El Imaginario de La Prostitucion en Chil PDF
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El Imaginario de La Prostitucion en Chil PDF
arquetpicas, 1902-1940
Resumen
El discurso oficial sobre la prostitucin durante la primera mitad del siglo XX y las
diferentes estrategias legales y sanitarias de sujecin del fenmeno y principalmente de los
cuerpos de las prostitutas, ponen en evidencia que existi una lucha por el control del
ordenamiento social, lucha que se dio en el campo mdico-legislativo, donde la visin mdica y
del derecho con respecto a la prostitucin tratarn de imponerse por medio de una
dominacin simblica, a las prcticas sociales vinculadas al burdel, tan arraigadas, por lo
dems, en la sociedad chilena.
Paralelo a la preocupacin del mundo mdico higienista respecto del fenmeno
prostibulario, existan otros crculos sociales y culturales donde la prostitucin tambin se
transform en un tema central, no en la misma condicin que para la ciencia eugensica, si no
en cuanto a lo que las prcticas sociales de la prostitucin representaban en la sociedad chilena.
Los mdicos y la polica sealaban en sus escritos y documentos, que era imposible erradicar
una prctica social tan arraigada en la colectividad por medio de leyes y normas, y los literatos
lo confirmaron, representando en sus novelas cul era el lugar que ocupaba el prostbulo en el
imaginario y la importancia que ste tena en la sociedad chilena de comienzos del siglo XX.
La contribucin de los escritores se centr, principalmente, en visibilizar por medio de
la literatura prcticas sociales que haban sido relegadas a las sombras. Es por ello que cuando
en 1902 el escritor Augusto DHalmar publica la novela Juana Lucero se produce un gran
1Cornelius Castoriadis, Figuras de lo pensable (las encrucijadas del laberinto IV), Fondo de Cultura Econmica, Mxico,
2002, p. 92.
escndalo social, ya que sta fue la primera novela nacional que trat abiertamente el tema de la
prostitucin. La novela da a conocer la vida de Juana, imagen arquetpica de la joven que llega a
la Capital como sirvienta de una familia acomodada y que termina siendo prostituida en un
burdel de la gran metrpoli.
Lo siguieron en esta misma lnea el escritor y periodista Joaqun Edwards Bello que en
1918 publica la novela La Cuna de Esmeraldo y en 1920 El Roto, ambas tratan sobre los vicios de
la elite, el bajo pueblo y la prostitucin. Joaqun Edwards Bello, adems, escribi ms de doce
mil crnicas enjuiciando y denunciando los vicios e hipocresa nacional. De cerca y
continuando con la temtica, est Jos Santos Gonzlez Vera que en 1923 publica Vidas
Mnimas; Manuel Rojas con El Delincuente en 1925, e Hijo de Ladrn en 1951; Alberto Romero en
1930 con La Viuda del Conventillo; Nicomedes Guzmn con toda su saga de novelas
marginales publicadas entre 1939 y 1951, y cerrando este ciclo se manifiesta Oscar Castro
que en la dcada del 40 escribe La Vida Simplemente, la que no es publicada sino hasta 1951.
Los novelistas emplearon el lenguaje como dispositivo de enfrentamiento con la
realidad, y fueron ganando relevancia en la medida que su discurso contribuy a que ese
imaginario se trasladara desde un imaginario perifrico o marginal hacia un imaginario central,
logrando as permear las instituciones del Estado que regulaban y controlaban la prostitucin,
afectndolas en su discurso y en sus prcticas, y consiguiendo de esta manera transitar hacia un
imaginario social de avenencia, el que asumir la representacin de la prostitucin como una
consecuencia indeseada del capitalismo y no como parte del vicio intrnseco de las mujeres del
bajo pueblo o proletariado, convirtindose as en un nuevo proletariado urbano
institucionalmente reconocido en el censo de 1940.
Es as como la literatura de vanguardia, apegada a los nuevos movimientos sociales y
polticos, homenajear a la prostitucin por medio de su narrativa y la calificar como una
consecuencia del sistema econmico y social inicuo que prevalece en Chile producto de los
gobiernos oligrquicos. En sus obras, la prostitucin vendr a representar una forma ms de
sometimiento de los sectores populares a los designios del capitalismo.
La pesquisa de estas representaciones sociales de la prostitucin, la hemos realizado por
medio de la identificacin de arquetipos en las novelas, los que representados en personajes,
espacios y prcticas sociales, darn cuenta de la forma de ver, entender y relacionarse con el
mundo, no slo de los literatos, sino tambin de la sociedad en su conjunto. La teora de Jung
es particularmente til en este punto, ya que nos permitir reconocer por medio de patrones o
Llevar una mujer pblica hasta una obra novelesca significaba una revolucin en las costumbres
literarias. Ese tema haba permanecido tab para los pulcros escritores romnticos y apenas haba
merecido alusiones veladas del realismo temperado de Blest Gana 2.
2 Ricardo Latchman, Antologa de varia leccin, Editorial Zig-Zag, Santiago, 1965, p. 252.
La esperanza de Chile son sus madres y guaguas de hoy. Defendmosle, luchando contra el vicio
comercializado que es el mayor foco de contagio de los males sociales, el centro de trfico de mujeres y
nios y el propagador ms activo del alcohol 3.
Tomando como base la idea de Benedict Anderson sobre las comunidades imaginadas4,
estas novelas rompern con el imaginario de homogeneidad y unin instalado por los nuevos
gobiernos republicanos, demostrando que la nacionalidad, o la calidad de nacin al igual que el
nacionalismo, eran artefactos culturales ideados por una clase particular en su propio beneficio.
Estas nuevas comunidades polticas imaginadas estn muy lejos del supuesto de comunin,
unin y hermandad que la elite con sus meta-relatos intentaba fraguar. La idea de una gran
nacin homognea, racial y socialmente, es derribada por estos relatos literarios, donde las
comunidades imaginadas por los novelistas tienen que ver ms bien, con la escisin de la
sociedad en dos componentes cardinales: por un lado la elite, o aquellos que detentan el poder
poltico y econmico y, por otro, la gente del pueblo, los rotos, los sometidos.
En las novelas seleccionadas, la elite se constituir como una comunidad invisible, se
sabe que existe, pero no se deja ver, es tan lejana y distante que no se la representa
directamente, y cuando se muestra, es slo para evidenciar su propia brutalidad e indolencia,
por medio del disciplinamiento hacia los sectores populares. La plebe no tiene acceso a ver y
conocer el mundo de la elite, pero esta ltima, en perfecta armona con el panptico de
Bentham5, tiene acceso, conocimiento y visin de todo lo que ocurre a su alrededor, y eso, por
supuesto, le da el poder que despliega frente a los otros/as.
Por su parte, los espacios comunes de los sectores populares, sern representados
como la gran cloaca de la elite y la modernidad. Los barrios del proletariado sern depositarios
de todo lo que la modernidad desecha, todo lo que significa retroceso es arrojado a este
mundo, cercano y perifrico a la vez: pobreza, delincuencia, suciedad, enfermedad,
depravacin, analfabetismo, alcoholismo, prostitucin, etc., representarn la otra mitad de
estas comunidades imaginadas. Pero, si los sectores populares son representados como
decadentes, tambin la elite lo es. sta no escapa de la crtica social implcita hacia ella en los
textos literarios, ni siquiera por estar representada como imagen lejana, ya que a pesar de su
3 Liga Chilena de Higiene Social. Memoria de la Liga Chilena de Higiene Social sobre el problema de la Esclavitud Blanca en
relacin con el ttulo IV del Nuevo Cdigo Sanitario de Chile, Ediciones Liga Chilena de Higiene Social, Santiago de Chile,
Bandera 166, 2 serie, Volante 9 1 edicin. Enero de 1926, Pie de Portada.
4 Benedict Anderson, Comunidades Imaginadas, Fondo de Cultura Econmica, Buenos Aires, 1993.
5 Jeremy Bentham, El Panptico, Editorial Quadrata, Buenos Aires, 2013.
En el centro de la fraternidad naturalista estara, segn Baguley, el cuerpo de mujeres pblicas (Nana,
Germinie Lacerteaux, la ramera Elisa) que, como reencarnaciones decimonnicas de Eva o Circe, podan
generar la perdicin moral del sujeto masculino burgus, alejndolo del imperio domstico del hogar 6.
6 Ana Peluffo, Las trampas del naturalismo en Blanca Sol: prostitutas y costureras en el paisaje urbano de
Mercedes Cabello de Carbonera, Revista de Crtica Literaria Latinoamericana, Lima, N 55, 2002, p.45.
7 Carl Jung, Arquetipos e inconsciente colectivo, Editorial Paids, Buenos Aires, 1970.
8 Jung denomina inconsciente colectivo a todo aquello que habita en la psiquis humana, con carcter arcaico o
mitolgico, y de naturaleza suprapersonal, es decir, de carcter universal. Toma como idea base para esta
reflexin, el hecho que existen contenidos y modos de comportamiento que son los mismos en todas partes y en
todos los individuos. Los contenidos conciencializables de lo inconsciente colectivo son los arquetipos. Este
concepto de inconsciente colectivo, tiene como base el concepto de supery empleado por Freud.
Los arquetipos no se difunden meramente por la tradicin, el lenguaje o la migracin, sino que pueden
volver a surgir espontneamente en toda poca y lugar sin ser influidos por ninguna transmisin
exterior9.
El arquetipo es un elemento formal, en s vaco, que no es sino una facultas praeformandi, una
posibilidad dada a priori de la forma de representacin... No se heredan las representaciones, sino las
formas...10.
Cmo otorgamos significado? De dnde lo tomamos en ltima instancia? Nuestras formas de otorgar
significado son categoras histricas que se pierden en una oscura antigedad, hecho este que
habitualmente no se advierte como es debido. Las interpretaciones utilizan ciertas matrices lingsticas,
que tambin provienen de imgenes arcaicas11.
En este sentido, las figuras arquetpicas encontradas en las novelas tienen que ver
principalmente con cuatro imgenes, las ms representativas de este tipo de literatura: el
prostbulo, la prostituta, la regenta y el cliente. Sern estos actores sociales los que concentren la
mayor atencin del escritor, el que pondr nfasis es destacar los rasgos prosopogrficos
(rasgos fsicos, externos) y los rasgos etopyicos (rasgos espirituales, psicolgicos, de carcter).
La suma de ambos, dar lugar a un relato literario, cuya interpretacin provendr de las
categoras histricas que encarnan y de las matrices lingsticas que usen los escritores para
12 Ibd., p. 149.
13 Ibd., p. 174.
... desde Eleuterio Ramrez, o si se quiere de Tarapac al sur, entre Castro y San Isidro, y hasta
aproximadamente Diez de Julio, se situaba un alto nmero [de prostbulos]. Llegara a ser, tal vez, el rea
de Santiago ms poblada de ellos. Extendindose por la misma franja, pero traspasado Diez de Julio,
hasta Franklin, era posible distinguir diseminadamente un buen nmero de prostbulos, a veces
agrupados de a tres, o cuatro, o ms... En direccin oriente, ms all de Carmen, se situaban muy
notablemente a lo largo de Camilo Henrquez, entre Jofr y Diez de Julio, y arterias aledaas casi una
treintena de casas de tolerancia... Un tercer sector, muy bien delimitado en este periodo, tena como eje
principal la calle San Pablo, entre Baquedano y Libertad; y un cuarto, ms difuso, se situaba la poniente
de la ciudad, en torno a la Estacin Central14.
Entre usinas y tugurios, las casas chatas asilaban un mundo extrao y pintoresco de obreros y prostitutas;
de delincuentes de nfima categora y empleaditos de comercio; de jubilados y achacosos a los que el
encarecimiento de la vida iba relegando al suburbio, donde la nia venida a menos pona una nota de
distincin triste cuando al caer la tarde se exhiba en el marco de la ventana penumbrosa con su cara
maquillada y lamentable15.
Detrs de la Estacin Central de Ferrocarriles, llamada Alameda, por estar a la entrada de esta avenida
espaciosa que es orgullo de los santiaguinos, ha surgido un barrio srdido, sin apoyo municipal. Sus
calles se ven polvorientas en verano, cenagosas en invierno, cubiertas de harapos, desperdicios de
14 lvaro Gngora, La prostitucin en Santiago, 1813-1931: La visin de las elites, Editorial Universitaria, Santiago,
1999, p. 53.
15 Alberto Romero, La mala estrella de Perucho Gonzlez, Editorial LOM, Santiago, 1997, p. 22.
comida, chancletas y ratas podridas. Mujeres de vida airada rondan por las esquinas al caer la tarde;
temerosas, embozadas en sus mantos de color indeciso, evitando el encuentro con policas... 16.
... yo, en verdad, conoca muy poco mi pueblo por el centro. Hasta entonces slo saba moverme con
soltura en el barrio dominado por el prostbulo. All, entre gentes bien vestidas que hablaban con
correccin, me sent un tanto perdido y pasaba por entre el tumulto con rapidez escurridiza, como un
perro que teme un puntapi 18.
La prostitucin del arrabal, tambin se empapar de esta forma de vida marginal. Todo
en ella es grotesco y vulgar, tal como las calles que la cobijan. Los prostbulos son tristes
escenarios de diversin popular, subsumidos, al igual que sus habitantes, en una especie de
letargo ancestral que no es tocado por el progreso, un negocio que conservar marcados rasgos
de tradicin, combinados con algunos atisbos de modernidad.
Los burdeles se emplazaban en antiguos caserones de adobe, en medio de vecindarios
residenciales, con una apariencia externa, de acuerdo con nuestros novelistas, que siempre
llamaba la atencin por sobre el resto de las casas, por tener algn color distintivo o, algn tipo
de luz, farol luminoso que indicaba que la casa estaba abierta a la clientela,
Entre las casas, hay una pintarrajeada de amarillo y caf, con un farol de lata y vidrios azules colgando a su
puerta.19
Se entraba al prostbulo por una mampara iluminada en las noches con un pesado farol que recordaba la
colonia20.
Es curioso descubrir la similitud del relato de descripcin del prostbulo que hace Oscar
Castro y Joaqun Edwards Bello, principalmente porque entre una y otra novela existe alrededor
de 30 aos de diferencia. Sin embargo, esto viene a confirmar que el imaginario de la
prostitucin subyace en la contemporaneidad de ambos escritores, y que si bien Edwards
escribi primero, Castro, 30 aos despus no se qued atrs, relatando desde los recuerdos de
infancia la vida en estos sitios de infamia y dolor.
En los relatos literarios, la representacin del prostbulo, en cuanto a espacio fsico, tiene
que ver siempre con la simulacin de algo que no es. La ilusin y el espejismo son parte de lo
que el prostbulo vende a la clientela, ya que, adems de alcohol y mujeres, tambin ofrece la
invencin de un espacio con reminiscencias de lujo y glamour, como casa grande de la elite, pero
siempre venida a menos. Los autores de nuestro estudio los describen de la siguiente manera,
Hacia dentro sigue un pasadizo que desemboca en una basta sala. El piso est cubierto por una alfombra
llena de roturas. Hay un piano veteado de manchas, con un candelabro de menos y unas teclas ahumadas y
fnebres. En las paredes pintadas con carburo cuelgan viejas litografas que representan escenas de amor.
La luz es sucia, grasosa y cae como una desgracia sobre las sillas de tapiz rado y chilln, arrancando aqu y
all una hebra de brillo mortecino 21.
El saln era lo ms hermoso de la casa: ancho, grande, alfombrado de rojo y empapelado de verde, con
gran espejo, piano y sillas poltronas tapizadas del mismo color de la alfombra. En el tetero principal, una
oleografa llamativa de la familia real italiana, y en los laterales estampas en colores y de grandes
dimensiones representaban escenas polares: una caza de osos blancos en el Mar del Norte, y un barco de
pescadores surcando un mar plagado de tmpanos, bajo los rayos rojizos del sol de media noche 22.
Empleados y obreros sin hogar constituido, despus de pesada o montona jornada, buscan ah [en la
casa de prostitucin] el reposo y la alegra que dan, por un tiempo, ilusin de felicidad 23.
Lo que produce el campo se lo traga la ciudad en forma descorazonante, sin recibir recompensa el brazo
que suda o la tierra que da ciento por uno. As la familia de Mara, establecida en Aconcagua el ao 65,
dedicada de generacin en generacin al trabajo de la tierra en beneficio de sus amos, despus de tanto
esfuerzo, entregaba por pobreza e ignorancia esa hija a las cloacas de la capital 24.
Entre las prostitutas que existen en Santiago, puede encontrarse una enorme proporcin de muchachas
venidas desde el campo o de los pequeos pueblos de provincias, atradas por las excitaciones de la vida de
la ciudad, muchas de las cuales (ms del 40%), llegaron como sirvientas domsticas 25.
Como vemos, muchas de las mujeres campesinas que llegaban a trabajar a la ciudad, eran
potenciales prostitutas debido a la condicin de vulnerabilidad en que quedaban frente a la
relacin laboral y de semi-esclavitud con el patrn de la casa donde llegaban a servir. Es por ello
que los vicios de los hogares de la sociedad chilena, en los que se encubren o velan conductas
sexuales repudiables, sern reproducidos en el burdel. En el caso de Juana Lucero, detrs de la
imagen de familia respetable, la familia de los Caracuel esconde una gran miseria espiritual y
valrica, que se constituye en prcticas sociales que seran repudiadas por la comunidad, por lo
que se ocultan bajo un velo de hipocresa y religiosidad que no es tal; es as como el dueo de
casa viola a la joven sirvienta, Juana, la que resulta embarazada y es expulsada del hogar por
representar una amenaza a la imagen de la familia, por su impureza y falta de castidad, adems
de conocer la gran verdad de los Caracuel. El prostbulo literario representar la verdad que se
ocultaba tras los muros del hogar burgus catlico, actuando como imagen aglutinadora de otros
escenarios sociales, como espejo que refleja lo que no se quiere ver, todo aquello que se aleja de
las normas, del orden social y de la decencia. En palabras de Rodrigo Canovas,
De las casas hispanoamericanas reinventadas por nuestra literatura, acaso la reinvencin ms singular sea la
del prostbulo. Los grandes autores del siglo XX han escogido este espacio para reflexionar sobre la
marginalidad y en especial, sobre los rdenes culturales que la sustentan 26.
25 Humberto Reyes, La Prostitucin. Contribucin a su estudio relacionado con el servicio de Carabineros, Instituto Superior
de Carabineros, Ctedra de Ciencia Policial. Imprenta Carabineros de Chile, Santiago, 1941, p. 102.
26 Rodrigo Canovas, Sexualidad y cultura en la novela hispanoamericana. La alegora del prostbulo, Editorial LOM,
Santiago, 2003, p. 5.
Esas mujeres sin miedo ni delicadeza, hechas a todas las salvajadas, en roce con los ms bestiales
individuos, tenan la coquetera de la pasividad; fingan timidez para mostrar algo femenino. Incapaces de
moverse y de hablar, sin nimos para matar una mosca, fruncidas y rgidas, esperaban que fuesen a
convidarlas para bailar, lo que hacan con la vista baja, el paso tmido y la cara compungida, llenas de
remilgos y melindres. Era preciso un largo flirt para congraciarse con cualquiera de ellas 29.
27 Roberto Hozven, Relaciones equvocas: el prostbulo y la literatura hispanoamericana actual, Revista chilena de
Literatura, N 64, Santiago, abril 2004, p. 4.
28 Ramn Staforelli, Contribucin al estudio de las enfermedades sociales. Estudio crtico del sistema de reglamentacin de la
prostitucin en Santiago, Tesis para optar al grado de Licenciado en la Facultad de Medicina y Farmacia de la
Universidad de Chile, Imprenta Chile, Santiago, 1921, p. 19.
29 Joaqun Edwards Bello, El Roto, p. 61.
prembulo perfecto para la conquista y dominacin de las mujeres que all se vendan. En un
acto de simulacin de cortejo, como todo en el prostbulo, los bailarines utilizaban la danza
como retozo previo, pero necesario, para llegar a la unin carnal. Esta danza representaba la
galante bsqueda del hombre hacia la mujer, con la consiguiente conquista de la misma. Con
sus reminiscencias campesinas y coloniales, la cueca, en palabras de Edwards Bello
... es una alegora sexual y sanguinaria de fusin guerrera de dos razas. Por eso se siente resonar el
tambor de Castilla y el chivateo de Arauco; es la constante persecucin del europeo a la india, que en la
ltima figura de la danza se entrega bajando los ojos, simulando hasta el ltimo una resistencia desganada
y silvestre30.
Fuera del espacio de la remolienda, la vida cotidiana transcurra de manera muy similar
a cualquier otra casa de vecino. Las novelas representan la vida prostibularia, como una gran
familia, siendo sta reflejo de otros escenarios sociales, en algunos casos muy similar a la
hacienda rural. La Regenta, generalmente una vieja prostituta, se comportaba como duea de
casa protectora de su prole, a la que cuidaba y vigilaba en post de las ganancias que estas le
suministraban, Joaqun Edwards Bello lo relata as,
Eran las doce y media. En el patio las nias a medio vestir, charlaban alrededor de una mesa colocada
bajo las zahrdas de la tsica. Era la hora del almuerzo. La criada traa de la cocinera cercana en negras
ollas, los guisos que ella misma servira con un cucharn. El primer plato era generalmente una
carbonada carne picada con cebollas y papas hervidas en un caldo grasiento. La seora Rosa, Clorinda,
Fernando y El Pescante, hacan aadir huevos cados. Despus vena un plato de chancho con
porotos o arroz; los domingos y en los das de Dieciocho servan la famosa cazuela de gallina o el
sabroso valdiviano. Beban cerveza y finalmente un caf ordinario, negro como tinta 31.
30 Ibd. p. 61.
31 Ibd. p. 32.
32 Jorge Arnao Marciani, Prostitucin adolescente, consumo y microcomercializacin de drogas, Factores de riesgo
Julia es la ms solicitada. Es bonita y la patrona no la rie cuando regresa de sus escapadas... a los quince
fue criada de casa grande; se roz con jovencitas lindas y graciosas de la plutocracia y esto le dio cierto
barniz que la distingue de sus compaeras, hermticamente cerradas a los encantos femeniles 33.
Las prostitutas viejas, gordas o enfermas, las menos atractivas para la clientela, y por
ende, las menos productivas del burdel, ocupaban espacios perifricos de la casa, casi siempre
hacinadas en pobres dormitorios sin ventilacin,
Slo unas horas ms tarde vinieron a notar su ausencia, porque ocupaba el ltimo cuarto, cerca de la
cocina, donde los clientes llegaban slo en casos extremos. La Vieja Linda la mantena en su casa ms
bien por gratitud34.
Cuando joven triunf en los salones de las calles Eleuterio Ramrez, Cndor, Aldunate. Enferma del mal
de todas, cay en la casa de tres a cuatro que hay en San Pablo, Meiggs. Quisieron despedirla por intil,
por vieja. Pero ella se obstin en hacer el papel de caractersticas, un papelito cualquiera con tal de no
irse a la calle a mendigar35.
furtiva, donde el prembulo del baile y la fiesta, con la cueca incluida del antiguo lupanar, fue
quedando obsoleta.
Las prostitutas son simbolizadas como el mal, el pecado o la escoria social. La doble moral sexual
imperante establece una divisin entre las mujeres decentes y las putas, estigmatizando a stas ltimas36.
36 Marta Lamas, El fulgor de la noche: algunos aspectos de la prostitucin callejera en la ciudad de Mxico,
Revista Debate Feminista, Ao 4, volumen 8, Mxico, 1993, p. 103.
37 Jorge O. Andrade, Entre la santidad y la prostitucin: la mujer en la novela ecuatoriana en el cruce de los siglos
XIX y XX, Iconos. Revista de Ciencias Sociales, Num. 28, Quito, mayo 2007, p. 42.
Margarita y Paula en Vidas Mnimas; e Ins en Los hombres obscuros. Todas ellas, excepto Margarita
e Ins, comparten la virtud de ser madres abnegadas, perfectas representaciones del arquetipo
de la madre. Por su parte Margarita e Ins, si bien no son madres, representan la virginidad y el
honor femenino.
En virtud de los roles de gnero y los arquetipos que los representan, existi una
diferenciacin espacial importante con respecto a los lugares o espacios asignados a las mujeres
en la literatura y en la sociedad, diferenciacin que va de la mano con la teora de la esferas
separadas, donde las mujeres decentes deben apartarse de participar en el espacio pblico,
espacio por definicin masculino, y preocuparse de reinar en los espacios domsticos
consagrados a la familia o a Dios, el hogar para la madre, el convento para la virgen no madre,
el prostbulo para la prostituta y el cielo para la virgen-madre de Dios.38
Esta segmentacin de los espacios segn el gnero, estar amparada en los postulados de la
ciencia mdica, la que de acuerdo a la teora darwiniana de las especies, asignaba roles
naturales a hombres y mujeres de acuerdo a su sexualidad, sosteniendo la inferioridad
biolgica de la mujer, Es as como, de acuerdo a la naturaleza de su sexo, la mujer estaba
preparada para asumir de manera ms natural el papel de esposa, madre, defensora de la fe y de
la familia.39
Toda mujer que traspasase los muros de su hogar, poda ser brutalmente condenada y
estigmatizada, inclusive las trabajadoras, las obreras de fbricas, quienes por el solo hecho de
incorporarse a un espacio masculino, corran el serio riesgo de perder su nico y ms grande
tesoro, el honor femenino. scar Castro representa en Lucinda, tmida muchacha de un cit
que debe salir a trabajar para mantener a su madre enferma, los riesgos y la deshonra a la que
estaban expuestas las trabajadoras,
- Cuando iba para el trabajo sigui diciendo el hombre de autoridad, sobrecogido a su pesar por el
espectculo le salieron el Chamango, el Tuna y otros dos ms y la arrastraron a un sitio eriazo
donde queda el pajar40.
El maestro Evaristo sorprende al otro milico sobajeando los muslos desnudos de su mujer. Suena un
golpe dado en plena cara del milico-
-iQu te figurai, mierda! ...; Toma, mi mujer no es puta!42.
Esta dicotoma entre mujer buena y mujer mala, impuesta por la sociedad patriarcal,
garantizaba al hombre una lugar privilegiado con respecto a los dos modelos de feminidad
existentes, ya que la mujer buena dependa, en el plano econmico y legal, casi totalmente del
hombre (padre o esposo), al que le deba, adems, obediencia y respeto; por su parte, la mujer
mala, la prostituta, si bien vulnera el rol y los espacios asignados a la mujer decente, de igual
forma establece una relacin de dependencia econmica con los hombres, quienes tambin la
subordinan y circunscriben, por la va econmica, a un rol ertico, estableciendo criterios
diferenciadores estigmatizantes sobre su persona,
... con ambos tipos se establece una relacin jerrquica de dependencia. La prostituta y la madre estn
vinculadas al varn mediante una relacin de subordinacin psicolgica y econmica. Este sistema de
relacionamiento social pone al hombre a salvo del temor a la confrontacin con la mujer como otra
con iguales necesidades o deseos43.
Dolores Juliano, es muy asertiva en sealar que ser la discriminacin, uno de los
principales dispositivos sociales que sentar las bases para que se ejerza violencia, simblica y
material, sobre estas mujeres.44 En esta misma lnea, Marta Lamas seala que, adems, de la
evidente violencia fsica y material que sufren las prostitutas, existe otro tipo de violencia en su
contra, que es la discriminacin y el estigma, designado como violencia simblica45, la que se
encuentra intensamente fijada en los discursos, prcticas y representaciones de la sociedad
patriarcal. En esta lgica de las cosas, se puede comprender por qu ser la prostituta la nica
que sufra el estigma social de su ocupacin, siendo el cliente absuelto de toda responsabilidad
respecto a un acto que no puede realizarse si no es de a dos. Las representaciones sociales
respecto de este tema son antiguas, ancladas en categoras histricas que representan a la
sensualidad de la mujer como la responsable de la perdicin del hombre,
La ondina es un grado aun ms instintivo de un ser femenino que denominamos anima. Hay tambin
sirenas, melusinas, drades, Gracias e hijas del rey de los alisios, lamias y scubos, que seducen a los
jvenes y les quitan hasta la ltima gota de vida46.
Una inquietante gracia de antao se llama hoy fantasa ertica, y complica penosamente nuestra vida
anmica. Nos sale al encuentro como una ondina; es adems como un scubo; tiene muchas figuras y se
transforma como una bruja y muestra una insoportable autonoma, impropia de un contenido psquico.
A veces provoca fascinaciones, que pueden hacer frente al mejor exorcismo, y estados de angustia, ms
tensos que los que cualquier aparicin del diablo podra causar 47.
44 Dolores Juliano, El trabajo sexual en la mira: polmicas y estereotipos, Cad. Pagu [online], 2005, n.25 [citado
03-04-2011], pp. 79-106. Vase: http://www.scielo.br/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0104-
83332005000200004&lng=en&nrm=iso. ISSN 0104-8333.
45 Marta Lamas, El fulgor de la noche, p. 105
46 Carl Jung, Arquetipos e inconsciente colectivo, p. 31
47 Ibd., pp. 31 32.
... la bruja, el dragn (todo animal que devora o envuelve a sus vctimas en un abrazo, como un gran pez
o la serpiente, la tumba, el sarcfago, la profundidad de las aguas, la muerte, el fantasma nocturno y el
cuco (tipo Empusa, Lilith, etctera)49.
Al ser la prostitucin un tab social, estar adems vinculada a todo aquello que
represente lo prohibido, ... lo secreto, lo oculto, lo sombro, el abismo, el mundo de los
muertos, lo que devora, seduce y envenena, lo que provoca miedo y no permite evasin50.
La ausencia del instinto materno, sumado a los estragos que causaba la sfilis en la
sociedad chilena, llevar a que la sexualidad de la prostituta se considere constituida por la
infertilidad, la enfermedad y la muerte, aspectos que sern simbolizados por un tero deletreo,
el que en vez de engendrar vida, transmitir la muerte. En 1919, con respecto a la prohibicin
de nios y menores de edad en los burdeles, el Dr. Francisco Landa sealaba la
Tan solo el aire misterioso de los sirvientes (todas mujeres) y los tapujos de que se valan para introducir
a las personas, daban ya mala espina, sobre la clase de asuntos que ventilaba Mme. Leticia Schulze de
Rigault, profesora de obstetricia, recibida en las Facultades de Berlin y de Pars 52.
51 Francisco Landa, Sobre reglamentacin de la prostitucin. Observaciones que el Rejidor don Jos D. Gajardo hace al
Proyecto de reforma del actual Reglamento de Casas de Tolerancia, presentado por el Doctor don Francisco Landa Z. a la I.
Municipalidad. Librera e Imprenta Artes y Letras, Santiago de Chile, Estado Nm. 48, 1919, p. 24.
52 Augusto DHalmar, Juana Lucero, Prlogo de Hernn del Solar, Editorial Andrs Bello, Santiago, 1998, p. 240.
53 Augusto DHalmar, Juana Lucero, p. 205.
54 Asuncin Lavrn, Mujeres, Feminismo y Cambio Social en Argentina, Chile y Uruguay 1890 1940, Coleccin Sociedad
y Cultura, Centro de Investigaciones Diego Barras Arana. DIBAM, Santiago, 2005, p. 239.
complicaciones de abortos mal hechos; en el mismo ao, el hospital San Borja inform que el
36,7% de las muertes se debieron a abortos clandestinos. No sera de extraar que dentro de
estas cifras hubiese un elevado nmero de prostitutas intentando desembarazarse para
mantener su fuente laboral, lamentablemente las estadsticas no nos ofrecen dicho dato, pero
no es difcil de suponer considerando las condiciones de vida y de trabajo de estas mujeres.
Lus Pruns, seala que por medio de sus investigaciones con prostitutas, pudo
identificar que la prostitucin y la maternidad no eran funciones incompatibles biolgicamente
y, que en Chile, la prctica del aborto no era tan amplia como en otros pases, por lo que pudo
comprobar que
Un 39.49% de las prostitutas ha tenido hijos. El 100% son ilegtimos. El 10% tiene ms de un hijo,
datos que estn en contradiccin con la idea generalizada de que las prostitutas son infecundas...
Adems, la madre chilena, no se provoca abortos tan frecuentemente como las extranjeras 55.
Entonces, y segn el Dr. Pruns, una maternidad anticipada y fuera del matrimonio, era
un camino seguro a la prostitucin, A una hija soltera, que da a luz, se le arroja del hogar. Esta
historia es corriente entre las prostitutas. En seguida, la situacin econmica se encarga de
hacer lo dems56.
La prostituta continu siendo considerada como un ser dominado por su sexualidad y
los instintos (en oposicin a lo racional), por lo que ser depositaria y representante de lo que
toda sociedad quiere ocultar, lo que en la teora jungiana estar asociado al arquetipo de la
sombra, representando el lado negativo, sombro y salvaje de la sociedad. Se considerar que la
prostituta, ser irracional e instintivo por definicin, estar ms cerca del reino animal que del de
los humanos civilizados, siendo por tanto, inconsciente de sus actos, lo que le otorgar a su
vez, cierta dispensa con respecto a la responsabilidad de las acciones que ejecuta, ya que, al
igual que los animales, actuara por instinto.
Sumado a esto, la ciencia mdica representar a la prostituta como una mujer
descentrada, enferma, no slo de sfilis, sino que adems con un fuerte desequilibrio
psicolgico y emocional, lo que la har incapaz de resistirse a sus impulsos biolgicos. Su
cuerpo y su mente quebrantados, representativos del arquetipo de la sombra, sern
depositarios de todo lo indeseado por la sociedad, en ellos descansarn pecados como la
... antigua alianza con el demonio. En cualquier momento puede precipitarse en el pecado, zozobrar en la
histeria o la ninfomana: la lava hirviente que lleva dentro puede despertarse y desbordar sin ninguna
contencin57.
... las esclavas blancas que constituyen a la casa de diversin, casa inscrita en la Municipalidad, son
constituidas en una fraccin considerable por mujeres psquico patolgicas, por degeneradas, por hijas de
alcohlicos, o de progenitores con enfermedades sociales, las que por su mal hereditario, por su cerebro
degenerado, son seres enfermos, de dificilsima o nula curacin 59.
prostitucin en Santiago, Tesis para optar al grado de Licenciado en la Facultad de Medicina y Farmacia de la
Universidad de Chile, Imprenta Chile, Santiago, 1921, p. 38.
59 Carlos Westpahl Thurtston, Concepto cientfico moderno de la esclavitud blanca, Folleto N 15 Liga Chilena de
las llev donde estn, sin haberlo ellas planificado de esa forma. Los escritores, tambin
utilizarn el arquetipo de la madre en su dimensin oscura para representar a las fminas del
burdel, pero no en cuanto a ser demonaco que devora la vida de todos aquellos que salen a su
encuentro, sino ms bien, lo utilizarn al alero del arquetipo de la mujer cada, aquella que aspir
a ser santa, madre o pura, pero que arrastrada por la conspiracin capitalista del siglo XX y los
designios de la sociedad patriarcal, slo lleg a ser una ms del ejercito de prostitutas reclutadas
regularmente por la ciudad. Su salvacin, su humanizacin literaria, recae precisamente en ese
pasado memorable, donde su honor y su virtud an estaban inclumes, y donde ellas mismas
siempre desean regresar. En el futuro, stas slo podrn ser redimidas por medio de la
maternidad, el amor o la muerte.
En contraposicin a los postulados mdicos, y sociales en general, el arquetipo de la
mujer cada utilizado en las novelas de la poca, tiende a victimizar a las prostitutas, las que
caeran producto del nuevo sistema econmico imperante que las empuja a la prostitucin,
siendo esta una consecuencia indeseada del progreso de la nacin. Juan Armando Epple, en
su comentario del libro Santa, escrito por el mexicano Federico Gamboa en la misma poca de
Juana Lucero de DHalmar, seala que son los sucesos por los que deben pasar la mujeres que
llegan del campo a la gran ciudad en busca de trabajo, los que logran inscribir a este tipo
femenino en el arquetipo de mujer cada,
En Santa la peripecia de la muchacha campesina como naturaleza victimizada se inscribe con propiedad
en el arquetipo nacional de mujer cada: es la representacin ideolgicamente actualizada del ethos
natural (tierra, madre patria, energa productiva, lengua, deseo subliminal), materia prima cosificada en las
nuevas relaciones de produccin y diferenciacin social, comodificacin que a la vez se repele
moralmente y se justifica como una consecuencia paradjica al desarrollo positivista de la nacin 60.
Este recorrido arquetpico hacia el abismo, tiene varias aristas que vale la pena analizar
aqu, ya que, como todo arquetipo, le imprime al camino hacia la prostitucin un modelo o
patrn que se repite de manera similar en todas las novelas.
El primer paso es la prdida de la virginidad. ste ser un factor que aparte a muchas
mujeres del matrimonio, siendo su destino, o fatalidad, volverse prostitutas, ya que en palabras
de Anne-Marie Sohn, los varones de las nuevas sociedades burguesas concedan una gran
60Juan Armando Epple, De Santa a Mariana: La Ciudad de Mxico como utopa traicionada, Revista Chilena de
Literatura, Nmero 54, Santiago, 1999, p. 39.
importancia a la virginidad femenina, por lo tanto, stos siempre deseaban que su esposa fuese
una mujer inmaculada, cualquier mujer deshonrada quedaba, de esta forma, fuera del mercado
matrimonial61, El hombre, por instinto o por costumbre, conoce cundo una mujer es
honrada, es decir, intacta, y cundo no lo es.62 La honra femenina era el gran valor que
tenan las muchachas, sobre todo las del arrabal, que no podan aspirar a nada mejor que
casarse,
-Ests deshonrada! Lo oyes? Deshonrada! No vales para nada. Has perdido lo mejor que tiene una
nia. Y, finalmente, con brutalidad: No te quiero ms en casa; te irs a la Correccin63.
Muchas de las prostitutas fueron con anterioridad sirvientas de casa grande (ya lo
haban evidenciado los mdicos higienistas) y muchas de ellas, como el caso de Juana Lucero, o
de Julia en El Roto, perdieron su virginidad con el dueo de casa o su hijo, los que despus de
haber saciado su deseo con la joven sirvienta, expulsaban a las muchachas fuera del hogar. La
prdida de la honra, vendr acompaada del segundo paso fatal hacia la prostitucin, la
expulsin del trabajo o de la familia, ... entre las asiladas sometidas a encuesta, haba un 8.91%
que fueron expulsadas del hogar por sus padres o sus parientes guardadores64.
Frente al exilio familiar o laboral, estas mujeres buscarn refugio en la gran metrpoli,
en algn oficio como lavanderas, sirvientas, planchadoras, obreras de fbrica. Pero el trabajo
no alcanzaba para todas y los sueldos no cubran las necesidades mnimas de subsistencia, es
por ello que muchas optaron o se vieron obligadas a prostituirse, empujndolas al tercer paso
en su cada, la prostitucin clandestina; para finalmente, y despus de todo este recorrido,
terminar asiladas en un prostbulo que les ofreca comida y una casa donde vivir, mucho ms
de lo que ellas podran haber aspirado con un sueldo de obrera. Juana Lucero, expresa
claramente este recorrido arquetpico del trnsito a la cada en la prostitucin, en sntesis, esto
se reduce a que en un principio, cuando an viva con su madre era llamada por sta Purisimita,
y posteriormente, en el prostbulo ser llamada como Nan, en honor al personaje de la famosa
prostituta de Zol.
61 Anne-Marie Sohn, Los Aos Locos. En adelante hay que agradar, La ms bella historia del amor, Dominique
Simonnet Editora, Fondo de Cultura Econmica, Buenos Aires, 2004, p. 123.
62 Manuel Rojas, El delincuente, el vaso de leche, el colo colo y otros cuentos, Editorial Zig-Zag, Santiago, 1993, p. 130
63 Joaqun Edwards Bello, El Roto, p. 98.
64 Humberto Reyes, La Prostitucin, p. 101.
La impresin que dejaba la muerte poda condensarse en la frase vaga, hecha de miedo primitivo y
fatalismo, que repeta Rosalinda, cada minuto, en un suspiro prolongado: - Harto que sufrimos aqu pa
que Dios la condene67.
Joaqun Edwards Bello llamar a la muerte de las prostitutas, trgica, solitaria, sufriente
y en la ms absoluta miseria material el epilogo inevitable de esas vidas 68, morir como se
vivi, en medio de la ruina y del sufrimiento. Slo las dems prostitutas daban crdito a la
muerte de una de las suyas. Agradeciendo que las autoridades les permitieran velar a las
difuntas en el prostbulo y que no fueran depositadas directamente en la fosa comn, ests
mujeres demostraban su pudor y respeto por la muerte cerrando el prostbulo a la clientela y
guardando luto por la finada,
Esa noche, la puerta permaneci entornada y el Sacristn inflexiblemente, fue despidiendo a todos los
clientes que llegaban. Ninguna de las nias trabajara esa noche. Nadie, ni con amenazas ni con dinero,
habra conseguido que profanasen el sueo de su compaera muerta 69.
Cansada de espantar moscas, se limpi el sudor y vio que la muerta se pona negra. Los ojos quedaron
bien cerrados. El verano, que intensifica la llama de la vida, precipitaba la obra de la evolucin llevando a
esa faz descompuesta una mueca de dolor extrahumano 70.
Esta es una muerte annima, sin pompa ni reconocimiento social. Apenas algunos
familiares de la difunta se acercaban al velatorio, primera y nica oportunidad en que eran
vistos en el prostbulo y donde, por primera vez, reconocan algn parentesco con la afectada.
La marginalidad de la muerte es sinnimo de la marginalidad en la vida de las meretrices, del
abandono social del que son vctimas, de la miseria material que impone el sistema a los menos
afortunados en vida, del nulo reconocimiento de la calidad humana de aquellas que se dedican
a vender su cuerpo. Oscar Castro relata cmo en el velatorio de Laura, llegan clientes al
prostbulo exigiendo ser atendidos, ante la negativa de la regenta, se genera una situacin
bastante violenta, que la duea tiene que resolver a balazos para desalojar a los intrusos,
En este caso, la muerte de la prostituta vendr a reflejar el orden social al que sta
estaba sometida, un orden social que tambin es simblico, donde la prostituta es considerada
un cuerpo desechable carente de propiedades humanas y transable en el mercado. Por ello el
resto de la sociedad no concede importancia a la muerte de estas mujeres, porque al ser
Bibliografa
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2005, n.25 pp. 79-106. <http://www.scielo.br/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0104-
83332005000200004&lng=en&nrm=iso>. ISSN 0104-8333.