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Porfiriato

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Porfiriato

Estabilidad y Modernizacin

capitalismo, industrializacin, produccin del campo (terratenientes y campesinos), inversin extranjera.

Muy pocos personajes, en la historia de Mxico, han sido tan polmicos y controvertidos como Porfirio Daz.
Muy pocos, tambin, han experimentado en vida su transformacin de hroes nacionales, en villanos
repudiados por muchos de quienes antes los exaltaban. Porfirio Daz es uno de esos excepcionales
personajes que pas de ser una de las glorias nacionales, vencedor de los ejrcitos franceses durante la
Intervencin y el artfice de la ms prolongada etapa de paz, estabilidad y crecimiento durante el siglo XIX
mexicano, a ser visto como un dictador dspota y tirano, responsable principal del atraso, sufrimiento y
marginacin de la mayora de la poblacin mexicana y causa directa del estallido social revolucionario de
1910.

Esta ltima imagen es la que ha prevalecido en la mayor parte de la historiografa sobre el periodo que
gobern y al que la misma historiografa dio su nombre, el Porfiriato. Los vencedores de don Porfirio, los
revolucionarios mexicanos, crearon su propia versin de la historia y construyeron una ideologa que les dio
legitimidad a partir de la negacin y anulacin del Porfiriato. En esa visin predominante en el Mxico
posrevolucionario que ha prevalecido hasta la fecha, Porfirio Daz era la encarnacin del mal gobernante,
creador de un rgimen autoritario y represivo, con las manos manchadas de sangre y la responsabilidad
histrica de haber entregado las riquezas del pas y el poder poltico a una camarilla oligrquica, asociada con
los capitales extranjeros.2 Con matices, esa fue la interpretacin prevaleciente en la historiografa de la
Revolucin mexicana, desde la construccin periodstica de John Kenneth Turner hasta la mayora de los
estudios acadmicos elaborados todava en la dcada de 1970.

En contrapartida, desde las postrimeras del Porfiriato hubo una historiografa proporfirista laudatoria y
panegirista, que exalt la paz, la estabilidad y el orden alcanzados por el rgimen, elementos que permitieron
los notables logros materiales creados durante su larga permanencia en el poder. Daz apareca en esa
historiografa como el constructor de la nacin mexicana, como el arquitecto del progreso y el artfice de la
modernidad que se haba ganado el reconocimiento y el respeto de Mxico ante el mundo. Esa interpretacin
parti desde la monumental obra colectiva Mxico, su Evolucin Social, dirigida por Justo Sierra, y se nutri
con las obras de destacados intelectuales porfiristas como el propio Justo Sierra y Francisco Bulnes, y
continu con los trabajos apologticos de extranjeros como Hubert H. Bancroft y James Creelman, autor ste
de Daz, Master of Mexico, libro publicado en ingls en 1911.3 Esa historiografa proporfirista fue opacada
durante decenios por la historiografa de la revolucin, que construy una visin antittica del Porfiriato, y slo
resurgi con fuerza a mediados de la dcada de los 80 del siglo pasado cuando aparecieron estudios que
presentaban una nueva visin de Daz y su rgimen, estudios que cuestionaron seriamente la imagen de Daz
creada por la historiografa de la revolucin. Esa revisin historiogrfica del porfirismo ha tenido una gran
vitalidad en las ltimas dcadas y algunos de los mejores trabajos que se han hecho sobre esa etapa y sobre
los inicios de la Revolucin, como el texto de Franois Xavier Guerra, Mxico, del antiguo rgimen a la
revolucin, se inscriben dentro de esta corriente interpretativa.4

Cuando estamos prximos a conmemorar el primer centenario de la cada de Porfirio Daz y del estallido de la
Revolucin Mexicana, la nueva historiografa del Porfiriato debe hacer un balance histrico que se aleje de las
simpatas y los odios que Daz sigue provocando, que pondere los logros y mritos de su figura y de su obra,
que sea capaz de reconocerlos y, al mismo tiempo, que valore tambin las deficiencias y daos que ocasion
el autoritarismo, la desigualdad social y la ausencia de libertades polticas que prevalecieron durante su
mandato.

Cualquier valoracin del Porfiriato debe partir del reconocimiento de que Porfirio Daz fue, hasta su ascenso al
poder, uno de los principales hroes en la lucha contra el Imperio francs y en la restauracin de la Repblica.
Como gobernante, luego de dcadas de inestabilidad poltica, guerras civiles internas y externas contra
Estados Unidos y Francia que amenazaron seriamente la permanencia y la integridad de la nacin mexicana,
tuvo la capacidad de construir un sistema poltico en el que la autoridad del poder central logr someter a los
caudillos y poderes regionales e imponer la hegemona del Estado nacional por primera vez en el siglo XIX
mexicano. Daz consolid su poder a fines de la dcada de 1880 imponindose a los caudillos militares
rivales, a las elites, a los grupos populares y a los poderes regionales mediante un mecanismo de equilibrios
entre las elites locales y regionales, as como a travs de la presencia y la intervencin del ejrcito y la
imposicin de sus hombres de confianza al frente de los poderes locales cuando era necesario. De esa
manera, logr fortalecer el Estado nacional a costa de las regiones y de los poderes locales.5

La estabilidad poltica lograda por el rgimen de Daz fue acompaada de polticas pblicas impulsadas por el
Estado, que se convirti en el principal instrumento para promover el desarrollo econmico, en el motor del
crecimiento y en el modernizador de las estructuras y de las relaciones sociales. Ese proyecto, que tena por
objetivo la creacin de un Estado nacional laico y establecer los fundamentos de una sociedad moderna
basada en los principios liberales, fue un proceso de larga duracin que arranc con las reformas borbnicas
de fines del siglo XVIII, continu con altibajos durante el agitado siglo XIX promovido por las facciones
liberales y, finalmente, luego de la restauracin de la Repblica y las leyes de Reforma, pudo ser realizado
con mayor xito por el rgimen porfiriano. Habra entonces un proceso continuo, de larga duracin, que
conectara a la poca colonial con el Porfiriato basado en el paradigma liberal y que tendra en el Estado y en
las polticas pblicas a su eje articulador y a su principal impulsor, lo cual contradice o al menos matiza la
visin tradicional en la historiografa porfirista de haber sido un Estado de laissez faire laissez passer.6 En
ese largo proceso secular, la Independencia y las guerras civiles y de Reforma, as como la guerra contra los
Estados Unidos, primero, y contra Francia, despus, habran sido interrupciones temporales, en algunos
casos, y catalizadores de la modernizacin econmica, poltica y social, en otros. La longevidad del rgimen
porfirista, desde 1877 hasta 1910,, en lugar de ser indicativa de su fuerza represiva y del atraso de la
sociedad mexicana, sera una muestra, ms bien, de su eficacia y de su capacidad de imponer los consensos
bsicos entre los principales poderes nacionales y regionales y de imponer su hegemona al conjunto de los
grupos y de las clases.

Ese proceso de modernizacin y consolidacin del Estado y de la unidad nacional, empero, no fue un proceso
lineal ni exento de tensiones y contradicciones. Guerra, una vez ms, ha mostrado cmo el proyecto de las
elites modernizadoras tuvo un impacto disruptivo en la mayora de la sociedad mexicana, la cual, a pesar de
los avances del proyecto liberal en algunas regiones y en sectores de la poblacin, segua siendo una
sociedad tradicional, rural, catlica, con una proporcin muy alta de poblacin indgena, con una sociabilidad,
politicidad y aplicacin de la justicia basadas, en buena medida, en usos y costumbres, en autoridades
tradicionales, en cacicazgos, con fuertes vnculos de consanguinidad y amistad y con fuertes resabios de
corporativismo. Esa sociedad tradicional acostumbrada a actuar como una multiplicidad de sujetos
colectivos, de elites y sus clientelas, y de corporaciones-, era ajena y refractaria al paradigma de las elites
liberales de crear una sociedad de individuos atomizados, de propietarios individuales, de ciudadanos iguales
en trminos formales y jurdicos ante la ley con slidas instituciones polticas y organizaciones representativas
modernas. Si algo explica la evolucin y el xito relativo del porfiriato, as como los lmites y obstculos que no
pudo superar y que provocaron su cada final, fue justamente la esquizofrenia y el abismo entre el proyecto
liberal de las elites y del Estado nacional y la forma de organizacin y de actuacin de la sociedad tradicional,
separacin que se expresaba peridicamente, por ejemplo, con el ritual electoral, en el que las elites
nacionales y locales participaban y movilizaban a sus clientelas y hacan que stas legitimaran su eleccin
como sus representantes polticos, proceso que Guerra, atinadamente, ha descrito como la ficcin
democrtica.7

Aunque no debe exagerarse la consolidacin de este proceso y su implantacin en todos los mbitos de la
vida social, poltica, econmica y cultural, era un proyecto en curso durante el largo gobierno de Daz que
provoc mltiples tensiones y resistencias a lo largo del periodo porfiriano y que estuvo en la base de la gran
movilizacin social de 1910 que le puso fin. La energa social que se desbord entonces se haba ido
acumulando a lo largo de las tres dcadas anteriores y ya no pudo ser contenida como lo haba sido en los
aos de gloria del rgimen de Daz.

Y, como lo han sealado varios de los principales estudiosos del Porfiriato, ste tuvo al menos tres etapas
diferentes muy marcadas. Una primera, fue su ascenso al poder y el sometimiento de todos los poderes y
caudillos regionales que lo desafiaron. Fue un periodo marcadamente militarista que se apoy en el ejrcito y
en la generacin de generales que lo acompaaron en sus dos rebeliones contra Benito Jurez y Sebastin
Lerdo de Tejada, y tuvieron un papel clave al hacerse cargo de las gubernaturas estatales y de las jefaturas de
las zonas militares. En esa etapa afianz su poder nacional indiscutible y el gobierno central estuvo
plenamente consolidado hacia comienzos de la dcada de 1890. El ejercicio del poder de Daz, ha escrito
Paul Garner, fue altamente personalista y se apoy en la habilidad de Daz para establecer y mantener
amistades y lealtades que consolidaron una relacin de patronazgo con sus fieles. Su estrategia fue debilitar
paulatinamente el poder de los gobernadores y mantener el equilibrio entre los poderes y las elites regionales
y no dud en emplear al ejrcito para desactivar cualquier desafo a la autoridad central.8

La segunda etapa fue la de mayor esplendor del rgimen de Daz, y signific un marcado viraje con respecto a
la anterior. Si en la primera haba predominado la poltica y el control de los hombres y de las armas, en la
segunda, sin grandes desafos, lo que predomin fue la administracin. Los actores decisivos ya no fueron los
viejos generales porfiristas, sino la brillante generacin de intelectuales orgnicos y administradores del
gobierno federal, conocida como los cientficos, capitaneada por Jos Yves Limantour y por Justo Sierra,
quienes se hicieron cargo de la definicin y aplicacin de polticas pblicas modernizadoras y desarrollistas y
fueron quienes hicieron eficiente al gobierno porfiriano y legitimaron la permanencia prcticamente vitalicia de
Daz en el poder, en lo que Daniel Coso Villegas, calific, con agudeza, como el necesariato.9

El rgimen devino dictadura y Porfirio Daz concentr en sus manos los hilos de la poltica nacional y buena
parte de la poltica local. Se rode de administradores competentes y obtuvo el apoyo y la adulacin de los
ms importantes intelectuales de la poca que fueron cooptados por el rgimen y se volvieron sus pilares
ideolgicos. Uno de los ms lcidos y mordaces de ellos, Francisco Bulnes, justificando lasa reelecciones
peridicas de Daz, lleg a escribir: El buen dictador es un animal tan raro que la nacin que posee uno debe
prolongarle no slo el poder sino la vida.10

Justo Sierra, uno de los ms prominentes intelectuales porfiristas, fue quiz el que justific con mayor claridad
la concentracin absoluta del poder en Daz y, al mismo tiempo, advirti los peligros que ello entraaba:

La reeleccin significa la presidencia vitalicia, es decir, la monarqua electiva con un disfraz republicano y
tiene inconvenientes supremos el primer aspecto que no hay modo posible de conjurar el riesgo de
declararnos impotentes para eliminar una crisis que puede significar retrocesos, anarqua y cosecha final de
humillaciones internacionales si usted llegase a faltar, de lo que nos preserven los hados En la Repblica
Mexicana no hay instituciones, hay un hombre; de su vida depende paz, trabajo productivo y crdito.11

La concentracin absoluta del poder en Daz se convirti as no slo en el pilar del rgimen sino tambin en su
principal debilidad. La tercera y final etapa del Porfiriato comenz con el nuevo siglo y en ella afloraron las
limitaciones y contradicciones generadas en las etapas anteriores. A diferencia de los periodos previos, en los
que Daz haba tenido la habilidad de establecer equilibrios y contrapesos con los distintos poderes y elites
regionales, en la etapa final se inclin por los cientficos, a los que confi no solo la administracin sino
tambin la poltica, haciendo a un lado a poderosos grupos y corrientes nacionales, el ms importante de los
cuales fue sin duda el reyismo. El rgimen porfirista envejeci junto con su lder, se fue anquilosando, perdi
la permeabilidad y capilaridad poltica de los aos previos y se agudiz su carcter excluyente, Daz mismo se
fue quedando solo ante la desaparicin fsica y el envejecimiento de la generacin con la que haba
conquistado el poder. La administracin pblica monopolizada por los cientficos careci de la sensibilidad y
habilidad poltica para resolver los nuevos desafos creados por la modernizacin y fue rebasada por la
conjuncin de factores como el crecimiento de las clases medias urbanas, la movilizacin de los trabajadores,
la protesta de elites regionales desplazadas y el desafo de las oposiciones polticas que, en un amplio
espectro, reclamaron nuevos espacios y enarbolaron demandas que no pudieron ser canalizadas por el
sistema poltico. Adems, como todos los regmenes autoritarios y personalistas, el sistema poltico porfiriano
no pudo resolver el problema de la sucesin de Daz y no estaba preparado para manejar su relevo de
manera institucional y pacfica y esa incapacidad e incertidumbre tuvieron un papel relevante ante los signos
de senectud y enfermedad de Daz y las respuestas insuficientes que dio a los desafos inditos originados
por el reyismo y el maderismo entre 1908 y 1910. A ello se sumaron los efectos de la crisis econmica de
1906-1908 no slo en el pas, sino tambin en los Estados Unidos, que arroj al desempleo a miles de
mexicanos que laboraban en el vecino pas, los cuales se vieron obligados a regresar y se convirtieron en un
elemento de presin al no encontrar trabajo e ingresos en la alicada economa nacional. La imposibilidad de
resolver la sucesin de Daz dividi y enfrent a los dos grandes grupos polticos nacionales, los reyistas y los
cientficos y ante esa divisin surgieron un personaje y un movimiento inditos y atpicos: Madero y el
antirreeleccionismo. Madero, cuya familia era una de las ms acaudaladas del pas, result ser un lder
carismtico y arrojado, que no se haba formado dentro del sistema poltico porfiriano y no respetaba sus
reglas y prcticas y tuvo la capacidad de aglutinar y canalizar el descontento de una vasta coalicin
multiclasista y multirregional que, luego de una exitosa campaa y movilizacin electoral se convirti en una
rebelin rural que rebas al rgimen porfiriano y le puso fin en slo 6 meses a un rgimen que pareca
invencible y que demostr su fragilidad. Esa etapa final del Porfiriato, paradjicamente, como lo ha sealado
Paul Garner, en la que el rgimen fue rebasado por las demandas, movilizaciones y desafos de nuevos
actores y grupos, se convirti en la imagen prevaleciente en la historiografa revolucionaria, que construy una
leyenda negra del Porfiriato y legitim su dominacin a partir de la negacin y superacin del rgimen de
Daz.12

Dentro de ese panorama general del Porfiriato deben destacarse tambin algunos aspectos particulares sobre
los que se ha escrito mucho y en los que las nuevas investigaciones matizan muchos de los juicios y visiones
anteriores del rgimen de Daz y que ayudan a comprender mejor todo el periodo.

El campo, las haciendas y las comunidades campesinas

Tradicionalmente se ha sostenido que durante el Porfiriato tuvo lugar un proceso de desarrollo del capitalismo
en el campo basado en la gran propiedad hacendaria, proceso que haba comenzado desde la colonia y se
haba agudizado durante el siglo XIX, como consecuencia de la ofensiva del liberalismo contra las tierras de
las comunidades campesinas. Las leyes de Reforma, a travs de la desamortizacin de las tierras de la iglesia
y de las comunidades indgenas, as como las Leyes de Baldos porfirianas, habran sido las puntas de lanza
de esa ofensiva cuyo resultado habra sido la concentracin de las mejores, ms productivas y frtiles tierras
en manos de unos cuanto hacendados, quienes habran acaparado tambin la utilizacin de los mejores
recursos acuferos del pas. Esa imagen prevaleciente en la mayor parte de la historiografa porfirista y
revolucionaria, sin embargo, ha sido matizada por las investigaciones monogrficas de las ltimas dcadas
sobre la evolucin agraria de las distintas regiones. Lo que han mostrado esos estudios regionales ms
recientes ha sido un proceso mucho ms complejo y diferenciado del desarrollo de la propiedad rural tanto en
la poca colonial como en el siglo XIX.

As, se ha podido establecer que, luego de la despoblacin indgena de las zonas centrales del territorio
novohispano, como consecuencia del impacto de la conquista espaola y de las enfermedades tradas desde
el viejo mundo, y de la desaparicin de numerosas comunidades indias, los colonos espaoles particulares y
las rdenes mendicantes ocuparon buena parte de esos espacios vacos en el siglo XVI. Sin embargo, con la
recuperacin demogrfica del XVII y el XVIII, las poblaciones indgenas y mestizas quisieron reocupar sus
antiguos asentamientos, por lo cual dio inicio una larga batalla secular en los tribunales agrarios en la que los
pueblos indios defendieron su propiedad original de las tierras que habitaban. El resultado de esa lucha, en
trminos generales, signific la prdida legal de sus tierras para la mayora de las comunidades campesinas,
las cuales se vieron obligadas a desplazarse hacia las zonas perifricas, ridas o boscosas, aunque siguieron
reclamando sus derechos de propiedad originales. En ese proceso, emergi la gran propiedad hacendaria
como el factor dominante en el agro novohispano. No obstante, eso no signific la desaparicin de las
comunidades campesinas, muchas de las cuales lograron conservar al menos parte de sus tierras y de sus
recursos naturales, mientras que otras establecieron una relacin simbitica con las haciendas a travs de la
renta o arrendamiento de una parte de ellas y del empleo estacional de la mano de obra campesina en las
grandes explotaciones agrcolas y ganaderas. En algunas regiones, los pueblos pudieron reconstituirse y se
dio tambin un crecimiento y desarrollo de pequeas y medianas propiedades agropecuarias, conocidas como
ranchos, en zonas densamente pobladas como el Bajo. De hecho, desde mediados del siglo XIX y el fin del
Porfiriato hubo un crecimiento notable en el nmero de pueblos en el pas, particularmente en las zonas ms
pobladas y con mayor dinamismo.13

En el siglo XIX, el proyecto liberal de las elites mexicanas acentu su ofensiva contra la propiedad colectiva,
considerada como la base de la sociedad estamental. Aunque algunos pueblos desaparecieron y otros
perdieron la posesin de sus tierras, no puede afirmarse, de acuerdo con la informacin disponible en los
estudios ms recientes del agro en el siglo XIX y durante el Porfiriato, que en ese periodo haya tenido lugar un
proceso masivo de despojo de la propiedad agraria de los pueblos, aunque es indiscutible que en algunas
regiones eso ocurri, pero no fue un despojo generalizado. Se ha sostenido que durante el rgimen de Daz
las compaas deslindadoras privatizaron 39 millones de hectreas que fueron a parar en manos de
especuladores y terratenientes. Empero, Holden, quien ha sido el nico que ha estudiado a nivel nacional ese
proceso de deslinde, ha mostrado que slo 40% de las compaas recibi terrenos y que muchos de los
pueblos cuyas tierras fueron denunciadas se defendieron legalmente, ganando los litigios. Los pueblos
indgenas no estuvieron indefensos y supieron hacer uso de los recursos legales que tenan a su disposicin.
Del mismo modo, muchos pueblos ofrecieron una tenaz resistencia, oponindose violentamente a la prdida
de sus tierras y lograron mantener la posesin de ellas. El extremo de esa resistencia fueron las rebeliones
indgenas y campesinas que tuvieron lugar en el periodo porfirista, las ms emblemticas de las cuales fueron
las de los indios yaquis y mayos, as como los mayas de Yucatn.14

La imagen de las haciendas porfirianas como instituciones feudales que mantenan en condiciones de
semiesclavitud a los peones acasillados y ejercan derechos seoriales sobres sus cuasi-siervos, difundida
por la novela, la pintura y el cine de la Revolucin, es una imagen que no corresponde al campo mexicano de
la poca, si bien en algunas fincas del sureste, en regiones como Oaxaca, Chiapas y Yucatn, la escasez de
mano de obra hizo que los dueos establecieran mecanismos coactivos de sometimiento de la fuerza de
trabajo y ocurri tambin una guerra de exterminio y una deportacin masiva de indgenas yaquis y mayos de
Sonora y Sinaloa hacia los campos henequeneros de Yucatn, en donde fueron enganchados a duras faenas
agrcolas en condiciones de extrema precariedad.

Sin embargo, el desarrollo de la agricultura capitalista en el pas adquiri diversas modalidades segn las
distintas regiones, cultivos, tipos de propiedad, tecnologas, escalas y mercados. En el campo morelense, por
ejemplo, arquetpico por ser la zona en la que surgi y arraig el zapatismo, el movimiento agrario por
antonomasia de la revolucin mexicana, en contraposicin a la visin tradicional de una rebelin agraria de
peones y campesinos sin tierra exasperados por los despojos de las grandes haciendas azucareras, los
estudios ms recientes han mostrado no un despojo tradicional, sino la cancelacin de la posibilidad de que
las comunidades campesinas pudieran seguir rentando las tierras marginales de las haciendas, en virtud de la
modernizacin productiva que stas tuvieron y de la ampliacin del mercado del azcar. Los campesinos
zapatistas, al menos en un primero momento habran sido entonces no campesinos desposedos de sus
tierras, sino arrendatarios privados de la posibilidad de seguir rentando tierras de las haciendas.15

Las haciendas, demonizadas tambin por la historiografa de la revolucin, en los nuevos estudios
monogrficos, aparecen ms bien como una institucin compleja, capitalista, vinculada a los mercados, en
vas de modernizacin y eficiencia productiva, integrada econmicamentey en la que, a pesar de todo,
seguan existiendo relaciones patriarcales y paternalistas con sus trabajadores, quienes tenan estabilidad
laboral e ingresos superiores a muchos de los campesinos libres. Esa condicin relativamente favorable en
trminos comparativos explicara, al menos en parte, que en distintas regiones y periodos de la revolucin, los
trabajadores y peones de las haciendas no se hubieran sumado a la revolucin y que, al contrario, hubieran
tomado las armas para combatir junto con sus amos a las fuerzas revolucionarias.16

Inversamente, los nuevos estudios han mostrado cmo la visin tradicional de los pueblos como entidades
holsticas con una gran homogeneidad y cohesin era una imagen romntica que no corresponda a la
realidad de los pueblos en los que la estratificacin de sus habitantes, la polarizacin de la riqueza y del
poder, los conflictos, las rivalidades y la competencia tanto al interior como al exterior de las poblaciones eran
factores presentes desde tiempo atrs que impiden la generalizacin e idealizacin de sus habitantes y cuyas
complejidades y diferencias explicaran, tambin, sus comportamientos, estrategias y alianzas diferenciados
antes y despus de la revolucin.

Con todos estos elementos se advierte lo difcil que es hacer clasificaciones demasiado generales, as como
juicios maniqueos sobre el desarrollo del campo durante el porfiriato y sobre sus principales actores e
instituciones. Algunas conclusiones, empero, pueden aventurarse dentro de este amplio mosaico de
variedades regionales. En primer lugar que estaba en curso una va de desarrollo del capitalismo agrario
basado en la gran propiedad hacendaria pero no en formas extensivas de explotacin de la tierra y en el
rentismo, sino en formas intensivas de utilizacin de los factores productivos, incluyendo inversiones en
capital, modernizacin tecnolgica y de transportes, creacin de infraestructura hidrulica y una fuerte
tendencia hacia la utilizacin de mano de obra asalariada as como la apertura de tierras marginales para
nuevos cultivos comerciales en auge y para la ganadera. Las haciendas ms productivas hacia el final del
periodo porfirista no fueron las ms grandes sino las que pudieron integrarse productivamente y hacer un uso
ms eficiente de todos esos factores.17

Esa tendencia de desarrollo del capitalismo basada en la gran propiedad agrcola fue quebrada por la
revolucin mexicana, que anul la viabilidad de la hacienda y abri el paso para una forma de desarrollo del
capitalismo agrario hbrida, que combin la va farmer con el resurgimiento de la economa campesina
comunal y ejidal, a la que el nuevo artculo 27 de la Constitucin proclamada en Quertaro en 1917 le dio un
segundo impulso de largo plazo que le permiti tener un papel protagnico, aunque menguante, a lo largo del
siglo XX.18

Recibido: octubre 24 de 2010


Aceptado: noviembre 11 de 2010

1 Instituto de Investigaciones Histricas, UNAM

2 Como ha sealado Enrique Krauze en su breve y polmico escrito Diez mentiras sobre Porfirio Daz, la
historia oficial suprimi al Daz hroe de la Patria, triunfador sobre los franceses y recogi solamente la del
dictador, Krauze, Enrique, Revista Proceso, vol. 822, Mxico, 3 de agosto de 1992.
3 Sierra, Justo (director literario), Mxico, su Evolucin Social, 3 vols., Mxico, J. Ballesc, 1900-1902; Bulnes,
Francisco, El verdadero Daz y la revolucin mexicana, Mxico, Eusebio Gmez de la Fuente, 1920; Bancroft,
Hubert H., Life of Porfirio Daz, San Francisco, The History Co. Publications, 1887, Creelman, James Daz,
Master of Mexico, Nueva York, D. Appleton and Co., 1911.
4 Entre las obras ms destacadas que ofrecieron una nueva visin de Daz y el Porfiriato estn: Coso
Villegas, Daniel, Historia Moderna de Mxico, Mxico, Editorial Hermes, 10 vols., 1955-1972; Guerra, Franois
Xavier, Mxico, del antiguo rgimen a la revolucin, Mxico, FCE, 2 vols., 1988; y Garner, Paul, Porfirio Daz
del hroe al dictador, Mxico, Planeta, 2003.
5 Guerra, Franois Xavier, op.cit., tomo I. pp. 74-125.
6 Enrique Krauze, ha sealado que el Estado liberal porfiriano si bien dentro del paradigma poltico del
liberalismo no entendi ni resolvi la cuestin social, aplic polticas sociales en materia de salud y servicios
pblicos que no se pueden desdear, vase Krauze, Diez mentiras, op. cit.
7 Vase la primera parte del libro citado de Guerra, denominada Ficcin y realidad de un sistema poltico y
especialmente los captulos III. Vnculos y solidaridades, y IV. Pueblo moderno y sociedad tradicional,
Guerra, op. cit., tomo I, pp. 29-245; Garner, Paul, op. cit., pp. 86-90.
8 Garner llama a la primera etapa del Porfiriato como la del liberalismo pragmtico, y subraya que entonces
Daz tuvo un claro compromiso con los principios liberales puros, op. cit., pp. 80-86 y 90-95.
9 Ver el anlisis que hace lvaro Matute A cien aos, Porfirio Daz, en Estudios de Historia Moderna y
Contempornea de Mxico, Instituto de Investigaciones Histricas, UNAM, vol. 7, 1979, pp. 189-193; Guerra,
op. cit., t. I, pp. 378-395. Garciadiego Dantn, Javier, Introduccin histrica la Revolucin mexicana, Mxico,
SEP - El Colegio de Mxico, 2006, pp. 7-12.
10 Francisco Bulnes, citado en Krauze, Enrique, Porfirio Daz. El ascenso del mestizo, Siglo de Caudillos,
Mxico, Tusquets, 6 reimpresin, 2005, p. 320.
11 Krauze, Enrique, Siglo de caudillos, op. cit. p. 320.
12 Guerra, op. cit., t. II, pp. 79-96 y 101-325; Garciadiego, op. cit., pp. 12-19. Paul Garner ha sealado que la
interpretacin del Porfiriato se hizo con una ptica distorsionada de su ltima etapa, con lo que se acentuaron
sus fallas y debilidades y se opacaron sus logros. En esa etapa final, las respuestas del rgimen de Daz ante
los desafos fueron inadecuadas, insuficientes, anacrnicas y represivas y evidenciaron su fragilidad, pero no
fueron representativas de todo lo que haba sido el Porfiriato, vase Garner, op. cit., pp. 193-195.
13 English Martin, Cheril, Rural Society in Colonial Morelos, Albuquerque, University of New Mexico Press, pp.
23-94, 110-116, 163-169, 1985; Crespo, Horacio, "La diferenciacin social del campesinado. Una perspectiva
terica", tesis de maestra en estudios latinoamericanos, Mxico, UNAM, Facultad de Filosofa y Letras, 1981,
p. 160, y "La hacienda azucarera del estado de Morelos: modernizacin y conflicto", tesis de doctorado en
estudios latinoamericanos, Mxico, UNAM, Facultad de Filosofa y Letras, 1996, pp. 13-14, 143-180, 422-475;
vila Espinosa, Felipe, Los orgenes del zapatismo, Mxico, El Colegio de Mxico, 2001, pp. 50-68.
14 Guerra, op. cit., tomo II, pp. 263-266, 269-273 y 179-282; Garner, op. cit., p. 187-190; Holden, R., Mexico
and the Survey of Public Lands: the Management of Modernization, 1876-1911, DeKalb, Northern Illinois
University Press 1994.
15 Crespo, Horacio, La hacienda op. cit., pp. 350-366 y 422-475.
16 Katz, Friedrich, La servidumbre agraria en la poca de Daz, Mxico, ERA, 1980.
17 Crespo, Horacio, La hacienda,... op. cit., pp. 336-343, 372-382 y La diferenciacin..., op. cit., pp. 136-
146; vila Espinosa, Felipe op.cit., pp. 74-82, Enrique Florescano, La reinterpretacin del siglo XIX, en El
Nuevo pasado mexicano, Mxico, Cal y Arena, 1991, pp. 58-59.
18 Knight, Alan, The Mexican Revolution, 2 vols., 1986, Lincoln, University of Nebraska Press, vol. 1, pp. 5-32.

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