Location via proxy:   [ UP ]  
[Report a bug]   [Manage cookies]                

El Paso y La Espera

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 11

MAMERTO MENAPACE

EL PASO Y
LA ESPERA

SPTIMA EDICIN

EDICIONES SGUEME
SALAMANCA
2003
A
Facundo Castilla,
Martn Aquino,
Matas Nahuel Altamirano,
para cuando sean grandes

Cubierta diseada por Christian Hugo Martn

Ediciones Sgueme S.A.U., 2003


C/ Garca Tejado, 23-27 - E-37007 Salamanca / Espaa
Tlf.: (+34) 923 218 203 - Fax: (+34) 923 270 563
e.mail: ediciones@sigueme.es
www.sigueme.es

ISBN: 84-301-1192-1
Depsito legal: S.
Fotocomposicin Rico Adrados S.L., Burgos
Impreso en Espaa / UE
Imprime: Grficas Varona S.A.
Polgono El Montalvo, Salamanca 2003
CONTENIDO

Prlogo ........................................................................ 9

I. Cuando finaliza el verano .................................... 11


1. Atardecer ...................................................... 13
2. Bettina ........................................................... 17
3. El temor ........................................................ 19
4. La espera ....................................................... 21
5. Un pequeo cuento ....................................... 27
6. Eplogo .......................................................... 29

II. Durante el invierno .............................................. 31


7. La sorpresa ................................................... 33
8. La partida ...................................................... 39
9. La sonrisa ...................................................... 43
10. La antorcha que se pasa ................................ 47
11. La familia ...................................................... 51
12. En recuerdo mo ............................................. 55
13. La gracia ....................................................... 59
14. El hueco de ausencia .................................... 63
15. Un cuento ...................................................... 67
16. Eplogo .......................................................... 73

III. En tiempo de otoo .............................................. 75


17. El duro camino ............................................. 77
18. La dependencia ............................................. 81
8 Contenido

19. La impotencia ............................................... 85


20. Concelebrando .............................................. 89
21. Presidiendo ................................................... 93
22. Eplogo .......................................................... 97

IV. Seis relatos ........................................................... 99


Ingeniero agrnomo ............................................. 101
El poncho de Ovidio ............................................ 107
La novia y la novicia ............................................ 113
La indecisin ........................................................ 117
Osvaldo Catena. Recuerdos ................................. 119
Un poco tarde ....................................................... 127
PRLOGO

El prlogo es lo ltimo que se escribe de un libro,


pero est destinado a encabezarlo. Y es lgico. Esto se
debe a que nadie conoce lo que ser un libro, hasta que
termina de escribirlo.
Exactamente pasa lo mismo con cada etapa de nues-
tra vida. El momento justo en el que uno sabe quin es
el que se est gestando, es cuando se acaba de darlo a
luz. Y de un hombre se puede hablar con verdad slo
cuando se lo ha velado.
Por eso siento un poco de pudor al entregarte este li-
brito. Casi te rogara que no lo leyeras. Porque es proba-
ble que no encuentres aqu lo que pensabas. No es un li-
bro entretenido.
Pero si, a pesar de todo, quieres acompaarme, te
pido que me creas lo que te cuento. Son tres experien-
cias fuertes que he vivido, y que me han hecho rumiar
mucho.
Lo empec a escribir en la ermita que nuestro mo-
nasterio tiene en pleno campo, en un atardecer del vera-
no de 1989. Fue la primera parte. Yo an no saba que
existiran las otras dos. Como tampoco s lo que pueda
suceder de aqu en adelante. Quiz t y yo tengamos
que aadirle an otro captulo. Y lo he terminado en
esta madrugada de un fro y luminoso 2 de agosto de
10 Prlogo

1991 1, en la misma ermita donde lo empec. Pero te ase-


guro que no todo lo que pertenece a este libro se en-
cuentra en sus pginas.
Lo mejor est en tu corazn. Este librito slo quie-
re hacrtelo despertar. Si no lo logra, no ser ma toda
la culpa.
Probablemente sea fruto de la limitacin de los dos.

1. En el hemisferio austral, pleno invierno, que empieza el 21 de ju-


nio. Mientras el verano va del 21 de diciembre al 21 de marzo.
Cuando finaliza el verano
1
Atardecer

El sol acaba de hundirse. Con l se va yendo de a po-


co la luz del atardecer de un da de viento sur.
Anoche llovi fuerte y hoy el nublado se fue aborre-
gando, camino del norte, dejando de vez en cuando un
trozo azul de cielo que se convierte en charco de luz so-
bre los pastos.
Ahora el cielo est prcticamente despejado y un
cuarto de luna en preez est ya a medio camino en la
noche que empieza.
Los teros1 se pasan el alerta de un punto a otro de los
campos en sombra. Cuando la visin se achica, la pala-
bra se agranda en intensidad y se concentra en conteni-
do hasta hacerse mensaje, consigna, anuncio.
Lo cierto es que en este paso entre el da y la noche,
la visin se reduce casi exclusivamente al cielo. La tie-
rra est en sombras. De ella slo nos llegan las voces de
alerta. Presencias vivas que han quedado reducidas a
mensajes. Lejano, palpita un tractor que est arando un
potrero2 apartado. De vez en cuando, al girar sobre s

1. Ave que rarsimamente anda en bandadas. Cada yunta, o casal,


tiene una especie de territorio, que defiende de todo intruso. Pero son so-
lidarios en ayudarse a espantar las aves rapaces que consideran enemigas.
2. Parcela de campo cercada de alambrado para el pastaje del gana-
do o bien para sembrar dentro de su permetro.
14 El paso y la espera

mismo en la punta de la melga3 sus ojos de luz brillan


por un instante en la lnea del horizonte, como si una es-
trella se hubiera detenido sobre los pastos. En la ruta
distante, los autos y camiones han comprimido su pre-
sencia a un simple conjunto de puntos luminosos que
parecen trasladarse lentamente en correcta fila.
He venido a la ermita por tres das para prepararme
a las exigencias y celebraciones de la Semana santa. Ne-
cesito la soledad como punto de apoyo para la intensa
comunin de los das prximos. Tal vez dira que nece-
sito encontrarme con Dios a fin de no defraudar a mis
hermanos.
Esta tarde le lentamente el evangelio de san Juan
hasta llegar al lavatorio de los pies. Celebr enseguida la
misa en soledad, antes de cenar, viendo caer el sol por
detrs de una fila de eucaliptos lejanos.
El viento se ha detenido tambin en alguna parte.
Algo est por pasar. Se lo presiente con la intensidad
que genera esta espera. Tal vez sea simplemente el paso
del da a la noche.
No se trata de una ruptura, sino de una transicin. Y
sin embargo algo muere y algo nace dentro de una rea-
lidad que permanece. Muchas cosas sern totalmente
distintas. Ciertos sentidos perdern su objeto, y otros
comenzarn a tener toda su importancia. Dira que todo
lo vivido durante el da nos ha ido preparando para par-
ticipar en plenitud de esto que ahora empieza. Para
quien no ha vivido el da, no existe la noche. Es la par-
tida de la luz del sol la que nos entrega la visin de las
estrellas. Sin recuerdo no hay esperanza. La ansiedad es

3. Faja de terreno.
Cuando finaliza el verano 15

simplemente el revs de la nostalgia. Quiz por eso, la


pregunta sobre el futuro no sea:
Habr vida en el ms all?
Por el momento la nica verdadera pregunta respec-
to al futuro es:
Hay vida en el ahora? Esto que vivo, vale la pe-
na? Es verdadera vida?
Al que ha vivido intensamente el da, la noche lo en-
cuentra lleno de luz. Y en ella, de todos los recuerdos,
que ya no estn ms como objetos fuera de uno mismo,
sino que se los trae formando parte del propio ser. Nos
llevamos noche adentro todo lo que hemos dado y ama-
do en el da. Slo se nos arrebatan las cosas a las que
nos apegamos y no queremos entregar.

También podría gustarte