentarme personalmente a ti; pero basta una palabra tuya, para que mi
criado quede curado.
Y antes de que conozcamos si la peticin ha sido acogida por Jess y, por tanto, la
curacin del criado dar feliz final al episodio, ambos evangelistas nos cuentan

ampliamente la satisfaccin y alegra que producen en el Seor las palabras y actitud


de fe y de humildad del centurin hasta decir que en Israel no ha encontrado una fe
tan grande.
Podramos decir que la Iglesia ha recogido en el rito de la comunin, poniendo en
nuestros labios las palabras del centurin, dos elementos que configuran todo
encuentro sacramental:
- la fe del sujeto que glorifica al Seor y que tanto le agrada;
- el efecto sacramental que produce en quien lo recibe. En este caso, siguiendo el
episodio evanglico, la sanacin o curacin en sentido amplio: fsica, espiritual,
moral, squica... que siempre ha puesto de relieve la reflexin teolgica sobre la
eucarista, fuente de salud, vitico de enfermos, pan de los fuertes, remedio de males,
fuerza de dbiles, perdn de los pecadores...
Pensemos, por un momento, en la maravillosa oportunidad que diariamente se nos
presenta, de reproducir al vivo, no slo como recuerdo, la escena del centurin de
Cafarnan, si somos capaces tambin de reproducir en nosotros los sentimientos de fe
y humildad de aquel hombre que hizo tan feliz a Jess.
Aqu, una nueva invitacin a mirar nuestras comuniones... su preparacin... el
acercamiento... la actitud interna y su manifestacin externa... Qu significado le
doy al amn que pronuncio? Amn. S, creo firmemente que es el Cuerpo de mi
Seor glorioso. Una sola palabra y quedar sano... qu no ocurrir si viene y entra l
mismo?
Mi enfermedad: la increencia
Eucarista y sanacin, eucarista y fe. Despus de la consagracin, el sacerdote
exclama solemnemente: Este es el sacramento de nuestra fe!.
Muchos das, cuando me revisto con los ornamentos en la sacrista, le pido al Seor
que me conceda, por lo menos, la fe suficiente para poder celebrar los sagrados
misterios. Ante el misterio de la eucarista, siempre reconozco mi escassima fe y la
necesidad de refugiarme en la fe de la Iglesia.
Me parece que sta es la primera enfermedad que Jess debe detectar cuando entra en
nuestra casa: la increencia!.
En el discurso del Pan de vida del cap. 6 de San Juan, asistimos a un forcejeo
dramtico entre la pretensin de Jess mostrndose Pan de vida y la incredulidad de
los judos que, una y otra vez, se preguntan cmo... cmo puede ste darnos a comer
su carne?
Yo me veo muchas veces as. Me admiro de la dureza, de la pereza, de la resistencia
de mi corazn a la fe, a la presencia de Jess en la eucarista, y comprendo
perfectamente la preocupacin de Jess: mi incredulidad es enfermedad que me lleva
a la muerte; mi vida cristiana tiene ms de muerte que de vida.
Si no comis la carne del Hijo del hombre y no bebis su sangre, no tendris vida en
vosotros... Mi carne es verdadera comida... El que come mi carne vive en m y yo en
l... El que coma de este pan vivir para siempre...
Vivir! Vivir es lo que importa! Cunta vida nos perdemos por no creer! Por no
creer! Todo eso que vemos y que nos escandaliza, pero que nosotros mismos hemos
propiciado de desatencin al sacramento de la fe... no tiene ms que una causa: la
incredulidad del corazn.

Smbolo de... como si... Todo menos atrevernos con la fe!


Podramos escuchar cada uno la terrible y tristsima pregunta de Jess a los Doce:
- Tambin vosotros queris marcharos?
- Seor, a quin iramos? Tus palabras dan vida eterna. Nosotros creemos y sabemos
que t eres el Santo de Dios.
Queremos vivir, queremos vida abundante... queremos una vida que no se acaba...
queremos que el Pan que viene de arriba y da vida al mundo, nos quite el miedo a la
muerte que t has vencido. Queremos ser sanados, liberados del miedo al ms all
porque tu presencia eucarstica es vitico, salvoconducto para la eternidad. Que t te
has metido en el tiempo y ya nos haces eternos. Que quien te recibe en fe se hace
inmortal. Que somos habitados por la vida. Que ya hemos vencido a la muerte. Jess,
lbranos del miedo: Que yo no voy a morir para siempre! Llnanos de fe.
Mi enfermedad: el odio.
Tal vez sea de la eucarista de la que se hayan escrito las ms bellas pginas de
telogos y poetas cristianos, siempre incidiendo sobre el mismo tema: la eucarista es
el misterio del amor. Y es que el prembulo histrico de la institucin eucarstica es
recordado en la tradicin evanglica con frases tan rotundas como stas:
Jess... que haba amado a los suyos, que estaban en el mundo, llev su amor hasta el
fin. Estaban cenando... (Jn 13, 2ss)
Cunto he deseado celebrar esta pascua con vosotros antes de morir! (Lc 22, 15)
Os confieso, hermanos, que ms de una vez he sentido un estremecimiento al
comenzar la celebracin de la Misa, recordando estas palabras: Manolo, cunto he
deseado comer contigo esta cena de pascua...! Y lo he sentido, sobre todo en das en
que mi pecado de desamor era ms fuerte que mi confianza en el Dios que siempre
me ama...
El desamor, hermanos! Qu terrible enfermedad! Dicen que la enfermedad ms
extendida en toda la humanidad es la caries dental... de puro comn, nadie piensa que
es una enfermedad. Tengo la impresin de que con la falta de amor nos pasa lo
mismo. Es tan comn, tan lgico, tan razonable no amar, amar poco, quedarnos
siempre cortos... que ya no nos parece pecado grave. Sin embargo, es lo fundamental
en nuestra fe. Sin amor, nada somos.
La falta de amor tiene manifestaciones inagotables: indiferencia, acepcin de
personas, favoritismos, antipatas, fobias, envidias, odios, ausencia de perdn y
misericordia, egocentrismo, crtica, maledicencias, prejuicios, sospechas infundadas,
difamacin, calumnias, juicios temerarios... Todo un diccionario y no precisamente
de sinnimos, sino de autnticas manifestaciones todas ellas distintas y precisas de
una enfermedad original: el desamor!.
Quin no ha sentido alguna vez una fuerza interior a permanecer quieto en su sitio
en el momento de la comunin recordando la palabra certera y clara de Jess: Si
cuando vas a presentar tu ofrenda... te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra
ti... deja all mismo tu ofrenda...?
En la liturgia eucarstica de los primeros siglos, al llegar este momento, el dicono
gritaba con voz fuerte: Quien sea santo, que se acerque. Quin no lo sea, que se
convierta!. Que eran la traduccin de otras palabras, no menos serias del mismo

Jess: No deis las cosas santas a los perros ni las perlas a los cerdos...
Y sabemos que somos santos e irreprochables ante Dios por el amor.
Pero no quisiera meter en vuestras conciencias un nuevo motivo de escrpulo que os
impidiera acercaros precisamente a la fuente del amor verdadero. No. Pero quisiera
que ante Jess cayerais en la cuenta de la responsabilidad que tenemos de crecer en el
amor cada vez que comulgamos. No s exactamente dnde he ledo que un sacerdote
sola dar este consejo a quienes le preguntaban sobre la frecuencia con que deban
comulgar: Cada vez que notes que has crecido en el amor...
Con alguna frecuencia me he encontrado con personas, verdaderamente enfermas de
odio, de falta de perdn... hasta con repercusin squica en forma de depresin y
fsica con manifestaciones sobre todo de irregularidades cardacas... A veces les
insisto que pidan con fe a Jess, sobre todo en la comunin, que les sane el corazn
del odio... pero no parecen entender. Slo quieren arreglar los sntomas, pero no el
foco de la infeccin!
Cuntas veces tambin me encuentro con grupos de oracin intensamente daados
con historias interminables de agravios y desagravios! Intentando cientos de veces
intiles arreglos que duran lo que un silbido, pero que vuelven a la desunin, a la
crtica, a la murmuracin - veneno mortal de las comunidades!-, porque nadie
reconoce que el mal est en su corazn inmisericorde, duro, que no quiere ceder, ni
olvidar... Y piden que predique, que les d un retiro, que les arregle... cuando percibes
con toda claridad que mientras no se caiga de rodillas, rendidos ante el sacramento de
quien tanto nos ha amado... no habr ninguna solucin...
No terminaramos el tema. San Pablo escriba a los Corintios una carta furibunda en
relacin con las desigualdades y los individualismos cuando celebraban la Cena del
Seor... Ya no es la cena del Seor lo que celebris! Llega a decirles... Y termina: Y
por eso hay entre vosotros tantos enfermos y tantos que se mueren... porque no os
dais cuenta de que es el Cuerpo del Seor lo que comis...
Comuniones individualistas... sin sentido de comunidad...
Comuniones que refuerzan la autoimagen del fariseo, seguro de s mismo, para
despreciar a los dems.
Santsimo cuerpo y sangre del Seor que toca mi lengua... con la que despus
maldigo del hermano...
Cuerpo de Cristo, sname, slvame de la enfermedad del odio que lleva a la muerte!
Que contiene en s todo deleite.
El libro de la Sabidura dice del man, que su sabor se adaptaba al gusto de cada
uno... De ah tom la iglesia un versculo que se hizo muy popular en las
exposiciones eucarsticas:
Les diste pan del cielo, que contiene en s todo deleite.
Hemos hablado de la necesidad de sanacin que tenemos en nuestra vida teologal:
- increencia, desesperanza de la vida eterna y odio.
Se me ocurre que cada comunin debera ser tambin alimento sabroso de aquello
que ms nos gusta y que ms deseamos...
Que esta comunin, Jess, me sepa a oracin... a pureza... a valenta para

testimoniarte... a generosidad con los pobres... a cercana con los que sufren... a gozo
y alegra para mis tristezas... a...
Una palabra tuya... "Yo soy vuestra paz..." "Vuestra tristeza curo..." "No temis, soy
yo..."
Mi hermano cuerpo!
Una palabra tuya... y mi criado quedar curado.
No, no se nos pasa por alto que la eucarista tambin es causa de salud fsica.
Tambin debemos pedir al Seor que su Cuerpo sea medicina para nuestras
enfermedades y, sobre todo, desde nuestro amor por ellos, identificados con Jess,
para los enfermos...!
Permitidme una palabra al respecto. En la Sagrada Escritura el milagro de curacin
no tiene categora cientfica, ni ese es su intento, siquiera. El milagro es un signo de
la accin salvadora de Dios. El fenmeno extraordinario por s mismo no prueba
nada. Incluso no tenemos dificultad en admitir que los fenmenos extraordinarios de
otras pocas han sido luego probados como naturales. Su sentido depende de la fe. En
tiempos de Jess hasta sus acciones fueron tergiversadas y atribuidas al poder de
Belceb, prncipe de demonios...
Por qu Jess no cur a todos? Por qu no solucion todo el problema del hambre?
Por qu...? Por qu en nuestros encuentros son ms los que no se curan que los que
notan alivio y curacin de sus males?
Los santos... siempre enfermos. Os habl al comienzo de Marta Robn... nunca se
cur. Es ms. Tras de la comunin de cada martes comenzaba semanalmente su
calvario de dolores, de sufrimientos internos... hasta desembocar en la crucifixin de
cada viernes en que se le reproducan viva y dolorosamente los estigmas de la
pasin... Y muri enferma.
Dios tiene dos formas distintas de socorrer y mostrar su poder: o bien quitando el
mal, o bien dando la fuerza para sobrellevarlo y hasta para entenderlo de un modo
nuevo, libre y, a veces, gozoso. Un enfermo creyente, tiene como horizonte la Pascua.
Recordad que ante el aviso de las hermanas de Betania - Lzaro, tu amigo, est
enfermo - Jess no acude y hasta permite que muera. Jess ve ms lejos que Marta y
Mara. As ocurre, me parece, con nuestras intercesiones aparentemente intiles por
nuestros enfermos. A nosotros nos corresponde pedir... yo dira mejor: nos
corresponde llevar por la oracin a nuestros enfermos delante de Jess, como los
camilleros con aquel paraltico. Jess vio lo que los dems no vean: que su mayor
necesidad era el perdn de sus pecados...
Oremos muchos por los enfermos... se curen o no se curen. Seamos atrevidos,
importunos pidiendo por ellos, aunque nosotros ya seamos suficientemente maduros
como para aceptar nuestra enfermedad gozosamente. Cuando se trata de los dems,
pidamos e insistamos. Cuentan de un monje de la antigedad que pidi por un
hermano enfermo de esta atrevida forma: Seor, cura a este hermano, tanto si es tu
voluntad como si no.
Nosotros vamos a presentar con todo nuestro cario ante Jess a nuestros enfermos,

haciendo nuestras las expresiones con que sus contemporneos le pedan por sus
enfermos. Son frases que denotan sobre todo confianza, como si dijeran: A nosotros
nos corresponde pedir. A ti, Seor, te corresponde concedernos lo que segn t, sea
mejor.
Seor, el que t amas, est enfermo...
Seor, si quieres, puedes curarle...
Seor, di una Palabra y quedar sano...
P. Manolo Tercero ("Nuevo Pentecosts", n 71

MES DE MAYO DEL 2003.


LA UNCIN DE LOS ENFERMOS
En el mes de marzo, presentamos una enseanza sobre "SANACIN DE LOS
MORIBUNDOS" partiendo de las siete Palabras que Jess pronunci, moribundo,
clavado en la cruz. Estas siete Palabras daban pie a una sanacin completa de toda
persona que est en los momentos ltimos de su vida.
Pero en la Iglesia, tenemos adems un Sacramento que puede recibir todo fiel
cristiano, estando en una enfermedad grave. Todos los sacramentos son fuentes de
sanacin en una etapa de nuestra vida y el sacramento, en particular, de la Uncin de
los enfermos, est dirigido especialmente para sanar tanto las enfermedades fsicas
como espirituales; es un sacramento para vivir.
Creemos necesario darlo a conocer como sacramento y como fuente de sanacin
integral del hombre, y al mismo tiempo para clarificar la idea errnea que durante
mucho tiempo se le daba, de ser el sacramento para la hora de la muerte, cuando ya
no hay nada que hacer; cuantas personas y familiares no permitan que el enfermo
recibiese este sacramento porque era seal de muerte, y no haba que asustar al
enfermo.
HISTORIA DEL SACRAMENTO.
Durante los primeros nueve siglos se habla indistintamente del carisma de curaciones
y de uncin. Los cristianos reconocen ciertos efectos corporales y espirituales que
producen este sacramento. En este perodo no se ve la relacin que existe entre
uncin y muerte.
A partir del siglo dcimo se considera al sacramento como la ltima gracia que otorga

la Iglesia a los cristianos antes de partir de este mundo. Esta prctica influye en los
telogos que recomendaban la recepcin de los sacramentos a ltima hora, cuando ya
no exista la posibilidad de cometer la ms mnima falta. Por ello, a partir del siglo
doce comienza a llamrsela "Sacramento de la Extremauncin", por ser la ltima de
las unciones que imparte la Iglesia.
Esta mentalidad creada en torno a este sacramento hizo que los cristianos lo olvidaran
en la prctica y no valoraran su recepcin.
Ser en el siglo diecisis, con el Concilio de Trento, que se vuelve hacia la tradicin
de los primeros siglos, reconociendo que el sacramento era: "Para que la fe salve al
enfermo; para que el Seor lo alivie y para que se le perdonen los pecados." Ya no se
le considera como sacramento de los moribundos.
El Concilio Vaticano II recoge la doctrina del Concilio de Trento e introduce algunas
modificaciones accidentales: "Se prefiere llamarlo Uncin de los enfermos".
Una de las ltimas reformas que ha vivido el sacramento, ha sido con la Constitucin
Apostlica firmada por Pablo VI, en 1972. Por su importancia, la vamos a reproducir.
CONSTITUCIN APOSTLICA "SACRAM UNCTIONEM INFIRMORUM".
"La Sagrada Uncin de los enfermos, tal como lo reconoce y ensea la Iglesia
catlica, es uno de los siete sacramentos del Nuevo Testamento, instituido por
Jesucristo nuestro Seor "esbozado ya en el Evangelio de Marcos (Mc. 6,13),
recomendado a los fieles y promulgado por el Apstol Santiago, hermano del Seor:
Est enfermo alguno entre vosotros? Mande llamar a los
presbteros de la Iglesia y oren sobre l y lo unjan con el leo
en el nombre del Seor; y la oracin de la fe salvar al
enfermo y el Seor lo aliviar y los pecados que hubiere
cometido le sern perdonados: Stg. 5, 14-1 5. (Concilio de
Trento. Sesin 14).
Testimonios sobre la Uncin de los enfermos se encuentran desde tiempos antiguos
en la Tradicin de la Iglesia, especialmente en la Liturgia, tanto en oriente como en
occidente. En este sentido se pueden recordar de manera particular la carta de nuestro
predecesor Inocencio I a Decio, obispo de Gubbio y el texto de la venerable oracin
usada para bendecir el leo de los enfermos: "Enva, Seor, tu Espritu Santo
Parclito", que fue introducido en la plegaria eucarstica y se conserva an en el
Pontifical Romano.
A lo largo de los siglos se fueron determinando en la tradicin litrgica con mayor
precisin, aunque no de modo uniforme, las partes del cuerpo del enfermo que deban
ser ungidas con el santo leo y se fueron aadiendo distintas frmulas para
acompaar las unciones con la oracin, tal como se encuentran en los libros rituales
de las diversas iglesias. Sin embargo, en la Iglesia Romana prevaleci desde la edad
media la costumbre de ungir a los enfermos en los rganos de los sentidos, usando la
frmula: "Por esta santa uncin y por su bondadosa misericordia te perdone el Seor

todos los pecados que has cometido" adaptada a cada uno de los sentidos.
La doctrina acerca de la santa Uncin se expone tambin en los documentos de los
Concilios ecumnicos, a saber, el Concilio de Florencia, sobre todo el de Trento y el
Vaticano II..
El Concilio de Florencia describi los elementos esenciales de la Uncin de los
enfermos, el Concilio de Trento declar su institucin divina y examin a fondo todo
lo que se dice en la carta de Santiago acerca de la Santa Uncin, especialmente lo que
se refiere a la realidad y a los efectos del sacramento: "tal realidad es la gracia del
Espritu Santo, cuya uncin limpia los pecados, si es que an quedan algunos por
expiar, y las reliquias del pecado, alivia y conforta el alma del enfermo, suscitando en
l gran confianza en la divina misericordia, con lo cual el enfermo, confortado de este
modo, sobrelleva mejor los sufrimientos y el peso de la enfermedad, resiste ms
fcilmente las tentaciones del demonio "que le acechan al calcaar" (Gen. 3, 15) y
consigue tal vez la salud del cuerpo si fuera conveniente a la salud del alma". El
mismo santo Snodo proclam adems que las palabras del apstol indican con
bastante claridad que "esta uncin se ha de administrar a los enfermos y, sobre todo, a
aquellos que se encuentran en tan grave peligro que parecen estar ya en fin de vida,
por lo cual es tambin llamado sacramento de los moribundos". Finalmente, por lo
que se refiere al ministropropio declar que ste es el presbtero.
Por su parte el Concilio Vaticano II ha dicho ulteriormente: "La Extremauncin" que
puede llamarse tambin y ms propiamente "Uncin de los enfermos", no es slo el
sacramento de quienes se encuentran en los ltimos momentos de su vida. Por tanto,
el tiempo oportuno para recibirlo empieza cuando el cristiano comienza a estar en
peligro de muerte por enfermedad o por vejez". Por lo dems, que el uso de este
sacramento sea motivo de solicitud para toda la Iglesia, lo demuestran estas palabras:
"Con la sagrada Uncin de los enfermos y la oracin de los presbteros, toda la
Iglesia encomienda los enfermos al Seor paciente y glorioso, para que los alivie y
los salve (Stg. 5, 14-16), e incluso los exhorta a que, asocindose voluntariamente a
la pasin y a la muerte de Cristo (Am 8, 17; Col. 1,24; 2 Tim 2, 11-12), contribuyan
as al bien del pueblo de Dios".
Todos estos elementos deban tenerse muy en cuenta al revisar el rito de la santa
Uncin, con el fin de que lo susceptible de ser cambiado se adapte mejor a las
condiciones de los tiempos actuales.
Hemos pensado, pues cambiar la frmula sacramental de manera que, haciendo
referencia a las palabras de Santiago, se expresen ms claramente los efectos
sacramentales.
Como por otra parte el aceite de oliva, prescrito hasta el presente para la validez del
sacramento, falta totalmente en algunas regiones o es difcil de conseguirlo, hemos
establecido, a peticin de numerosos obispos, que en adelante pueda ser utilizado
tambin, segn las circunstancias, otro tipo de aceite, con tal de que sea obtenido de
plantas, ya que ste se asemeja ms al aceite de oliva.
En cuanto al nmero de unciones y a los miembros que deben ser ungidos, hemos

credo oportuno proceder a una simplificacin del rito actual.


Por lo cual, dado que esta revisin atae a ciertos aspectos, al mismo rito
sacramental, establecemos con nuestra autoridad apostlica que en adelante se
observe en el rito latino como sigue:
El sacramento de la Uncin de los enfermos se administra a los gravemente enfermos
ungindolos en la frente y en las manos con aceite de oliva o, segn las
circunstancias, con otro aceite de plantas debidamente bendecido, y pronunciando
una sola vez estas palabras:
"Por esta santa Uncin y por su bondadosa misericordia, te ayude el Seor con la
gracia del Espritu Santo. R/. Amn. Para que libre de tus pecados, te conceda la
salvacin y te conforte en la enfermedad. R/. Amn."
Sin embargo, en caso de necesidad, es suficiente hacer una sola uncin en la frente o
por razn de las particulares condiciones del enfermo, en otra parte ms apropiada del
cuerpo, pronunciando ntegramente la frmula.
Este sacramento puede ser repetido, si el enfermo que ha recibido la Uncin se ha
restablecido y despus ha recado de nuevo en la enfermedad, o tambin durante la
misma enfermedad si el peligro se hace ms serio.
......................................................
Dado en Roma, junto a San Pedro, el 30 de noviembre de 1972. Ao X de nuestro
Pontificado. Paulus PP VI".
Es bueno, tambin, meditar sobre la actual bendicin del leo para la administracin
del Sacramento de la Uncin, que emplea el Obispo durante la misa Crismal. Nos da
luz sobre el verdadero sentido de este sacramento, lo cual nos mostrar la necesidad e
importancia del mismo.
OREMOS:
"Seor Dios, Padre de todo consuelo, que has querido sanar
las dolencias de los enfermos por medio de tu Hijo: escucha
con amor la oracin de nuestra fe y derrama desde el cielo tu
Espritu Santo Parclito sobre este leo.
T que has hecho que el leo verde del olivo produzca aceite
abundante para vigor de nuestras fuerzas, enriquece con tu
bendicin este leo, para que cuantos sean ungidos con l,
sientan en cuerpo y alma tu divina proteccin y experimenten
alivio en sus enfermedades y dolores. Que por tu accin,
Seor, este aceite sea para nosotros, leo santo, en nombre de
Jesucristo nuestro Seor que vive y reina por los siglos de los
siglos." Amn.

ASPECTOS PRINCIPALES DEL SACRAMENTO.


Queremos resaltar algunos aspectos del sacramento, conforme al nuevo ritual.
a. El sacramento mira al hombre integral. Dios quiere la salud completa
del hombre y en este sacramento, al mismo tiempo que confiere la
gracia, perdona los pecados y da fuerza en las tentaciones, se pide al
Seor que experimenten en su cuerpo, alivio en sus enfermedades y
dolores.
b. Se ve claro con lo que antecede, que el sacramento no es de
moribundos. Es un sacramento para vivir; para que el hombre, al mismo
tiempo que recupera la gracia, recupere la salud y pueda servir al Seor
con alegra. Si muchos de nuestros enfermos conociesen la virtud de
este sacramento, no cabe duda que al mismo tiempo que acuden al
mdico, acudiran al sacerdote para que les administre el sacramento de
la Uncin.
c.

Un detalle muy importante que se ha introducido en el nuevo ritual del


sacramento, es: pedir y reclamar de los enfermos su participacin en la
pasin y muerte de Cristo. Si el enfermo se acerca a la pasin de Cristo,
sus propios dolores quedan mitigados al compartir con Cristo los
mutuos sufrimientos. Si a nivel humano, cuando nosotros nos abrimos a
otra persona contndole todo lo que nos pasa, parece que se nos van la
mitad de nuestros sufrimientos, con mucha ms fuerza y eficacia
sentimos mejora cuando participamos de la pasin de Cristo. La
experiencia lo est proclamando cada da.

d.

Al ser un sacramento para vivir, se puede administrar a quienes


comienzan a estar en peligro de enfermedad o vejez. Adems, se puede
repetir, si el enfermo se cura y vuelve a la vida ordinaria. Igualmente se
puede repetir el sacramento durante la misma enfermedad, si el peligro
se hace ms serio.

LA UNCIN COMO SACRAMENTAL.


Nos vemos obligados a copiar del P. Daro Betancourt ("Fuentes de Sanacin) unos
prrafos referentes a la Uncin como sacramental, prctica bastante olvidada,
conforme a lo que l nos confiesa, y que podra ser un medio, a mano, de alivio y
sanacin de enfermos.
El Sr. Obispo Luis Ma.. Estrada, administrador apostlico de
Izabal (Guatemala) comenta: "Muchos sacerdotes catlicos no se
han percatado de que existe una bendicin especial para el aceite,
que no es ningn sacramento, sino ms bien se trata de una
bendicin para aceite que se bendice precisamente para el uso
diario de sanacin, y que las personas puedan entonces llevar
consigo a casa y usar para orar unos por otros. Al igual que el
agua bendita, cuya intencin es para uso diario, nos recuerda el
agua del bautismo, as tambin este aceite, un sacramental, nos

recuerda el sacramento de la Uncin. Obsrvese que en la oracin


de bendicin se habla de: "aquellos que van a usar este aceite", y
asume que ellos sern distintos al sacerdote que bendice el aceite.
Los catlicos podramos recobrar la herencia de orar por los
enfermos, redescubriendo algunos de los medios que existen a
mano. Medios similares que han sido descubiertos a travs del
estudio profundo de la epstola de Santiago y otros textos que
hacen referencia a la sanacin. Todo lo que necesitamos los
catlicos es una slida instruccin en esta materia. Que los
sacerdotes aprendan acerca de esta oracin del antiguo Ritual
Romano, e! cual pueden utilizar para luego instruir bien y con
sana doctrina a los seglares, cmo usar el aceite y cmo orar por
los miembros de sus familias, amistades y vecinos en forma
sencilla.
Hay muchas otras bendiciones en las cuales se bendicen objetos
para fines de sanacin y que proceden de Ordenes y
Congregaciones religiosas. En los Hechos de los Apstoles
leemos que Dios obraba por medio de San Pablo milagros no
comunes, de forma que bastaba aplicar a los enfermos los
pauelos o mandiles que haba usado y se alejaban de ellos las
enfermedades y salan los espritus malos. (Hech. 19, 11-12).
La bendicin del aceite para sanacin est reservada al obispo o
al sacerdote. Su uso como sacramental se extiende
indistintamente al obispo, sacerdotes, religiosos, religiosas y los
laicos. La bendicin de este aceite se encuentra en el Ritual
Romano, Tit. VIII Cap. XIX.
Bendicin del aceite.

Nuestro auxilio est en el nombre del Seor.


Que hizo el cielo y la tierra.
Oleo, criatura de Dios, yo expulso fuera de ti al Demonio, por
Dios Padre todopoderoso, que hizo el cielo y la tierra, el mar y
todo lo que ellos contienen. Que el poder del adversario, las
legiones del Diablo y todos los ataques y maquinaciones de
Satans sean dispersadas y llevadas lejos de esta criatura
aceite; que traiga salud al alma de todos los que lo usan, en el
nombre de Dios Padre todo poderoso, de nuestro Seor
Jesucristo su Hijo y del Espritu Santo, el abogado, as como
en el Amor del mismo Jesucristo, Nuestro Seor, quien ha de
venir a juzgar a los vivos y a los muertos y al mundo por el
fuego.

Seor, escucha nuestra oracin.

Y llegue a ti nuestro clamor.


- El Seor est con vosotros,
- Y con tu espritu.

Oremos:
Seor, Dios todopoderoso, a quien venera el coro de los
ngeles en el cielo y cuyo servicio celestial reconocemos;
dgnate mirar favorablemente y bendecir, y santificar esta
criatura aceite, el cual por tu poder ha sido prensado del jugo
de las olivas. T lo has ordenado para la uncin de los
enfermos, a fin de que, al ser sanados, te puedan dar gracias a
ti, el Dios vivo y verdadero. Concede, te rogamos, que
aquellos que vayan a usar este leo, el cual estamos
bendiciendo en tu nombre, sean liberados de todo
sufrimiento, de toda enfermedad y de todas las astucias del
enemigo. Permite que sea un medio para alejar del hombre,
hecho a tu imagen y redimido por la preciosa Sangre de tu
Hijo, toda clase de adversidad, a fin de que l nunca vuelva a
sufrir el aguijn de la antigua serpiente. Por Cristo Nuestro
Seor. Amn.
(Se asperje con agua bendita).
Da lstima que valores como ste hayan cado en el olvido y no
sean aprovechados cuando tenemos tantas necesidades.
No se trata de restar importancia al sacramento de la Uncin de
los enfermos, cuyo valor estamos apreciando mejor ahora, sino
de beneficiarnos tambin con este aceite bendito en el ministerio
de sanacin, tanto interior como Corporal.
Cuando usamos el aceite como sacramental en el ministerio de
sanacin, no estamos haciendo ritos de sabor mgico, ni mucho
menos; lo hacemos porque tenemos fe en el poder de Dios que se
manifiesta tambin a travs de esa uncin sobre la cual se ha
invocado la fuerza y la accin del Espritu del Seor."
Que el Seor bendiga este trabajo, haciendo que todos valoremos cada da ms el
Sacramento de la Uncin y le tengamos el mayor aprecio, tal como corresponde.
Igualmente que sepamos aprovecharnos de la Uncin como sacramental, ya que el
mismo, lo tenemos a nuestra disposicin como medio para evangelizar.
No olvidemos que en la prctica de nuestra religiosidad necesitamos mucha dosis de
fe, sin la cual nos quedamos inertes y sin vida espiritual. Si, al menos, por
condicionamientos de sanacin, podemos incitar a nuestros hermanos a desarrollar su
fe religiosa, sera bien empleado el reavivar la prctica del Sacramento de la Uncin

y la Uncin sacramental.

MES DE JUNIO DEL 2003.


SANACION INTERIOR DEL MIEDO.
Mons. Uribe Jaramillo.
"Estando cerradas las puertas del lugar donde se
encontraban los discpulos, se present Jess en
medio de ellos y les dijo: "La paz sea con
vosotros". Dicho esto, les mostr las manos y el
costado. Los discpulos se alegraron al ver al
Seor. Jess repiti: "La paz con vosotros. Como
el Padre me envi, Yo tambin os envo". Dicho
esto, sopl sobre ellos y les dijo: "Recibid el
Espritu Santo, a quien perdonis los pecados les
quedan perdonados, a quienes se los retengis les
quedan retenidos".
Seor Jess, quiero proclamar tu Seoro, quiero glorificarte
porque eres nuestra paz, quiero bendecirte porque T eres el
nico que regalas la paz verdadera. Gracias por la paz que diste
a tus discpulos el da de tu Resurreccin, gracias Seor porque
en tu bondad quisiste quitar el miedo que haba en ellos. "No
temis, les dijiste, la paz sea con vosotros". Apidate, Seor, de

nosotros tambin ahora. Tenemos miedo, T lo sabes, mucho


miedo, Seor. Destruye con tu paz, con tu amor, con tu
serenidad, el miedo que nos domina, el miedo que nos tiene
enfermos, Seor. T eres nuestro Salvador, Jess, slvanos del
miedo, inndanos de paz, concdenos la plenitud de tu Espritu
para que experimentemos el gozo verdadero. Gracias, Seor.
Estamos viviendo la hora maravillosa de la Renovacin espiritual carismtica,
estamos frente a la gran novedad para nosotros, como obra del Espritu, que es el
amor paternal de Dios, "Padre de misericordias y Dios de todo consuelo", que nos
llena de alegra en medio de nuestras tribulaciones. Estamos descubriendo por obra
del Espritu la gran novedad que es Cristo, " el mismo ayer, hoy y por los siglos",
como nos dice la epstola a los Hebreos. Y estamos descubriendo la gran novedad que
es el Espritu Santo, cuyo amor y cuya accin estamos experimentando en nuestras
vidas. Gracias al Seor por este beneficio.
Si algo es seguro como doctrina es la referente a la Renovacin espiritual carismtica.
La Renovacin nos permite creer que lo que hizo el Seor por su Espritu el da de
Pentecosts lo hace tambin ahora en la Iglesia, ella est viviendo actualmente su
nuevo Pentecosts. Lo que necesitamos hacer ahora es preparar nuestras vidas para
esa invasin del amor y de la bondad del Espritu del Seor. No se trata de adquirir
doctrina nicamente, se trata de algo ms importante, experimentar en nosotros la
accin amorosa del Seor, la curacin que l quiere hacer de nuestros cuerpos y
especialmente de nuestros corazones que estn enfermos.
Cuando la gente que ha presenciado el prodigio de Pentecosts, dice con el corazn
compungido a Pedro ya los dems apstoles: "Qu hemos de hacer, hermanos?"
Pedro les contest: "Convertos y que cada uno de vosotros se haga bautizar en el
Nombre de Jesucristo para remisin de vuestros pecados, y recibiris el don del
Espritu Santo. La promesa es para vosotros y para vuestros hijos y para todos los que
estn lejos, para cuantos llame el Seor Dios nuestro".
El Seor es el Emmanuel ("Dios con nosotros"), l nos busca siempre, pero quiero
que nosotros salgamos tambin a su encuentro. Esto es lo que l nos dice por su
apstol: "Convertos, volveos hacia M, dejad vuestros malos caminos, abrazad el
bien". La palabra "metanoia" que significa "conversin" quiere decir "caminar hacia
adelante, buscar a Jess", por eso la conversin es necesaria para nosotros
constantemente. Con frecuencia las criaturas nos alejan del Seor y necesitamos
volvernos hacia l, convertirnos, Es decir, necesitamos conocer con la luz del
Espritu nuestra realidad de pecadores, sentirnos manchados como en verdad lo
estamos, para acercarnos con fe a Cristo, el Cordero de Dios que quita el pecado del
mundo y decirle: "Lvame ms, Seor, lmpiame de todo pecado, lvame con tu
Sangre sacerdotal. Borra, destruye todas mis culpas",
Una de las gracias que debemos pedir con frecuencia es la de sentir nuestra realidad
de pecadores, la de sentirnos manchados para acercarnos con confianza a nuestro
Padre y decirle: "He pecado contra el cielo y contra Ti", para acercarnos con
confianza a Jess nuestro Salvador, para pedir que su Sangre limpie todas nuestras

miserias.
Pero la Renovacin nos est mostrando una cosa muy importante: no basta recibir el
perdn de los pecados para disfrutar de la experiencia amorosa de Dios, necesitamos
algo ms: la curacin interior, la sanacin del corazn enfermo, para que ste pueda
experimentar la efusin del amor del Seor. Adems del perdn de los pecados
necesitamos la sanacin interior, una curacin interior que solamente puede realizar
en nosotros el amor de Dios, que slo puede efectuar en nosotros la paz de Cristo.
Encontramos a personas que despus de grandes esfuerzos por disfrutar del amor del
Seor, continan en una sequedad tremenda. Ellos a veces se preocupan y piensan:
Todo esto se debe a falta de generosidad, a falta de arrepentimiento del pecado, por
no haberle dado al Seor lo que me pide. Muchas veces la causa es muy distinta. Se
trata de personas que estn bloqueadas por el miedo y por el odio. Los canales,
podramos decir, que llevan el amor del Seor estn bloqueados por el pavor, por los
recuerdos dolorosos, por la falta de perdn interior.
Este miedo y este odio impiden que llegue a ellos el ro del Espritu, que llegue a
ellos el raudal de la paz. El plan del Seor es darnos su paz en plenitud: "Har
descender sobre ella como ros la paz", son sus palabras a travs de Isaas. l nos
habla tambin de su Espritu en forma de "ros de agua viva" que deben inundarnos,
que deben llenarnos de frescura, que deben llenarnos de pureza y de fecundidad. l
quiere darlo todo a torrentes. Hablando de su Espritu ha dicho: "Lo derramar sobre
toda carne", pero l tambin aade: "Abre tu boca y Yo la llenar".
Depende mucho tambin de nuestra capacidad de recibir, depende tambin mucho de
nuestra situacin personal. El Seor quiere darnos en plenitud, pero tambin tiene en
cuenta nuestras limitaciones. Y son el odio y son el miedo los que limitan en gran
parte la comunicacin del amor, de la paz, de la suavidad del Seor. Por eso, la
experiencia del Seor en nosotros es, a veces, muy tenue; a veces, podramos decir
"imperceptible".
El relato del Evangelio de San Juan que omos hace poco nos demuestra cmo el
Seor, antes de dar su Espritu, destruye el miedo que se ha apoderado de los
apstoles. "No temis, les dice, no temis", les dice dos veces. Y solamente cuando
ha efectuado esta curacin interior del miedo, les dice: "Recibid el Espritu Santo". Es
que nicamente en ese instante estn preparados, despus de recibir la curacin
interior, para recibir el don del Espritu.
Es preciso antes que todo, que nos convenzamos de la necesidad que tenemos de
curacin interior. Este es el primer paso. Para esto se requiere conocer un poco la
realidad de nuestro mundo interior enfermo. Hoy afortunadamente contamos con el
rico aporte de la psicologa. Los psiclogos nos hablan ahora lo que ellos llaman "los
cuatro principales demonios que nos atormentan". Son ellos: el miedo, el odio, el
complejo de inferioridad y el complejo de culpa. Claro, que nuestros problemas no se
limitan a estos cuatro, pero estos son los principales.
La experiencia me demuestra que tal vez el peor de todos esos "demonios",
empleando el trmino psicolgico, es el del MIEDO. Cuando el nio nace, teme

solamente dos cosas: una cada y los ruidos fuertes. En ese momento no conoce
todava los peligros y por eso sus temores son muy limitados, pero pronto empiezan a
acumularse en l los miedos por todo lo que va sufriendo y por los peligros que va
descubriendo. Si efectusemos un test entre las distintas personas que nos
acompaan, encontraramos cmo en cada una de ellas se ha acumulado una serie
verdaderamente grande de miedos. Hallaramos miedos tan infantiles, llammoslos
as, como el que tienen por ejemplo muchas mujeres a los ratones, y en los hombres
encontraramos otros por el estilo. Lo que sucede es que, porque se trata precisamente
de miedos que delatan nuestro infantilismo, generalmente los ocultamos o, por lo
menos, procuramos ocultarlos. El hecho indiscutible es que todos hemos acumulado
miedo y que todos estamos enfermos de miedo.
Pero, tal vez, no hemos cado en la cuenta de que quiz muchos de nosotros hemos
acumulado miedo al Seor. Por qu tanta dificultad para entregarnos totalmente a
Cristo? Por qu, eso que podramos llamar "pavor", para hacerle nuestra entrega
total? Seguramente porque, en el fondo, tememos que l nos va a pedir mucho, que
nos va a exigir esto o aquello, que nos va a pedir "algo" a lo cual nos sentimos
ntimamente apegados, porque en realidad va a exigir de nosotros la inmolacin de
los que, en realidad, son nuestros dolos. Y esto es demasiado costoso. Toda entrega
amorosa es exigente, toda entrega amorosa entraa un riesgo. En lo humano, hay que
inmolar muchas cosas cuando se realiza la unin matrimonial, hay que renunciar a
muchos gustos personales para disfrutar del beneficio de esta unin santificada por el
Seor. En lo espiritual sucede lo mismo, la entrega amorosa al Seor exige la
inmolacin de los dolos, pero debemos tener seguridad de que Aquel a quien nos
entregamos es el Seor, es el fiel, es el infinitamente bueno, el que nunca ni cansa ni
se cansa, el que no va a traicionarnos. Solamente cuando hablamos de Cristo
podemos exclamar: "S a quien he credo, s en quien he confiado", esto no podemos
decirlo de ninguna de las criaturas, solamente podemos afirmarlo del Seor Jess.
Pero Cristo es el Seor y, por lo mismo, puede disponer de nosotros y de lo nuestro
como lo desee, como quiera.
Esto es lo que nos causa pavor, lo que nos produce miedo, el reconocimiento del
Seoro del Seor, nos pone frente a nuestra realidad, a nuestra realidad de siervos, a
nuestras limitaciones, a la obligacin que tenemos de "amar al Seor con todo el
corazn, con toda el alma y con todas las fuerzas", al deber que tenemos de demostrar
prcticamente el Seoro del Seor con la destruccin de los dolos que se oponen a
su gloria. La entrega amorosa que hacemos al Seor nos pone en posesin de Cristo,
en posesin de su Espritu, en posesin de sus riquezas. Por eso merece bien la pena
sacrificar todo lo que l nos pida para lograr esta bendicin.
Tengamos muy presente que entrar en la Renovacin Carismtica no es entrar en un
camino fcil, como tal vez algunos lo imaginan. Entrar en la Renovacin Carismtica
es entrar en el camino del renunciamiento, del don total, de la generosidad constante
para, a su vez, disfrutar de la manifestacin tambin continua del amor del Seor .
Recordemos que, como nos dice el evangelista S. Lucas, despus de que Cristo recibe
en el Jordn la Uncin del Espritu, de su poder, es conducido por este mismo
Espritu hacia el desierto para all ser tentado por el demonio. Al Jordn le sigue el
desierto con sus privaciones y sus tentaciones, pero Cristo triunfa all porque tiene el

poder del Espritu, por eso al final el demonio se aleja de l y los ngeles se acercan
para servirle. Entregarse a Cristo es entregarse a un futuro desconocido, pero a un
futuro que est en sus manos, en sus manos amorossimas. No sabemos lo que l va a
disponer para nosotros y en nosotros, pero tenemos la seguridad de que es el Seor y
que es el Amor y que es la Fidelidad. Pero, a pesar de ese concepto que tenemos del
Seor, como no sabemos qu nos va a quitar, a donde nos va a conducir, qu va a ser
de nosotros, de qu va a privarnos, nos causa miedo. Yo soy el primero en
experimentar este miedo, es muy difcil superarlo, solamente cuando poseamos la
plenitud del Espritu, cuando recibamos la fuerza del Espritu, entonces desecharemos
este miedo que tanto nos perjudica y que desafortunadamente impide muchas veces la
entrega generosa, alegre y sobre todo total al Seor.
Solamente cuando logremos, con la gracia del Espritu, dominar este miedo a Jess
nos entregaremos totalmente a l y l se entregar tambin a nosotros. Solamente
entonces le abriremos la puerta de nuestro corazn y l entrar. En el Apocalipsis nos
ha dicho: "He aqu que estoy a la puerta y llamo, si alguno me abre, entrar, cenar
con l y l conmigo", pero solamente abriremos la puerta a Cristo cuando perdamos
el miedo al Seor.
Por eso, lo primero que tenemos que hacer es ORAR, para que desaparezca de
nosotros ese miedo al Seoro de Cristo. Es preciso orar mucho por esta intencin. Si
algunos han superado ya esta etapa, si algunos pueden afirmar que no temen al Seor,
estn en una situacin sumamente positiva y ventajosa. Pero seguramente muchos
necesitamos orar por esta necesidad, la liberacin del miedo que, en una u otra forma,
nos impide entregarnos al Seor.
Para esto necesitamos recordar las palabras de Cristo: "Yo soy. No temis". En la
medida en que adquiramos seguridad en la presencia de Cristo en nuestras vidas y fe
en su amor, desaparecer de nosotros el miedo a todo, pero primero el miedo a l.
Recordemos cmo Jess san ante todo el miedo de sus apstoles. Pocas personas
encontramos dominadas por el miedo como estos apstoles que haban vivido muy
cerca de Jess. Sin embargo, en el momento de la Pasin, por ejemplo, huyen cuando
Cristo cae en manos de sus enemigos. l lo haba ya profetizado: "Herirn al pastor y
se dispersarn las ovejas".
Pero como solamente es l el que sana del miedo, solamente Cristo sana del miedo al
comunicarnos su Espritu, por eso l el da mismo de su Resurreccin adelanta esta
curacin interior de los apstoles: "Yo soy. No temis". Es l tambin quien por su
Espritu sana en nosotros el miedo que hemos acumulado en este campo. Pero los
apstoles quedaron curados plenamente del miedo nicamente el da de Pentecosts,
hasta ese momento han estado con las puertas cerradas. Solamente salen al balcn ese
da para predicar a Cristo, para ser testigos de Cristo. Por qu? Porque como nos
dicen los Hechos de los Apstoles, "quedaron todos llenos del Espritu Santo". Esta
plenitud del Espritu es distinta de la recepcin del Espritu, ellos lo haban recibido
el da de la Resurreccin, pero la plenitud del Espritu, con su poder total, solamente
la adquieren el da de Pentecosts. Tambin nuestra sanacin interior del miedo y del
miedo a Cristo ser una realidad cuando recibamos la plenitud del Espritu, cuando
quedemos llenos tambin del Espritu del Seor, cuando seamos bautizados en su

Espritu. Esta es la verdad que estamos descubriendo actualmente por medio de la


Renovacin Carismtica.
Uno de los primeros efectos de la Efusin del Espritu es la seguridad interior. La
fuerza del Espritu destruye en nosotros el miedo que es debilidad, en cambio
adquirimos entusiasmo por Cristo. El Seor, antes de la Ascensin, les dice a los
apstoles: "Recibiris el poder del Espritu y seris mis testigos hasta los confines de
la tierra". Antes de Pentecosts, los apstoles no pueden dar testimonio de Cristo
porque tienen miedo. Pensemos en el caso de S. Pedro: a pesar de sus promesas de
fidelidad, promesas que eran sinceras cuando las hizo, durante la Pasin niega a
Cristo y an con juramento y delante de una esclava. "No conozco a ese hombre",
dice. Y por qu este cambio? Porque en ese momento Pedro est dominado por el
miedo, no puede ser testigo de Jess; conoce a Jess y ama a Jess, pero tiene miedo
y por esto no puede dar testimonio del Seor ni puede confesar al Seor.
Pero este Pedro que niega al Seor delante de una esclava, ser el que el da de
Pentecosts lo proclamar con alegra y con valor, lo har sin miedo, y esto suceder
en los meses y en los aos siguientes, nada lo detendr, ser el testigo fiel del Seor.
Por qu este cambio? Porque el Espritu del Seor al colmarlo el da de Pentecosts
lo san del miedo, le dio seguridad interior, lo llen de fortaleza y lo convirti en
testigo del Seor Jess.
La gran necesidad que tiene ahora la Iglesia, la gran necesidad del mundo en este
momento es la de testigos de Jess. Hay muchos predicadores del Seor, hay muchas
personas que pueden hablar de l, pero son pocas las que se atreven a dar testimonio
del Seor, a ser sus testigos en los ambientes difciles. En un medio universitario, por
ejemplo, las personas en una conversacin estn exponiendo criterios antievanglicos, la gran necesidad de la poca presente es la de testigos de Cristo, pero
esto lo lograremos nicamente cuando el Espritu del Seor, al derramarse en
nosotros, nos quite el miedo, nos libere del temor; nos d seguridad, nos llene de
fortaleza. y cuando Cristo nos da seguridad en l, empieza tambin a darnos
seguridad en nosotros y a confiar en los dems.
l nos sana primero del miedo que le tenemos, pero quiere sanarnos despus del
miedo que nos tenemos y del miedo que tenemos a los dems. Es mucho el miedo
que hemos acumulado respecto a nosotros mismos y mucho tambin el que tenemos a
distintas personas. La serie de fracasos que hemos experimentado a lo largo de
nuestras vidas nos ha llenado de inseguridad, nos ha hecho cada vez menos firmes,
menos seguros. La incertidumbre es uno de los distintivos.
No tenemos seguridad frente al futuro, porque el pasado est lleno de fracasos y
solamente cuando tengamos seguridad frente al futuro lo conquistaremos,
progresaremos, cumpliremos las metas sealadas, llegaremos a feliz puerto. "El que
no espera vencer, ya est vencido", dice el adagio, all est encerrada una gran
verdad. Los fracasos que nos han proporcionado personas desde los primeros aos de
nuestra existencia, los que hemos tenido por imprudencia, por falta de previsin, por
distintos fallos, nos han llenado de miedo.
Esta es la realidad, pero tambin existe la verdad de la sanacin de Cristo, l puede

sanar este miedo que tenemos en nuestro interior respecto a nosotros, l puede
curarnos de esta inseguridad. Solamente l, por su Espritu, puede llenarnos de
fortaleza.
Y es mucho el miedo que hemos acumulado respecto a distintas personas, personas
que por una u otra causa, por una u otra actuacin, nos han impresionado
desfavorablemente, han creado en nosotros complejo de inferioridad, nos causan
miedo con sus amenazas, con su misma presencia muchas veces. De este miedo
tambin puede sanarnos el Seor y quiere sanarnos el Seor.
JESUS, que es nuestra paz, empieza a sanar del miedo desde antes de su nacimiento.
Por medio del ngel, tranquiliza a Jos: "No temas tomar contigo a Mara tu esposa
porque lo concebido en ella viene del Espritu Santo. Dar a luz un hijo a quien
pondrs por nombre Jess, porque l salvar a su pueblo de sus pecados". Despert
Jos del sueo e hizo como el ngel del Seor le haba mandado y tom consigo a su
esposa.
El da de su nacimiento en Beln, por medio del ngel sana tambin el miedo de los
pastores. El ngel les dijo: "No temis, pues os anuncio una gran alegra que lo ser
para todo el pueblo: os ha nacido hoy en la ciudad de David un Salvador que es el
Cristo Seor". Cuando los ngeles dejndoles se fueron al cielo, los pastores se
dijeron unos a otros: "Vayamos, pues, hasta Beln y veamos lo que ha sucedido y el
Seor nos ha manifestado". Ya sin miedo y llenos de alegra, pueden acercarse al
portal y realizar all el encuentro maravilloso con el Seor .
Pero hay un hecho sumamente elocuente para manifestar el poder de sanacin
interior, de sanacin del miedo, que tiene el Seor Jess. NICODEMO es un fariseo,
magistrado judo, que va a buscar a Jess, pero "de noche". Va a hablar con el Seor,
pero no lo hace de da, teme las burlas de sus compaeros, por eso busca la
oscuridad. Es de noche cuando se dirige a la casa de Jess y cuando tiene el dilogo
con l, es un hombre dominado por el miedo. Pero el Seor, que es la paz, que es la
seguridad, que es la fortaleza, dialoga con este hombre dominado por el miedo, le
habla de su Espritu, del nuevo nacimiento: "El que no nazca del agua y del Espritu
no puede entrar en el Reino de Dios; lo nacido de la carne es carne, lo nacido del
espritu es espritu".
A travs de aquel dilogo, el Seor penetra en el corazn medroso de Nicodemo y lo
sana totalmente. La curacin interior de Nicodemo es tan completa que, poco
despus, cuando los fariseos quieren condenar a muerte a Jess, cuando incluso
reclaman a los guardias por qu no han trado prisionero a Cristo, Nicodemo les dice:
" Acaso nuestra ley condena a un hombre sin haberle antes odo y sin saber lo que
hace?". Ellos le respondieron: "Tambin t eres de Galilea? Indaga y vers que de
Galilea no sale ningn profeta", y se volvieron cada uno a su casa. Aquel hombre con
su valor confunde a quienes quieren perder a Cristo, los obliga a volver a su casa. Y
algo ms admirable todava: el Viernes Santo, cuando Cristo ha sido crucificado,
cuando todos (an sus discpulos) lo han abandonado, Nicodemo, en compaa de
Jos de Arimatea, se presenta ante Pilatos para pedirle el cuerpo de Jess. Es un
hombre que ya no tiene miedo, porque Jess lo haba sanado. Como seal de gratitud
y como demostracin de aprecio, l ahora quiere honrar al Seor dando sepultura a su

cuerpo.
Pero lo que debe llenarnos de alegra y de esperanza es saber que Jess es el mismo
ayer, hoy y por los siglos. Que ese Jess que san el miedo que haba en Jos, que
haba en los pastores, que destruy el miedo que oprima a Nicodemo y que muchas
veces adelant un proceso de curacin del miedo en sus apstoles, puede y quiere
realizar el mismo favor en beneficio de nosotros. l tambin quiere destruir el miedo
que nos domina y nos enferma, l tambin puede hacerlo ahora y lo har si nosotros
nos acercamos a l con fe y con humildad. Sera un mal para nosotros descubrir la
serie de temores que nos oprimen y an las consecuencias terribles que tienen sobre
nuestro organismo, si no estuvisemos convencidos de que tenemos una solucin en
Cristo, en Cristo que es la solucin de todos los problemas. Es el temor a fracasar, a
la sexualidad, a defendernos, a confiar en los dems, a pensar, a hablar, a la soledad y
a tantas otras cosas, tienen en Cristo nuestro Seor la gran solucin, la pronta
solucin.
El apstol S. Juan escribi en su Epstola unas palabras llenas de Verdad y con un
profundo significado psicolgico: "El amor perfecto echa fuera el temor, porque el
temor supone castigo y el que teme no es perfecto en el amor". Aqu encontramos la
gran solucin para la enfermedad interior del miedo: el amor paternal de Dios, el
amor fraternal y salvador de Cristo, el amor del Espritu que mora en nosotros. En la
medida en que nos dejemos abrazar por el amor de Dios, en esa misma medida ir
desapareciendo el temor que hay en nosotros. Y cuando el amor de Dios llegue a ser
perfecto en nosotros el temor ser arrojado fuera.
La Renovacin Carismtica nos coloca de una manera muy clara frente al amor del
Seor, frente al amor del Espritu y estamos experimentando la verdad de aquellas
palabras de S. Pablo a los Romanos: "El amor de Dios ha sido derramado en nuestros
corazones por el Espritu Santo que se nos ha dado". Por eso, muchas personas
cuando tienen la experiencia del Espritu, cuando se dejan invadir por este Ro de
Aguas Vivas, cuando se dejan de veras abrazar por su amor, se van viendo liberadas
de los recuerdos dolorosos en todos los campos, pero concretamente en el del miedo.
Este es uno de sus grandes beneficios, no lo sabremos apreciar nunca debidamente.
Un psiclogo americano ha escrito: " A menos que podamos aceptar que, el amor de
Dios nos envuelve ahora con todas nuestras faltas, debilidades y limitaciones, no
seremos mejores maana ni siquiera un pice de lo que somos hoy; a menos que
podamos creer en un Dios que es Amor no podremos llegar a ser honestos. El temor
siempre nos separar del poder curativo". Pero el mtodo concreto y fcil para recibir,
de una manera progresiva, a travs de un proceso, la curacin interior del miedo
como
don de Cristo, es acercarnos a El con fe, creer verdaderamente que El est resucitado
en nosotros y con nosotros, que El es el Salvador, el Salvador del hombre, de todo el
hombre y de todos los hombres. Que l es el mismo ayer, hoy y por los siglos.
Despus de este acto de fe, nosotros en horas especiales nos dedicamos a recorrer
toda nuestra vida con Cristo, a recorrer todos los momentos dolorosos, penosos, en el

campo del miedo; a repasar todos aquellos recuerdos medrosos que nos han ido
enfermando paulatinamente. Pero, para qu? No para amargarnos nuevamente con
ellos, no para acumular temor, sino para detenernos con Cristo delante de cada una de
estas escenas, de cada uno de esos acontecimientos que nos causaron pavor o miedo,
para pedirle que derrame su paz, que comunique seguridad, que borre con su
presencia amorossima el trauma que dej en nosotros ese acontecimiento doloroso.
No se trata de no recordar ya aquella escena, sino de recordarla con tranquilidad, de
recordarla con paz, seguros como estamos de que el Seor, el Salvador, la ha curado,
la ha sanado perfectamente.
En este proceso de sanacin del miedo, como manifestacin del amor de Cristo y de
su Espritu, es muy conveniente hacer un inventario de las personas a quienes, por
una u otra causa, tememos ms. De las cosas que nos causan ms miedo, de lo que
interiormente nos hace sentir ms inseguridad. Esto para qu? Para tambin, de una
manera concreta, pedirle al Seor en la oracin que sane el miedo que tenemos a
"Fulano de tal", a "Zutano", a tal o cual superior, a tal o cual compaero, a tal o cual
enemigo, para pedirle que destruya el miedo que tenemos, por ejemplo, a
determinada enfermedad, a montar en avin, a ir a tal o cual lugar, a enfrentarnos con
tal o cual circunstancia. El Seor que se interesa concretamente por todo lo nuestro
ir destruyendo esos distintos miedos, ir aumentando a travs de un proceso
maravilloso nuestra curacin interior y cada da recobraremos ms seguridad en
nosotros, tendremos ms seguridad en los dems, pero todo como fruto de la
seguridad en Cristo, de la seguridad en su amor, en su poder y en su fidelidad.
A lo largo de este proceso ir creciendo en nosotros el amor al Seor y ese amor,
recordmoslo, ir echando fuera el temor. Para que este proceso de curacin del
miedo tenga ms eficacia en nosotros es muy importante emplear la visualizacin.
Visualizar por el recuerdo las escenas, las personas, los acontecimientos que nos
causaron miedo y visualizar la presencia de Jess en ese momento y su accin
tranquilizadora en cada uno de nosotros. Bill dice que "es difcil, por no decir
imposible, que una curacin o cambio se realice sin una imagen mental". Con los
ojos de la mente nosotros deberamos mirarnos e imaginarnos tal como quisiramos
ser. Si constantemente tenemos presente esta imagen y la reiteramos, tenderemos a
ser semejantes a esta imagen. Mediante una imaginacin positiva nuestra vida puede
convertirse en una revelacin y desarrollo continuos, ello depender en definitiva de
la integridad de nuestra personalidad y no de palabras ni de frases hechas.
Encontramos que la oracin afirmativa es ms poderosa que la oracin de peticin, y
esto por razones obvias. La oracin positiva nos sita del lado de la voluntad de Dios,
trae y traduce de lo invisible a lo visible de nuestras vidas aquello que implica
santidad, perfeccin e integridad. Por eso, visualizar la accin de Cristo que est con
nosotros, que al presentarse nos dice: "Yo soy, no temis", que nos ofrece su brazo
protector, que nos invita a descansar en su regazo, es un elemento y un mtodo de
sanacin maravilloso.
Tenemos que pedir la gracia de que nuestra fe en Cristo sea una fe verdaderamente
viva, una fe actuante, una fe que abarque toda nuestra persona, una fe que nos lleve a
experimentar realmente la presencia y la accin amorosa del Seor en nuestras
personas y a lo largo de todas nuestras vidas.

Puede servirnos mucho seguir la terapia que los Dres. Parker y Johns aconsejan en su
obra "La oracin en la psicoterapia":
Primero: Reconocemos al Dios de amor dentro de nosotros mismos como el poder
curativo del miedo y director de nuestras vidas.
Segundo: Conscientemente nos despojamos de cualquier cualidad negativa, motivo,
impulso, sentimiento, pensamiento, que no queremos.
Tercero: Invitamos a este poder divino, a este amor del Seor, para que llene el vaco
que nuestro despojo ha creado.
Cuarto: En los tiempos especficos de oracin y durante el da tendremos delante de
nosotros mismos pensamientos e imgenes positivas, sanas, plenas, estando ciertos
que solamente ellos y ellas estn de acuerdo con la voluntad de Dios acerca de sus
criaturas.
Quinto: Cuando oramos creemos que hemos recibido aquella ayuda especial que
hemos pedido y actuamos como si la hubiramos recibido.
Sexto: Meditamos en Dios como Amor, en el mandamiento de Jess de amar y
buscamos la entrada a este crculo de perfeccin. El amor de Dios, el amor a nosotros
como hijos de Dios y el amor del prjimo como a nosotros mismos
.
Sptimo: Escuchamos y esperamos un cierto sentido de victoria, una cierta sensacin
de presencia que nos dice: "Yo estoy aqu, todo est bien, no temis".
Octavo: Ya se ha cumplido. Gloria a Dios en las alturas! Te damos gracias, Seor,
porque eres la paz, porque eres nuestro Salvador.
Si seguimos esta tcnica, realmente no podemos fallar al fin de cuentas, por qu?
Porque Dios no puede fallar. Si nosotros nos despojamos de todo lo negativo, de lo
destructivo, de todo lo que est distorsionando y aceptamos lo positivo, el amor de
Dios, la paz de Dios, nuestra victoria est asegurada y no puede ser de otra manera.
Dios no puede retener el bien, l lo comunica constantemente, entonces lo que se
requiere es que nosotros quitemos el impedimento y recibamos el ro del amor, el
torrente de la paz del Seor, el perdn, el amor, la confianza, la fe y la paz brotarn
en nosotros como de una fuente inextinguible y siempre presente, si nosotros
podemos hacernos a un lado y damos cabida al Espritu del Seor que quiere
colmarnos, que quiere cambiarnos y que quiere dirigirnos.
Tambin podemos pedir el ministerio de la sanacin del miedo, que tanto dao nos
hace. Muchas veces el Seor quiere comunicar su salvacin por medio de otras
personas a quienes escoge como ministros suyos. En este campo de la sanacin del
miedo, el Seor usa con frecuencia ese medio. Nosotros con humildad nos acercamos
a personas que han recibido este carisma, nos ponemos a orar con ellas, pedimos la
gracia de discernir, de descubrir las causas y fuentes principales de nuestro miedo

interior y luego pedimos la oracin para esta liberacin. Estas personas guiadas por el
Espritu del Seor orarn como l les sugiera, irn descubriendo quiz causas que
estn ocultas, irn viendo con claridad dnde est el principal problema en el campo
del miedo. Su splica, unida a la nuestra, alcanzar aquello que nosotros necesitamos,
anhelamos y ahora pedimos con humildad.
Los efectos del ministerio de sanacin interior aparecen en esta Renovacin
Carismtica cada da con mayores posibilidades, es algo verdaderamente asombroso
lo que se est consiguiendo, causa verdadera alegra ver cmo van cambiando
muchas vidas, cmo se van curando interiormente a travs de este ministerio de
sanacin interior. Ojal que esta luz llegue a muchas personas y que crezca el
nmero de equipos de personas consagradas a este ministerio que tanto glorifica al
Seor y que tantos beneficios reportan para las personas!
S, reconozcamos que estamos enfermos, quiz muy enfermos interiormente de
miedo, reconozcamos que el miedo se ha ido acumulando en nosotros y nos impide
muchas veces entregarnos al Seor, servir generosamente a los hermanos, llevar una
vida tranquila. Pero reconozcamos tambin, con la gracia del Seor, que l puede
sanar este mal y puede calmar todas las tempestades que el miedo levante en
nosotros. Recordemos lo que nos dice el evangelista S. Mateo: " Subi despus Jess
a la barca y sus discpulos le siguieron. De pronto, se levant en el mar una tempestad
tan grande que las olas llegaban a cubrir la barca, pero l estaba dormido.
Acercndose, pues, se acercaron diciendo: "Seor, slvanos que perecemos". Dceles:
" Por qu estis con miedo, hombres de poca fe?". Entonces, se levant e increp a
los vientos y al mar y sobrevino una gran bonanza, y aquellos hombres maravillados
decan: Quin es ste que hasta los vientos y el mar le obedecen?
Seor Jess, que yo nunca recorra el mar de la existencia solo,
que yo te lleve siempre en mi vida y en mi barca, que yo disfrute
siempre, Seor, de tu compaa amorossima, que cuando
arrecie la tempestad, cuando el miedo levante olas que
amenacen sumergirme, yo te mire, Seor, yo te invoque con fe y
con confianza. Que T, Seor, ordenes a esos vientos y a esa
mar que se calmen, que no me destruyan, que no me
atormenten. Seor, t eres la paz, T dijiste: "Mi paz os dejo,
mi paz os doy", dime estas palabras, Seor: "Te doy mi paz, te
dejo mi paz". Destruye, Seor, el miedo y el odio que se han
acumulado en m, disipa tantos temores infundados que me
atormentan, calma Seor la tempestad que con frecuencia se
levanta en mi interior, que se manifieste tu paz, Seor, en mi
vida, que aparezca tu Seoro, que T domines mis emociones,
que T me tranquilices interiormente. T eres mi paz, T eres
la paz, T eres el Amor. Gracias, Seor, porque me amas,
gracias Seor porque me curas, gracias Seor porque me
salvas. Bendito seas, Seor, gloria a Ti Seor!

MES DE JULIO DEL 2003.

DISCERNIMIENTO EN EL MINISTERIO
DE SANACIN.
P. Emiliano Tardif.
Seor Jess, de nuevo te lo pedimos: envanos tu Espritu
Santo, Espritu de Verdad, Espritu de Luz, de Amor, de Paz.
Ven, Jess, y aydanos a discernir con el poder de tu Santo
Espritu lo que viene de Ti y 10 que no viene de Ti, para que
seamos guas seguros para tu rebao, para las ovejas que T
nos has confiado. A todos nos has llamado a ser en el mundo de
hoy pastores de tus ovejas y necesitamos, Seor, que la luz de tu
Espritu y te lo suplicamos. Envanos esa Fuerza de lo alto,
envanos ese Espritu de Luz y de amor, para que seamos
autnticos pastores de tu rebao. Dios te salve, Mara...
Hermanos, en este da en que hablamos del ministerio de sanacin y de liberacin,
hemos pensado que sera de mucha importancia dedicar esta primera reunin de la
tarde sobre EL DISCERNIMIENTO, porque hay muchos errores que se cometen en
nuestro apostolado, en nuestro ministerio de sanacin y de liberacin. Hay muchos
errores posibles y nosotros tenemos una necesidad urgente de crecer en el
discernimiento, de cara a la Renovacin Carismtica que surge como una sorpresa del
Espritu en la Iglesia. Debemos ejercitar un discernimiento espiritual que nos llevar
a distinguir lo que viene de Dios y lo que no viene de Dios.
Y la problemtica es que hay tantas manifestaciones, tantas intervenciones
extraordinarias de Dios a travs de carismas, de visiones, de inspiraciones, de
acciones que llenan de estas mismas inspiraciones, de estos estados de consolacin o
de desolacin, que pueden ayudarnos a descubrir la voluntad de Dios. Y el
discernimiento de espritus no es cierta habilidad, cierta capacidad de evaluacin,
cierta habilidad en evaluar. El discernimiento de espritus trata de lo que tiene que ver
con los espritus. El discernimiento de espritus responde a una nica pregunta: cul
es la fuente del impulso que tengo ante una decisin? Cul es la fuente del impulso
que tengo ante una decisin?
El discernimiento presupone prudencia, inteligencia, pero a veces las rebasa. As,
vemos cmo una persona muy unida con Dios puede tener gran discernimiento, sin
ser la ms inteligente.

Cul es la fuente del impulso que tengo ante una decisin? Esa fuente puede ser:
1. Dios o sus ngeles.
2. Puede ser Satans o sus demonios.
3. Tambin puede ser el propio espritu que puede estar sano o puede estar enfermo.
Y despus de discernir de dnde viene lo que nos mueve, podemos actuar con ms
seguridad.
Y hay que notar que tambin despus de una intervencin de Dios o de sus ngeles,
Satans puede tratar de entrometerse y buscar hacernos dao. As a Jess en el
desierto, a Jess que estaba lleno del Espritu Santo, Satans le prometi riquezas y
gloria "si te prosternas". Y Dios, hermanos, nos ha dado a todos capacidad para
discernir, pero vamos a ver las formas de discernimiento.
HAY TRES FORMAS DE DISCERNIMIENTO
(comnmente hablando)
1 Vemos que existe en todo ser humano normal, sano, existe un discernimiento
natural, que viene de nuestra inteligencia, del ejercicio de nuestras facultades.
Podemos todos los humanos ejercitar ese discernimiento natural y este discernimiento
lo tiene todo ser humano normal.
2 Tambin existe la segunda forma de discernimiento que es el discernimiento
doctrinal, el arte cristiano de discernir. Un discernimiento que se adquiere con el
estudio, con la reflexin y en la oracin. El discernimiento doctrinal es lo que todos
ustedes, todos nosotros debemos buscar y debemos perfeccionar. Sin ser
especialistas, sin ser doctores en ninguna materia, todos los que quieren hacer algn
apostolado necesitan tratar de adquirir, poco a poco, ese discernimiento doctrinal, que
es un arte, que es una ciencia. Se va adquiriendo poco a poco, como vamos a
explicarles despus.
3 Y la tercera forma de discernimiento es el discernimiento carismtico. ste lo
reciben algunos como un don gratuito, espontneo, igual que el don de lenguas, el
don de profeca, el don de sanacin, el don de interpretacin... todos estos carismas
que el Espritu est regalando a la Iglesia de hoy, son dones que se reciben
gratuitamente. As es el discernimiento carismtico. Y el discernimiento carismtico
puede ser dado en una comunidad, a una persona particular, a dos o a tres, pero no es
este discernimiento carismtico que nosotros debemos buscar con tanto esfuerzo,
porque se recibe gratuitamente. Debemos estar abiertos y si el Espritu nos quiere dar
un discernimiento carismtico a veces en una dificultad especial, aleluya!, lo
agradecemos al Seor y le damos gracias, pero no podemos contar con el
discernimiento carismtico como una forma constante de actuar, como la persona que
tiene don de profeca no habla siempre en profeca... A veces, el Espritu puede
impulsarte a dar una profeca, pero la mayora de las veces t hablas por tu cuenta y

no impulsada por el Espritu.


El discernimiento carismtico puede ser que a veces venga a ayudarnos a solucionar
un grave problema, pero no es un carisma que est siempre en accin. De manera que
lo que quiero con ustedes explicar un poco ms es el discernimiento doctrinal, el arte
de discernir. Este discernimiento todos debemos buscarlo, adquirirlo, poco a poco,
para nuestra vida personal y para nuestro apostolado.
El discernimiento espiritual siempre ha ocupado una posicin central en la vida
cristiana y existe una necesidad continua de discernir, de abrirnos al Espritu y de
discernir lo que l quiere de nosotros, de ser sensitivos las diversas maneras en que
l puede manifestarse. El Espritu siempre habla, nosotros por nuestra parte debemos
siempre desear escucharlo, ms an, debemos saber cmo escucharlo.
Nos deca el Cardenal Suenens en su libro "Un nuevo Pentecosts": "Creo con toda el
alma que nos encontramos en presencia de una gracia de eleccin (hablando de la
Renovacin Carismtica} , nos encontramos en presencia de una gracia de eleccin
para la Iglesia, si es que acertamos en captarla, marcar su ruta desde el interior y
preservarla de los falsos modos que no cesaba de suscitar en ella el maligno,
consiguiendo en cambio, que penetre en ella (la Iglesia} como un renacer de
primavera".
Es una gracia de Dios en la Iglesia la Renovacin con tantos carismas para la
edificacin de la comunidad cristiana, pero si nosotros no aprendemos a discernir lo
que viene de Dios y lo que no viene de Dios, hay un grave peligro de que nos
dejemos engaar por falsificaciones y entonces surgen personas que empiezan a
profetizar sin que sea una profeca impulsada por el Espritu, una persona que
comienza a dar Palabra de Ciencia que no son verdad, puede haber personas que
pretenden discernir una cosa en una asamblea y no hay nada de sto.
El discernimiento espiritual es difcil, pero el Seor nos invita, nos da una pista muy
sencilla para comenzar siquiera a ejercitarlo. Cuando l nos dice: "No hay rbol
bueno que d fruta mala, ni al revs, rbol malo que d fruta buena. En efecto, todo
rbol se reconoce por su fruto" (Luc. 6, 43} Este principio tan sencillo es un
criterio de discernimiento espiritual que todos los carismticos en su vida particular y
en su comunidad, en su grupo de oracin, por lo menos deberan saber: ver,
analizar ,cuales son los frutos. No hay rbol bueno que de fruta mala.
Nos dice S. Pablo en la 19 a los Tesalonicenses (5, 19-21}: "No apaguen el Espritu,
pero examnenlo todo y qudense Con lo bueno". Qu principio tan hermoso! Es
un principio que vale oro. "No apaguen el Espritu, pero examnenlo todo y qudense
con lo bueno". Claro que no vamos a apagar el Espritu, que no vamos a prohibir el
ejercicio de los carismas, pero "examnenlo todo y qudense con lo bueno". Y cuando
en su grupo de oracin alguien comienza a inventarse con ese afn de profeca, a
veces hay personas que tienen una facilidad potica muy grande y comienzan a hacer
frases bonitas y comienzan a decir algo con un tono como si fuera una profeca , pero
la asamblea se queda fra, vaca, y uno dice: "qu es lo que pasa, que cuando l tiene
profeca a m como que me molesta!" Te molesta? Pregunta al otro si le molesta
tambin, y pregunta al otro... y si a todo el mundo le molesta esa profeca..., hay que

verificarlo todo y quedarse con lo bueno!... El Espritu Santo cuando habla a la


asamblea llega al corazn y el Espritu Santo produce frutos buenos, no produce
malestar, no produce esa inconformidad que vemos a veces cuando algunas personas
comienzan a inventar... La falsificacin es lo ms peligroso en los carismas.
Y cmo vamos a saber si un carisma es autntico o no ? Por los frutos. San Juan nos
dice en su primera epstola (4, 1): "No crean a todos los que se dicen inspirados.
Examinen los espritus para ver si vienen de Dios". Qu claro hablaba San Juan!:
"No crean a todos los que se dicen inspirados".
Entonces, hay algunos criterios de discernimiento espiritual que nos van a ayudar a
examinarlo todo y a quedarnos con lo bueno.
y el primer criterio nos lo da el Seor, es una pista excelente y sencilla: "No hay rbol
bueno que d fruta mala, ni rbol malo que d fruta buena. En efecto, todo rbol se
reconoce por sus frutos". y debemos saber nosotros si queremos caminar en la vida
del Espritu, si pretendemos vivir en el Espritu, por lo menos debemos conocer
cules son los frutos del Espritu Santo, o mejor dicho, cul es el fruto del Espritu
Santo. Pablo, en la epstola a los Glatas (5, 22) nos dice: " ... En cambio, el fruto del
Espritu es AMOR". y despus, Pablo sigue narrando ms frutos que son como las
ramas que salen del tronco, del rbol. El amor es el tronco y las ramas que salen del
tronco son: alegra, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre,
dominio de s" .
Tratemos de ver si lo que est pasando en nuestra asamblea o en nuestra vida produce
frutos buenos, si produce el fruto del Espritu. Si lo que est pasando me da paz, me
da alegra, me da comprensin... O si lo que me est pasando me da orgullo, si me da
tristeza, si me da temor... Si lo que me est pasando no produce el fruto del Espritu
no puede venir del Espritu Santo, puede venir del espritu humano, del mo, o puede
venir del espritu maligno, pero no del Espritu Santo. Cul es el fruto del Espritu,
entonces? Ver, juzgar el rbol por sus frutos.
Y un segundo criterio es juzgar si la manifestacin del Espritu viene de acuerdo con
el mensaje de la Alianza, es decir, el Espritu Santo nunca se contradice. Todo el
contenido de la Biblia, el mensaje de la Alianza, nos lo dio el Espritu Santo del
Seor, y el Espritu Santo HOY no puede venir a decir algo al pueblo de Dios que
contradiga aunque sea en una palabra el contenido de la Biblia, imposible, el Espritu
Santo no se contradice. Tengo que ver, sea en la profeca o en el mensaje o en la
palabra de conocimiento que recibi una persona, si lo que me dice est de acuerdo
con la Palabra de Dios o no; y voy a ver si conozco o no un poco la Biblia, este es el
primer conocimiento que todos los carismticos deberan buscar: conocer la Palabra
de Dios, leer la Biblia, meditarla, volverla a leer... Para saber qu es lo que nos ha
dicho el Espritu Santo en la Biblia y ver si lo que nos est pasando est de acuerdo
con la Palabra de Dios o si en algo contradice la Palabra de Dios.
Tambin, otro criterio es nuestra actitud con Jesucristo. Ustedes aqu no s si tienen
sectas o no, como los testigos de Jehov, que dicen que Jesucristo fue un gran profeta
pero no es Hijo de Dios, como los mahometanos que tampoco aceptan que Jesucristo
es hijo de Dios... y sin embargo, nos dice Jesucristo en el Evangelio: "Yo soy el

Camino, nadie va al Padre sino por m". Tenemos en Nueva York una nueva secta que
nosotros llamamos "los discpulos de Moon", los munistas, y ellos invocan a Dios
Padre, invocan al Espritu Santo, pero dicen que Cristo fue un gran profeta que muri
y que el Mesas es Moon, ese surcoreano que vive en Nueva York, un
multimillonario, que se divorci varias veces, y ahora se declar "el Mesas" y tiene
muchos discpulos en Amrica latina y en Francia, en Europa... Ya son millones los
discpulos de Moon... Entonces, ellos no aceptan a Jesucristo como Hijo de Dios,
dicen que Jesucristo fue un gran profeta, pero que Moon es el Mesas hoy. Y nos dice
Jesucristo: "YO SOY EL CAMINO, NADIE VA AL PADRE SINO POR MI".
Nuestra actitud con Jesucristo nos ayuda a discernir si la decisin que estamos
tomando realmente viene del Espritu Santo o si puede ser impulsada por el espritu
de la mentira.
Una de las condiciones ms importantes para el ejercicio del discernimiento espiritual
es un contacto constante y sincero con la Palabra de Dios. Y si un consejo podemos
darles a los hermanos de la Renovacin es que se alimenten de la Palabra de Dios,
que la estudien, que traten de seguir alguna clase de orientacin bblica para conocer
ms y ms el contenido de la Revelacin, para orientar sus propias vidas con
seguridad.
Otra condicin para un discernimiento correcto es la oracin. La oracin nos pone en
condicin de ventaja para buscar la voluntad de Dios. La persona que ora mucho
claro que va a recibir ms orientacin, ms luz del Seor, que el otro que no se
preocupa por buscar la voluntad de Dios a travs de la oracin.
Y otra condicin es la libertad de espritu. Para el ejercicio de los carismas se
necesita mucha libertad de espritu, y para discernir tambin. En algunos grupos
carismticos, (no s si aqu, hemos visto que sucede en nuestro pas) personas que
animaban grupos de oracin grandes y el dirigente o la dirigente no se atreva a
corregir a Fulana porque daba profecas que todo el mundo senta que no eran del
Seor, pero como era una gran seora profesora en la Universidad y que saba mucho,
no se atrevan a corregirla. Y eso todo el mundo senta que no era del Seor, y que le
faltaba al dirigente libertad. No podemos permitir que pase cualquier cosa si es
Fulano quien lo dijo y no me atrevo a decrselo "porque l estudi ms que yo".
Necesitamos libertad de espritu para corregir a los que se estn equivocando y
necesitamos libertad para nosotros ejercitar un carisma. Porque si yo me preocupo
mucho por lo que van a decir los otros y tal vez se van a burlar de m o me van a
criticar, jams voy a abrir la boca para dar una profeca... Yo recuerdo lo que le pas a
un profesor de Universidad, de X, que recibi una noche en una asamblea de oracin
donde haba unas quinientas personas el don de profeca. l era un profesor en
Orientacin en la Universidad y l recibi la profeca pero no quera abrir la boca,
porque la profeca a l le pareca imposible dar lo que el Seor le estaba dando, y la
profeca comenzaba con estas palabras: "Yo soy el Seor". Y l pensaba: "Si yo
comienzo diciendo esto me van a decir que estoy loco", y l no quera abrir la boca. Y
fa profeca vena impulsada por el Espritu y l con ese temor a lo que van a pensar
los dems, l no quera soltar la profeca. Total, l nervioso y estaba al final de la
asamblea de oracin casi temblando, porque era una profeca impulsada con mucha
fuerza y l no la daba. Y al final, abri la boca y comenz la profeca que comenzaba
con esa palabra: "Yo soy el Seor" y era el Seor que nos hablaba, pero era una

profeca tan hermosa que l durante dos minutos habl con tanto poder y fuerza en la
asamblea, y al final haba por lo menos veinticinco o treinta personas que estaban
llorando en la asamblea. Porque la palabra de Dios es operante en los que creen, es
eficaz, y cuando una profeca es autntica Palabra de Dios acta y a veces sana
corazones heridos, corazones rotos. La Palabra de Dios acta y a veces es tan fuerte
que algunos la reciben con una emocin muy fuerte y empiezan a llorar y lo que pas
en aquella ocasin es que era una profeca de consuelo para muchas personas de la
asamblea y toc sus corazones tan fuertemente que sentan eso que dicen los
discpulos de Emas: "Acaso nuestro corazn no arda cuando l nos hablaba?"
Cuando es Palabra del Seor y llega al corazn, sucede a menudo que hay un fruto de
san acin interior o de arrepentimiento, un cambio de mentalidad... y por eso l, al
dar la profeca que vena del Seor, fue un instrumento para que el grupo cambiara.
Pero si no tiene libertad de espritu y si no quiere abrir la boca y dar esa profeca que
le da el Espritu del Seor qu va a pasar? Es lo que dice San Pablo: "No apaguen el
Espritu". Y en muchos sitios se apaga el Espritu, en muchos pases se apaga el
Espritu. Es decir, que es posible recibir carismas del Espritu y no ponerlos al
servicio del pueblo de Dios. Se apaga el Espritu y da pena.
Yo conozco un grupo de oracin que tena carismas hermosos y donde el Seor se
haba manifestado en sanaciones interiores, en sanaciones fsicas, en profeca, en
cantos en lenguas, en mensajes... y resulta que un da nombraron en la parroquia a un
sacerdote muy intelectual y muy cerebral que no quera nada de esto, pero l iba a la
asamblea de oracin porque siendo el Prroco se senta como obligado a estar
presente. y resulta que como l no quera nada de esto y a la gente le deca que eran
invenciones suyas, poco a poco la gente fue dejando de profetiza, fueron dejando de
cantar en lenguas, dejaron incluso de orar por los enfermos, no daban palabras de
ciencia para no ser burlados por el prroco, y ya era una Hora Santa vieja la que haba
en la Iglesia, ya no haba grupo de Renovacin Carismtica porque estaban apagando
al Espritu y no haba manifestacin alguna de esa presencia del Espritu. Y da pena,
hermanos, que con el pretexto de juzgarlo todo algunos exageran y no permiten
manifestaciones del Espritu, y otros con el deseo de dar mucha libertad a la asamblea
dejan pasar todo y no ejercitan un discernimiento correcto y entonces hay mucha
falsificacin. Y si nosotros no lo cuidamos, las falsificaciones son capaces de hacer
un dao grande a nuestras comunidades carismticas, tanto que si toleramos las
falsificaciones sin decir nada, la gente poco a poco se va a desilusionar y va a dejar
de ir a la asamblea, va a dejar de participar en las actividades de la comunidad y van
a decir: "son una pandilla de locos", porque cada uno hace lo que quiere y nadie tiene
criterio para discernir, nadie est frenando lo que no viene de Dios...
Yo recuerdo cuando estuvimos dando un Retiro en Nicaragua, encontramos ah una
cosa muy helada, ellos no haban tenido la suerte de recibir retiros de la Renovacin
en Managua, pero tenan grupos que haban comenzado y haban ido caminando a su
manera. Y entonces, hemos visto cmo una seora se daba la tarea de interpretar toda
una oracin en lenguas; alguien estaba orando en lenguas, y ella estaba aliado
interpretando a su manera todo... Cuando sabemos que una oracin en lenguas no se
interpreta, lo que se interpreta es el mensaje en lenguas. Pero la oracin en lenguas no
se interpreta. Cuando nos ponemos a orar en lenguas todo el mundo, no hay que
buscar interpretacin, de verdad que no. Dice San Pablo que "el que ora en lenguas

no habla a los hombres, sino a Dios". Y en ese grupo de oracin, cuando alguien
oraba en lenguas, ella "lo interpretaba", lo inventaba todo, porque no era ningn
mensaje que se estaba dando, estaban orando en lenguas... y tuvimos que corregirles
esto. Pero, a travs de sus interpretaciones, ella haba dicho que tenamos que pasar
los tres das en Managua, que no furamos a otro sitio donde habamos quedado, sino
que nos quedramos en Managua centralizndolo todo y lo "interpretaba" ella
inventndolo despus de una oracin en lenguas. Y la gente lo crea!... Y yo les dije:
"Vamos a ver si el Seor tiene razn, nosotros vamos a ir a la otra ciudad, y si el
Seor no quiere nos lo impedir, pero llegamos a X y tuvimos tantas bendiciones que
no tuvimos duda de que era la voluntad de Dios que furamos all. Y entonces,
algunos se van porque dicen: "Es todo demasiado complicado", y pierden una
bendicin grande que se est derramando en la Iglesia. Los dirigentes debemos
aprender a crecer en el discernimiento, a ver los frutos, a juzgar lo que est pasando
con los carismas, y si hay frutos bien, y si no es que no era del Seor. Este principio
tan sencillo hay que ejercitarlo.
Yo recuerdo que en mi parroquia haba un catequista de unos veinte aos de edad y
estaba fascinado con la Palabra de Ciencia, l encontraba eso fantstico. Cuando
comenzamos a anunciar alguna sanacin en la asamblea de oracin a l eso le
encantaba y quera recibir ese carisma. Y entonces, una noche en su grupo de oracin,
despus de orar por los enfermos comenz a anunciar que uno se sanaba del hgado y
otro se sanaba del corazn y que otro se sanaba de mala circulacin de la sangre... y
la gente estaba fascinada, y deca: "Ya tenemos a uno que tiene Palabra de Ciencia,
qu maravilloso!" Y a la semana siguiente, al llegar a la asamblea de oracin estaban
deseosas de or testimonios y NADA!, No se haba sanado nadie, y comenzaron a
dudar. Y entonces, l de nuevo se atrevi a dar otras palabras de ciencia,
inventndolas; l pensaba que con decir que alguien se sanaba de cncer se iban a
sanar imagnense! Tuvimos que ir al grupo de oracin porque ya se estaba
destruyendo y decirle: "Cllate, t no tienes derecho a dejar a Dios como mentiroso!
Lo que t ests diciendo no viene del Espritu!".
Cmo vamos a saber si viene del Espritu o no? Por los testimonios, en un caso as,
por los frutos. Si no hay fruto, dganle a la persona: Cllate, que el Seor no habla
mentiras! El Seor no va a anunciar una cosa y no hacer nada! Y es muy difcil en
nuestros grupos de oracin crecer si no ponemos un poco de disciplina con estos
principios sencillos, "juzgadlo todo y quedarse con lo bueno". Eso es sencillo,
verdad? Pero hay que hacerlo.
Entonces, el discernimiento natural - como les dije- es el sentido comn. Eso lo tiene
todo el mundo que tiene una inteligencia normal, que no est enfermo. Pero puede un
ser humano no tener sentido comn; hay personas que enferman y pierden "el norte"
y ya no tienen sentido comn y no podemos fiarnos de lo que dicen... Yo recuerdo
que en un manicomio en X, haba una sala donde estaban trabajando los locos,
porque no estaban tan mal como para no trabajar, podan hacer algo. Y estaban en una
sala dos locos pintando, y uno de ellos estaba en una escalera pintando una pared y el
otro estaba abajo sujetando la escalera. Iban trabajando muy bien, pero lleg un
momento en que el de abajo le dijo al loco de arriba: "agrrate de la brocha, que yo
voy a cambiar la escalera". Entonces, qu le faltaba? Le faltaba discernimiento
natural, ustedes se imaginan!... El discernimiento natural lo tiene todo ser humano

normal, si no est enfermo.


El discernimiento doctrinal lo podemos adquirir poco a poco, a travs del estudio
de la Palabra de Dios, a travs de la reflexin, juzgando el rbol por sus frutos... Eso
es lo que nosotros debemos buscar. Y no juzgar como para criticar, como para
levantar chismes y sembrar discordia, sino para ser buenos pastores del rebao.
Debemos tomar nuestras responsabilidades pastorales en la comunidad, en el grupo,
en nuestra vida tambin, aprender a juzgar por los frutos. Si la decisin que estoy
tomando me est causando gozo, alegra, si me da paz... puede ser que esa decisin la
est tomando realmente inspirado por el Espritu del Seor. Pero si lo que estoy
haciendo me produce tristeza, amargura...; si tomo una decisin y me sale muy mal,
tal vez esa decisin no es lo que el Seor quera, hay que ver los frutos.
Y nosotros tenemos que estudiar un poquito tambin el discernimiento carismtico,
porque es uno de los carismas que se est renovando en la Iglesia de hoy. Y el
discernimiento carismtico es algo tan nuevo que un gran especialista en cuestiones
de discernimiento, que vino de Espaa a Santo Domingo, un sacerdote de mucha
fama que fue a Santo Domingo a dar conferencias a los religiosos de muchas
Congregaciones, sobre la vida espiritual y el discernimiento, ni mencion el
discernimiento carismtico, porque parece que l estudi mucho el discernimiento
doctrinal pero el discernimiento carismtico es algo que se est renovando ahora en la
Iglesia. Es uno de los carismas que el Espritu nos est regalando, que est renovando
a la Iglesia, y algunos ni lo mencionan, como que no han vivido esa experiencia
todava. Pero, cranlo, es una realidad.
Sin embargo, el discernimiento carismtico siempre debe que estar sometido a un
discernimiento doctrinal. En el sentido de que aunque el Espritu te d un
discernimiento bien claro que te llena la mente, un discernimiento sobre una realidad
que pasa, t vas a ver si es realmente del Espritu o no, juzgando por los frutos. Si no,
t no puedes tener seguridad de si fue tu imaginacin o si fue el Espritu que te
impuls a tomar esa decisin.

MES DE AGOSTO DEL 2003.

SANACIN POR CONTEMPLACIN.


Monseor Alfonso Uribe Jaramillo
"Sed perseverantes en la oracin, velando en ella con accin de
gracias. Orad al mismo tiempo tambin por nosotros para que
Dios nos abra una puerta a la Palabra y podamos anunciar el
misterio de Cristo por cuya causa estoy encarcelado para darlo a
conocer anuncindolo como debo hacerlo. Portaos prudentemente
con los de fuera, aprovechando bien el tiempo presente, que

vuestra conversacin sea siempre amena, salpicada con sal,


sabiendo responder a cada cual como conviene. (Col)
De nuevo, Jess, al creer en tu presencia amorosa te damos gracias por todo el amor
que nos tienes. Con tu gracia creemos ms que nunca en tu amor, por eso nos abrimos
a tu accin, Seor, en este momento. T eres el Maestro, eres el Salvador, eres el
Seor, eres el Amado, comuncanos tu mensaje, Seor, en este momento, pon tus
palabras en mis labios, Seor, como se lo prometiste a Moiss, comunica tu mensaje,
Seor. T que sabes las necesidades de todos, dinos la palabra que necesitamos,
Seor. Imploramos la proteccin de Mara. Derrama tu espritu de oracin sobre
todos nosotros en esta tarde, Seor, que descubramos con su luz la riqueza del
encuentro contigo, Seor. Gracias, Seor.
El tema de las reflexiones de este da ha sido "Sanados por la oracin", "La oracin,
encuentro con el Seor que sana". Recuerden que el enfoque que desde el principio se
hizo fue el siguiente: Estamos enfermos por el desamor, porque no amamos al Seor
con todo nuestro corazn, porque hemos pecado mucho y todo pecado es contra el
amor. Estamos enfermos porque no nos amamos, nos rechazamos, no nos aceptamos.
Estamos heridos porque no hemos recibido de los dems todo el amor que
necesitamos y esperamos, y porque no hemos dado a los dems todo el amor que
ellos esperaban de nosotros.
Y un punto que mencionaremos de paso en esta reflexin es que estamos enfermos
tambin porque no hemos amado a la naturaleza como el Seor quiere que la
amemos, porque no la hemos mirado Con los ojos amorosos de Dios que la cre por
amor. En una palabra, porque nos ha faltado tanto amor, por eso estamos tan heridos.
Y la nica sanacin posible es la experiencia del amor, recibir de Dios que es Amor
todo el amor que nos ha faltado, para recibir la sanacin de ese vaco. Estas
reflexiones culminan ahora Con la sanacin por medio de la contemplacin infusa. Es
esta contemplacin el gran canal del amor de Dios y es entonces el gran medio para
crecer en sanacin interior .
Esta semana dimos la definicin que sobre contemplacin trae S. Gregorio, una
definicin que agradaba mucho a Maritain, l la trae en el libro "El campesino del
Garona", cuando hace una reflexin muy interesante sobre la contemplacin infusa.
"Contemplativos son aquellos que experimentan el peso del amor de Dios". En la
medida en que la persona avanza en la contemplacin infusa recibe el peso del amor
de Dios. La contemplacin infusa es una etapa en la cual la persona es ms pasiva
que antes, su actividad consiste en abrirse con humildad y confianza a la accin
amorosa de Dios. Su actividad consiste en decirle "S" al amor del Seor. Antes, la
oracin era ms activa por parte de la persona, en la reflexin, en la oracin afectiva.
En aquellas etapas previas a sta, la actividad era de la persona bajo la accin del
Espritu se entiende, pero cuando comienza la etapa de la contemplacin va primando
la accin del Espritu y cuanto ms intensa sea la contemplacin menor es la
actividad de la persona.
Por eso, alguien defini muy hermosamente la contemplacin diciendo que:
"Contemplativos son aquellos que son como un cauce que es recorrido,

inundado , por el ro del amor de Dios". El cauce no hace sino recibir esa agua que
corre sobre l. Es el lecho sobre el cual corre el torrente de aguas. Es una descripcin
bastante buena porque el lecho es pasivo, l no pone nada sino recepcin. El ro es el
que se mueve, el que pasa; el ro es el que fecunda orillas, el que da vida, el ro lo
recibe, el cauce lo recibe. Es el lecho que recibe y deja pasar esa agua.
Cuando se habla de contemplacin infusa, la gente cree por lo general que es una
etapa reservada a la oracin de los santos y que un seglar o cualquiera de nosotros no
tiene por qu pensar en la contemplacin porque es algo tan grande que no es para
nosotros. El P. Garigu Lagrange, el gran dominico que escribi muchas obras sobre
todo esa "las tres edades de la vida interior", fue el gran defensor de una doctrina que
tiene Santo Toms y que es la verdadera, cmo la contemplacin era el plan de Dios
para todos los cristianos. La razn que expone l es clarsima: la vocacin al
cristianismo es ya la vocacin a la visin beatfica. El Bautismo es la gracia de
adopcin, de insercin en la vida divina en el Cuerpo Mstico, que debe terminar en
la visin facial de Dios, en la posesin de Dios, en la visin beatfica. Podra decirse
que la contemplacin infusa es una etapa ANTERIOR a la visin beatfica, luego si
estamos llamados a "lo ms", estamos llamados a "lo menos", Si todo cristiano est
llamado a contemplar cara a cara el rostro de Dios en la visin beatfica despus de la
muerte, pues con mayor razn est llamado ya a ser contemplativo ahora.
Y hay una realidad que yo estoy descubriendo todos los das. La Renovacin
espiritual Carismtica est llenando a la Iglesia de contemplativos. Y la Renovacin
Carismtica est acortando las vas y etapas que llevan a la contemplacin infusa. Yo
creo que una de las grandes necesidades de la Iglesia en todas las pocas ha sido la de
tener contemplativos, y uno de los problemas en los aos que pasaron fue se, cmo
el desprecio que hubo por la oracin fue empobreciendo a la Iglesia en cuanto a
contemplativos.
Contemplativos no son los que estn en un convento, ojal!, Tendramos entonces
millares. Contemplativos son los que, en un convento o fuera de l, se abren a la
accin del Espritu y experimentan como don de Dios el peso de su amor. La
Renovacin espiritual Carismtica es esencialmente el encuentro personal y amoroso
con Cristo, no olviden esto. Este encuentro personal y amoroso con Cristo permite a
la persona experimentar, a veces desde el principio, el amor del Seor y cuando la
persona es fiel a la accin del Espritu y va dejando que l la depure, que l la vaya
santificando, pronto esa persona llega a disfrutar de una manera permanente de esa
comunicacin del Espritu.
Hay que distinguir dos cosas. Cuando una persona recibe, por ejemplo, el Bautismo
en el Espritu y experimenta aquel gozo que es tan grande, contagioso, cuando esa
persona vive la realidad del primer Pentecosts... Ustedes recuerdan que cuando los
apstoles recibieron la Efusin del Espritu empezaron a pregonar las maravillas de
Dios y experimentaron tanta alegra que no pudieron reprimirla, tuvieron que
manifestarla y dieron la sensacin de estar borrachos; muchos se burlaron de ellos,
"estn borrachos", y ustedes recuerdan que S. Pedro tuvo que empezar su discurso
defendindolos de ese cargo y defendindose de ese cargo. "Es muy temprano - dice para estar borrachos". Cul era la embriaguez que tenan ellos? La embriaguez del
Espritu, por eso escribir S. Pablo: "No os embriaguis con vino donde est la

lujuria, embriagos con el Espritu Santo".


Hay muchas personas que tienen un acto o un momento de contemplacin infusa en
la Efusin o Bautismo en el Espritu. Pero una cosa es ese momento y otra cosa es
entrar en el "estado de contemplacin infusa". "Estado" es algo permanente, de la
palabra "estar", no es algo transitorio sino algo que perdura. Pero estas personas que
tienen un momento intenso de contemplacin en un Bautismo en el Espritu y de
veras se entrega al Seor y se deja conducir por el Espritu, llega a veces muy pronto
a la contemplacin. Y es que no deja de causar a veces pues fastidio y hasta envidia a
muchas personas consagradas, cuando ellas descubren que hay una persona que
incluso estaba mal, se entrega al Seor y pronto resulta con una oracin bien intensa;
y esa persona consagrada despus de muchos aos est peor que antes, dice: "pero
cmo puede ser esto?", es una mentira, y empieza a buscar explicaciones para negar
la realidad de la obra del Seor en esa persona.
El Seor, ya lo hemos dicho tantas veces estos das, no se detiene frente a ninguna
miseria, a l no lo detiene ni el pecado nuestro, porque l se hizo pecado por
nosotros. La maravilla del amor de Jess es que se hizo pecado por nosotros, como
dice S. Pablo. Por eso, no lo detiene ningn pecado. El pecador ms grande del
mundo cuando se abre a la misericordia del Seor se ve libre de todo pecado en ese
momento. l es el Cordero de Dios, Jess, que quita el pecado del mundo. Lo nico
que pide Jess es que se le permita entrar, lavar, purificar. No conocemos a Jess
mientras no conozcamos su amor al pecador.
Hoy, como en todas las pocas de la Iglesia, encontramos a personas que vienen de
muy hondo, de abismos de pecado, pero que encuentran la mano salvadora de Jess,
se dejan purificar por su Sangre, reciben de l la Efusin del Espritu y pronto llegan
a experimentar: primero actualmente, y luego de una manera permanente, el peso del
amor de Dios.
Cuando hablamos de "estado de contemplacin" no queremos decir que la persona
pase todo el da y toda la noche en contemplacin infusa, no, sino que es frecuente en
su vida la experiencia de ese peso del amor de Dios; habr das en que no lo tenga,
pero ya no es algo transitorio, sino algo de suyo permanente que empieza a repetirse
y a intensificarse, segn el plan del Seor primero y tambin de acuerdo con la
apertura y colaboracin de la persona.
Vemos otras definiciones de contemplativos, para que comprendamos mejor lo que se
est diciendo. " Contemplativos, dice una mujer americana que no es religiosa, pero
que fue feliz en una definicin de la contemplacin, son aquellos en quienes ora el
Espritu Santo". Para m es una definicin maravillosa. Contemplativos son aquellos
en quienes ora el Espritu Santo.
Esta definicin est de acuerdo con el texto de S. Pablo, en el captulo octavo de la
carta a los Romanos, dice: "El Espritu viene en ayuda de nuestra debilidad
porque no sabemos orar como conviene y l ora en nosotros con gemidos
inenarrables y el que escudria los corazones sabe cul es el deseo del Espritu
porque ora segn Dios" . Hay que explicar estas palabras, no es que el Espritu
Santo ore, porque el Espritu Santo es Dios; l lo que hace es poner la oracin en la

persona. Cuando S. Pablo dice que el Espritu Santo ora en nosotros lo que quiere
decir es que el Espritu pone la oracin en nosotros. Entonces, contemplativo es aquel
que recibe la oracin que pone el Espritu. O sea, usando el mismo lenguaje de S.
Pablo, aquel en quien ora el Espritu. Es la misma idea anterior. La persona no tiene
sino debilidad, impotencia, miseria, es el lecho seco de un ro, pero puede recibir, si
se abre libremente, esa comunicacin del Espritu Santo.
El agente de la contemplacin es el Espritu Santo, no olviden esto. Toda gracia tiene
un autor: el Espritu Santo. Tiene una causa: la Pasin y Muerte del Seor, pero el
que comunica toda la santidad es el Espritu Santo, Seor y Dador de Vida, decimos
en - el Smbolo, l es el Santificador. Todo lo que recibimos en el rea de la gracia
viene del Espritu Santo y en el rea de la gracia ocupa un lugar ya muy alto la
contemplacin infusa, luego es una ACCION ESPECIAL DEL ESPIRITU SANTO.
Pensar entonces en contemplacin infusa sin apertura total a la accin del Espritu
Santo es pensar en lo imposible. Aquellas personas que no han descubierto todava la
accin del Espritu, que creen que es una novedad el Espritu Santo, que no van a
recibir estas comunicaciones... Hay que recibir primero a la Persona, para luego
recibir lo que esa Persona comunica. Si yo no le abro la puerta del corazn al Espritu
Santo y no le invito a entrar all, l no va a actuar en m. Y no va a actuar en m en
esta rea maravillosa de la contemplacin. l seguir, claro, dando gracias y haciendo
llamamientos, pero esa accin maravillosa de la transformacin, del cambio, de la
nueva creacin, exige mi apertura total. Recuerden las palabras del Apocalipsis:
"Estoy a la puerta y llamo, si alguno me abre, entrar, cenar con l y l conmigo". Es
el gran caballero que no entra por una puerta falsa, que no va a tumbar una cerradura,
toca gentilmente y espera, pero si no se le abre all permanece. El perjuicio no es para
l, el perjuicio es para nosotros que vamos a permanecer con nuestra miseria sin esa
comunicacin del amor del Seor.
Si "contemplativos son aquellos en quienes ora el Espritu", nosotros necesitamos
abrirnos con toda generosidad y con toda alegra a la accin del Espritu y darle
libertad por parte nuestra para que l corte, quite, destruya todo obstculo que impida
la recepcin de ese fuego divino.
El Seor no va a compartir su amor, lo hemos visto tambin, con ningn dolo. Si de
veras queremos disfrutar de esta gracia de la contemplacin, tenemos que destruir
todo dolo que nos muestre el Espritu del Seor, tenemos que darle a l carta en
blanco para que ordene lo que quiera. Estar de veras abiertos a su Voz, a su accin y
dejar que l acte segn sus planes. El Espritu del Seor es amor, pero no olviden
que el amor es siempre exigente y mientras ms grande es el amor ms exigente es.
Pero la exigencia del amor del Seor que es muy grande tiene esta ventaja para
nosotros y es que nos da la gracia para darle lo que nos pida. l sabe que nada
podemos por nuestras propias fuerzas, "conoce el barro del que hemos sido hechos",
nos dice la Palabra de Dios, "l nos da el QUERER y el HACER", nos dice S. Pablo,
l nos pide algo y nos da la gracia para drselo; nos exige, pero nos da la gracia para
realizar lo que nos exige. Lo que l pide es apertura, humildad, pobreza de parte
nuestra. Nunca digan: "yo voy a superar tal defecto", van a perder el tiempo, pueden
tener la mejor intencin, pueden tener la voluntad ms firme, pero van a encontrar al
momento la debilidad que todos tenemos. La gran fortaleza nuestra, precisamente,

est en la debilidad. Aquel que se siente dbil, que sabe que no puede ni edificar ni
conservar la ciudad sin la gracia del Seor, no cuenta con l, cuenta con el amor del
Seor. Aquel que se siente dbil y pobre huye del peligro, no se expone, porque sabe
que caer. Aquel que se siente pobre y dbil acude al Seor, pide, los pobres son los
que piden y ellos son los que reciben.
En la medida en que nosotros, por la bondad del Seor, entremos en la contemplacin
infusa, en la medida en que seamos el lecho recorrido por el Amor, en la medida en
que sea el Espritu el que ore y ame en nosotros, en la medida en que nosotros
poseamos ese amor del Seor, en esa medida nos iremos sanando. Sana el Amor
porque las heridas que hay en nosotros son desamor. Y cuando la persona
experimenta ms amor del Seor es cuando entra en la etapa de contemplacin
infusa. Ya no se trata de experiencias transitorias del amor de Dios en un da de
profesin, al final de determinados Retiros, sino que es ya lo habitual en ella, va
recibiendo y recibiendo comunicaciones del amor del Seor y cada da se va sanando
ms.
El Seor quiere que nosotros deseemos sus regalos y quiere que se los pidamos.
"Pedid y se os dar, buscad y hallaris, tocad y se os abrirn. l lo da todo
generosamente, pero l quiere dos cosas: deseo de recibir su don y luego gratitud por
haber recibido su don. Hay que unir las dos cosas, S. Pablo lo dice: "Que vuestras
peticiones estn acompaadas de acciones de gracias".
Yo tengo que anhelar este don de la contemplacin si de veras lo aprecio y debo
pedirlo con humildad al Seor. Pedirlo con humildad porque no es un don para los
santos, sino para que seamos santos. La contemplacin nos ir santificando cada da
ms porque nos va uniendo cada vez ms con el Seor. Apreciar el don, pedirlo con
acciones de gracias.
Si alguien debe ser agradecido ha de ser el contemplativo porque sabe que la
contemplacin es ante todo la accin amorosa del Espritu. l no hace sino recibir, l
es la NADA que recibe el TODO, el carbn negro que recibe el calor del fuego, el
lecho seco que recibe el ro de aguas vivas. Entonces, no puede sino agradecer,
bendecir, alabar, porque va a ser ante todo alabanza y acciones de gracias; porque
vamos a ver hasta dnde nos am el Seor.
Ustedes ven cmo en la Renovacin espiritual Carismtica va prevaleciendo la
alabanza en los grupos de oracin y en la oracin personal, porque las personas van
descubriendo en la Renovacin la accin amorosa del Seor y van admirando esa
accin amorosa; y la admiracin crea la alabanza, produce la alabanza, alaban los
labios de los agradecidos, alaban los labios de los que son felices por el don que han
recibido. Mara alaba, Jess alaba, todos los que reciben la plenitud del Espritu
alaban. Hay que empezar desde ahora a crecer con la gracia del Seor en la alabanza,
porque la alabanza agrada de una manera especial al Seor .
Unas cortas palabras acerca de la contemplacin de la naturaleza, mejor de la
contemplacin del rostro de Dios en la naturaleza, de la contemplacin del amor de
Dios en la naturaleza.

El contemplativo que va recibiendo el peso del amor de Dios recibe los dones del
Espritu Santo y uno de ellos es el don de Sabidura, por medio del cual va
saboreando cada vez ms intensamente el amor de Dios. Y recibe el don de
Entendimiento que le permite ver con mayor claridad toda la riqueza de Dios, la
riqueza de su revelacin, lo que l nos ha manifestado. Y recibe el don de Ciencia que
perfecciona la virtud de la Esperanza, por medio del cual nosotros aprendemos a
descubrir el rostro de Dios en toda la Creacin.
El contemplativo descubre y saborea a Dios en toda la Creacin. Primero, en su
persona. La persona toda llega a ser admirable porque va descubriendo en ella el ser
humano la maravilla del amor, de la sabidura, del poder del Seor. Y empieza a
descubrirlo en los hermanos. Cuando no somos contemplativos, generalmente
tenemos una visin muy negativa y muy pobre, encontramos defectos en todos, por
qu? porque estamos llenos de resentimientos con nosotros. Cuando ustedes sientan
fastidio por algo de otro, ojal tengan la Sabidura de reconocer "eso es lo que yo
estoy rechazando en mi interior y por eso me fastidia tanto en los dems". Cuando se
vaya sanando la persona de todo aquello y se vaya amando, mirar con ms amor a
los dems, ir participando del amor de Dios que ama a todos y "hace salir el sol
sobre justos y pecadores". No ama el pecado, pero ama siempre al pecador .
Y ese amor se va extendiendo a toda la naturaleza: a una flor, al agua, al aire, a la
estrella..., a toda la Creacin. Y todo se convierte progresivamente en una especie de
sacramento, a travs del cual la persona va comulgando a Dios, va recibiendo
comunicacin del amor de Dios. Aquella persona que est en oracin cuando dialoga
con el Seor frente a un sagrario o en la soledad de su habitacin y dems, sale a un
campo un da de paseo y contina gozando con la manifestacin del amor de Dios.
De S. Ignacio de Loyola se cuenta que cuando estaba ya anciano recorra el jardn y
con su bastoncillo se detena y le deca a una flor: "Cllate, que s lo que quieres
decirme, que ame a mi Dios", y empezaba a llorar. Recuerdan ustedes en la vida de
Sta. Teresita, estaba ya enferma con su tuberculosis muy grave y un da la sacan al
jardn y de pronto comienza a llorar y la hermana se acerca y le dice: " Tiene mucho
dolor?" y le contesta: "No, mis lgrimas son de ternura, estaba mirando a una gallina
que cobijaba a sus polluelos y recordaba las palabras del Seor". En esa gallina
estaba viendo la manifestacin del amor de Dios hacia ella y se sinti conmovida
hasta las lgrimas al descubrir en esa gallina que cobijaba a los polluelos el amor de
su Seor y se sinti entonces cobijada por el amor del Seor .
Cuando nosotros herimos la naturaleza, la tratamos mal, estamos manifestando el
resentimiento que tenemos con nosotros mismos. Cuntas veces cuando uno se
tropieza le da golpes a la piedra y quiere volverla aicos! Eso le pasa a uno de nio y
a veces hasta cuando crece... Est manifestando un resentimiento que tiene en su
interior con algo que nada tiene que ver con nosotros. Nos tropezamos porque nos
falta mirar mejor, poner mayor atencin, la pobre piedra qu culpa va a tener! Somos
nosotros los causantes de todo esto.
Los poetas a veces dicen cosas muy sabias, y un poeta dice que cuando herimos una
rosa se estremece una estrella. Y yo creo que al contrario, cuando amamos a una rosa
se alegra una estrella, y sobre todo se alegra el Seor. Cuando nosotros mostramos
amor a cualquier criatura, el Seor se complace, porque l ama a esa criatura y

porque ve que entonces nosotros nos estamos asemejando un poco a l, estamos


empezando y aprendiendo a amar lo que l ama. Porque todo lo que el Seor ha
hecho lo ha hecho por amor. Y recuerden lo que dice el Gnesis: "Vio que todo era
bueno". Es una frase para significar que am todo lo que hizo, porque Dios ama todo
lo bueno, y si vio que todo era bueno pues lo am a todo y todo es tan bueno porque
es fruto, hechura del amor de Dios, nada ha hecho Dios que no lo haya hecho por
amor . Y por eso, todo lo del Seor es bueno, lo nico malo es lo que no ha hecho
Dios, el pecado. Por eso Dios nunca amar el pecado, porque el pecado no es obra
suya, pero amar siempre al pecador porque es obra suya.
Yo creo que nosotros tenemos una doctrina que el Seor en su bondad nos ha
comunicado para descubrir dos realidades:
1. La realidad de nuestras heridas interiores. Todos llevamos un corazn herido, por
eso Jess vino, recibi la uncin de su Espritu y fue enviado "para sanar los
corazones heridos". Y todo lo que nosotros profundicemos en este campo ser
benfico, nos servir y servir a muchos.
2 La otra realidad es que, si esas heridas han sido causadas por el desamor, tienen su
sanacin en el Amor .
Estamos viviendo una hora maravillosa, la hora del Espritu. Esta Renovacin
espiritual que es despreciada por muchos, incluso combatida, es segn Pablo VI "una
gracia para la Iglesia y para el mundo". l dijo con toda sabidura que "para un
mundo cada vez ms secularizado nada tan necesario como esta Renovacin que el
Espritu del Seor est suscitando en los medios y ambientes ms diversos". y
despus de afirmar que es una gracia para la Iglesia y para el mundo dice: "Y
entonces, cmo no promoverla por todos los medios posibles?" Cuando alguien diga
que qu piensa la Santa Sede pues dganlo, si ya lo ha dicho tantas veces, lo que pasa
es que cuando no se quiere or no se oye. Si queremos doctrina pontificia la tenemos
clarsima tambin. Ya sabemos todo lo que ha dicho Juan Pablo II de la accin del
Espritu, las maravillas que dijo en Puebla, las que nos dijo a nosotros en el
Encuentro que tuvimos con l, las que dir en el futuro, porque todo hombre de Dios
tiene que apreciar la accin del Espritu y ser un convencido de que sin la fuerza del
Espritu no podemos nada y que este mundo actual necesita como nunca el
dinamismo del Espritu, nos lo dijo Juan Pablo II ahora.
Yo espero que ustedes, al volver a sus casas, no se dejen despus desconcertar ni
desanimar porque oigan cualquier crtica o cualquier burla, que tengan la
personalidad suficiente para ser fieles al Seor. Si ustedes descubren dnde est el
Seor y cmo obra el Seor, pues deben actuar de acuerdo con esa gracia recibida.
Aquellas personas "veletas" que un da se animan y que despus, porque oyen
cualquier frase, se desaniman pues no van a ninguna parte. "El Reino de los cielos
padece violencia, solamente los que hacen violencia lo arrebatan". Hay que arrebatar
el Reino, hay que sacrificar muchas cosas por el Reino, hay que morir para vivir en el
Reino, hay que dejarnos despojar, llegar a la pobreza para recibir la riqueza del
Espritu. Preparmonos con mucho fervor para que en esta Eucarista recibamos ms
efusin del Seor y experimentemos ms intensamente su amor.

Por todo lo que nos has dado y vas a darnos, gracias Seor.

MES DE SEPTIEMBRE DEL 2003.

ORACION DE INTERCESION
Por Patti G. MANSFIELD
Si me preguntaran a m qu es lo que ms me gustara hacer para ayudar a la Iglesia,
dira que la intercesin. No sera viajar por todo el mundo y hablar en convenciones y
en iglesias. Tampoco sera escribir libros. Sera hacer intercesin porque este don de
la oracin de intercesin tiene que ser la base de todo lo que hacemos por la Iglesia.
Lo precioso de este don es que est abierto a todo el mundo.
En nuestra preciosa Iglesia Catlica tenemos personas especialmente llamadas a la
intercesin. Son los hombres y mujeres que viven en las clausuras de los conventos,
donde interceden por el mundo. Y el mundo no podra sobrevivir sin ellos. Todo el
pueblo de Dios comparte esta llamada a la intercesin.
Una vez presentaron a la Madre Teresa de Calcuta como la mujer ms poderosa de
todo el mundo. Cuando habla ella, todo el mundo la escucha. Cuando fue a Estados
Unidos habl delante del Presidente, que es favorable al aborto. Y esta mujer tan
pequea y, sin embargo, tan fuerte, habl a este hombre sobre la santidad de la vida.
Es una mujer muy influyente pero cul es la fuente de su poder? Sabis la
respuesta... La fuente de su poder es Jess. Cmo recibe ella este poder de Jess y lo
pone en prctica? Lo recibe en la oracin. Por eso insiste ella tanto a sus hermanas,
las Misioneras de la Caridad, que pasen un tiempo todos los das, en oracin con
Jess, para acercarse a l y estar en unin con l.
Una de las razones de la oracin es la unidad con Dios. Pero tambin hay otra razn:
hacer intercesin por nuestros hermanos y hermanas. Dios nos ha elegido para
salvarnos no solamente como individuos, sino como pueblo. Y si su gracia ha entrado
en nuestras vidas, no es solo para que la disfrutemos nosotros, es para que, a travs de
nosotros, l pueda llegar a toda la gente que necesita conocerle. Por eso, cada
persona que conoce a Jess es un misionero y un intercesor. Cuando t te aproximas a
las dems personas, ves las grandes necesidades de cada una, como sucede con las
personas que estn en el ministerio de Prisiones, que ven las grandes necesidades de
los presos y qu pueden hacer ante tantas personas y tan grandes necesidades? Lo
primero y ms necesario es atraer a esta gente a Jess. Eso es intercesin. Llevar esas

personas a Jess es testimonio y servicio.


Aunque nosotros tuviramos todas las necesidades cubiertas, aunque fuera todo
maravilloso en nuestra familia, aunque estuvisemos sanos y furamos libres, an as,
Dios nos seguira llamando para que hiciramos intercesin. Porque la persona que
abre su corazn a Dios, la persona que siente el amor de Dios a ella, sentir ms
profundamente las necesidades de las dems personas. As, cuanto ms crezcamos en
el amor de Dios, ms intercesin querremos hacer.
LOS INTERCESORES MS PODEROSOS
Sabemos, a travs de las Escrituras, que los intercesores ms poderosos eran los
mejores amigos de Dios. Los que le conocan tal como es. Quiero que conozcis esto
muy fuertemente. Para ser intercesor hay que conocer realmente a Dios, como l es y
no como lo imaginamos. Si t crees que Dios es inmenso, que est all en lo alto, que
es un juez y puede traerte un mal, te acercars a l con gran miedo y angustia, como
si tuvieras que forzarle, retorcerle el brazo para que haga lo bueno que t quieres que
haga. Pero si conoces a Dios tal como es, si eres amigo suyo, entonces te acercars a
l sabiendo lo bueno que es, su gran misericordia para con nosotros. Est esperando
para demostrarnos esa misericordia.
En vuestro tiempo de oracin leed el salmo 103: "Bendice a Yahveh, alma ma, del
fondo de mi ser, su santo nombre... Manifest sus caminos a Moiss, a los hijos de
Israel sus hazaas. Clemente y compasivo es el Seor, tardo a la clera y lleno de
amor".
MOISS
En el Antiguo Testamento, al leer la historia de Moiss, vemos que cuando los
israelitas estaban luchando, mientras l mantena sus brazos en alto vencan. Qu
estaba haciendo? Como amigo de Dios estaba haciendo intercesin. Cuando comenz
a cansarse y caan sus manos, el pueblo era derrotado por el enemigo. Entonces, al
ver que era tan importante su intercesin, le dieron una roca para que se sentase y
Aarn por un lado y Jur por otro, le sostenan las manos para que no se le cayeran
(Ex 17,8 ss).
Dios est buscando hombres y mujeres en todo el mundo, ansiosos de ser como
Moiss, ansiosos de mantener sus brazos en alto, intercediendo por el pueblo. Que no
los venza el cansancio y el aburrimiento y que no dejen que sus manos se caigan, sino
que sigan haciendo intercesin. Y hasta procuren que otras personas vengan a
ayudarles a hacer intercesin.
No veis que es una gran ayuda cuando decs a vuestros hermanos: ayudadme y rezad
por esta intencin? T, s como Aarn y Jur para m. Por favor! ayudadme a
mantener mis brazos en alto por esta intencin hasta que el Seor responda. Casi
todos nos cansamos, sobre todo con esas intenciones que tenemos ms cerca de
nuestro corazn. Nos cuesta mucho comprender por qu el Seor tarda tanto en
responder. El no se retrasa voluntariamente, porque es siempre bueno y amoroso. Su
tiempo siempre es perfecto. Pero, a veces, es necesario que ocurra algo en lo

profundo de nuestro ser, mientras esperamos su respuesta. Y la gente por la que


estamos rezando tambin necesita que ocurra algo en ella. Y... va pasando el tiempo
para que eso suceda.
Cuando pensamos que el Seor se est retrasando demasiado, El sabe lo que est
haciendo. Su sabidura es infinita.
He llegado a comprender que no quiere hacer una cosa pequeita. Como es Dios,
siempre quiere hacer grandes cosas. Quiere responder a nuestra oracin que, a
menudo, es muy limitada. Quiere hacer una cosa mayor y quiere traer ms gracias a
ms y ms gente. Cuando en una familia alguien est rezando por la sanacin de una
persona amada, empiezan a pedir a los amigos, hermanos, primos..., a toda la gente
que haya su alrededor. Por favor! intercede por esta persona. Y cuanto ms gente
entre en esta intercesin, ms gente habr con su corazn dilatado por el amor. Es
como cuando se ve a un nio pequeo que est sufriendo. Con frecuencia, el Seor
est dando gracias a todos los que estn intercediendo por esa persona, por ese nio.
La gracia de la paciencia en el propio sufrimiento, de admiracin por la paciencia que
tienen los padres o los familiares del enfermo. En ese tiempo de intercesin no une
el Seor a tantas familias que estaban disgregadas? Porque en ese momento las cosas
que antes desunan a la familia, ya no son importantes. Si haba dos mujeres que
antes discutan por unas porcelanas, eso ya no tiene importancia. Es como cuando
todos se unen al ver una persona muriendo.
Como veis, cuanto ms gente se acerca a la intercesin, ms acta Dios y
probablemente, se producir una sanacin muchsimo mayor que esa pequeita que
tenamos en nuestra mente. Adems, cuando la respuesta a nuestra oracin llega,
todas esas personas pueden dar gracias a Dios.
ESTER, IMAGEN DE MARA
Me encanta la imagen de Ester que vemos en el Antiguo Testamento. Conocemos la
historia. Amn quera destruir a los judos, cautivos de los persas, porque Mardoqueo,
fiel a sus creencias, no quera postrarse ante l, y Ester, la sobrina de Mardoqueo,
haba sido elegida por el rey Asuero, que la coron como esposa.
Mardoqueo acudi a su sobrina y le pidi que intercediera por el pueblo de Israel.
Ester poda perder su vida si entraba en la presencia del rey sin que l la hubiera
llamado. Pero por el amor que tena a su pueblo, estaba decidida a perder su vida.
Hizo lo que hacen todos los intercesores. Se humill ante Dios, hizo penitencia para
asegurarse de que su corazn estaba a bien con Dios, y no haba ningn obstculo
para que su corazn fuese escuchado. Despus de orar se visti con sus mejores galas
y llena de "esplndida belleza" fue a la presencia del rey. Asuero la recibe y le dice:
aunque sea la mitad de mi reino, yo te lo dar.
La intercesin que hizo por su pueblo fue tan efectiva, que todos se salvaron y Amn
que quera destruir a los judos fue castigado por el rey.
La imagen de Ester es la imagen de un intercesor. Y lo es tambin la de Nuestra
Seora, porque Ella es la Reina que viene ante el Rey y escucha estas palabras:

"Cualquier cosa que me pidas te la conceder". Ese es el poder de un intercesor y el


poder de esa gran intercesora que es Mara. Una buena enseanza para todos nosotros
que debemos aprender intercesin.
En el Antiguo Testamento (Crnicas, 7) hay un pasaje muy importante. A nosotros,
que vivimos en Estados Unidos, se nos ha recordado mucho este pasaje,
especialmente porque vemos que nuestro pas se est volviendo cada vez ms
sombro.
Hace dos fines de semana, en la ciudad de Nueva Orleans, hubo nueve asesinatos.
Una gran desesperacin, una gran confusin, grandes luchas entre las distintas razas,
odio entre hombre y mujer, muchsimos matrimonios rotos y una terrible soledad.
Ante este panorama, como pueblo de Dios, decimos pero qu podemos hacer
nosotros ante males tan tremendos? Y el Seor nos ha llevado a este pasaje de
Crnicas, 7. Dios dice: "Si mi pueblo, sobre el cual es invocado mi nombre, se
humilla orando y buscando mi rostro y se vuelven de esos malos caminos, yo les
escuchar desde el cielo, perdonar sus pecados y revivir su pas.

CONDICIONES DE LA INTERCESIN
Entendamos sto: El Seor dice: Quiero a mi propio pueblo. Los que conocen mi
nombre, quiero que se humillen para orar, para alejarse del pecado. Quiero el
arrepentimiento de mi pueblo y entonces oir sus oraciones y tendr misericordia de
vuestro pas. Cuando hacemos intercesin, dice el Seor, no deberamos ir a la
oracin criticando a otras personas. Si oramos as: "Seor, t ves qu malos son todos
los dems, estn llenos de avaricia, de hechos perversos... y yo, que soy tan puro y
santo, vengo en su nombre...". El Seor no escucha esas oraciones. Sus odos estn
totalmente cerrados a esa oracin. Sabis por qu? Dios resiste a los orgullosos, se
pone en contra nuestra si somos orgullosos.
Y os tengo que decir sto porque estis esta noche conmigo aqu en la iglesia. No
escucha a la gente que es orgullosa. Y sta es la tentacin que podemos tener cuando
venimos a este tipo de enseanzas: darnos la enhorabuena a nosotros mismos.
Decimos: yo no soy como los dems... Ah, yo soy buensimo con mi familia, yo rezo,
yo doy dinero a la Iglesia, trabajo en un ministerio y adems soy un cristiano
buensimo. Al Seor eso no le impresiona nada en absoluto. Quizs eres todas esas
cosas que dices, pero no tienes que decrselo a Dios en tu oracin.
LA HUMILDAD
Cuando nos ponemos ante l en cualquier momento de oracin, pero especialmente
en la intercesin, la actitud que debemos tener siempre es de humildad. El Seor
encuentra que la humildad es irresistible. El Seor ve que el arrepentimiento es
irresistible para l. Los grandes intercesores, los grandes amigos de Dios, son los
humildes. Pienso en San Francisco de Ass. l poda decir: "soy un gusano, ni
siquiera soy un hombre". Y lo deca en serio, porque ante la faz de Dios que es tan
grande y tan santo, ninguna carne humana puede ser nada. En la Escritura se nos dice

que la grandeza del hombre es como basura, como tierra ante Dios. Y San Francisco
que saba de su nada y era muy humilde, era un intercesor poderossimo. Esto es una
leccin para nosotros.
COMUNIDAD DE FE
En los Evangelios encontramos otra leccin de intercesin. Pensad en el paraltico
que tena cuatro amigos que le llevaron a Jess. Nos dice el evangelio que, viendo su
fe, Jess san al hombre. Fijaos en lo que estos hombres hicieron para llevar al
paraltico a Jess. No dejaron que ningn obstculo los detuviese. No podan entrar
en la casa porque estaba demasiado llena. Hicieron un agujero en el techo y por all le
bajaron. Esto supone mucho trabajo. Ninguno de ellos poda hacerlo solo, tuvo que
ser un grupo de hombres los que le bajasen a los pies de Jess.
Cmo hacemos intercesin? Con frecuencia se forman pequeos grupos para hacer
oracin de intercesin. No hace falta que sean muchas personas.
El don de intercesin es un don que muy poca gente acoge. Se ofrece a todos
nosotros, pero muy pocos estamos dispuestos a pagar su precio, porque es un
ministerio muy escondido. No hay mucha gloria, ni tampoco espectculo en la
intercesin. Pero aunque slo sean dos personas las que se renen para orar a Jess,
hay intercesin. Lo que estas personas, aunque sean dos, tres o cuatro, pongan a los
pies de Jess, Jess lo ver. Pensad esto.
Hay muchas casas donde hay gente mayor que no puede hacer otros trabajos.
Considerad el poder de intercesin de esas personas. Necesitamos pedir intercesin a
las personas mayores y enfermas. Adems, casi todos los hombres y mujeres trabajan
y si en el trabajo encuentran solamente una persona que ore con ellos, antes del
trabajo, a la hora de comer, al final del trabajo, durante el viaje al trabajo, aunque slo
sea una persona, podis ser como los amigos del paraltico que lo pusieron a los pies
de Jess. Y Jess actuar. El no puede resistirse a esta fe que nosotros le llevamos.
Cuando dos o ms de nosotros oramos por sto, hay un gran poder.
ORAR POR LOS NUESTROS
Todos somos miembros de familias. Todo el mundo que est fuertemente tocado por
el amor del Seor quiere compartir este amor con su familia. Pero no todos en la
familia creen como ellos creen. Entonces, pedid a un amigo vuestro que ore con
vosotros para la conversin de vuestra familia. Y aunque slo encontris a un
miembro de vuestra familia que quiera orar con vosotros, hacedlo. Tal vez viva en la
misma casa, o quizs viva en otra ciudad, en otro pas, pero que est de acuerdo en
orar para interceder por vuestra familia.
Hace poco, una de mis cuadas que vive en otro Estado, me llam por telfono; yo
soy catlica y ella es protestante, pero las dos amamos a Jess. No podemos rezar el
rosario juntas pero podemos estar de acuerdo en la oracin, porque amamos a Jess.
Estbamos compartiendo la preocupacin por otra cuada nuestra que tena cncer y
hace poco se haba divorciado por segunda vez. En su felicitacin de Navidad me
escribi una nota muy triste: "Estoy trabajando muchas horas, pero no me importa,

porque no tengo ninguna otra cosa que hacer". No tiene hijos, no tiene marido, est
viendo que va a perder su casa y ha estado gravemente enferma. Mi cuada
protestante y yo nos pusimos de acuerdo por telfono para orar por ella. Yo s que el
Seor escuchar nuestra oracin. En mi propia familia, con mi madre, mi padre, mis
hermanos y hermanas, quizs hace como diez aos, empezamos una campaa de
intercesin. En un trozo de papel escrib los das de la semana. En el domingo puse:
accin de gracias. Y en los dems das el nombre de un miembro de mi familia y se lo
mand a ellos, que viven por todos los Estados Unidos y les dije: si vosotros queris,
escribid una intencin por la que queris que oremos todos. Casi todos escribieron
dos o tres intenciones especiales. Y en la parte de abajo de la hoja puse este versculo:
"Pedid y recibiris, buscad y hallaris, llamad y se os abrir".
Mi madre, hace pocos meses, me recordaba: piensa en todas las intenciones por las
que hemos orado; Dios nos ha respondido a todas ellas. Ahora estamos pensando
hacer una nueva lista con nuevas intenciones.
BAJO LA GUIA DEL ESPRITU
Quizs esto no funcione en vuestra familia, en vuestro ministerio, pero podis pedir
al Espritu Santo que os muestre, que os ensee cmo podis hacer intercesin por las
dems personas. Mencion el telfono. Tengo una amiga con un hijo enfermo y por
este motivo no poda salir de casa, pero todos los das llamaba a otra amiga suya y
oraban juntas por telfono. No tenan la libertad de salir de su casa para orar juntas
pero usando el telfono, oraban por sus intenciones y compartan la intercesin.
Pregunta al Espritu Santo cmo puedes hacer sto.
Le una cosa muy interesante sobre la intercesin de una mujer que se llamaba Corrie
Ten Boom: "El demonio se re cuando hacemos planes, y se sonre cuando trabajamos
demasiado, pero el diablo tiembla cuando oramos, especialmente cuando oramos
juntos".
El gran problema de muchas personas es que se ocupan de tantas cosas, que trabajan
demasiado para poder orar. Y es una pena. Si ests tan ocupado que no puedes rezar,
examina tu vida, organzate bien. Muchas personas se hicieron santas siendo
intercesores.
lA PERSEVERANCIA
El ejemplo ms grande que viene a m mente es la madre de San Agustn, Santa
Mnica. No creis que en los aos en que hizo intercesin dudara algunas veces de
la misericordia de Dios? Cuando ella oraba con tanto fervor para que su hijo no se
marchase y se march, Dios le dijo no a la oracin de ese da en particular para, al
final decir, s a su oracin diaria.
A veces el Seor permite que las personas por las que rezamos se alejen cada vez ms
y sufren en sus corazones, y nosotros tambin al ver que esto ocurre. Pero el Seor
nos est mirando y quiere que perseveremos tal y como nos dijo en el evangelio:
"Perseverad sin desfallecer". El oir nuestras oraciones y responder.

El rosario es una oracin muy poderosa para la intercesin. Sabis que es cierto.
Recuerdo una ta ma, que era mayor y siempre estaba con el rosario en sus manos.
Yo le deca, reza por m, reza por m. Era muy mayor entonces y responda: Te
ayudar ahora, pero despus te ayudar mucho ms. Sabis de lo que estaba
hablando? De la intercesin que hara por m cuando llegara al cielo. Esta es una
forma muy poderosa que nosotros los catlicos tenemos para hacer intercesin: pedir
a los santos y especialmente a la Virgen Santsima para que intercedan por nosotros.
LA ORACIN EN LENGUAS
Uno de los preciosos dones que hemos recibido en la Renovacin carismtica es el
don de lenguas. En el don de lenguas alabamos a Dios. Cuando nosotros no
comprendemos el por qu tenemos que orar, podemos hacer intercesin en lenguas.
Esto lo he experimentado en mi propia familia. Una noche me despert con un gran
peso y con la sensacin de que tena que orar por algo muy importante. No tena idea
por lo que deba orar, pero era tal el peso que senta, que me arrodill al lado de mi
cama y empec a orar en lenguas. Despus de un rato de oracin se me quit ese peso
de encima y me fui a dormir. Al da siguiente me enter que, a la misma hora en que
yo sent eso, mi familia haba tenido un accidente terrible de trfico y el polica que
lo vio dijo: fue un milagro que no se mataran. Dios me llam para interceder por mi
familia cuando no tena idea de lo que pasaba, y fue el momento en que yo interced
con el don de lenguas.
LA MISA Y EL NOMBRE DE JESS
En la intercesin usad el nombre de Jess. Pedid que la sangre de Jess cubra a las
personas en vuestra oracin. Y claro, durante la Misa, es el momento de entrar en la
gran intercesin de Jess. Esto es lo ms importante. Cuando miramos a nuestro
alrededor, podemos levantar nuestras manos. Cuando vemos que los problemas son
tan grandes, levantamos las manos. Dios nos dice: no levantis las manos con
desesperacin. Haced como Abraham, como Moiss, como Ester, como Mara y
Jess, levantad vuestras manos en intercesin y Dios oir y responder a vuestra
oracin. Amn. .
("Nuevo Pentecosts, n 37)

SANACIN INTERGENERACIONAL
La sanacin intergeneracional para el cristiano, es una oportunidad de reconocer y
llevar la sanacin a cosas que influyen en la familia. desde el pasado, con
repercusiones para el futuro.
La sanacin intergeneracional nos sugiere la posibilidad de que actos negativos de
nuestros antepasados puedan introducirse, de alguna forma en nuestra "sangre" y
paguen por ello las generaciones futuras.
Transformar la conexin con estas races problemticas, es lo que se trata en esta
sanacin intergeneracional.
Este material es para cristianos maduros en el ministerio de sanacin.
Cada vez se va reconociendo ms que no solo se heredan los rasgos fsicos, sino que
tambin hay que incluir los rasgos psicolgicos.
Cuntas veces omos que el mal genio o la cabezonera son un rasgo familiar?
Por ejemplo, si yo estoy siempre enfadado, mi padre tambin, y mi abuelo tambin,
ese defecto comenzara en algn momento.
Igualmente la ira, es un origen de desamor no sanado.

RESPONSABILIDAD DE REZAR POR NUESTRAS FAMILIAS.


Quisiera transcribir lo que el Padre John Hampsch C:M. F escribe sobre este tema en
su libro (Sanando tu rbol genealgico.)
"Las familias son los bloques que edifican la sociedad; como grupos bsicos
naturales sociales tienen un lugar muy especial en el plan divino de sanacin
colectiva. Porque la familia se constituye por la sagrada unin del matrimonio.
Las frecuentes bendiciones en el Antiguo Testamento sobre las familias que
reverencian a Dios se hacen patentes con signos externos tales como riqueza,
categora social e incluso salud.
Pero son mucho ms importantes las cosas internas relacionadas con la familia, como
la lealtad a Dios y a su ley
As pues cuando una familia procura vivir junta con amor desinteresado, venerando a
Dios juntos en alabanza, accin de gracia y confianza, sus mienbros estarn contentos
y en armona.
Si son negligentes o desobedientes en este terreno, ellos experimentarn el juicio de

Dios de forma negativa por la presencia de luchas domsticas, infidelidad,


discrepancias maritales, matrimonios rotos, nios recalcitrantes, discusiones,
adicciones, conflictos con la familia poltica etc.
Las siguientes generaciones pueden sufrir plenamente el juicio de Dios sobre las
acciones del colectivo de una generacin anterior
Si las siguientes generaciones eligen por voluntad propia repetir esos patrones de sus
padres o antepasados, ellos asumen la responsabilidad no slo individual sino
colectivamente de lo que se haba hecho anteriormente.
Al desobedecer o rechazar a Dios, no solo se remiten a un hecho personal sino que
transforman en un fenmeno transgeneracional.
Incluso un miembro de una familia puede ser el instrumento de Dios en la salvacin
de todos los dems en ese rbol genealgico o en familia.
Dios ofreci salvar toda la ciudad de Sodoma si se encontraba en ella diez hombres
justos(Gnesis 18.32)
No fue instrumento de salvacin para su familia (Gnesis 7,1)
El Padre Hampsch concluye que el rezar por la sanacin del rbol genealgico debe
ser motivado por un deseo de prevenir trastornos en nuestros descendientes.
CONSECUENCIAS DE LOS PECADOS DE LOS PADRES EN LOS HIJOS
SEGN LAS ESCRITURAS.
Incluimos unas breves citas de las Escrituras que hablan de la transmisin de los
efectos de los pecados de los padres a sus hijos.
Lamentaciones 5,7: "nuestros padres pecaron: ya no existen; y nosotros cargamos con
las culpas".
Ezequiel 18,2: " Los padres comieron del agraz, y los dientes de los hijos sufren
dentera". Vanse los veinte primeros versculos de Ezequiel. El 18 para una
enseanza mas profunda en esta rea..
El Padre Hampsch sugiere que esta parte de la Escritura es la base de todo proceso de
sanacin del rbol genealgico".
xodo 20,6 "Porque yo, Yavh tu Dios, soy un Dios celoso, que castigo la iniquidad
de los padres en los hijos hasta la tercera o cuarta generacin de los que me odian."
REFERENCIAS EN LAS SAGRADAS ESCRITURAS SOBRE LA BUENA
INFLUENCIA DE LOS PADRES.
Se nos recuerda en estos versculos que tenemos una responsabilidad importante
hacia nuestros descendientes para que vivan una vida santa.

xodo 20,6: "Y tengo misericordia por mil generaciones con los que me aman y
guardan mis mandamientos"Salmo 112,1,2: "Dichoso el hombre que teme a Yavh que en sus mandamientos
mucho se complace! Fuerte ser en la tierra su estirpe, bendita la raza de los hombres
rectos.".
EL INCONSCIENTE.
Definicin: En psicologa el inconsciente se defina, como: "y......todos los
determinantes del comportamiento del individuo que no sean de acceso directo a su
mente consciente." ENSEANZA DEL PSIQUIATRA SUIZO CAR YUNG (18751961)
Carl Yung se distingui por su investigacin del inconsciente y cre los trminos del
inconsciente "personal" y "colectivo".
El inconsciente "personal" est hecho de acontecimientos olvidados y recuerdos
desgraciados y reprimidos desde hace mucho tiempo, y el inconsciente "colectivo"
est formado por experiencias raciales.
Yung mantena la conviccin de que la gente tena formas profundas e inconscientes
para responder ante los hechos que ocurran en sus vidas
De ello podemos sacar las conclusiones;
1) Lo que ocurre con una persona en esta vida, y cmo responde ante los
acontecimientos de la vida, afectar a futuras generaciones.
2) Igualmente afectar todo lo que se va acumulando en nuestros inconsciente
"personal" a travs de experiencias personales de nuestros antepasados en las
distintas generaciones de la raza humana.
Por ejemplo si una mujer tiene un conflicto y no lo resuelve, entonces probablemente
pasar a sus hijos, quienes a su vez pueden pasarlo a los suyos.
Desde una perspectiva psicolgica se puede ver que hace falta un proceso de
sanacin que reparar y restablecer la raz que ha sido la causa de los daos a
generaciones anteriores.
Hay una buena cita de la escritura en este contexto que es el Salmo 103."Bendice a
Yavh alma ma, del fondo de mi ser, su santo nombre"
Lo que est en el fondo de mi ser no slo lo que ha ocurrido en m personalmente,
sino lo que ha ocurrido en mi Familia., a travs de las generaciones.
Cualquier cosa dentro de m que se niega a bendecir, necesita perdn, sanacin, u
oracin de liberacin.
Conclusin: Nosotros edificamos sobre cimiento, que es Jesucristo. Aadimos

conocimientos psicolgicos y cientficos, historia de la Iglesia, Tradicin, experiencia


humana y sentido comn. Los unimos todos y profundizamos en oracin. Entonces
descansamos un tiempo y comprobamos cmo nos sentimos.
Quiz nos ocurra como a Mara, que, por su parte guardaba estas cosas y las meditaba
en su corazn,(Lucas 2,19). Pues hagamos otro tanto.
.
ORACIN DE SANACIN INTERGENERACIONAL
ME PONGO EN PRESENCIA DE JESUCROSTO Y ME SOMETO A SU
SEORO. "ME REVISTO DE LAS ARMAS DE DIOS PARA PODER RESISTIR
LAS ACECHANZAS DEL DIABLO" (Efe. 6,10,11).
ME MANTENGO FIRME, EN PIE "CEIDA MI CINTURA CON LA VERDAD Y
REVESTIDO DE LA JUSTICIA COMO CORAZA..." (EF.6,14), "EMBRAZANDO
SIEMPRE EL ESCUDO DE LA FE, PARA PODER APAGAR CON L TODOS
LOS ENCENDIDOS DARDOS DEL MALIGNO" (EF,6,16). TOMO TAMBIN
"EL YELMO DE LA SLVACIN Y LA ESPADA DEL ESPRITU, QUE ES LA
PALABRA DE DIOS" (EF, 6,17)
EN NOMBRE DE JESUCRISTO CRUCIFICADO, MUERTO Y RESUCITADO,
YO ATO TODOS LOS ESPRITUS DEL AIRE; LA ATMSFERA, EL AGUA, EL
FUEGO, ELVIENTO, LA TIERRA, LOS ABISMOS Y EL INFIERNO. TAMBIEN
ATO LA INFLUENCIA DE CUALQUIER ALMA ERRANTE O PERDIDA QUE
PUEDA ESTAR PRESENTE, Y DE CUALQUIER EMISARIO DEL PODER
SATNICO O DE CUALQUIER REUNIN DE BRUJAS, BRUJOS O
ADORADORES DE SATN, QUE PUEDAN ESTRAR PRESENTES DE
ALGUNA FORMA PRENATURAL.
YO RECLAMO LA SANGRE DE JESS EN EL AIRE, EN LA ATMSFERA, EL
AGUA, EL FUEGO, EL VIENTO, LA TIERRA Y SUS FRUTOS QUE NOS
RODEAN; EN LOS ABISMOS Y EN EL INFIERNO
EN NOMBRE DE JESUCRISTO PROHIBO A CADA ADVERSARIO QUE HE
MENCIONADO QUE SE COMUNIQUEN ENTRE S O QUE SE AYUDEN
ENTRE S DE CUALQUIER MANERA, Y QUE NO HAGAN NINGUNA COSA,
A MENOS QUE SE LO ORDENE EN EL NOMBRE DE JESS..
EN EL NOMBRE DE JESS, SELLO CON SU SANGRE ESTE LUGAR Y A
TODOS LOS PRESENTES Y A TODA LA FAMILIA Y AMISTADES DE
AQUELLOS AQU PRESENTES Y A SUS HOGARES Y POSESIONES Y
FUENTES DE SUSTENTO. (REPETIR TRES VECES)
EN EL NOMBRE DE JESUCRISTO PROHIBO A CUALQUIER ESPRITU
PERDIDO, A BRUJOS, A GRUPOS SATNIVOS O EMISARIOS O A
CUALQUIERA DE SUS ASOCIADOS, INFERIORES, O SUPERIORES QUE ME
HAGAN DAO O SE VENGUEN EN M, EN MI FAMILIA O MIS AMISTADES,

O CAUSEN DETERIORO O PERJUDIQUEN CUALQUIER COSA QUE


POSEAMOS.
EN NOMBRE DE JESUCRISTO Y POR LOS MRITOS DE SU PRECIOSA
SANGRE ROMPO, DISUELVO CADA MALDICIN, EMBRUJO, SELLO,
HECHIZO, BRUJERA, VNCULO, TRAMPA, LAZO, ARDID, MENTIRA,
ESCOLLO, OBSTCULO, DECEPCIN, DESVIACIN O DISTRACCIN,
INFLUENCIA O CADENA ESPIRITUAL; TAMBIN CADA ENFERMEDAD DE
NUESTRO CUERPO, ALMA, MENTE, QUE PUEDA ALCANZARNOS, BIEN EN
ESTE LUGAR O A CUALQUIERA DE LAS PERSONAS, LUGARES Y COSAS
ANTES MENCIONADAS, POR CUALQUIER ESPIRITU QUE SE HAGA
PRESENTE EN NOSOTROS POR NUESTROS PROPIOS PECADOS O
EQUIVOCACIONES. (REPETIR TRES VECES)
AHORA COLOCO LA CRUZ DE HESUCRISTO ENTRE MI PERSONA Y
TODAS LAS GENERACIONES DE MI RBOL GENEALGICO Y RECLAMO
EN NOMBRE DE JESUCRISTO QUE NO HAYA COMUNICACIN DIRECTA
ENTRENINGUNA DE ESTAS GENERACIONES. TODA COMUNICACIN
DIRECTA ENTRE ESTAS GENERACIONES SE FILTRAR A TRAVS DE LA
PRECIOSA SANGRE DE JESS.
MARA INMACULADA REVSTEME DE LA LUZ, PODER Y ENERGA DE TU
FE. PADRE, POR FAVOR, ORDENA A LOS NGELES Y A LOS SANTOS QUE
ME ASISTAN. GRACIAS JESS, POR SER MI SABIDURA, MI JUSTICIA, MI
SANTIFICACIN, MI REDENCIN. YO ME RINDO AL MINISTERIO DE TU
SANTO ESPRITU, Y RECIBO CON RESPETO TU VERDADERA SANACIN
INTERGENERACIONAL.
GLORIA AL PADRE, GLORIA AL HIJO, GLORIA AL ESPRITU SANTO COMO
ERA EN UN PRINCIPIO AHORA Y SIEMPRE POR LOS SIGLOS DE LOS
SIGLOS. AMN.
(Extraido del libro "Sanacin intergeneracional" del P. Robert De Grandis, s.j.)

SANACIN
"Recorri Jess toda Galilea enseando, proclamando la Buena Nueva del Reino,
curando toda dolencia y enfermedad en el pueblo." Jesuscristo ayer, hoy y siempre. No se
ha agotado su poder sanador.

COMO SANABA EL PADRE EMILIANO TARDIF


"Yo siempre anuncio primero a Jess y reafirmo la fe. Luego, oro por la sanacin
del pecado mediante la conversin, y, slo despus, hago oracin por las
enfermedades fsicas".
Dios nos quiere no slo sanos, sino completamente sanos: del cuerpo y alma. Y
tambin en nuestras relaciones interpersonales. En ningn retiro he dejado de ver
sanaciones sensibles. Pero esto no quiere decir que todos los enfermos deban ser
sanados. Los milagros son signos del poder de Dios, que muestran que Jess est
vivo y sirven para el crecimiento de nuestra fe.
No conviene orar por sanacin sin evangelizar. No debemos comenzar a orar por
sanacin fsica de golpe, sin preocuparnos de la vida espiritual del enfermo. Si nos
dicen que est muy lejos de Dios, debemos ayudarle a que se arrepienta de sus
pecados.
El caso del paraltico a quien primero se le perdon el pecado y luego se le san,
es clsico para trabajar en este ministerio. Si el ministerio de sanacin se redujera
a la sanacin fsica, sin preocuparse de la vida de fe, no valdra la pena tener ese
carisma.
Mi mensaje? Manifestar que Jess est vivo en su Iglesia. Cada da entiendo que
lo importante no es hablar de Jess, sino dejarlo actuar con todo el poder de su
Santo Espritu. Jess vino a liberar a su pueblo del pecado, y de las consecuencias
del mismo que son la enfermedad y la muerte.
SANACIN INTERIOR
Lo ms hermoso que he encontrado en la Renovacin Carismtica es lo que se
llama "la sanacin interior". As como nuestro cuerpo es atacado por diferentes
enfermedades, tambin interiormente podemos estar enfermos de complejos,
miedos, rencores y todo tipo de inseguridades. Multitud de casos fsicos son slo
sntomas de desajustes psicolgicos que, al ser curados, desaparecen.
Si nuestros sentimientos fueron heridos, nos volvemos desconfiados. Si
recordamos que alguien nos traicion, sentimos rechazo contra todos. A veces
hemos sido defraudados en el amor, y desde entonces nuestro corazn se cierra a
toda manifestacin de cario.
Sin embargo, Jess ha venido a curar los corazones destrozados y nos ofrece un
corazn nuevo. Es maravilloso descubrir cmo el Evangelio est lleno de este tipo

MES DE OCTUBRE DEL 2003.


DOLOR Y SANACIN
Hno. Francisco Malvido
La felicidad que se nos va.
"Y vio Dios que todo lo que haba hecho estaba muy bien hecho" (Gnesis 1:31). "Y
Jess proclamaba la buena noticia de Dios: El tiempo se ha cumplido y el Reino de
Dios est cerca: convirtanse y crean en la buena noticia" (Marcos 11:14-15). Esa
buena noticia es la misma que el ngel anunci a los pastores en Beln: "No teman,
les anuncio una gran alegra: hoy les ha nacido un Salvador" (Lucas 2:11).
Sin embargo, "El mundo en que vivimos parece con frecuencia muy lejos de lo que la
fe nos asegura; las experiencias del mal y del sufrimiento, de las injusticias y de la
muerte parecen contradecir la buena nueva y pueden estremecer la fe y llegar a ser
para ella una tentacin (Catecismo de la Iglesia Catlica - 164).
La enfermedad y el sufrimiento se han contado siempre entre los problemas ms
graves que aquejan la vida humana. En la enfermedad, el hombre experimenta su
impotencia, sus lmites y su finitud. Toda enfermedad puede hacernos entrever la
muerte. La enfermedad puede conducir a la angustia, al repliegue sobre s mismo, a
veces incluso a la desesperacin y a la rebelin contra Dios. Puede tambin hacer a la
persona ms madura, ayudarla a discernir en su vida lo que no es esencial para
volverse hacia lo que lo es. Con mucha frecuencia, la enfermedad empuja a una
bsqueda de Dios, un retorno a El. (C.I.C.1500 y 1501).
San Agustn escribe en sus Confesiones: "Buscaba el origen del mal y no encontraba
solucin". Fuera de la fe, no hay soluciones, pero en la fe las encontramos.
"Por el bautismo, todos los pecados son perdonados, el pecado original y todos los
pecados personales, as como todas las penas del pecado. En efecto, en los que han
sido regenerados no permanece nada que les impida entrar en el Reino de Dios, ni el
pecado de Adn, ni el pecado personal, ni las consecuencias del pecado, la ms grave
de las cuales es la separacin de Dios.
"No obstante, en el bautizado permanecen ciertas consecuencias temporales del
pecado, como los sufrimientos, la enfermedad, la muerte o las debilidades inherentes
a la vida, como las debilidades de carcter, as como una inclinacin al pecado, lo que
se llama "concupiscencia". La concupiscencia, dejada para el combate, no puede
daar a los que no la consienten y la resisten con coraje por la gracia de Jesucristo.
Antes bien, 'el que legtimamente luchare ser coronado' (2 Timoteo 2:5)" (C.I.C.
1263 y 1264).
Dios no cre demonios; en su plan de creacin no estaba la muerte, ni el dolor, ni la
enfermedad, ni la angustia, ni el miedo, ni el odio ni la violencia.
Dios cre un ngel bueno, hermoso, inteligente y lo llam Lucifer -el que lleva luzpero, entre los dones que le dio estaba la libertad. Lucifer escogi el mal en lugar del
bien y el odio en lugar del amor. Y Lucifer se convirti en Satans.

Adn y Eva tambin fueron creados libres y a sabiendas de lo que hacan, despus de
haber recibido hermosos dones de Dios, tuvieron ms confianza en Satans que en
Dios y cometieron el primer pecado de desobediencia. Y sus descendientes siguieron
pecando y "por el pecado entr la muerte en el mundo" (Romanos 5:12) y con el
pecado entraron todos los males fsicos y espirituales que nos hacen sufrir.
Ni Lucifer ni los hombres supieron apreciar el don de la libertad; no supieron emplear
correctamente la libertad. No fue un error de Dios el darnos la libertad. Nos hizo
libres para ser "parecidos a l" (Gnesis 1:26) y poder amar, porque "Dios es amor"
(1 Juan 4:8). ! Sin libertad no puede haber amor; el amor no se puede imponer a la
fuerza.
El hombre, an el ms malo, an lleva en s algo de esa semejanza con Dios que lo
atrae hacia l, muchas veces inconscientemente, y al rechazar a Dios no puede ser
feliz, pero sigue queriendo ser feliz y, al no encontrar la felicidad en el Dios que ha
rechazado, busca la felicidad en falsos sustitutos: dinero, poder, sexo desordenado y
todos los vicios.
Ese afn de felicidad es natural a todos los hombres. Por eso deseamos sanarnos de
los males que nos quieren quitar la felicidad. Es natural tambin que, los que creen en
Dios, busquen en l esa sanacin. Ya la Biblia lo dice: "Yo, el Seor, soy que te sana"
(xodo 15:24).
La sanacin
A menudo buscamos primero sanarnos de los males fsicos y enfermedades, pero hay
tambin males espirituales que causan mayores daos y dolor: problemas
emocionales, afectivos o de la voluntad, problemas en nuestras relaciones con los
dems, obsesiones, tales como miedos, angustias, recuerdos dolorosos, odios, deseos
de venganza, sexo desordenado.
Jess no dud en atender a los enfermos sanando sus dolencias, muchas veces
haciendo milagros, pero sobre todo quera sanar los males del alma que son ms
dainos: quitar el pecado, fortalecer la fe. Por eso, al paraltico de Cafarnan le
perdona primero sus pecados antes de curar su parlisis; a algunos les pide fe antes de
curarlos: " Crees? (Mateo 8:28). Otro le contesta: "Creo, pero aumenta mi fe"
(Mateo 9:24).
El orar por los enfermos es una obra de amor muy agradable al Seor. Muchos tienen
el "don de sanacin", don que da el Espritu Santo (1 Corintios 12:9). Sentir piedad y
compasin por el que sufre puede ser una seal de que tenemos ese don, pero si no
me atrevo a orar no habr sanacin y nuestra compasin quedara estril. Tal vez me
detiene el miedo al "qu dirn" si no sucede nada. Generalmente, el que ora no i sabe
lo que va a hacer el Seor. Podemos rechazar la enfermedad como rechazamos al
demonio, pero no podemos dar rdenes a Dios; hemos de acatar lo que Dios
disponga. De cualquier forma, mi oracin no se pierde, Dios la puede aplicar de otra
manera de la que yo pensaba. Es diferente en el caso de que Dios haga saber al que
ora lo que va a hacer.
Consideraciones para los que oran.
Tal vez en la Renovacin en el Espritu, como en algunas sectas y otras religiones, a

veces falta algo de discernimiento al orar por sanacin. Vamos a ver tres casos:
A. Es posible que el enfermo "busque los milagros del Seor y no busque al Seor de
los milagros". Jess reproch a algunos por I eso: "Ustedes me buscan porque
comieron panes hasta saciarse y no porque hayan entendido las seales milagrosas"
(Juan 6:26). Por eso, antes de orar es conveniente tratar de que el enfermo tenga una
actitud correcta. No siempre se conseguir, pero hay que intentarlo y despus confiar
en el Seor que tiene su tiempo y sus caminos para obrar.
B. No tener en cuenta el valor redentor del sufrimiento. Ningn padre am a su hijo
como Dios Padre am a su Hijo y, sin embargo, le pidi que viniera a la tierra a
salvarnos, sabiendo que le costara hasta su ltima gota de sangre derramada en la
cruz. Si hubiera habido otra manera mejor de salvarnos, la hubiera escogido, pues
para l nada es imposible. Jess acept y nos redimi con su pasin dolorosa.
Pero, adems, "Jess ofrece a los hombres la posibilidad de que, en la forma de Dios
slo conocida, se asocien a este misterio pascual de salvacin" (Vaticano II Gaudium et Spes 225). Mara fue la primera en asociarse a su Hijo en su dolor y por
eso es "Corredentora". Y Jess sigue invitando a algunos a "tomar su cruz y seguirle"
(Mateo 16:24) porque l "sufri por nosotros dejndonos ejemplo para que sigamos
sus huellas" (1 Pedro 2:21) (Ver C.I.C. No.618).
Los hombres pueden entrar libremente en el plan divino no slo por sus acciones y
sus oraciones, sino tambin por sus sufrimientos. Entonces llegan a ser plenamente
"colaboradores de Dios y de su Reino" (1 Corintios 3:9 y Colosenses 4:11) (C.I.C.
307).
A veces encontraremos enfermos a quienes Jess ofrece el privilegio de asociarse a l
en su obra redentora. Los reconoceremos por la paz que brota de ellos al aceptar y
unir su dolor al de Cristo. Podemos orar por ellos, pero diciendo en alguna forma que
"damos gracias a Dios por aceptar el dolor de... unido a los de Cristo y Mara"
"pedimos fortaleza para sobrellevar sus sufrimientos" y "pedimos su curacin o
liberacin cuando sea la voluntad divina".
Como ejemplo: A Patricia Devlin, ciega de nacimiento, que ha recibido la gracia de
hablar con sus ngeles, el Seor le pide a veces que "si quiere" acepte un sufrimiento
por un alma en peligro de condenarse. Cuando ella acepta, recibe un dolor intenso en
alguna parte de su cuerpo, a veces tambin siente una gran angustia. Generalmente
dura unas horas y todo se va como vino sin dejar consecuencias. Su ngel custodio le
dice a veces que esa alma se salv, pero hay algunas que no aceptan la gracia y se
condenan. Ella tiene un Master en Psicologa de la Universidad St. Paul Minnesota y
trabaja en Lubbock, Texas, como , consejera matrimonial. Ha sufrido mucho y ha
tenido muchas experiencias sobrenaturales que por obediencia narra en su libro "The
Light of Love" (1995-1998 Queenship Publishing, P.O.Box 42028, Santa Brbara,
CA 93140 2028. Est traducido al espaol; misma direccin).
C. Las enfermedades corporales se ven y su curacin puede ser comprobada ms
fcilmente. Las enfermedades del alma se ocultan muchas veces y son ms dainas. A
veces pueden ser obstculo para llevar una vida cristiana. Diremos algo sobre algunas

que son ms frecuentes.


El miedo. La primera consecuencia del pecado de Adn y Eva fue el miedo: "Te o
andar por el jardn y tuve miedo porque estoy desnudo, por eso me escond" (Gnesis
3:10). En Gnesis 3:7 dice que despus de pecar "se les abrieron los ojos". Sentirse
desnudo es verse como uno es, lo que muchas veces da miedo. Cuando abrimos los
ojos a lo que hemos hecho, o a lo que nos rodea, es natural que sintamos miedo. El
miedo tiene un efecto destructor que el demonio aprovecha para llevarnos a
desconfiar de Dios. Si no resistimos a la tentacin caemos en un pecado que ofende a
Dios por creer que no es bueno ni misericordioso.
Por eso, en la Biblia, Dios nos dice muchas veces que no tengamos miedo: "Busqu
al Seor y me libr de todos mis temores... Los que buscan al Seor no carecen de
nada" (Salmo 33:5y11). "El Seor es mi Pastor, nada me falta... ningn mal temer..."
(Salmo 22: 1 y 4). La condicin es clara: buscar y seguir al Seor. Entonces podr
decir: "En Dios confo y ya no temo, qu podr hacerme un hombre?" Salmo5:12).
En los Evangelios, Dios, por medio de un ngel, le dice a Zacaras, a Mara, a los
pastores, a Jos, a las mujeres que van al sepulcro despus de la resurreccin: "No
tengan miedo" (Lucas 1:12, 1:29, 2:10 y Mateo 1:20 y 28:5) y Jess le dice lo mismo
a sus discpulos (Mateo 8.26, 10:31, 14:27, 28:10; Lucas 12.4, 12: 32). Tanta
insistencia nos hace ver lo frecuente que es el miedo y la necesidad de curarlo. El
remedio es aumentar nuestra fe y creer de verdad que Dios nos ama, no porque
seamos buenos sino porque l es bueno.
A veces el miedo viene de recuerdos dolorosos, tal vez inconscientes, y que Dios
puede revelar al que ora. El enfermo puede librarse de los malos efectos de esos
recuerdos volviendo a ver esa situacin desde los ojos de Dios. Ver cmo Dios, en ese
momento no lo abandonaba y lo segua amando.
Las obsesiones son impulsos muy fuertes provocados muchas veces por el demonio,
hacia algn vicio: odio, venganza, sexo, violencia. Tambin el miedo puede
convertirse en obsesin. Cuando la obsesin proviene del demonio puede necesitarse
un exorcismo, aunque no siempre es necesario un exorcismo formal hecho por un
sacerdote, puede bastar el exorcismo privado hecho por el que ora.
Es posible que el que sufre de estos males no quiera hablar ante un grupo de sus
problemas. Hay que respetar su deseo de privacidad, como se hace en la confesin. El
que dirige la oracin puede atenderlo privadamente y, si tiene un equipo, lo cual es de
desear, pedirle al equipo que se ponga en oracin mientras l ora por el enfermo.
Conclusin
Es posible orar uno mismo por su propia sanacin si sabe cmo hacerlo. Si no obtiene
resultados es conveniente pedir ayuda a quien sepa. El pedir ayuda es ya un acto de
humildad que Dios recompensa.
Uno puede orar slo por otro, pero siempre se recomienda la comunidad, un equipo
de oracin que ore por los enfermos. Jess nos dice: "Si dos de ustedes se ponen de
acuerdo aqu en la tierra para pedir algo en oracin, mi Padre que est en el cielo se
lo dar, porque donde dos o tres se renen en mi nombre, all estoy yo en medio de

ellos" (Mateo 18:19-20).


Es muy bueno que el equipo que va a orar por un enfermo se rena antes para
ponerse en manos de Dios y hacer que el Espritu Santo los gue en su oracin y
tambin acudir a la Santsima Virgen, Madre de los Dolores, para que acompae al
enfermo que sufre y lo prepare a recibir la sanacin aceptando plenamente la
voluntad de Dios.
(Alabanza, n 162)

SANACIN DEL ODIO


Mons. Uribe Jaramillo
S. Pablo escribe a los Efesios: "Mas ahora en Cristo Jess, vosotros los que en otro
tiempo estabais lejos habis llegado a estar cerca por la Sangre de Cristo, porque
l es nuestra paz. El que de dos pueblos hizo uno, derribando el muro que los
separaba, la enemistad, anulando en su carne la ley de los mandamientos con sus
preceptos, para crear en S mismo de los dos un solo hombre nuevo, haciendo la
paz, y reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo por medio de la cruz, dando
en S mismo muerte al odio. Vino a anunciar la paz, paz a vosotros que estabais
lejos y paz a los que estaban cerca, porque por l unos y otros tenemos acceso al
Padre en un mismo Espritu".
Seor Jess, T eres la paz, T eres nuestra paz, T eres nuestro Salvador. T quitas
nuestros pecados y nos devuelves la paz que habamos perdido. Estamos enfermos
interiormente, tenemos un corazn lacerado, por eso Seor nos acercamos a Ti con fe
para pedirte que nos cures interiormente, para que destruyas el odio que hay en
nosotros, para que alejes todos los temores que nos enferman, para que quites toda
dolencia de nuestro corazn. Gracias, Seor, por tu amor. Bendito seas, Seor!
La sanacin interior es, sin duda, uno de los temas que ms interesa en la Renovacin
Espiritual Carismtica. Espero que la exposicin que se har a continuacin sea til a
muchas personas que quiz no han tenido la experiencia amorosa. de Dios en sus
vidas, porque carecen de esta curacin interior que l quiere realizar actualmente en
cada uno de nosotros.
Este es un tema que encuentro cada vez ms importante y ms prctico. Muchas
veces no disfrutamos de este gozo del Seor, de la alegra del Espritu, del amor y de
la accin de Dios en nuestras vidas porque estamos muy enfermos interiormente. Esta
realidad de nuestra enfermedad interior sera un desastre contemplarla si no nos
encontrsemos con la realidad de la salvacin integral de Cristo. Recordemos las
palabras de los ngeles o del ngel que habla en nombre de Dios a los pastores el da
de Navidad: "Os anuncio un gozo muy grande que lo es para todo el pueblo: hoy os
ha nacido vuestro Salvador". Pero esta palabra "Salvador" queda a veces para
nosotros como en el aire y no caemos en la cuenta de que es algo concreto, algo que

abarca toda nuestra persona y toda nuestra vida.


Pablo VI, durante el Ao Santo celebr una Eucarista por los enfermos en la Plaza de
S. Pedro y all pronunci una homila muy interesante en la cual nos record que
"Cristo es el Salvador del hombre y el Salvador de todos los hombres". Esa fue la
idea expresada ya por S. Atanasio hace ya muchos siglos. Dice este Santo Padre:
"Nuestro Salvador fue verdaderamente hombre y de l ha conseguido la salvacin
toda la humanidad y de ninguna forma es ficticia nuestra salvacin. Y no solo la del
cuerpo, sino que la salvacin de todo el hombre, es decir, alma y cuerpo,. se ha
realizado en Aquel que es la Palabra." La salvacin del Seor se extiende a toda
nuestra persona, a nuestro espritu, a nuestra alma, a nuestro cuerpo, a nuestro mundo
emocional.
Muchas veces en nuestro ministerio sacerdotal no comunicamos la salvacin de
Cristo a la enfermedad de las emociones, a la enfermedad mental, al mundo interior
enfermo, porque creemos -al menos en la prctica- que la salvacin se limita a que el
Seor nos de la gracia en el Bautismo, nos la devuelva por el Sacramento de la
Reconciliacin, nos conceda la gracia de morir unidos a l y entrar as al cielo. Esto
es lo principal, pero no olvidemos que la realidad de la permanencia de Cristo acta
en nuestra vida toda. Dios no est limitado por el tiempo, el tiempo es la duracin
sucesiva de las cosas y en Dios no hay sucesin, por eso "Cristo que es Dios
verdadero es el mismo ayer, hoy y por los siglos". Nos hacemos a veces a la idea de
un Cristo que tiene veinte siglos de muerto y resucitado pero sin que esa resurreccin
se convierta en una realidad concreta en nuestras vidas. Olvidamos que l hoy sana,
como san entonces, que lo que l hizo hace veinte siglos lo realiza ahora y lo
efectuar dentro de muchos siglos porque es el mismo.
Una de las cosas que encuentro ms importantes en la Renovacin es sta: cmo el
Espritu del Seor nos est colocando frente a un Cristo concreto y maravilloso que
acta como Salvador en nosotros. Nos acerca a Cristo, no solamente en la mente, sino
en el corazn y en la vida. Y cuando el sacerdote y la religiosa descubren esto, el
ministerio encuentra una proyeccin nueva, muestra una inmensidad cada da
creciente, porque uno empieza a experimentar en su persona la realidad de la
salvacin integral de Jess y se convierte entonces en ministro de salvacin de Cristo,
pero de una manera concreta, en todo el hombre y en todos los hombres.
Este es el tema en el cual estamos reflexionando ahora con la gracia del Seor. La
sanacin interior que realiza Cristo abarca muchas reas: l viene como Salvador
ante todo del pecado y la sanacin interior tiene que comenzar por la conversin. A
veces se olvida este aspecto y se habla de otras reas muy importantes de la sanacin
interior, pero sin mucho provecho porque no se parte de lo fundamental.
La PRIMERA sanacin que Cristo hace en nosotros es la de la CONVERSIN.
Recordemos algo que es muy importante tener presente cuando se trata este asunto.
Cuando S. Marcos nos habla del comienzo del Evangelio del Seor, nos dice lo
siguiente: "Despus que Juan fue preso, march Jess a Galilea y proclamaba la
Buena Nueva de Dios: el tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios est cerca.
Convertos y creed en la Buena Noticia".

La primera preocupacin de Cristo cuando comienza su ministerio es proclamar la


Buena Nueva de la Salvacin. Hay un Salvador, pero para que el hombre pueda
recibir esta Buena Noticia de la Salvacin tiene que dar un paso hacia l, el de la
conversin; tiene que volverse hacia ese Seor que es el Salvador para que pueda
recibir su palabra y su consuelo, para que pueda enriquecerse con su gracia, para que
pueda llenarse de su Vida. Si ese hombre contina con su mirada puesta en los dolos,
con su mirada en algo distinto de Cristo, no podr recibir el beneficio de la salvacin
del Seor. Por eso, Cristo lo llama por su nombre. Es maravilloso saber, como dice el
Salmo, "Dios llama a cada estrella por su nombre y Dios conoce y pronuncia los
nuestros". Para el Seor no somos masa, no somos "cosas", somos personas,
integramos su pueblo, pero como personas. l sabe quin es cada uno de nosotros y
todos preocupamos al Seor. l nos llama por nuestro nombre para que nos volvamos
hacia l. Esa es la CONVERSIN: dejar el pecado, dejar de mirar el dolo, para
contemplar el rostro del Seor, para embriagamos con la belleza de ese rostro, como
dir el Salmo, eso es lo que quiere el Seor, que nos encontremos con l, que
dejemos todo para abrazarlo a l.
La CONVERSIN tiene que partir del reconocimiento de la realidad del pecado y de
la santidad de Dios. Cuando Juan Bautista seala a Cristo, dice: "He aqu el Cordero
de Dios, que quita el pecado del mundo". No dice nicamente que perdona, sino que
QUITA EL PECADO. Para Juan Bautista, la presencia de Cristo era necesaria como
Salvador del pecado, porque Juan Bautista haba dedicado su ministerio tambin a
llamar a la conversin, "a allanar los caminos" para que pudiese llegar el Salvador.
Pero fijmonos en una realidad que ojal la reconozcamos delante del Seor: una de
las grandes calamidades de esta poca ha sido el empeo que hemos puesto. a veces
los. mismos sacerdotes. para hacer creer a los dems que no hay pecado o para
quitarle toda importancia. Esta ha sido la gran calamidad de esta poca. Haber
buscado, inclusive, en la Psicologa y en una Moral de Situacin razones para excluir
el pecado de la vida, pero no dejamos de ser pecadores por eso. Esto es lo que
dificulta nuestra conversin, porque no nos convertiremos al Seor si no nos
sentimos pecadores y esta realidad dolorosa es la que nos tiene tan enfermos.
Cuando una persona se deja conducir por el Espritu del Seor empieza a reconocer
-y esta es una gracia muy grande- su realidad de pecador. Empieza a reconocer que el
pecado le aleja de Dios y esta es una de las mayores gracias del Seor, la de sentimos
pecadores. RECORDEMOS LA PARBOLA DEL FARISEO Y DEL PUBLlCANO.
El fariseo estaba pensando y argumentando as, buscaba las mismas excusas que se
presentan ahora: "Gracias Seor, porque no soy como los dems hombres". Aquel
fariseo no se reconoca pecador, empieza a recorrer las buenas obras que ha hecho:
ayuna varias veces a la semana, da limosna, guarda la ley y ese hombre, con esto
mismo, est pecando por orgullo, es - el soberbio que se siente maravilloso delante de
Dios. De ste nos dice el Seor que "volvi pecador a su casa". Est cerca del altar y,
sin embargo, no est cerca de Dios. Pero en la puerta hay un pobre publicano que
empieza a pedir perdn a Dios: "apidate de m porque soy un pecador", ste vuelve
justificado a su casa.
No temamos pues encontramos con la realidad del pecado. Es una de las grandes
gracias que necesitamos. No se trata de complejo de culpa, esto es un mal, sino de la

realidad de que somos pecadores. As como cuando la luz entra en una habitacin
comienza a mostramos toda la suciedad que hay en ella, vemos el polvo en el rayo de
luz y empiezan a aparecer las manchas y las cosas feas, este es un beneficio. Cuando
uno est en la habitacin oscura cree que no hay nada sucio, nada podrido, nada
malo. Si el Espritu del Seor va proyectando su luz sobre nuestra alma, en nuestro
corazn, en nuestro interior, y nos va mostrando lo malo que hay en nosotros, nos
concede un gran favor porque ese es ya un comienzo de sanacin interior. Y no
hagamos el mal tan grande a los dems de dejarlos tranquilos en una vida de vicio,
dicindoles que "eso no tiene ninguna importancia, que eso es propio de la poca".
No se trata de formar personas escrupulosas, pero se trata de formar cristianos. El
cristiano tiene que ser el gran inconforme frente al pecado y el cristiano nunca se
puede sentir tranquilo cuando ha cometido la falta. El cristiano siempre tiene que
buscar el perdn del Seor, la purificacin de Cristo. El grito del cristiano es el que
pronuncia en la Eucarista: "Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten
piedad de m. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, dame tu paz". Y esta
paz que nos comunica Cristo cuando perdona nuestros pecados es la que nos va
sanando progresivamente.
Pero no podemos disfrutar de la paz del Seor mientras no rompamos definitivamente
con el pecado. Me convenzo cada da ms de que esta Renovacin espiritual, que es
ms seria de lo que nos imaginamos, encuentra resistencia en muchas personas por
las exigencias que impone. Si no pidiera tanto. se recibira y se aceptara muy
fcilmente. pero como la Renovacin es CAMBIO DE VIDA, exige CAMBIO DE
CRITERIOS y CAMBIO DE ACTITUDES, CAMBIO DE MOTIVACIONES POR
TODO LO QUE SEA EVANGLlCO, ES POR TANTO MUY DIFCIL E
INCOMODA MUCHO. El que entra en la Renovacin se complica la vida. S, SE
LA COMPLICA, es verdad. Se la complica porque comienza a descubrir la realidad
del pecado, se la complica porque el Seor empieza a pedirle que "deje esto" y "que
haga aquello". Y el Espritu del Seor es muy exigente. Se complica la vida pastoral,
porque el trabajo aumenta despus. El sacerdote que antes de la Renovacin tena
tiempo para muchas cosas, ahora carece de l para atender debidamente a todas las
personas que buscan en l a Cristo y que demandan especialmente sanacin interior.
No creamos que la Renovacin es una lotera para llevamos a una vida fcil, no, la
vida del cristiano nunca ser fcil. La vida de los cristianos en los Hechos de los
Apstoles no fue fcil. S. Pablo escribir con razn: "Los que son de Cristo
crucifican su cuerpo con sus vicios y sus concupiscencias". El cristiano tiene que ser
siempre un crucificado, tiene que decir tambin con Pablo: "Estoy clavado con Cristo
en la cruz".
El Seor nos haba dicho: "Si alguno quiere venir en pos de M, niguese a s mismo,
tome su cruz todos los das y sgame". Recuperaremos la salud interior en la medida
en que le pidamos al Seor perdn por nuestros pecados. en la medida en que
descubramos con la luz del Espritu todo lo que hay de malo en nosotros y lo
pongamos delante de la Sangre sacerdotal de Cristo para que Ella lo purifique
totalmente. La Sangre de Cristo nos lava de todo pecado. Pero si dejamos esto a un
lado y entramos por otro aspecto de la sanacin interior, estamos fallando por la base.
Por eso, "Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, danos la paz". La paz de
Cristo, tu paz Seor, la que nadie puede dar sino T. Esa paz tuya, Seor, que como

dice S. Pablo: "supera todo lo que pueden dar los sentidos", esa paz que exige el
arrepentimiento del pecado, esa paz que es fruto precisamente de romper los dolos,
esa paz, Seor, que tanto necesitamos y que es la que va realizando nuestra curacin
interior.
Para fortuna nuestra, contamos con el amor del Seor que nos purifica de todas
nuestras miserias. El profeta Ezequiel tiene esta maravillosa profeca:
"Os rociar con agua pura y quedaris purificados de todas vuestras manchas y de
todos vuestros dolos os purificar y os dar un corazn nuevo. Infundir en vosotros
un espritu nuevo. Quitar de vuestra carne el corazn de piedra y os dar un corazn
de carne. Infundir mi Espritu en vosotros y har que os conduzcis segn mis
preceptos y observis y practiquis mis normas. Habitaris la tierra que Yo di a
vuestros padres, vosotros seris mi pueblo y Yo ser vuestro Dios".
Pero la sanacin interior no se limita al campo del pecado, abarca tambin ese mundo
enfermo que es la consecuencia del pecado. La Psicologa nos ha ido mostrando cada
da ms la realidad de ese mundo interior del subconsciente en donde se han ido
acumulando el odio, el miedo, los resentimientos, los complejos de distinta ndole.
Todo ese mundo del subconsciente que es como un stano en el cual nosotros vamos
arrojando cosas penosas, duras, con el deseo de que desaparezcan, pero que quedan
all con toda su fuerza destructora y que vienen a convertirse en una especie de
volcn que estalla cuando menos lo pensamos. Que aparece en actitudes, en
manifestaciones de conducta y an en enfermedades corporales.
La medicina psicosomtica avanza precisamente en esa lnea. Ha comprobado cmo
muchas de las enfermedades del cuerpo como, por ejemplo, varios tipos de artritis,
muchas lceras, eczemas, asmas, dolores de cabeza a veces incurables, tienen una
causa que se llama ENFERMEDAD INTERIOR: acumulacin de odio, de miedo, de
rechazos..., todo eso que no se puede expresar a veces d otra manera, que se tiene
reprimido, busca su escape afectando al cuerpo porque est enferma la mente, porque
no est sano el corazn.
El trmino bblico "corazn" significa todo el mundo de las emociones y por eso la
medicina no puede calmar ni curar estas enfermedades. Vemos, por ejemplo, cmo la
artritis es incurable. La persona tiene pocas menos agudas, pero la enfermedad
permanece y lo mismo sucede con ciertos asmticos; cuando esta enfermedad es
efecto de una represin interior, estos enfermos tienen sus das mejores, pero el asma
permanece. A qu se debe todo esto? A que una nueva emocin viene a producir una
nueva reaccin y aparece entonces la dolencia que, aparentemente, haba terminado.
A veces, se agravan las enfermedades, por qu? porque el mdico apenas ha atacado
los sntomas, no ha destruido la causa. Solamente cuando sta se quite, desaparecer
el efecto.
Estamos viendo ahora cmo la gente que est buscando y encontrando la sanacin
interior, est hallando tambin, como reflejo y como consecuencia muchas veces la
misma salud corporal, pero lo grave es la repercusin que todo este mundo enfermo
tiene en nuestra conducta: tantas actitudes agresivas, tantas situaciones de descontrol
que uno no quisiera tener y que ha prometido no volver a repetir, todo eso se vuelve a

presentar por qu? porque. no ha sido sanado an el mundo interior enfermo.


Podemos separar dos cosas para que nos orientemos un poco en esta sanacin
interior. La primera sera la sanacin de los recuerdos dolorosos y luego la sanacin
de las emociones enfermas. SANACION DE RECUERDOS DOLOROSOS Y
SANACION DE EMOCIONES ENFERMAS. Dos puntos importantsimos.
Recomiendo para este estudio de todo el mundo interior enfermo, el libro que
publicaron dos psiquiatras americanos, el Dr. Parker y el Dr. Jhons, tiene como ttulo:
"La psicoterapia en la oracin". Es un estudio que ellos como cientficos quisieron
hacer para ver si la oracin sanaba o no las dolencias de la mente, estos problemas
psicolgicos. Hicieron un test y luego una experiencia con treinta personas y llegaron
a la conclusin de que por medio de la oracin en grupo se obtenan mayor nmero
de curaciones y con ms profundidad. Estos especialistas demuestran qu es lo que
enferma a la persona, lo que ellos llaman "los cuatro demonios principales", en
trminos psicolgicos: el demonio del ODIO, el demonio del MIEDO, el demonio del
COMPLEJO DE CULPA Y el demonio de los COMPLEJOS DE INFERIORIDAD.
Dan una prueba cientfica de la repercusin de estas enfermedades interiores en la
conducta y an en la salud corporal.
La mayor importancia la dan, claro est, al ODIO. Voy a referirme a ! porque
nosotros estamos todos enfermos interiormente, unos ms y otros menos, de odio.
Porque ninguno de nosotros ha recibido todo el amor a que tena derecho y que
anhelaba desde el momento de la concepcin. El plan de Dios ha sido el de creamos a
imagen y semejanza suya. Recordemos cmo en el Gnesis, cuando Dios va a crear al
hombre dice: "Hagmoslo a nuestra imagen y semejanza". La explicacin de estas
palabras est en parte en el hecho de nuestro ser espiritual, de nuestra alma. Por
nuestro espritu nos asemejamos a Dios que es Espritu, por este aspecto podemos
decir que hemos sido hechos a imagen y semejanza de Dios. Esto es cierto, pero es
solo una parte. Cuando Dios dijo: "Voy a hacer al hombre a imagen y semejanza ma"
quiso decir algo maravilloso. Dios es Amor y quiso que el hombre y la mujer se
asemejasen a l, porque tenan la vocacin de amar y de ser amados. Dios ama y es
amado. Y en la medida en que el hombre crezca en el amor, en esa medida se
asemejar a Dios que es el Amor infinito, y nosotros nos asemejamos al Seor y
recuperamos la sanacin interior en la medida en que crezca el amor del Seor en
nuestros corazones.
A la vez, nos enfermamos en la medida en que carecemos de amor, en la medida en
que el amor nos falte, y esa ha sido la realidad nuestra: que muchas veces la tragedia,
el trauma, ha empezado en una concepcin que no era deseada. Cuntas veces la
madre no quera tener un hijo porque se senta enferma o porque ya tena muchos, o
por toda esa propaganda de la poca moderna del lujo, de la sociedad de consumo...!
Por una causa o por otra, pero aquella mujer que queda embarazada sin querer tener
un hijo lo est rechazando desde el primer momento y ese rechazo est repercutiendo
ya en el cerebro ya de ese nio, lo est traumatizando, lo est enfermando
interiormente.
Cientficamente se ha comprobado cmo las reacciones de la madre, desde la
concepcin del nio, estn repercutiendo en l. Lo que llaman los psiclogos "las

caricias positivas. o "los toques negativos", unos para bien y otros para mal.
Muchas veces viene un embarazo en el cual la madre por enfermedad, por cansancio,
porque el marido no tiene trabajo, porque es un borracho, por lo que se quiera, est
llevando con disgusto a ese nio. Puede ser una madre cristiana, inclusive. No desea
abortar, pero lo lleva con cansancio, con disgusto, no quiere tener a ese nio. Todo
esto enferma a esta persona. Ese nio no est recibiendo la ternura, el amor, la
acogida del seno materno.
El Seor quiso crear al hombre "a su imagen y semejanza" y por eso determin que la
vida humana empezase con el acto de amor ms grande que puede darse entre el
hombre y la mujer, la unin ntima matrimonial. Es como fruto de la mayor expresin
de amor de dos esposos como tiene comienzo la vida humana en el plan de Dios,
porque lo hizo "a imagen y semejanza suya" y Dios es Amor. Y cuando ese amor
empieza a faltar en la concepcin, en el seno materno, el nio va enfermando, va
adquiriendo traumas que tendrn despus terribles consecuencias.
Muchas veces el trauma se recibe tambin en el momento mismo del nacimiento, es
un parto doloroso, difcil, y despus empieza el nio a mostrar las consecuencias, a
manifestar su enfermedad, porque tampoco a veces en los brazos de la madre no
recibe todo el afecto que necesita, porque fue creado "a imagen y semejanza de Dios"
que es Amor para recibir amor, a fin de poder despus dar amor y en esta etapa l no
puede dar amor, tiene que recibirlo, y muchas veces lo que est recibiendo es rechazo
voluntario o involuntario. No digamos que est pecando esa madre o que est
faltando ese padre, pero esa madre -por ejemplo- pobre, que tiene que ir a trabajar,
que tiene que dejara su nio solo, encerrado en un cuarto o a cargo de una vecina, ese
nio que no est recibiendo el amor de la madre..., ser un enfermo en su interior.
Ella tiene que irse a trabajar, pero las consecuencias para el nio permanecern. Es un
nio que crece sin afecto, sin amor, y ser el agresivo del maana. Crece en un
ambiente donde el padre no tiene cario; puede ser que el padre cumpla, como se
dice, con el deber, que lleve lo necesario, pero no da afecto y' cuando ese nio
despus recuerde a su padre tendr que decir con pena: "Nunca tuvo una caricia para
m, nunca una muestra de amor, nunca me abraz, nicamente escuch de l palabras
duras: haz esto, no hagas aquello, no molestes, vete, djame tranquilo...". Peor an si
ese padre es un borracho, viene entonces la tragedia, el mal trato a la madre que
impacta al nio y el mal trato al nio. No nos extraemos, pues, de' que haya tanta
cosa dolorosa, lo raro es que no haya ms.
Estamos frente a una humanidad enferma porque no ha recibido amor, porque le ha
faltado mucho cario y esto en los primeros aos de la vida, que son los decisivos
para todo hombre. Todo el amor que falte en los primeros aos estallar despus en
odio. Odio es lo que queda en nosotros cuantas veces no recibimos el amor que
necesitamos y que esperamos. Los primeros aos de nuestra existencia influyen
definitivamente en toda nuestra vida. Si hemos acumulado odio en esa poca,
estallar ms tarde. Cundo? No lo sabemos, pero estallar. Tal vez nos
enfermaremos corporalmente o tendremos una conducta enferma, una conducta
enferma que es peor todava que un organismo enfermo.
Y si seguimos con la vida de la persona, encontraremos cmo despus en la escuela

vamos a tener el rechazo muchas veces con determinado profesor, con determinados
compaeros, y el problema crecer. Crecer despus en el Seminario, en el
Noviciado, en la vida de trabajo. El rechazo que hemos ido recibiendo de talo cual
persona se ir acumulando en nosotros como odio. Pero esta visin sera tremenda y
es la que nos presentan los psiclogos, si no tuvisemos ilusin, si no contsemos con
el amor infinito del Seor.
Cuando Jess naci en Beln, encontr un mundo dominado por la violencia, el
resentimiento, la guerra y la esclavitud. Por eso, vino a ofrecerles su paz. Esta palabra
bendita fue el canto de los ngeles en esa noche maravillosa: "Gloria a Dios en las
alturas, paz en la tierra a los hombres de buena voluntad!" A lo largo de su ministerio,
el Salvador prodig este regalo de su paz y san muchos corazones heridos por el
odio.
Un caso maravilloso es la sanacin del odio racial que Jess efecta en el corazn de
la Samaritana. En su tiempo, como ahora, exista el odio racial. Los judos y los
samaritanos no se trataban, nos dice S. Juan en su Evangelio. Este odio racial
impedir que la Samaritana obsequie a Jess el poco de agua que le pide: " Cmo t
siendo judo me pides de beber a m que soy samaritana?" Pero Jess no odiaba a los
samaritanos, los amaba como amaba a sus hermanos los judos. Por eso, no reacciona
con agresividad ni dureza contra esta mujer despectiva, al contrario, ofrece el agua
del Espritu a quien le niega la del pozo. Jess le respondi: "Si conocieras el DON
de Dios y quin es el que te dice 'dame de beber', t le habras pedido a l y l te
habra dado agua viva!". Jess puede decir esto porque interiormente estaba sano. A
lo largo de un dilogo lleno de amor divino, Jess va sanando el odio de esta mujer,
que termina dejando su cntaro a los pies de Jess, mientras corre hasta la ciudad' y
dice a la gente: "Venid a ver un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho". Y
habl con tanto entusiasmo de Jess que muchos samaritanos de aquella ciudad
creyeron en l por las palabras de la mujer. Le rogaron que se quedara con ellos y se
qued all dos das y fueron muchos los que creyeron por sus palabras. Todo esto
porque el amor de Cristo san el odio racial de aquella mujer y de sus compatriotas.
La sanacin del odio que separaba a dos pueblos y que solo pudo ser efectuada por
Jess, est sintetizada admirablemente por S. Pablo en su carta a los Efesios; con
estas palabras:
"Pues Cristo es nuestra paz que hizo de los dos pueblos uno, derribando el muro que
los separaba, la enemistad, anulando en su carne la ley de los mandamientos con sus
preceptos... haciendo la paz y reconciliar con Dios en un solo Cuerpo por medio de la
cruz, dando en S mismo muerte a la enemistad.
Vino a anunciar la paz. Paz a vosotros que estabais lejos y paz a vosotros los que
estaban cerca, pues por l unos y otros tenemos acceso al Padre en un mismo
Espritu".
El mundo actual est destrozado por odios personales, nacionales y raciales y este
odio ha llegado hasta el deporte y las manifestaciones de la cultura. Todos los
esfuerzos de las Naciones Unidas y las Conferencias de paz han sido intiles y lo
sern mientras no las anime el Espritu del Seor. Solamente Jess es capaz de
derribar los muros que separan a los pueblos y de dar muerte alodio con su infinita

paz.
Otro caso conmovedor es el de la sanacin del corazn destrozado de PEDRO. Si
hubo un corazn herido por el dolor fue el de Pedro despus de su triple negacin de
Cristo durante la Pasin. Pedro amaba a Jess sinceramente. No era un farsante
cuando dijo: "Aunque todos se escandalicen de Ti, yo jams me escandalizara". Ni
cuando aadi: "Aunque tenga que morir contigo no te negar". Horas despus y
frente a unas siervas dijo repetidas veces: "No conozco a ese hombre". Empez l a
maldecir y a jurar: "No conozco a ese hombre", pero afortunadamente estaba frente a
Jess que no se arrepiente de amamos y que es la bondad infinita. l estaba listo a
perdonar a su apstol infiel y, ms an, a sanarlo interiormente. "Vuelto el Seor,
mir a Pedro y Pedro se acord de las palabras del Seor cuando le dijo: "Antes de
que el gallo cante, me negars tres veces., y saliendo fuera llor amargamente. Es lo
que nos dice S. Lucas en su Evangelio.
Sanacin interior de Jos, en el A.T.:
"... Al terminar este llanto, Jos dice a sus hermanos: "Yo soy Jos, vive an mi
padre?" Sus hermanos no podan contestarle porque se haban quedado atnitos ante
l. Jos dijo a sus hermanos: "Vamos!, acercaos a m!" Se acercaron y l continu:
"Yo soy vuestro hermano Jos a quien vendisteis a los egipcios. Ahora bien, no os d
enojo el haberme vendido ac, pues para salvar vidas me envi Dios delante de
vosotros, porque con este van ya dos aos de hambre sobre la tierra y an quedan
cinco aos en que no habr arada ni siega. Dios me ha enviado delante de vosotros
para que podis sobrevivir en la tierra y para salvaros la vida mediante una feliz
liberacin. O sea, que no fuisteis vosotros los que me enviasteis ac sino Dios, y l
me ha convertido en padre del Faran, en dueo de toda su casa y amo de todo
Egipto. Subid deprisa donde mi padre y decidle: "As dice tu hijo Jos: Dios me ha
hecho dueo de todo Egipto, baja a m sin demora. Vivirs en el pas y estars cerca
de m t y tus hijos y nietos, tus ovejas y vacadas y todo cuanto tienes. Yo te
sustentar all, pues todava faltan cinco aos de hambre, no sea que quedis en la
miseria t y tu casa y todo lo tuyo". Con vuestros propios ojos estis viendo y
tambin mi hermano Benjamn con los suyos, que es mi boca la que os habla.
Notificad, pues, a mi padre toda mi autoridad en Egipto y todo lo que habis visto, y
enseguida bajad a mi padre ac. (la escena termina de una forma conmovedora). Y
echndose al cuello de su hermano Benjamn llor. Tambin Benjamn lloraba sobre
el cuello de Jos. luego bes a todos sus hermanos, llorando sobre ellos, despus de
lo cual sus hermanos estuvieron conversando con l."
Encontraremos en la vida real nuestra un caso de sanacin interior tan perfecto y
admirable como este que nos ha descrito el sagrado libro del Gnesis, si creemos
firmemente en las palabras que escribe S. Pablo a los Hebreos: "JESUCRISTO ES El
MISMO AYER, HOY Y POR LOS SIGLOS", nos acercaremos con fe y con
confianza a Jess y l sanar tambin ahora, como san por ejemplo a la Samaritana,
el odio que haya acumulado en nosotros.
Podemos emplear un mtodo muy sencillo para conseguir esta curacin interior.
Recorrer nuestra vida con Cristo, detenemos delante de cada recuerdo doloroso y
pedirle con humildad y con confianza que lo sane. En este recorrido iremos
descubriendo el amor que nos falt en un momento o en otro. Con fe en la presencia

de Jess que recorre con nosotros nuestra existencia, nos detendremos para decirle:
"T, Seor, que eres el Amor, T que estabas presente cuando recib esta ofensa,
crala en este momento. Derrama sobre esta herida el blsamo de tu consuelo. Dame,
Seor, el abrazo que se me neg entonces, prodgame la caricia que no me dieron en
aquel momento, dime la palabra bondadosa que no escuch, sana la herida que me
caus aquella frase dura, aquella actitud violenta. Sname, Seor, te lo pido". Si
hacemos esto con fe, el Seor derramar el leo de su paz, de su amor, de su perdn,
sobre cada una de esas heridas. A una herida seguir otra, a una sanacin seguir otra,
puesto que es un proceso el que va realizando el Seor.
Una manera muy fcil de comprobar si se da sanacin o no es esta: si al recordar
despus lo que antes nos causaba odio. dolor. angustia. lo hacemos ahora con paz y
an con alegra. En este caso. la sanacin habr sido total.
Las horas que dediquemos a recorrer nuestra vida con Jess para detenernos delante
de cada recuerdo doloroso y pedirle que lo sane con su amor y con su paz, sern
quiz las ms tiles. Progresivamente, se ir cumpliendo este PROCESO de sanacin
interior y comprobaremos (y tal vez lo otros comprobarn. tambin) cmo nuestro
corazn enfermo va siendo cambiado por un corazn sano, cmo empiezan a
desaparecer las manifestaciones de nuestra enfermedad anterior, cmo van siendo
reemplazadas por actitudes cristianas, cmo al odio sucede la paz, cmo a la
agresividad sigue la mansedumbre, en una palabra, cmo la accin del Seor que es
Amor se va manifestando en nuestras vidas.
En un da de Retiro espiritual, en un da de silencio en el campo; an en horas de la
noche, podemos dedicamos a hacer este. recorrido con Jess y recibir de l la
curacin que quiere hacer de nuestros corazones rotos, de nuestros corazones
atribulados. Es el Seor y, por lo mismo, es el Amor.
Ruth Carter ha escrito un libro muy interesante sobre sanacin interior y en l insiste
en la importancia que tiene para el logro de esta sanacin interior emplear la
imaginacin, visualizar la persona de Cristo que acta en cada uno de estos
momentos, para sanamos interiormente. La imaginacin ha sido des prestigiada entre
nosotros. Puede hacemos mal, claro est, pero puede tambin producir grandes
beneficios. Es parte de nuestra persona, tiene una misin muy importante y debemos
utilizarla. Con una imaginacin bien encauzada encontramos la manera de trabajar
positivamente en nuestra sanacin interior. Si cambiamos la escena dolorosa que nos
caus un trauma por otra positiva en la cual Jess se presenta como el Amor, como el
Padre bondadossimo, como el Amigo lleno de fidelidad, veremos cmo se modifica
tambin nuestra situacin interior. Esta imaginacin interior puede avivar nuestra fe,
puede animar tambin nuestra confianza, puede facilitar nuestro acercamiento al
Seor. Nuestra enfermedad interior es el resultado de un largo proceso y, por lo
mismo, la sanacin interior no es obra de un momento, sino el resultado de un largo
proceso. Empleemos este mtodo de sanacin interior y veremos muy pronto sus
magnficos resultados.
Pero tambin podemos acudir al ministerio de sanacin interior. El Concilio nos ha
recordado cmo Jess realiza su salvacin EN la Iglesia y POR la Iglesia. La mayor
parte de la salvacin se nos comunica por medio de otras personas que sirven como

ministros del Seor en un momento determinado. Por ejemplo, EL PERDN DE


LOS PECADOS, ordinariamente lo recibimos por el ministerio del sacerdote en el
Sacramento de la Reconciliacin. La sanacin fsica se consigue muchas veces por el
ministerio de una persona 'que ora con fe por nosotros. Lo mismo podemos decir de
la sanacin interior.
El Seor est multiplicando en estos momentos el carisma de sanacin interior. En
muchas partes se han formado equipos de personas que estn orando por sanacin
interior con un fruto y resultado magnficos. Pero, claro est, .el medio mejor para
conseguir este ministerio de sanacin interior es en el Sacramento .de la
Reconciliacin. Muchos sacerdotes estn trabajando en esta lnea y estn obteniendo
resultados verdaderamente admirables.
El P. Miguel Scanlan, el autor de Sanacin interior" ha escrito un importante folleto
sobre este tema. Creo que la Renovacin que quiere la Iglesia en este punto tan
importante, el del Sacramento de la Reconciliacin, ser una plena realidad cuando
los sacerdotes nos convenzamos de la riqueza de sanacin interior y dediquemos
buena parte a orar con las personas por la sanacin de las races del pecado y la
curacin de las secuelas que l haya dejado en sus vidas.
Quiero referirme a algunos casos que nos demuestran la realidad de la sanacin
interior. Un da me pidi un sacerdote que orara por l, se hallaba en la Renovacin y
estaba descubriendo con admiracin creciente el poder de sanacin interior que hay
en Jess. "Me siento muy cambiado", me dijo. "Estoy mucho mejor en mi interior
que antes, pero s que an necesito mucha sanacin interior". "Y qu es lo que ms
te preocupa en este momento?", le pregunt. "Tengo la impresin de que soy poco
aceptado, creo que mis superiores no me quieren ni tampoco mis feligreses. Me da la
sensacin de que me toleran, pero no me siento amado. En el fondo me siento
rechazado. Esta situacin me ha mantenido en una dolorosa soledad espiritual. Por
fortuna la experiencia que he tenido del amor de Jess me ha dado nuevos bros, su
presencia amorosa me est sanando, pero s que necesito ayuda y por eso he venido
para que oremos, a fin de que el Espritu del Seor sane las zonas profundas de los
rechazos que "recib al comienzo de mi vida, pues tengo el presentimiento de que
algo no estuvo bien y que esa falta de aceptacin plena ha repercutido en mi situacin
posterior".
Oramos un rato para pedir al Divino Espritu que guiara nuestra oracin de sanacin
y pusiera en nuestros labios lo que debiramos decir. Al terminar, le manifest: "Creo
que debemos que concretarnos ahora en pedir la sanacin de la falta de aceptacin
que tuviste varias veces desde tu concepcin hasta tu nacimiento. Han venido a mi
memoria las palabras del Salmo 50: "en pecado me concibi mi madre". No es que el
acto de nuestra concepcin haya sido pecaminoso, sino que el pecado de nuestros
padres y de nuestros antepasados dej quiz tales huellas en nuestros padres que les
impidi engendrarnos y concebirnos con perfeccin de amor, y en cambio quiz lo
hicieron con sentimientos de egosmo, de miedo o de rechazo materno, que
constituyeron ya nuestro primer trauma. Entonces, pidmosle a Jess que, l que
estuvo presente en ese instante, ponga los sentimientos y las actitudes y los afectos y
el amor debidos, para que ese acto definitivo sea el comienzo feliz de nuestra
existencia. "Quita de nuestros padres, en ese instante de nuestra concepcin, todo

sentimiento de angustia, de violencia, de miedo, de egosmo, y lInalos de tu amor.


Sana, Seor Jess, el momento y el acto de nuestra concepcin, que tanto mi padre
como mi madre deseen con amor muy grande mi concepcin, que la anhelen, Seor.
Gracias porque s que nos oyes". Guardamos silencio un rato, repitiendo esta splica,
en la seguridad de que el Seor la oa y la acoga. "T eres el primognito?", le
pregunt. "S", respondi. "Tu madre ha sido tranquila o nerviosa?". "Muy nerviosa
y ofuscada", contest. Oremos, entonces, para que el Seor sane los rechazos que
pudiste recibir de su parte durante los meses del embarazo. Recuerdo ahora las
profundas palabras del Salmo 70: "En el vientre materno ya me apoyaba en Ti, en el
seno T me sostenas. Desde el vientre de mi madre T eres mi Dios".
Y entonces, oramos as: "Seor Jess, no s si mi madre sinti miedo en lugar de
alegra cuando comprob que me haba concebido. Tal vez estaba sola y se sinti
asustada al pensar en lo que le esperaba. Acrcate a ella en ese momento tan
importante y quita de su mente toda idea sombra y llnala de alegra al saber que va
a ser madre. Haz que sienta el deseo de ver a mi padre pronto para darle la buena
noticia, llnala de felicidad y que esa alegra se transmita a mi mente y le sane del
trauma que recib cuando fui rechazado, sin que mi madre tuviese la culpa, pero
debido a sus nervios."
Y despus de un rato de silencio, durante el cual contemplamos a Jess realizando esa
sanacin en nuestra madre y en nosotros, continuamos as: "Seor, quiz en los meses
posteriores de mi gestacin, mi madre sinti pesar de llevarme en su seno porque se
sinti enferma, porque mi padre la dej sola por estar con amigos o por su trabajo.
Fueron momentos de rechazo para m, que repercutieron ya en mi mente y me
traumatizaron profundamente. Seor, hazte presente en cada uno de esos momentos y
cambia los pensamientos y los sentimientos negativos de mi madre, por otros
positivos y alegras. Veo, Seor, cmo le das paz en ese momento y haces que se
sienta feliz al saber que crezco en ella y que pronto ser madre. Gracias, Seor, por la
felicidad que le comunicas y que yo experimento. Qu bueno eres, Seor! Bendito
seas, Seor!
Despus de esto, nuestro silencio fue ms largo, mientras veamos a Jess efectuar
esa serie de sanaciones, a la vez que experimentbamos una gran- paz interior que iba
disipando y sanando ideas y traumas de rechazo. Saboreamos de nuevo las palabras
del Salmo: "En el vientre materno ya me apoyaba en Ti". "Siento tambin, dijo mi
hermano .sacerdote, siento que se me quita un peso. Estoy ahora ms seguro". Tena
la seguridad de que Jess lo amaba desde el seno de su madre.
Le dije: "Por qu no oramos por la sanacin de los posibles traumas recibidos
durante el nacimiento? Fuiste el primer hijo y no sabemos cun difcil haya sido tu
alumbramiento y las angustias de tu madre en las horas previas y durante l. "Seor
Jess, T estabas all en ese momento, derrama paz sobre mi madre en el instante de
darme a luz. Sana lo que me haya traumatizado entonces. Recuerdo ahora las
palabras del Salmo como escritas para m: "En verdad, T eres el que me sacaste del
vientre, el que me inspirabas confianza desde los pechos de mi madre. Desde el tero
fui entregado a Ti".
Terminada la oracin, me coment mi amigo: "Cuntas personas estarn

traumatizadas desde su concepcin sin saberlo y sin recibir esta gracia de sanacin!
Son muchos los que son concebidos sin amor, sin ser deseados, y an como fruto ge
la brutalidad o de la violencia. Pobres vidas! A cuntos les quieren hacer abortar, a
cuntos les llegan los malos tratos y los golpes que reciben sus madres cuando estn
embarazadas! Me explico ahora por qu hay tantos que tienen un complejo profundo
de rechazo. Creen que nadie les acepta, que todos lo rechazan".
Das despus, vino a visitarme este sacerdote y me dijo: "Me siento mucho mejor
despus de la oracin que hicimos hace una semana. Por qu no continuamos orando
en esta direccin?". "Con mucho gusto", le dije. "Jess est aqu con nosotros y es
nuestro Salvador total, el Mdico de las almas y de los cuerpos, como le llama la
Iglesia en su liturgia".
Conoc en Bogot a un profesional muy distinguido, dueo de una gran cultura y de
mucho dinero. Todo lo que le rodeaba anunciaba felicidad, una esposa buena y
delicada llena de amor, unos hijos que sobresalen por su dinamismo y capacidades,
una salud corporal excelente para sus 38 aos y un porvenir muy prometedor. Pero
era un hombre angustiado, dominado por el miedo, y varias veces se ha sentido
profundamente deprimido. Qu le pasa? El especialista le ha dicho que no encuentra
la causa. Ha buscado alivio en la medicina ven la oracin, cree mucho en ella y
adems da a los pobres de acuerdo con sus posibilidades. Un da me busc y me dijo:
"Vengo porque no encuentro solucin humana. Vengo para que oremos por mi
sanacin interior". Nos unimos en oracin para pedir al Espritu Santo su luz en este
momento. Cuando la terminamos, le dije que hablramos un poco acerca de sus
relaciones con sus padres. Poco a poco empez a descubrir su posicin frente al
padre, posicin que haba sido de gran respeto y de gran temor porque haba sido una
persona muy inteligente, muy fuerte y exigente. Siempre le toc trabajar con l y esto
dej una huella ms profunda de lo que pudo imaginarse. ."Cundo tuvo usted su
primera depresin que le oblig a ir a la Clnica?", le pregunt. "Despus de la muerte
de mi 'padre. Antes de morir me encarg el cuidado de la hacienda, me recomend
tambin que ayudara a mis hermanos y a todos mis parientes. An ahora me siento
angustiado cuando conozco los problemas que tienen algunos de ellos. Durante
largo rato fue enumerando hechos que mostraban cada vez ms claramente cmo su
vida haba quedado ligada, cada vez ms estrechamente, a la persona autoritaria y
exigente de su padre, del cual se crea an ahora el delegatario y el reemplazo. Le
dije: "Lo que tiene enfermo es la serie de cuerdas que lo ataron a su padre y que slo
pueden ser cortadas por Jess, para que usted se sienta libre con la libertad que da el
Espritu del Seor. Vamos a pedir esta liberacin". Y fuimos rogando al Seor
presente en nosotros que cortase una tras otra todas estas cuerdas, los recuerdos ms
dolorosos en ese campo de la opresin y detenindonos con Jess para que fuese
cortando cada una de esas ligaduras.
Despus de dos horas de oracin, exclam este profesional: "Gracias, Seor, por la
paz que experimento. Gracias porque veo el camino, gracias porque ahora empiezo a
sentirme libre, gracias porque te veo en lugar de mi padre a quien he podido amar
hoy. Antes de despedirme, le dije: "El Seor lo ha liberado, usted ahora se siente ms
cerca de l. Y lo liberar ms con respecto a su padre y a quienes hayan ocupado un
papel parecido como gobierno, oficina de impuestos, etc.". Gloria al Seor.

Toda persona que se siente atada, instintivamente busca liberarse y hace toda clase de
esfuerzos para conseguirlo. Mientras forcejea se vuelve agresiva y si no consigue esta
liberacin, entra en un estado de afliccin que puede convertirse en depresin. Por
eso, la necesidad que tenemos de que el Seor corte las ligaduras emocionales que
nos mantienen exageradamente atados a determinadas personas, slo l puede
hacerlo. Pero no hay que olvidar que la sanacin interior es un proceso y no un
momento. Por eso, este ejercicio de cortar lazos emocionales tiene que repetirse hasta
que la liberacin sea total, entonces descubriremos la riqueza de estas palabras
santas: "Donde est el Espritu del Seor all est la libertad".
Muy claro es tambin este caso de sanacin interior de una religiosa. En mis
encuentros con las almas consagradas he comprobado cmo muchas veces sus
problemas y dificultades en la vida de oracin obedecen a falta de sanacin interior y
no a pruebas del Seor o a otras causas, como ellas o sus directores espirituales
opinan.
Una religiosa muy observante y generosa me plante varias veces su dificultad para
encontrarse feliz con el Seor en la oracin. Buscamos varias causas posibles como:
apego a algo, deficiencia en la salud, ambiente poco propicio, falta de generosidad...
y vimos que ninguna de ellas exista. Varias veces llegamos a la conclusin de una
prueba del Seor que era preciso sobrellevar con paciencia hasta que llegase la hora
de su manifestacin. Pero un da, al hablar con ella, sent la necesidad de indagar por
su niez para ver si apareca alguna causa que explicase, al menos en parte, esta
situacin: cmo fueron sus relaciones con sus padres, le pregunt. Pedimos luces al
Seor y pronto me dijo: "Desde nia me di cuenta del proceder de mi padre en mi
hogar, de su frialdad para conmigo y esta realidad me ha herido mucho. l fue
generoso en la parte econmica, pero no afectivamente." "Se da cuenta, le dije, de
que en su corazn hay un rencor oculto que le ha impedido perdonar a su padre?".
Call y, despus de reflexionar, me dijo: "Ahora lo comprendo". "Vamos a orar para
que Jess empiece a sanar todos los recuerdos dolorosos que usted conserva de su
padre y le de un amor muy grande para perdonarlo, pero de corazn, para que usted
de esa manera experimente amor hacia l. Vamos a orar para que el Seor empiece
hoy un proceso de curacin interior del resentimiento y para que este proceso
contine despus". As lo hicimos durante un rato y al terminar se sinti ms
tranquila y con ms esperanza. Le recomend que durante los das posteriores fuera
pidiendo al Seor la curacin de todos los recuerdos dolorosos que tuviera con su
padre y la de los que guardase reprimidos. Meses ms tarde recib de ella una carta en
la cual me deca lo siguiente: "Demos gracias a Dios Padre que nos ha hecho capaces
de compartir la herencia del pueblo santo en la luz. Demos gracias al Seor por las
maravillas que se ha logrado en mi alma en estos meses. Creo firmemente que puedo
y debo ser alma de Dios, es el Espritu el que me guiar a la meta, mi pobreza es
suma, pero ya no me espanta porque Cristo la ha asumido". Este caso puede
orientamos para descubrir cmo muchas veces las dificultades para experimentar en
la vida consagrada o en la oracin la paternidad amorossima de Dios obedece a un
resentimiento profundo que hemos guardado inconscientemente, quiz, contra
nuestros padres, contra los superiores, contra las personas que influyeron en nuestras
vidas. Y todo lo que hagamos para superar dicha situacin ser intil mientras no
consigamos del Seor la paz interior y un gran amor que nos permita perdonar y amar

cordialmente a quien rechazamos porque nos rechaz.


Es aqu donde adquiere un nuevo valor para nosotros las palabras del Seor: "Si al
presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas de que un hermano tuyo tiene algo que
reprocharte, deja tu ofrenda all delante del altar y vete primero a reconciliarte con tu
hermano, luego vuelve y presentas tu ofrenda". Estas palabras del Seor nos
muestran la necesidad que tenemos de perdonar para ser sanados. El odio enferma y
el perdn cura. Esta es la gran verdad que todos debemos tener presente en nuestra
conducta. Solamente en la medida en que perdonemos de corazn, esto es, en la
medida en que lleguemos a amar a quien nos ha ofendido, sanarn nuestras heridas
ntimas. Pero esto no es posible sin la accin del Espritu del Seor en nosotros. Slo
l puede capacitamos para realizar el anhelo de S. Francisco de Ass, que donde
haya odio ponga yo amor".
Lo primero que se requiere para esto es que descubramos todo el odio que hay
acumulado en nosotros a lo largo de nuestra vida, que sepamos en realidad a quin
odiamos y en qu grado, y esto no es fcil porque muchas veces creemos que
amamos a las personas porque vivimos con ellas, las respetamos, les prestamos
servicios, oramos por sus intenciones y, sin embargo, guardamos resentimientos muy
profundos porque nos han rechazado muchas veces. Dediquemos el tiempo que sea
necesario para clasificar y' determinar las personas contra las cuales tenemos
resentimientos.
Empecemos por NUESTRO SEOR. Estamos resentidos con l porque creemos que
no nos ama como a los dems, porque ha permitido talo cual pena, porque no ha
atendido aparentemente la splica que le hemos hecho por talo cual intencin..., por
eso vemos tantas actitudes negativas en el campo de la fe y de la oracin y por eso
tambin omos a veces en los cristianos ciertas expresiones contra Dios que son
verdaderas blasfemias. Encontramos este resentimiento particularmente en personas
que han perdido un ser querido en circunstancias muy dolorosas, en quienes padecen
una enfermedad larga y dura, en quien sufre por una calumnia grave o por un trato
muy injusto, en quienes padecen los rigores de la pobreza, de la incomprensin o del
abandono.
Cada da descubro en mi ministerio la necesidad que tienen muchas personas de
reconciliarse con el Seor, por quien experimentan un profundo resentimiento. Es en
este campo donde comienza la accin salvfica del Espritu Santo, pues es l quien da
testimonio a nuestro espritu de que somos hijos de Dios y en l gritamos: Abba,
Padre". La luz del Espritu Santo nos va descubriendo la maravilla de la paternidad
amorossima de Dios y nos hace en todos los acontecimientos ver expresiones del
amor de Dios siempre adorable. Una luz nueva se proyecta sobre los acontecimientos
y empezamos a alabar al Seor y a expresarle nuestra gratitud por su
misericordia. As se sana esta terrible enfermedad que nos impide disfrutar de la
paternidad de Dios y abandonamos confiadamente en su Providencia siempre
adorable.
En este proceso de sanacin del odio, NOSOTROS TENEMOS TAMBIN QUE
PERDONARNOS. Hemos acumulado ms odio contra nosotros mismos del que
suponemos: defectos personales, fracasos, el trato recibido en el hogar y fuera de l y

otras causas, nos han llevado a crear una imagen personal muy mala. As es imposible
que nos amemos y que miremos el futuro con optimismo.
Los resultados de este auto-rechazo son funestos y llevan a la auto-conmiseracin, la
que pronto desemboca en la depresin. El auto-rechazo aviva el fuego de la rebelin
de nuestros corazones contra todo y contra todos. Esto sucede ms ahora cuando
vivimos en una sociedad cuyo ambiente es la rebelda. Tambin crea un exagerado
inters por las cosas materiales y por el placer como nica compensacin del fracaso
interior que se experimenta. Estas personas nunca saborearn la vida del Espritu ni el
amor de Dios., mientras no se contemplen en l y reciban la gracia de amarse tales
como el Seor las hizo y no descubran con la luz del Espritu sus valores y sus
grandes posibilidades. Slo cuando nos miremos en el rostro de Dios, podremos
cambiar nuestra mala imagen personal por una digna de un hijo de Dios.
Y para adquirir esta sanacin interior que tanto deseamos, tenemos que perdonar a
todas las personas que nos han ofendido: seres queridos, amigos, enemigos... Son
muchos los que han dejado una huella dolorosa en nuestras vidas, pero ellos
requieren perdn. El Seor nos ha ordenado hacerlo. Con su gracia lo conseguiremos
y cuando logremos perdonar de corazn a los enemigos, entonces s nos sentiremos
sanos interiormente y experimentaremos el amor del Seor en nuestras vidas.
Meditemos con frecuencia en estas palabras de Isaas: "Habr gozo y alegra perpetua
por lo que voy a crear. Mirad, voy a transformar a Jerusaln en alegra y a su pueblo
en gozo. Me alegrar de Jerusaln y me gozar de mi pueblo y ya no se oirn en ella
gemidos ni llantos".
GLORIA AL SEOR QUE NOS SANA, GLORIA AL SEOR QUE NOS AMA,
GLORIA AL SENOR QUE NOS ENRIQUECE CON SU PAZ!
Me arrojo en los brazos de mi Amado, con mis temores, angustias y ansiedades. l
me inspira la suficiente confianza para hacerla y me acoge con todo su amor.
"lvame, sname, fortalceme, defindeme, llname de Ti" -le digo- y l me escucha
y atiende con toda bondad. Empieza por llenarme de amor y as hace todo lo dems.
El amor todo lo consigue: sana, purifica, fortalece y defiende.
l nos dice en su Palabra: "Como un nio a quien su madre consuela, as os consolar
Yo... al verlo se alegrar vuestro corazn y vuestros huesos florecern como un
prado. (ls. 66, 13-14)
Durante la maana paso un largo rato ante el Sagrario. El amado quiere que
solamente est all para l. Quiere el regalo de mi presencia enamorada de l. S que
estoy all para l, y esto me basta, porque s que es lo que desea mi Amado. No es
simple presencia, sino presencia enamorada, para complacer con ella al Amado.
(Mons. Uribe Jaramillo)

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