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Qué Es Una Visión Cristiana de Nuestro Tiempo

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Qu es una Visin Cristiana de Nuestro Tiempo?

Se proyecta a la realidad desde la Enseanza de la Iglesia Catlica


Centrada en la persona humana: humanismo cristiano
Critica las ideologas y los reduccionismos antropolgicos
Busca promover y construir el bien comn
Creativa para afrontar los nuevos paradigmas culturales
Integra la fe y la ciencia para transformar la realidad
Qu es el bien comn para la DSI y cules son sus exigencias en la actualidad?
Por bien comn se entiende el conjunto de condiciones de la vida social que hacen
posible a las asociaciones y a cada uno de sus miembros el logro ms pleno y ms
fcil de la propia perfeccin .
El bien comn no consiste en la simple suma de los bienes particulares de cada sujeto
del cuerpo social. Siendo de todos y de cada uno es y permanece comn, porque es
indivisible y porque slo juntos es posible alcanzarlo, acrecentarlo y custodiarlo,
tambin en vistas al futuro. Como el actuar moral del individuo se realiza en el
cumplimiento del bien, as el actuar social alcanza su plenitud en la realizacin del bien
comn. El bien comn se puede considerar como la dimensin social y comunitaria del
bien moral.
Las exigencias del bien comn derivan de las condiciones sociales de cada poca y
estn estrechamente vinculadas al respeto y a la promocin integral de la persona y
de sus derechos fundamentales. Tales exigencias ataen, ante todo, al compromiso
por la paz, a la correcta organizacin de los poderes del Estado, a un slido
ordenamiento jurdico, a la salvaguardia del ambiente, a la prestacin de los servicios
esenciales para las personas, algunos de los cuales son, al mismo tiempo, derechos
del hombre: alimentacin, habitacin, trabajo, educacin y acceso a la cultura,
transporte, salud, libre circulacin de las informaciones y tutela de la libertad religiosa.
Sin olvidar la contribucin que cada Nacin tiene el deber de dar para establecer una
verdadera cooperacin internacional, en vistas del bien comn de la humanidad
entera, teniendo en mente tambin las futuras generaciones.
(Compendio de la DSI, 164-166)
Qu valoracin crtica hace la Iglesia sobre el libre mercado?
El libre mercado es una institucin socialmente importante por su capacidad de
garantizar resultados eficientes en la produccin de bienes y servicios. Histricamente,
el mercado ha dado prueba de saber iniciar y sostener, a largo plazo, el desarrollo
econmico.
Pero, el libre mercado no puede juzgarse prescindiendo de los fines que persigue y de
los valores que transmite a nivel social. El mercado, en efecto, no puede encontrar en
s mismo el principio de la propia legitimacin. Pertenece a la conciencia individual y a
la responsabilidad pblica establecer una justa relacin entre medios y fines.
La utilidad individual del agente econmico, aunque legtima, no debe jams
convertirse en el nico objetivo. Al lado de sta, existe otra, igualmente fundamental y
superior, la utilidad social, que debe procurarse no en contraste, sino en coherencia
con la lgica de mercado.
La doctrina social de la Iglesia, aun reconociendo al mercado la funcin de instrumento
insustituible de regulacin dentro del sistema econmico, pone en evidencia la
necesidad de sujetarlo a finalidades morales que aseguren y, al mismo tiempo,
circunscriban adecuadamente el espacio de su autonoma.
La idea que se pueda confiar slo al mercado el suministro de todas las categoras de
bienes no puede compartirse, porque se basa en una visin reductiva de la persona y
de la sociedad.
(Compendio de la DSI, 347-349)
Qu dice sobre el libre mercado el Papa Benedicto XVI en la encclica Caritas in
veritate?
El mercado est sujeto a los principios de la llamada justicia conmutativa, que regula
precisamente la relacin entre dar y recibir entre iguales. Pero la doctrina social de la
Iglesia no ha dejado nunca de subrayar la importancia de la justicia distributiva y de la
justicia social para la economa de mercado. En efecto, si el mercado se rige
nicamente por el principio de la equivalencia del valor de los bienes que se
intercambian, no llega a producir la cohesin social que necesita para su buen
funcionamiento. Sin formas internas de solidaridad y de confianza recproca, el
mercado no puede cumplir plenamente su propia funcin econmica. Hoy,
precisamente esta confianza ha fallado, y esta prdida de confianza es algo realmente
grave.
La doctrina social de la Iglesia sostiene que se pueden vivir relaciones autnticamente
humanas, de amistad y de sociabilidad, de solidaridad y de reciprocidad, tambin
dentro de la actividad econmica y no solamente fuera o despus de ella. El sector
econmico no es ni ticamente neutro ni inhumano o antisocial por naturaleza. Es una
actividad del hombre y, precisamente porque es humana, debe ser articulada e
institucionalizada ticamente.
En las relaciones mercantiles el principio de gratuidad y la lgica del don, como
expresiones de fraternidad, pueden y deben tener espacio en la actividad econmica
ordinaria. Esto es una exigencia del hombre en el momento actual, pero tambin de la
razn econmica misma. Una exigencia de la caridad y de la verdad al mismo tiempo.
(Caritas in veritate, 35-36)
Cundo un proyecto de desarrollo (econmico, poltico, social, cultural,
educativo, etc.) promueve autnticamente al ser humano?

Cuando permite para cada uno y para todos, pasar de condiciones de vida menos
humanas, a condiciones ms humanas. (Populorum progessio, 20), y esto significa
hacer accesibles a las personas los bienes necesarios materiales, culturales,
morales y espirituales para gozar de una vida autnticamente humana, sin olvidar
tampoco que el fin de la vida social es el bien comn histricamente realizable
(Compendio de DSI: 168)

Es decir promueve el desarrollo de todo el hombre y de todos los hombres (Pacem


in terris) , esto implica promover al hombre en todas sus dimensiones: biolgica,
psicolgica, espiritual y social; y promover a toda la familia humana.

Todo proyecto de desarrollo debe realizarse sobre la base del respeto a la dignidad
trascendente del hombre (CIC, 1929). La persona humana debe ser el fin ltimo de la
sociedad. Por este motivo los proyectos sociales deben garantizar las condiciones
que permitan a las asociaciones y a cada persona conseguir lo que les es debido
segn su naturaleza y su vocacin (CIC, 1928).

Esta exigencia por respetar la dignidad de la persona, significa apreciar y promover


sus potencias espirituales de entendimiento y voluntad. Por la razn es capaz de
comprender el orden de las cosas establecido por el Creador. Por su voluntad es
capaz de dirigirse por s misma a su bien verdadero. Encuentra su perfeccin en la
bsqueda y el amor de la verdad y del bien. (CIC, 1704).
Hay que considerar que la inalienable dignidad de persona humana proviene de ser
creados a imagen y semejanza de Dios como acto gratuito de Dios y que solamente
en la relacin con l pueden descubrir y realizar el significado autntico y pleno de su
vida personal y social (Compendio de DSI: 36, 37). Y que el significado del actuar
humano en el mundo, est ligado al descubrimiento y al respeto de las leyes de la
naturaleza que Dios ha impreso en el universo creado, para que la humanidad lo
habite y lo custodie segn su proyecto (Compendio de DSI: 37).

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