Bécquer: Páginas Desconocidas
Bécquer: Páginas Desconocidas
Bécquer: Páginas Desconocidas
/i-
i^
PGINAS DESCONOCIDAS
S^*^^S Y
PGINAS
DESCONOCIDAS
DE Gustavo Adolfo Becouer
RECOPILADAS POR
FERNANDO IGLESIAS FIGUEROA
RENACIMIENTO
SAN MARCOS, 42
M 4 D R 1 D
ES PROPIKBAD
DERECHOS RESEI<YAI>0S
LAT1NA.-<J0VAIIXIBIA5, 9. MADKID*
\S 1>IU;NTA
PRELIMINAR
GUSTAVO Adolfo Bcquer es uno de los poe-
8
PRELIMINAR
edicin de las Rimas, a cuyo frente vaya el
dibujo que para ellas hizo Bcquer: una edi-
cin cuidada, pequea, libro^reviario en el
que las mujeres, los artistas, recen las n-
timas oraciones de su tristeza, de su^ sueos,
de su silencio. Libro qu^, como la Imitacin
de Tonis Kempis, sea un oasis en nuestro
rido y solitario camino, blsamo que nos
consuele y conforte en horas de melancola.
F. I. F.
GUSTAVO A. BECQUER
BIOGRAFA POR
NARCISO CAMPILLO
( INDITA )
\
X Tunca he tomado la pluma conociendo
^ ^ mejor el asunto de que voy a tratar,
y, sin embargo, jams experiment la inde-
cisin en que ahora mi nimo vacila. Por-
que escribir la biografa de un personaje
universalmente reputado, y cuya existencia,
completa en el tiempo, ha producido todos
sus frutos para el saber, para el arte, para
la gobernacin de su patria, es narrar he-
chos ntegros, es presentar el drama humano
desde su exposicin hasta su desenlace.
Pero bosquejar el cuadro de una vida, ca-
yos hilos rotos flotan al acaso, de una vida
que fu slo una maana tempestuosa, aun-
que anunciaba ser un medio da esplndido
y una serena y luminosa tarde, es tomar la
pluma del bigrafo para cambiarla pronto
por la del poeta y dejando el terreno de la
campos imaginarios
realidad, lanzarse por los
de la fantasa. Procurar contenerme en los
lmites de lo justo, sin que la amistad ni
13
GUSTAVO ADOLFO B E C Q U E R
14
biografa
San Tel-
colegio de pilotos de altura, llamado
mo, pajacio hoy de los duques de Monpen-
sier, en cuyo establecimiento, planteado en
15
GUSTAVO ADOLFO BECQUEK
Ilos dos nios, ignorantes de tcdm, se lan-
zaban jugando a los dos gneros literarios
que ms conocimientos exigen del homJbre,
de y de la vida. Tiempo haba
la sociedad
16
biografa
huellas del epicreo cantor de Roma, valin-
dose de las imgenes, alusiones y ornato mi-
tolgico, y otras adoptaba con admirable fa-
cilidad el esto pintoresco, libre, incorrecto
y desigual del poeta vallisoletano. A esta
poca pertenecen muchas composiciones que,
con otra^ mas, en nmero de m.iles de ver-
sos, quemamos una tarde en mi ca^a. De las
17
GUSTAVO ADOLFO B E C Q U E R
18
^biografa
fuese plata fundida! Cmo gozaba tambin
al rexordar nuestros solitarios paseos a las
ruinas de Itlica; y cien leyendas
las cien
19
GUSTAVO ADOLi^O BECQEit
imprescindibles de la vida. Dando pormenores
de este perodo de la suya, temera ser in-
discreto; fuera de que en sus mismas poesas
hay lo bastante para com<prender lo que soa
das sin pan, noches sin asilo y sin sueo,
padecimientos fsicos y congojas morales, en
la eterna lucha del genio desamparado por
20
I
'BIOGRAFA
yectos que no entiende, sustenta cuestiones
-que no le importan y se proipone casi diaria-
mente cerno supremo fin el llenar determi-
nado nmero de cuartillas para aplacar la
iroracidad de ese insaciable monstruo llama-
do Prensa en 1861, es-
peridica. Gustavo,
>criba para El Contemporneo, diario en que
parece Sie haban dado cita muchas elevadas
inteligencias. Gravemente enfermo en esta
poca,, se retir en busca de aires ms pu-
ros, acompandole su hermano el pintor, Va-
21
GUSTAVO ADOLFO B E C Q U K K.
22
biografa
que su talento mereca. Durante
alto pues/to
el tiempo de su empleo escribi un breve
23
oU S ^r AYO \ ]) o L V O B E C Q E K
24^
biografa
en su alma la iprdida de este hermano y com-
paero, con quien haJba ooonpartido siempre
su bolsillo, sus esperanzas, sus grandes pe-
nas y alegras breves, su habitacin y su vida!
S, largas penas y alegras breves, y adems
2b
GUSTAVO ADOLFO B E C Q U E R
voraba:
26
biografa
diciones difciles y adversas en que se des-
arroll el genio de Gustavo, para que, no per-
dindolas de vista, pueda juzgarse por lo
que hizo, lo mucho que era capaz de hacer,
y por las ideas; poticas que dej consigna-
das, las muchas y grandes que llev consigo
a otras regiones ms serenas y resplande-
cientes.
Narciso Campillo
27
EL RETIRO (INDITO)
CADA uno de los paseos de Madrid tiene su
carcter, su fisonoma y su concurrencia
especial. A
m me basta saber a qu paseo
asiste de ordinario una persona para for-
marme una idea aproximada de su pcsicin,
su genio y sus costumbres.
Desde el Campo del Moro a Fuente Cas-
la
tellana, desde el pasieo de Oriente a Recole-
tos, desde la Plaza Mayor a Atocha, desde
las Vistillas al Saln del Prado, la coronada
Villa ofrece tanancho y variado campo a sus
habitantes, que, excepto algunas raras ex-
cepciones, cada cual busca el punto de re-
unin ms en armona con sus hbitos, su
xarctery sus intereses, obedeciendo a esa
ley eterna que ilriipulsa a la llamea a subir
y al a^gua a buscar su nivel.
Ponedme un domingo cualquiera en un lu-
gar cntrico de la poblacin y yo os dir sin
vacilarun momento y casi con la seguridad
de no equivocarme un pun,to:
31
GUSTAVO ADOLFO BECQUER-
Veis esa elegante carretela sobre cuyo
flondo azul y entre un mar de glas y de
blondas se destaca una cabeza rubia y dis-
tingriida? Pues esa va a la Fuente Caste-
llana.
Veis aquel grupo de alegres y honrados
artesanos que con cara de Pascuas y vestidos
de da de fiesta cruzan en opuesta direc-
cin? Pues esos seguramente van a meren-
dar en la Pradera, en las Vistillas o a las
inmediaciones del Puente Verde.
Aquella mam, obesa, que sigue la calle
de AlcaU adelante, precedida de dos pini(po-
ra montada.
Ese matrimonio de edad provecta que co-
32
PAGINAS DESCONOCIDAS
Postas, qiiin duda que bajarn al Campo
del Moro?
En cuanto a ese astur sin cuba y con ca-
misa limpia, qu hemos de pensar, si no
que se dirige a la Virgen del Puerto?
Aquelja bandada de nieras y amas de
cra de casa grande, se oculta al menos;
conocedor de las cositumbres madrileas que
no han de parar hasta vers^ junto a la fuen-
te de las Cuatro Estaciones?
Y as seguira marcando sin discrepar una
lnea el itinerario de todos y de cada uno de
los paseantes.
La multitud que en ciertos das clsicos
va y viene, cruza y toma a cruzar, y se en-
reda y se enmaraa pasando y repasando en
mil direcciones distintas, podr presentarnos
confundidas las diferentes capas de la socie-
dad; pero a medida que las arterias de la po-
blacin van arrojando a la ronda los anima-
dos grupos que por ella circulan, cada actor
del gran sanete humano busca insitintiva-
mente esqena y decoracin apropiadas al pa-
pel que les ha tocado en suerte desempear
en el teatro del mundo.
Hay, no obstante, un paseo cuyos concu-
rrentes no es fcil sealar, un paseo al que
no asiste clase determinada, al que se va
33
G r s r A \' o A 1) o I. F o ]5 p: C Q U E u
34
PAGINAS DESCONOCIDAS
paseen hombres graves; fuentes egipcias
los
35
GUSTAVO ADOLFO B E C Q U EK
36
gPAGINAS DESCONOCIDAS
:sas forman coro y se confunden con el alegre
37
-
GUSTAVO ADOLFO B E C Q U E K.
38
PAGINAS DESCONOCIDAS
habis reparado en las orlas de una eleg-ante
39
i
<J U S T A \^ o ADOLFO B E CQ U EK
43
'GUSTAVO ADOLFO B E C Q U E K
44
PAGINAS DPJSCONOCIDVS
por aquella poca, y Mr. Verdiguer, escultor
notable, que por las misnms razones se ha-
ba establecido en Crdoba.
45
GUSTAVO ADOLFO B E C Q U E R
46
PAGINAS DESCONOCIDAS
dad para refugiarse en Cdi^, cuando, for-
zado ya el paso de Sierra Morena, se de-
rramaron los franceses por Andaluca. En
Cdiz tuvo ingreso en el Cuerpo de Estado
Mayor, y sin descuidar los trabajos facul-
tativos propios de su carrera, prosigui culti-
vando la poesa y la pintura.
En esta ciudad comienzo los resmenes de
la guerra de la iTtdepend enca, redactadios so-
bre los partes en un peri-
oficiales; escribi
47
GUSTAVO ADOLFO BECQUER
ment, donde sostuvo ideas muy avanzadas,
logr hacerse aplaudir ipor su3 discursos po-
lticos obteniendo un gran xito con el que
pronunci aprobando la conducta observada
por el general San Miguel, respecto a los
Gabinetes extranjeros que formaron la San-
ta Alianza.
En esta poca, en que principalmente se
ocupaba de ,poltica, escribi la tragedia ti-
tulada Lanuza.
Los sucesos polticos le obligaron, en 1828,
a emigrar a Inglaterra, donde se i^uni con
otros muchosi hombres notables que por las
mismas causas tuvieron que alejarse de su
pas.
A bordo del buque en que abandon las
costas espaolas escribi la composicin titu-
lada La despedida, en que se revela su verda-
dero carx^ter potico, original y espont-
neo.
En Londres comipuso la stira, an indita,
titulada Un peso duro, el poema titulada
Florinda y El sueo de un proscrpto.
Durante la emigracin contrajo matrimo-
nio con la distinguida seora, hoy duquesa
viuda de Rivas, y en compaa de su joven
esposa, y despus de haber vagado algn
tiempo por Italia, se fij en Malta.
48
PAGINAS DESCONOCIDA S
En este punto contrajo amistad con varios
hombi^s notables, y muy particularmente
con Mr. Frere, embajador que haba sido de
Inglaterra en Espaa, y persona ilustradsi-
zonte de su genio.
El .perodo que permaneci en esta isla fu
uno de los ms, fecundos de la vida del ilustre
literato.
49
GUSTAVO ADOLFO BECQUER
Pars.En la capital de Francia traz el plan
de Dcm Alvaro y lo escribi en prosa.
Abiert^as las puertas de la madre patria
para los emigrados^ a la muerte de Feman-
do VII, don ngel Saavedra volvi a Espaa,
despus de diez aos de ausencia. Los cuida-
dos de la poltica empezaron de nuevo a ocu-
ipar su espritu.
Despus de fundar El Mensajero de las
50
PAGINAS DESCONOCIDAS
-como poeta pudo ser soldado; pero no hombre
ipoltico.
51
GUSTAVO ADOLFO BECQUER*:
table. La Historia de la si&levacin de Nj^o-
es, capitaneada por Massajiiello, es efectiva-
inente una obra digna de los grandes elogios
(lue se le han tribmtado.
Concluida su misin en aples, volvi a
Espaa, donde se mantuvo hasta cierto punto
alejado de la poltica, hasta que, en 1854,
form con Ros Rosas, con el general Crdo-
va y algunos otros hombres polticos nota-
bles, el ministerio que, creado para preverir
un conflicto, no pudo evitarlo y dur a^nas
dos das.
Despus, y durante el mando del general'
Nai-vez, en 1857, fu nom;brado embajador
en Pars. Ms tarde ocup la presidencia del
Consejo de Estado, puesto que, al agravarse
de sus dolencias, tuvo que abandonar, no sin
i-ecibir al mismo tiempo como muestra de la
52
FAGINAS DESCONOCIDAS
le entre sus individuos, como todos los escri-
tores que vean en l una gloria de la patria,
tan respetable por s,us talentos comp por sus
nobles prendas.
Madrid, 1865.
LA PICOTA DE OCAA
T A hora en que se ve,, la luz que recibe, o el
^ horizonte sobre que se dibuja^ modifican
hasta tal punto las apariencias de un mismo
objeto, que sera difcil fijar su verdadero
carcter aislndole del fondo que le rodea o
contemplndole bajo otro punto de vista del
que le conviene.
Saliendo de la villa de Ocaa, por el lado
que conduce a las eras,en uno de esos calu-
rosos das de julio en que slo cuando declina
el sol y se levanta el aire fresco de la tarde
es posible respirar fuera del recinto de las
poblaciones, sorprende el animado cuadro que
presenta la inmedia^ta llanura.
Por un lado se descubre la hilera de casas,
cercas y bardales de los barrios extremos de
la poblacin, entre cuyos rojizos tejados aso-
man los chapiteles de las torres, las espada-
ias de las; de trecho en trecho,
iglesias, y,
ei almenado lienzo de un muro: por otro se
ve el espacio que constituye las eras, limitaba
57
GUSTAVO ADOLFO ]^ECQUi:k
58
PAGINAS DESCONOCIDAS
ment de granito, airoso y elegante, cuyo ca-
rcter no es posible definir y cuya destina-
59
GUSTAVO ADOLFO B E C Q U E R
de su sello histrico.
60
PAGINAS L> i^. .b (J U IN U C i D \ S
61
GUSTAVO ADOLFO BECl^UER
casucas del lug'ar, agrupado a su5 pies; que
no sabe cuntas obscuras generaciones pasa-
ron humillando la frente ante aquel signo de
fuerza, viene en la tarde a sentarse indife-
rente junto a la picota; las muchachas refie-
65
G U S I A \ U ADOLFO B E C Q U E R
66
tP AGINAS DESCONOCIDAS
Ame pareci oir hacia el ms apartado ngulo
del templo un murmullo levsimo; especie de
confuso silabeo como de persona que reza en
voz baja y slo deja percibir a distancia el
67
GUSTAVO A 13 O L F O B E C Q U E R
68
PAGINAS DESCONOCIDAS
Poco a poco logr darme cuenta de lo que
me rodeaba, y entonces vi a una mujer arro-
dillada al pie del sepulcro. Yo no he soado
esa mujer. Viva y sana anda por Toledo:
hermosa, alta, severa, que parece una figura
bajada del pedestal de un claustro gtico. La
he visto despus en muchas ocasiones, en las
69
GUSTAVO A })0 h V O 13 E CQ U ER
70
PAGINAS DESCONOCIDAS
S una poca de poesas y combates, nacer
grande y noble por la sangre heredada, aa-
dir a los de sus mayores los propios mereci-
mientos, cantar el amor y la belleza en nue-
vo estilo y metro, y como ms tarde Cervan-
tes, y y Lqpe, y Caldern, y tantos
Ercilla,
otros, ser soldado y poeta, manejar la espada
71
-GUSTAVO ADOLFO BECQUER
72
PAGINAS DESCONOCIDAS
^cuyas dos estatuas de mrmol, armadas a
la antigua y arrodilladas haca el altar, no
carecen de mrito.
77
GUSTAVO ADOl. FO BECQER
gioso que llen en una poca de churri^ie-
rescos retablos las esquinas de las. calles de
nuestras antiguas poblaciones. Al otro, com-
pleta el cuadro el muro y la portada de gra-
nito de una noble casa, solar de un esclare-
cido linaje.
El artista no necesita preguntar el nom-
bre de aquellos edificios, ni conocer las cir-
cunstancias de su construccin o los sucesos
de que han sido teatro, para encontrar un
cuadro completo en la combinacin de sus
caprichosas lneas, su color y detalles.
Pero llega el historiador. El nos refiere
que aquel temjplo fu primero mezquita de
los moros los cuales la conservaron dedicada
78
PAGINAS DESCONOCIDAS
Alfonso VIII, proclamndolo mayor de edad
desde lo alto de sus ajimeces, en los cuales
Fernando.
Qu grandes proporciones, qu imponente
poesa adquiere entonces a nuestros ojos
aquella estrecha y solitaria calle que antes
slo se nos antojaba un cuadro pintoresco,
y ya es una pgina viva de nuestra hijtoria!
79
i
i
SOLAR DE LA CASA DEL CID
EN BURGOS
MfM'VA) u, Ja exageracin que traen consi-
go todas las reacciones, al abandonar
el sendero de la tradicin y las autoridades,
83
GUSTAVO ADOLFO BECQUER
averiguar corno lo que en siglos lejanos fu
opinin de un cronista crdulo, pasa repeti-
do de autor en autor a la categora de auto-
ridad, hasta que concluye transformndole eiv
84
PAGINAS DESCONOCIDAS
Tal vez por no haber concedido a este ele-
85
GUSTAVO A DO . F O I^ E C Q U ^^"
R
86
PAGINAS DESCONOCIDAS
jido por los romanceros, por debajo del cual
8(6 acusan las formas y se siente que hay
una figura real y positiva.
Es casi seguro que si tratramos de inves-
tigar seriamente si la casa del Cid estaba o
no en el sitiio que los burgaleses han seala-
do con el sencillomonumento, sera empresa
difcil probarlo. Pero el que recuerda el mag-
nfico romance
87
SEPULCROS DE LOS CONDES
DE MELITO. EN TOLEDO
Cl campo ms vasto para una publicacin-
^ ilus.trada espaola, es seguramente la re-
91
GUSTAVO A DO T. F O B E C Q U E R
92
PAGINAS DESCONOCIDAS
ms de la suma de conocimientes que posee
acerca del particular y ayudan a inqui-
le
93
'G U S T A \ V A 1 ) O 1. F O B E C Q U E R
94
PAGINAS DESCONOCIDAS
provincial, y en su iglesia se ven reunidos
numerosos y curiosos restos recogidos de di-
ferentes ruinas, tales como sepulcros, lpidas
e inscripciones referentes a personajes no-
tables y poderosos.
Cuando se penetra bajo sus bvedas y se
descubren por un lado el pendn que llevaba
a los combates el famoso cardenal Mendoza,
tambin trado aqu de otro templo, las mu-
tiladas urnas sepulcrales de lo$ proceres to-
ledanos y Jas lpidas en que hablan de su
poder y sus ttulos, mientras por otro se ven
arrodilladas ac y all las itifelices criaturas
que viven de la caridad oficial, no puede me-
nos de pensarse en el extrao destino de
aquel inmenso edificio que, una vez abando-
nado por sus fundadores, ha venido a ser un
doble asilo de las glorias del pasado y de la
miseria del presente.
APLOGO
D RAHMA s,e meca satisfecho sobre el cliz
^ de una gigantesca flor de Lojbo que flo-
99
GUSTAVO ADOLFO BECQUER-
Visn, la potencia consei-vadora, dilatndo-
se alrededor de todo lo creado, lo envolvi e^n
su ser como si lo cubriese con un inmenso
fanal.
Siva, el genio destructor, se morda lofi co-
dos de rabia. El lance no era para menos.
Haba visto los elefantes que sostienen los^
100
.
PAGINAS DESCONOCIDAS
En este estado de embriaguez des^3 alguna
cosa muy extra.vagante, muy ridicula, muy
pequea; que formiara contraste con
algo
todo lo magnfico y lo grandioso que haba
creado: y fu la humanidad.
Siva se restreg las manos de gusto al con-
templarla.
Visn frunci el ceo al ver encomendada
-a su custodia una cosa tan frgil.
Los hombres, en tanto, andaban mustios
y sombros por el mundo,, ocultndose aver-
goizados los unos de los otros, cerrando los
ojos para no ver a su alrededor tanto gran-
de y eterno, y no compararlo involuntaria-
mente con SM pequenez y su miseria.
Porque los hombres tenan la conciencia
exacta de s mismos^
Queris acabar de una vez con vuestros
males? dijo
les Queris morir?
Siva^ .
101
GUSTAVO ADOLFO BECQUER
fectos de que entonces, como ahora, se halla-
ban plagados los hombres.
Es cosa hecha dijo Siva, viendo la de-
cisin de la humanidad entera.
Y levant la mano para destruirla; pero
en aquel instante se interpuso Visn.
Esperad un da exclam dirigindose a
los hombres
un da no ms. Voy a daros
,
102
PAGINAS DESCONOCIDAS
un porvenir inmenso se abre ante nuestra
vista!
Yo unovoy a conmover
dfeca el el
canto de mi hermosura.
Y as todoa iban repitiendo:
Morir yo que siento arder en mi frente
la llama del genio; que soy fuerte; yo,
yo,
103
LA RIDICULEZ
ridiculez es un accidente moderno en
LA
la historia de las costumbres.
Merced a sus revoluciones internas, los
pueblos, comp los individuos, suelen cambiar
de temperamento ms de una vez en su
vida.
En estos cambios el virus social toma di-
107
GUSTAVO ADOLFO B E C Q U E K
niciones.
Puesto en este camino mi tarea se simpli-
fica extraordinariamente.
La ridiculez es una cosa horrible que hace
reir.
IOS
PAGINAS DESCONOCIDAS
Esita es tambin una frase.
Tanto valdra afirmar que el agua del uni-
verso hay que buscarla en la tinaja de mi
cocina.
El ridculo se encuentra un paso ms all
del sublime, porque se encuentra un paso
m4s all de todo.
Y, lo que es peor, un poco m.s ac tam-
bin.
Es un monstruo que nos tiene tendida una
red inmensa y oculta.
Un enemigo artero que se esconde detrs
de nuestras ms sencillas; acciones, ae nues-
tras palabras ms inocentes, de nuestros mo-
vimientos mas insignificantes.
Todos andamos temblando con el miedo de
caer en su celada.
Todos vivimos con la angustia de Damocles^
y del Licenciado Vidriera, temiendo que se
rompa el hilo que suspende el ridculo sobre
nuestra cabeza y nos atraviese como con una
espada o nos quiebre como con un canto cado
de una torre.
Y no es extrao este exagerado temor.
La ridiculez, coimo dejo dicho, es la muerte
social.
109
GUSTAVO ADOLFO BECQUER
Contra este veneno se ha encontrado, no
ob::4tante, un especfico.
Pero en este caso que puede decirse que
s
110
PAGINAS DESCONOCIDAS
Dadle un fin trgico a El lindo don Diego y
lo converts en un personaje decoroso.
La teora del ridculo^ sentada sobre esta
base, no dejara de ser un tanto peligrosa.
En qu consiste, entonces, la ridiculez?
Entran en su dominio las lgrimas de sen-
ti'niiento y la hechura de ciertos cuellos de
camisa.
La turbacin del amant)e y la manera de
andar de ciertas personas.
La sencilla franqueza del hombre honrado
y tal o cual corte de gabn.
Lo que he observado es que los bribones
y los vtruhanes son los nicos que nunca Sie
encuentran en ridculo.
Y, sin emjbargo, se dice que el ridculo es
peor que la muerte.
Y, sin embargo, el estar o no en ridculo
es independiente de nuestra voluntad, por-
que nos puede poner el primero a quien se
le antoje.
111
GUSTAVO ADOLFO BECQUER
ms temprano, por hacer que todos los hom-
bres se entiendan entre s.
115
GUSTAVO ADOLFO BECQUER
pcd remos recoger La ltima palabra de un
modo de ser social que desaparece, del que
slo quedan hoy rastros en ms apartados
los
116
PAGINAS DESCONOCIDAS
sobre tantas ruinas; pero sancs permitido
memoria de un mundo que desapa/-
:guar(lar la
reca y que tan alto habla al espritu del
artista y del poeta; sanos permitido sacar
'de entre los escombros algunos de sus ms
preciosos fragmentos, para conservarlos como
un dato para la historia, como una curiosi-
dad o una reliquia.
Reuniendo en las columnas de Tj ilustra-
cin de Madrid cuanto nos sea posible alle-
gar referente a monumentos, tipos, trajes y
'Costumbres da nuestras provincias, creemos ha^
cer algo de lo mucho que en este camino po-
dra an hacerse por nuestros artistas y esr
<iritores contemporneos.
El tipo que ofrecemos hoy, y que nos ha
inspirado estas lneas, viene a corroborar la
opinin que dejamos consignada. Merced a
los esfuerzo.^ de la beneficencia oficial y
a los reglamentos de polica urbana, las po-
blaciones importantes, de nuestro pas se han
visto libres de la nube de pordioseros que en
tiempos no muy remotos llenaban sus calles.
El mendigo, cuya cabeza tpica y pintorescos
harapos inspir a ms de un artista fants-
ticas, siluetas, ha transformado, al contac-
se
to de la civilizacin, en el vulgar acogido de
San Bernardino, con su uniformie de bayeta
117
GUSTAVO ADOT. FO BCQUEK
obscura y su sombrero de hule. Al imponerles
la chapa y la gnitarra a los que an perma-
necen, merced a no sabemos qu privilegio, a
las puertas de las iglesias, los han desrpojado
118
PAGINAS DESCONOCIDAS
talle de cada uno, fornijar un tipo que, sin
ser falso, resulta hermoso. Mirado a travs de
este prisma, no hay asunto que no interese,
ni figura que deje de ser simptica.
En .algunas de nuestras antiguas ciudades
castellanas, cuando la nieve cubre el piso de
las revueltas calles y sopla el cierzo haciendo
rechinar las mohosas velestas de las obscuras
torres, quin no ha visto inmvil, junto al
123
GU S ^J^ A V o ADOLFO B E C Q U E R
124
PAGINAS DESCONOCIDAS
ras austeras que le piden en tono grave una
limosna para las vctimas; aquella bayeta
obscura y aquella cruz, le dicen que ha lle-
gado el 2 de mayo. El podra haberlo olvidado
quizs; el pueblo de Madrid no lo olvida
nunca. Pero pas^n veinticuatro horas. El
cortesano siente que le detienen suavemente
por la manga del paleto y oye una voz dul-
ce, una voz de nia: Ccballero, un cmirtito
"para la Cruz de Mayo? Vuelve la cara y...
comisionadas de apremio.
125
GUSTAVO ADOLFO BECQUER
A ms pequeas cobradoras se las sue-
las
I
i
129
G U S 1' A V O A 13 O L F O B E C Q U E R
130
PAGINAS DESCONOCIDAS
dermos, y tampoco. Se estudian les sedimen-
tos de la transformac-n conocida con el nom-
bre de el diluvio, y, a pesar de las ms auto-
rizadas tradiciones, la geologa, no encon-
trando sus huellas, afirma q'^e la raza hu-
mana es posterior a aquella gran catstrofe.
La ciencia, separndcs3 de este punto de
la tradicin, con ^a cual vena has a all como
de la mano, no sospechaba que despus de un
largo rodeo deba encontrarla otra vez en su
camino. En efecto, los que estudian al hom-
bre com.o centro en derredor del cual gira
todo lo creado, como punto culminante con
el que se relaciona cuanto existe, presienten
su aparicin contempornea do las razas de
animales que han desaparecido, y creen ver
sus huellas en los objetos de piedra tosca-
mente que se hallan disminad:s por
labra^da
diferentes puntos del globo. No obstante, esr
tos objetos se encontraban casi siem,pre en la
superficie de la tierra o en capas que no pro-
baban terminantements su remota antige-
dad. Al cabo se descubren algunos pedazos de
si^ex simtricamente cortados en terrenos
an no removidos y en yacimientos geol-
gicos, que prueban la existencia del hombre
coetneo de los fsiles.
131
G U S T A V O ADOLFO B E C Q U E R
leo un pedazo de piedra, con un.
sistema, por
corte o una depresin, al parecer obra de
]ci industria humana? La generalidad se en-
coge de hombres ante aquella prueba, mien-
tras los menos, concedindola alguna ms
importancia, tratan de explicar de otro modo
el hecho. Mas haba llegado el momento de
la revelacin completa, y por ltimo aparece
el hombre fsil. Boucher de Pcters, el infatir
132
I
PAGINAS DESCONOCIDAS
hecho concluyente sobre el terreno en que se
ha producido.
A partir de este momento, los, apstoles
de lanueva ciencia se diseminan por diversos
pases y comienzan a hacer proslitos. Ya se
fija la atencin en ella, se habla, se escribe y S3
133
GUSTAVO ADOLFO BECQUER
Refirindose a ellos, segn de su estruc-
tura, su materia o su peifeccin se despren-
de, clasifican les, diversos tiles y objetos en-
contrados, ya en las cavernas habitadas ixjir
134
PAGINAS DESCONOCIDAS
En otros pases la proteccin de los Go-
biernos, los esfuerzos de las asociacic-nes y el
135
'G U S T A \^ O ADOLFO B E C Q U E R
136
PAGINAS DESCONOCIDAS
cerla. Hay en las ciencias perodos de anlisis
y perodos de sntesis. El que atravesamos
pertenece a los prim/eros. Hasta aqu se ha
escrito la historia de una sucesin de indivi-
dualidades, dioses, reyes y hroes. Hoy se re-
unen los datos (para escribir la del s^r co-
lectivoque se llama humanidad. Sobre el
abismo en que se haban hundido esas razas
desconocidas slo flotaban nombres; la histo-
ria, sentada al borde de ese obscuro abismo,
teja de fbulas maravillosas, sus narracio-
nes, con la proverbial seguridad del mentir
de las estrellas. Pero del seno de las sombras
ha comenzado a surgir Nnive y Babi-
la luz,
137
GUSTAVO ADOLFO BECQUErt
dad de no ser desmentidos, pueden decir, en*-
presencia de los hechos que vienen a derribar
sus artificiosos sistemas, lo que Macbet ante
el espectro de Banquo:
141
GUSTAVO ADOLFO B E C y U E R
nidades.
Para llevar a cabo esta empresa, por mu-
chos conceiptos difcil, se necesitaban requisi-
tos que rara vez se renen en un mismo hom-
bre: la diligencia y la tenacidad propias del
erudito que persigue un dato hasta el ms
obscuro y empolvado rincn de una biblioteca
y la elevacin de miras y el criterio peculia-
res al que siguiendo las evoluciones de la cr-
142
A
PAGINAS DESCONOCIDAS
tica moderna slo tieneen cuenta esos de-
talles para generalizar, buscando una sntesis
filosfica.
143
GUSTAVO A DO i. F O B E C Q E R
10
arte recibe siem^pre vida d3 su ntimo con-
EL sorcio las ideas del pe-
con hbitos
los y
Todo que atraviesa. En otras pocas recibi
diento y se adapt a la forma de la socie-
dad en que haba nacido, y se desarrollaba
traduciendo los, smbolos cristianos,, prestan-
do su magia al ostentoso culto catlico o en-
riqueciendo las severas estancias de los reyes
y los magnates. Al desvanecerse aquella so-
.
47
GUSTAVO ADOLFO BECQER
duce y descendiendo de la olmpica altura en.
que se meca para filtrarse por todas las ciar-
ses de la sociedad, a las cuales lleva como
un impulso regenerador las nociones del buen
gusto y la aspiracin a lo bello. Hasta que
148
PAGINAS DESCONOCIDAS
de partida de la ornamenacicn de un caf
pblicoj
Cmo se ha operado esta transformacin
en el pas clsico del arte oficial, del arte con-
servado al calor de los poderosos o las cor-
poraciones? Vamos a echar una rpida ojeada
sobre la historia de los cafs pblicos en Mar-
drid y el fenmeno quedar explicado.
El caf desciende en lnea recta de la boti-
llera. Quin no recuerda el carcter y la
fisonoma de estos establecimientos tradicio-
nales, en que slo se haca caf para algn
que otro raro aficionado, y se servan sorbe-
tes en determinadas estaciones? La botillera
era un lugar de paso; alguna manla, invita-
da por un majo de los que reprodujo Goya,
solan entrar a refrescar, despus de la co-
rrida de toros en que haban admirado a
Pepe Hillo; algn politicn rancio o ^tal cual
poeta confeccionador de ovillejos entraban
a. leer el Mercurio o sl departir acerca del
mrito de las novedades teatrales antes de ir
al corral de las comedias. Las personas algo
encopetadas se hacan llevar a sus casas las
bebidas, las noches de saraos, y la multitud
no haba adquirido la costumbre de pernoctar
en los cafs. El mobiliario y el fondo de la
botillera se armonizaba con sus concurrentes.
149
GUSTAVO A D O J. F O B E C Q U E R;
150
I
PAGINAS D E S C O N O C 1 D A o
resultado.
ltimamente, al tratar de construir un.
caf en la magnfica casa que ocupa el solar
de las, Vallecas, sus dueos han conseguido
superar cuanto hasta aqu se ha hecho, unien-
do al lujo material de la decoracin ese refi-
151
GUSTAVO ADOLFO BECQUER
condicioacs de la pintura decorativa, tratan-
do asuntos aprQpiados al destino del local. Les
cuatro cuadros principales y el crculo que lo
adornan, en los que se desenvuelve con clari-
dad, merced a bien pensados grupos de figTi-
155
GUSTAVO ADOLFO B E C Q U E R
156
PAGINAS D E S C O N O C I D A LS.
157
GUSTAVO ADOLFO BECQUER
mienzan a considerar las es,peculaciones tea-
trales bajo este punto de vista.
Al hacerse la revolucin en el sentido in-
dicado, el teatro de la Opera italiana rompi
la marcha. Todava nuestra escena nacional
se mantena finne en sus trece de la selva con
follaje de verde, de ventanas de casa pobre,
con la consabida estampa pegada a la pared,
y sus aristcratas invitados a los grandes bai-
les con guantes blancos de hilo y manos que
recordaban los que abren las portezuelas de los
158
vP AGINAS DESCONOCIDAS
elegancia en los trajes, y el escrupuloso estu-
dio de los; accesorios.
Larga tarea sera el enumerar cuanto se ha
hecho en este camino, con ms o menos resul-
tado; hoy slo cumple a mi propsito decir
algunas palabras acerca del nuevo teatro es-
tablecido en el Circo de Madrid, cuyo activo
e inteligente empresario y dueo, as sabe
presentarlo al pblico como brillante hip-
dromo, comio saln de conciertos o, finalmente,
transformado en elegante y fresco teatro de
verano, destinado a dar a conocer al p-
blico de Madrid las mejore^ producciones de
la pera cmica francesa, exornadas con el
159
GUSTAVO ADOLFO BECQUEK
tunida'd de ste o aqul gnero importado de
la nacin vecina; pero todos convendrn en
aplaudir el esfuerzo hecho para presentar la
pera francesa en condiciones dignas de un
pblico ilustrado y de buen gusto, admiran-
do muy particularmente la decoraciones que
en La bella Elena, Los mosqueteros de la Rei-
na y ltimamente en Mignan, hubieran bas-
tado a conquistarle aJ seor Ferri un alto
puesto entre los pintores escengrafos de pri-
mera ya no se le hubieran alcanzada
lnea, si
las muestras de fecundidad y talento que ha
dado en obras anteriores.
EL DOS DE MAYO EN MADRID
11
T AS pginas de nuestra historia contempo-
^ ranea estn llenas de non'ibres y fechas
ms o menos gloriosas, que en vano los dife-
rentes partidos polticos se han afanado por
perpetuar, decretando en su honor fiestas na-
^cionales, para que un acontecimiento o una
figura vivan con la vida de la gloria, que pro-
longa su existencia al travs de las genera-
'^ciones, no basta un decreto de la Gaceta o el
163
GUSTAVO ADOLFO B E C Q U E R
164
PAGINAS DESCONOCIDAS
puede tener de oficial, el pueblo de Madrid
olvidara esta fecha. Acaso faltara a la so-
165
GUSTAVO ADOLFO BECQUElt
pular, valdran tanto como las ms ostento
sas ceremonias oficiales, siempre vanas y
fras, cuando no responden a un sentimiento
que, sin distinciones de partidos, vive en el'
169
GUSTAVO ADOLFO BECQUEU
leres con cabezas de colores; el sencillo ju-
bn negro sobre el cual campea el pauelo
blanco bordado y guarnecido de encaje; el
airoso guardapis amarillo franjado de rojo;
la media encarnada o negra, segn que la
duea sea casada o moza; el zapatito bajo
con moo de colorines o hebillas de plata;
todo lo que compone su extrao atavo, for-
ma un conjunto tan pintoresco, que basta-
ra por s slo a llamar la atencin del ms
indiferente en materias de arte, si ya no
la llamara de manera tanto o ms poderosa
la picaresca gracia y la gentileza y donaire
de lasmujeres que lo lucen.
El tipo de la3 labradoras avilesas no es
seguramente un dechado de perfecciones cl-
sicas, ni nada hay ms distante que su ex-
173
GUSTAVO ADOLFO B E C Q U t R
174
PAGINAS DESCONOCIDAS
viven. Trae asimismo a la memoria el tipo
del siervo godo y el del plebeyo castellano
de la Edad Media. El pintor de Historia que,
dejando a un lado los modelos acadmicos y
vulgares, se empapase en el carcter de es-
tos tipos, ganara mucho bajo el punto de
vista de la verdad y belleza de sus cuadros.
En el discurso de la publicacin de nues-
tro peridico tendremos tiempo de ocuparnos
de la provincia de Soria, dando a conocer al-
gunos de sus m^ notables monumentos de
arte, entre los cuales los hay de gran inters
y comipletamente desconocidos, al par que
trazaremos cuadros de las antiqusimas y
tradicionales costumbres que an se conser-
van en la capital y en muchos de los pueblos
de la provincia.
De este modo,
y haciendo extensivo este
gnero de estudios a las diversas localidades
de Espaa, procuraremos llenar el vaco que
se nota por falta de una publicacin especial
destinada a recoger tan curiosos datos^
MAYLICA DEL SIGLO XVI
12
'1 A industria que dio origen al desarrollo
^ y perfeccionamiento que alcanz en
Italia la fabricacin del gnero de loza cono^
-cido generalmente con el nombre de may-
lica, tuvo su origen en nuestro pas, duran-
te el ms brillante perodo de la dominacin
sarracena.
Sabido es que los rabes, cuya civilizacin
especial, y muy particularmente en lo que
toca a nuestra Pennsula, an no se ha es-
tudiado bien, fueron hbiles e ingeniosos al-
179
GUSTAVO ADOLFO BECQUER*
elpunto de coastituir las que hoy se conser-
van verdaderas joyas, dignas de estimaciiv
no slo por su antigedad, sino por su nn-
rito indisiputable.
No cumple a nuestro propsito detenemos
a referir cmo se importaron a Italia las
primeras muestras de esta industria, merced
a la pasajera irrupcin de los psanos en
la isla de Mallorca, clebre a mediados del
siglo en que tuvo lugar este aconteci-
xn,
miento, por sus muchas y renombradas alfa-
reras. Bstanos consignar que los etimolo-
f
180
;p AG I A S D E S C O N O C T JJ A S
181
GUSTAVO ADOLFO BECQER
que debemos mencionar muy
dores, entre los
particularmente al clebre Marco Antonio^
La maylica que se conserva en el Mu-
seo Nacional de Escultura de Madrid es sin
duda de las obras ms notables en su gne-
ro, hasta el punto que, si alguna pudiera su-
ponerse obra de Rafael, sta es desde luegC'
la que ms condiciones rene para justifi-
182
PAGINAS DESCONOCIDAS
formacin de nuestros Museos, la sac del si-
toen que permaneca olvidada y desconoci-
do su mrito, para colocarla donde hoy sirve
de admiracin y enseanza, no slo a los
aficionados a este gnero de obras, sino a
cuantos entienden algo de arte y pueden
apreciar en lo que valen las condiciones de
elegancia y correccin que rene.
ESCENAS DE MADRID
LA HORCHATERA
187
GUSTAVO ADOLFO BECQUEK
ciano de cara fosca que ajusta su mercan-
ca con los criados de la casa, los porteros
de las oficinas y las amas de huspedes, sus
ordinarios marchantes; pero pasa la prima-
vera, se acenta el verano, la mariposa rom-
pe su crcel y se transforma el estableci-
miento.
A las esteras de color sombro, suceden las
de paja color de oro, rojas y verdes, coloca-
das con arte y simetra. El portal se enga-
lana con las tradicionales cortinas de percal
encarnado coj rauda blanca; se multiplican
las luces, salen de no s dnde las mesas
blancas y redondas; ocupa su trono la enor-
me garra^piera, y el valenciano huye al fon-
do de la tienda para dejar paso a tres o cua-
tro lindsimas valencianas plidas, morenas.
y de grandes ojos negros, que templan y pre-
vienen el excesivo enfriamiento que pudie-
ra producir el abuso de la horchata.
II
LA PLAZA MAYOR
189
GUSTAVO ADOLFO BECQUER
movimiento y vida, que forman contraste
con el abandono en que desde este punto
qued aquel histrico recinto.
Como un recuerdo de su grandeza pasada,
an en las ltimas bodas reales se jugaron
caas y se corrieron toros donde hoy admi-
ramos ms bien que la belleza de la estatua
de Felipe III, el inconmensurable abdomen
del caballo que la sustenta, por slo esta par-
ticularidad famcso; pero el Municipio, com-
prendiendo al fin que
romntica y cabar
la
Ileresca historia de este sitio haba llegado a
su trmino, ha embellecido con jardines,
lo
193
13
GUSTAVO ADOLFO BECQUER
grecas, por entre las cuales corre rodendo-
le una magnfica inscripcin en caracteres
cficos ornamentales. La inscripcin y la gre-
ca son verdes y destacan poi' el color y el alto
relieve que presentan sobre el fondo blanco
mate del brocal.
Escrupulosamente copiada, damos aparte
la inscripcin con un doble objeto: el de que
los orientalistas la estudien y la traduzcan,
si es posible, toda vez que ya algunos verda-
deramente dignos de este nom,bre, a quienes
hemos acudido, hallan bastante difcil la em.-
presa, y el reproducir un hermoso modelo de
caracteres cficos empleados en la poca que
(Podramos llamar clsica de la arquitectura
rabe espaola, de los cuales se encuentran
rara^ inscripciones, no recordando nosotros
ninguna en que slo la letra, sin combinarse
con otros extraos a su configuracin, forme
un adorno tan tan elegante y completo.
rico,
194
A LA MEMORIA DE MIGUEL
DE CERVANTES
LARGO tiempo se han buscado con verdadero
afn los restos mortales del autor del
Quijote. Sabase que en cumplimiento de
tina de sus ltimas disposiciones haban sido
isepultados en el convento de monjas Trini-
tarias de Madrid; pero en vano corporacio-
nes y particulares han practicado en dife-
rentes pocas las diligencias ms exquisitas,
a fin de conocer el preciso lugar de su en-
terramiento.
Al agitarse recientemente la idea de eri-
:^r un panten nacional que guardase los
197
GUSTAVO ADOLFO BECQUER
Sabiendo, como de ello se tiene certiduna-
bre, que yace en las bvedas de la iglesia de
Trinitarias, lo natural era dejarse de infruc-
tuosas pesquisas, considerar el templo todo
como tumba apenas bastante a contener tan
inmensa gloria, y colocar en sus muros un
epitafio.
198
PAGINAS DESCONOCIDAS
todajs veras nos asociamos al pensamieoito de
la Academia, rendimos en es(tas lneas un tri-
Nota del recopilador. Este artculo se publi-
c acompaado de un dibujo de Valeriano
Bcquer.
OCTAVA DEL CORPUS EN SEVILLA
LOS SEISESpE LA IGLESIA CATEDRAL
T A ciudad de Sevilla se ha hecho justa-
^ mente clebre por el fausto y la gian-
deza con que solemniza las festividades re-
ligiosas. Ya en el siglo xvi la llamaba el au-
tor del Quijote Roma triunfante en nimo j
riqueza, y posteriormente la han confirma-
do digna mula de la catpital del orbe cat-
lico cuantos han tenido ocasin de asistir a
203
GUSTAVO ADOT. FO BECQUEK
ores de sus ceremonias, sino fijarnos en uno
de sus ms curiosos detalles, apuntando li-
204
PAGINAS DESCONOCIDAS
laron los seises taendo las castauelas de
marfil y entonando sus armoniosos coros, y
de tal modo lo hicieron, que, prendado el
Pontfice de la majestad y compostura de la
danza y el agradable concierto de las vo-
ces, no slo dispuso continuaran como hasta
xivo.
El transicurso del tiempo, debilitando por
una parte el fervor religioso y modificando
por otra las costumbres, ha contribuido po-
derosamente a borrar en algunos pimtos los
vestigios del pasado, haciendo desaparecer
mucho de aqullo con que la piedad de los
fieles reunidos en corporaciones parece como
que aada un comento con sus puntas de
teatral y profano a los ritos siempre solem-
209
14
G U S T A \^ o A DO T. F O B E C Q U E R
210
PAGINAS DESCONOCIDAS
estudio de las costumbres. La exaltacin re-
ligiosa, en que trae su origen de siglos
la
RIMA
Fingiendo realidades
con somjbra vana,
delante del Deseo
va la Esperanza.
Y sus mentiras
como el Fnix renacen
de sus cenizas.
215
GUSTAVO ADOLFO B E C Q U E R
RIMA
Nota. Esta rima, lo mismo que la anterior,
estn copiadas del manuscrito original del libro
que el poeta pensaba publicar con ei ttulo de
Libro de los gorriones. Coleccin de proyectos,
arguvtentoSf ideas y planes de cosas diferentes
que se concluirn o no, segn sople el vien^
to. 1868. Para este libro escribi Bcquer la In-
troduccin que luego apareci al frente de sus
obras completas y que l titul Introduccin sin^
fnica.
216
N D
Pgs.
Preliminar 5
I.Gustavo A. Bcquer. (Biografa
por Narciso Campillo.) 11
- IT. El Retiro 29
III. El Duque de Rivas 41
IV. La Picota de Ocaa 55
V. Enterramientos de Garcilaso de la
Vega y su padre 63
VI.Una calle de Toledo 75
VII. Solar de la casa del Cid 81
VIII. Sepulcros de los condes de Me-
iito 89
IX.Aplogo 97
X. La ridiculez 1C5
XI. El Pordiosero 113
XII. La Cruz de Mayo 121
XIII.Antigedades prehistricas 127
XIV. Biblioteca de autores espaoles... 139
XV. El caf de Fornos 145
XVI. Circo de Madrid. Decorado de
Mignon 153
XVII. El Dos de Mayo en Madrid 161
XVIII.Tipos de Avila 167
XIX.Tipos de Soria 171
XX. Maylica del siglo xvi 177
XXL Escenas de Madrid 185
XXIL Pozo rabe de Toledo 191
XXIII. A la memoria de Cervantes 195
219
GUSTAVO ADOLFO BECQUER
Pgs.
poesas
I.Rima 215
IL-Rima 216
IMPRENX\^ATINA
Unversity of Toronto
Lbrary
DO NOT
REMOVE
THE
CARD
FROM
THIS
ca
POCKET