Quijote Cuatro Siglos
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/ERSIDAD DE VALLADOLID UNIVERSIDAD DE VALLADOLID UNIVERSIDAD DE VALLADOLID UNIVERSIDAD DE VALLADOLID . . .IINM!IItsiDADDEVALLADOLID SERIE LIBRO y LITERATURA
LQUIJOTE
URANTE
UATRO SIGLOS
RAS
ORES
ISBN: 84-8448-3 19-3
1
9 78
COLECCIN: "ACCESO AL SABER" JOS MONTERO REGUERA
SERIE: LI BRO Y LITERATURA, n 3
EL QUIJOTE
DURANTE CUATRO SIGLOS
LECTURAS Y LECTORES
174p.;22cm
ISBN 84-8448-319-3
Diseo de cubierta:
Juan Manuel Bez Mezquita
Santiago Bellido Blanco
UNIVERSITY
OF
PENNSYLVANIA
LIBRARlES o
NDICE
Prlogo 11
Erudicin y positivismo
55
CeNantismo
56
El Quijote en Hispanoamrica
57
El Quijote en Europa
58
Don Quijote en Rusia
60
Entre dos siglos: el legado del siglo XIX 61
Captulo 4. El siglo XX
69
Don Quijote cumple trescientos aos
69
Otro centenario: 1916 Prlogo
72
La enseanza del Quijote
73
La edicin y anotacin del Quijote
76
Ensayistas y creadores en la exgesis del Quijote 79
La Generacin del 98
79
Un caso especial: Jos Ortega y Gasset 81
El modernismo
82
La crtica en Espaa
El Quijote a los ojos del hispanismo
83
85
S i hay un libro en el que la lectura o, de manera ms concreta, la
reflexin crtica sobre aquella est presente desde el primer
Los caminos de la crtica en tomo a 1925 momento, se es el Quijote; y no slo esto sucede as, sino que,
89 como ha mostrado Carlos Fuentes, tal reflexin crtica se constitu-
Nuevas empresas editoriales 89
La escuela de Menndez Pelayo ye en una de las claves de la narrativa contempornea, sin la cual
90 no se podra entender en su totalidad. Y un libro en el que la lectura
Una isla en el ocano del ceNantismo 91 ocupa un papel tan extraordinario fue objeto desde muy pronto de
Bibliofilia y ceNantismo
91 interpretaciones y anlisis muy pormenorizados que revelan puntos
El pensamiento de Cervantes
92 de vista muy diferentes, contrapuestos incluso, desde el mismo
La Escuela Filolgica Espaola 93 siglo XVII hasta nuestros das; con ello, el Quijote no slo se ha
Ensayistas y creadores convertido en nuestra obra ms universal, sino que responde mejor
98
El Quijote entre dos guerras que ninguna otra a la concepcin azoriniana de texto -y autor-
100
E. C. Riley y los estudios de teora literaria 108 clsico:
La crtica del fin de siglo (1975-2000)
112
Controversias en tomo a la edicin del Quijote 112 Un autor clsico es un reflejo de nuestra sensibilidad moderna.
Historia y sociedad en el Quijote La paradoja tiene su explicacin: un autor clsico no ser nada,
115
Un Quijote folklrico y popular es decir, no ser clsico si no refleja nuestra sensibilidad. Un au-
121
La gnesis del Quijote tor clsico es un autor que siempre se est formando. No han es-
128 crito las obras sus autores; las va escribiendo la posteridad. No
Dilogo y narradores en el Quijote 136 ha escrito CeNantes el Quijote, ni Garcilaso las glogas, ni Que-
Amor y erotismo: nuevas perspectivas 144 vedo los Sueos. El Quijote, las glogas, los Sueos los han ido
Los ltimos comentarios al Quijote 152 escribiendo los diversos hombres que, a lo largo del tiempo, han
ido viendo reflejada en esas obras su sensibilidad. Cuanto ms se
Bibliografa fundamental
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J OSIO MONTERO REGUERA
presta al cambio, tanto ms vital es la obra clsica (... ] Queramos interesado desde mis primeros pasos en el cervantismo; dan f~ de
que nuestro pasado clsico sea una cosa viva.1 ello un nutrido nmero de publicaciones que, en buena med1da,
son la base de algunos captulos y epgrafes de ahora; las referen-
cias bibliogrficas completas se hallarn al final, ~n el apartado
. Las lecturas de que ha sido objeto han sido diversas, ml- correspondiente. En alguna ocasin, las notas rem1ten a algunos
tiples, y ninguna definitiva, pues aquellas residen en el albedro del de esos trabajos donde se encontrar una exposicin m.s porme-
propio lector, cuya capacidad plena de interpretacin proclama norizada del asunto abordado. En esa bibliografa no recOJO todo el
Cervantes con palabras de rotunda novedad: "no quiero irme con la material empleado para la redaccin de este libr~, sino slo ~na
corriente del uso, ni suplicarte casi con las lgrimas en los ojos, seleccin de artculos y textos generales. Las c1tas del Quu~t~
como otros hacen, lector carsimo, que perdones o disimules las proceden de la edicin suspiciada por el_l.nstituto Cerva~tes Y dm-
faltas que en este mi hijo vieres, que ni eres su pariente ni su ami- gida por Francisco Rico (Barcelona: Cnt1ca, 1998). Finalmente,
go, y tienes tu alma en tu cuerpo y tu libre albedro como el ms agradezco a Fernando Romo la lectura detenida de estas pginas.
pintado, y ests en tu casa, donde eres seor della, como el rey de
sus ~!cabalas, y sabes lo que comnmente se dice, que debajo
de m1 manto, al rey mato, todo lo cual te esenta y hace libre de
todo respecto y obligacin, y, as, puedes decir de la historia todo
aque~lo que te pareciere, sin temor que te calunien por el mal ni te
prem1en por el bien que dijeres della" (1, prlogo).
Don Quijote se ha escrito para los lectores y estos no le
han abandonado en los cuatrocientos aos que han pasado desde
su publicacin, dando lugar a esa amplia, variada gama de lectu-
ras, interpretaciones y crticas. Este trabajo pretende ofrecer un
amplio panorama de ellas en el que con propsito de sntesis, a
caballo entre la erudicin y la divulgacin, se muestren los caminos
que ha recorrido nuestra obra ms universal: en ocasiones se trata
de lecturas, interpretaciones generales de una poca o un movi-
miento esttico-literario; en otras, el resultado de unos lectores
concretos, de ah el subttulo de este libro; el ttulo evoca otro simi-
la.r que publi? en 1918 Francisco de !caza (El Quijote durante tres
stglos, Madnd: Fortanet), valioso en su momento, hoy ya muy su-
perado. Me .acerco a ellas desde la perspectiva de un investigador
en la mate~a que pretende exponerlas, hacerlas asequibles a un
lector amplio, no necesariamente especializado en los temas cer-
vantinos, para lo cual combino el anlisis personal, la contextuali-
zacin historico-literaria y la reproduccin, en ocasiones, de
pasajes representativos de la lectura, que puedan, as, ilustrar
mejor mi trabajo. Se trata, en fin, de una cuestin clave no slo
para entender el Quijote, sino toda la novela moderna, que me ha
1
Azorin, Lecturas esp.ao/as, Madrid, 191 2. Manejo la edicin publicada en Madrid
por la Agrupac1n Nac1onal del Comercio del Libro, 1974, pp. 10-11 .
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C APTULO 1
EL SIGLO XVII
Eal alcanzarselaconvirti
Quijote muy pronto en un xito editorial; sin llegar
condicin de "best seller" que se puede aplicar a
la primera parte del Guzmn de Alfarache, s cabe considerarlo
como un xito importante. A la edicin madrileo-vallisoletana de
1605 hay que aadirle cuatro ms del mismo ao, en este orden
probable de aparicin: Madrid, en la imprenta de Juan de la Cues-
ta; Lisboa, por Jorge Rodrguez; Lisboa, por Pedro Crasbeeck; y
Valencia, por Pedro Patricio Mey. En fechas inmediatas y antes de
la publicacin de la segunda parte, se volvi a editar en Bruselas
(1607, por Roger Velpius; 1611 , por Roger Velpius y Huberto Anto-
nio), en Madrid (1608, 33 . ed. de Cuesta), y en Miln (1610 en la
imprenta del heredero de Pedro Mrtir Locarni y Juan Bautista
Bidello). Hasta 1616-1617 no se editarn las dos partes conjunta-
mente: Bruselas, por Huberto Antonio; Lisboa, por Jorge Rodr-
guez, aprovechando, para la primera parte volmenes sobrantes
de la edicin de 1605, pero "cambindoles medio pliego al princi-
pio";1 y Barcelona, por Miguel Gracin, Juan Simn y Rafael Vives.
1
Son palabras de Francisco Rico en su "Historia del texto", en Miguel de Cervantes,
Don Quijote de la Mancha, edicin del Instituto Cervantes dirigida por Francisco
Rico, Barcelona: Crtica, 1998, vol. 1, p. CCV. Vase asimismo el trabajo de Jaime
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que no tienen que ver con la trama principal. Asimismo, con las zado por escritores posteriores, y, sobre todo, convierte su propia
palabras ?e Sansn Carrasco, "algunos han puesto falta y dolo en obra en elemento de primer orden para conocer aspectos de su
la memona del autor, pues se le olvida de contar quin fue el la- recepcin en los aos inmediatos a la publicacin de la primera
?rn que hurt e.l rucio a Sancho, que all no se declara, y slo se parte, de la que efecta una interesantsima autocrtica.
rnfiere de lo escnto que se le hurtaron, y de all a poco le vemos a
c~ballo sobre el mesmo jumento, sin haber parecido. Tambin
drcen que se le olvid poner lo que Sancho hizo de aquellos cien
escudos que hall en la maleta en Sierra Morena, que nunca ms "El primer cervantista": Mrquez de Torres
los nombra, y hay muchos que desean saber qu hizo dellos o en
qu los gast, que es uno de los puntos sustanciales que falt~n en El que Azorn calific como "el primer cervantista", Fran-
la obra" (11, 4). Don Quijote y Sancho responden cumplidamente a cisco Mrquez de Torres, redacta una de las aprobaciones de la
estas dos ltimas cuestiones responsabilizando de ello a los impre- segunda parte del Quijote que rebasa con creces lo habitual en
sores -esto es, los de la imprenta de Juan de la Cuesta- en los este tipo de textos -lo mismo har otro de los aprobadores, Jos
captulos 4 y 27 de la segunda parte. de Valdivieso-, y proporciona valiossima informacin sobre la
A Cervantes le preocup especialmente la cuestin de las proyeccin de la novelstica cervantina, especialmente aquella
novelas intercaladas, planteada en el captulo tercero y explicada obra, de la que destaca su
de ma2era ~ormenorizada en el 44, donde el autor hace propsito
de no rngenr novelas sueltas ni pegadizas", y lo pone en prctica a [ ...)mucha erudicin y aprovechamiento, as en la continencia de
travs ~e div~rsos pasajes que muestran a las claras que Cervan- su bien seguido asunto, para extirpar los vanos y mentirosos li-
tes habra tenrdo en cuenta las indicaciones de sus lectores y procu- bros de caballeras, cuyo contagio haba cundido ms de lo que
rado e~itar toda digresi~n que se saliera de la historia central, pues, fuera justo, como en la lisura del lenguaje castellano, no adultera-
como el mrsmo afirma, era un trabajo incomportable, cuyo fruto no do con enfadosa y estudiada afectacin, vicio con razn aborreci-
redundaba en el de su autor" (11, 8). do de hombres cuerdos; y en la correcin de vicios que
generalmente toca, ocasionado de sus agudos discursos, guarda
La novela ofrece asimismo una muestra amplia de posi- con tanta cordura las leyes de reprehensin cristiana, que aquel
bles lecturas contemporneas de la primera parte del Quijote: obra que fuere tocado de la enfermedad que pretende curar, en lo dul-
para "univ~rs~l .entretenimi~n~o de las gentes", del "ms gustoso y ce y sabroso de sus medicinas gustosamente habr bebido,
menos pe1Judrcral entretenrmrento que hasta agora se haya visto" cuando menos lo imagine, sin empacho ni asco alguno, lo prove-
(11, 3);..1rbro ~ara hacer olvidar los libros de caballeras (11, 16) ... choso de la detestacin de su vicio, con que se hallar, que es lo
Tambren se rnforma sobre los episodios que han gustado ms: ms difcil de conseguirse, gustoso y reprehendido [.. .] Bien dife-
aventura de los molinos, la de los batanes, la del ejrcito de carne- rente han sentido de los escritos de Miguel Cervantes as nuestra
ros y .la del cuerpo muerto que llevaban a enterrar a Segovia; y, nacin como las estraas, pues como a milagro desean ver el au-
tor de libros que con general aplauso, as por su decoro y decen-
con ejempl~s . que se podan extender largamente, sobre los palos
cia como por la suavidad y blandura de sus discursos, han
que han recrbrdo los protagonistas principales ...
recebido Espaa, Francia, Italia, Alemania y Flandes. Certifico
con verdad que en veinte y cinco de febrero deste ao de seis-
Cervantes, en fin, ha reledo con mucha atencin la prime- cientos y quince, habiendo ido el ilustrsimo seor don Bernardo
ra parte del Quijote y ha notado algunos fallos; se ha hecho asi- de Sandoval y Rojas, cardenal arzobispo de Toledo, mi seor, a
mis~o eco de opiniones y consideraciones contemporneas sobre pagar la visita que a Su Ilustrsima hizo el embajador de Francia,
que vino a tratar cosas tocantes a los casamientos de sus prnci-
aque.ll_a. Prob~~lemente ningn otro escritor espaol de la poca
pes y los de Espaa, muchos caballeros franceses de los que vi-
acogro las oprnrones de sus lectores y las incorpor a su literatura nieron acompaando al embajador, tan corteses como
como Miguel de Cervantes. Con ello potencia un recurso muy utili- entendidos y amigos de buenas letras, se llegaron a m y a otros
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por juicio, pedido por vida, vil por calidad; digo que Cervantes fue nuevas del Quijote hasta 1637 (Madrid), fecha en que se convierte
agudsimo, y apenas tiene accin perdida, o a caso, sino ejem- en un "libro de fondo, reimpreso con frecuencia en la Corte (o con
plar, o abierta, o satrica, o figuradamente, y en sta no quiso slo
falso pie de la Corte) durante treinta aos (1647, 1655, 1662,
dar a entender la errada y aun ridcula eleccin que generalmente 9
1668)", y 1662 (Bruselas), que inaugura la larga lista de ediciones
se hace de sujetos para ministros, sino la que en particular hacen
los Virreyes y Gobernadores de Italia, adonde es lastimoso el ver ilustradas.
cuntos hombres desas partes representadas en Sancho Panza En este contexto, convertido ya en "libro de fondo" para li-
son proveidas en gobiernos, con gran nota de Espaa y descon- breras es cuando Nicols Antonio redacta para su Bblotheca
suelo de los italianos, por verse gobernados de hombres conoci- Hispana Nova la primera "ficha bibliogrfica" extensa sobre Cer-
dos por .vi.les y de tan poco juicio, que aun en tales puestos no vantes; en ella junto a errores e informaciones ya muy obsoletas,
saben dtstmular algo de su mala calidad, pidindola ellos muy se hace hincapi en la difusin de la novela cervantina fuera de
buena; antes, procediendo en los insultos que les llevaron a bus-
Espaa, a la par que se reconoce su indudable valor:
car tier:a ajena, exasperan aquellas voluntades. Y es cierto que
de aqw resulta el ranear dellas contra Espaa, y porque de ordi-
nario los Virreyes y Gobernadores son Duques, puso Cervantes MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA, sevillano de nacimien-
aquella provisin en Duque, y como l anduvo por all experi- to o de origen (parece que l confirma lo primero, al escribir en el
~ent esto, mordilo con esta invencin tan verosmil, que es prlogo de sus Comedias que, siendo l nio, tuvo ocasin de ver
cterto haber muchos Sanchos Panzas en tales gobiernos, y desta en Sevilla a Lope de Rueda, el ms antiguo escritor y director de
manera escriben, y piensan y reprehenden los grandes hombres comedias de entre los nuestros). Lleva los dos apellidos ms no-
y as casi invisiblemente meten las higas en los ojos a las parte~ bles de las familias de la ciudad de Sevilla. Desde el tiempo en
adversas con quien parece hablan conformes.7 que alcanz su madurez hasta prcticamente nuestros das tal
vez haya habido alguien a l comparable en cuanto a excelencia
de ingenio e imaginacin, pero nadie superior; hbil como pocos
. Y en una stira portuguesa annima de 1641 Don Quijote
en sus versos no menos que en su prosa. Nos ha dejado nume-
se dispone a vengar a Castilla de la declaracin de independencia rosas obras memorables las cuales llevan con pasin bajo el bra-
de Portugal. En la caricatura, los personajes novelescos represen- zo aquellos que gustan de ejercitarse en el campo de nuestra
tan .al r~y y a~ Conde Duque, el mismo que haba tenido presente, oratoria y, en general, todos los aficionados al tono amable de sus
cas1 ve1nte a~os antes, en 1624, los consejos de don Quijote a obras, del pas que sean (pues tienen casi todos los europeos en
Sancho para Ilustrar a su yerno, el Duque de Medina de las To- sus respectivos idiomas las ms importantes de estas obras).
rres .8 Son celebradas por su vala, y son estas: [ ...] El ingenioso Hidal-
go D. Quixote de la Mancha[ ... ]: segn se cree la ms ingeniosa
ocurrencia de un hombre, que habiendo creado a un hroe ridcu-
lo de la tropa de Amads, oscureci con su luz a todas las anterio-
Hacia el fin de siglo: Nicols Antonio res, que eran innumerables. Recientemente hemos visto una
reedicin de un tipgrafo de Bruselas, con ilustraciones, ahora en
dos tomos con fecha de 1662. Hay edicin francesa de 1646 en
Conforme el siglo XVII va avanzando el xito de la obra ha 8 publicada en Rouen. Tambin en italiano, por el muy amante
ido disminuyendo de forma paulatina y no se encuentran ediciones de la lengua espaola y digno de elogio por su pericia en ella, Lo-
renzo Franciosini, florentino, converso, editada por primera vez en
7 Venecia en 1622 y luego en la misma ciudad en 1625 en casa de
Vase Nicols Marn, Estudios literarios sobre el Siglo de Oro, Granada: Universi- Andrea Baba en 8. Pero en la primera edicin el traductor no in-
dad de Granada, 1994, 2". ed., pp. 192-193. El comentario a Os Lusiadas se public cluy los poemas, mientras que en la segunda los verti, ya s, al
en 1639.
8 italiano, pero valindose de los trabajos de Alexandro Adimaro,
Vase J. H. Elliot, El Conde-Duque de Olivares, Barcelona: Crtica, 1990, 4". ed.,
p. 600 Y figura 601 , Y Elas L. Rivers, "Don Quixole's Fatherly Advice and Oliva-
res's", Cervantes, XVIII (2] (1998), pp. 74-84. ' 9
Francisco Rico, "Historia del texto", ob. cit., p. CCVI.
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J OS MONTERO REGUERA
CAPITUL02
EL SIGLO XVIII
10
Nicols. Antonio, Bibliotheca Hispana Nova [1672]. Cito por la edicin de 1788
(Nueva Biblioteca Espaola, Ma~ri~: en la ca~a de la viuda y herederos de Joaqun 1
Son palabras de Joaqun Alvarez Barrientos, "Sobre la institucionalizacin de la
de !barra, 1788, p. 133. Ed. facsJmil en Madnd, Visor, 1999). Traduccin de Alvaro
C1mas Hemando. literatura: Cervantes y la novela en las historias literarias del siglo XVIII", Anales
Cervantinos, XXV-XXVI (1987-1989), p. 61.
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Cervantes vs. Avellaneda No fue fcil, como se indica, ni rpido el camino para ~a re-
valorizacin del Quijote, que se encontr con dos escollos mas: !a
El camino para la definitiva recuperacin y valoracin del preferencia de algunos ilustrados por el Persiles, como Greg?no
Quijote no fue nada fcil, y en l Cervantes se encontr, un siglo Mayans deja entrever en la Oracin en que se exhorta a segwr la
despus, una vez ms con Alonso Fernndez de Avellaneda, cuyo verdadera idea de la elocuencia espaola (1727) al C<?mparar a
Quijote apcrifo pareca ser ms del gusto de los ilustrados espa- Cervantes con Heliodoro, y hace explcito de manera mas ,;otunda
oles, al menos de una parte de ellos, muy influidos por la opinin en 1737, al afirmar que la obra pstuma ~e Cervantes es de ~-a
que haban expuesto escritores franceses tras la traduccin del yor invencin, artificio y de estilo ms sublime que la_ ?e Don Quijo-
Quijote de Avellaneda en 1704 por Alain Ren Lesage (Nouvelles te de la Mancha. Pero no ha tenido igual acetac1on, porqu~ la
avantures de /'admirable don Quichotte de la Manche). As el Bi- invencin de la Historia de don Quijote es ms pop~lar Y cont1ene
bliotecario Real, Bias Nasarre, y Agustn Montiano Luyando, quien personas ms graciosas y, como son menos en numero, el letor
en el prlogo a la reedicin de 1732 se expresaba en los siguientes retiene mejor la memoria de las costumbres, hechos y cara?teres
trminos: de cada una" (Vida de Cervantes, 182). El segund~, la considera-
cin -que llegara casi hasta el _~iglo ~IX- del Q_uiJot~ como una
antinovela, como muy bien estudio Jase F. Montes1nos.
No me sucedi as, ni creo que ningn hombre juicioso senten-
ciar a favor de lo que Cervantes alega, si forma el cotejo de las
dos segundas partes; porque las aventuras de este Don Quijote
son muy naturales, y que guardan la rigurosa regla de la verosimi- La recuperacin del Quijote
litud: su carcter, el mismo que se nos propone desde su primera
salida, tal vez menos extremado, y por eso ms parecido. Y en Gregario Mayans y Sisear
cuanto a Sancho, quin negar que est en el de Avellaneda
ms propiamente imitada la rusticidad graciosa del aldeano? En Hito fundamental en el devenir crtico del Quijote lo consti-
el de Cervantes no me parece fcil de conciliar la suma simpleza tuye la Vida de Cervantes que Gregario Mayans y Sisear re?acta
que descubre algunas veces, con la delicada picarda que usa en
para la edicin del Quijote promovida por lord Carteret Y publica~a
otras, y la particular discrecin que manifiesta en muchas, a me-
nos que no digamos que habla y obra Sancho de cuando en en Londres por J. y R. Tonson en 1738. En purid~d, se: trata mas
cuando como el autor, en lugar de obrar y hablar ste siempre de un anlisis de las obras cervantinas que una b1owaf1a, aunque
como Sancho. Bien al contrario sucede en el de Avellaneda, pues desde esta perspectiva no ser superada hasta_ ~~- V1da de_ C~rvan
no desmaya jams la muestra que da de s al principio, ni se ade- tes de Vicente de los Ros incorporada a la ed1c1on academ1ca d~
lanta a acciones, dichos o discursos, que nos obligan a descono- 1780. En esta su primera aproximacin a Cervantes, Mayans apli-
cerle. No es fro y sin gracejo como Cervantes quiere; sus sales ca los rgidos preceptos retricos para valorar el texto, _lo qu~. le
tiene no poco gustosas y creo que en esta parte aseguro el enojo, lleva a preferir el Persiles al Quijote, pues es "de mayor 1nve~c1on,
lo que sin duda borrara su conocimiento, a haber escrito sin la
artificio y de estilo ms sublime" (182), y a efe?tuar afirmaciones
prevencin de su ofensa, y sin los crecidos aplausos que mereci
como las que se reproducen en el siguiente pasaJe:
a nuestra nacin y a las extranjeras, pero pocos saben contener-
se irritados, y menos favorecidos, con que no es de extraar se
alucinase el clarsimo entendimiento de Cervantes, en un asunto
que imagin contrario de todos modos a sus intereses?
Sisear, Vida de Miguel de Cervantes Saavedra, Madrid: Espa~-Calpe, 1972, pp.
LX-LXI. Modernizo la ortografa y modifico levemente la puntuac1on. .
2 3 Jos F Montesinos Introduccin a una historia de la novela en la Espa~ del s1glo
Agustn Montiano y Luyando, "Aprobacin" a Alonso Femndez de Avellaneda, !a
XIX Madrid: Castali~. 1960, 3 ed ., p. 35. Vase asimismo monograf1a de Ana
Segundo tomo del ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, Madrid, 1732. Lui~a Baquero Escudero, Una aproximacin neocls1ca al genero novela. Clemen-
Reproduzco del prlogo de Antonio Mestre a su edicin de Gregario Mayans y cn y el "Quijote", Murcia: Academia Alfonso X el Sab1o, 1988, pp. 11-29.
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Un ltimo ejemplo: a la muerte de Cndido Mara cualquier caso, la Historia de la literatura se caracteriz por su falta
8
Trigueros, un amigo suyo, Manuel Antonio Salcedo public el de mtodo crtico, o por su endeblez, cuando existi".
Teatro espaol burlesco o Quijote de los teatros. Aunque publicada
en 1802 (Madrid: en la imprenta de Villalpando), parece haberse
redactado en torno a 1785, y es obra de asunto y carcter
Don Quijote, un clsico del Siglo de Oro
plenamente dieciochescos: se trata de un escrito satrico en prosa
en el que se defiende, en boca de un zapatero de ms de ochenta
aos, las comedias anti~uas acudiendo al personaje cervantino En el contexto ilustrado en el que se acua la expresin
como juez de la disputa. El cervantismo de estas obras es, en Siglo de Oro, Don Quijote alcanza la consideracin de clsi~o.
ocasiones, mnimo, pero revelador del alcance y difusin que el Los escritores ilustrados, ya cercano el final de la centuna,
texto logra en la centuria dieciochesca. quisieron distinguir ntidamente su obra literaria de la de finales
del siglo anterior y principios del propio (es el momento de la
lucha en defensa de la pureza de la lengua espaola frente al
latn universitario que an perdura, frente al gongorismo de
Don Quijote en las historias de la literatura cuarta mano, frente al galicismo imperante y frente al caduco
teatro postcalderoniano), y ponerla en relacin con la del siglo
Algunas de las historias de la literatura publicadas en el XVI - centuria que admiran profundamente-, de ah que en
siglo XVIII muestran el inters que suscita en esa centuria la vida y ocasiones se emplee Siglo de Oro como sinnimo de siglo XVI.
obra cervantinas. Es cierto que, en general, son las Novelas ejem- Asimismo, su xito y utilizacin se engarza con la polmica
plares el texto preferido por los crticos, lo cual no deja de ser para- nacionalista dieciochesca frente a lo francs e italiano. Gran parte
djico, pues el libro que se reedita en casi cuarenta ocasiones es el de los textos citados estn pensados de cara a Italia o Francia, en
Quijote, frente a la decena de reimpresiones de las novelas cortas el momento de la expulsin de los jesuitas o en el momento de la
cervantinas. De aquel se valora sobre todo su vertiente satrica, polmica contra Masson de Morvillier (Qu'on doit I'Espagne?) , en a
pero no se le somete, en general, a un anlisis riguroso: lo que la que Fomer y otros ilustrados participaron. El sintagma Siglo de
gua a estos historiadores de la literatura (Andrs, Lampilllas, Mar- Oro pas a formar parte de esa polmica: se trataba de demostrar
chena) es ms la defensa de los valores artsticos patrios que no que Espaa haba tenido un momento de esplendor artstico tan
su anlisis pormenorizado. En todo caso, su presencia en las histo- importante o ms que Francia o Italia; ese tiempo de esplendor no
rias literarias del siglo XVIII se hace imprescindible: "De manera sera otro que el Siglo de Oro de nuestras letras. Y confluye,
general, Cervantes pasa por ser un personaje heroico al que se finalmente, un episodio sucedido ms all de nuestras fronteras
dedican calificativos laudatorios, orientando la interpretacin de su pero que repercute de manera importante en Espaa y donde
Quijote hacia la stira, sin comprender, como se ha dicho numero- podran "estar los grmenes del aprecio a unos valores tan
sas veces, su valor fundacional como creador de la novela mo- vivamente marcados en el nombre de Siglo de Oro": la Querella
derna. Este sera el resultado de la historia apologtica en tomo entre antiguos y modernos desarrollada en Francia entre 1670 y
a Cervantes, aunque habr otra construccin del mito cervantino 1700 y entre 1713 y 1715. Este enfrentamiento favoreci que Siglo
que lo presentar como un incomprendido, Suerte ordinaria de de Oro se utilizara como sintagma definitorio de una poca de
todos los hombres singulares, segn escribi Santivez. En nuestra lengua y literatura que poda mirar sin complejos a la
Antigedad grecolatina y, al mismo tiempo, a la literatura francesa
del Grand Siecle. En este sentido,
7
Vase ahora la edicin, con introduccin y notas de Mara Jos Rodrguez Sn-
chez de Len, y prlogo de Francisco Aguilar Pial, Salamanca: Grupo de Estudios
del Siglo XVIII, 2001. 8 Son palabras de Joaqun lvarez Barrientos, art. cit., pp. 6 1-62.
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EL QUIJOTE DURANTE CUATRO SIGLOS
JOS MONTERO REGUERA
El Siglo de Oro dentro o fuera de la Academia, en torno a ella, Y este otro de Fomer:
es en su origen la consecuencia ltima de las preocupaciones de
aquella generacin; es, antes de la Ilustracin, la definicin del El reinado de Felipe 111, aunque infeliz en la administracin de los
espacio ideal en el que se haba instalado antes que en Francia negocios pblicos, no fue sino felicsimo para nuestra habla.
nuestra modernidad: Monteser, Cncer, Silveira o SoHs, como Herrera, Len y Rioja aad'1eron a la majestad que ya lograba en
Garcilaso, Cervantes, Lope o Gracin, son llamados clsicos por sus versos, la grandilocuencia y sublimidad, que no se habla de-
la voluntad de presentarla ahora junto a la Grandeur francesa; el jado an ver en la estructura de sus periodos. Los do:' Argen~olas
Siglo de Oro es la condusin positiva de una larga y a veces s- juntaron con talento admirable las galas de una poes1a varonil a la
pera serie de batallas por la supremaca de nuestra cultura y severidad de !a moraL Cervantes, ese soldado andrajoso que ve1s
nuestra lengua frente a la Antigedad grecolatina, de la que el ah, cre el estHo jocoso y dio inimitables ejemplos de narracin
teatro de Lope o la poesa de Gngora resultaron memorables fcil y amena, del dilogo urbano y elegante, del arduo modo de
episodios. Siglo de Oro es la cristalizacin del concepto que pre- expresar con las frases la ridiculez de los hombres. Su pluma fue
senta una imagen magnificada de lo que desde el presente, un pincel en cuanto escribi y su Quijote es un ejemplar o 1dea de
desde la decadencia en la que se senta estar inmerso, se po- 11
!os estilos ms agradables.
dra ofrecer para emular al pas vecino: decadencia y Siglo de
Oro -como las dos caras de una moneda- son inseparables
desde la perspectiva de la conciencia nacional reavivada en !os
Primeros decenios del siglo XVIII.9 "Un Don Quixote con comento"
En tal coyuntura, Cervantes -el Quijote- pasa entonces a Esta nueva consideracin del Quijote como un texto clsi-
~er considerado como un clsico; vase por ejemplo el siguiente co da lugar a que se comience a plantear, al estilo de los humanis-
exto de Jovellanos: tas de los siglos XV y XVI, la necesidad de comentar el texto; de la
misma manera que Fernando de Herrera, siguiendo al Brocense,
Sea lo que fuere del mrito de Cervantes, es preciso reconocer imprime en 1580 unas Obras de Garci Lasso de la Vega, con ano-
que su modelo es inimitable. La accin del Quijote rene en s cir- taciones de Fernando de Herrera (Sevilla: Alonso de la Barrera),
cunstancias tan precisas, tan oportunas, tan convenientes a la los eruditos dieciochescos sugirieron primero y, despus, llevaron a
nueva especie de poemas con que l enriqueci la literatura, que efecto los primeros comentarios extensos a la novela, iniciadores
no es fcil, ni acaso posible, hallar obra tan acomodada. As, Ave- de una larga tradicin que llega a nuestros das.
llaneda, con talento muy inferior a Cervantes, escribi una parte
En ese camino debemos situar en cabeza a fray Martn
del Quijote con un aplauso que durara todava si el sublime talen-
to de Cervantes, desenvueltos asombrosamente en la continua- Sarmiento, autor de una obra muy poco conocida, y utilizada
cin de su obra, no la hubiera ofuscado y deslucido: y as tambin siempre desde una perspectiva biogrfica, Noticia de la verdad~ro
el mismo Cervantes, a pesar de la superioridad de sus luces, no patria (Alcal) de Miguel de CeNantes, en la que llama la atencton
hubiera podido alcanzar con sus novelas, aunque excelentes, la sobre la necesidad de elaborar un "comento", esto es, un comen-
mttad de la reputacin y gloria que debi a su Don Quijotew tario que aclarase voces y expresiones del texto cervantino,
adelantndose as a otros esfuerzos posteriores, como el del
reverendo John Bowle:
--------
'E
SigJ~as,
10
como las anteriores, son afirmaciones de Nicols Marn, "Decadencia y
G de Oro", Estudos literarios, ob. cit., pp. 526~527.
del casp~r Melchor de Jovellanos, Juicio crtico de un nuevo :Quijote", en Memona
EspaaStl//o de Bellver. Discursos. Cartas, ed., intr. y notas de Angel del Ro, Madrid:
11Juan Pablo Forner, Exequias de la lengua castellana. Stira menipea [1795~
sa~Calpe, 1969, 3a ed., p. 313. 1796]. Ed. crttica de Jos Jurado, Madrid: CSIC, 2000, pp. 144-145 y 319.
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Jos~ MON'T'ERO REGUERA
EL QUIJOTE DURANTE CUATRO SIGLOS
13
Francisco Rico, "Historia del texto", ob. cit., pp. CCXVI-CCXVII ; John Bowle, Una
carta al reverendo Dr. Percy, sobre una edicin nueva y clsica de la historia del
Sa~iento, Noticia de la verdadera patria (Alcal) de Miguel de Cer-
12
Fray Martn valeroso caballero don Quijote de la Mancha[.. .}, Londres, 1777. Traduccin de
vant~s [1761], edrcron y estudio critico de Jos Luis Pensado Salamanca X t d Rafael Carretero Muoz en Diego Martnez Torrn, ed., Sobre Cervantes, Alcal de
Galrcra, 1987, pp. 146-147. un a e Henares: Centro de Estudios Cervantinos, 2003, pp. 231 -272.
14
Francisco Rico, "Historia del texto", ob. cit., p. CCXIX.
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EL QUIJOTE DURANTE CUATRO SIGLOS
JOS MONTERO REGUERA
Un significado encubierto
En esta nacin hay un libro muy aplaudido por todas las dems.
Lo he ledo, y me ha gustado sin duda; pero no deja de mortifi-
carme la sospecha de que el sentido literal es uno y el verdadero
es otro muy diferente. Ninguna obra necesita ms que esta el dic-
cionario de Nuo. Lo que se lee es una serie de extravagancias
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C APTUL0 3
EL SIGLO XIX
La interpretacin romntica
Cada vez se elevaba ms y ms en nuestra estimacin el paladn obras, que dominaron la escena, y, como la divina Numancia,
de Dulcinea, y cada vez iba ganndose ms y ms mi afecto a eran dignas del antiguo coturno. sta fue la primera gran etapa
medida que lea yo este libro maravilloso, lo cual ocurri todos los de su poesa, cuyo carcter fue una suprema belleza, severa, pe-
das en aquel jardn de hasta fines del otoo en que llegu al final ro amable.
de la historia. 1 '
La obra maestra de su segunda manera es la primera parte de
Don Quijote, en la que domina el ingenio fantstico y una riqueza
Estas palabras reproducidas son un buen ejemplo de la lectura a manos llenas de audaces invenciones. En el mismo espritu y
trascendente del Quijote. En efecto, fueron los romnticos alema- probablemente tambin en el mismo tiempo compone muchas de
nes quienes inauguraron la interpretacin simblica y filosfica de sus novelas (Novel/en), especialmente las cmicas. En los lti-
mos aos de su vida cedi al gusto dominante en el drama, y es-
la obra ~ervant~na: Federico Schlegel descubri en Don Quijote un
tuvo por esta razn demasiado descuidado en ellos. Tambin en
personaje romant1co y en Cervantes un creador original y artista la segunda parte de Don Quijote tiene en consideracin los juicios
consciente, equiparable a Shakespeare o Goethe. A. W. van comunes, pues se reservaba a s mismo cierta libertad, y elabora
Schlegel, por su parte, realiz una interpretacin simblica de la con una inteligencia insondable y con la mxima profundidad esta
P.areja prot~gonista, como encarnacin de la poesa y prosa de la parte, estrechamente unida a la primera, de esta obra nica divi-
Vid~. sc.helhng, finalmente, fue el que concibi el Quijote como una dida en dos partes y por dos partes formada, que aqu vuelve en
antinomia entre lo ideal y la realidad, entre espritu y materia, alma s misma. El gran Persi/es fue compuesto con ingenioso artificio
Y cue~o, con trminos que determinaron la crtica posterior. As en una manera severa y oscura, de acuerdo con su idea de la
por ejemplo, la luego tantas veces repetida equiparacin entre novela de Heliodoro; la muerte le impidi componer todava, tal
vez en el gnero del libro de caballera y de la novela dramatiza-
Cerv~ntes .Y Shakespeare da paso a una revisin de conjunto de la 2
da, as como concluir la segunda parte de Galatea.
obra hterana cervantina e~ la que Friedrich Schlegel ofrece algunos
~e los el~mentos caractenzadores de la nueva sensibilidad romn-
tica: Y as se acerca al Quijote Schelling:
. ~a historia. del arte de los espaoles, que con la poesa de los La novela de Cervantes se basa en un hroe muy imperfecto,
1tahanos ten1an una gran familiaridad, y la de los ingleses, de hasta trastornado, pero que al mismo tiempo es de una naturale-
quienes era gr~nde la sensibilidad para lo romntico, pero a quie- za tan noble y, mientras que no se toque ese nico punto, mues-
nes esta poes1a llegaba de tercera y cuarta mano, se compendia tra una inteligencia tan superior, que ninguna ignominia que le
en el arte de dos hombres, Cervantes y Shakespeare, que fueron suceda lo humilla verdaderamente. A esta mezcla (en el Quijote)
tan grandes que todo el resto al comparar parecen circunstancias pudo agregarse la trama ms maravillosa y rica, que atrae tanto
prepara~orias, expli~tivas, integrantes. La riqueza de sus obras y desde el primer momento como brinda igual placer hasta el final,
el despliegue de un Inmenso espritu proporcionaron, por s solos, y predispone el alma a la ms serena reflexin. El compaero in-
matena para una historia. Queremos limitarnos a indicar el hilo evitable del hroe, Sancho Panza, es para el espritu como una
conductor, en qu masas precisas se divide el conjunto, o dnde fiesta interminable; una fuente inagotable de irona se abre y se
al menos se ven algunos puntos firmes y una lnea orientadora. derrama en juegos audaces. La tierra donde transcurre el conjun-
Cu_ando Cerva.ntes toma la pluma en vez de la espada, que no to reuni en esa poca todos los principios romnticos que exist-
pod1a Y~ .':1aneJar, compuso Galatea, una admirablemente gran an an en Europa unidos a la pompa de la vida social. En esto el
co~pOSICIOn de la eterna msica de la fantasa y del amor, la ms espaol estaba mil veces ms favorecido que el poeta alemn.
dehcada Y amable de todas las novelas; y despus muchas Tena a los pastores que vivan a la intemperie, una nobleza ca-
1
Son palabras que ~roceden ?el prlogo a una edicin alemana del Quijote publi- 2
Friedrich Schlegel, "Dilogo sobre la poesa" (1800], en Poesa y filosofa. Estudio
cada en 1837. La c1ta de. He1ne en Coleridge, Heine, Hazlitt, Turgueniev y Dos- preliminar y notas de Diego Snchez Meca, versin espaola de Diego Snchez
tolewsky, CeNantes, Madnd: Jos Esteban editor, 1986, pp. 27-30. Meca y Anabel Rbade Obrad, Madrid: Alianza Editorial, 1994, pp. 109-110.
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JOS MONTERO REGUERA EL QUIJOTE DURANTE CUATRO SIGLOS
balleresca, el pueblo de los moros, la costa cercana de frica , el (... ] y que tena pensado de hacerse aquel ao pastor, y
fondo de los acontecimientos de la poca y las campaas contra entretenerse en la soledad de los campos, donde a rienda suelta
los piratas, en fin, una nacin donde la poesa es popular -hasta poda dar vado a sus amorosos pensamientos, ejercitndose en
los trajes para el uso corriente de los arrieros y los bachilleres de el pastoral y virtuoso ejercicio. (DQ, 11, 73).
Salamanca eran pictricos-. Y, a pesar de esto, la mayora de las
veces el poeta hace surgir los acontecimientos divertidos de los
sucesos que no son nacionales sino totalmente generales, como El amor platnico que Don Quijote siente hacia Dulcinea tambin
el encuentro con los galeotes, el de un titerero, el de un len en la puede ser interpretado como una fuga romntica de la realidad. Ve
jaula. El ventero que Quijote toma por seor del castillo y la bella en Dulcinea ms bien una imagen romntica que no el concepto
Maritornes son familiares en todas partes. En cambio, el amor que se tiene de la dama de un caballero andante:
aparece siempre en un ambiente romntico peculiar, tal como lo
encontr en su poca, y toda la novela se desarrolla al aire libre
Dios sabe si hay Dulcinea o no en el mundo, y si es fantstica o
en la atmsfera clida de su clima y en un color meridional inten-
so. no es fantstica; y estas no son de las cosas cuya averiguacin
se ha de llevar hasta el cabo [...] La contemplo como conviene
Los antiguos han venerado a Homero como el creador ms feliz que sea una dama que contenga en s las partes que pueden
los modernos, con razn, a Cervantes.3 '
hacerla famosa en todas las del mundo. (DQ, 1, 32).
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J OS!: M ONTERO REGUERA E L QUIJOTE DURANTE CUATRO SIGLOS
abundancia de verdadero cmico que rebosa en todos sus cap- Quijote de la Mancha, con nmeros de canto aadidos y msica de
tulos. Es esto tan cierto que, si el primer libro de nuestra literatura Asenjo Barbieri. Se estren tambin en Madrid el 23 de abril de
no contuviese ms que episodios novelescos, como los de Fer-
4 1861 . Salvo alguna voz disonante, la representacin obtuvo un
nando y Gardenia, apenas sera ledo.
xito considerable.6 Gustavo Adolfo Bcquer tambin realiz una
adaptacin teatral del texto cervantino: La venta encantada. Fue
Un significativo ejemplo constituye Benito Prez Galds compuesta entre 1856 y 1857 en colaboracin con su amigo, el
quiz el escritor decimonnico espaol que mejor supo ver la tras- periodista y escritor sevillano Luis Garca Luna. La obra apareci
cendencia de la obra cervantina, pero no se quedaron atrs otros bajo el seudnimo "Adolfo Garca", formado a partir del nombre de
narradores en quienes la huella de Cervantes se deja traslucir en Bcquer y el apellido de Garca Luna; la msica corri a cargo de
muchas ocasiones: Pedro Antonio de Alarcn, Clarn, Jos Mara Reparaz. Aunque se imprimi en 1859 no lleg, sin embargo, a
de Pereda, Juan Valera, Emilia Pardo Bazn, Jacinto Octavio Pi- estrenarse nunca. En ella Don Quijote aparece primero haciendo
cn ... penitencia; despus, en el segundo acto, con el yelmo de Mambri-
El teatro ser testigo de excepcin del inters que despier- no. El incidente de la lucha con los pellejos de vino sirve para con-
ta la obra cervantina en el siglo XIX. Numerosas son en este senti- cluir este segundo acto y en el tercero termina la obra con el
do las piezas teatrales que recrean o reelaboran episodios encantamiento del hidalgo. Aparecen tambin otros personajes
quijotescos. Generalmente son textos breves, inspirados en algn cervantinos: Luscinda, Dorotea, Cardenio, Don Fernando, Sancho,
episodio quijotesco, del que muchas veces se extrae nicamente el el cura, el barbero, Ambrosio, Maritornes y un ventero. La obra est
perfil cmico, con un afn de provocar la risa del espectador. An dedicada a Ventura de la Vega y cabe considerarla, como todos los
as se puede destacar el drama en tres actos de Adelardo Lpez intentos teatrales de Gustavo Adolfo Bcquer, bastante mediocre,
de Ayala y Antonio Hurtado, El curioso impertinente, estrenado con si bien pueden encontrarse momentos que parecen preludiar algu-
discreto xito en 1853. De 1861 data la fecha de composicin de El nas de las composiciones poticas que le darn renombre univer-
loco de la guindilla con su segunda parte, El bien tardo, de Narciso sal. No se ha de olvidar, en este sentido, que las tentativas
Sanz; ambos fracasaron estrepitosamente. Hartzenbusch, Echega- teatrales de Bcquer son trabajos hechos "pro pane lucrando", sin
7
ray, Coello y Pacheco ... tambin aportaron su granito de arena en el menor afn de superacin artstica.
este campo, pero con obras bastante mediocres.
Ventura de la Vega tambin llev a cabo una dramatiza-
cin de la obra cervantina. Lo hizo adems en dos ocasiones. Pri- Ediciones y comentarios
meramente en 1831 con su comedia de tres actos en prosa titulada
Don Quijote de la Mancha en Sierra Morena, donde escenific las
andanzas del hidalgo manchego por aquel lugar. Fue estrenada el Es tambin en el siglo XIX cuando se publican grandes
24 de diciembre de 1832 en el teatro del Prncipe de Madrid y, en comentarios al Quijote acompaando a sesudas ediciones del libro.
lo que me alcanza, nunca ha sido publicada hasta el momento.5 Como el de Agustn Garca de Arrieta en su edicin de Obras
Sobre esta comedia, Ventura de la Vega escribi la zarzuela Don escogidas de Miguel de Cervantes (Pars: Librera Hispano-
francesa de Bossange Padre, 1826, 10 vals.; el Quijote en vals. 11-
VI}. En ella incorpora numerossimas notas que siguen el espritu
4
Resea annima a Matilde ou Memoires tirs de l'histoire des croisades de Mme.
Marie Risteau Cottin [1770-1807]. El libro se public en 1805 y se tradujo al caste-
llano en 1821. Apareci la resea a la traduccin castellana en El Censor [Madrid],
XV (1 822). Reproduzco de Jos Femndez Montesinos, Introduccin a una historia 8
Vase Jos Montero Alonso, Ventura de la Vega. Su vida y su tiempo, Madrid:
de la novela en Espaa en el siglo XIX, Madrid: Castalia, 1973, 3". ed., p. 41 . Editora Nacional, 1951, p. 173.
5 7
Aunque si se conserva en varios manuscritos; Cfr. Juan Antonio Tamayo, "Una Cfr. Gustavo Adolfo Bcquer, Teatro. Edicin, estudio preliminar, notas y apndi-
obra cervantina de Bcquer", Anales cervantinos, 1(1951 ), pp. 304-305. ces de Juan Antonio Tamayo, Madrid: CSIC, 1949. Anejos de la RFE, n. 42.
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JOS~ MONTERO REGUERA
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JOS MONTERO REGUERA
EL Q UIJOTE DURANTE CUATRO SIGLOS
Yo no entiendo ni acepto muy a la letra la suposicin de que El Quijote fue asimismo objeto de ~~tudio ~o~ el
Don Quijote simboliza lo ideal y Sancho lo real. Era Cervantes positivismo decimonnico, que, por ejemplo, recopilo Y anahz~ l.os
demasiado poeta para hacer de sus hroes figuras simblicas o
refranes y sentencias que aparecen en la obra (Manual a/fabet1co
plidas alegoras. No era como Molire, que hace en El avaro la
personificacin de la avaricia y en El misntropo la personificacin
del Quijote o coleccin de pensamientos de Cervantes en su
de la misantropa. Era como Homero y Shakespeare, y creaba fi- inmortal ob'ra ordenados con algunas notas por Don M. [ariano] de
guras vivas, individuos humanos, determinados y reales, a pesar R. [ementera y Fica], Madrid: Imprenta de Don l. Boix, 1838; ~os
de su hermosura. Y es tal su virtud creadora, que Don Quijote y Col! y Veh, Los refranes del "Quijote'; ordenados por matenas Y
Sancho viven ms en nuestra mente y en nuestro afecto que los glosados, Barcelona: Imprenta del Diario ~e Barcelona, 1874; etc.).
ms famosos personajes de la Historia. Ambos nos parecen mo- Muy gratos fueron tambin para los erudrtos del XIX los asp~ctos
ralmente hermosos, y los amamos y nos complacemos en la rea- relativos a la geografa del Quijote, ya analizados en las edrcrones
lidad de su ser como si fuesen honra de su especie. de Pellicer y Clemencn, y que tienen su mejor expresin en la
Pericia geogrfica de Miguel de Cervantes, demostrada con .la
9
Nicols Daz de Benjumea, La estafeta de Urganda, Londres, 1861 . Cito por historia de D. Quijote de la Mancha, de Fermn Caballero (Madnd:
Ascensin Rivas Hernndez, Lecturas del "Quijote". (Siglos XVII-XIX), Salamanca:
Ediciones Colegio de Espaa, 1998, p. 175. Adems de la Estafeta, Diaz deBen-
jumea dedic a la interpretacin de la obra cervantina El correo de Alquife, o segun- 10
Juan Valera, Sobre el "Quijote" y sobre las diferentes maneras de co'!'entarle Y
do aviso del Cid Asam-Ouzad Benegeli sobre el desencanto del "Quijote"
juzgarle, Discurso leido en la Real Academia Es paol~ el 25 d~ septiembre de
(Barcelona, 1866); El mensaje de Merln (Londres, 1875) y La verdad sobre el
"Quijote" (Madrid, 1878). 1864. Reproduzco de la revista Anthropos, suplemento n . 17 (septiembre de 1989),
p. 26.
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JOS M ONTERO R EGUERA EL QUIJOTE DURANTE CUATRO SIGLOS
Imprenta de Yenes, 1840). Libro este curiossimo en el que su archivos de la Real Academia Espaola remiten indefectiblemente
autor pretende demostrar que: a esta poca: "Madrid va acostumbrndose ya a los cervantistas"
(C. Coello, Cuentos inverosmiles, 1878); "Haba cervantista em-
Cervantes deba ser gegrafo [ ...] por su organizacin fsica, por pleado en hacienda con 100.000 rs. , que se encontraba ... " (DRAE,
sus largos viajes, por el plan de su obra maestra. Y acredit serlo 1884), "Admirador o apasionado de Cervantes"(Pereda, Esbozos,
[ ...]en la eleccin de teatro para las hazaas de su hroe, en indi- 1881 ); "El admirador de Cervantes" (DRAE, 1899),
car lugares que describe y no nombra, [ ... ] en enunciar principios
de geografa matemtica y natural, [ ...] y en dar a conocer la to-
pografa, las costumbres y particularidades de muchas gentes y
pueblos. (p. 14) El Quijote en Hispanoamrica
Lo relativo a la medicina es analizado por Antonio Hemndez Mo- Fuera de Espaa la situacin vara segn los lugares,
rejn (Bellezas de medicina prctica [. ..] en "El ingenioso caballero pero en conjunto nos encontramos con el redescubrimiento
don Quijote de la Mancha", Madrid, 1836) y por Emilio Pi y Molist general del Quijote. Ya se ha visto el caso de Alemania. En
(Primores del "Don Quijote" en el concepto mdico psicolgico y Hispanoamrica, por ejemplo, es en esta centuria cuando por fin
consideraciones generales sobre la locura para un nuevo comenta- las obras de Cervantes se editan tambin all, y no se leen a
rio de la inmortal novela, Barcelona, 1886). Juan Valera se ocupa travs de ejemplares enviados desde Espaa. As el Quijote, que
de las posibles maneras de interpretar el Quijote (Sobre el "Quijote" se publica en Mjico en 1833, 1842, 1852, 1868-1869, 1877,
y las diferentes maneras de comentarle y juzgarle, Madrid, 1864), y 1881 ... y en Valparaso, en 1863, y en Montevideo, en 1880, etc.
Felipe Picatoste pone en relacin las figuras de Don Juan, Don Paralelamente, son muchas las deudas contradas por destacados
Quijote y Hamlet (Don Juan Tenorio, estudios literarios, Madrid, escritores de la poca con el Quijote: es el caso, por ejemplo, de
1883); etc. Juan Montalvo, autor de los Captulos que se le olvidaron a
Cervantes (1832-1839); y de Jos Joaqun Femndez de Lizardi,
cuyas novelas Don Catrn de la Fachenda (1817) y La Quijotita y
su prima (1818) fueron concebidas como una especie de dilogo
Cervantismo implcito y especfico con el Quijote; y Antonio Jos de lrisarri en su
novela autobiogrfica El cristiano errante, aparecida en 1847; y,
Es en la segunda mitad del siglo XIX cuando empieza a cmo no, Jos Hernndez en su Martn Fierro (1872), cuyos
documentarse la palabra Cervantismo, segn ha recordado Leo- paralelos con Don Quijote traz magistralmente Jorge Luis
11
nardo Romero Tobar. Buena prueba de ello es el artculo "Cer- Borges ... Importante fue tambin la influencia de Cervantes en el
vantismo" (1880), de Jos Mara de Pereda, en el que ya presenta Nuevo Mundo durante el perodo de la Independencia. Especial
las dos vertientes del trmino: el estudio serio, ponderado de las fervor suscit en Argentina, donde, a partir de la revolucin
obras de Cervantes, pero tambin, "Acaso en el cervantismo vea bonaerense de 181 O, se ha sealado que lo que ms se lea era el
yo algo de la intemperancia que, entre nosotros, lleva todo lo de- Quijote, por la exaltacin de la libertad que hace Cervantes. No de
ms hasta el ridculo de las cosas ms serias y respetables".12 Los otra forma puede explicarse el testimonio del escritor argentino
Adolfo Saldas (1849-1914) segn el cual el Quijote lo haban
hecho suyo "las repblicas de habla castellana, porque encarna la
11
En su excelente trabajo de conjunto "El Cervantes del siglo XIX", Anthropos, 98-
99 (1989), pp. 116-1 19.
12
Jos Mara de Pereda, "Cervantismo" [1 880], en Esbozos y rasguos, Madrid:
Manuel Gonzlez Herrn, Santander: Ediciones Ta ntn, 1989, vol. 11, pp. 387-399.
Imprenta y fundicin de M. Tello, 1881. Ahora -es la edicin que manejo- en Obras
completas de Jos Maria de Pereda, ed. dirigida por Anthony H. Clarke y Jos La cita en p. 388.
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J OS M ONTERO R EGUERA EL Q UIJOTE DURANTE CUATRO SIGLOS
democracia y la libertad", asegurando que hacia 1810 era "el ms apenas parece haber inters por los estudios cervantinos, que no
popular de todos, el que ms lean los hombres de la revolucin". 13 van ms all de superficiales escarceos periodisticos. 14
Es en el primer tercio del siglo XIX cuando el Quijote
empieza a ser adecuadamente apreciado en Francia, coincidiendo
El Quijote en Europa quizs con el hecho de la abundancia de traducciones por esas
mismas fechas: Jean-Pierre Claris de Florian (Don Quichotte de la
Manche, Pars, 1799), H. Bouchon du Bournial (Oeuvres choisies,
Inglaterra tiene el honor de ser el lugar donde se inici la Pars, 1807; Oeuvres completes, 1807-1821), De Launay
recuperacin de Cervantes y su obra ya en el siglo XVIII, con el (L 'lngnieux Chevalier Don Quixote de la Manche, Pars, 1821 ),
encargo hecho por Lord Carteret a Gregorio Mayans de redactar
Louis Viardot (L '/ngenieux Hidalgo Don Quichotte de la Manche,
la primera biografa de Cervantes, que se publica en Londres en
Pars, 1836-1837), F. de Brotonne (Historie de Don Quijote de la
1738, encabezando una monumental edicin del Quijote en cuatro
Manche, Pars, 1837); o, incluso, alguna destinada especialmente
tomos. Aos ms tarde Bowle publica, en 1781, la primera edicin
a los jvenes: Le Don Quichotte en Estampes, ou les Aventures du
critica de la novela, con el texto y las notas en espaol.
Hros de la Manche et de son cuyer Sancho Pam;a, reprsentes
Consecuentemente, el Quijote ejerci una enorme influencia en par 34 jolies gravures, avec un texte abrg de Florian, et revu sur
los escritores ingleses de los siglos XVIII y XIX, que vieron en l el /'original espagnol (Pars, 1828).
germen de la novela moderna. Ya Henry Fielding, en 1742,
Desde otras perspectiva, no slo es modelo de Flaubert en
declaraba en la portada de su Joseph Andrews haberlo escrito a
Madame Bovary (1856-1857), sino que recibe general aplauso de
imitacin de "Mister Cervantes". Y novelas plenamente cervanti-
importantes crticos de la poca: Tefilo Gautier, Saint Vctor,
nas son Tristam Shandy (1759), de Sterne, y los Pickwick Papers
Prspero Merime, Viardot, Sainte-Beuve ... Y entre ellos el
(1836-1837) de Dickens; y, en Norteamrica, Moby Dick (1853),
de Herman Melville, y Las aventuras de Huckleberry Finn (1855), testimonio de Vctor Hugo:
de Mark Twain.
En Portugal sucede la paradoja de que, si bien el Quijote La invencin de Cervantes es magistral, hay adherencia es-
tatuaria entre el hombre tipo y el cuadrpedo complemento: el ra-
es traducido en varias ocasiones (1876-1877, por los vizcondes de
zonador, lo mismo que el aventurero, forman un cuerpo con su
Castilho y Acevedo en colaboracin con Manuel Pinheiro Chagas; respectiva bestia, y tan difcil es desmontar a Sancho como a Don
1877-1878, por el vizconde de Benalcanfor; 1888-1889, por Jos Quijote. El ideal existe en Cervantes lo mismo que en Dante, pero
Carcamo), y es fuente de inspiracin para diversos escritores escarnecido como cosa imposible. Beatriz se ha convertido en
(Aimeida Garret, Camilo Castelo Branco, Antonio Duarte Gomes Dulcinea. El error de Cervantes sera si escarneciese el ideal, pe-
Leal, Antonio Gon9alves Crespo, Joaquim de Arajo, Tefilo ro este defecto es slo aBarente; porque, obsrvese bien, en esta
5
Braga), curiosamente, como ha analizado Jos Ares Montes, sonrisa hay una lgrima.
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JOS MONTERO REGUERA E L QUIJOTE DURANTE CUATRO SIGLOS
1833, 1840 ... ) al tiempo que los juicios favorables de Fscolo, Alfie- segundo, es autor de un conocido trabajo que relaciona las figuras
ri y Manzoni, entre otros escritores de la poca. 16 de Hamlet y Don Quijote (1860), del que destaco estas palabras
sobre la significacin del personaje cervantino:
16 18
Vase Donatella Pini Moro y Giacomo Moro, "Cervantes in Italia. Contributo ad un 1van Turgueniev, Hamlet y Don Quijote (1 860). Cito por Coleridge, Heine, Hazlitt,
saggio bibliografico sul cervantismo italiano (con un appendice sulle trasposizioni Turgueniev y Dostoiewsky, Cervantes, Madrid: Jos Esteban editor, 1986, pp. 71 -
musicali)", Donatella Pini Moro, ed., Don Chisciotte a Padova, Padova: Editoriale 75.
Programa, 1992, pp. 149-268. 19
Vsevolod Bagno, El "Quijote" vivido por los rusos, Madrid: CSIC, 1994, p. 96.
17
Cit. por Santiago Montero Daz, "Cervantes en Turgueniev y Dostoyevsky", Cer- 20
Vase ahora lo que dice Javier Blasco, "El Quijote de 1905 (apuntes sobre el
vantes, compaero eterno, Madrid: Editorial Aramo, 1957, pp. 23-24. quijotismo finisecular)", Anthropos, 98-99 (1989), p. 120.
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J OS~ M ONTERO REGUERA EL QUIJOTE DURANTE CUATRO SIGLOS
mtodos y procedimientos decimonnicos que continuar su acti- se desarrolla despus de forma reiterada tanto en la literatura co-
vidad en el comienzo del nuevo siglo. A este grupo se van super- mo en las artes plsticas, debe considerarse la dualidad Quijote-
poniendo nuevas generaciones de lectores y admiradores de Sancho como "metfora de los contradictorios, pero inseparables,
Cervantes, formados en otras lecturas y mtodos de anlisis, lo componentes de la personalidad humana"; asimismo, la simbiosis
que les permite introducir savia nueva en el conjunto de los estu- entre personaje y creador, con la identificacin de este ltimo ante
23
dios sobre el Quijote. Se trata de un periodo, por poner un ejemplo, todo "como un rasgo de carcter nacional", primando por tanto su
del que Amrica Castro, en su introduccin a El pensamiento de condicin de espaol, lo cual supone, obviamente, una visin na-
Cervantes, apenas destaca cuatro o cinco estudios sobre el Quijo- cionalista, como as se muestra inequvocamente en las Exposicio-
te. Con todo, a pesar de mucho crtico desbocado y de abundante nes Nacionales de Bellas Artes, "escaparates por excelencia del
"megalomana cervntica" -por decirlo con las palabras del doctor arte oficial, [que] ofrecen el panorama ms completo de la utiliza-
21
Royo Vilanova-, creo que es una etapa de siembra, de gestacin cin de Cervantes y de sus personajes al servicio de los ideales del
de interpretaciones, anlisis, modos de ver el Quijote que aflorarn nacionalismo espaol".24 Lo que viene a conseguirse con todo ello,
a partir de 1923-1925 y que tendrn luego larga descendencia, segn el siglo XIX va avanzando hacia sus ltimas dcadas, es
hasta llegar incluso a nuestros das: baste mencionar, aparte del "una autntica institucionalizacin de antiguas aspiraciones [... ]
libro de Castro, que cierra este periodo, el discurso de Marcelino junto a la gloria que novela y personaje representaban para el con-
Menndez Pelayo pronunciado en 1905 sobre Cultura literaria de texto poltico-cultural del Estado moderno. Cervantes y lo cervanti-
Miguel de Cervantes y elaboracin del "Quijote", reimpreso nume- no se convirtieron entonces en iconos glorificadores de lo nacional,
25
rosas veces; las Meditaciones del Quijote, de Jos Ortega y Gas- lo mismo que tantos otros temas histricos": en fin, un Quijote
set (1914); el trabajo de Ramn Menndez Pidal sobre Un aspecto que se encuentra por todas partes y es utilizado de manera cons-
de la elaboracin del "Quijote", que desarrolla una de las ideas tante y permanente con propsitos y objetivos muy diversos; es as
defendidas por Menndez Pelayo en el discurso de 190522 ; y la como se puede entender mucho mejor el artculo de Mariano de
Gua de/lector del "Quijote" de Salvador de Madariaga, que inau- Cavia en el que, desde las pginas de E/ Imparcial (18/03/1900), se
gura en buena medida el acercamiento psicolgico a la obra cer- quejaba precisamente de esa invasin del Quijote no slo en la
vantina. literatura, sino en todas las bellas artes e, incluso, en otros rdenes
6
En consecuencia con la nueva manera de leer e interpre- de la vida cultural y poltica de entonces?
tar el Quijote a partir del Romanticismo, en los ltimos veinte aos
del siglo XIX se va desarrollando un cierto tipo de crtica, al tiempo 23
Estas, como las anteriores, son palabras de Carlos Reyero, "Los mitos cervanti-
que toda una imagen de la obra (y del autor), que es la que here- nos en pintura y escultura. Del arrebato romntico a la interiorizacin noventayochs-
dan los que se acercan a la obra cervantina en el primer cuarto del ta", en W . AA., Cervantes y el mundo cervantino en la imaginacin romntica ,
siglo veinte. As por ejemplo, como herencia del romanticismo que Madrid : Comunidad de Madrid, 1997, pp. 89-1 20. El texto citado en p. 94 ..
24
Carlos Reyero, art. cit. , p. 97. Cfr. Karl-Heinz Bark, "Don Quijote, arquetipo nacio-
nal", Beitrage zur Romanischen Philologie, VI (1967), pp. 161-168, y Carlos M.
21 Gutrrez, "Don Quijote y Don Juan: notas a una oposicin finisecular", Javier Blasco
As define este concepto: el "delirio de grandezas con que muchos comentadores
e intrpretes del Quijote, hablan, escriben y opinan sobre los propsitos de su autor et ali, eds., Actas del Congreso sobre Jos Zonilla, Valladolid: Universidad de
al concebirlo, sobre el simbolismo de sus personajes al componerlo y sobre la Valladolid, 1995, pp. 343-349.
25
intencin de su lenguaje al publicarlo". Tomo la cita de Joaqun Lpez Barrera, Nuevamente son palabras de Carlos Reyero, art. cit., p. 97.
Cervantes y su poca. (Lecturas cervantinas) (Madrid: Biblioteca Hispanoamericana 26
Cfr. Gabriel Nez, "La literatura al alcance de los nios", El Gnomo, 5 (1996), p.
de Divulgacin, 1916, pp. XI-XII). 203. Un ejemplo de cmo el Quijote invade campos alejados de lo literario es la
22
Madrid : Ateneo de Madrid, 1920; 2" ed. aumentada en 1924. Hay varias ediciones revista Don Quijote (1892-1 903), uno de los principales medios de expresin de la
posteriores. Vase lo que dice Anthony Glose sobre la influencia de las ideas de ideologa radical republicana. Cfr. Jess Rubio Jimnez, "Don Quijote (1892-1903):
Menndez Pelayo en Menndez Pidal en "Interpretaciones del Quijote", captulo prensa radical, literatura e imagen", Leonardo Romero Tobar, ed., El camino hacia
prologal de la edicin del Quijote auspiciada por el Instituto Cervantes (Barcelona: el 98 (Los escritores de la restauracin y la crisis del fin de siglo) , Madrid: Visor,
Crtica, 1998), vol. 1, p. CLVI. 1998, pp. 297-315. Cfr. cap. 4.
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J OS MONTERO REGUERA E L QUIJOTE DURANTE CUATRO SIGLOS
Estos ltimos aos del siglo XIX, ya en las vsperas del Entre el cervantismo de raigambre plenamente decimon-
desastre de 1898, suponen una nueva "canonizacin" (la expresin nica cabra destacar algunos nombres de alcance y vala muy dis-
es de Anthony J. Clase) de la obra y el personaje cervantinos, que tintos; son los nombres que cualquier estudioso del Quijote de
va a ser caracterizado (el personaje) siguiendo los modelos del principios del siglo XX tendra que manejar inevitablemente: Juan
Greco, cuya figura y vala se recuperan por entonces.27 Igualmente Eugenio Hartzenbusch (1806-1880), inspirador de una de las aven-
se har con el autor: el cuadro atribuido a Juregui donado a la turas tipogrficas ms curiosas en la historia del cervantismo, como
Academia en 191 O por Jos Albiol responde en buena medida a ya se vio; Pascual de Gayangos (1809-1907), conocido sobre todo
esa tendencia, de ah, quiz, la buena acogida que recibi inicial- por sus estudios sobre libros de caballeras, pero autor tambin de
mente, al menos desde diversas instituciones: como dice Carlos diversos trabajos cervantinos, como Cervantes en Valladolid (publi-
Reyero, la imagen de Cervantes en este retrato "responda a esa cado a lo largo de cinco entregas en la Revista de Espaa, durante
adustez 'grequista' tan querida en la poca". 28 los meses de marzo a julio de 1884), con algunas novedosas con-
El siglo XIX lega tambin la penetracin generalizada del sideraciones sobre la publicacin del Quijote;31 Manuel Mil y Fon-
Quijote en el sistema educativo espaol. Segn Gabriel Nez, tanals (1818-1884), maestro de Menndez Pelayo; Adolfo de
Castro (1823-1898), acadmico, defensor de arriesgadas atribu-
CeNantes, en opinin de Blair, fue el nico autor que supo hacer ciones (El Buscapi, Semanas del jardn, acaso sea el autor de la
un libro clsico, de lectura agradable y de utilidad literaria. Con El Epstola a Mateo Vzquez); Manuel de la Revilla (1846-1881),
Quijote para nios y con los fragmentos del mismo seleccionados autor de un conocido manual reimpreso varias veces, pero sobre
por Lista para su colegio, culminar en la dcada de los ochenta, todo de diversos trabajos sobre el Quijote en los que muestra una
casi coincidiendo con el Programa de Uteratura Espaola de Me- mesura y sensatez dignas de encomio al referirse al posible simbo-
nndez Pelayo, que consagra la leccin 65 a CeNantes, la im- lismo del Quijote; Cristbal Prez Pastor, autor de dos volmenes
plantacin del Quijote como manual de uso obligado en las horas
de Documentos cervantinos hasta ahora inditos (Madrid, 1897);
de lectura y escritura al dictado de los escolares de todos los tra-
mos del sistema educativo de los dos ltimos siglos [... ] ahora se
Jos Mara Asensio y Toledo, que ingres en la Real Academia
inicia la penetracin generalizada del Quijote en el sistema educa- Espaola (1904) con un discurso sobre Interpretaciones del Quijote
tivo espaol. 29 al que respondi Menndez Pelayo, y autor tambin de un extenso
volumen sobre Cervantes y sus obras publicado inicialmente en
1870; y Leopoldo Rius, autor de una extensa Bibliografa crtica de
De esta manera se culmina el proceso iniciado en el siglo XVIII de
las obras de Miguel de Cervantes (Madrid: 1895-1904, 3 volme-
incorporacin del Quijote a las historias de la literatura como uno
nes) todava til.
de los grandes valores de la literatura espaola y contina y se
consolida en los manuales, preceptivas e historias de la literatura No hay que olvidarse tampoco de otros escritores y crea-
decimonnicas, tanto espaolas como extranjeras: 3 Francisco dores a caballo entre estos dos siglos, cuya admiracin por el Qui-
jote es bien evidente: Juan Valera (1824-1905), cuya novelstica
Giner de los Ros (1866-1867), Manuel de la Revilla (1872), Ma-
nuel Mil y Fontanals (1873-1874), James Fitzmaurice-Kelly est llena de resabios cervantinos, dedic a Don Quijote dos impor-
(1898), Marcelino Menndez Pelayo, etc. tantes trabajos: Sobre el "Quijote" y sobre las diferentes maneras
de comentarte y juzgarte, discurso ledo en la Real Academia Es-
paola el 25 de septiembre de 1864, y Consideraciones sobre el
27
La conocida monografia de Manuel Bartolom Cossio es de 1908. "Quijote", discurso ledo tambin en la Docta Casa el 8 de mayo de
28
Carlos Reyero, art. cit., p. 110.
29
Vase Gabriel Nez, "La literatura al alcance de los nios", El Gnomo, 5 (1996),
pp. 201-202. 31
30 Sobre Pascual de Gayangos, vase Manuel Carrin Gtiez, "D. Pascual de
Vase Leonardo Romero Tobar, "La historia de la literatura espaola en el siglo Gayangos y los libros", Documentacin de las Ciencias de la Informacin, VIII, 1985,
XIX (Materiales para su estudio)", El Gnomo, V (1996), pp. 151-183. pp. 71-90.
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Jos~ MONTERO REGUERA EL Q UIJOTE DURANTE CUATRO SIGLOS
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CAPTUL04
EL SIGLO XX
1
Mariano de Cavia, uno de los principales promotores del centenario de 1905,
publca en 1903 el artculo "La celebracin del tercer centenario del Don Quijote" (El
Imparcial, 2 de diciembre de 1903). Puede encontrarse reproducido en Miguel Sawa
y Pablo Becerra, Crnica ... , ob. cit., pp. 93-102.
2
Pilar Vega Rodrguez, "Las conmemoraciones teatrales del 111 centenario del
Quijote", W . AA., Actas del Congreso Teatro del siglo XX, Madrid: Universidad
Complutense de Madrid, 1994, pp. 352-368.
3
Vase por ejemplo lldefonso Rulln, "Cuatre paraulas d'es traductor a n'es lectors"
a Miquel de Cervantes Saavedra, L 'enginys hidalgo don Quixote de la Mancha
(1905)", en Montserrat Bacard, Joan Foncuberta, Francesc Parcerisas, Cent anys
de traducci al cata/a: 1891-1990. Antologa a cura de .. ., Vic: Editorial Eumo, 1998,
pp. 17-32; asimismo, Montserrat Bacard e lmma Estany, "La mania cervntica. Les
traduccions del Quixot al catal (1836-50?-1906)", Quadems. Revista de traducci,
JOS MONTERO REGUERA EL QUIJOTE DURANTE CUATRO SIGLOS
La fecha de 1905 constituye un ao de singular importan- Entre las abundantes publicaciones aparecidas en esa
cia en nuestra historia literaria: un grupo de escritores jvenes (no- fecha se pueden destacar la Gramtica y diccionario de la lengua
ventayochistas, modernistas) va adquiriendo poco a poco ms castellana en "El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha", de
peso en los ambientes literarios de la Espaa de principios de si- Julio Cejador y Frauca (Madrid, 1905-1906), hoy ya muy desfasa-
glo; al decir de Jos Maria Martinez Cachero, es la fecha clave de do, pero en su momento esfuerzo importante y ampliamente utili-
triunfo de la corriente modernista, con la publicacin de algunos de zado durante aos; el conocido discurso de Menndez Pelayo al
los libros ms caractersticos de este movimiento 4 Y noventayo- que ya me he referido antes; el libro de su discpulo, Adolfo Bonilla
chistas (Azorn, Baraja, Unamuno) y modernistas (Juan Ramn y San Martn, Don Quijote y el pnsamiento espaol, ensayo de
Jimnez, Rubn Daro, Machado, Valle lncln, Martnez Sierra), corte nietzscheano y voluntarista, en el que pueden encontrarse
esto es, la nueva literatura, van a enfrentarse con la vieja literatura no obstante algunas ideas, muy en esquema, que Amrica Castro
representada por las egregias figuras decimonnicas todava vivas: desarrollara unos aos ms tarde en El pensamiento de Cervan-
Juan Valera, Benito Prez Galds, Jos Echegaray, y otros. Este tes; el ensayo de Santiago Ramn y Cajal, precedente de toda una
enfrentamiento vino a suponer en buena medida "el final de una lnea de acercamiento al Quijote; 8 el libro de Angel Salcedo Rurz
generacin y la entronizacin de otra", 5 todo ello con el centenario sobre Estado social que refleja el "Quijote", "el estudio ms comple-
del Quijote al fondo, en el cual, de una u otra manera participan los to escrito en la primera mitad del siglo XX", en palabras de Javier
integrantes de esta nueva literatura, quienes acaban convirtiendo el Salazar Rincn;9 y aunque no referida exclusivamente al Quijote,
libro cervantino, con la expresin de Javier Blasco, en el "evange- merece la pena recordar la Bibliografa crtica de las obras de Mi-
lio" de los nuevos tiempos. guel de Cervantes (Madrid: 1895-1904, 3 volmenes), de Leopoldo
Y por otra parte, la nueva literatura se va a enfrentar al Rius, ya mencionada.
cervantismo oficial poniendo de relieve sus preferencias por el libro Y, finalmente, el llamado "Quijote" del centenario, un ambi-
antes que por el autor, mostrndose, por tanto, mucho ms quijotis- cioso proyecto editorial llevado a trmino en definitiva por Ricardo
tas que cervantistas: eso es lo que explica los conocidos libros de Lpez Cabrera (yerno del pintor sevillano especal'lsta en temtica
Miguel de Unamuno, Vida de Don Quijote y Sancho, y Azorn, La cervantina Jos Jimnez Aranda), que concibi una lujosa publica-
ruta de Don Quijote, ambos publicados en 1905 como consecuen- cin de la novela en ocho tomos, cuatro de textos y cuatro de lmi-
cia directa -al menos el de Azorn- de las celebraciones del cente- nas, que aparecieron en Madrid entre 1905 y 1908w Aunque
nario; y es lo que explica tambin, por ejemplo, el rechazo inicial de filolgicamente no presenta ningn valor, fue un esfuerzo artrstrco
Francisco Rodrguez Marn al cervantismo de Azorin, cuya recrea- de primer orden, en el que colaboraron algunos de los mejores
cin del camino seguido por Don Quijote es calificado por el erudito pintores espaoles de la poca. El principal ilustrador de ese pro-
como "tentativas balades en que no hay ni pizca de cervantismo". 6 yecto fue Jos Jimnez Aranda, que haba comenzado a trabajar
en l hacia 1896 y muri antes de ver termrnada su partrcrpacron
7 Vase Gonzalo Sobejano, Nietzsche en Espaa, Madrid: Gredas, 1967, pp. 470-
3 (1999), pp. 49-59. Desde el punto de vista anecdtico puede mencionarse Ja 472.
traduccin al latn macarrnico debida a Ignacio Calvo y Snchez publicada en 1905 8 Santiago Ramn y Caja!, Psicologa de Don Quijote y el QuijOtismo. incluido en la
y reeditada en 1922. Crnca del centenario del Don Quijote. Publicada bajo la direccin de Miguel Sawa
Vase~~ pr~logo de Jos Mara Martnez Cachero a Azorn, La ruta de Don Quijo-
4
y Pablo Becerra, Madrid: Establecimiento Tipogrfico de Antonio Marzo, 1905, pp.
te (~adnd: Cat~dra, 1~84), pp. 18-19. En 1905 Francisco Vi!laespesa publica Rap- 161-168. Vase infra, pp. 94-95.
sodias, Gregono Martmez Sierra, Teatro de ensueo y Enrique de Mesa, Flor 9 Javier Salazar Rincn, El mundo social del "Quijote'', Madrid: Gredos, 1986, p. 11.
pagana, etc. 10 Quijote del centenario[ ... ], Madrid: R. L. Cabrera, 1905-1908. Vase Jos_ t:'lara
5
Javier Blasco, "El Quijote de 1905 (apuntes sobre el quijotismo finisecular)", Casasayas, Ensayo de una gua de bibliografa cervantina. Tom_~ V. EdJcJones
Anthropos, 98-99 (1989), p. 121. casteflanas del Quijote hasta su tricentenario {1605~1915). RelaCion ordenada Y
6
Tomo la cita de Jos Mara Martnez Cachero, ed. cit., p. 23. compuesta por .. , Mallorca: edicin del autor, 1995, p, 151, n. 513,
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JOS MONTERO REGUERA
E L QUIJOTE DURANTE CUATRO SIGLOS
Cuando todava no se haban apagado del todo los ecos En este primer cuarto de siglo se plantea ~~a cues~in q~e
de las celebraciones de 1905, nuevos acontecimientos se prepara- acabar en abierta polmica: cmo ensear el Quijote y, aun mas,
ron con el propsito de conmemorar esta vez, en 1916, el tercer es lectura adecuada para la escuela?. Lo cierto es que desde
centenario de la muerte de Miguel de Cervantes. Como en la oca- ~rincipios de siglo son abundantes las ~dic~?nes desti~ada~
a los
sin precedente, no hubo campo de las bellas artes que se esca- nios. Acudiendo a la benemrita recop1lac1on de Jose Mana Ca-
para de estas conmemoraciones, aunque, bien es cierto, no se sasayas encontramos entre 1904 y .:915 no_menos de treinta Y
lleg a los extremos de 1905. Desde el punto de vista crtico, los ocho ediciones en castellano del Quijote destinadas entera o par-
resultados no fueron muy destacados: abunda la crtica extrava- cialmente a los nios: en 1904 se publica una, dieciocho en 1905,
12
una en 1907, otra en 1909, otra ms ~n 1910, dos e~ 1912, seis en
gante, pero es posible destacar el libro de Francisco de lcaza (El 1
1913 cinco en 1914 y tres en 1915. Todo esto se Inserta en una
"Quijote" durante tres siglos, Madrid: Imprenta de Fortanet, 1918),
con rica informacin y sugerentes interpretaciones, aunque hoy ya po~ en la que existe un vivo inters por lo pedaggico, en la que
desfasado; y los volmenes de Adolfo Bonilla y San Martn que, si se renuevan los mtodos y tcnicas de enseanza a todos _ los
bien no referidos exclusivamente al Quijote, incluyen ideas y consi- niveles; lo que explica, en fin, que los Premios Nacionales de Lite-
deraciones inteligentes a la par que son reveladores del encono ratura de 1928, 1929 y 1932 se convoquen con temtica de, este
que en ocasiones demuestra el cervantismo. 13 Una nueva edicin tipo: en 1928 lo obtiene Jos Montero Alonso_p~r su AntologJa de
del centenario viene a cerrar el de 1916: no es otra que la que poetas y prosistas espaoles (Madrid: Renac1m1ento, 192~) en la
public Francisco Rodrguez Marn en 1916-1917 con ilustraciones que se dice expresamente: "El tema para el Conc~rso Nac1o~al de
de Ricardo Marn. Esta edicin fue reseada en la prensa con xito Literatura de 1928 era 'Antologa de poetas y prosistas espanoles,
con semblanza de cada autor'. Se quera premiar, segn la convo-
11
14
Tomo los datos de Carlos Reyero, "Los mitos cervantinos en pintura y escultura. Madrid: Tipografa de la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 1917, 6 vols.
Del arrebato romntico a la interiorizacin noventayochista", en W. AA., Cervantes Vase ahora la nota que antecede a la edicin facsimilar del Quijote publicada por la
y el mundo cervantino en la imaginacin romntica, Madrid: Comunidad de Madrid, R.A.E. (Valencia: Grficas Soler, 1976, 2 vols.). .
1997, pp. 106b-107a. 15
12 Vase Jos Maria Casasayas, Ensayo de una gua de bibliografa cervantma.
Vase Norberto Prez Garca, "El filo de un centenario: la crtica extravagante Tomo V. Ediciones castellanas del Quijote hasta su tricentenario (1605-1915).
sobre el Quijote en 1916", Anales Cervantinos, XXXIII (1995-1997), pp. 325-333. Relacin ordenada y compuesta por. .. , Mallorca: edicin del autor, 1995. Vanse
13
Adolfo Bonilla y San Martn, Cervantes y su obra (Madrid: Francisco Beltrn, las entradas siguientes: 482, 496, 506, 511 , 520, 522, 523, 524-531 , 535, 548, 556,
1916) y De crtica cervantina (Madrid: Ruiz hermanos editores, 1918). 557, 558, 567, 580,588, 606,607, 612, 613, 614-16, 617, 619, 620,621,622, 624,
626, 627, 628, 635.
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Jost; MONTERO REGUERA EL QUIJOTE DURANTE CUATRO SIGLOS
catoria, un libro de lectura para las Escuelas nacionales de nias y administrar en toda su extensin esta obra sublime, guiaron la
nios" (p. 9; cursiva ma). Al ao siguiente lo obtiene ngel Cruz vacilante diestra, y en gracia a la intencin seguramente ha de
Rueda por sus Gestas heroicas castellanas contadas a los nios sernos dispensado el atrevimiento. Lo que no hemos osado, consi-
(Madrid: Biblioteca Nueva, 1931 ), y en 1932 recae en Alejandro derndolo como inaudita falta de respeto, es modificar lo escrito
Casona por su Flor de leyendas (Madrid: Espasa-Calpe, 1933). por Cervantes. Por eso preferirnos suprimir por completo algunos
A propsito del Quijote, esta cuestin se haba planteado captulos antes que profanar la obra inmortal"." Tambin responde
en Francia a lo largo del si~lo XIX con la publicacin de varias edi- a esa orden de 1905 el librito Catecismo de CeNantes a cargo del
ciones "para la juventud"; en Espaa se presenta, en cambio, profesor auxiliar del Instituto de Oviedo D. Acisclo Muiz Vigo, que
casi como una consecuencia del centenario de 1905, aunque la reimprime en 1912, como consecuencia de la orden ministerial
preocupacin existe desde mediados del siglo XIX, pues ya el 1O mencionada, bajo el ttulo CeNantes en la escuela, cuando de la
de diciembre de 1856 el Gobierno aprueba dos antologas del Qui- primera obra ya se haban agotado seis ediciones. Y, como estos,
jote para su uso en las escuelas: El Quijote de los nios y para el otros muchos textos que responden a esas rdenes que harn que
pueblo editado por Nemesio del Campo y Rivas y El Quijote para esa cuestin -la enseanza del Quijote en la escuela- pase a un
todos. Las Reales Ordenes de 13 de febrero de 1904, 8 de mayo primer plano, con opiniones contrarias y con la intervencin de
de 1905, 28 de noviembre de 1906 y de 12 de octubre de 1912 destacadas plumas de la poca: acaso la polmica ms conocida
coinciden en ordenar que "Los maestros nacionales incluirn todos es la que sostuvieron Antonio Zozaya y Jos Ortega y Gasset, 19
los das a contar desde primero de enero prximo, en sus ense- con conclusiones cercanas, pero debidas a razones distintas; y
anzas una dedicada a leer y explicar brevemente trozos de las tambin Mariano de Cavia, Rodrguez Marin, Ezequiel Ortn, 20 etc.
obras cervantinas ms al alcance de los escolares" n Las conse-
cuencias son inmediatas: as por ejemplo, el editor Saturnino Calle-
ja empieza a publicar una Edicin Calleja para escuelas que
tendra una amplia difusin. En ella se deca "a los profesores de
primera enseanza" que "la lectura del Quijote en las escuelas 16
Vase Miguel de Cervantes Saavedra, El ingenioso hidalgo don Quijote de fa
contribuir, seguramente, a levantar en Espaa la aficin a lo clsi- Mancha. Edicin Calleja para escuelas, Madrid: Saturnino Calleja Fernndez, ed.,
1905. Las citas en p. 7. Ya en 19041a Librera de los sucesores de Hernando haba
co, y con este propsito hacemos esta edicin dedicada a los ni-
publicado un Don Quijote de la Mancha compuesto por Miguel de Ce!Vantes Saa-
os", y se indica asimismo el mtodo para poner el Quijote al vedra compendiado para que silva de fibro de lectura en las escuelas: cfr. Casasa-
alcance de este pblico: "la necesidad y aun la conveniencia de no yas, Ensayo de una gua de bibliografa ceNantina . .. , p. 146. n. 482.
19
El 5 de marzo de 1920 El Sol publicaba un artculo sobre "La lectura obligatoria
del Quijote en !as escuelas". Una semana ms tarde, el doce de marzo, Antonio
"vease a h ora el tra b'
8JO de Michel Moner, "Cervantes en Francia: El Ingenioso Zozaya expresaba en La Libertad su opinin -contraria- sobre la lectura del Quijote
H_idalgo Y sus avatares ultramontanos", Edad de Oro, XV (1996), pp. 75H86, espe- en las escuelas, y e! 16 y 18 de marzo Ortega y Gassset publicaba en El Sol sus
CJalmente, pp. 80-81. artculos sobre 'Biologa y pedagoga o el Quijote en la escuela". La prensa de la
17
Reproduzco el articulo once de la Real Orden de 12 de octubre de 1912 del libro poca recoge algunas opiniones ms al respecto. Vase en este sendo el Catlo-
de A~isclo Muz Vigo, Cervantes en la escuela (Burgos: Imp. y lb. Hijos de s. go de fa segunda exposicin bibliogrfica ceNantina, Madrid: Biblioteca Nacional,
Rodnguez, 1913), p. 14. Vase tambin los trabajos de Jos Montero Padilla. "Los 1948, 2 vals.
clsicos Y el nio", W. AA, Literatura infantil, Cuenca: Servicio de Publicaciones de 20
Mariano de Cavia, "El libro de los viejos", La correspondencia de Espaa, 1901.
la Universidad de Castllfa~La Mancha, 1990, pp. 101-113; Santiago Lpez-Rios Cit por Alberto Snchez en su introduccin a Ramiro de Maeztu, Don Quijote o el
Moreno Y Jos Manuel Herrero Massari, "La polmica del Quijote como libro de amor. (Ensayos en simpata), Salamanca: Anaya. 1964, p. 31; Francisco Rodrguez
l~ctura en Espaa (1900-1920)", Giuseppe Gri!li, ecL, Actas dellf Congreso Interna- Marn, "Se lee mucho a Cervantes?" [28-05~1916], recogido en sus Estudios
Clona/ de la Asociacin de CeNantistas, Npoles, 1995. pp. 873-886 y Nieves Sn- cervantinos, Madrid: Atlas, 1947, pp. 453-464; y Ezequiel Ortn, "Los libros y los
chez Mendeta, "Polmica en torno a una real orden quijotesca: es conveniente nios", Crnica cervantina, 1, 5 (noviembre de 1930) pp. 101102. Ya al fina! del
declarar obligatoria la lectura del Quijote en las escuelas?"', VV. AA., Actas del VIII perodo que estoy analizando puede verse tambin el artculo de Miguel Alle
Coloquio fntemacional de la Asociacin de Cervantistas, El Toboso (Toledo): Edi- Salvador, "El problema del estudio del Quijote en los centros espaoles de Ense-
ciones Dulc1nea del Toboso, 1999, pp. 471-480. anza Media", RFE, XXXII (1948), pp. 319-337.
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JOSE MONTERO REGUERA EL QUIJOTE DURANTE CUATRO SIGLOS
La edicin y anotacin del Quijote alent desde mbitos institucionales con las reales rdenes de
1905 (para conmemorar el tercer centenario del Quijote) y de 1912,
El siglo XIX leg a la siguiente centuria un Quijote anotado que reafirmaba la primera, en la que se ordenaba que "La Real
copiosamente {los comentarios de Bowle, todava en el XVIII Academia Espaola informar, en el trmino ms breve, a este
[1781]; el comentario de Diego Clemencn (1833-1839], imbuido Ministerio acerca de la forma, plan de publicacin y personas a
plenamente de espritu neoclsico; las famosas 1633 notas de quienes haya de confiarse la direccin de las dos ediciones del
22
Juan Eugenio Hartzenbusch), pero muy deficiente desde el punto Quijote, una de carcter popular y escolar y otra crtica y erudita".
de vista de la edicin del texto. Dentro de la amplia variedad de Sin embargo, desde una perspectiva filolgica, los resultados no
ediciones decimonnicas destaco (entre 1850 y 1900) las siguien- son muy alentadores. Fuera de Espaa se publican algunos
tes, de amplia difusin y, por tanto, influencia en los inicios del siglo Quijotes, pero de escaso valor: por ejemplo el publicado por la
XX: el Quijote de Rivadeneira (1863); el facsmil de Lpez Fabra Biblioteca Romnica (Estrasburgo, 1911-1916) a cargo de
(1871-1879), cuyo tercer volumen lo conforman Las 1633 notas Wolfgang von Wurzbach "conjugando un ignorante apego a las
puestas por el Exmo. e Ilmo. Sr. D. Juan Eugenio de Hartzen- 'ediciones legtimas' con el despojo (tcito) de Cortejn para la
23
busch; el Quijote de Ramn Len Minez (1877-1879), y el Quijote insercin de unas escasas variantes"; y el incluido en la
de James Fitzmaurice Kelly en colaboracin con James Ormsby Romanische Bibliothek a cargo de Adalbert Hamel (Halle: Max
para los primeros veinticinco captulos (Londres y Edimburgo: por Niemeyer, 1925-1926), con an peores resultados.
T. y A. Constable, impresores de cmara de Su Majestad, 1898). En Espaa contamos con El Quijote en seis volmenes a
24
Todos esos esfuerzos editoriales, en su conjunto, aportan notas y cargo de Clemente Cortejn, que tuvo a la vista ediciones muy
comentarios de inters que permiten entender mucho mejor el diversas, pero sin discriminar adecuadamente el valor de cada una
Quijote: pasajes pardicos de libros de caballeras, significacin y ellas, lo que le lleva a preferir variantes sin inters, incorporar
contexto de determinadas palabras, posibles fuentes, etc.; pero variantes grficas de valor nulo y, en consecuencia, a elaborar un
ninguna ofrece un estudio riguroso de las diversas ediciones de la aparato crtico muy complicado, confuso y lleno de errores. Y, por
obra ni un exhaustivo cotejo de variantes (aunque alguna lleve un otro lado, comienza la labor filolgica y de anotacin de Francisco
25
mnimo aparato crtico, v. g. la de Minez). Rodrguez Marn que se plasma en cuatro ediciones: todas ellas
El primer cuarto del siglo XX ofrece algn avance en esta y en especial la ltima incorporan abundantes novedades sobre la
cuestin, pero no sustancial. Se publican trabajos importantes,
como el de Homero Sers en el que registra y describe los Quijotes 22
Reproduzco el artculo 12 de la Real Orden de 12 de octubre de 1912 del libro de
de la Sociedad Hispnica de Amrica con algunas importantes Acisdo Muiz Vigo, Cervantes en la escuela (Burgos: Imp. y lib. Hijos de S. Rodr-
21 guez, 1913), p. 14.
novedades y las ediciones en castellano de la obra cervantina se
23
multiplican: cerca de dos centenares ha inventariado Jos Mara Son palabras de Francisco Rico en su "Historia del texto", en Miguel de Cervantes
Saavedra, Don Quijote de la Mancha, Barcelona: Crtica, 1998, vol. 1, p. CCXXX.
Casasayas entre 1900 y 1915, en Espaa y fuera de Espaa, pre- 24
Madrid: Victoriano Surez, 1905-1913; todos los tomos con la colaboracin de
suntamente crticas, para nios, con ilustraciones .. . de todo tipo. alumnos suyos -era catedrtico del Instituto de Barcelona- y el ltimo, pstumo, a
No tengo en cuenta ahora las traducciones a otras lenguas, tam- cargo de Juan Givanel Mas y Juan Su Benags.
bin muy abundantes. Bien es cierto que la edicin del Quijote se 25
Madrid: Clsicos Castellanos, 1911-1913, 8 vols.; Madrid: Tipografia de la Revista
de Archivos, Bibliotecas y Museos, 1916-1917; y, ya en el segundo cuarto del siglo,
otras dos, acaso las ms interesantes: Madrid: Tipografa de la Revista de Archivos,
21
Homero Sers, La coleccin cervantina de la Sociedad Hispnica de Amrica. Bibliotecas y Museos, 1927-1928 y Madrid: Atlas, 1947-1948, pstuma. Vase
Ediciones de Don Quijote. Urbana, lllinois: University of lllinois Studies in Language ahora Daniel Eisenberg, "Balance del cervantismo de Francisco Rodrguez Marn",
and Literature, 1920. Entre las novedades que aporta este trabajo (vid. pp. 15-16) se Actas del Coloquio "Cervantes en Andaluca", Estepa: Ayuntamiento de Estepa,
encuentran una nueva impresin de la edicin prncipe, diferencias entre las porta- 1999, pp. 54-64 y Alberto Snchez, "El Quijote de Rodrguez Marn", W. AA.,
das de dos variedades de la edicin de Lisboa de 1605, diversos pormenores de la Homenaje a Jos Mara Martnez Cachero, Oviedo: Universidad de Oviedo, 2000,
tercera edicin de Cuesta de 1608 no consignados hasta la fecha, etc. vol. 111, pp. 445-464.
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JOS MONTERO REGUERA EL Q UIJOTE DURANTE CUATRO SIGLOS
inmediatamente anterior y se pueden considerar como la respuesta cambio, en lo que tiene que ver con la anotacin del texto y, por
del cervantismo acadmico y oficial a lo que las rdenes reales de ende, su mejor comprensin.
1905 y 1912 indicaban sobre la elaboracin de una "edicin crtica
y erudita" que dejaban en manos de la Real Academia Espaola.
Rodrguez Marn, que a la altura de 1910 se haba convertido en el
Ensayistas y creadores en la exgesis del Quijote
cervantista espaol acaso ms constante y preparado,26 fue
elegido acadmico numerario en 1907 y en varias ocasiones se La Generacin del 98
mostr defensor y portavoz de las opiniones de la docta casa,
como por ejemplo en el asunto del retrato de Cervantes atribuido a Como ya seal antes, la fecha de 1898 supuso una nue-
Juregui que Jos Albiol don a la academia en 1911 . Pese a los va "canonizacin" de Don Quijote similar a la que un siglo antes
reparos que inicialmente se le pusieron, la labor de Rodrguez haban efectuado los romnticos alemanes. Tanto la obra como el
Marn desde el punto de vista de la anotacin del texto cervantino personaje sern objeto de adhesin unnime por los escritores
es de enorme valor, como as ha destacado un crtico exigente commente englobados dentro de la denominada generacin del
como pocos: "[ ... ] es indiscutible que su comentario supone un 98, que los utilizan con profusin y les dedican numerosos comen-
paso formidable en la elucidacin literal de la obra: Bowle, tarios donde la huella de la filosofa germana, Nietzsche en concre-
Clemencn y don Francisco son los tres grandes anotadores del to, es evidente y contribuy de manera decisiva a la revalorizacin
Quijote, y los restantes no van (no vamos) ms all de aadir de Don Quijote. De una manera muy general -este tema dara
27
respuestas a cuestiones de detalle". Desde el punto de vista lugar a una monografa muy amplia todava por hacer-, la lectura
filolgico, en cambio, sus ediciones presentan abundantes noventayochista del Quijote supuso ante todo la primaca, por en-
deficiencias: adjetivadas todas ellas como crticas, en modo alguno cima el autor, del personaje principal de la novela que se convirti a
pueden ser consideradas como tales y ni siquiera la ltima, los ojos de estos escritores en paradigma de la dignidad y ejemplo
aparecida pstumamente y con abundantes novedades respecto a para lograr la regeneracin nacional, bien palpable en Unamuno,
las anteriores, roza siquiera ese objetivo. Lo cierto es que, en aunque no tanto en los otros integrantes del mismo grupo literario.
buena medida, el primer cuarto del siglo XX apenas supone Sobre esa caracterstica comn, cada escritor ofreci su propia
avance, rigor, novedad en la edicin del Quijote, pero s, en lectura, fruto de sus inquietudes y preocupaciones.
El Quijote acompa a Miguel de Unamuno durante buena
parte de su vida intelectual, a lo largo de, al menos, treinta obras:
26 desde Quijotismo (1895) hasta Cancionero (Diario potico), obra
Antes de su ingreso en la RAE ya haba publicado su edicin critica de Rinconete que apareci pstuma en 1953; y entre una y otra cabe mencionar
y Cortadillo (1905, premiada por la Academia en "certamen pblico extraordinario")
adems de varios trabajos de diversa ndole y extensin: Cervantes y la Universidad algunos ttulos de singular importancia: El caballero de la triste
de Osuna (1899), Cervantes estudi en Sevilla (1901), El Loaysa de "El celoso figura. Ensayo iconolgico (1896), Vida de don Quijote y Sancho
extremeo'~ estudio histrico-literario (1901), En qu crcel se engendr el "Quijote" (1905), Sobre el quijotismo de Cervantes (1915), etc. Todava en
(1905), Cervantes en Andaluca: estudio histrico-literario (1905). Cfr. el "Catlogo
fechas no muy lejanas, la prensa espaola informaba sobre la
de las obras de Don Francisco Rodrguez Marin" que se imprime al final de los
Discursos ledos ante la Real Academia Espaola por los Excmos. Seores D. aparicin de un indito Manual del Quijotismo entre los papeles de
Francisco Rodrguez Marin y D. Marcelino Menndez Pe/ayo en la recepcin pbli- la Casa Museo de Unamuno en Salamanca. Su lectura del Quijote
ca del primero el dia 27 de octubre de 1907 (Sevilla: Tipografa de Francisco de P. no es siempre la misma y ofrece matices diversos conforme pasan
Daz, 1907, pp. 105-107). Cfr. asimismo la edicin publicada por el Patronato del IV 8
centenario de Cervantes de los Estudios Cervantinos de Rodrguez Marn (Madrid:
los aos y la situacin poltica espaola cambia?
Atlas, 1947), con interesante prlogo de Agustn Gonzlez de Ameza, y el artculo
de Francisco Lpez Estrada, "Recuerdo de Don Francisco Rodrguez Marin",
BRAE, XLIX (1969), pp. 153-163. 28
27 Vase el esquema, muy sinttico pero til, de Ana Surez. "Cervantes ante mo-
Son palabras nuevamente de Francisco Rico, ed. cit. , p.CCXXXI. dernistas y noventayochistas", Manuel Criado de Val, ed ., Cervantes, su obra y su
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JOS MONTERO R EGUERA EL QUIJOTE DURANTE CUATRO SIGLOS
Desde posiciones menos beligerantes que las de Unamu- mitos literarios espaoles: Don Quijote, Don Juan y La Celestina; 32
no, el caso de Azorn es muy similar. Ms quijotista que cervantista 33 34
ngel Ganivet; Ramn del Valle lncln, etc.
en sus inicios, no se centr en cambio exclusivamente en el Quijote
(uno de sus libros de cabecera, sin duda) sino que dedic numero-
sas pginas a Cervantes a quien recre admirablemente en oca-
siones, identificando incluso autor y personaje. A Cervantes y el Un caso especial: Jos Ortega y Gasset
Quijote dedic ensayos de geografa literaria (La ruta de Don Quijo-
te, 1905), recreaciones de personajes y temas cervantinos (Toms En el discurrir literario espaol de principios del siglo XX
Rueda, 1915), trabajos de crtica histrico-literaria (Con permiso de merece especial mencin en el campo de la exgesis cervantina la
los cervantistas, 1947; Con Cervantes, 1948), y obras teatrales figura de Jos Ortega y Gasset, cuyas obras completas incorporan
(Cervantes o la casa encantada, 1931), mostrando en todos ellos diversos trabajos sobre el Quijote, entre los que destaca, sobre
su fina sensibilidad para acercarse a las obras y autores clsicos.29 todo, sus Meditaciones del Quijote (1914), libro primerizo, con el
El caso de Baraja es complejo. Sin duda fue un lector reite- que sale a la palestra literaria, pero de capital importancia en la
rado del Quijote, obra que influye decisivamente en las novelas del historia de la crtica sobre el Quijote, "quiz la obra ms seminal del
escritor vasco, pero sus trabajos relativos al Quijote no son abun- siglo, llena de intuiciones ms tarde desarrolladas por otros", por
35
dantes (en comparacin con Unamuno o Azorn). Una vez ms se decirlo con las palabras de E.C. Riley. He aqu algunas de esas
muestra ms quijotista que cervantista, pero defendiendo un quijo-
tismo que no llegue al absurdo?0 32
Ramiro de Maeztu, Don Quijote, Don Juan y la Celestina, Madrid, 1926. Vase,
Y tras ellos Antonio Machado, que simboliza en Don Quijo- adems de la edicin de Alberto Snchez (Salamanca: Anaya, 1964), el artculo de
Macarena Guias, "Ramiro de Maeztu, Carlos Fuentes: dos momentos de la cultura
te el eterno ideal porque "algn da habr que retar a los leones, hispnica ante el Quijote" (Anales Cervantinos, 34 [1998), pp. 269-277) donde pone
con armas totalmente inadecuadas para luchar con ellos. Y har de relieve algunas coincidencias entre la lectura del Quijote efectuada por Ramiro
falta un loco que intente la aventura. Un loco ejemplar",31 pero que de Maeztu y Carlos Fuentes.
33
apenas dedic unas lneas del Juan de Mairena a analizar el Quijo- A Ganivet corresponden estas afirmaciones sobre el Quijote: "No existe en el arte
te; Ramiro de Maeztu y su conocido ensayo sobre los tres grandes espaol nada que sobrepuje al Quijote, y el Quijote, no slo ha sido creado a la
manera espaola, sino es nuestra obra tpica, 'la obra' por antonomasia, porque
Cervantes no se content con ser un 'independiente': fue un conquistador, fue el
ms grande de todos los conquistadores, porque mientras que los dems conquis-
tadores conquistaban pases para Espaa, l conquist Espaa misma". ngel
Ganivet, ldearium espaol [1897], Madrid: Victoriano Surez, 1915, p. 79. Cfr.
Gonzalo Sobejano, Nietzsche en Espaa, Madrid: Gredos, 1967, pp. 259-276 y las
mundo, Madrid: Edi-6, 1981, pp. 1051-153 y las referencias bibliogrficas bsicas en
pp. 33-34, 46 y 56-58 de la introduccin que precede a la edicin que Jos Montero
Javier Blasco, ob. cit., p. 123, nota 20.
29 Padilla ha preparado de Angel Ganivet, Los trabajos del infatigable creador Po Cid
He mencionado slo libros de Azorin de tema cervantino exlusivamente, pero a (Madrid: Castalia, 1998).
ellos habra que aadir otros muchos que incluyen captulos sobre el mismo asunto: 34
Vase ahora Jos Servera Bao, "La influencia de Cervantes en Farsa italiana de
Los pueblos (1905), Espaa (1909), Lecturas espaolas (1912), Castilla (1912),
la enamorada del rey, de Valle lndn", Giuseppe Grilli, ed., Actas del// Congreso
Clsicos y modernos (1913), Los valores literarios (1913), Al margen de Jos clsicos
(1915) y un largo etctera. lntemacional de la Asociacin de Cervantistas, Npoles, 1995, pp. 771-780; y Mara
30 Nieves Femndez Garca, "La presencia de Cervantes en Valle lncln", Giuseppe
"Don Quijote, a quien Cervantes quiso dar un sentido negativo, es un smbolo de Grilli, ed., Actas del 11 Congreso lntemacional de la Asociacin de Cervantistas,
afirmacin de la vida. Don Quijote vive ms y con ms intensidad que los otros", Pfo Npoles, 1995, pp. 743-770. Sobre otros autores menos conocidos, vanse Santia-
Baroja, El rbol de la ciencia, ed. de Pfo Caro Baroja (Madrid: Ctedra, 1998, 15" go A. Lpez Navia, "Dos quijotes finiseculares: D.Q. de Rubn Dario (1899) y El
ed.), p. 167.; "[. . .] se puede tener el quijotismo contra una anomala; pero tenerlo alma de Don Quijote de Jernimo Montes (1904)", Anales Cervantinos, XXXI
contra una regla general es absurdo", ibdem, p. 127. (1993), pp. 99-111 ; Julin Bravo Vega, "Un Don Quijote regeneracionista: el caso de
31
Citado por Ana Surez, "Cervantes ante modernistas y noventayochistas", art. cit., Eduardo Barriobero y Herrn", Actas del VIII Coloquio lntemacional de la Asociacin
p. 1052. Deliberadamente no me refiero a los poemas machadianos inspirados en el de Cervantistas, El Toboso: Ediciones Dulcinea del Toboso, 1999, pp. 55-68.
Quijote. 35
E.C. Riley, Introduccin al "Quijote", Barcelona: Crtica, 1990, p. 228.
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JOS MONTERO REGUERA EL QUIJOTE DURANTE CUATf";Q SIGLOS
intuiciones: Ortega pona en duda la supuesta ejemplaridad moral sentido artstico de la obra de Cervantes. Pero son pocos los ensa-
de las novelas ejemplares, defenda el perspectvismo como una yos que dedican a Don Quijote. Hallamos ecos en un cuento de
de las claves del Quijote ("El ser definitivo del mundo no es materia Rubn Daro, en su conocido poema "Marcha triunfal", as como en
ni alma, no es cosa alguna determinada, sino una perspectiva"), 36 y otros poemas39 Gregario Martnez Sierra escribe Tristezas del 40
reclamaba para esta obra cervantina el carcter de germen de la Quijote (Madrid, 1905) y Benavente Lamuerte de Don Quijote;
novela moderna: "Falta el libro donde se demuestre al detalle que Juan Ramn Jimnez destaca del Quyote sus valores estetcos,
toda novela lleva dentro, como una intima filigrana, el Quijote, de la especialmente los que tienen que ver con el ritmo y variedad lxica,
misma manera que todo poema pico lleva, como el fruto el hueso, de origen popular en su par~9er, en Emilio Ca~rere. encontramos
37
la 1/ada". Las Meditaciones constituan, sin embargo, parte de un costumbrismo y melancola... Acaso el que mas pag1nas cnllcas
proyecto mucho ms amplio que, bajo el ttulo de Meditaciones le dedic fue Manuel Machado, en trabajos como "Viajando por el
42
sobre la literatura y el arte (La manera espaola de ver las cosas), Quijote" y "Don Quijote en el teatro" De su devocin por lo cer-
qued inconcluso y ahora ha sido recupe;ado en parte gracias a la vantino da buena prueba su biblioteca personal, hoy conservada
documentacin conservada en la Fundacin Ortega y Gasset. 38 en la Biblioteca de Castilla y Len (Burgos), en la que se pueden
encontrar numerosos libros de temtica cervantina. De entre estos
me permito poner como ejemplo los estudios y ediciones de Fran-
cisco Rodrguez Marn (los dos eran acadmicos de !a Espaola),
El modernismo buena parte de ellos dedicados. Aun ms interesante si cabe es
que algunos de esos volmenes estn anotados de puo y let;a de
Los escritores modernistas tambin consideran el Quijote Manuel Machado, con consideraciones muy Inteligentes sobre la
como uno de sus libros predilectos; de manera general, encuentran manera de anotar de Rodrguez Marin.
en el Quijote, por un lado, el idealismo, la ilusin, la fantasa y el
ensueo que posibilitan la creacin de un mundo imaginativo ale-
jado de la realidad. En segundo lugar, el sentido humanitario: la
locura quijotesca se interpreta como un acto de caridad en el que el La critica en Espaa
hroe defiende a los dbiles sin preocuparse de si mismo; en ter-
cer lugar, se destaca un sentimiento religioso: Don Quijote es com- Por un lado han de sealarse las publicaciones peridicas
parado en muchas ocasiones con Cristo y se le atribuye una como Don Quijote, revista de corte radical y republicano en la que,
naturaleza divina por su excesiva humanidad. Y, finalmente, el
36 3fl Vase Alberto Snchez, "Cervantes y Rubn Oaro", Seminario A_rchivo R~bn
Citado por Alberto Porqueras Mayo, "El Quijote en un rectngulo del pensamiento
espaol"[1962], Temas y formas de la literatura espaola, Madrid: Gredas, 1972, p.
Dara, 6 (1962), pp. 31-44; Ana Surez, art. cit., _PP 10~9~1050; Sant1ago A. Lopez
145. Navia, ''Dos quijotes finiseculares: D.Q. de Ruben D~no (1899) Y Ef alma de Do~
37 Quijote de Jernimo Montes (1904)", Anales Cervantmos, XXXI (1~93), ~P 99~111,
Jos Ortega y Gasset, "Fiaubert, Cervantes, Darwin''. Cap. 20 de su "Meditacin Manuel Reyes Ramos, "El Quijote a travs de un poema de Ruben Dano [Marcha
primera". Meditaciones del Quijote. E ideas sobre la novela (1914 /1925J, Madrid:
triunfal]", La palabra y el hombre, 90 (1994), pp. 168~178.
Revista de Occidente, 1958, sa ed. en castellano, p. 134.
40 Vase Lola Montero Reguera, "Jacinto Benavente: La muerte de Don Quijote",
38
Vase Jos Ortega y Gasset, Meditaciones sobre la literatura y el atte. (La mane-
Anales Cetvantinos, 34 (1998), pp. 279~287.
ra espaola de ver las cosas), ed. de E. lnman Fax, Madrid: Castalia, 1988. Vase
41 Vanse sus artculos "La estatua y la casa de Cervantes" y "A la estatua de Cer~
el desarroHo y aprovechamiento posterior de algunas de esas intuiciones de Ortega
vantes le hace falta media espada" recogidos en Emilio Carrere, Antologa, edicin
en mi libro El "Quijote" y la crtica contempornea (Alcal de Henares: Centro de
Estudios Cervantinos, 1997), s. v. el ndlce alfabtico finaL Cfr. Jaime de Salas, de Jos Montero Padilla, Madrid: Castalia, 1999, pp. 392-395.
"Sobre la gnesis de las Meditaciones del Quijote", Revista de Occidente, 156 ~ 2 Recogidos ambos en el volumen El amor y la muerte. (G_aptulos de Novela),
(1994), pp. 77~86; y Pedro Cerezo Galn, "Meditaciones del Quijote o el estilo del Madrid: Imprenta Heln"1ca, 1913, pp. 205~209 y 211-216. Deliberadamente no me
hroe", Revista Canadiense de Estudios Hispinicos, 21 (1996), pp. 57~75. refiero a los poemas de Manuel Machado inspirados en el Quijote.
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E L QUIJOTE DURANTE CUATRO SIGLOS
JOS MONTERO REGUERA
46
entre 1892 y 1903, confluyeron escritores ya veteranos (Jos Na- Francisco Rodrguez Marn. A estas publicaciones deben aadir-
kens, Marcos Zapata, Eusebio Blasco, Clarn) con escritores de los se tambin los nmeros dedicados ntegramente a Cervantes con
considerados ya como gente nueva: Miguel y Alejandro Sawa, motivo de los centenarios de 1905 y 1916: Revista de Archivos,
Alfredo Caldern, Dicenta, Valle lncln, Baraja, Maeztu, Benaven- Bibliotecas y Museos; Revista General de Marina, Boletn de la
te. De corte literario y poltico, esta revista public poco o nada de Sociedad Castellana de Excursiones, etc.
inters en lo que tiene que ver con la crtica e investigacin sobre el La crtica en Espaa en el primer cuarto de siglo est re-
43
Quijote. En Los Quijotes (Madrid, 1915-1918) se publican algu- presentada en buena medida por la figura destacadsima de Me-
nas de las "primeras descubiertas de los movimientos de vanguar- nndez Pelayo, autor de un pequeo nmero de trabajos sobre el
dia".44 Ms interesante desde el punto de vista cervantino es la Quijote del que destaco su conocido discurso sobre "Cultura Litera-
revista mensual iberoamericana Cervantes, que se edit en Madrid ria de Miguel de Cervantes y elaboracin del Quijote" al que ya me
entre agosto de 1916 y diciembre de 1920 y en la que publicaron he referido antes, y su escuela: Francisco Rodrguez Marn, que
escritores a caballo entre Modernismo y Vanguardia: Rubn Dara, representa, por un lado, la vertiente ms positivista y erudita en
Amado Nervo, Francisco Villaespesa, Rafael Cansinos-Assns, recopilaciones documentales y en sus estudios histrico-literarios y,
Joaqun Dicenta (hijo), Eduardo Haro, Joaqun Aznar, Guillermo de por otro, la edicin de textos; y Adolfo Bonilla y San Martn, inteli-
Torre, etc. Aunque la revista presenta ante todo un inters especial gente exgeta de Cervantes y el Quijote, pero desde una perspec-
por lo hispanoamericano, Cervantes y el cervantismo tambin tie- tiva ms hermenutica y filosfica, a la par de iniciador de una
nen cabida: en poemas en los que, por ejemplo, se seala a Cer- importante edicin de Obras completas de Cervantes en colabora-
vantes como gua espiritual de las nuevas tendencias; y en cin con Rodolfo Schevill.
artculos crticos debidos a la pluma de Csar E. Arroyo, Luis G.
Urbina y J. A. Gonzlez Lanuza, entre otros.45 Plenamente cervan-
tista es ya la Crnica cervantina, un poco posterior, que dirigieron
Don Quijote a los ojos del hispanismo
entre 1930 y 1936 los biblifilos catalanes Juan Su Benages y
Juan Sed Peris-Mencheta: en ella se alternan trabajos serios y
rigurosos con otros de dudosa calidad; y una constante parece ser El hispanismo de principios del siglo XX encuentra en el
la crtica, tambin constante pero muy dura, a la labor editorial de Quijote una obra llena de posibilidades y la enriquece con nuevas
lecturas y anlisis.
En Francia debe destacarse a Alfred Morel Fatio con su
trabajo, todava publicado en el siglo XIX, sobre Le "Don Quichotte"
43 envisag comme peinture et critique de la societ espagnole du
Vase ahora, Jess Rubio Jimnez, "Don Quijote (1892-1903): prensa radical,
literatura e imagen", Leonardo Romero Tobar, ed., El camino hacia el 98. (Los
XVf et XVIf sicle.47 Se trata del primer estudio de importancia en
escritores de la Restauracin y la crisis de fin de siglo), Madrid: Visor libros, 1998, lo que se refiere a analizar las relaciones de la obra de Cervantes
pp. 297-315. con el contexto histrico-social en que se inscribe la novela; real-
44
Son palabras de Vctor Garca de la Concha, "Dos revistas cervantinas en las mente ms que de un estudio se trata de una antologa de textos
primeras escaramuzas de la vanguardia", Homenaje a Gonzalo Torrente Bal/ester, con los que se ilustra cada una de las clases sociales que apare-
Salamanca: Biblioteca de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Salamanca,
1981 , pp, 409-410.
cen en el Quijote. Pese a la superficialidad de algunas de sus afir-
45
Vase ahora M. ngeles Varela Olea, "Del Modernismo a la Vanguardia: Cervan-
tes. Revista mensual iberrramericana. (Agosto 1916-Diciembre 1920)", Cuadernos 46 Vase ahora Carlos Arconada Carro y Victoriano Santana Sanju~o. "Un poco
para la Investigacin de la Literatura Hispnica, 23 (1998), pp. 63-90; cfr. Vctor ms sobre la Crnica cervantina", Actas del VIII Coloquio Internacional de la Aso-
Garca de la Concha, "Dos revistas cervantinas en las primeras escaramuzas de la ciacin de Cervantistas, El Toboso: Ediciones Dulcinea del Toboso, 1999, pp. 481-
vanguardia", art. cit., pp. 409-423, y el clsico trabajo de Guillermo de Torre, "El
514.
Modernismo y el 98 en sus revistas", Del 98 al Barroco, Madrid: Gredos, 1969, pp. 47 Incluido en sus tudes sur /'Espagne, 1 serie, Pars, 1895, pp. 297-382.
12-70.
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JOS M ONTERO R EGUERA
EL QUIJOTE DURANTE CUATRO SIGLOS
literatura universal, pues lo equipara con Homero, Rabelais y Sha- Unos aos ms tarde, en 1920, Giuseppe Toffanin publicaba un
kespeare.50
extenso libro, La fine deii'Umanesimo (Milan: Bocea), en el que
En Italia, la rica bibliografa sobre "Cervantes en Italia" analizaba el final del Humanismo desde la perspectiva de la litera-
reunida por Donatella Pini Moro y Giacomo Moro muestra palpa- tura comparada y sus manifestaciones en Italia, Francia y Espaa.
blemente el inters que el Quijote despierta en este pas en el pri- En lo que se refiere al Quijote, afirma que es el resultado de las
mer cuarto de siglo: ediciones, traducciones y estudios a cargo de ideas y polmicas literarias del Renacimiento, situndolo as, por
los ms destacados crticos de ese tiempo (Benedetto Croce, Eu- primera vez, en un contexto cultural concreto, el mismo -de ah en
genio Mele, Giovani Papini, Arturo Farinelli, Marco Aurelio Garrone, parte su importancia- que luego Amrica Castro en El Pensamien-
Paolo Savj Lpez, etc.) se cuentan por decenas.51 Entre tanta acti- to de Cervantes analiz con todo detalle. Valga decir que es uno
vidad crtica sobre el Quijote quiero destacar tres trabajos por su de los poco~ trabaJos citado~. con elogi? por Castro al inicio de la
singular importancia. En primer lugar, entre 1907 y 1908 Luigi Pi- 5
obra antes c1tada. La reacc1on no se h1zo esperar: en 1924 Cesa-
randello escribe su ensayo L 'umorismo, sin duda el trabajo funda- re De Lollis publica un provocador Cervantes reazionario (Roma:
mental para entender las bases tericas de la obra literaria de Treves, 1924) en el que defiende que Cervantes y el Quijote perte-
Pirandello, en el que propone una nueva potica para la moderna necen claramente a la Contrarreforma. Sobre el mismo asunto
literatura italiana basada en el concepto de "umorismo" que puede terciarn otros investigadores en fechas posteriores: Amrica Cas-
definirse como "el intento de transponer a nivel literario la relativi-
48
Son palabras de Javier Salazar Rincn, El mundo social del "Quijote", ob. cit., pp. 52
Richard Schwarderer, "Importancia de la figura de Don Quijote en el ensayo
10-11 .
49 L'umorismo (1908) de Pirandello", W .AA, Actas del coloquio cervantino, Wrzburg,
Vase tambin E. Allison Peers, "Aportacin de los hispanistas extranjeros al 1983. Theodor Berchem y Hugo Laitenberger, eds., Mnster: Aschendorffsche
estudio de Cervantes", RFE, XXXII (1948), pp. 162-163. Ver1agsbuchhandlung Gmb H & Co., 1987, pp. 118-126, la cita en p. 120.
50
Elie Faure, Cervantes, Madrid: Cuadernos Literarios, 1926, pp. 25 y 26. Vase 53
Son palabras de Richard Schwarderer, art. cit., p. 120.
tambin Antonio Marco Garca, "El Cervantes de Elie Faure", W. AA., Actas del 11 54
Amrico Castro dedic un trabajo a analizar las relaciones entre Cervantes y
Coloquio Internacional de la Asociacin de Cervanstas, Barcelona: Anthropos, Pirandello, pero sin ocuparse de este ensayo; cfr. Amrico Castro, "Cervantes y
1991 , pp. 265-271.
51 Pirandello", La Nacin (Buenos Aires), 1924, despus incluido en Hacia Cervantes,
Donatella Pini Moro e Giacomo Moro, "Cervantes en Italia", Donatella Pini Moro Madrid: Taurus, 1967, 3" ed., pp. 477-485. En fechas ms recientes, Gonzalo
ed. , Don Chisciotte a Padova, Padova: Editoriale Programma, 1992, pp. 149-268: Torrente Ballester confesaba la influencia de Pirandello en la gestacin de su
Para el periodo que nos interesa, vanse las pp. 198-211. Vase asimismo Francis- conocido libro El "Quijote" como juego, Madrid: Pennsula, 1975 (vase p. 7).
co A. de !caza, "La irona de Cervantes y la nueva crtica italiana", El "Quijote" duran- 55
Vase ahora el trabajo de Isabel Lozano Renieblas, "El Cervantes de Toffanin",
te tres siglos, Madrid: Imp. Fortanet, 1918, pp. 191-208.
Boletn de la Asociacin de Cervantistas, 1 1 1 (2004 ).
-86- -87-
EL QUIJOTE DURANTE CUATRO SIGLOS
JOS MONTERO REGUERA
60
Quijote a travs de los siglos; Ricardo Rojas, excelente exgeta
tro dedica el captulo sexto de El pensamiento de Cervantes a esta 61
56 de la poesa cervantina; Jos de Armas y Crdenas; Enrique
cuestin; y ms tarde se enfrentarn Hatzfeld y Amado Alonso Jos Varona y otros, como Alfonso Reyes, Arturo Marasso y Jorge
En Alemania, ya lo he mencionado antes, se edita el Quijo- Luis Borges, ya un poco posteriores.
te nuevamente en dos ocasiones y aunque se ha convertido en y es en estas fechas cuando la lectura y estudio del Quijo-
obra "mximamente pblica, en el libro de los nios y del vulgo, de te se extiende a otros lugares del mundo en los que va surgiendo
los periodistas, de los eruditos, de los filsofos", 57 esto no se tradu- un incipiente hispanismo: (por orden alfabtico): ArgeHa, Bra:3il,
ce en estudios de importancia: ensayos en los que la impronta Bulgaria, Checoslovaquia, China, Corea, Ftliptnas, Grecta, Japon,
romntica es evidente, artculos, trabajos breves sobre posibles
Polonia, Portugal, Rusia, Serbia.
comparaciones entre Shakespeare y Cervantes, recepcin de las
obras cervantinas en Alemania,., poco ms. Habr que esperar
realmente al segundo cuarto del siglo para encontrar trabajos de
entidad. 58 Algo parecido sucede en Inglaterra, donde apenas cabe Los caminos de la crtica en torno a 1925
destacar las pginas que James Fitzmaurice-Kelly dedic al Quijo- Nuevas empresas editoriales
te en su Historia de fa Literatura Espaola, prontamente traducida
al espaol con prlogo de Menndez Pelayo 59
El segundo cuarto del siglo veinte viene marcado en el
En Estados Unidos la situacin es similar, con la excep- campo editorial, de una parte, por la continuacin de la labor ecd-
cin de Rodolfo Schevill, Catedrtico de la Universidad de Califor- tica de Francisco Rodrguez Marn a la que ya me he refendo
nia, que emprendi, en colaboracin con Adolfo Bonilla y San antes y, de otra, por la continuacin de la coleccin de Obras
Martn, una de las mejores ediciones de Obras completas de Cer- completas de Cervantes que haban iniciado en 1914 Rudolph
vantes; los tomos del Quijote, sin embargo, no se imprimieron has- Schevill y Adolfo Bonilla y San Martin. Muerto este ullimo (1926),
ta el segundo cuarto del siglo XX. La Amrica espaola, en el catedrtico de la Universidad de Berkeley continu esta magna
cambio, ofreci algunos cervantistas de primer orden: biblifilos, empresa que culmin con los cuatro volmenes dedicados al Qui-
como el uruguayo Arturo Xalambr, que reuni una impresionante jote (Madrid: Grficas Reunidas, 1928, 1931, 1935 y 1941). Esta
coleccin de Quijotes; eruditos, como Francisco de A !caza que coleccin de obras completas de Miguel de Cervantes constttuye
conoci como pocos los vaivenes de la critica e interpretacin del sin duda una de las empresas editoriales ms importantes y sli-
das del siglo XX en el campo del cervantismo. En .ro que se refiere,
56
Helmut Hatzfeld, "Don Quijote, asceta?", NRFH, 11 (1948), pp. 57-70; Amado de una manera ms acotada, al Quijote, la edtcton de Schevtll
Alonso, "Don Quijote, no asceta, pero ejemplar caballero y crstano", NRFH. 11 muestra algunas carencias que tienen que ver sobre todo con la
(1948), pp. 333-359. Vase la nota que aade Julio Rodrguez Purtolas en Amri-
ca Castro, El pensamiento de Cervantes (Barcelona: Noguer, 1972), pp. 307-308
57
J.J.A. Bertrand, Cervantes en el pas de Fausto, Madrid: Ediciones Cultura Hisp- 60
Vase Francisco A. de lcaza, El "Quijote" durante tres siglos, Madrid: Imprenta de
nica, 1950, p. 217.
58 Fortanet, 1918. En los preliminares de la reimpre~in de su llbro sob;e Las novelas
Vase J.J.A. Bertrand, Cervantes en el pas de Fausto, Madrid: Ediciones Cultura ejemplares (Madrid, 1928) se incluye una biograf1a _del autor. Cfr. Oamaso Santos:
Hispnica, 1950, pp. 206-213 y 217-219. Cfr. Detrich Briesemeister, "Espaa y la "Recuerdo y homenaje a Francisco A. de lcaza", Amba, 3 de febrero de 1963, p. 13,
hispanistica alemana", VV. AA., Estudios de literatura espaola de los siglos XIX y Juan Sampelayo, "Un perfil y unos recuerdos nt~os", Arriba,_3 de febrero de }963,
XX. Homenaje a Juan Mara Dez Taboada, Madrid: CSIC, 1998, pp. 458-466. p. 13 y Andrs Henestrosa, "Un cervantista mex1can~: FranCISC? A. de lcaza , W.
59
A History of Spanish Literature, Londres: W. Heinemann. 1898. Se traduce al AA., Guanajuato en fa geografa del "Quijote" (GuanaJuato: Gobierno del Estado de
espaol en 1900 por Adolfo Bonilla y San Martin con un prlogo de Menndez Guanajuato, 1988), pp. 85-92.
Pelayo bajo el ttulo de Historia de la Literatura Espaola desde los orgenes hasta 61
Jos de Armas y Crdenas, cubano (1866-1919), es autor de una larga nmina
el ao 1900 (Madrid: La Espaa Moderna. i900). Ntense las palabras de E. Al!son de estudios sobre Cervantes y el Quijote, de entre los que destaco Cervantes Y el
Peers sobre ella: 'Pero a nuestra comprensin ms profunda de Cervantes, Fitz- "Quijote" (La Habana: Imprenta y Librera La Moderna Poesa, 1905) Y Cetvantes Y
maurice-Kelly no contribuy casi en nada" ("Aportacin de los hispanistas extranje- su poca (Madrid: Renacimiento, 1915).
ros al estudio de Cervantes". RFE, XXXII [1948]. p. 185).
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-88-
JOS MONTERO REGUERl\. EL QUIJOTE DURANTE CUATRO SIGLOS
utilizacin de facsmiles y no de las ediciones originales, pues esto tes, libro que en buena medida debe considerarse el desafio
le lleva a considerar como variaciones entre diversos ejemplares ms radical al cervantismo tradicional y acadmico 64
de la principe lo que en realidad no son sino defectos de la edicin
facsmil manejada; pero tambin indudables aciertos: rigurosa
transcripcin, metdico registro de variantes, acertada y sinttica
Una isla en el ocano del cervantismo
anotacin. Lo cierto es que, de ah su importancia singular, estas
dos empresas editoriales (Rodrguez Marin, Rudolph Schevill) son
la base, para bien y para mal, de toda edicin del Quijote poste- Como tal podemos considerar a Luis Astrana Marin. Por
rior. Con las palabras de Francisco Rico: "Las virtudes de Schevill su tipo de crtica, tambin erudita, profundamente positivista, se le
y las carencias de Rodrguez Marin (que no al revs) han condi- podra emparentar con la escuela de Menndez Pe layo (de quien
cionado la ortodoxia del cervantismo en la segunda mitad del siglo no fue discpulo), pero su intemperancia critica le llev a enfrentar-
XX"-"2 se agriamente con Rodrguez Marn desde fechas muy tempranas,
y tambin con Menndez Pida!. Como es obvio, su labor se des-
arroll fuera de las dos instituciones que representaban Rodrguez
Marin y Menndez Pida! (la Academia Espaola; la Universidad y
La escuela de Menndez Peiayo el Centro de Estudios Histricos), con la consiguiente marginacin.
Sus abundantes trabajos sobre Cervantes y el Quijote vieron la luz
En Espaa contina la labor de los discpulos de Me- fundamentalmente en los diversos peridicos del momento (El
nndez Pelayo, caracterizada ante todo por su erudicin y posi- Imparcial, ABC, La Libertad); buena parte de ellos se incorpor a
tivismo: Francisco Rodrguez Marin, cuyos estudios cervantinos dos libros: El libro de los plagios (i 920) y, sobre todo, Cervantinas
se renen en un solo volumen en i 94 7 y publica dos ediciones y otros ensayos (1944), que incluye veintin artculos breves de
ms del Quijote; Agustn Gonzlez de Ameza, prologuista del tema cervantino. Culminacin de sus trabajos cervantinos es la
volumen de estudios cervantinos de Rodrguez Marin, acad- prolija, extensa, laberntica pero rica de informacin (si se tiene la
mico, poseedor de una vasta erudicin que puso al servicio de paciencia suficiente para encontrarla) Vida ejemplar y heroica de
Cervantes en libros como CeNantes creador de la novela corta Miguel de Cervantes Saavedra (Madrid: Instituto editorial Reus,
espaola; y Narciso Alonso Corts, catedrtico de instituto y 1948, siete volmenes).
tambin acadmico, recopilador de documentos cervantinos,,
autor tambin de una sntesis de la vida y obra de CeNantes. 3
Los tres eruditos, positivistas, acadmicos y recelosos o, sin
Bibliofilia y cervantismo
ambages, claramente enfrentados a la imagen de Cervantes
presentada por Amrico Castro en El pensamiento de CeNan-
La bibliofilia de estos aos ofrece algunas personalidades
de singular importancia en el campo que nos ocupa, pues reunie-
ron colecciones cervantinas importantes, algunas de las cuales han
pasado a ingresar hoy da los fondos de bibliotecas pblicas: Jos
62
Francisco Rico, "Historia de! texto", ob. cit., p. CCXXX!V.
63
Vase por ejemplo, ''Los Cortinas de la villa de Barajas", Cuadernos de Literatura,
8-9 (1948), pp. 103-108; "Tres amigos de Cervantes", BRAE. XXVII (1948), pp. 143-
175; "De !a familia Sa!azar", Anales Cervannos, l (1951), pp. 327-331, etc. A Narci-
so Alonso Corts se debe el captulo sobre Cervantes en la Histora general de las ~>"Vase ahora Anthony J. Clase, "La crtica del Quijote desde 1925 hasta ahora",
fiteraturas hispnicas dirigida por Guillermo Daz Plaja (Barcelona: Vergara, 1949, Anthony Clase et alii, Cervantes, Alcal de Henares: Centro de Estudios CeNanti~
vol. 11. pp. 803-856). nos. 1995, p. 314.
-90- -91-
JOS~ MONTERO REGUERA EL QUIJOTE DURANTE CUATRO SIGLOS
65
Mara Asensio y Toledo, Isidro Bonsoms i Siscart, que durante humanismo renacentista, etc. All se estudian por primera vez el
cuarenta aos reuni casi cuatro mil volmenes de temtica cer- peculiar concepto cervantino del honor, su "hipocresa" (que tanta
vantina, entre ellos los procedentes de la biblioteca de Leopoldo polmica levant), el perspectivismo (la "realidad oscilante", en
Rus, donados en 1915 al lnstitut d'Estudis Catalans y hoy inc:>rpo- expresin de Castro)... Con este libro su autor contribuy de mane-
rados a los fondos de la Biblioteca de Catalua;66 Juan Sed Peris- ra decisiva a acabar con la imagen de Cervantes como "ingenio
Mencheta, que empez a reunir fondos bibliogrficos cervantinos lego", a la vez que mostr una personalidad no tan modlica, ca-
desde 1926 y alcanz casi dos millares de ediciones del Quijote, paz de poner en tela de juicio a su propia entorno, con expresiones
hoy en la Biblioteca Nacional; 67 etc. de inequvoca modernidad.
Pocas monografas tan influyentes hay en el campo del Con el rtulo Escuela Filolgica Espaola quiero referirme
cervantismo como El pensamiento de Cervantes, de Amrica Cas- a un seero grupo de investigadores que, en el segundo cuarto del
tro. Su publicacin origin una considerable polmica por su nove- siglo veinte, se formaron bajo el magisterio de Ramn Menndez
dad, pero, sin duda, sus tesis e ideas han permitido situar la obra Pidal en el seno del Centro de Estudios Histricos. Con ellos viene
cervantina en su contexto histrico, estableciendo de esta manera a nacer en Espaa la Filologa en el sentido moderno del trmino:
las bases fundamentales de la exgesis posterior. Partiendo de su
idea de que historia y literatura estn profundamente unidas y de
Ellos elevaron su disciplina en nuestro pas desde los ci-
que los textos literarios pueden servir para ilustrar los hechos de un
mientos documentales hasta unos planteamientos tericos
pueblo, un pas, una sociedad, Amrica Castro estudia la obra
propios, con los que procuraron alcanzar los ambiciosos
cervantina (no slo el Quijote) de acuerdo con tales premisas. Sur-
propsitos que les movan. Anhelaban una filologa cient-
ge as este libro capital en la historia del cervantismo68 , en el que
fica comparable a las dems europeas como imprescindi-
sita la obra de Cervantes en las coordenadas de la cultura euro-
ble herramienta en la obsesiva preocu~acin de la poca
pea de la poca siguiendo las directrices de la Ku/turgeschichte 9
por la interpretacin del ser de Espaa.
imperante entonces: erasmismo, relaciones con la cultura italiana,
- 92- -93 -
JOS MONTERO REGUERA EL QUIJOTE DURANTE CU~\TRO SIGLOS
Gaya, Rafael Lapesa, Alonso Zamora Vicente, Enrique Moreno samiento de Cervantes: "A Rarnn Menndez Pidal al cumplirse
Bez. Como quiera que se ha venido discutiendo su aportacin al XXV aos de su profesorado universitario". Pero esta dedicatoria
campo del cervantismo, revisar ahora los principales hitos, pro- no debe considerarse corno rnera ancdota, consecuencia de la
blemas y referencias bibliogrficas de esta escuela en lo que se amistad entre arnbos fillogos, sino que la predileccin del maestro
refiere a su exgesis sobre el Quijote lo por los temas cervantinos y el Quijote de modo rns concreto, ha
El fundador de esta escuela no se denomin nunca cer- pervivido entre sus discpulos, de rnanera que raro es el caso de
vantista, ni hoy en da se le puede considerar como tal: sus traba- investigador integrante de la Escuela Filolgica Espaola que no
jos, ms orientados a la gramtica histrica, la dialectologa y el haya dedicado siquiera unas pginas de inters a la novela de
romancero, incluyen no obstante un nutrido nmero de pginas Cervantes. Es rns, este hecho casi parece haberse convertido en
sobre cuestiones literarias, de las cuales slo unas pocas van refe- una constante de esta escuela.
ridas al Quijote: algunas pginas sueltas de El lenguaje del siglo En efecto, la nrnina de estos investigadores incluye en
XVI (1933), Los espaoles en la literatura (1949) o la indita hasta casi todos los casos trabajos sobre Cervantes: el ya referido Am-
1986 La lengua castellana en el siglo XVII, contienen interesantes rico Castro, pero tambin Arnado Alonso, Jos F. Montesinos,
referencias al Quijote, pero sin abordar cuestiones de alcancen Federico de Ons, Dmaso Alonso. Joaqun Casalduero, Samuel
Realmente, Menndez Pida! dedic slo dos trabajos amplios a Gil Gaya, Rafael Lapesa, Alonso Zamora Vicente y otros rnenos
esta obra de Cervantes: Un aspecto de la elaboracin del Quijote recordados: Manuel de Montoli, Enrique Moreno Bez. Y aunque
(Madrid: Cuadernos literarios, 1920, 2a. ed. aumentada en 1924) y no escriban, o escriban menos, sobre Cervantes, su lectura est
Cervantes y el ideal caballeresco (1948). Hoy en da estos estudios siempre presente en ellos, hasta en cosas de detalle, como cuando
mantienen su vigencia, rnuy especialmente el primero, que ha Alonso Zarnora Vicente se refiere a los estudios que puede seguir
originado singular controversia sobre las fuentes inspiradoras de un joven de la Espaa de hoy:
Cervantes. Lo que rne interesa destacar ahora no es tanto la vi-
gencia de los trabajos cervantinos de Rarnn Menndez Pidal, <el joven espaol ha de estar siempre en carne viva ante la cr-
evidente al rnenos en el prirner caso, sino que esos trabajos fueron tica que CeNantes hace de la sociedad en que vive y aprender
dilectos para su autor hasta el punto de que los incluy en la anto- de l la postura que un intelectual ha de mantener frente a las es-
loga de estudios crticos suyos que seleccion en i 957 con desti- tructuras sociopo!ticas, tan cambiantes: hay que ir a la vanguar-
no a la editorial Gredas: "Bien claramente aparece que estas dia de e!!as, en permanente oposicin constructiva, marcando
pginas sobre el Quijote son por m rnuy preferidas"-" Esta prefe- una tica y un inextinguible afn de mejoramiento. La voz de Cer-
rencia pidalina sobre sus estudios quijotescos es lo que acaso vantes suena como una cenefa desencantada para todas las si-
tuacones que se nos puedan plantear en la existencia, y su
explique que cuando Arnrico Castro quiere homenajear a su
consejo y su sonrisa disculpadora llenan de esperanzada luz
compaero universitario lo haga con un libro extraordinario, El pen- cualquier escenario, por tenebroso que se presente. De ah su
permanente actualidad, su constante patronazgo literario. Nunca
70
Vase ahora Pablo Jauralde Pou, "Cervantes and the Spanish Philologica! se nos ha dicho tan alto y tan claro que el hombre es solamente
School", Anne J. Cruz y CarroU 8. Johnson, eds., CeNantes and His Postmodem hijo de sus obras, que no puede haber distingos de otros tix>s
Constituencies, New York and London: Gar1and Publishing Company, 1999, pp. (apellidos, nacimiento, fortuna, infiujos sociales, etc.) y que cada
105-115. cual har muy bien con llenar con justeza el hueco que tiene en la
71
Ramn Menndez Pida!, "El lenguaje del siglo XVI" [1933], La lengua de Cristbal comunidad[ ...} durante aos, siglos, hemos ledo a carcajadas la
Coln, Madrid: Espasa-Calpe, 1947, 3a ed., pp. 49-87 (esp. pp. 85-86); Los espao- ceremonia de la armazn caballeresca de don Quijote (notemos
les en la literatura [1949J, Madrid: Espasa-Calpe, 1971, 2a ed.; La lengua casteJfana ya esa alarmante armazn), cuando, en realidad de verdad, no se
en el sglo XVII [1986], Madrid: Espasa-Calpe, 1991. trataba de risas fciles, sino de una burla dolorosa, de un formi-
72
Ramn Menndez Pida!, Ms pginas preferidas. Estudios literarios, Madrid: dable escarmiento ante las pompas humanas [ ... ] El joven espa-
Gredos, 1957. La cita en p. 196. (''Un aspecto sobre la elaboracin del Quijote", pp. ol podr recorrer tranquilo y desenvuelto todo el horizonte
222-269; "Cervantes y el ideal caballeresco", pp. 270-297).
-94- -95-
Josf: MONTERO REGUERA EL QUIJOTE DURANTE CUATRO SIGLOS
posible si lleva bien hondo el aviso cervantino, y lo pone de Lapesa; 78 otros ms olvidados como Manuel de Montoli, director
acuerdo con su conducta y convicciones. 73 del Instituto de Filologa de Buenos Aires en 1925 y autor de diver-
sas monografas cervantinas; Enrique Moreno Bez, discrepante
No obstante, en 1936 tiene lugar un acontecimiento que va en ocasiones con Amrica Castro y autor de unas Reflexiones
a remover los cimientos de la vida espaola: una larga guerra civil sobre el "Quijote" todava vlidas?9 Pero en general, los objetivos
que trae como consecuencia, en lo que se refiere a esta escuela de los fillogos que se quedan en Espaa van por otros caminos;
filolgica, que algunos de sus miembros ms destacados deban se concentran en otros autores o temas: Gngora, Valle lncln,
continuar su carrera acadmica fuera de Espaa. Y, precisamente, Garcilaso de la Vega, San Juan de la Cruz, Dialectologa, Historia
de todos ellos son los ms cervantistas quienes han de salir de su de la Lengua ... Como posible razn de la falta de estudios sobre el
pas. La mayor parte de ellos se dirige a los Estados Unidos, y all Quijote se ha sugerido, por ejemplo, el peso excesivo de la tradi-
forman discpulos, algunos de los cuales cuenta entre lo mejor del cin filolgica que acaso ha impedido la incorporacin de otras
80
cervantismo: Federico de Onis (ya desde antes de la guerra) se corrientes crticas; quizs tambin el extraordinario influjo de las
afinca en Nueva York donde dirige el Departamento de Estudios ideas de Castro sobre todos sus discpulos, tanto en Estados Uni-
Hispnicos de la Universidad de Columbia, y desarrolla una labor dos como en Espaa: pero aquellas no eran del todo bien vistas en
hispanstica de primer orden; Amrico Castro recala en Princeton Espaa, con una situacin politica que quiso hacer de Cervantes
donde forma una excelente escuela de cervantistas (Vicente Uo- un hroe glorioso con una imagen afn al rgimen, muy alejada de
rns y, sobre todo, Joseph H. Silverman, Stephen Gilman, Manuel la que Castro nos ofreci; acaso por eso los fillogos del Centro de
Durn, Ludmilla Buketoff Turkevich); Amado Alonso llega a Har- Estudios Histricos en Espaa no se ocuparon con frecuencia del
vard, donde aos despus ensear Francisco Mrquez Villanue- Quijote: por un lado exista la conviccin de que poco nuevo se
va, y en donde inician su labor acadmica Juan Bautista Avalle poda aadir a lo ya dicho por Amrica Castro y, por otro lado, eran
74 75
Arce y Luis Andrs Murillo; Joaqun Casalduero desarrolla su ideas no bien vistas: mejor, por tanto, no acercarse al tema. En fin,
actividad acadmica tambin en los Estados Unidos, etcl6 sea como fuere, el nmero y la calidad de trabajos ofrecidos por la
Los que se quedan en Espaa tienen el Quijote en la ca- Escuela Filolgica Espaola sobre el Quijote revela su singular
beza, pero escriben poco sobre l, aunque cuando lo hacen ofre- importancia en el campo de los estudios cervantinos, que en modo
77 alguno debe minusvalorarse.
cen pginas de enorme inters: Dmaso Alonso, Rafael
Alonso Zamora Vicente, "La literatura", Pedro Lan Entralgo (Coordinador y prolo~
73
Quijote, Sancho-Sancho" [1950], Del Siglo de Oro a este siglo de siglas, Madrid:
guista), Los estudios de un joven de hoy, Madrid: Fundacin Universidad-Empresa, Gredos, 1962, pp. 9-19; La novela cervantina [1969], en Modesto Lpez Otero,
1982, pp. 188-189. Emilio Lorenzo, Omaso Alonso y Federico Mayor Zaragoza, Lecciones de arquitec~
74 tura, lengua, literatura y ciencia, Santander: UIMP, 2000, pp. 87-133.
Vase Rafael Lapesa, "Mi recuerdo de Amado Alonso", W. AA, Estudios de
Rafael Lapesa, "A!donza-Oulce~Dulcinea" [1947), De fa Edad Media a nuestros
78
Literatura y Lingstica Espaolas. Miscelnea en honor de Luis Lpez Malina,
Lausanne: Sociedad de Estudios Hispnicos, 1992, p. 330. das, Madrid: Gredos, 1967, pp. 212-218; "Gngora y Cervantes: coincidencia de
75 temas y contraste de actitudes" [1965], De la Edad Media a nuestros das, Madrid:
Adems de numerosas referencias sueltas al Quijote que se pueden encontrar en
su libro fundamental Materia y forma en poesa (Madrid: Gredas, 1955), Amado Gredos, 1967, PP- 219-241; "Comentario al captulo 5 de la Segunda Parte del
Alonso dedic tres trabajos al Quijote: dos incluidos en el mismo libro (~Cervantes", Quijote", W. AA, Actas del 111 Coloquio Internacional de fa Asociacin de Cervantis-
pp. 187-192 y "Don Quijote no asceta, pero ejemplar caballero y cristiano", pp. 193- tas, Barcelona: Anthropos, 1993, pp. 11-21_ Tambin debe tenerse en cuenta su
229); y un tercero, "Las prevaricaciones idiomticas de Sancho Panza" que apareci Historia de la lengua espaola, Madrid: Gredas, 1980, aa ed.
79
en la NRFH (2, 1948, pp. 1-20). Madrid: Prensa Espaola, 1968. Tambin es autor del captulo "Perfil ideolgico
76 de Cervantes" incluido en la Suma cervantina compilada en 1974 por J. B. Avalle~
Vase como primera aproximacin el trabajo de Gonzalo Sobejano, "La obra
crtica de Joaqun Casalduero", VV. AA., Homenaje a Casa/duero. Critica y poesa, Arce y E. C. Riley (Londres: Tmesis Books, pp. 233-272).
80
Madrid: Gredos, 1972, pp. 453-469. Vase Pablo Jauralde Pou, "Cervantes and the Spanish Philological School",
77 Anne J. Cruz y Carral! B. Johnson, eds., Cervantes and His Postmodem Constitu~
Dmaso Alonso, ''El hidalgo Camilote y el hidalgo Don Quijote" [1933-1934], Del
Siglo de Oro a este siglo de siglas, Madrid: Gredas, 1962, pp. 20~28; "Sancho~ encies, New York and London: Garland Publishing Company, 1999, pp. 110~111.
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JOS:: MONTERO REGUERA EL QUIJOTE DURANTE CUATRO SIGLOS
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dad, primero en Espaa (Sevilla, Murcia), luego en Estados Uni- ta, soldado y mutilado de guerra. Qu espaol del tiempo que
dos: ambos dedicaron importantes trabajos al Quijote; tambin fuere no es algo de todo eso, aunque, a decir verdad, Cervantes
catedrtico de universidad y poeta es Dmaso Alonso, que cuenta lo fuera todo junto? La vida de Cervantes fue dura en todo mo-
en su haber con lcidos trabajos sobre el Quijote, segn ya se vio; mento, conoci todos los sinsabores de la ingratitud, del desorden
y del renunciamiento, pero, como buen espaol, no se desesper
y Gerardo Diego, catedrtico de instituto y miembro de la RAE,
jams, porque todo se lo ofrend a s mismo
premio Cervantes, a l se debe en buena parte la revalorizacin en
el siglo veinte de la poesa cervantina. Los dems son poetas,
ensayistas, mas no fillogos de profesin; eso no impide que se Y Don Quijote representa:
acerquen igualmente al Quijote, desde perspectivas muy distintas:
ms tcnicamente, Francisco Ayala; filosficamente, Mara Zam- La consagracin literaria, en una obra de dimensiones inmorta-
brano; desde una perspectiva extraordinariamente personal, Jos les, del concepto espaol del mundo y de la vida que es el de ese
Bergamn .. . Como dice Ana Rodrguez Fischer "Renovacin trans- eterno peregrinar por los confines de la tierra defendiendo la cau-
sa de los dbiles, el sentido de la libertad y el imperio de la justi-
formadora es la lectura que todos estos escritores han hecho de la
cia; imperecederas andanzas y aventuras en las que la vida se
obra cervantina" (p. 5).
pone a cada instante en riesgo para defender una empresa noble,
de romntica ambicin y de un ideal remoto y casi inasequible.
Ello quiere decir que Don Quijote es ante el mundo la primera car-
El Quijote entre dos guerras ta constitucional de la historia literaria, donde los atributos inalie-
nables de la personalidad del hombre han sido recogidos por una
pluma de dimensin ms ecumnica que la de ninguno de los le-
87
Los estudios cervantinos, como, en general, los filolgicos, gisladores de importancia ms universal.
se ven seriamente afectados, primero, por la guerra civil espaola
de 1936 y, despus, por la Segunda Guerra Mundial. Hay efectivamente mucha propaganda y carga ideolgica
En Espaa, el nuevo rgimen poltico influye decisivamen- detrs de los abundantes actos que tuvieron lugar para celebrar
te, surgiendo una nueva lectura de la novela, en un intento por esa conmemoracin, pero tambin hay publicaciones e iniciativas
asimilar obra y autor a las nuevas ideas imperantes. As se explica dignas de aplauso, algunas de las cuales todava perviven, como
la novela de ngel Mara Pascual Amads (Madrid: Espasa-Calpe, emblema del mejor cervantismo: la revista Anales Cervantinos y
1943) de claro significado poltico, a travs de alegoras y referen- varios volmenes monogrficos, como el publicado por nsula, con
cias directas: en ella se recrea a un esforzado y desinteresado trabajos todava tiles y considerados como clsicos en los estu-
hroe caballeresco y su proyeccin simblica en algunos protago- dios cervantinos: Jos Manuel Blecua, Stephen Gilman, Amrica
nistas de la historia de Espaa, al tiempo que se introduce el pen- Castro, Joaqun Casalduero, etc. En este sentido, la crtica en Es-
samiento falangista y la idea del Imperio. Son ideas muy similares paa se encontraba todava muy dependiente de la erudicin y el
a las que se pueden encontrar sobre el autor o sobre la novela en positivismo de primeros de siglo (Luis Astrana Marn, Agustn Gon-
boca de altos representantes de la Espaa del momento: Cervan- zlez de Ameza) y concentraba sus esfuerzos en la edicin de
tes es textos (Adolfo Bonilla, Rudolph Schevill, Francisco Rodrguez Ma-
rn); por otra parte, el influjo de la interpretacin romntica se mos-
el prototipo espaol de todos los tiempos. Del espaol acendra- traba todava muy influyente, pero los libros de Amrica Castro,
do de espaolismo, o sea audaz, aventurero, hombre de fe, poe- Ortega y Gasset, las contribuciones puntuales de la escuela filol-
gica espaola y de algunos hispanistas (Auerbach, Spitzer, Batai-
1998, pp. 689-708; Elizabeth Matthews, "Heroic Vocation: Cervantes, Guilln and
87
Noche del caballero", Modem Language Review, 93,4 (1998), pp. 1021-1033. Jos lbez Martln, RFE, XXXII (1 948), pp. 559-560.
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JOS MONTERO REGUERA EL QUIJOTE DURANTE CUATRO SIGLOS
llon) van mostrando las singularidades de los textos cervantinos mundo igual que por las etimologas que establecen. Por consi-
con rigor y precisin filolgicos, abriendo as el camino a la amplia, guiente, podemos aceptar que e! perspectivismo lingstico de
Cervantes se halla reflejado en la concepcin de la trama y de los
variada, brillante en ocasiones, lectura crtica de la segunda mitad
personajes; y de !a misma manera que, por medio de la po!iono-
del siglo XX. masia y la po!ietimo!oga, hace Cetvantes aparecer distinto el
Los textos cervantinos, en efecto, se van abriendo camino mundo de las palabras a sus distintos personajes, mientras l
en el hispanismo que les presta cada vez mayor atencin: el Quijo- personalmente puede tener su propio punto de vista, como crea-
te no slo ha llegado a los lugares ms insospechados, sino que dor, sobre Jos nombres, as tambin contempla la historia que nos
los grandes nombres de la Filologa y de la Romanstica, ocupados va narrando desde su propia y personal posicin panormica, La
hasta entonces en otros temas y cuestiones, encuentran ahora en manera que tienen los personajes de concebir !a situacin en que
estn envueltos puede no coincidir en nada con !a manera de ver-
la novela cervantina la obra clave de la literatura espaola que les
los Cervantes, aunque esta ltima no siempre est clara para el
sirve para ejemplificar o desarrollar sus mtodos de trabajo. Es el lector. En otras palabras, e! perspectivismo de Cervantes, sea lin-
caso por ejemplo de Leo Spitzer: gstico, sea de cualquier otra clase, le permiti en cuanto artista
En este ensayo el procedimiento consistir en armona con estar por encima y a veces alejado de las falsas concepciones de
!os principios explicados en el primer artculo de este libro en to- 88
sus personajes.
mar como punto de partida un aspecto particular de la novela de
Cervantes, que seguramente llamar la atencin a cualquier lec-
Algo parecido puede sealarse de Erich Auerbach. Exilia-
tor, es a saber, la inestabilidad y variedad de los nombres dados a
algunos personajes (y la variedad de explicaciones etimolgicas do tras la Segunda Guerra Mundial en Estados Unidos, donde
de esos mismos nombres) para descubrir tras esa polionomasia ocup una Ctedra de Lenguas Romances de la Universidad de
(y polietimologa) el posible motivo psicolgico de Cervantes. A mi Pennsylvania, ya haba escrito en 1942 su gran obra, Mimesis. La
entender, trtase de una deliberada renuncia por parte del autor a representacin de la realidad en la literatura, (hay traduccin al
hacer una eleccin definitiva de un nombre (o etimologa): en castellano, Mxico: Fondo de Cultura Econmica, 1950), en la que
otros trminos, de un deseo de destacar los diferentes aspectos estudia a lo largo de tres milenios cmo se ha considerado la reali-
bajo los que puede aparecer a los dems el personaje en cues- dad en la literatura. El mtodo es similar al de Spitzer: un mnimo
tin, S ello es as, entonces esta actitud relativista de CeiVantes
texto, un fragmento sirve para llegar a conclusiones generales,
colorar sin duda otros detalles lingsticos de la novela. Efecti-
ahora sobre la representacin de la realidad en un determinado
vamente, esa actitud es la que seguramente se oculta en los fre-
cuente debates (entre Don Quijote y Sancho, principalmente), autor, obra o poca. As por ejemplo, analiza la representacin de
que nunca llegan a una conclusin definitiva, sobre la relativa su- la realidad en la poesa griega a partir del fragmento del canto XIX
perioridad de una u otra palabra o frase. Parece como si Cervan- de la Odisea en el que Euridea, la anciana ama de llaves que
tes mirase el lenguaje desde el ngulo del perspectivismo. haba sido nodriza de Ulises, le reconoce por la cicatriz en el muslo
("La cicatriz de Ulises"). De la misma manera, se acerca al Quijote
Lo que le lleva a concluir: a partir de un fragmento del capitulo diez de la segunda parte ("La
Dulcinea encantada"). La pregunta bsica que se hace Auerbach
es cmo y cundo se produjo el paso de la mimesis clsica, se-
Acaso este procedimiento es sintomtico de algo fundamental
en la contextura de la novela; quiz un anlisis lingstico de !os
gn la cual lo cotidiano era esencialmente risible, a la novela mo-
nombres pueda llevarnos camino adelante en direccin al centro derna, que es capaz de tratarlo como algo trgico y problemtico?
y nos permita echar una ojeada a la actitud general del creador He aqu cuando el Quijote adquiere una importancia fundamental,
de !a novela moderna hacia sus personajes. Este creador tiene pues representa el momento clave de ese cambio, al encontrarse
que ver que el mundo, tal como se ofrece al hombre, es suscepti-
ble de varias interpretaciones, exactamente igual que los nom-
88
bres son susceptibles de varias etimologas. Los individuos Leo Sptzer, "Perspectivismo lingstico en el Quijote", LingOstca e historia litera-
pueden ser engaados por las perspectivas bajo las que ven el ria, Madrid: Gredas, 1955, pp. 161 y 178-180.
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Jost: MONTERO REGUERA EL QUIJOTE DURANTE CUATRO S!GLOS
en l ya todos los constituyentes de la forma moderna de represen- Kunsttanschauung und Dichtung der deutschen Romantik (Mns-
90
tar la realidad: un hroe que choca constantemente con la realidad ter-Westfalen: Aschendorffsche Verlagsbuchhandlung, 1958)
y no consigue ms que fracasos; estos, adems, no se sufren En este contexto, adquiere especial importancia el acer-
trgicamente, de manera que sus actos no ponen en entredicho la camiento al Quijote que efecta el hispanismo britnico a travs de
sociedad de la que surge la obra; finalmente, el autor ve la accin la autorizada voz de Alexander A. Parker, quien en conocidos art-
ldicamente, deleitndose en la variedad de acciones: "Nunca, culos llam la atencin sobre la necesidad de reaccionar contra el
desde Cervantes hasta hoy, ha vuelto a intentarse, en Europa, una quijotismo imperante, e intentar recuperar el significado original del
exposicin de la realidad cotidiana envuelta en una alegria tan texto cervantino: aplica al Quijote la particular VJSJon 1nglesa de
universal, tan ramificada y, al mismo tiempo, tan exenta de crtica y acercamiento a los textos clsJcos combinada con las ms moder-
de problemtica como la que se nos ofrece en el Quijote; ni acer- nas corrientes del "New Critcism" americano, con el objetivo de
tamos tampoco a imaginarnos dnde ni cuando habra podido 91
recuperar el significado original de la obra de Cervantes, Los
acometerse la empresa" (Mimesis, p. 339). La influencia de este estudios de Parker han sido seminales pues, como ha sealado
trabajo de Auerbach ha sido grande, hasta el punto de haberse Javier Herrero, mostraron a una nueva generacin de crticos que,
podido considerar como alternativa a las ideas de Amrica Castro para estudiar de manera responsable una obra literaria es esencial
en El pensamiento de Cervantes. Trabajos ya de nuestros das una atencin muy estrecha al propio texto y, al mismo t1empo, Ini-
como los de Thomas R. Hart o Anthony J. Cascardi muestran pal- ciaron un "non sense, irreverent reading of the Quijote which is the
pablemente la huella de Mimesis. basis of some of the most importan! modern nterpretations of Cer-
Los esfuerzos crticos del hispanismo en estas fechas son vantes' masterpiece" 92 Esta lectura del Quijote ha sido desarrolla-
muy abundantes y de singular alcance: se desarrollan y matizan da por otros crticos, britnicos fundamentalmente (E. C. Riley,
ideas ya conocidas (de Ortega, Castro, Pirandello, etc.), se ensa- Peter Russell), que han conformado una lnea de investigacin
yan otras nuevas y, en buena medida, se condiciona toda la crtica sobre esta obra cervantina que difera de la generalmente sosteni-
posterior: Helmut Hatzfeld se acerca al Quijote desde la estilsti- da durante casi un siglo y que tendra en 1978 su formulacin ms
ca;89 Mario Casella da a la imprenta dos gruesos volmenes sobre acabada en el libro de Anthony Glose The Romantic Approach to
Cervantes: il Chisciotte, (Firenze: Le Monnier, 1938), que no han "Don Quixote" (Cambridge: Cambridge Universty Press: 1972).
recibido la atencin que realmente merecen; en Francia, el gran Este trabajo de Glose proporciona una historia crtica de la Interpre-
hispanista Maree! Bataillon entabla polmica con Castro sobre el tacin del Quijote dominante desde 1800, continuadora de las
posible erasmismo de Cervantes, cuestin que llega a nuestros ideas que los romnticos alemanes expusieron sobre la obra
das sin una solucin definitiva; Alemania ofrece tres aportaciones, maestra cervantina. Dicha interpretacin segua tres lineas genera-
hoy en algunos aspectos muy superadas, pero de singular impor- les, como ya se indic ms arriba: a) la idealizacin del hroe y la
tancia en su momento, que Espaa conoci sobre todo gracias a negacin del propsito satrico de la novela; b) la creen~Ja de. que
las reseas de Alberto Porqueras Mayo y Hans Juretschke: Walter la novela tiene un nivel simblico y que a traves de tal simbolismo
Pabst, Novel/entheorie und Novellendichtung. Zur Geschichte ihrer Cervantes expres ideas sobre la relacin del espritu humano con
Antinomie in der romanischen Uteraturen (Hamburg: Universitat
Hamburg, 1953); Harald Weinrich, Das ingenium Don Quijotes
(Mnster-Westfalen: Aschendorffsche Verlagsbuchhandlung, 1956) 90 Vanse Alberto Porqueras Mayo, Estudios sobre Cervantes y la Edad de Oro,
y Werner Brggemann, Cervantes und die Figur des Don Quijote in Alcal de Henares: Centro de Estudios Cervantinos, 2003, pp. 85~100; Hans Ju~
retschke, "Perspectivas germnicas de Cervantes", Revista de Ltteratura, 25-26
(enero-junio, 1955), pp. 239-246.
91
Alexander A. Parker, "Don Quixote and the Relativity of Truth'', Dublin Revew,
220 (1947). pp. 28-37 y "El concepto de verdad en el Quijote", RFE, 32 (1948), pp.
287-305.
89
El "Quijote" como obra de arte de/lenguaje [1927J, Madrid: CS!C, 1966, 2a ed. 92
Javier Herrero, "Dulcinea and her Critics", Cervantes, 11, 1 (1981 ), p. 31.
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JOS MONTERO REGUERA EL QUIJOTE DURANTE CUATRO SIGLOS
la realidad y sobre la naturaleza de la historia de Espaa; y e) la nos de una interpretacin cmica del Quijote. stos son los crticos
interpretacin de ese simbolismo como reflejo de la ideologa, est- denominados "hard", "duros", o, con la expresin de Javier Herrero,
93
tica y sensibilidad modernas. Clase analiza en primer trmino la "The Anglo-Saxon anti-Romantic reaction" Casi al mismo tiempo
visin general que tuvieron los contemporneos de Cervantes y su que se desarrollaba esta aproximacin al Quijote basada en la
obra; con los romnticos esta visin cambi, y, en su lugar, se intencin cmica inicial de Cervantes y sobre la manera, tambin
impuso una interpretacin que influira decisivamente en la mayor cmica, en que la obra cervantina fue recibida por los lectores de
parte de los estudiosos de Cervantes de los siglos XIX y XX. Una los siglos XVII y XVIII, John Jay Allen mostraba los riesgos de in-
de las razones que, para Clase, explica este hecho posiblemente terpretar el Quijote en ese nico sentido, asi como las posibilidades
resida en la profundidad y permanente impronta que el movimiento que tiene la obra de ser interpretada en otras direcciones. Efecti-
romntico europeo, originario de Alemania, dej en diversas reas vamente, en Don Quixote: Hero or Foo/? Allen intent mostrar el
de la sensibilidad y del pensamiento. En nuestro siglo, esta inter- proceso por el cual, ante los ojos del lector, Don Quijote pasa de
pretacin ha tenido en Espaa destacados exponentes, como ser objeto slo de risa y comicidad a ser, conforme avanza la nove-
Miguel de Unamuno (Vida de Don Quijote y Sancho [1905]), Jos la, y sobre todo en la segunda parte, un personaje que provoca
94
Ortega y Gasset (Meditaciones del "Quijote" [1914]), Ramn Me- simpata, respeto y admiracin; y Javier Herrero, al analizar la
nndez Pdal (Un aspecto en la elaboracin del "Quijote" [1920]), manera en que el personaje de Dulcinea ha sido estudiado por la
Ramiro de Maeztu (Don Quijote, Don Juan y La Celestina, 1926) y crtica entre 1950 y 1980, se muestra asimismo muy crtico con la
Amrica Castro, cuya importantsima obra El pensamiento de Cer- lnea 'dura' de interpretacin del Quijote: "11 Romanticism had crea-
vantes ( 1925) puede considerarse como la aplicacin al campo ted a dogma which made of don Quijote a tragic hero in a world too
filolgico de las ideas romnticas de forma similar a como, por small to understand his greatness, the Anglo-Saxon anti-Romantic
ejemplo, haban hecho Unamuno y Ortega en el campo del ensa- reaction created a new dogma which reduced Don Quijote to a
yo. En este trabajo de Amrica Castro, que inserta la obra cervan- buffoon, a victim of Cervantes' relentless mockery. Such a view
tina en el contexto del Renacimiento del siglo XVI, seala Ciose, es seems extreme and reductive; in fact, Cervantes himself appears to
posible encontrar gran parte de las ideas de los romanticos, si bien have cautioned us against it in stablishing severa! levels of com-
expresadas de forma mucho ms evolucionada y elaborada; se prehension"95
recupera la irona romntica, el simbolismo de lo real y lo ideal se Ambas lecturas, tanto la 'blanda' como la 'dura, llevadas a
convierte en el tema de la perspectiva de la realidad, el de la liber- sus extremos, sa convierten en lecturas reductoras, que no permi-
tad se dirige hacia la meditacin existencial, etc. Clase no slo ten comprender en su totalidad la amplia gama de posibilidades
reconstruye y explica de manera convincente esta interpretacin interpretativas que ofrece el Quijote. En efecto, no parece que las
romntica del Quijote, sino que toma partido de manera rotunda dos lecturas sean de por s excluyentes y es bien posible que en
por la visin del Quijote como obra cmica, siguiendo, as, la mis- ambas pensara el propio autor al escribir su obra. Don Quijote es
ma linea de anlisis de Parker y Russell a que me he referido con una parodia, cmica parodia, de los libros de caballeras. Tal hecho
anterioridad: "Don Quixote is a satire which uses the techniques of favorece la llamada interpretacin 'dura' de la obra. Pero, sin duda,
burlesque. lts author s an accomplished ironist" (p. 1). hay que ir ms all. Vemoslo con un ejemplo: los sonetos prelimi-
No entrar ahora en una discusin ms pormenorizada del nares de la primera parte se han tomado como elemento que favo-
libro de Glose. Lo que me interesa destacar es el hecho de que rece la interpretacin del Quijote "as funny book", con la expresin
The Romantic Approach to Don Quixote ha sido definitivo para
escindir a la crtica cervantina en dos grupos claramente diferen- 93
Javier Herrero, "Dulcinea and her Critics", art. cit., p. 33.
ciados: por un lado se encuentran los partidarios de la interpreta- 94
Vid. John Jay A!len, Don Quixote: Hero or Foo!? A Study n Narrative Technique,
cin romntica, simblica de la obra, esto es, los crticos que han Gainesville: University of Florida Press, 1969.
95
sido denominados "soft", "blandos"; y, por otro, los crticos partida- Javier Herrero, art. cit., p. 33. Vase tambin Daniel Eisenberg, La interpretacin
ceJVantina del "Quijote", Madrid: Compaia Literaria, 1995.
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JOS MONTERO REGUERA EL QUIJOTE DURANTE CUATRO SIGLOS
de Peter Russell. En estos poemas es difcil no sonrer, e, incluso, puesta en prctica a travs de los distintos cauces que la literatura
soltar alguna carcajada ante lo que all se puede leer: escuderos y de la poca le ofreca.
caballos de los libros de caballeras escribiendo sonetos: persona- En esta Teora de la novela en Cervantes, analiz con de-
jes que merecen reverencia, mas con "buzcorona" ... Pero detrs de tenimiento y extens'1n aspectos diversos pero necesar1os en este
esta comicidad hay un propsito muy serio: Cervantes critica la tipo de trabajos: Cervantes en el contexto de la teora literaria de la
costumbre tan extendida en la poca de insertar poemas laudato- poca, vida y literatura en el Quijote, los conceptos de imitacin e
rios al inicio de los libros; crtica que Cervantes efecta tambin en invencin y cmo funcionan en la novela, la admiratio, el deleite o
el prlogo de la primera parte del Quijote y en el soneto de "El autor el provecho como fines ltimos de la obra literaria, unidad y varie-
a su pluma" que se incluye en la ltima pgina del pliego preliminar dad etc Con el anlisis de todos estos elementos aplicados a las
de algunos de los ejemplares del Viaje del Parnaso. No me parece, obr~s c~rvantinas en prosa, E. C. Riley consigui levantar una
pues, nada cmico criticar con la vehemencia que lo hizo Cervan- teora de la novela en Cervantes "amplia", pero no "exhaustiva", en
tes este aspecto de la vida literaria de la poca. Slo asi se explica, la que quedaban algunos espacios que la critica posterior ha inten-
a su vez, la virulencia con la que Avellaneda respondi a Cervantes tado llenar: naturaleza de lo cmico, exigencias del cuento, proce-
en el prlogo del Quijote apcrifo. Se pueden decir cosas muy dimientos cervantinos que dieron lugar a la creacin del Quijote,
serias en un contexto claramente irnico. Por tanto, el Quijote, s, etc. Esta teora de la novela muestra a un Cervantes que intenta
obra cmica, pero, tambin, obra de carcter e intencin serios; en reconciliar varios aspectos de la teora de la poca que se encon-
definitiva, Don Quijote puede leerse como una obra de entreteni- traban en pugna, como las relaciones entre arte y naturaleza, la
miento, divertida, pero no por eso ha de negarse su evidente serie- originalidad y la imitacin de modelos literarios, el pblico ilustrado
dad en muchos aspectos. Ambos elementos no slo no son y el vulgo, la admiracin y la verosimilitud, etc. Estos asuntos, asi-
excluyentes, sino que, en una obra de las caractersticas de Don mismo, traan consigo problemas aadidos ante los que el escritor
Quijote, sin duda, se complementan y la enriquecen. deba actuar y resolverlos. El anlisis concienzudo de todo ello
lleva a Riley a mostrar su convencimiento de que la novela con-
tempornea debe ms a Cervantes que a ningn otro escritor de
todos los tiempos, cuyo aporte podra cifrarse en esta sinttica
E. C. Riley y los estudios de teora literaria
formulacin: "La principal contribucin de Cervantes a la teora de
la novela fue un producto, nunca formulado rigurosamente, de su
En 1962 E. C. Riley publica una obra capital en la historia mtodo imaginativo y crtico a un tiempo. Consista en la afirma-
del cervantismo: Cervantes's Theory of Novel (Oxford: Clarendon cin, apenas explicita de que la novela debe surgir del material
Press), traducida poco despus al castellano (1966); entre edicio- histrico de la experiencia diaria, por mucho que se remonte a las
nes en ingls, traducciones y reimpresiones, ha alcanzado un xito maravillosas alturas de la poesa [... ] De esta manera, Cervantes
editorial poco frecuente en este tipo de publicaciones. En primera situ la novela ms all del concepto de prosa pica[ ... ] que no era
instancia, esta obra puede ser entendida como una prolongacin de mucha utilidad ni siquiera cuando se le amaaba por el gusto
de las ideas de Parker sobre la necesidad de recuperar el sentido popular". 96 Pese a los reparos efectuados, el libro de Riley ha de
original del texto cervantino: entre otras cosas, el trabajo de Riley considerarse como instrumento de trabajo imprescindible que el
venia a dejar bien claro que el Quijote se compuso en un momento estudioso del Quijote (y de las otras obras de Cervantes) debe
determinado y como consecuencia de unas lecturas y unas ideas tener siempre presente.
que se corresponden con los textos tericos -italianos y espao-
les- de la segunda mitad del siglo XVI fundamentalmente, y no
otros; que no se escribi, en fin, por casualidad sino que surgi de
la reflexin cervantina sobre obras tericas muy diversas y su 96 Cito por la traduccin al castellano (Madrid: Taurus, 1989, 3a. reimpresin), p.
344.
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JOS MONTERO REGUERA EL Q UIJOTE DURANTE CUATRO SIGLOS
Muchos aos despus, en 1986, Riley da a la imprenta un torno a El coloquio de los perros), y dos ms sobre el teatro y la
libro divulgativo sobre el Quijote, prontamente traducido al castella- poesa cervantinas. Entre ellos cabe destacar ahora sus trabajos
no con el ttulo Introduccin al "Quijote" (Barcelona: Crtica, 1990); pioneros sobre el gnero del Quijote (y de otros relatos cervanti-
esta versin al castellano incorpora un captulo nuevo a la vez que nos), analizado a travs de la dicotoma romance 1 novela. En efec-
efecta algunas modificaciones que mejoran sustancialmente la to, fue E. C. Riley quien aplic esta dicotoma en toda su extensin
versin inglesa. En la lnea de otras publicaciones similares a la a la obra cervantina. Lo plante por primera vez en el captulo so-
celebrrima Aproximacin al "Quijote" de Martn de Riquer, el ma- bre "Teora literaria" que redact para la Suma cervantina ; despus
nual de Riley se ha convertido en uno de los mejores instrumentos lo abord de manera ms extensa en su contribucin al Congreso
para acercarse con solvencia al inagotable mundo del Quijote. Internacional sobre Cervantes organizado por Manuel Criado de
Adems, en l se muestran palpablemente dos caractersticas Val en 1978 ("Romance y novela en Cervantes"; las actas fueron
comunes a todos los trabajos de Riley: su prudencia y claridad. Y publicadas en 1981, pp. 5-13). Su formulacin definitiva se hallar
entre uno y otro libro, Edward C. Riley y Juan Bautista Avalle-Arce en el artculo que redact para el homenaje a Peter Russell (1981).
organizaron y prepararon para la imprenta un manual sobre Cer- Posteriormente, ofreci una sntesis de sus ideas al respecto en su
vantes (Suma cervantina, London: Tamesis Books Ltd., 1973), Introduccin al "Quijote". No es lugar ste para analizar con por-
verdadero vademecum durante mucho tiempo en el que colabora- menor la propuesta de Riley y sus implicaciones (entre otras una
ron los mejores nombres del cervantismo: Alberto Snchez, Joa- inteligente clasificacin de la narrativa cervantina), pero s para
qun Casalduero, Peter N. Dunn, Elas L. Rivers, Bruce W. destacar el estilo argumentativo con el que la abord, y su insisten-
Wardropper, Eugenio Asensio, Maree! Bataillon, Enrique Moreno cia en resaltar la necesidad de no hacer simplificaciones a la hora
Bez, Martn de Riquer, ngel Rosenblat, Manuel Durn, Harry de calificar las obras cervantinas como novela o como romance,
Levin y, naturalmente, los propios coordinadores. Han pasado ya sino como obras en las que predomina una u otra forma narrativa.
treinta aos de aquella empresa editorial; algunos de sus trabajos No existe en definitiva algo que se pueda identificar como forma
se han visto seriamente afectados por el paso del tiempo, pero estrictamente novelesca o romance: "No slo las obras romances
otros mantienen su validez, y se han convertido en autnticos cl- muestran grados discernibles de desplazamiento hacia el lado
sicos, como precisamente el captulo "Teora literaria", del propio novelesco (una tendencia marcada en parte del Persiles), sino que
Riley -sinttica formulacin del libro sobre el mismo asunto publi- la mayora de las obras consideradas como novelas muestran
98
cado en 1962-. Desde una perspectiva general, el volumen es un algn signo de desplazamiento hacia el romance". Algunos de
excelente ejemplo de las "tendencias y preocupaciones de la crtica estos trabajos -traducidos los escritos en ingls- se han incorpo-
97
cervantina actual". Adems de estas obras, Riley es autor de rado al volumen La rara invencin, aparecido pstumamente en la
alrededor de cuarenta artculos sobre Cervantes que, en una clasi- primavera de 2001 (Barcelona: Crtica , 2003). Tras la decisiva
ficacin sencilla, muestran sus preferencias, en este orden: el Qui- aportacin de Amrica Castro en 1925, pocos cuerpos de exgesis
jote (veinte trabajos), las cuestiones de carcter general (casi una cervantina se han mostrado como ms reveladores y sugerentes
docena de estudios sobre teora literaria y aspectos genricos fun- para entender la narrativa de Cervantes. Gracias a Riley se han
damentalmente), las Novelas ejemplares (siete, concentrados en sentado las bases para elaborar una teora que sustente buena
parte del quehacer literario cervantino. Hoy es ya algo asentado,
inobjetable; en su momento (aos sesenta), en el seno de un cer-
97
Son palabras de A valle-Arce y Riley en el prlogo del libro, p. IX. En lo que se me
vantismo demasiado influido todava por la interpretacin romnti-
alcanza, slo ha habido un intento similar al ofrecido en la Suma; se trata del volu- ca, supuso un autntico aldabonazo: no slo reforzaba las ideas de
men Cervantes, editado por el alcalano Centro de Estudios Cervantinos en 1995. Amrica Castro sobre un Cervantes nada ingenuo e inteligente
En l colaboraron Claudio Guilln, Anthony Close, Agustn de la Granja, Pablo
Jauralde Pou, Carroll B. Johnson, lsaas Lemer, Jos Montero Reguera, Agustn
Redondo, Antonio Rey Hazas, Elas L. Rivers, Alberto Snchez y Florencia Sevilla
98
Arroyo. E. C. Riley, "Cervantes: una cuestin de gnero", p. 45.
-110- -111-
JOS MONTERO REGUERA EL QUIJOTE DURANTE CUATRO SIGLOS
lector de textos muy diversos, 99 sino que contribua decisivamente Quijote. Flores mostr con abundancia de pruebas la manera en
a acabar con la imagen -an viva en ese momento- de Cervantes que los operarios de la imprenta de Juan de la Cuesta actuaron
como ingenio lego, y revelaba sus amplios conocimientos tericos sobre el manuscrito cervantino. ste fue modificado ampliamente
que permitan entender mejor cuestiones clave en las narraciones por tales impresores siguiendo sus propios hbitos de ortografa,
cervantinas: imitacin, verosimilitud, admiracin, relaciones entre acentuacin y puntuacin, de manera que el texto de la primera
literatura e historia. Asimismo, abri nuevos caminos de acerca- edicin del Quijote de 1605 no refieja, por tanto, la ortografa,
miento a las creaciones narrativas cervantinas que han permitido puntuacin y acentuacin cervantinas, sino la de los referidos
entender mejor la trascendental aportacin de esas obras a la his- operarios. Examin asimismo las diferencias entre la primera y
toria de la novela occidental; y propuso agudas lecturas tanto de segunda ediciones de Cuesta. Nada menos que tres mil
episodios y captulos del Quijote, como del texto en su conjunto, novecientos veintiocho cambios realizaron los impresores en el
que han ayudado al lector no especializado (al especializado tam- texto de la primera edicin. De todo ello colige la necesidad
bin) a comprender mejor la sutileza cervantina; y ha efectuado, en imperiosa de acudir siempre a la primera edicin de 1605 como
fin, sugerentes aportaciones en la historia de la recepcin de las base para llevar a cabo cualquier edicin del Quijote, en detrimento
obras cervantinas, que iluminan desde la teora psicoanaltica de de otras que han sido utilizadas para ediciones modernas de la
101
Freud, a su influencia en algunos novelistas del siglo XX (Kafka, novela . Con todos los reparos que se le puedan poner es sin
Joyce, Camus), e incluso la manera en que Don Quijote y Sancho duda la ms cercana al manuscrito cervantino no hallado. Si bien
han alcanzado una dimensin mtica, muy por encima de su condi- las conclusiones de Flores han sido matizadas por Alberto
cin de personajes literarios. Snchez, Daniel Eisenberg, Jos Mara Casasayas, Helena
Percas de Ponseti y Francisco Rico, entre otros, su labor ha sido
esclarecedora, definiva en la consideracin de los textos primeros
de Cervantes. Esos estudios han sido, sin duda, el soporte
La crtica del fin de siglo (1975-2000)
ecdlico fundamental para todas las ediciones posteriores del
Controversias en torno a la edicin del Quijote Quijote hechas por especialistas reconocidos en materia
cervantina. Ello ha permitido un fructfero debate en torno a los
La historia textual del Quijcte, sobre todo en lo referente a criterios que han de seguirse para editar el Quijote, y la elaboracin
la primera parte, no ha sido conocida y explicada con detenimiento de diversas y valiosas ediciones del texto cervantino, como las de
hasta los aos setenta del siglo XX. Se debe al hispanista Robert John Jay Allen (Madrid: Ctedra, 1977), Luis Andrs Murillo
M. Flores el trabajo que ms y mejor ha tratado los problemas (Madrid: Castalia, 1978), Juan Bautista Avalle-Arce (Madrid:
textuales relativos al Quijote. Su estudio The Compostors of the Alhambra, 1979), Martn de Riquer (Barcelona: Planeta, 1980), y
First and Second Madrid Editions of "Don Quixote'; Part /, Celina Sabor de Cortzar e lsaas Lerner (Buenos Aires: ed. Abril,
100
publicado en 1975, ha supuesto el inicio de una nueva etapa en 1983), poco conocida en Espaa, pero de singular valor, pues su
la consideracin de los textos de las primeras ediciones del anotacin es un "modelo de gusto y mtodos depurados,
sobrepasa a las dems en su aspecto informativo y tiene la
novedad de aclarar el texto de Cervantes desde el punto del uso
99
Vase a este respecto el reciente libro de Alberto Porqueras Mayo, Estudios lingstico de los pases de Amrica" (Luis Andrs Murillo ).
sobre Cervantes y fa Edad de Oro (Alcal de Henares: Centro de Estudios Cervan-
tinos, 2003). p. 78.
100
Londres: Modern Humanties Research Association, 1975. Vase el artculo de
101
Francisco Rico, ~componedores y grafas en el Qulj'ote de 1604. (Sobre un libro de Flores llama la atencin sobre el hecho de que algunas ediciones de cervantistas
Robert M. Flores)", Actas del tercer congreso internacional de fa Asociacin de expertos (James Fitzmaurice-Kelly y John Ormsby, Francisco Rodrguez Marn,
Cervantistas, Bemat Vistarini, Antonio, ed., Universitat de les llles Balears, Palma de Rodolfo Schevll y Adolfo Bonilla, entre otros) haban tenido en cuenta el texto de la
Mallorca, 1998, pp. 63-83. segunda edicin de Cuesta en vez del de la primera.
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JOSt: MONTERO REGUERA EL QUIJOTE DURANTE CUATRO SIGLOS
El siglo XX se ha cerrado, en lo que tiene que ver con el faltado otros intentos en forma de ediciones sueltas, en el seno de
texto del Quijote, con dos esfuerzos editoriales extraordinarios, colecciones de obras completas de Cervantes, y en soporte
pero llevados a cabo con procedimientos y resultados muy electrnico, pero los resultados obtenidos no son comparables a
distintos. El primero, la edicin de Vicente Gaos (Madrid: Gredas, los esfuerzos anteriormente referidos.
1987), significa el ltimo de los grandes comentarios individuales al
Quijote, en los pasos de un Bowle, Clemencn o Rodrguez Marin,
con los que mantiene un interesante dilogo critico; el largo tiempo
Historia y sociedad en el Quijote
transcurrido entre la concepcin de esta obra y su acabamiento,
casi veinte aos despus, fallecido ya Gaos, han inftuido
negativamente en la validez del esfuerzo realizado 102 . El segundo Muchos son los elementos que relacionan el Quijote con la
lo constituye la edicin del Quijote dirigida por Francisco Rico realidad histrica de su tiempo. La inclusin en la obra de
(Barcelona: Critica, 1998), que surge de la colaboracin entre el personajes histricos (como, por ejemplo, el Conde de Lemas, un
Instituto Cervantes y el Centro para la Edicin de Textos Clsicos cautivo llamado Saavedra, Roque Guinart, ... de cuya existencia se
Espaoles, encuadrado dentro de la Fundacin Duques de Soria. conserva constancia documental); de personajes que, aun no
Publicada en dos tomos, el primero recoge la edicin de las dos siendo histricos, son perfectamente verosmiles (Maritornes,
partes de la novela, mientras que el segundo se concibe como Diego de Miranda, el cura, ... ); del mundo real de las ventas y los
instrumento complementario, en el que se incoporan unas Lecturas caminos; de alusiones varias a que la obra es una "historia
del Quijote, el aparato crtico, las notas complementarias, la verdadera"; de ttulos de captulos como "De lo que le sucedi a
extenssima bibliografa manejada, varios apndices sobre don Quijote en la entrada de Barcelona, con otras cosas que tienen
indumentaria y aspectos histrico-sociales de la poca, y el ndice ms de lo verdadero que de lo discreto" (11, 61); de referencias al
de voces comentadas; a todo ello hay que aadir un cederrn con historiador rabe Cide Hamete; de alusiones a hechos histricos
el texto del Quijote tratado informticamente de tal manera que el concretos (los bandidos catalanes, la expulsin de los moriscos,
interesado puede hacer pormenorizadas bsquedas de palabras, guerras con el turco); etc., sitan esta obra en un marco histrico
establecer su frecuencia de aparicin, etc. La obra, muy elogiada, indudable. Don Quijote es obra escrita a caballo de los siglos XVI-
supone en sntesis el fin de los comentarios individuales extensos XVII y as lo ha recordado Pierre Vilar en trabajo ya clsico: "[el]
al Quijote, sustituido ahora por el trabajo de un nutrido grupo de Quijote ... este libro 'universal', este libro 'eterno', sigue siendo antes
especialistas sabiamente coordinado por su director, una vuelta que nada un libro espaol de 1605, que no cobra todo su sentido
rigurosa a las primeras ediciones efectuada de manera directa, ms que en el corazn de la historia". 104 La obra, incluso, se ha
nuevas lecturas de pasajes quijotescos amparadas en los podido entender como smbolo de toda una poca de la historia de
modernos mtodos ecdticos, y una pormenorizadsima Espaa:
informacin complementaria, elementos todos ellos que la
convierten en instrumento de primer orden tanto para el erudito Pero tampoco puede discutirse su condicin de breviario y
cervantista como para el lector menos especializado. 103 No han culminacin de una cultura; de exponente del conjunto de
actitudes espirituales y mentales vigentes en la sociedad
espaola por las dcadas que presencian la transicin del siglo
102
_ Vanse los trabajos de Juan Bautista A valle-Arce, "Hacia el Quijote de! siglo )OC, del Renacimiento al siglo del Barroco; de reflejo fiel de ese mundo
lnsula, 494 (enero, 1988), pp. 1, 3-4); Alberto Snchez, "Don Quijote sigue
cabalgando". Anthropos, 92 (enero, 1989); y Diego Martnez Terrn, ;'El Quijote del
siglo XX", Anthropos, 100 (septiembre, 1989),
103 Manuel Luca Megas, "Cmo editar textos impresos? Notas y comentarios para un
Vanse al respecto las valoraciones de John J. A!len, "A Don Quijote for the New
manual", La Cornica, 30.2 (Spring, 2002). pp. 279-315.
Mi!lennium", Cervantes, X!X.2 (1999), pp. 204~214; Cory A. Reed, 'The Instituto 104
Cervantes' Quijote: A Definitive Edition'', BHS, LXXVI! (2000), pp. 359~364; Daniel Pierre Vilar, "El tiempo del Quijote", G. Ha!ey (ed.), El "Quijote" de Cervantes,
Eisenberg, "Artculo resea: Rico por Cervantes", HR, 68 (2001 ). pp. 84-88; y Jos Madrid: Taurus, 1980, p. 17.
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JOS MONTERO REGUERA EL QUIJOTE DURANTE CUATRO SIGLOS
de hidalgos y escuderos, de cabreros y disciplinantes, duques y directamente a Erasmo o no. El gran estudioso del erasmismo en
frailes, pcaros y galeotes, galeras y rebaos, ventas, cabaas y Espaa, Maree! Bataillon, se opuso en un principio a la idea de
castillos en que encarn y cobr vida nuestra cultura nacional en Castro, tras el anlisis que haba hecho de la presencia de Jos
105
su poca de mximo apogeo.
textos de Erasmo en los ndices inquisitoriales de 1559 y 1583.
Con el tiempo, sin embargo, se mostr ms favorable a la otra
Fue Amrico Castro (1885-1972) el que mejor situ la obra 7
posturaw Partiendo de estos trabajos, Antonio Vilanova se ha
cervantina en su contexto histrico, estableciendo las bases preocupado de realizar un exhaustivo cotejo entre textos de
fundamentales de la exgesis cervantina posterior, a travs de El Erasmo y obras de Cervantes, en especial de Don Quijote. Y ha
pensamiento de Ce!Vantes (1925), libro ya analizado unas pginas sealado que diversos aspectos de la locura quijotesca se
antes. A partir de 1940, tras su exilio americano, el pensamiento de encuentran en el Elogio de la locura: la caracterizacin de la locura
Castro evoluciona y elabora la imagen de un Cervantes nuevo, como alucinacin de los sentidos, la confusin entre cmo son las
descendiente de conversos, cristiano nuevo, que refleja en sus cosas y el concepto que se forma de ellas, el elogio y exaltacin de
personajes literarios el problema de castas del momento. Estudia la la locura como elemento que proporciona felicidad, la
obra cervantina no ya en el seno de los Siglos de Oro, sino dentro caracterizacin del loco cuerdo, etc. En opinin de este crtico
de lo que l denomin la Edad conflictiva. Estas nuevas ideas se "Cervantes no slo haba encontrado en la lectura del Moriae
exponen en dos libros tambin importantes en la exgesis Encomian de Erasmo una de sus principales fuentes de
cervantina: Hacia Ce!Vantes (Madrid: Taurus, 1957), Ce!Vantes y inspiracin, sino el estmulo decisivo que le haba llevado a
los casticismos espaoles (Madrid: Alianza Editorial, 1966), y su encarnar en las figuras de Sancho Panza y Don Quijote, los
estudio preliminar a una edicin del Quijote publicada en 1971 extremos contrapuestos de la necedad y la Jocura". 108 A la zaga de
(Madrid: Magisterio Espaol). Uno de los aspectos que mas le estos investigadores Aurora Egida demostr que Cervantes s
interes a Amrica Castro fue el de la posible influencia de Erasmo manej Jos textos erasmianos, al menos para la aventura de la
en Cervantes. Se mostr desde muy pronto convencido de que cueva de Montesinos, que ha de "entenderse corno trasvase
Cervantes no slo conoca los textos erasmianos, sino que los novelesco de la trayectoria desmitificadora de las visiones de
haba ledo de manera directa. "Tom en cuenta -seala a este ultramundo seguida por Jos erasmistas que, bajo las especies del
respecto Maree! Bataillon- el pensamiento de Erasmo con su sueo, denunciaron las lacras sociales y espirituales hueras".' 09 Y
mxima virulencia critica, no vacilando en alegar, adems de obras ha sido Francisco Mrquez Villanueva el que ha sintetizado mejor
bastante difundidas en traducciones castellanas (Enchiridion, cmo pudo haber sido la lectura de Erasmo por Cervantes: "El
seleccin de Coloquios, Silenos de Alcibades, etc.), el propio pensamiento de Cervantes ofrece una amplia coherencia, pero no
Elogio de la locura, del cual no se ha descubierto ninguna rigideces. En realidad, la familiarizacin de Cervantes con Erasmo
traduccin, y plante la cuestin de saber si Cervantes pudo leer la debi ser un irreconstruible proceso de lecturas aisladas, no
tan combatida Mora. Se inclin a contestar positivamente". 106 Y, en exhaustivas ni cronolgicas, paralelo a todo el curso de su vida.
efecto, se plante la cuestin de si Cervantes haba ledo Proceso por definicin abundante en lagunas e interregnos
105
Son palabras del profesor Jos Ma Jover Zamora en su "Nota preliminar" a El
siglo del "Quijote'; 1580-1680, Madrid: Espasa-Calpe, 1988. Tomo XXVI de la 107
Historia de Espaa, p. XVI. Erasmo y Espaa. Estudios sobre fa histona espiritual de Espaa, Mxico:
106 F.C.E., 1966, 2a edicin en espaol corregida y aumentada, p. 799.
Marcel Batail!on, ''El erasmismo de Cervantes en el pensamiento de Amrica 1
Castro", Erasmo y el erasmismo, Barcelona: Critica, 1978, p. 348. Sobre Amrica M Antonio VHanova, "Erasmo, Sancho Panza y su amigo Don Quijote", en su libro
Castro y sus trabajos relativos a Erasmo en el contexto de los estudios filolgicos Erasmo y Cervantes, Barcelona: Lumen, 1989, p. 79.
109
espaoles de prncipes de siglo, vase. tambin Jos Portols, Medio siglo de "Cervantes y las puertas del sueo. Sobre la tradicin erasmista del ultramundo
ffologfa espaola {1896-1952), Positivismo e ideafismo, Madrid: Ctedra, 1986, pp. en el episodio de la cueva de Montesinos'', Studia in honorem profesor Martn de
117-8. Rquer, Barcelona: Quaderns Crema, 1987, voL 1!1, p. 317.
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JOS MONTERO REGUERA EL QUIJOTE DURANTE CUATRO SIGLOS
propicios tanto a olvidos y metamorfosis como a la reflexin crtica, cuenta razonablemente de que en medio de la crisis que se sufra
cambios de foco y fluctuaciones estimativas". 110 era absurdo levantar la imagen utpica de una sociedad que se
Si el Quijote es, tras la exgesis de Castro, una obra juzgaba idealmente como tradicional, frente a la incuestionable
encuadrada dentro del Renacimiento, este ha de ser el contexto sociedad moderna, que se impona por todos los lados, cuya
incomprensin llevaba al pas y a sus grupos dominantes a
ideolgico en el que debe situarse, como han hecho numerosos
fracasos de cada vez ms difcil reparacin. Ni e! incompetente y
investigadores; as Jos Antonio Maravall quien, en conocido opresor Estado oficial, ni la utopa del tradicionalismo
111
trabajo, sita el Quijote en el contexto del pensamiento utpico caballeresco, que, frente a aqul, no introduce ms que
del Renacimiento. El Quijote no es una una utopa, al menos una confusin: adecuacin estudiada al mundo modemo sera una
utopa expresamente formulada al estilo de como lo hicieron fray tercera solucin, sobre la cual hay datos en !as obras cervantinas.
Antonio de Guevara en Espaa o Toms Moro en Inglaterra, sino Desde este estado de nimo se escribe el Quijote, y si lo vemos
que se crea y desarrolla a lo largo de la novela, y presenta dos como revelacin del contraste entre utopia humanista y
planos: la utopa del viejo ideal de la caballera contra el estado con aceptacin del mundo modemo, buscando las posibildades que
sus ejrcitos modernos y sus armas de fuego y la utopa del buen ste tiene de corregirse, entonces el Quijote adquirir un sentido
transparente y total. (Pp. 20-21)
sentido del poder, encarnada por Sancho Panza. Cervantes
introduce a lo largo de la novela los diversos aspectos de esta 112
utopa, pero no con intencin de presentarla corno un modelo, sino Esta obra ha tenido gran repercusin en el estudio de la
para darle la vuelta y reflejarla "en el espejo de la irona". Don obra cervantina, y ha originado una serie de trabajos que tiene muy
Quijote, pues, representara un claro propsito poltico: "Poner de presente el del profesor Maravall a cargo, entre otros, de Angelo J.
relieve el disparate de quienes coinciden en estar en un mundo de Di Salvo, Francisco Lpez Estrada, y Mariarosa Scaramuzza
113
creencias que lleva a la visin fantasmal del caballero ... Cervantes Vidoni.
[desarrolla] en toda su amplitud y con toda seriedad esa utopa, No ha faltado tampoco la lectura del Quijote que,
para hacer ver cmo se arrastra de fracaso en fracaso" (p. 209). Se considerndolo como una obra de poca, aplica la perspectiva del
articula, entonces, lo que el profesor Maravall denomina la materialismo histrico, comenzada hace casi medio siglo por
contrautopia del Quijote: Ludovik Osterc, quien public en 1963 el primer trabajo amplio
114
basado en esta corriente de anlisis histrico, a cuya luz se
Cervantes conoce la crisis en que va entrando la sociedad
espaola". Conoce blen la penosa situacin de la sociedad de la
112
poca: las crticas en sus Novelas ejemplares, en algunas de sus Prueba de el!o son estas palabras de James Parr: "Maraval!'s reading is more
comedias, en varios de !os entremeses as lo revelan. Todo ello lo cautionary than romantic. While Northrop Frye would not !ikely endorse the view of
recoge y sistematiza en el Quijote, pero poniendo un final a cada the text as being an a!legorical commentary on the society contemporary with it, this
remans nevertheless a basic book, one that belongs in every Cervantina scholar's
episodio que nos haga comprender el fracaso a que van los
personallibrary" (HR, 48 [1980], p. 252); y la traduccin del libro al ingls (Utopia
utopistas que en el XVI han pululado en el mundo espaol, y que
and Counterutopia in the "Quixote". Trans!ated by Robert W. Fe!kel, Detroit Wayne
en las Indias o en la Pennsula han soado, fuera de toda medida University Press, 1991 ). Cfr. Hermida Ruz, "Secreta palinodia: La Contrautopa de
razonable ... Muchos espaoles, entre ellos Cervantes, se dieron Jos Antonio Maravall", Bulfetin of Hispanic Studies, LXXVI!! [4] (2001), pp. 503-516.
113
Angelo J. Di Salvo, "Spanish Guides to Princes and the Political Theories in Don
110 Quijote", Cervantes, IX, 2 (fall, 1989); Francisco Lpez Estrada, Toms Moro y
Art. cit., p. 137. Vid. del mismo "La locura emblemtica en la segunda parte del Espaa: sus relaciones hasta el siglo XVI!f, Madrid: Universidad Complutense de
Quijote", Cervantes and the Renaissance, pp. 107-8. Madrid, 1980, pp. 78-79; Mariarosa Scaramuzza Vidoni, Deseo, imaginacn, utopa
111
Utopa y contrautopa en el "Quijote", Santiago de Compostela: Editorial Pico en Cervantes, Roma: Bulzoni editare, 1998. Vase asimismo Stelio Gro, "La utopa
Sacro, 1976. En este libro revisa y modifica ideas suyas expuestas muchos aos cristiano-social en el Nuevo Mundo", Anales de Literatura Hispanoamericana, VI, 7
antes en su libro El humanismo de las armas en "Don Quijote" (Madrid: Instituto de [1978]. pp. 87-129).
Estudios Polticos, 1948). Las diferencias entre uno y otro trabajo son enormes, 114
El pensamiento social y poltico del "Quijote", Mxico: Universidad Nacional
hasta el punto de cambiar sustancialmente sus conclusiones. Autnoma de Mxico.1975, pp. 290-91.
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analizan episodios de la novela como el del pastor Andrs, o el hombre: sus hroes se engaan y fracasan porque viven
discurso de la Edad de Oro (1, 38), convertido "en una franca y dominados por impulsos externos e inautnticos, porque la
v1gorosa protesta del soldado y militar, honrado y abnegado, contra sociedad les conduce al error; pero del hidalgo Quijada, y de
la situacin privilegiada de los magistrados y su rapacidad, uno de Sancho el labriego, nace una leccin que nos atae tambin a
los ms pblicos males de la vida social y poltica espaola de los todos: la rectitud, la bondad, la justicia, las virtudes que el individuo
siglos XVI y XVII" (p. 463). Este tipo de trabajos ha sido muy despliega cuando es fiel a sus mandatos ms ntimos" (p. 311 ). Por
discutido si bien no se niegan aportaciones valiosas; he aqu la este mismo camino, Bryant L. Cree! (Don Quijote, Symbol of a
opinin de Javier Salazar Rincn, quizs el critico ms autorizado a Culture in Crisis, Valencia: Albatros, 1988) ha estudiado el Quijote
este respecto: "deja a un lado cuestiones importantes, y contiene, situndolo en la coyuntura histrico-social en la que se desarrolla, y
sobre todo, errores que es preciso sealar. Su autor resalta, de proporciona una visin simblica de la obra. Don Quijote, en este
acuerdo con sus posiciones marxistas, la relacin que existe entre sentido, es un smbolo representativo de la decadencia
la literatura y sociedad, pero resuelve este complejo problema con aristocrtica, que ilustra con varios ejemplos: la aventura del yelmo
los tpicos del materialismo ms tosco... La ideologa del autor de Mambrino, la de los molinos de viento, etc. Numerosos
defo~ma adems en varias ocasiones el contenido de la novela, y investigadores han perflado otras cuestiones relativas a la relacin
convierte a Cervantes en un revolucionario irreconocible". Jos entre historia y sociedad en el Quijote (Anthony Close, Carmen
Antonio Maravall se lamentaba hace ya bastantes aos de la Bernis, Jean Canavaggio) demostrando, desde perspectivas
inexistencia de "un estudio a fondo del complejo mundo social distintas, no slo la validez de este tipo de lectura de la obra
cervantino". Esta sugerencia la recoge Javier Salazar Rincn en su cervantina, sino la necesidad de profundizar en ella. 116
libro El mundo social del "Quijote", que en 1984 obtuvo el premio
Rivadeneira de la Real Academia Espaola: "Las pginas que
siguen son, seala Salazar Rincn, un intento de comprender la Un Quijote folklrico y popular
novela de Cervantes desde la sociedad en que surgi"-" 5 Este
trabajo no utiliza slo obras literarias, sino tambin y
abundantemente textos de carcter histrico: actas de las cortes de Hace ya un siglo, en 1905, Marcelino Menndez Pelayo
Castilla, las Relaciones topogrficas, memoriales y obras histricas interpret el Quijote como obra que sintetizaba toda la produccin
de la poca ... Se evita de esta manera, segn las palabras de su literaria anterior. En l se poda encontrar desde la novela pastoril a
autor, el principal defecto de los trabajos anteriores sobre este la sentimental, pasando por la novela psicolgica, la novela de
tema, esto es, la utilizacin de materiales literarios como fuente aventuras contemporneas, romances viejos, versos clsicos ... Y,
exclusiva de informacin. Salazar Rincn estudia aspectos de la tambin, elementos de la literatura popular, lo que le llev a la
coyuntura econmica del momento: el crecimiento econmico que siguiente consideracin: "La sabidura popular, desgranada en
se produce durante el siglo XVI, prosperidad, suma de salarios, sentencias y proloquios, en cuentos y refranes, derrama en el
mercaderes ... Y la progresiva decadencia. De todo ello, el autor Quijote prdigamente sus tesoros y hace del libro inmortal uno de
extrae sus propias opiniones sobre el significado del Quijote. Don los mayores monumentos folklricos, algo as como el resumen de
Quijote y Sancho son dos personas que viven "fuera del orden aquella filosofa vulgar que enaltecieron Erasmo y Juan de Mal-
natural", que "han vivido engaados y han protagonizado una farsa
con evidentes resonancias sociales". Cervantes, concluye Salazar
Rincn, "intent extraer de los fracasos y desilusiones de sus 116
Jean Canavaggio, "La Espaa del Quijote", nsula, 538 (1991), pp. 7-8; Anthony
personajes una enseanza duradera y una afirmacin de fe en el
J. Clase, "Seem!y Pranks: The Palace Episodes in DO Part 11, Arl and Literature in
Spain, 1600-1800. Studies in Honovr of Nigel Gfendinning, eds. C. Davis y P. J.
Smlth, Londres: Tamesis Books, 1992, pp. 69-87; Carmen Bemis, El traje y los tipos
115
Madrid: Gredas, 1986. La cita en p. 15. sociales en el Quijote, Madrid: El Viso, 2001.
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Lara". 117 Amrico Castro reiter estas ideas en El pensamiento de refranes, las prevaricaciones lingsticas, los sermones y otros
Cervantes: "Se nota as el hecho conocido de que Erasmo cultiv elementos ms difciles de clasificar, como ciertos arcasmos
9
los refranes, y con l otros humanistas; que Mal Lara comprenda tomados de don Quijote-"
la ciencia popular encerrada en los proverbios; que el Quijote es un La utilizacin por Cervantes de mximas, dichos,
monumento folklrico" (p. i 82). Sin embargo, este hecho evidente sentencias, aforismos (especialmente los que tienen un origen oral
segn tales consideraciones no ha sido estudiado como merece o popular), ha sido estudiada por Michel Moner quien seala: "La
hasta fechas relativamente prximas, en las que la investigacin en littrature gnomique, dans toutes ses composantes, a
fuentes librescas y clsicas se ha equiparado, desde mediados los profondment marqu l'oeuvre de Cervants ... Jeme place;al done
aos setenta del siglo XX, a los estudios de carcter o perspectiva ici sur une autre pente, qui mne, elle aussi, la forme breve, afin
folklricos, que han demostrado ser un fructfero campo de estudio. de reivindiquer la part sous-jacente de la tradition orale, trop
' . . "i20
Muchos son, en este sentido, los elementos que un escritor culto souvent mconnue, qui en l'ocurrence n est pas s1 m1nce , para
puede tomar prestados de la tradicin folklrica: chistes, despus analizar algunas de esas tcnicas: episodios construidos
ancdotas, frases hechas, canciones, mitos, personajes o sobre una sentencia breve o un aforismo; frmulas que abren Y
arquetipos de personajes, cuentecillos tradicionales, etc. Estos cierran un determinado pasaje o episodio, etc.
ltimos han sido objeto de detenido anlisis por investigadores Aspecto fundamental de la literatura popular en ..el que
como Maxime Chevalier y Mac. E. Barrick, el primero de los cuales coinciden todos sus estudiosos es el hecho de su transm1s1on oral.
ha sintetizado cules son las huellas de la tradicin oral en Ha sido recientemente cuando, desde diversas perspectivas, se ha
Cervantes: relatos y episodios inspirados en cuentos, esquemas iniciado su anlisis y aplicacin al Siglo de Oro espaol, con
narrativos, una atmsfera folklrica patente en determinados trabajos importantes en este campo. Su aplicacin a la novelstica
momentos de la novela y la caracterizacin de Sancho Panza, un cervantina cuenta con un destacado precedente en el extenso
"personaje [que] no exista ms que virtualmente en los relatos artculo de Maxime Chevalier "Literatura oral y ficcin cervantina",
familiares: de este barro supo extraerlo Cervantes. No se trata de donde adems de esbozar sus ideas generales sobre los
empaar la originalidad creadora del novelista. Pero, si nos cuent~cillos tradicionales, realiza significativas consideraciones
aparece Sancho como la ms perfecta representacin del sobre la importancia de la oralidad en la obra de Cervantes:
campesino espaol -del campesino sin mas- ser porque al forjar
esta creacin extraordinaria, no despreci Cervantes las riquezas
118 [... ]Cervantes mucho ms debe a las sugerencias de la :iteratura
de la tradicin popular". oral que Jas ''fuentes" librescas que con tanto empeno y tan
En relacin con lo anterior, es muy interesante el estudio moderado xito hemos buscado[... ] hasta la fecha [...] La cultura
de algunos aspectos de la lengua de Sancho Panza efectuado oral del autor de Rinconete y Cortadillo no tiene nada de
extensa y sagazmente por la hispanista francesa Monique Joly en excepcional en su poca. Los grandes ingenios del Siglo de Oro
varios trabajos que ayudan a caracterizar lingsticamente a este [... ] conocen cuentecillos, chistes, burlas, cons~jas y personajes
personaje. La profesora Joly analiza los tres componentes tradicionales, y todos deben algo a la sav1a popular. Pe~o
Cervantes, ms reflexivo que ellos en este punto, cata mas
esenciales en la caracterizacin lingstica de Sancho Panza: los
profundo la realidad tradicional y vislumbra unas posibilidades
117
"Cultura literaria de Miguel de Cervantes y elaboracin del Quijote", Estudios y
discursos de crtica histrica y literaria, Madrid; C.S.I.C., 1941. Edicin Nacional de 119 Vase ahora !a miscelnea pstuma de Menique Joly, tudes sur "Don Qui~
las Obras Completas de Menndez Pelayo, l. Edicin preparada por Enrique chotte'', Pars: Pub!ications de !a Sorbonne, 1996.
Snchez Reyes, p. 327 120 Miche! Moner, Cervantes: deux thmes majeurs. (L'amour et les arr:'e~ et fes
118
Max"1me Chevalier, "Uteratura oral y ficcin cervantina", Prohemio, V (1974), p. lettres), Tou!ouse. France-!berie Recherche 1 Universit de Toulouse Le M1ra1!, 1986,
195. Vase E. Urbina, El sin par Sancho Panza. Parodia y recreacin, Barcelona: p. 21. Avanzo aqu algunos elementos que sern estudiados con ms detalle en el
Anthropos, 1991. apartado siguiente sobre la oralidad.
-122- -123-
EL QUIJOTE DURANTE CUATRO SIGLOS
JOS MONTERO REGUERA
que no perciben sus coetneos [ .. ,]. Aqu radca uno de los impresa, la cual permite una lectura ms sosegada y, por tanto,
secretos de la originalidad del novelista. Se jactaba Cervantes, y favorecedora del descubrimiento de posibles descuidos. Es
con razn, de no ofrecer a su pblico novelas hurtadas: si Jo pudo revelador, en este sentido, lo que dice Sansn Carrasco: "La causa
afirmar con legtimo orgullo el inventor, fue por haber bebido deso es que como las obras impresas se miran despacio,
como nadie el inagotable y fecundo manantial de !a literatura fcilmente se ven sus faltas y tanto ms se escudrian cuanto
ora!".21
mayor es la fama del que las compuso" (11, 30). La oralidad es, sin
duda, un elemento importante para entender la literatura espaola
El trabajo pionero y general de Chevalier ha tenido del Siglo de Oro. En el Quijote se pueden hallar rasgos, elementos,
continuacin en Jos ms recientes de Michel Moner, quien analiza de una oralidad residual, pero en modo alguno permiten explicar
las tcnicas narrativas procedentes de la literatura oral que ha los posibles descuidos cervantinos; porque, adems, esos rasgos
podido observar en la novelstica cervantina. La tesis central del de oralidad que Moner, entre otros estudiosos, ha sealado en el
hispanista francs es que Cervantes conoca perfectamente las Quijote, pueden ser simplemente residuos del habla, sin valor
tcnicas de la oralidad y su obra literaria en prosa "a t galement ninguno como exponentes del coloquio. Asimismo, las formas
profondment marqu par les stratgies narratives et les decticas ("veis", "aqu", etc.) estn desemantizadas cuando se
techniques de dynamisation des conteurs" 122 . Moner encuentra utilizan por escrito y, desde antiguo, forman parte del discurso
indicios de oralidad residual de carcter auditivo, visual y retrico, como prueba evidentemente su inclusin en obras cultas y
estructural. Recientemente, incluso, se ha acudido a la oralidad eruditas del tenor de los dilogos humansticos. Finalmente, las
para explicar los descuidos y desalios de diverso tipo que suspensiones en la intriga son inherentes a todo gnero dramtico
aparecen en el Quijote y sobre los que los contemporneos de y muy comunes en los libros de caballeras, etc. Por lo que
Cervantes ya llamaron la atencin. En efecto, seala Jos Manuel respecta al Quijote, pues, me parece arriesgado conceder a la
Martn Morn, si fuera cierto "que la obra estaba destinada en un oralidad una importancia que vaya ms all de lo meramente
principio a la difusin oral, habra que replantear la cuestin de los residual.
descuidos bajo esa nueva perspectiva". 123 Creo, sin embargo, que Los estudios de Mijail Bajtin sobre el carnaval han abierto
la oralidad no permite explicar tales posibles descuidos un amplio campo de investigacin que diversos cervantistas han
cervantinos. Otra novela escrita tambin por esas fechas, el aplicado al Quijote. 124 En efecto, este crtico ruso mostr en su
Buscn de Quevedo, abre su prlogo con una invocacin al "lector conocida obra La cultura popular durante la Edad Media y el
o oidor", y, en cambio, no se han detectado fallos o descuidos en Renacimiento. El contexto de Franqois Rabelais (Barcelona: Seix-
sus pginas. Adems, Martn Morn presenta tales posibles Barral, 1974) cmo, paralela a la cultura oficial seria, se desarroll
descuidos como una caracterstica del Quijote en oposicin al resto desde la Edad Media una riqusima cultura popular de la risa, del
de las obras cervantinas. Pero si se aplica la teora oral al Quijote carnaval que se manifestaba en la plaza pblica, en las fiestas y se
tambin debera hacerse con el resto de obras de Cervantes, y en transmita de manera bsicamente oral. "Fue a fines de la Edad
stas no parecen existir descuidos. Por otra parte, Cervantes tena Media -seala Bajtin- cuando se inici el proceso de
conciencia clara de que su novela estaba destinada a la difusin debilitamiento de las fronteras mutuas que separaban la cultura
cmica de la gran literatura. Las formas llamadas inferiores se
121
Maxime Chevalier, 'Literatura ora! y ficcin cervantina", Prohemio, 5 (1974), p.
196. 124Vase el artculo de Javier Huerta Calvo que sita al crtico ruso en el contexto
122
Michel Moner, Cervantes conteur. crts et paro/es, Madrid: Casa de Velzquez, espaol. ~La teora literaria de Mijail Bajtn (Apuntes y textos para su introduccin en
1989, p. 309; cfr. del mismo "Tcnicas del arte verbal y oralidad residual en los Espaa)", Oicenda, 1 (1982), pp. 143-58 (sobre el carnaval, pp. 149-51 y 158). Por
textos cervantinos", Edad de Oro, VI! ( 1988), pp. 119-127. supuesto, libro de referencia obligado sobre estas cuestiones es el de Julio Caro
123
Jos Manuel Martn Morn, El "Quijote'" en cemes. Los descuidos de Cervantes
Baraja, El carnaval. (Anlisis histrico~cuftuml), Madrid: Taurus, 1965, con eds.
y las fases de elaboracin textual. Turn: Edizioni deii'Orso, 1990, p. 21. posteriores.
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EL QUIJOTE DURANTE CUATRO SIGLOS
JOS MONTERO REGUERA
infiltran cada vez ms en los dominios superiores de la literatura. enfrentamiento de dos tipos que histricamente seran dos
La comicidad popular penetra en la epopeya y en los misterios. contraposiciones carnavalescas esenciales: el hidalgo y el
Comienzan a desarrollarse gneros del tipo de las moralejas, labrador, el ftaco y el gordo, el colrico y el fterntico. Aqu radica
gangarillas y farsas. Los siglos XIV y XV se distinguen por la una de las bases de la comicidad del Quijote; pero detrs de ella
aparicin y el desarrollo de sociedades tales como el 'Reino de la hay una visin de la sociedad, grotescamente presentada en sus
clereca', o de los 'Nios despreocupados'. La cultura cmica aspectos rns serios. Para rni, esto es uno de los grandes
comienza a trasponer los estrechos limites de las fiestas, y se hallazgos de Bajtin, independientemente de su descubrimiento de
esfuerza por penetrar en todos los circulas de la vida ideolgica". la literatura dialgica, donde sita a Don Quijote corno una de las
.
creac1ones mag1s. tra 1es" .127
Este hecho es el que permiti, concluye Bajtin, la "creacin de
obras maestras universales como el Decamern de Boccaccio, el A ste han seguido otros investigadores, entre los que
libro de Rabelais, la novela de Cervantes y los dramas de destaco a Agustn Redondo, cuyos trabajos se fundamentan en
Shakespeare" (pp. 90-91 y 69-79). Y, si bien Bajtin no public tradiciones folklrico-literarias, carnaval e historia, dando lugar a
125 uno de los cuerpos de exgesis de la novela cervantina ms am-
ningn estudio de conjunto sobre el Quijote, su teora sobre el 128
carnaval parece adquirir plena validez en el caso de la novela plio y sugerente de los ltimos aos. En efecto, no ha de olvidar-
cervantina. Bien es cierto que no han faltado crticos que han se que el Quijote es una obra publicada entre 1605 y 1615, en el
expresado sus reparos a la pertinencia del estudio del Quijote seno de una situacin histrica de cambio: en 1598 muere Felipe 11;
desde la perspectiva de la cultura popular descrita por Bajtin. a un reinado extremadamente austero, en especial en sus ltimos
Edmond Cros, por ejemplo, pone en duda que haya un nexo real aos, sucede el de Felipe 111, que se inaugura con fiestas y diver-
entre la obra de Cervantes y la cultura festiva popular autntica. En siones por toda Espaa. Una excelente muestra de ello es la crni-
su opinin, esa cultura, de origen netamente rural, con el paso del ca que Tom Pinheiro da Veiga escribi de la corte vallisoletana en
tiempo, en los siglos XVI-XVII "avait t recupere par une su Fastiginia. Liberacin y desahogo de la poca final del reinado
bourgeoisie urbaine et que, en consquence, !'ensemble des de Felipe 11 caracterizada por la guerra casi continua y una situa-
reprsentations qui l'instituent avaient sub un dplacemet de cin econmica deplorable, pero tambin de mscara, de encubri-
significations"; lo cual le lleva a concluir que "Dans l'espace rural au miento de una coyuntura histrica, la de los primeros aos del siglo
contraire, majeurement convoqu par Don Quichotte, l'alliance de XVII, en la que Espaa iba perdiendo la posicin hegemnica que
la paysannerie et de la bourgeoisie n'est pas pressentie: ni le haba alcanzado durante el siglo XVI. Y en esta atmsfera festiva,
folklore comique populaire ni les masses rurales ne son encore des de olvido de los males que acechaban al Imperio Espaol, destaca
126 una celebracin de muy antigua raigambre: el carnaval. En efecto,
enjeux". Con todo, otros investigadores de la literatura espaola
han mostrado su beneplcito a esta forma de estudiar el Quijote; el carnaval, "antruejo" o "carnestolendas" (son algunas de sus dife-
as Alberto Snchez, quien afirma: "El carnaval, para Bajtin es una rentes denominaciones) es una fiesta liberadora que influye decisi-
de las celebraciones bsicas de la cultura antigua, al presentar en vamente en la gestacin de El Quijote, corno tambin de otras
forma cmico-absurda, hasta grotesca, los grandes problemas y obras literarias del momento (el Guzmn de Alfa rache, de 1599; el
cuestiones de la sociedad; de cuando en cuando, los hombres se Buscn, de 1604-1605; La pcara Justina, de 1605; o los Dilogos
disfrazan y se ren de cosas muy serias. En realidad, esto se de apacible entretenimiento, de Gaspar Lucas de Hidalgo, tambin
encuentra en el fondo del Quijote y es un gran acierto de de 1605, etc.) participa de este ambiente general de fiesta, y est
Cervantes. En esa linea de Bajtn, cabe discurrir acerca del imbuido de esa atmsfera de carnaval de la que venirnos hablan-
125 127En el libro /mago Hspaniae. Homenaje a Manuel Cdado de Val, Kassel: Edition
Vid. al respecto la explicacin de Walter L. Reed en su artculo "The problem of
Cervantes in Bakhtin's poetics", Cervantes, VI!, 2 (1987), 29-37. Reichenberger, 1989, pp. 508~509.
126 126 Vase ahora su recopilacin Otra manera de leer el "Quijote". Historia,
Edmond Cros, "Reformuler la lecture que Bakhtine fait du Quichotte",
Sociocriticism, IV (1988), pp. 133 y 142. tradiciones culturales y !teratura, Madrid: Castalia, 1997.
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JOS MONTERO REGUERA EL QUIJOTE DURANTE CUATRO SIGLOS
do. Cervantes aprovecha numerosos elementos procedentes de das todava, el propio autor desech. Esta primera versin acaso
esta tradicin y los incorpora a su creacin literaria ms universal. seria una parodia del Entrems de los romances, obra que ha
El profesor Redondo ha estudiado omo no slo personajes, sino interesado sobremanera a los defensores de la hiptesis que estoy
tambin situaciones, episodios e, incluso, elementos lingsticos comentando. Partiendo de esa novelita, Cervantes ampliara su
provienen del carnaval: el personaje de Sancho Panza; Don Quijo- original por razones no del todo claras. Esta modificacin en el
te, como representacin de la cuaresma, smbolo de ascetismo y propsito original de Cervantes es lo que ong1nana, segun ya se
abstinencia; la cabalgadura de ambos, que va en consonancia con vio en captulos precedentes, que, desde feclhas muy tempranas, el
lo que representan: mientras que Sancho va a lomos de su rucio, autor fuera criticado por una serie de descuidos, desalios e inco-
"smbolo del 'priapismo' carnavalesco", don Quijote monta un rocn herencias que podan observarse en su Don Quijote. A este res-
extraordinariamente delgado, "tan largo y tendido, tan atenuado y pecto, Robert M. Flores 129 ha estudiado el proceso de elaborac1on
flaco, con tanto espinazo, tan htico confinnado ... " (DQ, 1, 9); Dulci- y las inconsistencias textuales que se producen en vanos pas?Jes
nea, que es al mismo tiempo la amada ideal entroncada en la tra- del Quijote de 1605: el episodio de Grisstomo y Marcela, la perdi-
dicin de las damas de los libros de caballeras, y Aldonza da del rucio de Sancho, la novela de El curioso impertinente, el
Lorenzo, una rstica campesina emparentada sin duda con las cuento del cautivo y el discurso de las anmas y las letras. Las con-
mujeres fuertes y hombrunas que diversos refranes han inmortali- clusiones a las que llega son bsicamente las expuestas en 1959
zado, asi como con la tradicin literaria de las serranas; diversos por G. Stagg en conocido trabajo, al menos las que tienen que ver
episodios del Quijote: la aventura de Andrs (1, 4 y 31 ); el episodio con los dos primeros episodios sealados. A ellas llega, sm embar-
de los molinos de viento (1, 8); la bajada a la cueva de Montesinos go, por otros caminos, fundamentalmente a travs de evidencias
(11, 22-23); el gobierno de Sancho en la fabulosa nsula Barataria textuales y tipogrficas. Postula asimismo la ex1stenc1a de se1s
(11, 45-53); etc. Finalmente, el carnaval ha dejado su impronta en el fases en la elaboracin de la novela antes de ser terminada por
Quijote en elementos de carcter lingstico, que se concreta en la completo. Estas seis diferentes fases se deducen de los numero-
nominacin de algunos personajes: don Quijote, Sancho, Andrs, sos aadidos, interrupciones, traslados, correcciones, etc. que se
Juan Haldudo, Dulcinea, caballeros de la aventura del rebao de pueden encontrar en el Quijote y que pueden producir al lector la
ovejas que se convierte en ejrcito (1, 18), etc. impresin de falta de habilidad o impericia del autor. Tras Stagg Y
Flores muchos han sido los intentos por aclarar esta cuest1on, entre
los cuales quiero destacar el de Jos Manuel Martn Morn, que ha
intentado explicar las claves de construccin de la novela basn-
La gnesis del Quijote
dose en una "lectura del Quijote que integre los descuidos en el
sentido global de la obra [... ] El estudio de estos fenmenos me
Los procedimientos que Cervantes llevara a cabo para la llevar a reflexionar sobre sus posibles efectos en el crec1m1ento de
elaboracin del Quijote han sido objeto de inters constante por los los personajes, y por extensin sobre el realismo de la obra ~. ~~0bre
cervantistas quienes han profundizado en su anlisis, dando lugar las tcnicas de insercin de ep1sod1os en la trama pnnc1pal . El
a una importante lectura critica de la novela que ha insistido sobre Quijote se concibe as como un "work in progress": que fue modifi-
todo en cuestiones corno el manejo de fuentes, la reescritura y cndose al mismo tiempo que su autor lo 1ba escnb1endo. El autor
pulimento de partes o episodios, el plan inicial de la obra y sus de este trabajo intenta buscar lo que denomina el "Protoquijote",
modificaciones conjeturables. ese Quijote inicial que estara en la mente de Cervantes en un
Los tradicionales estudios sobre fuentes, basados funda-
mentalmente en la relacin del Quijote con los libros de caballeras, 129 R. M. Flores, "Cervantes at Work: The Writing of Don Quixote, Part 1", JHP, 3
aunque no de manera exclusiva, han dado paso a otros en los que (1979), pp. 135-160.
se insiste en la posibilidad de que Cervantes hubiera escrito ini- 130 Jos Manuel Martn Morn, El "Quijote" en ciernes. Los descuidos de Cetvantes
cialmente una novela corta, que, por razones no del todo explica- y las fases de elaboracin textual, Turn: Edlzon de!I'Orso, 1990, pp. 16-17.
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JOS MONTERO REGUERA EL QUIJOTE DURANTE CUATRO S!GLOS
primer momento y que fue variando de forma paulatina, sin cono- de mulas con doa Clara, hija del oidor y sobrina del capitn (cap.
cerse exactamente por qu. Martn Morn concluye con este es- 43), o la de Leandra y Vicente de la Rosa (cap. 51), que se
quema de elaboracin de la primera parte del Quijote: escucha en la voz del cabrero Eugenio. El mismo Cervantes se
originariamente, habra tres partes de ocho captulos. Una primera ocupa de diferenciar entre cuentos y episodios (1, 28). Cuentos,
(caps. 1-8) que se mantiene sin modificaciones; una segunda que pues, sern aquellos relatos en los que Don Quijote y Sancho no
ocupara los captulos 9-21, de la que habra que descontar el epi- intervienen para nada, ms que como parte del auditorio; y
sodio pastoril que se desarrolla en los captulos 11-14 y amalgamar episodios, aquellos en los que estos dos personajes si intervienen,
en uno solo el1 O y el15. Y la tercera parte ocupara desde el cap- aunque sea de manera muy secundaria o marginal. Las palabras
tulo 22 hasta el final. Habra que quitar todos los episodios interca- que he citado poco antes, correspondientes al captulo
lados, esto es: 1) la historia de Cardenio, Dorotea, Luscinda y don cuadragsimocuarto de la segunda parte, ayudan a corroborar
Fernando; 2) la primera discusin sobre Dulcinea entre don Quijote precisamente tal distincin. Este asunto se ha revisado desde
y Sancho; 3) todos los episodios de la venta excepto el discurso de distintas perspectivas: a la luz de la ltima terminologa crtica para
las armas y las letras; 4) la batalla contra los disciplinantes. "La explicar las interpolaciones no ya como contenidos narrativos
materia de la tercera parte -seala Martn Morn-- despus de (histoire) o como discurso o enunciado (rcit), sino ms bien como
renunciar al aporte de las interpolaciones y aadidos, empieza con acto productor (narration), de acuerdo con la terminologa de
la liberacin de los galeotes (1, 22), y prosigue con la retirada a Genette, de manera que aqullas se conciben como momentos de
131
Sierra Morena, donde don Quijote decide hacer penitencia y man- "relais", de modificacin y cambio de la voz narradora; como
dar a Sancho con una carta a Dulcinea, lo que ocupara un nico ejemplo ilustrativo de las relaciones entre realismo y romance,
captulo, ahora dividido en 1, 23 y 1, 25. El tercer captulo de esta contribuyendo as al debate suscitado entre la crtica anglosajona
tercera parte narrara quiz la continuacin de la penitencia de don sobre si la obra cervantina evoluciona desde el realismo hacia el
132
Quijote y el viaje de Sancho y su encuentro con el cura y el barbero romance o no; o para explicarlas en funcin de razones de tipo
(1, 26). El cuarto narrara el viaje hasta la sierra y la relacin menti- ms prctico que estructural, esto es, que Cervantes hizo del
rosa de Sancho sobre la embajada de Dulcinea (1, 27-30). El quinto Quijote "vehculo de transmisin" de una serie de obras suyas que
el encantamiento de don Quijote en el carro (1, 46-47). El sexto y no haban encontrado modo de difusin impresa, y cuyo propsito,
sptimo el encuentro con el cannigo de Toledo y las varias discu- pues, no es llenar vacos en la trama de la novela, sino dilatar la
siones sobre los libros de caballeras. Y el octavo la llegada a la vuelta del hidalgo a casa.
aldea" (p. 143). Con ello ya s tendran sentido las palabras, tan Por lo que se refiere a la segunda parte se tiende a hablar
tradas y llevadas, de Cervantes (1, 9) sobre las dos horas de "pa- no tanto de un un Quijote primitivo o novela corta inicial que luego
satiempo y gusto" que proporcionara la lectura de esta parte. Cervantes desarrollara, sino de la posibilidad de una revisin a
En este contexto, uno de los aspectos del Quijote que ms menor escala y de una considerable disminucin de las
ha interesado a la crtica cervantista es el porqu de la incoherencias narrativas. stas, en buena medida, vendran
interpolacin de una serie de relatos ms o menos extensos que el determinadas por la existencia de una serie de episodios que
autor incluy en el Quijote de 1605 y -en menor cantidad o, al estaran compuestos antes del conocimiento por parte de
menos, de distinta forma- en el de 1615. En efecto, en la cuarta Cervantes de la publicacin del Quijote de Avellaneda y de otros
parte del Quijote de 1605 (caps. 28-52) se insertan diversas
historias y episodios marginales completamente ajenos a la trama 131
Vid. Letizia Bianchi, "Verdadera historia e novelas nella Prima Parte del Quijote",
central: la novela de El curioso impertinente (caps. 30-35), la Studi fspanici, 1980, pp.121-68. Aqu se puede encontrar tambin una clasificacin
historia del capitn cautivo (caps. 39-41), la de los amores de las novelas interpoladas segn la relacin entre narrador e historia, as como un
cruzados entre Dorotea, Luscnda, Cardenio y Don Fernando, y estudio del fenmeno de la voz en clave narratolgica.
132
otros relatos ms breves como la historia de los amores del mozo Vid. Edwin Witliamson, "Romance and Realism in the !nterpo!ated Stories of the
Quixote", Cervantes, !1, 1 (spring, 1982), pp, 43-44.
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JOS MONTERO REGUERA EL QUIJOTE DURANTE CUATRO SIGLOS
episodios que lo serian despus. En estos ltimos, el Quijote de Carlos Romero sigue por esta senda y reitera la idea de la
Avellaneda, aparecido en 1614, debi de actuar como una fuente posibilidad de distinguir en la segunda parte de la novela
por repulsin. El estudio de las relaciones entre el Quijote cervantina "secciones con toda probabilidad compuestas por
cervantino y el de 1614, pues, se ha orientado ms hacia el estudio Cervantes antes del conocimiento de la continuacin apcrifa de
de la posible influencia del Quijote de 1614 en el de 1615, que en Avellaneda y secciones con mucha probabilidad retocadas,
el de la manera en que Avellaneda utiliz los elementos del Quijote rehechas y/o, sin ms, encuadas en la secuencia del que bien
de 1605 para parodiarlos y criticarlos. Este ltimo aspecto era el podemos llamar Ur-Quijote de 1615, despus de la revelacin de
134
habitual, o, al menos, el ms frecuentado por la critica cervantista que por Espaa vagaba otro don Quijote" . En opinin del
anterior, como acertadamente ha sintetizado Luis Gmez Canseco profesor Romero, el Quijote de Avellaneda acta como fuente por
en su edicin del Quijote apcrifo (Madrid: Biblioteca Nueva, 2000). repulsin, al menos, en los siguientes aspectos:
La referencia al Quijote de Avellaneda aparece por primera vez en 1) La decisin de potenciar a Cide Hamete Benengeli,
el capitulo cincuenta y nueve de la segunda parte. Pero diversos convertido, en 1615, del "perro moro embustero" que era
criticas han llamado la atencin sobre la posibilidad de que ya en 1605, en el "historiador fiable" que ahora es.
capitulas anteriores pudieran reflejar el conocimiento por Cervantes 2) La presencia de la primera parte en la segunda, como libro
de la continuacin de Avellaneda. Incluso se ha llegado a defender que algunos personajes han visto y ledo.
que quizs Cervantes conociera el Quijote apcrifo en una copia
3) El "apcrifo" cap. V, dedicado al dilogo de Sancho con su
manuscrita (Menndez Pidal). Se incia asi una lectura del Quijote
mujer, "Teresa Cascajo'', magnifico ejemplo de esa
de 1615, ya esbozada, siquiera brevemente, por Menndez Pidal,
tendencia cervantina a contradecirse a s mismo,
que sirve no tanto para dirimir quin plagi a quin, "sino para
irnicamente, con tal de tachar de mentiroso a su rival.
descubrir cmo cada autor se apoder de materias encontradas en
la obra del otro y las utiliz para sus propios propsitos, para 4) El estado actual de la aventura del Caballero del Bosque o
construir con ellas su propio 'argumento literario' con que rebatir a de los Espejos (caps. XII, XIII, XIV y XV).
su rival" (A A Sicroff). Esta linea de anlisis ha sido desarrollada 5) La aventura de la Cueva de Montesinos (caps. XXII y
por Nicols Marin y, en especial, Carlos Romero. El primero se XXIII), sin duda referible tambin a Avellaneda, sin que ello
muestra partidario de la idea de que Avellaneda est presente en quite nada a la plausibilidad de los numerosos estudios ya
la segunda parte del Quijote desde captulos muy anteriores al existentes sobre el tema.
cincuenta y nueve, ya por lo menos en el treinta, pues en su 6) El episodio de El retablo de Maese Pedro, "quizs el ms
opinin la duquesa cervantina ha de ser considerada como claramente 'encuado' en una seccin que todo hace
anttesis de la Brbara de Avellaneda. Llega a esta conclusin tras pensar perteneca al Ur-Quijote de 1615". (pp. 95-97)
un minucioso cotejo textual. 133 Y pasajes anteriores al captulo Nuevos trabajos de Carlos Romero y Luis Gmez
cincuenta y nueve que pueden estar influidos por el de Avellaneda Canseco han asentado definitivamente este acercamiento al
son: el del retablo de Maese Pedro, la carta de Sancho a su 135
segundo Quijote y al de Avellaneda.
esposa, la duquesa cervantina concebida como rplica a la
Brbara de Avellaneda, los captulos Vil y 31 del Quijote de
Avellaneda y de Cervantes respectivamente, donde Mosn
Valentn y el eclesistico de los Duques dicen cosas muy
134
semejantes. Carlos Romero Muoz, "Nueva lectura de El retablo de maese Pedro", Actas del
1 Coloquio Internacional de la Asociacin de Cervantistas, Barcelona: Anthropos,
1990, p. 95.
135
Vanse Carlos Romero, "Animales inmundos y soeces (0. !!, 58-59 y 6sr. Ras-
133
Vid. Nicols Marfn, "Camino y destino aragons de don Quijote" [1978}, en segna lberistica, 63 (1998), pp. 3-24; y e! prlogo de Luis Gmez Canseco a su
Estudios literarios, ob. cit., pp. 239-245. edicin de! Quijote de AveUaneda (Madrid: Biblioteca Nueva, 2000).
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JOSE MONTERO REGUERA EL QUIJOTE DURANTE CUATRO SIGLOS
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EL QUIJOTE DURANTE CUATRO SIGLOS
Jost: MONTERO REGUERA
hecho, grandes novelistas posteriores emplearon esas mismas acules! readers and analysts of Don Quixote"; 142 y, sobre todo, de
tcnicas cervantinas procedentes del teatro, en sus grandes obras Claudio Guilln, quien en su trabajo "Cervantes y la dialctica, o el
literarias: Fielding, en Joseph Andrews; Stendhal, en La cartuja de dilogo inacabado" seala que tras las voces que dialogan se
Parma y Rojo y negro; y Gogol, en Almas muertas. esconde una categora o impulso ideolgico, de manera que el
143
dilogo, entonces, se convierte en cauce de la dialctca. En el
Quijote se produce asimismo un proceso de profundizacin y
madurez del dilogo como representacin de valores, que culmina
Dilogo y narradores en el Quijote en la segunda parte y llega a su cima en la conversacin con el
caballero del verde gabn, donde las palabras "revelan valores,
Desde principios del siglo XX se ha venido resaltando la pero jams con independencia de las personas que las
importancia radical que el dilogo tiene en el Quijote. Ya en 1910, manifiestan" (p. 298). Jess Gmez, sin embargo, defiende que
Ortega defina la novela cervantina como "un conjunto de dilogos". ambos trminos, dilogo y dialctica, significando este ltimo una
Ms recientemente, Elas L. Rivers se ha referido a ello categora ideolgica, no son equivalentes, pues cree haber
considerndolo como el centro de gravedad en torno al cual gira demostrado que "la sustancia de los dilogos espaoles del siglo
toda la novela; y Pablo Jauralde Pou ha destacado la novedad que XVI no es dialctica, sino didctica. Es decir, se concibe el dilogo
144
supone este dilogo que "establecen durante centenares de como un medio de transmisin del conocimiento". Ahora bien,
pginas dos personajes social e ideolgicamente distintos, para por una parte, los dilogos del Quijote presentan modalidades ms
terminar no slo respetndose, sino conviviendo, en una Espaa amplias que los dilogos didcticos del siglo XVI, y, por otra, no se
en que la convivencia y el dilogo tenan distintos supuestos que el ha hablado exactamente de dilogo y dialctica como trminos
140 sinnimos, sino como cauce el uno de la otra. Me parece, por ello,
de la libertad". Diversos trabajos han acotado, desde diversas
perspectivas, elementos y aspectos interesantes de los dilogos que siguen teniendo sentido y validez las afirmaciones de Guilln,
del Quijote, como Pablo Jauralde, que ha analizado sus sobre todo a la luz de las ideas y sugerencias de Bajtn sobre la
antecedentes ideolgicos y formales en dilogos espaoles e novela y su aplicacin concreta en el Quijote, segn se ver a
italianos del siglo XVI, as como en los Colloquia de Erasmo, continuacin. S es oportuna, en cambio, la reflexin de Jess
mientras que Anthony J. Glose ha propuesto a este respecto Gmez, fundamentada en los trabajos de Bajtin, sobre la
posibles deudas de Cervantes con la comedia clsica, la Celestina necesidad de diferenciar entre dilogo y dialogismo:
y los dilogos entre amo y criado que aparecen en algunas obras
de Lope de Rueda y Juan de Timoneda. 141 Otros autores prefieren [... ] el dilogo puede ser monolgico, y viceversa, un discurso
hablar de dialctica, defendiendo su pertinencia en el Quijote. Es el puede ser dialgico. De ahi se deduce la diferencia entre dilogo
caso de Elas Rivers, que concibe el texto cervantino como un y dialogismo que ha puesto de relieve Mijail Bajtn en sus estudios
"highly complex dialectical text, one that continues to challenge the
142
Elias L. Rivers, Quixotic Scn"ptures, ob. cit., p. 113.
143
140 Claudia Guil!n, ''Cervantes y !a dialctica, o el dilogo inacabado" [1979], El
Elas L. Rivers, Quixotic Scn"ptures. Essays on the Textuality of Hispanic
pn"mer Siglo de Oro. Estudios sobre gneros y modelos, Barcelona: Crtica, 1988, p.
Uterature, Bloomington: Indiana University Press, 1983, p. 113; Pablo Jauralde Pou,
221. Ntese e! paralelismo con el concepto bajtiniano de voces de !a novela, cada
"El Quijote, 11, 9", Anales Cervantinos, XXV-XXVI (1987-1988), p. 191.
141 una de las cuales representa un mundo, segn veremos ms adelante. Guilln
Pablo Jauralde Pou, "Los dilogos del Quijote: races e interpretacin histrica", seala en nota a la edicin de 1988 (p. 219) que, a la hora de redactar esas
W. AA., Instituto de Bachillerato "Cervantes". Miscelnea en su cincuentenario, pginas, no conoca y, por tanto, no pudo tener en cuenta los trabajos del crtico
Madrid: Ministerio de Cultura, 1981, pp. 181-193, y "Un espacio novelesco familiar:
ruso.
Sancho-Quijote", W. AA, Les parents fictives en Espagne (XVf-XVIf). tudes 144
Jess Gmez, ''Don Quijote y el dilogo de la novela", Anafes Cervannos,
runies et presentes par Augustin Redondo, Pars: Publications de la Sorbonne,
XXVII! (1989), p. 36. Vase tambin la p. 43 y el libro del mismo autor El dilogo en
1988, pp. 207-213; Anthony J. Glose, "Characterization and Dialogue in Cervantes's
'Comedias en prosa'", Modern Language Review, 76 (1981), pp. 338-356. el Renacimiento espaflol, Madrid: Ctedra, 1988.
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est bien escondido en las pginas de la novela, controlara toda la as it is indicated early in the novel that he may be, but not because
obra, desde su comienzo [...] y sera el responsable ltimo de la 158
he does not keep his facts straight".
obra". Aparece en 1, 8 y 1, 52, es omnisciente y el que cierra el La aplicacin de la terminologa narratolgica, en especial
esquema autonal de los autores ficticios del Quijote. 155 la derivada de los trabajos de Genette, al estudio del Quijote ha
Otros trabajos han abierto asimismo nuevas perspectivas sido llevada a cabo en fechas muy recientes por diversos
en el tratamtento de los narradores en el Quijote. As, por ejemplo, hispanistas. En efecto, Gerard Genette diferenciaba (en rpida
Juan Bautista. Avalle-Arce propone un narrador "infidente" que sntesis) varios niveles en la narracin: un nivel bsico o primario
aparece por pnmera vez en el Quijote de 1615. Para ello parte de (diegtico o intradiegtico ), que es el de los hechos relatados; un
lo que dice Sansn Carrasco en 11, 4 a Don Quijote, donde el segundo (extradiegtico), esto es, el contexto en el que se narra la
narrador acaba diciendo: "[ ... ] Todo lo prometi Carrasco". Pero historia; y un tercero (metadiegtico), que es el de los hechos
luego no cumple su palabra: "Por primera vez en los anales de la relatados por un personaje de la propia narracin. James Parr ha
novelstica, nos hallamos ante el caso de un narrador infidente del aplicado dichos conceptos al Quijote en diversos trabajos. As, por
que no se puede fiar el lector, cultismo creado por m para ejemplo, ha llamado la atencin sobre cmo en aquellos elementos
corresponder al tecmctsmo usado por los crticos ingleses y que la critica narratolgica de ltima hora denomina paratexto
norteamencanos del unrefable narrator [... ] El narrador infidente es (prlogos, dedicatoria, tasa, fe de erratas, poesas preliminares,
un artificio n~r;;,tivo inv~ntado por Cervantes, si bien no prospera epgrafes, etc.) del Quijote, tambin se pueden encontrar rasgos
en su epoca . Esta tecmca del narrador infidente ser utilizada que ayuden a formar una imagen adecuada del autor y que
adems con frecuencia en la novela moderna (Borges, gata permitirian acaso diferenciar entre los captulos posiblemente
Chnslie ... ). Cervantes, pues, una vez ms se puede considerar 159
asignados a Cervantes y los que corresponden a Cide Hamete.
como pionero: "la tcnica del narrador infidente se introduce en la Jos Mara Paz Gago, por su parte, rechaza Jos anlisis de todos
urdimbre de la novela moderna por obra y gracia de Cervantes el los que han tratado antes que l la cuestin de los narradores en el
creador, de esa norma, desde luego". 157 Ahora bien, no creo que Quijote y propone un nuevo tipo de narrador que califica, utilizando
haya que acudw a esa ctta sobre Sansn Carrasco para sealar terminologa de G. Genette, como extradiegtico-heterodiegtico
que el__ narrador es muy poco de fiar: quien lleva el peso de la primario, que est por encima de todos Jos dems. Adems,
narracton o, al menos, el nico del que sabemos su nombre es clasifica las novelas intercaladas de acuerdo igualmente con tal
Cide Hamete, moro, y como tal, por principio, mentiroso. Sobre,ello terminologa: hay dos clases, las del tipo homodiegtico simple y
ya llam la atencin en 1976 J. J. Allen, quien le define con el
mismo trmino ingls, "unreliable narrator", que A valle-Arce traduce
como "narrador infidente": "Cide Hamete is an unreliable narrator,
1511
J. J. Allen, 'The Narrators, the Reader and Don QUijote", Modern Language
Notes, 91 (1976), p. 203.
159
Vid. James A. Parr, "Extrafictional Point of View in Don Quijote", Donald W.
Bleznick (ed.), Studies on "Don Quijote~ and Other Cervantine Worl<s, York, South
155 'rd S F . Carolina: University of Cincinnati Press, 1984, pp. 20-30. Tngase presente
vi .. an 1ago emandez Mosquera, "Los autores ficticios del Quijote", Anales
Cervanlmos, XXIV (1986), pp. 56-63. asimismo el artculo de John G. Weiger, "The Prologuist: The Extratextual Authorial
156 J B . l Voice in Don Quixote", BHS, LXV (1988}, pp. 129~39. Este trabajo se puede
uan. aut1sta A va le ~~~ "El bachiller Sansn Carrasco", Actas del/! Coloquio encontrar asimismo, desarrollado y aumentado, en el libro del mismo autor In the
lnternacronal de la AsocJaCJon de Cervantistas, Barcelona: Anthropos, 1991, p. 23.
Margns of Cervantes, Hanover and London: University Press of New England,
El profesor Aval!e-Arce ha repetido estas ideas en sus artculos "Cervantes y el 1988. Vid. cap. 11, "Prologues and Prologuists", pp. 15-45; James A Parr ''Don
l'_larrador infidente", Oicenda, 7 {1988), pp. 163-172, y "Las voces del narrador''
Quixote": An Anatomy of a Subversive Discourse, Newark, Delaware: Juan de la
lnsu/a, 538 (octubre, 1991), pp. 4-6. '
157 Cuesta Hispanic Monographs. 1988, y "Narracin y transgresin en el Quijote", en
Juan Bautista A valle-Arce, 'Cervantes y el narrador infidente" Dicenda 7 (1988) su libro Confrontaciones calladas: el crtico frente al clsco, Madrid; Orgenes, 1990,
p. 169. ' ' '
pp. 107-126.
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JOS MONTERO REGUERA EL QUIJOTE DURANTE CUATRO SIGLOS
las que presentan narradores intradiegticos autodiegticos. 160 La rio Internacional sobre Literatura Espaola y Edad de Oro, que se
aplicacin de la terminologa narratolgica ha supuesto, por un celebr en la primavera de 1989 en la Universidad Autnoma de
lado, la multiplicacin de narradores en el Quijote, a la par que, por Madrid, tuvo como ttulo general El erotismo y la literatura clsica
otro, la utilizacin de una jerga presuntamente cientfica que impide espaola; y, dos aos ms tarde, en noviembre y diciembre de
a veces al que no est muy familiarizado con dicha terminologa 1991, se celebr en Montilla el coloquio El erotismo y la brujera en
entender lo que se dice. Supone, a veces, no comprender el juego Cervantes (vase ahora en el volumen XII, 2, fall, 1992 de la revis-
1ron1co cervantino que se esconde detrs de los diversos ta Cervantes). Se pas, pues, de un periodo en el que estos temas
narradores: muchas veces no se tiene certeza de quin es el que se consideraban casi como tab, a otro en el que no slo se han
est narrando, quin es el que en realidad realiza en un momento puesto de moda, sino que han dado lugar a anlisis o interpreta-
determinado tal labor? Los esquemas que se han propuesto slo ciones de la obra cervantina que se alejan demasiado del propio
funcionan en un plano terico, tal como muy bien ha puesto de texto y, adems, no siempre ayudan a entender lo escrito por el
relieve Santiago Fernndez Mosquera. No creo, en fin, que propio autor. Monique Joly se ha referido, con certeras palabras, a
Cervantes se preocupara especialmente por la figura de Cide este "movimiento a raz del cual se haba puesto de moda hablar
Hamete en el Quijote de 1605, como tampoco por discernir de realidades cuya existencia ni siquiera se reconoca, unos dece-
claramente entre unos y otros narradores: a menudo de un juego nios antes, en los ambientes acadmicos en los que se estaba
que, a la vez, le permita parodiar rasgos caractersticos de la ahora promoviendo su estudio. Confieso que consideraba el impul-
novela de caballeras y distanciarse irnicamente l mismo de la so que favoreca a este tema de estudio tan cuestionable como la
narracin, proporcionando mayor autonoma a sus propios ceguera o la mojigatera de la poca anterior. Fue por eso [... ] un
personajes. En el Quijote de 1615 desarroll y explot las motivo de satisfaccin escuchar de labios de una persona tan auto-
posibilidades de ese juego de narradores y el personaje de Cide rizada como el profesor Jammes unas reservas parecidas a las
Hamete, bien por influencia del Quijote de Avellaneda, bien por su mas, al referirse a la ceguera y a los excesos que en sentido in-
propia experiencia de novelista. Pero lo que surgi en la mente de verso se haban cometido, como los Escilas y Caribdis de la inves-
su creador como un juego no ha de convertirse en una interminable tigacin en este delicado terreno".
161
En este sentido, los trabajos
lista de posibles narradores que se puede aumentar con facilidad, del investigador francs Ren Girard abrieron un campo de estudio
ni en una jerga ininteligible, que, a la postre, no ayuda a resolver sobre el Quijote por el que han seguido diversos hispamstas. En
nada.
efecto, en libros como Mesonge romantique el vrit romanesque
162
o La violence et le sacr, entre otros, desarrolla una teora del
deseo como mvil bsico de las obras literarias, que no duda en
Amor y erotismo: nuevas perspectivas aplicar al Quijote. Esta manera de estudiar la novela cervantina ha
tenido diversos seguidores; quizs el principal de ellos sea Ces-
reo Bandera, que ha dedicado un libro entero, Mimesis conflictiva
Recientemente, se ha producido una relectura de los tex-
(Madrid: Gredas, 1975), a desarrollar las teoras de Girard y apli-
tos auriseculares partiendo del anlisis de la presencia de la mujer
en aquellos, que ha abierto nuevos modos de interpretartos. As ha
sucedido tambin con el Quijote, al que se han dedicado una anto-
161
loga publicada en 1981 con el ttulo Amor y sexo en Cervantes Menique Joly, "Erotismo y marginacin social en la novela cervantina",
Cervantes, XII. 2 (1992), p. 8.
(Madrid: Altalena, 1981) y, al menos, dos congresos: el IX Semina- 162
Ren Girard, Mesonge romantque et vrit romanesque, Pars: Grasset, 1961,
traduccin espaola por Guillermo Sucre bajo el ttulo Mentra romntica y verdad
novelesca, Caracas: Universidad Central de Venezuela, 1963; La violence et fe
Vid. Jos Mara Paz Gago, "El Quijote: narrato!oga", Anthropos, 98~99 (1989),
160
sacr, Pars: Grasset, 1972. Ver finalmente Des choses caches depus de fa
pp. 43-49, Y su co!ectnea Semca del "Quijote". Teora y prctica de la ficcin
narrativa, Amsterdam~Atlanta: Rodopi, 1995. fondation du Monde, Paris: Grasset & Fasquelle, 1978; y Le bouc missare, Pars:
Grasset & Fasque!le, 1982.
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Jost:: MONTERO REGUERA EL QUIJOTE DURANTE CUATRO SIGLOS
carlas a episodios concretos del Quijote. El libro, desencadenador con ejemplos extrados del Quijote de 1605. El primero de ellos s~
de una intensa polmica, lleva prlogo del propio Ren Girard. En puede observar en las diversas escenas en las ventas, en el epi-
esta misma lnea, Louis Combe! ha expuesto su idea de la existen- sodio de Rocinante con las yeguas (1, 15), etc. Y, Junto a este ero-
cia en toda la obra cervantina de un principio estnucturante de raz tismo burlesco, "hay en el Quijote, fuera ya de este universo
psicolgica. Este principio, que presenta un carcter esencialmente pardico, un momento de intensa y autntica fruicin sensual, que
masoquista, estara en la base de las motivaciones de los persona- corresponde con la aparicin de Dorotea (1, 28). El marco es el de
jes que aparecen no ya slo en el Quijote, sino en toda la produc- la sierra, o sea, el de esa Naturaleza que permite liberarse de las
163
cin cervantina. Su libro, sin embargo, acaba convirtindose en coerciones impuestas por la vida social" (p. 264). Monique Joly ha
un catlogo de los tipos de mujeres que se pueden encontrar en estudiado en dos ocasiones aspectos distintos de la presencia de
las obras referidas (la mujer violenta, cruel, sdica, decidida, activa, la mujer en la novela cervantina. En el primero de estos trabajos
inteligente ... ); de los tipos de relaciones sexuales que presumible- muestra omo los personajes femeninos son caracterizados Y pre-
mente sostienen los diferentes personajes (masoquismo, efebismo, sentados en funcin de la verosimilitud y decoro de la obra. Con
comportamientos fetichistas y homosexuales); de los tipos de refu- estas premisas analiza agudamente la aparicin en la obra de
gio que buscan los mismos personajes (locura, melancola, esca- algunos personajes femeninos: la esposa de don D1ego de Miranda
pismo, viajes, peregrinaciones, carnaval, mendicidad ... ); etc. (11, 18), las mujeres que aparecen en casa de don A~tomo More~o
Intenta asimismo utilizar algunos elementos de la biografa de Cer- (11, 62), el personaje de Altisidora (11, 69), etc. En art1culo postenor
vantes que ayuden a explicar este principio psicoestructurante. cambia de perspectiva y analiza muy detalladamente un aspecto
Pero, bien por falta de datos concretos (como es sabido, periodos de la caracterizacin de Sancho Panza, en concreto, el que se
grandes de la vida de Cervantes estn todava por conocerse con relaciona con su posible capacidad sexual, limitada slo al terreno
detalle), bien por interpretaciones muy alejadas de los propios do- de las palabras. En efecto, tomando como punto de partida las
cumentos, en mi opinin, el propsito de Combe! se queda en eso, palabras, llenas de connotaciones erticas, proferidas. por_ este
en un propsito. personaje en la casa de don Antonio Moreno, tras la exh1b1c1on de
Otros trabajos se han acercado a la cuestin desde una baile de Don Quijote ("Si hubirades de zapatear, yo supliera vues-
perspectiva histrico-filolgica, como Agustn Redondo, quien ha tra falta, que zapateo como un girifalte; pero en lo del danzar, no
recordado uno de los motivos fundamentales de la aparicin del doy puntada", 11, 62,), la profesora Joly expone su hiptesis, segn
erotismo en esta obra cervantina: el Quijote, en primer lugar, es la cual Sancho es incapaz sexualmente. Tal rasgo esta ya presen-
una parodia de los libros de caballeras, obras donde aparecen te, al menos, desde el captulo vigsimo octavo de la primera parte
muchos pasajes, situaciones, motivos y episodios de carcter er- del Quijote. 165 Alfredo Baras Escol profundiza en las posibles
tico. En consecuencia, es un elemento que, lgicamente, ha de connotaciones erticas del nombre Quijote a traves de sus diver-
aparecer por fuerza en esta novela de Cervantes. Y el erotismo, en sas variantes (Quexada, Quijada, Quesana, etc.) y los valores
opinin del profesor Redondo, se muestra de dos modos: uno posibles del sufijo -ote. 166 Finalmente, Jacques Joset ensaya una
"primero, burlesco y ampliamente dominante, y el segundo, natural posible justificacin de la casi total ausencia de la fam11ia de don
y agradable, pero ocasiona1".
164
Se examinan ambos, pero slo Quijote. sta se explica, tal como Juan Bautista A valle-Arce Y An-
tonio Rey Hazas han expuesto ya acertadamente, en funcin de la
propia teora literaria cervantina, que tiene en la libertad ~u pnnc1p10
163
Vd. Cervantes ou les incertitudes du dsir. Une approche psychoestructurale de fundamentaL Dice Joset: "Cervantes ubica a don QuiJOte en un
/'oeuvre de Cervantes, Lyon: Presses Universitaires de la France, 1980. A este
principio de carcter masoquista ya hacia referencia, siquiera de pasada, Ren
Girard en e! prlogo al libro de Cesreo Bandera, ob. cit., p. 1O.
164
Agustn Redondo, "Las dos caras del erotismo en la primera parte del Quijote",
165Vese su monografa ya citada, tudes sur Don Quichotte, pp. 165 Y ss.
Edad de Oro, IX (1990), p. 253; Este trabajo se ha incorporado al libro Otra manera 166Sobre estas cuestiones sigue siendo fundamental el libro de ngel Rosenblat, La
de leer el Quijote, Madrid: Castalia, 1997. lengua del "Quijote", Madrid: Gredas, 1971.
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JOS MONTERO REGUERA
EL QU/JOTEDURANTE CUATRO SIGLOS
espado de libertad literaria casi sin lmites [...] La ocultacin de la ambiente cultural (el de las novelas de caballeras) en el que se
fam1ha pertenece, pues, al proyecto cervantino de contar la vida de inserta el personaje.
170
En esta linea de anlisis, John G. Weiger
un individuo". 167
ha estudiado, utilizando las teoras sobre la personalidad de Carl
. Otra linea de investigacin propone estudiar los persona- G. Jung, el proceso de individuacin que, a su parecer, tiene lugar
jes del Quijote como si de personas reales se tratara. stos, por en el personaje de Don Quijote, hasta que ste se hace consciente
tanto, son susceptibles de analizarse a la luz de la psicologa mo- de si mismo. Se trata, en definitiva, de desarrollar el conocido tema
derna, en algunas de sus posibles vertientes: psicoanlisis freudia- cervantino "cada uno es hijo de sus obras", que es analizado aqui
no, psicologa americana del ego, teoras de Jung, etc. Carroll B. con elementos procedentes de ciertas ramas de la psicologa mo-
Johnson, quizs el ms destacado exponente de esta manera de derna.171 Como he indicado antes, ha sido Carroll B. Johnson,
analizar la obra cervantina, as lo proclama: "... this work's basic profesor de la Universidad de California, el que de manera ms
a~sthetic criterion is that of verosimilitude, circumstantial and espe- destacada ha efectuado este tipc de acercamiento al Quijote, en
Cially psych1c. lt means that the characters it portrays think and act trabajos en los que utiliza no slo las teoras de Freud, sino estu-
as real people think and act, that their behavior, like ours, is overde- dios ms recientes de la psicologa americana del ego, en particu-
termined -that is, it responds to both conscious and unconscious lar aquellos que tratan de la crisis de madurez en los hombres. Con
motivation simultaneously- that they are sensitive as we are to ellos ha conformado un cuerpo de exgesis sobre el Quijote serio,
life's pressures and mount unconscious defenses ro' deal with th~m bien sustentado, pero muy discutido y pclmico. En el principal de
and that their 'characters' are in par! the result of the particular kind~ estos trabajos, su libro Madness and Lust, considera a Don Quijote
of defenses lo which they typically have recourse". 168 Este tipo de como si de una persona real de nuestra poca se tratara: un hom-
lectura del Quijote tiene un lejano precedente en la conocida Gua bre en la crisis de los cincuenta aos. Johnson, pues, caracteriza
de/lector del "Quijote", de Salvador de Madariaga, donde, en efec- esta crisis y la aplica a nuestro personaje, el cual, de acuerdo con
to, se realizaban consideraciones de carcter psicolog' ico sobre los la hiptesis sugerida por el critico, se lanza a leer libros de caballe-
personajes . de 1a novela cervantina. 169 Otros antecedentes de esta
ras debido a que su vida es triste y aburrida y necesita escapar
clase de anlisis pueden encontrarse tambin en algunas de las hacia un mundo de sexo y violencia para permanecer sano. Don
obras de Ren Girard y en el conocido libro de Marthe Robert Quijote no se vuelve loco por los libros, lee los libros en un esfuer-
L'ancen el le nouveau. De "Don Quichotte" a Franz Kafka (Pars: zo por no volverse loco; huye de su casa no en busca de Aldonza
Grasset, 1g62), en el que haba expuesto su teora de que hay dos Lorenzo, sino por huir de su sobrina, de quien est enamorado en
clases de novelas: las que pertenecen al tipo del nio expsito, y secreto. Don Quijote se mueve, pues, entre la atraccin hacia las
las que pertenecen al tipo del nio bastardo. El Quijote, para Ro- mujeres y el terror que al mismo tiempo le producen. A la luz de
bert, ha de ser incluido en el primero de ellos, pues el protagonista estas premisas se analizan los diversos encuentros de este perso-
pnnc1pal deambula pcr un mbito geogrfico anacrnico con el naje con personajes femeninos: Marcela, la hija del ventero, Doro-
167
Jacques Joset, "De la familia de don Quijote y de la sobrina de ste o 'Fami!les 170
Sobre estos autores y, en general, la coniente psicoanaltica aplicada a las obras
je vous hais!'", Actas del// Coloquio Internacional de la Asociacin de Cervantistas'
Barcelona:Anthropos, 1991, p.132. ' literarias con referencias concretas al Quijote, puede verse el breve artculo de Jos
Romera Castillo, "Don Quijote como alter ego de Cervantes, Cetvantes, su obra y
'"'e
. arroU B. Johnson, Madness and Lust A Psychoanalitical Approach to "Don su mundo, ed. Manuel Criado de Val, Madrid: Edi~6, 1981, pp. 493-499. Asimismo
Qwxote", Berkeley: University of California Press, 1983, p. 197.
Len Grimberg y Juan Francisco Rodrguez ("La influencia de Cervantes sobre el
Este libr~ d~;a de 1~23 y _ne~a co~o-~ignfficativo subtitulo "Ensayo psicolgico
169
futuro creador del psicoanlisis", ACer, XXV-XXVI [1987-1988], pp. 157-174), y E. C.
sobre el Quijote (maneJo la sept1ma ed1c!on, Buenos Aires: Editorial Sudamericana Riley ("Cervantes y Freud", nsula, 538 [octubre, 1991], pp. 34-35) han llamado la
1972). La traduccin al ingls lleva por ttulo "Don Quxote': An lntroductory Essay ~ atencin sobre la posible importancia e influjo de la lectura de algunas obras
Psychology, Oxford: Clarendon Press, 1961, 2a ed. revisada. Precisamente ha sido cervantinas por Freud en la elaboracin de su teora del psicoanlisis.
en Jos paises ~~glosajones donde este tipo de anlisis ha tenido (y sigue ~niendo) 171
John G. Weger, The Jndiv1duated Seff: Cetvantes and the Emergence of the
mayor aceptac1on.
Individual, Athens: Ohio Universty Press, 1979, p. 28.
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Jost: MONTERO REGUERA EL QUIJOTE DURANTE CUATRO SIGLOS
tea, Doa Rodrguez, y Altisidora, quien, segn Johnson, resuelve Saffar estudia elementos que se asocian inconscientemente con lo
173
el problema a Don Quijote. En el libro citado y en un trabajo poste- femenino: el agua, la cueva, la noche, etc. Al ao siguiente, en
nor, aplica estas consideraciones a otros personajes de la novela 1984, Ruth El Saffar publica un extenso libro en el que pretende
llegand? a la conclusin de que es la sexualidad de los personaje~ llevar a cabo una nueva interpretacin general de toda la obra
la que los define como 1nd1V1duales y los hace interesantes para cervantina, ahora desde una perspectiva diferente a la empleada
nosotros ""2N . resaltar, lo arriesgado de estas hip- 174 175
. o es necesano unos aos antes. En efecto, en Novel to Romance haba pos-
~esls, que han dado lugar a op1mones encontradas: es posible se- tulado una evolucin consciente en Cervantes desde la forma na-
nalar reparos tanto de carcter general (consideracin de los rrativa que la critica anglosajona denomina novela hacia el
personaje~ come si fueran personas de carne y hueso; validez de romance. Esta hiptesis fue en su momento rechazada, entre otros
la apl1cac1on d~ cntenos o mtodos de anlisis de nuestra poca a motivos, porque el primer libro de Cervantes, La Galatea, es, evi-
mome~tos h1stoncos en que se desconocan, etc.); como de carc- dentemente, un romance en el sentido anglosajn del trmino. En
ter mas concreto (utilizar determinados elementos que pueden Beyond the Fiction Ruth El Saffar acude a otros parmetros para
favorecer la refenda interpretacin dejando de lado otros que posi- considerar las cuatro novelas largas de Cervantes como un todo
blemente la pu~dan anular o contrarrestar; en 1600 una persona que evoluciona desde la primera de ellas, hasta que alcanza su
de Cincuenta anos no se encuentra como ahora en la mitad de la plenitud en el Persiles. La obra cervantina se considera ahora co-
VIda, -~1no que es verdaderamente un anciano; etc.). Es de justicia mo un proceso de depuracin que comienza en La Ga/atea y cul-
tamb1en r8ilerar la seriedad y rigor mostrados por el profesor John- mina en el Persiles. A lo largo de este proceso, Cervantes ha ido
son, qUien ya adverta sobre la posible acogida de este tipo de puliendo sucesivamente aquellos elementos (estilo, narracin,
trabaJos: "1 do not expect this book to be received with enthusiasm descuidos, etc.) que consideraba desacertados, a la par que se
by most of my fellow Hispanists. 1 ask only that it be received with produce una evolucin progresiva en el tratamiento de la mujer.
an open mind and taken as seriously as 1 have attempted to take Conforme se pasa de una obra a otra, los personajes masculinos
Cervantes and Don Quixote" (p. 9). modifican paulatinamente su concepto de la mujer, hasta que, en el
Partiendo igualmente de la premisa de considerar a los Persiles, llegan a aceptarla por completo. Esta obra pstuma de
protagonistas de la novela cervantina como si se tratase de perso- Cervantes se convierte as, en el parecer de la profesora El Saffar,
nas reales, Ruth El Saffar ha elaborado numerosos trabajos sobre en la culminacin de todo este proceso y, por tanto, de toda la
el Quyote y otras obras cervantinas, pero ampliando la perspectiva. carrera literaria cervantina. Ahora bien, resulta difcil considerar el
En efecto, la h1spamsta norteamericana combina en sus trabajos Persiles como culminacin de la carrera literaria de Cervantes. As
ideas que proceden de estudios sobre la presencia de la mujer y el sucede, en efecto, porque, como ha puesto de relieve la crtica ms
erotismo en Cervantes -Ren Girard, psicoanlisis en sus distintas autorizada al respecto, se trata de una obra compuesta en diversos
v~rt1entes (Freud, Jung, Lacan), psicologa americana del ego, momentos de la vida de su autor y, por tanto, con elementos que
cnt1ca fem1msta de ltima hora ... -, con otros de corte ms clsico pueden encontrarse en el resto de sus obras. De igual forma, creo
(Northrop Fry~, Edward C. Riley, Alban K. Forcione) que abogan que para buscar un nexo comn a toda la labor literaria cervantina
por la aplicac1on de la dicotoma romance 1 novela a la obra cervan- -si es que esto es posible- habra que dirigirse a terrenos que a su
tina. Forma con ellos, de manera similar a como suceda con los de autor si le preocupaban realmente (y de qu manera!), como, por
Carroll B. Johnson, un cuerpo de exgesis de la novela cervantina
serio, pero discutible por su excesivo alejamiento a veces del texto 173
Ruth El Saffar, "Fiction and Androgyne in the Works of Cervantes", Cervantes, 111,
del Quijote. As, en un artculo aparecido en 1983, anticipo de al- 1 (1983), pp. 47 y49.
gunos aspectos desarrollados luego en su libro Beyond Fiction, El 174
Ruth El Saffar, Beyond Fiction. The Recovery of Feminine in the Novels of
Cervantes, Berkeley: University of California Press, 1984.
175
172 Ruth El Saffar, Novel to Romance, Baltimore: Johns Hopkins University Press,
Carro!! B. Johnson, "La sexualidad en el Quijote", Edad de Oro, IX (1990), p. 136. 1974.
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JOS MONTERO REGUERA EL QUIJOTE DURANTE CUATRO SIGLOS
ejemplo, el de la teora literaria; pero no en motivaciones del sub- sucesivas revisiones y puestas al da, supone la octava: todo un
censciente cuya aplicacin a las obras literarias, el Quijote en parti- xito para un libro de estas caractersticas. Est compuesto de
cular, no siempre es provechosa. No acaban ah las aportaciones cuatro partes, que van de lo general a lo particular; l~s dos ~.rime
de la cervantista norteamericana, bruscamente truncadas por su ras ("Los libros de caballeras", "Cervantes: vtda y literatura ) en-
repentino fallecimiento, entre las que destace el libro que edit con marcan adecuadamente el contexto literario y personal que permtte
Diana de Armas Wilson, Quixotic Desire. Psychoanalytic Perspecti- entender mejor la lectura del Quijote que sigue el mismo orden en
ves on Cervantes (lthaca and London: Comell University Press, que se desarrollan las aventuras de la pareja prot~gonista. El libr~
1993), cen aportaciones de diverso alcance a cargo de Anthony se cierra con un capitulo muy interesante sobre El cervantismo
Cascardi, Anne Cruz, Paul Julian Smith y Maurice Molho, entre que, si bien es el que acusa ms el paso del. tiempo, afronta una
otros. posible definicin del trmtno -no stempre fact':-: para luego ~xpo
ner los principales hitos de este "gnero exeget1ce de las mas di-
versas y curiosas modalidades [... ] en el que han entrado to~a
clase de escritores, eruditos y aficionados, desde las mentes m~s
Los ltimos comentarios al Quijote preclaras de la crtica literaria hasta los chiflados y deme~tes mas
insospechados" (p. 258). El manual sigue .prestando su uh!tdad, no
La tradicin de cementaras al Quijote iniciada en el ltimo slo como incitacin a la lectura del Quijote, stno tambten como
tercio del siglo XVIII ha llegado a nuestro das siguiendo un plan- ayuda para desentraar mejor algunos aspectos de la .novela es-
teamiento similar al de pocas precedentes, a travs de trabajos en paola ms universal. Aspectos estos que hacen todavta vtgentes
los que se unen la edicin del texto y su comentario: es el caso, unas ya lejanas palabras de Dmaso Alonso .~obre el trabao de
con propsitos y alcance muy distintos (cemo ya se vio), de las Martn de Riquer: "Este libro, que por su prectston y nqueza puede
ediciones de Vicente Gaos, y del Instituto Cervantes dirigida por ser muy til aun para los que se han preocupado por los problemas
Francisce Rico; pero tambin se ha mostrado en forma de libros cervantinos, lo es tambin, ante todo, para los que lleguen a la
independientes de una edicin del Quijote, concebidos ahora cemo lectura sin ms preparacin que su inteligencia y su deseo de ce-
textos de carcter general o introductorio, en el estilo de lo que nacimiento".
podra denominarse Guia de lectura, cuyo xito ha sido, es, muy El libro de Peter Russell (Cervantes, Oxford: Oxford
significativo. University Press, 1985) es breve -116 pginas en formato
Son muchos Jos ejemplos de este tipo de cementarios; me pequeo-, pero sirve de excelente introduccin para aquellos que
centrar sin embargo en unos paces, aquellos que me parecen ven el Quijote ante todo como una obra cemtca, o, cemo dtce el
ms sugestivos, cempletos y ofrecen puntos de vista novedosos. propio Russell en cenocido articulo, "Don Quixote as Funny Book".
El libro ya clsico de Martn de Riquer sobre el Quijote (la Aunque lleva el titulo general Cervantes, se refiere sobre todo al
primera, en verdad, de las guas de lectura rigurosas de esta obra), Quijote, cen el fin de mostrar la manera en que esta obr~ se h~
que ha sido til a generaciones de estudiosos de Cervantes, se convertido en la famosa novela que es hoy. Su tntroduccton esta
concibi inicialmente para alumnos de bachillerato, pero se ha dirigida asimismo a un pblico de "English speaking readers with
convertido en uno de los instrumentos de consulta sobre la novela no special interest in Spanish literature generally" (p. 1), pero
cervantina ms reiteradamente utilizado, a la par que se censtituye resulta tambin valiosa para otros tipos de lectores. Dos premisas
en una obra pionera, que anticipa los comentarios que en los aos fundamentan su interpretacin de la obra: Don Quijote es,
ochenta y noventa del siglo XX han ensayado otros crticos ya primeramente, una parodia de los libros de caballeras; adems,
enumerados antes. La primera versin data de 1960 (Cervantes y propone la distincin entre novela y romance e~bozada. por Clara
el Quijote, Barcelona: Teide ); la ltima (incluida en la miscelnea Reeve en 1785, para comprender mejor por que el Quijote puede
Para leer a Cervantes, Barcelona: Cuaderns Crema, 2003), tras ser definido como la primera novela moderna. Russell, pues, se
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alinea claramente dentro de una linea de interpretacin del Quijote cervantina y su importancia (pp. 34-37). Muestra, por otra parte, de
muy cara al hispanismo ingls. Los dos captulos iniciales ("A manera breve, alguna de sus originalidades con respecto a los
D1sappo1nted Warnor: lntroducing Cervantes", "Poet and Dramatist: modelos que parodi, en concreto lo novedoso de los largos
The Roads of La Mancha") se dedican a trazar la biografa de dilogos que amo y escudero sostienen. En los dos captulos
Cervantes. Russell los justifica de acuerdo con su idea de que la siguientes {cap. IV, "What Happens in Don Quixote: Part 1" y "What
relacin entre vida y obra es fundamental para comprender mejor Happens in Don Quixote: Par! 11") Russell describe breve,
el Quijote. Cervantes se nos presenta entonces como el soldado superficialmente, los principales acontecimientos que se suceden
desengaado que, despus de servir heroicamente a su patria en en la obra, pero sin la ms mnima discusin. Echamos de menos,
la carrera militar durante once aos, no recibe a su vuelta, tras la en este sentido, siquiera una referencia a la importancia y
dura experiencia del cautiverio, ms que incomprensin y significacin, por ejemplo, de las poesas preliminares; una
problemas continuados con la Administracin. Las consideraciones discusin ms detallada de aquellos episodios donde se abordan
que hace son breves y muy generales: nacimiento, educacin, cuestiones de teora literaria, o sobre las interpolaciones... Me
experiencia italiana, experiencia militar, su obra literaria... En parece muy bien definido, en cambio, el personaje de Sancho
ocasiones la generalizacin es excesiva: Cervantes es un hombre Panza, al que dedica inteligentes pginas (pp. 44-45 y 55), con
dotado para la prosa nica y exclusivamente, y nada ms (p. 13); atencin especial a su posible evolucin segn la obra avanza; y
siguiendo a Menndez Pelayo le califica como poeta mediocre (p. las diferencias que observa entre los dos Quijotes, si bien "it can
17), cuando, por ejemplo, los propios contemporneos le hardly be said that any of these changes are not potentially present
consideraban como un excelente autor de romances, y estudios in Part 1" (p. 72). Por otra parte, la lectura que hace de los diversos
ms cercanos han mostrado el valor de la poesa cervantina. Por episodios est influida deterrninantemente por su interpretacin
otra parte, Russell se apega demasiado a las obras literarias de general del Quijote como obra cmica. Slo dos ejemplos: el
Cervantes para justificar o ejemplificar la vida de nuestro autor, lo caballero del verde gabn {pp. 59-61) y el episodio de la cueva de
cual le lleva a afirmaciones inexactas o que no se ajustan a la Montesinos (pp. 61-63). En el primer caso, Russell se muestra
realidad {vanse sus afirmaciones con respecto a Cervantes y la taxativo: "Don Diego has sometimes been thought to represen!
universidad, la influencia de Italia en nuestro autor, su experiencia Cervantes'ideal of a reasonable, middle-of-the-road Christian
como cautivo, o sobre el teatro). En todo caso, Russell se country gentleman, but any close reading of the text makes it clear
manifiesta como un crtico de los que el hispanismo anglosajn ha that the veteran of Lepanto viewed with a satrica! eye his host's
dado en llamar "duros", que prefiere "the veredicts of his unadventurous and self-satisfied domestic" {p. 61 ). En el segundo
contemporaries, seconded as they are by the ironically honest caso se expresa de manera ms cauta, mostrando asimismo la
admissions of the author himself' {p. 23). Y este ltimo aspecto es interpretacin romntica posterior: ".. .it is hard to believe that
el hilo vertebrador del libro que ahora comentamos. De acuerdo Cervantes himself wrote the Cave of Montesinos episode with any
con su concepcin de la obra, analiza en el tercer captulo ("The other conscious intention !han that of ringing sorne highly original
Parodying of Chivalric Romance") en qu consiste la parodia changes on the comic !heme which dominates the book. lt would
quijotesca. Captulo claro, bien escrito, como en general todo el take the revolutionary alteration in the traditional relationship
libro, da una buena idea, en efecto, de lo que es este gnero between Don Quixote and his readers brought by Romanticism to
literario. El lector podr encontrar aqu una asequible y sencilla change, by interpreting them symbolically, that way of perceiving
definicin de la parodia aplicada al Quijote {"Don Quixote is, the meaning of these chapters" {p. 63).
structurally as well as thematically, a sustained parody of these La parte ms importante de este libro reside, a mi juicio, en
works. That is to say, Cervantes continually takes the traditional los captulos seis y siete, donde acude a diversos argumentos para
material from wich they are made and by displacing it from its ejemplificar y justificar an ms su lectura del Quijote "as funny
proper context into an ncongruous one, seeks to make it ridiculous" book". En el primero de ellos (''The Madness of Don Quixote"), se
{p. 29); y una discusin de las bases en que se asienta la parodia
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resalta la importancia que tiene la locura en toda la obra. Russell romntica en la exgesis cervantina posterior, que llega a influir
acude a tratados y a libros en general de la poca para saber lo incluso en traducciones, as como en los ms destacados crticos
que entonces se pensaba de la locura, y, as, diferenciar esta inter- cervantinos: Ortega, Castro, Unamuno. Completan el libro un cap-
pretacin contempornea de la posterior idealizacin que los ro- tulo breve de conclusiones, en el que Russell recoge y reafirma
mnticos realizaron de la locura quijotesca. Dedica atencin ideas expresadas en las pginas anteriores, a la par que expone
especial a Sancho (pp. 78-80), que es analizado como sabio-loco algunas consideraciones sobre el Quijote como la primera novela
en la misma lnea de lo que haba dicho sobre este personaje en moderna; y una bibliografa final para "further reading".
pginas anteriores. Y el segundo (cap. VIl, "Art Entwined with En la lnea del manual de Russell puede situarse el de
Laughter") viene a ser una defensa de la interpretacin del Quijote Anthony Glose (Miguel de Cervantes. Don Quixote, Cambridge:
antes sealada. Tras efectuar algunas breves observaciones sobre Cambridge University Press, 1990). En efecto, los trabajos anterio-
los posibles propsitos cervantinos al escribir el libro, sobre el uso res de Glose se han centrado en dos aspectos de la obra quijotes-
de la irona, y sobre la manera en que el libro fue recibido en Espa- ca: la interpretacin del Quijote "as a funny book" y la recepcin de
a, Francia e Inglaterra hasta 1750, Russell pasa al ncleo central la obra a lo largo de los siglos. Estos dos elementos vertebran
del captulo, donde acude de nuevo a diversos argumentos para igualmente el manual que ahora comento. As pues, mientras los
demostrar que el Quijote fue concebido como un libro para provo- dos captulos iniciales se refieren especialmente al primer asunto,
car risa. Se centra, concretamente, en cuestiones de estilo y len- si bien con un grado de discusin y anlisis mayor que en el ma-
gua que, segn Russell, estn al servicio de esa intencin cmica. nual de Russell, el tercero y ltimo se dedica a analizar la influencia
Cuatro rasgos de estilo van dirigidos a este propsito: la habilidad del Quijote en la novela moderna. El libro de Glose presenta la
del autor en el momento adecuado para sustituir una frase o una novedad de que no sigue una lectura lineal del Quijote, al estilo de
palabra esperadas por otra que vitaliza y dramatiza lo que all se la mayor parte de los comentarios que conozco, sino que prescinde
dice (pp. 88-9); la utilizacin de expresiones inesperadas en deter- de ese orden y utiliza tal o cual episodio en funcin del aspecto que
minados personajes para provocar efectos burlescos (p. 89); el uso quiere ejemplificar o estudiar con ms detalle. Con ello, el critico
de clichs de la lengua convenientemente cambiados, glosados o muestra un dominio abrumador del Quijote, que le permite, por
modificados de manera absurda (p. 90); y el manejo abundante de ejemplo, analizar la figura de Cide Hamete Benengeli con datos
la anttesis (pp. 90-1). Todos ellos son elementos que llevan a pertenecientes a trece captulos distintos (pp. 18-19), etc. Hay p-
Russell a sealar que "Language and Style, then, confirm that gina, en este sentido, en las que se incluyen citas o referencias de
Cervantes, when he wrote this book, was primarily concemed with casi una veintena de captulos (pp. 73, 84, etc.). Lo cual, por otra
creating a comic work on a epic scale. So it was certainly inter- parte, hace difcil a veces poder seguir la argumentacin de Glose
preted by European readers for a long time" (p. 92). Ahora bien, al que no est suficientemente familiarizado con el Quijote, o al que
esta interpretacin del Quijote fue cambiando de manera radical no tiene a mano una edicin de la novela. El manual, por ello, re-
con el paso del tiempo. La lectura cmica empez a ser sustituida quiere una lectura muy atenta y despaciosa. El primer captulo
hacia 1750 por la interpretacin simblica efectuada por los romn- ("Don Quixote's Premises, Structure and Major Themes"), de ca-
ticos alemanes. sta ha influido de manera decisiva en la crtica rcter muy general, se ocupa de analizar los aspectos ms impor-
cervantina de los siglos XIX y XX. Al proceso de cambio de una tantes de la obra, sus temas y principios fundamentales, resaltando
interpretacin hacia la otra dedica Russell su captulo octavo ("Don aquellos que tienen que ver con el estilo y las formas de narrar.
Quixote as Romantic Hero", pp. 94-102). ste proporciona un ade- Glose se muestra, por supuesto, partidario de leer el Quijote desde
cuado resumen de los puntos principales que los romnticos trans- el punto de vista de la historia intelectual o literaria, esto es, inter-
formaron en su nueva lectura del Quijote: sentido de la locura, pretar la obra tal como lo fue en la poca y, de acuerdo con esta
parodia de los libros de caballeras, posible autobiografa cervanti- premisa, "to offer a succint interpretation of sorne central features of
na, cualidades literarias, Dulcinea, etc. Presenta igualmente una Cervantes' narrative art in Don Quixote, which takes account of
breve muestra de la importancia e influencia de la interpretacin
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their complexity" (p. 3). Pasa revista entonces a los elementos 59-60). Lo mismo sucede con respecto a Sancho. Clase reforrnula
fundamentales de esta obra cervantina: la frmula burlesca inicial, la expresin de Salvador de Madariaga en los siguientes trminos:
la relacin con los libros de caballeras, tipo de parodia, anlisis "the Quixotiflcation and Teresification of Sancho and the Sanchifi-
detallado de lo cmico y satrico, tipos de episodios que componen caton of Panza. The process of change is determined by fugal
la primera parte y la segunda. Se observa una atencin especial repetition, that is, the transference of traits and themes from one
por aquellos asuntos que ms preocupan a Clase, a saber, la defi- character to another in a way that is partly independent of inftuence"
nicin del trmino parodia y aledaos (lo cmice, lo satrico, lo ir- (p. 71 ). Diversos ejemplos aclaran mejor la afirmacin de Clase
nico ... ). Destace a continuacin tres aspectos de este capitulo. (pp. 71-81). Anlisis detenido merece tambin la actitud de Don
Primeramente, el tipo de acercamiento biogrfico efectuado. Close Quijote hacia Dulcinea, con el propsito general de "to correct the
destaca la parte de la vida de Cervantes que atae a la publicacin errors of perspective whiclh lead us to regard the burlesque treat-
del Quijote -para el resto se puede censultar la til cronologa que ment of Don Quixote ... as incongrous with his character: i.e. as
inicia el volumen-, resaltando tres aspectos importantes: la reorien- being excesive and unmerited" (p. 88). Con ello pretende dos co-
tacin de la carrera literaria cervantina en torno a 1600, dejando de sas: "First, by examining how an importan! aspect of this character
lado el teatro y dirigiendo sus esfuerzos hacia la prosa de ficcin; la is built up, we can see that, despite its compelling aura of lifelike-
considerable cantidad de obras que Cervantes publica entre 1605 y ness, it rests on a basis of arbitrary artificiality which attests the
1616, explicable no slo por el xito obtenido con la primera parte primordial role of burlesque in Cervantes's conception of it... Se-
del Quijote o por rivalidades literarias, cemo argumenta Clase, sino condly, this cemic grotesqueness has a moral significance" (p. 89).
tambin por el hecho, para mi muy probable, de que Cervantes, Utiliza asimismo diversos episodios para ejemplificar tales asercio-
aunque no publicara apenas antes de 1605, tenia ya mucho escri- nes(/, 25; 1, 31; 11, 8-9; etc.). Se sirve con ms detalle de la aventu-
to; y un cierto recenocimiento social y literario que Cervantes de ra de la Cueva de Montesinos para analizar mejor la actitud de don
seguro obtuvo a partir de 1605 con el xito de su primer Quijote. En Quijote hacia Dulcinea, como tambin de otros textos cervantinos.
segundo lugar, el acertado planteamiento que hace de la cuestin En el tercer captulo ("Don Quixote as Landmark"), el profesor Cla-
de los diversos narradores que aparecen en la obra. Clase advierte se se ocupa de un tema al que ha dedicado ya varios trabajos. En
de los excesos de la crtica "narratolgica", que, en algunos casos, l muestra, breve pero convincentemente, cmo el Quijote ha in-
lleva el papel de Cide Hamete a exageraciones fuera de lugar: fluido de manera decisiva a lo largo de los siglos en el gnero de la
"Benengeli is the clownish persona wich Cervantes has assumed to novela. Para ello seala en primer lugar los temas cervantinos que
tell his story; his personality, apparently effacec, is omni-presenf' la posteridad ha tratado ms (el conflicto entre la imaginacin sub-
(p. 20). Finalmente, las numerosas pginas que dedica a analizar jetiva y el mundo real, y la relacin mimtica del arte con la vida),
el gnero de la parodia -trmino "too narrow", pero del que no se as cerno las posibles razones por las que el Quijote sigue desper-
puede prescindir al hablar del Quijote- , as cerno sus elementos tando una sin igual admiracin entre sus mltiples lectores: su
afines: irona, stira, comicidad. Sobre ellos volver tambin en el autor es "a supreme master of narrative, in all the forms and styles
captulo siguiente. Acompaa a estos anlisis buena ejemplifica- known to his age" (p. 111 ); a la vez que un maestro de los registros
cin cen episodios de la propia novela. La unidad de la novela se de la lengua y el estilo, perceptibles incluso en traduccin; el mane-
consigue fundamentalmente por la presencia de sus personajes jo tan variado que hace de lo cmico; el retrato de Don Quijote Y
principales, Don Quijote y Sancho, y los dilogos que ambos sos- Sancho, "the most importan! lesson of all" (p. 112); etc. En orden
tienen. Clase analiza a los dos en el segundo captulo ("The Perso- cronolgico estudia entonces las obras y autores que muestran
nalities of Quixote and Sancho"). De don Quijote se analiza ms palpablemente la huella cervantina. Tras una breve visin del
principalmente su carcter burlesco inicial. Close discute asimismo Quijote en el siglo XVII, analiza la visin neoclsica del siglo XVIII y
su posible evolucin psicolgica en la segunda parte. Sin negarla dos autores -Henry Fielding y Lawrence Sterne-- que muestran
de manera radical, se muestra partidario de que los elementos de una evidente dependencia con respecto a Cervantes en sus obras
esa posible evolucin se encuentran ya en el Quijote de 1605 (pp. Joseph Andrews (1749) y Tristram Shandy (1759). En el XIX, el
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Quijote de 1605, en la segunda hasta la llegada al palacio de los duque, que es incapaz de defender a doa Rodrguez por
duques y en la tercera el resto. En su anlisis se ocupa primordial- cuestiones monetarias (11, 48); el capitulo 36 de la segunda parte,
mente de lo que l denomina los elementos esenciales del Quijote donde el encantamiento y desencantamiento de Dulcinea "has
(pp. 4-5): la com1c1dad de la obra, cmo evolucionan los perso- become a gigantic parody of the institution of purgatory itseiF
naJeS, la h1stona de la regeneracin y rejuvenecimiento de un (p. 15); etc.
hidalgo de edad _';ladura, la historia de amor de don Quijote por Sin embargo, bastan tres lcidas pginas para
Dulc1nea, la relac1on am1stosa de caballero y escudero, "la historia proporcionar una buena idea de la importancia y significacin de
real sobre vida, creencias sociales, personajes y maneras en la esta obra maestra de la literatura universal ("The lmportance of !he
Espaa de. la poca de Cer:'antes" (p. 6), la historia caballeresca y Work'', pp. 19-21 ), que se mantiene vigente por encima de las
los proced1m1entos cervantinos para hacer ficcin dentro de la interpretaciones de que es objeto. Destaco sus razones _-tan
propia ficcin. No se encontrarn, en cambio, anlisis generales de brillantes como hondamente humanas, y por esto m1smo
la teora literaria cervantina, o captulo aparte sobre la recepcin de discutibles- para leer el Quijote: "The intuitions of a Cervantes, ora
la obra a travs de los siglos, etc. Shakespeare, ora Rabelais are as valid for us, and as productive in
Desconcertante es el libro de Carroll B. Johnson: junto our lives, as !hose of the most perceptive contemporary chromcler
a pginas de lcido anlisis del Quijote encontramos otras que of the high tech, high crime, high anxiety world we live in. This is the
lo mterpretan y estud1an de manera muy simplista para un ma- bes! reason of all to read Don Quixote: to learn about ourselves and
nual que pretende ser una introduccin general a esta obra. to explore our own humanity" (p. 21 ). Interesante es, asimismo, el
Don Quixote. The Quest for Modern Fiction (Boston: Twayne Pu- captulo tercero ("Critica! Reception"), en el que ofrece una senc1lla,
bhshers, 1990), se concibe, cervantinamente, desde la perspectiva pero precisa historia de la recepcin del Q~ijote a tra~s de los
del lector, ese lector que tiene plena libertad para interpretar la obra siglos. Con unas pocas pinceladas define la n!erpretac1on general
hterana desde una perspectiva u otra, segn sus propios gustos: "a hasta 1750; la crtica racionalista del XVIII; la simblica del XIX.
text can have many legitimate meanings" (p. 103). Muy ordenada es la visin de la crtica en el siglo XX: el idealismo Y
Se inicia el volumen de manera muy similar a otras sus variantes, representado, entre otros, por Miguel de Unamuno,
introducciones o guas de lectura: con una til cronologa y una Amrico Castro, Joaqun Casalduero y Salvador de Madariaga; la
contextualizacin histrica ("Historical Contexf'). La influencia de nueva interpretacin de Amrico Castro tras su exilio americano Y
Amenco Castro se hace evidente en estas pginas de Carroll B. sus continuadores (Francisco Mrquez Villanueva, Joseph
Johnson: El Quijote surge, por un lado, en una Espaa caracte- Silverman, el propio Johnson); el perspectivismo (Ortega, Manuel
rizada por una sociedad de castas Qudos, moros y cristianos) con Durn, A valle-Arce); el grupo "cautelar'' anglosajn (Russell, Clos_e,
numerosos problemas derivados del enfrentamiento entre esas Eisenberg); etc. De todo ello se deduce una importan!<; conclus1on
castas, y, por otro, como resultado de la lectura y asimilacin por que Johnson utilizar como estandarte de su manual: 1 ha~e tne~
parte de Cervantes de las doctrinas de Erasmo. La contextua- to suggest here that there is not and cannot be a s1ngle. corree!
lizacin histrica me parece simplista: todo se reduce a erasmismo interpretation of Don Quixote" (p. 32). Los cap1tulos s1gu1entes
y problemas de castas. El Quijote se interpreta, en este sentido, ("What Happens in Don Quixote 1 (1605)?" y "What Happens 1n
desde un punto de vista social: Cervantes ha utilizado estrategias Don Quixote 11 (1615)?"), contribuyen a producir de nuevo esa
diversas para poder decir lo que pensaba de la Espaa de su sensacin de desconcierto de la que hablaba al principio. En primer
poca en el Quijote. Johnson, pues, lee la novela de manera lugar se ha de notar, creo, la deuda con el manu~l de Russell: los
alegrica, como obra que refleja de manera soterrada las tensiones ttulos son prcticamente idnticos. Pero, ademas, poco o nada
sociales de la Espaa de 1600. La crtica es, como digo, a veces aportan a un mejor entendimiento del Quijote: se limitan a describir
demas1ado alegrica, dirigida siempre en un mismo sentido y, por muy superficialmente lo que sucede a lo largo de 1~. obra, con
ello, restnct1va. La sustenta en diversos episodios del Quijote: el alguna mnima apostilla crtica. Como es log1co tamb1en quedan
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definir en el primero lo que es la novela cervantina, mientras que modernidad del libro. Asimismo, acude a tratados del tiempo de
en los tres restantes examinar la manera en que la primera parte Cervantes para ver lo que los contemporneos entendan por tales
del. Quijote ense a los lectores de libros caballerescos, pastoriles trminos. Con Don Quijote Cervantes pretende crear un nuevo tipo
Y picarescos cmo modificar sus malos hbitos de lectura. de ficcin que desarrolla, perfecciona, acaso destruye?, la
Gilman se apoya en diversos autores y crticos literarios existente hasta entonces. Y en ello se muestra plenamente
de primera fila para ensayar en el captulo primero su definicin de consciente de lo que hace. Mucho se ha debatido, en efecto, sobre
novela: Stendhal, Ortega, Amrica Castro, Thorton Wilder ... la consciencia o inconsciencia de Cervantes al escribir su novela.
Asimismo, se hace necesario para Gilman distinguir los conceptos Gilman se muestra claro partidario de la plena consciencia del
de romance y novela, como sucede en la mayor parte de la crtica autor, idea esta que se convierte en uno de los axiomas del libro. Y
anglosajona reciente. Pero la caracterizacin que hace de ambos as, segn la conjetura de Gilman, la primera salida de don Quijote
es distinta de la ensayada, por ejemplo, por E. Riley: acude a la surge de la combinacin de motivos de la picaresca y de los libros
dicotoma de G. Simmel experiencia 1 aventura para caracterizar de caballeras, a resultas de la cual el mundo de Mateo Alemn,
novela y romance. Las buenas novelas, sin embargo, han de as como el de los libros de caballeras, queda reducido a
participar de ambos elementos. Esta dicotoma aventura 1 expe- caricatura. Ahora bien, esta stira de la primera salida (Gilman se
riencia, junto con la irona, sern los elementos fundamentales que muestra incluso partidario de la posibilidad de que fuera concebida
abran el camino de la novela moderna. Gilman los estudiar con como una novela independiente) tiene su fin. Hubiera sido de
ms detalle en el captulo siguiente, cuyo propsito es mostrar la especial inters conocer la opinin de Gilman sobre el
manera en que "las fronteras hermticas de la aventura fueron controvertido Entrems de los romances, del que no seala nada.
perforadas primero por lo que ahora llamamos experiencia". Para Qu hizo entonces Cervantes para continuar su libro?
ello distingue y analiza varios tipos de irona as como los dos Primeramente, cre a Sancho Panza, y, en segundo lugar,
modelos bsicos de narracin (interpolaciones, narracin lineal de introdujo el episodio pastoril de Maree/a y Grisstomo (1, 9),
los personajes). Sus consideraciones se acompaan de una pequea obra maestra que, adems de ser la respuesta cervantina
lectura ad hoc de los captulos 8, 9 y 20, desde perspectiva muy al juicio emitido sobre la Ga/atea en el escrutinio de los libros, crea
distinta a la de, por ejemplo, Michel Moner. Especial importancia todo un mundo narrativo que abre enormes posibilidades: la
reviste el anlisis de la aventura de los batanes (1, 20), pues, en ampliacin y cambio en el carcter de los personajes, erotismo,
opinin de Gilman, all nace la Novela. Precisamente uno de los perspectivismo. El episodio se convierte en fundamental en el
grandes aciertos de Gilman reside en los esplndidos, lcidos curso de la novela, pues en l aparecen por primera vez todos o
anlisis que lleva a cabo de diversos episodios de la Primera casi todos los elementos narrativos que han llevado al Quijote a su
parte. Lstima que no haya llegado a hacer lo propio con el ms alta consideracin. El anlisis de este episodio le sirve,
Quijote de 1615. asimismo, a Gilman para postular la existencia dentro del Quijote
Cmo se vea Cervantes como escritor? Qu concepto de 1605 de tres novelas diferentes, cada una relacionada con una
tena de su creacin? Estas son las preguntas que se hace distinta salida del personaje.
Stephen Gilman en el largo tercer captulo. Su objetivo ahora es A las importantes relaciones entre vida y literatura dedica
bien claro: observar y estudiar la manera en que Cervantes Gilman el captulo final, en el que estudia la simbiosis entre vida y
entendi su obra, as como su posible intencin al escribir el libro. literatura no slo en la cmica primera salida, sino tambin a travs
Analiza entonces lo que Cervantes pens de s mismo como de todas las posibles implicaciones descubiertas durante el curso
escritor a travs de varias de sus obras. Se autocaracteriza como de la segunda salida. Con ello se muestra en una lnea de
inventor, como un hombre de invencin. Diversas opiniones de interpretacin del Quijote opuesta a la de Russell o Clase, por
escritores excepcionales (Azaa, Ortega, Dostoievsky, Lukacks) le ejemplo. En tal sentido dedica brillantes anlisis de diversos
sirven a Gilman para definir esos conceptos, que refuerzan la episodios: As el escrutinio de los libros, tambin las discusiones
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tericas de los captulos 47-50, que se relacionan con el escrutinio, estilo, ep'1sodos ms destacados, recepcin de la obra: .. Muy
y en donde Gilman analiza los cambios, ampliaciones, matiza- relevantes son, en este sentido, los dedicados a la leona hterana,
donde Riley condensa en una docena de pginas los aspectos
ciones, incluso posibles contradicciones, de la doctrina esttica
cervantina; la liberacin de los galeotes, que sirve de lnea divisoria fundamentales sobre este asunto al que dedic un trabajo ya
clsico; sobre los personajes, etc. Muy sugestiva e~ asim'1smo la
antes de entrar en Sierra Morena; las aventuras de Don Quijote en
relacin del Quijote con el contexto literario de la epoca, donde
Sierra Morena (historia de Cardenio y Dorotea), importantes no
otorga una importancia especial a la novela p1caresca, explicable,
slo por las implicaciones teatrales que se pueden encontrar y por
en parte, por la posible influencia de aqulla en la gnesis del
la conjeturable rplica cervantina en Cardenio al Orlando de
Ariosto, sino tambin por el posible propsito general de Cervantes Quijote.
en este episodio de unir dos gneros (el teatro y las novelas de Incorpora asimismo la diferencia entre romance y novela,
caballeras) en aras de la creacin de una literatura nueva; el proporcionando la forma ms acabada. de sus d1versas
miniescrutinio del captulo treinta y uno, donde la crtica a los libros argumentaciones para sostener esta d1cotom1a como fundamental
de caballeras puede extenderse tambin a la comedia; y, a la hora de postular que Cervantes con el Quijote sent las bases
finalmente, los captulos de crtica teatral (48-49) sugestivamente "para una teora de la novela moderna" (p. 84 ).
estudiados por Gilman. El libro de Gilman se convierte as en un Riley se muestra en todo momento -he aqu uno de los
inteligente manual, muy til para comprender mejor la labor grandes aciertos de su libro- con mucha cautela y prudencia: sus
cervantina en el campo de la novela, las innovaciones que trajo y, afirmaciones son normalmente contrastadas con las de otros
en definitiva, su singular importancia en el nacimiento de un nuevo crticos que se han ocupado del mismo asunto, lo que proporc1ona
tipo de ficcin. Estos elementos, que, en efecto, se encuentran ya al lector una mayor amplitud de miras sobre el tema tratado en
en el Quijote de 1605, tambin son utilizados por Cervantes en el cada momento. Puede verse su estudio de diversos aspectos de la
de 1615: episodios con don Diego de Miranda, en el palacio de los biografa del autor, o el tratamiento de las fuentes, etc .. En este
duques, en Barcelona ... Lstima que Gilman no llegara a extender sentido, es sintomtico su anlisis de uno de los personajes sobre
sus comentarios a la segunda parte, para mostrar as mejor la el que la crtica ms ha escrito: el del caballero del verde gaban.
continuidad y entrelazamiento de los dos Quijotes. As, mientras Riley se expresa en los siguientes trminos:
El ltimo de los comentarios que quiero analizar es el de E.
C. Riley. Publicada originalmente en ingls, la de Riley es la Cervantes est siempre dispuesto a ver las dos caras de las
primera de las introducciones anglosajonas al Quijote que ha sido cosas. Ocurre que el sencillo mensaje del ama est encarnado
traducida al espaol, bajo el ttulo de Introduccin al "Quijote" en Don Diego de Miranda, un personaj~ de _mucha~. virtudes
pero -desde que el tipo de gentleman b1en cnado deo de ser
(Barcelona: Crtica, 1990). Con respecto a la versin inglesa
admirado universalmente- no incontrovertible. Stn embargo, tan
presenta la novedad de que su autor ha corregido un buen nmero
exagerado es considerarlo con despr~~lo como 'un ho~bre
de las erratas que aparecieron en la primera edicin; ha revisado, vulgar y sin relieve, complacido en VIVIr estancado soc1al Y
aumentndola, la bibliografa final y ha incorporado diversos culturalmente' (A. Castro), como considerarlo 'el fondo tico de
aadidos, entre ellos -el ms destacado- el de una parte nueva en toda la novela' (Mande!). Es una figura compleja que se debe
el captulo trece ("modos de decir"). Este manual destaca en primer estudiar sobre todo, dentro de su contexto novelstico, Y no
lugar por su extensin (260 pginas) y la amplitud de asuntos nicam~nte a la luz de los gustos y aversiones de la sociedad del
tratados: quince captulos de muy diversa factura en los que se siglo XX. (P. 178).
tratan distintos aspectos y de manera ms detallada que en
cualquiera otra introduccin similar: aspectos biogrficos cervan- Clase, en cambio, lo hace de manera ms taxativa: "1 have n~
tinos, contexto histrico~iterario, gnesis de la obra, personajes doubt that Don Diego is meant to be seen as an exemplary figure
principales y secundarios, teora literaria subyacente, estructura y
(p. 49).
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