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Preguntas y Respuestas

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PREGUNTAS Y RESPUESTAS

J. STALIN
(OBRAS, TOMO VII, 1925)
.
Discurso en la Universidad Sverdlov, 9 de junio de 1925.

Camaradas: Voy a responder a las preguntas que me habis hecho por


escrito, tomndolas en el mismo orden en que figuran en vuestra nota. Las
preguntas, como vosotros sabis, son diez.

Empezaremos por la primera.

1. Qu medidas y qu condiciones deben contribuir a fortalecer la ligazn de


la clase obrera con el campesinado en la dictadura del proletariado, si la Unin
Sovitica no tiene en los prximos 10 15 aos el apoyo de la revolucin social del
proletariado del Occidente?

A mi entender, sta engloba todas las dems preguntas que me habis


hecho por escrito. Por eso, mi respuesta tendr un carcter general y, en virtud
de ello, distar mucho de ser exhaustiva. En el caso contrario, no que dara nada
que responder a las dems preguntas.

Me parece que las decisiones de la XIV Conferencia del Partido dan una
respuesta exhaustiva a esta pregunta. Esas decisiones dicen que la garanta
principal para el fortalecimiento de la ligazn es una poltica acertada respecto al
campesinado.

Pero qu es una poltica acertada respecto al campesinado?

Esa poltica nicamente puede constar de diversas medidas de tipo


econmico, poltico-administrativo y cultural y educativo que aseguren el
fortalecimiento de la ligazn.

Empecemos por el terreno econmico.

Es necesario, ante todo, eliminar las supervivencias del comunismo de


guerra en el campo. Es necesaria, adems, una acertada poltica de precios de los
artculos industriales y los productos agrcolas, que asegure el rpido ascenso de
la industria y de la agricultura y la liquidacin de las tijeras. Es necesario,
luego, reducir el importe global del impuesto agrcola y su paso paulatino del
presupuesto estatal a los presupuestos locales. Es necesario atraer a la
cooperacin a los millones y millones de campesinos, ante todo a travs de las
cooperativas agrcolas y de crdito, medio para incorporar la economa campesina
al sistema general de la edificacin socialista. Es necesario proporcionar al campo
el mximo de tractores, medio para llevar a cabo una revolucin tcnica en la
agricultura y va para crear centros de progreso cultural y tcnico en el campo.
Es necesario, en fin, cumplir el plan de electrificacin, medio para aproximar el
campo a la ciudad y suprimir la oposicin entre ellos.

Tal es la va que debe seguir el Partido, si quiere asegurar la ligazn


econmica de la ciudad y el campo.

Quisiera fijar vuestra atencin en el problema del paso del impuesto agrcola
del presupuesto estatal a los presupuestos locales. Esto podr pareceros extrao.
Sin embargo, es un hecho que el impuesto agrcola adopta y seguir adoptando,
ms y ms, el carcter de impuesto local. Sabido es, por ejemplo, que antes, hace
un par de aos, el impuesto agrcola constitua la partida fundamental, o casi
fundamental, de ingresos de nuestro presupuesto estatal. Y ahora? Ahora
constituye una parte insignificante de l. El presupuesto estatal asciende ahora a
2.500 millones de rublos, mientras que el impuesto agrcola da, puede dar este
ao un mximo de 250 a 260 millones, 100 millones menos que el ao pasado.
Como veis, no es mucho. Y cuanto mayor sea el presupuesto estatal, tanto menor
ser en l la parte correspondiente a este impuesto. En segundo lugar, 100
millones de los 260 que corresponden al impuesto agrcola ingresan en los
presupuestos locales. Dicha suma es ms de un tercio de todo el impuesto. A
qu obedece eso? A que, de todos los impuestos existentes, el agrcola es el que
ms se aproxima a las condiciones locales, el ms adaptado para su inversin en
las necesidades locales. Difcilmente puede dudarse, de que los presupuestos
locales irn, en general, creciendo. Pero es tambin indudable que crecern, ante
todo, a cuenta del impuesto agrcola, que exige la adaptacin mxima a las
condiciones locales. Esto es tanto ms probable por cuanto el centro de gravedad
de los ingresos estatales se ha desplazado ya y seguir desplazndose a ingresos
de otro gnero, a los ingresos precedentes de las empresas del Estado, a los
impuestos indirectos, etc.

Por eso, el paso del impuesto agrcola del presupuesto estatal a los
presupuestos locales puede ser, con el tiempo, probable y muy conveniente desde
el punto de vista del reforzamiento de la ligazn.

Pasemos a las medidas que aseguran la ligazn em el terreno poltico-


administrativo.

La implantacin de la democracia sovitica en la ciudad y en el campo y la


vivificacin de los Soviets con objeto de simplificar, abaratar y sanear moralmente
el aparato estatal, con objeto de depurarlo de elementos de burocratismo y de
descomposicin burguesa, con objeto de aproximar enteramente el aparato
estatal a las ms amplias masas: tal es la va que debe seguir el Partido, si quiere
fortalecer la ligazn en el terreno de la edificacin poltico-administrativa.

La dictadura del proletariado no es un fin en s. La dictadura, es un medio,


el camino del socialismo. Y qu es el socialismo? El socialismo es el paso de la
sociedad con dictadura del proletariado a la sociedad sin Estado. Mas, para
realizar ese paso, es necesario preparar la transformacin del aparato estatal en
tal sentido y de tal manera, que en la prctica pueda garantizarse la
transformacin de la sociedad com dictadura en sociedad comunista. Ese objetivo
persigue la consigna de vivificacin de los Soviets, la consigna de implantacin de
la democracia sovitica en la ciudad y en el campo, la consigna de incorporacin
de los mejores elementos de la clase obrera y del campesinado a la gobernacin
misma del pas. Corregir los defectos del aparato estatal, reformarlo de veras,
depurarlo de los elementos de burocratismo y descomposicin, hacerlo afn y
entraable para las amplias masas, son cosas imposibles sin la ayuda constante
y enrgica de las propias masas al aparato estatal. Pero la ayuda enrgica y
permanente de las masas es, a su vez, imposible sin incorporar a los mejores
elementos obreros y campesinos a los organismos de gobierno, sin establecer
lazos directos y apretados entre el aparato estatal y las capas bajas ms
profundas de las masas trabajadoras.

En qu se distingue el aparato estatal sovitico del aparato de Estado


burgus?

Ante todo, en que el aparato estatal burgus est por encima de las masas,
en virtud de lo cual lo separa de la poblacin una barrera infranqueable, y, por
su propio espritu, es ajeno a las masas populares.

El aparato estatal sovitico, por el contrario, se funde con las masas, pues
no puede y no debe estar por encima de las masas si quiere mantenerse como
aparato estatal sovitico; pues no puede ser ajeno a estas masas si de veras
quiere abarcar a las masas de millones de trabajadores. Esa es una de las
diferencias de principio entre el aparato estatal sovitico y el aparato de Estado
burgus.

Lenin dijo cierta vez, en su folleto Se sostendrn los bolcheviques en el


Poder?, que los 240.000 miembros del Partido Bolchevique podran
indudablemente gobernar el pas en beneficio de los pobres y contra los ricos,
pues no eran en nada peores que los 130.000 terratenientes que gobernaban el
pas en beneficio de los ricos y contra de los pobres. Basndose en ello, ciertos
comunistas piensan que el aparato estatal puedo reducirse a varios cientos de
miles de miembros del Partido y que eso basta por completo para gobernar
nuestro enorme pas. Pensando as, a veces, muestran la tendencia a identificar
el Partido con el Estado. Eso es errneo, camaradas. Eso es tergiversar la idea de
Lenin. Al referirse a los 240.000 miembros del Partido Bolchevique, Lenin no
quera decir, ni mucho menos, que eso fuese o pudiera ser el tope de la
composicin numrica y del volumen total del aparato del Estado sovitico. Al
contrario, en el aparato estatal inclua, adems de los miembros del Partido, el
milln de votos emitidos entonces, em vsperas de Octubre, en favor de los
bolcheviques, manifestando que haba un recurso para decuplicar de un golpe
nuestro aparato estatal, es decir, para elavarlo, por lo menos, a 10 millones,
mediante la incorporacin de los trabajadores a la labor cotidiana de gobernacin
del Estado.

Estos 210.000 hombres - dice Lenin - tienen ya ahora en favor suyo


un milln, por lo menos, de votos de adultos, pues sa es precisamente la
proporcin entre el nmero de afiliados al Partido y el de los sufragios que
se emiten en su favor segn la experiencia de Europa y la experiencia de
Rusia, siquiera sea, por ejemplo, la experiencia de las elecciones de agosto
a la Duma de Petrogrado. Ah tenemos ya un aparato estatal de un milln
de personas fieles al Estado socialista por sus ideas, y no porque el 20 de
cada mes vayan a cobrar un buen sueldecillo.

Es ms, tenemos un recurso maravilloso para decuplicar


inmediatamente, de un golpe, nuestro aparato estatal, un recurso del que
nunca ha dispuesto ni puede disponer ningn Estado capitalista. Este
recurso maravilloso es la incorporacin de los trabajadores, la
incorporacin de los pobres a la labor cotidiana de gobernacin del Estado
(v. t. XXI, pgs. 261-265).

Pero cmo se produce la incorporacin de los trabajadores, la


incorporacin de los pobres a la labor cotidiana de gobernacin del Estado?

Se produce a travs de las organizaciones basadas en la iniciativa de las


masas, a travs de todo gnero de comisiones y comits, de conferencias y de
asambleas de delegados, que se forman alrededor de los Soviets, de los
organismos econmicos, de los comits de fbrica, de las instituciones culturales,
de las organizaciones del Partido, de las organizaciones de la Unin de la
Juventud, de toda clase de sociedades cooperativas, etc., etc. Nuestros
camaradas no advierten a veces que en torno a nuestras organizaciones de base
del Partido, de los Soviets, culturales, sindicales, educativas, del Komsomol, del
ejrcito, de las secciones femeninas y de toda otra clase se mueven autnticos
hormigueros de organizaciones, comisiones y conferencias surgidas por iniciativa
de las masas y que agrupan a millones de obreros y campesinos sin-partido,
hormigueros que, con su labor cotidiana, imperceptible, paciente y silenciosa,
crean la base y la vida de los Soviets, el manantial de las fuerzas del Estado
Sovitico. Sin esas organizaciones que circundan a nuestros organismos de los
Soviets y del Partido y agrupan a millones de personas, seran absolutamente
inconcebibles la existencia y el desarrollo del Poder Sovitico, la direccin y el
gobierno de nuestro extenso pas. El aparato estatal sovitico no lo forman
nicamente los Soviets. El aparato estatal sovitico, en el sentido profundo de la
palabra, lo forman los Soviets ms todas essas organizaciones comunistas y sin-
partido, que agrupan a millones de personas, ligan los Soviets con las ms
profundas capas bajas, funden el aparato estatal con las masas, con millones y
millones de personas; y destruyen, paso a paso, toda sombra de barrera entre el
aparato estatal y la poblacin.

As es como debemos tratar de decuplicar nuestro aparato estatal,


hacindolo afn y entraable a las masas de millones de trabajadores, eliminando
de l los vestigios del burocratismo, fundindolo con las masas y preparando de
ese modo la transicin de la sociedad con dictadura del proletariado a la sociedad
comunista.

Tal es el sentido y la importancia de la consigna de vivificacin de los Soviets


y de implantacin de la democracia sovitica.

Tales son las medidas principales que hay que tomar, para fortalecer la
ligazn, en el terreno de la labor poltico-administrativa del Partido.

En cuanto a las medidas para asegurar la ligazn en el terreno de la labor


cultural y educativa, poco es lo que hay que decir, pues dichas medidas son
claras, todos las conocen y, por ello, no requieren explicaciones. nicamente
deseara sealar la lnea fundamental del trabajo en esta esfera para el perodo
prximo. Esa lnea fundamental consiste en preparar las condiciones necesarias
para aplicar la enseanza primaria general obligatoria en todo el pas, de toda la
Unin. Esta, camaradas, es una reforma importantsima. Su aplicacin supondr
una victoria sealadsima, y no slo en el frente cultural, sino tambin en el
poltico y el econmico. Esa reforma deber servir de base para un poderoso
ascenso del pas. Pero costar cientos de millones de rublos. Basta observar que,
para llevarla a la prctica, se necesitar todo un ejrcito, casi medio milln de
maestros y maestras. No obstante, debemos asegurar a toda costa la realizacin
de esta reforma en el perodo prximo, si es que de veras pensamos em elevar el
pas al grado superior de la cultura. Y lo haremos, camaradas. De ello no puede
dudarse.

Tal es la respuesta a vuestra primera pregunta.

Pasemos ahora a la segunda.

2. Qu peligros de degeneracin hay para nuestro Partido, dada la


estabilizacin del capitalismo, si esa estabilizacin dura mucho?

Existen en realidad esos peligros?

Indudablemente existen, como algo posible e incluso como algo real. Existen
independientemente de la estabilizacin. Esta nicamente los hace ms
palpables. Si tomamos los principales, yo creo que esos peligros son tres:

a) el peligro de perder la perspectiva socialista em la edificacin de nuestro


pas y el liquidacionismo que de ello se deriva;

b) el peligro de perder la perspectiva revolucionaria internacional y el


nacionalismo que de ello se deriva;

c) el peligro de que decaiga el papel rector del Partido y, a consecuencia de


ello, la posibilidad de que el Partido se convierta en un apndice del aparato
estatal.

Empezaremos por el primer peligro.

El rasgo distintivo de este peligro es la falta de fe en las fuerzas internas de


nuestra revolucin; la falta de fe en la alianza de los obreros y campesinos; la
falta de fe en el papel dirigente de la clase obrera dentro de esa alianza; la falta de
fe en la conversin de la Rusia de la Nep en la Rusia socialista; la falta de fe
en la victoria de la edificacin socialista em nuestro pas.
Esa es la va del liquidacionismo y la degeneracin, pues lleva a la
liquidacin de las bases y los objetivos de la Revolucin de Octubre, a la
degeneracin del Estado proletario en Estado democrtico-burgus.

El origen de esa concepcin, el terreno para su aparicin en el Partido es el


incremento de la influencia burguesa sobre el Partido en las condiciones de la
nueva poltica econmica, en las condiciones de lucha desesperada entre los
elementos capitalistas y los elementos socialistas dentro de nuestra economa
nacional. Los elementos capitalistas no sostienen la lucha nicamente en el
terreno de la economa. Tratan de trasladarla a la esfera de la ideologa del
proletariado, procurando contaminar a los destacamentos menos firmes del
Partido la falta de fe en la causa de la edificacin socialista, el escepticismo
respecto a las perspectivas socialistas de nuestra labor de edificacin; y no
podemos decir que esos esfuerzos sean absolutamente estriles.

Cmo vamos nosotros, un pas atrasado, a edificar la sociedad socialista


completa? - dicen algunos de esos comunistas contaminados; el estado de las
fuerzas productivas de nuestro pas no nos permite plantearnos tales objetivos
utpicos; Dios quiera que nos sostengamos; no estamos para socialismo;
edifiquemos de una manera u otra, y all veremos....

Nuestra misin revolucionaria la cumplimos ya al hacer la Revolucin de


Octubre - dicen otros; ahora todo depende de la revolucin internacional, pues
sin la victoria previa del proletariado del Occidente no podemos edificar el
socialismo, y em Rusia, hablando en rigor, los revolucionarios no tienen ya nada
que hacer... Se sabe que en 1923, em vsperas de la revolucin alemana, parte
de nuestros estudiantes estaba dispuesta a abandonar los libros y a marchar a
Alemania, diciendo que en Rusia, los revolucionarios no tienen nada que hacer,
hay que abandonar los libros e ir a Alemania a hacer la revolucin.

Como veis, ambos grupos de comunistas, lo mismo el primero que el


segundo, niegan las posibilidades socialistas de nuestra edificacin, se sitan en
el terreno del liquidacionismo. La diferencia entre ellos estriba en que los
primeros encubren su liquidacionismo con la cientfica teora de las fuerzas
productivas (no en vano los alababa hace unos das Miliukov en Poslidnie
Nvosti1, calificndolos de marxistas serios), mientras que los segundos lo
encubren con frases izquierdistas y terriblemente revolucionarias acerca de la
revolucin mundial.

En efecto. Supongamos que los revolucionarios no tienen nada que hacer en


Rusia; supongamos que es inconcebible, imposible, edificar el socialismo em
nuestro pas antes de su victoria en otros pases; supongamos que la victoria del
socialismo en los pases avanzados se retrasa todava unos 10 20 aos;
podemos, en esas condiciones, admitir que los elementos capitalistas de nuestra
economa, que actan en las condiciones de cerco capitalista de nuestro pas,
accedern a poner fin a la lucha a muerte contra los elementos socialistas de esta
economa y esperarn cruzados de brazos la victoria de la revolucin mundial?
Basta con hacerse esta pregunta para comprender lo absurda que es tal
hiptesis. Y, si esa hiptesis se excluye, qu les queda por hacer a nuestros
marxistas serios y a nuestros terribles revolucionarios? Evidentemente, no les
queda ms que dar vueltas a una noria vaca, abandonarse a merced de los
elementos y degenerar poco a poco en adocenados demcratas burgueses.

Una de dos: o vemos en nuestro Pas una base de la revolucin proletaria y


tenemos, como dice Lenin, todo lo imprescindible para edificar la sociedad
socialista completa, y entonces podemos y debemos edificarla, con vistas a la
victoria completa sobre los elementos capitalistas de nuestra economa nacional;
o no vemos en nuestro pas una base de la revolucin, no tenemos lo
imprescindible para edificar el socialismo, no podemos edificar la sociedad
socialista, y entonces, si se retrasa la victoria del socialismo en otros pases,
debemos conformarnos con que prevalezcan los elementos capitalistas de nuestra
economa nacional, se descomponga el Poder Sovitico y degenere el Partido.

O lo uno, o lo otro.

Por eso, la falta de fe en las posibilidades socialistas de nuestra edificacin


lleva al liquidacionismo y a la degeneracin.

1 Poslidnie Ivosti (Ultimas Noticias): diario de los demcratas constitucionalistas emigrados blancos; empez
a publicarse en abril de 1920, em Pars. Su director era el lder del partido demcrata constitucionalista P. N.
Miliukov.
Por eso, la lucha contra el peligro de liquidacionismo es una tarea inmediata
de nuestro Partido, particularmente ahora, particularmente en las condiciones de
estabilizacin temporal del capitalismo.

Pasemos al segundo peligro.

Rasgo distintivo de este peligro es la falta de fe en la revolucin proletaria


internacional; la falta de fe em su victoria; el escepticismo respecto al movimiento
de liberacin nacional de las colonias y los pases dependientes; la incomprensin
de que, sin el apoyo del movimiento revolucionario de los otros pases, nuestro
pas no podra mantenerse contra el imperialismo mundial; la incomprensin de
que la victoria del socialismo en un solo pas no puede ser definitiva, pues no
puede estar a salvo de la intervencin mientras la revolucin no haya vencido en
varios pases, por lo menos; la incomprensin de ese requisito elemental del
internacionalismo, em virtud del cual la victoria del socialismo en un solo pas no
es un fin en s, sino un medio para desarrollar y apoyar la revolucin en los otros
pases.

Esa es la va del nacionalismo y la degeneracin, una va que conduce a la


liquidacin completa de la poltica internacionalista del proletariado, pues la
gente atacada de esa enfermedad no ve en nuestro pas una parte del todo que se
llama movimiento revolucionario mundial, sino el principio y el fin de ese
movimiento, considerando que los intereses de todos los dems pases deben ser
sacrificados a los intereses de nuestro pas.

Apoyar el movimiento de liberacin de China? Para qu? No ser


arriesgado? No nos enemistar eso con otros pases? No ser mejor establecer
nuestras esferas de influencia en China conjuntamente con las otras potencias
avanzadas y sacar algo de China en provecho propio? Eso sera ventajoso y no
encerrara ningn peligro... Apoyar el movimiento de liberacin de Alemania?
Merece la pena arriesgarse? No ser mejor llegar a un acuerdo con la Entente
acerca del tratado de Versalles y sacar algo a ttulo de compensacin?..
Mantener la amistad con Persia, Turqua, Afganistn? Merece la pena el juego?
No ser mejor restablecer las esferas de influencia com alguna de las grandes
potencias? Etc., etc.
Tal es la concepcin nacionalista de nuevo tipo, que trata de eliminar la
poltica exterior de la Revolucin de Octubre y que fomenta los elementos de
degeneracin.

Si el origen del primer peligro, del peligro de liquidacionismo, es el


fortalecimiento de la influencia burguesa sobre el Partido por el cauce de la
poltica interior, por el cauce de la lucha entre los elementos capitalistas y los
elementos socialistas de nuestra economa nacional, el origen del segundo
peligro, del peligro de nacionalismo, debe verse en el fortalecimiento de la
influencia burguesa sobre el Partido por el cauce de la poltica exterior, por el
cauce de la lucha de los Estados capitalistas contra el Estado de la dictadura del
proletariado. Difcilmente puede dudarse de que la presin de los Estados
capitalistas sobre nuestro Estado es enorme, de que los hombres que trabajan en
el dominio de nuestra poltica exterior no siempre consiguen resistir essa presin,
de que el peligro de complicaciones hace sugestiva a veces la va de la menor
resistencia, la va del nacionalismo.

Por otra parte, est claro que slo sobre la base del internacionalismo
consecuente, slo sobre la base de la poltica exterior de la Revolucin de
Octubre, puede el primer pas triunfante seguir desempeando el papel de
abanderado del movimiento revolucionario mundial; que la va de la menor
resistencia y del nacionalismo en la poltica exterior es la va del aislamiento y la
descomposicin del primer pas triunfante.

Por eso, la prdida de la perspectiva revolucionaria internacional lleva al


peligro del nacionalismo y la degeneracin.

Por eso, la lucha contra el peligro del nacionalismo en la poltica exterior es


una tarea inmediata del Partido.

Finalmente, sobre el tercer peligro.

El rasgo distintivo de este peligro es la falta de fe en las fuerzas internas del


Partido; la falta de fe en la direccin que ejerce el Partido; la tendencia del
aparato del Estado a debilitar la direccin del Partido, a desembarazarse de ella;
la incomprensin de que sin direccin del Partido no puede haber dictadura del
proletariado.

Este peligro viene de tres lados.

Primero. Han cambiado las clases a dirigir. Los obreros y los campesinos no
son ahora los del perodo del comunismo de guerra. Antes, la clase obrera estaba
desclasada y dispersa, al campesinado lo dominaba el miedo a que, en caso de
derrota en la guerra civil, volvieran los terratenientes, mientras que el Partido era
en aquel perodo la nica fuerza concentrada, que diriga el pas a la manera
militar. Ahora, la situacin es otra. No hay guerra. No existe, por consiguiente, el
peligro militar, que agrupaba a las masas trabajadoras en torno al Partido. El
proletariado se ha recuperado y elevado, tanto en el aspecto cultural como en el
material. Tambin se han elevado y desarrollado los campesinos. La actividad
poltica de ambas clases crece y seguir creciendo. Ahora ya no se puede dirigir a
la manera militar. Es necesaria, en primer lugar, la mxima flexibilidad en la
direccin. Es necesaria, en segundo lugar, una extraordinaria sensibilidad en
cuanto a las demandas y las necesidades de los obreros y los campesinos. Es
necesaria, en tercer lugar, la capacidad de nutrir las filas del Partido con los
mejores obreros y campesinos que se hayan destacado gracias al desarrollo de la
actividad poltica de estas clases. Pero estas condiciones y estas virtudes, como es
sabido, no se dan de golpe. De ah la falta de correspondencia entre lo que se pide
al Partido y las posibilidades que ste tiene en el momento dado. De ah el peligro
de que se debilite el papel rector del Partido, el peligro de que el Partido pierda
dicho papel.

Segundo. Durante el ltimo perodo, durante el perodo de desarrollo


econmico, se ha desarrollado y se ha robustecido considerablemente el aparato
de las organizaciones estatales y sociales. Los trusts, los establecimientos de
comercio y de crdito, las organizaciones poltico-administrativas y de tipo
cultural y educativo y, finalmente, las cooperativas de toda clase han crecido y se
han ampliado considerablemente hasta abarcar a centenares de miles de
personas que antes no pertenecan a ellas y la mayora de las cuales no militan
en el Partido. Pero este aparato no crece slo numricamente. Crecen, tambin su
fuerza y su peso especfico. Y cuanto mayor es su importancia, ms sensible se
hace su presin sobre el Partido, con tanta ms insistencia trata de debilitar el
papel dirigente del Partido; tanto ms vigorosa es su resistencia al Partido. Hay
que efectuar dentro de ese aparato una reagrupacin de fuerzas y una
distribucin del personal dirigente que puedan asegurar la direccin del Partido
en la nueva situacin. Pero sabido es que conseguir todo eso de un golpe resulta
imposible. De ah el peligro de que el aparato de Estado se distancie del Partido.

Tercero. Se ha complicado y diferenciado el trabajo mismo. Me refiero a la


actual labor de edificacin. Se han formado y desarrollado ramas enteras y
subrayas de dicha labor, tanto en el campo como en la ciudad. En consonancia
con ello, la direccin se ha hecho ms concreta. Antes era cosa admitida hablar
de direccin en general. Ahora, la direccin en general es una frase vaca,
pues no contiene direccin alguna. Ahora se requiere una direccin concreta,
especfica. El perodo anterior dio el tipo de funcionario sabelotodo, dispuesto a
dar respuesta a todas las cuestiones de la teora y la prctica. Ahora, ese viejo
tipo de funcionario debe dejar el puesto a un tipo nuevo de funcionario, que se
esfuerza por dominar una rama determinada del trabajo. Para dirigir como es
debido, hay que conocer el trabajo, hay que estudiarlo concienzudamente, com
paciencia, con tesn. No se puede dirigir en el campo sin conocer la agricultura,
sin conocer la cooperacin, sin estar al tanto de la poltica de precios, sin haber
estudiado las leyes relacionadas directamente con el campo. No se puede dirigir
en la ciudad sin conocer la industria, sin estudiar la vida de los obreros, sin
tomar en consideracin las demandas y las necesidades de los obreros, sin
conocer la cooperacin, sin conocer los sindicatos, sin saber cmo deben
funcionar los clubs. Pero puede conseguirse todo esto de un solo golpe?
Lamentablemente, no. Para elevar el papel dirigente del Partido a la altura
debida, hay que elevar, ante todo, la calificacin de sus funcionarios. Ahora, la
calidad del funcionario debe considerarse lo principal. Pero no es cosa fcil
elevarla de un solo golpe. Todava subsisten en las organizaciones del Partido los
viejos hbitos de ordenancismo atropellado, que han suplantado, por desgracia,
el buen conocimiento del trabajo. A ello, propiamente, se debe que el llamado
papel dirigente del Partido degenere a veces en un ridculo amontonamiento de
disposiciones absolutamente innecesarias, en una direccin vaca y verbal, que
no influye en nadie ni en nada. Ah reside uno de los mayores peligros de
debilitamiento y descenso del papel dirigente del Partido.

Tales son, en lneas generales, los motivos de que el peligro de prdida del
papel dirigente del Partido conduzca a la descomposicin y la degeneracin del
Partido.

Por eso, la lucha enrgica contra este peligro es una tarea inmediata de
nuestro Partido.

Tal es la respuesta a vuestra segunda pregunta.

Pasemos a la tercera.

3. Cmo combatir al kulak sin atizar la lucha de clases?

Creo que la pregunta es confusa y que, por eso, est mal planteada. De qu
lucha de clases se trata? Si se trata de la lucha de clases en el campo, em
general, el proletariado no la mantiene slo contra los kulaks. Y las
contradicciones entre el proletariado y el campesinado en su conjunto, no son
acaso lucha de clases, aunque se manifieste en una forma bastante desusada?
No es, acaso, cierto que el proletariado y el campesinado constituyen
actualmente las dos clases fundamentales de nuestra sociedad y que entre estas
dos clases existen contradicciones - cierto que solubles y, en fin de cuentas,
superables, pero contradicciones, con todo que originan la lucha entre estas dos
clases?

Creo que la lucha de clases en nuestro pas, si nos referimos a las relaciones
entre la ciudad y el campo, entre el proletariado y el campesinado, tiene tres
frentes principales:

a) el frente de lucha entre el proletariado en su conjunto (representado por el


Estado) y los campesinos en lo referente al establecimiento de precios tope para
los artculos industriales y los productos agrcolas, a la normalizacin de los
impuestos, etc.

b) el frente de lucha entre el proletariado en su conjunto (representado por


el Estado) y los kulaks en lo referente a la supresin de los precios especulativos
de los productos agrcolas, al paso de la carga fundamental de los impuestos a
los kulaks, etc.;

c) el frente de lucha entre los pobres del campo, en primer trmino los
braceros, y los kulaks.

Ya veis que estos tres frentes no pueden ser idnticos ni por su peso
especfico ni por el carcter de la lucha que en ellos se desarrolla. Por eso
tambin debe ser distinta, diferente, nuestra actitud hacia las formas de la lucha
de clases en esos frentes.

Examinemos la cosa ms de cerca.

Primer frente. El proletariado (representado por el Estado), considerando la


debilidad de nuestra industria y la imposibilidad de obtener emprstitos para
ella, ha tomado varias medidas cardinales, capaces de protegerla de la
competencia a la industria extranjera y de acelerar su desarrollo en beneficio de
toda nuestra economa nacional, comprendida a agricultura. Estas medidas son:
el monopolio del comercio exterior, el impuesto agrcola, las formas estatales de
acopio de productos agrcolas y el principio de la planificacin en el desarrollo de
la economa nacional en su conjunto. Todo ello se basa en la nacionalizacin de
las ramas fundamentales de la industria, del transporte y del crdito, como
sabis, estas medidas llevaron a donde tenan que llevar, es decir, pusieron fin a
la desenfrenada baja de los precios de los artculos industriales y a la
desenfrenada subida de los precios de los productos agrcolas. Por otra parte,
est claro que el campesinado en su conjunto, como comprador de artculos de la
industria y vendedor en el mercado de los productos de su hacienda, prefiere
adquirir dichos artculos lo ms barato posible y colocar sus productos lo ms
caro posible. De la misma manera, el campesinado deseara que no hubiese
ningn impuesto agrcola o que, por lo menos, ste fuera reducido al mnimo.
Ah tenis el terreno para la lucha entre el proletariado y el campesinado.

Puede el Estado prescindir de las medidas cardinales antes sealadas? No,


no puede, pues em este momento ello conducira al aplastamiento de nuestra
industria, al aplastamiento del proletariado como clase, a la conversin de
nuestro pas en una colonia agraria de los pases capitalistas de industria
desarrollada, al fracaso de toda nuestra revolucin.

Tiene inters el campesinado en su conjunto en la supresin de esas


medidas cardinales de nuestro Estado? No, no lo tiene, pues en este momento
ello significara el triunfo de la va capitalista de desarrollo, que es el desarrollo a
travs de la pauperizacin de la mayora del campesinado en aras del
enriquecimiento de un puado de ricachones, de un puado de capitalistas.
Quin se atrever a afirmar que el campesinado tiene inters en su prpria
pauperizacin, tiene inters en ver a nuestro pas convertido en una colonia y que
no tiene el inters mas hondo en el triunfo de la va socialista de desarrollo de
nuestra economa nacional?

Ah tenis el terreno para la alianza entre el proletariado y el campesinado.

Significa eso que nuestros organismos industriales puedan, apoyndose en


el monopolio, subir artificialmente los precios de los artculos de la industria con
perjuicio para la masa fundamental del campesinado y para la misma industria?
No, no significa eso. Tal poltica daara, ante todo, a la misma industria,
imposibilitando su transformacin, de la dbil planta de invernadero que era
ayer, en la industria fuerte y poderosa que debe ser maana. De ah nuestra
campaa por rebajar los precios de los artculos industriales y por elevar el
rendimiento del trabajo. Vosotros sabis que esta campaa tiene un xito
bastante grande.

Significa eso, adems, que nuestros organismos de acopio puedan,


apoyndose en el monopolio, hacer bajar los precios de los productos agrcolas
hasta que lleguen a ser ruinosos para el campesinado, con perjuicio para toda
nuestra economa nacional? No, no significa eso. Tal poltica sera nefasta, ante
todo, para la industria pues, en primer trmino, dificultara el abastecimiento de
los obreros por lo que a productos agrcolas se refiere y, en segundo trmino,
descompondra enteramente y desorganizara el mercado interior de nuestra
industria. De ah nuestra campaa contra las llamadas tijeras. Vosotros sabis
que esta campaa ha dado ya buenos resultados.

Significa eso, por ltimo, que nuestros organismos locales o centrales


puedan, apoyndose en la ley del impuesto agrcola y ejerciendo su derecho a
recaudar los impuestos, ver en esta ley algo inapelable; que puedan llegar en su
actividad prctica a desmontar los graneros y a quitar los tejados de las casas de
los contribuyentes pobres, como ha ocurrido en algunos distritos de la provincia
de Tambov? No, no significa eso. Tal poltica quebrantara toda confianza de los
campesinos en el proletariado, en el Estado. De ah las ltimas medidas del
Partido para reducir el impuesto agrcola, para dar l ese impuesto un carcter
ms o menos local, para formalizar toda nuestra poltica fiscal, para acabar con
los abusos que se producan en algunos lugares con motivo de la recaudacin de
los impuestos. Vosotros sabis que estas medidas han dado ya el resultado
apetecido.

Tenemos, pues, en primer lugar, la comunidad de intereses del proletariado


y el campesinado en las cuestiones fundamentales, su inters comn en el
triunfo de la va socialista de desarrollo de la economa nacional. De ah la alianza
de la clase obrera y el campesinado. Tenemos, en segundo lugar, las
contradicciones de los intereses de la clase obrera y del campesinado en
cuestiones del momento. De ah la lucha dentro de esta alianza, lucha que,
atendido su peso especfico, se ve compensada com creces por la comunidad de
intereses y que debe desaparecer en el futuro, cuando los obreros y los
campesinos dejen de ser clases, cuando se conviertan en trabajadores de la
sociedad sin clases. Tenemos, en tercer lugar, los medios y las vas para resolver
estas contradicciones entre la clase obrera y el campesinado, conservando y
fortaleciendo la alianza de los obreros y los campesinos, en inters de ambos
aliados. Y no slo tenemos a nuestra disposicin estas vas y estos medios, sino
que ya los aplicamos con xito en la compleja situacin de la Nep y de la
estabilizacin temporal del capitalismo.
Se deduce de ello que nosotros debamos atizar la lucha de clases en este
frente? No, no se deduce eso. Al contrario. De ello se deduce nicamente que
debemos atenuarla por todos los medios, regulndola mediante acuerdos y
concesiones mutuas, y no llevndola de ningn modo a formas agudas, a
choques. Y as lo hacemos. Porque contamos con todas las posibilidades para
ello. Porque la comunidad de intereses es aqu ms vigorosa y ms profunda que
la contradiccin de intereses.

Como veis, la consigna de atizar la lucha de clases es completamente


inadecuada para las condiciones de la lucha en este frente.

Segundo frente. Los personajes en accin son aqu el proletariado


(representado por el Estado Sovitico) y los kulaks. Las formas de la lucha de
clases son en l tan peculiares como en las condiciones de la lucha en el primer
frente.

Deseoso de dar al impuesto agrcola un acusado carcter de impuesto sobre


los ingresos, el Estado carga sobre los kulaks el peso principal de este gravamen.
En respuesta a ello, los kulaks tratan de escabullirse con buenas y malas artes
y utilizan toda su fuerza y toda su influencia en el campo para cargar sobre los
campesinos medios y pobres el peso del impuesto.

En su lucha contra la caresta de la vida y en sus esfuerzos por mantener la


estabilidad de los salarios, el Estado procura adoptar medidas de carcter
econmico encaminadas a establecer precios tope equitativos para los productos
agrcolas, precios que respondan plenamente a los intereses de la economa
campesina. En respuesta a ello, los kulaks compran los productos a los
campesinos pobres y medios y hacen grandes reservas, que retienen en sus
graneros y no lanzan al mercado, para subir artificialmente los precios, hacerlos
llegar al nivel de precios de especulacin y nicamente entonces poner dichas
reservas a la venta, con objeto de lograr, especulando, ganancias fabulosas.
Debis de saber que, en ciertas provincias de nuestro pas, los kulaks han
conseguido este ao elevar extremadamente los precios de los cereales.
De ah la lucha de clases en este frente, con sus formas peculiares y ms o
menos veladas.

Podra parecer que la consigna de atizar la lucha de clases es plenamente


aplicable a las condiciones de la lucha en este frente. Pero no es cierto. Tampoco
en este caso tenemos inters en atizar la lucha de clases, pues podemos
perfectamente y debemos evitar ese encono de la lucha y las complicaciones que
de ella se derivan.

Podemos y debemos vivificar los Soviets, conquistar al campesino medio y


organizar a los campesinos pobres dentro de los Soviets, para conseguir un alivio
de la carga fiscal que gravita sobre la masa fundamental del campesinado,
haciendo recaer de hecho sobre los kulaks el peso principal de los impuestos.
Vosotros sabis que se toman medidas en este sentido y que esas medidas dan ya
buenos resultados.

Nosotros podemos y debemos hacer que el Estado disponga de suficientes


reservas de productos alimenticios, para presionar sobre el mercado de
comestibles, intervenir cuando sea preciso, mantener los precios a un nivel
aceptable para las masas trabajadoras y desbaratar, de este modo, las
maquinaciones especulativas de los kulaks. Vosotros sabis que en eso hemos
invertido este ao varias decenas de millones de puds de grano. Debis conocer
que, en este terreno, hemos obtenido resultados verdaderamente buenos, pues,
adems de haber logrado mantener a bajo nivel los precios de los cereales en
zonas como Leningrado, Mosc, cuenca del Donetz, Ivnovo-Vosnesensk, etc.,
hemos obligado al kulak a capitular en bastantes zonas, hacindole lanzar al
mercado, a precios bastante bajos, las viejas reservas de cereales.

En este terreno, las cosas, naturalmente, no dependen slo de nosotros. Es


muy posible que, en ciertos casos, los propios kulaks se pongan a atizar la lucha
de clases, que traten de llevarla al punto de ebullicin y de darle la forma de
actos de bandidaje o de sublevaciones. Pero entonces la consigna de atizar la
lucha de clases no ser nuestra, sino de los kulaks, y, por consiguiente, ser una
consigna contrarrevolucionaria. Es indudable, adems, que los kulaks tendrn
que sufrir entonces, en su prpia carne, todos los inconvenientes de esa consigna
dirigida contra el Estado Sovitico.

Como veis, la consigna de atizar la lucha de clases en el segundo frente no


es una consigna nuestra.

Tercer frente. Los personajes en accin son aqu dos fuerzas: los campesinos
pobres y, en primer trmino, los braceros, de una parte, y los kulaks, de otra.
Formalmente, el Estado se mantiene al margen. Este frente, ya lo veis, no es tan
amplio como los anteriores. Por otro lado, la lucha de clases se desarrolla en l de
manera completamente clara y abierta, mientras que en los frentes anteriores se
desarrolla en forma oculta, ms o menos enmascarada.

Se trata, en este caso, de la explotacin directa de trabajadores asalariados


o semiasalariados por los patronos kulaks. Por eso, el Partido no puede seguir en
este frente la poltica de atenuar, de mitigar la lucha. Nuestra tarea consiste, en
este caso, en organizar y dirigir la lucha de los campesinos pobres contra los
kulaks.

Significa eso que nos disponemos a atizar la lucha de clases? No, no


significa eso. Atizar la lucha de clases no es limitarse a organizar y dirigir la
lucha. Es tambin exacerbar artificialmente y avivar de manera premeditada la
lucha de clases. Hay necesidad de esas medidas artificiales ahora, cuando
tenemos la dictadura del proletariado y cuando las organizaciones del Partido y
de los sindicatos actan en nuestro pas con libertad absoluta? Naturalmente que
no.

Por eso, la consigna de atizar la lucha de clases es tambin inadecuada en


este tercer frente.

Eso es lo que puede responderse a la tercera pregunta.

Ya veis que el problema de la lucha de clases en el campo no es tan sencillo


como pudiera parecer a primera vista.

Pasemos a la cuarta pregunta.


4. Gobierno obrero y campesino de hecho o como consigna de agitacin?

La pregunta, tal como ha sido formulada, me parece un tanto absurda.

Qu significa eso de gobierno obrero y campesino de hecho o como


consigna de agitacin? Resulta que el Partido puede dar consignas que no
correspondan a la realidad y sirvan nicamente para cierta astuta maniobra a la
que se da aqu, no s por qu, el nombre de agitacin. Resulta que el Partido
puede lanzar consignas que no tienen ni pueden tener una base cientfica. Es
cierto eso? Naturalmente que no. Si el Partido fuera as, merecera desaparecer
despus de una existencia efmera, como una pompa de jabn. Nuestro Partido
no sera entonces el Partido del proletariado, un partido que aplica una poltica
basada en la ciencia, sino simple espuma en la superficie de los acontecimientos
polticos.

Por su carcter, por su programa y su tctica, nuestro gobierno es un


gobierno obrero, proletario, comunista. En este sentido no debe haber ni
equvocos ni dudas. Nuestro gobierno no puede tener simultneamente dos
programas, uno proletario y otro de un tipo diferente. Su programa y su trabajo
prctico son proletarios, comunistas, y en este sentido nuestro gobierno es, sin
duda, proletario, comunista.

Significa eso que nuestro gobierno no sea al mismo tiempo un gobierno


obrero y campesino? No, no significa eso. Nuestro gobierno, que es proletario por
su programa y por su labor, es al mismo tiempo un gobierno obrero y campesino.

Por qu?

Porque, en nuestras condiciones, los intereses cardinales de la masa


fundamental del campesinado coinciden plena e ntegramente con los intereses
del proletariado.

Porque, en virtud de ello, los intereses del campesinado encuentran


expresin completa en el programa del proletariado, en el programa del Gobierno
Sovitico.
Porque el Gobierno Sovitico se apoya en la alianza de los obreros y los
campesinos, fundada sobre la comunidad de los intereses cardinales de estas
clases.

Porque, finalmente, en los organismos del gobierno, en los Soviets, adems


de los obreros, figuran los campesinos que luchan contra el enemigo comn y
construyen la nueva vida juntamente con los obreros y bajo la direccin de los
obreros.

Por eso, la consigna de gobierno obrero y campesino no es una huera


consigna de agitacin, sino una consigna revolucionaria del proletariado
socialista, fundamentada cientficamente en el programa del comunismo.

Eso es lo que puede responderse a la cuarta pregunta.

Pasemos a la quinta.

5. Ciertos camaradas interpretan nuestra poltica con relacin al campesinado


como una ampliacin de la democracia para este ltimo y un cambio del carcter
del Poder en el pas. Es acertada essa interpretacin?

Ampliamos de hecho la democracia en el campo?

S, la ampliamos.

Es esto una concesin al campesinado?

Sin duda que lo es.

Es grande esa concesin?, se ajusta al marco de la Constitucin de


nuestro pas?

Me parece que esa concesin no es muy grande y no cambia ni un pice de


nuestra Constitucin.

Qu cambiamos, pues, en este caso, y a qu se concreta propiamente la


concesin?

Cambiamos el modo de trabajar en el campo, pues en las nuevas


condiciones de desarrollo es completamente insatisfactorio. Cambiamos el orden
de cosas establecido en el campo, porque frena el establecimiento de la ligazn y
desbarata el trabajo que el Partido despliega para agrupar a los campesinos en
torno del proletariado.

Hasta ahora ocurra que en numerosos distritos las aldeas las gobernaban
pequeos grupos de personas, ms ligadas con la administracin de los distritos
y de las provincias que con la poblacin rural. Esta circunstancia llevaba a que
las autoridades rurales mirasen ms hacia arriba, hacia el distrito, y menos hacia
abajo, hacia la poblacin rural; a que no se sintieran responsables ante la aldea,
ante los electores, sino ante la administracin del distrito y de la provincia, sin
comprender evidentemente que arriba y abajo no forman sino una misma
cadena y que, si la cadena se rompe, por abajo, toda ella se desploma. Resultado
de esto era de una parte, la falta de control, la arbitrariedad de los dirigentes, y,
de otra parte, el descontento y las protestas sordas en el campo. Ahora se pone
fin de manera enrgica y definitiva a esa situacin en el campo.

Hasta ahora ocurra que, en numerosos distritos, las elecciones a los Soviets
en el campo no eran en realidad elecciones, sino un simple trmite oficinesco
para sacar diputados mediante numerosas artimaas y la presin de un
reducido grupo de dirigentes temerosos de perder el poder. Resultado de ello era
que los Soviets, organismos afines y entraables a las masas, corran el riesgo de
convertirse en organismos ajenos a las masas, y la direccin del campesinado por
parte de los obreros - base y fortaleza de la dictadura del proletariado corra el
riesgo de quedar colgando en el vaco. Vosotros sabis que, en vista de ello, el
Partido se vio obligado a hacer que se celebrasen nuevas elecciones de los
Soviets; por cierto, estas elecciones han mostrado que el viejo procedimiento de
celebrar las consultas electorales en numerosas zonas es una supervivencia del
comunismo de guerra, supervivencia que debe ser suprimida como algo nocivo y
podrido hasta la mdula. Ahora se pone fin a ese procedimiento de celebrar las
elecciones en el campo.

Ah reside la base de la concesin, la base de la ampliacin de la democracia


en el campo.
Esta concesin no es slo necesaria para el campesinado. El proletariado la
necesita en grado no menor, pues lo fortalece, eleva su prestigio en el campo,
aumenta la confianza que los campesinos depositan en l. El objetivo principal de
las concesiones y los compromisos es, en general, como se sabe, fortalecer y
robustecer en fin de cuentas al proletariado.

Cules son los lmites de esas concesiones en el momento dado?

Los lmites de esas concesiones han sido fijados por la XIV Conferencia del
P.C.(b) de Rusia y por el III Congreso de los Soviets de la URSS 2. Ya sabis que no
son muy amplios y que se reducen al marco de que acabo de hablar. Pero eso no
significa que sean algo inmutable para siempre. Al contrario, se ensancharn, sin
duda, a medida que se desarrolle nuestra economa nacional, a medida que se
fortalezca el podero econmico y poltico del proletariado, a medida que se
desarrolle el movimiento revolucionario en el Occidente y el Oriente, a medida
que se refuercen las posiciones internacionales del Estado Sovitico. Lenin habl,
en 1918, de la necesidad de extender la Constitucin sovitica, a medida que
vaya decreciendo la resistencia de los explotadores, a toda la poblacin (v. t.
XXII, pg. 372). Aqu se trata, como podis ver, de extender la Constitucin a
toda la poblacin, comprendida la burguesa. Eso fue dicho en marzo de 1918. De
entonces a la muerte de Lenin pasaron ms de cinco aos, pero Lenin no dijo en
todo ese perodo nada acerca de la conveniencia de llevar a la prctica esta tesis.
Por qu? Porque no haba llegado todava el momento de esa extensin. Pero de
que llegar alguna vez, cuando la posicin interior e internacional del Estado
Sovitico se fortalezca definitivamente, de eso no puede caber duda.

Por ello nosotros, aun previendo una mayor ampliacin de la democracia en


el futuro, consideramos necesario restringir en el momento dado las concesiones
en cuanto a la democracia se refiere, al marco fijado por la XIV Conferencia del
P.C.(b) de Rusia y por el III Congreso de los Soviets de la URSS.

2 El III Congreso de los Soviets de la U.R.S.S. se celebr en Mosc del 13 al 20 de mayo de 1925. El Congreso
examin, entre otras, las cuestiones siguientes: ingreso de las Repblicas Socialistas Soviticas de Turkmenia y
Uzbekia en la U.R.S.S., informe del gobierno de la U.R.S.S., situacin de la industria de la U.R.S.S., cuestiones de
la edificacin sovitica, medidas para la elevacin y el fortalecimiento de la economa campesina y acerca del
Ejrcito Rojo. El informe sobre cuestiones de la edificacin sovitica lo hizo M. I. Kalinin.
Cambian esas concesiones el carcter del Poderen el pas?

No, no lo cambian.

Introducen modificaciones en el sistema de la dictadura del proletariado en


el sentido de debilitarla?

Ninguna en absoluto, ni la ms mnima. La dictadura del proletariado, lejos


de debilitarse, se fortalece si se vivifican los Soviets y si se incorpora a ellos a los
mejores elementos del campesinado. La direccin de los campesinos por el
proletariado no slo se conserva gracias a la ampliacin de la democracia, sino
que, adems, adquiere nueva fuerza, creando una atmsfera de confianza en
torno al proletariado, y esto es lo principal en la dictadura del proletariado,
cuando se trata de las relaciones entre el proletariado y el campesinado en el
sistema de la dictadura.

No tienen razn los camaradas que afirman que el concepto de dictadura del
proletariado encierra nicamente la idea de la violencia. La dictadura del
proletariado no es slo violencia; tambin es direccin de las masas trabajadoras
de las clases no proletarias y edificacin de la economa socialista, de tipo
superior a la economa capitalista y con un mayor rendimiento del trabajo. La
dictadura del proletariado es: 1) violencia, no limitada por la ley, con relacin a
los capitalistas y los terratenientes, 2) direccin del proletariado con relacin al
campesinado, 3) edificacin del socialismo con relacin a toda la sociedad. No
puede prescindirse de ninguno de estos tres aspectos de la dictadura sin correr el
riesgo de adulterar la idea de la dictadura del proletariado. Slo estos tres
aspectos, juntos, nos dan una idea completa y acabada de la dictadura del
proletariado.

La nueva orientacin del Partido en cuanto a la democracia sovitica,


empeora en algo el sistema de la dictadura del proletariado?

No, no lo empeora. Todo lo contrario! La nueva orientacin no hace sino


mejorar las cosas, fortaleciendo el sistema de la dictadura del proletariado. Si se
trata del elemento de violencia en el sistema de la dictadura, y expresin de la
violencia es el Ejrcito Rojo, no creo que sea necesario demostrar que la
implantacin de la democracia sovitica en el campo no puede sino mejorar el
estado del Ejrcito Rojo, agrupndolo en torno del Poder Sovitico, pues nuestro
ejrcito se compone principalmente de campesinos. Si se trata del elemento de
direccin en el sistema de la dictadura, apenas si cabe duda de que la consigna
de vivificacin de los Soviets no puede sino facilitar al proletariado esa direccin,
fortaleciendo la confianza de los campesinos en la clase obrera. Si se trata del
elemento de edificacin en el sistema de la dictadura, no creo que sea necesario
demostrar que la nueva orientacin del Partido no puede sino facilitar la
edificacin del socialismo, pues ha sido emprendida para fortalecer la ligazn, y,
sin la ligazn, la edificacin del socialismo es imposible.

La conclusin es una: las concesiones al campesinado refuerzan, en la


situacin actual, al proletariado y consolidan su dictadura, sin cambiar ni en un
pice el carcter del Poder en el pas.

Eso es lo que puede responderse a la quinta pregunta.

Pasemos a la sexta.

6. Hace nuestro Partido concesiones a la desviacin de derecha en la


Internacional Comunista con motivo de la estabilizacin del capitalismo? Y en caso
afirmativo, es ello una maniobra tctica verdaderamente necesaria?

Se trata, al parecer, del Partido Comunista Checoslovaco y del acuerdo con


el grupo de los camaradas Smeral y Zapotocky contra los elementos derechistas
de este Partido.

Creo que nuestro Partido no ha hecho ninguna clase de concesiones a la


desviacin de derecha en la Internacional Comunista. Al contrario, todo el Pleno
ampliado del Comit Ejecutivo de la I.C.3 ha transcurrido bajo el signo del
aislamiento de los elementos derechistas de la Internacional Comunista. Leed la
resolucin de la I.C. acerca del Partido Comunista Checoslovaco, leed la

3 Se tiene presente el V Pleno ampliado del Comit Ejecutivo de la I.C., celebrado en Mosc del 21 de marzo al 6 de
abril de 1925. (V. el discurso de J. V. Stalin acerca del Partido Comunista de Checoslovaquia ante la Comisin
Checoslovaca del V Pleno ampliado del C.E. de la I.C. en el tomo presente.).
resolucin sobre la bolchevizacin y comprenderis sin esfuerzo que el blanco
principal de la I.C. eran los elementos derechistas en el comunismo.

Por eso, no se puede hablar de concesiones de nuestro Partido a la


desviacin de derecha en la I.C.

En rigor, los camaradas Smeral y Zapotocky no son derechistas, no


comparten la plataforma de la derecha, la plataforma de la gente de Brnn. Ms
bien vacilan entre los leninistas y los derechistas, inclinndose hacia los
derechistas. La particularidad de su conducta en el Pleno ampliado del Comit
Ejecutivo de la I.C. consiste en que, presionados por nuestra crtica, de una
parte, y, de otra parte, ante la amenaza de la perspectiva de escisin, amenaza
creada por los derechistas, se han inclinado esta vez hacia nosotros, hacia los
leninistas, comprometindose a mantener la alianza con los leninistas contra los
derechistas. Eso les honra. Pero creen los camaradas que no debimos
acercarnos a los vacilantes cuando stos se inclinaban hacia los leninistas,
cuando hacan concesiones a los leninistas contra los derechistas? Sera
peregrino y lamentable que entre nosotros hubiese gente incapaz de comprender
los axiomas elementales de la tctica bolchevique. Acaso la realidad de los
hechos no ha demostrado ya que la poltica de la I.C. en el caso del Partido
Comunista Checoslovaco es la nica poltica acertada? Acaso los camaradas
Smeral y Zapotocky no siguen combatiendo a los derechistas en las mismas filas
que los leninistas? Acaso no han sido aislados ya los de Brnn en el Partido
checoslovaco?

Podr preguntarse: Por mucho tiempo? Yo, naturalmente, no s si ser por


mucho tiempo; yo no me atrevo a hacer profecas. En todo caso, es indudable
que, mientras los smeralianos luchen contra los derechistas, habr acuerdo con
ellos; y en cuanto cambie su posicin actual, perder vigor ese acuerdo. Pero
ahora no se trata, en absoluto, de eso. Ahora se trata de que el presente acuerdo
contra los derechistas fortalece a los leninistas, les da una posibilidad nueva de
llevar tras de s a los vacilantes. Eso es ahora lo principal y no las vacilaciones
que puedan tener todava los camaradas Smeral y Zapotocky.
Hay quienes piensan que los leninistas estn obligados a apoyar a cualquier
vocinglero y neurastnico izquierdista, que los leninistas son siempre y en todo
izquierdistas acrrimos entre los comunistas. Eso no es cierto, camaradas.
Nosotros somos la izquierda respecto de los partidos no comunistas de la clase
obrera. Pero nunca nos hemos comprometido a ser ms izquierdistas que nadie,
como peda en tiempos el difunto Parvus, cosa que entonces mismo le vali una
reprimenda de Lenin. Entre los comunistas no somos ni izquierdistas ni
derechistas; somos, simplemente, leninistas. Lenin saba lo que haca al luchar
en los dos frentes, contra la desviacin de izquierda en el comunismo y contra la
desviacin de derecha. Por algo uno de los mejores folletos de Lenin est dedicado
a La enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo.

Creo que los camaradas no me habran hecho la sexta pregunta si se


hubieran fijado a tiempo en esta ltima circunstancia.

Eso es lo que puede responderse a la sexta pregunta.

Pasemos a la sptima.

7. No existir el peligro de que cobre forma ideolgica definida la agitacin


antisovitica en el campo con motivo de la nueva orientacin y dada la debilidad
de las organizaciones rurales del Partido?

S, ese peligro existe. Difcilmente puede ponerse en duda que las elecciones
a los Soviets bajo la consigna de vivificacin de los Soviets significan la libertad
de propaganda electoral en las localidades. Huelga decir que los elementos
antisoviticos no dejarn escapar ocasin tan propicia para deslizarse por la
rendija abierta y para cometer alguna nueva vileza contra el Poder Sovitico. De
ah el peligro de que aumente y cobre formas definidas la agitacin antisovitica
en el campo. Lo ocurrido durante las ltimas elecciones en el Kubn, en Siberia y
en Ucrania lo evidencia elocuentemente. Es indudable que la debilidad de
nuestras organizaciones rurales en muchas zonas acenta este peligro. Es
indudable tambin que los apetitos intervencionistas de las potencias
imperialistas son, a su vez, un impulso para incrementarlo.
De qu se nutre ese peligro?, dnde estn sus fuentes?

Sus fuentes son, por lo menos, dos. En primer lugar, los elementos
antisoviticos perciben que en la aldea se ha operado ltimamente cierto
desplazamiento en favor del kulak, que en varias zonas el campesino medio ha
virado hacia el kulak. Esto poda suponerse antes de las elecciones. Despus de
las elecciones, la suposicin se ha convertido en hecho indiscutible. Ese es el
motivo primero y principal del peligro de que cobre forma ideolgica definida la
agitacin antisovitica en el campo.

En segundo lugar, nuestras concesiones al campesinado han sido vistas, en


muchas zonas como un indicio de debilidad nuestra. De ello poda dudarse antes
de las elecciones. Despus de las elecciones, no puede caber duda alguna. De ah
el grito de los elementos antisoviticos de la aldea: sigamos apretando!. Ese es
el motivo segundo, aunque no tan importante, del peligro de acentuacin de la
agitacin antisovitica en el campo.

Los comunistas deben comprender, ante todo, que el perodo actual en el


campo es un perodo de lucha por el campesino medio; que ganar al campesino
medio para el proletariado es la ms importante tarea del Partido en el campo; que
si no se cumple esta tarea, aumentar el peligro de que la agitacin antisovitica
cobre forma definida, y la nueva orientacin del Partido nicamente podr
redundar em provecho de los elementos antisoviticos.

Los comunistas deben comprender, en segundo trmino, que la conquista


del campesino medio slo es posible ahora sobre la base de la nueva poltica del
Partido en cuanto a los Soviets, a las cooperativas, al crdito, al impuesto
agrcola, al presupuesto local, etc.; que las medidas de presin administrativa
nicamente pueden estropear el asunto y desbaratarlo todo; que al campesino
medio hay que convencerlo de lo acertado de nuestra poltica con medidas de
carcter econmico y poltico; que al campesino medio slo se le puede cautivar
con ejemplos, con hechos concretos.

Los comunistas deben comprender, adems, que la nueva orientacin no se


ha adoptado para vivificar a los elementos antisoviticos, sino para vivificar los
Soviets y atraerse a la masa fundamental del campesinado; que la nueva
orientacin no excluye, sino que presupone la lucha enrgica contra los
elementos antisoviticos; que si los elementos antisoviticos dicen sigamos
apretando, viendo en las concesiones al campesinado un indicio de debilidad
nuestra y utilizndolas con fines contrarrevolucionarios, hay que demostrarles,
obligatoriamente, que el Poder Sovitico es fuerte, hay que recordarles la crcel,
que hace tiempo los est echando de menos.

Creo que, si se comprenden y se cumplen estas tareas nuestras, el peligro


de que la agitacin antisovitica en el campo tome formas ideolgicas definidas y
se acente ser, sin duda, cortado de raz.

Eso es lo que puede responderse a la sptima pregunta.

Pasemos a la octava.

8. El incremento de la influencia de los sinpartido, no originar el peligro de


que se formen fracciones suyas en los Soviets?

De este peligro slo puede hablarse en condicional. No tiene nada de


peligroso que la influencia de los sin-partido, ms o menos organizados, crezca
donde todava no ha penetrado la influencia de los comunistas. As ocurre, por
ejemplo, en los sindicatos en la ciudad y en las asociaciones sin-partido, ms o
menos soviticas, em el campo. El peligro empieza cuando la asociacin de sin-
partido comienza a pensar en suplantar al Partido.

De dnde procede este peligro?

No deja de ser significativo que en nuestra clase obrera ese peligro no se


observe o casi no se observe. A qu obedece esto? Obedece a que en la clase
obrera tenemos en torno del Partido un activo numeroso de obreros sin-partido,
que rodean al Partido de una atmsfera de confianza y que lo ligan con las
grandes masas de la clase obrera.

No resulta menos significativo que ese peligro sea particularmente agudo


entre el campesinado. Por qu? Porque el Partido es dbil entre los campesinos,
el Partido no cuenta todava con un activo numeroso de campesinos sin-partido,
capaz de ligarlo con los millones y millones de campesinos. Y, sin embargo,
parece que en ningn sitio se percibe tanta necesidad de un activo de sin-partido
como entre el campesinado.

La conclusin es una: para eliminar el peligro de que las masas campesinas


sin-partido se separen y alejen del Partido, es necesario crear alrededor de ste
un numeroso activo de campesinos sin-partido.

Pero ese activo no puede crearse de un golpe o en un par de meses. Puede


crearse y destacarse del resto de la masa campesina slo con el tiempo, en el
curso del trabajo, en el curso de la vivificacin de los Soviets, en el curso de la
organizacin de cooperativas. Para eso es necesario cambiar la actitud misma del
comunista hacia el sin-partido. Para eso es preciso que el comunista trate al sin-
partido de igual a igual. Para eso es preciso que el comunista aprenda a tratar al
sin-partido con confianza, como a un hermano. No puede pedirse al sin-partido
confianza cuando se le paga con desconfianza. Lenin deca que entre los afiliados
al Partido y los sin-partido debe haber relaciones de confianza mutua. No hay
que olvidar estas palabras de Lenin. Lo primero que se necesita para preparar
condiciones que permitan formar un numeroso activo de campesinos sin-partido
en torno del Partido, es crear un ambiente de confianza mutua entre los
comunistas y los sin-partido.

Pero cmo se crea esa confianza mutua? Naturalmente, no se logra en un


instante ni por decreto. Slo puede crearse, como dice Lenin, mediante la
comprobacin mutua de los miembros del Partido y de los sin-partido, mediante
la comprobacin mutua en el trabajo prctico cotidiano. En el perodo de la
primera depuracin del Partido, los comunistas fueron comprobados a travs de
los sin-partido, y esto dio buenos resultados para el Partido, creando en torno
suyo una atmsfera de confianza extraordinaria. Lenin dijo ya entonces a este
respecto que las enseanzas de la primera depuracin, en lo que se refiere a la
comprobacin mutua de los comunistas y los sin-partido, deban extenderse a
todas las ramas del trabajo. Creo que es hora de recordar este consejo de Lenin y
de tomar medidas para llevarlo a la prctica.
As, pues, crtica mutua y comprobacin mutua de los comunistas y los sin-
partido en el curso del trabajo prctico cotidiano, como medio para crear una
atmsfera de confianza mutua entre ellos: tal es la va por la que debe ir el
Partido, si quiere eliminar el peligro de ver distanciados de l a millones de sin-
partido, si quiere crear en torno de sus organizaciones del campo un numeroso
activo de campesinos sin-partido.

Eso es lo que puede responderse a la octava pregunta.

Pasemos a la novena.

9. Podremos en realidad reequipar y ampliar considerablemente el capital


fijo de la gran industria sin ayuda extranjera?

La pregunta puede entenderse de dos maneras.

O bien se refiere a una ayuda inmediata al Estado Sovitico por los Estados
capitalistas en forma de crditos, como condicin ineludible para el desarrollo de
la industria sovitica, y entonces podra responderse de acuerdo con este
planteamiento de la cuestin.

O bien se refiere a la ayuda al Estado Sovitico por el proletariado del


Occidente en el porvenir, despus de su victoria, como condicin ineludible para
llevar a cabo la edificacin de la economa socialista, y entonces habra que dar
otra respuesta.

Para no dejar descontento a nadie, tratar de responder a ambas posibles


interpretaciones de la pregunta.

Empecemos por la primera interpretacin.

Es posible el desarrollo de la gran industria sovitica, en las condiciones


del cerco capitalista, sin crditos del exterior?

S, es posible. La empresa ir acompaada de grandes dificultades, habr


que pasar por duras pruebas, pero, con todo, pese a todas las dificultades,
podemos industrializar nuestro pas sin crditos del exterior.
La historia conoca hasta ahora tres vas de formacin y desarrollo de
poderosos Estados industriales.

La primera es la va de la conquista y el saqueo de las colonias. As se


desarroll, por ejemplo, Inglaterra, que se apoder de colonias en todas las partes
del mundo, extrajo de ellas capital complementario para fortalecer su industria
en el transcurso de dos siglos y se convirti, finalmente, en el taller del mundo.
Como sabis, esta va de desarrollo es inaceptable para nosotros, pues la
conquista y el saqueo de colonias son incompatibles con la naturaleza del
rgimen sovitico.

La segunda es la va de la derrota militar de un pas por otro y de las


contribuciones que se imponen al vencido. As hizo, por ejemplo, Alemania, que,
despus de derrotar a Francia en la guerra franco-prusiana y de sacarle una
contribucin de 5.000 millones, verti esa suma en los canales de su industria.
Como sabis, esta va de desarrollo es tambin incompatible con la naturaleza del
rgimen sovitico, pues en el fondo no se diferencia en nada de la primera.

La tercera es la va de las concesiones gravosas y de los emprstitos en


condiciones leoninas que los pases atrasados en el sentido capitalista conciertan
con los pases adelantados en este aspecto. Este es el caso, por ejemplo, de la
Rusia zarista, que otorgaba concesiones gravosas y tomaba emprstitos en
condiciones leoninas de las potencias occidentales, uncindose de ese modo al
yugo de una existencia semicolonial; eso no exclua, sin embargo, que en el
futuro hubiera podido, en fin de cuentas, salir a la va del desarrollo industrial
independiente, claro que no sin ayuda de guerras ms o menos, afortunadas y,
naturalmente, no sin saquear a los pases vecinos. No creo que sea necesario
demostrar que esa va resulta tambin inaceptable para el Pas Sovitico: no
vertimos nuestra sangre en tres aos de combates contra los imperialistas de
todos los pases para, al da siguiente de la terminacin victoriosa de la guerra
civil, dejarnos esclavizar por el imperialismo.

Sera equivocado suponer que cada una de estas vas de desarrollo se


encuentra en la vida real siempre en forma pura y siempre aislada de las otras
vas. En realidad, en la historia de los distintos Estados, estas vas se han
entrelazado y complementado con frecuencia, dando modelos de ese
entrelazamiento. Un ejemplo en este sentido lo tenemos, pongamos por caso, en
la historia del desarrollo de los Estados Unidos del Norte de Amrica. Esta
circunstancia se debe a que las diferentes vas de desarrollo, con todos sus
rasgos distintivos, tienen ciertos rasgos comunes, que las aproximan y hacen
posible su entrelazamiento: en primer lugar, todas ellas conducen a la formacin
de Estados industriales capitalistas; en segundo lugar, todas ellas presuponen la
afluencia de capitales complementarios del exterior, obtenidos de una u otra
forma, como condicin indispensable para la formacin de esos Estados. Pero
sera todava ms equivocado, basndose en ello, confundirlas y meterlas en un
mismo saco, sin comprender que, a pesar de todo, las tres vas de desarrollo
presuponen tres mtodos distintos de formacin de Estados capitalistas
industriales; que cada una de esas vas imprime su sello especial en la fisonoma
de dichos Estados.

Qu le resta por hacer al Estado Sovitico si las viejas vas de


industrializacin del pas son para l inaceptables y sigue an excluida la
afluencia de nuevos capitales en condiciones que no sean leoninas?

Queda una va nueva de desarrollo, una va no recorrida an enteramente


por otros pases, la va del desarrollo de la gran industria sin crditos del exterior,
la va de la industrializacin del pas sin la afluencia obligatoria de capital
extranjero: la va que traz Lenin en el artculo Ms vale poco y bueno.

Debemos tratar de construir un Estado dice Lenin - en el que


los obreros conserven su direccin sobre los campesinos, en el que
conserven la confianza de stos y en el que aplicando el ms severo
rgimen de economas, eliminen de sus relaciones sociales hasta el
menor indicio de gastos superfluos.

Debemos reducir nuestro aparato estatal, economizando hasta


el mximo... Si conservamos la direccin de la clase obrera sobre los
campesinos, obtendremos la posibilidad, mediante un rgimen de
economas llevado al grado superlativo en nuestro pas, de lograr que
todo ahorro, por nimio que sea; se conserve para el desarrollo de
nuestra gran industria mecanizada, para el desarrollo de la
electrificacin... Slo entonces - sigue Lenin - estaremos en
condiciones, hablando en sentido figurado, de apearse de un caballo
para montar otro, es decir, de desmontar el msero caballo
campesino, el caballo del mujik, el caballo del rgimen de economas
calculado para un pas campesino arruinado, para montar un caballo
que el proletariado busca y no puede dejar de buscar para s: el
caballo de la gran industria mecanizada, de la electrificacin, de la
central hidroelctrica del Vljov, etc. (v, t. XXVII, pg. 417).

Tal es la va por la que nuestro pas ha entrado ya y que debe recorrer para
desarrollar su gran industria y convertirse en un poderoso Estado industrial del
proletariado.

Esa va, como sealaba yo antes, no la han experimentado los Estados


burgueses. Pero eso no significa, ni mucho menos, que sea imposible para el
Estado proletario. Lo que en este caso es imposible o casi imposible para los
Estados burgueses, es completamente hacedero para el Estado proletario. Ello es
as, porque el Estado proletario posee en este sentido ventajas que los Estados
burgueses no pueden ni podrn, quizs, tener. La tierra nacionalizada, la
industria nacionalizada, el transporte y el crdito nacionalizados, el comercio
exterior monopolizado, el comercio interior regulado por el Estado: todo ello son
fuentes nuevas de capitales complementarios que pueden ser utilizados para el
desarrollo de la industria de nuestro pas y que nunca tuvo ningn Estado
burgus. Vosotros sabis que el Poder proletario utiliza ya estas nuevas fuentes y
otras semejantes para el desarrollo de nuestra industria. Vosotros sabis que,
siguiendo esta va, hemos conseguido ya ciertos xitos de bastante importancia.

Por eso, esta va de desarrollo, imposible para los Estados burgueses, es


perfectamente posible para el Estado proletario, a pesar de todas las dificultades
y pruebas por que atraviesa.

Debemos sealar, adems, que el hecho de que hoy no afluyan de fuera


capitales en condiciones no leoninas no puede ser algo eterno y absoluto.
Vosotros sabis que ha empezado ya cierta afluencia de capital de fuera a nuestro
pas. Difcilmente puede dudarse de que esa afluencia ir en aumento a medida
que crezca y se vigorice nuestra economa nacional.

Eso es lo que puede responderse a la primera interpretacin de la pregunta.

Pasemos a la segunda interpretacin.

Es posible la edificacin de la economa socialista en nuestro pas sin la


victoria previa del socialismo en los principales pases de Europa, sin la ayuda
directa, en maquinaria y otro utillaje, por parte del proletariado europeo
victorioso?

Antes de pasar a esta pregunta, a la que, dicho sea de paso, he contestado


ya al principio del discurso, querra disipar una confusin muy extendida, ligada
con el problema que nos ocupa. La confusin es que ciertos camaradas
propenden a identificar el problema de reequipar y ampliar el capital fijo de la
gran industria con el de la edificacin de la economa socialista en nuestro pas.
Podemos aceptar esa identificacin? No, no podemos. Por qu? Porque el
primer problema es de un volumen ms reducido que el segundo. Porque el
primer problema, la ampliacin del capital fijo de la industria, no abarca sino a
parte de la economa nacional, a la industria, mientras que el problema de la
edificacin de la economa socialista abarca a toda la economa nacional, es decir,
tanto a la industria como a la agricultura. Porque el problema de la edificacin del
socialismo es un problema de organizacin de la economa nacional en su
conjunto, un problema de combinacin acertada de la industria y la agricultura,
mientras que, hablando en rigor, la ampliacin del capital fijo de la industria no
toca siquiera este problema. Podemos imaginarnos que el capital fijo de la
industria ya se reequipa y ampla, pero eso no significa, ni mucho menos, que,
por ello, se haya resuelto el problema de la edificacin de la economa socialista.
La sociedad socialista es una cooperativa de produccin y consumo de los
trabajadores de la industria y de la agricultura. Si en esa cooperativa la industria
no est ligada con la agricultura, que proporciona materias primas y productos
alimenticios y absorbe artculos industriales, si la industria y la agricultura no
forman, de este modo, un todo econmico nico, en ese caso no tendremos
ningn socialismo.

Por eso, las relaciones entre la industria y la agricultura, las relaciones entre
el proletariado y el campesinado constituyen el problema principal de la
edificacin de la economa socialista.

Por eso, no se pueden identificar el problema del reequipamiento y la


ampliacin del capital fijo de la gran industria con la edificacin de la economa
socialista.

As, pues, es posible la edificacin de la economa socialista en nuestro pas


sin la victoria previa del socialismo en otros pases, sin la ayuda directa, en
maquinaria y otro utillaje, por parte del proletariado occidental victorioso?

S, es posible. Y no slo es posible, sino que es necesaria e inevitable. Ello es


as porque edificamos ya el socialismo desarrollando la industria nacionalizada y
ligndola con la agricultura, fomentando en la aldea la cooperacin e
incorporando la economa campesina al sistema general del desarrollo sovitico,
vivificando los Soviets y fundiendo el aparato estatal con masas de millones de
seres, construyendo la nueva cultura y creando una nueva vida social. No cabe
duda de que en este camino hay infinidad de dificultades, de que habremos de
sufrir muchas pruebas. No cabe duda de que esta empresa sera
extraordinariamente ms fcil si viniese a tiempo en ayuda la victoria del
socialismo en el Occidente. Pero, en primer lugar, la victoria del socialismo en el
Occidente no se hace tan rpidamente, como nosotros querramos y, en
segundo lugar, las dificultades de que hablo, pueden vencerse y ya las estamos
venciendo, como es notorio.

A todo esto me he referido ya al comienzo de mi discurso. Antes lo haba


hecho en mi informe ante el activo de Mosc. Y todava con anterioridad habl de
ello en mi Prefacio al libro Camino de Octubre. Deca yo que la negacin de las
posibilidades socialistas de nuestro pas es liquidacionismo conducente a la
degeneracin del Partido. No merece la pena repetir ahora lo que ya se ha dicho
varias veces. Por eso os remito a las obras de Lenin, donde encontraris
suficientes datos y afirmaciones al particular.

nicamente querra decir unas palabras acerca de la historia del asunto y


de su importancia para el Partido en el momento actual.

Si se prescinde de la discusin de 1905-1906, el problema de la edificacin


del socialismo en un solo pas fue planteado por vez primera en el Partido,
durante la guerra imperialista, en 1915. Se sabe que Lenin formul entonces por
primera vez la tesis acerca de que es posible que la victoria del socialismo
empiece por un solo pas capitalista (v. t. XVIII, pg. 232). Era aqul el perodo
de viraje, de la revolucin democrtico-burguesa, a la revolucin socialista. Se
sabe que Trotski puso ya entonces en tela de juicio esta tesis de Lenin,
manifestando: no hay ningn fundamento para suponer... que la Rusia
revolucionaria, por ejemplo, podra sostenerse frente a la Europa conservadora.
(v. obras de Trotski, t. III, parte I, pg. 90).

En 1921, despus de la Revolucin de Octubre y de la guerra civil, cuando


las cuestiones de la edificacin pasaban al orden del da, la cuestin de la
posibilidad de edificar el socialismo surgi de nuevo en el Partido. Fue el perodo
en que el viraje hacia la nueva poltica econmica era tenido por ciertos
camaradas como renuncia a las tareas socialistas, como renuncia a la edificacin
socialista. Es sabido que Lenin, en su folleto Sobre el impuesto en especie 4,
defini entonces el viraje hacia la nueva poltica econmica como una condicin
necesaria para ligar la industria con la economa campesina, como una condicin
para sentar los cimientos de la economa socialista, como una ruta a seguir para
la feliz edificacin del socialismo. Eso fue en abril de 1921. Como respondiendo a
ello, Trotski expuso en enero de 1922, en el prefacio a su libro 1905, una tesis
diametralmente opuesta sobre la edificacin socialista en nuestro pas,
manifestando que las contradicciones en la situacin del gobierno obrero en un
pas atrasado, en el que la mayora aplastante de la poblacin est compuesta de
campesinos, podrn ser solucionadas slo en el plano internacional, en la
palestra de la revolucin mundial del proletariado.

4 Vase: V. I. Lenin, Obras, t. 32, pgs. 308-343, 4 ed. en ruso.


Un ao ms tarde (en 1922), de nuevo se contraponen la afirmacin de
Lenin, en el Pleno del Soviet de Mosc, acerca de que de la Rusia de la Nep
saldr la Rusia socialista, y la afirmacin de Trotski, en el eplogo a El programa
de la paz, de que el verdadero auge de la economa socialista en Rusia no ser
posible ms que despus de la victoria del proletariado en los pases ms
importantes de Europa.

Finalmente, al cabo de otro ao, poco antes de su fallecimiento, Lenin vuelve


de nuevo a este tema en el artculo Sobre la cooperacin (mayo de 1923),
manifestando que en nuestro pas, en la Unin Sovitica, hay todo lo
imprescindible para edificar la sociedad socialista completa.

Tal es, en resumen, la historia de la cuestin.

Esta breve resea histrica evidencia ya que el problema de la edificacin


del socialismo en nuestro pas es uno de los problemas ms importantes en la
labor prctica de nuestro Partido. No ser necesario demostrar que Lenin no
habra vuelto repetidas veces sobre l, de no considerarlo uno de los ms
importantes de nuestra labor prctica.

Posteriormente, el desarrollo de nuestra economa, la agudizacin en ella de


la lucha entre los elementos del socialismo y los del capitalismo, y en particular
la estabilizacin temporal del capitalismo, no han hecho sino acentuar y elevar la
importancia de la cuestin de la posibilidad de edificar el socialismo en nuestro
pas.

En qu reside la importancia de este problema desde el punto de vista de la


labor prctica del Partido?

En que afecta a la perspectiva de nuestra edificacin, sus tareas y sus fines.


No es posible edificar de veras si no se sabe para qu se edifica. No es posible
avanzar ni un paso sin saber la direccin en que uno ha de moverse. El problema
de la perspectiva es importantsimo para nuestro Partido, acostumbrado a tener
ante s un objetivo claro y concreto. Uno de los problemas cardinales de hoy da
es el de si edificamos para llegar al socialismo, confiando en la victoria de la
edificacin del socialismo, o edificamos al azar, a ciegas para, en espera de la
revolucin socialista en todo el mundo, abonar el terreno a la democracia
burguesa. No es posible trabajar ni edificar de veras sin tener una clara
respuesta a esta clara pregunta. Cientos y miles de funcionarios del Partido, de
funcionarios de los sindicatos y de las cooperativas, de dirigentes de la economa
y de la labor cultural, de militares y de komsomoles se vuelven hacia nosotros,
nos preguntan, le preguntan a nuestro Partido: cul es el objetivo de nuestro
trabajo?, para qu edificamos? Y ay de los dirigentes que no sepan o no quieran
dar a esta pregunta una respuesta clara y concreta, que empiecen a salirse por la
tangente y a mandar a la gente de Herodes a Pilatos, hundiendo en un
escepticismo intelectualoide las perspectivas socialistas de nuestra edificacin!

La gran importancia del leninismo reside, entre otras cosas, en que no


admite la edificacin al azar, en que no concibe la edificacin sin perspectiva, en
que, tocante a la perspectiva de nuestro trabajo, da una respuesta clara y
precisa, diciendo que tenemos todo lo necesario para edificar la economa
socialista en nuestro pas, que podemos y debemos edificar la sociedad socialista
completa.

Eso es lo que hay en cuanto a la posibilidad de la edificacin de la economa


socialista.

Otra cuestin es la de si lograremos infaliblemente edificar la economa


socialista. Eso no depende slo de nosotros. Depende tambin de la fuerza y la
debilidad de nuestros enemigos y nuestros amigos de fuera del pas. La
edificaremos si nos dejan hacerlo, si conseguimos prolongar el perodo de
tregua, si no hay una intervencin de importancia, si la intervencin no sale
victoriosa, si la fuerza y el podero del movimiento revolucionario internacional,
de una parte, y la fuerza y el podero de nuestro propio pas, de otra, son lo
suficientemente grandes, como para hacer imposible un intento serio de
intervencin. Y, al contrario, no la edificaremos si nos aplastan con una
intervencin victoriosa.

Eso es lo que puede responderse a la novena pregunta.

Pasemos a la ltima.
10. Seale las mayores dificultades con que tropezar la labor de edificacin
que realizan el Partido y los Soviets, sobre todo en lo que se refiere a las relaciones
entre el Partido y la clase obrera y la clase obrera y el campesinado, con motivo de
la estabilizacin y dado el retraso de la revolucin mundial.

Esas dificultades, si tomamos en consideracin las principales, son, para


m, cinco. El papel de la estabilizacin del capitalismo consiste en que las
acenta un tanto.

Primera dificultad. Es la derivada del peligro de intervencin armada


extranjera. Eso no significa que nos encontremos ante el peligro inmediato de
intervencin, que los imperialistas estn ya dispuestos y completamente
preparados para invadir sin dilacin nuestro pas. Para ello, el imperialismo
debera ser, por lo menos, tan poderoso como era, por ejemplo, antes de la
guerra, lo que no ocurre en la realidad, como es notorio. La actual guerra de
Marruecos5 y la intervencin en China 6, ensayos de futuras guerras e
intervenciones, son prueba evidente de que las espaldas del imperialismo son hoy
dbiles. No se trata, pues, de una intervencin inmediata, sino de que, mientras
exista l cerco capitalista, existir el peligro de intervencin en general, y
mientras exista el peligro de intervencin, nos veremos obligados a mantener, con
fines de defensa, un ejrcito y una marina que consumen anualmente cientos de
millones de rublos. Y qu significa la inversin anual de cientos de millones de
rublos en el ejrcito y la marina? Significa la reduccin correspondiente de los
gastos destinados a la labor de edificacin cultural y econmica. Huelga decir
que, si no existiese el peligro de intervencin, podramos dedicar esa suma, o por
lo menos gran parte de ella, a fortalecer la industria, a mejorar la agricultura, a
implantar, por ejemplo, la enseanza primaria general obligatoria, etc. De ah las
5 Se trata de la guerra de liberacin nacional de los rifeos contra el imperialismo francs, iniciada en la primavera de
1925. Despus de la derrota del ejrcito espaol de ocupacin en Marruecos, en el otoo de 1924, Francia pens en
apoderarse del Marruecos espaol, de la regin del Rif, y provoc la guerra. En la primavera y el verano de 1925,
los rifeos infligieron a los franceses varias derrotas de importancia. Slo despus de concluida la alianza militar
entre Francia y Espaa, consiguieron las tropas de estos pases, en mayo de 1926, vencer a los rifeos.
6 Se refiere a la intervencin del imperialismo anglonorteamericano y japons en los asuntos interiores de China en la
segunda mitad de 1924. Las fuerzas navales inglesas apoyaron, en el Sur de China, la sublevacin de los
comerciantes contrarrevolucionarios de Cantn, contra el gobierno revolucionario de Cantn, que presida Sun Yat-
sen. En el Norte, los imperialistas anglo-norteamericanos y japoneses desencadenaron la guerra entre sus criaturas,
los generales chinos Wu Pei-fu y Chang Tso-ling, por el reparto del pas. La intervencin dio un fuerte impulso a la
lucha de liberacin nacional de China, que condujo a la revolucin de 1925-1927.
dificultades que en la esfera del trabajo constructivo se desprenden del peligro de
intervencin.

El rasgo caracterstico de esta dificultad, a diferencia de todas las dems, es


que vencerla no depende slo de nosotros; que nicamente puede ser vencida con
los esfuerzos conjuntos de nuestro pas y del movimiento revolucionario de todos
los pases restantes.

Segunda dificultad. Es la ligada a las contradicciones entre el proletariado y


el campesinado. Ya me he referido a ellas al examinar el punto de la lucha de
clases en el campo. No hay necesidad alguna de repetir lo dicho. Esas
contradicciones se manifiestan en la poltica de precios de los productos agrcolas
y de los artculos industriales, en el impuesto agrcola, en la administracin del
campo, etc. Tenemos aqu el peligro de que se desbarate la ligazn entre el
proletariado y el campesinado y de que se desacredite la idea de la direccin de
este ltimo por el primero. De ah la dificultad ligada con este peligro.

El rasgo caracterstico de esta dificultad, a diferencia de la anterior, es que


puede ser vencida con nuestras fuerzas interiores. La nueva orientacin en el
campo: tal es la va necesaria para vencerla.

Tercera dificultad. Es la ligada a las contradicciones nacionales dentro de


nuestra Unin, a las contradicciones entre el centro y las regiones perifricas.
Esas contradicciones provienen de la desigualdad de las condiciones econmicas
y culturales de desarrollo del centro y de las regiones perifricas, provienen
del atraso de las ltimas con relacin al primero. Si las contradicciones polticas
en este terreno pueden considerarse ya eliminadas, las contradicciones culturales
y, particularmente, las econmicas no hacen ms que cristalizar y tomar forma
ahora, por lo que todava hay que eliminarlas. A este particular, el peligro es
doble: por un lado, el peligro de una altivez de nacin dominante y de
arbitrariedad burocrtica de las instituciones centrales de la Unin que no
quieran o no sepan manifestar la necesaria sensibilidad en cuanto a las
demandas de las repblicas nacionales, y, por otro lado, el peligro de
desconfianza nacional y de aislamiento nacional de las repblicas y las regiones
respecto del centro. Luchar contra esos peligros, particularmente contra el
primero de ellos: tal es la va para vencer las dificultades en la esfera de la
cuestin nacional.

El rasgo caracterstico de esta dificultad es que, como la segunda, puede ser


vencida con las fuerzas interiores de la Unin.

Cuarta dificultad. Es la ligada al peligro de que el aparato estatal se


distancie del Partido, al peligro de que se debilite la direccin del aparato estatal
por el Partido. He hablado ya de esto al examinar los peligros de degeneracin del
Partido. No creo que haga falta repetir lo dicho. Este peligro lo fomentan los
elementos burocrticos y burgueses que hay en el aparato estatal. Lo incrementa
y agudiza el crecimiento de este aparato y la elevacin de su peso especfico. La
tarea reside en reducir todo lo posible el aparato estatal, en depurarlo
sistemticamente de elementos de burocratismo y de descomposicin burguesa,
en distribuir las fuerzas dirigentes del Partido, en los puntos fundamentales del
aparato estatal y asegurar de tal modo en ste el papel dirigente del Partido.

El rasgo caracterstico de esta dificultad es que, como la tercera, puede ser


vencida con nuestras propias fuerzas.

Quinta dificultad. Consiste en el peligro de que las organizaciones del Partido


y los sindicatos se distancien, en parte de las grandes masas de la clase obrera,
de las necesidades y las demandas de estas masas. Surge y aumenta este peligro
a causa de la preponderancia de elementos burocrticos en numerosos
organismos del Partido y de los sindicatos, sin exceptuar las clulas y los comits
sindicales de empresa. Este peligro se ha incrementado ltimamente con motivo
de la consigna de cara al campo, que ha desplazado de la ciudad a la aldea, del
proletariado al campesinado, la atencin de nuestras organizaciones, siendo de
advertir que muchos camaradas no han comprendido que, al volverse de cara al
campo, no se debe dar la espalda al proletariado; que la consigna de cara al
campo puede nicamente realizarse a travs del proletariado y por el
proletariado; que la falta de atencin a las demandas de la clase obrera no puede
sino ahondar el peligro de que las organizaciones del Partido y de los sindicatos
se distancien de las masas obreras.

Cules son los sntomas de ese peligro?

En primer lugar, la prdida de sensibilidad y la poca atencin de nuestras


organizaciones del Partido y de los sindicatos en cuanto a las demandas y las
necesidades de las grandes masas de la clase obrera; en segundo lugar, la
incomprensin de que en los obreros se ha elevado el sentimiento de su propia
dignidad y la conciencia de que son la clase dominante; de que los obreros no
comprendern una actitud burocrtica, oficinesca, de las organizaciones del
Partido y de los sindicatos y no transigirn con ella; en tercer lugar, la
incomprensin de que no se puede acudir a los obreros con disposiciones
precipitadas, de que el centro de gravedad no est ahora en esas medidas, sino
en conquistar para el Partido la confianza de toda la clase obrera; en cuarto
lugar, la incomprensin de que no se puede aplicar medidas ms o menos
amplias (por ejemplo, atender tres mquinas en la zona de la industria textil), que
afecten a las masas obreras, sin una campaa previa entre los obreros, sin
celebrar amplias reuniones de produccin.

Resultado de todo ello es que algunas organizaciones del Partido y de los


sindicatos se alejan de las grandes masas de la clase obrera y que surgen
conflictos en las empresas. Como se sabe, los recientes conflictos registrados en
la zona de la industria textil han puesto de relieve todas esas lacras en muchas
organizaciones del Partido y de los sindicatos.

Tales son los rasgos caractersticos de la quinta dificultad en la ruta de


nuestra edificacin.

Para vencer esas dificultades, es necesario, ante todo, limpiar nuestras


organizaciones del Partido y de los sindicatos de elementos patentemente
burocrticos, iniciar la renovacin de los comits sindicales de empresa, vivificar
sin falta las reuniones de produccin, desplazar el centro de gravedad de la labor
del Partido a las grandes clulas de produccin y enviar a ellas a los mejores
funcionarios del Partido.
Ms atencin y comprensin cuando se trata de las demandas y necesidades
de la clase obrera, menos formalismo burocrtico en la labor prctica de nuestras
organizaciones del Partido y de los sindicatos, ms sensibilidad y ms atencin
hacia el sentimiento de dignidad de clase de los obreros: tal es ahora la tarea.

Eso es lo que puede responderse a la dcima pregunta.

(Publicado el 21, el 24, el 25 y el 28 de junio de 1925 en los nms. 139, 141,


142 y 145 de Pravda.)

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